“OCIO ACTIVO Y BIENESTAR SUBJETIVO EN PERSONAS MAYORES”
Miguel Ángel García Martín
Miguel Ángel García Martín / Ocio Activo y Bienestar Subjetivo en Personas Mayores
A María, Alfonso y Natalia, madre, hermano y compañera en este mi decurso vital: Mi manantial, mi río y mi mar.
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AGRADECIMIENTOS
Aristóteles decía que el agradecimiento envejece rápidamente. No obstante, puedo asegurar que mi sentimiento de gratitud sigue siendo aún púber. Y como adolescente agitado e incontenible, aprovecha cualquier ocasión para manifestar, casi vociferar, el contenido de sus entretelas. Es por ello que quiero expresar mi más sincero agradecimiento a todas y cada una de las personas que han participado en el estudio. En primer lugar, a esas personas mayores que abiertamente y con una paciencia digna de elogio han respondido a mi solicitud de colaboración de la manera más complaciente. A todos ellos: gracias. Así mismo, como puente que me ha permitido llegar a estas personas y conectar con una realidad tan dinámica como apasionante, agradezco toda la colaboración que se me ha ofrecido desde la Delegación Provincial de Málaga de la Consejería de Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía. Especialmente, puedo decir que ha sido muy importante para el desarrollo de este proyecto, la ayuda inestimable del que fuese en su día Jefe de Sección de Centros y Programas, Alberto Ariza, verdadero profesional y también amigo, que, si tuviera que describirlo diría que trata de poner su toque personal de alegría y vida en cada una de las acciones que lleva a cabo. Siguiendo con los símiles arquitectónicos, una vez establecido el puente, quien ha permitido mantenerlo y asegurar su estructura ha sido la trabajadora social del Centro de Málaga-Trinidad, Charo Rodríguez. Una persona que, igualmente, trata de dar lo mejor de sí misma en su labor diaria con los mayores. Y que, gracias a su empeño, ha convertido a éste, “su Centro”, en uno de los más dinámicos y vivaces de la provincia. Pilares firmes, seguros y protectores son para mí los profesores Alfredo Fierro y Luis Gómez. Su constate y paciente guía, enseñanza y consejo, ha sido el sostén sobre el que se ha ido extendiendo, buscando su camino adecuado, esa hiedra que, progresivamente, ha ido alcanzando una mayor altura y urdimbre a medida que se enlazaban puntos en un principio inconexos. Por último, quiero agradecer el trabajo realizado por todas mis alumnas cola- boradoras. Ellas: Olga, Patricia, Esther, Charo, Estefanía, Feli, Fátima, Vanessa...,
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Miguel Ángel García Martín / Ocio Activo y Bienestar Subjetivo en Personas Mayores sin lugar a dudas, han sido las voluntariosas operarias que, a pie de obra, han ob- servado cuidadosamente todas las instrucciones que han recibido. Su labor de aten- ción a las personas que han tomado parte en el estudio ha sido imprescindible. De entre ellas, quiero destacar la colaboración de Belén y Nuria, quienes me acompaña- ron desde los primeros momentos, y cuya ayuda a sido muy valiosa.
A todas estas personas que han aportado a esta obra su colaboración, sus esperanzas, sus sugerencias, sus ánimos, sus consejos..., en definitiva, parte de ellos mismos y de su vida:
Gracias.
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INTRODUCCIÓN
La función de toda introducción no ha de ser otra que, como su nombre indi- ca, la de conducir hacia el interior de la obra que a continuación se expone. Así, por ejemplo, el guía experto no limita sus comentarios a la insípida descripción del con- tenido de los lienzos que pueblan las salas del museo. Él sabe que para conseguir la atención de los visitantes, se hace imprescindible hacerles conocedores de la obra y de su proceso de confección: qué motivó su creación, a qué etapa artística corres- ponde, en qué estado se encontraba su autor cuando la realizó, qué trataba de ex- presar a través de ella, etc., etc. Sólo de esta forma, a través del conocimiento de la obra, se la puede llegar a valorar en su justa medida. Esto es válido tanto para las creaciones plásticas como para las literarias. Por ello, considero necesario para una buena aproximación al tema que se aborda en el presente trabajo, comentar previamente la evolución que ha seguido. En este senti- do, aunque la localización espacial coloca obligatoriamente la parte introductoria en una posición previa a cualquier otra, su redacción temporalmente ocupa el segmento final, lo que facilita a la vez que insta a llevar a cabo una remembranza de lo aconte- cido. Cuando a veces he sido preguntado por el origen de mi interés hacia el cam- po de la psicogerontología, he tenido que hacer referencia a los trabajos de Langer y Rodin en contextos residenciales. Recuerdo el grato impacto que me causaron los positivos y alentadores resultados que se obtuvieron tras inducir un aumento de per- cepción de control en estas personas. De esta forma tan sencilla, a la vez que útil, la Psicología Social empezó a abrir ante mí una clara vertiente aplicada. Resultaba sorprendente el hecho de que la inducción de responsabilidad entre los residentes sobre el contexto, hiciera que éstas se prolongaran de una manera casi milagrosa. Este fue el germen que dio lugar a mi querencia hacia este colectivo, y, muy especialmente, hacia el estudio de la intervención que desde la psicología se podía llevar a cabo para mejorar sus vidas. Esperando el momento apropiado, la germina- ción de la semilla se fue produciendo durante los cursos de doctorado realizados en la Universidad de Málaga, englobados bajo el título: “Estrés y Afrontamiento”. Fue en éstos donde vi la oportunidad de madurar más la idea para iniciar un estudio en el
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ámbito psicogerontológico. Así, poco a poco, me fui introduciendo en él, centrándo- me en lo que sería posteriormente objeto del presente estudio. Como en todos los comienzos, los pasos iniciales son algo más burdos. Así, primeramente, a comienzos del noventa y seis, movido por este deseo de conoci- miento, formé parte, como becario, de un proyecto de investigación nacional en el que se abordaba el estudio de la demencia tipo Alzheimer. La orientación básica y el enfoque psicopatológico de esta investigación, me hicieron comprender la necesidad de reorientar mi estudio hacia aspectos más positivos del proceso de envejecimien- to. Como dice Goethe: “No basta con saber, también hay que aplicar. No basta con querer, también hay que actuar”. Será precisamente el profesor Alfredo Fierro, tutor, mentor, codirector de tesis y, esencialmente para mí, maestro, quien satisfaga esa carencia a través de su línea de investigación en personalidad sana y bienestar subjetivo. La aplicación de esta perspectiva al estudio del envejecimiento dio lugar al proyecto inicial de tesis titulado: “Adaptación y bienestar subjetivo en ancianos: análisis descriptivo y factores deter- minantes”. Con él se trataban de abordar los patrones de afrontamiento llevados a cabo por la persona a lo largo de su envejecimiento, así como la repercusión que estos ejercían en su proceso de adaptación. La necesaria focalización del objeto de análisis en toda investigación, así co- mo el deseo personal de incidir en su utilidad práctica, de cara a la intervención so- bre este colectivo, favorecerán el que este estudio inicial descriptivo de paso a uno más aplicado. Es en este punto donde, coincidiendo con la incorporación al Área de Psicología Social de la Universidad de Málaga, la gran ayuda de mi codirector de tesis, el profesor Luis Gómez, permitirá diseñar el estudio que constituye el núcleo empírico de la presente tesis. El objetivo de este estudio no es otro que el de saber de qué modo influye sobre el bienestar subjetivo de las personas mayores, su parti- cipación regular en las actividades de talleres de ocio organizadas en los Centros de Día que a ellos se destinan. Anteriormente, a comienzos del noventa y siete, se iniciaba, en colaboración con la Delegación en Málaga de la Consejería de Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía, un estudio descriptivo para analizar los perfiles sociodemográficos de los usuarios de estos talleres en los catorce Centros en la provincia de Málaga depen- dientes de esta Delegación.
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El contacto con la dinámica de los talleres de ocio en uno de estos catorce Centros de Día, concretamente el de Málaga-Trinidad, ubicado en la propia capital, representaba un claro exponente de las nuevas líneas de intervención psicosocial requeridas por un colectivo cada vez más numeroso en nuestra sociedad. Un colec- tivo que, a su vez, reclamaba y reclama un papel más participativo, y que rechaza tanto la relegación a papeles pasivos como el confinamiento en entornos desvincu- lados de la sociedad. Estas actividades, iniciadas en Málaga de una manera siste- mática pocos años antes, exigían su estudio, pues, a pesar de suponer una práctica social que afecta cada vez a un mayor número de personas, no había sido objeto de análisis por parte de la Psicología Social. De esta manera se iba reduciendo el área de ese círculo de investigación que comenzó con el examen de los patrones de afrontamiento y adaptación durante el envejecimiento. Esta práctica de ocio activo suponía una respuesta concreta ante una necesidad de un colectivo que ve, de esta manera, favorecida su adaptación y bienestar a través de la intervención psicosocial. El contacto diario con estas perso- nas, permitía conjeturar hipótesis acerca del beneficio real que esta actividad les re- portaba. Un indicador indirecto de este beneficio lo constituía la propia demanda de participación en estos talleres. Así, entre los años 1997 y 1998 se produjo un notable incremento del número de usuarios en algunos Centros, entre ellos, el de Málaga- Trinidad que, a inicios del período 1998-1999, ya contaba con catorce grupos de ac- tividades. Así mismo, tanto los propios comentarios de sus usuarios como el hecho de que muchos de ellos continuasen año tras año, atestiguaban igualmente los efec- tos positivos que esta práctica supone para sus usuarios. No obstante, el abordaje científico de la realidad social, si bien requiere ini- cialmente su descripción, ésta necesariamente llama a su ulterior explicación. Así, como en todo análisis, se trata de fragmentar o descomponer el objeto en sus ele- mentos constituyentes para clarificar la relación que se establece entre ellos. En este caso, se parte de la idea de que la práctica de talleres repercute positivamente sobre el apoyo social y la percepción de control entre sus usuarios, elementos que, así mismo, ejercen una notable influencia tanto sobre la ausencia de sentimientos de soledad como sobre la salud. Esto convierte a la actividad de ocio desarrollada en estos talleres en un impulsor del bienestar subjetivo, pues, de acuerdo con el es- quema previo, incide sobre elementos fuertemente vinculados a éste.
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Descubriendo velos, nos encontramos ante el rostro que representa el pre- sente trabajo. Un rostro que, en principio, se nos presenta algo desdibujado pero que, cual Galatea, promete enamorar a todo Pigmalión que se acerque a él con el difícil propósito de tratar de darle forma.
Llegados a este punto, se comprenderá mejor el contenido y la ordenación de los capítulos que componen la parte teórica. En este sentido, frecuentemente resulta espinosa la labor de seleccionar los apartados que compondrán el acercamiento teó- rico al estudio empírico que constituye el corazón de una tesis doctoral. Bajo esta selección subyace siempre, o cuando menos, este es mi caso, el deseo de contarlo “todo”. Un todo que resulta ser vasto, inmenso, poliédrico..., casi inabarcable. La concreción de esta infinitud siempre ira perseguida por la duda del doctorando de saber si ha comentado todo lo que debía comentar, si ha revisado toda la bibliografía que debía revisar; en definitiva si, cual juglar, ha “relatado” lo que debía “contar”. He de confesar que a mí también me asaltó y me asalta esa duda. Cuando en su día tuve, como diría Balzac, que habérmelas con esa garra acechante que aguar- daba tras la puerta, opté por agrupar los contenidos de los capítulos en función de las variables analizadas, ordenándolos de acuerdo con un criterio creciente de con- creción. Únicamente se libra de esta pauta el primero de ellos, en el que bajo el título de “Envejecimiento y atención social”, se lleva a cabo una aclaración de conceptos relativos al primero y un recorrido histórico y etnográfico de cómo ha sido entendido y acogido este fenómeno social en diversas culturas. Aunque no imprescindible, este capítulo ayuda al encuadre del objeto de estudio desde una perspectiva psicosocial, concretamente dentro del ámbito de intervención de los servicios sociales, facilitan- do el comienzo de la lectura a través de los curiosos referentes de la atención a per- sonas mayores que la etnología proporciona. En el segundo de los capítulos se aborda el bienestar subjetivo, siendo junto con el de ocio, el más extenso de los cinco que componen la parte teórica. Esta ex- tensión se hace necesaria para conocer en profundidad el concepto clave alrededor del cual girarán el resto: su estructura, las variables por las que se ve afectado y las teorías explicativas presentes en la literatura. A continuación, se trata la importancia del apoyo social como variable relevan- te para el bienestar de las personas mayores. En este capítulo, una vez definido, se
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Miguel Ángel García Martín / Ocio Activo y Bienestar Subjetivo en Personas Mayores analizan las principales repercusiones que el apoyo social tiene sobre este colectivo tanto a nivel físico como psíquico. Siguiendo el esquema indicado, el cuarto capítulo versa sobre otra de las va- riables relevantes para el bienestar subjetivo en personas mayores, como es el con- trol percibido. Al igual que en el capítulo precedente, una vez delimitado este con- cepto, y analizados los cambios que sufre durante el envejecimiento, se hace una revisión de las notables influencias que ejerce tanto sobre la salud física como sobre el bienestar subjetivo de las personas mayores. Por último, se analiza el ocio como actividad regular que proporciona las con- diciones necesarias para el incremento del apoyo social y el control percibido entre las personas mayores. En este sentido, este quinto capítulo trata de cerrar el aparta- do teórico favoreciendo su visión como conjunto de elementos en estrecha vincula- ción. La comprensión de esta interrelación permitirá entender adecuadamente la naturaleza del estudio empírico llevado a cabo. En el que, precisamente, se compro- bará el potencial benéfico del ocio activo sobre el bienestar subjetivo de las perso- nas mayores a través de su efecto sobre el apoyo social y el control percibido de estos sujetos. Espero y deseo que, como comentaba al comienzo, este apartado contribuya a guiar al lector dentro del texto que a continuación paso a exponer.
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ÍNDICE
1ª PARTE:
(Revisión Teórica)
CAPÍTULO I : ENVEJECIMIENTO Y ATENCIÓN SOCIAL 13
1.1. Aspectos demográficos del envejecimiento 13 1.2. Edad y envejecimiento: Etapa o proceso 15 1.3. Aspectos sociales del envejecimiento 22
1.3.1. La atención social de los mayores desde una perspec- tiva histórico-etnográfica 22 1.3.2. Siglo XX: Una nueva concepción de la atención social 26
CAPÍTULO II: EL BIENESTAR SUBJETIVO 31
2.1. ¿Qué es el bienestar subjetivo? 38 2.2. Elementos estructurales del bienestar subjetivo 40
2.2.1. La distinción afectivo-cognitivo 41 2.2.2. La distinción positivo-negativo 43 2.2.3. La distinción frecuencia-intensidad 47 2.2.4. La distinción interno-externo 51
2.3. Variables que influyen en el bienestar subjetivo 53
2.3.1. Salud y variables sociodemográficas 53 2.3.1.1. Salud 53 2.3.1.2. Edad 55 2.3.1.3. Genero 58 2.3.1.4. Estado civil 60 2.3.1.5. Nivel educativo 62 2.3.1.6. Ingresos 62 2.3.2. Características individuales 65 2.3.3. Variables comportamentales y acontecimientos vitales 68
2.4. Modelos explicativos del bienestar subjetivo 70
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CAPÍTULO III: APOYO SOCIAL Y ENVEJECIMIENTO 80
3.1. ¿Qué es el apoyo social? 80 3.2. Modelos teórico-explicativos del apoyo social 85 3.3. Repercusión del apoyo social en las personas mayores 91
3.3.1. Efectos sobre la salud física 93 3.3.2. Efectos sobre el bienestar subjetivo 97
3.4. Apoyo social y envejecimiento: cambios a lo largo de la vida 102
3.4.1. Cambios observados en las redes de apoyo 107 3.4.2. Modelos explicativos 112
CAPÍTULO IV: CONTROL PERCIBIDO Y ENVEJECIMIENTO 117
4.1. Percepción de control y constructos relacionados 118 4.2. Repercusiones físicas y psíquicas del control percibido 122
4.2.1. Control percibido y salud 122 4.2.2. Control percibido y bienestar subjetivo 126
4.3. Percepción de control y envejecimiento 132 4.4. Provisión de ayuda y percepción de control 140 4.5. Implicaciones de cara a la intervención sobre este colectivo 144
CAÍTULO V: ACTIVIDAD Y OCIO DURANTE EL ENVEJECIMIENTO 147
5.1. El concepto de ocio desde una perspectiva 148 5.2. ¿Qué se entiende por ocio? 151
5.2.1. Definición 151 5.2.2. Tipologías de ocio 154
5.3. Patrones de actividad y ocio durante el proceso de envejecimiento 156 5.4. Teorías relativas a los cambios de actividad producidos en el proceso de envejecimiento 159
5.4.1. Teoría de la desvinculación 159 5.4.2. Teoría de la actividad 163 5.4.3. Teoría de la continuidad 166
5.5. Beneficios derivados de las actividades de ocio 169
5.5.1. Efectos sobre la salud 169 5.5.2. Beneficios psicológicos 170 5.5.3. Algunos aspectos a tener en cuenta acerca de los beneficios derivados del ocio 175
5.5.3.1. Tipo de actividad 176 5.5.3.2. Diferencias de género 180 5.3.3.3. Limitaciones para el ocio 183
5.4. Aproximación teórica en la explicación de estos beneficios 185 5.5. El ocio como actividad terapéutica en los mayores 189
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2 ª PARTE:
(“Repercusión de los talleres de ocio en el bienestar subjetivo de las personas mayo- res: Un estudio empírico”)
1. OBJETIVOS 193
2. MÉTODO 197
2.1 Sujetos 197 2.2 Procedimiento 201 2.3 Instrumentos 203 2.3.1. Apoyo social 204 2.3.2. Soledad 210 2.3.3. Satisfacción vital 211 2.3.4. Depresión 216 2.3.5. Control percibido 220 2.3.6. Autoeficacia social 221 2.3.7. Salud 226 2.3.8. Deterioro cognitivo 233 2.3.9. Actividad no formal 235 2.3.10. Satisfacción con el taller de actividad 237
3. RESULTADOS Y DISCUSIÓN 240
3.1. Efectos sobre el bienestar subjetivo 240 3.2. Efectos sobre la soledad autoinformada 244 3.3. Efectos sobre la salud objetiva y percibida autoinformada 244 3.4. Efectos sobre el deterioro cognitivo 248 3.5. Efectos sobre el control percibido 248 3.6. Efectos sobre la autoeficacia social 249 3.7. Efectos sobre el apoyo social 249 3.8. Repercusión de los talleres sobre la actividad informal 252 3.9. Mantenimiento temporal de los resultados 256 3.10.Efectos diferenciales de cada taller de actividad 262 3.10.1. Taller de Gimnasia 267 3.10.2. Taller de Manualidades 269 3.10.3. Taller de Dibujo y Pintura 272 3.10.4. Taller de Informática 274 3.11.Efectos diferenciales en función de las características de los usuarios 277 3.11.1. Sexo 277 3.11.2. Edad 279 3.11.3. Estado civil 280 3.11.4. Nivel de estudios 281 3.12. Cómo repercuten los talleres de ocio: proceso de actuación 282
4. CONCLUSIONES 289
ANEXO 294
BIBLIOGRAFÍA 297
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Miguel Ángel García Martín / Ocio Activo y Bienestar Subjetivo en Personas Mayores 1ª PARTE
"Revisión Teórica"
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Miguel Ángel García Martín / Ocio Activo y Bienestar Subjetivo en Personas Mayores
CAPÍTULO I: ENVEJECIMIENTO Y ATENCIÓN SOCIAL
“Vivir es envejecer, es decir, cambiar” (Malek Haddad) 1.1. Aspectos demográficos del envejecimiento.
Se considera que el envejecimiento de la población es un signo y también un resultado del desarrollo económico y social de un país. En este sentido, la O.N.U. pronostica que, en el año 2050, en las regiones desarrolladas habrá más del doble de personas mayores de sesenta años que menores de quince; mientras que en las menos desarrolladas el porcentaje poblacional de los primeros se incrementará de un ocho a un veintiuno durante el período comprendido entre 1998 y 2050. En con- junto, la proporción de personas mayores en el mundo pasará de un diez a un vein- tidós por ciento en el transcurso de dicho período (O.N.U., 1998). Los índices de envejecimiento poblacionales son mayores debido, por una parte, a que, gracias a las notables mejoras higiénico-sanitarias y de la calidad de vida, cada día son más las personas que llegan a edades avanzadas en condiciones saludables (envejecimiento por la cúspide). Las personas mayores de sesenta y cin- co años representan una proporción importante de la población en todos los países de la Unión Europea. A la mayor proporción de personas mayores en nuestra sociedad contribuye también el cada vez menor número de jóvenes, motivado por el progresivo descenso de nuevos nacimientos (envejecimiento por la base). En la figura 1 se puede apreciar el incremento del índice de supervivencia en España a lo largo de este siglo. Este índice representa el porcentaje de la población que, superados los quince años, llega a alcanzar los 65. A principios de siglo, se situaba en el 41,7% para los varones y el 47% para las mujeres, mientras que los últimos datos oficiales del I.N.E. (1994-95) indican que el 79% de los varones y el 91% de las mujeres llegan a esa edad (Ver figura 1). Las mejoras de las condiciones de vida durante ese período, especialmente en la segunda mitad del siglo, han hecho aumentar de manera espectacular la esperanza de vida en España, que ha pasado de ser en 1900 de 33,9 años en los hombres y 35,7 años en las mujeres, a 74,29 y 81,57 en la actualidad respectivamente. Este aumento también ha afectado
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Miguel Ángel García Martín / Ocio Activo y Bienestar Subjetivo en Personas Mayores a la esperanza de vida a los 65 años (Ver tabla 1), cercana a veinte años en el caso de la mujer y que sobrepasa los dieciséis años en los varones. De esta manera, el período considerado como vejez ha pasado de ser una etapa casi residual de la vi- da, a constituir aproximadamente una cuarta parte de ésta (Martínez y García, 1994). Al nacer A los 65 años
Año Varones Mujeres Varones Mujeres 1900 33,9 35,7 9,0 9,2 1910 40,9 42,6 9,8 10,1 1920 40,3 42,1 9,7 10,6 1930 48,4 51,6 10,4 11,5 1940 47,1 53,2 9,9 11,9 1950 59,8 64,3 11,8 13,5 1960 67,4 72,2 13,1 15,3 1970 69,6 75,1 13,3 15,9 1980 72,5 78,6 14,8 17,9 1990 73,4 80,5 15,5 19,2 1994-95 74,29 81,57 16,1 19,81
Tabla 1. Esperanza de vida. Fuente: Abellán (1995) y tablas de mortandad del I.N.E. (1994-95).
HOMBRES MUJERES
100
80
60 % 40
20
0 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 1994-95 Figura 1. Evolución del Índice de Supervivencia en España. Fuente: Elaboración propia a partir de los datos aportados por el INE (1998).
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Miguel Ángel García Martín / Ocio Activo y Bienestar Subjetivo en Personas Mayores
En nuestro país, el progresivo aumento de la población mayor de 65 años se ha visto aparejado de una disminución del grupo de edad igual o inferior a 15 años. No hay que olvidar que España tiene el menor índice de fecundidad de la Unión Eu- ropea. Ya en 1995, el promedio de hijos por mujer estaba por debajo del nivel de reemplazo necesario para el mantenimiento de la población, situándose en 1,18, ín- dice que baja en 1997 hasta el 1,16. De mantenerse estas tendencias, las Naciones Unidas pronostican que, en el plazo de cincuenta años, España tendrá una de las poblaciones más envejecidas del planeta (O.N.U., 1998). Uno de los indicadores más utilizados en el análisis de las tendencias demo- gráficas de un país es el índice de envejecimiento que resulta de dividir el número de personas con 65 ó más años entre los que no alcanzan la edad de 15 años. Valores por encima de 0,5 corresponden a poblaciones en proceso de envejecimiento, y si son superiores a 0,6 permiten aplicarle el calificativo de envejecida. Como se puede apreciar en la figura 2, este índice ha ido aumentando considerablemente en nuestro país a lo largo de los últimos años. Así, mientras que en 1981 las personas mayores representaban el 44% de esta población, en la actualidad –según estimación del I.N.E.-, esta cifra asciende hasta el 108%. Con relación al total de la población (Ver figura 3) este porcentaje ha pasado durante ese mismo período del 11,29 al 16,56.
Los datos actuales confirman estos pronósticos, así, según el último Padrón Mu- nicipal de 1996 (I.N.E., 1999), el índice de envejecimiento se sitúa en el 0,974 (ocho milésimas por encima de lo estimado), y el porcentaje de personas mayores de 65 años alcanza en nuestro país el 15,62 (una centésima por debajo de lo proyectado). En lo que respecta a Andalucía, es la penúltima comunidad autónoma, tras Cana- rias, en envejecimiento, como así queda reflejado los datos del último Padrón. El índice de envejecimiento de nuestra comunidad es del 0,678, mientras que el por- centaje de población mayor de sesenta y cinco años alcanza el 13, 24.
1.2. Edad y envejecimiento: Etapa o proceso.
A lo largo del apartado anterior se ha dejado traslucir una correspondencia entre edad cronológica y envejecimiento. Si bien, la primera puede ser un indicador objetivo del segundo, la cuestión no está tan clara. Muestra de ello es, por ejemplo,
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Miguel Ángel García Martín / Ocio Activo y Bienestar Subjetivo en Personas Mayores la disparidad de criterios entre las Naciones Unidas, que considera los 60 años como fecha de inicio de la ancianidad, y otras organizaciones, como la O.M.S., que la es- tablece a partir de los 65 años. Este último límite, tan arbitrario como otros, es el que ha sido comúnmente aceptado. En este caso, el umbral demográfico de envejecimiento se hace coincidir con el cese generalizado de la actividad productiva. Esta edad laboral no es más que un referente de la denominada edad social, que se define en función del conjunto de roles asumidos por la persona, y que se hallan impregnados de expectativas de comportamiento normativas para cada sociedad. Junto a esta edad social aparecen otras “edades” definidas en función de di- versos criterios. Tal es el caso de la edad biológica, como estimación de la posición actual de la persona con relación a su potencial biológico. Simone de Beauvoir (1983), en su conocido libro sobre la vejez afirma que:
“La edad cronológica y la edad biológica están muy lejos de coinci- dir siempre” (pag. 39).
Ya en 1975, Ryder propuso definir el umbral de la vejez no con relación a la edad cronológica o años vividos sino haciendo referencia al número de años que, por tér- mino medio, restaban por vivir. Su propuesta concreta fue tomar como umbral de la vejez aquella edad en la que la esperanza de vida fuera de diez años. De aplicar este criterio a la población española, a comienzos de la década de los noventa se tenía que haber incrementado ese umbral a los 75 años, pues la esperanza de vida para ambos sexos alcanzaba ya esa cifra. Muy relacionado con el criterio anterior se encuentra la propuesta de la O.M.S. en su Programa Salud para todos en el año 2000. Según esta organización, la vejez podría definirse a partir de la edad en la que la esperanza de vida libre de discapacidades alcance un determinado número de años. Este concepto de vejez corre paralelo a lo que se entiende por “edad funcional” como capacidad adaptativa del sujeto a las exigencias ambientales en comparación con el resto de individuos de una misma edad cronológica.
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1,4 Índice de Envejecimiento Poblacional (nº de habs. de 65 ó más años / nº de habs. de quince o menos
1,2
1
0,8
0,6
0,4
0,2
0 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020
Figura 2. Evolución del índice de envejecimiento en España. Los datos a partir de 1992 corresponden a proyecciones de población estimadas a partir del Censo de 1991. Fuente I.N.E. 4
0,2
0,19 Porcentaje de personas mayores de 65 años con relación al total poblacional 0,18
0,17
0,16
0,15
0,14
0,13
0,12
0,11
0,1 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020
Figura 3. Incremento relativo de las personas mayores en España. Los datos a partir de 1992 corresponden a proyecciones de población estimadas a partir del Censo de 1991. Fuente I.N.E.
Miguel Ángel García Martín / Ocio Activo y Bienestar Subjetivo en Personas Mayores
La menor mortalidad femenina hace que, conforme avanza la edad, el porcen- taje de mujeres sea progresivamente mayor al de los hombres, pudiendo hablar de un “envejecimiento femenino”. Así, el número de mujeres mayores de 80 años (ver figura 4) representa el doble del de varones con esa misma edad. Es importante señalar que cerca del setenta por ciento (67,55%) de la población femenina alcanzan esa edad, y que más de una cuarta parte (25,115%) llegan a celebrar su nonagésimo cumpleaños. El envejecimiento poblacional no afec- ta a todas las edades por igual. El grupo integrado por los mayores-mayores (de 80 ó más años) (ver gráfica 4) está creciendo a un ritmo mucho más rápido que el resto. Esto, unido a los problemas de pérdida de autonomía funcional vinculados al avance de la edad, anuncia importantes repercusiones tanto so- ciales como políticas en la atención a este colectivo.