TESIS DOCTORAL

Cartografía de la memoria: actores, lugares y prácticas en de posguerra (1992-2015)

Annette Georgina Hernández Rivas

Directora Dra. Marta E. Casaús Arzú

Departamento de Historia Moderna- Área de América

Programa Oficial de Posgrado Doctorado en Estudios Latinoamericanos

Universidad Autónoma de

Madrid, diciembre de 2015

ÍNDICE

ABREVIACIONES Y ACRÓNIMOS ...... XI

GLOSARIO DE SALVADOREÑISMOS ...... XV

AGRADECIMIENTOS ...... XIX

PREFACIO ...... XXI

INTRODUCCIÓN ...... 1

RESUMEN ...... 1

CRONOLOGÍA DE LOS PRINCIPALES HITOS HISTÓRICOS DEL PERÍODO DE POSGUERRA ...... 3

LA PRODUCCIÓN SOBRE LA MEMORIA EN EL SALVADOR ...... 6

COORDENADAS DE ORIENTACIÓN ...... 10

NORTE TEÓRICO ...... 11 a) Memoria como espacio de luchas (poder y resistencia) ...... 11 b) La agencia de los emprendedores de la memoria ...... 11 c) Memoria oficial y marcos de memoria...... 13 d) Memoria literal y memoria ejemplar ...... 13 e) Comunidades de memoria ...... 15 f) Lugares de memoria ...... 16

SUR METODOLÓGICO ...... 18 a) Método etnográfico ...... 19 b) Estudios de Caso ...... 20 c) Cartografía participativa ...... 21 d) Entrevistas ...... 22 e) Grupos Focales ...... 23 f) Antropología visual ...... 23 g) Revisión documental ...... 24

SÍNTESIS CAPITULAR ...... 25

CAPÍTULO I. MEMORIA Y LUGARES: PIEZAS PARA UN ESTADO DE LA CUESTIÓN ...... 29

1.1 MEMORIA: DESARROLLO DE UN CONCEPTO ...... 30

1.2 LOS LUGARES DE MEMORIA COMO PARADIGMA ...... 40

1.3 GEOGRAFÍA CULTURAL Y LUGARES DE MEMORIA ...... 43

1.4 LUGARES DE MEMORIA: MARCAS TERRITORIALES DELINEANDO UNA GEOGRAFÍA ...... 45

1.5 LOS LUGARES DE MEMORIA, LA CONMEMORACIÓN Y EL RITUAL...... 47 I

1.6 CARTOGRAFÍA CULTURAL: PRÁCTICAS Y ESPACIOS DE MEMORIA ...... 49

1.7 COMUNIDADES DE MEMORIA ...... 50

1.8 LA (DES) CONEXIÓN DE TRABAJOS DE MEMORIA ENTRE DOS CONTINENTES: LOS CASOS DE ESPAÑA

Y EL SALVADOR ...... 51

CAPÍTULO II. DEL TERROR A LA OLVIDO: UNA MIRADA A LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE EL SALVADOR (1960-2015) ...... 61

2.1 DEL ESTADO MODERNIZADOR AL ESTADO TERRORISTA: 1960-1979 ...... 62

2.2 LA GUERRA CIVIL: 1980-1992 ...... 67

2.3 PROCESO DE NEGOCIACIÓN DE LA PAZ: ENTRE LA PROLONGACIÓN DEL CONFLICTO Y LA

PRACTICIDAD POLÍTICA (1984-1992) ...... 71

2.4 LA TRANSICIÓN POLÍTICA: EN EL ESPEJO DE UNA SOCIEDAD DE POSGUERRA (1992-2015) ...... 73

CAPÍTULO III. COMUNIDADES Y "TERRITORIALIDADES SENTIDAS": LA HISTORIA EN TRES TIEMPOS ...... 82

3.1 COMUNIDADES DE MEMORIA: LA HISTORIA EN TRES TIEMPOS ...... 83

3.1.1 EL ÉXODO...... 84

3.1.2 EL REFUGIO...... 91

3.1.3 EL RETORNO Y LA REPOBLACIÓN...... 104

3.2 DATOS ETNOGRÁFICOS DE LAS COMUNIDADES REPOBLADAS: IMAGINAR LA COMUNIDAD, FORJAR LA

COMUNIDAD ...... 118 3.2.1 Datos etnográficos de Chalatenango ...... 120 3.2.2 Datos etnográficos de Morazán ...... 129 3.2.3 Datos etnográficos de Usulután ...... 133

3.3 PROCESOS DE TERRITORIALIDAD Y DESTERRITORIALIDAD: ORIENTACIONES PARA UNA EXPLORACIÓN

SOBRE "TERRITORIOS SENTIDOS" ...... 138

CAPÍTULO IV. CARTOGRAFÍA COMUNITARIA Y PRÁCTICAS CULTURALES EN LOS LUGARES DE MEMORIA ...... 143

4.1 LA CARTOGRAFÍA COMUNITARIA: RECONSTRUYENDO LA HISTORIA DE LOS TERRITORIOS Y SUS

LUGARES DE MEMORIA...... 147

4.2 EL ANÁLISIS: LAS HISTORIAS DETRÁS DE LA CARTOGRAFÍA ...... 160

4.3 CARTOGRAFIANDO EL DOLOR Y LOS LUGARES DE MEMORIA: EL PROCESO DE ELABORACIÓN DEL

MAPA DE MASACRES Y CONMEMORACIONES DEL EQUIPO MAÍZ ...... 164

4.4 DE LA CARTOGRAFÍA A LAS PRÁCTICAS CULTURALES EN LOS LUGARES DE MEMORIA: EL ROL DE LAS

COMUNIDADES MEMORIA ...... 173

CAPÍTULO V. MONUMENTO A LA VERDAD Y LA MEMORIA: CONSTRUCCIÓN Y DECONSTRUCCIÓN DE UN LUGAR DE MEMORIA ...... 196

II

5.1 DE LA CARTOGRAFÍA DEL MONUMENTO HEROICO A LA TRANSGRESIÓN DEL CONTRA-MONUMENTO ...... 197

5.2 LOS EMPRENDEDORES DE LA MEMORIA: LA SOCIEDAD CIVIL Y LOS DERECHOS HUMANOS ...... 200

5.3 LAS REPRESENTACIONES DE “LA AUSENCIA”: GESTIÓN DE LA MEMORIA DEL DESAPARECIDO Y

MASACRADO ...... 207

5.4 UN MURO PARA ESCRIBIR LOS NOMBRES Y LOS LUGARES ...... 211

5.5 UN SUEÑO LABRADO EN PIEDRA ...... 216

5.6 UN MONUMENTO EN EL CORAZÓN DEL PAÍS...... 217

5.7 EL MONUMENTO COMO PUNTO DE ENCUENTRO DE "LOS OTROS LUGARES" ...... 222

5.8 LA MEMORIA EJEMPLARIZANTE EN LA QUE VERNOS REFLEJADOS ...... 226

CAPÍTULO VI. EL MUSEO DE LA PALABRA Y LA IMAGEN: UN MUSEO, VARIAS VOCES, MUCHOS LUGARES ...... 230

6.1 DEL MUSEO DEL GRAN RELATO NACIONAL AL DE LAS HISTORIAS COTIDIANAS Y LOS DERECHOS

HUMANOS ...... 231

6.2 TEXTO Y CONTEXTO: LAS RENDIJAS DE UN EMPRENDIMIENTO ...... 235

6.2.1 PRINCIPALES TRADICIONES CULTURALES EN EL SALVADOR DEL SIGLO XX ...... 236

6.2.2. INSTITUCIONALIDAD CULTURAL DEL SIGLO XX Y REAJUSTES DE POSGUERRA ...... 238

6.3 DEL CAOS DE LA DESMEMORIA AL MUSEO SIN PAREDES ...... 242

6.4 REFLEXIONES A TRES BANDAS: "UN MUSEO, VARIAS VOCES, MUCHOS LUGARES" ...... 253

6.4.1 "UN MUSEO": IMPLICACIONES DESDE LA NUEVA MUSEOLOGÍA...... 253

6.4.2 "VARIAS VOCES": DESDE LA SUBALTERNIDAD A TRAVÉS DE LA ORALIDAD ...... 260

6.4.3 "MUCHOS LUGARES": LA ITINERANCIA COMO FORMA DE TERRITORIALIDAD ...... 263

VII. CONCLUSIONES ...... 270

7.1 HALLAZGOS A LA LUZ DE LA HIPÓTESIS ...... 270

7.2 REFLEXIÓN FINAL: LA POSGUERRA EL MARCO SOCIAL PARA LA GESTIÓN DE MEMORIA ...... 278

7.3 FUTURAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN ENTRE ESPAÑA Y AMÉRICA LATINA ...... 279

BIBLIOGRAFÍA ...... 282

ANEXOS ...... 304

ANEXO 1. RELATOS ETNOGRÁFICOS DESDE EL LUGAR DE LA MEMORIA: CARTOGRAFIANDO DESDE

ADENTRO ...... 304 Relato #1. “Territorios sentidos”: las exhumaciones como deber de memoria ...... 304 Relato #2. La conmemoración de Las Aradas ...... 307 Relato #3 El Recorrido de dos museos comunitarios de la memoria ...... 315

ANEXO 2. REGISTRO DOCUMENTAL DE MOVILIZACIÓN DE POBLACIONES REFUGIADAS Y SUS FUENTES ...... 322

III

ANEXO 3. LISTADO DE MASACRES EN BASE A FUENTE MAPA MASACRES Y CONMEMORACIONES,

ELABORADO POR EQUIPO MAÍZ EN EL AÑO 2005 ...... 327

ANEXO 4. CUADRO DE PERFIL DE LOS ENTREVISTADOS ...... 361

ANEXO 5. GALERÍA FOTOGRÁFICA MURALISMO WALLS OF HOPE...... 365

IV

ÍNDICE DE IMÁGENES

IMAGEN 1: PINTA DE LA INSIGNIA Y EL EMBLEMA DEL BATALLÓN ATLACATL EN EL CASERÍO EL MOZOTE, MORAZÁN ...... 87

IMAGEN 2: CASERÍO EL MOZOTE, MORAZÁN, A POCOS DÍAS DE LA MASACRE EN DICIEMBRE DE 1981 ...... 90

IMAGEN 3: PINTA ELABORADA POR MIEMBROS DEL BATALLÓN ATLACATL, DE LA FUERZA ARMADA DE EL SALVADOR EN EL CASERÍO EL MOZOTE, MORAZÁN...... 91

IMAGEN 4: PANORAMA DEL REFUGIO DE MESA GRANDE, HONDURAS ...... 93

IMAGEN 5: TALLER DE CARPINTERÍA, CAMPAMENTO DE REFUGIADOS COLOMONCAGUA, HONDURAS ...... 100

IMAGEN 6: TALLER DE ALFARERÍA “NUEVOS APRENDIZAJES”, CAMPAMENTO DE REFUGIADOS COLOMONCAGUA, HONDURAS ...... 101

IMAGEN 7: “USTEDES SON UNA ALTERNATIVA PARA EL FUTURO DE EL SALVADOR”: COMUNIDAD SEGUNDO MONTES, MORAZÁN ...... 104

IMAGEN 8: AUTOBÚS CONTRATADO POR ACNUR PARA EL RETORNO DE REFUGIADOS A EL SALVADOR EN NOVIEMBRE DE 1988 ...... 105

IMAGEN 9: REFUGIADOS RETORNANDO DE COLOMONCAGUA, HONDURAS EN NOVIEMBRE DE 1988 ...... 107

IMAGEN 10: ESCENA EN EL CAMPAMENTO COLOMONCAGUA EN 1989 ...... 108

IMAGEN 11: MUJER REPOBLADA, COMUNIDAD SEGUNDO MONTES, MORAZÁN ...... 109

IMAGEN 12: CONSTRUCCIÓN DE LA COMUNIDAD SEGUNDO MONTES, MORAZÁN ...... 113

IMAGEN 13: COMUNIDAD LOS LIMONES II DURANTE EL PROCESO DE REPOBLACIÓN EN SEGUNDO MONTES, MORAZÁN, 1992 ...... 115

IMAGEN 14: PARTICIPANTES DEL TALLER DE CARTOGRAFÍA PARTICIPATIVA RECORRIENDO LA EXPOSICIÓN "CHIYO, UN NIÑO EN LA GUERRA" ...... 151

IMAGEN 15: GRUPO DE MUJERES TRABAJANDO EN EL TALLER DE CARTOGRAFÍA PARTICIPATIVA ...... 154

IMAGEN 16: MUJERES "TRENZANDO SU TRISTEZA" ...... 156

IMAGEN 17: PRESENTACIÓN DE LOS MAPAS REALIZADOS EN EL TALLER DE CARTOGRAFÍA PARTICIPATIVA ...... 158

IMAGEN 18: GRUPO DE HOMBRES JÓVENES, PARTICIPANTES DEL TALLER CARTOGRAFÍA PARTICIPATIVA ...... 162 V

IMAGEN 19: MAPA DE MASACRES Y CONMEMORACIONES DEL EQUIPO MAÍZ...... 166

IMAGEN 20: “MAPA SOCIO-HISTÓRICO DE SUCHITOTO” EN EL CENTRO DE ARTE PARA LA PAZ ...... 170

IMAGEN 21: DETALLE DE LA EXPOSICIÓN DEL COMITÉ DE VÍCTIMAS AFECTADAS POR LA VIOLENCIA EN EL PARQUE BARRIOS, , 2010. ACTIVIDAD ORGANIZADA POR EL IDHUCA ...... 172

IMAGEN 22: DETALLE DE LA EXPOSICIÓN DEL COMITÉ DE VÍCTIMAS AFECTADAS POR LA VIOLENCIA EN EL PARQUE BARRIOS, SAN SALVADOR, 2010. ACTIVIDAD ORGANIZADA POR EL IDHUCA...... 173

IMAGEN 23: MURAL EN LA IGLESIA DEL MUNICIPIO DE TOROLA, MORAZÁN, ELABORADO POR LA FUNDACIÓN WALLS OF HOPE ...... 179

IMAGEN 24: MURAL DE LA “ÚLTIMA CENA EN MORAZÁN”, ELABORADO POR LA FUNDACIÓN WALLS OF HOPE EN LOCAL CEBES DE PERQUÍN, MORAZÁN ...... 179

IMAGEN 25: MISA DE CONMEMORACIÓN EN EL SITIO DE LA MASACRE DE LAS ARADAS, CHALATENANGO ...... 183

IMAGEN 26: JÓVENES DEL TEATRILLO ESCENIFICANDO LA LLEGADA DE MILITARES AL LUGAR DE LA MASACRE DE LAS ARADAS, CHALATENANGO ...... 185

IMAGEN 27: REPRESENTACIONES ICONOGRÁFICAS DE "ESTACIONES" DEL VIACRUCIS MARTIRIAL. IGLESIA DE ARCATAO, CHALATENANGO ...... 187

IMAGEN 28: REPRESENTACIONES ICONOGRÁFICAS DEL VÍA CRUCIS MARTIRIAL. IGLESIA DE ARCATAO, CHALATENANGO ...... 187

IMAGEN 29: MUSEO "SCHAFIK VIVE", COMUNIDAD SEGUNDO MONTES. RECOPILACIÓN DE LA HISTORIA DEL REFUGIO DE COLOMONCAGUA, HONDURAS; ELABORADO POR ESTUDIANTE DE LA COMUNIDAD ...... 190

IMAGEN 30: PIEZA MUSEOGRÁFICA DEL MUSEO SCHAFIK VIVE, COMUNIDAD SEGUNDO MONTES, MORAZÁN ...... 191

IMAGEN 31: DETALLE DEL MURAL ARTÍSTICO QUE FORMA PARTE DEL MONUMENTO A LA MEMORIA Y LA VERDAD ...... 209

IMAGEN 32: BÚSQUEDA DE NOMBRES DE FAMILIARES EN EL MEMORIAL ...... 220

IMAGEN 33: PARTE DEL “MURO” CON NOMBRES Y APELLIDOS DE PERSONAS ASESINADAS ...... 221

IMAGEN 34: EL MONUMENTO A LA MEMORIA Y LA VERDAD Y LA ACCIÓN REPARADORA SOBRE LA "AUSENCIA" ...... 223

VI

IMAGEN 35: ACTIVIDADES DE CONMEMORACIÓN EN EL MONUMENTO A LA VERDAD ...224

IMAGEN 36: ACTIVIDADES DE CONMEMORACIÓN EN EL MONUMENTO A LA MEMORIA Y LA VERDAD, SAN SALVADOR ...... 225

IMAGEN 37: HOMENAJE A ARTISTAS ASESINADOS CUYOS NOMBRES SE ENCUENTRAN EN EL MURO DEL MONUMENTO A LA MEMORIA Y LA VERDAD ...... 226

IMAGEN 38: DECLARATORIA DE BIEN CULTURAL PROTEGIDO DEL MONUMENTO A LA MEMORIA Y LA VERDAD ...... 228

IMAGEN 39: EXPOSICIÓN “LA HUELLA DE LA MEMORIA”, FERIA INTERNACIONAL DE EL SALVADOR, 1997 ...... 248

IMAGEN 40: EXPOSICIÓN “LA HUELLA DE LA MEMORIA”, FERIA INTERNACIONAL DE EL SALVADOR, 1997 ...... 249

IMAGEN 41: EXPOSICIÓN “PRUDENCIA AYALA, LA HIJA DE LA CENTELLA”, MUSEO DE LA PALABRA Y LA IMAGEN, 2013 ...... 250

IMAGEN 42: EXPOSICIÓN “MEMORIA DE LOS IZALCOS”, MUSEO DE LA PALABRA Y LA IMAGEN, 2006 ...... 252

IMAGEN 43: CENTRO DE RESTAURACIÓN DIGITAL DEL MUSEO DE LA PALABRA Y LA IMAGEN ...... 256

IMAGEN 44: LA EXPOSICIÓN “MEMORIA DE LOS IZALCOS”, CON LA QUE EL MUPI CONTRIBUYÓ A REACTIVAR FORMAS TRADICIONALES DE ELABORACIÓN DE ARTESANÍAS Y USO DE TINTES NATURALES Y EL CONSEJO DE COMUNIDADES INDÍGENAS ...... 259

IMAGEN 45: EXPOSICIÓN “LOS MUNDOS DE SALARRUÉ” ...... 262

IMAGEN 46: INSTALACIÓN ARTÍSTICA DE MILTON DOÑO "ARQUEOLOGÍA DE LA MEMORIA 1+9+3+2 =30,000", QUE ACOMPAÑÓ LA EXPOSICIÓN MEMORIA DE LOS IZALCOS (2006) ...... 263

IMAGEN 47: CARTOGRAFÍA DE LA ITINERANCIA DE LAS EXPOSICIONES DEL MUPI AL AÑO 2015 ...... 264

IMAGEN 48: PANORÁMICA DE LAS INSTALACIONES DEL MUSEO DE LA PALABRA Y LA IMAGEN...... 265

IMAGEN 49: FICHA POLICIAL DE LA COLECCIÓN LITERATOS, USADA EN LA EXPOSICIÓN ROQUE DALTON, LA PALABRA DEL VOLCÁN (1999) ...... 267

IMAGEN 50: INSTALACIÓN ARTÍSTICA “MURMULLOS” DE LA ARGENTINA CLAUDIA BERNARDI, EN MASACRE EL MOZOTE (2006) ...... 268

VII

ÍNDICE DE MAPAS

MAPA 1: UBICACIÓN DE EL SALVADOR EN EL CONTINENTE AMERICANO ...... 83

MAPA 2: ZONAS DE EL SALVADOR BAJO CONTROL INSURGENTE EN 1984 ...... 92

MAPA 3: LLEGADA AL REFUGIO DE COLOMONCAGUA, HONDURAS ...... 95

MAPA 4: LLEGADA AL REFUGIO DE ESTANCIA, HONDURAS ...... 96

MAPA 5: LLEGADA AL REFUGIO DE MESA GRANDE, HONDURAS ...... 97

MAPA 6: LLEGADA AL REFUGIO CIUDAD ROMERO, PANAMÁ Y RETORNO A EL SALVADOR ...... 110

MAPA 7: RETORNO A EL SALVADOR DEL REFUGIO MESA GRANDE, HONDURAS ...... 111

VIII

ÍNDICE DE CUADROS

CUADRO 1. DATOS DE POBLACIÓN DE COMUNIDADES REPOBLADAS, DE MUNICIPIOS DEL NOR-ORIENTE DE CHALATENANGO ...... 120

CUADRO 2. POBLACIÓN ESTUDIANTIL URBANA Y RURAL. COMUNIDADES DEL NORORIENTE DE CHALATENANGO ...... 121

CUADRO 3. PRODUCCIÓN AGRÍCOLA, GANADERA Y DE OTRAS ACTIVIDADES. COMUNIDADES DEL NORORIENTE DE CHALATENANGO ...... 122

CUADRO 4. VOTACIONES PARA CONCEJOS MUNICIPALES Y ALCALDES 1994 EN LOS MUNICIPIOS DEL NORORIENTE DE CHALATENANGO ...... 123

CUADRO 5. VOTACIONES PARA CONCEJOS MUNICIPALES Y ALCALDES 1994-2012 EN EL MUNICIPIO DE ARCATAO ...... 124

CUADRO 6. VOTACIONES PARA CONCEJOS MUNICIPALES Y ALCALDES 1994- 2012 EN EL MUNICIPIO DE SAN ANTONIO LOS RANCHOS ...... 125

CUADRO 7. VOTACIONES PARA CONCEJOS MUNICIPALES Y ALCALDES 1994- 2012 EN EL MUNICIPIO DE LAS VUELTAS...... 125

CUADRO 8. FORMAS DE ORGANIZACIÓN DE LAS COMUNIDADES DEL NORORIENTE DE CHALATENANGO ...... 125

CUADRO 9. INSTITUCIONES GUBERNAMENTALES Y NO GUBERNAMENTALES QUE INTERVIENEN EN LAS COMUNIDADES DEL NORORIENTE DE CHALATENANGO ...... 127

CUADRO 10. DATOS DE POBLACIÓN DE LOS MUNICIPIOS DE MEANGUERA Y JOCOAITIQUE, DEPARTAMENTO DE MORAZÁN ...... 129

CUADRO 11. ALFABETISMO DE LOS MUNICIPIOS DE MEANGUERA Y JOCOAITIQUE, DEPARTAMENTO DE MORAZÁN ...... 130

CUADRO 12. PRODUCTORES AGRÍCOLAS DEL MUNICIPIO DE MEANGUERA, DEPARTAMENTO DE MORAZÁN ...... 131

CUADRO 13. DATOS DE PRODUCCIÓN DE LOS PRINCIPALES PRODUCTOS AGRÍCOLAS DEL MUNICIPIO DE MEANGUERA PARA EL AÑO 2008 ...... 131

CUADRO 14. DATOS DE POBLACIÓN DEL MUNICIPIO DE JIQUILISCO, DEPARTAMENTO DE USULUTÁN ...... 133

CUADRO 15. ALFABETIZACIÓN DEL MUNICIPIO DE JIQUILISCO, DEPARTAMENTO DE USULUTÁN...... 135

CUADRO 16. SERVICIOS DE SALUD PRESTADOS POR LA UNIDAD DE SALUD ESTATAL DEL MUNICIPIO DE JIQUILISCO...... 136 IX

X

ABREVIACIONES Y ACRÓNIMOS

ACNUR Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados

ADESCO Asociación de Desarrollo Comunitario

ANDES Asociación Nacional de Educadores Salvadoreños

ANTEL Administración de Telecomunicaciones

ARENA Alianza Republicana Nacionalista

ASTAC Asociación Salvadoreña de Trabajadores del Arte y la Cultura

BIRI Batallones de Infantería de Reacción Inmediata

BPR Bloque Popular Revolucionario

CCR Coordinadora de Comunidades Repobladas

CEBES Comunidades Eclesiales de Base

CENAR Centro Nacional de Artes

CIA Central Intelligence Agency

CIDH Comisión Inter-Americana de Derechos Humanos

CODEFAM Comité de Familiares de Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos “Marianella García Villas”

COMADRES Comité de Madres de Desaparecidos de El Salvador

CONACOVIC Coordinadora Nacional de Comités de Víctimas de Violaciones de los Derechos Humanos en el Conflicto Armado

XI

CONADES Comisión Nacional de Asistencia a la Población Desplazada de El Salvador.

CONCULTURA Consejo Nacional de la Cultura y el Arte

CNR Comisión Nacional de Refugiados

CORDES Coordinadora de Desplazados de El Salvador

CRIPDES Comité Cristiano Pro-Desplazados de El Salvador

ERP Ejército Revolucionario del Pueblo

FALANGE Fuerzas Armadas de Liberación Comunista- Guerra de Eliminación

FAPU Frente de Acción Popular Unificada

FDR Frente Democrático Revolucionario

FECCAS Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños

FISDL Fondo de Inversión Social para el Desarrollo Local

FMLN Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional

FPL Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí

IAP Investigación Acción Participativa

ICOM Consejo Internacional de Museos

IDHUCA Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas

INDES Instituto Nacional de los Deportes

ISTU Instituto Salvadoreño de Turismo

JRG Junta Revolucionaria de Gobierno

XII

LASA Latin American Studies Association

MARTE Museo de Arte de El Salvador

MINED Ministerio de Educación

MUNA Museo Nacional de Antropología David J. Guzmán

MUPI Museo de la Palabra y la Imagen

ONUSAL Misión de Observadores de las Naciones Unidas en El Salvador

ORDEN Organización Democrática Nacionalista

PCN Partido de Conciliación Nacional

PCS Partido Comunista Salvadoreño

PDC Partido Demócrata Cristiano

PNC Policía Nacional Civil

PPL Poder Popular Local

PRO-BÚSQUEDA Asociación Pro-Búsqueda de Niñas y Niños Desaparecidos

PRTC Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos

RN Resistencia Nacional

SECULTURA Secretaría de Cultura

SILEM Sistema Local de Educación del Municipio de Meanguera

UCA Universidad Centroamericana José Simeón Cañas

UES Universidad de El Salvador (conocida también por Universidad Nacional)

XIII

UNESCO Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura

UTC Unión de Trabajadores del Campo.

XIV

GLOSARIO DE SALVADOREÑISMOS

Atol/Atole Bebida a base de maíz.

Andar Vivir en el monte o zona rural de forma errante. monteando

Balacera Tiroteo.

Bulla Bullicio, ruido.

Cabal Exactamente.

Cantón Es la penúltima división político-territorial más pequeña en la escala de entidades territoriales subnacionales.

Caserío Es la división político-territorial más pequeña en la escala de entidades territoriales subnacionales. Suelen estar conformados por terrenos y viviendas pertenecientes a grupos familiares emparentados, por lo que es común que los caseríos tengan como nombre el apellido de dichas familias.

Cebadera Morral de cuerdas de henequén.

Cobija Frazada, manta.

Colcha Sinónimo de cobija.

Enflorar Poner flores en la tumba para honrar la memoria de los fallecidos, especialmente asociado con el 2 de noviembre, Día de los Difuntos. Entonces se acostumbra limpiar las placas y jardines de las tumbas de los familiares y llevarles flores para embellecerlas. En algunos casos las personas rezan rosarios, llevan serenata y hasta comida para pasar el día con sus seres queridos.

Desembarco Intervención del ejército que incluía la incursión de militares

XV

militar por vía aérea -especialmente con helicópteros- a menudo en zonas montañosas, con el fin de tener acceso a las comunidades y no dar tiempo de huida. Término usado por los informantes.

Entatuzarse Acción de esconderse en un “tatú” o hueco en la tierra, utilizado como refugio anti-aéreo durante los combates. Algunos de estos "tatús" fueron construidos con el apoyo de la guerrilla para proteger a la población civil durante operativos militares.

Guinda Huida de los habitantes de sus lugares de residencia para salvar sus vidas de los ataques de la Fuerza Armada. El propósito de muchos operativos del ejército era aplicar la técnica de ‘tierra arrasada’, la cual incluía no dejar testigos o población que pudiera colaborar con la guerrilla, casas, cultivos y animales de crianza.

Guindado/a Adjetivo derivado del verbo guindar, estar colgado de algo o alguien.

Guindar Sinónimo de colgar algo o estar colgando de algo.

Guindear/ Forma verbal del sustantivo “guinda”; acción de huir en guindiar grupo a toda velocidad por los campos para sobrevivir a los ataques militares.

Guindeando/ Gerundio de guindear/guindiar. guindiando

Maestro(a) Personas que asumieron la alfabetización en los popular campamentos de refugiados y las zonas bajo control militar de la guerrilla, aplicando algunos postulados de Paulo Freire sobre la pedagogía crítica para justificar la formación política, ideológica y creación de conciencia.

XVI

Matate Bolso elaborado de fibra de henequén.

Montarrascal Sinónimo de matorral, monte, campo inculto lleno de matas y malezas intrincadas y espesas.

Operativo Actividad de despliegue militar bélico.

Orejas Informantes paramilitares o civiles encargados de brindar información sobre las personas con presunción de vínculos con la guerrilla.

Organizada/o Persona que se ha involucrado en las estructuras populares de resistencia

Organizarse Involucrarse con las estructuras populares de resistencia.

Tanates Bultos o cargas.

Tatú Resguardo bajo tierra contra ataques aéreos.

Tortilla Elaboración alimenticia a basada en masa de maíz, con forma circular y aplanada. Es un alimento esencial de la cocina salvadoreña y cumple la función del pan en otras culturas.

Tuzas Cáscaras secas de la mazorca del maíz.

XVII

A Camilo Al colectivo del Museo de la Palabra y la Imagen A todos los emprendedores de la memoria A las víctimas recordadas en los "lugares de memoria"

XVIII

AGRADECIMIENTOS

En la primera etapa de redacción de la tesis, tome una semana de permiso laborar para avanzar en la redacción de la tesis. Me fui a un lugar alejado de la capital. Estoy en una casa en las montañas que bordean el Lago de Coatepeque, espacio pensado como lugar de retiro y meditación. El último día de mi estancia, decidí escribir "los agradecimientos" desde una sala de meditación. En medio del salón, unas piedras apiladas me recuerdan volver a mi centro, para poder encontrar la paz. El piso está hecho de madera, como un pequeño escenario hueco, donde la voz se vuelve eco. Desde ese espacio leo las palabras de agradecimiento que al pronunciarlas en voz alta resuenan y se diluyen:

Agradezco a Camilo, mi hijo, por comprender a su madre en sus deseos de alcanzar logros académicos, por disculpar mis ausencias. Y por ser mi más grande orgullo.

A mi madre; y a mi padre de corazón Federico Lowy, por comprender mis despistes y apoyarme en todos mis emprendimientos.

A Santiago (Carlos Henríquez Consalvi) por permitirme ser parte de un proyecto que marcó mi vida: El Museo de la Palabra y la Imagen. Por brindarme su apoyo incondicional. Por leer detenidamente cada uno de los capítulos de esta tesis y dar sus aportes.

A Marta Casaús, mi tutora, guía y ejemplo, por empeñarse tercamente en decirme: “sí, puedes salir a tiempo de entregar la tesis". Por confiar siempre en mí, y haber creado esta red intelectual de Maestría en Estudios Latinoamericanos (MEEL).

A Fernando Fajardo por brindarme un lugar para mi retiro intelectual, y animarme a seguir siempre confiando en mí. Además, por leer la tesis, y tener la paciencia de corregir y ordenar las citas bibliográficas.

A las hadas del bosque encantado, hechiceras "intelectuales" del alma, mujeres de fuego y de hielo: Patricia Morales, Ellen Moodie, y Elizabeth Vásquez. Por hacerme "el ritualito de la confianza en mí".

XIX

A Ellen Moodie y Lena con quienes compartí casa mientras escribíamos, "cada una con su tema" de investigación.

A Laura Mena Quintanar y Raúl Valencia, por estar pendientes de mí y por meterse de lleno a la labor de hormiga que significa el ordenamiento de una tesis. Sin duda, eso es amistad incondicional.

A Carmen Molina Tamacas, quien desde Brooklyn corregía mi redacción. Gracias amiga.

A los colegas del Museo de la Palabra y la Imagen por dejarme un espacio en ese "mi-nuestro lugar".

A Ninel Pleitez, mi asistente de investigación, por transcribir las entrevistas, acompañar a algunas visitas de campo y realizar investigación de archivo.

Agradezco a Ingrid Olivo por ser un ejemplo cercano de "Sí se puede", a pesar de todas las vicisitudes por las que ella pasó con su tesis doctoral. Ahora ella es un espejo en quien reflejarme. Gracias por tus acertados consejos y minuciosas correcciones.

A mi gran amiga Marisa Ruiz y su apoyo incondicional desde Madrid.

A Rosa Rivera, Santos Rivera, Jaime Rivera, Chiyo Vásquez, Gloria Guzmán, Raúl Rodas, Irma Díaz, Marvin Hernández, Isabel Hernández, Jesús Izquierdo, Josefa Viegas y Carlos Lara por compartir sus emprendimientos de memoria.

Reconozco en mí misma la fuerza de voluntad y la capacidad de confiar; porque a pesar de que tuve complicaciones laborales y de salud, además de afectaciones directas por la violencia actual del país, logré concentrarme para escribir y finalizar mi tesis.

Esto fue posible "With a little help from my friends".

Gracias, gracias, gracias (efecto de eco de la sala de meditación).

San Salvador, Octubre de 2015. XX

PREFACIO

La motivación de escribir sobre lugares de memoria e identificarlos en el mapa de la actual producción cultural salvadoreña surge de mi implicación como emprendedora de la memoria, al contribuir a gestar un proyecto cultural en el período de transición y reconciliación, tras la firma de los acuerdos de paz que pusieron fin a una cruenta guerra (1980-1992).

Para mí, ese período de transición significó un reencuentro con mi país. Pude finalmente transitar, más allá de los pocos municipios que conocí en mi niñez, hacia aquellos que estuvieron vedados por ser zonas bajo control militar - como en Chalatenango y Morazán-. Asimismo, significó poder hablar de lo innombrable, aquello que, en tiempos de clandestinidad, significó una forma de sobrevivencia. Quizá parte de mi fascinación sea que mi adolescencia coincide con esa época de transición, donde el país se abría totalmente, despojándome de los límites perversos impuestos durante el período de la guerra -toque de queda, cese de garantías civiles, requisas militares, desapariciones, torturas, bombardeos, ofensivas militares, zonas bajo control militar- marcando un punto de inflexión que me motivaba a la acción. Se abrían nuevos escenarios de reconocimientos de otros actores y espacios en mi país y quise ser parte de ellos.

Palabras como refugiados, repoblados, incorporación, desmovilizados, desarme, acuerdos, reconciliación, sonaban en anuncios y pláticas cotidianas de entonces. Algunos de nosotros que entrabamos en la juventud parecíamos no encontrar un hilo conductor entre nuestro país de la niñez y el de inicio de la juventud; sin duda era un corte demasiado drástico en el rumbo histórico de país, donde no se nos tendieron los puentes necesarios para comprender el continuum, seguramente debido a la celeridad con la que el Estado emprendió la tarea de pasar página al capítulo perdido de la historia nacional.

El emprendimiento de memoria en el que me impliqué como parte del equipo fundador del Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI), significó reconocer que la memoria puede seguir rumbos impredecibles cuando se fundamenta en la participación ciudadana. El MUPI es un lugar de memoria, que ha resignificado el pasado, no sólo de la historia política, sino también de la historia cultural del país, XXI

esa que enmaraña el tejido de nuestras identidades. Ese espacio fue también la plataforma para conocer a otros actores y a otras realidades desde las que se han creado y significado otros lugares de memoria. Me refiero específicamente a los casos que surgen en las comunidades repobladas de El Salvador y al proceso de creación del Monumento a la Memoria y la Verdad, ambos proyectos basados en la voluntad de justicia y memoria. Dichos emprendimientos surgen ante la débil respuesta del Estado para afrontar las deudas del pasado, que optó por el olvido al decretar la Ley de Amnistía en 1993, que dejó inoperantes las acciones de justicia y reparación moral de las víctimas. Es mi intención seguir contribuyendo a la gestión de la memoria, y, por ende, a la construcción de una ciudadanía incluyente y justa, si en su día fue con mi implicación en la fundación del MUPI esta vez lo haré mediante mi investigación de tesis doctoral.

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INTRODUCCIÓN

La introducción aborda en orden sucesivo las siguientes partes: el resumen de la tesis, una cronología de los principales hitos históricos del período de posguerra; una síntesis de la producción de escritos, documentales y estudios de la memoria en El Salvador; las coordenadas de orientación -que incluyen hipótesis, preguntas guía, norte teórico, sur metodológico y síntesis capitular- y los principales hallazgos.

Resumen

Mi tesis es la primera investigación antropológica con enfoque longitudinal1 y multi-metódico que -basada en tres modelos de emprendimientos de memoria- analiza cómo los actores sociales han promovido prácticas que trazan nuevos mapas de producción cultural de la posguerra salvadoreña (1992-20152) y que generan lugares de memoria subalternos frente al olvido promovido por el Estado. Esta nueva cartografía cultural es vital pues reescribe la historia del país.

La cronología de los principales hitos históricos de mi período de estudio evidencia la tácita y persistente política de memoria oficial salvadoreña, basada en el olvido y materializada en la Ley de Amnistía (1993), que deja impunes los crímenes contra civiles no obstante las demandas de justicia de las comunidades y personas afectadas. Los emprendedores de la memoria respondieron luchando por el reconocimiento social y la legitimidad política de sus narrativas del pasado, las cuales se encarnan en lugares de memoria y contribuyen a crear nuevas utopías de ciudadanía.

La producción intelectual sobre memorias individuales y colectivas de la

1 “Estudio de largo plazo de una comunidad, región sociedad o cultura, generalmente basado en visitas repetidas o bien a base de la experiencia del investigador” (KOTTAK, 2000:14). 2 “Posguerra o posconflicto es el período de tiempo que sigue a la superación total o parcial de un conflicto armado. Se puede definir en base a un atributo: la reducción del número de homicidios relacionados con el conflicto respecto a un umbral determinado. Yo utilizo una definición con frontera de cierre flexible, pues implica fortalecimiento de la paz para no recaer en el conflicto. Es decir, abarca un mayor número de atributos que se desarrollan en tiempos diferentes o siguen pendientes, tales como la reconciliación, la atención a población vulnerable, la construcción de memoria y verdad, la justicia transicional y la reparación, la prevención de la violencia y el crimen, la reforma de las Fuerzas Armadas y de Policía, la reconstrucción y el desarrollo económico, la estabilización política y la participación del sector privado, la sociedad civil y la comunidad internacional en todos ellos” (UGARRIZA, 2013:147). 1

guerra civil es abundante aunque irregular, se expandió en la posguerra, y falta reunirla, difundirla y estudiarla sistemáticamente. La producción de literatura testimonial biográfica, novela histórica, ficción, y recopilaciones de historias orales se incorpora al plano del ciudadano que quiere brindar su versión, "sus memorias". Además encontramos una creciente producción de documentales, donde cineastas relatan principalmente las experiencias de población civil. Y finalmente existen en menor cantidad investigaciones académicas que ubican desde las ciencias sociales el surgimiento de estudios de la memoria, mediante distintas disciplinas, enfoques, métodos, fuentes y casos. Esos tres tipos de contribuciones exponen factores clave como la polarización política, el clima de represión y terror, la escala de la violencia, la impunidad y la transición política. Pero hay un vacío analítico de cómo los actores sociales gestionan la memoria, principalmente falta un estudio que evidencie sus prácticas culturales que dan significado a los lugares de memoria, acompañadas de conmemoraciones, rituales y generación de museos desde donde proponen formas subalternas de historia ante el olvido oficial.

Haciendo alegoría al lenguaje cartográfico, incluyo en las coordenadas de orientación mi hipótesis, preguntas guía, norte teórico, sur metodológico y síntesis capitular.

Mi norte teórico parte de que los trabajos de memoria se desarrollan en un espacio de luchas, desde donde actores sociales -denominados emprendedores de la memoria- realizan acciones transformadoras sobre espacios y territorios específicos; es decir, se vinculan a procesos simbólicos de territorialidad que transforman espacios en lugares de memoria. Introduzco también el concepto de comunidades memoria para hablar de colectivos que ejercen prácticas públicas para transmitir la memoria de sucesos fuertes de violencia política, que comparten la pérdida o sobrevivencia, y que a partir de acciones conmemorativas a esos sucesos producen una serie de prácticas que moldean nuevas cartografías culturales.

Mi sur metodológico integra el método etnográfico, estudios de caso, entrevistas, grupos focales para cartografía participativa, antropología visual y

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revisión documental. Esta combinación es una de las fortalezas de mi trabajo, pues permite la extracción de datos de diversa proveniencia, y su corroboración mediante triangulación y complementariedad. Otra fortaleza es la implementación de la cartografía participativa para confrontar formas de representación, desde una perspectiva de las comunidades memoria.

La síntesis capitular condensa por partes lo anteriormente mencionado y cómo analizo por separado tres modelos de emprendimiento de memoria que comparten la relación entre "lugar-territorio-prácticas culturales y narrativas" como formas subalternas de ejercicio de gestión de memoria. Difieren las tres en el tipo de emprendimientos, alcances territoriales y vínculo con el sentido de territorialidad; pero conforman una comunidad de memoria. Los modelos son: a) Lugares de memoria de comunidades repobladas, con sus conmemoraciones, museos de sitio, memoriales y otras prácticas de justicia restaurativa; b) El Monumento a la Memoria y la Verdad, promovido por el movimiento ciudadano de derechos humanos para posicionar en el centro del país un lugar que recuerde a la población civil desaparecida y masacrada; c) El Museo de la Palabra y la Imagen, iniciativa de implicación ciudadana bajo una modalidad de "museo sin paredes" e itinerante, que aborda la historia social y cultural del país.

Mis principales hallazgos presentan cómo en la crítica etapa de posguerra, el olvido y la impunidad apoyadas por el Estado detonan potentes iniciativas ciudadanas que surgen como memorias alternativas al olvido. Estas provienen de civiles afectados que reconfiguran su identidad basándose en traumas reelaborados, algo que caracteriza a los emprendedores de memoria y lugares de memoria estudiados, y cómo las prácticas culturales configuran una nueva cartografía cultural de posguerra. La investigación es relevante porque demuestra que la gestión de memoria en El Salvador, desde la ciudadanía, es un ejemplo paradigmático para América Latina y España al desnaturalizar postulados que invitaban al olvido, y a la continuidad de la injusticia, la represión y la brutalidad que detonaron la guerra civil.

Cronología de los principales hitos históricos del período de posguerra

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En esta parte sintetizo en orden cronológico los principales hitos históricos de mi período de estudio3. Con ello explico el contexto implícito y constante de negación estatal y de algunos sectores poderosos de la sociedad, que motiva a que los emprendedores de la memoria defiendan el reconocimiento social y la legitimidad política de sus narrativas del pasado, generando lugares de memoria y utopías ciudadanas.

Tras la convulsa década de los años 70s y doce años de cruenta guerra civil, firmaron los Acuerdos de Paz (1992) representantes de partido de derecha en el gobierdo desde 1989, Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), y de la organización político-militar de izquierda Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que pasó a ser un partido político. La posguerra desata en El Salvador un período de profundos cambios sociales y culturales, no sin contradicciones y obstáculos. Se abrió un inusitado escenario donde aparecieron nuevos actores sociales, quienes configuraron discursos y acciones en aras de fortalecer la construcción de un Estado democrático.

En 1994 se dan las primeras elecciones presidenciales de posguerra y, ante una historia de fraudes electorales, la Misión de Observadores de las Naciones Unidas para El Salvador (ONUSAL) verificó las elecciones. ARENA ganó y volvería a hacerlo dos veces más, es decir gobernó cuatro períodos hasta el 2009. Sostengo que, desde la primera administración de ARENA, el olvido fue la política de memoria tácita adoptada por el Estado salvadoreño4; con menos énfasis durante las administraciones del FMLN como explicaré posteriormente.

Fundamental para legitimar el olvido fue la Ley de Amnistía General para la Consolidación de la Paz, conocida como la Ley de Amnistía. Esta ley fue aprobada el 20 de marzo de 1993, es decir, cinco días después de la presentación del revelador Informe de la Comisión de la Verdad, "De la Locura a la Esperanza" (1993), que basándose en testimonios e información documental

3 Abordados con mayor profundidad en el Capítulo II. Del Terror al Olvido: Una Mirada a la Historia Contemporánea de El Salvador (1960-2015). 4 Existen dos tímidas iniciativas de revisión a la historia oficial que emprendió el gobierno de ARENA, mediante el Ministerio de Educación, en la reforma educativa de 1993. Una es la incorporación en la currícula estudiantil de temas de historia contemporánea con breves referencias a la insurrección de 1932, el voto de las mujeres, y el conflicto Armado en El Salvador. La otra es la publicación de dos tomos de Historia Nacional (MINISTERIO DE EDUCACION, 1993). 4

esclarecía los casos más emblemáticos de violaciones a los derechos humanos perpetrados durante el conflicto armado. El informe también incluyó acciones a emprender para promover la justicia. Pero fue criticado y deslegitimado por las fuerzas políticas de la época; hubo pocos esfuerzos de difusión y ninguno de reparación económica y moral a las víctimas. Representantes del Estado reiteraban que la reivindicación de causas sociales debía dejarse atrás para alcanzar el progreso y la armonía. Es decir, El Salvador pasó del conflicto a la paz negociada, sin dimensionar colectivamente la brutal violencia de la guerra ni plantearse la justicia social. Ante esta coyuntura, surge una novedosa gestión de la memoria como una forma de resistencia por parte de variados actores sociales que mi tesis examina en capítulos específicos: las comunidades repobladas, la sociedad civil organizada en torno a derechos humanos, y el Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI).

A medida que la izquierda fue asegurando victorias electorales locales y nacionales, el panorama ha ido cambiando, con avances y estancamientos. Los primeros triunfos fueron a nivel local y hubo diversas formas de articulación con la población en torno a la memoria. El caso más eminente fue cuando la izquierda gobernó la Alcaldía Municipal de San Salvador (1997-2009) y se convirtió en un actor clave con que negociaron organizaciones de la sociedad civil para la construcción del Monumento a la Memoria y la Verdad. Cuando el FMLN llegó al gobierno central, en el 2009, generó decepción entre quienes esperaban acciones más contundentes en políticas públicas de memoria, pues como Estado ignoró la petición de derogación de la Ley de Amnistía. Sin embargo, realizó algunos valiosos gestos públicos sobre las deudas de derechos humanos. En el 2014 inició el segundo período de gobierno del FMLN, que esencialmente ha continuado los previos lineamientos en cuanto a memoria histórica, sobre todo dando seguimiento a decretos, procesos y programas.

Como la Ley de Amnistía sigue siendo un potente obstáculo a nivel nacional, diversas organizaciones sociales y de derechos humanos han llevado casos emblemáticos a la justicia internacional, con diferentes niveles de éxito. Por ejemplo, en el 2000 la CIDH responsabilizó al Estado por la desaparición forzada de las dos hermanitas Serrano durante una masacre (1982), pero muchos de los 5

mandatos de penalización y compensación sólo han sido asumidos por la sociedad civil. En el 2014, la Audiencia Nacional española dictaminó que los tribunales de España pueden investigar por terrorismo y lesa humanidad el asesinato en El Salvador de los cinco jesuitas españoles de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) (1989). En el 2011, la CIDH condenó al Estado por la muerte de más de mil civiles desarmados en la Masacre del Mozote (1980), estableciendo una serie de mandatos aún en proceso de implementación.

En paralelo, instituciones que han abanderado los derechos humanos han sido objeto de cierre y sabotajes. En el 2013, sorpresivamente la iglesia católica anunció el cierre de las oficinas de Tutela Legal, que desde antes de la guerra había hecho el mayor contrapeso al estado en cuanto a las violaciones de los derechos humanos, sobre las razones del cierre alegaron que la guerra civil concluyó y los archivos ya no son necesarios. Un mes más tarde, de las oficinas de Pro-Búsqueda5 fueron robados archivos sobre niños desaparecidos. En el 2015, del Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Washington (UWCHR) fueron desaparecidos archivos que vinculaban a asesores estadounidenses con militares salvadoreños implicados en violaciones a derechos humanos, cuando recién arrancaba un proceso legal contra la CIA sobre el tema.

En conclusión, la posguerra constituye un período de fricción entre conservadurismo, apertura y deshielo, que permite un nuevo escenario de gestión cultural cargado de planos y niveles de análisis múltiples, con interacciones complejas. Nuevos marcos sociales produjeron una serie de acciones relativas al qué, cómo y por qué recordar. Esto abrió un entramado de formas para hacerlo y la gran mayoría de ellas han sido implementadas desde la sociedad civil, no obstante lo complejo y arriesgado que sigue siendo la recuperación y difusión de la memoria histórica.

La producción sobre la memoria en El Salvador

5 Asociación Pro-Búsqueda de Niñas y Niños Desaparecidos, creada por el sacerdote jesuita de la UCA Jon de Cortina. 6

El génesis, desarrollo y superación del conflicto armado dejaron una fuerte impronta en escritos, documentales y estudios sobre la memoria, que discuto con más profundidad en el Capítulo I. Piezas para un Estado de la Cuestión. En síntesis, ha sido una producción irregular, mayoritariamente clandestina antes y durante la guerra, y durante la postguerra tuvo una fase de eclosión. Además, no ha sido sistemáticamente reunida, difundida y analizada, lo que dificulta presentar un panorama completo. Yo lo estructuro en tres grandes campos: 1) La literatura testimonial biográfica, novela histórica y de ficción, y relatos de memoria colectiva; 2) La producción audiovisual: y 3) la producción académica desde estudios de ciencias sociales principalmente desde historia y antropología.

1) La literatura testimonial formulada como relato en primera persona ha sido una forma de trasmisión de las experiencias de guerra. Resalta una producción de dirigentes y altos mandos del FMLN, con una línea de heroísmo e ideal revolucionario. Ejemplos son Las cárceles clandestinas (MARTINEZ, 1992); Nunca estuve sola de (DIAZ, 1988); o La terquedad del Izote: La historia de Radio Venceremos (HENRIQUEZ CONSALVI, 1992); que sirvieron para la construcción de ideario revolucionario de posguerra. Años más tarde, milicianos y mandos medios publicaron vivencias desde su condición de campesinos incorporados a una gesta revolucionaria, la cual consideraban justa ante la represión, un ejemplo es el libro Siete Gorriones (VÁSQUEZ & ESCALÓN, 2011). Mientras tanto, la derecha construyó un relato biográfico de heroísmo anticomunista de su líder fundador Roberto D'Aubuisson con el libro Héroe bajo sospecha (GALEAS, 2013).

Por otra parte, se ha producido literatura como novela histórica y de ficción que nos muestra las vivencias cotidianas, desapariciones, asesinatos selectivos, fuerzas militares y la toma de las armas. Resaltan las novelas No me agarran viva (ALEGRÍA & FLAKOL, 1983), La última guinda (QUEZADA, 1984), y La Historia del traidor de Nunca Jamás (MENJÍVAR OCHOA, 1985). Entre la producción de posguerra destaca El asco (CASTELLANOS MOYA, 1997); Camino de hormigas (HUEZO MIXCO, 2014); y Noviembre (GALAN, 2015) novela histórica sobre la masacre de los jesuitas en 1989. Esta producción ha permitido abrir el análisis desde los estudios de literatura en congresos internacionales y tesis doctorales. 7

Resalta la reciente publicación sobre la literatura de posguerra (Per)versiones de la modernidad: Literaturas, identidades y desplazamientos (CORTEZ, ORTIZ WALNER, & QUESADA RÍOS, 2012).

Ocupa un lugar importante la producción bibliográfica basada en testimonios para reconstruir la historia comunitaria. Resaltan las publicaciones como Suchitoto, tierra memorial de lucha y esperanza (FUNDABRIL, 2013), El Salvador, la tierra prometida (CAGAN & CAGAN, 1993); El ruido de la milpa: Lucha y organización en Chiapas, El Salvador, Guatemala y Nicaragua (SIERRA, 2015) y CCR Organización y Lucha Popular en Chalatenango (SALAZAR & CRUZ, 2012). La mayoría se refieren a comunidades que vivieron el éxodo, refugio y repoblación, como El Bajo Lempa, Suchitoto, Chalatenango y Morazán. Estos relatos son reconocidos y legitimados por los pobladores como sus libros de historia, o en palabras de algunos de ellos "nuestra memoria histórica".

2) Recientemente la historia oral tomó la forma de "memoria en movimiento" con la producción de documentales que relatan las experiencias de la población civil principalmente. Estos documentales son producidos por una generación de jóvenes cineastas formados fuera del país, e incluyen Las Masacres del Mozote (ZAMORA, 2011) y Las Aradas: Masacres en seis actos (ZAMORA, 2014) y El lugar mas pequeño (HUEZO, 2011). El documental La Palabra en el Bosque (HENRÍQUEZ & GOULD, 2013) producido por el MUPI, describe las formas organizativas de las comunidades eclesiales de base a finales de los años 70’s. La trilogía Los Archivos Perdidos del Conflicto Armado (MUYSHONDT, 2014), que salió a la luz en período electoral, es un primer esfuerzo de la derecha de sistematizar su versión, entrevistando a diversos actores civiles, militares y políticos; y usando materiales de archivo para reconstruir momentos clave que llevaron a la guerra.

3) Desde las ciencias sociales, uno de los trabajos inaugurales en torno a la memoria fue el libro La tierra prometida de Jenny Pearce (1986). Esta socióloga británica cruzó la línea de fuego para recoger la historia oral de personas que vivían en zonas bajo control militar, en Chalatenango. Recientemente, Pearce volvió al terreno buscando a las personas entrevistadas y

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fotografiadas para utilizar la fotografía como dispositivo de memoria, y produjo un documental que relata la experiencia del Museo Comunitario de Memoria de Arcatao, "Museo de la Memoria Sobreviviente".

El antropólogo norteamericano Leigh Binford publicó el libro Vidas y memorias del Mozote (Binford, 1997), un estudio etnográfico sobre el norte de Morazán que aborda la masacre, repoblación y búsqueda de justicia. La tesis doctoral Revolution and accommodation. Post-insurgency in El Salvador (SPRENKLS, 2014), del antropólogo holandés Ralph Sprenkels, analiza las etapas del movimiento insurgente salvadoreño y la configuración del término post-insurgente. El mismo autor escribió tres ensayos relevantes, el primero sobre el papel de las organizaciones de derechos humanos (SPRENKELS, 2005); el segundo sobre la memoria militante y la memoria política, basado en la disputa de la memoria de dos líderes de izquierda y derecha, Schafik Handal y Roberto D'Aubuisson respectivamente (SPRENKELS, 2011); y el tercero sobre el papel de la Comisión de la Verdad y la débil legitimidad del informe obtenida de la clase política como una estrategia para generar diversas versiones del conflicto armado (SPRENKELS, 2012).

El antropólogo salvadoreño Carlos Benjamín Lara Martínez ha estudiado la memoria y las dinámicas culturales en Chalatenango (LARA MARTÍNEZ, 2003). Él utiliza un método de investigación etnográfico, con prolongadas estancias en dos comunidades semi- campesinas: San Antonio de los Ranchos y Guarjila, sobre las que realiza el análisis de discurso sobre sus memorias. Otro trabajo importante es la tesis de grado de antropología de Gilberto Berríos sobre El papel de la memoria histórica en la construcción identitaria de las comunidades del Bajo Lempa (Nueva Esperanza y Ciudad Romero. (BERRIOS, 2008). Esta tesis ubica las etapas de huida y refugio de esas comunidades, así como las prácticas culturales producto de la experiencia del exilio.

La antropóloga estadounidense Robin Maria de Lugan, en su libro Remaining national belongings, post-civil War of El Salvador in a global context (De Lugan, 2012), dedica un capítulo al análisis de los museos y su rol en la construcción de identidad y la relación con el Estado-Nación. Además realizó un

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ensayo sobre el trabajo del MUPI y la inclusión de voces subalternas, en un artículo titulado Museos, Memoria Social y la Nación Justa (DE LUGAN, 2011). La tesis de grado en antropologa de la salvadoreña Carmen Molina Tamacas titulada La función cultural de los museos de San Salvador (MOLINA TAMACAS, 2008), expone la etapa de posguerra como un período de eclosión de iniciativas de museos privados ante la ausencia de museo nacional, y cómo estos han funcionado como espacios culturales alternativos desde su condición de museos privados, generando exposiciones para nuevos públicos en la capital salvadoreña principalmente.

Este último apartado, relativo a los estudios de memoria desde las ciencias sociales (historia y antropología) será ampliado en el capítulo I Memoria y lugares, piezas para un estado de la cuestión. Se incluye la producción académica de España en términos de metodología y enfoques teóricos.

En conclusión, hay contribuciones multidisciplinarias sobre la reconstrucción de la memoria histórica, que presentan distintos enfoques, métodos, fuentes y casos. Estas contribuciones exponen factores clave como la polarización política, el clima de represión y terror, la escala de la violencia, la impunidad, la transición política, los actores y territorios implicados. Pero hay un vacío analítico de cómo los actores sociales responden ante el silencio y el olvido, generando prácticas culturales que configuran nuevos mapas culturales. Mi tesis se propone llenar dicho vacío.

Coordenadas de orientación

Para la delimitación de mi objeto de estudio, y la configuración y desarrollo de mi hipótesis partí de las siguientes preguntas: ¿Cuál fue el rol del Estado sobre la creación de políticas de memoria tras el conflicto armado?, ¿Qué papel juega la sociedad civil en los trabajos de memoria en el período de posguerra?, ¿Qué papel juega el vínculo con el territorio en la creación de lugares de memoria? y ¿Se puede hablar de un nuevo mapa de prácticas culturales vinculadas a la gestión de memoria en El Salvador?

En otras palabras, mi hipótesis es que en El Salvador de posguerra, las iniciativas ciudadanas generan prácticas culturales de gestión de memoria ante la 10

ausencia del Estado.

Haciendo referencia al título de mi tesis sobre "cartografía de la memoria", quiero en primer lugar -como lo haría cualquier geógrafo- con la ayuda de una brújula orientadora, trazar las rutas en ese mapa; es decir, brindar las coordenadas que permitan ubicar al lector en mi travesía por la escritura etnográfica. El "norte teórico"6 es mi argumentación teórico conceptual que vertebra la tesis; en el "sur metodológico" delimito mi objeto de estudio y explico la metodología y herramientas utilizadas. Finalizo con la síntesis capitular.

Norte teórico a) Memoria como espacio de luchas (poder y resistencia)

Parto del aporte de Elizabeth Jelin, de su libro Los Trabajos de la Memoria (2002), que considera el campo de la memoria como "un espacio de luchas por las representaciones del pasado, centradas en el poder, la legitimidad y el reconocimiento de los sentidos del pasado" (JELIN, 2002:6). Según Gramsci:

Las relaciones de fuerza en continuo desequilibrio y tensión que transforman el espacio social en un abigarrado entramado de relaciones con sus dos polos: el ejercicio del poder, por un lado y, por el otro, las más diversas formas de resistencia, que es la otra cara de su ejercicio (GRAMSCI en SZURMUK & MCKEE, 2009:125). El tema clave de la noción de poder, es aquella que lo vincula con la acción política, esta es la resistencia. Es noción controvertida que significa movilización y acto contestatario al poder por parte de los sujetos sociales

La resistencia toma la forma de intervención en lo social por parte de los sujetos: busca romper con las normas existentes, con las certezas adquiridas. Establece por lo tanto, un juego con los tiempos: es un acto presente contra el presente y contra todas las formas eternizadas del pasado en función de un tiempo por venir. De esta manera, las relaciones de poder se forjan su propia historia, encuentran sus formas propias y singulares, nunca definitivas, siempre en movimiento y confrontación (SZURMUK & MCKEE, 2009: 126). b) La agencia de los emprendedores de la memoria

6 El primer capítulo de esta tesis desarrolla ampliamente un estado de la cuestión sobre la producción intelectual relativa al campo de memoria y las prácticas culturales 11

La gestión de la memoria implica un trabajo que pone a la persona y a la sociedad en un lugar activo y productivo, donde se vuelve agente de transformación y, en el proceso, se transforma a sí mismo y al mundo. “Está relacionado con el concepto de agencia, que no se refiere sólo a la voluntad y la racionalidad humana de un individuo, sino que se basa en el descentramiento del sujeto para decirnos que no estamos solos en la tarea de transformación” (EMA LÓPEZ, 2004:14).

La noción de agencia refiere a un proceso que genera conexiones, abre y cierra otros cursos de acción, otros "posibles-imposibles" en su acción de transformación. "La agencia en la gestión de la memoria implica pues, cómo los diversos actores generan estrategias para legitimar, oficializar o institucionalizar narrativas del pasado” (JELIN, 2002:41), entran acá las formas emergentes, innovadoras y creativas para echar andar una acción transformadora. Jelin retoma el término Moral Entrepreneur, de Howard Becker (1963), que son "agentes sociales que -muy a menudo sobre la base de sentimientos humanitarios- movilizan sus energías en función de una causa" (BECKER en JELIN, 2012:46). Basada en esa noción, Jelin propone el término emprendedores de memoria para designar a personas vinculadas a nuevas ideas y expresiones de creatividad sobre gestión de memoria.

En el campo que nos ocupa, el de las memorias de un pasado político reciente que implica traumas y fracturas, hay una lucha entre emprendedores de la memoria, que pretenden el reconocimiento social y de legitimidad política de una (su) versión o narrativa del pasado. Y que también se ocupan y preocupan por mantener visible y activa la atención social y política sobre su emprendimiento7. Se trata de estudiar los procesos y actores que intervienen en el trabajo de construcción y formalización de las memorias. Actores sociales diversos, con diferentes vinculaciones con la experiencia pasada -quienes la vivieron y quienes la heredaron, quienes la estudiaron y quienes la expresaron de diversas maneras- pugnan por afirmar la legitimidad de "su" verdad. Se trata de actores que luchan por el poder, que legitiman su posición en vínculos privilegiados con el pasado, afirmando su continuidad o su ruptura. En estos intentos, sin duda los agentes estatales tienen un papel y un peso

7 La gestación de una cuestión pública, como la gestión de la memoria, es un proceso que se desarrolla a lo largo del tiempo, y que requiere energías y perseverancia. Tiene que haber alguien que lo promueva, que empuje y dirige sus energías al fin deseado. Esta es parte de los "trabajos" del emprendedor de la memoria de los que habla Jelin (JELIN, 2002: 39). 12

central para establecer y elaborar la "historia/memoria oficial" (JELIN, 2002:39) c) Memoria oficial y marcos de memoria

¿Para qué sirven las memorias oficiales? "son intentos más o menos conscientes de definir y reforzar sentimientos de pertenencia, que apuntan a mantener la cohesión social y, definir fronteras simbólicas" (JELIN, 2002:39), cristalizando una sola visión del pasado. Proporcionan los puntos de referencia para encuadrar las memorias de grupos y sectores dentro de cada contexto nacional. "Una vez establecidas estas narrativas oficiales, ligadas históricamente al proceso de centralización política de la etapa de conformación de Estados nacionales, se expresan y cristalizan en los textos de historia que se transmiten en la educación formal. Al mismo tiempo, se constituyen en los blancos para intentos de reformas, revisionismos y relatos alternativos" (JELIN, 2002:41).

Estos momentos son los que Jelin denomina "deshielos" que son:

Las aperturas políticas, los deshielos, liberalizaciones y transiciones habilitan una esfera pública y en ella se pueden incorporar narrativas y relatos hasta entonces contenidos y censurados, también se pueden generar nuevos. Esta apertura implica un escenario de luchas por el sentido del pasado, con una pluralidad de actores y agentes, con demandas y reivindicaciones múltiples. El escenario político es de cambio institucional en el Estado (JELIN 2002:42). Maurice Halbwach (1952) llama "marcos sociales de la memoria" a esas temporalidades donde recordar es permitido.

Las aperturas políticas, por otra parte, no implican necesariamente una contraposición binaria, entre una historia oficial y una memoria dominante expresada por el Estado, y otra narrativa de la sociedad. Son momentos, por el contrario, donde se enfrentan múltiples actores sociales y políticos que van estructurando relatos del pasado y, en el proceso de hacerlo, expresan también sus proyectos y expectativas políticas hacia el futuro. En estas coyunturas, el Estado tampoco se presenta de manera unitaria. La transición implica un cambio con el Estado, un nuevo intento fundacional, con nuevas lecturas del pasado. Dentro del Estado mismo hay lecturas múltiples en pugna, que se articulan con la multiplicidad de sentidos del pasado presentes en el escenario social (JELIN, 2002:44). d) Memoria literal y memoria ejemplar

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Aunque en esos espacios de apertura pueden entrar varias memorias, desde la perspectiva de derechos humanos y un plano filosófico de "deber de memoria" como le llamaría Paul Ricoeur (2004) existen planos éticos de memoria. Fue Tvetzan Todorov (1998) quien introdujo los términos memoria literal y memoria ejemplar. La primera queda encerrada en sí misma.

Todo el trabajo de memoria se sitúa en la continuidad directa, servirá para identificar a todas las personas que tuvieron que ver con el sufrimiento inicial, para revelar en detalle lo acontecido, para entender causas y consecuencias del acontecimiento, pero no para guiar comportamientos futuros en otros campos de la vida, porque los recuerdos literales son inconmensurables a fin de someter el presente al pasado (TODOROV, 1998:39). La memoria ejemplar implica una doble tarea. Por un lado, superar el dolor causado por el recuerdo y lograr marginalizarlo para que no invada la vida; por el otro - y aquí salimos del ámbito personal y privado para pasar a la esfera pública - aprender de él, derivar del pasado las lecciones que puedan convertirse en principios de acción para el presente (TODOROV en JELIN, 2002:58). Igual de conflictivo es el terreno de quien tiene la palabra al recordar, de quién puede promover o reclamar qué, acerca de quién puede hablar y en nombre de quién8. Es importante definir esas alteridades y los mecanismos de entrada para ejercer los emprendimiento de memoria. Esto lleva a preguntar ¿Quién es el "nosotros" que cuenta con legitimidad para recordar? ¿Se refiere sólo a los que vivieron el acontecimiento, o pueden incluirse "otros" "nos", que permitan hablar desde un "nosotros" inclusivo? Esa apertura a la integración de alteridades para conformar el nosotros inclusivo se podrá ejercer si existe un relevo generacional, pues nos confrontará a nuevas narrativas de la memoria. "En el plano societal, es posible identificar algunos de esos "otros" dispuestos a escuchar en el suceder de las generaciones. Son las nuevas generaciones que interrogan, que preguntan, sin los sobre-entendidos que permean el sentido común de una generación o grupo social victimizado" (JELIN, 2002:86).

8 “El sufrimiento personal (especialmente cuando se vivió en "carne propia" o a partir de parentesco sanguíneo) puede llegar a convertirse para muchos en el determinante básico de legitimidad y de verdad. Paradójicamente, si la legitimidad social para expresar la memoria colectiva es socialmente asignada a aquellos que tuvieron una experiencia personal de sufrimiento corporal, esta autoridad simbólica puede fácilmente deslizarse (consciente o inconscientemente a un reclamo monopólico del sentido y contenido de la memoria y de la verdad. El nosotros es reconocido como excluyente e intransferible” (JELIN, 2002:86). 14

e) Comunidades de memoria

El fundamento discursivo y los marcos narrativos existentes en una cultura con subjetividades narrativas interconectadas, consolidan comunidades memoria con una cultura y un ethos comunitario. Las redes y prácticas de los emprendedores de la memoria y su incidencia en grupos o comunidades específicas permiten definir el término comunidades de memoria fundamentado en el concepto comunidades de práctica, referidas a "un conglomerado de personas que actúan juntas sobre un compromiso y esfuerzo mutuo" (ECKERT & MCCONNELL-GINET, 1992:621). Las "Comunidades Memoria", desde el aporte conceptual de Iwona Irwin-Zarecka (1994), en su libro Frames of remembrance: The dynamics of collective memory9 se refieren a la identificación entre los sobrevivientes a través de sus remembranzas de sucesos traumáticos. Nicolás del Valle (2014) resume a las comunidades de memoria como:

Grupos humanos que se constituyen por los recuerdos del pasado, reproduciéndolos públicamente a través de diversas prácticas sociales, políticas y culturales. Quienes participan en estas comunidades tienen algo en común: una falta, ausencia o pérdida de un ser cercano, un familiar, una vida. Estas comunidades se han caracterizado permanentemente por la lucha por la memoria, primero, para definir el sentido de lo sucedido, qué y cómo recordamos la violencia pasada y, en segundo lugar, para ser reconocidos como sujetos dignos de respeto y justicia (DEL VALLE, 2014:1) Jorge Arcilla (2014) incluye el aspecto ético e intergeneracional de las comunidades memoria al decir que es un lugar donde las responsabilidades éticas de la remembranza pueden elaborarse. Donde la práctica de la remembranza lleva implícita responsabilidades éticas relacionadas con el pasado que se está recordando y las condiciones existenciales de los que ejercen dicha práctica de memoria.

En primer lugar, no debemos olvidar la consideración de cómo y en qué términos las personas encuentran las historias y las imágenes del pasado en forma tal que cuestionen nuestro presente y nuestro futuro. En segundo

9 A community of memory is one created by that very memory. For people to feel a uses of bonding with others solely because of a shared experience, the experience itself would often be of extraordinary if no traumatic quality. Soldiers who came back from the trenches of World War I, veterans of the war in Vietnam, survivor of the atomic bomb, escapees from Pol Pot´s Cambodia, survivor of the Holocaust - all these groups remained a part in their visceral, often untraslatable memories of horror. The experience that shared could not be truly shared with others, at least not at the same level of understanding. And a sense of recognition, immediately apparent when survivors meet each other is too exceptional quality (IRWIN-ZARECHA, 1994). 15

lugar, debemos trabajar por el reconocimiento de las memorias de acontecimientos pasados, en forma tal que estas memorias puedan ser llevadas a espacios y tiempos diferentes, donde otros también puedan entrar en contacto con este pasado. En tercer lugar, especial atención debe prestarse a la forma en que una comunidad de memoria se vincula con el reconocimiento, remembranza y consecuencias prácticas de la memoria (ARCILLA, 2014:34) Hasta aquí hemos visto el completo escenario donde trabajan los emprendedores de memoria como actores de la agencia cultural. Ahora entraremos a una discusión no menos compleja, que tiene que ver con la acción de generar lugares de memoria por parte de los actores sociales. f) Lugares de memoria

Los lugares de memoria, dice Silvina Fabri, podrían entenderse como "los sitios que condensan significaciones en torno a una política nacional de la memoria" (FABRI, 2010:103). En ese sentido pongo en discusión el concepto de "lugares de memoria"10 acuñado inicialmente por el francés Pierre Nora (1984). Sobre todo en su aplicabilidad en otras latitudes fuera de Francia, y en otros planos, más locales que nacionales. Eugenia Allier Montaño (2008), discípula formada con Pierre Nora, discute esta pertinencia. Ella menciona que los lugares de memoria coadyuvan el estudio de los lazos entre memoria, olvido, identidad y la construcción imaginaria de la nación a través de las memorias nacionales.

En ese sentido, la posibilidad de exportación-importación depende de la comparación y la facilidad de una historia comparada en el ámbito de la memoria. Su aplicación en otras latitudes fue facilitada por la ola memorial que, desde los años 1970-1980, animaba el empeño y la empresa de la memoria por doquier. Animando a salvaguardar su patrimonio material o inmaterial (ALLIER MONTAÑO, 2008:89). En el marco de esta tesis me alejo de la pretensión de encuadre de memoria nacional, pues me ubico desde un plano de incidencia local, y desde acciones "desde abajo" dialogando o interpelando al Estado, desde las subalternidades.

10 Nora acuñaba, dentro del campo académico, dos conceptos con implicaciones espaciales importantes. De un lado, la idea de lugar de memoria, definida por Nora como «toda unidad significativa, de orden material o ideal, de la que la voluntad de los hombres o el trabajo del tiempo ha hecho un elemento simbólico del patrimonio de la memoria de una comunidad cualquiera» En segundo lugar, la noción de política de memoria, que indicaría la producción, desde las élites políticas e intelectuales, de un discurso sobre el pasado al servicio de objetivos del presente, así como la puesta en práctica de ese discurso en la sociedad a través de la conmemoración y de otras actuaciones de alcance público(incluidas las intervenciones de carácter espacial y paisajístico). 16

El otro punto que cuestiona Allier Montaño es el de concebir a los lugares de memoria como un taller que trabaja con restos o vestigio donde la memoria se pone a trabajar. Para el caso de América la autora refuta esa aseveración mencionando que los lugares de memoria son nacidos de la propia efervescencia de la memoria y no de su desaparición11. Y es efectivamente esa implicación en la acción cultural de memoria que fomenta los trabajos de memoria de los emprendedores sobre los lugares, volviéndolos activos y vivos.

En este momento debemos repensar la participación cultural, social y política de los agentes intervinientes en este nudo de lugar-memoria implica repreguntarse acerca del grado de participación vecinal y de la representación de los procesos de recuperación del lugar con relación a las prácticas cotidianas de los vecinos. Esta reapropiación del lugar establece un nuevo vínculo estrecho entre cómo es vivido cotidianamente el sitio y cómo es resignificado por los sujetos: estos lugares se convierten, por la acción política, en lugares patrimoniales de memoria pues invisten al recorte espacial con un nuevo sentido (BESSE, 2005:20). g) Lugar y territorialidad

En esta tesis abordaré el sentido de lugar de memoria, esas formas simbólicas de apropiación que hacen que un espacio se transforme en un lugar a través de prácticas culturales de conmemoración, ritualización y materialización en forma de museos o monumentos.

El lugar de memoria es delimitado y marcado, se hace visible a la mirada; en los hechos se definen procesos de lugarización que articulan las categorías de espacio urbano y memoria colectiva con un fin determinado (rememorar/ conmemorar/denunciar), el cual establece los vínculos nuevamente significados por los que atraviesan y son atravesados los sujetos en ese espacio construido, en ese lugar de memoria (FABRI, 2010:101). Como espacio público, el lugar de memoria articula prácticas cotidianas y resignifica los lugares en pos de una nueva diferenciación territorial que le imprime al sitio una nueva carga simbólica dada por la definición que los sujetos sociales han podido efectuar. Pensar en la territorialización de la memoria sería un intento de poner en discusión los conceptos de construcción socio-espacial, construcción de la memoria y su territorialización (Fabri, 2010:103)

11 Lo que sí debe quedarnos claro es que, tratándose de pasados recientes y sobre todo cuando ellos fueron violentos, los lugares de memoria pueden funcionar de distinta manera que aquellos referidos a pasados más lejanos. 17

En este punto, introduzco la categoría de territorio como un espacio ecológico y colectivo que está regido por la experiencia comunitaria. El territorio es la condición del modo de ser en el espacio. En este sentido, "es el espesor histórico; como matriz de lo social, como procedencia de potenciales trayectorias históricas, como cuerpo lleno donde se inscribe la memoria cultural" (PRADA, 1995:24). Vinculado al territorio se produce el proceso de territorialidad, que es:

Una forma de conocimiento basado en la vivencia social del territorio. Por lo tanto con territorialidad no se enuncia a una referencia geográfica exterior, sino a la experiencia colectiva del territorio. Ciertamente el territorio tiene que ver con el objeto y medio geográfico exterior, pero, la territorialidad conecta esta exterioridad a una interioridad (PRADA, 1995:4). E la vivencia social y la conciencia del territorio, no se trata de una simple referencia geográfica, sino de una experiencia básicamente colectiva, interiorizada en la conciencia de la comunidad (SZURMUK, MÓNICA & MCKEE, ROBERT [coord.] 2009: 82). La desterritorialización va seguida de la reterritorialización, que es el resultado de la resistencia a la pérdida de conciencia del territorio.

La desterritorialización que, en todos los casos, implica desprendimiento e incluso desarraigo, también conlleva una reformulación y una resignificación de especificidades subjetivas. Por lo tanto, es generadora de nuevas dinámicas de reterritorialización, a veces peligrosas y que aquejan de manera violenta a los más desfavorecidos, pero también, y a la vez, en muchas ocasiones, innovadoras y enriquecedoras en diversos ámbitos de la vida social (SZURMUK, MÓNICA & MCKEE, ROBERT, 2009:83). Sur metodológico

Me ubico desde mi identidad como salvadoreña que vivió la guerra en la infancia y juventud cual ciudadana civil, y en la posguerra se formó como antropóloga y emprendedora de memoria. Mi identidad y la complejidad de mi objeto de estudio me llevaron a combinar varias metodologías cualitativas y herramientas de investigación, que incluyen el método etnográfico, estudios de caso, cartografía participativa, grupos focales, entrevistas, antropología visual y revisión documental. Esta combinación es una de las fortalezas de mi trabajo pues me permitió interactuar con las personas y registrar por primera vez sus

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experiencias –muchas con las que trabajé no saben leer y escribir- Logré también establecer valiosos vínculos con mis informantes, principalmente mujeres, con quienes pude generar confianza en ellas mismas y en segundo plano conmigo. Extraer sensiblemente información traumática y en muchos casos mantenida confidencialmente como parte del duelo pendiente o por temor a la impunidad, me permitió profundizar en temas que no han sido investigados, para así corroborar datos mediante triangulación y complementariedad. Otro aporte innovador en aspectos metodológicos ha sido la implementación de cartografía participativa, que me ha permitido confrontar las formas de representación cartográfica desde una perspectiva de las comunidades memoria. En síntesis, mi tesis es un mapeo nacional de diversas prácticas de memoria, a partir de tres estudios de caso que cuentan con un profundo análisis, producto de la metodología implementada.

a) Método etnográfico

Como antropóloga adopto el legado del método etnográfico, que consiste en "observar las prácticas culturales de los grupos sociales participando de ellos a través del trabajo de campo y la descripción densa, para así poder contrastar lo que la gente dice y lo que hace" (KOTTAK, 2000:12). Me limité a sitios dentro de las fronteras nacionales, aunque al estudiar las comunidades refugiadas abordé los territorios ocupados en Honduras, Nicaragua y Panamá. La dimensión de cobertura territorial de mi objeto de estudio no me permitió desarrollar una inmersión de larga temporalidad en comunidades específicas. En vez de eso, durante ocho meses realicé doce visitas a cuatro comunidades en los departamentos de Morazán y Chalatenango, tomando notas en mi diario de campo, que luego integré en algunos capítulos como relatos etnográficos. Además, recurrí a mi propia Experiencia Longitudinal12, que se refiere a mi trayectoria como emprendedora de memoria durante quince años, acompañando diferentes actos conmemorativos en diversos puntos del país, participando en la

12 Investigación longitudinal: Estudio a largo plazo de una comunidad, región o sociedad generalmente basado en visitas repetidas (KOTTAK, 2000 :14) 19

creación de exposiciones o museos de memoria en comunidades repobladas y mi experiencia como fundadora y gestora cultural del MUPI. b) Estudios de Caso

“El estudio de caso es una investigación procesual, sistemática y profunda que permite profundizar en un tema o afirmar una teoría” (ECO, 1991:45). Mi tesis analiza tres estudios de caso basados en modelos de emprendimientos de memoria:

1) Comunidades refugiadas y repobladas: Colectivos que generan procesos de territorialidad y desterritorialidad en torno a lugares habitados en sus tres fases (éxodo, refugio y repoblación) que ahora contribuyen a la configuración de lugares de memoria a partir del vínculo con el territorio que en algún momento ocuparon. Es el estudio de caso que tiene mayor complejidad y variantes de actores y territorios, porque incluye un mapeo nacional de lugares de memoria y visitas de campo principalmente a los siguientes municipios y sitios: En Chalatenango, Arcatao, Sitio de las Aradas, San Antonio de los Ranchos; en Morazán, Perquín y Comunidad Segundo Montes.

2) El Monumento de la Memoria y la Verdad: me centré en el rol de organizaciones de sociedad civil y su papel en la construcción de dicho monumento. Incluyo entrevistas a los principales emprendedores así como a familiares de víctimas desaparecidas y masacradas. También realicé cuatro visitas de campo, resalta la del 2 de noviembre de 201413, que me sirvió para observar los actos conmemorativos a las víctimas y las dinámicas grupales e individuales alrededor del monumento.

3) El Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI): lo analicé desde mi rol de co-fundadora junto a Carlos Henríquez Consalvi (pseudónimo Santiago) en 1994. Para ello, realicé una labor de introspección que me llevo a sistematizar el trabajo realizado por la institución, evidenciando su enfoque de derechos humanos como museo de memoria, y la forma en que incluye voces subalternas y transforma la visión de un museo tradicional a uno abierto, "sin paredes", que visita todo el

13 Feriado nacional tradicional por el día de los muertos, en el que usualmente las familias visitan a sus seres queridos en el cementerio. 20

país. Realicé tres entrevistas, extraje del libro de visitas las narrativas de los visitantes sobre su experiencia en el museo y revisé encuestas evaluativas realizadas por el mismo museo. Retomé los escritos sobre el MUPI de diversos investigadores, incluyendo a Leigh Binford (2007), Carmen Molina Tamacas (2009), Mneesha Gellman (2015) y Robin María De Lugan (2012). c) Cartografía participativa

La cartografía genera mapas que son espacios de diálogo profundo sobre el territorio. En el sentido amplio, podría entenderse como

El método de estudios geográficos que incluye los conceptos, observaciones, valores, memoria, proyecto y grafías que parten de la comunidad y que implican un esfuerzo organizado, sistemático, voluntario y decidido de la población participante como cartógrafos sociales. Los cartógrafos sociales son productores y a la vez observadores críticos de su propio producto del trabajo (DIEZ TETAMANTI, 2014:40). Los mapeos creados colectivamente requieren de herramientas tanto técnicas como vivenciales; son un proceso investigativo de carácter psicosocial que tiene como meta la transformación social, apoyándose en la teoría y la práctica de la Investigación Acción Participativa (IAP) con tres maneras de intervenir: investigar, actuar y participar (HABEGGER & MANCILIA, 2006).

El mapa social resultante y la práctica de lo que podría ser una geografía o cartografía comunitaria, anclada en los sujetos locales y por los sujetos locales, facilita la acción. Este escenario de intervención en el mapa es un lugar de ensayo comunitario que permite analizar, practicar, otorgar sentido a la actividad, generar crítica sobre ella, y establecer posibilidades de acción múltiples, antes de hacerlo en la práctica territorial directa (DIEZ TETAMANTI, 2014:41). Desarrollé tres formas de análisis cartográfico. Una fue la producción de cartografía participativa durante una jornada con pobladores del municipio de Arcatao (Chalatenango); ocho personas participaron del taller donde elaboraron mapas que incluían relatos y grafías que delinearon los espacios habitados durante el éxodo, el refugio y la repoblación. La otra forma fue a través del análisis del trabajo cartográfico elaborado por la Asociación Equipo Maíz, que recolectó testimonios para elaborar un mapa nacional de conmemoraciones y masacres (EQUIPO MAÍZ, 2005). Y la tercera forma consistió en producir cuatro

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mapas de mi autoría, usando recursos documentales y entrevistas para graficar las movilizaciones de las migraciones de refugio y repoblación. d) Entrevistas

La entrevista es "la herramienta más significativa del método cualitativo; puede ser abierta, estructurada y semi-estructurada, en antropología se utiliza como herramienta del método etnográfico" (KOTTAK, 2000:30). Realicé 27 entrevistas semi-estructuradas a un perfil de entrevistados que varió según cada estudio de caso y que están listados en el anexo 4. En cuanto a las comunidades repobladas, entrevisté a 15 personas que vivieron las etapas de éxodo, refugio y repoblación. Incluí el enfoque intergeneracional, al incorporar a 4 jóvenes que no experimentaron las etapas de huida y refugio, pero que viven actualmente en los asentamiento de repoblación. También realicé 2 entrevistas a voluntarios de organizaciones que trabajaron en ayuda humanitaria en campamentos de refugiados y en el proceso de retorno. En cuanto al mapeo de masacres, entrevisté a Fidel Campos y Marvin Hernández, quienes elaboraron el mapa de Conmemoraciones y Masacres (EQUIPO MAÍZ, 2005). En cuanto al Monumento a la Memoria y la Verdad, entrevisté a cuatro representantes de organizaciones de sociedad civil en el comité Pro-Monumento. En cuanto al MUPI, entrevisté al director Carlos Henríquez Consalvi ‘Santiago’, al promotor cultural Lucio Vásquez ‘Chiyo’, y para tener una visión más externa, realicé un ejercicio en el que mi asistente me entrevistó para relatar mi experiencia longitudinal como co- fundadora y hasta ahora colaboradora. Un último grupo han sido expertos en estudios de memoria. Para El Salvador, entrevisté a Carlos Lara Martínez, coordinador de la carrera de Antropología Social de la Universidad de El Salvador, y a la historiadora y profesora de la Universidad de El Salvador Josefa Viegas. Ambos investigan el tema y de memoria me brindaron un panorama de la producción intelectual en El Salvador desde las ciencias sociales. Y para el contexto de producción intelectual en España, entreviste al historiador Jesús Izquierdo, del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Madrid. El discutió un panorama de la producción intelectual y las deudas pendientes en tema de memoria en España, haciendo una comparación con Latinoamérica.

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e) Grupos Focales

El grupo focal es "una técnica de levantamiento de información en estudios sociales. Su justificación y validación teórica se funda sobre un postulado básico, en el sentido de ser una representación colectiva a nivel micro de lo que sucede a nivel macrosocial, toda vez que en el discurso de los participantes, se generan imágenes, conceptos, lugares comunes, de una comunidad o colectivo social" (ECO, 1991:43).

Realicé dos grupos focales en el marco del Congreso de Cultura Viva Comunitaria (2015) El primero lo convocó el MUPI bajo el nombre de "Círculo de la Memoria sobre comunidades repobladas durante el Conflicto Armado". Asistieron ocho personas implicadas en trabajos de memoria o que guardan una memoria fuerte vinculada a la violencia política, como miembros del Comité de Ex-Presos Políticos de El salvador, querellantes del caso de la Masacre del Mozote ante la CIDH, una líder comunitaria que vivió refugiada en Nicaragua y actualmente habita la comunidad de retornados El Paraíso (San Salvador), antropólogos forenses de Guatemala y El Salvador, y representantes de comités de memoria histórica. Presenté mi investigación para que aportaran sobre la construcción del sentido de "comunidad de memoria".

El segundo grupo incluyó a 22 participantes que discutieron buenas prácticas y retos en la gestión de memoria a nivel comunitario en Latinoamérica. Las diversas experiencias incluyeron la memoria de pasados y presentes conflictivos (Nicaragua, Colombia, El Salvador y Ecuador), las memorias ancestrales indígenas y afro descendientes (El Salvador y Brasil), y las memorias de comunidades diaspóricas (latinos migrantes o exiliados en Estados Unidos). f) Antropología visual

Antropología visual es “el estudio visual y perceptual de representación de la cultura material y de las formas de comportamiento humano en diferentes comunidades y ambientes” (BARTHFIEL, 2000:75). Abarca la producción audiovisual del etnógrafo, el análisis de las imágenes de archivo, y además la experiencia de la cadena visual entre el espectador frente a la producción visual.

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En definitiva, usa los medios audiovisuales para describir, analizar e interpretar la cultura.

Utilicé la metodología de antropología visual en tres vías. La primera como dispositivo de la memoria para "analizar la cadena visual espectador-imagen". (HERNANDEZ RIVAS, 2009). Previo al taller de cartografía en Arcatao, departamento de Chalatenango, monté ahí mismo la exposición con imágenes y relatos "Chiyo: La historia de un niño en la guerra", que sucedió en el departamento de Morazán. La exposición generó un proceso de confrontación e identificación de historias compartidas sobre desapariciones, masacres, éxodo, refugio y repoblación. Tras la exposición realizamos una discusión de la experiencia visual, que yo registré en mi diario de campo e incorporó al analizar las formas de conformación de comunidades de memoria.

Una segunda forma de metodología de antropología visual fue el uso de las imágenes de archivo como evidencia, para validar los relatos de los entrevistados. Por ello incluyo esas fotografías de colección única, donadas al MUPI por ACNUR, ONUSAL y fotógrafos extranjeros, que han servido de prueba material en los procesos de juicio y en el Informe de la Comisión de la Verdad.

Una tercera forma fue el análisis visual de la representación de imágenes cartográficas. Examiné la producción de los participantes del Taller de cartografía participativa (2015). Además, analicé las formas de representación en mapas producidos en diversos momentos, como el mapa de Socio histórico de Suchitoto (FUNDABRIL, 2013), el mapa de masacres y conmemoraciones (EQUIPO MAÍZ, 2005) y los mapas expuestos en la plaza Barrios sobre los lugares de masacres que diversas comunidades elaboraron tras una jornada de justicia restaurativa trabajada por el equipo del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana (IDHUCA) en 2007. g) Revisión documental

La revisión documental implica “acciones, relativas a la organización de documentos en función del tipo de información requerida, como períodos de tiempo, estableciendo los criterios de revisión y clasificación de los mismos” (ECO, 1991:56). 24

Es una tarea compleja y fragmentada hacer una revisión documental exhaustiva referida al conflicto armado en El Salvador y la historia sociopolítica del país, pues el Estado salvadoreño aún no asume la necesidad de un proceso sistemático de gestión documental. Así que partí del Archivo Histórico del MUPI, que resguarda el valioso fondo documental de ACNUR y ONUSAL donde se incluye correspondencia, recortes de periódico, fotografías, estadísticas y publicaciones de los refugiados en Honduras, Nicaragua y Panamá. Esta revisión documental me sirvió especialmente para elaborar el capítulo I. Memoria y lugares, piezas para un estado de la cuestión, y el capítulo II. Del terror al olvido: una mirada a la historia contemporánea de El Salvador (1960 - 2015) en el que se construye la "historia en tres tiempos" de las comunidades repobladas. Producto de la revisión documental y entrevistas construí una tabla donde se organizan documentos sobre el retorno de los refugiados (ver anexo 2). También revisé la producción de diversos académicos, literatos, y cineastas sobre memoria en El Salvador.

Síntesis Capitular

Capítulo I. Memoria y lugares: Piezas para un estado de la cuestión

La discusión principal se centra en la conflictiva relación de los conceptos memoria e historia, y la implicación de su abordaje en el tiempo presente. Se desarrollan los usos de la memoria desde una forma literal o ejemplarizante basada en el "deber de memoria", por lo que se realiza una historiografía de los conceptos, sus usos y autores. Se analiza la influencia del paradigma de lugares de memoria introducido por Pierre Nora, y su pertinencia en otras realidades diferentes a la francesa. Se introduce el concepto de territorios, que demanda hablar de la influencia de la geografía cultural. Finalmente, se incluye los principales enfoques y autores de estudios de la memoria en España y El Salvador para observar las conexiones, avances y reflexiones a manera de dialogo poscolonial.

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Capítulo II. Marco Histórico: El Salvador de la locura a la (des)Esperanza

Comprende un marco histórico desde los años de locura en los albores de la guerra civil al tránsito de la esperanza con la firma de los acuerdos de paz, incluyendo los primeros años de posguerra. En otras palabras, sinteticé la historia político social del país desde la década de los 60, cuando el Estado comienza a fraguar graves violaciones a los derechos humanos en forma de desapariciones forzadas y masacres; se describe la conformación de las fuerzas represivas que en la guerra se ensañan todavía más con población civil, produciendo grandes grupos de desplazados, refugiados, torturados, desaparecidos y asesinados. La escalada de violencia finalizó con una paz negociada que abrió el escenario de posguerra y un desencanto por parte de las víctimas de la violencia ante la ley de amnistía que instauró un régimen de impunidad.

Capítulo III. Comunidades y "territorialidades sentidas": La historia en tres tiempos.

Este capítulo va desde la escala nacional a realidades locales, donde se experimentaron procesos de territorialización, desterritorialización y reterritorialización que han forjado la historia de comunidades afectadas por la violencia o "Comunidades memoria". Estas vivieron tres fases sobre las que construyen sus relatos y memorias fuertes: el éxodo, el refugio y la repoblación, partes constitutiva de su identidad e historia local. Usando su historia oral, se reconstruyen las experiencias y los desplazamientos que vivieron miles de campesinos, entre los años 70s y 80s, de zonas rurales a campos de refugiados en diversos puntos del país, Honduras, Nicaragua y Panamá. Finalmente, se examina la realidad de las comunidades repobladas que continúan luchando por forjar su comunidad imaginada, incorporando rituales fundacionales que dan sentido a sus lugares de memoria.

Capítulo IV. Cartografía comunitaria: Prácticas culturales en los lugares de memoria

Este capítulo se enfoca en cómo las comunidades que sufrieron éxodo, refugio y repoblación generan prácticas culturales a partir de la marcación de lugares de memoria. El capítulo inicia reflexionando sobre la geografía cultural y la cartografía como principal recurso para reconocer su territorio y prácticas. Se 26

describe el desarrollo de dos modelos de cartografía participativa, uno elaborado con pobladores de Arcatao; y otros de un trabajo que mapea las conmemoraciones y masacres a nivel nacional realizado por la asociación Equipo Maíz. A partir de la elaboración de esos mapas se inicia el proceso de descripción de prácticas culturales de memoria como peregrinajes, rituales y performances que se debaten entre lo sacro y lo profano, y que funcionan como actos fundacionales de comunidades repobladas. Finalmente se discute cómo los lugares de memoria forman una nueva cartografía cultural.

Capítulo V. El Monumento a la Memoria y la Verdad: Un punto de encuentro para los destinos de memoria

Examina el caso del lugar de memoria que la Comisión de la Verdad (1993) pidió que el Estado construyera, para recordar aquellos cuyos derechos humanos fueron vulnerados durante el conflicto. Ante el incumplimiento del Estado, organizaciones de sociedad civil construyeron el denominado Monumento a la Memoria y la Verdad (2003), punto donde convergen memorias individuales y colectivas, y que dimensiona la escalada represiva de muertes y desapariciones en todo el país acaecidas entre el período de preguerra hasta la firma de los Acuerdos de Paz (1970-1992). Viene a ser el lugar que sirve de reparación moral para que familiares rindan memoria y cierren el ciclo de luto.

Capítulo VI. El Museo de la Palabra y la Imagen: Un museo, varias voces, muchos lugares

Este capítulo consta de cuatro partes. La primera discute la nueva museología, que rompe con el paradigma del museo tradicional originado en el del siglo XIX y representante del Estado Nación para incorporar la diversidad, la mirada local, la micro-historia, lo cotidiano y los derechos humanos, temas que asumirá el MUPI. La segunda parte sintetiza las tradiciones culturales salvadoreñas del siglo XX, las acciones gubernamentales en torno a la identidad cultural y los reacomodos de la institucionalidad cultural en la posguerra, para encuadrar al MUPI. La tercera parte expone la historia y acción cultural del MUPI y la cuarta parte lo analiza bajo tres postulados: un museo, varias voces y muchos lugares. Se examina su caracterización museológica, las voces

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subalternas que generan "comunidades memoria", y su territorialización desde su concepción de "museo sin paredes".

Capítulo VII. Conclusiones

En este capítulo respondo a las preguntas que generaron mi tesis y contrasto la hipótesis. Para ello sintetizo los resultados de mi investigación con los tres modelos de emprendimiento de memoria. Se incluye una propuesta de uso de los resultados de la tesis que brinda elementos de dialogo sobre gestión de memoria con el caso español.

Anexos

Anexo 1. Relatos etnográficos desde el lugar de la memoria: Cartografiando desde adentro.

Anexo 2. Registro documental de Movilización de poblaciones refugiadas y sus fuentes,

Anexo 3. Listado de masacres basado en Mapa de Masacres y Conmemoraciones elaborado por Equipo Maíz en 2005

Anexo 4. Cuadro de perfil de entrevistados.

Anexo 5. Galería Fotográfica Muralismo Walls of Hope.

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CAPÍTULO I. MEMORIA Y LUGARES: PIEZAS PARA UN ESTADO DE LA CUESTIÓN

En este capítulo desarrollo el estado de la cuestión de conceptos claves sobre los que cuales se articula esta tesis: memoria, identidad, lugares de memoria, geografía cultural y participación ciudadana. El sentido de esta reflexión es para observar los debates generados en torno a cada concepto y a sus principales exponentes. Debate que se ha venido articulando a lo largo de los últimos años desde el campo de estudios de la memoria. Reconocer a los diversos pensadores y sus posturas me ha permitido especificar con mayor agudeza los conceptos y los autores sobre los que vertebrar mi análisis. Esto queda evidenciado en la parte denominada Norte Teórico, desarrollado en la Introducción de esta tesis.

En la parte final de este capítulo incluyo los principales enfoques y autores de España y El Salvador, para poner en diálogo las conexiones, avances o aprendizajes que se puedan generar entre la producción de estudios de la memoria.

En los últimos años hemos presenciado una eclosión sin precedentes de los estudios y debates dedicados a la memoria: sus múltiples dimensiones y significados, sus usos y abusos, su gestión y su proyección social e institucional; provocando que investigadores de los más diversos campos académicos reflexionen en torno a ella, agregando a su significado diversas acepciones provenientes de la filosofía, historia, antropología, sicología y otras áreas como la geografía y arquitectura. Se ha acuñado incluso la expresión “estudios de memoria” para referirse a un campo multidisciplinar, que tiene como principal objetivo examinar las formas y funciones de representar el pasado.

Este despertar de la memoria se ha visto impactado en una época de celebraciones de bicentenarios de formación de nuestros Estados-nación que, en la actualidad, se abren de manera consciente o no, a una definición multicultural de los mismos. Ahí varios colectivos otrora ocultos bajo discursos dominantes de homogeneidad cultural, reclaman sus espacios de representación de identidades y memorias. De igual forma, Estados que ejercieron un militarismo dominante se

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vieron confrontados al mostrar crueles formas de violentar los derechos humanos básicos; y hoy, los sobrevivientes se unen al reclamo de justicia y verdad en lo que se considera un “deber de memoria”. Esta eclosión ha tenido que enfrentar diversos contextos a lo largo de la historia, cuestionando el papel del historiador en la generación de narrativas ante las demandas ciudadanas.

1.1 Memoria: Desarrollo de un concepto

Para las ciencias sociales, el tema de la memoria es poco conocido dentro de la historiografía; no es sino hasta el primer cuarto del siglo XX que Maurice Halbwachs (1925), con su obra Los cuadros sociales de la memoria, sienta las bases desde la sociología al definir elementos constitutivos de la memoria y su tipología; pero sobre todo, su conformación dentro de los grupos sociales. Como discípulo de Durkheim [1919], Halbwachs analizó el contexto social del recuerdo y el olvido individual14. En La mémoire collective (1950) examinó la vida mental propia de diferentes grupos sociales, y afirmó que una parte del pasado se olvida, debido a que desaparecen los grupos que apoyan tales memorias y nuevos grupos aparecen para sustituir las memorias anteriores.

Una obra clave de Gérard Namer (1987), titulada Mémoire et société, presenta un estudio clarísimo de este aporte y un análisis conceptual de obligada consulta. Este autor dibuja, a grandes rasgos, el panorama intelectual en el que surge el debate sobre la memoria entre filósofos y sociólogos, y el significado de la aportación de Halbwachs a la sociología de la memoria. Ante esto, cabe destacar que el principal aporte de Halbwachs radica en determinar la conformación de la memoria colectiva, aduciendo que no existe separación entre memoria individual y colectiva, sino que es una sola: Memoria colectiva.

Esta propuesta conceptual la desarrollan después varios autores en sus investigaciones, ya sea enriqueciéndola o criticándola. Pero el aporte del concepto de memoria colectiva de Halbwachs, tenía ya una base en su libro Marcos sociales de la memoria (1925), los cuales asume como explicación de

14 La memoria no es solo una función psicológica individual; sino que es algo que no se puede separar de lo social. Y la memoria individual es real en tanto que participa de la memoria colectiva. Por último, este autor estaba convencido de que la memoria tiene una función social. Es decir que el pasado mitificado es utilizado para justificar representaciones del presente (Micheaneau, 2002).

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una serie de hechos sociales en relación a la memoria.

Dichos marcos sociales se concretan fundamentalmente en el tiempo y en el espacio. Esto fundamenta que, cada uno de los acontecimientos que un grupo social recuerda se presenten, no como hechos aislados fuera del tiempo y el espacio, sino como sucesos que se recuerdan precisamente por su contexto, por las condiciones que lo hicieron propicio, por las personas que en él se relacionaron y el espacio en que tuvo lugar. Según Halbwachs, existen marcos más específicos que son determinantes para la memoria, como: la familia, la religión y la clase social. De algún modo, todos los autores coinciden en que se trata de una narración construida desde el presente, con fines de interpretación del pasado, y cuyos recuerdos sirven para conformar las identidades. De ahí que Paul Ricoeur (2000) defina la memoria colectiva como “el relato que los miembros de un grupo comparten sobre su propio pasado y que constituye su identidad” (RICOEUR, 2000:82).

Por otro lado, a finales de la década de 1970, la historia oral y la reflexión histórica han contribuido a un interés renovado por la memoria. Los trabajos de historia oral se destacaron sobre el estudio de la memoria como acceso privilegiado para contrarrestar los “silencios de la historia”. En ese contexto aparece la obra de P. Thompson, The voice of the past (1988), haciendo emerger las fuentes orales en el panorama europeo, motivando a autores como Eric Hobsbawm (1984) a la utilización de esas fuentes, haciendo eco de sus repercusiones en la historiografía, debido a la utilización de voces de testimoniantes contemporáneos.

Un nuevo giro a la historiografía se percibe; por un lado, gracias a la influencia de la historia y la historiografía cultural francesa, heredera de la tradición de los Annales en el campo de las mentalidades; por otro lado, la reciente historiografía anglosajona, muy ligada a los debates del “giro lingüístico”; y ahora asociada a un nuevo giro hacia "la experiencia", centrada en la memoria intelectual y afectiva una nueva fuente para entender el pasado.

Uno de los historiadores más activos en estos debates es Dominick La Capra, quien en su libro History in Transit: Experience, Identity, Critical Theory 31

(2004) coloca su preocupación sobre el concepto de "experiencia", que parte de su inquietud por comprender la memoria y la identidad de los grupos no dominantes. La Capra concede a estos estudios el mérito de constituir los primeros esfuerzos para dar voz a esos grupos. Para el autor, el auge de la historia oral y de la microhistoria abre la posibilidad de penetrar en el mundo de los grupos subalternos y de conocer su visión de las cosas. Se puede decir que los enfoques renovadores de la crítica literaria, los estudios etnográficos y culturales han preparado el terreno para estudiar los temas de la memoria, la identidad y la experiencia.

Por su parte, Michael Pollak (1986) estudió las condiciones sociales de evocación de los recuerdos. A este autor le interesaba la siguiente cuestión: ¿cuáles son las condiciones sociales para que los supervivientes de los campos de concentración nazi cuenten sus historias?

Comúnmente, la experiencia se refiere a las vivencias directas, inmediatas y subjetivamente captadas de la realidad; pero una reflexión sobre el concepto de experiencia indica que ésta no depende directa y linealmente del evento o acontecimiento, sino que está mediatizada por el lenguaje y por el marco cultural interpretativo en el que se expresa, se piensa y se conceptualiza (VAN ALPHEN, 1999:26). Según lo anterior, se puede observar la fuerza de la palabra en relación a la memoria, y el rol de quien emite la palabra, pero sobre todo, en calidad de qué y de quién habla para transmitir la experiencia.

Por medio del lenguaje se vehiculizan las luchas por las representaciones del pasado, centradas en el poder, la legitimidad y el reconocimiento. Estas luchas implican, por parte de los diversos actores, estrategias para oficializar o institucionalizar una (su) narrativa del pasado […] Parte de estas luchas, intentan lograr posiciones de autoridad o hacer que quienes las ocupan, acepten y hagan propia la narrativa que se intenta difundir. También implica, una estrategia para ganar adeptos, ampliar el círculo que acepta y legitima una narrativa como propia, identificándose con ella (JELIN, 2002:41). En ese sentido, se puede definir también el rol de los actores desde su ámbito de poder. Es decir, desde el lugar de enunciación.

La memoria, como construcción social narrativa, implica el estudio de las propiedades de quien narra, de la institución que le otorga o niega poder y lo/a autoriza a pronunciar las palabras; ya que, como señala Bourdieu, la 32

eficacia del discurso performativo es proporcional a la autoridad de quien lo enuncia”. Implica también prestar atención a los procesos de construcción del reconocimiento legítimo, otorgado socialmente por el grupo al cual se dirige (JELIN, 2002:40). Se entiende que la memoria es un espacio de luchas donde los actores sociales, demandaran su versión, sobre todo en aquellos episodios que legan dolor y muerte, y una condición de sobrevivencia a un actor social que se configura desde la categoría de "víctima".

Es en el contexto de reflexión sobre episodios traumáticos que se da una eclosión del término “memoria”. Basta con revisar las bases de datos especializadas en ciencias sociales para comprobar que los registros de entrada con este término, se multiplican por la aparición de variadas publicaciones sobre el tema, trascendiendo el campo estrictamente histórico e instaurándola en un campo multidisciplinar; sacándolo del ámbito académico, debido a las diversas apropiaciones sociales del mismo.

Esto ha provocado un uso mediático que empieza a señalar demandas ciudadanas de “verdad y justicia”, sobre algunos hechos traumáticos del pasado reciente. Estas demandas de actores sociales hacen necesario, pensar el rol del historiador frente a sucesos del pasado reciente. En ese sentido la obra de Henry Rousso (1987) sobre el caso de Vichy, enfatiza el papel del historiador frente a esas demandas, poniendo en relieve la temporalidad en la historia, y la resignificación del “acontecimiento”. Se plantea la discusión del "estudio del tiempo presente" ante la demanda ciudadana. Le acompaña la discusión sobre la utilización del testimonio frente a esos hechos sociales.

Los peticionarios de estas demandas, pueden ser el Estado mismo, las instituciones, las colectividades locales, asociaciones, los “mass medias”, empresas, grupos humanos y hasta individuos decididos, atormentados por una cuestión histórica, tormentosa en sí misma, a la que quieren ilustrar, para conocer el pasado, divisando mejor el porvenir (RIOUX,1998:70). Ante esa variedad de peticionarios de demandas, el historiador Pablo Sánchez León (2008), reflexiona sobre el pensar histórico del ciudadanoy el papel del historiador como ciudadano, tratando de mostrar desde un estudio historiográfico, la constitución del pensamiento histórico entre la ciudadanía y el 33

papel que juega la disciplina de la historia. El pasado histórico se ha vuelto en definitiva, un espacio disciplinario bastante menos controlable que antes, por tanto, susceptible de ser empleado con mayor recurrencia e intensidad en las luchas por el reconocimiento de los grupos sociales y políticos. Y es que aunque las ideologías han perdido parte del estatus que mantuvieron en el siglo XX, los posicionamientos izquierda-derecha están lejos de haber quedado diluidos en las identidades políticas del siglo XXI. En este escenario, la interpretación del pasado se convierte con mayor facilidad en recurso susceptible de ser empleado dentro de pugnas políticas en la esfera pública. Por decirlo de otra manera, si antes, en la era de la historia social, la historia se subordinaba a las ideologías, ahora han comenzado a suceder que los posicionamientos izquierda-derecha y las identidades ideológicas dependen a menudo de aquélla, para revitalizarse o marcar distancias en un mundo menos encandilado con la idea de progreso (SÁNCHEZ LEÓN, 2008:129). Esta cercanía de la política con la historia, a partir de la demanda ciudadana, la deja ver Massimo Modonesi (2008) en una entrevista realizada al historiador Enzo Traverso, a propósito de la relación entre historia, memoria y política, en la que asevera que

No obstante, este paradigma político ha sido recuperado en los últimos años, en una dirección discutible: ha sido resucitada una concepción liberal de la historia que había sido profundamente cuestionada en las décadas pasadas. La política es una dimensión de la historia, pero no su única dimensión. A partir de los años sesenta, se desarrolló la historia social, incluso una historia social de la política y de la cultura. Ahora regresamos a una historia política del mundo contemporáneo que es a menudo una historia ideológica (MODONESI, 2008:246). Frente a la encrucijada del historiador y la política, Rioux (1998) cuestiona el papel del historiador en tanto utilización de éste como juez de su tiempo.

La corriente de los tiempos empuja a una moralización de la memoria, el deber de memoria deviene en un nuevo imperativo kantiano, la confesión y el perdón dispensan del conocimiento; la buena conciencia, se desmarca del presente y del porvenir para proyectar sobre el pasado un juicio a distancia. Porque esta demanda de Justicia no solamente instrumentaliza al historiador, sino que desnaturaliza su trabajo, convirtiéndolo en el peor de los casos, en un auxiliar de la Justicia, y en el mejor, un último testigo o un pseudo-justo, transformando su trabajo en un elemento concreto de un dossier judicial; es decir, en el sentido propio del adjetivo, sustituyendo a los jueces y a los Justos, o al tratamiento terapéutico (RIOUX, 1998: 78). Sobre el deber de memoria, reseñan las historiadoras Sarah Gensburguer y Marie Claire Lavabre (2004) que “la enunciación de la noción de deber de 34

memoria, poco a poco se ha constituido en un verdadero paradigma de reflexión sobre la memoria. Es en este marco que se elabora el concepto de «abuso de la memoria», confrontándolo con la noción de «deber de memoria» a fin de denunciar el elogio incondicional de la memoria" (GENSBURGER & LAVABRE, 2004:78). Historizando el término, es en 1993 cuando el "Deber de memoria" cobra un estatus nacional al instaurarse en una jornada nacional para la memoria de las persecuciones racistas y antisemitas, apoyadas por el gobierno francés, permitiendo al mismo tiempo, el ascenso de la memoria del Soha en Francia, en reclamo de la mémoire blessé de sobrevivientes y familiares

Resumiendo, el "deber de memoria" significa la existencia de un deber de los individuos, así como de los colectivos por guardar vivo el pasado a fin de estar vigilantes y de aprender sus lecciones. Se busca que cada uno honre la memoria de los muertos, que aquél que fue víctima y ahora es heredero del dolor, pueda reivindicar el reconocimiento del daño a través de una reparación simbólica o material. Este elemento ha sido tomado con bastante crítica por historiadores como Eric Conan y Henry Rousso (1996) quienes denuncian el “deber de memoria” como la instrumentalización de los usos políticos de la memoria. Es en este contexto crítico, que Todorov (2000) propone el término “abuso de memoria” en búsqueda de un buen uso de ésta, denunciando el culto a la memoria y los intereses de sus practicantes. El autor aduce que el trabajo de la memoria no se limita solo al recuerdo, sino que persigue un uso, y éste se da desde el instante que producimos un acto en el espacio público, es allí cuando comienza a ser usada. ¿Pero cómo distinguir entre los usos y abusos, los buenos y los malos usos? La tesis que quisiera sostener aquí es la siguiente: en sí misma, y sin ninguna otra restricción, la “memoria” no es ni buena ni mala. Los beneficios que se espera sacar de ella pueden ser neutralizados, incluso desviados. ¿De qué manera? Antes que nada, por la forma misma que adoptan nuestras reminiscencias, navegando constantemente entre dos escollos complementarios: la sacralización, o aislamiento radical del recuerdo, y la banalización o asimilación abusiva del presente al pasado (TODOROV, 2002:7). Paul Ricoeur afirma también que "el abuso" es "selectivo, consciente de él mismo. Su razón es la obtención de un poder o de un prestigio, así como el de la ideologización de la memoria" (RICOEUR, 2004:234). 35

Finalmente, las historiadoras Gensburguer y Lavabre (2004) proponen como tercera vía de entendimiento a la sociología de la memoria, volviendo a los postulados de Halbwachs sobre los cuadros sociales de memoria y la pluralidad de memorias, que habrá que tomar en cuenta en el debate de la dimensión política, conflictiva y polémica de la evocación del pasado. Estamos hablando de hacer historia del tiempo presente término sugerido por Henry Rousso (2001). Para Enzo Traverso Esta es la historia que se puede hacer de un tiempo que se vivió, lo cual pone en discusión la subjetividad del historiador, e implica un uso más complejo de las fuentes y, obviamente, abre el enredado problema de la relación entre historia y memoria (TRAVERSO en MODONESI, 2008:249). Para Rousso (2003) “la tarea del historiador implica no sólo una actividad científica, sino también un compromiso con la demanda social que se ha generado en los últimos años alrededor del pasado reciente” (ROUSSO, 2003:33). La demanda tiene que ver con un régimen de verdad, en ese sentido. El término verdad puede ser utilizado nuevamente aquí, pero a condición de darle un sentido nuevo: ya no será una verdad de adecuación, de correspondencia exacta entre el discurso presente y los hechos pasados (“3 mil muertos en la caída de las torres de Nueva York”), sino una verdad de develamiento que permite aprehender el sentido del evento (TODOROV, 2002:2). Además, en América Latina la constitución de trabajos dedicados a explorar los últimos Golpes Militares y los procesos de transición a la democracia, han tenido el propósito de resignificar el pasado reciente. Casos como Argentina, Chile y Paraguay han realizado una revisión a los acontecimientos “traumáticos” que han activado un debate que imprime un nuevo giro en la vida política e institucional.

Las fracturas profundas, producto de enfrentamientos políticos dan paso a que se multipliquen diversas memorias, provocando un ambiente donde los Derechos Humanos y el repudio a los crímenes se ha expandido, lo que permite visualizar la expansión de una “cultura de memoria y justicia” (JELIN, 2002:48). A estos tiempos de transición tras períodos de totalitarismo Elizabeth Jelin (2002) prefiere llamarles "deshielos", que se vincula a una apertura que implica escenario de luchas por el sentido del pasado, desde donde diversos actores sociales emergen con sus demandas. Estos momentos coyunturales permiten 36

observar la complejidad del binomio memoria y olvido que no responden simple, lineal o directamente al paso del tiempo cronológico.

La transición implica un cambio en el Estado, un nuevo intento fundacional con nuevas lecturas del pasado. Dentro del mismo Estado hay lecturas múltiples en pugna, que se articulan con la multiplicidad de sentidos, presentes en el escenario social. Esto pone sobre la mesa, la discusión de Políticas y Gestión de la Memoria, que Elizabeth Jelin aborda en su libro Los Trabajos de de la Memoria (2002), en el que propone, en primera instancia, referirse no a una memoria, sino pensar en procesos de construcción de memorias en plural; y de disputas sociales acerca de las memorias, su legitimidad social y su pretensión de "verdad". La autora, propone en su libro algunas herramientas para pensar y analizar las presencias y sentidos del pasado desde distintos niveles y planos, en lo político y en lo cultural, en lo simbólico y en lo personal, en lo histórico y en lo social. Jelin parte de tres premisas centrales:

La primera, entender las memorias como procesos subjetivos, anclados en experiencias y en marcas simbólicas y materiales. Segundo, reconocer a las memorias como objeto de disputas, conflictos y luchas, lo cual apunta a prestar atención al rol activo y productor del sentido de los participantes en esas luchas, enmarcadas en relaciones de poder. Tercero, «historizar» las memorias, o sea, reconocer que existen cambios históricos en el sentido del pasado, así como en el lugar asignado a las memorias en diferentes sociedades, climas culturales y espacios de luchas políticas e ideológicas (JELIN, 2002:7). ¿Por qué hablar de trabajos de la memoria? Porque el trabajo, como rasgo distintivo de la condición humana, pone a la persona y a la sociedad en un lugar activo y productivo. La persona es agente de transformación, y en el proceso se transforma ella misma y al mundo. Esta generación de cambios y roles pro- activos de los sujetos sociales, lleva a proponer el termino de “emprendedores” para referirse a estos agentes sociales. Este concepto lo retoma Jelin de la sociología norteamericana, especialmente de Howard Becker (1986) quien se basa en aspector morales, fundamentados desde el humanismo, capaces de generar movilización en función de una causa

Podría decirse que, con relación a las dictaduras del Cono Sur, el movimiento de derechos humanos ha sido y sigue siendo un actor privilegiado. 37

Su presencia y accionar han sido sistemáticos y permanentes en Argentina, y con menor fuerza se han manifestado en Chile, Uruguay y en la realidad latinoamericana en general. Esto ubica como actores no solo a especialistas en derechos humanos, sino a familiares de las víctimas, que enarbolan los derechos humanos como referentes de justicia y verdad ante la impunidad y que cuentan con una legitimación pública a través del testimonio y la denuncia y otras prácticas simbólicas, como las de madres de plaza de mayo.

En realidad, en la acción de los «emprendedores de la memoria» está implícito el uso político y público que se hace de la memoria, cabe distinguir aquí lo apuntado por Todorov (2002), cuando se refiere al uso "bueno" y "malo" de la memoria, de esto se desprende que un grupo pueda recordar un acontecimiento de manera literal o de manera ejemplar. "El uso literal, torna al acontecimiento pasado en indispensable, supone someter el pasado al presente. Se vuelve un caso único e intransferible. En cambio el uso ejemplar, permite usar el pasado en vistas del presente, remite a usar las lecciones de las injusticias vividas para combatirlas. El pasado se convierte en un principio de acción para el presente” (JELIN, 2002:52). En relación a la acción que mueve a los emprendedores de memoria, existe el imperativo de develar la impunidad y evidenciar el trauma, y de cómo siguientes generaciones transforman ese trauma en producciones artísticas como una vía de resinificarlo. Recientemente se ha generado una línea de análisis entre memoria y trauma es importante destacar que el concepto Posmemoria, los dos autores que inauguran los estudios de la posmemoria son los estadunidenses Marianne Hirsch (2012) y James Young (1993), ambos críticos literarios con especial interés en los estudios del Holocausto.

La posmemoria está abocado principalmente al estudio de producciones culturales y a las mediaciones culturales de los procesos memorísticos. Su campo más fecundo es el estudio de la fotografía, el performance, el teatro y los sitios de memoria, o sea, aquellos espacios creados por las sociedades para ubicar geográficamente el recuerdo como los monumentos y los anti-monumentos (SZURMUK & MCKEE, 2009:227). En el ámbito latinoamericano, el estudio de la posmemoria ingresa, en principio, en el campo de los estudios del Holocausto para describir producciones culturales que exploran la experiencia de sobrevivientes del nazismo en Argentina y en Bolivia. El término se ha extendido para referirse a los hijos de desaparecidos y de la segunda generación nacida 38

después del final de las dictaduras. Sin embargo este término que no ha tenido aún mucha difusión en América Latina, ya ha sido puesto en cuestión por la crítica cultural argentina Beatriz Sarlo, quien considera que las obras escritas sobre posmemoria representan un gesto teórico que “parece entonces más amplio que necesario”.(SARLO en SZUMURK & MCKEE, 2009:226). Y como ultima contracara de la memoria está el olvido. En el último de sus capítulos de La Memoria, la Historia y El Olvido, Paul Ricoeur (2004) se centra en la condición histórica15 que tiene por tema el Olvido, que es una condición tanto de la memoria como de la historia, y se centra en su búsqueda: “sólo puede haber olvido donde ha habido huella” (RICOEUR, 2004:240). En este capítulo se abordan de manera secuencial el olvido y la desaparición de las huellas, el olvido y la persistencia de las huellas, y el olvido en relación con los usos y abusos de la memoria. Pero ante el olvido, Josefina Cuestas (1998) propone observar a la memoria institucionalizada, ya que "frente a la acción del olvido se alzan organizaciones no gubernamentales, de las que Amnistía Internacional puede ser un ejemplo, o supra-gubernamentales, como la creación de un Tribunal Penal Internacional" (CUESTAS, 2008: 209).

Una forma comúnmente referida de la institucionalización del olvido se debe a la denominada historia oficial. Elizabeth Jelin (2002) reflexiona sobre la instauración de las memorias oficiales como intentos más o menos conscientes por definir y reforzar sentimientos de pertenencia, que apuntan a mantener la cohesión social y a defender fronteras simbólicas. Al mismo tiempo, proporciona los puntos de referencia para encuadrar las memorias de grupos y sectores dentro de cada contexto nacional. La autora afirma que "estas memorias oficiales están ligadas históricamente al proceso de centralización política de la etapa de conformación de Estados Nacionales; y se expresan y cristalizan en los textos de historia que se transmiten en la educación formal" (JELIN, 2002:42).

En esa misma línea, se analiza a la conmemoración como una forma de institucionalizar la memoria. “La conmemoración se vuelve encrucijada entre la institucionalización y el lugar de memoria. En el doble juego entre el presente y el

15 Cabe mencionar que Ricoeur declara que prefiere el término “condición histórica” al de “historicidad” por lo equívoco que puede resultar el segundo y porque “condición” connota tanto el estar situado como condicionalidad –condiciones de posibilidad de rango ontológico– respecto a las categorías de la hermenéutica crítica (RICOEUR, 2004:240).

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pasado actual y memorizado” (CUESTAS, 1998: 209).

1.2 Los lugares de memoria como paradigma

La mayoría de autores contemporáneos concuerdan que la obra de Pierre Nora significó un cambio de paradigma en el abordaje de la historia, que podríamos ubicarlo en el plano teórico y en un plano metodológico; en el primero, por ratificar la dicotómica relación entre memoria e historia, y en el plano metodológico, por analizar a los lugares de memoria, no sólo por su contenido, sino por su provocadora reacción al recuerdo en el tiempo presente. Anne Lavabre (2000) sugiere que Nora propone una nueva manera del hacer de la historia, al considerar el conflicto de las interpretaciones, la relatividad del conocimiento de la historia y los usos políticos del pasado. Siguiendo esta línea, Enzo Traverso (en MODONESI, 2008) acota que:

La obra de Pierre Nora, Les Lieux de Mémoire ha cambiado el léxico de la historiografía. Sin querer hacer provincianismo, no se puede negar que tuvo un impacto muy fuerte por la mutación semántica que se proponía. Se puede discutir el concepto de memoria que propone Nora, el cual establece una dicotomía rigurosa entre historia y memoria, como dos categorías distintas e irreconciliables. Su obra constituye más un libro de historia, que sobre memoria, ya que desentraña la relación que, muchos autores, concebían como dialéctica, mientras que él las reclama desde una distancia esclarecedora (TRAVERSO en MODONESI, 2008:216). Para el historiador francés Stephan Micheaneau (2005) "Pierre Nora definió entonces la memoria como la instrumentalización del pasado en el presente16; es decir, el uso que se puede hacer del pasado con fines políticos" (MICHEANNEAU,2005:2). Y es precisamente esa instrumentalización del pasado, a la que Marie-Clare Lavabre (1994) designa bajo el polémico concepto de memoria histórica, entendida como:

La narración del pasado que persigue fines políticos, para crear o mantener una identidad; por lo que comprende: las políticas de memoria, los lugares de memoria, el proceso de rememoración y la recreación artificial que se liga al contexto político. Aquí también está la memoria histórica que aprendimos en los manuales escolares; es decir, ese

16 "Una concepción bastante corriente de la memoria, sostiene que ésta es un efecto del pasado sobre el presente. Notemos que para Nora, la memoria es exactamente lo contrario. Él considera que la memoria no preexiste a su expresión, lo que es un poco provocativo. Nora considera que no hay nada que recuperar del pasado, por que el pasado está muerto, el pasado no se encuentra ubicado o escondido en algún lugar; es definitivamente pasado y no resucitará por sí solo. Pero sí que existen talleres para crearlo de nuevo: esos son los lugares de memoria" Micheaneau, 2005:3). 40

conocimiento del pasado que tenemos, pero sin experiencia propia" (LAVABRE,1994:28). En la definición que Nora propone, se complejizan las nociones previamente existentes sobre la relación entre memoria y lugares, ya que son deudoras de los planteamientos de Maurice Halbawchs (1925) sobre las teorías de la memoria como acción social, relacionando a los lugares con los marcos sociales de la memoria que se relacionan a su vez, con una temporalidad y espacialidad. Es decir, "son ejes espacio-temporales que actúan como anclajes de la memoria, lo que permite su fijación, de modo que ésta no se pierda al no tener puntos de referencia. Estos marcos no son dados, sino que construidos socialmente y que se definen por su dimensión significativa" (HALBWACHS en VÁSQUEZ, 2003:192).

Según el prólogo de José Rilla el valor de la obra de Los Lugares de la memoria de Pierre Nora es el "esfuerzo sistemático por reconstruir el conjunto de efectos, más que de sus determinaciones; y no de las acciones memorizadas sino su traza" (RILLA, en NORA, 2008:7).

La autora, Eugenia Allier Montaño (2008), discípula de Nora, abre el debate sobre la exportabilidad del concepto lugar de memoria para casos nacionales diferentes al francés, específicamente para el caso latinoamericano.

Las preguntas referidas a la aplicabilidad de la noción en contextos diferentes al francés son pertinentes también respecto de los períodos estudiados: "¿es solo válida para la historia más antigua o también para la más reciente? ¿Qué ocurre con estos sitios cuando se trata de un pasado en conflicto, un pasado caliente que divide y enfrenta a una comunidad en las luchas memoriales?" (ALLIER MONTAÑO, 2008:91). La misma autora rebate esta argumentación al decir que:

Es como pensar que no se puede hacer historia del tiempo presente, o que el presente no es importante cuando se hace una historia de la memoria, siendo que justamente los Lieux de la Memoire son una muestra del "presentismo". La variante en este sentido obedece a que para el caso de América latina la historia del tiempo presente está marcada por fuertes implicaciones políticas que llevaron a graves violaciones de derechos humanos que se entre cruzan las memorias políticas, políticas de memoria y prácticas memoriales presentes (ALLIER MONTAÑO, 2008:92). 41

Otro punto que pone en cuestión la autora es que Nora señala como fundamental la desaparición del recuerdo para consagrarle un lugar de memoria, puesto que se trata de un objeto donde el pasado se encuentra retomado en el presente. Provocando una "historia en segundo grado".

En los años 1990 - Pierre Nora- sugirió que los lugares de memoria eran «esas conchas sobre la orilla cuando se retira el mar de la memoria viva». Ellos están ahí, pero la única relación activa que se puede tejer con ellos es justamente la que proponen los Lieux: una relación de segundo grado, hecha de la reactivación de aquello de lo que ellos han sido la historia. Para este historiador, solo se habla de memoria cuando esta ya no existe, cuando ha desaparecido: «Si aún habitáramos nuestra memoria, no tendríamos necesidad de consagrarle lugares. No habría lugares, porque no habría memoria arrastrada por la historia». Es por ello que «los lugares de memoria son, en primer lugar, restos. La forma extrema donde subsiste una conciencia conmemorativa en una historia que la llama, porque la ignora. Es la desritualización de nuestro mundo lo que hace aparecer la noción. (ALLIER MONTAÑO, 2008:95). Ante eso Allier Montaño lanza las preguntas “¿Los lugares de memoria surgen de la necesidad de consagrarle un sitio porque está desapareciendo? ¿O pueden nacer precisamente de la efervescencia del recuerdo?” (ALLIER MONTAÑO, 2008:95).

Son justamente los trabajos de campo sobre la historia reciente de América latina los que desmotan este postulado debido a la relación que un sitio o lugar de memoria tiene en con las demandas de justicia y verdad, esa categoría hace que el uso del lugar de memoria sea diferente, ya que en estos lugares se recrea una memoria viva y comprometida, una "Memoria militante" en términos del antropólogo Ralph Sprenkels (2011). Se observa entonces que para el caso de lugares de conmemoración de un hecho doloroso que se vincula a un movimiento activo de derechos humanos, que no existe un distanciamiento o lejanía sino un constante uso. En resumen, el concepto de Nora puede ser aplicado a las luchas memoriales recientes, pero debe quedarnos claro que el concepto lugares de memoria pueden funcionar de manera distinta en aquellos referidos a pasados más lejanos.

Por otra parte, otros autores discuten el papel que debe jugar los lugares de la memoria en vinculación con territorio. Observar la forma ampliada de

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relaciones que un lugar de memoria rompe el silencio cotidiano de un espacio urbano o rural para dar nuevas significaciones a la forma en que los individuos se relacionan con este y su entorno. Asi lo comprende Silvina Fabri (2010) al mencionar los procesos de "lugarización" (FABRI; 2010:103) se refiere a las formas de articulación del espacio y memoria colectiva con el fin de rememorar, conmemorar o denunciar. El lugar de memoria articula prácticas cotidianas que dan nuevo sentido a los lugares y permiten delinear una diferenciación territorial que brinda al espacio una nueva carga simbólica. Hablar de territorialización en lugares de memoria es abrir la discusión a conceptos de construcción socio espacial.

Este aspecto del lugar como espacio habitado y resignificado es abordado desde desde la geografia cultural, y se vincula a prácticas culturales ejercidas desde los territorios.

1.3 Geografía cultural y lugares de memoria

Oliver Krashm menciona en su Estado de la Cuestión de la Geografía Cultural (1999) que "han pasado ya casi dos décadas desde que Peter Jackson (1980) lanzó su llamada a la geografía cultural para que reorientar sus principios y adecuarse a la nueva realidad política e ideológica" (KRASHM, 1999:54). A partir de eso, se observó un "viraje interpretativo que influiría a una amplia franja de las ciencias sociales anglosajonas a lo largo de los años ochenta" (KRASHM, 1999:55). Peter Jackson, Denis Cosgrove y David Ley buscaron promover "una visión activa de la cultura, vinculada con prácticas concretas imbricadas en una red de significaciones y de relaciones de poder con repercusiones directas en las esferas de la política ciudadana" (COSCROVE, 1983:34). “Los nuevos enfoques de la geografía cultural que marcarían los años ochenta llevarían a una ampliación de las fuentes tradicionales de estudio sauerianas, abarcando el análisis simbólico y textual del paisaje, concebido en sí como una compleja construcción simbólico-cultural” (KRAMSCH, 1999:54)

Sobre esta implicación simbólica del espacio y territorio Stella Maris Shmite y María Cristina Nin (2006- 2007) al hacer un recorrido teórico sobre los autores contemporáneos de Geografía Cultural mencionan que en el siglo XXI, la

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geografía adquiere una nueva dimensión. Esta se caracteriza por avances teóricos que intentan explicar la problemática social, siempre manteniendo su especificidad disciplinaria. De este modo, la geografía actual utiliza todo el bagaje teórico- metodológico para resignificar los conceptos tradicionales a través de nuevas perspectivas. El objeto de estudio, es el espacio geográfico entendido como un espacio social que será interpretado teniendo en cuenta los procesos sociales actuales e históricos, que interactúan y construyen/reconstruyen ese espacio geográfico. (SHMITE & NIN, 2006- 2007:171) Al hablar de espacio geográfico, nos referimos específicamente al territorio. Cristina Teresa Carballo en su libro Cultura, Territorios y Prácticas Religiosas (2009) reflexiona sobre el significado cultural de territorio desde diversos aportes de geógrafos culturales.

El territorio no se construye simplemente con la ocupación de un grupo, esto no es suficiente, sino, que es el componente relacional el que justamente posibilita el acceso al proceso de construcción territorial. Es entonces, territorio es un espacio apropiado, ocupado y dominado por un grupo social para asegurar su reproducción y satisfacer sus necesidades vitales, que pueden ser tanto materiales como simbólicas. El territorio, es entonces parte del proceso de espacialidad (CARBALLO, 2009: 29) Por su parte Silvina Fabri citando a Haesbaert, recalca las relaciones de poder marcadas sobre los territorios, que será esencial en la marcación de territorialidad: los territorios cargan con relaciones de dominio y apropiación del espacio y sirven de mediciones de relaciones de poder. Desde una perspectiva más integradora del espacio geográfico. Se debe tomar en cuenta las múltiples dimensiones que pueda comportar "el poder"

Como aporte de la teoría posmoderna surge el término desterritorialización que proviene de igual forma de los estudios de geografía cultural y se vincula al simbolismo y prácticas sobre el territorio.

Este término fue usado por los filósofos franceses Gilles Deleuze y Félix Guattari, a principios de los años setenta, para desarrollar una idea forjada ya por Marx en su percepción del capitalismo como una máquina devoradora, que paulatinamente se iba apropiando de diversos “territorios” –la agricultura, la cultura, la educación, la industria– hasta llegar a desterritorializarlos y dejar al proletariado sin territorios, momento en el cual, ya sin nada que perder, la revolución sería posible(SZURMUK & MCKEE, 2009:82).

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Si desterritorialización es una acción relativa a la forma de relacionamiento con el territorio, habrá que entender territorio como lugar de experiencia donde se configura el sentido de "territorialidad"

El territorio es, en este sentido, un espacio ecológico y colectivo, ya que está regido por la experiencia comunitaria (el ayllu); la territorialidad será, entonces, la vivencia social y la conciencia del territorio, no se trata de una simple referencia geográfica, sino de una experiencia básicamente colectiva, interiorizada en la conciencia de la comunidad. Sin embargo, la desterritorialización va seguida de la reterritorialización, que es el resultado de la resistencia a la pérdida de la territorialidad, a la pérdida de conciencia del territorio. La idea de territorialidad y desterritorialización está entonces íntimamente unida a la memoria, ya que la desterritorialización, en el planteamiento de Raúl Prada es, en última instancia, la pérdida de la memoria territorial, es decir, la memoria colectiva. (CARBALLO, 2009: 13) En resumen se consideran tres dimensiones de vinculación al territorio: la territorialidad que son practicas culturales que permiten la vinculación con el territorio; la desterritorialidad o desterritorialización que se trata de un proceso temporal de desapego y la nueva vinculación a un territorio territorio diferente. Se trata de analizar cómo son transformados en el proceso, así como, también, la afectación a las propias dinámicas tanto individuales como colectivas que se ven así mismas alteradas, ya que en el desplazamiento “sacan de su territorio” prácticas culturales, estéticas, percepciones y actitudes, que al “insertarse en otro territorio” se ven modificadas y reformuladas en muchos sentidos.

1.4 Lugares de memoria: Marcas territoriales delineando una geografía

Es indiscutible el valioso aporte de Elizabeth Jelin (2002) en su colección de libros memoria de la represión del cono sur, referido a la historia reciente de los países latinoamericanos, que comparten una historia de terrorismo de Estado. Uno de esos libros Las marcas territoriales como nexo entre pasado y presente (JELIN & LANGLAND,2003) está dedicado a la marcación de los espacios físicos y los lugares públicos como posibles puntos de entrada, para analizar las luchas por las memorias y los sentidos sociales del pasado reciente, de represión política y terrorismo de Estado.

Lo que intentamos comprender es no sólo la multiplicidad de sentidos que diversos actores otorgan a los espacios físicos, en función de sus memorias; sino también, los procesos sociales y políticos a través de los

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cuales estos actores (o sus antecesores) inscribieron los sentidos en esos espacios, lo cual permite que un determinado «espacio» se convierta en un «lugar» (JELIN & LANGLAND,2003:2) Esta semantización no es automática o producto del azar, sino de la agencia y la voluntad humana. Los procesos sociales que implican la acción de “marcar” espacios, requieren de la presencia de “emprendedores de memoria”, como prefiere llamarle Jelin, es decir, de sujetos activos en un escenario político del presente. Estos sujetos pueden ser los sobrevivientes, en el caso de una memoria de la represión, o bien sus descendientes; aunque también pueden ser personas que se identifican con estos trabajos de memoria enarbolando sus demandas desde diversas asociaciones civiles. En estos procesos, el mismo Estado puede convertirse en articulador de las demarcaciones, pues recordemos que la institucionalidad de la memoria atraviesa diversas etapas para su legitimación.

Kenneth Foote y Maoz Azaryahu (2007), al analizar la relación entre territorio y memoria, proponen un área específica de la geografía para ello.

La geografía de la memoria profundiza, sobre todo, en el estudio de los sitios materiales donde la relación entre lugar y memoria es más evidente (caso de ciertos paisajes y, en general, de los monumentos, memoriales y museos), pero también tiene en cuenta las expresiones «actorales» o ceremoniales de la memoria (por ejemplo: rituales, festivales, ceremonias cívicas, desfiles, espectáculos al aire libre, peregrinaciones, etc.). Se puede decir que las discusiones y políticas desarrolladas en los últimos decenios en torno, al concepto de memoria, han puesto de manifiesto la importancia de las relaciones entre la memoria y el espacio geográfico. En el vocabulario académico y político sobre el asunto o incluso en el marketing patrimonial y turístico, han surgido y cristalizado expresiones significativas en este sentido: lugares (y no-lugares) de memoria, espacios de memoria, paisajes memoriales (o paisajes de memoria), itinerarios y caminos de la memoria, etc. (FOOTHE & AZARYAHU, 2007:127)

Buena parte de las investigaciones geográficas sobre la dimensión espacial de la memoria colectiva se han centrado, precisamente, en explorar lo que Donald Meinig (1979) llamara, a fines de los años 70 del siglo pasado, Los "paisajes simbólicos" que forman parte de “la iconografía de la nacionalidad”.

Tales paisajes emblemáticos, considerados, en su momento una suerte de “paisajes nacionales”, podrían definirse como “aquel paisaje o conjunto de 46

paisajes que en el imaginario colectivo representan e identifican los valores nacionales, la esencia de la nación”, paisajes a los que se atribuye la cualidad de condensar, expresar y simbolizar las claves de la correspondiente identidad nacional (MEINING, 1979 en GARCIA ALVARES, 2009:176) Por su parte, Ponciano del Pino y Elizabeth Jelin (2003) en su libro Luchas Locales, Comunidades e identidades, proponen analizar el territorio desde las territorialidades sentidas.

Las "territorialidades sentidas”, que cuentan especialmente la experiencia humana [sic]. Se trata de ver al “lugar” como manifestación de la experiencia y del sentido, conectado con unas prácticas sociales. Especialmente centran su estudio en comunidades que sufrieron violencia política y represión, mismas que le generaron un bagaje histórico que fueron constituyendo su propia identidad comunitaria, Su estudio propone analizar el eje “fuera” y “dentro” de la comunidad, para observar los mecanismos de comunicación entre lo local, lo nacional y lo global (DEL PINO & JELIN, 2003:3) Jacobo García ÁLVAREZ (2009) invita a analizar el territorio cómo "ciertos espacios y lugares que se articulan mediante estrategias narrativas dirigidas a exponer y representar el pasado de una determinada forma, y a cartografiar esas «topografías simbólicas»" (ÁLVAREZ, 2009:192) La ausencia de mapas sigue siendo habitual no sólo en los estudios no geográficos sobre estos espacios; sino también, en muchos trabajos geográficos. Pero más que mapas hace falta una metodología sensible a esas territorialidades sentidas, en esa línea Juan Manuel Diez Tetamanti (2014) en su libro Hacia una geografía comunitaria: Abordajes desde cartografía social y sistemas de información geográfica, reflexiona sobre la mirada omnipresente y de poder de un cartógrafo que delimita el espacio de los sujetos en el territorio, y por tanto propone una metodología mas antropocéntrica que reconoce los procesos de territorialización de los sujetos sociales y les otorga el poder de delinear su espacio a través de la cartografía participativa donde ellos, los miembros de la comunidad, se vuelven cartógrafos sociales.

1.5 Los lugares de memoria, la conmemoración y el ritual.

“La dimensión normativa de las conmemoraciones se ancla en la observancia por parte de quienes conmemoran ciertos rituales, en los que se reflejan los contenidos de la memoria que se quiere transmitir; por tanto, la

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conmemoración aporta marcos de referencia que indican cómo se ha de recordar, qué se ha de recordar y qué significa esa memoria” (VÁSQUEZ, 2001:189). El aseguramiento de los simbolismos adecuados a las versiones de la memoria, que se quiere promover en las conmemoraciones, tiene como consecuencia el carácter organizado y normativo de sus ritos. El mantenimiento de la memoria en las conmemoraciones supone, entonces, el respeto y apego a las tradiciones y ritos que las caracterizan. Por lo tanto, cualquier conmemoración implica una puesta en escena, en un determinado escenario, que transmite significados relativos a una determinada versión de los hechos que se recuerdan. En este sentido, a la vez que establecen la continuidad del pasado en el presente, en fechas y lugares establecidos, las conmemoraciones tienen como objetivo: fijar ciertas versiones como verdaderas. “La institucionalización constituye un referente de legitimidad y legitimación: indica las cosas que han sucedido y cómo las cosas deben suceder” (FERNÁNDEZ DROGUETT, 2007:156)

Sobre la puesta en escena, es interesante la propuesta de Víctor Turner (1986) sobre el drama social que implica la correlación entre los actores del proceso y los papeles asignados por el mito, y que se convierte en propulsora de la relación futura entre los símbolos, el drama social y la política. "Esta categoría analítica sirve para expresar toda la teatralidad que está presente en la cultura. La propuesta conceptual de este antropólogo británico viene de las artes, y por tanto, también recurre a palabras como performance, para caracterizar y analizar las acciones y representaciones que, en la vida cotidiana revelan la profundidad e individualidad de una cultura". (TURNER en MENDOZA ONTIVEIRA:103),

Como se ha abordado hasta el momento, la ritualidad consiste en un grado de artificialidad en las acciones de los actores sociales, durante una conmemoración. Esta artificialidad ha sido abordada por los historiadores Eric J. Hobsbawm y Terence Ranger (1983), en su conocida obra La Invención de la Tradición., por lo que asume que las tradiciones inventadas consisten en :“…conjunto de prácticas regidas normalmente por reglas manifiestas o aceptadas tácitamente y de naturaleza ritual o simbólica, que buscan inculcar ciertos valores y normas de comportamiento por medio de la repetición, lo que implica de manera automática una continuidad con el pasado... la peculiaridad de 48

las tradiciones inventadas es que su continuidad con el pasado es en buena parte artificial” (HOBSBAWN & RANGER:1983:4).

David Díaz Arias (2006) en un ensayo sobre memoria colectiva, ceremonias y conmemoraciones, señala que "la posición de S. Lukes, sobre ritual, es quizá la más acertada para definir las conmemoraciones. Lukes, se refiere al rito como "una actividad de un carácter simbólico, que atrae la atención de sus participantes a los objetos de pensamiento y sentimiento, que ellos definen como parte de una significación especial" (LUKES en DIAZ ARIAS, 2006:174). El rito es portador de simbolismos, no sólo se vuelve fundamental en la mezcla entre los tiempos individuales y colectivos, sino también en la relación entre los actores que lo protagonizan y los testigos que participan de él como observadores. Es decir, aunque ajenos a la escena principal, los espectadores son también copartícipes de la construcción del rito.

John Gillis (1994), realiza una importante sistematización sobre el acto conmemorativo, principalmente, para enmarcar el cambio del antiguo al nuevo régimen. Su trabajo se centra en una comparación entre el caso europeo y estadounidense sobre las percepciones de conmemoración, sus actores y símbolos nacionales dinamizados para tal fin. Al Hacer un recuento de las formas conmemorativas. El autor manifiesta “un corte trascendental en la figura del recordado y laureado, pues no era ya el muerto glorificado en su tumba, sino que el sobreviviente al horror”(GILLIS, 1994:20)

1.6 Cartografía cultural: Prácticas y espacios de memoria

Las representaciones culturales constituyen un componente crucial de las dinámicas socioculturales y tienen un papel decisivo en la articulación identitaria y en la evocación de referentes en el desarrollo de un imaginario colectivo. Desde la disciplina de la historia cultural, Roger Chárter (2002) destacó, en su ya clásica obra El mundo como representación, que las prácticas culturales implican formas de ejercer el poder. Este historiador ha puesto en relieve que "las representaciones colectivas facultan el pensar y repensar, de forma más compleja y dinámica, las relaciones entre los sistemas de percepción y de juicio y hacen variar las fronteras que atraviesan el mundo social" (CHARTIER, 2002:24).

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Por su parte, Stuart Hall (1997), desde los estudios culturales, ha destacado el gran impacto del sistema de representaciones en la configuración de la sociedad actual. Según su punto de vista, las representaciones tienen que ver con lo cultural, pero sobre todo, con el significado que dan a la cultura, porque transmiten valores que son colectivos compartidos, que construyen imágenes, nociones y mentalidades respecto a otros colectivos. "Las representaciones son el resultado de un proceso dinámico de orden histórico que hay que contextualizar, pues es este contexto histórico el que marca los significados y los registros; por tanto, el análisis de las representaciones culturales y de los imaginarios colectivos tiene que enmarcarse en el contexto de su creación" (HALL, 1997:45).

Como bien apunta la socióloga Rossana Reguillo “la posibilidad de pensar la cultura como el espacio de la reproducción social, y al mismo tiempo como el espacio privilegiado para la innovación y la resistencia, fue una de las aportaciones centrales de Pierre Bourdieu" (BOURDIEU en REGUILLO, 2002:81).

1.7 Comunidades de memoria

Todo el entramado de espacios y actores en los trabajos de memoria conforma una matriz discursiva que genera marcos que integran subjetividades narrativas interconectadas que sustentan una cultura y un ethos. En ese sentido se crea una especie de comunidad, por ello retomo el aporte de Cohen (1989) cuando define comunidad como " una construcción simbólica sustentada en una base material, que es pensada y vivida a partir de símbolos, valores, creencias y prácticas sociales y culturales compartidas por el grupo" (COHEN,1989:36), aunado a este concepto surge la propuesta de Penelope Eckert y Sally McConnell-Ginet sobre "comunidades de práctica" entendidas como un compromiso colectivo de actuación conjunta (vease: ECKERT & MCCONNNELL-GINET:1992:621).

De manera más específica, para las comunidades afectadas por pasados traumáticos y la elaboración de sus recuerdos, Iwona Irwin-Zarecka (1994) propone el concepto de "Comunidades Memoria" abrodado en su libro Frames of

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remembrance: The dynamics of collective memory.17 ella se refiere a los relatos que construyen sobrevivientes de sucesos traumático, y de cómo desde esas subjetividades narrativas se puede configurar una comunidad. Su concepto de comunidades de memoria se refiere a “un grupo de personas que comparten un sentido de crear lazos afectivos y que permanecen unidos debido a una experiencia compartida en un intento de encontrar significado a un evento particular” (IRWIN-ZARECKA, 1994:47). Retomando los aportes de Irvin- Zarecka, Nicolas del Valle (2014) desde la realidad latinoamericana resume las comunidades de memoria como comunidades que comparten una ausencia o pérdida de un familiar o ser cercano. Este estado les lleva a una movilización para la gestión de la memoria, principalmente vinculado a la dignificación de la víctima y acceso a justicia.

Jorge Arcilla incluye el aspecto ético e intergeneracional de las comunidades memoria al decir que, es un lugar donde las responsabilidades éticas de la remembranza pueden elaborarse.

1.8 La (des) conexión de trabajos de memoria entre dos continentes: Los casos de España y El Salvador

A manera de cierre de este capítulo deseo plantear un breve estado de la cuestión a nivel de los trabajos que actualmente se están realizando tanto en España como en El Salvador y la conexión que pudiera existir, a fin de crear aprendizajes desde un enfoque poscolonial, donde Latinoamérica, a raíz de sus pasados recientes de autoritarismo y graves violaciones a derechos humanos a actuado de "manera ejemplarizante" ejerciendo prácticas y políticas de memoria de manera temprana a los sucesos traumáticos, a diferencia de España que recién se abre al campo de la comprensión de su pasado a fuerza de una figura fantasmagórica que le recuerda sus deudas y trastoca la construcción ejemplarizante de su transición democrática.

17 A community of memory is one created by that very memory. For people to feel a uses of bondign with others solely bacause of a shared experience, the experience itself would often be of extraordinary if no traumatic quality. Soldiers who came back from the trenches of world war I, veterans of the war in vietnam, survivor of the atomic bomb, escapees from Pol Pot´s Cambodia, survivor of hte Holocaust - all these groups reamained a part in their visceral, often untraslatable memories of horror. The experience that shared could not be truly shared with others, at least not at the same level of understanding. And a sense of recognition, inmediately apparent whan survior meet each other is too expectional quality. (IRWIN-ZARECHA, 1994)

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En palabra del historiador Jesús Izquierdo18

"España es un caso paradigmático de impunidad y desmemoria, cualquier sujeto que venga de Latinoamérica o Africa, identificaría en contraste con su realidad, que no es un país donde se trabaje demasiado la memoria, y lo que aquí veo como emblemático. Es la ausencia de demanda, de querer conocer y querer recordar es lo mas particular del caso español, y eso tiene mucho que ver con el relato que se construyo entre el segundo franquismo de transición democrática. Ese relato que nos contaron que, los años 30 fueron los años de la locura y los años setenta eran los años de redención y la fundación de una España nueva, redimida. Los españoles tienen un vinculo con el pasado de redención tienen un relato casi bíblico donde tendríamos los años de la guerra como los años de destrucción del paraíso, la historia de tribulaciones del franquismo y la historia de la redención hacia un paraíso nuevo con la democracia del 78. (Entrevista a Jesús Izquierdo, historiador Universidad Autónoma de Madrid, octubre 2015) Josefina Cuestas en su trabajo pionero de elaboración de un estado de la cuestión sobre los estudios de memoria, titulado Memoria e Historia: Un estado de la cuestión (1998), analiza la conflictiva relación entre memoria e historia dedicando parte de su trabajo, al análisis de la aplicación del enfoque metodológico de "lugares de memoria" propuesto por Pierre Nora (1984-1992), de quien ella es discípula. En ese ensayo, dedica un apartado intitulado "Los estudios sobre lugares de la memoria, en España" donde reseña los principales hitos y autores que seguirían esa línea metodológica en España.

En el Congreso sobre Historia y memoria de la Guerra Civil, celebrado en 1988, un equipo de Salamanca, al que se refiere P. Nora en sus publicaciones, presentaba sus primeros trabajos con la aplicación de este concepto en la época franquista [sic]. De este seminario salió la convicción de que los lugares que habíamos analizado en el franquismo, aplicando su metodología, no cumplían todas las condiciones propuestas en la definición del concepto En 1994 el propio grupo de Salamanca publicaba en París un estudio que, al método propuesto por P. Nora sumaba el de el análisis de las conmemoraciones, experimentado con gran fortuna y claridad por Gérard Namer. También en Francia aparecía, ese mismo año, un artículo que aplicaba la metodología de P. Nora, «Un lieu de mémoire barcelonais: le monument au doeteur Robert» de Stéphane Michonneau, ejemplo del análisis de un monumento como lugar de memoria. Mientras, algunas tesis

18 Sobre la producción intelectual de Jesús Izquierdo véase: (IZQUIERDO, 2014), (IZQUIERDO & SANCHEZ, 2006) (FABER, IZQUIERDO & SANCHEZ DE LEON, 2011) 52

doctorales se amasaban en el silencio. Paloma Aguilar fue pionera con su estudio sobre La memoria histórica de la Guerra Civil española (1936- 1939): Un proceso de aprendizaje político. (CUESTAS, 1998:223) Josefina Cuestas acota la importancia de los trabajos sobre las relaciones entre memoria, socialización y consenso político en el País Vasco durante el primer Franquismo y los trabajos que retoman fuentes orales para describir el pasado conflictivo. Finaliza mencionando que España avala el presente democrático dejando deudas pendientes con el pasado a fuerza de una ilusoria "convivencia" donde remover el pasado tiene sus costes.

Nuestro presente democrático, cargado de historia, se presenta también como campo avaro de memoria, bien en la «invención de la tradición», para aquellos fenómenos nacientes que buscan el troquel de la legitimidad en el pasado (M. Suárez Cortina) y en la necesidad de raíces históricas de realidades centenarias, o bien en la invención y apropiación de lugares, en la celebración de conmemoraciones, en la política del patrimonio o en el acuerdo tácito de cierto silencio en aras de la transición y de la convivencia democrática (CUESTAS:1998:224)

Pero el Estado no ha sido el único que ha contribuido a la construcción del pasado redimido, según Jesús Izquierdo, pues la sociedad española asume y reproduce buena parte de ese discurso.

El discurso de la redención es también asumido por la sociedad civil, aquí no tenemos políticas de la memoria, que abran la posibilidad de refundar el vinculo del pasado que no sea la visión redimida... muchos actores han contribuido en ese silencio, y estamos hablando de la sociedad misma. Y ese silencio proviene de la dimensión del genocidio. En España hay algunas actividades alternativas que están haciendo ejercicio por construir un esfuerzo por refundación de un nuevo país. Como el de Emilio Silva, Paco Ferrandi, y los trabajos de las exhumaciones. Pero no son memorias que estén desestabilizando a la memoria oficial, o la memoria hegemónica, la memoria no está desnaturalizada. Al contrario sigue consolidando la identidad de los españoles. Aun sabiendo que hay exhumaciones que han tenido efectos políticos, la mayoría no quiere saber nada, por eso es paradigmático el caso español al lado de Latinoamérica (Entrevista a Jesús Izquierdo, historiador Universidad Autónoma de Madrid, octubre 2015) En términos de producción intelectual a partir de la praxis de lugares de memoria podemos mencionar el fuerte impacto que han generado las exhumaciones en España que se dieron por iniciativa individual pero que ahora 53

recoge a un buen grupo de intelectuales que reflexionan sobre la genealogía de la memoria a partir de la recuperación de los restos óseos de familiares. Destaca el grupo interdisciplinar denominado Proyecto Políticas de Memoria que "pretende fomentar una investigación interdisciplinar, internacional y comparativa sobre el impacto que están teniendo las exhumaciones de fosas comunes en la España contemporánea, con la finalidad de generar un conocimiento científico sistemático sobre el tema que pueda, por un lado, profundizar nuestro entendimiento crítico y denso de este complejo proceso y, por otro, alimentar los debates públicos con este conocimiento científico" (Retomado del sitio web: www.politicasdelamemoria.org consultado en octubre 2015).

Es interesante observar cómo una tercera generación, los nietos, buscan entre los vestigios del pasado como arqueólogos trabajando con fragmentos de la "verdad", piezas frágiles sobre los que se construyó la transición democrática española. A ese respecto Jesús Izquierdo se considera:

Soy un nieto del conflicto que se posiciona ante la desmemoria reivindicando el recuerdo. Se dice desde la siquiatría que no podemos olvidar aquello que no recordamos, y para poder elaborar un trauma, aquellos que han sufrido un trauma, tienen que aprender a elaborarlo. España tiene los síntomas de una sociedad traumatizada, porque, qué sociedad tiene la solvencia para pisar las tumbas de casi 130 mil masacrados. (Entrevista a Jesús Izquierdo, historiador Universidad Autónoma de Madrid, octubre 2015) No se puede dejar por fuera el aporte del filosofo Manuel Reyes Mate, dedicado a la investigación de la memoria, el papel de los vencidos y el papel de la filosofía después del Holocausto, su ensayo La Herencia del Olvido (2009) le concedió el Premio Nacional de Literatura (ensayo). Sobre las vertientes teóricas en el abordaje de los análisis de memoria en España es clara la influencia de Pierre Nora (1989-1992), La Capra (2004) , Paul Ricoeur (2004), Walter Benjamin (2001) pero también la influencia latinoamericana principalmente la experiencia del cono sur con la compilación de trabajos de la memoria de Elizabeth Jelin (2002) y los autores varios que participaron de la colección Memoria de la Represión. De ahí que Jesús Izquierdo reflexione sobre la necesidad de aprendizaje desde un enfoque poscolonialista de la experiencia latinoamericana en términos de estudios de memoria.

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En términos de dialogo entre la realidad española y la salvadoreña ha sido inexistente desde las ciencias sociales; no así desde la experiencia de procuración de justicia. Resalta el caso de la participación activa de jueces españoles en el tribunal de justicia restaurativa implementado por el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana, una especie de tribunal de conciencia del que participan ya en su sexta edición jueces españoles ad honorem19.

En producción de estudios de memoria desde España sobre El Salvador, destaca la reciente publicación del libro Conflicto, memoria y pasados traumáticos: El Salvador contemporáneo, edición coordinada por los historiadores Eduardo Rey Tristan y Pilar Cagiao (2011) publicada por la universidad de Santiago de Compostela, luego de un seminario sobre memoria y conflicto que tuvo lugar en esa universidad en 2009 en la que participo con un articulo junto a otros salvadoreños como Pablo Benitez (2011), Salvador Juarez (2011) y otros colegas españoles . En la reseña del libro se destaca que:

La historia latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX ha estado marcada por numerosos conflictos políticos y sociales, que han proporcionado tristes protagonismos a guerras o dictaduras de diverso tipo. En este contexto un país ha adquirido especial relevancia a escala internacional: El Salvador. Su largo ciclo dictatorial (1932-1979) concluyó entre 1980 y 1992 con la guerra civil más importante del continente en todo el siglo. Las heridas que deja un conflicto militar de doce años son múltiples, y la Historia, el oficio de historiador o sus fuentes, no son indemnes a ellas. Contribuir a superar esta herencia ha sido una de las motivaciones de esta obra. En ella un grupo de especialistas procedentes de El Salvador, España, México, Italia y Estados Unidos analizan el pasado traumático salvadoreño en el contexto latinoamericano, con el objetivo de profundizar en su conocimiento y comprensión, y de reflexionar acerca del significado

19 El tribunal se realiza con la participación activa de víctimas y comunidades discutiendo los sucesos, ubicando sus causas y precisando las sanciones. Además, define como básico el arrepentimiento, la admisión de culpas y la reparación a las víctimas por parte de los perpetradores. Su propósito principal es restaurar –lo más que se pueda– las relaciones entre las personas ofendidas y sus ofensores, así como las de sus comunidades. Sobre esa base, el Tribunal analizó declaraciones de víctimas directas, testigos diversas masacres y casos de desaparición forzada o torturas a presos políticos. El tribunal es conformado por : Paulo Abrão Pires Junior, presidente de la Comisión de Amnistía de Brasil; Belisario dos Santos, ex Secretario de Justicia y Defensa de la Ciudadanía del Estado de Sao Paulo, Brasil; José Ramón Juániz, presidente de Abogados del Mundo, sección Valencia, España: José María Tomás, presidente de la Fundación por la Justicia, Valencia, España; Ricardo Iglesias, abogado salvadoreño y consultor en derechos humanos y Gloria Giralt de García Prieto, salvadoreña luchadora por la justicia.

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del conflicto, su memoria y el lugar que ocupa dentro de la sociedad salvadoreña actual (REY TRISTÁN & CAGIAO VILA, 2011: 12) Específicamente sobre trabajos de memoria en El Salvador se ha conformando desde finales del conflicto armado un grupo de investigadores que conforman el núcleo de estudios de la memoria que provienen principalmente de la antropología y la historia

Desde las ciencias sociales, uno de los primeros trabajos sobre memoria fue el libro La tierra prometida (PEARCE,1986) que utiliza fuentes de historia oral para la reconstrucción de la represión en las comunidades del norte de Chalatenango. El antropólogo norteamericano Leigh Binford publicó el libro Vidas y memorias del Mozote un estudio etnográfico sobre el norte de Morazán (BINFORD, 1997), en el que contrastó fuentes orales, documental y visitas de campo en el momento de las exhumaciones en el cantón El Mozote. Posteriormente continuo con investigaciones en el norte de Morazán como el artículo A perfect storm of neglect and failure: postwar capitalist restoration in Northern Morazán, El Salvador (BINFORD, 2010)

Son valiosos los aporte del antropólogo Ralph Sprenkls, su tesis doctoral Revolution and Accommodation. Post-insurgency in El Salvador (SPRENKLS,2014), analiza las etapas del movimiento insurgente salvadoreño y la configuración del término post-insurgente. Su estudio sobre la memoria militantes brinda elementos para comprender la construcción de rememoración de los líderes tanto de izquierda como de derecha. Roberto d’Aubuisson versus Schafik Handal. Militancy, memory work and human rights (SPRENKLS,2011); además de otros ensayos sobre la posguerra como La guerra como controversia: una reflexión sobre las secuelas políticas del informe de la Comisión de la Verdad para El Salvador (BINFORD, 2012); y otro sobre el papel de las organizaciones de derechos humanos en la gestión de memoria, titulado The Price of Peace. The Human Rights Movement in Postwar El Salvador (BINFORD, 2005).

En el año 2000 en El Salvador se abre la carrera de antropología en la Universidad Tecnológica de El Salvador, se gradúa la primera promoción de antropólogos. De ellos, Georgina Hernández es la primera que aborda en su tesis de grado el tema de memoria, bajo la tesis titulada Las Fronteras de la 56

Identidad a través de la Memoria: El Caso de la Cordillera de Nahuaterique (2006), que aborda la conflictiva construcción identitaria de los salvadoreños que habitan un territorio que fue controlado por la guerrilla, y que tras un fallo jurídico internacional en 1992 pasan a formar parte de Honduras. El análisis se realiza a partir de la relación de su territorio y las memorias vinculadas a este, y de cómo se debate la definición de la identidad salvadoreña en territorio jurídicamente perteneciente a Honduras. La tesis se basó en la teoría de liminalidad de Victor Turner (1986), la Antropología de la memoria de Joel Candau (2002), Los trabajos de la Memoria de Elizabeth Jelin (2002), y comunidad imaginada de Benedict Anderson (1993). Posteriormente Hernández Rivas ha realizado trabajos de memoria y antropología visual donde analiza la cadena de la experiencia visual del espectador entre la fotografía como dispositivo de memoria con grupos representados en el material visual, destaca el artículo titulado El despertar de la memoria: experiencia comunicativa del documental 1932, Cicatriz de la Memoria (2009)

El antropólogo Carlos Lara Martínez, es uno de los precursores en la investigación sobre memoria, su trabajo de campo en las comunidades repobladas de Chalatenango, recurren al enfoque longitudinal de investigación que corresponde a un período largo de trabajo de campo que se extiende de 2003 a 2007, en ese lapso a escrito diversos ensayos como Conflicto social y cambio cultural en una comunidad rural de Chalatenango (El Salvador): 1970- 2003 (2003); y el ensayo Ritual y memoria Histórica: El XIX Aniversario de la repoblación del municipio de San Antonio de los Ranchos en El Salvador (2014). Actualmente se encuentra finalizando su tesis doctoral de Antropología Social en la Universidad Nacional Autónoma de México. Su tema de tesis continua desarrollándolo en las comunidades repobladas de Chalatenango, específicamente San Antonio de los Ranchos y Guarjila, comunidades semi- campesinas. Su tesis se fundamenta en tres partes. En la primera elabora la etnohistoria de las dos comunidades, en la segunda parte realiza un análisis del discurso sobre su identidad y memoria aplicando la teoría dialógica de Bajtin (1992), y finalmente analiza los rituales de la memoria a través de los aportes de Víctor Turner (1980).

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Lara Martínez coordina la carrera de antropología social en la Universidad de El Salvador que inició en 2005 y ha logrado formar una generación de jóvenes antropólogos destaca el trabajo del alumno Miguel Villela sobre la memoria de la masacre estudiantil de la Universidad de El Salvador en un análisis comparativo con la masacre de estudiantes de Tlatelolco, México. Sobre esto publicó un artículo denominado Hacia la configuración de una nación con democracia: análisis comparativo sobre lugares de memoria de los movimientos estudiantiles en El Salvador y México (VILLELA RAMOS, 2014).

Otro aporte de la nueva generación de antropólogos, es la tesis de grado en antropología de Gilberto Berríos, titulada El papel de la memoria histórica en la construcción identitaria de las comunidades del Bajo Lempa (Nueva Esperanza y Ciudad Romero) (BERRIOS, 2008). Esta tesis ubica las etapas de huida y refugio de esas comunidades, así como las prácticas culturales incorporadas al nuevo territorio producto de la experiencia del exilio, tesis asesorada por Georgina Hernández.

El Antropólogo y lingüista Rafael Lara Martínez ha abordado el tema de la memoria desde el aspecto étnico y la deuda histórica con la masacre indígena de 1932, analizando la memoria del mestizaje y el blanqueamiento en la construcción de la idea de nación desde la crítica al discurso de intelectuales y literatos. Resaltan de sus publicaciones Remembering a massacre in El Salvador: The Insurrection of 1932, Roque Dalton, and the politics of historical memory. (LINDO FUENTES, CHING, & LARA MARTINEZ, 2007); Del dictado. Miguel Mármol, Roque Dalton y 1932, del cuaderno (1966) a la “novela-verdad” (1972) (2007); Del silencio y del olvido. O los espectros del patriarca (2013).

Desde la disciplina de historia, como menciona Josefa Viegas, historiadora y catedrática de la Licenciatura en Historia de la Universidad de El Salvador, el abordaje ha sido diferente al de los antropólogos; en tanto, los antropólogos se han enfocado en el estudio las memorias subalternas y no tanto de la memoria oficial; mientras los historiadores han abordado la memoria oficial vinculada a la construcción del relato de nación. Hace hincapié, que para Los historiadores el tema de la memoria se vincula a cómo el pasado se utiliza en cada presente,

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ese enfoque viene de la propuesta de Pierre Nora (1984-1992). Es decir, estudiar la memoria desde la historia implica, analizar las interpretaciones y usos del pasado en el presente

"En El Salvador, desde la Historia se ha trabajado aspectos de cómo se interpreta la independencia, cómo se interpreta [la masacre indígena de]1932. Es decir, cómo se ha utilizado desde diversos ángulos y cómo se han construido discursos principalmente desde el poder, desde el Estado, y también como se han generado algunos disensos a las posiciones oficiales; y cómo los discursos oficiales han permeado y como otros no han permeado, y por ello se abrieron posibilidades de proponer discursos alternativos" (Entrevistas a Josefa Viegas, Catedrática de la Licenciatura en Historia Universidad de El Salvador, octubre 2015) En ese sentido el trabajo del historiador Carlos Gregorio López Bernal Mármoles, Clarines y Bronces: Fiestas cívico-religiosas en El Salvador, siglos XIX y XX. (2011); y, Tradiciones inventadas y discursos nacionalistas: El imaginario nacional de la época liberal en El Salvador, 1876-1932. (2007) abonan a la construcción del discurso y memoria oficial para la nación imaginada como diría Benedict Anderson (1995), o a la invención de tradiciones (HOBSBAWM, 1984).

De igual forma el Historiador Erick Ching aborda la memoria sobre los suceso de la masacre indigena-campesina de 1932, desde un agudo analisis de fuentes documentales. En ese sentido ha publicado Las masas, la matanza y el martinato en El Salvador : ensayos sobre la época de 1932 (TILLEY, CHING, & LOPEZ BERNAL, 2007); y, El Levantamiento de 1932 (2011). En su último trabajo -pronto a ser publicado- incorpora concepto comunidades de memoria a partir de un análisis exhaustivo de literatura testimonial. Su manuscrito inédito se titula Stories of Civil War in El Salvador: A Battle Over Memory, sobre este presentó avances en el marco de la 55 Congreso Internacional de Americanistas "Conflicto, paz y construcción de identidades en las Américas" realizado en San Salvador del 12 al 17 de julio de 2015.

Los historiadores que se han acercado al período contemporáneo para estudiar las políticas de memoria son José Alfredo Ramírez Fuentes con el articulo La Memoria y las Políticas de la memoria en El Salvador 1932-1981 en perspectiva (2012), y Sergio Salazar Araya con su ensayo sobre Las Políticas de la memoria en El Salvador: Paz, democracia y Consenso Nacional como memoria 59

anticipada (2012), ambos brindan luces para comprender la construcción de la versión oficial de memoria que se fundamenta en el olvido.

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CAPÍTULO II. DEL TERROR A LA OLVIDO: UNA MIRADA A LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE EL SALVADOR (1960-2015)

Este capítulo presenta en cuatro partes un marco histórico contemporáneo de El Salvador, indispensable para comprender el clima de violencia política y odio que contextualizó los crímenes contra los derechos humanos antes y durante la guerra, las complejas negociaciones de paz, sus alcances y límites en la posguerra, el valor de los trabajos de memoria y la contribución de esta tesis. En síntesis, la memoria puede servir como presión para ejercer justicia, y como complemento para desarticular la cultura de violencia aún arraigada en buena parte de la población salvadoreña.

La primera parte aborda cómo el Estado salvadoreño pasó de modernizador a terrorista (1960-1979). El gobierno y los paramilitares respondieron cada vez más cruentamente a las fuerzas sociales –organizaciones políticas, gremios, sindicatos, sectores universitarios y religiosos- que cuestionaban la institucionalidad sustentada en la injusticia, los fraudes electorales, la cárcel, la tortura, el exilio y la muerte.

La segunda parte analiza la Guerra Civil (1980-1992), que arranca cuando se cerraron los espacios de negociación, provocando la aglutinación de los grupos revolucionarios en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), su movilización a zonas rurales, y el incremento de acciones bélicas que dejaron más de 75 mil víctimas civiles, 245,500 desplazados y refugiados (Berríos, 2008: 28).

La tercera parte ahonda en el proceso de negociación de la paz (1984- 1992), que osciló entre la prolongación del conflicto y la practicidad política, con una cautelosa incorporación de temas clave como el respeto a los derechos humanos, el control y cierre de los cuerpos represivos y la apertura de la palestra política.

La cuarta parte examina la transición política (1992-2015) que como espejo reflejaba a la sociedad de posguerra Con vacíos y contradicciones, la transición gestó, desde la sociedad civil, una estructura basada en el respeto a los derechos humanos, libertades políticas y estado de derecho. Un persistente 61

olvido y silencio oficial que convenía a sectores poderosos se vio desafiado por el fenómeno de “deber de memoria”, que tomó la fuerza de un movimiento civil de recuperación de la memoria histórica. Esto plantea la urgencia de investigar para entender este proceso y contribuir a forjar una cultura de paz y justicia.

2.1 Del Estado modernizador al Estado terrorista: 1960-1979

"Desde el siglo XIX, la conformación del Estado Nación salvadoreño marginó a diversos grupos sociales en el ámbito económico, político, social y cultural, generando una gran brecha social mientras se consolidaba el autoritarismo militar". El siglo XX se caracteriza mayoritariamente por ciclos de dictaduras militares represivas, que provocaron miles de asesinatos, torturas, desapariciones forzosas y exilios. "Tras el golpe de Estado a José María Lemus en 1960, inicia un tercer periodo del militarismo, marcado esta vez por el cierre definitivo y el recrudecimiento de la represión" (TORRES, 2007: 100) transformando al Estado de intervencionista a terrorista:

Tras la victoria de la revolución cubana en 1959, el fantasma del comunismo reaparece con más fuerza y el discurso anticomunista se renueva como ideología de la represión…la política toma un giro con la aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional y el concepto del “enemigo interno”, lo que dio al ejército la misión de defender el orden interno a cualquier precio, empujando a los militares al poder con un sistema de elecciones totalmente controladas, permitiendo un mínimo de oposición en la Asamblea Legislativa, mientras que en los comicios presidenciales sólo ganaba el general escogido por la cúpula militar (TORRES RIVAS, 2007:100). Otra característica de este período fue el apoyo a los regímenes por parte de los Estados Unidos y el sector empresarial nacional. Este último se vio fortalecido con la modernización del modelo exportador, tanto agrícola como industrial, y el proyecto del Mercado Común Centroamericano.

Su aparición en la escena política representa un factor clave en la dinámica de las décadas 60 y 70, ya que permitió consolidar el sector obrero y sus luchas por organización y reivindicaciones, constituyendo una fuerza urbana descontenta, además de las organizaciones políticas formales excluidas y perseguidas por el autoritarismo de los cuerpos militares y policiales [Policía de Hacienda y Guardia Naciona]…el entrenamiento bajo la dirección de oficiales norteamericanos dio a este instrumento público al servicio de intereses privados, recursos técnicos y medios de acción que le permitían adquirir una mayor importancia en la 62

jerarquía de las fuerzas armadas y en la política general" (GORDON, 1989:46). El cumplimiento de las tareas encomendadas a los miembros de la Guardia Nacional favoreció el establecimiento de fuertes vínculos con los terratenientes. Más aún con la Ley Agraria 1980 bastaba la demanda del propietario o del administrador de una finca para que los guardias arrestaran a un trabajador y evitar cualquier forma de protesta en sus propiedades. "Para evitarlo, los dueños acostumbraban a contratar una pareja de guardias, a quienes retribuían sus servicios" (GORDON, 1989:108). En otras palabras:

El uso de la fuerza y las prácticas represivas del Estado obedece al tipo de capitalismo agrario que la oligarquía cafetalera creó desde finales del siglo XIX en el cual, para lograr grandes ganancias, empobrecieron al campesinado, creando una mano de obra barata y disponible en las fincas cafetaleras. Ese orden económico necesitaba de uno social marcado por fuertes dosis de represión para su buen funcionamiento" (RIBERA en KRAMER, 2009:109). En 1962, el gobierno fundó la Organización Democrática Nacionalista (ORDEN), una red de colaboración represiva. Es decir, la construcción de un Estado represor no fue un proceso en solitario, contó con la cooptación de la población para crear una cultura de violencia y terror; los afiliados a ORDEN recibían beneficios para laborar en el campo, e incluso armas para perseguir a los campesinos opositores. "Dicha red alcanzó decenas de miles de miembros y contribuyó a la tensión en el campo" (KRAMER, 2009:59). En 1969 surge la organización campesina con la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS), influenciada por sectores progresistas de la Iglesia Católica. Posteriormente surgió la Unión de Trabajadores del Campo (UTC). Ambas organizaciones estuvieron formadas principalmente por campesinos sin tierra y trabajadores del campo; agruparon y canalizaron el descontento de cientos de colonos desalojados de las algodoneras, de trabajadores que no recibían ni el salario mínimo, y de agricultores sin acceso a tierra ni crédito. "Pronto la represión del campo llegó a las ciudades, principalmente a San Salvador, la capital; un ejemplo fue la cruenta respuesta contra la huelga convocada en 1968 por Asociación Nacional de Maestros (ANDES) y ampliamente apoyada por otros sectores" (GORDON, 1989:174).

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Hubo un fraude electoral en los comicios presidenciales de 1972 y llegó al poder un ala militar más punitiva, encabezada por el Coronel Arturo Armando Molina. Esto junto con el nuevo impulso dado por el Estado a las actividades económicas parecía dar buenos resultados en la contención política, al menos durante los dos primeros años de ese gobierno:

La radical represión después de las elecciones, la eficaz acción de espionaje llevada a cabo por ORDEN y la oportuna intervención de la Guardia Nacional, aunadas a la creación de empleos, sobre todo por parte del sector público, la realización de obras sociales, así como el apoyo a organizaciones obreras y campesinas que planteaban la defensa moderada de sus afiliados, fueron factores que lograron mantener una paz social apenas interrumpida por esporádicas muestras de descontento popular pronto acalladas. Si bien algunas acciones armadas de carácter espectacular fueron efectuadas por organizaciones político-militares, estos actos no tenían consecuencias en la movilización de grupos y sectores. Entre estas acciones se encuentran los secuestros a personalidades prominentes como Francisco De Sola y Benjamín Sol Millet por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) en 1974 y 1975 respectivamente, y el “ajusticiamiento” del Secretario de la Presidencia, Raymundo Pineda por las FPL en 1974 (GORDON 1989: 171). El Estado terrorista deshumaniza al enemigo y busca su aniquilamiento con total impunidad, ya que considera que el enemigo está en todas partes del cuerpo social. Bajo esta lógica, la organización social en sus manifestaciones campesinas, sindicales, estudiantiles, religiosas y otras, eran vistas por el Estado salvadoreño como el “enemigo comunista”. A mediados de los 70s, la represión militar se convirtió paulatinamente en la respuesta estatal a cualquier protesta urbana o rural. La ciudad de San Salvador dejó de ser el centro exclusivo desde el cual irradiaba la actividad política. Uno de los peores acontecimientos sangrientos fue la protesta de estudiantes de la UES en San Salvador el 30 de julio de 1975, denunciando la represión contra un desfile bufo efectuado por estudiantes universitarios de la ciudad de Santa Ana. El uso desmedido de la fuerza y la cuidadosa aplicación de tácticas militares resultó en decenas de muertos, capturados y desaparecidos. "Ese mismo año comenzó a funcionar el primer escuadrón de la muerte, Fuerzas Armadas de Liberación Anticomunista – Guerra de Eliminación (FALANGE), dirigido principalmente contra las

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organizaciones campesinas; y le seguirían otros20 que incrementarían el terror" (KRAMER, 2009:49).

Las desapariciones forzadas, su carácter sistemático y reiterado, su utilización como una técnica destinada a producir no solo la desaparición misma, momentánea o permanente de determinada persona, sino también un estado generalizado de angustia, inseguridad y temor han sido relativamente recientes. En América Latina, esta práctica fue empleada con excepcional intensidad en Argentina, Chile, Perú, Colombia, Guatemala, Honduras, El Salvador (INSTITUTO DE DERECHOS HUMANOS, 1990:500). Aunque en las ciudades ocurrían principalmente las grandes luchas políticas, el papel central en la resistencia al régimen lo ejercían las organizaciones campesinas debido a sus condiciones de extrema pobreza y sin tierra; la politización fue fructífera gracias a dos fuentes de organización y radicalización: la Teología de la Liberación y las organizaciones político-militares respectivamente, trabajo que comenzó precisamente en la década de los 70 y que formó a más de 15 mil personas (KRAMER, 2009:44). Las elecciones presidenciales de 1977 también fueron fraudulentas, causando un fuerte impacto en la población. Muchos sectores aún creían en la posibilidad de un cambio por la vía democrática; pero ésta se vio debilitada, trayendo como consecuencias la polarización y la confrontación. Con la llegada al poder del General Carlos Humberto Romero, aún más recalcitrante que sus antecesores, la agitación social se volvió incontrolable, generada principalmente por las acusaciones de fraude.

El reconocimiento del nuevo gobierno por los Estados Unidos no fue inmediato, por lo que se bajó la tónica de la represión en la ciudad, pero en el campo se transformó en más selectiva…La persecución y control de la organización social y sus protestas fue normada con la promulgación de la Ley de Defensa y Garantía del Orden Público, inspirada en la Doctrina de Seguridad Nacional estadounidense para combatir el avance del socialismo en el continente (KRAMER, 2009: 52). Esta doctrina fue parte importante en la ideología de los gobiernos militares de Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Brasil, Honduras y Guatemala entre otros; y que definía claramente que el enemigo interno,

20 Incluyendo la Brigada Anti-Comunista Maximiliano Hernández Martínez, el Frente Político Anti-comunista, la Asociación Patriótica Libertad o Esclavitud, la Brigada Anti-comunista Salvadoreña, la Unión Guerrera Blanca (Mano Blanca), la Organización para la Liberación del Comunismo, el Frente Anti-comunista para la Liberación de Centroamérica (FALCA), la Legión del Caribe, la Brigada Anticomunista de Oriente (BACO), la Brigada anti-comunista salvadoreña (BACSA) y la Sombra Negra. 65

terroristas o insurgentes eran tanto las personas armadas como las que propagaban ideas contrarias al régimen. Con esta interpretación, cualquiera podía ser sospechoso por estar en una reunión sindical, un mitin o incluso actividades religiosas, estudiantiles e intelectuales; y eso generó más desaparecidos y torturados. Por ejemplo, el Arzobispado de San Salvador encabezado por monseñor Oscar Arnulfo Romero, Contabilizó

715 personas capturadas por las fuerzas de seguridad bajo dicha ley desde el 15 de diciembre de 1977 al 9 de julio de 1978. De ellas, 590 fueron dejadas en libertad después de haber sido golpeadas en la mayoría de los casos, dos fueron asesinadas y 21 desaparecidas […] Las incipientes organizaciones guerrilleras empezaron a secuestrar a personalidades prominentes e incrementaron las acciones de hecho; mientras que el gobierno abolió dicha ley, presionado por la difusión internacional de las violaciones a los derechos humanos (KRAMER, 2009: 56). En 1979, la Junta Revolucionaria de Gobierno derrocó al General Romero, con el apoyo de los Estados Unidos y amplios sectores políticos. Pero enfrentó tantas fricciones internas y externas que rápidamente se disolvió, y se conformó en dos ocasiones más por distintos representantes hasta 1982.

Su fracaso, tuvo consecuencias claves para entender el proceso posterior, tales como la influencia de los Estados Unidos en el conflicto al apoyar una relación entre el Partido Demócrata Cristiano (PDC) y los militares para la conducción del país, aportando públicamente el primero un carácter civil y democrático, mientras que el segundo continuaría con la línea de la represión para evitar la insurrección. Sin embargo, el sistema estuvo dominado por los segundos, lo que agudizó la escalada represiva contra la población. Por otra parte, el fracaso adelantó el proceso de unificación de las fuerzas revolucionarias, imponiéndose definitivamente la polarización y el incremento armado del conflicto (KRAMER, 2009: 52). El triunfo de la Revolución Sandinista en Nicaragua (19 de julio) planteó a los Estados Unidos y el Gobierno de El Salvador la posibilidad de otras insurrecciones exitosas en Centroamérica. Ello contribuyó a que empeoraran los abusos del ejército, la Policía de Hacienda, la Guardia Civil y los paramilitares con persecuciones, encarcelamientos, torturas, desapariciones y masacres. Así se configuró un escenario de guerra caracterizado por la violencia extrema e impune contra población civil, el debilitamiento de la oposición política mediante fraudes y persecuciones y la polarización ideológica.

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2.2 La Guerra Civil: 1980-1992

El golpe definitivo simbólicamente fue el asesinato de la figura pública más emblemática en cuanto a defensa de derechos humanos, denuncia y diálogo, monseñor Oscar Arnulfo Romero, el 23 de marzo de 1980. Posteriormente fue declarado Crimen de Lesa Humanidad por la CIDH debido a sus graves consecuencias, pues se le considera como el inicio de la guerra. "Su multitudinario sepelio en la catedral metropolitana de San Salvador fue objeto de una contundente emboscada militar, resultando en un número indeterminado de civiles muertos, lesionados, desaparecidos, perseguidos y exiliados" (CONNOR, 1980:2). Se caldearon los ánimos y se transformó la insurgencia militar; proceso reconfirmado meses después por el secuestro, la brutal tortura y la muerte de casi todos los líderes del Frente Democrático Revolucionario (FDR), que representaba una de las últimas opciones políticas dialogadoras.

El carácter irregular y descoordinado con que operaban los grupos insurgentes empezó a ser superado ese año, cuando conformaron el FMLN con la aspiración a convertirse en ejército revolucionario

Para sobrevivir se trasladaron al campo, con la estrategia -principalmente de las FPL- de desarrollar un nuevo orden social en cuanto a formas de producción, sistemas comunitarios de educación y salud, como una fase inicial de la revolución a la que aspiraban. «El poder popular» que se estaba formando en el campo, denotaba por un lado, la creciente fuerza y apoyo para el FMLN mediante la configuración de zonas liberadas del régimen, y por otro expresaba la división del país (KRAMER, 2009: 95). Disminuyó relativamente el accionar de los escuadrones de la muerte en la ciudad, pues la unificación de las guerrillas y la relación del FMLN con la población rural constituyó el blanco de la Fuerza Armada y los asesores militares estadounidenses, con una modalidad aún más sangrienta de terrorismo de Estado bajo el principio de “quien no está conmigo está contra mí”. Civiles que colaboraban directa o indirectamente con la insurgencia eran calificados como enemigos, por ello el ejército desarrolló la estrategia de “tierra arrasada” y la táctica de "quitarle el agua al pez", consistentes en masacres y destrucción total de poblados y caseríos rurales. Miles de familias tuvieron que decidir entre la muerte, huir a otros sitios dentro o fuera del país, o incorporarse a la guerrilla. Bajo esta lógica, cabe discutir si la guerra debe considerarse como un 67

enfrentamiento entre dos organizaciones armadas -ejército y guerrilla-; o si se debe ampliar el análisis de los actores e incluir a civiles. “Esto implica definir su papel como sujetos con identidades definidas dentro de la trama, o como víctimas inocentes que se vieron implicadas forzadamente dentro del clima de polarización. En todo caso, las víctimas fueron seleccionadas en muchos casos por su filiación ideológica, colectiva o por localizarse en las zonas conflictivas; pero usualmente se trataba de gente que no estaba en la capacidad de defenderse" (KRAMER, 2009:103).

La Comisión de la Verdad (1993) describe los primeros tres años de la guerra como los más devastadores. En 1981 llegó a la presidencia de los Estados Unidos el republicano Ronald Reagan, quien habría de gobernar hasta 1989; el enfoque radical de derecha de su administración tuvo consecuencias nefastas para El Salvador, particularmente por el potente financiamiento, entrenamiento y protección al ejército. Entre 1981 y 1982 fueron fundados los Batallones de Infantería de Reacción Inmediata (BIRI) Atlacatl, Arce, Atonal y Ramón Belloso; desde el principio empezaron a operar con extrema crudeza y llegarían a ser responsables de la mayoría de las masacres perpetradas contra población civil. Entre los peores ejemplos de 1981, por número de víctimas y crueldad de ejecuciones, se encuentran las masacres La Quesera, Sumpul, Río Lempa y El Mozote, respectivamente en enero, mayo, octubre y diciembre. Ese año ANDES reportó 136 maestros ejecutados; y hubo 164 mil personas desplazadas, y 12 mil asesinadas. En 1982, las masacres en Chalatenango y San Vicente dejaron centenares de campesinos muertos. En los casos de San Vicente, al igual que en las del río Lempa un año antes, se trataba de campesinos huyendo de sus comunidades ante la represión, encontrando la muerte en el intento de salvar sus vidas (COMISION DE LA VERDAD, 2014).

El horror terminó de volverse cotidiano con la aparición de cementerios clandestinos y sitios abiertos para abandonar cadáveres mutilados, principalmente en distintos puntos alrededor de la capital. Los escuadrones de la muerte ampliaron ataques contra funcionarios del Partido Demócrata Cristiano (PDC), quienes desde gobierno central y algunos municipios impulsaron reformas

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agrarias, económicas y sociales para contener la insurrección, afectando los intereses de la élite económica dominante.

Otra estrategia dirigida a civiles en zonas guerrilleras consistió en campañas y acciones cívico-militares que buscaban ganar su “corazón y mente”, para luego repoblar con desplazados provenientes de otros lugares. El objetivo era controlar a la población, brindarle asistencia mínima y formar patrullas paramilitares de defensa civil. Ello fracasó por no responder a las necesidades de los habitantes, pero terminó de consolidar la migración forzada.

La huida de refugiados y desplazados21 fue continua durante ésta década, aunque se pueden distinguir varias oleadas. Respecto a los refugiados, en los años 1980-1982 huyeron masivamente a Honduras los campesinos de las zonas norteñas conflictivas; mientras que sectores urbanos profesionales, sindicalistas, maestros o políticos de oposición salieron hacia países centroamericanos más seguros, México o Estados Unidos. Se estimaron entre 175 mil y 295 mil refugiados sólo en 1982 (KRAMER, 2009:52, 89). Hubo una primera oleada de refugiados principalmente hacia Honduras, pero también a Nicaragua y Panamá en marzo de 1980 por la aplicación de la Reforma Agraria y la consiguiente militarización del área rural.

La segunda oleada fue consecuencia del estallido de la llamada “ofensiva final” del FMLN, el 10 de enero de 1981, y la reacción del ejército salvadoreño. En 1982, hubo más de 200 mil desplazados. La tercera se produjo por el cambio de táctica bélica de la guerrilla, principalmente de las FPL, al optar por acciones militares sin acompañar y dar cobertura permanente a las masas en sus desplazamientos desde 1983. Una cuarta oleada inició a mediados de 1984, cuando el ejército salvadoreño intensificó el uso de la aviación para transportar tropas y atacar zonas conflictivas, con información obtenida por aviones espías norteamericanos con base en Honduras (KRAMER, 2009: 89). Según las estimaciones del prominente sociólogo e investigador jesuita Segundo Montes (1989):

En el momento más álgido del fenómeno, la composición poblacional de los afectados estaba profundamente distorsionada, con un fuerte déficit de varones adultos, una proporción mayor de la normal de jóvenes que

21 "Refugiados son quienes salen de su lugar de residencia como consecuencia de la violencia, del terror y de la guerra, y emigran al exterior de su propio país. Desplazados son todas aquellas personas que salen de su lugar de residencia, como consecuencia de la violencia, del terror y la guerra, y se asientan en otros lugares del territorio nacional. Montes, Segundo. El problema de los refugiados y desplazados salvadoreños". (MONTES, 1986:42) 69

accederían a la edad reproductiva y a la competencia por puestos de trabajo, lo cual generaría, además de un incremento en la tasa de dependencia, una excesiva presión laboral. Por otro lado se dio una aceleración desmesurada del proceso de transición de población rural a urbana, sin capacitación de la población emigrante, ni de las áreas urbanas receptoras (MONTES, 1989:66). A partir de entonces, disminuyó el número de víctimas civiles y la barbarie de los crímenes relativamente. Para 1984 se reportaban 500 mil salvadoreños se desplazaron dentro del país, y 245 mil se refugiaron fuera (COMISIÓN DE LA VERDAD, 2014: 37).

En menor grado que el Estado y los paramilitares, la guerrilla también asumió operativamente patrones de violencia, realizando contundentes ataques a bases del ejército, movilizando a civiles para protestar en San Salvador, organizado comandos urbanos, y saboteando la economía. Llegó a ser considerado legítimo eliminar a personas vinculadas con las fuerzas gubernamentales, o sospechosas de conspirar y traicionar a la organización. “En la segunda mitad de la década de los 80 se ejecutaron a civiles no combatientes, así como se reconoció la plantación de minas terrestres, siempre en las zonas de control para evitar avance del enemigo, aunque la población civil fue alcanzada por la detonación de dichos aparatos” (COMISIÓN DE LA VERDAD, 2014:42). “A ello se sumó el secuestro de alcaldes y el asesinato a personalidades prominentes al final de la década. En total, el FMLN habría de ser responsabilizado por el 5% de las violaciones a los derechos humanos durante la guerra (800 denuncias), mayoritariamente en zonas bajo su control; sobresalen las ejecuciones extrajudiciales, seguidas por el reclutamiento forzado” (COMISIÓN DE LA VERDAD, 2014:43).

En el contexto de los primeros acercamientos entre el gobierno y la guerrilla, a mediados de los 80s, los escuadrones de la muerte aumentaron su accionar en la capital contra dirigentes políticos de oposición, sindicales, maestros, religiosos y otros:

La reiterada denuncia de organismos de derechos humanos hizo que el gobierno de los Estados Unidos presionara al gobierno salvadoreño para detener sus acciones, y diera reconocimiento a la gravedad e inestabilidad que causaba al proceso. Sin embargo, el comportamiento de estos grupos 70

paramilitares se mantuvo durante la década y no hubo intenciones verdaderas de investigar sus acciones, y se dieron el lujo de amenazar públicamente a la Iglesia Católica por su labor en el diálogo, como a otros sectores (KRAMER, 2009:31). Se presentaron casos de detención y hostigamiento a las libertades de reunión, circulación y expresión. Fueron militarizados lugares de trabajo donde hubo huelgas y a los participantes se les acusó de vinculación con el FMLN, o fueron amenazados con la cárcel. Instalaciones de organizaciones campesinas y laborales fueron allanadas sin orden judicial y otras saboteadas causando muertes. Cientos de estudiantes y empleados de la Universidad de El Salvador fueron capturados por la Policía Nacional el 13 de septiembre de 1988. Cuando los campesinos se dirigían hacia la capital a actividades o marchas gremiales, frecuentemente se encontraban con una serie de retenes militares que obstaculizaban su movilización. Era común que el ejército impidiera el paso de alimentos y otros bienes enviados por las iglesias a las repoblaciones. Extranjeros y nacionales que trabajaban para agencias humanitarias fueron controlados estrictamente. (ECA, 1989)

La combinación de esta dinámica de diversos ataques constantes, sorpresivos y extendidos por todo el país por más de cinco años, y fallidos intentos de diálogo, provocaron el desgaste de la guerra. Ello explica la culminación de esta etapa con la ofensiva guerrillera “Hasta el tope” en noviembre de 1989, que habría de tener una tremenda respuesta represiva del estado, incluyendo ataques a civiles y el connotado asesinato de seis sacerdotes jesuitas y dos colaboradoras, generando una fuerte presión internacional contra el gobierno. Se cerró la década como empezó, ataques a gran escala que conmocionaron a la población y la opinión internacional, “con la diferencia del desgaste nacional y del cansancio que permitió dar el salto cualitativo del diálogo a la negociación” (RIBERA, 2005:6). En total, la guerra dejó más de 75 mil víctimas civiles, 245,500 refugiados y 500,000 desplazados (COMISION DE LA VERDAD, 2014:37)

2.3 Proceso de negociación de la paz: Entre la prolongación del conflicto y la practicidad política (1984-1992)

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El proceso de diálogo comenzó formalmente en 1984, durante la administración del presidente Napoleón Duarte, en la cual las partes sostuvieron las rondas en La Palma y Ayagualo, aunque sin alcanzar acuerdos sustanciales. Desde el inicio de ese proceso hasta 1989 -con la llegada del presidente Alfredo Cristiani de ARENA al poder-, fue la oficina del Arzobispado de San Salvador quien se empeñó en el cumplimiento de los derechos humanos y la responsabilidad del Estado en los 80 y se encaminó a fomentar el acercamiento de las partes, pero la representación gubernamental mostró ser inflexible en sus posiciones hasta esa fecha ya que el gobierno y las fuerzas económicas estaban dispuestas a negociar únicamente la incorporación del FMLN al sistema electoral

Alfredo Cristiani, en su discurso de inauguración, planteó una dinámica relativamente diferente, pues “propuso al FMLN un diálogo directo en un país de América Latina, pero no habló de negociación, sino únicamente de ‘solución pacífica a la guerra’” (MARTINEZ PEÑATE, 2007:147). Sin embargo, la ofensiva de noviembre de ese año se convirtió en un hito. La fortaleza militar del FMLN fue insuficiente para ganar, pero aclaró la inviabilidad de una salida militar por parte del gobierno –que además fue cuestionado internacionalmente por abusos a civiles-. Ambas partes se convencieron que la salida negociada era inevitable. Por un lado, el FMLN moderó sus demandas económicas y políticas; por el otro, el gobierno salvadoreño aceptó realizar reformas legales institucionales.

En abril de 1990, representantes de ambas partes se encontraron en Ginebra, dejando constancia en el acuerdo final de esa reunión que “el propósito será terminar el conflicto armado por la vía política al más corto plazo, impulsar la democratización del país, garantizar el irrestricto respeto a los derechos humanos y reunificar a la sociedad salvadoreña”[sic] En la agenda general quedaron establecidos tres puntos fundamentales y su calendarización: 1) Acuerdos políticos; 2) Establecimiento de garantías y condiciones para la incorporación del FMLN en un marco de legalidad a la vida civil; y 3) Acuerdos finales para la consolidación del Acuerdo de Ginebra y su verificación por parte la ONU (HANDAL, 1997: 48). "Durante julio de 1990, en San José (Costa Rica) se llegó a acuerdos puntuales sobre uno de los temas sumamente sensibles, los derechos humanos, incluyendo la participación formal de una Misión de Verificación de las Naciones Unidas" (KRAMER, 2009: 180). En abril de 1991, en México, se tomaron importantes acuerdos sobre reformas a leyes constitucionales y secundarias 72

concernientes al sistema electoral y el judicial y los derechos humanos. Un lugar especial ocupó la transformación de los cuerpos de seguridad e inteligencia del Estado, discutiéndose aspectos como sometimiento de la Fuerza Armada al poder civil, eliminación del reclutamiento forzoso, sustitución de la Policía de Hacienda y la Guardia Nacional por la nueva Policía Nacional Civil. "Se enfatizó la formación profesional y los valores democráticos; y se concertó la creación de una Comisión de la Verdad, integrada por expertos internacionales, para investigar los graves hechos de violencia ocurridos desde 1980, cuya huella en la sociedad exigiera con mayor urgencia su esclarecimiento y conocimiento público" (WALTER, 1997:34)

El 16 de enero de 1992 en el Castillo de Chapultepec (Ciudad de México), representantes del FMLN y del gobierno salvadoreño firmaron los Acuerdos de Paz,

Fue un acontecimiento de extraordinaria importancia, no solo para El Salvador, sino para las naciones que interpusieron sus buenos oficios para lograrlo; en otro nivel, significaron también un logro para la propia Organización de las Naciones Unidas, que durante el proceso mantuvo un inusitado empeño en conseguir una solución negociada al conflicto salvadoreño (SAMAYOA, 2002:49). 2.4 La transición política: En el espejo de una sociedad de posguerra (1992- 2015)

Los Acuerdos de Paz marcaron un camino a seguir, pero el diálogo, por su propia naturaleza de negociación, impidió que se pudiera reformar totalmente la sociedad salvadoreña. El cese formal de las acciones bélicas entre la Fuerza Armada y los insurgentes no significó la desaparición completa de la conflictividad social que originó la guerra; esta última fue una expresión de profundos conflictos históricos, pero no los agotó. En realidad, varias de las causas de la guerra no sólo no desaparecieron, sino que se adaptaron exitosamente al nuevo escenario de posguerra

Si bien entre los factores fundamentales que desencadenaron el conflicto armado están las profundas desigualdades económicas, la falta de democracia y un sistema autoritario-represivo, es claro que la ejecución de los Acuerdos de Paz han priorizado los dos últimos, con la incorporación de la insurgencia a la palestra política convirtiéndose en una de las dos principales fuerzas políticas del país, mientras que el poder de la Fuerza 73

Armada perdió su rol influyente del pasado. Sin embargo, fueron excluidas diferentes fuerzas sociales en el proceso de transformación hacia un país más democrático con estructuras políticas, económicas y sociales más justas, pues las decisiones se redujeron al gobierno y a la guerrilla (KRAMER, 2009:188). Un error clave fue pensar que la transición hacia la posguerra implicaba, de facto, una transición hacia la democracia. La realidad demostró que dicho proceso no significó un tránsito mecánico ni conllevó a una reconciliación de la sociedad. Se reestructuraron los componentes de un sistema autoritario al servicio del Estado y la oligarquía -que muchos ciudadanos habían interiorizado-, tales como la represión y la violencia para imponer voluntades y resolver conflictos. El estamento militar bajó de perfil, pero siguió como obstáculo omnipresente para la justicia por sus influencias y poder adquirido en la guerra. Por ejemplo, está relacionado con la negativa acogida oficial al Informe de la Comisión de la Verdad, que fue el resultado de intensas jornadas de recopilación de testimonios de sobrevivientes y familiares, contrastados con la investigación documental brindada y resguardada por las organizaciones de derechos humanos. El informe dio cuenta de varios de los más sonados crímenes perpetrados en la guerra, señaló responsables y ofreció recomendaciones para la reconciliación de la sociedad (KRAMER, 2009).

El informe fue descalificado por varios sectores políticos, principalmente por el partido de derecha que encabezaba el poder ejecutivo, legislativo y judicial. Y para evitar sanciones legales, cinco días después de publicado el informe la Asamblea Legislativa de El Salvador aprobó la Ley de Amnistía General para la Consolidación de la Paz (1993), conocida como la Ley de Amnistía22, que dice regular “la forma de conceder Amnistía a todas las personas que hayan participado de delitos políticos, comunes y conexos, antes del 1 de enero de 1992” (ASAMBLEA LEGISLATIVA DE LA REPUBLICA DE EL SALVADOR, 1993:2).

22 Similar a la Ley 22.924 (también llamada Ley de Pacificación Nacional o Ley de Auto-amnistía) válida en Argentina en 1983, la Ley 23.492 (conocida como Ley de Punto Final) válida en Argentina de 1986 al 2005; el Decreto Ley 2191 (llamado Ley de Amnistía) válido en Chile desde 1978 y la Ley 46/1977 (conocida como Ley de Amnistía) válida en España desde 1977. 74

En realidad, esta ley ha amparado incondicionalmente a representantes del estado y militares, paramilitares y excombatientes guerrilleros responsables por crímenes de diverso nivel de atrocidad. De esta forma, la población salvadoreña pasó de un estadío de conflicto a uno de paz negociada, sin llegar a conocer la dimensión brutal de la violencia de guerra ni plantearse la justicia social. Contrario a Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y otros países latinoamericanos que -tras sus informes de la verdad- generaron políticas públicas de memoria para casos de violencia política, bajo la consigna de "nunca más" (AA.VV, 2011); la política de memoria salvadoreña aprobó la impunidad de los crímenes contra la población civil y un cómplice olvido ante las demandas de justicia de las comunidades y personas afectadas. El constante argumento de los representantes del Estado fue que la reivindicación de causas sociales debía dejarse atrás, para darle continuidad al progreso detenido durante los que denominaron "años perdidos".

"El tema se convirtió a partir de ese momento en un precedente conflictivo, y ni los gobiernos de derecha o de izquierda han mostrado interés en derogar la ley. Se podría decir que la población víctima se quedó sola, sin el amparo del gobierno o de la otrora fuerza insurgente, so pretexto de no poner en peligro la transición democrática" (ECA, 2003:123) El olvido oficial de la justicia violentada antes y durante la guerra desvalorizó el pasado y su alcance moral, impidiendo saldar la deuda del autoritarismo. Ha obstaculizado no solo la reconciliación de la sociedad salvadoreña con sus autoridades, sino una convivencia social y comunitaria más abierta y pacífica. Y dado que la población está acostumbrada a la violencia, a la arbitrariedad y a la impunidad, es comprensible la poca importancia que le da al castigo de los responsables, como también se explican la poca relevancia que se le da al pasado y la continuidad de mecanismos de violencia e injusticia bajo antiguas y nuevas formas. Cuando los hechos no son debidamente enfrentados, el pasado queda aprisionado, su interpretación y valoración cambia constantemente, y mantiene una desconfianza sobre el presente y una incertidumbre sobre el futuro.

Por todo ello, tiene inmenso valor la lucha de diversos actores sociales por el esclarecimiento de la verdad, la administración de justicia y la memoria en El

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Salvador. Su reto no ha sido la imposición de una memoria, sino una alteridad de memorias reconocidas por el Estado y la construcción de una sociedad más democrática y tolerante. Las formas más novedosas gestión de la memoria como una forma de resistencia han sido planteadas por tres grupos de actores.

Un primer grupo lo conforman las comunidades repobladas. Ellas representaban a un sector de la sociedad civil caracterizado por guardar una riqueza de experiencias legadas de pasados traumáticos de violencia política, incluyendo una sucesión acelerada de procesos de movilidad como el éxodo, el refugio y la repoblación de nuevos territorios. La pérdida y la sobrevivencia eran sus elementos identitarios, y generaron prácticas conmemorativas que transformaron espacios físicos en lugares simbólicos de memoria, donde desarrollaron y fundamentaron sus ritos fundacionales como comunidades repobladas. Al repoblar integraron en el trazado urbano memoriales y murales alusivos a sus víctimas. De esta forma construyen y reconstruyen un itinerario de lugares de memoria, una constelación de lugares significados, que no sólo moldean el modus vivendi de los nuevos asentamientos sino que se materializan en utopías de relación colectiva sobre tejidos urbanos existentes. Incluso, los actores involucrados reivindicarán los referentes identitarios no sólo del pasado reciente sino de su historia cultural, incluyendo las voces subalternas.

Un segundo grupo de actores fundamentales para la memoria surgieron de la sociedad civil organizada en torno a derechos humanos, quienes asumieron mandatos claves de la Comisión de la Verdad, entendidos como acciones de reparación moral hacia las víctimas civiles del conflicto armado. Ellos demandaron justicia y dieron seguimiento a procesos de reparación moral, a veces dentro de marcos legales (como exhumaciones y juicios ante la Comisión Internacional de Derechos Humanos –CIDH-), otras veces, enmarcados en procesos psicosociales y simbólicos (como conmemoraciones, rituales, petición pública de perdón, creación de memoriales y museos de memoria, y fomento de los comités pro-memoria a nivel local).

Un tercer actor fundamental fue el Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI) que, de manera alternativa y no legitimada por el Estado inicialmente,

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creó productos culturales para revisitar la historia nacional. Sus exposiciones itinerantes se volvieron una herramienta pedagógica de memoria al incorporar a personajes y hechos históricos excluidos de la historia oficial, y asegurar terreno en espacios pedagógicos estatales, como escuelas y casas de cultura.

Los actores se han tenido que adecuar a las permanencias y cambios del contexto político, en la medida la correlación de fuerzas entre la derecha e izquierda ha ido cambiando. En 1997, la coalición de izquierda liderada por el FMLN ganó la Alcaldía Municipal de San Salvador, considerada la más emblemática del país. Bajo diversos líderes, la izquierda se mantuvo en el poder municipal por cuatro períodos consecutivos (1997-2009), que fueron aprovechados por organizaciones de la sociedad civil para solicitar la donación de un espacio a fin de construir el Monumento a la Memoria y la Verdad. Hubo en paralelo otras iniciativas de gobiernos locales como Santa Tecla, en el área metropolitana de San Salvador, pero principalmente en comunidades repobladas del interior del país -como San Antonio de los Ranchos, Perquín y Meanguera- que generaron espacios y procesos para reivindicar la memoria histórica con los ciudadanos.

En el 2009, el FMLN llegó al gobierno central con el periodista civil Mauricio Funes Cartagena como presidente y el ex-comandante guerrillero profesor Salvador Sánchez Cerén como vice-presidente. Se esperaban acciones más contundentes en políticas públicas de memoria, sin embargo, hubo escasos avances pues el Estado hizo caso omiso a la petición de derogación de la Ley de Amnistía. No obstante, realizó algunos gestos públicos sobre las deudas pendientes a las víctimas de graves violaciones a los derechos humanos. En el marco del 20 aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz, el Presidente Funes pidió perdón como Jefe de Estado a las víctimas civiles en uno de los lugares más paradigmáticos de la violencia hacia civiles: el Cantón El Mozote23. Se establecieron algunos proyectos o programas que promueven acciones de

23 En el Cantón el Mozote, y caseríos aledaños sucede en diciembre de 1980 una de las más atroces masacres perpetradas por el Estado hacia población civil de la historia latinoamericana. Más de 1,000 campesinos entre hombres, mujeres, niños y niñas fueron asesinadas por militares. El hecho fue negado por el gobierno de turno, a pesar de un artículo periodístico publicado en The New Yorker, con fotografías de Susan Meiselas y Alma Guillermoprieto, e investigación de Raymond Bonner y Mark Danner (DANNER, 1994). 77

reparación moral de víctimas del conflicto y ex combatientes, tales como el Programa de Apoyo Integral a Veteranas y Veteranos, creado en 2012, para compensar a los excombatientes de la guerrilla y atender a quienes tomaron las armas independientemente del bando. Se prevé validar este programa bajo una ley para garantizar su permanencia. En enero de 2010 se creó por decreto ejecutivo la Comisión Nacional de Búsqueda de niños y niñas desaparecidas, que legitima el trabajo realizado por organizaciones como Pro-Búsqueda, fundada por el sacerdote jesuita Jon Cortina. El Decreto Ejecutivo 204 de Reparación a las Víctimas de Graves Violaciones a Derechos Humanos Ocurridas en el Contexto del Conflicto Armado Interno, ratificado en octubre de 2013, entre otros puntos, compromete a la Secretaría de Cultura, a desarrollar tres acciones: La primera es la declaratoria de lugares de memoria como bien cultural; la segunda acción es la re-edición y amplia difusión del Informe de la Comisión de la Verdad; y la tercera es la creación de una sala especializada en memoria histórica de las víctimas del conflicto armado en el Museo Nacional de Antropología e Historia. En el 2014, se declaró al lugar de las Aradas, del Río Sumpul como Bien Cultural24.

En el 2014, volvió a ganar el FMLN, dirigido por Salvador Sánchez Cerén, quien en cuanto a memoria histórica ha seguido las líneas precedentes, especialmente dando seguimiento a decretos, procesos y programas. Se hizo efectivo el Decreto Ejecutivo 204, promulgado en 2013, sobre el Programa de Reparación a las Víctimas de Graves Violaciones a Derechos Humanos Ocurridas en el Contexto del Conflicto Armado Interno25. La Secretaría de Cultura reeditó el Informe de la Comisión de la Verdad (COMISIÓN DE LA VERDAD PARA EL SALVADOR, 2014), se continúa aun con el proceso de declaratoria de otros lugares de memoria como bien cultural -un ejemplo es donde sucedió la masacre de cuatro monjas norteamericanas, asesinadas en 1980- se espera sea declarado en diciembre de 2015 fecha del 35 aniversario; y se trabaja un guión

24 Según la Ley General de Patrimonio Cultural (1993), Bien Cultural es la figura que la Secretaría de Cultura puede declarar, mientras que la Asamblea Legislativa puede hacer las declaraciones de monumento nacional, monumento histórico, sitio histórico, artístico o arqueológico. 25 El Consejo Directivo de Programa está integrado por representantes de la Presidencia de la República, Secretaría de Inclusión Social, Ministerio de Relaciones Exteriores, Ministerio de Economía (específicamente de la Dirección General de Estadísticas y Censos), además de organizaciones de sociedad civil como Pro Búsqueda, Tutela Legal, y Madeleine Lagadec. 78

museografico sobre la memoria de masacres para el Museo Nacional de Antropología e Historia.

Ante el significativo bloqueo nacional que permite la Ley de Amnistía, organizaciones sociales y de derechos humanos han buscado a la justicia internacional para casos emblemáticos. Este es el caso de las dos hermanitas Serrano, desaparecidas en 1982 durante un operativo militar que causó la denominada "Guinda de Mayo". En noviembre del 2000, la resolución de la CIDH estableció la responsabilidad del Estado Salvadoreño en la desaparición forzada de ambas niñas. La CIDH ordenó al Estado reparar dichas violaciones mediante: la creación de una Comisión Nacional de Búsqueda, la publicación del capítulo de hechos probados de la sentencia, la designación de un día dedicado a los niños y niñas desaparecidos durante el conflicto armado, el tratamiento médico y psicológico gratuito a los familiares, la creación de una página web de búsqueda, el acto público de reconocimiento de responsabilidad y de desagravio a las víctimas, y la creación de un banco de perfiles genéticos. La mayoría de estos mandatos han sido cumplidos pero no por el Estado, sino por la organización Pro- Búsqueda, evidenciando el rol activo de sociedad civil organizada.

Otro caso es el asesinato de seis sacerdotes jesuitas y dos empleadas de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) durante la ofensiva de 1989. Una demanda fue presentada ante la CIDH. Además, en octubre de 2014, la Audiencia Nacional española dictaminó que los tribunales de España son competentes para investigar por terrorismo y por lesa humanidad el asesinato de los cinco jesuitas españoles en El Salvador, pese a la limitación local de la aplicación de la justicia universal. Cada año la UCA conmemora esta masacre de 1989 como una forma de reparación moral y acceso a la verdad. Además, ha instaurado el Tribunal Internacional de Justicia Restaurativa26 en comunidades afectadas por la guerra.

Un tercer caso emblemático es la Masacre del Mozote. Treinta y un años después de ocurrida, la CIDH condenó a El Salvador por la muerte de más de mil

26 Funcionan como tribunales de conciencia, son simbólicos y se vuelven una estrategia de las organizaciones de la sociedad civil para contrarrestar la invisibilidad que caracteriza a algunas violaciones de derechos humanos, así como para evidenciar la impunidad les rodea. 79

civiles desarmados, incluyendo al menos a 450 niños. Como medidas de reparación, la CIDH ordenó investigar a fondo los hechos, concluir el censo sobre las víctimas, asegurar que la Ley de Amnistía no obstaculice la investigación, y realizar exhumaciones para identificar y entregar restos a los familiares. Un comité pro-memoria de la comunidad del Mozote está trabajando en el censo.

Al mismo tiempo, han continuado los esfuerzos por debilitar y silenciar a instituciones que han defendido los derechos humanos. El gobierno lamentablemente guardó silencio ante el crítico cierre de las oficinas de Tutela Legal, en octubre del 2013. Esta fue una instancia creada en 1977 por el arzobispo Oscar Arnulfo Romero, bajo el nombre de oficina Socorro Jurídico del Arzobispado, para buscar justicia ante las desapariciones y masacres sistemáticas de pre-guerra. Durante el arzobispado de Monseñor Arturo Rivera y Damas (1983–1994), pasó a denominarse Tutela Legal y se estableció como el mayor contrapeso a las versiones oficiales que negaron las desapariciones, torturas y asesinatos extrajudiciales durante el conflicto armado. En la posguerra, bajo la dirección de la defensora de derechos humanos María Julia Hernández, fue la instancia que develó la impunidad del caso de la masacre de El Mozote resguardando los principales hallazgos forenses y testimoniales. A través de Monseñor Urrutia sorpresivamente se anunció su cierre, argumentando que Tutela Legal no hacía falta porque ya no hay guerra civil. Un mes después de este anuncio, en las oficinas de Pro-Búsqueda fueron saqueados archivos relativos a casos de niños desaparecidos. En octubre de 2015 se sustrajeron archivos confidenciales del Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Washington (UWCHR), que contenían casos de graves violaciones a derechos humanos cometidas por militares en El Salvador. Este robo sucedió días después que iniciara un proceso legal contra la CIA sobre archivos clasificados que denuncian la implicación de estadounidenses asesorando militares responsables por masacres y desapariciones. Es decir, la impunidad amparada por la ley de amnistía ha generado que las prácticas de desapariciones -esta vez de documentación histórica como prueba material- continúen socavando el régimen de verdad y la justicia.

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Todo esto demuestra que sigue siendo una tarea difícil y riesgosa asumir la recuperación y difusión de la memoria histórica, lo que pone en valor aún más los esfuerzos de los emprendedores culturales y la necesidad de conocer y difundir su quehacer. Por ello, la contribución de mi tesis es analizar rigurosamente el rol del Estado y la sociedad civil en los trabajos de gestión de la memoria.

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CAPÍTULO III. COMUNIDADES Y "TERRITORIALIDADES SENTIDAS": LA HISTORIA EN TRES TIEMPOS

Este capítulo consta de dos partes. En la primera se describen los procesos históricos desarrollados por las comunidades que durante el conflicto armado en El Salvador fueron expulsadas de sus territorios por la violencia institucional del Estado. Algunas se desplazaron a otros poblados cercanos, otras se fueron a la capital, San Salvador, a ubicarse en refugios “temporales” que al pasar los días se convirtieron en asentamiento permanentes, otras huyeron de los enfrentamientos militares y traspasaron las fronteras. Entre 1970 y 1980 los casos de desapariciones forzosas y los asesinatos selectivos a líderes campesinos aumentaron; entre 1980 y 1981, bajo la estrategia militar de “quitar el agua al pez”, ocurrieron cruentas masacres a la población civil que desencadenaron el éxodo masivo y la conformación de refugios en países vecinos centroamericanos como Honduras, Costa Rica, Panamá o Nicaragua.

Al finalizar el conflicto, las comunidades retornaron, algunas a sus antiguos territorios y la gran mayoría a nuevos destinos, donde actualmente realizan diversas prácticas de memoria. En su calidad de refugiados, compartieron una historia dolorosamente traumática de "pérdida" y “sobrevivencia”, condición que les mantenía siempre vinculados a la esperanza de volver a su país. Durante el exilio en los campos de refugiados generaron un fuerte sentido de solidaridad que les permitió alcanzar un alto nivel de organización con ejemplarizantes logros en materia social, desarrollando modelos comunitarios de salud, educación y productividad que luego fueron retomados en el retorno y repoblación de nuevas tierras.

Se trata de un proceso histórico en tres tiempos: éxodo, refugio y repoblación. Una historia contada por la polifonía de las voces provenientes de diversos puntos del país. Esta tarea testimonial se acompaña con los mapas que he construido a partir de la investigación documental y de campo, contrastando información obtenida de testimonios, fuentes bibliográficas, archivos de ACNUR27 y otras organizaciones que surgieron para atender a los refugiados y

27 Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) 82

desplazados. Las tres etapas históricas de estas comunidades peregrinas incluyen datos socio-económicos de los actuales territorios donde se asientan.

En la segunda parte del capítulo, se analiza la movilidad de estas comunidades a la luz de conceptos vinculados a la nueva geografía para explicar la forma en que esos espacios se territorializan y desterritorializan, tomando en cuenta que desde la perspectiva de los estudios culturales el territorio se analiza en relación a la forma de habitarlo y apropiarlo. El aporte de Raúl Prada sobre territorialidad se explica a través de prácticas simbólicas que generan los individuos sobre los territorios, entendidos estos como "espesor histórico, como matriz de lo social, como procedencia de potenciales trayectorias históricas, como cuerpo lleno donde se inscribe la memoria cultural" (PRADA, 1996:4)

Mapa 1: Ubicación de El Salvador en el Continente Americano

Imagen basada en colección de naturaleartdata.com obtenida en noviembre 2015

3.1 Comunidades de memoria: La historia en tres tiempos

El vínculo de una comunidad es en parte el territorio, más que por su significado material por los significados compartidos que permiten generar sobre

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los espacios habitados (o abandonados) un sentido de comunidad, en palabras de Cohen la comunidad es

Una construcción simbólica sustentada en una base material, que es pensada y vivida a partir de símbolos, valores, creencias y prácticas sociales y culturales compartidas por el grupo, donde las redes de parentesco, las interacciones sociales y las múltiples espacialidades construidas por los procesos de movilidad de los sujetos, estructuran redes que dan concreción a territorios específicos no sometidos a los mecanismos tradicionales de constitución espacial (COHEN, 1989 en BELLO, 2011:43) El territorio se vuelve un espacio geográfico donde marcamos nuestra historia, las entradas y salidas, y las formas de honrarle. "El territorio es para la cultura su memoria material: una escritura. No hablamos solamente del territorio como morada, sino como el ámbito de la comunicación social" (PRADA, 1996:4). La percepción del territorio es histórica: la comunidad comparte socialmente una percepción; esto quiere decir que logra articular una visión de mundo y con esto una visión del territorio.

El ciclo formativo e identitario de las comunidades repobladas surge de su experiencia en la conformación de tres modalidades de construcción de su sentido comunitario: como comunidades en éxodo, producto de la represión durante los primeros años del conflicto armado; posteriormente, como comunidades refugiadas que se asentaron en los campamentos de Nicaragua, Honduras o Panamá; y, su última etapa, fue forjada en medio de la guerra, cuando retornaron para asentarse en antiguos o nuevos territorios, adoptando la identidad de comunidades repobladas. Estas dinámicas identitarias construidas a raíz de la movilización generaron en cada etapa diversas prácticas que reafirman su sentido como comunidad, sumando un sustrato nuevo a su forma de adscripción del "nosotros".

3.1.1 El éxodo.

Los años 70 en El Salvador se convierten en la antesala de la guerra, cuando la represión como método contrainsurgente fue empleada para amedrentar cualquier forma de organización social que demandara derechos laborales o ciudadanos. Los sindicatos, en especial los maestros y campesinos,

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desarrollaron altos niveles de organización y movilización en las calles, que fueron duramente reprimidas por los cuerpos policiales y los llamados escuadrones de la muerte. La población rural se organizó para exigir mejoras en las condiciones laborales en las fincas de café y haciendas de algodón y por la tenencia de tierra, y se unen al descontento social. Diversas comunidades comienzan a concientizar y organizarse en torno a la "celebración de la palabra" bajo la influencia de catequistas que proclamaban la Teología de la Liberación. Así, surgieron en Morazán las Comunidades Eclesiales de Base (CEBES), que sembraron la semilla de su organización en torno a varias demandas28. En Chalatenango surgió la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS) que desarrollaba un fuerte trabajo organizativo en Aguilares, el Paisnal, Guazapa, Suchitoto, Cinquera, Tejutepeque, San Pedro Perulapán, Santa Ana y otra áreas

“El inicio fue a través de la Biblia, entonces había un catequista que nos convocaba para hablar de la palabra de Dios, leíamos la Biblia y encontramos que en nuestra comunidad se repetía la historia del Antiguo Testamento, y nos decían que la guerra que hubo en aquellos tiempos pasados, nosotros la íbamos a volver a vivir, y así fue, que igualmente seríamos perseguidos y cabal, así pasó” (Entrevista a Santos Rivera, Guarjila, Chalatenango, febrero 2015). Las reivindicaciones giraban en torno a la demanda de mejores condiciones de vida en el campo y la ciudad. Por ejemplo, en Morazán, al oriente del país, la mayoría de los campesinos en la época de "las cortas de café" abandonaban temporalmente sus viviendas para ir a trabajar en condiciones de trabajo inhumanas y con baja remuneración económica. En Chalatenango y Usulután las condiciones en las algodoneras eran similares.

“En nuestras luchas sociales exigimos al Ministerio de Trabajo que en las fincas cafetaleras construyeran una galera para que los trabajadores pudieran dormir, porque dormíamos a la intemperie, y que se les diera dos tortillas, un poquito de arroz de alimentación. Eran luchas reivindicativas, lo que se buscaban eran mejores condiciones de vida, pero la respuesta de los ricos fue otra. La demanda de los campesinos no fue escuchada, entonces la respuesta fue la represión”. (Entrevista a Rosa Rivera, Arcatao, Chalatenango, febrero 2015).

28 Sobre el proceso de concientización y la organización a partir de la Comunidades Eclesiales de Base en Morazán el MUPI realizó el documental "La Palabra en el Bosque". 85

Los gobiernos militares de entonces, trataron de deslegitimar estas demandas reivindicativas, y muchas veces el solo hecho de vivir en una comunidad que contara con “unas cuantas personas organizadas” bastaba para ser tildada de guerrillera, y reprimida por las organizaciones paramilitares. Al inicio, en las zonas rurales, los asesinatos eran selectivos, utilizando las listas elaboradas por los "orejas" paramilitares, civiles encargados de brindar información sobre las personas organizadas a nivel comunitario. Las acciones de represión incluían amenazas de muerte e incendios a casas y cultivos. El acoso era tan grande que muchas familias optaron por dormir fuera de las casas, abandonando sus viviendas. A mediados de los años 70, tanto en Morazán, Chalatenango y en otros puntos de El Salvador, las personas comenzaron a migrar internamente, alejándose cada vez más de su lugar de origen, generando núcleos de familias errantes. Las historias del destierro originado por la violencia se multiplicaron

"Ahí fue donde empezó la represión del ejército en esos años. Porque nosotros salimos de la casa en septiembre, salimos a huir, porque ya no podíamos vivir ahí, había mucha represión, mucho hostigamiento del ejército, nos fuimos para La Guacamaya, allá estuvimos tres meses. Nos fuimos en ese entonces como 20 personas, pero habían más personas por todos lados huyendo, pero lamentablemente ahí fue donde se concentraba más la represión. En octubre fue la gran represión, masacraron a la gente. Cuando entró el ejército, los que logramos salir de ahí sobrevivimos, los que no murieron. Cuando nosotros regresamos, ya estaba arrasada la tierra, los animales, toda la alimentación, totalmente destruidas las casas. Como no había esperanzas de vivir allí, nos fuimos al refugio en Colomoncagua" (Entrevista a María Martínez, Comunidad Segundo Montes, Morazán, agosto 2015)

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Imagen 1: Pinta de la insignia y el emblema del Batallón Atlacatl en el Caserío El Mozote, Morazán

A finales de los años 70s la población comenzó a ser acosada por las fuerzas militares, las marcas para denotar su presencia en los territorios eran evidentes. Foto del Archivo Histórico del Museo de la Palabra y La Imagen (MUPI).

Los familiares de personas que estaban organizadas, empezaron a dejar sus casas debido a las amenazas, y comenzaron a ubicarse en poblados alejados, algunos buscaron protección en los primeros campamentos de la guerrilla. Varios grupos de familias fueron agrupándose, principalmente, mujeres, ancianos y niños, recorriendo diferentes lugares. Cuando se retiraban los operativos militares volvían a sus casas para observar lo que quedaba de ellas

"Nos fuimos a un lugar que le dicen "El Chupamiel", cerca de la frontera con Honduras. Pues hicieron una reunión con la gente del lugar para que cada quien agarrara una familia en su casa, a pues estuvimos ahí unos días, pero al final todos nos regresamos a la casa. Así estuvimos unos días, saliendo a dormir al monte" (Entrevista a Santos Rivera, Guarjila, Chalatenango, febrero 2015). Más adelante, no fue sólo la persecución puntual a ciertas familias, sino que el ejército aplicó la estrategia de “tierra arrasada” a las comunidades cercanas a los asentamientos guerrilleros que comenzaron a formarse en los departamentos de Chalatenango, Cabañas, Cuscatlán, Morazán, Usulután y San Vicente. Las principales masacres se desarrollaron con mayor intensidad entre 87

1975 y 1983. En el anexo se muestra un cuadro con datos del la organización llamada Equipo Maíz29, que construyó un mapa de las principales masacres a partir de testimonios orales (EQUIPO MAÍZ, 2005). Estos datos se pueden contrastar con el Informe de la Comisión de La Verdad (1993), aunque éste sólo recoge los datos de masacres y asesinatos entre 1980 y 1992.

Chalatenango es el departamento donde se han registrado un mayor número de masacres, 55 entre 1979 y 1989; de las cuales 24 ocurrieron en 1980 con un estimado de 1,553 víctimas. La Masacre de El Sumpul, una de las más emblemáticas, ocurrió en el caserío de Las Aradas, el 14 de mayo de 1980, en el Informe de la Comisión de la Verdad (1993) se contabiliza un número de víctimas no inferior a 300 personas; en la denominada "Guinda de Mayo" ocurrida entre el 27 de mayo y el 9 de junio de 1982, se han contabilizado 236 muertes (EQUIPO MAÍZ, 2008). Cientos de personas que ya no podían caminar fueron asesinadas en los ríos y montañas, niñas, niños y mujeres, se ahogaron en las crecidas aguas del río Sumpul, y otros que pudieron salir se refugiaron en aldeas fronterizas hondureñas (SALAZAR & CRUZ, 2012:34). Posteriormente ocurrió la masacre de población civil en la ribera del río Gualcinga, pocas semanas después de haber asumido la presidencia José Napoleón Duarte. Efectivos del ejército invadieron las comunidades de la zona de San Antonio de Los Ranchos, Los Amates, Nueva Trinidad y Arcatao.

“De mayo de 1980, yo soy sobreviviente de esa masacre. Estaba en el caserío Los Ramírez. Entonces, el 13 de mayo que habíamos terminado el seminario de la UTC (Unión de Trabajadores Campesinos) nos encontramos con la balacera. Mataron a una familia en ese lugar de Los Calles, una familia completita, la esposa, el hombre, los hijos. Veníamos huyendo desde el 13 de mayo, ya con las balaceras, bajo una gran tormenta porque llovió que no se imagina, y ahí mojado, llegamos a las ocho de la mañana a Las Aradas. Habíamos como 900 personas en ese grupo. Ya el ejército estaba cerquita y había balacera por todos lados y ahí no hallaba por dónde correr, yo miraba la columna de soldados que bajaba desde esos cerros para Las Aradas. Y entonces ametrallaron a la gente (...) Entonces era una balacera que chispeaba la tierra, y caía la gente. Me tiré al río y eran cordones de gente, que se estaban ahogando. Dejé que el agua me jalara para el otro lado, para el territorio hondureño, así logre

29 En anexo también se puede encontrar la entrevista realizada a Marvin Hernández y Fidel Campos, quienes relatan la metodología y principales hallazgos de esta labor de mapeo de masacres. Esta organización ha logrado obtener estos datos del acompañamiento a conmemoraciones en lugares de masacres, fomentando los comités Pro-Memoria. 88

pasar, pero cuando logré pararme, el ejército estaba ametrallando la orilla, ametrallando a la gente. Eran borbollones de sangre” (Testimonio de Felipe Tobar, Las Flores, Chalatenango en SALAZAR & CRUZ, 2012:34). “En el Bahío estaba el operativo que fue como al tercer día también y estuvo feo, ahí hablaban de romper el cerco del ejército, porque había soldados de un lado y del otro. Allí también quedaron bastantes familias. Ahí dicen que ni se podían contar los muertos de tantos que había. Nosotros que habíamos alcanzado a pasar el río andaba buscando a mi marido, y allí lo mataron, porque al otro lado del río estaban ya los militares disparando” (María Dolores Guardado, participante del Taller de Cartografía Participativa. Arcatao, Chalatenango, abril 2015). En el oriente del país, en Morazán, según el Equipo Maíz, ocurrieron alrededor de 19 masacres entre 1980 y 1984. Fue en este departamento donde ocurrió una de las más cruentas, la denominada Masacre de El Mozote, que afectó otros caseríos aledaños como Cerro Pando, Toriles, La Joya, Jocote Amarillo, El Pinalito y Ranchería, perpetrada entre el 10 y el 13 de diciembre ( DANNER, 1994) (BINFORD, 2001). Se contabilizan más de 1,000 campesinos masacrados, principalmente mujeres, niños y niñas. Esta masacre está recogida en el Informe de la Comisión de la Verdad (1993). En 1995, un grupo de antropólogos forenses argentinos exhumó 281 cuerpos y sigue siendo común encontrar huesos. El valioso testimonio de Rufina Amaya, una de las pocas sobrevivientes, revela el horror de esa masacre:

"A las doce del mediodía terminaron de matar a todos los hombres y fueron a sacar a las muchachas para llevárselas a los cerros. Las madres lloraban y gritaban que no les quitaran a sus hijas, pero las botaban a culatazos. A los niños que lloraban más duro y que hacían más bulla eran los que primero sacaban y ya no regresaban. A las cinco de la tarde me sacaron a mí junto a un grupo de 22 mujeres. Yo me quedé la última de la fila. Aún le daba el pecho a mi niña. Me la quitaron de los brazos. Cuando llegamos a la casa de Israel Márquez, pude ver la montaña de muertos que estaban ametrallando. Las demás mujeres se agarraban unas a otras para gritar y llorar. Yo me arrodillé acordándome de mis cuatro niños. En ese momento di media vuelta, me tiré y me metí detrás de un palito de manzana. Con el dedo agachaba la rama para que no se me miraran los pies. Los soldados terminaron de matar a ese grupo de mujeres sin darse cuenta de que yo me había escondido y se fueron a traer otro grupo. Hacia las siete de la noche acabaron de matar a las mujeres. Dijeron “ya terminamos” y se sentaron en la calle casi a mis pies. “Ya terminamos con los viejos y las viejas, ahora sólo hay esa gran cantidad de niños que han quedado encerrados. Allí hay niños bien bonitos, no sabemos qué vamos a hacer”. Otro soldado respondió: “La orden que traemos es que de esta

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gente no vamos a dejar a nadie porque son colaboradores de la guerrilla, pero yo no quisiera matar niños”. Pasaron los soldados ya con el matate de tuza de maíz y una candela prendida, y le pusieron fuego a las casas donde estaban los muertos. Las llamas se acercaban al arbolito donde yo estaba, y me asustaban las bolas de fuego. Tenía que salir. Se oía el llanto de un niño dentro de la fogata, porque a esa hora ya habían comenzado a matar a los niños" (AMAYA, DANNER, & HENRIQUEZ CONSALVI, 1996:48).

Imagen 2: Caserío El Mozote, Morazán, a pocos días de la masacre en diciembre de 1981

Desolación y muerte producto de la práctica de "tierra arrasada". Esta fotografía fue tomada en diciembre de 1981 por Carlos Henríquez Consalvi, “Santiago”, una semana después de la masacre del Mozote, a pesar de la prueba documental el gobierno negó hasta el final del conflicto armado, esta y otras masacres. Archivo histórico del Museo de la Palabra y La Imagen (MUPI).

En los departamentos de Usulután, San Vicente y La Paz ocurrieron muchas masacres dispersas, la primera bastante temprano (1975) en el cantón Las Tres Calles, municipio de San Agustín. La más emblemática de ellas es La Quesera, operativo militar entre el 21 al 30 de octubre de 1981, abarcó varios municipios y dejó aproximadamente 617 víctimas (EQUIPO MAIZ, 1998). Sobre

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las vicisitudes, masacres y movilizaciones de las comunidades en estas zonas existe una importante recopilación de historia oral.30

Imagen 3: Pinta elaborada por miembros del Batallón Atlacatl, de la Fuerza Armada de El Salvador en el Caserío El Mozote, Morazán.

Leyenda del texto dejada en un muro de una vivienda tras la masacre en el Cantón El Mozote "Aquí [estuvo] el [Batallón] Atlacatl el papá de los subversivos, 2da compañía, aquí la cagaron hijos de puta, si huevos les hacen falta pídalos por correspondencia al Batallón Atlacatl, nosotros los angelitos del infierno volveremos porque queremos terminar con todos". Fotografía por Carlos Consalvi, “Santiago”, a una semana de la masacre de diciembre de 1981. Archivo Histórico del Museo de la Imagen y la Palabra.

3.1.2 El refugio.

El conflicto armado trastocó de manera violenta la dinámica social de una considerable proporción de la población civil, ocasionando una serie de desplazamientos internos y externos, en diferentes momentos, así como diferentes tipos de migrantes que podemos categorizar en: desplazados internos, refugiados oficiales y refugiados indocumentados. Al finalizar la década de los 80, se calcula que aproximadamente 500.000 personas habían sido forzadas a abandonar sus lugares de origen.

30 Véase el libro Suchitoto Lucha Tierra Memorial de Lucha y Esperanza (FUNDABRIL, 2013) 91

Las acciones militares obligaron inicialmente a esas poblaciones a asentarse en “refugios”, en su mayoría, ubicados en la capital San Salvador y en las cabeceras departamentales más seguras, aunque también en condiciones usualmente precarias. Fue así como los refugiados del oriente, el occidente y la zona central del país acabaron viviendo bajo un mismo refugio.

Mapa 2: Zonas de El Salvador bajo control insurgente en 1984

Las zonas bajo control militar de la guerrilla se ubicaron principalmente en la parte norte de los departamentos de Chalatenango y Morazán. Imagen retomada de la revista “El Salvador” (Sistema Radio Venceremos, 1984) .

Para atender a los desplazados internos, el gobierno creó la Comisión Nacional de Desplazados de El Salvador (CONADES), censó los asentamientos y procuró algún tipo de ayuda. Sin embargo, como ello era insuficiente, empezaron a surgir organizaciones de sociedad civil como la Comisión Nacional de Refugiados (CNR) y la Coordinadora de Desplazados de El Salvador (CORDES y CRIPDES), que contaban con el apoyo de organizaciones internacionales como Fundación Share y de diferentes iglesias. En Chalatenango surge la Coordinadora de Comunidades Repobladas (CCR). Su esfuerzo se centró en ofrecer subsidios alimenticios, colaborar en la construcción de las viviendas y de

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infraestructura comunal básica, y promoción de servicios de salud y de educación popular. Los desplazamientos provocaron cinturones de pobreza en la capital, pues las familias campesinas, que no traían más que sus pocas pertenencias, fueron tomando predios baldíos. La marginalidad a la que estuvieron expuestas, no permitió que alcanzaran el nivel de cooperación y solidaridad de los refugiados en los campamentos.

Imagen 4: Panorama del refugio de Mesa Grande, Honduras

Visión parcial del Campamento Mesa Grande Honduras. Muchos recuerdan las carpas que eran compartidas por 12 personas. Foto del Archivo Histórico MUPI .tomada entre 1981-1986

Según datos del ACNUR, en mayo de 1984 existían en Centroamérica y México alrededor de 245,500 refugiados salvadoreños entre dispersos y concentrados. En algunos casos, los campamentos estaban confinados en espacios limitados y vigilados como Mesa Grande y Colomoncagua, ambos en Honduras, donde los militares hondureños cometieron varias tropelías. Otras experiencias se vivieron en Panamá y Nicaragua y quienes las recuerdan hablan de haber visto un menor ejercicio de autoritarismo. En Nicaragua pudieron trabajar libremente en cooperativas, recibir educación gratuita, y gozaron de

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libertad de movilización en los asentamientos de Managua y Estelí, donde permanecieron casi 9 años.

Estos grupos se fueron definiendo por las características compartidas derivadas de los sucesos de represión que afrontaron. Steve Cagan, al hablar de los refugiados de Colomoncagua en Honduras, describe: “En primer lugar, es un grupo extremadamente homogéneo: todos vienen de la zona rural de El Salvador; casi todos son católicos; todos son pobres y con un bajo nivel de educación31, que arribaron al campamento con el mínimo de pertenencias personales, sin ningún privilegio especial, y con la experiencia común del terror y el sufrimiento” (CAGAN & CAGAN, 1993:51).

La conformación de los refugios fue variada, algunas personas pasaron algún tiempo en refugios temporales, en iglesias o casas comunales; otras, que vivían en zonas fronterizas, huyeron directamente a Honduras, donde se asentaron en pueblos colindantes. Cuando llegaron al pueblo de Colomoncagua, permanecieron un tiempo durmiendo en espacios públicos como el mercado o la iglesia, algunos pobladores les abastecieron de alimentos, pero la pobreza les impedía apoyarles.

Después de dos meses en esas condiciones, fueron trasladados a una tierra negociada por el ACNUR. En consecuencia, los campamentos se ubicaron en lugares lejanos del contacto con poblaciones vecinas, así, las primeras acciones de territorialidad implicaron la modificación de los espacios alejados y abandonados. El caso más extremo fue la comunidad Ciudad Romero, en Panamá, que se ubicó en la selva del municipio de Colón, donde los vecinos más cercanos eran de un grupo étnico asentado en aquellas tierras con quienes tuvieron poco contacto. En Honduras, aunque los terrenos eran áridos, en pocos años los pobladores habían logrado sembrar algunos árboles y hacer huertos caseros a pequeña escala, además de generar toda una cuadrícula de diseño de su asentamiento que se dividía por colonias o sectores que contaban con espacios comunes como cocinas y talleres.

31 85% de analfabetismo (CAGAN, 1993:15) 94

Mapa 3: Llegada al refugio de Colomoncagua, Honduras

Mapa de elaboración propia. Fuente: archivos de ACNUR, Museo de la Palabra y La Imagen, entrevistas y trabajo de campo. Infografía por Emmety Pleitez.

Por otra parte, muchos pobladores del departamento de La Unión, huyeron hacia Honduras a un lugar conocido como La Estancia. Estos pobladores posteriormente serían trasladados por ACNUR hacia Panamá, para, más adelante, ser reubicados en la zona paracentral del país, en El Bajo Lempa, departamento de Usulután. Otros vinieron del departamento de Cabañas, y se asentaron en otro campamento cercano a Colomoncagua, llamado San Antonio.

"Mi nombre es Reina Isabel Hernández y soy originaria de un cantón que se llama San Carlos, de Ciudad Dolores, departamento de Cabañas. Entonces mi historia también es que yo fui desplazada y refugiada, pero no me quedé tantos años en el campamento, yo estuve desde el 81 al 83, tres años en el campamento este de San Antonio Intipucá, Honduras, está cerca de Colomoncagua. Había unas 1,500 personas, fíjese que ahí se hizo el asentamiento con la gente que huyó, porque nosotros salimos en el 80, en julio de ese año empezaron a matar gente, como yo era de la comunidades eclesiales de base, de ahí vengo, entonces empezaron a matar catequistas, celebradores de la palabra. Entonces comenzaron a llegar elementos militares al cantón, entonces nosotros nos fuimos huyendo a Honduras" (Entrevista a Isabel Hernández, ex-Directora de CRIPDES, mayo 2015).

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Mapa 4: Llegada al refugio de Estancia, Honduras

Elaboración Propia. Fuente: archivos de ACNUR, MUPI, entrevistas y trabajo de campo. Infografía por Emmety Pleitez.

En el norte del país, la llegada al refugio se dio inicialmente en 1980, cuando la represión dirigida a la población civil comenzó a aumentar. Muchas personas originarias de San Antonio La Cruz, Nueva Trinidad, Arcatao, Nombre de Jesús, San José Las Flores, Potonico y Los Ranchos del departamento de Chalatenango, buscaron refugio en la zona fronteriza con Honduras. De la misma manera, algunos grupos provenientes de la zona central como Suchitoto, Copapayo, Peistenango, Tenango y Guadalupe se trasladaron a Chalatenango para luego refugiarse en el campamento de La Virtud en Honduras. En 1981 el gobierno anunció el traslado del refugio de La Virtud a Mesa Grande, puesto que tener a estas personas tan cerca de la frontera les representaba una amenaza. "Muchas organizaciones de solidaridad y los mismos refugiados se opusieron al traslado, no obstante, el 16 de noviembre de 1981, grupos paramilitares entraron al refugio y secuestraron a varias personas. Posterior a dicho atentado se organiza el traslado de 7,500 personas al Refugio de Mesa Grande, mientras que

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5,000 personas optaron por regresar a diversos puntos de El Salvador" (FUNDABRIL, 2013:43).

Mapa 5: Llegada al refugio de Mesa Grande, Honduras

Mapa de elaboración propia. Fuente: archivos de ACNUR, Museo de la Palabra y la Imagen, entrevistas y trabajo de campo. Infografía por Emmety Pleitez.

En 1981, la organización campesina asume abiertamente el nombre de "Poder Popular" en Chalatenango, que se constituyó como una nueva forma organizativa superior, que surge de las entrañas de las formas de articulación de las luchas campesinas organizadas en condiciones de disputa por el control territorial y poblacional, con una visión y práctica revolucionaria, ideario propio y estableciendo normas éticas y morales. (SALAZAR & CRUZ, 2012: 29). "Los llamados Poderes Populares Locales (PPL) emergen con estos agrupamientos de familias y comunidades en una reconstrucción organizativa, normativa y de incidencia social y territorial en los inicios del conflicto armado" (SALAZAR & CRUZ, 2012:31). Este nuevo ordenamiento territorial, reestructuró la división

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político administrativa de los municipios, pues, los caseríos y cantones, se agruparon por sectores32.

Los refugiados vivieron fuera del país entre siete y once años. Allí tuvieron la oportunidad de refundarse como comunidades, participando en talleres de agricultura y proyectos de salud, y los más pequeños se matricularon en las escuelas. Esta experiencia les reafirmo los valores basados en la participación colectiva.

"la formación de lo que ellos conciben como “comunidad” tiene dos significados: uno real y otro simbólico; el primero obedece a la fundación de poblados en tierras extranjeras, la construcción de casas, talleres y escuelas; el segundo responde a la conformación de lazos solidarios como afectados y refugiados. Esto tiene que ver con la gestación de un “nosotros” fundamentado en el trabajo comunitario dentro de los refugios" (BERRÍOS, 2008:64). En los campamentos de refugiados se desarrollaron diversas tareas y se asumían roles que facilitaban la interacción y la acción colectiva. Se montaron talleres de sastrería y costura para generar ingresos, se hicieron prácticas agrícolas colectivas, se habilitaron espacios para la enseñanza y la salud comunitaria, y se constituyeron comités de autogobierno en cada asentamiento. Todo ello contribuyó a la generación de estructuras de toma de decisiones, motivando el papel activo de hombres y mujeres que permitió la consolidación de un modelo autónomo de desarrollo.

La zona norte de Morazán que contaba con más de 50,000 habitantes quedó prácticamente deshabitada. Al mismo tiempo, llegaron al refugio personas con traumáticas experiencias por la represión militar. La relativa facilidad de tránsito con El Salvador -el campamento quedaba a escasos ocho kilómetros de la frontera- permitió un intercambio entre la población del refugio y de la guerrilla. La comunicación entre refugiados y sus familiares guerrilleros fluía con cierta facilidad. En los refugios las actividades organizativas en apoyo a la insurgencia, se hacía en la más completa clandestinidad, seleccionando a las personas de más confianza y proporcionando orientación política e ideológica sobre la realidad de El Salvador y sobre los valores “revolucionarios” que estaban en boga en el

32 A mediados de 1983 se crea la primera junta subregional de los Poderes Populares de la Sub Zona 1 (Arcatao, Nueva Trinidad, San José Las Flores, San Antonio los Ranchos, San Isidro Labrador, Las Vueltas, y San Antonio la Cruz, que era la tercera parte del territorio de Chalatenango, con aproximadamente 7,000 personas (SALAZAR & CRUZ, 2012: 35). Véase de esa fuente el Cuadro de nueva distribución de territorios a partir de los asentamientos de los Poderes Populares Locales. 98

frente de guerra. Siendo el FMLN una organización político-militar, no es raro que sus métodos y concepciones de trabajo se trasplantaron al refugio. Así nació un fuerte liderazgo altamente centralizado y vertical pero muy eficiente en su labor organizativa, que hizo del refugio una comunidad fuertemente organizada y concienciada sobre valores comunitarios y colectivización. La clandestinidad obligaba a un método de trabajo bastante conspirativo: se disciplinaba y se educaba a toda la población en ello. De no ser así, el refugio se hubiera convertido en una cacería de brujas por parte de los militares combinados de Honduras y El Salvador (SIERRA, 2004: 73).

No obstante los esfuerzos por mantener vínculos discretos entre refugiados y guerrilleros, en el exilio se vivieron fuertes enfrentamientos con los militares, especialmente en Honduras, donde los campamentos de refugiados eran un espacio limitado y vigilado por parte de los militares, como el caso del campamento de refugiados de Mesa Grande y Colomoncagua en Honduras.

La experiencia más conflictiva del refugio fue vivida en Honduras, la cual se agravó en 1983, cuando el gobierno hondureño inició una campaña de reubicación forzosa, puesto que construirían una base militar en Colomoncagua, ante esto hubo una lucha por mantenerse en el lugar. Ante la represión, los refugiados en Honduras hicieron una campaña contra la reubicación con manifestaciones masivas dentro de los refugios y publicaciones en medios nacionales e internacionales. Uno de los aprendizajes más fuertes de esta etapa de amenazas en el refugio fue: “su exitosa campaña contra la reubicación les enseñó que podían lograr sus objetivos sólo si se mantenían firmes y unidos" (CAGAN & CAGAN, 1993:43). A pesar de las restricciones de tránsito, la mayoría de las personas que estuvieron en el refugio valoran positivamente tanto la vida en comunidad como la solidaridad que se activó durante la huida y en el refugio, pues todos tenían las mismas condiciones. Este sentimiento y práctica de lo colectivo la observan como un aprendizaje.

"Pero sí, prácticamente allá era muy bonito el tema de organización, mucha gente halaga el hecho de que todo se hacía en comunidad, la comida, las tortillas no las hacía nadie en las casas, las hacían en unas casas comunales, la gente desde la madrugada estaban moliendo para hacer las tortillas de todo el mundo”. (Entrevista a Roberto Argueta, Comunidad Segundo Montes, Morazán 2015). “Yo era la encargada de nueve mujeres en el refugio, y cada mujer coordinaba una colonia [un sector] y ellas se encargaban de ver las 99

necesidades, si tenía zapatos, si ya solo un vestido tenía o si no tenía ropa interior. A mí me tocaba andar dando lo justo a cada colonia” (Entrevista a Irma Díaz, Comunidad Segundo Montes, Morazán 2015).

Imagen 5: Taller de carpintería, campamento de refugiados Colomoncagua, Honduras

En los refugios se generaron nuevos aprendizajes, especialmente en labores productivas. Foto del Archivo Histórico del Museo de la Palabra y La Imagen (MUPI), colección especializada CE, CE 4, Refugiados y Repoblaciones, Comunidad Segundo Montes, Morazán.

"En Honduras aprendieron diversos oficios como hojalatería, mecánica, carpintería, se formaron promotores de salud, maestros, entre otros" (CAGAN & CAGAN 1993:42). Otros aprendieron técnicas relacionadas con el área geográfica en la que estaban, por ejemplo en Panamá la Comunidad Monseñor Romero aprendió a construir casas con techo de palma, tal y como se construían en la zona indígena de la selva, y además aprendieron a pescar. Usualmente encontraron dificultades en el medio físico, sin embargo, éstas fueron afrontadas:

“Las tierras del lugar donde estábamos eran bien infértiles, eran terrenos áridos, sin embargo con las características de los salvadoreños que dicen que son bien trabajadores, y con la asesoría de algunos agrónomos que llegaron como colaboradores internacionales, que nos enseñaban cómo producir rábanos, apio y habían huertas. Peces también, recuerdo una vez

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que criaron tilapias, hicieron un tabanco que lo llenaron de agua” (Entrevista a Roberto Argueta, Comunidad Segundo Montes, Morazán, 2015). Steve Cagan resume la experiencia del refugio de Colomoncagua, Honduras, que se ha convertido en un modelo de desarrollo comunitario

Desarrollaron un sistema de gobierno que funcionaba bien y era democrático, estableciendo una forma de vida comunal en la cual todos tenían el mismo derecho a [los] recursos y nadie vivía mejor que los demás. Condujeron programas culturales y de educación para adultos y niños poniendo fin al analfabetismo y desarrollando un equipo de educadores calificados; promovieron [una] creciente conciencia de salud, sanidad y nutrición. Manejaron una escuela de formación técnica, un taller de mecánica y muchos talleres de capacitación vocacional y de producción, produciendo casi todos los bienes que se necesitaban en el campamento. Escribieron y produjeron sus propios periódicos semanales así como otros documentos y publicaciones, incluyendo tres boletines directamente dirigidos a la comunidad internacional (CAGAN y CAGAN, 1993:13).

Imagen 6: Taller de alfarería “Nuevos Aprendizajes”, campamento de refugiados Colomoncagua, Honduras

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La elaboración de productos domésticos para uso dentro de los campamentos fue la base de aprendizaje de labores artesanales en período de posguerra. Foto del Archivo histórico del Museo de la Palabra y La Imagen (MUPI), colección especializada CE, CE 4, Refugiados y Repoblaciones, Comunidad Segundo Montes. (circa 1987)

Destaca el papel activo de las mujeres, quienes antes se dedicaban únicamente a las labores domésticas, ahora en los refugios eran las maestras, las cocineras, las promotoras de salud, las líderes. La mayoría de personas refugiadas eran mujeres, ancianos y niños; ellas se vieron en la necesidad de trabajar. Formaron parte de comisiones que tomaban decisiones dentro de la comunidad, en Colomoncagua incluso las madres solteras tenían el respaldo de la comunidad para el cuido de los hijos: incorporaron un sistema de guarderías lo cual les daba tiempo para asistir a reuniones Al final del refugio, más de la mitad de coordinadores eran mujeres (SIERRA, 2004:76). El papel que jugaron los miembros de "la solidaridad", como les llamaban en el refugio a los voluntarios de organizaciones humanitarias como Cáritas, Iglesias Menonitas, Médicos sin Fronteras y ACNUR, fue clave, pues ellos, además de enseñarles algunos conocimientos de educación popular y productividad, fueron testigos del acoso militar vivido en tierras hondureñas, y transmitían esa información a sus oficinas centrales en Alemania, Suiza, España entre otros. Uno de estos voluntarios fue Ulf Baumgaertner, un austriaco alemán, quien llegó con la organización humanitaria Cáritas, al sentirse identificado con el movimiento social y campesino. Llegó en 1983 a los campamentos de refugiados para apoyar en tareas de alfabetización. Su relato evidencia la fuerte comunicación e influencia de la guerrilla en los campamentos de refugiados.

“Pues a El Salvador vine cuando nacen los campamentos de refugiados, vine con Cáritas Internacional con sede en Alemania, cuando empezaba a reclutar voluntarios para servicio de emergencia, buscaban voluntarios para alfabetizar, y entonces yo me apunté con mi familia, mi hija tenía 5 años y en eso me quedé. Nosotros formábamos alfabetizadores que en su mayoría eran muchachos de 15 ó 16 años, porque así el nieto podría enseñar al abuelo, eso funciona bien. Pero de repente veníamos a las capacitaciones y veíamos que faltan jóvenes, "¿dónde andan? - preguntábamos- "ah, ya se han ido", nos decían. Entonces sabíamos se habían ido al frente de guerra a la guerrilla, allí los metían en la escuelita de menores, les daban formación militar y todo eso. Eso era bien difícil trabajar así” (Entrevista a Ulf Baumgaertner, ex voluntario en el refugio de Colomoncagua, abril 2015). Muchos de estos "internacionalistas", como les llamaban en los campamentos, promovieron acciones de incidencia política para acompañar las causas de retorno en medio de la guerra, ya que el ACNUR estaba renuente que 102

las comunidades retornaran al país en medio de la guerra. Sin embargo, las exigencias de retorno de los refugiados eran cada vez más fuertes.

De igual manera, las memorias de los refugiados guardan un alto agradecimiento a los sacerdotes que visitaron los campamentos, como el caso de los jesuitas Segundo Montes y Jon Cortina, además del arzobispo Arturo Rivera y Damas a Chalatenango. Producto de este acompañamiento, el padre Segundo Montes realizó un estudio fundamental en el tema de desplazados y refugiados (MONTES, 1989), en reconocimiento a su solidaridad los refugiados de Colomoncagua llamaron Segundo Montes a su comunidad repoblada.

La experiencia del refugio fue sobre todo transformadora, en cuanto cultivaron los valores de la solidaridad en la comunidad. Hubo una decidida apuesta por los aprendizajes colectivos, por compartir, por generar conocimientos colectivos desde la educación popular hasta los talleres productivos. Los pobladores refugiados testimonian un fuerte sentido de transformación en su vida. Tanto así que, al repoblar, algunos decidieron vivir en nuevos asentamientos ajenos a sus anteriores lugares de origen. La transformación no vino sola, fue producto de una constante tarea de concientización a través de la educación popular, la Teología de la Liberación y la coincidencia en compartir una memoria colectiva a partir de historias de éxodo y despojo.

Lo que más que se manejó allá fueron las actividades religiosas. Hubo un tiempo que todas las tardes había reuniones para estudiar la Biblia, hacer conciencia a la gente, porque las actividades religiosas para eso eran, para trabajar con toda esa gente que no estaba consciente de la lucha. Fíjese que en el refugio había gente que aquí había tenido su dinero, su comodidad, pero también había gente que había sido muy pobre, muy marginada. Y nos tocó vivir una vida en comunidad. Cuando se habla de una vida en comunidad, significa que si una persona tiene sal para comer, la tienen todos. O sea que ahí la gente que no estaba acostumbrada a compartir sus cosas tuvo que hacerlo. Fue una sola comunidad. Fue un proceso de transformación y no fue fácil porque había que hablar con la gente, hacerle conciencia de por qué se produjo la guerra, de por qué estábamos ahí y por qué teníamos que vivir en comunidad. Hacer conciencia de que aquí nadie iba a tener más que el otro; y como aquí había una desigualdad tremenda antes de irnos allá. Ese proceso, tanto como en las cosas materiales como en las espirituales, en todo verdad, fue un gran trabajo, porque así como hay gente que estaba consciente en la lucha, había gente que no. Fue así que se formó lo que se llamaba

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conciencia. La mayoría tuvo conciencia al final. (Entrevista a María Hernández, refugiada. Los Quebrachos, Morazán, 2015).

Imagen 7: “Ustedes son una alternativa para el futuro de El Salvador”: Comunidad Segundo Montes, Morazán

Las palabras de apoyo del jesuita Segundo Montes asesinado en 1989 sirvieron para construir "la comunidad imaginada". Los refugiados de Colomoncagua que repoblaron la zona norte de Morazán reconocen la solidaridad de este sacerdote jesuita al dar el nombre de Comunidad Segundo Montes a su nuevo asentamiento. Foto del archivo histórico del MUPI, colección especializada CE, CE 4, Refugiados y Repoblaciones, Comunidad Segundo Montes. (circa 1988)

3.1.3 El Retorno y La repoblación.

Las organizaciones humanitarias que trabajaron en los campamentos de refugiados en los países vecinos comenzaron a hacer eco del deseo de las comunidades de retornar a su país. Un momento importante para colocar este deseo en un ámbito público fue la Conferencia Internacional sobre Refugiados Centroamericanos (CIREFCA), realizada en noviembre de 1989. Este evento abrió un espacio en la comunidad internacional para promover apoyo en la búsqueda de una paz firme y duradera en la región. "La primera movilización masiva fue la repoblación de San José de Las Flores en Chalatenango"

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(SALAZAR & CRUZ, 2012: 56) que contó con un fuerte apoyo de organizaciones sociales que vigilaban para evitar el acoso militar a estas comunidades33.

"En el 86, comités regionales de desplazados empezaron a movilizarse, la primera repoblación que acompañamos fue la de San José Las Flores de Chalatenango, entonces con ellos fue que se organizó el primer retorno. Íbamos en buses, llevábamos comida, materiales para reconstruir un poco. Íbamos decididos a lo que fuera. La Fundación Share trajo una delegación compuesta por religiosos de Estados Unidos que iban acompañando a la gente" (Entrevista a Isabel Hernández ex coordinadora de CRIPDES, mayo 2015).

Imagen 8: Autobús contratado por ACNUR para el retorno de refugiados a El Salvador en noviembre de 1988

Los refugiados en sus jornadas de retorno manifestaban con carteles su deseo de volver a tierras salvadoreñas. Foto del Archivo Histórico del MUPI.

Por otra parte, los refugiados de Honduras comenzaron a presionar por su retorno. El Gobierno salvadoreño puso objeciones, pues el conflicto armado aún se encontraba en curso. ACNUR no se mostró dispuesto a facilitar la repatriación. A pesar de ello, los refugiados comenzaron a repoblar zonas que habían quedado vacías. A mediados de la década de los 90, muchos refugiados

33 Esta estrategia la implementaron para evitar el ataque a los civiles. Los voluntarios de iglesias de Estados Unidos ejercían un rol de defensores de derechos humanos. 105

salvadoreños registrados en los países vecinos -alrededor de 32,000- habían retornado al país, originando una nueva situación social y poblacional en la zona, aun en medio de la guerra. Las comunidades que constituyeron las repoblaciones, además de crear su propia organización socio-local, vieron la necesidad de integrarse en torno a una organización superior y con objetivos y líneas de trabajo regional. Así surgió la Coordinadora de Comunidades y Repoblaciones de Chalatenango conocida por sus siglas CCR, cuyo principal eje de unión y de demanda fue el derecho a la vida, que el ejército y el gobierno se negaban a reconocer, tanto a la población que nunca salió del país y que pasó guindeando todos esos años, como la población que retornó y la repoblada. (SALAZAR & CRUZ, 2012:63). La Coordinadora Nacional de la Repoblación (CNR) planteaba "rescatar el derecho de la población civil a vivir en sus lugares de origen". Estos movimientos de "repoblación" contaban con el apoyo de la Iglesia Católica.

“Entonces me recuerdo que la gente hizo la iniciativa de caminar por sí sola, entonces el ACNUR, cuando vio que estaban bien decididos los acompañó, no los dejó solos” (Entrevista a Isabel Hernández ex coordinadora de CRIPDES, mayo 2015). Al llegar a la frontera tuvieron problemas, a pesar que ACNUR había anunciado las fechas de traslado. En el plano nacional se suscitó una gran controversia, algunos medios de comunicación les tildaban de guerrilleros, otros afirmaban que eran "pobres engañados por la guerrilla que van a morir en los territorios de guerra". (Véase en Anexo 2 Registro Documental de movilización de Poblaciones refugiadas y sus fuentes, los cuadro de notas de prensa del período de retorno de los refugiados).

"Dijeron que se viniera un contingente de gente adelante y fue cuando mandaron a 770 personas que nos vinimos, entonces a todos nos pusieron una gran carga, arroz, azúcar, baterías, medicina, otros ropa, creo que todos veníamos cargando algo, pero veníamos con grupos de gente extranjera, de esos de la solidaridad y de ACNUR. Cuando llegamos a un río, ahí estaban ya los militares hondureños, ahí nos tuvieron como una hora parados, cargados, y en el sol. No nos dejaban pasar, y nos dijeron que nosotros, a pelear otra vez veníamos, que veníamos otra vez a la guerrilla, que a hacer otra guerra veníamos. Yo le dije al teniente "si a pelear fuéramos - le dije -todos lleváramos armas, pero si ustedes gustan, revisen a toda la gente que vamos. Nosotros no llevamos pero ni un

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cuchillo", le dije yo, porque sabemos que a reconstruir vamos, le dije yo- no venimos a hacer otra guerra, ustedes así lo piensan, pero nosotros no llevamos ese pensar, vamos a reconstruir, para que después se venga la demás gente, con todos los niños", porque como dice la canción queremos llegar a nuestras tierras queridas"34. (Entrevista a Irma Díaz, Quebrachos, Segundo Montes, Morazán, diciembre 2014).

Imagen 9: Refugiados retornando de Colomoncagua, Honduras en noviembre de 1988

Los refugiados tomaron la decisión de retornar al país aún en medio de la guerra. Los primeros procesos de retorno de refugiados se desarrollan desde 1987. Foto del Archivo Histórico del MUPI.

Los primeros viajes fueron exploratorios, para preparar el terreno y que los demás contingentes vinieran unos meses después con mejores condiciones. Los refugiados, especialmente los de Colomoncagua y Mesa Grande, vinieron en caravanas, acompañados hasta la frontera por delegaciones de ACNUR; luego hicieron solos el camino hasta asentarse en lugares abandonados, donde comenzaron a levantar casas con tablones y ramas, apropiándose del territorio que luego serviría de base a la repoblación.

34 Irma Díaz cita una canción compuesta por la población refugiada en la que hablan de los deseos del retorno a su país, la canción se llama "El retorno del refugiado". 107

"Sí, entonces el primer retorno masivo de Honduras fue el 10 de octubre de 1987. Regresaron la gente de Guarjila, Las Vueltas y Santa Marta, eran más de 3,000 gentes que vinieron en ese retorno, era una caravana terrible, porque nosotros nos dividimos algunos fueron a Chalatenango, bueno yo fui a Santa Marta, otros fueron a Las Vueltas y así, porque eran comunidades 24 grupos al mismo tiempo. Después se organizó el retorno de, vino la gente de San Antonio Los Ranchos, después vinieron los de Teocinte, tuvimos un retorno de Nicaragua también" (Entrevista a Isabel Hernández, ex-directora de CRIPDES, mayo 2015).

Imagen 10: Escena en el campamento Colomoncagua en 1989

Los refugiados de Colomoncagua iniciaron una fuerte campaña de incidencia para su retorno en 1989. Foto de Archivo de la Comunidad Segundo Montes

Los del refugio en Honduras desmontaron las casas de tablones de madera y techos de lámina para traerlos y reconstruir en el nuevo territorio; sin embargo los que venían de Nicaragua y Panamá llegaron con pocas pertenencias. Eran cuadrillas de trabajadores que en colectivo abrieron calles para permitir la entrada de las caravanas; así limpiaron la maleza de los lugares donde se asentarían más de 900 personas.

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Llegaron a sitios totalmente abandonados y desolados por la guerra. Las viviendas y manantiales de fuentes de agua estaban destruidas. Posiblemente la única ventaja era que las tierras habían descansado durante los años anteriores, aunque era peligroso cultivarla por las minas soterradas. Poco a poco la organización social se articuló nuevamente en las comunidades, que contaron con apoyo para hacer labores de reconstrucción y rehabilitación de servicio de agua, de salud elemental, de acompañamiento religioso, de despensa alimentaria de insumos y herramientas agrícolas de propiedad comunitaria.

Imagen 11: Mujer repoblada, Comunidad Segundo Montes, Morazán

Al llegar a la zona de repoblamiento los terrenos lucían áridos y descuidados, fue necesario el trabajo colectivo. Foto del archivo histórico MUPI. Colección especializada CE 4. Refugiados y Repoblaciones.

En el caso de Morazán, tal y como Sierra (2004) lo menciona, es interesante preguntarse ¿por qué los refugiados escogieron el municipio de Meanguera, si allí no había suficientes recursos para el desarrollo de actividades agropecuarias, que es la tradición de la mayoría de esos campesinos? "Obviamente, la repoblación tenía también un objetivo militar: servir de barrera a las incursiones del ejército salvadoreño hacia los territorios controlados por el FMLN. Es decir, la decisión era, desde todo punto de vista, una cuestión política para un objetivo militar" (SIERRA, 2004:76). 109

Mapa 6: Llegada al refugio Ciudad Romero, Panamá y Retorno a El Salvador

Elaboración propia. Fuente: archivos de ACNUR, MUPI y trabajo de campo. Infografía por Emmety Pleitez.

Los refugiados que se encontraban en Nicaragua y Panamá retornaron a El Salvador entre 1990 y 1991, vinieron vía aérea bajo el apoyo de organizaciones humanitarias y ACNUR. Se asentaron en una zona conocida como el Bajo Lempa, donde tuvieron que establecer vínculos con los representantes de la cooperativa Nancuchiname, quienes tenían grandes extensiones de terreno que no cultivaban y al mismo tiempo era zona controlada por la guerrilla. La cooperativa cedió el terreno a estos pobladores para que se asentaran allí. Los contingentes siguieron llegando desde 1986 hasta después de la firma de los Acuerdos de Paz. El grupo más alejado se ubicó en el Bajo Lempa, una curiosa comunidad donde confluyeron personas de distintos campamentos tanto de Honduras, Nicaragua como de Panamá, además de una comunidad de ex-soldados desmovilizados.

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Mapa 7: Retorno a El Salvador del refugio Mesa Grande, Honduras

Elaboración Propia. Fuente: archivos de ACNUR, Museo de la Palabra y la Imagen, entrevistas y trabajo de campo. Infografía por Emmety Pleitez.

Las comunidades refugiadas que decidieron repoblar en medio de la guerra empezaron a configurar algunas dinámicas culturales en torno a las fechas conmemorativas relacionadas con el retorno. Por ejemplo, el 25 de marzo de 1990 se inauguró, en el norte de Morazán, la comunidad “Óscar Arnulfo Romero”.

El proceso de repatriación de Colomoncagua inició el 18 de noviembre de 1989, con el retorno de 712 personas que caminaron hasta el municipio de Meanguera. Después del regreso de otro grupo que sí contó con el apoyo exclusivo del Gobierno hondureño, el Estado salvadoreño aceptó la repatriación en comunidad (Sierra, 2004). El campamento de Colomoncagua fue cerrado el 27 de febrero de 1990, con la salida del último grupo de personas. Se realizaron 1,500 viajes en camiones para trasladar a unas 8,000 personas con todas sus pertenencias hasta el lugar del nuevo asentamiento.

Definitivamente no fue nada fácil llegar a vivir en esa zona, las tierras donde se asentaron estas comunidades eran inhóspitas y con condiciones 111

limitadas para los cultivos de subsistencia; por tanto, la organización colectiva siguió funcionando para seguir presionando por el cumplimiento de sus demandas. Además "tenían que empezar a andar por sus propios esfuerzos" (CAGAN & CAGAN, 1993:46). “Cuando nosotros vinimos en un principio se nos daba la comida, de repente se nos dice que no, ya no hay comida, ¿y entonces? Cuando te están garantizando la comida y de repente ya no, te aflige, nuestros papás sabían ya que era hacer eso, valiéndose por sí solo, pero nosotros no sabíamos qué estaba pasando aquí, había tiempos que pasábamos hambre, eran tiempos difíciles, sin embargo se fueron pasando, se fue resolviendo la situación" (Entrevista a Roberto Argueta, Comunidad Segundo Montes, agosto 2014). Una vez las comunidades repobladas estaban asentadas en un espacio físico, no fue nada fácil, puesto que siempre eran controlados y acosados por el ejército.

“Consideraban que todos los productos eran de posible uso militar (alimentos, hierro, cemento, clavos, pegamento, abonos, madera, baterías, zapatos, ropa y combustibles, entre otros). La oficina gubernamental que se estableció en San Francisco Gotera permitía una comunicación directa con el Destacamento Militar 4, donde se discutía y se aprobaba la lista de productos permitidos para la comunidad, además de solicitar los salvoconductos para el paso de las visitas nacionales e internacionales. En muchos casos no autorizaron la entrada de delegaciones de visitantes ni la de ciertos productos" (SIERRA, 2004:78). Lo que sucede es que "la repatriación era más que un espacio físico, era la autonomía y autogestión de la comunidad" y esta autonomía les costó mucho, puesto que tuvieron que mantener esa lucha contra el aislamiento, cada vez que salían a comprar o llevar mercancía o comida tenían que presentar permisos" (CAGAN & CAGAN, 1993:46).

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Imagen 12: Construcción de la Comunidad Segundo Montes, Morazán

Todos los repoblados participaron de la construcción de las viviendas en los terrenos adquiridos legalmente a partir 1992 bajo el Programa De Transferencia de Tierras. El proceso incluyó largas negociaciones con los dueños de las tierras Foto del Archivo Histórico del MUPI, colección especializada CE, CE 4, Refugiados y Repoblaciones, Comunidad Segundo Montes.

Después de la firma de los Acuerdos de Paz, se crea en 1993 el Programa de Transferencia de Tierras para ex combatientes y refugiados. Se comenzó la negociación de la compra de tierras para legalizar los territorios que los repoblados habían ocupado. Este proceso conllevó una ardua tarea de búsqueda de los dueños originales, y de negociar la distribución de los beneficiarios. Las comunidades organizadas lograron ser beneficiarias del programa en el mismo lugar donde se asentaron; pocas retornaron a sus lugares de origen: en primer lugar, porque perdieron a muchos de sus familiares, y en segundo lugar, porque el elemento colectivo siguió siendo el aliciente, en los primeros años de la transición, ya que recibieron ayuda internacional para su desarrollo productivo.

En la Comunidad Segundo Montes, de Morazán, algunos pagaron una cantidad simbólica en una sola cuota para la compra de la casa, otros tomaron créditos del banco cooperativo recién formado en esa misma comunidad. Antes de la guerra, algunas familias contaban con propiedades legalizadas a su

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nombre, esto les permitió vender sus antiguos terrenos y pagar su casa. Los terrenos para construir viviendas eran todos iguales, aunque algunas familias que pudieron aportar más, pudieron ampliar un poco sus terrenos. Vale aclarar que no se observan marcadas desigualdades en la posesión de terrenos para vivienda.

En la compra de terrenos algunos recibieron apoyo de programas de cooperación internacional, que se acompañaron con proyectos de inversión para desarrollar a mayor escala proyectos productivos aprovechando los aprendizajes en los talleres del refugio y a la capacidad adquirida para el trabajo colectivo. Sin embargo, las cooperativas no lograron sostenerse frente a un férreo modelo neoliberal implantado por el gobierno de derecha tras la firma de los Acuerdos de Paz35.

Aunque hubo muchas mejoras en las condiciones de vida que lograron en cuanto a educación y salud, el trabajo colectivo no logró mantenerse como se esperaba. Las iniciativas individuales se desarrollaron, las personas que no aceptaron seguir trabajando en el «proyecto comunal» trabajaron por su cuenta y su nivel de vida mejoró sustancialmente. Las comparaciones eran obvias. Las personas que ejercían actividades individuales obtenían mejores ingresos, mientras que las personas vinculadas al proyecto comunal eran más vulnerables. Esa situación llevó a la dirección a debatir sobre la importancia de monetarizar la economía si se quería una inserción efectiva a la sociedad salvadoreña. El sentimiento de «isla» debía romperse, el personal que trabajaba en el proyecto comunal tenía un salario simbólico de tres dólares mensuales, la productividad era sumamente baja y el incipiente comercio en la zona empezó a obligar a competir para vender los pocos artículos que se producían (SIERRA, 2004:81). En Chalatenango, el trabajo comunitario fue desapareciendo luego del retorno; la mayor parte de los habitantes trabajaban en terrenos comunales durante tres días de la semana y en pequeñas parcelas que se les habían asignado durante otros tres días. También surgieron proyectos o talleres para que la comunidad se capacitara, recibiendo ayuda de organismos internacionales. Se crearon panaderías, escuelas, clínicas, comedores comunales, granjas, guarderías, carpinterías, talleres de bordado hamacas sastrería y zapatos (SALAZAR & CRUZ, 2012:74).

35 Sobre los conflictos afrontados por las iniciativas productivas en el Norte de Morazán lease: (BINFORD, A Perfect Storm of Neglect and Failure: Capitalist Restoration in Northern Morazán, El Salvador, 2010) 114

Imagen 13: Comunidad Los Limones II durante el proceso de repoblación en Segundo Montes, Morazán, 1992

Durante los primeros años de repoblación los asentamientos requirieron de un ordenamiento territorial para luego pasar al proceso de delimitación de los linderos para la compra de terrenos y la legalización de sus tierras. Foto del Archivo de la Comunidad Segundo Montes. (circa 1992)

Hasta la fecha siguen siendo un buen ejemplo de manejo comunitario de fondos para inversión local. Muchas de las comunidades repobladas cuentan, actualmente, con servicios de salud, centros de arte y escuelas financiadas por la misma gestión comunitaria, y que prestan mejor servicio que el brindado por el gobierno central.

La salud fue otro de los grandes esfuerzos realizados por las comunidades una vez concluido el conflicto armado. En Guarjila, cantón del municipio de Chalatenango, se generó una experiencia que constituyó un baluarte del esfuerzo de salud en las comunidades organizadas: crearon un sistema de salud comunitario de alta calidad, con gran participación de la población, formándose promotores de salud en casi todos los cantones y una clínica central.

Entre los aprendizajes que subsistieron está el modelo de "educación popular". Por ello, hubo una fuerte negociación para que los niños y jóvenes formados en los campamentos de refugiados pudieran integrarse al sistema

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escolar formal, para ello se gestionó que el Ministerio de Educación reconociera a los educadores populares, principalmente mujeres, para que fueran incorporadas en el modelo de escalafón educativo. La cooperación española aportó en el proceso de inserción de los maestros populares al sistema formal del Ministerio de Educación. El proceso implicó mucha dedicación pues durante cuatro años tomaron clases nocturnas para obtener el reconocimiento del escalafón. El aprendizaje acumulado en la educación popular es un capital totalmente reconocido por la comunidad, asumido por los maestros populares y transferido a sus hijos, ya que es reconocido como parte identitaria de su conformación como comunidad.

“Yo trabajé 12 años de maestra popular, trabajé del 82 al 94, cuando vine aquí [del refugio] trabajé cuatro años más. En el 90 que vinimos, nosotros traíamos el objetivo de compartir los que aprendimos en Honduras como comunidad del norte de Morazán, por eso nos distribuimos todos los maestros, un grupo estuvo dando clases en diferentes zonas de los repoblamientos. Aunque no había nada de equipo, no se perdió tiempo, siempre se dio clases. Entonces teníamos que dar clase y recibir la capacitación para el título. Las capacitación era de 7 a 9 de la noche, el trabajo era bien pesado, y yo tenía que atender además a mis hijos. Me compliqué, me dio parálisis y ya no pude estudiar. Pero yo le dije a mi hija, metete vos y luego sacás el escalafón y te quedás con eso. Desde entonces ella es profesora" (Entrevista a María Hernández, Comunidad Segundo Montes, Morazán, agosto 2014). La educación popular, en Chalatenango tiene sus raíces en el proceso de concientización de los años 70 que llevaron a cabo las comunidades eclesiales de base.

En ese contexto surge la educación popular desde la organización campesina. Un esfuerzo del área de educación promovido por la CCR en las repoblaciones fue la elaboración de materiales educativos que surgieron durante la guerra, como una respuesta inmediata a las necesidades de las primeras repoblaciones. Todos estos materiales educativos estaban inspirados en el método de la "Palabra Generadora" de Paulo Freire, a partir del cual se desarrollaba el diálogo crítico sobre la realidad que vivían y se toma conciencia de la necesidad de transformarla. El primero fue la cartilla de alfabetización “Buenaventura Chinchilla”36, recordando a un maestro asesinado. En 1989 se comenzó a elaborar en la región de Arcatao y Nueva Trinidad un método de lectoescritura que

36 Buenaventura Chinchilla era un maestro, dueño del terreno de Las Aradas, donde se produjo la Masacre en 1980 en Chalatenango. Él permitió que varias familias que huían de la represión se asentaran en su terreno. 116

llevaba por título "Progresando juntos con la Cuma y el Lápiz" (SALAZAR & CRUZ, 2012:94). En Morazán, ante el tardío proceso de certificación de los maestros populares, se creó el Sistema Local de Educación del Municipio de Meanguera (SILEM) que ayudó para que los docentes terminaron sus estudios superiores gracias al apoyo de la Universidad de Girona, España. El orgullo de la educación popular, les llevó a la creación de un museo de sitio en la Comunidad Segundo Montes donde se cuenta la historia del refugio, acompañada de artefactos de la época, pero principalmente por los relatos de la repoblación de sus padres y madres, historias registradas en dibujos y relatos escritos por sus hijos asistentes a la escuela de San Luis en la Comunidad Segundo Montes.

La educación popular se fundamentó en el pensamiento crítico de la realidad, por tanto formó cuadros políticos importantes en el campesinado del refugio y la guerrilla. Esa experiencia formó liderazgos emergentes e históricos que fueron retomados en la nueva etapa política de la posguerra, en el que el movimiento guerrillero se transformó en partido político. A nivel local colocó nuevos actores en la contienda electoral de los municipios. La participación política afianzó el sentido de territorialidad de las comunidades, ya que se tuvo un poder real sobre aquellos territorios que habían sido abandonados y repoblados por quienes desde el refugio habían imaginado su comunidad. Ahora podían, además, elegir a su alcalde, aunque quizá en menor medida a su candidato, ya que de manera vertical venía elegido por la cúpula del FMLN, la mayoría de candidatos fueron mandos altos y medios de la guerrilla. Desde 1994 a la fecha se han mantenido las alcaldías en manos de la izquierda en comunidades con mayor población repoblada; aunque, en algunos municipios, la alternancia ha generado nuevas negociaciones y reacomodos a raíz de la poca apertura de nuevos liderazgos.

Sin duda la conformación de estas comunidades generó una amalgama de experiencias fuertes que han sido marcadas por la movilidad producto de la represión, las etapas de éxodo, refugio y repoblación, que hoy conforman su identidad comunitaria.

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“En la comunidad Segundo Montes se da un proceso complejo, se habla de los sueños de los líderes, como Juan José Rodríguez. Yo creo que para la mayoría, la vida en la comunidad es agradable, habrá muchos detractores, pero la mayoría dice que la comunidad es un lugar donde dan ganas de vivir. Yo creo que es un lugar histórico que tiene sus raíces y que conserva el espíritu de la gente, el espíritu de la lucha. Es una gente religiosa, que recuerda todavía a sus muertos, recuerda a sus hijos, hay señoras que perdieron a algunos de sus hijos o a todos, y es bien difícil venir a querer borrar el tema de la Segundo Montes, solo eso es lo más preciado, es que les recuerda el éxodo, la huida, el retorno." (Entrevista al joven Roberto Argueta, Comunidad Segundo Montes, agosto 2015) 3.2 Datos etnográficos de las comunidades repobladas: Imaginar la comunidad, forjar la comunidad

La comunidad Segundo Montes y otras repoblaciones fueron una especie de "comunidad imaginada" como diría Benedict Anderson (1993), en tanto son un grupo cohesionado que comparte una fuerte solidaridad y se asienta en un territorio demandando su administración político administrativa como un "pequeño Estado, autónomo". En esa comunidad imagina aprovecharían los valores aprendidos en el refugio: la solidaridad y el trabajo colectivo. Aunque la realidad al llegar en medio de la guerra y tras la firma de los acuerdos de paz, fuera otra, que les llevó a confrontarse con un modelo económico donde la economía colaborativa se vería condicionada por la influencia neoliberal, y la organización comunitaria confrontada con los gobiernos locales de turno.

El discurso oficial tras finalizar la guerra, fue pasar la página de la historia rápidamente para adentrarse a un nuevo modelo político y económico basado en un acelerado proceso de privatización (1994-2006), donde lo colectivo parecía no tener espacios de sustentación. A pesar de ellos los proyectos cooperativos subsistieron algunos años. Y lo comunitario quedó expresado en su nueva dinámica de vinculación con el pasado, a partir de prácticas de rememoración como las fechas de repoblación y de masacres.

Estas comunidades repobladas son reales y ahora son intervenidas por planes nacionales de modernización (como el Fondo del Milenio, financiado por los Estados Unidos en 2006), además de programas gubernamentales de desarrollo territorial. Su experiencia les lleva a tener una diferencia marcada con otras comunidades del país, al comparar el acceso a servicios básicos, seguridad

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ciudadana y niveles de alfabetización estos muestran un notable crecimiento con recursos autogestionados.

A continuación se presentan datos socioeconómicos de algunas comunidades de Chalatenango y Morazán, para que se observe la consolidación de su desarrollo comunitario, y de cómo pasaron a ser de una comunidad imaginada a una con problemas y desafíos reales que ahora se integra a la estrategia nacional de desarrollo territorial.

Al retornar, los pobladores mantuvieron el ideal de ser un ejemplo, una esperanza para el resto del país a partir de los aprendizajes en la época en el exilio, utopía que fue bastante proclamada por Segundo Montes, quien veía en ellos una esperanza para El Salvador. Steven Cagan y Beth Cagan (1993) señalan que en el caso de Colomoncagua, al retornar a Morazán, los repatriados esperaban convertirse en una ciudad que mantuviera los intereses comunitarios; a pesar de que muchos de ellos no conocían una ciudad y tenían una amplia tradición como campesinos, aspiraban a servicios básicos y parques. Existe un documento elaborado por los directivos de la Comunidad Segundo Montes donde se traza el proyecto urbanístico de creación de la Ciudad Segundo Montes. Finalmente el reconocimiento formal de esa ciudad imaginada quedó truncado, pero la repoblación se extiende por varios caseríos y aldeas de los municipios de Meanguera y Jocoaitique.

Los refugiados de Ciudad Romero pidieron ser reasentados en un espacio que tuviera las condiciones para cultivar y pescar; es decir, buscaban mejores condiciones a las que tenían antes del exilio. A pesar de que estas esperanzas se encontraron con varias limitantes en el nuevo asentamiento, pues eran lugares abandonados y en algunos casos, con pocas posibilidades de desarrollo, como los terrenos en El Bajo Lempa (en la ribera del río Lempa) en una zona calurosa, y con continuos problemas de inundación, siguieron con el ideal de ser comunidades ejemplares por su capacidad de organización, por sus vínculos solidarios y por su sentido de pertenencia comunitaria.

Han pasado más de 20 años de la firma de los Acuerdos de Paz, y más de 35 años de las primeras acciones represivas que les obligaron a reconfigurar su 119

pertenencia a un territorio. Actualmente, a pesar de que los proyectos cooperativos han disminuido, estas comunidades se distinguen en su mayoría por su calidad de vida, el fuerte tejido social y la apuesta a priorizar los aspectos sociales de atención a sus pobladores; aunque los limitados presupuestos municipales no alcanzan a cubrir las necesidades para alcanzar niveles básicos de desarrollo humano. Además, la atención de los programas sociales gubernamentales ha sido débil, por lo tanto muchos de estos municipios integran el mapa de pobreza y desigualdad elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

3.2.1 Datos etnográficos de Chalatenango

En este apartado se brindan datos socio-económicos de algunas comunidades repobladas. La construcción de la Carretera Longitudinal del Norte, en 2012, fue parte de los proyectos financiados por los Fondos del Milenio. Esto permitió un mejor y rápido acceso a las comunidades de la zona norte de Chalatenango (aunque hay que evaluar los cambios culturales que se generarán). Este proyecto de conectividad vial, abrió un canal de comunicación con otras comunidades repobladas del norte de Morazán, puesto que ahora es posible transportarse desde Morazán a Chalatenango sin necesidad de pasar por la capital.

Datos obtenidos del censo poblacional (DIGESTYC, 2008)

Cuadro 1. Datos de población de comunidades repobladas, de municipios del nor- oriente de Chalatenango

Población Total Urbana Rural Mujeres Hombres

Arcatao 2,724 1,180 1,544 1,363 1,361

Nombre de Jesús 5,359 919 4,440 2,769 2,590

Nueva Trinidad 2,173 173 2,000 1,014 1,159

San Isidro Labrador 511 247 264 265 246

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San Antonio de la Cruz 1,824 176 1,648 893 931

San José Las Flores 1,458 770 688 718 740

San Antonio los Ranchos 1,619 618 1,001 827 792

Las Vueltas 1,684 678 1,006 842 842

Guarjila 1,769 1,769 946 823

TOTAL 19,121 4,761 14,360 9,637 9,484

Datos: diagnósticos y planificaciones municipales 2008, Censo de Población y Vivienda de 2007 y Unidad de Salud del Municipio de Chalatenango, Ministerio de Salud, 2007. Cuadro de elaboración propia con incorporando datos de CRUZ & SALAZAR, 2012:154

La mayoría de la población vive en las zonas rurales, salvo en San José Las Flores, donde la población urbana supera a la rural por 82 personas. Además, de manera general, a partir del mapa de pobreza elaborado por el Fondo de Inversión Social para el Desarrollo Local (FISDL), los municipios de Arcatao y Las Vueltas se encuentran en situación de “pobreza extrema severa”, mientras que San José Las Flores y San Antonio Los Ranchos están en “pobreza extrema alta”. En cuanto a los servicios básicos, la mayoría tiene acceso en su lugar de residencia al agua potable. (VI censo de población y V de vivienda, Digestyc, 2007).

"Uno de los indicadores más positivos es el de la educación, puesto que antes del éxodo, el 85% de la población era analfabeta, y luego del retorno, ya casi todos habían aprendido a leer y escribir" (CAGAN & CAGAN, 1993:76). Las tasas de analfabetismo son bastante bajas, por lo tanto, hay un mayor acceso a la educación básica. San Antonio de los Ranchos fue declarado en 2013 el primer municipio libre de analfabetismo de El Salvador. Estas comunidades tienen acceso a la educación, y la asistencia a la escuela es bastante alta:

Cuadro 2. Población estudiantil urbana y rural. Comunidades del Nororiente de Chalatenango

NIVEL CBI Parvul. Educación Educación Bto. Universt Círculo Total

Básica Media Alfabet

121

POBLACIÓN

ESTUDIANTIL

Urbano Rural Urbano Rural Urbano Rural Urbano Rural Urbano Rural Urbano Rural # Población Arcatao 28 X 43 59 435 230 335 397 78 0 23 22 18 1,668

Nombre de 29 144 331 270 565 119 0 1,458 Jesús

Nueva 0 16 42 52 212 200 76 62 49 39 748 Trinidad

San Isidro 12 8 56 59 12 23 0 0 0 0 170 Labrador

San Antonio 12 100 12 616 0 153 0 33 6 54 980 de la Cruz

San José Las 13 0 17 8 197 57 99 7 92 31 12 14 547 Flores

San Antonio x x 425 X 94 15 67 601 los Ranchos

Las Vueltas x x 28 41 215 205 27 0 14 0 13 200 730

Guarjila 41 340 ND 98 36 59 574

TOTAL 41 16 183 453 1,552 2,038 819 1,207 432 131 122 70 412 7,476

Fuente: Diagnósticos y Planes Municipales con enfoque de género 2008. Cuadro de elaboración propia con datos suministrados por el Ministerio de Educación, incorporando datos de CRUZ & SALAZAR, 2012:183

En el área de salud, estas comunidades tienen acceso al servicio público que cuenta con áreas de atención: Consulta general y de emergencia, Odontología, controles infantiles, controles prenatales, controles de adolescente y de adulto mayor, laboratorio clínico, planificación familiar, vacunación, inyecciones, pequeña cirugía, curaciones, toma de citologías, curaciones, consejería en salud, ambulancia para traslado de pacientes, saneamiento ambiental, vacunación de perros y gatos, visita domiciliar, educación en salud y visita domiciliaria integral por promotor de salud (Ministerio de Salud, 2015).

Esta zona se caracterizó antes de la guerra por dedicarse al trabajo en las fincas y la agricultura, éste siempre fue un rubro importante para la subsistencia de las comunidades.

Cuadro 3. Producción agrícola, ganadera y de otras actividades. Comunidades del Nororiente de Chalatenango

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PRODUCCIÓN

(manzanas

cultivadas) Maíz Frijol Maicillo (Sorgo) Arroz Hortaliza Frutales Aves Vacuno Cerdos Cabras Conejos Pesca Arcatao X X X X X X X X X X X X

Nombre de Jesús 891 687 351 ND X X X X X X ND X

Nueva Trinidad 369 168 417 8 X X X X X ND X X

San Isidro Labrador 100 30 128 X X X X X X X ND X

San Antonio de la Cruz 289 122 337 31 X X X X X X X X

San José Las Flores 290 219 297 ND X X X X X ND ND X

San Antonio los Ranchos X X X ND X X X X X X X ND

Las Vueltas 286 203 184 ND X X X X X X X ND

Guarjila ( X X X ND X X X X X X X X

TOTAL 2,225 1,429 1,714 39

Fuente: Diagnósticos y Planes Municipales con enfoque de género 2008. En CRUZ & SALAZAR, 2012.

En cuanto a la seguridad, y según datos de la Policía Nacional Civil, en 2015 no se registra ninguna muerte violenta en San José Las Flores, en Arcatao ni en San Antonio Los Ranchos; únicamente Guarjila, presenta una persona asesinada durante este período, a diferencia de datos de otros municipios de El Salvador, que llegan a reportar de 5 a 10 muertes diarias. De igual manera, en lo que va del año se ha registrado dos extorsiones en Arcatao y un robo en Guarjila. Este patrón de índices delincuenciales se mantiene bastante bajo, puesto que en el 2014 una muerte violenta en San José las Flores y un robo en San Antonio Los Ranchos.

En términos de participación ciudadana, es importante destacar que uno de los elementos de territorialidad en el que se expresa la experiencia organizativa es la política, como forma de ejercicio de poder local. Desde las primeras elecciones de 1994, en la mayoría de los municipios repoblados las elecciones fueron ganadas por el partido FMLN, frente a su contrincante ARENA. A lo largo de los años, la fractura en el mismo partido FMLN y ARENA, permitió el surgimiento de otros partidos que han ido tomando fuerza.

Cuadro 4. Votaciones para Concejos Municipales y Alcaldes 1994 en los municipios del Nororiente de Chalatenango 123

1994 Arena % Fmln % Válidos

Chalatenango 3, 452 45% 1,828 24% 7,621

Arcatao 258 39% 359 55% 657

Nombre de Jesús 403 37% 346 32% 1,077

Nueva Trinidad 257 39% 228 35% 658

San Isidro Labrador 81 42% 52 27% 195

San Antonio de La Cruz 337 70% 38 8% 483

San José Las Flores 161 21% 422 56% 760

San Antonio Los Ranchos 47 10% 391 86% 456

Las Vueltas 55 11% 451 87% 518

Ojos de Agua 472 65% 213 29% 726

El Carrizal 233 47% 170 34% 495

La Laguna 410 40% 201 20% 1,016

Fuente: Datos del Tribunal Supremo Electoral. Tabla elaborada por CRUZ & SALAZAR, 2012

De igual forma a lo largo de los años en diversos procesos electorales se ha mantenido una preferencia política por partidos de izquierda en los municipios de Arcatao, Los Ranchos y Las Vueltas

Cuadro 5. Votaciones para Concejos Municipales y Alcaldes 1994-2012 en el municipio de Arcatao

1994 2000 2003 2006 2009 2012

FMLN 359 601 535 742 771 740

ARENA 258 119 38 343 457 517

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Fuente: Tribunal Supremo Electoral. En CRUZ & SALAZAR, 2012

Cuadro 6. Votaciones para Concejos Municipales y Alcaldes 1994- 2012 en el municipio de San Antonio Los Ranchos 1994 2000 2003 2006 2009 2012

FMLN 391 352 297 373 422 422

ARENA 47 19 9 14 36 7

Fuente: Tribunal Supremo Electoral. En CRUZ & SALAZAR, 2012

Cuadro 7. Votaciones para Concejos Municipales y Alcaldes 1994- 2012 en el municipio de Las Vueltas 1994 2000 2003 2006 2009 2012

FMLN 451 468 406 575 625 694

ARENA 55 175 28 48 190 64

Fuente: Tribunal Supremo Electoral. En CRUZ & SALAZAR, 2012

En este cuadro se describen algunas de las formas organizativas que subsisten actualmente en las comunidades repobladas. Como se observa existen diversos espacios de participación y organización comunitaria y espacios como iglesias y centros escolares que funcionan en forma de comités donde la comunidad participa activamente de decisiones en diversos niveles.

Cuadro 8. Formas de Organización de las comunidades del Nororiente de Chalatenango

Comunidades, participación y as as

Organismos de desarrollo L é os J Cruz Cruz Jesús Flores Flores TOTAL Arcatao Arcatao n Guarjila, Ranchos Labrador San Isidro Nombrede Las Vueltas Sa Chalatenango NuevaTrinidad San AntonioLa San AntonioLos Comunidades (incluido casco 8 7 8 11 2 8 13 1 1 59 municipal)

Total de directivos 282 ND 159 247 67 147 329 28 ND 1,25 9

Mujeres 154 ND 101 112 36 61 197 28 ND 689

125

Hombres 128 ND 58 135 31 86 132 ND ND 570

Instancias Organizativas/ 58 33 45 33 17 38 48 57 19 348 participación

Concejo Municipal 1 1 1 1 1 1 1 1 0 8

Directiva Comunal 8 12 8 7 2 8 13 2 1 61 (ADESCOS)

Comité de Mujeres 4 3 5 ND 2 4 4 1 2 25

Comité de Jóvenes 2 1 1 ND 2 1 3 4 1 15

Junta Agua 4 1 2 1 1 1 2 0 1 14

Directiva ACE/ CDE 6 1 4 10 2 5 13 4 1 46

Comité Coordinadores de 1 1 ND ND ND 1 ND 4 1 8 Barrios

Comité de hermanamiento 2 1 1 ND 1 1 1 1 1 9

Directiva de Jóvenes y 2 1 1 1 ND 1 1 1 1 9 Deportes

Unidad Ambiental/ comité 8 1 1 1 1 1 1 1 2 17 medio ambiente

Comité/ directiva de Salud/ 1 3 6 1 ND 2 3 1 2 19 Nutrición

Huertos Familiares 4 1 6 1 1 2 1 25 1 42

Comité Adulto Mayor 1 1 1 1 1 1 1 7

Comité Pastoral 8 1 4 8 2 1 1 7 ND 32

Comité de lisiados 2 1 1 ND ND 4 ND 1 1 10

Cooperativa Agropecuaria 1 1 1 ND ND 1 ND 1 2 7

Comité red solidaria 1 1 1 1 1 1 1 1 ND 8

Banco Comunal/ Comité de 1 1 1 1 1 1 1 1 1 9 Fondos Rotativos

Comité de visión mundial 1 1

Comité construc. templo 1 1 católico

Mecanismos de participación ciudadana

Comités de desarrollo X X X X X X X X ND municipal

Asambleas Comunales X X X X X X X X X

Particip. Ciudadana/ Cabildos X X X X X X X X X Abiertos

Fuente: Diagnósticos y Planes Municipales con enfoque de género 2008. En CRUZ & SALAZAR, 2012:164

126

En términos de autogestión y organización comunitaria, la vinculación con cooperantes y hermanamientos con iglesias han permitido el desarrollo de diversos proyectos en diferentes áreas para fortalecer su desarrollo.

Cuadro 9. Instituciones gubernamentales y no gubernamentales que intervienen en las comunidades del Nororiente de Chalatenango

Instituciones Área de intervención

que intervienen

en municipios y

comunidades s

a z t

l u e r C Vu a l s a e CC-R CC-R comunidades L San José las Flores Nueva Trinidad San Antonio d San Isidro Labrador Arcatao NombreJesús de San Ranchos Antonio Los Guarjila INSTITUCIONES DE APOYO EVENTUAL

Ciudades Servicio Social X X X X X X X Hermanas

PRISMA Agua X X X X

ISDEM Gestión Municipal X

Corte de Control Administrativo X Cuentas Estatal

Ayuda Obrera Agua y Saneamiento X X X X X Suiza

USAID- Estados Cooperación X Unidos Proyectos

Fonts Valencia Fortalec. Capac. X Solidaritat Municipales

INSTITUCIONES DE APOYO FRECUENTE

Ministerio de Salud X X X X X X X X X Salud

Ministerio de Educación X X X X X X X X X Educación

Ministerio de Coordinación X Medio Ambiente ambiental

FISDL Proyectos de X X desarrollo local

PNC Seguridad X X X X X

Juzgado Justicia X X X X X X

Parroquia Servicio Social X X X X X X X X

Fundación Fortalec. Capacidades X Share

127

Comunit.

CORDES Asistencia X X X X X X X X X X Agropecuaria

TDH Asistencia Social/ X X X jóvenes

ICCO Cooperación X

OXFAM América Mujeres y ahorro X

Comité DANIDA, Cooperación X Dinamarca

APN, Ayuda Apoyo organiz./ X Popular democract. Noruega

Cooperación Cooperación X Técnica Sueca

Asoc. Ecol. Asistencia ecológica X X Chalat. ASECHA

Hermanas de la Acompañamiento X asunción Pastoral

Jesuitas Acompañamiento X pastoral

Plan Servicio Social X X X X X Internacional

Comité Amb. Coordinación X Chalat. CACH ambiental

Cáritas Acompañamiento X pastoral

CALMA Salud X

UCA Formación X Profesorado

Representadas en el municipio

CORDES Asistencia X X X X X X X X X agropecuaria

CRIPDES Desarrollo Humano X X X X X X X X X

Plan Servicio Social X X X X X X Internacional

ASECHA Asistencia Ecológica X X

PROVIDA Salud X X X X X X

Fundamundi Desarrollo Local X X X X X

MOCH Microreg. Oriental de X Chalat.

128

CCR Coordinación de X X X X X X X X X Comunidades

Fuente: Diagnósticos y Planes Municipales con enfoque de género 2008. En CRUZ & SALAZAR, 2012:204

3.2.2 Datos etnográficos de Morazán

La Comunidad Segundo Montes tiene la particularidad de que es un espacio físico escogido especialmente para ubicar a los retornados de Colomoncagua. Se ubica en el departamento de Morazán, a 190 kilómetros de la ciudad capital, en el cantón La Joya y Cerro Pando, municipio de Meanguera, y el cantón El Rodeo que es parte del municipio de Jocoaitique. Se divide en cinco asentamientos: Los Quebrachos -en el municipio de Jocoaitique-, El Barrial, Hatos I, Hatos II y San Luis -en el municipio de Meanguera- (SIERRA, 2004: 76). En el momento de la repatriación, la zona donde se ubica ahora la Comunidad Segundo Montes (CSM), se encontraba bajo el control político y militar del FMLN. La guerrilla le denominó zona «liberada». Las tierras estaban totalmente abandonadas. Antes del conflicto, se estima que existían alrededor de 400 minifundios, con extensiones de tareas (437,5 m2) hasta 30 manzanas (210.000 m2). Pocas de estas propiedades contaban con sus respectivos registros de propiedad.

"Con la llegada de la población repatriada inició la construcción de la infraestructura social y productiva. Las pocas tierras aledañas no eran aptas para la agricultura; sin embargo, se utilizaron para cultivos de subsistencia como el maíz, el frijol y el sorgo" (Sierra, 2004:77). Actualmente, de acuerdo al mapa de pobreza Joateca tiene “pobreza extrema severa” mientras Meanguera se clasifica como pobreza extrema moderada, es decir, dentro de esa escala se encuentra dos grados más arriba. El último censo señala que en Meanguera la mayor parte de la población vive en zonas rurales, es decir, en la zona rural viven 6,283 y en lo urbano se encuentran 1,535 personas; de igual manera, en Jocoaitique viven 2,052 personas mientras que en lo Urbano únicamente viven 825 personas (Digestyc, 2007).

Cuadro 10. Datos de población de los municipios de Meanguera y Jocoaitique, departamento de Morazán

129

Municipio Población Urbano Rural

Total Hombre Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres s

Meanguera 7,818 3,734 4,084 1,535 701 834 6,283 3,033 3,250

Jocoaitique 2,877 1,403 1,474 825 397 428 2,052 1,006 1,46

Cuadro elaborado con base en datos del VI censo de población y V de vivienda, Digestyc, 2007)

El nivel educativo de las comunidades, tiene como característica que la mayor parte de la gente sabe leer y escribir, no obstante es importante mencionar que las mujeres son las que tienen mayor grado de analfabetismo en ambos municipios.

Cuadro 11. Alfabetismo de los municipios de Meanguera y Jocoaitique, departamento de Morazán

Municipio Total Hombres Mujeres Tasa de analfabetismo Total Total alfabeta analfabeta Total alfabeta Analfabeta Total alfabeta analfabeta Total hombres mujeres Jocoaitique 2,222 1,761 461 1,076 902 174 1,146 859 287 20.7% 16.2% 25.0%

Meanguera 6,012 4,683 1,329 2,815 2,306 509 3,197 2,377 820 22.1% 18.1% 25.6%

Cuadro elaborado con base en datos del VI censo de población y V de vivienda, Digestyc, 2007

Los centros médicos cercanos a estas comunidades tienen los siguientes servicios de salud: consulta médica, controles prenatales, controles de niño sano, planificación familiar, acercamientos comunitarios, atención a los adultos mayores, controles puerperales, Inscripción del recién nacido, notificaciones al CONNA, campañas preventivas (Ministerio de Salud, 2015). Como puede observarse, el servicio es bastante básico y hay muchos programas orientados a

130

la prevención de enfermedades. A pesar de que tienen los servicios básicos, en esta población se requiere de servicios especializados, puesto que el 5% tiene alguna discapacidad como consecuencia del conflicto armado, y es precisamente éste sector el que está alcanzando edades más vulnerables (Asociación Proesa, Conamype y Ministerio de Relaciones Exteriores). De acuerdo a la bibliografía consultada, Meanguera cuenta con el trabajo de varias organizaciones que apoyan el desarrollo comunitario como: Fundación Segundo Montes, Centro de Arte y Cultura “Paco Cutumay” y un programa de becas para estudiantes y un centro de cuido diario y comedor para personas de la tercera edad en estado de vulnerabilidad; así como organizaciones de jóvenes y de mujeres (Asociación Proesa, Conamype y Ministerio de Relaciones Exteriores).

En Meanguera la agricultura es una rama destacada, y de ella la mayor parte son pequeños productores:

Cuadro 12. Productores agrícolas del municipio de Meanguera, departamento de Morazán

Total productores 1103

Pequeños productores 1018

Productores con propósito comercial 85

Productores sólo de patio 480

Número de explotaciones en Meanguera 1162

(Asociación Proesa, Conamype y Ministerio de Relaciones Exteriores, SF).

De igual manera en el municipio de Meanguera, se destaca que el maíz y frijol son los principales productos de cultivo para consumo propio:

Cuadro 13. Datos de producción de los principales productos agrícolas del municipio de Meanguera para el año 2008

Rubro N° Cosecha Cosecha Manzanas 131

productivo productores anual en QQ para cultivadas comercializar en QQ

Maíz 1077 12846 1826 N/D

Frijol 377 1379 265 N/D

Café 27 N/D N/D 13

Henequén N/D 8094 Toda la 360 producción

Hortalizas N/D 1380 N/D 9.10

Frutales N/D N/D N/D 0.7

Caña de 23 N/D N/D N/D Azúcar

En datos del IV Censo Agropecuario 2007-2008/ agricultura, en Asociación Proesa, Conamype y Ministerio de Relaciones Exteriores, SF

A partir del programa de Paquetes Agrícolas, en el 2015 se han entregado 590 paquetes lo cual corresponde al mismo número de manzanas de maíz cultivadas en el municipio de Jocoaitique, mientras que en Meanguera se registran aproximadamente 1,517 paquetes (Ministerio de Agricultura y Ganadería, 2015. Ver cuadro anexo). De acuerdo con los datos en el municipio Meanguera, el trabajo agrícola es complementado con otros trabajos en su mayoría temporales, únicamente registraron 27 empleos fijos, mientras que existen 2,172 temporales, que se generan en la época de extracción de henequén, en la producción de granos básicos para comercializar o en el trabajo con el ganado (Ministerio de Agricultura y Ganadería, 2015; ver cuadro anexo). De igual manera, en este municipio el promedio de ingresos entre $30 y $160 es del 85.71% de la población.

Según la encuesta de productividad elaborado por la Asociación Proesa, los sectores productivos de Meanguera son el ganadero, productores de henequen, caña, hortalizas, artesanos y operadores de turismo. La mayoría de personas que se dedican al comercio lo hacen a pequeña escala, además existe un área que se está comenzando a explotar, es el turismo histórico.

132

En cuanto al fenómeno delincuencial que se vive en el resto del país, puede decirse que estas comunidades se mantienen al margen, En lo que va del año 2015 no se han registrado muertes violentas ni extorsiones en la Segundo Montes ni en San Luis (PNC, 2015). A pesar de ello, una de las fuentes menciona que los estudiantes en Meanguera están empezando a ser asediados por influencia externa de las pandillas y el narcomenudeo, lo cual si no se toman medidas de prevención puede generar problemas delincuenciales en el futuro (Asociación Proesa, Conamype y Ministerio de Relaciones Exteriores, SF)

3.2.3 Datos etnográficos de Usulután

Geográficamente, las comunidades de Monseñor Romero y Nueva Esperanza se ubican en la parte sur del departamento de Usulután. Este lugar es una ilustración bastante evidente de las reconfiguraciones territoriales después del conflicto armado; en el Bajo Lempa, como ya se ha descrito anteriormente, después de una larga cadena de luchas, migraciones y movimientos, se asentaron en esa zona los grupos de personas que provenían del refugio de Ciudad Romero en Panamá, se instalaron en la comunidad que fundaron con el mismo nombre, mientras que la actual comunidad de Nueva Esperanza está conformada principalmente por los que venían de los refugios en Nicaragua. A esto se le agrega que muchos de los que no lograron acceder a tierra en la comunidad Segundo Montes, fueron enviados a esta zona (Entrevista Ulf Baumgaerther, 2015).

De acuerdo a lo observado en visitas a campo, la comunidad Nueva Esperanza se siente bastante orgullosa de su historia y su compleja mezcla de identidades, puesto que ellos explican que en ese lugar hay gente que proviene de 12 de los 14 departamentos que comprenden el país y también de Nicaragua y Honduras. Además de la cultura costeña de Panamá y la indígena con la que tuvieron poco contacto pero que sirvió para influir en sus prácticas culinarias, lenguaje y danzas.

Esta zona pertenece al municipio de Jiquilisco, que de acuerdo al último censo, contiene lo siguientes habitantes (Digestyc, 2007):

Cuadro 14. Datos de población del municipio de Jiquilisco, departamento de Usulután 133

Municipio Población Urbano Rural Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Jiquilisco 47,784 22,93 24,846 20,270 9,401 10,869 27,514 13,537 13,977 8

Cuadro elaborado con base en datos del VI censo de población y V de vivienda, Digestyc, 2007

Como se observa, se mantiene el patrón con respecto a los departamentos anteriores en los que la mayoría de comunidades tienen más población en la zona rural.

El Bajo Lempa, está conformado por 34 comunidades donde se contabilizan 2,368 familias que conforman un aproximado de 11,840 habitantes, incluyendo la zona de amortiguamiento de San Marcos Lempa (Censo ACUDESBAL, en Berríos, 2007). Ciudad Romero está formado por 110 familias y que contienen aproximadamente 800 personas (BERRIOS, 2007:24).

El Mapa de Pobreza lo clasifica como “pobreza extrema moderada” deñ Fondo de Inversión Social para el Desarrollo Local (FISDL). Según el antropólogo Gilberto Berríos, la economía de esta zona depende en bastante medida de las remesas37, puesto que ellos tienen actividades orientadas a la subsistencia:

La mayoría de familias dependen del flujo de remesas de los emigrantes en Estados Unidos. La migración y remesa son el motor importante para el mantenimiento de la economía local y familiar, esto les permite cubrir las necesidades básicas (alimentación, salud, educación) y en algunos casos

37 Algunos de los focos migratorios del Bajo Lempa están ubicados en la costa Este de Estados Unidos. Alirio Alemán, originario del cantón La Noria, del Bajo Lempa, radica en Virginia desde 1982 y ha escrito varios libros dedicados a los pobladores de esas zonas. Destinó tres años para recrear el relato de supervivencia de la familia Martínez, que al igual que cientos de pobladores de la zona alta de Morazán, se vieron obligados a huir por el asedio del ejército. Bajo el título “Diario de una vida, Los hijos perdidos de El Salvador” (2011), la crónica cuenta la vida de Esperanza Romero, quien nació en campo de refugiados de Colomoncagua, Honduras. Su madre, Olga Martínez, dio a luz al poco tiempo de llegar; de la misma forma, otras mujeres de su familia lograron escapar con niños muy pequeños -algunos de un año y otros recién nacidos- cruzando las aguas del río Goascorán. Ante las escasas oportunidades de sobrevivencia, Esperanza emigró a Brentwood, en Nueva York y se ha mudado en varias oportunidades. El libro es una autopublicación de Alirio Alemán y tuvo una circulación muy limitada. 134

para cubrir necesidades secundarias. Las actividades económicas de la comunidad están divididas en: Ganadería es la segunda fuente de ingresos, agricultura, albañilería. Las mujeres se dedican en su mayoría a las actividades hogareñas, pequeños negocios y servicios, trabajan algunas en organizaciones sociales que trabajan a nivel del Bajo Lempa otras han tenido que salir de la comunidad a las ciudades en busca de empleos” (BERRIOS, 2008:84). Por su parte, en Nueva Esperanza, Berríos menciona que la economía se complementa además con otras actividades, muchas mujeres trabajan en las escuelas, en la guardería, costura y procesamiento de frutas. La comunidad tiene participación en ONG´s de la zona, muchos trabajan en la cooperativa “Modelo Esperanza”, hay hombres que se dedican a la albañilería, estructura metálica, mecánica automotriz y transportistas públicos y jóvenes que trabajan en el sector servicios. Aún así, la fuente principal de ingresos es la agricultura y ganadería (BERRIOS, 2008:54). Esto se comprueba con el programa de paquetes agrícola, en la cual las entregas de paquetes se han realizado en un alto porcentaje (ver cuadros anexos).

A pesar de que son comunidades cercanas y con procesos similares, Berríos desarrolla su tesis a partir de la configuración de identidades diversas, esto puede empezar a verse puesto que el trabajo en Nueva Esperanza es organizado de manera más colectiva que en Ciudad Romero. Incluso en campo en Nueva Esperanza, la tierra se posee a nombre colectivo, mientras que en Ciudad Romero estas se encuentran parceladas (Notas de campo, 2015). Berríos menciona además que la comunidad cuenta con los servicios básicos de energía eléctrica y agua potable, la vivienda ha sido mejorada a partir de las remesas enviadas por los que han migrado y en la zona hay un Instituto que tiene hasta el nivel de Bachillerato (2007). (Véase cuadros anexos de servicio de alumbrado eléctrico, servicio de agua potable, tipo de combustible para cocina, y tipo de letrina).

Cuadro 15. Alfabetización del municipio de Jiquilisco, departamento de Usulután.

Municipio Total Hombres Mujeres Tasa de analfabetismo

135

Total Total alfabeta analfabeta Total alfabeta analfabeta Total alfabeta Analfabeta Total hombres mujeres Jiquilisco 36,518 27,183 9,335 17,190 13,329 3,861 19,328 13,854 5,474 25.6% 22.5% 28.3%

Cuadro elaborado con base en datos del VI censo de población y V de vivienda, Digestyc, 2007

A nivel general cuentan con los siguientes servicios de salud:

Cuadro 16. Servicios de salud prestados por la Unidad de Salud estatal del municipio de Jiquilisco.

Tipo Descripción

Especializado Atenciones integrales por ciclo de vida

Atención Médica General, Ginecológica-Obstetra, Pediátrica, Nefrológica, Nutrición, Psicológica, Educación para la Salud, Fisioterapia, Odontología, Saneamiento Ambiental, Dispensarización (Capacitación inicial para pacientes de DPCA), Vacunación, TB, VIH, Planificación Familiar, Curaciones, Inyecciones, Nebulizaciones, Toma de signos vitales.

Intermedia Consulta médica, Consulta odontológica, Controles prenatales, Controles de niño sano, Vacunación infantil,

TB, VIH, Detección de chagas, Programa de prevención de cáncer cérvico-uterino. Referencia y acompañamiento a pacientes que lo ameriten, Controles de foco por brotes epidémicos, Cloración de agua para consumo humano, Cursos de manipulación de alimentos, Vigilancia de procesamiento de alimentos para consumo humano, Vigilancia de estaciones distribuidoras de agua potable, Curaciones, Inyecciones, Nebulizaciones, Toma de signos vitales.

136

Básica Consulta médica, Controles prenatales, Controles de niño sano, Planificación Familiar, Acercamientos comunitarios, Atención a los adultos mayores, Controles Puerperales, Inscripción del recién nacido,

Notificaciones al CONNA, Campañas preventivas.

Cuadro de elaboración propia con base en datos del Ministerio de Salud 2015

Actualmente Ciudad Romero tiene altos índices de enfermedades de Insuficiencia Renal Crónica y diabetes. Producto de los productos agroquímicos utilizados en las algodoneras en los años 70.

Otro dato lamentable es que actualmente se está generando es esta zona es la presencia de grupos delincuenciales. En 2014, según datos de la Policía Nacional Civil, en el municipio de Jiquilisco se han registrado dos muertes violentas y en El Zamorano 3; 18 Robos en Jiquilisco y 11 extorsiones. Hasta junio de 2015, las estadísticas indican que ha ocurrido una muerte violenta en El Zamorano, un robo en San Marcos Lempa y seis extorsiones en Jiquilisco. La gente en Nueva Esperanza menciona que ha sentido este fenómeno de gente que ha llegado de fuera y además ha aumentado la presencia de militares en la zona (Notas de campo, Ninel Pleitez, 2015). Esta situación preocupa a los habitantes de la zona, de hecho una nota de periódico recientemente habla de 6 asesinatos en la zona de El Zamorano en una semana (Rivas, 2015), aunque aún no alcanza las dimensiones que en el resto del país.

En el área productiva, surgió en 1994 una cooperativa camaronera que se instaló en la zona. Un rubro nunca explorado por los pobladores previo a la repoblación. Este negocio trajo un nuevo acceso económico y productivo ante la poca productividad de las tierras, y al encontrarse bordeados por el Río Lempa, debieron adaptarse al manejo de un nuevo rubro de producción, pues ninguna de las familias habitaba la zona anteriormente. Esta es una zona de inundaciones. En ese sentido vale la pena rescatar la ejemplarizante activación de un sistema de alerta temprana en casos de inundación y procesos formativos en gestión de riesgos. 137

3.3 Procesos de territorialidad y desterritorialidad: orientaciones para una exploración sobre "territorios sentidos"

"Hablar de lugar supone pensar en cómo ese espacio es vivido y apropiado, en su vínculo con la propia experiencia del sujeto, tanto práctica y materialmente como mental y simbólicamente; estos niveles no pueden disociarse si se pretende comprender la complejidad de la construcción de estos enclaves territoriales en donde se construye una memoria"(FABRI, 2010: 102). Elizabeth Jelin y Victoria Langland (2003) hablaron de "territorios sentidos" al referirse a los lugares que evocan recuerdos vinculados a memorias dolorosas y traumáticas, como los territorios por los que transitaron las comunidades de éxodo, refugio y repoblación. El territorio no es un término del todo objetivo, tiene, por el contrario, una carga subjetiva; connota la posesión de un espacio geográfico, supone el reconocimiento de sus huellas, señales y marcas. "El territorio es para la cultura su memoria material: una escritura. No hablamos solamente del territorio como morada, sino como el ámbito de la comunicación social" (PRADA, 1996: 5) Al territorio se le vinculan las prácticas que dan sentido de pertenencia; es decir, la territorialidad que supone la creatividad social del espacio, la capacidad de producir un espacio propio.

La territorialidad es una forma de conocimiento basado en la vivencia social del territorio. Por lo tanto con territorialidad no se enuncia a una referencia geográfica exterior, sino a la experiencia colectiva del territorio. Ciertamente el territorio tiene que ver con el objeto y medio geográfico exterior, pero, la territorialidad conecta esta exterioridad a una interioridad: el territorio es simbolizado" (PRADA, 1996:6]) A su vez, la trama de experiencias sobre el territorio genera en los sujetos una percepción que es histórica. La comunidad comparte socialmente una percepción; esto quiere decir que logra articular una visión de mundo y con esto una visión del territorio. Sin embargo, ¿qué sucede cuando a pesar de la vinculación con el territorio, este se vuelve un lugar que debe ser abandonado bien por las catástrofes o conflictos? ¿cómo seguir observando en él la territorialidad conflictiva que conlleva la visión de mundo? Esto sucedió con las comunidades descritas en este capítulo. A pesar de su fuerte arraigo, dejaron sus territorios, y conformaron una territorialidad en huída, reconstruida en condiciones donde la pérdida, refugio y reconstrucción fueron develando nuevas formas del nosotros en nuevos territorios. 138

La desterritorialización va seguida de la reterritorialización, que es el resultado de la resistencia a la pérdida de la territorialidad, a la pérdida de conciencia del territorio. La idea de territorialidad y desterritorialización está entonces íntimamente unida a la memoria, ya que en el planteamiento de Raúl Prada (1996) "la desterritorialización es, en última instancia, la pérdida de la memoria territorial, es decir, memoria colectiva" (PRADA, 1996: [en línea]). En el caso de las comunidades de éxodo y refugio, no existe tal proceso de pérdida de memoria colectiva en el proceso de desterritorialización pues, es precisamente la gestión de la memoria la que permite que el proceso de territorialidad se reconfigure en nuevos territorios, pues desde su condición de refugiados hacían hincapié en la memoria de los hechos sucedidos que les llevaron a habitar esos territorios en el refugio o repoblación. La desterritorialización comporta un sentido de sobrevivencia sobre los dejados pero no de una pérdida de memoria sobre estos, sino continua una memoria de la pérdida que permite la reterritorialización desde la lejanía (en el refugio). La reterritorialización es una retórica-narrativa activada por el relato del recuerdo de lo vivido.

En ese sentido, podemos decir que las comunidades desplazadas, refugiadas y repobladas del conflicto armado en El Salvador, afrontaron acelerados procesos de desterritoralización, todos ellos cruzados por profundos sentidos de pérdida violenta no sólo del territorio, sino también de vínculos familiares y de amistad. El proceso de reterritorialización se observa inmediatamente tras cada estadío de su tránsito. En la etapa del éxodo, desplazamiento y refugio, el proceso de reterritorialización desde la narrativa del recuerdo, en el refugio iniciaron los procesos de conmemoración a través de la palabra, pequeños rituales con celebración de misa, con elaboración de dibujos sobre la huída y la construcción de sus campos de refugiados. La resistencia o reterritorialidad en el refugio se ejerció por su capacidad de resurgir como comunidad luego de haber sobrevivido a la huida en medio de las adversidades; conllevó también el dominio mismo del territorio inhóspito transformado, por medio del trabajo cooperativo y solidario. Y finalmente, la decisión de repoblar durante la guerra en territorios bajo control militar es una forma de resistencia a la pérdida, recuperar nuevos territorios, significó ganar un "territorio conquistado",

139

este proceso se vino gestando desde el refugio mismo, pues antes de venir a poblar los territorios, ellos soñaban y proyectaban como sería esa comunidad que querían habitar era un proceso de "comunidad imaginada" que se basara en honrar la memoria de sus víctimas de la violencia y de proyectar los aprendizajes colectivos basados en la solidaridad y cooperativismo. Unos años después de haber logrado la legalización de sus tierras en los territorios repoblados es cuando se lanzan a la reterritorialización de sus lugares de procedencia, huida y refugio a través de prácticas y rituales (estas prácticas culturales serán desarrolladas en el siguiente capítulo).

De la desterritorialidad violenta emergen distintas formas de aferrarse a la vida y se articula una red de pequeñas solidaridades que ayudan a resistir. Podría pensarse que lo que unió a los sobrevivientes no fue la traición, la delación o la conversión. Lo que compartieron fue mejor, la resistencia a la muerte, al terror, a la locura y a la devastación, respondiendo con formas ejemplarizantes de organización desde donde generaron aprendizajes en torno a la educación popular, la productividad y la salud. Las experiencias significativas que construyen estas pequeñas solidaridades, en su acumulación silenciosa y relación sinérgica, se convierten en acción colectiva y parte de un movimiento social, según la reflexión de Alberto Melucci sobre los movimientos contemporáneos que toman la forma de “redes de solidaridad, con poderosos significados culturales” (MELUCCHI en FUNDACION HEINRICH BOLL, 2010: 174).

Por otra parte, el territorio, es a la vez muchos lugares, que se juntan a través del relato de sobrevivencia y resistencia. El territorio se conforma de los espacios que los pobladores fueron habitando en su travesía del ciclo de movilización bien en la ruta de huída, el refugio o la repoblación. Es sobre sus memorias fuertes y relatos de violencia que se constituye su territorio, que se extiende desde los lugares originarios que fueron dejados en la huida desde los primeros años que huyeron en las cercanías a sus hogares, es decir zonas de cultivo de milpa, montañas y ríos, pasando por los lugares de huida donde muchos familiares o vecinos perdieron la vida, pasando también por los negociados para asentarse en su calidad de refugiado en Honduras, Nicaragua y 140

Panamá, y finalmente el territorio donde, aun en guerra, decidieron asentarse. También la territorialización se expresa en la forma en que a través de rituales y conmemoraciones vuelven a los lugares de éxodo y refugio generando nuevas formas de re-territorialización de un territorio que a pesar que ahora no lo habitan, forma parte de su identidad peregrina producto de la violencia. La territorialidad forjada sobre el nuevo lugar habitado persiste, porque sobre ella pesa, el proceso de territorialidad que abarca la historia en tres tiempos. El territorio es, en este sentido, un espacio ecológico y colectivo que está regido por la experiencia comunitaria.

Si la territorialidad es jerarquía de poder, como argumenta Raúl Prada, la desterritorialización significa también la pérdida de una jerarquización. En este sentido la pérdida de jerarquización viene en primer lugar, del desprendimiento de sus referentes, del incipiente poder local en sus lugares de origen en el período previo al conflicto armado. La pérdida de jerarquía, es reemplazada en el refugio por las nuevas formas organizativas y solidarias que generaron un fuerte arraigo. En el caso de las personas que vivieron en los territorios bajo control militar de la guerrilla, la pérdida de jerarquía tuvo que ver con cambiar el orden político administrativo de aquellos territorios, reorganizándose desde el modelo del poder popular local, que cambió el orden político administrativo de los territorios con una nueva lógica territorial vinculada a la estrategia militar de la guerrilla que controlaba aquellos territorios, brindando protección a los pobladores que se asentaron allá.

La desterritorialización genera nuevas dinámicas sociales, culturales e individuales. Algunas de ellas acarrean el peso de la violencia unida a un desarraigo nocivo, pero otras son generadoras de importantes propuestas artísticas y culturales innovadoras (SZURMUK & MCKEE, 2009:79).

Para el caso de las comunidades que experimentaron la historia en tres tiempos (éxodo, refugio y repoblación), a pesar que la desterritorializacion implicó prácticas violentas de amenazas, asesinatos y masacres que significaron pérdidas, las formas de reterritorializar aportaron innovadores valores que les enriquecieron en diversos ámbitos de la vida social. Ahora todas esas

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experiencias de vida colectiva dan sustento al "nosotros" que forma su identidad comunitaria. Esta identidad está más fortalecida que el sentido comunitario vivido previo al conflicto, observan que antes de la guerra las condiciones en la vida rural eran precarias, y los vínculos vecinales poco articulados; no fue sino luego de esa experiencia fuerte que se generan formas de afrontar la vicisitudes y de llevar el luto de la pérdida desde un ser colectivo, donde se genera un modelo comunitario que produce nuevas formas de organización social que les da autonomía a esas comunidades, tanto que logran crear sus propios sistemas de educación, salud y producción. De igual forma, se generan nuevas dinámicas relativas a la gestión de la memoria, que no dejar en el olvido todos los territorios de peregrinaje de estas comunidades.

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CAPÍTULO IV. CARTOGRAFÍA COMUNITARIA Y PRÁCTICAS CULTURALES EN LOS LUGARES DE MEMORIA

Pensar el territorio es imaginar sus límites, incluir sus ríos, montañas, pero también los significados que éste ha tenido para sus pobladores, sus apegos y desapegos y la búsqueda de nuevos territorios conquistados a fuerza de sobrevivencia o refugio. La nueva geografía desde la segunda mitad del siglo XX se ha planteado un análisis más allá del territorio mismo, incluyendo las prácticas que se ejercen sobre él, fomentando con ello una territorialidad o sentido de pertenencia. Toda esta dimensión simbólica trae aparejada una serie de postulados, con sus respectivos autores, que desarrollaremos en la primera parte de este capítulo.

En el siglo XXI, la geografía adquiere una nueva dimensión. Se caracteriza por avances teóricos que intentan explicar la problemática social, manteniendo su especificidad disciplinaria. Utiliza todo el bagaje teórico- metodológico para re-significar los conceptos tradicionales a través de nuevas perspectivas. El objeto de estudio, es decir, el espacio geográfico, se vuelve un espacio social que será interpretado teniendo en cuenta los procesos sociales actuales e históricos, que interactúan y construyen/reconstruyen ese espacio geográfico (SHMITE & NIN, 2006- 2007:170). De esta forma, surge la geografía cultural, entendiendo que el espacio geográfico debe leerse como espacio construido y, como tal, con toda la carga de percepciones, valores y sentimientos que las gentes le imprimen. “Se trata de una geografía que se plantea cómo los procesos de socialización en espacios determinados generan grupos sociales, y cómo las gentes transforman los lugares y se transforman a sí mismos, a través de estos procesos" (JOHNSTON, 1987 en SEEMANN, 2010:10).

Ligada a la geografía nos encontramos con la labor cartográfica, es decir, la forma de representación del territorio en mapas. Los geógrafos continúan afirmando que los mapas están estrechamente ligados a la geografía y al espacio; sin embargo, la nueva geografía cultural plantea la dimensión simbólica y poético-política de las representaciones cartográficas que superan las formas

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tradicionales de generar marcas visibles en el paisaje como resultado de las actividades humanas transformadoras del espacio físico38.

Muchas de las publicaciones en geografía cultural continuaron usando mapas para indicar la localización de un área de investigación en el que se visualizan los procesos de difusión cultural. En la Antropología se vinculan a la corriente cultural materialista y difusionista.

Esta línea fue criticada fuertemente en la década de los años 70 por geógrafos que manifestaron su insatisfacción con esa geografía cultural que apenas estudiaba la distribución de cultura y elementos culturales en el tiempo y en el espacio, diciendo que esos abordajes quedaban distantes de las discusiones sobre injustica social y lucha política de aquellos tiempos tumultuosos (SEEMANN, 2010:10). Sin embargo, el giro fundamental en el marco de la nueva geografia cultural vendría con el libro Maps of meaning, escrito por el geógrafo social Peter Jackson (1989) en el que a pesar de contener la palabra mapa en su título, desestimaba el uso de la cartografía en la geografía cultural y restringía el término de mapa a su uso simbólico y metafórico39;cuestionando que las investigaciones en geografía se subordinan en un proyecto político que proviene de un lenguaje académico y científico normativo para obtener "certezas" y "resultados objetivos". "Muy al contrario, se considera que los mapas no son hechos consumados, son construcciones sociales que pueden (y deben) ser cuestionados, deconstruidos y reformulados en la práctica de los geógrafos culturales” (KITCHIN & DODGE en SEEMANN, 2001).

El húngaro Janos Szegö (1987) introdujo el término "cartografía humana" destacando que faltaba más presencia humana en las representaciones cartográficas y la importancia de garantizar un mayor alcance de la cartografía a través de técnicas más antropocéntricas. En cuanto a los retos de la geografía cultural en relación a los mapas, falta trascender el mapa como producto y

38 Esos mapas comprueban que la cultura se estructura espacialmente y se expresa geográficamente de modo que "el mapa permanece como un modo poderoso de visualizar y representar los aspectos espaciales de cómo las culturas se forman, interactúan y cambian” (COSGROVE, 2005:28). 39 Jackson realizó sus investigaciones de doctorado en los inicios de los años 80 con la comunidad puertorriqueña en Nueva York. Se inspiró en la obra del sociólogo jamaiquino Stuart Hall de la llamada "Escuela de Birmingham de Estudios Culturales". Hall concibe a la cultura como un mapa, haciendo que las manifestaciones culturales comenzaran a ser vistas como conjuntos de "formas distintas en que una organización material y social de la vida se expresa" (CLARKE, HALL, JEFFERSON & ROBERTS, 1976:9; en SEEMANN, 2001). 144

centrarse en su producción; es decir, el proceso de "agencia" del mapeo, para poder significar las prácticas culturales desde el ámbito simbólico y no el meramente cultural materialista. Por tanto, hablamos de mapear elementos simbólicos traducidos en acciones humanas; por ello referimos el término “práctica cultural”, que se refiere a la interacción dinámica entre estructura social y acciones individuales que está mediada simbólicamente, de tal manera que la acción deviene en “práctica” diferencial, configuradora de las relaciones sociales a través de “representaciones distintivas” consistentes en esquemas de percepción y evaluación, es decir, mecanismos simbólicos de apropiación. "La apropiación tal como la entendemos nosotros apunta a una historia social de usos e interpretaciones, relacionados con sus determinaciones fundamentales e inscritos en las prácticas específicas que los producen" (DE CERTAU 1992:53, en RIVERA, 2008:298).

Por ende, nos interesa identificar esas prácticas culturales que permiten la transformación de un espacio en un lugar de memoria y como éstas han incidido en los procesos de territorialidad de las personas que les dan vida desde su rol de emprendedores de la memoria, tanto en cuanto luchan por el reconocimiento o la instauración de sus memorias sobre los lugares. Es preciso abordar el rol de las comunidades de memoria que son:

Grupos humanos que se constituyen por los recuerdos del pasado, reproduciéndolos públicamente a través de diversas prácticas sociales, políticas y culturales. Todas y todos quienes participan en estas comunidades tienen algo en común: una falta, ausencia o pérdida de un cercano, un familiar, una vida. Se han caracterizado permanentemente por la lucha por la memoria, primero, para definir el sentido de lo sucedido, qué y cómo recordar la violencia pasada y, en segundo lugar, para ser reconocidos como sujetos dignos de respeto y justicia (DEL VALLE, 2014:1). En este capítulo se identificarán y analizarán algunas prácticas culturales ejercidas en los espacios que conforman el mapa de lugares de memoria. Un mapa que activa toda una red de actores o emprendedores que, con sus rituales de duelo, conmemoración y celebración, dan sentido de arraigo a los lugares habitados en la etapa de repoblación.

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Este capítulo se estructura en tres apartados. En el primero abordaremos dos prácticas cartográficas: la aplicación del ejercicio de la cartografía participativa en una comunidad repoblada tras vivir todo el proceso descrito de éxodo, refugio y repoblación, y la elaboración cartográfica llevada a cabo por la institución llamada Equipo Maíz, que produjo un mapa de El Salvador donde se reflejan las masacres y conmemoraciones. La cartografía se muestra como una herramienta de gran eficacia en la extracción de la información y sitúa a los pobladores en un nuevo rol, el de cartógrafo social, en cuanto son capaces de plasmar la información sobre los territorios habitados y evidenciar sus transformaciones. Aparte del valor que aporta la cartografía participativa para recrear los eventos pasados, queremos destacar otros valores fundamentales, como el terapéutico, de tal forma que la revelación de episodios traumáticos se convierte en un factor sanador y, por otro, el valor obtenido del estrechamiento de los lazos de cohesión grupal, es decir, la construcción colectiva del relato a través de la empatía y la sinergia con los otros miembros. Para el primer ejercicio hemos relatado la jornada de trabajo con un grupo de pobladores del municipio de Arcatao con quienes implementamos la metodología de la “Cartografía Participativa Comunitaria” y en el segundo el mapa de masacres y conmemoraciones elaborado por el Equipo Maíz.

El segundo apartado presenta la compilación de mis relatos etnográficos durante las visitas de trabajo de campo, con el objetivo de describir un corpus de prácticas y el entramado que entre ellas se genera en los lugares de memoria. De esa forma, se facilita la interpretación del lector en cuanto puede ubicarse mejor en el espacio y entre las diferentes relaciones provocadas por las prácticas culturales en aras de procurar una comprensión más rica y vivencial de los hechos.

Finalmente, en el tercer apartado, se analizan las diversas prácticas culturales ejercidas sobre los territorios, e incorporadas en los relatos sobre lugares de la memoria que configuran la cartografía cultural de posguerra. Abordamos, asimismo, el análisis de estas prácticas describiendo las formas de territorialidad que permiten que un espacio geográfico se convierta en un lugar de memoria. Entre otras, se describen prácticas como el peregrinaje, la performance, 146

el muralismo y la museología comunitaria, desarrolladas en los diversos sitios de memoria.

4.1 La cartografía comunitaria: reconstruyendo la historia de los territorios y sus lugares de memoria

La historia, los mitos y las representaciones del territorio, muestran de algún modo la historia de las miradas. Ante esa mirada omnipresente del geógrafo que delimita territorios y que nos indica hacia dónde y cómo ver, aparece una geografía renovada que dialoga desde el interior de las ciencias sociales, que se detiene a pensar el territorio como campo conceptual, y que registra las dinámicas de lo social, de lo espacial y en ese pliegue a modo de hendidura, quedan atrapados en un papel, para ser descifradas, actores y prácticas. Juan Manuel Diez Tetamanti (2014), en su recopilación de casos en la aplicación de la cartografía participativa, brinda interesantes aportes teóricos y metodológicos, poniendo de manifiesto la forma en que miramos nuestro entorno, cómo lo denominamos y lo representamos. Sin embargo, esa mirada no es tan inocente: muchas veces está "educada" o más bien acostumbrada, pues la geografía es una disciplina visual con la cual nos acostumbramos a los colores y líneas que nos han enseñado a reconocer un país o una zona geográfica.

El sentido del mapa como logotipo se incorpora a la imaginación, a través de la institución educativa conformando poderosas nociones sobre los límites, las fronteras, los habitantes, las experiencias que se activan en determinadas condiciones que modelan a una comunidad [...]. [...] Desmontar la mirada omnipresente no es tarea fácil. En este apartado desarrollaremos la metodología de Cartografía Comunitaria, elaborada por cartógrafos comunitarios que son, nada más y nada menos que los mismos habitantes del territorio. Porque es necesario ver a través de su mirada para ampliar la nuestra. La geografía comunitaria podría entenderse como el método de estudios geográfico que incluye los conceptos, observaciones, valores, memoria, proyecto y grafías que parten de la comunidad (DIEZ TETAMANTI, 2014:26). La cartografía social como método de reconocimiento de lugares de la memoria se vuelve imperativa para posar nuestra mirada en "otros" territorios, desde los trazos de "otros" actores. La geografía cultural se puede elaborar con tres modalidades, identificables en esta tesis: 1) el testimonio, que relata los espacios por medio de la voz de los testimoniantes, que son una especie de 147

mapas parlantes para definir señales limítrofes, relatos de personajes que le pueblan y sucesos históricos que los definieron; 2) por medio de recorridos, peregrinaciones o caminatas para evocar cronopaisajes, o sea, paisajes que a través del relato nos remiten a otros tiempos en ese lugar sobre el que transitamos; 3) con ayuda de la cartografía participativa, donde los habitantes de un territorio se confrontan con un papel en blanco para trazar en él sus territorios y los elementos de memoria que ellos consideren. Podrán tener forma de mapas con límites temblorosos, como esos que aprendimos en la escuela, o podrán tener una sobreabundancia de elementos naturales o podrán ser como una mancha vacía de todo.

Iniciaré este apartado con una práctica etnográfico-metodológica de la experiencia del taller de cartografía comunitaria realizado con pobladores del municipio de Arcatao, en Chalatenango, para después analizar las actitudes de la comunidad frente al reto de cartografiar. Una guía excelente fue el libro Hacia una Cartografía Comunitaria de Diez Tetamanti (2014), donde se analizan, desde varios puntos de vista, diversas experiencias de aplicación de la herramienta cartográfica. Se observará que no se siguió el trazo riguroso de un mapa, sino de una historia relatada en un territorio que fue bordeado de elementos que daban sentido a ese espacio. La riqueza de los mapas elaborados en nuestro taller fue la dimensión de territorialidad que le dieron los pobladores a los lugares que en algún momento habitaron en su etapa de lugar de origen, éxodo, refugio o repoblación.

El taller se coordinó con Rosa Rivera, directora del Museo de Memoria Sobreviviente. Se realizó en el marco de las festividades en conmemoración de tres fechas en las que la población de Arcatao fue afectada por hechos de violencia: El operativo militar del 8 de abril de 1986; la masacre de El Zapote, del 10 de abril 1991; y el aniversario de Jesús Rojas, dirigente político militar de izquierda asesinado en 1991. Son tres fechas claves sobre las cuales la comunidad articula casi toda una semana de actividades, realizando charlas, presentaciones de teatro, video-foros, misas y el vía crucis martirial con el peregrinaje a los lugares de memoria. En ese marco conmemorativo, se plantea la realización del taller Cartografía Participativa de Lugares de Memoria, un 148

ejercicio en el cual, de manera colectiva, reflexionamos sobre el significado de los territorios “sentidos”; desde historias personales y comunitarias referidas a episodios de historia reciente del país que legaron una memoria poderosa por su afectación a un colectivo.

El desarrollo del taller: Iniciamos con una ronda de presentación de los participantes. Todos mencionaron su nombre, aclarando que ellos no pertenecían originalmente a Arcatao. Observo que esa precisión es para que se reconozca que existe un motivo para poblar su nuevo lugar, mas no significa una negación o queja a su actual identidad territorial, sino más bien una reafirmación a su nuevo espacio habitado.

- "Mi nombre es Rosa Rivera, trabajo en la directiva del Comité del Museo de Memoria Sobreviviente. Yo era de Arcatao, pero salí durante la guerra a combatir".

- "Yo soy Denis, mis padres estuvieron en la guerra, vivían en otro cantón que quedaba en otro municipio, después se fueron al refugio de Mesa Grande y ahora viven acá en Arcatao, todo eso pasó por motivos de la guerra".

- “Mi nombre es Ana, igual que los demás, vinimos a quedar aquí por la guerra, porque yo antes vivía por el lado de San Antonio de la Cruz y desde el 86 estamos viviendo aquí".

- "Mi nombre es Chana, vivía en Las Vegas [Chalatenango], y por cuestiones de la guerra estamos viviendo aquí ahora, y no pudimos regresar a donde éramos antes".

- "Mi nombre es Aminta, y también por lo mismo de la situación de la guerra, vivo acá en Arcatao, yo más antes vivía en San Antonio de la Cruz".

- "Yo me llamo María Dolores, y por motivos de la guerra me vine para acá, porque por motivo de la guerra vivo ahora en Arcatao, pero antes vivía en Patamera".

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Una de las estrategias de la cartografía comunitaria es reconocerse como parte de la comunidad. En este caso, el ejercicio conllevó reconocer los acelerados procesos de desterritorialización afrontados durante la guerra civil, desde donde ahora definen su actual territorialidad. La “movilidad" es considerada por ellos mismos como parte de su identidad.

El museo itinerante como dispositivo de la memoria: Por ser un grupo con el que trabajábamos por primera vez, quisimos motivar el diálogo y alianzas entre dos emprendimientos de memoria: El Museo de la Memoria Sobreviviente40 y el Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI). Desde el MUPI decidimos compartir una exposición itinerante denominada "La Historia de Chiyo", compuesta por doce paneles infográficos cuenta la historia de un niño que pierde a su madre y hermanos en el periodo de represión en los albores del conflicto armado. Por esta razón el niño se integra a los campamentos insurgentes cuando apenas tiene nueve años. La exposición hace un recorrido por las causas de la guerra. Lucio Atilio Vásquez, "Chiyo", forma parte del equipo de promotores culturales del MUPI y ha escrito su libro de memorias “Siete Gorriones”, apoyado por el periodista Sebastián Escalón, donde cuenta su historias y vivencias, incorporado al campamento de Radio Venceremos, y luego a otras estructuras guerrilleras. Chiyo participó en el Taller como conductor de la visita guiada a la exposición itinerante sobre su propia experiencia de vida. Los espectadores inmediatamente comenzaron a comentar sobre las similitudes en las violaciones a los derechos humanos, tanto en Morazán, como en sus poblados del departamento de Chalatenango, generándose así un interesante proceso de identificación.

40 El Museo de la Memoria Sobreviviente es una iniciativa local de museo comunitario, impulsado, principalmente, por mujeres integrantes del Comité de Memoria Histórica. 150

Imagen 14: Participantes del Taller de Cartografía Participativa recorriendo la exposición "Chiyo, un niño en la guerra"

La exposición de “Chiyo” funcionó como dispositivo de la memoria para el proceso cartográfico. Fotografía por Georgina Hernández, 2015

Observar esta exposición museográfica animó a los participantes del taller a imaginar la creación de una exposición similar para representar sus testimonios. Rosa Rivera, una de las fundadoras del Museo de la Memoria Sobreviviente, manifestó el interés por replicar la idea: hacer una exposición sobre la comunidad, acompañada por la realización de un libro de testimonios. Esta opción infográfica, con fragmentos testimoniales, les pareció una forma creativa de trabajar sus relatos. Al inicio Chiyo era visto como un extraño, sin embargo, después del recorrido, fue integrado, pues lo invitaron a formar parte del grupo en su proceso de cartografía. Querían que él se viera también reflejado en sus historias, como ellos lo hicieron en la suya propia.

Después de recorrer la exposición, abrimos un círculo para discutir lo observado, y dar explicaciones generales de cómo trabajaríamos los mapas. La exposición les hizo ubicarse en el espacio de su huida, reconociendo que venían de lugares diferentes, lo que complicaría la elaboración de mapas de sus comunidades en el período previo al conflicto armado: 151

“Yo me fui al refugio en el año 1984, antes estuvimos “guindiando” por ahí por las quebradas y después nos fuimos para el refugio, yo estuve en el refugio cuatro años. Después me vine acá a Arcatao" (Participante Taller de Cartografía Participativa, Arcatao, Chalatenango, Abril 2015). “Yo lo viví diferente, yo no me fui a Mesa Grande [el refugio], yo me quedé aquí. Por días andábamos en los montes, en las quebradas, hasta que venimos a dar por aquí a Arcatao, y fue que venimos a repoblar Arcatao. La gente después de andar guindiando, fue que nos decidimos venir para este pueblo. La gente ya no tenía comida, y fue que nos decidimos a venir a repoblar aquí, porque andábamos con los niños y las pocas cosas que teníamos. Y la gente como vio que primero unas familias se animaron a venir a repoblar, así otras familias fueron llegando, ya no aguantábamos andar monteando, por eso agarramos valor para venir a repoblar"(Participante Taller de Cartografía Participativa, Arcatao, Chalatenango, Abril 2015). El proceso cartográfico: Los participantes se dieron cuenta que hacer un mapa de sus comunidades sería una tarea difícil pues venían de distintos lugares y vivieron dispares procesos de integración al refugio, aunque sí comparten que por esa movilidad originada por la violencia, hoy todos viven en Arcatao. Decidieron producir un mapa en tres tiempos: la etapa previa a la represión; la represión y la huida; y la vida en los campamentos de refugiados.

Como recursos para trazar el mapa contábamos con rotuladores de color y cordeles con papeles de diferentes texturas y colores. Un punto importante fue la generación de grupos de trabajos. Los propios participantes se organizaron en tres grupos: uno compuesto por cuatro hombres jóvenes; otro por dos mujeres, una adulta y una joven; y, el último, por cinco mujeres adultas. Cada grupo decidió la etapa histórica que quería plasmar. Los más jóvenes decidieron ser los dibujantes, y los adultos los relatores. En el grupo de mujeres adultas -con el que trabajé-, decidieron que yo sería la dibujante, y ellas indicarían qué y cómo dibujar. Se observa que asumirse como cartógrafos sociales fue uno de los primeros retos. El primer punto fue ponerse de acuerdo con qué elemento partir para dibujar y cómo, desde ahí, explayarse para dibujar diversas escenas y lugares. En los mapas, lo que evocó el punto de partida fue "lo que perdieron": sus familiares, su casa, sus cultivos. De esta forma construyeron su mapa desde un recuerdo de la "pérdida", desde un espacio nostálgico.

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Para llegar al acuerdo de qué dibujar, al principio hubo discusiones largas, propiciando un espacio de sociabilidad territorial. Podemos decir que en el grupo de hombres hubo mayor interacción, se intercambiaban los rotuladores de color para plasmar dibujos. Ya que ese grupo decidió trabajar la comunidad previo al conflicto armado, realizaron un dibujo con una casa campesina, junto a espacios comunitarios como la iglesia, la escuela, los campos de siembra. Todo ello lo dibujaron en el centro del papel, sin contornos. Este fue su eje para luego reflexionar sobre los nombres de los poblados que quedaron desolados tras el conflicto armado. Le sumaron los nombres y apellidos de familias que allí habitaron. Dejaron plasmadas una importante red de actores en movilización. Algunos nombres de lugares de origen fueron: San Antonio de la Cruz, Cantón El Sitio, Cantón Los Rivera, Cantón Patamera, Caserío Los Orellanas, El Zapote y Cantón Cerro Grande, entre otros. El lugar nostálgico partía de la casa campesina como su punto de partida para enumerar los demás poblados vecinos, en un momento previo al conflicto armado.

En el otro grupo de mujeres, conformado por una joven y Rosa Rivera, dibujaron, igualmente, la vida previa al conflicto. Rosa, quien ahora vive en la colonia Jesús Rojas, una zona donde habitan ex combatientes del FMLN, empezó a recordar la vida en su poblado de origen. Rosa fue bastante detallista en su relato y la joven, que había tomado el rotulador de color, escuchaba con detenimiento las historias. Se les escuchó reír mucho y su mapa fue el más colorido de todos. Incluía personas con facciones definidas, árboles de distintos tamaños, ubicación de montañas, sumado a escenas comunitarias: la primera escuela, los convivios para tomar atol de maíz, la iglesia, todos estos lugares llegaron a cubrir el amplio papel que se les había brindado.

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Imagen 15: Grupo de mujeres trabajando en el Taller de Cartografía Participativa

El grupo de mujeres adultas mayores decidió representar el período de represión y éxodo en el mapa. Fotografía por Georgina Hernández, 2015

Las cartógrafas de mi grupo decidieron representar las rutas de la huida en la Masacre de las Aradas, en mayo de 1980, fusionándola con la “Guinda de Mayo”, que ocurrió en 1981. Ambas masacres tuvieron como escenario el Río Sumpul. Sugerí usar los listones de color azul para representar el río, rápidamente me rebatieron "no, esa agua no era clara ese día, ese día llovió tanto que el agua tenía color café, teñida de rojo con tanta muerte". Ellas empezaron a desenmarañar los listones de papel de color para trazar una sola y extensa representación del río, la representación cubría casi toda la superficie del papelógrafo. Empezaron a relatar las historias:

“Solo salimos con la cobija y nada más, aquí primero andaban buscando a todos los hombres, ya después cogimos miedo todas las personas y empezamos a dormir afuera, porque después no respetaban, lo mataban a donde fuera. A una muchacha, aquí por el caserío El Rincón, la mataron. Ella era hermana de mi tía, ella estaba embarazada, la mataron, le sacaron el niño, y se lo dieron a los perros; la llevaron por el rio, la violaron, después la quemaron” (Participante Taller de Cartografía Participativa, Arcatao, Chalatenango, Abril 2015).

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“Miramos cosas negras, bien negras, y porque no nos dejamos, no nos morimos, y porque no nos dormimos, es que estamos contando esto ahora, porque si no, no hubiera nada” (Participante Taller de Cartografía Participativa, Arcatao, Chalatenango, Abril 2015). La mujer -que inicialmente se negó a dibujar- tomó el marcador de color negro y dibujó un garabato, lo repintó con tanta fuerza que casi rompe el papel: queda formada una nube negra. Una de ellas dijo: “A mi hermano lo mataron en el 80 y también a un hermano de mi tío, entonces ya a casi a todos los hombres los mataron. Cerca de un caserío de La Peña, los mataron los soldados del puesto militar de Patamera”. Entonces, una de las mujeres sugiere poner los nombres de esas personas asesinadas. En ese momento toman los rotuladores, otra sugiere dejar aparte, con color oscuro el nombre de los asesinos. El mapa se fue convirtiendo en un lugar de enunciación, donde el territorio asumía nombres propios, el nombre de sus familiares. Sin notarlo, aquellas mujeres habían tomado cada una un rotulador cada para ir escribiendo los nombres de familiares, la historia era tan propia que era imposible que otra persona la representara. Relató una de las participantes:

“Nosotros ahí comenzamos a pasarnos el río, yo en 1981, yo era una niña de 11 años, y nos pasamos guindadas41 de mi mama, porque el río nos cubría, mi papá dejó la cebadera con las cobijas porque primero quiso pasar a los niños... dijo que iba a regresar a traer las cobijas, porque los niños tenían frío pero ya no pudo [se le entrecorta la voz], entonces se escucharon las balas. Entonces ahí murió mi papa, mis hermanos. Uno de mis hermanos murió de frío, lo dejamos escondido en una cueva. Y otro hermano, que en la huida se perdió porque quedó del otro lado del río, fíjese que lo encontramos hasta el año 2001" (Participante Taller de Cartografía Participativa, Arcatao, Chalatenango, abril 2015). Nuevamente se entrecorta su voz, guarda silencio, sus ojos se humedecen. Las otras mujeres bajan la mirada y guardan silencio. La persona que narra el testimonio suelta el crayón y empieza a hacer gestos repetitivos con sus manos. Centra su mirada en lo que ha dibujado y todas dejan de verse a los ojos. Ante ese nudo de sentimientos les propongo soltar un momento los rotuladores para ponernos a "trenzar": tomo varios cordeles de color anudados en una punta y se los entrego. Les indico que una de ella sostenga el cordel

41 Guindar: colgar algo. Ejemplo: Pasamos guindadas de mi mamá, es decir, pasamos (el río) colgadas de mi madre. 155

mientras la otra trenza. Les propongo "trenzar la tristeza" haciendo referencia a este relato poético:

Decía mi abuela que cuando una mujer se sintiera triste lo mejor que podía hacer era trenzarse el cabello; de esta manera el dolor quedaría atrapado entre los cabellos y no podría llegar hasta el resto del cuerpo. Había que tener cuidado de que la tristeza no se metiera en los ojos pues los haría llover, tampoco era bueno dejarla entrar en nuestros labios pues los obligaría a decir cosas que no eran ciertas, que no se meta entre tus manos- me decía- porque puedes tostar de más el café o dejar cruda la masa; y es que a la tristeza le gusta el sabor amargo. Cuando te sientas triste niña, trénzate el cabello; atrapa el dolor en la madeja y déjalo escapar cuando el viento del norte pegue con fuerza. Nuestro cabello es una red capaz de atraparlo todo, es fuerte como las raíces del ahuehuete y suave como la espuma del atole. Que no te agarre desprevenida la melancolía mi niña, aun si tienes el corazón roto o los huesos fríos por alguna ausencia. No la dejes meterse en ti con tu cabello suelto, porque fluirá en cascada por los canales que la luna ha trazado entre tu cuerpo. Trenza tu tristeza, decía, siempre trenza tu tristeza…Y mañana que despiertes con el canto del gorrión la encontrarás pálida y desvanecida entre el telar de tu cabello (KLUG, 2014).

Imagen 16: Mujeres "trenzando su tristeza"

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Testimonios de los sucesos fuertes vividos durante la Masacre del Río Sumpul. Fotografía por Ninel Pleitez, 2015

Mientras trenzaban, se apreció cómo la tristeza se fue transmitiendo de sus manos a los hilos, y poco a poco se liberó su voz para hablar con mayor fuerza, más incluso que la del grupo de hombres y otros acompañantes en el espacio dejaron de hacer lo que hacían y empezaron a escuchar los relatos de aquellas valientes mujeres sobrevivientes. Ellas se veían a los ojos unas a otras, asentían y reforzaban sus historias. El acto de trenzar contribuyó también a que organizaran el relato desde el momento que salieron de sus casas, recordando las cosas que llevaban para el camino. Me daban indicaciones para realizar dibujos de personas cargando objetos y animales “ponga la gente así [me indica la representación de llevar cargando un bulto sobre la cabeza], y dibujé a las personas caminando con los tanates en la cabeza. Allí quedó mucha gente y los niños se ahogaban”.

Las mujeres solicitaron que dibujara muchos elementos de la escena de la huida. Eran tantos que ya no cabían en aquel espacio de papel. Tuvimos que juntar dos papelógrafos para poder dimensionar aquella escena. En la representación cartográfica del otro lado del río, en territorio hondureño, se dibujó otro campo de batalla, pues los soldados hondureños también dispararon contra la población que venía huyendo desde tierras salvadoreñas. Se representaron los lugares de refugio después de la masacre, eran escondites subterráneos. Comentaron que hubo personas que estuvieron aproximadamente tres meses escondidos o "entatuzados" y que muchas personas que sobrevivieron a la masacre murieron después porque pasaron sin comer ni beber durante varios días. Fueron días de mucho dolor y muerte.

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Imagen 17: Presentación de los mapas realizados en el Taller de Cartografía Participativa

Los resultados del mapeo comunitario fueron presentados a la comunidad durante la misa de conmemoración del desembarco militar de 1986. Fotografía por Ninel Pleitez, 2015

El relato cesó, las mujeres se quedaron contemplando el dibujo realizado, habían terminado de trenzar. Una de ellas expresó que no le gusta contar esta historia a sus hijos, la historia vivida, porque ellos no comprenden que eso fue real, "esas son heridas que se llevan adentro, solo una sabe lo que vivió en aquellos días". Con esas frases sobre la incapacidad de transmitir a cabalidad lo que ellas vivieron, deciden pasar la página y hacer el dibujo de los campamentos de refugiados. No fue difícil, no había tantos elementos variables en ese dibujo, varias líneas rectas con casas iguales. Las hileras de las casas habitadas por los refugiados estaban bordeadas con alambres de púas bajo un estrecho cerco militar.

Así comienzan los relatos de la vida en aquellos campamentos, resaltando las limitaciones que tuvieron, aunque también hacían énfasis en los aprendizajes colectivos que experimentaron. Escribieron la fecha en que fueron llegando y la fecha del primer retorno. Relatan la vida en el Refugio de Mesa Grande en Honduras, zona fronteriza con El Salvador. Recuerdan que el lugar era árido e

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inhabitable. Tuvieron que trabajar mucho para procurar crear un entorno para habitarlo. Algunas frases que describen la vida del refugio son:

“Cuando se llegó allí, eso era un potrero. Tuvimos que quitar todo el montarrascal. Después empezamos a construir las carpas de lona, en esas carpas vivían hasta cuatro familias" (Participante Taller de Cartografía Participativa, Arcatao, Chalatenango, Abril 2015). "Se hicieron cocinas colectivas, allí se formaban las coordinaciones, y los grupos de mujeres se coordinaban para cocinar para todos. Se molía maíz, para toda la gente” (Participante Taller de Cartografía Participativa, Arcatao, Chalatenango, Abril 2015). “Allí vivían familias que no se conocían de antes. Eran como quince personas en cada carpa” (Participante Taller de Cartografía Participativa, Arcatao, Chalatenango, Abril 2015). Cuando el taller termina, hemos tomado más tiempo del programado y es hora de almorzar. La mayoría de asistentes debe ir a una reunión de lisiados de guerra y deciden regalar las trenzas de la tristeza para que acompañen el mapa de la "huida". Por la tarde asisto a la misa en honor a las víctimas del desembarco militar en 1986. Llego al evento junto al equipo del MUPI. Por lo menos cien personas participan del acto en el interior de la iglesia. El padre Nicolás anuncia que esta misa es en honor a las personas asesinadas el 8 de abril de 1986, durante el operativo militar del ejército. Inicia la misa mencionando los nombres de personas que murieron en ese suceso. Dos mujeres brindan su testimonio, una de ellas se equivoca de suceso, y empieza a relatar sobre otra masacre, eran tiempos diferentes pero el dolor de la pérdida era igual. Me invitan a dar unas palabras y a contar sobre el ejercicio realizado por la mañana con el grupo de cartógrafos sociales. Invito al grupo de cartógrafos a pasar al frente con los mapas, juntos relatamos la experiencia. Rosa Rivera decide dejar los mapas al centro de la iglesia, en el camino principal. Al finalizar la misa algunos se acercan a ver aquellos trazos y dibujos, en los que quizá ven reflejados sus propias historias de vida.

El acto culmina con una representación de teatrillo popular en las afueras de la iglesia donde simulan la toma del pueblo. Unos jóvenes vestidos de militares recitan las voces de súplica que resonaron aquel día, pero esta vez, el

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público -los pobladores- se burla de los militares. Todo es un simulacro, un performance basado en las historias recogidas por los cartógrafos comunitarios.

4.2 El análisis: Las historias detrás de la cartografía

Con este ejercicio se muestran realidades en imágenes, que tienen formas de mapas, donde se presenta una cartografía social que se organiza alrededor del espacio vivido. "Son mapas de trayectorias de vida, son mapas de un territorio-espacio conocidos, en síntesis, son mapas de lo sensible"(DIEZ TETAMANTI, 2014:49). "Repensar la participación cultural, social y política de los agentes intervinientes en este nuevo nudo de lugar-memoria implica re- preguntarse acerca del grado de participación vecinal y de la representación de los procesos de recuperación del lugar con relación a las prácticas cotidianas de los vecinos, y avanzar en la exploración de los impactos de estas políticas en las geografías de la vida cotidiana" (FABRI, 2010:111). La decisión de los participantes del taller -los cartógrafos sociales de Arcatao- de trazar los mapas de los momentos históricos, que les significaron etapas cruciales, de sus desapegos de los territorios que habitaron, representó un acto de retorno emocional a las causas de su peregrinaje. Volver a recorrer en colectivo esos "territorios sentidos", la designación constante de "lo perdido”, nos muestra la forma de relacionarse con aquel espacio que transitaron en el pasado, al cual retornan cada año, en una peregrinación conmemorativa

Sin duda, el proceso de elaboración de un mapa, donde se ejecuta un ejercicio de selección, omisión y discriminación de objetos que, como supuesto, "constituyen una representación de la realidad", y ese representación se convierte en un acto político, ideológico y con intencionalidad explícita o implícita, trae consigo confrontaciones entre los mismos participantes, pero también demuestra el entramado cultural de símbolos o hechos históricos que son asumidos desde el colectivo. La acción del grupo de ponerse de acuerdo en el punto de inicio y recorrido en el mapa, verificando colectivamente si aceptan y consensuan, requiere un alto grado de sociabilidad. También requiere de comprensión, desmontar la idea de estar siendo evaluados por la calidad del trazo y la autenticidad del mapa, ya que no hay desprolijidad ni criterios erróneos, puesto que el grupo advierte que como habitantes del espacio social que dibujan, son quienes con mejor detalle pueden incorporar objetos, relaciones, conflictos y problemas a ese mapa (DIEZ TETAMANTI, 2014: 50).

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El mapa elaborado en este ejercicio, en los tres grupos, más que trazos que señalan límites, mostraban escenas, más que distancias, marcaron un cronotopo: un tiempo y espacio que perteneció al "allá" del tiempo pasado, para significarse "aquí" en el presente. A pesar de que los pobladores del actual Arcatao no se conocían, antes de la represión, comprenden que la solidaridad activada a raíz de la historia dolorosa compartida en la huida y el refugio, ha sido la que conforma el "nosotros" del presente. A pesar de su dispersión previa al conflicto, reconocen que no hubo mayores variaciones de la vida rural en los años 70 entre el campesinado. El hecho de escenificar un espacio nostálgico para de ahí partir a enumerar los lugares de procedencia de las familias que pueblan el actual Arcatao, mostró la información previamente socializada sobre sus lugares de procedencia, denotando un fuerte grado de conocimiento y reconocimiento entre ellos.

La conformación de los grupos mostró también el grado de sociabilidad entre los participantes. El grupo más nutrido, el de las mujeres, compartía la realidad de tener una formación educativa baja, lo que en un inicio las inhibió para dibujar, asignándome a mí el reto de ser la cartógrafa de sus relatos. Sin embargo, en un momento del ejercicio, se puso en evidencia que el territorio contiene significados tan íntimos, que los sentimientos de las experiencias vividas son intransferibles. Esto provocó que ellas se integraran como dibujantes, aunque solo fuera para trazar una "nube negra" de dolor.

En todo momento del ejercicio se produjo "la comunicación territorial", proceso por el cual los cartógrafos sociales intercambian información sobre el territorio que dibujan, es un espacio de "negociación" sobré qué poner o quitar; incluye no sólo la grafía y los objetos geográficos, sino de las relaciones, las prácticas y conflictos existentes en territorios como escenarios de interacción. Esta comunicación territorial produce un fenómeno de intercambio que enriquece a cada uno de los cartógrafos como contenedores de información geográfica cotidiana, historia coyuntural, individual y colectiva, de objetos, de flujos. Contenido de información que luego se pondrá en duda, consulta y discusión, mientas cartografían y reflexionan sobre el territorio que habitan, recuerdan y proyectan (DIEZ TETAMANTI, 2014: 28). En el grupo de hombres jóvenes, uno de ellos, que rondaba los 35 años, tomó el rol de “maestro”, trasmitiendo a los demás jóvenes su conocimiento del

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territorio. Éstos, por su parte, contaban de igual forma con un bagaje de información transferida por sus padres, haciendo referencia de "A mí me contaron que…", volviendo esa enunciación un espacio de autoridad para hablar sobre un territorio, que aunque no conocieron, les habían evocado tantas veces, o bien habían recorrido durante los peregrinajes conmemorativos, de tal manera, que lo llegaron a asumir como "su territorio".

Imagen 18: Grupo de hombres jóvenes, participantes del Taller Cartografía Participativa

El grupo de jóvenes optó por elaborar un mapa de los poblados antes de la represión militar. Se pudo observar la transferencia de los relatos por parte de sus familiares. Fotografía por Georgina Hernández, 2015

La decisión de no solo trazar el mapa, sino de poner nombres de personas asesinadas y de sus agresores, ha sido un acto de enunciación cartográfica, que dimensiona la importancia de su demanda de verdad y reparación, insistiendo en la necesidad de realizar exhumaciones de las víctimas y nombrar a los asesinos pendientes de juicio. En el mapa, algunos marcaron los lugares donde quedaron los cuerpos de familiares o vecinos, enterrados de manera superficial. Esta técnica cartográfica puede servir para apoyar el proceso de marcación de esos lugares, para emprender la demanda de exhumaciones.

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En cuanto a las fibras de dolor que removió el hecho de dibujar su mapa, se evidencia la vinculación sentimental hacia los territorios transitados en su peregrinaje, estamos hablando de "las territorialidades sentidas". El hecho de incluir una actividad reparadora que distanciara a aquellas mujeres del "territorio de dolor" por un momento, sirvió para generar vínculos entre ellas, para reconocer recursos sanadores bajo la complicidad del círculo de apoyo entre mujeres. Después de abrir ese dolor, era preciso volverlas al presente, reconociendo el lugar desde el cual hablaban. El hecho de trenzar permitió volver a encontrar la mirada de una en la otra, asentir o disentir entre ellas. El uso de otros recursos como cordeles y papeles de diferentes texturas permitió "sentir" las formas de representar. El hecho de dejar las trenzas atadas de aquel mapa fue también un acto reparador, de reconocer el dolor, para dejarlo en el lugar al que perteneció. La acción de pasar página y trazar otro mapa, el del refugio, permitió delimitar la temporalidad, reconociendo que ésta fue una etapa posterior en la que se hallaron inmersos en otro territorio, en otro país. Después de las escenas desordenadas de las masacres acompañadas de nombres y apellidos, vino la representación del orden controlado del refugio. Vinieron nuevos aprendizajes con ello, señalaron los aprendizajes colectivos.

Dar por finalizado un proyecto cartográfico es un acto de reconocimiento al trabajo elaborado. Es reconocer un producto cartográfico participativo resultado de la jornada de trabajo entre cartógrafos sociales. El hecho de presentarlos frente a la comunidad, en un acto público, conllevó también un acto de legitimidad, al presentar sus trabajos donde "unos" representaron el espacio habitado por "otros", desde donde se territorializa el "nos-otros". El acto fortaleció su auto-reconocimiento como cartógrafos sociales y la legitimación de "sus mapas comunitarios" frente a los demás pobladores. Aunque, quizás, los que no participaron en el ejercicio, no comprendan aquellos "objetos únicos" que surgieron del momento cartográfico (la nube negra y las trenzas de colores). Sin embargo, este ejercicio de cartografía comunitaria ayuda a aflorar los sentimientos escondidos en la grafía de los cartógrafos, esos sentimientos que son los que dan sentido a los lugares de memoria.

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4.3 Cartografiando el dolor y los lugares de memoria: El proceso de elaboración del Mapa de masacres y conmemoraciones del Equipo Maíz

Cuando decidí trabajar el tema de los lugares de memoria, uno de los documentos fundamentales que me permitieron dimensionar la generación de prácticas conmemorativas sobre lugares donde sucedieron hechos de dolor, fue el realizado de forma pionera por el Equipo Maíz, una organización de la sociedad civil fundada tras los Acuerdos de Paz que ha trabajado en la producción de materiales de educación popular sobre sucesos de la historia de El Salvador, con una atención especial a la vida y obra de Monseñor Romero y las víctimas del conflicto armado. Su equipo inicial lo conformaron fotógrafos e ilustradores que junto a un equipo pedagógico han producido una gran cantidad de publicaciones. Desde 1996 comenzaron a acompañar algunas prácticas de conmemoración, especialmente en la zona paracentral y norte del país. Notaron que las personas les hablaban de masacres que no aparecían en el Informe de la Comisión de la Verdad, algunas de las cuales se referían a asesinatos de ex combatientes de la guerrilla, con quienes tenían algún tipo de vínculo, pues parte del equipo que trabajan en el Equipo Maíz, como Fidel Campos o Marvin Hernández, fueron miembros de la insurgencia. Acompañaron el proceso de entrevistas que dieron como resultado el Mapa de Masacres y Conmemoraciones. Marvin Hernández narra que el proyecto surgió “en el camino", cuando acompañaron algunas conmemoraciones de masacres. También de un archivo de testimonios sobre masacres sucedidas en el departamento de Chalatenango que dimensiona la represión en aquella zona.

"Inicialmente surgió la idea de apoyar a las comunidades en sus conmemoraciones de masacres, y nos fuimos dando cuenta que aquellas masacres más divulgadas, no eran las únicas, habían pequeñas masacres poco conocidas, pero no eran pequeñas en cuanto a su magnitud, como genocidio. En el equipo coordinador del Equipo Maíz nos vimos en la necesidad de recoger esa información, porque en algunos lugares ya tenían ellos algunos comités de memoria histórica, ya tenían registradas algunas masacres y nos decían: ´mire, tal masacre en tal lugar, pero no conmemora, pero ahí mataron tantos, en tal fecha, pero no se conmemoraba. Entonces vimos en la necesidad de recoger esa información. Nos dimos la tarea de visitar esos lugares, porque quisimos graficarlas. Entonces fuimos con el ilustrador, y cuando íbamos con él, tomábamos foto y hacíamos la imagen, entonces todas las imágenes que

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usted ve aquí representan el lugar físico de las masacres" (Marvin Hernández, Equipo Maíz, junio 2015). Los miembros de ese pequeño equipo se convirtieron de esta forma en cartógrafos sociales, no como testigos directos de las historias, como fue el caso de los pobladores de Arcatao, sino desde la recopilación de relatos a terceros que les confiaron su testimonio, a quienes con grabadora en mano, cámara fotográfica, papel y lápiz, se dieron a la tarea de darle sentido iconográfico en un mapa a aquellos testimonios. El mapa señala con puntos de color rojo numerados, cada una de las masacres que se ubican en un mapa de El Salvador con sus 14 departamentos que conforman la división político-administrativa del país. Sobre ese mapa se fusionan dibujos que representan escenas del presente (imágenes que los cartógrafos vieron en su visita de campo) que describen actuales prácticas culturales o lugares. En algunas partes del país los puntos rojos se concentran con mayor intensidad, dejando poco espacio para ver representado en el presente las acciones conmemorativas. Este mapa es una suerte de transgresión del espacio. Se convierte en un mapa del deseo, en el que se dibujan ideales de reconocimiento, de cómo una masacre pudo haber sido asumida como un hecho que afectó a la población, más allá del poblado donde sucedió el hecho.

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Imagen 19: Mapa de Masacres y Conmemoraciones del Equipo Maíz

La dimensión nacional de las masacre y las conmemoraciones se territorializan a través del trabajo cartográfico. Imagen por Equipo Maíz, 1998

Resaltan las escenas rurales, ríos y árboles que se integran con dibujos de murales coloridos, monumentos o placas, cementerios con flores, plazas y parques fusionando el territorio y los lugares de la memoria. Hay personas, hay vida, es decir se representa un paisaje cultural, una escena habitada. Este mapa supera a la elaboración cartográfica tradicional, en tanto la representación geográfica sólo se centra en la tierra, ésta es una cartografía humana que incluye la práctica de los seres humanos interviniendo el territorio a partir de prácticas culturales.

"Todos estos lugares que usted mira aquí, que tienen dibujos, es porque existen, cuando fuimos es lo que vimos, y decidimos tomarlos como iconos para el mapa" (Marvin Hernández, Equipo Maíz, junio 2015). El Equipo Maíz realizó múltiples acciones de "mapeamiento" (mapeo o mapping) como diría Cosgrobe (1999). Según el autor, éste puede ser definido como:

Una medida del mundo que no se limita a lo matemático y que puede ser igualmente espiritual, político, o moral, e incluir todo lo aprendido, imaginado o contemplado. Sobre esas condiciones, los mapeamientos, 166

tratan de mundos materiales e inmateriales, y de hechos y deseos en cuanto a el mapa se vuelve una materialización del conocimiento humano, y un estímulo para nuevos compromisos cognitivos (COSGROBE, 1999:12) En el proceso cartográfico interesa, además de la georreferencia, todas las nominaciones y nomenclaturas que le acompañan, en este caso, se indica con círculos de color rojo y su número respectivo las masacres sucedidas. En cuanto al "nombramiento" de las masacres, unas toman el nombre de la aldea y otras retoman las características paisajísticas del lugar donde se sucedió; por ejemplo, la Masacre de El Mozote se refiere a la aldea que lleva ese nombre; Masacre del Botadero en referencia al lugar que era un basurero público; Masacre de la Catedral que refiere a un punto específico dentro de la ciudad; Masacre del Río Lempa que refiere al accidente geográfico donde se desarrolló el suceso. Todo eso brinda una nueva nomenclatura al espacio territorial.

Además de los puntos georreferenciales marcados con círculos rojos, el mapa incluye dibujos de los memoriales y murales que se han identificado en sitios específicos del país. Evidencian con ello la variedad de formas que adoptan los monumentos conmemorativos; cuando no hay un memorial en el lugar de la conmemoración, se optó por dibujar algo representativo de aquel lugar, con objeto de localizar el punto de reunión de los pobladores para honrar el recuerdo de sus familiares.

El mapa es a la vez un documento que contiene una tabla que enlista las masacres y conmemoraciones agregando una información significativa relativa al número de víctimas y al tipo de acceso a la justicia. Se incluyen las siguientes leyendas: a) Nombre de la masacre: obedeciendo al nombre específico del lugar dónde sucedió o bien por una característica paisajística; b) Lugar y fecha en que se sucedió la masacre: ordenada por departamento; c) Número aproximado de víctimas: los datos parten o del Informe de la Comisión de la Verdad (cuando ocurrieron entre 1980 y 1992) o de los testimonios de entrevistados de las personas (algunas veces de un solo entrevistado); d) La situación del caso: se refiere al nivel investigación alcanzada sobre el caso, es decir, al avance en la realización de las pruebas científicas de exhumación: la mayoría aparecen como no investigados, algunos recogen datos de exhumaciones brindando el número 167

de cuerpos exhumados divididos por mujeres, hombres y niños; e) La forma de impunidad: cada una contiene la palabra "sin justicia", en referencia a que a ninguna se le ha seguido un juicio debido a la Ley de Amnistía (la repetición de este dato en todas las casillas se vuelve una especie de mantra que indica el estado de impunidad sobre los 227 casos registrados); f) El nombre de los responsables: señalan la fuerza militar gubernamental, y en algunos casos señalan bajo la orden de quién, con el cargo y nombre del militar. Ante mi pregunta sobre la no inclusión de las masacres cometidas por la guerrilla hacia la población civil, Marvin Hernández menciona que no se incluyeron porque no es comparable la cantidad de personas asesinadas por el gobierno que por la guerrilla. Observamos que los mapas simbolizan el poder de la información del cartógrafo; en el caso de los cartógrafos sociales del grupo focal de Arcatao el mapa dibuja a los actores de las invasiones a sus territorios y este mapa señala a una parte de los actores represivos vinculados a las violaciones de los derechos humanos. El silencio ante los otros actores indica que las ausencias de marcación son indicadores de una forma de apropiación del territorio desde quien realiza la cartografía. "Desmontamos la mirada omnipresente del geógrafo institucional que delimita territorios y que nos indica hacía dónde y cómo ver", como diría Diez Temamanti (2014:26) para fundar una mirada alterna que no sólo mira sino "siente" el territorio habitado. De igual forma, reparamos en cómo los emprendedores de memoria lucharan por imponer "su verdad" en contraposición de la memoria oficial, y no por eso dejará de tener silencios.

"No, no tenemos incluidas las realizadas por la guerrilla, solo las del Ejército contra población civil. Era con esa idea de hacerlo así. Para diferenciar la magnitud, porque cualquiera diría que fueron hechos similares, pero no es cierto, no fueron hechos similares, la magnitud de lo que hizo el ejército, el Estado no es comparable con lo que hizo la guerrilla". (Marvin Hernández, Equipo Maíz, junio 2015). El mapa tiene el título "Contra el Olvido y la Impunidad” y, además, de la tabla informativa, contiene un resumen de los datos. Recoge que fueron 227 masacres cometidas contra población civil (aunque incluyen a miembros de la guerrilla caídos en combate). Se menciona que el mínimo de víctimas estimadas es de 9.967 personas, advirtiendo que de algunas masacres no se tiene el número determinado (los datos son retomados de cifras aproximadas brindadas 168

por alguna persona sobreviviente). Menciona que todos los casos gozan de impunidad salvo el de las religiosas norteamericanas, donde los autores materiales recibieron condena42. En otro recuadro se mencionan las fuentes de donde se obtuvo la información haciendo referencia los lugares visitados y los comités de víctimas que brindaron la información. Se nombran tres instituciones que fueron visitadas para recopilar o contrastar el dato de las masacres: “Centro para la Promoción de los Derechos Humanos (CPDH) Madeleine Lagadec”, “Comisión Interamericana de Derechos Humanos” y la Oficina de Tutela Legal del Arzobispado de El Salvador. El mapa se elaboró entre 2003-2005 (véase en Anexo 3 Listado de masacres en base a fuente de Mapa Equipo Maíz).

Este ejercicio cartográfico por parte del Equipo Maíz contribuyó para que las víctimas de las masacres fueran reflejadas en el mapa nacional y permite dimensionar los lugares afectados por la violencia político-militar. Pareciera ser la dermis de ese cuerpo que se llama país. Es importante resaltar que la técnica cartográfica ha sido utilizada en jornadas de trabajo sicológico con familiares de víctimas que conforman los comités pro-memoria que se ubican en diferentes puntos del país y que son los que realizan las actividades conmemorativas, estos cuentan con el apoyo del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (IDHUCA).

En 2005 del IDHUCA surgió el Foro Verdad, Justicia y Paz, en el cual participaron organizaciones nacionales e internacionales relacionadas con el tema de impunidad y reparación moral de víctimas. En ese marco se realizó la Ruta de la Memoria Histórica. Esta actividad permitió visitar municipios en los que se cometieron graves violaciones a los derechos humanos. Fue en ese peregrinaje cuando se comenzó a implementar las técnicas de mapeos para que las víctimas representaran sus "pérdidas". Como resultado de los talleres sobre estrategias de organización para la reparación integral, en nueve municipios del país existen grupos que trabajan en red a través de la Coordinadora Nacional del Comité de Víctimas.

42 En el caso del asesinato de las 3 monjas Maryknoll: Ita Ford, Maura Clarke y Dorothy Kaszel, así como la laica Jean Donovan en 1980, fue condenado en Estados Unidos y expatriado el ex ministro de Defensa y general retirado Eugenio Vides Casanova 2014. 169

En 2007 y 2008 promovieron varios actos públicos en la Plaza Cívica de San Salvador, presentaron exposiciones fotográficas de hechos violentos que ocurrieron en las comunidades y las acciones de reparación moral que se realizan para dignificar a sus víctimas con símbolos, testimonios, fotografías de los victimarios responsables de estos hechos, mapeo de las masacres ocurridas en el país durante la guerra. Han producido una especie de exposiciones itinerantes con estos materiales que son mostrados de manera artesanal en tablones donde se distribuyen fotos, documentos y mapas durante las celebraciones de conmemoraciones o en los Tribunales de Justicia Restaurativa (véase capítulo 4). Los mapas se vuelven un elemento articulador de una narrativa visual de la impunidad y de la "territorialidad sentida" como diría Jelin (2002).

Imagen 20: “Mapa socio-histórico de Suchitoto” en el Centro de Arte para la Paz

La mayoría de comunidades repobladas cuentan con mapas de elaboración propia donde evidencian los lugares de masacres y conmemoración. Fotografía por Georgina Hernández, 2015

En su mayoría, las comunidades repobladas cuentan con mapas de elaboración propia donde se representan las masacres que sufrieron. Un importante trabajo cartográfico es el Mapa Socio-Histórico de Suchitoto, municipio

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que cuenta con aldeas repobladas por personas que estuvieron en refugios. En este mapa se usa una iconografía específica para representar las masacres (militares en uniforme verde olivo usando armas y apuntando a las personas que están tiradas sobre ataúdes). Así se observa que las comunidades están generando sus propios mapas como una forma de generar territorialidad en el espacio que habitan, es decir, "sus pequeños mapas de poder" donde ellos son los cartógrafos. Los proyectos de mapeo realizados por las comunidades incluyen representaciones artísticas del espacio ya que se vuelven un lienzo donde se indican las rutas de peregrinaje y éxodo, todo ello representado con una iconografía propia, lo que nos lleva a denominarlos "mapas performativos", que son formas alternativas de representar el espacio, procurando subvertir las convenciones cartográficas "oficiales", generando mapas para producir "formas cartográficas subversivas del espacio" (PINDER, 1996, en SEEMANN, 2001).

Resalta el trabajo de los mapas elaborados durante el taller de reparación moral a las víctimas del Instituto de Derechos Humanos (IDHUCA) donde un grupo interdisciplinar utilizó la técnica de mapeos participativos para ubicar los lugares de éxodo, principalmente para ubicar en el espacio geográfico las tumbas o los lugares donde aún quedaron restos óseos y, en consecuencia, emprender los procesos de exhumación.

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Imagen 21: Detalle de la Exposición del Comité de Víctimas Afectadas por la Violencia en el Parque Barrios, San Salvador, 2010. Actividad organizada por el IDHUCA

Los talleres sobre procesos de justicia restaurativa brindados por el IDHUCA incluyeron la elaboración de mapas para representar la represión en los territorios. Fotografía por Georgina Hernández, 2010

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Imagen 22: Detalle de la Exposición del Comité de Víctimas Afectadas por la Violencia en el Parque Barrios, San Salvador, 2010. Actividad organizada por el IDHUCA.

La representación cartográfica de la represión funciona como elemento de territorialidad de las comunidades. Fotografía por Georgina Hernández, 2010

Los mapas elaborados por los cartógrafos sociales son una forma de ejercer territorialidad, de forma que el territorio es asumido en un mapa de autoría propia, y donde no importa tanto la exactitud geográfica, sino la representación de los hechos que marcan la actual identidad de los pueblos. La elaboración cartográfica y el sentido antropocéntrico de los mapas convierten la acción cartográfica en un hecho poético-político que delinea el mapa del deseo.

4.4 De la cartografía a las prácticas culturales en los lugares de memoria: el rol de las comunidades memoria

Los relatos etnográficos descritos en el apartado anterior y los incluidos en el apartado de Anexos de esta tesis brindan elementos sobre los que se articulan las prácticas culturales en los lugares de memoria, ya que sitúan a los actores, sus roles, escenarios, rituales, escenificaciones, reinvenciones, y transferencias de lo profano a lo sacro en los actos conmemorativos. Observaremos los elementos que permiten el tránsito para que un territorio se convierta en un lugar de memoria; exploraremos los elementos que generan territorialidad, entendida 173

desde el espacio físico no significado, hasta espacio recreado a través de las prácticas culturales que lo significan como lugar de memoria. Pues un lugar o territorio puede convertirse en un objeto de identidad para un sujeto, en su diferenciación con otros lugares. "La memoria, aquí, sería un vínculo con el territorio, con ese enclave político que impone y atraviesa a los sujetos por el sólo hecho de constituirse como institución"(FABRI, 2010: 113). En el proceso de territorialidad se constituirán los lugares de memoria, dejando la huella material y de peregrinaje a sus lugares de éxodo, refugio y repoblación.

Como establece Escolán Palacios (2010), "la memoria necesita encarnarse espacialmente para seguir testimoniando, para narrar en pos de una construcción determinada el espacio dedicado a operacionalizar la memoria en el territorio" (ESCOLÁN PALACIOS, 2010, en FABRI, 2010:113). De esta forma, ejercer marcas y prácticas socio-espaciales implica atar de manera particular los recuerdos, las rememoraciones y las denuncias en un sitio que se haga visible a las miradas, que implique la apertura de lo antes oculto e invisible.

Hablamos de espacios materiales que, por la acción de grupos humanos y por la reiteración de rituales conmemorativos en ellos, se convierten en vehículos para la memoria. No todos ellos son iguales o equivalentes; sin embargo están los espacios físicos en los cuales ocurrieron acontecimientos y prácticas represivas del pasado reciente –campos de detención, lugares donde ocurrieron matanzas, edificios donde actores socio-políticos del pasado fueron reprimidos–. Estos espacios se convierten en lugares de luchas entre quienes intentan transformar su uso y de ese manera (o para) borrar las marcas identificatorias que revelan ese pasado, y otros actores sociales que promueven iniciativas para establecer inscripciones o marcas que los conviertan en “vehículos” de memorias (JELIN & LANGLAND, 2003:4). Asimismo, se busca ir más allá del lugar, expandir en el territorio ese espectro ampliado donde las prácticas culturales ejercidas forjan territorialidad, entendida ésta como una acción transformadora que convierte los espacios en lugares. Por tanto, se trata del territorio concebido como un espacio apropiado, ocupado y dominado por un grupo social para asegurar su reproducción y satisfacer sus necesidades vitales, que pueden ser tanto materiales como simbólicas. En la producción de territorialidad entran acciones pasadas y presentes, ambas organizan la disposición del paisaje. En la mayoría de casos,

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se incluye la configuración de un "lugar sagrado", que posee un pasado histórico o mítico como símbolo hereditario. Por ejemplo, las prácticas sagradas y profanas, como lo enuncia Mircea Eliade (1998) "transforman lo profano en sagrado" (p.3), allá donde el acto conmemorativo de la masacre, incluye un escenario donde se sacralizan los sucesos del pasado, volviendo ese espacio un lugar sagrado, producto de rituales conmemorativos y los significados que los participantes, o peregrinos, transfieren a ese lugar.

Este otorgamiento o transformación de sentido nunca es automático o producto del azar - como sugiere Elizabeth Jelin (2002)- sino de la agencia y la voluntad humana. Los procesos sociales involucrados en “marcar” espacios implican siempre la presencia de “emprendedores de memoria”, de sujetos activos en un escenario político del presente, que ligan en su accionar el pasado (rendir homenaje a las víctimas) y el futuro (transmitir mensajes a las “nuevas generaciones”). “En lo que trabajan estos emprendedores de memoria no es en la construcción de algo nuevo, sino en agregar una nueva capa de sentido a un lugar que ya está cargado de historia, de memorias, de significados públicos y de sentimientos privados. Generalmente, no hay un proyecto de rememoración explícitamente formulado, sino que el devenir de la acción humana incorpora nuevos rituales y nuevos significados al “lugar” ya cargado de significaciones” (JELIN & LANGLAND 2003:3).

Entra en este juego la paulatina formación de un calendario conmemorativo vinculado al pasado represivo, compuesto por fechas consideradas como emblemáticas por ciertos sectores de la sociedad. En torno a esas fechas las comunidades repobladas articulan sus rituales fundacionales y conmemorativos. Una de ellas es la fecha de llegada a los territorios que actualmente habitan, es la celebración del "retorno". Esta efemérides cumpliría la función de la fiesta patronal del pueblo, como una alegría compartida en la nueva fundación. La celebración se acompaña con ferias con juegos mecánicos, la música de grupos locales, exposiciones, ciclos de cine documental o fotografías recordando la vida en los campamentos de refugio y en las jornadas de retorno. En los últimos años se han incorporado las discotecas móviles para los más jóvenes. La otra fecha importante de este calendario es la conmemoración de la 175

masacre donde se recurre a una serie de rituales que se debaten entre lo profano y lo sagrado y se circunscriben a los lugares donde se sucedieron los hechos de violencia. Todas estas acciones se observan como actos de marcación de lugares en el intento por territorializar la memoria. En estos lugares, año con año, las comunidades repobladas conmemoran su retorno y pérdida donde se ponen de manifiesto los usos de performances o teatralidades. Estas celebraciones son una forma de ritualización de sus actos fundacionales que reafirman su identidad sobre el nuevo lugar que habitan. Habrá que recordar que estos pobladores comparten como vínculo "la sobrevivencia" ante la represión, aunque también "la pérdida" de algún familiar, desaparecido o masacrado. Sus actos fundacionales incluyen una nueva toponimia, al bautizar con nuevos nombres las tierras repobladas, tomando como referentes a mártires del conflicto armado como Segundo Montes, Monseñor Romero o las monjas estadounidenses asesinadas Ita Ford y Maura Clarke (que darán nombre a la Comunidad Ita Maura). Otras comunidades adoptaron referentes de fechas simbólicas o evocaron la idea de renovación o reconstrucción de su nueva etapa de vida, como es el caso de la comunidad "Nueva Esperanza".

La reterritorialización influye en el trazado urbano de su nuevo territorio, las casas ubicadas en el casco urbano, así como la iglesia central, se convierten en un lienzo donde se representan la construcción de la "nueva comunidad", con murales elaborados que transforman en historia visual y artística los testimonios de historia oral. La mayoría de los pobladores no cuenta con fotografías de los periodos previos al éxodo, por lo que el mural cobra un sentido de dispositivo de reconstrucción de la memoria con un grado de reinvención de la comunidad. Así como en el México pos revolucionario los murales contribuyeron a la creación del "nuevo hombre", en El Salvador de posguerra el muralismo se convierte en la forma de enunciación de la nueva comunidad o comunidad imaginada que hace referencia a un momento de condensación de sucesos históricos que retratan a las comunidades en la etapa anterior al conflicto.

Es así como en los asentamientos de repoblación existe un trazado urbano basado en las prácticas culturales de memoria, el cual incluye, además de los murales, algún monumento o memorial ubicado en el parque central. Se 176

acompañan de placas conmemorativas con los nombres de cada una de las personas masacradas, todo ello para devolver su individualidad y dignificar a cada una de las víctimas, además de situar en el centro del poblado la historia gráfica de su comunidad. Asimismo, se incluyen señalizaciones que indican lugares del turismo de memoria como las rutas históricas, como por ejemplo: el "Río Sumpul", la "Ruta de la Paz", la "Ruta del Guerrillero", el "Cantón El Mozote", el "Museo de la Revolución", entre otros. Todas estas señalizaciones se encuentran en la calle principal del poblado para indicar la importancia que guarda la memoria en estos lugares. En el casco urbano se ubican también los museos comunitarios, que funcionan, en su mayoría, dentro algún local ocupado para otro objetivo, bien en un centro comunitario, en una Alcaldía, o en oficinas de organizaciones sociales o cooperativas. El paisaje urbano se acompaña con consignas escritas en las paredes de las casas que incluyen algún dibujo alusivo a un personaje histórico de su comunidad. Resalta esta práctica en los municipios del departamento de Chalatenango de Arcatao, Guarjila y San Antonio de los Ranchos.

En el oriente del país, la artista argentina Claudia Bernardi, profesora de la escuela de arte de Berkeley, formó a tres mujeres campesinas de Morazán: Claudia Verenice Argueta, Rosa del Carmen Argueta y Dina Vaquerano, quienes actualmente participan en el proyecto "Walls of Hope". Ellas son maestras de la Escuela de Arte y Taller Abierto de Perquín. Este grupo de muralistas utiliza la metodología participativa para que recreando la historia comunitaria se transforme en un mural. Su peculiar estilo y metodología, así como el uso de colores, el trazado de rostros y paisajes, ha sido reconocido internacionalmente como el "Modelo Perquín"; producto de ello han sido invitadas a elaborar murales en México, Alemania, Suiza, Colombia y varias ciudades de Estados Unidos. Este equipo de muralistas, por medio de la metodología participativa, han elaborado murales en diferentes comunidades del norte de Morazán, entre las que destaca el mural de la iglesia de caserío El Mozote43 que acompaña el memorial denominado "Jardín de Los Inocentes" en honor a los niños asesinados

43 Lugar de la Masacre que lleva el mismo nombre ocurrida en diciembre de 1980, donde murieron 1,000 personas, la mayoría de ellos niños. 177

allí durante la masacre, ubicado a un costado de la iglesia. Además de la intervención total del casco urbano del municipio de Perquín, la mayoría de edificaciones de organizaciones gubernamentales, iglesia y casas particulares cuentan con murales. En ellos se recrean las escenas de los momentos históricos afrontados en ese municipio, que estuvo bajo control militar durante el conflicto armado. Este municipio se vuelve un ejemplo de la forma en que el nuevo trazado urbano incluye elementos muralistas en los espacios públicos donde se representa la historia comunitaria y deseo de una nueva "comunidad imaginada". Se puede hacer el parangón con la iniciativa muralista del México pos-revolucionario.

Además de la transformación en el trazado urbano de estos poblados, se han originado más elementos intangibles de la cultura: un entramado de prácticas culturales locales que además de sus festividades patronales o conmemoraciones nacionales ha integrado nuevas festividades vinculadas a lugares de memoria. Esto ha propiciado una organización social a nivel local que pone de manifiesto la implicación cultural del ejercicio ciudadano de participación activa, volviéndolo susceptible a un análisis del discurso de las formas de apropiación hasta las formas simbólicas de representación.

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Imagen 23: Mural en la iglesia del municipio de Torola, Morazán, elaborado por la Fundación Walls of Hope

Los murales se vuelven relatos gráficos de la historia comunitaria que se evidencia en las principales edificaciones de las comunidades repobladas. Fotografía por Georgina Hernández, 2010.

Imagen 24: Mural de la “Última cena en Morazán”, elaborado por la Fundación Walls of Hope en local CEBES de Perquín, Morazán

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En los murales se dibuja la "comunidad imaginada" en la que se incluyen a los personajes asesinados durante el conflicto armado. Fotografía por Georgina Hernández, 2015

La conmemoración in situ es otra forma de reterritorialización de los lugares. En el caso de la conmemoración de la Masacre de las Aradas en el norte del país, las comunidades se movilizan desde distintos municipios y cantones del departamento de Chalatenango como Guarjila, Las Vueltas, Arcatao o Los Ranchos, desde donde parten grupos de pobladores para hacer una caminata de varias horas. Este peregrinaje genera un cronopaisaje, un lugar-tiempo-espacio donde el relato que proveniente de otra época puebla el recorrido del presente. Estas escenas discursivas reelaboradas durante las “caminatas” acompañan el preludio del acto conmemorativo, en el cual confluyen prácticas religiosas y manifestaciones artísticas. Convierten el campo de lo memorable en un espacio de riqueza simbólica que se debate entre lo sacro y lo profano. El acto central es una misa en el lugar, acompañada de cantos de la misa popular campesina, legados de las primeras organizaciones eclesiales de base. Incluye además la participación de los sobrevivientes que ofrecen su relato; los más jóvenes se integran a este diálogo con interpretaciones o performances a través del teatro popular o la música. La oralidad es el recurso con que se reconstruye la historia de esas comunidades contada por sus sobrevivientes, generando un ritual en que la palabra se vuelve el espacio sagrado desde el cual se reterritorializa su lugar de memoria (véase en Anexos el relato etnográfico sobre la conmemoración de Las Aradas).

El desplazamiento de la población hacia el lugar de conmemoración refiere a la peregrinación como un lugar santo, un camino y un entorno de sacralidad. El camino sagrado se vivencia, según Carballo (2009), a partir de la práctica peregrina de recorrer el espacio.

Es un camino individualizado con lo divino y sin mediaciones. Un locus, como presencia material de una realidad sacra, el espacio iluminado, un destino donde efectivamente se toma contacto con lo divino. Un territorio idealizado por la distancia. Un reencuentro sacralizante como resultante entre la práctica del peregrino y la peregrinación como colectivo legitimador de esa devoción (CARBALLO, 2009:63). Para el caso de la Masacre de Las Aradas, el lugar sagrado donde actualmente se conmemora es la explanada cercana al río donde ocurrieron los 180

hechos. El camino sagrado se hace desde los distintos puntos desde donde parten los peregrinos (las diversas comunidades repobladas). El locus es el lugar donde se realiza la conmemoración con toda la parafernalia requerida para el ritual y el reencuentro sacralizante se refiere a toda la experiencia colectiva vivida en el acto conmemorativo.

Como apunta Fernández Droguette “las conmemoraciones son una forma de ritualidad social, donde los grupos sociales hacen visibles sus memorias colocándolas en escena, al mismo tiempo que las reafirman a partir de actos simbólicos que delimitan el sentido de lo que se recuerda” (FERNANDEZ DROGUETTE,2014:154). Para Del Campo, la memoria de una sociedad está inscrita teatralmente, en una serie de elementos espaciales, discursivos, visuales y rituales. "Cada acto de conmemoración constituye, en su manejo como espectáculo, una nueva propuesta de versión oficial y pública de ese pasado histórico que intenta – desde el Estado o desde los grupos subalternos – redefinir el accionar futuro, a partir de este constante proceso de construcción y reconstrucción de imágenes, de resemantización de los símbolos ya cargados con una historia de prácticas tradicionales" (DEL CAMPO, 2004:86) La resemantización de los símbolos se puede observar en los rituales comunitarios.(véase Anexo 1:"Relatos Etnográficos desde el lugar de la memoria, cartografiando desde adentro: Relato #2 La Conmemoración de Las Aradas").

En el lugar sagrado se realiza una performance donde los participantes, con sus actuaciones, inducen a la reflexión. Al actuar se revelan las creencias, las tramas conceptuales, las técnicas corporales, las formas de vida, las convenciones y las expectativas culturales. Sin embargo, a la par retrotrae a lo ya hecho, a lo concluido, a lo recordado, a lo olvidado y vuelto a recordar. La performance constituye un acto de introspección creativo durante la cual los eventos y parte de la experiencia vivida es resignificada. La peregrinación, se vuelve, igualmente, en un espacio performativo, pues puede ser entendida como un ritual de tránsito liminal que conduce a la persona a un estado emocional que les permite introducirse en un espacio-tiempo sagrado de identificación con el dolor de los familiares de las víctimas. Cada lugar religioso o santuario del creyente es definido como "su" territorio" que se construye a través del proceso 181

de ritualización que sustenta una territorialización-desterritorialización efímera pero repetitiva. Podríamos argumentar que los recorridos del peregrino construyen un "territorio de itinerancia ritual" (BARABAS, 2004:15, en CARBALLO, 2009: 32). En el camino, el relato de sobrevivientes emerge como testimonio que reafirma la causa peregrina.

Tras el peregrinaje, a la llegada al lugar sagrado, se desarrolla otro escenario donde el orden de las cosas importa: quién habla y en qué momento. Existe una secuencia performativa reactivada año con año: los preparativos, la caminata o el peregrinaje, el reencuentro, la misa popular, el espacio de los testimoniantes, el teatrillo, el acto simbólico de cierre (dejar flores en el río). El ambiente es también importante: al centro una mesa de madera indica que es el espacio para la celebración de la misa, al centro un círculo con flores y velas acompañan objetos "sacralizados" que serán ofrendados: fotografías de personas fallecidas, balas u osamentas encontradas en el lugar tras la masacre. Se inicia con la música. Después los saludos para las diversas delegaciones de peregrinos, incluyendo a las personas que vienen de otros poblados lejanos donde se sucedieron las masacres. Se saluda a las autoridades locales y a los sobrevivientes. Un espacio fundamental es el de la palabra de los testimoniantes. Al menos, dos personas relatan paso a paso cómo vivieron aquel suceso; todos escuchan atentos los relatos. Los hechos se reordenan, se desordenan esquemas existentes, aparecen voces nuevas y viejas que preguntan, relatan, crean espacios intersubjetivos y comparten claves de lo vivido, lo escuchado y lo omitido. Son hitos o marcas, ocasiones cuando las claves de lo que está ocurriendo en la subjetividad y en el plano simbólico se tornan más visibles, cuando las memorias de diferentes actores sociales se actualizan y se vuelven presente (JELIN, 2002: 52). Cada año diferentes personas brindan sus relatos para renovar el círculo de la narrativa colectiva.

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Imagen 25: Misa de conmemoración en el sitio de la Masacre de Las Aradas, Chalatenango

Año con año pobladores de diversas comunidades repobladas hacen el peregrinaje al lugar de la Masacre de Las Aradas. Fotografía por Georgina Hernández, 2015

La misa es el acontecimiento dotado de mayor sacralidad. Se retoma o recrea la celebración de "la palabra" como se hacía en los primeros años de fundación de las comunidades eclesiales de base, cuando la misa popular era celebrada entre montañas y bosques al aire libre. Entonces se acompañaba de cantos y mensajes concientizadores fundamentados en la Teología de la Liberación que invitaban a la organización popular. La misa es celebrada por sacerdotes que acompañaron a la población durante la guerra, sin embargo, nuevos cuadros se incorporan, como preparándose para el relevo generacional. Estos curas no necesariamente cuentan con el aval del arzobispado, son sacerdotes que a petición de la población acompañan este peregrinaje, como lo hicieron en aquellos años de éxodo y refugio.

La misa da paso a una performance que trastoca los tiempos pasado y presente: se recrean los sucesos y todos nos volvemos actores activos. Es el espacio del teatrillo; los más jóvenes evocan el momento cuando los militares arremeten contra la población civil. En esta escena recreada los roles de víctimas

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y victimarios cambian, pareciera que con este acto performativo del teatrillo se quisiera cambiar el papel que los campesinos jugaron en aquel momento de represión. En la representación, se recurre a la sorna por parte de los asistentes: los mismos pobladores, algunos de ellos sobrevivientes de masacres, gritan burlándose de quien actúa como militar. Los jóvenes van ataviados con uniformes militares y portan armas. Encienden juegos artificiales para hacer más real la atmósfera vivida. A gritos indican a un grupo de personas (actores), que representan a la población civil, que se junten en el centro y les disparan. Se usan bolsas con líquido de color rojo para emular la sangre. Posteriormente, los actores recrean las palabras usadas por los militares: "nos dijeron que matáramos a todos, que no quedara ni uno vivo, hasta los niños". Mientras recrean la escena de asesinato, la demás gente del público les grita: "cuilios cerotes", "maricones", "culeros", son frases de rabia y burla que se encadenan y sirven como ejercicio reparador. En el acto performativo podemos reparar en la transferencia a los jóvenes de los roles dramáticos. Ellos son los principales actores del teatrillo, y es, a partir de ese rol performativo, como se vuelven parte del nos-otros44.

44 En el plano societal, es posible identificar algunos de esos "otros" dispuestos a escuchar en el suceder de las generaciones. Son las nuevas generaciones que interrogan, que preguntan, sin los sobreentendidos que permean el sentido común de una generación o grupo social victimizado. 184

Imagen 26: Jóvenes del teatrillo escenificando la llegada de militares al lugar de la Masacre de las Aradas, Chalatenango

Las representaciones de Teatrillos son una performance de la recreación de los sucesos pasados esta vez reinterpretados en el presente. Fotografía por Georgina Hernández, 2015.

La mayoría de actos conmemorativos toman como escenario el lugar de memoria donde se yergue un monumento o placa que recuerda "la ausencia". Todos estos actos de peregrinación y ritualismo forman parte de la nueva cartografía cultural45.

Sin duda, el acto performativo en los lugares de memoria ha llevado a observar en qué medida lo “profano” puede convertirse en “sagrado”. Mircea Elliade (1998) anunciaba en qué medida una existencia radicalmente secularizada, sin Dios ni dioses, es susceptible de constituir el punto de partida de un tipo nuevo de "religión". La piedra sagrada, el árbol sagrado no son adorados en cuanto tales; lo son precisamente por el hecho de ser hierofanías, por el hecho de mostrar algo que ya no es ni piedra ni árbol, sino lo sagrado

45 En la herencia cultural de la práctica peregrina, los principales centros de peregrinación componen un mapa dinámico y complejo de espacialidades donde la fuerza sagrada del lugar define paisajes culturales en que la fe juega el papel organizador (CARBALLO, 2009-2010: 58). En este caso, ha sido el acto de sacralización del lugar de memoria el que ha dado el papel organizador de esa nueva cartografía.

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(ELIADE, 1998:3). Sin embargo, en algunos casos, tomará elementos "profanos" para volverlos "sagrados" a través de la ritualización, tal como sucede en estos actos conmemorativos en lugares de memoria.

Otro ejemplo de la transición de lo profano a lo sagrado se muestra en la recreación del Vía Crucis Martirial, que se encuentra pintado en el interior de la Iglesia de Arcatao. En ese mural se representan las catorce estaciones de la Pasión de Cristo, sin embargo, son reelaboradas con los momentos históricos vividos por los pobladores de Arcatao: asesinatos, masacres y personajes importantes relacionados con esta comunidad repoblada. El Vía Crucis inicia con la primera estación martirial representada por La Masacre del Sumpul. Le siguen las otras estaciones representadas por: El Refugio La Cañada, el desembarco militar en Arcatao, el asesinato de Monseñor Romero, el del líder de la guerrilla Jesús Rojas, la figura de Monseñor Rivera y Damas -quien acompañó el reconocimiento de la población civil ante la incursión militar en Arcatao-, el papel de la solidaridad internacional, el asesinato de los sacerdotes jesuitas y la firma de los Acuerdos de Paz, entre otros personajes e hitos sagrados de esa comunidad. Esta representación iconográfica del Vía Crucis Martirial es recreada también performativamente durante la Semana Santa a través del “teatrillo popular”, a cargo de los jóvenes. Cada escena es recreada por actores locales durante las caminatas por los lugares de huida tras la represión en el marco de la Cuaresma y la Semana Santa. La inclusión de este ritual conmemorativo en una tradición católica como el Vía Crucis de Cuaresma es una clara muestra de cómo las nuevas conmemoraciones populares se incorporan a festividades tradicionales. Se trata de otra forma de representación performativa que incluye el peregrinaje y la performance como formas de territorialización, en virtud de la cuales se trasladan hechos "profanos", es decir, no provenientes de la entidad religiosa, a un ámbito "sagrado".

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Imagen 27: Representaciones iconográficas de "estaciones" del Viacrucis Martirial. Iglesia de Arcatao, Chalatenango

Fotografías por Georgina Hernández, 2015

Imagen 28: Representaciones iconográficas del Vía Crucis Martirial. Iglesia de Arcatao, Chalatenango

Representaciones del Vía Crucis Martirial simbolizan la transición de lo profano a lo sagrado de los sucesos que tienen significado histórico para las comunidades. Fotografías por Georgina Hernández, 2015

Otra manifestación de lugares de memoria a nivel comunitario se materializa en los museos de memoria. Los museos funcionan como espacios dedicados a la reconstrucción de una historia local fragmentada y reconfigurada. Juegan un papel importante como espacio de reinvención de la identidad que permite reforzar la pertenencia a una “comunidad imaginada”. La mayoría de comunidades repobladas cuentan con un museo comunitario de memoria; por mencionar algunos, destacamos: el museo dedicado al jesuita Jon Cortina en la comunidad de Guarjila, una iniciativa de los jóvenes de las comunidades repobladas en honor al sacerdote jesuita que trabajó por la búsqueda de niños desaparecidos en el conflicto armado y les acompañó en el campamento de refugiados; el denominado "Museo de la memoria sobreviviente" de Arcatao; el

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Museo de la Revolución en Perquín; así como los museos de Suchitoto y La Sabana, en el Bajo Lempa entre otros.

En el período de los éxodos colectivos, muchas comunidades llevaron una vida errante, y por proceder de diversos puntos del país, tuvieron que negociar nuevas identidades comunitarias que les dieran sentido de pertenencia. El montaje de exposiciones o museos comunitarios sirvieron para dar cuenta de la reconstrucción de historias colectivas que se juntan en un espacio para refundarse. La mayoría de los guiones museográficos integran la historia previa al conflicto armado y la movilidad causada por los efectos de la guerra. El llamado de los museos comunitarios es el de la "resistencia" “resistir la dominación cultural a través de la movilización de iniciativas de fortalecimiento de la cultura propia” (BURÓN DÍAZ, 2012:194).

En el caso del montaje de guiones museográficos para museos en comunidades de memoria, ha sido interesante observar las dificultades que han tenido los actuales pobladores para representar el periodo previo a la huida, pues tuvieron que abandonar sus casas dejando sus pocas pertenencias, y no cuentan con objetos que puedan representar ese período. Ante esa carencia, se han valido de donaciones de familiares o vecinos que resguardaron algunos objetos que pudieran representar el período histórico de su vida en las comunidades rurales de origen. Al salir huyendo dejaron sus pertenencias y al volver se encontraron con las casas quemadas y sus objetos perdidos y destrozados. Sus pertenencias materiales, entre ellas algunas fotografías que daban cuenta de su conformación familiar, fueron destruidas. Esta situación explica la proliferación en estas comunidades de fotografías con el uso de la técnica de fotografía “pintada46al óleo” sobre una fotografía blanco y negro; gracias a ella, pueden ser integradas en la fotografía a personas asesinadas o desaparecidas que formaron parte del círculo familiar. Por ello, es importante hacer notar que los pobladores de las comunidades repobladas dan tanta importancia en cada conmemoración al elemento iconográfico como una forma de representación y recreación de su

46 Las fotografías "Pintadas al óleo" se usan para dar color a la fotografía blanco y negro. Algunas familias que perdieron todos sus bienes y solo rescataron alguna fotografía solicitan a los estudios fotográficos que realicen retratos pintados para crear un retrato familiar, es una recreación ficticia de un momento fotográfico inexistente que solo es recreado a partir del "sentido de pérdida" para favorecer la unión simbólica de los familiares que se perdieron en la guerra. 188

pasado, es ahí que la representación en dibujos y murales ha sido un recurso de transmisión.

Los museos de memoria a nivel comunitario47 juegan un papel de territorialización pues es el espacio donde se guardan los pequeños fragmentos de su peregrinaje que dan sentido a su actual espacio habitado. El museo se vuelve un espacio de reconstrucción de la identidad comunitaria, construida por los fragmentos "materiales" de las etapas de la "Historia en tres tiempos: éxodo, refugio y repoblación”. Se observa como con "unos cuantos pedazos materiales reconstruimos una totalidad imaginaria dispuesta representacionalmente de donde obtenemos información relevante de los referentes colectivos" (MORALES MORENO, 2009: 46) Es interesante observar que la mayoría de estos museos fueron instalados por la comunidad y liderados por emprendedores de memoria locales. La novedad de los museos comunitarios reside en su gestión, la que realizan nuevos grupos de actores representándose a sí mismos (BURÓN DÍAZ, 2012:208)

Es notable el trabajo del "Museo de la Memoria Sobreviviente" de Arcatao, elaborado por campesinos formados con el modelo de educación popular. Con esos recursos de aprendizaje proponen el montaje de su museo de memoria. De igual forma el Museo Schafik Vive o Museo del Refugio de Colomoncagua utilizan como recurso museográfico los dibujos de alumnos de la recién inaugurada escuela de la Comunidad Segundo Montes, asentamiento repoblación proveniente del refugio del refugio en Honduras que fueron formados por maestros populares, o sea sus padres o vecinos. Los niños y jóvenes entrevistaron a sus familiares y luego escribieron breves relatos, acompañados por dibujos. El guión del museo recurre a estos dibujos y relatos como recurso museográfico, se entremezcla con unas cuantas fotografías y documentos, principalmente las que refieren el rol de la educación en el campamento de refugiados de Colomoncagua. El recorrido se acompaña de también de documentos como revistas y comunicados de prensa emitidos en su calidad de

47 Véase en Anexos: "Relatos Etnográficos desde el lugar de la memoria, cartografiando desde adentro: Relato #3 El Recorrido de dos museos Comunitarios de la memoria: El Museo de la Memoria Sobreviviente en Arcatao y el Museo Schafik Vive o Museo del Refugio de Colomoncagua". 189

refugiados en tierras hondureñas en demanda del retorno a su país. Este museo se articula sobre uno de los principales elementos de orgullo identitario de esa comunidad: "la Educación Popular". Con ello se muestra como este aprendizaje colectivo se vuelve una herramienta de gestión de memoria de la historia comunitaria.

Imagen 29: Museo "Schafik vive", Comunidad Segundo Montes. Recopilación de la historia del Refugio de Colomoncagua, Honduras; elaborado por estudiante de la comunidad

La transferencia generacional ha sido el principal recurso del Museo Schafik Vive. Fotografía por Raúl Rodas, 2015

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Imagen 30: Pieza museográfica del Museo Schafik Vive, Comunidad Segundo Montes, Morazán

Dibujo elaborado en 1994 por una estudiante de 6° grado de la escuela de la Comunidad Segundo Montes, Morazán, representando el retorno de la población del refugio de Colomoncagua, Honduras en 1990. Fotografía por Raúl Rodas, 2015

En cada comunidad repoblada existe por lo menos una iniciativa de museo, que está albergada en algún espacio comunitario, y que funciona como parte del circuito de lugares de memoria. Estos lugares son vistos por la mayoría de pobladores como espacios, que sirven para reconstruir su memoria, y sobre todo para poder recuperar elementos de su cultura material que se perdieron en el ir y venir en sus fases de éxodo, refugio y repoblación. El museo comunitario de memoria se vuelve un lugar estable de resguardo de sus pocas pertenencias materiales colectivas que fueron sobreviviendo en cada movilización. Un solo objeto recuperado, representa el patrimonio de toda la comunidad.

Otros elementos de reterritorialización son las excursiones que se realizan a los ex-campamentos de refugiados, estos son organizados por los comités de memoria histórica que se encargan de la organización de festividades y conmemoraciones. Asisten principalmente jóvenes con sus familias. En su mayoría ocupan días festivos o fines de semana para destinar dos días de viaje para acampar. La idea es ir con los recursos mínimos, para recrear la forma en 191

que inicialmente se apropiaron de aquel lugar luego de días de éxodo. Se recrea el sentido de sacrificio en el peregrinaje como diría Carballo (2009-2010). Se juntan al lado de una fogata a contar las historias, recreando un cronotropo. Caminan por los terrenos abandonados que otrora fueron habitados como campamento de refugiados. El territorio comporta las mismas condiciones adversas que cuando llegaron a habitarlo por primera vez, pues, desde entonces, nunca se ha vuelto a repoblar. Ese paisaje agreste es nuevamente domesticado a través del ejercicio de la memoria.

En el acto de reterritorialización es importante reconocer las redes tejidas con los actores que acompañan al movimiento de gestión de la memoria desde diversas comunidades repobladas de otros puntos del país y de la red de organizaciones de derechos humanos que acompañan a los procesos legales de exhumación y a los tribunales de justicia restaurativa. Se suman un movimiento de cultura comprometida, una red de artistas y gestores culturales que se unen con productos pedagógicos y exposiciones fotográficas. Sin olvidar que muchas de estas organizaciones acompañaron los procesos de denuncia a inicios de los 80, las iniciativas ciudadanas impulsadas por miembros de comunidades agrupadas en comités y asociaciones que toman forma de museos comunitarios, conmemoraciones y memoriales brindan el desarrollo de un campo cultural, que se integra a una nueva fase política y cultural del país. Confluyen en estas iniciativas las prácticas religiosas y las manifestaciones artísticas que convierten el campo de lo memorable en un espacio de riqueza simbólica que se debate entre lo sacro y lo profano, provocando a su vez toda una articulación de propuestas y redes entre los actores sociales que convierten estas prácticas en un acto contestatario a la política del olvido enmarcada en La ley de Amnistía.

Aun no existe en El Salvador una política pública expresa de memoria histórica que se enfoque en el resguardo o promoción de lugares de memoria como los aquí descritos, sino que existen acciones aisladas que de alguna forma contribuyen mantener vivo el tema de memoria y a la reparación moral de víctimas, como la reciente aprobación del Decreto Ejecutivo 204 (2013) en el que se anuncia el Programa de Reparación a las Víctimas de Graves Violaciones a los Derechos Humanos ocurridos en el contexto del conflicto armado interno. En 192

entrevista realizada a Ana Maria Mata Parducci, Directora de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Secretaria de Cultura, menciona que en este decreto se generan medidas de para reparación moral de las víctimas, varias instancias gubernamentales retoman diversas acciones. Las medidas que competen a la Secretaría de Cultura incluyen la declaratoria de lugares donde ocurrieron masacres durante el conflicto armado como bienes culturales patrimoniales, además una segunda edición del Informe de la Comisión de la Verdad "De la Locura a la Esperanza" de 1994, y la última acción tiene que ver con dedicar una sala sobre memoria histórica de las víctimas del conflicto armado en el Museo Nacional de Antropología, lo cual implicaría una oportunidad para releer la forma de representación de la historia oficial48.

Uno de los primeros lugares de memoria en ser declarado “bien cultural" fue el sitio de Las Aradas, donde se sucedió la Masacre del Río Sumpul en el departamento de Chalatenango. Esta declaratoria se logró por la demanda de la comunidad ante la Secretaría de Cultura. El otro lugar declarado fue el Cantón El Mozote donde ocurrió una de las más cruentas masacres que lleva ese mismo nombre. La declaratoria fue hecha de oficio, después que el Presidente de la República, Mauricio Funes Cartagena (2009-2014), primer presidente del partido FMLN, en el marco del 20 aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz, pidiera perdón por las graves violaciones a los derechos humanos cometidas en el período del conflicto armado.

Otros sitios se han ido sumando en la declaratoria. Esta resolución jurídica ha significado un reto en términos patrimoniales pues ha llevado a concebir estos lugares como paisajes culturales donde no solo se declara el monumento, sino también, el entorno y la tradición oral vinculada a ello. La existencia de museos de memoria, memoriales o centros de memoria supone una reformulación del concepto clásico de patrimonio. En este nuevo uso del concepto, "una memoria activa de las identidades políticas construye y transforma constantemente los

48 Desde esa relectura se podría reinterpretar la visión que ha predominado sobre los Acuerdos de Paz, donde se menciona que no hubo vencedores ni vencidos, aduciendo que los únicos afectados del conflicto armado fueron los bandos en contienda. Esa afirmación se vuelve una forma de invisibilizar el dolor de las víctimas civiles y sus familiares. 193

significados atribuidos históricamente, generando polémicas y visiones" (GONZÁLEZ, 2014:81).

La Dirección de Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura está trabajando actualmente en una metodología donde confluya la concepción de patrimonio material e inmaterial y las acciones legales de justicia que conllevan; por ejemplo, las demandas de exhumación de cuerpos que requieren también de tratamiento desde instancias de la antropología forense.

Es notable la labor de organizaciones de sociedad civil como la Fundación Madeleine Lagadec y la Tutela Legal del Arzobispado, que han acompañado en la labor de exhumación para recuperación de restos de familiares de personas que murieron durante la huida en enfrentamientos militares, y que sus restos habían quedado enterrados en fosas comunes o tumbas improvisadas en diversos puntos geográficos de huida durante los enfrentamientos militares.

Este proceso de exhumación ha dado como resultado otra forma de peregrinaje y territorialidad producto de las demandas de familiares y grupo de vecinos que acompañan en las labores de excavación y exhumación de los restos por parte de Medicina Legal. De este proceso ha surgido el lugar de memoria denominado "El Santuario", ubicado en el municipio de Arcatao, donde después de los procesos de exhumación de los cuerpos son inhumados. Los familiares ahora cuentan con un lugar para honrar su memoria y dignificar el luto de un entierro postergado. Las acciones legales y de prácticas rituales de conmemoración traen consigo formas de volver "sagrado" aquel acto de recuperación de los restos de familiares o vecinos, instaurando nuevas prácticas culturales y lugares de memoria (Véase en Anexo 1: Relatos Etnográficos desde el lugar de la memoria, cartografiando desde adentro: "Relato#1 Territorios sentidos las exhumaciones como deber de memoria").

Sin duda, el territorio y la forma en que sus habitantes se han vinculado a él, son diversas; las conmemoraciones, memoriales y museos de memoria son otra forma de entender nuevas relaciones simbólicas que permiten la apropiación de esos territorios.En este capítulo pudimos observar la multiplicidad de sentidos que diversos actores otorgan a los espacios físicos en función de sus memorias, 194

acompañando procesos sociales y políticos a través de los cuales otorgan sentidos a esos espacios –es decir, procesos que llevan a que un espacio se convierta en un lugar. "Construir monumentos, marcar espacios, respetar y conservar ruinas, son procesos que se desarrollan en el tiempo, y que implican luchas sociales, que producen (o fracasan en producir) esta semantización de los espacios materiales" (JELIN & LANGLAND, 2003:2). Las comunidades repobladas nos invitan a recorrer esta nueva cartografía cultural de El Salvador de posguerra.

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CAPÍTULO V. MONUMENTO A LA VERDAD Y LA MEMORIA: CONSTRUCCIÓN Y DECONSTRUCCIÓN DE UN LUGAR DE MEMORIA

En este capítulo se analiza el proceso de creación del lugar de memoria que tiene la función de rememorar a las víctimas de graves violaciones a los Derechos Humanos durante el conflicto armado en El Salvador. Destaca de este lugar la implicación de la sociedad civil en el "deber de memoria", ante el desinterés estatal en cumplir con los mandatos relativos al marco de verdad en el período de reconciliación. Esta acción consolidó la relación entre organizaciones de sociedad civil que trabajan en derechos humanos y familiares de víctimas de la violencia. Además, en términos de territorialidad se logra poner en el centro de la capital del país un monumento que dimensiona la escalada y formas de violencia que se suscitaron desde los años previos al conflicto armado: asesinatos, masacres y desapariciones forzadas.

En este capítulo se aborda la creación del comité promotor del monumento, las formas de representación de la ausencia del desaparecido, el simbolismo de los elementos que componen el monumento, las prácticas memoriales conmemorativas que legitiman el espacio memorial, la función articuladora de este monumento con otros lugares de memoria alrededor del país y se finaliza con una reflexión sobre el ejercicio de memoria ejemplarizante que cumple este lugar.

Asimismo, se pone de manifiesto el trabajo realizado por los defensores de Derechos Humanos desde los años previos al conflicto armado hasta después de la firma de los Acuerdos de Paz; en su rol de emprendedores de la memoria y buscadores de un régimen de verdad. La construcción del memorial ha sido el esfuerzo de familiares y organizaciones de derechos humanos y se convierte en acción de "memoria ejemplarizante" como diría Tzevetzan Todorov, (2000:30), para dejar marcado en un lugar en el centro de la capital del país, con un "nunca más".

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5.1 De la cartografía del monumento heroico a la transgresión del contra- monumento

El paso del conflicto armado a la paz llevó a El Salvador a ser un ejemplo ante otras naciones del mundo, pues su proceso de negociación fue considerado un referente para otros modelos de negociación. No obstante, éste implicó también el olvido. Cinco días después que la Comisión de la Verdad entregó su informe El Salvador de La Locura a la Esperanza (1993) sobre la investigación de las graves violaciones a los Derechos Humanos en el periodo del conflicto armado, fue ratificada la Ley de Amnistía. Esto impidió el progreso de cualquier iniciativa de denuncia y procesos jurídicos por parte de familiares de víctimas civiles hacia los perpetradores, entre los cuales muchos han ostentado altos cargos en los sucesivos gobiernos. Tampoco hubo actos públicos de petición de perdón por ninguno de los bandos, e inclusive se llegó a cuestionar por parte de la clase política, el Informe de la Comisión de la Verdad.

Es decir, el Estado no legitimó los resultados de ese informe, más bien, la pronta ratificación de la Ley de Amnistía fue un acto frontal de negación al acceso de verdad y justicia. Sobre esta postura algunos grupos de la sociedad civil (defensores de Derechos Humanos y familiares de víctimas) se organizan para sacar de la oscuridad aquellos hechos, a partir de prácticas públicas de gestión de memoria. Por ejemplo, una de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad fue hacer un memorial que recordara a todas las víctimas civiles del conflicto, y fuera un lugar que sirviera para reparar su dignidad y la de sus familiares.

El Estado hizo caso omiso de aquella petición, por lo que entidades de Derechos Humanos se juntaron para iniciar el proceso y crear el memorial, que les llevó por un interesante proceso de emprendimientos en el que debatieron sobre el significado de víctima, lugar de memoria y la forma de representación de las graves violaciones de los Derechos Humanos. Analizar la "creación" de un lugar de memoria en forma de un monumento, muestra, para este caso, las relaciones de poder entre el espacio, la memoria, la identidad y la transformación del paisaje, ya que este se ubica en el corazón de la capital salvadoreña, irrumpiendo en el entramado de "iconografía nacionalista en el paisaje" (NOGUÉ 197

& VICENTE, 2001:177). Estamos hablando de formas de transformar un espacio en un lugar de memoria.

Los estudios geográficos se han centrado en explorar las “topografías patrióticas” utilizando la expresión de Stephen Daniels (1993:24), que tienen que ver con

Lugares y paisajes de valor identitario, y en los que suelen integrarse escenarios de batallas, asedios y otros episodios bélicos considerados claves en la historia nacional; lugares de nacimiento de héroes, santos o figuras históricas relevantes; santuarios y centros religiosos de especial importancia; territorios fundacionales o protagonistas en el proceso de conformación de los Estados correspondientes; territorios históricos originarios hoy perdidos o en manos de otros pueblos; espacios naturales valorados como excepcionales; o simplemente familias y tipos de paisajes, no necesariamente excepcionales, que las élites intelectuales y políticas han interpretado como la cuna y la plasmación material de las señas distintivas de una cultura (STOREY, 2001, en GARCIA ALVAREZ, 2009:185). La otra línea principal de los estudios sobre las relaciones entre el espacio, la memoria histórica y la identidad nacional se ha centrado en el modelado y la transformación del paisaje según criterios nacionalistas, es decir: "En la erección de emblemas, monumentos y rituales de propósito nacionalista; en la materialización, no tanto de un paisaje simbólico nacionalista, sino de una iconografía nacionalista en el paisaje" (NOGUÉ & VICENTE, 2001:177). Más que en la atribución de valores nacionales a un paisaje previo, el objeto de atención de esta línea estriba, en la “colonización” de un paisaje preexistente o en la creación de un paisaje nuevo por elementos de propósito expresamente identitario y nacionalizador, de acuerdo con una determinada política de memoria.

Las investigaciones en este sentido se han centrado sobre todo en el espacio público de las ciudades, que, como sedes y símbolos principales del poder, han sido, sin duda, los escenarios más propicios para este tipo de políticas de memoria, de la que forman parte la erección de estatuas y monumentos conmemorativos; la preferencia por determinados estilos arquitectónicos; el uso de la ornamentación simbólica de carácter institucional (banderas, bustos etc.); la manera de nombrar las calles, las plazas y los espacios públicos en general; el diseño urbanístico de determinados barrios o espacios (como, en especial, los parques urbanos); o incluso los itinerarios elegidos para las procesiones y celebraciones cívicas, que configuran determinados espacios de memoria y celebración oficiales (generalmente céntricos: el casco histórico o los ensanches 198

burgueses), al mismo tiempo que crean o contribuyen a reforzar «una ciudad del olvido, del todo ignorada y nunca recorrida», unos “«no lugares de la memoria» (MICHONNEAU, 1999; en GARCÍA ÁLVAREZ, 2009:189). Algunos trabajos están atendiendo a los paisajes no monumentales, a los no hegemónicos y a otras formas espaciales de memoria ajenas a las identidades nacionales.

Fuera de los paisajes oficiales construidos por los grupos hegemónicos en cada momento o de los paisajes canónicos preferidos o imaginados por las élites, estos estudios han valorado, por ejemplo, los paisajes de la memoria de las minorías y de los grupos no hegemónicos. Lugares que algunos autores han llamado “de contramemoria” o “de antimemoria” y que comprenden también a los vinculados a la memoria de las víctimas y los vencidos, de los colectivos olvidados en su momento por la memoria oficial. Interesa particularmente el hecho que no son promovidos por el Estado, sino que son producidos desde el margen y la subalternidad, desde un acto contestatario y que requieren toda una estrategia de incidencia para logar que lleguen a materializarse (GARCÍA ÁLVAREZ, 2009:194) El Monumento a la Memoria y la Verdad construido en la capital salvadoreña viene a ser un contra-monumento en relación a los demás monumentos que le circundan, sobre todo ante el silencio del Estado. Es una escisión a la lógica monumentalista ubicada cerca del centro urbano con su catedral, Palacio Nacional, Teatro Nacional, Plaza Cívica entre otros lugares emblemáticos.

Como territorio de la memoria, el lugar en el que se construyó el memorial se despliega también en un sentido político. "Nos interesa, entonces, la noción de territorio en su sentido más específico: un lugar inserto y constituido a partir de una trama particular de poder” (FABRI, 2010:104), traducido en pequeños poderes solidarios que permitieron irrumpir en el espacio público con un monumento que cumplió una función de materialización del "régimen de verdad" desde el actuar ciudadano.

El hecho de "crear" un lugar de memoria en forma de memorial, y no de resignificar un espacio donde sucedieron los hechos, pareciera sugerir un acto de artificialidad. Nada puede ser más alejado de la realidad, porque el monumento fue generado por un proceso de implicación ciudadana que buscaba incorporar “su” lugar en la trama urbana, imprimiéndole una nueva significación. 199

Es importante generar estrategias para que las "contra memorias" logren apropiarse del monumento. Se debe valorar que se ha logrado romper con el monumentalismo patrio de heroísmo para ubicar un monumento de conciencia ética con la verdad. Este memorial rasga el paisaje urbano para dejar en su lugar una herida que muestre los "errores" y las "deudas" de esa patria.

5.2 Los emprendedores de la memoria: La Sociedad Civil y los Derechos Humanos

La transgresión del espacio para volverlo un lugar de enunciación, evidenció el rol de la sociedad civil organizada y defensores de los derechos humanos quienes desde el conflicto armado denunciaron desapariciones forzadas y masacres, y a pesar de los atentados y acosos sufridos continuaron. Estos grupos, se tomaron calles y lanzaron comunicados denunciando el terror de Estado. Durante el conflicto armado resguardaron todo un cúmulo de documentos que sirvieron de prueba para el informe de la Comisión de la Verdad. La oralidad y documentación para sustentar la materialización del mural con miles de nombres de victimas.

La violencia fue una llamarada que avanzó por los campos de El Salvador. Arrasó aldeas, copó los caminos, destruyó carreteras y puentes, eliminó las fuentes de energía y redes transmisoras; llegó a las ciudades, iglesias y centros educativos, golpeando familias, vulnerando a la justicia y a la administración pública; señaló como enemigo a cualquiera que no aparecía en la lista de amigos. La violencia todo lo convirtió en destrucción y muerte, porque tales son los despropósitos de aquella ruptura de la plenitud tranquila que acompaña al imperio de la ley, y porque la esencialidad de la violencia es la modificación, abrupta o paulatina, de la certidumbre que la norma crea en el ser humano, cuando esa modificación no se produce a través de los mecanismos del estado de derecho. Las víctimas eran salvadoreños y extranjeros de todas las procedencias y de todas las condiciones sociales y económicas, ya que la violencia iguala en el desamparo ciego de su crueldad (COMISIÓN DE LA VERDAD EL SALVADOR, 1993:7). El relato anterior del Informe de la Comisión de la Verdad (1993) es esclarecedor sobre la situación de violencia vivida en el país y la salida a la paz negociada que abría paso a una paz negociada que llegaron a unos acuerdos que pusieron fin al conflicto. Parte de los acuerdos fue la creación de una Comisión de la Verdad para investigar las más graves violaciones a los Derechos

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humanos ocurridas durante este conflicto bélico49. El informe, denominado "De la Locura a la Esperanza: la guerra de los Doce Años en El Salvador" se dio a conocer el 15 de marzo de 1993, 26 meses después de la firma de los Acuerdos de Chapultepec. La Comisión recibió testimonio directo de 2,000 personas con relación a 7,000 víctimas e información de fuentes secundarias relacionadas con más de 8,000 víctimas. Además, se recibieron 23,000 denuncias presentadas a través de otras instituciones o remitidas por carta. De todo este cúmulo de denuncias se elaboró una lista de 13.569 casos de los que la Comisión seleccionó 32, considerados ejemplarizantes de los patrones de violencia de las partes contendientes, la Fuerza Armada de El Salvador, los Escuadrones de la Muerte y la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.

La barbarie cometida por el ejército y en menor medida por la guerrilla no llegó a juicio, ya que cinco días después de entregado el informe, se decretó la Ley de Amnistía General para la Consolidación de la Paz (1993) para todos los crímenes de guerra. Esta situación generó malestar e indignaciones entre los familiares de víctimas civiles desaparecidas y masacradas, muchas de ellos habían participado con sus testimonios para el Informe de la Verdad. Aquel hecho fue tomado como una burla, y la fundación de los cimientos de un régimen de impunidad.

Ello provocó que diversas instancias de Derechos Humanos, especialmente la Oficina de Tutela Legal del Arzobispado -que trabajó llevando el registro de desaparecidos y masacrados en los años de pre-guerra y guerra civil- se activara bajo la consigna de “verdad y justicia contra la impunidad”. También involucró al Comité de Madres de los Desaparecidos y Asesinados Políticos de El Salvador (COMADRES), organización que nació con la demanda de justicia por las desapariciones forzosas de sus familiares antes y durante el conflicto armado a manos de ORDEN, Escuadrones de la Muerte, y cuerpos militares como la extinta Policía Nacional, Policía de Hacienda y batallones de reacción inmediata.

49 La decisión de crear la Comisión de la Verdad fue adoptada por las Partes en los Acuerdos de México, firmados en Ciudad de México el 27 de abril de 1991. Estos acuerdos definen las funciones y facultades de la Comisión. La autoridad de la Comisión queda ampliada en el artículo 5 del Acuerdo de Paz de Chapultepec, intitulado "Superación de la Impunidad". En su conjunto, estas disposiciones constituyen el "Mandato" de la Comisión. El Mandato define las funciones de la Comisión como sigue: "La Comisión tendrá a su cargo la investigación de graves hechos de violencia ocurridos desde 1980, cuya huella sobre la sociedad reclama con mayor urgencia el conocimiento público de la verdad." 201

Los trabajos de recolección testimonial para el informe de La Comisión de la Verdad se convirtieron en un instrumento importante para evidenciar la atroz violencia, visibilizando los discursos de las víctimas que señalaban los actos arbitrarios de sus victimarios. Además confluyeron discursos de actores provenientes del movimiento social, desarrollando así un marco interpretativo para inscribir la represión como una violación a los Derechos humanos. El historiador Jesús Izquierdo, al comparar los actores sociales y sus discursos en los casos de España y Latinoamérica, observa una mayor proximidad entre el pasado cruento y el presente democrático en los regímenes de memoria instaurados en la época post-dictatorial de esta última región, los cuales desde muy temprano han sido presionados por movimientos sociales a favor de los Derechos humanos (IZQUIERDO Y SÁNCHEZ, 2009:326). Su posición refuerza la de Elizabeth Jelin quien en referencia al caso latinoamericano observa que "en ese período se instaló y legitimó una interpretación de la represión como violación a los Derechos humanos” (JELIN, 2003:48),

Antes, la dominación y las luchas sociales y políticas eran interpretadas en términos de clases o de revoluciones nacionales.

La incorporación de la clave de violaciones a los derechos humanos fue, en este marco, una verdadera revolución paradigmática. Esta definición implicaba concebir al ser humano como portador de derechos inalienables, independientemente de su acción y aun de su voluntad. Suponía también la asignación de una responsabilidad central a las instituciones estatales, para garantizar la vigencia y el cumplimiento de esos derechos, así la implantación de una imagen despolitizada del conflicto. Este paradigma implicaba, en consecuencia, la elaboración de políticas de la memoria en esa clave” (IZQUIERDO Y SÁNCHEZ, 2009:328). La configuración de la figura de “víctima del conflicto armado” requirió de trabajos especializados para su atención sicológica. Un aporte en esa línea es la de Mauricio Gaborit, S.J. (2007)50 con su experiencia sobre los procesos de la memoria traumática y su tratamiento, en donde aparecen elementos esenciales

50 Con la obra de Mauricio Gaborit se instituye una clara red entre la figura de víctima y la necesidad del relato como elemento de reparación social, elemento bastante dinamizado por los actores sociales en tanto discursos de gestión de la memoria. Véase: Gaborit, Mauricio. Recordar para vivir. El papel de la memoria histórica en la reparación del tejido social. ECA: estudios centroamericanos No. 701-702 (marzo-abril de 2007), p. 203-218; Gaborit, Mauricio. Memoria histórica: relato desde las víctimas. ECA: estudios centroamericanos No. 649-650 (nov.-dic. 2002) p:1021-1032: Gaborit, Mauricio. Memoria Histórica: Revertir la Historia desde las víctimas. En Gómez Isa, Felipe. El Derecho a La memoria. Universidad de Deusto, Bilbao 2006; Portillo, Nelson, Gaborit, Mauricio y Cruz, José Miguel (compiladores). Psicología social en la posguerra: teoría y aplicaciones; desde El Salvador. UCA Editores. San Salvador, 2005. 202

como el rescate, la conservación de las voces de las víctimas manifestadas en narrativas de “ruptura”, los cuales se complementan con otras memorias. Y es precisamente el paradigma de los Derechos humanos el que explica el sentido de expresiones como “recuperar la memoria” o “perder la identidad”. Para el caso de la gestión de la memoria en El Salvador, las categorías “recuperación de la memoria histórica” y “pérdida de la identidad” son instauradas en el imaginario social a partir de su vinculación con métodos psicosociales ligados a los procesos de reparación moral de la víctima. La recuperación de la memoria histórica se enmarca en la reparación del tejido social que como colectivo sirve de apoyo a la difícil tarea de evocación del recuerdo traumático.

Esto queda evidenciado en diversos estudios realizados por Gaborit quien llevó el proceso de apoyo psicosocial a las víctimas civiles desde el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (IDHUCA)”: “La recuperación de la memoria histórica es, al menos para el caso de El Salvador, indispensable para construir una historia que responda a las experiencias y vivencias de las mayorías, que no sea elitista ni, en definitiva, ignorante ni enajenante” (GABORIT, 2007:101) Esta visión se desprende de los postulados del resarcimiento moral de la víctima en búsqueda de la dignificación a través de la verdad, visión señalada también por Martín Baró, S. J., al hablar de la cognición social en el sentido de acción social: “Las grandes mayorías de las sociedades latinoamericanas, que poseen una larga historia de represión y guerra, tienen necesidad de acceder a esa memoria como paso indispensable para obtener siquiera un módico de salud mental e ir configurando su identidad personal y colectiva". (MARTÍN BARÓ, 1986 en GABORIT, 2007:103). “En esa historia personal y colectiva se han experimentado grandes pérdidas y por tanto, la recuperación de la memoria histórica debe tener la intención de reparar el tejido social rasgado por la mentira oficial, el discurso encubridor y el cinismo político” (GABORIT, 2002:15).

Esto lleva necesariamente a la reformulación e interpretación de los legados históricos con vistas a tener lo que algunos denominan como "memorias ejemplarizante" Todorov Ztvetzan (1995:36) una "memoria domesticada o reconciliada" como diría más tarde Paul Ricoeur (2000:103). 203

Según lo anterior, la cercanía del término memoria histórica a partir del paradigma de los Derechos humanos, ha contribuido a implicar a las instituciones nacionales e internacionales en el seguimiento de las experiencias represivas de los ciudadanos. Los historiadores Jesús Izquierdo y Pablo Sánchez señalan que esto ha permitido que en las décadas de los 80 y 90 dicho movimiento social fuese introduciendo un cambio de paradigma en la interpretación de la represión.

El cambio paradigmático no sólo contribuyó a socializar los principios inherentes a las constituciones liberales que aquellos países habían adoptado a lo largo del siglo XIX al interpretar al ser humano “como portador de derechos inalienables, independientemente de su acción y aun de su voluntad”, sino que, como consecuencia, obligó a las instituciones estatales a implicarse en la garantía de tales derechos. Es más, el cambio de paradigma abrió las puertas a una lectura desideologizada del pasado reciente e internalizó la reivindicación por la justicia y la verdad, al propiciar comparaciones con otras experiencias que redundaron positivamente en una fluida comunicación con activistas y organizaciones internacionales (IZQUIERDO & SANCHEZ, 2009:327). Las organizaciones civiles pro derechos humanos han jugado un papel clave en la concientización de las comunidades y de las personas afectadas individualmente. Por ejemplo el IDHUCA, que inició tras la firma de los Acuerdos de Paz un proceso de capacitación a personas y organizaciones de base sobre temas relacionados con Derechos humanos y reparación integral de víctimas afectadas durante el conflicto armado, desde la pedagogía de la memoria histórica. Se visitaron los lugares donde ocurrieron las masacres más emblemáticas, tales como la del Sumpul, El Mozote, El Calabozo y La Quesera; donde se realizaron talleres51. Se debe recordar que el 16 de noviembre de 1989, en esta misma universidad, seis sacerdotes jesuitas mas una empleada y su hija adolescente fueron brutalmente asesinados por elementos de la Fuerza Armada durante la denominada Ofensiva Hasta el Tope de la guerrilla. En búsqueda del esclarecimiento de éste y otros crímenes consignados en el informe de la Comisión de la Verdad, se realizaron acciones como el acompañamiento directo de víctimas en el periodo de posguerra a través de talleres de sicología social y la implementación de un Festival de la Verdad que todavía se celebra en el marco

51 Éstos han formado una Coordinadora Nacional con el objetivo de hacer del conocimiento público los acontecimientos del pasado, para reconstruir y validar la memoria histórica desde una perspectiva crítica y propositiva. IDHUCA. Memoria en El Salvador. http://www.uca.edu.sv/publica/idhuca/memoria.html 204

de la conmemoración del asesinato de los jesuitas. En 2005 surgió en dicho festival el Foro Verdad, Justicia y Paz en el cual participaron organizaciones nacionales e internacionales relacionadas con el tema de la memoria y justicia, realizando acciones colectivas de procesos memoriales, entre ellos los mapas de memoria de la represión en las comunidades que vivieron esos sucesos (véase capítulo III. Comunidades y “territorialidades sentidas”: La historia en tres tiempos). En este ámbito se realizó la Ruta de la Memoria Histórica que incluyó varios municipios donde se cometieron graves violaciones de Derechos humanos en la época del conflicto armado, con el propósito de compartir con las víctimas y sobrevivientes la memoria de los hechos ocurridos y su experiencia metodológica en el trabajo que realizan, buscando la reparación moral y la construcción de la memoria histórica. Esto desembocó en la creación del Tribunal Internacional de Justicia Restaurativa, que es una suerte de tribunal de conciencia instaurado entre el IDHUCA y la Coordinadora Nacional de Comités de Víctimas de Violaciones de los Derechos humanos en el Conflicto Armado (CONACOVIC).

Durante el trabajo de campo para esta investigación participé en el VII Tribunal Internacional de Justicia Restaurativa celebrado en la comunidad repoblada de San Antonio de Los Ranchos (Chalatenango), donde se recibieron denuncias de viva voz de sobrevivientes o familiares sobre casos de masacres y presos políticos52. En la mayoría de casos denunciados, se relataban las fases de éxodo, refugio y repoblación de las comunidades, las víctimas demandaron la necesidad de contar con los procesos de exhumación e inhumación para poder recuperar los restos de sus familiares y darles sepultura en sus lugares de origen, pues muchos quedaron asesinados de manera dispersa en los ríos, montañas o en los países vecinos donde se refugiaron.

Asimismo, la Asociación Pro-búsqueda de Niñas y Niños Desaparecidos, Tutela Legal del Arzobispado y el Centro para la Promoción de los Derechos

52 El tribunal se celebra cada año en diferentes comunidades, especialmente repobladas, que fueron las que sufrieron los vejámenes. En el tribunal participan como jueces internacionales: Paulo Abrão Pires Junior, presidente de la Comisión de Amnistía de Brasil; Belisario dos Santos, ex Secretario de Justicia y Defensa de la Ciudadanía del Estado de Sao Paulo, Brasil; José Ramón Juániz, presidente de Abogados del Mundo, sección Valencia, España; José María Tomás, presidente de la Fundación por la Justicia, Valencia, España. y Ricardo Iglesias, abogado salvadoreño y consultor en derechos humanos. Se puede consultar página de Audiovisuales UCA/Tribunal de Justicia Restaurativa IDHUCA, donde se encontrarán registros audiovisuales la totalidad de las jornadas del tribunal de Justicia Restaurativa: �������������������������������������. 205

Humanos “Madeleine Lagadec” desarrollan actividades de acompañamiento comunitario relativas a la memoria de víctimas. La Asociación Pro-Búsqueda, fundada al finalizar la guerra por el sacerdote jesuita Jon Cortina, se dedica a buscar a niños y niñas que fueron separados violentamente de sus familias y dados en adopción tanto a nacionales como extranjeros de forma fraudulenta. La entidad cuenta desde 2010 con la ayuda de una comisión especial. También en el primer año del gobierno de Mauricio Funes, en el marco de la celebración de los Acuerdos de Paz, se legitimó por primera vez el resarcimiento de las víctimas; dando muestra de las primeras acciones referentes a las deudas históricas pendientes con la sociedad civil. Por su parte, la Fundación Madeleine Lagadec y Tutela Legal apoyaron procesos de exhumación solicitados por pobladores que quieren trasladar los restos de sus parientes hacia sus lugares de origen o en sus comunidades repobladas. En este trabajo acompañé la entrega de cuerpos inhumados y realicé una entrevista a Ninel Pleitez, antropóloga colaboradora de exhumaciones con la Fundación Madeleine Lagadec (véase anexo 1"Relatos etnográficos desde el lugar de la memoria: Cartografiando desde adentro", relato #1 “Territorios sentidos”: las exhumaciones como deber de memoria).

El resultado de esta "explosión de la memoria” ha permitido avances significativos en el esclarecimiento de violaciones a los Derechos humanos; como también a la recomposición del tejido social de las comunidades afectadas, provocando la toma de conciencia de otros sectores del resto de la población civil para generar el compromiso que estos actos no se repitan. Esta relación memoria-justicia que ha pasado del plano individual a lo colectivo, se ha convertido en un tema nacional durante los últimos diez años, en la medida en que se han empeado a abordar casos, tales como, los asesinatos del arzobispo Mons. Oscar Romero y los sacerdotes jesuitas de la UCA.

Otras organizaciones han ampliado el trabajo al campo pedagógico, generando productos culturales como talleres, exposiciones, y manifestaciones artísticas. Por ejemplo, el Equipo Maíz ha desarrollado una línea de trabajo y producción de materiales de divulgación y reflexión, tomando como metodología la educación popular. Han creado interesantes cartillas con una metodología de trabajo comunitario acompañando diversas conmemoraciones con su campaña 206

"Nombres para no olvidar" que recoge fotografías de asesinados durante el conflicto armado. Su trabajo de acompañamiento e investigativo generó un mapa de masacres y conmemoraciones (EQUIPO MAÍZ, 2005), fuente esencial para mi tesis. Sobre la creación de este proceso existe una amplia entrevista con Marvin Hernández (ver anexos). Fundamentalmente su trabajo se vincula al mapeo de las masacres para promover la conmemoración con las comunidades (véase capítulo IV Cartografía Comunitaria: Prácticas Culturales en los Lugares de Memoria).

La Asociación Salvadoreña de Trabajadores del Arte y la Cultura (ASTAC), fundada en 1983, ha acompañado a las comunidades en sus conmemoraciones con su grupo de música y el movimiento muralista para plasmar su historia como ejercicio de reparación moral de la tierra arrebatada. De igual forma, El Museo de la Palabra y la Imagen, acompaña las conmemoraciones con exposiciones temáticas y pone en los espacios públicos exposiciones que hacen reflexionar sobre hechos históricos y la violación a los Derechos humanos (véase, capítulo VI El Museo de la Palabra y la Imagen: Un museo, varias voces, muchos lugares). Es así como se acumulan saberes y prácticas en torno a derechos humanos y memoria y desde ahí se parte para construir un sueño conjunto que devuelva la individualidad a la víctima y una reparación moral a sus familiares.

5.3 Las representaciones de “la ausencia”: Gestión de la memoria del desaparecido y masacrado

Materializar un sentido del pasado, dimensionando las graves violaciones a los derechos humanos de la población civil en un conflicto armado, se tradujo en un actuar conjunto de organizaciones que promovieron un nuevo tipo de memorial. Era preciso dejar marcado en el centro de la capital del país un lugar que mostrara los nombres de las víctimas: niños, niñas, hombres, mujeres que en diferentes puntos del país fueron asesinados y desaparecidos.

La implicaciones de la desaparición y la masacre como incógnita, como ausencia que niega la existencia anterior de un sujeto o un colectivo, fue desafiada por los familiares y organizaciones de Derechos humanos que se lanzaron a la creación de un memorial que diera cuenta de esa ausencia en el presente de un país que estaba dispuesto a pasar página del periodo de guerra. 207

Se entiende que la memoria necesita encarnarse espacialmente para seguir testimoniando, para narrar en pos de una construcción determinada dedicada a gestionar la memoria en el territorio. Marcar y ejercer una práctica socio-espacial implican atar de manera particular los recuerdos, las rememoraciones y las denuncias en un sitio que se haga visible a las miradas y que implique la apertura de lo antes oculto e invisible. "Estos espacios contribuyen a la construcción compleja que implica la concreción de un espacio para la memoria, institucionalmente marcado por la dirección política y social acerca de cómo rearticular los recuerdos para construir una memoria colectiva que nos implique como sujetos sociales" (FABRI, 2010:113). La visibilidad del sitio ante algo que fue oculto y negado constantemente por los gobiernos de turno, se vuelve un acto de posicionar las luchas de la memoria desde la visibilidad de los hechos, materializados en un lugar que condense la enormidad de la pérdida.

Construir monumentos, marcar espacios, respetar y conservar ruinas o vestigios, son procesos que se desarrollan en el tiempo, que implican luchas sociales, y que producen (o fracasan en producir) esta semantización de los espacios materiales. Este otorgamiento o transformación de sentido nunca es automático o producto del azar, sino de la agencia y la voluntad humana. Los procesos sociales involucrados en “marcar” espacios implican siempre la presencia de “emprendedores de memoria”, de sujetos activos en un escenario político del presente, que ligan en su accionar el pasado (rendir homenaje a las víctimas) y el futuro (transmitir mensajes a las “nuevas generaciones”) (JELIN & LANGLAND, 2003:2). La red de organizaciones de Derechos humanos se unió para señalizar la figura del "ausente", el desaparecido y masacrado. "La ausencia" traída al centro, a la capital, desde donde muchas veces salían las órdenes para cometer los actos de violaciones. Pero ¿cómo representar "la ausencia" de un desaparecido o de todo un pueblo masacrado?

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Imagen 31: Detalle del mural artístico que forma parte del Monumento a la Memoria y la Verdad

El mural artístico es una sección del Monumento a la Memoria y la Verdad. Se representa de manera gráfica la situación de represión, masacres, desapariciones y asesinatos selectivos. Resaltan los rostros de madres buscando a sus hijos desaparecidos. Foto por Georgina Hernández, enero 2014

Los desaparecidos obligan a un trabajo de memoria difícil, en tanto son una ausencia presente. Al mismo tiempo imponen una ruptura en las categorías espaciales y temporales que constituyen nuestra experiencia: los desaparecidos son un no-lugar y no tienen un tiempo propio (sus imágenes están congeladas en el instante pasado de su secuestro, pero habitan también nuestro tiempo presente). ¿Cuáles son las implicaciones de esta presencia/ausencia para la sociedad actual? Como afirma Héctor Schmucler "se quiso hacer de/con los desaparecidos un olvido total, un olvido del olvido, y por lo tanto una expulsión absoluta de cualquier forma de memoria: la figura de la desaparición, a través de impedirle a un ser humano su propia muerte, su muerte particular, se quiso eliminar su existencia, borrar toda huella de que allí había habido un hombre, una mujer" (SCHMUCLER en OBERTI & PITALLUGA, 2001:10). El olvido del olvido era la meta de la desaparición, y junto con esa desaparición de las existencias de hombres y mujeres concretos, desaparecían también sus ambiciones, deseos y apuestas, sus futuros posibles. "Quizás la desaparición sea aún más siniestra,

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quizás en el olvido del olvido como meta de esconder también la amenaza subyacente, la pretensión del poder de decirnos: puedo reducirte tanto, hasta que nunca hayas existido. Y esa amenaza necesita, para funcionar, ser parte de nuestra cotidianeidad, de nuestra temporalidad" (OBERTI & PITALLUGA, 2001:14). En consecuencia, los sentidos de la memoria de la represión no pueden dejar de estar presentes en cualquier intervención crítica en las redes de enunciación del presente.

Insistir en la búsqueda de las huellas del pasado es reconocer que los sentidos otorgados actualmente a ese pasado están, de algún modo, condicionados por el dolor y la aflicción producidos por desapariciones, torturas, muertes, exilios y prisiones, pero también por los efectos de la supresión de aquella apuesta política que se vivía como desafío al orden y que las variadas experiencias de esos años, significaron de diversas maneras y desde distintos ángulos. Este autor sugiere, ante esta situación de traumas y voces acalladas por un acto de violencia, el ejercicio de una memoria que actúe en sentido emancipatorio, su proceso de construcción requiere de la configuración de un nuevo horizonte que en el mismo movimiento de su gestación brinde una reapropiación crítica de la experiencia del pasado, refundado así el pretérito como espacio experiencial para una memoria crítica. Apropiación que sólo será crítica en la medida que disuelva las plasmaciones rituales y sacralizadas de ese pasado, que sea capaz de dilucidar las argumentaciones de aquellas políticas, y que desvanezca así, las veneraciones supersticiosas y los homenajes mitologizantes, para devolver su humanidad (y la nuestra) (OBERTI & PITTALUGA, 2001:7) Las acciones emancipadoras llevaron a que las organizaciones civiles replantearan la cronología de la violencia, ya que el Informe de la Comisión de la Verdad comenzaba aduciendo que la escalada de violencia institucionalizada se dio entre los años 1980-1983, pero la figura del desaparecido y asesinado fue vivida fuertemente entre 1975-1979. Durante ese período el papel vigilante del Comité de Madres de Desaparecidos, (COMADRES) que fue fundamental durante ese periodo en el que se incrementó dramáticamente el número de personas desaparecidas y asesinadas. COMADRES inició un fuerte trabajo en las calles, fotografiando cada mañana los cuerpos de las personas encontradas sin vida para su posterior identificación. COMADRES forma una Comisión Investigadora de cementerios clandestinos, que dibujaron una geografía del terror que a través de los relatos de testigos delinearon el itinerario del desaparecido:

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“Llegaron y le dijeron a uno de mis hijos mayores, que a mi hijo lo habían asesinado y que lo habían capturado en un lugar que le dicen San Martín y que lo habían venido a tirar a la morgue de Apopa, cerca de aquí de San Salvador, pero mi esposo fue y no lo encontró, no encontró el cadáver, entonces desde esa fecha nosotros seguimos buscándolo, buscándolo, y hasta la fecha yo lo espero siempre”. (Testimonio de Antonia Morales de Cabrera en GUZMAN & MENDIA AZKUE, 2003) “Lo capturaron aquí por San Jacinto, y se lo llevaron hasta por Mercedes Umaña, allí, junto con un mi sobrino, los obligaron a meterse a un callejón y los mataron a los dos. A mi hijo le quebraron los huesos de la mano, le habían quitado la piel, quizá para que no lo conociéramos, pero yo si lo conocí por la forma de las manos y la forma de los pies, por eso sabía que él era” (Testimonio de Alicia Emelina de García, en GUZMAN Y MENDIA AZKUE, 2003) Esta búsqueda se volvió un peregrinaje por los diversos lugares que se enunciaban a través del testimonio. En algunos casos, el itinerario mostraba el hallazgo de cementerios clandestinos, pero en otros la ausencia anuló la búsqueda, pues no encontraron jamás los cuerpos de sus hijos. Esto les llevó a tomar medidas públicas. Fueron comunes Las Paradas frente a cárceles de la Policía de Hacienda en demanda de la libertad de los detenidos e información sobre los desaparecidos.

Durante el final de los años 70s e inicios de los 80s las acciones militares se ensañaron contra la población rural del país, especialmente en lugares que empezaban a ser percibidos como zonas bajo control de la guerrilla. Una nueva dinámica de la geografía del terror se conformaba esta vez, no de forma individual por desaparición forzosa o asesinato, sino de manera colectiva, contra comunidades enteras que fueron aniquiladas y cuyos sobrevivientes huyeron a refugios, demarcando un andar en su experiencia de vida.

Estas experiencias individuales y colectivas de actos violatorios de los derechos humanos fomentaron las conmemoraciones de masacrados año con año en diversos puntos del país, los desaparecidos no tenían un lugar para materializar su pérdida. No es hasta el año 2003, con la inauguración del monumento, cuando se establece un lugar común desde donde denunciar el impacto del terror.

5.4 Un muro para escribir los nombres y los lugares

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La historia oficial del conflicto armado se encamina a atribuir las violaciones de los Derechos Humanos a la naturaleza y dinámica propia del conflicto, calificándolas como excesos lamentables, como los asesinatos a poblados enteros usando violencia extrema que incluyó la quema de los cuerpos. Esta lectura implica la negación del aspecto más alarmante de nuestra experiencia nacional: que la violencia y el terror se usaran como estrategia de Estado. La Comisión de la Verdad destacó las medidas encaminadas al esclarecimiento de los graves delitos y al reconocimiento de la honorabilidad de las víctimas, sugiriendo la construcción de un Monumento Nacional con los nombres de víctimas civiles afectados por la violencia y la instauración de un Feriado Nacional, a fin de favorecer la reparación moral de sus familiares.

Como no se vio ninguna voluntad, de parte de ninguna de las partes implicadas y ni del Estado, en seguir esa recomendación, fue por eso que familiares y organizaciones de la sociedad civil nos juntamos. (Entrevista a Gloria Guzmán, del comité Pro-Monumento, 17 de julio de 2015). En 1996, diez organizaciones de la sociedad civil53 plantearon la idea de construcción de un memorial para las víctimas del conflicto armado, a raíz del Primer “Encuentro Regional de Memoria y Reparación en Centroamérica”, organizado por IDHUCA se planteó la necesidad de crear acciones de reparación moral de las víctimas, los monumentos jugaban un papel fundamental en ello. Como primer paso, se constituyó el Comité Pro Monumento conformado por al menos diez organizaciones de sociedad civil. Una de las primeras acciones consistió en la búsqueda de un lugar con las características apropiadas para la construcción. Una vez acordados los criterios para la selección, el Comité se dirigió a la Alcaldía de San Salvador para solicitar un espacio en el Parque Cuscatlán. No obstante, la propuesta de la Alcaldía Municipal fue brindar un espacio en el Cementerio General La Bermeja. Ante eso Gloria Guzmán argumentó: "No, es que nosotros queremos algo que represente vida". Tras

53 Asociación de Mujeres por la Dignidad y la Vida, Museo de la Palabra y la Imagen, Oficina de Asociación de Pro- Busqueda de niñas y niños desaparecidos, Centro para la Paz, Centro para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos "Madeleine Lagadec", Comisión de Derechos Humanos, Comité de Familiares de Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos Marianela Garcia Villas, Comité de Madres de Desaparecidos y Asesinados Políticos "Monseñor Oscar Arnulfo Romero"

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varias negociaciones se dio en donación un terreno en el Parque Cuscatlán, ubicado en el centro histórico de San Salvador.

Gloria Guzmán como parte del Comité Pro-monumento señala que la propuesta de construcción del mural no se dio solamente para cumplir el mandato de la Comisión de la Verdad, sino que en ella cobró también una dimensión personal que apela a la condición de afectada, su condición de familiar de victimas de desaparecidos o asesinados, como también ocurrió con otras personas que conformaban el comité Pro-Memoria. Pasaron de ser solo activistas de Derechos Humanos sino también víctimas, actuando desde esa doble identidad.

“Es cierto que la Comisión de la Verdad en su informe propuso que una de sus recomendaciones era construir un monumento a las víctimas del conflicto, y al no concretarse por ninguno de los dos firmantes actuamos nosotros. Aunque yo pienso que si la Comisión de la Verdad no lo hubiera definido como obligación igual se hubiera hecho, pero ese mandato es un activador, un marco que favorece, que nos da entre comillas cierta legitimidad institucional, pero yo pienso que desde mi condición de familiar, creo que igual lo hubiésemos hecho” (Entrevista a Gloria Guzmán, Comité Pro-Monumento, 17 de julio de 2015). El mandato de la Comisión de la Verdad refería a la memoria de civiles. Esa situación tornó complejo la definición de “víctima”, ya que en algunos era difícil delimitar las muertes civiles, del ejército o la guerrilla. Para Gloria Guzmán fue uno de los puntos más complicados en las discusiones, pues muchos de los implicados en el comité tenían familiares desaparecidos o asesinados previamente al conflicto armado, pero también tienen familiares que a raíz de los asesinatos políticos decidieron unirse a la guerrilla, algunos de ellos murieron en su condición de guerrillero. Se decidió finalmente que serían personas civiles que habían muerto en su condición de civil, no sólo en el período del conflicto armado (1980-1992) sino también los años de pre-guerra (1970-1979). Luego otro punto de mucha controversia fue la inclusión de los nombres de actores que en su momento fueron criticados por el trabajo que realizaban. Este fue el caso de la inclusión de los nombres de cuatro militares estadounidenses asesinados en agosto de 1985 en un restaurante capitalino, a manos de un comando urbano del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) mientras gozaban de licencia, es decir,

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en su condición de civiles. Gloria Guzmán admite que el proceso de definición de sociedad civil afectada "ha sido un ejercicio de, para mí, de mucha madurez, un proceso de reflexión desde la democracia". En ese sentido los emprendedores de la memoria han generado a su vez aprendizajes de inclusión y negociación, imprescindibles en el terreno de las lucha por las memorias.

"Fue bastante difícil definir los criterios para escoger los nombres… y bueno, allí predominó que tenían que ser nombres de personas que fueran asesinadas o desaparecidas en el conflicto armado, a partir del 70 al 92; porque se habla de la guerra a partir del 80, pero en este monumento se incluyó a partir del 70, que también inicia todo el proceso de resistencia; y en ese sentido, era esta relación de victimarios y víctimas ¿a quiénes se iba a incorporar? O sea, como la parte ideológica no influyera en quiénes iban a estar en los nombres. En ese sentido, el criterio fue que debían ser víctimas civiles, y que digamos que fueron violados sus derechos en circunstancias civiles, o sea, no estaban armados… estaban cumpliendo como ciudadanos… transitando… y fueron sacados o raptados; pero en ese sentido se determinó que no se iban a incorporar nombres de personas que fueron de grupos armados, de los distintos bandos. Entonces, esa fue otra discusión bastante grande... porque allí hay nombres de victimarios… entonces eso ha generado un poco de polémica" (Entrevista a Ena Peña, del comité gestor del Comité Pro Monumento, enero 2012). Otro elemento importante fue ajustar el recuento de las víctimas civiles a partir de los registros de las organizaciones de Derechos Humanos, pues la Comisión de la Verdad solamente incluía aquellas que se produjeron durante el conflicto armado. Esto contribuyó a visualizar el periodo de pre-guerra como parte importante de la construcción de un terrorismo de Estado y generar un marco ciudadano contra la legitimación del horror silenciado por los grupos paramilitares y el Estado. Además sacó a la luz la encomiable labor de las organizaciones de derechos humanos o que se vincularon a esa labor, como la Oficina de Tutela Legal, con sus importantes acervos de denuncia resguardados a pesar de amenazas constantes durante todo el conflicto armado.

Se requirió de una campaña nacional para la recolección de nombres, a sabiendas de que los registros de las organizaciones de derechos humanos estaban a veces incompletos, por las múltiples requisas y quemas de archivos por parte del ejército o los escuadrones de la muerte.

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"La etapa de recolección de nombres fue la más difícil, la fuente de recolección de nombres era el informe de la Comisión de la Verdad, las fichas de denuncias de desaparecidos que tenían los diferentes comités de Derechos Humanos, y también realizamos una campaña a nivel nacional donde pedíamos que toda persona que hubiera perdido un familiar civil llenaran una ficha" (Entrevista Claudia Sánchez, Comité Pro Monumento, febrero 2012) "Luego nos encontramos con mucha gente que ya había aparecido, que pusieron su denuncia y no la va a retirar, entonces decidimos hacer una campaña, bueno, la campaña de "los nombres para no olvidar ", que tenía doble o triple objetivo. Por una parte recoger más nombres que no se registraron en ningún lado; por otro lado, que gente que se viera en el listado y que está viva, que acudiera a quitarse, a borrarse de ese listado; y por otro vincular, a que la gente colaborara, nos inventamos esto de "un nombre para no olvidar" hicimos un cálculo muy simbólico de $4 lo que podría costar grabar un nombre" (Entrevista a Gloria Guzmán, Comité Pro- Monumento, 17 de julio de 2015). Este llamado colectivo mostró interesantes actitudes de parte de familiares, como generar pequeñas solidaridades que fueron conectando con otros casos o produciendo re-encuentros familiares en la búsqueda de información para completar la ficha. Alternamente se generó una campaña de identificación: el desaparecido o masacrado debía ser recordado en el presente, con vida, por tanto el recurso de la imagen fue necesario para generar ese vinculo. Bajo el título "nombres para no olvidar" activada por Equipo Maíz, se utilizó la fotografía como forma de vinculación con el asesinado o desaparecido. Así la fotografía se convirtió en un elemento de representación de la "ausencia" y la convirtió en "presencia" en el presente. Ese acto de identificación visual aceleró el proceso de registro de víctimas y puso rostro a los nombres, aunque en el memorial solo se consignaron nombres y apellidos.

El proceso activó una red de pequeñas solidaridades entre un grupo amplio de colaboradores. Dice García Canclini (2010) que una de las singularidades que distingue al patrimonio cultural de otras enunciaciones públicas de la memoria tiene que ver con su condición intrínsecamente política, de donde emergen “lugares de complicidad social" asociado a procesos de legitimación. Esta acción es una forma de apropiación del proceso de creación del lugar de la memoria. Para el caso del Monumento a la Verdad y la Vida, la forma de generar representación y apropiación fue el acto de verse incluidos en el

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proceso de creación del memorial mismo, brindando nombres, participando de los foros consultivos, corroborando los datos del familiar desaparecido. Estas acciones propiciaron la creación de comités pro memoria a nivel local que fueron los referentes territoriales para dar corporeidad al sueño que se concretaría en forma de monumento.

Se observa que este monumento se yergue en contraposición de una versión de discursos que prefieren cerrar el capítulo de la historia reciente, cobijándose en la ley de amnistía, que invitó a construir un país que salió de una guerra sin vencedores ni vencidos. Pero otras voces, en búsqueda de finales menos heroicos se unieron para construir este memorial, con la única consigna de la dignificación humana desde la que evoca un “nunca más”.

5.5 Un sueño labrado en piedra

Los monumentos son usualmente cuestionados como instrumentos de cristalización de la memoria, como realizaciones estáticas. Pero una vez “situados” en un lugar, los monumentos pueden plantear, desde su lenguaje simbólico poderoso, múltiples preguntas e interpretaciones de los hechos que rememoran54. Unos optan por un lenguaje simbólico, otros son mas literales y otros contestatarios ante otros monumentos ya instalados. De este último cabe mencionar el movimiento del contra-monumento, que son propuestas artísticas o arquitectónicas desde donde se niegan los monumentos erigidos y hacen alguna acción de intervención del espacio que denote ese acto reaccionario, pero también pueden tomar formas sutiles y simbólicas de evocar la memoria, como el acto simbólico de poner los nombres en placas que no se vean, que estén ocultas y que generen un deseo de búsqueda de saber, quienes son, a quién le pertenecen esos nombres. O los más literales, que precisan de una materialidad casi monumental, que dimensionen aquello que se quiere conmemorar

Patricia Valdez, directora de la iniciativa ciudadana Memoria Abierta, en Argentina, realizó un estudio comparativo entre el proyecto de construcción del

54 Valdez, Patricia.Culturas, memorias y traumas nacionales: Memoriales en Washington y Buenos Aires. En memoria abierta. Disponible en http://www.memoriaabierta.org.ar/materiales/materiales_lectura.php (consultado en junio 2010) 216

Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado en su país, que se construirá en el Parque de la Memoria55, contrastándolo con la propuesta arquitectónica y de contenido simbólico del Vietnam Veterans Memorial ubicado en Washington D.C. y diseñado por Maya Ying Liniv. Este estudio destaca que los sitios elegidos para los monumentos tienen sentidos previos que aparecen a su vez reconfigurados por la instalación de los memoriales.

En el caso del memorial de Vietnam, la contundencia de su mensaje queda inevitablemente vinculada a los temas centrales abordados por los dos monumentos que lo circundan: el que conmemora la independencia estadounidense de Gran Bretaña y el reconoce el liderazgo del “padre de la patria” (Washington Monument) y el que reconoce el valor de la unión del país y de la libertad (Lincoln Memorial). Más allá de las controversias generadas en los procesos de selección del diseño y en su construcción, el carácter permanente de los monumentos transforma no sólo el paisaje del lugar sino también su significado, que de ahí en adelante, estará marcado por la estética elegida, así como por la interpretación que de la misma hagan quienes lo visitan. El memorial de Vietnam, realizado en piedra de granito negro pulido, asemeja un espejo para quien lo contempla e incorpora entre él y su propia imagen un espacio virtual pero vivo: el nombre de los ausentes. Se contrapone la blancura de los memoriales que lo circundan y lo ubican en la historia de Estados Unidos. La disposición y el tamaño de sus paredes responden a la idea inicial de cortar la tierra marcando una grieta en el suelo. Este mismo significado es tomado para el Monumento de los Desaparecidos en Argentina que simboliza una “herida” en la tierra que ingresa hacia el rio (VALDEZ, 2004:3) En América Latina existen muchos ejemplos sobre la resignificación de lugares que antiguamente fueron escenarios de tortura y que ahora han sido convertidos en museos de memoria, como el EX-ESMA o Mansión Seré en Argentina o Villa Grimaldi en Chile, transformados para generar conciencia. El monumento a la Memoria y la Verdad fue inspirado en el de veteranos de guerra e Washington y de las víctimas del terrorismo de Estado en Argentina, de ellos se retoman muchos simbolismos. Pareciera que esta red de sitios de conciencia forma un entramado continental para orquestar las voces del "nunca más".

5.6 Un monumento en el corazón del país.

55 El Parque está ubicado en un espacio público en la costanera norte de la ciudad y forma parte a su vez, de un proyecto mayor que pretende devolverle a la ciudad de Buenos Aires 217

El Monumento a la Memoria y la Verdad se ubica en el Parque Cuscatlán de San Salvador, lugar que durante los años 70s fuera punto de concentración de multitudinarias marchas de organizaciones sindicales y de madres de desaparecidos que denunciaban los actos arbitrarios de violencia. Este parque, es uno de los pocos pulmones verdes que oxigenan la ciudad, parece sustraerse del bullicio del centro urbano. Curiosamente, sin percibirse una política de uso cultural del espacio, poco a poco se fue configurando en ese lugar un núcleo cultural variado, pues allí se ubican además la Galería Nacional de Arte Salarrué, el Museo de Niños Tin Marín y el Gimnasio Nacional. .

En 1998, el Museo de la Palabra y la Imagen pidió al Gobierno en donación municipal un terreno anexo al espacio donde se construiría el monumento. Estudiantes de arquitectura de la Universidad Centroamericana (UCA) elaboraron como proyecto de tesis una propuesta en la maqueta se podía observar la edificación propuesta para el edificio del MUPI que se integraba al monumento, una especie de fuente vertical que recorrería las dos edificaciones simbolizando la memoria como elemento vivo en constante movimiento. El proyecto arquitectónico del MUPI, aun no se ha realizado, pero el mural es ya una evidencia del sueño labrado en piedra de granito.

5.6.1 Descripción del Monumento a la Memoria y la Verdad

En la parte final del Parque Cuscatlán en el costado izquierdo, entre los espacios culturales del Museo de niños Tin Marín y Galería Nacional, se yergue el monumento, tiene una forma de talud, que evoca un escenario. Una palestra pública donde todos los nombres toman la palabra frente al olvido.

El memorial es una obra física que se compone de dos elementos. Uno es el denominado "muro” con los nombres y apellidos de masacrados, desaparecidos y asesinados. El otro es el "Mural" una representación gráfica de alto relieve de la historia vinculada a los desaparecidos y masacrados.

El “muro”, está inspirado en el mencionado Memorial a los Veteranos de Vietnam en Washington, D.C. Consiste en una pared sólida de 2.88 m. de altura y 89.36 m de largo, ubicado paralelamente al costado norte del parque. Esta estructura incluye 48 placas de granito donde se han grabado más de 30,000 218

nombres y apellidos El listado de nombres de víctimas se ordena cronológicamente según el año de de su muerte o desaparición, comenzando por el año 1970.

Los nombres guardan un orden alfabético que muestra, para el caso de las masacres, cómo familias enteras fueron asesinadas. Se ubican en igual nivel y tamaño, nombres personajes como el escritor Roque Dalton o Monseñor Romero. Esto simbólicamente ubica a todos los afectados en un mismo nivel de jerarquía como víctimas de violación a los Derechos Humanos. Se incluye una placa de granito con listados de nombres de masacres. Se incluye la denominación de “NN” para hacer referencia a aquellas personas que no fueron identificadas.

El granito negro se vuelve un espejo que se entrecorta por la fila de nombres grabados de manera especial en el granito. Las víctimas aparecen individualizadas, de manera secuencialmente están escritos los nombres y apellidos, sin dejar un hueco entre ellos, transmitiendo la idea que esta guerra no dio tregua alguna a la población civil durante aquellos años. Al pasar las manos sobre la inscripción, el bajo relieve en el que se han grabado los nombres parece rasgar la piel provocando un inquietante estremecimiento.

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Imagen 32: Búsqueda de nombres de familiares en el Memorial

Buscar el nombre del desaparecido y encontrarlo en el memorial cumple una función tranquilizadora y reparadora para familiares de la víctima. Foto de Georgina Hernández Rivas, noviembre 2014

El listado de nombres de víctimas se extiende de izquierda a derecha. Los años de preguerra resultan ser las placas más cargadas, denotan el terror de Estado de los años previos al estallido del conflicto armado. Una enorme placa yace vacía, en espera de ser utilizada cuando se decrete “Monumento Nacional”..

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Imagen 33: Parte del “muro” con nombres y apellidos de personas asesinadas

Las dimensiones del muro (casi 3mx90m) permiten evidenciar a simple vista la enorme cantidad de personas masacradas, asesinadas o desaparecidas entre 1970 a 1991. Foto por Georgina Hernández, noviembre 2014.

En una segunda fase se integra el denominado “mural” que es la parte artística. Consiste en una representación iconográfica de los periodos históricos de El Salvador relacionados con la represión. Al centro sobresalen en relieve los rostros de personas, especialmente mujeres, que portan fotografías de sus desaparecidos o de sus mártires. Los rostros de estas mujeres son desafiantes, se percibe su tristeza pero también fuerza. A un lado, escenas de violaciones a los derechos humanos se entremezclan entre esos rostros, se representa al torturado, al preso político y al desaparecido en un inquietante juego de sombras. Otras escenas complementarias representan los espacios geográficos variados donde la violencia se desató: las calles de la ciudad y el campo. En el borde superior derecho se representan escenas esperanzadoras o motivadoras de valores de la identidad salvadoreña. En un lado, la riqueza cultural se muestra con danzas; al otro extremo, imágenes de un país que se anhela o se sueña. Se proyecta una visión germinadora a partir de la instauración de un nuevo período. De entre los sembradíos de maíz, nace un riachuelo que bordea un grupo de casas, un conjunto de niños y niñas asisten a la escuela y se representa el 221

reencuentro familiar y memorial. Todas estas imágenes se pintan en colores amarillo rojizo y marrón: colores de la tierra. Pareciera como si de esa estructura en forma de muro de contención (del talud), emergiera el mural proyectando de la misma tierra sus colores y texturas.

El acto de poner los datos en piedra evidencia un carácter de fuerza para apelar al Régimen de Verdad. Se representa con este mural, la difícil tarea de marcar la verdad, y la necesidad de dejarla plasmada en un muro con materiales fuertes, reconociendo que existen poderes que pudieran querer borrar ese lugar de memoria, pues es una cicatriz incomoda para el rostro del país del progreso y la modernidad.

Hemos dejado escrito en piedra, lo que se suele decir, porque esto está escrito en piedra. Entonces en el memorial yo creo que se ha dejado escrito una verdad que se ha construido desde abajo (Entrevista a Gloria Guzmán, Comité Pro-Monumento, 17 de julio de 2015). 5.7 El Monumento como punto de encuentro de "los otros lugares"

Este monumento busca juntar a familiares afectados en varios puntos del país a través del acto conmemorativo, pero también se vuelve un lugar de enunciación de la geografía del terror, junta en un espacio a todos los afectados por graves violaciones a los Derechos Humanos. El monumento se vuelve un lienzo que, a fuerza del rescate identitario individual de la víctima, hace comprender la dimensión de un conflicto armado a un nivel colectivo.

Plantarlo en la capital es un gesto simbólico en relación al poder. Silvina Fabri dice que "cada territorio carga con relaciones de dominio y apropiación del espacio, o sea nuestras mediciones espaciales de poder, poder en sentido amplio, que se extiende desde lo más concreto hasta lo más simbólico" (FABRI, 2010:104).

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Imagen 34: El Monumento a la Memoria y la Verdad y la acción reparadora sobre la "ausencia"

El Monumento a la Memoria y la Verdad cumple una función de camposanto donde personas depositan sus ofrendas florales el 2 de noviembre día de muertos Foto por Georgina Hernández, 2014

En el Memorial se evidencian también otros usos, más íntimos y reparadores, pues satisface una memoria de un núcleo familiar de las víctimas que no tienen una tumba donde rendir homenaje a su desaparecido o asesinado. Ante la negativa a declarar un Día del Desaparecido, han sido la mismas personas quienes han legitimado el 2 de noviembre, como el día de conmemoración. Ese es el día tradicional de la conmemoración de los difuntos, y se ha vuelvo la fecha que simboliza su cierre del luto del peregrinaje de la ausencia.

"Yo lo que quiero saber es dónde están sus restos, porque el día de los finados (día de muertos) no tengo yo donde ir a dejar una flor" (María Hernández, 2 de noviembre 2014). El Memorial, entonces, se convierte en una especie de camposanto adonde ir a “enflorar”, es una forma de reterritorializar el sentido del lugar y la fecha conmemorativa que ha encontrado de manera natural sus formas de apropiación, que consolidan una memoria reconciliada.

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Imagen 35: Actividades de conmemoración en el Monumento a la Verdad

Las conmemoraciones son una forma de legitimación del monumento a través de un ejercicio ritual de transformación de un espacio en un lugar sagrado de rememoración de la memoria de su familiar. La fecha 2 de noviembre (día de difuntos) tiene una función simbólica en tanto los mismos familiares han legitimado el espacio como un campo santo. Foto cortesía del Comité Pro Memoria, San Salvador.

El día de la inauguración del memorial fue impresionante observar filas de personas que portaban una rosa y buscaban afanosas el nombre de su ser querido. Con el dedo índice de niños, madres, abuelos y abuelas emprendía de nuevo una búsqueda, esta vez más satisfactoria al encontrar el nombre de su familiar perdido. Flores y fotografías se intentaron pegar al nombre sus respectivos familiares. Mientras, relatos y, testimonios se unían contando una historia compartida. En ese día se vivieron reencuentros de personas que se habían dispersado a causa de la represión y entre ellas se invitaban a conocer sus nuevas comunidades forjadas a fuerza de experiencia.

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Imagen 36: Actividades de conmemoración en el Monumento a la Memoria y la Verdad, San Salvador

El monumento cumple la función de espacio de articulación de diversas victimas que se encuentran en un solo punto del país para rendir homenaje a sus desaparecidos y asesinados. Las prácticas culturales en ese lugar incluyen rituales con complejos elementos simbólicos Foto cortesía del Comité Pro Memoria, San Salvador.

De diversos puntos del país llegaron sobrevivientes de masacres. Emblemáticamente, allí estaba Rufina Amaya, única sobreviviente de la Masacre de El Mozote, quien encontró uno tras otro, los ocho nombres de sus familiares perdidos y cientos de vecinos asesinados. A pesar de que cada año se conmemora la masacre en el lugar del acontecimiento, pareciera que el Memorial también cumple una función tranquilizadora para los familiares sobrevivientes.

El Monumento a la Memoria y la Verdad nos devela un lugar creado por la voluntad de emprendedores con la idea de tomar un espacio público para la denuncia y proclama del deber de memoria. En términos de la geografía cultural, se marca la creación de un monumento en un espacio neutral pero visible, puesto en el centro mismo de la capital del país.

El hecho de ser un espacio "nuevo", "creado" -a diferencia de los lugares resignificados donde ocurrieron hechos "in situ"- requiere de acciones de empatía, imprescindible en el proceso de apropiación de un nuevo lugar de la

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memoria o de un lugar recreado como es el caso de este memorial; ya que el lugar en sí no transmite la atmósfera sagrada del recuerdo, pues no se sucedieron ahí los hechos. Por tanto, es imprescindible generar empatía por la forma en que se representa el mensaje de "pérdida" y de "violación de Derechos Humanos", en este caso la forma de generar vinculación fue a través de la individualización de la víctima, pero además, el acto de juntar "varias víctimas" dimensiona la pérdida colectiva que nos deja un conflicto armado, esta dimensión corresponde asumirla como país.

Imagen 37: Homenaje a artistas asesinados cuyos nombres se encuentran en el muro del Monumento a la Memoria y la Verdad

La vinculación de personas o colectivos que honran la memoria de familiares, amigos o personajes, es fundamental para generar vinculación con este lugar. Fotografías, dibujos, pequeñas instalaciones y altares son manera de apropiarse del lugar. Foto por Georgina Hernández, 2014

5.8 La memoria ejemplarizante en la que vernos reflejados

Las lustrosas baldosas de granito negro que contienen los nombres de más de 30 000 personas asesinadas son un cristal fragmentado por la pérdida, rasgado con los nombres de aquellas personas que perdieron su vida a través de graves violaciones a los derechos humanos es un acto irreparable. Cada nombre 226

rasga la brillantez de las placas de granito negro, evidenciando que lo que se ha dañado es difícil de reparar, pero su reconocimiento público es un gesto de reparación moral.

Uno de los propósitos que mantienen viva la iniciativa del denominado Comité-Pro Monumento es la labor de educación y rescate de memoria histórica sobre la violación a los derechos humanos. Este proceso requirió de la formación de expertos en pedagogía de memoriales. La ayuda se obtuvo de la Agencia de Cooperación INWENT, que ha financiado la capacitación de formadores desde la perspectiva de la Pedagogía para la Paz, elaborando talleres participativos con jóvenes para la transmisión del recuerdo y la significación del memorial. Ampliar el uso del memorial no sólo a las víctimas directas será un reto que permitirá a este espacio no sólo concebirse como elemento reparador para los afectados directos, sino también para la sociedad en general. El reto pedagógico es implementar acciones de una memoria ejemplarizante que no se cristaliza, ni es literal sobre los sucesos del pasado; sino que permite generar herramientas para reelaborar el pasado traumático bajo los postulados de cultura de paz.

Por otra parte, se busca que el memorial sea "legitimado" por el Estado por ello se ha dejado una placa de granito sin utilizar para registrar cuando sea declarado monumento nacional. De momento se ha declarado como Bien Cultural Protegido en caso de conflicto armado.

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Imagen 38: Declaratoria de Bien Cultural Protegido del Monumento a la Memoria y la Verdad

El Monumento a la Memoria y la Verdad aún no cuenta con declaratoria formal de bien cultural brindada por la Secretaría de Cultura; sin embargo se ha gestionado su protección como bien protegido por parte. Esta categoría la brinda la Asamblea Legislativa para edificios

Foto por Georgina Hernández, 2014

El reconocimiento como monumento nacional legitimaría, a su vez, el trabajo de actores sociales que desde la perspectiva de los Derechos Humanos, y que han aportado con su trabajo una memoria tranquilizadora hacia los familiares de víctimas. Desde esta premisa, es que se gesta el campo de lo memorable a través del hábito de la conmemoración, configurando nuevas prácticas democráticas que se esfuerzan por "descubrir" lo que había sido "cubierto" develando una geografía cultural emergente, constituida por lugares de memoria.

La memoria necesita encarnarse espacialmente para seguir testimoniando, para narrar en pos de una construcción determinada el espacio dedicado a poner a trabajar la memoria en el territorio. Marcar y ejercer práctica socio- espacial implica atar de manera particular los recuerdos, las rememoraciones y las denuncias en un sitio que se haga visible a las miradas y que implique la apertura de lo antes oculto e invisible. Estos espacios contribuyen a la construcción compleja que implica la concreción de un espacio para la memoria, institucionalmente marcado por la dirección política y social acerca de cómo rearticular los recuerdos para

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construir una memoria colectiva que nos implique como sujetos sociales (FABRI, 2010:113). Fundamentalmente, este monumento busca generar una memoria ejemplarizante sobre procesos de reparación moral hacia y entre las víctimas, pues aporta un elemento reparador, y refuerza la alianza entre organizaciones civiles, poniendo en evidencia su rol en la sociedad de posguerra: la continua vigilancia del respeto a los derechos humanos, sumado a las deudas de pasado.

"Yo lo que sí estoy segura que todo ese proceso, fue un proceso muy sanador en el colectivo. Yo creo que a nivel individual y a nivel de sujeto político, como a nivel de organizaciones de Derechos Humanos, la gente que estuvimos directamente, yo creo que fue un proceso súper sanador; y por otro lado, yo siento que por lo menos yo lo he registrado de esa manera, que para mí y supongo que es un proceso terapéutico y siento que podemos, que hemos podido pensar en todos los dolores, en todo lo que nos hizo llorar en esa época, pero nos invitaba a la acción, eso la acción humana y política que otra gente y, y lo sobrelleva y sale adelante y eso con una terapia de otro tipo" (Entrevista a Gloria Guzmán, Comité Pro- Monumento, 17 de julio de 2015). La gestión de la memoria en espacios como memoriales y monumentos debe estar abierta a las variadas interpretaciones de las nuevas generaciones y a los usos que otros actores más allá de las víctimas le den al monumento. Para el caso de los lugares de memoria en América Latina se debe poner especial atención al uso de los memoriales como palestra pública desde donde se proclaman gestas ciudadanas en defensa de derechos humanos.

En conclusión el monumento significó develar la verdad de desapariciones y masacres por tanto tiempo negadas. Al estar ubicado en la capital, puso en el corazón de un país la memoria de tantos civiles que murieron en diversos puntos, ahora con la acción ciudadana se vuelve un cuerpo de nombres, un colectivo que ocupa un solo lugar, un lugar más de peregrinaje de la memoria. El memorial sigue muchos elementos arquitectónicos y simbólicos del Memorial de Veteranos de la Guerra de Vietnam en Washington y el de Memoria a los desaparecidos en Argentina. Es un sitio de conciencia, que se une al entramado de lugares que conforman la nueva geografía cultural mundial basada en un concepto amplio de patrimonio que incluye elementos tangibles e intangibles para generar conciencia

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ética y humanizar sobre el legado de la violencia y el mantenimiento del régimen de verdad.

CAPÍTULO VI. EL MUSEO DE LA PALABRA Y LA IMAGEN: UN MUSEO, VARIAS VOCES, MUCHOS LUGARES

Este capítulo consta de cuatro partes. Primero reflexiona sobre el punto de inflexión de la nueva museología que rompe con el paradigma del museo tradicional, fundamentado en el modelo de Museo Nacional poseedor de la gran narrativa del Estado Nación de finales del siglo XIX, para mutar con una nueva propuesta que vendrá acompañada de conceptos como: la diversidad, la mirada desde lo local o el enfoque de los derechos humanos. Así se desencadena el surgimiento de los museos de memoria y de los museos comunitarios. Este panorama servirá para ubicar al Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI) dentro de la nueva corriente y observar el crisol de formas que comporta.

En la segunda parte señalo las principales tradiciones culturales salvadoreñas del siglo XX. Asimismo, reseño los principales surgimientos y reacomodos de la institucionalidad cultural hasta la posguerra, sintetizando los programas de las instancias gubernamentales sobre la promoción del concepto de identidad cultural. Todo ello encuadra al MUPI.

En la tercera parte relato la historia y acción cultural del Museo de la Palabra y la Imagen. Desde mi experiencia como miembro del equipo fundador del MUPI, junto con Carlos Henríquez Consalvi ‘Santiago’56, describo el contexto, los actores y lugares de este proyecto ciudadano.

La cuarta parte analiza el papel del MUPI como emprendimiento. Bajo los tres postulados que enmarcan el título del capítulo: "un museo, varias voces y muchos lugares"; caracterizo su modelo museológico, las voces incluidas desde la subalternidad generando nuevas formas de "comunidades memoria", y la forma de territorialización desde su concepción de "museo sin paredes".

56 Periodista venezolano que parte a Centroamérica en 1972 como voluntario tras el terremoto que asoló Managua. En 1980 se incorpora al movimiento insurgente salvadoreño con la idea de fundar una radio clandestina. 230

6.1 Del museo del gran relato nacional al de las historias cotidianas y los derechos humanos

El surgimiento del museo como institución cultural se ubica en el siglo XIX en Europa, como repositorio de los grandes tesoros expoliados de las naciones conquistadas y, posteriormente, van organizando sus colecciones a modo de transferir un discurso oficial de la nación. En el caso de América Latina sucede de manera similar, ya que implica un dominio por parte del Estado de los grandes tesoros arqueológicos demostrando el control de esos lugares míticos, para fundar desde ahí la nación moderna y liberal del Estado Nación.

En América Latina, los museos nacionales -antropológicos y de historia- surgen durante el siglo XIX como aparatos ideológicos de países recientemente independizados, para legitimar la historia oficial y reforzar las bases de la identidad nacional. Ejemplos son el Museo Nacional de Bogotá y el de Buenos Aires (1823), de México (1825), y el de El Salvador (1883) (DE CARLI, 2003). Las jóvenes naciones americanas se inspiraban en Europa para organizarse como sociedades modernas, bajo la influencia del liberalismo y la concepción de modernidad. Sobre este pensamiento se construye la gran narrativa de creación de los Estados nación, utilizando el civismo religioso como estrategia. En este sentido, casi todos los museos nacionales del siglo XIX y principios del XX abanderan un componente de exaltación nacionalista, que buscaba las esencias de la patria y de la nación (CASAUS ARZU, 2012:94). El museo cumplía la función de espacio público para sacralizar y honrar a la patria a través de los objetos y la épica del relato heroico incuestionable, partiendo de la disposición de las piezas y la narrativa visual que ellas generan:

Para la segunda mitad del siglo XIX, la institución museística se encontraba en pleno florecimiento, y su surgimiento se basaba en dos líneas de influencia, la primera que apuntamos inicialmente, la del surgimiento y consolidación de los Estados nacionales57; y, la otra, el surgimiento e institucionalización de las principales ciencias modernas, entre ellas, la Antropología y ciencias pseudociencias afines. Entre museos, ciencias y estado-nacional existe una estrecha relación que alcanza su máxima expresión en los llamados «museos nacionales», instituciones entendidas como centros de conservación y estudio, pero

57 "Los museos nacionales fueron un punto de arranque para la construcción de los estados nacionales porque inventaron la tradición, reconstruyeron un pasado idealizado y recrearon héroes y símbolos patrios para la fundación de las nuevas naciones latinoamericanas" (ANDERMANN, 2000 y LEVIN, 2006 en CASAUS ARZÚ, 2012:94). 231

también como lugares de educación de la ciudadanía58, con unas prácticas y un discurso expositivo que necesariamente responden a condicionamientos y fines políticos (y no solo científicos). Se trata de los grandes lugares de la memoria, allí donde el discurso expositivo intenta expresar cómo una sociedad quiere ser vista y cómo ve o quiere ver a las demás, en el presente y en su pasado (BUSTAMANTE, 2012:18). Es importante analizar los momentos en que los museos renuevan sus salas, cierran sus puertas o se abren a una total renovación, pues suelen estar relacionados a inflexiones en la concepción de nación, historia y memoria. A nivel general de museología.

Desde hace tiempo asistimos a un periodo tanto de innovación como de desorientación en los museos. Aquellos grandes centros institucionales en donde se exhibían objetos de todo el mundo hace tiempo que fueron considerados como producto característico de la modernidad y como escaparate de sus excesos. Numerosas disciplinas y corrientes de pensamiento comenzaron desde entonces a estudiar, criticar e intentar cambiar dicha institución, y como si de una antigua autoridad se tratara, a la que se le pierde el respeto y el miedo a cuestionarse ha llevado al museo al psiquiatra, e incluso se le ha dado por muerto (BURÓN DÍAZ, 2012:177). Durante este período de cambio, ubicado en los años 70, inicia una corriente teórica metodológica cuyos argumentos llegarán a discutirse en el seno de la UNESCO y en el Consejo Internacional de Museos (ICOM). Se trata de una propuesta de los museólogos, conscientes de la necesidad de renovar o inclusive superar el concepto del museo como institución. "El museo clásico es tachado de elitista, obsoleto, hegemónico, disciplinario y autoritario, entre otras cosas, se critica su rol social y político, se cuestionan muchos de sus principios epistemológicos, se pone en duda su legitimidad" (MACERIA OCHOA, 2012: 37). Importante de reseñar es una mesa redonda celebrada en Santiago de Chile, en 1972, organizada por directores de museos latinoamericanos, donde discutieron el rumbo de los museos tomando en cuenta el contexto socio-político global. De esta deliberación surgió el concepto de "museo integral", definido como:

58 Luis Gerardo Morales (2012) indica que "el museo histórico patriótico ha seguido unido al texto de enseñanza en razón de su subordinación al sistema público escolar, al que se hizo responsable de servir como vehículo del “espíritu nacional”. A este momento de la historicidad espacial del museo mexicano lo denomino modelo del museo-texto, ya que el objeto museográfico queda atrapado por la imagen de la palabra escrita y convertido en fetiche de un modo de practicar la transmisión cívica" (p.44). 232

Una institución al servicio de la sociedad de la cual es parte inalienable, y tiene en su esencia misma los elementos que le permiten participar en la formación de la conciencia de las comunidades a las cuales sirven. A través de esta conciencia puede contribuir a llevar a la acción a dichas comunidades, proyectando su actividad en el ámbito histórico que debe rematar en la problemática actual. Es decir, anuda el pasado con el presente, se compromete con cambios estructurales imperantes y provoca otros dentro de su realidad nacional respectiva59 (MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL, 1972). En ese contexto de fuerte crítica contra-hegemónica por parte de los movimientos sociales se va cimentando la denominada nueva museología. Los dos productos más significativos de esa corriente son el eco-museo y los museos comunitarios:

El eco-museo, desarrollado principalmente en Francia tras 1968, prosigue uno de los más característicos caminos políticos resultantes tras la derrota de los ideales revolucionarios de la década de los sesenta: el marcado por el movimiento ecologista; mientras que los museos comunitarios — segundo producto resultante de esta nueva tendencia—se vinculan especialmente con la región Latinoamericana y, en particular, con México, respondiendo así al despliegue posmoderno característico de América Latina en los setenta y ochenta, centrado en formulaciones relacionadas especialmente con los movimientos sociales y la sociedad civil (BURÓN DÍAZ, 2012:189).

Retomo el texto de Camejo Morales (2003) en el que cita la definición de eco-museos de Henry Riviére (1993) para observar el giro potencial de los museos, mucho más arraigados a las personas, sus entornos y su territorio. Lo concibe como "un instrumento que un poder público y una población conciben y explotan conjuntamente… Es un espejo en el que esa población se mira, para reconocerse en él, donde buscan la explicación del territorio al que están unidos" (CAMEJO MORALES, 2003:13). En paralelo, se ha identificado a los museos comunitarios como "elaborados por grupos subalternos, los que se oponen a la hegemonía de las principales dinámicas culturales, también en la vertiente que tiene esta institución como medio de ayudar al desarrollo de las comunidades" (BURÓN DÍAZ, 2012:179).

59 Mesa redonda sobre la importancia y el desarrollo de los museos en el mundo contemporáneo. Resoluciones. En: Noticiario Mensual Nº 190- 191, año XVI: 5- 7. Museo Nacional de Historia Natural, Santiago, Chile. 233

Ambos modelos comparten la implicación ciudadana en aspectos organizativos, expositivos y en la construcción de procesos de inclusión, democratización, diversidad, sostenibilidad, y formas de legitimarse frente a otros. Gracias a la nueva museología surgió una atmósfera democrática y presente, amparada en la permanente participación de la sociedad y en la ampliación de la noción de patrimonio. En ese sentido, "se identifica al museo más que como lugar -es decir, como una institución o como un espacio físico- como una red de relaciones entre objetos y personas; y como, un agente social y cultural que juega un papel relevante en la configuración de lo social, las mentalidades y la cultura" (MACERIA OCHOA, 2012: 39). En definitiva,

Se trata de un espacio para la transformación de ciudanos, desde donde se negocian las memorias en pugna, un espacio que nos sitúa frente a las relaciones hegemónicas del poder desde la resistencia o subalteridad.A raíz del nuevo paradigma de museos, las funciones contemporáneas del museo amplían el abanico de propósitos a cubrir: la creación de imaginarios compartidos (sean nacionales, étnicos, regionales, de clase, de género, sectoriales, etc.); el diálogo entre sociedades o culturas; el enfrentamiento de la otredad; la formación y consolidación de identidades individuales y colectivas; el desarrollo comunitario; la visibilización de discursos silenciados; contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de las personas o a la mejora de la sociedad; el contacto entre disciplinas científica; la comunicación, deconstrucción y/o construcción del conocimiento; la activación de nuevas interpretaciones y significados sobre la cultura; el acceso a información y su confrontación; el debate y estimulación del pensamiento crítico; así como la formación de conciencia social crítica (MACEIRA OCHOA, 2012: 39). Desde esa concepción se discute el rol de los museos de memoria, más vinculado con los Derechos Humanos, como constructores de una ética ciudadana basada en el "nunca más"; vinculada a la acción ejemplarizante de la memoria propuesta por Zvetzan Todorov (2000).

Los museos-de-memoria60 se caracterizan por representar sobre todo el lado dramático, terrible o conflictivo de la humanidad —como genocidios, represión, discriminación, explotación, pandemias, situaciones de sufrimiento social causadas por desastres ambientales o eventos climatológicos, situaciones cotidianas o extremas de desigualdad o de intolerancia, entre otros—, para generar sensibilización, favorecer la

60 La autora prefiere denominar museos-de-memoria (con guiones seguidos) a los museos vinculados a procesos y demandas de colectivos en torno a la verdad, la justicia, la reparación, la promoción de una cultura de los derechos humanos u otras reivindicaciones afines. Al escribirlos como un solo término desea distinguirlos de otros museos. 234

comprensión de esas situaciones y promover posicionamientos éticos. También pueden representar hitos conmemorativos o hechos relacionados con el triunfo de la democracia o la paz. Buscan crear una memoria ejemplarizante, una idea de comunidad consciente, de comunidad comprometida con el desarrollo justo y democrático de la sociedad, comprometida con los derechos humanos. Pretenden movilizar la cohesión social, la autocrítica y la capacidad reflexiva para favorecer un cambio de actitudes y un compromiso cívico a fin de evitar que se repitan esas situaciones trágicas u otras similares (MACEIRA OCHOA, 2012: 82).

La nueva museología evidenció las formas en que el gran discurso de la nación puede ser contrarrestado y desnaturalizado desde las iniciativas locales. Aunque las iniciativas podrían llegar a replicar a nivel local formas excluyentes y del gran relato de nación. Por ello, el museo comunitario no debe perder su carácter contra-hegemónico, alternativo y de resistencia, para no volverse una réplica local del museo tradicional.

La novedad de los museos comunitarios reside en su gestión, la que realizan nuevos grupos de actores representándose a sí mismos, pero no tanto en el producto resultante. La homogeneización, el esencialismo, la legitimación política, las conmemoraciones simbólicas, la omnipresente adscripción a una incontestable ancestralidad, la mistificación del pasado indígena, la sacralización de la arqueología, la conversión de los objetos en fetiches, todo puede ser reproducido a escala comunitaria (BURÓN DÍAZ, 2012:208). La clave está en no quedarse anclado en el pasado por el pasado, sino vincularlo a problemas afrontados en el presente, denotando el sustrato histórico que subyace en esos problemas y su carácter estructural, que precisa de movimientos telúricos para cambiar sustancialmente las formas de hacer y pensar de los ciudadanos. Un buen ejemplo sería el de los eco-museos que abordan el tema de la biodiversidad, pues deben hacer una fuerte crítica al deterioro ambiental y llamarnos a cambiar nuestras prácticas culturales en relación con el medio ambiente. Los museos de memoria deben estar atentos a nuevas y antiguas formas de exclusión, que posibilitan la construcción de regímenes autoritarios responsables de graves violaciones a derechos humanos; y esa es una de las tareas del MUPI.

6.2 Texto y contexto: las rendijas de un emprendimiento

235

Analizar el contexto cultural de El Salvador ayuda comprender las condiciones y actores que enmarcaron el desarrollo del MUPI, pues

Los marcos sociales recrean el contexto social del recuerdo y se concretan en el tiempo y en el espacio. Es decir, un grupo social recuerda ciertos acontecimientos precisamente por su contexto, las condiciones que lo hicieron propicio, las personas que en él se relacionaron y el espacio en que tuvo lugar (HALBWACHS, 1994:32). En ese sentido, la posguerra es el marco social que permitió abrir camino para la gestión de la memoria del pasado reciente. En primer lugar, se analizan las tradiciones culturales que marcaron el final del siglo XX. En segundo lugar, se repasa la institucionalidad cultural y sus politicas culturales o de memoria implementadas en período de posguerra para encarar el proceso de reconciliación.

6.2.1 Principales tradiciones culturales en El Salvador del siglo XX

Luis Alvarenga (2011), en su Ensayo sobre el Desarrollo de la Cultura en el Siglo XX, enfatiza tres tradiciones culturales que marcan al movimiento artístico y cultural salvadoreño de ese siglo, señalando sus principales actores y propuestas.

La tradición conservadora, basada en raíces del nacionalismo criollo y valores morales; la tradición autoritaria, basada en acciones violentas del ejercicio de poder hacia grupos culturales subalternos y expresiones artísticas que subvirtieran la visión conservadora de la cultura; y, finalmente, la tradición crítica inspirada en los movimientos de resistencia al autoritarismo, incluyendo el movimiento de memoria histórica que confronta el olvido promovido por la cultura dominante (ALVARENGA, 2011:131). Esas tradiciones se intercalan de manera competitiva y contestataria, no exentas de contradicciones, y sobre ellas se recrean corrientes específicas de producción cultural.

Desde el Estado salvadoreño, ha prevalecido una mezcla de tradición conservadora y autoritaria que ha atacado frontalmente a quienes han representado el germen de una cultura con valores diferentes y ha negado a personas, hechos y fechas incómodas en la historia oficial.

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En el siglo XX, el caso clave que marcó el inicio de una serie de graves vulneraciones a los derechos humanos y opresión cultural fue el levantamiento campesino-indígena de 1932. El estado respondió con cruentas matanzas, una política de exterminio indígena, y la negación y resignificación oficial de este hecho –como un momento en el que se salvó al país de la intervención comunista- (ALVARENGA, 2011). El esquema de 1932 se repitió en diversas embestidas contra la cultura, como las ocupaciones militares de la Universidad de El Salvador (1972, 1980 y 1989)61, y los atentados contra la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas62.

En la izquierda también se dieron ataques contra visiones culturales alternativas. El caso más notable fue la tortura y asesinato del escritor y militante crítico Roque Dalton (1975) por parte de sus correligionarios, quienes en nombre de la liberación lo acusaron de traidor y espía de la CIA.

La tradición crítica no se refiere simplemente a que el arte haya acompañado a los movimientos populares, sino que contribuyó a despertar una conciencia en la sociedad salvadoreña. Incluye la reivindicación de la memoria, como una demanda cultural y política que en El Salvador se expresa en la reivindicación indígena, las demandas de los familiares de los desaparecidos políticos en los 80´s y en el surgimiento de iniciativas de la sociedad civil como el MUPI y el Monumento a la Verdad (ALVARENGA, 2011: 129-130). Las tres tradiciones mencionadas confluyen y entran en terreno de disputa en todo el siglo XX, permeando la identidad y formas de generar prácticas culturales en El Salvador. A pesar que la coyuntura histórica de los años 70 se marcó por un fuerte militarismo, en el que la tradición conservadora y autoritaria prevalecieron, la tradición crítica emergió con mucha fuerza generando una serie de expresiones artísticas en resistencia como el grupo Banda del Sol, y el movimiento de artistas comprometidos como la Asociación de Trabajadores del Arte y la Cultura (ASTAC). En medio de la guerra, en los campamentos de la guerrilla, el grupo de música popular los "Torogoces de Morazán" fue clave para

61 Que incluyeron cierres indeterminados, saqueos de sus instalaciones, destierro y muerte de alumnos y catedráticos (el rector Rafael Menjívar Larín secuestrado y torturado en 1972, el rector Félix Ulloa fue asesinado en 1979). 62 Que incluyeron difamación pública, bombas, cateos militares, el asesinato de un estudiante y detención de otros en 1980. Además del asesinato de dos trabajadoras y seis maestros sacerdotes jesuitas incluyendo al rector Ignacio Ellacuría en 1989. 237

generar conciencia política a través de sus corridos y música de cuerdas. Finalizado el conflicto armado, el movimiento crítico de cultura se vinculó a los emprendedores de memoria que confrontaron la tradición conservadora, enfocada en la cultura vernácula y de tradiciones sin cuestionar elementos como el racismo, y la invisibilización de indígenas y mujeres en el ámbito cultural.

En conclusión, "en términos culturales durante el siglo XX se nos muestra una sociedad salvadoreña con relaciones violentas y autoritarias, tanto las que se dan a través del poder estatal como las que se dan en las relaciones cotidianas entre las personas" (ALVARENGA, 2011:133).

6.2.2. Institucionalidad cultural del siglo XX y reajustes de posguerra

Examinar el devenir de la institucionalidad cultural en El Salvador y las principales apuestas del estado permite vislumbrar los contenidos ideológicos subyacentes, las formas de toma de decisión y actuación por parte de los actores involucrados, y los reacomodos de posguerra donde entraría el MUPI a llenar un vacío crítico.

La primera gran apuesta de institucionalidad cultural oficial es el Museo Nacional, fundado en 1883 bajo el mandato del Presidente de la República, el liberal Rafael Zaldívar, quien estipuló que “considerando que es necesario crear un Museo de los productos naturales e industriales del país; que tal instituto está llamado a fomentar los intereses económicos e industriales de la República; y que este centro es reclamado por el estado de cultura del pueblo salvadoreño, se ordenará establecer en la Capital de la República un museo de productos minerales, botánicos, zoológicos y manufacturados, con una sección de antigüedades, historia y bellas artes”63. Su fundador y primer director fue el Doctor David J. Guzmán, médico y naturalista que por sus méritos profesionales desempeñó cargos políticos y de administración pública (HERNÁNDEZ RIVAS, 2009:34). El enfoque del museo estaba claramente vinculado a intereses económicos, por ello fue estratégico participar de las ferias internacionales, que servían de vitrinas al mundo para ofertar productos y atraer inversión.

63 Ver el artículo El Museo Nacional “David J. Guzmán’. Revista La Cofradía, publicación de la Administración de patrimonio Cultural. Ministerio de Educación. San Salvador, El Salvador. 1 de enero de 1977. (En MOLINA TAMACAS, 2009). 238

Consecuentemente, para David J. Guzmán era imperante contar con un inventario nacional de las riquezas y curiosidades vegetales y minerales, así que el museo fue una institución dedicada a este fin clasificatorio y comercial. "Su discurso era referido hacia afuera, para atraer inversionistas extranjeros; y la élite económica tomaba este discurso y la participación en las ferias internacionales como incentivos para sus exportaciones" (HERNANDEZ RIVAS, 2009:37). El museo deambuló por varias sedes y después de 62 años de su fundación fue rebautizado como Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán (MUNA). Aún carecía de un enfoque etnológico; por el contrario, estaba enmarcado en un afán científico generalista, “progresista” y comercial. "En los años 70, las autoridades gubernamentales crearon una sede apropiada y seleccionaron a personas con formación antropológica para que desarrollaran un enfoque orientado hacia el conocimiento de la identidad nacional" (MOLINA TAMACAS, 2009:34). Para esa época se realizaban ya las primeras excavaciones arqueológicas con rigor científico, de la mano de arqueólogos extranjeros. La colección de las piezas arqueológicas fue atesorada y expuesta en el MUNA por corto tiempo. En 1986, un devastador terremoto derrumbó varias edificaciones de la capital, incluyendo al MUNA que fue inmediatamente cerrado hasta el 2002, cuando abrió en un nuevo local. Contemporáneamente se da el boom de museos públicos, privados y generados por iniciativas ciudadanas; como el Museo de Arte Contemporáneo (MARTE)64, el Museo de Arte Popular, el Museo Militar, el Museo Tecleño, otros ejemplos locales y el MUPI (MOLINA TAMACAS, 2009).

La segunda apuesta estatal es la entidad rectora de cultura. En su libro Análisis de las políticas culturales del Estado salvadoreño entre 1900-2012, el historiador Knut Walter (2012) afirma que para comprender el aparato cultural previo al conflicto armado, se necesita hacer referencia al período de 1967-1972. Entonces, el escritor, politólogo y diplomático Walter Béneke estuvo a cargo del recién creado Viceministerio de Cultura, Juventud y Deportes; y desarrolló importantes programas que buscaban la intervención cultural en los territorios.

64 Es un museo privado, arquitectónicamente potente, inaugurado en el 2003, y que "a partir de su impresionante colección, hace que de facto se convierta en un museo nacional de arte" (DE LUGAN, 2012:176). 239

Destacan la creación de la Red de Bibliotecas Públicas, que se convertiría en la Red de Casas de Cultura diseminadas por el país; la reforma educativa que incluía educación a distancia y televisión educativa; el Centro Nacional de Artes (CENAR) y el Bachillerato en Artes, que formaron importantes cuadros aún muy prominentes en la escena cultural.

Esta labor se vió trastocada por la represión y el conflicto armado, pero, sobre todo, porque en 1985, bajo el gobierno del Ing. José Napoleón Duarte se crea el Ministerio de Cultura y Comunicaciones. Ahí se integran instancias como la Administración de Telecomunicaciones (ANTEL), el Instituto Salvadoreño de Turismo (ISTU) y el Instituto Nacional de los Deportes (INDES); y se establecen dos viceministerios, el de comunicaciones y de cultura, bajo los cuales se reubicaron dependencias de otros ministerios (WALTER, 2014). El ministro Julio Adolfo Rey Prendes fue un controvertido político por su implicación en corrupción y vinculación con los militares; además, La miscelánea de instancias que estuvieron operando bajo ese ministerio evidenciaban el caracter de control y vigilancia ejercido desde el Estado, en detrimento de la actividad cultural.

Tras la firma de los Acuerdos de Paz se disolvió el Ministerio de Cultura y Comunicaciones. Para responder desde el ámbito cultural a la construcción de acciones que reconocieran la diversidad, los derechos y la tolerancia -vitales en un período de posguerra- surge el Consejo Nacional de Cultura y el Arte (CONCULTURA), adscrito al Ministerio de Educación (MINED). Su primera memoria de labores aclara que la institución se creó para "contribuir a la consolidación del esfuerzo conjunto entre la sociedad civil y el gobierno para el fortalecimiento de nuestra identidad cultural" (CONCULTURA, 1994). Se redefinió la estructura de funcionamiento bajo sus direcciones nacionales. Esa vinculación entre educación y cultura fue importante, pues desde el MINED el estado se comprometió a refundar la identidad nacional a través de programas de educación para la paz.

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El MINED apoyado por la UNESCO implementó el "Programa Valores"65, que según la antropóloga Robin De Lugan (2012) estaba fundamentado en valores universales legados de proyectos internacionales; pero estaban alejados de la comprensión de la historia reciente del país por parte de la generación de posguerra. La autora centra su análisis en las iniciativas de construcción de la “identidad cultural” y la “identidad nacional”, incluidas en el currículo central del sistema educativo de El Salvador. Se trató de imponer valores morales, sin vincularlos a la guerra o la contemporánea transición. Sin embargo, en 1994, el MINED cambia la currícula y edita los dos tomos de Historia Nacional -conocidos como el libro azul y rojo (MINISTERIO DE EDUCACION, 1993), donde se abre una rendija estratégica para abordar la historia reciente. Se abordan los movimientos sociales y los períodos dictatoriales del siglo XX, tales como la insurrección indígena de 1932, las cruentas masacres y represión sucesivas, el movimiento sufragista de mujeres, los regímenes militares y el surgimiento del movimiento popular en los años 70s, antesala dela guerra. También se incluyen el proceso de paz y el primer período de elecciones democráticas. Esta rendija permitió que el MUPI tradujera contenidos clave a exposiciones itinerantes, como luego explicaré.

Simultáneamente, hubo un renacer y una efervescencia del ambiente cultural con propuestas en artes escénicas, artes plásticas, literatura, danza y arquitectura. Se conformó un grupo emergente de artistas, entre ellos, Milton Doño, Leandro Sánchez Arauz, Verónica Vides y Silvia Elena Regalado; además, otros retornaron del exilio, como Antonio Bonilla, Lorena Cuerno Clavel, René Lovo, Roberto Salomón, Baltazar López, Dinora Cañénguez, Rafael Menjívar Ochoa y Mario Martí. Ante la carencia de espacios culturales, se abrieron espacios alternativos como galerías privadas, salas de teatro alternativas y espacios innovadores abiertos a la creación, como “La Luna Casa y Arte”, lugar de encuentro de la bohemia artística e intelectual.

65 Este programa constituyó el primer intento de la UNESCO en ayudar a El Salvador a reconstruir tanto la sociedad civil como la identidad nacional en el período inmediato de la posguerra. Un proyecto piloto denominado “Programa Cultura de Paz” se promovió simultáneamente en El Salvador, Ruanda y Mozambique –naciones que estaban emergiendo de intensos conflictos civiles y de violencia. El proyecto pretendía inspirar “la creación de otros proyectos de desarrollo humano en tiempos de conflicto” a través del énfasis en las “súper metas” (Lacayo Pararon, et al., 1996: 15). Al combinar el manejo de conflictos, la transformación social y el desarrollo humano, la meta era alcanzar una “conciencia de cultura de paz” más elevada. 241

Durante el período previo a las elecciones del 2009, el partido FMLN realizó una serie de consultas a gremios, entre ellos los artistas e intelectuales; ellos albergaron la esperanza de que CONCULTURA llegaría a convertirse en un Ministerio, elevando la cultura a una dimensión importante del Estado-nación. En vez de ello, cuando el FMLN llegó al poder, CONCULTURA se transformó en Secretaría de Cultura de la Presidencia. En los primeros cinco años del gobierno de izquierda hubo tres cambios abruptos de dirección, el Secretario de cultura fue removido, directamente por orden presidencial; esto generó muchas críticas y desconfianza del gremio, evidenciando la peligrosa relación de la dependencia directa de la Presidencia de la República. En cuanto a trabajo sobre la memoria histórica, se toman iniciativas bastante dispersas y no planificadas. Por ejemplo, se abre la dimensión de patrimonio al incluir declaratorias de sitios donde sucedieron violaciones a los derechos humanos de la población civil. En el año 2012 se declara “Bien Cultural Patrimonial” al lugar de conmemoración del Mozote (Morazán) y al sitio de Las Aradas (Chalatenango), bajo el Decreto 204, que además incluye el Programa de Reparación a las Victimas de Graves Violaciones a los Derechos Humanos Ocurridos en el Contexto del Conflicto Armado Interno (PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA DE EL SALVADOR, 2013). Sin embargo, se sigue careciendo de una ley de cultura y una política cultural formalmente definida; pero, especialmente, existe una ausencia total de una política de memoria.

En conclusión, el panorama cultural ha mejorado pero sigue siendo frágil, y los emprendedores que reivindican la memoria siguen luchando por obtener reconocimiento oficial y garantías laborales, y por aprovechar aún escasas y a veces transitorias rendijas de luz para desarrollar sus propuestas. Esta conclusión permite enmarcar en su justa dimensión los desafíos que significó arrancar el emprendimiento del MUPI durante la alborada de la posguerra.

6.3 Del caos de la desmemoria al museo sin paredes

Es imposible comprender el origen del MUPI sin conocer a la Radio Venceremos, que durante la guerra civil fue una fuente alternativa y clandestina de información al contrarrestar la versión gubernamental. Por ejemplo, fue el primer medio en reportar mundialmente la masacre de El Mozote –que el 242

gobierno negó- pero también reportó partes militares en territorios de combates, nombres de civiles desaparecidos y masacrados, y comunicados político-militares con análisis de coyuntura. Desde las montañas de Morazán, el periodista Carlos Henríquez Consalvi -fundador y voz de Radio Venceremos, conocido como Santiago- decidió resguardar manuscritos, fotos, videos y audios sobre ese período tan importante de la historia de El Salvador. Desde los micrófonos, pedía a los combatientes escribir sus memorias de guerra y resguardarlas. Con el mismo objetivo, el Sistema Radio Venceremos enviaba regularmente al comité de 66 comunicaciones en Managua material sonoro o audiovisual registrado desde los campamentos de la guerrilla, y que se resguardaban a través de los comités de solidaridad en varios países.

Finalizado el conflicto armado, la clase política de la derecha tradicional y la nueva izquierda civil guardaron un largo silencio hasta encontrar la forma de canalización de la recuperación del pasado mediante las memorias de sus líderes históricos tales como Roberto D´Aubuisson (GALEAS, 2013) y el ex-comandante guerrillero Salvador Sánchez Cerén (SANCHEZ CEREN, 2008) por ejemplo. La mayoría de estas publicaciones tuvieron un tinte heroico o exculpatorio y, a la postre, personalista, obviando los deberes históricos de la búsqueda de la verdad y la reparación de las injusticias, y abandonando el camino de la reconciliación nacional. Al contrario, abundaron las confrontaciones entre las versiones de la izquierda y la derecha, abonando al caos de la desmemoria:

"Los actores políticos se desentendieron del tema de la memoria; pasó inadvertido tanto por el ejército, como por la izquierda, y las fuerzas de la derecha. La memoria quedó sumida en una especie de derrota moral relegando a acontecimientos como la masacre de El Mozote o la del Sumpul; igual fue el olvido que significó para la derecha la figura de Monseñor Romero. Y, sorprendentemente para la ciudadanía, la izquierda de la lucha armada ahora transformada en movimiento democratizador, así como el movimiento social que consolidó la guerrilla, que eran los que más interés, teóricamente, debían demostrar tras todas las luchas sociales habidas desde el 32, se quedaron callados. Pasarían décadas hasta que se formara una comisión de memoria histórica en el Frente" (Entrevista a Carlos Henríquez Consalvi ‘Santiago’, julio 2015).

66 Revista El Salvador y periódico Venceremos publicado en España y México por las oficinas de solidaridad en esos países, bajo el sello editorial del Sistema Radio Venceremos. 243

Ante ello, los actores civiles buscaron conservar la memoria histórica y comunicarla. Por ejemplo, en Morazán se inició la creación del Museo de la Revolución, usando pertrechos de guerra que personal Naciones Unidas y excombatientes recuperaron, desactivaron y volvieron piezas de museo. Rondaba 1994 cuando las radios comunitarias surgieron, principalmente en comunidades repobladas como Radio Segundo Montes (Morazán), Radio Sumpul (Chalatenango) y Radio Izcanal (Bajo Lempa).

Mientras tanto, en San Salvador, me uní a un pequeño grupo que a partir de 1992 -impulsado por Santiago- decidió reconvertir Radio Venceremos en una radio civil, consiguiendo una frecuencia radial otorgada legalmente y dejando de transmitir clandestinamente como lo hizo en los años de guerra. El proyecto no dejó de ser comunicativo según Santiago (2015), pues la idea era seguir comunicando desde otras trincheras en tiempos de paz. Vimos la necesidad de conformar un centro de documentación–sin saber que sería el germen del MUPI-, pues creíamos que era preciso resguardar las fuentes documentales que sirvieran como evidencia para casos develados en el Informe de la Comisión de la Verdad y acompañar –a pesar de Ley de Amnistía- otras demandas de justicia por parte de la población civil y organizaciones de derechos humanos. Ordenamos los materiales del Sistema Radio Venceremos y observamos su valor como fuente de información para la investigación del "régimen de verdad" o, al menos, para validar "otras verdades". Fue un proceso muy arduo; carecíamos de apoyo económico y logístico de sectores importantes, pues había fuertes intereses en mantener el olvido y la impunidad, o simplemente dejar atrás esa dura página de la historia:

"No había mucha condición para la memoria, porque todo mundo estaba en otra cosa, en la reinserción de la guerra civil. Pero bueno, igual y seguimos trabajando en la clandestinidad, desde el lugar donde inicialmente guardamos el archivo de la radio, a las primeras formas de relacionarnos con el gobierno para que maestros y alumnos nos visitaran" (Entrevista a Carlos Henríquez Consalvi ‘Santiago’, julio 2015). Empezamos sistematizando el material radiofónico y escrito de Radio Venceremos, y localizando otros archivos, así que a esa fase la llamamos "Primero la palabra”. A través de contactos con oficinas de solidaridad

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internacional y viajes semi-clandestinos, repatriamos archivos audiovisuales sumamente comprometedores y delicados desde Nicaragua, Cuba, Costa Rica, México, España y Francia. A ellos, se sumaron archivos personales de fotógrafos corresponsales de guerra como Susan Meiselas, Steve Cagan y Giovanni Palazzo entre otros. En 1995, ONUSAL cerró sus oficinas pues el país debía seguir, por sí mismo, el proceso de reconciliación. Entonces obtuvimos sus valiosos archivos ONUSAL y los de ACNUR para integrarlos en nuestro acervo documental, ponerlos a disposición de investigadores y utilizarlos para la verificación de procesos jurídicos seguidos por organizaciones de derechos humanos ante tribunales internacionales. Este acto de confianza de organizaciones internacionales irradió seguridad hacia la institución a otras organizaciones, intelectuales locales e internacionales y, lo que sería especialmente inesperado pero valioso, a la ciudadanía. Paulatinamente, nuestro archivo fue ganando legitimidad al ser usado por un grupo emergente de investigadores extranjeros interesados en la guerra y la negociación de paz. Entre ellos están Ellen Moodie, Jeff Gould, Eric Ching, Paul Almeida, Lotti Silba, Molly Todd, Robin De Lugan, Leigh Binford, Ralph Sprenkels, Patricia Alvarenga, y Aldo Lauria Santiago. Algunos de ellos empezaban la aventura de sus tesis doctorales, hoy son quienes convocan las mesas temáticas y organizan los congresos sobre estudios salvadoreñistas LASA (Latin American Studies Association), Congreso Centroamericano de Historia y Congreso Centroamericano de Estudios Culturales. También nutrieron nuestro acervo donando sus investigaciones y fuentes documentales consultadas.

Seguimos con la recolección de “la palabra y la imagen”, por ello lanzamos por las radios comunitarias la campaña "Contra el caos de la desmemoria". En un momento en que las palabras reconstrucción y reconciliación resonaban con fuerza, las retomamos desde el ámbito cultural. La participación ciudadana se vio activada con aquel llamado y, literalmente, nos indicó el camino. Empezamos a percibir que era necesario buscar referentes más allá del período violento, con espacios de encuentro y diálogo entre la ciudadanía. Flotaba un deseo de conocer El Salvador, sus pueblos y sus personajes, tras haber sido un país fragmentado y vedado por la guerra. Era preciso descubrir otros intersticios

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donde se revelara el pasado y la historia cultural era un buen escenario para lograrlo. Sin duda, los primeros años de posguerra fueron un momento singular e intenso, y fue inusitada la confianza de diferentes individuos y agentes sociales en nuestro incipiente proyecto. El llamado era para todos, sin distinción, por ello tuvimos donaciones inclusive de ex-militares como el general Adolfo Blandón, quien se desempeñó como Jefe del Estado Mayor Conjunto de la Fuerza Armada. Durante tres años nos lanzamos por todo el país a escuchar e investigar las historias detrás de los objetos.

Las respuestas a nuestro llamado dieron un giro al proyecto inicial, con un claro mensaje sobre qué tipo de ejercicio de memoria querían los ciudadanos hacer, en un país que tras el terremoto de 1986 carecía de un Museo de Historia pues el Estado no veía ese vacío como una necesidad apremiante. Ante esa circunstancia nuestro proyecto cobró fuerza. La idea de alternativo no era precisa frente a un discurso alterno del museo nacional oficial, pues este no existió a inicios de la posguerra. El MUPI llenó el vacío ante la ausencia de la institucionalidad del museo nacional en un periodo tan crucial de reconstrucción y reconfiguración identitaria.

Desde 1996, además de recibir donaciones y material prestado sobre la guerra civil, recibimos archivos personales de intelectuales y artistas como la escritora Claudia Lars, la militante feminista Prudencia Ayala, y los escritores Roque Dalton y Salarrué -cuya colección fue cedida por la Fundación Salarrué en 2002-, así como materiales de la cultura popular, especialmente de músicos, mascareros o danzantes, como los Historiantes de San Antonio Abad. Fue tal avalancha que nos planteamos realizar una exposición sobre la historia cultural y social del país que permitiera generar un sentido de arraigo, identidad y crítica social, claves para la etapa de reconciliación. Más aún, a partir de aquel momento definimos la identidad del proyecto: seríamos un museo sin paredes, itinerante, iríamos hasta donde estaba la gente para mostrar aquella riqueza cultural de país reconstruida por la ciudadanía. En resumen, la línea de trabajo del MUPI vino determinada, ante el silencio incómodo, por la propia sociedad civil que lo hizo crecer y definir su identidad con sus aportaciones; es decir, el emprendimiento fue intuitivo, creativo y propositivo. 246

Nuestra primera exposición se denominó "La Huella de la Memoria" (1996) y el primer montaje se realizó en el recién inaugurado centro cultural “Intercambios Culturales”. Nos acompañaron algunos aficionados a la historia, coleccionistas, artistas, pero principalmente los ciudadanos que prestaron o donaron material e hicieron posible aquella exposición, en un espacio que se volvió un lugar de encuentro entre políticos, artistas y ciudadanos. Abarcamos desde las primeras palabras grabadas en piedra del arte rupestre y realizada por culturas prehispánicas, pasando por las palabras de los literatos, hasta llegar a las palabras que estamparon la firma de los Acuerdos de Paz. La idea era abarcar la historia cultural del país de manera crítica e inclusiva: el arte popular se entremezclaba con los consagrados referentes de la literatura nacional, como Claudia Lars, Alberto Masferrer o Salarrué; y éstos eran presentados, por primera vez, junto a los "escritores malditos" o tachados de comunistas, como Roque Dalton o Miguel Mármol. Preferimos mostrar a las figuras consagradas de la literatura nacional desde un plano más humano y horizontal, bajándolas del pedestal en que la educación nacional los había ubicado, e integrándolos con las nuevas voces de la literatura de posguerra, como Horacio Castellanos Moya, Rafael Menjívar Ochoa y Silvia Elena Regalado. Luego de esa primera exposición, la itinerancia fue nuestra brújula. Cambiamos el uso del espacio público al tomarnos calles, plazas, ferias y parques; donde todos estos personajes interactuaban con los ciudadanos. La exposición viajó durante los dos años que fuimos consolidando y engrosando nuestro acervo con el aumento de donaciones y préstamos.

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Imagen 39: Exposición “La huella de la memoria”, Feria Internacional de El Salvador, 1997

La territorialidad forjada por la itinerancia. Foto cortesía del MUPI.

La población nos empezó a llamar "museo". Es decir, esta experiencia desmontó la idea rígida del museo como espacio sacralizado y académico, pues exhibir sin paredes invitaba a interactuar con el público y a forjar una renovada idea mucho más cercana a un proyecto ciudadano. Entonces carecíamos de referentes museísticos internacionales, orgánicamente nos movimos e inspiramos por la sinergia generada con la población.

De la primera exposición nuestro proyecto tomaría nuevos caminos sin perder el rumbo, abordando temáticas variadas pero siempre con carácter crítico para contribuir a la construcción inclusiva de nación. Fue tanta la información que nos pedían incluir en aquella exposición que decidimos, a partir del material recopilado, montar exposiciones sobre temas marginados de la historia oficial, tales como la Masacre Indígena de 1932, los literatos y sus aportes a la conformación de la idea de nación o el papel de la mujer en la lucha por los derechos civiles. La gestión de la memoria implicó una reflexión sobre la identidad como un ejercicio de “reconstrucción-reparación”.

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En 1994, se hace una reforma educativa que modificó la malla curricular, abriéndose a temas de la historia reciente aunque no de manera profunda. El MINED no contaba con recursos informativos para asumir la tarea de discutirlos y diseminarlos. Aprovechamos estas circunstancias para ingresar por la puerta trasera al sistema educativo ofreciendo exposiciones a través de la red nacional de Casas de Cultura y centros educativos, con los que empezábamos a tener relaciones de manera informal, no legitimada oficialmente.

Nuestras exposiciones itinerantes incluían instalaciones artísticas, vitrinas y paredes móviles. Parecía que nos movíamos como un circo rodante con todos aquellos materiales por los 14 departamentos del país y casi todos los 262 municipios. Y después llegamos hasta comunidades de salvadoreños migrantes en Estados Unidos, Canadá y México.

Imagen 40: Exposición “La huella de la memoria”, Feria Internacional de El Salvador, 1997

Romper el recorrido usual de un centro comercial, una plaza o en este caso una feria ha sido una forma de reterritorialidad del espacio público. Foto cortesía MUPI

Muy pronto empezamos a responder coyunturalmente a procesos sociales y abarcarlos desde su contenido histórico cultural para denunciar cómo las formas de exclusión limitan los derechos humanos. Por ejemplo, a raíz de los terremotos devastadores del 2001 y su pésima gestión gubernamental, montamos la exposición "Kabrakan, la furia de los dioses" (2001) para repasar históricamente eventos usuales en El Salvador -como terremotos, huracanes y derrumbes-, que por la desidia de gobiernos se convertían en verdaderos 249

desastres, con graves afectaciones sociales. Esta experiencia generó una pedagogía sobre la gestión de riesgo centrada en el ser humano. También montamos una exposición sobre Prudencia Ayala (2007), primera mujer que se lanzó como candidata presidencial (1929) cuando el sufragio femenino no era un derecho. Renovamos esta exposición en el marco de las recientes elecciones presidenciales (2014), evidenciando la inequidad en cargos públicos ocupados por mujeres.

Imagen 41: Exposición “Prudencia Ayala, La Hija de la Centella”, Museo de la Palabra y la Imagen, 2013

Foto cortesía del Museo de la Palabra y la Imagen.

En suma, planteamos reflexionar sobre lo que aún falta por reconstruir como nación a través de estas exposiciones y otras como:

• El Ojo de Gió, 2015

• Mujer, la Desnudez de mi Lenguaje, 2014

• La Historia de Chiyo, 2014

• Romero, Voz y Mirada, 2014

• Ana Frank, Nuestras Voces, 2013

• Carta del Norte, 2012

• De la Guerra a la Paz, 2013

• ¡Monseñor Vive!, 2013

• Los Mundos de Salarrué, 2013

• Patria Peregrina de Pedro Geoffroy Rivas, 2010

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• La Gracia de Dar las Gracias, 2010

• Salarrué en Nueva York, 2010

• El Legado de Salarrué, 2009

• Trémula Tierra: una historia para prevenir, 2006

• Memoria de Los Izalcos, 2006

• Roque Dalton, tormenta tocando la raíz de los volcanes, 2005

• 1932, cicatriz de la memoria, 2001

• El Mozote nunca más, 2000

• Tres Mujeres: Claudia Lars, Prudencia Ayala y María de Baratta, 1999

• Roque Dalton, La Palabra del Volcán, 1998.

En paralelo, empezamos a preparar documentales, publicaciones y juegos didácticos, y desarrollamos foros, foto-foros y talleres. Es decir, configuramos el área de pedagogía de la memoria, punto estratégico de nuestro museo junto al archivo histórico y la capacidad itinerante.

A partir de 1999, el MUPI alquiló una casa para resguardar la creciente donación de materiales y documentos, consolidándose como archivo público. La colección de testimonios escritos, sonoros y visuales encontró nuevos usos para investigadores y medios de comunicación; se ordenaron y clasificaron las donaciones de los fotógrafos nacionales e internacionales, las cadenas de noticias y las agencias humanitarias para servir como dispositivos de memoria en los procesos de reparación moral de la población civil, ya fueran víctimas o familiares de desplazados, desaparecidos, torturados y asesinados. En concreto, las fotografías han sido útiles como un elemento tranquilizador para recordar a seres queridos o historia comunitaria en campamentos refugiados.

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Imagen 42: Exposición “Memoria de los Izalcos”, Museo de la Palabra y la Imagen, 2006

La inclusión de grupos étnicos desde la concepción misma de la exposición es una forma de trabajo desde las subalternidades. Foto cortesía MUPI.

El MUPI se ha unido a redes de organizaciones de la sociedad civil para realizar actividades sobre la memoria y reparación moral. Quizá la más significativa fue la creación del ya analizado “Monumento a la Verdad y la Memoria”. La agencia cultural del MUPI, al lograr proponer un proyecto innovador y conciliatorio que ha tendido puentes de diálogo -sin perder su capacidad de denuncia- le ha conferido reconocimiento y legitimidad de parte de la ciudadanía, el estado y entidades extranjeras. Por ello representa al país en espacios internacionales sobre memoria, como el comité Memoria del Mundo de la UNESCO y la Red Internacional de los Sitios de Conciencia.

En este largo caminar, entendimos a la memoria como un espacio de las luchas, donde la ciudadanía tiene la responsabilidad de participar desde la creación de espacios de diálogo, y donde el museo es un escenario más. El MUPI, acorde a su concepción de movilidad, no pretende fijar una versión sobre el pasado, sino seguir incorporando otras narrativas desde el enfoque de derechos. La itinerancia permite la integración de la ciudadanía en diversos niveles, desde el público visitante en alguna plaza o calle, hasta el ciudadano que 252

brinda su testimonio, objetos donados o en préstamo, o la red de centros escolares y casas de cultura que demandan las exposiciones, así como los investigadores que hacen uso de los archivos. Los niveles de participación son variados y aún faltan muchos lugares que recorrer.

A pesar de todo el trabajo, falta escalar con mayor fuerza el potencial del MUPI ante la institucionalidad cultural o educativa del país, de momento el apoyo gubernamental ha sido marginal. Desde el 2010 cuenta con un convenio con el Ministerio de Educación y atiende semanalmente a 800 jóvenes, bien en el local del MUPI ubicado en San Salvador, o a través de la movilización semanal de al menos dos exposiciones a diferentes escuelas o casas de cultural. Además de la visita de público general, cuyo perfil es variado como revela el libro de registro de visitas. En este, la mayoría resalta la labor en forma de agradecimiento, mencionando que de no ser por esa institución no se conocería de la historia reciente del país.

6.4 Reflexiones a tres bandas: "Un museo, varias voces, muchos lugares"

Esta parte aborda los tres elementos que articulan la agencia del emprendimiento del Museo de la Palabra y la Imagen. El apartado (6.4.1.) "un museo" ubica la modalidad de institucionalidad museológica en la que podemos encajar la labor del Museo de la Palabra y la Imagen, con fuerte énfasis en derechos humanos. El segundo apartado (6.4.2.) analiza la forma de integrar “varias voces", revisa cómo se trabaja con personajes desde las subalternidades y la micro historia, asimismo, desarrolla la forma en que el MUPI integra varias voces que permiten observar su rol incluyente. Finalmente, el apartado (6.4.3.) "muchos lugares" define la forma en que la característica de itinerancia le ha permitido concebir formas de territorialidad a partir de la vinculación entre ciudadanía y territorios visitados, generando nuevos públicos y descentralizando la producción cultural.

6.4.1 "Un Museo": implicaciones desde la nueva museología.

La nueva museología cambió la relación del museo con la población y el territorio, como muestran el eco-museo y los museos comunitarios. Sin embargo, no es sino con la llegada de los museos de memoria donde se abre la dimensión 253

ética del museo en la prevalencia de los derechos humanos. Acá se enmarca la concepción de MUPI, incluyendo su identidad inicial de centro de documentación o archivo histórico, para luego volverse polifacético e integral. Claramente el MUPI irrumpió en el ámbito salvadoreño quebrando con el modelo tradicional de museo, y se debate entre varias identidades a la luz de la nueva museología. Guarda aspectos que le pueden identificar simultáneamente como: a) museo comunitario, b) museo-de-memoria, c) un eco-museo, d) un museo integral, y e) un centro de documentación o un archivo histórico. A continuación desarrollaremos estos aspectos:

a) Posee características de un museo comunitario tanto por la participación activa de la ciudadanía, como por la dimensión de la comunidad imaginada inherentemente ilimitada y soberana (ANDERSON, 1993). Esa comunidad imaginada es la de posguerra, cuando muchos ciudadanos se implicaron viviendo los cambios de la institucionalidad negociada en los Acuerdos de Paz. El MUPI, a raíz de acoger la participación activa de la ciudadanía que donó y prestó materiales, logró fortalecer el actuar conjunto como comunidad imaginada de posguerra.

Habitualmente los museos comunitarios, se entienden como, aquellos museos elaborados por grupos subalternos, los que se oponen a la hegemonía de las principales dinámicas culturales, también en la vertiente que tiene esta institución como medio de ayudar al desarrollo de las comunidades (BURÓN DÍAZ, 2012:179). En ese sentido, el MUPI ha contribuido a la generación de un régimen de verdad y crítica constante ante la exclusión de grupos principalmente étnicos, y las demandas de las víctimas civiles afectadas por el conflicto armado, acompañando sus conmemoraciones. También ha retomado otras iniciativas que son características de los museos comunitarios, tales como la recopilación de historias orales y material de archivo para los casos de la historia reciente que llegan a ser judicializados.

b) Fundamentalmente el MUPI es un museo-de-memoria, tal como lo concibe Maceira Ochoa (2012). Los museos-de-memoria pretenden movilizar la cohesión social, la autocrítica y la capacidad reflexiva, favorecer un cambio de actitudes y un compromiso cívico a fin de evitar que se repitan situaciones 254

trágicas u otras similares. Evocar no solo la historia reciente del país sino una relectura general a la historia cultural, sitúa a la cultura como un espacio desde donde repensar los derechos humanos. Las temáticas que aborda el MUPI llevan a la reflexión crítica y ética de la valoración de los derechos humanos y se basa en aspectos de la historia traumática, pero también excluyente y discriminativa, para generar conciencia de ello. Ejemplos son las exposiciones o publicaciones sobre la Masacre de El Mozote y la Masacre Indígena de 1932. Todas estas iniciativas ponen en el centro a los derechos humanos y a la memoria como ejes ejemplarizantes y éticos. Por ejemplo, montamos la exposición "Ana Frank, Voces Nuestras" (2013) en tiempos en los que la juventud está siendo estigmatizada como principal ejecutora de violencia a través de las pandillas, sin dimensionar las causas de exclusión subyacentes. Esta fue una colaboración con la Fundación Ana Frank de Holanda, en la que mostramos los paralelos de vida frente a las guerras que vivieron la adolescente Ana y un niño campesino salvadoreño. Ese punto de empatía y humanidad compartida puso al centro los derechos humanos, esta vez, para denunciar los efectos de las guerras civiles en la niñez y la necesidad de adolescentes y jóvenes de ser defensores de derechos humanos. La exposición se acompañó con talleres que permitieron conformar la Red Regional de Defensores Juveniles de Derechos Humanos, un grupo activo vinculado al MUPI, y que es el principal dinamizador de un sitio web llamado "la Plaza" donde los jóvenes denuncian los casos de estigmatización y violencia, como una muestra de la realidad centroamericana con altos índices de violencia social.

c) El MUPI contiene elementos propios de un eco-museo, en tanto mantiene exposiciones itinerantes y guarda una modalidad de "museo sin paredes" con la comunidades que visita en sus territorios. Así integra a personajes y sucesos de realidades locales, interviene los espacios públicos, y da nueva vida a espacios limitados a usos administrativos, académicos y comerciales como escuelas, universidades, centros comerciales y ferias. De igual forma, la visita a más de 200 municipios (de 262 municipios en El Salvador) ha generado una red de emprendedores usualmente autodidactas que resguardan el material histórico de su localidad. El museo los ha asesorado sobre cómo

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vincularse con autoridades locales u otras instancias, para incidir en la conservación y difusión de sus patrimonios locales.

d) Contiene también elementos constitutivos de un museo integral, pues parte del pasado para generar una conciencia crítica sobre problemas contemporáneos abordados holísticamente. “A través de esta conciencia puede contribuir a llevar a la acción a dichas comunidades, proyectando su actividad en el ámbito histórico que debe rematar en la problemática actual. Es decir, anuda el pasado con el presente" (MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL, 1972). Un ejemplo es la exposición "Carta desde El norte", que incorporó a un grupo multidisciplinar de artistas, periodistas, antropólogos, historiadores, expertos de organismos de Naciones Unidas, entre otros. En aquel momento las altas cifras de migración estaban afectando principalmente a jóvenes, muchos de los cuales buscando el "sueño americano" encontraban la muerte en el camino.

e) El corazón del museo es su acervo documental, formado por la acción colectiva de las personas que donaron y convirtieron la idea inicial del centro de documentación en un archivo histórico. Estos se vuelven objetos de diálogo en las exposiciones, aparte de servir a investigadores. Con los audiovisuales se han realizados foto-foros y video-foros como jornadas simultáneas a las exposiciones. También han servido de insumo para la producción de documentales como 1932, Cicatriz de la Memoria (1998) ó, La Palabra en el Bosque (2014), y para mostrar los materiales audiovisuales producidos durante el conflicto armado, acompañándolos de mensajes de reflexión sobre la guerra civil.

Imagen 43: Centro de restauración digital del Museo de la Palabra y la Imagen

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El Archivo Histórico del MUPI un componente identitario del crisol de formas que comporta la gestión cultural de esta institución. Foto cortesía MUPI.

El carácter multifacético del MUPI es resaltado por la antropóloga Carmen Molina Tamacas en su tesis de grado La función cultural de los museos de San Salvador (2009):

Un caso sui géneris de El Salvador, y en particular de Centroamérica, es el del Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI)... La flexibilidad con la que el museo ha enfrentado los retos de diversas investigaciones para convertirlas en exposiciones itinerantes, le permite a Henríquez Consalvi destacar que, a su juicio, el museo es como un juego de armar: “El museo es un lego, la sociedad lo va moldeando (MOLINA TAMACAS, 2009:35). Por otra parte, el marco social de posguerra tiene una influencia importante en el cómo y qué recordar de los salvadoreños, que co-definen la identidad del MUPI. Eso demuestra que "La cultura como hábitos, normas, y prácticas sólo existe como un proceso participativo" (SZURMUK & MCKEE, 2009:203).

El museo surge bajo un enfoque subalterno que, desnaturaliza y confronta la forma de presentación de la memoria colectiva, deslegitima la "autoridad historiográfica" sobre la construcción del relato histórico que guía la museografía tradicional. Como se presta a la construcción colaborativa, abraza una apropiación subalterna de la historia

Ciertas visiones subrayan el hecho de que las comunidades conciben sus museos como medio de expresar su memoria colectiva y así lograr «una apropiación subalterna de la historia por parte de quienes la hacen, de los actores principales de la historia generando historia de las colectividades subalternas que recuperan a través del museo su memoria colectiva». No se trata ya de que los historiadores se ayuden de las fuentes orales para dar voz a las clases populares, como hizo la historia más social, sino de expresar la memoria en un museo; que los principales actores circunscritos a un territorio y a una cultura elaboren sus propios discursos más allá de las anquilosadas historiografías académicas. Es decir, la dominación histórica con la que se acaba aquí es la museística y la historiográfica, cuya hegemonía provendría de confrontar —y por tanto, en cierta manera, eliminar— toda memoria en beneficio de un discurso historiográfico articulado, basado en la probidad (BURÓN DÍAZ, 2012:186).

La probidad y legitimidad con el apoyo de la ciudadania no le resta rigurosidad en la construcción del guión museografico, se cuenta con el apoyo de

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historiadores y antropólogos para la revisión de los materiales a exponer. Pero fundamentalmente, el guión museografico integra la parte experiencial de la construcción misma de la exposición, haciendo referencia a la forma en que los materiales llegan al MUPI. Por ejemplo, además de exponer la vida del personaje del que se recibe la colección, se incluye en el texto explicativo (cédulas museográficas) la forma en que este material llegó y la historia de las personas que lo resguardaron y lo donaron. De esta forma, se generó un vínculo con la labor ciudadana de resguardo del patrimonio.

Desde el siglo XIX, los museos nacionales siguen construyendo el gran relato del Estado-nación pues cuentan con la autoridad de propuesta de la "oficialidad" gracias a su gran aparataje. No obstante, el caracter público de los museos implica que, tanto los privados como nacionales, abonan a la construcción de la idea de nación. Robin Maria de Lugan, en su artículo Museos, Memoria Social y la Nación Justa (2012), argumenta que "para tener una nación justa e incluyente, tarde o temprano, todos los Estados y las sociedades tienen que lidiar con los episodios oscuros del pasado de la nación" (DE LUGAN, 2012:172). Añade que en El Salvador de posguerra se crearon oportunidades para presentar, debatir e incluso refutar las ideas acerca del pasado de la nación, del presente y del futuro imaginado. Ella analiza el abordaje del tema étnico como símbolo de la identidad nacional, y del pasado reciente referido a las secuelas de la guerra, comparando el MUNA, el MARTE, y el MUPI. Concluye que el MUNA utiliza objetos arqueológicos para hacer referencia a una presencia casi mitológica y no actual de la población indígena. El MARTE "incluye el tema indígena a través de la exposición de algunas ilustraciones que idealizan y romantizan los paisajes pastorales de la vida indígena. Sin embargo, aumenta la atención pública a la violencia y represión pasada del Estado" (DE LUGAN, 2012:179). El MUPI "realiza una conexión fundamental entre la marginación de los pueblos indígenas como símbolo de las desigualdades de la sociedad en general" (DE LUGAN, 2012:179). Sobre el abordaje del pasado traumático, observa del MUNA un inexistente debate al respecto.

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Imagen 44: La Exposición “Memoria de los Izalcos”, con la que el MUPI contribuyó a reactivar formas tradicionales de elaboración de artesanías y uso de tintes naturales y el consejo de comunidades indígenas

La incorporación de voces subalternas incluyen fundamentalmente a grupos excluidos como pueblos indígenas, con ellos se trabaja no sólo su representación en las exposiciones sino también se acompaña sus iniciativas de reivindicación, incluyendo, las iniciativas económicas como forma de gestión cultural. (Foto cortesía del MUPI).

Como reflexión final De Lugan se centra en las acciones de los tres museos para "celebrar la nación", o transcender esa función para ser más criticos e incluyentes.

Los museos no gubernanmentales (MUPI y MARTE) desafían de alguna manera el silencio del pasado traumatico por parte del museo nacional. Sus exposiciones invitan a la sociedad a no sólo celebrar la nación, sino también a recordar su pasado oscuro. Estas reflexiones son mas honestas sobre la nación y en la narración de su historia se pueden abordar la exclusiones histórica y actuales (DE LUGAN, 2012:179). Desde la tradición crítica (ALVARENGE 2011), el MUPI contribuye al despertar de la conciencia en la sociedad salvadoreña y la reivindicación de demandas de grupos subalternos; y la subalternidad se vuelve una de sus marcas identitarias más fuertes. Retomo la definición de Gyan Prakash de la subalternidad como "una abstracción usada para identificar lo intratable que emerge dentro de un sistema dominante X, y que significa aquello de lo que el discurso dominante no puede apropiarse completamente, una otredad que resiste 259

ser contenida" (PRAKASH en SZURMUK, MÓNICA & MCKEE, ROBERT, 2009:256). En esa línea, el MUPI se vuelve una forma de "otredad" que resiste ser contenida por la visión homogenizante del olvido propugnada por el Estado.

6.4.2 "Varias voces": desde la subalternidad a través de la oralidad

Desde su primera exposición, el MUPI ha incluido variadas voces que se entretejen para conformar una versión más incluyente de la historia. Según el periodista y literato Roger Lindo (2015) en un reportaje extenso denominado El Museo de las Rebeldías

de todos los proyectos culturales sin fines de lucro levantados en El Salvador en la posguerra, el Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI) es uno de las más creíbles, relevantes y tenaces…Aunque la institución nació como archivo de las luchas sociales después de la guerra, no se ha aferrado a solo un hilo, clave o temática. A primera vista es un museo que alberga y hace de todo. En realidad, y quizá sin proponérselo, el MUPI es el museo de las rebeliones. La mayoría de sus muestras e investigaciones ponen de relieve la incorregible indocilidad que recorre la historia salvadoreña. A veces soterrada, atenuada, pero otras en forma de estallidos. Aunque algunos de esos hombres y mujeres que desfilan en las galerías del MUPI fueron revolucionarios –como Mármol, Dalton, o los combatientes guerrilleros–, el museo rescató y puso en el primer plano a otros incorregibles fascinantes que nunca se propusieron tomar las armas o buscar el poder, como Prudencia Ayala, Amparo Casamalhuapa, Alberto Masferrer, y el mismo Romero, el hombre más importante del siglo XX salvadoreño. Como genuinos rebeldes, le plantaron cara al autoritarismo, cuestionaron las opresiones del patriarcado y reclamaron educación, condiciones de vida decentes para los salvadoreños, oportunidades y respeto a las mujeres, cese a la represión (LINDO, 2015; en línea)67. La rebeldía viene de los personajes y las temáticas abordadas por el MUPI y la subalternidad68, que se entiende como la inclusión de esos "otros" actores sociales que habían sido tradicionalmente excluidos de la historia oficial. Mneesha Gellman, en su artículo Teaching silence in the schoolroom: whither national history in Sierra Leone and El Salvador (2015), compara las formas de ocultamiento de las historias subalternas por parte de los gobiernos de turno.

67 http://www.contrapunto.com.sv/reportajes/el-museo-de-las-rebeldias).

68 A finales del siglo XX, “el término subalterno fue puesto en escena por el grupo de subalternistas de la India y su grupo de “Subaltern Studies”. Pero la genealogía del término se traza a Antonio Gramsci, el primero que lo utilizó en un sentido teórico para referirse a la relación entre hegemonía (gobierno por consenso) y dominancia (gobierno por la fuerza” (SZURMUK, MÓNICA; MCKEE, ROBERT, 2009:256). 260

Señala que el reciente convenio MINED-MUPI genera un programa de visitas permanentes de escolares y exposiciones itinerantes a centros escolares fuera de los centros urbanos. Ello ha permitido crear una forma de resistencia "desde adentro" al sistema formal, sin por ello dejar de incluir personajes silenciados, por ser considerados grupos minoritarios o por tener una visión "incómoda" al statu quo. Mneesha resalta el entramado de voces que ocupan el espacio del museo:

Museum contents includes exhibits on the life of Monseñor Romero before he became Archbishop of San Salvador, the writings of Salvador ‘Salarrué’ Efraín Salazar Arrué, the first Salvadoran author to address the 1932 massacre of indigenous and working class people, and women who were active in social struggles during the civil war. MUPI has also installed an exhibit on migration that discusses the motivations for heading north, the danger in doing so and the rights migrants have in the process. The exhibit links the discussion of migration to issues faced by those who stay behind, and is a powerful connection between historical topics, like the exhibit about a Salvadoran boy who joined the insurgency during the war, and contemporary factors that drive Salvadorans to take risks to potentially improve their lives... Although the exhibits at MUPI often present subaltern histories that challenge previous government whitewashing of the past, since the FMLN came to power in 2009 there has been new space to contemplate how a civil society organization like MUPI could insert itself into the mainstream (GELLMAN, 2015:2). Es decir, que la subalternidad está en constante diálogo de formas de resistir, por eso se buscan estrategias para participar desde "adentro" y desnaturalizar las formas hegemónicas de construcción de la versión oficial. El reto está en seguir en constante movimiento de resistencia.

La forma de integrar diversas voces ha sido a través de la historia oral y la microhistoria, que por fin abren la posibilidad de penetrar en el mundo de los grupos subalternos y conocer su visión (LA CAPRA, 2004). Desde su inicio, el MUPI valoró el testimonio como forma de entretejer subjetividades, para mostrar el sustrato de verdad en voces que tradicionalmente hubieran pasado desapercibidas. La historia oral ha quedado evidenciada desde su primer Luciérnagas en El Mozote (AMAYA, DANNER, & HENRIQUEZ CONSALVI, 1996). Este rescata la experiencia de Rufina Amaya, la única sobreviviente de dicha masacre, junto al relato de los periodistas Mark Danner y Carlos Henríquez Consalvi, los primeros dar la noticia en medios diferentes. Su testimonio, contrastado con la investigación periodística y de archivo, obligan a la revisión de 261

la historia contemporánea vinculada a la demanda de derechos y enmarcada en un proceso de justicia transicional. También utilizarían esta mezcla de recursos las producciones audiovisuales 1932, Cicatriz de la Memoria (1998) y La Palabra en el Bosque (2014).

Otra forma de inclusión de la subalternidad incorpora la voz de diversos personajes en el recorrido de las exposiciones. Usualmente, el MUPI evidencia su identidad citándolos por su nombre en algún texto narrativo o retomando su palabras para que guíen el recorrido. Las "cédulas" museográficas o textos explicativos recurren a este ejercicio dialógico, acercando al visitante.

Imagen 45: Exposición “Los mundos de Salarrué”

Este proyecto contrapone diversos grafismos y el lenguaje culto y el vernáculo reflejados por el escritor y pintor Salvador Salazar Arrué en su miríada de protagonistas de origen popular a lo largo de su trayectoria, en cuentos, novelas, artículos periodísticos, correspondencia y pinturas. Fue otra manera de incorporar la subalternidad. Foto cortesía del Museo de la Palabra y la Imagen.

También se abordan las subalternidades mostrando a personajes y sucesos que se convirtieron en íconos, para denunciar situaciones de exclusión y marginación. Un ejemplo es la exposición 1932 y Memoria de los Izalcos, donde el tema índigena pone en la palestra pública las reinvindicaciones indígenas y denuncia de las formas de racismo y discriminación que subyacen en el imaginario social.

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Imagen 46: Instalación artística de Milton Doño "Arqueología de la memoria 1+9+3+2 =30,000", que acompañó la exposición Memoria de los Izalcos (2006)

Las intervenciones artísticas son una forma de transgresión del espacio museográfico, por tanto se vuelven una forma de territorialidad "desde adentro" (Foto cortesía MUPI)

El marco de intervención del museo nos sitúa en un espacio de representar lo irrepresentable, pues no se trata de mostrar simplemente contenidos de un caudal de producción cultural. Es demostrar cómo los procesos sociales de sometimiento de derechos humanos básicos nos hacen "perder" el grado de humanidad. Nos referimos a acciones ejemplarizantes que desmontan las estructuras de la violencia y sus diversas formas de expresarse y ensañarse principalmente sobre grupos marginalizados. El reto está en qué mostrar y cómo mostrarlo para que cumpla la función de ejemplaridad. La línea de trabajo sobre subalternidades evidencia la situación histórica de marginación, discriminación y de acciones de violencia en contra indígenas, población civil en situación de guerra y derechos de mujeres; y luego discute los derechos humanos violentados, generando identificación y empatía con los personajes.

6.4.3 "Muchos lugares": la itinerancia como forma de territorialidad

Recorrer el país ha sido una forma de generar territorialidad a partir de la intervención en espacios públicos y la creación de marcas territoriales

263

Que son por su propia naturaleza, locales y localizadas. Están en un espacio delimitado y específico. Sin embargo, sus sentidos son de distinta escala y alcance, tanto en lo que hace a los emprendedores que lo proponen y luchan como para los “otros” –otros coetáneos o de generaciones y tiempos posteriores–. Lo que comienza siendo algo muy local, que afecta e involucra a grupos específicos en espacios comunales, cobra sentido para otros muy lejanos, a través de complejos procesos de identificación y de reconocimiento (JELIN & LANGLAND, 2003:5).

Las exposiciones en los espacios abiertos de todo el país devuelven públicamente a los ciudadanos -constructores del museo- sus objetos, ahora incluidos en un relato cronológico expositivo de la historia cultural del país.

Imagen 47: Cartografía de la itinerancia de las exposiciones del MUPI al año 2015

Foto cortesía del Museo de la Palabra y la Imagen.

El uso de espacio público no sólo pasa por el mero acto de intervención, sino por el hecho de generar un diálogo abierto con la ciudadanía. Es decir, se recrea constantemente la esfera pública, que es:

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un espacio de discusión y deliberación colectiva, que está abierta a la participación voluntaria de cualquier persona. Al regirse por normas de inclusión, deliberación y publicidad, este concepto se entrelaza con naturalidad con diversos ideales de la modernidad. A la esfera pública se le concibe, entonces, como el espacio donde los ciudadanos discuten temas de interés colectivo, y donde se definen e implementan los cursos de la acción política que habrá de seguir la comunidad en su conjunto (SZURMUK, MÓNICA&MCKEE, ROBERT, 2009:97). La titularidad y legitimidad de la identidad de museo fue otorgada por la misma ciudadanía, que se convierte en público activo al ser confrontado por alguna exposición del museo en espacios públicos, bien un parque, una feria o un centro escolar. En ese sentido el museo irrumpe en el espacio en busca de las audiencias y genera una transgresión en el territorio al quebrar la dinámica del uso común de esos espacios.

Imagen 48: Panorámica de las instalaciones del Museo de la Palabra y La Imagen.

Los Espacios del MUPI son también transgredidos por los mismos visitantes que llegan a modificar el recorrido mismo del MUPI incluyendo nuevos objetos durante el período de exposición. El espacio museográfico se vuelve un campo de inclusión. (Foto cortesía del MUPI).

La resignificación del sentido de espacio público como espacio de exploración cultural ha implicado una gran capacidad de adaptación. La amplitud de lugares visitados permite explorar la territorialidad desde una nueva forma, donde la red de actores locales receptores fue clave para permitir el desplazamiento del museo y cuidar las exposiciones (de uno a dos meses). Se vivencia un proceso de territorialidad y desterritorialidad al salir de los espacios que transitoriamente habitamos, retando a la ciudadanía a pensar nuevos usos desde el ámbito cultural.

También los espacios cerrados ocupados para local de exposición fueron transgredidos, con instalaciones artísticas que rompían con la lógica usual del recorrido de museo. Un caso muy particular fue la exposición Roque Dalton, La 265

Palabra del Volcán (1999), que contó con varias intervenciones artísticas de Milton Doño y su colectivo Vajotierra. Una de ellas era una máquina de escribir de la que salía un lienzo con un poema de Roque Dalton, que se metía por todos los recovecos del espacio museográfico. Sin embargo, la instalación de mayor impacto fue la recreación de un túnel, que emulaba un viaje a los sótanos de las cárceles clandestinas donde el Estado y los paramilitares torturaban y desaparecían a supuestos subversivos, aún sin pruebas. Al entrar al túnel, unos pequeños focos alumbraban unas fichas policiales con el nombre y fotos tamaño pasaporte de personas "buscadas por presuntos comunistas". Estas fichas fueron donadas por una persona que las encontró entre la basura de una de las aduanas del país, e incluían a profesores de universidad, profesionales, intelectuales y escritores como el mismo Dalton. Algunos de ellos fueron convocados a la inauguración para confrontar ese pasado, y la mayoría desconocía su condición de "presunto comunista". Para recrear el ambiente de cárcel clandestina, utilizamos una sustancia que evocaba el olor rancio de humedad, provocando repulsión. Al fondo del pasillo tras unos barrotes, en una vieja cama, yacía un rostro de cerámica junto a un lienzo con un corazón iluminado con pequeña luz, indicando la presencia simbólica del preso político.

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Imagen 49: Ficha policial de la Colección Literatos, usada en la exposición Roque Dalton, La Palabra del Volcán (1999)

La instalación artística recreaba una galería de "presuntos comunistas" usando nombres y fotos verídicos rescatados de una aduana; y fue una revelación para algunas de las personas ahí incluidas, que ignoraban haber sido objeto de vigilancia por parte del estado y los paramilitares (Foto cortesía del MUPI).

También la dinámica de la transgresión provenía del público. Por ejemplo, en esa misma exposición, otra instalación recreaba un poema sobre el encarcelamiento del poeta. Se introdujo un pequeño pájaro vivo en un cilindro en forma de cárcel, rodeado con alambre de púas, acompañado del poema. Inadvertidamente, el ave fue liberada por un visitante que dejó una nota: "libero al poeta, libero la palabra". Así el museo se permitió ser transgredido en su espacio y territorio.

Otra instalación de impacto fue la realizada por la artista Claudia Bernardi durante la exposición El Mozote, Nunca Más (2006). En una habitación oscura se pusieron vestidos de niños y niñas, cubiertos de parafina y suspendidos de un hilo transparente, sobre los que se reflejaban fotografías de nuestros archivos. 267

Voces y risas infantiles rompían el silencio. Luego, como susurros, de un audio provenían los más de 400 nombres de niños víctimas de la masacre, repetidos como mantra.

Imagen 50: Instalación artística “Murmullos” de la argentina Claudia Bernardi, en Masacre el Mozote (2006)

Las instalaciones artísticas rompen la linealidad del recorrido, llevan al visitante a otra atmosfera, a un "crono paisaje" donde el tiempo y lugar se transforman producto de la incorporación del elemento sensorial. En este caso es la evocación casi fantasmal de más de 400 niños masacrados (Foto cortesía del MUPI).

La territorialidad marcada por un país con escasos espacios culturales, incluyendo el cierre de su museo nacional, se dinamiza a partir de "la ausencia". La ausencia de un lugar permanente de exposición, la ausencia de un museo nacional con el cual dialogar la memoria oficial, la ausencia de una clase política interesada por el tema de memoria, la ausencia de políticas de memoria. Esta condición dinamizó "la presencia" en los territorios. Permitió consolidar una comunidad memoria con la red de iniciativas de lugares de memoria en diversos puntos del país y generar una memoria en constante movimiento. En la mayoría de lugares visitados se ha dejado un nicho de idea para fundar o acompañar un emprendimiento local de memoria.

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El MUPI, reconocido y legitimado por la ciudadanía y el Estado, ha llegado a la diáspora salvadora, principalmente en Estados Unidos, compartiendo referentes identitarios más allá de la imagen nostálgica del país de “postal", para que sea crítica desde el territorio en el que habitan. Es un "museo de la memoria en movimiento" de tres maneras, por su itinerancia que ha llevado la producción cultural donde el Estado no ha logrado intervenir; por movilizar el pensamiento crítico en la ciudadanía de posguerra; y por integrase como un actor más en el campo de luchas por las memorias y contribuir a la movilización social hacia las deudas del pasado desde lo cultural, ampliando el modelo de gestión cultural.

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VII. CONCLUSIONES

Este capítulo se estructura en tres partes. En la primera parte, se presentan los argumentos que contribuyen a sustentar la hipótesis germinal de la tesis, por un lado, por medio de las respuestas a ciertas preguntas claves planteadas en la Introducción y, por otro, basándome en los hallazgos de los tres estudios de caso en mi trabajo de campo. En la segunda parte, se presentan las reflexiones finales a la luz del contexto o marco social de posguerra. Y finalizo con los resultados de esta tesis como propuesta de diálogo con otras realidades como el caso español.

7.1 Hallazgos a la luz de la hipótesis

La hipótesis inicial de mi tesis plantea que “en El Salvador de posguerra, las iniciativas ciudadanas generan prácticas culturales ante la ausencia del Estado”. Para aproximarme a mi objeto de estudio inicié la investigación con varias preguntas claves: 1) ¿Cuál fue el rol del Estado en la creación de políticas de memoria tras el conflicto armado?; 2) ¿Qué papel juega la sociedad civil en los trabajos de memoria en el período de posguerra?; 3) ¿Qué papel juega el vínculo con el territorio en la creación de lugares de memoria?; 4) ¿Se puede hablar de un nuevo mapa de prácticas culturales vinculadas a la gestión de memoria en El Salvador?

Estas se han ido respondiendo a lo largo de mis capítulos de tesis, en los que desarrollo, asimismo, mis tres estudios de caso sobre los emprendimientos que han generado prácticas culturales basadas en la gestión de memoria: a) La experiencia de las comunidades repobladas con su vivencia de éxodo y refugio, b) El Monumento a la Memoria y la Verdad, y c) El Museo de la Palabra y la Imagen.

Atendiendo a mis preguntas generadoras organizo las conclusiones finales incluyo reflexiones de elementos compartidos, otros divergentes o complementarios que comportan cada estudio de caso.

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1) ¿Cuál fue el rol del Estado sobre la creación de políticas de memoria tras el conflicto armado?

En el caso de El Salvador la política de memoria, que de manera tácita se desarrolló tras el fin del conflicto armado, se sustentó en la Ley de Amnistía que surge luego que la Comisión de la Verdad publicará su revelador Informe en 1993, en el que se evidencian las violaciones a los derechos humanos contra civiles, señalando a sus responsables, y determinando posibles mecanismos de reparación.

El período de transición era el momento propicio para que el Estado asumiera una política de memoria, que garantizara la no repetición de los hechos de violencia. En su lugar, se institucionalizó el olvido. La clase política, representada en la Asamblea Legislativa, desvirtuó los resultados del Informe de la Comisión de la Verdad; y los firmantes de los Acuerdos de Paz, no realizaron acciones contundentes para legitimar dicho Informe. Esta situación provocó que la sociedad civil se apropiara de la responsabilidad en torno al régimen de verdad.

La Ley de Amnistía truncó la aspiración de procesos de verdad, justicia y reparación. Por su parte, el Estado negó haber ejercido la violencia que desató una variada muestra de agravios: desplazados, refugiados, desaparecidos, torturados y civiles masacrados. Incluso, durante los primeros años de posguerra, se continuó obstaculizando a los procesos legales que se resolvían en tribunales internacionales. El Estado no atendió la recomendación de la Comisión de la Verdad en lo referido a erigir un monumento que significara una reparación simbólica hacia las victimas civiles de violaciones a los derechos humanos. Tampoco los actores políticos asumieron esta recomendación.

El Estado estuvo ausente en la construcción de un proceso sostenido de cultura de paz, y en el acompañamiento a la ciudadanía, en la búsqueda de referentes identitarios. Aunque la reforma educativa de 1994 incluyó una incorporación en la currícula de temas relacionados con la historia reciente, se trataba de referencias sucintas, y carecía de recursos didácticos con enfoque de pedagogía de la memoria o de cultura de paz. Con el arribo al poder del primer gobierno de izquierda en 2009, se han percibido ciertos avances, aunque aún de 271

manera dispersa, a través de programas con una temporalidad limitada, y no en forma de política pública, que asuma compromisos desde una agenda de país.

En síntesis, el Estado ha desempeñado un rol deficitario, ha sido un obstáculo para la recuperación de la memoria, pese a lo cual los grupos subalternos de manera contestataria han actuado respondiendo a las "ausencias", a "la inoperancia" y a los "silencios" oficiales con sus emprendimientos de memoria a nivel local y nacional.

2) ¿Qué papel juega la sociedad civil en los trabajos de memoria en el período de posguerra?

La posguerra fue una etapa de deshielo compleja, insegura y contradictoria. En ese escenario, y frente a un Estado cómplice de la impunidad, emergen nuevos actores sociales provenientes principalmente de realidades locales. Realidades que guardan una riqueza de procesos de conformación comunitaria, legados de "memorias fuertes", de pasados traumáticos que han sufrido acelerados procesos de territorialidad. Por medio de sus prácticas se han generado lugares de memoria en el que se fundamentan sus ritos fundacionales.

En esta época, los grupos organizados en torno a los derechos humanos adquieren relevancia y toman entre sus manos interesantes trabajos de memoria, confrontando así la institucionalización del olvido. La ciudadanía de manera inusitada, participó activamente en iniciativas colaborativas para resguardar, no sólo la memoria del pasado traumático, sino también su historia cultural.

Los tres casos analizados responden de manera complementaria a las formas en que la ciudadanía ha participado en procesos de gestión de memoria. Bien desde espacios locales, o bien desde su condición de familiares de víctimas y organizaciones de derechos humanos, o desde espacios más amplios de ciudadanía interesada en procesos colaborativos de rescate, no solo de la historia reciente sino de la historia cultural del país.

En los primeros años de posguerra hubo una fuerte implicación ciudadana basada en la confianza y la necesidad de reconstrucción del tejido social y en la gestión de la memoria social y cultural del país, como se demuestra el caso del Museo de la Palabra y la Imagen. Además, la sociedad civil ha jugado un rol 272

vigilante y demandante del régimen de verdad, desde la impronta de la justicia, como es el caso de los sobrevivientes y familiares de víctimas de la violencia, que se han unido con las organizaciones de derechos humanos. Ambas han acompañado sus demandas ante la inoperancia del Estado para apoyar en los procesos de exhumación, en la creación de lugares de memoria a nivel local.

Los actores sociales organizados han tenido un papel protagónico en la recuperación de la memoria debido a la imperiosa necesidad de dejar evidencia pública de las graves violaciones a los derechos humanos, por ello acompañaron el proceso de creación del Monumento a la Memoria y la Verdad.

Los emprendimientos de memoria se han desarrollado en espacios de conflicto y negociación, en un contexto donde las memorias alternativas han logrado acumular fuerzas para desnaturalizar y contrarrestar la política del olvido, por medio de nuevas prácticas culturales, logrando avances sustantivos en términos de aprobación de programas o leyes que van confrontando con mayor fuerza a la Ley de Amnistía.

El Museo de la Palabra y la Imagen es una muestra de emprendimiento, que da respuesta a la necesidad de fortalecer procesos identitarios. Esta institución ha logrando captar toda una sinergia de iniciativas ciudadanas que al inicio de la posguerra demandaban conocer, no sólo su historia reciente, sino también su historia cultural. El Museo pasó a ser un espacio clave para encontrar elementos que brindaran rumbos en aquella compleja época de transición. El MUPI, además, asume responsabilidades educativas en torno a pedagogías de la memoria, y un abordaje de la historia social y cultural del país, desde un enfoque de las clases subalternas, representados en exposiciones, talleres, publicaciones y audiovisuales, construidos con los archivos documentales preservados para el acceso del público.

3) ¿Qué papel juega el vínculo con el territorio, en la creación de lugares de memoria?

La categoría lugar de memoria, comprende la forma simbólica de transformación de un espacio en un lugar a partir de prácticas culturales. Los tres modelos de emprendimientos analizados tienen como parte constitutiva la 273

generación de diversos vínculos de territorialidad, que resignifican los espacios habitados. La desterritorialidad servirá para explicar los procesos de desapego, temporal o definitivo de un territorio debido a la carga emocional producto de la violencia. La reterritorialidad significa la conquista creativa de nuevos territorios. En el caso de las comunidades repobladas, se refiere a la conquista del territorio de refugio y repoblación; para el caso del Monumento a la Memoria y la Verdad, el haber ganado un espacio en el corazón de la ciudad capital para erigir el monumento; y, en el caso del MUPI, se refiere a las formas innovadoras de transformar espacios públicos en espacios de exposición itinerante.

Las comunidades que experimentaron las etapas de éxodo, refugio y repoblación, afrontaron acelerados procesos de territorialización, desterritorialización y reterritorialización. La vivencia de estas etapas generó resiliencias basadas en el fomento de una comunidad de memoria que guarda en común, una ausencia o pérdida de un familiar, y la sobrevivencia como marca de vida. En otras palabras, esas etapas actualmente configuran su identidad local, dan sustento a un "nosotros" que conforma su identidad comunitaria fundamentada en la gestión de la memoria sobre los territorios.

El Monumento a la Verdad y la Memoria, ha logrado generar un punto de convergencia donde se han consignado treinta mil nombres de víctimas, e identificado los territorios donde se ejerció el terror de Estado. El proceso de territorialidad significó transgredir el espacio urbano, para ubicar en la capital salvadoreña un monumento que evidencia la dimensión de las graves violaciones a los derechos humanos. Esto permite también ubicar "otros lugares de la memoria". Por tanto, el monumento se convierte en un lugar de enunciación de una parte importante de la geografía del terror durante el conflicto armado.

El MUPI logra su legitimidad a partir del tratamiento ético de los temas, la inclusión de voces subalternas, un fuerte arraigo en la ciudadanía y la práctica de itinerancia bajo el modelo de "museo sin paredes". Así la territorialidad se genera a partir del vínculo creado por la dinámica de intervención en espacios públicos con exposiciones, dejando huellas territoriales. La resignificación del sentido de espacio público como espacio de exploración cultural, sobre el que se ha

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desarrollado el emprendimiento del museo, ha significado una gran capacidad de adaptación. Trasladar exposiciones y romper con la dinámica tradicional del espacio público significó nuevas formas de "tomas" creativas de calles, plazas, parques y ferias, ante la inexistencia de espacios culturales. Es decir, ha generado una transgresión en el territorio. A partir de sus prácticas, se puede considerar al MUPI como un "museo de la memoria en movimiento”.

Los tres casos de emprendimientos trabajan el "topos" como concepto que nos remite a la idea de un espacio imaginado, "u-tópico", desde el que se enmarca el deseo de transformación del espacio en un lugar de memoria, para materializar en sus emprendimientos el anhelo de un país del "nunca más".

Los tres casos se basan en una dimensión territorial de resignificación de espacios para dar paso a la conformación de lugares de memoria, generando formas alternativas y de resistencia, por medio de creativas formas y redes de actores que conforman una comunidad de memoria. La comunidad se basa en la ética de transmisión de contenidos de un pasado traumático, un pasado que puede ser reelaborado y transmitido bajo el enfoque de respeto a los derechos humanos.

4) ¿Se puede hablar de un nuevo mapa de prácticas culturales vinculadas a la gestión de memoria en El Salvador?

Sostengo que en El Salvador de posguerra las iniciativas ciudadanas de gestión de memoria generaron nuevas prácticas culturales, motivando la apropiación y legitimación de lugares vinculados a la violencia política, para convertirlos en lugares de memoria que generan una nueva cartografía cultural.

La gestión de la memoria nos ubica en un plano donde los actores sociales generan líneas sobre "qué recordar", "cómo recordar", y "porqué recordar". Todo ello configura el campo de lo memorable desde el plano de la acción ciudadana, elevando la memoria al repertorio de los deberes de la sociedad. En los casos de gestión de la memoria estudiados, emerge la praxis y no sólo el pathos, como dirá más tarde Paul Ricoeur (2004) al hablar del “Deber de memoria”.

Los emprendedores de memoria, principalmente provenientes de comunidades repobladas y sociedad civil organizada, en torno a derechos 275

humanos, han impulsado emprendimientos que mediante prácticas rituales y conmemorativas han convertido espacios en lugares de memoria. Han conformado un grupo de agentes sociales o "comunidad de memoria", que comparten un pasado de conflicto, pero revalorado en el presente desde una acción de demanda de justicia, esto convierte al emprendimiento un modelo de "memoria ejemplarizante".

Las comunidades repobladas basan sus prácticas culturales en forma de conmemoraciones, rituales y peregrinajes, las cuales se materializan en museos y memoriales. La multiplicidad de sentidos que los diversos actores otorgan a los espacios físicos en función de sus memorias va acompañando procesos sociales y políticos que son los que otorgan los sentidos a esos espacios. Se han generado elementos intangibles: un entramado de prácticas culturales locales que además de sus festividades patronales o conmemoraciones nacionales ha integrado nuevas festividades vinculadas a lugares de memoria. Esta situación ha propiciado una organización social a nivel local que pone de manifiesto la implicación cultural del ejercicio ciudadano de participación activa, convirtiéndolo susceptible a un análisis del discurso de las formas de apropiación hasta las formas simbólicas de representación. Las celebraciones in situ en los lugares de masacres incluyen rituales y peregrinajes a su lugar de memoria.

Los emprendedores convierten el campo de lo memorable en un espacio con una riqueza simbólica que se debate entre lo sacro y lo profano; a partir de complejos actos performativos que descolocan el "tiempo y espacio" en el que los participantes de un acto de conmemoración, se transforman en parte activa de una escenificación del pasado en el presente, a través de actos denominados "teatrillos". Este acto performativo abre temporalmente el campo vivencial del trauma incorporando a "otros" (especialmente a los jóvenes de la comunidad), generando un "nos-otros" testimonial y vivencial con perspectiva de futuro, como estrategia de transmisión e incorporación inter-generacional del suceso traumático. Sus prácticas culturales de conmemoración en los lugares de memoria fundamentan su historia fundacional como comunidades repobladas.

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Las prácticas culturales en torno al Monumento a la Memoria y la Verdad, incluyen el peregrinar de las comunidades y familiares de víctimas desaparecidas, asesinadas y masacradas para rendir homenaje en un solo lugar, como "comunidad de memoria" que comparten "la pérdida", pero ahora también "un lugar donde procesar el luto". Por ello, de manera espontánea, cada 2 de noviembre, día de los muertos, ese espacio se convierte en un lugar de prácticas culturales de remembranza.

El Museo de la Palabra y la Imagen rompe con el paradigma del museo tradicional, fundamentado en el modelo de Museo Nacional poseedor de la gran narrativa del Estado Nación de finales del siglo XIX, para integrar todo su potencial bajo el modelo de la nueva museología comportando en su gestión cultural formas tanto de un "eco-museo", "un museo de memoria", "un museo comunitario", "un museo integral", y "un archivo histórico". El MUPI surge bajo un enfoque subalterno, que desnaturaliza y confronta la forma de presentación de la memoria colectiva, deslegitima la "autoridad historiográfica" sobre la construcción del relato histórico que guía la museografía tradicional, prestándose a la construcción colaborativa. Se trata de "una apropiación subalterna de la historia" que incluye a los personajes y los sucesos tradicionalmente excluidos por la historia oficial. Su principal aporte a la cultura ha sido el innovador modelo de gestión basado en la cultura colaborativa marcada por la ciudadanía activa, partícipe de los procesos de recuperación de documentos en cada intervención. Estas características le ubican en la "tradición crítica" que propusiera Luis Alvarenga (2011), al analizar las principales corrientes de culturales de El Salvador del siglo XX.

Sostengo que los tres tipos de emprendimientos generaron prácticas culturales que conformaron comunidades de memoria basadas en la lucha permanente de la memoria, en primer lugar, para definir el sentido de lo sucedido, de qué y cómo recordamos la violencia pasada; y, en segundo lugar, para ser reconocidos como sujetos dignos de respeto y justicia.

Finalmente, resalto a modo de conclusión, la importancia de la metodología de cartografía participativa en los estudios sobre la memoria,

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especialmente los que se enfocan en la marcación y territorialidad de lugares de memoria. Dicha herramienta permite generar formas de representación del sentido de apropiación del territorio. Dota al cartógrafo social la posibilidad de descolocar la mirada dominante de la geografía tradicional. La cartografía participativa es la que ha permitido, en el marco de esta tesis, sustentar la hipótesis sobre cómo las prácticas culturales de gestión de memoria han generado una nueva cartografía cultural de posguerra.

7.2 Reflexión final: La posguerra el marco social para la gestión de memoria

En El Salvador, tras afrontar doce años de una guerra civil (1980-1992), se abre a un nuevo período de profundos cambios sociales y culturales que crean un nuevo escenario: "la posguerra", donde nuevos actores sociales han configurado los discursos y las acciones que colocan las bases para la construcción de un Estado democrático. En este escenario, la Sociedad Civil juega un papel importante en torno a los procesos de gestión de la memoria social, que no sólo tiene que ver con el período del conflicto armado, sino también, con prácticas culturales que evidencian la necesaria búsqueda de elementos identitarios que contribuyan a la reconfiguración de la sociedad salvadoreña.

En los albores del siglo XXI asistimos a un nuevo proceso de relaciones sociales y políticas en torno a la deuda con la justicia y los derechos humanos contraída durante el pasado conflicto armado. Las conmemoraciones y los lugares de memoria acompañan las luchas por el esclarecimiento de los crímenes cometidos contra la población civil y han conformado un movimiento por la verdad y la memoria.

Estos relatos del pasado en el presente se enmarcan, a su vez, en lo que Maurice Halbwachs llama “los marcos sociales” (1954), que son las referencias que como sociedad se elaboran para evocar un recuerdo69. El marco social de posguerra en El Salvador permitió que varios actores ejercieran diferentes prácticas de memoria, generando los discursos y las acciones de reivindicación

69 De esta forma, disponemos de momentos que permiten ese ejercicio de evocación, y otros, en los que, por situaciones políticas de represión, el recordar no se puede realizar abiertamente. En consecuencia, se produce una relación de reciprocidad entre la memoria y las realidades sociales. Elizabeth Jelin (2002) prefiere llamar a esos momentos, períodos de deshielos. 278

para la reparación moral de los sobrevivientes. Las prácticas de memoria han respondido a las realidades sociales en las que los actores se han visto inmersos, desde el imperativo de "deber de memoria" en un período histórico de transición; y han pasado del fin de un régimen de guerra, a uno que se inscribe bajo la premisa de la construcción de la paz.

Las experiencias conmemorativas y de generación de espacios de memoria, traen consigo importantes discursos que ayudan a comprender la gestión de la memoria por parte de los actores locales que cuentan con la intención de incorporarse activamente en el diseño de una sociedad más justa y equitativa, donde permanentemente se generen propuestas de memoria, verdad y justicia, componente indispensable de toda sociedad democrática.

7.3 Futuras líneas de investigación entre España y América Latina

Los resultados preliminares de esta tesis han servido de base para elaborar una propuesta de proyecto que consiste en un mapa interactivo de lugares y prácticas de memoria a nivel nacional. Este proyecto será realizado con el Museo de la Palabra y la Imagen en colaboración de los comités pro memoria de El Salvador, y una red de voluntariado ciudadano, fundamentado en la participacion activa de los emprendedores o ciudadanos que de manera colaborativa quieran brindar información de organizaciones comunitarias, emprendedores individuales, conmemoraciones, rituales, museos, memoriales, murales, escenificaciones y otras prácticas culturales que podran incluirse en el mapeo utilizando las TIC. Los datos obtenidos de la visita de campo y la investigación documental son un buen punto de partida para este nuevo emprendimiento.

En El Salvador las formas de gestión de la memoria, se convierten en un ejemplo paradigmático para América Latina y España, al demostrar cómo desde la implicación ciudadana en trabajos de memoria se lograron desnaturalizar postulados que invitaban al olvido, y a la continuidad de la injusticia, la represión y la exclusión, detonantes del conflicto armado.

La gestión de memoria en El Salvador comporta elementos de memoria- acción a partir de la gestión desde diversos planos y actores, especialmente de la 279

sociedad civil en la posguerra. Son memorias que desestabilizan a la historia oficial o hegemónica, retan el olvido, al transformar lugares que se convierten en palestras públicas para promover el régimen de verdad. Las prácticas memoriales y rituales han configurado el mapa de prácticas culturales y han demostrado cómo concretizar utopías de ciudadanía inclusiva y justa.

Se debe admitir que El Salvador no es un caso ejemplarizante refiriéndose a las políticas de memoria del Estado, sin embargo, las prácticas de los emprendedores de memoria han logrado desnaturalizar algunos postulados que invitaban al olvido. Se pone así en evidencia las intrincadas formas de resistencia y poder, en torno a los trabajos de memoria.

Mediante el estudio del “caso salvadoreño”, España puede observar que su transición de la Guerra Civil a la democracia, presenta vacíos y cuentas pendientes con el pasado, en términos de memoria. Estas falencias provocan que su construcción democrática haya sido incompleta. A partir de estudios de caso en España y América Latina, consideramos propicio fomentar formas colaborativas de aprendizajes transcontinentales, para incidir en el reconocimiento y emulación de procesos ejemplarizantes de gestión de la memoria, provenientes de América Latina. En ese sentido, se precisa generar puentes de aprendizaje mutuo, desde un enfoque poscolonial, donde América Latina, en especial El Salvador, con su camino recorrido desde los emprendimientos de memoria realizados por la sociedad civil, puedan dar luces hacia los procesos de memoria en España. Y que los procesos de elaboración cartográfica de memoria se puedan transformar en acciones interconectadas desde diversas latitudes, las cuales permitan delinear mapas del deseo70, como herramientas para re-fundar sociedades comprometidas con el deber ético de la memoria.

70 Juan Manuel Diez Tetamanti, menciona que los mapas del deseo son proyecciones a futuro, a veces utópica de las sociedades que queremos construir ((DIEZ TETAMANTI, JUAN MANUEL (coord.), 2014:30) 280

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303

ANEXOS

Anexo 1. Relatos etnográficos desde el lugar de la memoria: Cartografiando desde adentro

El trabajo de campo permite peregrinar por los lugares de memoria, bien acompañando en alguna práctica conmemorativa o visitando sitios que tienen sentido de identidad para el entrevistado. Este apartado contiene relatos etnográficos de mi trabajo de campo, en el que recreo el escenario o paisaje cultural visitado para transferir las prácticas y actores que intervienen en la generación de los lugares de memoria. Busco evidenciar la relación con el territorio para de ahí comprender las prácticas culturales que se ejercen en los lugares de memoria.

Relato #1. “Territorios sentidos”: las exhumaciones como deber de memoria

Rosa Rivera es lo que Elizabeth Jelin denomina una “Emprendedora de la Memoria”71. Rosa está dedicada a un proyecto cultural en que se conjugan las diversas formas de conformación de lugares de memoria. Actualmente, forma parte activa del Comité Pro Memoria de Arcatao y el Comité de la Masacre del Sumpul Chalatenango. También impulsa el Museo de la Memoria Sobreviviente, una iniciativa de museo comunitario asumida de manera participativa por otros campesinos y campesinas que retornaron de los campamentos de refugiados, o bien por aquellos que formaron parte de las filas guerrilleras del FMLN y que ahora pueblan Arcatao. Las experiencias vividas por estas personas nutren a través de objetos y fotografías la historia del Arcatao que se abandonó y repobló durante el conflicto armado entre 1980 y 1992.

Comparto un momento etnográfico en el cual a Rosa Rivera, después de 20 años de peticiones y trámites, se le devolvieron los restos de sus familiares asesinados en el año 1980 tras el proceso de exhumación. El relato de este hecho es muy útil para comprender mejor el sentido que cumplen los lugares de

71 Elizabeth Jelin adapta el término “emprendedor de la memoria” de la propuesta “Moral Entrepreneur”, emprendedor morales, o agentes sociales que -muy a menudo sobre la base de sentimientos humanitarios- movilizan sus energías en función de una causa. Toma prestado ese término para aplicarlo al de luchas de la memoria y se refiere al emprendedor que se compromete en su proyecto pero involucra a otros. El emprendedor es un generador de proyectos, de nuevas ideas y expresiones de creatividad. La noción remite también a la existencia de una organización social ligada a un proyecto de memoria. 304

memoria para las comunidades marcadas por un devenir que transcurrió por el proceso de la huida, la búsqueda de un refugio y la repoblación. Es decir, comunidades caracterizadas por haber vivido varios procesos de reterritorialización.

En los últimos años de la década de 1970, la vida en las tierras del norte de Chalatenango era un “sin vivir”. Las acciones militares contra la población civil eran una amenaza constante, que se materializó en incontables ocasiones. Las viviendas de la familia de Rosa Rivera fueron cateadas varias veces. Tanto llegó a ser el acoso que esta familia, al igual que muchas otras, en 1977 empezó a adoptar la costumbre de dormir fuera de casa para estar alerta ante la intensificación del acoso de los grupos paramilitares. Finalmente, el 1 de abril de 1980 fue asesinado Nazario Rivera, el padre de Rosa.

Su memoria registró de forma nítida e indeleble lo vivido tras recibir la noticia del asesinato. Recuerda haber decidido inmediatamente ir corriendo hasta el lugar donde los vecinos habían improvisado una sepultura en la montaña. Recuerda claramente aquel paraje y cómo el cuerpo de su padre fue enterrado en él, envuelto en un plástico de Nylon azul. Recuerda la ropa que vestía y las heridas que tenía por los disparos que le dieron. Recuerda una parra de bambúes que crecía cerca.

Dos meses más tarde, Rosa volvería a ese mismo lugar, esta vez para enterrar allí a su madre, quien fue asesinada por los militares con crueldad extrema.

Uno de sus hermanos también fue asesinado unos kilómetros más abajo, mientras guindiaba durante la denominada Masacre de Las Aradas, en el mes de mayo de ese año. Su cadáver quedó tirado allí, junto a los de otros cientos de personas asesinadas en aquel fatídico día.

Rosa, al saber de las exhumaciones que el grupo argentino de antropología forense realizó en el sitio de la masacre de El Mozote72, se animó a

72 Según el Informe de la Comisión de la Verdad, en la Masacre del Mozote murieron alrededor de mil campesinos; especialmente niños, niñas, mujeres y ancianos. 305

gestionar la exhumación de los cuerpos de los masacrados en el norte de Chalatenango, entre los que se encontraba su familia. Realizó varias visitas al Instituto de Medicina Legal, que hacía caso omiso a sus peticiones. A esto se le sumó el agravante de que el terreno en el cual sus padres fueron enterrados pasó a ser territorio hondureño; después que un fallo internacional zanjara una antigua disputa limítrofe entre El Salvador y Honduras. Por estas complicaciones el proceso se demoró, pero tras años de negociaciones se consiguieron los permisos para iniciar el proceso de exhumación.

El viernes 19 de junio de 2015, a las 2:00 de la tarde, llegamos a la ceremonia en capilla de la UCA. Bajo el altar descansan seis pequeños ataúdes de madera que guardan los restos de los cuerpos exhumados, entre los que se encuentran los padres de Rosa Rivera. A los pies de esos pequeños ataúdes, como elementos dignos de un ritual simbólico, fueron depositadas unas bolsas de plástico transparente con tierra recogida en el mismo lugar donde fueran encontrados y exhumados los cuerpos. El cuerpo de Nazario Rivera guarda aún el Nylon de color azul que quedó grabado en los ojos llorosos de su hija. El rector de la UCA, el padre Andreu Oliva, oficia la misa anunciando: "Finalmente, después de tantos años, tenemos los cuerpos de estas víctimas, de estos mártires como monseñor Romero, porque fueron asesinados por lo que luchaban, por lo que creían". Oficiada la misa, partimos en caravana en dirección a Arcatao. Antes de partir, un periodista entrevista a Rosa Rivera y le pregunta cómo es que recordaban aún aquel lugar. Ella acotó "nosotros nunca lo olvidamos, desde el momento en que los enterramos teníamos identificado el lugar porque sabíamos que un día los íbamos a recuperar y llevarles con nosotros, por eso íbamos a enflorarles cada año, así como a los masacrados del Sumpul". El destino de esos seis cuerpos será el memorial denominado Santuario de los mártires de Arcatao, donde se han ido ubicando los restos recuperados de las exhumaciones.

Por su parte, Rosa recalcó que su esfuerzo no concluía con el recibimiento hecho por sus familiares en el Santuario, sino que "la lucha continúa, pues todavía quedaron ahí tres cuerpos donde estaban enterrados mis padres,

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cuerpos que no han sido reconocidos, porque no encontramos a los familiares de ellos". Y es que en esos aciagos días muchos familiares huyeron o quizá murieron en otras masacres. Algunos huyeron lo más lejos que pudieron, como lo hizo Jesús Rivera, hermana de Rosa, que para protegerse escapó hasta el departamento de La Unión, en la otra punta del país. No supieron nada de ella por muchos años.

Este acto sirvió para la reunificación de la familia de Rosa, para confraternizar en torno a una vigilia comunitaria donde reconstruyeron, con los testimonios, otras muertes y otras vidas. En ese día, Jesús Rivera volvió a su natal Arcatao, como lo hicieron también sus padres.

Relato #2. La conmemoración de Las Aradas

Desde diversos puntos de las comunidades repobladas de Chalatenango, nutridos grupos de personas salen a las 5:00 de la mañana para llegar a tiempo a la conmemoración que se hace en el terreno llamado Las Aradas, donde estuvo un asentamiento temporal de varias familias que huyeron de sus casas por el acoso militar. En ese lugar de refugio, el 14 de mayo de 1980, más de 600 personas encontraron la muerte a manos de militares salvadoreños y hondureños.

La noche previa a la conmemoración

Llegamos a Arcatao un día antes de la conmemoración, pues debíamos partir muy temprano por la mañana. Rosa Rivera estaba ya en el fogón terminando de "echar"73 las ultimas tortillas rellenas de frijoles. "Esto es para que comamos mañana en el camino", dijo Rosa. Por la noche mostró las ofrendas que se brindarían en la misa del acto conmemorativo, que en su mayoría eran objetos prestados del Museo de la Memoria Sobreviviente74. Entre ellos había casquillos de bala recuperados en el lugar de los asesinatos y fotografías que mostraban los cuerpos días después de la masacre, captadas por el lente de un

73 Preparar o cocinar tortillas.

74 Rosa Rivera es la impulsora de este museo de sitio, que muestra la experiencia de las personas que abandonaron Arcatao afectados por la violencia vivida en los años 70s, la incorporación de algunos pobladores a la guerrilla, y el éxodo de la mayoría de la población a poblados vecinos o a los campamentos de refugiados. 307

fotógrafo chileno que logró entrar en el lugar. En el escenario de la conmemoración, estos objetos se vuelven sacros.

Rumbo a la conmemoración

Emprendimos el camino a las 5:00 de la mañana, cuando todavía estaba oscuro. Previamente habíamos guardado las cosas que llevaríamos para el camino. Vamos con Rosa, su esposo y dos lugareñas. Nadie conocía con exactitud el camino, pero iremos preguntando dentro del territorio de Honduras. Mientras subíamos en vehículo por los cerros, el esposo de Rosa comentó que en las Aradas, lugar donde fue la masacre, vivía el Profesor Buenaventura Chinchilla, una persona muy querida del pueblo. Chinchilla permitió que varias familias de los alrededores, luego de haber sufrido represión en los años 1977 y 1978, se fueran a vivir a su terreno.

En todo ese terreno Chinchilla había plantado naranjales, diciendo que “todas esas naranjas eran para el pueblo”. Se hablaba muy bien de él por su generosidad, pero también eso era signo de “comunismo”. El compartir era mal visto, porque era la prédica de la Teología de la Liberación. Demás está decir que el Profesor Chinchilla fue uno de los primeros asesinados en ese lugar.

Las familias que se resguardaron en aquellos terrenos fueron atacadas por los militares al tratar de huir, dando lugar entonces a la “Masacre de Las Aradas” o “Masacre del Río Sumpul”.

Bordeábamos los cerros, divisando algunas aldeas con pocas casas. En el camino subimos a dos hondureñas que inicialmente no nos dijeron con exactitud hacia dónde se dirigían. Una de esas mujeres luego nos comentó que a ella su madre le contó la historia de lo sucedido en aquellos días, del horror que vivieron tantos salvadoreños que trataron de salvar sus vidas ante el ataque de los militares. Por eso ella camina casi una hora desde su casa hacia el lugar de la masacre, para conmemorarles.

308

Finalmente llegamos al río, donde al otro lado se divisaba ya un grupo grande de personas. Dejamos el vehículo y nos cruzamos caminando sobre algunas piedras. Me dijo el esposo de Rosa: "Imagínese que ese día de la masacre el río estaba tan crecido que no se veía casi la otra orilla. Pobre gente, si nos salvamos de milagro y estamos aquí ahora aquí para contarlo". Había ventas de comida y de souvenires de los movimientos revolucionarios: boinas, ropas de camuflaje, discos pirateados con música revolucionaria. Se destacaban las camisas en variados colores con el rostro de monseñor Romero75.

Sorprendentemente, en aquella explanada habían alrededor de 600 personas, especialmente jóvenes estudiantes. Unos vestían sus uniformes escolares y otros eran universitarios que hacían encuestas o entrevistas como parte de trabajos académicos. Había representantes de organizaciones de derechos humanos y algunos voluntarios de programas extranjeros que se mezclaban con mujeres y hombres de la localidad.

La conmemoración

Unas banderas de Euskadi y de Palestina ondeaban junto a la histórica bandera del FMLN. Un grupo de personas estaban sentadas formando un círculo alrededor del improvisado escenario principal. Una bocina colgaba de un árbol y hacía llegar la voz a los cientos de participantes. Al centro se ubicaba una mesa donde los sacerdotes celebrarían la misa. En el escenario principal, a la sombra de un árbol, se brindaban saludos a los grupos de diferentes comunidades y organizaciones que estaban presentes.

Tomó la palabra el presidente del la Asociación de Comunidades para el Desarrollo de Chalatenango (CCR), refiriendo cómo cada año este evento se convoca para rendir tributo a los cientos de personas masacradas. Agradece la presencia de alcaldes del partido FMLN y a representantes de oficinas de gobierno. Agradece a directores de escuelas y universidades por motivar a los alumnos a venir a participar de la conmemoración.

75 En esos meses estaba hecho el anuncio que en el mes de junio sería proclamado Monseñor Romero como Beato Mártir Monseñor Romero, quien fuera el arzobispo de San Salvador en aquellos años previos a la guerra civil donde la escalada de violencia era insostenible. Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980. 309

Uno de los primeros puntos de la agenda fue brindar un minuto de silencio por la reciente muerte de un joven de nombre César, proveniente del cantón Guarjila, comprometido con el trabajo comunitario. También se pidió un minuto de silencio por todas las madres masacradas en el Río Sumpul. (En El Salvador, el día de la madre se celebra en el mes de mayo). Asimismo se rindió honor a “Victoria”, ex combatiente internacionalista de origen alemán.76 Los muertos recientes de la comunidad son conmemorados junto a los masacrados.

Durante el ofrecimiento del silencio, unos jóvenes hablaban y reían. Ramón "El Suizo"77 -principal promotor de los actos conmemorativos de memoria de combatientes y víctimas civiles- muy molesto les pidió guardar silencio y respeto a las víctimas. Los jóvenes callaron. El silencio se rompió con una consigna: "Por la Sangre derramada... adelante camarada".

La palabra tomó el escenario, era momento de escuchar los testimonios sobre la masacre del Sumpul. Se presentó el testimonio de dos personas que para aquella época tenían 7 y 12 años, hoy adultas y con trabajos vinculados a organizaciones comunales de comunidades repobladas. Ahora se integra a "otros" testimoniantes como parte intergeneracional del "nosotros". Su testimonio se traslapa con la memoria también transmitida por sus padres, al mismo tiempo que la refuerza.

Ellos recordaron detalladamente la guinda78 y las muertes de aquel fatídico día, pero su memoria está conformada por los relatos de sus padres, quienes les contaron todo lo sucedido cuando vivían en el refugio Mesa Grande en Honduras. Su testimonio se nutre de los de diferentes sobrevivientes escuchados año tras año en cada conmemoración, entrando a un juego de narrativa incorporada o

76 Su nombre real era Begoña, una mujer de origen alemán que se une a la guerrilla a inicios de los años 80s, es reconocida por su labor como médica en los campamentos de la guerrilla, pero también en el acompañamiento de las brigadas médicas a población civil en los campamentos de refugiados. Al finalizar el conflicto armado ella decide quedarse a vivir en Guarjila donde muere de cáncer. Una mujer muy querida por los lugareños. 77 Ramón "El Suizo" es un personaje muy particular, es un internacionalista que se unió a la guerrilla en los años 80s. Tras la firma de los acuerdos de paz se dedicó a recopilar historias de vida y material fotográfico de combatientes que "cayeron en combate", es el principal promotor de conmemoraciones. Es usual verlo en las conmemoraciones en varias comunidades repobladas del país. El es un emprendedor de la memoria. 78 Se le llama "guinda" a la huida colectiva al momento de una emboscada militar. La "Guinda de Mayo", sucedida en 1981 sucede cercana al Río Sumpul a unos kilómetros más abajo de las Aradas, cientosde personas que huían hacia el refugio fueron asesinadas, principalmente mujeres y niños. 310

interconectada. Las memorias se transmiten por las palabras de quien las vivió y son contadas revividas en un ejercicio de recreación del relato por quienes les sucederán: sus hijos.

Una mujer de nombre Vilma brindó su testimonio. Ella era una de las mujeres que se refugiaban con sus familias en el terreno de Las Aradas. Recordaba cómo el operativo militar arreció aquel 14 de mayo y cómo estas familias emprendieron la huída tratando de resguardarse de los disparos y bombardeos.

Recordaba lo difícil que era avanzar con adultos mayores y niños y niñas que lloraban. Mencionó uno a uno los nombres de los familiares o vecinos que iban muriendo durante la huida, alcanzados por alguna bala o ahogados al momento de cruzar el río. Los gritos y llantos eran muchísimos. Contó que ella iba con cuatro familiares y su voz se quebró al hablar del momento en que asesinaron a sus hermanos. Los asistentes le animaban a seguir con su testimonio. Cerró su discurso mencionando que todavía hay cosas por las que seguir luchando: "necesitamos una calle para que sea más accesible llegar acá, ya que estamos viejos y no tenemos tanta resistencia como antes", dijo reconociendo que a la mayoría de sobrevivientes de aquella masacre ya sobrepasan los 60 años y les es difícil llegar.

Se mencionó que al evento asistía un grupo de personas provenientes de la zona del Bajo Lempa, familiares y sobrevivientes de la Masacre de La Quesera en el departamento de Usulután, perpetrada del 21 al 30 de octubre de 1981 y donde murieron alrededor de 600 personas. (Datos del mapa de conmemoraciones y masacres elaborado por el Equipo Maíz, ver más adelante en los anexos). Un sobreviviente expresó su apoyo a los familiares de las víctimas, espejos en los que ve reflejada su propia imagen. Las memorias van hilando redecillas más allá de ese "lugar de memoria". El arqueólogo Marlon Escamilla, director de Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura, era uno de los invitados de honor. Habló ante el público de la importancia del patrimonio y de cómo el Gobierno de turno considera que uno de los puntos clave de las políticas de reparación moral a las víctimas del conflicto armado es la declaratoria de

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lugares de memoria histórica como Bienes Culturales, porque estos guardan un significado para las comunidades79.

El padre Nicolás tomó la palabra para recordar que la colecta en la misa iba destinada para la compra de este terreno, para poder erigir ahí un memorial. Se mencionó que ya tenían recaudados $27 000 dólares, gracias a las donaciones de los pobladores y la solidaridad internacional. Por su parte, el representante de la histórica oficina de Tutela Legal habló del acompañamiento que han brindado a los sobrevivientes. Habló también del caso que se abrió en 2012 para exhumar víctimas, puesto que se han señalado lugares donde hay posibilidades de encontrar restos óseos. No obstante, a esa fecha la Fiscalía General de La República no había dado respuesta. Finalizó describiendo cómo, para acallar su dolor, los familiares de las víctimas necesitan encontrar los restos de éstas para darles sepultura en sus nuevas comunidades.

Llego’ el momento central de la conmemoración: la celebración de la Misa, bajo un frondoso árbol. Los asistentes formaron varios grupos. La mayoría se sentaron cerca, pero otros, jóvenes principalmente, prefirieron dispersarse.

Iniciaron los cantos de la misa popular campesina:

Vamos todos al banquete80,

a la mesa de la creación,

cada cual con su taburete

tiene un puesto y una misión

Hoy me levanté muy temprano,

79 El sitio de lasAradas es uno de los primeros lugares de memoria declarados como Patrimonio cultural en el país. Toda la gestión de para su declaratoria fue hecha por la comunidad organizada en un Comité Pro Memoria de las Victimas del Río Sumpul, aprovechando la declaratoria del acuerdo presidencial 204, del que ya se ha hecho referencia en esta tesis. 80 Canto popular de la misa campesina "Vamos todos al banquete" 312

ya me espera la comunidad,

voy subiendo alegre la cuesta,

voy en busca de tu amistad

Dios invita a todos los pobres

a esta mesa común por la fe,

donde no hay acaparadores

y a nadie le falte "el con qué"81

Dios nos manda hacer de este mundo

una mesa de fraternidad

trabajando y orando juntos

compartiendo la propiedad

Tres sacerdotes oficiaron la misa, entre ellos el Padre Nicolás, muy querido por su cercanía a las comunidades repobladas. Se inició retomando el testimonio de un sobreviviente de la masacre que fue recopilado por María Julia Hernández, fundadora de la oficina de Tutela Legal del Arzobispado, quien recogió en aquellos años de represión el testimonio de cientos de personas y que fueron retomados por la Comisión de la Verdad. Se realizaron muchas peticiones por las víctimas de ese día. La reflexión central fue sobre la necesidad de recuperar la solidaridad en estos días de tanta violencia social.

81 "El con qué" significa que no falte la comida, que es acompañada por la tradicional tortilla. 313

Llegó el momento de presentar las ofrendas: algunos restos óseos y ropa que se encontraron en el terreno y las que trajo Rosa Rivera prestadas del Museo del Memoria Sobreviviente.

Como se mencionó anteriormente, los objetos del Museo se volvieron sagrados en aquellos momentos. Se pusieron al centro, en medio de un círculo bordeado de velas, donde hay muchas flores de colores. Finaliza la misa y todos están inquietos por los ruidos y voces que vienen de la parte de atrás del terreno. Se está preparando el teatrillo que recreará el momento en que las fuerzas militares perpetraron la incursión aquel 14 de mayo de 1980.

La mayoría ya no prestó atención a las palabras de cierre de la Misa. Poco a poco el público se dirigía a la parte donde empezaban a sonar detonaciones y brotaba humo. De repente nos vimos rodeados de personas vestidas como militares. Un grupo de actores simulando ser llevados a la fuerza iban gritando: “¡nosotros no somos colaboradores!, ¡no hemos visto a los guerrilleros, no nos maten por favor!”. Los actores que personificaban soldados llevaban armas de utilería y corvos82. De las armas llevan cartuchos de pólvora artesanal que van detonando con un sonido muy fuerte. De repente el público también fue parte de aquel teatro popular, confrontado por los soldados. Pero esta vez la gente no se calla: el público -entre el cual había algunos sobrevivientes- les gritaba y se burlaba de su forma de hablar o tomar las armas. Los gestos de la policía hacían reír a la gente. Simularon matar a quienes hacían el papel de población civil, quedando ahí tirados mujeres, hombres, niños y niñas, que mancharon su ropa de color rojo para emular la sangre. –En esta parte, las burlas y risas dieron paso al silencio-.

La escenificación de aquel hecho de horror vivido en este mismo escenario se carga de risas y burlas hacia los militares de parte de los asistentes, entre quienes como anteriormente se mencionó, hay sobrevivientes o familiares de víctimas. Los roles cambian en el presente.

82 Tipo de machete de un solo borde afilado que termina en una punta curva, de uso muy común en el campo salvadoreño. 314

Al terminar aquel acto de recreación-burla, curiosamente la mayoría de asistentes jóvenes quiere fotografiarse con los militares y sus armas. Uno de los asistente hace piruetas diciendo "yo así me les escapaba a estos hijos de puta, porque yo era bien vergón, no me dejé matar. Yo fui guerrillero". Pidió un arma a uno de los soldados e invitó a unos cuantos a tomarse fotografías también con él, con una boina de lado y una camisa del Che Guevara. Sin duda, aquello era un teatrillo donde todo mundo era actor. La gente ahora se alistaba de nuevo para la peregrinación, esa misma del "retorno" a sus comunidades repobladas.

Relato #3 El Recorrido de dos museos comunitarios de la memoria a) Museo de la Memoria sobreviviente

El día que conocí a Rosa Rivera quedamos en encontrarnos en el Museo de la Memoria Sobreviviente, el emprendimiento de memoria que ella dirige. Después de transitar por cuatro horas en una carretera en construcción, llegué al punto de encuentro en Arcatao.

Ella me dirigió hasta el Centro de Formación, un amplio complejo de salones grandes y un área de habitaciones. En la edificación principal hay un mural que recrea la historia de la masacre del Sumpul. El intenso colorido de sus dibujos, basados en el estilo de las artesanías de La Palma, Chalatenango, contrasta con el drama que escenifican: filas de soldados con rostros bravucones disparando sus armas contra gente angustiosamente levanta sus brazos y alza a niños pequeños entre las aguas crecidas y ensangrentadas del río. Estas víctimas están representadas mediante numerosas siluetas de color negro, cuyo tamaño es notablemente menor que el de los mencionados soldados. Este diseño ayuda a que el espectador tome consciencia de la gran cantidad de personas que fueron asesinadas allí.

Fuera de las aguas hay niños, niñas, mujeres, campesinos y jóvenes que huyen hacia el río, dibujados en la misma escala que los militares que disparan al primer grupo de víctimas. Vienen perseguidos por otros soldados y helicópteros que les atacan, sugiriendo que el plan de la masacre era forzar a las víctimas a caer en una emboscada.

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Imagen 51 Mural elaborado por la comunidad en el Centro de formación de Arcatao, donde funciona el Museo de la Memoria Sobreviviente.

Fotografía por Georgina Hernández, 2015

Llama la atención que todos los soldados están basados en el mismo dibujo, su monotonía contrasta con los pobladores que huyen, cada uno de los cuales tiene rostro, vestimenta y postura únicos. Algunos hasta parecen volar hacia el río Sumpul. Hay buitres en las ramas de los árboles que circundan el río, en postura de espera. Hay también elementos simbólicos como un cocodrilo y

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una serpiente junto a los militares, un buitre en cuyo plumaje se dibuja una calavera y una banda de color negro en la parte inferior del mural que está poblada de calaveras que miran al frente.

En una leyenda al lado de éste se menciona la fecha en que ocurrió la masacre hecho y la cantidad de víctimas. Junto a los nombres de los pintores hay una cita que dice: No es más grande aquel que nunca falla, sino aquel que nunca se da por vencido.

Dejamos el salón principal, y tomamos rumbo al Museo de Memoria de la Memoria sobreviviente, en la zona de los salones de capacitación. De hecho, uno de estos que no tiene ventanales es el que ha sido destinado para museo. Para llegar se deben subir varias gradas.

El salón del museo es un espacio pequeño donde se agrupa una gran cantidad de objetos, fotografías y documentos.

"Fíjese que este museo nosotros le hemos puesto 'Museo de la memoria sobreviviente', por qué razón el museo se llama 'Museo de la memoria sobreviviente', porque prácticamente hemos sobrevivido de un conflicto armado y todos somos sobrevivientes de diferentes masacres, guindas… somos sobrevivientes, sobrevivientes de la guinda de mayo del 82, y otras masacres. Porque nosotros como comité tenemos 22 masacres identificadas y con estas masacres es representamos el vía crucis en torno a semana santa, uniendo tres martirios: el martirio de Jesús, el de Monseñor Romero y el de las víctimas que cayeron ahí. Por eso somos sobrevivientes". Entrevista a Rosa Rivera, Arcatao. Febrero 2015. Tras esa explicación sobre el sentido del museo iniciamos el recorrido. Las primeras imágenes que se muestran son de personas que trabajan en las algodoneras y cafetales, exponiendo que muchos tenían que migrar durante temporadas a trabajar a haciendas y fincas con muy poca remuneración. Le siguen fotografías de multitudinarias manifestaciones callejeras "ahí era cuando la gente se comenzó a dar cuenta y a manifestarse por sus derechos y por las malas condiciones en las que trabajábamos", dice Rosa Rivera. Le sigue una muestra de fotografías de población rural tomadas durante los primeros años del conflicto, mostrando las condiciones en que quedaron las comunidades luego que los pobladores fueron obligados a refugiarse y dejar todo. Se observan imágenes de filas de personas cargando bultos huyendo entre los montes, "esas fotos son 317

de las guindas, cuando la gente salía con sus pocas pertenencias". Rosa relata la forma en que algunas personas vivieron escondidas en cuevas o refugios subterráneos, o sino huyendo en grupos hacia los campamentos de refugiados. Al centro de la sala yacen enormes bombas sin explotar, cuya presencia junto a las fotografías de campesinos parece llamar la atención sobre los rostros que pudieron ser impactados por ellas.

"Estas son bombas que no reventaron y estas son bombas que tiraron para el desembarco acá en Arcatao el 8 de abril de 1986, cuando asesinaron a muchas personas, a unas personas las encerraron en la iglesia, separaron a las personas las mujeres, los hombres, los niños y los hombres se los llevaron porque los alrededores de la iglesia para torturarlos, aun hay personas con cicatrices en el cuerpo de ese momento de represión". Entrevista a Rosa Rivera, Arcatao. Febrero 2015. Hay gran cantidad de fotografías de los campamentos de refugiados en Mesa Grande, Honduras, que contrastan con otras de casas destruidas en los bombardeos en las comunidades de El Salvador. Bajo la misma lógica de organización se muestran las fotografías de los campamentos de refugiados, de la guerrilla y de las comunidades que se quedaron a vivir en las zonas bajo el control de ésta. (Poder Popular Local). Se muestran los hospitales, escuelas populares y talleres productivos que son el orgullo de su actividad organizativa. Destacan las referencias a líderes como el sacerdote jesuita Jon Cortina y una médica alemana que contribuyeron en el proceso de reconstrucción de las comunidades tras la firma de los Acuerdos de Paz.

En una pared se exhiben dibujos de cómo la niñez representó la vida en los campamentos de refugiados y el momento de su retorno al país; resaltando en estos últimos los cercos militares. En medio de ese entorno bélico dibujado por manos infantiles, unos rostros de niños jugando bordeados con arcoíris y unas casas con animales representan el país imaginado. Esos dibujos fueron enviados al condado de Madison, Indiana, EEUU, municipalidad con la que Arcatao ha firmado una carta de hermanamiento.

Finalmente están los rostros de los mandos militares de la guerrilla, donde sobresale el comandante Jesús Rojas, un personaje muy recordado como líder carismático. Fue asesinado en abril de 1990 en la última emboscada militar en las

318

cercanías de Arcatao. A ese propósito menciona Rosa Rivera que los restos de las seis personas asesinadas en este hecho han sido enterrados en el denominado "Santuario", una pequeña capilla a las afueras de Arcatao donde se paulatinamente se están ubicando los cuerpos de personas que quedaron dispersos en varios puntos del país tras morir en masacres o asesinatos selectivos. Muchos de los restos exhumados tras procesos legales van a este lugar de descanso final, que se vuelve un sitio simbólico de reencuentro que reconstruye comunidades destrozadas por la violencia de aquellos años.

Según la investigadora Jenny Pearce, este museo es una muestra de poder y resistencia, donde comunidades analfabetas rurales construyen un proyecto de museo de memoria que es parte importante del proceso de reconstrucción de su poblado. b) El Museo “Schafik Vive”, Comunidad Segundo Montes

Debo admitir que a pesar que desde hace más de 20 años realizo visitas al norte de Morazán nunca había visitado el Museo Schafik Vive. Está ubicado en la Comunidad Segundo Montes, en cuya calle principal hay un letrero que lo anuncia. Éste último ha llamado mi atención desde hace mucho tiempo.

En la misma comunidad se ubica la Casa Museo Rufina Amaya, donde se exponen pertenencias de la única sobreviviente de la masacre del Mozote. Estas dos iniciativas comunitarias son poco conocidas, porque las eclipsa el Museo de La Revolución ubicado en el municipio de Perquín, donde cientos de visitantes se aglutinan para ver toda una serie de pertrechos de guerra. El Museo de La Revolución está construido sobre un discurso de heroísmo de la guerrilla salvadoreña, específicamente del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).

Este día tengo una entrevista con un campesino y ex guerrillero que tiene la iniciativa de crear un museo sobre los campamentos de refugiados. Termino la entrevista, y me dirijo al museo Schafik Vive, que se ubica en el lugar donde funcionan las oficinas del Sistema Local de Educación del municipio de Meanguera (SILEM). La puerta está abierta y parece que no hay nadie. Entro y me dispongo a empezar el recorrido. Un grupo de jóvenes entra también al lugar, ubicándose en uno de los salones aledaños. 319

A primera vista pareciera que no hay un guión de recorrido museográfico: Una bandera del País Vasco y una del FMLN penden de un hilo a la entrada. Un pequeño busto del histórico líder de la guerrilla Schafik Hándal parece ser el único elemento que se vincula al nombre del museo.

Esta impresión me duró poco. Me doy cuenta que el guión es impresionante: el museo exhibe dibujos y textos escritos a mano por estudiantes recién formados de la Comunidad Segundo Montes, al inicio de la posguerra. Éstos relatan los períodos de éxodo, refugio y repoblación de la comunidad. Apoyándose en entrevistas, estos niños, adolescentes y jóvenes dibujaron los relatos de sus familiares y los suyos propios. Esto convierte al museo en literalmente una historia escrita y recreada por la misma comunidad en un diálogo inter-generacional.

Este ejercicio fue parte del proceso formativo de los maestros populares, quienes con la asistencia de una universidad del País Vasco obtuvieron la acreditación del Ministerio de Educación para ser reconocidos formalmente dentro del sistema educativo oficial. Durante el proceso tomaron consciencia de la importancia de relatar con orgullo la historia de su comunidad, que pone al centro a la educación popular como ejemplo de desarrollo comunitario. El museo se creó con un fuerte sentimiento de orgullo identitario.

El espacio no funciona activamente como museo, sin embargo. Para visitarlo hay que contactar con algún directivo del SILEM, de forma análoga a como se hace para visitar la mayoría de pequeños proyectos similares de comunidades repobladas. Y es que la comunidad concibe el espacio más como un lugar de exhibición del proceso “La Educación Popular”. Actualmente se tienen discrepancias con jóvenes organizados que quieren darle mayor vida al espacio para convertirlo en un museo formal, como comenta Raúl Rodas, un joven organizado que está ejecutando procesos de concientización y memoria histórica. Entre ellos están excursiones con otros jóvenes a la zona de los antiguos campamentos en Colomoncagua.

"Digamos que nosotros como colectivo juvenil queremos darle más vida a lo que es el Museo de Refugiados de la comunidad Segundo Montes, queremos recrear cómo era la vida en los refugios. Yo creo que es muy 320

particular la historia de nuestra comunidad, y que no solo se queda en lo que se refleja en ese museo, porque es una historia viva porque todavía hay una conmemoración del aniversario del retorno del refugio, que siempre se hace en el mes de noviembre. Entonces, a medida vas viviendo eso, tu familia va viviendo eso y entonces se vive como comunidad. Incluso hay gente que hace viajes a Colomoncagua, en excursiones. Algunos van a enflorar a sus muertos que quedaron allá y otros simplemente por ir y recordar un poco. Yo voy con mi familia, vamos casi todos los años en Semana Santa, nos quedamos acampando allá, se trata de transmitir esa experiencia a los más chicos también". (Entrevista a Raúl Rodas, organización juvenil de Comunidad Segundo Montes. Morazán, julio 2015) En cada comunidad repoblada existe por lo menos una iniciativa de museo comunitario que funciona en relación a un círculo de otros lugares de memoria como murales, memoriales o sitios donde ocurrieron crímenes de guerra. Estos espacios son vistos por la mayoría de pobladores como lugares que sirven para reconstruir su memoria, para poder recuperar elementos de su cultura material que quedó perdida por la tierra arrasada y el ir y venir de sus lugares de éxodo, refugio y repoblación. Los museos comunitarios de memoria se vuelven lugares estables de resguardo de sus pocas pertenencias materiales colectivas que fueron sobreviviendo en cada movilización. La mayoría de personas compartieron muchos objetos, por ello puede decirse que un solo objeto recuperado representa a toda la comunidad.

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Anexo 2. Registro documental de Movilización de poblaciones refugiadas y sus fuentes

Lugares de Refugio Lugares de Retorno Fuente Salida

Nuevo San Antonio Nuevo Gualcho La Prensa Gualcho (Honduras) (Usulután) Gráfica, 12 (Usulután) de octubre de 1989. Pág. 13, Entrevista Isabel Hernández

Nueva Esparta Ciudad Romero Nancuchiname -Informe del y Polorós (La (Panamá) (Usulután) Programa de Unión) con un Refugiados 1. Fuerte Cimarrón asentamiento Como hecho notable, un de ciudad breve en 2. Atlántico central grupo de refugiados Romero, panameño el 1 de viajó el 16 de noviembre Septiembre La Estancia noviembre de 1980, de 1989 250 km. Desde de 1983 (Honduras) en Noviembre de ciudad Romero hasta Boletín de 1982 había 348 Panamá para presionar Ciudad personas, el 53% para el retorno Romero, menores de 15 años abril de 1990

-Informe de ACNUR, noviembre de 1990

La Estrella de Panamá, 19 de

322

noviembre de 1990

-Historia de Ciudad Romero, enero de 1991

San Antonio Mesa Grande Arcatao (Chalatenango) -Informe de La Cruz, (Honduras) Retornos esporádicos ACNUR, 14 Nueva desde 1985. de octubre

Trinidad, de 1987 Arcatao, - (Salazar & Nombre de Cruz, 2012) Jesús (Chalatenango )

San José Las San Antonio Los Informe, 14 Flores, Ranchos de octubre Potonico y San (Chalatenango) 17 de de 1987 Antonio Los agosto de 1988, 1,200 -Informe de Ranchos personas. Leila Lima a (Chalatenango Leonardo ) Franco, 8 de San José las Flores febrero de (Chalatenango) 20 de 1981 junio 1986, 126 más 2,000 personas

Morán, 2013

Guarjila (Chalatenango) 323

12 de octubre de 1986, 2,000 personas

Las Vueltas (Chalatenango)

12 de octubre de 1986, 350 personas

Teosinte (Chalatenango)

16 de agosto de 1987, 150 personas)

El Tremedal (Chalatenango)

16 de agosto de 1988, 150 personas

Guancora (Chalatenango)

29 de octubre de 1989, 120 personas

Nueva Trinidad (Chalatenango)

324

21 de marzo de 1991, 200 personas

Guancorita -Horizontes (Chalatenango) Nuevos, Cambiaron su nombre a Junio- julio Ignacio Ellacuría el 22 de 1990 de julio de 1990 -Diario de De 769 personas que Hoy, 16 de regresaron de Mesa noviembre Grande, 520 fueron a de 1988 Guancorita

Suchitoto, Embalse de Suchitlán

Zonas Colomoncagua Santa Marta (Cabañas) Informe pobladas entre (Honduras) 450 adultos y 542 niños sobre El Mozote, se transportaron en 20 repatriación

Perquín, La buses y 10 camiones de Santa Guacamaya, para retornar el 10 de Marta Joateca, Cerro octubre de 1987 Pando y San Comunidad Segundo Entrevista a Fernando Montes (Morazán) Roberto (Morazán) Argueta Varias repoblaciones que terminaron el 25 de Entrevista a marzo de 1990 ULF, Entrevista a San Luis El Barrial Irma Díaz (Morazán)

En uno de los retornos salieron 770 personas Cagan y

325

Cagan, 1993

Ciudad Real Algunos retornaron a las Entrevista a (Honduras) Guarjila y a San José Isabel Las Flores Hernández (Chalatenango). - (Salazar & Cruz, 2012)

En el retorno el 20 de junio de 1986 iban 26 familias, en total 126 personas, cuando se dirigían a Las Flores son detenidos por varias horas en el puente Colima y en la ciudad de Chalatenango

Nicaragua , El Entrevista a Paisnal Isabel Hernández

Costa Rica Rutilio Grande

326

Anexo 3. Listado de masacres en base a fuente Mapa masacres y conmemoraciones, elaborado por Equipo Maíz en el año 2005

Departamento de Ahuachapán (1)

N° Nombre de Lugar y fecha N° aprox. Situación del Forma de Responsables la masacre de caso impunidad víctimas

1 Sacrament Crío. Chalapa, 4 No Sin Justicia Destacamento o cantón Sacramento, investigado militar N° 6 de Municipio de San Sonsonate, y Fco. Menéndez, 25 Patrulla de mayo de 1980 Cantonal

Departamento de Santa Ana (10)

N° Nombre de Lugar y fecha N° aprox. Situación del Forma de Responsables la masacre de caso impunidad víctimas

2 Azacualpa Ctón. Las Piedras, 17 No Sin Justicia Fuerza Armada Mun. de Metapán, investigado 1979

3 Cutumay Mun de Santa Ana, 200 No Sin Justicia Fuerza Armada Camores 15 de enero de 1980 investigado

4 San Cantón Belén Güijat, 12 No Sin Justicia Fuerza Armada Francisco Mun. de Metapán, 29 investigado Guajoyo de mayo de 1980

5 Canoas Cantón Pinalito, 23 23 víctimas Sin Justicia Guardia Mun. de Santa Ana, exhumadas Nacional y 8 de octubre de 1980 Defensa Civil

6 Peñas Ctón. Cutumay 98 No Sin Justicia Guardia Blancas Camones, Mun. de investigado Nacional y Santa Ana, 13 de Defensa Civil enero de 1981

327

7 Iglesia Ctón. Las Piedras, 12 No Sin Justicia Fuerza Armada Azacualpa Mun de Metapán, investigado marzo de 1981

8 Hacienda Ctón osta Rica, 7 No Sin Justicia Defensa Civil La Florida Muncicipio de investigado Texistepeque, 22 de noviembre de 1982

9 El Porvenir Mun. de 10 No Sin Justicia Fuerza Armada Chalchuapa, mayo investigado de 1991

10 Hacienda Mun. de Coatepeque 12 No Sin Justicia Fuerza Armada El Mirador (fecha no precisada) investigado

11 Las Colinas Lugar y fecha no 12 No Sin Justicia Fuerza Armada precisados investigado

Departamento de Sonsonate (4)

N° Nombre de Lugar y fecha N° aprox. Situación del Forma de Responsables la masacre de caso impunidad víctimas

12 El Carrizal Mun. de Santo 8 No Sin Justicia Fuerza Armada Domingo de investigado Guzmán, 24 de junio de 1980

13 El Carrizal Mun. de Nahuizalco, 13 No Sin Justicia Fuerza Armada 13 de julio de 1980 investigado

14 Las Hojas Mun. de San Antonio 74 Amnistiado Sin Justicia Fuerza Armada del Monte, 22 de al mando del febrero de 1983 Mayor óscar Alberto León Linares y Defensa Civil

328

15 El Zarzal Mun. de Santo 3 No Sin Justicia Fuerza Armada Domingo de investigado Guzmán, 1984

Departamento de La Libertad (8)

N° Nombre de Lugar y fecha N° aprox. Situación del Forma de Responsables la masacre de caso impunidad víctimas

16 Las Cruces Mun. de Ciudad 5 No Sin Justicia Fuerza Armada Arce, 15 de junio de investigado y Fuerza Aérea 1980

17 Las Cruces Mun. de Ciudad 3 y un No Sin Justicia Fuerza Armada Arce, 21de junio de desaparec investigado y Policía de 1980 ido Hacienda

18 Los Ctón. Mogotes, Mun. 41 No Sin Justicia Fuerza Armada, Mogotes de San Pablo investigado escuadrones de Tacachico, 9 de julio la muerte y de 1980 defensa civil

19 Tehuicho Crío El Bartolillo, 13 No Sin justicia Brigada de Ctón Tehuicho, Mun. investigado Artillería al de San Juan Opico, mando del Tte. 23 de julio de 1980 Cnel Carlos Azcúnaga Sánchez

20 Santa Mun. de San José 6 No Sin Justicia Fuerza Armada, María Villanueva, 22 de investigado escuadrones de septiembre de 1980 la muerte y Guardia Nacional

21 El Carrizo Mun. de Tepecoyo, 3 No Sin Justicia Escuadrones de 22 de noviembre de investigado la Muerte 1980

329

22 El Crío El Almendro, 5 No Sin Justicia Fuerza Armada, Almendro Mun. de Huizúcar, investigado escuadrones de 15 de septiembre de la muerte y 1981 defensa civil

23 Tilapa Crío Tilapa, Mun de 9 No Sin Justicia Policía de Huizúcar, 17 de investigado Hacienda, octubre de 1981 Fuerza Armada y Escuadrones de la Muerte.

Departamento de Chalatenango (55)

N° Nombre de Lugar y fecha N° aprox. Situación del Forma de Responsables la masacre de caso impunidad víctimas

24 El Rosario Ctón. El Rosario, 11 No Sin Justicia Fuerza Armada Mun de Dulce investigado y Paramilitares. Nombre de María, diciembre de 1979

25 El Playón El Playón (Río 5 No Sin Justicia Fuerza Armada Sumpul), Mun. de investigado (DM-1) Guardia Ojos de Agua, 17 de Nacional y enero de 1980 ORDEN

26 Yurique Ctón. Yurique, Ojos 7 No Sin Justicia Fuerza Armada de Agua, 17 de investigado (DM-1) Guardia enero de 1980 Nacional y ORDEN

27 El Ctón El Jícaro, Mun 5 No Sin Justicia Fuerza Armada Caraguito de Las Vueltas, investigado (DM-1) Guardia enero de 1980 Nacional y ORDEN

28 Guancorita Crío. Guancorita, 5 No Sin Justicia Fuerza Armada Mun de investigado Chalatenango, hoy

330

Comunidad Ignacio Ellacuría, 11 de febrero de 1980

29 Los Crío. Los Ramírez, 5 No Sin Justicia Guardia Ramírez Ctón Las Minas, Mun investigado Nacional y de Chalatenango, 13 Orden de abril de 1980

30 El Crío. El Tamarindo, 8 No Sin Justicia Guardia Tamarindo Ctón . Aldea Vijeja, investigado Nacional y Mun de San José Orden Las Flores. 15 de abril de 1980

31 Las Minas Ctón Las Minas, 6 No Sin Justicia Fuerza Armada Municipio de investigado (4° Brigada de Chalatenango, 3 de Infantería) mayo de 1980

32 Rincón de Crío. El Rincón, 7 No Sin Justicia Fuerza Armada Cute Ctón. Manaquil, investigado ( DM-1), Municipio de Nueva ORDEN y Trinidad. 8 de mayo Defensa Civil de de 1980 Patamera

33 Río Sumpul Crío Las Aradas, 600 No Sin Justicia Fuerza Armada, Ctón Yurique. Mun. investigado Guardia Ojos de Agua. 14 de Nacional y mayo de 1980 paramilitares de ORDEN

34 Cerro Vivo Cerro vivo, Ctón El 15 No Sin Justicia Fuerza Armada Zapotal, Mun. de investigado (DM- 4° Ojos de Agua, 12 de Brigada) junio de 1980 ORDEN, Defensa Civil y Guardia Nacional

331

35 El Copinol El Copinol, Crío. El 3 No Sin Justicia Fuerza Armada Jícaro, Cantón Las investigado (Destacamento Minas, 9 de julio de Militar -1) y 1980 paramilitares de Las Vueltas

36 Rincón de Crío. El Rincón, 6 No Sin Justicia Fuerza Armada Cute Ctón. Manaquil, investigado (DM-1, DM-2 Municipio de Nueva Destacamento Trinidad. 14 de julio Patanera) y de 1980 ORDEN

37 Talchaluya Crío. Talchaluya, 5 No Sin Justicia Guardia Mun. de Las Vueltas, investigado Nacional y julio de 1980 ORDEN

38 San José Plan del Castaño, 10 No Sin Justicia Fuerza Armada San José, Mun. de investigado (4° Brigada de Tejutla, 7 de agosto Infantería) de 1980

39 La Ceiba La Ceiba, Mun. de 8 No Sin Justicia Guardia Las Vueltas, 10 de investigado Nacional y agosto de 1980 ORDEN

40 San Ctón. de San 4 No Sin Justicia Guardia Miguelito Miguelito, Mun. de investigado Nacional y Chalatenango. 29 de ORDEN septiembre de 1980

41 Familia Col. Reubicación 3, 7 No Sin Justicia Paramilitares Alas polígono 1, casa 14, investigado (Escuadrones Mun. de de la Muerte Chalatenango, 7 de dirigidos por un octubre de 1980 sargento de la FAES)

42 Santa Anita Ctón. Santa Anita, 4 No Sin Justicia Paramilitares Mun de San Antonio investigado

332

La Cruz. 14 de octubre de 1980

43 Los Crío. Los Guardados 3 No Sin Justicia Guardia Guardados Ctón. El Sitio. Mun investigado Nacional de de Arcatao, Arcatao noviembre de 1980

44 Los Ctón. Los Naranjos, 4 No Sin Justicia Guardia Naranjos Mun. de Las Vueltas, investigado Nacional y (Familia 8 de diciembre de ORDEN Rivera) 1980

45 Las Minas Crío Las Minas, 9 9 víctimas Sin Justicia Guardia Mun. de exhumadas Nacional y Chalatenango, 14 de ORDEN diciembre de 1980

46 Reubicació Cancha de 4 No Sin Justicia 4° Brigada de n N° 3 Básquetbol de La investigado Infantería, El Reubicación 3, Mun. Paraíso de Chalatenango, 23 de diciembre de 1980

47 Cerrón Embalse de Cerrón 3 No Sin Justicia Policía de Grande Grande, Mun. de investigado Hacienda de Potonico 1980 Cancasque

48 El Portillo Crío. El Portillo. Ctón 9 No Sin Justicia Fuerza Armada El Sitio, Mun de investigado y ORDEN de Arcatao, 1980 Arcatao

49 Reubicacio Reubicaciones 2 y 3, 25 No Sin Justicia Fuerza Armada nes2 y3 Mun. de investigado (4° Brigada de Chalatenango, 8 de Infantería) enero de 1981

333

50 La Clínica Reubicación 2, Mun. 7 No Sin Justicia Fuerza Armada de Chalatenango, 11 investigado (Boinas Negras de enero de 1981 y 4° Brigada de Infantería)

51 Los Ayalas Crío. Los Ramírez, 6 No Sin Justicia Fuerza Armada Ctón Las Minas, Mun investigado (4° Brigada de de Chalatenango, 14 Infantería DM-1) de enero de 1981 y Paramilitares

52 El Potrero Crío El Potrero. Mun, 13 No Sin Justicia Fuerza Armada de Las Vueltas, 20 investigado (DM.1) y de enero de 1981 ORDEN

53 El Sicahuite Ctón El Sicahuite, 4 No Sin Justicia Fuerza Armada Mun de Las Vueltas, investigado (4° Brigada de 22 de enero de 1981 Infantería DM-1) y ORDEN

54 El Jícaro Crío. El Jícaro, 5 No Sin Justicia Fuerza Aérea Cantón Las Minas, investigado Salvadoreña Mun de Chalatenango, 23 de enero de 1981

55 El Sicahuite Quebrada El 5 No Sin Justicia Fuerza Armada Almendro, Cantón El investigado DM.1), Guardia Sicahuite, Mun de Nacional(y Las Vueltas, 24 de ORDEN enero de 1981

56 Nueva Mun. de Nueva 100 No Sin Justicia Fuerza Armada Trinidad Trinidad, 31 de investigado enero de 1981

57 El Higueral Ctón. El Higueral, 120 No Sin Justicia ORDEN, Fuerza Mun. de San investigado Armada (4° Francisco Morazán, Brigada de del 14 al 20 de Infantería)

334

febrero de 1981 Fuerza Aérea, Policía de Hacienda, Ejército Hondureño

58 San Miguel Ctón. El Corozo, 8 No Sin Justicia Fuerza Armada de Mun. de San Miguel investigado (DM-1) Mercedes de Mercedes, 6 de marzo de 1981

59 Adelita Ctón. Aldeira, Mun. 5 No Sin Justicia Guardia de Tejutla, 27 de de investigado Nacional abril de 1981

60 Hacienda Hacienda Quemada, 11 No Sin Justicia Fuerza Armada Quemada Crío Las Mesas, investigado (DM-1) Reubicaci{on N{ucleo 2, Mun. de Chalatenango, 1 de julio de 1981

61 Río Crío Arcatao, Ctón 28 28 víctimas Sin Justicia Defensa Civil de Metayate Chilamates, Mun. de exhumadas Guazapa y Nueva Concepción, Aguilares con 7 de julio de 1981. apoyo de Las Víctimas soldados de la pertenecían al Crío. Fuerza Armada, Los Hernández, 1°Brigada de Cantón Loma de Infantería (San Ramos, Mun de Carlos) y Guazapa Guardia Nacional

62 El Jícaro, Crío el Jícaro, Ctón 7 No Sin Justicia Fuerza Armada Guinda de Las Minas, Mun de investigado (DM-1 y otros) Octubre Chalatenango, octubre de 1981

335

63 Los Ctón Los Naranjos y 16 No Sin Justicia Fuerza Armada Naranjos Crío los Baditos, investigado (DM-1), orden y Ctón El Amatillo, Fuerza Aérea Mun de las Vueltas, 4 de octubre de 1981

64 San Ctón San Miguelito, 3 No Sin Justicia Guardia Miguelito Mun. de investigado Nacional de Chalatenango, 6 de Chalatenango febrero de 1982

65 Periodistas Mun. de Santa Rita, 8 Archivado Sin Justicia 4° Brigada de Holandeses 17 de Marzo de 1982 Infantería

66 Valle de Valle de La Laguna, 7 No Sin Justicia Fuerza Aérea Laguna Mun. de La Laguna, investigado Salvadoreña 27 de mayo de 1982

67 Guinda de Municipios de 236 (36 No Sin Justicia Fuerza Armada: Mayo Nororiente de eran investigado BIRI Atlacatl y Chalatenango: San bebés Belloso, DM- 1, Isidro Labrador, San menores DM- 2, DM- 3, Antonio de La Cruz, de 3 DM- 4, DM- 5, Arcatao y Nueva años) DM- 7, 1°, 2°, Trinidad, del 27 de 3°, 4°, 5°, 6° mayo al 9 de junio Brigada, del 1982 Caballería, Fuerza Aérea, Policía de Hacienda, Guardia Nacional, 2 batallones Hondureños, 1 batallón Guatemalteco (los caibiles) Paramilitares de ORDEN, y

336

Defensa Cilvil, un total de 14,000 efectivos.

68 Los Raudas Ctón Los Raudas, 14 No Sin Justicia Fuerza Armada Mun de San Antonio investigado (BIRI Belloso, Los Ranchos, 10 de DM-1 y otros) noviembre de 1982

69 Cerro Cerro Cuyas 40 No Sin Justicia Fuerza Armada Cuyas Cumbres, Mun. de investigado (DM-1, 4° Cumbres San Isidro Labrados, Brigada de 13 de noviembre de Infantería, BIRI 1982 Belloso) FAS y Policía Nacional.

70 Los Ctón Los 22 No Sin Justicia Batallón Belloso Guardados Guardados, Mun, de investigado San José Las Flores, 16 de noviembre de 1982

71 Río Crío Santa Rita, 78 No Sin Justicia Fuerza Aérea Gualsinga Ctón Jagualtaya, investigado Salvadoreñay Mun de Nueva Batallón Atlacatl Trinidad, 30 de agosto de 1984

337

72 Los Crío Los Miranda, 4 No Sin Justicia Fuerza Aérea Miranda Ctón Santa Anita, investigado Salvadoreñay Mun. de San Antonio Batallón Atlacatl La Cruz, 6 de Noviembre de 1985

73 Amate Los Mun. de Arcatao, 8 5 No Sin Justicia Fuerza Armada Novios de abril de 1986 investigado (DM-1) Policía de Hacienda y Fuerza Aérea .

74 El Crío El Chupamiel, 10 No Sin Justicia Fuerza Armada Chupamiel Mun. de Arcatao, 12 investigado de Honduras de junio de 1986

75 Veragua Ctón Veragua, Mun. 9 No Sin Justicia Fuerza Armada de San Antonio Los investigado (DM-1) Ranchos, 19 de junio de 1986

76 El Calero Ctón Calero, Mun. 4 No Sin Justicia Batallón Belloso Dulce Nombre de investigado María, 8 de junio de 1987

77 Chupadero Ctón. Chupadero, 9 No Sin Justicia Unidades Elites Mun de Dulce investigado del Batallón Nombre de María, 13 Atlacatl de febrero de 1989

78 Cerro Los Cerro Los 9 No Sin Justicia Fuerza Armada Candeleros Candeleros Mun. de investigado Dulce Nombre de María (fecha no precisada)

Departamento de San Salvador (11)

338

N° Nombre de Lugar y fecha N° aprox. Situación del Forma de responsables la masacre de caso impunidad víctimas

79 Estudiantes Mun. de San 25 No Sin Justicia Fuerza Armada UES Salvador, 30 de julio investigado de 1975

80 Plaza Mun. de San No No Sin Justicia Policía Libertad Salvador, 27 de determina investigado Nacional, febrero de 1977 do Guardia Nacional, Policía de Hacienda y Ejército

81 El Col. San Antonio 4 No Sin Justicia Fuerza Armada Despertar Abad, Mun. de San investigado y Guardia Salvador, 20 de Nacional enero de 1979

82 Catedral Mun de San 6 No Sin Justicia Fuerza Armada Metropolita Salvador, 8 de mayo investigado na de 1979

83 Catedral Mun de San No No Sin Justicia Policía Nacional Metropolita Salvador, 10 de determina investigado na mayo de 1979 do

84 Hacienda Mun. de Aguilares, 18 No Sin Justicia Fuerza Armada Colima 18 de marzo de 1980 investigado y Guardia Nacional

85 Catedral de Mun de San 11 No Sin Justicia Guardia San Salvador, 30 de investigado Nacional Salvador marzo de 1980

86 Líderes del Mun. de San 17 No Sin Justicia Policía de FDR Salvador, 27 de investigado Hacienda y

339

noviembre de 1980 Escuadrones de la Muerte

87 FENASTRA Mun. de 15 No Sin Justicia Fuerza Armada S Ayutuxtepeque, 21 investigado de enero de 1991

88 UCA Mun. de San 8 Amnistiado Sin Justicia Batallón Atlacatl Salvador, 16 de noviembre de 1989

89 El Zapote Mun. de 15 No Sin Justicia Fuerza Armada Ayutuxtepeque, 21 investigado de enero de 1991

Departamento de Cuscatlán (15)

N° Nombre de Lugar y fecha N° aprox. Situación del Forma de Responsables la masacre de caso impunidad víctimas

90 El Rodeo Ctón. El Rodeo, 40 No Sin Justicia Fuerza Armada Mun. de San Pedro investigado Perulapán, 1 de abril de 1978

91 Nance Ctón. Nance Verde y 3 en No Sin Justicia Fuerza Armada Verde y Ctón. San Juan Nance investigado Miraflores Miraflores Arriba, Verde y 1 Arriba Mun. de Candelaria, en 13 de marzo de 1980 Miraflores

92 Platanar Ctón, Platanar Mun. 13 No Sin Justicia Escuadrones de Suchitoto, 25 de investigado de la muerte julio de 1980 comandados por Fabián Ventura

93 Palo Ctón. Palo Grande, 45 Se han Sin Justicia Fuerza Armada Mun. de Suchitoto, realizado y Escuadrones

340

Grande 19 de marzo de 1981 exhumacione de la muerte de s ORDEN

94 Girones Crío de Girones, 16 16 víctimas Sin Justicia Fuerza Armada Ctón Palo Grande, víctimas exhumadas y Escuadrones Mun de Suchitoto, 12 (3 de la muerte de de abril de 1981 familias) ORDEN

95 El Zacamil Crío. El Zacamil, 45 No Sin Justicia Fuerza Armada Ctón El Platanar, Investigado y Escuadrones Mun. de Suchitoto, de la muerte de 18 de julio de 1981 ORDEN

96 Tenango- Mun. de Suchitoto, 250 entre 28 víctimas Sin Justicia Fuerza Armada Guadalupe 28 de febrero de mujeres y exhumadas al mando del 1983 niños Coronel Onecífero Blandón y los tenientes Domingo Monterrosa y Juan Orlando Zepeda, en la operación "Guazapa 10"

97 La Ctón. La Bermua, No No Sin Justicia Batallón Atlacatl Bermuda Mun de Suchitoto, 14 determina investigado de marzo de 1983 do

98 Copapayo Mun de Suchitoto, 4 200 20 víctimas Sin Justicia Fuerza Armada y 5 de noviembre de exhumadas y efectivos del 1983 Batallón Atlacatl

99 Lago Mun. de Suchitoto, 30 No Sin Justicia Fuerza Armada Suchitlán 21 de noviembre de investigado 1983

100 Casa Mun. de Suchitoto, 20 No Sin Justicia Fuerza Armada

341

Suchitlán noviembre de 1983 investigado

101 El Roble Ctón. El Roble Mun. 5 No Sin Justicia Fuerza Armada de Suchitoto, 1983 investigado

102 Quebrada Crío Tres Ceibas, 7 No Sin Justicia Fuerza Armada El Injerto, Ctón Buenavista, investigado Tres Mun de Suchitoto, 13 Ceibas de mayo de 1984

103 Hacienda (lugar y fecha no 8 No Sin Justicia Fuerza Armada Montepequ precisados) investigado e

104 El Barío Ctón. Platanar, Mun. 20 No Sin Justicia Fuerza Armada de Suchitoto (fecha investigado no precisada)

Departamento de La Paz (47)

N° Nombre de Lugar y fecha N° aprox. Situación del Forma de Responsables la masacre de caso impunidad víctimas

105 Chinamequi Mun. de San 6 No Sin Justicia Destacamento ta Francisco Investigado Militar Chinameca, 1 de Ingenieros de la mayo de 1974 Fuerza Armada

106 Río El Ctón. El Golfo, Mun. 120 No Sin Justicia Destacamento Cumbo de San Juan Investigado Militar Nonualco, 2 de Ingenieros de la octubre de 1979 Fuerza Armada y Defensa Civil

107 Cooperativ Ctón. El Socorro, 43 No Sin Justicia Destacamento a Mun. de Investigado Militar Algodonera Zacatecoluca, 7 de Ingenieros de la entre Ríos noviembre de 1979 Fuerza Armada

342

y Defensa Civil

108 San Ctón. San Josecito, 28 No Sin Justicia Destacamento Josecito Mun. de Investigado Militar Zacatecoluca, 20 de Ingenieros de la enero de 1980 Fuerza Armada

109 El Pajal Ctón El Pajal, Mun 94 No Sin Justicia Destacamento de San Juan Investigado Militar Nonualco, 19 de Ingenieros de la marzo de 1980 Fuerza Armada

110 Santa Lucia Ctón. Santa Lucía, 17 No Sin Justicia Destacamento Mun de Investigado Militar Zacatecoluca, 30 de Ingenieros de la abril de 1980 Fuerza Armada

111 Pineda 1 Ctón Pineda, Mun. 17 No Sin Justicia Destacamento de Zacatecoluca, 29 Investigado Militar de mayo de 1980 Ingenieros de la Fuerza Armada y Defensa Civil

112 Los Ctón. Los Zacatillos, 28 No Sin Justicia Destacamento Zacatillos Mun. de San Juan Investigado Militar Nonualco, 2 de junio Ingenieros de la de 1980 Fuerza Armada y Defensa Civil

113 La Palma Ctón. La Palma, Mun 64 No Sin Justicia Destacamento de San Rafael Investigado Militar Obrajuelo, 2 de junio Ingenieros de la de 1980 Fuerza Armada y Defensa Civil

114 Las Ctón. Las Piedronas, 12 No Sin Justicia Destacamento Piedronas Mun de San Juan Investigado Militar Nonualco, 2 de junio Ingenieros de la

343

de 1980 Fuerza Armada y Defensa Civil

115 El Golfo Ctón. El Golfo, Mun. 30 No Sin Justicia Destacamento de San Juan Investigado Militar Nonualco, 2 de junio Ingenieros de la de 1980 Fuerza Armada y Defensa Civil

116 San Ctón. San Josecito, 23 No Sin Justicia Destacamento Josecito Mun. de Investigado Militar Zacatecoluca, 2 de Ingenieros de la junio de 1980 Fuerza Armada y Defensa Civil

117 El Socorro Catón El Socorro, 4 No Sin Justicia Destacamento Mun. de Investigado Militar Zacatecoluca, 2 de Ingenieros de la junio de 1980 Fuerza Armada y Defensa Civil

118 El Crío. El Garrapatero, 43 No Sin Justicia Destacamento Garrapater Cantón Las Tablas, Investigado Militar o Mun. de Ingenieros de la Zacatecoluca, 2 de Fuerza Armada junio de 1980 y Defensa Civil

119 Desvío de Ctón. Los 26 No Sin Justicia Destacamento Los Nilos Platanares, Mun de Investigado Militar Zacatecoluca, 2 de Ingenieros de la junio de 1980 Fuerza Armada y Defensa Civil

120 San Juan Casco Urbano de 14 No Sin Justicia Destacamento Nonualco San Juan Nonualco. Investigado Militar 2 de junio de 1980 Ingenieros de la Fuerza Armada y Defensa Civil

344

121 Amayo Ctón. Amayo, San 4 No Sin Justicia Destacamento Juan Nonualco, 2 de Investigado Militar junio de 1980 Ingenieros de la Fuerza Armada y Defensa Civil

122 El Mangón Ctón. San Rafael, 5 No Sin Justicia Destacamento Mun. de Investigado Militar Zacatecoluca, 9 de Ingenieros de la junio de 1980 Fuerza Armada y Defensa Civil

123 El Guayabo Crío. El Guayabo, 28 No Sin Justicia Destacamento Ctón. Azacualpa, Investigado Militar Mun, de Ingenieros de la Zacatecoluca, 13 de Fuerza Armada junio de 1980 y Defensa Civil

124 San Rafael Ctón San Rafael, 6 4 víctimas Sin Justicia Destacamento Los Lotes Mun. de exhumadas Militar Zacatecoluca, 17 de Ingenieros de la septiembre de 1980 Fuerza Armada y Defensa Civil

125 Catedral Catedral de 15 No Sin Justicia Fuerza Armada Zacatecoluca, 19 de Investigado septiembre de 1980

126 Hacienda Crío. Hacienda Vieja, 6 No Sin Justicia Destacamento Vieja Cantón Azacualpa, Investigado Militar Mun. de Ingenieros de la Zacatecoluca, 3 de Fuerza Armada octubre de 1980 y Defensa Civil

127 Analquito Crío. Analquito, Ctón 23 No Sin Justicia Destacamento Azacualpa, Mun. de Investigado Militar Zacatecoluca, 3 de Ingenieros de la octubre de 1980 Fuerza Armada y Defensa Civil

345

128 Pineda 3 Ctón. Pineda, Mun. 27 No Sin Justicia Destacamento de Zacatecoluca, 27 Investigado Militar de octubre de 1980 Ingenieros de la Fuerza Armada y Defensa Civil

129 Liévano Ctón. Liévano, Mun. 6 No Sin Justicia Destacamento de Zacatecoluca, 28 Investigado Militar de octubre de 1980 Ingenieros de la Fuerza Armada y Defensa Civil

130 Palo Ctón Palo Grande, 21 No Sin Justicia Destacamento Grande Mun. de Investigado Militar Zacatecoluca, 7 de Ingenieros de la noviembre de 1980 Fuerza Armada y Defensa Civil

131 Monjas Ctón. El Chacastal, 4 Condenados Sin Justicia Guardia Norteameri Mun de Santiago Nacional canas

132 Mata de Hda. Mata de 32 No Sin Justicia Fuerza Armada Plátano Plátano, Ctón. Investigado Azacualpa, Mun. de Zacatecoluca, 12 de diciembre de 1980

133 El Finca La Soledad, 9 No Sin Justicia Defensa Civil, Campanari Ctón. San Lucas, Investigado Cantón El Chile o Mun de Zacatecoluca, 16 de diciembre de 1980

134 Las Tablas Hda. La Invarsa, 82 No Sin Justicia Destacamento Ctón. Las Tablas, Investigado Militar Mun. de Ingenieros de la Zacatecoluca, 18 de Fuerza Armada diciembre de 1980 y Defensa Civil

346

135 San Hda. San Faustino, 42 No Sin Justicia Destacamento Faustino Ctón. San Francisco, Investigado Militar Los Reyes, Mun. de Ingenieros de la Zacatecoluca, 18 de Fuerza Armada diciembre de 1980 y Defensa Civil

136 Buena Ctón Buena Vista 9 No Sin Justicia Destacamento Vista Arriba, Mun. de Investigado Militar Zacatecoluca, 18 de Ingenieros de la diciembre de 1980 Fuerza Armada

137 La Joya Ctón. Puente La 35 No Sin Justicia Destacamento Joya, Mun. de Investigado Militar Zacatecoluca, 14de Ingenieros de la enero de 1981 Fuerza Armada y Defensa Civil

138 El Carrizal Ctón El Chaparro, 12 No Sin Justicia Destacamento Mun de Santa María Investigado Militar Ostuma, 31 de mayo Ingenieros de la de 1981 Fuerza Armada y Defensa Civil

139 Las Ctón. Palo Grande, 22 No Sin Justicia Destacamento Delicias Mun. de Investigado Militar Zacatecoluca, 7 de Ingenieros de la junio de 1981 Fuerza Armada y Defensa Civil

140 La Florida Ctón. Palo Grande, 12 No Sin Justicia Destacamento Mun. de Investigado Militar Zacatecoluca, 7 de Ingenieros de la junio de 1981 Fuerza Armada y Defensa Civil

141 Pineda 2 Ctón Pineda, Mun de 17 No Sin Justicia Destacamento Zacatecoluca, 10 de Investigado Militar julio de 1981 Ingenieros de la Fuerza Armada

347

y Defensa Civil

142 Plazas Ctón. San José La 31 No Sin Justicia Destacamento Negras Montaña, Mun de Investigado Militar Zacatecoluca, 7 de Ingenieros de la agosto de 1981 Fuerza Armada y Defensa Civil

143 El Pimiento Ctón. San José La 11 No Sin Justicia Destacamento Montaña, Mun de Investigado Militar Zacatecoluca, 27 de Ingenieros de la agosto de 1981 Fuerza Armada y Defensa Civil

144 San Rafael Ctón. San Rafael , 4 4 Víctimas Sin Justicia Defensa Civil Los Lotes Mun. de exhumadas del Cantón San Zacatecoluca, 21 de Lucas noviembre de 1981

145 El Ctón El Maneadero, 21 No Sin Justicia Destacamento Maneadero Mun. de Investigado Militar Zacatecoluca, 28 de Ingenieros de la marzo de 1982 Fuerza Armada y Defensa Civil

146 Santa Ctón. Santa Lucía, 12 No Sin Justicia Destacamento Eduviges Mun de mujeres Investigado Militar Zacatecoluca, 11 de Ingenieros de la julio de 1982 Fuerza Armada y Defensa Civil

147 Agua Zarca Ctón Agua Zarca, 23 No Sin Justicia Destacamento Mun. de Investigado Militar Zacatecoluca, 21 de Ingenieros de la noviembre de 1982 Fuerza Armada

148 San Felipe Ctón, Las Isletas, 14 No Sin Justicia Defensa Civil Mun. de San Pedro

348

Masahuat, 23 de Investigado octubre de 1984

149 El Jobo Crío El Jobo, Ctón. 22 No Sin Justicia Destacamento Piedra Grande, Mun. Investigado Militar de Zacatecoluca Ingenieros de la (Fecha no precisada) Fuerza Armada y Defensa Civil

150 Tierra Ctón. Tierra 15 No Sin Justicia Destacamento Colorada Colorada, Mun de Investigado Militar San Juan Nonualco Ingenieros de la (fecha no precisada) Fuerza Armada y Defensa Civil

151 Los Ctón Los Platanares, No Sin Justicia Destacamento Platanares Mun. de Investigado Militar Zacatecoluca (fecha Ingenieros de la no precisada) Fuerza Armada y Defensa Civil

Departamento de Cabañas (9)

N° Nombre de Lugar y fecha N° aprox. Situación del Forma de Responsables la masacre de caso impunidad víctimas

152 Santa Rita Mun. de Tejutepeque 9 7 víctimas Sin Justicia Guardia exhumadas Nacional y Paramilitares de ORDEN

153 San Carlos Mun. de Dolores, 9 16 No Sin Justicia Fuerza Armada de septiembre de Investigado 1980

154 Río Lempa La Angostura, 400 No Sin Justicia Fuerza Armada frontera con Investigado (DM.2) Ruerza Honduras, 17 de Aerea ORDEN y Ejército de

349

marzo de 1981 Honduras.

155 Piedras Crío San Jorge, Mun 48 No Sin Justicia Batallón Coloradas de Victoria, 18 de Investigado Atlacatl, marzo de 1981 Batallón Victoria, DM-2 de Sensuntepeque y Defensa Civil.

156 Río Lempa Entre Cabañas y 147 (44 No Sin Justicia Batallón Atonal Chalatenango, del menores) Investigado y Belloso 20 al 29 de octubre de 1981

157 Santa Cruz Mun. de Ilobasco, 11 270 No Sin Justicia Fuerza Armada de noviembre de Investigado 1981

158 Cabañas Frontera con 100 No Sin Justicia Fuerza Armada Honduras, Investigado noviembre de 1981

159 Los Llanitos Mun. de Ilobasco, 68 No Sin Justicia Fuerza Armada del 17 de junio al 2 Investigado de julio de 1984

160 San Mun de Tejutepeque, 64 No Sin Justicia Batallón Francisco del 19 al 21 de julio Investigado Atlacatl, Echeverría de 1984 comandados y Cueva por el mayor Tigra José Armando Azmitia

Departamento de San Vicente (33)

N° Nombre de Lugar y fecha N° aprox. Situación del Forma de responsables la masacre de caso impunidad

350

víctimas

161 La Ctón. León de 8 No Sin Justicia Fuerza Armada Cayetana Piedra, Mun de San Investigado Vicente, 28 de noviembre de 1974

162 La Pita Mun. de Tecoluca, 3 No Sin Justicia Operativo 27 de junio de 1979 Investigado Militar

163 San Benito Mun. de Tecoluca, 3 No Sin Justicia Operativo 27 de junio de 1979 Investigado Militar

164 La Vega Mun. de San 4 No Sin Justicia Fuerza Armada Esteban Catarina, 23 Investigado de marzo de 1980

165 Los Mun. de Verapaz, 23 4 No Sin Justicia Fuerza Armada Cañales de marzo de 1980 Investigado

166 Cerros de Mun. de San No No Sin Justicia Fuerza Armada San Pedro Esteban Catarina, 8 determina Investigado de junio de 1980 do

167 Amatitán Mun. de San 7 No Sin Justicia Fuerza Armada Abajo Esteban Catarina, Investigado 15de junio de 1980

168 El Chilío Ctón. San Ildefonso, 9 No Sin Justicia Fuerza Armada Mun. de San Investigado Esteban Catarina, 4 de julio de 1980

169 Amatitán Ctón. San Ildefonso, 4 No Sin Justicia Fuerza Armada Arriba Mun. de San Investigado Esteban Catarina, 5 de julio de 1980

351

170 San Carlos Mun. de Tecoluca, 9 No No Sin Justicia Fuerza Armada de septiembre de determina Investigado 198 0 do

171 Santa Ctón. San Jerónimo, 17 17 víctimas Sin Justicia Destacamento Rosita Mun de Santa Clara, (mujeres y exhumadas Militar N° 2 de 11 de septiembre de niños) Sensuntepeque 1980 y miembros de ORDEN

172 El Mun. de Tecoluca, 23 No Sin Justicia Fuerza Armada Campanari 14 de Septiembre de Investigado o 1980

173 Las Mun. de Santa Clara, 47 No Sin Justicia Fuerza Armada Aradillas 18 de septiembre de Investigado 1980

174 Los Mun. de Tecoluca 17 5 No Sin Justicia Fuerza Armada Quintanilla de octubre de 1980 Investigado

175 El Trapiche Mun de Tecolucam 16 No Sin Justicia Fuerza Armada 1980 Investigado

176 Los Mun de San Esteban 7 No Sin Justicia Fuerza Armada Ayalitas Catarina, 1980 Investigado

177 Peñas Hda. Las Peñas, 42 No Sin Justicia Destacamento Arriba Ctón. El Perical, Mun Investigado Militar de de Tecoluca, 4 de Ingenieros de la junio de 1981, las Fuerza Armada, Víctimas eran del 5°Brigada de depto de La Paz, de Infantería, los cantones: Defensa Civil Piedrona, Las Animas, Zapote, Palo Grande, Ulapa, San Francisco Chinamequita, El

352

Jobo, El Perical, La India y Paz Opico

178 Angulo Ctón San Francisco 45 30 víctimas Sin Justicia Escuadrones Angulo, Mun. de (mujeres y exhumadas de la muerte y Tecoluca, 25 de julio niños) Defensa Civil de 1981 del Mun. de Tecoluca

179 Los Pozos Mun. de Tecoluca, No No Sin Justicia Fuerza Armada 18 de septiembre de determina Investigado 1981 do

180 San Mun, de San 8 8 víctimas Sin Justicia Fuerza Armada Ildefonsito Esteban Catarina, 31 exhumadas de octubre de 1981

181 Loma de Ctón, San Francisco 28 No Sin Justicia Fuerza Armada Angulo Angulo, Mun, de Investigado Tecoluca, 25 de enero de 1982

182 La Pita Mun. de Tecoluca, 22 No Sin Justicia DM de 25 de enero de 1982 Investigado Ingenieros de la Fuerza Armada

183 Santa Clara Mun. de Santa Clara, No 7 víctimas Sin Justicia Fuerza Armada 23 de marzo de 1982 determina exhumadas do

184 Llano de La Comunidades: 600 No Sin Justicia Fuerza Armada Raya Angulo, La Loma, El Investigado Campanario, Ismendia, Los Lotes, San Benito del Mun de Tecoluca, 19 de

353

junio de 1982

185 El Mun. de Tecoluca, 111 No Sin Justicia Fuerza Armada Campanari 25 de julio de 1982 Investigado o y La Pita

186 Las Milpas 19 de agosto de 111 No Sin Justicia Fuerza Armada 1982 Investigado

187 El Río Amatitán, Mun 200 Archivado Sin Justicia Batallón Calabozo de San Esteban Atlacatl, Ramón Catarina, 22 de Belloso, Lempa agosto de 1982 y Jerez. Destacamento Militar N°2 de Sensuntepeque y 5° Brigada de Infantería, Fuerza Aérea y Unidades de Artillería

188 San Juan Mun. de San 29 No Sin Justicia Fuerza Armada Buenavista Vicente, 26 de Investigado agosto de 1982

189 Las Piletas Ctón. San Jacinto, No No Sin Justicia Fuerza Armada Mun. de determina Investigado Apastepeque, "Zona do Angela Montano", 9 de abril de 1984

190 Los Lotes Mun. de Tecoluca, 5 No Sin Justicia Fuerza Armada enero de 1987 Investigado

191 San Ctón. San Francisco, 10 Se han Sin Justicia Batallón Jiboa Sebastián Mun. de San realizado de la 5° Brigada Sebastián, 21 de exhumacione

354

septiembre de 1988 s de Infantería

192 Hospital de Hda. Catarina, Ctón 5 3 víctimas Sin Justicia Fuerza Aérea Campaña el Tortuguero, Mun. exhumadas Salvadoreña en de Santa Clara 15 de la operación abril de 1989 "Rayo"

193 Río Mun. de Tecoluca 600 No Sin Justicia Fuerza Armada Guajoyo (fecha no precisada) Investigado

Departamento de Usulután (10)

N° Nombre de Lugar y fecha N° aprox. Situación Forma de Responsables la masacre de víctimas del caso impunidad

194 Tres Calles Ctón Tres Calles, 5 No Sin Justicia Guardia Mun. de San Investigado Nacional Agustín, junio de 1975

195 Valle Quebrada El Mora, 10 No Sin Justicia 6° Brigada de Nuevo Ctón. Linares, Mun. Investigado Usulután de San Agust{in, 9 de enero de 1981

196 Río Lempa Entre Usulután y San 50 (niños y No Sin Justicia Fuerza Armada Vicente, 22 de junio niñas) Investigado de 1981

197 El Aceituno Crío. Los Limones, 150 No Sin Justicia Fuerza Armada Ctón San Antonio, Investigado Mun. de El triunfo, 9 de agosto de 1981

198 La Cantón San Antonio 75 No Sin Justicia Fuerza Armada Masacrita del Mun. de San Investigado Agustín, Mun. de Jiquilisco y Mun. de Berlín, del 11 al 29

355

de septiembre de 1981

199 La Quesera Ctón. Las Piletas y 617 41 víctimas Sin Justicia Batallón Las Delicias, Mun. exhumadas Atlacatl, Atonal de Berlín; Ctón y Pipil Linares Caulotal, Valle Nuevo, San José Montañita, Linares Montañita y La Quesera Mun. de San Agustín; Ctón San Juan Letrán, San Marcos Lempa, San Pedro y Bolívar, Mun de Jiquilisco y Ctón San Nicolás Lempa, Mun. de Tecoluca Depto. de San Vicente, del 21 al 30 de octubre de 1981

200 El Hacienda de San 111 No Sin Justicia Fuerza Armada Mascarón Juan, Mun de San Investigado Agustín, Mun. de Jiquilisco y Mun. de Berlín, del 22 al 28 de octubre de 1981

201 Las Mesas Mun. de Nueva 4 No Sin Justicia Fuerza Armada Granada, 12 de Investigado diciembre de 1981

202 Sisiguayo Ctón Salinas de 19 12 víctimas Sin Justicia Fuerza Armada Sisiguayo, Mun. de exhumadas Jiquilisco, 2 de mayo de 1982

356

203 El Ctón. San Juan del 7 No Sin Justicia Guardia Cocodrilo Gozo, Mun de Investigado Nacional Jiquilisco (fecha no precisada)

Departamento de San Miguel (3)

N° Nombre de Lugar y fecha N° aprox. Situación Forma de Responsables la masacre de víctimas del caso impunidad

204 Sesori Mun. de Sesori, 6 de 7 No Sin Justicia Escuadrones julio de 1981 Investigado de la Muerte y Patrulleros

205 Managuara Ctón Managuara, 10 No Sin Justicia Fuerza Armada Mun. de Sesori, Investigado 1982

206 El Botadero Desvío El Amatillo, 100 No Sin Justicia Guardia Mun de Chirilagua Investigado Nacional, (fecha no precisada ) Defensa Civil, 3°Brigada de Infantería y Escuadrones de la Muerte

Departamento de Morazán (19)

N° Nombre de Lugar y fecha N° aprox. Situación Forma de Responsables la masacre de víctimas del caso impunidad

207 La Joya Hecho Andrajos y 28 No Sin Justicia Fuerza Armada Crío Capules, Mun. Investigado de Sociedad en diferentes incursiones desde el 16 de marzo hasta el 25 de octubre de 1980

357

208 Trompina Críos. Trompina y 25 No Sin Justicia Fuerza Armada Bejucal, Mun. de Investigado Sociedad del 8 al 16 de mayo de 1980

209 Trompina Críos. Tromina y 10 No Sin Justicia Defensa Civil Bejucal, Mun. de Investigado Sociedad, 18 de junio de 1980

210 El Rosario Mun. de El Rosario, 100 No Sin Justicia Guardia del 5 al 16 de Investigado Nacional de octubre de 1980 Torola en la operación "yunque y martillo"

211 Guacamay Ctón Guacamaya, 27 7 víctimas Sin Justicia Destacamento a Mun. de Meanguera, exhumadas de Morazán al 11 de octubre de mando del 1980 mayor Joaquín Arnoldo Cerna Flores

212 Azacualpa Ctón. La Laguna, 12 No Sin Justicia Policía de Mun,. de El Rosario, Investigado Hacienda de Octubre de 1980 Torola

213 Puceblo Mun. de Yoloaiquin, 3 No Sin Justicia Fuerza Armada Viejo 16 de diciembre de Investigado 1980

214 Jocoaitique Casco Urbano de Centenare No Sin Justicia Escuadrones Mun. de Jocoaitique, s Investigado de la Muerte y 1980 Guardia Nacional

215 Jocoaitique Mun. de Jocoaitique, 20 No Sin Justicia Fuerza Armada 20 de enero de 1981 Investigado y Defensa Civil

358

216 Jocoaitique Mun. de Jocoaitique, 22 No Sin Justicia Fuerza Armada julio de 1981 Investigado y Defensa Civil

217 Azacualpa Ctón. La Laguna, 20 No Sin Justicia Fuerza Armada Mun de El Rosario, Investigado y Defensa Civil octubre de 1981

218 El Mozote Críos El Mozote, 1000 281 Sin Justicia Batallón Atlacatl Ranchería, Los víctimas en el operativo Toriles, Jocote exhumadas, "tierra Amarillo, Ctones, La amnistiado arrasada" Joya y Cerro Pando, dirigido por el Mun de Meanguera, coronel 11, 12 y 13 de Domingo diciembre de 1981 Monterrosa

219 Junquillo Ctón. Junquillo, Mun. 52 No Sin Justicia Batallón Atlacatl de Cacaopera, Investigado en el operativo diciembre de 1981 "tierra arrasada" dirigido por el coronel Domingo Monterrosa

220 Nombre de Ctón Nombre de 51 31 víctimas Sin Justicia Fuerza Armada Jesús Jesús, Mun de El exhumadas Divisadero, 18 de abril de 1982

221 La Joya Mun. de Sociedad, 4 No Sin Justicia Fuerza Armada 21 de junio de 1982 Investigado

222 El Quillo Ctón Agua Blanca, 4 No Sin Justicia 6° Brigada de Mun. de Cacaopera, Investigado Infantería 27 de enero de 1983

223 Colomonca Campamento de 4 No Sin Justicia 10° Batallón de gua refugiados en Investigado Infantería de

359

Honduras, 29 de Marcala agosto de 1984

224 Joateca Casco Urbano de Familia No Sin Justicia Fuerza Armada Joateca (fecha no Chicas Investigado precisada)

225 San Mun. de San 200 No Sin Justicia Fuerza Armada Francisco Francisco Gotera Investigado Gotera (fecha no precisada)

Departamento de La Unión (2)

N° Nombre de Lugar y fecha N° aprox. Situación Forma de Responsables la masacre de víctimas del caso impunidad

226 Playas Crío Loma de 8 No Sin Justicia Sin Justicia Negras Canoguero, Ctón asesinados Investigado Playas Negras, Mun. , 7 de Conchagua desapareci (fecha no precisada) dos

227 Intipucá Mun. de Intipucá, 280 No Sin Justicia Sin Justicia puesto de la Guardia aproximad Investigado Nacional, entre1979 amente a 1981

360

Anexo 4. Cuadro de perfil de los entrevistados

Nombre Perfil Lugar Fecha

Argueta, Nació en Colomoncagua, Comunidad 6 de Roberto actualmente vive en la comunidad Segundo,Mont agosto Segundo Montes es Morazán 2015

Baumgaerther, Fue representante de Cáritas San Salvador 4 de abril Ulf Internacional en Colomoncagua de 2015

Campos, Fidel Trabajó desde 1995 hasta 2015 en San Salvador 8 de mayo el Equipo Maíz del 2015

Cuellar, Silvia Abogada de IDHUCA SAN Antonio Noviembre de los Ranchos 2014

Díaz, Irma Refugiada de Colomoncagua, Comunidad 11 de actualmente vive en la Comunidad Segundo,Mont Diciembre Segundo Montes es Morazán del 2014

Escamilla, Director de Patrimonio, Secretaría Las Aradas 15 de Marlón de Cultura mayo del 2015

García, Director de Probúsqueda San Salvador 7 de mayo Eduardo del 2015

Guzmán, Organizadora del comité San Salvador 17 de julio Gloria Promonumento del 2015

Henríquez Director del Museo de la Palabra y San Salvador 1 de mayo Consalvi, la Imagen de 2015 Carlos

Hernández, Fundadora del Museo de la Palabra San Salvador 26 de junio

361

Georgina y la Imagen del 2015

Hernández, Trabajó 12 años en el Centro para San Salvador 7 de mayo Helí la Promoción de Derechos del 2015 Humanos Madeleine Lagadec. Actualmente labora en Probúsqueda

Hernández, Trabajó con CRIPDES y San Salvador 15 de Isabel Actualmente trabaja con Fudación mayo del Share 2015

Hernández, Trabaja en el Equipo Maíz desde San Salvador Febrero Marvin 1995 2015

Hurtado, Coordinador del Comité para la San Antonio Noviembre Hernán Memoria Histórica, Padre Cosme Los Ranchos, 2014 Spessotto Chalatenango

López, Linder Miembro de organización de Arcatao jóvenes en Arcatao

Martínez, Habitante de San Luis Comunidad 6 de María Segundo Agosto Montes, 2014 Morazán

Mataparducci, Directora de Patrimonio Inmaterial San Salvador Noviembre Ana de la dirección de Registro, 2014 Secretaría de Cultura

Molders, Mantuvo contacto con El Salvador San Salvador 11 de abril Dorothee en 1980 a través del trabajo con la del 2015 Solidaridad Alemana, trabaja desde

1991 en el servicio social en la Universidad Centroamericana José

362

Simeón Cañas

Pleitez, Ninel Antropóloga con participación en San Salvador 26 de julio varios procesos de Exhumación. del 2015

Rivera,Rosa Líder en Arcatao de los proyectos Arcatao , Febrero comunitarios de memoria: museo, Chalatenango 2015 exhumaciones, santuario y libro de memoria histórica.

Rivera, Nicolás Habitante de Arcatao, ayudó a Arcatao , Febrero crear el Museo del Sobreviviente. Chalatenango 2015

Rivera, Santos Se organizó en los años 79 a partir Arcatao , Noviembre de las Comunidades Eclesiales de Chalatenango 2014 Base, fue Refugiada en Honduras

Rodas, Raúl Promotor del Museo Schafik Handal Sn Salvador 27 de julio del 2015

Vásquez, Originario de Morazán, actualmente San Salvador 29 de abril Lucío trabaja en el Museo de la Palabra y del 2015 la Imagen, es autor del libro de memoria "Siete Gorriones"

Josefa Viegas Profesora de la carrera de San Salvador 10 de licenciatura en Historia de la octubre Unviersdidad de El Salvador. 2015

Se discutió sobre el aporte de estudios histórico al tema de memoria

Carlos Lara Coordinador de la carrera de San Salvador 10de Martínez licenciatura en Antropología de la octubre de Universidad de El Salvador. Se 2015 discutieron los autores y enfoques

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de los estudios de Memoria en El Salvador.

Jesus Porfesor de la carrera de Madrid, 8 de Izquierdo licenciatura en Historia de la España octubre de Universidad Autónoma de Madrid. 2015 Se discutió sobre el aporte de estudios historico al tema de memoria

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Anexo 5. Galería fotográfica muralismo Walls Of Hope.

Imagen 52 Oficina PADECOMSM en Perquín, Morazán.

Fotografía por Georgina Hernández, 2015

Imagen 53 Centro Infantil Rogelio Ponsell Perquin, Morazán.

FotFotografía por Georgina Hernández, 2010.

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Imagen 54: Casa de la Juventud, Perquín, Morazán. Realizado con niños y niñas del municipio.

Fotografía por Georgina Hernández, 2010.

Imagen 55:Escuela de música “Paco Cutumay”, Segundo Montes, Meanguera, Morazán.

Fotografía por Georgina Hernández, 2010.

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