Tamborilero En Madrid: Una Visión Personal
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TAMBORILERO EN MADRID: UNA VISIÓN PERSONAL Juanma Sánchez Madrid Introducción Cuando desde la organización de la Festa del Flabiol se me sugirió participar en el coloquio hablando sobre la flauta y el tamboril en Madrid, me pareció todo un reto pues en un principio no se me ocurría de qué manera enfocarlo al no tra- tarse de algo tan específico como por ejemplo la descripción de un instrumento, de un baile o de las tradiciones o repertorios asentados en una comarca en particular. La dificultad radica en que estos son instrumentos tradicio- nales muy minoritarios en una gran ciudad de raíces castella- nas como Madrid, que carece de un uso popular de estos en su acervo folklórico —al menos en época contemporánea— pero que paradójicamente cuenta con algunos intérpretes y recono- cidos constructores. A esto hay que añadir, como veremos más adelante, que, como toda gran ciudad alejada de los cánones del mundo rural y abierta a las vanguardias y nuevas ideas, este lugar ha sido el origen de ciertas innovaciones técnicas y modos de interpretación más modernos que después han lle- gado a crear tendencia. Tras darle muchas vueltas se me ocurrió que quizá sería más fácil e ilustrativo hablar directamente sobre mi propia ex- periencia como “tamborilero en Madrid”, pues modestamente creo que puede dar una idea general de los distintos usos con los que yo he convivido en la capital en los últimos cuarenta 43 años a través de mis propias vivencias y también de la infor- mación que me ha ido llegando a raíz de crear la web www. tamborileros.com, activa desde el año 2001. Como indico en el título de esta comunicación, quiero re- marcar que se trata de una visión meramente personal fruto de mi experiencia directa como descendiente de la diáspora mi- gratoria extremeña de los años sesenta del pasado siglo por un lado, y por otro como receptor de las distintas influencias que cohabitan en este gran cruce de caminos que forma la ciudad de Madrid y su zona de influencia. Ámbito histórico: del éxodo migratorio de 1950-1980 a la llegada de la democracia y el libre asociacionismo Antes de entrar en temas musicales y para contextualizar el asunto que nos ocupa, debemos tener en cuenta las enor- mes corrientes migratorias que tuvieron lugar en diferentes regiones de España, especialmente por su magnitud las que se originaron en Extremadura, Andalucía o Galicia con destino a las grandes ciudades industriales y su entorno: Madrid, Barce- lona, Bilbao, San Sebastián, etc. En el caso de Extremadura, se calcula que a principios de los años ochenta casi el 43% de los nacidos en dicha región formaban parte de la diáspora, 1 llegán- dose a denominar este colectivo como “la tercera provincia”, 2 superando de lejos a las de Cáceres o Badajoz en número de habitantes. En lo que se refiere a la Cultura Tradicional, los lugares de origen de Extremadura mantenían su tradición musical en aquella época aunque en muchos casos ya comenzaban a sufrir cierto abandono debido a los efectos de la posguerra, la dicta- 1. https://www.dip-badajoz.es/cultura/ceex/reex_digital/reex_LXIII /2007/T.%20LXIII%20n.%203%202007%20sept.-dic/RV001313.pdf 2. https://allisdata.es/la-tercera-provincia-menguante 44 Abuelos de Juanma Sánchez trabajando en Valdeobispo (Cáceres) hacia 1955. dura franquista y sus prohibiciones y, sobre todo, a la llegada de nuevas diversiones más modernas a los pueblos. Sin embargo, el uso de la flauta y el tamboril siempre gozó de bastante buena salud principalmente en el norte de Cáceres, llegando hasta nuestros días. A mi modo de ver, la razón principal es que el hecho de ser una comarca eminentemente ganadera y pastoril con muy bajo desarrollo económico, hizo que a lo largo de los siglos un músico tradicional tan “eficiente” económicamente como es el tamborilero gozase de gran reconocimiento. Lógicamente, los emigrantes que debían salir de sus pue- blos de origen hacia tierras desconocidas forzados por la situa- ción económica y la profunda miseria, llevaban consigo a sus destinos finales gran parte de su acervo cultural: gastronomía, celebraciones festivas e incluso el habla, el estremeñu, 3 hoy in- cluída por la UNESCO en la lista de lenguas en peligro, si bien inicialmente solo daban muestras de esta cultura dentro de sus propios círculos familiares, pues en aquellos años oscuros 3. https://es.wikipedia.org/wiki/Extremeño_(lingüística) 45 hacer gala de ese origen “de pueblo” en las ciudades no estaba bien visto ya que solía acarrearles bromas, burlas, risas y ser tachados de “paletos”, “belloteros”, brutos, etc. Tras el fin de la dictadura y el cambio de régimen, comien- zan a soplar nuevos aires para la cultura en general y la música tradicional en particular a lo largo y ancho del Estado. En el caso que nos ocupa, tras la formación de los nuevos ayuntamientos democráticos en Madrid y su cinturón indus- trial y en paralelo al desarrollo del Estado Autonómico, se em- pieza a generar un profundo sentimiento identitario entre los grupos de inmigrantes llegados de las distintas regiones, lo que unido al auge del asociacionismo en muchos casos promovido por los ayuntamientos de las ciudades receptoras, lleva a la formación de distintas casas regionales como las de Extrema- dura, Andalucía, Asturias, Galicia, etc. por nombrar las más numerosas. Las actitudes acomplejadas de lustros atrás des- aparecen y se exhiben y comparten con orgullo todo tipo de manifestaciones culturales que en el caso de muchas ciudades madrileñas comienzan a formar parte indisoluble de su propia cultura local. Del chozo a la gran ciudad: cacereños en Madrid Cuando mis padres salen de Extremadura hacia Madrid a principios de los años 60, dejan atrás Valdeobispo, un pequeño pueblo del norte de Cáceres cruzado por la Cañada Real Soria- na Occidental que conecta Soria y Badajoz (la de mayor longi- tud de España) a mitad de camino entre las comarcas de Vegas del Alagón y las Tierras de Granadilla-Trasierra. Situado entre Montehermoso y Plasencia, junto a la Vía de la Plata, desde allí se distinguen las Sierras de Gata y Las Hurdes al norte y las serranías del Parque Nacional de Monfragüe al sur. Entrando en lo que nos interesa como músicos, como bien conocerán los amantes de la flauta y el tamboril, en todas estas comarcas que 46 he nombrado son precisamente estos los instrumentos más ca- racterísticos de su música tradicional. Para hacernos una idea de su importancia, en los años treinta del siglo xx el folklorista (y buen tamborilero) Manuel García Matos recoge aquí más de doscientas melodías de flauta y tamboril para su cancionero Lírica Popular de la Alta Extremadura, 4 que casi milagrosa- mente consigue publicar en 1944. Todo un lujo, dicho sea de paso. El tipo de gaita o flauta de tres agujeros de esta área es muy similar a las utilizadas en Las Hurdes, Salamanca o Zamora, es decir, con intervalo tonal STT. En cuanto a tipología, es muy sencilla, pues está hecha en madera y cuerno, casi sin virolas. El tamboril es también semejante en tamaño a los de estos lu- gares, pero en conjunto es más pobre en materiales, fruto del origen pastoril, y no llega al lujo ornamental de los salmanti- nos. Se podría afirmar con toda certeza que toda esta tradición tamborilera forma parte de una franja cultural continua que no entiende de límites administrativos y que actualmente va desde Zamora a Cáceres siguiendo la Vía de la Plata. Para más detalles técnicos sobre los instrumentos a los que me refiero y sus formas de aprendizaje y construcción, recomiendo visitar mi web www.tamborileros.com 5 o las ponencias que Oscar Duarte, 6 Agustín García 7 y Alberto Jambrina, 8 grandes tam- borileros y viejos conocidos míos, escribieron para los Coŀlo- quis de esta misma Festa del Flabiol años atrás. Pero volvamos a la historia del principio. Al salir de Val- deobispo también dejaban atrás mis padres duros años de 4. https://bibliotecavirtualextremena.blogspot.com/2018/09/lirica-po- pular-de-la-alta-extremadura.html; también http://www.tamborileros.com/ gm_intro.htm 5. http://www.tamborileros.com/ 6. http://www.musc.cat/ca/publicacions/article/la-gaita-hurdana.html 7. http://www.musc.cat/ca/publicacions/autor/garcia-hernandez-j- agustin.html 8. http://www.musc.cat/ca/publicacions/autor/jambrina-alberto.html 47 lucha por vencer la miseria entre dehesas latifundistas y mon- tes llenos de canchales graníticos estériles donde a la edad de siete años mi padre empezaba ya a cuidar cabras y mataba el tiempo haciendo alguna que otra flauta de caña a punta de navaja en el chozo que vio nacer a varias de sus herma- nas, mientras mi madre cantaba en el coro de la iglesia los do- mingos, único día en el que se le permitía llevar zapatos para no romperlos durante la semana en las tareas agrícolas de sol a sol. El panorama no era mucho más halagüeño años más tarde, pues el único futuro posible allí era trabajar como me- diero para el terrateniente del pueblo en condiciones de se- miesclavitud. Ciertamente Miguel Delibes no exageró ni un ápice en su novela Los santos inocentes al reflejar este modo de vida. Llegados a Madrid y tras algún tiempo de transición se es- tablecen en Alcobendas, una ciudad al norte de la capital en pleno crecimiento, que brindaba la oportunidad de mejorar radicalmente sus condiciones de vida, como ocurría en esa época del desarrollismo en otros muchos municipios de los alrededores de las grandes capitales. Como otros de mi generación, yo pasé mi niñez en un en- torno familiar y social extremeño dentro de Madrid, regresan- do en verano al pueblo donde la flauta y el tamboril no faltaban en las fiestas, bodas y celebraciones: pasacalles, procesiones, toques de bandera, alboradas de boda, perantones, etc.