Cuerpos Performativos En El Voguing
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Cuerpos performativos en el voguing Una etnografía sobre la casa Ubetta y la escena ballroom en Barcelona Nora Muixí Gallo Trabajo de fin de Máster de Antropología y Etnografía de la Universidad de Barcelona Tutorizado por Jordi Mas Grau Septiembre de 2020, 2ª convocatoria Yo danzo, luego existo Le Breton (2010) A Lucía y a mi madre. A todas aquellas personas que me han acompañado en esta travesía entre la danza, el cuerpo, el género y la performance. Gracias de corazón a todas las personas de las que se habla en esta investigación. 1 Índice 1. Introducción 1 2. ¿Por qué la danza? ¿Por qué el voguing? 5 3. Glosario 8 4. Ámbito de la investigación 10 4.1 Objetivo principal y objetivos específicos 10 5. Estrategias metodológicas 13 6. Etnografía en tiempos de pandemia 20 7. Orígenes y particularidades del voguing 21 8. La difusión mundial del vogue: ¿Pérdida de la esencia 23 9. Estructura de la ballroom y vocabulario específico 25 10. Presentación de los miembros de la casa Ubetta 26 11. Primera clase de voguing 28 12. Observación de una clase de old way; observación participante como 29 método y reflexión 13. ¿Cómo se mueven los bailarines en el voguing? 32 14. El contagio de las emociones en la ballroom 37 15. Proyección del cuerpo femenino en el voguing: transgresión mediante 42 la glorificación de lo hegemónico 16. El género se actúa: realidad o supervivencia 51 17. Cuerpos danzantes y significantes: relaciones entre movimiento y 55 subjetividad 18. Identidades en movimiento 65 19. Performance propia 69 20. A space called home: video performance en confinamiento 74 21. La casa Ubetta: una familia artística 77 21.1 Vogue y Flamenco 84 22. ¿Quién se apropia de la cultura? 85 23. Consideraciones finales 96 24. Bibliografía 100 25. Anexo: fotografías de un día de entreno en el CCCB 104 2 1. Introducción La danza es indisociable del cuerpo. La corporalidad se convierte en la vía de expresión de la vivencia personal y, simultáneamente, en la reproducción de nuestro ser social e histórico. Por lo tanto, la danza encarnada en el cuerpo se ha convertido en un lugar de opresión y resistencia a lo largo de la historia de la humanidad. Y en ese marco amplio de posibilidades que encarna el cuerpo, las categorías y normatividades que nos definen como seres sociales pueden romperse y transformarse. Tal y como menciona Mari Luz Esteban en el capítulo La teoría social y feminista del cuerpo (2013), el cuerpo, como señala el mismo Foucault en La voluntad del saber (1976), es objeto de un dispositivo de dominación pero es capaz de subvertirlo al mismo tiempo; un cuerpo identificado pero que al mismo tiempo reconfigura significados y transgrede opresiones. Un cuerpo que probablemente son muchos cuerpos que discuten entre ellos (según la disciplina y campo de estudio). La contradicción entre sujeciones y capacidades que encarnan los cuerpos implica una dificultad para leerlos pero, a la vez, resulta un campo de estudio interesante por las posibilidades de deconstrucción y subversión de las identidades corporales; basándonos en esta discusión de cuerpos de la que habla Foucault. Así, invito a los lectores a trascender la división mente/cuerpo y hallar en este trabajo las infinitas posibilidades de interpretar y percibir la vida a través de la experiencia corporal y dancística; de cómo un solo cuerpo puede transformarse en mil cuerpos. Tomando la fenomenología y la performance como ejes presentaré una visión ligada a la relación del cuerpo con experiencias sensibles y significativas del individuo en el mundo. Como dice David Le Breton (2010): ‘’el cuerpo es una materia inagotable de prácticas culturales’’. Esta etnografía ahonda en la relación entre cuerpo, género y danza teniendo en cuenta las posibilidades de transformación y recreación que derivan de esta conexión socio-cultural. El voguing y sus bailarines serán el hilo conductor para profundizar en la potencialidad creadora de la danza y del cuerpo: rompiendo los límites de las normatividades inscritas en el aprendizaje corporal e incidiendo en las trayectorias identitarias y subjetivas de los bailarines y performers. Para ello, he considerado imprescindible tomar en cuenta los estudios realizados desde la antropología sobre cuatro ejes analíticos interrelacionados: la danza, el cuerpo, el género y la performance. La Ubetta House, comunidad de bailarines que reproduce la subcultura ballroom en Barcelona, es el punto de partida para indagar en la performatividad de la identidad genérica a través de los movimientos y los actos que desarrollan mediante la danza que practican: el voguing. Uno de los objetivos es poner en valor la experiencia personal, lo subjetivo, para contribuir en la tarea antropológica que necesita comprender tanto las estructuras sociales como las vivencias 3 personales. Además, la antropóloga es hoy plenamente consciente de su implicación en los mundos que explora y hace de esta implicación, subjetiva y emotiva, una herramienta más para la construcción de la complejidad de la realidad. Este trabajo sigue una línea muy próxima a la teoría social del cuerpo postestructuralista y feminista, que pone el cuerpo como punto de partida de la reflexión antropológica y, en concreto, 1 como encarnación de la experiencia vivida . Desde una perspectiva fenomenológica y el término ser-en-el-mundo2 profundizaremos en la condición existencial del cuerpo tanto en la cultura como en el individuo. Así, a partir de las experiencias corporales y dancísticas de los bailarines, veremos qué relación mantienen esas vivencias con su trayectoria identitaria. Y si en ese vínculo hay una recreación artística y política del sujeto. Aportando una visión del cuerpo que nos invite a reflexionar acerca de la relación entre lo conceptual, lo ideológico y lo político con la experimentación de la práctica sensorial y artística del mismo: 2. ¿Por qué la danza? ¿Por qué el voguing? Siempre me ha inquietado el cuerpo como expresión y representación del ser humano. Partiendo de mi experiencia personal, mi identidad corporal ha estado en constante transformación. En un momento de mi vida, mi corporalidad se convirtió hasta en una fuente de malestar; la sentía como esa parte de mi ser que iban a juzgar con sólo una mirada y que iba a crear una percepción valorativa sobre mí; buscaba constantemente la aceptación social. Desde los siete años hasta mis primeros años de adolescente, trabajé como modelo y actriz de publicidad. Esa experiencia, junto a otras, me han influenciado en cuanto a mi percepción del yo: mi identidad se reflejaba en mi superficie corporal. Sentía que a una se la valoraba socialmente por su belleza, y eso implicaba prestigio y aceptación social. Cuando volví a tomar contacto con la danza empecé a sentir una nueva conexión y relación con mi cuerpo. Empecé a combatir aquellas secuelas que había dejado en mí un trastorno alimentario y tomé la fuerza para dejar atrás la violencia machista que sufría por parte de mi pareja. Al mismo 1 El trabajo de Maurice Merleau- Ponty (2000) aborda desde una perspectiva filosófica la experiencia encarnada, el cuerpo vivido, defendiendo la idea de que el mundo es percibido a través de una determinada posición de nuestros cuerpos en el tiempo y en el espacio, y que ésta es la condición misma de la existencia. 2 ‘’Un término complementario tanto sujeto como objeto, y en este propósito sugiere ‘ser-en-el-mundo’, un término que captura el sentido de la existencia’’. (Csordas, 1997) 4 tiempo, me familiaricé con el feminismo y lo tomé como una de mis luchas políticas. Y así mi cuerpo dejó de ser mi prisión y se convirtió en mi forma de expresión y creación: mi resistencia. Después de siete años sin pisar una escuela danza — aunque nunca dejé realmente de bailar— empecé con un estilo distinto al que había bailado anteriormente (ballet, hip hop). Empecé a bailar dancehall, un género musical y dancístico que nace en Jamaica. El dancehall se divide en dos estilos generizados. Las mujeres tienen su propio estilo: el dancehall queen. Aunque yo empecé con el que aquí llamamos dancer, para diferenciarlo, que suelen bailar los hombres en Jamaica. Me decanté por este estilo porque se parecía más al hip hop, el último estilo que había bailado. Aunque realmente no tienen un parecido dancístico; simplemente es una forma de moverse con una estética y unos movimientos que en el dancehall se asocian a la masculinidad. Aunque lo bailan muchas mujeres jamaicanas — y de otros países. Por otro lado, el dancehall queen, creado y promovido por mujeres, se caracteriza por mostrar una feminidad que se expresa, generalmente, a través de movimientos de nalgas y acrobacias. El dancehall, en su forma femenina, se ha reivindicado como una muestra de empoderamiento femenino tanto por bailarinas jamaicanas como de otros países. Cuando empecé con el dancehall queen me di cuenta de que me gustaba expresarme en esa feminidad. Y en concreto aprender a bailar con movimientos de nalgas. Aprendiendo a bailar como una dancehall queen, empecé a investigar otros estilos que tienen movimientos muy parecidos: twerk, funk brasileño, soca… Hasta que una de mis profesoras me dio la oportunidad de empezar a impartir clases. En resumen, en mi vuelta a la danza creía que me identificaría más con una forma de bailar y me encontré con otra que no me esperaba. Descubrí que me gustaba explorar distintas formas de expresión y que encontraba una parte de mí en ellas. Empecé a entenderlas como performances, como papeles que reproducimos según el estilo dancístico que practicamos… Y así podía ser diferentes cuerpos según la situación, la música y el momento. Además, uno de los motivos que despertó mi interés en estos estilos fue compartir espacios y relaciones con grupos de mujeres; expresándose sensual y sexualmente sin miedo a ser juzgadas y reprimidas.