Los Campamentos Romanos De Campaña (Castra Aestiva): Evidencias Científicas Y Carencias Académicas
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Nivel Cero 10 Santander, 2002 Pág. 49-87 LOS CAMPAMENTOS ROMANOS DE CAMPAÑA (CASTRA AESTIVA): EVIDENCIAS CIENTÍFICAS Y CARENCIAS ACADÉMICAS Eduardo PERALTA LABRADOR* Instituto de Estudios Prerromanos y de la Antigüedad de Cantabria “Este recinto es la segunda patria del sol- evidencias campamentales romanas que han venido a dado, y la empalizada hace las veces de las desmontar definitivamente todo lo que los teóricos de murallas y la tienda es para cada soldado su esa historiografía oficial de gabinete dijeron sobre las casa y sus penates” Guerras Cántabras. A pesar de esta radicalizada facción universi- TITO LIVIO taria santanderina y de sus apoyos entre ciertos res- Ab urbe condita, XLIV, 39, 5 ponsables de la política cultural regional, preocupa- dos exclusivamente de intentar boicotear y de silen- 1. INTRODUCCIÓN ciar estas investigaciones por “razones políticas”2, los principales especialistas nacionales y extranjeros en Hasta hace bien poco se consideraba impro- castros prerromanos y en castramentación militar bable la existencia de campamentos romanos al inter- romana de la Real Academia de la Historia, Univer- ior de la Cordillera Cantábrica (Morillo, 1991: 167), sidad Complutense, de la Römisch-Germanische básicamente porque nadie se había molestado en Kommission de Frankfurt, de L´École Pratique des buscarlos hasta que nuestras investigaciones cambia- Hautes Études de la Sorbona y de la propia Univer- ron por completo el panorama afrontando el impres- sidad de Cantabria no vinculados a esos politizados cindible trabajo de prospecciones sobre el terreno intereses ajenos a lo científico, han visitado estos con criterios científicos y contando con la necesaria yacimientos y han sabido valorar su gran importancia formación en castramentación militar romana de científica, histórica y arqueológica en el transcurso campaña. De ahí que las antiguas hipótesis de re- del simposio sobre las Guerras Cántabras organizado construcción de las Guerras Cántabras generadas a por la Fundación Marcelino Botín en 1997 y en otros partir de los venerables textos de Flórez, de Schulten, foros académicos. de Syme y de los tratadistas que les sucedieron, re- No obstante, en fechas bien recientes, todavía cientemente cuestionadas con sólidos argumentos1, encontramos autores del mundo universitario que carezcan de un respaldo arqueológico como el que siguen silenciando deliberadamente los campamentos tuvieron ya desde el siglo XIX las investigaciones de las Guerras Cántabras en estudios supuestamente sobre la Guerra de las Galias patrocinadas por Napo- científicos sobre la conquista y la implantación ro- león III. Pese a ello, tal como cuenta el profesor Mi- mana en el Norte, asegurando contra todas las evi- chel Reddé, actualmente una de las principales auto- dencias científicas publicadas que “El período de las ridades en la materia, todavía en los años 70 los “es- Guerras Cántabras apenas si se encuentra documen- pecialistas” del país vecino afirmaban apriorística- tado desde el punto de vista arqueológico dada la mente frente a los estudios que acababa de empren- precariedad de la presencia romana en la región” der que en Francia no podía haber campamentos (Fernández Ochoa y Morillo, 2002b: 271). Incluso ha romanos (Reddé, 1996: 5), fase que ahora se ha repe- habido algún oscuro erudito local santanderino, cuya tido en el solar cántabro desde intolerantes círculos cualificación y aportaciones bibliográficas o arqueo- político-docentes contra los arqueólogos que hemos lógicas sobre castros prerromanos o campamentos aportado unas incontrovertibles y monumentales romanos de campaña son desconocidas, que ocasionalmente se ha atrevido a afirmar en reciente trabajo que yacimientos de la categoría de Cildá, 1 La toponimia utilizada para fundamentar las diversas propuestas de reconstrucción de las Guerras Cántabras ha sido recientemente 2 Durante el denominado II Encuentro de Historia de Canta- revisada y refutada científicamente (Ramírez, 1999a; Id.1999b), se bria,organizado por el Parlamento Regional y la Universidad de ha clarificado la información que suministran las fuentes clásicas Cantabria a finales de noviembre del 2002, en el coloquio que (González Echegaray, 1999), y se han aportado unas primeras siguió a la ponencia de Walter Trillmich, Manuel González Mora- evidencias arqueológicas claras y monumentales de dichas guerras les, paleolitista y decano de la facultad de Filosofía y Letras, asegu- que contradicen cuanto sostuvieron los “arqueólogos” y “especia- ró que el estudio de las Guerras Cántabras “es peligroso”; lo que es listas” de despacho del mundo oficial (Peralta, Fernández y Ayllón, bien revelador de las intencionalidades de censura política puestas 2000. Peralta, 1997; Id., 1998; Id., 1999a; Id., 1999b; Id., 2000: en marcha desde esta facción al ser incapaz de contestar científi- 259-282, Id., 2001a; Id., 2001b; Id., 2001c; Id., 2001d; Id., 2002). camente con argumento racional de ningún tipo. * Director de las excavaciones en el asedio de la Espina del Gallego (Cantabria) y en los campamentos romanos de campaña del norte de Burgos y Palencia. EDUARDO PERALTA LABRADOR que yacimientos de la categoría de Cildá, Campo de de la castramentación militar romana de campaña y las Cercas o la Espina del Gallego, declarados Bienes del equipamiento y utillaje que este tipo de enclaves de Interés Cultural con la categoría de Zona Arqueo- suministran. Por ello, por encima de los numerosos lógica, son una “invención extraordinaria” de quie- prejuicios y desconocimientos que sobre la materia nes los hemos descubierto y excavado (Vega de la todavía persisten en determinados ámbitos académi- Torre y Cerezo Sánchez, 2002: nota 15), lo que nos cos peninsulares, el presente trabajo tiene como obje- muestra hasta dónde puede llegar la ceguera y el tivo acercarnos a la realidad de la castramentación fanatismo de estos patéticos cenáculos provincianos romana de campaña a través de los documentos cuando las fobias y las envidias personales prevalecen literarios y arqueológicos, esenciales fuentes para el sobre los argumentos científicos, los conocimientos, la conocimiento histórico de la Antigüedad habitual- competencia profesional sobre la materia tratada y el mente ignoradas y despreciadas por buena parte del afán altruista de hacer avanzar el conocimiento histó- mundo docente que comentamos, en especial a nivel rico por encima de los espurios intereses partidistas de Cantabria. que mueven a otros. En el panorama científico peninsular, cuyos El estudio sobre los campamentos romanos de estudios sobre campamentos romanos se han centra- campaña (castra aestiva) que a continuación se presenta do básicamente en los castra hiberna republicanos de tiene la finalidad de ayudar a comprender en qué Numancia y de Cáceres el Viejo -correspondientes a consistían este tipo de fortificaciones temporales fren- las guerras celtibéricas y a la guerra de Sertorio- te a las ideas preconcebidas que al respecto ha soste- (Schulten, 1927; Id. 1929. Ulbert, 1984, Blázquez y nido tradicionalmente la inoperante historiografía Corzo, 1986. Blázquez, 1999), así como en campa- académica oficial de gabinete a propósito de las Gue- mentos estables (castra stativa) fechables por sus mate- rras Cántabras (sobre esta cuestión vid. Gutiérrez y riales ya en la fase de ocupación y control del territo- Hierro, 2001). El esclarecimiento de este tema resulta rio inmediatamente posterior al momento de con- especialmente necesario en Cantabria porque a nivel quista del Bellum Cantabricum et Asturicum -León, Astor- local determinados filólogos y paleolitistas ajenos a la ga, Herrera de Pisuerga, Rosinos de Vidriales I- o en metodología y a los canales científicos -conferencias, época más tardía -Rosinos de Vidriales II, Cidadela, congresos, artículos, libros- en los que otros nos mo- Aquis Querquennis- (Morillo, 1996), no se habían logra- vemos para dar a conocer los resultados de nuestras do identificar arqueológicamente hasta hace bien excavaciones en los campamentos romanos que poco campamentos temporales de campaña (castra hemos localizado en Cantabria y en el norte de Casti- aestiva), cuya importancia histórica y científica, sin lla, se han ocupado de intentar cuestionar nuestras embargo, es de mucha mayor trascendencia porque aportaciones con críticas de muy bajo perfil académi- son el tipo de establecimientos campamentales que co, nunca formuladas de frente en ningún foro cientí- nos informan de las campañas militares de conquista fico sino preferentemente en la trastienda política y de los acontecimientos bélicos citados por las fuen- provincial, que ponen en evidencia el talante y las tes clásicas, dado que los textos sobre las guerras de carencias sobre la materia de quienes las han puesto Roma en Hispania aluden claramente a campamen- en circulación. Por ello, nos adentraremos en lo que tos provisionales utilizados por las legiones únicamen- fue la realidad de las construcciones campamentales te durante el período que duraban las operaciones en romanas diferenciando sus diversos tipos y funciones. la zona donde tenían que intervenir, diferenciándolos de los campamentos de invierno a los que se retira- 2. PANORAMA ban los ejércitos al terminar la campaña (sobre esos textos vid. Morillo, 1993). El carácter provisional de El estudio de la castramentación militar ro- este último tipo de enclaves militares y la poco fre- mana de campaña no ha gozado de especial atención cuente conservación de sus estructuras de tierra y entre la mayoría de los estudiosos del ejército romano madera