Memoria Y Recuerdo.Pdf
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
emona y recuerdo: microhistoria de Ayotitlán José Edgar Salinas Uribe GOBIERNO DEJALISCO PODER EJECUTIVO SECRETARÍA DE CULTURA JALISCO GOBIERNO DEL ESTADO DE JALISCO Lic. Francisco Javier Ramírez Acuña Gobernador Constitucional del Estado de Jalisco Lic. Héctor Pérez Plazola Secretario General de Gobierno Sra. Sofía González Luna Secretaria de Cultura Arq. Salvador de Alba Martínez Director General de Patrimonio Cultural Lee. Luis Manuel Cadavieco Alarcón Director de Publicaciones INSTITUTO TECNOLÓGICO Y DE ESTUDIOS SUPERIORES DE OCCIDENTE Ing. Héctor Manuel Acuña Nogueira, SJ Rector Lic. Miguel Agustín Limón Macías Director de Relaciones Extemas Lic. Hilda Elena Hernández Carmona Jefa de la Oficina de Difusión de la Producción Académica Lic. Manuel Verduzco Espinosa Coordinador Editorial La presentación y disposición de Memoria y recuerdo: microhistoria deAyotitlán son propiedad de los editores. Aparte de los usos legales relacionados con la investigación, el estudio privado, la crítica o la reseña, esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, en español o cualquier otro idioma, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, inventado o por inventar, sin el permiso expreso, previo y por escrito de los editores. D.R. © 2003, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Tlaquepaque, Jalisco, México, CP. 45090. D.R. © 2003, Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Jalisco, Avenida de la Paz 875, Centro, Guadalajara, Jalisco, CP. 44100. Impreso y hecho en México Printed and made in México ISBN 968-5087-53-9 ÍNDICE PREFACIO 7 INTRODUCCIÓN 15 LA MEMORIA ANTIGUA 19 Los siglos xvi al xvin 19 El siglo XK 34 LA MEMORIA RELIGIOSA Y FAMILIAR 39 La religiosidad 39 La primera capilla y las actividades religiosas 53 La familia ayotitlense 67 EL RECUERDO QUE AÚN CAMINA 87 Desde la revolución hasta el reparto agrario 89 Los años que todavía se ven 119 La urbanización y los servicios públicos 132 EPÍLOGO 147 BIBLIOGRAFÍA 149 ANEXO 155 PREFACIO ¿Quién va a Ayotitlán en la actualidad? Sobre todo los ayotitlenses que tuvieron que emigrar y ahora viven en Estados Unidos, y otros en pueblos y ciudades de México. Casi todos ellos salieron en busca de trabajo y sustento; aunque hubo quien salió para casarse nada más. También van quienes no son del pueblo: los maestros de la telesecundaria y algunos de la primaria; el chofer del camión de pasajeros; vendedores ambulantes de nieve y paletas; el que renta los videos; políticos en campaña; las autoridades municipales; cada año el obispo; curas que van a ayudar al encargado de la parroquia; charros y jinetes que vienen a las corridas; equipos de fútbol y voleibol de ranchos y pueblos cercanos, los primeros en la liga sabatina y los segundos en los torneos que organizan por lo general las muchachas; los repartidores que surten las tiendas de mercancías y los invitados a las bodas y quinceañeras que hay a lo largo del año. Hay más visitantes durante las festividades en agosto para la fiesta de san Bar- tolomé y en diciembre para las taurinas. En agosto los vendedores colocan sus puestos en la calle Constitución, frente al cuadro de la plaza, y también abun- dan peregrinos de varios pueblos. En diciembre no faltan ganaderos invitados; músicos, unos más famosos que otros, y muchos que van a ver qué encuentran entre las diversiones que ahí tienen lugar. Ayotitlán es un pueblo para los ayotitlenses. Porque incluso en los tiempos de fiesta quienes llenan las calles de camionetas y música; las plazas de toros, de botas y sombrero y cinturones piteados, y los cepos de la capilla de dinero color verde, son los hijos ausentes. La población es cuna y espejo de sus hijos. Este trabajo es para ellos, ¿quién más se atrevería a leer las huellas del pa- sado ayotitlense?, pues "nadie que no sea lugareño se somete al tormento de leer la microhistoria de otros".1 En ese sentido cabe preguntarse por la valía de las investigaciones del pasado de la patria chica o "historias matrias", como PREFACIO las llama el historiador Luis González y González, es decir, las historias del "mundo pequeño, débil, femenino, sentimental de la madre; es decir, la fami- lia, el terruño".2 En primer lugar, es necesario señalar que la historia matria contiene las súpli- cas y deseos de una comunidad; sus problemas añejos y costumbres, las nece- sidades cotidianas, los celos y revanchas, las aventuras y robos, las muertes y las fiestas abiertas a todos, los momentos heroicos de quienes han participado en historias de grupos más grandes (como los países), las novenas religiosas, los dichos, las invenciones, los juegos, en resumen, las preguntas y respuestas de esa comunidad en su conjunto. En este sentido, la distinción nietzscheana de los modos de escribir historia es pertinente para ahondar en esta breve consideración. Nietzsche habla de tres tipos de historia: la monumental, la anticuaría y la crítica. La de tipo anticuaría es la que se asimila a la historia matria, a la patronal. En cambio, la historia divina tendría que ver con la historia monumental y sus grandes héroes y pro- totipos. La anticuaría, tal como Nietzsche la describe en su Segunda considera- ción intempestiva, es la historia que pertenece [...] al que conserva y venera, al que con fidelidad y amor vuelve su mirada hacia el lugar de donde viene, donde se ha formado [...] la historia de su villa se convierte en su propia historia [...] la puerta con su vieja torre, las ordenanzas municipales, las fiestas populares: todo esto es para él una especie de crónica ilustrada de su propia juventud y en todo esto donde se encuentra a sí mismo, donde encuentra su fuerza, su actividad, su alegría, su juicio, su locura y su falta de conducta.3 En este sentido, escribir historias matrias puede considerarse una actitud con- servadora y abocada al rescate del olvido en el Hades, de aquello que consti- tuyó la vida comunitaria en otros tiempos. Esta intención conservadora mani- fiesta en las historias anticuarías, a pesar del aprecio que se le deba por su voluntad de memoria, tan necesaria para el hombre, cae en cierto descrédito frente a los ojos de Nietzsche, pues, en su opinión, ese instinto conservador de la historia anticuaría no tiende a engendrar una nueva vida. Por ello se vuelve 1. García Oropeza, Guillermo. Jalisco, una invitación a su microhistoria, Banca Promex, Guadalajara, 1990, p.25. 2. González y González, Luis. Invitación a la microhistoria (SepSetentas, 72), Secretaría de Educación Pública, México, 1973, p.14. 3. Nietzsche, Friedrich. Obras completas, vol.rv, Aguilar, Buenos Aires, 1962, p.89. 8 MEMORIA Y RECUERDO: MICROHISTORIA DE AYOTITLÁN necesario y urgente que la vida, en su incesante deseo de sí misma, juzgue sus pasados y en la dinámica memoria-olvido adivine y cree posibilidades conformadoras de savia vitalizadora. Ésta sería la tarea de la historia crítica y que emprenderían mujeres y hombres decididos a ser tales (en el sentido que se le puede dar a la frase, también de este autor: "sé un hombre y no me sigas").4 Si se toman en cuenta esos tres modos de contar historias y el papel que toca a la anticuaría, surgen varias interrogantes: ¿hay posibilidad de que en la historia anticuaría, o en la matria, surja un renglón crítico?, ¿rescatar del olvido es necesariamente intención de conservar?, ¿conservar el pasado es sinónimo de conservar la vida o sólo un estilo de vida? Nietzsche apunta el valor de la voluntad de memoria, del rescate del olvido y afirma que: "[...] algunas veces sucede que la vida, esta misma vida que tiene necesidad de olvido, exige la paralización momentánea del olvido. Entonces se trata de darse cuenta de cuán injusta es la existencia de una cosa, por ejemplo, de un privilegio, de una casta, de una dinastía; de darse cuenta hasta qué punto esta cosa merece desaparecer".5 Aquella narración histórica que pueda proveer de memoria crítica y deseo de vida, conviene no sólo escribirla sino ponerla al alcance de aquellos que han sido afectados de manera directa y que pueden inventar modos distintos de asumirse en su contexto social. En este orden de ideas, es necesario recordar la sentencia de Ortega y Gasset para el gremio de los historiadores cuando escribió: "yo creo firmemente que los historiadores no tienen perdón de Dios. Hasta los geólogos han conseguido interesarnos en el mineral; ellos, en cam- bio, habiendo entre sus manos el tema más jugoso que existe, han conseguido que en Europa se lea menos historia que nunca".6 Al parecer Ortega se refiere tanto al contenido como a los modos de escribir lo histórico, señalando a los historiadores como los responsables directos del abandono del público europeo de las lecturas históricas. Más allá de las aulas es difícil que se lea historia. Aparece, entonces, el triple papel que la historia matria puede jugar, no sólo se enfatizará su voluntad de memoria sino también otros dos momentos, uno crítico y, en éste, uno redentor: 4. Ibidem, p.139- 5. Ibid, p.93. 6. En el prólogo que hace en Hegel, Georg Wilheim Friedrich, lecciones de filosofía de la historia universal, Alianza Universidad, Madrid, 1980, p.17. PREFACIO La voluntad de memoria: de alguna manera es el más señalado, el propio de la historia anticuaría. No abundamos más ella, pues nos parece descrito cuando comentamos los elementos de la historia matria y patronal. El momento crítico: ¿podemos quedar mudos al leer las huellas del pasado ayotitlense y observar, por ejemplo, la situación de las mujeres es en el siglo XVI y sus condiciones actuales? En aquellos años se dedicaban, como hoy, a las labores impuestas: la cocina, la casa, los hijos, ayudar en el trabajo de campo.