LA LIRICA ROCOCO EN HISPANOAMERICA

POR EMILIO CARILLA University of California, Riverside

INTRODUCCI6N

De la misma manera que es perceptible en los filtimos afios el avance de la critica sobre el concepto de Manierismo, no resulta exagerado defender una situaci6n parecida para el concepto de Rococ6. Aunque tanto en un caso como en otro las clarificaciones disten de guardar rela- ci6n con la abundancia de la bibliografia'. Por otra parte, el proceso recorrido por la expansi6n del termino Rococ6 es semejante, pienso, al que recorrieron, en su momento, los de Barroco y Manierismo. Es decir, correspondi6 primero a una categoria restringida (centrada, aqui, en la arquitectura y la decoraci6n) para pa- sar despuds a designar todo un estilo de epoca. En general cabe decir que el estilo Rococ6 no tuvo la importancia que se le concede al Barroco y -hoy- al Manierismo. Se le considera mis limitado en el espacio y en el tiempo, aunque, por supuesto, hay variantes apreciables en la critica. Asi, para citar dos ejemplos bien defi- nidos basta comparar la concepci6n de Walter Binni, por un lado 2, frente a la de Arno Schnberger y Haldor Sdhner ', la de Helmut A. Hatzfeld o a la de Wylie Sypher 4, por otro. Para estos iltimos, el Rococ6 es signo

SCfr. Helmut A. Hatzfeld, Problems of the Baroque in 1975 (en Thesaurus, Bogota, 1975, XXX, 2, pp. 209-224); Patrick Brady, The present state of Studies on the Rococo (en Comparative Literature, 1975, nim. 27, pp. 21-33). 2 Cfr. Walter Binni, II Rococd letterario (en Accademia dei Lincei, Manierismo, Barocco, Rococ6, Roma, 1962, pp. 217-237). 3 Cfr. Arno Schanberger y Haldor Sohner, Die Welt des Rokoko (Munich, 1959). Hay traducci6n espajiola: El Rococ6 y su epoca (, 1971). 4 V6ase Wylie Sypher, Rococo to Cubism in Art and Literature (Nueva York, 1960). Vdase tambien la reseila de esta obra escrita por H. A. Hatzfeld, A new periodization of Literary History: a review article (en Romance Notes, 1960, II, nim. 1, pp. 1-6). De W. Sypher conocemos, como obra previa, su mas difundida Four Stages... 728 EMILIO CARILLA definidor de todo el siglo xviii y le conceden, claro, trascendencia mucho mayor que la de un simple valor decorativo o circunscrito a las <>. En el caso especial de Sypher, su apoyo esti en una particular concepci6n del mundo y de la vida que caracteriza al siglo y que le da su sello. En cambio, para Walter Binni (que a su vez compendia coinci- dentemente la idea de muchos otros), el Rococ6 no puede considerarse como el tinico estilo epocal del siglo xviii. Ni siquiera de gran parte de 61. Despu6s de pasar revista a las diversas limitaciones que ve, postula que s6lo es licito hablar de direcciones, de componentes rococ6, si bien reconoce como su momento mas visible el periodo de la . Quiza sea ocasi6n de decir, una vez mas, <

5 Sobre el Rococ6 literario en Espafia, v6ase Jos6 Caso Gonzalez, Los concep- tos de Rococo, Neoclasicismo y Prerromanticismo en la literatura espafiola del siglo XVIII (Oviedo, 1970); idem, La poetica de Jovellanos (Madrid, 1972, pdgi- nas 15-42). LA LIRICA ROCOCO EN HISPANOAMERICA 729 cuadro se completa con la irrupci6n neoclasicista (con alguna mayor afi- nidad del momento que se vive) y, por iltimo, con los indicios -nada mas que indicios- prerrominticos. De esta manera, el florecimiento de la literatura Rococ6 se ve en His- panoamerica atn mas constreijida que en la metr6poli. Todo esto mas alli de los elementos comunes y paralelos que encontramos en la 6poca colonial: comunes y paralelos, dentro de un sentido muy amplio.

CARACTERES

Es ocasi6n de puntualizar ya los rasgos definidores del arte Rococ6. Anticipo de nuevo que el cuadro obedece a una impresi6n de conjunto (y de diversas artes). En ese cuadro nos importa, en primer lugar, su especial aplicaci6n literaria junto con el respaldo de fundamentaciones que ofrezcan alguna solidez. El arte Rococ6 es en mucho una derivaci6n y particularizaci6n de lo Barroco. Ya, separaci6n. Coincide con el barroquismo en los limites im- precisos entre clasicismo y anticlasicismo. Veo, por tanto, como lineas mas definidoras su sentido hedonista, su superficie de juego y coquete- ria. Es notoriamente un arte aristocratico, cortesano, Ambito apropiado donde podia triunfar la galanteria y el refinamiento. Frente a la monumentalidad barroca, el Rococ6 destaca sobre todo su culto de lo pequefio, la miniatura, la filigrana. Y no menos su especial dedicaci6n a la artesania o artes menores (espejos, muebles, tejidos, jar- dineria). Se vuelve, en parte, al exceso ornamental del Manierismo (des- puds del adorno algo mas contenido del Barroco). En fin, la abundancia mitol6gica, la predilecci6n por el arcadismo. Y en otra direcci6n contac- tos parciales con el Iluminismo. En conclusi6n, creo que los rasgos seiialados alcanzan a dar una no- ci6n de este estilo e, insisto, de su difusi6n ms limitada (sobre todo si tomamos como punto de referencia el Barroco) ?. Y que por los facto- res que apunt6 lo fue ain mas en tierras americanas.

6 El critico franc6s Roger Laufel establece aun mayores coincidencias entre Manierismo y Marivaux (v6ase R. Laufel, Style Rococo, Style des Lumibres>, Paris, 1963, pp. 26-33). Como sabemos, Marivaux es considerado por muchos criti- cos como un autor tipico del Rococ6. SAparte de los estudios citados, v6ase tambi6n Helmut A. Hatzfeld, The Ro- coco: Eroticism, Wit and Elegance in European Literature (Nueva York, 1972); Friedrich Schiirr, Barocke, Klassizismus und Rokoko in der Franziisischen Litera- tur (Leipzig-Berlin, 1928). 730 EMILIO CARILLA

LA LiRICA Rococ6 EN HISPANOAMERICA

En el momento de dar nombres de autores, verdad es que no tene- mos dificultades en establecer una , si no nutrida, por lo menos visi- ble. Eso si, no resulta, en conjunto, tan valiosa como la que hemos trazado para el Barroco. Pero sobre todo me parece que la nota distintiva es que una buena parte de los autores que citamos en la epoca Rococ6 aparecen aqui s6lo con contactos parciales, y no totalmente inmersos en la epoca. 8 Tenemos asi casos como los de Peralta Barnuevo y el padre Aguirre 9, ya citados como barrocos, por un lado, y por otro, el caso del padre Mar- tinez de Navarrete, que veremos mejor como neoclasicista. Y esto para para referirme tnicamente a autores de cierta significaci6n. En un primer recuento, que incluye autores de diversos g6neros, valen, pues, estos nombres (con las salvedades apuntadas): Pedro A. de Peralta Barnuevo (barroco y rococ6), Eusebio Vela, Juan Jos6 de Arriola, Cayetano Cabrera y Quintero, Santiago Pita, Francisco Ruiz de Le6n (barroco y rococ6), fray Juan de la Anunciaci6n, Francisco Antonio Velez Ladr6n de Guevara, padre Juan Bautista Aguirre (barroco y roco- c6), Joaquin Velazquez de Cardenas y Le6n. En otro plano, fray Jos6 Manuel Martinez de Navarrete (rococ6 y neoclasicista). Como era corriente en aquellos siglos, la mayor parte de los autores enumerados cultivaron el gdnero lirico. A veces exclusivamente. Y con mayor o menor producci6n, con mayor o menor importancia, configuran este no muy preciso esquema de la poesia rococ6 en Hispanoamerica. De la lista separamos a Peralta Barnuevo, Arriola o, Cabrera y Quinte- ro 11, V6lez Ladr6n de Guevara 12, Ruiz de Le6n, el padre Aguirre, Veliz-

8 Sin olvidar que ya en Calder6n, Moreto, Bances Candamo y otros autores espafioles del siglo xvii hay anticipos del Rococ6, podemos aceptar que en Peralta Barnuevo los rasgos que identificamos con el Rococ6 se deben a influencia fran- cesa. Particularmente, me refiero a Peralta como autor dramitico, a traves de su lirica «musical> y al despliegue escenografico. V6anse, sobre todo, las comedias Afectos vencen finezas (Loa y Final de fiesta) y Triunfos de amor y poder (Baile y Fin de fiesta). (Cfr. Pedro de Peralta Barnuevo, Obras dramaticas, ed. de Irving A. Leonard, Santiago de Chile, 1937; Guillermo Lohmann Villena, El arte dramd- tico en Lima durante el Virreynato, Madrid, 1945.) 9 Sobre el padre Aguirre, vdase mi edici6n de sus poesias (Un olvidado poeta colonial, Buenos Aires, 1943, pp. 77-78) y El gongorismo en America (Buenos Aires, 1946), pp. 197-206. o10Vease Juan Jose de Arriola, Decimas de Santa Rosalia, Selecci6n y notas de Alfonso Mendez Plancarte (M6xico, 1955). 1 Cfr. Gabriel Mendez Plancarte, Horacio en Mexico (Mexico, 1937), p. 31. 12 Vease Antonio G6mez Restrepo, Historia de la literatura colombiana, 3.a edi- ci6n (Bogota, 1953), I, pp. 203-284. LA LIRICA ROCOCO EN HISPANOAMERICA 731

quez de Cardenas y Le6n 13, fray Juan de la Anunciaci6n 14 y Martinez de Navarrete. En la lengua poetica del calderonismo habia ya muchos elementos vilidos que al transformarse ripidamente en formulas repetidas dan sen- saci6n de precedentes del Rococ6. Y esa sensaci6n se confirma en los dramaturgos de su escuela o ciclo (Moreto, Rojas Zorrilla, Bances Can- damo). Ademis no olvidemos que el calderonismo, como forma lirica, sigue siendo elemento vital en el siglo xviii, sobre todo a trav6s de las reiteradas imitaciones de mon6logos famosos, de desarrollo conceptista cultista o, mejor, de conceptismo cultista. Tambi6n encontramos en Hispanoamerica el renovado acento y esce- nografia del arcadismo. Lo que ocurre es que en Amdrica se agudiza posiblemente la paradoja, frente a la diversidad social que caracteriza al Nuevo Mundo, tan distinta, como resonancia, a la que el genero podia encontrar ain en Europa. Y la paradoja crece al considerar la riqueza prcticamente inedita del paisaje americano. Agreguemos en otro plano el regusto por la miniatura poetica y el epigrama por el poema y el juego ingenioso... Algo menos fre- cuente, una lirica musical inspirada en formas nuevas y en ejemplos famosos del siglo xviii (en primer lugar, Metastasio). Y menos todavia reflejos de pensamientos galantes, ain mds incomprensibles en estas regio- nes que en las refinadas europeas. En fin, la mitologia conserva su estricto valor ornamental y su lustre erudito o es sentida coma simple juego a diversi6n. Y la anacre6ntica tiene, si no muchos cultores, ejem- plos muy claros. Como es explicable, no desparecen ni el tema del homenaje cortesa- no, ni el tema religioso, ni el tema amoroso. Aunque no podemos vincu- lar directamente al segundo con el Rococ6, notamos que tambien algo se tifie de los colores que dan las luces de la 6poca. Y en el tema amo- roso, los poemas americanos muestran junto a su contenida sensualidad el cauce que le prestan arcadismo y anacre6ntica. Por iltimo, en el sector especial de la metrica, aparte del uso asiduo de sonetos, romances, octavas reales, redondillas, liras y otras formas

13 V6ase mi libro El gongorismo en America (ed. citada, pp. 164-165 y 170). 14 Sobre fray Juan de la Anunciaci6n, vease Alfonso M6ndez Plancarte, Poetas novohispanos. Segundo siglo (1621-1721), segunda parte, ed. citada, pp. 211-217. Por su parte, Alfonso Reyes lo destaca en breve pero ilamativo parrafo: < (A. Reyes, Letras de la Nue- va Espaina, M6xico, 1949, p. 117). 47 732 EMILIO CARILLA aceptadas, destacamos el creciente apego a la d6cima (Ruiz de Le6n, Arriola, Velez Ladr6n de Guevara, padre Aguirre...).

Rococ6 Y LIRIA: EJEMPLIFICACI6N

Despu6s de las consideraciones generales que se han visto, corres- ponde ahora que ampliemos brevemente las referencias a la escueta lista de autores que hemos ligado al estilo rococ6 en estas regiones 15 Del polifacdtico Pedro Alejandrino Peralta Barnuevo es justo decir una vez mas que su prestigio se apoya en una suma de elementos (cien- tificos, literarios, academicos, sociales, etc.) mas que en los valores intrin- secos de los sectores. Por eso hoy se 10 recuerda a travds de una impre- si6n de conjunto un tanto nebulosa. Como escritor, sorprende por la can- tidad y no por la calidad. Fue Peralta permeable a estilos personales famosos en su tiempo, actitud en la cual recorre una gama bastante amplia, ya que, aparte de las mis comunes (clasicas y espafiolas), demuestra tambien conocimiento y aprovechamiento de autores franceses. En fin, el barroquismo es su per- fil mis persistente. Las obras <> de Peralta fueron su poema Lima fundada y su Historia de Espaia vindicada, pero mas nos sirven para encontrar vestigios del Rococ6 composiciones liricas breves y tam- bidn sus obras teatrales. Precisamente de su comedia Afectos vencen fine- zas copio el comienzo de una Cancidn. Lirica musical dentro del nivel en que se mueve Peralta: Claro arroyuelo lira de nieve, citara undosa, cisne corriente,

15 Recordemos que para Jose Juan Arrom, en su particular periodizaci6n, las generaciones del Rococ6 en Hispanoamerica son dos: una central (la de 1714) y otra como derivaci6n parcial (la de 1744). V6ase Esquema generacional de las letras hispanoamericanas, 2.a ed. (Bogota, 1977), pp. 94-113. Por su parte, Rodolfo Grossmann encara brevemente, y en forma comparativa, la presencia del Rococ6 en Iberoamdrica: con desarrollo mayor en el Brasil (y Tomas Ant6nio Gonzaga como culminaci6n) y menor en Hispanoamerica. Cita aqui los nombres de San- tiago de Pita en el teatro y de Navarrete y Rubalcara en la lirica. Fundamental- mente, Grossman identifica Rococ6 y arcadismo. (Por lo que he expuesto, creo que, sin negar la importancia del arcadismo, Grossmann limita su verdadera pro- yecci6n.) Vease R. Grossmann, Historia y problemas de la literatura latinoameri- cana (ed. original, Munich, 1969; trad. espafiola de Juan C. Prebst, Madrid, 1972, pp. 147-175 y 194-196). 16 Vase mi libro El gongorismo en America (Buenos Aires, 1946), pp. 179-195. LA LIRICA ROCOCO EN HISPANOAMERICA 733

si el llanto que ardiente, me llevas risuefio, te inspira mi llama, avisale al duenio que amante me inflama mis quejas, mis males, mis penas, mis ansias... 17

FRAY JUAN DE LA ANUNCIACI6N

Ya Alfonso Mendez Plancarte y Alfonso Reyes, entre otros, llamaron la atenci6n sobre este autor no tanto por sus excelencias poeticas como por las novedades metricas que ofrece. Sobre todo por el uso del verso eneasilabo y el endecasilabo de gaita gallega. Varias de sus composicio- nes llevan el titulo de «minue o de >: Entre lucidas escuadras de grana brota encendido en purpureo el clavel...

Y stas son estrofas de su minue a Nuestra Senfora de los Dolores: iMira cuan blanca, perdido el carmin, con llanto se queja, viendo que el alma del cuerpo se aleja de su Benjamin!... iOye los golpes que en su coraz6n repite el martillo, cuando traspasa su pecho el cuchillo de la compasi6n!... 18

Llamativo es tambien el Tono a Santa Rosa de Viterbo, con alternan- cia de eneasilabos y pentasilabos (y, como vemos, eneasilabos anteriores a Heredia):

17Vease Peralta Barnuevo, Obras dramaticas, ed. de Irving A. Leonard (San- tiago de Chile, 1937), p. 160. Vease tambien Cancion, de La Rodoguna (idem, pp. 264-265). 18Cfr. Poetas novohispanos. Segundo siglo (1621-1721), parte segunda, ed. cita- da, p. 211. Pedro Henriquez Urefia encontr6 el ritmo de < en letras de distintos bailes espafioles de los siglos xvr-xvrm, entre ellos, el minue. (Vease La poesia de versos fluctuantes, en Estudios de versificacidn cas- tellana, ed. de Buenos Aires, 1961, pp. 137 y 172.) Y Alfonso Mendez Plancarte apunta su uso, nutrido y variado, en fray Juan de la Anunciaci6n (vease Poetas novohispanos..., pp. 211-212). 734 EMILIO CARILLA

Ya que a cantar me obliga Amor de la mejor Rosa sin par, hoy su favor, por mas honor, he de implorar... 19 Letras, seguidillas, romances, glosas para cantar, constituyen otras muestras de la lirica musical de fray Juan de la Anunciaci6n y que acer- camos al Rococ6. Con todo, la poesia que nos parece mis recordable en 61 poco o nada tiene que ver con ese estilo de dpoca. Me refiero a su romance (o romances) Para cantar los Tlaxcaltecos, en rigor dos roman- ces (el del hombre y el de la mujer) de asunto profano con buscados paralelismos y de lograda gracia popular. Aunque escape a este recuento, conviene recordarlo.

JUAN JOSE DE ARRIOLA

Este religioso y versificador del siglo xviii, olvidado durante mucho tiempo y devuelto par la diligencia de Alfonso M6ndez Plancarte, esta ligado a su fervor y homenaje a Santa Rosalia. A ella dedic6 su obra mis ambiciosa en un poema que permite al autor resumir, por una parte, una abundantisima producci6n vinculada al tema de la rosa, y por otra, aprovechar rasgos calderonianos (lengua, tema, desarrollo, mdtrica). Como he dicho, del calderonismo pueden derivar igualmente formas del Rococ6 posterior. Eso ocurre, por ejemplo, en estos fragmentos (decimas o partes de decimas) que deben verse como un poema independiente dentro del poema mayor: ANo muere el Sol, cuyo real majestad de luces graves se deja ver por las aves en doseles de coral...? iNo muere la Flor ufana -rubia antorcha del pensil, que en el bland6n del abril luce con brillos de grana-...?

Pues si el Sol muere en el cielo, el Astro entre resplandores, la Flor en cuna de olores, el Arroyo en terso hielo, la Mariposa en su anhelo...

1 V6ase Poetas novohispanos..., ed. citada, p. 212. LA LIRICA ROCOCO EN HISPANOAMERICA 735

iEn Sol, Astro y Flor ardida, en Mariposa encendida y en un arroyuelo errante, ejemplos tomo de amante para dar por ti la vida!... 20

FRANCISCO ANTONIO V]LEZ LADR6N DE GUEVARA (1721-L1782?)

Con este autor de largo nombre ha legado hasta nosotros un ma- nuscrito neogranadino del siglo xviii. Mejor dicho, el manuscrito figura con el nombre de su hermano Miguel, religioso. Fue el critico Gustavo Otero Mufioz el que rectific6 el dato y adjudic6 merecidamente la auto- ria al jurista Francisco Antonio 21. V6lez Ladr6n de Guevara escribi6 sobre todo composiciones religio- sas y composiciones de homenaje, dos tipos muy corrientes entonces. Posiblemente, el poema que mas se destaca en su obra (y no s61o por los rasgos autobiogrificos que descubre) es el romance en que Describe lar- gamente un paseo..., de cierta extensi6n. Sin embargo, no cabe duda de que, por ejemplo, su Oda a San Francisco de Asis nos sitia mejor dentro de una lirica musical mas afin al Rococ6: Victoria por el vencido que en las campafias del cielo viste, ciie, coge, Ileva, su sangre, su frente, su palma, el trofeo. Vierte su sangre, cifie su frente, coge su palma, lieva el trofeo...

Y cuando en esta batalla de Cristo es s6lo el trofeo, toma, se arma, noble, muere, las quinas, con ellas, Francisco, venciendo. Toma las quinas, se arma con ellas, noble Francisco, muere venciendo ".

m Cfr. Juan Jos6 de Arriola, Decimas de Santa Rosalia, ed. citada, pp. 84-85. 1 V6ase Antonio G6mez Restrepo, Historia de la literatura colombiana, ed. ci- tada, I,pp. 204-205. n V6ase Antonio G6mez Restrepo, Historia de la literatura colombiana, ed. ci- tada, I, pp. 242-243; Jorge Pacheco Quintero, Antologia de la poesia en Colombia (Bogota, 1970), I, pp. 515-516. 736 EMILIO CARILLA

JUAN BAUTISTA AGUIRRE (1725-1786)

El padre Juan Bautista Aguirre, jesuita ecuatoriano, es no s6lo uno de los poetas liricos mas importantes del siglo xviii, sino tambien un tes- timonio significativo en relaci6n a la larga vida de la corriente barroca en Hispanoamerica. En efecto, el padre Aguirre nos acerca ya a los iilti- mos afios de este siglo y es muestra acabada de una continuidad que ain se mantiene en plena lozania. Por lo menos a travis de su obra. Ademis, como era de esperar, su producci6n nos permite establecer con- tactos con el estilo Rococ6, no totalmente desasido del barroquismo, si bien ya como manifestaci6n de un nuevo estilo de 6poca. El padre Aguirre fue, como sabemos, jesuita, y como tal uno de los comprendidos en la expulsi6n ordenada por Carlos III (de acuerdo a la noticia mas aceptada). Esta situaci6n nos enfrenta con un hecho nuevo y de trascendencia, aunque no aparezca reflejada concretamente en la poco abundante producci6n del padre Aguirre. En relaci6n a la 6poca que nos ocupa, pensamos, dentro de su obra, en el romance A una dama imaginaria, ovidiano y aun con despuntes conceptistas:

iQu6 linda cara que tienes! iVilgate Dios por muchacha, que si te miro me rindes y si me miras me matas!... 2

Pero prefiero mejor una composici6n como la titulada Afectos de un amante perseguido, que si no figura entre las obras recordables del padre Aguirre, sirve para mostrarlo mas en <>tiempo, como reflejo inequi- voco del Rococ6, tanto por su tema como por su especial contextura musical del minu6:

Socorro, cielos, dioses, favor, que ya en la tierra no hay compasi6n, pues todos son homicidas de dos inocentes vidas que se enlazaron en una las dos...

0 Vease mi edici6n en Un olvidado poeta colonial, p. 65. LA LIRICA ROCOCO EN HISPANOAMERICA 737

iAh, del alcAzar del dios del amor, donde los cultos ocultos son! Uno que premiosamente ama, a tus puertas pide y clama le abran el templo, y hari su oraci6n 24

FRAY JOSE MANUEL DE NAVARRETE (1768-1809)

Me parece adecuado terminar este recuento con el nombre de Marti- nez de Navarrete, a quien vemos en general como representante del neo- clasicismo en Hispanoamerica. Este perfil predominante no corta la posi- bilidad, sin embargo, de algunos contactos con el Rococ6 por un lado y de anticipos prerrominticos por otro. Lo vinculamos al Rococ6 sobre todo por el arcadismo de sus ana- cre6nticas y por el contenido adorno de algunos sonetos amorosos (por descontado, en la parte profana de sus Entretenimientos podticos). Eso si, reconocemos que no es este sector el que mejor lo muestra. Sirvan de ejemplo estas estrofas de sus Juguetillos a Clorila:

Arroyuelo que caminas a la aldea de Clorila, corre, corre, dila, dila, que la adora la alma mia...25

CONCLUSI6N

Aun limitindonos a un g6nero para caracterizar este estilo de 6poca, conviene comenzar por decir que 6ste es, sin duda, el que mantiene ma- yor importancia en los tres siglos coloniales. Por eso, lo que tiene que ver con la lirica de aquellos siglos tiene por lo comiin mucho de dlave

24 Ibid., pp. 77-78. 25 V6ase fray Manuel de Navarrete, Obras completas... Poesias (ed. de Mexico, 1904), p. 122. 738 EMILIO CARILLA y de valor representativo. Y aqui hasta se agrega el hecho de que la lirica es el g6nero que refleja en forma mis acabada los rasgos del Rococ6. Como sintesis, cabe aceptar, por supuesto, la presencia de una lirica Rococ6 en Hispanoamerica (visible al promediar el siglo xviii). Pero al mismo tiempo hay que subrayar su breve duraci6n, su no muy empinado valor y tambien su individualizaci6n parcial en buena parte de los autores. Sin exagerar las repercusiones sociales en la obra de arte, resulta fun- dado pensar que hay 6pocas mas permeables que otras a esa influencia. Asi, la 6poca del Rococ6 es de las mas permeables. Pero no encontr6 en America tanta adecuaci6n y facilidades como en las lujosas cortes euro- peas. En parte por la fuerte continuidad del barroquismo (sin olvidar los contactos entre Barroco y Rococ6). En parte por la imposici6n de formas neoclasicistas. Y como si esto fuera poco, por los anuncios politico-socia- les revolucionarios (aun considerando su debilidad inicial...). En forma paralela, manifestaciones prerrominticas igualmente d6biles. Dentro de tal cuadro de conjunto es evidente que el Rococ6 estuvo bastante constrefiido en Hispanoamerica. Aunque en definitiva reconoce- mos su presencia.