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DR. JUAN SEBASTIÁN GÓMEZ-JERIA, AOG LA COMUNIDAD DEL PUEBLO EDICIONES ATANOR 2011 LA COMUNIDAD DEL PUEBLO. ISBN: 978-956-345-868-8 PARA LA EDICIÓN ELECTRÓNICA. Todos los derechos reservados. Está permitida la reproducción total o parcial de este e-libro (con la cita completa pertinente), su tratamiento informático, su trascripción por cualquier forma o método, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin necesidad del permiso previo del titular de los derechos. Esta edición electrónica puede compartirse libremente de forma íntegra, puede ser subida íntegramente a sitios Web para su descarga y se autorizan todas acciones que sean necesarias para que circule libremente. This e-book may be upload in any Website, stored in public book databases, freely exchanged and/or given. Ó Juan Sebastián Gómez Jeria. Primera Edición Electrónica Diciembre 2011. EDICIÓN ELECTRÓNICA. Registro de Propiedad Intelectual Inscripción N° 211.884 (2011). Santiago de Chile 3 Hasta el día de hoy, He conocido muchísima gente Pero muy pocas personas. I, in very truth I am a shining one and a dweller in light, who hath been created and who hath come into being from the body of the god. I am one of the shining. The Book of Going Forth by Day. A LOS NUEVOS DIOSES QUE SE APROXIMAN. 4 PRÓLOGO. AV LECTEVR. En fin voici ce Bouquet, Amy Lecteur, l’odeur duquel t’auoit esté promise il y a sept ou huict annees. Mais si en la publication d’iceluy j’ay subjet d’y regretter quelque deffaut, ce n’est que celuy de ne luy auoir pas peu donner l’ortiment tel que le merite des Fleurs qui le construisent le requeroit: car quoy que ma vocation me l’ait peu promettre, neantmois le temps ne me le l’a peu permettre. Ma plume, d’ailleurs pressee de la haste de l’impression, n’a peu tracer icy ce que mon esprit, la charité, & le deuouir à ma patrie auoient peut permettre (L’Edelphe, 1629). Tengo que agradecer a una gran cantidad de personas su ayuda y estímulo permanentes que han ayudado a concretar este libro. A todos ellos: ¡Gracias! A aquellos que no pueden vivir tranquilos sin etiquetar a las personas les doy el dato de que, como trato de evitar mi fosilización mental, aún no sé si inclinarme por una vuelta hacia la Naturaleza como reacción ante la domesticación cultural y social que impone la ciudad o adoptar la teoría del vacío según la expone el Maestro Nāgārjuna. Creo que he inventado algunas palabras nuevas para regocijo del lector. Nuevamente manifiesto mi público y profundo agradecimiento a Ramón de Cataluña, hidalgo a carta cabal, modelo de coherencia entre pensamiento y acción, y que jamás en su vida ha temido dar la cara por lo que considera justo. Agradezco también a Juan Pablo Almonacid Parra por su inestimable ayuda y a los amigos europeos y latinoamericanos que aportaron sus críticas. Debo decir finalmente que me es irrelevante si los lectores hallan este libro bueno o malo. Su principal objetivo es provocar al lector y, si consigo generar en al menos uno de ellos la curiosidad suficiente como para estudiar y aumentar sus conocimientos, me declaro satisfecho. 5 CAPÍTULO 0. YA NADIE NOS PUEDE ENGAÑAR. El hombre es la especie terrestre que más conocimiento ha generado y acumulado. En los primeros tiempos nuestros antepasados transmitieron parte o todos sus conocimientos por vía oral exclusivamente, tradición que aún se mantiene viva en muchas partes del mundo. Posteriormente el hombre dejó rastros de ese conocimiento en los monumentos megalíticos (un conocimiento de carácter astronómico entre otros), en las pinturas rupestres, en los mitos y leyendas, etc. La aparición del papiro y las tablillas de arcilla marca el inicio de una acumulación de los conocimientos más sistemática y permanente en el tiempo. Ejemplos notables son la Biblioteca de Asurbanipal en Nínive (22.000 tablillas), las Bibliotecas-Archivo de Lagash, Ebla y Mari (Mesopotamia), las Casas de los Libros y Casas de la Vida (Egipto), y las espléndidas Bibliotecas de Alejandría y Pérgamo. Sin embargo este conocimiento no era para todos: solo unos pocos tenían acceso a él. Después del final del Imperio Romano cae una oscura noche en Occidente. La invención de la imprenta en Europa (en China había sido inventada muchas centurias atrás) permite que el control del conocimiento escape a las garras religiosas y se difunda hacia otros segmentos de la población. El comienzo de la impresión masiva aumenta aún más el acceso al conocimiento. Sin embargo, aparece un problema que se refleja en la frase “el papel aguanta todo” (en realidad es el lenguaje el que “aguanta todo”). El control de la información es aún posible por los detentadores momentáneos del poder. La aparición de los periódicos, la radio y la televisión ayuda a difundir conocimientos (y mentiras) hacia la mayor parte de la población. Sin embargo son los propietarios de dichos medios quienes deciden que se imprime o que no se imprime y que se transmite y que no se transmite. A falta de pan, es la televisión la encargada de proveernos de circo: teleseries, programas de farándula y demás productos destinados a mantener idiotizada a buena parte de la población (este circo está acompañado de otros circo-industrias que mueven colosales cantidades de dinero: las Olimpíadas y los campeonatos mundiales, continentales, locales, etc. de fútbol). Pero llegó Internet, la primera herramienta a través de la cual cualquiera de nosotros puede acceder a una enorme cantidad de conocimientos e información (también ocurre que “Internet aguanta todo”), adquirirlos y compararlos. Ya nadie (en la medida de que Internet no sea controlado) puede venir a contarnos mentiras o cuentos y mantenerlos a través del tiempo. Este es el enorme valor que tiene la Red. Que Internet esté plagado de avisos económicos, de virus, de pornografía, de incitación al consumismo y de otras tonteras es irrelevante: el que tiene ansías genuinas de saber tiene a su disposición un enorme universo de conocimientos. Lo que se ha escrito en este libro puede ser chequeado y comparado con todo el conocimiento almacenado en ese espacio virtual. Fue escrito para provocar la suficiente curiosidad de tal forma que el lector sienta la necesidad de verificar, aceptar u objetar todo o parte de su contenido. Lo único que se le pide es que entre a la Red y estudie. Tiempo atrás conocí a alguien que confundía la música de Bach con la de Beethoven (lo que equivale hoy en día a confundir al grupo de rock Led Zeppelin con una orquesta de cumbias) y a otro que tenía la pretensión de discutir la historia del Tercer Reich con solo el “conocimiento" que había adquirido después de ver el film El Pianista. Desde la existencia de la Red esas situaciones ya no son aceptables. 6 CAPÍTULO 1. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL ESTUDIO DE LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA EN EL TERCER REICH. La mentira ha jugando un importante papel en el análisis de muchos hechos históricos del siglo XX. La mentira puede presentarse bajo muchas formas, desde formas burdas hasta legales. Una mentira burda consiste en afirmar, por ejemplo, que en el año 1922 la población de la Unión Soviética era feliz1. Esa mentira fue creída y defendida por la enorme mayoría de los “intelectuales” de Occidente hasta los años 1960. Un ejemplo que todos hemos visto en detalle y en vivo gracias a la cadena de televisión CNN son las Guerras Yugoeslavas que se sucedieron entre 1991 y 2001 (y que se prolongaron en la guerra por Kosovo). Usando la típica frase que cubre todo y no dice nada, se afirma que el conflicto obedeció a causas políticas, económicas y culturales, así como a la tensión religiosa y étnica. Se creó un Tribunal Internacional “especial” que trató “crímenes de guerra”, “limpieza étnica”, etc. Lo curioso de todo esto es que no hay como establecer una distinción racial o genética clara entre croatas, eslovenos, bosnios, serbios, albaneses, etc. (ciertamente hay una diferencia cultural profunda tal como la que hay entre palestinos y judíos). Lo que sí puede afirmarse con certeza absoluta es que las Guerras Yugoeslavas fueron las últimas guerras religiosas en la Europa del siglo XX, guerras que enfrentaron a musulmanes, católicos romanos y católicos ortodoxos. En sí mismas no son más que el último capítulo de las persecuciones y guerras religiosas que se inician aproximadamente en los siglos 4 y 5 de nuestra era2. Lo otro que puede afirmarse con certeza es que los Tribunales Internacionales son solamente para los perdedores o los que no estén dispuestos a la sumisión frente a los estados con poder global y a sus aliados. Sólo un ciego o un interesado se atreverían a negar los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad que se comenten impunemente en contra del pueblo palestino. Por otro lado, los EE.UU.3 y Gran Bretaña invadieron Irak, cometiendo el delito de “guerra de agresión”, concepto inventado por los mismos estadounidenses y británicos al final de la segunda guerra mundial para juzgar a los jerarcas del Tercer Reich. La situación en Afganistán no es mejor. Día tras día se informa de la “muerte en combate” de decenas de talibanes. Poco tiempo después nos enteramos que casi todos los presuntos talibanes eran mujeres, niños y ancianos. Pareciera que para matar a cada auténtico talibán se necesita asesinar a aproximadamente unos veinte inocentes. ¿Se creará algún día un Tribunal Internacional Especial para Irak y Afganistán que juzgue a todos los responsables de esos dos países? Jamás. Agreguemos a Libia a la lista de países agredidos ilegalmente4.