Índice

En el punto de mira …………………………………………………………………… 1‐3

Campamento y ciudad ……………………...………………………………………… 4‐8

Villa y corte …………………………………………………………………………… 9‐10

En la tierra de promisión ...………………………………………………………… 11‐12

Fama y fortuna …...………………………………………………………………..... 13‐22

Cronología ………………………………...……………….………………………... 23‐25

Glosario de términos ………………...…...………………….……………………... 25‐31

Bibliografía ………………...………………………………………………………… 32‐33

Notas …………………………………………………………………………………….. 34

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1

El emirato o reino de fue el último espacio político e histórico de Al Andalus, desde su formación, entre 1232 y 1246, hasta su conquista e integración en la Corona de Castilla, entre 1482 y 1492. El pacto establecido entre Fernando III y Muhammad ibn Nasr en 1246 fijaba la condición de éste como vasallo del rey castellano y estipulaba una tregua de veinte años: ambos aspectos, vasallaje y tregua, indican la provisionalidad con la que, del lado castellano, se consideraba la situación del nuevo poder nazarí. Nunca dejó de ser así: aunque el vasallaje se rompiera o restableciera, según las circunstancias de hostilidad o sumisión, y aunque los emires desarrollaban sus relaciones exteriores con gran libertad de acción, lo cierto es que nunca hubo paz firme, sino una sucesión de treguas y guerras durante los dos siglos y medio que transcurrieron entre el nacimiento y el final de la Granada nazarí; un rápido repaso de su historia muestra cómo los años de guerra suman al menos 47, entre 1264 y 1350, cuatro en la segunda mitad del siglo XIV y 30 entre 1407 y 1462, sin contar las numerosas acciones bélicas que protagonizaron ambos bandos durante los periodos de tregua. Por lo tanto, el enfrentamiento fue el estado más frecuente y el proyecto de conquista la imagen de mayor peso en la conciencia política castellana, pese a la importancia que tuvieron también las relaciones económicas, las mutuas influencias culturales y los periodos de relación pacífica, tanto entre los dos países como entre la población que vivía a uno y otro lado de la frontera. En la última década del siglo XV, cuando se desarrolla la etapa final de la Guerra de Granada; entre 1482 y 1491, el mapa político de la Península Ibérica corresponde a un territorio dividido en varios reinos y coronas: el reino Navarra, la corona de Castilla, la corona de Aragón, el reino de Portugal y el reino Granada. La conquista final del reino de Granada tuvo tres fases, la primera de 1482 a 1484, la toma por sorpresa de Zahara de la Sierra y la toma de Alhama inician esta fase. El debilitamiento del reino granadino trasladó la guerra a las altas esferas políticas de la Corte, si bien son numerosas las escaramuzas entre 1483 y 1484, la guerra consistió en la defensa de Alhama, en la continua fricción fronteriza y en el hostigamiento y tala de la vega de Granada y de los campos próximos a Málaga.

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Ballesteros y caballería castellana. Ejército nazarí con la caballería al frente

Entre 1485 y 1487, se desarrolla el periodo decisivo de la guerra, los asedios a las ciudades se suceden, esta campaña fue el golpe de gracia para la Granada nazarí1. La caída de Loja, el 28 de mayo de 1486, abrió la puerta principal de entrada en la Vega y provocó la capitulación de las fortalezas de Íllora, Moclín, y Montefrío, ante la incapacidad de sostenerlas al no contar con el auxilio de la ciudad de Granada.

Reino de Granada, en relación con las diferentes campañas militares que se libran en la etapa final de la guerra, hasta la caída de la capital nazarí en 1492. Entre 1488 y 1491 se desarrollan las últimas campañas de guerra, el flanco oeste del reino será el principal objetivo, Baza, y Almería. Las victorias de las tropas castellanas se vieron favorecidas por las divisiones internas que sacudían al reino nazarí desde los años veinte del siglo XV y que con las derrotas en los campos de batalla se acentuaron, provocando el derrumbe de su aparato político y militar. El 25 de noviembre de 1491, en el Real de la Vega se firmaron las Capitulaciones para la entrega de Granada a los Reyes Católicos.

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Desde nuestra posición podemos emplazar los lugares de la Vega en los que se inscribirán los hechos que dieron lugar al nacimiento de Santa Fe: las alquerías y torres fortificadas, los accidentes geográficos, todo ello superpuesto a la planimetría actual que nos es reconocible, para poder localizar los sitios que han pervivido y los que han desaparecido; así también el trazado de la ciudad, dentro del perímetro de describen las primitivas murallas y recinto fortificado, la cava y las puertas de acceso.

Mapa de alquerías, torres y villas de la Vega de Granada en 1491

1. Alquería del Gozco 11. Alquería de Daimuz 21. Alquería de Ascorosa 2. Alquería de Juzeila 12. Alquería de Daragoleja 22. Alquería de Ansola 3. Torre de Huécar 13. Alquería de Aragoteja 23. Alquería de Zujaira 4. Alquería de Aynalabrax 14. Alquería de 24. Alquería de Búcor 5. Alquería de Abohali o Beneali 15. Alquería de 25. Castillo de Abdón 6. El Saws (El Jau) 16. Alquería de Láchar 26. Alquería de Belicena 7. Torre de Roma 17. Alquería de Galafe 27. Alquería de Bordonal 8. Real de los Ojos del Huécar 18. Alquería de Daralnayar 28. Alquería de Úllar 9. Real del Gozco 19. Alquería de Velaumín 29. Castillo de Tajarja 10. Santa Fe 20. Alquería de Alitaje 30. Alquería de Trasmulas

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A partir de 1482 –conquista de Alhama‐ el rey Fernando de Aragón realizó diversas expediciones a la vega de Granada con el propósito de desmembrar trozo a trozo el reino de Granada, antes de atacar su centro vital, la ciudad de Granada. Así, el 21 de julio de 1483 asentó el Real en los Ojos de Huécar, próximos a la orilla sur del río Genil, al oeste de la torre que lleva el mismo nombre. Volvió el rey católico a instalar el Real en el mismo lugar, en la campaña de 1486, pero en la última y definitiva expedición, en abril de 1491, cambió de lugar e instaló el Real en el pago del Gozco, paraje mejor situado para llevar a cabo el cerco de la ciudad de Granada y defenderse de las incursiones granadinas. Concretamente, en la parte del Gozco que actualmente ocuparía un extenso territorio en el que se incluiría el actual Cementerio, donde antiguamente estuvo la ermita de Santa Catalina. Si aceptamos lo que refieren la mayoría de los cronistas, en el Real de la Vega se asentó una hueste de cincuenta mil infantes y diez mil jinetes que, siguiendo las pruebas testificales de García el Garbi (1550), el Real ocupó una superficie de 913 marjales (48,25 hectáreas), en el caso de que tuviese una forma cuadrangular, de los que, tras la guerra, los Reyes Católicos donaron 150 marjales (7,92 hectáreas), entorno a la ermita de Santa Catalina, al monasterio de los Jerónimos de la ciudad de Granada, “en el sitio Real donde tuvieron su hasienda sus majestades” (Segovia, 7 de agosto de 1494), y el resto a la ciudad de Santa Fe y a sus vecinos. Donación que fija con nitidez la localización del Real al sureste de la ciudad fortificada.

Emplazamiento hipotético del Real de la Vega en relación con el Real de Santa Fe2

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Nada más fijar el asentamiento del Real de la Vega en el Gozco, el rey Fernando escribe al concejo de la ciudad de Sevilla el 30 de abril de 1491 para que envíe “çinquenta pares de bueyes con sus carretas e yugos e melenas, e con los otros aparejos; e con cada carreta un onbre, que sea abonado e diestro en el ofiçio de la carreteria. E trayga cada carretero en su carreta un arado, con su reja e aparejo” para la edificación de Santa Fe. Las obras ya habían empezado, de hecho, el capitán Fernando de Aranda, intendente de las obras, comienza el registro de las yuntas de bueyes de la construcción de la ciudad el día 29 de ese mismo mes de abril. Además de las ciudades de Sevilla, Córdoba, Jaén, Jerez, Andujar o Écija, otras ciudades andaluzas participaron en la empresa, de ahí algunas de las denominaciones que recibirían las puertas y los cuartos o barrios de la nueva ciudad. El 31 de octubre de 1491, Pedro Mártir de Anglería escribe al cardenal Ascanio María Sforza Visconti desde el Real de la Vega y describe la nueva ciudad “acotada con un surco, de cuatrocientos pasos de larga (334,36 m) y de trescientos doce pasos de ancha (260,80 m), murallas almenadas, fosos, defensas y fuertes torres. La ciudad es casi rectangular, con una plaza en el centro y en cada uno de los cuatro lados se ha dejado una puerta. ¡A tanto llegó el cuidado de su traza! Se han levantado edificios con capacidad para acoger a las tropas correspondientes a ellas en el único piso que tienen”.

Vista de la ciudad en al cruz procesional de Santa Fe. Siglo XVI

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Las murallas almenadas que menciona Pedro Mártir de Anglería, responderían probablemente a una solución mixta entre la tapiería de las murallas granadinas y la empalizada de madera: bloques de tierra prensada con paja, cantos rodados y algo de cal, con un enfoscado perdido a ambas caras de madera, conformado por troncos de árboles clavados en vertical, todo ello recubierto de cal; lo cual explicaría el romance que recoge Ginés Pérez de Hita en sus Guerras Civiles de Granada (1595), Cercado esta Santafé / con mucho lienzo encerado… Las continuas talas, el saqueo y demolición de las alquerías de la Vega y la proximidad del río Genil, facilitarían la utilización de estos materiales en la construcción de la muralla.

Reconstrucción idealizada de la fortaleza de Santa Fe3 Las torres defensivas de la muralla, según las distintas representaciones, eran de planta cuadrada o rectangular y almenadas; destaca la torre de Santiago, torre vigía situada en el flanco noroeste de la muralla, en la confluencia de la Ronda de Belén y la Ronda de Granada. Las cuatro puertas de la ciudad, a pesar de ser los únicos elementos actualmente visibles de la fortaleza, han cambiado notablemente su fisonomía militar con el paso del tiempo. Las puertas originales consistían en dos torres cuadradas laterales que sostenían una tribuna central, todas ellas almenadas y con sendas puertas levadizas para sortear la cava o el foso que circundaba la ciudad. Su modificación se inició a finales del siglo XVI y ya en los siglos XVIII y XIX se convirtieron en capillas.

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La Cava o foso que rodeaba el recinto amurallado, era alimentada por las aguas de la acequia Real y se puede establecer su trazado con gran precisión a través del plano de población que Francisco de Quintillán levantó en el último cuarto del siglo XVIII. Los baluartes de Santa Fe protegían las puertas de la ciudad, el punto más débil de cualquier fortaleza, eran barbacanas. Fueron construidas siguiendo el diseño del maestre Ramiro López, artillero mayor del rey Fernando, y sirvieron de modelo para la construcción de otros baluartes, como el de los Siete Suelos y el de las Cabezas en la Alhambra (1492‐1495). Tras el corto periodo militar que vivió la ciudad, los puentes levadizos que permitían el paso sobre la Cava fueron sustituidos por puentes fijos que permitían una circulación más fluida de personas y mercancías, una vez que se inició el poblamiento civil de la ciudad mediante el Repartimiento, a partir de marzo de 1492. La fundación de la ciudad está documentada en letras de plomo en la puerta de Loja, donde por encargo e indicación del marqués de Cifuentes, se colocó el tetrástico compuesto por Pedro Mártir de Anglería con el texto siguiente:

Tetrástico de Pedro Mártir de Anglería, siglo XVI, en la puerta de Loja

Rex Ferdinandvs regina Helisabet vrbem qvam cernis minimo constitvere die adversos fidei erecta est vt conterat hostes hinc censent dici nomine Sancta Fides [El rey Fernando y la reina Isabel esta ciudad que ves e muy pocos días levantaron erigiose para destruir a los enemigos contrarios a la fe, por eso creen que se debe llamar Santa Fe]

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Plano de población de la ciudad de Santa Fe. Francisco de Quintillán. Circa 17774

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En la Castilla de fines del siglo XV la corte ya no era el lugar al que se dirigían los vasallos a prestar un servicio a su señor, sino el ámbito desde el que se ejercía el gobierno de los reinos. La corte era ante todo el lugar a donde se iba para tener acceso al poder, ya que allí se ubicaban todas las instancias relacionadas con él. Y aunque a estas alturas de siglo ciertos organismos de la administración del reino castellano estaban ya asentados en lugares concretos, la corte de Isabel I sigue siendo itinerante como la de sus antecesores, obedeciendo a una doble intención: desarrollar una política de fortalecimiento del poder real por medio de la presencia de los reyes en sus extensos territorios, y por otra afirmar la magnificencia de la realeza presentándose ante los súbditos para disipar las posibles dudas sobre a quién correspondía el más alto honor en el reino. Junto a estos motivos la presencia de los reyes en la Vega durante casi un año desde el 26 de abril de 1491, responde a la ofensiva y campaña final que debía rendir la ciudad de Granada, último bastión en la guerra.

5 La corte constaba de dos elementos básicos: uno territorial y otro funcional; es el lugar en donde se encuentra el rey, pero también a la inversa, donde está el rey está la corte. Así el campamento desde donde el monarca dirige la guerra se denominaba real; en Santa Fe identificamos en estos años dos reales: el de la

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Vega o del Gozco y el de Santa Fe. Por otra parte el espacio físico que ocupa el rey y las cinco leguas en su redonda se denominaban rastro, y es un lugar jurisdiccionalmente privilegiado en el que el monarca actúa impartiendo justicia en primera instancia. También la corte es la casa donde reside la familia real, sus allegados, criados y continos al servicio personal de los monarcas. Estas realidades están tan imbricadas que resulta muy difícil separar unas de otras. La corte instalada en los últimos meses de la guerra, primero en los pabellones reales del Gozco, y luego en la casa real de Santa Fe, ha seguido el periplo de los reyes desde las ciudades de la baja Andalucía, sin restar esta circunstancia ambulante en ningún momento eficacia a las funciones gubernativas que tiene encomendadas. Por eso y junto al importantísimo ejército que ha acudido al llamamiento regio encontramos en Santa Fe al príncipe heredero y a las infantas, a eclesiásticos de alto rango, a representantes de los grandes linajes nobiliarios de los reinos, a viajeros, poetas, latinistas, artistas, y también letrados que ocupan los oficios de la corte que afectan a la cancillería, la justicia, el consejo real, la hacienda y el ejército. Es sin duda Santa Fe en esos meses de 1491 y 1492 epicentro de la vida política y social de los reinos hispánicos, donde se reciben las embajadas extranjeras ávidas de contemplar al caída de Granada, y donde se desarrollan actividades cortesanas, de carácter lúdico y festivo, en una época en la que el ocio era una característica esencial de la clase dominante. A Santa Fe acuden, en estrecha cercanía con las personas reales, los oficiales que componen las dos cancillerías reales, la castellana y la aragonesa. Son las cancillerías los núcleos centrales de la administración de los reinos, donde se redactan los documentos reales; se verifica su adecuación a derecho; se autentifican con los sellos reales; se registran y finalmente se expiden. Esto explica porqué los dos documentos claves del inicio de la Edad Moderna hispana, con repercusiones en la historia universal, están expedidos en Santa Fe: las capitulaciones para la entrega de Granada, firmadas en el 25 de noviembre de 1491, y las capitulaciones para el descubrimiento de América otorgadas a Colón el 17 de abril de 1492, y en las que encontramos las suscripciones de los secretarios reales: Hernando de Zafra, castellano y que será señor de Castril en las de Granada, y de Joan de Coloma secretario de don Fernando en la matriz de las colombinas que conserva el Archivo de la Corona de Aragón.

Rúbrica de Hernando de Zafra, secretario de la reina Isabel, y firma de Joan de Coloma, secretario del rey Fernando

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En el mes de marzo, a los dos meses de haber tomado Granada y con el inicio del licenciamiento de las tropas los reyes disponen que se poblara Santa Fe. La repoblación había sido la forma más común de castellanizar las tierras incorporadas por la conquista, añadiendo nuevos pobladores a los antiguos, aunque en el caso de Santa Fe al ser una ciudad creada ex novo no contaba con población anterior. Esta circunstancia modificaba las consecuencias sociales que la repoblación conllevaba. Los aspirantes a vecinos fueron muy numerosos, y acudían con la esperanza de mejorar su situación aprovechando las libertades y las franquezas que al calor de la repoblación ofrecían los monarcas. El vecindario definitivo se previó en 200 vecinos; y fueron las condiciones para conseguir la vecindad y el heredamiento, la obligación de estar casados “a ley y bendición” y la de residir cinco años con mujer y familia de forma continuada. Para esto la Hacienda real debió invertir casi medio millón de maravedíes para dotar a los doscientos vecinos, si bien los reyes no tuvieron que comprar muchas tierras para completar las que necesitaban para el repartimiento, ya que en época nazarí la propiedad estuvo concentrada en pocas manos. Sobre estas cifras se puede estimar que en sus primeros años Santa Fe tendría unos 1.000 habitantes, que resultan de multiplicar por el número de vecinos que habían conseguido suerte, por cuatro o cinco personas que en la época era la media en el núcleo familiar. La euforia inicial acabó con las deserciones de muchos vecinos, que desistían en su voluntad inicial por no cumplir las condiciones que se les exigían, o por preferir avecindarse en otras localidades del Reino de Granada. Así que finalmente el origen mayoritario de los nuevos santaferinos coincidía con los lugares que habían acudido al llamamiento de los reyes para la Guerra de Granada y para la construcción de Santa Fe, esto es: los reinos de Sevilla y Jaén y del Obispado de Córdoba; las tres cuartas partes de los colonos santaferinos procedían de estas zonas de Andalucía, animados también en su emigración por la proximidad de las tierras granadinas. El reparto de los 12.700 marjales resultantes, tras haber separado lo señalado para los bienes de propios del concejo, para las llamadas “reparaciones” de la ciudad, los 200 marjales de la iglesia y lo del monasterio de San Jerónimo de Granada, se hizo entre cincuenta caballeros, a razón de 90 marjales la suerte de tierra calma, 20 la de huerta y 10 la de viña; y para los 150 peones la mitad de dichas cantidades. De la lectura del Libro de la Fundación que aquí se expone, se concluye que la estructura de la propiedad en estos primeros momentos fue muy variada, ya que se parcelaron más de las 50 caballerías previstas y menos de 150 peonías; y que en

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ninguno de los tres sectores de cultivo: cereal, huerta y viña, se repartieron las 200 suertes. Aún así la calidad de la tierra hacía declarar a los vecinos que “cien marjales de tierra [...] allí es muy gentil hacienda según la bondad de la tierra, que uno se hallaba allí rico con cuarenta marjales, porque son las mejores tierras de pan de la Vega y tienen muchos provechos de ellas”.

Libro de la Fundación de Santa Fe, 1492‐1496, Archivo Municipal de Santa Fe El día 3 de junio de 1492 se inició el amojonamiento por parte de Diego de Iranzo, comendador de Montizón, que iba acompañado de Bartolomé Roys, vecino de Martos y medidor de tierras, y de Mahomad Alhamar y Abulcasin Begerín, medidores de Granada, junto con un escribano alfaquí de Granada, Gómez de Santillán y Rodrigo de la Plaza entre otros muchos vecinos; y de conformidad con el medidor cristiano y los medidores moros se midieron 15.500 marjales y se pusieron los 37 mojones que conformarían el término de Santa Fe.

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La fama y el nombre de Santa Fe, inseparable del de Granada, llegan a los confines del mundo, en las cartas que desde las cancillerías instaladas en el Real se envían dando la nueva a las ciudades más importantes de los reinos y a las cortes extranjeras. El orbe cristiano festeja la gesta de don Fernando como el último cruzado victorioso, y en ella el triunfo de la fe, en un nuevo escenario de conflicto que dibuja la expansión turca en el Mediterráneo, desde cuyo extremo oriental resuena cercana la caída de Constantinopla. Al otro lado del Océano se invocará la mítica Sancta Fides, como una constante jaculatoria, cada vez que se nombre con el de la santa fe a una ciudad del Nuevo Mundo. Todo lo bueno y todo lo malo, lo santo y lo infernal, lo noble y lo reprobable movida por la exaltación religiosa, el espíritu patriótico, la esperanza de un botín fabuloso, la sed de gloria, el espíritu de rapiña y todas las pasiones sublimes e inconfesables que el asedio de la ciudad de la Alhambra debiera desatar, se reunió en Santa Fe. A larga nómina de caballeros, de aspirantes a serlo y a la gran mayoría de gente común, se unieron numerosos “homicianos”, convictos a los que se concedía el perdón a cambio de servir en Santa Fe, muy extendido, sobre todo, en 1492, y conocido como “perdón de homiciano acogido al privilegio de Santa Fe”. Estamos ante el escenario más propicio para los cantos épicos que emergen de manera esporádica, al socaire de las correrías, algaradas, duelos, rebatos y saqueos, acontecidos en territorios fronterizos, dando forma a una crónica poética y popular del avance de la conquista cristiana y de la difícil convivencia de musulmanes y cristianos en esos territorios. Los romances que relataban grandes hazañas eran cantados por los ciegos en las calles y plazas y se difundían en pliegos de cordel para, además de entretener, reafirmar el carácter épico de la conquista, la bondad de las huestes castellanas y la maldad más absoluta de las granadinas, en todo el reino y, sobre todo, en la Granada del siglo XVI, considerado todavía un territorio de frontera y con una importante población morisca. Lucas Rodríguez en su Romancero hystoriado en los años ochenta, y Ginés Pérez de Hita en su obra Historia de los bandos Zegríes y Abencerrajes en los noventa del siglo XVI recogen diferentes versiones de uno de los romances más célebres, referidos a la Guerra de Granada, El reto de Tarfe, ó el Triunfo del Ave‐María, que denomina Francisco de Paula Villa‐Real; romance de frontera que narra el duelo entre Garcilaso de la Vega y Tarfe junto a las murallas de la ciudad de Santa Fe, y que tiene su precedente narrativo en la silva romance que cuenta la “hazaña” de Hernán Pérez del Pulgar, al colocar la cartela del Ave María en la puerta de la mezquita mayor de Granada durante su asedio, lo que provocaría el desafío que Tarfe lanza a los caballeros castellanos.

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Lope de Vega se inspira en los romances para escribir dos comedias: una obra de juventud, Los hechos de Garcilaso de la Vega y Moro Tarfe y otra escrita ya en su madurez literaria, El cerco de Santa Fe e ilustre hazaña de Garcilaso de la Vega, con un argumento mucho más complejo y variado sobre el mismo tema de la primera comedia. Dejando de lado la veracidad y el valor histórico de estos romances, es notable la fuerza con la que han perdurado; la literatura adaptó los romances y el arte los ha representado en piedra y metal. La cornisa superior de la fachada principal de la iglesia colegial de la ciudad reproduce el triunfo del Ave María con la cabeza de Tarfe reclinada con una pica hincada sujetando la cartela del Ave María y sendas palmas laterales enmarcando la escena en forma de V de victoria. La cornisa se completa con cuatro antorchas cerradas y ceñidas por sendas coronas.

Representación del triunfo del Ave María en la cornisa superior de la fachada principal de la colegial de Santa Fe

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A esta representación escultórica que rememora el desenlace del romance del lance entre Garcilaso de la Vega y Tarfe se añade la cruz del Ave María que se encuentra al final de la calle del mismo nombre, lugar donde se localizaría el momento en el que Tarfe clama venganza y reta al rey Fernando y a los caballeros castellanos.

Cruz del Ave María en 1929

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PÉREZ DE HITA, Ginés: Historia de los bandos Zegríes y Abencerrajes. Primera parte de las Guerras Civiles de Granada, 1595, p. 277-283.

[Lance de Garcilaso y Tarfe o Triunfo del Ave María]

Cercado está Santa Fe – con mucho lienço encerado, al derredor muchas tiendas – de seda y oro brocado, Donde están duques y condes, – señores de grande estado y otros muchos Capitanes – que lleva el Rey Don Fernando; Todos de valor crecido, – como ya lo abréys notado en la guerra que se ha hecho – en el granadino estado. Quando a las nueve del día – un Moro se ha demostrado, encima un Caballo negro – de blancas manchas manchado, Cortados ambos ocicos, – porque lo tiene mostrado el Moro, que con sus dientes – despedace a los Christianos. El Moro viene vestido – de blanco, azul, encarnado y debaxo esta librea – traya un muy fuerte jaco, Y una lança con dos hierros – de azero muy templado, y una adarga hecha en Fez – de un ante rezio estremado. Aqueste perro, con befa, – en la cola del Caballo, la sagrada Ave María – llevava, haziendo escarnio; Llegando junto a las tiendas, – desta manera ha hablado: – “¿Quál será aquel Caballero – que sea tan esforçado, que quiera hazer conmigo – batalla en aqueste campo? Salga uno o salgan dos, – salgan tres o salgan quatro; el Alcayde de los Donzeles – salga, que es hombre afamado; Salga esse conde de Cabra – en la guerra experimentado; salga Gonçalo Fernández, – que es de Córdova nombrado, Ó si no Martín Galindo, – que es valeroso soldado; Salga esse Puerto Carrero – señor de Palma esforçado, Ó el bravo Don Manuel – Ponze de León llamado, (aquel que sacara el guante – que por industria fué echado donde estavan los leones – y él lo sacó muy osado); Y sino salen apuestos, – salga el mismo Rey Fernando,

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que yo le daré a entender – si soy de valor sobrado. Los Caballeros del Rey – todo lo están escuchando, cada uno pretendía – salir con el Moro al campo. Garcilasso estava allí, moço gallardo, esforçado, licencia le pide al Rey – para salir al pagano. “Garcilasso, soys muy moço – para cometer tal caso; otros ay en mi Real – que darían mejor recaudo”. Garcilasso se despide – muy confuso y enojado por no tenella licencia – que al Rey le ha demandado; Pero muy secretamente – Garcilasso se avía armado, y en un Caballo morzillo – salido se avía al campo; Nadie no le ha conocido, – porque sale disfraçado; fuésse donde estava el Moro, – desta suerte le ha hablado: “Agora verás el Moro – si tiene el Rey Don Fernando Caballeros valerosos – que salgan contigo al campo. Yo soy el más menor dellos – y vengo por su mandado”. El Moro quando lo vido – en poco lo avía estimado, y dize de aquesta suerte: “yo no estoy acostumbrado Hazer batalla campal – sino con hombres barbados; buélvete, rapaz, le dize, – y venga el más estimado”. Garcilasso con enojo, – puso piernas al Caballo, y arremete para el Moro, – y un gran encuentro le ha dado. El Moro que aquello vido – rebuelve ansí como rayo; comienzan la escaramuça – con un furor muy sobrado. Garcilasso, aunque era moço, mostrava valor sobrado, dióle al Moro una lançada – por debaxo del sobaco, el Moro cayera muerto, – tendido se avía en el campo. Garcilasso con presteza – del Caballo se ha apeado, cortado le ha la cabeça – y en su arçón la ha colgado. Quitó el Ave María – de la cola del Caballo, y hincando las rodillas – con devoción la ha besado y en la punta de su lança – por vandera avía colgado.

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Subió en su Caballo luego – y el del Moro avía tomado, cargado destos despojos – al real se avía tornado Donde están todos los grandes, – también el Rey Don Fernando; todos tienen a grandeza – aquel hecho señalado; También el Rey y la Reyna – mucho se han maravillado en ser Garcilasso moço – y aver hecho un tan gran caso. Garcilasso de la Vega – desde allí se ha intitulado, porque en la Vega hiziera – campo con aquel pagano.

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MONTERSON, Barbara J.: Critical editions of Spanish artistic ballads (Romanceros artísticos. 1580-1650. Romanceros varios, 1640). [Nueva York]: e.a., 2001. XXXVI. Figura en las ediciones de 1643,1655 y 1664, y en D115. Hay un romance de Segunda Silva, 1550 y 1552 (fol. 71 y 73, respectivamente).

XXXVI [La hazaña de Hernán Pérez del Pulgar]

Santa Fe, cuán bien pareces - en la Vega de Granada, toda cercada de muros, - de torres bien torreada, una cava a la redonda, - de toda te cerca y baña; fundóte el rey don Fernando, - doña Isabel en compaña, y otros muchos caballeros - de la nobleza de España. Con el secreto silencio - y resplandor de Dïana, una noche que hacía - muy resplandeciente y clara, noche que huelgan los moros - y la estiman más que el alma -más que el sábado el judío, - más que el cristiano la pascua del venturoso Bautista, - a quien la iglesia señala, por uno de sus mayores - que en los nacidos se halla-, aquesta noche los moros - hacen grande fiesta y zambra, no en la Vega ni en Xenil, - como era su antigua usanza, porque de temor las fiestas - hacen a puerta cerrada, y luego el siguiente día - una suiza gallarda de moros y de cristianos, - toros y juegos de cañas, que resplandece en la Vega - la luz de sus luminarias. Parte Fernando el Pulgar - desde Santa Fe a Granada en una yegua por posta - tres horas antes del alba, que pretende hallarse en ella - aunque por punta de lanza; aunque va de Santa Fe, - nunca de la fe se aparta. Las señas que Pulgar lleva - diré, si bien me acordaba: una jacerina cota, - fina, y de tan fina malla que cabe dentro de un puño - de menuda y de liviana; lleva un pergamino escrito - de la que es llena de gracia y truxo al Verbo divino - recogido en sus entrañas; llevaba un coleto de ante - que a la nieve se compara,

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sin cuchillada ni golpe - porque con ellas repara; su cadena de oro al cuello - con una cruz de esmeraldas, con un brahón recogida; - y por gala y sobregala llevaba un bohemio verde - de faxas con cuatro mangas, las cortas bien guarnecidas - y acuchilladas las largas; un sombrero a lo francés - acairelado de plata, y entre cairel y cairel - hilas de aljófar sembradas; penacho grande y caído - entre la copa y la halda, por cintillo una cadena - y un diamante por medalla; pendiente de la pretina - llevaba una rica daga, que brocal, puño y contera - es lo mismo que la espada; la hoja, no hay que pedir - sino el brazo que la manda, que ha derramado con ella - tanta y más sangre pagana que Altaclara ni Joyosa, - ni Tizona ni Colada, ni con Durindana Orlando - ni el fuerte Urgel con su maza; lleva bordado en los tiros - dos serpientes cara a cara que parece que están vivas - y a los vivos amenazan; lleva unas botillas blancas - que revientan de apretadas, la de la pierna derecha - hasta el tobillo arrugada; con la rosa de la liga - lo más de la media tapa. Con esto llegó a dar vista - a la invencible Granada; apeóse de la yegua, - que por doquiera se vaya, confïado en su valor, - con que todo lo allanaba. No va por la Puerta Elvira, - que sabe que está cerrada; va por la Puerta del Rastro, - que halló durmiendo las guardas; quiso Dios y su ventura - que el Darro le diese entrada por el hueco de la puente - hasta llegar a la escala, que a veces Dios a los suyos - los cubre con telarañas. Baxa por la Herrería - que aloja a la Vivarrambla, entra por el Zacatín, - con el rey moro encontraba. El rey le dixo, “¿Qué gente?”, - y él sin turbarse palabra, porque la arábiga lengua - corta como la cristiana

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le dice, “Soy Redüán, - que soy de fiestas mañana, porque hago en la süiza - una figura gallarda.” “¿Qué figura?”, dixo el rey, - no entendiendo que le engaña; “Hago a Fernando el Pulgarque parezco hasta en el habla, que este vestido traigo - me lo hizo una cristiana que parece ser el mismo - que Pulgar viste y calza”. El rey quedó tan contento - de su bizarría y gala que mandó darle un caballo - para que a las fiestas salga. Dando vuelta a la ciudad - se vino a la Vivarrambla, do vido estar un castillo - hecho de madera y tabla y una cava a la redonda - que todo lo cerca y baña; preguntó en algarabía - cómo el castillo se llama; dicenle que Santa Fe, - que han de rendirla y ganarla; rïose desto Pulgar, - y dice, “Perra canalla no os veréis en ese gozo - si Dios me guarda mañana.” Y estando en estas razones, - vió un moro con un hacha, la cual hacha le quitó - y tan gran golpe le daba que le dexara por muerto - tendido junto a la cava y con el hacha encendida - pegaba fuego a las casas. Unos dicen, “¡Fuego, fuego!”, - otros dicen, “¡Agua, agua!”; otros dicen que es rebato - que viene de la Alpujarra otros dicen que es Pulgar - que estaba dentro en Granada y Pulgar se andaba entre ellos - lleno de cólera y rabia. Fuése hacia la mezquita - y hallóla desocupada y en lo más alto que pudo - adonde su mano alcanza, puso el pergamino blanco - de la que es llena de gracia, y una antorcha junto a él, - encendida, en una escarpia. Y cuando ya amanecía, - en casa del rey se entraba por cobrar aquel caballo, - del rey no perder la manda; el rey tenía ya mandado - a los crïados de casa que le dieran a escoger - el caballo que gustara; escoge un caballo blanco - que a la nieve se compara,

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enjaezado de oro, - las herraduras de plata; caballo que en treinta pasos - corre, galopa, y para, con el sutil de un cabello - le hace tener a raya. Con una marlota azul - toda de perlas sembrada, baxóse a la Plaza Nueva - y de allí a la Vivarrambla; los moros habían puesto - un rey Fernando de paja, y un moro hecho de bulto - que una azagaya le pasa; allí se enojó Pulgar - con ira y cólera brava; dexa caer la marlota - metiendo mano a la espada, y al que halló por delante - de claro en claro lo pasa. Llevánle la nueva al rey - que estaba dentro en la Alhambra; cuando el rey baxó con gente, - Pulgar en Santa Fe estaba.

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Cronología

1481: La fase final de la Guerra de Granada da comienzo. El 27 de diciembre Muley Hacén toma de Zahara de la Sierra. 1482: Los cristianos ocupan por sorpresa Alhama, plaza clave en la vega de Granada, lugar de paso obligado en el camino que lleva a Málaga. Los castellanos fracasan en la toma de Loja. Boabdil se hace con el control de la capital y reina como Muhammad XII (1482‐1491). El partido que apoyaba a su padre huye con Abul Hassán a Mondújar, donde recibió el apoyo de Abúl Allah (el Zagal) hermano del monarca. El marqués de Cádiz, lejos de repetir el éxito de la Axarquía malagueña, es contundentemente derrotado por el Zagal. Boabdil ataca desde Loja, pero es hecho prisionero cerca de Lucena y le pasan a Porcuna. Destrucción y tala de la vega de Granada Abul Hassán ocupa la capital, pero los cristianos liberan a Boabdil quien se compromete a liberar prisioneros cristianos y a pagar parias. La guerra civil estaba servida. En su estancia de Guadix, Boabdil decide a atacar la región malagueña tomando Alora y Setenil, pero fracasa hasta el punto que tiene que huir. 1483: El 21 de junio por la mañana el rey Fernando asentó el Real en los Ojos de Huécar y en los días siguientes ordena derribar la torre de Huécar. 1485: Toma de Cártama y Coín, se sitia Málaga pero llega la reacción del Zagal. El 21 de mayo los castellanos se hacen con Ronda y su serranía. En junio se toma Marbella con la costa oriental. El Zagal frena el avance venciendo en Alhama y Moclín. Abul Hassán deja de liderar el partido dejándoselo al Zagal, quien, ese mismo año, se retira a Íllora, y Mondújar, donde muere. Los Reyes Católicos atacan Cambil y Zalea, pero sin éxito. 1486: El Zagal llega a un acuerdo con su sobrino Muhammad XII para gobernar entre los dos. El Zagal gobernaría el litoral desde la Alhambra, y Boabdil, desde el Albaicín, las zonas fronterizas. Los Reyes Católicos cercan Loja donde se encontraba Boabdil. Tras una dura lucha, primero en la ciudad y luego en la fortaleza, la toman. Allí se firmó un nuevo tratado en el que ya no se le trataba como rey, pero se le prometía un señorío en Guadix, Baza, Vera, Mojácar y los dos Vélez.

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Durante la campaña de este año las tropas castellanas hacen un alto en los Ojos de Huécar. 1487: Se toma Vélez Málaga con la intención de aislar Málaga. El Zagal no puede defender Vélez en ese momento y Boabdil se hizo con el control de Granada capital. La Axarquía pasa a manos castellanas con la caída de Vélez Málaga. Boabdil consigue que se le garantice la posesión del noroeste de la provincia de Granada y Almería a cambio de entregar la capital almeriense y su comarca. Málaga cae pese a la defensa de Hamet el Zegrí y su guarnición de Gomeres. Los habitantes pasan a ser esclavos. 1488: Los Reyes Católicos toman Vera, Mojácar, Níjar, Vélez Blanco, Vélez Rubio, el valle de Purchena y del Almanzora, Huéscar, y Galera. Se trataba de la zona del señorío de Boabdil. 1489: Baza es el próximo punto de conflicto. El Zagal envía a Yahya Alnayar refuerzos desde Almería y su alcalde Muhammad Hassán refuerza las murallas. Con los refugiados de zonas conquistadas y las tropas de ayuda, se calcula que habría unas 30.000 personas. Los cristianos destruyen, durante un mes, su rica vega, sobre todo, la riqueza de sus moreras. En junio se inicia el cerco. El sitio fue durísimo, es más, ya a punto de abandonar el alcalde acepta rendirse dando incluso las posesiones del Zagal de Almería y Guadix. El 10 de diciembre se firma el acuerdo por el que el Zagal recibe las comarcas de Andaráx, Lecrín y Lanjarón, libres de cristianos y 20.000 doblas. A los diez días se entrega Almería y a finales de mes Guadix (con unos 10.000 habitantes) todas estas plazas y sus puntos de influencia recibieron capitulaciones honrosas. Granada ciudad debía ser entregada al recibir Boabdil sus tierras, pero un movimiento a favor de seguir la guerra se levanta en la capital. Mondújar y Alhendín son ocupadas inmediatamente por el Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba. 1490: En febrero se somete a la Vega a una sistemática destrucción. Las tropas castellanas toman la torre de Roma. La idea de ocupar algún puerto para recibir ayuda exterior fracasa en Almuñécar para Boabdil, y el apoyo que surge en Guadix. El Zagal pasa a África. 1491: Fernando el Católico, procedente de Sevilla, asienta por segunda vez, el Real en los Ojos de Huécar, pero, tras castigar el valle de Lecrín, vuelve a la vega y traslada el Real de los Ojos de Huécar a la alquería del Gozco, lo que dará lugar al Real del Gozco o de la Vega. Al mismo tiempo se ordena la construcción de la ciudad de Santa Fe o Real de Santa Fe. El 25 de noviembre, día de santa Catalina, se firman las Capitulaciones para la entrega de Granada.

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1492: La toma de la capital se hace efectiva el 2 de enero de 1492. Boabdil recibe una serie de posesiones en las Alpujarras y conserva las que tenía en Granada, a excepción de la Alhambra. 1493: Tras pasar un corto periodo en la localidad almeriense de Cobda, en torno a Laujar, y la cercanía de la Alpujarra, tan propensa a rebelarse; los Reyes Católicos obligan a Boabdil marcharse a África en octubre de 1493.

Glosario de términos

Abad: Dignidad superior de algunas colegiatas. Adarve: Camino situado en lo alto de una muralla, detrás de las almenas; en fortificación moderna, en el terraplén que queda después de construido el parapeto. Alcabala: Tributo del tanto por ciento del precio que pagaba al fisco el vendedor en el contrato de compraventa y ambos contratantes en el de permuta. Santa Fe recibía importantes aportaciones provenientes del privilegio de los 50.000 maravedíes situados sobre las alcabalas de los paños y del lino de Granada, otorgada por los Reyes Católicos el 18 de noviembre de 1499, y que se destinaban a la creación y mantenimiento y obras en el equipamiento urbano y los rudimentarios servicios comunitarios. Alcaide: Hasta fines de la Edad Media, encargado de la guarda y defensa de algún castillo o fortaleza. Posteriormente, encargado de la conservación y administración de algún sitio real. Alfaquí: Entre los musulmanes, doctor o sabio de la ley. Hombre de letras. Algarada: Tumulto causado por algún tropel de gente. Agrimensor: Hombre que se dedica a la agrimensura, es decir, al arte de medir terrenos. Alguacil: Oficial del concejo que desempeñaba funciones policiales como brazo ejecutor de la justicia local. El primer alguacil santaferino fue Pedro de la Cueva, designado en 1492 por Francisco de Bovadilla. Almena: Cada uno de los prismas que coronan los muros de las antiguas fortalezas para resguardarse en ellas los defensores. Almojarifazgo: Impuesto que se aplicaba a las mercancías que pasaban de un reino a otro en el momento de su introducción en el país Alquería: conjunto de cortijos o cortijada. Baluarte: Obra de fortificación que se proyecta hacia el exterior del cuerpo principal de una fortaleza, situado generalmente en las esquinas de los muros,

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llamados de cortina, como punto fuerte de la defensa contra el asalto de tropas enemigas. Barbacana: Obra avanzada y aislada para defender puertas de plazas, cabezas de puente, etc. Boyero: Hombre que cuida bueyes. Bula: Documento pontificio relativo a materia de fe o de interés general, concesión de gracias o privilegios o asuntos judiciales o administrativos, expedido por la Cancillería Apostólica y autorizado por el sello de su nombre u otro parecido estampado con tinta roja. Caballería: Porción de tierra que se repartía a los caballeros que habían contribuido a la conquista o a la colonización de un territorio. Suerte de tierra que, por la Corona, los señores o las comunidades, se daba en usufructo a quien se comprometía a sostener en guerra o en paz un hombre de armas con su caballo. Canónigo prebendado: Eclesiástico que tiene una canonjía, es decir una prebenda por la que se pertenece al cabildo de iglesia catedral o colegial. Cantoral: también conocido como libro del Coro. Libro de gran tamaño, cuyas hojas regularmente son de pergamino, en que están escritos los salmos, antífonas, etc., que se cantan en el coro, con sus notas musicales. Habitualmente con tapas de madera cubiertas de cuero y refuerzos y cierres de hierro y bronce. Capitán: Autoridad civil habilitada para entender en asuntos de guerra. Antiguamente eran los corregidores, gobernadores y alcaldes mayores. Cava o foso: Excavación profunda de carácter defensivo que circunda una fortaleza. Ceca: Casa donde se labra moneda. Chancillería: En principio se denominó Real Audiencia y Chancillería de Granada, y tuvo su origen en la reforma judicial iniciada por los Reyes Católicos, duplicando el Tribunal de Oidores o Chancillería de Valladolid y creando una nueva en Ciudad Real, esta última trasladada a la ciudad de Granada por Real Cédula de los monarcas en febrero de 1505. Chantre: Dignidad de las iglesias catedrales, a cuyo cargo estaba antiguamente el gobierno del canto en el coro. Concejo: Conjunto de habitantes de un mismo término jurisdiccional. También institución de carácter local que gobierna un municipio, se conoce también como ayuntamiento. Contino: oficiales nombrados directamente por los reyes con funciones indeterminadas para prestar sus servicios allí donde sus señores los requerían. Tenían diversas competencias y su función primordial era satisfacer la voluntad real.

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Cornisa: Parte superior del cornisamento de un pedestal, edificio o habitación. Conjunto de molduras que coronan un edificio o un orden de arquitectura. Ordinariamente se compone de arquitrabe, friso y cornisa. Corregidor: Alcalde que libremente nombraba el rey en algunas poblaciones importantes para presidir el ayuntamiento y ejercer funciones gubernativas. Correrías: Hostilidades que hace la gente de guerra, talando y saqueando la zona. Cuarto: Cada una de las suertes en que se divide una gran extensión de terreno. En Santa Fe, la división que establecieron los repartidores de la ciudad fortificada: cuartos de Córdoba, de Jaén y de Jerez. Derecho beneficial: A partir de Trento conviven clérigos con pleno derecho sobre sus oficios, con otros que han sido fundados y dotados por particulares disfrutando el “derecho beneficial”, lo que genera un cuerpo eclesiástico paralelo que escapaba del control de los obispos y responde a intereses familiares. Diezmo y medio diezmo de lo moriscos: Impuestos pagados en especie a la iglesia que afectaban a la agricultura y al tránsito de mercancías. Diócesis: Distrito o territorio en que tiene y ejerce jurisdicción espiritual un prelado, como un arzobispo, un obispo, etc. Ducado (moneda): Moneda que se usó en España hasta el siglo XVI. Después moneda imaginaria. El Real: Campamento de un ejército, y especialmente el lugar donde está la tienda del rey o general, y desde donde el monarca dirige la guerra; en Santa Fe identificamos en estos años tres reales: el de los Ojos de Huécar, de la Vega o del Gozco y el de Santa Fe. Emirato: Territorio gobernado por un emir (príncipe o caudillo árabe). Empalizada: Obra hecha de estacas clavadas en la tierra para defensa, o para atajar un paso. Escaramuza: Refriega de poca importancia sostenida especialmente por las avanzadas de los ejércitos. Riña, disputa o contienda de poca importancia. Género de pelea entre los jinetes o soldados de a caballo, que van picando de rodeo, acometiendo a veces y a veces huyendo con gran ligereza. Escribano: Persona que por oficio público está autorizada para dar fe de las escrituras y demás actos que pasan ante él. El escribano del Concejo era un oficio de nombramiento real, como correspondía a estos fedatarios públicos, en su doble función actuaria y fedataria, auxiliando tanto al concejo con la redacción de las actas capitulares como a los alcaldes en la administración de la justicia. El primer escribano del concejo en Santa Fe fue García de la Cámara, a quien los reyes hicieron merced del oficio en 1493. Sin embargo, a partir de 1513, la reina Juana I otorgó a la ciudad el privilegio de su nombramiento por el concejo, previa presentación del título real que les facultaba para el desempeño.

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Excelente: Moneda antigua que también recibe el nombre de ducado, durante el reinado de los Reyes Católicos.. Fanega: En la vega de Granada se utiliza como medida superficie para las tierras de secano. La equivalencia de una fanega se corresponde con 576 estadales, 64 áreas y 596 miliáreas. Franquicia: Exención que se concede a alguien para no pagar derechos por las mercaderías que introduce o extrae, o por el aprovechamiento de algún servicio público. Heredamiento: Hacienda o propiedad del campo. Homiciano: Hombre que comete un homicidio. Reo a quien legalmente se ha probado su delito, aunque no lo haya confesado a los que se concedía el perdón a cambio de servir en la guerra de Granada en Santa Fe. Muy extendido, sobre todo, en 1492, y conocido como “perdón de homiciano acogido al privilegio de Santa Fe”. Infante: Soldado que sirve a pie. Jurisdicción: Territorio en que un juez u otra autoridad ejerce sus competencias. Legua: Medida itineraria, variable según los países o regiones, definida por el camino que regularmente se anda en una hora, y que en el antiguo sistema español equivale a 5.572,7 metros. Maestrazgo: Dominio territorial o señorío del maestre de una orden militar. Maestre: Oficial general que se encargaba de prevenir y arreglar los mapas, planos y noticias instructivas de las circunstancias, calidad y situaciones del país en que se había de hacer la guerra. También le corresponde formar el plan de batalla y el de la marcha y campamentos del ejército. Maestresala: Criado principal que asistía a la mesa de un señor, presentaba y distribuía la comida y la probaba para garantizar que no contenía veneno. Maestrescuela: Dignidad de algunas iglesias catedrales, a cuyo cargo estaba antiguamente enseñar las ciencias eclesiásticas. Maravedí: Moneda española, efectiva unas veces y otras imaginaria, que ha tenido diferentes valores y calificativos. Marjal: Medida agraria equivalente a 100 estadales granadinos o 528,42 metros cuadrados. Mayordomo de fábrica: Encargado de administrar en las iglesias, las rentas o derechos que se cobraban para repararlas y costear los gastos del culto divino. Mayordomo de propios: Encargado de administrar la heredad, dehesa, casa u otro género cualquiera de hacienda que tiene una ciudad, villa o lugar para satisfacer los gastos públicos.

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Mercader: Era antes la palabra usual en vez de comerciante; ahora tiene un uso literario, especialmente para referirse a los comerciantes de otras épocas, o peyorativo, para aludir al uso impropio o abusivo de esa actividad. Moneda forera: Tributo fiscal indirecto de la mayoría de los Estados medievales europeos que se pagaba al rey, a cambio de que éste no alterara la calidad de la moneda. Se hallaba sometido a él toda la población y se contabilizaba por fuegos en función del patrimonio. El tributo nació en Castilla como una compra del derecho de acuñación en las cortes de León (1202). Convertido posteriormente en tributo, fue abolido en 1724. Obrero: Figura que tenía competencia en el cuidado de las obras municipales. Oligarquía: Forma de gobierno en la cual el poder supremo es ejercido por un reducido grupo de personas que pertenecen a una misma clase social o familia. Ordenanzas: Disposiciones dictadas por una autoridad para la reglamentación de algo. En el caso de Santa Fe se redactan y aprueban con bastante retraso respecto a su fundación, ya que hubo que esperar a la consolidación de la propiedad y a que se desarrollara la explotación de las haciendas recibidas; y finalmente a que surgiera una auténtica actividad comercial, con artesanos y comerciantes realizando transacciones dentro y fuera de la villa. La regulación que significan las ordenanzas fue objeto de conflicto con Granada, fundamentalmente en lo que tocaba a la distribución y uso del agua. Palomero: Persona que trata en la venta y compra de palomas. Persona aficionada a la cría de estas aves. Patronato Regio: Derecho que tenía el rey de España de presentar sujetos idóneos para los obispados, prelacías seculares y regulares, dignidades y prebendas en las catedrales o colegiatas, y otros beneficios. Pedido: tributo que se pagaba en los lugares. Pellejero: Persona que tiene por oficio adobar o vender pieles. Peonía: Porción de tierra o heredad que, después de hecha la conquista de un país, se solía asignar a cada soldado de a pie para que se estableciese en él. Pica: Especie de lanza larga, compuesta de un asta con hierro pequeño y agudo en el extremo superior, que usaban los soldados de infantería. Pliegos de cordel: Obras populares, como romances, novelas cortas, comedias, vidas de santos, etc., que se imprimían en pliegos sueltos y para venderlos se solían colgar de unos bramantes puestos horizontalmente en los portales, tiendas y mercados. Portazgo: Gravamen de tránsito o peaje por el uso de caminos que accedían a las ciudades o por la entrada a éstas.

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Prebenda: Cualesquiera de los antiguos beneficios eclesiásticos superiores de las iglesias catedrales y colegiatas; como la dignidad, el canonicato, la ración, etc. Pregonero público: Personaje que desempeñaba una función subalterna, realizando las comunicaciones públicas del concejo a los vecinos en los lugares y momentos de máxima concurrencia, que a la sazón eran la puerta de la iglesia los domingos a la salida de la misa mayor. Privilegio: Exención de una obligación o ventaja exclusiva o especial que goza alguien por concesión de un superior o por determinada circunstancia propia. También se le denomina al documento en que consta la concesión de dicho privilegio. Procurador síndico o personero: Representaba a la ciudad en los pleitos que se veían en Granada o en otras instituciones Propios: Heredad, dehesa, casa u otro género cualquiera de hacienda que tiene una ciudad, villa o lugar para satisfacer los gastos públicos. Los de un municipio o entidad local menor no afectos al uso común de los vecinos sino a producir rentas patrimoniales. Puerta levadiza: Portón que se ponía sobre el foso y podía levantarse por medio de poleas y cuerdas o cadenas para impedir la entrada a la fortaleza. Rastro: El espacio físico que ocupa el rey y las cinco leguas en su redonda se denominaban rastro, y es un lugar jurisdiccionalmente privilegiado en el que el monarca actúa impartiendo justicia en primera instancia. Real: En un campamento, sitio donde está la tienda del rey o del general. Por extensión, sitio en que acampa un ejército. Otra de sus acepciones atiende a la antigua moneda de plata española, de vellón, equivalente a treinta y cuatro maravedíes. Rebato: Acometimiento repentino que se hace al enemigo. Regatón: Profesión de revendedor o intermediario de comestibles. Repartimiento: En Andalucía, Aragón, Mallorca y Levante, sistema seguido en la repoblación, después de su reconquista cristiana en la Edad Media, consistente en una distribución de casas y heredades de las poblaciones reconquistadas entre los vencedores de la contienda. El 25,62% procedía de Castilla-León, el 23,15% de Andalucía, el 11,82% de Castilla-La Mancha, el 6,90% de Extremadura, el 3,45% del Reino de Granada, el mismo porcentaje de extranjeros y el resto de las comunidades no superaron el 2%. Romance: Novela o libro de caballerías, en prosa o en verso. Sacristán: Hombre que en las iglesias tiene a su cargo ayudar al sacerdote en el servicio del altar y cuidar de los ornamentos y de la limpieza y aseo de la iglesia y sacristía. Dignidad eclesiástica a cuyo cargo estaba la custodia y guarda de los

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vasos, vestiduras y libros sagrados, y la vigilancia de todos los dependientes de la sacristía. Suerte: Parte de tierra de labor, separada de otra u otras por sus lindes. Tapial: Trozo de pared que se hace con tierra amasada. Tetrástico: En literatura, composición que consta de cuatro versos. En Santa Fe, tras la construcción de la ciudad, el marqués de Cifuentes, uno de los nobles que acompaña a los Reyes Católicos en la fase final de la guerra de Granada, encarga al humanista italiano Pedro Mártir de Anglería., por entonces en Granada, un tetrástico para celebrar la fundación de la ciudad. Composición que se hizo en letras de plomo sobre piedra y que se colocó en el exterior de la puerta de Loja, donde se encuentra en la actualidad. Torre vigía: Edificio fuerte, más alto que ancho, y que sirve para defenderse de los enemigos desde él, o para defender una ciudad o plaza. Construcción en alto para registrar el horizonte y dar aviso de lo que se descubre. Trapero: Persona que se dedica al comercio de trapos. Particularmente, la que va por la calle, generalmente con un gran saco, comprando, en las casas de donde le llaman, trapos, papel y cosas viejas. Traza: Diseño que se hace para la fabricación de un edificio u otra obra. Vasallo: Súbdito de un soberano o de cualquier otro gobierno supremo e independiente. Persona que reconoce a otra por superior o tiene dependencia de ella. El que debía servicio personal a su señor. Vecino: En la Edad Moderna se aplica al habitante, habitualmente hombre adulto y cabeza de familia, que tenía carta de vecindad. Los padrones eran de vecinos y, depende de la época y el lugar geográfico había que multiplicar por una cantidad el número de vecinos para calcular los habitantes reales de ese lugar. Existía el vecino mañero, que era aquel que, en el siglo XVIII, se avecindaba en distintos sitios para eludir pagar tributos en cualquiera y disfrutar en todos de las ventajas correspondientes. Vecindad: Despacho o título que se daba a alguien para que fuese reconocido como vecino de un municipio.

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Notas

1 Detalle del fresco de la Sala de las Batallas del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, del siglo XVI. Obra de Granello, Tavarón, Castello y Cambiasso, pintada en 1585, sobre la victoria militar de Juan II de Castilla sobre los de Granada, el 1 de julio de 1431, en las proximidades de la ciudad de Granada. 2 Plano de los emplazamientos hipotéticos del Real del Gozco o de la Vega y la ciudad de Santa Fe, en Luis José García Pulido y Antonio Orihuela Uzal, “Nuevas aportaciones sobre las murallas y el sistema defensivo de Santa Fe (Granada), Archivo Español de Arte, nº 309, Madrid, 2005, p.33. 3 Perspectiva aérea idealizada con el sistema defensivo y la disposición del Real de Santa Fe, dibujo de Luis José García Pulido y Antonio Orihuela Uzal, “Nuevas aportaciones sobre las murallas y el sistema defensivo de Santa Fe (Granada), Archivo Español de Arte, nº 309, Madrid, 2005, p. 41. 4 Plano de población de Santa Fe. Autor Francisco Quintillán, ca. 1777. Archivo Municipal de Santa Fe, Mapas, planos y dibujos, 1. 5 Reconstrucción del plano del centro de la ciudad de Santa Fe, señalando los edificios principales entorno a la Plaza en el siglo XVI, en Esperanza Guillén Marcos, Santa Fe. Granada: Diputación, 2003, p. 62-63.

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Índice

En el punto de mira …………………………………………………………………… 1‐2

Campamento y ciudad ………………………………………...……………………… 3‐5

En la tierra de promisión …………………………………….……………………… 6‐10

Fama y fortuna …….………………………………………………………………... 11‐18

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1. Completa los nombres de los sitios con la ayuda de las letras que aparecen en la parte inferior del mapa de la Vega de Granada, a finales del siglo XV. Alquerías: Abohali o Beneali, Alitaje, Ansola, Aragoteja, Ascorosa, Aynalabrax, Belicena, Bordonal, Búcor, El Saws (El Jau), Chauchina, Cijuela, Daimuz, Daragoleja, Daralnayar, Galafe, Gozco, Juzeila, Láchar, Trasmulas, Úllar, Velaumín y Zujaira. Torres, reales, villas o fortalezas: Castillo de Abdón, Torre de Huécar, Ojos de Huécar, Real del Gozco, Torre de Roma, Santa Fe y Castillo de Tajarja.

1.__Z__ 11. _____Z 21. A______2 __Z____ 12.____G_____ 22. __S___ 3. ___R_ D_ ____A_ 13. ____O____ 23. ____I__ 4. __N__A____ 14. ___U_____ 24. __C__ 5. ____A______E___ 15. ______A 25. ______L_ D_ __D__ 6. __ ___S 16. ___A_ 26. ___I____ 7. ____E _E _O__ 17. ____F_ 27. ____O___ 8. ___S _E_ ___C__ 18. ____L_____ 28. __L__ 9. __A_ D______O 19._E______29. __S______E ___A___ 10. __N__ _E 20.__I____ 30. __A______

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2. ¿Cuál es el significado de las tomas de Zahara de la Sierra y ?

3. Explica lo que significa la conquista de la ciudad de Loja.

4. ¿Qué factores explican el derrumbe del aparato político militar nazarí?

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1. Define el término tetrástico.

2. Según el tetrástico de Pedro Mártir de Anglería ¿por qué se dio el nombre de Santa Fe a la ciudad?

3. ¿Qué significa el término de Real en el contexto de la Guerra de Granada?

4. ¿Cuántos reales hubo en lo que hoy corresponde el término municipal de Santa Fe, cómo se llamaban y cuándo se instalaron?

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4

5. Santa Fe fue una fortaleza, la última fortificación cristiana que se levantó en la conquista de Granada: sitúa en este dibujo los principales elementos del fortín de Santa Fe. Establece la correspondencia entre el número y el nombre del elemento:

__ Murallas __ Torres defensivas __ Saeteras

__ Puerta de Loja __ Almenas __ Plaza de armas

__ Puerta de Sevilla __ Adarve __ Torre de Santiago

__ Puentes levadizos __ Barbacanas __ Cava

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6. Localiza en el plano de Francisco Quintillán (hacia 1777) los siguientes elementos: Puerta de Loja, Puerta de Jaén, Puerta de Sevilla, Plaza de armas, Iglesia, Torre de Santiago, Placeta de la Noria, Placeta de Santiago, Placeta de Gadeas, Pósito, Cabildo, Hospital y Casa Real.

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1. La fundación de la ciudad fue un proceso que se denomina repartimiento, duró unos dos años (1492‐ 1494), define el concepto de repartimiento unido al concepto de repoblación.

2. Define los siguientes términos a finales del siglo XV:

Marjal:

Fanega (como medida de superficie):

Maravedí:

Real:

Ducado o excelente:

Vecino:

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3. Explica la diferencia entre caballería y peonía en el repartimiento de Santa Fe.

4. Numera los cuartos de Santa Fe localizados en el plano de Francisco Quintillán: __ Córdoba __ Jerez __ Jaén.

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5. El 3 de junio de 1492 se produjo el primer amojonamiento de Santa Fe: ¿en qué consiste el amojonamiento de un municipio?

6. La previsión inicial del repartimiento de Santa Fe consistió en repartir la ciudad y las tierras del término municipal a doscientos vecinos, aunque las cifras elevan este número a doscientos tres. La procedencia geográfica de estos vecinos fue muy diversa, destacando sobre todo los que procedían las comunidades autónomas Castilla y León, Andalucía, Castilla la Mancha y Extremadura. Completa en la siguiente tabla las celdas vacías.

Regiones Caballeros Peones Vecinos Porcentaje

Castilla y León 17 52 % Andalucía 24 23,15% Castilla la Mancha 14 24 % Extremadura 8 6 % Reino de Granada 3 3,45% Extranjeros 3 7 % Murcia 4 4 % Aragón 0 1,48% La Rioja 2 2 % Navarra 0 0,99% Asturias 1 2 % Baleares 0 1 % No especificados 15 38 % TOTAL 203 100% *Fuente: R. Peinado Santaella. La fundación de Santa Fe (1491‐1520). Estudio y documentos. Granada: Universidad, 1995, p. 35.

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7. Una estimación que quiere aproximarse más a la realidad debería, al menos, multiplicar por cuatro (por término medio cada familia tendría de cuatro a cinco miembros) el número de vecinos propietarios, lo que, en definitiva, nos llevaría a una población próxima al millar de habitantes en los primeros años de Santa Fe. El repartimiento de Santa Fe encuadra a los primeros cabezas de familia en una veintena de oficios que recogemos en la siguiente tabla:

Oficios Caballeros Peones Total

Agrimensor 0 1 1 Albañil 1 2 3 Alcaldes, etc… 6 0 6 Bachiller 1 0 1 Barbero 0 3 3 Boticario 1 0 1 Boyero 0 1 1 Campanero 0 1 1 Carnicero 0 1 1 Criados 11 0 11 Escribano 1 0 1 Hortelano 0 2 2 Labrador 0 1 1 Mercader 1 2 3 Palomero 0 1 1 Pellejero 1 0 1 Porquerizo 0 1 1 Regatón 1 0 1 Repostero 1 0 1 Sastre 0 1 1 Trapero 0 1 1 Zapatero 1 0 1 TOTAL 26 18 44 *Fuente: R. Peinado Santaella. La fundación de Santa Fe (1491‐1520). Estudio y documentos. Granada: Universidad, 1995, p. 37.

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‐ Explica en qué consisten los siguientes oficios:

Agrimensor:

Alcalde:

Boyero:

Campanero:

Escribano:

Mercader:

Palomero:

Pellejero:

Regatón:

Trapero:

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1. Relata de forma narrativa los dos romances siguientes:

‐La hazaña de Hernán Pérez del Pulgar ‐El lance de Tarfe y Garcilaso o Triunfo del Ave María

PÉREZ DE HITA, Ginés: Historia de los bandos Zegríes y Abencerrajes. Primera parte de las Guerras Civiles de Granada, 1595, p. 277‐283.

[Lance de Garcilaso y Tarfe o Triunfo del Ave María] Cercado está Santa Fe – con mucho lienço encerado,

al derredor muchas tiendas – de seda y oro brocado,

Donde están duques y condes, – señores de grande estado

y otros muchos Capitanes – que lleva el Rey Don Fernando;

Todos de valor crecido, – como ya lo abréys notado

en la guerra que se ha hecho – en el granadino estado.

Quando a las nueve del día – un Moro se ha demostrado,

encima un Caballo negro – de blancas manchas manchado,

Cortados ambos ocicos, – porque lo tiene mostrado

el Moro, que con sus dientes – despedace a los Christianos.

El Moro viene vestido – de blanco, azul, encarnado

y debaxo esta librea – traya un muy fuerte jaco,

Y una lança con dos hierros – de azero muy templado,

y una adarga hecha en Fez – de un ante rezio estremado.

Aqueste perro, con befa, – en la cola del Caballo,

la sagrada Ave María – llevava, haziendo escarnio;

Llegando junto a las tiendas, – desta manera ha hablado:

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– “¿Quál será aquel Caballero – que sea tan esforçado, que quiera hazer conmigo – batalla en aqueste campo?

Salga uno o salgan dos, – salgan tres o salgan quatro; el Alcayde de los Donzeles – salga, que es hombre afamado;

Salga esse conde de Cabra – en la guerra experimentado; salga Gonçalo Fernández, – que es de Córdova nombrado,

Ó si no Martín Galindo, – que es valeroso soldado;

Salga esse Puerto Carrero – señor de Palma esforçado,

Ó el bravo Don Manuel – Ponze de León llamado,

(aquel que sacara el guante – que por industria fué echado donde estavan los leones – y él lo sacó muy osado);

Y sino salen apuestos, – salga el mismo Rey Fernando, que yo le daré a entender – si soy de valor sobrado.

Los Caballeros del Rey – todo lo están escuchando, cada uno pretendía – salir con el Moro al campo.

Garcilasso estava allí, moço gallardo, esforçado, licencia le pide al Rey – para salir al pagano.

“Garcilasso, soys muy moço – para cometer tal caso; otros ay en mi Real – que darían mejor recaudo”.

Garcilasso se despide – muy confuso y enojado por no tenella licencia – que al Rey le ha demandado;

Pero muy secretamente – Garcilasso se avía armado, y en un Caballo morzillo – salido se avía al campo;

Nadie no le ha conocido, – porque sale disfraçado; fuésse donde estava el Moro, – desta suerte le ha hablado:

“Agora verás el Moro – si tiene el Rey Don Fernando

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Caballeros valerosos – que salgan contigo al campo.

Yo soy el más menor dellos – y vengo por su mandado”.

El Moro quando lo vido – en poco lo avía estimado, y dize de aquesta suerte: “yo no estoy acostumbrado

Hazer batalla campal – sino con hombres barbados; buélvete, rapaz, le dize, – y venga el más estimado”.

Garcilasso con enojo, – puso piernas al Caballo, y arremete para el Moro, – y un gran encuentro le ha dado.

El Moro que aquello vido – rebuelve ansí como rayo; comienzan la escaramuça – con un furor muy sobrado.

Garcilasso, aunque era moço, mostrava valor sobrado, dióle al Moro una lançada – por debaxo del sobaco, el Moro cayera muerto, – tendido se avía en el campo.

Garcilasso con presteza – del Caballo se ha apeado, cortado le ha la cabeça – y en su arçón la ha colgado.

Quitó el Ave María – de la cola del Caballo, y hincando las rodillas – con devoción la ha besado y en la punta de su lança – por vandera avía colgado.

Subió en su Caballo luego – y el del Moro avía tomado, cargado destos despojos – al real se avía tornado

Donde están todos los grandes, – también el Rey Don Fernando; todos tienen a grandeza – aquel hecho señalado;

También el Rey y la Reyna – mucho se han maravillado en ser Garcilasso moço – y aver hecho un tan gran caso.

Garcilasso de la Vega – desde allí se ha intitulado, porque en la Vega hiziera – campo con aquel pagano.

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MONTERSON, Barbara J.: Critical editions of Spanish artistic ballads (Romanceros artísticos. 1580‐1650. Romanceros varios, 1640). [Nueva York]: e.a., 2001. XXXVI. Figura en las ediciones de 1643, 1655 y 1664, y en D115. Hay un romance de Segunda Silva, 1550 y 1552 (fol. 71 y 73, respectivamente).

XXXVI [La hazaña de Hernán Pérez del Pulgar]

Santa Fe, cuán bien pareces ‐ en la Vega de Granada,

toda cercada de muros, ‐ de torres bien torreada,

una cava a la redonda, ‐ de toda te cerca y baña;

fundóte el rey don Fernando, ‐ doña Isabel en compaña,

y otros muchos caballeros ‐ de la nobleza de España.

Con el secreto silencio ‐ y resplandor de Dïana,

una noche que hacía ‐ muy resplandeciente y clara,

noche que huelgan los moros ‐ y la estiman más que el alma

‐más que el sábado el judío, ‐ más que el cristiano la pascua

del venturoso Bautista, ‐ a quien la iglesia señala,

por uno de sus mayores ‐ que en los nacidos se halla‐,

aquesta noche los moros ‐ hacen grande fiesta y zambra,

no en la Vega ni en Xenil, ‐ como era su antigua usanza,

porque de temor las fiestas ‐ hacen a puerta cerrada,

y luego el siguiente día ‐ una suiza gallarda

de moros y de cristianos, ‐ toros y juegos de cañas,

que resplandece en la Vega ‐ la luz de sus luminarias.

Parte Fernando el Pulgar ‐ desde Santa Fe a Granada

en una yegua por posta ‐ tres horas antes del alba,

que pretende hallarse en ella ‐ aunque por punta de lanza;

aunque va de Santa Fe, ‐ nunca de la fe se aparta.

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Las señas que Pulgar lleva ‐ diré, si bien me acordaba: una jacerina cota, ‐ fina, y de tan fina malla que cabe dentro de un puño ‐ de menuda y de liviana; lleva un pergamino escrito ‐ de la que es llena de gracia y truxo al Verbo divino ‐ recogido en sus entrañas; llevaba un coleto de ante ‐ que a la nieve se compara, sin cuchillada ni golpe ‐ porque con ellas repara; su cadena de oro al cuello ‐ con una cruz de esmeraldas, con un brahón recogida; ‐ y por gala y sobregala llevaba un bohemio verde ‐ de faxas con cuatro mangas, las cortas bien guarnecidas ‐ y acuchilladas las largas; un sombrero a lo francés ‐ acairelado de plata, y entre cairel y cairel ‐ hilas de aljófar sembradas; penacho grande y caído ‐ entre la copa y la halda, por cintillo una cadena ‐ y un diamante por medalla; pendiente de la pretina ‐ llevaba una rica daga, que brocal, puño y contera ‐ es lo mismo que la espada; la hoja, no hay que pedir ‐ sino el brazo que la manda, que ha derramado con ella ‐ tanta y más sangre pagana que Altaclara ni Joyosa, ‐ ni Tizona ni Colada, ni con Durindana Orlando ‐ ni el fuerte Urgel con su maza; lleva bordado en los tiros ‐ dos serpientes cara a cara que parece que están vivas ‐ y a los vivos amenazan; lleva unas botillas blancas ‐ que revientan de apretadas, la de la pierna derecha ‐ hasta el tobillo arrugada; con la rosa de la liga ‐ lo más de la media tapa.

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Con esto llegó a dar vista ‐ a la invencible Granada; apeóse de la yegua, ‐ que por doquiera se vaya, confïado en su valor, ‐ con que todo lo allanaba.

No va por la Puerta Elvira, ‐ que sabe que está cerrada; va por la Puerta del Rastro, ‐ que halló durmiendo las guardas; quiso Dios y su ventura ‐ que el Darro le diese entrada por el hueco de la puente ‐ hasta llegar a la escala, que a veces Dios a los suyos ‐ los cubre con telarañas.

Baxa por la Herrería ‐ que aloja a la Vivarrambla, entra por el Zacatín, ‐ con el rey moro encontraba.

El rey le dixo, “¿Qué gente?”, ‐ y él sin turbarse palabra, porque la arábiga lengua ‐ corta como la cristiana le dice, “Soy Redüán, ‐ que soy de fiestas mañana, porque hago en la süiza ‐ una figura gallarda.”

“¿Qué figura?”, dixo el rey, ‐ no entendiendo que le engaña;

“Hago a Fernando el Pulgarque parezco hasta en el habla, que este vestido traigo ‐ me lo hizo una cristiana que parece ser el mismo ‐ que Pulgar viste y calza”.

El rey quedó tan contento ‐ de su bizarría y gala que mandó darle un caballo ‐ para que a las fiestas salga.

Dando vuelta a la ciudad ‐ se vino a la Vivarrambla, do vido estar un castillo ‐ hecho de madera y tabla y una cava a la redonda ‐ que todo lo cerca y baña; preguntó en algarabía ‐ cómo el castillo se llama; dicenle que Santa Fe, ‐ que han de rendirla y ganarla; rïose desto Pulgar, ‐ y dice, “Perra canalla

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no os veréis en ese gozo ‐ si Dios me guarda mañana.”

Y estando en estas razones, ‐ vió un moro con un hacha, la cual hacha le quitó ‐ y tan gran golpe le daba que le dexara por muerto ‐ tendido junto a la cava y con el hacha encendida ‐ pegaba fuego a las casas.

Unos dicen, “¡Fuego, fuego!”, ‐ otros dicen, “¡Agua, agua!”; otros dicen que es rebato ‐ que viene de la Alpujarra otros dicen que es Pulgar ‐ que estaba dentro en Granada y Pulgar se andaba entre ellos ‐ lleno de cólera y rabia.

Fuése hacia la mezquita ‐ y hallóla desocupada y en lo más alto que pudo ‐ adonde su mano alcanza, puso el pergamino blanco ‐ de la que es llena de gracia, y una antorcha junto a él, ‐ encendida, en una escarpia.

Y cuando ya amanecía, ‐ en casa del rey se entraba por cobrar aquel caballo, ‐ del rey no perder la manda; el rey tenía ya mandado ‐ a los crïados de casa que le dieran a escoger ‐ el caballo que gustara; escoge un caballo blanco ‐ que a la nieve se compara, enjaezado de oro, ‐ las herraduras de plata; caballo que en treinta pasos ‐ corre, galopa, y para, con el sutil de un cabello ‐ le hace tener a raya.

Con una marlota azul ‐ toda de perlas sembrada, baxóse a la Plaza Nueva ‐ y de allí a la Vivarrambla; los moros habían puesto ‐ un rey Fernando de paja, y un moro hecho de bulto ‐ que una azagaya le pasa; allí se enojó Pulgar ‐ con ira y cólera brava;

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dexa caer la marlota ‐ metiendo mano a la espada, y al que halló por delante ‐ de claro en claro lo pasa.

Llevánle la nueva al rey ‐ que estaba dentro en la Alhambra; cuando el rey baxó con gente, ‐ Pulgar en Santa Fe estaba.

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