El Cardenal Bueno Monreal En El Concilio Vaticano II. Sus Intervenciones En Las Aulas Conciliares
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El Cardenal Bueno Monreal en el Concilio Vaticano II. Sus intervenciones en las aulas conciliares Julio Jiménez Blasco Doctor en Historia Resumen: El Concilio Vaticano II es considerado como el acontecimiento más importante de la historia de la Iglesia católica en el siglo XX. Incluso algún autor llegó a clasificarlo como el más importante habido, incluyendo al de Trento. Constituyó una gran renovación y reforma de la propia Iglesia, y así lo expresó, al principio, Juan XXIII. Había que “adaptar la Iglesia al mundo actual al que se encontraba ligada, porque a él había sido enviada”. Es decir, un aggiornamento o puesta a punto. Tuvo carácter de universalidad por la representación episcopal, ya que asistieron 2860 padres conciliares, procedentes de los cinco continentes. El cardenal José María Bueno Monreal desempeñó un papel muy importante en esas transformaciones, fundamentalmente en la Iglesia y en la sociedad sevillana. De las más de diez intervenciones que realizó el cardenal en los debates conciliares, sobre los esquemas sometidos a discusión, hay que señalar uno que por su importancia y transcendencia causó un impacto muy positivo en todos los ámbitos. Se trataba del esquema de Ecclesia, que finalmente se convertiría en la constitución Lumen Gentium. Abstract: Vatican II is regarded as the most important event in the history of the Catholic Church in the twentieth century. Even some author came to classify it as far superior to all the most important incurred, including the Trent. Constituted a great renewal and reform of the Church itself, and thus put it, at first, Juan XXIII. He had to “adapt to today’s world church which was linked, because to him it had been sent”. I.e. an aggiornamento or tuning. It had character of universality by the episcopal representation, attended 2860 parents Council, from the five continents. Cardinal Jose Maria Bueno Monreal played a very important role in these transformations, primarily in the Church and in the Sevillian society. More than ten interventions made by the cardinal in Council debates, about schemes subject to discussion, it should be noted one causing a very positive impact in all areas by their importance and significance. It was the schema de Ecclesia, which eventually become the Constitution Lumen Gentium. Palabras clave: Concilio Vaticano II, padres conciliares, cardenal Bueno Monreal, Juan XXIII, episcopado, universalidad, debates conciliares, renovación y reforma de la Iglesia, aggiornamento, Iglesia sevillana, Lumen Gentium. Keywords: Concilio Vatican II, fathers, Cardinal Bueno Monreal, Juan XXIII, episcopate, universality, Conciliar discussion, renewal and reform of the Church, aggiornamento, Seville Church, Lumen Gentium. MT 115 Anuario de Historia de la Iglesia Andaluza. Volumen VII. 116 117 Julio Jiménez Blasco. El Cardenal Bueno Monreal en el Concilio Vaticano II. Sus intervenciones... INTRODUCCIÓN La llegada al pontificado de Juan XXIII el 28 de octubre de 1958 supondría, en muy poco espacio de tiempo, un giro muy importante en la vida de José María Bueno Monreal. No hace mucho, el sacerdote sevillano Alfredo Corona, que mantuvo un trato perso- nal cercano con el cardenal Bueno Monreal, contaba que en una visita que realizó a Roma el año 1970, tuvo la oportunidad de conocer a un arzobispo italiano que tenía gran amis- tad con el cardenal, le invitó a comer a en su casa y a lo largo de la conversación mantenida con el prelado, durante la comida, le habló muy bien sobre el arzobispo de Sevilla. Entre otras cosas, le habló del aprecio y simpatía que Juan XXIII sentía por el cardenal español. Incluso llegó a comentarle los varios aspectos que ambos tenían en común.1 Efectivamente, esa simpatía venía de años atrás. Fue durante un Congreso del Se- cours Catholique, celebrado en París, donde Bueno Monreal conoció y trató al entonces Nuncio Apostólico en Francia monseñor Roncalli. Cuando en 1947 llegaba a la capital francesa don José María, a la sazón obispo de Jaca, como representante de la delegación española en el Congreso, el Nuncio le invitó a una comida, cuyos restantes comensales eran el cardenal Suhard, arzobispo de París, y el jesuita padre Riquet, cuaresmero de Notre Dame. Eran los días del cerco diplomático a España. El Encargado de Negocios español dudaba de la oportunidad de ofrecer una recepción en honor de la delegación española, pues la posible incomparecencia del resto de las misiones extranjeras aconse- jaba omitir el acto. Bastó una discreta sugerencia de Bueno Monreal, para que el que sería Juan XXIII, en un delicado rasgo hacia España anunciara firme y decididamente su asistencia. Monseñor Roncalli fue, pues, artífice, con Bueno Monreal, de un hecho diplomático que pocos españoles conocían. Diecinueve días después de la muerte del Papa Pío XII, es elegido como nuevo Pon- tífice el Patriarca de Venecia, cardenal Ángelo Giuseppe Roncalli de 77 años de edad, que escogió el nombre de Juan XXIII. Fue una sorpresa para muchos. Su elección se produjo en la duodécima votación llevada a cabo en el conclave, y lo que parecía una razonable solución transitoria, se convirtió, más adelante, en una transformación y ver- dadero regalo para la Iglesia Católica. A los pocos días del nombramiento del nuevo Papa, incluso antes de su coronación que se produciría el cuatro de diciembre, la prensa, tal como había ocurrido en ocasio- nes similares, divulgaba la noticia de un próximo Consistorio para el nombramiento de nuevos cardenales. Los rumores apuntaban como candidatos a varios prelados de la Curia y a otros italianos cuyas diócesis eran sedes tradicionales cardenalicias. También figuraba, además de algunos Nuncios, el religioso claretiano español Arcadio Larraona. El Arzobispo de Sevilla no aparecía en ninguna de las listas. Las previsiones en gran parte se cumplieron y el 17 de noviembre de 1958 se dio a conocer la noticia de que Juan XXIII había creado 23 nuevos cardenales, y había convo- 1 Alfredo Corona, entrevista con el autor, Sevilla, 27-11-2013 116 117 Anuario de Historia de la Iglesia Andaluza. Volumen VII. cado un Consistorio secreto para el día 15 de diciembre, donde el Papa anunciaría, en presencia del Sacro Colegio, los nombres de estos purpurados que desde ese momento se convertirían en cardenales de pleno derecho. Entre los 23 elegidos había un solo espa- ñol y éste era José María Bueno Monreal, Arzobispo de Sevilla. El 12 de noviembre de 1958, Juan XXIII, en una carta autógrafa, comunicaba al Arzobispo de Sevilla que en el próximo Consistorio le constituiría miembro del Sacro Colegio de Cardenales, como premio de “sus méritos para con la Iglesia” Era el reconocimiento a su labor difícil, ab- negada, prudente, con tantas pruebas de adhesión y fidelidad a la Iglesia de Roma, todo ello realizado, principalmente, durante los últimos años en la Archidiócesis de Sevilla. Por otra parte no hay que olvidar que era tradicional que los prelados de la sede de San Leandro y San Isidoro fuesen cardenales. Bueno Monreal se convirtió así en el trigésimo cuarto cardenal de Sevilla. Por José María Cirarda, que fue obispo Auxiliar del cardenal, conocemos el extraño modo de enterarse que tuvo Bueno Monreal de su nombramiento al cardenalato. Dice Cirarda: “En el despacho del Hermano Mayor de la Macarena hay un azulejo que recuerda que por su teléfono se enteró el Arzobispo Bueno Monreal de que Juan XXIII le había creado cardenal… Me explicó la historia en una de mis estancias para dar unos cursos en la Universidad de Sevilla. Llevaba dos días sin abrir su correspondencia por los agobios de una intensa visita pastoral. Y estando confirmando en el templo de la Macarena le llamó el Ministro de Asuntos Exteriores, Castiella. Le felicitó muy efusivamente; y no quería creerle cuando le replicó que no sabía a qué obedecía la felicitación. Fue, así, el ministro quien le notificó que había sido nombrado cardenal. Cuando fue a su casa, se encontró con la oportuna notificación de la Secretaría de Estado, que llevaba dos días sobre su despacho…, sin ser abierta”.2 Más tarde le llamaría el Nuncio Antoniutti, quien se lo comunicó en latín y con carácter reservado hasta tanto no se hiciese público. Los actos más importantes para cumplir el programa establecido con motivo de la elevación al cardenalato de José María Bueno Monreal, se desarrollarían en Roma a lo largo de once días, del 8 al 19, del mes de marzo de 1959. Serían jornadas de gran intensidad y con una agenda muy repleta. El lunes nueve por la mañana fue recibido en audiencia privada por el Papa Juan XXIII. La entrevista duró unos cuarenta y cin- co minutos y en ella, además de hablar sobre la Archidiócesis de Sevilla, en agradable conversación, el Papa le contó a Bueno Monreal la visita privada que realizó a la capital andaluza en el año 1950. Llegó la jornada más relevante de su estancia en la capital ita- liana, el jueves doce de marzo, en que se celebraron en el Palacio Vaticano un Consis- torio público y otro privado, presididos ambos por el Papa Juan XXIII, con motivo de la imposición del capelo rojo y la entrega del título a los cardenales José María Bueno Monreal, Giuseppe Fietta y Fernando Cento. Estos no los habían recibido en diciembre como el resto de los otros veinte cardenales elevados a la púrpura. El retraso fue debido a que en esas fechas, dos de ellos, recibieron las birretas de manos de sus respectivos Jefes de Esta- 2 Cirarda Lachiondo, José María, “EL CARDENAL JOSE MARIA BUENO MONREAL. Mis recuerdos de una personalidad extraordinaria”, Vitoria, marzo, 2000, p. 2. (Cedido amablemente por Alfredo Corona) 118 119 Julio Jiménez Blasco. El Cardenal Bueno Monreal en el Concilio Vaticano II. Sus intervenciones... do (español y portugués) y el tercero (italiano) estaba enfermo.