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En nuestro país nos debemos aún hoy la reflexión, el debate y el listado de nuestros jardines históricos. Este hecho tiene probable relación con el escaso de sarrollo de la identidad regional en nuestros diseños, que suelen acudir de manera rei terativa y como resguardo a soluciones propias de otros medios y culturas. Por lo tanto, el conocimiento de nuestros antece dentes paisajistas no es sólo de orden académico sino principalmente de proyección y enlace de los mismos al futuro a partir de considerar a los jardines y sitios históricos, destinados al goce de la pobla ción, como referentes particulares del trans- . curso de las culturas. Ellos colaboran en la búsqueda de pautas que orienten los nuevos diseños paisajistas, para respon der a las demandas variables de una so ciedad compleja, con patrones de conducta en proceso de mutación. El nuevo paisajismo, ante el anacronismo y la carencia de modelos, enfrenta un desafío apasionante: dar respuesta al espacio abierto de la centuria que inicia el tercer milenio en un contexto signado por la escasez de recursos. La presente publicación intenta contribuir al conocimien to de una parte del desarrollo histórico de nuestro diseño del paisaje a través de los casos expuestos, de modo de sustentar la necesaria permanencia de los jardines y sitios históricos que nos restan como nexos inmediatos enriquecedores de las futuras creaciones del nuevo paisajismo regional. Una aproximación a la historia de la arquitectura paisajista argentina De la ciudad al parque de estancia Mabel Irma Contin Laboratorio de Investigaciones del Territorio y el Ambiente Comisión de Investigaciones Científicas Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires Diagramación: Arq. Renaldo Coletti Las ilustraciones que no citan fuente son originales de la autora. La presente publicación ha sido realizada con el apoyo de CIC (Subsidio Expte. 2756-1208/98 Res. 1895/99) I.S.B.N. 987-97021-9-0 Queda hecho el depósito que establece la Ley N° 11.723, Queda prohibida su reproducción total o parcial sin previa autorización de la autora. Impreso en Entrecomillas s.r.l. Calle 6 N °502/506 Telefax: (0221) 425-8497, La Plata, Argentina. Mayo de 2000. Edición en Internethttp://microtop.com.ar/mcontin/ A Gastón, mi marido, por su constante apoyo y nuestros mejores jardines Indice Prólogo 7 El sistema de espacios verdes y su incidencia en la calidad ambiental urbana 11 La relación espacio libre - espacio construido en el planeamiento urbano El patrimonio paisajista de la ciudad de La Plata Los orígenes El presente Valor histórico y ambiental de las áreas verdes Los parques urbanos 19 Antecedentes En la Argentina El Paseo del Bosque de La Plata El Parque Saavedra de La Plata Los jardines botánicos 37 Funciones y propósitos Antecedentes históricos En la Argentina "Carlos Spegazzini" de La Plata "Carlos Thays" de Buenos Aires Conclusiones Influencia de los jardines hispano islámicos en los patios de Argentina 47 Algunos jardines argentinos Los patios en relación a la vivienda El papel de los patios en la ciudad actual El diseño paisajista de la Exposición Nacional de 1871 en Córdoba 57 El diseño paisajista y las Exposiciones Universales en el siglo XIX La Argentina hacia 1870 La Exposición de Artes y Productos Argentinos de 1871 en Córdoba Descripción de los jardines de la Exposición El rescate de la historia paisajista nacional Los parques de estancia 71 Introducción Tres períodos históricos y sus expresiones paisajísticas Santa Catalina, Provincia de Córdoba El Palacio San José de Urquiza, Provincia de Entre Ríos Luis Chico, Provincia de Buenos Aires La conformación del espacio paisajista Epílogo 83 Prólogo Los estudios sobre el patrimonio paisajista argentino son escasos. Más aún si tenemos en cuenta las distintas escalas de intervención que abarca esta especialidad, la importante diversidad regional comprendi da en el territorio nacional y el transcurso de la actividad humana sobre el mismo. Es posible que este hecho refleje, asimismo, una valoración tardía del diseño del espacio abierto como referente histórico de nuestra cultura. Mi trabajo parte de comprender al diseño del paisaje como la materialización físico-espacial de la relación voluntaria del hombre con su entorno. Por tal motivo, la configuración del espacio abierto y su trata miento se vincula de forma indisoluble a la sociedad que lo produce y sobre él actúa. La primer delimitación espacial que se establece de manera permanente sobre el territorio argentino se produce por parte de las culturas prehispánicas, cuyos asentamientos responden a demandas de seguridad y aprovisionamiento de agua y alimentos (Fig. 1). Del mismo modo, la conquista europea de la región se concreta y consolida con la creación de primitivos poblados que, no obstante la urgencia de satisfacer las necesidades básicas de manera simple y expeditiva, no ignoran el mejor uso del ambiente y los recursos naturales, sabiamente prefijados en la Leyes de Indias (Fig.2). Se instala de este modo una primer relación estable entre el paisaje primitivo y un grupo social, que se refleja en el modo de apropiación del espacio en adecuación al fin productivo y que deriva en los dos tipos básicos de utilización de la tierra: urbana y rural. Ambos modelos, en respuesta a la preeminencia de distintos usos, prefijan una correspondencia inversa entre espacio libre y construido. La relación entre ambos tipos de espacios es uno de los aspectos sustanciales a considerar en relación a la calidad ambiental urbana y el hábitat. El área abierta, soporte y configuradora a través de sus diversas inclusiones de la estructura urbana, posee un rol estratégico que se evidencia en la planificación del creci miento de la ciudad, en la conformación del tejido urbano, en la calidad del paisaje y en sus características ambientales (clima, escurrimiento de agua, contaminación atmosférica, sonora y visual). Se desprende en consecuencia su inmediata incidencia en la calidad de vida de los habitantes. Prácticamente todos los aspec tos físico-espaciales y ambientales señalados se encuentran en la mayor parte de nuestras ciudades, acaso en la totalidad, con importantes dificultades. El tratamiento que se otorga a las áreas verdes sigue ligado sustancialmente con el diseño de las mismas dirigido principalmente a fines estéticos, mientras es poca o nula la importancia otorgada a otros aportes como los ya mencionados y que se encuentran indisolublemente ligados con el papel social de las áreas abiertas públicas. A su vez, los cambios introducidos durante el transcurso del siglo XX en la teoría del planeamiento físico y las transformaciones propias de la dinámica social han influenciado o, aún más, se han superpuesto a los modelos constituidos sin su previa adecuación. El resultado se evidencia en espacios abiertos degradados por distintos motivos: saturados ante la falta de áreas complementarias que deberían satisfacer los nuevos requerimientos, ocupados por nuevas coinstrucciones de equipamientos o viviendas e ignorados como refe rentes históricos en los casos que presentan valor patrimonial. Prólogo 7 Por su parte, en la última década se ha intensificado la aparición de nuevos fenómenos habitacionales que intentan satisfacer los cambios sociales y las demandas que ellos generan. Este tipo de asentamiento cerra do pone énfasis, precisamente, en la provisión de áreas verdes de valor paisajístico como uno de los reaseguros de una mayor calidad del hábitat. Sin embargo, estos emprendimientos se dirigen a una parte restringida de la sociedad sin evaluar su repercusión a nivel de toda la comunidad, a la que tradicionalmente se dirigían equipamientos específicos tales como parques urbanos y jardines botánicos (Fig.3). En tanto, en el ámbito rural la estancia como establecimiento productor se constituyó en el elemento apropiador del territorio nacional a través de la acción de los colonos y provocó un significativo y creciente cambio en el paisaje antecedente. Esta transformación abarca desde los primeros montes de durazneros destinados a proveer de sombra y madera a los primitivos puestos, hasta los excepcionales parques decimonónicos que emulan la suntuosidad de la realeza europea (Fig. 4 y 5). La magnitud de estas últimas intervenciones, su permanencia aún con distintos grados de mantenimiento y el grado de refinamiento que exhiben algunos de estos parques, de manifiesta voluntad artística, hacen que se resguarde en ellos gran parte del legado paisajista regional. Al mismo tiempo, en sus diversos trazados suele aflorar la ascendencia de los propietarios que evidencian de esta forma el apego a sus orígenes y el abanico de culturas que se amalgaman en la nuestra. Si bien tradicionalmente se ha vinculado a la arquitectura paisajista con la realización de parques y jardi nes, las demandas actuales en relación al equilibrio ecológico profundamente alterado por la actividad huma na presentan nuevos desafíos. Los requerimientos sociales que afloraron con mayor intensidad a partir del siglo pasado, vinculados a la necesidad de incorporar al ambiente como un entorno propio, han permitido que el diseño paisajista adquiriese otra trascendencia. A su vez, como toda expresión artística, la arquitectura paisajista reconoce precedentes en su concepción y es en la permanencia de algunas constantes estéticas, como el agrado por la presencia del agua, donde se manifiesta la naturaleza humana. Como pone de manifiesto Geoffrey Jellicoe, los cinco sentidos del hombre han sido el factor más constante desde la prehistoria y