6. Nacionalistas Y Conservadores, Entre Yrigoyen Y La “Década Infame” 149 María Inés Tato
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Conflictos en democracia : la política en la Argentina, 1852-1943 // compilado por Luciano De Privitellio y Lilia Ana Bertoni. - 1a ed. - Buenos Aires : Siglo Veintiuno Editores, 2009 . 240 p. ; 21 x14 cm. - (Historia y cultura; 41 / dir.: Luis Alberto Romero) ISBN 978-987-629-089-0 1. Historia Politica Argentina. I. De Privitellio, Luciano, comp. II. Bertoni, Lilia Ana, comp. CDD 320.982 © 2009, Siglo Veintiuno Editores S. A. Diseño de colección: tholön kunst Diseño de cubierta: Peter Tjebbes isbn 978-987- 629-089-0 Grafinor // Lamadrid 1576 , Villa Ballester, en el mes de agosto de 2009 Hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en Argentina // Made in Argentina Índice Introducción 9 Lilia Ana Bertoni y Luciano de Privitellio 1. El pueblo “uno e indivisible”. Prácticas políticas del liberalismo porteño 25 Hilda Sabato 2. ¿Estado confesional o estado laico? La disputa entre librepensadores y católicos en el cambio del siglo XIX al XX 45 Lilia Ana Bertoni 3. ¿Iglesias de trasplante? ¿Iglesias de injerto? Las iglesias protestantes en la Argentina entre 1870 y 1910 71 Paula Seiguer 4. La Reforma y las reformas: la cuestión electoral en el Congreso (1912-1930) 89 Ana Virginia Persello Luciano de Privitellio 5. “Perrot ha dejado su traje, y enarbola la bandera roja que tan mal le sienta.” Conflictos gremiales en el mundo del teatro porteño, 1919-1921 123 Carolina González Velasco 6. Nacionalistas y conservadores, entre Yrigoyen y la “década infame” 149 María Inés Tato 7. La llegada del manganello . Los fascistas a la conquista de la Associazione Reduci di Guerra Europea, 1924-1926 171 María Victoria Grillo 8. La política guerrera. La investigación de las actividades antiargentinas 191 Germán Claus Friedmann Notas 213 Los autores 239 6. Nacionalistas y conservadores, entre Yrigoyen y la “década infame” María Inés Tato La primera experiencia democrática argentina, desarro - llada a partir de la implantación de la Ley Sáenz Peña en 1912, in - auguró la era de la política de masas y llevó al gobierno al radica - lismo, el principal partido opositor al orden conservador. Los avatares de esa experiencia tuvieron un impacto profundo sobre la derecha conservadora, enfrentada a la necesidad de adaptarse a las nuevas reglas del juego para competir electoralmente con el nuevo oficialismo. La incapacidad que manifestó a la hora de dar una respuesta viable a ese desafío derivó en un creciente desen - gaño de la democracia que había auspiciado hacia el Centenario y la condujo a la búsqueda de alternativas ajenas a los principios constitucionales, como el golpismo y el fraude electoral. 1 Por otra parte, el despliegue democrático también dio lugar a la aparición de una corriente diferenciada en el seno de esa tenden - cia del arco político, liderada por una nueva generación influida por el tradicionalismo y el autoritarismo europeos: los nacionalistas. En la historiografía ha predominado la tendencia a caracterizarlos como un fenómeno reciente, prácticamente desenraizado de las orientaciones políticas existentes. Desde esa perspectiva, que se nu - tre de las versiones hagiográficas de los militantes de ese movi - miento político, el nacionalismo aparece huérfano de vinculacio - nes con otras fuerzas de la derecha y, en ocasiones, es presentado como opositor de las fuerzas conservadoras que habían moldeado a la Argentina liberal desde 1880, lo que supone trasladar a la dé - cada de 1920 la polarización que habría de caracterizar las relacio - nes entre nacionalistas y conservadores desde mediados del si - guiente decenio. Sin embargo, esta corriente de la derecha compartía con los conservadores un sustrato ideológico común, 150 conflictos en democracia fundado en su anclaje en la tradición liberal, que favoreció su ac - ción conjunta en el contexto de la crisis de fines de los años veinte, desmintiendo las distancias originalmente atribuidas a ambas frac - ciones de la derecha. Por cierto que al avanzar la década de 1930 el perfil ideológico y político de los nacionalistas habría de sufrir mo - dificaciones sustanciales al calor del ensayo uriburista, de la gestión del justismo y de la coyuntura internacional, y finalmente conduci - ría a un intenso antagonismo con las agrupaciones conservadoras. El objetivo de este trabajo consiste en bosquejar la trayectoria del vínculo establecido entre conservadores y nacionalistas, desde su emergencia durante la segunda presidencia de Hipólito Yrigo - yen hasta su disolución en el marco de la denominada “restaura - ción conservadora”. los orígenes de una relación tormentosa En un sentido restringido, la aparición del nacionalismo como mo - vimiento político antiliberal y antidemocrático 2 ha dado lugar a múltiples dataciones: algunos ubican su aparición en las últimas dé - cadas del siglo XIX y otros indican el Centenario de la Revolución de Mayo o las vísperas del golpe de estado de 1930 como su fecha de natalicio. 3 Más recientemente, se ha señalado la peculiar coyun - tura de la crisis de la primera posguerra –coincidente con las con - mociones sociales de esa etapa crítica y con los primeros pasos del proceso de democratización al que hemos aludido– como el mo - mento de eclosión de este movimiento político. Por entonces, las expresiones aisladas de ese nacionalismo, reducidas por lo general a algunas personalidades destacadas del mundo de la cultura, fue - ron adquiriendo una articulación colectiva bajo la forma de organi - zaciones, como la Liga Patriótica Argentina, surgida durante la “Se - mana Trágica” de enero de 1919, o, hacia fines de la década, en torno de algunas publicaciones periódicas y agrupaciones naciona - listas. 4 Es indudable que la evolución de este movimiento se halla inextricablemente vinculada a las vicisitudes del proceso de cons - trucción del estado nacional argentino, que en el período abor - nacionalistas y conservadores... 151 dado atravesaba una fase marcada por la democratización del sis - tema político y una irrupción definitiva de las masas en la esfera pú - blica que hizo tambalear las certidumbres de la elite. Los nacionalistas que se asomaron a la vida política durante la segunda presidencia de Yrigoyen para combatirla procedían prác - ticamente de los mismos ámbitos de sociabilidad de la elite con - servadora, pero representaban una nueva generación, desvincu - lada de la gestación de la “república verdadera” instaurada a partir de 1912. 5 Entre ellos se destacaban los hermanos Rodolfo y Julio Irazusta, Alfonso y Roberto de Laferrère, Ernesto Palacio, Li - sardo Zía y Juan Carulla. Estos jóvenes, que encarnaban las nuevas orientaciones de la derecha, introdujeron en las contiendas políticas un repertorio ideológico enraizado en especial en el tradicionalismo europeo, representado entre otros por los intelectuales de L’Action Fran - çaise . Como lo sintetizara uno de sus más agudos referentes, Er - nesto Palacio, entre las influencias decisivas en su formación ide - ológica se encontraban Platón, Aristóteles, Santo Tomás, Bossuet, de Maistre, Bonald, Rivarol, Kant, Pareto, Renan, Comte, Maurras, Donoso Cortés y otras personas igualmente renombra - das que coinciden todas en afirmar que el sufragio uni - versal es un privilegio concedido a la incompetencia y la irresponsabilidad del número, de las bajas pasiones, de los intereses personales o partidarios, contra la compe - tencia, la responsabilidad, el valor técnico y el culto del bien común de la Nación. 6 Por entonces era bastante periférica la impronta del fascismo, al igual que la del anticomunismo y la del antisemitismo, aspectos que en cambio cobrarían mayor centralidad en la década siguiente. Estas influencias ideológicas se tradujeron en la exaltación de la acción directa en detrimento de los procedimientos parlamenta - rios y representativos, y en un discurso virulento contra la demo - cracia y el liberalismo, prodigado en grandes dosis desde las tribu - nas de La Nueva República , Criterio y La Fronda . Precisamente desde 152 conflictos en democracia estos ámbitos a fines de septiembre de 1929 ingresó en la acción pública la primera de las organizaciones nacionalistas, la Liga Re - publicana, definida como “un grupo de jóvenes ajenos a toda vin - culación partidaria o con independencia de ella” que “se habían organizado en liga de acción opositora para despertar un movi - miento de reacción contra la política del gobierno y sus comités ”. 7 Aunque se pretendió recalcar la autonomía de la Liga, su vincula - ción con La Fronda era evidente: su cuartel general estaba insta - lado en las oficinas del diario, cuyo staff militaba en las filas liguis - tas, y recibía el financiamiento de su propietario. 8 En su primer manifiesto, la Liga proclamó así sus objetivos: a) Resistir mediante la prédica oral y escrita, o la acción directa, según los casos, al predominio de la política demagógica que hoy rige la vida del país. [...] b) Combatir, mediante una campaña activa de denuncias concretas, el régimen administrativo impuesto por el presidente Yrigoyen. [(...)] c) Iniciar una acción enérgica en defensa de la Constitución y las leyes de la República, cuyo desconocimiento por el gobierno, cualquiera sea la mayoría electoral que lo designó, no debe consentir ningún ciudadano. Cuando el gobierno deja de cumplir la Constitución, por cuya virtud ejerce su mandato, deja inmediatamente de ser un gobierno legítimo para transformarse en despotismo; por consiguiente, quedan abolidos los vínculos de solidaridad y obediencia. 9 Como surge de la lectura de esa declaración de principios, a pesar de su retórica y de su