ESTUDIO DEL APARATO DE FUENTES DEL CONCILIO TERCERO PROVINCIAL MEXICANO (1585)

Jesús Galindo Bustos PÁGINA LEGAL 262.52 GAL-e

Galindo Bustos, Jesús Estudio del aparato de fuentes del Concilio Tercero Provincial Mexicano 1585 / Jesús Galindo Bustos.-- Zamora, Mich.: El Colegio de Michoacán: Fideicomiso “Felipe Teixidor y Monserrat Alfau de Teixidor”, 2010. 348 p.; 23 cm. -- (Colección Fuentes)

ISBN 978-607-544-110-8

1.Iglesia Católica en México - Historia - Fuentes 2.Concilios y sínodos - México - Fuentes 3.Concilio Provincial Mexicano 1585

Imagen de portada: Retrato del arzobispo de México Pedro Moya de Contreras (detalle). Fotografía: Armando Ruiz.

© D. R. El Colegio de Michoacán, A. C., 2010 Centro Público de Investigación Conacyt Martínez de Navarrete 505 Las Fuentes 59699 Zamora, Michoacán [email protected]

© D. R. Fideicomiso “Felipe Teixidor y Monserrat Alfau de Teixidor”, 2010 Calle Georgia 44, Col. Nápoles 03810 México, D.F.

Edición en formato digital: Ave Editorial www.aveeditorial.com

Impreso en México Printed in México

ISBN 978-607-544-110-8 PREÁMBULO 6

INTRODUCCIÓN 10

CRITERIOS DE TRANSCRIPCIÓN DE LOS TEXTOS MANUSCRITOS 15

PARTE PRIMERA. LOS DECRETOS Y EL APARATO DE FUENTES DEL TERCER CONCILIO DE MÉXICO 17

I. LOS DECRETOS DEL TERCER CONCILIO DE MÉXICO 18 El tercer concilio de México de 1585 18 Fin del concilio 18 La aprobación y la publicación del tercer concilio mexicano 19 Participantes 20 Los decretos mexicanos de 1585 22 Descripción de los manuscritos de los decretos del concilio 22 Ediciones de los decretos mexicanos de 1585 25 Descripción y contenido de los decretos mexicanos 27 Autor, ¿Juan de Salcedo o los jesuitas Juan de la Plaza y Pedro de Ortigosa? 28

II. LA ELABORACIÓN DE LOS DECRETOS MEXICANOS 35 Hipótesis de trabajo 35 El esquema de las normas 36 Estilo de redacción 38 El modo de citar 40 El método de elaboración 41

III. APARATO CRÍTICO DE LOS DECRETOS CONCILIARES 50 El aparato crítico de los decretos del concilio tercero de México 50 Clasificación de las fuentes del aparato crítico 52 Fuentes preferentes 55

PARTE SEGUNDA. FUENTES PREFERENTES DEL CONCILIO TERCERO DE MÉXICO 57

IV. EL CONCILIO PROVINCIAL MEXICANO I (1555) 58 Historia del concilio de México I (1555) 58 Análisis de las constituciones del concilio primero de México 59 Pruebas de la utilización directa de las constituciones del concilio primero de México 59 Cotejo de las constituciones del concilio mexicano primero y los decretos del concilio mexicano tercero 60 Conclusiones del análisis de las legislaciones de ambos concilios 65

V. LAS FUENTES GRANADINAS Y LA ESTRUCTURA DE LOS DECRETOS MEXICANOS 67 El concilio de Granada (1565). Antecedentes, historia e influencia 67 El sínodo de Guadix (1554) 68 El concilio de Granada de 1565 69 El sínodo de don Pedro Guerrero de 1572 69 Las fuentes granadinas en México 69

3 Estructura de los decretos del concilio tercero de México 70 Pruebas de la utilización directa del esquema del sínodo granadino de 1572 71 Cotejo de los esquema del sínodo granadino de 1572 y del concilio tercero de México 71 Análisis de las fuentes granadinas en el aparato crítico del concilio tercero de México 74 Pruebas de la utilización directa de las fuentes granadinas 74 Cotejo de las sinodales de Granada y los decretos del concilio tercero de México 77 Las constituciones del sínodo granadino de 1572 en los decretos del concilio tercero de México 78 Conclusiones del análisis de las legislaciones de ambos concilios 81

VI. EL CONCILIO PROVINCIAL LIMENSE TERCERO (1582-1583) 83 Historia y protagonistas del limense tercero 83 Antecedentes conciliares del tercer concilio de Lima 83 El concilio tercero de Lima 1582-1583 83 ¿Cómo llegaron las constituciones del concilio tercero de Lima 1582-1583 a México? 84 El ejemplar del concilio III Lima 1582-1583 de la BL, MM269 250r-273r y su aparato crítico 85 Análisis de las constituciones del concilio tercero de Lima (1582-1583) en el aparato crítico del concilio tercero de México 86 Pruebas de la utilización directa de las constituciones del concilio tercero de Lima 86 Cotejo de las constituciones del concilio tercero de Lima (1582-1583) y los decretos del concilio tercero de México 88 El aparato de fuentes del concilio tercero Lima 1582-1583. Semejanzas y diferencias respecto al concilio tercero de México 91 Conclusiones del análisis de las disposiciones de ambos concilios 93

VII. LAS FUENTES DE LOS CONCILIOS TOLEDANOS Y EL CONCILIO DE COMPOSTELA (1565) 95 Historia de los concilios toledanos 95 Concilio provincial toledano (1565-1566) 95 Sínodo de Toledo (1580) y concilio provincial toledano (1582/1583) 96 Análisis de las constituciones de las fuentes toledanas 96 Pruebas de la utilización directa de las fuentes toledanas 96 Cotejo de las constituciones toledanas y los decretos del concilio tercero de México 97 Conclusiones del análisis de las constituciones de ambos concilios 99 El concilio de Compostela (1565) 99

VIII. EL CONCILIO DE TRENTO Y OTRAS FUENTES 102 La fuente tridentina en el concilio mexicano de 1585 102 Análisis de las disposiciones tridentinas en los decretos mexicanos 102 El concilio de Trento en el aparato crítico del concilio de México (1585) 104 Conclusiones del análisis del concilio tridentino y los decretos mexicanos 105 Los concilios de Milán 105 Otras fuentes 108 Corpus Iuris Canonici 108 Las bulas pontificias 110 Tratados de Derecho Canónico y Teología 114 Conclusiones del análisis de las fuentes secundarias del tercero de México. Corpus Iuris Canonici, Bulas y leyes regias 115

4 PARTE TERCERA. DESCRIPCIÓN DEL APARATO DE FUENTES DEL TERCER CONCILIO DE MÉXICO 116 Algunas nociones previas sobre el aparato crítico de los decretos de México 116 El aparato de fuentes del concilio de México (1585) 116 Características del aparato crítico del concilio mexicano que reproducimos en este trabajo 116 Normas de citación del aparato crítico 117 El libro primero de los decretos de México. Normas generales. Formación religiosa, predicación y oficios del tribunal eclesiástico 118 Estructura del libro I 118 Fuentes citadas del libro I 119 Descripción del aparato crítico del libro I 120 Fuentes relevantes del libro I 127 El libro segundo de los decretos de México. El proceso judicial y días de fiesta 128 Estructura del libro II 128 Fuentes citadas del libro II 128 Descripción del aparato crítico del libro II 128 Fuentes relevantes del libro II 130 El libro tercero de los decretos de México. El derecho de personas y de cosas 131 Estructura del libro III 131 Fuentes citadas del libro III 132 Descripción del aparato crítico del libro III 133 Fuentes relevantes del libro III 147 El libro cuarto de los decretos de México. El derecho matrimonial 148 Estructura del libro IV 148 Fuentes citadas del libro IV 148 Descripción del aparato crítico del libro IV 148 Fuentes relevantes del libro IV 149 El libro quinto de los decretos de México. El derecho penal y el modo de hacer las visitas 150 Estructura del libro V 150 Fuentes citadas del libro V 151 Descripción del aparato crítico del libro V 151 Fuentes relevantes del libro V 153 Conclusiones del análisis de las fuentes preferentes 153

CONCLUSIONES 156

ANEXOS E ILUSTRACIONES 159

FUENTES Y ESTUDIOS 173

SIGLAS Y ABREVIATURAS 180

5 PREÁMBULO

Nada es aburrido si se trabaja con pasión. Cuando en el Departamento de Historia de la Iglesia de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz propusimos a Jesús Galindo Bustos trabajar sobre la puesta al día del aparato de fuentes de los decretos del Tercer Concilio de México, pensábamos que le ofrecíamos un objeto de investigación pesado e insulso. Nos equivocamos. El entonces candidato acometió con entusiasmo la tarea, y con la dirección del doctor Johannes Grohe culminó su tesis doctoral con un trabajo sobresaliente, fruto de un perseverante esfuerzo.11 Los estudiosos del Tercer Concilio de México encontrarán en estas páginas tantos elementos nuevos que, no me cabe duda, puede hablarse de un avance significativo en los trabajos sobre el Concilio. Las aportaciones de Galindo se basan principalmente en el examen minucioso de los hasta hace muy poco manuscritos inéditos de la Bancroft Library de Berkeley que, en la sección Mexican manuscripts, núm. 266-269, tienen las actas del tercer concilio mexicano,2 además de la versión latina de los decretos que se encuentra en el Archivo Secreto Vaticano.3 Por otro lado, ha emprendido una prolongada “caza y captura” de los ejemplares de las fuentes explícitas citadas en los decretos del concilio, de tipo eclesiástico o civil, diligencia hasta ahora pendiente. El resultado final de su trabajo ofrece a la comunidad científica la respuesta a los siguientes cuestiones:

• ¿Quién fue el redactor de los decretos del tercer concilio mexicano? • ¿Cuál fue el proceso de redacción? • ¿Quién elaboró el aparato de fuentes del concilio? • ¿Cuáles fueron las fuentes del concilio?

La sola enumeración de las preguntas denota el grado de análisis en el objeto de estudio. Al primer cuestionamiento, Galindo responde decididamente haciendo recaer la responsabilidad última de los decretos sobre el entonces catedrático de Prima de Cánones en la Universidad de México, Juan de Salcedo, secretario del concilio. Para fundamentarlo sigue un análisis de las fases manuscritas de la elaboración de los decretos. Los padres jesuitas Juan de la Plaza y Pedro de Ortigosa siguen siendo considerados –no podía ser de otro modo– grandes protagonistas en la composición, pero no son responsables del conjunto de los decretos.4 Respecto al proceso de redacción, sólo teniendo en cuenta los manuscritos de Berkeley se podía abordar la cuestión. Nuestro autor ha detectado cuatro fases en el proceso de elaboración del texto: a) se parte de las constituciones del Concilio Mexicano I de 1555; b) se realizan observaciones sobre las mismas; c) se prepara un primer borrador de los decretos; d) se modifica ese primer borrador para obtener un texto definitivo. Todo ello nos habla de una madurez jurídica en los métodos de los padres conciliares, atribuible principalmente a Juan de Salcedo. A la tercera pregunta, como a la segunda, nadie había dado respuesta. Pues bien, Galindo presenta un elemento muy importante: en los decretos latinos enviados a Roma –traducidos del castellano por

1 Publicado en forma manuscrita: Jesús Galindo Bustos, El estudio del aparato de fuentes del III Concilio de México (1585), Thesis ad Doctorandum in Sacra Theologia totaliter edita, Pontificia Università della Santa Croce, Roma 2004, 257 pp. 2 Posteriormente fueron publicados: Manuscritos del Concilio Tercero Provincial Mexicano (1585), edición, estudio introductorio, notas, versión paleográfica y traducción de textos latinos por Alberto Carrillo Cázares (Mexican Manuscripts 268, The Bancroft Library), Primer Tomo, El Colegio de Michoacán, Universidad Pontificia de México, Zamora, Mich., 2006, 2 vol. Todavía falta la publicación de los vols. 266, 267 y 269. 3 Cf. ASV, Congr. Concilio, Concilia 55. 4 En este sentido, Galindo toma posición respecto a los que hacían de Juan de la Plaza el principal autor de los decretos. Cf. Mariano Cuevas, Historia de la Iglesia en México, ed. de José Gutiérrez Casillas, Porrúa (Biblioteca Porrúa, 105), vol. II, México 2003, p. 100.

6 Pedro de Ortigosa– no había aparato de fuentes. Lo cual quiere decir que probablemente fue añadido con vistas a la edición de 1622, durante el periodo del arzobispo Juan Pérez de la Serna. Esto es palpable si consideramos que algunas fuentes citadas son posteriores a 1585, fecha de la terminación del concilio. Nuestro autor apunta la verosímil hipótesis de que fuera el propio Salcedo, en vísperas de 1622, único superviviente de los grandes protagonistas del concilio, el que coordinara el aparato de fuentes, con el patrocinio del arzobispo Serna, quien dedica encendidos elogios al anciano jurista en la pastoral que encabeza el concilio.5 Sin duda ninguna, una de las grandes contribuciones del presente estudio, si no la mayor, es la de individuar las fuentes del aparato crítico y presentarlas en forma moderna. Todo este trabajo pormenorizado y escrupuloso (que conocen todos los avezados en ediciones críticas) es inapreciable. El autor ha puesto a disposición de los estudiosos las fuentes de los decretos, de forma que se pueda encontrar –combinándolo con el estudio de las actas– con cierta facilidad la génesis y la “mente” de casi todas las disposiciones del gran concilio mexicano. Desde 1622, ninguna edición –y no ha habido pocas– había modificado la forma de señalar las fuentes de la publicación de Serna. Ni siquiera las dos excelentes ediciones de Galván Rivera de 18596 y 1870,7 lo habían hecho. Galindo no solamente presenta estas fuentes en forma moderna, sino que las analiza. Discierne las que llama “fuentes preferentes” de las “secundarias”, y estudia, libro por libro, los influjos de las diversas “fuentes preferentes”. El resultado final es que las constituciones del Concilio Mexicano I son el auténtico eje del Concilio Tercero. A continuación se sitúa el Sínodo de Granada de 1572 de D. Pedro Guerrero que aporta, fundamentalmente, la estructura de cinco libros, siguiendo las decretales de Gregorio IX: autoridad, procesos, personas, matrimonio, penas.8 Era la primera vez que un concilio americano incorporaba esta estructura, que organizaba los decretos en forma más científica y sistemática.9 Otras “fuentes preferentes” son el importante Concilio Tercero de Lima de 1582-1583 que llegó al concilio mexicano vía Bartolomé de Ledesma (1525-1604), entonces obispo de Oaxaca y que había participado en la asamblea limense como consultor.10 Otras “fuentes preferentes” fueron el Concilio de Toledo de 1565-1566 de D. Cristóbal de Rojas y dos asambleas presididas por D. Gaspar de : el sínodo de Toledo de 1580 y el concilio de Toledo de 1582-1583. Respecto al Concilio de Trento, evidentemente fue muy citado y utilizado por los padres y peritos conciliares; sin embargo, Galindo muestra que el influjo decisivo del tridentino, más que por sus citas literales, se ejerce debido a sus aplicaciones en otros concilios hispanos, “fuentes preferentes” del tercer concilio mexicano. Por último, hay que destacar la presencia del sínodo de Guadix de D. Martín Pérez de Ayala de 1554, importante por el tratamiento del problema morisco, análogo a la cuestión indiana. Son sólo algunos apuntes sobre el análisis de las fuentes del trabajo de Galindo, que ejemplifican la necesidad que ha observado Óscar Mazín11 de “restituir los vínculos de la Nueva España y del Perú con la Monarquía Católica

5 En la traducción castellana de la pastoral se lee: “… pero en ordenar y disponer los decretos trabajó más que todos el doctor D. Juan de Salcedo, entonces secretario y consultor juntamente del mismo Concilio, Catedrático de Prima de sagrados cánones, y al presente jubilado en esta cátedra, deán ameritadísimo de nuestra metropolitana iglesia, y que, según se juzga por la cualidad de sus méritos, ocupará en lo sucesivo la silla pontifical de una de las mayores iglesias de este reino”, Juan Pérez de la Serna, Pastoral, México, 9 septiembre 1622, en ed. de Galván Rivera, México 1859 [vid. nota siguiente] p. 16. 6 Concilio III Provincial Mexicano, celebrado en México el año de 1585, confirmado en Roma por el Papa Sixto V, y mandado observar por el Gobierno Español, en diversas Reales Ordenes. Ilustrado con muchas notas del R. P. Basilio Arrillaga, de la Compañía de Jesús, y un apéndice con los decretos de la Silla Apostólica relativos a esta Santa Iglesia, que constan en el Fasti Novi Orbis y otros posteriores, y algunos más documentos interesantes; con cuyas adiciones formará un código de Derecho Canónico de la Iglesia Mexicana. Publicado con las licencias necesarias por Mariano Galván Rivera. Primera edición en latín y castellano, Eugenio Maillefert y Compañía Editores, México 1859. 7 Concilio III Provincial Mexicano, celebrado en México el año de 1585, confirmado en Roma por el Papa Sixto V, y mandado observar por el Gobierno Español, en diversas Reales Ordenes. Ilustrado con muchas notas del R. P. Basilio Arrillaga, de la Compañía de Jesús, y un apéndice con los decretos de la Silla Apostólica relativos a esta Santa Iglesia, que constan en el Fasti Novi Orbis y otros posteriores, y algunos más documentos interesantes; con cuyas adiciones formará un código de Derecho Canónico de la Iglesia Mexicana. Publicado con las licencias necesarias por Mariano Galván Rivera. Segunda edición en latín y castellano, Imprenta de Manuel Miró y D. Marsá, Barcelona 1870. 8 En realidad, los cinco libros no siempre se atienen a esta división temática, pero tienden a ella de forma clara. 9 En la Península pocos concilios adoptaron esta estructura, y continuaron presentando los cánones unos detrás de otros, o con estructuras menos sistemáticas. 10 Los manuscritos de la Bancroft muestran cómo en 1585 lo que tenían en México eran los decretos manuscritos de Lima, puesto que ese concilio fue publicado en Madrid en 1591. 11 Óscar Mazín, Una ventana al mundo hispánico. Ensayo bibliográfico, El Colegio de México, México, 2006, p. 27.

7 o imperio español como entidad histórica y unidad de estudio”.12 Los trabajos conciliares muestran con claridad la integración de los redactores en una unidad superior, de donde asumen sus fuentes jurídicas para adaptarlas a la realidad mexicana de finales del siglo XVI. Tanto el aparato de fuentes como los decretos del tercer concilio mexicano reflejan una madurez teológica-jurídica de muy alto grado. Diversos estudios han puesto como referencia la excelencia teológica en la Nueva España del Quinientos, reflejada principalmente –aunque no en exclusiva– en la calidad de sus maestros.13 Ahora, con el trabajo de Galindo, que ha rastreado en las actas conciliares,14 contemplamos el rigor académico, además del afán pastoral y social, de grandes juristas como Fernando Ortiz de Hinojosa y, sobre todo, Juan de Salcedo, con la participación de obispos de la talla de Bartolomé de Ledesma, Diego Romano, y de consultores y teólogos como Juan de la Plaza o Pedro de Ortigosa. Con la dirección de Pedro Moya de Contreras, se puede hablar de una verdadera elite teológico canónica que generó un corpus jurídico que resistió el paso del tiempo.15 No nos parece exagerada la afirmación de la “Introducción” de la edición de 1870, que califica el concilio de “obra maestra … tesoro de sabiduría, de prudencia y de santificación”.16 El lector poco avezado de estos decretos podría considerar que se trata de una recopilación poco original. No es así. Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que se trata de un texto legislativo canónico, que se mueve, de una parte, en el contexto del imperio hispánico; pero, sobre todo, se trata de una asamblea dentro de la gran Asamblea, la ekklesia, la Iglesia católica. Eso explica que, además de fuentes “hispánicas”, el concilio refleja –no podía ser de otra manera– la catolicidad: su convocación misma proviene de las disposiciones del Concilio de Trento.17 Y todo su espíritu no es más que el intento de adecuar a la realidad pastoral de Nueva España las normas generales de la Iglesia. Lo cual no significa que sus normas sean un “acarreo” confuso de leyes. Los padres del tercer concilio mexicano, gracias a una técnica jurídica encomiable, han configurado una estructura legal, si no perfecta, sí muy avanzada para su tiempo. Es verdad, con todo, que los decretos de iniciativa exclusiva del tercer conciclio mexicano son muy escasos, aunque existen.18 Sin embargo, hay que tener en cuenta, y el trabajo de Galindo lo evidencia, la gran obra compiladora de los decretos, fundiendo múltiples fuentes, dándoles un carácter sistemático, gracias también a la división en cinco libros. Por otro lado, los decretos no agotan las aportaciones del concilio. Si se estudian, por ejemplo, las consultas,19 o el Directorio para confesores y penitentes,20 allí se encontrarán decisivas tomas de posición en tantos problemas que acosaban a la provincia eclesiástica: guerra chichimeca,21 formación del clero, protección de los indios, etcétera.

12 Piénsese en personajes como Alonso de la Vera Cruz, Pedro de Pravia o Bartolomé de Ledesma, por dar sólo algunos ejemplos señeros. Para introducirse en la teología mexicana del siglo XVI resulta imprescindible Josep-Ignasi Saranyana (dir.), Teología en América Latina, vol. I: Desde los orígenes a la Guerra de Sucesión, 1493-1715, Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt am Main 1999. 13 La última edición de los decretos, nada menos que de 1870, fue utilizada como texto normativo obligatorio. Así lo demuestra una circular del arzobispado de México de 1874 que prescribía que todas las parroquias tuvieran esa edición. Cf. Archivo Histórico del Arzobispado de México, caja 132, exp. 49, sección secretaría arzobispal, serie circulares. 14 Concilio III Provincial Mexicano, ed. cit. de M. Galván Rivera, Barcelona 1870, Introducción, p. 6. 15 Cf. Concilio de Trento, Ses. XXIV (11 noviembre 1563), De reformatione, can. II, en Giuseppe Alberigo (ed.), Conciliorum Oecumenicorum Decreta, Edizioni Dehoniane, Bologna 1991, p. 761. 16 Véase el decreto sobre la declaración del día de Santo Tomás de Aquino como fiesta de guardar, sin precedentes en América, aunque sí en el reino de Nápoles. Cf. Luis Martínez Ferrer, La presencia de Santo Tomás de Aquino en la Nueva España: el decreto del Tercer Concilio Mexicano (1585) sobre la fiesta del Doctor Angélico, en Relaciones, 97 (Zamora, Mich., 2004: 253-283). 17 Ahora a disposición en versión impresa en la edición citada de Alberto Carrillo Cázares. Para un estudio de algunas consultas, cf. José Antonio Llaguno, La personalidad jurídica del indio y el III Concilio Provincial Mexicano (1585), Porrúa, México, 1963. 18 Cf. Luis Martínez Ferrer, Directorio para confesores y penitentes. La pastoral de la Penitencia en el Tercer Concilio Mexicano (1585), Eunate, Pamplona 1996; idem., La penitencia en la primera evangelización de México (1523-1585), Universidad Pontificia de México, México, 1998, cap. 11. 19 Cf. Alberto Carrillo Cázares, El debate sobre la Guerra Chichimeca, 1531-1585: derecho y política en la Nueva España, El Colegio de Michoacán/El Colegio de San Luis, Zamora, México, 2000. 20 Aunque en su título se menciona sólo el aparato de fuentes, se estudia también, como hemos comentado, el proceso de redacción de los decretos. 21 Véanse estas dos recopilaciones bibliográficas: María del Pilar Martínez López-Cano, Elisa Itzel García Berumen, Marcela Rocío García Hernández, El tercer concilio provincial mexicano (1585), en María del Pilar Martínez López-Cano, Francisco Javier Cervantes Bello (coord.), Los Concilios Provinciales en Nueva España. Reflexiones e influencias, Universidad Nacional Autónoma de México/Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, 2005, pp. 67-70; Alberto Carrillo Cázares (ed.), Manuscritos del Concilio Tercero Provincial Mexicano (1585), cit., Primer tomo, vol. I, pp. LXXXIX-C.

8 En definitiva, el trabajo que presentamos es una obra seria, que cumple sus objetivos, incluso sobradamente.22 En la ya no escasa bibliografía sobre el tercer concilio mexicano, verdadero “Trento Mexicano”, como le llama Stafford Poole, la investigación de Jesús Galindo constituye un volumen de obligada consulta para los que deseen ahondar en las entrañas mismas de la magna asamblea conciliar.

Luis Martínez Ferrer Roma, 20 de enero de 2009, 424 aniversario de la apertura del Tercer Concilio de México

22 Cf. Stafford Poole, Pedro Moya de Contreras. Catholic Reform and Royal Power in New , 1571-1591, University of California Press Berkeley 1987.

9 INTRODUCCIÓN

Uno de los grandes acontecimientos en la historia de la evangelización ha sido, sin duda alguna, la misión realizada por la Iglesia en el continente americano, del que en su momento, decía Juan Pablo II: “hemos celebrado el quinto centenario de aquella evangelización, con la intención no sólo de recordar un hecho del pasado, sino de preguntarnos por los compromisos actuales a la luz de la obra realizada por los heroicos misioneros, especialmente religiosos, en todo el continente americano”.1 Hoy en día abunda una extensa literatura destinada a valorar la obra evangelizadora de la Iglesia en Nueva España, tema que ha suscitado gran debate en estos últimos años. Al margen de toda controversia resalta la bondad de las legislaciones eclesiásticas que fueron el fundamento para el gobierno de tan amplios dominios y un apoyo seguro para la evangelización, las cuales han sido reconocidas unánimemente por los historiadores de América como una gran obra llena de sabiduría y prudencia según el orden de cosas vigentes.2 Entre estas disposiciones tenemos que destacar las emanadas del tercer concilio provincial mexicano (1585), que será el centro de nuestra investigación. El tres de febrero de 1990, en la Universidad de Navarra dio comienzo el X Simposio Internacional de Teología de la Universidad de Navarra en Evangelización y Teología en América (siglo XVI). En su apertura, el entonces gran canciller, reverendo D. Álvaro del Portillo, se refería al papel de los concilios provinciales americanos en la evangelización de América:

En esta panorámica de la primera evangelización no podían quedar al margen los concilios provinciales americanos, entre los cuales destacan –como es bien conocido– los tres mexicanos y los cinco limenses. Precedidos por la juntas eclesiásticas, adquirieron su estructura definitiva al ser erigidas las primeras provincias eclesiásticas americanas, y constituyeron instrumentos magníficos para la recepción de la reforma tridentina en América. Posteriormente inspiraron una floración de sínodos diocesanos, los cuales mantuvieron vibrante el espíritu cristiano a lo largo y a lo ancho de aquel vasto continente. En las actas de estos concilios se expresa una legislación canónica y unos modos pastorales dignos de atención, ahora que se buscan formas nuevas para la evangelización en América. La mirada a los orígenes de una cristiandad, y –más allá– a los tiempos apostólicos, constituye una garantía de fidelidad y de acierto.3

Estas palabras del entonces gran canciller de la Universidad de Navarra nos pueden servir para encuadrar el concilio tercero de México dentro de la belle époque de los concilios provinciales de Indias. Sus disposiciones abarcaban a diez obispados de gran extensión –México, Guadalajara, Michoacán, Tlaxcala, Oaxaca, Chiapas, Yucatán, Guatemala, Verapaz y Manila–4, habiendo de completar las normas de los dos primeros concilios provinciales mexicanos, aplicar la ordenación tridentina y orientar la evangelización en los siglos venideros. Puede afirmarse sin lugar a dudas que con el tercer concilio mexicano comienza una nueva época en la historia de la evangelización de México. Este concilio supuso –en las palabras de Stafford Poole– la consolidación de la empresa evangelizadora y el paso en la Iglesia mexicana de la estructura carismática a otra más organizacional.5

1 Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la esperanza, V. Messori (ed.), P. A. de Urbina (trad.), Barcelona 1994, p. 123. 2 Cf. M. Cuevas, Historia de la Iglesia en México, México, Porrúa, 1992, vol II, pp. 95-96. 3 Cf. A. Del Portillo, “Mensaje al X Simposio Internacional de Teología de la Universidad de Navarra” en Evangelización y Teología en América (siglo XVI), vol I, Pamplona, EUNSA, 1990, pp. 42-43. 4 Cf. P. Borges Morán, “La Iglesia y la evangelización” en Historia General de España y América, vol VII, Madrid, Rialp, 1982, p. 650. 5 Cf. S. Poole, “Incidencia de los Concilios Provinciales hispanoamericanos en la organización eclesiástica del Nuevo Mundo” en Evangelización y Teología en América (siglo XVI), cit, p. 551.

10 Los decretos del concilio de México de 1585 sintetizan en sus páginas la legislación vigente hasta entonces. Excluye cuanto ha caído en desuso o ha sido derogado por los primeros concilios locales, y, con vistas a mayor claridad, modifica legislaciones anteriores o funde en una sola norma varias de distintas fechas o autoridad. De esta forma, los decretos del tercer mexicano pretendían ser punto de referencia y de fácil consulta para todos.

ESTADO DE LA CUESTIÓN

Hasta el momento se han editado en once ocasiones los decretos del tercer concilio de México. La penúltima edición es del año 1859 realizada por Galván Rivera,6 que ha servido en buena parte para este trabajo. Esta edición representa un gran esfuerzo y reproduce, en una publicación bastante cuidada, los decretos mexicanos junto con un apéndice de notas aclaratorias de gran valor histórico. Además, con motivo del quinto centenario del descubrimiento de América han ido apareciendo algunas obras y estudios tendientes a ilustrar los aspectos históricos y teológicos del tercer concilio de México, destacando la labor de protección y promoción de los naturales, llevada a cabo por este concilio provincial.7 Entre las últimas publicaciones habría que destacar las impulsadas por el profesor Saranyana de la universidad de Navarra: el primer volumen de la Historia de la Teología latinoamericana (siglos XVI y XVII); los estudios sobre el tercer concilio de México del profesor Martínez Ferrer y la profesora Luque Alcaide; y el X Simposio de Teología sobre la evangelización de América en el siglo XVI, que ha ofrecido interesantes investigaciones monográficas sobre nuestro concilio. Recientemente se han publicado en México los Manuscritos del concilio tercero provincial mexicano (1585).8 También son de interés los trabajos de García y García, La evangelización en América; Llaguno, La personalidad jurídica del indio y el Tercer Concilio Provincial Mexicano (1585); y Rodríguez, La Iglesia en Nueva España a la luz del Tercer Concilio Mexicano (1585-1896), para el estudio del contexto histórico de la Iglesia en México del siglo XVI. Pero en ningún caso hemos encontrado un estudio específico sobre los decretos de dicho concilio desde el punto de vista de su elaboración. Por otra parte, se echa en falta, a nuestro juicio, un trabajo analítico y a la vez sintético que exponga con claridad todo lo referente al aparato de fuentes de los decretos. Sobre este aspecto bibliográfico, no hemos encontrado ninguna publicación reciente.

OBJETIVO DE ESTA INVESTIGACIÓN

En la medida de lo posible, este trabajo aspira a llenar este vacío. En primer lugar, nos proponemos hacer un estudio específico del aparato de fuentes que constituye la base de inspiración al tercer concilio mexicano, así como una reproducción de éste lo más acorde con las normas de citación modernas. Dicho sea de paso, nos parece oportuno advertir que, en las anteriores once ediciones se puede apreciar cierto descuido en la presentación del aparato crítico del concilio; así como también en la penúltima edición del concilio realizada por Galván Rivera, que es la más utilizada. Sin menoscabar la honra de esta gran obra, hemos encontrado en ella no sólo errores de citación de las fuentes y frecuentes

6 M. Galván Rivera (ed.), Concilio III Provincial Mexicano, celebrado en México el año de 1585, confirmado en Roma por el Papa Sixto V, y mandado observar por el gobierno español, en diversas reales órdenes, México, Eugenio Maillefert y Compañía, 1859. 7 Los profesores Luque Alcaide y Saranyana destacan que la actual bibliografía sobre el tercer concilio de México adolece de estudios monográficos sobre buen número de aportaciones conciliares, como por ejemplo: las disposiciones sobre la instrucción catequética tanto de los indios como de españoles; las normas pastorales acerca de la vida espiritual de los fieles; las determinaciones en torno a la práctica sacramental en Nueva España; los puntos de vista del Concilio referentes a la formación del clero y a la disciplina sacerdotal; la vida religiosa cotidiana de Nueva España en la segunda mitad del siglo XVI; etc. Vid. E. Luque Alcaide, J. I. Saranyana, “Instrumentos Pastorales del III Concilio México” en ScrTh 23 (1991/1), pp. 195-196. 8 Manuscritos del Concilio Tercero Provincial Mexicano (1585), edición, estudio introductorio, notas, versión paleográfica y traducción de textos latinos por Alberto Carrillo Cázares, Zamora, El Colegio de Michoacán/Universidad Pontificia de México, cuatro tomos 2006-2009 (en adelante: ManCarr).

11 erratas, sino también una desigualdad en las citaciones de las fuentes, debido a que se transcribieron casi a la letra de la primera edición de 1622. En nuestro trabajo hemos corregido estos defectos, haciendo más fácil y agradable la consultación. También desarrollaremos el tema del influjo de una larga serie de fuentes canónicas –concilios, bulas pontificias, cánones del Corpus Iuris Canonici, leyes regias– que, en muchas ocasiones, imprimieron en el texto de los decretos del mexicano una notable marca. Un estudio focalizado en el aparato crítico pensamos que es un buen modo para conocer mejor cuáles fueron las principales fuentes que influyeron en las constituciones mexicanas y, por otra parte, el modo en que las elaboraron. Finalmente, la idea de realizar este estudio surgió del interés extraordinario que ofrecía la realización de una nueva edición de los decretos del tercer concilio de México, dado que la publicación más reciente de éstos ha sido una del año 1870 que el episcopado mexicano mandó hacer en Barcelona. Por este motivo nos pareció interesante realizar este trabajo sobre el aparato crítico del tercer mexicano, con el objetivo de allanar el camino hacia una futura edición crítica de este gran concilio novohispánico. Una edición actualizada de los decretos del tercer concilio de México sería, sin duda, un primer paso y un gran instrumento para el estudio de la evangelización en América.

MÉTODO

Según el profesor de derecho canónico, Carlos José Errázuriz, la historia del derecho canónico puede ser dividida en tres partes o aspectos:

Historia de las fuentes, historia de la ciencia canónica e historia de las instituciones... Considerando la historia del derecho canónico desde una perspectiva de lo que es justo en la Iglesia, aparece todavía más evidente la necesidad de interconexión de estos tres aspectos, que tratados en modo aislado no podrían ser comprendidos adecuadamente.9

Este trabajo que ahora se presenta, quiere encuadrarse dentro de la línea del estudio de las fuentes. Al mismo tiempo, hemos tratado de mantener nuestra investigación dentro del campo histórico-crítico, estudiando no sólo los aspectos históricos más sobresalientes de los decretos mexicanos y de sus fuentes, sino que además hemos realizado en algunos casos una labor crítico-literaria para así mejor adentrarnos en el origen de las disposiciones del concilio mexicano tercero. Por este motivo hemos querido anteponer al análisis de las distintas fuentes del concilio tercero de México, un breve estudio del contexto histórico de cada fuente. De este modo pretendemos evitar que todo quede en una vaga especulación jurídico-estadística, sin ningún contacto con la realidad. En cambio, confrontando, a la luz de la historia, las diversas disposiciones legales, estaremos en condiciones para comprender mejor la influencia de estas fuentes sobre nuestro concilio. A continuación pasamos al análisis de autoridades del aparato crítico. Las directrices que nos hemos marcado implican la valoración crítica no sólo de la primera edición impresa de los decretos de 1622 sino también, y sobre todo, de los manuscritos de redacción de éstos. En total hemos examinado los cuatro volúmenes del concilio de México que se conservan en los fondos de la Bancroft Library of California, de los que afortunadamente ha llegado a nosotros una copia microfilmada. La utilización de estos manuscritos ha sido de gran ayuda en la investigación de las fuentes, y en la que nos hemos fundamentado en la mayoría de nuestras proposiciones.

9 Cf. C. J. Errázuriz, Manual de Derecho Canónico, Roma 2003, pro manuscripto (en fase de publicación). Agradecemos al profesor Carlos José habernos facilitado este trabajo.

12 CONTENIDO

Parte primera. Los decretos y el aparato de fuentes del Tercer concilio de México (1585)

El trabajo que ahora se presenta se estructura en tres partes. En la primera nos centraremos en los decretos del Tercer concilio provincial de México (1585). Abrimos la primera parte con un capítulo introductorio haciendo una breve descripción de los hitos históricos más notables de nuestro concilio, tarea a la que no le dedicaremos un gran espacio porque ya ha sido ampliamente estudiada y de la cual existe, por tanto, una abundante bibliografía. Sin embargo, después de situarnos históricamente y de hablar de las normas del tercer concilio mexicano, estudiaremos la cuestión de la autoría de los decretos, asunto este último no muy claro a nuestro entender. El capítulo segundo, en estrecha relación con la cuestión del autor de los decretos, lo dedicaremos a hablar sobre el método de elaboración empleado por el compositor de estas disposiciones. También expondremos al final de este capítulo, nuestra hipótesis de trabajo. Con el tercer capítulo cerramos esta primera parte y en él trataremos específicamente sobre el aparato crítico de los decretos mexicanos. En este capítulo, clasificaremos a las autoridades citadas en el concilio e indicaremos aquellas que fueron verdaderamente relevantes en la elaboración de las constituciones. Esta determinación de las fuentes preferentes nos introduce en la parte segunda de nuestro trabajo en el que analizamos específicamente cada una de ellas.

Parte segunda. Fuentes preferentes del concilio tercero de México

La segunda parte está compuesta por seis capítulos: el primero, trata sobre las constituciones del concilio mexicano de 1555, columna vertebral de la elaboración de los decretos del tercer mexicano; en el segundo capítulo de esta parte se estudian el sínodo de Granada de 1572 y la estructura de los decretos mexicanos; en el tercero y el cuarto se tratará la influencia del concilio tercero de Lima 1582-1583; el quinto lo dedicaremos a los concilios de Toledo y al de Compostela (1565); y finalmente, en el sexto hablaremos de la aplicación del concilio de Trento en los decretos mexicanos y de otras fuentes.

Parte tercera. Descripción del aparato de fuentes del tercer concilio de México

La tercera parte, base de todo este trabajo, tiene un valor casi exclusivamente documental, porque es una recopilación de todas las referencias del aparato crítico de los decretos mexicanos. Después de dar algunas nociones sobre las normas de citación empleadas y sobre la confección del aparato crítico, pasamos a la exposición de las citas del concilio divididas por libros. Al principio y al final de cada uno de estos apartados haremos un análisis de las autoridades citadas y de aquellas fuentes más importantes en la elaboración de cada uno de los libros de los decretos. Para finalizar nuestro trabajo, después de las conclusiones hemos elaborado varios anexos e ilustraciones que pensamos que pueden ser de ayuda para aclarar algunos asuntos.

BIBLIOGRAFÍA

La bibliografía sobre la materia es muy abundante, y pretender abarcarla entera sería tarea prácticamente imposible. Sin embargo, creemos haber consultado las obras principales, así antiguas como modernas. Las de la Biblioteca Apostólica Vaticana nos fueron de gran utilidad. Hemos trabajado sobre documentos inéditos de la redacción de los decretos mexicanos, custodiados en la Bancroft Library of Berkeley. Hemos manejado también obras impresas y otras fuentes canónicas indianas y peninsulares del siglo XVI, que se pueden considerar verdaderas joyas para la historia de la Iglesia y algunas casi desconocidas, por haberse conservado muy pocos ejemplares. Para ello, hemos acudido fundamentalmente a la Biblioteca Apostólica Vaticana, a la

13 Biblioteca Vallicelliana, al Instituto Italo-Iberoamericano, a la biblioteca de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz y a otras bibliotecas de Roma. En Roma hemos localizado la traducción al latín del original de los decretos en castellano, antes de la aprobación, en el Archivo Secreto Vaticano, así como la primera edición de los decretos de México. En la biblioteca Vaticana, como en la Vallicelliana, siempre que nos ha sido posible hemos procurado trabajar con los originales de las fuentes y, cuando esto no ha sido posible, hemos acudido a la de fecha más próxima a nuestro concilio. Se ha procurado utilizar, además de las fuentes, las más recientes y actuales aportaciones de los estudiosos de la historia de América. En este apartado debemos destacar y agradecer los estudios del profesor Ismael Sánchez Bella sobre el derecho indiano. También hemos recurrido a la colección de libros de historia de América que dirige el profesor Saranyana de la Universidad de Navarra. No quisiera terminar esta presentación sin unas palabras de agradecimiento a quienes me han ayudado a elaborar este trabajo. En primer lugar, a mis padres, a quienes les debo todo; al doctor Johannes Grohe, que pacientemente ha ido orientándome en cada uno de los pasos de búsqueda bibliográfica y corrigiendo con tanto interés los borradores de este trabajo. Al profesor Luis Martínez Ferrer, gran apasionado de la historia en América, que me sugirió este tema de investigación y cuyos consejos han facilitado grandemente la realización de esta investigación. Finalmente, al presidente del Banco de Alimentos de Granada, por su inestimable colaboración en la búsqueda de las fuentes del tercer concilio de México.

14 CRITERIOS DE TRANSCRIPCIÓN DE LOS TEXTOS MANUSCRITOS

La transcripción que ofreceremos en este trabajo se propone presentar los textos manuscritos en la forma más fiel al original, es decir, a la intención del autor, en tanto nos sea posible. Pretendemos también facilitar la lectura y la comprensión del texto, poniéndolo al alcance del lector moderno culto, aunque no necesariamente versado en la paleografía del siglo XVI. Por tanto, combinamos la fidelidad al original con una modernización del texto para hacerlo más accesible.

Los criterios de transcripción han sido los siguientes:

Ortografía. Las formas fonéticas que ofrece el texto se conservan como vienen en el original. Por ejemplo, la palabra “mesmo” se dejará tal cual, y no se transcribirá “mismo”. En cambio, las formas ortográficas del amanuense se modifican según el uso actual del castellano. Así, las parejas u/v, x/j, y/i, se transcriben según su valor fonético actual. Por ejemplo, “diuiden”, se transcribirá “dividen”, “exemplo” por “ejemplo” e “yndio” quedará “indio”. Se sustituyen sistemáticamente la ç por c o z, y la q enfrente de u sonora por c: así “qual” quedará “cual” y “quanto” se vertirá “cuanto”. La rr inicial se simplifica en R/r, y la nasal n antes de b o p se transcribe m.

Separación de palabras y unión de sílabas. Se han separado las palabras que vienen unidas y se han unido las sílabas que aparecen separadas. Así también las contracciones, por ejemplo “desto” transcribiremos como “de esto” y “quel” escribiremos “que el”.

Puntuación. Se moderniza la puntuación según las normas actuales, buscando la forma más coherente conforme el sentido del contexto. Mayúsculas. Se ha regularizado el uso de mayúsculas y minúsculas en función de los cambios realizados al puntuar el texto. Los nombres propios se transcriben con mayúscula inicial según el uso actual.

Acentuación. Se introduce el acento, siguiendo las normas hoy vigentes.

Abreviaturas. Todas las abreviaturas del original se resuelven tácitamente, con excepción de las referencias a sínodos o concilios.

Erratas y lagunas. Corregimos las erratas evidentes sin indicación alguna. De la misma manera enmendamos las incorrecciones que se hallan en los textos latinos.

Números. Los ordinales los transcribimos por cardinales. Ejemplo: “cap. 1º” se resuelve “cap. 1”. Escribimos siempre en cifras arábigas los números de los capítulos, secciones, constituciones, títulos, cánones. Los ordinales de concilios los transcribimos siempre con mayúsculas en número romanos, ejemplo: “conci. 1º”, lo transcribimos “Concilio I”.

Numeración de folios. Indicamos en el texto el inicio de un nuevo folio entre paréntesis: (fol 2v).

Textos latinos. Conservamos los textos latinos del original, transcribiéndolos en letra cursiva.

15 Tabla de abreviaturas de las partes de los concilios y sínodos: constitución/constitutio const. capítulo/capitulus cap. sesión/sessio sess. Actio act. título/titulus tit. canon can. párrafo/§ §

16 PARTE PRIMERA.

LOS DECRETOS Y EL APARATO DE FUENTES DEL TERCER CONCILIO DE MÉXICO (1585)

Para comprender el sentido del concilio III de México y las fuentes en las que se inspiró, objeto de nuestra investigación, sería preciso remontarse a los orígenes de los concilios en la primitiva Iglesia, su recepción en el derecho canónico común y la configuración definitiva en los siglos bajomedievales, sus características en los tiempos modernos y su adaptación en América. Sin embargo, este análisis histórico de los concilios ha sido un tema que ha ocupado la atención de muchos investigadores y merece un estudio especial que escapa del marco que nos hemos fijado en este trabajo.1 De todos modos, un estudio de los aspectos históricos más importantes del concilio III de México, puede ser un primer paso de cara a esclarecer algunas cuestiones de las normas que de él emanaron.

1 Al respecto, como bibliografía selectiva general sobre la historia de los concilios, se puede ver: A. García García, Historia del derecho canónico, vol. I: El primer milenio, Salamanca 1967; H. Jedin, Breve Historia de los Concilios, Herder, Barcelona 1963; S. C. Bonicelli, I Concili Particolari da Graziano al Concilio di Trento. Studio sulla evoluzione del diritto della Chiesa latina, Brescia, Morcelliana, 1971.

17 I. LOS DECRETOS DEL TERCER CONCILIO DE MÉXICO

EL TERCER CONCILIO DE MÉXICO DE 1585

Entre 1519 y 1521, Hernán Cortés conquista México. Los primeros misioneros fueron los capellanes de las expediciones de conquista. Dos años después, tres franciscanos arribaron a México, y el 13 de mayo de 1524 llegó la expedición de los Doce apóstoles franciscanos, presidida por fray Martín de Valencia. La llegada de los Doce señala el momento fundacional de la Iglesia en el antiguo Imperio azteca. Los dominicos, por su parte, arribaron en 1526, doce también, dirigidos por fray Tomás de Ortiz. Los agustinos hicieron pie en la ciudad de México en 1533, siete religiosos encabezados por fray Agustín de la Coruña. Y los jesuitas, en número de quince, en 1572, dirigidos por el padre Pedro Sánchez. La historia de los concilios en América comenzó en 1546 cuando se crearon las tres primeras provincias eclesiásticas de Santo Domingo, México y Lima. Entre 1550 y 1585 se sitúan, por orden cronológico, los siguientes concilios que sirvieron de inspiración al concilio tercero de México: Lima I (1551-1552),1 México I (1555),2 México II (1565),3 Lima II (1567-1568)4 y Lima III (1582-1583).5

Fin del concilio

El tercer concilio de México fue convocado por don Pedro Moya de Contreras, arzobispo metropolitano de México, el 1 de febrero de 1584. El día 20 de enero de 1585, después de una pequeña prórroga a petición del obispo de Guatemala, daba comienzo la asamblea conciliar mexicana con el fin principal de poner en práctica los decretos de Trento. Aunque el segundo concilio de México (1565) juró y recibió al tridentino; sin embargo, por la proximidad con las fechas, no se había podido asimilar en toda su extensión el vasto plan restaurador del sínodo ecuménico. Por el contrario, al concilio tercero de México le fue relativamente más fácil, en 1585―a más de veinte años de distancia, aplicar en la vida de la Iglesia de Nueva España las normas tridentinas.6 La exposición de motivos que se recoge en el prólogo de los decretos del concilio tercero dice así:

Para guardar y cumplir los estatutos de los sagrados cánones, y principalmente los decretos del concilio general tridentino; para la propagación de la fe católica, y el aumento del culto divino, para la reforma del clero y del pueblo, y finalmente, para la común utilidad en lo espiritual y temporal de la provincia mexicana poco ha engendrada en el evangelio, y acabada de nacer a Cristo Señor nuestro.7

1 Edición en F. Mateos, “Constituciones para indios del primer Concilio limense (1552)”, en Missionalia Hispanica, 19 (1950), pp. 5-54. “Los Decretos” en pp. 16-54. 2 Edición en F. A. Lorenzana, Concilios Provinciales Primero y Segundo, celebrados en la muy noble y muy leal ciudad de México, presidiendo el Illmo. y Rmo. Señor D. Fr. Alonso de Montúfar, en los años 1555 y 1565, México, Imprenta de Br. Hogal, 1769, vol. I, pp. 35-184. 3 Ibidem, vol. II, pp. 185-208. 4 Edición de Los Decretos en F. Mateos, “Segundo Concilio Provincial Limense 1567. Constituciones para los españoles” en Missionalia Hispanica, 20 (1950), pp. 209-96; “Constituciones para los indios” en Missionalia Hispanica, 20 (1950), pp. 525-617. 5 Edición en F. L. Lisi, El tercer Concilio Limense y la aculturación de los indígenas sudamericanos. Estudio crítico con edición, traducción y comentario de las actas del concilio provincial celebrado en Lima entre 1582 y 1583, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1990, pp. 103-370 (edición bilingüe latín- castellano). 6 Cf. J. A. Llaguno, La personalidad jurídica del indio y el III Concilio Provincial Mexicano, México, Porrúa 1963, p. 40. 7 Cf. Prólogo del Concilio III Mexicano (1585), ed. de Galván Rivera, cit., p. 7.

18 Los decretos, pues, giran en torno a tres puntos: a) la aplicación de Trento, b) la evangelización, c) la reforma del clero y del pueblo. Todo ello dirigido “para la común utilidad en lo espiritual y temporal de la provincia mexicana”. Una característica peculiar del concilio es la presencia de un buen número de memoriales presentados por obispos, religiosos, sacerdotes seculares y laicos. Éstos expresan fielmente la proyección religiosa y social de la Iglesia de ultramar y esbozan la trayectoria seguida por ella.8 Podemos percibir cómo muchas de las cuestiones que se tratan en los memoriales, que son fruto de la experiencia de los participantes al concilio, están plasmados, en muchos casos, en los decretos del tercer concilio mexicano. Ciertamente, en las discusiones que se dieron en la asamblea mexicana, no se plantean temas doctrinales que ya estaban definidos con claridad por Trento, sino únicamente asuntos disciplinares y de reforma eclesiástica. En el concilio se trataron principalmente los siguientes: la formación del clero, la predicación de los sacerdotes, la catequesis de los naturales, el estudio de las lenguas por parte de los misioneros, la erradicación de la idolatría, el trabajo de los indios en las encomiendas y en las minas, y la guerra con los chichimecas.

La aprobación y la publicación del tercer concilio mexicano

Los decretos fueron aprobados por la Santa Sede en la ciudad de Roma cuatro años después de finalizar el concilio, el 28 de octubre de 1589, con la bula Romanum Pontificem.9 En ésta, el papa Sixto V mandaba al metropolitano de México y a sus obispos sufragáneos la publicación de los decretos conciliares en sus iglesias. La autorización regia de Felipe II llegó a continuación en una cédula real del 18 de septiembre de 1591.10 Por encima de todo el trabajo realizado por los redactores de los decretos mexicanos, la Congregación del Concilio, recién creada por Sixto V, intervino de manera decisiva confirmando unas veces, modificando otras y siempre ratificando para que los cánones tridentinos fuesen la base del nuevo régimen de la Iglesia de México. Esta actuación conjunta de México, la santa sede y la corona española, es la que aparece recogida en los decretos de México. Si la aprobación tardó en llegar, aún más lenta sería su publicación que no llegó hasta 1622, después de que Felipe III por real cédula de 9 de febrero de 1621 diera la autorización de su impresión, pero al fallecer el rey, hubo que esperar un año más para que salieran a la luz los decretos mexicanos. Fue finalmente Felipe IV el que dio la orden definitiva de publicación el 7 de abril de 1622. Con su aparición se resolvió el vacío legislativo que existía para el buen gobierno de la Iglesia de México.11 Junto con los decretos, el concilio mandó elaborar un catecismo,12 un ritual y un directorio para confesores y penitentes,13 pero nunca se llegaron a publicar. Finalmente, una carta de los obispos a Felipe II completa la documentación existente acerca del concilio III de México.14

8 Sobre los memoriales presentados al Concilio III de México, cf.: I. Lopetegui, F. Zubillaga, Historia de la Iglesia en la América española, Madrid, BAC, 1965, pp 579-604; Martínez Ferrer, L., “El Doctor Pedro López y la catequización de los negros de la ciudad de México. El “Memorial suelto” del Doctor López al tercer Concilio de México (1585)” en Mar Océana, 11 (2002), pp. 209-17; E. Luque Alcaide, “El memorial inédito de Jerónimo de Mendieta al III Mexicano” en AHIg 1 (1992), pp. 305-23; J. A. Llaguno, La personalidad jurídica, cit., pp. 183-270; y 287-324; E. J. Burrus, “Salazar´s report to the Third Mexican Council” en The Americas, 17 (1960/61), pp. 65-84; F. Zubillaga, “Tercer Concilio Mexicano, 1585: los memoriales de Juan de la Plaza, S. J.” en Archivum Historicum Societatis Iesu, 30 (1961), pp. 180-244. 9 J. Metzler, (ed.), America Pontificia. Primi saeculi evangelizationis 1493-1592. Documenta pontificia ex registris et minutis praesertim in Archivo Secreto Vaticano existentibus, Ciudad del Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 1991, vol. II, pp. 1398-1400. 10 Ley VII, tit 8, Lib. I: Que se guarden los Concilios Limense y Mexicano últimamente celebrados en las provincias del Perú y Nueva España, en cada una el que le tocare. Cf. J. Manzano Manzano, Notas a la Recopilación de Indias. Origen e historia ilustrada de las Leyes de Indias por Manuel Josef de Ayala, Madrid, Cultura Hispánica, 1945, vol. I, p. 177. 11 Cf. S. Poole, Pedro Moya de Contreras. Catholic Reform and Royal Power in New Spain 1571-1591, University of California Press, Berkeley, Los Ángeles- London 1987, pp. 200-205. 12 Cf. E. J. Burrus, “The Author of the Mexican Council’s Catechisms” en The Americas, 15 (1958-1959), pp. 171-182. 13 Cf. L. Martínez Ferrer, Directorio para confesores y penitentes La Pastoral de la Penitencia en el Tercer Concilio Mexicano (1585), Pamplona, Eunate, 1996, pp. 119-120. 14 Otras obras bibliográficas sobre el Concilio III de México son: Burrus, “The Third Mexican Council (1585) in the light of the Vatican Archives”, en The Americas, 23 (1967), pp. 390-407; J. A. Llaguno, La personalidad jurídica del indio, cit., pp. 45-112; L. Lopetegui-F. Zubillaga, Historia de la Iglesia en la América española, cit., pp. 579-613; W. Henkel, Die Konzilien in Lateinamerika, I, México 1555-1897, Paderborn-München, Ferdinand Schöningh, (=KonGe. D), 1984.

19 Participantes

Fue éste un concilio formado por personas de gran ciencia teológica y canónica, que supieron poner todos sus conocimientos en la realización de estas disposiciones eclesiásticas. En este apartado vamos a enumerar a los participantes más relevantes del concilio III de México. De aquellos que más destacaron en la elaboración de los decretos, hablaremos más extensamente en el último epígrafe de este capítulo en el que trataremos sobre la autoría de los decretos. a) Obispos Don Pedro Moya de Contreras, arzobispo metropolitano y virrey interino de México y presidente del concilio15 Fray Bartolomé de Ledesma, OP, obispo de Oaxaca16 Fray Pedro de Feria, OP, obispo de Chiapas17 Don Diego Romano, obispo de Tlaxcala (Puebla)18 Fray Gómez de Córdova, OS, Hier., obispo de Guatemala19 Fray Juan de Medina Rincón, OSA, obispo de Michoacán20 Fray Gregorio de Montalvo, OP, obispo de Yucatán21

15 Nació en 1530 en Pedroche, un pueblo de Córdoba (España). Estudió leyes en Salamanca. Inquisidor de Murcia y maestrescuela en Canarias. En 1569 fue nombrado primer inquisidor de México. Llegó a ser visitador (1583) y virrey interino (1584-85). Una vez terminado el III concilio de México retornó a la Península en 1586. Felipe II le nombró presidente del Consejo de Indias. Murió en Madrid en 1591. Cf. S. Poole, Pedro Moya de Contreras. Catholic Reform and Royal Power in New Spain 1571-1591, Berkeley, Los Ángeles-London, University of California Press, 1987; R. Lebroc, “Proyección tridentina en América” en Missionalia Hispanica, 26 (1969), pp. 147-148. 16 Nació en Niera (Salamanca) en 1525. En 1543 profesó en la Orden de Predicadores y siete años después se trasladó a Nueva España para acompañar y ayudar al arzobispo de México Alonso de Montúfar, también dominico. En 1580 viajó al Perú donde le fue confiada la cátedra de prima de teología en la Universidad de San Marcos. Participó en el III concilio Limense (1580-82). A su vuelta a México, fue consagrado obispo de Oaxaca (1583). Participó activamente en el III concilio de México. Más información biográfica en el epígrafe sobre: Cómo llegaron las constituciones del tercer concilio de Lima (1582/83) a México, en el capítulo seis de este trabajo. Cf. R. Lebroc, “Proyección tridentina en América”, cit., pp. 148-149. 17 Llamado Pedro González (1574-1588), había nacido en Feria (Extremadura) en 1524, ingresando en el convento dominico de San Esteban de Salamanca; en 1551 viajó a la Nueva España, trabajando en Oaxaca, luego en México, y formó parte de una expedición misionera a La Florida; en 1565 fue elegido Provincial de México y tras una estancia en Europa, regresó a la Nueva España en 1575, como obispo de Chiapas, donde fallecería en 1588 (Cf. J. Cuervo, Historiadores del Convento de San Esteban de Salamanca, Salamanca, Imprenta Católica Salmaticense, 1914, vol. II, pp. 101-110). La falta de salud y el caerse de la mula en que viajaba le impidieron asistir al concilio III de México. Envió, junto a Juan Ramírez, OP, futuro obispo de Guatemala (1600-1609), sus memoriales, fruto de más de treinta años de trabajo entre los indios. Son unos documentos dedicados exclusivamente al problema del indígena. Sobresale en sus estudios de teología y es un gran conocedor de la lengua de los indígenas. Cf. J. A. Llaguno, La personalidad jurídica, cit., p. 54. 18 Nació en 1538 en . Doctor por Salamanca, antiguo inquisidor de Granada y visitador de los tribunales de la Inquisición de Llerena y Barcelona. Obispo de Tlaxcala desde 1578 hasta 1606, año de su muerte. Felipe II le encargó la visita al gobierno del virrey Villamanrique. Cf. M. Cuevas, Historia de la Iglesia en México, cit., pp. 77-78; R. Lebroc, “Proyección tridentina en América”, cit., pp. 151-152. 19 Nació en Córdoba. Su abuelo era el Gran Capitán. Tras recibir el hábito de San Jerónimo, gobernó la provincia religiosa de Córdoba. Felipe II lo nombró primero obispo de Nicaragua y más adelante obispo de Guatemala desde 1575 hasta 1598. Cf. C. Eubel, W. Gulik, Hierarchia catholica Medii Aevi..., Patavii, Messagero di S. Antonio, 1960, vol. III, p. 207. 20 Nació en 1530 en Segovia. Vino a México acompañando a su padre, fiscal de la audiencia. Tomó el hábito agustino en 1542. Llegó a ser provincial. Obispo de Michoacán desde 1575 hasta 1588, antes activo misionero entre los indios mexicanos y otomíes, conocedor de ambas lenguas. En cuanto al concilio III de México, la influencia del obispo Juan de Medina Rincón fue decisiva a la hora de preparar la respuesta sobre la cuestión de la licitud o no de la guerra contra los Chichimecas. Muere en 1588. Cf. A. Carrillo Cázares, El debate sobre la Guerra Chichimeca, 1531-1585: derecho y política en la Nueva España, El Colegio de Michoacán/El Colegio de San Luis, Zamora-México, 2000; Cuevas, Historia de la Iglesia en México, vol. II, cit., p 80; W. Henkel, “Concilios y sínodos hispanoamericanos” en J. Escudero (coord.), en Historia de la evangelización de América, Ciudad del Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 1992, pp. 661-74; “La guerra de los chichimecas en el III concilio mexicano (1585)” en E. Luque Alcaide, La evangelización en América y sus retos. Respuestas de los protagonistas, San José de Costa Rica, Promesa, 2002, pp. 81-108. 21 Natural de la diócesis de Segovia. Estudió en el colegio dominicano de San Esteban. Tras ingresar en la orden, llegó a ser prior en Plasencia. Fue obispo de Mérida de Yucatán entre 1581 y 1586. Se quejaba de que la mayoría de los misioneros de su diócesis no conociera la lengua indígena. Al año siguiente fue promovido a la iglesia de Cuzco. Murió en 1591. Cf. Cuevas, Historia de la Iglesia en México, cit., pp. 88-89; Borges Morán, Métodos misionales en la cristianizacion de América, Madrid, CSIC, 1960, p. 547.

20 Fray Domingo de Salazar, OP, obispo de Manila22 Fray Domingo de Alzola, OP, obispo de Guadalajara23 b) Consultores teólogos Fray Pedro de Pravia, OP24 Fray Melchor de los Reyes, OSA25 Padre Juan de la Plaza, SJ26 Fernando Ortiz de Hinojosa27 Fray Juan Salmerón, OFM28 Padre Pedro de Ortigosa, SJ29

22 Natural de la Rioja. En Castilla tomó el hábito dominico en el convento de San Esteban de Salamanca, donde fue contemporáneo de fray Domingo Báñez y fray Bartolomé de Medina, más tarde famosos catedráticos de Prima de la Universidad de Salamanca. Misionero de los indios oaxacanos y calificador de la Inquisición mexicana. De vuelta a España defendió los intereses de los indios ante corte del rey. Fray Domingo de Salazar, a quien mucho apreciaba Felipe II, fue nombrado como primer obispo y arzobispo de Filipinas en 1579, llegando a Manila el 17 de Septiembre de 1581. A causa de la distancia no pudo asistir al tercer concilio mexicano pero designó representante suyo a don Diego Caballero y envió un memorial. Murió en Madrid. El epitafio de su sepultura decía: Hic iacet Dominus frater Dominicus de Salazar, Ordinis Praedicatorum, Philippinarum Episcopus, doctrina clarus, verus religiosae vitae sectator, suarum ovium piisimus Pastor, pauperum Pater et ipse vere pauper. Obiit 4 die Decembris anno 1594. Cf. D. Aduarte, “Historia de la Provincia del Santo Rosario de la Orden de Predicadores en Filipinas, Japón y China” en Missionalia Hispanica, vol. XIV, t. I, Madrid, CSIC, 1952, pp. 283-302. 23 Nacido en Mondragón (Guipúzcoa). Fue visitador dominico en el Perú y Nueva España. En 1582 fue nombrado obispo de Guadalajara. Murió en 1590. Cf. C. Eubel, W. Gulik, Hierarchia catholica Medii Aevi..., cit., p. 206. 24 Nació en 1525 en el concejo de Pravia (Asturias). El 25 de mayo de 1542 tomó el hábito dominico. Cuatro años más tarde, en 1546, estaba matriculado en la Universidad de Salamanca. Terminados sus estudios superiores en la universidad, pasó a ejercer el cargo de lector de artes en el colegio de S. Tomás de Ávila. Pasó a México en 1550, y allí fue nombrado lector de artes. En la real y pontifícia universidad de México regenteó la cátedra de artes de 1558 a 1561 y de 1570 a 1572. De 1574 a 1576 y de 1580 a 1582 fue sustituto de Bartolomé de Ledesma en la cátedra de prima de teología. En 1582 obtuvo en propiedad esta cátedra, que regenteó hasta su muerte, acaecida el 10 de noviembre de 1590. Fue nombrado teólogo del concilio III de México. De 1586 a 1590 gobernó la archidiócesis de México, por ausencia de Pedro Moya de Contreras. Estuvo designado obispo de Panamá, cargo que no aceptó. Fue un teólogo dictaminador del concilio III de México, donde figura como coautor del Parecer de la Orden de Santo Domingo, sobre la guerra con los chichimecas (5 de mayo de 1585), y del famoso dictamen, titulado: parescer concorde de todas las órdenes y consultores de estos repartimientos (de 18 de mayo de 1585). (Cf. J. Díez Antoñanzas, “Relación de Teólogos de la Universidad de México” en Evangelización y Teología en América, cit., vol. II, pp. 1146-47). Sobre la teología de Pedro de Pravia, cf. J.I. Saranyana, Grandes maestros de la teología, Madrid, Atenas, 1994, pp. 230-246. 25 Nació en Granada. Tomó el hábito agustino en su ciudad natal. En el convento de Sevilla se graduó de lector en teología. Vino a México desde España en el año 1564. Recibió los grados de licenciado y maestro en teología en 1571 y al año siguiente fue provisto en propiedad de la cátedra de prima de teología y de Biblia de la real universidad de México, y la regenteó durante 21 años. Fue un gran talento metafísico y una de las voces más autorizadas en teología en los primeros años de la enseñanza en México. Elegido el padre Melchor de los Reyes prior de su convento, presentó su vacante en la cátedra sin perder su propiedad durante tres años. Fue un gran latinista y compositor de versos. Supo la lengua otomí. Fue muy claro de ingenio, buen predicador. Falleció en 1593 siendo profesor en sagrada escritura de la universidad de México. Cf. DHEE, vol. III, p. 2083; J. Díez Antoñanzas, Relación de Teólogos de la Universidad de México, cit., pp. 1156-1157. 26 Nació en Medinaceli (Soria) en 1527. En 1553 ingresó en la Compañía de Jesús. Desde 1580 vivió en Nueva España. Participó decisivamente en el III concilio provincial mexicano como consultor. Son famosos sus memoriales al concilio. Véase el último epígrafe sobre la autoría de los decretos mexicanos de este primer capítulo. 27 Nació en México hacia 1541, hijo de conquistadores españoles. Se licenció en teología en 1566. Era sacerdote ya en 1568. Fue rector de la real universidad de México entre 1567-1568, y 1572-1573. En 1569 obtuvo la cátedra temporal de artes. Durante sus más de treinta años de servicio a la universidad, desempeñó numerosos cargos y diputaciones. Estaba graduado en tres facultades: en 1573 fue elegido por diputado de hacienda de la universidad, como maestro en artes; en 1577 recibió el grado de doctor en teología; y en 1589 defendió la tesis de derecho canónico: “Si la teología y el derecho canónico son necesarios para el obispado”. Intervino en el III concilio de México (1585), donde presentó tres amplios memoriales, casi únicamente sobre los indios: su estado actual, injusticias que se les hacen, derechos que el concilio debe proteger, etc. En 1590 fue declarada vacante la cátedra de Prima de Teología por fallecimiento del padre Pravia, OP. A dicha cátedra se presentó el doctor Fernando Ortiz de Hinojosa que la ganó con gran diferencia de votos y la regenteó hasta su fallecimiento. Felipe II lo nombra obispo auxiliar y coadjutor de la Iglesia de Guatemala en 1596; pero falleció sin haber sido consagrado, en marzo de 1598. Cf. J. Díez Antoñanzas, Relación de Teólogos de la Universidad de México, cit.., p. 1150. 28 Natural de Toledo, originario de la provincia franciscana de Castilla. Lector de teología en el convento de S. Francisco de México (Cf. Bancroft Library, MM268, 61r, ManCarr 1, p. 101). Muchos de sus discípulos leyeron artes y teología en la universidad. Cf. Torquemada, Monarquía Indiana, México 1969, III, lib XX, c 79. 29 Nació en Toledo en 1546. Estudió en Alcalá. Ingresó en la Compañía y pasó a México en 1576. Enseñó teología en el Colegio Máximo y en la Universidad de México. Entre sus oyentes se encontraba el arzobispo Moya de Contreras. Fue el traductor al latín del concilio y teólogo personal del arzobispo Moya. Falleció en 1626.Véase la biografía en el último epígrafe sobre la autoría de los decretos mexicanos de este primer capítulo.

21 c) Consultores juristas Doctor Juan Salcedo, secretario del concilio30 Doctor Juan Zurnero31 Doctor Fulgencio Vich (Vique)32 Padre Pedro Morales, SJ33 d) Otros oficiales Dionisio Ribera Flores, promotor fiscal del concilio34 Alonso de Écija, maestro de ceremonias35

LOS DECRETOS MEXICANOS DE 1585

Los decretos del concilio III de México son fruto de un largo proceso de elaboración consistente en la revisión y selección de diversos cánones de concilios más o menos contemporáneos. Todo este proceso queda recogido en una serie de documentos manuscritos, sin los cuales difícilmente se podría reconstruir el modo con que el equipo redaccional compuso los decretos mexicanos.36 Después de señalar brevemente el contenido de estos manuscritos, señalaremos las principales ediciones y el contenido de los decretos mexicanos. Y, por último, trataremos sobre el autor de los decretos de nuestro concilio.

Descripción de los manuscritos de los decretos del concilio

Bancroft Library of Berkeley (Estados Unidos), MM266, 33bis-159v

Las actas del concilio III de México se encuentra en los fondos de la Bancroft Library,37 de la universidad de California, Berkeley que, como es sabido, conserva los documentos originales del concilio tercero de México.

30 Nació en México, en 1545. Doctor y catedrático de prima y rector de la Universidad de México. Después del tercer concilio mexicano, fue consultor de varios virreyes y arzobispos, y del tribunal de la Inquisición. Véase la biografía en el último epígrafe sobre la autoría de los decretos mexicanos de este primer capítulo. 31 Nació en 1517 en Hontiveros. Llegó a México en 1550. Fue provisor y visitador del obispado de Michoacán, con Don . En 1558 marchó a Castilla, de donde volvió tres años después doctor por Osuna, y con el nombramiento regio de arcediano. Sirvió como abogado del cabildo, administrador de los diezmos y representante del cabildo ante la audiencia. Ejerció gran influencia en el cabildo hasta su muerte en 1587. Cf. Bancroft Library, MM268, 59r, ManCarr 1, p. 97; L. Martínez Ferrer, La Penitencia en la primera evangelización de México (1523-1585), México, DF. Universidad Pontificia de México, AC, 1998, nota a pie de página n. 18, p. 242. 32 Provisor del arzobispado mexicano y consultor del concilio. Cf. Bancroft Library, MM268, 61r, ManCarr 1, p. 97. 33 Nació en Valdepeñas (Ciudad Real) en 1538. Ingresó en la Compañía de Jesús en 1570 siendo abogado en Granada. Pasó en 1576 a Nueva España, donde gobernó con gran acierto diversos colegios, entre ellos los de Puebla y México. Doctor en ambos derechos por Salamanca, profesor de casos de moral (asistía también como teólogo del obispo de Tlaxcala) y consultor del concilio. Murió en México en 1614. Cf. DHEE, vol. III, p. 1739; Bancroft Library, MM268, 61r. ManCarr 1, p. 101. 34 Promotor fiscal del concilio fue docto escritor y canónigo de la metropolitana. Cf. Bancroft Library, MM268, 59r. ManCarr 1, p. 97. 35 Canónigo de la catedral de México y maestro de ceremonias del concilio. Cf. Bancroft Library, MM268, 59r. ManCarr 1, p. 97. 36 Sobre las fuentes del tercer concilio mexicano consúltese, L. Martínez Ferrer, “Fuentes e Historiografía del III concilio provincial mexicano (1585)”, en actas del XVI Simposio Internacional de Teología de la Universidad de Navarra, J. I. Saranyana, E. de La Lama, M. Lluch Baixauli (dir.), Pamplona, Universidad de Navarra, 1996, pp. 355-366. 37 Estos documentos provenían del archivo arzobispal mexicano, y así fueron registrados en el inventario de 1746 efectuado por el secretario del capítulo de la catedral, Juan de Roldán de Aranguiz. La siguiente noticia que se tiene de ellos la proporciona el catálogo de una subasta realizada en Londres el 7 de junio de 1869, por la firma Puttick and Simpson (Cf. S. Poole, Pedro Moya de Contreras. Catholic Reform and Royal Power in New Spain 1571-1591, Los Ángeles-London, University of California Press, Berkeley, 1987, p. 217). Los adquirió el librero Quaritch, que los vendió al historiador estadounidense Hubert Howe Bancroft (1832-1918), quien en 1881 creó en San Francisco un fondo de documentos muy notable. En 1879, el historiador mexicano Fortino Hipólito Vera lamentaba la salida de México de tan importante fondo documental para reconstruir la historia del concilio III de México. Cf. E. Luque Alcaide, J. I. Saranyana, Los Instrumentos Pastorales del III Concilio de México (1585), cit., pp. 185-196; idem, “Fuentes manuscritas inéditas del III concilio mexicano”, en Annuarium Historiae Conciliorum, 22 (1990), pp 247-83. Finalmente, estos manuscritos han sido publicados Cf. Manuscritos del Concilio III Provincial Mexicano (1585). Estudio Introductorio, notas, versión paleográfica y traducción de textos latinos por Alberto Carrillo Cázares. Primer tomo, Zamora, Michoacán, El Colegio de Michoacán/Universidad Pontificia de México, 2006, 900 p. (Al que siguen los tomos segundo, tercero y cuarto.)

22 En la portada del manuscrito del concilio que se conserva en el volumen clasificado como MM266, aparece la siguiente inscripción: “M. D. LXXXV. El concilio provincial mexicano que celebró el Arzobispo don P. Moya de Contreras”.38 Y en el lateral izquierdo se añade: “fue la 1ª copia no examinada bien”. Por tanto, se puede considerar como el texto original definitivo, teniendo en cuenta la fe de erratas que lleva al calce y que fueron correjidas tras examinarlo bien.39 Éste sería el texto base utilizado por Pedro de Ortigosa para la traducción al latín de los decretos que se mandarían a Roma.40 Esto explica el hecho de que algunos folios aparezcan intercalados en medio de los decretos escritos por Salcedo con frases como las siguientes: “Sin embargo que esta plana y estotra que le sigue está foliada, no vale; sino sígase leyendo el libro IV. Se sigue porque aquí acabó el III libro”.41 O también: “Aunque estas dos planas de esta hoja están foliadas, sígase leyendo el título de poenis que entra y se sigue conforme al reclamo”.42 Por tanto, estamos ante el que pudo ser el primer original de los decretos, que más tarde sería pasado en limpio en una versión oficial. A continuación aparece el índice de los decretos, introducido por el siguiente encabezamiento: “Todos los decretos de este santo concilio provincial mexicano celebrado este presente año de ochenta y cinco están distribuidos en cinco libros y situados en los títulos que cada libro tiene por el orden siguiente”.43 Al final del índice se añade: “Tiene después de los decretos el arancel que jueces, notarios y ministros de los tribunales eclesiásticos han de guardar que es conforme al arancel real en lo que su majestad manda y provee”.44 El prólogo de los decretos dice así:

El sancto concilio provincial mexicano canónicamente por disposición de los sacros cánones, principalmente en obediencia y ejecución de los decretos del sacro concilio general de Trento, convocado y congregado en esta ciudad de México, cabeza y metrópoli de esta nueva España de las Indias occidentales del mar océano ... presidiendo en él, el Ilmo. Señor don Pedro Moya de Contreras, arzobispo metropolitano y como su gobernador y presidente de la real audiencia della, asistiendo en nombre de su magestad, debajo destos libros y títulos proveyó, ordenó, mandó, declaró y decretó lo siguiente.45

E inmediatamente a esta breve introducción, vienen las disposiciones del concilio, y que consta de 123 folios que van desde fol 37r al 159bis de BL, MM266. Además, los folios referentes a los cinco libros del concilio provincial de 1585 y sus decretos tienen una numeración interior del 3 al 216. El primer libro ocupa los folios 3-67, el segundo libro los folios 70-94, el tercero los folios 99 a 181, el cuarto los folios 187 a 191, y el quinto los folios 192 a 216. El manuscrito está escrito sobre papel. Sus medidas son: 28 x 19 cm. En los márgenes izquierdos figuran unas notas que hacen referencia casi exclusivamente al Concilio de Trento, indicando sesión y capítulo. Al final de los decretos conciliares aparecen las firmas originales y los nombres de los prelados asistentes, así como del secretario del concilio, Juan de Salcedo, dando fe de todo ello. Aunque los decretos del tercer concilio de México ocupan la mayor parte del contenido del MM266, en el interior del volumen se ha conservado una copia del segundo concilio provincial de México (1565) con sus 28 constituciones que comprenden los folios 160ra 168v. Y más adelante se encuentran las actas del primer concilio provincial de 1555, en los folios 193r-240v.

38 Bancroft Library, MM266, 33bis r. En estos textos de los manuscritos de la Bancroft Library hemos corregido ligeramente la ortografía para hacer más fácil la lectura. 39 Bancroft Library, MM266. 40 Este ejemplar en latín previo a la aprobación romana se encuentra en el Archivo Secreto Vaticano, Congregationis de Concilio, Concilio, 55, Concilium Provinc. Mexicanum/ A. D. 1585 (a partir de ahora citaremos ASV, 55, Conc Mex 1585). 41 Bancroft Library, MM266, 128r. 42 Ibidem, 139r. 43 Bancroft Library, MM266, 34r. 44 Ibidem, 35r. 45 Cf. Prólogo del Concilio III Provincial Mexicano, Bancroft Library, MM266, 36r. Veáse ilustración 6 del apéndice.

23 Bancroft Library of Berkeley (Estados Unidos), MM267, 1r-100r

Este manuscrito, conservado en la Biblioteca Bancroft, es una copia de las actas originales del concilio provincial mexicano que se encuentra en MM266, 37r-159bisv. Es el MM267 un volumen dedicado únicamente al concilio provincial mexicano de 1585. Está escrito sobre papel. Consta de 100 folios. Sus medidas son: 27 x 18 cm. Los decretos aparecen todos completos, por tanto no se ha realizado aún ninguna de las correcciones mandadas efectuar posteriormente desde Roma. Por consiguiente, estas actas tienen el mismo contenido que el manuscrito original MM266, 37r-159bisv del Bancroft Library, menos los últimos folios de aranceles. El contenido de los decretos abarca desde el folio 1r al 100r. En el último folio de los decretos aparecen las firmas originales y los nombres de los prelados asistentes, así como del secretario del concilio, Juan de Salcedo, dando fe de todo ello. Este manuscrito de los decretos conciliares carece de las notas que se encuentran al margen izquiero del original de BL, MM266.

Ciudad del Vaticano. Archivo Secreto Vaticano, Congregationis Concilio, Concilio, 55, Concilium Provinc. Mexicanum/ A. D. 1585

Este manuscrito, con la versión latina de las actas del concilio tercero de México, se encuentra en el Archivo Secreto Vaticano, en la asignatura de ASV Congr. Concilio, Concilio, 55. Las actas están completas, con el mismo contenido que el manuscrito de los decretos mexicanos de la BL, MM266, 33bis-159v y lleva las mismas notas marginales de este original. Es muy probable que Pedro Ortigosa tuviera a su disposición el manuscrito de la BL, MM266, 33bis-159v al preparar la versión latina de los decretos. De la misma manera que los manuscritos anteriores, esta reproducción latina de Ortigosa es anterior a la correcciones de la Congregación del Concilio. Dicha congregación fue creada a raíz del Concilio de Trento para impulsar y velar por la correcta aplicación de las disposiciones emanadas de este concilio ecuménico. Esta traducción latina de los decretos mexicanos antes de la corrección romana carece de correcciones y tachaduras; sin embargo, presenta un amplio apéndice de correcciones hechas por los peritos de la comisión examinadora romana de la congregación del concilio. En total son 42 folios de 28 x 20 cm con correcciones que los peritos romanos hicieron a las normas del tercer concilio de México. Por tanto, todo parece indicar que posiblemente este manuscrito es la reproducción latina del castellano de los decretos que aparecen en BL, MM266, 33bis-159v, que la asamblea mexicana mandó hacer a Pedro de Ortigosa y que se envió a Roma para su corrección y aprobación. Cuenta con 240 folios, de los cuales 218 corresponden al texto de los decretos mexicanos. Los 22 folios restantes son añadidos de normativas de derecho judicial, aranceles y excomuniones. Está escrito sobre papel. Sus medidas son: 33 x 23 cm. Contiene también la mayoría de las notas marginales de la versión mexicana de BL, MM266, 33bis-159v que aparecen en la izquierda del texto indicando sesiones y cánones del tridentino. Está escrito en un latín sobrio y asequible.

Bancroft Library of Berkeley (Estados Unidos), MM268 y MM269

Aunque en estos dos volúmenes de la Bancroft Library no está el texto de los decretos, sí se encuentra un material documental de valor inestimable para conocer cómo se redactó cada una de las distintas disposiciones del concilio tercero de México. El BL, MM268 es un volumen en el que aparecen numerosos memoriales o pliegos de peticion sobre diversos asuntos por tratar en el concilio, con advertimientos para incorporarlos en los decretos. Se encuentran también algunas cartas, y una serie de apelaciones presentadas al concilio, con sus respectivas contestaciones. Desde el punto de vista de la elaboración de los decretos mexicanos y de su aparato crítico, dentro de este volumen que consta de más de 400 folios, hay que destacar los apuntamientos que se advirtieron de las constituciones del primer concilio mexicano (1555) y de otros concilios provinciales y diocesanos para decretar. Éstos están en los folios 298r-356v.

24 El autor de estos apuntamientos es, en su mayor parte, el erudito catedrático de cánones de la universidad de México, don Juan de Salcedo, secretario del concilio provincial de 1585. La mano inconfundible de Salcedo aparece continuamente en estas apuntamientos, y, en muchos casos, los concluye con su firma. Se pueden destacar dentro de estos apuntamientos, los de algunos concilios de la época: concilio I de México (1555) (BL, MM268, 363r-386r); concilio mexicano II de 1565 (BL, MM268, 388v-389v); concilio III de Lima (BL, MM268, 390r-391r); sínodo granadino de 1572 (BL, MM268, 284r-286v;330v-331v; 392v-393v); sínodo de Guadix (1554) (BL, MM268, 283v-284r;330v); concilio toledano de 1582/83 (BL, MM268, 392); concilio de Compostela de 1565 (BL, MM268, 391r-v). Llama la atención la precisión de las referencias a las fuentes que se observa en estos papeles de elaboración de los decretos mexicanos. Seguramente, Juan de Salcedo hizo recoger cuanto pudo de otras legislaciones conciliares impresas o inéditas que pertenecían a diversos archivos y biblioteca s de la Península y de América, y los mandó copiar por un buen amanuense. De ahí que sean tan exactas estas referencias. Esto queda confirmado en el volumen MM269 en el que encontramos, entre estos documentos, una copia de los decretos del concilio III de Lima (1582-1583) (fol 246bis-273) y otra de las actas del concilio toledano de 1582-1583 (fol 281-320) con una relación pormenorizada de las Actiones que se celebraron, dando noticia de los asistentes al toledano, de la colocación en la sala de los concilios, así como de las ceremonias que allí se celebraron. Las constituciones de las tres actiones de este concilio de Toledo se encuentra en los fol 320r-342r. El volumen MM269 contiene, además, las discusiones del arzobispo de México y los demás sufragáneos sobre la publicación y la ejecución del concilio provincial, así como las cartas del concilio al rey y a su santidad Sixto V. También incluye este volumen diversas consultas sobre varios asuntos, entre los que cabe destacar la guerra de los chichimecas (fol 82r-113v), las siete dudas a los ochos primeros capítulos del concilio I de México (fol 162r-191v) y las dudas sobre la moralidad de los repartimientos (fol 210r-225v).

Ediciones de los decretos mexicanos de 1585

La primera edición de 1622

Los decretos del concilio III de México, a pesar de haber sido aprobados en 1589 y 1591, no vieron la luz hasta bien entrado en el siglo XVII. Fueron editados por primera vez en la ciudad de México el 9 de septiembre de 1622 por la imprenta de Juan Ruiz. Vale la pena leer, por su belleza literaria, el colofón del prólogo del arzobispo de México don Juan de la Serna, gracias a cuyo tesón se logró publicar los decretos del concilio III de México:

Ésta tan necesaria y grandiosa obra se debe a aquel prelado de feliz memoria, Pedro, bajo cuya presidencia se ordenaron las utilísimas leyes con que en el régimen espiritual, se gobierna este Nuevo Mundo; y tanto, que creo se debe no menos honor y celebridad a su nombre, que al del nunca bien ponderado Hernán Cortés, conquistador de la Nueva España. Comparando el gran Padre de la elocuencia la victoria de Temístocles en Salamina, y el decreto de Solón que estableció los jueces del Areópago, dice: No menos esclarecido se ha de juzgar esto que aquello. Aquello aprovechó una vez: esto siempre aprovecha a la ciudad (Lib 10. Offic). Puédese, pues, muy bien acomodar esto a la ordenación de este concilio; pues por grandes que sean los hechos de Cortés, si se compara su obra con la celebración de este concilio, podemos justa y propiamente decir: No menos ilustre se ha juzgar esto que aquello; aquello aprovechó una vez: esto siempre aprovecha a la provincia.46

De esta primera edición de los decretos no se hallan muchos ejemplares. En Roma hemos encontrado uno en la Biblioteca Apostólica en la signatura Barberini C: II. 5 (int. 1). Fue hecha en México en casa del tipógrafo Juan Ruiz en 1622. Consta de 102 folios numerados. Sus medidas son 26 x 18 cm. Contiene la real cédula de Felipe III, por la que autoriza la impresión, el prólogo de don Juan de la Serna y los decretos del tercer mexicano. Al final aparece un elenco de las fuentes del concilio junto con el índice.

46 Traducción del latín al castellano realizada por Galván cit., p. 6.

25 En la parte central del frontispicio aparece el siguiente título: Sanctum Provinciale Concilium Mexici celebratum anno Domini Millessimo quingentessimo octuagessimo quinto. Praesidente in eo Illmo. ac Rvmo. D. D. Petro Moya de Contreras Archiepiscopo Mexicano. Romae confirmatum die vigessima septima Octobris Anno, 1589. Nunc vero ad instantiam et ex sumptibus Illmi. ac Rvmi. D. D. Ioannis de la Serna Archiepiscopi Mexicani. Iussu Regio Editum.47 Debajo del título de los decretos aparece la rúbrica del artista del frontispicio: Samuel Stradanus antuerpiensis sculpsit excudebatque Mexici; y más abajo el de la imprenta: Apud Ioannem Ruiz Typographum, Anno Domini, 1622. En los laterales del frontispicio aparecen dos figuras alegóricas. La de la izquierda representa la fe, sosteniendo en una mano la santa cruz y en la otra un cáliz con la sagrada eucaristía. En la base de esta imagen aparece la siguiente inscripción de los Salmos: Ponite corda vestra in virtute eius ut enarretis in progenie altera.48 Ps 47. La imagen de la derecha simboliza a la Iglesia mexicana llevando una tiara papal y sujetando entre las manos la catedral de México, representado así la unidad entre esta Iglesia particular y la Iglesia romana. Al pie de esta alegoría encontramos el siguiente epígrafe: Regnavit Deus super gentes, Deus sedet super sedem sanctam suam.49 Ps 46. Hay otra inscripción de un salmo en la parte alta del frontispicio, en la base del escudo episcopal que dice: Beatus homo, quem tu erudieris, Domine, et de lege tua docueris eum.50 El escudo episcopal pertenece al editor de los decretos, Juan de la Serna. Se trata de un escudo terciado en barra, dividido por una franja que va de derecha a izquierda, de color plata o blanco, que simboliza pureza, obediencia, firmeza, vigilancia, elocuencia, integridad. El fondo es azur o azul, símbolo de justicia, celo, verdad, lealtad, hermosura, caridad.51 Del capelo episcopal salen dos cordones con dos borlas cada una. La cruz doble, con dos brazos transversales, es insignia de los escudos de armas de los arzobispos. El brazo superior representa el letrero con la inscripción que Poncio Pilatos colocó encima de la cruz de Jesús.52 En la parte superior del escudo aparecen dos lemas: el primero dice Ex alto; el segundo aut Maria. Este último se encuentra incluido dentro de un pequeño escudo cuarteado en aspa. Los ornamentos exteriores se componen de dos tenantes, concretamente dos ángeles, que flanquean el escudo del prelado en actitud de sostenerlo o custodiarlo, junto con dos incensarios acompañados de sendas leyendas: Ascendit fumus aromatum / et pertransit totam domum. Existen otros ejemplares de la primera edición de los decretos mexicanos, que se hallan en al Biblioteca Nacional de México, en el Centro de Estudios de Historia de México (Condumex) y en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla. Es posible que algunos otros existan todavía, pero su paradero nos es desconocido.

Otras ediciones

Los decretos del concilio III de México han sido reeditados en once ocasiones.53 En algunas ediciones acompaña al texto un copioso aparato crítico, que señala las fuentes tenidas a la vista para la redacción de

47 Vid. la ilustración 1 del apéndice. 48 Sal 47, 14. En la Neovulgata corresponde al Sal 48, 14: “Grabad en vuestros corazones sus murallas, recorred sus palacios; para contar a la edad venidera”. 49 Sal 46, 9. Siendo en la Neovulgata el Sal 47, 9: “Venid a contemplar los prodigios de Yahveh, el que llena la tierra de estupores”. 50 Sal, 93, 12. En la Neovulgata corresponde al Salmo 94, 12: “Dichoso el hombre a quien corriges tú, Yahveh, a quien instruyes por tu ley”. 51 J. De Atienza, Nobiliario español. Diccionario heráldico de apellidos españoles, Madrid, Aguilar, 1948, p. 1205. 52 Sobre las insignias heráldicas cf. B. Heim, L’Araldica nella Chiesa Cattolica. Origini, usi, legislazione, Città del Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 2000, pp. 68-81. 53 Las ediciones del tercer mexicano son las siguientes: 1ª edición: en latín, impresa en México por solicitud del Ilmo, y Rmo. Sr. Arzobispo D. Juan Pérez de la Serna, Juan Ruiz, el año de 1622; 2ª edición: es la del cardenal Aguirre, hecha en Roma, año de 1696, en el cuarto tomo de su Colección de Concilios españoles; 3ª edición: del padre Felipe Labbeo, inserto en la Colección de Concilios españoles; 4ª edición: de Juan Harduino, MRP, en la Colección de Concilios, en el año 1715, tomo X; 5ª edición: del Ilmo. Rmo. Sr. Dr. D. Juan Gómez de la Parada, obispo de Yucatán, hecha en París, año de 1725; 6ª edición: se halla en el tomo VI de la segunda edición de la Colección de Concilios españoles del Cardenal Aguirre, por José Catalani, Roma 1755; 7ª edición: del Ilmo, exmo. Sr. arzobispo D. Francisco Antonio Lorenzana, Concilios Mexicanos, publicados en México en 1770, en el segundo tomo; 8ª edición: en la suma de Concilios españoles, por Villanuño, tomo IV. Madrid, 1785; 9ª edición: en 1855, de Tejada y Ramiro, en el tomo V, en su Colección de Cánones y de todos los Concilios de la Iglesia Española; 10ª edición: es la de Galván Rivera, que se publicó en México, 1859, y está en latín y castellano; 11ª edición: el episcopado mexicano mandó hacer en Barcelona otra edición de Galván Rivera, año 1870.

26 cada decreto. En otras se omiten, como la edición de Tejada y Ramiro, en el que en la presentación del concilio tercero de México, el mismo editor advierte que los decretos mexicanos de 1585 contenían muchísimas citas, pero por creer innecesarias y sin interés no las transcribe.54 La décima edición, realizada por Galván Rivera, es la primera bilingüe en latín y castellano. Consta de una introducción de cuatro páginas del editor. A continuación viene la bula de aprobación del concilio con la confirmación de Sixto V del 28 de octubre de 1589 y la real cédula de Felipe II del 18 de septiembre de 1591 recogida en la ley VII, título VIII, Libro XX de la Recopilación de Indias, que manda guardar las constituciones de los concilios de Lima y México. Después, tras un breve prólogo de Juan de la Serna, vienen los decretos del concilio con sus fuentes, que ocupan en esta edición 781 páginas y contienen, además, notas aclaratorias de Basilio Arrillaga,55 un apéndice de documentos pontificios para América, los estatutos de la Iglesia de México (1585) y un índice general. En nuestro trabajo hemos utilizado: para el estudio del texto latino y del aparato crítico, la primera edición de Pérez de la Serna (1622); y para su traducción en castellano y los encabezamientos de los párrafos, la edición de Galván Rivera (1859). La importancia del concilio III de México, y por lo que fue norma durante tanto tiempo, estuvo en la aceptación y la puesta en práctica. El concilio III de México fue siempre punto obligado de referencia normativa y legislativa del IV concilio de México de 1771, que nunca pudo recibir la doble aprobación regia y pontificia, de ahí que la vigencia de aquél llegue hasta el año 1899. Otro factor fue la imprenta ya que, a partir de su primera edición en 1622 y otras ediciones ex profeso, su texto encontró la vía de entrada en las colecciones conciliares, sobre todo a partir de la inclusión en la de Sáenz de Aguirre, en el año 1696. Después del concilio plenario de 1899, el III de México cayó en desuso y no se ha vuelto a reeditar. Pensamos que ésta ha sido la causa de su escasísima utilización por los investigadores modernos. Abundan los estudios de la historia de la legislación canónica de México sobre los decretos del concilio III de México y los fondos manuscritos de la Bancroft Library of Berkeley; sin embargo, aunque estos trabajos revelan un esfuerzo importante en la investigación de la historia de nuestro concilio, se echa en falta una edición actualizada de los decretos mexicanos.

Descripción y contenido de los decretos mexicanos

Es difícil ofrecer en pocas palabras un resumen del contenido de estos extensos y, a veces, minuciosos decretos. Se componen de cinco libros, divididos en títulos y subdivididos en párrafos o decretos. En el primer libro, que contiene 187 párrafos distribuidos en trece títulos, quedan plasmadas las normas sobre las fuentes del derecho canónico y la jerarquía. De los cinco libros, el primero es el más amplio con relación a los asuntos que trata. Hemos dividido su contenido en cuatro partes: en la primera (título I) se dan normas generales sobre la doctrina y el modo de hacer la evangelización; la segunda (títulos II-III) contiene unas pocas disposiciones sobre las constituciones y los rescriptos; la tercera parte es la más extensa (títulos IV-VII), trata de las personas y las cosas eclesiásticas, en concreto de los candidatos al orden, los clérigos peregrinos, el modo y la gratuidad de la administración de los sacramentos y, por último, de la unción y la confirmación; la cuarta parte (títulos VIII-XIII) se centra sobre diversos oficios eclesiásticos relacionados con el proceso judicial: el juez, el vicario, el fiscal, el notario, el ministro ejecutor y el alcaide; el último título regula sobre las precedencias. Estos últimos títulos del libro I introducen el siguiente libro sobre el proceso judicial. El libro segundo es más homogéneo que el primero, contiene 62 decretos divididos en siete títulos que se centran básicamente en el proceso judicial. Podemos distinguir como tres apartados en este libro. Una primera parte se referiría a normas generales del proceso: el orden de los juicios (título I), el dolo y la

54 Cf. J. Tejada y Ramiro, Colección de Cánones y de todos los concilios de la Iglesia de España y América, Madrid, imprenta de don Pedro Montero, 1863, vol. V, p. 523. 55 El padre, doctor Basilio Arrillaga, según Fortino Hipólito Vera, es uno de los más eruditos canonistas mexicanos del siglo XIX. Cf. F. H. Vera, Apuntamientos historicos de los concilios provinciales mexicanos y privilegios de América. Estudios previos al Primer Concilio Provincial de Antequera, México, Tipografía Guadalupana de Reyes Velasco, 1893, p. 31.

27 contumacia (título IV), la sentencia y las apelaciones (títulos VI-VII). Después vendrían los cánones acerca de las personas que intervienen en el proceso: los procuradores (título II), los testigos y las pruebas (título V). Finalmente, la tercera parte versa sobre un tema que no tiene nada que ver con el proceso, como son las normas sobre los días festivos (título III). El libro tercero, estructurado en 21 títulos, es el más extenso de los cinco (40% del total), viniendo a ser con sus 230 párrafos el bloque central de estos decretos. El contenido lo podríamos esquematizar en tres partes: en primer lugar, las normas que se ocupan del derecho de los clérigos y religiosos (títulos I-VI, XIII, y XIX-XXI); a continuación vienen diversas disposiciones sobre los bienes eclesiásticos y los testamentos (títulos VII-X); y para terminar, se disponen algunas normas centradas en los sacramentos y el culto (títulos XV-XVIII). Desglosando el contenido del libro tercero, en la primera parte tenemos las normas referentes a los obispos, al rector de una iglesia y al párroco, a los beneficiados y al sacristán (títulos I-IV). A continuación se trata sobre el modo de vida de los clérigos (título V), determinando con detalles todo lo referente al modo de vestir y las diversiones de los clérigos. Aunque en el libro primero se trató de los clérigos peregrinos, nuevamente en el título VI del tercer libro se hablará de los clérigos sin residencia. Saltando algunos títulos, se hablará del derecho de los religiosos (título XIII), de la inmunidad (título XIX), de la prohibición a los eclesiásticos de mezclarse en negocios seculares (título XX), y de los ayunos (título XXI). En el segundo bloque de cánones de este tercer libro hemos colocado las disposiciones que hacen referencia a los bienes eclesiásticos: las fundaciones y el derecho de patronato (título VII), las cosas de las iglesias que se deben conservar (título VIII), los testamentos y sepulturas (títulos IX-X), las parroquias y casas piadosas (XI y XIV), y finalmente, los diezmos y primicias (título XII). Por último, el bloque tercero contendría diversas normas sobre el culto y la veneración de los santos (títulos XV y XVIII), del bautismo (título XVI) y de la eucaristía (título XVII). El cuarto libro, con un total de 20 decretos divididos en dos títulos, trata sobre el sacramento del matrimonio. Es el libro más breve en extensión de los decretos mexicanos y en él se contienen las normas entorno a los esponsales, los requisitos para la validez del matrimonio y los matrimonios clandestinos (título I); el parentesco espiritual y otros impedimentos (título II). Finalmente, el quinto libro de las penas, compuesto por 12 títulos y 66 decretos. A excepción del primer título que trata de las visitas, los otros 11 títulos hacen referencia a una serie de delitos con sus penas correspondientes. El contenido de los decretos es variado, así como las fuentes en las cuales se inspira. Sin embargo, recorriendo los cinco libros que estructuran las constituciones mexicanas hemos podido comprobar, en líneas generales, que hay unos libros más relacionados con unas fuentes que con otras.56 Así, el libro primero acude básicamente a disposiciones del sínodo de Granada (1572), el concilio I de México (1555) y el concilio de Lima tercero de 1582-1583; en el libro segundo se cita casi exclusivamente al sínodo de Granada de Guerrero y también al concilio mexicano I en las cuestiones de los días de fiesta; el tercero es el más rico en fuentes citadas, sobresaliendo las constituciones de Granada y Guadix, el primero de México, el tercero de Lima (1582-1583) y los concilios de Toledo de 1565 y 1582-1583; en el libro cuarto sobre el matrimonio, Trento marca la pauta, junto con las asambleas toledanas y el limense III; y en el quinto y último libro sobre las penas, el sínodo granadino de don Pedro Guerrero vuelve a dejar una huella notable, seguido en importancia por los concilios de México I y Lima III. Este apretado resumen nos muestra cómo las disposiciones del concilio III de México no dejan de lado ninguna cuestión relevante por legislar, al mismo tiempo que dan una respuesta, más o menos definida, a los problemas surgidos en el gobierno de aquella provincia.

Autor, ¿Juan de Salcedo o los jesuitas Juan de la Plaza y Pedro de Ortigosa?

Son muchos los investigadores del concilio III de México que han hablado sobre la autoría de los decretos, aunque no se puede decir que exista unanimidad de opiniones sobre esta cuestión. En general, podemos

56 Véase el análisis a cada libro de los decretos mexicanos de la tercera parte de este trabajo.

28 encontrar dos posturas: una más radical que señala como artífices de los decretos a Juan de la Plaza y a Pedro de Ortigosa, relegando a un segundo plano a Juan de Salcedo; y la otra es aquella que, si bien otorga a los jesuitas un papel importante en la formación de los decretos y sus cánones, al mismo tiempo reconoce a Juan de Salcedo el mayor peso de todo este trabajo. Ahora bien, antes de pasar a desarrollar ambas posturas sobre la autoría de los decretos mexicanos, pensamos que puede ser interesante conocer los datos históricos más notables de Juan de la Plaza, Pedro de Ortigosa y Juan de Salcedo para así estar en mejores condiciones de valorar la relevancia que tuvo cada uno en la elaboración de estas normas.

Juan de la Plaza57

Nació en Medinaceli (Soria) en 1527. Cursó lógica y filosofía en la universidad de Alcalá (1543-1546) y en 1548 teología en el colegio de Sigüenza (1546-1551). En 1553 ingresó en la Compañía de Jesús. Obtenido su doctorado en teología, entró en la Compañía de Jesús y fue enviado a Córdoba (diciembre 1553) para explicar casos de conciencia. En octubre 1555 es maestro de noviciados y rector del colegio de Granada (1556-1562), adonde se trasladó el noviciado. Más adelante fue consultor y confesor del arzobispo de Granada, don Pedro Guerrero. Trabó también en Granada amistad con San Juan de Ávila. Intervino activamente en la fundación (1559) de la casa de la compañía en el Albaizín, centro del apostolado morisco que perduró hasta los disturbios (1569) causados por la guerra morisca (1568-1570). En 1562 fue nombrado provincial de Andalucía. Asistió a la Congregación General II (1565) y a la Congregación General III (1573) de la compañía, en la que fue miembro de la comisión encargada de la formación de los novicios. En 1573, Juan de la Plaza fue designado como visitador del recién fundado virreinato del Perú. El arzobispo don Pedro Guerrero lamentó la marcha del amigo, a quien consideraba un fiel apoyo en el gobierno de la archidiócesis de Granada. Su viaje a América se retrasó hasta 1574, llegando a Lima el 31 de mayo de 1575. El retraso de su partida se debió, entre otras razones, a sus dudas de conciencia sobre la legitimidad de los títulos de conquista. Acosta,58 más liberal y conciliador, estimaba imprudente y dañoso volver a encender la polémica sobre los derechos de la corona española al dominio de la Indias. Juan de la Plaza quería entrevistarse con el virrey Francisco de Toledo para tratar con él sobre las doctrinas de indios y el ministerio ejercitado por los jesuitas peruanos. Aprovecha la demora para hacer la visita del colegio. Parte de Lima, el 16 de mayo de 1576, al colegio jesuítico de Cuzco, donde se habían reunido el célebre padre José de Acosta, provincial, y los padres convocados para la segunda congregación provincial de la orden. El visitador permanece en el colegio de esta ciudad a la espera de la celebración del concilio III de Lima (1582-1583), convocado para junio de 1573, que se retardaría, y ni aun entonces se llevó a efecto debido a la muerte del arzobispo de Lima, Jerónimo de Loaysa, OP. En 1577 deja Cuzco para visitar las doctrinas de Juli (Perú) y Potosí (Bolivia). Potosí lo tiene ocupado hasta el 4 de septiembre. Decide pasar por La Paz y Arequipa, donde pedían la fundación de colegios. Plaza, siendo visitador de Perú, entabló amistad con Acosta, conocería su Procuranda Indorum, que aparece citado en los decretos del concilio III de México. Aunque fue enviado al Perú para controlarlo, nombró a Acosta como provincial. Lo volvería a ver en 1586, cuando éste volviera a España con los decretos de Lima para su

57 Cf. L. Lopetegui, F. Zubillaga, Historia de la Iglesia en la América española, cit., pp. 593-95; F. Zubillaga, Tercer Concilio Mexicano, 1585: los memoriales de Juan de la Plaza, cit., pp. 180-191; E. J. Burrus, The Author of the Mexican Council’s Catechisms, cit.., pp. 171-182; C. E. O’Neill-J. M. Dominguez (eds.), Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Biográfico-temático, Madrid, Universidad Pontificia Comillas, 2001, tomo 4, pp. 3153-3154; DHEE, vol. III, p. 1989. 58 José de Acosta nació en Medina del Campo en 1540. Hijo de una familia numerosa de acomodados mercaderes. Ingresó en la Compañía de Jesús en 1552. De 1559 a 1567 realizó sus estudios filosóficos y teológicos en la universidad de Alcalá. Se ordenó sacerdote en 1566. Llegó a Lima en 1572. Desarrolló allí una amplia labor evangelizadora, fue rector del colegio de Lima en 1575 y provincial en 1576. Participó activamente en el III concilio limense (1582-83), como teólogo consultor. Tuvo importantes divergencias con el virrey Toledo (que llevaría a la práctica el plan pacificador del Perú) y con el visitador de la compañía, el padre Juan de la Plaza. En 1586 dejó el Perú y se dirigió a México, donde pasó un año. En 1587 regresó a España con el encargo de lograr la aprobación del III limense, que logró. En 1588 publicó su principal obra, De procuranda indorum salute. Murió en Salamanca en 1600. Cf. I. Álvarez de Toledo Bandeira, Culturas indígenas y evangelización en José Acosta, Roma,Pontificia Universitas Sanctae Crucis, 2000, pp. 9-64.

29 aprobación. En esta ocasión ambos hablarían seguramente de las dificultades que encontraron en el transcurso del concilio y en su aprobación. Durante quince años en Perú, Juan de la Plaza enriquece su experiencia misionera con el trato con otros jesuitas peruanos activos en su apostolado sacerdotal y docente de catequesis, doctrinas, residencias, misiones y colegios. Acabada la visita de la provincia del Perú, el padre Mercuriano lo envió como visitador y provincial a la provincia de Nueva España (México), adonde llegó en febrero 1580, siendo elegido provincial ese mismo año. Vista la necesidad de que los jesuitas aprendiesen las lenguas náhuatl y otomí, fundó para ello la residencia de Tepozotlán. Terminado su oficio (1584) fue rector de Tepozotlán, si bien poco tiempo, ya que fue designado para asistir al tercer concilio provincial de México (1585). Tuvo un papel muy notable en el tercer concilio como teólogo consultor, siendo famosos sus siete memoriales que presentó ahí sobre seminarios y seminaristas, párrocos, predicadores, visitas episcopales, confesores y ministerios de indios, que son un fiel reflejo de las normas tridentinas. Su obra principal durante la asamblea fue el catecismo para la instrucción de españoles, indios y negros. Pasó sus últimos años de vida enfermo y paralítico en el Colegio Máximo de México, donde murió el 21 de diciembre de 1602. Sus contemporáneos vieron a Plaza como un asceta exigente consigo mismo y con los demás. El padre general Borja tuvo que reprenderlo varias veces por su dureza de trato. A pesar de su severidad, vivió y reflejó en sus escritos la espiritualidad de Ignacio y de sus dos inmediatos sucesores.

Pedro de Ortigosa59

Nació en enero de 1546 en Ocaña (Toledo). Se doctoró en Artes por la Uiversidad Complutense antes de entrar en la Compañía de Jesús. Hecho el noviciado, estudió teología en Alcalá. Más adelante se embarcó como cabeza de la tercera expedición de doce jesuitas españoles que salió de Sevilla el 11 julio 1576 y llegó a Nueva España en diciembre. Enseñó teología en el Colegio San Pedro y San Pablo de México desde el 19 octubre 1577 y fue el primer lector jesuita de esa materia en Nueva España. La Pontificia Universidad de México le otorgó el título de doctor (27 mayo 1582). Fue su decano de teología y, después de casi ocho años de docencia, rector (1584-1586) del Colegio San Pedro y San Pablo. En 1585 intervino como teólogo en el tercer concilio mexicano, al servicio del arzobispo, de quien fue teólogo consultor y profesor privado durante algún tiempo. A él se le encargó la traducción al latín de los decretos. Escribió un informe sobre los repartimientos y los obrajes al concilio y junto con Juan de la Plaza redactó el Catecismo de la Doctrina Cristiana. La segunda congregación provincial de México (4 noviembre 1585) lo eligió procurador y, junto con el arzobispo Moya, viajó a Europa (11 junio 1586). Regresó a México a principios de 1588 con una expedición de 16 jesuitas. Murió el 11 de marzo de 1626 en la ciudad de México. Sabía el náhuatl lo suficiente como para confesar a los indígenas.

Juan de Salcedo60

Canónigo, arcediano y deán de la santa Iglesia de México, doctor en Teología y catedrático de Prima de cánones en la Real Universidad de México, donde enseñó y ejerció el cargo de rector. Fue el secretario del concilio (Cfr. Bancroft Library, MM268, 59r.). Nació en México en 1545. Siendo sólo bachiller, el arzobispo Montúfar lo comisionó para que ayudase a Juan de Bustamante a elaborar un manual de sacramentos, que fue publicado en 1568. Recibió más tarde el grado de doctor y fue catedrático de Prima y rector de la universidad mexicana. Don Pedro Moya de Contreras lo calificaba como hombre de buena habilidad y memoria: “ha estudiado y trabajado con necesidad

59 Cf. E. J. Burrus, The Author of the Mexican Council’s Catechisms, cit., pp. 171-178; idem, The Third Mexican Council (1585) in the light of the Vatican Archives, cit., pp. 390-407; C. E. O’Neill, J. M. Dominguez (ed.), Diccionario histórico de la Compañía de Jesús, cit., pp. 3153-3154; DHEE, vol. III, p. 1843. 60 Cf. L. Martínez Ferrer, La Penitencia en la primera evangelización de México (1523-1585), cit., nota a pie de página 11, p. 240.

30 y virtud, tiene presteza y facilidad en la lengua”.61 Los obispos, durante el concilio, lo nombraron chantre de la catedral. En 1590 llegó a ser arcediano. Fue consultor de varios virreyes y arzobispos, y del tribunal de Inquisición. Aún vivía en 1623, cuando se publicaron los decretos del tercer concilio mexicano. Falleció en México tres años después.

La cuestión del autor de los decretos mexicanos

Como era de esperar, en toda la obra legislativa del concilio tercero de México no encontramos ninguna referencia al redactor. Sin embargo, cuando todavía vivía Juan de Salcedo, secretario y consultor del concilio III de México, el arzobispo Juan de la Serna, en el prólogo-pastoral a la publicación de los decretos del concilio III de México, no dudó en afirmar que el autor principal de los decretos fue éste:

En esta empresa, todos los que intervinieron de derecho en el concilio, trabajaron con esmero y solicit.ud: pero en ordenar y disponer los decretos, trabajó más que todos el doctor don Juan de Salcedo, entonces secretario juntamente del mismo concilio, catedrático de prima de sagrados cánones, y al presente, jubilado en esta cátedra, deán ameritadísimo de esta nuestra metropolitana iglesia, y que, según se juzga por la cualidad de sus méritos, ocupará en los sucesivo la silla pontifical de una de las mayores iglesias de este reino.62

Por otra parte, el compendio de notas al concilio III de México editado por Hipólito Vera, parece dar como auténtico autor de los decretos al jesuita De la Plaza: “El P. Plaza con su rector ordenaba y dirigía los cánones del concilio”.63 Sin embargo, a continuación se pregunta:

¿Quién es este rector? No lo sabemos. Tal vez sea el P. Pedro de Hortigosa, también jesuita, de quien dice Beristain, tomo 2, pág. 108, que asistió “como consultor teólogo, al célebre concilio tercero mexicano cuyas materias eligió, cuyas sesiones dirigió, y cuyos decretos puestos en castellano por el doctor secretario Salcedo trasladó al terso y hermoso latín en que hoy se hallan; acreditándose su mérito en esta parte por la aprobación de la silla apostólica, y por los elogios que ha merecido a los sabios de Europa el expresado concilio provincial.64+++

En definitiva, según señala el autor del Compendio Histórico del Concilio III Mexicano, el sistematizador de estas normas sería Juan de la Plaza en colaboración con Pedro de Hortigosa, encargándose éste último de la traducción al latín de los decretos. Juan de Salcedo aparece como una mero intermediario que transcribe lo dictado por otros. El profesor Llaguno considera al jesuita Juan de la Plaza, además de redactor del catecismo del concilio, uno de los autores más importantes de la adaptación de la legislación mexicana a las normas reformadoras de Trento y, sin reconocerlo abiertamente, la persona que formuló los decretos del concilio tercero de México.65 Esta misma opinión es seguida por Lopetegui y Zubillaga, que influenciado por las investigaciones de Llaguno, atribuye la redacción a Juan de la Plaza como principal autor de los decretos.66 Nuestro trabajo en parte se separa de lo dicho por los anteriores estudiosos en cuanto se refiere a la autoría de los decretos del concilio tercero de México. Sobre este asunto, pensamos que el mejor modo de aproximarse al núcleo de la cuestión es acudiendo a los documentos de su elaboración. Nuestro estudio se fundamenta básicamente en estos esquemas de elaboración de los decretos mexicanos y en una comparación de los textos legislativos de nuestro concilio con las fuentes que se citan en el aparato crítico. Gracias a estos análisis nos hemos podido hacer una idea más clara del método que emplearon los redactores de estas disposiciones y quiénes fueron sus principales autores.

61 Carta de Moya a Felipe II, México, 24 de marzo de 1575, en Cinco cartas, 129. 62 Concilio III de México, prólogo (Galván 4-5). 63 F. H. Vera, Compendio Histórico del Concilio III Mexicano, Amecameca, imprenta del Colegio Católico, 1879, p. 128. 64 Ibidem, p. 128. 65 Cf. J. A. Llaguno, La personalidad jurídica, cit., pp. 46-51. 66 Cf. L. Lopetegui.-F. Zubillaga, Historia de la Iglesia en la América española, cit., pp. 579-604.

31 Con el siguiente cuadro de textos queremos mostrar la influencia del doctor De la Plaza en los decretos mexicanos. La primera columna contiene unas indicaciones de elaboración de los decretos sobre los memoriales de la Plaza; la segunda columna son tres puntos del memorial de De la Plaza para los predicadores y, por último, el texto del concilio tercero de México que surgió del memorial que se presenta en el cuadro 1. La dependencia de este canon del concilio mexicano respecto de los memoriales de De la Plaza es a todas luces evidente. Como puede apreciarse, no sólo por el contenido de ambos escritos, que son bien parecidos salvo algunas variaciones en la forma, sino también porque incluye las mismas referencias al concilio tridentino que cita en dicho memorial.

Cuadro 1. Comparación de textos legislativos del concilio tercero

Memorial de Juan de la Plaza, para los Advertencias de Salcedo a los Conc III Mex, lib I, tit I, De Praedicatione predicadores (BL, MM268, 162r) Memoriales de Juan de la Plaza (BL, Verbi Dei, (Serna, fol 2r) MM268, 398r)

Praedicationis munus quod episcoporum Sobre la obligación que los prelados Praecipuum Episcoporum munus est docere praecipuum est sancta synodus mandat ut in tienen a predicar por sus personas. Y lo populum Evangelium Dei, quos tamquam ecclesia sua ipsi per se, aut si legitime impediti que cerca de esto Vuestra Paternidad Apostolorum succesores, ea maxime cura fuerint, per eos quos ad praedicationis munus advirtió en su memorial, se provee que, exercere debet, ut recte pureque tractent verbum assument (Sess 24, c. 4. de reform). Item, pues a Vuestra Paternidad está veritatis, ac formam habeant sanorum statuit et decrevit eadem sancta synodus omnes cometido, ordene y decrete lo que con la verborum, quibus plebes sibi commissae episcopos, archiepiscopos, primates et omnes brevedad posible se debe decretar y Doctrina salutari, ita pascantur, ut Christo alios ecclesiarum praelatos teneri per seipsos, si ordenar cerca de la vida, oficio y Pastori bono semper inhaereant. Quod optime legitime impediti non fuerint, ad praedicandum ejemplo de los obispos, así en sus perpendens sacrosanctum Triden-tinum sanctum Iesu Christi evangelium. Si vero personas como casas y domésticos. Así Concilium statuit, ac decrevit, omnes contigerit episcopos et alios praedictos legitimo en este propio lugar Vuestra Paternidad, Episcopos, et alios Ecclesiarum Praelatos detineri impedimento, iuxta formam generalis fundándose en los decretos del Santo teneri, per se ipsos, si legitime impediti non concilii (Lateranensis sub Innocentio III, Concilio Tridentino, que tan clara y fuerint, ad praedicandum Evangelium Dei, si c. 10) viros idoneos assumere teneantur ad patentemente hablan de este oficio de vero legitime impediri contigerit, idoneos viros huiusmodi prae-dicationis officium salubriter predicar, ordene un decreto (sub iniuncta assumere debeant, ad praedicationis munus exequendum. Si quis autem hoc adimplere brevitate), exagerando la obligación del salubriter exequendum. contempserit, districtae subiaceat ultioni (Sess. obispo en esto y mandando lo que en 5, c. 2. de reform. Concilii Tridentini). satisfacción de su apostolado y oficio Concil. Trident. Sess. 5. c. 2; Sess. 24. Siguiendo la santa Iglesia este espíritu de pastoral y observancia del Santo cap. 4 de Reform; Cap. Inter cetera de Cristo, desde el principio ha Concilio Tridentino deben y están offic. Ordi; Milan. 1. tit. de encomendado y estrechamente obligados a hacer y cumplir debajo de Praedicatione Verbi Dei; Compostel. mandado a todos los obispos que, en las penas de él, y de que en los concilios acti. 3. c. 2; Milan 5. titul. quae ad lugar de los Apóstoles sucedieron, que, provinciales sean obligados cada uno a praedication. Verbi Dei, et c. fol. 707.* por sus personas, ejerciten el oficio que dar razón del efecto y ejecución de esto, a ellos particular y principalmente o de la negligencia que hayan tenido, Jesucristo encomendó, diciendo: euntes in donde se corrija pro modo culpae et mundum universum praedicate evangelium negligentiae. omni creaturae.

* Respetamos el aparato de fuentes tal y como figura en la primera edición de los decretos mexicanos de Pérez de la Serna (1622) para no sobrecargar de contenido la tabla. En la tercera parte de este trabajo pueden verse las referencias de fuentes según los criterios actuales de citación.

También, entre las citas del aparato crítico del concilio tercero de México figuran dos disposiciones de los concilios de San Carlos Borromeo, las cuales parecen tener su origen en los mismos memoriales de Juan de la Plaza. El jesuita propone al santo arzobispo de Milán como modelo de predicador que cuando le acusaban y “se reían de él algunos del mismo colegio de los cardenales; y le reprehendían, porque predicaba no sabiendo teología ni teniendo gracia en predicar”, él les respondía “que predicaba sin ser tan letrado ni

32 tener gracia, por cumplir con la obligación de su oficio: y así, le ha dado Dios tanta acepción y gracia para hacer fruto en su iglesia, que le llaman Ambrosino, que quiere decir Ambrosio el chico”.67 Esto puede explicar la prioridad a las dos citas de los concilios de Milán en este tema. Lógicamente los decretos del concilio tercero de México no tienen las extensas exposiciones intermedias de los memoriales de la Plaza y, además, el lenguaje de las disposiciones mexicanas es el propio de un documento jurídico. En definitiva, salvando algunos cambios u omisiones de palabras, que bien pueden deberse a una adaptación de Juan de Salcedo, éstos no afectan el contenido sino más bien la forma de expresión. De todos modos, no se puede concluir que Juan de la Plaza fuese el autor de todos los decretos por el hecho de existir una dependencia de sus memoriales en algunos cánones. Es más, la primera columna de la tabla 1 nos muestra la clave de la influencia de De la Plaza en los decretos. Según estos textos de los esquemas de elaboración del tercer mexicano, Juan de Salcedo, secretario del concilio, siguiendo lo estipulado por la asamblea conciliar, indica que se decrete la obligación de predicar de los prelados, como advirtió Juan de la Plaza en sus memoriales. Por tanto, en la composición de las normas mexicanas, la huella de los memoriales de Juan de la Plaza es importante, pero no debido a que fuese el redactor de los decretos, sino al visto bueno del secretario del concilio, Juan de Salcedo. Así pues, los memoriales del jesuita, como los de otros participantes al concilio, tuvieron más un carácter consultivo que de elaboración de la norma misma. Ello es bastante lógico ya que Juan de la Plaza era fundamentalmente un teólogo, y como teólogo escribía. Juan de Salcedo, en cambio, era un canonista y más dado a estas tareas de elaboración legislativa. En esta misma línea podemos constatar que, de los tres, el verdaderamente experto en derecho canónico era Juan de Salcedo, mientras que Juan de la Plaza y Pedro de Ortigosa eran sobre todo teólogos. De ahí que, si bien éstos pusieron su gran ciencia teológica a disposición del concilio, después fue Juan de Salcedo el encargado de formar unas disposiciones conforme al debate conciliar y a los consejos de los consultores teólogos del concilio. Además, Salcedo estaba, por razón de su cargo de secretario del concilio, obligado a asistir a todas las sesiones del concilio, mientras los consultores tan sólo acudían al concilio cuando eran reclamados. También, entre las funciones asignadas al secretario del concilio estaban la de recolección y clasificación de todo el material necesario, emanado por el concilio mismo o por otros, para la elaboración de los decretos de la provincia mexicana. Así pues, nadie mejor que Salcedo para llevar a cabo este encargo de hacer los decretos del concilio. Juan de la Plaza, además de los siete extensos memoriales que escribió como consultor del concilio, y del directorio para confesores y penitentes,68 se encargó, junto con Ortigosa, de la redacción del catecismo del concilio. Hasta cierto punto podría resultar excesivo que tuviese por añadidura el encargo de componer los decretos. Otro aspecto importante sobre el que fundamos nuestra hipótesis de trabajo de la autoría ha sido el tipo de letra que aparece en estos esquemas de redacción de los decretos mexicanos. La letra del texto es, en su mayor parte, cursiva española del siglo XVI, un poco inclinada hacia la derecha y con rasgos perfectos, que se debe sin duda a Salcedo, secretario del concilio. En la escritura de Juan de Salcedo son frecuentes la ligación entre las palabras (vayaenelttº., desto) y las abreviaturas de palabras como concilio, provincial, obispos. Repite consonantes, especialmente la s y la f, en palabras como: confession, necessario, officio... el escritor es a veces profuso en comas y otros signos finos rectos o como paréntesis. Sin embargo, la escritura es corrida sin puntos, y no utilizan tildes en las palabras. De este tipo de letra existe una variante. La letra es más vertical y algo descuidada en gran parte. Utiliza también abreviaturas y una gran ligación de palabras.

67 F. Zubillaga, Tercer Concilio Mexicano, 1585: los memoriales de Juan de la Plaza, cit., p. 210. 68 El concilio decidió la elaboración de un directorio para confesores y penitentes para ayudar a los sacerdores a cumplir su ministerio. Éste fue elaborado inmediatamente después del concilio, pero nunca se llegó a editar. El profesor Martínez Ferrer ha demostrado que fue escrito por Juan de la Plaza (Cf. L. Martínez Ferrer, La Penitencia en la primera evangelización de México (1523-1585), cit.., pp. 265-267), y ha estudiado también las influencias teológicas recibidas por el autor del directorio para confesores (cf., idem, Directorio para confesores y penitentes, cit., pp. 145-156).

33 En las ilustraciones dos, cuatro y cinco del apéndice es posible observar diversas caligrafías, lo que, en nuestra opinión, podría tratarse de distintas variantes de la letra de Salcedo. Hacemos notar que, aunque a primera vista estas ilustraciones parezcan tener un contenido distinto entre sí, son comentarios diferentes a los de la primera constitución de las sinodales del concilio mexicano de 1555. Al margen de que estos apuntes de elaboración de los decretos hayan sido escritos casi exclusivamente por Salcedo, parecen concordar con las funciones que la asamblea mexicana atribuía al secretario del concilio: éste debía asistir a todas las sesiones, poner por escrito lo tratado en él, así como calificar los escritos y memoriales que se presentaran; conservar todos los escritos ahí emanados y, finalmente, admitir y reunir disposiciones de otros concilios para ordenarlos en unos decretos.69 En definitiva, si bien intervinieron muchas personas en la elaboración de los decretos, fue gracias al empeño de Juan de Salcedo, asesorado entre otros por De la Plaza y Ortigosa, el gran mérito de elaborar estas normas. Nos adherimos a la opinión del profesor Henkel que atribuye a Juan de Salcedo, doctor en cánones y secretario del concilio, la autoría de estas disposiciones que él mismo ratificó con su firma, contando para la composición de los decretos con la inestimable colaboración de Juan de la Plaza.70 Antes de pasar al estudio sobre la elaboración de los decretos que dará más luz sobre este asunto, tan sólo deseo establecer que el texto de los decretos que se envió a Roma fue corregido por los peritos de la congregación del concilio. Por este motivo, en cuanto al contenido, no es de extrañar que, en algunas ocasiones, la traducción latina se separe del original castellano, matizando y completando de este modo el pensamiento de los obispos reunidos en 1585.71 Por tanto, aunque estas modificaciones de los juristas romanos no quiten el mérito al redactor de los decretos, en cambio es un elemento que se debe tener en cuenta a la hora de saber qué es auténticamente del concilio tercero de México.72 En definitiva, pensamos que no existen varios autores sino un único autor de los decretos de dicho concilio, y que éste es Juan de Salcedo. Y, en segundo lugar, que aunque pueda hablarse de un autor de los decretos, en realidad sería más exacto hablar de compositor o compilador de las normas del concilio, como intentaremos explicar en el capítulo siguiente.

69 Bancroft Library, MM 268 f. 60r. ManCarr 1, pp.98-100. 70 Cf. W. Henkel, Die Konzilien in Lateinamerika, Teil I, Mexiko 1555-1897, Paderborn-München-Wien-Zürich, p. 104: “Entscheidenden Anteil an der Formulierung der Dekrete leistete der pflichtbewußte Sekretär des Konzils, Juan Salcedo, der in dem Jesuiten Juan de la Plaza einen kenntnisreichen Theologen von großer Erfahrung in Missionsproblemen als Helfer besaß”. 71 Cf. J. A. Llaguno, La personalidad jurídica, cit., p. 116. 72 Sobre la cuestión de la correcciones romanas de los decretos mexicanos, actualmente mi colega Ignacio Fornés está haciendo un minucioso estudio para identificar las posibles variaciones entre ambos textos, es decir, antes y después de las correcciones de Roma. Sin duda alguna, este trabajo aportará muchas luces para un análisis crítico de los decretos mexicanos.

34 II. LA ELABORACIÓN DE LOS DECRETOS MEXICANOS

Antes de entrar en el análisis y en el estudio del método de elaboración utilizado por los redactores de los decretos del concilio tercero de México, hemos juzgado conveniente hacer algunas reflexiones previas. Partimos del hecho de que ninguna legislación del mundo procede ex nihilo. No es de extrañar, por consiguiente, que tampoco en los cánones de este concilio encontremos argumentos que no existían con anterioridad. El ambicioso plan legislador que se propuso el concilio exigía, por parte del redactor, un notable esfuerzo y, además, hacerlo en tiempo récord. Éste consistía en la formación de un cuerpo de disposiciones jurídicas que, de acuerdo con la normativa tridentina, sustituyera y a la vez englobara la anterior legislación particular. Como el mismo concilio declaraba en el prólogo de sus decretos: “El santo concilio provincial mexicano recta y canónicamente congregado en México, metrópoli de la Nueva España de la Indias Occidentales del Mar Océano, para guardar y cumplir los estatutos de los sagrados cánones, y principalmente los decretos del concilio general tridentino”.1 Ahora bien, ¿cómo se hizo este conjunto de normas, teniendo en cuenta el poco tiempo que se tuvo para ello?, ¿no es lógico que el redactor, con el fin de cumplir en el plazo fijado por la asamblea, reprodujera la mayoría de las normas de los concilios mexicanos anteriores?, ¿podemos decir que nuestro concilio es, en gran parte, una compilación de disposiciones eclesiásticas, es decir, una reelaboración de otras legislaciones, en especial de concilios y sínodos de la época postridentina? Queremos contestar a estas preguntas que nos hacemos, partiendo de una hipótesis de trabajo que exponemos a continuación.

HIPÓTESIS DE TRABAJO

La hipótesis que nos planteamos desde el principio de este trabajo es que estamos ante una obra fruto de una compilación de otras legislaciones, lo cual se deduce de una lectura medianamente crítica y atenta siguiendo las referencias del aparato crítico. A lo largo de todo este estudio demostraremos esta hipótesis por medio del método de comparación de textos y, sobre todo, del análisis de la elaboración de los decretos. En nuestro trabajo nos basaremos fundamentalmente en los esquemas de elaboración de los decretos para demostrar que éstos son básicamente una obra de compilación. De todos modos, sería equivocado afirmar que todas las normas del concilio tercero de México son una copia literal de otras legislaciones. Por tanto, los decretos mexicanos contienen muchos elementos para poder considerarlos como originales. En este sentido, nuestra hipótesis está encaminada a distinguir lo que es auténtico de este concilio y lo que es una reproducción de otras legislaciones. Así pues, partiendo de que en los decretos del concilio tercero de México hay fragmentos escritos que surgieron de los propios asambleístas y otros que fueron compilados de diversos concilios, queremos distinguir, por tanto, dos líneas redaccionales en los decretos: por una parte, los fragmentos que fueron redactados por el autor o sus colaboradores; y por otra, los textos que brotaron de un proceso de compilación de distintas fuentes. El motivo de esta distinción está en el deseo de separar lo que es original de lo que es una simple compilación. Se puede decir que existen dos tipos de disposiciones de este concilio: primero, aquellas que podríamos denominar “decretos mexicanos”, que son las que el concilio redactó por sí mismo y que se

1 Concilio III de México, prólogo (Galván p. 7).

35 localizan principalmente en los libros primero y tercero; y por otra parte, las que llamaríamos “decretos no mexicanos”, que surgieron de otras legislaciones y que están ubicadas, básicamente, en los libros segundo, cuarto y quinto. Además, en la mayoría de las disposiciones de estos decretos aparecen secciones que fueron elaboradas por los redactores mexicanos y secciones que proceden de otras fuentes por compilación. Por eso no siempre es sencillo distinguir lo que es verdaderamente original, de lo que es una copia de otra legislación. Esto es debido a que, por lo general, los decretos son fruto, más de una modificación o adaptación de otras legislaciones, que de una mera compilación. Exponemos a continuación algunas características de los textos de los decretos mexicanos que hemos examinado en nuestro análisis, para distinguir y separar lo propio de los redactores mexicanos de lo que compilaron de otras fuentes.

El esquema de las normas

De ordinario cada párrafo legislativo se estructura siguiendo un mismo esquema aunque admitiendo múltiples variaciones. De todos modos, dada la infinidad de posibilidades que existen dentro de este esquema, al hablar de la estructura de redacción, no nos referiremos a una configuración única, sino más bien a unos rasgos generales. Se podrían distinguir tres partes en las disposiciones mexicanas: en primer lugar la arenga, que es una exposición de motivos más o menos detallada a modo de narración exhortativa-doctrinal; en segundo lugar, la dispositio, que enuncia la norma y las exigencias jurídicas que conlleva la misma y, finalmente, la poena o castigo por el incumplimiento de la norma. De estas tres partes, la arenga y la poena, en muchas ocasiones se omiten, expresándose en los decretos únicamente la dispositio del canon. Para seguir el razonamiento de lo dicho, veamos el siguiente ejemplo en el que compararemos el esquema de una disposición del concilio III de México con las del primero y segundo concilios tercero. Esta norma nos servirá para captar las tres partes del esquema interno de los decretos mexicanos y para distinguir en cuáles de estas divisiones se aprecia la originalidad de nuestro concilio y en cuáles se ajusta más a lo legislado por otras fuentes. Se trata del párrafo primero del Libro I título V sobre la administración gratuita de los sacramentos, que cita a pie de página como fuentes, los dos primeros concilios mexicanos. En los esquemas de elaboración de los decretos mexicanos, de los que hablaremos en el siguiente apartado con más detenimiento, se determina que se renueve el capítulo 23 del concilio primero de México con las penas que estableció el concilio segundo mexicano de 1565 en el capítulo dos.2 La similitud entre los esquemas –arenga, dispositio y poena– está fuera de toda duda; sin embargo, sí se observa una variación notable en el modo de formular la norma. Hemos preferido enunciar en esta ocasión el texto del tercer mexicano según la traducción de la edición de Galván porque buscamos tan sólo fijarnos en el aspecto de la estructura del texto. En otros apartados utilizaremos fuentes más originales. Veremos en primer lugar la arenga o exposición de motivos de las tres constituciones que se presentan en el cuadro 2.

2 Cf. Bancroft Library, MM268, 368v. ManCarr 1, p. 725.

36 Cuadro 2. Comparación de arenga

Conc I Mex 1555, c 23 (I Conc II Mex 1565, c 2 Conc III Mex, Lib I, tit V, § 1 Lorenzana 78-79) (II Lorenzana 188-89) (Galván 50) Porque es cosa reprobada, y Por cuanto es cosa muy necesaria para Para que digna y saludablemente se prohibida en derecho, que sobre el aprovechamiento de los naturales administren y sean tenidos en sumo cosas espirituales se hagan de esta Nueva España en las cosas de honor y veneración por los que los contratos y facciones, nuestra fe católica, que se les dé a reciben, los sacramentos de la entender de palabra y obra, y que los sacrosanta Iglesia, que no han sido santos sacramentos se les han de inventados por los hombres, sino administrar graciosamente, sin les instituidos por Cristo nuestro Señor, y llevar ni pedir cosa alguna por la concedidos divinamente para nuestra administración de ellos, salud; conviene que todos entiendan que sus ministros los confieren, no por algún lucro temporal, sino sólo para la salud de las almas; de los cuales puedan de sí dar testimonio a todos, principalmente a los indios, que son rudos y tienen poca inteligencia.

Una primera diferencia que salta a la vista es la longitud de la arenga de las tres constituciones, sobresaliendo la del concilio tercero de México como la más elaborada y extensa, además de tener mayor contenido doctrinal. Es precisamente en esta parte argumentativa de las normas donde se descubre la mano de Juan de Salcedo y sus colaboradores. En este decreto del tercer mexicano se puede observar una clara relación con los memoriales de Juan de la Plaza que fue, como todos los padres conciliares, un gran defensor de los indios. Su afán por ayudar a los nativos, a los que considera como plantas nuevas o recién nacidos a la fe, se manifiesta en sus memoriales con diversas medidas que propone al concilio para favorecerlos tanto en lo material como en lo espiritual.3 El concilio, haciéndose eco en parte de los memoriales de Juan de la Plaza y en parte de lo legislado por los anteriores concilios, insiste, en cuanto a la recepción de los sacramentos a los indios, no sólo en el hecho de la administración gratuita de los sacramentos sino, y sobre todo, en que den a entender ―los ministros― con obras que “los confieren, no por algún lucro temporal, sino sólo para la salud de las almas”. Para lograr así que los indígenas, gente de menos capacidad, lleguen a tener “sumo honor y veneración” hacia los sacramentos, mirándolos como verdaderamente beneficios celestiales y no como invenciones de los hombres.

Mexicano I (1555) Mexicano II (1565) Mexicano III (1585) S.A.C. establecemos y ordenamos S.A.C. ordenamos y mandamos, que Manda por tanto, este sínodo, que que los clérigos, sobre administrar de aquí adelante por sí ni por ningún clérigo, con pacto, contrato, los sacramentos de la iglesia, interpósita persona, directe, ni exhortación o convención; por sí o obsequias, entierros, misas, y otros indirecte, ningún ministro del santo por otro, directa o indirectamente, cualesquiera divinos oficios, no evangelio sea osado de pedir, ni procure se le dé algo temporal por hagan contrato, ni convensión pida en público, ni en secreto por la la administración de los alguna por sí, ni por interpuesta administración de los dichos santos sacramentos, persona directe, ni indirecte sobre lo sacramentos cosa alguna, ni que le que por ellos les han de dar antes de ofrezcan dinero, mantas, cacao, haber administrado maíz, gallinas, ni otra cosa alguna,

3 Cf. Zubillaga, Tercer Concilio Mexicano, 1585: los memoriales de Juan de la Plaza, cit., pp. 180-244.

37 En segundo lugar, viene la dispositio o exposición de la norma, en la que sin ambigüedades se manda a los clérigos no recibir nada a cambio por la administración de los sacramentos. En esta parte no existen diferencias notables en el contenido de los tres enunciados, a no ser mayor concisión del concilio tercero de México que omite las enumeraciones de delitos que hacen los otros concilios. Por último, viene la poena. En esta parte se observa, como aparece indicado en los esquemas de elaboración, que el tercer concilio de México dispone unas penas muy similares a las del segundo.

Mexicano I (1555) Mexicano II (1565) Mexicano III (1585) so pena de la suspensión y penas del so pena que el que lo hiciere, incurra mas si algunos obrasen de otro derecho, y treinta pesos de minas por la primera vez en pena de modo, fuera de las penas decretadas cada vez, que lo contrario hicieren, cincuenta pesos de oro común contra los simoniacos por el la tercia parte para la fábrica de la aplicados para la iglesia del tal derecho, por la primera vez incurran iglesia, y la otra tercia parte para los pueblo, donde se hiciere el tal exceso en la pena de cincuenta pesos, de los pobres, y la otra para el y delito, y por la segunda vez sea cuales se distribuyan dos partes para denunciador… suspenso de oficio sacerdotal por la iglesia donde haya sido perpetrado tiempo de un año, y por la tercera el delito, y la tercera para el sea desterrado de toda la provincia acusador; si dos veces hayan por tiempo de tres años … incurrido en este crimen, sean suspendidos por un año del oficio sacerdotal; si tres veces, sean desterrados por tres años de la provincia …

Como conclusión de este cotejo, se puede observar que el concilio tercero de México habitualmente sigue un esquema de tres partes ―arenga, dispositio y poena, característico de las constituciones de los concilios provinciales postridentinos, que a su vez lo adoptan de las legislaciones de los concilios medievales. Además, se puede observar que nuestro concilio reproduce la sección dispositio y poena de los concilios primero y segundo de México, respectivamente, mientras que la arenga puede tener su origen en los memoriales de Juan de la Plaza. Es por ello que será en la arenga de cada decreto donde se pueda apreciar con mayor frecuencia la originalidad y la aportación de nuestro concilio. Por último, en la mayoría de los casos será difícil que nos encontremos delante de un “decreto mexicano” en sus tres partes de arenga, dispositio y poena, ya que se entremezclan las influencias de varias fuentes. Lo habitual será que nos tropecemos con “decretos mixtos”, como el del ejemplo anterior, en parte con aportaciones de los redactores y en parte con dependencias de otras fuentes.

Estilo de redacción

A lo largo de los decretos se aprecian en la arenga, o parte expositiva de las normas, diferencias lingüísticas y redaccionales dignas de tenerse en cuenta. En este apartado señalaremos algunas de ellas, concretamente aquellas que nos parecen más importantes y decisivas para averiguar el origen de cada norma. Sin pretender entrar en largas consideraciones, podemos afirmar que en los decretos se aprecian distintos estilos de redacción dependiendo de las fuentes en las que se inspiren. En cada libro de los decretos del concilio tercero se puede observar mayor influencia de determinada fuente. Hasta cierto punto se puede distinguir en cada uno de los libros de los decretos cierto estilo de redacción. Del mismo modo, también hay diversidad de estilos entre títulos de un mismo libro. Aunque en su conjunto los decretos tienen una unidad de estilo, es frecuente encontrar formas de expresión que permiten distinguir la mano de diversas influencias. En efecto, ya en una lectura rápida podemos ver, dependiendo de los temas, diferencias estilísticas entre unas disposiciones y otras. Las podemos resumir básicamente en dos estilos:

38 1) El primero es aquel que caracteriza al autor de los decretos y a sus colaboradores en la elaboración de estas normas. Se localizan principalmente en muchos cánones del primer y tercer libros, donde las disposiciones del concilio tercero de México vienen introducidas en muchas ocasiones con arengas exhortativas de mayor o menor longitud. En ocasiones contienen recursos literarios: metáforas, Fides, Ianua illa nostrae salutis 4 (la fe, puerta de nuestra salud), genitivos de excelencia; ars artium, et scientia scientiarum5 (el arte de las artes y la ciencia de las ciencias). En definitiva, se caracteriza por ser un estilo más narrativo y expositivo. Otro punto de estudio de las fuentes que nos puede servir como referencia para determinar qué redactó el autor de los decretos del concilio tercero de México, son los tiempos verbales. En general, hay un predominio casi absoluto de los modos subjuntivo e imperativo; sin embargo, en algunos párrafos encontramos verbos en indicativo que hacen la argumentación más actual y cercana. Abunda el uso de la tercera persona, sobre todo en plural, combinándose en algunas ocasiones con la primera del plural, lo que le da al texto un tinte más exhortativo y personal:

Ut debitum cultum, et honorem Deo Creatori nostro, eiusque Sanctis impenderemus, dies aliqui in Ecclessia semper decreti sunt, ut in eis ab omni servili opere cessantes, nos cultui divino vacaremus.6 [Con la intención de que demos el culto y honor que se deben a Dios nuestro Criador y Señor y a sus santos, se han decretado siempre en la Iglesia algunos días, para que suspendiendo en ellos toda ocupación servil, nos consagremos al culto divino.]

A lo largo de los decretos no faltan tampoco terminologías relativas al marco geográfico mexicano, reflejando la mano de los redactores mexicanos, como es el caso de referencias expresas a lenguas autóctonas mexicanas, se alude a lugares, plantas y objetos de comercio con terminología característica de la zona. Así, por ejemplo, unos adoratorios muy frecuentes en México eran los cúes, “quae Cúes Indi vulgo vocarunt”7 (que vulgarmente llamaban cúes). 2) El estilo que denominaremos no mexicano, se localiza principalmente en el segundo, el cuarto y el quinto libros. En general, es más preciso y dispositivo, sin recursos literarios. Los tiempos verbales son mayoritariamente en modo subjuntivo e imperativo. Se hace uso de la tercera persona del singular o del plural casi exclusivamente. Así: “Procuratores delinquentium, qui appellaverint in gradu appellationis minime audiantur, nisi testimonio adhibito, quo constet delinquentes in carcere detineri, aut eos antequam Iudex, a quo provocatum est, sententiam ferret, praestita cautione, fuisse liberatos”.8 En esta primera disposición del título VII de las apelaciones judiciales, como en la mayoría de los decretos que abren los títulos del segundo libro dedicado al derecho procesal, no encontramos grandes arengas introductorias como en los demás libros de los decretos mexicanos. Esto es lo que se observa en el ejemplo anterior: el primer decreto del título VII del libro II comienza directamente por la dispositio, suprimiendo toda arenga introductoria. Por otra parte, el estilo es más jurídico y, si se nos permite la expresión, menos literario. Éste es el estilo que caracteriza a muchos de los decretos que claramente tienen su origen en otras fuentes. Bien es cierto que gracias al aparato crítico de los decretos mexicanos se puede saber, en 65 por ciento de las veces, el origen de cada norma del concilio. El problema se presenta con el otro 35 por ciento de las normas mexicanas que no están acompañadas por indicaciones de fuentes determinadas. En estos casos tendríamos que echar mano de estos aspectos internos de los textos legislativos para averiguar si se trata de una norma enteramente redactada por Salcedo y sus colaboradores o si fue compilada de otras fuentes. Por último, sería preciso hacer una comparación de todos y cada uno de los 565 párrafos del concilio mexicano para contestar a la pregunta de si los decretos del concilio tercero de México contienen una unidad de estilo, o si bien, como es frecuente en este tipo de compilaciones, abundan no sólo las repeticiones sino

4 Conc III Mex, lib I, tit I, De Summa Trinitate et fide Catholica, § 1 (Serna, fol. 1v). 5 Conc III Mex, lib III, tit II, De officio Parochi et Doctrinae cura, § 1 (Serna, fol. 46r). 6 Conc III Mex, lib II, tit III, De Feriis, § 1 (Serna, fol. 33r). 7 Conc III Mex, lib I, tit I, De impedimentis propriae salutis, ab indis removendis, § 2 (Serna, fol 5v). 8 Conc III Mex, lib II, tit VII, § 1 (Serna, fol 38v). La traducción castellana de Galván dice así: “Los procuradores de los reos que apelaren de la sentencia de primera instancia, no sean oídos en grado de apelación, si no es haciendo constar primero, que los dilincuentes se mantienen presos en la cárcel, o han sido puestos en libertad bajo de fianza, antes de que hubiera pronunciado su sentencia el juez de quien se apela”.

39 también las contradicciones. Este análisis está fuera del objetivo que nos hemos propuesto; pero de todos modos trabajaremos algunos de sus cánones, que a modo de muestra más significativa, nos ayudarán a fundamentar nuestras conclusiones. A continuación veremos un tercer elemento interno de los textos de los decretos mexicanos que se debe tener en cuenta de cara a descubrir la fuente en que se apoyó el autor de estas normas.

El modo de citar

El modo de citación es otro elemento que hemos considerado para distinguir entre lo propio del concilio tercero de México y lo que no lo es. Esto es debido a que cuando el concilio decide la redacción de una disposición siguiendo el modelo de otra legislación, por lo general no se limita a reproducir únicamente el texto legislativo de la fuentes sino que además incluye las fuentes que vienen citadas por esa fuente en la que se fundamenta. Este fenómeno de reproducir las autoridades citadas por las fuentes sobre las que se cimienta el concilio que nos ocupa, es muy común. Esto es lo que sucede en el siguiente ejemplo, en el que se aprecia la estrecha relación de contenido entre el primero y el tercer concilios de México, al mismo tiempo que el concilio de 1585 cita también el aparato crítico del mexicano de 1555 que incluye en el texto legislativo. Como puede comprobarse, el concilio tercero de México reproduce no sólo el texto legislativo sino incluso la cita del Corpus Iuris Canonici que menciona el concilio primero de 1555. La única diferencia está en el lugar de colocación de la referencia, pues mientras que el concilio I lo incluye en el cuerpo de la norma, el tercero prefiere hacerlo en los márgenes y fuera del texto legislativo. Este asunto del modo de citación es importante tenerlo presente a la hora de fijarnos en el aparato crítico de los decretos porque, como queda patente en el ejemplo anterior, éste no siempre indica las fuentes sobre las que efectivamente se inspiró, sino que también supone aquellas otras sobre las que se apoyó la verdadera fuente. Volviendo al ejemplo anterior, es evidente que nuestro concilio se inspiró, además de en el tridentino, en el concilio primero de México para la redacción de esta norma. Si se citan dos cánones del Corpus Iuris Canonici, no es por un mero engrosamiento del aparato crítico, sino porque fueron estos cánones los que inspiraron a su vez las primeras sinodales mexicanas, al mismo tiempo que cumplían una función de refuerzo de la validez de las disposiciones mexicanas citando a autoridades bien fundadas.

Conc I Mex 1555, c 90, § 2 Conc III Mex, lib III, tit XII, § 2 (I Lorenzana 165-67) (Galván 274)

Otrosí, porque algunas personas, con poco temor de Dios, y Siguiendo este Sínodo la autoridad del Concilio de Trento, manda mucho desacato de su iglesia y ministros de ellas, se atreven a que nadie, sea del grado y condición que fuere, se atreva a impedir, impedir los dichos diezmos, diciendo que no se deben, y otros los substraer u ocupar directa o indirectamente por sí o por ocupan, y hacen en ellos, otras extorsiones: ordenamos y interpósita persona, la paga de los diezmos y rentas eclesiásticas: mandamos, que ninguna persona de cualquier estado o dignidad, o tampoco impida su exacción, locación, aumento y beneficio, bajo religión, o condición que sea, no sea osado de impedir, ni la pena de excomunión latae sententiae, y de las demás penas y contradecir, ni tomar, ni ocupar los diezmos y rentas eclesiásticas, censuras establecidas por derecho y breves apostólicos contra los directe, vel indirecte, por sí, ni por otras personas, ni estorbar a culpables, incurriendo en ellas ipso facto sin necesidad de que se que no sean cogidos, arrendados o acrecentados, bien diezmados pronuncie previa sentencia para ello, tanto los que usurpan los los dichos diezmos y rentas, ni estorbar la cobranza de los dichos diezmos o impidan su exacción, como los que lo mandan, o dan frutos, ni la saca de ellos, especialmente para los llevar de unas consejo, auxilio y favor. Sean sometidas al entredicho eclesiástico partes a otras, so pena de excomunión, y de las otras penas y las ciudades y pueblos, por tanto cuanto tiempo permanezcan en censuras de dicha sede apostólica emanadas, especialmente por las unas y otros los que cometiesen un delito de esta naturaleza, o Clementinas: Cupientes de poenis, et Religiosi de decimis, en las cuales consintiesen en él, sin que hayan hecho previamente la restitución queremos que incurran ipso facto, sin otra sentencia ni declaración debida. alguna, así los perturbadores, estorbadores, como los mandadores, y todos aquellos que para ello dieren consejo, ayuda y favor, y las ciudades, villas y lugares en que lo susodicho acaeciere, y los Conc. Trid. Sess. 25. c. 12. Tx. in Clem. cupientes de poenis. et in dichos malhechores declinaren, y vivieren, sean sujetas al Clem. religios. de decimis. Mex. I. d. c. 90. §. único, et Granat. ubi eclesiástico entredicho por todo el tiempo que así estuvieren y supra. vivieren en los dichos pueblos, hasta que hagan entera satisfacción y efecto.

40 En definitiva, en nuestro trabajo partimos de la hipótesis de que los decretos mexicanos son fundamentalmente una obra de compilación de diversas legislaciones. Ahora bien, no todos los decretos son una copia literal de otros concilios sino que existen fragmentos en los que se refleja la originalidad de las disposiciones mexicanas. El aparato crítico de los decretos nos ayudará en gran parte a detectar las disposiciones sobre las que se inspiraron, pero sólo teniendo en cuenta los criterios definidos anteriormente podremos distinguir lo que es original de nuestro concilio de lo que es una compilación. En este trabajo nos centraremos exclusivamente en identificar las fuentes sobre las que se inspiró el concilio tercero de México a partir de su aparato crítico, dejando de lado la localización de las aportaciones verdaderamente originales de nuestro concilio. De todos modos tendremos presentes estos criterios para individualizar la fuente principal de influencia. En lo que sigue describiremos el método seguido por el redactor en la elaboración de los decretos mexicanos; conviene no perder de vista que estamos delante de una obra fruto de un proceso de compilación de distintas legislaciones como veremos a continuación.

EL MÉTODO DE ELABORACIÓN

Para Llaguno, el método de elaboración de los decretos mexicanos fue el siguiente:

La base de la obra legislativa del concilio III de México es la revisión de las leyes anteriores, especialmente las sinodales del I Concilio de 1555 (...). Como un complemento a esta revisión de las leyes de 1555, se estudia además otra serie de concilios y sínodos. Además del tridentino, de modo especial se tiene ante los ojos el III concilio de Lima celebrado por fray Toribio de Mogrovejo en 1583, y otros concilios provinciales celebrados en España: concilio provincial de Compostela, concilio de Toledo (1566), sínodo diocesano de Quiroga (1582), concilio provincial de Quiroga (1583), concilio de Sevilla (1512), constituciones de Sevilla de don Diego Hurtado, concilio de Guadix (1554), sínodo de Granada (1572).9

Considera, por tanto, que el concilio tercero de México es, en gran parte, una revisión de las constituciones del concilio primero de México de 1555, adaptado al tridentino y completado con otros concilios provinciales de América y de España. Estamos de acuerdo con Llaguno cuando afirma que el concilio primero de México constituye la base legislativa de los decretos, pero matizaríamos ligeramente dicha proposición. Es cierto que las disposiciones mexicanas de 1555 son parte importante de los decretos de 1585, pero en nuestra opinión pensamos que deberían entenderse más como punto de partida que como reproducción de aquéllas. Es decir, se partió de las constituciones de 1555, que se fueron actualizando y modificando con otras fuentes canónicas, a veces de un modo parcial, a veces de un modo completamente distinto, hasta llegar a unas normas en gran parte nuevas respecto a las primeras sinodales. En los esquemas de redacción de los decretos son continuas las referencias a otras disposiciones conciliares, y con frecuencia se ordena copiarlas literalmente. Frases como las siguientes “se ponga a la letra”, “decrétese esta const...”, “a la letra, triplicado las penas”,10 son abundantes, lo cual refleja la gran importancia que los redactores atribuían al texto de estas fuentes, prefiriendo, en muchos casos, reproducirlas a la letra. Otras veces se manda estudiarlas para hacer las modificaciones necesarias: “Relación de algunas cosas que parecen necesarias para tratarse en este concilio provincial, sacadas de algunos concilios y sínodos como abajo se declarará”.11 Hay que tener en cuenta, además, que, de acuerdo con el aparato crítico, en casi todos los párrafos de los decretos se podrían establecer paralelos con las fuentes citadas. En definitiva, podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que los decretos del concilio tercero de México son una obra de compilación de muchas legislaciones y no sólo del concilio primero de México. Es preciso entender el proceso de elaboración de los

9 J. A. Llaguno, La personalidad jurídica, cit., pp. 4-5. 10 Bancroft Library MM, 268, fol. 330v. ManCarr 1, p. 666. 11 Bancroft Library MM, 268, fol. 283r. ManCarr 1, p. 549.

41 decretos mexicanos para estar en mejores condiciones de valorar hasta qué punto se puede decir que sus disposiciones son fruto de una recopilación de otras legislaciones. Como ya hemos dicho, el punto de partida de los decretos fue una revisión exhaustiva de las constituciones mexicanas de 1555. Durante esta revisión, que se realizó a lo largo de cuatro fases previas a la redacción del texto definitivo, fueron tomando cuerpo paulatinamente las nuevas constituciones. Las cuatro fases son la siguientes:12 En una primera fase el autor hace una descripción del contenido de cada constitución del concilio I de México, señalando algunas referencias de diversas fuentes canónicas que tratan sobre el mismo asunto. En segundo lugar se pueden ver, entre los papeles de elaboración de los decretos mexicanos, anotaciones escritas por mano distinta a la del resto de las otras tres fases. Estas indicaciones seguramente fueron tenidas en cuenta por el redactor. Estos apuntamientos a cada párrafo de las constituciones del concilio primero de México son muy escuetos y concisos. Después de ello, en la tercera fase hace un primer borrador del esquema de cada párrafo de los decretos del concilio tercero de México. Esta fase está llena de tachaduras, lo cual significa que sirvieron para separar lo que definitivamente se legislaría de lo que se quitaría. En cuarta y última fase de revisión del concilio primero de México se pasó en limpio la tercera fase, llena de tachaduras y anotaciones, para completar y dejarlas en disposición de redactar la norma. En estas etapas de la elaboración de los decretos mexicanos se observa el talante meticuloso y metódico del autor de estas normas, que partiendo de las disposiciones antiguas de México, las fue completando y perfeccionando con base en otras legislaciones más contemporáneas y acordes con las directrices tridentinas. Además, por el tipo de escritura se puede comprobar que fue el trabajo, salvo la segunda fase, de una sola persona: Juan de Salcedo. En el siguiente cuadro se pueden apreciar las cuatro fases de revisión a la constitución 44 del concilio primero de México, de la que después surgieron varios cánones del concilio tercero de México:

12 En las ilustraciones de la 2 a la 5 del apéndice de esta tesis se pueden apreciar las cuatro fases de la revisión a la primera constitución del concilio mexicano de 1555.

42 FASE 1ª: Listado de FASE 2ª: FASE 3ª: Primer borrador del esquema FASE 4ª: Segundo borrador en limpio del otras fuentes y Anotaciones a cada del Conc III Mex con base en el c. 44 esquema del Conc III Mex de la fase anterior. descripción de la c. 44 parr de la c. 44 Conc Mex 1555. Conc Mex 1555. Conc Mex 1555. BL, MM268, 375r-v, c. 44 BL, MM268, 303v BL, MM268, 337v BL, MM268, 319r-v

1. Es el Concilio 1. Que se vea el Este cap. 44 en esto general del examen se Este cap. 44 en esto general del examen, se Tridentino Sess. 23. can. Concilio ponga en lugar de este cap. 44 lo que pone ponga en lugar de este cap. 44 lo que pone el 5, verbo Hi vero et can. Tridentino el Concilio de Granada tit. de aetate et Concilio de Granada tit. de aetate et qualitate, 7. qualitate, confiriendo si en este cap. hay confiriendo si en este cap. hay alguna cosa Se vea Guadix tit. 2. 2. Que se advierta si alguna cosa particular conveniente a esta particular conveniente a esta tierra, lo cual se Const. 48. fol. 17. convendrá tierra se junte con esto de granada junte con este tit. del Concilio de Granada, columna 2; Milan fol. determinar tiempo [tachadura] conviene a saber que el notado conviene a saber: lo primero que el notado de 115 tit. De functionibus para contraer de infamia vulgar no pueda ser ordenado infamia vulgar no pueda ser ordenado, ni los etc., y el papel de su domicilio ad ordinem ni los descendientes de condenados y descendientes de señoría. suscipiendos. reconciliados en el primer y segundo condenados y reconciliados en el primero y De sacramento ordinis grado ni viendo el Concilio provincial de segundo grado, viendo el concilio de Guadix en c. 2 ut fere [...] tit. Quiroga act. 3 const. 34 y se ponga la lo que más extendidamente habla tit. 2. const. Videatur, y Granada tit. razón que allí da. 49. y en particular se vea el Concilio de Quiroga de aetate et qualitate fol. 3. Y si convendrá Ni indios, mestizos así descendientes de actio 3. const. 34 y se ponga la razón que allí da. 12 et Quiroga const. 26. señalar en lo que indios como de moros, ni mulatos en el Item ni indios, ni mestizos así descendientes de fol. 22 et Lima actio 2. toca a los primer grado. indios, como descendientes de moros –ni cap. 33. patrimonios en estas Item quien le toca a patrimonio se ponga tampoco mulatos en el primer grado–. 2. Lo segundo Vuestras partes cómo se han lo dispuesto en el Concilio de Trento Sess. Item para los que piden ser ordenados a título de Señorías lo vean; de de ordenar 21 can. 2 de reforma y los dos decretos 32 patrimonio, se ponga lo dispuesto en el Concilio derecho no hay regla, et 33. de la actio 3. del Concilio provincial Tridentino Sess. 21 can. 2 de reforma, y luego a pende del arbitrio del de Quiroga, los cuales se ponga a la letra. la letra el decreto 32 et 33 de la actio 3. del prelado. Véase el papel 4. Y si convendrá Item que a los que tuvieren beneficio o Concilio Provincial de Quiroga. de su señoría De alargar más tiempo patrimonio tan tenue que no se puedan Item que a los que tuvieren beneficios o sacramento ordinis c. 8 en lo que toca a los con ello sustentar, que puedan ser patrimonio tan tenue que no se puedan con ello y Lima act. 2 cap. 30 dar reverendas. ordenados sabiendo bien la lengua de los sustentar. Se decrete que en este caso, este verbo Quaoniam. 5. Adviértase la naturales de la diócesis, mayormente Sancto Concilio Provincial quiere y admite que 3. Lo tercero véase el extensión de Pío V siendo lengua peregrina y de que hay los tales puedan ser admitidos a órdenes mayores Tridentino Sess. 21. del concilio ad pocos ministros y quítese aquello del fin sabiendo bien la lengua de los naturales de la can. 2 de reformatione. clérigos non de este cap. 44 en cuanto permite que a diócesis, mayormente siendo lengua peregrina y Guadix tit. 2. const. 47. profesos. título de servicio de alguna iglesia se de que hay pocos ministros. Y aquello del fin de [...] ibi IHS; et Granada puedan ordenar. este cap. 44 en cuanto permite (que a título de fol. 12. et Lima act. 2 Item que no se puedan dar reverendas servicio de alguna iglesia se puedan ordenar) se cap. 30 et Quiroga act. para más que una orden sacra y que todos quite y no trate de ello. 3 decreto 33. antes sean obligados a venir a examinarse Item que no se puedan dar letras dimisorias ad 4. Paresce que granada 6. Que se advierte si ante el prelado y sus examinadores, sino ordines, que el vulgo llama Reverendas, para mas fol. 12 nº 5 no sale del se pondría término fuere estando ausente, algún graduado o que un orden sacro.- Y que todos sean obligados Concilio. en el grado de los licenciado en Teología y Cánones por a venir a examinarse ante el prelado, o sus moriscos. universidad aprobada. examinadores, sino fuere estando ausente algún 5. Es fol. 107 mas por Y que se ponga y haga decreto y se graduado de doctor o Licenciado en Teología y Breve de Gregorio XIII traslade a la letra el Concilio provincial de Cánones por universidad aprobada. está este Breve y c. del Quiroga act. 3 const. 47. Item cerca del ordenar a los Religiosos se ordene Concilio ses.21, c.20 Item se haga decreto en que se declare no y haga decreto, para el cual a la letra sea lo que dispensado en el Libro se contraiga domicilio para ordenarse por decide el Provincial de Quiroga act. 3 const. 47. de los privilegios de la menos de tres años poniendo las penas y Item que se haga decreto en que se declare no se Compañía. lo demás conforme al Concilio de Lima contraiga domicilio para ordenarse por menos 6. Véase el Provincial act 2. cap. 30. verbo Quoniam vero abusus. de tres años poniendo la decisión y penas del de Quiroga act. 3 Concilio Lima act. 2. cap. 30. verbo (quoniam vero decreto 34. abusus).

En esta sucesión de fases de revisión a la constitución 44 del concilio mexicano de 1555 se pueden apreciar la evolución y el desarrollo de una serie de normas del tercer mexicano. En la primera fase, Salcedo hace diversas anotaciones con muchas abreviaturas, sobre el contenido de las constituciones del concilio primero de México, dividiéndolas en puntos y haciendo algunas referencias a otras disposiciones que tratan sobre el mismo tema. Esta primera revisión le serviría a Juan de Salcedo como un primer esquema de estudio, es decir, puede considerarse como el acercamiento inicial en la elaboración de las normas.

43 En el caso de la revisión a la constitución 44, tan sólo encontramos un elenco de fuentes relacionadas con los diversos párrafos de la constitución del concilio mexicano de 1555. Sin embargo, lo más corriente en esta primera fase es encontrar, además de referencias a otras autoridades, pequeños comentarios sobre el contenido de la norma que se está revisando. Esto es aún más claro en el estudio de las primeras constituciones de las 93 que tiene dicho concilio. Las referencias a distintos cánones de concilios de esta primera fase de examen a la constitución 44 están separadas en seis puntos. Si nos centramos en el primer apartado podemos apreciar cómo todas estas citas se refieren a cánones de diferentes concilios relacionados con esta constitución del concilio primero de México. Las fuentes mencionadas son: el concilio de Trento, el sínodo de Guadix (1554), el concilio primero de Milán (1565), el sínodo de Granada (1572), el sínodo de Toledo (1580) y el concilio tercero de Lima (1582-1583). Claramente, en esta primera fase de la elaboración de los decretos del concilio tercero de México, se observa cómo el catedrático de cánones, a raíz del estudio de las sinodales del primero de México (1555), va haciendo anotaciones sobre otras legislaciones contemporáneas más acordes con las normas tridentinas. Así pues, como era de esperar, todas las fuentes que cita, con excepción del sínodo de Guadix de Pérez de Ayala,13 son de asambleas postridentinas, evidenciando de este modo la intención del autor de los decretos mexicanos: aplicar el concilio de Trento en México. En la siguiente fase encontramos unas anotaciones realizadas por otra mano, que apuntan y señalan diversos aspectos a cada uno de los párrafos de la c 44 del primer concilio de México, que habrían de tenerse en cuenta de frente a la confección de los cánones mexicanos. La letra de esta segunda fase es un tanto descuidada, no se ponen signos de puntuación, todo seguido y con muchas abreviaturas, seguramente por haber sido escrita rápida y sintéticamente. En esta etapa nos encontramos a menudo con los verbos “adviértase”, “convéngase”, “se vea...” que nos indican ya una primera aclaración del contenido de la norma que se va a elaborar. Es decir, a partir de la segunda fase se va perfilando a grandes rasgos el grueso de la legislación de concilio. Hasta aquí tan sólo se ha hecho una previa preparación del terreno. Todavía queda por concretar los detalles de las normas y la elección de las fuentes sobre las que se van a fundamentar. Será en las dos siguientes fases cuando empiecen a tomar cuerpo los nuevos decretos del concilio tercero de México. En la tercera fase de redacción de los decretos, Juan de Salcedo comienza a redactar el esquema del contenido de las disposiciones que desea elaborar, decidiendo al mismo tiempo la fuente sobre la cual se ha de inspirar. En esta fase ya no viene la enumeración de seis puntos sino de cinco “Item”. En el primero de los items, por ejemplo, el redactor adopta como fuente inspiradora, además del concilio primero de México, que es la base, el sínodo de Granada de 1572 y el concilio de Toledo de 1582-1583. En esta etapa seguimos encontrando muchas abreviaturas y tachaduras. Seguramente, al finalizar esta tercera fase de la elaboración de los decretos mexicanos, el autor las supervisó completamente a la par que iba haciendo anotaciones y tachaduras sobre el mismo texto. Estas anotaciones y tachaduras demuestran cómo el doctor en cánones, Juan de Salcedo, no se daba por satisfecho y por tanto requería una última revisión. En la cuarta fase de la revisión se reproduce en limpio el texto anterior, completamente anotado y rayado, añadiendo algunas indicaciones más. Una vez finalizada esta etapa se puede decir que Salcedo tenía perfectamente perfilado y concretado el contenido de los decretos de México, así como las fuentes sobre las que se inspiraría. En los documentos de esta última fase preparativa de la elaboración de los decretos mexicanos no encontramos ni tachaduras ni anotaciones, salvo algunas referencias a autoridades en los márgenes. Acabada esta etapa se puede decir que todo estaba a punto para la composición de las disposiciones, pues clarificado el contenido y concretadas las fuentes, sólo quedaba elaborar las normas con la ayuda de estos esquemas y de las fuentes especificadas.

13 Martín Pérez de Ayala, obispo de Guadix, participó activamente en los tres periodos del concilio de Trento, con intervenciones doctrinales muy importantes, como por ejemplo, cuando se discutía entre los padres la materia de iustificatione (1er periodo); fue miembro de tres discusiones conciliares sobre la eucaristía, la penitencia y extremaunción (2º periodo). Sus intervenciones conciliares en la tercera etapa del tridentino superan a las anteriores. Sus opiniones no siempre prevalecieron pero su relevante personalidad le mereció un puesto de vanguardia entre los padres, basado en lo copioso de su erudición teológica y en lo macizo de su pensamiento. En 1554, recién llegado de Trento, convocó a un sínodo diocesano en que, lógicamente, plasmó muchas de las decisiones del todavía inconcluso Concilio ecuménico. Por tanto, el sínodo de Guadix de don Martín Pérez de Ayala puede considerarse como un precursor de los concilios y sínodos de la época postridentina. Cf. C. Asenjo Sedano, Sínodo de la Diócesis de Guadix y de Baza (1554), Granada, imprenta de la Universidad de Granada 1994.

44 Esta profunda revisión a las constituciones de 1555 significa, por una parte, una clara voluntad del redactor de nuestro concilio por recoger todas las constituciones del concilio primero de México; por otra, refleja un método de trabajo en la elaboración de estas nuevas normas. A cada paso dado en las sucesivas fases de esta revisión se puede apreciar cómo van germinando los nuevos decretos mexicanos de 1585. El producto final de todas las revisiones a esta constitución 44 del primero de México pudieron dar lugar hasta a nueve párrafos del concilio tercero de México que son las siguientes: Libro I, título IV De Scientia ad Sacros ordines, et curam animanrum necessaria, § 1; Libro I, título IV De vita, fama, et moribus ordinandorum, § 1; § 3; Libro I título IV De titulo Beneficii, aut Patrimonii, § 1; § 2; Libro I, título IV, De modo conferendi ordines, et literas dimissorias, § 1; § 3; Libro I, título IV, De examine ordinibus praemittendo, § 1, § 3. El concilio tercero de México se enfrenta con el problema ya antiguo, como era el de los conversos que deseaban abrazar el sacerdocio buscando en éste una solución a sus problemas personales. Para evitar esto y para impedir la entrada fácil al estado eclesiástico a aquellas personas sin reunir las condiciones apropiadas, el concilio dispone el examen previo muy de raíz de los candidatos. En este sentido, la constitución 44 del concilio mexicano de 1555 establece a los “provisores y oficiales que nadie sea admitido, especialmente al orden sacro, sin que primero reciban información de testigos graves”. Nuestro concilio, inspirándose en esta norma, propone el camino más seguro y cierto que la prudencia humana podía hallar para seleccionar a los aspirantes; que los examinadores hicieran inquisición por medio de personas de confianza sobre las idoneidad de los candidatos. En esta misma línea, el concilio de Toledo de 1582-1583 extenderá este examen, “también las de sus familias; pero solamente las de sus padres y abuelos al tenor de la constitución de Bonifacio VIII, que empieza Statutum; pues que la experiencia enseña que el querer pasar mas allá es difícil, y expuesto además a muchos perjurios, calumnias y enemistades”. Del mismo modo, el concilio tercero de México, siguiendo de cerca al toledano, establecerá estas mismas normas dirigidas a la selección de los candidatos al sacerdocio. Respecto a las cualidades que deben adornar a los aspirantes se remite a lo dispuesto por el sínodo de Guadix (1554): “si ha sido hombre recogido y de buen testimonio (como dice San Pablo) que no haya vivido en pecado público, ni haya el tal venido de nuevo a la religión cristiana, ni haya tenido oficio vil ni de infamia, sea el tal tocado por el Sancto Officio”. Claramente, la preocupación de nuestro concilio no se centra en las letras que puedan tener los candidatos, siempre que haya capacidad para adquirirlas, sino en que sean personas virtuosas. Estas normas de selección de los futuros sacerdotes son básicamente criterios de prudencia, con el fin principal de remediar los males presentes y evitar también los venideros.14 El concilio mexicano quiere evitar todo escándalo causado por clérigos poco dispuestos, pues sería atentar contra la dignidad del sacerdocio y “por que si son tenidos en poco los que se ordenan, también su ministerio vendrá a ser desestimado”. La selección de que trata nuestro concilio no debe entenderse como una exclusión despreciativa sino como una necesidad por “conservar la estima y reverencia debida al estado clerical”. En definitiva, la selección es por respeto a la dignidad del sacerdote y por ser el mejor medio para ayudar a los demás fieles. En cuanto a la admisión de los nativos al sagrado orden, el tercer concilio parece seguir la misma línea del concilio mexicano de 1555 de excluir del orden a los indios.15 Además de los descendientes de aquellos juzgados por la Inquisición, se establece que “tampoco se admitan a órdenes indios ni mestizos, así descendientes de indios como de moros, en el primer grado, ni mulatos en el mismo grado”. Posteriormente, en Roma, al aprobar la redacción latina de los decretos del concilio, se matizará esta disposición del mexicano: “Inde etiam, et Mexici, tam ab Indis, qua a Mauris, nec non ab illis, qui ex altero parente Aetiope nascuntur descendentes in primo gradu, ne ad ordines sine magno delectu, non admittantur”. El texto definitivo después de las correcciones de Roma es algo confuso y nada preciso. Al parecer sólo se refiere a los mestizos descendientes de indios o moros, y a los mulatos, pero sin decir nada sobre los indios. De todos modos, no se les cierran las puertas al sacerdocio sino que más bien se hace una llamada a tener un cuidado especial.

14 Cf. J. M. Rodríguez, La Iglesia en Nueva España a la luz del III Concilio Mexicano (1585-1896), Roma, Isola del Liri, 1937, pp. 41-45. 15 La historia de la legislación mexicana anterior al tercer concilio de México, sobre la admisión o no de los indios al orden se puede resumir: en las primeras juntas eclesiásticas el caso ni se trató porque, siendo tan reciente la conversión de los naturales al cristianismo, no se veía la utilidad de tratar el punto. En la junta de 1539 se ve la conveniencia de admitir a los indígenas a las órdenes menores. El tema no vuelve a tocarse sino hasta 1555, en el primer concilio provincial mexicano, donde se niega abiertamente que los indios sean aptos para recibir este sacramento, y se prohíbe sean admitidos a cualquier orden. Cf. J. A. Llaguno, La personalidad jurídica, cit, pp. 123-124.

45 Sin embargo, la redacción mexicana antes de la aprobación romana, coloca en el mismo plano a indios, mestizos y mulatos, excluyéndolos sin más de las órdenes. Parece ser éste el pensamiento original de los participantes del concilio tercero de México, como se puede observar también en los esquemas de redacción de los decretos: “ni indios, ni mestizos así descendientes de indios, como descendientes de moros, ni tampoco mulatos en el primer grado”.16 Sin querer entrar en una valoración sobre el acierto o no de esta norma del concilio tercero de México, nos parece que sería ingenuo trasladar sin más a nuestro tiempo las ideas y el pensamiento de quienes redactaron estas disposiciones. Sería traicionar, de alguna manera, el espíritu de estos decretos y aquellos que fueron sus protagonistas, que estuvieron ceñidos a las circunstancias de su época y a las peculiaridades de la evangelización de América en sus comienzos. Por diversas malas experiencias con los primeros sacerdotes indígenas –falta de perseverancia, dificultades para vivir el celibato, etc.–, el primer concilio mexicano (1555) prohibió las ordenaciones de indios. Esta decisión conciliar fue la que predominó en el pensamiento de los obispos y demás participantes del concilio tercero de México. La congregación romana del concilio matizaría esta prohibición que no debería entenderse como una total exclusión de los indios al orden sagrado sino como un especial cuidado al elegirlos. A continuación mostramos los diferentes textos de las fuentes que hemos venido comentando y en las que se inspiró nuestro concilio, así como varias versiones de la norma mexicana. De las nueve normas que emanaron de la revisión a la constitución 44 del concilio primero de México, en estos cuadros comparativos nos centraremos en aquellas que hacen referencias a la selección de los ordenandos.

Conc III Mex Lib I, tit IV De vita, Otras fuentes del Conc III Mex y citadas Conc I Mex const 44. § 1 fama et moribus ordinandorum §.2 (BL, en el aparato crítico (I Lorenzana 105-106) MM266, 45v-46r) Sin Guad 1554, tit 2, const 48 (Asenjo, fol 17v-18r) Mandamos a nuestros provisores y oficiales que Para conservar la estima y De aquí adelante, ninguno se ordene ni se le dé licencia nadie sea admitido, especialmente al orden sacro, reverencia debida al estado clerical, para ordenarse, sin que primero nos o nuestros provisores, sin que primero reciban información de testigos graves y los sagrados cánones disponen no hagamos hacer escrutinio de su limpieza, vida y dignos de fe, así clérigos como legos, en cuya se ordenen los que tienen algunos costumbres en el lugar... Y hasta que se probare que el tal compañía, el tal clérigo que se quisiere ordenar, defectos naturales, o otras que así se quiere ordenar, ha sido hombre recogido y de hubiere vivido, o de aquellos con quien hubiere cualidades, que aunque no son buen testimonio (como dice San Pablo) que no haya vivido conversado; y si el tal ha sido, o es infamado de culpables, son indecentes a aquel en pecado público, ni haya el tal venido de nuevo a la alguna infamia vulgar, o descendiere de padres o estado; por que si son tenidos en religión Cristiana, ni haya tenido oficio vil ni de infamia, abuelos quemados o reconciliados, o de linaje de poco los que se ordenan, también sea el tal tocado por el Sancto Officio, como dicho es en las moros, o fuere mestizo, indio, o mulato, y se hallare su ministerio vendrá a ser cualidades del subdiácono. alguna de las sobredichas cosas, no sean admitidos; desestimado; y por esta causa se y si se supiere que al presente o algunos meses manda, que no se admitan a Conc Tolet 1583 act 3 c. 34 (Tejada 471) antes el tal clérigo no hubiere vivido limpiamente y órdenes los que fueren notados de Cuando se averigüen las cualidades de los que se han de apartado del pecado carnal, o de él haya sido infamia vulgar, ni los descendientes ordenar de prima tonsura u órdenes menores o mayores, infamado, o lo sea al presente, o en el dicho de condenados ni reconciliados se examinarán también las de sus familias; pero solamente tiempo haya sido jugador de juegos ilícitos y por el Santo Oficio en primero, o las de sus padres y abuelos al tenor de la constitución de prohibidos, o que haya tenido costumbre de no se segundo grado. Y para esto bastará Bonifacio VIII, que empieza Statutum; pues que la confesar ni comulgar como el Derecho lo manda, hacer información de sus padres y experiencia enseña que el querer pasar más allá es difícil, y o costumbre de jurar en blasfemia de Dios o de abuelos: porque hacerse de personas expuesto además a muchos perjurios, calumnias y enemistades. sus santos, que este tal sea expelido y no admitido más a las órdenes ni le sean dadas reverendas; y si no antiguas, es dificultoso, y puede ser Sin Guad tit 2 const 48 (Asenjo, fol 17v-18r) fuere hallado en alguno de los dichos pecados, y ocasión de muchos perjurios, De manera que en general excluye su majestad a todos los fuere de edad que el derecho quiere, y de legítimo calumnias, y enemistades. Tampoco se que son tocados por el Santo oficio de la inquisición, y en matrimonio nacido, y tuviere beneficio o suficiente admitirán a órdenes indios ni particular y especialmente quiere, que se tenga de excluir a patrimonio, o se le señalare algún servicio de mestizos, así descendientes de indios los reconciliados o hijos o nietos de quemados. Pero iglesia para su honesta sustentación, entre tanto como de moros, en el primer porque sobre la cláusula de su majestad donde dice o que tenga beneficio perpetuo o patrimonio grado, ni mulatos en el mismo nuevamente convertidos, sobre si se extiende a los hijos de suficiente, y supiere todo lo que debe saber, grado. los que nuevamente se han convertido de moros o Indios conforme a la institución y capítulos infrascriptos, o quiere solamente excluir a las mismas personas que será admitido. nuevamente se convierten de la secta Judaica o Mahometana... Mandamos que de aquí adelante no se tenga bajo la dicha cláusula, ni se pueda extender a hijos de nuevamente convertidos, si ellos son buenos Cristianos y no son sospechosos en la fe.

16 Bancroft Library, MM268, 375r-v, c. 44. ManCarr 1, p. 739.

46 En estos tres textos se observa, por una parte, cómo la versión castellana del concilio tercero de México antes de la corrección romana (3ª columna), mantiene gran parte del contenido de las sinodales del concilio primero de México (2ª columna), pero corregido y modificado según el texto de las fuentes señaladas en el aparato crítico (1ª columna). Hemos puesto en cursivas algunas palabras representativas para facilitar la comparación de los textos.

Conc III Mex Lib I, tit IV De vita, fama et Conc III Mex Lib I, tit IV De vita, fama et Conc III Mex Lib I, tit IV De la vida, fama y moribus ordinandorum §. 3 (ASV, 55, Conc moribus ordinandorum §. 3 costumbres de los que se han de ordenar §.3 Mex 1585, fol 25v) (Serna, fol 10r) (Galván, 41-42)

Ad conservandum existimationem, debitamque Ut honor, et reverentia Clericali ordini deferatur, Para que se dé al orden clerical el honor y reverentiam clericali status sacri canones Sacris est Canonibus constitutum, ut qui aliquos reverencia que corresponde, está establecido disponunt quod non ordinentur, qui habuerint patiuntur naturales defectus, aut alios, qui tametsi por los sagrados cánones, que no sean aliquem deffectum naturalem, seu alias non imputentur ad culpam, minus decent ordenados los que padecen algunos defectos qualitates, qui licet non sint culpabiles, sunt Clericalem statum, non ordinentur, ne Sacris naturales, u otros, que aunque no se imputen tamen indecentes ad illum statum, quoniam si ordinibus initiati contemnantur, eorumque a culpa, traen indecencia para el estado parvipenduntur illi, qui ordinantur, eorum Ministerium vituperetur. Propterea interdicit haec clerical; porque no sea que los iniciados en los quoque ministerium vileceret; quapropter Synodus, ne descendentes ab his, qui a Sanctae sagrados órdenes sean despreciados o precipitur ut non admittantur ad ordines, qui Inquisitionis officio damnati fuerint, in primo, et vituperado su ministerio. Por tal motivo fuerint infamia vulgari notati, nec descendentes secundo gradu quo ad patrem, quo ad matrem prohíbe este Sínodo, que sean admitidos a los ex condemnatis, aut reconciliatis per sanctum vero in primo tantum, ad Sacros ordines sagrados órdenes los que desciendan de los Inquisitionis officcium in primo et secundo admittantur: quia vulgari infamia notati. De que hayan sido condenados por la Santa gradu, et ad hoc sufficiet facere informationem quorum natalibus tunc sufficiens erit inquisitio, Inquisición, hasta el segundo grado cuanto al de suis parentibus, et avis, nam illam facere de cum ad parentes, et avos usque perventum fuerit, padre, y en primero solamente en cuanto a la antiquioribus ascendentibus est difficile, et possit difficile enim esset propter antiquitatem ulterius madre, por la razón de que están notados de oriri occasio plurimorum periuriorum progredi, indeque varia perjuria, calumniae et infamia pública. Y será suficiente requerir su calumniarum, et inimicitiarum, sed nec inimicitiae orirentur. Inde etiam, et Mexici, tam nacimiento llegando solamente a los padres y admittendus ad ordines Indi genizari, tam ex ab Indis, qua a Mauris, nec non ab illis, qui ex abuelos, porque seria difícil pasar mas descendentibus ab Indis, quam a Mauris in altero parente Aetiope nascuntur descendentes in adelante por la antigüedad, y se dará lugar a primo gradu, nec etiam Moreti in eodem et primo gradu, ne ad ordines sine magno delectu, perjuicios, calumnias, y enemistades. De aquí gradu. non admittantur. es que tampoco deben ser admitidos a los órdenes sino los que cuidadosamente se elijan Guadix tit. 2. const. 47. 48. et 49, et de entre los descendientes en primer grado de Provinc. de Quiroga act. 3, cap. 34. los nacidos de padre o madre negros ni los mestizos, así de indios como de moros.

No deja de ser interesante observar la evolución de los textos de esta disposición antes de la corrección de la congregación del concilio de Roma (1ª columna), después de las modificaciones de la comisión romana cuando se publicó finalmente en 1622 (2ª columna). La norma antes de la aprobación romana es una traducción latina muy parecida al texto castellano, también previo a la aprobación de Roma, que hemos mostrado en la 3ª columna de la página anterior. Sin embargo, las variaciones con respecto a la primera edición del concilio de 1622 son notables, no sólo en la forma de expresión literaria sino también desde el punto de vista del contenido. Es decir, el texto después de corregido por Roma se aleja ligeramente del espíritu de la norma original. Así, mientras el primer texto de la disposición desaconsejaba la ordenación de los indios y mestizos, el texto corregido en Roma deja abierta la posibilidad de que pudiesen ser ordenados después de haber sido seleccionados con sumo cuidado. Por tanto, el texto aprobado y publicado en 1622 no excluye por completo a los indios del orden sagrado sino que más bien guarda un especial cuidado al elegirlos.17 Finalmente, la tercera columna es la traducción al castellano realizada por Galván Rivera del texto latino de la primera edición de 1622 de los decretos. Es asombroso el que también se aprecien algunas ligeras modificaciones en el de la primera edición de Juan de la Serna con respecto al empleado por Galván para su edición de 1859. De tal forma, cuando la edición de 1622 escribe “mexici”, la de Galván pone “mixti”;18 o cuando la de Serna pone “non admittantur”, la de Galván escribe “admittantur”. También en otros textos

17 Cf. Burrus, “The Third Mexican Council (1585) in the light of the Vatican Archives”, cit., pp. 597-598. 18 Cf. Lebroc, R., Proyección tridentina en América, cit, pp. 181-182.

47 hemos encontrado variaciones mayores. En este sentido, la edición de los decretos mexicanos de Lorenzana de 1770 también introduce cambios con respecto a la edición de 1622. Al parecer, Galván reprodujo los decretos del concilio tercero de México inspirándose en la edición de Lorenzana y, por esta razón, los errores de los textos legislativos se fueron acumulando. Éste es un motivo más para reeditar los decretos mexicanos a partir de la primera edición de 1622, corrigiendo todos estos errores. Como conclusión habría que señalar que los decretos mexicanos, en su mayoría, surgieron de una laboriosa revisión de las sinodales del concilio primero de México, conservando pocas veces la letra del primer concilio mexicano, modificándolas en muchas ocasiones o inspirándose en otras fuentes en la gran mayoría. Este mismo proceso de revisión de las constituciones del primer mexicano se repite a continuación con las constituciones del concilio de México de 1565 pero sin tanta meticulosidad y extensión. Esta revisión es más ligera porque muchas de las normas del segundo mexicano han sido ya tratadas en la revisión al concilio primero de México. De ahí que sean muy frecuentes frases como las siguientes “El cap. 25. 26. se dejan” o también, “El cap. 28. arriba está decretado en el cap. 56 [del concilio I de México se entiende]”.19 Una vez hecha la revisión de las constituciones de los dos primeros concilios de México, el autor pasa revista a las Actio segunda, tercera y cuarta del concilio tercero de Lima (1582/83). Lógicamente, las referencias a éste ocupan apenas un par de folios y sólo se detienen en algunos temas no tratados en las dos revisiones anteriores. A continuación le toca el turno a una serie de concilios y sínodos por el orden siguiente: concilio de Compostela de 1565, los concilios Toledanos ―concilio toledano de 1565, sínodo de Toledo de 1580 y concilio de Toledo de 1582-1583― el concilio de Sevilla de 1512, el sínodo de Guadix de 1554 y sínodo de Granada de 1572. Al final se incluye una lista de “cosas sueltas” de diversas fuentes. Todas estas fuentes, Salcedo las revisó siguiendo el mismo método que con las constituciones del concilio primero de México, es decir: descripción del contenido de cada constitución, exposición de otras fuentes, selección de fuentes y puesta en limpio y retoques. Pero, naturalmente, no con la misma hondura. Se puede concluir que nuestro concilio depende fundamentalmente de unas pocas disposiciones conciliares que, siguiendo un método de trabajo basado en la revisión, fueron recogiendo de cada una las disposiciones que más se ajustaban a las necesidades y circunstancias de México. El orden de revisiones de legislaciones fue el siguiente: concilio primero de México de 1555, concilio segundo de México de 1565, concilio tercero de Lima (1582-1583), sínodo de Toledo (1580), concilio Toledano de 1582-1583, concilio hispalense de 1512, sínodo de Guadix de 1554 y sínodo granadino de 1572. Este orden de revisión no tiene por qué coincidir con el grado de influencia en los decretos del concilio tercero de México. Así, por ejemplo, el sínodo de Granada (1572) figura en el último lugar de la revisión; sin embargo, tuvo una relevancia muy notable en las normas mexicanas. Esta sucesión de revisiones a los cánones de otros concilios aparece escrita por una sola mano, lo cual nos hace suponer que el autor de los decretos fuese también el mismo que escribió estos esquemas de redacción, es decir, Juan de Salcedo. Además, otro hecho que refuerza la hipótesis de un único autor y no de varias personas, la encontramos en este método de elaboración de los decretos mexicanos. El orden riguroso de revisión de las otras legislaciones en varias etapas, junto con la inexistencia de repeticiones en estos esquemas de elaboración de los decretos mexicanos, nos lleva a pensar que estas normas fueron escritas por una sola mano, dado que si hubiesen intervenido varias manos seguramente se hubieran cometido muchas repeticiones innecesarias. Si bien sobresalen unas fuentes principales, también es cierto que el resultado final no puede ser considerado como fruto de una única fuente de inspiración, sino de un conjunto más amplio de normas y otros escritos que le fueron dando cuerpo a estos importantes decretos de México. Realmente, la selección de las normas que hace el concilio tercero de México denota predilección y un grado de identificación con las fuentes en las que se inspira. En la elaboración de éstas se argumenta siguiendo como modelo las fuentes citadas en el aparato crítico, pero con retoques, creciendo o disminuyendo sus enunciados, o bien añadiendo o

19 Bancroft Library, MM268, 389v. ManCarr 1, p. 766.

48 enmendando dichas fuentes. Como resultado de esta minuciosa tarea de redacción, fueron tomando cuerpo en cinco partes los decretos de México, de lo que surgió al final un cuerpo legislativo completo y práctico. Por tanto, para valorar en su contexto al concilio tercero de México, hay que tener presente la legislación del concilio primero México y la de otros concilios provinciales postridentinos. Ahora bien, nos parece exagerado el peso que Llaguno concede a las constituciones del concilio primero mexicano, en detrimento del resto de fuentes. En nuestro trabajo pretendemos demostrar que el concilio tercero de México se fundamenta más en otros concilios, considerados como prototipos del cumplimiento de las normas tridentinas en España y en América, y que supera en muchos puntos a las constituciones del primero de México. Entonces, ¿significa esto que el concilio tercero de México no aporta verdaderamente nada nuevo a estas normas sino que, más bien, se limitó a recoger lo que le pareció más interesante de las legislaciones de otras fuentes canónicas, en función del fin del trabajo que se propuso? Aunque en ocasiones solamente haya habido una labor de mera compilación, la misma selección y la unión de diversas piezas dándole unidad de estilo y de temática, tienen en nuestra opinión un mérito más que suficiente. Así, pues, el hecho de que el concilio tercero de México haya copiado o se haya inspirado en tal o cual concilio para elaborar sus decretos, no le resta mérito como normas en las que se advierte una perfecta trabazón y armonía de un gran valor jurídico y de excelente utilidad práctica para el gobierno de la provincia de México. Para concluir este apartado tan sólo decir que no es evidente el vaciamiento personal del redactor de los decretos. Hay muchas disposiciones en las que se descubre la mano de éste. El concilio antes de decretar sobre muchos asuntos y sobre casos más graves pide la opinión a las órdenes religiosas y a los consultores juristas y teólogos sus pareceres, que hacen llegar al concilio en forma de memoriales, peticiones, quejas y consultas. Todas estas propuestas y decisiones conciliares fueron tenidas en cuenta e introducidas en los decretos del tercer mexicano. Por tanto, no es cierto que el redactor y los colaboradores de éste sólo hicieran un trabajo de compilación.

49 III. APARATO CRÍTICO DE LOS DECRETOS CONCILIARES

Hasta ahora hemos estudiado los decretos del concilio tercero de México: historia, autor, ediciones, método de elaboración … A continuación queremos completar esta primera parte con una descripción del aparato de fuentes de dicho concilio, que puede considerarse como un auténtico compendio de las normas canónicas más relevantes de la época en la que se desarrolló nuestro concilio, y que tuvieron notable influencia en la consolidación del cristianismo en Nueva España. El aparato de fuentes de los decretos de México no sólo tiene interés científico, sino importancia práctica. Estas numerosas referencias permiten localizar en su casi totalidad la mayor parte de las disposiciones que sirvieron de base a las disposiciones mexicanas. Además, como muestra de la importancia que tuvieron en la elaboración de las normas mexicanas, se puede apreciar que mayoría de estas referencias a pie de página puede encontrarse en los esquemas de elaboración de los decretos.1 Los papeles de preparación de los decretos nos permiten conocer centenares de disposiciones que no pasaron a los decretos, pero que podemos encontrarlas implícitamente incluidas en ellos gracias a su aparato crítico. Éste es un motivo más del interés que tiene el conocer ahora el aparato de fuentes, etapa fundamental en la preparación de los decretos, y que nos podrá aclarar muchas cuestiones sobre el origen de cada norma.

EL APARATO CRÍTICO DE LOS DECRETOS DEL CONCILIO TERCERO DE MÉXICO

En este primer apartado queremos tratar algunas peculiaridades del modo de citar y del aparato de fuentes de nuestro concilio. En el segundo apartado nos centraremos específicamente en describir las fuentes citadas por el aparato crítico del concilio mexicano. Como dijimos en el capítulo anterior, los decretos del tercer mexicano surgieron a partir de varias revisiones de las sinodales del primer mexicano. Con respecto al primer concilio de 1555, se puede decir que el aparato crítico del concilio tercero de México es una innovación. Así, cuando lo normal en las citación del concilio de 1555 era incluirlas en el texto, el tercero de México prefiere dar una indicación más completa de la cita a pie de página. Esto es lo que sucede con las bulas pontificias, que figuran con gran frecuencia dentro del texto legislativo con frases del estilo “Atendiendo a que la santidad del Señor Pío V, de feliz memoria” (Lib II, tit III, § 3); “Consultando favorablemente a la pobreza de los indios, el Papa Paulo III, de feliz memoria” (Lib II, tit III, § 9). El enunciado completo de la bula citada se especifica en el aparato crítico de los márgenes. Por lo general, muchas de estas referencias fueron copiadas de segunda mano de la fuente primaria. Veamos un ejemplo de una norma del concilio tercero de México que se inspira parcialmente en las sinodales de 1555 y de la que transcribe la cita de la bula del papa Pablo III, en el siguiente cuadro.

1 Los cuadros del aparato crítico del tercer mexicano, en la tercera parte de este trabajo, contienen una columna con las referencias a los manuscritos de elaboración de cada decreto. Esta columna nos indica en una primera aproximación el origen de las notas a pie de página de los decretos mexicanos.

50 Conc I Mex 1555, c 18, § 2 (I Lorenzana 68) Conc III Mex, lib. II, tit. 3, §. 9 (Galván 143)

Y porque nuestro santísimo Papa Paulo III, considerando la Consultando favorablemente a la pobreza de los indios, el miseria y pobreza de los indios naturales de esta tierra, Papa Paulo III, de feliz memoria, no quiso imponerles un dispensó en algunas fiestas, que no fuesen obligados a las vínculo tan estrecho como a los españoles, para que estuvieran guardar, y les señaló las que los obligan; por tanto se ponen fuertemente obligados a la observancia de los días de aquí para que los curas y religiosos que tienen cargo de los precepto; y por lo mismo, proveyendo a su mayor utilidad, doctrinar y administrar los santos sacramentos, las declaren el estimó conveniente señalarles los días de fiesta a que debían domingo antes que caigan, y los días que son asimismo sujetarse, para que los guardasen de precepto, en los términos obligados a ayunar; y las que se han de guardar son las siguientes [...] siguientes [...] Bulla Pauli III, concessa in favorem Indorum; Mex, I. cap. 18. §. 4.et Limens. 3. act. 4. cap. 9.

En este ejemplo se observa como nuestro concilio se apoya sobre el texto de las sinodales del primero de México que, a su vez, se fundamenta en la bula del papa Pablo III en favor de los indios. El concilio tercero de México, citando también la bula papal, la muestra en el aparato crítico.2 Los decretos del concilio tercero están llenos de referencias a Trento con frases del estilo: “por la autoridad del santo concilio tridentino, considerando al concilio tridentino, con arreglo al decreto del concilio tridentino, siguiendo este sínodo la autoridad del concilio de Trento...”. También en estos casos, el aparato crítico nos indica la disposición de Trento a la que hace mención. Cuando se refiere a cánones del Corpus Iuris Canonici, suele incluir también el incipit en el cuerpo legislativo que facilita la identificación de la fuente a la que se hace referencia: “el papa Gregorio IX, por su decisión pontificia, que comienza Odoardus” (Lib II, tit I, § 5); “con arreglo a la constitución del señor Bonifacio VIII, que comienza Periculoso” (Lib III, tit X, § 5). Sin embargo, en ocasiones se omiten las referencias de las fuentes en el aparato crítico, como sucede por ejemplo en el párrafo 5 del libro III, título X, en que únicamente aparece la indicación siguiente en el texto de la norma: “De conformidad con lo que previene la constitución de Pío V, de feliz memoria”. Como se puede comprobar, en muchos casos el aparato crítico de los decretos se caracteriza por la falta de precisión en las citaciones, además de ser, en no pocas ocasiones, incompleto. A pesar de todo, podemos decir que hemos encontramos una uniformidad en el modo de citación, dado que suelen aparecer las referencias a fuentes, no dentro del texto legislativo sino en el aparato crítico de los márgenes. Esto no significa que haya excepciones como cuando se cita a Trento, bulas papales y cánones del Corpus Iuris Canonici; en estas ocasiones, la mención de la fuente dentro del texto legislativo tiene una clara intención de reforzar la autoridad y la legitimidad de la ley. Por último, señalamos que el concepto de aparato crítico que aquí manejamos no se refiere al que hoy se usa habitualmente. Estas notas de referencia no tienen un carácter exhaustivo sino orientativo, es decir, no se especifican todas las fuentes que inspiran cada párrafo, ni tampoco en todos los párrafos se anotan las autoridades sobre las que se fundamentan. Por esto pensamos que sería equivocado valorar el aparato de fuentes del concilio tercero de México con los modelos actuales de investigación. Además, está claro que no era el propósito de los redactores hacer una obra de erudición, sino un instrumento útil para la consulta y fácil de manejar. La especificación de las notas a pie de página en los decretos mexicanos denota, no sólo gran honestidad de los compositores sino, y sobre todo, la intención de ayudar al lector al mejor conocimiento y el sentido de la norma. En definitiva, estamos seguros de que, si bien el aparato crítico del concilio tercero de México no es rigurosamente científico –tal como lo entendemos hoy–, no es menos cierto que todas estas anotaciones nos permiten reconstruir casi al cien por cien la génesis de estas disposiciones.

2 Cf. Bula dada en favor de los indios de Pablo III en Tejada y Ramiro, Colección de Cánones, cit., pp. 121-122.

51 CLASIFICACIÓN DE LAS FUENTES DEL APARATO CRÍTICO

Dependiendo de los aspectos que se consideren en las fuentes canónicas, dice García y García, existen diversos modos de clasificarlas: por razón del autor y de la materia; según el ámbito –universales o particulares–; de la fe histórica; según el método compilatorio –cronológicas o sistemáticas–; por razón de la autoridad legal –privadas o públicas– que da fuerza de ley.3 Siendo el objetivo de nuestro concilio, la implantación definitiva de Trento en la iglesia mexicana, nos ha parecido más conveniente adoptar como criterio de clasificación el método cronológico. Teniendo como punto de referencia la asamblea ecuménica, hemos distinguido tres bloques: antes del concilio de Trento, en que la Iglesia novohispana se reguló con base en las constituciones del concilio I mexicano (1555), dependiendo de sinodales del concilio de Sevilla de 1512; el concilio de Trento; y después de la asamblea tridentina, con la consiguiente recepción de sus disposiciones. Al final de la clasificación hemos expuesto, con el epígrafe de otras fuentes, las autoridades no conciliares. Éstas corresponden a épocas diversas, por este motivo no las hemos mostrado por orden cronológico sino separadas del resto de las fuentes de nuestro concilio. Además, su peso es casi insignificante en el aparato crítico. Siguiendo esta clasificación, las fuentes explícitas del concilio tercero de México son las siguientes (adjuntamos el número de veces que aparece citada cada una de ellas en los decretos). Fuentes conciliares (1 061 veces)

1. Antes de Trento (total de 233 veces) Concilios Antiguos y Medievales (9 veces) Concilio Elvira (303) (1 vez) Concilio Provincial Auxerre (573-603) (2 veces) Concilio Provincial Cividale (796/797) (1 vez) Concilio Provincial Reims (813) (2 veces) Concilio Provincial Chalon –sur– Saône (813) (1 vez) Concilio Provincial Tours (813) (1 vez) Concilio Ecuménico Basilea (1431/1438) (1 vez) Concilios Modernos (224 veces) Concilio Ecuménico Letrán V (1512/1517) (4 veces) Concilio Provincial Sevilla (1512) (1 vez) Concilio Provincial Maguncia (1549) (2 veces) Sínodo Guadix (1554) (86 veces) Concilio Provincial México I (1555) (131 veces) 2. Concilio Ecuménico de Trento (1545/1563) (158 veces) 3. Después de Trento (670 veces) Americanos (total de 115 veces) Concilio Provincial México II (1565) (11 veces) Concilio Provincial Lima II (1567/1568) (6 veces) Concilio Provincial Lima Iii (1582/1583) (98 veces) Peninsulares (350 veces) Concilio Provincial Toledo (1565) (34 veces) Concilio Provincial Compostela (1565) (29 veces) Sínodo Burgos4 (1567/1579) (3 veces) Sínodo Granada (1572) (134 veces)

3 Cf. A. García García, Historia del derecho canónico, cit., pp. 29-33. 4 Burgos fue una sede exenta entre los años 1095-1574, no reconociendo otro metropolitano que al romano pontífice. El año 1567 consiguió Felipe II que la Iglesia de Burgos fuera elevada a categoría de metropolitana. El proyecto se hizo realidad por bula de Gregorio XIII (22-10-1574). Como sufragáneas se le asignaron las diócesis de Pamplona y Calahorra-La Calzada, y más adelante Palencia, Santander y Tudela. Entre los prelados merece destacarse el cardenal Francisco Pacheco de Toledo (1567-1579), que fue a la vez el primer arzobispo (Cf. DHEE, vol. I, p. 290).

52 Sínodo Valencia5 (1578) (1 vez) Sínodo Toledo (1580) (92 veces) Concilio Provincial Toledo (1582/1583) (39 veces) Concilio Provincial Tarragona6 (1584) (5 veces) Sínodo Cadiz7 (1564/1587) (1 vez) Sínodo Osma8 (1584) (9 veces) Sínodo Astorga9 (1592) (1 vez) Sínodo Valladolid10 (1606) (2 veces) Europeos (205 veces) Concilio Provincial Milán I (1565) (76 veces) Concilio Provincial Milán II (1569) (7 veces) Concilio Provincial Milán III (1573) (22 veces) Concilio Provincial Milán IV (1576) (52 veces) Concilio Provincial Milán V (1579) (46 veces) Concilio Provincial Bolonia11 (1586) (2 veces)

Otras Fuentes (total de 155 veces) Corpus Iuris Canonici (73 veces) Leyes Regias (53 veces) Bulas Papales (15 veces) Otras (14 veces)

Tres concilios ecuménicos, 22 concilios provinciales, nueve sínodos diocesanos, bulas pontificias, diversas obras de tratados de derecho canónico y teología, leyes regias y del Corpus Iuris Canonici, forman el cuerpo de las fuentes del concilio tercero de México. En conjunto son 38 las fuentes citadas en el aparato crítico, con un total de 1 216 referencias, de las cuales, 1 061 son de concilios, mientras que las 155 citas restantes pertenecen a otras fuentes.

5 El santo obispo Ribera, el 20-3-1569, entraba oficialmente en Valencia. Celebró siete sínodos a lo largo de 33 años de su episcopado (Cf. V. Cárcel Ortí, Historia de la Iglesia en Valencia, Arzobispado de Valencia, 1986, p. 185; DHEE, vol III, pp. 2086-2087). En el aparato de fuentes del mexicano tan sólo aparece una referencia al primero de los sínodos de Ribera, y ésta incluida en otra cita de la obra de Jaime Bleda, Defensio fidei in causa neophytorum sive Morischorum Regni Valentiae, totiusque Hispanae, apud Ioannem Chrysostomum Garriz, Valentiae 1610, fol. 397. 6 Es el tercer concilio provincial que celebró don Antonio Agustín, arzobispo de Tarragona; recogiendo los decretos de los concilios celebrados en España desde 1565, especialmente en Zaragoza, su ciudad natal. (Cf. A. Agustín, Opera omnia, Constitutionum Provincialium Tarraconensium libri Quinque, Typis Josephi Rocchii, Lucae 1767, vol. III; J. Goñi Gaztambide, “El Concilio provincial de Tarragona” en Archivo Teológico Granadino, 58 (1995), pp. 23-94). 7 García de Haro fue promovido el 25-10-1564 para ocupar la sede gaditana hasta su traslado a Málaga el 7-8-1587, viniéndole a sustituir Antonio Zapata. La sede gaditana vive su periodo de mayor esplendor con el incremento del comercio de Indias, que convierte a Cádiz durante casi todo el siglo XVIII en el puerto exclusivo de salida y entrada de las flotas. Tan sólo el sínodo de 1591 celebrado por Antonio de Zapata ha dejado memoria en la diócesis de Cádiz (Cf. DHEE, vol. I, p. 304). 8 Se trata del sínodo de Osma celebrado en 1584 por el obispo don Sebastián Pérez y cuyas constituciones fueron impresas en 1586 en la villa de Burgos (Cf. DHEE, vol. III, p. 1845). Si fue clausurado el 15 de julio de 1584 y publicado en 1586, difícilmente el sínodo de don Sebastián pudo influir en la redacción de nuestro concilio. 9 Pedro de Rojas, hijo de los marqueses de Poza, ingresó en el convento de San Agustín y profesó el 23-5-1555. Fue prior del convento de Córdoba (1571) y de Sevilla (1577). En 1588 fue elegido provincial y su gobierno fue de gran trascendencia para la orden. Por mandato de Felipe II, fue presentado a su santidad Grego- rio XIV para obispo de Astorga (12-1-1591). Celebró un sínodo (15-4-1592) y publicó sus constituciones. En 1595 fue promovido al obispado de Osma, e hizo su entrada el 24-4-1596. A los dos meses celebró el primer sínodo y, posteriormente, en 1601, otro nuevo. Durante la guerra de la indepedencia española (1812), el suelo astorgano fue uno de sus teatros más movidos y castigados. El riquísimo archivo catedralicio se perdió. (Cf. DHEE, vol. I, p 148). En la colección Lamberto de Echeverría, vol. II, p. 18, las constituciones sinodales del obispado de Astorga hechas por don Pedro de Rojas, obispo de Astorga, aparecen catalogadas. 10 Después de muchas vicisitudes se erigió el obispado de Valladolid en 1595 por Clemente VIII por medio de la bula Pro excellenti. Desde de su erección se celebró el primer sínodo en 1606 por Juan Bautista Acevedo (Cf. DHEE vol 4, pp 2706-07). Pensamos, por tanto, que se trata de este sínodo de Valladolid celebrado en 1606 (Cf. Mansi 36bis, fol 961). En la colección Lamberto de Echeverría, vol. I, p. 446 están catalogadas las Constituciones synodales fechas y promulgadas en la primera synodo que se celebró en la ciudad y obispado de Valladolid..., casa de Juan de Bustillo, Valladolid, 1607. Hay una segunda edición de este sínodo en el año 1803 (Cf. Lamberto de Echeverría, vol. III, p. 277). 11 Éste fue el primer concilio provincial que el cardenal Paleotti celebró como prescribía el concilio tridentino. No existen muchas noticias de este concilio a causa de las controversias surgidas entre la metrópoli y las iglesias sufragáneas (Cf. P. Palazzini, Dizionario dei Concili, vol. I, Città Nuova, Roma 1963, pp. 186-187).

53 A simple vista, el conjunto de autoridades que se citan en el aparato crítico puede parecer extenso y podría deslumbrar al lector que se acercara por primera vez. Pero si nos fijamos en el número de veces en que aparece citada cada una, nos daremos cuenta de que muchas de ellas se mencionan en contadas ocasiones. Esto es así porque a menudo, el concilio tercero de México se apoya fundamentalmente en un limitado número de fuentes, que gozaban por entonces de gran autoridad, copiando habitualmente incluso las fuentes apuntadas en sus márgenes. Como es natural, la fuente más citada de todas es el concilio de Trento, eje fundamental en torno al cual giró el tercero de México. Después de la fuente tridentina figura una larga lista de concilios provinciales y de sínodos diocesanos que se menciona con mucha frecuencia en nuestro concilio, siendo cuatro los que destacan por encima del resto: el sínodo granadino de 1572, el concilio primero mexicano (1555), el concilio tercero de Lima 1583 y el toledano de 1582/1583. Una primera conclusión que salta a la vista es la preferencia de las fuentes posteriores a Trento sobre el resto. No podía haber sido de otro modo, ya que nuestro concilio es uno más entre tantos de aquella época que promulgaron las constituciones del tridentino y las aplicaron en sus respectivas provincias. De ahí que el tercero de México se fundamente y siga modelos de otros concilios provinciales contemporáneos como muestra la gráfica 1. Como es lógico, todas las referencias a pie de página son de fuentes anteriores al tercero concilio de México. Sin embargo, al repasar las fuentes utilizadas se observa además una abundancia de disposiciones entre los años 1565 y 1585. Curiosamente, hay 19 referencias a fuentes de años comprendidos entre 1592 y 1596, es decir, de fechas posteriores a nuestro concilio. Estas referencias posteriores a nuestro concilio de 1585 no se encuentran en los manuscritos de la Bancroft Library. La existencia de estas citaciones a legislaciones posteriores al concilio III de México puede deberse a que fueron añadidas después de la clausura del concilio y antes de la publicación de los decretos en 1622. Con este trabajo no pretendemos analizar todas las fuentes que aparecen citadas en el aparato crítico de los decretos de México sino tan sólo aquellas que fueron verdaderamente relevantes en su elaboración. Antes de entrar en el estudio directo de estas fuentes principales de los decretos, hemos juzgado conveniente explicar lo que entendemos por fuentes preferentes de nuestro concilio.

Clasificación de fuentes del tercer concilio de México (1585)

Citas de fuentes Núm. citas Antes de Trento 233 Concilio de Trento 158 Posterior a Trento 670 Otras fuentes 155 Suma total 1216

Gráfica 1. Temporalidad de las fuentes

54 FUENTES PREFERENTES

Qué duda cabe que hacer un elenco de las fuentes que aparecen citadas en los márgenes de los decretos no presenta ninguna dificultad especial. De todos modos, dicho sea de paso, hay que afirmar que no todas las fuentes que figuran en el aparato crítico del concilio fueron manejadas en la composición de las normas mexicanas. Por este motivo, nos ha parecido que, desde un punto de vista del proceso de elaboración de los decretos, es más interesante centrar nuestra atención en aquellas fuentes que constituyeron la base de redacción de las normas del concilio tercero de México, más que analizar todas las autoridades del aparato crítico sin distinción alguna. A simple vista, la impresión es que la mayor parte de las autoridades citadas ha sido manejada por el redactor de esta obra.12 Ahora bien, no basta que una fuente sea citada una vez para concluir el empleo y la dependencia del concilio tercero de México respecto a ésta; tampoco de una sencilla ojeada al aparato crítico de los decretos se puede deducir que la mención de una autoridad de modo masivo justifique que sea considerada como pieza fundamental de las normas mexicanas. Por tanto, es importante distinguir, dentro de las fuentes que se citan en el aparato crítico, aquellas que tuvieron un peso importante en la elaboración de los decretos, de aquellas otras que aparecen con una función más de complemento que de efectiva influencia en el texto del concilio. Habrá que evitar el peligro de intentar ver en cualquier posible rastro de una de estas fuentes citadas, por insignificante que sea, la justificación para hacer depender al concilio tercero de México de dicha fuente. Por ello hemos utilizado, como criterio de aceptación de una fuente relevante, el grado de yuxtaposición de la fuente citada con el texto del concilio tercero de México. Como es corriente en los concilios postridentinos, en que se indican diversas legislaciones como fuentes, parece lógico concluir que en estos casos el compilador no se identifica por igual con todas ellas, sino sólamente con aquellas en que existe mayor grado de yuxtaposición. De aquí la importancia que tiene la identificación de la fuentes relevantes de cara a saber como se compusieron estas disposiciones. El método de comparación de textos nos ayudará a valorar el grado de yuxtaposión de las normas. Partiendo del hecho de que los decretos del concilio tercero de México son en gran parte una compilación de textos de una serie de fuentes, una primera consideración que podemos hacernos es acerca de la gran destreza del redactor en yuxtaponer, modificar y reunir textos de origen diverso. Por otra parte, generalmente hablando, nos da la impresión de que el compilador en ningún caso pretende atribuirse una posible paternidad de lo escrito merced a una maniobra de camuflaje o disimulo, sino al contrario, en todo momento indica en el aparato crítico la fuente en donde se inspira. Antes de pasar más adelante, conviene adelantar y subrayar cuáles han sido las fuentes principales. En primer lugar, las constituciones del concilio primero mexicano de 1555, y como ya comentamos al hablar sobre el método de elaboración de los decretos, el concilio de Moya parte de aquellas sinodales. A veces reproduce sus cánones y a veces los reformula de un modo completamente distinto, resultando en definitiva unas normas nuevas que pueden considerarse el culmen de la legislación mexicana anterior, derogando disposiciones del concilio primero mexicano (1555) y del concilio segundo de 1565 para evitar así la confusión que podía producir una multiplicidad de normas.13 En un mismo grado de importancia pondríamos las fuentes de los concilios provinciales de la época postridentina, en especial el sínodo granadino de 1572 y el concilio tercero de Lima de 1583, que estuvieron presentes en los cánones del tercero de México y actuaron como cauce de la doctrina y disciplina establecida en el concilio de Trento, superando en muchos aspectos las disposiciones del concilio primero de México. Tales préstamos estructurales y temáticos no deben extrañarnos en absoluto, puesto que el concilio tercero de México se desarrolló en plena edad dorada de los concilios provinciales americanos y peninsulares (1550-1630). Por eso, como veremos en los siguientes capítulos, tanto los personajes que participaron en el concilio tercero de México como los temas que trataron, están en estrecha relación con la reforma tridentina aplicada por otros concilios provinciales que lo precedieron.

12 Lo detallado de las citas (lugar, página, año de impresión, número de volúmenes, etc.), implica el manejo directo de las obras, lo cual no descarta la posibilidad de que también estos términos los tomaran de las citas bibliográficas de las obras que empleaban. 13 Cf. Conc III Mex, Lib I, tit II, De auctoritate Decretorum et publicatione eorum, § 1 (Serna, fol. 6r).

55 El concilio de Trento, origen y fin de la convocatoria de nuestro concilio, está presente continuamente en sus normas. De todos modos no le hemos dado tanta importancia desde el punto de vista de la elaboración de los decretos porque, si bien el espíritu de la legislación del concilio de Trento impregna a todos los decretos mexicanos, su influencia no es directa sino vía los concilios provinciales postridentinos. En gran parte, con las referencias del tridentino que encontramos en nuestro concilio sucede algo parecido que con otras citas de bulas y del Corpus Iuris Canonici, que pudieron ser incluidas de segunda mano en el aparato crítico de los decretos por medio de las fuentes relevantes. Resumiendo, las fuentes preferentes sobre las que se cimienta el tercer mexicano se componen básicamente de dos bloques: en primer lugar las constituciones de México de 1555 y en segundo lugar, las sinodales de Granada (1572) y las constituciones del tercero de Lima 1582-1583. Existe luego una serie de otras fuentes cuya influencia y relevancia fue menor: éstas son las constituciones de los concilios de Toledo de 1565 y 1583, las de Compostela de 1565 y las del primer concilio de Milán de 1565. Sin pretender caer en reduccionismos de ninguna clase, hemos querido establecer las fuentes sobre las que se apoyó Juan de Salcedo para la elaboración de estas normas. Somos conscientes que sería necesario analizar párrafo a párrafo todas las disposiciones del concilio tercero de México para establecer con rigor todas las fuentes de estos decretos; sin embargo, no es éste el objetivo de nuestro trabajo. Si hemos realizado un estudio sobre las fuentes preferentes es para determinar hasta qué punto el aparato crítico de los decretos del tercer mexicano refleja el origen de sus normas.

56 PARTE SEGUNDA.

FUENTES PREFERENTES DEL CONCILIO TERCERO DE MÉXICO

Como hemos venido diciendo, una de las características de los decretos del concilio tercero de México que lo diferencia de otros concilios es su extraordinaria riqueza bibliográfica reflejada en su aparato de fuentes. El estudio de éste tiene un interés especial porque nos muestra las influencias predominantes de otros textos legales –concilios ecuménicos, concilios provinciales, sínodos diocesanos, leyes regias, bulas papales, cánones del Corpus Iuris Canonici, ciencia canónica– en el concilio mexicano (1585), además de facilitarnos un conocimiento de las fuentes jurídicas que con más frecuencia utilizaban los juristas de aquella época de la consolidación de la Iglesia de México. Hasta el momento hemos visto diversas cuestiones sobre el concilio tercero de México y la elaboración de sus decretos. Las páginas que siguen pretenden ser un análisis específico de las fuentes canónicas que inspiraron las disposiciones de nuestro concilio. Como ya mostramos en el capítulo anterior, en los decretos aparece mencionada una lista de 42 fuentes jurídicas, compuesta de concilios, bulas papales, leyes regias y cánones del derecho canónico clásico. Cada una de estas fuentes tiene sus propias peculiaridades y su propia relevancia en nuestras normas. En este trabajo nos centraremos en aquellas fuentes del aparato crítico que fueron realmente inspiradoras de estas sinodales. Así, después de haber localizado todas las fuentes del aparato crítico, el siguiente paso ha sido la selección de las principales. Éstas las podemos reunir en dos grupos por orden de importancia: el primer grupo lo compondría el concilio de México de 1555, el sínodo de Granada de 1572 y el concilio III de Lima 1582-1583; y el segundo grupo estaría formado por las constituciones del concilio de Compostela (1565), el concilio de Toledo (1565), el sínodo de Toledo (1580). Puede extrañar que no hayamos incluido en esta lista, el concilio de Trento. El motivo es bien sencillo: El concilio de México de 1585 es una aplicación del de Trento pero siguiendo los modelos de otros concilios provinciales. Como puede verse, todas las fuentes enumeradas como principales, excepto el primer concilio de México, son posteriores a Trento. De ahí que consideremos al tridentino como una fuente fundamental desde el punto de vista del contenido, pero no desde un enfoque de la elaboración y la redacción de los decretos mexicanos. Antes de continuar será oportuno aclarar que las conclusiones que se extraigan con la única base de las fuentes contenidas en el aparato crítico del los decretos mexicanos han de ser necesariamente limitadas. Sería ingenuo pretender reconstruir la biblioteca jurídica que emplearon los redactores de los decretos a partir de las referencias que aparecen en éstos. Sólo podríamos afirmar que al menos conocieron directa o indirectamente las autoridades que aparecen citadas en las notas a pie de página. Sin embargo, hemos tenido la fortuna de acceder a los esquemas preparatorios de los decretos, donde se puede apreciar perfectamente el proceso seguido por los redactores en su elaboración y las fuentes que utilizaron. Por tanto, si bien nuestro trabajo se centra en el aparato crítico de las normas mexicanas, analizaremos también sus esquemas de redacción para comprobar hasta qué punto el aparato de fuentes refleja el origen de cada párrafo del concilio tercero de México.

57 IV. EL CONCILIO PROVINCIAL MEXICANO I (1555)

Los decretos del concilio tercero de México son fruto, en gran parte, de un proceso de maduración y reflexión de la legislación mexicana anterior, visto este conjunto desde un enfoque tridentino. De toda esta legislación novohispana existente, hay que destacar el concilio primero de México. En este capítulo, después de hacer un breve resumen de la historia de este concilio, analizaremos sus constituciones. Con el cotejo de algunas disposiciones de ambos concilios queremos mostrar el grado de utilización, en algunos casos muy literal, de los textos de un concilio por el otro. No pretendemos en este trabajo hacer una crítica textual de todos y cada uno de los decretos del concilio tercero de México, sino sólamente hacer una comparación de algunos textos que nos permita aclarar algunos aspectos de la interconexión entre ambos concilios.

HISTORIA DEL CONCILIO DE MÉXICO I (1555)

Hasta 1546, año de la creación de la provincia eclesiástica de México, los obispados de Indias eran sufragáneos de Sevilla. Debido a las enormes dificultades, ningún arzobispo hispalense viajó a Indias, ni convocó concilio alguno en tan lejanas sedes sufragáneas. Por eso, al poco de entrar en su diócesis, el 23 de junio de 1554, el recién consagrado obispo fray Alonso de Montúfar, convocaba al que sería el primer concilio provincial mexicano. La razón principal que le movió a convocar al concilio fue el deseo de renovar el estado y la cristiandad de la tierra, para él lamentable, debido en parte a los perniciosos efectos del largo periodo de seis años de sede vacante. En el contenido de sus constituciones se aprecia una considerable influencia del concilio de Sevilla (1512) de Diego de Deza,1 sede metropolitana de América hasta 1547. Es lógico que, en el año 1555, fecha de celebración del concilio primero de México, existiera todavía estrecha relación con la antigua metrópoli y con sus constituciones. Por eso, al leer las disposiciones de este concilio provincial mexicano se percibe alto grado de identificación con el concilio de Sevilla.2 Se puede decir que el concilio primero de México muestra un doble cauce de influencias. En primer lugar, reproduce la legislación canónica peninsular como exponía el mismo arzobispo Montúfar en una carta al rey en la que afirmaba que las sinodales de 1555 se redactaron con la inspiración “del cuerpo del derecho [la legislación canónica general] y de las sinodales de Sevilla y Toledo y Granada y Palencia” (carta de Montúfar al rey, México, 30 de noviembre de 1565). El otro gran influjo lo representan las juntas eclesiásticas mexicanas, particularmente las grandes asambleas de 1537, 1539-1540 y 1546.3

1 Sobre la historia de este concilio: A. Cotarelo y Valledor, Fray Diego de Deza. Ensayo biográfico, Madrid, Imprenta de José Perales Martínez, 1905, pp. 191-203; ed. Tejada, Colección de cánones, cit., pp. 67-111. 2 Vid. anexo I. 3 Cf. L. Martínez Ferrer-Alejos, C. J. Grau, “Las asambleas eclesiásticas anteriores a la recepción de Trento” en Teología en América Latina. Desde los orígenes a la Guerra de Sucesión (1493-1715), J. I. Saranyana (ed.), Madrid, Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert, 1999, p. 118.

58 ANÁLISIS DE LAS CONSTITUCIONES DEL CONCILIO PRIMERO DE MÉXICO EN EL APARATO CRÍTICO DEL CONCILIO III DE MÉXICO

Como se verá, el concilio tercero de México no es sobresaliente por la originalidad en sus constituciones, pues la mayoría es de normas complementarias, a veces repetición de las anteriores hechas en los concilios mexicanos o en otros concilios postridentinos. Sin embargo, hay que reconocer el gran trabajo que realizaran Juan de Salcedo y sus colaboradores en la preparación de los decretos del concilio, al reunir en sus páginas, legislaciones de diversas procedencias, y acomodarlas a las circunstancias de la inmensa provincia de México. Por otra parte, tampoco era pretensión la originalidad ni hacía falta, sino llevar a la práctica normas ya dadas. Aun en el caso de normas que parecen más innovadoras, pueden encontrarse las mismas o parecidas en los concilios mexicanos anteriores. Haciendo una comparación en algunos temas, podemos ver la gran similitud y al mismo tiempo las diferencias entre los concilios mexicanos. Como es natural, será en los temas sobre la evangelización y la vida cristiana de aquellas tierras donde más se note la influencia de los dos primeros concilios de México. Hay cuestiones que están en los tres concilios, las hay que están en dos de ellos y las que trata sólo el concilio tercero de México. A continuación analizaremos las constituciones del concilio mexicano de 1555 como fuente del tercero de México con el siguiente método. En primer lugar estudiaremos qué pruebas existen de la efectiva utilización de sus normas. El siguiente paso es un estudio de las disposiciones del primero y de su influencia en nuestro concilio. Por último, cerramos el capítulo con las conclusiones del análisis. Este esquema lo seguiremos en los sucesivos capítulos.

Pruebas de la utilización directa de las constituciones del concilio primero de México

Que los padres conciliares tuvieron en sus manos las constituciones del concilio primero de México es más que evidente con sólo echar un vistazo al aparato crítico del tercero de México, comprobando que las referencias a sus cánones son continuas a lo largo de los cinco libros de los decretos. Pero la principal prueba que demuestra la utilización de las constituciones del concilio primero de México por parte de Salcedo, la hemos encontrado en los manuscritos de la Bancroft Library of Berkeley, en concreto en los folios 363r-386r del MM268. Estos documentos arrojan mucha luz sobre el método de elaboración de los decretos del concilio tercero de México. Según estos papeles, se puede apreciar cómo el redactor de las normas del concilio tercero revisó exhaustivamente las sinodales del primero. Esta revisión, constitución a constitución, del concilio primero es, sin lugar a dudas, el punto de partida para la composición de los decretos del concilio tercero de México. A lo largo de estos 23 folios manuscritos se observa cómo el redactor se ayudó, a modo de falsilla, de las viejas normas mexicanas para elaborar los decretos de 1585. En el cuadro siguiente se puede observar cómo en algunas ocasiones se manda reproducir literalmente las disposiciones del concilio primero con frase del estilo “se renueve a la letra”;4 son muchas las frases como “se renueva abreviando la substancia”; y en la mayoría de las veces se manda seguir otras legislaciones con la entrada: “En lugar de este cap. 14 se ponga a la letra la constitución”, o “En lugar de este cap. 11 mutatis mutandis se manda poner lo que manda el concilio de Granada”.5 Veamos a continuación un ejemplo para probar el empleo de las constituciones del concilio primero de México por los redactores del tercer mexicano. Se trata de una disposición que perseguía desarraigar toda huella de los ritos antiguos de los indios, pues era un peligro continuo caer de nuevo en sus idolatrías. En ésta se renuevan las ordenanzas dadas por el concilio primero de México respecto a los bailes, las máscaras y las canciones de los indios.

4 Bancroft Library, MM268, 381r. ManCarr 1, p. 751. 5 Bancroft Library, MM268, 365r ManCarr 1, p. 715.

59 Conc I Mex 1555, c 72 Conc Mex III, Lib I, tit I, De impedimentis propriae salutis ab indis (I Lorenzana 146) removendis, § 1 (Serna, fol 5r) S. A. C. estatuimos y ordenamos que los dichos Quam ob rem haec Sancta Synodus statuit, ac praecipit, ne indios, al tiempo que bailaren, no usen de Indi in saltationibus, aliisque suis ludis laureati, aut aliis insignias, ni máscaras antiguas, que pueden causar insignibus ornati incedant, quibus alicuam Idolatriae speciem, alguna sospecha, ni canten cantares de sus ritos e suspectionemve praebeant. Cantiunculis, etiam veteres suas historias antiguas, sin que primero sean historias, falsaeque religionis impietates referentibus uti examinados los dichos cantares por religiosos o nequaquam permittantur, sed ea solum cantent, quae a suis personas que entiendan muy bien la lengua […] Parochis, et Vicariis fuerint approbata.*

Mexic. I. c. 72.

* Nota al pie 6

Las diferencias entre ambos textos nos parecen insignificantes, dado que obedecen más a una cuestión de estilo que de contenido. En ambas disposiciones queda clara la obligación de denunciar toda acción que tenga sospecha de idolatría y sólo se permitirían aquellas manifestaciones tradicionales aprobadas por las cabezas rectoras de cada iglesia. Habitualmente, en esta tarea de comparación de textos, nos encontramos con un deseo sistemático, por parte del redactor, de alterar la redacción del texto de las constituciones del concilio primero de México. Lógicamente, el concilio de México de 1585 no recoge con pureza los textos de las constituciones del concilio primero, celebrado treinta años atrás, sino más bien hace una adaptación de ellas. Esto conviene tenerlo en cuenta para desechar la idea de que los textos incluidos en los decretos del concilio tercero de México son una copia literal de las sinodales primeras. En resumen, las pruebas que encontramos de la utilización de las constituciones del concilio primero de México en la elaboración de los decretos del tercero son las siguientes:

• Los esquemas de redacción de los decretos nos presentan las constituciones del concilio primero de 1555 como pieza clave en la elaboración de las normas del concilio tercero de 1585. Más que referencias aisladas a los cánones del concilio primero, observamos una revisión exhaustiva de cada una de sus constituciones. • A pesar de que abundan los retoques, sobre todo de estilo, en muchas ocasiones las similitudes son muy claras, dejando fuera de dudas la paternidad del texto. • En cuestión de números, el concilio primero de México es la fuente que más se cita en el aparato crítico de los decretos del concilio tercero, lo cual demuestra su relevancia y su presencia continua en la composición de estas normas.

Cotejo de las constituciones del concilio mexicano primero y los decretos del concilio mexicano tercero

El número de párrafos del concilio tercero de México es de 565, mientras que el de las constituciones del primero es de 93, es decir, los del tercero superan en seis veces a las del concilio primero. Esta proporción, seis a uno, podría implicar un texto legislativo seis veces mayor del concilio tercero frente al primero. Sin embargo, en conjunto, los decretos del concilio tercero de México no llegan a ser más del doble en texto escrito en relación con el primero. Esto explica que, para hacer más clara la presentación, el redactor prefirió desglosar los decretos en muchos párrafos a mostrarlos comprimidos en unas pocas constituciones. Por ello, se observa en muchas ocasiones cómo una sola constitución del concilio primero origina varios párrafos del tercero.

6 La traducción de la edición de Galván dice así: “Por lo cual este Santo Sínodo establece y manda, que no se consienta a los indios en sus bailes y juegos, llevar coronas ni otros adornos, por los cuales manifiesten alguna especie o sospecha de idolatría. Jamás se les permita usar de canciones en que se refieran sus antiguas historias, o las impiedades de su falsa religión, sino que solamente canten las que fueren aprobadas por sus párrocos y vicarios”.

60 A continuación presentaremos dos textos de los concilios mexicanos: en el lado izquierdo está el de la constitución 59 del concilio primero de México y en el derecho las cinco normas del concilio tercero de México que origina.7

Const. 59. Que los clérigos no pidan otro salario a los indios más Conc III Mex, Lib III, tit II, De los deberes propios de los curas del que el rey o el encomendero les da, y tienen tasado de los indios, § 1 (BL, MM267, 47r)

Por obviar a las murmuraciones de muchos y poner remedio a los Deseando este Santo Concilio que ni los indios sean vejados o excesos que puede haber en los clérigos que residen en pueblos molestados con exacciones de sus ministros ni ellos inquietados de indios, que tienen cargo de los enseñar en las cosas de nuestra con los pleitos que los indios suelen mover, se ordena y manda santa fe, y administrar los santos sacramentos, S. A. C. estatuimos que los curas no lleven ni pidan a los indios otro salario alguno o y ordenamos que ningún clérigo lleve ni pida a los indios otro comida, más de lo que les estuviera señalado y tasado. Y lo que salario más de lo que el rey o el prelado y encomendero del tal así recibieren harán que se asiente y escriba en un libro con día, pueblo le tiene señalado y nombrado, ni pida más comida de la que mes y año, firmándolo ellos y los mayordomos del pueblo, de fuere tasada y señalada, y de lo que le dieren para su comida por manera que pueda constar la razón de todo ellos y se cierre la la dicha tasación tenga cuenta y razón, y haga que se asiente en puerta a falsos testimonios y calumnias. Y cuando fueren a visitar algún un libro, y cada mes tome la cuenta de este gasto, y lo firme, y pueblo donde se les da de comer, no llevarán cosa alguna del haga firmar al mayordomo del pueblo, de manera que haya toda pueblo donde residen a título de comida o sustentación, de claridad en lo que se gastare con su persona, porque después el manera que no lleven dos comidas cuando dijeren misa en dos tal mayordomo y los que tienen cargo de le proveer de comida no pueblos.* le impongan que gastó más de lo que está escrito y firmado; y no reciban comida de los demás pueblos que tienen a su cargo, si no fuere cuando actualmente y con efecto visitaren los tales pueblos y entonces no reciban ningún precio ni otra cosa por la comida del pueblo donde principalmente tienen su asiento. Lib III. tit II. De los deberes propios de los curas de los indios § 4 (BL, MM267, 47r) Y así mismo mandamos a los dichos clérigos que residen en los No tendrán en sus partidos más de dos caballos, por evitar el gasto dichos pueblos de indios que no tengan más de un caballo o dos, y trabajo que los indios habrían de pasar en sustentarlos si fuesen ni usen de alboroto de perros y caza, ni cuando van a visitar en más número, si no fuere cuando el prelado vista la aspereza de vayan a caza; sino con todo recogimiento y gravedad y como la tierra o la anchura del distrito juzgare ser necesarios más, y conviene a varones apostólicos que van a evangelizar gente recién diere licencia para ello. Y así mismo no tendrán perros de caza ni convertida a nuestra fe. irán cazando cuando vayan a visitar de un pueblo a otro, sino con la gravedad y peso que requiere el oficio de padres espirituales que van a ejercitar.** Lib III tit II, De los deberes propios de los curas de los indios § 9 (BL, MM267, 47v) Otrosí, mandamos que todos los clérigos tengan en todos los Para que puedan con más facilidad y prontitud acudir al remedio pueblos de indios donde residen de ordinario los aposentos y de las necesidades de sus feligreses y ellos puedan mejor hallar a morada junto a las iglesias, porque estén más a la mano para las su pastor, para lo que se les ofreciere tengan su habitación y necesidades que se pueden ofrecer del bautismo y los demás morada junto a las iglesias. Pero si estuvieren incorporados los sacramentos; y en los aposentos que están incorporados con las aposentos de su habitación con la iglesia, no permitirán que haya iglesias no tengan servicio de mujeres en ellos por la indecencia del en ellos servicio de mujeres porque se guarde la honestidad y lugar, sino que estén apartados de otra casa, y no confiesen a decencia que a la iglesia se debe. Y por la misma causa no oirán nadie en los tales aposentos, ni anden por las casas de indios si confesiones ni examinarán matrimonios en sus casas sino en las no fuere con gran necesidad y acompañados de personas iglesias o partidos de ellas, so pena de seis pesos para el honestas y abonadas, y el que en esto excediere sea castigado por denunciador y gastos de justicia por cada vez y cuando fueren a nuestros visitadores. las casas de los indios o algún negocio tocante a su oficio procurarán ir acompañados con persona tal que cese toda sospecha.*** Lib I, tit V, § 1 (BL, MM267, 13r) Así mismo estatuimos y mandamos que ningún clérigo pida a los Por tanto, este Santo Concilio manda que ningún clérigo haga indios alguna cosa por la administración de los santos sacramentos; ni pacto ni contrato convención o extorsión alguna, por sí ni por haga ofrecer por fuerza ni con otra cautela directe ni indirecte a los tercera persona, directe ni indirecte, para que le den alguna cosa de indios, ni hacer obsequias ni decir misas por sus difuntos, más de valor temporal por razón de la administración de los sacramentos y los lo que ellos por su voluntad libremente quisieren ofrecer, dar y que lo contrario hicieren de más de las penas establecidas en hacer, y el clérigo que lo contrario hiciere sea castigado con todo derecho contra los simoniacos sean penados por la primera vez rigor de derecho. en cincuenta pesos.****

7 Hemos puesto en cursivas algunas palabras clave para mostrar mejor los paralelismos entre las leyes. También hemos corregido ligeramente la ortografía para hacer más fácil la lectura.

61 Lib III, tit II, De los deberes propios de los curas de los indios § 5 (BL, MM267, 47r) Y por quitar toda pesadumbre y vejación a los indios y procurar No acogerán en sus casas hombres vagabundos, jugadores o de que los sacerdotes den buen ejemplo y se aparten de toda mala fama porque suelen ser muy perniciosos entre los indios y conversación que les puede dañar en la fama y la vida, ordenamos escandalizarlos, so pena que serán castigados hasta privación de y mandamos que ningún clérigo que reside entre los indios, acoja oficio; pero por esto no se prohíbe usar de hospitalidad con los en sus casa a españoles y hombres vagabundos, especialmente que van da paso y no hacen daño a los indios.***** jugadores, porque no coman a costa de los indios ni les causen otras vejaciones y malos ejemplos que de los tales suelen recibir, y los que en el recibimiento y acogimiento de los tales fueren hallados en culpa notable sean castigados al arbitrio del juez, o visitador, y sean expelidos del pueblo y privados del cargo que tenían; pero por esto no es nuestra intención impedir la hospitalidad y acogimiento caritativo a los que van de paso como sea sin perjuicio notable de los naturales.

* Nota al pie 8 ** Nota al pie 9 *** Nota al pie 10 **** Nota al pie 11 ***** Nota al pie 12

Si bien no comentaremos el contenido en particular de estas normas, es posible observar cómo el texto por constitución del concilio primero de México es mucho mayor que el del concilio tercero, pero en cierto modo esto se compensa con el número de disposiciones, teniendo el concilio tercero de México un número seis veces mayor de normas que el primero. Por tanto, en principio, ambos concilios abarcan prácticamente la misma legislación, diferenciándose, eso sí, en el modo de presentarla: el primero lo hace en 93 constituciones, en tanto que el tercero lo expone en 565 decretos distribuidos en cinco libros. Esta característica de la excesiva longitud de muchas disposiciones del concilio primero de México resulta a veces engorrosa a la hora de localizar una norma determinada. En cambio, los decretos del tercero resultan más ordenados por su sistematización y el desglose en unidades legislativas más sencillas y concretas, que facilitan su consulta. En los siguientes dos apartados analizaremos el reflejo de las constituciones del concilio primero de México en el aparato crítico de los decretos mexicanos.

Constituciones del concilio primero de México que cita el aparato crítico del concilio tercero

Si el objetivo de los redactores fue adaptar la legislación existente a las disposiciones de Trento, no debe extrañarnos la abundancia de referencias a los concilios mexicanos, sobre todo al primero, pues eran las normas fundamentales con las que se regía la Iglesia novohispana. El número de referencias a los concilios mexicanos que hemos localizado en el aparato crítico de los decretos del concilio tercero de México es nada menos que de 144, de las cuales, 133 corresponden al concilio primero de México y 11 al segundo (1565).

8 El texto de concilio tercero de México se ciñe en gran medida al texto del primer párrafo de la constitución 59 de concilio mexicano de 1555, sobre todo por cuanto se refiere a la dispositio de esta ley. 9 La parte dispositiva de este decreto se ciñe casi literalmente a su equivalente en la constitución del concilio primero de México (1555); sin embargo, este último no muestra la parte expositiva por estar ya desarrollada en el párrafo anterior. 10 En esta norma, el concilio III de México reproduce casi al pie de la letra la disposición del concilio mexicano de 1555, añadiendo tan sólo algunos detalles en la parte penal de la norma. 11 Este decreto del concilio tercero de México no cita como fuente la constitución 59 de concilio primero de México (1555). Sin embargo, nos ha parecido interesante incluirlo en la tabla para mostrar como, aun existiendo un fuerte paralelismo, el concilio tercero de México pudo inspirarse en esta constitución del primero (1555), pero después prefirió no hacer referencia en el aparato crítico por diversos motivos. 12 Obsérvese el gran parecido que existe en la arenga de ambos concilios en la que se insta a los clérigos a que no acogan en sus casas a los vagos para (concilio primero de México [1555]) dice: “quitar toda pesadumbre y vejación a los indios” y el concilio tercero de México: “suelen ser muy perniciosos entre los indios”; el concilio primero de México (1555) dice: “causen otras vejaciones y malos ejemplos que de los tales suelen recibir”, en el concilio tercero de México: “y escandalizarlos”. De todos modos, se aprecia cómo el primero (1555) es más concreto y específico en la exposición de los motivos, mientras el tercero es más general y sintético. En cambio, en la parte dispositiva, es al revés, mientras el concilio primero se limita a hacer una simple prohibición sin enunciar ninguna pena, el concilio tercero es más explícito en este punto.

62 Centrándonos en el concilio primero, hay que advertir que no todas las constituciones de éste son mencionadas. De las 93 constituciones que forman las normas del primero, sólo 78, es decir, 84 por ciento, aparecen citadas en el aparato crítico del tercero. En total son 133 las veces que se mencionan a pie de página las constituciones del concilio primero. Si tenemos en cuenta que estas disposiciones de 1555 forman un cuerpo de 93 constituciones, salta a la vista como primera conclusión, que el concilio tercero repite muchas de las normas del primero. En efecto, 22 citas se duplican, siete aparecen tres veces repetidas, tres figuran reiteradas cuatro veces, y dos se mencionan hasta cinco y seis veces. Esta reiteración de una misma norma es debida a que el texto de las constituciones del primer concilio es de mayor longitud que el de las de los decretos del tercero. Como ya dijimos en el apartado anterior, las disposiciones del concilio primero concentran mucho contenido legislativo en pocos cánones mientras que las del concilio tercero prefieren desglosarlo en varias disposiciones.

Constituciones del concilio primero de México sin mencionar en el aparato crítico del concilio tercero de México

De las 93 constituciones del concilio primero de México, los decretos del tercero de México dejan sin citar únicamente 15 constituciones, es decir, 16% de las constituciones del primero de México no es mencionado en el aparato crítico. Al examinar los esquemas de elaboración de los decretos hemos podido comprobar cómo el redactor, a partir de una minuciosa revisión a las sinodales del concilio primero de México, selecciona de sus constituciones las que deben renovarse y las que deben quitarse. Puede suceder a veces que, aun habiendo señalado que se renovara una constitución del concilio primero, después esto no se refleje en el aparato crítico del concilio tercero. Veamos el ejemplo de la cuarta constitución del concilio primero, en el que el redactor del tercer mexicano manifiesta en los esquemas de elaboración de los decretos que “este capítulo 4º ha de entrar también por §. del capítulo 1º y en él se ha de decretar que se use del catecismo ordenado por este santo concilio cuanto a la doctrina de los niños, y explicación de ella para los adultos, así indios como españoles y negros, y que no se use de otros catecismos, y pena a los ministros a arbitrio de los ordinarios”.13 Las normas de ambos concilios son las que presentamos en el siguiente cuadro.

13 Bancroft Library, MM268, 363v ManCarr 1, p. 711.

63 Conc III Mex, lib. I, tit.1: De Conc I Mex 1555, const. Conc III Mex, lib. I, tit.1: De Doctrina Conc III Lima 1582/83, Doctrina Christiana rudibus 4: Que se hagan doctrinas Christiana rudibus tradenda, § 1 (Serna, act 2, c 3 (Lisi 124) tradenda, § 1 ( ASV, 55, Conc a los indios fol 3r) Mex 1585, fol 9r)

Evítese toda variedad que Ut Indorum populi adhuc Et quia magnopere convenit Quia vero maxime oportet, ut sacra puede traer confusión en rudes in religione unitas, et conformitas Doctrina in omnibus sibi cohaerens, la doctrina y Christiana salutari fidei doctrinae ordinavit, et ad unam etiam praescriptam formam enseñamiento de los doctrina commodius approbavit quendam tradatur Cathechismus, quo eorum, indios; y porque hasta aquí imbuantur ac tutius atque cathechismum universalem pro quae quisque scire debet, brevis, ac ha habido diversidad en el eandem ubique unius toto isto Archiepiscopatu, ac facilis summa continetur, ab eadem modo de enseñar y en las doctrinae formam Provincia, ubi continetur Synodo probatus, ordineque doctrinas y cartillas por inveniant, placuit vestigiis summa illorum, quae dispositus est, ad totius Mexicanae donde los indios han sido generalis Tridentini Christiani scire tenentur una Provinciae usum. Ideoque statuit, ac y son enseñados; por concilii insitendo, cum explicatione eorumdem praecipit haec Synodus, ut ende, Sancto approbante proprium catechismum [...] Et ut omnes participent Cathechismum praedictum secum Concilio, ordenamos y huic universae provinciae eandem doctrinam iniungitur, habeant illi, quibus docendi mandamos, que se edere... praelatis ut cum omni brevitate Christianae Doctrinae summam in ordenen dos doctrinas, la Mandat episcopis dent operam ut transferatur in Ecclesiis, Scholis, ac puerorum una breve y sin glosa que omnibus ut in sua quisque illis linguis Indiorum, quas Collegiis cura iniuncta est, eoque […] contenga las cosas arriba dioecesi quam primum quilibet in sua dioecesi viderit Episcopi etiam admonentur, ut quam en la primera constitución curent catechismum esse magis communes [...] primum Cathechismum hunc in eam señaladas,* y la otra con eundem per idoneos et Indorum Linguam transferri faciant, declaración del Pater pios interpretes in Conc III Mex, lib I, tit 1: De quam singuli in suis Dioecesibus noster, y se traduzcan en reliquas linguas suae Praedicatione Verbi Dei, §.5 usitatiorem noverint. muchas lenguas, y se dioeceseos verti. (ASV, 55, Conc Mex 1585, fol impriman… y los 8r) Catechis. Pii. V ; Ex Conc. Trid. Sess. intérpretes religiosos y Conc Tolet 1565, act 3, c Abstineant a praedictione 24. c.7. de Reform. et Sess.25. in clérigos deben instruir y 3 (Tejada 245) curiositatum, et subtilitatum, fine,et Tolet. ubi supr. act. 3. cap. 5. et doctrinar los indios en las Todos los párrocos y difficilium quaestionum Limense Concil. 3. act. 2. c. 3. et act. cosas más necesarias a su cuantos se ocupan en excedentium capacitatem 4. c. 17. Conc. Remens. c. 15. et salvación, y dejar los predicar la palabra de Dios auditorii, et tractent de Limense 3. act. 2. c. 6. misterios y cosas árduas y enseñar a la plebe oneribus, ad quae quilibet de nuestra santa fe, que cristiana, se abstendrán tenetur secundum suum Conc III Mex, lib I, tit 1: De ellos no podrán entender totalmente de cuestiones statum illos exortando ad Praedicatione Verbi Dei, §.5 ni alcanzar, ni de ello difíciles y escabrosas, y de adimplementum earumdem, et (Serna, fol 2v) tienen necesidad por disentir puntos que sean de proponendo eisdem media ad Difficilibus, et inanibus quaestionibus ahora. pura ostentación, id convenientia. Non tractent prorsus abstineant, ne se ipsos acomodándose a la de controversiis, aut ostentare magis, quam Christum capacidad de los oyentes y difficultatibus contra fidem, praedicare videantur, sed ad ea, quae a su edificación, nec referant opiniones pro cuiusque gradu, qualitate, esponiéndoles el haereticorum quantumnis ad conditioneve magis expediunt, Evangelio en illas confuntandas propter auditores exhortentur, eosque interpretación fácil, y en la damnum, quod ex hoc sequi facilioribus, et convenientioribus admitida por el poterit in vulgus. mediis ad haec consequenda consentimiento común de studiosissime instituant. los santos PP. y de varones ortodoxos. Conc. Toletan. 1566. acti 3. c.3.

Nota al pie 14

En ambas disposiciones mexicanas podemos apreciar una equivalencia de contenidos: por una parte, se establece un catecismo único para la instrucción religiosa, mandando que se traduzca en la lengua de los naturales con licencia del obispo; por otra parte, exhorta a los predicadores a acomodarse a la capacidad de los oyentes. Como puede apreciarse, a pesar de la clara vinculación con las constituciones del concilio primero de México, en el aparato crítico de la edición de 1622 se remite al concilio tercero de Lima 1583 y al concilio toledano de 1566.

14 La constitución 1, a la que hace referencia, explica el contenido que deben tener estas doctrinas: “los mandamientos, los sacramentos de la Iglesia, y en los diez mandamientos de nuestra ley cristiana, los siete pecados mortales, obras de misericordia, las virtudes teologales y cardinales y los dones del Espíritu Santo, y todo lo sobredicho enséñese en latín y en romance, y a los indios en su lengua”; del mismo modo manda el concilio tercero de México en el lib I, tit I De la doctrina cristiana que se ha de enseñar a los rudos, § 2, hacer un catecismo breve con el mismo contenido que indica el concilio primero de México (1555).

64 De esto se puede concluir que la constitución 4 del concilio primero de México estuvo en la base de la composición de estos dos decretos del concilio tercero de México, como bien indican los esquemas de redacción.15 Al mismo tiempo, quedan fuera de toda duda los retoques y añadiduras que nuestro concilio incluyó inspirándose en otras fuentes, en concreto en el concilio de Lima de 1582-1583 y en el de Toledo de 1565. Se puede decir que el redactor, en esta norma, partió de las constituciones mexicanas de 1555 y, a continuación, se ajustaron al texto de las disposiciones de Lima y Toledo en la elaboración definitiva del decreto mexicano. Respecto al aparato de fuentes de los decretos conciliares, no hay que olvidar que los editores de los decretos mexicanos no buscaban hacer una citación exacta de todas las fuentes que influyeron en cada norma del concilio. En este sentido, basta recordar que estas citas de fuentes tenían una función más de respaldo que de indicación de la paternidad del texto. Por tanto, no debe extrañarnos que en muchas ocasiones los redactores no citen la obra que reproducen, como sucede tantas veces respecto al concilio primero de México. La omisión de las constituciones de este concilio ha podido estar motivada por dos razones: la primera, porque ya existían unas normas más completas que tratan sobre el tema en cuestión, que se marca en los esquemas de redacción con frases del estilo de: “En lugar de este capítulo 11. mutatis mutandis se manda poner lo que manda el concilio de Granada...”;16 la segunda, porque, a pesar de haber una clara dependencia, al editor de los decretos no le interesó o no vio conveniente citar el concilio primero de México en el aparato de fuentes de los decretos.

CONCLUSIONES DEL ANÁLISIS DE LAS LEGISLACIONES DE AMBOS CONCILIOS

Las pruebas del empleo directo de las constituciones del concilio primero de México y los análisis de textos que hemos realizado nos han dado algunas pistas sobre el grado de influencia sobre el tercer mexicano. Esta dependencia respecto a las sinodales de 1555 la encontramos principalmente en los prolegómenos de la elaboración para dejar paso, a continuación, a otras legislaciones. Por tanto, matizaríamos la relevancia del primer concilio mexicano diciendo que los decretos del tercer concilio de México dependen del primer concilio provincial en la primera fase de elaboración, pero después, en las segunda, tercera y cuarta fases, se consideran a otras legislaciones americanas e hispanas. En lo que sigue expondremos algunas conclusiones. Las constituciones del concilio primero de México comprenden 93 unidades legislativas. De éstas, 78 aparecen mencionadas de forma explícita en el aparato crítico del concilio tercero, es decir, 84 por ciento. Tan sólo 15 constituciones quedan sin citar expresamente en los decretos de México, lo que representa 16 por ciento. Una primera conclusión que extraemos de este cotejo de legislaciones es que las constituciones del concilio primero de México están citadas en su mayoría en el aparato de fuentes de nuestro concilio, y además, en ocasiones reproducen literalmente muchas expresiones suyas. Por otra parte, aunque algunas constituciones no aparezcan citadas a pie de página, la mayoría de éstas puede considerarse como fuentes implícitas. En el anexo I puede verse cómo casi todas las normas del primer concilio mexicano tienen su correspondiente decreto en el concilio tercero, incluso muchas de aquellas que no son citadas en el aparato crítico. En segundo lugar, hay, en efecto, diferencias importantes y significativas entre los textos del concilio primero y el concilio tercero. La reproducción no es siempre literal, pues se aprecian supresiones relevantes, como con voluntad de apartarse del original. Sin embargo, se puede afirmar que las incorporaciones tomadas del concilio primero de México representan la base de los decretos de don Pedro Moya. Como consecuencia, encontramos que el tercer concilio mexicano hace una reestructuración de las constituciones del concilio primero, distribuyendo sus constituciones a lo largo de cinco libros. Por lo general, y salvando las diferencias, el concilio tercero de México viene a ser, en el contenido de los decretos, otro

15 Vid. Bancroft Library, MM268, 363v. ManCarr 1, p. 711. 16 Bancroft Library, MM268, 365r. ManCarr 1, p. 715.

65 concilio primero de México pero reordenado y distribuido de distinta forma. O dicho de otra manera, el tercer concilio sigue la línea tradicional legislativa del primero. En tercer lugar, constatamos que cuando los padres conciliares se reunieron en asamblea el año 1585, no existían cuestiones que antes no fuesen objeto de discusión en el concilio de 1555, con lo que el concilio tercero de México subsanó las deficiencias de la primera ordenación y dio una solución a las dificultades que entorpecieron la aplicación del concilio segundo mexicano (1565). Por consiguiente, este hecho coincide con que apenas existe tema tratado por el concilio de 1585 que no esté reflejado en las constituciones del concilio de 1555.17 Lógicamente, a treinta años de la clausura del concilio primero de México y después de veinte años de aplicación del tridentino en Europa y América, el concilio tercero de México se benefició de la nueva legislación producida hasta entonces. Al mismo tiempo, no resta que el primero de México marcara una fuerte impronta en los decretos del tercero. Por ello, somos de la opinión de que, a causa del carácter abarcante de las constituciones del concilio primero, constituye éste el telón de fondo de los decretos del tercero mexicano. Estos decretos son un vivo ejemplo del continuo esfuerzo de la Iglesia mexicana por organizar conforme a las ideas tridentinas un mundo inmenso, heterogéneo y muy distinto al europeo. En los esquemas de redacción de los decretos de 1585 que se encuentran en la Bancroft Library of Berkeley en el volumen 268, desde el fol 363r al 386r se puede apreciar cómo el redactor partió de las disposiciones del concilio primero de México, utilizándolas a modo de falsilla para confeccionar unas normas nuevas. Digamos que la revisión a la que sometieron a las constituciones del primer mexicano tuvo una función principalmente orientativa. En este sentido, la cuarta conclusión que sacamos es que, si bien es cierto que las disposiciones del concilio primero de México desempeñaron un papel capital en la elaboración de los decretos del concilio tercero, no podemos olvidar que buena parte de su contenido se separa de su texto, dando paso a otras legislaciones que estaban más acordes con Trento. En resumen: A pesar del gran respeto por los textos del primero de México, estas normas no lo reproducen total y literalmente, ni siquiera en su parte dispositiva. Luego se hizo una labor de resumir, extractar, corregir, quitar o añadir cosas de otras legislaciones, muy explicable con el afán de ofrecer una obra útil para todos y, además, que gozara de aplicación general en todos los territorios de la provincia, desde México hasta Filipinas. El siguiente paso en el proceso de elaboración, y sobre la base de las 93 constituciones del concilio primero de México, consistió en la selección de otras legislaciones para completar y terminar de componer el contenido de los decretos del concilio tercero. En esta fase de la composición de los decretos de 1585 ocupan un papel singular las sinodales de Granada de 1572, del que heredó no sólo el contenido de muchas de sus normas sino también el esquema de presentación de éstas.

17 Vid. Anexo I.

66 V. LAS FUENTES GRANADINAS Y LA ESTRUCTURA DE LOS DECRETOS MEXICANOS

El concilio tercero de México hay que verlo siempre sin perder de vista su fin de aplicar definitivamente en la provincia mexicana las disposiciones de Trento. Por ello, y conforme vayamos avanzado en el estudio de los decretos mexicanos, se verá más claramente la firme determinación de los padres conciliares de renovar la legislación de la Iglesia de México y adaptarla a las nuevas disposiciones tridentinas. Esta tarea fue al mismo tiempo ardua y asequible. Ardua porque, el vasto plan reformador que propuso el concilio de Trento chocaba, en no pocos casos, con los intereses de algunos sectores de la sociedad del México colonial; y asequible porque grandes concilios provinciales le precedieron, ofreciéndole, al alcance de la mano, un modelo, cercano y actual, de la correcta aplicación de la reforma tridentina. A lo largo del proceso de adaptación de las normas mexicanas al plan de reforma tridentino, el redactor de los decretos del concilio tercero de México se inspiró en las normas jurídicas de otros concilios anteriores en su aplicación, los cuales fueron escogidos cuidadosamente por su prestigio y autoridad. De entre todos éstos, habría que destacar tres: el concilio de Granada (1565) de don Pedro Guerrero, el tercero de Lima (1582/83) de Santo Toribio de Mogrovejo y el de Toledo (1583) de don Gaspar de Quiroga. En este capítulo estudiaremos el primero de estos tres. Antes de pasar a la exposición de la herencia de los decretos de don Pedro Guerrero, dedicaremos el siguiente apartado a relatar los hitos históricos más notables relacionados con el concilio de Granada.

EL CONCILIO DE GRANADA (1565). ANTECEDENTES, HISTORIA E INFLUENCIA

En la empresa de la toma de Granada, último bastión musulmán de la Península, la restauración de la provincia eclesiástica de Granada jugaba un papel importante, pues estuvo acompañada por el deseo de los reyes católicos de elevar la ciudad al rango de sede arzobispal. Muy pronto, el papa Alejandro VI accedió a los deseos de los reyes católicos, creando en diciembre de 1492 la archidiócesis de Granada, y concediendo a Granada la dignidad de iglesia metropolitana de la nueva provincia eclesiástica. Además, dos diócesis sufragáneas unidas a la metrópoli iban a formar la nueva provincia: Almería y Guadix.1 La experiencia sinodal de la nueva provincia antes del concilio de Trento es nula. La pionera en esta actividad sinodal partió de la diócesis de Guadix y su protagonista fue su célebre obispo, don Martín de Ayala. Suspendida la segunda etapa del concilio de Trento, el obispo de Guadix se apresuró a celebrar un sínodo en su diócesis, en 1554, que se publicó dos años después.2 El obispo de Guadix, desde 1548 conocía la situación de los moriscos en la provincia eclesiástica de Granada, tras largos años de sufragáneo de la metropoli de arzobispo Guerrero, con el que compartió seguramente las mismas preocupaciones. Con él estuvo en la segunda y en la tercera etapas del concilio de Trento. De ahí que, dada la comunicación entre los obispos, especialmente tratándose de textos sinodales, es fácil que don Pedro Guerrero conociera los papeles de Ayala. Por tanto, el sínodo de Guadix puede considerarse como un punto de partida no sólo de la actividad sinodal granadina, sino también de primer concilio provincial de Granada.

1 Cf. I. Pérez de Heredia y Valle, El Concilio Provincial de Granada en 1565, edición crítica del malogrado Concilio del Arzobispo Guerrero, Roma, Instituto Español de Historia Eclesiástica, 1990, p. 14. 2 Se publicó en Alcalá de Henares en el año 1556. Recientemente ha sido reeditado por Asenjo Sedano.

67 Además, con respecto al concilio tercero de México, hay que destacar las abundantes referencias directas que aparecen en los decretos de las disposiciones del sínodo de Guadix.3 Por todo esto, es lógico que empecemos hablando del sínodo de Guadix, no sólo por su influencia por medio del concilio de Granada, sino también por ser una fuente directa del concilio tercero de México. El sínodo de Guadix, por su influjo en el concilio de Granada, puede considerarse como una de la fuentes principales del concilio tercero que se manifiesta en sus decretos tanto directamente como vía el de Granada.

El sínodo de Guadix (1554)

Después de diez años de guerra (1482-1492), el 2 de enero de 1492 fue reconquistado total y definitivamente el reino nazarí de Granada, último bastión musulmán en España. Poco después, el cardenal Cisneros procedió a restaurar las diócesis de Granada, Guadix y Almería. Parte de los territorios de ambas diócesis sufragáneas habían sido conquistados ya muchos años antes y pertenecían éstos en parte a Sevilla y en parte a Toledo. Así pues, no quedaba claro a qué jurisdicción le correspondía la vieja diócesis de Baza, a Toledo o a Guadix; esto lo debería determinar un juez competente, si bien ello no fue nada fácil. Durante medio siglo, Toledo y Guadix se disputaron la jurisdicción de Baza, hasta la firma definitiva de un acuerdo con fecha 15 de marzo de 1544, suscrita por los respectivos obispos y confirmada por el papa Pablo III. Tal concordia fue ratificada de nuevo por Pablo III y por don Martín Pérez de Ayala, el nuevo obispo de Guadix.4 El recién nombrado obispo de Guadix tuvo que enfrentarse, principalmente, a dos problemas: a la definitiva solución de la jurisdicción de Baza, lo cual vino a favorecer cierta anarquía entre el clero; y, en segundo lugar, el problema morisco: su población, mayoritaria en el territorio, había abrazado el cristianismo de forma aparentemente muy superficial, manteniendo sus ritos y tradiciones musulmanas.5 A poco de llegar a su sede recibió una orden del emperador para acudir a Trento y asistir allí a la segunda etapa del concilio. A su vuelta puso todo su afán en la rehabilitación espiritual de su diócesis, muy descuidada en los dos años y medio largos en que había estado vacante. Así es como el obispo accitano, después de visitar de nuevo la diócesis y de ver la urgencia de poner remedio a los graves problemas que padecía, a principio del 1554 celebró un sínodo diocesano. La finalidad de esta reunión fue aplicar la normativa de Trento de la que él era en parte autor, así como establecer una normativa adecuada para los nuevos conversos y los viejos cristianos, así como una regulación disciplinar para sanear la vida de los clérigos. Es precisamente en la normativa sobre los moriscos donde el sínodo Guadix es más influyente en el concilio tercero de México con respecto a los indios.

3 En 86 ocasiones aparece el sínodo de Guadix en el aparato de fuentes de los decretos del concilio tercero de México, siendo de todas las fuentes citadas la sexta en número de referencias. En nuestro trabajo hemos seguido la edición facsimil de Asenjo Sedano, que resulta ser la misma edición que tuvieron en sus manos los redactores del concilio III de México. 4 Don Martín Pérez de Ayala nació el 11 de noviembre, en Segura de la Sierra, el año 1503 o 1504. Con 15 años, decidió irse a Alcalá a realizar los estudios eclesiásticos. En 1525 hizo el bachillerato en artes. Dos años más tarde ingresaba en la orden de Santiago y al año siguiente recibió el subdiaconado. Por noviembre de 1528 lo enviaron los superiores al colegio de Salamanca de la orden. Asistió allí a las clases de Vitoria pero volvería a Alcalá en 1529. Allí escuchó las lecciones magistrales del doctor Juan de Medina. El 16 de octubre de 1529 se graduaba como licenciado y tres años más tarde sería rector de su colegio, pero ese mismo año le ofrecieron una cátedra en artes en la universidad de Granada, que aceptó de buena gana. Tres cursos le duró esta ocupación hasta que a principios de 1540 se trasladó a Jaén con el cargo de confesor y lector del obispo don Francisco de Mendoza, quien lo nombró después visitador de su obispado. Hacia la mitad de mayo de 1543, Ayala se embarcó con ese obispo siguiendo al emperador para Alemania. Pasó por Trento, y, despidiéndose de su protector, se encaminó a Lovaina. Allí estudió griego y leyó todos los libros de herejes que tenían algún nombre. Hallábase ocupado en estas cosas cuando le ordenó el emperador que asistiese como teólogo a la dieta de Worms de 1545. Terminada aquella dieta pasó a Flandes, donde viviría en gran pobreza. Participó activamente en los tres periodos del concilio. Como obispo de Guadix celebró un sínodo en 1554. Más tarde vemos a nuestro Ayala en la sede de Segovia, donde desarrolló menos labor por la oposición de los capitulares. Durante los dos últimos años de su vida ocupó la sede de Valencia, visitó la diócesis, reunió concilio provincial (octubre de 1565-febrero 1566) y, acto seguido, dio comienzo en la catedral a un sínodo diocesano. Murió el 5 de agosto de 1566 en Valencia. Fue, por tanto, uno de los grandes obispos españoles de la época del concilio de Trento [C. Asenjo Sedano, Sínodo de la Diócesis de Guadix y de Baza (1554), cit., estudio preliminar; DHEE, vol. III, pp. 1963-1965; A. Miralles, El concepto de Tradición en Martín Pérez de Ayala, Pamplona, EUNSA, 1980, pp. 19-34; C. Olmos y Canalda, Los Prelados Valentinos, Madrid, CSIC, 1959, pp. 173-178.] 5 A. Gallego y Burín, A. Gámir Sandoval, Los Moriscos del Reino de Granada según el Sínodo de Guadix de 1554, Granada, Universidad de Granada, 1968.

68 El concilio de Granada de 1565

La Iglesia peninsular cumplió de forma puntual con el precepto de celebrar concilios provinciales para recibir los cánones del concilio de Trento: Toledo, Santiago, Tarragona, Valencia y Zaragoza, convocaron sus concilios respectivos.6 También Granada hizo lo propio con el concilio de Granada de 1565, que se convertiría en el primero provincial de su historia. El concilio de Granada fue convocado por el arzobispo don Pedro Guerrero,7 el 12 de agosto de 1565. El fin de la convocación del concilio de Granada, como todos los de aquella época, fue para, en palabras del propio arzobispo, “en él tratar de la ejecución de lo sanctamente provedido y mandado en el concilio de Trento, de la reformación de costumbres de todos nuestros súbditos”.8 Una vez discutidas y aprobadas las constituciones granadinas fueron enviadas al rey, que, como patrono de Granada, debía aprobarlas. Una serie de recursos por parte del cabildo obstaculizó en un primer momento su aprobación. Pero la causa final de su no aprobación definitiva no fueron disenciones internas sino fundamentalmente dilaciones y entorpecimientos debidos a la intervención del rey y a las rémoras de la curia real.9 Todos estos esfuerzos del arzobispo Guerrero habrían resultado inútiles si hubiera tenido que esperar la aprobación regia. Para evitar un fracaso total convocó a un sínodo diocesano en su ciudad para dotar a su iglesia de constituciones modernas, vertiendo lo que restó posible de acomodar del concilio provincial de 1565.

El sínodo de don Pedro Guerrero de 1572

Habían pasado siete años del concilio provincial de 1565. Para entonces, había sucedido la rebelión de las Alpujarras el 24 de diciembre de 1568; se incendiaron iglesias, se destruyeron imágenes, se saquearon sacristías... La reacción de la corona no se hizo esperar, y al poco tiempo, don Juan de Austria y sus tropas sofocaban la revuelta de las Alpujarras. En este ambiente de rebelión morisca, don Pedro Guerrero celebró su sínodo diocesano el 14 de octubre de 1572 con el objetivo de reconstruir la diócesis. En este sínodo se incorporaría gran parte de los decretos preparados en el concilio provincial de 1565 con una distribución nueva dividida en cinco libros heredada de las decretales de Gregorio IX. En gran parte, gracias a este sínodo se pudo evitar que el concilio provincial de 1565 cayera en el olvido y perdiera todo interés con el paso del tiempo. Es más, en la reciente edición de Pérez de Heredia del hasta entonces inédito concilio granadino, el sínodo de Granada fue un medio excelente de ayuda para reconstruir el malogrado concilio tal y como hubiera sido publicado en caso de haber sido aprobado. Al año siguiente de la finalización del sínodo vieron la luz las sinodales granadinas de 1572 que, según el parecer de don Pedro Guerrero, venían a dotar a la metropolitana de unas normas según el espíritu tridentino y en un momento de extrema necesidad de una legislación particular.

Las fuentes granadinas en México

Que las constituciones granadinas influyeron en Nueva España, como más tarde veremos, está fuera de toda duda. Ahora bien, ¿cómo llegaron éstas a México?, ¿por qué los sínodos de Granada y de Guadix?, ¿quiénes introdujeron las disposiciones granadinas en México?

6 Cf. P. Tineo, “La recepción de Trento en España (1565). Disposiciones sobre la actividad episcopal” en AHIg 5 (1995), pp. 241-296; P. Tineo, “450 aniversario del Concilio de Trento. Su recepción en España” en AHIg 6 (1997), pp. 400-404. 7 Nació en Leza (Logroño) en 1501. Estudió en el colegio seminario de Sigüenza, y luego, en 1529, entró en el mayor de San Bartolomé de Salamanca, donde ganó la cátedra de filosofía. En 1546, Carlos V lo presentó para arzobispo de Granada, donde desarrolló una gran labor pastoral. Restauró el colegio de San Cecilio, verdadero seminario para sacerdotes; se preocupó mucho de la verdadera conversión de los moriscos y presenció la rebelión de las Alpujarras (1568-71). Participó en la segunda y la tercera etapas del concilio de Trento y son famosos sus memoriales sobre la penitencia, la residencia de los obispos, el sacramento de la eucaristía, etc. Promotor de un gran concilio provincial metropolitano en 1573. Cf. J. López Martín, “D. Pedro Guerrero como obispo del tiempo de la contrarreforma” en Archivo Teológico Granadino, 31 (1968), pp. 193-231; DHEE, vol. II, pp. 1065-1066. 8 Cf. J. Tejada y Ramiro, Colección de Cánones, cit., p. 365. 9 Cf. I. Pérez de Heredia y Valle, El Concilio Provincial de Granada en 1565, cit., p. 17.

69 En primer lugar, habría que señalar que, con anterioridad a nuestro concilio, existió un personaje de gran importancia para la Iglesia mexicana que seguramente influyó, aunque ya de un modo indirecto, en la recepción de las fuentes granadinas: don Alonso de Montúfar. Éste nació en Loja (Granada) y había sido evangelizador de la población morisca de Granada antes de viajar a México donde, siendo arzobispo, convocó a los dos primeros concilios provinciales mexicanos. Además, todo parece indicar que tuvieron que existir algunas personas relacionadas con el reino de Granada y que conocían los planes pastorales en la provincia granadina. Y así fue: buen número de participantes en el concilio tercero de México tuvo una relación muy estrecha con la Iglesia granadina. Bartolomé de Ledesma (1525-1604), había sido provisor del arzobispo granadino Pedro Guerrero, y más adelante, como obispo de Oaxaca, asistiría al concilio de México de 1585; Juan de la Plaza asistió como consultor del concilio de Granada como más tarde lo sería del tercero de México; Pedro Morales, doctor en ambos derechos por Salamanca, entró en la compañía en 1570 siendo abogado en Granada. Fue consultor del concilio y asistió como teólogo al obispo de Tlaxcala, don Diego Romano, al que seguramente conoció en Granada. Además de estos personajes, Bartolomé de Ledesma, Juan de la Plaza y Pedro Morales, pensamos que fue otro el hombre clave de la unión entre el reino de Granada y México, y de la introducción de las constituciones granadinas en los decretos del concilio tercero de México: don Diego Romano, obispo de Tlaxcala (Puebla). A este personaje puede considerársele como uno de los participantes más activos al concilio tercero de México, como testimonian sus múltiples sugerencias que fueron recogidas en los esquemas de redacción de los decretos de nuestro concilio.10 Fue don Diego, antes de ser nombrado obispo de Tlaxcala, inquisidor de Granada, lo cual hace pensar que, habiendo tenido semejante posición eclesiástica en Granada, dominara a la perfección sus normas. Esto explica que fuese precisamente él quien sugiriera al concilio el estudio de una serie de disposiciones eclesiásticas del antiguo reino nazarí y que aparecen en los manuscritos de la Bancroft Library encabezados por la siguiente anotación del secretario Salcedo: “1585 años. Algunos advertimientos que de algunos concilios provinciales y diocesanos fueron a la sala conciliar anotados del reverendisimo señor obispo de Tlaxcala. Viéronse en 30 de marzo del dicho año”.11 A continuación, a lo largo de cuatro folios, con recto y reverso, el antiguo inquisidor de Granada, hace un elenco de cánones de diversos concilios y sínodos de España, pero con especial extensión de los granadinos. Por estas anotaciones y por otras muchas que aparecen en los esquemas de redacción de los decretos mexicanos, nos inclinamos a pensar que don Diego Romano fue el principal enlace con las disposiciones de Granada y de Guadix. Por último, tan sólo decir que incluimos dentro de la fuentes granadinas, el sínodo de Guadix (1554), el concilio de Granada (1565) y el sínodo de Granada (1572) por estar íntimamente relacionados entre sí y por presentar temas muy comunes en el concilio tercero de México, de modo especial, en asuntos relacionados con los indios y el modo de hacer la evangelización.

ESTRUCTURA DE LOS DECRETOS DEL CONCILIO TERCERO DE MÉXICO

Hemos explicado en el capítulo anterior cómo la revisión de las constituciones del concilio primero de México fue pieza clave en el proceso de elaboración de los decretos del concilio tercero de México, viniendo a ser el punto de partida de la redacción de estas normas. El siguiente paso que dieron, una vez establecido el contenido, fue fijar un esquema donde colocar todas estas disposiciones vistas y aprobadas. No sabemos con certeza quién propuso la adopción del esquema granadino. Es posible que fuera Juan de la Plaza, muy buen amigo del arzobispo de Granada y colaborador de Salcedo en la elaboración de los decretos mexicanos. Por tanto, no tendría nada de extraño que debido, por una parte, al prestigio del

10 Cf. Bancroft Library, MM268, 363v. ManCarr 1, p. 711. 11 Bancroft Library, MM268, 282r. ManCarr 1, p. 549.

70 arzobispo Guerrero, participante activísimo de Trento, y por otra, a la estrecha vinculación de Juan de la Plaza con el prelado granadino,12 que el autor de los decretos aprobara la toma de dicho esquema. Sin embargo, una vez más nos inclinamos a pensar que fuera don Diego Romano, obispo de Tlaxcala (Puebla), el que sugiriese la implantación del esquema del granadino en las nuevas disposiciones mexicanas. Este prelado era un entendido en cánones, mientras que Juan de la Plaza era fundamentalmente un teólogo. De lo que no cabe duda, es que en la estructura de los decretos se observa una fuerte dependencia respecto de las sinodales granadinas, siendo prácticamente idéntica a la del concilio tercero de México, es decir, dividida en cinco libros y subdividida en títulos.

Pruebas de la utilización directa del esquema del sínodo granadino de 1572

La división en cinco libros de las constituciones no es muy característica de los concilios postridentinos. Fueron los redactores de las sinodales de Granada (1572), los primeros en reproducir el esquema de las decretales de Gregorio IX para ordenar y reagrupar las constituciones del concilio provincial granadino de siete años atrás. Hasta cierto punto, se puede observar un parecido con lo que sucedió con las constituciones de Granada. Así como los redactores de las sinodales de Granada del año 1572 trasladaron a un esquema de cinco libros las constituciones del concilio provincial celebrado siete años atrás, del mismo modo, el concilio tercero de México hizo otro tanto con las constituciones del primero: transportaron la casi totalidad de las constituciones mexicanas de 1555, modificando unas, añadiendo otras, y las fueron introduciendo dentro de un esquema totalmente nuevo hasta entonces en América, pero no en el reino de Granada. En el anexo II se pueden apreciar las similitudes entre los esquemas de las decretales de Gregorio IX, el sínodo de Granada (1572) y el concilio tercero de México. Mientras las diferencias estructurales con las decretales de Gregorio IX son más evidentes, siendo estas últimas más extensas, en cambio, respecto a las sinodales de Granada, las diferencias de ambos esquemas son mínimas. No obstante, la prueba más evidente de la reproducción del esquema del sínodo granadino de 1572 se encuentra en los esquemas de redacción de los decretos mexicanos, en los que se manda adoptar a la letra el contenido de títulos enteros de las sinodales granadinas incluyendo, por consiguiente, su estructura.13 Qué duda cabe de que quienes compusieron las normas mexicanas de 1585 estaban muy familiarizados con estos textos y vieran con buenos ojos sus disposiciones y su modo de estructurar y ordenarlas. Las pruebas de la utilización directa del esquema del sínodo de Granada son, en definitiva, las siguientes: • La reproducción masiva de los títulos, con los mismos encabezamientos y colocación. • La expresa indicación del redactor de aplicar el esquema del sínodo de Guerrero que aparece en los esquemas de elaboración de los decretos.

Cotejo de los esquema del sínodo granadino de 1572 y del concilio tercero de México

Los 629 párrafos del sínodo granadino de 1572 se distribuyen en cinco libros. El primero contiene normas diversas sobre la fe, la predicación, los ordenados y los oficios judiciales (14 títulos); el segundo se centra exclusivamente en el proceso judicial salvo un título dedicado a los días festivos (nueve títulos); el tercero es el más extenso y regula todo lo referente entorno a las personas del clero secular y religioso. También contiene normas relativas al culto, al bautismo y la eucaristía (22 títulos); el cuarto libro se refiere al matrimonio (dos títulos) y el quinto se centra en las penas (nueve títulos).

12 Dada su confianza con el jesuita, don Pedro Guerrero diría, “en esta plaza hallo yo cuanto he menester”. Cf. I. Lopetegui, F. Zubillaga, Historia de la Iglesia n la América española, cit., p. 595. 13 Bancroft Library, MM268, 330v-331r. ManCarr 1, p. 666.

71 En resumen, las sinodales de Granada están ordenadas en cinco libros divididos en 56 títulos y contienen un total de 629 párrafos. Los decretos mexicanos, igualmente distribuidos en cinco libros, tienen 55 títulos, uno menos que las sinodales, y 565 párrafos o disposiciones.

Títulos de las sinodales granadinas que pasan a los decretos del concilio tercero de México

De los 55 títulos repartidos en los cinco libros del concilio tercero de México que corresponden a los 56 títulos de las sinodales de Granada, 49 coinciden con este último, es decir, 89% de los títulos ha pasado a los decretos mexicanos. Como puede verse en el anexo II, la colocación de los títulos es casi idéntica. Así, el quinto título del libro I sobre la sagrada unción, pasa del quinto al sexto en el tercer concilio; y el décimo tercero y el décimo cuarto, destinado por las sinodales granadinas al oficio del alcaide y a lo relativo de la mayoría, pasan a ser el duodécimo y el décimo tercero. Del libro II, el segundo título, del orden de los juicios, pasa a ser el primero del correspondiente libro II del concilio tercero de México; el séptimo, sobre la sentencia y la cosa juzgada, y el octavo, destinado por las sinodales de Granada a las apelaciones, pasan a ser, en el de México, los títulos sexto y séptimo, respectivamente. Mientras que el octavo, referente a los procuradores, pasa a ser el segundo de los decretos de concilio tercero de México. Del libro III, los tres primeros títulos –del cargo de rector, de los beneficiados y del oficio de sacristán– pasaron a ser los títulos segundo, tercero y cuarto en el tercer concilio. Del mismo modo, el décimo tercer título, que recoge lo referente a las casas piadosas y religiosas, viene a corresponder al título décimo cuarto en el concilio tercero. Y por último, el título vigésimo tercero de las sinodales, pasa a ser el vigésimo primero. El libro IV guarda en ambas asambleas el mismo orden y número de títulos. Finalmente, la colocación del libro V del sínodo de Granada es algo más distinta que la de los anteriores libros. Así, el título cuarto, dedicado a los maldicientes va a ocupar el título séptimo del concilio tercero; el quinto de las sinodales, que hace referencia a los sortilegios, va al sexto título con el enunciado de los hechiceros; los títulos del sexto al noveno que cierran las sinodales, pasan a los decretos mexicanos con distinta enumeración de títulos: el sexto, de las injurias y el daño pasa al octavo; el séptimo, de las penas, al noveno; el octavo, de las sentencias de excomunión, al undécimo; y el noveno, de las penitencias y remisiones, al duodécimo del tercero de México.

Títulos que se omiten

En el libro I de concilio tercero de México se omiten dos títulos recogidos en las sinodales granadinas en el libro I. Así, el título sexto sobre los hijos de los sacerdotes y el título noveno sobre el oficio del nuncio, no son recogidos en el concilio tercero. Otros dos títulos del libro II del sínodo de Granada no pasan al tercer concilio. Se han suprimido el título primero sobre el foro de competencia y el sexto De los juramentos. Por último, tres títulos del libro III: el cuarto Del oficio del Mayordomo; el décimo cuarto De los censos y el vigésimo primero De los magistrados, no pasan a los decretos mexicanos. De los libros IV y V no se excluye ningún título de las sinodales de Granada, incorporándose la totalidad de éstos a sendos libros IV y V del concilio III de México. En total, los títulos suprimidos son siete. Puede ocurrir que algunos se encuentren incluidos en otros títulos. Así, por ejemplo, el título sexto del libro I De los hijos de los sacerdotes, se encuentra en el libro V, título X Del concubinato, en el concilio tercero de México; el título primero sobre el foro de competencia del libro II de las granadinas, se contiene en el libro I, título VIII Del oficio del juez ordinario y del vicario. El título décimo cuarto, sobre los censos, de las sinodales de Granada se localiza en el título séptimo del mismo libro III del tercer concilio de las Fundaciones y del Derecho de Patronato. Y, finalmente, el título XXI del libro III, sobre los Maestros, se contiene en el título I del libro I del concilio tercero de México sobre la doctrina que se ha de enseñar a los rudos.

72 Títulos nuevos

En el concilio tercero de México se advierten seis títulos que no están en las sinodales granadinas. De éstos, tres corresponden al libro V, que son: el título IV De los herejes; el título V De las usuras; y el título X Del concubinato y penas de los concubinarios y alcahuetes. Los otros tres son el quinto título del libro I, sobre la administración de los sacramentos, el primero del libro III sobre el ministerio de los obispos, y el décimo tercero del libro III sobre los regulares y las monjas.

Conclusiones del cotejo de las estructuras

En la valoración crítica de toda obra literaria, no sólo cuenta el contenido de ésta, sino también el modo de exponerlo. En este sentido, el sínodo granadino de 1572 ofrecería al concilio tercero de México, además de disposiciones básicas en donde inspirarse, un esquema sobre el cual daría forma a todo un cuerpo de normas completo y sólido. Más adelante, este mismo esquema de cinco partes sería reproducido en 1771 por el cuarto concilio de México.14 Este estudio comparativo que hemos realizado demuestra, en efecto, la continuidad entre las decretales de Gregorio IX, las sinodales de Granada y los decretos de México. A simple vista se puede observar cómo el esquema de las sinodales de Granada se tuvo que inspirar en el esquema de las decretales de Gregorio IX. Lógicamente, los decretos mexicanos también se asemejan estructuralmente al esquema de dichas decretales, aunque de un modo indirecto, ya que se adoptó la estructura del sínodo de Granada. A continuación algunas conclusiones de este cotejo:

• El número de libros es el mismo (cinco). El contenido de cada libro se ha mantenido, pues en ambas asambleas, el libro primero trata sobre la fe, la predicación, los ordenados y los oficios judiciales; el segundo se centra en el proceso judicial y los días festivos; el tercero contiene todo lo relacionado con el clero, el culto y los sacramentos; el cuarto se refiere al matrimonio; y el libro quinto se dedica a las penas. • Las sinodales de Granada contienen 55 títulos. Los decretos del concilio tercero de México consta de 56 títulos. Se observan las siguientes novedades: se suprimen títulos de las granadinas (del oficio del nuncio, del mayordomo y de los juramentos). Se reducen de dos a un título (de los hijos de los sacerdotes, del foro de competencia, de los censos y de los maestros). Se añaden otros nuevos: de la administración de los sacramentos, del ministerio de los obispos, de los regulares y las monjas, de los herejes, de las usuras... En definitiva, aunque haya variado la distribución de los títulos entre los cinco libros del concilio tercero de México, se ha repetido la mayor parte de los títulos de las sinodales de Granada. • La principal diferencia entre ambos esquemas estriba en la inclusión de subdivisión adiccional en los decretos de México. Así, en algunos títulos especialmente extensos en número de párrafos, las disposiciones del concilio tercero de México se agrupan en decretos. De este modo, nos encontramos con una nueva subdivisión dentro de estructura básica heredada de las sinodales de Granada.

Éste es el caso de el título I del libro I De la Santísima Trinidad y de la fe católica, que está dividido en seis decretos: 1. De la profesión de la fe, 2. De la predicación de la palabra de Dios, 3. De la doctrina cristiana que se ha de enseñar a los rudos, 4. No se han de administrar los sacramentos a los que ignoran la doctrina cristiana, 5. De la impresión y lección de libros, 6. Deben quitarse a los indios las cosas que sirven de impedimento a la salud de sus almas. En confrontación con las sinodales de Granada, en este título se aprecian varias diferencias: primero, una notable variedad temática que va desde la profesión de fe que deben hacer los eclesiásticos, pasando por el modo como deben hacerse la predicación y la enseñanza a los rudos, incluyendo diversas normas sobre la impresión de libros y otros asuntos sobre la idolatría. En segundo lugar, el total de disposiciones de este título en los decretos del concilio tercero de México es de 23 párrafos, frente a los cinco párrafos o cánones del sínodo granadino de 1572.

14 P. Castañeda Delgado, P. Hernández Aparicio (eds.), El IV Concilio Provincial Mexicano, Madrid, Deimos, 2001.

73 Esto mismo sucede en el título cuarto de libro I, De la edad y calidad de los que se han de ordenar, y a quienes se ha de encomendar la cura de almas, que tiene cinco decretos y 23 párrafos, frente a los cinco párrafos que dedica el sínodo granadino de 1572 a este mismo título. Se puede concluir que existen algunos temas que las disposiciones del concilio tercero de México trata con mayor detalle que las sinodales de Granada. Por otra parte, se observa cómo los redactores de los decretos del concilio tercero de México conserva el esquema del sínodo granadino de 1572 –libro, título, párrafo– y sólo se separan de éste cuando se encuentran ante la necesidad de desglosar en más apartados una serie de normas en las que el concilio puso mayor empeño. Por tanto, la estructura completa de los decretos sería la siguiente: libro, título [decreto] y párrafo.15 Por último, es interesante observar que en los lugares donde no se produce este fenómeno de la subdivisión en decretos, es precisamente donde las semejanzas entre el concilio tercero de México y el sínodo granadino de 1572 son mayores. Éste es el caso de las normas de la parte final del libro I y de todo el libro II de los decretos. En el próximo apartado abordaremos concretamente el tema de las dependencias con el sínodo granadino de 1572. El concilio tercero de México –como se desprende de su estructura, que acabamos de describir– se puede decir que ha pretendido dos objetivos: de una parte, ofrecer una legislación, lo más completa posible, que sirva de instrumento eficaz para el gobierno. Y, además, ordenar este conjunto de normas de un modo fácil de consultar. Por otra parte, desde el punto de vista del método de trabajo utilizado por los redactores, el esquema de las sinodales granadinas facilitaría enormemente su composición; su pronta finalización sin grandes vacíos legislativos. Se podría decir que, después de las constituciones del concilio primero de México, las sinodales granadinas vinieron a ser una segunda falsilla del tercer concilio. Como última consideración, se puede apreciar un cierto paralelismo entre las sinodales de Granada de 1572 respecto a las constituciones granadinas de 1565, y lo que sucedió con los decretos del concilio tercero de México en relación con las constituciones de los concilios primero y segundo mexicanos (1565): las disposiciones posteriores integran las anteriores, pero dándole una distribucción completamente nueva.

ANÁLISIS DE LAS FUENTES GRANADINAS EN EL APARATO CRÍTICO DEL CONCILIO TERCERO DE MÉXICO

Pruebas de la utilización directa de las fuentes granadinas

Que los redactores tuvieron en sus manos las constituciones de Granada y Guadix es algo más que seguro y así lo deja ver el aparato crítico del concilio tercero de México con continuas referencias a sus normas a lo largo de los cinco libros de los decretos. Ante todo, la principal prueba que demuestra la utilización de las disposiciones de origen granadino por parte de los redactores, la hemos encontrado en los manuscritos de la Bancroft Library of Berkeley, en los folios 283r-286v del MM268. Según estas anotaciones hechas por don Diego Romano y sugeridas a los redactores de los decretos, se puede atisbar un estudio bastante serio tanto del sínodo de Guadix de 1554 como de las constituciones del concilio de Granada de 1565. Estos folios manuscritos son una “relación de algunas cosas que parecen necesarias para tratarse en este concilio provincial”,16 que los redactores revisaron a conciencia e incorporaron en muchas ocasiones a las normas del concilio. Esta lista de anotaciones sobre las fuentes granadinas comienza con una indicación de la localización de la disposición del concilio o sínodo, y a continuación titula el asunto de que trata. A modo de ejemplo: “En el tit. 3 const. 6 que nadie celebre dos misas sin licencia de prelado fuera de los permitidos en derecho, y

15 Hemos puesto entre corchetes el apartado de decreto porque no siempre figura en los decretos del concilio tercero de México. 16 Bancroft Library, MM268, 283r. ManCarr 1, p. 1, p. 549.

74 cuáles son estos”.17 Se puede observar cómo en algunas ocasiones se manda reproducir las normas del sínodo granadino de 1572 con frases del estilo “Título de Constitutionibus que se ponga la constitución primera y segunda”;18 en otras dice del sínodo de Guadix, “todo lo que toca en particular a cada sacramento se declara muy bien”.19 Por otra parte, en la revisión a las constituciones del concilio primero de México, del que hablamos en el capítulo anterior, son corrientes las referencias a las fuentes granadinas como por ejemplo cuando dice “En lugar de este c.16 se ponga lo que se decide el concilio de Granada título de testamentis nº 1. &. 2”.20 Otras veces se indica “que se han de poner y advertir se vean los concilios citados al margen”,21 figurando en dicho margen la rúbrica del título I del concilio de Granada. Mostramos a continuación la siguiente comparación de textos en los que se puede valorar el grado en que se reproducen en nuestro concilio las disposiciones granadinas. Se trata del decreto más extenso del concilio mexicano que recoge quince párrafos del sínodo de Granada de 1572 sobre el funcionamiento de los hospitales:

17 Bancroft Library MM268, f. 283v. ManCarr 1, p. 552. 18 Bancroft Library MM268, f. 284r y la referencia del concilio tercero de México en el lib I, tit II. De la autoridad de los decretos y de su publicación, § 1 en la que se cita e inspira en el título De Constitutionibus del Conc. Granat. n. 1, que manda la derogación de los sínodos precedentes. ManCarr 1, p. 552. 19 Bancroft Library MM268, 283v. ManCarr 1, p. 551. 20 Bancroft Library MM268, 365v. ManCarr 1, p. 717. 21 Bancroft Library MM268, 363r. ManCarr 1, p. 710.

75 Sin Gran 1572, Lib III, tit XIII, § 4-18 Conc III Mex, Lib III, tit XIV, § 4 (Moscoso, 159-162) (Serna, fol 68r-69r) 4. No se admita en hospitales a curar persona que tuviere hacienda con que [-] Ne in hospitalia infirmus aliquis, ut ei medicamenta applicentur excipiatur, qui se pueda curar a su costa, y si hubiere causa alguna por donde se hubiere suis sumptibus id efficere valet. Si ob iustam aliquam causam admitti debeat, ea de admitir, sea con condición que pague las medicinas y lo demás que con conditio statuatur, ut quidquid in aegritudine impensae fecerit, hospitali restituat, él se gastare, y más dé alguna limosna al hospital, si no fuere otra la et aliquid etiam in eleemosinam eroget, nisi aliter fuerit fundatoris voluntate voluntad del fundador dél. dispositum. 5. Todos los pobres enfermos que se admitieren a curar en los hospitales, [-] Pauperes omnes aegroti, qui ut ab aegritudinibus convalescant in hospitalia confiesen antes que se les dé cama o a lo menos dentro de tercero día, recipiuntur, antequam eis lectus attribuatur, vel intra tres dies post sibi attributum como se les hubiere dado, y no haciéndolo no los visite el médico, ni se les lectum peccata sua confiteatur. Sin minus medicus nec eos visitet, nec eis den medicinas, y el rector lo haga cumplir ansí, so pena de un ducado. medicamenta appIicentur; administrator vero Rector, ita adimpleri faciat, sub 6. Ningún pobre jure ni juegue mientras estuviere en algún hospital, so poena aurei unius. pena de expulsión. [-] In hospitalibus nullus pauper ludat, nec iuret, sin minus foras eiiciatur. 7. En todos los hospitales se diga misa los domingos y fiestas de guardar, y [-] Omnibus diebus Dominicis, festis solemnibus, et aliis diebus si fiere poterit in otros días, si hubiere aparejo, a los pobres y enfermos dellos, y el rector hospitalibus Missa celebretur, curetque administrator, ut eam omnes integre tenga cuidado que todos la oigan entera, y en los hospitales donde hubiere audiant: In hospitalibus vero, ubi sacellum est, et plebis multitudo convenit ad capillas y concurre gente de fuera a oír misa, no se dirá los domingos y Sacrum audiendum, illud Dominicis diebus et festis solemnibus ne peragatur, dum fiestas de guardar mientras en la iglesia parroquial del tal hospital se dixere Missa solemnis in Ecclesia Parochiali celebratur. Nulla autem Missa, aut officium la misa mayor, y ninguna misa cantada ni otro oficio cantado se diga en los cantetur in hospitalibus, nisi a Beneficiato, vel Beneticiatis Parochialis, aut de dichos hospistales, sino fuere por el beneficiado, o beneficiados de su eorum consensu. parroquia, o de su licencia. [-] Singulis noctibus post datum campanae signum ad orationem, et etiam summo 8. Cada noche, en tañendo a la oracion, y por la mañana temprano, el mane, administrator iubeat, ut aliquis minister alta voce Christianam Doctrinam rector haga que algún ministro diga a todos los pobres en alta voz la pauperibus recitet, eique pauperes respondere teneantur. In valetudinariis autem, doctrina christiana, y que ellos le respondan, y tengan una tabla della en las seu infirmariis Tabella, et item altera in sacello hospitalium collocetur, quibus enfermerías, y otra en la capilla de los tales hospitales. Doctrina Christiana descripta sit. 9. En todos los hospitales haya oratorio con imágines, y agua bendita, y el [-] Oratorium quoque cum sanctissimae Crucis Imagine, aliisve Imaginibus, et rector haga rezar a los pobres que anduvieren en pie en ellos al acostarse y Aqua benedicta in Hospitalibus constituatur, Administratorque pauperes, qui per levantarse. Hospitale deambulant, ibi preces ad Deum effundere faciat, cum in lecto 10. Los hospitaleros tengan limpieza en toda la ropa, y procuren que no se cubaverint, vel ab eo surrexerint. acuesten los de enfermedades contagiosas con otros, o en su ropa, y [-] Hospitalium praefecti omnem eorum supellectilem nitidam servent, curentque; procurese mucho que los dormitorios de hombres y mugeres esten diligenter, ne qui contagiosis morbis aegrotant aliorum pannis involvantur, divididos y apartados. dormitoria (ut vocant) virorum, et feminarum divisa sint, et separata. 11. Los rectores no consientan en los dichos hospitales personas [-] Administratores hospitalium nullatenus vagos, ebriosve nebulones, inimicitias vagabundas, ni holgazanes ni borrachos, ni enemistados, o que tengan gerentes, et istiusmodi nequissimos homines recipiant; inobedientes vero, et otros vicios y los inobedientes y culpados castiguen quando conviniere, y delinquentes, cum opus fuerit corrigent, eosque vinculis coerceant, contumaces para ello tengan prisiones, y a los rebeldes despidan. vero foras eiiciant. 12. No permitan los rectores que los hospitaleros lleven dineros a los [[-] Itidem Rectores ne patiantur, ut in hospitalibus, a pauperibus aliquid pobres, a título de darles lumbre para alumbrarse o calentarse, o por otras extorqueatur, eo praetextu, quod lumen, aut ignis, aliave huiusmodi eis ocasiones. suppeditentur. 13. Los rectores administren los santos Sacramentos a los pobres de sus [-] Sacramenta quoque pauperibus suorum hospitalium Rectores administrent, si hospitales, estando examinados, y teniendo licencia nuestra para ello, y ab Episcopo examinati, ad id facultatem obtinent, pauperes etiam in articulo asistan a su muerte, ayudándoles a bien morir, y provean todo lo necesario mortis hortentur, eisque in eo articulo omnia necessaria provideant; nec solos eo para aquel punto, y no dexen en tal tiempo los enfermos solos, y todo esto tempore aegroto deserant. Idque omne Curati Parochialium in his hospitalibus harán los curas de la parroquia, en los hospitales donde no hubieren praestabunt, ubi Rectores non sint constituti sub poena quatuor pondo. Defuntos rectores, so pena de un ducado, y a los pobres defuntos, aunque se etiam pauperes si in eisdem Hospitalibus ii sepeliantur, Beneficiatus et Curatus entierren en los dichos hospitales, los enterrarán el beneficiado y cura de la Parochiae sepeliat. parroquia del dicho hospital. [-] Libros habeant administratores, eisque infirmorum nomina inscribant, quibus 14 Los rectores tengan libro en que se asienten por abecedario los lecti attributi sunt cum die mense, et anno, quando Hospitalia sunt ingressi, patria nombres de los enfermos a quien se dieren camas, con el día mes y año etiam, aetate officio, et statu, suppellectilique, et pecuniis, quas secum attulerunt. que entran, y de donde son, la edad, oficio, y estado, que tienen; y qué ropa Curent etiam, ut testamenta condant, eisque in memoriam revocent, ut Hospitali y dineros traxeron, y procuren hagan testamentos, acordándoles ayuden al (si fieri postest) succurrant. Quod si obierint, eos in libro describant, ita ut tal hospital, si tuvieren con qué, y si murieren escríbanlos en el dicho libro, haeredibus de eis rationem reddere possint. Si vero convaluerint, quando ex de manera que puedan dar a sus herederos cuenta dellos, y si sanaren, Hospitali discesserint, pecunias, et omnem suam suppellectilem eis restituant. denles quando se vayan sus dineros y ropa. [-] Hospitalium praefecti curent diligenter, ne qui ad videndos aegrotos 15. Los hospitaleros tengan cuidado de mirar que los que vienen a visitar convalescentes accesserint, eis fructus, aut alia esculenta porrigant, praeter id, los enfermos que estuvieren en cura o convalescencia, no les den frutas, ni quod Medicus iussit. Si vero compertum sit, secus fuisse factum, Rector, seu otras cosas de comer, fuera de lo que el médico les manda, y si paresciere Administrator Praefectum Hospitalis suo arbitratu puniat. habérselas dado, el rector castigue al hospitalero como mejor le parezca. [-] Rectores tempore, quo pauperes prandunt, et caenant, valetudinariis (quae 16. Los rectores al tiempo del comer y cenar los pobres asistan en las infirmariae vocantur) intersint, et unicuique id suppeditari curent, quod a Medico enfermerías, y hagan proveer a cada uno lo que el médico mandó por la constitutum reperietur in tabella, aut libro, quem ad effectum huisumodi habere tabla o libro que de esto ha de haber. debent. I7. Los que tuvieren cargo de comprar lo necesario procuren de lo [-] Ii, quibus incumbit cura emendi ea, quae ad usum Hospitalium sunt necessaria, comprar en junto, y hacerlo en los más cómodos tiempos que pudieren, curent diligenter, ut in eo officio cum omni utilitate, et commoditate Hospitalium para el provecho de los hospitales, y a todos los ministros dellos sese exerceant. Iniungit praeterea haec Synodus omnibus Hospitalium Ministris, ut encargamos, tengan mucha cuenta con el aprovechamiento y hacienda de accuratissime eorum commodis consulant, reique eorum familiari prospiciant. los dichos hospitales. [-] Omnes etiam Hospitalium Ministri christiano zelo ardeant, misericordes, 18. Todos los ministros de los hospitales sean buenos christianos, benignos, fideles se praebeant, confiteantur peccata sua, Sacramque Eucharistiam caritativos, bien acondicionados, fieles, confiesen y comulguen la percipiant in Quadragessima, Nativitate Domini, in die Resurrectionis, et quaresma, y las tres Pasquas del año, y otras fiestas en que tuvieren más Pentecostes, aliisque Festis pro eorum devotione. Huius vero rei Rectores curam devoción, y de esto tengan cuenta los rectores, y de que todos los pobres gerant, necnon, ut pauperes omnes peccata sua confiteantur, saltem in confiesen a lo menos por quaresma, y al que no lo hicere lo penen hasta Quadragessima quem vero secus facere compererint, corrigant, etsi opus est, ab expulsión. Hospitali expellant.

76 Indudablemente, nuestro concilio adoptó al pie de la letra y como modelo el reglamento que la Iglesia granadina aplicaba a sus hospitales. No en vano, los hospitalarios tienen su origen en Granada, con San Juan de Dios, quien muriera el 8 de marzo de 1550, dejando como único legado el ejemplo de su santa vida. Por entonces eran cinco los hermanos, quienes guiados por el arzobispo Pedro Guerrero, continuaron sirviendo a los pobres en el hospital de Juan de Dios.22 Su caridad abnegada se granjeó la admiración de mucha gente y pronto fueron solicitados por muchas ciudades de España para fundar o hacerse cargo de hospitales. En la guerra de las Alpujarras (1569-1570) estuvieron tres hermanos del hospital de Granada y otros ocho en la batalla de Lepanto. En 1571, San Pío V concede la bula Salvatoris nostri que aprueba la Fraternidad Hospitalaria. Al año siguiente, con la bula Licet ex debito, el santo padre volvió a conceder nuevas gracias y privilegios, formalizó la condición de los hermanos de la fraternidad hospitalaria, dándoles la regla de San Agustín.23 Sin duda alguna, el espíritu de la fraternidad hospitalaria influyó en las sinodales de Granada de 1572 de don Pedro Guerrero, gran bienhechor de Juan de Dios y luego de la institución fundada por el santo.24 Después de la aprobación pontificia, la fraternidad hospitalaria se consolidó rápidamente, creciendo el número de hermanos y hospitales, primero en España y después en el resto de Europa y América.25 En esta norma, como en 35 por ciento de las disposiciones mexicanas, no se indica la fuente en el aparato crítico de los márgenes. De todos modos está fuera de toda duda la paternidad de esta norma. En resumen, las pruebas que se ofrecen de la utilización de las sinodales granadinas en la elaboración de los decretos del concilio tercero de México son las siguientes:

• Los esquemas de redacción de los decretos mencionan las disposiciones granadinas con gran frecuencia, y no sólo con referencias aisladas en la revisión de las constituciones del concilio primero de México, sino también por medio de una revisión detallada, como lo demuestran las extensas listas de sus normas. • A pesar de que existan retoques, en muchas ocasiones las similitudes son muy claras, dejando fuera de duda la paternidad del texto. • Respecto al número de veces que aparecen citadas las fuentes, observamos que, al sumar las ocasiones que se mencionan el sínodo de Guadix (1554), el concilio de Granada (1565) y el sínodo de Granada (1572), resulta que es la fuente más citada en el aparato crítico de los decretos del concilio tercero de México –223 veces–, lo que supera incluso las 132 veces que se mencionan las fuentes mexicanas, es decir, el concilio primero de México (1555) y el concilio segundo mexicano (1565). Por consiguiente, esta gran masa de citaciones de fuentes granadinas en el aparato crítico demuestra la relevancia y la presencia continua en la composición de las normas de nuestro concilio.

Cotejo de las sinodales de Granada y los decretos del concilio tercero de México

El número de disposiciones o párrafos del sínodo granadino de 1572 es de 629, mientras que las constituciones del concilio tercero de México son 565, por tanto, 64 párrafos más en las sinodales granadinas que en los decretos del mexicano. A pesar de que los redactores de los decretos de 1585 prefirieron desglosar algunos títulos en decretos y desarrollaron así mayor número de normas que el sínodo granadino de 1572, en otras ocasiones sucede lo

22 Cf. DHEE, vol II, pp. 1103-1104. 23 Cf. J. L. Martínez Gil, San Juan de Dios, Fundador de la Fraternidad Hospitalaria, BAC, Madrid, 2002, pp. 314-318. 24 Ibidem, pp 159-163. 25 Los años de fundación de los hospitales de la fraternidad hasta la fecha del concilio tercero de México (1585) son los siguientes: Granada (1536), Toledo (1548), Córdoba (1570), Sevilla (1570), Nápoles (1572), Roma (1581), Perugia (1584). Las fundaciones en América se pueden deducir de la bula de Gregorio XIII, In supereminenti del 28 de abril de 1576 en la que se habla de las fundaciones que los Hermanos de San Juan de Dios habían hecho en el Nuevo Mundo pero sin especificar ni el número ni el lugar. Por otra parte, en las constituciones primitivas que surgieron tras el primer capítulo general de 1587 se especifican, entre los hospitales de las Indias, el hospital y Casa de Juan de Dios de México. Cf. J. L. Martínez Gil, San Juan de Dios, cit., pp. 331-332.

77 contrario: las constituciones del sínodo granadino de 1572 tratan con mayor minuciosidad determinados temas que el concilio tercero de México. Éste es el caso del título XII del libro III, De Decimis et Primitiis del sínodo granadino de 1572 que ocupa 42 cánones mientras que el concilio tercero tan sólo le dedica tres párrafos. Parece claro que, aunque en general el contenido de ambas asambleas sea muy similar, en determinados temas se observa una prioridad o relevancia legislativa en México que no se encuentra en Granada, y viceversa, a veces la legislación de Granada es más elaborada en algunos temas específicos que en las disposiciones del tercero de México. En los dos siguientes subapartados, analizaremos más detenidamente las constituciones del sínodo granadino de 1572 que influyeron en el concilio tercero de México.

LAS CONSTITUCIONES DEL SÍNODO GRANADINO DE 1572 EN LOS DECRETOS DEL CONCILIO TERCERO DE MÉXICO

Como ya señalamos, el objetivo principal de dicho concilio fue la aplicación definitiva de las disposiciones de Trento en la Iglesia mexicana, al mismo tiempo que se hacía una puesta a punto de la legislación anterior, mejorándola en aquellos aspectos donde existiera alguna deficiencia. Respecto a esta labor de actualización de la legislación mexicana, el sínodo granadino de 1572 ayudó en múltiples ocasiones a completar las disposiciones del concilio III de México en aquellos puntos donde se descubrió un vacío legislativo en la legislación anterior. Con anterioridad hemos analizado las relaciones entre las estructuras de ambas constituciones. A continuación veremos que dicha dependencia no sólo se encuentra en el esquema general de los decretos sino también en el esquema seguido en la exposición interna de cada título. En algunos casos, además, la influencia de Granada sobre México también se aprecia en el contenido legislativo. Hemos observado, a lo largo de los decretos del concilio tercero de México, una presentación de los textos legislativos llamativamente parecida al sínodo de Granada, tanto en la estructura global como en la particular de cada título. A continuación mostraremos, en el siguiente cuadro, aquellas correspondencias entre las disposiciones granadinas (G) y las mexicanas (M), en las que hemos identificado dependencia y similitud de contenido más que notorias:26

LIBRO I LIBRO II LIBRO III LIBRO V G.5 M.6 G.9 M.9 G.10 M.10 G.11 M.11 G.2 M.1 G.5 M.5 G.5 M.5 G.1 M.1 3 8 1 1 1 1 1 1,2 1 1 1 1 1 1 1 1 4 7 2 2 2 2 2 3 2 2 2 2 3 3-4 2 2 3 5 5 3 3,4 4 3 3 3 3 8 5 3 3 G.8 M.8 4 6 6 4 5 5 5 4 4 4 9 6 4 3 1,2 2 5 7 7 5 8 6 10 6 5 5 8,9 5 3 3 6 8 8 6 9 7 11 8 6 6 G.9 M.9 7 6 4 4 7 9 9 7 10 8 12 9 7 7 2 4 15,16 7 5 5 8 10 10 8 11 9 13 10 8 8 17 9 6 6 9 11 11 9 14 11 G.10 M.10 7 7 10 12 12 10,11 G.13 M.12 15 12 G.7 M.6 7 1-2 G.2 M.2 8 8 11 13 13 12 1 1 16 13 1 1 11-12 7 1 1 9 10 12 14 14 13 2 2 17 14 2 2 15 6 2 2 11 11 13 15 15 14 3 3 18 15 3 3 12 12 14 16 16 15 4 4 19 16 G.8 M.7 G.12 M.12 14 13 15 17 17 16 5 5 20 17 1 1 1 1-2 G.5 M.6 16 14 16 18 18 18 6 6 21 18 2 2 1 1,2 17 15 17-18 19 19 19 7 7 23 19 4 3 G.13 M.14 2 3

26 El cuadro está ordenado por libros y por títulos que hemos representado en dos columnas: la primera corresponde al concilio de Granada y viene expresado del modo G.5 (concilio de Granada título V); la segunda, al concilio tercero de México, expresado con M.6 (concilio tercero México, título VI). El resto de la enumeración son los párrafos, en los que hemos identificado la correlacción.

78 18 16-18 19 21 20 20 8 8 24 20 6 6 1 1 19 19 21 20 21,22 21 9 9 25 21 7 7 4-19 4 G.8 M.11 20 20 23 22 23 22 10 10 26 22 8 8 2 5 21 21 24 23 24 23 3 3 22 24 26 24 25 24 G.4 M.4 G.9 M.2 1 4 23 25 26 26 G.10 M.10 1 1 1 1 24 26,27 27 27 31 31 2 2 2 2 25 28 28 28,29, 32 32 3 3 3 3 29 29 33 33 4 4 30 30 34 34

Si analizamos el cuadro, una primera conclusión que extraemos es la sorprendente correlacción entre ambas legislaciones, que no sólo se refleja en el contenido, que veremos más adelante, sino también en la misma enumeración de los párrafos que compone cada título. Así por ejemplo, en el título X del libro I, la diferencia de enumeración es muy reducida. Estamos, pues, delante de un título del sínodo granadino de 1572 que pasó directa y completamente al concilio tercero de México, e incluso conservó la enumeración de la fuente. Del libro I del concilio tercero de México, la mitad de sus normas podemos decir que proviene directamente del concilio de Granada. En el segundo libro, que es uno de los más breves de los decretos, el origen de sus normas podría ser en su casi totalidad el concilio de Granada, si exceptuamos el título de los días de fiesta. En menor medida sucede esto mismo en el libro V. En el resto de los libros, es decir, el III y IV, no hemos encontrado esta misma fuerte dependencia con respecto a Granada. Sin embargo, en algunos títulos aislados sí existe una notable influencia. Es el momento de recordar que si bien en la composición de los decretos del concilio tercero de México se partió de un análisis y una revisión del análisis de las constituciones del concilio primero de México, en una segunda fase, los redactores establecieron como guía de elaboración, las sinodales del sínodo granadino de 1572. Su estructura y su contenido se constituyeron en un punto de referencia continuo y, al mismo tiempo, complementario. Es decir, continuo porque el sínodo granadino de 1572 está presente en todos los temas tratados en los decretos mexicanos; y complementario porque, en ocasiones, ante determinados temas no legislados específicamente en los concilios mexicanos anteriores, el sínodo granadino de 1572 ofrecía al concilio III de México un bloque de normas óptimas a los redactores para aplicar en la provincia eclesiástica mexicana. Por tanto, las constituciones granadinas fueron punto de referencia continuo y complementario en los decretos del concilio tercero de México pero, especialmente, en aquellos temas no tratados por el concilio primero, es decir, los relacionados con el proceso judicial y penal.27

La estructura del sínodo de Granada y el aparato crítico del concilio tercero de México

Después de examinar los decretos del concilio tercero de México, hemos podido constatar cómo los redactores acudieron con frecuencia a las fuentes granadinas, lo cual queda reflejado en múltiples referencias en su aparato crítico. El número de citas que hemos localizado de las fuentes granadinas es de 223, de las cuales, 138 corresponden al sínodo granadino de 1572, y 85 al concilio de Guadix (1554). En nuestro estudio nos centraremos en el de 1572. Ante todo hay que advertir que son muy pocos los títulos del sínodo granadino de 1572 de los que no existan referencias en el aparato crítico de decretos de México. En concreto, de los 56 títulos de las sinodales granadinas son citados 42 títulos, es decir, 75% aparece citado en el aparato crítico del concilio tercero de México.

27 Vid. anexo III. Se puede comprobar cómo el concilio de Granada es citado en muchísimos de los asuntos de que trata el concilio tercero de México, teniendo además un peso fundamental en los temas relacionados con el proceso judicial.

79 Del restante 25% de los títulos, aunque no aparezca citado explícitamente en el aparato crítico, en muchos casos se puede apreciar su presencia en los decretos mexicanos. Así, por ejemplo, el título De Appellationibus del sínodo granadino de 1572 no figura en el aparato crítico del tercer concilio; sin embargo, hemos notado un gran parecido entre sus textos, como se puede observar en el siguiente cuadro.

Sin Granat 1572, lib II, tít VIII, §.1. Conc III Mex, lib II, tít VII, §.1. (Moscoso, 76) (Serna 38v)

Los procuradores de los delinqüentes que apelaren, Los procuradores de los reos que apelaren de la no sean oídos en grado de apelación, si no sentencia de primera instancia, no sean oídos en mostraren testimonio que quedan presos los tales grado de apelación, si no es haciendo constar delinqüentes, o que antes de la sentencia, el juez de primero, que los delincuentes se mantienen presos o quien se apeló los dio en fiado. en libertad bajo de fianza, antes de que hubiera pronunciado su sentencia el juez de quien se apela.

Syn. Granat. tit. de sent. et re judicata.

Como puede apreciarse, las semejanzas son evidentes, teniendo en cuenta, además, que la traducción que hemos utilizado del concilio tercero es la realizada del latín por Galván Rivera en el año 1859. Lógicamente, como bien se aprecia en los vocablos empleados en ambos textos, gran parte de las diferencias son de tipo estilístico. Siendo tan clara la influencia del sínodo granadino de 1572 en este decreto mexicano, nos inclinamos a pensar que hubo un error en la anotación en el aparato crítico, debiendo ser mencionado el título De Appellationibus y no el De Sententia et re iudicata. Además de estos claros errores de referencia bibliográfica en el aparato crítico de los decretos de México, hemos de tener en cuenta que no son, en muchas ocasiones, totalmente precisas. En el ejemplo anterior se puede apreciar que no existe ninguna especificación sobre el número del párrafos transcritos. En estos casos, los redactores nos dan a entender que todo el título citado está en consonancia con el texto legislativo por ellos elaborado y con los siguientes párrafos del título presente. En pocas palabras, los autores mexicanos han reproducido el título completo del sínodo granadino de 1572. Esto explica que muchos párrafos del sínodo granadino de 1572 no estén citados expresamente en el aparato de fuentes del concilio III de México sino de forma general. Esta comparación de textos nos aclara algo más acerca de la idea del aparato crítico que tenían los elaboradores de los decretos. Naturalmente, no podemos esperar que las referencias de fuentes sean totalmente precisas, como cabría esperar de una obra científica moderna. Pero llaman la atención los abundantes errores en la descripción de las fuentes que se encuentra en su aparato crítico. Es por ello que nos inclinamos a pensar que este fenómeno estuvo motivado por el hecho de que el aparato crítico de los decretos del concilio tercero de México del año 1585 fue añadido con posterioridad y poco antes de su publicación en el año 1622. Después de más de una treintena de años es lógico que algunas citas no sean todo lo precisas que se desearía. Ahora bien, ¿quién fue el autor de este aparato crítico? Seguramente fue Juan de Salcedo, secretario de nuestro concilio, que todavía vivo coordinaría la labor de elaboración de este aparato crítico. ¿Quién mejor que el mismo autor de los decretos podría completar su obra con este hermoso aparato bibliográfico de verdadera erudición? Todo esto no evitó que, después de 37 años de la finalización del concilio se cometieran algunas imprecisiones.

80 CONCLUSIONES DEL ANÁLISIS DE LAS LEGISLACIONES DE AMBOS CONCILIOS

En este capítulo hemos demostrado el empleo directo de las constituciones del sínodo de Granada en la elaboración de los decretos del concilio tercero de México. Ahora bien, las fuentes granadinas no pueden considerarse como una más entre tantas sino que éstas representaron un papel fundamental tanto en la formulación de los decretos mexicanos como en su estructuración. Gracias a un análisis pormenorizado del aparato crítico del concilio tercero de México, hemos identificado todas y cada una de las citas del sínodo granadino de 1572 y hemos comparado algunos textos de ambos concilios; así, hemos comprobado que la dependencia de uno respecto al otro fue en muchos casos verdaderamente notable. Con este análisis queremos matizar lo que ha dicho buena parte de los americanistas,28 acerca de que los decretos del tercer concilio de México dependen principalmente del de Trento, al actualizar las constituciones del concilio primero de México según las nuevas disposiciones tridentinas. Hasta cierto punto la afirmación anterior es verdadera pero pensamos que no se puede dejar de lado la importancia que tuvieron otras asambleas conciliares de la época, en especial las granadinas. A continuación expondremos un resumen de algunas conclusiones: Los decretos del concilio tercero de México, al adoptar el esquema de las sinodales de Granada, también contienen un cuerpo legislativo muy parecido al granadino. Es por ello que apenas hay diferencias entre el número de disposiciones o párrafos entre ambas legislaciones; tan sólo 64 párrafos más en las sinodales granadinas que en los decretos del mexicano. Incluso en temas relacionados con la evangelización de los indios, el mexicano encontró en el sínodo de Granada un punto de referencia que, por su experiencia en la evangelización de los moriscos, se presentaba como un modelo por transplantar a la Nueva España. De todos modos, existen asuntos para los cuales el concilio tercero no pudo encontrar ayuda en las constituciones granadinas. Esto se nota sobre todo en temas relacionados con el aprendizaje de la lengua de los naturales por parte del clero, la reducciones de indios en pueblos, las exenciones y defensa de los indios... En otras cuestiones, como la erección de seminarios, la vida de los obispos y los regulares, aun estando tratadas en el sínodo granadino de 1572, el tercero mexicano prefiere acudir a otras legislaciones. En su conjunto, los decretos mexicanos hacen una adaptación completa del esquema de las sinodales granadinas. Por eso, al coincidir estructuralmente con el sínodo de Granada, no falta en los decretos mexicanos una parte dedicada a los procesos jurídicos y las penas (libros II y V). No así en los concilios mexicanos anteriores, que no tenían una legislación tan completa sobre derecho procesal y de los juicios. Por tanto, en las normas que versan sobre estos temas, el concilio tercero acude casi en forma exclusiva a las fuentes granadinas. La comparación de ambas legislaciones nos ha llevado a la conclusión de que el sínodo granadino de 1572 no sólo está prácticamente citado en su totalidad en el aparato de fuentes, sino que, además, en ocasiones reproduce literalmente muchas expresiones suyas. Por otra parte, aunque algunas constituciones no aparezcan citadas a pie de página, la mayoría de ellas puede considerarse como fuentes implícitas. Con frecuencia hay, en efecto, diferencias significativas entre los textos del sínodo granadino de 1572 y el concilio tercero de México. La reproducción no es siempre literal, pues se aprecian supresiones relevantes; sin embargo, se puede afirmar que las incorporaciones provenientes del sínodo granadino de 1572 representan parte importante de los decretos de México. Encontramos, por tanto, que el concilio III de México estructura sus normas con las disposiciones del concilio primero de México y las completa, en gran parte, con las constituciones de Granada. Por lo general, el concilio tercero contiene la misma legislación que el sínodo granadino de 1572, pero adaptada a las circunstancias de América. Si se puede afirmar que los cánones del tercer concilio son la aplicación definitiva

28 Cf. L. Lopetegui, F. Zubillaga, Historia de la Iglesia en la América española, cit., p. 580.

81 en la Iglesia mexicana de la reforma tridentina, las sinodales del granadino de 1572 cumplieron un papel notable en dicha aplicación. Resumiendo todo lo dicho hasta el momento, el concilio primero de México puso los cimientos en la elaboración de los decretos del tercero mexicano, mientras que el sínodo granadino de 1572 ayudaría a levantar el armazón de la obra legislativa mexicana. El remate final de la construcción de esta magna obra serían las normas del concilio tercero de Lima (1582/83) y las de otros concilios, en especial las de Toledo, Compostela y Milán, que terminarían en su mayoría los detalles de contenido legislativo de los decretos del concilio tercero de México. Decimos en su mayoría porque si bien es cierto que gran parte de la legislación del concilio tercero de México proviene de las fuentes conciliares, no quiere decir esto que no exista ninguna aportación de los redactores. Se hizo una labor de resumir, extractar, corregir, quitar o añadir cosas de otras legislaciones pero, además, se elaboraron nuevas normas totalmente originales, acordes con los problemas y circunstancias de la provincia de México. En los próximos capítulos veremos otras fuentes que inspiraron y completaron las normas de nuestro concilio, así como los lugares en donde se puede apreciar la originalidad de quienes las elaboraron.

82 VI. EL CONCILIO PROVINCIAL LIMENSE TERCERO (1582-1583)

HISTORIA Y PROTAGONISTAS DEL LIMENSE TERCERO

Antecedentes conciliares del tercer concilio de Lima

Para situar en su contexto el concilio tercero de Lima (1582-1583) hay que partir de la legislación anterior de los dos primeros concilios de este lugar. Este concilio, el tercero de Lima, como ha demostrado Primitivo Tineo, ofreciendo cuadros comparativos, expresa bien la tradición de los concilios primero y segundo de la ciudad de Los Reyes. Respecto a ellos, el tercero significa su complemento y aplicación.1 El primer concilio de Lima fue convocado por Jerónimo de Loaysa, abriéndose el 4 de octubre y finalizando el 23 de enero de 1552. Ya desde la primera Actio, los padres conciliares se centraron en la necesidad de uniformar la catequesis de los indios. Otros asuntos que se trataron fueron la catequesis de los nativos casados en la gentilidad y la administración de los sacramentos del bautismo y la penitencia. Más adelante, estas disposiciones servirían de base a las constituciones del segundo y tercer concilios de Lima.2 Fue el mismo don Jerónimo de Loaysa quien convocó por segunda vez al concilio provincial limense, con el fin de aplicar al virreinato los decretos del tridentino, como había ordenado Felipe II. El concilio se abrió el 2 de marzo de 1567 y duró hasta el 21 de enero de 1568. Acerca de la temática de la asamblea, aparte de promulgar las normas tridentinas, podemos mencionar que trató de la reforma de las costumbres del clero y actualizó algunos aspectos sobre la evangelización y la atención de los nativos, ya tocados en el concilio provincial precedente. Sus constituciones están divididas en dos series: una de 132 constituciones para los españoles y otras de 122 para los indígenas. Para el profesor Saranyana, De procuranda indorum salute de Acosta es una obra capital para entender el espíritu del concilio segundo de Lima (1567-1568) y que viene a preanunciar muchas soluciones pastorales que se adoptarán en el concilio tercero de Lima (1582-1583).3

El concilio tercero de Lima 1582-1583

Este concilio fue convocado en 1581 por Santo Toribio de Mogrovejo, arzobispo de Lima, pero sólo pudo abrirse al cabo de un año, en 1582. Después de superar algunas dificultades, provocadas por los célebres “pleitos cuzqueños” entre el obispo Lartaún y los curas y vecinos de Cuzco, y otros problemas motivados por algunos prelados asistentes al concilio de tendencia secesionista que se constituyeron en conciliábulo al final, el concilio pudo proseguir su camino y llegar a buen puerto, cerrándose el 13 de octubre de 1583. Por varios motivos, esta asamblea representará un punto de apoyo de primer orden en la composición de las normas de nuestro concilio. En primer lugar, aunque existían grandes diferencias, también había grandes similitudes entre ambas provincias: los problemas del virreinato de Perú eran en alguna medida semejantes a los de Nueva España. Y por otra parte, el prestigio que muy pronto adquirió el concilio tercero de Lima (1582-1583), gracias al coraje del arzobispo convocante y a la labor de numerosos clérigos y religiosos que participaron en sus Actiones. Entre ellos destaca José de Acosta, que coordinó la tarea de redactar los textos conciliares, así como la de conseguir la doble aprobación regia y pontificia.

1 P. Tineo, Los concilios limenses en la evangelización latinoamericana, Pamplona, EUNSA, 1990, pp. 545-547. 2 Cf. I. Martínez Ferrer, C. J. Alejos-Grau, Teología en América Latina, cit., pp. 127-130. 3 Cf. J. I. Saranyana, “El III concilio Limense (1582/83)” en Teología en América Latina, cit., p. 155.

83 El limense se convocó para reformar los abusos existentes, yendo a la raíz de los problemas. De ahí que la reorganización general de la disciplina eclesiástica que impulsó el concilio buscara reformar las conductas relajadas de clérigos y fieles, teniendo más adelante muy buena acogida en las disposiciones del tercer mexicano. También procuró aprovechar mejor los recursos de personas y medios para la evangelización y para la actividad pastoral de los fieles. Y todo ello, continuando la tradición misionera que dejaron los concilios primero y segundo de Lima.4 Todas las deliberaciones sobre estas cuestiones quedaron reflejadas en un gran cuerpo de constituciones dispuestas en cinco Actiones, mandando, por añadidura, componer toda una larga serie de instrumentos de carácter pastoral, entre los que destacan la doctrina cristiana, el catecismo mayor, el confesionario para los curas de indios, la instrucción contra la idolatría, la exhortación para bien morir, entre otros.

¿Cómo llegaron las constituciones del concilio tercero de Lima 1582-1583 a México?

El empleo de las constituciones del tercero de Lima es algo más que evidente. En el siguiente apartado veremos el grado de utilización de las constituciones del concilio III de Lima (1582/83) en la elaboración de los decretos de nuestro concilio. Por otra parte, habiendo finalizado el concilio de Lima el 13 de octubre de 1583, cabe hacerse la pregunta acerca de quién hizo llegar a México las constituciones del concilio tercero de Lima (1582-1583) en tan poco tiempo. La respuesta no es nada fácil por varios motivos: por una parte, porque todavía no había sido aprobado el tercero de Lima y, lógicamente, tampoco habían sido publicadas sus actas cuando se clausuraba ya el concilio tercero de México; en segundo lugar, porque una serie de apelaciones del clero limeño encubría la autoridad de dichas constituciones; y en tercer lugar, porque la única persona que pasó por México llevando consigo las actas conciliares según las noticias que tenemos, es José de Acosta, que en 1586 embarcó con destino a Europa vía México. Para intentar dar una respuesta a estas incógnitas expondremos, en primer lugar, brevemente, los eventos finales del concilio tercero de Lima, desde su clausura hasta su publicación. Una vez finalizado dicho concilio (1582-1583) comenzaron a surgir las dificultades por parte de los cabildos y procuradores del clero limeño que apelaban algunas decisiones del concilio. Mientras tanto, en 1584, don Pedro de Oropesa, nombrado apoderado de Santo Toribio, salió hacia España llevado consigo un ejemplar de la versión castellana de las constituciones del concilio tercero de Lima, junto con dos cartas del arzobispo de Lima dirigidas al rey. En ellas le advierte sobre las protestas que los procuradores del clero estaban presentando por entonces a la corona.5 Dicho proceso de apelación llegó a término el 6 de julio de 1585, cuando Felipe II falló sobre el asunto y envió una cédula real a Lima, por la cual se daba la razón a Santo Toribio y se salvaguardaba la jurisdicción eclesiástica.6 En junio de 1586 zarpó José de Acosta hacia la tierra patria con amplios poderes concedidos por el arzobispo de Lima para reactivar la resolución en el consejo de Indias, sobre la aprobación del concilio tercero de Lima y para arrancar la aprobación ante la santa sede. En la ruta de viaje emprendida por el jesuita, éste hizo escala en México, donde seguramente hablaría con sus correligionarios sobre las dificultades en la aprobación del concilio. Después de su estancia en México, Acosta volvió a embarcar con rumbo a España. Una vez en Madrid, habló personalmente con Felipe II poniéndolo al tanto de la situación. Después de conseguir la aprobación real y de procurarse las mejores recomendaciones para su gestión en Roma, llega a la Ciudad Eterna en el otoño de 1588. Después de una serie de enmiendas, el 31 de octubre de 1588, Sixto V confirmaba y aprobaba las actas del concilio tercero de Lima.

4 Ibidem, pp. 172-174. 5 Carta de Santo Toribio a Felipe II, 23 de abril de 1584, Archivo General de Indias, Patronato, 248, ramo 10. f. P. Tineo, Los concilios limenses en la evangelización latinoamericana, cit., p. 509. 6 Carta al rey, 6 de julio de 1585, Archivo General de Indias, Lima, 300. Cf. P. Tineo, Los concilios limenses en la evangelización latinoamericana, cit., p. 509.

84 En definitiva, parece claro que José de Acosta, autor de los decretos de este concilio y promotor principal de su aprobación, no pudo ser el emisario que portara la copia de las constituciones limeñas que utilizaron los redactores del concilio tercero de México porque su paso por México fue posterior a la clausura de éste. Sobre esta cuestión volveremos en el apartado siguiente. Personalmente nos inclinamos a pensar que fue Bartolomé de Ledesma7 la persona que portó los documentos del concilio de Lima, pues siendo consultor de este concilio (1582-1583), ante las insistencias de Felipe II, aceptó, en mitad del mismo concilio limense, el obispado de Oaxaca en México. Llegó a su diócesis sin haber recibido todavía las bulas, el 4 de diciembre de 1583. Es muy probable que se trajera consigo una copia de los decretos del concilio tercero de Lima y que más adelante, por su participación activa en el tercero de México, las propondría como modelo por imitar. Pero es posible que otra persona haya sido el punto de conexión entre México y Lima: don Pedro de Oropesa, apoderado de Santo Toribio para la defensa de los decretos limenses, que partiera hacia España en 1584. Es muy probable que, del mismo modo que más adelante haría José de Acosta, don Pedro hiciese escala en México para reponer fuerzas antes de cruzar el Atlántico. Durante esta posible estancia en México, pudo dejar un ejemplar del tercero de Lima que traía consigo. Sin embargo, la hipótesis que queda por resolver es si pasó o no por México en su viaje a Europa. A fin de cuentas, no hay nada cierto sobre quién pudo haber introducido las constituciones del concilio de Santo Toribio en nuestra asamblea. De lo que no cabe la menor duda es de que los redactores del concilio tercero de México tuvieron en sus manos una copia de sus disposiciones cuando aún no habían sido aprobadas ni por Roma ni por la corona de España, y por otra parte, que no pudieron ser las actas limeñas que José de Acosta trajo en 1586. Con relación a este último punto, trataremos a continuación sobre la copia de las constituciones del concilio tercero de Lima que se encuentra entre los documentos de los manuscritos del concilio mexicano de la Bancroft Library.

El ejemplar del concilio III Lima 1582-1583 de la BL, MM269 250r-273r y su aparato crítico

La primera cuestión que se nos plantea es si el ejemplar de las constituciones del concilio tercero Lima que se encuentra en los manuscritos de la Bancroft Library fue hecho con anterioridad o posterioridad a 1585. En el caso de que fuese anterior a la celebración del tercer mexicano, estaríamos delante de la copia que utilizaron los redactores en la elaboración de los decretos mexicanos. Por el contrario, si fuese posterior tendríamos que suponer que existió otro ejemplar del limense que utilizaron los redactores de los decretos mexicanos. Como ya dijimos, en la BL, MM269, 250r-273r podemos encontrar un ejemplar de las constituciones del concilio tercero Lima. En el último folio figura las siguientes letras de Salcedo que dan fe de la autenticidad de la copia:

Habiendo firmado como dicho es en las demás actiones el Ilmo y Rmo. Sr don Thoribio Alphonso Mogrovejo y los Rmos SSº obispos de Tucuman, Plata y Paraguay, subscripta de los secretarios doctor Valcazar y Licenciado Menacho. Concuerda este traslado con el original en fe de lo cual, yo, el licenciado Menacho secretario del sancto concilio provincial, lo firmo de mi nombre.8

7 Nació en Niera, cerca de Ledesma, en Salamanca, el año 1525. Tomó el hábito de Santo Domingo el 19 de marzo de 1543 en el Colegio de San Esteban. Estudió teología en la universidad de Salamanca. En 1551 pasó a Nueva España en compañía del arzobispo fray Alonso de Montúfar, también dominico, siendo su vicario durante doce años. Fue nombrado lector de Artes en 1552, y comenzó su docencia en el convento de Santo Domingo de la capital virreinal. Por solicitud del arzobispo Montúfar escribió un tratado sacramental intitulado Summarium omnium sacramentorum, impreso en México por Antonio de Espinosa en 1566 (Cf. T. Medina, La Imprenta en México, I, 153-161). En 1567 obtuvo, por oposición, la catédra de Prima de teología en la Real y Pontificia Universidad de México, que conservó hasta 1582, año en que la dejó voluntariamente. Mientras tanto, y desde 1580, se hallaba en el Perú acompañando al virrey don Martín Enríquez de Almansa, en calidad de asesor y confesor. Ahí, el virrey le confió la cátedra de prima de teología en la universidad de San Marcos, alternando su lectura con la de prima de sagrada escritura. Durante su breve estancia en Lima intervino también en el concilio de Lima (1582-1583). Rechazó el obispado de Panamá, pero ante las insistencias de Felipe II, aceptó, en pleno concilio, el de Oaxaca (México). Participó activamente en el concilio tercero de México. Murió el 3 de marzo de 1604, tras un fecundo episcopado de diez años. Cf.; C. Eubel, W. Gulik, Hierarchia catholica Medii Aevi..., cit., p. 111; Cuevas, Historia de la Iglesia en México, cit., p. 79. 8 Bancroft Library, MM269, 273r. ManCarr 2, p. 754.

85 Con estas letras escritas con la mano del secretario del concilio III de México, Juan de Salcedo, queda claro que se trata de copia fiel al original. Sin embargo, no aparece ninguna referencia a la fecha de la elaboración de esta copia. Un folio más adelante encontramos el siguiente texto:

Los decretos deste concilio provincial celebrado en Lima se publicaron en la catedral... Se confirió en el colegio de la compañía de IHS de la dicha ciudad. Trújolo a esta ciudad de México el P. Joseph de Acosta por el mes de septiembre del año pasado de 86. Y fue ello en la dicha ciudad de Lima en quince de enero de MDLXXXIIII donde así mismo se trata de la apelación que se interpuso dellos.9

Estas palabras escritas también por Salcedo demuestran que esta copia de las constituciones limeñas las trajo a Nueva España José de Acosta, cuando viajaba hacia Europa en el año 1586 en busca de la aprobación del concilio III Lima. Por tanto, este ejemplar que se encuentra en la BL, MM269, 250r-273r, no fue el que utilizaron los redactores mexicanos para la elaboración de los decretos. En consecuencia, podemos suponer que hubo otra copia del tercero de Lima, y que posiblemente la trajo, antes de que comenzara el concilio mexicano, fray Bartolomé de Ledesma, obispo de Oaxaca, o bien don Pedro de Oropesa, apoderado de Santo Toribio.

ANÁLISIS DE LAS CONSTITUCIONES DEL CONCILIO TERCERO DE LIMA (1582-1583) EN EL APARATO CRÍTICO DEL CONCILIO TERCERO DE MÉXICO

Pruebas de la utilización directa de las constituciones del concilio tercero de Lima

Con un simple vistazo al aparato crítico del tercer mexicano de 1585 se pueden apreciar las continuas referencias a las constituciones del tercero de Lima, siendo una primera prueba elocuente de la utilización directa de las constituciones limeñas por parte de los redactores. Estas notas a pie de página están también confirmadas por otras muchas referencias que hemos encontrado en los esquemas de elaboración de los decretos mexicanos contenidos en los manuscritos de la Bancroft Library of Berkeley. Por una parte, unas anotaciones hechas por Salcedo dicen “Visto el concilio provincial de Lima celebrado el año pasado de 1583 de él se manda tomar los decretos siguientes los cuales se han de aplicar a sus títulos y materias”.10 A lo largo de cuatro folios por anverso y reverso, se va repasando capítulo a capítulo el concilio tercero de Lima, indicando lo que se ha de reproducir a la letra, añadir en sustancia o abreviar. Todo esto sirve para hacernos una idea más precisa de la meticulosidad con que analizaron este concilio, del que incorporaron muchas de sus normas. Por otra, en los manuscritos del tercer mexicano existe un ejemplar completo de las constituciones del tercero de Lima en latín.11 Ahora bien, ¿cabe suponer que fue esta copia de las constituciones de Lima la que tuvieron en sus manos los redactores de los decretos de México? Como queda dicho ya, pensamos que no fue así, sino que utilizaron otra que trajo Bartolomé de Ledesma, o bien Pedro de Oropesa. Por el momento tan sólo nos gustaría indicar que en nuestro trabajo hemos preferido citar estos manuscritos por estar más vinculados con la elaboración de las normas mexicanas que la última edición del tercero de Lima.12 Por último, en la revisión a las constituciones del concilio primero de México, del que hablamos en el capítulo primero, los esquemas de elaboración de los decretos están llenos de referencias al tercero de Lima con frases del estilo de “se ponga a la letra el concilio de Lima act. 4. c. 8”,13 o por ejemplo, “cerca de tener Santísimo Sacramento en pueblos de indios de esto lo que mandó y ordenó el concilio de Lima actio. 2. c.

9 Bancroft Library, MM269, 274r. ManCarr 2, p. 755. 10 Bancroft Library, MM268, 390r. ManCarr 1, p. 767. 11 Bancroft Library, MM269, 247r-272v. ManCarr 2, pp. 627-692. 12 La edición de F. L. Lisi (ed.), El tercer Concilio Limense, cit., pp. 103-370 (edición bilingüe latín-castellano), será la que utilizaremos en este trabajo. 13 Bancroft Library, MM268, 382r. ManCarr 1, p. 752. Compárese con Conc. III Mex, lib. III, tit. V, § 5. A ninguno castiguen los clérigos por su mano, fol. 54v de Serna.

86 21”. También aparecen en los márgenes de estas mismas revisiones al concilio primero de México, citaciones del limense. Así, en las anotaciones al capítulo siete, al tratar de los que no se confiesan ni comulgan, en los laterales figura la siguiente referencia: “Limens. 3. actio. 4. c. 7”. Veamos un ejemplo. En la revisión a la constitución 23 del concilio primero de México sobre la simonía, el autor de los decretos señala lo siguiente:

Se haga decreto en que se prohíbe que directe vel indirecte los ministros no compelan por sí o por los fiscales, alguaciles, theopantlacas o otra cualquier persona a los indios a que ofrezcan, so pena de 50 pesos por la primera vez... Mas que por esto no se prohíben las ofrendas voluntarias, para lo cual se tomen las palabras del concilio III de Lima act. 2. Decreto 38, que son las siguientes (Sed neque oblationes faciendas in missa aut alias indi cogantur, sed si quis offerre voluerit, intelligat id quidem meritorium et pium, sed tamen prorsus liberum esse vel facere vel non facere).14

El mencionado capítulo 38 de la act 2 del concilio tercero de Lima (1582/1583) dice así:

Caeterum de Indis iam pridem Limense concilium constituit ac declaravit neque pro sacramentorum neque pro sacramentalium administratione neque vero pro sepulturae cuiuscumque apertione quicquam exigi aut recipi posse. Sacerdote quid libet ab Indis recipiente quadruplici poena mulctato,... Sed neque ad oblationes faciendas in missa aut alias Indi cogantur, sed si quis offerre voluerit, intelligat id quidem, meritorium et pium, sed tamen prorsus liberum esse vel facere vel non facere.15

Finalmente, el concilio tercero de México en el libro III, título XII, §. 3 establecerá:

... praecipit haec synodus, ne ullus Indorum minister eos compellat directe, aut indirecte ad oblationes in missis, funeribus, aut aliis divinis officiis, et in festis titularibus locorum faciendas, nec occupare possit, exigere, aut petere quascumque exactiones, quas Indi suchiles, aut tamalaliztli vocant, nec quacumque alia ratione, per se, vel per fiscales, aut quos vocant Indi teopantlacas, aut alias personas, sub poena quinquaginta pondo pro prima vice, et ... ministri tamen huiusmodi accipere poterunt ab Indis, quod ipsi sponte obtulerint, admonentes eos ad id non teneri, nisi ex voluntaria devotione.16

Está fuera de toda duda que Salcedo, cuando elaboró estos esquemas de redacción de los decretos del concilio tercero de México, al tratar sobre la libertad de los indios a contribuir con sus bienes a las necesidades de la Iglesia, pensó en el tercero de Lima (1582-1583). Esto es lo que se observa en los papeles de preparación de estas normas del tercero mexicano en los que se transcribe un párrafo completo del limense. A lo largo de los decretos volverá a aparecer el tercero de Lima como uno de los modelos por imitar en aquellos asuntos relacionados principalmente con los naturales. En definitiva, las pruebas de la utilización de las constituciones del concilio tercero de Lima en la elaboración de los decretos del concilio tercero de México son las siguientes:

• Los esquemas de redacción de los decretos acuden continuamente a las normas del concilio tercero de Lima, y no sólo con alguna mención aislada en la revisión a las constituciones del concilio primero de México, sino también por medio de un estudio separado de sus normas. • Hay gran similitud en algunos textos, donde se descubre la huella inconfundible del concilio de Lima. • Respecto al número de veces que aparecen citadas las fuentes, observamos que el de Lima (1582-1583) es citado masivamente en el aparato crítico de los decretos del tercero de México –101 veces–, lo cual demuestra su relevancia y su presencia continua en la composición de las disposiciones de nuestro concilio. • Por último, de los esquemas de redacción se puede deducir que Salcedo manejó las constituciones del concilio tercero de Lima en la composición de los decretos del mexicano, citando párrafos completos de sus disposiciones. Lo cual coincide con la copia del de Lima (1582-1583) que se encuentra en el volumen de México de la Bancroft Library, o con una copia parecida cuyo paradero desconocemos.

14 Bancroft Library, MM268, 369r ManCarr 1, p. 725. 15 Concilio III de Lima, act II, c 38 (Lisi 152-53) 16 Conc III Mex lib III, tit XII, § 3 (Serna, fol 63v).

87 Cotejo de las constituciones del concilio tercero de Lima (1582-1583) y los decretos del concilio tercero de México

Las constituciones del concilio tercero de Lima están estructuradas en cinco Actio. La segunda y la tercera se dividen en 44 capítulos, mientras que la cuarta y la quinta Actiones tienen 25 y cinco, respectivamente. El número de capítulos del concilio tercero de Lima es de 118, de los cuales 78 son citados de forma explícita en el aparato crítico del concilio tercero de México; es decir, dos de cada tres capítulos del tercero de Lima son mencionados en los decretos mexicanos. Además, hay algunos que se mencionan varias veces, como por ejemplo el capítulo XVI de la actio III sobre el hábito de los clérigos, se cita cinco veces, o el IX de la actio IV acerca de los días de fiesta aparece mencionado en otros cinco decretos del concilio tercero de México. El total de citas del concilio tercero de Lima es de 101. Sin embargo, llama la atención que no exista ninguna cita al primer concilio provincial de Lima (1551-1552) a pesar de aparecer citado en el Index Conciliorum, Canonum, Legum, Regaliumque Schedarum del final de los decretos mexicanos en su primera edición de 1622.17 Por otra parte, el concilio segundo limense de 1567-1568 tan sólo es citado en seis ocasiones, lo cual denota mayores relevancia y seguimiento del tercero respecto a las otras dos asambleas limeñas por parte de nuestro concilio. Respecto al primero de Lima de 1551-1552, pensamos que no fue mencionado por el hecho de que el segundo de 1567-1568 lo incorpora en sus actas, por lo que citar el segundo es como citar básicamente el primero. En cuanto al segundo limense, que sólo es citado en contadas ocasiones, creemos que fue debido en parte a que era demasiado teológico, siendo los preámbulos que precedían a la parte dispositiva magníficas síntesis de exposición dogmática. En cambio, el concilio tercero de Lima es más breve y práctico, su obra es menos teológica y didáctica, pero mucho más legislativa.18 Por esto nos parece claro que, al estar más en sintonía con el estilo del concilio tercero de Lima, nuestro concilio lo citase casi exclusivamente, relegando a los otros dos concilios limeneses. Lo dicho con anterioridad se puede ver muy bien con el siguiente ejemplo. Se trata de una norma del concilio tercero de México que versa sobre la defensa de los indígenas en donde se especifica como fuentes el segundo y el tercero de Lima. Aunque son un poco extensos los textos, vale la pena analizarlos para hacernos una idea del influjo de los concilios de Lima en nuestro sínodo y porque en éstos se encuentra el núcleo del pensamiento del concilio sobre la naturaleza de los indios y el modo en que se les debía tratar. Mostramos en tres columnas las fuentes citadas del concilio segundo de Lima y el tercero de Lima (en latín y castellano). Hemos subrayado algunas palabras clave para facilitar la comparación del texto del limense tercero con el mexicano tercero.

17 Concilio III de México, (Serna, fol 100r). 18 Cf. J. I. Saranyana, Teología en América Latina, cit, p. 179.

88 Conc II Lima 1567, constituciones para españoles Conc III Lima 1582, act 3, c 3 en BL, Conc III Lima 1582, act 3, c 3 (Mateos, 289-294) MM269, 258v-259r. (Lisi 165)

Caput 122. Quaedam in favorem indorum Nihil est in harum Indicarum gentium Nada hay en las provincias de estos desiderantur. provinciis quod ecclesie presides pueblos indios que los prelados y los (…) Exposcimus insuper et petimus, ut ea quae in caeterique ministri non ecclesiastici otros ministros de rango, no sólo favorem conversionis et libertatis indorum modo, sed etiam saeculari potentia eclesiásticos sino también seculares, catholica majestas sancivit, exacte observentur, insignes a Christo, summo episcopo et deban estimar que les haya sido imprimis ne indi inviti et reclamantes ad metalla rege animarum, sibi vehementius encomendado con más énfasis por fodienda compellantur, praecipue ad conquirendas commendatum existimare debeant Cristo, obispo supremo y rey de las venas auri aut argenti, et multo minus argenti vivi, quam ut huic novo teneroque Dei gregi almas, que dar afecto paternal a esta talis enim occupatio utrique homini nocivam paternum affectum curamque pro nueva y tierna grey de Dios y cuidar de videmus; ibi corporalem salutem deperdunt, et spirituali et temporali eorum necessitate, sus necesidades espirituales y spiritualem non acquirunt, ne interim taceamus prout ministros Christi decet, temporales, según conviene a los quod libertatem penitus amittunt. impendant. Et certe harum gentium ministros de Cristo. Y, ciertamente, la Caput 123. Ne ab indis aliqua, pretio non soluto, mansuetudo et perpetuus serviendi mansedumbre, la perpetua labor de extrahant labor et naturalis oboedientia atque servidumbre, la obediencia y sujeción (…) Rogamus potestates seculares et iudices, ne subiectio quosvis homines quantumvis natural de estos pueblos podrían con indos talia pati permittant, neque a vilibus feros movere iure possit ut eos justicia inducir a cualquier hombre, por hominibus opprimi aut contemni patiantur, nec defendendos potius arbitrarentur quam más rudo que fuere, a pensar que es minus aethiopes inter ipsos commorari sinant, sicut improborum praedam esse paterentur. preferible defenderlos a dejarlos ser nec genitos mixtim ex aethiopianis et indianis Quapropter dolens impense sancta presa de los ímprobos. Por ello, este mulieribus, multa enim ex tali cohabitatione synodus in hos miseros atque imbecilles santo sínodo, al que duele proveniunt incommoda. tantum fraudis ac violentiae non solum extraordinariamente que se haya Caput 125. Ne indos invitos oneribus subiciant. olim praeter modum invectum, sed cometido antes y se perpetre todavía (…) Haec sancta Sinodus paternis visceribus hodie quoque a plurimis designari, orat tanto fraude y tanta violencia contra adhortati debet circa plurima quae correctione et in Christo atque admonet omnes estos míseros y débiles, ruega en Cristo enmenda indigent, praecipue in his quae ad indos magistratus et principes ut iis se y amonesta a todos los magistrados y attinent ut est illud, ne eos, ut iumenta, oneribus benignos praebeant, suorum autoridades que se muestren bien subiciant, quos Deus de tenebris vocavit in ministrorum, cum opus est, insolentiam dispuestos hacia ellos, contengan, admirabile lumen suum, et super eos constituit frenent et catholicae maiestatis fidei cuando sea necesario, la insolencia de legislatorem christianissimum regem, ut addiscant commisos et subditos liberos certe, non sus ministros y los reconozcan quoniam homines sunt; servos, agnoscant. Porro parochis realmente como personas que les han non ergo vilissimis et despectis officiis subici caeterisque ecclesiasticis ministris serio sido confiadas por su majestad y debent; sicut neque onera portare; quae omnia praecipit ut pastores se meminerint, non súbditos libres, no siervos. Además, contra regiam voluntatem percussores et tamquam filios ordena seriamente a los párrocos y otros fieri non dubitamus; et clericis omnino Christianae charitatis sinu Indos foveant ministros eclesiásticos que recuerden prohibemus, ne indorum humeris onera ponant, et portent. Quod si quispiam que son pastores y no asesinos y que neque secum ea portari faciant… percutiendo, maledicendo aut alias como a hijos Caput 128. De agitatione taurorum quoquomodo Indum aliquem laeserit, asistan y conduzcan a los indios con la Plurima damna ex taurorum agitatione, praecipue episcopi et visitatores severe admodum protección de la caridad cristiana. Si in his Indiarum partibus, evenisse videmus, eo et inquirant et vindicent, profecto enim algún sacerdote maltratare a algún indio quod indi, taurorum ignorantes saevitiam, periculis turpissimum est Dei ministros in saeculi físicamente, de palabra o de cualquier incaute se offerunt, et quasi semper aliquos iam satellites verti. otra manera, investíguenlo y castíguenlo defunctos, alios tibiis sive caeteris fractis membris, severamente los obispos y visitadores, ad hospitalia deportari necessum est... pues es por cierto muy penoso que los servidores de Dios se conviertan en asistentes del siglo.

En las tres columnas siguientes mostramos tres versiones de la misma norma en castellano y latín, antes y después de la corrección romana. Obsérvese como la traducción latina de Ortigosa sigue muy de cerca el original en castellano, mientras que se separa significativamente del texto latino que fue el que se publicó en 1622.

89 Original en castellano del Conc III Mex, Traducción latina de Ortigosa del original Texto definitivo después de la corrección Lib V, tit VIII, § 2 castellano del Conc III Mex, Lib V, tit VIII, § 2 romana del Conc III Mex, Lib V, tit VIII, § (BL, MM267, 83r-v) 2 (Serna, fol 91v)

Y ninguna cosa deberían pensar los Nullam rem debent magis cogitare prelati et Nihil magis eorum curae a Deo Prelados y gobernadores de estas partes gubernatores istarum partium sibi a Deo esse commissum esse, Episcopi, et que les tiene Dios más encomendada y commissam, et iniuctam quam defendere et Guvernatores harum provinciarum, et encargada que el defender y amparar a protegere istos pauperes Indos tanquam tam regnorum existimare deberent, quam ut estos pobres indios como tan recién recenter plantatos in fide, et ecclesia christiana Indos recens in Fide natos, intimo animi plantados en la fe e iglesia cristiana respiciendo cum affectu, et visceribus affectu, visceribusque paternis protegerent; mirando con afecto y entrañas de Padres paternalibus suas necessitates corporales, et atque defenderent, corporalibus, et por sus necesidades corporales y spirituales, si quidem eorum naturalis spiritualibus eorum commodis espirituales pues su natural mansedumbre mansuetudo, et subiectio, ac perpetuus labor, consulentes. Indorum enim innata y sujeción y el perpetuo trabajo con que quo substentaverunt Hispanos debebant mansuetudo, summissio, et assiduus labor, sustenta a los españoles habían de mover monere quas omnique gentes barbaras potius quibus Hispanorum utilitati deserviunt, a cualquiera gente bárbara antes a ad illos defendendum, et compatiendum quam cuiuscumque efferatae gentis animos defenderlos y compadecerse de ellos que ad illos persequandum, ac eosdem tractandum, inducerent, ut eorum potius defensionem no a perseguirlos y maltratarlos y tenerlos et tradendum expositos violentiis, iniuriis, et susciperent, miseriis compaterentur, quam, expuestos a las violencias e injurias, vexationibus, quo quotidie eis inferuntur a ut eos molestiis, iniuriis, violentisque illatis, quejaciones que cada día se les hacen por quocumque, personarum genere, quod quibus quotidie ab omni hominum genere todo género de Personas lo cual considerans hoc sanctum concilium, et diu vexantur, afficerent. Quod perpendens considerando este santo Concilio y condolens prout est iustum qd inter gentem haec Synodus, dolensque vehementer in doliéndose como es razón de que entre christianam sit tantus defectus pietatis, et his pietatem, et humanitatem non esse, in gente cristiana haya tanta falta de piedad y humanitatis exoptat vehementer omnes quibus maxima esse deberet; quantum humanidad. Exhorta encarecidamente a gubernatores et iudices suae magestatis quod potest in Domino cohortatur, todos los gobernadores e justicias de su se exhibeant pii, et benigni cum his Guvernatores, et Magistratus regios huius majestad que se muestren píos y benignos miserabilibus, et cohibeant insolentiam suorum Provinciae, ut cum miserabilibus Indis pie, con estos miserables y refrenen la ministrorum, et omnium illorum a quibus male benigneque agant, ministrorum suorum, et insolencia de sus ministros y de todos tractantur, et gravamina inferuntur quod illos eorum, a quibus Indi molestiis, et aquellos de quien reciben malos habeant, et tractent tanquam gentes liberas, et gravaminibus afficuntur insolentiam tratamientos y agravios haciendo que los non ut servos et quia huic sancto Concilio reprimant, ut ab his, Indi non servi, sed tengan y traten como a gente libre y no relatum fuit diversum genus gravaminum, liberi existimentur. Quoniam vero ad huius como a esclavos y porque a este santo quem eis inferuntur tam in bona, quam in Synodi notitiam varia gravaminum genera Concilio ha sido hecha relación de personas declarantur, et ponuntur in directorio pervenerunt, quibus Indi, tam in bonis, diversos géneros de agravios que se les confessorum approbato per sanctum quam in propriis personis afficiuntur; haec hacen así en sus haciendas como en sus Concilium. declarantur, et exponuntur in directorio personas se declaran y ponen en el confessorum ab hac Synodo aprobato. directorio de confesores.

Las semejanzas entre las normas son enormes, pudiéndose decir que, el concilio tercero de México reprodujo no sólo el contenido de esta disposición del tercero de Lima sino también la forma de expresarla. Las palabras clave que hemos subrayado muestran muy bien estas correspondencias. Al analizar ambas normas del concilio tercero de Lima y del concilio tercero de México se observa que las semejanzas son notables. Ambos concilios tratan al indio, a veces, de neófito y a veces de ser humano. Así, mientras el limense describe al indio como “novo teneroque Dei gregi” o “subditos liberos certe, non servos”, el mexicano se expresa como “recenter plantatos in fide” o “gentes liberas, et non ut servos”. En resumen, encontramos una clara similitud en la idea que desarrollan ambos concilios sobre el indio como ser humano necesitado de protección y ayuda, y cuya vida cristiana está aún poco desarrollada. Sin embargo, las relaciones entre el concilio segundo de Lima 1567 y el concilio tercero de México no son tan directas. En el segundo limense, como dijimos más arriba, contiene extensas exposiciones temáticas, en contraposición con el concilio tercero de México que es más sintético y dispositivo. Las referencias a los cuatro capítulos del limense que hace el aparato crítico de nuestro concilio nos parece que tienen un sentido más de amplificación que de especificación de la fuente inspiradora de esta norma. En definitiva, se puede afirmar que el concilio tercero de México se inspiró únicamente en el tercero limense, mientras que las menciones al concilio segundo limense de 1567 son de mera erudición.

90 El aparato de fuentes del concilio tercero Lima 1582-1583. Semejanzas y diferencias respecto al concilio tercero de México

El concilio tercero de Lima no sólo dejó una huella en el contenido de las normas de nuestro concilio, sino que además influyó en su aparato de fuentes. Pero antes de pasar a hablar del influjo que tuvo el limense sobre el aparato crítico del tercero mexicano, expondremos brevemente algunos aspectos de los diversos textos de los decretos mexicanos desde el punto de vista de su aparato de fuentes. En primer lugar, el texto que podemos considerar como el primero, resultado final de un largo proceso de revisión de las constituciones del concilio primero de México y de otros concilios,19 es el que encontramos en la BL, MM266, 37r-159bisv, escrito en castellano. Su aparato crítico es muy escueto y contiene tan sólo citas de cánones del tridentino, del concilio primero de México y unas pocas referencias del Corpus Iuris Canonici y de leyes regias. De este primer texto manuscrito en castellano de los decretos, Ortigosa transcribió con gran fidelidad la versión en latín, que llama la atención por el gran paralelismo de términos lingüísticos que existe entre ambos textos. Además, esta traducción latina, que más tarde será la que se mandará a Roma para su aprobación, tiene el mismo contenido legislativo y la mayoría del aparato crítico del texto castellano.20 Por otra parte, nos encontramos con otro texto en español de los decretos, que es copia enmendada del primero.21 Esta segunda copia no muestra el aparato de fuentes que contiene la anterior. Finalmente, la edición de 1622 de los decretos mexicanos guardará el contenido de estos originales incorporando las modificaciones romanas y un amplísimo aparato de fuentes que no aparece en ninguna de las versiones anteriores. Además de ampliar las referencias tridentinas del primer mexicano y de los cánones del derecho canónico y civil que aparecían en el primer texto castellano y en la traducción latina de Ortigosa, la primera edición de 1622 añade otras muchas más de concilios provinciales, sínodos y bulas pontificias. Partiendo de que los textos manuscritos previos a la publicación definitiva de 1622, tanto los castellanos como el latino, que no contienen tan abultado aparato crítico, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿El aparato de fuentes de la edición de Juan de la Serna es obra de los redactores de los decretos mexicanos o fue un añadido posterior? Si fueron añadidos poco antes de la publicación, ¿quién pudo hacerlo? Antes de responder a estas preguntas es conveniente que hablemos de las constituciones del concilio tercero de Lima que aparece entre los papeles de preparación de los decretos mexicanos y de su aparato de fuentes, pues nos servirá de apoyo a nuestra hipótesis de la fecha de inclusión del aparato crítico del concilio tercero de México. Como dijimos ya al hablar de la copia del concilio tercero de Lima que se encuentra entre los documentos de la Bancroft Library, ésta llegó a México en septiembre de 1586, un año después de la finalización del concilio tercero de México. Ahora bien, ¿por qué razón se halla dentro de los apuntes de preparación de los decretos mexicanos? Si descartamos que esta copia fue el ejemplar que materialmente tuvieron los redactores del concilio tercero de México, ¿cómo se explica que existan anotaciones en los márgenes que dan a pensar en una utilización de esta copia para la elaboración del tercero de México? Por último, si el texto legislativo del tercero mexicano estaba ya escrito, ¿que función desempeñó esta copia del tercero limense que encontramos en la BL, MM269, 250r-273r en la elaboración de los decretos mexicanos? En las respuestas a estas preguntas pensamos que está la clave de la cuestión sobre el origen del aparato crítico de nuestro concilio. El porqué de la existencia de este ejemplar del concilio tercero de Lima que trajo Acosta entre los apuntes de elaboración de los decretos mexicanos, cuando ya éstos habían sido escritos, lo encontramos en el aparato crítico de las constituciones limeñas. Así es, al cotejar los aparatos de fuentes de ambos concilios observamos que el mexicano reproduce con frecuencia las referencias de autoridades que hace el limeño. Es decir, el concilio tercero de México no sólo reprodujo textos de las actas

19 Véase el comienzo del epígrafe Los Decretos Mexicanos del capítulo I de este trabajo. 20 Esta traducción latina del original castellano se encuentra en el ASV, 55, Conc. Mex. 1585. 21 Vid. Bancroft Library, MM267, 1r-100v. Esta copia castellana, a diferencia de la versión primera de la Bancroft Library, MM266, 37r-159bisv, no contiene algunos capítulos finales, tasas, etcétera.

91 del concilio de Santo Toribio que trajo posiblemente Bartolomé de Ledesma, sino que también se inspiró en el aparato crítico de las constituciones del concilio tercero de Lima que portó consigo Acosta. Veámoslo con un ejemplo. En los esquemas de redacción de los decretos se manda en un momento dado que se haga una norma que prohíba a los visitadores recibir nada salvo para su manutención, “ayudándose para esto del concilio de Lima actio. 4. c. 4”.22 El concilio tercero de México, además de seguir muy de cerca el texto legislativo del tercero de Lima, transcribe también la citación de fuentes del Corpus Iuris Canonici y del concilio de Trento que el tercero limense imprimió en su aparato crítico.

In VI. 3. 20. 2 Conc III Lima 1582/83, act IV, c 4, Conc III Mex, Lib V tit I, §.11, (Friedberg II, col 1057). (BL, MM269, 267r). (Serna, fol 85r). Exigit perversorum audacia, ut non simus Visitatores ut non solum excessus corrigant, Ut vero liberius morum reformationem, quae sola delictorum prohibitione contenti, se sed etiam exemplo modestiae et Christianae visitatoribus valde commissa est, procuret, etiam poenam delinquentibus imponamus. sobrietatis aedificent, nullo modo patiantur nihil quidquam visitator ullatenus accipiet, Constitutionem itaque felicis recordationis pompam aut profanum apparatum aut quocumque; modo ei offeratur, pro Innocentii Papae IV. praedecessoris nostri, nimios sumptus in occursationibus et visitatione ornamentorum, nec pro ratione editam super non recipiendis in pecunia hospitationibus sibi exhiberi munera petenda de hospitalibus, confraternitatibus, procurationibus, ac super receptione quaecumque aut commodi aliquid praeter ea Oeconomisve Ecclesiarum, aut aliis munerum visitantibus eorumque familiaribus quae sunt a iure permissa neque visitator ipse similibus, nisi tantum quae ad victum, et interdicta, quam multorum fertur temeritas recipiat neque suos recipere permittat sed hospitium sibi, et his, qui eum committantur, praeterire, volentes inviolabiliter observari, neque emat neque permutet cum his qui (Quorum parvus numerus esse debet) ab eam decernimus poenae adiectione visitantur equitatum aut aliud aliquid. Si quid Episcopo dari constituta sunt. Quod si secus iuvandam, statuentes, ut universe et singuli, eiusmodi acceperit, sciat se ad dupli fecerit, poenas incurrata constitutione qui ob procurationem sibi ratione visitationis restitutionem infra mensem faciendam iuxta Concilii Lugdunensis, quae incipit, exigit, debitam exigere penem ipsam recipiendo constitutionem concilii Tridentini in statutas, et reliquas a Concilio Tridentino munera, sive, visitationis officio non conscientia teneri. Quod si non restituerit impositas, ex cuius Decreto decernitur, ut, si impenso, procurationem in victualibus, aut intra praedictum tempus ab omni et visitatores ratione visitandi baptismales aliquid aliud procurationis occasione violare beneficio et officio esse suspensum fontes aliquid acceperint, illud, in foro etiam praesumpserint, duplum eius, quod secundum Gregorii X in concilio generali conscientiae, restituere tenentur; […] receperint, ecclesiae, a qua id receptum editam sanctionem fuerit, infra mensem reddere teneantur. Vide concilia citata supra §. 1; Tx. in c. exigit Conci Brac. 2 (572), c. 2; Conc Tolet 7 (646), de censibus lib. 6; Conc. Trid. Sess. 24. c. 3. c. 4. c. cum. Apostolus de Censibus. Conc. de reform; Tolet. act. 2. cap. 7; Limens. 3. Trid. Sess. 24, c. 3; c. Exegit, de censibus lib. act. 4. 6 Greg. 10 in Conc. Lugdun 2 (1274).

Como puede apreciarse, este decreto del tercer mexicano sigue muy de cerca al concilio tercero de Lima, que a su vez se inspiró en una norma del Corpus Iuris Canonici que hemos recogido en la primera columna del cuadro anterior. Por tanto, el concilio tercero de México al reproducir esta disposición del limense tercero en el fondo lo que recogía de segunda mano era un canon del Corpus Iuris Canonici. De ahí que nuestro concilio tome también prestado del concilio de Lima de 1582-1583 gran parte de su aparato crítico. Por consiguiente, en cuanto a la reproducción de las fuentes citadas por otros concilios, hay que tener en cuenta que, aunque en la mayoría de los casos el aparato crítico refleja verdaderamente las fuentes utilizadas, en otros casos tan sólo nos indica las que utilizaron otros concilios. Volviendo al ejemplo anterior, el concilio tercero de México no hace otra cosa que copiar de segunda mano lo que el tercero de Lima reprodujo de los cánones del tridentino, del Corpus Iuris Canonici y del concilio de Lyón. Teniendo presente que en ocasiones se da este fenómeno de reproducción de las fuentes citadas por otros concilios, en especial con relación al tercero limense, habrá que distinguir cuáles de las citas del aparato crítico son las auténticas, de las que son mera repetición. Además, en la copia de las constituciones del concilio tercero de Lima que tuvieron en sus manos los redactores de nuestro concilio, hemos encontrado una serie de citaciones adicionales, escritas seguramente por Salcedo, que lógicamente no se encuentran en la versión original del limense. Estas referencias añadidas fueron más tarde trasladadas al aparato crítico de la primera edición del tercer mexicano de 1622, lo cual nos confirma que esta copia del concilio tercero de Lima

22 Vid. Bancroft Library, MM268, 385r. ManCarr 1, p. 759.

92 del año 1586 fue utilizada para reproducir algunas de sus citas, más otras que fueron añadiendo a posteriori en sus márgenes. Esto es lo que sucede en el ejemplo de antes, donde se observa con otro tipo de letra la cita “Toletano de 1566 act. 2. c. 7”, que no pertenece al aparato crítico del tercero de Lima, pero que sí aparece en el aparato de fuentes del mexicano tercero en el libro V título I, §.11. Estas reproducciones de los textos del concilio tercero de Lima junto con su aparato crítico se repiten en múltiples ocasiones. En el siguiente cuadro mostramos algunos ejemplos más de estas similitudes de los aparatos críticos de ambos concilios.

Concilio III Lima Concilio III México Cita compartida

act 2, c 6 lib I, tit I, De la doctrina cristiana que se ha Conc. Trid. Sess. 24. c.7. de Refor. et Sess. (BL, MM269, 250v) de enseñar a los rudos § 1 (Serna, fol 3r) 25. in fine, et Tolet. ubi supr. act. 3. cap. 5. Conc. Remens. c. 15.

act 2, c 4 lib I, tit I, De la doctrina cristiana que se ha In cap. Baptizandos, in cap. non liceat de (BL, MM269, 250r ) de enseñar a los rudos § 2 (Serna, fol 3r) confe. dist. 4. Conc. Foro Jul. in praefat. ad finem, et Mogunt c 45.

act 2, c 30 lib I, tit IV, Del título de beneficio o de Ex tx. in cap. penult. de Simonia loquitur (BL, MM269, 255r ) patrimonio § 2 (Serna, fol 10v)

act 2, c 38 lib I, tit V, § 1 (Serna, fol 10v) Cap. ad. Apostolicam. c. Non satis de (BL, MM269, 256r ) Simonia.

act 3, c 33 lib III, tit XIII, § 4 (Serna, fol 64v) Conc. Trid. Sess. 25. c. 3. de regular. Conc. (BL, MM269, 264r ) Turon.23 cap. 26. et 31. Concil. Remense cap. 33. Tx. in cap. I. de Institution. et in cap. autoritate. §. sane de statu regul. lib. 6.

Después de haber comparado los aparatos críticos de ambos concilios pensamos que nuestro concilio reprodujo en sus decretos las citas del tercero de Lima en aquellas disposiciones cuya fuente principal eran precisamente las constituciones del tercero de Lima. La inmensa mayoría de las referencias bibliográficas no se encuentra en las primeras versiones manuscritas en castellano, ni en la traducción latina de Ortigosa sino tan sólo en la primera edición de los decretos de 1622. Es muy posible que fuese el mismo Juan de Salcedo quien completara y ampliara el aparato crítico de las primeras versiones manuscritas, pues aún vivía cuando por fin se publicó en 1622. Además, una vez recibidas las correcciones romanas al texto legislativo y la doble aprobación eclesiástica y civil, nadie mejor que Salcedo, que fue el autor principal de los decretos, para realizar esta tarea de hacer el aparato de fuentes de los mismos. En esta tarea, seguramente, Salcedo se ayudaría no sólo de los esquemas de elaboración de los decretos sino también de las constituciones del concilio tercero de Lima que se encuentra en la BL, MM269 250r-286v.

CONCLUSIONES DEL ANÁLISIS DE LAS DISPOSICIONES DE AMBOS CONCILIOS

Después de examinar los esquemas de elaboración de los decretos y de comparar textos, hemos podido constatar cómo los redactores, a partir de una revisión, no tan meticulosa como la realizada con las sinodales del concilio primero de México pero sí con mucha seriedad, fueron seleccionando muchos de los capítulos del concilio tercero de Lima para incorporarlos después a las constituciones mexicanas. Las pruebas del empleo directo de las constituciones del concilio tercero limense no son difíciles de conseguir. En este sentido, basta con hojear los esquemas de redacción de los decretos y comparar los textos de ambos concilios. Lo que no está del todo perfilado es quién introdujo dichas constituciones limenses en México cuando todavía no había sido aprobado. Sobre este punto somos de la opinión de que fue Bartolomé de Ledesma, consultor del concilio tercero de Lima, que al ser nombrado obispo de Oaxaca se trasladó a

93 Nueva España al poco de finalizar el concilio limense. Más tarde también participaría de forma activa en el concilio tercero de México. Pasamos a continuación a exponer resumidamente las conclusiones más significativas de nuestro análisis:

• La huella del concilio tercero de Lima en los decretos del tercero de México es notable y las continuas referencias a aquél en el aparato crítico lo demuestran. De los 118 capítulos del concilio tercero de Lima de 1582-1583, el concilio tercero de México cita en su aparato crítico 78 capítulos, es decir, dos de cada tres. Una primera conclusión que extraemos es que el aparato crítico de los decretos mexicanos cita la mayoría de los capítulos del concilio de Santo Toribio, estableciéndose sus constituciones como punto de referencia constante a lo largo de sus normas. • En no pocas ocasiones, los decretos mexicanos reproducen con mucha exactitud diversas expresiones del limense. Aunque se puede afirmar que la reproducción no es siempre literal, pues se aprecian supresiones de palabras, como con voluntad de apartarse del original, también es cierto que, por lo general, son mayoría las incorporaciones tomadas del concilio tercero de Lima. • Los redactores dispusieron de un ejemplar de las constituciones del limense y lo estudiaron. Además, y con anterioridad a este examen del concilio de 1582-1583, revisaron las constituciones del concilio primero de México que constituyó la base de los decretos de nuestro concilio. En esta revisión del primer mexicano aparecen muchas referencias a los capítulos del limense tercero, lo cual significa que, si bien los redactores partieron de las constituciones del primer mexicano, en muchos casos no aplicaron sus normas sino las del concilio de Santo Toribio. • Constatamos que apenas existen temas tratados por el concilio mexicano de 1585 que no estén reflejados en las constituciones del concilio tercero de Lima. Sin embargo, será en los temas relacionados con los indios donde se inspirará con mayor frecuencia en el limense. Véase el anexo III. • Las constituciones del concilio tercero de Lima que se encuentra en la BL, MM269 250r-286v, llegaron a México un año después de finalizar el concilio tercero de México. A pesar de no ser el ejemplar que sirvió para elaborar los decretos mexicanos, pensamos que estos ejemplares de las constituciones limeñas fueron empleados más adelante por Salcedo para inspirarse en la ampliación del aparato crítico de los decretos mexicanos y para reproducir muchas de sus citaciones.

Como era de esperar, y debido a la buena relación entre las dos provincias eclesiásticas americanas, el tercero de México se benefició de la nueva legislación limense que aunaba las anteriormente producidas por los dos primeros concilios provinciales de la Ciudad de los Reyes. En definitiva, el concilio tercero de Lima puede considerarse como una de las fuentes más importantes del de México, y esto no sólo porque desempeñó un papel capital en la elaboración de los decretos del tercero de México, sino también porque sirvió más adelante en la confección del aparato crítico de sus normas por aquellos que lo publicaron en 1622.

94 VII. LAS FUENTES DE LOS CONCILIOS TOLEDANOS Y EL CONCILIO DE COMPOSTELA (1565)

HISTORIA DE LOS CONCILIOS TOLEDANOS

La sede de Toledo, desde el siglo VI, ha tenido una rica experiencia sinodal y con razón es conocida en toda la Iglesia como la ciudad de los concilios. Los famosos concilios visigóticos clarificaron la doctrina teológica e impulsaron la reforma de las costumbres en toda la geografía peninsular.1 Los concilios provinciales toledanos del siglo XVI, celebrados inmediatamente después del concilio tridentino, desempeñaron un papel decisivo en orden a la aplicación del concilio de Trento en la vida de la Iglesia y de la sociedad española y americana.2 En este capítulo hablaremos de tres asambleas toledanas citadas en el aparato crítico de nuestro concilio: el provincial toledano (1565-1566), el sínodo diocesano toledano de Quiroga (1580) y el provincial de Toledo del mismo Quiroga (1582-1583). Estas tres asambleas reúnen las características de los concilios provinciales y sínodos del periodo postridentino, con el claro objetivo de llevar a la práctica las disposiciones del concilio ecuménico. Sus normas se centraron principalmente en los siguientes temas: del obispo como quicio de la reforma eclesiástica, la residencia, la visita del obispo y la puesta en marcha de los seminarios, la reforma del clero, la predicación y la reforma de las costumbres.

Concilio provincial toledano (1565-1566)

El concilio provincial de Toledo fue convocado por don Cristóbal Rojas de Sandoval,3 obispo de Córdoba, que actuó como presidente del concilio provincial por ser el prelado sufragáneo más antiguo en la provincia eclesiástica, ya que el legítimo metropolitano de Toledo, don Bartolomé de Carranza, estaba en circunstancias lamentables, preso por la inquisición y pendiente de juicio. Aunque cabe decir que la convocatoria práctica estuvo a cargo del mismo rey Felipe II, quien una vez aceptado y admitido en España el concilio de Trento, impulsaría en todo el reino su aplicación por medio de concilios provinciales. En él participaron los obispos de Palencia, Cuenca, Burgos de Osma, Sigüenza y Segovia. El delegado regio fue Francisco de Toledo, más tarde virrey de Perú. El fin de esta reunión conciliar fue amoldar la legislación local a las nuevas disposiciones del tridentino. Por otra parte, hay que destacar los memoriales de San Juan de Ávila (1499-1569) al concilio, viejo amigo y consultor del presidente de la asamblea toledana.

1 Sobre los concilios visigóticos, cf. J. Vives, Concilios visigóticos e hispano-romanos, CSIC, Barcelona 1963; J. Orlandis Rovira, La problemática conciliar en el reino visigodo de Toledo, en Anuario de Historia del Derecho Español, Madrid, 1978, pp. 277-306. 2 Cf. A. Fernández Collado, Concilios toledanos postridentinos, Toledo, Diputación Provincial de Toledo, 1996, p. 11. 3 Nació en Fuenterrabía el 26 de junio de 1502. Realiza estudios en Alcalá y obtiene el título de doctor en Teología. Nombrado obispo de Oviedo el 8 de octubre de 1546, de Badajoz el 4 de marzo de 1556, de Córdoba el 21 de octubre de 1562 y arzobispo de Sevilla el 18 de mayo de 1571. Asistió como obispo a la segunda sesión del Concilio de Trento. Murió el 22 de septiembre de 1580. Su capacidad, reciedumbre, iniciativa y sintonía con la doctrina de Trento y la reforma en España le llevaron a convocar, en las diversas sedes que ocupó, numerosas asambleas sinodales, en concreto, un sínodo en Oviedo, otro en Badajoz, seis en Córdoba y uno en Sevilla. En los memoriales de Juan de la Plaza al Concilio tercero de México lo pone como ejemplo de obispo. Cf. A. Fernández Collado, Concilios toledanos postridentinos, cit., p. 37.

95 Sínodo de Toledo (1580) y concilio provincial toledano (1582/1583)

El sínodo de Toledo de 1580 y el provincial toledano de 1582-1583, ambos convocados y presididos por Gaspar de Quiroga,4 ocupan un lugar de particular importancia en las fuentes citadas por el tercer mexicano. De los dos, el más relevante es el sínodo de Quiroga que es mencionado en 84 ocasiones. Éste fue celebrado a los tres años de recibir don Gaspar la mitra de Toledo y en él se recogían muchas disposiciones de concilios toledanos anteriores, en especial el del año 1565-1566, junto con otros nuevos que añade. En 1583 sus constituciones aparecieron impresas.5 El concilio provincial de Quiroga fue convocado dos años después. Asistieron los obispos de Palencia, Córdoba, Cuenca, Jaén, Osma, Sigüenza, Segovia y el abad de Valladolid. El concilio provincial siguió la línea del anterior provincial de Toledo de 1565 y, como no, del sínodo de Quiroga. También aparecen algunas influencias de las constituciones del sínodo de Granada de 1572. A pesar de las dificultades surgidas para la aprobación romana, el concilio de Toledo y el provincial de Quiroga produjeron un notable influjo en los decretos mexicanos como veremos a continuación.

ANÁLISIS DE LAS CONSTITUCIONES DE LAS FUENTES TOLEDANAS

Pruebas de la utilización directa de las fuentes toledanas

Son muchas las referencias que aparecen en el aparato crítico del tercer mexicano de 1585 sobre las disposiciones de estas tres asambleas toledanas, lo cual no deja de ser un signo claro de la utilización de sus normas canónicas por Salcedo y sus colaboradores. Además, son abundantes las referencias que hemos encontrado en los esquemas de elaboración de los decretos mexicanos. Entre estos esquemas, en el fol 391v de la BL, MM268 aparecen algunos títulos del “concilio toletano de don Christobal de Rojas. Año 1566” y del “sínodo diocesano de Quiroga. 1582”, y en el fol 392r el del “concilio provincial de Quiroga del año de 1583”, lo cual implica que el redactor tuvo a la mano estas disposiciones para la composición de los decretos mexicanos. Podemos saber también que los redactores tuvieron un ejemplar de las sinodales de Quiroga (1580). Esto es así porque en varias ocasiones en los papeles de elaboración de los decretos mexicanos se hace referencia a los folios en los que se ubica a las constituciones del sínodo de Quiroga y coinciden con la paginación de la primera edición de estas sinodales.6 Del mismo modo se puede concluir que los editores utilizaron igualmente esta primera edición del sínodo de Quiroga para componer el aparato de fuentes, ya que en dos disposiciones mexicanas se indican los folios en que se localizan la normas toledanas.7 En estos folios figuran diversas anotaciones que hacen relación a distintos temas en donde el concilio mexicano manda seguir las normas toledanas indicando lo que se ha de reproducir a la letra, añadir en sustancia o abreviar. Sírvanos de ejemplo estas tres frases de cada una de estas asambleas: “en lo que arriba se decretó sobre el comulgar los ordenados in sacris non presbyteri se añada el cap. 4. act. 2 y explicando que por lo menos sean las fiestas que este cap. 4. dize” (fol 391v); “a la letra se ponga la constitución 86 de este sínodo, con las palabras del concilio lateranense y breve de Pío V” (fol 391v); y “a la letra el cap. 8 actio 2, citando en el margen al concilio tridentino Sess. 24. c. 14 de reforma” (fol 392r).

4 Nació en Madrigal de las Altas Torres (Ávila) en 1512. Estudió derecho civil y canónico en el Colegio de Santa Cruz de Valladolid. En 1554 fue nombrado auditor de la Rota Romana y vivió en Roma varios años. A su vuelta a la Península ocupó diversos cargos en los consejos de Castilla, Italia y en el Tribunal de la Inquisición. En 1571 fue nombrado obispo de Cuenca y más tarde inquisidor general. En 1577 sucedió a Carranza en la mitra de Toledo. Al año siguiente Gregorio XIII lo nombró cardenal. Celebró un sínodo en 1580 y un importante concilio provincial en 1582. Murió en Madrid en 1594. Cf. A. Fernández Collado, Gaspar de Quiroga y Vela, en Los Primados de Toledo, Toledo 1993, pp. 110-111. 5 Constituciones sinodales hechas por el Ilustrissimo y reverendissimo señor Don Gaspar de Quiroga, Madrid, 1583. 6 Cf. Constituciones sinodales hechas por... Don Gaspar de Quiroga... Arzobispo de Toledo..., Imprenta de Francisco Sánchez, Madrid, 1583. 7 Cf. Conc. III Mex, Lib. III, tit. I, § 13 (Serna, fol 44r) se cita Synod. de Quiroga ad fin, fol. 78. et 79; y en el § 18 (Serna, fol. 44v) aparece la referencia Ex. Synod. de Quiroga ad finem, fol. 79.

96 En los esquemas de elaboración de los decretos, cuando se hace una revisión de las constituciones del concilio primero de México, nos encontramos con abundantes referencias a las fuentes toledanas con frases del estilo de “en lugar de este cap. 14. se ponga a la letra la constitución 21 del sinodal de Quiroga, y el cap. 4º de la actio. 3ª. del concilio provincial toledano que el mismo Quiroga celebró el año pasado de 83”.8 También aparece en los márgenes de estas mismas revisiones al concilio I de México, citaciones de los concilios toledanos. Así, en la revisión de la constitución 6 del concilio primero de México, sobre lo que se había de legislar acerca de los padrones, en los laterales figura la siguiente referencia: “Materia de padrones ver el de Quiroga sinodal const. 11”.9 Finalmente, en los manuscritos de elaboración del tercer mexicano hemos encontrado una copia de las actas del concilio provincial de Toledo (1582-1583)10 junto con un ejemplar de los decretos del concilio en latín.11 Pero cómo llegaron estos documentos a las manos de los redactores de los decretos del concilio tercero de México es una cuestión todavía por descubrir. Pero todo parece indicar que estos papeles llegaron a México antes de la conclusión del concilio del arzobispo Moya de Contreras y fueron utilizados para la elaboración de los decretos mexicanos. En el siguiente apartado haremos un cotejo de textos que bien nos puede servir para fundamentar esta hipótesis. En resumen, las pruebas de la utilización de las normas toledanas en la elaboración de los decretos del concilio tercero de México son las siguientes:

• Los esquemas de redacción de los decretos acuden en múltiples ocasiones a las disposiciones toledanas, tanto cuando se revisan las constituciones del concilio primero de México como por medio de un estudio separado de sus normas. • El gran parecido entre los textos legislativos, que se descubre no sólo en el contenido de las normas sino también en la forma de expresarlo. • Respecto al número de veces que aparecen las fuentes, observamos que las toledanas son citadas masivamente en el aparato crítico de los decretos del concilio tercero de México –36 veces el de 1565-1566, 84 veces el sínodo de 1580, y 37 veces el de 1582-1583–, en total 157 veces. Lo cual demuestra su relevancia y su presencia continua en la composición de los decretos de nuestro concilio. • Por último, de los esquemas de redacción se puede deducir que Salcedo manejó las constituciones de los concilios toledanos en la composición de los decretos del mexicano, citando párrafos completos de sus normas. Lo cual coincide con la copia del concilio de Toledo de 1582-1583 que se encuentra en el volumen 269 de los manuscritos de México de la Bancroft Library.

Cotejo de las constituciones toledanas y los decretos del concilio tercero de México

Para mostrar mejor la influencia de las asambleas toledanas en las normas del tercer mexicano, expondremos un ejemplo que refleje el grado de inspiración de dichas fuentes toledanas. Se trata de una cuestión que afectaba a las monjas: las beatas, mujeres que sin pertenecer a orden religiosa alguna, se proponían observar el voto de virginidad en sus casas, ofreciendo a Dios un voto simple de guardar la castidad. El concilio toledano, al mismo tiempo que alaba este modo de vida prohíbe, so pena de excomunión, vestir hábito de cualquiera de las órdenes religiosas aprobadas; con ello se pretende evitar que discurran con demasiada libertad, de un lado para otro, aparentando ser devotas sin serlo y deshonrando a las antiguas religiones.12

8 Bancroft Library, MM268, 365v. ManCarr 1, p. 716. Compárese con Conc III Mex, lib V, tit XI, § 1 No se excomulgue por robos de corto valor, fol. 94v de Serna. 9 Bancroft Library, MM268, 363v ManCarr 1, p. 712. 10 Cf. Bancroft Library, MM269, 280bis-322v. ManCarr 2, pp. 771-816. 11 Cf. Bancroft Library, MM269, 322bis-354r. ManCarr 2, pp. 816-866. 12 Cf. A. Fernández Collado, Concilios toledanos postridentinos, cit., p. 102.

97 El concilio mexicano, en la revisión a los decretos del concilio toledano de 1582/1583, manda reproducir “a la letra el cap. 45. actio 3ª”13 que trata sobre las beatas. Mostramos en el siguiente cuadro tres versiones del concilio de Toledo de 1583. La primera columna mostramos el texto de este concilio antes de la aprobación por Roma y que manejaron en la elaboración del mexicano. La segunda columna nos muestra el mismo texto después de la aprobación romana que edita Fernández Collado. Comparando ambas columnas podemos comprobar que las diferencias son insignificantes, lo cual denota las pocas correcciones que recibieron de Roma las constituciones toledanas. Por último, transcribimos el texto en castellano de la misma norma.

Conc Tolet 1583, act 3, c 45 Conc Tolet 1583, act 3, c 45 Conc Tolet 1583, act 3, c 45 (Tejada, (BL, MM269, fol 346v) (Fernández, 180-181) 475-476)

Licet haec Sancta synodus non damnet, sed Licet haec Santa Synodus non damnet, sed Aunque este santo concilio no condene, valde potius commendet, illarum mulierum valde potius commendet, illarum mulierum antes por el contrario recomiende la piedad pietatem, quae Sanctae Virginitatis, aut pietatem, quae Sanctae Virginitatis, aut de aquellas mujeres que se proponen Castitatis propositum, vel etiam votum Castitatis propositum, vel etiam votum observar la santa virginidad o castidad, o simplex Domino offerunt, in habitu simplex Domino offerunt, in habitu modesto, que viviendo en traje modesto y hasta en modesto, etiam in privatis domibus, etiam in privatis domibus, viventes; tamen sus casas particulares, ofrecen a Dios un viventes; tamen ne sub Sanctitatis specie ne sub Sanctitatis specie libere vagandi voto simple; sin embargo, a fin de que con libere vagandi occasionem habeant, et occasionem habeant, et sanctissimis pretexto de santidad no tengan motivo para sanctissimis Religionibus dedecus afferant; Religionibus dedecus afferant; prohibet sub vagar libremente, deshonrando a las prohibet sub latae sententiae latae sententiae excommunicatione, ne in santísimas religiones, prohíbe con excommunicatione, ne in posterum posterum huiusmodi mulieres, quas Beatas excomunión latae sententiae, que en huiusmodi mulieres, quas Beatas vocant, vocant, domi suae viventes, deferre possint adelante semejantes mujeres llamadas domi suae viventes, ferre possint habitum, habitum, seu vestem Religionis certae, et beatas, que viven en su casa, puedan llevar seu vestem Religionis certae, et probatae. probatae. traje o vestido de religión cierta y aprobada.

A continuación mostramos la disposición del concilio tercero de México, antes y después de la corrección romana con relación al asunto de las beatas. Son notables las huellas del concilio de Quiroga en el tercero de México, que reproduce no sólo el esquema de la normas sino también muchas de sus expresiones. Hemos puesto en cursivas algunas palabras clave entre ambos cánones para facilitar las comparaciones entre ambos concilios. Obsérvese como los dos textos legislativos antes y después de la aprobación romana conservan una equivalencia de contenidos notable, separándose tan sólo en cuanto a la forma. A diferencia del concilio de Quiroga, el tercer mexicano fue ampliamente revisado por la comisión romana, mientras que la asamblea toledana apenas si necesitó correcciones por parte de Roma.

Traducción latina de Ortigosa del original castellano del Conc III Conc III Mex, Lib III, tit XIII § 16 Mex, Lib III, tit XIII, § 16 (Serna, fol 66v) (ASV, 55, Conc Mex 1585, fol 155r-v)

Quanvis huiusmodi Sanctum Concilium non condemnat, sed potius Tametsi haec Synodus non reprobat, immo potius Iaudat, et laudat; et approbat statum aliquarum faeminarum, quae habitantes approbat quarumdam mulierum statum, quae extra monasteria in extra monasteria cum habitu honesto servant propositum castitatis, vel habitu honesto degentes, voto simplici ad servandam Deo virginitatis, se obligantes ad hoc per votum, simplex quod domino castitatem se astringunt; nihilominus praeveniens eadem Synodus, nostro offerunt, ad providentas quod sub praetextu devotionis non ne sub devotionis specie praedictae mulieres Iicentiose, huc, assumant licentiam discurrendi, et vagandi per diversas partes, et per illucque vagantes discurrant, et ob similitudinem habitus sancti similitudinem habitus verecundiam inferant sanctis religionibus, Monialibus ignominiam inferant, statuit ac praecipit sub poena ordinatur, et mandatur sub poena excommunicationis latae sententia excommunicationis latae sententiae, ut nulla praedictarum quod nulla dictarum faeminarum, quas vocant beatas defferant mulierum, quas beatas vocant, habitum alicuius religionis habitum alicuius religionis ex approbatis. approbatae deferat.

13 Bancroft Library, MM268, 392r ManCarr 1, p. 770.

98 Conclusiones del análisis de las constituciones de ambos concilios

Como siempre, partimos de los esquemas de elaboración de los decretos mexicanos, que constituyen la prueba más patente de la influencia de las fuentes del tercer concilio mexicano. Hemos podido constatar cómo Juan de Salcedo empleó las constituciones de estas tres asambleas de Toledo y las incorporó con frecuencia en las disposiciones mexicanas. Las conclusiones más importante de nuestro análisis son las siguientes. Los decretos mexicanos reproducen con exactitud muchas expresiones de los concilios toledanos, aunque no siempre sea muy literal la reproducción, sino que más bien el autor de los decretos reelabora con estilo propio el texto toledano. Los redactores dispusieron, indudablemente, de ejemplares de las actas de los concilios de Toledo y los estudiaron. Además, al hilo de la revisión a las normas del primer mexicano, el redactor acudió en muchos casos a las constituciones de los concilios de Toledo. Más adelante aparecen otros papeles de los trabajos preparativos de los decretos mexicanos que versan directamente sobre las constituciones toledanas, mandando adoptar algunas disposiciones suyas. No podemos decir con precisión en qué temas influyeron más las fuentes toledanas pero, como se aprecia en el anexo III, los concilios de Toledo están representados en casi todos los temas que abordó nuestro concilio. Los decretos del concilio de Toledo 1582-1583 que se encuentran en la BL, MM269, 322bis-354r, son anteriores a la aprobación romana que recibiría por la sagrada congregación del concilio la interpretación del concilio tridentino. Lo mismo que ocurrió con las sinodales del tercer concilio de Lima, el redactor de los decretos mexicanos acude a las disposiciones del concilio de Quiroga aun sabiendo que no están confirmadas ni aprobadas por la santa sede.

EL CONCILIO DE COMPOSTELA (1565)

Se celebró este concilio de la provincia eclesiástica de Compostela en Salamanca para cumplir con el precepto tridentino de convocar concilios provinciales dentro del año desde la finalización del concilio ecuménico y para promulgar sus normas. Fue convocado y presidido por el arzobispo don Gaspar de Zúñiga y Avellaneda,14 participaron los obispos sufragáneos de León, Plasencia, Mondoñedo, Astorga, Oviedo, Salamanca, Ávila, Lugo, Badajoz, Tuy, Ciudad Rodrigo, Zamora y Orense, con los procuradores de catedrales y colegiatas, así como el delegado regio, conde de Monteagudo. En la segunda Actio se redactaron 42 decretos muy semejantes a los de los concilios contemporáneos de Toledo y Valencia; la tercera Actio aprobó otros 42 decretos, que hacían referencia sobre todo a los prelados.15 Los capitulares presentaron apelaciones contra algunas disposiciones del concilio. Sus decretos no se aprobaron completamente por Roma sino que fueron parcialmente modificados mediante la concordia que presentó a Pío V el nuncio, arzobispo de Rossano; en 1569 el papa aprobó la concordia, y en 1573 su sucesor, Gregorio XII, confirmó la aprobación por medio del nuncio, Nicolás.16 En el aparato crítico del tercer mexicano de 1585 aparecen 28 referencias del concilio de Compostela (1565). También en los esquemas de elaboración de los decretos mexicanos se encuentran diversas referencias

14 Natural de Osma, hijo del tercer conde de Miranda. Estudió teología en Salamanca con la direción de Francisco de Vitoria, donde ocupó la cátedra correspondiente a dicha disciplina (1547-1550). Ocupó altas dignidades eclesiásticas, como la de abad de Castro en la diócesis de Burgos, y abad de San Isidoro, de León. Por insinuación de Domingo Soto fue nombrado (1550) obispo de Segovia. Asistió al concilio de Trento, participando solamente en las dos últimas sesiones del último periodo conciliar; fue nombrado en 1551 miembro de la comisión de redacción de los cánones sobre la misa y el sacramento del orden. Presentado para arzobispo de Santiago en 1558, tomó posesión en 1559. Con el fin de aceptar solemnemente al tridentino, convocó en 1565 el primer concilio provincial compostelano en Salamanca. En 1569, recibió la sede de Sevilla por mandatario pero no llegó a entrar personalmente en Sevilla. Sus méritos contraídos como jerarca de la Iglesia, le valieron de Pío V en 1570 el nombramiento de cardenal presbítero con el título de Santa Bárbara. Murió en Jaén en 1571. Cf. DHEE, vol. IV, p. 2817. 15 Para un resumen de este concilio, cf. P. Palazzini, Dizionario dei Concili, cit, vol. V, pp. 31-34. 16 Cf. DHEE, vol. I, p. 554.

99 a las normas compostelanas.17 Al igual que las otras fuentes preferentes del concilio tercero de México, las incorporaciones de algunos cánones del de Compostela no fueron inmediatas sino que hubo de pasar por un proceso de revisión con tres fases. Veámoslo con un caso concreto. En los esquemas de elaboración de los decretos mexicanos, en el fol 350r de la BL, MM268 aparece una lista de normas del concilio de Compostela (1565) con algunas indicaciones como aquellas que se hacen a dos decretos de la actio II: “cap. 25. véase que han de comulgar todos de manos prelati in cena Domini” y “cap. 26. véase y que los entierros se hagan de tal suerte que vuelva los prebendados a la iglesia con la cruz y quítese el enterrar el cabildo”. En esta primera fase de revisión de los decretos del concilio de Compostela se advierte el interés de estudiar algunas disposiciones y, posiblemente más adelante, reproducirlas. Después del examen de las constituciones de los concilios de Toledo y tercero de Lima, encontramos la segunda fase de revisión del de Compostela, localizado en el folio 329r de la BL, MM268, con el siguiente título: “Sobre el concilio compostelano provincial de don Gaspar de Zúñiga, se decreta lo siguiente”.18 Con relación al ejemplo anterior de la primera fase de revisión al concilio compostelano se establece: “si no está decretado, a la letra el cap. 25. actio 2. del compostelano”. Del decreto 26 de la actio II no se indica nada en esta segunda fase. En la tercera y última fase de revisión a las constituciones de don Gaspar de Zúñiga, localizada entre los folios 391r y 392r de la BL, MM268, encontramos lo escrito ya en la segunda fase pero con una caligrafía más limpia. Respecto a las normas que nos ocupan: “si arriba no está decretado, a la letra se ponga el cap. 25. actio. 2”.19 Respecto al decreto 26 tampoco se dice nada en esta tercera revisión, lo cual significa que no pasa a los decretos mexicanos. Mostramos a continuación los textos de ambos concilios para compararlos y analizar las semejanzas. Llama la atención que en el aparato crítico de nuestro concilio sí figure citado el decreto 26 del compostelano cuando en las dos últimas fases de revisión al concilio de Compostela se ordenaba obviar estas normas. En el siguiente cuadro hemos incluido este decreto 26 del concilio de Compostela para mostrar que, aunque ambos traten sobre las procesiones, no se refieren exactamente a lo mismo. Parece claro que en la redacción final de los decretos mexicanos no se incluyó este decreto. Este error en el aparato de fuentes del concilio pudo ser debido a que los editores de los decretos mexicanos no repararon en las indicaciones de Salcedo hechas al compostelano en la segunda y tercera fases de revisión, fijando su atención sólo en las indicaciones de la primera fase. Aparte de estas revisiones centradas en los decretos del concilio de Compostela, también se encuentran anotaciones referidas a éste, escritas por el autor de los decretos en los márgenes de los esquemas de redacción, que tienen como hilo conductor la revisión de las constituciones del concilio primero de México. Así, en la revisión del c 21, § 2 de dicho concilio, sobre cómo deben estar los eclesiásticos en los oficios divinos, en los laterales figura la siguiente referencia: “Compostelano actione 2ª. cap. 23 ”.20

17 Cf. Bancroft Library, MM268, 350r-v; 391r-v. ManCarr 1, pp. 687-771. 18 Cf. Bancroft Library, MM268, 329r. ManCarr 1, p. 661. Las anotaciones de estos esquemas de elaboración del concilio, escritos por Juan de Salcedo, presentan muchas abreviaturas y la escritura es de difícil lectura. Al parecer se trataba de un primer borrador escrito con una letra rápida y con la idea de pasarlo más adelante en limpio. 19 Bancroft Library, MM268, 391r. ManCarr 1, p. 769. 20 Bancroft Library, MM268, 368r. ManCarr 1, p. 724. Véase cómo precisamente en el aparato crítico del Conc. III Mex, Lib. III, tit. XV, § 7 (Serna, fol 70r) hace referencia tanto al § 2 del concilio primero de México (1555) como a esta ley del de Compostela de 1565. Esto confirma que los editores de los decretos mexicanos acudieron a estos esquemas de Salcedo para la confección del aparato crítico.

100 Conc III Mex, Lib III, tit III, De beneficiatis Cathedralium et Conc Compost 1565, act 2, c 25 (Tejada 330) parrochialium et eorum officiis § 6 (Serna, fol 51v) Feria quinta in Coena Domini omnes Dignitates, et Canonici, et Itidem Praebendati, Beneficiati, et Ministri omnes Cathedralis quicumque Beneficiati, et Ecclesiae Ministri, etiam Sacerdotes, in Ecclesiae, etiam si Sacerdotes sint, feria quinta in Coena domini, in ipsa maiori Missa sacrum Christi Corpus de manu celebrantis suscipiant; nec Missa Conventuali communicent; si vero quis secus fecerit, super hoc cum aliquo ulla ratione dispensetur. Si quis vero contra distributiones illius hebdomadae amittat. Quo vero debitus cultus, et fecerit, omnes illius Hebdomadae distributiones amittat. reverentia Cruci adhibeatur, in qua CHRISTUS Crucifixus nostrae salutis Misterium operatus est. Praecipitur Praebendatis omnibus, Conc Compost 1565, act 2, c 26 (Tejada 330) Beneficiatis, et Curatis Cathedralis, et caeterarum Ecclesiarum, ut in Quotiescumque Beneficiati, et Ministri Cathedralis, et Collegiatae Ecclesiae processionibus publicis, seu in humandis Defunctis Crucem comitentur, cum processione fuerint progressi, eadem solemnitate servata, ad ab exitu eius Ecclesiae, a qua prosecti sunt, usque ad reditum in eamdem Ecclesiam, unde exierant, revertantur, nisi Episcopus aliud viderit in forma processionis. expedire. Compostel. act. 2. cap. 25-26; Tolet. act. 3. c. 6; Milan. 3. fol. 595. Verbo Feria quinta. et Milan. I. p. 2. tit. de Processionib. et Supplication. et Milan. 4. tit. de Proces. in princip; et Conc. Dioecesanum de Osma tit. 2. const. 5. §. 26.

Las conclusiones a este análisis del concilio compostelano como fuente de nuestro concilio son muy parecidas a las de los análisis anteriores. En primer lugar, habría que destacar que en la elaboración de los decretos mexicanos, el redactor acudió en múltiples ocasiones al concilio de Compostela, tanto cuando se revisan las constituciones del concilio primero de México como por medio de un estudio separado de sus normas. Además de las semejanzas de las disposiciones, en las que el concilio mexicano se inspiró en esta fuente, observamos cómo el aparato crítico cita en numerosas ocasiones las normas del concilio de don Gaspar de Zúñiga. Por otra parte, el redactor tuvo a su disposición las constituciones del concilio de Compostela de 1565 y reprodujo algunas de sus normas. Hay que señalar que la reproducción no fue siempre a la letra como se indica en los esquemas de redacción de los decretos, sino que más bien el autor reelaboró con su estilo personal el texto del concilio compostelano.

101 VIII. EL CONCILIO DE TRENTO Y OTRAS FUENTES

El 3 de diciembre de 1563, el concilio de Trento celebraba su vigésima quinta y última sesión. Unos meses después, el romano pontífice Pío IV, con la bula Benedictus Deus1 ratificaba los cánones del concilio de Trento. El rey Felipe II confirmaba para la monarquía española todos sus decretos y los elevaba a categoría de leyes del reino.2 El concilio de Trento vio en los provinciales el instrumento idóneo para llevar a la práctica los decretos redactados y así estableció en el capítulo segundo de reforma de la sesión XXIV (11 noviembre de 1563), que se celebraran estas reuniones en cada provincia eclesiástica para aplicar las directrices del concilio ecuménico.3 Con el apoyo de la corona, la Iglesia mexicana se apresuró a cumplir con el precepto tridentino, convocando en 1565 al segundo concilio provincial de México. Y veinte años después, don Pedro Moya de Contreras convocaría a un nuevo concilio provincial mexicano para cumplir con el precepto de convocar concilios provinciales y para aplicar las normas de Trento. El tercer concilio mexicano desempeñó un papel crucial en la aplicación del tridentino. Sus actas conciliares están empapadas del espíritu reformador del tridentino y raro es el párrafo en el que no se haga alusión a sus disposiciones. En este último capítulo queremos abordar el tema de la huella tridentina en los decretos mexicanos de 1585 y justificar que, siendo la aplicación del concilio de Trento el fin principal de tercer concilio de México, lo hemos dejado para el final de nuestro trabajo. A continuación también analizaremos otras fuentes menores o de menor relevancia en la elaboración de las normas del concilio de don Pedro.

LA FUENTE TRIDENTINA EN EL CONCILIO MEXICANO DE 1585

Análisis de las disposiciones tridentinas en los decretos mexicanos

En primer lugar hay que recordar que el concilio tridentino supuso una intensa clarificación de la doctrina cristiana en contraposición a los errores luteranos que se difundieron por el norte de Europa. Los concilios provinciales tendrían la misión de propagar las enseñanzas de Trento hasta el último rincón de la sociedad. En este sentido, el concilio tercero de México supo fundamentar sus disposiciones sobre la doctrina nítida del tridentino, como se puede apreciar en el transfondo de sus normas, a pesar de ser éstas de carácter mayoritariamente disciplinar. En esta tarea de la aplicación del tridentino a los decretos mexicanos, Juan de la Plaza tuvo un papel muy notable como teólogo consultor del concilio mexicano. Según algunos autores, Juan de la Plaza fue “entre los participantes y colaboradores del tercer concilio mejicano, uno de sus fautores más eficaces y de iniciativas más orientadoras para su empalme programático con el concilio tridentino”.4 Sus siete memoriales que presentó al concilio sobre los seminarios y seminaristas, párrocos, predicadores, visitas episcopales, confesores y ministerios de indios, son un fiel reflejo de las normas tridentinas. Además, siendo De la Plaza uno de los colaboradores más cercanos de Juan de Salcedo, sus propuestas de inspiración tridentinas tuvieron

1 Pío IV, Bula Benedictus Deus, de 26 de enero de 1564, en DS 1847-1850. 2 Ley 13, tit. I, Lib. I de la novísima Recopilacion. Puede consultarse la Real Pragmática de Felipe II en A. Machuca Díez, Los Sacrosantos ecuménicos Concilios de Trento y Vaticano, Librería Católica de D. Gregorio del Amo, Madrid 1903, pp. XIII-XV. 3 Cf. Conc.Trid., Sess.24 (11 Novembris 1563) Decretum de reformatione c.2 (COD 761). 4 I. Lopetegui-F. Zubillaga, Historia de la Iglesia en la América española, cit., p. 593.

102 con frecuencia fácil acogida en los decretos mexicanos. En este sentido es elocuente la siguiente anotación de Salcedo en los esquemas de elaboración de los decretos con relación a los examinadores de los ordenandos:

… la instrucción que los examinadores … han de guardar así con los que se hubieren de ordenar de menores y mayores órdenes, como los que se opusieren a beneficios curatos y doctrinas, este sancto concilio provincial la remite al muy Rdo. P. doctor de la Plaza de la Compañía de IHS, para que sin hacer mención del concilio tridentino Sess. 24. c. 18 de reform, ni tomando dél razón, y viendo el motu propio de Pío V.... ordene y componga una instrucción breve que se ponga en este c. [se refiere al c. 45 del concilio I de México que está revisando]5

Como puede observarse, el autor de los decretos encarga a De la Plaza6 que prepare una norma siguiendo los dispuesto en la constitución 45 del concilio primero de México y atendiendo lo dicho por el motu proprio de S. Pío V. Llama la atención que indique de forma expresa que no se cite el canon 18 de la sesión XXIV de Trento, tal vez por la tendencia de Juan de la Plaza a hacerlo, sino el motu proprio de San Pío V. Sin embargo, el aparato crítico de la primera edición de los decretos mexicanos hace referencia a la dicha disposición tridentina a pesar de la indicación contraria que aparece en los esquemas de redacción. Por lo general podemos constatar que son abundantes las normas sobre la reforma del clero y la evangelización en que el mexicano cita el concilio de Trento, reforzando así su legitimidad. En este sentido, sus disposiciones están llenas de referencias tridentinas con frases del estilo: “por la autoridad del santo concilio tridentino, considerando al concilio tridentino, con arreglo al decreto del concilio tridentino”. También son abundantes las citaciones tridentinas tanto en los márgenes de las versiones castellana y latina anteriores a la aprobación romana, como en los de la primera edición de 1622. Sin embargo, y éste es el motivo por el que no hemos querido prestarle mayor atención en este estudio, el concilio de Trento no es una fuente preferente en la elaboración de los decretos mexicanos. Y esto es así porque en la preparación de los decretos, el redactor no acude directamente a los cánones tridentinos como fuente fundamental, sino indirectamente por medio de otras asambleas conciliares de la época postridentina. En los esquemas de elaboración de los decretos mexicanos no hemos encontrado ningún análisis específico del concilio de Trento como es el caso con las sinodales de 1555 y de 1565 de México, el concilio tercero de Lima, el sínodo de Granada, los concilios de Toledo de 1565 y 1582-1583, y el concilio de Compostela. A lo sumo, lo que aparece escrito en estos apuntes de la elaboración de los decretos son anotaciones intercaladas en las revisiones a otras legislaciones locales con indicaciones como: “En este cap. 39 [del concilio primero de México] citando el concilio tridentino Sess. 24. c. 7. de reformatione matrimonii se ponga lo que decide el concilio de Granada título de cognatione spirituali nº. 2”,7 o por ejemplo “en este cap. 43 [del concilio primero de México] cerca de los legos amancebados solteros o casados haciendo mención de lo que manda el concilio tridentino Sess. 24. c. 8. de reform. matrim se ponga lo que decide el concilio de Guadix título 5”.8 Estas notas nos confirman el hecho de que, en muchos casos, el concilio de Trento se cita más para legitimar que para reproducir. Esto no debe extrañarnos, ya que las disposiciones tridentinas son en muchas ocasiones de carácter general y, como consecuencia, lo más usual, y por qué no, también lo más práctico desde el punto de vista de la redacción de los decretos, es inspirarse en unas normas particulares que aplican la norma universal. Esto es lo que sucede en los ejemplos anteriores: se menciona un canon del tridentino poniendo lo que decide un concilio o un sínodo local. También hemos encontrado, aunque no sea lo más corriente, párrafos del concilio tridentino que transcribe a la letra nuestro concilio. En estos casos, en los esquemas de revisión de legislaciones particulares aparecen anotaciones del tipo: “Item. Para los que piden ser ordenados a título de patrimonio, se ponga lo dispuesto en el concilio tridentino sess. 21. c. 2. de reformatione, y luego a la letra el decreto.

5 Bancroft Library, MM268, 376v-377r ManCarr 1, pp. 742-743. 6 Véase el segundo memorial de Juan de la Plaza al concilio, sobre los que se han de ordenar, en F. Zubillaga, Tercer Concilio Mexicano, 1585: los memoriales de Juan de la Plaza, cit., pp. 176-200. 7 Bancroft Library, MM268, 374r. ManCarr 1, p. 736. 8 Ibidem, 374v. ManCarr 1, p. 737.

103 32. & 33. de la actio. 3. del concilio provincial de Quiroga”.9 Veamos cómo se expresan las fuentes y comparémoslo con el mexicano:

Conc Trident, Sess 21 Decretum de Conc III Mex, Lib I, tit IV, De Beneficci, aut Conc Tolet 1583, act 3, c 32 (Fernández, reformatione c 2 (COD 728-29) Patrimonii, § 1 (Serna, fol 10r-v) 176)

Cum non deceat, eos, qui divino Cum non deceat eos, qui divino ministerio addicti Quamquam sacris Canonibus olim, et ministerio adscripti sunt, cum ordinis sunt, cum ordinis dedecore mendicare, aut nuper per Tridentinae (ses. 21. cap. 2) dedecore mendicare aut sordidum sordidam aliquam artem ad victum exercere, Synodi decreto satis cautum est, ut nemo aliquem quaestum exercere, Concilii Tridentini auctoritate innixa haec sacris ordinibus initietur, qui vel compertumque sit, quam plures Synodus statuit, ne ullus Clericus saecularis ad Beneficium, vel certe pro necesitate, aut plerisque in locis ad sacros ordines nullo Sacros ordines promoveatur, nisi prius Episcopo commoditate Ecclesiarum, Episcopi fere delectu admitti, qui variis artibus ac legitime constet eum, beneficium, quod sibi ad iudicio, pensionem, patrimoniumve non fallaciis confingunt, se beneficium victum honeste sufficat, pacifice possidere. obtineat. ecclesiasticum aut etiam idoneas Patrimonium vero, vel pensionem obtinentes facultates obtinere: statuit sancta ordinari non possint, nisi illi, quos Episcopus Conc Tolet 1583, act 3, c 33 (Fernández, synodus, ne quis deinceps clericus iudicaverit assumendos pro necessitate, vel 176-177) saecularis, quamvis alias sit idoneus commoditate Ecclesiarum suarum prius quoque Quoniam patrimonii titulo ordinandi non moribus, scientia et aetate, ad sacros perspecto, patrimonium illud vel pensionem vere sunt, nise quos propter Ecclesiarum ordines promoveatur, nisi prius legitime ab eis obtineri, taliaque esse, quae eis ad vitam necessitatem, vel comoditatem constet, eum beneficium ecclesiasticum, sustentandam satis sint. assumendos Episcopus iudicaverit; quique quod sibi ad victum honeste sufficat, ipsarum Ecclesiarum ministerio ita pacifice possidere. Conc. Milan. 5. fol 766. verbo At vero haec in deputentur, ut locum, inconsulto primis. Conc. Trid. Sess. 21. cap. 2. Conc. Limens. Episcopo, non possit deserere. 3. act. 2. cap. 31.

Este comienzo de la norma es muy claro para mostrar cómo el concilio tercero de México reproduce casi literalmente el tridentino. Pero según los esquemas de redacción, el concilio de México se inspiró en la constitución 32 del de Toledo que, a su vez, se fundamenta en la sesión XXI, capítulo II del concilio de Trento. Como se puede ver, nuestro concilio se separa del toledano en cuanto que no sólo cita la disposición tridentina sino que además la transcribe en el cuerpo de la norma. De todos modos, esta transcripción íntegra de un fragmento del tridentino no es lo más frecuente en las disposiciones mexicanas. El resto del texto de la norma a partir de “Patrimonium vero, vel pensionem obtinentes”, seguirá de cerca la constitución 33 del concilio de Toledo. No deja de llamar la atención que el aparato crítico del concilio mexicano, aun sirviéndose de estas dos constituciones del de Quiroga como modelo por imitar, no las mencione de forma explícita en esta norma. Será en la siguiente disposición donde sí aparezcan citadas estas constituciones del concilio de Toledo (1582-1583).

El concilio de Trento en el aparato crítico del concilio de México (1585)

El Concilio de Trento es una de las fuentes más citadas en el aparato crítico de los decretos mexicanos. De sus veinticinco sesiones, el concilio tercero de México sólo hace referencia a once sesiones tridentinas. A continuación describiremos estas citaciones repartidas por sesiones y distinguiendo si son de decretos doctrinales o de reforma disciplinar. De las 153 citas, 50 son de tipo doctrinal: hay una mención a la sesión IV sobre la recepción de la vulgata; tres referencias a la sesión V acerca de la predicación; dos citaciones a la sesión VI de la residencia de los obispos; ocho menciones a la sesión XIV repartidas en siete sobre el sacramento de la penitencia y uno sobre la extremaunción; tres referencias a la sesión XXII respecto de la santa misa; y por último, 29 citaciones a la sesión XXV distribuidas en los siguientes temas: dos sobre el purgatorio, cinco acerca de las reliquias y 22 sobre los regulares. El resto de las 103 referencias es de las secciones “De reformatione” del concilio tridentino. En concreto se citan las sesiones VII (cinco referencias), XIII (una referencia), XIV (tres referencias), XXI

9 Ibidem, 375v. ManCarr 1, p. 739.

104 (cuatro referencias), XXII (16 referencias), XXIII (33 referencias), XXIV (43 referencias) y XXV (19 referencias). Como se puede ver, las sesiones más citadas son las cuatro últimas, y de ellas hablaremos someramente a continuación. Los cánones de reforma de la sesión XXII del concilio de Trento son citados cuando éste trata sobre la vida y las costumbres de los clérigos, las dispensas, las últimas voluntades, las fundaciones y el patronazgo, los notarios y la enajenación de las cosas pías. A los de la sesión XXIII se acude en las disposiciones que versan sobre las condiciones del clero, los confesores y los seminarios. De la sesión XXIV de Trento, las disposiciones super reformatione circa matrimonium son muy nombradas en el libro IV de los decretos mexicanos. Hay ocho citas del famoso decreto Tametsi que condena los matrimonios clandestinos y afirma la necesidad de la presencia del sacerdote y de dos testigos en el momento de la celebración del matrimonio. Aparte de las referencias al desposorio, la sesión XXIV también figura en los decretos del tercer mexicano al legislar sobre las visitas de los prelados y la predicación. Por último, la más citada de todas es la sesión XXV, que será mencionada en el apartado “de los regulares y de las monjas”. Los decretos de reformatione generali de la misma sesión XXV son muy aludidos en múltiples asuntos: la predicación, la sobriedad que deben tener los obispos, las excomuniones, los diezmos, los testamentos... Como puede verse, las disposiciones de reforma disciplinar son más citadas que las normas doctrinales del concilio de Trento, lo cual nos reafirma el carácter disciplinar de nuestro concilio.

Conclusiones del análisis del concilio tridentino y los decretos mexicanos

En primer lugar, hay que destacar que el concilio de Trento es la fuente del tercero de México (1585) que más veces aparece citada en el aparato crítico de sus decretos. Sin embargo, sin que esto reste en nada a la presencia continua del tridentino en los decretos, no se puede decir que éste haya influido de modo directo en la redacción de estas disposiciones mexicanas. Esto es lo que se deduce del examen que hemos realizado a los esquemas de elaboración de los decretos mexicanos, observando que si bien aparece mencionado con gran frecuencia, el redactor no se inspira directamente en las normas del concilio ecuménico sino en las de otros concilios y sínodos que las aplican. Por tanto, el concilio III de México es una aplicación de las disposiciones del concilio de Trento, pero siguiendo básicamente el modelo de otras asambleas postridentinas. Por este motivo no hemos considerado el concilio de Trento como una fuente preferente en la redacción de los decretos, sin que esto signifique que indirectamente no esté omnipresente en las normas mexicanas. Además de los memoriales de Juan de la Plaza, se puede decir que fueron sobre todo las constituciones de las asambleas eclesiásticas de Granada, Toledo, Compostela y tercero de Lima, las que introdujeron el concilio tridentino en los decretos de México (1585).

LOS CONCILIOS DE MILÁN

El concilio de Trento hizo resurgir los concilios provinciales, que desde el siglo XIV habían caído por completo en desuso. Este florecimiento de tales concilios fue posible, en gran parte, al empeño ejemplar del santo obispo de Milán, uno de los grandes promotores de la aplicación de Trento. Los concilios provinciales borromianos sirvieron de modelo a otros muchos,10 y desde luego al tercero de México. San Carlos Borromeo,11 cardenal y arzobispo de Milán, sobrino del papa Pío IV (1559-1565), ocupó la silla milanesa entre los años 1565-1583, y cumplió fielmente la norma tridentina de celebrar concilios

10 H. Jedin, Breve Historia de los Concilios, p. 135. 11 Cardenal, legado pontificio y arzobispo de Milán, presidió el primer concilio provincial el 25-8-1565 desde Roma, donde residía como cardenal el sobrino del papa Pío IV (1559-1565). Más tarde, fue a Milán para la celebración del concilio provincial. Después volvería a Roma a la muerte de su tío (9-12-1565) y a la elección de San Pío V (7-1-1566). La muerte del papa lo liberó del peso de la Secretaría de Estado, permaneciendo desde entonces sólo como obispo de Milán. Fue un ejemplo luminoso como legislador de la reforma no sólo con el primer concilio sino con otros siete concilios provinciales y los once sínodos diocesanos: una reforma genuinamente eclesiástica según las directrices del concilio de Trento. Cf. L. Mezzadri (dir.), Storia della Chiesa, vol. XVIII/2, La Chiesa nell’età dell’Assolutismo confessionale, Paoline, Milano, 1988, pp. 88-91.

105 provinciales cada tres años. En una larga serie de concilios celebrados en Milán, el Borromeo afronta la aplicación de los cánones de la asamblea universal a las realidades particulares de su provincia. El inmenso legado legislativo de los concilios del santo obispo de Milán es punto de referencia casi continuo en el aparato crítico del tercer concilio provincial mexicano. Sin duda, la fama de santidad y el gran prestigio de San Carlos Borromeo, junto con la circunstancia histórica de estar el ducado milanés dentro de la órbita de dominio español, fueron factores decisivos para la difusión de sus normas desde Milán hasta las Indias. Por este motivo, no es extraño que aparezcan en el aparato crítico de nuestro concilio cinco de los siete concilios que el santo arzobispo de Milán celebró, y en un total de 188 referencias. Sin embargo, de estos cinco concilios borromianos citados en el aparato crítico, el único del que hemos encontrado referencias en los esquemas de elaboración de los decretos mexicanos es en el primero de 1565. Además, precisamente el primero de Milán es la fuente más citada de todo este grupo de concilios milaneses (79 veces), es decir, más de 42 por ciento del total de citas a estas fuentes. En este apartado nos centraremos, por ser lógicamente el más importante de los cinco, en el primer concilio de Milán, del que relataremos con brevedad sus hitos históricos más relevantes. La convocatoria del primer concilio provincial de Milán tiene su origen último en la disposición tridentina,12 por la cual se mandaba que en toda provincia eclesiástica se celebrase cada tres años un concilio provincial donde se regulasen las costumbres y corrigiesen los abusos. El recién nombrado arzobispo de Milán, fiel cumplidor de lo dispuesto por el concilio de Trento, convocó inmediatamente en octubre de 1565 al primer concilio provincial de Milán. Asistieron 14 obispos (11 sufragáneos y tres no sufragáneos). El principal objetivo era prestar juramento de fidelidad a los decretos tridentinos y exhortar a los obispos de su provincia a la tarea de aplicación de los mismos.13 A la muerte del papa Pío IV (9 de diciembre de 1565), el senado de Milán hizo todo lo posible para que no vieran la luz los decretos del concilio; sin embargo, se produjo el efecto contrario, dándole aún mayor publicidad a tales actas. Se imprimieron dos ediciones, una en Brescia y otra en Venecia, en total no menos de seis mil copias, cifra imponente para entonces. Se enviaron copias a todos los cardenales y a todos los obispos principales de Italia y a los más importantes de Polonia, Alemania, Francia, Portugal y España.14 Seguramente, como puede comprobarse en los esquemas de redacción de los decretos mexicanos, una de estas copias del concilio primero de Milán llegaría a Nueva España, siendo más tarde utilizada para la elaboración de los decretos del tercer concilio de México. En cuanto a la elaboración de los decretos del concilio mexicano, las referencias a los concilios de Milán son escasas. En contraste con las múltiples citas de los cinco concilios de Milán en el aparato de fuentes, en los esquemas de Salcedo para la composición de los decretos, sólo aparecen algunas pocas referencias al primer concilio de Milán de 1565, como la que aparece en la revisión de la constitución 46 del concilio primero de México: “Este cap. 46 se renueva, y para su mejor ordinata se vea si lo deciden mejor el concilio de Milán. fol. 48 verbo Archidiácono”.15 También son escasas las referencias en los márgenes de los esquemas previos a la composición de los decretos que Salcedo hace al revisar las sinodales del concilio primero de México. A modo de ejemplo sirvan las notas en el margen izquierdo de la revisión a la constitución 27 del primero de México en el que se cita “Milan fol. 16 et compostelano actio 2. c. 9. et toletano de 1566 actio. 2. c. 21”.16

12 Cf. Conc.Trid., Sess.24 (11 Novembris 1563) Decretum de reformatione c.2 (COD 761). 13 Para un resumen de este concilio, Cf. P. Palazzini, Dizionario dei Concili, cit, vol. III, pp. 113-116. 14 Cf. E. Cattaneo, La singolare fortuna degli “Acta Ecclesiae Mediolanensis”, in La Scuola Cattolica, 111 (1983), p. 193. 15 Bancroft Library, MM268, 377r. ManCarr 1, p. 743. 16 Bancroft Library, MM268, 370v. ManCarr 1, p. 729. Coincidiendo con las referencias de los márgenes de los esquemas de redacción, el aparato crítico del Conc III Mex, Lib. III, tit. XVIII, § 1 (Serna, fol. 74v), muestra lo siguiente: “De hoc. tit. satis pie loquitur Concil. Milan. 4. a tit. de Sacris Reliquiis, cum tit. seqq.;et Milan. 5. tit. de Indulgentiis, et Sac. Reliquiis.Sess. 25. in Decreto de invocatione, et Reliquiis Sanctorum. et Sacris Imaginibus.; Motus proprius Pii V.; Tx. in c. 2. de immunitate Ecclesiar. lib. 6.; Conc. Trid. Sess. 22. in Decreto de observand. et evitand. etc.; Mex. I. cap. 26.; Guad. tit. 4. const. 6.; et Milan. 1. p. 1. tit. de actionibus. et representationib. Sacris. et Compost. act. 2. cap. 9. et Tolet. act. 2. cap. 21. et Gran. tit. de celebrat. Missar. n. 3 [1]. et tit. de Reliq. et venerat. Sanctorum n. 4...”. Lo señalado en cursiva son las citas que aparecen tanto en los manuscritos de redacción de los decretos mexicanos como en las mismas constituciones del concilio. Como se puede observar, las citas del IV y del V concilios de Milán, no aparecen especificadas en los papeles de elaboración de los decretos mexicanos, sino tan sólo el primero de Milán de 1565.

106 Se puede concluir que los concilios de Milán tienen un peso prácticamente nulo de influencia sobre nuestro concilio. Con el siguiente ejemplo queremos mostrar cómo el tercer mexicano no se ayudó de las sinodales de Milán en la composición de esta norma, aunque la citase en su aparato crítico. Se trata de una disposición del concilio tercero de México que tiene su origen en la revisión de la const. 5 del concilio primero de México de los esquemas de elaboración de los decretos. En ésta se establecen penas medicinales para evitar los hechizos y sortilegios, tan corrientes entre gente de poca cultura de entonces, estableciéndose que “se ponga lo que decide el concilio sinodal de Granada tit. de sortilegis. nº 1 fol 117 en cuanto a los españoles. Ytem las mismas penas corporales se den a indios, negros, mulatos y mestizos”.17 En estos apuntes se menciona el concilio de Granada como fuente principal para la confección de esta norma. El concilio provincial mexicano, consciente de la debilidad de los indios y de su tendencia a las supersticiones, trata de apartarlos lo más posible de la ocasiones de caer. Aunque el sínodo de Granada de 1572 no desarrolle los motivos que justifican la norma, como sí hace el concilio tercero de México; por lo demás, las diferencias entre ambos textos son insignificantes. Tanto en uno como en otro se castiga duramente toda acción que levante sospecha de brujería. Si acaso, el texto de nuestro concilio es más breve, como viene siendo habitual, y menos detallado en la exposición de los casos concretos como hace el sínodo granadino. Mostramos las diversas fuentes y versiones para que quede más patente el origen y la evolución de la norma.

Conc I Milan, pars 1, tit de Sin Granat 1572, Lib V, Conc III Mex, Lib Virgen, tit Conc III Mex, Lib V, tit VI, § Conc III Mex, Lib V, tit VI, § Magicis artibus (Ratti, col tit V, § 1 (Moscoso 222-23) VI, § 1. BL, MM266, 137v 1, ASV, 55, fol 199v-220r 1 (Serna, fol 90r) 38-39) Magos, et maleficos, qui se Aunque por la ley divina está Grande ofensa se hace al Magna offensa fit Deo vero in Magna in Deum verum ligaturis, nodis, characteribus, prohibido, y por pragmáticas de verdadero Dios, en quien todo quo consistit remedium committitur offensa, in quo verbis occultis mentes estos reinos impuesta pena de el remedio de nuestras nostrarum necessitatum, et totius nostrae miseriae hominum pertubare, morbos muerte a los que usan de necesidades y la omnipotencia omnipotentia, et scientia consistit remedium, quique inducere, vel expellere, cualesquier maneras de y saber, en acudir a los eundo ad sortilegos, omnipotens est, et summe corporum figuram, et adivinanzas, como es de hechiceros y encantadores, o incantatores, et veneficos ad sapiens, si sortilegi, magi, constitutionem immutare, agüeros, aves, estornudos, adivinos a buscar el reparo de querendedum remedium malefici, ariolive consuluntur, ventis, tempestati, aeri ac mari palabras que llaman proverbios, ellas, e a inquirir los sucesos ipsarum, et inquirendum ab eisque futuri inquiruntur incantationibus imperare suertes, hechizos, y los que futuros. Y así está prohibido futuros succesus, et ideo est eventus. Quae res acerrime in posse sibi persuadent, aut aliis acatan en agua, cristal, espada, en la ley divina y reprehendido prohibitum in lege divina, et Sacra Scriptura reprehenditur, policentur: ceterosque omnes espejo, o en otra cosa lucia, o ásperamente en la Escritura reprehensum aspere in sacra et Divina Lege prohibetur. qui quovis artis magicae, et hacen hechizos de metal, o de sagrada y así se ordena y scriptura, et idcirco ordinatur, Eam ob causam haec Synodus veneficii genere pactiones, et otra cosa cualquiera, usan de manda que ninguna persona et mandatur quod nulla interdicit, ne quisquam foedera experesse, vel tacite adivinanza de cabeza de de cualquier calidad que sea persona cuius cumque cuiuscumque conditionis cum daemonibus faciunt, hombre muerto, o de bestia, o use de agüeros o suertes o qualitatis utatur maleficiis, existat auguribus, sortibusve episcopi acriter puniant, et de palma de niño, o de haga cercos o encantaciones sortibus, vel faciat circulos, aut utatur, circulis, aut societate fidelium exterminent doncella, o de encantamentos, para saber las cosas por venir, incantationes ad sciaendum incantationibus, ad futuros divinationem ex aere, aqua, o de cercos, o de ligamentos de ni den a ninguna persona para futura neque det alicui persona rerum eventus praenoscendos, terra, igne ex inanimatis; ex casados, o que cortan la rosa bebedizos o hechizos para potus amatorios, vel veneficia nec cuiquam filtra, aut unguium et linamentorum del monte porque sane de la provocarla a amor, u odio so ad provocandum in amorem veneficia propinet, ut ad corporis inspectione; ex enfermedad que llaman del pena de que serán castigados, sub poena quod punientur amorem, vel odium incitetur; sortibus, somniis, mortuis; monte, y otras cosas semejantes con azotes, coroza, o estar a la fustigatione, vel [...] poena aliterque, qui secus fecerint, futura predicere, furta, para haber salud, o bienes vergüenza, o en pena pecuniarium iuxta qualitatem flagellabuntur, mytraque capite thesauros absconditos; temporales, usando de equidad, pecuniaria, conforme a la personarum correspondeat imposita in publicae divinatores, sortilegos, estatuimos y mandamos: que calidad de las personas poena gravitatii culpae ad ignominiae signo punientur; conjectores, ariolos; magos; cualquiera persona que hiciere correspondiendo la pena a la arbitrium praelati. aut iuxta qualitatem astrologi et aliorum motu, algo de lo susodicho, o hiciere gravedad de la culpa a arbitrio delinquentium poena figura, et aspectu de hominum cosas para provocar a amor u del prelado. pecuniaria plectentur, ita ut actionibus odio entre los próximos, o Episcopi arbitrio gravitati entre casados, o para culpae poena respondeat. maleficiar, o otros cualesquier géneros de hechizos, incurra en pena de doscientos azotes, los cuales le den públicamente, con una mordaza en la lengua, y una coroza en la cabeza... y pague dos marcos de plata para obras pías.

17 Vid. Bancroft Library, MM268, 363v. ManCarr 1, p. 712.

107 En cuanto a las semejanzas con las constituciones del primero de Milán, no nos parecen tan evidentes salvo cuando se refieren a la enumeración de las supersticiones. Aun en estos registros las similitudes son mayores respecto a las sinodales granadinas que a las de Milán. Las únicas analogías que encontramos entre la fuente de Milán y nuestro concilio son más de fondo que de forma, es decir, los decretos mexicanos coinciden doctrinalmente con las constituciones de Borromeo pero reproduciendo las del sínodo de don Pedro Guerrero. Las conclusiones de las fuentes de los concilios de Milán se pueden resumir en dos: en primer lugar, que los concilios de San Carlos Borromeo no pueden considerarse como fuentes preferentes de los decretos mexicanos; y en segundo lugar, que las múltiples citas que aparecen en el aparato crítico deben entenderse como un respaldo o refuerzo a las normas de México de 1585, y por otra parte muestra un auténtico trabajo de erudición de los editores de 1622.

OTRAS FUENTES

Cerramos este capítulo dedicado a las fuentes secundarias del concilio mexicano de 1585 con un apartado en el que incluiremos las fuentes no conciliares que fueron citadas en el aparato crítico de los decretos mexicanos de la edición de 1622. Estas fuentes legislativas son de muy diversas naturaleza, procedencia y fecha de emisión: desde las leyes civiles recogidas en la recopilación de leyes regias de Castilla, a las bulas papales y los cánones del Corpus Iuris Canonici, hasta las referencias a libros de famosos teólogos y juristas de entonces.

Corpus Iuris Canonici

Dentro de este grupo de otras fuentes, por su importancia en el aparato crítico de los decretos mexicanos, el primer lugar lo ocupan las citas al Corpus Iuris Canonici,18 que aparecen en 68 ocasiones. El Corpus Iuris Canonici es el conjunto de varias colecciones del derecho canónico clásico: el decreto de Graciano, las decretales de Gregorio IX, el libro sexto de Bonifacio VIII, las decretales clementinas, las extravagantes de Juan XXII y las extravagantes comunes. De estas colecciones del Corpus Iuris Canonici, nuestro concilio acude principalmente a los cánones de las decretales de Gregorio IX (36 referencias); en un segundo lugar destacan las citas al Liber Sextus de Bonifacio VIII (16 referencias); y por último aparecen las decretales clementinas (8 referencias), el decreto de Graciano (4 referencias) y las extravagantes (4 referencias). Con respecto a las decretales de Gregorio IX, tan sólo recordar lo dicho en el capítulo segundo. Al hablar de la estructura de los decretos mexicanos sabemos que el redactor adoptó el esquema del sínodo de Granada (1572), que a su vez, se inspiró en la distribución en cinco partes de las decretales de Gregorio IX. Por ello, es lógico que nuestro concilio no sólo se apoyara en el esquema de las Decretales de Gregorio IX sino que también tuviera una predilección por el contenido de sus cánones en comparación con las demás colecciones del Corpus Iuris Canonici. Por otra parte, no podemos olvidar que muchas de estas referencias al Corpus Iuris Canonici son copias de segunda mano de las fuentes preferentes del tercer concilio de México. Este asunto ya lo hemos tratado en el capítulo tercero. Allí mostramos un ejemplo de una norma del mexicano con clara inspiración en el concilio III Lima 1582/83, que al mismo tiempo se inspiraba en una norma del Corpus Iuris Canonici. Concluíamos que

18 De esta inmensa masa de textos legislativos que compone el Corpus Iuris Canonici, el decreto de Graciano constituye la base del derecho canónico clásico. Las restantes colecciones del periodo clásico tuvieron el propósito de recoger los textos canónicos –cánones de concilios generales o decretales pontificias– extravagantes; es decir, que estaban fuera (vagabant extra) del decreto de Graciano. De los numerosos intentos de recopilar el derecho nuevo (posterior a Graciano), las decretales de Gregorio IX de 1234 fueron las que más éxito tuvieron. En 1298, el papa Bonifacio VIII promulgó una nueva colección que se denominó Libro Sexto. Más adelante, en 1317, Juan XXII hizo una nueva colección, que constituía una revisión y una corrección de la que se preparó, sin llegar a promulgarse, durante el pontificado de Clemente V. Por esta razón se le denominó Decretales Clementinas. El Corpus canónico sería completado en los años 1500 y 1503, gracias a la elaboración privada, por el jurista de París Juan Chappuis, de dos breves y tardías colecciones de decretales: las Extravagantes de Juan XXII y las Extravagantes comunes. Cf. P. Lombardía, Lecciones de Derecho canónico, Tecnós, Madrid, 1984, p. 32.

108 el concilio III de México, al reproducir esta disposición del limense tercero, en el fondo no hacía otra cosa que recoger de segunda mano, un canon del Corpus Iuris Canonici. De ahí que nuestro concilio tome también prestado del concilio de Lima de 1582-1583 gran parte de su aparato crítico.19 En definitiva, pensamos que las referencias al Corpus Iuris Canonici que encontramos en los decretos mexicanos son reproducción de segunda mano de otras fuentes preferentes. Por tanto, aunque son citadas en muchas ocasiones, en especial las decretales de Gregorio IX, no las consideramos como fuente principal sino como fuentes que influyeron indirectamente por medio de las fuentes preferentes de concilio mexicano tercero.

Las leyes reales

Desde la conquista de México, la Iglesia novohispana tuvo que hacer frente a situaciones totalmente novedosas. Con frecuencia, los obispos mexicanos planteaban a la corona y a la santa sede las diversas dificultades con las que se fueron tropezando en el campo misional, para pedir soluciones a estos problemas que no cabían dentro de la normativa canónica vigente.20 Las leyes regias eran documentos que la corona enviaba a América, a veces a instancia de los obispos, y a veces por iniciativa real, para resolver problemas de toda índole y, con frecuencia, también de carácter eclesiástico y misionero.21 En nuestro concilio hemos localizado 51 referencias de esta fuente, de las cuales, 45 se refieren a diversas leyes recogidas en la recopilación de Castilla editado por Felipe II,22 y las seis restantes a otras cédulas reales del rey. En los esquemas de redacción de los decretos, Juan de Salcedo remite en varias ocasiones a las leyes de la recopilación de Castilla. Así por ejemplo, en la revisión a la c. 24 del concilio I de México se indica que “y cuanto a los lutos en las paredes de las iglesias y capillas y doce hachas se ponga lo que sobre esto decide la ley. 2. tit. 5. Libro V de la nueva recopilación”.23 Aunque sobre esto no aparece nada legislado en los decretos mexicanos. Al contrario del ejemplo anterior, las siguientes leyes regias que aparecen anotadas en los esquemas de redacción sí pasarán a los decretos mexicanos. El origen del decreto del libro V, título X, § 1 sobre el castigo a los amancebados públicos, lo encontramos en la revisión de la c. 43 de las primeras sinodales de México. En estos esquemas, el autor de los decretos indica que “se prohíba el amancebamiento entre los solteros dejando la pena al albedrío del juez. Y entre el casado y soltera poniendo al uno y al otro las penas que ponen las leyes reales en el título de los amancebados lib. VIII de la recopilación, sin hacer mención de las leyes ―que son 1. 2. 3. et 5 del dicho título y libro”.24 El concilio tercero de México en esta norma establece que si no obedecieren dichas personas después de tres amonestaciones, el obispo debería “invocato ad id (si opus fuerit) brachio seculari”,25 implorar en caso necesario el brazo secular, para que fuesen castigadas. Llama la atención que en este caso, como en otros que hemos mostrado en este trabajo, el autor de los decretos indique que se ponga lo establecido en la ley 1, 2, 3 y 5 de la recopilación de las leyes de Castilla en el libro VIII, título de los amancebados pero sin hacer mención explícita en el texto de la ley. Sin embargo, sí aparece en el aparato crítico de la primera edición de 1622. En principio, las 45 citas a las leyes regias de la recopilación de Castilla se refieren a penas ligadas a determinados delitos, como en el ejemplo visto anteriormente. Por tanto, esta fuente secundaria del concilio

19 Véase el análisis en el capítulo VI de este trabajo sobre el aparato de fuentes del concilio tercero de Lima: semejanzas y diferencias respecto al tercero de México. 20 Cf. A. García y García, El Derecho canónico y el Descubrimiento de América en XX Semana Luso-Española de Derecho Canónico, Salamanca (Bibliotheca Salmanticensis, Estudios 112), 1989, p. 38. 21 Para las diferentes colecciones de la legislación de la corona sobre Indias, véase A. Pérez Martín, J. M. Scholz, Legislación y jurisprudencia en la España del antiguo régimen, Valencia, 1978, pp. 103-145, con buena información bibliográfica. El cedulario más usual es el de D. Encinas. Libro de provisiones, cédulas..., Madrid, 1596, editado recientemente en D. Encinas, Cedulario Indiano, Madrid, Cultura Hispanica, 1946. 22 Pensamos que la edición que utilizaron los redactores de los decretos mexicanos fue precisamente la Recopilación de las Leyes de los Reynos, hecha por mandado de la Magestad Catholica del Rey don Philippe Segundo nuestro Señor, imprenta de Juan Iñiguez de Liqueria, Alcalá de Henares, 1581. 23 Bancroft Library, MM268, 369v. ManCarr 1, p. 727. 24 Bancroft Library, MM268, 374v ManCarr 1, pp. 737-738. 25 Conc. III Mex, Lib. V, tit. X, § 1 (Serna, fol. 92v).

109 de México no influye ni en la arenga ni en la dispositio de los decretos, sino en la tercera parte del esquema interno de la norma, es decir, en la poena. Respecto a las seis citas de cédulas reales que aparecen en el aparato crítico de los decretos, tres se refieren a la “Cédula Real dada en Barcelona por junio de 1585”.26 Se trata de una cédula a la que también hace referencia la carta del concilio al rey:27

Celebrando concilio provincial en esta ciudad de México el arzobispo de ella y obispos sufraganeos como a V. Mag. se ha dado aviso recibió en la flota de este año la que su Majestad nos hizo merced a él dirigida, su fecha en Barcelona primero de Junio donde referida la real cédula que se libró en 6 de diciembre del pasado de ochenta y tres sobre proveer, en las doctrinas de los naturales de esta nueva España, clérigos, se ordena lo que los obispos debemos guardar y usar con los religiosos de las órdenes mendicantes que les han ministrado y ministran, y se nos manda digamos nuestro parecer.28

Indudablemente, la citada cédula del rey, que tocaba temas directamente vinculados con la vida de la Iglesia mexicana, fue empleada como fuente que inspiró varias normas del concilio mexicano. Al mismo tiempo, esta cédula serviría también como respaldo de la legislación del tercer mexicano que había de ser bien vista por la corona para su aprobación. Finalmente, en otra de las cédulas reales que se mencionan en el primer párrafo del libro III, título XII de los decretos mexicanos, el cual manda pagar diezmos y primicias a la Iglesia, encontramos la siguiente cita: “México II, c. 26. y hay real cédula en el libro que dicen de Puga. fol.195”. Esta real cédula, a la que hace referencia el aparato crítico, viene acompañada de una indicación de la colección de la que se hizo la consulta de la cédula citada.29 El cedulario de Vasco de Puga es el primer intento de recopilación de las abundantes fuentes legales indianas. El autor, oidor de la audiencia de México, recibió el encargo del virrey Luis de Velasco, quien a su vez recibió orden de Felipe II de reunir las disposiciones enviadas a México desde 1525 para imprimirlas. Así lo hizo, siendo impresas en el año 1563 en México.30 Las relaciones de la Iglesia de México con la corona eran muy estrechas en virtud del patronazgo de Indias concedido a los reyes católicos. Por ello, se comprende que estas citas de cédulas reales, recogidas en la recopilación de Castilla y en el cedulario de Puga, sean en no pocas ocasiones un punto de apoyo de los decretos mexicanos, en especial en la parte penal de sus disposiciones.

Las bulas pontificias

Del mismo modo que los obispos acudían a la corona en busca de soluciones a los nuevos problemas que surgían, se registraban otras instancias a la santa sede con el mismo contenido o parecido. Por otra parte, la relación de las bulas papales con las cédulas regias era muy grande, ya que las peticiones de los obispos y

26 Cf. Conc III Mex, Lib. III, tit. I, De Visitatione propriae Provinciae, § 3 (Serna, fol. 42v); Lib. III, tit. II, De his quae ad Parochos Indorum attinent, §13 (Serna, fol 50v); y en Lib. III, tit. XIII, § 19 (Serna, fol. 67r). 27 La carta al rey es unos de los documentos que emanó el concilio tercero de México en la que se suplica a su majestad que dé licencia, con la mayor brevedad posible, para la aprobación de los decretos, del catecismo, del directorio de confesores y penitentes y de los estatutos y ceremonias. A continuación viene un memorial que el concilio presenta al rey que tiene tres partes: en la primera se trata el problema de las doctrinas de los religiosos. Los obispos opinan que puesto que la razón de los privilegios de los religiosos respecto a las doctrinas de los indios de Nueva España fue la escasez de clero secular, y ésta ha ya desaparecido, deben también cesar los privilegios. Por tanto, sugiere al rey que ordene a los religiosos dejen la mitad de lo que tienen. En la segunda parte proponen al rey diversas dudas acerca del documento de la erección de la Iglesia metropolitana y de las demás iglesias de la provincia. En la tercera parte, la más larga e importante, tocan problemas más difíciles de resolver: indios oprimidos por trabajos e injusticias, españoles llenos de codicia... Este cuadro no representa todos los aspectos de la vida novohispánica, ya que sólo trae a cuento aquello que se necesita reformar. Esta tercera parte gira alrededor de dos ejes principales; uno, el problema indígena; otro, el lamentable estado de la autoridad eclesiástica: abatida y ultrajada. Cf. J.A. Llaguno, La personalidad jurídica del indio, cit., p. 135. 28 Carta del concilio al rey, Bancroft Library, MM269, 24r. ManCarr 2, p. 69. 29 La indicación “Puga en el folio 195” se refiere al Cedulario de Vasco de Puga, publicado por pirmera vez en México, en el año 1563. Existe una reedición facsímil, publicado en Madrid, en el año 1945. Hay que señalar que el folio 195 de esta reedición facsimil trata sobre “lo que toca al pagar diezmos los indios”, lo cual nos indica que los editores de los decretos mexicanos tuvieron en sus manos un ejemplar del cedulario de Puga de la primera edición de 1563. 30 Cf. I. Sanchez Bella, Nuevos estudios de Derecho Indiano, Eunsa, Pamplona, 1995, p. 31.

110 religiosos a la santa sede eran cursadas, en principio, vía la corona y su embajador en Roma. De ahí que se complementan ambas fuentes legislativas.31 Del mismo modo que sucedió con las leyes regias, Juan de Salcedo empleó diversas bulas de papas que se encontraban recogidas en diversas colecciones relacionadas con América, que aunque no poseían un carácter oficial, sí eran válidas para la elaboración de los decretos mexicanos.32 En total son catorce las bulas y motu propios que figuran en el aparato crítico de los decretos mexicanos que pertenecen a los cuatro siguientes romanos pontífices: Pablo III (2 referencias), Pío IV (2 referencias), Pío V (6 referencias) y Gregorio XIII (4 referencias). Las dos citas a las bulas de Pablo III tienen que ver con temas relacionados con los indios. Una se encuentra en el libro V, título VIII, § 2 (Serna, fol 91v) en la que manda a los obispos y los gobernadores reales que protejan a los indios.33 La otra se halla en el libro II, título III, § 9 (Serna, fol 35r) y que trata de los días festivos que obligan a los indios. Las dos menciones a las bulas de Pío IV se localizan en el libro I, título I, De Fidei Professione, § 1 (Serna, fol 1v-2r) en la que se manda que todos las personas que obtuviesen beneficios eclesiásticos, deberían hacer la profesión de fe según la constitución de Pío IV. Esta bula se encuentra en los esquemas de elaboración de los decretos mexicanos del la Bancroft Library, MM268, 294r-295v. Las seis bulas y motu propio de San Pío V están relacionados con diversos temas: los días festivos en el libro II, título III, § 3; § 6 (Serna, fol 34r-v) y la celebración de la misa en el libro III, título XV, § 6 (Serna, fol 70r), la prohibición a los clérigos de asistir a las corridas de toros que viene tratada en libro III, título V, De evitandis spectaculis vanis et actionibus prophanis, § 1 (Serna, fol 53v-54r) y de hacer todo pacto simoniaco en el libro V, título III, § 1 (Serna, fol 86v), y finalmente, sobre cómo han de ser los confesionarios en el libro V, título XII, § 6 (Serna, fol 97r-v). Estas tres últimas disposiciones del concilio tercero de México se refieren también a las bulas del papa Gregorio XIII. A éstas habría que añadir una cuarta que trata de las reliquias que aparece en el libro III, título XVIII, § 6 (Serna, fol 75r). En los esquemas de elaboración, Juan de Salcedo, autor en nuestra opinión de los decretos, escribió “El §. 3º [concilio primero de México, c 21] se renueve quitando aquello que dice: Persona ilustre, en el dar de la Paz. Y en el pedir de las limosnas dentro de las iglesias, se decrete y guarde lo que cerca de esto manda el papa Pío V en su motu propio”.34 Parece claro que el origen de esta norma está en la revisión a la constitución 21 del concilio primero de México, modificado por un motu proprio de San Pío V que el redactor no especifica en estos apuntes. Por otra parte, se puede apreciar que la bula del papa pasa a segundo plano en cuanto a la elaboración de esta norma. Sin embargo, en el siguiente caso tiene mayor relevancia inspiradora. Se trata de la disposición sobre la fiesta de Santo Tomás.35 Este decreto del libro II, título III sobre las fiestas del concilio tercero de México señala en los márgenes las siguientes fuentes:

31 Cf. A. García y García, El Derecho canónico y el Descubrimiento de América, cit., p. 38. 32 En los esquemas de elaboración de los decretos se encuentran varios listados de bulas y motu proprios: en Bancroft Library, MM269, 17r-18r, ManCarr 2, pp.53-54, encontramos un elenco de bulas de papas con el título de “Privilegios y facultades de los Indios”, firmado por el licenciado Luis de Ribera, el 15 de octubre de 1606 (seguramente fueron utilizados por los editores de los decretos del concilio). Además aparece la bula de Pío IV sobre la profesión de fe en caracteres de imprenta en Bancroft Library, MM268, 294r-295v, ManCarr 1, pp. 581-589, fechado 13-15 de noviembre de 1564. De entre estas colecciones privadas de bulas pontificias habría que destacar el Itinerarium del Juan Focher. OFM, editado dos veces más (J. Focher, Itinerarium catholicum proficiscentium ad infideles convertendos. Nuper summa cura et diligentia et purgatum, limatum et auctum ac praelo mandatum per Fratrem Didacum Valadesium, Hispali 1574. Existe una versión bilingüe castellano-latino editado en Madrid en 1960). Entre los varios bularios actuales con relación a América, los que gozan de mayor prestigio son: el de F. J. Hernáez, Colección de bulas, breves y otros documentos relativos a la Iglesia de América y Filipinas, Bruselas, 1879; y el de J. Metzler (ed.), America Pontificia, cit., vol. II. 33 Esta bula del papa Pablo III en favor de los indios se puede encontrar en muchos de los bularios de los que hemos hablado anteriormente. También se contiene en la colección de Tejada, cit., pp. 121-22. 34 Bancroft Library, MM268, 368r ManCarr 1, p. 724. 35 Este particular ha sido estudiado por L. Martínez Ferrer, “La presencia de Santo Tomás de Aquino en la Nueva España: el decreto del tercer concilio mexicano (1585) sobre la fiesta del Doctor Angélico”, en Relaciones, 97 (2004), pp. 253-283.

111 Pío V, motus proprius in Bullario ipsius, bulla 42, fol 59; VI. 3. 22 (Friedberg II, col 1059-60); X. 2. 9. 5 (Friedberg II, col 272-73); De cons. D. 3 c. 1 (Friedberg I, col 1353); Conc. Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus et monialibus c. 12, verbo Dies (COD 780); Conc. IV Milan 1576, pars I, tit 8, De sancto Ambrosio (Ratti, col 312); Conc V Milan 1579, pars I, tit 3, Quae ad dies festos, et sacra tempora pertinent, verbo quos dies festos (Ratti, col 527-35).

En el siguiente cuadro colocaremos en la primera columna el texto completo del decreto mexicano sobre la fiesta de Santo Tomás y en la segunda columna algunos fragmentos de la bula de Pío V a la que hace referencia el concilio de México:

Conc III Mex, lib II, tit III, De Feriis Pío V, sobre la fiesta de S. Tomás, dada el 3.IV.1567* (Serna, fol 34r) Etsi ante celebrationem huius Synodi, festum Sancti §. 1 [...] Nam et miraculorum signis, quibus servi sui Thomae perpetua verae Thomae Aquinatis Doctoris Angelici, ex praecepto non pietatis opera nobilitare voluit inexhausta Dei benignitas, et certissima colebatur, attendens tamen haec Synodus a Faelic. record. Christianae regula doctrinae, qua S. Doctor Apostolicam Ecclesiam infinitis Papa Pio V, propter singularem sanctitatem, et mirabilem confutatis haeresibus illustravit, adductus, fel. recor. Ioannes XXII. Doctrinam, de quibus is Sanctus, haeresibus refutatis, praedecessor noster, illo in sanctorum numerum relato, eius diem festum Christianae reipublicae Scholis magnas opes attulit, et Nonis Martii, quo die nunc etiam colitur, anniversario honore celebrari iussit. propter eruditionis splendorem, quo in Ecclesia Dei eluxit, §. 3 Itaque primum ut in Civitate et Regno Neapolitano, quod in eam eius Festum per universum Neapolis Regnum coli, et per Provinciam, quae ad salutarem omnium gentium institutionem, ex nobilissima universan Ecclesiam Officio Doctoris celebrari praeceptum familia Aquinate, clarissimun hoc edidit Ecclesiae Dei lumen, tantum inde esse: attendensque instantissime a Decano, et Capiulo huius laudis, decorisque divina bonitas redundare voluerit, de venerabilium fratrum Metropolitanae Ecclesiae, Magistratibus Civitatis Mexici, a nostrorum Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalium, consilio atque unanimi Rectore, et Universitate regia, tum etiam ab Ordine Sancti assensu, ipsa die nonarum Martii, qua prestantissimus Doctor migravit in Dominici, cuius institutum Sanctus Thomas professus est, coelum, post hac semper universi utriusque sexus ab omnibus vetitis, ac efflagitatum fuisse; haec Synodus praecipit, ut Sancti servilibus operibus, laboribuique abstinentes, festum Divi Thomae solemniter Thomae Festum colatur, et Catalogo Festorum, quae ex sub duplici maiori officio sicut ceteras eius generis solemnes festivitates, quae praecepto in hac Provincia coluntur, adscribatur. de ipsius Ecclesiae praecepto servantur; in aliis autem Orbis terrae partibus, quemadmodum sanctorum quatuor Ecclesiae Doctorum festivitates piae memor.

Nota al pie 36

Nos parece que el concilio tercero de México sigue muy de cerca el texto de la bula del papa y deja constancia de la gran santidad y la sabiduría de Santo Tomás. También se observa un paralelismo en la memoria a los papas que hacen ambos textos. Mientras la bula hace referencia a Juan XXII que subió a los altares a Santo Tomás, el mexicano tercero recuerda al mismo San Pío V. De estas siete referencias bibliográficas, tan sólo la bula de Pío V hace referencia directa a la fiesta de Santo Tomás. El resto versa sobre los días de fiestas que debe fijarse obligatoriamente y aquellos que pueden variar según el lugar. Hemos encontrado en la BL, MM268, 366v, la siguiente frase de revisión al primer párrafo de la constitución 18 del concilio primero de México que dice: “que las fiestas puestas en este cap. 18 se renueven sin quitar ninguna, reduciéndolas a sus meses, añadiendo las de la expectación de nuestra señora que cae el 18 de diciembre y la del bienaventurado sancto Thomas Aquino, que cae el 7 de marzo”. Está claro que la fiesta de Santo Tomás es una novedad del concilio tercero de México. Ni en los anteriores concilios de México ni en el Sínodo de Granada de Guerrero ni en el de Guadix aparece contemplada esta fiesta. Tampoco el concilio tercero de Lima (1582-1583), al hablar de los días de fiesta en la Actio 3, c 40, en nada hace referencia a Santo Tomás de Aquino. En este sentido, el concilio de Trento estableció que “Dies etiam festi, quos in dioecesi sua servandos idem episcopus praeceperit, ab exemptis

36 Pio V, Quod festum S. Thomae de Aquino, const 36, Bullarium sive Collectio Plurimarum Constitutionum Apostolicarum Diversorum Romanorum Pont. a Pio IV usque ad Innocentium IX… Laertii Cherubini de Nursia Civis Romani, ex typographia Camerae Apostolicae, Romae 1617, vol. II, fol. 223-224.

112 omnibus, etiam regularibus, serventur”.37 Por tanto, el concilio tercero de México, siguiendo al tridentino, fijó, además de los días de fiesta que prescribió el concilio mexicano de 1555, la fiesta de Santo Tomás de Aquino. Hasta cierto punto no tiene nada de extraño que el concilio tercero de México estableciera la fiesta de Santo Tomás, puesto que cinco de los nueve obispos participantes al concilio eran dominicos.38 Nos parece que la bula de San Pío V sirvió para realzar la disposición de la fiesta de Santo Tomás que seguramente todos acogerían benignamente, en especial los dominicos. Para finalizar, veremos otro caso en el que se muestra la influencia de una bula en los decretos mexicanos. Se trata de la constitución 5 de San Pío V del bulario apostólico. Esta bula tiene la peculiaridad, además de ser la más referida de todas las bulas en los decretos mexicanos (tres veces), de contener en el aparato crítico de los decretos mexicanos la indicación de la paginación en la que se encuentra (fol 924 del Bulario Apostólico). En nuestra investigación hemos buscado en varios bularios apostólicos de la Biblioteca Vaticana con la intención de localizar las fuentes que cita el aparato crítico del concilio tercero de México, y si es posible las fuentes materiales. En el caso de esta bula de San Pío V hemos podido ubicar la fuente material que utilizaron los editores de nuestro concilio, en una colección cuyo título completo es: Bullarium sive Collectio diversarum Constitutionum multorum Pontificum a Gregorio septimo usque ad S. D. N. Sixtum quintum… Cum rubricis, summariis, lucuorationibus et quadruplici indice D. Laertii Cherubini, apud Antonii Bladii, Romae 1586. En este bulario que hemos encontrado en la biblioteca vaticana en la signatura R. G. Concili. II. 3, en el folio 924 aparece la constitución 5 titulada: “Ordinationes circa divini cultus observantiam, et pauperum tempore divinorum officiorum mendicantium, cadaverumq. super terram depositorum amotionem, ac festorum venerationem, et prohibitionis, ac poenae simoniacorum, blasphematorum, concubinariorum et sodomit”. En el siguiente folio 925 es donde se puede leer el fragmento que cita el concilio mexicano in verbo pauperes, diciendo: “Pauperes quoque mendicantes, seu eleemosynas petentes per ecclesias tempore missarum, praedicationum, aliorumque divinorum officiorum non sinant, sed eos ad valuas ecclesiarum stare faciant, sub poenas duorum aureorum capitulis infligenda pro qualibet vice, nisi eos eiici curraverint, et parochis dimidii aurei”. Si lo comparamos con la disposición mexicana que cita esta bula podemos comprobar que la referencia del aparato crítico es correcta:

Porro iuxta motum proprium foelicis recordationis Pii Papae Quinti prohibetur, ne persona aliqua ecclesiastica; sive secularis cuiuscumque qualitatis, praeheminentiae, statusve existat, quacumque de causa elemosinas per ecclesiam quaritet, dum missa solemnis, aut alia divina officia celebrantur,... Si vero per Ecclesiam elaeemosinas peti, tempore ab hoc decreto prohibito, praesidens, vel curatus huismodi patiantur, in singulas vices pro sua negligentia pondo quatuor persoluant, in usus fabricae ecclesiae.39

Podemos concluir, por tanto, que esta colección de bulas editada en 1586 coincide con la cita del aparato crítico del concilio mexicano tercero de 1585. Esto significa que el redactor de los decretos mexicanos en 1585 no pudo utilizar esta fuente material sino otra que desconocemos. Sin embargo, cuando fueron publicados los decretos en 1622, los editores citaron la colección más accesible entonces y que seguramente se trataría de este bulario. En definitiva, la cita del aparato crítico de esta bula de “Pius V. const. 5. verbo pauperes fol. 924. in Bullario Apostolico”, no puede ser incluida por el redactor de los decretos porque el dicho bulario fue editado con posterioridad a la clausura de nuestro concilio. Por tanto, está fuera de toda duda que tuvo que ser el editor de los decretos mexicanos quien añadiera esta referencia del motu proprio de San Pío V en el bulario apóstolico. Esto no es incompatible, como ya hemos dicho, con el

37 Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563), Decretum de regularibus et monialibus c 12, verbo Dies (COD 780). 38 Los obispos dominicos que participaron en el concilio tercero de México son: fray Bartolomé de Ledesma, OP, obispo de Oaxaca, fray Pedro de Feria, OP, obispo de Chiapas, fray Gregorio de Montalvo, OP, obispo de Yucatán, fray Domingo de Salazar, OP, obispo de Manila, fray Domingo de Alzola, OP, obispo de Guadalajara. Además de estos obispos, asistió otro dominico teólogo de gran altura, fray Pedro de Pravia, OP. 39 Conc III Mex, Lib III, tit XV, § 6 (Serna, fol. 70r).

113 hecho de que el redactor y editor del aparato crítico de los decretos mexicanos coincida en una misma persona, la de Juan de Salcedo.

Tratados de Derecho Canónico y Teología

A lo largo del aparato crítico de los decretos mexicanos van apareciendo diversas referencias a tratados de famosos canonistas y teólogos de entonces. En cierto modo sucede lo mismo que con la edición del bulario apostólico que utilizaron los editores de nuestro concilio, es decir, se refieren a obras que fueron publicadas por primera vez en fechas posteriores a la clausura del concilio mexicano. Así por ejemplo, en el Libro III, título VI, § 2, se remite a un libro de Nicolás García, canónigo de Ávila (España), donde éste enseñó derecho canónico y después en Roma durante tres años de residencia. La obra que cita el concilio de México es De beneficiis tractatus, editado por primera vez en el año 1609, y que fue muy usada por los autores posteriores.40 Por tanto, no pudo ser utilizada tampoco por nuestro concilio en la redacción de los decretos. Lo mismo sucede con la obra de Jaime Bleda, OP, Defensio fidei in causa neophytorum sive Morischorum Regni, editado en Valencia en 1610. Éste está citado en Libro III, título XVII, § 2 (Serna, fol 73v) y claramente no pudo ser añadido por el redactor de los decretos sino por sus editores. Otro ejemplo de este tipo es la cita del Libro I, título V, § 2 (Serna, fol 12r), en la que se hace una llamada a un canon del concilio cuarto de Toledo de 633 junto con una indicación de la colección de concilios a la que puede consultarse. La cita es “Conc. IV Tolet 633, c 26, verbo libellum ubi Loaysa fol 370”. En este caso se refiere a la Collectio Conciliorum Hispaniae, dilegentia GARSIAE LOAISA, excudebat Petrus Madrigal, Madriti 1593, fol 370-71. Se trata de la edición de los concilios hispanos que utilizaron los editores de la primera edición del concilio tercero de México, pues el número de folio a que hace referencia coincide con el de colección de García de Loaysa.41 Por lo general, todas las obras de teólogos y juristas citados en el aparato crítico de los decretos mexicanos pertenecen a una época comprendida entre la clausura y su publicación, es decir, entre 1585 y 1622. En los cuadros de la tercera parte de este trabajo hemos indicado a pie de página, en la mayoría de los casos, la primera edición de estas obras canónicas y teológicas. Se podría concluir que la mayor parte del aparato crítico del concilio de México de 1585 se puede encontrar en los papeles que sirvieron para elaborar los decretos mexicanos. Con el paso del tiempo, un equipo de personas fue encargado por Juan de la Serna, arzobispo de México, de publicar las constituciones del tercer mexicano. Este equipo, dirigido por Juan de Salcedo, preparó la primera edición del tercer concilio de México, que vio la luz en 1622, a partir del texto ya corregido y aprobado por la santa sede en el año 1589, y confirmado por la corona también en 1591. Ahora bien, este equipo editor no sólo se limitó a transcribir los de-cretos mexicanos aprobados por Roma y Madrid, sino que además los completó con un magnífico aparato de fuentes con base en las anotaciones de los esquemas de redacción del concilio mexicano. Dentro del equipo de edición de los decretos mexicanos, es de suponer que, del mismo modo que sucedió en la elaboración de éstos, Juan de Salcedo tuvo un papel principalísimo. No se puede olvidar que De Salcedo, además de ser el autor de dichas normas, era de los pocos participantes del concilio tercero de México que aún vivía42 y, por tanto, conocía mejor que nadie las fuentes de los decretos mexicanos.

40 Cf. DHEE, cit., p. 738. 41 García de Loaysa nació en Talavera de la Reina en 1542. Canónigo de Toledo, arcediano de Guadalajara, donde vivió hasta 1584, fecha en que pasó a ser capellán de Felipe II y preceptor del príncipe Felipe. Fue un gran canonista y puede considerarse como el punto de partida de la moderna investigación sobre la Colección Canónica Hispana. Murió en 1599. 42 Todos los prelados participantes en el concilio fallecieron antes de la publicación de los decretos. Por citar algunos: Pedro Moya de Contreras falleció en 1590, Bartolomé de Ledesma en 1604, Diego Romano en 1606. De entre los teólogos y canonistas consultores, también la mayoría había fallecido sin ver la primera edición de los decretos: Juan de la Plaza murió en México en 1602, Jerónimo de Mendieta en 1604, Pedro Morales en 1614. De los principales protagonistas de la elaboración de los decretos, tan sólo Juan de Salcedo y Pedro Ortigosa llegaron a ver la publicación de los mismos, falleciendo en 1625 y 1626, respectivamente.

114 Conclusiones del análisis de las fuentes secundarias del tercero de México. Corpus Iuris Canonici, Bulas y leyes regias

Acabamos de ver un conjunto de fuentes, diversas entre sí, que el tercer concilio de México cita en su aparato crítico: cánones del Corpus Iuris Canonici, leyes regias, bulas papales y otras referencias de manuales de teología y derecho canónico. Nos hemos atrevido a calificarlas de secundarias por la sencilla razón de que, en los esquemas de elaboración de los decretos, no hemos encontrado ninguna prueba que justificara su relevancia en la redacción de las leyes mexicanas. Salvo algunas referencias a la recopilación de leyes de Castilla y algunas bulas pontificias, no hemos visto ninguna huella más de estas fuentes en los documentos de redacción de los decretos. La justificación que hemos encontrado para que muchas de estas citas figuren en el aparato crítico del concilio mexicano podría ser, por una parte, que éstas se compilaron de segunda mano de otras fuentes preferentes que fueron reproducidas, y por otra parte, que fueron introducidas por los editores de 1622 para completar los decretos mexicanos.

115 PARTE TERCERA.

DESCRIPCIÓN DEL APARATO DE FUENTES DEL TERCER CONCILIO DE MÉXICO

El motivo de publicar el aparato crítico de los decretos del concilio tercero de México, celebrado 20 años después del concilio de Trento, responde al deseo de dar a conocer las fuentes canónicas y civiles que se utilizaron para la composición de los decretos. Por otro lado, se ha querido facilitar la posibilidad de estudiar a fondo el origen de estas disposiciones que desempeñaron un papel decisivo en orden a la aplicación del concilio de Trento en la vida de la Iglesia y de la sociedad mexicana. Como se podrá observar, en este aparato de fuentes que nos brindan los decretos del concilio tercero de México sobresalen a todas luces la sabiduría y la erudición de sus compositores.

ALGUNAS NOCIONES PREVIAS SOBRE EL APARATO CRÍTICO DE LOS DECRETOS DE MÉXICO

El aparato de fuentes del concilio de México (1585)

Antes de pasar a la descripción del aparato crítico del mexicano tercero, queremos recordar algunas características que hemos señalado a lo largo de este trabajo. En primer lugar, advertir que estamos delante de un aparato crítico diverso a como lo comprendemos hoy en día. Por este motivo, no debe extrañarnos que en ocasiones sea incompleto y poco preciso en la citación de las fuentes. Por tanto, estas notas a pie de página no tienen carácter exhaustivo sino orientativo, es decir, no se especifican todas las fuentes que inspira cada párrafo, ni tampoco en todas las normas se citan las fuentes. Por esto pensamos que sería equivocado valorar el aparato de fuentes del concilio tercero de México con los modelos actuales de investigación. A pesar de todo, estamos seguros de que, si bien el aparato crítico del concilio III de México no es rigurosamente científico –tal como lo entendemos hoy–, no es menos cierto que en estas anotaciones se contienen todas las fuentes con las que se construyeron los decretos de nuestro concilio. Esto se puede saber gracias a los esquemas de elaboración de los decretos que nos dan noticias precisas de cómo se fueron haciendo paso a paso. Se puede apreciar cierto desinterés por la presentación del aparato crítico del concilio en las once ediciones: errores de citación de las fuentes y frecuentes erratas, desigualdad de las citaciones de las fuentes... Todo esto ha sido debido a que se transcribió sin más el aparato de fuentes de la primera edición de 1622. En nuestro trabajo estos defectos los hemos corregido, además de haber modernizado el modo de citación. A continuación explicaremos las características de la descripción del aparato crítico del concilio mexicano que hemos realizado en nuestro trabajo.

Características del aparato crítico del concilio mexicano que reproducimos en este trabajo

Para la reproducción del aparato crítico del concilio tercero de México hemos tomado como modelo la primera edición de los decretos mexicanos, realizada por Juan de la Serna, arzobispo de México, en 1622.

116 Hemos dividido el aparato crítico en cinco secciones, una por cada libro de los decretos mexicanos. Por otra parte, hemos querido presentar las fuentes explícitas del aparato crítico del concilio tercero de México en un cuadro de siete columnas. La primera columna indica el número del folio en el que se encuentran las referencias bibliográficas. Lógicamente se refieren a la paginación de la primera edición del concilio tercero de México, expresados en folios con recto y verso. La segunda y la tercera columna indican el número y el enunciado del título de las normas con notas marginales. En la cuarta columna aparece el enunciado de los capítulos en que están subdivididos algunos títulos de los libros primero y tercero. En los restantes libros, segundo, cuarto y quinto, no aparece este desglose de los títulos, por lo que hemos suprimido esta columna. En la quinta columna se muestra el enunciado de los párrafos que nos resumen el contenido de las normas. Naturalmente, sólo mostramos aquellos párrafos en los que figuran menciones a las fuentes. Es por ello que, en muchos casos, se observan saltos de números. En estos enunciados, tanto de los títulos como de los párrafos, hemos optado por la traducción en castellano que realiza Galván y Rivera en su edición de los decretos mexicanos. La sexta columna contiene las referencias de fuentes del concilio de México tercero siguiendo las normas de citación moderna que expondremos en el siguiente apartado. Por último, en la séptima columna mostramos la ubicación del origen de cada cita en los esquemas de elaboración de los decretos mexicanos. En ella exponemos el número del folio de la BL, MM268, que es el manuscrito en el que se hallan los esquemas de redacción de los decretos mexicanos, junto con la indicación de las fuentes que vienen revisadas por Salcedo. Esta columna es de gran interés de cara a un análisis crítico de cada norma. Así por ejemplo, en el aparato crítico del libro IV, título I, § 13 (Serna, fol 82r), sobre qué se ha de hacer acerca de los matrimonios de los infieles recién convertidos a la fe, se citan tres autoridades: una norma del concilio tercero limense 1583, act 2, c 36 (Lisi 150-51), y dos del Corpus Iuris Canonici, X. 4. 19. 7 (Friedberg II, col 722-23); X. 4. 19. 8 (Friedberg II, col 723). En la séptima columna indicaremos: “373v-374r; rev MX1, c 38; FP: CL3, act 2, c 10”. Es decir, en la BL, MM268, fol 373v-374r, en la revisión a la constitución 38 del concilio mexicano de 1555 se manda hacer una disposición siguiendo como modelo la actio 2, capítulo 10 del tercer concilio de Lima (1582-1583). Luego, la fuente principal (FP) es el concilio de Lima. Las abreviaturas que hemos utilizado en esta séptima columna son las siguientes:

FP: Fuente principal rev: revisión MX1: Concilio de México I (1555) MX2: Concilio de México II (1565) CT: Concilio de Toledo (1565) SQ: Sínodo de Quiroga (1580) TR: Concilio de Trento SX: Sínodo de Guadix (1554) SG: Sínodo de Granada (1572) CQ: Concilio de Quiroga (1582-1583) L3: Concilio de Lima III (1582-1583) CC: Concilio de Compostela (1565)

Normas de citación del aparato crítico

Antes de pasar al análisis de las fuentes del concilio tercero de México, tenemos que determinar algunas normas generales de citación que hemos utilizado en nuestro trabajo. El aparato de fuentes de dicho concilio, que presentamos a continuación no corresponde formalmente a como aparece en la primera edición de los decretos realizada por Juan de la Serna en 1622, sino que ha sido reelaborada en una forma moderna.

117 Para este efecto, hemos seguido las normas generales de citación empleadas por el departamento de historia de la universidad pontificia de la Santa Cruz. Mostramos a continuación los casos más comunes que aparecerán en nuestro estudio:

• Citas de concilios. Adoptaremos los siguientes modelos: Conc I Mex 1555, c 44 (Tejada 148-149) Sin Granat 1572, lib I, tit II, § 1 (Moscoso 13) Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de reformatione generali, c 2 (COD 785) Conc Tolet 1565, act 3, c 3 (Fernández 142-143) • Citas del Corpus Iuris Canonici. Sobre la citación de sus cánones emplearemos la forma moderna y acudiendo a la edición de E. Friedberg, Leipzig 1879-1881 = Graz 1959. Indicamos los siguientes ejemplos: X. 4. 19. 7 (Friedberg II, col 722-723) VI. 2. 14. 1 (Friedberg II, col 1007) Clem. 4. 1 (Friedberg II, col 1177-1178) • Citas de las leyes reales. Las referencias a las disposiciones de la corona española que figuran en las normas del concilio III de México se contienen todas en la recopilación de leyes de Castilla, realizada en el reinado de Felipe II, y en el cedulario de Puga. Seguiremos los siguientes modelos: Lex 9, tit I, Lib I (Recop Cast, fol 2v) Lex 6, tit IX, Lib III (Recop Cast, fol 216v-217r) • Bulas pontificias y Motu proprio. Por lo general, estas referencias son muy poco exactas. Por este motivo nos hemos visto obligados a mantener las citas de las bulas y motu proprio de los romanos pontífices tal como aparecen en la primera edición de Juan de la Serna, al mismo tiempo que enunciaremos a pie de página la bula de que con total probabilidad se trate. Habitualmente hemos utilizado el bulario apostólico que al parecer utilizaron los editores de los decretos mexicanos: Bullarium sive Collectio diversarum Constitutionum multorum Pontifici um a Gregorio septimo usque ad S. D. N. Sixtum quintum… Cum rubricis, summariis, lucubrationibus et quadruplici indice D. Laertii Cherubini, apud Antonii Bladii, Romae 1586. En su defecto, emplearemos el Bullarium sive Collectio Plurimarum Constitutionum Apostolicarum Diversorum Romanorum Pont. a Pio IV usque ad Innocentium IX… Laertii Cherubini de Nursia Civis Romani, ex typographia Camerae Apostolicae, Romae 1617.

EL LIBRO PRIMERO DE LOS DECRETOS DE MÉXICO. NORMAS GENERALES. FORMACIÓN RELIGIOSA, PREDICACIÓN Y OFICIOS DEL TRIBUNAL ECLESIÁSTICO

Estructura del libro I

De la Santísima Trinidad y de la fe católica (23 normas) De la profesión de la fe (1 norma) De la predicación de la palabra de Dios (8 normas) De la doctrina cristiana que se ha de enseñar a los rudos (7 normas) No se han de administrar los sacramentos a los que ignoran la doctrina cristiana (1 norma) De la impresión y lección de libros (3 normas) Deben quitarse a los indios las cosas que sirven de impedimento a la salud de sus almas (3 normas) De las constituciones (5 normas) De la autoridad de los decretos y de su publicación (5 normas) De los rescriptos (4 normas) De la obediencia y ejecución debida a los rescriptos apostólicos (4 normas)

118 De la edad y calidad de los que se han de ordenar, y a quienes se ha de encomendar la cura de almas (23 normas) De la ciencia necesaria para las sagradas órdenes y para la cura de almas (7 normas) De la vida, fama y costumbres de los que se han de ordenar (3 normas) Del título de beneficio o de patrimonio (3 normas) Del modo de conferir las órdenes y expedir las letras dimisorias (3 normas) Del examen que ha de preceder a las órdenes (7 normas) De la administración de los sacramentos de la Iglesia (2 normas) De la sagrada unción (11 normas) De los clérigos peregrinos (1 norma) Del oficio del juez ordinario, y del vicario (33 normas) Del oficio del fiscal, y del derecho del fisco (24 normas) Del oficio del notario y la fe de los instrumentos (38 normas) De oficio del ministro ejecutor (9 normas) Del oficio del alcaide, y de la custodia de los reos (11 normas) De la mayoría y de la obediencia (3 normas)

Fuentes citadas del libro I

En este apartado mostraremos el número de veces en que son citadas las fuentes del aparato crítico de los decretos mexicanos. Para no hacer muy extenso y fatigoso el enunciado de las fuentes citadas, no expondremos todas ellas sino sólo las más representativas.

Fuentes citadas Número 1 Concilio de Trento 41 2 Concilio I de México (1555) 27 3 Concilio III de Lima (1582/1583) 26 4 Sínodo de Granada (1572) 28 5 Sínodo de Guadix (1554) 20 6 Concilio de Toledo (1565) 6 7 Sínodo de Toledo (1580) 15 8 Concilio de Toledo (1582/1583) 12 9 Corpus Iuris Canonici 15 10 Leyes Regias 14 11 Concilio de Compostela 5 12 Concilio de Milán I (1565) 11 13 Concilio de Milán III (1573) 7 14 Concilio de Milán IV (1576) 8 15 Concilio de Milán V (1579) 25

119 Descripción del aparato crítico del libro I

fol T Tit Decr Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 1v-2r I De la De la profesión §.1. Todos los que en lo Sin Guad 1554, in princ (Asenjo, fol 1r-v) 388v; rev MX2, c 1 Santísima de la fe sucesivo obtuviesen Sin Granat 1572, lib I, tit I in princ (Moscoso 1-2) 323r; rev CT act. 2 Trinidad y de beneficios eclesiásticos, Conc Tolet 1565, act I, in princ (Fernández 125-26) 294r-295v, Bula de la fe católica harán la profesión de fe Conc Compost 1565, act I, in princ (Tejada 321-22) Pío IV según la constitución de Conc I Milan 1565, in princ (Ratti, col 29-31) FP: CT, Bula, MX2 Pío IV. Sin Tolet 1580, in proemio (Quiroga, fol 1r-6v)1 Conc Tolet 1583, act 2, c 1 (Fernández 157-59) Conc III Limens 1583, act 1 (Lisi 110-11) Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de reformatione c 12 (COD 766) Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de reformatione generali c 2 (COD 785) Conc Tolet 1583, act 3, c 11 (Fernández 168) In Bullario Apostolico Bulla 107. pag. 634. Pius IV, Bulla Super ordinatione et promotione doctorum, et aliorum cuiuscumque artis, et facultatis professorum de cetero observanda, [4-12-1564, Bula 101, pag 6212 Conc III Milan 1573, c 13, De parochis, verbo quicumque (Ratti, col 259-61) Conc IV Milan 1576, pars I, tit 1, De professione fidei (Ratti, col 297-99) Conc V Milan 1579, in princ (Ratti, col 513-522) in princ fol 703, tomo 5, Conciliorum.3 2r I De la §.1. Así los obispos como X. 1. 31. 15 (Friedberg II, col 192) 367v, rev MX1, c 19 predicación de la los párrocos prediquen Conc Trident, Sess 5 (17 Iunii 1546) Decretum secundum: super lectione et FP: TR Palabra de Dios por sí mismos la palabra praedicatione c 2 (COD 668) de Dios, según está Conc Trident, Sess 24. (11 Novembris 1563) Decretum de reformatione c 4 (COD 763) prescrito por el Concilio Conc I Milan 1565, pars I, tit 6, De praedicatione verbi Dei (Ratti, col 32-36) Tridentino, a no ser que se Conc Compost 1565, act 2, c 2 (Tejada 338) hallaren con legítimo Conc V Milan 1579, pars I, tit 2, Quae ad praedicationem verbi Dei, et doctrinam impedimento. Christianam pertinent (Ratti, col 522-27) 2r I De la De la §.2. Los párrocos Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de reformatione generali c 2 284v; rev GR Santísima predicación de la anuncien la palabra de (COD 785) FP: GR Trinidad y de Palabra de Dios Dios en todos los Conc I Milan 1565, pars I, tit 6, De praedicatione verbi Dei (Ratti, col 32-36) la fe católica domingos y días festivos. Conc V Milan 1579, pars I, tit 2, Quae ad praedicationem verbi Dei, et doctrinam Christianam pertinent (Ratti, col 522-27) Sin Guad 1554, tit 1, const 1 (Asenjo, fol 2r) Sin Granat 1572, lib I, tit I, § 1 (Moscoso 13) Lib III, tit I, § 2 (Moscoso 82), § 13 (Moscoso 85-86) Sin Tolet 1580, const 41 (Quiroga, fol 32v-33r) 2v I §.3. Los predicadores Conc Trident, Sess 5 (17 Iunii 1546) Decretum secundum: super lectione et 161r; Mem de Juan interpreten la escritura praedicatione c 2 (COD 669) Plaza, acerca de los sagrada conforme al curas. (Zubillaga 205) sentido de la Iglesia. FP: TR 2v I §.5. Acomódense a la Conc Tolet 1565, act 3, c 3 (Fernández 142-43) FP: CT capacidad de los oyentes. 2v I §.6. De qué modo deban Flp, 3 amonestar a los obispos y 1 P, 2 magistrados. 3r I De la doctrina §.1. Enséñese Catechismo Pii V4 363r; rev MX1, c. 1; cristiana que se uniformemente la doctrina Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de reformatione c 7 (COD 383r; rev MX1, c 69 ha de enseñar a cristiana según la norma 764) 390r; rev L3, act 2 c los rudos del catecismo, dispuesto et Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) in fine (COD 799) 3 por la autoridad del Conc Tolet 1565, act 3, c 5 (Fernández 143) FP: MX1, L3, GR, Concilio. Conc III Limens 1583, act 2, c 3 (Lisi 124-25); act 2, c 6 (Lisi 128-29); act 4, c 17 SQ (Lisi 212-13) Conc Rhem 813, c 15 (MGH II, pars I, 255)5 3r-v I §.2. Todos los párrocos De cons. D. 4. c. 58 (Friedberg I, col 1383) 363v; rev MX1, c. 4 tengan el catecismo, según De cons. D. 4. c. 59 (Friedberg I, col 1383) 363r; rev MX1, c. 1 el cual sea enseñada a los Conc Foroiul 796/97, in praefatio ad finem (MGH II, pars I, 189) FP: MX1, L3, GR, indios la doctrina cristiana Conc Mogunt 1549, c 45 (Mansi, vol 32, col 1418) SQ en determinados días. Sin Guad 1554, tit 6, const 51 (Asenjo, fol 68r-v) Sin Granat 1572,, lib I, tit I, § 1 (Moscoso 13); Lib III, tit I, § 2 (Moscoso 82), § 13 (Moscoso 85-86) Sin Tolet 1580, in princ (Quiroga, fol 1r-6r) Conc III Limens 1583, act 2, c 4 (Lisi 124-27) 3v I §.3. Del cuidado que Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de reformatione c 4 (COD 363v; rev MX1 c 4 deben tener los párrocos 763) 390r; rev L3 act 2, c de enseñar y explicar la Sin Guad 1554, tit 2, const 6 (Asenjo, fol 4v) 5 doctrina. Sin Tolet 1580, const 41 in fine (Quiroga, fol 32v-33r) FP: L3 Conc III Limens 1583, act 2, c 4 (Lisi 124-27) Conc V Milan 1579, pars I, tit 2, Quae ad praedicationem verbi Dei, et doctrinam Christianam pertinent (Ratti, col 522-27) 3v-4r I De la doctrina §.4. Esto mismo hagan los Conc I Mex 1555, c 3, § 1 (I Lorenzana 44) 363r-v; rev MX1, c 3 cristiana que maestros de escuela. Sin Guad 1554, tit 6, const 50-51 (Asenjo, fol 67v-68v) 363r; rev MX1, c 1 se ha de Conc I Milan 1565, pars II, tit 25, De armis, ludis, spectaculis, et eiusmodi a clerico FP: MX1, GX enseñar a los vitandis (Ratti, col 72-73) rudos Conc Tolet 1565, act 3, c 5 (Fernández 143) Sin Granat 1572, lib I, tit I, § 2 (Moscoso 13), § 4 (Moscoso 14); lib III, tit I, § 12 (Moscoso 85); lib III, tit XXI, § 2 (Moscoso 194) Sin Tolet 1580, const 42 § 1 ; § fin (Quiroga, fol 33r-33v) 4r I §.5. Los párrocos Conc Mogunt c 45 (Mansi vol 32, col 1418) 390v; rev L3, act. 2. promuevan la erección de Conc III Limens 1583, act 2, c 6 (Lisi 128-29); act 2, c 43 (Lisi 156-57) c. 43 escuelas. FP: L3

120 fol T Tit Decr Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 4r I §.6. Cuiden los párrocos Conc I Mex 1555, c 19 § 4 (I Lorenzana 72-73) 367v; rev MX1, c 19 de que se enseñe la Conc V Milan 1579, pars III, tit 16, Quae ad matrimonium pertinent, verbo nulla est FP: MX1 doctrina cristiana a los que amplior (Ratti, col 700-05) están presos en las cárceles y a los que trabajan en las minas. 4v I No se han de §.1 Ninguno sea admitido Vide infra tit de Baptismo § 4 363r; rev MX1, c 2 administrar los al bautismo, si no entiende Sin Guad 1554, tit 2, const 6 (Asenjo, fol 4v) FP: MX1 Sacramentos a bien la doctrina cristiana. Sin Tolet 1580, const 1 (Quiroga, fol 6r-6v) los que Sin Guad 1554, tit 2, const 62 (Asenjo, fol 22r-v) ignoran la Conc V Milan 1579, pars I, tit 2, Quae ad praedicationem verbi Dei, et doctrinam doctrina Christianam pertinent, verbo primo omnibus (Ratti, col 522-27) cristiana

5r I De la impresión §.1. Ningún libro se Conc Trident, Sess 4 (8 Aprilis 1546) Decretum secundum: recipitur vulgata editio 384r; rev MX1, c 74 y lección de imprima sino con la bibliae praescribiturque modus interpretandi sacram scripturam etc, verbo Sed, et FP: MX1, TR libros licencia del obispo. impressoribus (COD 664) Reg. 10 ex indice libror6 Conc I Mex 1555, c 74, § 1 (I Lorenzana 149-50) Sin Tolet 1580, const 128 (Quiroga, fol 77r-77v) 5r I §.2. Ningún escrito Conc I Mex 1555, c 74 (I Lorenzana 148-50); Conc II Mex 1565, c 23 (II Lorenzana 384r; rev MX1, c 74 perteneciente a la religión 201-02) 390r; rev MX2, c 23 se publique en el idioma Reg. 7 in indice libr. Prohibitorum.7 391r; rev L3, act 3 de los indios, sin ser Conc III Limens 1583, act 3, c 37 (Lisi 190-91) FP: MX1, MX2, L3, primero examinada por el Sin Granat 1572, lib III, tit XXI, § 2 (Moscoso 194) TR ordinario. Conc III Milan 1573, c 4, Quae ad fidei tuendae studium pertinent, verbo quorum libror. (Ratti, col 237-42) Conc V Milan 1579, pars I, tit 1, Quae ad fidei tuenda studium pertinent (Ratti, col 513-22) 5r I §.3. Nadie retenga en su Vide supra Concilia citata FP: MX1, MX2, L3, poder libros obscenos. TR 5r I Deben quitarse a §.1. De lo que se ha de Conc I Mex 1555, c 72 (I Lorenzana 146-47) 383v; rev MX1, c 72 los indios las observar acerca de las FP: MX1 cosas que sirven danzas y juegos de los de impedimento indios. a la salud de sus 5v I almas §.2. Sean destruidos sus Conc I Mex 1555, c 72 (I Lorenzana 146-47) 383v; rev MX1, c 72 ídolos y templos FP: MX1

5v I §.3. Sujétese a los indios a Conc I Mex 1555, c 73 (I Lorenzana 147-48) 383v; rev MX1, c 73 la vida civil y social, y a Conc III Limens 1583, act 4, c 4 (Lisi 202-03) 390v; rev L3, act 4 este fin congreguéseles en FP: MX1, L3 pueblos.

6r II De las De la autoridad §.1. Se derogan los Sin Granat 1572, lib I, tit II, § 1 (Moscoso 14-15) 385v; rev MX1, c 93 constituciones de los decretos y decretos de los sínodos Sin Tolet 1580, in proemio § “y por que” (Quiroga, fol 1r-6r) 284r; 392v, rev GR de su precedentes. FP: SQ, GR publicación 6v II §.2. Se manda a todos que Conc Tolet 1583, act 2, c 3 (Fernández 159); Conc Tolet 1583, act 3, c 50 (Fernández 385v; rev MX1, c 93 guarden los decretos de 182) FP: MX1, CQ este Sínodo. Conc III Limens 1583, act 2, c 1 (Lisi 122-23); act 4, c 24-25 (Lisi 216-19) C. 16. D. 18 (Friedberg I, col 58) C. 17 fin. D. 18 (Friedberg I, col 58) 6v II §.3. La promulgación de Conc I Mex 1555, c 93 (I Lorenzana 169-72); 385v; rev MX1, c 93 los mismos decretos, Conc I Milan 1565, pars III, tit 15, De poenis, et aliis quae generatim ad has FP: MX1 hecha en la Iglesia constitutiones pertinent Vers ut nomini (Ratti, col 153-56) Metropolitana téngase por Conc III Limens 1583, act 2, c 2 (Lisi 122-23); act 4, c 24-25 (Lisi 216-19) hecha en todas partes. 6v-7r II §.4. Las Iglesias Catedrales Conc I Mex 1555, c 93 (I Lorenzana 169-72) 385v; rev MX1, c 93 tengan un ejemplar de este Vide infra tit de offic Rectoris § 1 FP: MX1 Concilio. 7r II §.5. Qué deben hacer los Sin Granat 1572, lib I, tit II, § 2 (Moscoso 15) 284v; rev GR jueces, cuando según estos Conc III Limens 1583, act 2, c 1 (Lisi 122-23); act 5, c 1 (Lisi 222-25) 394r, cosas sueltas decretos pronunciaren Conc Tolet 1583, act 3, c 51 (Fernández 183) FP: GR, L3 sentencia. 7v III De los De la obediencia §.1. Ningún juez cumpla Conc I Mex 1555, c 89 (I Lorenzana 164-65) 384r; rev MX1, c 89 rescriptos y ejecución los mandatos de los Conc Hispalen 1512, c 41 (Tejada 98-99) FP: MX1 debida a los ejecutores de letras VI. 5. 7. 7 (Friedberg II, col 1087) rescriptos apostólicas, sin que apostólicos primero sean éstas reconocidas por el obispo. 7v III §.2. Se decretan varias Conc Trident, Sess 14 (25 Novembris 1551) Decretum de reformatione c 5 (COD 384r; rev MX1, c 89 cosas acerca de los jueces 715-16) FP: MX1 conservadores. VI. 1. 14. 1 (Friedberg II, col 978) VI. 1. 14. 15 (Friedberg II, col 982-83) 8r III §.3. A ninguno favorezcan Conc Trident, Sess 22 (17 Septembris 1562) Decretum de reformatione c 5 (COD 392v, rev GR las dispensas apostólicas si 739) FP: GR no fueren reconocidas por el ordinario.

121 fol T Tit Decr Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 8r III §.4. Lo mismo se observe Conc Trident, Sess 22 (17 Septembris 1562) Decretum de reformatione c 6 (COD 392v, rev GR en las conmutaciones de 739) FP: GR las últimas voluntades. 8v IV De la edad y De la ciencia §.1. Procedan los obispos Conc IV Milan 1576, pars II, tit 7, Quae pertinent ad sacramentum ordinis (Ratti, 375r-v; rev MX1, c calidad de los necesaria para las con mucha precaución al col 361-74) 44 que se han de sagradas órdenes conferir las órdenes. Conc V Milan 1579, pars III, tit 2, De examinandi ratione, verbo ut primo (Ratti, col FP: MX1, GR, GX, ordenar, y a y para la cura de 636-52) L3, CQ quienes se ha almas 1 Tm, 5 de Conc III Limens 1583, act 2, c 33 (Lisi 148-49) encomendar la Conc Trident, Sess 21 (16 Iulii 1562) Decretum de reformatione c 2 (COD 728-29); cura de almas Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super reformatione c 7 (COD 747); Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de reformatione generali c 4-5 (COD 786-87) 8v-9r IV §.2. Ninguno sea Conc Trident, Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super reformatione c 4-16 (COD 375v-376r; rev MX1, promovido a la tonsura 746-50) c 45 clerical si no es que afirme Conc I Mex 1555, c 45 (I Lorenzana 107-12) FP: TR, GR con juramento que quiere Conc Tarracon 1584, lib I, tit 6, De aetate, qualitate et ordine praeficiendorum, c 3 permanecer en el estado (Agustín 390) eclesiástico. Sin Guad 1554, tit 2, const 42-48 (Asenjo, fol 16r-18r) Sin Granat 1572, lib I, tit IV, (Moscoso 17-19) Sin Tolet 1580, const 26-27 (Quiroga, fol 22r-22v) Conc V Milan 1579, pars III, tit 2, De examinandi ratione (Ratti, col 636-52) 9r IV §.3. Los que se han de Sin Granat 1572,, lib I, tit IV, (Moscoso 17-19) 375V-376R; rev ordenar de menores Conc V Milan 1579, pars III, tit 2, De examinandi ratione, § praecedendi (Ratti, col MX1, c 45 aprendan el canto 636-52) FP: GR eclesiástico. 9r IV §.4. Sépanlo también los Sin Granat 1572, lib I, tit IV, (Moscoso 17-19) 375V-376R; rev que se han de promover el Conc V Milan 1579, pars III, tit 2, De examinandi ratione (Ratti, col 636-52) MX1, c 45 subdiaconado, así como el FP: GR rezo del breviario. 9r IV §.5. Sepan esto mismo los Sin Granat 1572, lib I, tit IV, (Moscoso 17-19) 375r; rev MX1, c 44 que han de ser Conc V Milan 1579, pars III, tit 2, De examinandi ratione (Ratti, col 636-52) FP: GR promovidos al diaconado. 9r IV §.6. No celebren los Conc Trident, Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super reformatione c 14 (COD 749) 367v-368r; rev MX1, presbíteros la primera Infra Lib III tit XV § 3 c 20 misa, sino después que FP: GR sean examinados por el maestro de ceremonias, y sepan la forma del sacramento de la penitencia. 9r IV §.7. Los que han de ser Conc V Milan 1579, pars III, tit 3, De initiandis ordinis sacramento (Ratti, col 158v; Mem de Juan promovidos a beneficios 652-56) Plaza, sobre los que curados, estén muy se han de ordenar. instruidos en la doctrina (Zubillaga 199) moral, y sean aptos para explicar el Evangelio. 9v IV De la edad y De la vida, fama §.1. No promuevan los Conc Trident, Sess 7 (3 Martii 1547) Decretum secundum. Super reformatione c 10 375r-v, rev MX1, c 44 calidad de los y costumbres de obispos a ninguno que no (COD 688) FP: MX1, TR, L3, que se han de los que se han de sea bien morigerado, ni al Conc Trident, Sess 21 (16 Iulii 1562) Decretum de reformatione c 2 (COD 728-29) GR ordenar, y a ordenar que tenga costumbres de Conc Trident, Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super reformatione c 5, 7, 11, 13-14 quienes se ha jugar. (COD 746-49) de Conc I Mex 1555, c 44 (I Lorenzana 105-07); encomendar la Sin Guad 1554, tit 2, const 48 (Asenjo, fol 17v-18r) cura de almas Conc I Milan 1565, pars II, tit 1, De iis quae ad sacramentorum administrationem generatim pertinent (Ratti, col 41-43) Conc IV Milan 1576, pars II, tit 7, Quae pertinent ad sacramentum ordinis (Ratti, col 361-74) Conc V Milan 1579, pars III, tit 2, De examinandi ratione, verbo ut primo (Ratti, col 636-52) Sin Granat 1572, lib I, tit IV, § 4 (Moscoso 18-19) Conc III Limens 1583, act 2, c 30 (Lisi 144-47) X. 5. 31. 11 (Friedberg II, col 838-40) Conc Trident, Sess 22 (17 Septembris 1562) Decretum de reformatione c 1 (COD 737-38), Vide infra lib III, tit V, de vit et honest. Clericorum, § 21 et 25 9v IV §.2. No sea admitido a las Conc I Mex 1555, c 47 (I Lorenzana 113) 377r; rev MX1, c 47 sagradas órdenes el reo de FP: MX1 crimen capital. 10r IV §.3. Los indios y los Sin Guad 1554, tit 2, const 47-49 (Asenjo, fol 17r-18v) 375r-v: rev MX1, c mestizos no sean Conc Tolet 1583, act 3, c 34 (Fernández 177) 44 admitidos a las sagradas FP: MX1, CT, GX órdenes sino con la mayor y más cuidadosa elección; pero de ningún modo los que estén notados de alguna infamia. 10r IV Del título de §.1. Ningún clérigo secular Conc V Milan 1579, pars III, tit 5, Quae ad beneficiorum collationem attinent, verbo 375r-v; rev c 44 beneficio o de sea admitido a las órdenes, at vero haec in primis (Ratti, col 658-63) FP: L3 patrimonio si no tiene beneficio. Conc Trident, Sess 21 (16 Iulii 1562) Decretum de reformatione c 2 (COD 728-29) Conc III Limens 1583, act 2, c 31 (Lisi 146-47)

122 Del título de beneficio o de patrimonio fol T Tit Decr Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 10v IV §.2. Los que por fraude X. 5. 3. 45 (Friedberg II, col 767) 375r-v; rev c 44 han sido promovidos a un Conc Tolet 1583, act 3, c 32 (Fernández 176) FP: L3 beneficio sean Conc III Limens 1583, act 2, c 30 (Lisi 144-47) suspendidos. 10v IV §.3. Los que han sido Conc Tolet 1583, act 3, c 33 (Fernández 176-77) 377v; rev MX1, c 48 promovidos con Vide infra lib III, tit XV, De celebratione Missarum et divinorum officiorum, § 14 FP: CT patrimonio, adscríbanse a Conc Trident, Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super reformatione c 16 (COD las Iglesias y tengan 749-50) obligación de servirlas. 10v-1 IV Del modo de §.1. Ninguno sea Conc Trident, Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super reformatione c 3 (COD 746) 375r-v; rev MX1, c 1r conferir las promovido por obispo Conc V Milan 1579, pars III, tit 3, De initiandis ordinis sacramento, verbo quod 44 órdenes y extraño, sino con licencia Provinciali (Ratti, col 652-56) espedir las letras y testimonio del propio Conc Trident, Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super reformatione c 8 (COD 747) dimisorias ordinario. Conc Trident, Sess 7 (3 Martii 1547) Decretum secundum. super reformatione c 11 (COD 689) 11r IV §.2. Cómo y cuándo Conc III Limens 1583, act 2, c 30 (Lisi 144-47) 375r-v; rev MX1, c podrán ser promovidos a Conc Trident, Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super reformatione c 11, 13 (COD 44 las órdenes los extranjeros. 748-49)

11r IV §.3. No sean admitidos a Conc Trident, Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super reformatione c 12-13 (COD 375v; rev MX1, c 44 las órdenes los regulares, si 748-49) FP: CQ no es que primero hayan Conc Tolet 1583, act 3, c 47 (Fernández 181) sido examinados. et est declaratio Cardin. In dictis locis, Conc. Trid. 11v IV Del examen que §.1. Los obispos elijan Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de reformatione c 18 (COD 377r; rev MX1, c 45 ha de preceder a examinadores en el 770-72) FP: CT, CQ, L3 los órdenes Sínodo diocesano. Conc Tolet 1565, act.2 c 24 (Fernández 136-37) Conc Tolet 1583, act 3, c 22-26 (Fernández 173-74) Conc III Limens 1583, act 4, c 17 (Lisi 212-13) Conc V Milan 1579, pars III, tit 2, De examinandi ratione (Ratti, col 636-52) 11v IV §.2. Juramento que han de Conc III Limens 1583, act 2, c 32 (Lisi 148-49) 377r; rev MX1, c 45 prestar los examinadores. Conc V Milan 1579, pars III, tit 2, De examinandi ratione, § praeced (Ratti, col FP: L3 636-52)

Notas al pie 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 10

1 Un ejemplar de estas Constituciones sinodales hechas por... Don Gaspar de Quiroga... Arzobispo de Toledo..., Imprenta de Francisco Sánchez, Madrid, 1583, fue la utilizada tanto por los redactores como los editores de los decretos mexicanos. 2 Cf. Pío V, Forma professionis Fidei catholicae, observanda a quibuscumque promotis et promovendis ad aliquam liberalium artium facultatem, const 88, Bullarium sive Collectio Plurimarum Constitutionum Apostolicarum Diversorum Romanorum, cit, vol. II, fol 128-29. Además, esta bula se encuentra entre los papeles de redacción de los decretos en Bancroft Library, 268, 294r-295v. ManCarr 1, pp. 581-589. 3 Esta referencia “fol. 703, t. 5, Conciliorum” nos da a entender que los editores emplearon una colección de los concilios que contenía los de S. Carlos Borromeo. Hemos examinado diversas colecciones del periodo comprendido entre la finalización del concilio mexicano y la publicación de sus Decretos: Acta Ecclesiae Mediolanensis a Carolo, Mediolani, ex officina Typographica quon Pacifici Pontii, Impressori Archiepiscopalis, 1599; Acta Ecclesiae Mediolanensis a b. Carolo Borromaeo, Brixiae, apud Societatem Brixiensem, 1603; Concilia generalia et provincialia Graece et latina, Severinii Biniii, Coloniae Agripinae, sumptibus Ionnis Gymnici, sub Monocerote, 1618 (son nueve volumenes división interna en 4 tomos y varias partes. El to- mo 4, pars II, correspondiente al volumen nueve, contiene los cinco concilios de Milán). Pero ninguna de estas colecciones fue empleada por los editores de nuestro concilio pues no coincide la numeración de páginas. 4 Catechismus Romanus, seu Catechismus ex Decreto Concilii Tridentini ad Parochos Pii Quinti Pont. Max. Iussu Editus, P. Rodríguez, (ed.), Libreria Editrice Vaticana/Ediciones Universidad de Navarra, Città del Vaticano-Pamplona, 1989. 5 Hay que señalar que esta cita se encuentra también en el aparato de fuentes del concilio tercero de Lima (1582-1583), y en concreto en la act 2, c 6. No deja de ser asombroso que hayamos encontrado esta referencia en el ejemplar del concilio limense tercero que se halla en BL, MM269, 250v, pero que no se muestra en otras ediciones de este concilio como en la de Lisi y la de Vargas Ugarte. 6 Véase Index et catalogues librorum prohibitorum mandato... D. D. Gasparis a Quiroga, Matriti apud Alphonsum Gomeziam, 1583. 7 Ibidem. 8 Cf. Collectio Conciliorum Hispaniae, diligentia Garsiae Loaisa, excudebat Petrus Madrigal, Madriti 1593, fols. 370-371. Se trata de la edición de los concilios hispanos que utilizaron los editores de la primera edición del concilio tercero de México, coincidiendo el número de folio que hace referencia con el de Colección de García Loaisa. Otra edición más reciente: J. Vives, Concilios visigóticos e hispano-romanos, cit., p. 202. 9 La orden de Santiago empezó como una cofradía de caballeros, fundada por Fernando II de León, en 1170, en Cáceres, para defender esta ciudad contra los almohades y para ayudar a Fernando en sus campañas por tierras de Extremadura. La Regla de la orden data de 1175 basada en la de San Agustín. En la época moderna la orden pasó a incorporarse a la corona, uniéndose a la de Calatrava y Alcántara para formar así el poderoso Consejo de las Órdenes militares. La orden ya no lucharía contra los moros pero sería un gran sostén financiero de la monarquía. Los Reyes Católicos y sus descendientes convocaron una serie de capítulos generales, promulgaron reglamentos e intentaron reformar la orden. Estos reglamentos son precisamente los que cita nuestro concilio. Prelados importantes pertenecieron a la orden militar de Santiago y aparecen muy citados en este aparato crítico: Martín Pérez de Ayala, obispo de Guadix y más tarde de Valencia; Beato Juan de Ribera, arzobispo de Valencia. Cf. C. Olmos y Canalda, Los Prelados Valentinos, cit, pp. 173-178; 182-191; DHEE, vol. III, 1820-1824. 10 Desde la erección de Valladolid como obispado en 1595, Juan Bautista Acevedo celebró el primer sínodo en 1606 (Cf. DHEE vol. 4, pp. 2706-2707). Pensamos, por tanto, que se trata de este primer sínodo vallisoletano (cf. Mansi 36bis, fol 961), a pesar de que esta referencia figure como concilio de Valladolid en la primera edición del concilio tercero de México en vez de como sínodo. Seguramente se trata de una equivocación tipográfica porque la otra referencia sí aparece como sínodo de Valladolid (Serna 30r).

123 fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 12r V De la §.1. Nada se exija por la X. 5. 3. 42 (Friedberg II, col 766) 368v; rev MX1, c 23 Administración de administración de los X. 5. 3. 8 (Friedberg II, col 750-51) FP: MX1, SQ, L3 los Sacramentos de sacramentos, sino con arreglo a Conc I Mex 1555, c 23 (I Lorenzana 78-79); Conc II Mex 1565, c 2 (II Lorenzana la Iglesia la tasa prescrita por el obispo. 188-89) Sin Guad 1554, tit 2, const 3 (Asenjo, fol 3v); const 22 (Asenjo, fol 10r) Sin Guad 1554, tit 4, const 14-16 (Asenjo, fol 6v-7v) Conc I Milan 1565, pars II, tit 1, De iis quae ad sacramentorum administrationem generatim pertinent, verbo cum Sacramenta (Ratti, col 41-43) Sin Tolet 1580, const 35 (Quiroga, fol 27r) Conc Tolet 1583, act 3, c 27 (Fernández 175) Conc Compost 1565, act 3, c 10 (Tejada 340) Conc III Limens 1583, act 2, c 38 (Lisi 152-53) X. 3. 28. 13 (Friedberg II, col 553-54) 12r V §.2. Obsérvese por todos el Conc I Mex 1555, c 67 (I Lorenzana 142-43) 383r; rev MX1, c 67 Ritual Mexicano, hasta que se Conc III Limens 1583, act 2, c 37 (Lisi 150-51) FP: MX1 publique el Romano. Conc IV Tolet 633, c 26, verbo libellum ubi Loaysa fol 3708 Conc V Milan 1579, pars I, tit 6, Quae ad sacramentalia et sacramenta generatim pertinent, verbo illud in caeteris (Ratti, col 538-43) Conc Bonon 1586, pars IV 12v VI De la Sagrada §.1. Nada se exija por los Conc III Limens 1583, act 2, c 13 (Lisi 132-33) 371r; rev MX1, c 32 Unción obispos ni en dinero u otra cosa FP: L3 de valor, en la administración del sacra-mento de la confirmación. 12v VI §.3. Señálense dos padrinos Conc III Limens 1583, act 2, c 9 (Lisi 130-31) 390r; L3, act 2 generales en cada uno de los FP: L3 pueblos. 12v VI §.4. Adminístrese a los indios la Conc Trident, Sess 14 (25 Novembris 1551) Doctrina de sacramento extremae 382r-v; rev MX1, c. 64 extremaunción. unctionis c 3 (COD 713) FP: MX1, L3 Conc I Mex 1555, c 64 (I Lorenzana 138-39) Sin Guad 1554, tit 2, const 41 (Asenjo, fol 14v) Conc III Limens 1583, act 2, c 28 (Lisi 144-45) Conc Trident, Sess 14 (25 Novembris 1551) Doctrina de sacramento extremae unctionis c 1-3 (COD 713) 13r VI §.7. Edad para la recepción de Sin Granat 1572, lib I, tit V, § 3-4 (Moscoso 20-21) 284v; rev GR este Sacramento. Conc IV Milan 1576, pars II, tit 6, Quae pertinent ad extremam unctionem et FP: GR reliquae erga morientes officia, verbo Parochus (Ratti, col 359-61) Conc V Milan 1579, pars I, tit 11, Quae pertinent ad sacramentum extremae unctionis (Ratti, col 553-54) 13r VI §.9. Como se ha de llevar el Sin Granat 1572, lib I, tit V, § 1 (Moscoso 19-20) 284v; rev GR nuevo Crisma a cada una de las Sin Tolet 1580, const 24-25 (Quiroga, fol 21r-22r) FP: GR parroquias. 13v VI §.10. Quémese el óleo viejo y no Sin Granat 1572, lib I, tit V, § 1-3 (Moscoso 19-21) 371r; rev MX1, c 32 se aplique ya después. Conc IV Milan 1576, pars II, tit 13, De parochiis et parochialibus iuribus ac FP: GR officiis, verbo Parochus (Ratti, col 414-21) 13v VI §.11. Señálese un lugar decente Conc I Mex 1555, c 33 (I Lorenzana 90-91) 371v; rev MX1, c 33 para guardar los sagrados óleos. 284v; rev GR FP: MX1, GR 14r VII De los clérigos §.1. Se manda a los obispos, Conc Trident, Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super reformatione c 16 (COD 376v; rev MX1, c 45 peregrinos vicarios, párrocos y superiores 749-50) 284v; rev GR de regulares que no, admitan a Conc Trident, Sess 22 (17 Septembris 1562) Decretum de observandis et vitandis FP: TR, GR los extraños a celebrar misa, si in celebratione missarum (COD 736-37) no presentan letras de su Conc I Mex 1555, c 45 (I Lorenzana 107-12) obispo. Sin Guad 1554, tit 2, const 54 (Asenjo, fol 20r) Conc I Milan 1565, pars II, tit 5, Quae pertinent ad celebrationem missae verbo Clericis (Ratti, col 47-51) Sin Granat 1572, lib I, tit VII (Moscoso 21-22) Sin Tolet 1580, const 57 (Quiroga, fol 39v-40r) Conc III Limens 1583, act 3, c 9 (Lisi 170-71) Conc I Mex 1555, c 57 (I Lorenzana 128-29) 14v VIII Del oficio del juez §.1. Admonición a los vicarios Sin Granat 1572, lib I, tit VIII (Moscoso 22-31) FP: GR ordinario, y del del obispo. Sin Guad 1554, tit 8, const 11-14 (Asenjo, fol 87v-88r) vicario Conc IV Milan 1576, pars III, tit 8, De foro episcopali, ecclesiasticove (Ratti, col 472-75) Conc V Milan 1579, pars III, tit 11, De episcopo, episcospali iurisdictione et foro (Ratti, col 688-95) 15r VIII §.4. Nada reciban de los Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de reformatione c 16 FP: GR litigantes. (COD 769) Iure comuni. X. 4. 14 (700-04) Conc I Mex 1555, c 84 (I Lorenzana 157-58) Sin Guad 1554, tit 8, const 14 (Asenjo, fol 87v-88r) 16r VIII §.9. Mírese con esmero por el Conc I Mex 1555, c 82 (I Lorenzana 156) FP: MX1 honor de los clérigos y principalmente de los sacerdotes, aun delicuentes. 16r VIII §.11. No retengan en su poder Conc Tolet 1565, act.2, c 14 (Fernández 133) FP: GR el dinero de las multas.

124 fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 16v VIII §.12. Antes de juzgar Sin Granat 1572, lib I, tit VIII, § 13 (Moscoso 27) FP: GR definitivamente en las causas civiles revísense los autos. 16v-17 VIII §.13. Los jueces hagan tasar dos Lex 23, tit XX, lib II (Recop Cast I, fol 141v-142r) FP: GR r veces las costas de los autos. Lex 1, tit XXVII, lib IV (Recop Cast I, fol 276v-281r) Conc III Milan 1573, in princ (Ratti, col 229-34) 17v VIII §.18. Visiten los obispos por sí Infra Lib III, tit I, § 20 FP: GR mismos las cárceles en la sagrada vigilia de la Pascua. 17v VIII §.19. Si algún notario muriere § 24 FP: GR haga recoger los autos que estuvieren en su poder. 17v VIII §.20. No reciba ningunos Conc III Milan 1573, c 18, De iis quae ad episcopalem forum pertinent, verbo FP: GR regalos ni aun de comestibles. nullum, neque munus (Ratti, col 274-78) Conc V Milan 1579, pars III, tit 11, De episcopo, episcospali iurisdictione et foro, verbo illud praeterea (Ratti, col 688-95) 17v-18 VIII §.22. Qué debe hacerse y cómo Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super reformatione circa 374r; rev MX1, c 39 r se ha de proceder en los matrimonium c 7 (COD 758) 285v; rev GR matrimonios de los peregrinos Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super reformatione circa FP: GR matrimonium c 1 (COD 755-57) Sin Guad 1554, tit 2, const 57 (Asenjo, fol 20v-21r) Sin Granat 1572, lib IV, tit II, § 2 (Moscoso 202) Sin Tolet 1580, const 33 (Quiroga, fol 26r-26v) 18r VIII §.23. Cómo se ha de proceder Lib V, tit V, § 6 374v-375r; rev MX1, c contra los clérigos 43 concubinarios. FP: L3, TR 18r VIII §.24. No exceda de lo prescrito Sin Granat 1572, lib I, tit VIII, § 22 (Moscoso 30) FP: GR en su comisión. 18r-v VIII §. 25. Cómo deba proceder en C. 2 fin. q. 2. c. 14. (Friedberg I, col 734) FP: GR expedir las licencias para que un X. 2. 7. 1. (Friedberg II, col 265-66) clérigo sirva de testigo ante un Sin Guad 1554, tit 2, const 55 (Asenjo, fol 20r) juez secular. Sin Granat 1572, lib I, tit VIII, § 23 (Moscoso 30) In Regula Ordinis Militar. S. Iacobi cap. 19 in fine9 18v VIII §.26. En causas promovidas o Sin Granat 1572, lib I, tit VIII, § 24 (Moscoso 30-31) FP: GR que hayan de promoverse ante él, no sea abogado o procurador, salvo para defender su jurisdicción; y aun en este caso con licencia del obispo. 18v VIII §.28. Los vicarios examinen las Sin Granat 1572, lib I, tit VIII, § 25 (Moscoso 31) FP: GR licencias del obispo y de otros superiores antes de que se permita usar de ellas. 18v VIII §.30. Qué deben observar los Conc I Mex 1555, c 57, § 1-2 (I Lorenzana 128-29) 380v; rev MX1, c 57 vicarios de los puertos acerca de Conc III Limens 1583, act 3, c 9 (Lisi 170-71) FP: MX1 los clérigos que a ellos aportaren. 19r VIII §.31. Cuide de que las mujeres Conc III Limens 1583, act 3, c 43 (Lisi 194-95) 370v; rev MX1, c 27 no mendiguen de noche. FP: L3 19r VIII §.33. ¿Qué debe hacerse con los Conc I Mex 1555, c 58 (I Lorenzana 129-30) 381r; rev MX1, c 58 religiosos forasteros? Sin Tolet 1580, const 81 (Quiroga, fol 51r) FP: L3, SQ Conc III Limens 1583, act 3, c 9-10 (Lisi 170-71) 19r-v IX Del oficio del fiscal, §.1. Los fiscales no ejerzan el Sin Granat 1572, lib I, tit IX (Moscoso 31-38) FP: GR y del derecho del oficio sin que preceda su Sin Tolet 1580, const 121-23 (Quiroga, fol 72v-73r) fisco juramento. Sin Guad 1554, tit 8, const 21 (Asenjo, fol 88v-89v) Conc I Milan 1565, pars II, tit 33, De causiditis et advocatis fiscalibus (Ratti, col 87) Conc V Milan 1579, pars III, tit 12, De procuratore fisci episcopalis (Ratti, col 695) 19v IX §.3. No se extienda esta Conc I Mex 1555, c 80 (I Lorenzana 154-55) FP: GR averiguación a delitos cometidos antes de tres años, a no ser gravísimos. 19v IX §.4. No proceda contra alguno Conc I Mex 1555, c 78 (I Lorenzana 152-53) FP: MX1 por injurias leves de palabra, Lex 4, tit X, Lib VIII (Recop Cast II, fol 168v) sino a pedimento del agraviado. 21v IX §.20. No denuncie a ningún Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de reformatione c 8 (COD FP: GR clérigo sin suma circunspección, 764) y por medio de notario clérigo. Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de reformatione generali c 14 (COD 792-93)

125 fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 22r X Del oficio del §.1. Los notarios presten Sin Guad 1554, tit 8, const 15 (Asenjo, fol 88r) FP: GR notario y la fe de juramento. Sin Granat 1572, lib I, tit X (Moscoso 38-49) los instrumentos Conc I Milan 1565, pars II, tit 32, De notariis et scribis (Ratti, col 84-87) Conc III Milan 1573, c 18, De iis quae ad episcopalem forum pertinent (Ratti, col 274-78) Conc IV Milan 1576, pars III, tit 8, De foro episcopali, ecclesiasticove (Ratti, col 472-75) Conc V Milan 1579, pars III, tit 14, De cancellario et notariis (Ratti, col 696-98) Conc V Milan 1579, pars III, tit 15, Quae gratis in cancellaria conficienda sunt, et etiam addenda quod ad scriptionem attinet (Ratti, col 698-700) 22v X §.2. Sean examinados los Conc Trident, Sess 22 (17 Septembris 1562) Decretum de reformatione c 10 384r; rev MX1, c 89 notarios. (COD 740) FP: CC Conc I Mex 1555, c 89, § 1 (I Lorenzana 165) Conc Compost 1565, act 3, c 26 (Tejada 342-43) 23r X §.9. En las causas que no Conc III Milan 1573, c 18, De iis quae ad episcopalem forum pertinent, verbo FP: GR excedan de diez pesos causae quae (Ratti, col 274-78) procédase sumariamente. Lex 19, tit 9, lib III (Recop Cast I, fol 218r) 24r X §.17. Reciba sólo cuatro reales Conc Trident, Sess 21 (16 Iulii 1562) Decretum de reformatione c 1 (COD 728) 377r-v; rev MX1, c 47 por expedir cartas dimisorias. Conc Compost 1565, act 3, c 8 (Tejada 339) FP: TR, MX1 Conc III Milan 1573, c 18, De iis quae ad episcopalem forum pertinent, verbo pro singulis (Ratti, col 274-78) Conc IV Milan 1576, pars II, tit 8, De beneficiorum collatione ac provisione, verbo ut avaritiae (Ratti, col 374-77) Sin Vallisoletanum 1606, lib I, tit V, const 3, fol 4910 24r X §.19. Nada reciban por guardar Lex 17, tit XX, lib II (Recop Cast I, fol 141v-142r) FP: GR o buscar los autos. 24v X §.21. Al entregar los testimonios Lex 12, tit XXV, lib IV (Recop Cast I, fol 272r) FP: GR de las escrituras, conserve en su poder los originales. 24v X §.25. En caso de fallecimiento o Lex 24, tit XXV, lib IV (Recop Cast I, fol 273v-274r) FP: Ley Regia remoción del notario, el mismo juez se encargue de la custodia del oficio. 24v X §.26. El que sucediere al notario Lex 31, tit XX, lib II (Recop Cast I, fol 143r-v) FP: GR en el oficio hágase cargo del archivo, previo inventario. 25v X Del oficio del §.32. Si pidieren alguna cosa a Lex 18, tit XX, lib II (Recop Cast I, fol 141r) FP: GR notario y la fe de los litigantes, declaren qué es lo los instrumentos. que se les debe y cuánto. 25v X §.34. Nada reciban de los Lex 6, tit IX, lib III (Recop Cast I, fol 217r-v) FP: GR litigantes a título de donación. Lex 7, tit II, lib VII (Recop Cast II, fol 72r) 26r X §.35. Qué deban observar sobre Conc I Mex 1555, c 15 (I Lorenzana 61-62) 365v; rev MX1, c 15 los monitorios. Sin Granat 1572, lib V, tit VIII, § 10 (Moscoso 228) FP: GR 26v XI De oficio del §.1. Bajo ningún pretexto Sin Granat 1572, lib I, tit IX (Moscoso 49-52) FP: GR ministro ejecutor. aprehenda a clérigo alguno ordenado in sacris, sino de orden del obispo.

27v XII Del oficio del §.1. Cuide el alcaide de la cárcel Sin Granat 1572, lib I, tit XIII (Moscoso 52-55) FP: GR alcaide, y de la de que en ella se celebre misa custodia de los reos. los domingos y días de fiesta. 28r XII §.7. No maltrate el alcaide a los Lex 7, tit II, lib VII (Recop Cast II, fol 72r) FP: GR presos, y absténgase de admitir los obsequios que éstos puedan hacerle. 28r XII §.8. A ninguno detenga el Lex 20-21, tit XII, lib I (Recop Cast I, fol 44v-45r) FP: GR alcaide en la cárcel, después que se le haya mandado poner en libertad, ni aun con el pretexto de que pague las costas si fuere pobre. 28v XII §.10. El alcaide conserve Conc I Milan 1565, pars II, tit 34, De carceris custodibus et reis (Ratti, col 87-88) FP: GR diligentemente cuanto pertenece a la cárcel. 28v-29 XIII De la mayoría y de §.1. Reglas que deben Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de reformatione generali c FP: CQ r la obediencia. observarse en órden a las 6 (COD 787-88) precedencias. Conc Tolet 1583, act 3, c 19 (Fernández 172) 29r XIII §.2. Dirima el obispo sin Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de reformatione generali c FP: TR apelación las cuestiones sobre 13 (COD 792) precedencias. 29r XIII §.3. Ninguno tome el título de Lex 5, tit VII, lib I (Recop Cast I, fol 23r-v) FP: Ley Regia doctor, o cualquiera otro, a no ser que antes haya presentado al obispo sus cartas testimoniales.

126 Fuentes relevantes del libro I

Fuentes citadas Número

1 Sínodo de Granada (1572) 71 2 Concilio I de México (1555) 28 3 Concilio III de Lima (1582/1583) 22 4 Concilio de Trento 11 5 Concilios de Toledo (1565, 1580 y 1582/1583) 15 6 Otras fuentes 7

Libro I. Fuentes principales

Los resultados de nuestro estudio de las fuentes preferentes a partir del aparato crítico del concilio tercero de México, como nos muestra este gráfico, son los siguientes. En primer lugar, podemos apreciar una influencia más que notable del sínodo de Granada (1572) en el primer libro de los decretos mexicanos. Esto es así debido a que gran parte de este libro está dedicado a los oficios eclesiásticos relacionados con el proceso judicial, siendo precisamente en este asunto donde más influyó el sínodo de Guerrero en la normas mexicanas. Después aparecen por orden de importancia, el concilio mexicano de 1555 y el concilio de Lima 1582-1583. Ambos concilios forman la base de las disposiciones del tercer mexicano relacionadas con las disposiciones que tenían que ver con la evangelización y la predicación, la formación de los ordenandos y la administración de los sacramentos. Estos temas se tocan en los siete primeros títulos de este libro primero y son más extensos que los seis títulos restantes. Algunos incluso están desglosados en varios decretos: el primero De la Santísima Trinidad y de la fe católica; y el cuarto De la edad y calidad de los que se han de ordenar. En estas normas se nota una especial elaboración por parte del redactor de los decretos y sus colaboradores, pudiéndose detectar notables dependencias de los memoriales presentados al concilio, en particular, los de Juan de la Plaza sobre los que se han de ordenar y sobre los predicadores.

127 EL LIBRO SEGUNDO DE LOS DECRETOS DE MÉXICO. EL PROCESO JUDICIAL Y DÍAS DE FIESTA

Estructura del libro II

Del orden de los juicios (22 normas) De los procuradores (3 normas) De los días festivos (11 normas) Del dolo y de la contumacia (4 normas) De los testigos y de las pruebas (10 normas) De la sentencia y de la cosa juzgada (3 normas) De las apelaciones y recusaciones de los jueces (9 normas)

Fuentes citadas del libro II

Fuentes citadas Número

1 Concilio de Trento 6

2 Concilio I de México (1555) 12

3 Concilio III de Lima (1582/1583) 6 4 Sínodo de Granada (1572) 9 5 Sínodo de Guadix (1554) 3 6 Sínodo de Toledo (1580) 2 7 Corpus Iuris Canonici 9 8 Leyes Regias 7

9 Concilio de Milán I (1565) 1

10 Concilio de Milán III (1573) 3

11 Concilio de Milán IV (1576) 1

12 Concilio de Milán V (1579) 1

Descripción del aparato crítico del libro II

fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 29v I Del orden de §.1. Guárdense órden y silencio en Sin Granat 1572, lib II, tit II (Moscoso 60-67) 392v, rev GR los juicios el tribunal. FP: GR 29v I §.2. Nadie entre con armas al Estilo uniforme de todos los tribunales. 392v, rev GR tribunal. FP: GR 30r I §.5. Obsérvense las reales Lex 1-3, tit XXI, lib IV (Recop Cast I, fol 257v-258v) FP: Ley Regia disposiciones acerca de los X. 3. 23. 3 (Friedberg II, col 532) instrumentos públicos. Sin Osma 1584, tit 34, const 1, § 5 (Pérez 189)11 Sin Vallisoletanum 1606, lib III, tit VIII, const 1 30r-v I §.6. Se señala el término de nueve Lex 1-2, tit V, lib IV (Recop Cast I, fol 234r-v) FP: GR días para oponer la excepción Lex 1-2, tit VII, lib IV (Recop Cast I, fol 237r-v) llamada declinatoria de jurisdicción. 30v I §.7. Nuevas reglas que han de Conc I Mex 1555, c 83 (I Lorenzana 157) FP: MX1 observarse para consultar a la Sin Tolet 1580, const 112 (Quiroga, fol 69v-70r) pronta conclusión de las causas. 31v I §.17. De los matrimonios Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super reformatione FP: GR clandestinos. circa matrimonium c 1 (COD 755-57) 32r I §.22. Los acusadores comparezcan a Conc I Mex 1555, c 77 (I Lorenzana 152) FP: GR juicio dentro de tercero día después Sin Granat 1572, lib II, tit II § 26 (Moscoso 66) de la constestación del reo. 32v II De los §.1. Los procuradores desempeñen Sin Granat 1572, lib II, tit IX (Moscoso 79-80) FP: GR procura- exactamente las causas que les dores encomienden sus clientes.

128 fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 33r III De los días §.1. Días de fiesta que se han de Conc I Mex 1555, c 18 (I Lorenzana 65-69) 366V; rev MX1, c 18 festivos guardar de precepto. Conc III Limens 1583, act 3, c 40 (Lisi 192-93); act 4, c 9 (Lisi 208-09) FP: MX1 34r III §.1. Días de fiesta que se han de Conc I Mex 1555, c 18 (I Lorenzana 65-69) 366v-367r; rev MX1, c. 18 guardar de precepto. FIESTAS. Conc III Limens 1583, act 3, c 40 (Lisi 192-93); act 4, c 9 (Lisi 208-09) FP: MX1 34r III §.2. Señor San José, patrono de esta Conc I Mex 1555, c 18, § 1 (I Lorenzana 65) 366v; rev MX1, c 18. FP: provincia. MX1 34r III §.3. Guárdese de precepto el día en Pio V, motus proprius in Bullario ipsius, Bulla 42, fol 59.12 366v; rev MX1, c 18 366v que se celebra la festividad de Santo VI. 3. 22 (Friedberg II, col 1059-60) FP: MX1 Tomás de Aquino. X. 2. 9. 5 (Friedberg II, col 272-73) De cons. D. 3 c. 1 (Friedberg I, col 1353) Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus et monialibus c 12, verbo Dies (COD 780) Conc IV Milan 1576, pars I, tit 8, De sancto Ambrosio (Ratti, col 312) Conc V Milan 1579, pars I, tit 3, Quae ad dies festos, et sacra tempora pertinent, verbo quos dies festos (Ratti, col 527-35) 34v III De los días §.4. Se establece el orden con que Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de reformatione c 367v; rev MX1, c 19 festivos deben guardarse los días de fiesta. 4 (COD 763) FP: TR 34v III §.5. Cuiden los padres de familia de Conc III Milan 1573, c 1, De festorum dierum cultu, verbo neque vero que sus hijos oigan misa. excusentur (Ratti, col 229-34) 34v III §.6. Las viudas no pueden excusarse Pio V, in Bullario ipsius, fol 32. 2. col verbo ut igitur13 367v; rev MX1, c 19 de oir misa más de un mes, Conc I Mex 1555, c 19, § 3 (I Lorenzana 71-72) FP: MX1 pretestando que están impedidas Sin Guad 1554, tit 6, const 16 (Asenjo, fol 56v) por causa de luto. Conc I Milan 1565, pars II, tit 5, Quae pertinent ad celebrationem missae verbo Clericis, verbo Episcopi ne patiantur (Ratti, col 47-51) Conc III Milan 1573, c 1, De festorum dierum cultu, verbo neque vero excusentur (Ratti, col 229-34) 34v III §.7. Trabajos que se prohiben en los Sin Guad 1554, tit 6, const 21-24 (Asenjo, fol 58r-60v) 367r; rev MX1, c 18 días de fiesta. Sin Granat 1572, lib II, tit III, § 4-6 (Moscoso 69-71) 284v; rev GR Sin Tolet 1580, const 97-100 (Quiroga, fol 58r-61r) FP: GR, GX Conc III Limens 1583, act 3, c 40 (Lisi 192-93); act 4, c 9 (Lisi 208-09) Conc III Milan 1573, c 1, De festorum dierum cultu (Ratti, col 229-34) 35r III §.9. Explícase cuáles son los días Paulo III, Bulla concessa in favorem Indorum, 1537 (Hernaez, 74) 367r; rev MX1, c 18 festivos, que obligan a los indios. Conc I Mex 1555, c 18, § 4 (I Lorenzana 68-69) FP: MX1 Conc III Limens 1583, act 4, c 9 (Lisi 208-09) 35r III §.9. Explícase cuáles son los días Conc I Mex 1555, c 18, § 5 (I Lorenzana 69) 367r; rev MX1, c 18 festivos, que obligan a los indios. Conc III Limens 1583, act 4, c 9 (Lisi 208-09) FP: MX1 FIESTAS DE LOS INDIOS. 35r III §.10. No deben celebrarse ferias los Conc I Mex 1555, c 70 (I Lorenzana 144-45) 383r-v; rev MX1, c 70 domingos o días de fiesta. FP: MX1 35v IV Del dolo y §.1. En qué término deben hacerse Lex 9, tit VIII, lib II (Recop Cast I, fol 81v) FP: GR de la las citaciones, y quién podrá ser Sin Granat 1572, lib II, tit IV (Moscoso 71-72) contumacia reputado contumaz. 35v IV §.2. El contumaz pague las costas Lex 1-2, tit XI, lib IV (Recop Cast I, fol 241v-242r) FP: GR antes de que se proceda adelante. 36r V De los §.1. En las causas en que se procede Sin Granat 1572, lib II, tit V (Moscoso 73-75) FP: GR testigos y de de oficio, sean presentados los las pruebas testigos en el tribunal, y al efecto costeese su traslación de los fondos de cámara.

36r V De los §.3. No los notarios sino los Conc I Mex 1555, c 42 (I Lorenzana 104) 374v; rev MX1, c 42 testigos y de mismos jueces, o cualquiera otro a Sin Granat 1572, lib II, tit V, § 3 (Moscoso 73-74) FP: MX1, GR las pruebas quien éstos hayan comisionado especialmente, reciban las declaraciones de los testigos que hayan de deponer en las causas matrimoniales, o en cualesquiera otras que sean tan graves como estas. 37r V §.7. Las disposiciones reales que se Lex 6, tit IX, lib III (Recop Cast I, fol 217r-v) FP: GR citan aquí, deben cumplirse y Lex 7, tit VII, lib VII (Recop Cast II, fol 85r-v) aplicarse en las causas que se formen contra los ministros de la curia eclesiástica que reciban donaciones. 37r V §.9. Se establecen penas contra los Conc I Mex 1555, c 86 (I Lorenzana 160-62) FP: MX1 que perjuren en juicio. Sin Guad 1554, tit 5, const 22 (Asenjo, fol 49v)

129 fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 37v V §.10. Precauciones que se han de Conc III Limens 1583, act 4, c 6 (Lisi 204-05) 387r; rev MX1 tomar para resguardar a los C. 3. q. 6. c. 18 (Friedberg I, col 524) 128r ministros de las calumnias que C. 3. q. 5. c. 4 (Friedberg I, col 515) FP: L3 contra ellos puedan suscitar los C. 3. q. 5. c. 11 (Friedberg I, col 517) indios, cuyo perjuicio debe Consulte de hoc Ferdinandum Zurita in primo Inchiridione quaestionum castigarse. Theologic. q. 20. f. 7214 Ex Doct. Menochii de arbitrariis Iudicum quaestionibus, casu 9015 38r VI De la sentencia §.1. El fiscal tenga siempre el Sin Granat 1572, lib II, tit VII (Moscoso 76) FP: GR y de la cosa derecho que le compete para pedir juzgada cuando fuere necesario, en las causas que se instruyen sobre clandestinidad de matrimonio, o por bigamía, o por cualesquiera otros delitos. 38r VI §.3. Se consulta al bien de los que Conc I Mex 1555, c 76 (I Lorenzana 151) 384r; rev MX1, c 76 sufren prisión injustamente. FP: MX1 38v VII De las §.1. Cuándo y cómo han de Sin Granat 1572, lib II, tit VIII (Moscoso 76-79)16 FP: GR apelaciones y admitirse las apelaciones que recusaciones interpusiesen los procuradores de de los jueces. los reos.

39r VII §.4. No se libren cartas inhibitorias Conc Trident, Sess 13 (11 Octobris 1551) Decretum super reformatione FP: TR sino hasta que no se hayan c 1 (COD 698) examinado antes las constancias del Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de reformatione proceso: ni se impida la ejecución c 20 (COD 772-73) cuando no se suspenda por medio Conc Trident, Sess 22 (17 Septembris 1562) Decretum de reformatione de la apelación, con arreglo a lo que c 7 (COD 739-40) dispone el Concilio de Trento. 39r VII §.5. No decreten censuras contra VI. 1. 16. 1. § 1 (Friedberg II, col 986) FP: Liber VI los sufragáneos los vicarios de los metropolitanos. 39v VII §.9. Cúmplase la constitución de VI. 1. 14. 4 (Friedberg II, col 979) FP: Liber VI Bonifacio VIII que comienza si contra unum, en todos los casos de recusación.

Notas al pie 11, 12, 13, 14, 15, 16

Fuentes relevantes del libro II

Fuentes citadas Número

1 Sínodo de Granada (1572) 14 2 Concilio I de México (1555) 12 3 Concilio III de Lima (1582/1583) 1 4 Concilio de Trento 2 5 Otras fuentes 2

11 Se puede consultar en: Constituciones synodales del Obispado de Osma, hechas y ordenadas por el Reverendíssimo Señor Don Sebastián Pérez..., impresas en la villa de Burgos, por Diego Fernández de Córdova, 1586. Precisamente esta edición de las sinodales de Osma (1584) coincide con la paginación que hace nuestro concilio cuando cita esta fuente. Esto nos demuestra que los editores tuvieron en sus manos un ejemplar del sínodo de Osma publicado en 1586. 12 Cf. Pio V, Quod festum S. Thomae de Aquino, const 36, Bullarium sive Collectio Plurimarum Constitutionum Apostolicarum Diversorum Romanorum, cit., vol. II, fol 223-24. 13 Cf. Pío V, Ordinationes circa observantiam divini cultus in Ecclesiis et venerationem Festivitatum, necnon et contra Simoniacos, Blasphematores, Sodomitas et Concubinarios, const 5, § 4 verbo Ut igitur, Bullarium sive Collectio Plurimarum Constitutionum Apostolicarum Diversorum Romanorum, cit., vol. II, fol. 179-180. 14 Fernando Zurita, Theologicarum de Indis quaestionum, Enquiridium primum, Apud Querinum Gerardum, Matriti 1586. 15 Santiago Menochii, De arbitrariis iudicum quaestionibus et caussis, Libri I, Apud Franciscum de Franciscius Senensem, Venetiis 1577. 16 Hemos corregido el error de enunciado de esta cita. En la primera edición del tercer mexicano, se hace referencia al lib II, tit VII, De Sententia et re iudicata del Sin Granat 1572, cuando lo que tendría que mencionar es el lib II, tit. VIII, De Appellationibus de las sinodales granadinas.

130 Libro II. Fuentes principales

En el segundo libro se puede observar cómo otra vez la fuente granadina soporta el mayor peso de las disposiciones mexicanas. En este caso, el concilio III de México adoptó casi en bloque las constituciones del sínodo granadino sobre el proceso judicial. También destaca la relevancia del concilio mexicano de 1555 en este libro, pero no con respecto a las normas sobre el proceso judicial sino con aquellas que se refieren a los días de fiesta y el ayuno. Lógicamente, por estar este tema muy relacionado con la vida de los indios, el concilio tercero de México se apoya casi exclusivamente en la legislación mexicana anterior.

EL LIBRO TERCERO DE LOS DECRETOS DE MÉXICO. EL DERECHO DE PERSONAS Y DE COSAS

Estructura del libro III

Del ministerio de los obispos y de la pureza de su vida (31 normas) Cualidades que miran a la persona propia del obispo (4 normas) Del gobierno de sus súbditos y propia familia (3 normas) Del cuidado de la doctrina (6 normas)De la visita de la propia provincia (18 normas) Del cargo del rector o superior de la iglesia, y del cura párroco (37 normas) Del cargo del cura párroco y de la administración de la doctrina (2 normas) De la administración de los sacramentos (3 normas) De la vigilancia y del cuidado que deben ejercer respecto de sus súbditos, principalmente en lo que mira a la recepción de los sacramentos (15 normas) Del cuidado con que deben manejarse para corregir y evitar los pecados (4 normas) De los deberes propios de los curas de los indios (13 normas) De los beneficiados de las iglesias catedrales y parroquiales, y de las funciones que tienen que desempeñar (6 normas) Deber de los beneficiarios relativamente a la asistencia de los oficios divinos (6 normas) Del oficio del sacristán (3 normas) De la vida y honestidad de los clérigos (26 normas) Del Trage y porte exterior de los clérigos (10 normas)

131 Espectáculos vanos y acciones profanas de que deben abstenerse los clérigos (9 normas) Juegos prohibidos a los clérigos (5 normas) Del uso frecuente de la sagrada eucaristía (2 normas) De los clérigos que carecen de residencia (6 normas) De las fundaciones y del derecho de patronato (6 normas) De conservar las cosas de la iglesia enagenarlas o no (8 normas) De los testamentos y últimas voluntades (4 normas) De las sepulturas, de los difuntos y de los funerales (8 normas) De las parroquias (3 normas) De los diezmos y primicias (3 normas) De los regulares y de las monjas (21 normas) De las casas piadosas y religiosas (4 normas) De la celebración de las misas y divinos oficios (22 normas) Del bautismo (5 normas) Del santísimo sacramento de la eucaristía y de su guarda (6 normas) De las reliquias y veneración de los santos, y de los templos (13 normas) De la inmunidad de las iglesias y de los clérigos (6 normas) Los clérigos y religiosos no se mezclen en negocios seculares (6 normas) De la observancia de los ayunos (6 normas)

Fuentes citadas del libro III

Fuentes citadas Número 1 Concilio de Trento 84 2 Concilio I de México (1555) 66 3 Concilio III de Lima (1582/1583) 53 4 Sínodo de Granada (1572) 76 5 Sínodo de Guadix (1554) 49 6 Concilio de Toledo (1565) 24 7 Sínodo de Toledo (1580) 55 8 Concilio de Toledo (1582/1583) 22 9 Corpus Iuris Canonici 36 10 Leyes Regias 17 11 Concilio de Compostela 24 12 Concilio de Milán I (1565) 52 13 Concilio de Milán II (1569) 6 14 Concilio de Milán III (1573) 10 15 Concilio de Milán IV (1576) 36 16 Concilio de Milán V (1579) 18

132 Descripción del aparato crítico del libro III

fol T Tit Decr Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 40r I Del ministerio de los Cualidades que §.1. La vida de los obispos debe Conc Trident, Sess 6 (13 Ianuarii 1547) Decretum de 390v; rev L3, act. 3 obispos y de la miran a la persona servir de regla a los demás. residentia episcoporum et aliorum inferiorum c 1 (COD 394r pureza de su vida propia del obispo 681-82) FP: TR, L3 Conc I Milan 1565, pars II, tit 14, De vita et honestate episcoporum et clericorum (Ratti, col 63-64). Conc Compost 1565, act 3, c 1, cum seqq (Tejada 337-38) Conc Tolet 1565, act 2, c 1 cum seqq (Fernández 129-30) Conc Tolet 1583, act 2, c 3 et c 5 (Fernández 159-61) Conc III Limens 1583, act 3, c 1-2 (Lisi 162-65) Conc IV Milan 1576, pars III, tit 1, De episcopis (Ratti, col 422-28) Ex, 28 40v I §.2. Establezcan los obispos un Conc IV Milan 1576, pars III, tit 1, De episcopis, verbo in 390v; rev L3, act. 3 género tal de vida, que oratione (Ratti, col 422-28) FP: CT corresponda a la dignidad de los sucesores de los apóstoles. 40v I §.3. Hagan diariamente oración. 1 Co, 11 FP: Milán Conc IV Milan 1576, pars III, tit 1, De episcopis, verbo confessarium (Ratti, col 422-28) 40v I §.4. Elijan un confesor: Conc IV Milan 1576, pars III, tit 1, De episcopis, verbo FP: Milán cualidades de que éste debe confessarium (Ratti, col 422-28) estar adornado. 41r I Del cuidado de la §.1 Del ministerio de la Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de 162r; Mem de Juan doctrina predicación. reformatione c 4 (COD 763) Plaza, para los Supra lib I, tit I, § 2 predicadores (Zubillaga Conc Trident, Sess 7 (3 Martii 1547) Decretum secundum. 206) Super reformatione c 2 (COD 687) FP: TR 41v I §.2. Se establecen diversas reglas Conc Trident, Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super 156r-v; Mem de Juan relativas todas a la erección de reformatione c 18 (COD 750-53) Plaza, sobre el los seminarios. Conc III Limens 1583, act 2, c 44 (Lisi 156-57) seminario. (Zubillaga Conc V Milan 1579, pars III, tit 1, De seminario (Ratti, col 205) 632-35) FP: TR Ipseque Sanct. Carolus Borromeus Archiepisc. Mediol. pie, et sancte docet in actibus suae Ecclesiae tom. 2. p. 5. actorum fol. 947. 41v I §.4. Sean rigorosamente Conc Trident, Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super 168r-v; Mem de Juan examinados en orden a su reformatione c 12, 15 (COD 748-49) Plaza, acerca de los pericia todos los que se confesores. (Zubillaga consagran al tremendo 229-30) ministerio de la confesión. FP: TR 42r I Del ministerio de los Del cuidado de la §.5. Se fija el término de seis VI. 1. 16. 4 (Friedberg II, col 987-88) 160v; Mem de Juan obispos y de la doctrina meses a los párrocos de los Reg. 20. Cancellariae Plaza, acerca de los pureza de su vida indios, para que aprendan el curas. (Zubillaga idioma de éstos, bajo la pena de 203-04) privación de oficio ipso facto, si 381v; rev MX1, c 60 no hiciesen. FP: Ley Regia 42r I §.6. No se conceda fácilmente Conc III Limens 1583, act 2, c 41 (Lisi 154-55) FP: L3 licencia a los curas de los indios, para ausentarse de sus parroquias. 42r I De la visita de la §.1. El obispo por sí mismo Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de FP: TR 391r; rev L3, act propia provincia debe visitar cada año su propia reformatione c 3 (COD 761-63) 4 diócesis, o a lo menos cada dos Conc I Mex 1555, c 52 (I Lorenzana 121-22) años, y en su defecto nombrar Conc I Milan 1565, pars II, tit 30, De visitatione (Ratti, col en su lugar una persona capaz 81-84) de desempeñar esta parte de su Conc Tolet 1565, act.2 c 2 (Fernández 130) ministerio. Conc III Limens 1583, act 4, c 1-2, 4 (Lisi 200-03) Conc IV Milan 1576, pars III, tit 3, De visitatione (Ratti, col 431-43) 42v I §.2. La modestia que se debe Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de 165v; Mem de Juan observar en las visitas. reformatione c 3 (COD 761-63) Plaza, sobre la visita VI. 3. 20. 2 (Friedberg II, col 1057) episcopal. (Zubillaga 222) FP: TR 42v I §.3. La visita ha de comprender Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de 175r182v; Mem de las parroquias que sirven los regularibus et monialibus c 11 (COD 780) Pedro de Feria, acerca regulares. Cédula Real de S. M. de Barcelona 1. de Junio de 1585 de la Jurisdicción de Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de religiosos regularibus et monialibus c 14 (COD 780) FP: TR

133 fol T Tit Decr Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 42v-4 I §.4. Los vicarios y demás Lex 4, tit VII, lib III (Recop Cast I, fol 202v) 391r-v; rev CC 3r oficiales deben ser visitados Conc Compost 1565, act 3, c 19 (Tejada 341-42) FP: CC, CQ cada tres años. Conc Tolet 1565, act.2 c 17 (Fernández 134) Sin Tolet 1580, const 113 (Quiroga, fol 70r) Conc Tolet 1583, act 3, c 1 (Fernández 165-66) Conc III Milan 1573, c 18, De iis quae ad episcopalem forum pertinent, verbo quotannis (Ratti, col 274-78) 43r I §.5. En la visita deben atender Conc I Mex 1555, c 35, § 1 (I Lorenzana 93) 372v; rev MX1, c 35 cuidadosamente los obispos el FP: MX1 culto divino y al decoro de las iglesias. 43r I Del ministerio de los De la visita de la §.6. Los obispos hagan también Conc I Mex 1555, c 68 (I Lorenzana 143) 383r; rev MX1, c 68 obispos y de la propia provincia una visita mensual en las Conc Compost 1565, act 3, c 2 (Tejada 338) FP: MX1, CC, CT pureza de su vida cárceles. Conc Tolet 1565, act.2 c 3 (Fernández 130-31) Sin Granat 1572, lib III, tit I, § 22 (Moscoso 88) Conc III Milan 1573, c 18, De iis quae ad episcopalem forum pertinent, verbo Episcop. non solus (Ratti, col 274-78) 43r I §.7. Examen y conocimiento de Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de 371v; rev MX1, c 33 las reliquias sagradas. purgatorio tit. De invocatione, veneratione et reliquiis FP: TR, CC, L3 sanctorum, et de sacris imaginibus (COD 774-76) Conc III Limens 1583, act 4, c 10 (Lisi 208-09) Conc Compost 1565, act 2, c 6 (Tejada 324-25) Conc I Milan 1565, pars I, tit 9, De Sanctarum reliquiarum veneratione (Ratti, col 38) Conc IV Milan 1576, pars I, tit 2, De sacris reliquiis, miraculis, et imaginibus (Ratti, col 300-08) 43v I §.8. Circunspección que debe Conc I Mex 1555, c 36 (I Lorenzana 81-82) 372v; rev MX1, c 36 observarse en la bendición de Sin Tolet 1580, const 66 (Quiroga, fol 44r) FP: MX1 los vasos sagrados. 43v I §.9. Nada reciba el obispo por la Conc Basileens, Sess 21 (9 iunii 1435) De annatis (COD 391v; CL83, act 3 colación de las órdenes. 488-89) FP: L3 Conc Tarracon 1584, lib I, tit 12, De officio Vicarii et Salariis officialis et iure sigilli, c 2 (Agustín 394) Conc Compost 1565, act 3, c 8 (Tejada 339) Conc III Limens 1583, act 3, c 6 (Lisi 168-69) Conc IV Milan 1576, pars II, tit 8, De beneficiorum collatione ac provisione, verbo ut avaritiae (Ratti, col 374-77) 43v I §.10. No han de vender los Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de 384r; rev MX1, c 89 oficios. reformatione c 14 (COD 768) FP: L3, CC Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de reformatione generali c 18 (COD 794-95) Conc Compost 1565, act 3, c 24 (Tejada 342) Conc Tolet 1565, act 2, c 15 (Fernández 133-34) Conc III Limens 1583, act 3, c 8 (Lisi 168-69) Conc V Milan 1579, pars III, tit 15, Quae gratis in cancellaria conficienda sunt, et etiam addenda quod ad scriptionem attinet, verbo de emolumentis (Ratti, col 698-700) Sin Osma 1584, tit 52 (Pérez 316) Conc Trident, Sess 22 (17 Septembris 1562) Decretum de reformatione c 10 (COD 740) 44r I §.11. Los obispos pongan en Conc I Mex 1555, c 91 in fine (I Lorenzana 168) 384v; rev MX1, c 91 ejecución por sí mismos las FP: MX1 dispensas que expida el sumo Pontífice. 44r I §.12. Cada cual establezca en su Conc III Limens 1583, act 4, c 15 (Lisi 212-13) FP: L3 diócesis el arancel a que debe sujetarse el salario de los ministros. 44r I Del ministerio de los De la visita de la §.13. Establecimiento de X. 5. 1. 25 (Friedberg II, col 747) 391r; rev L3, act 4 obispos y de la propia provincia testigos sinodales. C. 35. q. 6. c. 7 (Friedberg I, col 1279) FP: L3 pureza de su vida Conc Tolet 1565, act 3, c 28 (Fernández 152) Sin Tolet 1580, ad finem fol 78 et 79 (Quiroga, fol 78-79)17 Conc Tolet 1583, act 3, c 52 (Fernández 183) Conc III Limens 1583, act 4, c 23 (Lisi 216-17) Conc III Milan 1573, c 18, De iis quae ad episcopalem forum pertinent, verbo Episcopus in urbe sua (Ratti, col 274-78) Conc IV Milan 1576, pars III, tit 6, De testibus synodalibus (Ratti, col 450-53) 44v I §.15. Celen mucho el culto de la Conc III Milan 1573, c 7, De iis quae ad sacram FP: GR Sagrada Eucaristía. eucharistiam pertinent, verbo sacerdoti. (Ratti, col 245-46)

134 fol T Tit Decr Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 44v I §.16. Resérvense los obispos el Conc Trident, Sess 14 (25 Novembris 1551) Doctrina de FP: TR conocimiento de las causas más sanctissimis poenitentiae c 7 (COD 708) graves, como son los divorcios y Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de matrimonios. reformatione c 20 verbo ad haec (COD 772) Conc III Limens 1583, act 2, c 35 (Lisi 150-51) 44v I §.18. Nombren los obispos Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de FP: TR personas idóneas a quienes se reformatione generali c 10 (COD 791) encomienden las causas por VI. 1. 3. 11 (Friedberg II, col 941-42) delegación del sumo Pontífice. Sin Tolet 1580, ad finem fol 79 (Quiroga, fol ) 46r II Del cargo del Del cargo del cura §.1. Los párrocos encomienden Conc I Milan 1565, pars II, tit 1, De iis quae ad 363v-364r, rev MX1, c 6 rector o superior de párroco y de la frecuentemente a la memoria las sacramentorum administrationem generatim pertinent FP: GR la Iglesia, y del cura administración de la obligaciones propias de su (Ratti, col 41-43) párroco doctrina ministerio, y consulten con Sin Granat 1572, lib III, tit I (Moscoso 81-93) constancia los decretos de este Sin Tolet 1580, const 41-47 (Quiroga, fol 32v-35v) Concilio. Vide supra tit de constitutionibus § 3 46r II §.2. Prediquen la palabra de Supra Lib I, tit I, § 2 284v; rev GR Dios, y enseñen el catecismo. FP: GR 46v II De la §.2. Visiten a los enfermos Vide supra Lib I, tit I, § 10-11. 382v; rev MX1, c. 64 administración de inmediatamente que sean FP: L3 los sacramentos llamados con tal objeto. 46v II §.3. Instruyan a los indios y a los Conc Trident, Sess 22 (3-4 Decembris 1563) Doctrina et 382r-v; rev MX1, c. 64 esclavos sobre los efectos que canones de sanctissimo missae sacrificio c 6 (COD 734) FP: TR produce el sacramento de la Supra Lib I, tit VI, § 3 sagrada Eucaristía, preparándolos a recibirla debidamente. 47r II Del cargo del rector o De la vigilancia y §.1. Los párrocos formen Conc I Mex 1555, c 6-7 (I Lorenzana 47-53) 363v; rev MX1, c 6 superior de la Iglesia, del cuidado que anualmente un padrón de sus De materia huius § cum seqq. loquitur Sin Guad 1554, tit 2, FP: MX1, GR y del cura párroco deben ejercer feligreses. const 25 (Asenjo, fol 11r); const 32-35 (Asenjo, fol 13r-14v) respecto de sus Sin Tolet 1580, const 11 (Quiroga, fol 9v-10v) súbditos, Sin Granat 1572, lib V, tit IX, § 20-21 (Moscoso 235), § 23 principalmente en (Moscoso 236) lo que mira a la Conc II Mex 1565, c 4 (II Lorenzana 190-91) recepción de los Conc V Milan 1579, pars I, tit 10, Quae ad poenitentiae sacramentos sacramentum pertinent (Ratti, col 551-53) 47r II §.3. Sean denunciados los que Sin Guad 1554, tit 2, const 33 (Asenjo, fol 13v-14r) 364r; rev MX1, c 7 no comulgan en el tiempo Conc III Limens 1583, act 4, c 7 (Lisi 204-07) FP: MX1, GX, L3 determinado. 48r II §.7. Los párrocos deben Sin Guad 1554, tit 3, const 10-11 (Asenjo, fol 26r-27r) 284r; rev GX dedicarse a la oración, celebrar Sin Tolet 1580, const 92 (Quiroga, fol 56r) FP: GX misa y vísperas. 48r II §.8. Anuncien los días de fiesta Conc I Mex 1555, c 37 (I Lorenzana 95-97) 372v-373r; rev MX1, c de precepto, y aquellos en que Conc III Milan 1573, c 13, De parochis, verbo Dominicis 37 obliga el ayuno. diebus (Ratti, col 259-61) FP: MX1 De cons. D. 3 c. 3 (Friedberg I, col 1353-54) Vide infra Lib III, tit XXI, § 3 48r II §.9. Renueven semanariamente Sin Granat 1572, lib III, tit I (Moscoso 81-93) 284v; rev GR el Santísimo Sacramento de la FP: GR Eucaristía. 48r II §.10. Cuidado que deben tener Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super 369v-370r; rev MX1, c 26 los curas en orden al bautismo. reformatione circa matrimonium c 2 (COD 757) 285r-v; rev GR Infra tit de Baptismo § 5 FP: MX1, GR 48v II §.11. Los párrocos tengan libros, Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super 371r; rev MX1, c 32 en que se asienten las partidas reformatione circa matrimonium c 2 (COD 757) 284v; rev GR de los bautizados, confirmados, Conc I Mex 1555, c 32 (I Lorenzana 88-89) FP: MX1, TR, GR casados y difuntos. Conc I Milan 1565, pars II, tit 2, Quae pertinent ad baptismi administrationem, verbo Parochus (Ratti, col 43-44) Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super reformatione circa matrimonium c 1 (COD 755-57) Conc I Milan 1565, pars II, tit 63, Quae ad sacramentum matrimonii pertinent (Ratti, col 118-119) Sin Granat 1572, lib III, tit I, § 24 (Moscoso 89) Conc I Milan 1565, pars II, tit 3, Quae pertinent ad sacramenti confirmationis administrationem (Ratti, col 44-45) Sin Tolet 1580, const 6 (Quiroga, fol 7v-8r); const 8 (Quiroga, fol 8v) 48v II §.12. No unan en matrimonio a Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super 374r; rev MX1, c 39 los extranjeros, sin la licencia del reformatione circa matrimonium c 7 (COD 758) FP: GR obispo. Vide supra Lib I, tit VIII § 23 48v II §.13. Manifiesten al pueblo las Sin Granat 1572, lib III, tit I in princ (Moscoso 81) 284v; rev GR censuras que hayan decretado FP: GR los jueces.

135 fol T Tit Decr Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 48v II §.14. Promuevan los curas la Sin Granat 1572, lib III, tit I (Moscoso 81-93) 284v; rev GR magnificencia del culto divino. FP: GR 49r II Del cuidado con §.1. Manejo de los curas acerca Sin Granat 1572, lib III, tit I, § 9 (Moscoso 84) 284v; rev GR que deben de los delitos públicos. FP: GR manejarse para 49r II corregir y evitar §.3. Cómo deben obrar respecto Conc I Mex 1555, c 71 (I Lorenzana 145-46) 383v; rev MX1, c 71 los pecados de los caminantes, muleteros, FP: MX1 mercaderes,…

49r II §.4. De qué manera han de Sin Granat 1572, lib III, tit I, § 14 (Moscoso 86) 284v; rev GR conducirse con respecto a los FP: GR mendigos y a los que recogen limosnas.

49v II De los deberes §.1. Los curas no exijan Conc I Mex 1555, c 59 (I Lorenzana 130-32) 381r; rev MX1, c 59 propios de los cantidad alguna que exceda a la FP: MX1 curas de los señalada en el arancel público. indios 49v II §.2. Cómo deben conducirse los Conc V Milan 1579, pars I, tit 6, Quae ad sacramentalia et 381r; rev MX1, c 59 curas en órden a la celebración sacramenta generatim pertinent, verbo Sacrorum Cinerum FP: MX1 de los días de fiesta. (Ratti, col 538-43)

49v II §.4. No tengan más de dos Conc I Mex 1555, c 59, § 1 (I Lorenzana 131) 381r; rev MX1, c 59 caballos. FP: MX1 50r II §.5. No hospeden en sus casas a Conc I Mex 1555, c 59, § 4 (I Lorenzana 132) 381r; rev MX1, c 59 los vagos y jugadores. FP: MX1 50r II §.6. Traten los curas Conc III Limens 1583, act 3, c 3 ad finem (Lisi 164-65) 390v; rev L3, act ·3 benignamente a los indios. FP: L3 50r II §.7. Los fiscales y no los curas Conc I Mex 1555, c 60, § 1 (I Lorenzana 133) 381v-382r; rev MX1, c por sí mismos han de castigar a Sin Guad 1554, tit 5, const 11 (Asenjo, fol 47r) 60 los delicuentes. Conc III Limens 1583, act 4, c 8 (Lisi 206-07) FP: L3

50r II §.8. No permitan que los Supra Lib I, tit 6 382r-v; rev MX1, c. 64 enfermos sean conducidos a las FP: MX1, L3 iglesias para recibir los sacramentos.

50r II §.9. Los curas han de vivir en la Conc I Mex 1555, c 59, § 2 (I Lorenzana 131) 381r; rev MX1, c 59 casa parroquial. Conc II Mex 1565, c 6 (II Lorenzana 191-92) FP: MX1, MX2 Sin Tolet 1580, const 39 ad fine (Quiroga, fol 31r-31v) Conc III Milan 1573, c 13 De parochis, verbo si quis Parochus (Ratti, col 259-61)

50v II §.10. Los curas han de celebrar Conc II Mex 1565, c 8-9 (II Lorenzana 192-93) 389r; rev MX2, c 8-9 misa todos los días. FP: MX2 52v V De la vida y Del Trage y porte §.1. Todos los clérigos usen un Conc I Mex 1555, c 48 (I Lorenzana 113-16) 377v; rev MX1, c 48 honestidad de los exterior de los vestido honesto y propio de su Conc II Mex 1565, c 22 (II Lorenzana 201) FP: MX1, GR, SQ, CQ, clérigos clérigos estado. Sin Guad 1554, tit 5, const 4 (Asenjo, fol 14v-15r) L3 Conc Tarracon 1584, lib III, tit 1, De vita et honestate clericorum, c 3 (Agustín 408) Conc I Milan 1565, pars II, tit 23, De clericorum vestitu et reliquae vitae moderatione (Ratti, col 69-71) Sin Granat 1572, lib III, tit V (Moscoso 117-125) Sin Tolet 1580, const 36-38 (Quiroga, fol 27v-30v) Conc Tolet 1583, act 3, c 35 (Fernández 177) Conc III Limens 1583, act 3, c 15-16 (Lisi 174-77) Conc IV Milan 1576, pars III, tit 2, De vita et honestate clericorum (Ratti, col 428-31) Conc Trident, Sess 14 (25 Novembris 1551) Decretum de reformatione c 6 (COD 716-17) 52v V §.2. Traigan corona abierta y el Sin Granat 1572, lib III, tit V, § 2 (Moscoso 117-18) 284v; rev GR traje clerical, como aquí se Conc Tolet 1583, act 3, c 35 (Fernández 177) FP: GR expresa. Conc III Limens 1583, act 3, c 16 (Lisi 176-77) Conc V Milan 1579, pars III, tit 4, Quae ad clericorum honestatem attinent (Ratti, col 657) 52v-5 V §.3. No usen vestidos de seda. Sin Granat 1572, lib III, tit V, § 2 (Moscoso 117-18) 284v; rev GR 3r Sin Tolet 1580, const 36 (Quiroga, fol 27v-28v) FP: GR Conc III Limens 1583, act 3, c 16 (Lisi 176-77) Conc Tolet 1583, act 3, c 35 (Fernández 177) 53r V §.4. Otras prohibiciones hechas a Conc III Limens 1583, act 3, c 16 (Lisi 176-77) 377v; rev MX1; c 48 los clérigos acerca de los trajes. Sin Granat 1572, lib III, tit V, § 3 (Moscoso 118) FP: MX1, GR, CQ Conc I Mex 1555, c 48, § 1 (I Lorenzana 114-15) Sin Guad 1554, tit 5, const 2 (Asenjo, fol 45r-v) Conc I Milan 1565, pars II, tit 23, De clericorum vestitu et reliquae vitae moderatione (Ratti, col 69-71) Conc Tolet 1583, act 3, c 35 (Fernández 177) Conc IV Milan 1576, pars III, tit 2, De vita et honestate clericorum, verbo nulli sacerdoti (Ratti, col 428-31). 53r V §.5. No se presenten en público Sin Granat 1572, lib III, tit V, § 8 (Moscoso 119-20) 284v; rev GR desaseados. FP: GR

136 fol T Tit Decr Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 53r V §.6. Los clérigos no se vistan Sin Granat 1572, lib III, tit V, § 9 (Moscoso 120) 284v; rev GR luto. Sin Tolet 1580, const 36 (Quiroga, fol 27v-28v) FP: GR Conc V Milan 1579, pars III, tit 4, Quae ad clericorum honestatem attinent, verbo Clericus qui amictu (Ratti, col 657) 53r V §.7. Se prohibe el inmoderado Conc Tolet 1583, act 3, c 35 (Fernández 177) FP: CT lujo en los sobrepellices. 53r- V §.8. Casos en que se permite a * Hoc est luteras. FP: GR v los clérigos andar a caballo. Sin Granat 1572, lib III, tit V, § 4 (Moscoso 118-19) Sin Tolet 1580, const 36 (Quiroga, fol 27v-28v) 53v V §.10. Continúa el mismo asunto Conc Trident, Sess 14 (25 Novembris 1551) Decretum de FP: GR (§.9. Penas que se han de aplicar reformatione c 6 (COD 716-17) a los que usen vestidos seglares). Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de reformatione c 12 (COD 766-67) Conc Trident, Sess 22 (17 Septembris 1562) Decretum de reformatione c 1 (COD 737-38) Sunt alia Concilia, quae refert. Ioannes Trullo in expositione regulae Canonicorum Regularium lib II, c 30 De Canonicorum vestium honestate, n 218 53v-5 V De la vida y Espectáculos §.1. Los clérigos no concurran a Pio V, Motus propius in Bullario Apostolico19 377r; rev MX1, c 48 4r honestidad de los vanos y acciones las corridas de toros. Conc I Mex 1555, c 48, § 3 (I Lorenzana 116) FP: MX1, Motu propio, clérigos profanas de que Sin Guad 1554, tit 5, const 14 (Asenjo, fol 47v) SQ deben abstenerse Sin Granat 1572, lib III, tit V, § 18 (Moscoso 123) los clérigos Conc Tolet 1565, act 3, c 26 (Fernández 151) Sin Tolet 1580, const 37 in fine (Quiroga, fol 29r-29v) Sunt alia Conc Prov quae refert Ioannes Garcia Gallego tractatu de expensis, et Meliorationibus c. 21. n. 29.20 Greg. XIII in 2 part. Bullarii Apost.21 54r V §.2. Los clérigos no usen trages VI. 3. 1. 1 (Friedberg II, col 1019) 284v; rev GR de máscara. Conc I Mex 1555, c 48, § 1 (I Lorenzana 114-15) FP: GR Sin Granat 1572, lib III, tit V, § 13 (Moscoso 122) Conc Tolet 1565, act 3, c 21 in fine (Fernández 150) Conc III Limens 1583, act 3, c 20 (Lisi 180-81) 54r V §.3. Tampoco han de cantar Conc I Mex 1555, c 48, § 3 (I Lorenzana 116) 284v; rev GR canciones profanas, ni aun bailar. Sin Guad 1554, tit 5, const 6 (Asenjo, fol 46r) FP: GR Sin Granat 1572, lib III, tit V, § 13 (Moscoso 122) Sin Tolet 1580, const 37 (Quiroga, fol 29r-29v) Conc IV Milan 1576, pars III, tit 2, De vita et honestate clericorum, verbo in omni; item verbo quam obrem (Ratti, col 428-31) 54r V §.4. No ejerzan el arte de la *Albeiteria 387v; veterinaria. VI. 3. 1. 1 (Friedberg II, col 1019) FP: GR Clem. 3. 1. 1 (Friedberg II, col 1157) 54v V §.5. A ninguno castiguen los Conc I Mex 1555, c 60 § 1 (I Lorenzana 133) 381v-382r; rev MX1, c clérigos por su mano. Sin Guad 1554, tit 6, const 11 (Asenjo, fol 47r) 60 Conc III Limens 1583, act 4, c 8 (Lisi 206-07) FP: GX, L3 54v V §.6. No lleven armas en la Conc I Mex 1555, c 55 (I Lorenzana 125-26) 379v; rev MX1, c 55 ciudad, ni recorran las calles de Sin Guad 1554, tit 5, const 12 (Asenjo, fol 47r-v) FP: GR noche con músicos. Conc I Milan 1565, pars II, tit 25, De armis, ludis, spectaculis, et eiusmodi a clerico vitandis (Ratti, col 72-73) Sin Granat 1572, lib III, tit V, § 10 (Moscoso 120) Sin Tolet 1580, const 36 (Quiroga, fol 27v-28v) Conc III Limens 1583, act 3, c 16 (Lisi 176-77) 54v V §.7. Se prohibe a los clérigos el Conc I Mex 1555, c 55, § 1 (I Lorenzana 125-26) 379v; rev MX1, c 55 uso de los arcabuces. Conc I Milan 1565, pars II, tit 25, De armis, ludis, FP: MX1 spectaculis, et eiusmodi a clerico vitandis (Ratti, col 72-73) Sin Tolet 1580, const 36 (Quiroga, fol 27v-28v) 54v V Espectáculos vanos §.8. No entren al servicio de Conc I Mex 1555, c 54 (I Lorenzana 123-25) 379r; rev MX1, c 54 y acciones profanas seglares, y principalmente de Sin Guad 1554, tit 5, const 17 (Asenjo, fol 48v) FP: L3 de que deben mujeres. Conc I Milan 1565, pars II, tit 26, De negotiis saecularibus abstenerse los a clerico fugiendis, verbo ne ve praecursor (Ratti, col 73-74) clérigos Conc Tolet 1565, act.2 c 22 (Fernández 136) et act 3, c 19 (Fernández 149) Sin Granat 1572, lib III, tit V, § 19 (Moscoso 123-24) Sin Tolet 1580, const 36 in fine (Quiroga, fol 27v-28v) Conc Tolet 1583, act 3, c 36 (Fernández 178) Conc III Limens 1583, act 3, c 18 (Lisi 178-79) Conc V Milan 1579, pars III, tit 4, Quae ad clericorum honestatem attinent, verbo quae in Concilio (Ratti, col 657) Sin Osma 1584, tit 8, const 1, § 8 (Pérez 96-97) 55r V §.9. Penas decretadas contra los Conc I Mex 1555, c 48, § 2 (I Lorenzana 115-16) 284v; rev GR clérigos entregados a la embriaguez. Sin Granat 1572, lib III, tit V, § 14 (Moscoso 122) FP: GR

137 fol T Tit Decr Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 55r V Juegos prohibidos a §.1. Qué clase de juegos se VI. 3. 1. 1 (Friedberg II, col 1019) 378r-v; rev MX1, c 50 los clérigos prohiben a los clérigos. X. 5. 31. 11 (Friedberg II, col 838-40) 284v; rev GR Conc Trident, Sess 22 (17 Septembris 1562) Decretum de FP: GR, GX reformatione c 1 (COD 737-38) Lex 7, tit VIII, lib VIII (Recop Cast II, fol 160r-163r) Lex 13, tit VII, lib VIII (Recop Cast II, fol 163r) Conc I Mex 1555, c 50 (I Lorenzana 117-19) Sin Guad 1554, tit 5, const 5 (Asenjo, fol 46r) Conc I Milan 1565, pars II, tit 25, De armis, ludis, spectaculis, et eiusmodi a clerico vitandis (Ratti, col 72-73) Sin Granat 1572, lib III, tit V, § 11 (Moscoso 120-21) Sin Tolet 1580, const 37 (Quiroga, fol 29r-29v) Conc III Limens 1583, act 3, c 17 (Lisi 178-79) 55v V §.2. Conserven los clérigos Conc I Mex 1555, c 50, § 1 (I Lorenzana 118) 378r-v; rev MX1, c 50 gravedad en presencia de los Sin Guad 1554, tit 5, const 5 (Asenjo, fol 46r) 284v; rev GR seglares. Sin Granat 1572, lib III, tit V, § 11 (Moscoso 120-21) FP: GR, GX Sin Tolet 1580, const 37 (Quiroga, fol 29r-29v) 55v V §.3. Tampoco jueguen * Axedres. ex supra notatis fundatur. 378r-v; rev MX1, c 50 públicamente a juegos permitidos. FP: GR, GX. 55v-5 V §.5. Qué clase de juegos, y en Lex 10-11, tit VII, lib VIII (Recop Cast II, fol 162v) 378r-v; rev MX1, c 50 6r qué tiempo se les permiten. Conc I Mex 1555, c 50 (I Lorenzana 117-19) 284v; rev GR Sin Guad 1554, tit 5, const 5 (Asenjo, fol 46r) FP: GR, GX Conc I Milan 1565, pars II, tit 25, De armis, ludis, spectaculis, et eiusmodi a clerico vitandis (Ratti, col 72-73) Sin Granat 1572, lib III, tit V, § 11 (Moscoso 120-21) Conc III Limens 1583, act 3, c 17 (Lisi 178-79) Facit reg. ordinis militaris S. Iacobi tit 22, c 10, y en los establecimientos eiusdem ordinis S. Iacobi tit 8, c 3 56r V Del uso frecuente §.1. Los clérigos ordenados in Conc Trident, Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super 378v; rev MX1, c. 52-53 de la sagrada sacris reciban frecuentemente la reformatione c 13 (COD 749) FP: MX1, CT, GR, TR Eucaristía sagrada Eucaristía. Conc I Mex 1555, c 52 (I Lorenzana 121-22) Conc Tolet 1565, act 3, c 6 (Fernández 143-44) Sin Granat 1572, lib III, tit XV § 28 (Moscoso 174-75) Conc I Milan 1565, pars II, tit 15, De frequenti divini sacrifici oblatione (Ratti, col 64-65) Conc II Milan 1569, tit 2, Quae ad missam, divina officia ecclesiae cultum, et ad ecclesiasticos spectant, decr 26 (Ratti, col 186-87) 56r V §.2. Los sacerdotes celebren Conc Trident, Sess 23 (3-4 Decembris 1563) Decreta super FP: SQ frecuentemente. reformatione c 14 (COD 749) Sin Tolet 1580, const 80 (Quiroga, fol ) Notas al pie 17, 18, 19, 20, 21, 22

fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 56v VI De los clérigos §.1. Los beneficiados no emigren a otro Conc Trident, Sess 6 (13 Ianuarii 1547) Decretum de residentia 379r; rev MX1, c 54 que carecen de lugar sin licencia del obispo. episcoporum et aliorum inferiorum c 2 (COD 682-83) 387r; rev MX1 residencia Supra Lib III, tit I, § 14 FP: MX1, TR Conc III Limens 1583, act 2, c 41 (Lisi 154-55) Sin Guad 1554, tit 3, const 14 (Asenjo, fol 27v) Conc Tolet 1565, act 2, c 25-26 (Fernández 137-38) et act 3, c 23 (Fernández 150) Sin Tolet 1580, const 39 (Quiroga, fol 31r-31v) Conc IV Milan 1576, pars I, tit 9, De clericorum ad festorum dierum celebritates conventu (Ratti, col 312-13)

17 A diferencia de otras citas del sínodo de Quiroga, esta nota que hace referencia al final de las sinodales, especifica el número del folio en que se localiza: fols. 78-79. Esto nos demuestra que los editores de nuestro concilio tuvieron a su disposición un ejemplar de las Constituciones sinodales hechas por ... Don Gaspar de Quiroga, Madrid, 1583, que tiene un total de 80 folios. 18 Juan Trullus, De Canonicorum Regularium, apud Iannem Rossium, Bononiae 1590, fols. 316-317. Posiblemente se trata de misma edición que utilizaron los editores del concilio III de México. 19 Cf. Pío V, Prohibitio agitationis Taurorum, aliarunque ferarum bestiarum cum annullatione votorum et iuramentorum desuper adhibitorum, const 48, Bullarium sive Collectio Plurimarum Constitutionum Apostolicarum Diversorum Romanorum, cit., vol. II, fol. 244. Pío V prohibió a las autoridades civiles so pena de excomunión, las corridas de toros dentro del territorio de su jurisdicción. Gregorio XIII quitó la pena permitiéndolas a condición que no fuesen en días festivos y se evitara todo peligro. El concilio tercero de México las prohíbe para los beneficiados y para los clérigos in sacris. 20 Juan García Gallego, De Expensis et Meliorationibus, citado en M. Rodríguez Figueiredo, Ayer de Pontevedra: Efemérides, Edicios Do Castro, Sada/ Coruña, 1992, p. 26. 21 En Pío V, Prohibitio agitationis taurorum, et aliorum bestiarum, et annullatio votorum, et iuramentorum de huismodi agitatione factorum, const 47, Bullarium sive Collectio diversarum Constitutionum multorum Pontificum, cit, vol. III, fol. 1000, ofrece la siguiente bibliografía a la que posiblemente hace referencia el aparato crítico de nuestro Concilio: Conformat const. Greg. 13. quae est infra nume. 103. Inter Apostolica, fol. 1354. 22 Nicolás García, De Beneficiis Ecclesiasticis Tractatus, t. I, pars tertia, c 2, § 1, núm. 311-312, apud Haeredes Ioannis Guerilii, Venetiis 1630, p. 184.

138 fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 56v VI §.2. Vacaciones concedidas a los Conc III Limens 1567, c 66 ad finem (Mateos 257-58); c 72 (Mateos FP: L3 prebendados. 261-62) Conc III Limens 1583, act 3, c 26 (Lisi 184-85); c 28 (Lisi 186-87) Nicolao Garzia Hispano. De Beneficiis Ecclesiasticis, tomo I, pars III, c 2, § 1, num 311-312.22 57r VI §.3. Del apuntador. Conc Compost 1565, act 2, c 27 (Tejada 331) 329v; rev CC Conc III Limens 1567, c 65 (Mateos 257) FP: CC Conc I Milan 1565, pars II, tit 42, De officio punctatoris (Ratti, col 95-96) Conc IV Milan 1576, pars II, tit 12, De distributionibus, verbo quod de Punctatorum (Ratti, col 95-96) 57r VI §.4. Los párrocos ejerzan por sí mismos Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de 394r; cosas sueltas la cura de almas, que les está cometida. reformatione c 12 verbo omnes vero (COD 767). FP: TR Conc IV Milan 1576, pars II, tit 14, De parochiis et parochialibus iuribus ac officiis, verbo usu compertum est (Ratti, col 414-21) 57v VII De las §.1. No se erija capilla alguna, sin la Conc Trident, Sess 22 (17 Septembris 1562) Decretum de 284r; rev GX fundaciones y competente provisión de renta. reformatione c 8-9 (COD 740) 284v; rev GR del derecho Sin Granat 1572, lib III, tit VII, § 1 (Moscoso 129-30) FP: GR, GX de patronato Sin Guad 1554, tit 3, const 33 (Asenjo, fol 33r) Sin Guad 1554, tit 3, const 28 (Asenjo, fol 29v-30r) 58r VII §.2. Cómo debe hacerse la imposición Sin Guad 1554, tit 3, const 34 (Asenjo, fol 33r-v) 284r; rev GX de los censos eclesiásticos. Sin Granat 1572, lib III, tit VII, § 4-5 (Moscoso 131) 284v; rev GR FP: GX, GR 60v IX De los §.1. Cuidado de los obispos acerca de las Conc Trident, Sess 22 (17 Septembris 1562) Decretum de reformatione 365v; rev MX1, c 16 testamentos y últimas voluntades. c 8 (COD 740) 285r; rev GR últimas Conc I Mex 1555, c 16-17 (I Lorenzana 62-64) FP: GR voluntades Sin Granat 1572, lib III, tit IX, § 1 (Moscoso 140-41) 60v IX §.2. Obligaciones de los albaceas Sin Granat 1572, lib III, tit IX, § 1 (Moscoso 140-41) 365v; rev MX1, c 16 testamentarios. Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de purgatorio, 285r; rev GR verbo curent autem Episcopi (parr 18) (COD 774) FP: GR 60v IX §.3. No se ausenten los albaceas dentro Sin Guad 1554, tit 3, const 30 (Asenjo, fol 32r) 365v-366r; rev MX1, c 16 del año, fijado como término fatal, a FP: GX menos de no dar la correspondiente fianza. 61r IX §.4. Se señala el término de seis meses Sin Granat 1572, lib III, tit IX, § 2 (Moscoso 141) 365v; rev MX1, c 16 para que se celebren las misas, y se 285r; rev GR cumplan los demás legados. FP: GR 61r X De las §.1. Celébrense las misas, y ejecútense Sin Granat 1572, lib III, tit X, § 7 (Moscoso 143-44) 366r; rev MX1, c 16 sepulturas, de los cuanto antes los legados piadosos. 285r; rev GR difuntos y de los FP: GR 61v X funerales §.2. Decreto sobre la sepultura de los Sin Granat 1572, lib III, tit X, § 7 (Moscoso 143-44) 366r; rev MX1, c 16 pobres. 285r; rev GR FP: GR 61v X §.3. Cómo debe procederse en orden a Lex 6, tit 4, lib V (Recop Cast I, fol 289r-v) 366r; rev MX1, c 16 los sufragios por las almas de los indios. Lex 10, tit 4, lib V (Recop Cast I, fol 289v) FP: L3 Conc III Limens 1583, act 2, c 39 (Lisi 152-53) Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de reformatione generali c 11 (COD 791-92) 62r X §.5. Extínganse los convites mortuorios. D. 44. c. 7 (Friedberg I, col 158) 387r, MX1 62r X §.6. No se erijan túmulos en las iglesias. * Estrado, o tarima. 369v; rev MX1, c 24 Conc I Mex 1555, c 24 (I Lorenzana 79-80) FP: MX1, GR, Ley Regia Sin Granat 1572, lib III, tit X, § 15 (Moscoso 146) Conc I Milan 1565, pars II, tit 61, De sepulturis (Ratti, col 111-12) Conc IV Milan 1576, pars I, tit 13, De sepulcris (Ratti, col 322) Lex 2, tit V, lib V (Recop Cast I, fol 290v-291v) 62r X §.7. Reglas que han de observarse en las Sin Granat 1572, lib III, tit X, § 11-12 (Moscoso 145) 285r; rev GR traslaciones de los cadáveres. FP: GR 62v X §.8. Celebre cada sacerdote una misa por Sin Granat 1572, lib III, tit XV, § 32 (Moscoso 176-77) 285r; rev GR el obispo difunto. FP: GR 62v XI De las §.1. Ningún sacerdote se atreva a Conc I Mex 1555, c 62, § 2 (I Lorenzana 136-37) 382r; rev MX1, c 62 parroquias administrar los santos sacramentos en Late et pie de hoc tit loquitur Conc IV Milan 1576, pars II, tit 14, De FP: MX1 parroquia extraña. parochiis et parochialibus iuribus ac officiis (Ratti, col 414-21) 62v XI §.2. No tengan los regulares fuentes Conc III Limens 1583, act 4, c 16 (Lisi 212-13) FP: L3 bautismales sino donde ejerzan cura de Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super almas. reformatione circa matrimonium c 1 (COD 755-57) 62v XI §.3. Preséntense las mujeres a su Sin Guad 1554, tit 2 const 12 (Asenjo, fol 6v) 283v; rev GX parroquia propia después de su parto. FP: GX 63r XII De los diezmos §.1. Páguense diezmos y primicias a la Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de reformatione 384r; rev MX1, c 90 y primicias Iglesia. generali c 12 (COD 792) FP: MX1, TR Conc Trident, Sess 21 (16 Iulii 1562) Decretum de reformatione c 4 (COD 729-30) Conc I Mex 1555, c 90 (I Lorenzana 165-67) Sin Guad 1554, tit 7, const 8 (Asenjo, fol 77r) Sin Granat 1572, lib III, tit XII, § 1 (Moscoso 148) Conc III Limens 1583, act 4, c 12 (Lisi 210-11) Conc I Mex 1555, c 90 (I Lorenzana 165-67) Hay real en el libro, que dicen de Puga, fol 19523

139 fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 63r XII §.2. Se fulmina excomunión contra los Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de reformatione 384r; rev MX1, c 90 que impiden la paga de los diezmos y generali c 12 (COD 792) FP: MX1 rentas eclesiásticas. Clem. 5. 8. 1 (Friedberg II, col 1189-90) Clem. 3. 8. 1 (Friedberg II, col 1164-65) Conc I Mex 1555, c 90 (I Lorenzana 165-67) Sin Guad 1554, tit 7, const 8 (Asenjo, fol 77r) Sin Granat 1572, lib III, tit XII, § 1 (Moscoso 148) 63v XII §.3. No se obligue a los indios a hacer Conc III Limens 1583, act 2, c 38 (Lisi 152-53) 369r; rev MX1, c 23 oblaciones. FP: L3 63v-64r XIII De los regulares §.1. Cuiden los obispos de la regularidad Conc Tolet 1565, act 3, c 25 (Fernández 151) FP: CT y de las monjas y observancia de las monjas. Conc I Milan 1565, pars III, tit 2, De monialibus (Ratti, col 127) Conc IV Milan 1576, pars III, tit 10, Quae pertinent ad regulares (Ratti, col 477-78) Conc IV Milan 1576, pars III, tit 11, De monialibus (Ratti, col 478-86) Conc V Milan 1579, pars III, tit 18, Quae ad moniales pertinent (Ratti, col 708-11) Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus et monialibus (COD 776-84) 64r XIII §.2. De la pobreza de las monjas. Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus et FP: CT monialibus c 2 (COD 776-77) Conc Tolet 1565, act 3, c 25 (Fernández 151) Sin Tolet 1580, const 96 (Quiroga, fol 57v-58r) Conc Tolet 1583, act 3, c 43 (Fernández, 180) Pio V et Greg. XIII VI. 3. 16. 1 (Friedberg II, col 1053-54) Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus et monialibus c 3 (COD 777) 64v XIII §.3. Previamente a la elección de las Conc Tolet 1583, act 3, c 44 (Fernández 180) FP: CQ superioras, hágase la visita de los monasterios de monjas. 64v XIII §.4. Decreto acerca del número de las Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus FP: L3 monjas. et monialibus c 3 (COD 777) Conc Turon 813, c 26 et 31 (MGH II, pars I, 290)24 Cond Rhem 813, c 33 (MGH II, pars I, 256) VI. 3. 6. 1 (Friedberg II, col 1034-35) VI. 3. 16. 1. § sane (Friedberg II, col 1053-54) Conc III Limens 1583, act 3, c 33 (Lisi 188-89) Et iura, et Concilia concordantia refert Ioannes Trullo in expositio. regul. Canonic. Regul. lib II, c 19 De eadem Abbatum, aliorumque, n 225 64v XIII §.5. Cuándo y de qué manera pueden los Conc III Limens 1583, act 3, c 34 (Lisi 188-89) FP: L3 visitadores entrar de la clausura de los Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus monasterios. et monialibus c 5 (COD 777-78) et c 7 (COD 778-79) 64v-65 XIII §.6. Las personas seculares, Conc I Milan 1565, pars III, tit 9, De Clausura et quae ad eam tuendam FP: L3 r particularmente si son hombres, no aliqua ratione pertinent, verbo hoc autem edicto (Ratti, col 140-45) frecuenten los locutorios de las monjas. Conc III Limens 1583, act 3, c 35 (Lisi 190-91) X. 3. 1. 8 (Friedberg II, col 450) Conc I Milan 1565, pars III, tit 9, De Clausura et quae ad eam tuendam aliqua ratione pertinent, verbo quicumque (Ratti, col 140-45) Sin Guad 1554, tit 5, const 13 (Asenjo, fol 47v) Sin Granat 1572, lib III, tit V, § 16 (Moscoso 123) Sin Tolet 1580, const 96 (Quiroga, fol ) Sin Osma 1584, tit 8, const 1, § 7 (Pérez 96) Conc Burgen 1567-1579, Lib III, tit de vita et honest. cleric, c 11 ad finem26 Conc I Milan 1565, pars III, tit 9, De Clausura et quae ad eam tuendam aliqua ratione pertinent, verbo nemini (Ratti, col 140-45) Conc II Milan 1569, Capita quaedam ad moniales pertinentia, c 3 (Ratti, col 202) Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus et monialibus c 5 (COD 777-78) 65r XIII §.7. A las monjas que se llaman mestizas Conc III Limens 1583, act 3, c 36 (Lisi 190-91) FP: L3 no se exija por vía de dote, sino la * Mestiza. cantidad que se acostumbra en estos casos. 65r XIII §.8. Penas contra las que pretendan Conc I Milan 1565, pars III, tit 4, De praefectis et aliis ministris FP: Milán I algún cargo. monialibus, verbo Nulla Monialis et verbo singulae (Ratti, col 127-33) 65v XIII §.9. Cualidades de que deben estar Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus et FP: Milán I adornadas las monjas que han de elegirse monialibus c 7 (COD 778-79) superioras. Conc I Milan 1565, pars III, tit 4, De praefectis et aliis ministris monialibus, verbo Praefecta (Ratti, col 127-33) Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus et monialibus c 6 (COD 778) 65v XIII §.10. Puedan ser removidas del cargo, si Conc I Milan 1565, pars III, tit 4, De praefectis et aliis ministris FP: Milán I hubiere justa causa. monialibus, verbo earum officia et verbo quae delectae fuerint (Ratti, col 127-33) 65v XIII §.11. No puedan contratar o edificar sin Conc I Milan 1565, pars III, tit 4, De praefectis et aliis ministris FP: Milán I licencia del superior. monialibus, verbo Praefecta et Monial. (Ratti, col 127-33)

140 fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 65v-66r XIII §.12. Consúltase a la libertad de las Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus et FP: Milán I jóvenes que quieran entrar en religión. monialibus c 18 (COD 781-82) Conc I Milan 1565, pars III, tit 5, De puellis ad religionem mittendis, verbo Praefecta et Moniales (Ratti, col 133-35) Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus et monialibus c 17 (COD 781) 66r XIII §.13. Debe evitarse la simonía en el Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus et FP: Milán I ingreso de las monjas. monialibus c 15 (COD 781) Conc I Milan 1565, pars III, tit 6, De novitiis ad professionem recipiendis, verbo quoniam et verbo Novitae et verbo nulla autem (Ratti, col 135-36) Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus et monialibus c 6 (COD 778) Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus et monialibus c 16 (COD 781) 66r XIII §.14. Explore el obispo la libertad de las Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus et FP: Milán I novicias. monialibus c 17 (COD 781) Conc I Milan 1565, pars III, tit 6, De novitiis ad professionem recipiendis, verbo Praefecta autem (Ratti, col 135-36) Conc V Milan 1579, pars III, tit 18, Quae ad moniales pertinent, verbo cum novitiae (Ratti, col 708-11) 66r-v XIII §.15. Cualidades de los confesores que Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus et FP: Milán I deben dárseles. monialibus c 10 (COD 779-80) Conc I Milan 1565, pars III, tit 12, De concionatoribus, confessoribus, visitatoribus et capellanis, verbo praeficiantur (Ratti, col 147-50) 66v XIII §.16. Ninguna mujer use el hábito de Conc Tolet 1583, act 3, c 45 (Fernández 180-81) 392r, rev CQ religión aprobada fuera de los FP: CQ monasterios de las monjas. 66v XIII §.17. Están obligados los regulares a Conc Tolet 1583, act 3, c 47 (Fernández 181) 389r; rev MX2, c 10 asistir a las procesiones públicas. Conc Trident, Sess 5 (17 Iunii 1546) Decretum secundum: super TP: MX2, TR lectione et praedicatione (COD 667-70) Conc Trident, Sess 7 (3 Martii 1547) Decretum secundum. Super reformatione c 12-13 (COD 689) Conc Trident, Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super reformatione c 15 (COD 749) Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de reformatione c 4 (COD 763) Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus et monialibus c 12-13 (COD 780) Conc Compost 1565, act 3, c 36 (Tejada 345) Conc I Milan 1565, pars II, tit 58, De processionibus et supplicationibus, verbo ad huiusmodi (Ratti, col 106-107) 66v-67 XIII §.18. No puedan sin licencia del obispo, Conc Trident, Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super reformatione c 15 364v, rev MX1, c 7 r ser promovidos a órdenes, ni confesar, (COD 749) 365r; rev MX1, c 9 ni ejercer el ministerio de la predicación. Conc Trident, Sess 5 (17 Iunii 1546) Decretum secundum: super 381v; rev MX1, c 60 lectione et praedicatione (COD 667-70) 286v, rev GR Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de reformatione FP: MX1, GR, SQ c 4 (COD 763) Conc I Mex 1555, c 9 (I Lorenzana 54-55) Sin Granat 1572, lib V, tit IX, § 4-5 (Moscoso 230) Sin Tolet 1580, const 12 (Quiroga, fol 10v-11r) Conc Tolet 1583, act 3, c 47 (Fernández 181) Conc III Limens 1583, act 2, c 14 (Lisi 132-33) Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus et monialibus c 14 (COD 780) 67r XIII §.19. Los regulares que tienen cura de Hay Cédula Real dada en Barcelona por Junio de 1585 381v; rev MX1, c 60 almas, estén sujetos al obispo, en lo Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus FP: Ley Regia perteneciente a los sacramentos y a la et monialibus c 14 (COD 780) doctrina. 67r XIII §.20. El obispo no favorezca a los Conc I Mex 1555, c 58 (I Lorenzana 129-30) 381r; rev MX1, c 58 regulares que den mal ejemplo. Sin Tolet 1580, const 18 (Quiroga, fol 13r-13v) FP: L3, SQ Conc III Limens 1583, act 3, c 10 (Lisi 170-71) 67r XIII §.21. Decreto acerca de los ermitaños. Conc I Mex 1555, c 35, § 2 (I Lorenzana 93-94) 372v; rev MX1, c 35 FP: MX1 67v XIV De las casas §.1. Sólo con licencia del obispo, Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de regularibus 372v; rev MX1, c 35 piadosas y edifíquense las iglesias y los oratorios. et monialibus c 3 (COD 777) 384r; rev MX1, c 75 religiosas Conc I Mex 1555, c 35, § 1 (I Lorenzana 92-93) FP: MX1, GR Sin Granat 1572, lib III, tit XIII, § 1 (Moscoso 158) Sin Tolet 1580, const 76 (Quiroga, fol 48v-49r) Conc IV Milan 1576, pars I, tit 11, De ecclesiarum fabrica (Ratti, col 317-19) Conc I Mex 1555, c 35, § 1 (I Lorenzana 92-93) Sin Tolet 1580, const 78 (Quiroga, fol 49v) 67v XIV §.2. Ciérrense las iglesias de noche y no VI. 3. 23. 2 (Friedberg II, col 1061-62) 370v; rev MX1, c 27 se abran antes de que amanezca. Conc I Mex 1555, c 27 (I Lorenzana 82-83) FP: CT, GR Conc Compost 1565, act 2, c 11 (Tejada 326) Conc I Milan 1565, pars II, tit 57, De ecclesiis, et earum cultu, verbo Rector (Ratti, col 104-06) Sin Granat 1572, lib III, tit XV, § 31 (Moscoso 176) Conc Tolet 1565, act 2, c 20 (Fernández 135)

141 fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 68r XIV §.3. Cuiden los obispos del aumento de Conc Trident, Sess 7 (3 Martii 1547) Decretum secundum. Super 285r; rev GR las obras pías. reformatione c 15 (COD 689) FP: GR Conc Trident, Sess 22 (17 Septembris 1562) Decretum de reformatione c 8-9 (COD 740) Conc IV Milan 1576, pars III, tit 12, Quae ad pia loca pertinent, ab hoc § 3 usque ad finem huius tituli (Ratti, col 486-94) Sin Granat 1572, lib III, tit XIII, § 4-19 (Moscoso 159-62) 69r XV De la §.1. Celébrese el oficio divino según lo Sin Tolet 1580, const 79 ad fine (Quiroga, fol 50r-50v) 367v; rev MX1, c 20 celebración de prevenido en el Misal y Breviario Conc IV Milan 1576, pars II, tit 9, Quae pertinent ad sanctissimum FP: SQ las misas y Romano, y todos se conformen a él. missae sacrificium et divina officia (Ratti, col 377-95) divinos oficios 69v XV §.2. Todos deben conformarse al Ritual Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Decretum de reformatione 367v; rev MX1, c 20 aprobado para esta provincia. c 12 verbo cetera (COD 766-67) 394r; cosas sueltas Conc Tarracon 1584, lib I, tit 3, De Consuetudine, c 3-4 (Agustín FP: TR 388-89) Sin Guad 1554, tit 3, const 2 (Asenjo, fol 24r-v) Conc I Milan 1565, pars II, tit 50, Communia de ratione divinorum officiorum (Ratti, col 98-99) Conc IV Milan 1576, pars II, tit 8, De beneficiorum collatione ac provisione, § I ad finem (Ratti, col 374-77) Conc Compost 1565, act 2, c 14 (Tejada 327) Conc III Limens 1583, act 4, c 11 (Lisi 210-11) 69v XV §.3. Oficios del maestro de ceremonias. Conc Tarracon 1584, lib I, tit 3, De Consuetudine, c 3-4 (Agustín 367v; rev MX1, c 20 388-89) FP: GX Sin Guad 1554, tit 3, const 2 (Asenjo, fol 24r-v) Conc Compost 1565, act 2, c 15 (Tejada 327-28) Conc I Milan 1565, pars II, tit 39, De officio magistris chori et ceremoniarum (Ratti, col 92-93) Conc II Milan 1569, tit 2, Quae ad missam, divina officia ecclesiae cultum, et ad ecclesiasticos spectant, decr 12 (Ratti, col 182) Sin Granat 1572, lib III, tit XV, § 1 (Moscoso 164); § 19-20 (Moscoso 171-72) Sin Tolet 1580, const 79 (Quiroga, fol 50r-50v) 69v-70 XV §.4. No se admita a ningún secular De cons. D. 2 c. 30 (Friedberg I, col 1324) 368r; rev MX1, c 21 r dentro de las rejas del coro. X. 3. 1. 1 (Friedberg II, col 449) FP: CT, Ley Regia Conc I Mex 1555, c 21 (I Lorenzana 74-76) Conc Tolet 1565, act 3, c 15 (Fernández 147-48) Conc Compost 1565, act 2, c 21 (Tejada 330) Sin Granat 1572, lib III, tit XV, § 3 (Moscoso 165-66) Conc Tolet 1583, act 3, c 39 (Fernández 179) Y por real cédula de 24. de Sept. de 1570, se manda practicar, y guardar el dicho c 15 de la action 3 del Concilio Toledano. 70r XV 5. No se permita a ninguna mujer Conc I Mex 1555, c 21 (I Lorenzana 74-76) 368r; rev MX1, c 21 entrar al coro. Conc I Milan 1565, pars II, tit 50, Communia de ratione divinorum FP: SQ 6. officiorum, verbo in choro (Ratti, col 98-99) §.6. Ninguno pida limosnas en el templo Sin Tolet 1580, const 88 (Quiroga, fol 54v) mientras se celebren las misas. Los Conc III Limens 1583, act 3, c 27 (Lisi 184-85) pobres mendigos estén en las puertas de Pio V, const 5, verbo pauperes, fol 924 in Bullario Apostolico.27 la iglesia. Lex 16, tit XII, lib I (Recop Cast I, fol 43r) Lex 26, tit XII, lib I (Recop Cast II, fol 44v-45v) Conc I Mex 1555, c 21, § 3 (I Lorenzana 76) Conc I Milan 1565, pars II, tit 57, De ecclesiis, et earum cultu, verbo ne Medici (Ratti, col 104-06) Sin Granat 1572, lib III, tit XV, § 30 (Moscoso 175-76) Sin Tolet 1580, const 83 (Quiroga, fol 51v-52v) 70r XV §.7. Qué es lo que deben cantarse en las Conc I Mex 1555, c 21, § 2 (I Lorenzana 75-76) 368r; rev MX1, c 21 Domínicas y fiestas solemnes. Conc Compost 1565, act 2, c 23 (Tejada 330) FP: MX1, CC Sin Tolet 1580, const 84 (Quiroga, fol 52v) 70v XV §.8. En qué hora no puedan celebrarse Vide Concilia adducta super Lib III, tit XIV, § 2 FP: GR misas. 70v XV §.9. Celébrense las misas sucesivamente Conc I Mex 1555, c 21, § 1 (I Lorenzana 75) 283v; rev GX en los días festivos. Sin Guad 1554, tit 3, const 7 (Asenjo, fol 25v) FP: GX 70v XV §.10. No se mezcle superstición alguna Conc Trident, Sess 22 (17 Septembris 1562) in princ (COD 732) 368v; rev MX1, c 22 en la celebración de las misas. Conc I Mex 1555, c 22 (I Lorenzana 76-77) FP: MX1 Sin Guad 1554, tit 3, const 19 (Asenjo, fol 28v) Sin Granat 1572, lib III, tit XV, § 29 (Moscoso 175) 70v XV §.11. No se celebre misa sino en la iglesia Conc Trident, Sess 22 (17 Septembris 1562) in princ (COD 732) 369v; rev MX1, c 25 o en oratorio visitado por el obispo. Conc I Mex 1555, c 25 (I Lorenzana 80-81) FP: TR, MX1 Sin Guad 1554, tit 3, const 8 (Asenjo, fol 25v) Conc I Milan 1565, pars II, tit 5, Quae pertinent ad celebrationem missae, verbo Nullus sacerdos (Ratti, col 47-51) Conc IV Milan 1576, pars II, tit 9, Quae pertinent ad sanctissimum missae sacrificium et divina officia, verbo Episc. (Ratti, col 377-95) Sin Tolet 1580, const 82 (Quiroga, fol 51v) Conc Tolet 1583, act 3, c 41 (Fernández 179) 70v-71 XV §.12. No se celebre misa dos veces en un De cons. D. 1 c. 48 (Friedberg I, col 1306-07) 283v; rev GX r mismo día. X. 3. 41. 3 (Friedberg II, col 636) FP: GX Sin Guad 1554, tit 3, const 6 (Asenjo, fol 25r) Sin Granat 1572, lib III, tit XV, § 24-25 (Moscoso 173-74) 71r XV §.13. Ninguno tome tabaco antes de Conc III Limens 1583, act 3, c 24 (Lisi 182-83) 387v; cosas sueltas celebrar la misa. Sin Granat 1572, lib III, tit XV, § 27 (Moscoso 174) FP: L3

142 fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 71r XV §.14. Los párrocos que fueren a la ciudad, Conc I Mex 1555, c 54, § 2 (I Lorenzana 124-25) 379r-v; rev MX1, c 54 asistan a misa y vísperas en las fiestas Sin Guad 1554, tit 3, const 11 (Asenjo, fol 26v-27r); const 21 (Asenjo, 285r; rev GR solemnes. fol 29r); const 31 (Asenjo, fol 32r-v) FP: MX1, TR, GR Sin Granat 1572, lib III, tit VII, § 6 (Moscoso 131-132); tit XV, § 39 (Moscoso 179-80) Sin Tolet 1580, const 54 et 95 (Quiroga, fol 38r-38v; 57r) Conc Tolet 1583, act 3, c 16 (Fernández 171) Conc III Limens 1583, act 3, c 25 (Lisi 184-85) Conc Trident, Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super reformatione c 16 (COD 749-50) 71r XV §.15. Todas las iglesias se conformen con Conc Lateran, Sess 11 (19 Decembris 1516) Super religiosos et eorum 370v; rev MX1, c 28 la catedral en el toque de las campanas. privilegia COD 648) FP: MX1, Conc Lateran Conc I Mex 1555, c 28 (I Lorenzana 83-84) Sin Guad 1554, tit 3, const 12 (Asenjo, fol 27r) Conc I Milan 1565, pars II, tit 50, Communia de ratione divinorum officiorum, verbo in urbibus (Ratti, col 98-99) Sin Granat 1572, lib III, tit III, § 9 (Moscoso 103-104) Conc III Limens 1583, act 4, c 13 (Lisi 210-11) 71v XV §.16. Establézcase un colector de misas Pro hoc § 16, 17, 18, 19, et 20 loquitur Sin Granat 1572, lib III, tit II, § 387r; rev MX1 en las iglesias catedrales y parroquias de 4-8 (Moscoso 94-97) 284v; rev GR españoles. FP: GR 72r XV §.20. No se manden limosnas para la Sin Granat 1572, lib III, tit II, § 6 (Moscoso 96) 387r; rev MX1 celebración de las misas fuera de la FP: GR diócesis y mucho menos fuera de la América. 72r XV §.21. Háganse las procesiones públicas Conc Eliberitan 303, c 3528 370v; rev MX1, c 27 con devoción, y no de noche. Conc Antisiodorense 573-603, c 5 (MGH I, 180) FP: MX1, CC, CT, L3 Conc Cabilonensis 813, c 19 (MGH II, pars I, 277) Conc I Mex 1555, c 27 (I Lorenzana 82-83) Sin Guad 1554, tit 6, const 19-20 (Asenjo, fol 57r-58r); const 47 (Asenjo, fol 66v) Conc I Milan 1565, pars II, tit 58, De processionibus et supplicationibus (Ratti, col 106-07) Conc I Milan 1565, pars II, tit 57, De ecclesiis, et earum cultu, verbo Rector (Ratti, col 104-06) Conc Tolet 1565, act 2 c 20 (Fernández 135) Conc Compost 1565, act 3, c 40 (Tejada 345) Sin Tolet 1580, const 74 (Quiroga, fol 48r-48v) Conc III Limens 1583, act 3, c 43 (Lisi 194-95) 72r-v XV §.22. En la procesión de Corpus no Clem. 3. 16. 1 (Friedberg II, col 1174-77) 390r; rev L3, act 2 anden mujeres disfrazadas, y las que Conc Trident, Sess 13 (11 Octobris 1551) Decretum de sanctissimo FP: L3 concurran vayan separadas de los eucharistiae sacramento c 5 (COD 695-96) hombres. Lex 7, tit XV, lib VIII (Recop Cast II, fol 188v) Conc III Limens 1583, act 2, c 23, verbo vel de fenestris (Lisi 140-41) Conc IV Milan 1576, pars II, tit 10, De processionibus, verbo quod in multis (Ratti, col 395-98) 72v XVI Del bautismo §.1. No se administre el bautismo fuera Conc I Mex 1555, c 26 (I Lorenzana 81-82) 369v-370r; rev MX1, c 26 de la iglesia, ni en otra parte que en la Sin Guad 1554, tit 2, const 4 (Asenjo, fol 3v-4r) 285r-v; rev GR parroquia. Conc I Milan 1565, pars II, tit 2, Quae pertinent ad baptismi FP: MX1, GR administrationem (Ratti, col 43-44) Sin Granat 1572, lib III, tit XVI (Moscoso 180-84) Sin Tolet 1580, const 1-2 ; const 4 ; const 7 (Quiroga, fol 6r-6v; 7r; 8r-8v) Conc V Milan 1579, pars I, tit 7, Quae ad baptismum pertinent (Ratti, col 543-45) Clem. 3. 15. 1 (Friedberg II, col 1174) 72v XVI §.2. No se adornen los bautisterios con Conc V Milan 1579, pars I, tit 7, Quae ad baptismum pertinent, 370r; rev MX1, c 26 colgaduras. versiculo nec vero (Ratti, col 543-45) FP: GR 72v XVI §.3. No se difiera por más de nueve días Vide Concilia supra citata § I 370r; rev MX1, c 26 el bautismo a los párvulos. FP: MX1, GR 73r XVI §.4. No sean bautizados los adultos, Sin Guad 1554, tit 2, const 6 (Asenjo, fol 4v) FP: GX mientras no estén bien instruidos en los misterios de la fe. 73r XVI §.5. Pónganseles nombres solamente de Sin Guad 1554, tit 2, const 10 (Asenjo, fol 5v-6r) FP: GX los santos del Nuevo Testamento, y no Conc IV Milan 1576, pars II, tit 2, Quae pertinent ad sacramentum otros. baptismi, verbo curet idem (Ratti, col 344-48) 73r-v XVII Del Santísimo §.1. Cómo ha de disponerse el Conc I Milan 1565, pars II, tit 4, Quae pertinent ad sacramentum 371v-372r; rev MX1, c 33 Sacramento de tabernáculo para la sacrosanta Eucaristía. sanctae eucharistiae, verbo Episcopus (Ratti, col 45-46) 285v; rev GR la Eucaristía y Sin Granat 1572, lib III, tit XVII, § 2-3 (Moscoso 185) FP: MX1, GR de su guarda Sin Tolet 1580, const 9 (Quiroga, fol 9r) Conc IV Milan 1576, pars II, tit 4, Quae ad sanctissimum eucharistiae sacramentum pertinent (Ratti, col 349-56) Conc V Milan 1579, pars I, tit 9, Quae ad sanctissimae eucharistiae sacramentum pertinent (Ratti, col 548-51) Conc Trident, Sess 13 (11 Octobris 1551) Decretum de sanctissimo eucharistiae sacramento c 6 (COD 696) 73v XVII §.2. En cuáles iglesias pueda reservarse la Sin Guad 1554, tit 2, const 38 (Asenjo, fol 15r) 371v; rev MX1, c 33 sagrada Eucaristía. Conc III Limens 1583, act 2, c 21 (Lisi 138-39) FP: L3 Sin Valentinum 1584, sub Archiepis. D. Ioanne de Ribera c 16, citatum a Iacobo Bleda in defensione Fidei contra Moriscos tractatus 3. consectarium 6. fol. 397.29

143 fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 73v XVII §.3. Según lo prevenido por las leyes Lex 2, tit I, lib I (Recop Cast I, fol 2v) 389v; rev MX2 reales están obligados los seculares a Conc V Milan 1579, pars I, tit 9, Quae ad sanctissimae eucharistiae FP: Ley Regia acompañar a la sacrosanta Eucaristía. sacramentum pertinent, verbo at vero omnes (Ratti, col 548-51)

74r XVII §.4. Adminístrese la sagrada Eucaristía a X. 5. 38. 11 (Friedberg II, col 887) FP: Ley Regia los sentenciados a pena capital la víspera Clem. 5. 9. 1 (Friedberg II, col 1190) de la ejecución. Motus proprius Pii V Lex 9, tit I, lib I (Recop Cast I, fol 3v) Conc V Milan 1579, pars I, tit 9, Quae ad sanctissimae eucharistiae sacramentum pertinent, verbo reus capitis damnatus (Ratti, col 548-51) 74r XVII §.5. Acompañen los fieles, Conc II Mex 1565, c 13 (II Lorenzana 195) 389r-v; rev MX2 principalmente los eclesiásticos, el día Conc III Limens 1583, act 2, c 26 (Lisi 142-43) FP: MX2 del jueves santo sin interrupción alguna a la sacratísima Eucaristía. 74r XVII §.6. Algunas prevenciones acerca de la Clem. 3. 15. 1 (Friedberg II, col 1174) FP: TR fiesta del cuerpo de nuestro Señor Conc Trident, Sess 13 (11 Octobris 1551) Decretum de sanctissimo Jesucristo. eucharistiae sacramento c 5 (COD 695-96) Conc Trident, Sess 13 (11 Octobris 1551) Canones de sacrosancto eucharistiae sacramento c 6 (COD 698) 74v XVIII De las reliquias §.1. Destiérrese enteramente toda De hoc tit satis pie loquitur Conc IV Milan 1576, pars I, tit 2, De sacris 371v-372r; rev MX1, c. 33 y veneración de superstición de las cosas sagradas. No se reliquiis, miraculis, et imaginibus (Ratti, col 300-08) 394r; cosas sueltas los santos, y de permitan danzas, bailes o cantos Conc V Milan 1579, pars I, tit 5 De indulgentiis et sacris reliquiis (Ratti, FP: GR, TR los templos profanos en la iglesia. col 537-38) Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) De invocatione, veneratione et reliquiis sanctorum, et de sacris imaginibus (COD 774-76) Motus proprius Pii V VI. 3. 23. 2 (Friedberg II, col 1061-62) Conc Trident, Sess 22 (17 Septembris 1562) Decretum de observandis et vitandis in celebratione missarum (COD 736-37) Conc I Mex 1555, c 26 (I Lorenzana 81-82) Sin Guad 1554, tit 4, const 6 (Asenjo, fol 35v) Conc I Milan 1565, pars I, tit 8, De actionibus et repraesentationibus sacris (Ratti, col 37-38) Conc Compost 1565, act 2, c 9 (Tejada 325-26) Conc Tolet 1565, act 2, c 21 (Fernández 135-36) Sin Granat 1572, lib III, tit XV, § 3 (Moscoso 165-66); lib III, tit XVIII, § 4 (Moscoso 187-88) Sin Tolet 1580, const 70 (Quiroga, fol 45r-45v) Conc Tolet 1583, act 3, c 38 (Fernández 178) 75r XVIII §.2. Sean castigados severamente los que Sin Granat 1572, lib III, tit XVIII, § 6 (Moscoso 188) 285v; rev GR hablan deshonestamente en las iglesias, Lex 1-2, tit II, lib I (Recop Cast I, fol 4r) FP: GR con las mujeres de palabra o por señas. 75r XVIII §.3. No se permitan veladas en la iglesia. Conc Antisiodorense 561-605, c 5 (MGH I, 180) 370v; rev MX1, c 27 Tampoco se digan sermones de pasión Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) De invocatione, FP: CT en la noche. veneratione et reliquiis sanctorum, et de sacris imaginibus (COD 774-76) Conc I Mex 1555, c 27 (I Lorenzana 82-83) Sin Guad 1554, tit 6, const 19-20 (Asenjo, fol 57r-58r) Conc I Milan 1565, pars II, tit 57, De ecclesiis, et earum cultu, verbo Rector (Ratti, col 104-06) Conc Tolet 1565, act 2, c 20 (Fernández 135) Conc Compost 1565, act 3, c 40 (Tejada 345) Sin Granat 1572, lib III, tit XVIII, § 5 (Moscoso 188); § 7 (Moscoso 189) Sin Tolet 1580, const 74 (Quiroga, fol 48r-48v) Conc III Limens 1583, act 3, c 43 (Lisi 194-95) Lex 1, tit II, lib I (Recop Cast I, fol 4r) Conc I Mex 1555, c 29 (I Lorenzana 84) Conc I Milan 1565, pars II, tit 57, De ecclesiis, et earum cultu (Ratti, col 104-06) Sin Tolet 1580, const 69 (Quiroga, fol 45r) Conc IV Milan 1576, pars I, tit 17, De profano usu a sacris locis tollendo (Ratti, col 326-27) 75r XVIII §.6. No se expongan las reliquias de los Conc I Milan 1565, pars I, tit 9, De Sanctarum reliquiarum veneratione 371v; rev MX1, c 33 santos a la veneración pública, ni las (Ratti, col 38) FP: L3, Motu Propio lleve ninguno consigo, sino con la Conc Compost 1565, act 2, c 6 (Tejada 324-25) licencia del obispo. No se pinten las Conc III Limens 1583, act 4, c 10 (Lisi 208-09) ceras de Agnus. Motus propius Greg. XIII in Bullario Apostolico30 Conc III Milan 1573, c 5, Quae ad sacramentalia et sacramenta generatim pertinent, verbo Sanctissimi (Ratti, col 242-44) Conc V Milan 1579, pars I, tit 5 De indulgentiis et sacris reliquiis, verbo Sanctissimi (Ratti, col 537-38) 75v XVIII §.7. Se prohiben los amuletos o cédulas Sin Granat 1572, lib III, tit XVIII, § 2 (Moscoso 186-87) 371v; rev MX1, c 33 supersticiosas. Conc Compost 1565, act 2, c 6 (Tejada 324-25) FP: CC

144 fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 75v XVIII §.8. Guárdense las reliquias de los santos Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) in principio et in § illud 372r; rev MX1, c 34 en lugar decente pero fuera del vero (COD 774-75) FP: MX1, SQ, TR tabernáculo de la Sagrada Eucaristía. Conc I Mex 1555, c 34 (I Lorenzana 91-92) Conc Compost 1565, act 2, c 5 (Tejada 324) Sin Tolet 1580, const 67-68 (Quiroga, fol 44r-45r) Conc I Milan 1565, pars I, tit 7, Quae servanda sunt in feriis imaginibus effigendis (Ratti, col 36-37) Conc IV Milan 1576, pars I, tit 2, De sacris reliquiis, miraculis, et imaginibus (Ratti, col 300-08) Conc IV Milan 1576, pars I, tit 16, De ornatu, decore, ac nitore sacrorum locorum, verbo quibus in Ecclesiis (Ratti, col 322-26) Conc IV Milan 1576, pars I, tit 17, De profano usu a sacris locis tollendo, verbo (Ratti, col 326-27) Conc II Limens 1567, c 53 (Mateos 250) Conc Bonon 1586, pars IV, tit de Imaginibus Sacris in Archiepiscopali Bononiense Sin Cadiz sub García de Haro c 14 Sin Astorga sub Petro de Rojas 1592, const 14, c 9 Conc Burgen 1567-1579, Lib III, tit de Reliquiis et venerat. Sanct, c 8 75v XVIII §.9. Conviene que se pinten las Vide Conc. citata supra 372r; rev MX1, c 34 imágenes; pero si fueren de escultura FP: MX1 hágaseles el ropaje de la misma materia.

76r XVIII §.10. No se graben o formen imágenes Lex 3, tit I, lib I (Recop Cast I, fol 2v-3r) 372r-v; rev MX1, c 34 sagradas en los manjares, vasos, etc. Conc III Milan 1573, c 5, Quae ad sacramentaliae et sacramenta FP: MX1 §.11. Ninguno en lo sucesivo tenga aras, generatim pertinent, verbo quod praeteres (Ratti, col 242-44) cálices, etc. consagrados, de venta, bajo Conc I Mex 1555, c 36 (I Lorenzana 94-95) pena de comiso. Sin Tolet 1580, const 66 (Quiroga, fol 44r) 76r XVIII §.12. Cántese en las catedrales todos los Sin Guad 1554, tit 3, const 16 (Asenjo, fol 28r) 284r; rev GX días de cuaresma y sábados del año la Sin Granat 1572, lib III, tit XV, § 16 (Moscoso 170-71) FP: GX antífona Salve Regina. Sin Tolet 1580, const 42 (Quiroga, fol 33r-33v) Conc III Limens 1583, act 3, c 27 (Lisi 184-85) Conc III Milan 1573, 12 De iis quae ad divina officia pertinent, verbo Religiosis (Ratti, col 256-59) Mt, 27 Lc, 23 et constat ex Clemente P. M. lib. 5. constitut. Apostol. c. 16. ad finem, et lib. 8. c. 40, tom. I. Conciliorum. Conc II Milan 1569, tit 2, Quae ad missam, divina officia ecclesiae cultum, et ad ecclesiasticos spectant, decr 10 (Ratti, col 181) de qua oratione vespertina. et de Indulgentia concessa a Gregor. XIII. Vide Carolum Borromeum Archiepisc. Mediolanem. in actibus suae Ecclesiae, tom. 2. p. 7. Agit Caesar Baronius in annalibus Ecclesiasticis tomus Primus, fol 221, verbo is de Anno31 Martino ab Azpilcueta Doctore Navarro, De horis canonicis, c 18, c 4332 Fr. Antonius de Aranda in Lib. (Loores del Santo Calvario) c. 30. fol. 242 Durand in rationali Divin. Offic. lib. 4. c. I. n. 20 Ioannes Stephanus Durantus, lib III, De Ritibus Ecclesiae Catholicae, c 10, fol 31433 76v XIX De la §.1. Se provee a la inmunidad de las X. 3. 49. 6 (Friedberg II, col 655-56) 371r; rev MX1, c 30 inmunidad de iglesias. Conc Trident, Sess 25 (3-4 Decembris 1563) Decretum de 285v; rev GR las iglesias y de reformatione generali c 20 (COD 795-96) FP: GR, MX1 los clérigos Conc I Mex 1555, c 30 (I Lorenzana 85-86) Sin Guad 1554, tit 4, const 4 (Asenjo, fol 35r-v) Conc I Milan 1565, pars II, tit 57, De ecclesiis, et earum cultu, verbo sicut Ecclesiastica (Ratti, col 104-06) Conc I Milan 1565, pars II, tit 62, Quae pertinent ad bonorum et iurium ecclesiasticorum conservationem, rectam administrationem et dispensationem, verbo omnes vero (Ratti, col 112-18) Conc V Milan 1579, pars III, tit 9, De ecclesiis, earum supellectile et fructibus (Ratti, col 673-76) Sin Granat 1572, lib III, tit XIX (Moscoso 191-92) Sin Tolet 1580, const 72 (Quiroga, fol 46r-47r) 76v XIX §.2. Qué deben hacer los que se refugian X. 3. 49. 10 (Friedberg II, col 657) 371r; rev MX1, c 31 a las iglesias. Conc I Mex 1555, c 31 (I Lorenzana 86-88) FP: MX1 Sin Guad 1554, tit 4, const 4 in fine (Asenjo, fol 35v) Sin Granat 1572, lib III, tit XVIII, § 9 (Moscoso 190-91) Sin Tolet 1580, const 73 (Quiroga, fol 47r-47v) 77r XIX §.4. No permanezcan en las iglesias Conc I Mex 1555, c 31, § 2 (I Lorenzana 87-88) 371r; rev MX1, c 31 pasados nueve días. Sin Guad 1554, tit 4, const 3 (Asenjo, fol 35r) FP: MX1 Sin Granat 1572, lib III, tit XVIII, § 9 in fine (Moscoso 190-91) Sin Tolet 1580, const 73 (Quiroga, fol 47r-47v) 77r XIX §.5. Cómo se ha de proceder cuando el Conc Trident, Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super reformatione c 6 FP: GR juez seglar prenda a un clérigo. (COD 747) Conc I Mex 1555, c 85 (I Lorenzana 158-60) Sin Guad 1554, tit 2, const 45 (Asenjo, fol 16v)

145 fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 77v XX Los clérigos y §.1. No se empleen los clérigos en Late vide iura in praxi Canonica Ioannis Bernard. c. 50 379v-380r, c 56 religiosos no se negociar. Conc I Mex 1555, c 56 (I Lorenzana 126-27) 285v; rev GR mezclen en Conc II Mex 1565, c 27-28 (II Lorenzana 203-08) FP: GR, MX1, L3 negocios Sin Guad 1554, tit 5, const 6-7 (Asenjo, fol 46r-v) seculares Conc I Milan 1565, pars II, tit 26, De negotiis saecularibus a clerico fugiendis (Ratti, col 73-74) Sin Granat 1572, lib III, tit XX (Moscoso 192-93) Sin Tolet 1580, const 108 (Quiroga, fol 67v-68r) Conc III Limens 1583, act 3, c 4-5 (Lisi 166-67) 78r XX §.3. Se prohibe a los clérigos arrendar Conc I Mex 1555, c 50, § 2 (I Lorenzana 118-19) 378v; rev MX1, c 50 rentas. Sin Guad 1554, tit 5, const 6 (Asenjo, fol 46r) 285v; rev GR Sin Granat 1572, lib III, tit XX (Moscoso 192-93) FP: GR, MX1, GX Conc III Limens 1583, act 3, c 21 (Lisi 182-83) 78r XX §.4. A los curas se les prohiben algunas Hoc est, almonedas reales, Conc III Limens 1583, act 3, c 5 (Lisi 379v-380r, c 56 otras negociaciones. 166-67) FP: MX1, L3 78r XX §.5. Los párrocos no cultiven haciendas, Conc III Limens 1583, act 3, c 5 (Lisi 166-67) 379v-380r, c 56 aunque sean patrimoniales, dentro del FP: MX1, L3 término de su parroquia. 78v XXI De la §.1. Qué días obliga la ley del ayuno Conc I Mex 1555, c 37 (I Lorenzana 95-97) 373r-v; rev MX1, c 37 observancia de tanto a los españoles como a los indios. Conc II Mex 1565, c 25 (II Lorenzana 202-03) 285v; rev GR los ayunos Sin Guad 1554, tit 6, const 21 (Asenjo, fol 58r-59v) FP: GR, GX Conc I Milan 1565, pars II, tit 7, De ieiunio (Ratti, col 54-55) Sin Granat 1572, lib III, tit XXII (Moscoso 194-98) Sin Tolet 1580, const 99 (Quiroga, fol 59v-60r) Conc III Limens 1583, act 3, c 41 (Lisi 194-95) Conc V Milan 1579, pars I, tit 3, Quae ad dies festos, et sacra tempora pertinent, verbo omnis Sacrorum (Ratti, col 527-35) 79v XXI §.3. Quiénes deben ayunar. De cons. D. 3 c. 3 (Friedberg I, col 1353-54) 372v-373r; rev MX1, c 37 FP: MX1

Notas al pie 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32 y 33

23 Vasco de Puga, Provisiones, Cédulas, Instrucciones para el Gobierno de la Nueva España, obra impresa por Pedro Ocharte, México en 1563. Última edición en facsimil en Colección de incunables americanos siglo XVI, vol. III, Cultura Hispánica, Madrid 1945, fol 195. Coincide la referencia del número de folio que hace el aparato crítico del mexicano con esta reedición en facsímil. 24 Esta referencia, como la mayoría de este párrafo, fueron reproducidas del aparato de fuentes del concilio tercero de Lima (véase el final del capítulo VI, apartado B. III. El aparato de fuentes del concilio tercero de Lima 1582/1583: semejanzas y diferencias respecto al concilio tercero de México). El editor de los decretos transcribió equivocadamente el concilio de Tours (813) por un concilio de Tarragona que en realidad no existe, pensando que se trataba seguramente del ya citado concilio Tarragonense de 1584. 25 Juan Trullus, Aragonii Prioris Ordinis, De Canonicorum Regularium, apud Iannem Rossium, Bononiae 1590, fols. 254-256. Posiblemente se trata de misma edición que utilizaron los editores del concilio tercero de México. 26 El cardenal Francisco Pacheco de Toledo fue primer arzobispo de Burgos, cuando en 1567 fue elevada a la categoría de arzobispado. Gobernó la archidiócesis desde 1567 hasta 1579 (cf. DHEE, vol. I, p. 290). De este periodo es el concilio que cita el concilio tercero de México. 27 Cf. Pío V, Ordinationes circa divini cultus observantiam, et Pauperum tempore divinorum officiorum mendicantium, cadaverumq. super terram depositorum amotionem, ac Festorum venerationem, et prohibitionis ac poenae simoniacorum, Blasphematorum, concubinariorum et sodomit, const 5, Bullarium sive Collectio diversarum Constitutionum multorum Pontificum, cit., vol. III, fols 924; Pío V, Ordinationes circa observantiam divini cultus in Ecclesiis et venerationem Festivitatum, necnon et contra Simoniacos, Blasphematores, Sodomitas et Concubinarios, const 5, § 5 verbo Pauperes, Bullarium sive Collectio Plurimarum Constitutionum Apostolicarum Diversorum Romanorum, cit., vol. II, fol. 180. 28 Collectio Conciliorum Hispaniae, dilegentia Garsiae Loaisa, excudebat Petrus Madrigal, Madriti 1593, fol 10. Esta colección de concilios españoles fue utilizada por los editores del tercero de México como puede verse en una nota bibliografica del fol 12r de los decretos. Puede consultarse también en MANSI, II, col 4. 29 La cita al sínodo de Valencia de 1584 aparece referida en la obra de Jaime Bleda, Defensio fidei in causa neophytorum sive Morischorum Regni Valentiae, totiusque Hispanae, apud Ioannem Chrysostomum Garriz, Valentiae 1610, fol. 397: “Interdicit quoque Synodus Dioecesana cap 16 (propter ipsorum manifestam apostasiam) ne in Ecclesiis Morischorum reservetur sacrosanctum Eucharistiae Sacramentum...”. Es un claro ejemplo de referencia erudita más que de información sobre el origen de la norma. Además hemos localizado en esta cita un errata en la edición de 1622: en vez del Tractatus 2 hay que poner Tractatus 3. 30 Gregorio XIII, Prohibitio depingendi sive miniandi aut venales proponendi Agnusdei a Romano Pontifice benedictos, const 2, Bullarium sive Collectio diversarum Constitutionum multorum Pontificum, cit, vol. III, fol. 1199; Ibidem, Bullarium sive Collectio Plurimarum Constitutionum, cit., vol. II, fol. 180. 31 César Baronio, Annales Ecclesiastici, t. I, Romae 1593, Ex Tipographia Congregationis Oratorii apud S. Mariam in Vallicella. 32 Martín de Azpilcueta (Navarro), Enchiridion sive manuale confessariorum et poenitentium, De horis canonicis, t. III, c 18, c 43, Ex Typographia Iacobi Tornerii, Romae 1588, p 226. Otras ediciones: Enchiridion sive Manuale confessariorum et poenitentium, Lugduni 1574; Manual de confessores y penitentes, Iohan Maria da Terranova y Iacobo de Liarcari, Medina del Campo, 1555 (1554). 33 Juan Esteban Durantus, De Ritibus Ecclesiae Catholicae, Lib III, De horis Canonicis, c 10, De Nona, ex Typografia Gabiana, Romae 1592, fols. 314-315. Es precisamente la edición de esta obra de Durantus la que fue empleada por los editores de nuestro concilio, ya que coincide el número de folio que indica en el aparato crítico de los decretos con el de esta obra.

146 Fuentes relevantes del libro III

Fuentes citadas Número 1 Sínodo de Granada (1572) 65 2 Concilio I de México (1555) 55 3 Concilio III de Lima (1582/1583) 33 4 Sínodo de Guadix (1554) 30 5 Concilio de Trento 26 6 Concilios de Toledo (1565, 1580 y 1582/1583) 30 7 Concilio de Compostela (1565) 14 8 Concilio I Milán (1565) 8 9 Leyes regias 7 10 Otras fuentes 7

Libro III. Fuentes principales

El tercer libro de los decretos mexicanos es el más rico en cuanto se refiere a la diversidad de fuentes en las que se inspiró nuestro concilio. Los primeros títulos de este libro tratan sobre las personas, especialmente del clero. En estos títulos se aprecia cómo el equipo redactor de los decretos acudió a múltiples legislaciones, sobre todo de concilios provinciales contemporáneos, para la elaboración de los decretos: concilio mexicano de 1555, concilio de Lima de 1582-1583, concilio de Compostela (1565), Toledo (1565), entre otros. El segundo bloque de este libro se refiere a diversas cuestiones vinculadas con los bienes eclesiásticos, la sepultura, las últimas voluntades y los sacramentos del bautismo y la eucaristía. Sobre los bienes eclesiásticos, el concilio tercero de México se inspira principalmente en el sínodo de Granada (1572). También sobre los otros temas nuestro concilio acude a las sinodales granadinas, pero en alternancia con otras legislaciones.

147 EL LIBRO CUARTO DE LOS DECRETOS DE MÉXICO. EL DERECHO MATRIMONIAL

Estructura del libro IV

El libro cuarto está compuesto únicamente por dos títulos: De los esponsales y matrimonios (15 normas) Del parentesco espiritual y otros impedimentos del matrimonio (5 normas)

Fuentes citadas del libro IV

Fuentes citadas Número 1 Sínodo de Granada (1572) 65

2 Concilio I de México (1555) 55

3 Concilio III de Lima (1582/1583) 33 4 Sínodo de Guadix (1554) 30 5 Concilio de Trento 26 6 Concilios de Toledo (1565, 1580 y 1582/1583) 30 7 Concilio de Compostela (1565) 14

8 Concilio I Milán (1565) 8 9 Leyes regias 7 10 Otras fuentes 7

11 Concilio de Milán V (1579) 1 12 Otras fuentes 1

Descripción del aparato crítico del libro IV

fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 80v I De los esponsales §.1. Cuiden los párrocos que se confiesen Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super reformatione 370r; rev MX1, c 26. y matrimonios los que van a casarse. circa matrimonium c 1 (COD 755) 285v; rev GR Conc I Milan 1565, pars II, tit 63, Quae ad sacramentum matrimonii FP: GR, TR pertinent (Ratti, col 71-72) Sin Guad 1554, tit 2, const 57 (Asenjo, fol 20v-21r) Sin Granat 1572, lib IV, tit I (Moscoso 199-201) Sin Tolet 1580, const 28 (Quiroga, fol 22v-23r) 80v I §.2. No cohabiten los recién casados hasta Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super reformatione 370r; rev MX1, c 26. haber recibido la bendición nupcial. circa matrimonium c 1 (COD 755) FP: TR Sin Guad 1554, tit 2, const 66 (Asenjo, fol 23r-v) 81r I §.3. Se prohíben los matrimonios Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super reformatione 373r; rev MX1, c 38. clandestinos. circa matrimonium c 1 (COD 755) 285v; rev GR Conc I Mex 1555, c 38 (I Lorenzana 98-100) FP: GR, SG, L3, MX1. Sin Guad 1554, tit 2, const 57 (Asenjo, fol 20v-21r) Sin Granat 1572, lib IV, tit I, § 1 (Moscoso 199) Sin Tolet 1580, const 29 (Quiroga, fol 23r-24r) Conc III Limens 1583, act 2, c 34 (Lisi 150-51) 81r I §.4. Háganse las proclamas matrimoniales Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super reformatione 373r; rev MX1, c 38. según lo prescrito por el Tridentino. circa matrimonium c 1 (COD 755) FP: CQ Conc III Limens 1583, act 2, c 34 (Lisi 150-51) Conc Tolet 1583, act 3, c 48 (Fernández 181) Conc V Milan 1579, pars III, tit 16, Quae ad matrimonium pertinent (Ratti, col 700-05) 81v I §.5. No se den las bendiciones nupciales Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super reformatione 373r; rev MX1, c 38. sino por el propio párroco, o con licencia circa matrimonium c 1 (COD 755) FP: TR suya.

148 fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 81v I §.8. No se haga fuerza a los indios para Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super reformatione 373r-v; rev MX1, c 38 y que se casen, bajo pena de excomunión. circa matrimonium c 9 (COD 759) 72 Conc I Mex 1555, c 72 (I Lorenzana 146-47) FP: MX1, TR * Id est Caziques 82r I §.10. Cuiden los párrocos que no compren * Hoc est naturales FP: MX1 los indios las mujeres, y vigilen sobre otros abusos en el matrimonio. 82r I §.11. Ninguno sea admitido a segundas Conc I Mex 1555, c 40 (I Lorenzana 102-03) 374r; rev MX1, c 40. nupcias, si no prueba suficientemente la Sin Tolet 1580, const 33 (Quiroga, fol 26r-26v)34 FP: SQ muerte de su consorte. 82r I §.12. Sepárense a los que llegan de Europa Conc I Mex 1555, c 39 (I Lorenzana 100-01) 374r; rev MX1, c 39. con mujeres que llaman propias, si dentro FP: MX1 de año y medio no traen testimonio o prueba legítima del matrimonio. 82r I §.13. Qué se ha de hacer acerca de los X. 4. 19. 7 (Friedberg II, col 722-23) 373v-374r; rev MX1, c matrimonios de los infieles recién X. 4. 19. 8 (Friedberg II, col 723) 38. convertidos a la fe. Conc III Limens 1583, act 2, c 36 (Lisi 150-51) FP: CL3 82v I §.14. No se permita el divorcio. Conc I Mex 1555, c 41 (I Lorenzana 103-04) 374v; rev MX1, c 41. Sin Tolet 1580, const 34 (Quiroga, fol 26v-27r) FP: SQ VI. 2. 14. 1 (Friedberg II, col 1007) 83r II Del parentesco §.1. Ninguno contraiga matrimonio dentro Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super reformatione 373v; rev MX1, c 38. espiritual y de los grados prohibidos. circa matrimonium c 5 (COD 758) FP: SQ otros Conc I Mex 1555, c 38 (I Lorenzana 98-100) impedimentos Sin Tolet 1580, const 30 (Quiroga, fol 24r-25r) del matrimonio Clem. 4. 1 (Friedberg II, col 1177-78) Lex 3, tit XVIII, partita VII (tabla de las leyes, fol Cc 5v)35 Lex 7. tit. final. lib. 8. ordinamenti. Vide Covarrub. in 4. 2. p. c. 6. §. 8. n. 2. et 3.36 83r II §.2. Grados dentro de los cuales no es Sin Tolet 1580, const 30 (Quiroga, fol 24r-25r) 373v; rev MX1, c 38. lícito contraer. FP: SQ 83r II §.3. Grados prohibidos. Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super reformatione FP: TR circa matrimonium c 4 (COD 757) Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super reformatione circa matrimonium c 3 (COD 757) 83r-v II §.4. Se explica el parentesco espiritual. Conc Trident, Sess 24 (11 Novembris 1563) Canones super reformatione 373r: rev MX1, c 38. circa matrimonium c 2 (COD 757) FP: SQ Motus propius. Pii V. 83v II §.5. Se declaran nulos los matrimonios X. 4. 19. 9 (Friedberg II, col 724-25) FP. Corpus Iuris contraídos en la infidelidad dentro del Canonici primer grado de consanguinidad.

Notas al pie 34, 35 y 36

Fuentes relevantes del libro IV

Fuentes citadas Número 1 Concilios de Toledo (1565, 1580 y 1582/1583) 7 2 Concilio de Trento 5 3 Concilio I de México (1555) 4 4 Concilio III de Lima (1582/1583) 2 5 Corpus Iuris Canonici 1

34 Esta referencia se encuentra en los esquemas de elaboración de los decretos (Cf. Bancroft Library, MM268, 374r. ManCarr 1, p. 737). Es interesante observar cómo estos esquemas hacen indicación también del folio de las sinodales de Quiroga en que se halla la const 33: fol. 26, que coincide con la paginación de la primera edición de las sinodales de Quiroga. Esto demuestra que los redactores del concilio tercero de México tuvieron en sus manos las sinodales de Quiroga, publicadas en Madrid en el año 1583. 35 G. López de Tovar, Repertorio muy copioso de textos y leyes de las siete partidas, Imprenta de Domingo de Portonariis, Salamanca 1576. 36 Diego de Covarrubias y Leyva, Opera omnia, t. I, sumptibus Phil. Tinghi Florentini, Lugduni, 1574.

149 Libro IV. Fuentes principales

El libro cuarto de los decretos mexicanos está dedicado en forma exclusiva al derecho matrimonial. El concilio tercero de México adoptará los cánones de reforma matrimonial del de Trento como fundamento de sus normas. No deja de ser asombrosa la relevancia de las constituciones de Toledo en el libro IV de los decretos mexicanos, y en especial las del sínodo de Quiroga de 1580, pudiéndose decir que representa 37 por ciento del total de las disposiciones sobre el matrimonio. Como viene siendo habitual, el concilio mexicano de 1555 tiene un papel importante en el origen de las normas del tercer mexicano. Hay que destacar en este libro IV aquellas disposiciones que están relacionadas con el matrimonio de los indios, siendo las normas del primer concilio de México un punto de referencia claro para nuestro concilio.

EL LIBRO QUINTO DE LOS DECRETOS DE MÉXICO. EL DERECHO PENAL Y EL MODO DE HACER LAS VISITAS

Estructura del libro V

De las visitas (13 normas) De los calumniadores (4 normas) De la simonía (4 normas) De los herejes (1 norma) De las usuras (6 normas) De los hechiceros (3 normas) De los maldicientes (4 normas) De las injurias y daño hecho (2 normas) De las penas (3 normas) Del concubinato y penas de los concubinarios y alcahuetes (10 normas) De la sentencia de excomunión (7 normas) De las penitencias y remisiones (9 normas)

150 Fuentes citadas del libro V

Fuentes citadas Número 1 Concilio de Trento 17 2 Concilio I de México (1555) 20 3 Concilio III de Lima (1582/1583) 10 4 Sínodo de Granada (1572) 19 5 Sínodo de Guadix (1554) 11 6 Concilio de Toledo (1565) 4 7 Sínodo de Toledo (1580) 14 8 Concilio de Toledo (1582/1583) 4 9 Corpus Iuris Canonici 8 10 Leyes regias 13 11 Concilio de Milán I (1565) 11 12 Concilio de Milán II (1569) 1 13 Concilio de Milán III (1573) 2

Descripción del aparato crítico del libro V

fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 96v XII De la sentencia de §.2. Ninguno confiese sin Conc Trident, Sess 23 (15 Iulii 1563) Decreta super reformatione c 15 (COD 365r; rev MX1, c 9 excomunión que sea párroco o esté 749) 286v, rev GR aprobado por el obispo. Conc I Mex 1555, c 9 (I Lorenzana 54-55) FP: MX1, GR, SQ, L3 Sin Granat 1572, lib V, tit IX, § 4-5 (Moscoso 230) Sin Tolet 1580, const 12 (Quiroga, fol 10v-11r) Conc Tolet 1583, act 3, c 47 (Fernández 181) Conc III Limens 1583, act 2, c 14 (Lisi 132-33) Adversus Sacerdotes, tum seculares, tum regulares in hoc sacrilegii delicto incidentes, excomunicationis penam infligit. Conc IV Milan 1576, pars II, tit 5, Quae pertinent ad sacramentum poenitentiae, verbo Excommunicatione (Ratti, col 356-59) 97r XII §.4. Nada admita el Conc Tolet 1583, act 3, c 27 (Fernández 175) 283v; rev GX confesor con motivo o Sin Guad 1554, tit 2, const 3 (Asenjo, fol 3v) FP: GX pretexto de la confesión. Sin Granat 1572, lib V, tit IX, § 12 (Moscoso 232) Conc III Milan 1573, c 8, De iis quae ad poenitentiae sacramentum pertinent (Ratti, col 246-48) Conc IV Milan 1576, pars II, tit 5, Quae pertinent ad sacramentum poenitentiae, verbo demonstret (Ratti, col 356-59) Sin Osma 1584, tit 3, const 1 § 8 (Pérez 61) 97r XII §.5. No promedien las Conc Trident, Sess 14 (25 Novembris 1551) Doctrina de sanctissimo FP: TR confesiones los que poenitentiae c 5 (COD 705-07) ignoran la lengua de los indios. 97r-v XII §.6. Colóquense Ita sanxisse Gregor. XIII. notat Zenedo ad 6. lib. decretalium collact. 11, n 5 387r; rev MX1 confesonarios en la Sin Guad 1554, tit 2, const 30 (Asenjo, fol 12v) 286v, rev GR iglesia y ¿cómo han de Conc I Milan 1565, pars II, tit 6, Quae pertinent ad sacramenti poenitentiae 390r; rev L3, act 2 ser? administrationem (Ratti, col 51-54) FP: CQ. GR, L3 Sin Granat 1572, lib V, tit IX, § 17-18 (Moscoso 234) Sin Tolet 1580, const 15 (Quiroga, fol 11v-12r) Conc Tolet 1583, act 3, c 28 (Fernández 175) Conc III Limens 1583, act 2, c 18 (Lisi 136-37) Sin Osma 1584, tit 3, const 1, § 6 (Pérez 59-60) Conc I Mex 1555, c 59, § 2 (I Lorenzana 131) Conc II Mex 1565, c 8 (II Lorenzana 192-93)

151 fol T Tit Párrafo Nota a pie de página MM268: FP 97v XII §.7. Obsérvese la Motu proprio Pii V, const 347 365r; rev MX1, c 10 constitución de Pío V Greg. XIII. const. 71. fol. 33.48 in Bullario Apost. de quo consule Antonii FP: MX1, Motu propio acerca de los médicos y Possevini S. I., Bibliotheca Selecta, lib XIV, c 4 Methodus christanae adhibendi enfermos. medicinam.49 Zenedo ad Decret. colect. 107. et colect. 163. fol. 363. Cum dictis motibus propriis. Pii V. et Greg. XIII. loquitur Lex 3, tit XVI, lib III (Recop Cast I, fol 224v) Conc I Mex 1555, c 10 (I Lorenzana 55-57) Conc I Milan 1565, pars II, tit 6, Quae pertinent ad sacramenti poenitentiae administrationem, verbo iubemus (Ratti, col 51-54) Sin Tolet 1580, const 17 (Quiroga, fol 12v-13r) Conc III Limens 1583, act 3, c 39 (Lisi 192-93) Conc II Milan 1569, tit 1, Quae ad fidem tuendam sacramenta ministranda, et alia pastoralia munera pertinent, decr 17 (Ratti, col 174) Conc III Milan 1573, c 8, De iis quae ad poenitentiae sacramentum pertinent, verbo gravissima (Ratti, col 246-48) Conc IV Milan 1576, pars II, tit 5, Quae pertinent ad sacramentum poenitentiae, verbo Medici quicumque (Ratti, col 356-59) Sin Osma 1584, tit 3, const 1, § 12 (Pérez 62-63) Conc Burgen 1567-1579, Lib V, tit de poenitentiis et remissionibus, c 9 97v XII §.8. Todos los confesores Está este directorio aprobado por su Sanctidad conforme a este decreto, y en 389r-v; rev MX2, c 3 tengan el Directorio los demás decretos donde se habla dél. FP: MX2 publicado y aprobado por este concilio; y los examinadores pregunten por él a los examinados. 97r XII §.9. Pecados y Conc Trident, Sess 14 (25 Novembris 1551) Doctrina de sanctissimo 384v; rev MX1, c 91 excomuniones poenitentiae c 7 (COD 708) et Canones de sanctissimo poenitentiae 286v, rev GR reservados. sacramento c 11 (COD 713) FP: MX1, GR Conc I Mex 1555, c 91 (I Lorenzana 167-68) Conc I Milan 1565, pars II, tit 6, Quae pertinent ad sacramenti poenitentiae administrationem, verbo ab eorum etiam criminum (Ratti, col 51-54) Sin Granat 1572, lib V, tit IX, Casos reservados al prelado (Moscoso 237) Sin Tolet 1580, const 23 (Quiroga, fol 19v-20v)

Notas al pie 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44, 45, 46, 47, 48 y 49

37 Martín de Azpilcueta (Navarro), Enchiridion sive manuale confessariorum et poenitentium, Datis et promissi, Commentarius de datis, et promissis pro iusittia, vel gratia obtinendis. in extravag ab ipso S. D. N. Gregorii XIII qua innovatur extravagans Bonifacii VIII ea de re olim edita, final del tomo IV, Ex Typographia Iacobi Tornerii, Romae 1588. 38 Cf. Pío V, Ordinationes circa observantiam divini cultus in Ecclesiis et venerationem Festivitatum, necnon et contra Simoniacos, Blasphematores, Sodomitas et Concubinarios, const 5, Bullarium sive Collectio Plurimarum Constitutionum Apostolicarum Diversorum Romanorum, cit., vol. II, fols. 179-180. 39 Queda por localizar esta referencia. Pensamos que se trata de un canon del Corpus Iuris Canonici. 40 Esta bula puede consultarse en Tejada, pp. 121-122. 41 Cf. José de Acosta, De Procuranda Indorum Salute, t. III, CSIC, Madrid, 1987, pp. 506-525. La primera edición de esta obra se publicó en Salamanca en el año 1588. 42 Bartolomé de Medina, Expositio in primam secundae Angelici Doctoris D. Thomae Aquinatis, apud Damianum Zenarium, Venetiis 1602, fols. 123-127. 43 Juan Gutiérrez, Canonicarum Quaestionum, apud Bernardum Iuntam, Io. Bapt. Ciottum et Socios, Venetiis 1609, fols. 61-64. 44 Antonio Gómez, Ad leges Tauri, ex officina Typographia Nicolai Bassaei, Francoforti, 1591. 45 Vid. Hernáez, cit., Bula de las Cruzadas, Gregorio XIII, Cum alias felicis, 10 de julio de 1573, pp. 720-725. 46 Antonio Possevinus, Bibliotheca Selecta qua agitur de ratione studiorum, in historia, in disciplinis, in salute omnium procuranda, ex typographia apostolica Vaticana, Romae 1593, fol. 286. Es la primera edición de esta obra y fue la empleada por los editores de nuestro concilio, ya que coincide el número de folio que indica en el aparato crítico de los decretos con el de esta obra. 47 Cf. Pío V, Medici, quae servare debeant in curatione infirmorum, const 3, Bullarium sive Collectio Plurimarum Constitutionum Apostolicarum Diversorum Romanorum, cit., vol. II, fols. 177-178. 48 Cf. Gregorio XIII [...]. Et Medici omnes servent constitutionem Pii V in monendis infirmis ad confessionem peccatorum, const 68, Bullarium sive Collectio Plurimarum Constitutionum Apostolicarum Diversorum Romanorum, cit, vol. II, fols. 449-450. 49 Antonio Possevinus, Bibliotheca Selecta qua agitur de ratione studiorum, in historia, in disciplinis, in salute omnium procuranda, ex typographia apostolica Vaticana, Romae 1593, fol. 153.

152 Fuentes relevantes del libro V

Fuentes citadas Número 1 Sínodo de Granada (1572) 21 2 Concilio I de México (1555) 13 3 Concilio III de Lima (1582/1583) 12 4 Sínodo de Guadix (1554) 8 5 Concilio de Trento 6 6 Concilios de Toledo (1565, 1580 y 1582/1583) 8 7 Otras fuentes 7

Libro V. Fuentes principales

Por último, el libro V, centrado en el derecho penal y en el modo de hacer las visitas episcopales, recibe el influjo de una gran diversidad de fuentes, entre las cuales tendríamos que destacar las sinodales del granadino. Podemos comprobar que este influjo de las sinodales granadinas que hemos visto en el libro segundo de los decretos mexicanos se vuelve a repetir en el libro quinto. En cierto modo es lógico que sea así, ya que el libro segundo sobre el proceso judicial está muy relacionado con el quinto sobre la pena. Por consiguiente, del mismo modo que Juan de Salcedo se apoyó en las normas granadinas para la elaboración del segundo libro sobre el proceso, ahora vuelve a estas sinodales para confeccionar la parte penal de los decretos, dándole así continuidad y unidad a las normas mexicanas. También dejó su impronta el sínodo de Granada en muchas de las normas sobre la visita episcopal, aunque aquí también encontramos el influjo del concilio mexicano de 1555 y el concilio de Lima de 1582-1583.

CONCLUSIONES DEL ANÁLISIS DE LAS FUENTES PREFERENTES

Para terminar, queremos mostrar los resultados globales de nuestro estudio de las fuentes relevantes de los decretos mexicanos. Antes de nada, tan sólo recordar que nuestro estudio está restringido a aquellas disposiciones del concilio tercero de México que presentan anotaciones de fuentes en sus márgenes. Esto implica que únicamente hemos señalado las fuentes preferentes de 65 por ciento de las normas del concilio.

153 El restante 35 por ciento de las disposiciones mexicanas que no contienen aparato crítico, ha escapado del marco de nuestro estudio. De todos modos, aunque un tercio de los párrafos de los decretos no viene acompañado de un aparato de fuentes, hay que mencionar que, en muchos casos, se puede encontrar en otro párrafo una citación de una autoridad que versa sobre el tema en cuestión y en el que seguramente se inspiró.50 Por tanto, a pesar de no contar con el análisis de un tercio de los decretos sin aparato crítico, pensamos que ello no afecta el resultado final ya que se puede considerar incluido en otras normas con referencias a fuentes. El punto de partida de nuestro estudio sobre las fuentes relevantes, y sobre el que nos hemos fundamentado, han sido los esquemas de elaboración. Además, hemos realizado, en muchas ocasiones, un análisis comparativo de los textos de los decretos mexicanos y las fuentes citadas, en aquellos casos en los que no hemos encontrado referencias en los esquemas de elaboración. Aun así, los resultados finales que hemos mostrado en las gráficas sean susceptibles de algunas correcciones. Por tanto, con estas conclusiones tan sólo pretendemos hacer una primera aproximación sobre la relevancia de las fuentes principales de los decretos mexicanos, con el objetivo de que pueda servir como punto de partida para un estudio más exhaustivo de cada una de estas normas. Nuestro análisis de las fuentes preferentes nos ha llevado a formular las siguientes conclusiones:

• La fuente que más ha influido en un mayor número de normas ha sido el sínodo de Granada de 1572. Esto se puede ver, menos en el libro cuarto, en todos los demás libros, especialmente en el libro primero y segundo. • La segunda fuente por importancia, en cuanto al número de disposiciones a las que se les puede atribuir el origen, es el concilio de México de 1555. Como ya hemos dicho, el primero de México constituye la base y punto de partida de la elaboración de los decretos mexicanos, de ahí que muchas de sus normas se renueven, sobre todo aquéllas directamente relacionadas con los indios: las reducciones, la predicación en lengua indígena, los días de fiestas que debían guardar los indios... Sin embargo, otras muchas de sus disposiciones fueron sustituidas por las de otras fuentes. • En tercer lugar está el concilio tercero de Lima que, como el concilio primero de México, influye en muchas normas vinculadas con la vida de la iglesia en Nueva España, particularmente con relación a los indios: matrimonio de los indios, catecismo y predicación de los naturales,... • Los concilios de Toledo de 1565 y de 1582/83 también tienen un reflejo notable en las decretos mexicanos, especialmente en el libro cuarto, y también, en temas con relación a la vida de los clérigos y religiosos (libro tercero). • Contra lo que cabría esperar, el concilio de Trento no parece tener una influencia predominante en los decretos mexicanos, al menos a cuanto se refiere a una influencia directa. De todos modos, como se puede observar, todas las fuentes principales, salvo el primero de México (1555), son de la época postridentina. Por consiguiente, aunque el concilio de Trento no tenga una influencia muy directa e inmediata en decretos mexicanos, se puede apreciar que la tiene de los concilios postridentinos que cita nuestro concilio. • Por último, hay una serie de fuentes de menor importancia que engloba tanto a los concilios de Milán, de Compostela y de Guadix, como a diversos cánones del Corpus Iuris Canonici, bulas papales y leyes regias, que constituyen el origen de un buen número de normas del concilio tercero de México.

Estos resultados se pueden resumir en la siguiente gráfica:

50 Esto es lo que sucede en el ejemplo que hemos mostrado más arriba, al hablar de la fuente granadina, epígrafe Análisis de las Fuentes Granadinas en el aparato crítico del concilio tercero de México.

154 Fuentes preferentes de los decretos mexicanos

Por último, tan sólo subrayar la relevancia del sínodo de Granada respecto a las demás fuentes de nuestro concilio. Por encima del primer concilio mexicano y del concilio tercero de Lima, el sínodo de Granada de 1572 constituye un elevado porcentaje de los decretos del mexicano de 1585. De cara a un estudio crítico de los decretos mexicanos proponemos, partir de las constituciones del concilio mexicano de 1555 que, en nuestra opinión, es la base de la elaboración de los decretos de nuestro concilio. Al mismo tiempo, remitiendo a sinodales granadinas, comparar los textos de ambas asambleas, pues del sínodo de don Pedro Guerrero, el nuestro heredó el esquema de los decretos y muchas de sus disposiciones que no figuraban en las primeras constituciones mexicanas. Después de lo cual, habría que analizar también la influencia del tercero de Lima y del resto de fuentes que hemos calificado de relevantes en la confección de las normas del concilio tercero de México. Para todo esto, pueden ser de gran ayuda las tablas descriptivas del aparato crítico de los decretos mexicanos, particularmente la última columna, que indica la fuente principal de cada ley y el lugar donde se encuentra en los esquemas de elaboración.

155 CONCLUSIONES

AUTOR

Pensamos que no existen varios autores, como opinan otros investigadores, sino un único autor de los decretos del concilio tercero de México: Juan de Salcedo. Esta conclusión la hemos fundamentado en un análisis de los esquemas de elaboración de los decretos, sopesando el papel del secretario del concilio en la redacción de éstos. Además, aunque a simple vista los tipos de letra que figuran en estos documentos de preparación de los decretos, parecieran haber sido realizados por diferentes manos, en realidad se trata de variaciones de una única mano, la de Salcedo. Con esto no queremos negar que Juan de Salcedo dispusiera de varios colaboradores, copistas y consultores que le ayudaron en la composición de estas normas.

MÉTODO DE ELABORACIÓN

Los esquemas de elaboración de los decretos mexicanos que se conservan en la Bancroft Library, volumen MM268, todavía inéditos, nos dan las claves del método utilizado por Juan de Salcedo en la redacción de los decretos. En primer lugar se parte de una revisión minuciosa de las sinodales del primer concilio de México (1555), que consta de cuatro fases. Después se repite el mismo procedimiento con el concilio mexicano de 1565, el tercero de Lima, el sínodo de Granada (1572), el sínodo de Guadix (1554), los concilios de Toledo y el de Compostela (1565). Finalmente se añaden algunas cosas sueltas de otras legislaciones. Según el orden de revisión, se puede destacar dentro de estos apuntamientos una jerarquía de importancia. La localización en los esquemas de elaboración de la última fase de revisión de estas normas es la siguiente: concilio primero de México (1555) (BL, MM268, 363r-386r); concilio de México 1565 (BL, MM268, 388v-389v); concilio tercero de Lima (BL, MM268, 390r-391r); sínodo de Granada (1572) (BL, MM268, 392v-393v); sínodo de Guadix (1554) (BL, MM268, 330v); concilio toledano (1582/83) (BL, MM268, 392); concilio de Compostela (1565) (BL, MM268, 391r-v). La conclusión a la que hemos llegado es que los decretos del concilio tercero de México son una obra de compilación de muchas legislaciones y no sólo del primero de México. La profunda revisión a las constituciones de 1555 significa, por una parte, una clara voluntad del redactor de nuestro concilio por recoger todas las constituciones del primer concilio de México; por otra, refleja un método de trabajo en la elaboración de estas nuevas normas. Las disposiciones del primer concilio de México representan, en la elaboración de los decretos del tercero de México, la guía o falsilla con la que se ayudó el redactor para componer unas normas lo más completas posible. En definitiva, de los manuscritos de redacción de los decretos se observa cómo el redactor se apoyó en las viejas disposiciones mexicanas para elaborar las normas de 1585, después de lo cual, se inspiró en otras legislaciones de concilios de la época postridentina tanto del Nuevo como del Viejo Mundo.

156 FUENTES PREFERENTES

La siguiente conclusión, muy relacionada con la anterior, se refiere a las fuentes preferentes de nuestro concilio. Después de constatar el abultado número de fuentes que aparecen en el aparato crítico de los decretos, hemos concluido que no son tantas las que realmente influyeron en el texto de los decretos mexicanos. Al contrario, son sólo unas pocas que a continuación enumeraremos. En primer lugar, las constituciones del concilio primero mexicano de 1555, que son el eje a partir del cual se fueron formando los decretos del tercero. En un mismo grado de importancia estarían el sínodo granadino de 1572 y el concilio tercero de Lima de 1583, que actuaron como cauce de la doctrina y disciplina establecida en el concilio Trento, superando en muchos aspectos a las normas del concilio primero de México. Y finalmente, en un segundo grupo de fuentes, encabezado por el concilio de Trento, aparecen unas legislaciones que influyeron –unas más, otras menos– en el texto final de las decretos de nuestro concilio: los concilios de Toledo, Compostela, Corpus Iuris Canonici, las leyes regias. A pesar de ser el fin del concilio mexicano la aplicación de los cánones tridentinas, no hemos incluido el concilio de Trento entre las fuentes más importantes de nuestro concilio por varios motivos: el primero, porque no hemos encontrado en los esquemas de elaboración de los decretos mexicanos un análisis particular al concilio de Trento, de ahí que sean pocas las referencias directas a sus disposiciones en estos papeles de redacción; después, porque el método de elaboración que se impuso el redactor de los decretos mexicanos partía de otras legislaciones particulares postridentinas; y finalmente, como consecuencia, nuestro concilio aplicó en verdad el concilio tridentino pero de forma fundamental por medio de otras legislaciones, aplicadores de las disposiciones del concilio ecuménico. Hemos investigado el recorrido de algunas de las fuentes principales de nuestro concilio desde su punto de origen hasta México. Pensamos que el redactor de los decretos del mexicano III pudo disponer de las constituciones del concilio III de Lima gracias a Bartolomé de Ledesma, que participó en esta asamblea conciliar y después también en México como obispo de Oaxaca. Por otra parte, las constituciones limeñas que encontramos dentro de los esquemas de elaboración de las decretos mexicanos son posteriores a nuestro concilio y las trajo a México José Acosta en 1586. Queremos dejar constancia de que una característica de las fuentes que se emplearon en la elaboración del concilio mexicano corresponde a textos legislativos que todavía no habían sido aprobados por Roma. Esto sucede con las constituciones del concilio de santo Toribio y con las disposiciones del concilio de Toledo (1582/83). Los dos ejemplares que encontramos en los esquemas de composición del tercer mexicano son anteriores a la aprobación por Roma de los respectivos concilios.

AUTENTICIDAD DEL APARATO CRÍTICO

Ante todo, no podemos olvidar que estamos delante de un aparato de fuentes de un concilio del siglo XVI, y que por tanto sus referencias no son totalmente precisas como cabría esperar de una obra científica moderna. Hemos encontrado no pocos errores en la descripción de las fuentes del aparato crítico. Además, algunas de sus citas hacen referencia a obras posteriores a la finalización de nuestro concilio, en octubre de 1585. Lo cual significa que no todas las referencias del aparato crítico deben considerarse como fuentes de los decretos. Nos inclinamos a pensar que este fenómeno estuvo motivado por el hecho de que el aparato crítico de los decretos del tercer mexicano fue añadido con posterioridad y poco antes de su publicación en el año 1622. Y por consiguiente, no es para maravillarse que después de más de una treintena de años, algunas citas no sean todo lo precisas que se desearía. Hemos observado que, junto a las pocas referencias de los márgenes que se encuentran en los ejemplares en castellano y en latín que se presentaron en Roma, el editor de los decretos mexicanos, en la publicación de éstas en 1622, introdujo gran cantidad de fuentes. La inmensa mayoría la extrajo de los esquemas de elaboración del concilio, por tanto son fuentes auténticas de los decretos, mientras que las restantes fueron añadidas como un gran trabajo de erudición del editor.

157 Parece claro que el equipo que se encargó de publicar los decretos mexicanos no sólo se limitó a una tarea de simple transcripción de las normas mexicanas aprobadas por Roma y Madrid. Además, los editores de 1622 completaron los decretos con un magnífico aparato de fuentes con base en las anotaciones de los esquemas de redacción, a las que añadieron otras que pensaron interesantes y convenientes. Por todo ello, así como no ponemos en duda que el autor de los decretos es Juan de Salcedo, del mismo modo pensamos que fue el mismo Salcedo el artífice principal de la ampliación del aparato crítico que aparece en la primera edición de 1622. Después de más de tres décadas de la finalización del concilio, el ya anciano Juan de Salcedo pudo coordinar y orientar la tarea de elaboración de este aparato crítico. ¿Quién mejor que el mismo autor de los decretos podría completar su obra con este hermoso aparato bibliográfico de verdadera erudición? De cualquier manera, después de 37 años de concluido el concilio fue inevitable que se cometieran algunas imprecisiones.

158 ANEXOS E ILUSTRACIONES

ANEXO I

En este cuadro de tres columnas, queremos mostrar cómo todas las constituciones del concilio de Sevilla están incluidas en las sinodales del de México de 1555, que a su vez están en los decretos del tercer mexicano. Hemos puesto en negrita las constituciones del primero de México que vienen citadas en el aparato crítico de los decretos de 1585.

Concilio de Sevilla 1512 Primer mexicano 1555 Tercero de México 1585 1. Que los párrocos enseñen a sus feligreses los 1. De la doctrina cristiana, y de lo que deben saber los Lib I. tit I. De la doctrina cristiana que se ha de enseñar a los rudos. §.1. misterios de nuestra santa fe católica, y que en todas cristianos Enséñese uniformemente la doctrina cristiana según la norma del las iglesias haya una tabla en donde esté escrito catecismo, dispuesto por la autoridad del concilio. cuanto deban enseñarles 2. Que ningún adulto sea bautizado, sin que primero sea Lib I. tit I. No se han de administrar los Sacramentos a los que ignoran la 2. Nómbrese personas que instruyan en la santa fe instruído en la fe católica doctrina cristiana. §.1 Ninguno sea admitido al bautismo, si no católica a los nuevamente convertidos: y qué es lo entiende bien la doctrina cristiana. que deben hacer los párrocos en este particular 3. Que los párrocos sean diligentes en la 3. De la doctrina de los niños Lib I. tit I. De la doctrina cristiana que se ha de enseñar a los rudos. §.4. administración de los santos sacramentos Esto mismo hagan los maestros de escuela. 4. Que se hagan doctrinas para los indios Lib I. tit I. De la doctrina cristiana que se ha de enseñar a los rudos. §.2. Todos los párrocos tengan el catecismo, según el cual sea enseñada a los indios la doctrina cristiana en determinados días. 5. Contra los adivinos, mágicos y quienes los 5. Que ninguno vaya a los sortilegios ó encantadores Lib V. tit. VI. §.1. Penas de los hechiceros y encantadores. consultan o adivinos 6. Que anualmente se expidan letras generales 6. Que se den cartas generales cada año, contra los Lib III. tit. II. De la vigilancia y del cuidado que deben ejercer respecto de sus contra los que viven públicamente en pecado, y se que están en pecados públicos; y se proceda hasta súbditos, principalmente en lo que mira a la recepción de los sacramentos. §.1. proceda contra ellos hasta implorar el auxilio del invocar el brazo seglar Los párrocos formen anualmente un padrón de sus feligreses. brazo seglar 7. Forma de proceder contra los que no confiesan 7. De la orden de proceder contra los que no se sus pecados, y no reciben la santa Eucaristía confiesan ni comulgan 19. Qué debe observarse acerca de los 8. Que ninguno que no tuviere cura de ánimas oiga Lib V. tit. XII. §.1. Ejerzan los confesores su oficio con la confesonarios y altares portátiles o móviles. de confesión, ni los confesores apliquen para sí las integridad y prudencia correspondientes. misas o restituciones que mandaren hacer al penitente 31. Que los religiosos no sirvan beneficio ni 9. Que los sacerdotes religiosos no oigan de Lib III. tit. XIII. §.18. No puedan sin licencia del obispo, ser capellanía penitencia, sin que para ello tengan la licencia y promovidos a órdenes, ni confesar, ni ejercer el ministerio de la aprobación que el derecho requiere predicación. 4. Que los médicos, lo primero y sobre todo 10. Que los médicos y cirujanos amonesten á los Lib V. tit. XII. §.6. Colóquense confesonarios en la Iglesias y ¿cómo amonesten a los enfermos que cuiden de la salud de enfermos que se confiesen han de ser? sus almas 8. Pena de los que por un año y más permanecen en 11. En qué pena incurren los que se dejan estar Lib V. tit XI. §.4. Pena del clérigo que permanece en la excomunión excomunión excomulgados por un año, o más tiempo o suspensión. 12. Que en cada iglesia haya tabla en que se asienten los Lib V. tit XI. §.3. Póngase en la tablilla de la puerta de la iglesia la nombres de los que fueren denunciados por lista de los excomulgados vitandos. excomulgados 13. Que los curas puedan absolver a los Lib V. tit XI. §.6. Se concede a los párrocos facultad de absolver la excomulgados constándoles que la parte es excomunión por los robos. satisfecha 59. Que no se concedan letras de excomunión por 14. Que no se den cartas de excomunión por cosas Lib V. tit XI. §.1. No se excomulgue por robos de corto valor. cosas de poco interés livianas y de poca cantidad 15. Que los notarios cuando dieren segunda carta de Lib I. tit X. §.35. Qué deban observar sobre los monitorios. excomunión guarden en su poder la primera, y así sucesivamente 9. Que los manumisores y albaceas testamentarios 16. Que los albaceas cumplan los testamentos de los Lib III. tit IX. §.1. Cuidado de los obispos acerca de las últimas cumplan y ejecuten dentro de cierto tiempo los difuntos dentro de cierto tiempo voluntades. testamentos de los difuntos

159 17. De las capellanías y memorias que dejan los Lib III. tit VIII. §.8. Destínese en cada parroquia un libro en que se difuntos haga relación de los derechos, censos, y de cualquiera otros bienes que le pertenezcan. 10. Festividades que han de guardarse, y que los 18. Qué fiestas se han de guardar, y que los curas las Lib II. tit III. §.1. Días de fiesta que se han de guardar de precepto. párrocos las anuncien a sus feligreses notifiquen a sus parroquianos Lib II. tit III. §.9. Explicase cuáles son los días festivos, que obligan a los indios. 11. Contra los que no oyen Misa mayor en los 19. Contra los que no oyeren misa mayor los Lib II. tit III. §.6. Las viudas no pueden excusarse de oír misa más domingos y festividades de precepto, o contra los domingos y fiestas de guardar de un mes, pretextando que están impedidas por causa de luto. violadores de ellas, y contra los que venden carne y otras cosas prohibidas en cuaresma y días de ayuno 12. Que las Iglesias metropolitanas de la provincia 20. Que en el rezar de los divinos oficios y ceremonias de Lib III. tit XV. §.2. Todos deben conformarse al Ritual aprobado se pongan de acuerdo entre sí en el rezo de los la misa se conformen en toda la provincia con la iglesia para esta provincia. divinos oficios. metropolitana 13. Cómo deben estar los eclesiásticos en los oficios 21. Cómo deben estar los eclesiásticos en los oficios Lib III. tit XV. §.4. No se admita a ningún secular dentro de las divinos, y el orden que en ellos ha de observarse divinos, y la orden que han de tener en ellos rejas del coro; §.5. No se permita a ninguna mujer entrar al coro. 14. Qué debe observarse en la celebración de los 22. Que en el decir de las misas votivas se eviten Lib III. tit XV. §.10. No se mezcle superstición alguna en la oficios divinos y administración de sacramentos en todas abusiones celebración de las misas. tiempo de entredicho 17. Que no se hagan pactos ni convenciones por las 23. Que no se haga pacto ni conveniencia sobre lo Lib I. tit V. §.1. Nada se exija por la administración de los misas, oficios divinos ni sepulturas que se ha de dar por hacer los divinos oficios, misas, sacramentos, sino con arreglo a la tasa prescrita por el obispo. obsequias y entierros, ni por las sepulturas 24. Que en las iglesias no se hagan sepulcros altos, Lib III. tit X. §.6. No se erijan túmulos en las iglesias. ni haya tumbas 18. Que no se celebre misa fuera de la iglesia ni se 25. Que no se diga misa fuera de la iglesia en casa Lib III. tit XV. §.11. No se celebre misa sino en la iglesia o en dé para ello licencia particular, ni se dé licencia para ello oratorio visitado por el obispo. 20. Que no se celebren matrimonios fuera de la 26. Que no se administre el sacramento del Lib III. tit XVI. §.1. No se administre el bautismo fuera de la iglesia bautismo, ni se celebren velaciones fuera de la iglesia, ni en otra parte que en la parroquia. iglesia 21. Que no se permitan representaciones en las 27. Que no se hagan representaciones en la iglesias Lib III. tit XIV. §.2. Ciérrense las iglesias de noche y no se abran iglesias: y que en las que haya clérigos solteros estos antes de que amanezca. Lib III. XV. §.21. Háganse las sean sacristanes, etc., procesiones públicas con devoción, y no de noche. 22. Que todas las parroquias se pongan de acuerdo 28. Que todas la iglesias parroquiales se conformen Lib III. tit XV. §.15. Todas las iglesias se conformen con la catedral con la iglesia mayor para el toque del Ave María y con la iglesia mayor en el tañer el Ave María, misa y en el toque de las campanas. vísperas vísperas 29. Que en las iglesias no se hagan consejos ni Lib III. tit XVIII. §.3. No se permitan veladas en la iglesia. ayuntamientos, ni en los cementerios juegue nadie. Tampoco se digan sermones de pasión en la noche. 53. Que no se construyan fortalezas en las iglesias 30. Que ninguno ocupe, ni encastille las iglesias, ni Lib III. tit XIX. §.1. Se provee a la inmunidad de las iglesias. 54. Contra los violadores de la inmunidad saquen los retraídos de ellas, ni les veden los eclesiástica mantenimientos, ni echen prisiones dentro, ni las 55. Que no se hagan estatutos u ordenamientos en cerquen, ni hagan leyes o constituciones contra la contra de la libertad eclesiástica libertad eclesiástica 39. Qué deben observar los que se acogen a la 31. Que los que se acogieren a las iglesias estén Lib III. tit XIX. §.2. Qué deben hacer los que se refugian a las iglesias y tiempo en las deben estar honestamente en ellas, y qué tanto tiempo han de iglesias; §.4. No permanezcan en las iglesias pasados nueve días. consentir estar así a estos, como a los desterrados que se acogen a ellas. 32. Que haya en cada iglesia libro de bautismo y de Lib III. tit II. §.11. Los párrocos tengan libros, en que se asienten matrimonios las partidas de los bautizados, confirmados, casados y difuntos. 50. Que el sacramento de la Eucaristía, el crisma y el 33. Que el sacramento de la Eucaristía y la crisma y Lib I. tit VI. §.11. Señálese un lugar decente para guardar los sagrado óleo, se conserven en lugar decente, y se óleo esté en lugar decente sagrados óleos. custodien con fidelidad. 51. Que los ornamentos de las iglesias no se ocupen en usos extraños 34. Que no se pinten imágenes sin que sea primero Lib III. tit XVIII. §.9. Conviene que se pinten las imágenes; pero si examinado el pintor y las pinturas que pintare fueren de escultura hágaseles el ropaje de la misma materia. 47. Que no se fabriquen las iglesias sin mandato del 35. Que ninguno edifique iglesia, monasterio ni Lib III. tit XIII. §.21. Decreto acerca de los ermitaños. obispo ermita sin licencia ni en esta tierra haya ermitaños Lib III. tit XIV. §.1. Sólo con licencia del obispo, edifíquense las iglesias y los oratorios. 49. Que se abra un libro auténtico en que se 36. Que los legos no tengan en sus casas aras Lib III. tit I. §.8. Circunspección que debe observarse en la expresen todos los bienes de las iglesias consagradas ni ornamentos bendecidos para vender bendición de los vasos sagrados. 52. Que no se enajenen los bienes de las iglesias Lib III. tit XVIII. §.11. Ninguno en lo sucesivo tenga aras, cálices, etc. consagrados, de venta, bajo pena de comiso. 37. Que los curas amonesten a sus feligreses que no Lib III tit II. §.8. Anuncien los días de fiesta de precepto, y aquellos coman carne en los días de ayuno, y cómo se ha de en que obliga el ayuno. dar la licencia Lib III. tit XXI. §.1. Qué días obliga la ley del ayuno tanto a los españoles como a los indios. 34. Que no se celebren matrimonios clandestinos; y 38. Que no se hagan matrimonios clandestinos, y la Lib IV. tit I. §.3. Se prohíben los matrimonios clandestinos. pena de los contrayentes y testigos pena en que incurren los contrayentes y los testigos Lib IV. tit II. §.1. Ninguno contraiga matrimonio dentro de los 36. Contra los que se casan mediando parentesco en grados prohibidos. grados prohibidos.

160 35. Qué debe observarse en los matrimonios entre 39. Lo que se ha de guardar en el matrimonio de los Lib IV. tit I. §.12. Sepárense a los que llegan de Europa con extraños extranjeros mujeres que llaman propias, si dentro de año y medio no traen testimonio o prueba legítima del matrimonio. 37. Contra los bígamos 40. Contra los que se casan dos veces Lib IV. tit I. §.11. Ninguno sea admitido a segundas nupcias, si no prueba suficientemente la muerte de su consorte. 41. Que los jueces no den cartas de quitaciones sin Lib IV. tit I. §.14. No se permita el divorcio. proceder orden y sentencia para ello 58. Que los provisores y oficiales no deleguen a 42. Que nuestro provisor y oficiales no cometan las Lib II. tit V. §.3. No los notarios sino los mismos jueces, o otros las causas matrimoniales, y en especial el causas matrimoniales, en especial la recepción de cualquiera otro a quien éstos hayan comisionado especialmente, examen de testigos los testigos reciban las declaraciones de los testigos que hayan de deponer en las causas matrimoniales, o en cualesquiera otras que sean tan graves como éstas. 43. Que no tengan los casados, ni los que no lo Lib V. tit X. §.1. Castíguese severamente a los públicos fueren, mancebas especialmente parientas amancebados; §.2. Excomúlguese ipso facto al amancebado con parienta o con infiel. 32. Cualidades que deben tener los ordenandos y 44. Del examen que se debe hacer antes que sean Lib I. tit IV. De la vida, fama y costumbres de los que se han de ordenar. §.1. que para su ordenación no intervengan influjos ordenados los clérigos, o dadas reverendas, y que no No promuevan los obispos a ninguno que no sea bien morigerado, 33. Que no se reciban derechos por las órdenes se den más de para un orden sacro ni al que tenga costumbres de jugar. 45. De la instrucción, que han de guardar los Lib I. tit IV. De la ciencia necesaria para las sa-gradas órdenes. §.2. examinadores con los que han de ser ordenados para Ninguno sea promovido a la tonsura clerical si no es que afirme primera corona con juramento que quiere permanecer en el estado eclesiástico. 46. Que se haga registro de las órdenes y se ponga en los Lib I. tit IV. De la vida, fama y costumbres de los que se han de ordenar. §.1. archivos de las iglesias catedrales No promuevan los obispos a ninguno que no sea bien morigerado, ni al que tenga costumbres de jugar. 47. Que ninguno que haya cometido delito porque Lib I. tit IV. De la vida, fama y costumbres de los que se han de ordenar. §.2. merezca pena de sangre sea admitido a órdenes de No sea admitido a los sagrados órdenes el reo de crimen capital. clérigo 23. De la vida y honestidad de los clérigos 48. De la vida y honestidad de los clérigos Lib III. tit V. Del Trage y porte exterior de los clérigos. §.1. Todos los clérigos usen un vestido honesto y propio de su estado; §.4. Otras prohibiciones hechas a los clérigos acerca de los trages. Lib III. tit V. Espectáculos vanos y acciones profanas de que deben abstenerse los clérigos. §.1. Los clérigos no concurran a las corridas de toros; §.2. Los clérigos no usen trages de máscara; §.3. Tampoco han de cantar canciones profanas, ni aun bailar; §.9. Penas decretadas contra los clérigos entregados a la embriaguez. 38. Contra los blasfemos 49. Que ningún clérigo jure el nombre de Dios y de Lib V. tit VII. §.1. Con más especialidad se prohíbe a los clérigos sus santos en vano, ni diga pese a Dios perjurar. 50.Que los clérigos no jueguen a tablas, dados, Lib III. tit V. Juegos prohibidos a los clérigos. §.1. Qué clase de juegos se naipes, ni consientan jugar en su casa dinero, joyas, prohíben a los clérigos; §.2. Conserven los clérigos gravedad en ni preseas, ni sean arrendadores. presencia de los seglares; §.5. Qué clase de juegos, y en qué tiempo se les permiten. Lib III. tit XX. §.3. Se prohíbe a los clérigos arrendar rentas. 26. Que los clérigos no tengan concubinas 51. Que los clérigos no tengan en su compañía mujer Lib V. tit X. §.5. Penas de los clérigos concubinarios; §.8. ¿Qué se 27. Que los clérigos no estén presentes a los que el derecho reputa por sospechosa ni concubina, hará de los amancebados con su esclava?; §.9. ¿Qué si con las matrimonios ni bautismos de sus hijos, ni los lleven no otra ilícita conversación criadas?; §.10. No concurran los clérigos al bautismo, bodas, etc., de en su compañía sus hijos, a no ser legítimos. 24. Que los clérigos de orden sacro y los 52. Que los clérigos de orden sacro que no son Lib III. tit V. Del uso frecuente de la sagrada Eucaristía. §.1. Los clérigos beneficiados confiesen, y reciban el santo presbíteros se confiesen cuatro veces en el año, y ordenados in sacris reciban frecuentemente la sagrada Eucaristía. sacramento de la Eucaristía al menos en las tres reciban el Santo Sacramento de la Eucaristía pascuas del año. 25. Que el sacerdote pueda elegir confesor 53. Que los sacerdotes puedan elegir confesor suficiente Lib III. tit V. Del uso frecuente de la sagrada Eucaristía. §.1. Los clérigos ordenados in sacris reciban frecuentemente la sagrada Eucaristía. 54. Que ningún clérigo presbítero sirva de capellán a Lib III. tit XV. §.14. Los párrocos que fueren a la ciudad, asistan a ninguna persona, ni acompañe a mujeres misa y vísperas en las fiestas solemnes. 55. Que no traigan los clérigos armas Lib III. tit V. Espectáculos vanos y acciones profanas de que deben abstenerse los clérigos. §.6. No lleven armas en la ciudad, ni recorran las calles de noche con músicos; §.7. Se prohíbe a los clérigos el uso de los arcabuces; §.8. No entren al servicio de seglares, y principalmente de mujeres. 28. Que los clérigos no se entreguen a 56. Que los clérigos no tengan contratos de Lib III. tit XX. §.1. No se empleen los clérigos en negociar. negociaciones ni trato de comestibles mercaderías, ni hagan contratos ilícitos ni disimulados. 29. Que los vicarios se informen de la vida de los 57. Que los clérigos que vienen de España y traen en Lib I. tit VII. §.1. Se manda a los obispos, vicarios, párrocos y clérigos de su vicaría, y que anualmente envíen de su compañía mujeres con título de parientas superiores de regulares que no admitan a los extraños a celebrar esto una relación a su prelado muestren testimonio cómo lo son, y que sean misa, si no presentan letras de su obispo. examinadas sus dimisorias, y lo que traen empleado Lib I. tit VIII. §.30. Qué deben observar los vicarios de los puertos acerca de los clérigos que a ellos aportaren.

58. Que no sean admitidos los clérigos que han sido Lib I. tit VIII. §.33. ¿Qué debe hacerse con los religiosos religiosos sin que primero sean examinadas sus forasteros? dispensaciones y licencias Lib III. tit XIII. §.20. El obispo no favorezca a los regulares que den mal ejemplo.

161 59.Que los clérigos no pidan otro salario a los indios Lib III. Tit II. De los deberes propios de los curas de los indios. §.1. Los más del que el rey o el encomendero les da, y tienen curas no exijan cantidad alguna que exceda a la señalada en el tasado arancel público; §.4. No tengan más de dos caballos; §.5. No hospeden en sus casas a los vagos y jugadores; §.9. Los curas han de vivir en la casa parroquial. 60. Que los clérigos que hubieren de confesar Lib III. tit II. De los deberes propios de los curas de los indios. §.7. Los españoles o indios sean primero examinados, y que fiscales y no los curas por sí mismos han de castigar a los no castiguen por su propia persona sus criados delincuentes. Lib III. tit V. Espectáculos vanos y acciones profanas de que deben abstenerse los clérigos. §.5. A ninguno castiguen los clérigos por su mano. 42 Que a nadie se dé posesión de beneficios sin 61. Que ningún beneficiado tenga ni sirva otro beneficio Lib III. tit III. Deber de los beneficiarios relativamente a la asistencia de los mandato del ordinario más de uno, y que los prebendados vengan á servir sus oficios divinos. §.4. No se encargue a los prebendados el cuidado de prebendas las capillas. 43. Que no se admita a celebrar a sacerdotes 62. Que los sacerdotes que tienen cargo de Lib III. tit XI. §.1. Ningún sacerdote se atreva a administrar los extraños ni a ordenarlos fuera de la diócesis, aunque administrar los sacramentos a los indios no se santos sacramentos en parroquia extraña. tengan licencias, sin exhibir permiso del ordinario entremetan en los pueblos que no tienen a su cargo, y que no se tomen las iglesias para monasterios sin licencia 63. Que los indios principales no se confiesen en otro En los esquemas de redacción de los decretos manda que se quite pueblo o iglesia sin licencia de ministro que los tiene a por superfluo. Además, no aparece citado en el aparato de fuentes. cargo, y que sean expelidos de las iglesias los principales que no se confesaren una vez en el año 64. Que se pueda dar el santísimo sacramento de la Lib I. tit VI. §.4. Adminístrese a los indios la extremaunción. Eucaristía a los indios y negros de nuevo convertidos y también el sacramento de la extrema-unción 65. Que cada año se dé vuelta a la doctrina cristiana, Lib III. tit II. De los deberes propios de los curas de los indios. §.12. Visiten examinando a cada uno de los indios en particular, y los curas a los pueblos que están bajo de su jurisdicción, por lo que se busquen todos los que nunca se han menos dos veces al año. confesado y se les mande se confiesen, y sepan los indios que se casan la doctrina 66. Que se modere la música e instrumentos, y que no En los esquemas de redacción de los decretos manda que se quite haya escuelas donde no hubiere religiosos ó clérigos que por superfluo. Además, no aparece citado en el aparato de fuentes. tengan cuidado de ellas 67. Que todos los sacerdotes bauticen y casen, y Lib I. tit V. §.2. Obsérvese por todos el ritual Mexicano, hasta que administren los otros sacramentos por el manual que se publique el romano. de nuevo se imprimirá 30. Que los beneficiados residían en sus beneficios y 68. Que los sacerdotes y ministros que residen en los Lib III. tit I. De la visita de la propia provincia. §.6. Los obispos hagan no se ausenten sin permiso del prelado; y cómo se pueblos de indios visiten por obra de piedad un día también una visita mensual en las cárceles. proveerá en su ausencia a los capellanes en la semana las cárceles Lib III tit II. De los deberes propios de los curas de los indios. §.11. Visiten los curas a los indios en la prisión, intercediendo en favor suyo con los jueces. 69. Que no se den a los indios sermones en su lengua, y Lib I. tit I. De la doctrina cristiana que se ha de enseñar a los rudos. §.1. que ninguna doctrina se traduzca en lengua de indios, Enséñese uniformemente la doctrina cristiana según la norma del sino fuere examinada por clérigo o religioso que entienda catecismo, dispuesto por la autoridad del concilio. la lengua en que se traduce

70. Que los tianguez no se hagan en domingo ni en Lib II tit III. §.10. No deben celebrarse ferias los domingos o días otras fiestas solemnes, y que en cada pueblo se de fiesta. procure haya un hospital cerca de la iglesia 71. Que los indios que andan fuera de sus casas con Lib III tit II. Del cuidado con que deben manejarse para corregir y evitar los título de mercaderes y tratantes, y no hacen vida con pecados. §.3. Cómo deben obrar respecto de los caminantes, sus mujeres, sean compelidados a que residan y muleteros, mercaderes. hagan vida maridable con ellas 72. De cómo han de hacer los indios los areitos y Lib I. tit I. Deben quitarse a los indios las cosas que sirven de impedimento a bailes, y que ningún principal estorbe a los la salud de sus almas. §.1. De lo que se ha de observar acerca de las maceguales que se casen con quien quisieren danzas y juegos de los indios; §.2. Sean destruidos sus ídolos y templos. Lib IV tit I. §.8. No se haga fuerza a los indios para que se casen, bajo pena de excomunión. 73. Que los indios se junten en pueblos y vivan Lib I tit I. Deben quitarse a los indios las cosas que sirven de impedimento a políticamente la salud de sus almas. §.3. Sujétese a los indios a la vida civil y social, y a este fin congrégueseles en pueblos. 74. Que ninguno imprima libros ni obras de nuevo Lib I. tit I. De la impresión y lección de libros. §.1. Ningún libro se sin licencia, ni las así impresas venda, y que ningún imprima sino con la licencia del obispo; §.2. Ningún escrito mercader ni librero venda libros sin que primero perteneciente a la religión se publique en el idioma de los indios, sin muestre las memorias de ellos y sean examinados ser primero examinada por el ordinario. por el diocesano o por quien él lo cometiere 75. Que no se hagan cofradías sin licencia del Lib III tit XIV. §.1. Solo con licencia del obispo, edifíquense las diocesano, y se relajan los juramentos en las hechas iglesias y los oratorios.

162 76. Que si los clérigos o legos reos apelaren de Lib II. tit VI. §.3. Se consulta al bien de los que sufren prisión alguna sentencia pecuniaria en que fueron injustamente. condenados, o las partes demandantes, que depositando las costas y dando fianzas de la haz, no pueden ser tenidos en la cárcel 56. Orden que deben observar los jueces 77. Que la acusación se ponga dentro de tres días al Lib II. tit I. §.22. Los acusadores comparezcan a juicio dentro de eclesiásticos en sus audiencias delincuente después que se presentare, y las causas tercero día después de la contestación del reo. criminales se sentencien con brevedad 57. Que no se admitan escritos en causas de poca 78. Que por injurias de palabras leves no sean Lib I. tit IX. §.4. No proceda contra alguno por injurias leves de entidad llamados los clérigos por nuestro fiscal, ni tampoco palabra, sino a pedimento del agraviado. sean llevados a la cárcel por los dichos delitos 79. Que el que acusare o denunciare a clérigo de Lib V. tit II §.1. Los calumniadores de los clérigos paguen la pena delito alguno se obligue primero a las costas, y del talión. confesado un delito, y negados los demás, si no se probaren, sea a costa del acusador 80. Que pasados tres años nuestros fiscales no Lib I. tit IX. §.3. No se extienda esta averiguación a delitos puedan acusar a clérigo ni a lego de delito que cometidos antes de tres años, a no ser gravísimos. estuviere enmendado, si no fuere de los declarados en esta nuestra constitución 81. Que nuestros fiscales no acusen a clérigo de Lib V. tit X. §.1. Castíguese severamente a los públicos adulterio con mujer casada, viviendo al marido, si no amancebados; §.7. De los clérigos adúlteros. fuere en los casos en esta constitución exceptuados 82. Que las causas criminales de los clérigos se Lib I. tit VIII. §.9. Mírese con esmero por el honor de los clérigos y traten secretamente principalmente de los sacerdotes, aun delincuentes. 83. En qué causas no se han de recibir rescriptos, y Lib II. tit I. §.7. Nuevas reglas que han de observarse para consultar cuántos el juez puede recibir a la pronta conclusión de las causas. 84. Que nuestro provisor no lleve asesorías por la Lib I. tit VIII. §.4. Nada reciban de los litigantes. vista de los procesos 85. De la forma que se ha de tener por nuestos Lib III tit XIX. §.5. Cómo se ha de proceder cuando el juez jueces en juzgar las causas de los clérigos coronados seglar prenda a un clérigo. 86. De la pena que han de haber los que se Lib II tit V. §.9. Se establecen penas contra los que perjuren en perjuraren delante de nuestros oficiales juicio. 48. Que nada se pague al notario por el libro de 87. De los derechos que han de llevar los jueces y Lib I. tit VIII. §.4. Nada reciban de los litigantes; visita sin mandato del provisor notarios de nuestra audiencia, y alguacil y carcelero y §.11. No retengan en su poder el dinero de las multas; §.13. Los 60. Que no se exijan salarios a los jueces portero jueces hagan tasar dos veces las costas de los autos; §.20. No reciba eclesiásticos ningunos regalos ni aun de comestibles; 61. Que no se reciban más derechos que los de Lib I. tit X. §.34. Nada reciban de los litigantes a título de arancel donación. Lib I. tit XII. §.7. No maltrate el alcaide a los presos, y absténgase de admitir los obsequios que éstos puedan hacerle; §.8. A ninguno detenga el alcaide en la cárcel, después que se le haya mandado poner en libertad, ni aun con el pretexto de que pague las costas si fuere pobre 88. Que cada sábado se visite la cárcel donde estuvieren Lib I. tit VIII. §.16. Cada semana visite la cárcel acompañado del los acusados fiscal y notarios. 40. Lo que deben observar los vicarios y párrocos 89. Que no se ejecuten los mandamientos de Lib I. tit III. De la obediencia y ejecución debida a los rescriptos apostólicos. con los cuestores ninguno que se diga juez apostólico, sin ser vistas §.1. Ningún juez cumpla los mandatos de los ejecutores de letras 41. Que no se pongan en ejecución mandatos de sus comisiones primero y examinados por el apostólicas, sin que primero sean éstas reconocidas por el obispo. quien se titule juez apostólico sin que antes los haya ordinario, y que los notarios apostólicos muestren Lib I. tit X. §.2. Sean examinados los notarios. visto y examinado el ordinario sus títulos 44. Que los notarios apostólicos exhiban sus títulos y sean examinados 90. De la pena en que incurren los que no diezman Lib III. tit XII. §.2. Se fulmina excomunión contra los que impiden derechamente los frutos que Dios les da, y contra los la paga de los diezmos y rentas eclesiásticas. perturbadores y estorbadores de los diezmos y renta de las iglesias 91. En que se ponen algunos casos que a los obispos Lib III. tit I. §.11. Los obispos pongan en ejecución por sí mismos se reservan las dispensas que expida el sumo Pontífice. Lib V. tit XII. §.9. Pecados y excomuniones reservados. 45. Orden que debe observarse en la visita de 92. Que los obispos visiten sus obispados, y cómo se Lib V. tit I. §.1. Fin de la visita. iglesias han de entender las penas de los indios Lib V. tit IX. §.1. No se castigue a los indios con multas o penas 46. Que ninguno pueda ser prefecto de iglesia más pecuniarias sin licencia del obispo. de dos años, y que de este cargo dé cuenta públicamente 62. Aplicación de las penas. 63. Que en todas las iglesias de la provincia haya un 93. En que manda que todas las iglesias y clérigos Lib I. tit II. De la autoridad de los decretos y de su publicación. §.3. La libro que contenga estas constituciones del arzobispado y provincia tengan estas promulgación de los mismos decretos, hecha en la iglesia 64. Aprobación de las constituciones del cardenal D. constituciones metropolitana téngase por hecha en todas partes Diego Hurtado de Mendoza

163 ANEXO II

Índices comparativos de los esquemas del sínodo de Granada (1570), el tercer concilio mexicano (1585) y las decretales de Gregorio IX

Sínodo Granadino (1572) Concilio III Mexicano Decretalium Gregorii IX Libro Primero Libro Primero Liber Primus TIT. I. De la Santísima Trinidad y de la fe TIT. I. De la Santísima Trinidad y de la fe TIT. I. De Summa Trinitate et fide catholica católica. católica. TIT. II. De las constituciones. TIT. II. De las constituciones. TIT. II. De constitutionibus TIT. III. De los rescriptos TIT. III. De los rescriptos TIT. III. De rescriptis TIT. IV. De la edad y calidad de los que se van TIT. IV. De la edad y calidad de los que se van TIT. XI. De temporibus ordinationum et de a ordenar, y a quiénes se ha de encomendar la a ordenar, y a quiénes se ha de encomendar la qualitate ordinatorum cura de almas. cura de almas. TIT. V. De la Sagrada Unción. TIT. V. De la administración de los TIT. XV. De sacra unctione sacramentos de la Iglesia. TIT. VI. De los hijos de los sacerdotes TIT. VI. De la sagrada unción. TIT. XXII. De clericis peregrinis TIT. VII. De los clérigos peregrinos. TIT. VII. De los clérigos peregrinos. TIT. XXVI. De officio sacristae. TIT. VIII. Del oficio del juez ordinario y del TIT. VIII. Del oficio del juez ordinario y del TIT. XXVII. De officio custodis vicario. vicario. TIT. IX. Del oficio del fiscal, y del derecho del TIT. IX. Del oficio del fiscal, y del derecho del TIT. XXVIII. De officio vicarii fisco. fisco. TIT. X. Del oficio del notario y la fe de los TIT. X. Del oficio del notario y la fe de los TIT. XXXI. De officio iudicis ordinarii instrumentos. instrumentos. TIT. XI. Del oficio del ministro ejecutor. TIT. XI. Del oficio del ministro ejecutor. TIT. XXXII. De officio iudicis TIT. XII. Del oficio del nuncio TIT. XII. Del oficio del alcaide y de la custodia TIT. XXXIII. De maioritate et obedientia de los reos. TIT. XIII. Del oficio del alcaide y de la TIT. XIII. De la mayoría y de la obediencia. TIT. XXXVIII. De procuratoribus custodia de los reos. TIT. XIV. De la mayoría y de la obediencia. Libro Segundo Libro Segundo Liber Secundus TIT. I. Del foro de competencia TIT. I. Del orden de los juicios. TIT. I. De iudiciis TIT. II. Del orden de los juicios. TIT. II. De los procuradores. TIT. II. De foro competenti TIT. III. De los días festivos. TIT. III. De los días festivos. TIT. IX. De feriis TIT. IV. Del dolo y de la contumacia. TIT. IV. Del dolo y de la contumacia. TIT. XIV. De dolo et contumacia TIT. V. De los testigos y de las pruebas. TIT. V. De los testigos y de las pruebas. TIT. XX. De testibus et attestationibus TIT. VI. De juramentos. TIT. VI. De la sentencia y de la cosa juzgada. TIT. XXIV. De iureiurando TIT. VII. De la sentencia y de la cosa juzgada. TIT. VII. De las apelaciones y recusaciones de TIT. XXVII. De sententia et re iudicata los jueces. TIT. VIII. De las apelaciones. TIT. XXVIII. De appellationibus, TIT. IX. De los procuradores. Libro Tercero Libro Tercero Liber Tertius TIT. I. Del cargo de rector o prebendados. TIT. I. Del ministerio de los obispos y de la TIT. I. De vita et honestate clericorum pureza de su vida. TIT. II. De los beneficiados y de sus oficios. TIT. II. Del cargo de rector o superior de la TIT. XXVI. De testamentis et ultim. iglesia y del cura párroco. voluntatibus TIT. III. Del oficio del sacristán. TIT. III. De los beneficiados y de las funciones TIT. XXVIII. De sepulturis que tienen que desempeñar. TIT. IV. Del oficio de mayordomo TIT. IV. Del oficio del sacristán. TIT. XXIX. De parochiis et alienis parochianis TIT. V. De la vida y honestidad de los clérigos. TIT. V. De la vida y honestidad de los clérigos. TIT. XXX. De decimis, primitiis et oblationib. TIT. VI. De los clérigos que carecen de TIT. VI. De los clérigos que carecen de TIT. XXXI. De regularibus et transeuntibus ad residencia. residencia. religionem

164 TIT. VII. De las fundaciones y del derecho de TIT. VII. De las fundaciones y del derecho de TIT. XXXVI. De religiosis domibus, ut patronato. patronato. episcopo sint subiectae TIT. VIII. De conservar las cosas de las TIT. VIII. De conservar las cosas de las TIT. XXXVIII De iure patronatus iglesias, enagenarlas, o no. iglesias, enagenarlas, o no. TIT. IX. De los testamentos. TIT. IX. De los testamentos y últimas TIT. XLI. De celebratione missarum et voluntades. sacramento eucharistiae et divinis officiis TIT. X. De las sepulturas de los difuntos y de TIT. X. De las sepulturas de los difuntos y de TIT. XLII. De baptismo et eius receptu los funerales. los funerales. TIT. XI. De las parroquias. TIT. XI. De las parroquias. TIT. XLIV. De custodia eucharistiae, chrismatis et alior.sacr. TIT. XII. De los diezmos y primicias. TIT. XII. De los diezmos y primicias. TIT. XLV. De reliquiis et veneratione sanctorum TIT. XIII. De las casas piadosas y religiosas. TIT. XIII. De los regulares y de las monjas. TIT. XLVI. De observatione ieiuniorum TIT. XIV. De los censos. TIT. XIV. De las casas piadosas y religiosas. TIT. IL. De immunitate eccl. coementerii et rerum ad eas pertinentium TIT. XV. De las celebración de las misas y TIT. XV. De las celebración de las misas y TIT. L. Ne clerici vel monachi saecul. negotiis divinos oficios. divinos oficios. se immisceant TIT. XVI. Del bautismo y sus efectos. TIT. XVI. Del bautismo. TIT. XVII. Del santísimo sacramento de la TIT. XVII. Del santísimo sacramento de la Eucaristía y de su guarda. eucaristía y de su guarda. TIT. XVIII. De las reliquias y veneración de los TIT. XVIII. De las reliquias y veneración de los santos, y de los templos. santos, y de los templos. TIT. XIX. De la inmunidad de las iglesias y de TIT. XIX. De la inmunidad de las iglesias y de los clérigos. los clérigos. TIT. XX. Los clérigos y religiosos no se TIT. XX. Los clérigos y religiosos no se mezclen en negocios seculares. mezclen en negocios seculares. TIT. XXI. De los magistrados. TIT. XXI. De la observancia de los ayunos. TIT. XXII. De la observancia de los ayunos. Libro Cuarto Libro Cuarto Liber Quartus TIT. I. De los esponsales y matrimonios. TIT. I. De los esponsales y matrimonios. TIT. I. De sponsalibus et matrimoniis TIT. II. De desponsatione impuberum TIT. II. Del parentesco espiritual y otros TIT. II. Del parentesco espiritual y otros TIT. III. De clandestina desponsatione impedimentos del matrimonio. impedimentos del matrimonio. TIT. XI. De cognatione spirituali Libro Quinto Libro Quinto Liber Quintus TIT. I. De las visitas. TIT. I. De las visitas. TIT. II. De calumniatoribus TIT. II. De los calumniadores. TIT. II. De los calumniadores. TIT. III. De simonia et ne aliquid spiritualibus exigatur vel promittatur TIT. III. De la simonía. TIT. III. De la simonía. TIT. VII. De haereticis TIT. IV. De los maldicientes. TIT. IV. De los hereges. TIT. XIX. De usuris TIT. V. De los sortilegios. TIT. V. De las usuras. TIT. XXI. De sortilegiis TIT. VI. De las injurias y daño hecho. TIT. VI. De los hechiceros. TIT. XXVI. De maledicis TIT. VII. De las penas. TIT. VII. De los maldicientes. TIT. XXXVI. De iniuriis et damno dato TIT. VIII. De la sentencia de excomunión. TIT. VIII. De las injurias y daño hecho. TIT. XXXVII. De poenis TIT. IX. De las penitencias y remisiones TIT. IX. De las penas. TIT. XXXVIII. De poenitentiis et remissionibus TIT. X. Del concubinato y penas de los TIT. IXL. De sententia excommunicationis concubinarios y alcahuetes. TIT. XI. De la sentencia de excomunión. TIT. XII. De las penitencias y remisiones.

165 ANEXO III

En este cuadro se muestran los diversos temas que trata el concilio tercero de México y las fuentes que cita en cada uno de ellos. La representación de cada símbolo en relación con el número de veces que aparece una fuente citada en el aparato crítico es: • Entre una o dos referencias ▲ ▲ Tres o cuatro referencias ¤ Cinco o más referencias

México I Trento Lima III Granada Toledo

Predicación del clero ¤ • ▲ ▲

Educación de los niños • • • • Formación Instrucción bautismo-adultos • •

Impresión de libros • • • • •

Reducciones • ▲

Desarraigo de idolatrías ▲ • ¤ •

Indios Idioma • • • • Penas a indios • •

Defensa de los indios y exenciones • ¤

Selección del clero

Seminarios • •

Examen a los candidatos • • •

Requisitos órdenes menores • • ▲

Requisitos presbiterado • •

Dimisorias • ¤ • • •

Sobre los Obispos

Vida de los obispos • • •

Otros deberes de los obispos • ▲ • ▲

Visita episcopal • ▲ • • ▲

Sobre los sacerdotes

Conducta del clérigo ▲ ▲ ▲ ▲

Residencia • • • • •

Idoneidad-confesores ▲ ¤ ▲ ¤ ¤

Visita sacerdotal •

Reforma del clero

166 Reforma del clero Deberes del párroco ¤ • ▲ ▲ •

Piedad y eucaristía • • • •

Traje del clero ▲ • ▲ ¤ ¤

Diversiones del clero ▲ • • ▲ ▲

Clérigos peregrinos ▲ • • • •

Clérigos-negocios y otros oficios ▲ ¤ ▲ •

Clérigos-concubinato ¤ ¤ • ▲ •

Bienes y salarios del clero • • • • •

Simonía • • •

Penas a clérigos • • • •

Sobre los religiosos

Sobre los regulares • •

Pobreza de las monjas • •

Visita a conventos de monjas • • • •

Libertad de las monjas y cargos • ▲

Gratuidad de los sacramentos • •

Ritual • • • • ▲

Bautismo • • ▲ •

Unción de enfermos y confirmación • • ▲ •

Sacramentos Óleos • • • • Matrimonio. Requisitos previos ▲ ¤ • ▲ ¤

Matrimonio clandestinos • ▲ • ▲ •

Parentesco y grados prohibidos • ¤ • •

Padrón, partidas y censos ▲ • • ¤ ▲

Días de fiesta

Días de fiesta. Calendario ▲ • ▲

Trabajos prohibidos. Otros deberes ▲ • ▲ ¤ ▲

De la Misa y los oficios divinos

Celebración de la misa ▲ • • ¤ ▲

Sobre los oficios divinos • • ▲ • Culto y días de fiesta Ayunos ▲ • • •

167 Culto y días de fiesta

Del culto

Funciones del sacristán • •

Procesiones públicas • • • •

Cuidado de la eucaristía y culto • • ▲ ¤ •

Reliquias y vasos sagrados ▲ • ▲ ▲

De las Iglesias • • • • •

Oficios del Tribunal eclesiástico

Del juez y vicario ▲ • • ¤ •

Del fiscal y notario ▲ • ¤ •

Del alcaide y el procurador ¤

Proceso judicial Sobre los juicios Orden de juicios • ¤

Contumacia ¤

Testigos y pruebas • ¤

Sentencias y apelaciones • • ¤

Denuncias de clérigos ▲ • • ▲

De las constituciones • • • •

De los rescriptos • •

Diezmos y beneficios eclesiásticos • ¤ • ¤ •

De los bienes eclesiásticos • •

Testamentos • • ▲

Sepulturas • • • ¤

Archivo • ▲ Normas generales y penas Inmunidad eclesiástica ▲ ¤ •

Precedencias • •

Mendigos-limosnas • • ▲ •

Presos • •

De las visitas • ▲ • ▲ ▲

Penas a amancebados ▲ • ▲

Penas y excomuniones ▲ ▲ ¤ ¤

168 Ilustración 1. Portada de la primera edición de 1622 de los decretos mexicanos.

169 Ilustración 2. Primera Fase: Descripción del contenido del primer concilio mexicano de 1555 (BL, MM268, 298r).

Ilustración 3. Segunda Fase: Diversas anotaciones sobre lo legislado por el concilio mexicano de 1555, Bancroft Library, MM268, 332r.

170 Ilustración 4. Tercera Fase: Primer borrador del esquema del concilio tercero de México con base en las dos fases anteriores. Bancroft Library, MM268, 308r.

Ilustración 5. Cuarta Fase: Redacción en limpio de la fase anterior corregida, Bancroft Library, MM268, 363r.

171 Ilustración 6. Prólogo de los decretos en castellano antes de la corrección romana. Bancroft Library, MM266, 36r (caligrafía de Salcedo).

172 FUENTES Y ESTUDIOS

EDICIONES DE LOS DECRETOS DEL TERCER CONCILIO MEXICANO QUE UTILIZAREMOS

SANCTUM provinciale concilium Mexici celebratum anno Domini millessimo quingentessimo octuagessimo quinto præsidente in eo Illmo. ac Rmo. D. D. Petro Moya de Contreras, archiepiscopo mexicano Romæ confirmatum die vigessimo septima octobris anno 1589, nunc vero ad instantiam et sumptibus Illmi. ac Rmi. Ioannis de la Serna, archiepiscopi mexicani iussu regio editum, México, Apud Joann. Ruiz Typographum, 1622. SANCTUM provinciale concilium Mexici celebratum anno Domini Millessimo quingentessimo octuagessimo quinto. Præsidente in eo Illmo. ac Rmo. DD. Petro Moya de Contreras, archiepiscopo mexicano. Romæ confirmatum die vigessimo septima octobris anno 1589. Postea autem ad instantiam et ex sumptibus illustrissimi ac reverendissimi DD. Ioannis de la Serna, archiepiscopi Mexicani iussu regio editum, apud Joannem Ruiz typographum anno domini 1622. Mandada hacer por el Cardenal Aguirre, Roma 1696, t. IV de su “Colección de Concilios españoles”. Collectio Maxima Conciliorum omnium Hispanae et Novi Orbis epistolarumque decretalium, necnon plurium monumentorum veterum ad illam spectantium, J. Saenz de Aguirre (2ª ed. de esta colección dirigida por J. Catalani) t. VI, Romae, ex tipographia Antonii Fulgoni apud Sanctum Eustachium, 1755, pp. 78-160. Concilium mexicanum provinciale III celebratum Mexici anno MDLXXXV praeside D. D. Petro Moya et Contreras, archiepiscopo eiusdem urbis, confirmatum Romae die XXVII octobris anno MDLXXXIX, postea iussu regio editum Mexici anno MDCXXII sumptibus D. D. Ioannis Perez de la Serna, archiepiscopi, demum Typis mandatum cura et expensis D. D. Francisci Antonii a Lorenzana, archipraesulis, , ex typographia Br. Hogal, 1770. GALVÁN RIVERA, Mariano (ed.), Concilio III Provincial Mexicano, celebrado en México el año de 1585, confirmado en Roma por el Papa Sixto V, y mandado observar por el gobierno español, en diversas reales órdenes, notas de Basilio Arrillaga, México, Eugenio Maillefert y Compañía, 1859 [edición bilingüe, con notas de tipo canónico].

FUENTES MANUSCRITAS

BANCROFT LIBRARY (Berkeley), Mexican Manuscripts, vol. 266-269. ARCHIVO SECRETO VATICANO, Congregationis de Concilio, Concilio, 55, Concilium Provinc. Mexicanum/ A. D. 1585.

FUENTES IMPRESAS

Concilios y Sínodos (general)

Collectio Conciliorum Hispaniae, diligentia Garsiae Loaisa, excudebat Petrus Madrigal, Madriti 1593. Conciliorum Oecumenicorum Decreta, dirigida por G. Alberigo, G. L. Dossetti, P.P. Joannou, C. Leonardi y P. Prodi, Bologna, primera reedición bilingüe latín-italiano, EDB, 1996.

173 MANSI, Joannes Dominicus, Sacrorum Conciliorum nova et amplissima collectio, Graz-Austria, Akademische Druck- U. Verlagsanstalt, 1961, vol. 9; 14 y 34A-36bis. Monumenta Germaniae Historica, Legum Sectio III: Concilia Aevi Merovingici, Societas Aperiendis Fontibus rerum Germanicarum medii Aevi, Hannoverae, Impensis Bibliopolii Hahniani, 1893, vol. I y II, pars I. TEJADA Y RAMIRO, Juan (ed.), Colección de Cánones y de todos los concilios de la Iglesia de España y América, traducida al castellano, parte II, Concilios del siglo XV en adelante, Madrid, Imprenta de Don Pedro Montero, 1863, t. V. VIVES, J., Concilios visigóticos e hispano-romanos, Barcelona, CSIC, 1963.

Concilios y sínodos (Actas)

AGUSTÍN, Antonio, Opera omnia, Constitutionum Provincialium Tarraconensium libri Quinque, Lucae, Typis Josephi Rocchii, 1767, vol. III. ASENJO SEDANO, Carlos, Sínodo de la Diócesis de Guadix y de Baza (1554), Granada, imprenta de la Universidad de Granada, 1994. Constituciones synodales del Obispado de Osma, hechas y ordenadas por el Reverendíssimo Señor Don Sebastián Pérez, Obispo del dicho Obispado... recibidas y consentidas en el Synodo que celebró en la Catedral, desde tres de julio, de mil y quinientos y ochenta y quatro, hasta quinze del dicho mes y año, impresas en la villa de Burgos, por Diego Fernández de Córdova, 1586. FERNÁNDEZ COLLADO, Ángel, Concilios toledanos postridentinos, Toledo, Diputación Provincial de Toledo, 1996. LISI, Francesco Leonardo (ed.), El tercer Concilio Limense y la aculturación de los indígenas sudamericanos. Estudio crítico con edición, traducción y comentario de las actas del concilio provincial celebrado en Lima entre 1582 y 1583, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1990, pp. 103-370 (edición bilingüe latín-castellano). LORENZANA, Francisco Antonio de, Concilios Provinciales Primero y Segundo, celebrados en la muy noble y muy leal ciudad de México, presidiendo el Illmo. y Rmo. Señor D. Fr. Alonso de Montúfar, en los años 1555 y 1565, México, Imprenta de Br. Hogal, 1769, vol. I-II. Manuscritos del concilio tercero provincial mexicano (1585), edición, estudio introductorio, notas, versión paleográfica y traducción de textos latinos por Alberto Carrillo Cázares, Zamora, México, El Colegio de Michoacán/Universidad Pontificia de México. Primer tomo, 2 vols., 2006 (contiene el legajo MM268 de la Biblioteca Bancroft). Segundo tomo, 2 vols., 2007 (contiene el legajo MM269 de la Biblioteca Bancroft). Tercer tomo, 2009 (contiene el legajo MM266 de la Biblioteca Bancroft). Cuarto tomo, 2009 (contiene el legajo MM267 de la Biblioteca Bancroft). MATEOS, Francisco, Segundo Concilio Provincial Limense 1567, “Constituciones para los españoles” en Missionalia Hispanica 20 (1950), pp. 209-296. ______, Segundo Concilio Provincial Limense 1567. “Constituciones para los indios” en Missionalia Hispanica, 20 (1950), pp. 525-617. MOSCOSO Y PERALTA, Juan Manuel, Constituciones sinodales del arzobispado de Granada, hechas por el Illmo. Rmo. señor Don Pedro Guerrero, arzobispo de la Santa Iglesia de Granada, en el santo Sínodo que su Señoría Reverendísima celebró a catorce días del mes de Octubre del año MDLXXII, Madrid, Imprenta de Sancha, 1805. PÉREZ DE HEREDIA Y VALLE, Ignacio, El Concilio Provincial de Granada en 1565, edición crítica del malogrado Concilio del Arzobispo Guerrero, Instituto Español de Historia Eclesiástica, Roma, 1990. QUIROGA, Gaspar de, Constituciones sinodales hechas por el Illustrissimo y reverendissimo señor..., en casa de Francisco Sánchez, Madrid, 1583.

174 RATTI, Aquiles, Acta Ecclesiae Mediolanensis ab eius initiis usque ad nostram aetatem, opera et studio presb. Achillis Ratti, sacrae theologiae, iuris canonici et philosophiae doctoris e collegio doctorum Bibliothecae Ambrosianae, cum approbatione Aloysii Nazari Comitis a Calabiana archiepiscopi mediolanensis. Mediolani MDCCCXC (secondo volume). VARGAS UGARTE, Rubén, Concilios Limenses (1571-1772), vol. I, Lima, 1951.

Bulas pontificias, Corpus Iuris Canonici y leyes regias

Bullarium sive Collectio diversarum Constitutionum multorum Pontificium a Gregorio septimo usque ad S. D. N. Sixtum quintum… Cum rubricis, summariis, lucuorationibus et quadruplici indice D. Laertii Cherubini, Romae, apud Antonii Bladii, 1586. Bullarium sive nova Collectio Plurimarum Constitutionum Apostolicarum Diversorum Romanorum Pont. a Pio IV usque ad Innocentium IX… Laertii Cherubini de Nursia Civis Romani, Romae, ex typographia Camerae Apostolicae, 1617. FRIEDBERG, Aemilius, Corpus Iuris Canonici, 1879-1881 = Graz 1959, Akademische Druck-u. Verlagsanstalt, Leipzig. HERNÁEZ, Francisco Javier, Colección de bulas, breves y otros documentos relativos a la Iglesia de América y Filipinas, Bruselas, 1879. LÓPEZ DE TOVAR, Gregorio, Repertorio muy copioso de textos y leyes de las siete partidas, Salamanca, Imprenta de Domingo de Portonariis, 1576. MANZANO MANZANO, Juan, Notas a la Recopilación de Indias. Origen e historia ilustrada de las Leyes de Indias por Manuel Josef de Ayala, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1945. METZLER, Josef (ed.), America Pontificia. Primi saeculi evangelizationis 1493-1592. documenta pontificia ex registris et minutis praesertim in Archivo Secreto Vaticano existentibus, Ciudad del Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 1991, vol. II. PUGA, Vasco de, Provisiones, Cédulas, Instrucciones para el Gobierno de la Nueva España, obra impresa por Pedro Ocharte, México en 1563. Última edición en facsímil en Colección de incunables americanos siglo XVI, vol. III, Madrid, Cultura Hispánica, 1945. Recopilación de las Leyes de estos Reynos, hecha por mandado de la Magestad Catholica del Rey don Philippe Segundo nuestro Señor, Alcalá de Henares, en casa de Juan Íñiguez de Lequerica, 1581.

Otras fuentes

ACOSTA, José de, De procuranda Indorum Salute, t. III, Madrid, CSIC, 1987. AZPILCUETA, Martín de (Navarro), Enchiridion sive manuale confessariorum et poenitentium, Romae, Ex Typographia Iacobi Tornerii, 1588. BARONIO, César, Annales Ecclesiastici, t. I, Romae, Ex Tipographia Congregationis Oratorii apud S. Mariam in Vallicella, 1593. BLEDA, Jaime, Defensio fidei in causa neophytorum sive Morischorum Regni Valentiae, totiusque Hispaniae, Valentiae, apud Ioannem Chrysostomum Garriz, 1610. COVARRUBIAS Y LEYVA, Diego de, Opera omnia, t. I, Lugduni, sumptibus Phil, Tinghi Florentini, 1574. DURANTUS, Juan Esteban, Romae, De Ritibus Ecclesiae Catholicae, ex Typografia Gabiana, 1592.

175 FOCHER, Juan, Itinerario del misionero en América. Texto latino con versión castellana, introducción y notas de Antonio Eguiluz, Madrid, Librería General Victoriano Suárez, 1960. GARCÍA, Nicolás, De Beneficiis Ecclesiasticis Tractatus, Venetiis, apud Haeredes Ioannis Guerilii, 1630. GÓMEZ, Antonio, Ad leges Tauri, Francoforti, ex officina Typographia Nicolai Bassaei, 1591. GUTIÉRREZ, Juan, Canonicarum Quaestionum, Venetiis, apud Bernardum Iuntam, Io. Bapt. Ciottum et Socios, 1609. MEDINA, Bartolomé de, Expositio in primam secundae Angelici Doctoris D. Thomae Aquinatis, Venetiis, apud Damianum Zenarium, 1602. MENOCHII, Iacobi, De arbitrariis iudicum quaestionibus et caussis, Libri I, Venetiis, apud Franciscum de Franciscis Senensem, 1577. PIUS V, Catechismus Romanus, seu Catechismus ex Decreto Concilii Tridentini ad Parochos Pii Quinti Pont. Max. Iussu Editus, P. Rodríguez y otros (ed.), Librería Editrice Vaticana/Ediciones Universidad de Navarra, Pamplona, Città del Vaticano-, 1989. POSSEVINUS, Antonio, Bibliotheca Selecta qua agitur de ratione studiorum, in historia, in disciplinis, in salute omnium procuranda, Romae, ex typographia apostolica Vaticana, 1593. TRULLUS, Juan, De Canonicorum Regularibus, eorunque ordine et disciplinae, Bononiae, apud Iannem Rossium, 1590. ZURITA, Ferdinando, Theologicarum de Indis quaestionum, Enchiridion primum, Matriti, apud Querinum Gerardum, 1586. VERA, Fortino Hipólito, Compendio Histórico del Concilio III Mexicano o Índices de los tres tomos de la colección del mismo concilio, México, Amecameca, imprenta del Colegio Católico, 1879 (“El P. Vera no conoció los documentos originales del Concilio, sino que trabajó a base del índice de los cuatro volúmenes de los documentos conciliares”, S. Poole, “Church and Chichimecas”).

ESTUDIOS

ADUARTE, Diego, Historia de la Provincia del Santo Rosario de la Orden de Predicadores en Filipinas, Japón y China, en Missionalia Hispana, vol. XIV, tomo I, Madrid, CSIC, 1952. ALDEA VAQUERO, Quintín, Tomás MARÍN MARTÍNEZ, José VIVES y J. GATELL, Diccionario de Historia Eclesiástica de España, Instituto Enrique Flórez, Madrid, CSIC, 1972. ATIENZA, Julio de, Nobiliario español. Diccionario heráldico de apellidos españoles y de títulos nobiliarios, Madrid, Aguilar, 1948. BONICELLI, Silvio Cesari, I Concili Particolari da Graziano al Concilio di Trento. Studio sulla evoluzione del diritto della Chiesa latina, Brescia, Morcelliana, 1971. BORGES MORÁN, Pedro, Métodos misionales en la cristianizacion de América, Madrid, CSIC, 1960. ______, La Iglesia y la evangelización, en Historia General de España y América, vol. VII, Madrid, Rialp, 1982, pp. 645-660. BURRUS, Ernest J., “The Author of the Mexican Council Catechisms” en The Americas, 15 (1958), pp. 171-182. ______, “The Salazar. Report to the Third Mexican Council”, The Americas, 17 (July 1960), pp. 65-84. CANTELAR RODRÍGUEZ, Francisco, Catálogo de la colección sinodal “Lamberto de Echevarría” 1-2, Salamanca, 1980-1987. CÁRCEL ORTÍ, Vicente, Historia de la Iglesia en Valencia, Arzobispado de Valencia, 1986.

176 CARRILLO CÁZARES, Alberto, El debate sobre la Guerra Chichimeca, 1531-1585: derecho y política en la Nueva España, Zamora, México, El Colegio de Michoacán/El Colegio de San Luis, 2000. ______, “Las juntas teológicas de México sobre la guerra chichimeca (1569-1575)” en Relaciones, vol. XVIII, núm. 70, México, 1997, pp. 105-127. ______, “Parecer de algunos teólogos de México sobre la justicia de la guerra contra los indios chichimecas” en Relaciones, 70, México, 1997, pp. 209-216. ______, “El parecer que dio fray Juan Focher, O.F.M., al virrey D. Martín Henríquez sobre la guerra contra los chichimecas (México, 15 de Septiembre de 1570), Documento. Estudio preliminar y traducción de Alberto Carrillo Cázares, en Relaciones, vol. XXI, núm. 84, México, 2000, pp. 225-250. CASTAÑEDA DELGADO, Paulino y Pilar HERNÁNDEZ APARICIO, El IV Concilio Provincial Mexicano, Madrid, Deimos, 2001. CATTANEO, Enrico, La singolare fortuna degli “Acta Ecclesiae Mediolanensis” en La Scuola Cattolica, 111 (1983), pp. 191-217. COTARELO Y VALLEDOR, Armando, Fray Diego de Deza, Ensayo biográfico, Madrid, Imprenta de José Perales Martínez, 1905. CUEVAS, Mariano, Historia de la Iglesia en México, vol. II , México, Porrúa, 1992. CUERVO, Justo, Historiadores del Convento de San Esteban de Salamanca, vol. II, Salamanca, Imprenta Católica Salmaticense, 1914. DÍEZ ANTOÑANZAS, Jesús, “Relación de Teólogos de la Universidad de México” en Evangelización y Teología en América, vol. II, Pamplona, Eunsa, 1990, pp. 1146-1147. ENCINAS, Diego de, Cedulario Indiano, Madrid, Cultura Hispanica, 1946. EUBEL, Conradus y Guilelmus VAN GULIK, Hierarchia cathólica Medii Aevi, sive Summorum Pontificum S. R. E. Cardinalium, ecclesiarum antistitum series, II, vol. III, Patavii, Messagero di S. Antonio, reprint 1960. ERRÁZURIZ, C. J., Manual de Derecho Canónico, Roma, 2003, pro manuscripto (en fase de publicación). FERNÁNDEZ COLLADO, Ángel, Los Primados de Toledo, Toledo, 1993. GALLEGO Y BURÍN, Antonio y Alfonso GÁMIR SANDOVAL, Los Moriscos del Reino de Granada según el Sínodo de Guadix de 1554, Granada, Universidad de Granada, 1968. GARCÍA DE PALACIOS, Juan, Sínodo de Santiago de Cuba de 1681. Estudio introductorio, dirigido por A. García y García, Instituto Francisco Suárez, Madrid, Salamanca, CSIC, 1982. GARCÍA Y GARCÍA, Antonio, Historia del Derecho Canónico, vol I: El primer milenio, Salamanca, 1967. ______, El Derecho canónico y el Descubrimiento de América en AA. VV., XX Semana Luso-Española de Derecho canónico y Pastoral en los Descubrimientos Luso-Española y perspectivas actuales, Salamanca, (=Bibliotheca Salmanticensis, Estudios 112), 1989, pp. 31-56. ______, Las asambleas jerárquicas, en P. Borges (dir.), Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas, vol. I, Madrid, BAC, 1992, pp. 175-192. GOMEZ HOYOS, Rafael, La Iglesia de América en las leyes de Indias, Madrid, Gonzalo Fernández, 1961. GOÑI GAZTAMBIDE, José, “El Concilio provincial de Tarragona” en Archivo Teológico Granadino, 58 (1995), pp. 23-94. JEDIN, Hubert, Breve Historia de los Concilios, Barcelona, Herder, 1963. JUAN PABLO II, Cruzando el umbral de la Esperanza, V. Messori (ed.), P. A. de Urbina (trad.), Barcelona, 1994. HEIM, Bruno, L’Araldica nella Chiesa Cattolica. Origini, usi, legislazione, Città del Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 2000.

177 HENKEL, Willi, Die Konzilien in Lateinamerika, I, México 1555-1897, Paderborn-München, Ferdinand Schöningh (=KonGe. D), 1984. ______, “Concilios y sínodos hispanoamericanos” en J. Escudero (coord.), en Historia de la evangelización de América, Ciudad del Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 1992, p. 661-674. LEBROC, Reynerio, Proyección tridentina en América, en Missionalia Hispanica, 26 (1969), pp. 129-207. LLAGUNO, José Antonio, La personalidad jurídica del indio y el III Concilio Provincial Mexicano, México, Porrúa, 1963. LOMBARDÍA, Pedro, Lecciones de Derecho canónico, Madrid, Tecnós, 1984. LOPETEGUI, Leopoldo y Félix ZUBILLAGA, Historia de la Iglesia en la América española, (=Biblioteca de Autores Cristianos), Madrid, BAC, 1965. LUQUE ALCAIDE, Elisa, “El memorial inédito de Jerónimo de Mendieta al III Concilio provincial de México (1585), Estudio preliminar y transcripción”, AHIg 1 (1992), pp. 305-323. ______, “Experiencias evangelizadoras granadinas en el III Concilio Mexicano (1585)” en AA. VV., El reino de Granada y el Nuevo Mundo (V Congreso Internacional de historia de América), vol. I, Diputación Provincial de Granada, Granada 1994, pp. 607-617. ______, La evangelización en América y sus retos. Respuestas de los protagonistas, Promesa, San José de Costa Rica, 2002. ______, y Josep-Ignasi SARANYANA, “Fuentes manuscritas inéditas del III Concilio Mexicano” en Annuarium Historiae Conciliorum, 22 (1990), pp. 247-283. ______, Instrumentos Pastorales del III Concilio de México (1585), en ScrTh 23 (1991/1), pp. 185-196. MACHUCA DÍEZ, Anastasio (ed.), Los Sacrosantos ecuménicos Concilios de Trento y Vaticano, Madrid, Librería Católica de D. Gregorio del Amo, 1903. MARTÍNEZ FERRER, Luis, Directorio para confesores y penitentes. La Pastoral de la Penitencia en el Tercer Concilio Mexicano (1585), Pamplona, Eunate, 1996. ______, “Fuentes e Historiografía del III Concilio Provincial Mexicano (1585)” en Actas del XVI Simposio Internacional de Teología de la Universidad de Navarra, J. I. Saranyana, E. De la Lama y M. Lluch Baixauli (dir.), Pamplona, Ediciones Universidad de Navarra, 1996. ______, La Penitencia en la primera evangelización de México (1523-1585), México, Universidad Pontificia de México, 1998. ______, “El Doctor Pedro López y la catequización de los negros de la ciudad de México. El ‘Memorial suelto’ del Doctor López al Tercer Concilio de México (1585)” en Mar Océana, 11 (2002), pp. 209-217. ______, “La presencia de Santo Tomás de Aquino en la Nueva España: el decreto del Tercer Concilio Mexicano (1585) sobre la fiesta del Doctor Angélico” en Relaciones, 97 (2004), pp. 253-283. MARTÍNEZ FERRER, Luis y Carmen José ALEJOS-GRAU, Las asambleas eclesiásticas anteriores a la recepción de Trento, en J. I. Saranyana (ed.), Teología en América Latina. Desde los orígenes a la Guerra de Sucesión (1493-1715), Madrid-Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert, 1999, pp. 89-130. MARTÍNEZ GIL, José Luis, San Juan de Dios, Fundador de la Fraternidad Hospitalaria, Madrid, BAC, 2002. MEDINA, José Toribio, La imprenta en México (1539-1821), Santiago de Chile, Impreso en casa del autor, 8 vols., 1909. MEZZADRI, Luigi (dir.), Storia della Chiesa, vol. XVIII/1-2, La Chiesa nell’età dell’Assolutismo confessionale, Milano, Paoline, 1988. MIRALLES, Antonio, El concepto de Tradición en Martín Pérez de Ayala, Pamplona, EUNSA, 1980. OLMOS CANALDA, Elías, Los Prelados Valentinos, Madrid, CSIC, Instituto Jerónimo Zurita, 1959.

178 O’NEILL, Charles E. y Joaquín Mª DOMINGUEZ (eds.), Diccionario histórico de la Compañía de Jesús. Biográfico- temático, Madrid, Universidad Pontificia Comillas, 2001. ORLANDIS ROVIRA, José, “La problemática conciliar en el reino visigodo de Toledo” en Anuario de Historia del Derecho Español, separata (1978), pp. 277-306. PALAZZINI, Pietro, Dizionario dei Concili, vol. I-VI, Roma, Città Nuova, 1963. PÉREZ MARTÍN, Antonio y José M. SCHOLZ, Legislación y jurisprudencia en la España del antiguo régimen, Valencia, 1978. POOLE, Stafford, Pedro Moya de Contreras. Catholic Reform and Royal Power in New Spain 1571-1591, Los Ángeles- London, University of California Press, Berkeley, 1987. ______, “Incidencia de los Concilios Provinciales hispanoamericanso en la organización eclesiástica del Nuevo Mundo” en Evangelización y Teología en América (siglo XVI), I, Pamplona, EUNSA, 1990, p. 551 ss. PORTILLO, Álvaro del, “Mensaje al X Simposio Internacional de Teología de la Universidad de Navarra” en Evangelización y Teología en América (siglo XVI), vol. I, Pamplona, EUNSA, 1990, pp. 42-43. RODRÍGUEZ, Juan Manuel, La Iglesia en Nueva España a la luz del III Concilio Mexicano (1585-1896), Roma, Isola del Liri, 1937. SANCHEZ BELLA, Ismael, Nuevos estudios de Derecho Indiano, Pamplona, Eunsa, 1995. SARANYANA, Josep-Ignasi, “El III Concilio Limense (1582/83)” en Idem (ed.), Teología en América Latina. Desde los orígenes a la Guerra de Sucesión (1493-1715), Madrid, Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert, 1999, pp. 149-180. TINEO, Primitivo, Los concilios limenses en la evangelización latinoamericana, Pamplona, EUNSA, 1990, p. 545. TORQUEMADA, Juan de, Monarquía Indiana, México, Porrúa, 1969, vol. I-III. VERA, Fortino Hipólito, Apuntamientos históricos de los concilios provinciales mexicanos y privilegios de América. Estudios previos al Primer Concilio Provincial de Antequera, México, Tipografía Guadalupana de Reyes Velasco, 1893. ZUBILLAGA, Félix, “Tercer Concilio Mexicano, 1585: los memoriales de Juan de la Plaza”, S. J. en Archivum Historicum Societatis Iesu, 30 (1961), pp. 180-244.

179 SIGLAS Y ABREVIATURAS

Agustín A. Agustín, Opera omnia, Constitutionum Provincialium Tarraconensium libri Quinque, Typis Josephi Rocchii, Lucae, 1767, vol. III. AHIg Anuario Historia de la Iglesia, Instituto de Historia de la Iglesia, Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, Pamplona, 1992 ss. ASV Archivo Secreto Vaticano, Ciudad del Vaticano. Asenjo C. Asenjo Sedano, Sínodo de la Diócesis de Guadix y de Baza (1554), Granada, 1994. BAV Biblioteca Apostólica Vaticana. BL, MM266 Bancroft Library (Berkeley), Mexican Manuscripts, vol. 266. BL, MM267 Bancroft Library (Berkeley), Mexican Manuscripts, vol. 267. BL, MM268 Bancroft Library (Berkeley), Mexican Manuscripts, vol. 268. BL, MM269 Bancroft Library (Berkeley), Mexican Manuscripts, vol, 269. COD Conciliorum Oecumenicorum Decreta, G. Alberigo-G. L. Dossetti-P.P. Joannou-C. Leonardi-P. Prodi, Bologna, 1996. Conc I Mex 1555 Concilio provincial de México I (1555). Conc II Mex 1565 Concilio provincial de México II (1565). Conc III Mex Concilio provincial de México III (1585). Conc III Lima 1583 Concilio provincial de Lima III (1582/83). Conc Tolet 1583 Concilio de Toledo (1582/1583). DHEE Diccionario de Historia Eclesiástica de España, Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez, J. Vives Gatell; Madrid, 1972. DS H. Denzinger, A. Schönmetzer, Enchiridion Symbolorum, Barcelona, 1963. Fernández A. Fernández Collado, Concilios toledanos postridentinos, Toledo, 1996. Galván M. Galván Rivera, Concilio III provincial mexicano, México, 1859. Lorenzana F. A. Lorenzana, Concilios provinciales primero y segundo, celebrados en la muy noble y muy leal ciudad de México, México 1769, vol. I-II. ManCarr1 Manuscritos del concilio tercero provincial mexicano (1585), edición, estudio introductorio, notas, versión paleográfica y traducción de textos latinos por Alberto Carrillo Cázares, Zamora, El Colegio de Michoacán/Universidad Pontificia de México, Primer tomo, 2006 (contiene el legajo MM268 de la Biblioteca Bancroft). ManCarr2 Manuscritos del concilio tercero provincial mexicano (1585), edición, estudio introductorio, notas, versión paleográfica y traducción de textos latinos por Alberto Carrillo Cázares, Zamora, El Colegio de Michoacán/Universidad Pontificia de México, Segundo tomo, 2007 (contiene el legajo MM269 de la Biblioteca Bancroft). Mansi G. D. Mansi (cont. J. B. Martin, L. Petit), Sacrorum conciliorum nova et amplissima collectio..., Graz, 1961.

180 MGH Monumenta Germaniae Historica, Concilia Aevi Merovingici, Societas Aperiendis Fontibus rerum Germanicarum medii Aevi, Hannoverae, 1893. Moscoso Moscoso y Peralta, Constituciones sinodales del arzobispado de Granada, hechas por el Ilmo. Rmo. señor Don Pedro Guerrero, Madrid, 1805. Pérez Constituciones synodales del obispado de Osma, hechas y ordenadas por el Reverendíssimo señor Don Sebastián Pérez,... impresas en la villa de Burgos, por Diego Fernández de Córdova, 1586. Ratti A. Ratti, Acta Ecclesiae Mediolanensis ab eius initiis usque ad nostram aetatem, Mediolani, 1890, vol. II. ScrTh Scripta Theologica, Pamplona, 1969 ss. Serna 1ª edición del concilio provincial mexicano III (1585), México, 1622. Sin Granat 1572 Sínodo de Granada (1572). Sin Guad 1554 Sínodo de Guadix (1554). Tejada J. Tejada y Ramiro (ed.), Colección de Cánones y de todos los concilios de la Iglesia de España y América..., Madrid, 1863, tomo V. Zubillaga F. Zubillaga, Tercer concilio mexicano, 1585: los memoriales de Juan de la Plaza, S. J., en Archivum Historicum Societatis Iesu, 30 (1961), pp. 180-244.

ABREVIATURAS

AA.VV Autores varios apcrít aparato crítico c Capítulo can Canon Cfr Confróntese cit citado por, citado en Conc Concilio const Constitución coord Coordinador decr Decreto dir director o directores de una obra colectiva doc Documento ed Edición fol Folio lib Libro mem Memorial p, pp página, páginas n Número Sess Sessio tit Título trad Traductor ss y siguientes vid Véase vol Volumen

181 Estudio del aparato de fuentes del Concilio Tercero Provincial Mexicano (1585) de Jesús Galindo Bustos

Diciembre de 2010 (edición impresa)

Febrero de 2014 (edición electrónica)

Coordinación editorial: Patricia Delgado González

Corrección: Lurdes Asiain

Diagramación: Rosa María Manzo Mora

Portada: Guadalupe Lemus Alfaro

El Colegio de Michoacán