ALONSO DE ERCILLA

La Araucana Alonso de Ercilla

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PRESENTACIÓN

ON ALONSO DE ERCILLA, que en las primeras estrofas de su poema D asegura no servir para pintar el amor cortesano, lo pinta a menudo tratándose de los araucanos, como puede advertirse en los versos destinados a Guacolda y . El valor, la ferocidad de los indígenas quedan bien demostrados en los suplicios de y . Leamos sobre el suplicio de este último:

Esto dicho, y alzado el pie derecho (aunque de las cadenas impedido) dio tal coz al verdugo, que gran trecho le echó rodando abajo mal herido; reprehendido el impaciente hecho, y él del súbito enojo reducido, le sentaron después con poca ayuda sobre la punta de la estaca aguda.

No el aguzado palo penetrante por más que las entrañas le rompiese barrenándole el cuerpo, fue bastante a que al dolor intenso se rindiese: que con sereno término y semblante, sin que labio ni ceja retorciese, sosegado quedó de la manera que si asentado en tálamo estuviera.

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Paréceme que siento enternecido la de ponerse en el punto de vista del otro, es excepcional y característica al más cruel y endurecido oyente de Alonso de Ercilla. desde bárbaro coo referido, Historia y Geografía se amalgaman en este poema que es el orgullo al cual, señor, no estuve yo presente, y la gloria de una raza. He aquí a un español que toma su pluma en que a la nueva conquista había partido 1550 ó 1554 ó 1560 y escribo: de la remota y nunca vista gente: que si yo a la sazón allí estuviera, Es Norte Sur de gran longura, la cruda ejecución se suspendiera. costa del nuevo mar, del Sur llamado, tendrá del este al oeste de angostura Pero no estaba ahí Ercilla. En cierto sentido llegó tarde a la cien millas, por lo más ancho tomado, historia que cuenta, pero en otro sentido llegó a, tiempo. Y decimos bajo del Polo Antártico en altura esto porque es imposible relatar algo que está sucediendo, sólo somos de veintisiete grados, prolongado capaces de contar lo que ha pasado tal como le ocurre al poeta de La hasta do el mar Océano y chileno Araucana. mezcla sus aguas por angosto seno. Fuera de nuestro medio, ¿qué opiniones se han dado sobre la Araucana? CARLOS RUIZ-TAGLE La Enciclopedia Británica la considera como el mayor Canto Epico 1984 sobre la Conquista Española. Agrega que su mérito es la descripción de las luchas con los aborígenes y su falla la desigualdad poética, Voltaire emite una opinión singular. Compara a Colo Colo, el anciano consejero de los caciques en pugna, que los insta a la paz y a la unión, con Néstor de La Ilíada. Según Voltaire, es evidente que lo más valioso de los escritores modernos se debe a la imitación de los modelos de la antigüedad. Al comparar los consejos de Néstor y de Colo Colo, Voltaire se queda con los de este último, que Ercilla tomó, seguramente, de Homero. Un paso más en provecho de su teoría, de que lo mejor de los nuevos poemas, es el material que se debe a las imitaciones. Quien desee profundizar en esta curiosa opinión, puede leer Essai Sur la Poesía Epique, Alonso de Ercilla, Capítulo VIII. Tomo 10. 1834, Chez Léfébre. París. Traducido para este volumen. Si tuviéramos que señalar cuáles son los valores principales de la Araucana, el primero es algo insólito: el amor y la admiración de un español de la época de la Conquista, por sus enemigos, los araucanos. Además habría que agregar varios otros. La fiereza del hombre y de la mujer aborígenes, la descripción fluida, enamorada, de Chile, la visión de los españoles contemplados por ojo araucano. Esta última facultad,

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ALONSO DE ERCILLA VISTO POR VOLTAIRE

ACIA FINALES DEL SIGLO XVI, España produjo un poema épico H célebre tanto por su singular belleza como por la originalidad del tema, y sobre todo por la personalidad del autor. Don Alonso de Ercilla y Zúñiga, gentilhombre de la corte del Emperador Maximiliano II, se educó en la casa real de Felipe II, y luchó en la batalla de San Quintín donde los franceses fueron derrotados. Felipe, que no estuvo en la batalla, menos celoso de aumentar su gloria en el extranjero que de consolidar su poder en el interior, volvió a España. El joven Alonso, animado por una insaciable avidez de verdadero saber, es decir, de conocer a los hombres y de ver mundo, viajó por toda Francia, recorrió Italia y Alemania y permaneció mucho tiempo en Inglaterra. Durante su estancia en Londres, supo que algunas provincias de Chile y Perú se habían sublevado contra los españoles, sus conquistadores. (Diré, de paso, que esta tentativa de los americanos de conseguir la libertad es considerada rebelión por los autores españoles). La pasión que tenía por la gloria y el deseo de ver y emprender acciones singulares lo llevaron a aquellos países del Nuevo Mundo. Fue a Chile a la cabeza de algunas tropas y permaneció allí a lo largo de toda la guerra. En las fronteras de Chile por la parte sur, hay una zona montañosa llamada Araucana, habitada por una raza de hombres más robustos y más feroces que todos los demás pueblos de América y que combatieron por la defensa de su libertad con más valor y durante más tiempo que el resto de los americanos, y fueron los últimos en ser sometidos por

© Pehuén Editores, 2001 ) 4 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA los españoles. Alonso sostuvo contra ellos una guerra larga y penosa, Agamenón. La disputa no es por un cautivo, sino por el mando del corrió peligros terribles, vio y realizó las acciones más asombrosas, ejército. Cada uno de estos generales salvajes se vanagloria de sus méritos cuya única recompensa fue el honor de haber conquistado, unas tierras y de sus proezas, y la pelea es tan acalorada que están a punto de llegar rocosas y de someterlos a la obediencia del Rey de España. a las armas; entonces uno de los caciques llamado Colo Colo tan viejo En el transcurso de esta guerra, Alonso concibió el proyecto de como Néstor, pero menos favorablemente dispuesto para con él que inmortalizar a sus enemigos inmortalizándose a sí mismo. Fue al mismo el héroe griego, lanza la siguiente arenga: tiempo el y el poeta: empleó los intervalos de tranquilidad que la campaña le dejaba para cantar las acciones de guerra, y a falta de “Caciques, del Estado defensores, papel, escribió la primera parte en pequeños trozos de cuero que después codicia de mandar no me convida le dieron buen trabajo para ordenar y componer. El poema se llama a pesarme de veros pretensores La Araucana por el nombre de aquella zona. de cosa que a mí tanto era debida; Comienza con una descripción geográfica de Chile, de sus porque, según mi edad, ya veis, señores, costumbres y de la forma de vivir de sus habitantes. Este principio, que que estoy al otro mundo de partida; sería insoportable en cualquier otro poema, se hace aquí necesario, y no más el amor que siempre, os he mostrado, disgusta puesto que la acción se desarrolla más allá del otro trópico, a bien aconsejamos me ha incitado. donde los héroes son gentes salvajes que hubieran sido absolutamente desconocidos para nosotros, si no los hubiera conquistado y celebrado. “¿Por qué cargos honrosos pretendemos, El tema, que era nuevo, hizo nacer pensamientos nuevos. Voy a presentar y ser en opinión grandes tenidos, uno al lector, como muestra, para poder comprobar la chispa de fuego pues que negar al mundo no podemos que algunas veces animaba al autor. haber sido sujetos y vencidos? “Los araucanos –decía– se quedaron muy sorprendidos al ver Y en esto averiguarnos no queremos, criaturas parecidas a los hombres llevando fuego en las manos y mon- estando aun de españoles oprimidos: tados en monstruos que luchaban debajo de ellos. Al principio los mejor fuera esa furia ejecutalla, tomaron por dioses descendidos del cielo, armados de truenos y contra el fiero enemigo en la batalla. seguidos de destrucción, y entonces se sometieron aunque con dificultad; pero al cabo del tiempo, habiéndose familiarizado con sus conquista- ¿Qué furor es el vuestro, ¡oh, araucanos!, dores, conocieron sus pasiones y sus vicios y decidieron que no eran que a perdición os lleva sin sentillo? más que hombres. Entonces, avergonzados de haber sucumbido a seres ¿Contra vuestras entrañas tenéis manos, mortales parecidos a ellos mismos, juraron lavar su error con la sangre y no contra al tirano en resistillo? de aquéllos mismos que la habían provocado, e infligirles una venganza, Teniendo tan a golpe a los cristianos, ejemplar, terrible y memorable”. volvéis contra vosotros el cuchillo? Viene al caso hablar aquí de una parte del Canto II, que se parece Si gana de morir os ha movido, mucho al principio de La Ilíada, y que habiendo sido tratado el tema no sea en tan bajo estado y abatido. de forma distinta merece ser sometida a los lectores para que juzguen con imparcialidad. La primera acción de La Araucana es una lucha “Volved las armas y ánimo furioso entre los jefes de los bárbaros, igual como en Homero entre Aquiles y a los pechos de aquellos que os han puesto

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en dura sujeción, con afrentoso que todos por él quieran gobernarse, partido, a todo el mundo manifiesto; éste será quien más un gran madero lanzad de vos el yugo vergonzoso; sustentare en el hombro sin pararse; mostrad vuestro valor y fuerza en esto: y pues que sois iguales en la suerte, no derraméis la sangre del Estado procure cada cual de ser más fuerte que para redimirnos ha quedado. “No me pesa de ver la lozanía El anciano propone entonces el ejercicio digno de una nación de vuestra corazón, antes me esfuerza; bárbara: traer una inmensa viga y dar el mando a aquel que pueda más temo que esta vuestra valentía sostenerla por más tiempo. por mal gobierno el buen camino tuerza, Como la mejor forma de perfeccionar nuestro gusto es comparar que, vuelta entre nosotros la porfía, cosas de la misma naturaleza, no hay más que poner el discurso de degolléis vuestra patria con su fuerza: Néstor al del Colo Colo renunciando a esta adoración que nuestros cortad, pues, si ha de ser desa manera, espíritus rinden al gran nombre de Homero, y sopesar las dos arengas esta vieja garganta la primera. en la balanza de la equidad y de la razón. Después que Aquiles, instruido por Minerva, diosa de la sabiduría, “Que esta flaca persona, atormentada dio a Agamenón los calificativos de borracho y de perro, el Sabio de golpes de fortuna, no procura Néstor se levanta para calmar los ánimos irritados de estos dos héroes sino el agudo filo de una espada, y habla de esta forma: pues no la acaba tanta desventura. Aquella vida es bien afortunada “¿Cuál será la satisfacción de los Troyanos que la temprana muerte la asegura; cuando tengan noticia de vuestras discordias? pero a nuestro bien público atendiendo, Vuestra juventud debe respetar mis años y quiero decir en esto lo que entiendo. someterse a mis consejos. He conocido anteriormente héroes superiores “Pares sois en valor y fortaleza; a vosotros. No, mis ojos ya no verán nunca más hombres parecidos al el cielo os igualó en el nacimiento; invencible Pirithou, al valiente Ceneas, al divino Teseo, etc. He hecho la de linaje, de estado y de riqueza, guerra a su lado y, aunque yo era joven, mi elocuencia persuasiva tenía hizo a todos igual repartimiento; poder sobre ellos. Oyeron a Néstor, ¡jóvenes guerreros! Escuchad pues y en singular por ánimo y grandeza los consejos de mi vejez. Atride, no debes conservar el esclavo de podéis tener del mundo el regimiento: Aquiles; hijo de Tetis no debes tratar con altanería al jefe del ejército. que este gracioso don, no, agradecido, Aquiles es el más grande, el más valiente de los guerreros, Agamenón nos ha al presente término traído. es el más grande de los reyes”, etc. Su arenga fue infructuosa. Agamenón alabó su elocuencia y “En la virtud de vuestro brazo espero despreció su consejo. que puede en breve tiempo remediarse; Considerar por una parte, la habilidad con la que el bárbaro Colo mas ha de haber un capitán primero, Colo se insinúa en el ánimo de los caciques, la dulzura respetuosa con la

© Pehuén Editores, 2001 ) 6 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA que calma su animosidad, la ternura majestuosa de sus palabras, hasta Además no es un defecto mediocre el que su poema se componga qué punto le anima el amor al país, cómo penetran en su corazón los de treinta y seis cantos muy largos. Se puede suponer con razón que un sentimientos de la verdadera gloria, con qué prudencia ensalza su autor que no sabe o no puede detenerse, no es merecedor de una tal valor reprimiendo su furor, con qué arte evita dar la superioridad a carrera. ninguno de ellos: es un censor, un panegirista diestro; y por lo tanto Tan gran número de defectos no impidió al célebre Miguel de todos se someten a sus razones, reconociendo la fuerza de su Cervantes decir que La Araucana puede compararse con los mejores elocuencia, no mediante alabanzas vanas sino por la obediencia poemas de Italia. Sin duda el amor ciego a la patria es quien dictó al inmediata. De otra parte, juzgad si Néstor es tan sabio al hablar de su autor español un juicio tan falso. El verdadero y sólido amor a la patria sabiduría, si es tanto una forma segura de atraer la atención de los es hacer lo mejor para ella y contribuir a su libertad en la mayor medida príncipes griegos, como de rebajarlos y considerarlos por debajo de posible; pero discutir solamente sobre los autores de nuestra nación y sus antepasados, si toda la asamblea puede oír con alegría que Néstor vanagloriarnos de tener entre nosotros mejores poetas que nuestros diga que Aquiles es el más valiente de los jefes presentes. Y después vecinos, es más amor a nosotros mismos que amor a nuestro país. de haber comparado el parloteo presuntuoso y descortés de Néstor con el discurso modesto y mesurado de Colo Colo; la odiosa diferencia VOLTAIRE, en Essai Sur la Poesie Epique, Don Alonso de Ercilla, Capítulo de aquél otorga entre el rango de Agamenón, y el mérito de Aquiles, VIII. Tomo 10. 1834. con esta igualdad de grandeza y de valor atribuidos con parte a todos los caciques, que el lector se pronuncie. Y si hay un general en el mundo que soporte de buena gana que se prefiera a un inferior por la valentía; si hay una asamblea que aguante sin sobresaltos el discurso de un hombre que le habla con desprecio y cante la gloria de sus antecesores a sus expensas, entonces se podrá preferir Homero a Alonso, en este caso particular. Es verdad que si Alonso es superior a Homero en un solo pasaje, está en el resto por debajo del menor de los poetas. Uno se sorprende al verle caer tan bajo después de haberle visto volar tan alto. Sin duda hay mucho fuego en sus batallas, pero ninguna invención, ningún plan, ninguna variedad de las descripciones, ninguna unidad en la narración. Este poema es más salvaje que las naciones que lo protagonizaron. Hacia el final de la obra, el autor, que es uno de los principales héroes del poema, hace de noche un largo y aburrido camino seguido de algunos soldados, y para pasar el rato, hace surgir entre ellos una discusión sobre Virgilio y en especial sobre el episodio de Didon. Alonso aprovecha la ocasión para hablar con sus soldados de la muerte de Didon, tal como la cuentan los antiguos historiadores y para mejor desmentir a Virgilio y restituir su reputación a la reina de Cartago, se divierte discutiendo el asunto durante dos cantos enteros.

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ALONSO DE ERCILLA Y ZÚÑIGA

CABALLERO DE LA ORDEN DE GENTILHOMBRE DE LA CÁMARA DE SU MAJESTAD EL EMPERADOR

LA ARAUCANA

Dirigida al REY DON FELIPE nuestro señor.

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AL REY, NUESTRO SEÑOR.

Como todas mis obras desde su principio, están ofrecidas a V. M., esta, como necesitada, acude al amparo que ha menester. Suplico a V.M. sea servido de pasar los ojos por ella, que con merced tan grande, además de dejarla V. M. Ufana, quedará autorizada y segura de que ninguno se le atreva. Guarde Nuestro Señor la Católica persona de V. M.

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PRÓLOGO DE DON ALONSO DE ERCILLA

I PENSARA QUE EL TRABAJO QUE HE PUESTO en esta obra me había de S quitar tan poco el miedo de publicarla, sé cierto de mí que no tuviera ánimo para llevarla al cabo. Pero considerando ser la historia verdadera y de cosas de guerra, a las cuales hay tantos aficionados, me he resuelto en imprimirlia, ayudando a ello las importunaciones de muchos testigos que en lo más dello se, hallaron, y el agravio que algunos españoles recibirían quedando sus hazañas en perpetuo silencio, faltando quien las escriba, no por ser ella pequeñas, pero porque la tierra es tan remota y apartada y la postrera que los españoles han pisado por la parte del Perú, que no se puede tener de ella casi noticia, y por el mal aparejo y poco tiempo que para escribir hay con la ocupación de la guerra, que no da lugar a ello; así, el que pude hurtar, le gasté en este libro, el cual porque fuese más cierto y verdadero, se hizo en la misma guerra y en los mismos pasos y sitios, escribiendo muchas veces en cuero por falta de papel, y en pedazos de rutas, algunos tan pequeños que apenas cabían seis versos, que no me costó después poco trabajo juntarlo; y por esto y por la humildad con que va la obra, como criada en tan pobres pañales, acompañándola el celo y la intención con que se hizo, espero que será partes para poder sufrir quien la leyere las faltas que lleva. Y si a alguno le pareciera que me muestro algo inclinado a la parte de los araucanos, tratando sus cosas y valentías más extendidamente de lo que para bárbaros se requiere, si queremos mirar su crianza, costumbres, modos de guerra y ejercicio de ella, veremos que muchos no les dan hecho ventaja, y que son pocos los que con tan gran constancia

© Pehuén Editores, 2001 ) 10 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA y firmeza han defendido su tierra contra tan fieros enemigos como son los españoles. Y, cierto, es cosa de admiración que no poseyendo los araucanos más de veinte leguas de término, sin tener en todo el pueblo formado, ni muro, ni casa fuerte para su reparo, ni armas, a lo menos defensivas, que la prolija guerra y los españoles las han gastado y consumido, y en tierra. no áspera, rodeado de tres pueblos españoles y dos plazas fuertes en medio de ella, con puro valor y porfiada determinación hayan redimido y sustentado su libertad, derramando en sacrificio de ella tanta sangre así suya como de españoles, que con DECLARACIÓN verdad se puede decir haber pocos lugares que no estén de ella teñidos DE ALGUNAS DUDAS QUE SE PUEDEN OFRECER EN ESTA OBRA (1) y poblados de huesos, no faltando a los muertos quien les suceda en llevar su opinión delante; pues los hijos, ganosos de la venganza de sus muertos padres, con la natural rabia que los mueve y el valor que de ellos heredaron acelerando el curso de los años, antes de tiempo PORQUE MUCHOS NO ENTENDERÁN ALGUNOS VOCABLOS O NOMBRES que tomando las armas se ofrecen al rigor de la guerra, y es tanta la falta de aunque indios son ya tan recibidos y usados en aquella tierra de los gente por la mucha que ha muerto en esta demanda, que para hacer nuestros, que no los han mudado en nuestro lenguaje, será bien más cuerpo y henchir los escuadrones, vienen también las mujeres a la declararlos aquí, porque como yo, por variar uso alguna vez de ellos, el guerra, y peleando algunas veces como varones, se entregan con grande que leyere este libro no tenga que preguntar. ánimo a la muerte. Todo esto he querido traer para prueba y en abono ANGOL: Se llama el valle donde poblaron una ciudad y le pusieron del valor de estas gentes, digno de mayor loor del que yo le podré dar nombre los confines de Angol. con mis versos. Y pues, como dije arriba, hay ahora en España cantidad APÓ: Señor o capitán absoluto de los otros. de personas que se hallaron en muchas cosas de las que aquí escribo, a ARAUCO (EL ESTADO DE): Es una provincia pequeña de veinte leguas de ellas remito la defensa de mi obra en esta parte, y a los que la leyeren se largo y siete de ancho, poco más o menos,que produce la gente más la encomiendo. belicosa queha habido en las Indias, y por eso es llamado el estado indómito; llámanse los indios de él araucanos, tomando el nombre de la provincia. ARCABUCO: Espesura grande de árboles altos y boscaje. BOHÍO: Es una casa pajiza, grande, de solo una pieza, sin alto. CACIQUE: Quiere decir señor de vasallos, que tienen gente a su cargo. Los caciques toman el nombre del valle de donde son señores, y de la misma manera los hijos o sucesores que suceden en ellos; declárase esto, porque los que mueren en la guerra se oirán después nombrar en otra batalla: entiéndase que son los hijos o sucesores de los muertos. CACHIRAS: Son unas cuentas muy menudas, a manera de aljófar, que las

(1) Se transcriben aquí en orden alfabético, difiriendo de la edición original (edición de Don Antonio de Sancha, , 1776), en que aparecen desordenadamente.

© Pehuén Editores, 2001 ) 11 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA hallan por las marinas, y en cuanto más menuda es más preciada; labran este nombre, sino al de noble linaje y señora de muchos vasallos y y adornan con ellas sus llautos y las mujeres sus hinchos, que son como hacienda. una cinta angosta que les ciñe la cabeza, por la frente, a manera de PENCO: Es un valle muy pequeño y no llano, pero como es puerto de vidrios; andan siempre en cabello y suelto por los hombros y espaldas. mar poblaron en él los españoles una ciudad, la cual llamaron La CAUPOLICÁN: Fue hijo de Leocán y Lautaro, hijo de Pillán. Declaro esto Concepción. porque como son capitanes señalados, de los cuales la historia hace PUELCHES: Se llaman los indios de la sierra, que son fortísimos y ligeros, muchas veces mención, por no poner tantas veces sus nombres, me aunque de menos entendimiento que los otros. aprovecho de los de sus padres. VALDIVIA: Es un pueblo bueno y provechoso; tiene un puerto de mar CAUTÉN: Es un valle hermosísimo y fértil, donde los españoles fundaron por un río arriba, tan seguro que varan los naos en tierra y está fundado la más próspera ciudad que ha habido en aquellas partes, la cual tenía no muy lejos de un gran lago, al cual y a la ciudad llamó Valdivia de su trescientos mil indios, casados, de servicio; llamáronla imperial porque nombre: entiéndase que cuando se fundaron estos pueblos era Valdivia cuando entraron los españoles en aquella provincia hallaron sobre todas capitán general de los españoles, y a él se atribuye la gloria del las puertas y tejados águilas imperiales de dos cabezas, hechas de palo, descubrimiento y población de Chile. a manera de timbre de armas, que cierto es extraña cosa y de notar, VILLARICA: Es otro pueblo que fundaron los españoles a la ribera de un pues jamás en aquella tierra se ha visto ave con dos cabezas. lago pequeño, cerca de los volcanes, que lanzaban a tiempos tanto fuego COQUIMBO: Es el primer valle de Chile, donde pobló el capitán Valdivia y tan alto, que acontece llover en el pueblo ceniza. un pueblo que le llamó la Serena, por ser él natural de la Serena; tiene un YANACONAS: Son indios, mozos, amigos, que sirven a los españoles; muy buen puerto de mar, y llámase también el pueblo Coquimbo andan en su traje y algunos muy bien tratados, que se aprecian mucho tomando el nombre del valle. de policía en su vestido; pelean a las veces en favor de sus amos, y CHILE: Es una provincia grande que contiene en sí otras muchas algunos animosamente, en especial cuando los españoles dejan los provincias. Toma el nombre de Chile toda la provincia por su valle, del caballos y pelean a pie, porque en la retiradas los suelen dejar en las cual tuvieron primero noticia los españoles por el oro que en él se manos de los enemigos, que los matan crudelísimamente. sacaba, y, como entraron en su demanda, pusieron nombre de Chile a toda la tierra, hasta el estrecho de Magallanes. EPANOMÓN: Nombre que le dan al demonio, por el cual juran cuando quieren obligarse infaliblemente a cumplir lo que prometen. LLAUTO: Es un trocho o rodete redondo, ancho, de dos dedos, que ponen por la frente y les ciñe la cabeza: son labrados de oro y cachira, con muchas piedras y dijes en ellos, en los cuales asientan las plumas o penachos de que ellos son muy amigos; no los traen en la guerra porque entonces usan celadas. MAPOCHO: Es un hermoso valle donde los españoles poblaron la ciudad de Santiago, y llámase asimismo el pueblo Mapochó. MITA: Es la carga o tributo que trae el indio tributario. MITAYO: Es el indio que la lleva o trae. PALLÁ: Es lo que llamamos nosotros señora; pero entre ellos no alcanza

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PARTE PRIMERA

CANTO I

EL CUAL DECLARA EL ASIENTO Y DESCRIPCIÓN DE LA PROVINCIA DE CHILE Y ESTADO DE ARAUCO, CON LAS COSTUMBRES Y MODOS DE GUERRA QUE LOS NATURALES TIENEN. ASIMISMO TRATA EN SUMA, DE LA ENTRADA Y CONQUISTA QUE LOS ESPAÑOLES HICIERON HASTA QUE ARAUCO SE COMENZÓ A REBELAR.

No las damas, amor; no gentilezas de caballeros canto enamorados, ni las muestras, regalos y ternezas de amorosos, afectos y cuidados; mas el valor, los hechos, las proezas de aquellos españoles esforzados que a la cerviz de Arauco no domada pusieron duro yugo por la espada.

Cosas diré también harto notables de gente que a ningún rey obedecen, temerarias empresas memorables que celebrarse con razón merecen: raras industrias, términos loables que más los españoles engrandecen; pues no es el vencedor más estimado de aquello en que el vencido es reputado.

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Suplícoos, gran Felipe, que mirada Es Chile Norte Sur de gran longura, esta labor, de vos sea recibida, costa del nuevo Mar del Sur llamado, que, de todo valor necesitada tendrá del Este al Oeste de angostura queda con darse a vos favorecida: cien millas por lo más ancho tomado; es relación sin corromper sacada bajo del Polo Antártico en altura de la verdad, cortada a su medida; de veintisiete grados prolongado, no despreciéis el don, aunque tan pobre, hasta do el mar Océano y chileno para que autoridad mi verso cobre. mezcla sus aguas por angosto seno.

Quiero a señor tan alto dedicarlo, Y estos dos anchos mares que pretenden, porque este atrevimiento lo sostenga, pasando de sus términos, juntarse, tomando esta manera de ilustrarlo, baten las rocas y sus olas tienden, para que quien lo viere en más lo tenga, mas esles impedido el allegarse; y si esto no bastare a no tacharlo, por esta parte al fin la tierra hienden a lo menos confuso se detenga y pueden por aquí comunicarse. pensando que, pues va a vos dirigido, Magallanes, señor, fue el primer hombre que debe de llevar algo escondido. que, abriendo este camino, le dio nombre.

Y haberme en vuestra casa yo criado Por falta de pilotos o encubierta que crédito me da por otra parte, causa quizá importante no sabida, hará mi torpe estilo delicado esta secreta senda descubierta y lo que va sin orden lleno de arte; quedó para nosotros escondida; así de tantas cosas animado, ora sea yerro de la altura cierta, la pluma entregaré al furor de Marte; ora que alguna isleta removida dad orejas, señor, a lo que digo, del tempestuoso mar y viento airado, que soy de parte de ello buen testigo. encallando en la boca, la ha cerrado.

Chile, fértil provincia y señalada Digo que Norte Sur corre la tierra en la región antártica famosa, y báñala del Oeste la marina; de remotas naciones respetada a la banda del Este va una sierra por fuerte, principal y poderosa: que el mismo rumbo mil leguas camina: la gente que produce es tan granada, en medio es donde el punto de la guerra tan soberbia, gallarda y belicosa, por uso y ejercicio más se afina: que no ha sido por rey jamás regida Venus y Amor aquí no alcanzan parte, ni a extranjero dominio sometida. solo domina el iracundo Marte.

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Pues en este distrito demarcado, En lo que usan los niños, en teniendo por donde su grandeza es manifiesta, habilidad y fuerza provechosa, está treinta y seis grados el Estado es que un trecho seguido han de ir corriendo que tanta sangre ajena y propia cuesta: por una áspera cuesta pedregosa, este es el fiero pueblo no domado y al puesto y fin del curso revolviendo, que tuvo a Chile en tal estrecho puesta, le dan al vencedor alguna cosa; y aquel que por valor y pura guerra vienen a ser tan sueltos y alentados, hace en torno temblar toda la tierra. que alcanzan por aliento los venados.

Es Arauco, que basta, el cual, sujeto Y desde la niñez al ejercicio lo más de este gran término tenía, los apremian por fuerza y los incitan, con tanta fama, crédito y conceto y en el bélico estudio y duro oficio, que de un Polo al otro se extendía; entrando en más edad, los ejercitan; y puso al español en tan aprieto, si alguno de flaqueza da un indicio, cual presto se verá en la carta mía: del uso militar lo inhabilitan, veinte leguas contienen sus mojones, y al que sale en las armas señalado poséenla dieciséis fuertes varones. conforme a su valor le dan el grado.

De dieciséis caciques y señores Los cargos de la guerra y preeminencia es el soberbio Estado poseído, no son por flacos medios proveídos, en militar estudio los mejores ni van por caridad, ni por herencia, que de bárbaras madres han nacido: ni por hacienda ni ser mejor nacidos; reparo de su patria y defensores, mas la virtd del brazo y la excelencia, ninguno en el gobierno preferido; esta hace a los hombres preferidos; otros caciques hay, mas por valientes esta ilustra, habilita, perfecciona son estos en mandarlos preeminentes. y aquilata el valor de la persona.

Solo al señor de imposición le viene Los que están a la guerra dedicados servicio personal de sus vasallos, no son a otros servicios constreñidos, y en cualquiera ocasión cuando conviene del trabajo y labranza reservados puede por la fuerza al débito apremiallos: y de la gente baja mantenidos; pero así obligación el señor tiene pero son por las leyes obligados en las cosas de guerra doctrinallos, de estar a punto de armas proveídos, con tal uso, cuidado y disciplina, y a saber diestramente gobernallas que son maestros después de esta doctrina. en las lícitas guerras y batallas.

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Las armas de ellos más ejercitadas Hacen su campo, y muéstranse en formados son picas, alabardas y lanzones, escuadrones distintos muy enteros, con otras puntas largas enastadas cada hila de más de cien soldados, de la facción y forma de punzones; entre una pica y otra los flecheros, hachas, martillos, mazas barreadas, que de lejos ofenden desmandados bardos, sargentas, flechas y bastones, bajo la protección de los piqueros, lazos de fuertes mimbres y bejucos, que van hombro con hombro, como digo, tiros arrojadizos y trabucos. hasta medir a pica al enemigo.

Algunas de estas armas han tomado Si el escuadrón primero que acomete de los cristianos nuevamente ahora, por la fuerza viene a ser desbaratado, que el continuo ejercicio y el cuidado tan presto a socorrerle otro se mete, enseña y aprovecha cada hora; que casi no da tiempo a ser notado; y otras, según los tiempos, inventado; si aquel se desbarata, otro arremete que es la necesidad grande inventora y, estando ya el primero reformado, y el trabajo solícito en las cosas moverse de su término no puede maestro de invenciones prodigiosas. hasta ver lo que al otro le sucede.

Tienen fuertes y dobles coseletes, De pantanos procuran guarecerse arma común a todos los soldados, por el daño y temor de los caballos, y otros a la manera de sayetes donde suelen a veces acogerse que son, aunque modernos, más usados: si viene a suceder desbaratallos; grevas, brazales, golas, capacetes allí pueden seguros rehacerse, de diversas hechuras encajados, ofender sin que puedan enojallos, hecho de piel curtida y duro cuero, que el falso sitio y gran inconveniente que no basta a ofenderle el fino acero. impiden la llegada a nuestra gente.

Cada soldado un arma solamente Del escuadrón se van adelantando ha de aprender y en ella ejercitarse, los bárbaros que son sobresalientes, y es aquella a que más naturalmente soberbios, cielo y tierra despreciando, en la niñez mostrase aficionarse; ganosos de extremarse por valientes; de esta sola procura diestramente las picas por los cuentos arrastrando, saberse aprovechar, y no empacharse poniéndose en posturas diferentes, en jugar de la pica el que es flechero, diciendo: “Si hay valiente algún cristiano, ni de la maza y flechas el piquero. salga luego adelante mano a mano.”

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Hasta treinta o cuarenta en compañía, En torno de esta plaza poco trecho ambiciosos de crédito y loores, cercan de espesos hoyos por de fuera, vienen con grande orgullo y bizarría cuál es largo, cuál ancho, cuál estrecho, al son de presurosos atambores; y así van sin faltar de esta manera, las armas matizadas a porfía para el incauto mozo que, de hecho, con varias y finísimas colores, apresura el caballo en la carrera de poblados penachos adornados, tras el astuto bárbaro engañoso saltando acá y allá por todos lados. que le mete en el cerco peligroso.

Hacen fuerzas o fuertes cuando entienden También suelen hacer hoyos mayores ser el lugar y sitio en su provecho, con estacas agudas en el suelo, o si ocupar un término pretenden, cubiertos de carrizo, hierbas y flores, o por algún aprieto y grande estrecho, porque puedan picar más sin recelo de do más a su salvo se defienden allí los indiscretos corredores, y salen de rebato a caso hecho, teniendo solo por remedio el cielo: recogiéndose a tiempo a sitio fuerte se sumen dentro y quedan enterrados que su forma y hechura es de esta suerte. en las agudas puntas estacados.

Señalado el lugar, hecha la traza De consejo y acuerdo una manera de poderosos árboles labrados, tienen de tiempo antiguo acostumbrada, cercan una cuadrada y ancha plaza que es hacer un convite y borrachera en valientes estacas afirmados, cuando sucede cosa señalada; que a los de fuera impide y embaraza y así cualquier señor que la primera la entrada y combatir, porque, guardados nueva de tal suceso le es llegada, del muro los de dentro, fácilmente despacha con presteza embajadores de mucha se defiende poca gente. a todos los caciques y señores.

Solían antiguamente de tablones Haciéndoles saber cómo se ofrece hacer dentro del fuerte otro apartado, necesidad y tiempo de juntarse, puestos de trecho en trecho unos troncones, pues a todos les toca y pertenece en los cuales el muro iba fijado que es bien con brevedad comunicarse: con cuatro levantados torreones según el caso, así se lo encarece, a caballero del primer cercado, y el daño que se sigue dilatarse, de pequeñas troneras lleno el muro lo cual, visto que a todos les conviene, para jugar sin miedo y más seguro. ninguno venir puede que no viene.

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Juntos, pues, los caciques del senado, Do una fresca y altísima alameda propóneles el caso nuevamente, por orden y artificio tienen puesta el cual por ellos visto y ponderado, en torno de la plaza, y ancha rueda, se trata del remedio conveniente; capaz de cualquier junta y grande fiesta, y resueltos en uno y decretado que convida al descanso y al sol veda si alguno de opinión es diferente, la entrada y paso en la enojosa siesta: no puede, en cuanto al débito, eximirse, allí se oye la dulce melodía que allí la mayor voz a de seguirse. del canto de las aves y armonía.

Después que cosa en contra no se halla, Gentes sin Dios ni ley, aunque respeta se va al nuevo decreto declarando a aquel que fue del cielo derribado, por la gente común y de canalla que como a poderoso y gran profeta que alguna novedad está aguardando: es siempre en sus cantares celebrado, si viene a averiguarse por batalla, invocan su furor con falsa seta con gran rumor lo van manifestando y a todos sus negocios es llamado, de trompas y atambores altamente, teniendo cuanto dice por seguro porque a noticia venga de la gente. del próspero suceso o mal futuro.

Tiene un plazo puesto y señalado Y cuando quieren dar una batalla, para ver sobre ello y remirarse, con él lo comunican en su rito: tres días se han de haber ratificado si no responde bien, dejan de dalla, en la definición sin tetractarse, aunque más les insista el apetito; y el franco y libre término pasado caso grave y negocio no se halla es de ley imposible revocarse, do no sea conocido este maldito; y así como a forzoso acaecimiento llámanle Eponamón, y, comúnmente, se disponen al nuevo movimiento. dan este nombre a alguno si es valiente.

Hácese este concilio en un gracioso Usan el falso oficio de hechiceros, asiento en mil florestas escogido, ciencia a que, naturalmente, se inclinan, donde se muestra el campo más hermoso en señales mirando y en agüeros de infinidad de flores guarnecido; por los cuales sus cosas determinan; allí, de un viento fresco y amoroso veneran a los necios agoreros los árboles se mueven con ruido, que los casos futuros adivinan: cruzando muchas veces por el prado el agüero acrecienta su osadía un claro arroyo limpio y sosegado. y les inunde miedo y cobardía.

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Algunos de estos son predicadores No ha habido rey que jamás sujetase tenidos en sagrada reverencia, esta soberbia gente libertada, que solo se mantienen de loores ni extranjera nación que se jactase y guardan vida estrecha y abstinencia; de haber dado en sus términos pisada, estos son los que ponen en errores ni comarcana tierra que se osase al liviano común con su elocuencia, mover en contra y levantar espada: teniendo por tan cierta su locura siempre fue exenta, indómita, temida, como nos la evangélica Escritura. de leyes libre y de cerviz erguida.

Y estos que guardan orden algo estrecha El potente rey inca aventajado no tienen ley, ni Dios, ni que hay pecados; en todas las antárticas regiones, mas solo aquel vivir les aprovecha fue un señor en extremo aficionado de ser por sabios hombres reputados; a ver y conquistar nuevas naciones; pero la espada, lanza, el arco y flecha y por la gran noticia del Estado, tienen por mejor ciencia otros soldados, a Chile despachó sus orejones, diciendo que el agüero alegre o triste mas la parlera fama de esta gente en la fuerza y el ánimo consiste. la sangre les templó y ánimo ardiente.

En fin, el hado y clima de esta tierra, Pero los nobles incas valerosos si su estrella y pronóstico se miran, los despoblados ásperos rompieron, es contienda, furor, discordia, guerra, y en Chile algunos pueblos belicosos y a solo esto los ánimos aspiran; por fuerza a servidumbre los trujeron: todo su bien y mal aquí se encierra, a do leyes y edictos trabajosos son hombres que de súbito se aíran, con dura mano armada introdujeron, de condición feroces, impacientes, haciéndolos con fueros disolutos amigos de domar extrañas gentes. pagar grandes subsidios y tributos.

Son de gestos robustos, desbarbados, Dado asiento en la tierra y reformado bien formados los cuerpos y crecidos; el campo con ejército pujante, espaldas grandes, pechos levantados, en demanda del reino deseado recios miembros, de nervios bien fornidos; movieron sus escuadras adelante: ágiles, desenvueltos, alentados, no hubieron muchas millas caminado, animosos, valientes, atrevidos, cuando entendieron que era semejante duros en el trabajo y sufridores el valor a la fama que, alcanzada, de fríos mortales, hambres y calores. tenía el pueblo araucano por la espada.

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Los promaucaes de Maule, que supieron A solo el de Valdivia esta victoria el vano intento de los incas vanos, con justa y gran razón le fue otorgada, al y paso y duro encuentro les salieron, y es bien que se celebre su memoria, no menos en buen orden que lozanos; pues pudo adelantar tanto su espada; y las cosas de suerte sucedieron este alcanzó en Arauco aquella gloria que, llegando estas gentes a las manos, que de nadie hasta allí fuera alcanzada, murieron infinitos orejones, la altiva gente al grave yugo trujo perdiendo el campo y todos los pendones. y en opresión la libertad redujo.

Los indios promaucaes es una gente Con una espada y capa solamente, que está cien millas del Estado; ayudado de industria que tenía, brava, soberbia, próspera y valiente, hizo con brevedad de buena gente que bien los españoles lo han probado; una lucida y gruesa compañía; pero, con cuanto digo, es diferente y con designio y ánimo valiente de la fiera nación, que, cotejado toma de Chile la derecha vía, el valor de las armas y excelencia resuelto en acabar de esta salida es grande la ventaja y diferencia. la demanda difícil o la vida.

Los incas, que la fuerza conocían Viose en el largo y áspero camino que en la provincia indómita se encierra, por el hambre, sed y frío en gran estrecho; y cuán poco a los brazos ganarían pero, con la constancia que convino, llevada al cabo la empezada guerra; puso al trabajo el animoso pecho. visto el errado intento que traían, Y el diestro hado y próspero destino desamparando la ganada tierra, en Chile le metieron, a despecho volvieron a los pueblos que dejaron, de cuantos estorbarlo procuraron, donde por algún tiempo reposaron. que en su daño las armas levantaron.

Pues don , adelantado, Tuvo a la entrada con aquellas gentes que en otras mil conquistas se había visto, batallas y reencuentros peligrosos, por sabio en todas ellas reputado, en tiempos y lugares diferentes, animoso, valiente, franco y quisto, que estuvieron los fines muy dudosos; a Chile caminó determinado pero al cabo, por fuerza los valientes de extender y ensanchar la fe de Cristo; españoles con brazos valerosos, pero, en llegando al fin de este camino, siguiendo el hado y con rigor la guerra, dar en breve la vuelta le convino. ocuparon gran parte de la tierra.

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No sin gran riesgo, y pérdida de vidas, No quiero detenerme más en esto, asediados seis años estuvieron, pues no es mi intención dar pesadumbre, y de incultas raíces desabridas y así pienso pasar por todo presto los trabajados cuerpos mantuvieron huyendo de importunos la costumbre; do a las bárbaras armas oprimidas digo, con tal intento y presupuesto, a la española devoción trujeron, que antes que los de Arauco a servidumbre por ánimo constante y raras pruebas, viniesen, fueran tantas las batallas, criando en los trabajos fuerzas nuevas. que dejo por prolijas de contallas.

Después entró Valdivia conquistando Ayudó mucho el ignorante engaño los esfuerzos y espada rigurosa, de ver en animales corregidos los promaucaes por fuerza sujetando, hombres que, por milagro y caso extraño, curios, cauquenes, gente belicosa de la región celeste eran venidos; y el Maule y raudo Itata atravesando, y del súbito estruendo y grave daño llegó al Andalíén, do la famosa de los tiros de pólvora sentidos, ciudad fundó de muros levantada, como a inmortales dioses los temían, felice en poco tiempo y desdichada. que con ardientes rayos combatían.

Una batalla tuvo aquí sangrienta Los españoles hechos hazañosos donde a punto llegó de ser perdido; el error confirmaban de inmortales, pero Dios le acorrió en aquella afrenta, afirmando los más supersticiosos que en todas las demás le había acorrido; por los presentes los futuros males; otros de ello darán más larga cuenta, y así, tibios, suspensos y dudosos, que les está este cargo cometido; viendo de su opresión claras señales, allí fue preso el bárbaro Ainavillo debajo de hermandad y fe jurada honor de los pencones y caudillo. dio Arauco la obediencia jamás dada.

De allí llegó el famoso Biobío, Dejando allí el seguro suficiente, el cual divide a Penco del Estado, adelante los nuestros caminaron; que del Nivequetén, copioso río, pero todas las tierras llanamente, y de otros viene al mar, acompañado, viendo a Arauco sujeta, se entregaron, de donde con presteza y nuevo brío, y, reduciendo a su opinión gran gente, en orden buena y escuadrón formado, siete ciudades prósperas fundaron: pasó de Andalicán, la áspera sierra, Coquimbo, Penco, Angol y Santiago, pisando la araucana y fértil tierra. la Imperial, Villarrica y la del Lago.

© Pehuén Editores, 2001 ) 21 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

El felice suceso, la victoria, Dieron señal primero y nuevo tiento, la fama y posesiones que adquirían, por ver con qué rigor se tomaría, los trujo a tal soberbia y vanagloria, en dos soldados nuestros, que a tormento que en mil leguas diez hombres no cabían, mataron sin razón y causa un día; sin pasarles jamás por la memoria disimulóse aquel atrevimiento, que en siete pies de tierra al fin habían y con esto crecióles la osadía; de venir a caber sus hinchazones, no aguardando a más tiempo abiertamente su gloria vana y vanas pretensiones. comienzan a llamar y juntar gente.

Crecían los intereses y malicia Principio fue del daño no pensado a costa del sudor y daño ajeno, el no tomar Valdivia presta enmienda y la hambrienta y mísera codicia con ejemplar castigo del Estado; con libertad paciendo iba sin freno: pero nadie castiga en su hacienda: la ley, derecho, el fuero y la justicia el pueblo sin temor desvergonzado, era lo que Valdivia había por bueno, con nueva libertad, rompe la rienda remiso en graves culpas y piadoso del homenaje hecho y la promesa, y en los casos livianos riguroso. como el segundo canto aquí lo expresa.

Así el ingrato pueblo castellano En mal y estimación iba creciendo, y siguiendo el soberbio intento vano tras su fortuna próspera corriendo; pero el Padre del Cielo soberano atajó este camino, permitiendo que aquel a quien él mismo puso el yugo fuese el cuchillo y áspero verdugo.

El Estado araucano, acostumbrado a dar, leyes, mandar y ser temido, viéndose de su trono derribado y de mortales hombres oprimido, de adquirir libertad determinado, reprobando el subsidio padecido, acude al ejercicio de la espada, ya por la paz ociosa desusada.

© Pehuén Editores, 2001 ) 22 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

CANTO II

PÓNESE LA DISCORDIA QUE ENTRE LOS CACIQUES DE ARAUCO HUBO SOBRE LA ELECCIÓN DEL CAPITÁN GENERAL, Y EL MEDIO QUE SE TOMÓ POR EL CONSEJO DEL CACIQUE , CON LA ENTRADA QUE POR ENGAÑO LOS BÁRBAROS HICIERON EN LA CASA FUERTE DE , Y LA BATALLA QUE CON LOS ESPAÑOLES TUVIERON.

Muchos hay en el mundo que han llegado a la engañosa alteza de esta vida, que fortuna los ha siempre ayudado y dádoles la mano a la subida, para después de haberlos levantado, derribarlos con mísera caída, cuando es menor el golpe y sentimiento y menos el pensar que hay mudamiento.

No entienden con la próspera bonanza que el contento es principio de tristeza, no miran en la súbita mudanza del consumidor tiempo y su presteza; mas, con altiva y vana confianza, quieren que en su fortuna haya firmeza, al cual, de su aspereza no olvidada, resuelve con la vuelta acostumbrada.

© Pehuén Editores, 2001 ) 23 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Con un revés de todo se desquita, Por dioses, como dije, eran tenidos que no quiere que nadie se le atreva, que los indios los nuestros; pero olieron y mucho más que da siempre les quita, que de mujer y hombre eran nacidos, no perdonando cosa vieja y nueva; y todas sus flaquezas encendieron; de crédito y honor los necesita, viéndolos a miserias sometidos que en el fin de la vida está la prueba, el error ignorante conocieron, por el cual han de ser todos juzgados, ardiendo en viva rabia avergonzados aunque lleven principios acertados. por verse de mortales conquistados.

Del bien perdido, al cabo, ¿qué nos queda No queriendo a más plazo diferirlo, sino pena, dolor y pesadumbre? entre ellos comenzó luego a tratarse Pensar que en él fortuna ha de estar queda, que, para en breve tiempo concluirlo antes, dejara el sol de darnos lumbre, y dar el modo y orden de vengarse, que no es su condición dejar la rueda, se junten a consulta a definirlo, y es malo de mudar vieja costumbre. do venga la sentencia a pronunciarse El más seguro bien de la Fortuna dura, ejemplar, cruel, irrevocable, Es no haberla tenido vez alguna. horrenda a todo el mundo y espantable.

Eso verse podrá por esta historia, Iban ya los caciques ocupando ejemplo de ello aquí puede sacarse, los campos con la gente que marchaba, que no bastó riqueza, honor y gloria, y no fue menester general bando, con todo el bien que puede desearse, que el deseo de la guerra los llamaba a llevar adelante la victoria; sin promesas ni pagas, deseando que el claro cielo al fin vino a tumbarse, el esperado tiempo, que tardaba mudando la Fortuna en triste estado para el decreto y áspero castigo el curso y orden próspera del hado. con muerte y destrucción del enemigo.

La gente nuestra ingrata se hallaba De algunos que en la junta se hallaron en la prosperidad que arriba cuento, es bien que halla memoria de sus nombres, y en otro mayor bien que me olvidaba, que siendo incultos bárbaros ganaron hallado en pocas casas, que es contento; con no poca razón claros renombres; de tal manera en él se descuidaba pues en tan breve término alcanzaron cierta señal de triste acaecimiento, grandes victorias de notables hombres, que en una hora perdió el honor y estado que de ellas darán fe los que vivieren que en mil años de afán había ganado. y los muertos allá donde estuvieren.

© Pehuén Editores, 2001 ) 24 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Tucapel se llamaba aquel primero Tras este a la consulta Ongolmo viene, que al plazo señalado había venido; que cuatro mil guerreros gobernaba. este fue de cristianos carnicero, Purén en arribar no se detiene, siempre en su enemistad endurecido: seis mil súbditos este administraba. tiene tres mil vasallos el guerrero, Pasados de seis mil Lincoya tiene, de todos como rey obedecido. de bravo y orgulloso ya llegaba, Angol luego llegó, mozo valiente; diestro, gallardo, fiero en el semblante, gobierna cuatro mil, lucida gente. de proporción y altura de gigante.

Cayocupil, cacique bullicioso, Perteguelén, cacique señalado, no fue el postrero que dejó su tierra, que el gran valle de Arauco le obedece que allí luego el tercero, deseoso por natural señor, y así el Estado de hacer a todo el mundo él solo guerra; este nombre tomó según parece, tres mil vasallos tiene este famoso, como Venecia, pueblo libertado, usados tras las fieras en la sierra, que en todo aquel gobierno más florece Millarapué, aunque viejo, el cuarto vino, tomando el nombre de él la señoría: que cinco mil gobierna de continuo. así guarda el Estado el nombre hoy día.

Paicabí se juntó aquel mismo día; Este no se halló personalmente tres mil diestros soldados señorea. por estar impedido de cristianos; No lejos, Lemolemo de él venía, pero de seis mil hombres que él, valiente, que tiene seis mil hombres de pelea. gobierna, naturales araucanos, Mareguano, Gualemo y Lepobía acudió, desmandada, alguna gente se dan prisa a llegar, porque se vea a ver si es menester mandar las manos. que quieren ser en todos los primeros; Caupolicán, el fuerte, no venía, gobiernan estos tres mil guerreros. que toda Pilmayquén le obedecía.

No se tardó en venir, pues, Elicura, Tomé y Andalicán tambien vinieron, que al tiempo y plazo puesto había llegado, que eran del araucano regimiento, de gran cuerpo, robusto en la hechura, y otros muchos caciques acudieron, por uno de los fuertes reputado; que por no ser prolijo no los cuento. dice que ser sujeto es gran locura Todos con leda faz se recibieron, quien seis mil hombres tiene a su mandado. mostrando en verse juntos gran contento; Luego llegó el anciano Colocolo, después de razonar en su venida otros tantos y más rige este solo. se comenzó la espléndida comida.

© Pehuén Editores, 2001 ) 25 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Al tiempo que el beber furioso andaba, De cólera Lincoya y rabia insano, y mal de las tinajas el partido, responde: “Trata de eso es devaneo, de palabra en palabra se llegaba que ser señor del mundo es en mi mano, a encenderse entre todos gran ruido; si en ella libre este bastón poseo.” la razón uno de otro no escuchaba, “Ninguno –dice Ongol- será tan vano, sabida la ocasión do había nacido; que ponga en igualárseme el deseo; vino sobre cual era el más valiente pues es más el temor que pasaría y digno del gobierno de la gente. que la gloria que el hecho le daría.”

Así creció el furor, que derribando Cayocupil, furioso y arrogante, las mesas de manjares ocupadas, la maza esgrime, haciéndose a lo largo, aguijan a las armas desgajando diciendo: “Yo veré quén es bastante las ramas al depósito obligadas, a dar de lo que ha dicho más descargo; y de ellas se aperciben, no cesando haceos los pretensores adelante, palabras peligrosas y pesadas, veremos de cuál de ellos es el cargo; que atizaban la cólera encendida que de probar aquí luego me ofrezco, con el calor del vino y la comida. que más que todos juntos los merezco.”

El audaz Tucapel claro decía “Alto, sus, que yo acepto el desafío, que el cargo de mandar le pertenece, responde Lemolemo, y tengo en nada pues todo el universo conocía poner a nueva prueba lo que es mío, que si va por valor, que lo merece, que más quiero librarlo por la espada; Ninguno se me iguala en valentía; mostraré ser verdad lo que porfío de mostrarlo estoy presto, si se ofrece, a dos, a cuatro, a seis, en la estacada, añade el jactancioso, a quien quisiere, y si todos cuestión queréis conmigo, y a aquel que esta razón contradijere...” os haré manifiesto lo que digo.”

Sin dejarle acabar, dijo Elicura: Purén, que estaba aparte, habiendo oído, “A mí es dado el gobierno de esta danza, la plática enconosa y rumor grande, y el simple que intentare otra locura diciendo, en medio de ellos se ha metido, ha de probar el hierro de mi lanza.” que nadie en su presencia se desmande. Ongolmo, que el preimero ser procura, “¿Y quién a imaginar es atrevido dice: “Yo no he perdido la esperanza, que donde está Purén más otro mande?” en tanto que este brazo sustentare, La grita y el furor se multiplica, y con él, la ferrada gobernare.” quién esgrime la maza y quién la pica.

© Pehuén Editores, 2001 ) 26 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Tomé y otros caciques se metieron “Volved las armas y ánimo furioso en medio de estos bárbaros de presto, a los pechos de aquellos que os han puesto y con dificultad los despartieron, en dura sujeción con afrentoso que no hicieron poco en hacer esto; partido a todo el mundo manifiesto: de herirse lugar aún no tuvieron, lanzad de vos el yugo vergonzoso; y en voz airada, ya el temor pospuesto, mostrad vuestro valor y fuerza en esto: Colocolo, el cacique más anciano, no derraméis la sangre del Estado a razonar así tomó la mano: que para redimir nos ha quedado.

“Caciques del Estado defensores, “No me pesa de ver la lozanía codicia del mandar no me convida, de vuestro corazón, antes me esfuerza; a pesarme de veros protensores mas temo que esta vuestra valentía de cosa que a mí tanto era debida, por mal gobierno el buen camino tuerza; porque, según mi edad, ya veis, señores, que, vuelta entre nosotros la porfía, que estoy al otro mundo de partida; degolléis nuestra patria con su fuerza: mas el amor que siempre os he mostrado cortad, pues, sí ha de ser de esa manera, a bien aconsejaros me ha incitado. esa vieja garganta la primera.

“¿Por qué cargos honrosos pretendemos “Que esta flaca persona, atormentada y en ser en opinión grande tenidos, de golpes de fortuna, no procura o es que negar al mundo no podemos sino el agudo filo de una espada, haber sido sujetos y vencidos? pues no la acaba tanta desventura: Y en esto averiguarnos nos queremos aquella vida es bien afortunada, estando aun de españoles oprimidos; que la temprana muerte la asegura; mejor fuera esta furia ejecutalla pero, a nuestro bien público atendiendo, contra el fiero enemigo en la batalla. quiero decir en esto lo que entiendo

“¿Qué furor es el vuestro, ¡oh araucanos!, “Pares sois en valor y fortaleza; que ha perdición os lleva sin sentillo? el cielo os igualó en el nacimiento; ¿Contra vuestras entrañas tenéis manos, de linaje, de estado y de riqueza y no contra el tirano en resistillo? hizo a todos igual repartimiento; ¿Teniendo tan a golpe los cristianos, y en singular por ánimo y grandeza volvéis contra vosotros el cuchillo? podéis tener del mundo el regimiento; Si gana de morir os ha movido, que este precioso don, no agradecido, no sea en tan bajo estado y abatido. nos ha al presente, término traído.

© Pehuén Editores, 2001 ) 27 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“En la virtud de vuestro brazo espero Pues el madero súbito traído que puede en breve tiempo remediarse, no me atrevo a decir lo que pesaba, mas ha de haber un capitán primero era un macizo líbano fornido, que todos por él quieran gobernarse: que con dificultad se rodeaba; este será quien más un gran madero Paicabí le aferró menos sufrido, sustentar en el hombro sin pararse; y en los valientes hombros le afirmaba; y pues que sois iguales en la suerte, seis horas le sostuvo aquel membrudo, procure cada cual ser el más fuerte.” pero llegar a siete jamás pudo.

Ningún hombre dejó de estar atento Cayocupil al tronco aguija presto, oyendo del anciano las razones, de ser el más valiente confiado y puesto ya silencio al parlamento, y encima de los altos hombros puesto hubo entre ellos diversas opiniones: lo deja a las cinco horas cansado. al fin, de general consentimiento, Gualemo lo probó, joven dispuesto, siguiendo las mejores intenciones, mas no pasó de allí: y esto acabado, por todos los caciques acordado Angol el grueso leño tomó luego: lo propuesto del viejo fue aceptado. duró seis horas largas en el juego.

Podría de alguno ser aquí una cosa Purén tras él lo trajo medio día, que parece sin término notada, y el esforzado Olgolmo más de medio; y es que, en una provincia poderosa, y cuatro horas y media Lebopía, en la milicia tanto ejercitada, que de sufrirle más no hubo remedio. de leyes y ordenanzas abundosas, Lemolemo siete horas le traía, no hubiese una cabeza señalada el cual jamás en todo este comedio a quien tocase el mando y regimiento, dejó de andar acá y allá saltando, sin allegar a tanto rompimiento. hasta que ya el vigor le fue faltando.

Respondo a esto que nunca sin caudillo Elicura a la prueba se previene, la tierra estuvo electo del senado; y en sustentar el líbano trabaja: que, como dije, en Penco el Ainavillo a nueve horas dejarle le conviene, fue por nuestra nación desbaratado; que no pudiera más si fuera paja. y viniendo de paz, en un castillo Tucapelo catorce lo sostiene, se dice, aunque no es cierto, que un bocado encareciendo todos la ventaja; le dieron de veneno en la comida, pero en esto Lincoya, apercibido, donde acabó su cargo con la vida. mudó en un gran silencio aquel ruido.

© Pehuén Editores, 2001 ) 28 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

De los hombros el manto derribando Era este noble mozo de alto hecho, las terribles espaldas descubría, varón de autoridad, grave y severo, y el duro y bravo leño levantando amigo de guardar todo derecho, sobre el fornido asiento le ponía; áspero, riguroso y justiciero; corre ligero aquí y allí, mostrando de cuerpo grande y relevado pecho, que poco aquella carga le impedía; hábil, diestro, fortísimo y ligero, era de sol a sol el día pasado, sabio, astuto, sagaz, determinado, y el peso sustentaba aun no cansado. y en cosas de repente reportado.

Venía aprisa la noche, aborrecida Fue con alegre muestra recibido, por la ausencia del sol; pero Diana aunque no sé si todos se alegraron: les daba claridad con su salida, el caso en esta suma referido mostrándose a tal tiempo más lozana; por su término y puntos le contaron: Lincoya con la carga no convida, viendo que Apolo ya se había escondido aunque ya despuntaba la mañana, en el profundo mar determinaron hasta que llegó el sol a medio cielo, que la prueba de aquel se dilatase que dio con ella entonces en el suelo. hasta que la esperada luz llegase.

No se vio allí persona en tanta gente Pasábase la noche en gran porfía que no quedase atónita de espanto, que causó esta venida entre la gente; creyendo no haber hombre tan potente cuál se atiene a Lincoya y cuál decía que la pesada carga sufra tanto: que es el Caupolicano más valiente: la ventaja le daban, juntamente apuestas en favor y contra había, con el gobierno, mando, y todo cuanto otros, sin apostar dudosamente, a digno general era debido, hacia el Oriente vueltos aguardaban hasta allí justamente merecido. si los fébeos caballos asomaban.

Ufano andaba el bárbaro contento Ya la rosada aurora comenzaba de haberse más que todos señalado, las nubes a bordar de mil labores, cuando Caupolicán a aquel asiento y a la usada labranza despertaba sin gente, a la ligera, había llegado: la miserable gente y labradores: tenía un ojo sin luz de nacimiento, ya los marchitos campos restauraba como un fino granaté colorado; la frescura perdida y sus colores, pero lo que en la vista le faltaba aclarando aquel valle de luz nueva, en la fuerza y esfuerzo le sobraba. cuando Caupolicán viene a la prueba.

© Pehuén Editores, 2001 ) 29 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Con un desdén y muestra confiada, El carro de Faetón sale corriendo asiendo del tronco duro y nudoso, del mar por el camino acostumbrado, como si fuera vara delicada, sus sombras van los montes recogiendo se le pone en el hombro poderoso: de la vista del sol, y el esforzado la gente enmudeció maravillada varón, el grave peso sosteniendo, de ver el fuerte cuerpo tan nervoso: acá y allá se mueve no cansado, la color a Lincoya se le muda, aunque otra vez la negra sombra espesa poniendo en su victoria mucha duda. tornaba a aparecer corriendo apriesa.

El bárbaro sagaz despacio andaba, La luna su salida provechosa y a toda prisa entraba el claro día: por un espacio largo dilataba: el sol las largas sombras acortaba, al fin turbia, encendida y perezosa, mas él nunca decrece en su porfía; de rostro y luz escasa se mostraba: al ocaso la luz se retiraba, paróse al medio curso más hermosa ni por esto flaqueza en él había: a ver la extraña prueba en qué paraba; las estrellas se muestran claramente, y viéndola en el punto y ser primero, y no muestra cansancio aquel valiente. se derribó en el Artico hemisferio.

Salió la clara luna a ver la fiesta Y el bárbaro en el hombro la gran viga, del tenebroso albergue húmedo y frío, sin muestra de mudanza y pesadumbre, desocupando el campo y la floresta venciendo con esfuerzo la fatiga, de un negro velo lóbrego y sombrío: y creciendo la fuerza por costumbre. Caupolicán no afloja de su apuesta, Apolo, en seguimiento de su amiga, antes con nueva fuerza y mayor brío tendido había los rayos de su lumbre: se mueve y representa de manera y el hijo de Leocán, en el semblante, como si peso alguno no trajera. más firme que al principio y más constante.

Por entre dos altísimos ejidos Era salido el sol cuando el enorme la esposa de Titón ya parecía, peso de las espaldas despedía, los dorados cabellos esparcidos y un salto dio en lanzándole disforme, que de la fresca helada sacudía, mostrando que aun más ánimo tenía: con que a los mustios prados florecidos el circunstante pueblo, en voz conforme, con el húmedo humor reverdecía, pronunció la sentencia, y le decía: y quedaba engastado así en las flores “Sobre tan firmes hombros descargamos cual perlas entre piedras de colores. el peso y grande carga que tomamos.”

© Pehuén Editores, 2001 ) 30 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

El nuevo juego y pleito definido, Celebraba con pompa allí el senado con las más ceremonias que supieron, de la justa elección la fiesta honrosa; por sumo capitán fue recibido y el nuevo capitán ya con cuidado y a su gobernación se sometieron; de dar principio a alguna grande cosa, creció en reputación, fue tan temido manda a Palta, sargento, que, callado, y en opinión tan grande le tuvieron, de la gente más presta y animosa que ausentes muchas leguas de él temblaban ochenta diestros hombres aperciba y casi como a rey le respetaban. y a su cargo apartados los reciba.

Es cosa en que mil gentes han parado Fueron, pues, escogidos los ochenta y están en duda muchos hoy en día, de más esfuerzo y menos conocidos: pareciéndoles que esto que he contado entre ellos dos soldados de gran cuenta, es alguna ficción o fantasía; por quien fuesen mandados y regidos; pues en razón no cabe que un senado, hombres diestros, usados en afrenta, de tan gran disciplina y policía, a cualquier peligro apercibidos: pusiese una elección de tanto peso el uno se llamaba Cayeguano, en la robusta fuerza y no en el seso. el otro Alcatipay de Talcahuano.

Sabed que fue artificio, fue prudencia Tres castillos los nuestros ocupados del sabio Colocolo que miraba tenían para el seguro de la tierra, la dañosa discordia y diferencia: de fuertes y anchos muros fabricados, y el gran peligro en que su patria andaba: con foso que los ciñe en torno y cierra; conociendo el valor y suficiencia guarnecidos de prácticos soldados, de este Caupolicán que ausente estaba, usados al trabajo de la guerra: varón en cuerpo y fuerzas extremado, caballos, bastimento, artillería, de rara industria y ánimo dotado. que en espesas troneras asistía.

Así propuso astuta y sabiamente Estaba el uno cerca del asiento para que la elección se dilatase, adonde era la fiesta celebrada, la prueba, al parecer, impertinente, y el araucano ejército contento, en que Caupolicano se extremase; mostrando no tener al mundo en nada, y en esta dilación secretamente, que con discurso vano y movimiento dándole aviso a la elección llegase, quería llevarlo todo a pura espada; trayendo así el negocio por rodeo pero Caupolicán, más cuerdamente, a conseguir su fin y buen deseo. trataba del remedio conveniente.

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Había entre ellos algunas opiniones El puente, muro y puerta atravesando, de cercar el castillo más vecino; miserables, los gestos afligidos, otros, que con formados escuadrones algunos de cansados cojeando, a Penco enderezasen el camino: mostrábanse marchitos y encogidos; dadas de cada parte sus razones, pero, dentro, las cargas desatando, Caupolicán en nada de esto vino; arrebatan las armas atrevidos, antes al pabellón se retiraba con amenaza, orgullo y confianza y a los ochenta bárbaros llamaba. de la esperanza y súbita venganza.

Para entrar al castillo fácilmente Los fuertes españoles salteados, les da industria y manera disfrazada, viendo la airada muerte tan vecina, con expresa instrucción, que plaza y gente corren presto a las armas alterados metan a fuego y a rigor de espada; de la extraña cautela repentina: porque él, luego tras ellos, diligente, y a vencer o morir determinados, ocupará los pasos y la entrada; cuál con celada, cuál con coracina, después de haberlos bien amonestado, salen a resistir la furia insana pusieron en efecto lo tratado. de la brava y audaz gente araucana.

Era en aquella plaza y edificio Asáltanse con ímpetu furioso, la entrada a los de Arauco defendida, suenan los hierros de una y otra parte: salvo los necesarios al servicio allí muestra su fuerza el sanguinoso de la gente española estatuida y más que nunca embravecido Marte; a la defensa de ella y ejercicio de vencer cada uno deseoso, de la fiera Belona embravecida: buscaba nuevo modo, industria y arte, y así los cautos bárbaros soldados, de encaminar el golpe de la espada de feno, hierba y leña iban cargados. por do diese a la muerte franca entrada.

Sordos a las demandas y preguntas, La saña y el coraje se renueva siguen su intento y el camido usado, con la sangre que saca el hierro duro: las cargas en hilera y orden juntas, ya la española gente a la india lleva habiendo entre los haces sepultado a dar de las espaldas en el muro; astas fornidas de ferradas puntas; y el infiel escuadrón con fuerza nueva y así contra el castillo descuidado cobra el perdido campo mal seguro, del encubierto engaño caminaban, que estaba de los golpes esforzados y en los vedados límites entraban. cubiertos de armas, y ellos desarmados.

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Viéndose en tanto estrecho los cristianos, No tan presto las fieras acudieron de temor y vergüenza constreñidos, al bramar de la res desamparada, las espadas aprietan en las manos, que de lejos sin orden conocieron con ira envueltos y en furor metidos, del pueblo y moradores apartada, cargan sobre los fieros araucanos como los araucanos cuando oyeron por el ímpetu nuevo enflaquecidos; del valiente español la voz osada, entran en ellos, hieren y derriban, partiendo más de ciento presurosos y a muchos de cuidado y vida privan. del lance y cierta presa codiciosos.

Siempre los españoles mejoraban, No porque tantos vengan temor tiene haciendo fiero estrago y tan sangriento el gallardo español, ni esto le espanta; en los osados indios, que pagaban antes, al escuadrón que espeso viene, el poco seso y mucho atrevimiento; por mejor recibirle, se adelanta; casi defensa en ellos no hallaban: el curso enfrena, el ímpetu detiene pierden la plaza y cobran escarmiento: de los fieros contrarios, que con tanta al fin, de tal manera lo trataron furia se arroja entre ellos sin recelo, que fuera de los muros los lanzaron. que rodaron algunos por el suelo.

Apenas Cayeguán y Talcahuano De dos golpes a dos tendió por tierra, salían, cuando con paso apresurado la espada revolviendo a todos lados: asomó el escuadrón caupolicano, aquí esparce una junta, y allí cierra teniendo el hecho ya por acabado; adonde ve los más amontonados. mas, viendo el esperado efecto vano Igual andaba la desigual guerra, y el puente del castillo levantado, cuando los españoles bien armados, pone cerco sobre él, con juramento abriendo con presteza un gran postigo, de no dejarle piedra en el cimiento. salen a la defensa del amigo.

Sintiendo un español mozo que había Acuden los contrarios de otra parte demasiado temor en nuestra gente, y, en medio de aquel campo y ancho llano, más de temeridad que de osadía, al ejercicio del sangriento Marte cala sin miedo y sin ayuda el puente; viene el bando español y el araucano: y puesto en medio de él, alto decía: la primera batalla se departe, “Salga adelante, salga el más valiente: queda de ciento a un solo castellano, uno por uno, a treinta desafío vuelven el crudo hiero no teñido y a mil no negaré este cuerpo mío.” contra los que del fuerte habían salido.

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Arrójanse con furia, no dudando A punto estaban y a caballo, cuando en las agudas armas por juntarse, abren las puertas derribando el puente, y con las duras puntas van tentando y a los prestos caballos aguijando las partes por do más pueden dañarse: el escuadrón embisten de la frente; cual los cíclopes suelen martillando rompen por él hiriendo y tropellando, en las vulcanas yunques fatigarse, y sin hombre perder dichosamente así martillan, baten y cercenan, arriban a Purén, plaza segura, y las cavernas cóncavas atruenan. cubiertos de la noche y sombra oscura.

Andaba la victoria así igualmente; Mientras esto en Arauco sucedía, mas gran ventaja y (1) diferencia había en el pueblo de Penco más vecino, en el número y copia de la gente, que a la sazón en Chile florecía, aunque el valor de España lo suplía: fértil de ricas minas y oro fino, pero el soberbio bárbaro impaciente, el capitán Valdivia residía, viendo que un nuestro a ciento resistía, donde la nueva por el aire vino, con diabólica furia y movimiento que afirmaba con término asignado arranca a los cristianos del asiento. la alteración y junta del Estado.

Los españoles, sin poder sufrillo, El común, siempre amigo de ruido, dejan el campo y, de tropel corriendo, la libertad y guerra deseando, se lanzan por las puertas del castillo por su parte alterado y removido, al bárbaro la entrada resistiendo; se va con este son desentonando; levan el puente, calan el rastrillo, al servicio no acude prometido, reparos y defensas previniendo; sacudiendo la carga y levantando suben tiros y fuegos a lo alto, la soberbia cerviz desvergonzada, temiendo el enemigo y fiero asalto. negando la obediencia a Carlos dada.

Pero viendo ser todo perdimiento Valdivia, perezoso y negligente, y aprovecharles poco o casi nada, incrédulo, remiso y descuidado, de voto y de común consentimiento hizo en la Concepción copia (1) de gente, su clara destrucción considerada, más que en ella en su dicha confiado; acuerdan de dejar el fuerte asiento; el cual si fuera un poco diligente y así en la oscura noche deseada, hallara en pie el castillo arruinado, cuando se muestra el mundo más quieto con soldados, con armas, municiones, la partida pusieron en efecto. seis piezas de campaña y dos cañones.

(1) Abundancia. (1) Tropa, reunión.

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Tenía con la Imperial concierto hecho que alguna gente armada le enviase, la cual a Tucapel fuese en derecho, donde con él a tiempo se juntase: resoluto de hacer de allí de hecho un ejemplar castigo, que sonase en todos los confines de la tierra porque jamás moviesen otra guerra.

Pero dejó el camino provechoso, y, descuidado de él, torció la vía, CANTO III metiéndose por otro codicioso, que era donde una mina de oro había: y de ver el tributo y don hermoso VALDIVIA, CON POCOS ESPAÑOLES Y ALGUNOS INDIOS AMIGOS, CAMINA A LA que de sus ricas venas ofrecía CASA DE TUCAPEL PARA HACER CASTIGO, MÁTANLE LOS ARAUCANOS A LOS paró de la codicia embarazado, CORREDORES EN EL CAMINO EN UN PASO ESTRECHO Y DÁNLE DESPUÉS LA cortando el hilo próspero del hado. BATALLA, EN LA CUAL FUE MUERTO ÉL Y TODA SU GENTE POR EL GRAN ESFUERZO Y VALENTÍA DE LAUTARO A partir, como dije antes, llegaba al concierto en el tiempo prometido; Oh, incurable mal! ¡Oh gran fatiga, mas el metal goloso que sacaba, con tanta diligencia alimentada, le tuvo a la sazón embebecido; vicio común y pegajosa liga, después salió de allí y se apresuraba, voluntad sin razón desenfrenada, cuando fuera mejor no haber salido. del provecho y bien público enemiga; Quiero dar fin al canto, porque pueda sedienta bestia, hidrópica, hinchada, decir de la codicia, lo que queda. principio y fin de todos nuestros males! ¡Oh insaciable codicia de mortales!

No en el pomposo Estado a los señores contentos en el alto asiento vemos, ni a pobrecillos, bajos labradores, libres de esta dolencia conocemos; ni el deseo ni ambición de ser mayores que tenga fin y límites sabemos: el fausto, la riqueza y el estado hincha, pero no harta al más templado.

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A Valdivia mirad, de pobre infante Valdivia iba siguiendo su jornada, si era poco el estado que tenía, y el duro disponer del hado duro, cincuenta mil vasallos que delante no con la furia y prisa acostumbrada, le ofrecen doce marcos de oro al día: présago y con temor del mal futuro; esto y aun mucho más no era bastante, sospechoso de bárbara emboscada, y así el hambre allí lo detenía; por hacer el camino más seguro, codicia fue ocasión de tanta guerra echó algunos delante para prueba, y perdición total de aquesta tierra. pero jamás volvieron con la nueva.

Esta fue quien halló los apartados Viendo los nuestros ya que al plazo puesto indios de las antárticas regiones; los tardos corredores no volvían, por esta eran sin orden trabajados unos juzgan el daño manifiesto; con dura imposición y vejaciones; otros, impedimentos les ponían; pero rotas las cinchas y apretados, hubo consejo y parecer sobre esto; buscaron modo y nuevas invenciones al cabo, encaminar se resolvían, de libertad, con áspera venganza, ofreciéndose todos a una suerte, levantando el trabajo a la esperanza. a un mismo caso y a una misma muerte.

¡Cuán cierto es, como claro conocemos, Aunque el temor allí tras esto vino, que al doliente en salud consejos damos en sus valientes brazos se atrevieron, y aprovecharnos de ellos no sabemos, y a su próspera suerte y buen destino pero de predicarlos nos preciamos! el dudoso suceso cometieron: Cuando en la sosegada paz nos vemos, no dos leguas andadas del camino, ¡qué bien la dura guerra practicamos! las amigas cabezas conocieron ¡Qué bien damos consejos y razones de los sangrientos cuerpos apartadas lejos de los peligros y pasiones! y en empinados palos levantadas.

¡Cómo de los que yerran abominan No el horrendo espectáculo presente los que están libres en seguro puerto! causó en los firmes ánimos mudanza; ¡Qué bien de allí las cosas encaminan antes, con ira y cólera impaciente, y dan en todo un medio y buen concierto! se encienden más sedientos de venganza, ¡Con qué facilidad se determinan y, de rabia incitados nuevamente, visto el suceso y daño descubierto! maldicen y murmuran la tardanza; Dios sabe aquel que la derecha vía, solo Valdivia calla y teme al punto, metido en la ocasión, acertaría. pero rompió el silencio y pena junto,

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diciendo: “¡Oh compañeros, do se encierra “Lo que jamás hicimos en estrecho, todo esfuerzo, valor y entendimiento! no es bien por nuestro honor que lo hagamos, Ya veis la desvergüenza de la tierra pues es cierto que cuanto habemos hecho, que en nuestro daño da bandera al viento; volviendo atrás un paso lo manchamos: veis quebrada la fe, rota la guerra, mostremos al peligro osado pecho, los pactos van del todo en rompimiento; que en él está la gloria que buscamos.” siento la áspera trompa en el oído Valdivia, de la réplica sentido, y veo un fuego diabólico encendido. enmudeció de rabia y de corrido.

“Bien conocéis la fuerza del Estado, ¡Oh Valdivia, varón acreditado, con tanto daño nuestro autorizada; cuánto la verde plática sentiste! mirad lo que Fortuna os ha ayudado, No solías tú temer como soldado, guiando con su mano vuestra espada; mas de buen capitán ahora temiste; el trabajo y la sangre que ha costado, vas a precisa muerte condenado que de ella está la tierra alimentada, que, como diestro y sabio, la entendiste; y pues tenemos tiempo y aparejo, pero quieres perder antes la vida, será bueno tomar nuevo consejo. que sea en ti flaqueza conocida.

“Quien estos son tendréis en la memoria, En esto acaso llega un indio amigo, pues hay tanta razón de conocellos, y a sus pies, en voz alta, arrodillado, que si de ellos no hubiésemos victoria le dice: “¡Oh capitán, mira que digo y en campo no pudiésemos vencellos, que no pases el término vedado; será tal su arrogancia y vanagloria, veinte mil conjurados, yo testigo, que el mundo no podrá después con ellos; en Tucapel te esperan, protestando dudoso estoy, no sé, no sé que haga de pasar sin temor la muerte honrosa que a nuestro honor y causa satisfaga.” antes que vivir vida vergonzosa!”

La poca edad y menos experiencia Alguna turbación dio de repente de los mozos livianos que allí había lo que el amigo bárbaro propuso, descubrió con la usada inadvertencia discurre un miedo helado por la gente, a tal tiempo su necia valentía, la triste muerte en medio se les puso; diciendo: “¡Oh capitán, danos licencia, pero el gobernador, osadamente, que solo diez, sin otra compañía, que también hasta allí estuvo confuso, el bando asolaremos araucano les dice: “Caballeros, ¿qué dudamos? y haremos el camino y paso llano! ¿Sin ver los enemigos nos turbamos?”

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Al caballo con ánimo hiriendo, La piquería del bárbaro calada sin más los persuadir, rompe la vía; a los pocos soldados atendía; de los miembros el miedo sacudiendo, pero, al tiempo del golpe, levantada, le sigue la esforzada compañía; abriendo un gran portillo se desvía; y, en breve espacio, el valle descubriendo dales sin resistir franca la entrada, de Tucapel bien lejos parecía y en medio el escuadrón los recogía, el muro, antes vistoso levantado, las hileras abiertas se cerraron por los anchos cimientos asolado. y dentro los cristianos sepultaron.

Valdivia aquí paró, y dijo: “¡Oh constante Como el caimán hambriento cuando siente española nación de la confianza, el escuadrón de peces, que cortando por tierra está el castillo tan pujante, viene con gran bullicio la corriente, que en él solo estribaba mi esperanza! el agua clara en torno alborotando: El pérfido enemigo veis delante, que, abriendo la gran boca cautamente, ya os amenaza la contraria lanza; recoge allí el pescado, y apretando en esto más no tengo que avisaros, las cóncavas quijadas lo deshace pues solo el pelear puede salvaros.” y al insaciable vientre satisface.

Estaba, como digo, así hablando Pues de aquella manera recogido que aún no acababa bien estas razones, fue el pequeño escuadrón del homicida, cuando por todas partes rodeando y en un espacio breve consumido, los iban con espesos escuadrones, sin escapar cristiano con la vida. las astas de anchos hierros blandeando, Ya el araucano ejército movido gritando: “Engañadores y ladrones, por la ronca trompeta obedecida, la tierra dejaréis hoy con la vida, con gran estruendo y pasos ordenados, pagándonos la deuda tan debida.” cerraba sin temor por todos lados.

Viendo Valdivia serle ya forzoso La escuadra de Mareande, encarnizada, que la fuerte fortuna se probase, tendía el paso con más atrevimiento; mandó que al escuadrón menos copioso viéndola así Valdivia adelantada, y más vecino, a fin que no cerrase, no escarmentado, manda a su sargento, saliese Bobadilla, el cual, furioso, que, escogiendo la gente más granada, sin que Valdivia más le amonestase, dé sobre ella con recio movimiento: con poca gente y con esfuerzo grande, pero diez españoles solamente asalta el escuadrón de Mareande. pusieron a la muerte osada frente.

© Pehuén Editores, 2001 ) 38 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Contra el escuadrón bárbaro importuno Del rigor de las armas homicidas ir se dejan sin miedo a rienda floja, los templados arneses reteñían, y en el encuentro de los diez ninguno y las vivas entrañas escondidas dejó allí de sacar la lanza roja; con carniceros golpes descubrían: desocupó la silla solo uno, cabezas de los cuerpos divididas, que con la basca y última congoja, que aun el vital espíritu tenían, de la rabiosa muerte el pecho abierto, por el sangriento campo iban rodando, sobre la llaga en tierra cayó muerto. vueltos los ojos ya paladeando.

Y los nueve después también cayeron El enemigo hierro riguroso haciendo tales hechos señalados, todo en color de sangre lo convierte, que digna y justamente merecieron siempre el acometer es más furioso; ser de la eterna fama levantados: pero ya el combatir es menos fuerte: hechos pedazos todos diez murieron, ninguno allí pretende otro reposo quedando de su muerte antes vengados. que el último reposo de la muerte; En esto, la española trompa oída, el más medroso atiende con cuidado dio la postrer señal de arremetida. a solo procurar morir vengado.

Salen los españoles de tal suerte, La rabia de la muerte y fin presente los dientes y las lanzas apretando, crió en los nuestros fuerza tan extraña, que de cuatro escuadrones, al más fuerte que con deshonra y daño de la gente le van un largo trecho retirando: pierden los araucanos la campaña; hieren, dañan, tropellan, dan la muerte; al fin dan las espaldas claramente, piernas, brazos, cabezas cercenando; suenan voces: “¡Victoria! ¡España! ¡España!” los bárbaros, por esto, no se admiran, Mas el incontrastable y duro hado antes cobran el campo y los retiran. dio un extraño principio a lo ordenado.

Sobre la vida y muerte se contiende, Un hijo de un cacique conocido, perdone Dios a aquel que allí cayere, que a Valdivia de paje le servía, del un bando y del otro así se ofende, acariciando de él y favorido, que de ambas partes mucha gente muere; en su servicio a la sazón venía; bien se estima la plaza y se defiende, del amor de su patria conmovido, volver un paso atrás ninguno quiere, viendo que a más andar se retraía, cubre la roja sangre todo el prado, comienza a grandes voces a animarla tornándolo de verde colorado. y con tales razones a incitarla:

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“¡Oh ciega gente del temor guiada! En esto, una nervosa y gruesa lanza ¿A dó volvéis los temerosos pechos? contra Valdivia, su señor blandía; Que la fama en mil años alcanzada dando de sí gran muestra y esperanza, aquí perece y todos vuestros hechos. por más los persuadir, arremetía; La fuerza pierden hoy, jamás violada, y entre el hierro español así se lanza, vuestras leyes, los fueros y derechos; como con gran calor en agua fría de señores, de libres, de temidos, se arroja el ciervo en el caliente estío quedáis siervos, sujetos y abatidos. para templar el sol con algún frío.

“Mancháis la clara estirpe y descendencia, De solo el primer bote uno atraviesa, e inferís en el tronco generoso otro a punta por medio del costado, una incurable plaga, una dolencia, y aunque la dura lanza era muy gruesa, un deshonor perpetuo ignominioso; salió el hierro sangriento al otro lado; mirad de los contrarios la impotencia, salta, vuelve, revuelve con gran priesa, la falta del aliento y el fogoso y, barrenando el muslo a otro soldado, latir de los caballos, las ijadas en él la fuerte pica fue rompida, llenas de sangre y de sudor bañadas. quedando un grueso tronco en la herida.

“No os desnudéis del hábito y costumbre Rota la fiera asta, luego afierra que de nuestros abuelos mantenemos, del suelo una pesada y dura maza; ni el araucano nombre de la cumbre mata, hiere, destronca y echa a tierra, a estado tan infame derribemos; haciendo en breve espacio larga plaza; huid del grave yugo y servidumbre, en él se resumió toda la guerra, al duro hierro osado pecho demos; cesa el alcance y dan en él la caza; ¿por qué mostráis espaldas esforzadas mas él, aquí y allí, va tan liviano, que son de los peligros reservadas? que hieren por herirle el aire vano.

“Fijad esto que digo en la memoria ¿De quién prueba se oyó tan espantosa, que el ciego y torpe miedo os va turbando; ni en antigua escritura se ha leído, dejad de vos al mundo eterna historia, que estando de la parte victoriosa vuestra sujeta patria libertando; se pase a la contraria del vencido? volved, no rehuséis tan gran victoria, ¿Y que solo el valor, y no otra cosa, que os está el hado próspero llamando; de un bárbaro muchacho haya podido a lo menos, fijad el pie ligero, arrebatar por fuerza a los cristianos veréis cómo en defensa vuestra muero.” una tan gran victoria de las manos?

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No los dos Publios Decios que las vidas Estaba el suelo de armas ocupado sacrificaron por la patria amada, y el desigual combate más revuelto, ni Curcio, Horacio, Escévola y Leonidas cuando Caupolicano, recortado, dieron muestra de sí tan señalada; a las amigas voces había vuelto; ni aquellos que en las guerras tan reñidas también habían sus gentes reparado, alcanzaron gran fama por la espada, con vergonzoso ardor en ira envuelto, Furio, Marcelo, Fulvio, Cincinato, de ver que un sol mozo resistía Marco Sergio, Filón, Sceva y Dentato. a lo que tanta gente no podía.

Decidme: ¿estos famosos qué hicieron Cual suele acontecer a los de honrosos que al hecho de este bárbaro igual fuese? ánimos de repente inadvertidos, ¿Qué empresa, qué batalla acometieron o cuando en los lugares sospechosos que a lo menos en duda no estuviese? piensan otros que van desconocidos, ¿A qué riesgo y peligros se pusieron que en pendencias y encuentros peligrosos que la sed del reinar no los moviese? huyen; pero si ven que conocidos ¿Y de intereses grandes asistidos fueron de quien los sigue, avergonzados, que a los tímidos hacen atrevidos? vuelven furiosos, del honor forzados,

Muchos emprenden hechos hazañosos así los araucanos, revolviendo y se ofrecen con ánimo a la muerte, contra los vencedores arremeten, de fama y vanagloria codiciosos, y las rendidas armas esgrimiendo, que no saben sufrir un golpe fuerte; a voces de morir todos prometen; mostrándose constantes y animosos treme (1) y gime la tierra del horrendo hasta que ven ya declinar su suerte furor en que ambas partes se acometen, faltándoles valor y esfuerzo a una, derramando con rabia y fuerza brava roto el crédito frágil de fortuna. aquella poca sangre que quedaba.

Este decreto y la fatal sentencia, Diego Oro allí derriba a Paynaguala, en contra de su patria declarada, que de una punta le atraviesa el pecho; turbó y redujo a nueva diferencia pero Caupolicano le señala, y al fin bastó a que fuese revocada; dejándole gozar poco del hecho; hizo a fortuna y hado resistencia, al sesgo la ferrada maza cala, forzó su voluntad determinada, aunque el furioso golpe fue al derecho, y contrastó el furor del victorioso pues quedó por de dentro la celada sacando vencedor al temeroso. de los bullentes sesos rociada.

(1) Tiembla

© Pehuén Editores, 2001 ) 41 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Tras este, otro tendió desfigurado, A Juan de Gudiel no le fue sano tanto que nunca más fue conocido, el tenerse en la lucha por maestro, que la armada cabeza y todo el lado porque sin tiempo y con esfuerzo vano donde el golpe alcanzó, quedó molido; cerró con Cuaticol, no menos diestro; Valdivia con Ongolmo se ha topado en aquella sazón, Purén, su hermano, y hanse el uno y el otro acometido; que estaba cerca de él, en el siniestro hiere Valdivia a Ongolmo en una mano, lado, le abrió con daga una herida, haciendo el araucano el golpe en vano. por do la muerte entró y salió la vida.

Pasó recio Valdivia y va furioso, Andrés de Villarroel, ya enflaquecido que con Ongolmo más no se detiene, por la falta de sangre derramada, y a donde Leucotón, mozo animoso, andaba entre los bárbaros metido estaba en una gran pendencia, viene, procurando la muerte más honrada; que contra Juan de Lamas y Reinoso también Juan de las Peñas, malherido, solo su parte y opinión mantiene; rompiendo por la espesa gente armada, el cual con su destreza y mucho seso se puso junto a él, y así la suerte la guerra sustentaba en igual peso. los hizo a un tiempo iguales en la muerte.

Partióse esta batalla porque, cuando Era la diferencia incomparable Valdivia llegó a donde combatía, del número infiel al bautizado; parte acudió del araucano bando es él un escuadrón innumerable, que en su ayuda y defensa se metía; el otro hasta sesenta numerado. fuese el daño y destrozo renovando, Ya la incierta Fortuna variable de un cabo y de otro gente concurría, que dudosa hasta entonces había estado, sube el alto rumor a las estrellas, aprobó la maldad y dio por justa sacando de los hierros mil centellas. la causa y opinión hasta allí injusta.

Gran rato anduvo en término dudoso Dos mil amigos bárbaros soldados, la confusa victoria de esta guerra, que el bando de Valdivia sustentaban, y en el aire de estruendo sonoroso, en el flechar del arco ejercitados, roja de sangre y húmeda la tierra; el sangriento destrozo acrecentaban; quién busca y solo quiere un fin honroso, derramando más sangre, y, esforzados, quién a los brazos con el otro cierra, en la muerte también acompañaban y por darse más presto cruda muerte, a la española gente, no vencida tienta con el puñal lo menos fuerte. en cuanto sustentar pudo la vida.

© Pehuén Editores, 2001 ) 42 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Cuando de aqueste y cuando de aquel canto Tal tempestad de tiros, Señor, lanzan mostraba el buen Valdivia esfuerzo y arte, cual el turbión que granizando viene, haciendo por la espada todo cuanto en fin, a poco trecho, los alcanzan, pudiera hacer el poderoso Marte, que un paso cenagoso los detiene: no basta a reparar él solo tanto, los bárbaros sobre ellos se abalanzan, que falta de los suyos la más parte; por valiente el postrero no se tiene; los otros, aunque ven su fin tan cierto, murió el clérigo luego, y, maltratado, ningún medio pretenden ni concierto. trujeron a Valdivia ante el senado.

De dos en dos, de tres en tres cayendo, Caupolicán, gosozo en verlo vivo iba la desangrada y poca gente, y en el estado y término presente, siempre el ímpetu bárbaro creciendo con voz de vencedor y gesto altivo con el ya declarado fin presente; le amenaza y pregunta juntamente. fuese el número flaco resumiendo Valdivia, como mísero cautivo, en catorce soldados solamente, responde y pide, humilde y obediente, que, constantes, rendir no se quisieron que no le dé la muerte, y que le jura hasta que al crudo hierro se rindieron. dejar libre la tierra, en paz segura.

Solo quedó Valdivia, acompañado Cuentan que estuvo de tomar, movido de un clérigo que acaso allí venía, del contrito Valdivia, aquel consejo; y viendo así su campo destrozado, mas un pariente suyo, empedernido, el mal remedio y poca compañía, a quién él respetaba por ser viejo, dijo: “Pues pelear es excusado, le dice: “Por dar crédito a un rendido, procuremos vivir por otra vía.” ¿quieres perder el tiempo y aparejo?” Pica en esto al caballo, y a toda prisa, Y, apuntando a Valdivia en el cerebro, tras él corriendo el clérigo de misa. descarga un gran bastón de duro enebro.

Cual suelen escapar de los monteros Como el dañoso toro, que apremiado dos grandes jabalíes fieros, cerdosos, con fuerte amarra al palo, está bramando seguidos de solícitos rastreros de la tímida gente rodeado, de la campestre sangre codiciosos, que con admiración le está mirando, y salen en su alcance los ligeros y el diestro carnicero ejercitado, lebreles irlandeses generosos, el grave y duro mazo levantado, con no menor codicia y pies livianos recio al cogote cóncavo desciende, arrancan tras los míseros cristianos. y, muerto, estremeciéndose le tiende;

© Pehuén Editores, 2001 ) 43 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Así el determinado viejo cano Fue la nueva en un punto discurriendo que a Valdivia escuchaba con mal ceño, por todo el araucano regimiento, ayudándose de una y otra mano, y antes que el sol se fuese descubriendo, en alto levantó el ferrado leño; el campo se cubrió de bastimento: no hizo el crudo viejo golpe en vano, gran multitud de gente concurriendo, que a Valdivia entregó al eterno sueño, se forma un general ayuntamiento y, en el suelo, con súbita caída, de mozos, viejos, niños y mujeres, estremeciendo el cuerpo dio la vida. partícipes en todos los placeres.

Llamábase este bárbaro Leocato, Cuando la luz las aves anunciaban y el gran Caupolicán, de ello enojado, y alegres sus cantares repetían, quiso enmendar el libre desacato, un sitio de altos árboles cercaban pero fue del ejército rogado; que una espaciosa plaza contenían; salió el viejo de aquello al fin barato, y en ellos las cabezas empalaban y el destrozo del todo fue acabado: que de españoles cuerpos dividían, que no escapó cristiano de esta prueba los troncos de las ramas despojados, para poder llevar la triste nueva. eran de los despojos adornados.

Dos bárbaros quedaron con la vida Y dentro de aquel círculo y asiento, solos de los tres mil; que, como vieron cercado de una amena y gran floresta, la gente nuestra rota y de vencida, en memoria y honor del vencimiento, en un jaral espeso se escondieron; celebran el deber la alegre fiesta; de allí vieron el fin de la reñida el vino así aumentó el atrevimiento, guerra y, puestos en salvo, lo dijeron: que España en gran peligro estaba puesta; que como las estrellas se mostraron, pues que promete el mínimo soldado sin ser de nadie vistos se escaparon. de no dejar cimiento levantado.

La oscura noche en esto se subía Era allí la opinión generalmente a más andar a la mitad del cielo, que sin tardar, doblando las jornadas y con las alas lóbregas cubría partiese un grueso número de gente el orbe y redondez del ancho suelo, a dar en las ciudades descuidadas, cuando la vencedora compañía, que, tomadas de salto y de repente, arrimadas las armas sin recelo, serían con solo el miedo arruinadas, danzas en anchos cercos ordenaban, y la patria en su honor restituida, donde la gran victoria celebraban. no dejando cristiano con la vida.

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Y dando orden bastante y esto hecho, “A Valdivia y los suyos habéis muerto, para acabar de ejecutar su saña, y a una importante plaza destruido; con gran poder y ejército de hecho, venir a la venganza será cierto querían pasar al vuelta de la España, luego que en las ciudades sea sabido; pensándola en poner en tanto estrecho demos al enemigo el paso abierto, por fuerza de arma, puestos en campaña, esto asegura más nuestro partido; que fuesen cultivadas las iberas vengan, vengan con furia, a rienda suelta, tierras de las naciones extranjeras. que difícil será después la vuelta.

El hijo de Leocano bien entiende “La victoria tenemos en las manos el vano intento, y quiere desviarlo y pasos en la tierra mil seguros que, como diestro y sabio, otro pretende, de ciénagas, lagunas y pantanos, y por mejor camino enderezarlo; espesos montes, ásperos y duros; el tiempo espera y la sazón atiende mejor pelean aquí los araucanos; que estén mejor dispuestos a tratarlo: españoles, mejor dentro, en sus muros: la fiesta era acabada y borrachera, cualquier hombre, en su casa acometido, cuando a todos les habla en tal manera: es más sabio, más fuerte y atrevido.

“Menos que vos, señores, no pretendo “Esto os vengo a decir, porque se entienda la dulce libertad tan estimada, cuánto con más seguro acertaremos, ni que sea nuestra patria yo defiendo para poder tomar la justa enmienda, en el sublime trono restaurada: que en sitios escogidos esperemos, mas hase de atender a que, pudiendo donde no habrá en el mundo quien defienda ganar, no se aventure perder nada; la razón y derecho que tenemos; y así con este celo y fin, procuro cuando temor tuviesen de buscarnos no poner en peligro lo seguro. a sus casas iremos a alojarnos.”

“Tomad con discreción los pareceres Con atención de todos escuchaba que van a la razón más animados, fue la oración que el general hacía, pues cobrar nuestros hijos y mujeres siendo de los más de ellos aprobada está en ir los principios acertados, por ver que a su remedio convenía; vuestra fama, el honor, tierra y haberes la gente ya del todo sosegada, a punto están de ser recuperados, Caupolicán al joven se volvía que el tiempo, que no es el padre del consejo, por quien fue la victoria, ya perdida, en las manos nos pone el aparejo. con milagrosa prueba conseguida.

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Por darle más favor le tenía asido Fue Lautaro industrioso, sabio, presto, con la siniestra de la diestra mano, de gran consejo, término y cordura, diciéndole: “¡Oh varón, que has extendido manso de condición y hermoso gesto, el claro nombre y límite araucano!, ni grande ni pequeño de estatura; por ti ha sido el estado redimido, el ánimo en las cosas grandes puesto, tú lo sacaste del poder tirano, de fuerte trabazón y compostura, a ti solo se debe esta victoria, duros los miembros, recios y nerviosos, digna de premio y de inmortal memoria. anchas espaldas, pechos espaciosos.

“Y, señores, pues es tan manifiesto Por él las fiestas fueron alargadas, (esto dijo volviéndose al senado) ejercitando siempre nuevos juegos el punto en que Lautaro nos ha puesto de saltos, luchas, pruebas nunca usadas, (que así el valiente mozo era llamado), danzas de noche en torno de los juegos; yo por remuneralle en algo de esto, había precios y joyas señaladas, con vuestra autoridad que me habéis dado, que nunca los troyanos ni los griegos, por paga, aunque a tal deuda insuficiente, cuando los juegos más continuaron, le hago capitán y mi teniente. tan ricas y estimadas las sacaron.

“Con la gente de guerra que escogiere, Llegó a Caupolicán, estando en esto, pues que ya de sus obras sois testigos, un bárbaro turbado, sin aliento, en el sitio que más le pareciere perdida la color, mudado el gesto, se ponga a recibir los enemigos, cubierto de sudor y polvoriento, adonde, hasta que vengan, los espere; diciéndole: “Señor, socorre presto, porque yo, con la resta y mis amigos, tu campo roto y cierto el perdimiento, ocuparé la entrada de Elicura, que la gente que estaba en la emboscada aguardando la misma coyuntura.” es muerta la más de ella y destrozada.

Del grato mozo el cargo fue aceptado “Por tierra de Elicura son bajados con el favor que el general le daba; catorce valentísimos guerreros, aprobólo el común aficionado, de corazas finísimas armados, que si a alguno pesó no lo mostraba: sobre caballos prestos y ligeros; y por el orden y uso acostumbrado, por estos solos son desbaratados el gran Caupolicán le trasquilaba, dos escuadrones tuyos de piqueros, dejándole el copete en trenza largo, y, visto el gran estrago, al improviso, insignia verdadera de aquel cargo. partí corriendo a darte de ello aviso.”

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Caupolicán, con muestra no alterada, hizo que del temor se asegurase, diciendo que tan poca gente armada al cabo era imposible que escapase; y, con la diligencia acostumbrada, mandó al nuevo teniente que guiase con la más presta gente por la vía, que luego con el resto le seguía.

Lautaro, en lo aceptar no perezoso, escogiendo una escuadra suficiente, CANTO IV marcha con tan prisa, codicioso de ganar opinión entre la gente. Mas de Marte el estruendo sonoro VIENEN CATORCE ESPAÑOLES POR CONCIERTO A JUNATRSE CON VALDIVIA me llama, que me tardo injustamente: EN LA FUERZA DE TUCAPEL; HALLAN A LOS INDIOS EN LA EMBOSCADA, CON de los catorce es tiempo que se trate LOS CUALES TUVIERON UN PORFIADO ENCUENTRO. LLEGA LAUTARO CON y del sangriento y áspero combate. GENTE DE REPUESTO: MUEREN SIETE ESPAÑOLES Y TODOS LOS AMIGOS QUE LLEVAN; ESCAPANSE LOS OTROS POR UNA GRAN VENTURA. Extiéndase su fama y sea notoria, pues que tanto su espada resplandece, y de ello se eternice la memoria Cuán buena es la justicia y qué importante! si valor en las armas lo merece; Por ella son mis males atajados, testimonio dará de ello la Historia; que si el rebelde Arauco está pujante, pero acabar el canto me parece, con todos sus vecinos alterados, que a decir tan gran cosa no me atrevo, y pasa su furor tan adelante, si no es con nuevo aliento y canto nuevo. fue por no ser a tiempo castigados: la llaga que al principio no se cura, requiere al fin más áspera la cura.

Que no es virtud, mas vicio y negligencia, cuando de un daño otro mayor se espera, el no curar con hierro la dolencia, si del mal lo requiere la manera; mas no con tal rigor que la clemencia pierda su fuerza y la virtud entera; clemente es y piadoso el que sin miedo, por escapar el brazo, corta el dedo.

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No quiero yo decir que a cada paso Fue hecho tan notable que requiere traiga el hierro en la mano la justicia, mucha atención y autorizada pluma, sino según la gravedad del caso y así digo que aquel que lo leyere y la importancia y fin de la malicia, en que fue de los grandes se resuma: pues vemos claro en el presente caso dirá cuanto en mi estilo yo pudiere, que, al cabo corrompida de avaricia, aunque todo será una breve suma, dio a la maldad lugar de arraigase y los nombres también de los soldados y en los ánimos mas se apoderase. que con razón merecen ser loados.

Mas no se ha de entender, como el liviano Almagro, Cortés, Córdoba, Nereda, que se entrega al primero movimiento, Morán, Gonzalo Hernández, Maldonado, que por ser justiciero es inhumano, Peñalosa, Vergara, Castañeda, y por alcanzar crédito es sangriento; Diego García, Herrero el arriscado, y como aquel que con justa mano, Pero Niño, Escalona, y otro queda sin término, sin causa y fundamento, con el cual es el número acabado: por solo liviandad y vanagloria, don Leonardo Manrique es el postrero, quiere dejar de su maldad memoria. igual en el valor siempre al primero.

No faltará materia y coyuntura Estos catorce son los que venían para mostrar la pluma aquí curiosa; a verse con Valdivia en el concierto, mas no quiero meterme en tal hondura, que del pueblo Imperial partido habían que es cosa no importante y peligrosa; sin saber que Valdivia fuese muerto; el tiempo lo dirá y no mi escritura por la alta cuesta del Purén subían, que quizá la tendrán por sospechosa; y en el más alto asiento y descubierto solo diré que es opinión de sabios los caminos de ramas ven sembrados, que a donde falta el rey sobran agravios. señal de paga y junta de soldados.

Pero a nuestro propósito tornando, Conocen que la tierra está alterada dejaré de tratar de sinrazones, y que de gente hacen llamamiento; que es trabajar en vano, derramando no torcieron por esto la jornada al viento en el desierto las razones; ni les mudó el temor el firme intento; de los nuestros diré que peleando la fresca y nueva aurora colorada estaban con los fieros escuadrones, daba con su venida gran contento, ganando fama y prez, honor y gloria, y las sombras del sol se retraían haciendo cosas dignas de memoria. cuando el licúreo valle descubrían.

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Aquí estaban los indios emboscados De tres, dos escuadrones desviados esperando a los nuestros si viniesen, el paso les cerraron y la huida; por cogerlos sin orden descuidados viéndose así de bárbaros cercados, antes que del peligro se advirtiesen, piensan abrir por ellos la salida; de un bosque a mano hecho rodeados, otra vez arremeten apiñados, para que más cubiertos estuviesen, y aunque una escuadra de ellos fue rompida, hasta que, inadvertidos del engaño, volvieron a sus puestos recogidos, pudiesen a su salvo hacer el daño. quedando de esta vuelta malheridos.

Los catorce españoles abajaban Dos veces embistieron de esta suerte, por un repecho, al valle enderezando, las cerradas escuadras tropellando; donde ocultos los bárbaros estaban, mas viéndose cercanos a la muerte, cubiertos de los ramos aguardando; prosiguen su derrota, enderezando los nuestros con el bosque aún no igualaban, al desolado sitio y casa fuerte, cuando los indios, súbitos sonando a diestro y a siniestro derribando, bárbaras trompas, roncos tamborinos, que los indios entre ellos van mezclados, los pasos ocuparon y caminos. hiriéndose también por todos lados.

En cazador no entró tanta alegría Estréchase el camino de Elicura cuando más sin pensar la liebre echada por la pequeña falda de una sierra: de súbito por medio de la vía la causa y la razón de esta angostura salta de entre los pies alborotada, es un lago que el valle abajo cierra; cuando causó la muestra y vocería paro los nuestros esto fue ventura, del vecino escuadrón de la emboscada pues siguen su jornada asiendo guerra, a nuestros españoles, que al instante que solo un español que atrás venía arrojan los caballos adelante. la bárbara arrogancia resistía.

En un punto los bárbaros formaron Ellos que iban así por la espesa de puntas de diamante una muralla; mata, al calar de un áspero collado, pero los españoles no pararon ven un indio salir a toda priesa, hasta de parte a parte atravesalla: el vestido y el rostro demudado, hombres, picas y mazas tropellaron, el cual en el camino se atraviesa, revuelven por dar fin a la batalla y del seno sacó un papel cerrado con más valor y esfuerzo que esperanza, que Juan Goméz de Almagro, el propio día, vista de los contrarios la pujanza. dando aviso a Valdivia, escrito había.

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El mismo mensajero ven lloroso, Aunque allí un español desfigurado, que de ellos adelante había partido: que yo no digo aquí cuál de ellos era, de Valdivia el suceso lastimoso dijo, viendo tan poca gente al lado: les dijo, y lo demás acontecido, “¡Oh, si nuestro escuadrón de ciento fuera!” y que el castillo el bárbaro furioso Pero Gonzalo Hernández, animado, lo había por los cimientos destruido. vuelto al cielo, responde: “A Dios pluguiera, Viendo el remedio y presupuesto vano, fuéramos solo doce, y dos faltaran, tomaron a la diestra un sitio llano. que doce de la fama nos llamaran.”

Era el sitio de lomas rodeado, Los caballos en esto apercibiendo, aunque por esta senda y paso abierto, firmes y recogidos en las sillas, del Este, Norte y Oeste, está abrigado, sueltan las riendas, y los pies batiendo, y el Sur lo hiere casi en descubierto, parten contra las bárbaras cuadrillas; por do seguido va el camino usado, las poderosas lanzas requiriendo, de los ligeros bárbaros cubierto afiladas en sangre las cuchillas, en espaciosa hila prolongada, llamando en alta voz a Dios del cielo, sedientos de la sangre bautizada. hacen gemir y retemblar el suelo.

Tras los nuestros los bárbaros saliendo Calan de fuerte fresno como vigas en el llano asimismo repararon, los bárbaros las picas al momento, y la gente esparcida recogiendo de la suerte que suelen las espigas dos gruesos escuadrones reformaron: derribarse al furor del recio viento; los catorce españoles, conociendo no bastaron las armas enemigas que era mejor romper, se aparejaron, al ímpetu español y movimiento, mueven los escuadrones concentrados, que los nuestro rompieron por un lado por el fuerte Lincoya gobernados. dejando el escuadrón aportillado.

Con flautas, cuernos, roncos instrumentos, A aun tiempo los caballos volteando, alto estruendo, alaridos desdeñosos, lejos las rotas lanzas arrojadas, salen los fieros bárbaros sangrientos vuelven al enemigo y fiero bando contra los españoles valerosos, en alto ya desnudas las espadas; que convertir esperan en lamentos otra vez arremeten, no bastando los arrogantes gritos orgullosos; infinidad de puntas enastadas tanto el esfuerzo y ánimo les crece puestas en contra de la airada gente, que poca gente en contra les parece. a que no se mezclasen igualmente.

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Los unos que no saben ser vencidos, Cortés y Pero Niño, por un lado, los otros a vencer acostumbrados, hacen un fiero estrado y cruda guerra: son causa que se aumenten los heridos Morán, Gómez de Almagro y Maldonado y que bajen los brazos más pesados; siembran de cuerpos bárbaros la tierra; de llamas los arneses encendidos, el Herrero, como hombre acostumbrado con gran fuerza y presteza golpeados, y diestro en golpear, mata y atierra; formaban un rumor, que el alto cielo pues Nereda también queda maestro, del todo parecía venir al suelo. hiere, derriba a diestro y a siniestro.

El buen Gonzalo Hernández, presumiendo Como si fueran a morir desnudos, imitar al de Córdoba famoso, las rabiosas espadas así cortan, iba por el ejército rompiendo con tanta fuerza bajan golpes crudos no menos diestro y fuerte que animoso; que poco fuertes armas les importan: Peñalosa y Vergara, conociendo lo que sufrir no pueden los escudos, que vencer o morir era forzoso, los insensibles cuerpo lo comportan; hacen que sus personas arriscada el furor encendido es de tal suerte, de esfuerzo y fuerza señalada. que no sienten los golpes ni aun la muerte.

El valiente soldado de Escalona, Antes de rabia y cólera abrasados, la rigurosa espada ejercitando, con poderosos golpes los martillan, aventuras y señala su persona y de muchos con fuerza redoblados mil bárbaros valientes señalando; los cargados caballos arrodillan; don Leonardo Manrique no perdona abollan los arneses relevados, los golpes que recibe; antes doblando abren, desclavan, rompen, deshebillan, los suyos con gran prisa y mayor ira, ruedan las rotas picas y celadas, los castiga, maltrata y los retira. y el aire atruena el son de las espadas.

Otro, pues, que de Córdoba se llama, Lincoya, combatiendo y derribando, mozo de grande esfuerzo y valentía, anima con hervor los escuadrones, tanta sangre araucana allí derrama, contra su fuerza y maza no bastando que hizo cien viudas aquel día: de crestas altas fuertes morriones; por una que venganza al cielo clama, Cortés, un golpe suyo reparando, saltan todas las otras de alegría, la cabeza inclinó entre los arzones, que al fin son las mujeres variables, llevándole el caballo medio muerto, amigas de mudanzas y mudables. suelto el freno, corriendo a campo abierto.

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Con el cuello inclinado, adormecido, Airado Castañeda en la batalla, acá y allá el caballo le traía; mata, atropella, daña, hiere, ofende; pero, tornado luego en su sentido, acaso a Narpo a la derecha halla vergonzoso la rienda recogía; y allí la rigurosa espada tiende; vuelve a buscar a aquel que le ha herido, no le valió el jubón de fina malla, y al punto que miró le conocía, ni un peto de dos cueros le defiende que al mayor araucano que allí andaba que la furiosa punta no calase de los hombros arriba le llevaba. y el cuerpo del espíritu privase.

Conócele también en la braveza La gente con una y con otra se embravece, que mostraba animando allí su gente, crece el hervor, coraje y la revuelta, y en la facilidad y ligereza y el río de la corriente sangre crece, con que esgrime la maza diestramente; bárbara y española toda envuelta: como el suelto lebrel por la maleza del grueso aliento el aire se oscurece, se arroja al jabalí fiero y valiente, alguna infernal furia andaba suelta, así asalta Cortés al araucano, que por llevar a tantos en un día, la adarga al pecho, el duro hierro en mano. diabólico furor les infundía.

Al través le hirió por un costado, Tanto el testón entre ellos ha durado, no le valiendo el coselete duro; que espanta cómo alzar pueden los brazos; mas de aquella manera le ha mudado estaban por el uno y otro lado que mudara un peñasco o fuerte muro: de amontonados cuerpos los ribazos; pasa recio el caballo espoleado, el sol había en su curso declinado, y Cortés de Lincoya ya seguro, cuando ya sin vigor, hechos pedazos, por medio de la espesa escuadra hiende, de manera igualmente enflaquecían, y al un lado y al otro mucho extiende. que moverse adelante no podían.

Almagro cuerpo a cuerpo combatía Como el aliento y fuerzas van faltando con el joven Guacón, soldado fuerte; a dos valientes toros animosos, pero presto la lid se decidía, cuando en la fiera lucha porfiando que poco se mostró neutral la suerte: se muestra igualmente poderosos, de un golpe Almagro al bárbaro hería: que se van poco a poco retirando, por donde un ancha puerta abrió a la muerte, rostro a rostro, con pasos perezosos, sale de ella de sangre roja un río, cubiertos de un humor y espeso aliento, y ocupa el desangrado cuerpo en frío. y esparcen con los pies la arena al viento.

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Los dos puesto así se retiraron, El buen Morán, con mano cruda y fuerte, sin sangre y sin vigor, desalentados, sacó la flecha y ojo en ella asido; que jamás las espadas se mostraron, Gonzalo al duro paso de la muerte mas siempre frente a frente careados; le apercibe y esfuerza condolido; ambos a un mismo tiempo repararon, pero Morán gritó: “No estoy de suerte a un punto hicieron alto, y desviados que me sienta de esfuerzo enflaquecido, los uno de los otros tanto estaban, que solo así herido soy bastante que aun tiro de flecha no distaban. a vencer cuantos veis que están delante.”

Mirábase del uno y otro bando Pica el caballo temerariamente, en el sitio y contrario alojamiento, que galopar no puede de cansado, cubiertos de agua y sangre y jadeando, contra todo aquel número de gente que no pueden hartarse del aliento; que en escuadrón estaba reformado; los fatigados miembros regalando, pero Gonzalo Hernández, diligente, el pecho y boca abierta al fresco viento, se el puso delante, acelerado, que con templados soplos respiraba, que ya Lincoya al paso le salía mitigando del sol la fuerza brava. y al puesto, aunque con fuerza, lo volvía.

Y desde allí con lenguas injuriosas, Con gran alarde, estruendo y movimiento, a falta de las manos, se ofendían, sobre la cumbre de una verde loma, diciéndose palabras afrentosas, tendidas las banderas por el viento, la muerte con rigor se prometían, Lautaro con la presta gente asoma: y a vueltas de esto, flechas peligrosas como cuando de lejos el hambriento los enemigos arcos despedían, león viendo la presa placer toma, que aunque el aliento y fuerza les faltaban y mira acá y allá, feroz rugiendo, el rabioso rencor las arrojaba. el vedijoso cuello sacudiendo.

Yo no sé de cuál brazo descansado Lautaro así veloz por un repecho una flecha con ímpetu saliendo, bajaba enderezando a lo de España, a manera de rayo arrebatado, pensando él solo dar fin a aquel hecho el aire con rumor iba rompiendo, si no le desamparan la campaña; tocó en soslayo a Córdoba en un lado, delante de su gente va gran trecho, y la furiosa punta no prendiendo, digna es de celebrarse tal hazaña, torció a Morán el curso, y, encarnada, solo catorce esperan hechos piezas, por el ojo derecho abrió la entrada. rotos los brazos, piernas y cabezas.

© Pehuén Editores, 2001 ) 53 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Cuatro mil sobrevienen victoriosos, Tras él al suelo fue Diego García, apiñados los nuestros los esperan, de una llaga mortal abierto el pecho; no de ver tanta gente temerosos, de otro golpe Escalona se tendía, porque aun morir con más amor quisieran; que Tucapel le acierta por derecho; los fieros enemigos orgullosos los demás españoles en la vía en alta voz gritaban: “¡Mueran! ¡Mueran!” (considere quien ya se vio en estrecho) Y el lincoyano ejército, animado, con cuánta prisa baten las ijadas también acometió por otro lado. de los laxos caballos desangradas.

Lanzaron los caballos los cristianos, El fiero Tucapel, haciendo guerra, batiendo bien despacio el hueco suelo, a todos con audacia los asalta, contra los descansados araucanos, y en viendo que estos dos baten la tierra, que fieros amenazan la tierra y cielo; gallardo por encima de ellos salta; vienen con tardos pies a prestas manos, topa a Almagro y con él ligero cierra, y del primer encuentro, hecho un hielo, en los pies levantados y maza alta, Pero Niño tocó la blanca arena, que sobre él derribándola venía bañándola de sangre en larga vena. con toda la pujanza que tenía.

Atravesóle el cuerpo la herida, O fue mal tiento o furia que llevaba, aunque en atribuirla hay desconcierto: o que el Sumo Señor quiso librallo, unos dicen que Angol fue el homicida, que el tiro a la cabeza señalaba otros que Leucotón, y esto es más cierto; y dar vino a las ancas del caballo; cualquier de ellos que fue, de gran caída con tanta fuerza el galope el cargaba Pero Niño quedó en el campo muerto, que Almagro más no pudo meneallo, con un trozo de pica atravesado, quedando derrengado de manera donde fue del tropel despedazado. que si fuera de masa o blanda cera.

También el de Manrique, volteando, Almagro con presteza por un lado, a los pies de Lautaro muerto vino; viendo el caballo cojo, se derriba, rompen los otros doce, enderezando ora fue su ventura y diestro hado, por las espesas armas al camino; ora siniestro del que tras él iba; pero Ongolmo, los pies apresurando, el cual era el valiente Maldonado de un golpe derribó fuera de tino que, envuelto en sangre y polvo, al punto arriba, a Nereda, que en guerra era experto; que el golpe secundaba Tucapelo, Cortés, de muy herido, cayó muerto. y por poco con él diera en el suelo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 54 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Con el jinete estribo en el derecho Como el diestro atambor, que apercibiendo lado al bárbaro encuentra de pasada, al duro asalto y fiera batería, y cuatro o cinco pasos o más trecho va con los tardos golpes previniendo lo lleva hacia delante por la estrada: la presta y animosa compañía; brama el bárbaro ardiendo de despecho, pero el punto y señal última oyendo, víbora no se vio más enconada, suena la horrenda y áspera armonía, ni pisado escorpión vuelve tan presto así el negro nublado y turbulento como el indio volvió el airado gesto lanza un diluvio súbito y violento.

Muda el intento, muda la sentencia En oscura tiniebla el cielo vuelto que contra Juan de Almagro dado había, la furiosa tormenta se esforzaba, y la furiosa maza e impaciencia agua, piedras y rayo, todo envuelto al triste Maldonado revolvía; en espesos relámpagos lanzaba; cala un golpe con toda su potencia, el araucano ejército revuelto mas el presto caballo se desvía; por acá y por allá se derramaba; Tucapel, de furioso, el tiro yerra crece la tempestad horrenda tanto, y el ferrado troncón metió por tierra. que a los más esforzados puso espanto.

No escapó Maldonado de la muerte, De Juan Gómez la próspera ventura que al punto llega el bravo Lemolemo hizo que al punto el cielo se cerrase, con un largo bastón nudoso y fuerte, y la tiniebla de la noche oscura a manera de corvo y grueso remo, gran rayo en su favor se anticipase; y un golpe le señala de tal suerte, turbado se metió en una espesura que no le erró el ferrado y duro extremo, hasta tanto que el ímpetu pasase ni celada prestó de estofa llena, de aquella gente bárbara furiosa, que los sesos saltaron por la arena. de la española sangre codiciosa.

En esto una gran nube tenebrosa, Cuando vio en su violencia el torbellino el aire y cielo súbito turbando y que él podía salir más encubierto, con una oscuridad triste y medrosa, el bosque deja y toma su camino del sol la luz escasa fue ocupando: que el temor se le muestra bien abierto; salta Aquilón con furia procelosa cayendo y levantando al cabo vino, los árboles y plantas inclinando, de sangre, lodo y de sudor cubierto, envuelto en raras gotas de aguas junto donde los nuestros esperaban gruesas que luego descargaron más espesas. si las furiosas aguas aplacaban.

© Pehuén Editores, 2001 ) 55 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Estaban del camino desviados, Vuelvo a los seis guerreros, que sintiendo y uno de los caballos relinchando, la desgracia de Almagro, lo mostraban; el español, con pasos sosegados, pero ayudarle en ella no pudiendo, al alegre rumor se fue acercando; a la Imperial ciudad enderezaban: llegó donde los seis amedrentados la tempestad furiosa iba creciendo, con baja voz estaban de él tratando, relámpagos y truenos no cesaban, y en aquella sazón se les presenta, hasta que salió el sol y el claro día dándoles del suceso entera cuenta. la plaza de Purén les descubría.

Con espanto fue luego conocido Era un castillo, el cual con poca gente que entre ellos ya por muerto se tenía, le había Juan Gómez antes sustentado, y cada uno de lástima movido hallándose una noche de repente a morir en su ayuda se ofrecía; de multitud de bárbaros cercado; mas él, como animoso y entendido, repelidos al fin gallardamente, viendo que aprovechar no le podía, fue por su industria el cerco levantado; dice: “De mí, señores, nadie cure, no escribo esta batalla, aunque famosa, la vida el que pudiere la asegure.” por no tardarme tanto en cada cosa.

Esto no dijo bien, cuando esforzado Allí los seis guerreros arribados por el bosque tomó una senda incierta, fueron con tierna muestra recibidos y aquella más usada deja a un lado, de los caros amigos, admirados de gente y pueblos bárbaros cubierta; de verlos a tal término traídos, otro trance mayor le está aguardando, míseros, afligidos, demudados, pero, pues hay en Chile historia cierta, flacos, roncos, deshechos, consumidos, allí lo podrá ver el que quisiere, corriendo sangre y lodo, sin celadas, si gana de saberlo le viniere. las armas con las carnes destrozadas.

El coronista (1) Estrella escribe al justo Casi veinticuatro horas sustentaron de Chile y del Perú en latín la historia las armas defendiendo su partido, con tanta erudición, que será justo que nunca en este tiempo descansaron, que dure eternamente su memoria, haciendo lo que habéis, señor oído: y la vida de Carlos Quinto Augusto del cual la noche atrás habían salido, y en verso los encomios y la gloria un rato en el castillo reposaron, de varones ilustres en milicia, no con poco temor de los de casa gobernación, en letras y justicia. y más cuando supieron lo que pasa.

(1) Epéntesis = cronista.

© Pehuén Editores, 2001 ) 56 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

La sangre les cuajó un temor helado, A Lautaro dejemos, pues, en esto, gran turbación les puso a todos, cuando que mucho su proceso me detiene, el caso de Valdivia desastrado forzoso a tratar de él volveré presto, les fueron por sus términos narrando; que llegar hasta Penco me conviene; y así, viendo el castillo malparado, pues hace tanto a nuestro presupuesto de consejo común, considerando decir cómo a la guerra se previene, la pujanza que el bárbaro traía, que sangrienta y mortal se aparejaba, lo dejaron desierto el mismo día. y el justo sentimiento que mostraba.

Hacia Cautén tomaron la jornada, Ya la Fama, ligera embajadora llevando a Almagro acaso de camino, de tristes nuevas y de grandes males, que por venir la noche tan cerrada, a Penco atormentaba de hora en hora, libre salió del campo lautarino; esforzando su voz ruines señales, la fuerza fue por tierra derribada, cuando llegan los indios a deshora, que luego el enemigo pueblo vino los dos que ya conté que en los jarales, talando municiones y comidas viendo a Valdivia roto, se escondieron, que en el castillo estaban recogidas. y estos el triste caso refirieron.

Dieron vuelta los bárbaros gozosos Por mensajeros ciertos entendiendo hacia donde su ejército venía, el duro y desdichado acaecimiento, retumbando en los montes cavernosos viejos, mujeres, niños, concurriendo, el alegre rumor y vocería, se forma un triste y general lamento; y por aquellos prados espaciosos, el cielo con aguda voz rompiendo, con la victoria y gozo de aquel día, hinchen de tristes lástimas el viento: tales cantos y juegos inventaban nuevas viudas, huérfanas doncellas, que el cansancio con ellos engañaban. era una dolorosa cosa vellas (1).

Juntos, el general con grave muestra Los blancos rostros, más que flores bellos, les habla y los recibe alegremente, eran de crudos puños ofendidos, y asiendo blandamente de la diestra y manojos dorados de cabellos al valiente Lautaro, su teniente, andaban por los suelos esparcidos; una escuadra le entrega de maestra, vieran pechos de nieve y tersos cuellos escogida, gallarda y de buena gente, de sangre y vivas lágrimas teñidos, en armas y trabajo ejercitada y rotos por mil partes y arrojados para cualquier empresa y gran jornada. ricos vestidos, joyas y tocados.

(1) Verlas.

© Pehuén Editores, 2001 ) 57 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

No con menor estruendo los varones Ya de lo necesario aparejados, de la edad más robusta juntamente en demanda del bárbaro salían, daban de su dolor demostraciones, de arneses lucidísimos armados pero con otro modo diferente: que vistosos de lejos parecían; suenan las armas, suenan municiones, las mujeres por torres y tejados, suena el nuevo aparato de la gente, con fijos ojos tiernos los seguían, y la ronca trompeta del dios Marte y, echándoles de allí mil bendiciones, a guerra incita ya por toda parte. vuelven a Dios el ruego y peticiones.

Unas botas (1) espadas afilaban, Del tropel se despiden ciudadano, otros petos mohosos enlucían, que del pueblo saliera a acompañallos, otros las viejas cotas remallaban, y en busca del ejército araucano hierros otros en astas inferían; pican a toda priesa los caballos; cañones reforzados apuntaban, dejan a la siniestra a Mareguano, al viento las banderas descogían, y a la diestra de Talca los vasallos, y en alardosas muestras los soldados hijo de Talcahuano, que su tierra iban por todas partes ocupados. le ciñe casi en torno el mar y sierra.

Caudillo era y cabeza de la gente De los seguros límites pasando, Francisco Villagrán, varón tenido pisan de Andalicán la enjuta arena, por sabio en la milicia y suficiente, y el espacioso llano atravesando, con suma diligencia prevenido: suben las lomas, y rumor no suena; de fue teniente, y al pie del cerco andálico llegando, después de su persona obedecido; sin entender lo que Lautaro ordena, sentido del suceso y caso fuerte, solo el miedo de entrar por el Estado brama por la venganza de su muerte. les mitigó el furor demasiado.

Las mujeres, de nuevos alaridos Un paso peligroso, agrio y estrecho, hieren el alto cóncavo del cielo, de la banda del Norte está a la entrada viendo al peligro puestos los maridos por un monte asperísimo y derecho, y ellas en tal trabajo y desconsuelo: la cumbre hasta los cielos levantada; con lacrimosos ojos y gemidos, está tras este un llano poco trecho, echadas de rodillas por el suelo, y luego otra menor cuesta tajada, les ponen los hijuelos por delante; que divide el distrito andalicano pero cosa a moverlos no es bastante. del fértil valle y límite araucano.

(1) Sin punta.

© Pehuén Editores, 2001 ) 58 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Esta cuesta Lautaro había elegido Apenas el primer paso había dado, para dar la batalla, y por concierto cuando luego, tras él osadamente, tenía todo su ejercito tendido por el fragoso monte levantado, en lo más alto de ella y descubierto; alegre comenzó a subir la gente. viendo que a pie en lo llano es mal partido Lautaro, sin moverse, arrinconado, seguir a los caballos campo abierto, franca les da la entrada llanamente; el alto y primer cerro deja exento, diez mil hombres gobierna, gente usada pensando allí alcanzarlos por aliento. en el duro ejercicio de la espada.

Porque se tome bien del sitio el tino, Tenía su campo en torno de la cuesta, quiero aquí figurarlo por entero. y mandado que nadie se moviese La subida no es mala del camino, un paso a comenzar la dura fiesta mas todo lo demás despeñadero; hasta que el son de arremeter se oyese; tiene al Poniente al bravo mar vecino, con una irremisible pena puesta que bate al pie de un gran derrumbadero, para aquel que del término saliese, y en la cumbre y más alto de la cuesta que estaban así quedos y callados, se allana cuanto un tiro de ballesta. cual si fueran en mármoles mudados.

Estaba el alto cerro coronado Pues la española gente, deseando del poderoso ejército enemigo, ejercitar la vencedora diestra, y el camino al entrar desocupado se va a los enemigos acercando sin defensa y estorbo, como digo; por la banda del bárbaro siniestra. pasando el primer monte había llegado Lautaro, al puesto término llegando, al pie de este segundo el bando amigo; presenta la batalla en bella muestra, pero aquí Villagrán confuso estuvo, con gran rumor de bárbaras trompetas, que el peligroso trance le detuvo. atambores, bocinas y cornetas.

Como el romano César, que, dudoso, Paréceme, señor, que será justo el pie en el Rubicón fijó a la entrada, dar fin al largo canto en este paso, pensando allí de nuevo el peligroso porque el deseo del otro mueva el gusto hecho que acometía y gran jornada, y porque de cantar me siento laso (1); al fin soltó las riendas animoso, suplícoos que el tardar no os dé disgusto, diciendo: “¡Sus! La muerte ya es echada”, pareciéndoos que voy tan paso a paso, así nuestro español rompió el camino, que aun de gentes agravio una gran suma, dando libre la rienda a su destino. atento a no llevar prolija pluma.

(1) Laxo, fatigado.

© Pehuén Editores, 2001 ) 59 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

CANTO V

CONTIENE LA REÑIDA BATALLA QUE ENTRE LOS ESPAÑOLES Y ARAUCANOS HUBO EN LA CUESTA DE ANDALICÁN, DONDE, POR LA ASTUCIA DE LAUTARO Y EL DEMASIADO TRABAJO DE LOS ESPAÑOLES, FUERON LOS NUESTROS DESBARATADOS Y MUERTOS MÁS DE LA MITAD DE ELLOS, JUNTAMENTE CON TRES MIL INDIOS AMIGOS.

Siempre el benigno Dios por su clemencia nos dilata el castigo merecido, hasta ver sin enmienda la insolencia y el corazón rebelde endurecido; y es tanta la dañosa inadvertencia que, aunque vemos el término cumplido y ejemplo de castigo en el vecino, no queremos dejar el mal camino.

Dígolo porque viene muy contenta nuestra gente española a las espadas, que en el fin de Valdivia no escarmienta, ni mira haber seguido sus pisadas; presto la veréis dar estrecha cuenta de las culpas presentes y pasadas, que el verdugo Lautaro, ardiendo en saña, se muestra con su gente en la campaña.

© Pehuén Editores, 2001 ) 60 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Villagrán, con la suya a punto puesto, De esta manera, pues, la cosa estaba, en el estrecho llano se detiene; ganosos de ambas partes por juntarse; plantando seis cañones en buen puesto, pero ya Villagrán consideraba ordena aquí y allí lo que conviene; que era dalle más ánimo el tardarse: estuvo sin moverse un rato en esto tres bandas de jinetes apartaba por ver el orden que Lautaro tiene, de aquellos codiciosos de probarse, que ocupaba su gente tanto trecho, que a la seña sin más amonestallos que mitigó el ardor que más de un pecho. ponen las piernas recio a los caballos.

De muchos fue esta guerra deseada, El campo con ligeros pies batiendo, pero sabe ora Dios sus intenciones; salen con gran tropel y movimiento; viendo toda la cuesta rodeada Rauco se estremeció del son horrendo de gente en concertados escuadrones, y la mar hizo extraño sentimiento; la sangre del temor ya resfriada los corregidos bárbaros, temiendo con presteza acudió a los corazones, de Lautaro el expreso mandamiento, los miembros del calor desamparados aunque por los herir se deshacían, fueron luego de esfuerzo reformados. el paso hacia delante no movían.

Con nuevo encendimiento están bramando Con el concierto y orden que en Castilla porque la trompa del partir no suena, juegan las cañas en solemne fiesta, tanto el trance y batalla deseando, que parte y desembraza una cuadrilla que cualquiera tardanza les da pena: revolviendo la adarga al pecho puesta, de la otra parte el araucano bando, así los nuestros, firmes en la sillas, sujeto a lo que su caudillo ordena, llegan hasta el remate de la cuesta rabiada por cerrar; mas la obediencia y vuelven casi en cerco a retirarse le pone duro freno y resistencia. por no poder romper sin despeñarse.

Como el feroz caballo que, impaciente, Toman al retirar la vuelta larga, cuando el competidor ve ya cercano, y de esta suerte muchas vueltas prueban; bufa, relincha y, con soberbia frente, pero todas las veces una carga hiere la tierra de una y otra mano, de flecha, dardo y piedra espesa llevan; así el bárbaro ejército obediente, a algunos vale allí la buena adarga, viendo tan cerca el campo castellano, las celadas y grevas bien aprueban, gime por ver el juego comenzado; que no pueden venir al corto hierro mas no pasa del término asignado. por ser peinado en torno el alto cerro.

© Pehuén Editores, 2001 ) 61 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Firme estaba Lautaro sin mudarse Pero por más veloz en la corrida y cercada de gente la montaña; el mozo Curiomán se señalaba, algunos que pretenden señalarse que con gallarda muestra y atrevida salen con su licencia a la campaña; larga carrera sin temor tomaba; quieren uno por uno ejercitarse y blandiendo una lanza muy fornida de la pica y bastón con los de España, en medio de la furia le arrojaba, o dos a dos, o tres a tres soldados, que nunca de ballesta al torno armada a la franca elección de los llamados. jara con tal presteza fue enviada.

Usando de mudanzas y ademanes, Había siete españoles ya herido, vienen con muestra airosa y contoneo, mas nadie se atraviesa a la venganza; más bizarros que bravos alemanes, que era el valiente bárbaro temido haciendo aquí y allí gentil paseo; por su esfuerzo, destreza y gran pujanza; como los diestros y ágiles galanes en esto Villagrán, algo corrido, en público ejercicio del torneo, viéndole despedir la octava lanza, así llegan gallardos a juntarse dijo con voz airada: “¿No hay alguno y con las duras puntas a tentarse. que castigue este bárbaro importuno?”

Quien piensa de la pica ser maestro Diciendo esto miraba a Diego Cano, sale a probar la fuerza y el destino, el cual de osado crédito tenía, tentando el lado diestro y el siniestro, que un asta gruesa en la derecha mano buscando lo mejor con sabio tino; su rabicán preciado apercibía, cuál acomete, vanle y hurta presto, y al tiempo cuando el bárbaro lozano hallando para entrar franco el camino; con fuerza extrema el brazo sacudía, cuál hace el golpe vano, y cuál tan cierto en la silla los muslos enclavados, que da con su enemigo en tierra muerto. hiere al caballo a un tiempo entre ambos lados.

Otros, de estas posturas no se curan Con menudo tropel y gran ruido ni paran en el aire y gentileza, sale el presto caballo desenvuelto que el golpe sea mortal solo procuran hacia el gallardo bárbaro atrevido, y en el cuerpo y los pies llevan firmeza; que en esto las espaldas había vuelto; con ánimo arrojado se aventuran pero el fuerte español, embebecido llevados de la cólera y braveza; en que no se le fuese, el freno suelto, esta a veces los golpes hace vanos, bate al caballo aprisa los talones y ellos venir más juntos a las manos. hasta los enemigos escuadrones.

© Pehuén Editores, 2001 ) 62 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Ni el araucano y fiero ayuntamiento La presta y temerosa artillería con las espesas picas derribadas, a toda furia y prisa disparaba, ni el presuroso y recio movimiento y así en el escuadrón indio batía, de mazas y de bárbaras espadas, que cuanto topa enhiesto lo allanaba; pudieron resistir al duro intento, de fuego y humo el cerro se cubría, del airado español, que las pisadas el aire cerca y lejos retumbaba, del ligero araucano iba siguiendo parece con estruendo abrirse el suelo la espesa turba y multitud rompiendo. y respirar un nuevo Mongibelo.

Donde a pesar de tantos y a despecho Visto Lautaro serle conveniente con grande esfuerzo y valerosa mano, quitar y deshacer aquel nublado rompe por ellos, y la lanza el pecho que lanzaba los rayos en su gente de aquel que dilató su muerte en vano: y había gran parte de ella destrozado, y glorioso del bravo y alto hecho al escuadrón que a Leucotón valiente al caballo picó a la diestra mano, por su valor le estaba encomendado, abriendo con esfuerzo y diestro tino le manda arremeter con furia presta, por medio de las armas el camino. y en alta voz diciendo, le amonesta:

Luego se arroja el escuadrón jinete “¡Oh fieles compañeros victoriosos al araucano ejército llamando, a quien fortuna llama a tales hechos! que a esperarle parece que acomete Ya es tiempo que los brazos valerosos y vase luego al borde retirando; nuestras causas aprueben y derechos; una, cuatro y diez veces arremete, ¡su!, ¡sus!, calad las lanzas animosos, poco el arremeter aprovechando, rompan los hierros los contrarios pechos que en aquella sazón ninguna espada y por ellos abrid roja corriente, había de sangre bárbara manchada. sin respetar a amigo ni a pariente.

Los cansados caballos trabajaban, “A las piezas guiad, que si ganadas mas poco del trabajo se aprovecha, por vuestro esfuerzo son, con tal victoria que los nuestros en vano les picaban célebres quedarán vuestras espadas, heridos y hostigados de la flecha; y eterna al mundo de ellas la memoria; las bravezas algunos aplacaban el campo seguirá vuestras pisadas, viéndose en aquel punto y cuenta estrecha, siendo vos los autores de esta gloria.” ellos laxos, los otros descansados, Y con esto la gente envanecida, los pasos y caminos ya cerrados. hizo la temeraria arremetida.

© Pehuén Editores, 2001 ) 63 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Por infame se detiene allí el postrero, Unos por defender la artillería, que es la cosa que entre ellos más se nota; con tal ímpetu y furia acometida; el más medroso quiere ser primero otros por dar remate a su porfía, al probar si la lanza lleva bota; traban una batalla bien reñida; no espanta ver morir al compañero, para un solo español cincuenta había: ni llevar quince o veinte una pelota la ventaja era fuera de medida; volando por los aires hechos piezas, mas cada cual por sí tanto trabaja, ni el ver quedar los cuerpos sin cabezas. que iguala con valor a la ventaja.

No los perturba y pone allí embarazo, No quieren que atrás vuelva el estandarte ni punto los detiene el temor ciego; de Carlos Quinto Máximo glorioso; antes, si el tiro a alguno lleva el brazo, mas que, a pesar del contrapuesto Marte, con el otro la espada esgrime luego; vaya siempre adelante victorioso, llegan sin reparar hasta el ribazo el cual terrible y fiero a cada parte donde estaba la máquina del fuego; envuelto en ira y polvo sanguinoso, viéranse allí las balas escupidas daba nuevo vigor a las espadas, por la bárbara furia detenidas. de tanto combatir aún no cansadas.

Los demás arremeten luego en rueda Renuévase el furor y la braveza y de tiros la tierra y sol cubrían, según es el herir apresurado pluma no basta, lengua no hay que pueda con aquel mismo esfuerzo y entereza figurar el furor con que venían; que si entonces lo hubieran comenzado; de voces, fuego, humo y polvareda las muertes, el rigor y la crudeza, no se entienden allí, ni conocían; esto no puede ser significado, mas poco aprovechó este impedimento, que la espesa y menuda hierba verde, que ciegos se juntaban por el tiento. en sangre convertida, el color pierde.

Tardaron poco espacio en concertarse Villagrán la batalla en peso tiene, las enemigas haces ya mezcladas; que no pierde una mínima su puesto; lo que allí se vio más para notarse de todo lo importante se previene; era el presto batir de las espadas; aquí va y allí acude y vuelve presto; procuran ambas partes señalarse, hace de capitán lo que conviene y así vieran cabezas y celadas con usada experiencia, y fuera de esto, en cantidad y número partidas como osado soldado y buen guerrero, y piernas de sus troncos divididas. se arroja a los peligros el primero.

© Pehuén Editores, 2001 ) 64 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Andando envuelto en sangre a Torbo mira Hernando y Juan, entrambos de Alvarado, que en los cristianos hace gran matanza, daban de su valor notoria muestra, lleva el caballo, y él, llevado de ira, y el viejo y gran jinete Maldonado requiere en la derecha bien la lanza, voltea el caballo allí con mano diestra, en los estribos firme al pecho tira; ejercitando con valor usado mas la codicia y sobra de pujanza la espada que en herir era maestra, desatentó la presurosa mano, aunque la débil fuerza envejecida heciendo antes de tiempo el golpe en vano. hace pequeño el golpe y la herida.

Hiende el caballo desapoderado Diego Cano, a dos manos, sin escudo, por la canalla bárbara enemiga, no deja lanza enhiesta ni armadura, revuelve a Torbo el español airado que todo por rigor de filo agudo y en bajo el brazo la jineta abriga, hecho pedazos viene a la llanura; pásale un fuerte peto tresdoblado pues Peña, aunque de lengua tartamudo, y el jubón de algodón, y en la barriga se revuelve con tal desenvoltura, le abrió una gran herida, por do al punto cual Cesio entre las armas de Pompeo, vertió de sangre un lago y alma junto. o en Troya el fiero hijo de Peleo.

Saca entera la lanza, y derribando Por otra parte, el español Reinoso, el brazo atrás, con ira la arrojaba; de ponzoñosa rabia estimulado, vuela la furiosa asta rechinando con la espada sangrienta va furioso del ímpetu y pujanza que llevaba, hiriendo por el uno y otro lado; y a Corpillán, que estaba descansando, mata de un golpe a Palta y, riguroso, por entre el brazo y cuerpo le pasaba, la punta enderezó contra el costado y al suelo penetró sin dañar nada, del fuerte Ron, y así acertó la vena, quedando media braza en él fijada que la espada de sangre sacó llena.

Y luego Villagrán, la espada fuera, Bernal, Pedro de Aguayo, Castañeda, por medio de la hueste va a gran priesa, Ruiz, Gonzalo Hérnandez y Pantoja haciendo con rigor ancha carrera tienen hecha de muertos una rueda, a donde va la turba más espesa; y la tierra de sangre toda roja; no menos Pedro de Olmos de Aguilera no hay quien ganar del campo un paso pueda en todos los peligros se atraviesa, ni el espeso herir un punto afloja, habiendo él solo muerto por su mano haciendo los cristianos tales cosas a Guancho, Canio, Pillo y Titaguano. que las harán los tiempos milagrosas.

© Pehuén Editores, 2001 ) 65 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Mas eran los contrarios tanta gente, “Sacudidlo de vos, y veréis luego y tan poco el remedio y confianza, la deshonra y afrenta manifiesta; que a muchos les faltaba juntamente mirad que el miedo infame, torpe y ciego la sangre, aliento, fuerza y la esperanza; más que el hierro enemigo aquí os molesta; llevados, pues, al fin de la corriente no os turbéis, reportaos, tened sosiego, sin poder resistir la gran pujanza, que en este solo punto tenéis puesta pierden un largo trecho la montaña vuestra fama, el honor, vida y hacienda, con todas las seis piezas de campaña. y es cosa que después no tiene enmienda.

Del antiguo valor y fortaleza “¿A dó volvéis sin orden y sin tiento, sin aflojar los nuestros siempre usaron; que los pasos tenemos impedidos? no se vio en español jamás flaqueza ¿Con cuánto deshonor y abatimiento hasta que el campo y sitio les ganaron, seremos de los nuestros acogidos? mas viéndose a tal hora en estrecheza La vida y honra está en el vencimiento; que pasaban de cinco que empezaron, la muerte y deshonor en ser vencidos; comienzan a dudar ya la batalla, mirad esto, y veréis huyendo cierta perdiendo la esperanza de ganalla. vuestra deshonra y más la vida incierta.”

Dudan por ver al bárbaro tan fuerte De la plaza no ganan cuanto un dedo cuando ellos en la fuerza iban menguando, por esta y otras cosas que decía, representóles el temor la muerte, según era el terror y extraño miedo las heridas y sangre resfriando; en que el peligro puesto lo había. algunos desaniman de tal suerte, “¿Dónde quedar mejor que aquí yo puedo?”, que se van al camino retirando, diciendo Villagrán, con osadía no del todo, Señor, desbaratados, temeraria arremete a tanta gente mas haciéndoles rostro y ordenados. solo para morir honradamente.

Pero el buen Villagrán, haciendo fuerza, La vida ofrece, de acabar contenta, se arroja y contrapone al paso airado por no estar al rigor de ser juzgado; y con sabias razones los esfuerza, teme más que la muerte alguna afrenta como de capitán escarmentado, y el verse con el dedo señalado; diciendo: “Caballeros, nadie tuerza no quiere andar a todos dando cuenta de aquello que a su honor es obligado; si volver las espaldas fue forzado, no os entreguéis al miedo, que es, yo os digo, que por dolencia o mancha se reputa de todo nuestro bien grande enemigo. tener puesto el honor hombre en disputa.

© Pehuén Editores, 2001 ) 66 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Cuán bien de esto salió, que del caballo al suelo lo trajeron aturdido: cuál procura prendello, cuál matallo, pero las buenas armas le han valido; otros dicen a voces: “Desarmallo”; acude allí la gente y el ruido; mas quien saber el fin de esto quisiere, al otro canto pido que me espere.

CANTO VI

PROSIGUE LA COMENZADA BATALLA, CON LAS EXTRAÑAS Y DIVERSAS MUERTES QUE LOS ARAUCANOS EJECUTARON EN LOS VENCIDOS Y LA POCA PIEDAD CON QUE LOS NIÑOS Y MUJERES USARON, PASÁNDOLOS A TODOS A CUCHILLO.

Al valeroso espíritu, ni suerte, ni revolver de hado riguroso le pueden presentar caso tan fuerte que le traigan a estado vergonzoso como ahora a Villagrán, que con su muerte, no siendo de otro modo poderoso, piensa atajar el áspero camino adonde le tiraba su destino.

Sus soldados el paso apresurando, en confuso montón se retrajeron, cuando en el nuevo y gran rumor mirando a su buen capitán en tierra vieron; olos trece la vida despreciando los rostros y las riendas revolvieron; rasgando a los caballos los ijares, se arrojan a embestir tantos millares.

© Pehuén Editores, 2001 ) 67 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Con más valor que yo sabré decillo, Si un espeso montón se deshacía, el pequeño escuadrón ligero cierra, desocupando el campo escarmentados, abriendo en los contrarios un portillo otra junta mayor luego nacía que casi puso en condición la guerra; y estaban sus lugares ocupados; rompen hasta do el mísero caudillo del sueño Villagrán aún no volvía, de golpes aturdido estaba en tierra, mas tal maña se dieron sus soldados, sin ayuda y favor desamparado, y así las prestas armas revolvieron, de la enemiga turba rodeado. que en su acuerdo a caballo lo pusieron.

Todos a un tiempo quieren ser primeros A tardarse más tiempo fuera muerto, en esta empresa y suerte señalada, y a bien librar salió malparado, y estaban como lobos carniceros que, aunque estaba de planchas bien cubierto, sobre la mansa oveja desmandada, tenía el cuerpo molido y magullado; cuando discordes, con aullidos fieros, pero del sueño súbito despierto, forman música en voz desentonada, viendo trece españoles a su lado, y en esto los mastines del ejido olvidando el peligro en que aún estaba, llegan con gran presteza a aquel ruido. entre los duros hierros se lanzaba.

Así los enemigos apiñados, Por medio del ejército enemigo, en medio al triste Villagrán tenían, sin escarmiento ni temor hendía, que por darle la muerte embarazados llevando en su defensa al bando amigo, los unos a los otros se impedían; que destrozando bárbaros venía; mas los trece españoles esforzados trillan, derriban, hacen tal castigo, rompiendo a la sazón sobrevenían, que duran las reliquias hoy en día de roja y fresca sangre ya cubiertos y durará en Arauco muchos años de aquellos que dejaban atrás muertos. el estrago y memoria de los daños.

Con gran presteza, del amor movidos, Bernal hiere a Mailongo de pasada, a donde a Villagrán ven, se arrojaban, de un valiente altibajo a fil derecho, y los agudos hierros atrevidos no le valió de acero la celada, de nuevo en sangre nueva remojaban; que los filos corrieron hasta el pecho; desamparan el cerco los heridos, Aguilera al través tendió la espada acá y allá medrosos se apartaban, y al dispuesto Guamán dejó maltrecho, algunos sustentaban con más suerte haciendo ya el temor tan ancha senda, su parte y opinión hasta la muerte. que bien pueden correr a toda rienda.

© Pehuén Editores, 2001 ) 68 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Salen, pues, los catorce victoriosos No atienden al huir, ni se previenen donde los otros de su bando estaban, de remedio tan flaco y vergonzoso; que turbados, sin orden, temerosos antes de su batalla se mantienen de ver su muerte ya remolinaban; trayendo el fin a término dudoso, no bastaron ni fueron poderosos y con heroicos ánimos detienen Villagrán y los otros que llegaban de los indios el ímpetu furioso a estorbar el camino comenzado, y la disposición del duro hado que ya el temor gran fuerza había cobrado. en daño suyo y contra declarado.

Viendo, bravo y gallardo, el araucano Y así resisten, matan y destruyen del todo del vencer desconfiados, contrastando al Destino, que parece y los caballos sin aliento en vano que el valor araucano disminuyen de importunas espuelas fatigados, y el suyo con difícil prueba crece; a grandes voces dicen: “A lo llano, mas viendo a los amigos cómo huyen, no estemos de esta suerte arrinconados.” que a más correr la gente desaparece, Y con nuevo temor y desatino tuvieron que seguir la misma vía, toman algunos de ellos el camino. que ya fuera locura y no osadía.

Cual de cabras montescas la manada Quiero mudar en lloro amargo el canto, cuando a lugar estrecho es reducida, que será a la sazón más conveniente, de diestros cazadores rodeada pues me suena en la oreja el triste llanto y de importunos tiros perseguida, del pueblo amigo y género inocente; que, viéndose ofendida y apretada, no siento el ver vencidos tanto, cuanto una rompe el camino y la huida, ver pasar las espadas crudamente siguiendo las demás a la primera, por vírgenes, mujeres, servidores así abrieron los nuestros la carrera. que penetran los cielos sus clamores.

Uno, dos, diez y veinte desmandados La infantería española, sin pereza, corren a la bajada de la cuesta, y gente de servicio iba en camino, sin orden ni atención apresurados, que el miedo les prestaba ligereza como si al palio fueran sobre apuesta; y más de la que a algunos les convino; aunque algunos valientes ocupados pues con la turbación y gran torpeza con firme rostro y con espada presta, muchos perdieron de la cuesta el tino; combatiendo animosos, no miraban ruedan unos los lomos quebrantados, cómo así los amigos los dejaban. otros hechos pedazos despeñados.

© Pehuén Editores, 2001 ) 69 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Quedan por el camino mil tendidos, Sordos a aquel clamor y endurecidos, los arroyos de sangre el llano riegan, miden con sueltos pies el verde llano; rompiendo el aire el planto (1) y alaridos pero algunos, de lástima movidos, que en son desentonado al cielo llegan, viendo el fiero espectáculo inhumano, y las lástimas tristes y gemidos de una rabiosa cólera encendidos, (puestas las manos altas) con que ruegan vuelven contra el ejército araucano, y piden de la vida gracia en vano que corre por el campo derramado, al inclemente bárbaro inhumano. la más parte en la presa embarazado.

El cual siempre les iba caza dando Determinados de morir, revuelven, con mano presta y pies en la corrida, haciendo al sexo tímido reparo, hiriendo sin respeto y derribando y de suerte en los bárbaros se envuelven la inútil gente, mísera, impedida, que a más de diez la vuelta costó caro; que a la amiga nación iba invocando, por esto los primeros aún no vuelven, la ayuda en vano, a la amistad debida, que quieren que el partido sea más claro poniéndole delante con razones y no poner la vida en aventura, la deuda, el interés y obligaciones. cuanto lejos de allí, tanto segura.

Y aunque más las razones obligaban, Torna la lid de nuevo a refrescarse, si alguno a defenderlos revolvía, de un lado y otro andaba igual trabada, viendo cuánto los otros se alargaban, pecho con pecho vienen a juntarse, alargarse también le convenía; lanza con lanza, espada con espada; ni a los que por amigos se trataban, pueden los españoles sustentarse, ni a las que por amigas se debía, que la gente araucana derramada con quien había amistad y cuenta estrecha, el alcance sin orden proseguía, llamar, gemir, llorar les aprovecha. haciendo todo el daño que podía.

Que ya los nuestros, sin parar en nada, Cual banda de cornejas esparcidas por la carrera de su sangre roja, que por el aire claro el vuelo tienden, dan siempre nueva furia a su jornada que, de la compañera condolidas, y a los caballos prisa y rienda floja, por los chirridos la prisión entienden, que ni la voz de virgen delicada, las batidoras alas recogidas, ni obligación de amigos los congoja; a darle ayuda en círculo descienden, la pena y la fatiga que llevaban el bárbaro escuadrón de esta manera era que los caballos no volaban. al rumor endereza la carrera.

(1) Llanto.

© Pehuén Editores, 2001 ) 70 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

La gente que de acá y de allá discurre, Parece el esperar más desatino, viendo el tumulto y aire polvoroso, que van los delanteros como el viento; deja el alcance y de tropel concurre usar de aquel remedio les convino al son de las espadas sonoroso; y no el del temerario atrevimiento; cada araucano con presteza ocurre muchos mueren en medio del camino a donde era el favor más provechoso, por falta de caballos y de aliento, y los sangrientos hierros en las manos y de sangre también, que el verde prado cercan el escuadrón de los cristianos. quedaba de su rastro colorado.

La copia (1) de los bárbaros creciendo, Flojos ya los caballos y encalmados, crece el son de las armas y refriega los bárbaros por pies los alcanzaban, y los nuestros se van disminuyendo, y en los rendidos dueños derribados que en su ayuda y socorro nadie llega; la fuerza de los brazos ensayaban; pero con grande esfuerzo combatiendo, otros de los peones empachados, ninguno la persona a ciento niega; digo, de los cristianos que a pie andaban, ni allí se vio español que se notase casi moverse al trote no podían, que a su deuda una mínima faltase. que con solo el temor los detenían.

Mas de la suerte como si del cielo Los cansados peones se contentan tuvieran el seguro de las vidas, con las colas o acciones aferradas, se meten y se arrojan sin recelo y en vano lastimosos representan por las furiosas armas homicidas: estrechas amistades olvidadas: caen por tierra y echan por el suelo, de sí los de a caballo los ausentan, dan y reciben ásperas heridas, si no pueden a ruego, a cuchilladas, que el número dispar y aventajado como a los más odiados enemigos, suple el valor y el ánimo sobrado. que no era a la sazón tiempo de amigos.

Y así se contraponen, no temiendo Atruena todo el valle el gran bullicio, la muerte y furia bárbara importuna, armas, grita y clamor triste se oía el ímpetu y pujanza resistiendo que la gente española y de servicio de la gente, del hado y la fortuna; que a manos de los indios perecía; mas contrastar a tantos no pudiendo no se vio tan sangriento sacrificio, sin socorro, favor ni ayuda alguna, ni tan extraña y cruda anatomía, dilatando el morir, les fue forzoso como los fieros bárbaros hicieron volver a su camino trabajoso. en dos mil y quinientos que murieron.

(1) Tropa, abundancia.

© Pehuén Editores, 2001 ) 71 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Unos vienen al suelo malheridos, Era de gruesos troncos mal pulidos de los lomos al vientre atravesados; el nuevo muro en breve tiempo hecho, por medio de la frente otros hendidos, con arte unos en otros injeridos, otros mueren con honra, degollados; que cerraban la senda y paso estrecho; otros que piden medios y partidos, dentro estaban los indios prevenidos, de los cascos los ojos arrancados, las armas sobre el muro y antepecho, los fuerzan a correr por peligrosos que, según orgullosos se mostraban, peñascos, sin parar, precipitosos. al cielo, no a la gente, amenazaban.

Y a las tristes mujeres delicadas Viendo los españoles, ya cerrados el debido respeto no guardaban; los pasos y cerrada la esperanza, antes con más rigor por las espadas, a pasar o morir determinados, sin escuchar sus ruegos, las pasaban; poniendo en Dios la firme confianza, no tienen miramiento a las preñadas; de la albarrada un trecho desviados, mas los golpes al vientre encaminaban, prueban de los caballos la pujanza, y aconteció salir por las heridas corriendo un golpe de ellos a romperla, las tiernas pernezuelas no nacidas. y los bárbaros dentro a defenderla.

Suben por la gran cuesta al que más puede Así la gente estaba detenida, y paga el perezoso y negligente, que todo su trabajo no importaba, que a ninguno más vida se concede ni al peligro hallaba la salida de cuanto puede andar ligeramente; hasta que el viejo Villagrán llegaba; y al que torpe es forzoso que se quede, que, vista la excusada arremetida que no es en la carrera diligente, cuán poco en el remedio aprovechaba, que la muerte, que airada atrás venía, sin temor de morir, ni muestra alguna, en afirmando el pie, le sacudía. dio aquí el último tiento a la fortuna.

Aunque la cuesta es áspera y derecha, Estaba en un caballo derivado muchos a la alta cumbre han arribado, de la española raza, poderoso, adonde una albarrada hallaron hecha, ancho de cuadra, espeso, bien trabado, y el paso con maderos ocupado; castaño de color, presto, animoso, no tiene aquel camino otra desecha, veloz en la carrera y alentado, que el cerro casi en torno era tajado: de gran fuerza y de ímpetu furioso, de un lado lo bate la marina; y la furia sujeta y corregida del otro, un gran peñón con él confina. por un débil bocado y blanda brida.

© Pehuén Editores, 2001 ) 72 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

El rostro le endereza y, al momento, La inadvertida gente iba rodando, bate el presto español recio la ijada, que repararse un paso no podía, que sale con furioso movimiento del segundo al primero tropellando, y encuentra con los pechos la albarrada; y el tercero al segundo recio envía, no hace en el romper más sentimiento el número se va multiplicando, que si fuera en carrera acostumbrada, un cuerpo mil pedazos se hacía, abriendo tal camino, que pasaron siempre rodando con furor violento todos los que den abajo se escaparon. hasta parar en el más bajo asiento.

Los bárbaros, airados, defendían Como el fiero Tifeo, presumiendo el paso; pero al cabo no pudieron, lanzar de sí el gran monte y pesadumbre, que por más que las armas esgrimían, cuando el terrible cuerpo estremeciendo, los fuertes españoles los rompieron; sacude los peñascos de la cumbre, unos hacia la mano diestra guían, que vienen con gran ímpetu y estruendo otros tan buen camino no supieron, hechos piezas abajo en muchedumbre, tomando a la siniestra un mal sendero así la triste gente mal guiada, que a dar iba en un gran despeñadero. rodando al llano va despedazada.

A la siniestra mano hacia el Poniente Pero aquella que el buen camino tiene, estaban dos caminos mal usados, de verle con presteza el fin procura, estos debían ser antiguamente ninguna por el otro se detiene, por do al agua bajaban los venados; que detenerse ya fuera locura; digo en tiempos pasados, que al presente rodar también alguno le conviene, por mil partes estaban derrumbados que más de lo posible se apresura; y el remate tajado con un salto a caballo y a pie, y aun de cabeza de más de ciento y veinte brazas de alto. llegaron a lo bajo en poca pieza.

Por orden de natura no sabida, Sueltos iban caballos por el prado, o por gran sequedad de aquella tierra, que muertos los señores han caído; o algún diluvio grande y avenida, otros desocuparlos fue forzado, fue causa de tajarse aquella sierra; que por flojos la silla habían perdido; pues por allí la gente mal regida, cuál ligero cabalga, y cuál turbado, ocupada del miedo de la guerra, del temor de la muerte ya impedido, huyendo de la muerte ya sin tino, atinar al estribo no podía a dar derechamente en ella vino. y el caballo y sazón se le huía.

© Pehuén Editores, 2001 ) 73 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

No aguardaban por estos, mas corriendo Aquel que por desdicha atrás venía, juegan a mucha prisa los talones, ninguno, aunque sea amigo, le socorre, al delantero sin parar siguiendo, despacio el más ligero se movía, que no le alcanzarán a dos tirones; quien el caballo trota, mucho corre: votos, promesas entre sí haciendo el cansancio y la sed los afligía; de ayunos, romerías, oraciones mas Dios, que en el mayor peligro acorre, y aun otros reservados solo al Papa, frenó el ímpetu y curso al enemigo, si Dios de este peligro los escapa. según en el siguiente canto digo.

Venían ya los caballos por el llano, las orejas tremiendo derramadas, quiérenlos aguijar, mas es en vano, aunque recio les abren las ijadas; el hermano no escucha al caro hermano, las lástimas allí son excusadas; quien dos pasos del otro se aventaja, por ganar otros dos muere y trabaja.

Como el que sueña que en el ancho coso siente al furioso toro avecinarse, que piensa atribulado y temeroso huyendo de aquel ímpetu salvarse, y se aflige y congoja presuroso por correr, y no puede menearse, así estos a gran prisa a los caballos no pueden, aunque quieran, aguijallos.

Haciendo el enemigo gran matanza, sigue el alcance y siempre los aqueja: dichoso aquel que buen caballo alcanza, que de su furia un poco más se aleja; quién la adarga abandona, quien la lanza, quién de cansado el propio cuerpo deja, y así la vencedora gente brava la fiera sed con sangre mitigaba.

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Que del grande trabajo fatigados en el largo y veloz curso aflojaron, y por el gran tesón desalentados, a seis leguas de alcance los dejaron; los nuestros, del temor más aguijados, al entrar de la noche se hallaron en la extrema ribera de Biobío, CANTO VII adonde pierde el nombre y ser de río. Y a la orilla un gran barco asido vieron de una gruesa cadena a un viejo pino; LLEGAN LOS ESPAÑOLES A LA CIUDAD DE LA CONCEPCIÓN HECHOS PEDAZOS, los más heridos dentro se metieron CUENTAN EL DESTROZO Y PÉRDIDA DE NUESTRA GENTE, Y VISTA LA POCA abriendo por las aguas el camino, QUE PARA RESISTIR TAN GRAN PUJANZA DE ENEMIGOS EN LA CIUDAD HABÍA, y los demás con ánimo atendieron, Y LAS MUCHAS MUJERES, NIÑOS Y VIEJOS QUE DENTRO ESTABAN, SE RETIRAN hasta que el esperado barco vino, EN LA CIUDAD DE SANTIAGO. ASIMISMO EN ESTE CANTO SE CONTIENE EL y con la diligencia comenzada, SACO, INCENDIO Y RUINA DE LA CIUDAD DE LA CONCEPCIÓN a la ciudad arriban deseada. Tener en mucho un pecho se debría (1) Puédese imaginar cuál llegarían a do el temor jamás halló posada, del trabajo y heridas maltratados: temor que honrosa muerte nos desvía algunos casi rostro no traían, por una vida infame y deshonrada; otros los traen de golpes levantados: en los peligros grandes la osadía del infierno parece que salían, merece ser de todos estimada: no hablan ni responden elevados; el miedo es natural en el prudente, a todos con los ojos rodeaban y el saberlo vencer es ser valiente. y más callando el daño declaraban. Esto podrán decir los que picaban Después que dio el cansancio y torpe espanto los cansados caballos aguijando, licencia de decir lo que pasaba, pues tanto de temor se apresuraban, dejando al pueblo atónito, y a cuanto que les daremos crédito aun callando; súbito en triste tono levantaba con los prestos calcaños lo afirmaban, un alboroto y doloroso llanto, con piernas, brazos, cuerpo ijadeando (2); que el gran desastre más solemnizaba; también los araucanos sin aliento, y al son discorde y áspera armonía, la furia iban perdiendo y movimiento. la casa más vecina respondía. (1) Debería. (2) Apretando los ijares.

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Quién llora el muerto padre, quién marido, Levántase un rumor de retirarse quién hijos, quién sobrinos, quién hermanos, y la triste ciudad desamparalla, mujeres, como locas sin sentido, diciendo que no pueden sustentarse ansiosas tuercen las hermosas manos; contra los enemigos en batalla; con el fresco dolor crece el gemido corrillos comenzaban a formarse, y los pretextos de accidentes vanos; la voz común aprueba el desploballa: los niños abrazados con las madres algunos con razones importantes preguntaban llorando por sus padres. reprobaban las causas no bastantes.

De casa en casa corren, publicando Dos varias partes eran admitidas las voces y clamores esforzados del temor y el amor de la hacienda; los muertos que murieron peleando la poca gente, muertes y heridas y aquellos infelices despeñados: dicen que la ciudad no se defienda: mozas, casadas, viudas lamentando, las haciendas y rentas adquiridas puestas las manos y ojos levantados, al liberal temor cogen la rienda; piden a Dios para dolor tan fuerte mas luego se esforzó y creció de modo el último remedio de la muerte. que al fin se apoderó de esto en todo.

La amarga noche sin dormir pasaban La gente principal claro pretende al son de dolorosos instrumentos, desamparar el pueblo y propio nido, mas el día venido se atajaban el temeroso vulgo aún no lo entiende, con otro mayor mal estos lamentos, mas tiende oreja atenta a aquel ruido; diciendo que a gran furia se acercaban visto el público trato, mas no atiende los araucanos bárbaros sangrientos, que súbito, alterado y removido en una mano hierro, en otra fuego, de nuevo esfuerza el llanto y las querellas, sobre el pueblo español de temor ciego. poniendo un alarido en las estrellas.

Ya la parlera Fama pregonando Quién a su casa corre pregonando torpes y rudas lenguas desataba, la venida del bárbaro guerrero, las cosas de Lautaro acrecentando: quién aguija a la silla procurando los enemigos ánimos menguaba, cincharla en el caballo más ligero; que ya cada español casi temblando, las encerradas vírgenes llorando, dando fuerza a la Fama, levantaba por las calles, sin manto ni escudero, el más flaco araucano hasta el cielo, atónitas, de acá y de allá perdidas, derramando en los ánimos un hielo. a las madres buscaban desvalidas.

© Pehuén Editores, 2001 ) 76 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Como las corderillas temerosas No fue esta corrección de algún provecho, de las queridas madres apartadas, ni otras cosas que el viejo les decía; balando van perdidas presurosas, muestran todos hacerse a su despecho haciendo en poco espacio mil paradas, y van al que más corre ya la vía. ponen atenta oreja a todas cosas, Es justo que la fama cante un hecho corren aquí y allí desatinadas digno de celebrarse hasta el día así las tiernas vírgenes llorando que cese la memoria por la pluma a voces a las madres van llamando. y todo pierda el ser y se consuma.

De rato en rato se renueva y crece Doña Mencía de Nidos, una dama el llanto, la aflicción y el alarido; noble, discreta, valerosa, osada, tal vez, ¡ay!, que súbito enmudece, es aquella que alcanza tanta fama reduciendo el sentir solo al oído; en tiempo que a los hombres es negada; cualquier sombra Lautaro les parece, estando enferma y flaca en una cama, su rigurosa voz cualquier ruido, siente el grande alboroto, y, esforzada, alza la grita y corren, no sabiendo asiendo de una espada y un escudo, más, de ver a los otros ir corriendo. salió tras los vecinos como pudo.

Era cosa de oír bien lastimosa Ya por el monte arriba caminaban, los suspiros, clamores y lamento, volviendo atrás los rostros afligidos haciéndolos mayores cualquier cosa y las casas y tierras que dejaban, que trae de nuevo el miedo por el viento; oyendo de gallinas mil graznidos; desampara la turba temerosa los gatos con voz hórrida maullaban, sus casas, posesión y heredamiento, perros daban tristísimos aullidos; sedas, tapices, camas, recamados, Progne con la turbada Filomena tejos de oro y platas atesorados. mostraban en sus cantos grave pena.

Si alguno hace protestas requiriendo Pero con más dolor doña Mencía, que no sea la ciudad desamparada, que de ello daba indicio y muestra clara responde el principal: “Yo no lo entiendo, con la espada desnuda lo impedía ni de mi voluntad soy parte en nada”; y en medio de la cuesta y de ellos para, pero el temor un viejo posponiendo, el rostro a la ciudad vuelto, decía: les dice: “Gente vil acobardaba, “¡Oh valiente nación, a quién tan cara deshonra del honor y ser de España, cuesta la tierra y opinión ganada ¿qué es esto, dónde vais, quién os engaña?” por el rigor y filo de la espada!

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“Decidme: ¿qué es de aquella fortaleza “Dejáis quietud, hacienda y vida honrosa que contra los que así teméis mostrastes? de vuestro esfuerzo y brazos adquirida, ¿Qué es de aquel alto punto y a la grandeza por ir a casa ajena embarazosa, de la inmortalidad a que aspirastes? a do tendremos mísera acogida. ¿Qué es del esfuerzo, orgullo, la braveza ¿Qué cosa puede haber más afrentosa y el natural valor de que os preciastes? que ser huésped toda nuestra vida? ¿Adónde vais, cuitados de vosotros, Volved, que a los honrados vida honrada que no viene ninguno tras nosotros? les conviene, o la muerte acelerada.

“¡Oh, cuántas veces fuistes imputados “Volved, no vais así, de esta manera, de impacientes, altivos, temerarios, ni del temor os deis tan por amigos, en los casos dudosos arrojados, que yo me ofrezco aquí, que la primera sin atender a medios necesarios, me arrojaré en los hierros enemigos; y os vimos en el yugo traer domados haré yo esta palabra verdadera tan gran número y copia de adversarios y vosotros seréis de ello testigos. y emprender y acabar empresas tales, ¡Volved! ¡Volved1”, gritaba, pero en vano, que distes a entender ser inmortales! que a nadie pareció el consejo sano.

“Volved a vuestro pueblo ojos piadosos Como el honrado padre recatado por vos de sus cimientos levantado, que piensa reducir con persuasiones mirad los campos fértiles viciosos al hijo del propósito dañado, que os tienen su tributo aparejado, y está alegando en vano mil razones, las ricas minas y los caudalosos que al hijo incorregible y obstinado ríos de arena de oro, y el ganado le importunan y cansan los sermones, que ya de cerro en cerro anda perdido así al temor la gente ya entregada buscando a su pastor desconocido. no sufre ser en esto aconsejada.

“Hasta los animales, que carecen Ni a Paulo le pasó con tal presteza de vuestro racional entendimiento, por las sienes la Jáculo serpiente usando de razón, se condolecen sin perder de su vuelo ligereza, y muestran doloroso sentimiento: llevándole la vida juntamente, los duros corazones se enternecen como la odiosa plática y braveza no usados a sentir, y por el viento de la dama de Nidos por la gente, las fieras la gran lástima derraman pues apenas entró por un oído y en voz casi formada nos infaman. cuando ya por el otro había salido.

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Sin escuchar la plática del todo, Un bárbaro y valiente, que tenía llevados de su antojo caminaban, la estancia y heredad en aquel valle, mujeres sin chapines, por el lodo halló un indio cristiano por la vía, a gran prisa las faldas arrastraban; pero no se preciando de matalle, fueron doce jornadas de este modo prisionero a su casa le traía, y a Mapocho al fin de ellas arribaban. y comienza en tal modo a razonalle: Lautaro, que se siente descansado, “La vida, ¡oh miserable!, quiero darte, me da prisa, que mucho me he tardado. aunque no la mereces por tu parte.

No es bien que tanto de él nos descuidemos, “Pues que ya a la guerra tú venías, pues él no se descuida en nuestro daño, gozando del honor de los guerreros, y a donde le dejamos volveremos, ¿por qué con las mujeres te escondías, que fue donde dejó el alcance extraño; viendo a hierro morir tus compañeros? en muy poco papel resumiremos Mujer debes de ser, pues que temías un gran proceso y término tamaño, tanto de alguna espada los aceros, que fuera necesaria larga historia y así quiero que tengas el oficio para ponerlo extenso por memoria. en todo lo que toca a mi servicio.”

Mas, con la brevedad ya profesada, Mandó que del oficio se encargase me detendré lo menos que pudiere, que a la mujer honesta es permitido, y las cosas menudas de pasada y la posada y cena concertase, tocaré lo mejor que yo supiere; en tanto que del sueño convencido, pido que atenta oreja me sea dada, los fatigados miembros recrease: que el cuento es grave y atención requiere, y, habiéndose a su cama recogido, para que con curiosa y fácil pluma al mundo el sol dos vueltas había dado los hechos de estos bárbaros resuma. y no había el araucano despertado.

Que luego que el alcance hubo cesado, Sepultado en un sueño tan profundo, volviendo al hijo de Pillán gozoso, como si de mil años fuera muerto, que atrás un largo trecho había quedado hasta que el claro sol dio luz al mundo más por autoridad, que de medroso; a la vuelta tercera, que despierto al general despachan un soldado, pidió la usada ropa, y lo segundo alojándose el campo en el gracioso si estaba la comida ya en concierto; valle de Talcamábida importante, el diligente siervo respondía de pastos y comidas abundante. que, después de guisada, estaba fría.

© Pehuén Editores, 2001 ) 79 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Diciéndole también cómo había estado Viendo el silencio que en el valle había, cincuenta horas de término en el lecho, le pregunta si el campo era partido, del trabajo y manjares olvidado, el mozo dice: “Ayer, antes del día con todo lo demás que se había hecho, salió de aquí con súbito ruido; y que al comer estaba aparejado afirmarte la causa no sabría, si del dueño se hallaba satisfecho. aunque por claras muestras he entendido, El bárbaro responde: “No me espanto que la ciudad de Penco torreada de haber, sin despertar, dormido tanto. era del español desamparada.”

“Que el cuidoso Lautaro, apercibido Así era la verdad, que caminado por hacer desear vuestra llegada, habían los escuadrones vencedores la gente en escuadrones ha tenido hacia el pueblo español desamparado con tanta disciplina castigada, de los inadvertidos moradores; que aun el sentarnos era defendido la codicia del robo y del cuidado en acabando Apolo su jornada, les puso espuelas y ánimos mayores; hasta que ya los rayos de su lumbre siete leguas del valle a Penco había, nos daban de la vuelta certidumbre. y arribaron en solo medio día.

“Si alguno de su puesto se movía, A vista de las casas ya la gente sin esperar descargo le empalaba, se reparte por todos los caminos, y aquel que de cansado se dormía, porque el saco del pueblo sea igualmente en medio de dos picas le colgaba; lleno de ropa y falto de vecinos; quien cortaba una espiga allí moría, apenas la señal del partir siente, demás de la ración que se le daba; cuando, cual negra banda de estorninos con órdenes estrechas y precetos que se abate al montón del blanco trigo, nos tuvo, como digo, así sujetos. baja al pueblo el ejército enemigo.

“De esta suerte estuvimos los soldados La ciudad yerma en gran silencio atiende más de catorce noches aguardando, el presto asalto y fiera arremetida las picas altas, a ellas arrimados, de la bárbara furia, que desciende vuestra tarda venida deseando, con alto estruendo y con voz corrida; del sueño y del cansancio quebrantados, el menos codicioso allí pretende pasando gran trabajo, hasta cuando la casa más copiosa y bastecida; supimos que llegábades ya junto, vienen de gran tropel hacia las puertas, que nos quitó el cansancio en aquel punto.” todas de par en par francas y abiertas.

© Pehuén Editores, 2001 ) 80 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Corren toda la casa en el momento, Alguno de robar no se contenta y en un punto escudriñan los rincones; la casa que le da cierta ventura, muchos, por no engañarse por el tiento, que la insaciable voluntad sedienta rompen y descerrajan los cajones, otra de mayor presa le figura; baten tapices, rimas y ornamento, haciendo codiciosa y necia cuenta, camas de seda y ricos pabellones, busca la incierta y deja la segura, y cuanto descubrir pueden de vista, y, llegando el sol puesto a la posada, que no hay quien los impida ni resista. se queda, por buscar mucho, sin nada.

No con tanto rigor el pueblo griego, También se roba entre ellos lo robado, entró por el troyano alojamiento, que poca cuenta y amistad había, sembrando frigia sangre y vivo fuego, si no se pone a salvo a buen recado, talando hasta en el último cimiento, que allí el mayor ladrón más adquiría; cuanto de ira, venganza y furor ciego cuál lo saca arrastrando, cuál cargado, el bárbaro, del robo no contento, ya del propio hermano no se fía; arruina, destruye, desperdicia, más parte a ningún hombre se concede y aun no puede cumplir con su malicia. de aquello que llevar consigo puede.

Quién sube la escalera y quién la baja, Como para el invierno se previenen quién a la ropa y quién al cofre aguija, las guardosas hormigas avisadas quién abre, quién desquicia desencaja, que a la abundante troje van y vienen quién no deja fardel ni baratija, y andan en acarreos ocupadas, quién contiende, quién riñe, quién baraja, no se impiden, estorban ni detienen, quién alegra y se mete a la partija; dan las vacías el paso a las cargadas; por las torres, desvanes y tejados así los araucanos codiciosos aparecen los bárbaros cargados. entran, salen y vuelven presurosos.

No en colmenas de abejas la frecuencia, Quien buena parte tiene, más no espera, prisa y solicitud cuando fabrican que presto pone fuego al aposento, en el panal la miel con providencia, no aguarda que los otros salgan fuera, que a los hombres jamás lo comunican; ni tiene al edificio miramiento; ni aquel salir, entrar y diligencia la codiciosa llama de manera con que las tiernas flores melifican, iba en tanto furor y crecimiento, se puede comparar ni ser figura que todo el pueblo mísero se abrasa, de lo que aquella gente se apresura. corriendo el fuego ya de casa en casa.

© Pehuén Editores, 2001 ) 81 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Por alto y bajo el fuego se derrama, La grita de los bárbaros se entona, los cielos amenaza el son horrendo, no cabe el gozo dentro de sus pechos, de negro humo espeso y viva llama viendo que el fuego horrible no perdona la infelice ciudad se va cubriendo; hermosas cuadras ni labrados techos; treme la tierra en torno, el fuego brama, en tanta multitud no hay tal persona de subir a su esfera presumiendo, que en verlos no se duela así deshechos; caen de rica labor maderamientos antes suspiran, gimen y se ofenden resumidos en polvos cenicientos. porque tanto del fuego se defienden.

Piérdese la ciudad más fértil de oro Paréceles que es lento y espacioso, que estaba en lo poblado de la tierra, pues tanto en abrasarlo se tardaba, y adonde más riquezas y tesoros, y maldicen al tracio proceloso según fama, en sus términos se encierra. porque la flaca llama no esforzaba; ¡Oh, cuántos vivirán en triste lloro, al caer de las casas sonoroso que les fuera mejor continua guerra! un terrible alarido resonaba, Pues es mayor miseria la pobreza que junto con el humo y las centellas, para quien se vio en próspera riqueza. subiendo, amenazaba las estrellas.

A quién diez, y a quién veinte, y a quién treinta Crece la fiera llama en tanto grado, mil ducados por año le rentara que las más altas nubes encendía; el más pobre tuviera mil de renta, Tracio, con movimiento arrebatado, de aquí ninguno de ellos abajara; sacudiendo los árboles venía, la parte de Valdivia era sin cuenta y Vulcano al rumor, sucio y tiznado, si la ciudad en paz se sustentara, con los herreros fuelles acudía, que en torno la cercaran ricas venas, que ayudaron su parte al presto fuego, fáciles de labrar y de oros llenas. y así se apoderó de todo luego.

Cien mil casados súbditos servían Nunca fue de Nerón el gozo tanto a los de la ciudad desamparada, de ver en la gran Roma poderosa sacar tanto oro en cantidad podían, prendido el fuego ya por cada canto, que a tenerse viniera casi en nada; vista sola a tal hombre deleitosa; esto que digo y la opinión perdían ni aquel tan grande gusto le dio cuanto por aflojar el brazo de la espada, gusta la gente bárbara dañosa ganados, heredades, ricas casas, de ver cómo la llama se extendía, que ya se van tornando en vivas brasas. y la triste ciudad se consumía.

© Pehuén Editores, 2001 ) 82 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Era cosa de oír dura y terrible de estallidos el son y grande estruendo; el negro humo, espeso e insufrible, cual nube en aire, así se va imprimiendo; no hay cosa reservada al fuego horrible, todo en sí lo convierte, resumiendo los ricos edificios levantados en antiguos corrales derribados.

Llegado al fin el último contento de aquella fiera gente vengativa, CANTO VIII aun no parando en esto el mal intento, ni planta en pie, ni cosa dejan viva; el incendio acabado como cuento, JÚNTANSE LOS CACIQUES Y SEÑORES PRINCIPALES A CONSEJO GENERAL EN un mensajero con gran prisa arriba EL VALLE DE ARAUCO, MATA TUCAPEL AL CACIQUE PUCHECALCO, Y del hijo de Leocán, y su embajada CAUPOLICÁN VIENE, CON PODEROSO EJÉRCITO, SOBRE LA CIUDAD IMPE- será en el otro canto declarada. RIAL, FUNDADA EN EL VALLE DE CAUTEN.

Un limpio honor del ánimo ofendido jamás puede olvidar aquella afrenta, trayendo al hombre siempre así encogido, que de ello sin hablar da larga cuenta, y en el mayor contento desabrido se le pone delante y representa la dura y grave afrenta con un miedo que todos le señalan con el dedo.

Si bien esto los nuestros lo miraran y al temor con esfuerzo resistieran, sus haciendas y casas sustentaran y en la justa demanda fenecieran; de mil desabrimientos nos gustaran, ni al terrero (1) del vulgo se pusieran, del vulgo que jamás dice lo bueno, ni en decir los defectos tiene freno.

(1) Terreno.

© Pehuén Editores, 2001 ) 83 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Pero de un bando y de otro contemplada Pues al pueblo de Penco desolado la diferencia en número de gentes, y de la fiera llama consumido, la ciudad sin reparos, descercada, dije cómo a gran prisa había llegado con otra infinidad de inconvenientes, un indio mensajero conocido, y el ver puestas al filo de la espada que por Caupolicán era enviado; las gargantas de tantos inocentes, y, habiendo de su parte encarecido niños, mujeres, vírgenes, sin culpa, la gran batalla digna de memoria, será bastante y lícita disculpa. las gracias les rindió de la victoria.

Si no es disculpa y causa lo que digo, Dijo también, sin alargar razones, se puede atribuir este suceso que el general mandaba que partiese a que fue del Señor justo castigo, Lautaro con los prestos escuadrones visto de su soberbia el gran exceso, y en el valle de Arauco se metiese, permitiendo que el bárbaro enemigo, donde el senado y junta de varones aquel que fue su súbdito y opreso, tratasen lo que más le conviniese, los eche de su tierra y posesiones pues en el fértil valle hay aparejo y les ponga el honor en opiniones. para la junta y general consejo.

Bien que en la Concepción copia de gente En oyendo Lautaro aquel mandato, estaba a la sazón, pero de gran parte levanta el campo, sin parar camina, de barba blanca y arrugada frente, deja gran tierra atrás y, en poco rato, inútil en la dura y bélica arte, al monte andalicano se avecina; y poca de la edad más suficiente y por llegar de súbito rebato, a resistir el gran rigor de Marte, el camino torció por la marina, y a la parcial fortuna que se muestra ganoso de burlar al bando amigo en todos los sucesos ya siniestra. tomando el nombre y voz del enemigo.

¿Quién podrá con el bando lautarino, Tanto marchó, que al asomar del día viendo que su opinión tanto crecía, dio sobre las escuadras de repente y la Fortuna prospera el camino con una barahúnda y vocería en nuestro daño y su provecho abría? que puso en arma y alteró la gente; No piensa reparar hasta el divino mas vuelto el alboroto en alegría, cielo y arruinar su monarquía, conocida la burla claramente, haciendo aquellos bárbaros bizarros, los unos y los otros, sin firmarse, grandes, fieros, bravezas y desgarros. sueltan las armas, corren a abrazarse.

© Pehuén Editores, 2001 ) 84 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Caupolicán, alegre, humano y grave, A manera de triunfos ordenaron los recibe, abrazando al buen Lautaro, el venir a loa junta así vestidos, y con regalo y plática suave y en el consejo, como digo, entraron le da prendas y honor de hermano caro; ciento y treinta caciques escogidos; la gente, que de gozo en sí no cabe, por su costumbre antigua se sentaron, por la ribera de un arroyo claro según que por la espada eran tenidos. en juntas y corrillos derramada, Estando en gran silencio el pueblo ufano, celebran de beber la fiesta usada. así soltó la voz Caupolicano:

Algún tiempo pasaron después de esto “Bien entendido tengo yo, varones, antes que el gran senado fuese junto, para que nuestra fama se acreciente, tratando en su jornada y presupuesto que no es menester fuera de razones; desde el principio al fin, sin faltar punto; mas solo el apuntarlo brevemente, pero al término justo y plazo puesto que, según vuestros fuertes corazones, llegó la demás gente, y todo a punto entrar la España pienso fácilmente, los principales hombres de la tierra y al gran emperador invicto Carlo entraron en consulta a uso de guerra. al dominio araucano sujetarlo.

Llevaba el general aquel vestido “Los españoles vemos que ya entienden con que Valdivia ante él fue presentado: el peso de las mazas barreadas, era de verde y púrpura, tejido pues ni en campo ni en muro nos atienden; con rica plata y oro recamado, sabemos como cortan sus espadas un peto fuerte en buena guerra habido, y cuán poco las mallas los defienden de fina pasta y temple relevado, del corte de las hachas aceradas; la celada de claro y limpio acero si sus picas son largas y fornidas, y un mundo de esmeralda por cimero. con las vuestras han sido ya medidas.

Todos los capitanes señalados “De vuestro intento separarme quiero, a la española usanza se vestían; pues estoy del valor tan satisfecho, la gente del común y los soldados que grueso muros de templado acero se visten del despojo que traían: allanaréis poniéndoles el pecho; calzas, jubones, cueros desgarrados, con esta confianza el delantero en gran estima y precio se tenían; seguiré vuestro bando, y el derecho por inútil y bajo se juzgaba que tenéis de ganar la fuerte España el que español despojo no llevaba. y conquistar del mundo la campaña.

© Pehuén Editores, 2001 ) 85 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“La deidad de esta gente entenderemos, “Y, en testimonio de esto, yo te juro y si del alto cielo cristalino, de te seguir y acompañar de hecho, descienden, como dicen, abriremos no por áspero caso adverso y duro a puro hierro anchísimo camino: a la patria jamás volver el pecho; su género y linaje asolaremos, de esto puedes, señor, estar seguro, que no bastará ejército divino, y todo faltará y será deshecho ni divino poder, esfuerzo y arte, antes que la palabra acreditada y todos nos hacemos a una parte. de un hombre como yo por prenda dada.”

“En fin, fuertes guerreros, como digo, Así dijo, y tras él, aunque rogado, no puede mi intención más declararse; el buen Peteguelén, curaca anciano, aquel que me quisiere por amigo de condición muy áspera, enojado, a tiempo está que puede señalarse pero afable en la paz, fácil y humano, téngase desde aquí por enemigo viejo, enjuto, dispuesto, bien trazado, el que quisiere a paces arrimarse.” señor de aquel hermoso y fértil llano, Aquí dio fin y, su intención propuesta, con espaciosa voz y grave gesto, esperaba sereno la respuesta. propuso en sus razones sabias esto:

Ceja no se movió, y aun el aliento “Fuerte varón y capitán perfeto, apenas al espíritu halló vía no dejaré de ser el delantero mientras duró el soberbio parlamento a probar la fineza de este peto, que el gran Caupolicano les hacía; y si mi hacha rompe el fino acero; hubo en el responder el cumplimiento mas, como quien lo entiende, te prometo, y ceremonia usada en cortesía. que falta por hacer mucho primero: A Lautaro tocaba y, excusado, que salgan españoles de esta tierra, Lincoya así responde levantado: cuanto más ir a España a mover guerra.

“Señor, yo no me he visto tan gozoso “Bien será que, señor, nos contentemos después que en este triste mundo vivo, con lo que nos dejaron los pasados, como en ver manifiesto el valeroso y a nuestros enemigos desterremos ánimo de ese invicto pecho altivo; que están en lo más de ello apoderados; y así, por pensamiento tan glorioso después por el suceso entenderemos me ofrezco por tu siervo y tu cautivo, mejor el disponer de nuestros hados; que no quiero ser rey de cielo y tierra esto a mí me parece, y quien quisiere si hubiese de acabarse aquí la guerra. proponga otra razón, si mejor fuere.”

© Pehuén Editores, 2001 ) 86 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Callando este cacique, se adelanta Peteguelén, la vieja sangre fría Tucapelo, de cólera encendido, se le encendió de rabia, y levantado, y sin respeto así la voz levanta le dice: “¡Oh arrogante! La osadía con un tono soberbio y atrevido, sin discreción jamás fue de esforzado.” diciendo: “A mí la España no me espanta, Pero Caupolicán, que conocía y no quiero por hombre ser tenido del viejo ha tiempo el ánimo arrojado, si solo arruino a los cristianos, con discreción le ataja las razones, ahora sean divinos, ahora humanos. haciendo proponer otros varones.

“Pues lanzarlos de Chile y destruirlos Purén se ofrece allí, y Angol se ofrece no será para mí bastante guerra, no con menor braveza y desatiempo; que pienso, si me esperan, confundirlos Ongolmo no quedó, según parece, en el profundo centro de la tierra; de mostrar su soberbio pensamiento; y si huyen, mi maza ha de seguirlos, del uno en otro multiplica y crece que es la que de este mundo los destierra: el número en el mismo ofrecimiento; por eso, no nos ponga nadie miedo, Colocolo, que atento estaba a todo, que aun no haré en hacerlo lo que puedo. sacó la voz, diciendo de este modo:

“Y por mi diestro brazo os aseguro, “La verde edad os lleva a ser furiosos, si la maza dos años me sustenta, ¿oh hijos!, y nosotros, los ancianos, a despecho del cielo, a hierro puro, no somos en el mundo provechosos de dar de esto descargo y buena cuenta más de para decir consejos sanos, y no dejar de España enhiesto muro, que no nos ciegan humos vaporosos y aun el ánimo a más se me acrecienta, del juvenil hervor y años lozanos, que, después que allanare el ancho suelo, y así, como más libres entendemos a guerra incitaré al supremo cielo. lo que siendo mancebos no podemos.

“Que no son hados, es pura flaqueza “Vosotros, capitanes esforzados, la que nos pone estorbos y embarazos; de sola una victoria envanecidos, pensar que haya fortuna es gran simpleza, estáis de tal manera levantados, la fortuna es la fuerza de los brazos: que os parecen ya pocos los nacidos: la máquina del cielo y fortaleza templad, templad los pechos alterados vendrá primero abajo hecha pedazos y esos vanos esfuerzos mal regidos, que Tucapel en esta y otra empresa no hagáis de españoles tal desprecio, falte un mínimo punto en su promesa.” que no venden sus vidas a mal precio.

© Pehuén Editores, 2001 ) 87 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Si dos veces por dicha los vencistes, Tras este, otro curaca hechicero, mirad cuando primero aquí vinieron de las vejez decrépita impedido: que resistir su fuerza no pudistes, Puchecalco se llama el agorero, pues más de cinco veces os vencieron; por sabio en los pronósticos tenido; en el licúreo campo ya lo vistes con profundo suspiro, íntimo y fiero, lo que solos catorce allí hicieron: comienza así a decir entristecido: no será poco hecho y buen partido “Al negro Eponamón doy por testigo cobrar la tierra y crédito perdido. de lo que siempre he dicho y ahora digo.

“Debemos procurar con seso y arte “Por un término breve se os concede redimir nuestra patria y libertarnos, la libertad, y habéis lo más gozado: dando a vuestras bravezas menos parte, mudarse esta sentencia ya no puede, pues más pueden dañar que aprovecharnos. que está por las estrellas ordenado ¡Oh hijo de Leocán!, quiero avisarte, y que Fortuna en vuestro daño ruede; si quieres como sabio gobernarnos, mirad que os llama ya el preciso hado que temples esta furia y con maduro a dura sujeción y trances fuertes: seso pongas remedio en lo futuro. repárense a lo menos tantas muertes.

“El consejo más sano y conveniente “El aire de señales anda lleno, es que el campo, en tres bandas repartido y las nocturnas aves van turbando a un tiempo, aunque por parte diferente, con sordo vuelo el claro día sereno, dé sobre el Cautén, pueblo aborrecido; mil prodigios funestos anunciando; bien que esté en su defensa buena gente, las plantas, con sobrado humor terreno, es poca, y este asiento destruido, se van, sin producir fruto, secando; Valdivia de allanar fácil sería, las estrellas, la luna, el sol lo afirman, pues no alcanza arcabuz ni artillería. cien mil agüeros tristes lo confirman.

“Solo a mí Santiago me da pena; “Mírolo todo, y todo contemplado, pero modo a su tiempo buscaremos no sé en qué pueda yo esperar consuelo, para poderla entrar, y La Serena que de su espada el Orión armado fácilmente después la allanaremos; con gran ruina ya amenaza el suelo; aunque sujeto a lo que el hado ordena, Júpiter se ha al ocaso retirado; es el mejor camino que tenemos.” solo Marte sangriento posee el cielo, Acabando con esto el sabio viejo, que, denotando la futura guerra, a muchos pareció bien su consejo. enciende un fuego bélico en la tierra.

© Pehuén Editores, 2001 ) 88 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Ya la furiosa muerte irreparable Los que en el alto tribunal quedaron viene a nosotros con airada diestra son los que en esta historia señalados, y la amiga Fortuna favorable que jamás de su asiento se mudaron con diferente rostro se nos muestra, de donde los miraban sosegados, y Eponamón horrendo y espantable, que de ver uno solo no curaron envuelto en la caliente sangre nuestra, mostrarse por tan poco alborotados, la corva garra tiende el cerro yerto, aunque los que saltaron de tan alto llevándonos al no sabido puerto.” en menos estimaron aquel salto.

Tucapel, que de rabia reventando Cubierto Tucapel de fina malla, estaba oyendo al viejo, mas no atiende saltó como un ligero y suelto pardo (1) que dice: “Yo veré, si adivinando, en medio de la tímida canalla, de mi maza este necio se defiende.” haciendo plaza el bárbaro gallardo, Diciendo esto, y la maza levantando, con silbos grita en desigual batalla; la derriba sobre él, y así le tiende, con piedra, palo, flecha, lanza y dardo que jamás midió curso de planeta, le persigue la gente de manera ni fue más adivino ni profeta. como si fuera toro o brava fiera.

Quedóle de esto el brazo tan sabroso, Según suele jugar por gran destreza según la muestra, que movido estuvo el liviano montante un buen maestro, de dar tras el senado religioso hiriendo con extraña ligereza y no sé la razón que le detuvo. delante, atrás, a diestro y a siniestro, Caupolicán, atónito y rabioso, con más desenvoltura y más presteza transportada la mente un rato estuvo: mostrándose en los golpes fuerte y diestro mas vuelto en sí, con voz horrible y fiera el fiero Tucapel, en la pelea gritaba: “Capitanes! ¡Muera, muera!” con la pesada maza se rodea.

No le dio tanto gusto a aquella gente De tullir y mancar no se contenta, lo que Caupolicano le decía, ni para contentarse esto le basta; cuanto al soberbio bárbaro impaciente, solo de aquellos tristes hace cuenta, viendo que ocasión tal se le ofrecía; que su maza lo hace torta o pasta: era alto el tribunal, pero él, valiente, rompe, magulla, muele y atormenta, los hace saltar de él tan a porfía, desgobierna, destroza, estropea y gasta; que ciento y treinta que eran, en un punto tiros llueven sobre él arrojadizos saltan los ciento, y él tras ellos junto. cual tempestad furiosa de granizos.

(1) Leopardo u guepardo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 89 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Pero sin miedo el bárbaro sangriento Perplejo el general, estaba en duda: por las espesas armas discurría, pero mirando, al fin, quien lo pedía, brazos, cabezas y ánimos sin cuento, luego el ejecutivo intento muda soberbios quebrantó en solo aquel día, y con el rostro alegre respondía: y, cual menuda lluvia por el viento, “El ha tenido en vos bastante ayuda, la sangre y frescos sesos esparcía; por la cual le perdono.” Y más decía: no discierne al pariente del extraño, que fuese a las escuadras y mandase haciéndolos iguales en el daño. que el combatirle más luego cesase.

Las armas eran solo en defenderle Baja Lautaro al campo y prestamente de la canalla bárbara araucana, el rico cuerno a retirar tocaba, que en montón trabajaba de ofenderle; al son del cual se recogió la gente, mas el temor la ofensa hace liviana; que recogerse a nadie le pesaba: era, cierto, admirable cosa verle solo lo siente el bárbaro valiente, saltar y acometer con furia insana, que satisfecho a su labor no estaba; desmembrando la gente, sin poderse y volviendo a Lautaro el fiero gesto, de su maza y presteza defenderse. en alta y libre voz le dijo aquesto:

Caupolicán del caso no pensado, “¿Cómo, buen capitán, has estorbado en tal furor y cólera se enciende, el tomar de esta vil canalla enmienda que estaba de bajar determinado, y verme de estos rústicos vengado aunque su gravedad se lo defiende; para que mi valor mejor se entienda?” pero Lautaro, alegre y admirado, Lautaro le responde: “Es excusado miraba cómo solo así contiende quien viniere contigo a la contienda un hombre contra tanto barbarismo, que se pueda valer contra tu diestra, incrédulo y dudoso de sí mismo. según que de ello has dado aquí la muestra.

Y en esto al general, con el debido “Conmigo puedes ir, que te aseguro respeto y ojos bajos en el suelo, que ningún daño y mal te sobrevenga.” le dice: “Una merced, señor, te pido, Tucapel le responde: “Yo te juro si algo merece mi atención y celo, que un paso ese temor no me detenga; y es que el gran desacato cometido mi maza es la que a mí me da el seguro; perdones francamente a Tucapelo, lo demás, como quiera, vaya y venga, pues ha mostrado en campo claramente que el miedo es de los niños y mujeres. valer él más que toda aquella gente.” ¡Sus!, alto, vamos luego a do quisieres.”

© Pehuén Editores, 2001 ) 90 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Juntos los dos al tribunal llegando, “Y pues que Mapochó solo es temido, Tucapel, de Lautaro adelantado, después que lo demás esté allanado, subió por la escalera, no mostrando por el potente Eponamón te pido punto la alteración por lo pasado: que el cargo de asolarle me sea dado: el sagaz general, disimulando, la tierra palmo a palmo las he medido, con graciosa apariencia le ha tratado, con españoles siempre he militado; y de la rota plática el estilo entiendo sus astucias e invenciones, Lautaro, así diciendo, anudó el hilo: el modo, el arte, el tiempo y ocasiones.

“Invicto capitán, yo he estado atento “Quinientos araucanos solamente a lo que estos varones han propuesto, quiero para la empresa que yo digo, y no sé figurarte el gran contento escogidos en toda nuestra gente: que me da ver su esfuerzo manifiesto: un soldado de más no ha de ir conmigo. si de servirte tengo sano intento, Aquí lo digo, estando tú presente mis obras por las tuyas dirán esto; y estos sabios caciques, que me obligo pues, para ser del todo agradecidas, de darte la ciudad puesta en las manos será poco perder por ti mil vidas. con cien cabezas nobles de cristianos.”

“Estos fuertes guerreros ayudarte Aquí se cerró el bárbaro orgulloso quieren a restaurar la propia tierra, y gran rato sobre ello platicaron; porque en ello les va también su parte, pareciéndoles modo provechoso, y por el vicio grande de la guerra; todos en este acuerdo concordaron; no puedo yo dejar de aconsejarte después, do estaba el pueblo deseoso (aunque todo el consejo en ti se encierra) de saber novedades se bajaron, aquello que mejor me pareciere donde lo definido y decretado y más bien al bien público viniere. con general pregón fue declarado.

“Es mi voto que debes atenerte Estuvieron allí catorce días al consejo con término discreto, en grande regocijo y mucha fiesta, del sabio Colocolo, que por suerte ocupados en juegos y alegrías, le cupo ser en todo tan perfeto; y en quien más veces bebe sobre apuesta; así que, gran señor, sin detenerte, después, contra los pueblos del Mesías, cumple que esto se ponga por efeto la alborozada gente en orden puesta, antes de que los cristianos se aperciban, marcha Caupolicán con la vanguardia, porque más flacamente nos reciban. quedando Lemolemo en retaguardia.

© Pehuén Editores, 2001 ) 91 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Cerca llegó el ejército furioso de la Imperial, fundada en sitio fuerte, donde el fiero enemigo victorioso la pensaba entregar presto a la muerte; mas el Eterno Padre Poderoso lo dispone y ordena de otra suerte, dilatando el azote merecido, como veréis prestando atento oído.

CANTO IX

LLEGAN LOS ARAUCANOS A TRES LEGUAS DE LA IMPERIAL CON GRUESO EJÉRCITO; NO HA EFECTO SU INTENCIÓN POR PERMISIÓN DIVINA. DAN LA VUELTA A SUS TIERRAS, ADONDE LES VINO NUEVA QUE LOS ESPAÑOLES ESTABAN EN EL ASIENTO DE PENCO, REEDIFICANDO LA CIUDAD DE LA CONCEPCIÓN. VIENEN SOBRE LOS ESPAÑOLES, Y HUBO ENTRE ELLOS UNA RECIA BATALLA.

Si los hombres no ven milagros tantos como se vieron en la edad pasada, s causa de haber ahora pocos santos y estar la ley cristiana autorizada; y así de cualquier cosa hacen espantos que sobre el natural uso es obrada; y no solo al autor no dan creencia, mas ponen en su crédito dolencia.

Que si al enfermo quiere Dios sanarle, por su costumbre y tiempo convalece; si al bajo miserable levantarle, por modos ordinarios le engrandece; si al soberbio hinchado derribarle, por naturales términos se ofrece, de suerte que las cosas de esta vida van por su natural curso y medida.

© Pehuén Editores, 2001 ) 92 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Por do vemos que Dios quiere y procura Estaba la Imperial desbastecida hacer su voluntad naturalmente, de armas, de munición y vitualla, sirviendo de instrumento la natura, bien que la gente de ella era escogida, sobre al cual El solo es el potente: pero muy poca para dar batalla; y así, los que creyeren por fe pura fuera por los cimientos destruida, merecen más que si palpablemente cualquier fuerza bastara a arruinalla viesen lo que después de ya visible y persona de dentro no escapara, sacarlos de que fue, sería imposible. si a vista el pueblo bárbaro llegara.

En contar una cosa estoy dudoso, Cuando el campo de allí quería mudarse, que soy de poner dudas enemigo, que ya la tromba a caminar tocaba y es un extraño caso milagroso súbito comenzó el aire a turbarse que fue todo un ejército testigo; y de prodigios tristes se espesaba: aunque yo soy en esto escrupuloso, nubes con nubes vienen a cerrarse, por lo que de ello arriba, Señor, digo, turbulento rumor se levantaba, no dejaré, en efecto, de contarlo, que con airados ímpetus violentos pues los indios no dejan de afirmarlo. mostraban su furor los cuatros vientos.

Y manifiesto vemos hoy en día Agua, recia, granizo, piedra espesa que, porque la ley sacra se extendiese, las intrincadas nubes despedían; nuestro Dios los milagros permitía rayos, truenos, relámpagos apriesa y que el natural orden se excediese; rompen los cielos y la tierra abrían; presumir se podrá por esta vía hacen los vientos áspera represa, que, para que a la Fe se redujese que en su entera violencia competían; la bárbara costumbre y ciega gente, cuanto topa arrebata el torbellino, usase de milagro claramente. alzándolo en furioso remolino.

Ya dije que el ejército araucano Un miedo igual a todos atormenta: de la Imperial tres leguas se alojaba no hay corazón, no hay ánimo así entero, en un dispuesto asiento y campo llano, que en tanta confusión, furia y tormenta, y que Caupolicán determinaba no temblase aunque más fuese de acero. entrar al pueblo con armada mano; En esto, Eponamón se les presenta también como el castigo dilataba en forma de dragón horrible y fiero, Dios a su pueblo ingrato y sin enmienda, con enroscada cola envuelta en fuego, usando de clemencia y larga rienda. y en ronca y torpe voz les habló luego.

© Pehuén Editores, 2001 ) 93 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Diciéndoles que aprisa caminasen “Que Dios quiere ayudar a los cristianos sobre el pueblo español amedrentado; y darles sobre vos mando y potencia, que por cualquiera banda que llegasen pues, ingratos, rebeldes, inhumanos, con gran facilidad sería tomado, así le habéis negado la obediencia; y que al cuchillo y fuego lo entregasen, mirad no vais allá, porque en sus manos sin dejar hombre a vida y muro alzado; pondrá Dios el cuchillo y la sentencia.” esto dicho, que todos lo entendieron, Diciendo esto y dejando el bajo suelo, en humo se deshizo, y no lo vieron. por el aire espacioso subió al cielo.

Al punto los confusos elementos Los araucanos la visión gloriosa, fueron sus movimientos aplacando, de aquel velo blanquísimo cubierta, y los desenfrenados cuatro vientos siguen con vista fija y codiciosa, se van a sus cavernas retirando; casi sin alentar la boca abierta: las nubes se retraen a sus asientos, ya que desapareció, fue extraña cosa, el cielo y claro sol desocupando: que, como quien atónito despierta, solo el miedo en el pecho más osado los unos a los otros se miraban no dejó su lugar desocupado. y ninguna palabra se hablaban.

La tempestad cesó y el raso cielo Todos de un corazón y pensamiento, vistió el húmedo campo de alegría, sin esperar mandato ni otro ruego, cuando con claro y presuroso vuelo como si solo aquel fuera su intento, en una nube una mujer venía el camino de Arauco toman luego: cubierta de un hermoso y limpio velo van sin orden, ligeros como el viento; con tanto resplandor, que, al mediodía, paréceles que de un sensible fuego la claridad del sol delante de ella por detrás las espaldas se encendían es la que cerca de él tiene una estrella. y así con mayor ímpetu corrían.

Desterrando el temor, la faz sagrada Heme, Señor, de muchos informado, a todos confortó con su venida; porque con más autoridad se cuente: venía de un viejo cano acompañada, a veinte y tres de abril, que hoy es mediado, al parecer de grave y santa vida; hará cuatro años, cierta y justamente, con una blanda voz y delicada que el caso milagroso aquí contado les dice: “¿Dónde andáis, gente perdida? aconteció, un ejército presente, Volved, volved el paso a vuestra tierra, el año de quinientos y cincuenta no vais a la Imperial a mayor guerra. y cuatro sobre mil por cierta cuenta.

© Pehuén Editores, 2001 ) 94 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Va la verdad en suma declarada, Espárcese y derrámase la gente, según que de los bárbaros se sabe, dejan el campo y buscan los poblados, y no de fingimientos adornada, cesa el fiero ejercicio comúnmente, que es cosa que en materia tal no cabe; la tierra cubren húmedos nublados. tienen ellos por cosa averiguada Mas cuando enciende a Escorpio el sol ardiente, (que no es en prueba de esto poco grave) y la frígida nieve los collados que por esta visión hubo en dos años acuden de sus cimas levantadas, hambre, dolencias, muertes y otros daños. ya de la nueva hierba coronadas;

Que la mar, reprimiendo sus vapores, En este tiempo el bullicioso Marte faltó el agua y vertientes de la sierra, saca su carro con horrible estruendo, talando el sol en tierna edad las flores, y, ardiendo en ira belicosa, parte ayudado del fuego de la guerra. por el dispuesto Arauco discurriendo: Como creció la seca y los calores hace temblar la tierra a cada parte por falta de humedad la árida tierra, los ferrados caballos impeliendo, rompió banco y alzóse con los frutos, y en la diestra el sangriento hierro agudo, dejando de acudir con sus tributos. bate con la siniestra el fuerte escudo.

Causó que una maldad se introdujese Luego a furor movidos los guerreros en el distrito y término araucano, toman las armas, dejan el reposo, y fue que carne humana se comiese acuden los remotos forasteros (¡enorme introducción, caso inhumano!) al cebo de la guerra codicioso, y en parricidio horror se convirtiese de los hierros renuevan los aceros, el hermano en sustancia del hermano; templan la cuerda al arco vigoroso, tal madre hubo que al hijo muy querido el peso de las mazas acrecientan, al vientre le volvió, do había salido. y el duro fresno de las astas tientan.

Digo, pues, que los bárbaros llegando La gente andaba ya de esta manera al valle de Purén, paterno suelo, con el son de las armas y bullicio, las armas por entonces arrimando que codiciosa comenzar espera dieron lugar al tempestuoso cielo; el deseado bélico ejercicio; es este tiempo en estas partes, cuando juntáronse a la usada borrachera el encogido invierno, con su hielo (orden antigua y detestable vicio) del todo apoderándose en la tierra, la más ilustre gente y señalada, pone punto al discurso de la guerra . a dar definición en la jornada.

© Pehuén Editores, 2001 ) 95 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Tratando en general concilio estaban “Y pues os es patente y manifiesta del bien y aumentación de aquel Estado, la embajada y gran prisa que traemos, cuando cuatro soldados arribaban en ella ahora tratad, que la respuesta con triste muestra y paso apresurado, con la resolución esperaremos; haciéndoles saber cómo ya andaban brevedad os pedimos, que con esta en el sitio de Penco arruinado podrá ser que sin riesgo derribemos cantidad de españoles trabajando, la soberbia española y confianza un grueso y fuerte muro levantando. antes que les dé esfuerzo la tardanza.”

Diciéndoles: “Venimos, ¡oh guerreros!, No se puede decir el gran contento de parte de los pueblos comarcanos que les dio a los caciques la embajada; con facultad bastante a prometeros, de todos desde allí en el pensamiento si desterráis de nuevo a los cristianos, antes que se acabase fue aceptada; que pagarán con sumas de dineros pero tuvieron freno y sufrimiento, el trabajo y valor de vuestras manos; que la primera voz estaba dada y no habiendo el afecto deseado, al hijo de Leocán, que, consultado, la tercia parte hayáis de lo asentado. así responde en nombre del senado:

“Viendo el poco reparo y resistencia “Estamos con razón maravillados que sin vuestro favor todos tenemos, de lo que en este caso hemos oído, les dimos llanamente la obediencia ¿y es verdad que hay cristianos tan osados que en el tiempo infelice dar solemos, que quieren con nosotros más ruido? no fue por opresión, no fue violencia, ¡Sus, sus!, que estos varones esforzados pues aunque desdichados, entendemos aceptan la promesa y el partido: cuán breve es el suspiro de la muerte, no dando entero fin a la jornada, que pone fin y límite a la suerte. del trabajo no quieren llevar nada.

“Mas porque estando Arauco tan vecino, “Bien os podéis volver luego con esto y fija en su favor la instable rueda, que sin duda en efecto lo pondremos, la paz nos pareció mejor camino y sobre los cristianos lo más presto para que remediar todo se pueda, que se pueda dar orden llegaremos, ya que lo estrague el áspero destino, donde se mostrará bien manifiesto tiempo para morir después nos queda, lo poco en que nosotros los tenemos: pues no estarán los brazos tan cansados pero habéis de advertir con sabio modo que no puedan abrir nuestros costados. que aviso se nos dé siempre de todo.”

© Pehuén Editores, 2001 ) 96 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Muy alegres los cuatros se partieron Retirados allí se reformaron por llevar tal respuesta, y, caminando, de todo el aparato conveniente, en breve a sus señores se volvieron, donde por los más votos acordaron que estaban por momentos aguardando; reedificar a Penco nuevamente: y visto el buen despacho que trajeron, con gran trabajo y gasto levantaron el contento y traición disimulando, pequeña copia y número de gente; sufrían con discreción las vejaciones, afirmar la ocasión de esto no puedo encubriendo las falsas intenciones. si fue la poca paga o mucho miedo.

Domésticos se muestran en el trato, Al yermo Penco herboso habían llegado, nadie toma la causa y la defiende, y un sitio que en mitad del pueblo había conociendo que el medio más barato lo tenían de tapión fortificado del araucano ejército depende; que en recogido cuadro lo ceñía: y con noble y solícito contrato de dos fuertes bastiones abrigado, la esperada venganza se pretende que cada uno dos frentes descubría debajo de humildad y gran secreto, y a cada frente asiste una bombarda para que su intención viniese a efeto. que con maciza bala el paso guarda.

De nuestra gente y pueblo destrozado La gente comarcana, con fingida gran descuido en hablar he yo tenido: muestra, la paz malvada aseguraba, mas como es en el mundo acostumbrado esperando la ayuda prometida desamparar la parte del vencido, que a cencerros tapados caminaba; así yo, tras el bando afortunado pero no fue secreta esta partida, he llevado camino tan seguido; pues entre los cristianos se trataba y si aquí la ocasión no me avisara, que el valiente Lautaro había pasado jamás pienso que de ella me acordara. las lomas, con ejército formado.

Conté de la ciudad ya despoblada, Suénase que Purén allí venía, y de sus ciudadanos el camino Tomé, Pillolco, Angol y Cayeguano, púselos en el fin de la jornada, Tucapel, que en orgullo y bizarría do forzoso dejarlos me convino, no le igualaba bárbaro araucano; pues volviendo a la historia comenzada Ongolmo, Lemolemo y Lebopía, y al duro proceder de su destino, Caniomangue, Elicura, Mareguano, estuvieron el tiempo en Santiago Cayocupil, Lincoya, Lepomande, que yo de ellos mención aquí no hago. Chilcano, leucotón y Mareande.

© Pehuén Editores, 2001 ) 97 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Todos estos varones señalados Que al punto apercibidos los soldados, fueron para esta guerra apercibidos en su lugar cada uno de ellos puesto, con otros dos mil prácticos soldados; manda a nueve guerreros más cursados en el copioso ejército escogidos que salgan a correr la tierra presto, venían de fuertes petos arreados, y, en la cerrada noche confiados, gruesas picas de hierros muy fornidos, llegan al campo bárbaro, y en esto ferradas mazas, hachas aceradas, del callado escuadrón fueron sentidos, armas arrojadizas y enastadas. levantando terribles alaridos.

De esta manera el escuadrón camina La grita, el sobresalto, los rumores, en la callada noche y sombras oscura, el súbito alboroto de la guerra, debajo del gobierno y disciplina las sonorosas trompas y atambores del cuidoso (1) Lautaro, que procura hacen gemir y estremecer la tierra; llegar cuando la estrella matutina en esto los astutos corredores, alegra el mustio campo y la verdura, atravesando una pequeña sierra, antes que por aviso y doble trato toman la vuelta por más corta vía, de su venida hubiese algún recato. dando aviso a la amiga compañía.

Pero los españoles de un amigo Juan de Alvarado con ingenio y arte, bárbaro que con ellos contrataba, de la fuerza lo flaco fortifica, saben cómo el ejército enemigo y en lo más necesario allí reparte con riguroso intento se acercaba: gente del arcabuz y de la pica; pues avisado de esto, como digo, proveído recaudo en toda parte, y de cuanto en secreto se trataba, a recibir al araucano pica al trance se aparejan y batalla, con la ligera escuadra de a caballo, requiriendo los fosos y muralla. por no mostrar temor en esperallo

Era caudillo y capitán de España La nueva claridad del día siguiente el noble montañés Juan de Alvarado, sobre el claro horizonte se mostraba, hombre sagaz, solícito y de maña, y el sol por el dorado y fresco Oriente de gran esfuerzo y discreción dotado, de rojo ya las nubes coloraba (1); el cual con orden y presteza extraña, a tal hora Alvarado con su gente, del presente peligro recatado, del prevenido fuerte se alejaba sazón no pierde, tiempo y coyuntura; en busca de la escuadra lautarina, antes las prevenciones asegura. que a más andar también se le avecina.

(1) Cuidadoso. (1) Coloraba: encendía de color.

© Pehuén Editores, 2001 ) 98 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Los nuestros media legua aun no se habían Apretándolos iban reciamente, de aquel su muro lejos alongado, los nuestros resistiendo y peleando cuando, al calar de un monte, descubrían hasta el estrecho paso de una puente, el araucano ejército ordenado: que allí Lautaro, al cuerno aliento dando, allí las limpias armas relucían el araucano ejército obediente más que el claro cristal del sol tocado, se va al son conocido reparando; cubiertas de altas plumas las celadas, del fuerte tanto trecho esto sería verdes, azules, blancas, encarnadas. cuando tira un cañón de puntería.

¿Quién pintaros podrá el contento cuando Detúvose Lautaro con intento sienten los araucanos el ruido de esperar al caliente mediodía, que las diestras en alto levantando porque de la mañana al fresco viento pusieron en el cielo un alarido? los caballos y gente alentaría; Mil instrumentos bárbaros tocando reforma su escuadrón haciendo asiento con grande orgullo y paso más tendido a vista de los nuestros, que, a porfía, se vienen acercando a los de España, se habían al sitio fuerte recogido, sonando en torno toda la campaña. teniendo por mejor aquel partido.

Quieren los españoles responderlos Cuando el sol en el medio cielo estaba, con el horrible son de armada mano; no declinando a parte un solo punto, calan el monte a fin de acometerlos, y al aguda chicharra se entonaba teniendo por mejor el sitio llano: con su desapacible contrapunto, bajas las lanzas vienen a romperlos, el astuto Lautaro levantaba pero la osada muestra salió en vano, su campo en escuadrón cerrado y junto, que los bárbaros ya disciplinados, con grande estruendo y paso concertado del todo se cerraban apiñados. hacia el sitio español fortificado.

Tan espesas las picas derribaron Con audacia, desdén y confianza, con pie y con rastro firme hacia adelante Lautaro contra el fuerte caminaba; que no solo el encuentro repararon, síguele atrás la gente en ordenanza, pero a desbaratarlos fue bastante; y él con gracioso término arrastraba los nuestros sin romper se retiraron, una larga, nudosa y gruesa lanza, y ellos gloriosos, con furor pujante, que airoso poco a poco la terciaba por dar remate al venturoso lance, y tanto por el cuento la blandía siguen con pies ligeros al alcance. que juntas los extremos parecía.

© Pehuén Editores, 2001 ) 99 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Los pocos españoles salen fuera, Algunos españoles castigados que encerrados no quieren esperallos; recogerse en la fuerza no quisieron de arcabuces delante una hilera, que eran de corazones congojados otra de picas luego, y los caballos y de verse en estrecho rehuyeron: a los lados, y así de esta manera, quieren el campo abierto, y por los lados con fiera muestra vienen a buscallos, del turbado montón se dividieron; llegados donde ya podían herirse, pero los de más ser con mano osada, los unos a los otros dejan irse. procuran amparar la plaza entrada.

Y de rencor intrínseco aguijados Allí quieren morir o defenderse, los movidos ejércitos venían; la carrera más larga otros tomaron, suenan los arcabuses asestados; que acordaron con tiempo guarecerse; del humo, fuego y polvo se cubrían; otros a la marina se llegaron, los corvos arcos con rigor flechados metiéndose en un barco sin poderse gran número de tiros despedían; sufrir, las corvas áncoras alzaron, vuelan nubadas de armas enastadas satisfaciendo al miedo y bajo intento, por valientes brazos arrojadas. las velas con presteza dan al viento.

Cuales contrarias aguas a toparse Quien en llegar es algo perezoso, van con rauda corriente sonorosa, viendo levar el áncora a la nave, que resistiendo al tiempo de mezclarse no duda en arrojarse al mar furioso, aquella más violenta y poderosa teniendo aquel morir por menos grave; a la menos pujante sin pararse, quien antes no nadaba de medroso, volverla contra el curso es cierta cosa, las olas rompe ahora y nadar sabe. así a nuestro escuadrón forzosamente Mirad, pues, el temor a qué ha llegado le arrebató la bárbara corriente. que viene a ser de miedo el hombre osado.

No pudiendo sufrir la fuerza brava Los que están en la fuerza (1) retraídos, del número de gente y movimiento, como buenos guerreros se defienden, al español el bárbaro llevaba muertos quieren quedar y no vencidos, como a liviana paja el recio viento; que ya solo un honrado fin pretenden; entran sin orden, que ya rota andaba y, con tal presupuesto embravecidos, todos mezclados en el fuerte asiento, sin esperanzas de vivir ofenden, y dentro del cuadrado y ancho muro haciendo en los contrarios tal estrago, comienzan pie con pie un combate duro. que la plaza de sangre era ya lago.

(1) Fuerte.

© Pehuén Editores, 2001 ) 100 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Lautaro, gente y armas contrastando, Contra Ortiz revolvió con muestra airada, en la fuerza el primero entrado había, que había muerto a Torquín, mozo animoso; y muerto a dos soldados en entrando, la maza alta y la vista en él clavada, que en suerte le cupieron aquel día: rompe por el tropel de armas furioso; Lincoya iba hiriendo y derribando; no sé cuál fue la espada señalada, mas ¿quién podrá decir la bravería ni aquel brazo pujante y provechoso de Tucapel, que el cielo acometiera que el mástil cercenó del araucano, si hallare algún camino o escalera? y dos dedos con él de la una mano.

No entró el fuerte por puerta ni por puente, Con el encendimiento que llevaba, antes con desenvuelto y diestro salto no sintió la herida de repente; libre el foso salvó ligeramente, mas cuando el brazo y golpe descargaba, y estaba en un momento en lo más alto; que los dedos y maza faltar siente, no le pudo seguir por allí gente, herida tigre hircana no es tan brava, él solo de aquel lado dio el asalto; ni acosado león tan impaciente mas, como si de mil fuera guardado, como el indio, que, lleno de postema, se arroja luego en medio del cercado. del cielo, infierno, tierra y mar blasfema.

Apenas puso el pie firme en la plaza, Sobre las puntas de los pies estriba, cuando el furioso bárbaro, esgrimiendo y en ellas la persona más levanta; la ejercitada, dura y gruesa maza, el brazo cuanto puede atrás derriba, iba los enemigos esparciendo: y el trozo impele con violencia tanta, no vale malla fina ni coraza, que a Ortiz, que alta la espada sobre él iba, y las celadas fuertes, no pudiendo la celada y los cascos le quebranta, sufrir los recios golpes que bajaban, y del grave dolor desvanecido machucando los sesos se abollaban. dio en el suelo de manos sin sentido.

Unos deja tullidos y contrechos, El bárbaro, con esto no vengado, otros para en su vida lastimados, viene sobre él con furia acelerada, a quién hunde el pescuezo por los pechos, y con la diestra aun no medrosa airado a quién rompe los lomos y costados: a Ortiz arrebató la aguda espada; cual si fueran de blanda cera hechos, alzándole la cota por un lado, magulla, muele y deja derrengados, le atravesó de la una a la otra ijada, y en el mayor peligro osadamente y la alma del corpóreo alojamiento se arroja sin temor de armas y gente. hizo el duro y forzoso apartamiento.

© Pehuén Editores, 2001 ) 101 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

La espada a la siniestra el indio trueca, No halló defensa la enemiga espada sintiéndose tullido de la diestra, lanzándose por parte descubierta, y del golpe primero otro derrueca, derecho al corazón hizo la entrada, que también en herir era maestra. abriendo una sangrienta y ancha puerta: Como suele segar la paja seca la cara antes del joven colorada el presto segador con mano diestra, se vio de amarillez mustia cubierta; así aquel Tucapel, con fuerza brava, descoyuntóle el brazo un mortal hielo, brazos, piernas y cuellos cercenaba. batiendo el cuerpo helado el duro suelo.

Dejándose guiar por do la ira El corpulento mozo Mareguano, le llevaba furioso discurriendo, que, airado, a todas partes discurría, unos hiere, maltrata, otros retira, llegó al tiempo que Angol, por diestra mano, la espesa selva de astas deshaciendo; al riguroso hierro se rendía: acaso al padre Lobo un golpe tira, era su íntimo amigo y primo hermano, que contra cuatro estaba combatiendo, de estrecho trato antiguo y compañía. el cual, sin ver el fin de aquella guerra, “Pues fue siempre en la vida igual la suerte, dio el alma a Dios y el cuerpo dio a la tierra. quiero –dijo- también que sea en la muerte.”

El grave Leucotón, no menos fuerte, Y contra el matador, con repentina con el valor que el cielo le concede, rabia que el pecho y venas le abrasaba, hiere, aturde, derriba y da la muerte, un macizo y fornido tronco empina que nadie en fuerza y ánimo le excede; y con fuerza sobre él lo derribaba; no sé cómo a escribirlo todo acierte, mas temiendo del golpe la ruina, que mi cansada mano ya no puede Alvarado, que el ojo alerto estaba, por tanta confusión llevar la pluma, saca presto el caballo apercibido, y así reduce mucho a breve suma. y en el suelo el troncón quedó metido.

También Angol, soberbio y esforzado, Chilcán, Ongolmo, Cayeguán, de un lado, su corvo y gran cuchillo en torno esgrime: Lepomandé y Purén en compañía, hiere al joven Diego Oro, y del pesado habían así a los nuestros apretado, golpe en la dura tierra el cuerpo imprime; que ganaron gran crédito aquel día; pero, en esta sazón, Juan de Alvarado Tomé, Cayocupil y el esforzado la furia de una punta le reprime, Pillolco, Caniomangue y Lebopía, que, al tiempo que el furioso alfanje alzaba, Mareande, Elicura y Lemolemo por debajo del brazo le calaba. de su valor mostraron el extremo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 102 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

En esto, un rumor súbito se siente, Unos, por los costados caen abiertos; que los cóncavos cielos atronaba, otros, de parte a parte atravesados; y era que la victoria abiertamente otros, que de su sangre están cubiertos, por el bárbaro infiel se declaraba: se rinden a la muerte desangrados; ya la española destrozada gente al fin todos quedaron allí muertos, al camino de Itata enderezaba, del riguroso hierro apedazados. desamparando el suelo desdichado Vamos tras los que aguijan los caballos, de sangre y enemigos ocupado. que no haremos poco en alcanzallos.

Del todo a toda furia comenzando Quién por camino incierto, quién por senda iban los españoles la huida, áspera, peligrosa y desusada, siempre más el temor apresurando bate al caballo y dale suelta rienda, con agudas espuelas la corrida; que el miedo es grande y grande la jornada; sigue el alcance, y valos aquejando el bárbaro escuadrón, con grita horrenda, la bárbara canalla embravecida, por sierra, monte, llano y por cañada envuelta en una espesa polvareda, las espaldas los iba calentando, matando al que por flojo atrás se queda. hiriendo, dando muerte y derribando.

Alvarado, con ánimo y cordura, Había de la comarca concurrido los anima y esfuerza, y no aprovecha, gente armada por uno y otro lado, que la turbada gente en tal rotura que a la mira imparcial haya asistido huye la muerte y plaza tan estrecha: hasta ver el derecho declarado; cuál encamina al monte y cuál procura en esto, alzando un súbito alarido de Mapochó la senda más derecha, con el orgullo a vencedores dado, y cuál, y cuál, constante todavía, baja las armas hasta allí neutrales animoso con Atropos porfía. en daño de las señas imperiales.

Estos honrosamente deseando, Sale en el codicioso seguimiento, despreciaban la vida deshonrada, de la española gente que corría aquel forzoso punto dilatando con furia y ligereza más que el viento, con raro esfuerzo y valerosa espada; sin hacerse uno a otro compañía; presto quedó la plaza sin un bando, la mucha turbación y desatiento de almas vacías y de cuerpos ocupada, que a los nuestros el medio les ponía, que animoso los pocos que quedaban los lleva sin caminos, esparcidos a las a las armas y muerte se entregaban. por sierras, valles, montes, por ejidos.

© Pehuén Editores, 2001 ) 103 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Los que tienen caballos muy ligeros “¡Xo, xo!”, les va gritando: “¡Espera, espera!, (¡oh, cuán de corazón son envidiados!), que más en castellano no sabía; qué poco se conocen compañeros pero, en su natural lengua primera, de largo tiempo y amistad tratados. atrevidas injurias les decía. No aprovechan promesa de dineros, Tres leguas les corrió de esta manera, ni de bienes allí representados; que jamás de las colas se partía, tanto el miedo ocupado los había, por mucho que aguijasen los rocines, que lugar la codicia aun no tenía. llamándolos infames y ruines.

Antes los intereses despreciando, Llevaba un arma en alto levantada, se muestran allí poco codiciosos, que no hay quien su facción y forma diga: tras las ricas celadas arrojando era una gruesa haya mal labrada, petos de fina plata embarazosos; de la grandeza y peso de una viga, y así de las promesas no curando, de metal la cabeza barreada, jugaban los talones presurosos; y esgrímela el garzón sin más fatiga solo las alas de Icaro quisieran, que el presto esgrimidor, suelto y liviano, aunque pasando el mar se derritieran. juega el fácil bastón con diestra mano.

Juan y Hernando Alvarado la jornada Si alguna vez con el troncón pesado con el valiente Ibarra apresuraban, los caballos el bárbaro alcanzaba, animando la gente desmayada, era de fuerza el golpe tan cargado, mas no por esto el paso moderaban; que casi derrengados los dejaba: abren por la carrera embarazada, así cada caballo escarmentado que ligeros caballos gobernaban, sin espuelas el curso apresuraba, y, aunque con viva espuela los batían, que jamás fue baqueta en la corrida alargarse de un indio no podían. como el bastón del bárbaro temida.

Delante largo trecho de la gente Aunque gran trecho aquel follón se aleja a los tres les da caza y atormenta del seguro montón y amigo bando, un espaldudo bárbaro valiente, no por esto la dura empresa deja, Rengo llamado, mozo de gran cuenta; antes más los persigue y va afrentando: este solo los sigue osadamente, con prestos pies y maza los aqueja, y a veces con palabras los afrenta, la nación española profanando y los aprieta y corre a campo raso, en lenguaje araucano, que entendían sin poderles ganar un solo paso. los tres que a más correr de él se desvían.

© Pehuén Editores, 2001 ) 104 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Veinte veces revuelven los cristianos, El importuno bárbaro no cesa dando sobre él con súbita presteza, ni afloja de la empresa que pretende; a todos tres les da llenas las manos antes con silbos, grita y piedra espesa con su diabólica arma y ligereza; el agua a más de la cinta los ofende; entre tanto, llegaban los ufanos y, dándoles en esto mucha priesa, indios, en el alcance sin pereza, el beber los caballos los defiende, y volviendo los tres a su carrera, diciendo: “¡Sus!, salid, salid afuera, el bárbaro y bastón sobre ellos era. que yo os mantendré campo en la ribera.”

No por áspero monte y agria cuesta Viendo Alvarado a Rengo así orgulloso afloja el curso y animoso brío, de la soberbia tema ya impaciente, antes, cual correr suele sobre apuesta dice a los dos: “¡Oh caso vergonzoso, tras las fieras el Puelche en desafío, que a tres nos siga un indio solamente los corre, aflige, aprieta y los molesta, y triunfe de nosotros victorioso! y a diez millas de alcance, por do un río No es bien que de españoles tal se cuente; el camino atraviesa el mar corriendo, volvamos, y de aquí jamás pasemos se fue en la húmeda orilla deteniendo. si primero morir no le hacemos.”

El bárbaro escuadrón parado había, Así dijo, y, las riendas revolviendo, solo el contumaz Rengo, porfiando, segunda vez el vado atravesaban; desistir de la empresa no quería, de morir o matarle proponiendo, aunque no ve persona de su bando; los cansados caballos aguijaban; los tres laxos cristianos a porfía en esto, el araucano, conociendo iban el ancho vado atravesando, la cólera y furor con que tornaban, cuando Rengo cargó de una pesada olvidando la maza y presupuesto, piedra la presta honda de él usada. las voladoras plantas mueve presto.

El tronco en el suelo húmedo fijado Una larga carrera por la arena rodea el brazo dos veces, despidiendo los tres a toda furia le siguieron el tosco y gran guijarro así arrojado, aunque en balde tomaron esta pena, que el monte retumbó del sordo estruendo; que el indio más corrió que ellos corrieron; las ninfas, por lo más sesgo del vado, faltos no de intención, pero de lena, las cristalinas aguas revolviendo, de cansados las riendas recogieron, sus doradas cabezas levantaron y en un áspero sitio y peligroso y a ver el caso atentas se pararon. les hizo rostro el bárbaro animoso.

© Pehuén Editores, 2001 ) 105 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Por espaldas tomó una gran quebrada, Cuán usado es huir los abatidos, revolviendo a los tres con osadía, y seguir los soberbios levantados y, a falta de la maza acostumbrada, de la instable (1) Fortuna favoridos a menudo la honda sacudía; para solo después ser derribados. y allí con mofa, silbos y pedrada, Al cabo estos favores reducidos sin poderle ofender los ofendía, a su valor son bienes emprestados por ser aquel lugar despeñadero, que habremos de pagar con siete tanto y más que ellos el bárbaro ligero. como claro nos muestra el nuevo canto.

Visto Alvarado serle así excusado el fin de lo que tanto deseaba, dejando libre el bárbaro esforzado, que bien de mala gana se quedaba, pasa otra vez el ya seguro vado y al usado camino enderezaba, triste en ver que Fortuna por tal modo se le mostraba adversa y dura en todo.

Había dejado el campo lautarino de seguir el alcance grande rato; iban los españoles sin camino, como ovejas que van fuera del hato. De no seguirlos más me determino, porque lo que delante de ellos trato, dejarlos por ahora me es forzado donde otras veces ya los he dejado.

Con la gente araucana quiero andarme, dichosa a la sazón y afortunada, y como se acostumbra desviarme de la parte vencida y desdichada, por donde tantos van quiero guiarme, siguiendo la carrera tan usada, pues la costumbre y tiempo me convence, y todo el mundo es ya: ¡Viva quien vence!

(1) Inestable.

© Pehuén Editores, 2001 ) 106 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

CANTO X

UFANOS LOS ARAUCANOS DE LAS VICTORIAS HABIDAS ORDENAN UNAS FIES- TAS GENERALES, DONDE CONCURRIERON DIVERSAS GENTES, ASÍ ESTRANJERAS COMO NATURALES, ENTRE LAS CUALES HUBO GRANDES PUEBAS Y DIFERENCIAS

Cuando la varia diosa favorece y las dádivas prósperas reparte, ¡cómo el ánimo flaco fortalece, que de triste mujer se vuelve un Marte, y derriba, acobarda y enflaquece, el esfuerzo viril en la otra parte, haciendo cuesta arriba lo que es llano y un gran cerro la palma de la mano!

¡Quién vio los españoles colocados sobre el más alto cuerpo de la luna, de sus famosos hechos rodeados, sin punto y muestra de mudanza alguna! ¡Quién los ve en breve tiempo derribados! ¡Quién ve en miseria, vuelta su fortuna! ¡Seguidos no de Marte, dios sanguino, más del tímido sexo femenino!

© Pehuén Editores, 2001 ) 107 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Mirad aquí la suerte tan trocada, Vienen acompañando a sus maridos pues aquellos que al cielo no temían, y en el dudoso trance están paradas; las mujeres a quien la rueca es dada pero, si los contrarios son vencidos, con varonil esfuerzo los seguían, salen a perseguirlos esforzadas: y con la diestra a la labor usada prueban la flaca fuerza en los rendidos, las atrevidas lanzas esgrimían, y si cortan en ellos sus espadas, que, por el hado próspero impelidas, haciéndolos morir de mil maneras, hacían crudos efectos y heridas. que la mujer cruel eslo de veras.

Estas mujeres, digo, que estuvieron Así a los nuestros esta vez siguieron en un monte escondidas esperando hasta donde el alcance había cesado, de la batalla el fin, y cuando vieron y desde allí la vuelta al pueblo dieron que iba de rota (1) el castellano bando, ya de los enemigos saqueado; hiriendo el cielo a gritos descendieron que, cuando hacer más daño, no pudieron el mujeril temor de sí lanzando subiendo en los caballos que en el prado y, de ajeno valor y esfuerzo armadas, sueltos, sin orden ni gobierno andaban, toman de los ya muertos las espadas. a sus dueños por juego remedaban.

Y a vueltas del estruendo y muchedumbre, Quién hace que combate y quién huía, también en la victoria embebecidas, y quién tras el que huye va corriendo; de medrosas y blandas de costumbre, quién finge que está muerto y se tendía, se vuelven temerarias homicidas: quién correr procuraba no pudiendo; no sienten ni les daba pesadumbre la alegre gente así se entretenía, los pechos al correr, ni las crecidas el trabajo importuno despidiendo barrigas de ocho meses ocupadas, hasta que el sol rayaba los collados, antes corren mejor las más preñadas. que el general llegó y los más soldados.

Llamábase infelice la postrera Los unos y los otros aguijaban y con ruegos al cielo se volvía, con gran prisa a abrazarse estrechamente; porque a tal coyuntura en la carrera pero algunos, por más que se esforzaban, mover más presto el paso no podía. la envidia les hacía arrugar la frente: Si las mujeres van de esta manera, francos los vencedores se mostraban, ¿la bárbara canalla cuál iría? repartiendo la presa entre la gente; De aquí tuvo principio en esta tierra que aun en el pecho vil contra natura venir también mujeres a la guerra. puede tanto la próspera ventura.

(1) En derrota.

© Pehuén Editores, 2001 ) 108 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Una solemne fiesta en este asiento Fue con solemne pompa referido quiso Caupolicán que se hiciese, el orden de los premios, y el primero donde del araucano ayuntamiento era un lustroso alfanje guarnecido la gente militar sola asistiese; por mano artificiosa de platero; y con alegre muestra y gran contento, este premio fue allí constituido sin que la popular se entremetiese, para aquel que con brazo más entero en juegos, pruebas, danzas y alegrías tirase una fornida y gruesa lanza, gastaron sin aquel algunos días. sobrando a los demás en la pujanza.

Los juegos y ejercicios acabados, Y de cendrada plata una celada para el valle de Arauco caminaron cubierta de altas plumas de colores, do a las usadas fiestas los soldados de un cerco de oro puro rodeada, de toda la provincia convocaron: esmaltadas en él varias labores, fueron bastantes plazos señalados, fue la preciada joya señalada joyas de gran valor se pregonaron para aquel que entre diestros luchadores de los que en ellas fuesen vencedores, en la difícil prueba se extremase premios dignos de haber competidores. y por señor del campo en pie quedase.

La fama de la fiesta iba corriendo Un lebrel animoso, remendado, más que los diligentes mensajeros, que el collar remataba una venera en un término breve apercibiendo de agudas puntas, de metal herrado, naturales, vecinos y extranjeros; era el premio de aquel que en la carrera, gran multitud de gente concurriendo, de todas armas y presteza armado, creció el número tanto de guerreros, arribase más prestó a la bandera que ocupaban las tiendas forasteras, que una gran milla lejos tremolaba los valles, montes, llanos y riberas, y el trecho señalado limitaba.

Ya el esperado catorceno día, Y de nervios un arco hecho por arte que tanta gente estaba deseando, con su dorada aljaba, que pendía al campo su color restituía, de un ancho y bien labrado talabarte las importunas sombras desterrando, con dos gruesas hebillas de ataujía; cuando la bulliciosa compañía este se señaló y se puso aparte de los briosos jóvenes mostrando para aquel que con flecha a puntería, el juvenil hervor y sangre nueva, ganando por presteza el premio rico, en campo estaban prestos a la prueba. llevase al papagayo el corvo pico.

© Pehuén Editores, 2001 ) 109 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Un caballo morcillo, rabicano, Tras estos, otros seis lanzas tomaron tascando el freno estaba de cabestro, de los que por más fuertes se estimaban; premio del que con suelta y presta mano y, aunque con fuerza extrema procuraron esgrimiese el bastón, mas como diestro; sobrepujar el tiro, no llegaban; por juez se señaló a Caupolicano otros, tras estos, y otros seis probaron, de todos ejercicios gran maestro. mas todos con vergüenza atrás quedaban. Ya la trompeta con sonada nueva Y por no detenerme en este cuento, llamaba opositores a la prueba. digo que lo probaron más de ciento.

No bien sonó la alegre trompa, cuando Ninguno con seis brazas llegar pudo el joven Orompello ya en el puesto, al tiro de Orompello señalado, airosamente el manto derribando, hasta que Leucotón, varon membrudo, mostró el hermoso cuerpo bien dispuesto, viendo que ya el probar había aflojado, y en la valiente diestra blandeando dijo en voz alta: “De perder no dudo; una maciza lanza; luego en esto mas, porque todos, ya me habéis mirado, se ponen asimismo Lepomande, quiero ver de esté brazo lo que puede Crino, Pillolco, Guámbo y Mareande. y a dó llegar mi estrella me concede.”

Estos seis en igual hila corriendo, Esto dicho, la lanza requerida las lanzas por los fieles igualadas, en ponerse en el puesto poco tarda, a un tiempo las derechas sacudiendo, y dando una ligera, acometida, fueron con seis gemidos arrojadas; hizo muestra de sí fuerte y gallarda: salen las astas con rumor crujiendo la lanza por los aires impelida, de aquella fuerza e ímpetu llevadas, sale cual gruesa bala de bombarda, rompen el aire, suben hasta el cielo, o cual furioso trueno que, corriendo, bajando con la misma furia al suelo. por las espesas nubes va rompiendo.

La de Pillolco fue la asta primera Cuatro brazas pasó con raudo vuelo que falta de vigor a tierra vino: de la señal y raya delantera, tras ella la de Guambo, y la tercera rompiendo el hierro por el duro suelo, de Lepomande, y cuarta la de Crino; tiembla por largo espacio la asta fuera; la quinta, de Mareande, y la postrera, alza la turba un alarido al cielo, haciendo por más fuerza más camino, y de tropel con súbita carrera la de Orompello fue, mozo pujante, muchos a ver el tiro van corriendo, pasando cinco brazas adelante. la fuerza y tirador engrandeciendo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 110 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Unos el largo trecho a pies medían Era Orompello mozo asaz valido, y examinan el peso de la lanza; que desde su niñez fue muy brioso, otros por maravilla encarecían manso, tratable, fácil, corregido del esforzado brazo la pujanza; y, en ocasión metido, valeroso; otros van por el premio; otros hacían de muchos en asiento preferido al vencedor cantares de alabanza, por su esfuerzo y linaje generoso, de Leucotón el nombre levantando hijo del venerable Mauropande, le van en alta voz solemnizando. primo de Tucapel y amigo grande.

Salta Orompello y por la turba hiende Puesto nuevo silencio y despejado y aquel rumor colérico baraja, el campo do la prueba se hacía diciendo: “Aun no he perdido ni se entiende el diestro Cayeguán, mozo esforzado, de solo el primer tiro la ventaja.” a mantener la 1ucha se metía; Caupolicán la vara en esto tiende no pasó mucho, cuando de otro lado, y a tiempo un encendido fuego ataja, con gran disposición Torquín salía, que Tucapel al primo había acudido de haber en él pujanza y ligereza, y otros con Leucotón se habían metido. ambos en el luchar de gran destreza.

Caupolicán, que estaba por juez puesto, Dada señal con pasos ordenados, mostrándose imparcial discretamente, los dos gallardos bárbaros se mueven: la furia de Orompello aplaca presto ya los viérades juntos, ya apartados, con sabrosas palabras blandamente: ora tienden el cuerpo, ora lo embeben; y así no se altercando más sobre esto, por un lado y por otro recatados conforme a la postura, justamente, se inquieren, cercan, buscan y remueven, a Leucotón, por más aventajado, tientan, vuelven, revuelven y se apuntan, le fue ceñido el corvo alfanje al lado. y al cabo con gran ímpetu se juntan.

Acabada con esto la porfía Hechas las presas y ellos recogidos, y Leucotón quedando victorioso, en su fuerza procuran conocerse; Orompello a una parte se desvía pero, de ardor coléripo encendidos, del caso algo corrido y vergonzoso; comienzan por el campo a revolverse: mas, como sabio mozo, lo encubría cíñense pies con pies y, entretejidos, de verse en ocasiones deseoso cargan a un lado y otro, sin poderse por do con Leucotón y causa nueva llevar cuanto una mínima ventaja, venir pudiese a más estrecha prueba. por más que él uno y otro se trabaja.

© Pehuén Editores, 2001 ) 111 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Andando así, en un tiempo cauteloso, Alzólo de la tierra, y apretado metió la pierna diestra Cayeguano: en el aire gran pieza lo suspende: quiso Torquín ceñirla codicioso, Cayeguán sin color, desalentado, cargando con gran fuerza a aquella mano; abre los brazos y las piernas tiende; sácala a tiempo Cayeguán, mañoso, viéndolo así rendido el esforzado y el cuerpo de Torquín quedando en vano, Rengo, que a la victoria solo atiende, del mismo peso y fuerza que traía, dejándole bajar, con poca pena, a los pies enemigos se tendía. le estampa de gran golpe en la arena.

Tras este el fuerte Rengo se presenta, Sacáronle del campo sin sentido el cual, lanzando fuera los vestidos, y a su tienda en los hombros le llevaron: descubre la persona corpulenta, todos la fuerza grande y el gran partido brazos robustos, músculos fornidos; de Rengo en alta voz solemnizaron; mírale la confusa turba atenta, pero, cesando en esto aquel ruido, que de cuatro entre todos escogidos a sus asientos luego se tornaron, este valiente bárbaro era el uno, porque vieron que Talco, aparejado, jamás sobrepujado de ninguno. el puesto de la lucha había tomado.

Con gran fuerza los hombros sacudiendo, Fue este Talco de pruebas gran maestro, se apareja a la lucha y desafío, de recios miembros y feroz semblante, y al vencedor contrario apercibiendo diestro en la lucha y en las armas diestro, le va a buscar con animoso brío; ligero y esforzado, aunque arrogante; de la otra parte Cayeguán saliendo, y con todas las partes que aquí muestro, en medio de aquel campo a su albedrío era Rengo más suelto y más pujante, vienen los dos gallardos a juntarse, usado en los robustos ejercicios procurando en la presa aventajarse. que de ellos su persona daba indicios.

Un rato estuvo en confusión la gente, Talco se mueve y sale con presteza, y anduvo en duda la victoria incierta; Rengo espaciosamente se movía, mas luego Rengo dio señal patente fíase mucho el uno en la destreza, con que fue su pujanza descubierta, el otro en su vigor solo se fía; que entre los duros brazos reciamente, en esto, con extraña ligereza, al triste Cayeguán la boca abierta cuando menos cuidado en Talco había, sin dejarle alentar le retraía, un gran salto dio Rengo no pensado, y acá y allá con él se revolvía. cogiendo al enemigo descuidado.

© Pehuén Editores, 2001 ) 112 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

De la suerte que el tigre cauteloso, Bien por dos horas Rengo tuvo el puesto viendo venir lozano al suelto pardo, en que nadie la plaza le pisase, en cuello bajo, lerdo y perezoso, que no se dio soldado tan dispuesto, con ronco son se mueve, a paso tardo, que, viéndole, el lugar vacío ocupase; y en un instante, súbito y furioso, pero ya Leucotón, mirando en esto, salta sobre él con ímpetu gallardo, que porque su valor más se notase, y echándole la garra así le aprieta, hasta ver el más fuerte había esperado, que le oprime, le rinde y le sujeta. con grave paso entró en el estacado.

De esta manera Rengo a Talco afierra, Luego un rumor confuso y grande estruendo y antes que a la defensa se prevenga, entre el parlero vulgo se levanta tan recio le apretó contra la tierra, de ver estos dos juntos, conociendo que el lomo quebrantado lo derrenga; en uno y otro esfuerzo y fuerza tanta: viéndolo, pues, así la desafierra, Leucotón, la persona recogiendo, y a su puesto esperando que otro venga, a recibir a Rengo se adelanta, vuelve, dejando el campo con tal hecho que con gallardo paso se venía de su extremado fuerza satisfecho. de esfuerzo acompañado y lozanía.

Mas no hubo en hombre allí tal osadía Vienen al parangón dos animosos que a contrastar a1 bárbaro se atreva: que en esfuerzo y pujanza par no tienen; y así, porque la noche ya venía, unas veces aguijan presurosos, se difirió la comenzada prueba otras frenan el paso y lo detienen, hasta que el carro del siguiente día andan en torno y miran cautelosos, alegrase los campos con luz nueva; y a todos los engaños se previenen: sonando luego varios instrumentos, pero no tardó mucho que cerraron hinchieron de las mesas los asientos. y con estrechos nudos se abrazaron.

Pues otro día saliendo de su tienda Juntándose los dos pecho con pecho, el hijo de Leocán acompañado, van las últimas fuerzas apurando; al cercado lugar de la contienda ya se afirman y tienen muy estrechos, con altos instrumentos fue llevado. ya se arrojan en torno volteando, Rengo, porque su fama más se extienda, ya los izquierdos, ya los pies derechos dando una vuelta en torno del.cercado, se enclavijan y enredan, no bastando entró dentro con una bella muestra, cuanta fuerza se pone, estudio y arte y a mantener se puso la palestra. a poder mejorarse alguna parte.

© Pehuén Editores, 2001 ) 113 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Acá y allá furiosos se rodean, No la pelota con tan presto salto la fuerza uno del otro resistiendo; resurte arriba del macizo suelo; tanto forcejan, gimen y jadean ni el águila, que al robo cala de alto, que los miembros se van entorpeciendo: sube en el aire con tan recio vuelo, tiemblan de la fatiga y titubean como de corrimiento el seso falto, las cansadas rodillas, no pudiendo Rengo, rabioso, amenazando al cielo, comportar el tesón y furia insana, se puso en pie, que aun bien no tocó en tierra, que al fin eran de hueso y carne humana. y contra Leucotón furioso cierra.

De sudor grueso y engrosado aliento Como en la fiera lucha Anteo temido cubiertos los dos bárbaros andaban, por el furioso Alcides derribado, y del fogoso y recio movimiento que de la tierra madre recogido, roncos los pechos dentro resonaban; cobraba fuerza y ánimo doblado, ellos siempre con más encendimiento, así el airado Rengo embravecido, sacando nuevas fuerzas, procuraban que apenas en la arena había tocado, viendo que ya el probar cabo comenzada sobre el contrario arriba de tal suerte, por ganar el honor y la celada. que al extremo llegó de honrado y fuerte.

Pero ventaja entre ellos conocida Tanto dolor del grave caso siente, no se vio, allí ni de flaqueza indicio; el público lugar considerando, ambos jóvenes son de edad florida, que, abrasado de fuego y rabia ardiente, iguales en la fuerza y ejercicio; se le fueron las fuerzas aumentando, mas la suerte de Rengo enflaquecida y furioso, colérico, impaciente, y el hado que hasta allí le fue propicio de suerte a Leucotón va retirando, hicieron que perdiese a su despecho que apenas le resiste; y el suceso del premio y del honor todo el derecho. oiréis en el siguiente canto expreso.

Había en la plaza un hoyo hacia el un lado, engaste de un guijarro, y nuevamente estaba de su encaje levantado por el concurso y huella de la gente; de esto el cansado Rengo no avisado metió el pie dentro y, desgraciadamente, cual cae de la segur herido el pino, con no menor estruendo a tierra vino.

© Pehuén Editores, 2001 ) 114 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

CANTO XI

ACÁBANSE LAS FIESTAS Y DIFERENCIAS, Y CAMINANDO LAUTARO SOBRE LA CIUDAD DE SANTIAGO, ANTES DE LLEGAR A ELLA HACE UN FUERTE, EN EL CUAL METIDO VIENEN LOS ESPAÑOLES SOBRE ÉL, DONDE TUVIERON UNA RECIA BATALLA.

Cuando los corazones, nunca usados a dar señal y muestras de flaqueza, se ven en lugar público afrentados, entonces manifiestan su grandeza: fortalecen los miembros fatigados, despiden el cansancio y la torpeza y salen fácilmente con las cosas que eran antes, Señor, dificultosas.

Así le avino a Rengo, que, en cayendo, tanto esfuerzo le puso el corrimiento, que, lleno de furor y en ira ardiendo, se le dobló la fuerza y el aliento, y al enemigo fuerte no pudiendo ganarle antes un paso, ahora ciento alzado de la tierra lo llevaba, que aun afirmar los pies no le dejaba.

© Pehuén Editores, 2001 ) 115 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Adelante la cólera pasara El pueblo de la lucha deseoso, y hubiera alguna brega en aquel llano, la más parte a Orompello se inclinaba; si receloso de esto no bajara mira los bellos miembros y el airoso presto de arriba el hijo de Pillano, cuerpo que a la sazón se desnudaba: que de Caupolicán traía la vara, la gracia; el pelo crespo y el hermoso y él propio los aparta de su mano, rostro, donde su poca edad mostraba, que no fue poco en tanto encendimiento que veinte años cumplidos no tenía, tenerle respeto y miramiento. y a Leucotón a fuerzas desafía.

Siendo de esta manera sin ruido Juzgan ser disconformes los presentes departida la lucha ya enconada, las fuerzas de estos dos por la apariencia le fue a Rengo su honor restituido, viendo del uno el talle y los valientes mas quedó sin derecho a la celada; nervios, edad perfecta y experiencia; aun no estaba del todo definido, y del otro los miembros diferentes, ni la plaza de gente despejada, la tierna edad y grata adolescencia, cuando el mozo Orompello dijo presto: aunque a tal opinión contradecía “Mi vez ahora me toca, mío es el puesto.” la muestra de Orompello y osadía.

Que bramando entre sí se deshacía, Que puesto en su lugar, ufano espera esperando aquel tiempo deseado, el son de la trompeta, como cuando viendo que Leucotón ya mantenía, el fogoso caballo en la carrera del tiro de la lanza no olvidado; la seña del partir está aguardando, con gran desenvoltura y gallardía y cual halcón que en la húmeda ribera salta el palenque y entra al estacado, ve la garza de lejos blanqueando, y, en medio de la plaza, como digo, que se alegra y se pule ya lozano llamaba cuerpo a cuerpo al enemigo. y está para arrojarse de la mano.

La trápala y murmurio en el momento El gallardo Orompello así esperaba creció porque, parando el pueblo en ello, aquel alegre son para moverse, conoce por allí cuán descontento que,de ver la tardanza, imaginaba del fuerte Leucotón está Orompello; que habían impedimentos de ofrecerse: témese que vendrán a rompimiento; visto que tanto ya se dilataba, mas nadie se atraviesa a defendello, queriendo a su labor satisfacerse, antes la plaza libre les dejaron derecho a Leucotón sale animoso, y los vacíos lugares ocuparon. que no fue en recibirle perezoso.

© Pehuén Editores, 2001 ) 116 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

En gran silencio vuelto el rumor vano, Fue tan presto el caer y, en el momento, quedando mudos todos los presentes, tan presto el levantarse, por manera en medio de la plaza mano a mano que se puede decir que el más atento salen a se probar los dos valientes a mover la pestaña no lo viera; como cuando el lebrel fiero y alano, ventaja ni señal de vencimiento mostrándose con ronco son los dientes, juzgarse por entonces no pudiera, yertos los cerros y ojos encendidos, que Leucotón arrodilló en el llano se vienen a moeder embravecidos. y Orompello tocó sola una mano.

De tal modo los dos amordazados, En esto los padrinos se metieron, sin esperar trompeta ni padrino, y a cada lado el suyo retirando, de coraje y rencor estimulados, en disputa la lucha resumueron, de medio a medio parten el camino, sus puntos y razones alegando; y, en un instante iguales aferrados de entrambas partes gentes acudieron, con extremada fuerza y diestro tino, la porfía y rumor multiplicando; se ciñeron los brazos poderosos, quién daba al uno premio, honor y gloria, echándose a los pies lazos nudosos. quién cantaba del otro la victoria.

Las disconformes fuerzas, aunque iguales, Tucapelo, que estaba en un asiento los lleva, arroja y vuelve a todos lados; a la diestra del hijo de Pillano, viéranlos sin mudarse a veces tales, visto lo que pasaba, en el momento que parecen en tierra estar clavados: salta en la plaza, la ferrada en mano, donde ponen los pies dejan señales, y con aquel usado atrevimiento cavan el duro suelo, y, apretados, dice: “El premio ganó mi primo hermano, juntándose rodillas con rodillas, y si alguno esta causa me defiende, hacen crujir los huesos y costillas. haréle yo entender que no lo entiende.

Cada cual de valor, destreza y maña “La joya es de Orompello, y quien bastante usaba que en tal tiempo usar podía, se halla a reprobar el voto mío, viendo el duro tesón y fuerza extraña en campo estamos: hágase adelante, que en su recio adversario conocía; que, en suma, le desmiento y desafío.” revuélvense los dos por la campaña, Leucotón, on un término arrogante, sin conocerse en nadie mejoría; dice: “Yo amansaré tu loco brío pero tanto de acá y allá anduvieron, y el vano orgullo y necio devaneo, que ambos juntos a un tiempo en tierra dieron. que mucho tiempo ha ya que lo deseo.”

© Pehuén Editores, 2001 ) 117 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Conmigo lo has de haber, que comenzado “Guardaréte respeto, si derecho juego tenemos ya”, dijo Orompello. en lo que justo pido me guardares, Responde Leucotón fiero y airado: y mientras que con recto y sano pecho “Contigo y con tu primo quiero habello.” la causa sin pasión de esto mirares; Caupolicán en esto era llegado, mas si contra razón solo de hecho, que del supremo asiento, viendo aquello, torciendo la justicia lo llevares, había bajado a la sazón confuso, por ti y tu cargo y todo el mundo junto, y allí su autoridad toda interpuso. no perderé de mi derecho un punto.”

Leucotón y Orompello, conociendo Caupolicán, perdida la paciencia, que el gran Caupolicán allí venía, se mueve a Tucapel determinado; las enconosas voces reprimiendo, mas Colocolo, viejo de experiencia, cada cual por su parte se desvía: que con temor le andaba siempre al lado, mas Tucapel, la maza revolviendo, le hizo una acatada resistencia, que otro acuerdo y concierto no quería, diciendo: “¿Estás, señor, tan olvidado lleno de ira diabólica, no calla, de ti y tu autoridad y salud nuestra, llamando a todo el mundo a la batalla. que lo pongas en solo alzar la diestra?

Ruego y medios con él no valen nada “Mira, señor, que todo se aventura; del hijo de Leocán ni de otra gente, mira que están los más ya indiferentes, diciendo que a Orompello la celada de Tucapel conoces la locura le den por vencedor y más valiente; y la fuerza que tiene de parientes; después, que en plaza franca y estacada lo que enmendar se puede con cordura, con leucotón le dejen libremente, no lo enmiendes con sangre de inocentes: con que aquella disputa se decida dale a Orompello el contenido precio (1) perdiendo de los dos uno la vida. y otro al competidor de igual aprecio.

Puesto Caupolicán en este aprieto, “Si por rigor y término sangriento lleno de rabia y de furor movido, quieres poner en riesgo lo que queda, le dice: “Haré que guardes el respeto puesto que sobre fijo fundamento que a mi persona y cargo le es debido.” fortuna a tu favor mueva la rueda, Tucapel le responde: “Yo prometo y el juvenil furor y atrevimiento que por temor no baje del partido, castigar a tu salvo te conceda, y aquel que en lo que digo no viniere queda tu fuerza más disminuida haga a su voluntad lo que pudiere. al fin tu autoridad menos temida.

(1) Premio.

© Pehuén Editores, 2001 ) 118 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Pierdes dos hombres, pierdes dos espadas Acabado el comer, lo que del día que el límite araucano han extendido, les quedaba, las mesas levantadas, y en las fieras naciones apartadas se pasó en regocijo y alegría, hacen que tu nombre tan temido; tejiendo en corros danzas siempre usadas, si ahora han sidi aquí desacatadas, donde un número grande intervenía mira lo que otras veces han servido de mozos y mujeres festejadas; en trances peligrosos derramando que las pruebas cesaron y ocasiones, la sangre propia y del contrario bando.” atento a no mover nuevas cuestiones.

Imprimieron así en Caupolicano Cuando la noche el horizonte cierra las razones y celo de aquel viejo, y con la negra sombra el mundo abraza, que, frenando el furor, dijo: “En tu mano los principales hombres de la tierra lo dejo todo y todo este consejo.” se juntaron en una antigua plaza Con tal resolución el sabio anciano, a tratar de las cosas de la guerra, viendo abierto el camino y aparejo, y en el discurso de ellas dar la traza habló con Leucotón, que vino en todo, diciendo que el subsidio padecido y a los primos después del mismo modo. había de ser con sangre redimido. Salieron con que al hijo de Pillano Y así el viejo eficaz lo persuadiera se cometiese el cargo deseado, que, en tal discordia y caso tan diviso, y el número de gente por su mano lo que el mundo universo no pudiera, fuese absolutamente señalado: pudo su discreción y buen aviso; tal era la opinión del araucano fuelos, pues, reduciendo de manera y tal crédito y fama había alcanzado, que vinieron a todo lo que quiso, que si asolar el cielo prometiera, pero con condición que la celada crédito a la promesa se le diera. por premio al Orompello fuese dada. Y entre la gente joven más granada Pues la rica celada allí traída fueron por él quinientos escogidos, al ufano Orompello le fue puesta mozos gallardos de la vida airada, y una cuera de malla guarnecida por más bravos que prácticos tenidos; de fino oro a la par vino con esta, y hubo de otros por ir esta jornada, y al mismo tiempo a Leucotón vestida: tantos ruegos, protestos (1) y partidos, todos conformes, en alegre fiesta, que excusa no bastó, ni impedimento a las copiosas mesas se sentaron, a no exceder la copia (2) en otros ciento. donde más la amistad confederaron. (1) Protestas. (2) Tropa.

© Pehuén Editores, 2001 ) 119 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Los que Lautaro escoge son soldados Dicen que era locura claramente amigos de inquietud, facinerosos, pensar que así una escuadra desmandada, en el duro trabajo ejercitados, de tan pequeño número de gente, perversos, disolutos, sediciosos, se atraviese a emprender esta jornada, a cualquier maldad determinados, y más contra ciudad tan eminente, de presas y ganancias codiciosos, y lejos de su tierra y apartada; homicidas, sangrientos, temerarios, pero los que de Penco habían salido, ladrones, bandoleros y corsarios. tiene por más el daño que el ruido.

Con esta buena gente caminaba Votos hay que saliesen al camino: hasta Maule de paz atravesando, estos son de los jóvenes briosos; y las tierras después, por do pasaba, otros, que era imprudencia y desatino las iba a fuego y sangre sujetando; por los pasos y sitios peligrosos; todo sin resisitir se le allanaba, a todo con presteza se previno, poniéndose debajo de su mando: que de grandes reparos ingeniosos los caciques le ofrecen francamente el pueblo fortalecen, y en un punto servicios, armas, comida, ropa y gente. despachan corredores todo junto.

Así que por los pueblos y ciudades Debajo de un caudillo diligente la comarca los bárbaros destruyen, que verdadera relación trajese talan comidas, casas y heredades, del número y designio de la gente, que los indios de miedo al pueblo huyen; con comisión si lance le saliese estrupos, adulterios y maldades a su honor y defensa conveniente, por violencia, sin término concluyen, que al bárbaro escuadrón acometiese, no reservando edad, estado y tierra, volviendo a rienda suelta dos soldados que a todo riesgo y trance era la guerra. para que de ello fuesen avisados.

No paran con la gana que tenían Por no haber caso en esto señalado, de venir con los nuestros a la prueba; abrevio con decir que se partieron, los indios comarcanos que huían y al cuarto día, con ánimo esforzado, llevan a la ciufdad la triste nueva; sobre el campo enemigo amanecieron; rumores y alborotos se movían, trabóse el juego y no duró trabado, el bélico bullicio se renueva, que los bárbaros luego lo rompieron, aunque algunos que el caso contemplaban y todos, con cuidado y pies ligeros, a tales nuevas crédito no daban. resolvieron a ser los mensajeros.

© Pehuén Editores, 2001 ) 120 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Sin aliento, cansados y afligidos, Este, sin más tardar, tomó el camino, vuelven con testimonio asaz bastante en demanda del bárbaro Lautaro de cómo fueron rotos y vencidos y el cargo que tan loco desatino por la fuerza del bárbaro pujante, como es venir allí, le cuesta caro: laxos, llenos de sangre, malheridos, diose tal prisa a andar, que presto vino con pérdida de un hombre, el cual, delante a la corva ribera del río claro y en medio de los campos desmandado, que vuelve atrás en círculo gran trecho, a manos de Lautaro había expirado. después hasta la mar corre derecho.

Cuentan que levantado un muro había Media legua pequeña elige un puesto, adonde con sus bárbaros se acoge, de donde estaba el bárbaro alojado, y que infinita gente le acudía, en el lugar mejor y más dispuesto de la cual la más diestra y fuerte escoge; y allí, por ver la noche, ha reparado; también que bastimento cada día estaba a cualquier trance y rumor presto, y cantidad de minición recoge, de guardía y centinelas rodeado, afirmando por cierto, fuera de esto, cuando sin entender la cosa cierta, que sobre la ciudad llegará presto. gritaban: “¡Arma, arma, alerta, alerta!

Quién incrédulo de ello antes estaba, Esto fue que Lautaro había sabido teniendo allí el venir por desvarío, cómo allí nuestra gente era llegada, a tan clara señal crédito daba, que después de la haber reconocido helándole la sangre un miedo frío; por su misma persona y numerada, quien de pura congoja trasudaba, volvióse sin de nadie ser sentido que de Lautaro ya conoce el brío; y, mostrando estimarlo todo en nada, quién, con ardiente y animoso pecho, hizo de los caballos que tenía bramaba por venir más presto al hecho. soltar el de más furia y lozanía.

Villagrán enfermado acaso había, Diciendo en alta voz: “Si no me engaño, no puede a la sazón se guir la guerra; no deben de saber que soy Lautaro, mas con ruegos y dávidas movía de quien han recibido tanto daño, la gente más gallarda de la tierra daño que no tendrá jamás reparo; y por caudillo en su lugar ponía mas porque no me tengan por extraño, a un caro primo suyo, en quien se encierra y el ser yo aquí venido sea más claro, todo lo que conviene a buen soldado: sabiendo con quien vienen a la prueba, Pedro de Villagrán era llamado. quiero que este rocín lleve la nueva.”

© Pehuén Editores, 2001 ) 121 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Diez caballos, señor, había ganado Del muro estaba el bárbaro cubierto, en la refriega y última revuelta, no dejando salir soldado fuera; el mejor ensillado y enfrenado, quiere que su partido sea más cierto porque diese el aviso cierto, suelta; encerrando a los nuestros de manera siendo el feroz caballo amenazado, que no les aproveche en campo abierto hacia el campo español toma la vuelta de ligeros caballos la carrera; al rastro y al olor de los caballos, mas solo ánimo, esfuerzo y entereza, y esta fue la ocasión de alborotallos. y la virtud del brazo y fortaleza.

Venía con un rumor y furia tanta, Era el orden así, que, acometiendo que dio más fuerza al arma y mayor fuego: la plaza, al tiempo del herir volviesen la gente recatada se levanta las espaldas los bárbaros, huyendo, con sobresalto y gran desasosiego; porque dentro los nuestros se metiesen, el escándalo tanto no fue cuanta y algunos, por de fuera revolviendo, era después la burla, risa y juego antes que los cristianos se advirtiesen de ver que un animal de tal manera ocuparles las puertas del cercado en arma y alboroto los pusiera. y combatir allí a campo cerrado.

Pasaron sin dormir la noche en esto Con tal ardid los indios aguardaban hasta el nuevo apuntar de la mañana, a la gente española que venía, que con ánimo y firme presupuesto y, en viéndola asomar, la saludaban, de vencer o morir de buena gana, alzando una terrible vocería; salen del sitio y alojado puesto soberbios desde allí la amenazaban contra la gente bárbara araucana, con audacia, desprecio y bizarría, que no menos estaba acodiciada quién la fornida pica blandeando, del venir al efecto de la espada. quién la maza ferrada levantando.

Un edicto Lautaro puesto había, Como toros que van a ser lidiados, que quien fuera del muro un paso diese cuando aquellos que cercan los desean como por crimen grave y rebeldía, con silbos y rumor, de los tablados sin otra información, luego muriese; seguros del peligro los torean, así el temor frenando a la osadía, y en su daño los fhierros amolados, por más que la ocasión la conmoviese, sin miedo amenazándolos blandean, las riendas no rompió de la obediencia, así la gente bárbara araucana ni el ímpetu pasó de su licencia. del muro amenazaba a la cristiana.

© Pehuén Editores, 2001 ) 122 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Los españoles, siempre con semblante De aquel modo los bárbaros huyendo de parecerles poca aquella caza, con muestra de temor (aunque fingida), paso a paso caminan adelante firman el paso presuroso, oyendo pensando de allanar la fuerte plaza, la alegre y cierta seña conocida, en alta voz diciendo: “No es bastante y en contra de los nuestros esgrimiendo el muro ni la pica y dura maza la cruda espada al parecer rendida, a estorbaros la muerte merecida vuelven con una furia tan terrible, por la gran desvergüenza cometida.” que el suelo retembló del son horrible.

Llegados de la fuerza (1) poco trecho, Como por sesgo mar del manso viento reconocida bien por cada parte, siguen las graves olas el camino, pónenle el rostro y sin torcer derecho y con furioso y recio movimiento asaltan el fosado baluarte: salta el contrario coro repentino, por acabado tienen aquel hecho, que las arenas del profundo asiento de los bárbaros huye la más parte, las saca arriba en turbio remolino, ganan las puertas francas con gran gloria y las hinchadas olas revolviendo, cantando en altas voces la victoria. al tempestuoso coro van siguiendo.

No hubiera relación de este contento, De la misma manera a nuestra gente, si los primeros indios aguardaran que el alcance sin término seguía, tanto esoacio y sazón cuanto un momento, la súbita mudanza de repente que las puertas los últimos tomaran; le turbó la victoria y alegría, más, viéndolos entrar, sin sufrimiento que, sin se reparar, violentamente no poderse obstener, luego reparan, por el mismo camino resolvía, haciendo la señal que no debían, resistiendo con ánimo esforzado hicieron revolver los que huían. el número de gente aventajado.

Como corre el caballo cuando ha olido Mas, como un caudaloso río de fama, las yeguas que atrás quedan y querencia la presa y palizada desatando, (que allí el intento inclina y el sentido), por inculto camino se derrama, gime y relincha con celosa ausencia, los arraigados troncos arrancando; afloja el curso, atrás tiende el oído cuando con desfrenado curso brama, alerto a si el señor le da licencia, cuando topa adelante arrebatando, que dar la vuelta aun no le ha señalado y los duros peñascos enterrados cuando sobre los pies ha volteado. por las furiosas aguas son llevados,

(1) Fuerte.

© Pehuén Editores, 2001 ) 123 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

con ímpetu y violencia semejante Bien una legua larga habían corrido los indios a los nuestros arrancaron, a toda furia por la seca arena, y sin pararles cosa por delante solo Lautaro no los ha seguido, en furiosa corriente los llevaron; lleno de enojo y de rabiosa pena, hasta que con veloz furor pujante viendo el poco sustento del mal regido de la cerrada plaza los lanzaron, campo, tan recio el rico cuerno suena, que el miedo de perder allí la vida que los más delantreros los sintieron, les hizo el paso llano a la salida. y al son sin más correr se retrujeron.

De más prisa y con pies más desenvueltos Estaba así impaciente y enojado, los sueltos españoles que a la entrada, que mirarle a la cara nadie osaba, en una polvorosa nube envueltos y al pabellón él solo retirado salen del cerco estrecho y palizada; un nuevo edicto publicar mandaba: entre ellos van los bárbaros revueltos, “Que guerrero ninguno fuese osado una gente con otra amontonada, salir un paso fuera de la cava, que sin perder un punto se herían aunque los españoles revolviesen de manos y de pies como podían. y mil veces el fuerte acometiesen.”

No el alzado antepecho y agujeros Después, llamando a junta a los soldados, que fuera de él en torno había cavados, aunque ardiendo en furor, templadamente, ni la fajina y suma de maderos les dice: “Amigos, vamos engañados, con los fuertes bejucos amarrados si con tan poco número de gente detuvieron el curso a los ligeros pensamos allanar los levantados caballos, de los hierros hostigados, muros de una ciudad así eminente; que, como si volaran por el viento, la industria tiene aquí más fuerza y parte salieron a lo llano en salvamento. que la tenacidad del fiero Marte.

Los españoles sin parar corriendo “Esta los fieros ánimos reprime, libre la plaza a los contrarios dejan, y a los flacos y débiles esfuerza, que la fortuna próspera siguiendo las cervices indómitas oprime con prestos pies y manos los aquejan; y a las hace domésticas por fuerza; pero los nuestros, el morir temiendo, esta el honor y pérdidas redime, siempre alargan el paso y más se alejan, y a la sazón a usar de ella nos fuerza, deteniendo a las veces flojamente, que la industria solícita y fortuna la gran furia y pujanza de la gente. tienen conformidad y andan a una.

© Pehuén Editores, 2001 ) 124 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Cumple partir de aquí, muestras haciendo Pero el pueblo español con osadía, que solo de temor nos retiramos, cubierto de fortísimos escudos, y ase gurar los españoles viendo la lluvia de los tiros resistía cómo el honor y campo les dejamos: y los botes de lanzas muy agudos; que después, a su tiempo revolviendo, era tanta la grita y armonía haremos lo que así dificultamos, y el espeso batir de golpes crudos, teniendo ellos el llano y por guarida que Maule el raudo curso refrenaba, vecina la ciudad fortalecida.” confuso al son que en torno rimbombaba.

El hijo de Pillán esto decía, Por las puertas y frente y por los lados, cuando asomaba el bando castellano, el muro se combate y se defiende; que con esfuerzo nuevo y osadía allí corren con prisa, amontonados, quiere probar segunda vez la mano; a donde más peligro haber se entiende: fue tanto el alborozo y alegría allí con prestos golpes esforzados de los bárbaros, viendo por el llano a su enemigo cada cual ofende aparecer los muertos, que, al momento, con furia tan terrible y fuerza dura, gritan y baten palmas de contento. que poco importa escudo ni armadura.

En esto los cristianos acercando Los nuestros hacia atrás se retrajeron, poco a poco se van a la batalla, de los tiros y golpes impelidos, y al justo tiempo del partir llegando tres veces y otras tantas revolvieron dejan irse a la bárbara canalla: de vergonzosa cólera movidos; que uno la maza en alto, otro bajando gran pieza a la fortuna resistieron, la pica, el cuerpo exento en la muralla, mas ya todos andaban malheridos, con animoso esfuerzo se mostraban flacos, sin fuerza, laxos, desangrados y al ejercicio bélico incitaban. y de sangre los hierros colorados.

Unos acuden a las anchas puertas El coraje y la cólera es de suerte y comienzan allí el combate duro, que va en aumento el daño y la crueza (1), de escudos las cabezas bien cubiertas hallan los españoles siempre el fuerte se llegan otros al guardado muro; más fuerte y en los golpes más dureza; otros buscan por partes descubiertas sin temor acometen de la muerte, la subida y el paso más seguro: pero poco aprovecha esta braveza, hinche el bando español la cava honda que el que menos herido y flaco andaba, y el araucano el muro a la redonda. por sesis partes la sangre derramaba.

(1) Crueldad.

© Pehuén Editores, 2001 ) 125 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Hasta la gente bárbara se espanta de ver lo que los nuestros han sufrido de espesos golpes, flecha y piedra tanta que sinn cesar sobre ellos ha llovido: y cuán determinados y con cuánta furia tres veces han acometido; de esto los enemigos impacientes apretaban los puños y los dientes.

Y como tempestad que jamás cesa, CANTO XII antes que va en furioso crecimiento, cuando la congelada piedra espesa hiere los techos y se esfuerza el viento, RECOGIDO LAUTARO EN SU FUERTE, NO QUIERE SEGUIR LA VICTORIAPOR así los duros bárbaros apriesa, ENTRETENER A LOS ESPAÑOLES, PASA CIERTAS RAZONES CON EL MARCOS movidos de vergüenza y corrimiento, BÁEZ, POR LAS CUALES PEDRO DE VILLAGRAN VIENE A ENTENDER EL con lanzas, dardos, piedras arrojadas, PELIGROSO PUNTO EN QUE ESTABA, Y LEVANTANDO SU CAMPO SE RETIRA. baten dargas, rodelas y celadas. VIENE EL MARQUÉS DE CAÑETE A LA CIUDAD DE LOS REYES EN PERÚ.

Los cansados cristianos, no pudiendo Virtud difícil y difícil prueba sufrir el gran trabajo incomportable (1), es guardar el secerto peligroso, se van forzosamente retrayendo que la dificultad bienn claro prueba del vano intento y plaza inexpugnable; cuánto es sano, seguro y provechoso, y el destrozado campo recogiendo, y el poco fruto y mucho mal que lleva vista su suerte y hado miserable, el vicio inútil del hablar dañoso, por el mismo camino que vinieron, ejemplo los de Líbico homicidas, aunque con menos furia, se volvieron. y otros que les costó el hablar las vidas.

Aquella noche, al pie de una montaña Veránse por los ojos y escrituras vinieron a tener su alojamiento, en los presentes tiempos y pasados, segura de enemigos la campaña, crueldades, ruinas, desventuras, que ninguno salió esu seguimiento; infamias, puniciones (1) de pecados, decir prometo la cautela extraña grandes yerros en grandes coyunturas, de Lautaro después, que ahora me siento pérdidas de personas y de estados, flaco, cansado, ronco y, entre tanto, todo por no sufrir el indiscreto esforzaré la voz al nuevo canto. la peligrosa carga del secreto.

(1) Insoportable. (1) Castigos.

© Pehuén Editores, 2001 ) 126 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

De los vicios el menos de provecho, Al uno por su nombre lo llamaba y por donde más daño a veces viene, con el cierto seguro prometido, es el no retener en fácil pecho el cual, dejando al otro, se llegaba el secreto hasta el tiempo que conviene; por conocer quién era el atrevido; rompe y deshace al fin todo lo hecho, llegando el español junto a la cava, quita la fuerza que la industria tiene, el de la voz fue luego conocido, guerra, furor, discordia, fuego enciende, que era el gallardo hijo de Pillano, al propio dueño y al amigo vende. tratado de él un tiempo como hermano.

Por esto el sabio hijo de Pillano Estaba de un lustroso peto armado, la causa a sus soldados encubría con sobrevista de oro guarnecida, de no dejar salir gente a lo llano, en una gruesa pica recostado, siguiendo la victoria de aquel día; por el ferrado regatón asida; y el retirado campo castellano, el ancho y duro hierro colorado seguro a paso largo por la vía, y de sangre la media asta teñida, como dije, la furia quebrantada, puesta de limpio acero una celada toma de la ciudad la vuelta usada. abierta por mil partes y abollada.

Usar Lautaro de esta maña, entiendo Llegando el español donde podía que fuese para algún sagaz intento, hablarle y entenderle claramente, el cual por conjeturas comprehendo el bizarro Lautaro le decía: ser de gran importancia y fundamento; “Marcos, de ti me espanto extrañamente dejado esto a su tiempo y revolviendo y de esa tu ignorante compañía, a los nuestros que así del fuerte asiento que sin razón y seso, ciegamente se alejan, a tres leguas otro día penséis así de mi opinión mudarme hicieron alto, asiento y ranchería. y ser bastantes todos a enojarme

Dos días los españoles estuvieron “¿Qué intento os mueve, o qué furor insano, haciendo de los bravos, aguardando, que así queréis tiranizar la tierra? pero jamás los bárbaros vinieron, ¿No veis que todo ahora está en mi mano, ni gente pareció del otro bando; el bien vuestro y el mal, la paz, la guerra? al fin dos de los nuestros se atrevieron ¿No veis que el hombre y crédito araucano a ver el fuerte, y cerca de él llegando, los levantados ánimos aterra? oyeron una voz alta del muro, ¿Qué solo el son al mundo pone miedo diciéndoles: “Llegados que os doy seguro.” y quebranta las fuerzas y el denuedo?

© Pehuén Editores, 2001 ) 127 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“En los pueblos no fuisteis poderosos “También doce caballos poderosos, de defender las propias posesiones, nuevos y ricamente enjaezados, que es cosa que aun los pájaros medrosos domésticos, ligeros y furiosos, hacen rostro en su nido a los leones, debajo de la rienda concertados; ¿y en los desiertos campos pedregosos y seis diestros lebreles, animosos pensáis de sustentar los pabellones en la caza, me habéis de dar cebados: en tiempo que estáis más amedrentados este solo tributo estorbaría y más vuestros contrarios animados? lo que estorbar el mundo no podría.”

“Es, a mi parecer, loca osadía Atento el castellano le escuchaba, querer contra nosotros sustentaros, estando de la plática gustoso; pues ni por arte, maña ni otra vía mas, cuando a estas razones allegaba, podéis en vuestro daño aprovecharos; no pudo aquí tener ya más reposo; si lo queréis llevar por valentía, así impaciente al bárbaro atajaba, baste el presente estrago a escarmentaros, diciéndole: “No estés tan orgulloso, que fresca sangre aún vierten las heridas que las parias que pides, ¡oh Lautaro!, y de ella aquí las hierbas veo teñidas. te costarán, si esperas, presto caro.

Pues dejar yo jamás de perseguiros, “En pago de tu loco atrevimiento, según que lo juré, será excusado; te darán españoles por tributo hasta dentro en España he de seguiros, cruda muerte con áspero tormento que así lo he prometido al gran senado; y Arauco cubrirán de eterno luto.” mas, si queréis en tiempo reduciros, Lautaro dijo: “Es eso hablar al viento; haciendo lo que aquí os será mandado, sobre ello, Marcos, más yo no disputo: saldré de la promesa y juramento las armas, no la lengua han de tratarlo, y vosotros saldréis de perdimiento. y la fuerza y valor determinarlo.

“Treinta mujeres vírgenes apuestas “Libre puedes decir lo que quisieres, por tal concierto habéis de dar cada año, como aquel que seguro le está dado, blancas, rubias, hermosas, bien dispuestas, que tú después harás lo que pudieres de quince años a veinte sin engaño; y yo podré hacer lo que he jurado; han de ser españolas, y tras estas, tratemos de otras cosas de placeres, treinta capas de verde fino paño, quede para tu tiempo comenzado y otras treinta de púrpura tejidas, y quiérote mostrar, pues tiempo hallo, con fino hilo de oro guarnecidas. una lucida escuadra de a caballo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 128 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Que para que no andéis tan al seguro, Lautaro respondió: “Marcos, si mueres acuerdo de tener también caballos, tanto por nos mostrar tu fuerza y brío, y de imponer mis súbditos procuro el mínimo que de ellos escogieres y saberlos tratar y gobernallos.” a pie vendrá contigo en desafío: Esto dijo Lautaro, y, desde el muro, del modo y al manera que quisieres, a seis dispuestos mozos, sus vasallos, elige armas y campo a tu albedrío, mandó que en seis caballos cabalgasen ora con ellas, ora desarmados, y por delante de él los paseasen. a puños, coces, uñas y a bocados.”

Por las dos puentes a la voz caladas El español le dijo: “Yo te digo salieron a caballo seis chilcanos, que mi honor, en tal caso, no consiente pintadas y anchas dargas (1) embrazadas, darles uno por uno su castigo, gruesas lanzas terciadas en las manos; porque jamás se diga entre la gente vestidas fuertes cotas y tocadas que, cuerpo a cuerpo, bárbaro conmigo las cabezas al modo de africanos, en campo osase entrar singularmente; mantos por las laderas derribados, por tanto, si no quieres lo que pido, los brazos hasta el codo arremangados. no quiero yo aceptar otro partido.”

Y con airosa muestra, por delante No vinieron en esto a concertarse, del atento español, dos vueltas dieron; después por otras cosas discurrieron; pero, ni de su puesto y buen semblante, pero, llegado el tiempo de apartarse punto que se notase le movieron; del bárbaro, los dos se despidieron; antes, con muestra y ánimo arrogante, vueltos a su camino, oyen llamarse en alta voz, que todos lo entendieron y a la voz conocida revolvieron, (que el muro estaba ya lleno de gente), que era el mismo Lautaro quien llamaba, habló así con Lautaro libremente: diciendo: “Una razón se me olvidaba.

“En vano, ¡oh capitán!, cierto trabaja “Tengo a mi gente triste y afligida, quien pretende con fieros espantarme, con gran necesidad de bastimiento, no estimo lo que ves en una paja, que me falta del todo la comida ni alardes pueden punto amendrentarme; por orden mala y poco regimiento; y por mostrar si temo la ventaja, pues la tenéis de sobra recogida, yo solo con los seis quiero probarme, haced un liberal repartimiento, do verás que a seis mil seré bastante, proveyéndonos de ella, que, a mi cuenta, vengan luego a la prueba aquí delante.” más la gloria y honor vuestro acrecienta.

(1) Adargas.

© Pehuén Editores, 2001 ) 129 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Que en el ínclito Estado es uso antiguo De todo al punto Villagrán informado y entre buenos soldados ley guardada, cuanto a Marcos Lautaro dicho había, alimentar la fuerza al enemigo sospechoso, confuso y admirado para solo oprimirle por la espada; de ver que bastimentos le pedía; estad, Marcos, atento a lo que digo, era sagaz, celoso, recatado, y entended que será cosa loada revolviendo la presta fantasía, que digan que las fuerzas sojuzgastes, los secretos designios comprehende que para mayor triunfo alimentastes. y el peligroso estado y trance entiende.

“Que se llame victoria yo no lo dudo, Y en el presto remedio resoluto, cuando el contrario a tal extremo viene, cuando el mundo se muestra más oscuro, que en aquello que nunca el valor pudo, sin tocar tropa, de peligro instruto (1), el hambre miserable poder tiene; toma el camino a la ciudad seguro, y al fuerte brazo indómito y membrudo maravillado del ardid astuto. lo debilita, doma y lo detiene; Pero de nuestra gente ahora no curo, y así, por bajo modo y estrecheza, que quiero antes decir el modo extraño viene a parecer fuerte la flaqueza.” de la ingeniosa astucia y nuevo engaño.

Era, Señor, su intento que pensase Aún no era bien la nueva luz llegada, ser la necesidad (fingida) cierta, cuando luego los bárbaros supieron para que nuestra gente se animase la súbita partida y retirada, de industria abriendo aquella falsa puerta; que no con poca muestra lo sintieron; y con esto inducirla a que esperase, viendo claro que al fin de la jornada teniendo así su astucia más cubierta, por un espacio breve no pudieron hasta que el fin llegase deseado hacer en los cristianos tal matanza, del cauteloso engaño fabricado. que nadie de ellos más tomara lanza.

Marcos, de las palabras conmovido, Que aquel sitio cercado de montaña, le dice: “Yo prometo de intentallo que es un bajo y recogido llano, por solo esas razones que has movido, de acequias copiosísimas se baña y hacer todo el poder en procurallo.” por zanjas con industria hechas a mano; Habiéndose con esto despedido, rotas al nacimiento, la campaña revolviendo las riendas al caballo, se hace en breve un lago y gran pantano; él y su compañero caminaron la tierra es honda, floja, anegadiza, hasta que al español campo llegaron. hueca, falsa, esponjada y movediza.

(1) Instruido.

© Pehuén Editores, 2001 ) 130 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Quedaran, si las zanjas se rompieran, “Si con morir tuviese confianza en agua aquellos campos empapados; que una vergüenza tal se colorase, moverse los caballos no pudieran, haría a mi inútil brazo que esta lanza en pegajosos lodos atascados; el débil corazón me atravesase; adonde, si aguardaran, los cogieran, pero daría de mí mayor venganza como ligas a los pájaros cebados, y gloria al enemigo, si pensase que ya Lautaro con despacho presto que temí más su brazo poderoso había en ejecución el ardid puesto. que el flaco mío, cobarde y temeroso.

Triste por la partida y con despecho, “Yo juro al infernal poder eterno, la fuerza desampara el mismo día, si la muerte en un año no me aterra, y el camino de Arauco más derecho de echar de Chile el español Gobierno marcha con su escuadrón de infantería; y de sangre empapar toda la tierra; revuelve y traza en el cuidoso pecho ni mudanza, calor ni crudo invierno diversas cosas y en ninguna había podrán romper el hilo de la guerra, el consuelo y disculpa que buscaba, y dentro del profundo reino oscuro y, entre sí razonando, suspiraba, no se verá español de mí seguro.”

diciendo: “¿Qué color puede bastarme Hizo también solemne juramento para ser de esta culpa reservado? de no volver jamás al nido claro, ¿No pretendí yo mucho de encargarme ni del agua, del sol, sereno y viento, de cosa que me deja bien cargado? ponerse a la defensa ni al reparo; ¿De quién sino de mí puedo quejarme, ni de tratar en cosas de contento pues todo por mi mano se ha guiado? hasta que el mundo entienda de Lautaro ¿Soy yo quien prometió en un año solo que cosa no emprendió dificultosa de conquistar del uno al otro polo? sin darla con valor salida honrosa.

“Mientras que yo, con tan lucida gente, En esto le parece que aflojaba ver el muro español aun no he podido, la cuerda del dolor, que a veces tanto la luna ya tres veces frente a frente con grave y dura afrenta le apretaba, ha visto nuestro campo mal regido; que de perder el seso estuvo a canto; y el carro de Faetón resplandeciente así el feroz Lautaro caminaba, del Escorpio al Acuario ha discurrido, y, al fin de tres jornadas, entre tanto y a fin damos la vuelta mal tratados que el esperado tiempo se avecina, con pérdida de más de cien soldados. se aloja en una vega a la marina.

© Pehuén Editores, 2001 ) 131 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Junto adonde con recio movimiento Pues la flor del Estado deseando baja de un monte Itata caudaloso, estaba al tardo tiempo en esta vega, atravesando aquel umbroso asiento tardo para quien gusto está esperando, con sesgo curso, grave y espacioso; que al que no espera bien, bien presto llega, los árboles provocan a contento, pero el tiempo y sazón apresurando, el viento sopla allí más amoroso a sus valientes bárbaros congrega, burlando con las tiernas florecillas y, antes que se metiesen en la vía, rojas, azules, blancas y amarillas. estas breves razones les decía:

Siete leguas de Penco justamente “Amigos, si entendiese que el deseo es esta deleitosa y fértil tierra, de combatir sin otro miramiento, abundante, capaz y suficiente y al fogosa gana que en vos veo para poder sufrir gente de guerra; fuese de la victoria el fundamento, tiene cerca de la banda del Oriente hágoos saber de mí, que cierto creo la gran cordillera y alta sierra, estar en vuestra mano el vencimiento, de donde el raudo Itata apresurado y un paso atrás volver no me hiciera, baja a dar su tributo al mar salado. si el mundo sobre mí todo viniera.

Fue un tiempo de españoles; pero había “Mas no es solo con ánimo adquirida la prometida fe ya quebrantado, una cosa difícil y pesada; viendo que la Fortuna parecía ¿qué aprovecha el esfuerzo sin medida, declarada de parte del Estado, si tenemos la fuerza limitada? el cual veinte y dos leguas contenía; Mas esta, aunque con límite, regida este era su distrito señalado; por industrioso ingenio y gobernada, pero tan grande crédito alcanzaba, de duras y de muy dificultosas que toda la nación le respetaba. hace llanas y fáciles las cosas.

Los españoles ánimos briosos “¿Cuántos vemos el crédito perdido este los puso humildes por el suelo, en afrentoso y mísero destierro, este los bajos, tristes y medrosos por solo haber sin término ofrecido hace que se levanten contra el cielo; el pecho osado al enemigo hiero? y los extraños pueblos poderosos Que no es valor, más antes es tenido de miedo de este viven con recelo; por loco, temerario y torpe yerro; los remotos vecinos y extranjeros valor es ser al orden obediente, se rinden y someten a sus fueros. y locura sin orden ser valiente.

© Pehuén Editores, 2001 ) 132 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Como en este negocio y gran jornada Con esto fue la plática acabada con tanto esfuerzo así nos destruimos, y la trompeta a levantar tocando, fue porque no miramos jamás nada, dieron nuevo principio a su jornada sino al ciego apetito a quien seguimos; con la usada presteza caminando; que a no perder por furia anticipada viendo así, al descubrir de una ensenada el tiempo y coyuntura que tuvimos, por Matarquino a la derecha entrando, no quedará español ni cosa alguna un bárbaro encontraron por la vía a la disposición de la Fortuna. que del pueblo les dijo que venía.

“Si al entrar de la fuerza reportados Este les afirmó con juramento allí algún sufrimiento se tuviera, que en Mapochó se sabe su venida, fueran vuestros esfuerzos celebrados, ora les dio la nueva de ello el viento, pues ningún enemigo se nos fuera; ora de espías solícitas sabida; en la ciudad estaban descuidados, también que de copioso bastimento con la gente que andaba por de fuera estaba la ciudad ya prevenida hiciéramos un hecho y una suerte con defensas, reparos, provisiones, que no la consumieran tiempo y muerte. pertrechos, aparatos, municiones.

“Pero quiero poneros advertencia Certificado bien Lautaro de esto que habéis por la razón de gobernaros, muda el primer intento que traía, haciendo al movimiento resistencia viendo ser temerario presupuesto hasta que la sazón venga a llamaros seguirle con tan poca compañía; y no salirme un punto de obediencia, piensa juntar más gentes, y de presto ni a lo que no os mandare adelantaros, un fuerte asiento que en el valle había que en el inobediente y atrevido con ingenio y cuidado diligente haré ejemplar castigo nunca oído. comienza a reforzarle nuevamente.

“Y pues volvemos ya donde se muestra Con la prisa que dio dentro metido, nuestro poco valor por mal regidos, y ser dispuesto el sitio y reparado, en fe que habéis de ser (alzo la diestra) fue en breve aquel lugar fortalecido, en el primer honor restituidos, de foso y fuerte muro rodeado; o el campo regará la sangre nuestra gente a la fama de esto había acudido y habemos de quedar en él tendidos codiciosa del robo deseado; por pasto de las brutas bestias fieras, forzoso me es pasar de aquí corriendo, y de las sucias aves carniceras.” que siento en nuestro pueblo un gran estruendo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 133 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Sábese en la ciudad por cosa cierta Entendió el español del indio cuanto que a toda furia el hijo de Pillano, el bárbaro enemigo determina guiando un escuadrón de gente experta, y cómo allega gentes, entre tanto viene sobre ella con armada mano; que el oportuno tiempo se avecina, el súbito temor puso en alerta no puso a los Cautenes esto espanto y confusión al pueblo castellano; y más cuando supieron que vecina mas la sangre que el miedo helado había, venía también la gente nuestra armada, de un ardiente coraje se encendía. que de ellos aún no estaba una jornada.

A las armas acuden los briosos Villagrán le pregunta si podría y aquellos que los años agravaban, ganar al araucano la albarrada; con industrias avisos provechosos sonriéndose, el indio respondía la tierra y partes flacas reparaban; ser cosa de intentar bien excusada tras esto, treinta mozos animosos por el reparo y sitio que tenía y un astuto caudillo se aprestaban, y estar por las espaldas abrigada que con algunos bárbaros amigos de una tajada peñascosa sierra fuesen a descubrir los enemigos. que por aquella parte el fuerte cierra.

Villagrán a la sazón no residía Díjole Villagrán: “Yo determino en el pueblo español alborotado, por esta relación tuya guiarme que para la Imperial partido había y abrir por la montaña alta el camino, por camino de Arauco desviado; que quiero a cualquier cosa aventurarme, mas ya con gente nueva revolvía y si donde está el campo lautarino y junto de do el bárbaro cercado en una noche puedes tú llevarme, de gruesos troncos y fajina estaba, del trabajo serás gratificado, sin saberlo, una noche se alojaba. y al fuego, si me mientes, entregado.”

Cuando la alegre y fresca aurora vino, Sin temor dice el bárbaro: “Yo juro y él la nueva jornada comenzaba, en menos de una noche de llevarte al calar de una loma en el camino por difícil camino, aunque seguro; un comarcano bárbaro encontraba; de esta palabra puedes confiarte; el cual le dio la nueva del vecino de Lautaro después no te aseguro, campo, y razón de cuanto en él pasaba, ni tu gente ni amigos serán parte, que todo bien el mozo lo sabía, a que si vais allá no os coja a todos como aquel a robar de allá venía. y os dé civiles muertes de mil modos.”

© Pehuén Editores, 2001 ) 134 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

No le movió el temor que le ponía Pisada en esta tierra no han pisado a Villagrán el bárbaro guerrero, que no haya por mis pies sido medida, que visto cuán sin miedo se ofrecía, golpe ni cuchillada no se ha dado le pareció de trato verdadero; que no diga de quién es la herida; y a la gente del pueblo que venía de las pocas que di estoy disculpado, despacha un diligente mensajero pues tanto por mirar embebecida para que con la prisa conveniente traje la mente en esto y ocupada, con él venga a juntarse brevemente. que se olvidaba el brazo de la espada.

Pues otro día allí juntos se dejaron Si causa me incitó a que yo escribiese ir por do quiso el bárbaro guiallos, con mi pobre talento y torpe pluma, y en la cerrada noche no cesaron fue que tanto valor no pereciese, de afligir con espuelas los caballos; ni el tiempo injustamente lo consuma, después se contará lo que pasaron; que el mostrarme yo sabio me moviese, que cumple por ahora aquí dejallos, ninguno que lo fuere lo presuma, por decir la venida en esta tierra que cierto bien entiendo mi pobreza de quien dio nuevas fuerzas a la guerra. y de las flacas sienes la estrecha.

Hasta aquí lo que en suma he referido; De mi poco caudal bastante indicio yo no estuve, Señor, presente a ello, y testimonio aquí patente queda, y así de sospechoso no he querido ya la verdad desnuda de artificio de parciales intérpretes sabello; para que más segura pasar pueda; de ambas las mismas partes lo he aprendido pero si fuera de esto lleva vicio, y pongo justamente solo aquello pido que por merced se me conceda en que todos concuerdan y confieren se mire en esta parte el buen intento, y en lo que general menos difieren. que es solo de acertar y dar contento.

Pues que en autoridad de lo que digo Que aunque la barba el rostro no ha ocupado, vemos que hay tanta sangre derramada, y la pluma al escribir tanto se atreve, prosiguiendo adelante, yo me obligo, que de crédito estoy necesitado, que ira la historia más autorizada; pues tan poco a mis años se le debe, podré ya discurrir como testigo espero que será, Señor, mirado que fui presente a toda la jornada, el celo justo y causa que me mueve sin cegarme pasión, de la cual huyo, y estoy a la voluntad se tome en cuenta, ni quitar a ninguno lo que es suyo. para que algún error se me consienta.

© Pehuén Editores, 2001 ) 135 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Quiero dejar a Arauco por un rato, En tanto que las cosas disponía que para mi discurso es importante para limpiar del todo las maldades lo que forzado aquí del Perú trato, quitando las justicias, las ponía aunque de su comarca es bien distante, de su mano por todas las ciudades; y para que se entienda más barato estas eran personas, que entendía y con facilidad lo de adelante, haber en ellas justas calidades, si Lautaro me deja, diré en breve de Dios, del rey, del mundo temerosas, la gente que en su daño ahora se mueve. en semejantes cargos provechosas.

El marqués de Cañete era llegado Entretenía la gente y sustentaba , a la ciudad insigne de los Reyes, con son de un general repartimiento, de Carlos Quinto máximo enviado y el más culpado más premio esperaba, a la guarda y reparo de sus leyes; fundado en el pasado regimiento; este fue por sus partes señalado el marqués, entre tanto, se informaba para virrey, de donde dos virreyes llevando de este error diverso intento, por los rebeldes brazos atrevidos que no solo dio pena a los culpados, habían sido a la muerte conducidos. mas renovó los yerros perdonados.

Oliendo el virrey nuevo las pasiones Pues cuando (con el tiempo) ya pensaron y maldades por uso introducidas, que estaban sus insultos encubiertos, el ánimo dispuesto a alteraciones en público pregón se renovaron en leal apariencia entretejidas; y fueron con castigo descubiertos; los agravios, insultos y traiciones que casi en los más pueblos que pecaron, con tanta desvergüenza cometidas, amanecieron en un tiempo muertos viendo que aún el tirano no hedía, aquellos que con más poder y mano que aunque muerto (de fresco) se bullía, habían seguido el bando del tirano.

entró como sagaz y receloso, No condeno, Señor, los que murieron, no mostrando el cuchillo y duro hierro, pues fueron perdonados y admitidos que fuera en aquel tiempo peligroso, cuando a vuestro servicio en sazón fueron y dar con hierro en un notable yerro; y en importante tiempo reducidos, mostrándose benigno y amoroso, quedando los errores que tuvieron trayéndoles la mano por el cerro a vuestra gran clemencia remitidos; hasta tomar el paso a la malicia de vos solo, Señor, es el juzgarlos y dar más fuerza y mano a la justicia. y el poderlos salvar o condenarlos.

© Pehuén Editores, 2001 ) 136 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Dar mi decreto en esto yo no puedo, Temor, silencio y confusión andaba, que siempre en casos de honra lo rehuso, atónita la gente discurría, solo digo el terror y extraño miedo nadie la oculta causa preguntaba, que en la gente soberbia el marqués puso que aun preguntar error le parecía: con el castigo a la sazón acedo (1), por saber uno a otro se miraba dejando el reino atónito y confuso, y el más sabio los hombros encogía, del temerario hecho tan dudoso temiendo el golpe del furor presente que aun era imaginario peligroso. movido al parecer por accidente.

A quien hallaba culpa conocida Fue hecho tan sagaz, grande y osado, del Perú le destierra en penitencia, que pocos con razón le van delante, que es entre ellos la afrenta más sentida asaz en estos tiempos celebrado, y que más examina la paciencia; y a los ánimos sueltos importante; el justo de ejemplar y llana vida por él quedó Perú atemorizado, temeroso escudriña la conciencia, temerario, rebelde y arrogante, viendo el rigor de la justicia airada y a la justicia el paso más seguro que ya desenvainado había la espada. con mayor esperanza en lo futuro.

Y algunos capitanes y soldados, Así enfrenó el Perú con un bocado que con lustre sirvieron en la guerra que no le romperá jamás la rienda, y esperaban de ser gratificados haciendo al ambicioso y alterado conforme a los humores de la tierra, contentarse con sola su hacienda; recelando tenerlos agraviados, y el bullicio y deseo desordenado del reino en son de presos los destierra, le redujo a quietud y nueva enmienda: remitiendo las pagas a la mano que poco lo mal puesto permanece, de rey tan poderoso y soberano. como para la experiencia al fin parece.

Esto puso suspensa más la gente, Quien antes no esperaba estar contento la causa del destierro no sabiendo, con veinte o treinta mil pesos de renta, no entiende si es injusta o justamente, enfrena de tal suerte el pensamiento, solo sabe callar y estar temiendo; que solo con la vida se contenta; teme la furia y el rigor presente, después hizo el marqués repartimiento y a inquirir la razón no se atreviendo, entre los beneméritos de cuenta, tiende a cualquier razón atento oído, para esforzar los ánimos caídos mas no puede sentir más del ruido. y dar mayor tormento a los perdidos.

(1) Acido, amargo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 137 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Con ejemplos así y acaecimientos, Negando al rey la deuda y obediencia como vemos que tantos van errados, se somete al más mínimo soldado, que sobre arena y frágiles cimientos poniendo en contentarle diligencia, fabrican edificios levantados; con gran miedo y solícito cuidado; bien se muestran sus flacos fundamentos, y aquellos más amigos en presencia pues por tierra tan presto derribados las lanzas le enderezan al costado, con afrentoso nombre y voz lo vemos, y sobre la cabeza aparejadas huyendo su infección cuanto podemos. le están amenazando mil espadas.

¡Oh vano error, oh necio desconcierto, Cualquier rumor, cualquiera voz le espanta, del torpe que con ánimo ignorante cualquier secreto piensa que es negarle, no mira en el peligro y paso incierto, si el brazo mueve alguno y lo levanta las pisadas de aquel que va delante, piensa el triste que fue para matarle; teniendo a costa ajena ejemplo cierto, la soga arrastra, el lazo a la garganta, que el brazo del amigo más constante ¿qué confianza puede asegurarle? ha de esparcir su sangre en su disculpa, Pues mal el que negar al rey procura, lavando allí la espada de la culpa! tendrá con un tirano fe segura.

Quiero que esté algún tiempo falsamente Si no bastare verlos acabados sobre traidores hombros sostenido, tan presto, y que ninguno permanece, que el viento que se mueve de repente y los rollos y términos poblados le aflige, altera y turba aquel ruido; de quien justamente lo merece, ¡pues qué cuando la voz del rey se siente!, bandos, casas, linajes, estragados no hay son tan duro y áspero al oído, con nombre que los mancha y oscurece; que tiene solo el nombre fuerza tanta, hasta la obligación con que nacemos que los huesos le oprime y le quebranta. que a nuestro Rey y Príncipe tenemos.

Que le asome Fortuna algún contento, De un paso en otro paso voy saliendo ¡con cuántos sinsabores va mezclado del discurso y materia que seguía; aquel recelo, aquel desabrimiento, pero aunque vaya ciego discurriendo aquel triste vivir tan recatado! por caminos más ásperos sin guía, Traga el duro morir cada momento, del encendido Marte el sol horrendo témese del que está más confiado, me hará que atine a la derecha vía; que la vida, antes libre y amparada, y así, seguro de esto y confiado, está sujeta ya a cualquier espada. me atrevo a reposar, que estoy cansado.

© Pehuén Editores, 2001 ) 138 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

CANTO XIII

HECHO EL MARQUÉS DE CAÑETE EL CASTIGO EN EL PERÚ, LLEGAN MENSAJEROS DE CHILE A PEDIRLE SOCORRO; EL CUAL, VISTA SER SU DEMANDA IMPORTANTE Y JUSTA, SE LE ENVÍA GRANDE POR MAR Y POR TIERRA. TAMBIÉN CONTIENE AL CABO ESTE CANTO COMO FRANCISCO DE VILLAGRAN, GUIADO POR UN INDIO, VIENE SOBRE LAUTARO.

Dichoso, con razón, puede llamarse aquel que en los peligros arrojado de ellos sabe salir sin ensuciarse y libre de poder ser imputado; pero quien de estos puede desviarse le tengo por más bienaventurado; aunque el peligro afina lo perfeto, aquel que de él se aparta es el discreto.

Que muchas veces da la fantasía en cosas que seguro nos promete, y un ánimo a salir con ellas cría que por temeridad las acomete; después en el peligro desvaría y no acierta a salir de a do se mete; que la señora al siervo sometida pierde la fuerza y tino a la salida.

© Pehuén Editores, 2001 ) 139 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Veréis en el Perú, que han procurado Nuevas por mar y tierra eran llegadas levantar el tirano y ayudarle, del daño y perdición de nuestra gente, para solo mostrar después de alzado por las victorias grandes y jornadas la traidora lealtad en derribarle del araucano bárbaro y potente; y con designio y ánimo dañado pidiendo las ciudades apretadas le dan fuerza, y después viene a matarle presuroso socorro y suficiente, la espada infiel de la maldad autora, haciendo relación de cómo estaban al rey amigos, pérfida y traidora. y de todas las cosas que pasaban.

Fraguan la guerra, atizan disensiones Jerónimo Alderete, Adelantado, en hábito leal, aunque engañoso, a quien era el gobierno cometido, pensando de subir más escalones hombre en estas provincias señalado por un áspero atajo y tropezoso; y en gran figura y crédito tenido; al cabo las malvadas intenciones donde, como animoso y buen soldado, vienen a fin tan malo y afrentoso, había grandes trabajos padecido; como veréis, si bien miráis la guerra no pongo su proceso en esta historia, civil y alteraciones de esta tierra. que de él la general hará memoria.

Deshechos, pues, del todo los nublados Presente no se halla a tanta guerra por el audaz marqués y su prudencia, y a tales desventuras y contrastes; curando con rigor los alterados, mas con vos, gran Felipe, en Inglaterra, como quien entendió bien la dolencia, cuando la fe de nuevo allí plantastes, en nombre de su rey a otros tocados allí les distes cargo de esta tierra, de aquel olor descubre la clemencia, de allí con fervor le despachastes; que hasta allí del rigor cubierta estaba pero cortóle el áspero Destino con general perdón que los lavaba. el hilo de la vida en el camino.

No el atrevido caso y espantoso, Fue su llorada muerte asaz sentida, en el Perú jamás acontecido, y más el sentimiento acrecentaba ni el ejemplar castigo riguroso ver el gobierno y tierra tan perdida, que amansó al fiero pueblo embravecido, que cada uno por sí se gobernaba; fue en tal tiempo bastante y poderoso andaba la discordia ya encendida, de ensordecer el bárbaro ruido la ambición del mandar se desmandaba: y al voz araucana y clara fama al fin es imposible que acaezca que en aquellas provincias se derrama. que un cuerpo sin cabeza permanezca.

© Pehuén Editores, 2001 ) 140 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Aquellos que de Chile habían venido El marqués de Cañete, respondiendo a pedir el socorro necesario, a la justa demanda alegremente, viendo a su Adelantado fallecido, vino en ello de grado, conociendo y todo a su propósito contrario, ser cosa necesaria y conveniente: con un semblante triste y afligido, y el hijo, hacienda y deudos ofreciendo, de parecer de todos voluntario, al punto derramó en toda la gente piden a don Hurtado que se vea gran gana de pasar a aquella tierra, y de remedio presto los provea. a ejercitar las armas en tal guerra.

Diciendo: “Varón claro y excelente, Uno se ofrece allí, y otro se ofrece; nuestra necesidad te es manifiesta así gran gente en número se mueve y la fuerza del bárbaro potente y aquel que no lo hace le parece que tiene a Chile en tanto estrecho puesta; que falta y no responde a lo que debe; el más fuerte remedio es llevar gente, hasta en cansados viejos reverdece esta ya puedes ver cuán cara cuesta; el ardor juvenil y se remueve de parte de tu Rey te requerimos el flaco humor y sangre casi helada nos concedas aquí lo que pedimos. con el alegre son de esta jornada.

“A tu hijo, ¡oh marqués!, te demandamos, ¡Oh valientes soldados araucanos!, en quien tanta virtud y gracia cabe, las armas prevenid y corazones porque con su persnona confiamos y el usado valor de vuestras manos, que nuestra desventura y mal se acabe; temido en las antárticas regiones, de sus partes, Señor, nos contentamos, que gran copia (1) de jóvenes lozanos pues que por natural cosa se sabe descoge en vuestro daño sus pendones, (y aun acá en el común es habla vieja) pensando entrar por toda vuestra tierra que nunca del león nació la oveja. haciendo fiero estrago y cruda guerra.

“Y pues hay tanta falta de guerreros, No con los hierros botos y mohosos haciendo esta jornada con García, de los que las paredes hermosean, se moverá el común y caballeros, ni brazos del torpe ocio perezosos, alegres de llevar tan buena guía; que con gran pesadumbre se rodean, y lo que no podrán muchos dineros, ni los ánimos hechos a reposos, podrá el amor y buena compañía, que cualquiera mudanza en que se vean o la vergüenza y miedo de enojarte, los altera, los turba y entorpece o su propio interés en agradarte.” y el desusado son los desvanece.

(1) Tropa, abundancia.

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Mas hierros templadísimos y agudos, Del apartado Quito se movieron en sangre de tiranos afilados, gentes para hallarse en esta guerra; fuertes brazos robustos y membrudos, de Loja, Piura, de Jaén salieron, en dar golpes de muerte ejercitados; de Trujillo, de Guánuco y su tierra; ánimos libres, de temor desnudos, de Guamanga, Arequipa concurrieron en los peligros siempre habituados, gran copia, y de los pueblos de la sierra que el son horrendo que a otros atormenta la Paz, Cuzco y los charcas bien armados, los alegra, despierta y alimenta. bajaron muchos prácticos soldados.

Cosas de estas yo pienso que ninguna Treme la tierra, brama el mar hinchado os puede derribar de vuestro estado; del estruendo, tumultos y rumores, mas tiéneme dudoso solo una, que suenan por el aire alborotado que nadie de ella ha sido reservado; de pífanos, trompetas y atambores esta es la usada vuelta de Fortuna contra el rebelde pueblo libertado, que siempre alegre rostro os ha mostrado, amenazando ya con sus defensores y es inconstante, falsa y variable, con gruesa y reforzada artillería, en el mal firme y en el bien mudable. que dentro del Estado el son se oía.

Que si la guerra el español procura De aparatos, jaeces, guarniciones, haciendo de su espada ufana muestra, los gallardos soldados se arreaban, querríale preguntar si, por ventura, sobrevistas y galas, invenciones corta por más lugares que la vuestra; nuevas y costosísimas sacaban; si la fuerza del brazo le asegura estandartes, enseñas y pendones del poder vuestro y vencedora diestra, al viento en cada calle tremolaban: verá, si mira bien en lo pasado, vieran sastres y obreros ocupados el campo de sus huesos ocupado. en hechuras, recamos y bordados.

No sé; pero soberbio y encendido Con el concurso y junta de guerreros, en bélico furor el pueblo veo, el grande estruendo y trápala crecía, y al más triste español apercibido y los prestos martillos de herreros de armas, rico aparato y buen deseo. formaban dura y áspera armonía; ¡Oh Arauco!, yo te juzgo por perdido; el rumor de solícitos armeros, si las obras igualan al arreo todo el ancho contorno ensordecía; y no templa el camino esta braveza, los celosos caballos, de lozanos, ¡ay de tu presunción y fortaleza! relinchando triscaban con las manos.

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Andaba así la gente embarazada Otro escuadrón de amigos se me olvida, con el nuevo bullicio de la guerra; no menos que nosotros necesarios, mas ya de lo importante aparejada, gente templada, mansa y recogida, un caudillo salió luego por tierra; de frailes, provisores, comisarios, llevando copia de ella encomendada teólogos de honesta y santa vida, atravesó a Atacama y al alta sierra, franciscos, dominicos, mercedarios, con la desierta costa y despoblados, para evitar insultos de la guerra, de osamenta de bárbaros sembrados. más usados allí que en otra tierra.

La gente principal todo aprestado De varias profesiones y colores y reliquias del campo que quedaban, sale de Lima una lucida banda, para romper el mar alborotado, y en el puerto tendidas por las flores, otra cosa que tiempo no aguardaban; estaban mesas llenas de vianda, mas viendo el cielo ya desocupado con vino de odoríferos sabores, y que las bravas olas aplacaban, donde luego por una y otra banda, con ordenada muestra y rico alarde, sobre la verde hierba reclinados, salieron de los Reyes una tarde. gustamos los manjares delicados.

Yo con ellos también, que en el servicio Alegres los estómagos, contentos, vuestro empecé y acabaré la vida, fuimos a la marina conducidos, que estando en Inglaterra en el oficio, a do de verdes ramos y ornamentos que aún la espada no me era permitida, estaban los bateles prevenidos llegó allí la maldade en deservicio y al son de varios y altos instrumentos, vuestro por los de Arauco cometida, de los caros amigos despedidos, y la gran desvergüenza de la gente en los ligeros barcos nos metemos, a la real corona inobediente. dando a un tiempo con fuerza al mar los remos.

Y con vuestra licencia en compañía Los bateles de tierra se alargaban, del nuevo capitán y adelantado, dejando con penosa envidia aquellos caminé desde Londres, hasta el día que en la arenosa playa se quedaban, que le dejé en Taboga sepultado; sin apartar los ojos jamás de ellos; en donde con trabajos y porfía sobre diez galeones arribaban de la Fortuna y vientos arrojado, los prestos barcos y, saltando en ellos, llegué a tiempo, que pude juntamente tiempo los marineros no perdieron, salir con tan lucida y buena gente. que las velas al viento descogieron.

© Pehuén Editores, 2001 ) 143 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

De estandartes, banderas, gallardetes De los vientos, el Austro es el que manda, estaban las diez naves adornadas; que deshace los húmedos nublados, hiriendo el fresco viento en los trinquetes, y por todo aquel mar discurre y anda, comienzan a moverse sosegadas; del cual son para siempre desterrados; suenan cañones, sacres, falconetes, los otros vientos reinan a la banda y al doblar de la isleta, embarazadas, de Atacama y allí son liberados, del Austro cargan a babor la escota, que bajar al Perú ninguno puede, tomando al Sudoeste la derrota. ni por natural orden se concede.

Las naos, por el contrario mar rompiendo, Pues las naves, del Austro combatidas, la blanca espuma en torno levantaban, las espumas olas van cortando, y a la furia del Austro resistiendo, que de valientes soplos impelidas por fuerza, a su pesar, tierra ganaban; rompen la furia en ellas, azotando pero, sobre el Garbino revolviendo, las levantadas proas guarnecidas de la gran cordillera se apartaban, de plancha de metal... Pero, mirando y de solo una vuelta que viraron al español del bárbaro vecino, el Guarco al Est-Nordeste se hallaron. habré de andar más presto este camino.

Mas presto por la popa el Guarco vimos, Correré a Villagrán, el cual por tierra con Chinca de otro bordo emparejando; también en su jornada se apresura, en lata mar tras estos nos metimos atravesando la fragosa sierra, sobre la Nasca Fértil arribando, que iguala con las nubes su estatura; y al esforzado Noto resistimos diré lo que sucede en esta guerra su furia y bravas olas contrastando, y qué rostro le muestra la ventura; no bastando los recios movimientos mas, porque todo venga a ser mas claro, de dos tan poderosos elementos. quiero tratar un poco de Lautaro,

Que hay en Perú no es caso soberano que estaba con su escuadra de guerreros tanta mudanza en tres lenguas de tierra, en el sitio que dije recogido, que cuando en los llanos el verano y de foso, fajina y de maderos los montes el lluvioso invierno cierra. le había en breves sazón fortalecido; Y cuando espesa niebla cubre el llano tenía dentro soldados forasteros en descubierto hiere el sol la sierra, que a fama de la guerra habían venido, y por esta razón van más crecientes reparos, bastimentos y otras cosas en el verano abajo las vertientes. para el lugar y tiempo provechosas.

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Sola una senda este lugar tenía “Trabajó por mostrárseme terrible de alertas centinelas ocupadas, y del tálamo alegre derribarme, otra ni rastro alguno no le había, que, si resuelve y hace lo posible, por ser casi la tierra despoblada; de ti no es poderosa de apartarme; aquella noche el bárbaro dormía aunque el golpe que espero es insufrible, con la bella Guacolda enamorada, podré con otro luego remediarme, a quien él de encendido amor amaba, que no caerá tu cuerpo en tierra frío y ella por él no menos se abrasaba. cuando estará en el suelo muerto el mío.”

Estaba el araucano despojado El hijo de Pillán con lazo estrecho del vestido de Marte embarazoso, los brazos por el cuello le ceñía, que aquella noche sola el duro hado de lágrimas bañando el blanco pecho, le dio aparejo y gana de reposo; en nuevo amor ardiendo respondía: los ojos le cerró un sueño pesado, “No lo tengáis, señora, por tan hecho, del cual luego despierta congojoso, ni turbéis con agüeros mi alegría y la bella Guacolda, sin aliento y aquel gozoso estado en que me veo, le pregunta y sentimiento. pues libre en estos brazos os poseo.

Lautaro le responde: “Amiga mía, “Siento el veros así imaginativa, sabrás que yo soñaba en este instante no porque yo me juzgue peligroso; que un soberbio español se me ponía mas la llaga de amor está tan viva, con muestra ferocísima delante; que estoy de lo imposible receloso; y con violenta mano me oprimía si vos queréis, señora, que yo viva, la fuerza y corazón, sin ser bastante ¿quién a darme la muerte es poderoso? de poderme valer, y, en aquel punto, Mi vida está sujeta a vuestras manos me despertó la rabia y pena junto.” y no a todo el poder de los humanos.

Ella, en esto, soltó la voz turbada, “¿Quién el pueblo araucano ha restaurado diciendo: “¡Ay, que he soñado también cuánto en su reputación que se perdía, que mi dicha temí, y es ya llegada pues el soberbio cuello no domado la fin tuya y principio de mi llanto! ya doméstico al yugo sometía? Mas no podré ya ser tan desdichada, Yo soy quien de los hombres le ha quitado ni Fortuna conmigo podrá tanto, el español dominio y tiranía; que no corte y ataje con la muerte mi nombre basta solo en esta tierra, el áspero camino de mi suerte. sin levantar espada a hacer la guerra.

© Pehuén Editores, 2001 ) 145 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Cuanto más que teniéndoos a mi lado “¡Ay de mí! Que de vos yo satisfecha no tengo que temer ni daño espero; (dice Guacolda) estoy, mas no segura; no os dé un sueño, señora, tal cuidado, ¿ser vuestro brazo fuerte qué aprovecha, pues no os lo puedo dar lo verdadero; si es más fuerte y mayor mi desventura? que ya a poner estoy acostumbrado Mas ya que salga cierta mi sospecha, mi fortuna a mayor despeñadero, el mismo amor que os tengo me asegura en más peligros que este en he metido que la espada que hará el apartamiento, y de ellos con honor siempre he salido.” hará que vaya a vuestro seguimiento.

Ella, menos segura y más llorosa, “Pues ya el preciso hado y dura suerte del cuello de Lautaro se colgaba, me amenazan con áspera caída, y con piadosos ojos, lastimosa, y forzoso he de ver un mal tan fuerte, boca con boca, así le conjuraba: un mal como es de vos verme partida; “Si aquella voluntad pura, amorosa, dejadme llorar antes de mi muerte que libre os di cuando más libre estaba, esto poco que queda de mi vida, y de ella el alto cielo es buen testigo, que quien no siente el mal es argumento algo puede, señor y dulce amigo. que tuvo con el bien poco contento.”

“Por ella os juro y por aquel tormento Tras esto tantas lágrimas vertía, que sentí cuando vos de mí os partistes, que mueve a compasión el contemplalla, y por la fe, si no la llevó el viento, y así el tierno Lautaro no podía que allí con tantas lágrimas me distes, dejar en tal sazón de acompañalla. que a lo menos me deis este contento, Pero ya la turbada pluma mía, si alguna vez de mí ya lo tuvistes, que en las cosas de amor nueva se halla, y es que vistáis las armas prestamente confusa, tarda y con temor se mueve y al muro asista en orden vuestra gente.” y a pasar adelante no se atreve.

El bárbaro responde: “Harto claro mi poca estimación por vos se muestra. ¿En tan flaca opinión está Lautaro y en tan poco tenéis la fuerte diestra que por la redención del pueblo caro, ha dado ya de sí bastante muestra? Buen crédito con voz tengo por cierto, pues me lloráis de miedo ya por muerto.”

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CANTO XIV

LLEGA FRANCISCO DE VILLAGRAN, DE NOCHE, SOBRE EL FUERTE DE LOS ENEMIGOS SIN SER DE ELLOS SENTIDO; DA, AL AMANECER, SÚBITO EN ELLOS Y, A LA PRIMERA REFRIEGA, MUERE LAUTARO. TRABASE LA BATALLA CON HARTA SANGRE DE UNA PARTE Y DE OTRA.

Cuál será aquella lengua desmandada que a ofender las mujeres ya se atreva, pues vemos que es pasión averiguada la que a bajeza tal y error las lleva; si una bárbara moza no obligada hace de puro amor tan alta prueba, con razones y lágrimas salidas de las vivas entrañas encendidas?

Que ni la confianza ni el seguro de su amigo le daba algún consuelo, ni el fuerte sitio ni el osado muro le basta asegurar de su recelo; que el gran temor nacido de amor puro todo lo allana y pone por el suelo; solo halla el reparo de su suerte en el mismo peligro de la muerte.

© Pehuén Editores, 2001 ) 147 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Así los dos unidos corazones, Era llegada al mundo aquella hora conformes en amor, desconformaban, que la oscura tiniebla, no pudiendo y dando de ello allí demostraciones, sufrir la clara visión de la aurora, más el dulce veneno alimentaban; se va en el Occidente retrayendo; los soldados en torno los tizones, cuando la mustia Clicie se mejora, ya de parlar cansados reposaban, el rostro al rojo Oriente revolviendo, teniendo centinelas, como digo, mirando tras las sombras ir la estrella y el cerro a las espaldas por abrigo. y al rubio Apolo délfico tras ella.

Villagrán, con silencio y paso presto, El español, que ve tiempo oportuno, había el áspero monte atravesado, se acerca poco a poco más al fuerte, no sin grande trabajo, que sin esto sin estorbo de bárbaro ninguno, hacer mucha labor es excusado; que sordos los tenía su triste suerte; llegando junto al fuerte, es un buen puesto, bien descuidado duerme cada uno viendo que el cielo estaba aún estrellado, de la cercana inexorable muerte; paró, esperando el claro y nuevo día, cierta señal, que cerca de ella estamos que ya por el Oriente descubría. cuando más apartados nos juzgamos.

De ninguno fue visto ni sentido; No esperaron los nuestros más, pues viendo la causa era la noche ser oscura ser ya tiempo de darles el asalto, y haber las centinelas desmentido de súbito levantan un estruendo por parte descuidada por segura; con soberbio alarido, horrendo y alto; caballo no relincha ni hay ruido, y, en tropel ordenado arremetiendo, que está ya de su parte la aventura; al fuerte van a dar de sobresalto; esta hace las bestias avisadas al fuerte más de sueño bastecido y a las personas bestias descuidadas. que al presente peligro apercibido.

Cuando ya las tinieblas y aire oscuro Como los malhechores que en su oficio con la esperada luz se adelgazaban, jamás pueden hallar parte segura, las centinelas puestas por el muro por ser la condición propia del vicio al nuevo día de lejos saludaban; temer cualquier fortuna y desventura; y, pensando tener campo seguro, que no sienten tal presto algún bullicio también a descansar se retiraban, cuando el castigo y mal se les figura, quedando mudo el fuerte y los soldados y corren a las armas y defensa, en vino y dulce sueño sepultados. según que cada cual valerse piensa.

© Pehuén Editores, 2001 ) 148 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Así, medio dormidos y despiertos, Revuelto el manto al brazo, en el instante, saltan los araucanos alterados, con un desnudo estoque y él desnudo y del peligro y sobresalto ciertos, corre a la puerta del bárbaro arrogante, baten toldos y ranchos levantados; que armarse así tan súbito no pudo. por verse de corazas descubiertos, ¡Oh pérfida Fortuna!, ¡oh inconstante!, no dejan de mostrar pechos airados; cómo llevas tu fin por punto crudo, mas, con presteza y ánimo seguro, que el bien de tantos años en un punto acuden al reparo de su muro. de un golpe lo arrebatas todo junto.

Sacudiendo el pesado y torpe sueño, Cuatrocientos amigos comarcanos y cobrando la furia acostumbrada, por un lado la fuerza acometieron, quién el arco arrebata, quién un leño, que en su ayuda y favor de los cristianos quién del fuego un tizón y quién la espada; con sus pintados arcos acudieron, quién aguija el bastón de ajeno dueño, que, con extrema fuerza y prestas manos, quién por salir más presto va sin nada, gran número de tiros despidieron; pensando averiguarlo desarmados, del toldo el hijo de Pillán salía, si no pueden a puños, a bocados. y una flecha a buscarle que venía.

Lautaro, a la sazón, según se entiende, Por el siniestro lado (¡oh dura suerte!), con la gentil Guacolda razonaba, rompe la cruda punta, y tan derecho, asegúrala, esfuerza y reprehende que pasa el corazón más bravo y fuerte de la desconfianza que mostraba; que jamás se encerró en humano pecho; ella razón no admite y más se ofende, de tal tiro quedó ufana la muerte, que aquello mayor pena le causaba, viendo de un solo golpe tan gran hecho, rompiendo el tierno punto en sus amores y usurpando la gloria al homicida el duro son de trompas y atambores. se atribuye a la muerte aquesta herida.

Mas no salta con tanta ligereza Tanto rigor la aguda flecha trujo, el mísero avariento enriquecido, que al bárbaro tendió sobre la arena, que siempre está pensando en su riqueza, abriendo puerta a un abundante flujo si siente de ladrón algún ruido; de negra sangre por copiosa vena; ni madre así acudió con tal presteza del rostro la color se le retrujo, al grito de su hijo muy querido, los ojos tuerce y, con rabiosa pena, temiéndole de alguna bestia fiera, la alma del mortal cuerpo desatada como Lautaro al son y voz primera. bajó furiosa a la infernal morada.

© Pehuén Editores, 2001 ) 149 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Ganan los nuestros foso y baluarte, Pero aquellos que nunca el miedo pudo que nadie los impide y embaraza, hacerlos con peligros de su bando, y así por veinte lados la más parte poniendo osado pecho por escudo, pisaba de la fuerza ya la plaza; están la antigua riña averiguando; los bárbaros, con ánimo y sin arte, la desnuda cabeza del agudo sin celada, ni escudo y sin coraza, cuchillo no se ve estar rehusando, comienzan la batalla peligrosa, ni rehúsa la espada la siniestra cruda, fiera, reñida y sanguinosa. ejercitando el uso de la diestra.

En oyendo los indios extranjeros Que el joven Corpillán no desmayado, que con Lautaro estaban recogidos porque su espada y mano vino a tierra, el súbito rumor, salen ligeros antes en ira súbita abrasado del miedo y sobresalto apercibidos; contra la parte del contrario cierra; mas, sintiendo los golpes carniceros, y habiendo ya la espada recobrado, el ánimo turbado y los sentidos la diestra, que aun bullendo el puño aferra, con atentas orejas acechaban lejos con gran desdén y furia lanza, a donde con menor rigor sonaban. ofreciendo la izquierda a la venganza.

Como tímidos gamos que el ruido Flaqueza en Millapol no fue sentida, sienten del cazador y atentamente viéndose atravesado por la ijada altos los cuellos tienden el oído y la cabeza de un revés hendida, hacia la parte que el rumor se siente, ni por pasalle el pecho una lanzada; y el balar de la gama conocido, que de espumosa sangre a la salida que apedazan los perros y la gente, vino la media lanza acompañada, con furioso tropel toman la vía, dejando aquel lugar de ella vacío, que más de aquel peligro se desvía. aunque lleno de rabia y nuevo brío.

La baja y vil canalla, acostumbrada Que a dos manos la maza aprieta fuerte a rendirse al temor de aquella suerte y con furia mayor la gobernaba, por ciega senda inculta y desusada, bien se puede llamar de triste suerte rompe el camino y desampara el fuerte, aquel que el fiero bárbaro alcanzaba; acá y allá corriendo derramada, con la rabia postrera de la muerte y era tan grande el miedo de la muerte, una vez el ferrado leño alzaba; que al más valiente y bravo se le antoja mas faltóle la vida en aquel punto, ver un fiero español tras cada hoja. cayendo cuerpo y maza todo junto.

© Pehuén Editores, 2001 ) 150 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Aunque la muerte en medio del camino El viejo Villagrán, con la sangrienta le quebrantó el furor con que venía, espada por los bárbaros rompiendo, un valiente español a tierra vino mata, hiere, atropella y atormenta, del peso y movimiento que traía; a tiempo a todas partes revolviendo; mas luego, puesto en pie con desatino, un golpe a Nico en la cabeza asienta, hacia el lugar del dañador volvía, el cual los turbios ojos revolviendo y viendo el cuerpo muerto dar en tierra, a tierra vino muerto, y de otro a Polo pensando que era vivo, con él cierra. le deja con el brazo izquierdo solo.

Y encima del cadáver arrojado, Usadas las espadas, al acero de dar la muerte al muerto deseoso, topando la desnuda carne blanda, recio por uno y por el otro lado ayudadas de un ímpetu ligero, hiere y ofende el cuerpo sanguinoso, dan con piernas y brazos a la banda; hasta tanto que ya desalentado no rehúsa el segundo ser primero, se firma recatado y sospechoso antes todos, siguiendo una demanda, y vio a aquel que aferrado así tenía como olas que creciendo van, crecían vueltos los ojos y la cara fría. y a la muerte animosos se ofrecían.

Traía la espada en esto Diego Cano La gente una con otra así se cierra, tinta de sangre y con Picol se junta, que aún no daban lugar a las espadas, haciendo atrás la rigurosa mano apenas los mortales van a tierra el pecho le barrena de una punta; cuando estaban sus plazas ocupadas; turbado de la muerte el araucano, unos por cima de otros se dan guerra, cayó en tierra, la cara ya difunta, enhiestas las espadas y empinadas bascoso, revolviéndose en el lodo, y de modo a las veces se apretaban hasta que la alma despidió del todo. que a meter por la espada se ayudaban.

De dos golpes Hernando de Alvarado Las armas con tal rabia y fuerza esgrimen dio con el suelto Talco en tierra muerto; que los más de los golpes son mortales, pero fue malherido por un lado y los que no lo son así se imprimen, del gallardo Guacoldo en descubierto; que dejan para siempre las señales; estuvo el español algo atronado, todos al descargar los brazos gimen; mas del atronamiento ya despierto, mas salen los efectos desiguales, corriendo al fuerte bárbaro derecho, que los unos topaban duro acero, la espada le escondió dentro del pecho. los otros el desnudo y blando cuero.

© Pehuén Editores, 2001 ) 151 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Cómo parten la carne en los tajones Apenas en el suelo había caído con los corvos cuchillos carniceros cuando la presta maza descendía y cual de fuerte hierro los planchones con una extraña fuerza y un ruido baten en dura yunque los herreros, que rayo o terremoto parecía; así, en la diferencia de los sones del golpe el español quedó adormido que forman con sus golpes los guerreros, y el bárbaro con otro revolvía, quién la carne y los huesos quebrantando, bajando a la cabeza de manera quién templados arneses abollando. que sesos, ojos y alma le echó fuera.

Pues Juan de Villagrán, firme en la silla, Y con venganza tal no satisfecho contra Guacoldo a toda furia parte; del caso desastrado del hermano, y la lanza le echó por la tetilla antes con nueva rabia y más despecho, con una braza de asta a la otra parte; hiere de tal manera a Diego Cano, el bárbaro, la cara ya amarilla, que la barba inclinada sobre el pecho, se arrima desmayado al baluarte; se le cayó la rienda de la mano, dando en el suelo súbita caída, y sin ningún sentido, casi frío, el alma vomitó por la herida. el caballo lo lleva a su albedrío.

Pero Rengo, su hermano, que en el suelo En medio de la turba embravecido, el cuerpo vio caer descolorido, esgrime en torno la pesada maza, cuajósele la sangre y hecho un hielo, a cuál deja contrecho, a cuál tullido, del súbito dolor perdió el sentido; cuál el pescuezo del caballo abraza; mas, vuelto en sí, se vuelve contra el cielo, quién se tiende en las ancas aturdido, blasfemando el soberbio y descreído quién forzado el arzón desembaraza, y el nudoso bastón alzando en alto, que todo a su pujanza y furia insana a Juan de Villagrán llegó de un salto. se le bate, derriba y se le allana.

Mas antes Pon, con una flecha presta, Por partes más de diez le iba manando hirió al caballo en medio de la frente; la sangre, de la cual cubierto andaba, empinase el caballo, el cuello enhiesta, pero no desfallece, antes bramando, al freno y a la espada inobediente; con más fuerza y rumor los golpes daba; y entre los brazos la cabeza puesta ligero corre acá y allá saltando, sacude el lomo y piernas impaciente, arneses y celadas abollaba, rendido Villagrán al duro hado, hunde las altas crestas, rompe sesos, desocupó el arzón y ocupó el prado. muele los nervios, carne y duros huesos.

© Pehuén Editores, 2001 ) 152 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

En esto un gran rumor iba creciendo De un tiro a Guaticol por la cintura de espadas, lanzas, grita y vocería, le divide en dos trozos en la arena, al cual confusamente, no sabiendo y de otro al desdichado Quilacura la causa, mucha gente allí acudía; limpio el derecho muslo le cercena; y era un gallardo mozo que, esgrimiendo pues de golpes así, de esta hechura, un fornido cuchillo, discurría la gran plaza de muertos deja llena; por medio de las bárbaras espadas, que su espada a ninguno allí perdona haciendo en armas cosas extremadas. y unos cuerpos sobre otros amontona.

Venía el valiente mozo belicoso A Colca de los hombros arrebata de una furia diabólica movido, la cabeza de un tajo, y luego tiende el rostro fiero, sucio y polvoroso, la espada hacia Maulén, señor de Itata, lleno de sangre y de sudor teñido; y de alto a bajo de un revés le hiende; como el potente Marte sanguinoso, lanzas, hachas y mazas desbarata, cuando de furor bélico encendido que todo el pueblo bárbaro le ofende, bate el ferrado escudo de Vulcano, llevando muchos tiros enclavados blandiendo la asta en la derecha mano. en los pechos, espaldas y en los lados.

Con un diestro y prestísimo gobierno Como la osa valiente perseguida el pesado cuchillo rodeaba, cuando le van monteros dando caza, y a Cron como si fuera junco tierno, que con rabia, sintiéndose herida, en dos partes de un golpe lo tajaba; los nudosos venablos despedaza tras este al diestro Pon envía al infierno, y furiosa, implacable, embravecida, y tras de Pon a Lauco despachaba, la senda y callejón desembaraza, no hallando defensa en armadura, que los heridos perros, lastimados, descuartiza, desmiembra y desfigura. le dan ancho lugar escarmentados,

Llamábase este Andrea, que en grandeza de la misma manera el fiero Andrea, y proporción de cuerpo era gigante, cercado de los bárbaros venía; de estirpe humilde, y su naturaleza pero de tal manera se rodea, era arriba de Génova al Levante; que gran camino con la espada abría; pues con aquella fuerza y ligereza crece el hervor, la grita y la pelea, a los robustos miembros semejante, tanto que la más gente acudía, el gran cuchillo esgrime de tal suerte he aquí a Rengo también ensangrentado, que a todos los que alcanza da la muerte. que llega a la sazón por aquel lado.

© Pehuén Editores, 2001 ) 153 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Y como dos mastines rodeados de gozques importunos que, en llegando a verse con los cerros erizados, se van el uno al otro regañando, así los dos guerreros señalados, las inhumanas armas levantando, se vienen a herir, pero el combate quiero que al otro canto se dilate.

CANTO XV

EN ESTE QUINCENO Y ÚLTIMO CANTO SE ACABA LA BATALLA EN LA CUAL FUERON MUERTOS TODOS LOS ARAUCANOS, SIN QUERER NINGUNO DE ELLOS RENDIRSE. Y SE CUENTA LA NAVEGACIÓN QUE LAS NAOS DEL PERÚ HICIERON HASTA LLEGAR A CHILE Y LA GRAN TORMENTA QUE ENTRE EL RÍO DE MAULE Y EL PUERTO DE LA CONCEPCIÓN PASARON.

Qué cosa puede haber sin amor buena? ¿Oué verso sin amor dará contento? ¿Dónde jamás se ha visto rica vena que no tenga de amor el nacimiento? No se puede llamar materia llena la que de amor no tiene el fundamento; los contentos, los gustos, los cuidados, son, si no son de amor, como pintados.

Amor de un juicio rústico y grosero rompe la dura y áspera corteza, produce ingenio y gusto verdadero y pone cualquier cosa en más fineza; Dante, Ariosto, Petrarca y el Ibero, amor los trajo a tanta delgadeza, que la lengua más rica y más copiosa, si no trata de amor es disgustosa.

© Pehuén Editores, 2001 ) 154 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Pues yo de amor desnudo y de ornamento, El membrudo italiano, como vido con un inculto ingenio y rudo estilo, la maza y el rigor con que bajaba, ¿cómo he tenido tanto atrevimiento alzó el escudo en alto, y recogido que me ponga al rigor del crudo filo? debajo de él, el golpe reparaba; Pero mi celo bueno y sano intento, por medio el fuerte escudo fue rompido, esto me hace a mí anudar el hilo y en medio la cabeza le cargaba, que ya con el temor cortado había, que batiendo los dientes vio en el suelo pensando remediar esta osadía. las estrellas más mínimas del cielo.

Quíselo así dejar, considerado El brazo descargó, que alto tenía, ser escritura larga y trabajosa, sobre el valiente bárbaro el lombardo, por ir a la verdad tan arrimado pensando que dos piezas le haría, y haber de tratar siempre de una cosa; según era del ánimo gallardo; que no hay tan dulce estilo y delicado, pero Rengo, que punto no perdía, ni pluma tan cortada y sonorosa, como una onza ligera y suelto pardo (1), que en un largo discurso no se estrague, un pronto salto dio a la diestra mano, ni gusto que un manjar no le empalague. de suerte que el cuchillo bajó en vano.

Que si a mi discreción, dado me fuera Tras esto el diestro bárbaro rodea salir al campo y escoger las flores, la poderosa maza de madera quizá el cansado gusto removiera que acertarle de lleno, no al Andrea, la usada variedad de los sabores; pero un duro peñasco deshiciera; pues como otros han hecho, yo pudiera igual andaba entre ellos la pelea, entretejer mis fábulas y amores; aunque temo yo a Rengo a la primera mas ya que tan adentro estoy metido, vez que el cuchillo baje, si le halla, habré de proseguir lo prometido. que habrá fin con su muerte la batalla.

Al lombardo dejé y al araucano Mas con destreza y gran reportamiento, donde la guerra andaba más trabada, desnudo de armas y de esfuerzo armado, que vienen a juntarse mano a mano, entra, sale y revuelve como el viento, la espada alta y la maza levantada; que en maña y ligereza era extremado; de malla está cubierto el italiano, hace siempre su golpe y al momento el indio la persona desarmada, le halla el enemigo así apartado, y así, como más suelto y más ligero, que aunque el cuchillo de dos brazos fuera en descargar el golpe fue el primero. alcanzar a herirle no pudiera.

(1) Leopardo o guepardo.

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Mil golpes por el aire arroja en vano Andrea, de empacho ardiendo en rabia viva, el furioso italiano embravecido, sintiéndose de un hombre así apurado, viendo cómo desnudo un araucano, firme en el suelo con los pies estriba, y él armado, le tiene en tal partido; cobrando esfuerzo del horno sacado; la izquierda junta a la derecha mano, y de manera sobre Rengo arriba, y, apretando la espada de corrido, que de tierra lo lleva levantado, al bárbaro arremete altos los brazos, que era de fuerza grande y de gran prueba pensando dividirle en dos pedazos. bastante a comportar la carga nueva.

El araucano, con mañoso brío, Yo vi entre muchos jóvenes valientes baja la maza firme lo esperaba; sobre pruebas de fuerza porfiando, mas el cuerpo hurtó con un desvío, trabar él una cuerda con los dientes, al tiempo que el cuchillo derribaba; asiendo cuatro de ella y estribando así que el brazo y golpe dio en vacío, todos a un tiempo a partes diferentes, y de la fuerza inmensa que llevaba, a su pesar llevarlos arrastrando, el gran cuchillo sustentar no pudo, y de solo los dientes se valía, quedando allí con solo medio escudo. que las manos atrás presas tenía.

Pues como tal lo vio, suelta la maza, Y con facilidad y poca pena cerrando el presto bárbaro de hecho, la mayor bota o pipa que hallaba, y cuerpo a cuerpo así con él se abraza, capaz de veinte arrobas de agua llena, que le imprime las mallas en el pecho; de tierra un codo y más la levantaba; no por esto el lombardo se embaraza; y suspendida, sin verter, serena, mas piensa de él así haber más derecho, la sed por largo espacio mitigaba, y con brazos durísimos lo aferra, bajándola después al suelo llano, creyendo levantarlo de la tierra. como si fuera un cántaro liviano.

Lo que el valiente Alcides hizo a Anteo, Aconteció otras veces, barqueando quiso el nuestro hacer del araucano; ríos en esta tierra caudalosos, mas no salió fortuna a su deseo, ir la corriente el ímpetu esforzando, y así el deseado efecto salió en vano; a desbravar en riscos peñascosos; que el esforzado Rengo de un rodeo arrebatando el barco, no bastando le lleva largo trecho por el llano, la fuerza de los remos presurosos, sobre los cuerpos muertos tropezando, y él, cubierto de malla como estaba, siempre con más furor sobre él cargando. luego animoso al agua se arrojaba;

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y una cuerda en la boca, revolviendo La espada le atraviesa el brazo fuerte, al furioso raudal el duro pecho, abriéndole en el lado una herida; los pies y fuertes brazos sacudiendo, mas fue tal su ventura y buena suerte, rompía por el canal casi derecho; que no le privó el golpe de la vida; remolcando la barca y resistiendo el bárbaro en ponzoña se convierte el ímpetu del agua del estrecho, y con braveza fuera de medida, la sacaba a la orilla en salvamento, con el fiero enemigo fue en un punto haciendo otras mil cosas que no cuento. descargando la maza todo junto.

A Rengo aquí también sobrepujaba, El italiano en alto el medio escudo que no fue de su fuerza menor prueba; alzó por recoger el golpe extraño; pero Rengo, que en ira se abrasaba, pero del otro resistir no pudo, viendo que sin firmarse alto lo lleva, aunque se reparó parte del daño; hizo por fuerza pie, y sobre él tornaba, batióle la cabeza el golpe crudo, sacando la vergüenza fuerza nueva; y, cual si el morrión fuera de estaño pero al cabo los dos se desasieron, y no de fuerte pasta bien templado, y otra vez a las armas acudieron. así de aquella vez quedó abollado.

Y comienza de nuevo el fiero asalto, Dos o tres pasos dio, desvanecido, como si descansaran todo el día, del golpe el italiano vacilando, ora presto por bajo, ora por alto, perdida la memoria y el sentido, sin miedo el uno al otro acometía; y anduvo por caer titubeando: Rengo, que de armadura estaba falto, la sangre por el uno y otro oído con tal destreza y maña se regía, le reventó en gran flujo, como cuando que sostiene en un peso aquella guerra, revienta de abundancia alguna fuente, no perdiendo una mínima de tierra. y en pie se tuvo bien difícilmente.

Con presteza una vez tal golpe asienta Pero, vuelto en su acuerdo, que se mira el valiente cristiano por un lado, lleno de sangre y puesto en tal estado, que toda la persona le atormenta, más furioso que nunca, ardiendo en ira según que fue de fuerza muy cargado; de verse así de un bárbaro tratado, otro redobla, y otro, y, a mi cuenta, el brazo con el pie diestro retira al cuarto que bajaba más pesado, para tomar más fuerza, y el pesado el astuto italiano se desvía, cuchillo derribó con tal ruido, y de una punta al bárbaro hería. que revocó en los montes del sonido.

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Rengo, que el gran cuchillo bajar siente Pasa al Andrea de un golpe el estofado y el ímpetu y furor con que venía, no reparando en él la cruda espada, cruzando la alta maza osadamente, que rompiendo la malla por un lado al reparo debajo se metía; le penetró hasta el hueso la estocada; no fue la asta defensa suficiente vuelve con un mandoble, y, recatado por más barras de acero que tenía, Andrea, viendo venir la cuchillada, que a tierra vino de ella una gran pieza, fue tan presto con él por resistirle, y el furioso cuchillo a la cabeza. que no le dejó tiempo de herirle.

Fue este golpe terrible y peligroso, Sin darle más lugar con él se aferra, por do una roja fuente manó luego, donde en satisfacción de la herida y anduvo por caer Rengo dudoso, alzándole bien alto de la tierra, atónito y de sangre casi ciego; de espaldas le tendió con gran caída; el italiano allí no perezoso, y por dar presto fin a aquella guerra, viendo que no era tiempo de sosiego, la espada le quitó y luego la vida, baja otra vez el gran cuchillo agudo, metiéndose tras esto por la parte con todo aquel valor que dalle (1) pudo. que andaba más sangriento el fiero Marte.

En medio de la frente en descubierto Hiende por do el montón ve más estrecho; hiere al turbado Rengo el italiano ¡triste de aquel que allí con él se junta! y hubiérale de arriba abajo abierto, Uno parte al través, otro al derecho, si no torciera al descargar la mano; otro al sesgo, otro ensarta de una punta, el golpe fue de llano, y como muerto otros que tiende, aún no bien satisfecho vino al suelo tendido el araucano, a coces los quebranta y descoyunta; y el cuchillo del golpe atormentado, brazos, cabezas, por el aire avienta, por tres o cuatro partes fue quebrado. sin términos, sin número ni cuenta.

Crino, que volvió el rostro al gran ruido El buen Lasarte con la diestra airada, del poderoso golpe y la caída, en medio del furor se desenvuelve: viendo al valiente Rengo así tendido, pasa el pecho a Talcuén de una estocada pensó que era pasado de esta vida, y sobre Titaguán furioso vuelve; y de amistad y deudo conmovido, abrióle la cabeza desarmada, la espada de su propio amo homicida, mas el rabioso bárbaro revuelve, que en Penco Tucapel ganado había, y antes que la alma diese, le da un tajo, en venganza del bárbaro esgrimía. que se tuvo al arzón con gran trabajo.

(1) Darle.

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Pacheco a Norpa abrió por el costado, Mas, aunque de vivir desconfiaban, y a Longoval derriba tras el muerto, perdida de vencer ya la esperanza, pues Juan Gómez, también por aquel lado, el punto de la muerte dilataban de fresca sangre bárbara cubierto por morir con alguna más venganza; había de un golpe a Colca derribado y no por esto el paso retiraban, y al Galvo el desarmado vientre abierto; ni el pecho rehusaban de la lanza, el bárbaro mortal, la color vuelta, ni por mover un paso, como digo, dio en el postrer suspiro la alma envuelta. dejasen de ofender al enemigo.

Gabriel de Villagrán no estaba ocioso, Cuatro aquí, seis allí, por todos lados que a Zinga y Pillolco había tendido vienen sin detenerse a tierra muertos, y andaba revolviéndose animoso, unos de mil heridas desangrados, entre los hierros bárbaros metido; de la cabeza al pecho otros cubiertos; el rumor de las armas sonoroso, otros por las espaldas y costados; los varios apellidos y el ruido, los bravos corazones descubiertos a las aves confusas y turbadas así dentro en los pechos palpitaban, hacen estar mirándolos, paradas. que bien el gran coraje declaraban.

Crece la rabia y el furor se enciende, Quién en sus mismas tripas tropezando, la gente por juntarse se apiñaba, al odioso enemigo arremetía, que ya ninguno más lugar pretende quién por veinte heridas resollando del que para morir en pie bastaba; las cubiertas entrañas descubría; quién corta, quién barrena, rompe, hiende, allí se vio la vida estar dudando y era el estrecho tal y prisa brava, por qué puerta de súbito saldría; que sin caer los muertos, de apretados, al fin salía por todas y a un momento quedaban a los vivos arrimados. faltaba fuerza, vida, sangre, aliento.

La soberbia, furor, desdén, denuedo, Ya, pues, no estaba en pie la octava parte la prisa de los golpes y dureza, de los bárbaros muertos no rendidos. figurara del todo aquí no puedo Villagrán, que miraba esto de aparte, ni la pluma llevar con tal presteza; viendo los que quedaban tan heridos, de la muerte ninguno tiene miedo, les envió con dos indios de su parte antes, si vuelve el rostro, más tristeza a decir que se entreguen por vencidos, mostraban, porque claro conocían sometiéndose al yugo y obediencia que vencidos quedaban si vivían. y que usará con ellos de clemencia.

© Pehuén Editores, 2001 ) 159 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Todos los españoles retrajeron Si el crudo Sila, si Nerón sangriento las espadas y el paso en el momento, (por más sed que de sangre ellos mostraran) y los dos mensajeros propusieron de ella vieran aquí el derramamiento, el pacto, condición y ofrecimiento; yo tengo para mí que se hartaran; pero los araucanos, cuando oyeron pues con mayor rigor, a su contento, aquel partido infame, el corrimiento en viva sangre humana se bañaran, fue tanto y su coraje, que respuesta que en campo Marcio Sila carnicero no dieron a la plática propuesta. y en el foro de Roma el bestial Nero.

Los ojos contra el cielo vueltos braman: Quedaron por igual todos tendidos “¡Morir, morir!”, no dicen otra cosa. aquellos que rendir no se quisieron, Morir quieren, y así la muerte llaman, que, ya al fin de la vida conducidos, gritando: “¡Afuera, vida vergonzosa!” a la forzosa muerte se rindieron; Esta fue su respuesta y esto claman los laxos españoles mal heridos y a dar fin a la guerra sanguinosa de la cercada plaza se salieron, se disponen con ánimo y braveza, de armas y cuerpos bárbaros tan llena, sacando nuevas fuerzas de flaqueza. que sobre ellos andaban a gran pena.

Espaldas con espaldas se juntaban, Ningún bárbaro en pie quedó en el fuerte, algunos de rodillas combatiendo, ni brazo que mover pudiese espada; que las tullidas piernas les faltaban, solo Mallén, que el punto de la muerte sostenerse sobre ellas no pudiendo le dio de vivir gana acelerada; y aun así las espadas rodeaban; y, rendido al temor y baja suerte, otros, que ya en el suelo retorciendo, viéndose de una fiera cuchillada se andaban por dañar lo que podían, en el siniestro brazo malherido, a los contrarios pies se revolvían. detrás de un paredón se había escondido.

Viéranse vivos cuerpos desmembrados No sintiendo el rumor que antes se oía, con la furiosa muerte porfiando, que en torno retumbaba todo el llano, en el lodo y sangraza derribados, que, como dije, ya la muerte había que rabiosos se andaban revolcando; puesto silencio con airada mano, de la suerte que vemos los pescados dejó aquel paredón y a ver salía cuando se va algún lago desaguando, si hallaba por allí algún araucano que entre dos elementos se estremecen a quien se encomendar que le salvase y en ellos revolcándose perecen. y la sensible llaga le apretase.

© Pehuén Editores, 2001 ) 160 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Mas cuando vio la plaza cual estaba, “¿Por qué al temor doy fuerzas, dilatando y en sus amigos tal carnicería, con prolijas razones mi jornada? que aunque la muerte los desfiguraba, ¿Arrepentirme qué aprovecha, cuando la envidia conocidos los hacía; ya el arrepentimiento vale nada?” con ira vergonzosa presentaba Aquí cerró la voz, y no dudando, la espada al corazón, y así decía: entrega el cuello a la homicida espada; “¿Cómo yo solo quedo por testigo corriendo con presteza el crudo filo, de la muerte y valor de tanto amigo? sin sazón de la vida cortó el hilo.

“Cobarde corazón, por cierto indino Cese el furor del fiero Marte airado de algún golpe de espada valerosa, y descansen un poco las espadas, pues fue por elección y no destino entre tanto que vuelvo al comenzado perder una sazón tan venturosa; camino de las naves derramadas; tú me apartaste (¡oh flaco!) del camino que contra el necio Noto porfiando de un eterno vivir, y a vergonzosa de Neptuno las olas levantadas, muerte he venido ya con mengua tuya, proejando por fuerza iba rompiendo, por más que la mi diestra lo rehúya. del viento y agua el ímpetu venciendo.

“Si a mi sangre con esta del Estado Por entre aquellas islas navegaron mezclarse aquí le fuere concedido, de Sangallá, do nunca habita gente, viendo mi cuerpo entre estos arrojado, y las otras ignotas se dejaron aunque de brazo débil ofendido, a la diestra de parte del Poniente, quizá seré en el número contado a Chaule a la siniestra, y arribaron de los que así su patria han defendido; en Arica, y después difícilmente mas, ¡ay, triste de mí!, que en la herida vimos a Copiapó, valle primero será mi flaca mano conocida. del distrito de Chile verdadero.

“¿Qué indicios bastarán, qué recompensa, Allí con libertad soplan los vientos, qué enmienda puedo dar de parte mía, de sus cavernas cóncavas saliendo, que yo satisfacer pueda a la ofensa y furiosos, indómitos, violentos, hecha a mi honor y patria y compañía? todo aquel ancho mar van discurriendo: Yo turbo el claro honor y fama inmensa rompiendo la prisión y mandamientos de tantos, pues podrán decir que había de Eolo su rey, el cual, temiendo entre ellos quien de miedo bajamente que el mundo no arruinen, los encierra del enemigo apenas vio la frente. echándoles encima una gran sierra.

© Pehuén Editores, 2001 ) 161 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

No con esto su furia corregida, A la gente y caballos aguardaban, viéndose en sus cavernas apremiados, que por áspera tierra y despoblados buscan con gran estruendo la salida rompiendo con esfuerzo caminaban, por los huecos y cóncavos cerrados; de hambres y trabajos fatigados; y así la firme tierra removida pero a cualquier fortuna contrastaban, tiembla, y hay terremotos tan usados, y desde poco a la ciudad llegados derribando en los pueblos y montañas un mes en mucho vicio reposaron, hombres, ganados, casas y cabañas. hasta que los caballos reformaron.

Menguan allí las aguas, crece el día Al fin del cual sin esperar la flota, al revés de la Europa, porque es cuando reparados del áspero camino, el sol del Equinoccio se desvía toman de su demanda la derrota (1), y al Capricornio más se va acercando; llevando a la derecha el mar vecino; pues desde allí las naves, que a porfía pasan la fértil Ligua, y a Quillota corren al mar, y al Austro contrastando, la dejaron a un lado, que convino de Bóreas ayudadas luego fueron, entrar en Mapochó, que es do pararon y en el puerto coquímbico surgieron. las reliquias de Penco que escaparon.

Apenas en la deseada arena, El sol del común Géminis salía, salidos de las naos, el pie firmamos, trayendo nuevo tiempo a los mortales, cuando el prolijo mar, peligro y pena y del solsticio por cenit hería de tan largos caminos olvidamos; las partes y región septentrionales: y a la nueva ciudad de La Serena, cuando es mayor la sombra al mediodía que es dos leguas del puerto, caminamos por este apartamento en las australes, en lozanos caballos guarnecidos, y los vientos en más libre ejercicio al esperado tiempo prevenidos. soplan con gran rigor del austral quicio.

Donde un caricioso acogimiento Nosotros, sin temor de los airados a todos nos hicieron y hospedaje, vientos, que entonces con mayor licencia estimando con grato cumplimiento andan en esta parte derramados, el socorro y larguísimo viaje; mostrando más entera su violencia, y de dulce refresco y bastimento a las usadas naves retirados al punto se aprestó el matalotaje, con un alegre alarde y apariencia con que se reparó la hambrienta armada, las aferradas áncoras alzamos, del largo navegar necesitada. y al Noroeste las velas entregamos.

(1) Derrotero, ruta.

© Pehuén Editores, 2001 ) 162 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

La mar era bonanza; el tiempo, bueno; La braveza del mar, el recio viento, el viento, largo, fresco y favorable; el clamor, alboroto, las promesas, desocupado el cielo y muy sereno el cerrarse la noche en un momento con muestra y parecer de ser durable; de negras nubes, lóbregas y espesas; seis días fuimos así; pero, al seteno, los truenos, los relámpagos sin cuento, Fortuna, que en el bien jamás fue estable, las voces de pilotos y las priesas, turbó el cielo de nubes, mudó el viento, hacen un son tan triste y armonía, revolviendo la mar desde el asiento. que parece que el mundo perecía.

Bóreas furioso aquí tomó la mano “¡Amaina! ¡Amaina!”, gritan marineros, con presurosos soplos esforzados, “¡Amaina la mayor! ¡Iza trinquete!”, y súbito en el mar tranquilo y llano esfuerzan esta voz los pasajeros, se alzaron grandes montes y collados; y a la triza un gran número arremete; los españoles, que el furor insano los otros en tropel corren ligeros vieron del agua y viento atribulados, a la escota, a la braza, al chafaldete; tomaran por partido estar en tierra, mas del viento la fuerza era tan brava, aunque del todo hubiera fin la guerra. que ningún aparejo gobernaba.

De mi nave podré solo dar cuenta, Abrese el cielo, el mar brama alterado, que era la capitana de la armada, gime el soberbio viento embravecido; que arrojada de la áspera tormenta en esto, un monte de agua, levantado andaba sin gobierno derramada; sobre las nubes con una gran ruido, pero ¿quién será aquel que en tal afrenta embistió el galeón por un costado estará tan en sí, que falte en nada? llevándolo un gran rato sumergido, Que el general temor apoderado y la gente tragó del temor fuerte no me dejó aun para esto reservado. a vueltas de agua la esperada muerte.

Con tal furia a la nave el viento asalta Mas quiso Dios que de la suerte, como y fue tan recto y presto el terremoto, la gran ballena, el cuerpo sacudiendo, que la cogió la vela mayor alta, rompe con el furioso hocico romo y estaba en punto el mástil de ser roto; de las olas el ímpetu venciendo, mas viendo el tiempo así turbado, salta, descubre y saca el espacioso lomo, diciendo a grandes voces el piloto: en anchos cercos la agua revolviendo; “¡Larga la triza en banda! ¡ Larga! ¡ Larga! así debajo el mar salió el navío, ¡Larga presto, ay de mí! ¡Que el viento carga!” vertiendo a cada banda un grueso río.

© Pehuén Editores, 2001 ) 163 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

El proceloso Bóreas, más crecido, La nao, del mar y viento contrastada, la mar hasta los cielos levantaba, andaba con la quilla descubierta, y aunque era un mangle el mástil muy fornido, ya sobre sierra de agua levantada, sobre la proa la alta gavia estaba; ya debajo del mar toda cubierta; la gente con gran fuerza y alarido vino en esto de viento una agrupada, en amainar la vela porfiaba, que abrió a la agua furiosa una ancha puerta, que en forma de arco al mástil oprimía rompiendo del trinquete la una escota, y así la racamenta no corría. y la mura mayor fue casi rota.

Eolo, ya fuese acaso, o se doliendo Alzóse un alarido entre la gente, del afligido pueblo castellano, pensando haber del todo zozobrado; iba al valiente Bóreas recogiendo, miran al gran piloto atentamente, queriendo él encerrarle por su mano; que no sabe mandar de atribulado. y abriendo la caverna, no advirtiendo Unos dicen: “¡Zaborda!” Otros: “¡Detente! al Céfiro, que estaba más cercano, ¡Cierra el timón en banda!” Y cuál, turbado, rotas ya las cadenas a la puerta, buscaba escotillón, tabla o madero, salió bramando al mar, viéndola abierta. para tentar el medio postrimero.

Y con violento soplo arrebatando Crece el miedo, el amor se multiplica. cuantas nubes halló por el camino, Uno dice: “¡A la mar!” Otro: “¡Arribemos! se arroja al levantado mar, cerrando Otro da grita: “¡Amaina!” Otro replica: más la noche con negro torbellino; “¡A orza! ¡No amainar, que nos perdemos!” y las valientes olas, reparando Otro dice: “¡Herramientas! ¡Pica, pica! que del furioso cierzo repentino, ¡Mástiles y obras muertas derribemos!” iban la vía siguiendo, las airaba, Atónita de acá y de allá, la gente y el removido mar más se alteraba. corre en montón confuso, diligente.

Súbito la borrasca y travesía Las gúmenas y jarcias rechinaban, y un turbión de granizo sacudieron del turbulento Céfiro estiradas, por un lado a la nao, y así pendía, y las hinchadas olas rebramaban que al mar las altas gavias descendieron. en las vecinas rocas quebrantadas, Fue la furia tan presta, que aun no había que la oscura tiniebla penetraban; amainado la gente, cuando vieron y ser razón de nubes intrincadas: los pilotos la costa y viento airado, y así en las peñas ásperas batían, rindiendo la esperanza al duro hado. que blancas hasta el cielo resurtían,

© Pehuén Editores, 2001 ) 164 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Travesía en el viento y por vecina PARTE SEGUNDA la brava costa de arrecifes llena, que del grande reflujo en la marina hervía el agua mezclada con la arena; rota la escota, larga la bolina, suelto el trinquete, sin calar la entena, y la poca esperanza quebrantada por el furioso viento arrebatada. PRÓLOGO AL LECTOR

POR HABER PROMETIDO DE PROSEGUIR ESTA HISTORIA, no con poca dificultad y pesadumbre le he continuado, y aunque esta segunda parte de La Araucana no muestra el trabajo que me cuesta, todavía quien la leyere podrá considerar el que se habrá pasado en escribir dos libros de ma- teria tan áspera y de poca variedad, pues desde el principio hasta el fin, no contiene sino una misma cosa, y haber de caminar siempre por el rigor de una verdad y camino tan desierto y estéril, paréceme que no habrá gusto que no se canse de seguirme. Así, temeroso de esto, quisiera mil veces mezclar algunas cosas diferentes; pero acordé de no mudar estilo, porque lo que digo se me tomase en descuento de las faltas que el libro lleva; autorizándole con escribir en él el alto principio que el rey nuestro señor dio a sus obras con el asalto y entrada de San Quintín, por habernos dado aquel mismo día los araucanos en el fuerte de la Concepción. Así mismo, trato el rompimiento de la batalla naval que el señor don Juan de Austria venció en Lepanto. Y no es poco atrevimiento querer poner dos cosas tan grandes en lugar tan humulde; pero todo lo merecen los araucanos, pues ha de treinta años que sustentan su opinión, sin jamás habérseles caído las armas de las manos, no defendiendo grandes ciudades y riquezas, pues de su voluntad ellos mismos han abrasado las casas y haciendas que tenían, por no dejar de gozar al enemigo; mas solo defienden unos terrenos secos (aunque muchas veces humedecidos con nuestra sangre) y campos incultos y pedregosos. Y, siempre permaneciendo en su firme propósito y entereza, dan materia larga a los escritores. Yo dejo mucho, y aun lo más principal por escribir, para el que quisiere tomar el trabajo de hacerlo, que el mío lo doy por bien empleado, si se recibe con la voluntad que a todos lo ofrezco.

© Pehuén Editores, 2001 ) 165 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

CANTO XVI

EN ESTE CANTO SE ACABA LA TORMENTA. CONTIENESE LA ENTRADA DE LOS ESPAÑOLES EN EL PUERTO DE LA CONCEPCIÓN E ISLA DE TALCAHUANO; EL CONSEJO GENERAL QUE LOS INDIOS EN EL VALLE DE ONGOLMO TUVIERON; LA DIFERENCIA QUE ENTRE PETEGULEN Y TUCAPEL HUBO, ASÍ MISMO EL ACUERDO QUE SOBRE ELLA SE TOMÓ.

Salga mi trabajada voz y rompa el son confuso y mísero lamento con eficacia y fuerza, que interrompa el celeste y terrestre movimiento; la fama, con sonora y clara trompa, dando más furia a mi cansado aliento, derrame en todo el orbe de la tierra las armas, el furor y nueva guerra.

Dadme, ¡oh sacro Señor!, favor, que creo que es lo que más aquí puede ayudarme, pues en tan gran peligro yo no veo sino nuestra fortuna en que salvarme; mirad dónde me ha puesto el buen deseo; favoreced mi voz con escucharme, que luego el bravo mar, viéndoos atento, aplacará su furia y movimiento.

© Pehuén Editores, 2001 ) 166 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Y a vuestra nave, el rostro revolviendo, Con la congoja del morir presente, la socorred en este grande aprieto, las voces y las lástimas crecían, que, si decirse es lícito, yo entiendo que llevadas del Céfiro inclemente, que a vuestra voluntad todo es sujeto; lejos las rocas cóncavas herían aunque el soberbio mar, contraviniendo pilotos, marineros y la gente, de los hados el áspero decreto, como locos, sin orden discurrían. arrancando las peñas de su suelo, Unos dicen: “¡Alarga!” Y otros: “¡Iza!” mezcle sus altas olas con el cielo. Quién por ir a la escota va a la triza.

Espero que la rota nave mía El uno con el otro se atraviesa, ha de arribar al puerto deseado, y así, turbado del temor, se impide; a pesar de los hados y porfía quién a públicas voces se confiesa del contrapuesto mar y viento airado; y a Dios perdón de sus errores pide; que procuran así impedir la vía quién hace voto expreso, quién promesa, y diferir el término llegado quién de la ausente madre se despide, en que la antigua causa tan reñida haciendo el gran temor siempre mayores por vuestra parte había de ser vencida. los lamentos, plegarias y clamores.

Los cuatro poderosos elementos, Por otra parte el cielo riguroso contra la flaca nave conjurados, del todo parecía venir al suelo, traspasando sus términos y asientos, y el levantado mar tempestuoso iban del todo ya desordenados, con soberbia hinchazón subir al cielo. indómitos, airados y violentos, ¿Qué es esto, Eterno Padre poderoso? removidos, revueltos y mezclados, ¿Tanto importa anegar un navichuelo, en su antigua discordia y fuerza entera, que el mar, el viento y cielo, de tal modo, como en el caos y confusión primera. pongan su fuerza extrema y poder todo?

Pues de tantos contrarios combatida, No la barca de Amiclas asaltada la quebrantada nave, forcejeando, fue del viento y del mar con tal porfía, iba casi de un lado sumergida, que, aunque de leños frágiles armada, las poderosas olas contrastando; el peso y ser del mundo sostenía; mas ya el furioso viento y mar rendida, ni la nave de Ulises, ni la armada sin poder resistir, se va acercando que de Troya escapó el último día, a los yertos peñascos levantados, vieron con tal furor el viento airado, de las violentas olas azotados. ni el removido mar tan levantado.

© Pehuén Editores, 2001 ) 167 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

La confianza y ánimo más fuerte Luego, pues que la súbita alegría, al temor se entregaban importuno, lanzó fuera al temor desconfiado que la espantosa imagen de la muerte y a su lugar volvió la sangre fría se le imprimió en el rostro a cada uno; que había los miembros ya desamparado; del todo ya rendidos a su suerte, la esforzada y contrita compañía, sin esperanza de remedio alguno, el rostro al cielo en lágrimas bañado, el gobierno dejaban a los hados, con oración devota y sacrificio corriendo acá y allá desatinados. dio las gracias a Dios del beneficio.

Cuando un golpe de mar incontrastable, Mas el hinchado mar embravecido, bramando en un turbión de viento envuelto, y el indómito viento rebramando, rompió de la gran mura un grueso cable, al bajel acometen con ruido, cubriendo el galeón ya todo vuelto; en vano, aunque se esfuerza, porfiando; pero aquí sucedió un caso notable, que la fortuna de Felipe asido y fue que el puño del trinquete suelto, a jorro (1) le llevaba remolcando trabó del gran vaivén a la pasada sobre las altas olas espumosas, en un diente de la áncora amarrada. aún de anegar los cielos deseosas. En esto la cerrada niebla oscura Y cual si fuera estaca mal asida por el furioso viento derramada, la arranca de su asiento y la arrebata, descubrimos al Este la Herradura y acá y allá del viento sacudida y al Sur la isla de Talca levantada; todo lo abate, rompe y desbarata; reconocida ya nuestra ventura, mas Dios, que de los suyos no se olvida y la araucana tierra deseada, (aunque a veces su favor dilata), viendo el morro de Penco descubierto, hizo que en el bauprés dichosamente arribamos a popa sobre el puerto. el áncora aferrase el corvo diente. El cual está amparado de una isleta La vela se fijó y, en el momento, que resiste al furor del Norte airado, gobernó el galeón rumbo derecho y los continuos golpes de mareta (2) y a despecho del mar y recio viento, que le baten furiosos de aquel lado: botando a orza el timón salió al lebecho (1): la corva y larga punta una caleta fue tanto nuestro súbito contento, hace, y seno tranquilo y sosegado, que el temeroso inadvertido pecho do las cansadas naves, como digo, pudo sufrir difícilmente a un punto hallan seguro albergue y dulce abrigo. el extremo de pena y gozo junto. (1) Libre, exento. (1) Lebeche: viento sudeste. (2) Mar, marea (rima con «caleta»).

© Pehuén Editores, 2001 ) 168 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

La nave sin gobierno destrozada No es poético adorno fabuloso, surgió al alto reparo de una sierra, mas cierta historia y verdadero cuento, en gruesa amarra y áncora afirmada, ora fuese algún caso prodigioso, que con tenace diente aferró tierra; o extraño agüero y triste anunciamiento; apenas la alta vela fue amainada, ora violencia de astro riguroso, cuando el alegre estruendo de la guerra ora inusado y rapto movimiento, nos extendió (tocando en los oídos) ora el andar el mundo (y es más cierto), los ánimos y nervios encogidos. fuera de todo término y concierto.

La isleta es habitada de una gente Que el viento ya calmaba, y, en poniendo esforzado, robusta y belicosa, el pie los españoles en el suelo, la cual, viendo una nave solamente cayó un rayo de súbito volviendo venida allí por suerte venturosa, en viva llama aquel nudoso velo, gritando: “¡Guerra! ¡Guerra!”, alegremente y en forma de lagarto discurriendo toma las fieras armas y, furiosa, se vio hender una cometa el cielo; con gran rebato y prisa repentina, el mar bramó, y la tierra, resentida corre en tropel confuso a la marina. del gran peso, gimió como oprimida.

En la falda de un áspero recuesto Cortó súbito allí un temor helado en formado escuadrón se representa, la fuerza a los turbados naturales, y nosotros, con ánimo dispuesto por siniestro pronóstico tomado a cualquiera peligro y grande afrenta, de su ruina y venideros males, arremetimos a las armas presto, viendo aquel movimiento desusado que el trabajo pasado y la tormenta y los prodigios tristes y señales nos hizo a todos estimar en nada que su destrozo y pérdida anunciaban cualquiera otro peligro y gran jornada. y a perpetua opresión amenazaban.

Con recobrado aliento y nuevo brío De esto medrosos aguardar no osaron, corrimos al batel, de la manera que soltando las armas ya rendidas, que si lejos de tierra, en un bajío, del cerrado escuadrón se derramaron, encallada la nave ya estuviera procurando salvar las tristes vidas; y por los anchos lados el navío el patrio nido al fin desampararon, sus dos grandes bateles echó fuera, y con mujeres, hijos y comidas, en los cuales saltamos tanta gente, por secretos caminos y senderos cuanta pudo caber estrechamente. se escaparon en balsas y maderos.

© Pehuén Editores, 2001 ) 169 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Luego los nuestros, sin parar corriendo, Luego los instrumentos convenientes las casas yermas, chozas y moradas al uso militar y a la vivienda, iban en todas partes descubriendo, sacamos en las partes competentes, las rústicas viandas levantadas; que no hay quien lo impida, ni defienda; y con gran diligencia previniendo donde todos a un tiempo diligentes, los caminos, las sendas y paradas, cuál arma un pabellón, cuál toldo o tienda, por cavernas y espesos matorrales, quién fuego enciende y en el casco usado buscaban los ausentes naturales. tuesta el húmedo trigo mareado (1).

Donde en breve sazón fueron hallados La negra noche horrenda y espantosa, algunos pobres indios escondidos, cubriendo tierra y mar cayó del cielo, otros en poblezuelos salteados, dejando antes de tiempo presurosa, que aún no estaban del miedo apercibidos; envuelto el mundo en tenebroso vuelo; mas con buen tratamiento asegurados, no quedó pabellón, tienda ni cosa dándoles jotas (1), llautos y vestidos que el viento allí no la abatiese al suelo, y palabras de amor los aquietaban, pareciendo con nuevo movimiento y a sus casas de paz los enviaban. desencajar la isleta de su asiento. Hasta que el tardo y deseado día Dándoles a entender que nuestro intento las nubes desterró y dejó sereno y causa principal de la jornada el cielo, revistiendo de alegría era la religión y salvamento el aire oscuro y húmedo terreno; de la rebelde gente bautizada; luego la trabajada compañía, que en desprecio del Santo Sacramento, conociendo el instable (2) tiempo bueno, la recibida ley y fe jurada, procura reparar con diligencia habían pérfidamente quebrantado del riguroso invierno la violencia. y las armas ilícitas tomado. Unos prestos destechan los pajizos Pero que si quisiesen convertirse albergues de los indios ausentados; a la cristiana ley que antes tenían otros con tablas, ramas y carrizos, y a la fe quebrantada reducirse, al nuevo alojamiento van cargados que al grande Carlos Quinto dado habían, y sobre troncos de árboles rollizos, en todas las más cosas convertirse en las hondas arenas afirmados, a su provecho y cómo podrían, gran número de ranchos levantamos haciéndoles con prendas, firme y cierto y, en breve espacio, un pueblo fabricamos. cualquier partido lícito y concierto. (1) Mojado por el mar. (1) Ojotas: especie de sandalias de cuero. (2) Inestable.

© Pehuén Editores, 2001 ) 170 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Del modo que se ven los pajarillos En el valle de Ongolmo congregados de la necesidad misma instruidos, los dieciséis caciques araucanos por techos y apartados rinconcillos y algunos capitanes señalados tejer y fabricar los pobres nidos: de los interesados comarcanos, que de pajas, de plumas y ramillos todos en general deliberados van y vienen los picos impedidos, de venir con nosotros a las manos; así en el yermo y descubierto asiento sobre el lugar, el tiempo y aparejo, fabrica cada cual su alojamiento. entraron los caciques en consejo.

Ya que todos, Señor, nos alojamos Rengo también con ellos, que admitido en el húmedo sitio pantanoso, fue al consejo de guerra por valiente, y con industria y arte reparamos que, si ya os acordáis, quedó aturdido la furia del invierno riguroso, en Mataquito entre la muerta gente: las necesarias armas aprestamos, pero volvió después de su sentido soltando con estrépito espantoso y al cabo se escapó dichosamente; la gruesa y reforzada artillería, que, aunque falto de sangre, tuvo suerte que en torno, tierra y mar temblar hacía. contra la furia de la airada muerte.

En las remotas bárbaras naciones, Caupolicán, en medio de ellos puesto, el grande estruendo y novedad sintieron; a todos con los ojos rodeando, pacos, vicuñas, tigres y leones que, con silencio y ánimo dispuesto, acá y allá medrosos discurrieron; estaban sus razones aguardando; los delfines, nereidas y tritones con sesgo pecho y con sereno gesto, en sus hondas cavernas se escondieron, la voz en tono grave levantando, deteniendo confusos sus corrientes rompió el mudo silencio y echó fuera los presurosos ríos y las fuentes. la soberbia intención de esta manera:

Sintióse en el Estado la estampida “Esforzados varones, ya es venido y algunos tan atónitos quedaron, (según vemos las muestras y señales) que la dura cerviz, nunca oprimida, aquel felice tiempo prometido sobre los yertos pechos inclinaron; en que habemos de hacernos inmortales; así avisados ya de la venida que la Fortuna próspera ha traído los instrumentos bélicos tocaron, de las últimas partes orientales descosiendo por todas las riberas tantas gentes en una compañía sus lucidos pendones y banderas. para que la venzáis en solo un día.

© Pehuén Editores, 2001 ) 171 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Y a costa y precio de su sangre y vidas “Pero sola una cosa me detiene, del todo eternicéis vuestras espadas, haciéndome dudar el rompimiento, y nuestras viejas leyes oprimidas y es la cierta noticia que se tiene sean en su libre fuerza restauradas; que es mucha gente y mucho el regimiento; que por remotos reinos extendidas así que claro vemos que conviene han de ser inviolables y sagradas, gran resistencia y grande movimiento; viviendo en igualdad debajo de ellas, que siempre de estimar poco las cosas, cuantos viven debajo las estrellas. suceden las dolencias peligrosas.

“Y pues que con tan loco pensamiento “Que pues el sitio y puesto que han tomado estas gentes se os han desvergonzado, es por natura fuerte y recogido, y en vuestra tierra y defendido asiento del mar y altos peñascos rodeado, las banderas tendidas han entrado, por todas partes libre y defendido; es bien que el insolente atrevimiento será de más provecho y acertado quede con nuevo ejemplo castigado, que a su plática y trato deis oídos, antes que, dando cuerda a su esperanza y que no se les niegue y contradiga, les dé fuerza y consejo la tardanza. pues que solo el oír a nadie obliga.

“Así, en resolución, me determino “Que no podrá dañar, y en el comedio (si, señores, también os pareciere) podréis apercibir y juntar gente, que demos con asalto repentino y en secreto aprestar para el remedio sobre ellos lo mejor que se pudiere; todo lo necesario y conveniente; y nadie piense que hay otro camino en las cosas difíciles dar medio, sino el que con su fuerza y brazo abriere; proveer a cualquier inconveniente, que las rabiosas armas en las manos, atajar y romper los pasos llanos los han de dar por justos o tiranos.” y al cabo remitirnos a las manos.”

A la plática fin con esto puso, No pudo decir más, que ardiendo en ira, y el buen Peteguelén, viejo severo, el bravo Tucapel, con voz furiosa por más antiguo su razón propuso, diciendo (la atajó). “Quien tanto mira como soldado y sabio consejero, jamás emprenderá jornada honrosa; diciendo-. “¡Oh capitanes!, no rehuso y si todo el Estado se retira, de derramar mi sangre yo el primero, por parecerle que esta es peligrosa, que, aunque por mi vejez parezca helada, yo solo tomaré, sin compañía, en el pecho me hierve alborotada. las armas, causa y cargo a cuenta mía.

© Pehuén Editores, 2001 ) 172 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Por ventura, ¿tenéis desconfianza ¡Quién pudiera pintar el rostro esquivo de vuestras propias fuerzas tan probadas? que Tucapel mostraba contra el cielo, Pues, en cuanto arrojar pueden la lanza lanzando por los ojos fuego vivo, y rodear los brazos las espadas, no se dignando de mirar al suelo! dais causa que se note en vos mudanza, Dijo: “Al fin pensamiento tan altivo y que vuestras victorias mancilladas ya es digno del furor de Tucapelo; queden con bajo y mísero partido, mas por mi honor y por tu edad quería y nuestro honor y crédito ofendido. que metieses contigo compañía.”

“Pues entended que, mientras yo tuviere El viejo respondió: “Jamás de ajenas fuerza en el brazo y voz en el senado, fuerzas en ningún tiempo me ha ayudado, diga Peteguelén lo que quisiere, ni de sangre aún están vacías mis venas, que esto ha de ser por armas sentenciado; ni siento el brazo así debilitado, y quien otro camino pretendiere, que no te piense dar las manos llenas.” primero le abrirá por mi costado; Mas Rengo, su sobrino, levantado, que esta ferrada maza y no oraciones, se atravesó, diciendo: “El desafió les ha de dar las causas y razones. acepto yo, si quieres, por mi tío.”

“Si los que aquí os preciáis de bien hablados, “Quiérolo, pido y soy de ello contento el ánimo os bastare y el denuedo (gritaba Tucapel), y a diez contigo.” de combatir sobre esto, en campo armados Mas saltando Orompello de su asiento, os probaré más claro lo que puedo; dijo: “Tú lo has de haber, Rengo, conmigo.” mas queréis os mostrar tan concertados, “También enmendaré tu atrevimiento”, que, llamando prudencia a lo que es miedo, responde el fiero Rengo. “Y más, te digo, por no poner en riesgo vuestra vida, que en poco tu amenaza y campo estimo a todo, con parlar, daréis salida.” después que haya acabado el de tu primo.”

Peteguelén responde: Pues no halla Tucapelo le dijo: “Castigarte nunca en ti la razón acogimiento, pienso de tal manera yo primero, yo solo, viejo, quiero la batalla que le cabrá a Orompello poca parte, y castigar tu loco atrevimiento; que, a bien librar, serás mi prisionero. de piel curtida, armados o de malla, Afuera, afuera, ¡sus!, haceos aparte, con lanza, espada o maza a tu contento, que dilatar el término no quiero, para mostrar que en justas ocasiones pues armas, tiempo y voluntad tenemos, tengo más largas manos que razones.” sino que luego aquí lo averigüemos.”

© Pehuén Editores, 2001 ) 173 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Rengo y Peteguelén le respondieran “Y lo que da señal clara que sea a un tiempo con las armas y razones, cierta vuestra caída y mi recelo, si en medio a la sazón no se pusieran es que ya la Fortuna titubea muchos caciques nobles y varones, y comienza a turbarse nuestro cielo; pidiendo que suspendan y difieran cuando un gran edificio se ladea, aquellas amenazas y cuestiones, no está muy lejos de venir al suelo; hasta que la Fortuna declarada la máquina que en falso asiento estriba, diese próspero fin a la jornada. su misma pesadumbre la derriba.

Caupolicán estaba ya impaciente “Por lo cual ya, si mi opinión no yerra, de ver que Tucapelo cada día, según el proceder y los indicios, en guerra, en paz, injusta o justamente, temo, y con gran razón de ver por tierra sin ninguna atención los revolvía; nuestros mal cimentados edificios; mas hubo de llevarlo blandamente, y convertido el uso de la guerra que el tiempo y la sazón lo requería, en serviles y bajos ejercicios, y así, con gravedad y manso ruego, quebrantándose al fin vuestra protervia, la furia mitigó y apagó el fuego. fundada en una vana y gran soberbia.

Quedando entre ellos puesto y aceptado “Muerto a Lautaro vemos y perdidas que, luego que la guerra concluyesen, con gran deshonra nuestras tres banderas, el viejo y Tucapel, en estacado, rotas nuestras escuadras y tendidas francos de solo a solo, combatiesen; al viento y sol por pasto de las fieras, después que Tucapel y Rengo armado las fuerzas y opiniones divididas, así mismo su causa definiesen. lleno el campo de gentes extranjeras, El rumor aplacado, Colocolo y las furiosas armas alteradas les comenzó a decir, hablando solo: contra sus mismos pechos declaradas.

“Generosos caciques, si licencia “Mirad que así, por ciega inadvertencia, tenemos de decir lo que alcanzamos la patria muere y libertad perece, los que por largos años y experiencia pues con sus mismas armas y potencia los futuros sucesos rastreamos; al derecho enemigo favorece; vemos que nuestras fuerzas y potencia incurable y mortal es la dolencia en solo destruirnos las gastamos, cuando a la medicina no obedece y el tirado cuchillo apoderado y bestial la pasión y detestable sobre nuestras gargantas levantado. que no sufre el consejo saludable.

© Pehuén Editores, 2001 ) 174 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“¿Por qué con tanta saña procuramos “Pero, pues tanto esfuerzo en vos se encierra ir nuestra sangre y fuerzas apocando que a veces, por ser tanto, lo condeno, y envueltos en civiles armas damos y de vuestras hazañas no esta tierra fuerza y derecho al enemigo bando? mas todo el universo anda ya lleno; ¿Por qué con tal furor despedazamos cese, cese el furor y civil guerra, esta unión invencible, condenando y por el bien común tener por bueno nuestra causa aprobada y armas justas, no romper la hermandad con torpes modos, justificando en todo las injustas? pues que miembros de un cuerpo somos todos.

“¿Qué rabia o qué rencor desatinado “Si a la cansada edad y largos días habéis contra vosotros concebido algún respeto y crédito se debe, que así queréis que el araucano Estado mirad a estas antiguas canas mías venga a ser por sus manos destruido y al bien público y celo que me mueve, y en su virtud y fuerzas ahogado, para que difiráis vuestras porfías quede con nombre infame sometido por alguna sazón y tiempo breve, a las extrañas leyes y gobierno hasta que el español furor decline en dura servidumbre y yugo eterno? y la causa común se determine.

“Volved sobre vosotros, que sin tiento “Y pues de vuestra discreción espero corréis a toda prisa a despeñaros; que os pondrá en el camino que conviene, refrenad esa furia y movimiento traer otras razones más no quiero, que es la que puede en esto más dañaros. pues con la voz la razón tal fuerza tiene; ¿Sufrís al enemigo en vuestro asiento dejadas, pues, aparte, lo primero que quiere como a brutos conquistaros, que venir a las manos nos detiene y no podéis sufrir aquí impacientes y pone freno y límite al deseo los consejos y avisos convenientes? es el poco aparejo que aquí veo.

“Que es cierto falta de ánimo y bastante, “Que por todas las partes nos divide indicio de flaqueza disfrazada, este brazo de mar que veis en medio teniendo al enemigo tan delante, y nuestra pretensión y paso impide revolver contra sí la propia espada, sin tener de pasaje algún remedio; por no esperar con ánimo constante y pues el enemigo se comide los duros golpes de fortuna airada a tratar de concierto y nuevo medio a los cuales resiste el pecho fuerte aunque nunca pensemos aceptarlos, que no quiere acabarlo con la muerte. no nos podrá dañar el escucharlos.

© Pehuén Editores, 2001 ) 175 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Pues por este camino tomaremos Despachado de allí con diligencia lengua de su intención y fundamento al joven Millalauco generoso, que cuando no sea lícita podremos hombre de gran lenguaje y experiencia, venir de todo en todo rompimiento; cauto, sagaz, solícito y mañoso; también en este término haremos que con fingida muestra y apariencia de armas y munición preparamento, de algún partido honesto y medio honroso, que estas serán, al fin, las que de hecho nuestro intento y designio penetrase habrán de declarar este derecho. y el sitio, gente y número notase.

“Mas conviene advertir, claros varones, El cual por los caciques instruido para llevar las cosas bien guiadas, (según el tiempo) en lo que más convino, que nuestras exteriores intenciones en una larga góndola metido, vayan siempre a la paz enderezadas, sin más que detener tomó el camino mostrándonos de flacos corazones y, de los prestos remos impelido, las fuerzas y esperanzas quebrantadas en breve a nuestro alojamiento vino, y la tierra de minas de oro rica, adonde sin estorbo, libremente, cebo goloso en que esta gente pica. saltó luego seguro con su gente.

“Quizá por este término sacalla Al puerto habían también con fresco viento podremos del isleño sitio fuerte tres naves de las nuestras arribado, y con fingida paz aseguralla, llenas de armas, de gente y bastimento trayéndola por mañas a la muerte; con que fue nuestro campo reforzado; y sin rumor, ni muestra, ni batalla; era tanto el rubor y movimiento abramos la carrera de tal suerte, del bélico aparato, que admirado que venga a tierra firme, confiada el cauteloso Millalauco estuvo en el seguro paso y franca entrada.” y así confuso un rato se detuvo.

A su habla dio fin el sabio anciano Mas sin darlo a entender, disimulando, y hubo allí pareceres diferentes, por medio del bullicio atravesaba, diciendo que el peligro era liviano los judiciosos ojos, rodeando para tanto temor e inconvenientes; las armas, gente y ánimos notaba pero Purén, Lincoya y Talcahuano y el negocio entre sí considerando Lemolemo, Elicura, más prudentes, el deseado fin dificultaba, al parecer del viejo se arrimaron viendo cubierto el mar, llena la tierra y así a los más los menos se allanaron. de gente armada y máquinas de guerra.

© Pehuén Editores, 2001 ) 176 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Llegando al pabellón de don García, hallándome con otros yo presente, con una moderada cortesía nos saludó a su modo alegremente, levantando la voz; pero la mía, que fatigada de cantar se siente, no puede ya llevar un tono tanto y así es fuerza de dar fin a este canto.

CANTO XVII

HACE MILLALAUCO SU EMBAJADA. SALEN LOS ESPAÑOLES DE LA ISLA, LEVANTANDO UN FUERTE EN EL CERRO DE PENCO: VIENEN LOS ARAUCANOS A DARLES EL ASALTO. CUENTASE LO QUE EN AQUEL MISMO TIEMPO PASABA SOBRE LA PLAZA FUERTE DE SAN QUINTÍN.

Nunca negarse deben los oídos a enemigos ni amigos sospechosos, que tanto os dejan más apercibidos cuanto vos los tenéis por cautelosos; escuchados serán más entendidos, ora sean verdaderos o engañosos, que siempre por señales y razones se suelen descubrir las intenciones.

Cuando piensan que más os desatinan con su máscara falsa y trato extraño, os despiertan, avisan, encaminan y, encubriendo descubren el engaño; veis el blanco y el fin adonde atinan, el pro y el contra, el interés y el daño; no hay plática tan doble y cautelosa que de ella no se infiera alguna cosa.

© Pehuén Editores, 2001 ) 177 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Y no hay pecho tan lleno de artificio “Pues notorio os será lo que se extiende que no se le penetre algún conceto, el nombre y grande crédito araucano, que las lenguas al fin hacen su oficio que los extraños términos defiende y más si el que oye sabe ser discreto; y asegura debajo de su mano; nunca el hablar dejó de dar indicio, y también de vosotros ya se entiende ni el callar descubrió jamás secreto; que, movidos de celo y fin cristiano, no hay cosa más difícil, bien mirado, con gran moderación y disciplina que conocer un necio, si es callado. venís a derramar vuestra doctrina.

Y es importante punto y necesario “Siendo, pues, esto así, como la muestra tener el capitán conocimiento que habéis dado hasta aquí lo verifica, del arte y condición del adversario, y la buena opinión y fama vuestra de la intención, designio y fundamento, con claras y altas voces lo publica; si es cuerdo y reportado o temerario, yo os vengo a asegurar de parte nuestra, de pesado o ligero movimiento, y así a todos por mí se os certifica, remiso o diligente, incauto, astuto, que la ofrecida paz tan deseada vario, indeterminable o resoluto. será por los caciques aceptada.

Así vemos que el bárbaro senado, “Que el ínclito senadó habiendo oído por saber la intención del enemigo, de vuestra parte algunas relaciones, al cauto Millalauco había enviado con sabio acuerdo y parecer, movido debajo de figura y voz de amigo; por legítimas causas y razones, que, con semblante y ánimo doblado, quiere aceptar la paz, quiere partido mostrándose cortés, como atrás digo, de lícitas y honestas condiciones, el rostro a todas partes revolviendo, para que no padezca tanta gente alzó recio la voz, así diciendo: del pueblo simple y género inocente.

“Dichoso capitán y compañía, “Que si la fe inviolable y juramento a quien por bien de paz soy enviado de vuestra parte con amor pedido, del araucano estado y señoría, y el gracioso y seguro acogimiento con voz y autoridad del gran senado: de nuestra voluntad libre ofrecido, no penséis que el temor y cobardía pueden dar en las cosas firme asiento jamás nos haya a término cegado, con honra igual y lícito partido, de usar (necesitados de remedio) sin que los nuestros súbditos Estados de algún partido infame y torpe medio. vengan por tiempo a ser menoscabados.

© Pehuén Editores, 2001 ) 178 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“A Carlos, sin defensa y resistencia, Hizo luego sacar a dos sirvientes, por amigo y señor le admitiremos, por más confirmación, algunos dones, y el servicio indebido y obediencia ropas de mil colores diferentes, de nuestra voluntad le ofreceremos; jotas, llantos, chaquiras y listones, mas si queréis llevarlo por violencia, insignias y vestidos competentes antes los propios hijos comeremos, a nobles capitales y varones, y veréis con valor nuestras espadas siendo de Millalauco recibido por nuestro mismo pecho atravesadas. con palabras y término cumplido.

“Pero por trato llano, sin recelo Así que con semblante y apariencia podréis por vuestro rey alzar bandera, de amigo agradecido y obligado, que el Estado, las armas por el suelo, pidiendo al despedir grata licencia, con los brazos abiertos os espera, a la barca volvió que había dejado, reconociendo que el benigno cielo y con la acostumbrada diligencia, le llama a paz segura y duradera, al tramontar del sol, llegó al Estado, quedando para siempre lo pasado do recibido fue con alegría en perpetuo silencio sepultado.” de toda aquella noble compañía.

Aquí dio fin al razonar, haciendo Visto el despacho y la ocasión presente, a su modo y usanza una caricia, los caciques la junta dividieron, siempre en su proceder satisfaciendo y, dando muestra de esparcir la gente, a nuestra voluntad y a su malicia; a sus casas de paz se retrujeron, y el bárbaro poder, disminuyendo, adonde, sin rumor, secretamente, nos aumentaba el ánimo y codicia, las engañosas armas previnieron, dándonos a entender que había flaqueza moviendo del común las voluntades, y abundancia de bienes y riqueza. aparejadas siempre a novedades.

Oída la embajada, don García, Nosotros, no sin causa sospechosos, haciéndole gracioso acogimiento, allí más de dos meses estuvimos, en suma respondió que agradecía y a las lluvias y vientos rigurosos la propuesta amistad y ofrecimiento, del implacable invierno desistimos; y que en nombre del rey satisfaría mas, pasado este tiempo, deseosos su buena voluntad con tratamiento; de saber su intención, nos resolvimos que no solo no fuesen agraviados, en dejar el isleño alojamiento, mas de muchos trabajos relevados. haciendo en tierra firme nuestro asiento.

© Pehuén Editores, 2001 ) 179 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Ciento treinta mancebos florecientes Y aunque era en esta tierra el tiempo cuando fueron en nuestro campo apercibidos, Virgo alargaba aprisa el corto día, hombres trabajadores y valientes las variables horas restaurando, entre los más robustos escogidos, que usurpadas la noche le tenía; de armas y de instrumentos convenientes antes que la alba fuese desterrando secreta y sordamente prevenidos; las nocturnas estrellas, parecía yo con ellos, también, que vez ninguna la cumbre del collado levantada, dejé de dar un tiento a la Fortuna. de gente y animales ocupada.

Para que en un pequeño cerro exento, Cuáles con barras, picos y azadones sobre la mar vecina relevado, abren los fosos hondos y señales; levantasen un muro de cimiento, cuáles con corvos y anchos cuchillones, de fondo y ancho foso rodeado; hachas, sierras, segures y destrales, donde pudiese estar sin detrimento cortan maderos gruesos y troncones, nuestro pequeño ejército alojado, y, fijados en tierra con tapiales en cuanto los caballos arribaban, y trabazón de leños y fajinas, que ya teníamos nueva que marchaban. levantan los traveses y cortinas.

Pues, salidos a tierra, entenderían No con tanto hervor la tiria gente, la intención de los bárbaros dañada, en la labor de la ciudad famosa, que en secreto las armas prevenían solícita, oficiosa y diligente, con falso rostro y amistad doblada; andaba en todas partes presurosa, de do, si se moviesen, les darían ni César levantó tan de repente algún asalto y súbita ruciada, en Dirrachio la cerca milagrosa que, quebrantando el ánimo y denuedo, con que cercó el ejército esparcido, viniesen a la paz de puro miedo. del enemigo yerno inadvertido.

Era imaginación fuera de tino Cuanto fue de nosotros coronada pensar que los soberbios araucanos de una gruesa muralla la montaña, quisiesen de concordia algún camino, de hondo y ancho foso rodeada, viéndose con las armas en las manos; con ocho gruesas piezas de campaña, pero con la presteza que convino, siendo a vista de Arauco levantada los ciento y treinta jóvenes lozanos bandera por Felipe, rey de España, pasaron a la tierra sin ayuda, tomando posesión de aquel Estado más que al amparo de la noche muda. con lo demás del padre renunciado.

© Pehuén Editores, 2001 ) 180 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Túvose por un caso nunca oído, Juntos para el efecto en Talcahuano, de tanto atrevimiento y osadía, dos millas poco más del fuerte asiento, entre la gente práctica tenido el esforzado mozo Gracolano, más por temeridad que valentía; de gran disposición y atrevimiento, que en el soberbio Estado así temido, dijo en voz alta: “¡Oh gran Caupolicano!, los ciento y treinta, en poco más de un día, si en algo es de estimar mi ofrecimiento, pudiésemos salir con una cosa prometo que mañana en el asalto tanto cuanto difícil peligrosa. arbolaré mi enseña en lo más alto.

Nuestra gente del todo recogida, “Y porque a ti, señor, y a todos quiero la cual luego segura al fuerte vino, haceros de mis obras satisfechos, que el alto sitio y pólvora temida con esta usada lanza me prefiero hizo fácil y llano aquel camino; de abrir lugar por los contrarios pechos por las anchas cortinas repartida, y que será mi brazo el que primero según y por el orden que convino, baraúste (1) las armas y pertrechos, nos pusimos allí, todos a una, aunque más dificulten la subida, debajo del amparo de Fortuna. y todo el universo me lo impida.”

La pregonera fama, ya volando Así dijo, y los bárbaros en esto, por el distrito y término araucano, porque ya las estrellas se mostraban, iba de legua en legua acrecentando al fuerte en escuadrón, con paso presto, el abreviado ejército cristiano; cubiertos de la noche se acercaban, la gente popular amedrentando y en una gran barraca, oculto puesto, con un hueco rumor y estruendo vano, al pie de la montaña reparaban, que lo incierto a veces certifica aguardando en silencio aquella hora y lo cierto si es mal lo multiplica. que suele aparecer la clara aurora.

Llegada, pues, la voz a los oídos Aquella noche yo, mal sosegado, de nuestros enemigos conjurados, reposar un momento no podía, no mirando a los tratos y partidos o ya fuese el peligro o ya el cuidado por una parte y otra asegurados; que de atribuir entonces yo tenía; con súbita presteza apercibidos así, imaginativo y desvelado, de municiones, armas y soldados, revolviendo la inquieta fantasía, sin aguardar a más, trataron luego quise de algunas cosas de esta historia de darnos el asalto a sangre y fuego. descargar con la pluma la memoria.

(1) Desviar.

© Pehuén Editores, 2001 ) 181 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

En el silencio de la noche oscura, Vestida de los pies a la cintura, en medio del reposo de la gente, de la cintura a la cabeza armada queriendo proseguir con mi escritura, de una escamosa y lúcida armadura, me sobrevino un súbito accidente; su escudo al brazo, al lado la ancha espada, cortóme un hielo cada coyuntura, blandiendo en la derecha la asta dura, turbóseme la vista de repente, de las horribles Furias rodeada, y, procurando de esforzarme en vano, el rostro airado, la color teñida, se me cayó la pluma de la mano. toda de fuego bélico encendida.

Quisiérame quejar, mas fue imposible, La cual me dijo: “¡Oh mozo temeroso!, del accidente súbito impedido, el ánimo levanta y confianza, que el agudo dolor y mal sensible reconociendo el tierno venturoso me privó del esfuerzo y del sentido; que te ofrece tu dicha y buena andanza; pero, pasado el término terrible, huye del ocio torpe y perezoso, y en mi primero ser restituido, ensancha el corazón y la esperanza del tormento quedé de tal manera y aspira a más de aquello que pretendes, cual si de larga enfermedad saliera. que el cielo te es propicio si lo entiendes.

Luego que con suspiros trabajados, “Que, viéndote a escribir aficionado, deshogando (1), las ansias aflojaron, como se muestra bien por el indicio, mis decaídos ojos, agravados pues nunca te han la pluma destemplado del gran quebrantamiento se cerraron; las fieras armas y áspero ejercicio; así los laxos miembros relajados tu trabajo tan fiel considerado, al agradable sueño se entregaron, solo movida de mi mismo oficio, quedando por entonces el sentido te quiero yo llevar en una parte en la más noble parte recogido. donde podrás sin límite ensancharte.

No bien al dulce sueño y al reposo “En campo fértil, lleno de mil flores, dejado el quebrantado cuerpo había, en el cual hallarás materia llena cuando, oyendo un estruendo sonoroso, de guerras más famosas y mayores que estremecer la tierra parecía donde podáis alimentar la vena; con gesto altivo y término furioso y si quieres de damas y de amores delante una mujer se me ponía, en verso celebrar la dulce pena, que luego vi en su talle y gran persona tendrás mayor sujeto y hermosura, ser la robusta y áspera Belona. que en la pasada edad y en la futura.

(1) Desahogando.

© Pehuén Editores, 2001 ) 182 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Sígueme”, dijo al fin, y yo admirado, Era el fresco lugar aparejado viéndola revolver por donde vino, a todo pasatiempo y ejercicio; con paso largo y corazón osado, quién sigue ya de aquel, ya de este lado, comencé de seguir aquel camino, de la Diana el duro oficio; dejando del siniestro y diestro lado ora atraviesa el puerco, ora el venado, dos montes, que el Atlante y Apenino ora salta la liebre y, con el vicio, con gran parte no son de tal grandeza, gamuzas, capriolas (1) y corcillas ni de tanta espesura y aspereza. retozan con la hierba y florecillas.

Salimos a un gran campo, a do natura Quién, el ciervo herido rastreando, con mano liberal y artificioso, de la llanura al monte atravesaba; mostraba su caudal y hermosura quién, el cerdoso puerco fatigando, en la varia labor maravillosa, los osados lebreles ayudaba; mezclando entre las hojas y verdura quién, con templados pájaros volando, el blanco lirio y encarnada rosa, las altaneras aves remontaba; junquillos, azahares y mosquetes, acá matan la garza, allá la cuerva, azucenas, jazmines y violetas. aquí el celoso gamo, allí la cierva.

Allí las claras fuentes murmurando Estaba medio a medio de este asiento el deleitoso asiento atravesaban, en forma de pirámide un collado, y los templados vientos respirando redondo en igual círculo y exento, la verde hierba y flores alegraban; sobre todas las tierras empinado; pues los pintados pájaros volando y, sin saber yo cómo, en un momento, por los copados árboles cruzaban, de la fiera Belona arrebatado, formando con su canto y melodía en la más alta cumbre de él me puso, una acorde y dulcísima armonía. quedando de ello atónito y confuso.

Por mil partes en corros derramadas Estuve tal un rato de repente, vi gran copia (1) de Ninfas muy hermosas, viéndome arriba, que mirar no osaba, unas en varios juegos ocupadas, tanto que acá y allá medrosamente otras cogiendo flores olorosas los temerosos ojos rodeaba; otras süavemente y acordadas, allí el templado céfiro clemente, cantaban dulces letras amorosas, lleno de olores varios respiraba, con cítaras y liras en las manos, hasta la cumbre altísima el collado diestros sátiros, faunos y silvanos. de verde hierba y flores coronado.

(1) Abundancia. (1) Cabras.

© Pehuén Editores, 2001 ) 183 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Era de altura tal que no podría “Viendo el hijo la próspera carrera un liviano neblí subir a vuelo, del victorioso padre retirado, y así no sin temor me parecía, por hacer la esperanza verdadera mirando abajo, estar cerca del cielo, que siempre de sus obras había dado, de donde con la vista descubría por el principio y ocasión primera la grande redondez del ancho suelo, aquel copioso ejército ha juntado, con los términos bárbaros ignotos, para bajar de la enemiga Francia hasta los más ocultos y remotos. la presunción, orgullo y arrogancia.

Viéndome, pues, Belona allí subido, “Aquella es San Quintín, que ves delante, me dijo: “El poco tiempo que te queda que en vano contraviene a su ruina, para que puedas ver lo prometido, principal, plaza importante, hace que detenerme más no pueda; y del furor del gran Felipe dina (1); mira aquel grueso ejército movido, hállase dentro de ella el almirante, el negro humo espeso y polvareda, debajo cuyo mando y disciplina en el confín de Flandes y de Francia está gran gente práctica de guerra sobre una plaza fuerte de importancia. a la defensa y guarda de la tierra.

“Después que Carlos Quinto hubo triunfado “En tres partes allí, como se muestra, de tantos enemigos y naciones, el enemigo campo se reparte; y como invicto príncipe hollado Cáceres con su , a mano diestra, las árticas y antárticas regiones, donde está de Felipe el estandarte; triunfó de la fortuna y vano estado, el pronto Navarrete, a la siniestra, y asegura su fin y pretensiones con el conde de Mega, y de la parte dejando la imperial investidura del burgo, Julián con tres naciones, en dichosa ocasión y coyuntura. españoles, tudescos y valones.

“Y movido de pío y santo celo “Llegamos, pues, a tiempo que seguro que del gobierno y público tenía, podrás ver la contienda porfiada, pareciéndole poco lo del suelo, y sin escalas por el roto muro según lo que en el pecho concebía, entrar los de Felipe a pura espada; vuelta la mira y pretensión al cielo, verás el fiero asalto y trance duro, el peso que en los hombros sostenía y, al fin, la fuerte Francia aportillada; le puso en los del hijo, renunciados que al riguroso hado incontrastable todos sus reinos, títulos y estados. no hay defensa ni plaza inexpugnable.

(1) Digna.

© Pehuén Editores, 2001 ) 184 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Conviéneme partir de aquí al momento a meterme entre aquellos escuadrones y remover con nuevo encendimiento los unos y los otros corazones; tú, desde aquí, podrás mirar atento las diferentes armas y naciones, y escribir de una y otra la fortuna, dando su justa parte a cada una.”

Luego la diosa airada y compañía por el aire en tropel se deslizaron, CANTO XVIII y, en un instante, sin torcer la vía (cual presto rayo), a San Quintín bajaron; donde, atizando el fuego ya que ardía, DA EL REY DON FELIPE EL ASALTO A SAN QUINTÍN; ENTRA EN ELLA con la amiga Discordia se juntaron, VICTORIOSO: VIENEN LOS ARAUCANOS SOBRE EL FUERTE DE LOS ESPAÑOLES. que andaba entre las huestes y compañas infundiéndoles ira en las entrañas. Cuál será el atrevido que presuma reducir el valor vuestro y grandeza En esto el fiero ejército furioso, a término pequeño y breve suma por la señal postrera ya movido, y tan humilde estilo y tanta alteza? en un turbión espeso y polvoroso, Que aunque por campo próspero la pluma corre al batido muro defendido; corra con fértil vena y ligereza, ¿quién fuera de lenguaje tan copioso, tanto el sujeto y la materia arguye, que pudiera explicar lo que aquí vido? (1). que todo la deshace y disminuye. Mas, aunque mi caudal no llegue a tanto, haré lo que pudiere en otro canto. Y el querer atreverme a tanto creo que me será juzgado a desatino, pues llegado a razón yo mismo veo que salgo de los términos a tino; mas de serviros siempre el gran deseo, que siempre me ha tirado a este camino, quizá adelgazará mi pluma ruda y la torpeza de la lengua muda.

(1) Vio.

© Pehuén Editores, 2001 ) 185 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Y así vuestro favor, del cual procede Vieran en las entradas defendidas esta mi presunción y atrevimiento, gran contienda, revuelta y embarazos, es el que ahora pido y el que puede muertes extrañas, golpes y heridas enriquecer mi pobre entendimiento; de poderosos y gallardos brazos; que si por vos, señor, se me concede cabezas hasta el cuello y más hendidas lo que a nadie negáis, soltaré al viento y cuerpos divididos en pedazos, con ánimo la ronca voz medrosa, que no bastaban petos ni celadas indigna de contar tan grande cosa. contra el bruto rigor de las espadas.

Y de vuestra largueza confiado La plaza se expugnaba y defendía por la justa razón con que lo pido, con esfuerzo y valor por todos lados, espero que, señor, seré escuchado, era cosa de ver la herrería que basta para ser favorecido. de las armas y arneses golpeados; Volviendo a proseguir lo comenzado, la espantosa y horrenda artillería, dije en el canto atrás que arremetido las bombas y artificios arrojados había el furioso campo por tres vías de pólvora, alquitrán, pez y resina, a las aportilladas baterías. aceite, plomo, azufre y trementina.

Y en la veloz corrida contrastando Y a vueltas un granizo y lluvia espesa los tiros y defensas contrapuestas, de lanzas y saetas arrojaban, lo va todo rompiendo y tropellando peñas, tablas, maderos que a gran priesa con animoso pecho y manos prestas de los muros y techos arrancaban; y a los batidos muros arribando, la fiera rabia y gran tesón no cesa, por los lados y partes más dispuestas, hieren, matan, derriban y así andaban los unos y los otros se afrentaron los unos y los otros tan revueltos, y los ánimos y armas se tentaron. en horror, fuego, sangre y humo envueltos.

Los franceses con muestra valerosa, Unos la entrada sin temor defienden armas y defensivos instrumentos con libre y animosa confianza; resisten la llegada impetuosa otros de miedo por vivir ofenden, y los contrarios ánimos sangrientos; poniéndoles esfuerzo la esperanza: mas la gente española más furiosa otros que ya la vida no pretenden, cuando topaba más impedimento, procuran de su muerte la venganza con temoso coraje y porfiado y que caigan sus cuerpos de manera rompe lo más difícil y cerrado. que al enemigo cierran la carrera.

© Pehuén Editores, 2001 ) 186 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Como el furor indómito y violencia Fue presto allí Andalot, que encomendada de una corriente y súbita avenida le estaba la defensa de aquel lado; que si halla reparo y resistencia he aquí también por la tercera entrada, hierve y crece allí la agua detenida; que Julián Romero había asaltado, al fin con mayor ímpetu y potencia la suspensa fortuna declarada, bramando abre el camino y la salida, abriendo paso al detenido hado, que la defensa rompe y desbarata la mano a don Felipe dio de modo, y en violento furor las arrebata. que vencedor en Francia entró del todo.

De tal manera la francesa gente, Cortó luego un temor y frío hielo sin bastar resistencia y fuerza alguna, los ánimos del pueblo enflaquecido la arrebató la próspera corriente rompiendo el aire espeso y alto cielo del hado de Felipe y su fortuna, un general lamento y alarido; que ya sin poder más forzadamente las armas arrojadas por el suelo, a la furia rendida, por la una escogiendo el vivir ya por partido, parte que estaba Cáceres dio entrada acordaron con mísera huida a su enemiga gente encarnizada. perder la plaza y guarecer la vida.

Y aunque por esta parte el almirante Pero los vencedores cuando vieron el golpe de la gente resistía, su gran temor y poco impedimento, no fue ni pudo al cabo ser bastante los brazos altos y armas suspendieron, a la pujanza y furia que venía; por no manchar con sangre el vencimiento, quedó en prisión con otros y adelante y sin hacer más golpe arremetieron, la victoriosa y fiera compañía, vuelto en codicia aquel furor sangriento, dejando eterna lástima y memoria, al esperado saco de la tierra, iba siguiendo el hado y la victoria. premio de la común gente de guerra.

Pues en esta sazón, por la otra parte Quién las herradas puertas golpeando que el diestro Navarrete peleaba, quebranta los cerrojos reforzados, sin ser ya la francesa gente parte, quién por picas y gúmenas trepando a puro hierro la española entraba; entra por las ventanas y tejados; y a despecho y pesar del fiero Marte, acá y allá rompiendo y desquiciando, que los franceses brazos esforzaba, sin reservar lugares reservados, haciendo gran destrozo y cruda guerra las casas de alto a bajo escudriñaban de rota a más andar ganaban tierra. y a tiento sin parar corriendo andaban.

© Pehuén Editores, 2001 ) 187 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Como el furioso fuego de repente Mas el pío Felipe, antes que entrasen, cuando en un barrio o vecindad se enciende, había mandado a todas las naciones que con rebato súbito la gente que con grande cuidado reservasen corre con prisa y al remedio atiende, las mujeres y casas de oraciones; y, por todas las partes francamente, y amigos y conformes evitasen quién entra, sale, sube, quién desciende, pendencias peligrosas y cuestiones, sacando uno arrastrando, otro cargado que del saco y la presa a cada una el mueble de las llamas escapado. diese su parte franca la Fortuna.

Así la fiera gente victoriosa Las mujeres que acá y allá perdidas, con prestas manos y con pies ligeros llevadas del temor sin tiento andaban, de la golosa presa codiciosa, por orden de Felipe recogidas abre puertas, ventanas y agujeros, en seguro lugar las retiraban, sacando diligente y presurosa donde de fieles guardas defendidas, cofres, tapices, camas y rimeros, del bélico furor las amparaban, y lo de más y menos importancia, que aunque fueron sus casas saqueadas, sin dejar una mínima ganancia. las honras les quedaron reservadas.

No los ruegos, clamores y querellas Que los fieros soldados obedientes que los distantes cielos penetraban, al cristiano y expreso mandamiento, de vïudas y huérfanas doncellas; se mostraban en esto continentes la insaciable codicia moderaban; frenando aún el primero movimiento: antes, rompiendo sin piedad por ellas, la revuelta y la mezcla de las gentes, a lo más defendido se arrojaban, la mucha confusión y poco tiento, creyendo que mayor ganancia había hizo que el daño en la ciudad creciese donde más resistencia se hacía. y un repentino fuego se encendiese.

Viéranse ya las vírgenes corriendo Súbito allí la llama alimentada, por las calles, sin guarda, a la ventura, arrojando espesísimas centellas, los bellos rostros con rigor batiendo, del fresco viento céfiro ayudada, lamentando su hado y suerte dura, procuraba subir a las estrellas; y las míseras monjas, que rompiendo la miserable gente afortunada, sus estatutos, límite y clausura, con dolorosas voces y querellas, de aquel temor atónito llevadas, fijos los tiernos ojos en el cielo van acá y allá descarriadas. desmayando, esforzaban más el duelo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 188 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

A todas partes gritos lastimosos “De esta guerra y rencores encendidos en vano por el aire resonaban entre la España y Francia así arraigados, y los tristes franceses temerosos resultarán conciertos y partidos, en las contrarias armas se arrojaban, por una y otra parte procurados; eligiendo por fuerza vergonzosos en los cuales serán restituidos el modo de morir que rehusaban, al duque de Saboya sus estados, antes que, como flacos encerrados, con otros muchos medios provechosos, ser en llamas ardientes abrasados. en bien de Francia y a la España honrosos.

Mas del piadoso rey la gran clemencia “Y para que más quede asegurada había las fieras armas embotado, la paz con hermandad y firme asiento, que, con remedio puesto y diligencia, con la prenda de Enrico más amada todo el furor y fuego fue apagado; contraerá don Felipe casamiento; al fin, sin más defensa y resistencia, pero la cruda muerte acelerada dentro de San Quintín quedó alojado, temprano deshará este ayuntamiento; con la llave de Francia ya en la mano, que el alto cielo así lo determina hasta París abierto el paso llano. y el decreto fatal y orden divina.

El sol ya poco a poco declinaba “En este tiempo Francia corrompida, al hemisferio antártico encendido, la católica ley adulterando, cuando yo, que alegrísimo miraba negará la obediencia al rey debida, todo lo que en mi canto habéis oído, las sacrílegas armas levantando; vi cerca una mujer que me hablaba, y con el cebo de la suelta vida más blanco que la nieve su vestido, cobrará la maldad fuerza, juntando grave, muy venerable en el aspeto, de gente infiel ejército formado persona al parecer de gran respeto. contra la Iglesia y propio rey jurado.

Diciendo: “Si las cosas que dijere “Por insolencias viejas y pecados por cierta y verdadera profecía, vendrá el reino a ser casi destruido, dificultosa alguna pareciere, y Carlos de sus pérfidos soldados créeme, que no es ficción ni fantasía; a término dudoso reducido; mas lo que el Padre Eterno ordena y quiere serán con desacato derribados allá en su excelso trono y jerarquía, los suntuosos templos y ofendido al cual está sujeto lo más fuerte, el mismo sumo Dios y Sacramento, el hado, la Fortuna, el tiempo y muerte. sobrando a la maldad su sufrimiento.

© Pehuén Editores, 2001 ) 189 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Mas vuestro rey con presta providencia, “Luego en el año próximo siguiente previniendo al futuro daño luego, toda la Cristiandad amenazando, atajará en España esta dolencia la gruesa armada del infiel potente con rigor necesario, a puro fuego; irá contra el Poniente navegando; curada la perversa pestilencia, con tan gran aparato y tanta gente, las armas enemigas del sosiego, que temblarán las costas, y, arribando con furia moverá contra el Oriente, a la isla de Malta, dará fondo, enviando al Peñón su armada gente. que boja (2) veinte leguas en redondo.

“Aunque no pueda de la vez primera “Donde el grande maestre y caballeros conseguir el efecto deseado, que dentro asistirán en este medio, volverá la segunda de manera con otros capitanes forasteros, que el áspero Peñón será expurgado; ofrecerán las vidas al remedio; y, dejando segura la carrera y siempre constantísimos y enteros y el morisco contorno amedrentado, resistirán gran tiempo el fuerte asedio, por causa de los puertos e invernada, haciendo en la defensa tales cosas, retirará la victoriosa armada. que se podrán tener por milagrosas.

“Vendrán a España, a la sazón, de Hungría “Serán batidos de uno y otro lado dos príncipes de alteza soberana, por la tierra, por mar, por bajo y alto, hijos de César Máximo y María, y el fuerte de Santelmo aportillado, de Carlos hija y de Felipe hermana entrando a hierro en el noveno asalto; que acrecentando el gozo y la alegría el cual suceso al pueblo bautizado harán aquella corte y era ufana; pondrá en grande peligro y sobresalto: el mayor es Rodolfo; el otro, Ernesto, porque en el puerto la turquesca armada que a la fama darán material presto. tendrá por las bocas franca entrada.

“Y de sus altas obras prometiendo “Allí se verán hechos señalados, en su pequeña edad grande esperanza, difíciles empresas peligrosas, en años y virtud irán creciendo, ánimos temerarios arrojados, virtud y años muy dignos de alabanza; cuando las esperanzas más dudosas; en quienes se verá resplandeciendo postas, muros y fosos arrasados, un excelso valor y la crianza crudas heridas, muertes lastimosas, del barón Dietristán, persona dina (1) casos grandes, sucesos infinitos, de dar a tales príncipes doctrina. dignos de ser para en eterno escritos.

(1) Digna. (1) Mide de perímetro.

© Pehuén Editores, 2001 ) 190 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Mas, cuando ya no baste esfuerzo humano “Por otra parte, en Flandes los estados, y la fuerza al trabajo se rindiere, desasidos de Dios en estos días, el muro está ya raso, el foso llano turbarán el sosiego, inficionados y la esperanza al suelo se viniere; de perversos errores y herejías; cuando el sangriento bárbaro inhumano y contra el rey Felipe conspirados, el cuchillo sobre ellos esgrimiere, tentarán de maldad diversas vías, será entonces de todos conocido trayendo a estado y condición las cosas lo que puede Felipe y es temido. que durarán gran término dudosas.

“Pues con solo una parte de su armada “También con pretensión de libertarse, y número pequeño de soldados, en el próspero reino de Granada, de su Fortuna y crédito guiada, los moriscos vendrán a levantarse rebatirá los otomanos hados, y a negar la obediencia al rey jurada: y la afligida Malta restaurada, la cual alteración por no estimarse serán los enemigos retirados, ni ser a los principios remediada, las fatigadas velas dando al viento será de grandes daños y costosa con pérdida increíble y escarmiento. de sangre ilustre y gente valerosa.

“Luego, el año después, con poderoso “Irá a esta guerra un mozo que escondido ejército, en persona Solimano anda en humildes paños y figura, por tierra moverá contra el famoso que su imperial linaje esclarecido César Augusto emperador romano, difíciles empresas le asegura; y por la gran Panonia presuroso, a quien tienen los hados prometido dejando a la derecha al Transilvano, una famosa y súbita ventura: y atrás la ancha provincia de Dalmacia, este es hijo de Carlos, que aún se cría, bajará a los confines de Croacia. y encubierto estará por algún día.

“A Siguet, plaza fuerte y recogida, “Andará, como digo, disfrazado, cuatro semanas la tendrá asediada, hasta que el padre, al tiempo de la muerte, y al cabo, sin poder ser socorrida, le dejará por hijo declarado, del fiero Solimán será ocupada; subiéndole en un punto a tanta suerte; mas la empresa difícil y la vida será de todos con razón amado, acabará en un tiempo, que la airada franco, esforzado, valeroso y fuerte; muerte, arribando el limitado curso, en su nombre don Juan, y, en esta parte, pondrá término y punto a su discurso. no puedo decir más ni revelarte.

© Pehuén Editores, 2001 ) 191 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Baste que a los moriscos alterados “Y, sacando una armada poderosa, en su primera edad hará la guerra, de todas sus provincias allegada y los rotos y ocupados en la vecina Cipro, isla famosa, los vendrá a retirar dentro en la sierra; descargará la furia represada; adonde los tendrá tan apretados, y con espada cruda y rigurosa que al fin reducirá la alzada tierra, será la tierra de ellos ocupada, trasplantando en provincias diferentes entrando a Famagusta ya batida las raíces malvadas y simientes. sobre palabra falsa y fementida.

“Esta guerra acabada, de Alemaña “Quedarán, pues, tan arrogantes de esto, (de damas y gran gente acompañada) que, la armada de gente reformando, la infanta Ana vendrá a reina de España, con soberbio designio y presupuesto con el rey don Felipe desposada; irán la vía de Italia navegando, donde, con pompa y majestad extraña, despreciando del mundo todo el resto, será la insigne boda celebrada y aun el poder del cielo despreciando, en la antigua Segovia, un tiempo silla tanto será su orgullo y fuera muestra de los famosos reyes de Castilla. nacido del pecado y culpa vuestra.

“Serán, pues, los dos príncipes llamados “Mas el alto Señor que otro dispone, del padre emperador, que ya aquel día y en vuestro bien con su piedad lo ordena, querrá dar nuevo asiento en sus estados, que cuando faltan méritos compone y hacer rey a Rodolfo de la Hungría; con su sangre y pasión la deuda ajena, así que para Génova embarcados, y por solo un gemir luego repone arribarán, pasando a Lombardía, la punición (1) y merecida pena: por la ribera del Danubio amena, quebrantará con golpe riguroso a su ciudad famosa de Viena. la soberbia del bárbaro ambicioso.

“Cuando ya la revuelta y turbaciones “Que, doliéndose ya de la fatiga de los tiempos den muestra de acabarse, del pueblo pecador, pero cristiano, y el bélico furor y alteraciones contra la gente pérfida enemiga parezcan declinar y sosegarse, esgrimirá la poderosa mano; entonces, en las bárbaras regiones así de inspiración habrá una liga, comenzarán de nuevo a levantarse donde el Papa y Senado veneciano las armas de los turcos inhumanos juntarán su poder, su fuerza y gente contra los poderosos venecianos. con la del rey católico potente.

(1) Castigo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 192 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Será en gracia de todos elegido “No quiero decir más en lo tocante general de la liga el floreciente a las cosas futuras, pues parece mozo que, en su niñez desconocido, que habrá materia y campo asaz bastante anda en hábito humilde entre la gente; en lo que de presente se te ofrece, pero no me es a mí ya concedido para llevar tus obras adelante, revelar lo futuro abiertamente; pues la grande ocasión te favorece, hasta que lo verás, pues te asegura que a mí sólo hasta aquí me es concedido más larga vida el hado que ventura. el poderte decir lo que has oído.

“Mas, si quieres saber de esta jornada “Mas si el furor de Marte y la braveza el futuro suceso nunca oído te tuvieren la pluma destemplada, y la cosa más grande señalada y quisieras mezclar con su aspereza que jamás en historia se ha leído; otra materia blanda y regalada, cuando acaso pasares la cañada vuelve los ojos, mira la belleza por donde corre Rauco más ceñido, de las damas de España, que, admirada verás, al pie de un líbano en la orilla, estoy, según el bien que allí se encierra, una mansa y doméstica corcilla. cómo no abrasa amor toda la tierra.

“Conviénete seguirla con cuidado “Mas tente, que me importa a mí primero hasta salir en una gran llanura, que de los ojos fáciles te fíes, al cabo de la cual verás a un lado prevenir al peligro venidero una fragosa entrada y selva oscura; para que de él con tiempo te desvíes; y, tras la corza, tímido emboscado, y no aguardes al término postrero, hallarás en mitad de la espesura, ni en tu fuerza y mi ayuda te confíes, debajo de una tosca y hueca peña, que, aunque quiera después contraponerme, una oculta morada muy pequeña. tú cerrarás los ojos por no verme.”

“Allí, por ser lugar inhabitable, ¡Oh condición humana! Que al instante sin rastro de persona ni sendero, que me privó que el rostro no volviese, vive un anciano viejo venerable, solo aquel impedirme fue bastante que famoso soldado fue primero; a que pronto apetito se encendiese; de quien sabrás do habita el intratable y así, sin esperar más adelante Fitón mágico, grande y hechicero, en el sano consejo procediese, el cual te informará de muchas cosas volví los ojos luego, y, de improviso, que están aún por venir maravillosas. vi, si decirse puede, un paraíso.

© Pehuén Editores, 2001 ) 193 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

En un asiento fértil y sabroso, Que luego que los pies puse en el suelo, de alegres plantas y árboles cercado, los codiciosos ojos ya cebando, do el cielo se mostraba más hermoso libres del torpe y del grosero velo y el suelo de mil flores varïado, que la vista hasta allí me iba ocupando, cerca de un claro arroyo sonoroso, un amoroso fuego y blando hielo que atravesaba el fresco y verde prado, se me fue por las venas regalando, vi junta toda cuanta hermosura y el brío rebelde y pecho endurecido supo y pudo formar acá Natura. quedó al amor sujeto y sometido.

Eran las damas del cercado aquellas Y, deseoso luego de ocuparme que en la dichosa España florecían, en obras y canciones amorosas, el claro sol, la luna y las estrellas y mudar el estilo y no curarme en su respeto oscuras parecían, de las ásperas guerras sanguinosas, y sobre sus cabezas todas ellas con gran gana y codicia de informarme olorosas guirnaldas sostenían de aquel asiento y damas tan hermosas, de mil varias maneras rodeadas en especial y sobre todo una, de rubias trenzas, nudos y lazadas. que vi a sus pies rendida mi fortuna.

Andaban por acá y allá esparcidos, Era de tierna edad, pero mostraba gran copia de galanes estimados, en su sosiego discreción madura, al regalado y blando amor rendidos, y a mirarme parece la inclinaba corriendo tras sus fines y cuidados; su estrella, su destino y mi ventura; unos, en esperanza sostenidos; yo, que saber su nombre deseaba, otros, en sus riquezas confiados; rendido y entregado a su hermosura, todos gozando alegres y contentos vi a sus pies una letra que decía: de sus lozanos y altos pensamientos. del tronco de Bazán doña María.

En esto, con presteza y furia extraña, Y por saber más de ella, revolviendo arrebatado por el aire vano, el rostro y voz a la prudente guía, la alta cumbre dejó de la montaña, súbito el alboroto y fiero estruendo bajando al deleitoso y fértil llano, de las bárbaras armas y armonía donde, si la memoria no me engaña, me despertó del dulce sueño, oyendo: vi la mi guía, a la derecha mano, “¡Arma, arma! ¡Presto, presto!” Y parecía algo medroso, y con turbado gesto romper el alto cielo los acentos de haberme en tanto riesgo y trance puesto. de las diversas voces e instrumentos.

© Pehuén Editores, 2001 ) 194 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

En esta confusión medio dormido, a las vecinas armas corrí presto, poniéndome en un punto apercibido en mi lugar y señalado puesto; cuando, con ferocísimo alarido, por la áspera ladera del recuesto, apareció gran número de gente y la rosada aurora en el Oriente.

Luego también, por una y otra parte, ANTO con no menores voces y denuedo, C XIX tanta gente asomó, que el fiero Marte con su temeridad pusiera miedo; mas, para proceder parte por parte, REFIERESE EL ASALTO QUE LOS ARAUCANOS DIERON A LOS ESPAÑOLES EN según estoy cansado, ya no puedo: EL FUERTE DE PENCO; LA ARREMETIDA DE GRACOLANO A LA MURALLA; LA en el siguiente y nuevo canto pienso BATALLA QUE LOS MARINOS Y SOLDADOS, QUE HABÍAN QUEDADO EN GUARDA de declararlo todo por extenso. DE LOS NAVÍOS, TUVIERON EN LA MARINA CON LOS ENEMIGOS

Hermosas damas, si mi débil canto no comienza a esparcir vuestros loores y si mis bajos versos no levanto a concepto de amor y obras de amores, mi prisa es grande y que decir hay tanto, que a mil desocupados escritores, que en ello trabajasen noche y día, para todos materia y campo habría.

Y, aunque apartado a mi pesar me veo de esta materia y presupuesto nuevo, me sacará al camino el gran deseo que tengo de cumplir con lo que os debo; y si el adorno y conveniente arreo me faltan, baste la intención que llevo, que es hacer lo que puedo de mi parte, supliendo vos lo que faltare en la arte.

© Pehuén Editores, 2001 ) 195 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Mas la española gente que se queja No agarrochado toro embravecido con causa justa y con razón bastante, la barrera embistió tan impaciente, dándome mucha prisa, no me deja ni fue con tanta fuerza resistido lugar para que de otras cosas cante; de espesas armas y apiñada gente, que el ejército bárbaro la aqueja, como el gallardo bárbaro atrevido, cercando en torno el fuerte en un instante que temeraria y venturosamente, con terrible amenaza y alarido, rompiendo al parecer lo más seguro, cómo en el canto atrás lo habéis oído. sube por fuerza al defendido muro.

Luego que en la montaña en lo más alto Donde sueltas las armas empachadas, tres gruesos escuadrones parecieron, que aprovecharse de ellas no podía, juntos a un mismo tiempo hicieron alto a bocados a coces y a puñadas y el sitio desde allí reconocieron; ganar la plaza él solo pretendía; visto el foso y el muro, el fiero asalto, los tiros, golpes, botes y estocadas dada la seña, todos tres movieron, con gran destreza y maña rebatía esgrimiendo las armas del tal suerte poniendo pecho y hombro suficiente que a nadie reservaban de la muerte. al ímpetu y furor de tanta gente.

El mozo Gracolano, no olvidado En medio de las armas, a pie quedo, de la arrogante oferta y gran promesa, sin ellas su promesa sustentaba, de varias y altas plumas rodeado, y con gran pertinacia y poco miedo, blandiendo una tostada pica gruesa, de morir más adentro procuraba; venía de ello gran trecho adelantado, y en el vano propósito y denuedo, rompiendo por el humo y lluvia espesa herido ya en mil partes porfiaba, de las balas y tiros arrojados que su loca fortuna y diestra suerte por brazos y cañones reforzados. tenían suspenso el golpe de la muerte.

Llegado al justo término, terciando Así que en la demanda necia instando, la larga pica, arremetió furioso se arroja entre los hierros y se mete y en tierra el firme regatón fijando, cual perro espumajoso, que rabiando, atravesó de un salto el ancho foso. a donde más le hieren arremete; y por la misma pica gateando, y el peligro y la vida despreciando arriba sobre el muro victorioso, lo más dudoso y áspero acomete, a pesar de las armas contrapuestas, desbaratando en torno mil espadas lanzas, picas, espadas y ballestas. al obstinado pecho encaminadas.

© Pehuén Editores, 2001 ) 196 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Viéndose en tal lugar solo y tratado Pero el joven Pinol, que prometido según la temeraria confianza, había de acompañarle en el asalto no de su pretensión desconfiado, y con el asta el foso arremetido, mas con alguna menos esperanza, aunque no se atrevió a tan grande salto a los brazos cerró con un soldado como al valiente amigo vio tendido y de las manos le sacó la lanza, y descubrir la pica por lo alto, sobre la cual, echándose en un punto, la arrebató tomando por remedio pensó salvar el foso y vida junto. poner con pies ligeros tierra en medio.

Mas la instable (1) Fortuna, ya cansada Mas como no haya maña ni destreza de serle curadora de la vida, contra el hado preciso y dura suerte, dio paso en aquel tiempo a una pedrada ni bastan prestos pies, ni ligereza de algún gallardo brazo despedida, a escapar de las manos de la muerte, que en la cóncava sien la arrebatada que al que piensa huir con más presteza piedra gran parte le quedó sumida, le alcanza de su brazo el golpe fuerte, trabucándole luego de lo alto, como al ligero bárbaro le avino yendo en el aire en la mitad del salto. en mundano propósito y camino.

Como el troyano Euricio, que volando Que apenas cuatro pasos había dado, la tímida paloma por el cielo, cuando dos gruesas balas le cogieron con gran presteza el torvo arco flechando, y, de la espalda al pecho atravesado la atravesó en la furia de su vuelo, a un tiempo por dos partes le tendieron; que retorciendo el cuerpo y revelando no dio la alma tan presto, que un soldado como redondo ovillo vino al suelo, de dos que a socorrerle arremetieron, así el herido mozo en descubierto, de la costosa lanza no trabase dentro del hondo foso cayó muerto. y con peligro suyo la salvase.

De treinta y dos heridas justamente Luego, de trompas gran rumor sonando, cayó el mísero cuerpo atravesado, la gruesa pica en alto levantaron, sin el último golpe de la frente y a toda furia en hila igual cerrando, que el número cerró ya rematado; al foso con gran ímpetu llegaron; y la pica que el bárbaro valiente donde, forzosamente reparando, de franca y buena guerra había ganado, la munición y flechas descargaron quedó arrimada al foso de manera en tanta multitud que parecían que un trozo descubierto estaba fuera. que la espaciosa tierra y sol cubrían.

(1) Inestable.

© Pehuén Editores, 2001 ) 197 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Pues en esta sazón Martín de Elvira, Y habiendo con presteza arrebatado que así nuestro español era llamado, una secreta daga que traía, de lejos la perdida lanza mira cinco veces o seis por el costado que el muerto Gracolán le había ganado: del bravo corazón tentó la vía; con loable vergüenza, ardiendo en ira, el bárbaro mortal, ya desangrado, de recobrar su honor deliberado, por todas la furiosa alma rendía, por una angosta puerta que allí había cayendo el cuerpo inmenso en tierra frío, solo y sin lanza a combatir salía. ya de sangre y espíritu vacío.

Con un osado joven que delante El valiente español, que vio tendido venía la tierra y cielo despreciando, a su enemigo, y la victoria cierta, de proporción y miembros de gigante, cobró la pica y crédito perdido un asta de dos costas (1) blandeando, retrayendose ufano hacia la puerta; que acá y allá con término galante donde por los amigos conocido, la gruesa y larga pica floreando, fue sin contraste en un momento abierta ora de un lado y de otro, ora derecho, y dentro recibido alegremente, quiso tentar del enemigo el pecho. con grande aplauso y grita de la gente.

Tirando un recio bote, que cebado En este tiempo ya por todos lados le retrujo seis pasos de tal suerte, la plaza los contrarios expugnaban, que el gallardo español desatinado que a vencer o morir determinados se vio casi en las manos de la muerte; por los fuegos y tiros se lanzaban; pero, como animoso y reportado, y encima de los muros hacinados haciendo recio pie, se tuvo fuerte los vivos a tirar se levantaban, pensando asir la pica con la mano; de donde más la cierta puntería mas este pensamiento salió vano. el encubierto blanco descubría.

Que el indio con destreza y gran soltura, Unos, con ramas, tierra y con maderos saltó ligero atrás cobrando tierra ciegan el hondo foso presurosos; y blandiendo la gruesa pica dura otros, que más presumen de ligeros, quiso con otro rematar la guerra; hacen pruebas y saltos peligrosos; mas el pronto español, que entrar procura y los que les tocaba ser postreros, dándole lado, de la pica aferra, de llegar a las manos deseosos, y aguijando por ella a su despecho tanto el ir adelante procuraban, cerró presto con él pecho con pecho. que dentro a los primeros arrojaban.

(1) Filos.

© Pehuén Editores, 2001 ) 198 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Mas de los muchos muertos y heridos En este tiempo Tucapel furioso de nuestros arcabuces de mampuesto apareció gallardo en la muralla, y de otros arrojados y caídos, esgrimiendo un bastón fuerte y nudoso el foso se cegó y allanó presto; todo cubierto de luciente malla, por do los enemigos atrevidos como el león de Libia vedijoso, arremetieron, el temor pospuesto, que abriendo de la tímida canalla llegando por las partes más guardadas el tejido escuadrón, con furia horrenda a medir con nosotros las espadas. desembaraza la impedida senda.

Y prosiguiendo en el osado intento Así el furioso bárbaro arrogante de nuevo empiezan un combate duro; discurre por el muro, derribando mas otros con mayor atrevimiento cuanto allí se le opone y ve delante, trepaban por las picas sobre el muro, su misma gente y armas tropellando; que al bárbaro furor y movimiento quisiera tener lengua y voz bastante ningún alto lugar había seguro, para poder en suma ir relatando ni parte, por más áspera que fuese, el singular esfuerzo y valentía donde no se escalase y combatiese. que el bravo Tucapel mostró aquel día.

Los nuestros, sobre el muro amontonados, No las espesas picas, ni pertrechos los rebaten, impelen y maltratan, bastan puestos en contra a resistirle, y con lanzas y tiros arrojados ni fuertes brazos, ni robustos pechos los derriban abajo y desbaratan; pueden acometiéndole impedirle mas poco los demás escarmentados que montones de gente y armas hechos la difícil subida no dilatan, rompe y derriba sin poder sufrirle, antes procuran luego embravecidos y aun no contento de esto, osadamente ocupar el lugar de los caídos. se arroja dentro, en medio de la gente.

Unos así tras otros procediendo, Y al peligro las fuerzas añadiendo, ganosos de honra y de temor desnudos, la poderosa maza rodeaba, siempre la prisa y multitud creciendo unos desbaratando, otros rompiendo; crece la furia de los golpes crudos; siempre más tierra y opinión ganaba; los defendidos términos rompiendo, al fin, los duros golpes resistiendo, cubiertos de sus cóncavos escudos, por las armas y gente atravesaba, nos pusieron en punto y apretura hiriendo siempre a diestro y a siniestro que estuvo lo imposible en aventura. con grande riesgo suyo y daño nuestro.

© Pehuén Editores, 2001 ) 199 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

También hacia la banda del Poniente Del mar no habían sacado los pies, cuando, había Peteguelén arremetido, por la parte de abajo, con ruido y, a despecho y pesar de nuestra gente, les sale un escuadrón en contra, dando en lo más alto del bastión subido; una furiosa carga y alarido: que el valeroso corazón ardiente venía el primero, el paso apresurando, le había por las entrañas esparcido el suelto Fenistón, mozo atrevido, un belicoso ardor, como si fuera que de los otros quiso adelantarse en la verde y robusta edad primera. con gana y presunción de señalarse.

Mucho no le duró, que, a poca pieza, Nuestra gente con orden y osadía, le arrebató una bala desmandada siguiendo su derrota (1) y firme intento, de los dispuestos hombros la cabeza, a la enemiga opuesta arremetía, rematando su próspera jornada; que aun de esperar no tuvo sufrimiento; tras esta disparó luego otra pieza, y a recibir a Fenistón salía, hacia la misma parte encaminada, con paso no menor y atrevimiento, llevando a Guampicol que le seguía, el diestro Julián de Valenzuela, y a Surco, Longomilla y Lebopía. la espada en mano, al pecho la rodela.

Las gentes que en las naos habían quedado Fue allí el primero que empezó el asalto viendo el rumor y prisa repentina, el presto Fenistón anticipado cuál salta luego arriba desarmado, dando un ligero y no pensado salto, cuál con rodela, cuál con coracina; con el cual descargó un bastón pesado; quién se arroja al batel y quién a nado mas Valenzuela, la rodela en alto, piensa arribar más presto a la marina, a dos manos el golpe ha reparado, llamando cada cual a quien debía dejándole atronado de manera y ninguno aguardaba compañía. como si encima un monte le cayera.

Así a nado y a remo, con gran pena Bajó la ancha rodela a la cabeza, el molesto y prolijo mar cortaron, tanto fue el golpe recio y desmedido, y en la ribera y deseada arena y el transportado joven una pieza casi todos a un tiempo pie tomaron; fue rodando de manos aturdido; donde, con disciplina y orden buena, mas luego, aunque atronado se endereza, un cerrado escuadrón luego formaron, y volviendo del todo su sentido, marchando a socorrer a los amigos pudo al través, hurtándose de un salto, por medio de las armas y enemigos. huir la maza que calaba de alto.

(1) Ruta, camino, derrotero.

© Pehuén Editores, 2001 ) 200 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Entró el leño por tierra un gran pedazo Así de acá y de allá gallardamente con el gran peso y fuerza que traía, por la plaza y honor se contendía; que, visto Valenzuela el embarazo quién sobre el muerto sube diligente, del bárbaro y el tiempo que él tenía, quién muerto sobre el vivo allí caía; metiendo con presteza el pie y el brazo, don Gárcía de Mendoza, entre su gente, el pecho con la espada le cosía, su cuartel con esfuerzo defendía, y, al sacar la caliente y roja espada, al gran furor y bárbara violencia le llevó de revés media quijada. haciendo suficiente resistencia.

El araucano ya con desatino Don Felipe Hurtado a la otra mano; le echó los brazos sin saber por dónde; don Francisco de Andía y Espinosa mas el joven, tentando otro camino, y don Simón Pereira, lusitano, arrancada la daga, le responde; don Alonso Pacheco y Ortigosa, que con la prisa y fuerza que convino, contrapuestos, al ímpetu araucano, tres veces en el cuerpo se la esconde, hacían prueba de esfuerzo milagrosa, haciéndole extender ya casi helados resistiendo a gran número la entrada, los pies y fuertes brazos anudados. a pura fuerza y valerosa espada.

Ya en aquella sazón ninguno había Vasco Juárez también por otra parte, que solo un punto allí estuviese ocioso; Carrillo y don Antonio de Cabrera, mas cada cual solícito corría Arias Pardo, Riberos y Lasarte, a lo más necesario y peligroso; Córdoba y Pedro de Olmos de Aguilera, era el estruendo tal, que parecía subidos sobre el alto balüarte, el batir de las armas presuroso herían en los contrarios de manera que de sus fijos quicios todo el cielo que, aunque eran infinitos, bien seguro desencajado se viniese al suelo. por toda aquella banda estaba el muro.

Por otra parte, arriba en la muralla, No menos se mostraba peleando siempre con rabia y priesa hervoroso Juan de Torres, Garnica y Campofrío, andaba muy reñida la batalla, don Martín de Guzmán y don Hernando y la victoria en confusión, dudosa; Pacheco, Gutierréz, Zúñiga y Berrío, vuela en el aire la cortada malla, Ronquillo, Lira, Osorio, Vaca, Ovando, y de sangre caliente y espumosa haciendo cosas que el ingenio mío, tantos arroyos en el foso entraban, aunque libre de estorbos estuviera, que los cuerpos en ella ya nadaban. contarlos por extenso no pudiera.

© Pehuén Editores, 2001 ) 201 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Tanto el daño creció, que, de aquel lado, los fieros araucanos aflojaron, y, rostro a rostro, en paso concertado, quebrantando el furor, se retiraron; los otros, visto el daño no pensado, también del loco intento se apartaron, quedando Tucapel dentro del fuerte, hiriendo, derribando y dando muerte.

No desmayó por esto, antes ardía en cólera rabiosa y viva saña, CANTO XX y aquí y allí furioso discurría, haciendo en todas partes riza extraña; tropella a Bustamante y a Mejía, RETIRANSE LOS ARAUCANOS CON PÉRDIDA DE MUCHA GENTE; ESCAPASE derriba a Diego Pérez y a Saldaña. TUCAPEL MUY HERIDO, ROMPIENDO POR LOS ENEMIGOS, CUENTA TEGUALDA Mas ya es razón, pues he cantado tanto, A DON ALONSO DE ERCILLA EL EXTRAÑO Y LASTIMOSO PROCESO DE SU dar fin al gran destrozo y largo canto. HISTORIA.

Nadie prometa sin mirar primero lo que de su caudal y fuerza siente, que quien en prometer es muy ligero, proverbio es que despacio se arrepiente, la palabra es empeño verdadero que habemos de quitar forzosamente, y es derecho común y ley expresa guardar al enemigo la promesa.

Bien fuera de estas leyes va la usanza que de este tiempo mísero se tiene, promesas que os ensanchan la esperanza y ninguna se cumple ni mantiene; así la vana y necia confianza, que estribando en el aire nos sostiene, se viene al suelo y llega al desengaño cuando es mayor que la esperanza el daño.

© Pehuén Editores, 2001 ) 202 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

De mí sabré decir cuán trabajada El cual, como encerrada bestia fiera, me tiene la memoria y con cuidado ora de aquella y ora de esta parte la palabra que di bien excusada abre sangrienta y áspera carrera, de acabar este libro comenzado; y por todas el daño igual reparte; que la seca materia, desgustada (1), con un orgullo tal que cometiera, tan desierta y estéril, que he tomado, allá en su quinto trono al fiero Marte, me promete hasta el fin trabajo sumo, si viera modo de subir al cielo, y es malo de sacar de un terrón zumo. según era gallardo de cerbelo (1).

¿Quién me metió entre abrojos y por cuestas, Pero viéndose solo y malherido tras las roncas trompetas y atambores, y el ejército bárbaro deshecho, pudiendo ir por jardines y florestas y todo el fiero hierro convertido cogiendo varias y olorosas flores, contra su fuerte y animoso pecho, mezclando, en las empresas y recuestas, se retrujo a una parte en la cual vido (2) cuentos, ficciones, fábulas y amores, que el cerro era peinado y muy derecho, donde correr sin límite pudiera, y, sin muro de aquel lado, donde un salto dando gusto, yo le recibiera? había de más de veinte brazas de alto. Como si en tal sazón alas tuviera ¿Todo ha de ser batallas y asperezas más seguras que Dédalo las tuvo, discordia, fuego, sangre, enemistades, se arroja desde arriba de manera odios, rencores, sañas y bravezas, que parece que en ellas se sostuvo; desatino, furor, temeridades, hizo prueba de sí fuerte y ligera, rabias, iras, venganzas y fierezas, que el salto, aunque mortal, en poco tuvo, muertes, destrozos, risas, crueldades, cayendo abajo el bárbaro gallardo que al mismo Marte ya pondrán hastío como una onza ligera o suelto pardo. agotando un caudal mayor que el mío? Mas bien no se lanzó, que en seguimiento Mas a mí me es forzado ser paciente, infinidad de tiros le arrojaron, pues de mi voluntad quise obligarme que, aunque no le alcanzara el pensamiento, y así os pido, Señor, humildemente, antes que fuese abajo le alcanzaron; que no os dé pesadumbre el escucharme; fue tanto el descargar que, en un momento, que el atrevido bárbaro valiente en más de diez lugares le llagaron; aún no me da lugar de disculparme; pero no de manera que cayese, tal es la furia y prisa con que viene, ni un solo paso y pie descompusiese. que apresurar la mano me conviene. (1) Cerebro, imaginación. (1) Insípida (2) Vio.

© Pehuén Editores, 2001 ) 203 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Viéndose abajo y tan herido, luego No por eso torció de su demanda del propósito y salto arrepentido, un solo paso el bárbaro valiente, abrasado en rabioso y vivo fuego, antes recio embistió por una banda, terrible y más que nunca embravecido tropellando de golpe mucha gente; quisiera revolver de nuevo al juego y dándoles terrible escurribanda (1), y vengarse del daño recibido; pasó de un cabo a otro francamente, mas era imaginario desatino, hiriendo y derribando de manera que el cerro era tajado y sin camino. que dejó bien abierta la carrera.

Cinco o seis veces la difícil vía Quién queda allí estropeado, quién tullido, y de fortuna el crédito tentaba, quién se duele, quién gime, quién se queja, que fácil lo imposible le hacía quién cae acá, quién cae allá, aturdido, el coraje y humor que le incitaba; quién haciéndole plaza de él se aleja, por un lado y por otro discurría, y en el largo escuadrón de armas tejido todo de acá y de allá lo rodeaba, un gran portillo y ancha calle deja, como el hambriento lobo encarnizado con el furor que el fiero rayo apriesa rodea de los corderos el cercado. rompe el aire apretado y nube espesa.

Mas viendo, al fin, que era designio vano De tal manera Tucapel, abriendo y de tiros sobre él la lluvia espesa, de parte a parte el escuadrón cristiano, retirándose a un lado, vio en el llano arriba a los amigos, que siguiendo la trabada batalla y fiera priesa; iban la retirada a paso llano, y como el levantado halcón lozano, con el concierto y orden procediendo que yendo alta la garza, se atraviesa que vemos ir las grullas el verano, el cobarde milano, y desde el cielo cuando de su tendida y negra banda cala a la presa con furioso vuelo: ninguna se adelanta ni desmanda.

así el gallardo Tucapel, dejado Nosotros, aunque pocos, cuando vimos el temerario intento infructuoso, que a espaldas vueltas iban ya marchando, revuelve a la otra banda, encaminado de nuestro fuerte en gran tropel salimos, al reñido combate sanguinoso; en la campaña un escuadrón formando, en esto el bando infiel desconfiado, y a paso moderado los seguimos, de mucha gente y sangre perdidoso, de la victoria enteramente usando; se retiró, siguiendo las banderas pero dimos la vuelta apresurada que iban marchando ya por las laderas. temiendo alguna bárbara emboscada.

(1) Desconcierto.

© Pehuén Editores, 2001 ) 204 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Duró, pues, el redido asalto tanto, No el manjar de sustancia vaporoso, que el sol en lo más alto levantado, ni vino muchas veces trasegado, distaba del Poniente en punto cuanto ni el hábito y costumbre de reposo estaba del Oriente desviado; me habían el grave sueño acarreado; nosotros ya seguros, entre tanto que bizcocho negrísimo y mohoso, que remataba el curso acostumbrado, por medida de escasa mano dado, dando lugar a las nocturnas horas y la agua llovediza desabrida del personal trabajo aliviadoras. era el mantenimiento de mi vida.

El ciego foso alrededor limpiamos, Y a veces la ración se convertía sin descansar un punto diligentes, en dos tasados puños de cebada, y en muchas partes de él desbaratamos que cocida con hierbas nos servía anchas traviesas y formadas puentes; por la falta de sal la agua salada; los lugares más flacos reparamos la regalada cama en que dormía con industria y defensa suficientes, era la húmeda tierra empantanada, fortificando el sitio de manera armado siempre y siempre en ordenanza, que resistir un gran furor pudiera. la pluma ora en la mano, ora la lanza.

La negra noche a más andar cubriendo Andando, pues, así con el molesto la tierra, que la luz desamparaba, sueño que me aquejaba porfiando, se fue toda la gente recogiendo, y en gran silencio el encargado puesto según y en el lugar que le tocaba, de un canto al otro canto paseando, la guardia y centinela repartiendo, vi que estaba el un lado del recuesto que el tiempo estrecho a nadie reservaba, lleno de cuerpos muertos blanqueando, me cupo el cuarto de la prima en suerte que nuestros arcabuces aquel día en un bajo recuesto junto al fuerte. habían hecho gran riza y batería.

Donde con el trabajo de aquel día No mucho después de esto, yo, que estaba y no me haber en quince desarmado, con ojo abierto y con atento oído, el importuno sueño me afligía, sentí de rato en rato que sonaba hallándome molido y quebrantado; hacia los cuerpos muertos un ruido mas con nuevo ejercicio resistía, que siempre al acabar se remataba paseándome de este y de aquel lado, con un triste suspiro sostenido, sin parar un momento: tal estaba, y tornaba a sentirse, pareciendo que de mis propios pies no me fiaba. que iba de cuerpo en cuerpo discurriendo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 205 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

La noche era tan lóbrega y oscura “No quieras impedir obra tan pía, que divisar lo cierto no podía; que aun en bárbara guerra se concede, y así por ver el fin de esta aventura que es especie y señal de tiranía (aunque más por cumplir lo que debía) usar de todo aquello que se puede; me vine, agazapado en la verdura deja buscar su cuerpo a esta alma mía; hacia la parte que el rumor se oía, después furioso con rigor procede, donde vi entre los muertos ir oculto que ya el dolor me ha puesto en tal extremo, andando a cuatro pies un negro bulto. que más la vida que la muerte temo.

Yo, de aquella visión mal satisfecho, “Que no sé mal que ya dañarme pueda, con un temor que ahora aún no lo niego, no hay bien mayor que no le haber tenido, la espada en mano y la rodela al pecho, acábese y fenezca lo que queda, llamando a Dios, sobre él aguijé luego; pues que mi dulce amigo ha fenecido; mas el bulto se puso en pie derecho que, aunque el cielo cruel no me conceda y con medrosa voz y humilde ruego morir mi cuerpo con el suyo unido, dijo: “Señor, señor, merced te pido, no estorbará por más que me persiga, que soy mujer y nunca te he ofendido. que mi afligido espíritu le siga.”

“Si mi dolor y desventura extraña En esto con instancia me rogaba a lástima y piedad no te inclinaren, que su dolor de un golpe rematase; y tu sangrienta espada y fiera saña mas yo, que en duda y confusión estaba, de los términos lícitos pasaren, aun teniendo temor que me engañase, ¿qué gloria adquirirás de tal hazaña, del verdadero indicio no fiaba cuando los justos cielos publicaren hasta que un poco más me asegurase, que se empleó en una mujer tu espada, sospechando que fuese alguna espía viuda, mísera, triste y desdichada? que a saber cómo estábamos venía.

“Ruégote, pues, señor, si por ventura Bien que estuve dudoso, pero luego, o desventura, como fue la mía, aunque la noche el rostro le encubría, con amor verdadero y con fe pura en su poco temor y gran sosiego amaste tiernamente en algún día, vi que verdad en todo me decía, me dejes dar a un muerto sepultura, y que el pérfido amor ingrato y ciego que yace entre esta muerta compañía; en busca del marido le traía, mira que aquel que niega lo que es justo, el cual en la primera arremetida, lo malo aprueba ya y se hace injusto. queriendo señalarse dio la vida.

© Pehuén Editores, 2001 ) 206 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Movido, pues, a compasión de vella, “No por mis libres y ásperas respuestas firme en su casto y amoroso intento, los firmes pretensores aflojaron, de allí salido me volví con ella antes con nuevas pruebas y recuestas a mi lugar y señalado asiento: en su vana demanda más instaron, donde yo le rogué que su querella y con danzas, con juegos y otras fiestas con ánimo seguro y sufrimiento mudar mi firme intento procuraron, desde el principio al cabo me contase no les bastando maña ni artificio y deshogando (1) la ansia descansase. a sacar mi propósito de quicio.

Ella dijo: “¡Ay de mí!, que es imposible “Muy presto, pues, llegó el postrero día tener jamás descanso hasta la muerte, de esta mi libertad y señorío, que es sin remedio mi pasión terrible, ¡oh, si lo fuera de la vida mía!, y más que todo sufrimiento fuerte; pero no pudo ser, que era bien mío. mas, aunque me será cosa insufrible, En un lugar que junto al pueblo había, diré el discurso de mi amarga suerte, donde el claro Gualebo, manso río, quizá que mi dolor, según es grave, después que sus viciosos campos riega, podrá ser que esforzándose me acabe. el nombre y agua al ancho Itata entrega.

“Yo soy Tegualda, hija desdichada “Allí, para castigo de mi engaño, del cacique Brancol desventurado, que fuese a ver sus fiestas me rogaron, de muchos por hermosa en vano amada, y, como había de ser para mi daño, libre un tiempo de amor y de cuidado; fácilmente conmigo lo acabaron; pero muy presto la Fortuna airada luego, por orden y artificio extraño, de ver mi libertad y alegre estado, la larga senda y pasos enramaron, turbó de tal manera mi alegría, pareciéndoles malo el buen camino, que al fin me muero del mal que no temía. y que el sol de tocarme no era dino.

“De muchos fui pedida en casamiento, “Llegué por varios arcos donde estaba y a todos igualmente despreciaba, un bien compuesto y levantado asiento, de lo cual mi buen padre descontento hecho de tal manera que ayudaba que yo aceptase alguno me rogaba; la maestra natural al ornamento; pero con franco y libre pensamiento el agua clara en torno murmuraba, de su importuno ruego me excusaba, los árboles movidos por el viento que era pensar mudarme desvarío hacían un movimiento y un ruido y martillar sin fruto en hierro frío. que alegraban la vista y el oído.

(1) Desahogando.

© Pehuén Editores, 2001 ) 207 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Apenas, pues, en él me había sentado, “El cual dijo: “Señora, ¿no has mirado cuando un alto y solemne bando echaron, cómo el robusto joven Mareguano y del ancho palenque y estacado con todos cuantos mozos ha luchado la embarazoso gente despejaron; lo ha puesto de espaldas en el llano? cada cual a su puesto retirado, Y cuando yo esperaba, confiado, la acostumbrada lucha comenzaron que la bella guirnalda de tu mano con un silencio tal, que los presentes lo ciñera la ufana y leda frente juzgaron ser pinturas más que gentes. en premio y en señal de más valiente,

“Aunque había muchos jóvenes lucidos, “aquel gallardo mozo, bien dispuesto, todos al parecer competidores, del vestido de verde y encarnado, de diferentes suertes y vestidos con gran facilidad le ha en tierra puesto, y de un fin engañoso pretensores, llevándole el honor que había ganado; no estaba en cuáles eran los vencidos, y el fácil y liviano pueblo de esto ni cuáles habían sido vencedores, como de novedad maravillado, buscando acá y allá entretenimiento ha levantado aquel confuso estruendo, con un ocioso y libre pensamiento. la fuerza del mancebo encareciendo.

“Yo que en cosa de aquellas no paraba, “Y también Mareguano, que procura el fin de sus contiendas deseando; de volver a luchar, el cual alega ora los altos árboles miraba, que fue siniestro acaso y desventura, de Natura las obras contemplando, que en fuerza y maña el otro no le llega; ora el agua que el prado atravesaba, pero la condición y la postura las varias pedrezuelas numerando, del expreso cartel se lo deniega, libre a mi parecer y muy segura aunque el joven con ánimo valiente de cuidado de amor y desventura. da voces, que es contento y lo consiente.

“Cuando un gran alboroto y vocería “Pero los jueces por razón no admiten (cosa muy cierta en semejante juego) del uno ni del otro pedimento (1), se levantó entre aquella compañía, ni en modo alguno quieren ni permiten que me sacó de seso y de sosiego; innovación en esto y movimiento; yo, queriendo entender lo que sería, mas que de su propósito se quiten, al más cerca de mí pregunté luego si entrambos de común consentimiento la causa de la grita ocasionada, pareciendo primero en tu presencia que me fuera mejor no saber nada. no alcanzaron de ti franca licencia.”

(1) Petición.

© Pehuén Editores, 2001 ) 208 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“En esto, a mi lugar enderezando “Luego, con un gallardo continente, de aquella gente un gran tropel venía, ambos juntos de mí se despidieron, que como junto a mí llegó, cesando y con grande alborozo de la gente el discorde alboroto y vocería, en la cerrada plaza los metieron, el mozo vencedor la voz alzando, adonde los padrinos igualmente con una humilde y baja cortesía, el sol ya bajo y campo les partieron; dijo: “Señora, una merced te pido y, dejándolos solos en el puesto, sin haberla mis obras merecido: el uno para el otro movió presto.

“Que si soy extranjero y no merezco “Juntáronse en un punto, y porfiando hagas por mí lo que es tan de tu oficio, por el campo anduvieron un gran trecho, como tu siervo natural te ofrezco ora volviendo en torno y volteando, de vivir y morir en tu servicio; ora yendo al través, ora al derecho, que, aunque el agravio aquí yo le padezco, ora alzándose en alto, ora bajando, por dar de esta mi oferta algún indicio, ora en sí recogidos pecho a pecho, quiero, si ello fueres tú servida, tan estrechos, gimiendo se tenían luchar con Mareguano otra caída. que recibir aliento aun no podían,

“Y otra, y otra, y aún más, si él quiere, quiero, “Volvían a forcejear con un ruido, hasta dejarte en todo satisfecho; que era de ver y oírlos cosa extraña; y consiento que al punto y ser primero pero el mozo extranjero ya corrido se reduzca la prueba y el derecho; de su poca pujanza y mala maña, que siendo en tu presencia, cierto espero alzó de tierra al otro y de un gemido salir con mayor gloria de este hecho; de espaldas le trabuca en la campaña, danos licencia, rompe el estatuto con tal golpe que al triste Mareguano con tu poder sin límite absoluto.” no le quedó sentido y hueso sano.

“Esto dicho, con baja reverencia, “Luego, de mucha gente acompañado, la respuesta mirándome esperaba; a mi asiento los jueces le trujeron, mas yo, que sin recato y advertencia el cual ante mis pies arrodillado, escuchándole atenta le miraba, que yo le diese el premio me dijeron; no solo concederle la licencia, no sé si fue su estrella o fue mi hado, pero ya que venciese deseaba, en las causas que en esto concurrieron, y así le respondí: “Si yo algo puedo, que comencé a temblar y un fuego ardiendo libre y graciosamente lo concedo.” fue por todos mis huesos discurriendo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 209 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Halléme tan confusa y alterada “Vile que a la sazón se apercibía de aquella nueva causa y accidente, para correr el palio acostumbrado, que estuve un rato atónita y turbada que una milla del trecho y más tenía en medio del peligro y tanta gente; el término del curso señalado; pero volviendo en mí más reportada, y al suelo vencedor se prometía al vencedor en todo dignamente, un anillo de esmaltes rodeado que estaba allí inclinado ya en mi falda, y una gruesa esmeralda bien labrada, le puse en la cabeza la guirnalda. dado por esta mano desdichada.

“Pero bajé los ojos al momento “Más de cuarenta mozos en el puesto de la honesta vergüenza reprimidos, a pretender el precio parecieron, y el mozo con un largo ofrecimiento donde en la raya el pie cada cual puesto, inclinó a sus razones mis oídos; prontos y apercibidos atendieron; al fin se fue, llevándome el contento que no sintieron la señal tan presto, y dejando turbados mis sentidos, cuando todos en hila igual partieron pues que llegué de amor y pena junto con tal velocidad, que casi apenas de solo el primer paso al postrer punto. señalaban la planta en las arenas.

“Sentí una novedad que me apremiaba “Pero Crepino, el joven extranjero, la libre fuerza y el rebelde brío, que así de nombre propio se llamaba, a la cual sometida se entregaba venía con tanta furia el delantero, la razón, libertad y el albedrió; que al presuroso viento atrás dejaba; yo, que, cuando acordé, ya me hallaba el rojo palio al fin tocó el primero, ardiendo en vivo fuego el pecho frío, que la larga carrera remataba, alcé los ojos tímidos cebados dejando con su término agraciado que la vergüenza allí tenía abajados. al circunstante pueblo aficionado.

“Roto con fuerza súbita y furiosa “Y con solemne triunfo rodeando de la vergüenza y continencia el freno, la llena y ancha plaza le llevaron; le seguí con la vista deseosa, pero después a mi lugar tornando cebando más la llaga y el veneno; que le diese el anillo me rogaron; que solo allí mirarle y no otra cosa yo, un medroso temblor disimulando, para mi mal hallaba que era bueno; que atentamente todos me miraron, así que adondequiera que pasaba del empacho y temor pasado el punto tras sí los ojos y alma me llevaba. le di mi libertad y anillo junto.

© Pehuén Editores, 2001 ) 210 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“El me dijo: “Señora, te suplico “Mi padre, que con sesgo y ledo gesto le recibas de mí, que aunque parece hasta el fin escuchó el parecer mío, pobre y pequeño el don, te certifico besándome en la frente dijo: “En esto que es grande la afición con que se ofrece; y en todo me remito a tu albedrío; que con este favor quedaré rico pues de tu discreción e intento honesto y así el ánimo y fuerzas me engrandece, que elegirás lo que conviene fío, que no habrá empresa grande ni habrá cosa y bien muestra Crepino en su crianza que ya me pueda ser dificultosa.” ser de buenos respetos y esperanza.”

“Yo, por usar de toda cortesía, “Ya que con voluntad y mandamiento que es lo que a las mujeres perfecciona, a mi honor y deseo satisfizo le dije que el anillo recibía y la vana contienda y fundamento y más la voluntad de la persona; de los presentes jóvenes deshizo, en esto toda aquella compañía, el infelice y triste casamiento hecha en torno de mi espesa corona, en forma y acto público se hizo, del ya agradable asiento me bajaron hoy hace justo un mes, ¡oh suerte dura, y a casa de mi padre me llevaron. qué cerca está del bien la desventura!

“No con pequeña fuerza y resistencia “Ayer me vi contenta de mi suerte, por dar satisfacción de mí a la gente, sin temor de contraste ni recelo; encubrí tres semanas mi dolencia, hoy la sangrienta y rigurosa muerte siempre creciendo al daño y fuego ardiente todo lo ha derribado por el suelo. y mostrando venir a la obediencia ¿Qué consuelo ha de haber a mal tan fuerte? de mi padre y señor, mañosamente ¿Qué recompensa puede darme el Cielo le di a entender por señas y rodeo adonde ya ningún remedio vale querer cumplir su ruego y mi deseo. ni hay bien que con tan grande mal se iguale?

“Diciendo que, pues él me persuadía “Este es, pues, el proceso, esta es la historia, que tomase parientes y marido y el fin tan cierto de la dulce vida, al parecer según me convenía, he aquí mi libertad y breve gloria yo por le obedecer le había elegido, en eterna amargura convertida; el cual era Crepino, que tenía y pues que por tu causa la memoria valor, suerte y linaje conocido, mi llaga ha renovado encrudecida, junto con ser discreto, honesto, afable, en recompensa del dolor te pido de condición y término loable. me dejes enterrar a mi marido.

© Pehuén Editores, 2001 ) 211 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Que no es bien que las aves carniceras Donde en honesta guarda y compañía despedacen el cuerpo miserable, de mujeres casadas quedó, en tanto ni los perros y brutas bestias fieras que el esperado ya vecino día satisfagan su estómago insaciable; quitase de la noche el negro manto; mas cuando empedernido ya no quieras entre tanto también razón sería, hacer cosa tan justa y razonable, pues que todos descansan y yo canto, haznos con esa espada y mano dura dejarlo hasta mañana en este estado, iguales en la muerte y sepultura.” que de reposo estoy necesitado.

Aquí acabó su historia y comenzaba un llanto tal que el monte enternecía, con un ansia y dolor que me obligaba a tenerle en el duelo compañía; que ya el asegurarle no bastaba de cuanto prometer yo le podía: solo pedía la muerte y sacrificio por último remedio y beneficio.

En gran congoja y confusión me viera si don Simón Pereyra, que a otro lado hacía también la guardia, no viniera a decirme que el tiempo era acabado; y espantado también de lo que oyera, que un poco desde aparte había escuchado, me ayudó a consolarla, haciendo ciertas con nuevo ofrecimiento mis ofertas.

Ya el presuroso cielo volteando en el mar las estrellas trastornaba y el crucero las horas señalando entre el Sur y Sudeste declinaba en mitad del silencio y noche, cuando visto cuánto la oferta la obligaba, reprimiendo Tegualda su lamento, la llevamos a nuestro alojamiento.

© Pehuén Editores, 2001 ) 212 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

CANTO XXI

HALLA TEGUALDA EL CUERPO DEL MARIDO Y HACIENDO UN LLANTO SOBRE ÉL LE LLEVA A SU TIERRA; LLEGAN A PENCO LOS ESPAÑOLES Y CABALLOS QUE VENÍAN DE SANTIAGO Y DE LA IMPERIAL POR TIERRA; HACE CAUPOLICÁN MUESTRA GENERAL DE SU GENTE.

Quién de amor hizo prueba tan bastante? ¿Quién vio tal muestra y obra tan piadosa como la que tenemos hoy delante de esta infelice bárbara hermosa? La fama engrandeciéndola levante mi baja voz en alta y sonorosa; dando noticia de ella eternamente, corra de lengua en lengua, y gente en gente.

Cese el uso dañoso y ejercicio de las mordaces lenguas ponzoñosas, que tienen de costumbre y por oficio ofender las mujeres virtuosas; pues mirándolo bien solo este indicio, sin haber en contrario tantas cosas, confunde su malicia y las condena a duro freno y vergonzosa pena.

© Pehuén Editores, 2001 ) 213 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Cuántas y cuántas vemos que han subido Ella, del bien incrédula, llorando, a la difícil cumbre de la fama; los brazos extendidos me pedía Judith, Camila, la fenicia Dido, firme seguridad, y así llamando a quien Virgilio injustamente infama; los indios de servicio que tenía, Penélope, Lucrecia, que al marido salí con ella acá y allá buscando; lavó con sangre la violada cama; al fin, entre los muertos que allí había, Hipo, Tucia, Virginia, Fulvia, Clelia, hallamos el sangriento cuerpo helado, Porcia, Sulpicia, Alcestes y Cornelia. de una redonda bala atravesado.

Bien puede ser entre estas colocada La mísera Tegualda, que delante la hermosa Tegualda, pues parece vio la marchita faz desfigurada, en la rara hazaña señalada con horrendo furor en un instante cuanto por el piadoso amor merece; sobre ella se arrojó desatinada, así, sobre sus obras levantada, y junta con la suya en abundante entre las más famosas resplandece flujo de vivas lágrimas bañada, y el nombre será siempre celebrado, la boca le besaba y la herida, a la inmortalidad ya consagrado. por ver si le podía infundir la vida.

Quedó, pues, como dije, recogida “¡Ay cuitada de mí! –decía–. ¿Qué hago en parte honesta y compañía segura, entre tanto dolor y desventura? del poco beneficio agradecida, ¿Cómo el injusto amor no satisfago según lo que esperaba en su ventura; en esta aparejada coyuntura? pero la aurora y nueva luz venida, ¿Por qué ya, pusilánime, de un trago aunque el sabroso sueño con dulzura no acabo de pasar tanta amargura? me había los laxos miembros ya trabado, ¿Qué es esto, la injusticia adónde llega me despertó el aquejador cuidado. que aun el morir forzoso se me niega?”

Viniendo a toda priesa a donde estaba Así furiosa por morir echaba firme en el triste llanto y sentimiento, la rigurosa mano al blanco cuello; que solo un breve punto no aflojaba y, no pudiendo más, no perdonaba la dolorosa pena y el lamento; al afligido rostro, ni al cabello; yo con gran compasión la consolaba, y aunque yo de estorbarle procuraba, haciéndole seguro ofrecimiento apenas era parte a defendello, de entregarle el marido y darle gente tan grande era la basca y ansia fuerte con que salir pudiese libremente. de la rabiosa gana de la muerte.

© Pehuén Editores, 2001 ) 214 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Después que algo las ansias aplacaron Estando como digo, una mañana por la gran persuasión y ruego mío, llegó un indio a gran priesa a nuestro fuerte, y sus promesas ya me aseguraron diciendo: “¡Oh temeraria gente insana! del gentílico intento y desvarío, Huid, huid la ya vecina muerte, los prestos yanaconas levantaron que la potencia indómita araucana sobre un tablón el yerto cuerpo frío, viene sobre vosotros de tal suerte, llevándole en los hombros suficientes que no bastarán muros, ni reparos, a donde le aguardaban sus sirvientes. ni sé lugar donde podáis salvaros.”

Mas, porque estando así rota la guerra, El mismo aviso trajo al mediodía no padeciese agravio y demasía, un amigo cacique de la sierra, hasta pasar una vecina sierra afirmando por cierto que venía le tuve con mi gente compañía; todo el poder y fuerza de la tierra pero llegando a la segura tierra con soberbio aparato, donde había, encaminada en la derecha vía, instrumentos y máquinas de guerra, se despidió de mí reconocida puentes, traviesas, árboles, tablones del beneficio y obra recibida. y otras artificiosas prevenciones.

Vuelto al asiento, digo que estuvimos No desmayó por esto nuestra gente; toda aquella semana trabajando, antes venir al punto deseaba, en la cual lo deshecho rehicimos que el menos animoso osadamente el foso y roto muro reparando; el lugar de más riesgo procuraba; de industria y fuerza al fin nos prevenimos y con presteza y orden conveniente con buen ánimo y orden aguardando todo lo necesario se aprestaba, al enemigo campo cada día, esperando con muestra apercibida que era pública fama que venía. el día amenazador de tanta vida.

También tuvimos nueva que partidos Fuimos también por indios avisados eran de Mapochó nuestros guerreros, de nuestros espiones, que sin duda de armas y municiones bastecidos, nos darían el asalto por tres lados, con mil caballos y dos mil flecheros; al postrer cuarto de la noche muda; mas del lluvioso invierno los crecidos así que, cuando más desconfiados raudales y las ciénagas y esteros no de divina, mas de humana ayuda, llevándoles ganado, ropa y gente por la cumbre de un monte de repente los hacían detener forzosamente. apareció en buen orden nuestra gente.

© Pehuén Editores, 2001 ) 215 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

¡Quién pudiera pintar el gran contento, Pero los nuestros, de mostrar ganosos el alborozo de una y otra parte, aquel valor que en la nación se encierra, el ordenado alarde, el movimiento, enemigos del ocio y deseosos el ronco estruendo del furioso Marte, de entrar talando la enemiga tierra, tanta bandera descosida al viento, procuran con afectos hervorosos tanto perdón, divisa y estandarte, apresurar la deseada guerra, trompas, clarines, vices, apellidos, haciendo diligencia y gran instancia relinchos de caballos y bufidos! en prevenir las cosas de importancia.

Ya que los unos y otros con razones Reformado el bagaje brevemente de amor y cumplimiento nos hablamos, de la jornada larga y desabrida, y para los caballos y peones la bulliciosa y esforzado gente, lugar cómodo y sitio señalamos; ganosa de honra y de valor movida, tiendas labradas, toldos, pabellones murmurando el reposo impertinente, en la estrecha campaña levantamos pide que se acelere la partida, en tanta multitud, que parecía y el día de todos tanto deseado que una ciudad allí nacido había. que fue de aquel en cinco señalado.

Fue causa la venida de esta gente Venido el aplazado alegre día, que el ejército bárbaro vecino, al comenzar de la primer jornada, con nuevo acuerdo y parecer prudente, llegó de la Imperial gran compañía mudase de propósito y camino; de caballeros y de gente armada, que Colocolo, astuta y sabiamente, que en aquella ocasión partido había al consejo de muchos contravino, por tierra, aunque rebelde y alterada, discurriendo por términos y modos con gran chusma y bagaje, bastecida que redujo a su voto los de todos. de municiones, armas y comida.

Aunque, como ya digo, antes tuvieron Ya, pues, en aquel sitio recogidos gran contienda sobre ello y diferencia; tantos soldados, armas, municiones, pero, al fin, por entonces difirieron todos los instrumentos prevenidos, la ejecución de la áspera sentencia; hechas las necesarias provisiones, y el poderoso campo retrujeron fueron por igual orden repartidos hasta tener más cierta inteligencia los lugares, cuarteles y escuadrones, del español ejército arribado, para que en el rebato y voz primera que ya le había la fama acrecentado. cada cual acudiese a su bandera.

© Pehuén Editores, 2001 ) 216 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Caupolicán también, por otra parte, Al cual en gran tropel acompañaban con no menor cuidado y providencia, su gente agreste y ásperos soldados, la gente de su ejército reparte que en apiñada muela le cercaban, por los hombres de suerte y suficiencia; de pieles de animales rodeados; que en el duro ejercicio y bélica arte luego los talcamávidas pasaban, era de mayor prueba y experiencia, que son más aparentes que esforzados, y todo puesto a punto quiso un día debajo del gobierno y del amparo ver la gente y las armas que tenía. del jactancioso mozo Caniotaro.

Era el primero que pasó la muestra Iba siguiendo la postrera hilera el cacique Pillolco, el cual armado Millalarmo, mancebo floreciente, iba de fuertes armas, en la diestra con sus pintadas armas, el cual era un gran bastón de acero barreado, del famoso Picoldo descendiente, delante de su escuadra, gran maestra rigiendo los que habitan las riberas de arrojar el certero dardo usado, del gran Nibequetén, que su corriente procediendo en buen orden y manera, no deja a la pasada fuente y río, de trece en trece iguales por hilera. que todos no los traiga al Biobío.

Luego pasó detrás de los postreros Pasó luego la muestra Mareande, el fuerte Leucotón, a quien siguiendo con una cimitarra y ancho escudo, iba una espesa banda de flecheros, mozo de presunción y orgullo grande, gran número de tiros esparciendo; alto de cuerpo, en proporción membrudo; venía Rengo tras él con sus maceros iba con él su primo Lepomande, en paso igual y grave, procediendo desnudo al hombro un gran cuchillo agudo, arrogante, fantástico, lozano, ambos de una divisa, rodeados con un entero líbano en la mano. de gente armada y prácticos soldados.

Tras él con fiero término seguía Seguía el orden tras estos Lemolemo, el áspero y robusto Tulcomara, arrastrando una pica poderosa, que vestido en lugar de arnés traía delante de su escuadra, por extremo la piel de un fiero tigre que matara; lucida entre las otras y vistosa; cuya espantosa boca le ceñía un poco atrás del cual iba Gualemo, por la frente y quijadas la ancha cara, cubierto de una piel dura y pelosa con dos espesas órdenes de dientes de un caballo marino, que su padre blancos, agudos, lisos y lucientes. había muerto en defensa de su madre.

© Pehuén Editores, 2001 ) 217 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Cuentan, no sé si es fábula, que estando Y en memoria del hecho hazañoso, bañándose en la mar algo apartada, digno de lo poner en escritura, un caballo marino allí arribando, del pellejo del pez duro y peloso fue de él súbitamente arrebatada, hizo una fuerte y fácil armadura; y el marido a las voces aguijando muerto Guacol, Gualemo valeroso de la cara mujer, del pez robada, las armas heredó y a Quilacura, con el dolor y pena de perdella que es un valle extendido y muy poblado al agua se arrojó luego tras ella. de gente rica de oro y de ganado.

Pudo tanto el amor, que el mozo osado Pasó tras este luego Talcahuano, al pescado alcanzó que se alargaba, que ciñe el mar su tierra y la rodea, y, abrazado con él por maña a nado, un mástil grueso en la derecha mano, a la vecina orilla le acercaba, que como un tierno junco le blandea, donde el marino monstruo sobreaguado cubierto de altas plumas muy lozano, (que también el amor ya le cegaba) siguiéndole su gente de pelea, dio recio en seco, al tiempo que el reflujo por los pechos al sesgo atravesadas, de las huidoras olas se retrujo. bandas azules, blancas y encarnadas.

Soltó la presa libre y, sacudiendo Venía tras él Tomé, que sus pisadas la dura cola, el suelo deshacía, seguían los puelches, gentes banderizas, y aquí y allí el gran cuerpo retorciendo, cuyas armas son puntas enastadas contra el mozo animoso se volvía; de una gran braza, largas y rollizas; el cual, sazón y punto no perdiendo, y los trulos también, que usan espadas, a las cercanas armas acudía, de fe mudable y casas movedizas, comenzando los dos una batalla hombres de poco efecto, alharaquientos, que el mar calmó y el sol paró a miralla (1). de fuerza grande y chicos pensamientos.

Mas con destreza el bárbaro valiente, No faltó Andalicán con su lucida de fuerza y ligereza acompañada, y ejercitada gente en ordenanza, al monstruo, de voraz, hería en la frente una cota finísima vestida, con una porra de metal herrada; vibrando la fornida y gruesa lanza; al cabo el indio valerosamente y Orompello, de edad aún no cumplida, dio felice remate a la jornada, pero de grande muestra y esperanza, dejando al gran pescado allí tendido, otra escuadra de prácticos regía, que más de treinta pies tenía medido. llevando al diestro Ongolmo en compañía.

(1) Mirarla.

© Pehuén Editores, 2001 ) 218 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Elicura pasó luego tras estos. Fue allí el postrero que pasó la lista armado ricamente, el cual traía (primero en todo) Tucapel gallardo, una banda de jóvenes dispuestos, cubierta una lucida sobrevista de grande presunción y gallardía; de unos anchos escaques (1) de oro y pardo; seguían los llaucos de almagrados gestos, grande en el cuerpo y áspero en la vista, robusta y esforzado compañía, con un huello lozano y paso tardo, llevando en medio de ellos por caudillo detrás del cual iba un tropel de gente al sucesor del ínclito Ainavillo. arrogante, fantástica y valiente.

Seguía después Cayocupil, mostrando El gran Caupolicán con la otra parte la dispuesta persona y buen deseo, y resto del ejército araucano, su veterana gente gobernando más encendido que el airado Marte, con paso grave y con vistoso arreo: iba con un bastón corto en la mano; tras él venía Purén, también guiando bajo de cuya sombra y estandarte con no menor donaire y contoneo venía el valiente Curgo y Mareguano una bizarra escuadra de soldados, y el grave y elocuente Colocolo, en la dura milicia ejercitados. Millo, Teguán, Lambecho y Guampicolo.

Lincoya iba tras él, casi gigante, Seguían, luego, detrás sus piemaiquenes, la cresta sobre todos levantada, tuncos, renoguelones y pencones, armado un fuerte peto rutilante, los itatas, mauleses y cauquenes de penachos cubierta la celada; de pintadas divisas y pendones; con desdeñoso término delante nibequetenses, pueches y cautenes de su lustrosa escuadra bien cerrada, con una espesa escuadra de peones el mozo Peicaví luego guiaba y multitud confusa de guerreros, otro espeso escuadrón de gente brava. amigos, comarcanos y extranjeros.

Venía en esta reseña en buen concierto Según el mar las olas tiende y crece, el grave Caniomangue, entristecido así crece la fiera gente armada, por el insigne viejo padre muerto, tiembla en torno la tierra y se estremece a quien había en el cargo sucedido, en tantos pies batida y golpeada; todo de negro el blanco arnés cubierto lleno el aire de estruendo se oscurece y su escuadrón de aquel color vestido, con la gran polvareda levantada, al tardo son y paso los soldados que en ancho remolino al cielo sube, de roncos atambores destemplados. cual ciega niebla espesa o parda nube.

(1) Cuadro o casilla de escudo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 219 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Pues nuestro campo en orden semejante, “Lo que yo os pido de mi parte y digo según que dije arriba, don García es que en estas batallas y revueltas, al tiempo del partir puesto delante aunque os haya ofendido el enemigo, de aquella valerosa compañía, jamás vos le ofendáis a espaldas vueltas; con un alegre término y semblante antes le defended como al amigo, que dichoso suceso prometía, si volviéndose a vos las armas sueltas moviendo los dispuestos corazones rehuyere el morir en la batalla, les empezó a decir estas razones: pues es más dar la vida que quitalla (1).

“Valientes caballeros, a quien solo “Poned a todo en la razón la mira el valor natural de la persona porque las armas siempre habéis tomado, os trajo a descubrir el Austral polo, que pasando los términos la ira pasando la solar tórrida zona pierde fuerza el derecho ya violado; y los distantes trópicos, que Apolo pues cuando la razón nos frena y tira por más que cerca el cielo y lo corona, el ímpetu y furor demasiado, jamás en ningún tiempo pasar puede, el rigor excesivo en el castigo ni el soberano Autor se lo concede. justifica la causa al enemigo.

“Ya que con tanto afán habéis seguido “No sé si tengo más cerca de esto hasta aquí las católicas banderas que decir, ni advertimos con razones, y al español dominio sometido que en detener ya tanto soy molesto innumerables gentes extranjeras, la furia de esos vuestros corazones; el fuerte pecho y ánimo sufrido ¡sus, sus!, pues, derribad y allanad presto poned contra estos bárbaros de veras, las palizadas, tiendas, pabellones, que vencido esto poco veréis llano y vámonos de aquí todos a una todo el mundo debajo de la mano. a donde ya nos llama la Fortuna.”

“Y en cuanto dilatamos este hecho Súbito las escuadras presurosas, y de llegar al fin lo comenzado, con grande alarde y con gallardo brío, poca o ninguna cosa habemos hecho, marchan a las riberas arenosas ni aun es vuestro el honor que habéis ganado; del ancho y caudaloso Biobío; que la causa indecisa, igual derecho y, en esquifadas barcas espaciosas, tiene el fiero enemigo en campo armado atravesaron luego el ancho río, a todas vuestras glorias y fortuna, entrando con ejército formado pues las puede ganar con sola una. por el distrito y término vedado.

(1) Quitarla.

© Pehuén Editores, 2001 ) 220 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Mas, según el trabajo se me ofrece, que tengo de pasar forzosamente, reposar algún tanto me parece para cobrar aliento suficiente; que la cansada voz me desfallece y siento ya acabárseme el torrente; mas yo me esforzaré si puedo tanto, que os venga a contentar el otro canto.

CANTO XXII

ENTRAN LOS ESPAÑOLES EN EL ESTADO DE ARAUCO; TRABAN LOS ARAUCANOS CON ELLOS UNA REÑIDA BATALLA; HACE RENGO DE SU PERSONA GRAN PRUEBA; CORTAN LAS MANOS POR JUSTICIA A GALVARINO, INDIO VALEROSO.

Pérfido amor tirano, ¿qué provecho piensas sacar de mi desasosiego? ¿No estás de mi promesa satisfecho que quieres afligirme desde luego? ¡Ay!, que ya siento en mi cuidoso pecho labrarme poco a poco un vivo fuego y desde allí con movimiento blando ir por venas y huesos penetrando.

¿Tanto, traidor, te va que yo no siga el duro estilo del sangriento Marte, que así de tal manera me fatiga tu importuna memoria en cada parte? Déjame ya, no quieras que se diga que porque nadie quiere celebrarle al último rincón vas a buscarme, y allí pones tu fuerza en aquejarme.

© Pehuén Editores, 2001 ) 221 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

¿No ves que es mengua tuya y gran bajeza, Estábamos apenas alojados habiendo tantos célebres varones, en el tendido llano a la marina, venir a mendigar a mi pobreza, cuando se oyó gritar por todos lados, tan falta de conceptos y razones, “¡Arma, arma, enfrena, enfrena, aína, aína!” y en medio de las armas y aspereza, luego de acá y de allá los derramados, sumido en mil forzosas ocasiones, siguiendo la ordenanza y disciplina, me cargas por un sueño quizá vano corren a sus banderas y pendones con tanta pesadumbre ya la mano? formando las hileras y escuadrones.

Déjame ya, que la trompeta horrenda Nuestros descubridores, que la tierra del enemigo bárbaro vecino iban corriendo por el largo llano, no da lugar a que otra cosa atienda, al remate del cual está una sierra que me tiene tomado ya el camino; cerca del alto monte Andalicano, donde siento fraguada una contienda, vieron de allí calar gente de guerra, que el más fértil ingenio y peregrino, cerrando el paso a la siniestra mano, en tal revolución embarazado, diciendo: “¡Espera, espera; tente, tente; no le diera lugar desocupado. veremos quién hoy es aquí el valiente!”

¿Qué puedo, pues, hacer, si ya metido Los nuestros, al amparo de un repecho, dentro del campo y ocasión me veo, en forma de escuadrón se recogieron, sino al cabo cumplir lo prometido, donde con muestra y animoso pecho aunque tire a otra parte mi deseo? al ventajoso número atendieron; Pero a término breve reducido, pero los fieros bárbaros de hecho, por la más corta senda sin rodeo, sin punto reparar los embistieron, pienso seguir el comenzado oficio haciéndoles tomar luego la vuelta desnudo de ornamento y artificio. sin orden ni camino, a rienda suelta.

Vuelto a la historia, digo que marchaba Aunque a veces en parte recogidos, nuestro ordenado campo de manera haciendo cuerpo y rostro, revolvían que gran espacio en breve se alejaba y con mayor valor que de vencidos del Talcahuano término y ribera; al vencedor soberbio acometían; mas, cuando el alto sol ya declinaba pero, con mayor furia compelidos, cerca de un agua al pie de una ladera, el camino empezado proseguían, en cómodo lugar y llano asiento dejando a veces muerta y tropellada hicimos el primero alojamiento. alguna de la gente desmandada.

© Pehuén Editores, 2001 ) 222 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Los presurosos indios desenvueltos, Así los iban siempre maltratando, siempre con mayor furia y crecimiento, siguiendo el hado y próspera fortuna, en una espesa polvareda envueltos, el rabioso furor ejecutando iban en el alcance y seguimiento; en los rendidos, sin clemencia alguna; los nuestros a calcaño y frenos sueltos, por el tendido valle resonando a la sazón con más temor que tiento, la trulla (1) y grita bárbara importuna, ayudan los caballos desbocados, que, arrebatada del ligero viento, arrimándoles hierro a los costados. llevó presto la nueva a nuestro asiento.

Pero por más que allí los aguijaban En esto, por la parte del Poniente, con voces, cuerpos, brazos y talones, con gran presteza y no menor ruido, los bárbaros por pies los alcanzaban, Juan Ramón arribó con mucha gente, haciéndoles bajar de los arzones; que el aviso primero había tenido; al fin necesitados peleaban, y, en furioso tropel, gallardamente, cual los heridos osos y leones alzando un ferocísimo alarido, cuando de los lebreles aquejados embistió la enemiga gente airada, ven la guarida y pasos ocupados. en la victoria y sangre ya cebada.

Como el airado viento repentino, Mas un cerrado muro y baluarte que en lóbrego turbión, con gran estruendo, de duras puntas al romper hallaron, el polvoroso campo y el camino que con estrago de una y otra parte, va con violencia indómita barriendo, hecho un hermoso choque, repararon; y en ancho y presuroso remolino unos pasados van de parte a parte; todo lo coge, lleva y va esparciendo, otros muy lejos del arzón volaron, y arranca aquel furioso movimiento otros heridos, otros estropeados, los arraigados troncos de su asiento. otros de los cabellos tropellados.

Con tal facilidad arrebatados No es bien pasar tan presto, ¡oh pluma mía!, de aquel furor y bárbara violencia las memorables cosas señaladas iban los españoles fatigados, y los crudos efectos de este día sin poderse poner en resistencia; de valerosas lanzas y de espadas; algunos, del honor avergonzados, que, aunque ingenio mayor no bastaría vuelven haciendo rostro y apariencia; a poderlas llevar continuadas, mas otra ola de gente que llegaba, es justo se celebre alguna parte con más presteza y daño los llevaba. de muchas en que puedes emplearte.

(1) Turba, bulla.

© Pehuén Editores, 2001 ) 223 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

El gallardo Lincoya, que arrogante Y, aunque con gran esfuerzo se sustenta, el primero escuadrón iba guiando, la fuerza contra tantos no bastaba, con muestra airada y con feroz semblante, que ya la espesa turba alharaquienta el firme y largo paso apresurando, en confuso montón le rodeaba; cala la gruesa pica en un instante, pero, en esta sazón, más de cincuenta y el cuento entre la tierra y pie afirmando caballos que Reinoso gobernaba, recibe en el cruel hierro fornido que de refresco a tiempo habían llegado, el cuerpo de Hernán Pérez atrevido. vinieron a romper por aquel lado.

Por el lado derecho encaminado Tan recio se embistió que, aunque hallaron hizo el agudo hierro gran herida, de gruesas astas un tejido muro, pasando el escaupil (1) doble estofado el cerrado escuadrón aportillaron, y una cota de malla muy tejida; probando más de diez el suelo duro; el ancho y duro hierro ensangrentado y al esforzado Cáceres cobraron, abrió por las espaldas la salida, que, cercado de gente, mal seguro. quedando el cuerpo ya descolorido con ánimo feroz se sustentaba, fuera de los arzones suspendido. y, matando, la muerte dilataba.

Tucapelo gallardo, que al camino Don Miguel y don Pedro de Avendaño, salió al valiente Osorio, que corriendo Escobar, Juan Jufré, Cortés y Aranda, venía con mayor ánimo que tino, sin mirar el peligro y riesgo extraño, los herrados talones sacudiendo, sustentan todo el peso de su banda; mostrando el cuerpo, al tiempo que convino también hacen efecto y mucho daño le dio lado, y, la maza revolviendo, Losada, Peña, Córdoba y Miranda, con tanta fuerza le cargó la mano, Bernal, Lasarte, Castañeda, Ulloa, que no le dejó miembro y hueso sano. Martín Ruiz y Juan López de Gamboa.

A Cáceres, que un poco atrás venía, Pero muy presto a la araucana gente, de otro golpe también le puso en tierra, en la española sangre ya cebada, el cual, con gran esfuerzo y valentía, los hizo revolver forzosamente la adarga embraza y de la espada aferra, y seguir la carrera comenzada: y contra la enemiga compañía tras estos, otra escuadra de repente se puso él solo a mantener la guerra, en ellos se estrelló desatinada; haciendo rostro y pie con tal denuedo, mas sin ganar un paso de camino, que a los más atrevidos puso miedo. volver rostros y riendas les convino.

(1) Sayo de armas acolchado de algodón, para defenderse de las fieras.

© Pehuén Editores, 2001 ) 224 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Y, aunque a veces con súbita represa, Quién el húmedo cieno a la cintura, Juan Ramón y los otros revolvían, con dos y tres a veces peleaba; luego con nueva pérdida y más priesa quién, por mostrar mayor desenvoltura, la primera derrota proseguían; queriéndose mover, más se atascaba; y en una polvoroso nube espesa quién, probando las fuerzas y ventura, envueltos unos y otros ya venían, al vecino enemigo se aferraba, cuando fue nuestro campo descubierto mordiéndole y cegándole con lodo, en orden de batalla y buen concierto. buscando de vencer en cualquier modo.

Iban los araucanos tan cebados, La furia del herirse y golpearse que por las picas nuestras se metieron; andaba igual y en duda la Fortuna, pero, vueltos en sí, más reportados, sin muestra ni señal de declararse el suelto paso y furia detuvieron; mínima de ventaja en parte alguna; y al punto recogidos y ordenados, ya parecían aquellos mejorarse, la campaña al través se retrujeron ya ganaban aquestos la laguna, al pie de un cerro a la derecha mano, y la sangre de todos derramada cerca de una laguna y gran pantano. tornaba el agua turbia, colorada.

Donde de nuestro cuerpo arremetimos Rengo, que el odio y encendida ira un gran tropel a pie de gente armada, te había llevado ciego tanto trecho, que con presteza al arribar les dimos luego que nuestro campo vio a la mira espesa carga y súbita rociada; y que a dar en la muerte iba derecho, y, al cieno retirados, nos metimos al vecino pantano se retira, tras ellos por venir espada a espada, y el fiero rostro y animoso pecho probando allí las fuerzas y el denuedo contra todo el ejército volvía, con rostro firme y ánimo a pie quedo. y en voz amenazándole decía:

Jamás los alemanes combatieron “Venid, venid a mí, gente plebea (1), así de firme a firme y frente a frente, en mí sea vuestra saña convertida, ni mano a mano dando, recibieron que soy quien os persigue y quien desea golpes sin descansar a manteniente; más vuestra muerte que su propia vida; como el un bando y otro que vinieron no quiero ya descanso hasta que vea a estar así en el cieno estrechamente, la nación española destruida, que echar atrás un paso no podían, y en esa vuestra carne y sangre odiosa y dando aprisa, aprisa recibían. pienso hartar mi hambre y sed rabiosa.”

(1) Plebeya.

© Pehuén Editores, 2001 ) 225 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Así la tierra y cielo amenazando, El bárbaro esforzado, de aquel modo en medio del pantano se presenta, ardiendo en ira y furor insano, y la sangrienta maza floreando, cubierto de sudor, de sangre y lodo, la gente de poco ánimo amedrenta; estaba solo en medio del pantano, no fue bien conocido en la voz, cuando, resistiendo la furia y golpe todo haciendo de sus fieros poca cuenta, de los tiros que, de una y otra mano, algunos españoles más cercanos cubriendo el sol, sin número salían aguijamos sobre él con prestas manos. y como tempestad sobre él llovían.

Mas a Juan, yanacona, que una pieza Ya el esparcido ejército obediente, de los otros osado se adelanta, que el porfiado alcance había seguido, le machuca de un golpe la cabeza, descubriendo en el llano a nuestra gente, y de otro a Chilca el cuerpo le quebranta; se había tirado atrás y recogido; y contra el joven Zúñiga endereza sólo Rengo, feroz y osadamente, el tercero, con saña y furia tanta, sustenta igual el desigual partido, que como clavo en húmedo terreno, a causa que la ciénaga era honda le sume hasta los pechos en el cieno. y llena de espesura a la redonda.

Pero de tiros una lluvia espesa Viendo el fruto dudoso y daño cierto, al animoso pecho encaminados, según la mucha gente que cargaba, turbando el aire claro a mucha priesa que a grande priesa, en orden y concierto, descargaron sobre él de todos lados; de esta y de aquella parte le cercaba, por esto el fiero bárbaro no cesa, por un inculto paso y encubierto, antes con furia y golpes redoblados, que la fragosa sierra le amparaba, el lodo a la cintura osadamente le pareció con tiempo retirarse estaba por muralla de su gente. y salvar sus soldados y él salvarse.

Cual el cerdoso jabalí herido Diciéndoles: “Amigos, no gastemos al cenagoso estrecho retirado, la fuerza en tiempo y acto infructuoso; de animosos sabuesos perseguido la sangre que nos queda conservemos y de diestros monteros rodeado, para venderla en precio más costoso; ronca, bufa y rebufa embravecido, conviene que de aquí nos retiremos vuelve y revuelve de este y de aquel lado, antes que en este sitio cenagoso, rompe, encuentra, atropella, hiere y mata del enemigo puestos en aprieto, y los espesos tiros desbarata. perdamos la opinión y él el respeto.”

© Pehuén Editores, 2001 ) 226 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Luego, la voz de Rengo obedecida, Diciendo así: “Segad esa garganta los presurosos brazos detuvieron, siempre sedienta de la sangre vuestra, y por la parte estrecha y más tejida que no temo la muerte ni me espanta al son del atambor se retrujeron; vuestra amenaza y rigurosa muestra; era áspero el lugar y la salida, y la importancia y pérdida no es tanta y así seguir los nuestros no pudieron, que haga falta mi cortada diestra, quedando algunos de ellos tan sumidos, pues quedan otras muchas esforzadas que fue bien menester ser socorridos. que saben gobernar bien sus espadas.

Por la falda del monte levantado “Y si pensáis sacar algún provecho iban los fieros bárbaros saliendo. de no llegar mi vida al fin postrero, Rengo, bruto, sangriento y enlodado, aquí, pues, moriré a vuestro despecho, los lleva en retaguardia recogiendo; que si queréis que viva yo no quiero; como el celoso toro madrigado al fin iré algún tanto satisfecho que la tarda vacada va siguiendo, de que a vuestro pesar alegre muero, volviendo acá y allá espaciosamente que quiero con mi muerte desplacemos, el duro cerviguillo y la alta frente. pues solo en esto puedo ya ofendemos.”

Nuestro campo por orden recogido, Así que contumaz y porfiado, retirado del todo el enemigo, la muerte con injurias procuraba, fue entre algunos un bárbaro cogido, y siempre más rabioso y obstinado que mucho se alargó del bando amigo; sobre el sangriento suelo se arrojaba; el cual acaso a mi cuartel traído donde en su misma sangre revolcado hubo de ser para ejemplar castigo acabar ya la vida deseaba, de los rebeldes pueblos comarcanos, mordiéndose con muestras impacientes mandándole cortar ambas las manos. los desangrados troncos con los dientes.

Donde sobre una rama destroncada Estando pertinaz de esta manera, puso la diestra mano (yo presente), templándonos la lástima el enojo, la cual de un golpe con rigor cortada, vio un esclavo bajar por la ladera sacó luego la izquierda alegremente, cargado con un bárbaro despojo, que del tronco también saltó apartada, y como encarnizada bestia fiera sin torcer ceja ni arrugar la frente, que ve la desmandada presa al ojo, y con desdén y menosprecio de ello, así con una furia arrebatada alargó la cabeza y tendió el cuello. le sale de través a la parada.

© Pehuén Editores, 2001 ) 227 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Y en él los pies y brazos anudados sobre el húmedo suelo le tendía, y con los duros troncos desangrados en las narices y ojos le batía; al fin, junto a nosotros, a bocados, sin poderse valer, se le comía, si no fuera con tiempo socorrido, quedando (aunque fue presto) mal herido.

El bárbaro infernal, con atrevida voz, en pie puesto, dijo: “Pues me queda CANTO XXIII alguna fuerza y sangre retenida con que ofender a los cristianos pueda quiero aceptar a mi pesar la vida, LLEGA GALVARINO A DONDE ESTABA EL SENADO ARAUCANO; HACE EN EL aunque por modo vil se me conceda, CONSEJO UNA HABLA CON LA CUAL DESBARATA LOS PARECERES DE ALGUNOS; que yo espero sin manos desquitarme, SALEN LOS ESPAÑOLES EN BUSCA DEL ENEMIGO; PINTASE LA CUEVA DEL que no me faltarán para vengarme. HECHICERO FITÓN Y LAS COSAS QUE EN ELLA HABÍA.

“Quedaos, quedaos malditos, que yo os digo Jamás debe, Señor, menospreciarse que en mí tendréis con odio y sed rabiosa el enemigo vivo, pues sabemos torcedor y solícito enemigo, puede de una centella levantarse cuando dañar no pueda en otra cosa; fuego, con que después nos abrasemos; muy presto entenderéis cómo os persigo y entonces es cordura recelarse y que os fuera mi muerte provechosa.” cuando en mayor felicidad nos vemos, Diciendo así otras cosas que no cuento, pues los que gozan próspera bonanza partió de allí ligero como el viento. están aún más sujetos a mudanza.

No es bien que así dejemos el olvido Solo la muerte próspera asegura el nombre de este bárbaro obstinado, el breve curso del felice hado, que por ser animoso y atrevido que mientras que la incierta vida dura el audaz Galvarino era llamado. nunca hay cosa que dure en un estado; Mas por tanta aspereza he discurrido, así, pues, quien jamás tuvo ventura que la fuerza y la voz se me ha acabado podrá llamarse bienaventurado y así habré de parar, porque me siento y sin prosperidad vivir contento, ya sin fuerza, sin voz y sin aliento. pues no teme infelice acaecimiento.

© Pehuén Editores, 2001 ) 228 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Y pues que ya tenemos certidumbre “Si solíades vengar, sacros varones, que nunca hay bien seguro ni reposo, las ajenas injurias tan de veras que es ley usada, es orden y costumbre y en las extrañas tierras y naciones por donde ha de pasar el más dichoso, hicieron sombra ya vuestras banderas, gastar el tiempo en esto es pesadumbre ¿cómo ahora en las propias posesiones y así, por no ser largo y enojoso, unas bastardas gentes extranjeras solo quiero contar a lo que vino os vienen a oprimir y a conquistamos el despreciar al mozo Galvarino. y tan tibios estáis en el vengaros?

El cual, aunque herido y desangrado, “Mirad mi cuerpo aquí despedazado, tanto el coraje y rabia le inducía, miembro del vuestro, que por más afrenta que llegó a Andalicán donde alojado me envían lleno de injurias al senado, Caupolicán su ejército tenía; para que de ella sepa daros cuenta: era el tiempo que el ínlicito senado mirad vuestro valor vituperado, en secreto consejo preveía y lo que en mí el tirano os representa las cosas de la guerra y menesteres, jurando no dejar cacique alguno dando y tomando en ello pareceres. sin desmembrarlos todos, uno a uno.

Cuál con justo temor dificultaba “Por cierto bien en vano han adquirido la pretensión de algunos imprudente; tanta gloria y honor vuestro abuelos cuál por mostrar valor, facilitaba y el araucano crédito subido cualquier dificultoso inconveniente; en su misma virtud hasta los cielos; cuál un concierto lícito aprobaba, si ahora infame, hollado y abatido cuál era de este voto diferente, anda de lengua en lengua por los suelos procurando unos y otros con razones y vuestra ilustre sangre resfriada esforzar sus discursos y opiniones. en los sucios rincones derramada.

En esta confusión y diferencia “¿Qué provincia hubo ya que no temiese Galvarino arribó apenas con vida, de vuestra voz en todo el mundo oída, el cual, pidiendo para entrar licencia, ni nación que las armas no rindiese le fue graciosamente concedida; por temor o por fuerza compelida? donde con la debida reverencia, Arribando a la cumbre, porque fuese esforzando la voz enflaquecida, tanto de allí mayor vuestra caída falto de sangre y muy cubierto de ella, y al término llegase el menosprecio comenzó de esta suerte su querella: donde de los pasados llegó el precio.

© Pehuén Editores, 2001 ) 229 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Pues unos extranjeros enemigos, No pudo decir más de desmayado con título y con nombre de clemencia, por la infinita sangre que perdía, ofrecen de aceptarnos por amigos, que el laxo cuello ya debilitado queriéndoos reducir a su obediencia, sostener la cabeza aun no podía; y si no os sometéis, que con castigos así el rostro mortal desfigurado prometen oprimir vuestra insolencia, en el sangriento suelo se tendía, sin quedar del cuchillo reservado género, dejando aún los más endurecidos, religión, edad ni estado. de su esperada muerte condolidos.

“Volved, volved en vos, no deis oído Mas como no tuviese tal herida a sus embustes, tratos y marañas, que pudiese hallar la muerte entrada, pues todas se enderezan a un partido retuvo luego la dudosa vida que viene a deslustrar vuestras hazañas; en siéndole la sangre restañada; que la ocasión que aquí los ha traído, y la virtud con tiempo socorrida por mares y por tierras tan extrañas, fue de tantos remedios confortada es el oro goloso que se encierra y el mozo se ayudó de tal manera en las fértiles venas de esta tierra. que recobró su sanidad primera.

“Y es un color, es apariencia vana Fueron de tanta fuerza sus razones querer mostrar que el principal intento y el odio que a los nuestros concibieron, fue el extender la religión cristiana, que los más entibiados corazones siendo el puro interés su fundamento; de cólera rabiosa se encendieron; su pretensión de la codicia mana, así las diferentes opiniones que todo lo demás es fingimiento, a un fin y parecer se redujeron, pues los vemos que son más que otras gentes quedando para siempre allí excluido adúlteros, ladrones, insolentes. quien tratase de medio y de partido.

“Cuando el siniestro hado y dura suerte Los impacientes mozos, deseosos nos amanecen cierto en lo futuro, de venir a las armas, braveaban, podemos elegir honrada muerte, y con muestras y afectos hervorosos, remedio breve, fácil y seguro; el espacioso tiempo apresuraban; poned a la Fortuna el hombro fuerte, pero los más maduros y espaciosos a dura adversidad corazón duro, aquella ardiente cólera templaban que el pecho firme y ánimo invencible y el término de algunos indiscreto, allana y facilita aun lo imposible.” no reprobando el general decreto.

© Pehuén Editores, 2001 ) 230 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Dejémoslos un rato, pues, tratando Así yo, apercibido sordamente de dar no una batalla, sino ciento, en medio del silencio y noche oscura, del orden, la manera, dónde y cuándo, di sobre algunos pueblos de repente con varios pareceres y un intento; por un gran arcabuco (1) y espesura, que me voy poco a poco descuidando donde la miserable y triste gente de nuestro alborotado alojamiento, vivía por su pobreza en paz segura, donde estuvimos todos recogidos que el rumor y alboroto de la guerra con buena guardia y bien apercibidos. aún no la había sacado de su tierra.

Mas cuando el esperado sol salía, Viniendo, pues, a dar al Challacano, la gente de a caballo en orden puesta que es donde nuestro campo se alojaba, marchó, quedando atrás la infantería, vi en una loma al rematar de un llano, y del campo después toda la resta por una angosta senda que cruzaba, con tal velocidad, que a mediodía un indio laxo, flaco y tan anciano, subimos la temida y agria cuesta que apenas en los pies se sustentaba, de blancos huesos de cristianos llena, corvo, espacioso, débil, descarnado, que despertó el cuidado y nos dio pena. cual de raíces de árboles formado. Espantado del talle y la torpeza Al araucano valle, pues, bajamos, de aquel retrato de vejez tardía, que el mar le bate al lado del Poniente, llegué por ayudarle en su pereza, donde en llano lugar nos alojamos y tomar lengua de él si algo sabía; de comidas y pastos suficientes mas no sale con tanta ligereza y luego con promesas enviamos sintiendo los lebreles por la vía de aquella vecindad alguna gente la temerosa gama fugitiva, a requerir la tierra comarcana como el viejo salió la cuesta arriba. con la segura paz y ley cristiana. Yo, sin más atención y advertimiento, Mas, como al tiempo puesto no volviesen arrimando las piernas al caballo, y pasasen después algunos días, a más correr seguí en su seguimiento, ni por astucia y maña no supiesen pensando, aunque volaba, de alcanzallo (2); de su resolución nuestros espías, mas el viejo, dejando atrás el viento, fue acordado que algunos se partiesen me fue forzoso a mi pesar dejallo, por los vecinos pueblos y alquerías, perdiéndole de vista en un instante al salir tardo de la escasa luna, sin poderle seguir más adelante. a tomar relación y lengua alguna. (1) Monte espeso y cerrado. (2) Alcanzarlo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 231 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Halléme a la bajada de un repecho Perdí el rastro y cerróseme el camino, cerca de dos caminos desusados, sobreviniendo un aire turbulento, por donde corre Rauco más estrecho y así, de acá y de allá fuera de tino, que le ciñen dos cerros los costados, de una espesura en otra andaba a tiento; y mirando a lo bajo y más derecho, vista, pues, mi torpeza y desatino, en una selva de árboles copados, arrepentido del primer intento, vi una mansa corcilla junto al río sin pasar adelante me volviera, gustando de las hierbas y rocío. si alguna senda o rastro yo supiera.

Ocurrió luego a la memoria mía Gran rato anduve así descarriado, que la razón en suefíos me dijera que la oculta salida no acertaba, cómo había de topar acaso un día cuando sentí por el siniestro lado una simple corcilla en la ribera, un arroyo que cerca murmuraba; y así yo, con grandísima alegría, y al vecino rumor encaminado, comencé de bajar por la ladera, al pie de un roble que a la orilla estaba paso a paso siguiendo el un camino, vi una pequeña y mísera casilla hasta que de ella vine a estar vecino. y, junto a un hombre anciano, la corcilla.

Púdelo bien hacer, que en las quebradas El cual dijo: “¿Qué hado o desventura era grande el rumor de la corriente tan fuera de camino te ha traído y con pasos y orejas descuidadas por este inculto bosque y espesura, pacía la tierna hierba libremente, donde jamás ninguno he conocido? pero cuando sintió ya mis pisadas Que si por caso adverso y suerte dura y al rumor levantó la altiva frente, andas de tus banderas forajido dejó el sabroso pasto y arboleda haré cuanto pudiere de mi parte por una estrecha y áspera vereda. en buscarte el remedio y escaparte.”

Comencéla a seguir a toda prisa, Viendo el ofrecimiento y acogida labrando a mi caballo los costados, de aquel extraño y agradable viejo, mas tomando otra senda que atraviesa más alegre que nunca fui en mi vida se entró por unos ásperos collados; por hallar tal ayuda y aparejo; al cabo enderezó a una selva espesa le dije la ocasión de mi venida, de matorrales y árboles cerrados, pidiéndole me diese algún consejo adonde se lanzó por una senda para saber la cueva do habitaba y yo también tras ella a toda rienda. el mágico Fitón, a quien buscaba.

© Pehuén Editores, 2001 ) 232 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

El venerable viejo y padre anciano “Así que tantos, tiempos he vivido con un suspiro y tierno sentimiento, en este solitario apartamiento, me tomó blandamente por la mano y pues que la Fortuna te ha traído aliendo de su frágil aposento; a mi triste y humilde alojamiento, y por ser a la entrada del verano haré de voluntad la que has pedido, buscamos a la sombra un fresco que tengo con Fitón conocimiento, asiento en una pedregosa y fresca fuente, que aunque intratable y áspero es mi tío, do comenzó a decirme lo siguiente: hermano de Guarcolo, padre mío.

“Mi tierra es en Arauco y soy llamado “Al pie de una espesísima montaña, el desdichado viejo Guaticolo, pocas veces de humano pie pisada, que en los robustos años fui soldado hace su habitación y vida extraña en cargo antecesor de Colocolo; en una oculta y lóbrega morada, y antes por mi persona en estacado que jamás el alegre sol la baña, siete campos vencí de solo a solo y es a su condición acomodada, y mil veces de ramos fue ceñida por ser fuera de término inhumano, esta mi calva frente envejecida. enemigo mortal del trato humano.

“Mas, como en esta vida el bien no dura “Mas su saber y su poder es tanto y todo está sujeto a desvarío, sobre las piedras, plantas y animales, mudóse mi fortuna en desventura, que alcanza por su ciencia y arte cuanto y en deshonor perpetuo el honor mío, pueden todas las causas naturales; que por extraño caso y suerte dura y en el oscuro reino del espanto perdí con Ainavillo en desafío apremia a los caballos infernales la gloria en tantos años adquirida, a que digan por áspero conjuro quitándome el honor y no la vida. lo pasado, presente y lo futuro.

“Viéndome, pues, con vida y deshonrado, “En la furia del sol y luz serena que mil veces quisiera antes ser muerto, de nocturnas tinieblas cubre el suelo, de cobrar el honor desesperado y sin fuerza de vientos llueve y truena me vine, como ves, a este desierto, fuera de tiempo el sosegado cielo; donde más de veinte años he morado el raudo curso de los ríos enfrena, sin ser jamás de nadie descubierto, y las aves en medio de su vuelo sino ahora por ti que ha sido cosa vienen de golpe abajo amodorridas, no poco para mí maravillosa. por sus fuertes palabras compelidas.

© Pehuén Editores, 2001 ) 233 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Las hierbas en su agosto reverdece Debajo de una peña socavada, y entiende la virtud de cada una, de espesas ramas y árboles cubierta, el mar revuelve, el viento le obedece vimos un callejón y angosta entrada, contra la fuerza y orden de la luna; y más adentro una pequeña puerta tiembla la firme tierra y se estremece de cabezas de fieras rodeada, a su voz eficaz sin causa alguna la cual de par en par estaba abierta, que la altere y renueva por de dentro, por donde se lanzó el robusto anciano apretándose recio con su centro. llevándome trabado de la mano.

“Los otros poderosos elementos Bien por ella cien pasos anduvimos, a las palabras de este están sujetos, no sin algún temor de parte mía, y a las causas de arriba y movimientos cuando a una grande bóveda salimos hace perder la fuerza y los efetos; do una perpetua luz en medio ardía; al fin por su saber y encantamientos y cada banda en torno de ella vimos escudriña y entiende los secretos, poyos puestos por orden, en que había y alcanza por los astros influyentes multitud de redomas sobrescritos los destinos y hados de las gentes. de ungüentos, hierbas y aguas infinitas.

“No sé, pues, cómo puede encarecerte Vimos allí del lince preparados el poder de este mágico adivino; los penetrantes ojos virtuosos, solo en tu menester quiero ofrecerte en cierto tiempo y conjunción sacados, lo que ofrecerte puede un su sobrino; y los del basilisco ponzoñosos; mas, para que mejor esto se acierte, sangre de hombres bermejos, enojados, será bien que tomemos el camino, espumajos de perros que, rabiosos, pues es la hora y sazón desocupada van huyendo del agua y el pellejo que podemos tener mejor entrada.” del pecoso chersidros cuando es viejo.

Luego de allí los dos nos levantamos También en otra parte parecía y, atando a mi caballo de la rienda, la coyuntura de la dura hiena, a paso apresurado caminamos y el meollo del cencris, que se cría por una estrecha e intrincada senda; dentro de Libia en la caliente arena; la cual seguida un trecho nos hallamos y un pedazo de ala de una arpía, en una selva de árboles horrenda, la hiel de la biforme anfisibena, que los rayos del sol y claro cielo y la cola del áspide revuelta, nunca allí vieron el umbroso suelo. que da la muerte en dulce sueño envuelta.

© Pehuén Editores, 2001 ) 234 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Moho de calavera destroncado Yo, que con atención mirando andaba del cuerpo que no alcanza sepultura, la copiosa botica embebecido, carne de niña por nacer sacada por una puerta que a un rincón estaba no por donde la llama la Natura; vi salir a un anciano consumido y la espina también descoyuntada que sobre un corvo junco se arrimaba: de la sierpe cerastes, y la dura el cual luego de mí fue conocido lengua de la emorrois, que aquel que hiere ser el que había corrido por la cuesta, suda toda la sangre hasta que muere. que apenas le alcanzara una ballesta.

Vello de cuantos monstruos prodigiosos Diciéndome: “No es poco atrevimiento la superflua Natura ha producido, el que siendo tan mozo has hoy tomado escupidos de sierpes venenosos; de venir a mi oculto alojamiento, las dos alas del jáculo temido do sin mi voluntad nadie ha llegado; y de la seps los dientes ponzoñosos, mas porque sé que algún honrado intento que el hombre o animal de ella mordido, tan lejos a buscarme te ha obligado de súbito hinchado como un odre, quiero por esta vez hacer contigo huesos y carne se convierte en podre. lo que nunca pensé acabar conmigo.”

Estaba en un gran vaso transparente Visto por mi apacible compañero el corazón del grifo atravesado, la coyuntura y tiempo favorable, y ceniza del fénix que en Oriente, pues el viejo, tan áspero y severo, se quema él mismo de vivir cansado; se mostraba doméstico y tratable, el unto de la scítala serpiente, se detuvo mirándome primero y el pescado echineis, que en mar airado con un comedimiento y muestra afable, al curso de las naves contraviene por ver si responderle yo quería: y, a pesar de los vientos, las detiene. mas, viéndome callar, le respondía:

No faltaban cabezas de escorpiones Diciendo: “Oh gran Fitón, a quien es dado y mortíferas sierpes enconadas, penetrar de los cielos los secretos alacranes y colas de dragones que del eterno curso arrebatado y las piedras del águila preñadas; no obedecen la ley a ti sujetos; buches de los hambrientos tiburones, tú, que de la Fortuna, y fiero hado menstruo y leche de hembras azotadas, revocas cuando quieres los decretos, landres, pestes, venenos, cuantas cosas y el orden natural turbas y alteras produce la Natura ponzoñosas. alcanzando las cosas venideras,

© Pehuén Editores, 2001 ) 235 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Y por mágica ciencia y saber puro, Holgó el mago de oír cuán extendida rompiendo el cavernoso y duro suelo, por aquella región su fama andaba, puedes en el profundo reino oscuro y, vuelta a mí la cara envejecida, meter la claridad y luz del cielo; todo de arriba abajo me miraba; y atormentar con áspero conjuro al fin con voz pujante y expedida, la caterva infernal que con recelo que poco con las canas conformaba, tiembla de tu eficaz fuerza que es tanta, y aspecto grave y muestra algo severa, que sus eternas leyes le quebranta. la respuesta me dio de esta manera:

“Sabrás que a este mancebo le ha traído “Aunque, en razón, es cosa prohibida de tu espantoso nombre la gran fama, profetizar los casos no llegados, que en las indias regiones extendido y es menos alargar a uno la vida hasta el Artico Polo se derrama; contra los estatutos de los hados; el cual por mil peligros ha rompido ya que ha sido a mi casa tu venida tras su deseo corriendo que le llama por incultos caminos desusados, a celebrar las cosas de la guerra te quiero complacer, pues mi sobrino y el sangriento destrozo de esta tierra. viene aquí por tu intérprete y padrino.”

“Que estando así una noche retirado, Diciendo así, con paso tardo y lento, escribiendo el suceso de aquel día, por la pequeña puerta cavernosa, súbito fue en un sueiío arrebatado, me metió de la mano a otro aposento, viendo cuanto en la Europa sucedía; y luego, en una cámara hermosa, donde le fue asimismo revelado que su fábrica extraña y ornamento que en tu escondida cueva entendería era de tal labor y tan costosa, extraños casos dignos de memoria que no sé lengua que contarlo pueda, con que ilustrar pudiese más su historia. ni habrá imaginación a que no exceda.

“Y que noticias le darías de cosas Tenía el suelo por orden ladrillado ya pasadas, presentes y futuras, de cristalinas losas transparentes hazañas y conquistas milagrosas, que el color contrapuesto y variado peregrinos sucesos y aventuras, hacía labor y visos diferentes; temerarias empresas espantosas, el cielo alto, diáfano, estrellado, hechos que no se han visto en escrituras; de innumerables piedras relucientes, este encarecimiento le molesta que toda la gran cámara alegraba y nos tiene suspensos tu respuesta.” la varia luz que de ellas revocaba.

© Pehuén Editores, 2001 ) 236 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Sobre columnas de oro sustentadas “Y esta bola que ves y compostura cien figuras de bulto en torno estaban, es del mundo el gran término abreviado, por arte tan al vivo trasladadas, que su dificilísima hechura que un sordo bien pensara que hablaban; cuarenta años de estudio me ha costado; y de ellas las hazañas figuradas mas no habrá en larga edad cosa futura, por las anchas paredes se mostraban ni oculto disponer de inmóvil hado donde se vía (1) el extremo y excelencia que muy claro y patente no me sea de armas, letras, virtud y continencia. y tenga aquí su muestra y viva idea.

En medio de esta cámara espaciosa, “Mas, pues tus apariencias generosas que media milla en cuadro contenía, son de escribir los actos de la guerra, estaba una gran poma milagrosa, y por fuerza de estrellas rigurosas que una luciente esfera la ceñía, tendrás materia larga en esta tierra, que por arte y labor maravillosa dejaré de aclararte algunas cosas, en el aire por sí se sostenía, que la presente poma y mundo encierra, que el gran círculo y máquina de dentro mostrándote una sola que te espante, parece que estribaban en su centro. para lo que pretendes importante.

Después de haber un rato satisfecho “Que, pues, que en nuestro Arauco ya se halla la codiciosa vista en las pinturas, materia a tu propósito cortada, mirando de los muros, suelo y techo, donde la espada y defensiva malla la gran riqueza y varias esculturas, es más que en otra parte frecuentada; el mago me llevó al globo derecho, solo te falta una naval batalla y, vuelto allí de rostro a las figuras, con que será tu historia autorizada, con el corvo cayado señalando, y escribirás las cosas de la guerra comenzó de enseñarme así hablando: así de mar, también como de tierra.

“Habrás de saber, hijo, que estos hombres “La cual verá aquí tal, que te juro son los más de esta vida ya pasados, que vista la tendremos por dudosa, que por grandes hazañas sus renombres y en el pasado tiempo y el futuro han sido y serán siempre celebrados; no se vio ni verá tan espantosa; y algunos que de baja estirpe y nombres y el gran Mediterráneo mar seguro sobre sus altos hechos levantados quedará por la gente victoriosa, los ha puesto su próspera fortuna y la parte vencida y destrozada en el más alto cuerno de la luna. la marítima fuerza quebrantada.

(1) Veía.

© Pehuén Editores, 2001 ) 237 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Por tanto, a mis palabras no te alteres, Pero el mago Fitón me dijo: “Presto ni te espante el horrísono conjuro, verás una naval batalla extraña, que si atento con ánimo estuvieres donde se mostrará bien manifiesto verás aquí presente lo futuro; el supremo valor de vuestra España.” todo punto por punto lo que vieres, Y luego, con airado y fiero gesto, lo disponen los hados, y seguro hiriendo el ancho globo con la caña, que podrás, como digo, ser de vista una vez al través, otra al derecho, testigo y verdadero coronista” (1). sacó una horrible voz del ronco pecho.

Yo, con mayor codicia por un lado Diciendo: “Orco amarillo, Cancerbero, llegué el rostro a la bola transparente, ¡oh gran Plutón!, rector del bajo infierno, donde vi dentro un mundo fabricado, ¡oh cansado Catón!, viejo barquero, tan grande como el nuestro y tan patente; y vos, laguna Estigia y lago Averno; como en redondo espejo relevado, ¡oh Demogorgon!, tú, que lo postrero llegando junto el rostro claramente, habitas del tartáreo reino eterno, vemos dentro un anchísimo palacio, y las hirvientes aguas de Aqueronte, y en muy pequeña forma grande espacio. de Leteo, Cocito y Flegetonte.

Y por aquel lugar se descubría “Y vos, Furias, que así con crueldades el turbado y revuelto mar Ausonio, atormentáis las ánimas dañadas, donde se definió la gran porfía que aun temen ver las ínferas (1) deidades entre César Augusto y Marco Antonio; vuestras frentes de víboras crinadas; así en la misma forma parecía y vosotras, gorgóneas potestades, por la banda de Lepanto y Favonio, por mis fuertes palabras apremiadas, junto a las Curchulares, hacia el puerto haced que claramente aquí se vea, de galeras el ancho mar cubierto. aunque futura, esta naval pelea.

Mas, viendo las divisas señaladas “Y tú, Hécate, ahumada y mal compuesta, del Papa, de Felipe y venecianos, nos muestra lo que pido aquí visible. luego reconocí ser las armadas ¡Hola! ¿A quién digo? ¿Qué tardanza es esta, de los infieles turcos y cristianos, que no hace temblar mi voz terrible? que en orden de batalla aparejadas, Mirad que romperé la tierra opuesta, para venir estaban a las manos, y os heriré con luz aborrecible, aunque a mi parecer no se movían, y por fuerza absoluta y poder nuevo ni más que figuradas parecían. quebrantaré las leyes del Erebo.”

(1) Epéntesis: cronista. (1) Infernales.

© Pehuén Editores, 2001 ) 238 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

No acabó de decir bien esto, cuando Mas en el bajo tono que ahora llevo las aguas en el mar se alborotaron, no es bien que de tan grave cosa cante, y el seco lesnordeste respirando, que cierto es menester aliento nuevo, las cuerdas y anchas velas se estiraron, lengua más expedida y voz pujante. y aquellas gentes súbito anhelando Así, medroso de esto, no me atrevo poco a poco a moverse comenzaron, a proseguir, Señor, más adelante; haciendo de aquel modo en los objetos en el siguiente y nuevo canto os pido todas las demás causas sus efetos. me deis vuestro favor y atento oído.

Mirando, aunque espantado, atentamente la multitud de gente que allí había, vi que escrito de letras en la frente su nombre y cargo cada cual tenía; y mucho me admiró los que al presente en la primera edad yo conocía. verlos en su vigor y años lozanos, y otros floridos jóvenes ya canos.

Luego, pues, los cristianos dispararon una pieza en señal de rompimiento, y en alto un crucifijo enarbolaron, que acrecentó el hervor y encendimiento; todos humildemente le salvaron con grande devoción y acatamiento, bajo del cual estaban a los lados las armas de los fieles coligados,

En esto, con rumor de varios sones, acercándose siempre, caminaban; estandarte, banderas y pendones sobre las altas popas tremolaban; las ordenadas bandas y escuadrones, esgrimiendo las armas, se mostraban en torno las galeras rodeadas de cañones de bronce y pavesadas.

© Pehuén Editores, 2001 ) 239 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

CANTO XXIV

DASE LA NOTICIA DE LA GRAN BATALLA NAVAL, DEL DESBARATE Y ROTA (1) DE LA ARMADA TURQUESCA, CON LA HUIDA DE OCHALÍ.

La sazón, gran Felipe, es ya llegada en que mi voz, de vos favorecida, cante la universal y gran jornada en las ausonias olas definida; la soberbia otomana derrocada, su marítima fuerza destruida, los varios hados, diferentes suertes, el sangriento destrozo y crudas muertes.

Abridme, ¡oh sacras musas!, vuestra fuente y dadme nuevo espíritu y aliento, con estilo y lenguaje conveniente a mi arrojado y grande atrevimiento para decir extensa y claramente de este naval conflicto el rompimiento, y las gentes que están juntas a una debajo de este golpe de fortuna.

(1) Derrota.

© Pehuén Editores, 2001 ) 240 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

¿Quién bastará a contar los escuadrones Por nuestra armada al uno y otro lado y el número copioso de galeras, una presta fragata discurría, la multitud y mezcla de naciones, donde venían un mancebo levantado estandartes, enseñas y banderas, de gallarda apariencia y bizarría, las defensas, pertrechos, municiones, un riquísimo y fuerte peto armado, las diferencias de armas y maneras, con tanta autoridad que parecía máquinas, artificios e instrumentos, en su disposición figura y arte, aparatos, divisas y ornamentos? hijo de la Fortuna y del dios Marte.

Vi croatos, dalmacios, esclavones, Yo, codicioso de saber quién era, búlgaros, albaneses, transilvanos, aficionado al talle y apostura, tártaros, tracios, griegos, macedones, mirando atentamente la manera, turcos, lidios, armenios, georgianos, el aire, el ademán y compostura, sirios, árabes, licios, licaones, en la fuerte celada, en la testera, númidas, sarracenos, africanos, vi escrito en el relieve y grabadora jenízaros, sanjacos, capitanes, de letras de oro, el campo en sangre tinto, chauces, reherlebeyes y bajanes. Don Juan, hijo del César Carlos Quinto.

Vi allí también de la nación de España El cual acá y allá siempre corría la flor de juventud y gallardía, por medio del bullicio y alboroto, la nobleza de Italia y Alemaña, y en la fragata cerca de él venía una audaz y bizarra compañía; el viejo secretario Juan de Soto, todos ornados de riqueza extraña, de quien el mago anciano me decía con animosa muestra y lozanía: ser en todas las cosas de gran voto, y en las popas, carceses y trinquetes, persona de discurso y experiencia, flámulas, banderolas, gallardetes. de mucha experiencia y suficiencia.

Así las dos armadas, pues, venían Don Juan, a la sazón, los exhortaba en tal manera y orden navegando, a la batalla y trance peligroso que dos espesos bosques parecían con ánimo y valor que aseguraba que poco a poco se iban allegando. por cierta la victoria y fin dudoso; Las cicaladas armas relucían y su gran corazón facilitaba en el inquieto mar reverberando, lo que el temor hacía dificultoso, ofendiendo la vista desde lejos derramando por toda aquella gente las agudas vislumbres y reflejos. un bélico furor y fuego ardiente.

© Pehuén Editores, 2001 ) 241 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Diciendo: “¡Oh valerosa campañía, “Mirad por ese mal alegremente, muralla de la Iglesia inexpugnable!, cuánta gloria os está ya aparejada, llegada es la ocasión, este es el día que Dios aquí ha juntado tanta gente que dejáis vuestro nombre memorable; para que a nuestros pies sea derrocada, calad armas y remos a porfía, y someta hoy aquí todo el Oriente y la invencible fuerza y fe inviolable a nuestro yugo la cerviz domada, mostrad contra estos pérfidos paganos, y a sus potentes príncipes y reyes que vienen a morir a vuestras manos. los podemos quitar y poner leyes.

“Que quien volver de aquí vivo desea “Hoy con su perdición establecemos al patrio nido y casa conocida, en todo el mundo el crédito cristiano, por medio de esa armada gente crea que quiere nuestro Dios que quebrantemos que ha de abrir con la espada la salida; el orgullo y furor mahometanos; así cada cual mire que pelea ¿qué peligro, ¡oh varones!, temeremos por su Dios, por su rey y por la vida, militando debajo de tal mano? que no puede salvarla de otra suerte ¿Y quién resistirá vuestras espadas sino en trayendo al enemigo a muerte. por la divina mano gobernadas?

“Mirad que del valor y espada vuestra “Solo os ruego que en Cristo confiando, hoy el gran peso y ser del mundo pende, que a la muerte de cruz por vos se ofrece, y entienda cada cual que está en su diestra combata cada cual por él, mostrando toda la gloria y premio que pretende; que llamarse su mílite merece; apresuremos la fortuna nuestra, con propósito firme protestando que la larga tardanza nos ofende; de vencer o morir, que si parece pues no estáis de cumplir vuestro deseo, la victoria de premio y gloria llena, mas del poco de mar que en medio veo. la muerte por tal Dios no es menos buena.

“Vamos, pues, a vencer; no detengamos ”Y pues en este fin nos dispusimos nuestra buena Fortuna que nos llama; al peligro y rigor de esta jornada, del hado el curso, próspero sigamos, y en la defensa de su ley venimos dando materia y fuerzas a la fama; contra esa gente infiel y renegada, que solo de este golpe derribamos la justísima causa que seguimos la bárbara arrogancia, y se derrama nos tiene la victoria asegurada; el sonoroso estruendo de la guerra así que, ya del cielo prometido, por todos los confines de la tierra. os puedo yo afirmar que habéis vencido.”

© Pehuén Editores, 2001 ) 242 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Súbito allí los pechos más helados Pues, los cuernos iguales y ordenados, de furor generoso se encendieron, la batalla guiaba el hijo dino y de los torpes miembros resfriados del gran Carlos, cerrando los dos lados el temor vergonzoso sacudieron; las galeras de Malta y Lomelino; todos los diestros brazos levantados, la del Papa y Venecia a los costados la victoria o morir le prometieron, así continuaban su camino, teniendo en poco ya desde aquel punto cargando con igual compás y extremos el contrario poder del mundo junto. las anchas palas de los largos remos.

El valeroso joven, pues, loando Iban seis galeazas delanteras aquella voluntad asegurada, bastecidas de gente y artilladas, con súbita presteza el mar cortando, puestas de dos en dos por las fronteras atravesó por medio de la armada, que a manera de luna iban cerradas; de blanca espuma el rastro levantando, seguían luego detrás treinta galeras, cual luciente cometa arrebatada, al general socorro señaladas, cuando veloz, rompiendo el aire espeso, donde el marqués de Santa Cruz venía le suele así dejar gran rato impreso. con una valerosa compañía.

Así que, brevemente habiendo puesto Por el orden y término que cuento en orden las galeras y la gente, la católica armada caminaba a la suya real se acostó presto, la vuelta del infiel que, a sobreviento, donde fue saludado alegremente; ganándole la mar se aventajaba; y, señalando a cada cual su puesto, pero luego a deshora calmó el viento con el concierto y modo conveniente, y el alto mar sus olas allanaba, la artillería bien puesta y alistada, remitiendo Fortuna la sentencia iba la vuelta de la turca armada. al valor de los brazos y excelencia.

Llevaba el cuerno de la diestra mano Opuesto al Barbarigo, al cuerno diestro el sucesor del ínclito Andrea Doria, va Siroco, virrey de Alejandría, de quien el largo mar Mediterrano con Mehemet, bey, corsario y gran maestro hará perpetua y célebre memoria; que a Negroponto a la sazón regía; y Agustín Barbarigo, veneciano, Ochali, renegado, iba al siniestro proveedor de la armada senatoria, con Carabey, su hijo, en compañía, llevaba el otro cuerno a la siniestra y, en medio, en la batalla bien cerrada, con orden no menor y bella muestra. Alí, gran general de aquella armada.

© Pehuén Editores, 2001 ) 243 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

El cual, reconociendo el duro hado “Que esas gentes sin orden que allí vienen y de su perdición la hora postrera, en el valor y número inferiores, como prudente capitán y osado, son las que nos impiden y detienen de la alta popa en la real galera, el ser de todo el mundo vencedores; con un semblante alegre y confiado muestren las armas el poder que tienen, que mostraba fingido por defuera, tomad de esos indignos poseeedores el cristiano poder disminuyendo, las provincias y reinos del Poniente hizo esta breve plática diciendo: que os vienen a entregar tan ciegamente.

“No será menester, soldados, creo, “Que ese su capitán envanecido moveros ni incitaros con razones, es de muy poca edad y suficiencia, que ya por las señales que en vos veo indignamente al cargo promovido, se muestran bien las fieras intenciones; sin curso, disciplina ni experiencia; echad fuera la ira y el deseo y así, presuntuoso y atrevido, de esos vuestros fogosos corazones, con ardor juvenil e inadvertencia, y las armas tomad, en cuyo hecho trae a toda esa gente condenada los hados ponen hoy vuestro derecho. a la furia y rigor de vuestra espada.

“Que jamás la Fortuna a nuestros ojos “No penséis que nos venden muy costosa se mostró tan alegre y descubierta, los hados la victoria de este día, pues cargada de gloria y de despojos que lo más de esa armada temerosa se viene ya a meter por nuestra puerta; es de la veneciana señoría: rematad el trabajo y los enojos gente no ejercitada ni industriosa, de esta prolija guerra, haciendo cierta dada más al regalo y policía la esperanza y el crédito estimado y a las blandas delicias de su tierra que de vuestro valor siempre habéis dado. que al robusto ejercicio de la guerra.

“No os altere la muestra y el ruido “Y esa otra turbamulta congregada con que se acerca la enemiga armada, es pueblo oez, bárbara canalla, que sabed que ese ejército movido de diversas naciones amasada, y gente de mil reinos allegada, en quien conformidad jamás se halla: Fortuna a una cerviz la ha reducido, gente que nunca supo qué es espada, porque pueda de un golpe ser cortada que antes que se comience la batalla y deis por vuestra mano en solo un día y el espantoso son de artillería, del mundo al gran señor la monarquía. la romperá su misma vocería.

© Pehuén Editores, 2001 ) 244 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Mas vosotros, varones invencibles, Sintió el bajá no menos que la muerte entre las armas ásperas criados lo que el cristiano cierto le afirmaba; y en guerras y trabajos insufribles, pero, mostrando esfuerzo y pecho fuerte, tantas y tantas veces aprobados, el secreto dolor disimulaba; ¿qué peligros habrá ya tan terribles, y así el cuerpo de en medio, que por suerte, ni contrarios ejércitos ligados según orden de guerra le tocaba, que basten a ponernos algún miedo, enderezó su escuadra aventajada, ni a resfriar vuestro ánimo y denuedo? de sus tendidos cuernos abrigada.

“Ya me parece ver gloriosamente Llegado el punto ya del rompimiento la riza y mortandad de vuestra mano, que los precisos hados señalaron, y ese interpuso mar con más creciente, con una furia igual y movimiento teñido en roja sangre el color cano; las potentes armadas se juntaron; abrid, pues, y romped por esas gente, donde por todas partes a un momento echad a fondo ya el poder cristiano, los cargados cañones dispararon tomando posesión de un golpe solo con un terrible estrépito, de modo del Gange a Chile y de uno al otro polo.” que parecía temblar el mundo todo.

Así el bajá en el limitado trecho El humo, el fuego, el espantoso estruendo los dispuestos soldados animaba, de los furiosos tiros escupidos, y de la heroica empresa y alto hecho, el recio destroncar y encuentro horrendo el próspero suceso aseguraba; de las proas y mástiles rompidos, pero, en lo hondo del secreto pecho, el rumor de las armas estupendo, siempre el negocio más dificultaba, las varias voces, gritos y apellidos, tomando por agüero ya contrario todo en revuelta confusión hacía la gran resolución del adversario. espectaculo horrible y armonía.

Y más cuando un jenízaro forzado, No la ciudad de Príamo asolada que iba sobre la gavia descubriendo, por tantas partes sin cesar ardía, después de haberse bien certificado, ni el crudo efecto de la griega espada las galeras de allí reconociendo, con tal rigor y estrépito se oía dijo : “El cuerpo de en medio y diestro lado, como la turca y la cristiana armada, y el socorro que atrás viene siguiendo, que envuelta en humo y fuego, parecía, si mi vista de aquí no desatina, no solo arder el mar, hundirse el suelo, es de la ramada y gente ponentina. pero venirse abajo el alto cielo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 245 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

El gallardo don Juan, reconocida Mons de Leñí, con su galera presto, la enemiga real que iba en la frente, por su parte embistió y cerró el camino, hendiendo recio el agua rebatida, donde llegó de los primeros puesto rompe por medio de la llama ardiente; el valeroso príncipe de Urbino, mas la turca, con ímpetu impelida, que, a la bárbara furia contrapuesto, le sale a recibir, donde igualmente con ánimo y esfuerzo peregrino, se embisten con furiosos encontrones gallarda y singular prueba hacía rompiendo los herrados espolones. de su valor virtud y valentía.

No estando las reales aferradas, Luego con igual ímpetu y denuedo cuando de gran tropel sobrevinieron llegan unas con otras a abordarse, siete galeras turcas bien armadas, cerrándose tan juntas que a pie quedo que en la cristiana súbito embistieron; pueden con las espadas golpearse; pero de no menor furia llevadas, no bastaba la muerte a poner miedo, al socorro sobre ellas acudieron ni allí se vio peligro rehusarse, de la derecha y de la izquierda mano aunque al arremeter viesen derechos la general del Papa y veneciano. disparar los cañones a los pechos.

Do con segunda autoridad venía Así la airada gente deseosa, por general del Sumo Quinto Pío, de ejecutar sus golpes se juntaban Marco Antonio Coloma, a quien seguía y cual violenta tempestad furiosa una escuadra de mozos de gran brío; los tiros y altos brazos descargaban; tras la cual al socorro arremetía era de ver la prisa hervorosa por el camino y paso más vacío, con que las fieras armas meneaban; la Patrona de España y capitana la mar de sangre súbito cubierta rompiendo el golpe y multitud pagana. comenzó a recibir la gente muerta.

El príncipe de Parma, valeroso, Por las proas, por popas y costados que iba en la capitana genovesa, se acometen y ofenden sin sosiego, hendiendo el mar revuelto y espumoso, unos cayendo mueren ahogados, se arroja en medio de la escuadra a priesa; otros a puro hierro, otros a fuego; la confusión y revolver furioso no faltan en los puestos desdichados y del humo la negra nube espesa quien a los muertos sucediesen luego, la codiciosa vista me impedía que muerte ni rigor de artillería y así a muchos allí desconocía. jamás bastó a dejar plaza vacía.

© Pehuén Editores, 2001 ) 246 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Quién por saltar en el bajel contrario Y las lanzas y tiros que arrojaban era en medio del salto atravesado, (aunque del duro acero resurtiesen) quién por herir sin tiempo al adversario en las sangrientas olas ya hallaban caía en el mar de su furor llevado, enemigos que en sí los recibiesen; quién con bestial designio temerario, y ardiendo en el agua fría peleaban en su nadar y fuerzas confiado, sin que al adverso hado se rindiesen, al odioso enemigo se abrazaba hasta el forzado y postrimero punto y en las revueltas olas se arrojaba. que faltaba la fuerza y vida junto.

¿Cuál será aquel que no temblase viendo Cuáles su propia sangre revolviendo el fin del mundo y la total ruina, andan agonizando sobreagudos, tantas gentes a un tiempo pereciendo, cuáles tablas y gúmenas asiendo tanto cañón, bombarda y culebrina? quedan rindiendo el alma enclavijados; El sol, los claros rayos recogiendo, cuáles hacen más daño no pudiendo con faz turbada de color sanguina, a los menos heridos abrazados, entre las negras nubes se escondía, se dejan ir al fondo forcejeando, por no ver el destrozo de aquel día. contentos de morir allí matando.

Acá y allá con pecho y rostro airado No es posible contar la gran revuelta sobre el rodante carro presuroso, y el confuso tumulto y son horrendo; de Tesifón y Aleto acompañado, vuela la estopa en vivo fuego envuelta, discurre el fiero Marte sanguinoso; alquitrán y resina y pez ardiendo; ora sacude el fuerte brazo armado, la presta llama con la brea revuelta ora bate el escudo fulminoso, por la seca madera discurriendo, infundiendo en la fiera y brava gente, con fieros estallidos y centellas, ira, saña, furor y rabia ardiente. creciendo amenazaba las estrellas.

Quién faltándoles tiros luego aferra Unos al mar se arrojaban por salvarse del pedazo del remo o de la entena; del crudo hierro y llamas perseguidos, quién trabuca al forzado y los deshierra otros que habían probado el ahogarse, arrebatando el grillo o la cadena; se abrasan a los leños encendidos, no hay cosa de metal, de leño y tierra, así que con la gana de escaparse, que allí para tirar no fuese buena: a cualquiera remedio vano asidos, rotos bancos, postizas, batayolas, dentro del agua mueren abrasados barriles, escotillas, portañolas. y en medio de las llamas ahogados.

© Pehuén Editores, 2001 ) 247 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Muchos ya con la muerte porfiando, Pues el conde de Priego, don Fernando, su opinión aun muriendo sostenían, diligente, solícito y cuidoso, los tiros y las lanzas apañando acude a todas partes, remediando que las fuertes armas resurtían, lo de menos remedio y más dudoso; y en las huidoras olas estribando así, pues, del cristiano y turco bando, los ya cansados brazos sacudían, cada cual inquiriendo un fin honroso, empleando en aquellos que topaban procuraban matando, como digo, la rabia y pocas fuerzas que quedaban. morir en el bajel del enemigo.

Crece el furor y el áspero ruido Era tanta la furia y tal la priesa, del continuo batir apresurado, que el fin y día postrero parecía; el mar de todas partes rebatido de los tiros la recia lluvia espesa hierve y regüelda cuerpos de apretado, el aire claro y rojo mar cubría; y sangriento, alterado y removido, crece la rabia, el disipar no cesa cual de contrarios vientos arrojado, de la presta y continua batería, todo revuelto en una espuma espesa atronando el rumor de las espadas las herradas galeras bate apriesa. las marítimas costas apartadas.

En la alta popa, junto al estandarte, El buen marqués de Santa Cruz, que estaba el ínclito don Juan resplandecía, al socorro común apercibido, más encendido que el airado Marte, visto el trabajo juego cual andaba cercado de una ilustre compañía; y desigual en partes el partido, de allí provee remedio a toda parte, sin aguardar más tiempo se arrojaba acá de prisa, allá socorro envía, en medio de la priesa y gran ruido, asegurando a todos su persona embistiendo con ímpetu furioso soberbio triunfo y la naval corona. todo lo más revuelto y peligroso.

Don Luis de Requeséns, de la otra banda Viendo, pues, de enemigos rodeada provoca, exhorta, anima, mueve, incita, la galera real con gran porfía corre, vuelve, revuelve, torna y anda y que otra de refresco, bien armada, donde el peligro más lo necesita; a embestirla con ímpetu venía provee, remedia, acude, ordena, manda, saltóle de través, boga arrancada, insta, da prisa, induce y solicita y al encuentro y defensa se oponía, a la diestra, siniestra, a popa, a proa, atajando con presto movimiento ganando estimación y eterna loa. el bárbaro furor y fiero intento.

© Pehuén Editores, 2001 ) 248 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Después rabioso, sin parar, corriendo Hasta el árbol mayor, donde afirmando por la áspera batalla discurría, el rostro y pie con nueva confianza, entra, sale y revuelve socorriendo, renuevan la batalla, refrescando y a tres y a cuatro veces resistía; el fiero estrago y bárbara matanza; ¿quién podrá punto a punto ir refiriendo carga socorro de uno y de otro bando, las gallardas espadas que este día fatígales y aqueja la tardanza, en medio del furor se señalaron de vencer o morir desesperados, y el mar con turca sangre acrecentaron? dando gran prisa a los furiosos hados.

Don Juan, en esto, airado e impaciente, La grande multitud de los heridos la espaciosa fortuna apresuraba, que a la batida proa recudían, poniendo espuelas y ánimo a su gente, causaban que a las veces detenidos que envuelta en sangre ajena y propia andaba; los unos a los otros se impedían; Alí Bajá, no menos diligente, pero, de medicinas proveídos, con gran hervor los suyos esforzaba, luego de combatir volvían, trayéndoles continuo a la memoria las enemigas fuerzas reprimiendo, el gran premio y honor de la victoria. que iban al parecer convaleciendo.

Mas la real cristiana, aventajada En esta gran revuelta y desatino, por el grande valor de su caudillo, que allí cargaba más que en otro lado, a puros brazos y a rigor de espada, viniendo a socorrer don Benardino abre recio en la turca un gran portillo, (más que de vista, de ánimo dotado), por do un grueso tropel de gente armada, fue con súbita furia en el camino sin poder los contrarios resistillo (1), de un fuerte esmerilazo derribado, entra con un rumor y furia extraña cortándole con golpe riguroso gritando: “¡Cierra, cierra, España, España!” los pasos y designio valeroso.

Los turcos, viendo entrada su galera, Fue el poderoso golpe de tal suerte, del temor y peligros compelidos, de más de la pesada y gran caída, revuelven sobre sí de tal manera, que resistir no pudo el peto fuerte que fueron los cristianos rebatidos; ni la rodela a prueba guarnecida: pero, añadiendo furia a la primera, al fin el joven con honrada muerte los fuertes españoles ofendidos, del todo aseguró la inquieta vida, venciendo el nuevo golpe de la gente, envainando en España mil espadas, los vuelven a llevar forzosamente. en contra y daño suyo declaradas.

(1) Resistirlo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 249 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

En esto, por tres partes fue embestida Tanto fue el sentimiento en los soldados la famosa de Malta capitana, y la sed de venganza de manera y apretada de todas y batida que, embistiendo a los turcos por los lados, con vieja enemistad y furia insana; entran haciendo riza carnicera; mas la fuerza y virtud tan conocida así que, victoriosos y vengados, de aquella audaz caballería cristiana, recobraron su honor y la galera, la multitud pagana contrastando, hallando solos vivos los primeros iba de punto en punto mejorando. al general y cuatro caballeros.

Pero el virrey de Argel, corsario experto, Marco Antonio Coloma, despreciando que a la mira hasta entonces había estado, el ímpetu enemigo y la braveza, hallando al cuerno diestro el paso abierto, combate animosísimo, igualando que del todo no estaban bien cerrado, con la honrosa ambición la fortaleza; antes que se pusiesen en concierto, pues Sebastián Veniero, contrastando furiosos se lanzó por aquel lado, la turca fuerza y bárbara fiereza, echándole de nuevo tres bajeles vengada allí con ira y rabia justa con infinito números de infieles. la injuria recibida en Famagusta.

Los fuertes caballeros peleando La capitana de Sicilia en tanto resisten aquel ímpetu y motivo; también Portau Bajá la combatía, pero al cabo, señor, sobrepujando la cual ya por el uno y otro canto a las fuerzas el número excesivo, cercada de galeras la tenía. los entran con gran furia degollando, Era el valor de los cristianos tanto, sin tomar a rescate un hombre vivo, que la ventaja desigual suplía, vertiendo en el revuelto mar furioso no solo sustentando igual la guerra, de bautizada sangre un río espumoso. pero dentro del mar ganando tierra.

Las galeras de Malta, que miraron Que don Juan, de la sangre de Cardona, con tal rigor su capitana entrada, ejercitando allí su viejo oficio, los fieros enemigos despreciaron ofrece a los peligrios la persona con quien tenían batalla comenzada; dando de su valor notable indicio; y batiendo los remos se lanzaron y la fiera nación de Barcelona con nueva rabia y prisa acelerada hace en los enemigos sacrificio, sobre la multitud de los paganos trayendo hasta los puños las espadas verdugos de los mártires cristianos. todas en sangre bárbara bañadas.

© Pehuén Editores, 2001 ) 250 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

No, pues, con menos ánimo y pujanza Bien dos horas y media y más había el sabio Barbarigo combatía, que duraba el combate porfiado, igualando el valor a la esperanza sin conocer en parte mejoría que de su claro esfuerzo se tenía; ni haberse la victoria declarado; ora oprime la turca confianza, cuando el bravo don Juan, que en saña ardía, ora a la misma muerte rebatía, casi quejoso del suspenso hado, haciendo suspender la flecha airada comenzó a mejorar sin duda alguna, que ya derecho en él tenía asestada. declarada del todo su fortuna.

Bien que con muestra y ánimo esforzado En esto, con gran ímpetu y ruido, contrastaba la furia sarracina, por el valor de la cristiana espada no pudo contrastar al duro hado, el furor mahomético oprimido, o, por mejor decir, orden divina; y la turca real del todo entrada, que ya el último término llegado, do el estandarte bárbaro abatido de una furiosa flecha repentina la cruz del redentor fue enarbolada fue acertado en el ojo descubierto, con un triunfo solemne y grande gloria, donde de a poco de rato cayó muerto. cantando abiertamente la victoria.

Aunque fue grande el daño y sentimiento Súbito un miedo helado discurriendo de ver tal capitán así caído, por los míseros turcos ya turbados, no por eso turbó el osado intento les fue los brazos luego entorpeciendo, del veneciano pueblo embravecido; dejándolos sin fuerzas desmayados, antes con más furor y encendimiento, y las espadas y ánimos rindiendo, a la venganza lícita movido, a su fortuna mísera entregados, hiere en los matadores de tal suerte, dieron la entrada franca, como cuento, que fue recompensada bien su muerte. al ímpetu enemigo y movimiento.

En este tiempo andaba la pelea Ya, pues, del cuerno izquierdo y del derecho bien ceñida del lado y cuerno diestro, de la victoria sanguinosa usando, donde el sagaz y astuto Juan Andrea con furia inexorable todo a hecho, se mostraba muy práctico y maestro; los van por todas partes degollando; también Héctor Spínola pelea quién al agua se arroja, abierto el pecho, con uno y otro a diestro y a siniestro, quién se entrega a las llamas, rehusando señalándose en medio de la furia el agudo cuchillo riguroso, la experta y diestra gente de Liguria. teniendo el fuego allí por más piadoso.

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El astuto Ochalí, viendo su gente Así que del temor mismos forzados por la cristiana fuerza destruida en la arenosa playa pie tomaron, y la deshecha armada totalmente y por las peñas y árboles cerrados al hierro, fuego y agua ya rendida, a más correr huyendo se escaparon; la derrota tomó por el Poniente deshechos, pues, del todo y destrozados siguiéndole con mísera huida los miserables bárbaros quedaron, las bárbaras reliquias destrozadas, habiendo fuerza a fuerza y mano a mano del hierro y fuego apenas escapadas. rendido el nombre de Austria al otomano.

Pero el hijo de Carlos, conociendo Estaba yo con gran contento viendo del traidor renegado el bajo intento, el próspero suceso y prometido, con gran furia el movido mar rompiendo, cuando en el globo el mágico hiriendo carga, dándole caza en seguimiento; con el potente junco retorcido, iba tras ellos al través saliendo, se fue el aire ofuscando y revolviendo el de Bazán y el de Oria a sotavento y cesó de repente el gran ruido, con una escuadra de galeras junta, quedando en gran quietud la mar segura procurando ganarles una punta. cubierta de una niebla y sombra oscura.

Mas la triste canalla viendo angosta Luego, Fitón, con plática sabrosa, la senda y ancho mar según temía, me llevó por la sala paseando vuelta la proa a la vecina costa y, sin dejar figura cada cosa, en tierra con gran ímpetu embestía: me fue parte por parte declarando; y cual se ve tal vez saltar langosta mas teniendo temor que os sea enojosa en multitud confusa, así a porfía la relación prolija, iré dejando salta la gente al mar embravecido, todo aquello, aunque digno de memoria, huyendo del peligro más temido. que no importa ni toca a nuestra historia.

Cuál con brazos, con hombros, rostro y pecho Sólo diré que con muy gran contento el gran reflujo de las olas hiende; del mago y Guaticolo despedido, cuál sin mirar al fondo y largo trecho, aunque tarde, llegué a mi alojamiento, no sabiendo nadar así lo aprende; donde ya me juzgaban por perdido. no hay parentesco, no hay amigo estrecho, Volviendo, pues, la pluma a nuestro cuento ni el mismo padre el caro hijo atiende; que en larga digresión me ha divertido, que el miedo de respetos enemigo digo que allí estuvimos dos semanas jamás en el peligro tuvo amigo. con falsas armas y esperanzas vanas.

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Pero en resolución nunca supimos de nuestros enemigos cautelosos, ni su designio y ánimo entendimos, que nos tuvo suspensos y dudosos; lo cual considerados nos partimos, desmintiendo los pasos peligrosos, en su demanda entrando por la tierra con gana y fin de rematar la guerra.

Una tarde que el sol ya declinaba, arribamos aun valle muy poblado, CANTO XXV por donde un grande arroyo atravesaba, de cultivadas lomas rodeado; y en la más llana, que a la entrada estaba, ASIENTAN LO ESPAÑOLES SU CAMPO EN MILLARAPUE; LLEGA A DESAFIARLOS por ser lugar y sitio acomodado, UN INDIO DE PARTE DE CAUPOLICÁN; VIENEN A LA BATALLA MUY REÑIDA Y la gente se alojó por escuadrones, SANGRIENTA; SEÑALANSE TUCAPEL Y RENGO; CUENTASE TAMBIÉN EL VALOR las tiendas levantando y pabellones. QUE LOS ESPAÑOLES MOSTRARON AQUEL DÍA.

Estaba el campo apenas alojado, Cosa es digna de ser considerada cuando de entre unos árboles salía y no pasar por ella fácilmente, un bizarro araucano bien armado, que gente tan ignota y desviada buscando el pabellón de don García; de la frecuencia y trato de otra gente, y a su presencia el bárbaro llegado, de innavegables golfos rodeada, sin muestra ni señal de cortesía alcance lo que así difícilmente le comenzó a decir; pero, entre tanto, alcanzaron por curso de la guerra será bien rematar mi largo canto. los más famosos hombres de la tierra.

Dejen de encarecer los escritores a los que el arte militar hallaron, ni más celebren ya los inventores que el duro acero y el metal forjaron, pues los últimos indios moradores del araucano Estado así alcanzaron el orden de la guerra y disciplina, que podemos tomar de ellos doctrina.

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¿Quién los mostró a formar los escuadrones, “¡Oh capitán cristiano! Si ambicioso representar en orden la batalla, eres de honor con título adquirido, levantar caballeros y bastiones, al oportuno tiempo venturoso hacer defensas, fosos y murallas, tu próspera fortuna te ha traído; trincheas, nuevos reparos, invenciones que el gran Caupolicano, deseoso y cuanto en uso militar se halla? de probar tu valor encarecido, Que todo es un bastante y claro indicio si tal virtud Y esfuerzo en ti se halla, del valor de esta gente y ejercicio. pide de solo a solo la batalla.

Y sobre todo debe ser loado “Que siendo de personas informado el silencio en la guerra y obediencia, que eres mancebo noble floreciente que nunca fue secreto revelado en la arte militar ejercitado, por dávida, amenaza ni violencia, capitán y cabeza de esta gente, como ya en lo que de ellos he contado dándote por ventaja de su grado vemos abiertamente la experiencia, la elección de las armas francamente, pues por maña jamás ni por espías sin excepción de condición alguna, de ellos tuvimos nueva en tantos días. quiere probar tu fuerza y su fortuna.

Aunque en los pueblos comarcanos fueron “Y así, por entender que muestras gana presas de sobresalto muchas gentes, de encontrar al ejército araucano, que al rigor del tormento resistieron te avisa que al romper de la mañana con gran constancia y firmes continentes; se vendrá a presentar en este llano, tanto, que muchas veces nos hicieron do con firmeza de ambas partes llana, andar en los discursos diferentes, en medio de los campos mano a mano, que pudiera causar notable daño si quieres combatir sobre este hecho, creciendo su cautela y nuestro engaño. remitirá a las armas el derecho.

Pero, como ya dije arriba, estando “Con pacto y condición que si vencieres apenas nuestro ejército alojado, someterá la tierra a tu obediencia, vino un gallardo mozo preguntando y de él podrás decir lo que quisieres do estaba el capitán aposentado, sin usar de respeto ni clemencia; y a su presencia el bárbaro llegando, y cuando tú por él vencido fueres, con tono sin respeto levantado, libre te dejará en tu preeminencia, habiéndose juntado mucha gente, que no quiere otro premio ni otra gloria soltó la voz, diciendo libremente: sino solo el honor de la victoria.

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“Mira que sólo en que esta voz se extienda Venida, pues, la noche, los soldados consigues nombre y fama de valiente, en orden de batalla nos pusimos, y en cuanto el claro sol sus rayos tienda y a las derechas picas arrimados durará tu memoria entre la gente, contando las estrellas estuvimos pues al fin se dirá que por contienda del sueño y graves armas fatigados, entraste valerosa y dignamente aunque crédito entero nunca dimos en campo con el gran Caupolicano, al indio, por pensar que solo vino persona por persona y mano a mano. a tomar lengua y descubrir camino.

“Esto es a lo que vengo, y asi pido Ya la espaciosa noche declinando te resuelvas en breve a tu albedrío, trastornaba al ocaso sus estrellas si quieres por el término ofrecido y la aurora al Oriente despuntando rehusar o aceptar el desafío, deslustrada la luz de todas ellas, que aunque el peligro es grande o conocido las flores con su fresco humor rociando, de tu altiveza y ánimo confío, restituyendo en su color aquellas que al fin satisfarás con osadía que la tiniebla lóbrega importuna a tu estimado honor y al que me envía.” las había reducido a solo una.

Don García le responde: ”Soy contento Cuando con alto y súbito alarido de aceptar el combate, y le aseguro apareció por uno y otro lado, que al plazo puesto y señalado asiento en tres distintas partes dividido podrá a su voluntad venir seguro.” el ejército bárbaro ordenado, El indio, que escuchando estaba atento, cada escuadrón de gente muy fornido, muy alegre le dijo: “Yo te juro que con gran muestra y paso apresurado que esta osada respuesta eternamente iban en igual orden como cuento, te dejará famoso entre la gente.” cercando nuestro estrecho alojamiento.

Con esto sin pasar más adelante La gente de caballo aparejada las espaldas volvió y tomó la vía, sobre las riendas, la enemiga espera; mostrando por su término arrogante mas antes que llegase anticipada en la poca opinión que nos tenía; se arroja por una áspera ladera, algunos hubo allí que en el semblante y al escuadrón siniestro encaminada juzgaron ser mañosa y doble espía, le acomete furiosa, de manera que iba a reconocer con este intento que un terrapleno y muro poderoso la gente y pertrechado alojamiento. no resistiera el ímpetu furioso.

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Pero Caupolicán, que gobernando Tras este otro derriba y otro mata, iba aquel escuadrón algo adelante, que fue por su desdicha el más vecino; el paso hasta su gente retirando abre, destroza, rompe y desbarata, hizo calar las picas a un instante; haciendo llano el áspero camino, donde los pies y brazos afirmando y al yanacona Tambo así arrebata, en las agudas puntas de diamante, que como halcón al pollo o palomino, reciben el furor y encuentro extraño sin poderle valer los más cercanos haciendo en los primeros mucho daño. le ahoga y despedaza entre las manos.

Unos sin alas con ligero vuelo Bernal y Leucotón, que deseando desocupan atónitos las sillas; andaban de encontrarse en esta danza, otros; vueltas las plantas hacia el cielo, se acometen furiosos, descargando imprimen en la tierra las costillas; los brazos con igual ira y pujanza, y los que no probaron allí el suelo y las altas cabezas inclinando, por apretar más recio las rodillas, a su pesar usaron de crianza, aunque más se mostraron esforzados, hincando a un tiempo entrambos las rodillas quedaron del encuentro maltratados. con un batir de dientes y ternillas.

De sus golpes los nuestros no faltaron, Mas cada cual de presto se endereza, que todos sin errar fueron derechos, comenzando un combate fiero y duro; cuáles de banda a banda atravesaron, ya tiran a los pies, ya a la cabeza, cuáles atropellaron con los pechos; ya abollan la celada, ya el escudo: todos en un instante se mezclaron así, pues, anduvieron una pieza, viniendo a las espadas más estrechos mas pasar adelante esto no pudo, con tal prisa y rumor, que parecía que un gran tropel de gentes embistieron, la espantosa vulcánea herrería. por fuerza, a su pesar, los despartieron.

El bravo general Caupolicano, Don Miguel y don Pedro de Avendaño, rota la pica, de la maza aferra, , Aguirre, Aranda, y a la derecha y a la izquierda mano Cortés y Juan Jufré, con riesgo extraño, hiere, destroza, mata y echa a tierra; sustentan todo el peso de su banda; hallándose muy junto a Berzocano, también hacen efecto y mucho daño los dientes y el furioso puño cierra, Reinoso, Peña, Córdoba, Miranda, descargándole encima tal puñada, Monguía, Lasarte, Castañeda, Ulloa, que le abolló en los cascos la celada. Martín Ruiz y Juan López de Gamboa.

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Pues don Luis de Toledo peleando, Mata de un golpe a Torbo fácilmente Carranza, Aguayo, Zúñiga y Castillo, y dio a Juan de Inarauna tal herida, resisten al furor del indio bando que la armada cabeza por la frente con Diego Cano, Pérez y Ronquillo; cayó sobre los hombros dividida; los primos Alvarado, Juan y Hernando, tira una punta y a Picol valiente Pedro de Olmo, Paredes y Carrillo, le echó fuera las tripas y la vida; derriban a sus pies gallardamente, pero en esta sazón inadvertido, aunque a costa de sangre, mucha gente. de más de diez espadas fue herido.

El escuadrón de en medio, viendo asida Carga sobre él la gente forastera por el cuerno derecho la contienda, al rumor del estrago que sonaba, acelerando el tiempo y la corrida, y cercándole en torno como fiera acude a socorrer la furia horrenda; en confuso montón le fatigaba; mas nuestra gente, en repartida, mas él con gran desprecio, de manera le sale a recibir a toda rienda, el esforzado brazo rodeaba, y del terrible estruendo y fiero encuentro que a muchos con castigo y escarmiento la tierra se apretó contra su centro. les reprimió el furor y atrevimiento.

Hubo muchas caídas señaladas, Tanto en más ira y más furor se enciende, grandes golpes de mazas y picazos, cuanto el trabajo y el peligro crece, lanzas, gorguces (1) y armas enastadas que allí la gloria y el honor pretende volaron hasta el cielo en mil pedazos; donde mayor dificultad se ofrece; vienen en un momento a las espadas lo más dudoso y de más riesgo emprende y aun otros más coléricos a brazos, y poco lo posible le parece; dándose con las dagas y puñales que el pecho grande y ánimo invencible heridas penetrables y mortales. le allana y facilita lo imposible.

El fiero Tucapel, habiendo hecho El último escuadrón y más copioso, su encuentro en lleno y muerto un buen, soldado su derrota y designio prosiguiendo, poco del diestro golpe satisfecho, con paso aunque ordenado presuroso, le arrebató un estoque acicalado por la tendida loma iba subiendo; con el cual barrenó a Guillermo el pecho y en el dispuesto llano y espacioso y de un revés y tajo arrebatado nuestro escuadrón del todo descubriendo, arrojó dos cabezas con celadas se detuvo algún tanto astutamente muy lejos de sus troncos apartadas. reconociendo el sitio y nuestra gente.

(1) Dardos, venablos o lanzas cortas.

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Delante de esta escuadra, pues, venía “Tened, varones, siempre en la memoria el mozo Galvarino sargenteando, y que perpetuamente esta vitoria que sus trancados brazos descubría, que la deshonra eternamente dura, las llagas aun sangrientas amostrando; todas vuestras hazañas asegura; de un canto al otro aprisa discurría considerad, soldados, pues, la gloria el daño general representando, que os tiene aparejada la ventura encendido en furor los corazones y el gran premio y honor que, como digo, con muestras eficaces y razones. un tan breve trabajo trae consigo.

Diciendo: “¡Oh valentísimos soldados, “Que aquel que se mostrare buen soldado tan dignos de este nombre en cuya mano tendrá en su mano ser lo que quisiere, hoy la Fortuna y favorables hados que todo lo que habemos deseado han puesto el ser y crédito araucano! la Fortuna con ello hoy nos requiere; Estad de la victoria confiados, también piense que queda condenado que ese tumulto y aparato vano por rebelde y traidor’quien no venciere, es todo él remanente y son las heces que no hay vencido justo y sin castigo de los que habéis vencido tantas veces. quedando por jüez el enemigo.”

“Y esta postrer batalla fenecida De tal manera el bárbaro valiente de vosotros así tan deseada, despertaba la ira y la esperanza, no queda cosa ya que nos impida, que el escuadrón apenas obediente, ni lanza enhiesta, ni contraria espada; podía sufrir el orden y tardanza; mirad la muerte, infame o triste vida mas ya que la señal última siente, que está para el vecino aparejada, con gran resolución y confianza, los ásperos tormentos excesivos derribando las picas bien cerrado que el vencedor promete hoy a los vivos. irse dejó de su furor llevado.

“Que, si en esta batalla sois vencidos, En el exento y pedregoso llano la ley perece y libertad se aterra, que más de un tiro de arco se extendía, quedando al duro yugo sometidos nuestro escuadrón a un tiempo mano a mano, inhábiles del uso de la guerra, asimismo al encuentro le salía; pues con las brutas bestias siempre unidos donde, con muestra y término inhumano habéis de arar y cultivar la tierra, y el gran furor que cada cual traía, haciendo los oficios más serviles se embisten los airados escuadrones y bajos ejercicios mujeriles. cayendo cuerpos muertos a montones.

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No duraron las picas mucho enteras, Andrea, pues, asimismo procurando que en rajas por los aires discurrieron; fenecer la cuestión, le deseaba; las extendidas mangas e hileras mas lo que uno y otro iban buscando de golpe unas con otras se rompieron: la dicha de los dos lo desviaba; hubo muertes allí de mil maneras, que el italiano mozo peleando que muchos sin heridas perecieron en el otro escuadrón distante andaba del polvo y de las armas ahogados, haciendo por su extraña fuerza cosas otros de encuentros fuertes estrellados. que aunque lícitas eran lastimosas.

Trábase entre ellos un combate horrendo, Mata de un golpe a Trulo, y endereza con hervoroso prisa y rabia extraña, la dura punta y a Pinol barrena todos en un tesón igual poniendo y sin brazo a Teguán una gran pieza la extrema industria, la pujanza y maña; le arroja dando vueltas por la arena; sube a los cielos el furioso estruendo, lleva de un golpe a Changle la cabeza retumba en torno toda la campaña, y por medio del cuerpo a Pon cercena, cubriendo los lugares descubiertos hiende a Narpo hasta el pecho y a Brancolo la espesa lluvia de los cuerpos muertos. como grulla le deja en un pie solo.

Hierve el coraje, crece la contienda Veis, pues, aquí Orompello, el cual haciendo y el batir sin cesar, siempre más fuerte; venía por esta parte mortal guerra, no hay malla y pasta fina que defienda que, al gran tumulto y voces acudiendo, la entrada y paso a la furiosa muerte vio cubierta de muertos la ancha tierra; que con irreparable furia horrenda y al genovés gallardo, conociendo, todo ya en su figura lo convierte, como cebado tigre con él cierra, haciendo del mortal y fiero estrago alta la maza y encendido el gesto, de espesa y negra sangre un ancho lago. sobre las puntas de los pies enhiesto.

Rengo, orgulloso, que al siniestro lado Fue de la maza el genovés cogido iba siempre avivando la pelea, en el alto crestón de la celada, de la roedora afrenta estimulando que todo lo abolló y quedó sumido que en Mataquito recibió de Andrea, sobre la estofa de algodón colchada; el ronco tono y brazo levantado, estuvo el italiano adormecido, discurre todo el campo y lo rodea, vomita sangre, la color mudada, acá y allá por una y otra mano llamando y vio, dando de manos por el suelo, el enemigo nombre en vano. vislumbres y relámpagos del cielo.

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Redobla otro el gallardo mozo luego Echó por tierra la furiosa espada con más furor y menos bien guiado, del defensivo escudo una gran pieza, que a no ser a soslayo el fiero juego bajando con rigor a la celada del todo entre los dos fuera acabado; que defender no pudo la cabeza: el genovés, desatinado y ciego, hasta el casco caló la cuchillada, fue un poco de través, mas, recobrado, quedando el mozo atónito una pieza, se puso en pie con prisa no pensada pero, en sí vuelto, viéndose tan junto, levantando en dos manos la ancha espada. le echó los fuertes brazos en un punto.

Y con la extrema rabia y fuerza rara El bravo genovés, que al fiero Marte sobre el joven la cala de manera pensara desmembrar, recio le asía; que, si el ferrado leiío no cruzara, pero salió engañado, que en este arte de arriba abajo en dos le dividiera; ninguno al diestro joven excedía; tajó el tronco cual junco o tierna vara revuélvanse por una y otra parte, y, si la espada el filo no torciera, el uno al pie del otro rebatía, penetrara tan honda la herida intrincando las piernas y rodillas que privara al mancebo de la vida. con diestras y engañosas zancadillas.

Viéndose el araucano, pues, sin maza, Don García de Mendoza no paraba; no por eso amainó al furor la vela, antes, como animoso y diligente, antes con gran presteza de la plaza unas veces airado peleaba, arrebata un pedazo de rodela; otras iba esforzando allí la gente; y, al punto, sin perder tiempo, lo embraza tampoco Juan Remón ocioso estaba, y, como aquel que daño no recela, que de soldado y capitán prudente con solo el trozo del bastón cortado con igual disciplina y ejercicio aguija al enemigo confiado. usaba en sus lugares el oficio.

Hirióle en la cabeza y a una mano Santillán y don Pedro de Navarra, saltó con ligereza y cierto brío, Avalos, Biezma, Cáceres, Bastida, hurtando el cuerpo así, que el italiano Galdames, don Francisco Ponce, Ibarra, con la espada azotó el aire vacío; dando muerte defienden bien su vida; quiso hacello otra vez, mas salió en vano el factor Vega y contador Segarra que, entrando recio al punto del desvío, habían echado aparte una partida, fue el genovés tan presto, que no pudo siguiéndoles Velázquez y Cabrera, sino cubrirse con su roto escudo. Verdugos, Ruiz, Riberos y Ribera.

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Pasáronlo, pues, mal al otro lado, Uno deja tullido y otro muerto, según la mucha gente que acudía, sin valerles defensa ni armadura, si don Felipe, don Simón y Prado, a quien acierta el golpe en descubierto don Francisco Arias, Pardo y Alegría, del todo le deshace y desfigura, Barrios, Diego de Lira, Coronado y el de menos efecto y más incierto y don Juan de Pineda en compañía, quebranta brazo, pierna o coyuntura: con valeroso esfuerzo combatiendo, vieran arneses rotos y celadas no fueran los contrarios reprimiendo. junto con las cabezas machucadas.

También acrecentaban el estrago Mas, aunque, como digo, combatiendo Florencio de Esquivel y Altamirano, mostraba esfuerzo y ánimo invencible, Villarroel, Morán, Vergara, Lago, le van a tanto estrecho reduciendo Godoy, Gonzalo, Hernández y Andicano. que poder escapar era imposible; Si de todos aquí mención no hago, y por más que se esfuerza resistiendo, no culpen la intención, sino la mano, al fin era de carne, era sensible, que no puede escribir lo que hacían y el furioso y continuo movimiento tantas como allí a un tiempo combatían. la fuerza le ahogaba y el aliento.

Sonaba a la sazón un gran ruido Estaba ya en el suelo una rodilla en el otro escuadrón de mediodía, que aun apenas así se sustentaba, y era que el fiero Rengo, embravecido, y la gente solícita en cuadrilla llevado de su esfuerzo y valentía, sin dejarle alentar le fatigaba, se había por la batalla allí metido, cuando de la otra parte por la orilla que volver a los suyos no podía, de la alta loma Tucapel llegaba, y, de menuda gente rodeado, haciendo con la usada y fuerte maza, andaba muy herido y acosado. por dondequiera que iba, larga plaza,

Aunque se envuelve entre ellos de manera como el toro feroz desjarretado, al un lado y al otro golpeando, cuando brama la lengua ya sacada, que en rueda los hacía tener afuera, que de la turbamulta rodeado muchos en daño ajeno escarmentando; procura cada cual probar su espada; pero la turba acá y allá ligera y, en esto, de repente al otro lado, le va por todas partes aquejando la cerviz yerta y frente levantada, con tiros, palos y armas enastadas, asoma otro famoso de jarama, como a fieras de lejos arrojadas. que deshace la junta y la derrama,

© Pehuén Editores, 2001 ) 261 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

así el famoso Rengo, ya en el suelo Tucapel replicó: “Sería bajeza hincada una rodilla, combatía y cosa entre varones condenada en medio del montón que sin recelo acometerle, vista tu flaqueza, poco a poco cerrándole venía; con fuerza y en razón aventajada; cuando el sangriento y bravo Tucapelo, cobra, cobra tu fuerza y entereza, que por allí la grita le traía, que el tiempo llegará que esta ferrada viéndole así tratar, sin poner duda, te dé la pena y muerte merecida, rompe por el tropel a darle ayuda. como hoy te ha dado claro aquí la vida.”

Dejó por tierra cuatro o seis tendidos, No se dijeron más; y por la vía que estrecha plaza y paso le dejaron, los dos competidores araucanos, y los otros en círculo esparcidos haciéndose amistad y compañía, del fatigado Rengo se arredraron, iban como si fueran dos hermanos; y contra Tucapel embravecidos guardaba el uno al otro y defendía; las armas y la grita enderezaron; y así con diligencia y prestas manos, mas él daba de sí tan buen descargo abriendo el escuadrón gallardamente, que les hacía tener bien a lo largo. llegaron a juntarse con su gente.

Llegóse a Rengo y dijo: “Aunque enemigo En esto, a todas partes la batalla esfuerza, esfuerza, Rengo, y ten hoy fuerte, andaba muy reñida y sanguinosa, que el impar Tucapel está contigo con tal furia y rigor que no se halla y no puedes tener siniestra suerte; persona sin herida ni arma ociosa; que el favorable cielo y hado amigo cubre la tierra la menuda malla, te tiene aparejada mejor muerte, y en la remota Turcia, cavernosa, pues está cometida al brazo mío, por fuerza arrebatados de los vientos, si cumples a su tiempo el desafío.” hieren los duros y ásperos acentos.

Rengo le respondió: “Si ya no fuera Era el rumor del uno y otro bando por ingrato en tal tiempo reputado, y de golpes la furia apresurada, contigo y con mi débito cumpliera, como ventosa y negra nube, cuando que no estoy como piensas tan cansado.” del Vulturno o del Céfiro arrojada En esto, más ligero que si hubiera lanza una piedra súbita, dejando diez horas en el lecho reposado la rama de sus hojas despojada, se puso en pie y a nuestra gente asalta y los muros, los techos y tejados firme el membrudo cuerpo y la maza alta. son con prisa terrible golpeados.

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Pues de aquella manera y más furiosas las homicidas armas descargaban, y con hondas heridas rigurosas los sanguinosos cuerpos desangraban; el gran rumor y voces espantosas en los vecinos montes resonaban; el mar confuso al fiero son retrujo de sus hinchadas olas el reflujo.

Pero la parte que a la izquierda mano la batalla primero había trabado, CANTO XXVI donde por su valor Caupolicano contrastaba al furor del duro hado, a pura fuerza el escuadrón cristiano, DASE NOTICIA DEL FIN DE LA BATALLA Y RETIRADA DE LOS ARAUCANOS; LA del contrario tesón sobrepujado, OBSTINACIÓN Y PERTINACIA DE GALVARINO Y SU MUERTE. ASIMISMO SE PINTA comenzó poco a poco a perder tierra EL JARDÍN Y ESTANCIA DEL MAGO FITÓN hacia la espesa falda de la sierra. Nadie puede llamarse venturoso Fue tan grande la prisa de esta hora hasta ver de la vida el fin incierto, y el ímpetu del bárbaro violento ni está libre del mar tempestuoso que por el araucano en voz sonora quien surto no se ve dentro del puerto; se cantó la victoria y vencimiento; venir un bien tras otro es muy dudoso, mas la misma Fortuna burladora y un mal tras otro mal es siempre cierto: dio la vuelta a la rueda en un momento jamás próspero tiempo fue durable, en contra de la parte mejorada, ni dejó de durar el miserable. barajando la suerte declarada. El ejemplo tenemos en las manos, Que el último escuadrón, donde estribaba y nos muestra bien claro aquí la historia nuestro postrer remedio y esperanza, cuán poco les duró a los araucanos metido en el contrario peleaba, el nuevo gozo, y engañosa gloria; haciendo fiero estrago y gran matanza; pues, llevando de rota a los cristianos que ni el valor de Ongolmo allí bastaba, y habiendo ya cantado la victoria, ni del fuerte Lincoya la pujanza; de los contrarios hados rebatidos, ni yo basto a contar de una vez tanto, quedaron vencedores los vencidos. que es fuerza diferirlo al otro canto.

© Pehuén Editores, 2001 ) 263 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Que, como os dije, el escuadrón postrero, Como los nuestros, hasta allí cristianos adonde por testigo yo venía, que, los términos lícitos pasando, ganando tierra siempre más entero con crueles armas y actos inhumanos al bárbaro enemigo retraía; iban la gran victoria deslustrando; que, aunque el fuerte Lincoya el delantero que ni el rendirse, puestas ya las manos, a la adversa Fortuna resistía, la obediencia y servicio protestando, no pudo resistir últimamente bastaba a aquella gente desalmada el ímpetu y la furia de la gente. a reprimir la furia de la espada.

Por una espesa y áspera quebrada, Así el entendimiento y pluma mía, que en medio de dos lomas se hacía, aunque usada al destrozo de la guerra, la bárbara canalla quebrantada huye del grande estrago que este día la dañosa soberbia y osadía, hubo en los defensores de su tierra: ya del torpe temor señoreada, la sangre, que en arroyos ya corría esforzadas espaldas revolvía, por las abiertas grietas de la sierra, huyendo de la muerte el rostro airado, las lástimas, las voces y gemidos que clara a todo ya se había mostrado. de los míseros bárbaros rendidos.

Siguen los nuestros la victoria apriesa, Los de la izquierda mano, que miraron que aun no quieren venir en el partido, su mayor escuadrón desbaratado, y de la inculta breña y selva espesa perdieron todo el ánimo, dejaron inquieren lo secreto y escondido; la tierra y el honor que habían ganado; el gran estrago y mortandad no cesa, así la trompa a retirar tocaron, suena el destrozo y áspero ruido, y con paso, aunque largo, concertado, tirando a tiento golpes y estocadas altas y campeando las banderas por la espesura y matas intrincadas. se dejaron calar por las laderas.

Jamás de los monteros en ojeo No será bien pasar calladamente fue caza tan buscada y perseguida, la bravura de Rengo sin medida, cuando con ancho círculo y rodeo pues que, desbaratada ya su gente es a término estrecho reducida, y puesta en rota y mísera huida, que con impacientísimo deseo, fiero, arrogante, indómito, impaciente, atajados los pasos y huida, sin mirar al peligro de la vida, arrojan en las fieras montesinas dando más furia a la ferrada maza, lanzas, dardos, venablos, jabalinas. solo sustenta la ganada plaza.

© Pehuén Editores, 2001 ) 264 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Y allí, como invencible y valeroso, diciendo: “¡Oh don Alonso! Quien procura solo estuvo gran rato peleando, ganar estimación y aventajarse, pero viendo el trabajo infructuoso este es el tiempo y esta es coyuntura y gente ya ninguna de su bando, en que puede con honra señalarse; con paso tardo, grave y espacioso, no impida vuestra suerte esta espesura volviendo el rostro atrás de cuando en cuando, donde quieren los indios entregarse, tomó a la mano diestra una vereda que al que abriere la entrada defendida hasta entrar en un bosque y arboleda. le será la victoria atribuida.”

Donde ya dela gente destrozada Oyendo, pues, mi nombre conocido había el temor algunos escondido, y que todos volvieron a mirarme, pero, viendo de Rengo la llegada, del honor y vergüenza compelido, cobrando luego el ánimo perdido, no pudiendo del trance ya excusarme, con nuevo esfuerzo y muestra confiada, por lo espeso del bosque y más temido en escuadrón formado y recogido, comencé de romper y aventurarme, vuelven el rostro y pechos esforzados siguiéndome Arias, Pardo, Maldonado, a la corriente de los duros hados. Manrique, don Simón y Coronado.

Yo, que de aquella parte discurriendo Los cuales de vivir desesperados a vueltas del rumor también andaba los obstinados indios embistieron, la grita y nuevo estrépito sintiendo, que en una espesa muela bien cerrados que en el vecino bosque resonaba, las españolas armas atendieron; apresuré los pasos acudiendo en esto, ya el rumor por todos lados hacía donde el rumor me encaminaba, de nuestra gente muchos acudieron, viendo al entrar del bosque detenidos comenzando con furia presurosa algunos españoles conocidos. una guerra sangrienta y peligrosa.

Estaba a un lado Juan Ramón gritando: Renuévase el destrozo reduciendo “Caballeros, entrad, que todo es nada.” a término dudoso el vencimiento, Mas ellos el peligro ponderando el menos animoso acometiendo dificultaban la dudosa entrada; el más dificultoso impedimento. yo, pues, a la sazón a pie arribando ¿Cuál será aquel que pueda ir escribiendo donde estaba la gente recatada, de los brazos la furia y movimiento Juan Remón, que me vio luego de frente, y de este y de aquel otro la herida quiso obligarme allí públicamente, y quién a cuál allí quitó la vida?

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Unos hienden por medio, otros barrenan Yo, a la sazón, al señalar llegando de parte a parte los airados pechos, de la cruda sentencia condolido, por los muslos y cuerpo otros cercenan, salvar quise uno de ellos, alegando otros, miembro por miembro, caen deshechos; haberse a nuestro ejército venido; los duros golpes todo el bosque atruenan, mas él luego los brazos levantando, andando de ambas partes tan estrechos que debajo del peto había escondido, que vinieron algunos de impacientes mostró en alto la falta de las manos a los brazos, a puños y a los dientes. por los cortados troncos aun no sanos.

Pero la muerte, allí definidora Era, pues, Galvarino este que cuento, de la cruda batalla porfiada, de quien el canto atrás os dio noticia, ayudando a la parte vencedora, que porque fuese ejemplo y escarmiento remató la contienda y gran jornada; le cortaron las manos por justicia; que la gente araucana en poca de hora, el cual, con el usado atrevimiento, en aquel sitio estrecho destrozada, mostrando la encubierta inimicicia (1), quiso rendir al hierro antes la vida, sin respeto ni miedo de la muerte, que al odioso español quedar rendida. habló mirando a todos de esta suerte:

Tendidos por el campo amontonados “¡Oh gentes fementidas, detestables, los indómitos bárbaros quedaron, indignas de la gloria de este día! y los demás con pasos ordenados, Hartad vuestras gargantas insaciables como ya dije atrás, se retiraron, en esta aborrecida sangre mía, de manera que ya nuestros soldados que aunque los fieros hados variables recogiendo el despojo que hallaron trastornen la araucana monarquía, y un número copioso de prisiones (1), muertos podremos ser, mas no vencidos, volvieron a su asiento y pabellones. ni los ánimos libres oprimidos.

Fueron entre estos presos escogidos “No penséis que la muerte rehusamos, doce, los más dispuestos y valientes, que en ella estriba ya nuestra esperanza, que en las nobles insignias y vestidos que si la odiosa vida dilatamos mostraban ser personas preeminentes: es por hacer mayor nuestra venganza; estos fueron allí constituidos que cuando el justo fin no consigamos, para amenaza y miedo de las gentes, tenemos en la espada confianza quedando por ejemplo y escarmiento que os quitará en nosotros convertida, colgados de los árboles al viento. la gloria de poder darnos la vida.

(1) Prisioneros. (1) Enemistad, odio.

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“¡Sus!, pues; ya ¿qué esperáis o qué os detiene Por falta de verdugo, que no había de no me dar mi premio y justo pago? quien el oficio hubiese acostumbrado, La muerte y no la vida me conviene, quedó casi por uso de aquel día pues con ella a mi deuda satisfago; un modo de matar jamás usado: pero, si algún disgusto y pena tiene que a cada indio de aquella compañía este importante y deseado trago, un bastante cordel le fue entregado, en no veros primero hechos pedazos diciéndole que el árbol eligiese, con estos dientes y trancados brazos.” donde a su voluntad se suspendiese.

De tal manera el bárbaro esforzado No tan presto los prácticos guerreros la muerte en alta voz solicitaba, del cierto asalto la señal tocando de la infelice vida ya cansado, por escalas, por picas y maderos que largo espacio a su pesar duraba; suben a la muralla gateando, y en el gentil propósito obstinado, cuanto aquellos caciques, que ligeros diciéndonos injurias procuraba por los más grandes árboles trepando, un fin honroso de una honrosa espada en un punto a las cimas arribaron y rematar la mísera jornada. y de las altas ramas se colgaron.

Yo que estaba a par de él considerando Mas de uno ellos, algo arrepentido el propósito firme y osadía, de su ligera prisa y diligencia, me opuse contra algunos procurando a nuestra devoción ya reducido dar la vida a quien ya la aborrecía; vuelto pidió para hablar licencia: pero, al fin, los ministros porfiando y habiéndosela todos concedido, que a la salud de todos convenía, con voz algo turbada y apariencia, forzado me aparté y él fue llevado los ánimos cristianos conmoviendo, a ser con los caciques justiciado. habló contritamente así diciendo:

A la entrada de un monte, que vecino “Valerosa nación, invicta gente, está de aquel asiento, en un repecho donde el extremo de virtud se encierra, por el cual atraviesa un gran camino sabed que soy cacique y descendiente que al valle de Lincoya va derecho, del tronco más antiguo de esta tierra; con gran solicitud y desatino no tengo padre, hermano ni pariente, fue el insulto y castigo injusto hecho, que todos son ya muertos en la guerra pagando allí la deuda con la vida y pues se acaba en mí la descendencia, en muchas opiniones no debida. os ruego uséis conmigo de clemencia.”

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Quisiera proseguir, si Galvarino Levantamos un muro brevemente que le miraba con airada cara, que el sitio de la casa circundaba, de súbito saliéndose al camino donde el bagaje, chusma y remanente la doméstica voz no le atajara, con menos daño y más seguro estaba; diciéndole: “Pusilánime, mezquino, de allí el contorno y tierra inobediente, deslustrador de la progenie clara, sin poderlo estorbar, se salteaba, ¿por qué a tan gran bajeza así te mueve haciendo siempre instancia y diligencia el miedo torpe de una muerte breve? de traerla sin sangre a la obediencia.

“Dime, infame traidor, de fe mudable: Una mañana, al comenzar el día, ¿tienes por más partido y mejor suerte saliendo yo a correr aquella tierra, el vivir en estado miserable donde por cierto aviso se tenía que el morir como debe un varón fuerte? que andaba gente bárbara de guerra, Sigue el hado aunque adverso tolerable, dejando un trecho atrás la compañía, que el fin de los trabajos es la muerte cerca de un bosque espeso y alta sierra, y es poquedad que un afrentoso medio sentí cerca una voz envejecida, te saque de la mano este remedio” diciendo: “¿Dónde vais, que no hay salida?”

Apenas la razón había acabado, Volví el rostro y las riendas hacia el lado cuando el noble cacique arrepentido, donde la extraña voz había salido, al cuello el corredizo lazo echado, y vi a Fitón el mágico, arrimado quedó de una alta rama suspendido; al tronco de un gran roble carcomido, tras él fue el audaz bárbaro obstinado sobre el herrado junco recostado, aun a la misma muerte no rendido, que, como fue de mí reconocido, y los robustos robles de esta prueba del caballo salté ligeramente, llevaron aquel año fruta nueva. saludándole alegre y cortésmente.

Habida la victoria como cuento El me dijo: “Por cierto, bien pudiera y el enemigo roto retirado, tomar de vos legítima venganza dejando el infelice alojamiento y en esa vuestra gente que anda fuera todo de cuerpos bárbaros sembrado, que habéis hecho en los nuestros tal matanza; llegamos sin desmán ni impedimento pero, aunque más razón y causa hubiera, a la bajada y sitio desdichado haciendo vos de mí tal confianza, do Valdivia fundó la casa fuerte no quiero, ni será justo dañaros, y le dieron después infame muerte. antes en lo que es lícito ayudaros.

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“Que es orden de los cielos que padezca Salimos a un hermoso verde prado esta indómita gente su castigo, que recreaba el ánimo y la vista, y antes que contra Dios se ensoberbezca do estaba en ancho cuadro fabricado le abaje la soberbia el enemigo; un muro de belleza nunca vista, y aunque vuestra ventura ahora crezca, de varia jaspe y pórfido escacado (1), no durará gran tiempo, porque os digo y al fin de cada escaque una amatista; que, como a las demás, el duro hado en las puertas de cedro barreadas os tiene su descuento aparejado. mil sabrosas historias entalladas.

“Si la Fortuna así a pedir de boca Abriéronse, en llegando el mago al punto os abre el paso próspero a la entrada, y en un jardín entramos espacioso grandes trabajos y ganancia poca do se puede decir que estaba junto al cabo sacaréis de esta jornada; todo lo natural y artificioso; y porque a mí decir más no me toca, hoja no discrepaba de otra un punto, me quiero retirar a mi morada, haciendo cuadro o círculo hermoso, que también de esta banda tiene puerta, en medio un claro estanque do las fuentes pero a todos oculta y encubierta.” murmurando enviaban sus corrientes.

Yo, de le ver así maravillado, No produce Natura tantas flores, y más de la siniestra profecía, cuando más rica primavera envía mi caballo en un líbano arrendado, ni tantas variedades de colores le quise hacer un rato compañía; como en aquel jardín vicioso había; y al fin de muchos ruegos acetado, los frescos y suavísimos olores, siendo el viejo decrépito la guía, las aves y su acorde melodía, hendimos la espesura y breña extraña dejaban las potencias y sentidos hasta llegar al pie de la montaña. de un ajeno descuido poseídos.

En un lado secreto y escondido De mi fin y camino me olvidara, donde no había resquicio ni abertura, según suspenso estuve una gran pieza, con el potente báculo torcido si el anciano Fitón no me llamara blandamente tocó en la peña dura; haciéndome seiíal con la cabeza; y luego, con horrísono ruido, metióme por la mano en una clara se abrió una estrecha puerta y boca oscura, bóveda de alabastro, que a la pieza por do tras él entré, erizado el pelo, del milagroso globo respondía, pisando a tiento el peñascoso suelo. adonde ya otra vez estado había.

(1) Escaqueado, ajedrezado.

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Quisiera ver la bola, más no osaba sin licencia del mago avecinarme; más él, que mis designios penetraba, teniendo voluntad de contentarme, asido por la mano me acercaba y, comenzando el mismo a señalarme, el mundo me mostró como si fuera en su forma réal y verdadera.

Pero para decir por orden cuanto vi dentro de la gran poma lucida, CANTO XXVII es cierto menester un nuevo canto y tener memoria recogida; así, Señor, os ruego que, entre tanto, PONESE LA DESCRIPCIÓN DE MUCHAS PROVINCIAS, MONTES, CIUDADES FAMOSAS que refuerzo la voz enflaquecida, POR NATURA Y POR GUERRAS; CUENTASE TAMBIÉN COMO LOS ESPAÑOLES perdonéis si lo dejo en este punto LEVANTARON UN FUERTE EN EL VALLE DE TUCAPEL, Y COMO DON ALONSO que no puedo deciros tanto junto. DE ERCILLA HALÑLÓ A LA HERMOSAS GLAURA.

Siempre la brevedad es una cosa con gran razón de todos alabada, y vemos que una plática es gustosa cuanto más breve y menos afectada; y aunque sea la prolija provechosa nos importuna, cansa y nos enfada, que el manjar más sabroso y sazonado os deja, cuando es mucho, empalagado.

Pues yo que en un peligro tal me veo, de la larga carrera arrepentido, ¿cómo podré llevar tan gran rodeo y ser sabroso al gusto y al oído? Pero, aunque de agradar es mi deseo, estoy ya dentro en la ocasión metido, que no se puede andar mucho en un paso ni encerrar gran materia en chico vaso.

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Cuando a alguno, Señ or, le pareciere “Mira la Siria, ves allí la indina que me voy en el curso deteniendo, tierra de promisión de Dios privada, el extraño camino considere y a Nazareth dichosa en Palestina, y que más que una posta voy corriendo: do a María Gabriel dio la embajada; en todo abreviaré lo que pudiere, ves las sacras reliquias y rutina y así, a nuestro propósito volviendo, de la ciudad de Tito desolada, os dije cómo el indio mago anciano do el Autor de la vida, escarnecido, señalaba la poma con la mano. a vergonzosa muerte fue traído.

Era en grandeza tal, que no podrían “Mira el tendido mar Mediterrano veinte abrazar el círculo luciente, que la Europa del Africa separa, donde todas las cosas parecían y el mar Bermejo, en punta, a la otra mano, en su forma distinta y claramente; que abrió Moisés sus aguas con la vara; los campos y ciudades se veían, mira el golfo de Ormuz y mar persiano, el tráfago y bullicio de la gente, y aunque a partes la tierra no está clara, las aves, animales, lagartijas, verás hacia la banda descubierta hasta las más menudas sabandijas. las dos Arabias, feliz y desierta.

El mágico me dijo: “Pues en este “Mira a Persia y Carmenia, que confina lugar nadie nos turba y embaraza, con Susiana, al lado del Poniente, sin que un mínimo punto oculto reste, donde el forjado acero se fulmina verás del universo la gran traza; de pasta y temple fino y excelente; lo que hay del Norte al Sur, del Este Drangiana y Gedrosia, que camina al Oeste, y cuanto ciñe el mar y el aire abraza, hasta el mar de India y ferias del Oriente; ríos, montes, lagunas, mares, tierras y adelante, siguiendo aquella vía, famosas por natura y por las guerras. verás la calurosa Aracosía.

“Mira al principio de Asia a Calcedonia; “Dentro y fuera del Gange mira tanta junto al Bósforo enfrente de la Tracia, tierra de India, al Levante prolongada; a Liria, Caria, Licia y Licaonia, ves el Catay y su ciudad de Canta, a Panfilia, Batinia y a Galacia, que sobre el indo mar está fundada; y junto al Ponto Euxino, a Paflagonia, la China y el Maluco y toda cuanta la llama Capadocia y la Farnacia mar se extiende del Este y la apartada y la corriente del Eufrates famoso, Trapobana famosa, antiguamente que entra en el mar de Persia caudaloso. término y fin postrero del Oriente.

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“Ves la Hircania, Tartaria y los Albanos su corva costa, abraza al Mediodía; hacia la Trapisonda dilatados, el Caspio mar, por otro nombre Hircano y otros reinos pequeños comarcanos, que en forma oval se extiende al subsolano (1). tributarios de Persia y aliados; los iberos que llaman gorgïanos (1), “Mira la Siria y su ciudad famosa, y los pobres circasos derramados, donde la confusión de lenguas vino, que su lunada tierra en parte angosta que sus muros, labor maravillosa, toma del mar mayor toda la costa. hizo Semíramis, madre de Nino; donde la acelerada y presurosa “Ves el revuelto Cirro caudaloso, muerte a Alejandro le salió al camino, que la Iberia (2) y Albania así rodea, cortándole en su próspera corrida y el alto monte Cáucaso, fragoso, el hilo de los hados y la vida. que su cumbre gran tierra señorea; mira el reino de Colcos tan famoso “Mira en Africa al Sur los extendidos por la isla celebrada de Medea, reinos del preste Juan, donde parece adonde el trabajado lasón vino que entre los más insignes y escogidos en busca del dorado vellocino. Sceva en sus edificios resplandece; tres frutos da en el año repartidos, “Mira la grande Armenia, memorable y tres veces se agosta y reverdece, por su ciudad de Tauris señalada, tiene en veintidós grados su postura y al Sur la religiosa y venerable el antártico polo por la altura. Soltonio sin respeto arruinada por la tártara furia irreparable “Ves a Gogia y sus montes levantados, del grande Taborlán (3), que de pasada que a todos sobrepujan en grandeza, cuanto encontró lo puso por el suelo, canos siempre de nieve los collados, cual ira o rayo súbito del cielo. y abajo peñascales y aspereza, que forman un gran muelle, rodeados “Mira a Tigris y Eufrates, que poniendo de breñales espesos y maleza, punto a Mesopotamia en compañía, moradas de osos, puercos y leones, hasta el golfo de Persia van corriendo, tigres, panteras, grifos y dragones. dejando a un lado Egipto y a Suría (4): ves la Partia y la Media, que, torciendo “De estos peñascos ásperos pendientes, llamados hoy el monte de la Luna, nacen del Nilo las famosas fuentes (1) Georgianos (2) Georgia antigua. (3) Tamerlán (4) Suraj. (1) Este.

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y de ellos ríos sin nombre y fama alguna, donde habita la bruta y negra gente; que, aunque tuercen y apartan sus corrientes, mira los trogloditas belicosos se vienen a juntar a una laguna y los que baña Gambra en su corriente; tan grande que sus senos y laderas mandingos, monicongos y los feos baten de tres provincias las riberas. zapes, biafras, gelofos y guineos.

“A Gogia y Beguemedros al Oriente, “Ves en la costa de Africa el gran trecho, y a Damuaya al Poniente; del cual lado los puertos señalados y lugares hay islas donde habita varia gente, de las bocas del Nilo hasta el estrecho y todo el ancho círculo es poblado. por do se comunican los dos mares: De aquí el famoso Nilo mansamente Apolonia, las Sirtes y, derecho, nace, y después más grande y reforzado Trípol, Túnez y junto, si mirares, parte a Gogia de Amara, y va tendido verás aun las reliquias y el estrago sin ser de las riberas restringido. de la ciudad famosa de Cartago.

“Hasta un angosto paso peñascoso “Mira a Sicilia, fértil y abundosa, que la va los costados estrechando, a Cerdeña y a Córcega de frente, de donde con estrépito furioso y en la costa de Italia, la viciosa se va en las cataratas embocando; tierra que va corriendo hacia el Poniente, después, más ancho, grave y espacioso, mira la ilustre Nápoles famosa, llega a Meroé, gran isla, costeando, y a Roma, que gran tiempo antiguamente que contiene tres reinos eminentes, se vio del universo apoderada en leyes y costumbres diferentes. y de cada nación después hollada.

“Mira al Cairo, que incluye tres ciudades, “Mira en Toscana a Siena y a Florencia, y el palacio réal de Dultibea, y dejando la costa al Mediodía, las torres, los jardines y heredades a Bolonia, Ferrara y la eminencia que su espacioso círculo rodea; de la isleña ciudad y señoría (1); las pirámides mira y vanidades Padua, Mantua, Cremona y a Placencia, que los ciegos antiguos, que aunque sea Milán, la tierra y parque de Pavía, señal de sus riquezas la hechura, adonde en una rota (2) de importancia fue más que el edificio la locura. Carlos prendió a Francisco, rey de Francia.

“Mira los despoblados arenosos “Ve a Alejandría, y por Liguria entrando de la desierta y seca Líbia ardiente, Garamanta y los pueblos calurosos (1) Venecia. (2) Derrota.

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a la soberbia Génova y Saona; a Macedonia, Grecia, la Morea, y el Piamonte y Saboya atravesando, a Candia, Chipre, Rodas y ludea. a León, a Tolosa y a Bayona; y sobre el viento coro volteando, “Mira al Poniente a España y la aspereza Burdeos, Poitiers, Orleáns, París, Perona, de la antigua Vizcaya, de do es fama Flandes, Brabante, Güeldres, Frisia, Holanda, que depende y procede la nobleza Inglaterra, Escocia, Hibernia o Irlanda. que en aquellas provincias se derrama; ves a Bermeo, cercado de maleza, cabeza “A Dinamarca, Dacia y a Noruega y primer tronco de esta rama, hacia el mar de Dantisco y costa helada, y su torre de Ercilla sobre el puerto, y a Suecia, que al confín de Gocia llega, de las montañas altas encubierto. que está en torno del mar fortificada, de donde a la Zelandia se navega; “Ves a Burgos, Logroño y a Pamplona, y mira allá a Grolandia (1), desviada; y, bajando al Poniente, a la siniestra, del solar curso y la zodíaca vía, , Valencia, Barcelona, do hay seis meses de noche y seis de día. a León y a Galicia, de la diestra; ves la ciudad famosa de Lisbona (1), “Mira al Norte a Moscovia, que es tenida Coimbra y Salamanca que se muestra por última región de lo poblado, feliz en todas ciencias, do solía que rematan su término y medida enseñarse también nigromancía. las Rifeas montañas por un lado; y de las fuentes del Tanais (2) tendida “Mira a Valladolid, que en llama ardiente llega al monte Hiperbóreo y mar Helado; se irá como la fénix renovando, confina con Sarmacia (3) y Tartaría y a Medina del Campo casi enfrente, y corre por el austro hasta Rusía. que las ferias la van más ilustrando. Mira a Segovia y su famosa puente, “Mira a Livonia, Prusia y Litüania, y el bosque y la Fonfrida (2) atravesando, Samegicia, Podolia (4) y a Suría, al Pardo y Aranjuez, donde Natura a Polonia, Silesia y a Germania, vertió todas sus flores y verdura. Malaquia, Bulgaria, Esclavonía, a Croacia, Moldavia, Transilvania, “Mira aquel sitio inculto y montruoso, Malaquia, Bulgaria, Esclavonia, al pie del alto puerto algo apartado, que, aunque lo ves desierto y pedregoso, ha de venir en breve a ser poblado; (1) Groenlandia. (2) Antiguo Don. (3) Antiguo imperio desaparecido, en la región entre el Vístula y el Volga. (1) Lisboa. (4) Antiguo gobierno de Rusia. (2) Fuenfría (Sierra de Guadarrama).

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ahí el rey don Felipe, victorioso, fijó las dos columnas victorioso, habiendo al franco en San Quintín domado, Nihil Ultra en el mármol escribiendo; en testimonio de su buen deseo, mas Fernando Católico, glorioso, levantará un católico trofeo (1). los mojonados términos rompiendo, del ancho y nuevo mundo abrió la vía, “Será un famoso templo incomparable, porque en un mundo solo no cabía. de suntuosa fábrica y grandeza, la máquina del cual hará notable “Mira por el Océano bajando, su religioso celo y gran riqueza; entre el númedo Noto (1) y el Poniente, será edificio eterno y memorable, las islas de Canaria, reparando de inmensa majestad y gran belleza, en aquella del Hierro especialmente; obra al fin de un tal rey, tan gran cristiano que, falta de agua la Natura obrando, y de tan larga y poderosa mano. las aves, animales y la gente beben la que de un árbol se destila “Mira luego a Madrid, que buena suerte en una bien labrada y ancha pila. le tiene el alto cielo aparejada, y a Toledo, fundada en sitio fuerte, “Mira a la banda diestra las Terceras, sobre el dorado Tajo levantada; que están de portugueses ocupadas, mira adelante a Córdoba, y la muerte y corriendo al Sudoeste las primeras que airada amenazando está a Granada, islas que descubrió Colón, pobladas esgrimiendo el cuchillo sobre tantas de gentes nunca vistas, extranjeras, principales cabezas y gargantas (2). entre las cuales son más señaladas los Lucayos, San Juan, la Dominica, “Mira a Sevilla, ves la realeza Santo Domingo, Cuba y Jamaíca. de templos, edificios y moradas, el concurso de gente y la grandeza “Ves de Bahama, la canal angosta del trato de las Indias apartadas, y, siguiendo al Poniente, la Florida, que de oro, plata, perlas y riqueza la tierra inútil y lucida costa dos flotas en un año entran cargadas, hasta la nueva España proseguida, y salen otros dos de mercancía donde Cortés, con no pequeña costa con gente, munición y artillería. y gran trabajo y riesgo de la vida, sin término ensanchó por su persona “Mira a Cádiz, donde Hércules famoso, los límites de España y su corona. sobre sus hados próspero corriendo (1) Movimiento del mar en que sus aguas se mueven del Austro hacia el Septen- (1) El Monasterio de San Lorenzo del Escorial. trión, o al contrario; esto es, del nacimiento del viento norte hacia el Bóreas, o al (2) Se refiere a la sublevación de los moriscos. contrario.

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“Mira a Jalisco y Mechoacán famosa, “Mira los grandes montes y altas sierras por la raíz medicinal que tiene, bajo la zona tórrida nevadas, y a Méjico abundante y populosa, los mojos, bracamoros y las tierras que el indio nombre antiguo aun hoy retiene; de incultos chachapoyas habitadas; ves al Sur la poblada y montuosa Cajamarca y Trujillo, que en las guerras tierra que en punta a prolongarse viene, fueron famosas siempre y señaladas, que los dos anchos mares por los lados y la ciudad insigne de los Reyes, le van adelgazando los costados. silla de las audiencias y virreyes.

“A Panamá y al Nombre de Dios mira, “Y a Guánuco, Guamanga y el templado que sus estrechos términos defienden terreno de Arequipa, y los mojones a dos contrarios mares que con ira del Cuzco, antiguo pueblo y señalado romper la tierra y anegar pretenden; asiento de los incas y orejones. ves la fragosa sierra de Capira, Mira el solsticio y trópico pasado, Cartagena y las tierras que se extienden del austral Capricornio las regiones de Santa Marta y cabo de la Vela de varias gentes bárbaras y extrañas, hasta el lago y ciudad de Venezuela. los ríos, lagunas, valles y montañas.

“A Bogotá y Cartama, que confina “Mira allá a Chuquiabo, que metido con Arma y Cal¡, tierra prolongada, está a un lado, la tierra al Sur marcada, Popayán, Pasto (1) y Quito, que vecina y adelante el riquísimo y crecido está a la equinoccial línea templada; cerro de Potosí, que de cendrada mira allá a Puerto Viejo, do la mina plata de ley de valor subido de ricas esmeraldas fue hallada, tiene la tierra envuelta y amasada, y las tierras que corren por la vía pues de un quintal de tierra de la mina del Euro y del Volturno y Mediodía. las dos arrobas son de plata fina.

“Ves Guayaquil que abunda de madera, “Ves la villa de Plata, la postrera por sus espesos montes y sombríos, por el Levante a la siniestra mano, Tumbez, Paita y su puerto, que es primera y atravesando la alta cordillera, escala donde surgen los navíos; Calchaquí, Pilcomayo y Tucamano (l); Piura, Loja, la Zarza y cordillera los jurres, los diaguitas y ribera de do nacen y bajan tantos ríos, de los comechingones, y el gran llano que riegan bien dos mil millas de suelo, y fructífero término remoto donde jamás cayó lluvia del cielo. hasta la fortaleza de Gaboto.

(1) ¿Paseo? (1) Tucumán.

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“Ves, volviendo a la costa, los collados “Y como ves en forma verdadera que corren por la banda de Atacama, de la tierra la gran circunferencia, y la desierta costa y despoblados pudieras entender, si tiempo hubiera, do no hay ave, animal, hierba ni rama; de los celestes cuerpos la excelencia; ves los copayapós (1), indios granados, la máquina y concierto de la esfera, que de grandes flecheros tienen fama; la virtud de los astros e influencia, Coquimbo, Mapochó, Cauquén y el río varias revoluciones, movimientos, de Maule, y el Itata y Biobío. los cursos naturales y violentos.

“Ves la ciudad de Penco y el pujante “Mas, aunque quiero yo de parte mía Arauco, Estado libre y poderoso, dejarte más contento y satisfecho, Cañete, la Imperial y hacia el Levante ha mucho rato que declina el día la Villarrica y el volcán fogoso; y tienes hasta el sitio largo trecho.” Valdivia, Osorno, el lago y adelante Así haciéndome el mago compañía, las islas y archipiélago famoso, me trajo hasta ponerme en el derecho y, siguiendo la costa al Sur derecho, camino do encontré luego mi gente, Chiloé, Coronados y el estrecho, que me andaba a buscar confusamente.

“por donde Magallanes con su gente Llegamos al asiento en punto, cuando al Mar del Sur salió desembocando entraban a la guardia los amigos, y tomando la vuelta del Poniente donde gastamos tiempo procurando al Maluco guió noroesteando; reducir a la paz los enemigos; ves las islas de Acaca y Zabú enfrente, unas veces por bien acariciando, y a Mactán do murió al fin peleando; otras por amenazas y castigos, Brunei, Bohol, Gilolo, Terrenate, haciendo sin parar corredurías Macián, Mutir, Madan, y Mate. con los vecinos pueblos y alquerías.

“Ves las manchas de tierras tan cubiertas, Mas no bastando diligencia en esto, que pueden ser apenas divisadas, ni las promesas, medios y partidos, son las que nunca han sido descubiertas que en su protervo intento y presupuesto ni de extranjeros pies jamás pisadas, estaban siempre más endurecidos; las cuales estarán siempre encubiertas vista, pues, la importancia de aquel puesto y de aquellos celajes ocupadas, por estar en la tierra más metidos, hasta que Dios permita que parezcan, con maduro consejo fue acordado porque más sus secretos se engrandezcan. sustentar el lugar fortificado.

(1) De Copiapó.

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Y proveyendo al esperado daño Iba yo en la vanguardia, descubriendo de algunos basamentos que faltaban, por medio de una espesa y gran quebrada, que, aunque era fértil y abundante el año, cuando vi de través salir corriendo los campos en cogollo y berza estaban; una mujer al parecer turbada: don Miguel de Velasco y Avendaño, yo tras ella los prestos pies batiendo, con los que más a punto se hallaban, luego de mi caballo fue alcanzada; haciéndoles yo escolta y compañía, el que saber el fin de esto desea, tomamos de Cautén la recta vía. atentamente el otro canto lea.

Aunque con riesgo, sin contraste alguno los peligrosos términos pasamos, y en tiempo aparejado y oportuno a la Imperial ciudad salvos llegamos, donde a los moradores de uno a uno con palabras de amor los obligamos, no solo a dar graciosa la comida, pero (1) a ofrecer también hacienda y vida.

Así que alegres, sin rumor de guerra, con pan, frutas, semillas y ganados dimos presto la vuelta por la tierra de pacíficos indios y alterados; y, al descubrir de la purena sierra, hallamos una escolta de soldados, digo, de nuestra gente que venía a asegurar la peligrosa vía.

El sol, ya derribado al Occidente, había en el, mar los rayos zambullido, dando la noche alivio a nuestra gente del cansancio y trabajo padecido; pero, al romper del alba, alertamente se comenzó a marchar con gran ruido, el cargado bagaje y el ganado, de todas las escuadras rodeado.

(1) Sino.

© Pehuén Editores, 2001 ) 278 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

CANTO XXVIII

CUENTA GLAURA SUS DESDICHAS Y LA CAUSA DE SU VENIDA; ASALTAN LOS ARAUCANOS A LOS ESPAÑOLES EN LA QUEBRADA DE PURÉN; PASA ENTRE ELLOS UNA RECIA BATALLA; SAQUEAN LOS ENEMIGOS EL BAGAJE; RETIRANSE ALEGRES, AUNQUE DESBARATADOS.

Quien tiene libre y sosegada vida le conviene vivir más recatado, que siempre es peligrosa la caída del que está del peligro descuidado; y vemos muchas veces convertida la alegre suerte en miserable estado, en dura sujeción las libertades, y tras prosperidad adversidades.

Es Fortuna tan varia, tan incierta, ya que se muestra alguna vez amiga, que no ha llamado el bien a nuestra puerta cuando el mal dentro en casa nos fatiga; y pues sabemos ya por cosa cierta que nunca hay bien a quien un mal no siga, roguemos que no venga y, si viniere, que sea pequeño el mal que le siguiere.

© Pehuén Editores, 2001 ) 279 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Que yo de acuchillado en esto siento “Mi nombre es Glaura, en fuerte hora nacida, que es de temer en parte la ventura; hija del buen cacique Quilacura, el tiempo alegre pasa en un momento de la sangre de Friso esclarecida, y el triste hasta la muerte siempre dura, rica de hacienda, pobre de ventura; y porque viene bien a nuestro cuento, respetada de muchos y servida a la bárbara oíd, que en la espesura por mi linaje y vana hermosura; alcancé como dije, que en su traje mas ¡ay de mí!, cuánto mejor me fuera mostraba ser persona de linaje. ser una simple y pobre ganadera.

Era muchacha grande, bien formada, “En casa de mi padre a mi contento de frente alegre y ojos extremados, como única heredera yo vivía, nariz perfecta, boca colorada, que su felicidad y pensamiento los dientes en coral fino engastados, en solo darme gusto lo ponía; espaciosa de pecho y relevada, mi voluntad en todo y mandamiento hermosas manos, brazos bien sacados, como inviolable ley se obedecía, acrecentando más su hermosura no habiendo de contento y gusto un natural donaire y apostura. cosa que fuese para mí dificultosa.

Yo, queriendo saber a qué venía “Mas presto el envidioso amor tirano, sola por aquel bosque y aspereza, turbador del sosiego adredemente, con más seguridad que prometía trajo a mi tierra y casa a Fresolano, su bello rostro y rara gentileza, mozo de fuerza y ánimo valiente; la aseguré del miedo que traía, de mi infelice padre primo hermano la cual dando un suspiro, que a terneza y mucho más amigo que pariente, al más rebelde corazón moviera, a quien la voluntad tenía rendida comenzó su razón de tal manera: no habiendo entre los dos cosa partida.

“No sé si ya me queje desdichada “Mi padre como amigo aficionado o agradezca a los hados ya mi suerte, que yo le regalase me mandaba que me abren puerta y que me dan entrada y así yo con llaneza y gran cuidado para que pueda recibir la muerte; por hacerle placer lo procuraba; pero si ya la historia desastrada mas él luego, el propósito estragado, quieres saber y mi dolor tan fuerte, cuya fidelidad ya vacilaba, que aun le agravia mi poco sentimiento, corrompió la amistad, salió de tino te ruego que al proceso estés atento. echando por ilícito camino.

© Pehuén Editores, 2001 ) 280 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“O fue el trato que tuvo allí conmigo, “Tú, señora, sabrás que el día primero o por mejor decir mi desventura, de mi infelice y próspera venida que esta sería más cierta como digo, me trujo amor al término postrero que no la mal juzgada hermosura, de esta penosa y desdichada vida; que ingrato al hospedaje del amigo, mas ya que por tu amor y causa muero, del deudo y deuda haciendo poca cura, quiero saber si de ello eres servida, me comenzó a amar y buscar medio porque siéndolo tú no siento cosa de dar a su cuidado algún remedio. que pueda para mí ser tan dichosa.”

“Visto ya que por muestras y rodeo “Viéndole al parecer determinado muchas veces su pena descubría, a cualquier violencia y desacato, conocí que su intento y mal deseo disimuladamente por un lado de los honestos límites salía; salí de él sin mostrar algún recato, mas ¡ay!, que en lo que yo padezco veo diciéndole de lejos: “¡Oh malvado, lo que el mísero entonces padecía, incestuoso, desleal, ingrato, que a término he llegado al pie del palo corrompedor de la amistad jurada que aún no puedo decir mal de lo malo. y ley de parentesco conservada! “

“Hallábale mil veces suspirando, “Iba estas cosas y otras yo diciendo en mí los engañados ojos puestos, que el repentino enojo me mostraba, otras andaba tímido tentando cuando con prisa súbita y estruendo entrada a sus osados presupuestos: un cristiano escuadrón nos salteaba, yo la ocasión dañosa desviando que en cerrado tropel arremetiendo, con gravedad y términos honestos nuestra alta casa en torno rodeaba, (que es lo que más refrena la osadía) saltando Fresolano en mi presencia sus erradas quimeras deshacía. a la debida y justa resistencia,

“Estando sola en mi aposento un día “diciendo: “¡Oh fiera tigre endurecida, temerosa de algún atrevimiento, inhumana y cruel con los humanos!, ante mí de rodillas se ponía vuelve, acaba de ser tú la homicida, con grande turbación y desatiento, no dejes qué hacer a los cristianos, diciéndome temblando: “¡Oh Glaura mía!, vuelve, verás que acabo aquí la vida ya no basta razón ni sufrimiento, (pues no puedo a las tuyas) a sus manos, ni de fuerza una mínima me queda que aunque no sea la muerte tan honrosa, que a la del fuerte amor resistir pueda. a lo menos será la más piadosa.”

© Pehuén Editores, 2001 ) 281 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Así furioso, sin mirar en nada, “Iba, pues, siempre mísera corriendo se arroja en medio de la armada gente, por espinas, por zarzas, por abrojos, donde luego una bala arrebatada aquí y allí, acá y allá, volviendo le atravesó el desnudo pecho ardiente; a cada paso los atentos ojos, cayó, ya la color y voz turbada, cuando por unos árboles saliendo diciendo: “Glaura, Glaura, últimamente vi dos negros cargados de despojos, recibe allá mi espíritu cansado que luego en el instante que me vieron de dar vida a este cuerpo desdichado.” a la mísera presa arremetieron.

“Llegó mi padre en esto al gran ruido, “Fui de ellos prestamente despojada solo armado de esfuerzo y confianza, de todo cuanto allí venía vestida, mas luego en el costado fue herido aunque yo, triste, no estimaba en nada de una furiosa y atrevida lanza: el perder los vestidos y la vida; cayó el cuerpo mortal descolorido, pero el honor y castidad preciada y vista mi fortuna y malandanza, estuvo a punto ya de ser perdida, por el postigo de una falsa puerta, mas mis voces y quejas fueron tantas, salí a mi parecer más que ellos muerta. que a lástima y piedad movía las plantas.

“Acá y allá turbada, al fin, por una “Usó el cielo conmigo de clemencia montaña comencé luego a emboscarme guiando a Cariolán a mis clamores, dejándome llevar de mi Fortuna, que visto el acto enorme y la insolencia que siempre me ha guiado a despeñarme; de aquellos enemigos violadores así que ya sin tino y senda alguna corrió con provechosa diligencia, procuraba cuitada de alejarme, diciendo: “Perros, bárbaros, traidores, que con el gran temor me parecía dejad, dejad al punto la doncella; que yendo a más correr, no me movía. si no, la vida dejaréis con ella.”

“Mas como suele acontecer contino (1), “Fueron sobre él los dos incontinente, que huyendo el peligro y mal presente mas él flechando el arco que traía, se suele ir a parar en un camino al más adelantado y diligente, que nos coge y anega la creciente, la flecha hasta las plumas le escondía; así a mí, desdichada, pues me avino, hízose atrás dos pasos diestramente que por salvar la vida impertinente, y al otro la segunda flecha envía de un mal en otro mal, de lance en lance con brújula tan cierta y diestro tino, vine a mayor peligro y mayor trance. que al bruto corazón halló el camino.

(1) A menudo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 282 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Cayó muerto, y el otro malherido, “Descubriéronnos súbito en saliendo, cerró con él furioso y emperrado; que en todo al fin nos perseguía la suerte, mas Cariolán valiente y prevenido, sobre nosotros de tropel corriendo: en la arte de la lucha ejercitado, “Aguarda, aguarda, ten”, gritando fuerte; aunque el negro era grande y muy fornido, pero mi nuevo esposo allí temiendo de su destreza y fuerzas ayudado, mucho más mi deshonra que su muerte, alzándole los brazos hacia el cielo me rogó que en el bosque me escondiese le trabucó de espaldas en el suelo. mientras que él con morir los detuviese.

“Y sacando una daga acicalada, “Luego el temor, a trastornar bastante queriendo a hierro rematar la cuenta, una flaca mujer inadvertida, por el desnudo vientre y por la ijada me persuadió poniéndome delante tres veces la metió y sacó sangrienta; la honrada muerte y la estimada vida; huyó por allí la alma acelerada así cobarde, tímida, inconstante, y libre Cariolán de aquella afrenta, a los primeros ímpetus rendida, se vino para mí con gran crianza, me entré viéndolos cerca a toda priesa pidiéndome perdón de la tardanza. por lo más agrio de la senda espesa.

“Supo decir allí tantas razones, “Y en lo hueco de un tronco, que tejido haciendo amor conmigo así el oficio, de zarzas y maleza en torno estaba, que medrosa de andar en opiniones, me escondí sin aliento ni sentido, que es ya dolencia de honra y ruin indicio, que aun apenas de miedo resollaba; por evitar al fin murmuraciones de donde escuché luego un gran ruido y no mostrarme ingrata al beneficio que el bosque cerca y lejos atronaba, en tal sazón y tiempo recibido, de espadas, lanzas y tropel de gente la tomé por mi guarda y mi marido. como que combatían fuertemente.

“Y temiendo que gente acudiría, “Fue poco a poco al parecer cesando por el espeso monte nos metimos, aquel rumor y grita que se oía, donde sin rastro ni señal de vía cuando la obligación ya calentando un gran rato perdidos anduvimos; la sangre que temor helado había, pero, señor, al declinar del día revolví sobre mí considerando a la ribera de Lauquén salimos, la maldad y traición que cometía por do venía una escuadra de cristianos en no correr con mi marido a una con diez indios atrás, presas las manos. un peligro, una muerte, una fortuna.

© Pehuén Editores, 2001 ) 283 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Salí de aquel lugar, que a Dios pluguiera “Y teniendo noticia que esta gente que en él quedara viva sepultada, era la vuelta de Cautén pasada, corriendo con presteza a la ribera también que había de ser forzosamente adonde le dejé desatinada; por este paso estrecho la tornada, mas cuando no vi rostro ni manera quise venir en traje diferente, de le poder hallar sola y cuitada, pensando que entre tantos disfrazada podrás ver que sentí, pues era cierto alguna nueva o rostro hallaría que no pudo escapar de preso o muerto. de este que la Fortuna me desvía.

“Solté ya sin temor la voz; en vano “¿Qué remedio me queda, ya cautiva, llamando al sordo cielo injusto y crudo sujeta al mando y voluntad ajena? preguntaba: “¿Dó está mi Cariolano?”, Que para que mayor pena reciba y todo al responder lo hallaba mudo; aun la muerte no viene porque es buena; ya entraba en la espesura, ya a lo llano pero aunque el cielo cruel quiera que viva, salía corriendo, que el dolor agudo al fin me ha de acabar ya tanta pena, en mis entrañas siempre más furioso, bien que el estado en que me toma es fuerte; no me daba momento de reposo. mas nadie escoge el tiempo de su muerte.”

“No te quiero cansar ni lastimarme Así la bella joven lastimada en decirte las bascas que sentía; iba sus desventuras recontando, no sabiendo qué hacer ni aconsejarme, cuando una gruesa bárbara emboscada, frenética y furiosa discurría; que estaba a los dos lados aguardando, muchas veces propuse de matarme, alzó al cielo una súbita algarada, mas por torpeza y gran maldad tenía las salidas y pasos ocupando, que aquel dolor en mí tan poco obrase creciendo indios así, que parecían que a quitarme la vida no bastase. que de las hierbas bárbaros nacían.

“En tanta pena y confusión envuelta, Llegó al instante un yanacona mío, de contrarios y dudas combatida, ganado no había un mes en buena guerra, al cabo ya de le buscar resuelta, diciéndome: “Señor, échate al río, pues no daba el dolor fin a mi vida, que yo te salvaré que sé la tierra; hacia el campo español he dado vuelta que pensar resistir es desvarío de noche y desde lejos escondida a la gente que cala de la sierra; por el honor, que mal me le asegura bien puedes, ¡oh señor!, de mí fiarte, mi poca edad y mucha desventura. que me verás morir por escaparte.”

© Pehuén Editores, 2001 ) 284 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Yo que al mancebo el rostro revolvía Corrió luego sobre él toda la gente a agradecer la oferta y buen deseo, pensando que alas le prestase el miedo; vi a Glaura que sin tiento arremetía, pero con gran desprecio y alta frente diciendo: “¡Oh justo Dios!, ¿qué es lo que veo? apercibiendo el arco estuvo quedo; ¿Eres mi dulce esposo? ¡Ay vida mía!, llegando, pues, a tiro diestramente en mis brazos te tengo y no lo creo. hirió a Francisco Osorio y a Acevedo, ¿Qué es esto? ¿Estoy soñando o estoy despierta? arrancando una daga desenvuelto, ¡Ay, que tan grande bien no es cosa cierta!” el largo manto al brazo ya revuelto.

Yo, atónito de tal acaecimiento, Tanta fue la destreza, tanto el arte alegre tanto de él como admirado, del temerario bárbaro araucano, visto de Glaura el mísero lamento que no fue el gran tropel de gente parte en felice suceso rematado, a que dejase un solo paso el llano; no habiendo allí lugar de cumplimiento que saltando de aquella y de esta parte por ser revuelto el tiempo y limitado, todos los golpes hizo dar en vano, dije: “Amigos, adiós, y lo que puedo, unos hurtando el cuerpo desmentidos, que es daros libertad, yo os la concedo.” otros del manto y daga rebatidos.

Sin otro ofrecimiento ni promesa Yo que ver tal batalla no quisiera piqué el caballo, que salió ligero; al animoso mozo aficionado, pero aunque más los indios me den priesa en medio me lancé, diciendo: “Afuera, quiero, Señor, que aquí sepáis primero caballeros, afuera, haceos a un lado, como a la entrada de la selva espesa que no es bien que el valiente mozo muera, Cariolán vino a ser mi prisionero, antes merece ser remunerado cuando medrosa de perder la vida, y darle así la muerte ya sería en el tronco quedó Glaura escondida. no esfuerzo ni valor, mas villanía.”

Sabed, sacro Señor, que yo venía Todos se detuvieron conociendo con algunos amigos y soldados, cuán mal el acto infame les estaba; después de haber andado todo el día solo el indio no cesa, pareciendo en busca de enemigos desmandados; que de alargar la vida le pesaba; mas ya que a nuestro asiento me volvía al fin la daga y paso recogiendo, con diez prisiones (1) bárbaros atados, pues ya la cortesía le obligaba, a la entrada de un monte y fin de un llano, revuelto a mí me dijo: “¿Qué te importa descubrimos muy cerca a Cariolano. que sea mi vida larga o que sea corta?

(1) Prisioneros.

© Pehuén Editores, 2001 ) 285 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Pero de mí será reconocida Así a trechos en partes del camino la obra pía y voluntad humana, revueltos unos y otros voceando pía por la intención, pero entendida andaban en confuso remolino, se puede decir impía e inhumana, la tempestad de tiros reparando; que a quien ha de vivir mísera vida no basta de la pasta el temple fino, no le puede estar mal muerte temprana, grebas, petos, celadas abollando, así que en no matarme, como digo, la furia que zumbaba a la redonda crüel misericordia usas conmigo. de galga, lanza, dardo, flecha y honda.

“Mas porque no me digan que ya niego Unos al suelo van descalabrados, haber de ti la vida recibido, sin poder en las sillas sostenerse, me pongo en tu poder y así me entrego otros cual rana o sapo aporreados a mi fortuna misero rendido.” no pueden, aunque quieren, removerse; Esto dicho, la daga arrojó luego otros a gatas, otros derrengados, doméstico el que indómito había sido, arrastrando procuran acogerse quedando desde allí siempre conmigo, a algún reparo o hueco de la senda no en figura de siervo, mas de amigo. que de aquel torbellino los defienda.

Ya el ejercicio y belicoso estruendo En este paso estrecho el enemigo, de las armas y voces resonaban, la gente y munición en orden puesta, unos van en montón allá corriendo, tenía a nuestros soldados, como digo, otros acá socorro demandaban; de ventaja las piedras y la cuesta, era la senda estrecha y no pudiendo donde puedo afirmar como testigo ir atrás ni adelante, reparaban que era la lluvia tan espesa y presta que el bagaje, la chusma y el ganado de las piedras, que cierto parecía tenía impedido el paso y ocupado. que el cerro abajo en piezas se venía.

Es el camino de Purén derecho Como cuando se ve el airado cielo hacia la entrada y paso del Estado, de espesas nubes lóbregas cerrado después ya en forma oblicua largo trecho querer hundir y arruinar el suelo de dos ásperos cerros apretado; de rayos, piedra y tempestad cargado: y vienen a ceñirle en tanto estrecho las aves mata en medio de su vuelo, que apenas pueden ir dos lado a lado, la gente, bestias, fieras y ganado haciendo aún más angosta aquella vía buscan corriendo acá y allá perdidas un arroyo que lleva en compañía. los reparos, defensas y guaridas.

© Pehuén Editores, 2001 ) 286 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Así los españoles constreñidos Viéndonos ya vencidos sin remedio de aquel granizo y tempestad furiosa, por la gran multitud que concurría, buscan por todas partes malheridos procuré de tentar el postrer medio algún árbol o peña cavernosa que en nuestra vida y salvación había; do reparado algo y defendidos y así, rompiendo súbito por medio con la virtud antigua generosa, de la revuelta y empachado vía, cobrando nuevo esfuerzo y esperanza llegué do estaban hasta diez soldados a la victoria aspiran y venganza. en un hueco del monte arrinconados.

Y desde allí con la presteza usada, Diciéndoles el punto en que la guerra las apuntadas miras asestando, andaba de ambas partes tan reñida, les comienzan a dar una rociada, que ganada la cumbre de la sierra muchos en poco tiempo derribando; la victoria era muestra conocida; ya por la áspera cuesta derrumbada porque toda la gente de la tierra venían cuerpos y peñas volteando andaba ya en el saco embebecido, con un furor terrible y tan extraño, y solo en ver así ganado el alto que muertos aún hacían notable daño. los bastaba vencer el sobresalto.

Así andaba la cosa y entre tanto Luego, resueltos a morir de hecho que en esta estrecha plaza peleaban, todos los once juntos en cuadrilla, con no menor revuelta al otro canto los caballos lanzamos al repecho, donde mayores voces resonaban, cada cual solevado alto en la silla; se habían los indios desmandado tanto, y, aunque el fragoso cerro era derecho, que ya el bagaje y cargas saqueaban, por la tendida y áspera cuchilla haciendo grande riza y sacrificio llegamos a la cumbre deseada, en la gente de guardia y de servicio. de breña espesa y árboles poblada.

Quién con carne, con pan, fruta o pescado Saltamos a pie todos al momento, sube ligeramente a la alta cumbre; que ya allí los caballos no prestaban, quién de petaca o de fardel cargado que llenos de sudor, faltos de aliento, corre sin embarazo y pesadumbre; no pudiendo moverse, jadeaban; del alto y bajo, de uno y otro lado donde, sin dilación ni impedimento al saco (1) acude allí la muchedumbre, al lado que los indios más cargaban, cual banda de palomas al verano en un derecho y gran derrumbadero suele acudir al derramado grano. nos pusimos a vista y caballero.

(1) Saqueo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 287 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Dándoles una carga de repente Los bárbaros, a un tiempo retirados de arcabuces y piedras, que os prometo por un áspero risco y monte espeso, que, aunque llevó de golpe mucha gente, se fueron a gran paso consolados hizo el súbito miedo más efeto; con el sabroso robo del suceso; y así, remolinando torpemente, y a donde estaba el general llegados, les pareció, según el grande aprieto, que, sabido el desorden y el exceso moverse en contra de ellos cielo y tierra, que rindió la victoria al enemigo, viendo por alto y bajo tanta guerra. hizo de algunos ejemplar castigo.

Luego, con animosa confianza, Y habiendo en Talcamávida juntado en nuestra ayuda algunos arribaron, del destrozado campo el remanente, que, deseosos de áspera venganza, a consultar las cosas del Estado el daño y miedo en ellos aumentaron; llamó a la principal y digna gente; tanto que, ya perdida la esperanza, donde, después de haber allí tratado a retirarse algunos comenzaron, de lo más importante y conveniente, poniendo prestos pies en la huida, les dijo libremente todo cuanto remedio de escapar la ropa y vida. podrá ver quien leyera el otro canto.

Cuál por aquella parte, cuál por esta, cargado de fardel o saco guía, cuál por lo más espeso de la cuesta arrastrando el ganado se metía; cuál con hambre y codicia deshonesta por solo llevar más se detenía, costando a más de diez allí la vida la carga y la codicia desmedida.

Así la fiesta se acabó quedando saqueados en parte y vencedores, la victoria y honor solemnizando, con trompetas, clarines y atambores; al rumor de las cuales, caminando con buena guardia y diestros corredores, llegamos al real todos heridos, donde fuimos con salva recibidos.

© Pehuén Editores, 2001 ) 288 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

CANTO XXIX

ENTRAN LOS ARAUCANOS EN NUEVO CONSEJO; TRATAN DE QUEMAR SUS HA- CIENDAS; PIDE TUCAPEL QUE SE CUMPLA EL CAMPO QUE TIENE APLAZADO CON RENGO; COMBATEN LOS DOS EN ESTACADA BRAVA Y ANIMOSAMENTE.

Oh, cuánta fuerza tiene, oh cuánto incita el amor de la patria! Pues hallamos que en razón nos obliga y necesita a que todo por él lo pospongamos; cualquier peligro y muerte facilita, al padre, al hijo, a la mujer dejamos cuando en trabajo a nuestra patria vemos, y como a más parienta la acorremos.

Buen testimonio de esto nos han sido las hazañas de antiguos señaladas, que por la cara patria han convertido en sus mismas entrañas las espadas; y su gloriosa fama han extendido las plumas de escritores celebradas: Mario, Casio, Filón, Codro Ateniense, Régulo, Agesilao y el Uticense.

© Pehuén Editores, 2001 ) 289 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Entrar, pues, en el número merece “Así que en esta guerra tan reñida esta araucana gente, que con tanta quien pretende descanso, como digo, muestra de su valor y ánimo ofrece piense que no hay más honra, hacienda y vida por la patria al cuchillo la garganta; que aquella que quitare al enemigo; y en el firme propósito parece que la virtud del brazo conocida que ni el rigor del hado y toda cuanta será el rescate y verdadero amigo, fuerza pone en sus golpes la Fortuna, pues no ha de haber partido ni concierto, en los ánimos hace mella alguna. sino solo matar o quedar muerto.”

Que habiendo en solo tres meses perdido Oído allí por los caciques esto, Cuatro grandes batallas de importancia, muchos suspensos sin hablar quedaron, no con ánimo triste ni abatido, y algunos de ellos con turbado gesto, mas con valor grandísimo y constancia, enarcando las cejas, se miraron; estaban, como atrás habéis oído, pero, rompiendo aquel silencio puesto, en consejo de guerra, haciendo instancia sobre ello un rato dieron y tomaron, en darnos otro asalto, mas la mano hallando en su favor tantas razones, tomó, diciendo así Caupolicano: que se llevó tras sí las opiniones.

“Conviene, ¡oh gran senado religioso!, Así el valiente Ongolmo, no esperando que vencer o morir determinemos, que otro en tal ocasión le precediese, y en solo nuestro brazo valeroso aprueba a veces la demanda, instando como último remedio confiemos; en que por obra luego se pusiese; las casas, ropa y mueble infructuoso, siguió este parecer Purén, jurando que al descanso nos llaman, abrasemos, de no entrar en poblado hasta que viese que habiendo de morir todo nos sobra sin miedo, ni concierto, a fuerza pura, y todo con vencer después se cobra. su patria en libertad y paz segura.

“Es necesario y justo que se entienda Lincoya y Caniomangue, pues, no fueron la gran utilidad que de esto viene, en jurar el decreto perezosos, que no es bien que haya asiento en la hacienda que aun más de lo posible prometieron, cuando el honor aun su lugar no tiene; según eran gallardos y animosos; ni es razón que soldado alguno atienda también Rengo y Gualemo se ofrecieron, a más de aquello que a vencer conviene, y los demás caciques orgullosos, ni entibie las ardientes voluntades Talcaguán, Lemolemo y Orompello, el amor de las casas y heredades. hasta el buen Colocolo vino en ello.

© Pehuén Editores, 2001 ) 290 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Resueltos, pues, en esto y decretado, “Ya tendréis en memoria el desafío según que aquí lo habemos referido, que Rengo y yo tenemos aplazado, Tucapelo, que a todo había callado asimismo el que tuve con su tío, con gran sosiego y con atento oído, que quiso más morir desesperado; después del alboroto sosegado viendo el gran deshonor y agravio mío, y aquel arduo negocio definido, y cuanto a mi pesar se ha dilatado, puesto en pie, levantó la voz ardiente, quiero, sin esperar a más rodeo, que jamás hablar pudo blandamente. cumplir la obligación y mi deseo.

Diciendo: “Capitanes, yo el primero “Que asaz gloria y honor Rengo ha ganado en lo que el general propone vengo, entre todas las gentes, pues se trata por parecerme justo, y así quiero que conmigo ha de entrar en estacado, que se abrase y asuele cuanto tengo; y así vanaglorioso lo dilata; en lo demás al brazo me refiero, mas yo, de tanta dilación cansado, que si un mes en su fuerza le sostengo, pues que cada ocasión lo desbarata, pienso escoger después a mi contento pido que nuestro campo se fenezca, el mayor y mejor repartimiento. que no es bien que mi crédito padezca.

“Y si algún miserable no concede “Que ya Peteguelén, astutamente, lo que tan justamente le es pedido, con apariencia de ánimo engañosa, por enemigo de la patria quede a morir se arrojó entre tanta gente, y del militar orden excluido; por parecerle muerte más piadosa; que ya por nuestra parte no se puede y así se me escapó mañosamente, venir a ningún medio ni partido, que fue puro temor y no otra cosa, sin dejar de perder, pues la contienda pues, si ambición de gloria le moviera, es sobre nuestra libertad y hacienda. de mi brazo la muerte pretendiera.

Así que, yo también determinado “También Rengo, de industria cauteloso, de seguir vuestros votos y opiniones, anda en los enemigos muy metido, aunque parece en tiempo tan turbado buscando algún estorbo o modo honroso que muevo nuevas causas y cuestiones, que le excuse cumplir lo prometido; del natural honor estimulado y debajo de muestra de animoso y por otras legítimas razones, procura de quedar manco o tullido, no puedo ya dejar por ningún arte y para combatir no habilitado, de echar del todo un gran negocio aparte. glorioso con me haber desafiado.”

© Pehuén Editores, 2001 ) 291 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Así hablaba el bárbaro arrogante, Llegado el plazo, al despuntar del día cuando el airado Rengo, echando fuego, con gran gozo de muchos esperado, sin guardar atención, se hizo adelante, luego la bulliciosa compañía diciendo: “La batalla quiero luego, comenzó a rodear el estacado. que ni tu muestra y fanfarrón semblante Era tal el aprieto, que no había me puede a mí causar desasosiego; árbol, pared, ventana ni tejado las armas lo dirán y no razones de donde descubrirse algo pudiese, que son de jactanciosos baladrones.” que cubierto de gente no estuviese.

Arremetiera Tucapel, si en esto El sol, algo encendido y perezoso, Caupolicán, que a tiempo se previno, apenas del Oriente había salido, con presta diligencia en medio puesto, cuando por una parte el animoso la voz no le atajara y el camino; Tucapel asomó con gran ruido: y con severa muestra y grave gesto por otra, pues, no menos orgulloso reprehendiendo el loco desatino, al mismo tiempo aparecer se vido por rematar entre ellos la porfía, al fantástico Rengo muy gallardo, concedió a Tucapel lo que pedía. ambos con fiera muestra y paso tardo.

Pues el campo y el plazo señalado, Las robustas personas adornadas que fue para de aquel en cuatro días, de fuertes petos dobles relevados, nacieron en el pueblo alborozado encarcelas, brazales y celadas, sobre el dudoso fin muchas porfías: hasta el empeine de los pies armados; quién apostaba ropa, quién ganado, mazas cortas de acero barreadas, quién tierras de labor, quién granjerías; gruesos escudos de metal herrados, algunos que ganar no deseaban, y al lado izquierdo cada cual ceñido las usadas mujeres apostaban. un corvo y ancho alfanje guarnecido.

Cercaron una plaza de tablones Tenía, señor, la plaza a cada parte en un exento y descubierto llano, puertas como palenque de torneo, donde los dos indómitos varones por las cuales el uno y otro Marte armados combatiesen mano a mano; entran en ancho círculo y rodeo. publicando en pregón las condiciones Después que con vistoso y gentil arte por el estilo y término araucano, su término acabaron y paseo, para que a todos manifiesto fuese airoso cada cual quedó a su lado y ninguno ignorancia pretendiese. dentro de la gran plaza y estacado.

© Pehuén Editores, 2001 ) 292 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Hecho por los padrinos el oficio Serpiente no se vio tan venenoso cual se requiere en actos semejantes, defendiendo a los hijos en su nido, quitando todo escrúpulo e indicio como el airado bárbaro furioso de ventaja y cautelas importantes, más del honor que del dolor sentido; cesó luego el estrépito y bullicio así, fuera de término rabioso, en todos los atentos circunstantes, de soberbia diabólica movido, oyendo el son de la trompeta en esto, sobre el gallardo Rengo fue en un punto, que robó la color de más de un gesto. descargando la maza y rabia junto.

Luego los dos famosos combatientes, Salióle al fiero Rengo favorable que la tarda señal solo atendían, aquel furor y acelerado brío, con bizarros y airosos continentes que la ferrada maza irreparable en paso igual a combatir movían; el grueso extremo descargó en vacío; y descargando a un tiempo los valientes fue el golpe, aunque furioso, tolerable, brazos, de tales golpes se herían quitándole la fuerza el desvarío, que estuvo cada cual por una pieza (1) que a cogerle de lleno yo creyera, sobre el pecho inclinada la cabeza. que con él el combate feneciera.

Redoblan los segundos, de manera Mas aunque fue al soslayo el araucano que aunque fueron pasados los primeros se fue un poco al través desvaneciendo, si tal reparo y prevención no hubiera, al fin puso en el suelo la una mano, no llegara el combate a los terceros. sostener la gran carga no pudiendo; ¿Quién por estilo igual decir pudiera pero, viendo el peligro no liviano el furor de estos bárbaros guerreros, sobre el fuerte contrario, revolviendo viendo el valor del mundo en ellos junto, con su desenvoltura y maza presta y la encendida cólera en su punto? le vuelve aun más pesada la respuesta.

Fue de tal golpe Tucapel cargado Era cosa admirable la fiereza sobre el escudo en medio de la frente, de los dos en valor al mundo raros, que quedó por un rato embelesado, la providencia, el arte, la destreza, suspensos los sentidos y la mente; las entradas, heridas y reparos; llegó Rengo con otro apresurado, tanto, que temo ya de mi torpeza pero salió el efecto diferente, no poder por sus términos contaros que el estruendo del golpe y dolor fiero la más reñida y singular batalla le despertó del sueño del primero. que en relación de bárbaros se halla.

(1) Rato.

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Así el fiero combate igual andaba Llegó el cuchillo al suelo y gran pedazo, y el golpear de un lado y de otro espeso, aunque era duro, en él quedó enterrado, que el más templado golpe no dejaba y en este impedimento y embarazo de magullar la carne o romper hueso; fue Tucapel herido por un lado, el aire cerca y lejos retumbaba de suerte que el siniestro guardabrazo lleno de estruendo y de un aliento grueso, con la carne al través cayó cortado que era tanto el rumor y batería, y procurando segundar no pudo, que un ejército grande parecía. que vio calar el gran cuchillo agudo.

Dio el fuerte Rengo un golpe a Tucapelo Debajo del escudo recogido batiéndole de suerte la celada, Rengo el desaforado golpe espera, que vio lleno de estrellas todo el suelo el cual fue en dos pedazos dividido y la cabeza le quedó atronada; con la cresta de acero y la mollera; pero en sí vuelto, blasfemando al cielo, el bárbaro quedó desvanecido, con aquella pujanza aventajada y por poco en el suelo se tendiera, hirió tan presto a Rengo al desviarse, mas el esfuerzo raro y ardimiento que no tuvo lugar de repararse. venció al grave dolor y desatiento.

Cayó el pesado golpe en descubierto No por esto medroso se retira, cargando a Rengo tanto la cabeza, antes hacer cruda venganza piensa, que todos le tuvieron ya por muerto y así, lleno de rabia, ardiendo en ira, y estuvo adormecido una gran pieza; acrecentada por la nueva ofensa, mas del peligro y del dolor despierto furioso de revés un golpe tira la abollada celada se endereza con la extrema pujanza y fuerza inmensa, y sobre Tucapel furioso aguija, que a no topar tan fuerte la armadura que la maza rompió por la manija. le dividiera en dos por la cintura.

Mas viéndole sin maza en esta guerra, Metióse tan adentro que no pudo que en dos trozos saltó lejos quebrada, salir del enemigo ya vecino, la suya con desprecio arroja en tierra por lo cual, arrojando el roto escudo, poniendo mano a la fornida espada; valerse de los brazos le convino; en esto Tucapel otra vez cierra Tucapel, que robusto era y membrudo, la suya fuera en alto levantada; al mismo tiempo le salió al camino, mas Rengo, hurtando el cuerpo a la una mano, echándole los suyos de manera hizo que descargase el golpe en vano. que un grueso y duro roble deshiciera.

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Pero topó con Rengo, que ninguno Viendo, pues, al contrario algo metido le llevaba ventaja en la braveza, le quiso rebatir el pie derecho; de diez, de seis, de dos él era el uno mas Tucapel, a tiempo recogido, de más agilidad y fortaleza; lo suspende de tierra sobre el pecho, llegados a las presas cada uno, y entre los duros músculos ceñido con viva fuerza y con igual destreza, le estremece, sacude y tiene estrecho, tientan y buscan de una y otra parte tanto que con el recio apretamiento el modo de vencer la industria y arte. no le deja tomar tierra ni aliento.

Así que pecho a pecho forcejando Creyendo de aquel modo fácilmente andaban con furioso movimiento, dar fin al hecho y rematar la guerra, tanto los duros brazos anudando, Rengo, que era diestrísimo y valiente, que apenas recibir pueden aliento; hizo con fuerza pie, cobrando tierra, y el arte nuevas fuerzas ayuntando y de rabiosa cólera impaciente, aspira cada cual al vencimiento, de un fuerte rodeón se desaferra, procurando por fuerza, como digo, llevándose en las manos apretado de poner en el suelo al enemigo. cuanto en la dura presa había agarrado.

Era cierto espectáculo espantoso Fue Tucapel un rato descompuesto verlos tan recia y duramente asidos, dando al un lado y otro zancadillas, llenos de sangre y de sudor copioso y Rengo, de la fuerza que había puesto, los rostros y los ojos encendidos, hincó en el suelo entrambas las rodillas; el aliento ya grueso y presuroso, ambos corrieron a las armas presto, el forcejar, gemir y los ronquidos, rajando los escudos en astillas, sin descansar un punto en todo el día, con tempestad de golpes presurosos, ni haber ventaja alguna o mejoría. más fuertes que al principio y más furiosos.

Mas Tucapel, ardiendo en viva saña, Estaban los presentes admirados tendiéndose por flojo y afrentado, de aquel duro tesón y valentía, ara y revuelve toda la campaña viéndoles en mil partes ya llagados cargando recio de este y de aquel lado; y la sangre que el suelo humedecía; Rengo, con gran destreza y cauta maña, los arneses y escudos destrozados recogido en su fuerza y reportado, y que ningún partido y medio había, su opinión y propósito sostiene sino solo quedar el uno muerto, y en igual esperanza se mantiene. aunque morir los dos era más cierto.

© Pehuén Editores, 2001 ) 295 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Dio Rengo a Tucapel una herida PARTE TERCERA cogiéndole al soslayo la rodela, que aunque de gruesos cercos guarnecida entró como si fuera blanda suela; no quedó allí la espada detenida, que gran parte cortó de la escarcela y un doble zaragüel de nudo grueso penetrando la carne hasta el hüeso.

No se vio corazón tan sosegado ANTO que no diese en el pecho algún latido, C XXX viendo la horrenda muestra y rostro airado del impaciente bárbaro ofendido, que el roto escudo lejos arrojado, CONTIENE ESTE CANTO EL FIN QUE TUVO EL COMBATE DE TUCAPEL Y RENGO; de un furor infernal ya poseído, ASIMISMO LO QUE PRAN, ARAUCANO, PASÓ CON EL INDIO ANDRESILLO, de suerte alzó la espada, que yo os juro YANACONA DE LOS ESPAÑOLES. que nadie allí pensó quedar seguro. Cualquiera desafío es reprobado ¡Guarte (1), Rengo, que baja, aguarda, aguarda por ley divina y natural derecho, con gran rigor y furia acelerada cuando no va el designio enderezado el golpe de la mano más gallarda al bien común y universal provecho; que jamás gobernó bárbara espada; y no por causa propia y fin privado, mas quien el fin de este combate aguarda mas por autoridad pública y hecho, me perdone si dejo destroncado la historia que es la que en los combates y estacadas en este punto, porque creo justifica las armas condenadas. que así me esperará con gran deseo. Muchos querrán decir que el desafío es de derecho y de costumbre usada, pues con el ser del hombre y albedrío juntamente la ira fue criada; pero sujeta al freno y señorío de la razón, a quien encomendada quedó para que así la corrigiese, que los términos justos no excediese.

(1) Guárdate.

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Y el Profeta nos da por documento, Tenemos hoy la prueba aquí en la mano que en ocasión y a tiempo nos airemos; de Rengo y Tucapel, que peleando pero con tal templanza y regimiento, por solo presunción y orgullo vano, que de la raya y punto no pasemos; como fieras se están despedazando, pues, dejados llevar del movimiento, y, con protervia y ánimo inhumano el ser y la razón de hombres perdemos, de llegarse a la muerte, trabajando, y es visto que difieren en muy poco estaban ya los dos tan cerca de ella, el hombre airado y el furioso loco. cuanto lejos de justa su querella.

Y aunque se diga y es verdad que sea Digo que los combates, aunque usados ímpetu natural el que nos lleva, por corrupción del tiempo introducidos, y por la alteración de ira se vea, son de todas las leyes condenados que a combatir la voluntad se mueva, y en razón militar no permitidos; la ejecución, el acto, la pelea salvo en algunos casos reservados, es lo que se condena y se reprueba, que serán a su tiempo referidos, cuando aquella pasión que nos induce materia a los soldados importante, al yugo de razón no se reduce. según que lo veremos adelante.

Por donde claramente, si se mira, Déjolo aquí indeciso, porque viendo parece como parte conveniente el brazo en alto a Tucapel alzado ser en el hombre natural la ira, me culpo, me castigo y reprehendo en cuanto a la razón fuere obediente; de haberlo tanto tiempo así dejado; y en la causa común puesta la mira pero a la historia y narración volviendo, puede contar campeón, el combatiente me oíste ya gritar a Rengo airado usar de ella en el tiempo necesario, que bajaba sobre él la fiera espada como contra legítimo adversario. por el gallardo brazo gobernada.

Mas si es el combatir por gallardía, El cual, viéndose junto, y que no pudo o por jactancia vana, o alabanza, huir del grave golpe la caída, o por mostrar la fuerza y valentía, alzó con ambas manos el escudo, o por rencor, por odio, o por venganza; la persona debajo recogida; si es por declaración de la porfía, no se detuvo en él el filo agudo, remitiendo a las armas la probanza, ni bastó la celada, aunque fornida, es el combate injusto, es prohibido, que todo lo cortó y llegó a la frente aunque está en la costumbre recibido. abriendo una abundante y roja fuente.

© Pehuén Editores, 2001 ) 297 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Quedó por grande rato adormecido Pero con rabia nueva y mayor fuego y en pie difícilmente se detuvo, comienzan por el campo a revolcarse, que del recio dolor desvanecido, y con puños de tierra a un tiempo luego fuera de acuerdo vacilando anduvo; procuran y trabajan por cegarse; pero, volviendo a tiempo en su sentido, tanto que al fin el uno y otro ciego, visto el último término en que estuvo, no pudiendo del hierro aprovecharse, de manera cerró con Tucapelo con las agudas uñas y los dientes que estuvo en punto de batirle al suelo. se muerden y apedazan impacientes.

Hallóle tan vecino y descompuesto Así fieros, sangrientos y furiosos, que por poco le hubiera trabucado, cuál ya debajo, cuál ya encima andaban, que de la gran pujanza que había puesto, y los roncos aceros presurosos anduvo de los pies desbaratado; del apretado pecho resonaban; pero, volviendo a recobrarse presto, mas no por esto un punto vigorosos viéndose del contrario así aferrado, en la rabia y el ímpetu aflojaban, le echó los fuertes y nudosos brazos, mostrando en el tesón y larga prueba pensando deshacerle en mil pedazos. criar aliento nuevo y fuerza nueva.

Y con aquella fuerza sin medida Eran pasadas ya tres horas cuando le suspende, sacude y le rodea; los dos campeones, de valor iguales, mas Rengo, la persona recogida, en la creciente furia declinando, la suya a tiempo y la destreza emplea; dieron muestra y señal de ser mortales, no la falta de sangre allí vertida, que las últimas fuerzas apurando, ni el largo y gran tesón en la pelea sin poderse vencer quedaron tales, les menguaba la fuerza y ardimiento, que ya en parte ninguna se movían antes iba el furor en crecimiento. y más muertos que vivos parecían.

En esto, Rengo, a tiempo el pie trocado, Estaban par a par desacordados, del firme Tucapel ciñó el derecho, faltos de sangre, de vigor y aliento, y entre los duros brazos apretado los pechos garleando levantados, cargó sobre él con fuerza el duro pecho; llenos de polvo y de sudor sangriento; fue tanto el forcejar, que ambos de lado, los brazos y los pies enclavijados, sin poderlo excusar a su despecho, sin muestra ni señal de sentimiento, dieron a un tiempo en tierra de manera aunque de Tucapel pudo notarse haber como si un muro o torreón cayera. más porfiado a levantarse.

© Pehuén Editores, 2001 ) 298 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

La pierna diestra y diestro brazo echado Quedó entre ellos la paz establecida sobre el contrario a la sazón tenía, y con solemnidad capitulado, lo cual de sus amigos fue juzgado que en todo lo restante de la vida ser notoria ventaja y mejoría; no se tratase más de lo pasado; y aunque esto es hoy de muchos disputado, ni por cosa de nuevo sucedida, ninguno de los dos se rebullía, en público lugar ni reservado mostrando ambos de vivos solamente pudiesen combatir ni armar cuestiones, el ronco acento y corazón latiente. ni atravesar en dichos ni en razones.

El gran Caupolicano, que asistiendo Mas siempre como amigos generosos como jüez de la batalla estaba, en todas ocasiones se tratasen, el grave caso y pérdida sintiendo y en los casos y trances peligrosos aprisa en la estacada plaza entraba, se acudiesen a tiempo y ayudasen; la cual sin detenerse un punto, viendo contenidos así los dos famosos, que alguna sangre y vida les quedaba, porque más los conciertos se afirmasen, los hizo levantar en dos tablones comieron y bebieron juntamente a doce los más ínclitos varones. con grande aplauso y fiesta de la gente,

Y siguiendo detrás con todo el resto Dejarélos aquí de esta manera de la nobleza y gente más preciada, en su conformidad y ayuntamiento, fue con honra solemne y pompa puesto que me importa volver a la ribera cada cual en su tienda señalada; del río, que muda nombre en cada asiento; donde, acudiendo a los remedios presto pues ha mucho que falto y ando fuera y la sangre con tiempo restañada, de nuestro molestado alojamiento, la cura fue de suerte que la vida para decir el punto en que se halla les fue en breve sazón restituida. después del trance y última batalla.

Pasado el punto y término temido, Luego que la victoria conseguimos iban los dos a un tiempo mejorando, con más pérdida y daño que ganancia, aunque del casco Tucapel sentido al fuerte a más andar nos recogimos, no dejaba curarse braveando; que estaba del lugar larga distancia; pero el valiente general sufrido, y, aunque poco después, Señor, tuvimos con blandura la cólera templando, otros muchos reencuentros de importancia, así de poco en poco le redujo, no sin costa de sangre y gran trabajo, que a la razón doméstico le trujo. iré, por no cansaros, al atajo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 299 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Y pasando en silencio otra batalla, Puso el gobernador luego en llegando, sangrienta de ambas partes y reñida, en libertad las leyes oprimidas, que, aunque por no ser largo aquí se calla, la justicia y costumbres reformando, será de otro escritor encarecida. por los turbados tiempos corrompidas; Vista de munición y vitualla y el exceso y desórdenes quitando la plaza por dos meses bastecida, de la nueva codicia introducidas, pareció por entonces provechoso en todo lo demás por buen camino dejar por capitán allí a Reinoso. dio la traza y asiento que convino.

Que las demás ciudades trabajadas No habíamos aún los cuerpos satisfecho de las pasadas guerras nos llamaban, del sueño y hambre mísera transida, y las leyes sin fuerza arrinconadas, cuando tuvimos nueva que de hecho aunque mudas de lejos voceaban; toda la tierra en torno removida, las cosas de su asiento desquiciadas, rota la tregua y el contrato hecho, todos sin gobernar se gobernaban, viendo así nuestra fuerza dividida, estando de perderse el reino a canto ayuntaban la suya con motivo por falta de gobierno, habiendo tanto. de no dejar presidio ni hombre vivo.

Mas viendo la comarca tan poblada, Luego, pues, hasta treinta apercibidos fértil de todas cosas y abundante, de los que más en orden nos hallamos, para fundar un pueblo aparejada por la espesura de Tirú metidos, y el sitio a la sazón muy importante, la barrancosa tierra atravesamos quedó primero la ciudad trazada, y los tomados pasos desmentidos, de la cual hablaremos adelante, no con pocos rebatos arribamos que aunque de buen principio y fundamento sin parar ni dormir noche ni día mudó después el nombre y el asiento. al presidio español y compañía.

Dejando, pues, en guarda de la tierra Donde ya nuestra gente había tenido los más diestros y prácticos soldados, nueva del trato y tierra rebelada, en orden de batalla y son de guerra que por extraiío caso acontecido rompimos por los términos vedados de la junta y designio fue avisada, y atravesando de Purén la sierra, y, habiendo alegremente agradecido de la hambre y las armas fatigados, el socorro y ayuda no pensada, a la Imperial llegamos salvamente, nos dio del caso relación entera, donde hospedada fue toda la gente. el cual pasa, Señor, de esta manera:

© Pehuén Editores, 2001 ) 300 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

El araucano ejército, entendiendo No dando, pues, lugar con la tardanza que su próspera suerte declinaba a que el miedo el peligro examinase, y que Caupolicán iba perdiendo y algún suceso y súbita mudanza la gran figura en que primero estaba, los ánimos del todo resfriase, en secretos concilios discurriendo, con animosa muestra y confianza, del capitán ya odioso murmuraba, mandó que de la guerra se aprestase diciendo que la guerra iba a lo largo al tiempo y hora del silencio mudo por conservar la dignidad del cargo. el más copioso ejército que pudo.

No con tan suelta voz y atrevimiento Hizo una larga plática al senado, que el más libre y osado no temiese, en la cual resolvió que convenía y del menor edicto y mandamiento dar el asalto al fuerte por el lado cuanto una sola mínima excediese; de la posta de Ongolmo a mediodía; que era tanto el castigo y escarmiento que de cierto espión era avisado que no se vio jamás quien se atreviese cómo la gente que en defensa había, a reprobar el orden por él dado, demás de estar segura y descuidada, según era temido y respetado. era poca, bisoña y desarmada.

Pero temiendo al fin como prudente Que el capitán ausente había llevado el revolver del hado incontrastable la práctica en la guerra y escogida, y la poca obediencia de su gente, de no volver atrás determinado, viéndole ya en estado miserable, hasta dejar la tierra reducida; que la buena Fortuna fácilmente y en las nuevas conquistas ocupado, lleva siempre tras sí la fe mudable, sin poder ser la plaza socorrida, y un mal suceso y otro cada día en breve por asalto fácilmente la más ardiente devoción resfría. podían entrarla y degollar la gente.

Quiso, dando otro tiempo a la Fortuna, Fue tan grave y severo en sus razones que del todo con él se declarase y tal la autoridad de su presencia, y no dejar remedio y cosa alguna que se llevó los votos y opiniones que para su descargo no intentase; en gran conformidad sin diferencia; entre muchas al fin resuelto en una, y con ánimo y firmes intenciones antes que su intención comunicase, le juraron de nuevo la obediencia con la presteza y orden que convino y de seguir hasta morir de veras de municiones y armas se previno. en entrambas fortunas sus banderas.

© Pehuén Editores, 2001 ) 301 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Luego Caupolicano, resoluto, Tentando, pues, los vados y el camino habló con Pran, soldado artificioso, por donde el trato fuese más cubierto, simple en la muestra, en el aspecto bruto, de tiento en tiento y lance en lance vino pero agudo, sutil y cauteloso, a dar consigo en peligroso puerto; prevenido, sagaz, maiíoso, astuto, que engañado de un bárbaro ladino, falso, disimulado, malicioso, Andresillo llamado, de concierto lenguaz, ladino práctico, discreto, salieron juntos a buscar comida, cauto, pronto, solícito y secreto. cosa a los yanaconas permitida.

El cual en puridad bien instruido Y con dobles y equívocas razones en lo que el arduo caso requería, que Pran a su propósito traía, de pobre ropa y parecer vestido, vino el otro a decir las vejaciones del presidio español tomó la vía; que el araucano estado padecía, y fingiendo ser indio forajido los insultos, agravios, sinrazones, se entró por la cristiana ranchería las muertes, robos, fuerza y tiranía, entre los indios mozos de servicio, trayendo a la memoria lastimada dando en la simple muestra de ello indicio. el bien perdido y libertad pasada.

Debajo de la cual miraba atento Visto el crédulo Pran que había salido sin mostrar atención, lo que pasaba, tan presto el falso amigo a la parada y con disimulado advertimiento hallando voluntad y grato oído los ocultos designios penetraba: y el tiempo y la ocasión aparejada, tal vez entrando en el guardado asiento, de la engañosa muestra persuadido, en la figura rústica notaba el disfrace y la máscara quitada, la gente, armas, el orden, sitio y traza, abrió el secreto pecho y echó fuera lo más fuerte y lo flaco de la plaza. la encubierta intención de esta manera.

Por otra parte oyendo y preguntando Diciéndole: “Si sientes, ¡oh soldado!, a las personas menos recatadas, la pérdida de Arauco lamentable iba mañosamente escudriñando y el infelice término y estado los secretos y cosas reservadas; de nuestra opresa patria miserable, y aquí y allí los ánimos tentando hoy la Fortuna y poderoso hado buscaba con razones disfrazadas, mostrándonos el rostro favorable, vaso capaz y suficiente seno ponen solo en tu mano libremente donde vaciar pudiese el pecho lleno. la vida y salvación de tanta gente.

© Pehuén Editores, 2001 ) 302 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Que el gran Caupolicano que en la tierra “Y sin recato la ferrada puerta nunca ha sufrido igual ni competencia (no siendo a nadie entonces reservada) y en paz ociosa y en sangrienta guerra franca, de par en par siempre está abierta tiene el primer lugar y la obediencia, y la gente durmiendo descuidada; quiere, viendo el valor que en ti se encierra, la cual de salto fácilmente muerta tu industria grande y grande suficiencia, y la plaza después desmantelada, fiar en ocasión tan oportuna en la región antártico no queda el estado común de tu fortuna. quien resistir nuestra pujanza pueda.

“Y que a ti como a causa se atribuya “Así que de tu ayuda confiado el principio y el fin de tan gran hecho, que todo se lo allana y asegura, siendo toda la gloria y honra tuya, cerca de aquí tres leguas ha llegado, tuya la autoridad, tuyo el provecho; cubierto de la noche y sombra oscura; sola una cosa quiere que sea suya, a donde de su ejército apartado con la cual queda ufano y satisfecho, debajo de palabra y fe segura, que es haber elegido tal sujeto quiere comunicar solo contigo para tan grande e importante efeto. lo que sumariamente aquí te digo.

“Pues a ti libremente cometido “Ensancha, ensancha el pecho, que si quieres puede suceso próspero esperarse gozar de esta ventura prometida, y a tu dichosa y buena suerte asido demás del grande honor que consiguieres quiere llevado de ella aventurarse; siendo por ti la patria redimida, y así en figura humilde revestido, solo a ti deberás lo que tuvieres porque de mí no puedan recatarse, y a ti te deberán todos la vida, vengo cual ves, para que de este modo, siendo siempre de nos reconocido te dé yo parte de ello y seas el todo. haberla de tu mano recibido.

“Haciéndote saber cómo querría “Mira, pues, lo que de esto te parece, (si no es de algún oculto inconveniente) conoce el tiempo y la ocasión dichosa, dar el asalto al fuerte al mediodía, no seas ingrato al cielo que te ofrece con furia grande y número de gente, por solo que la aceptes tan gran cosa; por haberle avisado cierto espía da la mano a tu patria, que perece que en aquella sazón seguramente en dura servidumbre vergonzosa, descansan en sus lechos los soldados y pide aquello que pedir se puede de la molesta noche trabajados. que todo desde aquí se te concede.”

© Pehuén Editores, 2001 ) 303 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Dio fin con esto a su razón, atento “Por la sospecha que nacer podría, al semblante del indio sosegado, será bien que los dos nos apartemos que sin alteración y movimiento y deshecha por hoy la compañía hasta acabar la plática había estado; a donde nos aguardan arribemos; el cual con rostro y parecer contento, que mañana despacio al mediodía, aunque con pecho y ánimo doblado, con mayor libertad nos hablaremos, a las ofertas y razón propuesta, y de mí quedarás más satisfecho; dio sin más detenerse esta respuesta: adiós, que es tarde; adiós, que es largo el trecho.”

“Quien pudiera aquí dar bastante indicio Así, luego partieron el camino, de mi intrínseco gozo y alegría llevándole diverso y diferente, de ver que está en mi mano el beneficio que el uno al araucano campo vino de la cara y amada patria mía, y el otro a donde estaba nuestra gente, que ni riqueza, honor, cargo ni oficio, el cual con gozo y ánimo malino ni el gobierno del mundo y monarquía hablando al capitán secretamente, podrán tanto conmigo en este hecho, le dijo punto a punto todo cuanto cuanto el común y general provecho. oirá quien escuchara el otro canto.

“Que sufrir no se puede la insolencia de esta ambiciosa gente desfrenada, ni el disoluto imperio y la violencia con que la libertad tiene usurpada; por lo cual la divina Providencia tiene ya la sentencia declarada y el ejemplar castigo merecido al araucano brazo cometido.

“Vuelve a Caupolicán y de mi parte mi pronta voluntad le ofrece cierta, que cuanto en esto quieras alargarte te sacaré yo a salvo de la oferta; y mañana, sin duda, por la parte de la inculta marina más desierta, seré con él, do trataremos largo de esto que desde aquí tomo a mi cargo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 304 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

CANTO XXXI

CUENTA ANDRESILLO A REINOSO LO QUE CON PRAN DEJABA CONCERTADO; HABLA CON CAUPOLICÁN CAUTELOSAMENTE, EL CUAL, ENGAÑADO, VIENE SOBRE EL FUERTE, PENSANDO HALLAR A LOS ESPAÑOLES DURMIENDO.

La más fea maldad y condenada, que más ofende la bondad divina, es la traición sobre amistad forjada, que al cielo, tierra y al infierno indina; que aunque el señor de la traición se agrada quiere mal al traidor y la abomina; tal es este nefasto maleficio que indigna al que recibe el beneficio.

Raras veces veréis que el alevoso en estado seguro permanece, de nadie amado, a todo el mundo odioso, que el mismo interesado le aborrece; amigo en todo tiempo sospechoso, aunque trate verdad, no lo parece, y al cabo no se escapa del castigo que la misma maldad lleva consigo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 305 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Si en ley de guerra es pérfido el que ofende “Mas negando la deuda y fe debida debajo de seguro al enemigo, a mi tierra y nación por tu respeto, ¿qué será aquel que al enemigo vende quiero, señor, sacrificar la vida la libertad y sangre del amigo, por escapar la tuya de este aprieto, y que él con rostro de leal pretende y en contra de mi patria aborrecida ser traidor a su patria como digo, volver las armas y áspero decreto, poniéndole con odio y rabia tanta desviando gran número de espadas el agudo cuchillo a la garganta? que están a tu costado enderezadas.”

Guardarse puede el sabio recatado Tras esto allí le dijo todo cuanto del público enemigo conocido, con Pran le sucedió y habéis oído, del perverso, insolente, del malvado, que si me acuerdo, en el pasado canto, pero no del traidor nunca ofendido, lo tengo largamente referido; que en hábito de amigo disfrazado, quedó Reinoso atónito de espanto, el desnudo puñal lleva escondido; y con ánimo y rostro agradecido, no hay contra el desleal seguro puerto, los brazos amorosos le echó al cuello, ni enemigo mayor que el encubierto. dándole encarecidas gracias de ello.

La prueba es Andresillo, que dejaba Y alabando la astucia y artificio al amigo engañado y satisfecho, con que del trato doble usado había, el cual, con la gran prisa que llevaba, exageró el famoso y gran servicio en poco espacio atravesó gran trecho, que a todo el reino y cristiandad hacía, y puesto ante Reinoso, el cual estaba diciendo que tan grande beneficio seguro y descuidado de aquel hecho, siempre en nuestra memoria duraría, preciándose el traidor de su malicia, y con honroso premio de presente de ella y de la traición le dio noticia, sería remunerado largamente.

diciéndole: “Sabrás que usando el hado Quedaron, pues, de acuerdo que otro día, hoy de piadoso término contigo, sin que noticia de ello a nadie diese, las cosas de manera ha rodeado, en el tiempo y lugar que puesto había, que puedo serte provechoso amigo, con el vecino capitán se viese, pues en mi voluntad libre ha dejado que de la vista y habla entendería la muerte o salvación de tu enemigo, lo que más al negocio conviniese, remitiendo a las manos de Andresillo trayéndole por mañas y rodeo la arbitraria sentencia y el cuchillo. al esperado fin de su deseo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 306 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Hízolo, pues, así; pero antes de esto, “Que demás de las honras te asegura a la salida de un espeso valle de parte del senado un señorío, halló al amigo en centinela puesto, y por el fuerte Eponomón te juro esperándole ya para guialle (1), que esto será escogido a tu albedrío; donde Caupolicán con ledo gesto en tus manos me pongo y aventuro saliendo algunos pasos a encontralle (2), y a tu buen parecer remito el mío, adelantado un trecho de su gente para que des el orden que convenga le recibió amorosa y cortésmente, y el esperado bien no se detenga.

diciendo: “¡Oh capitán!, hoy por el cielo “Pues con tu ayuda y mi esperanza cierta, en esta dignidad constituido, que me prometen próspera jornada, a quien la redención del patrio suelo en una parte oculta y encubierta justa y meritamente ha cometido; tengo cerca de aquí mi gente armada bien sé que solo con honrado celo, y antes que sea de algunos descubierta, de virtud propia y de valor movido, y la plaza enemiga preparada, aspiras arribar do ningún hombre que es el peligro solo que esto tiene, tendrá puesto adelante más su nombre. apresurar la ejecución conviene. “Y habiendo de tu pecho penetrado el intento y designio valeroso, “Resuélvete, ¡oh varón!, y determina de tu Fortuna próspera guiado, como de ti se espera, brevemente, que promete suceso venturoso, que detrás de este monte a la marina estoy resuelto, estoy determinado está el copioso ejército obediente, que con golpe de gente numeroso, y porque puedas ver la disciplina, demos, siendo tú solo nuestro guía, los ánimos, las armas y la gente, sobre el fuerte español a mediodía. podrás llegar allá, que aquí te aguardo con esperanza y ánimo gallardo.” “Para lo cual ha sido mi venida sorda y secretamente en esta parte, El traidor pertinaz, que atento estaba donde siendo tu boca la medida a cuanto el general le prometía, quiero del justo premio asegurarte no la oferta ni el premio le mudaba y ver si a ti esta empresa cometida, de la fea maldad que cometía; quieres de ella y nosotros encargarte, bien que algún tanto tímido dudaba dando como cabeza y dueño en todo viendo de aquel varón la valentía, el orden, la instrucción, la traza y modo. el ser gallardo, y el feroz semblante, la proporción y miembros de gigante. (1) Guiarle. (2) Encontrarle.

© Pehuén Editores, 2001 ) 307 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Venía el robusto y grande cuerpo armado “Que nuestros enemigos sin recelo de una fuerte coraza barreada, a las armas de noche acostumbrados y un dragón escamoso y relevado cuando va el sol en la mitad del cielo sobre el alto crestón de la celada, descansan en sus toldos desarmados; en la derecha su bastón ferrado, y desnudos y echados por el suelo ceñida al lado una tajante espada, en vino y dulce sueño sepultados, representando el talle y apostura pasan la ardiente siesta en gran reposo, del furibundo Marte la figura. hasta que el sol declina caluroso.

Visto por Andresillo cuán barato “Y si estás, como dices, prevenido podía salir con el malvado hecho, y la gente vecina en ordenanza, teniendo en su traición y doble trato que goces luego la ocasión te pido andado en poco tiempo tanto trecho, no dejando pasar esta bonanza, con alegre semblante y rostro grato, que el tiempo es malo de cobrar perdido, aunque con doble y engañoso pecho, mayormente si daría la tardanza, hincando ambas rodillas en el llano, y pues no te detiene cosa alguna, tal respuesta volvió a Caupolicano: no detengas tus hados y Fortuna.

“¡Oh gran Apó! No pienses que movido “Que a darte la victoria yo me obligo, por honra, por riqueza o por estado no por el galardón que de ello espero, a tus pies y obediencia soy venido que la virtud la paga trae consigo a servirte y morir determinado, y ella misma es el premio verdadero; que todo lo que aquí me has ofrecido basta lo que en servirte yo consigo y lo que puede más ser deseado y así graciosamente me prefiero no me provoca tanto ni me instiga de ponerte sin pérdida en la mano cuanto la gran razón que a ello me obliga. la desnuda garganta del tirano.

“Gracias al cielo doy, pues mi esperanza “Mañana, disfrazado al tiempo cuando en tu prudencia y gravedad fundada, vaya el sol en mitad de su jornada, la siento ya con próspera bonanza vendrá a mi estancia Pran, donde aguardando ir al derecho puerto encaminada; staré su venida deseada; y porque no nos dañe la tardanza, y en el presidio y franca plaza entrando, será bien que apresures la jornada, verá la gente entonces entregada siguiendo la Fortuna que se muestra al ordinario y descuidado sueño, declarada en favor de parte nuestra. sin prevención y, al parecer, sin dueño.

© Pehuén Editores, 2001 ) 308 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Esta noche callada y quietamente Pero ya la maldad apoderada, desviada a la izquierda del camino, dándole espuelas y ánimo bastante, venga a ponerse en escuadrón la duda atropelló representada la gente una milla del fuerte y más vecino; llevando el mal propósito adelante; y cuando asome el sol por el Oriente, y así encubriendo la intención dañada, echada en recogido remolino, con mentirosas muestras y semblante, bajas las armas por la luz del día, loó el traidor encarecidamente aguarde allí el aviso y orden mía. el sitio, el orden, armas y la gente.

“Quiero ver, pues, que de ello eres servido, Y después de inquirir y haber notado por ir del todo alegre y satisfecho, lo que notar entonces convenía, tu dichoso escuadrón constituido, visto el grande aparato y tanteado para tan alto y señalado hecho, la gente armada y cantidad que había, por quien Arauco ya restituido advertido de todo y enterado, en sus primeras fuerzas y derecho, llegó al presidio al rematar del día, echada la española tiranía adonde le esperaba ya Reinoso extenderá su nombre y monarquía.” de su larga tardanza sospechoso.

Quedó Caupolicano de manera Hizo con singular advertimiento que tuvo el trato y hecho por seguro, de su jornada relación copiosa, diciéndole razones que moviera dándole mayor ánimo y aliento no un corazón movible, pero (1) un muro; nuestra llegada a tiempo y provechosa, y en señal de firmeza verdadera que si estuvisteis a mi canto atento, le dio un lucido llanto de oro puro por la montaña y costa montuosa, y un grueso mazo de cachira prima, al socorro llegué aquel mismo día cosa entre ellos tenida en gran estima. con los treinta que dije en compañía.

Y del alegre Pran acompañado, Gastóse aquella noche previniendo al pie de un alto cerro montuoso, las armas e instrumentos militares, vio el araucano ejército emboscado, el foso, muro y plaza requiriendo, de brava gente y número copioso; señalando a la gente sus lugares, quedó el traidor de verlo algo turbado hasta que fue la aurora descubriendo y en la falsa y mudable fe dudoso, con turbia luz los hondos valladares, que en el ánimo vario y movedizo donde triste señal del día esperado hace el temor lo que virtud no hizo. por tanta sangre y muerte señalado.

(1) Sino.

© Pehuén Editores, 2001 ) 309 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Jamás se vio en los términos australes Con muestra del designio diferente salir el sol tan tardo a su jornada, dio Andresillo señal de su alegría, rehusando de dar a los mortales diciendo que sin duda nuestra gente la claridad y luz acostumbrada; ya, según su costumbre, dormiría; al fin salió cercado de señales luego disimulada y quietamente, y la luna delante de él menguada, sin más se detener de compañía, vuelto el mudable y blanco rostro al cielo entraron en el fuerte preparado por no mirar al araucano suelo. el falso engañador y el engañado.

Hecha la prevención en confianza Vieron en sus estancias recogidos por una y otra parte ocultamente, todos los oficiales y soldados, con iguales designios y esperanza, sobre sus lechos sin dormir dormidos, aunque con hado y suerte diferente; con aviso y cuidado descuidados; veis aquí a Pran, que solo y a la usanza los arneses acá desguarnecidos, de los mitayos indios diligente, los caballos allá desensillados, cargado con un haz de blanco trigo todo de industria al parecer revuelto, viene a buscar al alevoso amigo. en un mudo silencio y sueño envuelto.

Que a la salida de su rancho estaba Visto el reposo, Pran, visto el sosiego mirando a los caminos ocupado, y poca guardia que en el fuerte había, pareciéndole ya que se pasaba alegre de ello tanto, cuanto ciego el tiempo del concierto aun no llegado; en no ver la sospecha que traía, tanto ya la maldad le aceleraba, sin detener un solo punto luego, de una furia maligna espoleado, por una corta senda que él sabía, que siempre en lo que mucho se desea haciendo de sus pies y aliento prueba, no hay brevedad que dilación no sea. fue a dar al campo la esperada nueva.

Llegado Pran, le aseguró de cierto Apenas había el bárbaro traspuesto, que la gente en dos tercios dividida cuando Andresillo, en tono levantado había el murado sitio descubierto dijo: “¡Oh fuertes soldados, en quien puesto sin ser de nadie vista ni sentida; está el fin de la guerra deseado!, y con paso callado y gran concierto, tomad las vencedoras armas presto doméstica, ordenada y recogida, y romped el silencio ya excusado, los pechos y las armas arrastrando saliendo a toda prisa, porque os digo venía derecha al fuerte caminando. que a las puertas tenéis el enemigo.”

© Pehuén Editores, 2001 ) 310 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Marinero jamás tan diligente Como el cursado cazador, que tiene de entre la vedijosa bernia salta la caza y el lugar reconocido, cuando los gritos del piloto siente que poco a poco el cuerpo bajo viene y la borrasca súbita le asalta, entre la hierba y matas escondido; como nosotros, que ligeramente, ya apresura el andar, ya le detiene, oyendo de Andresillo la voz alta, mueve y asienta el paso sin ruido, de los toldos con ímpetu salimos hasta ponerse cerca y encubierto, y a las vecinas armas acudimos. donde pueda hacer el tiro cierto.

Quién al usado peto arremetía, Con no menor silencio y mayor tiento quién encaja la gola y la celada, los encubiertos indios parecieron, quién ensilla el caballo y quién salía y sobre nuestro fuerte en un momento con arcabuz, con lanza o con espada; a treinta y menos pasos se pusieron, fue en un punto la gruesa artillería de do sin son de trompa, ni instrumento a las abiertas puertas asestada, en callado tropel arremetieron llenos de tiros mil de mil maneras más de dos mil en número a las puertas, los traveses, cortinas y troneras. con más cuidado que descuido abiertas.

Puesta en orden la plaza, y encargando No sé con qué palabras, con qué gusto según el puesto a cada cual su oficio, este sangriento y crudo asalto cuente, el silencio importante encomendando, y la lástima justa y odio justo, trabó las lenguas y aquietó el bullicio que ambas cosas concurren juntamente; quedando aquel presidio tan callando, el ánimo, ahora humano, ahora robusto, que la gente extramuros de servicio, me suspende y me tiene diferente, visto el sosiego y gran quietud, juzgaba que si al piadoso celo satisfago, que todo en igual sueño reposaba. condeno y doy por malo lo que hago.

No fue Pran en el curso negligente, Si del asalto y ocasión me alejo, pues apenas estábamos armados, dentro de ella y del fuerte estoy metido, cuando los enemigos de repente si en este punto y término lo dejo, se descubrieron cerca por dos lados: hago y cumplo muy mal lo prometido; venían tan escondida y sordamente, así, dudoso el ánimo y perplejo bajas las armas y ellos inclinados, de estos juntos contrarios combatido, que entraran, si la vista ya no fuera lo dejo al otro canto reservado, más presta que el oído y más ligera. que de consejo estoy necesitado.

© Pehuén Editores, 2001 ) 311 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

CANTO XXXII

ARREMENTEN LOS ARAUCANOS EL FUERTE; SON REBATIDOS CON MISERABLES ESTRAGO DE SU PARTE; CAUPOLICÁN SE RETIRA A LA SIERRA DESHACIENDO EL CAMPO. CUETA DON ALONSO DE ERCILLA, A RUEGO DE CIERTOS SOLDADOS, LA VERDADERA HISTORIA Y VIDA DE DIDO.

Excelente virtud, loable cosa de todos dignamente celebrada, es la clemencia ilustre y generosa, jamás en bajo pecho aposentada; por ella Roma fue tan poderosa, y más gentes venció que por la espada, domó y puso debajo de sus leyes la indómita cerviz de grandes reyes.

No consiste en vencer solo la gloria, ni está allí la grandeza y excelencia, sino en saber usar de la victoria, ilustrándola más con la clemencia; el vencedor es digno de memoria; que en la ira se hace resistencia, y es mayor la victoria del clemente, pues los ánimos vence juntamente.

© Pehuén Editores, 2001 ) 312 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Y así no es el vencer tan glorioso ¡Dios sempiterno, qué fracaso extraño; del capitán cruel, inexorable, qué riza, qué destrozo y batería que cuanto fuere menos sanguinoso, hubo en la triste gente, que al engaño tanto será mayor y más loable; ciega, pensando de engaiñar, venía! y el correr del cuchillo riguroso, ¿Quién podrá referir el grave daño, mientras dura la furia, es disculpable; la espantosa y tremenda artillería, mas, pasado después a sangre fría, el nublado de tiros turbulento, es venganza, crueldad y tiranía. que descargó de golpe en un momento?

La mucha sangre derramada ha sido Unos vieran de claro atravesados, (si mi juicio y parecer no yerra) otros llevados la cabeza y brazos, la que de todo en todo ha destruido otros sin forma alguna machucados el esperado fruto de esta tierra; y muchos barrenados de picazos; pues, con modo inhumano han excedido miembros sin cuerpos, cuerpos desmembrados, de las leyes y términos de guerra, lloviendo lejos trozos y pedazos, haciendo en las entradas y conquistas hígados, intestinos, rotos huesos, crueldades enormes nunca vistas. entrañas vivas y bullentes sesos.

Y aunque esta en mi opinión de ellas es una, Como la estrecha bien cebada mina la voz común en contra me convence, cuando con gran estrépito revienta, que al fin en ley de mundo y de fortuna que la furia del fuego repentina todo le es justo y lícito al que vence; las torres vuela y máquinas avienta; mas, dejada esta plática importuna, con más estruendo y con mayor ruina, me parece ya tiempo que comience la fuerza de la pólvora violenta el crudo estrago y excesivo modo, voló e hizo pedazos en un punto en parte justo y lastimoso en todo. cuanto del escuadrón alcanzó junto.

Dejé el bárbaro campo sobre el fuerte, La mudable, sin ley, cruda Fortuna en medio del furor y arremetida, despedazó el ejército araucano, y la callada y encubierta muerte no habiendo un solo tiro ni arma alguna de mil géneros de armas prevenida; que errase el golpe ni cayese en vano; llevado, pues, del hado y dura suerte, nunca se vio morir tantos a una, con presto paso y con fatal corrida y así, aunque yo apresurase más la mano, emboca por la puerta y falsa entrada no puedo proseguir, que me divierte el gran tropel de gente amontonada. tanto golpe, herida, tanta muerte.

© Pehuén Editores, 2001 ) 313 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Aún no eran los tiros disparados Ya que libre dejó el súbito espanto cuando, por verse fuera en campo raso, al embaucado Pran que estaba fuera, los caballos a un tiempo espoleados visto el destrozo cierto y falso cuanto rompen la entrada y ocupado paso; el traidor de Andresillo le dijera, y en los segundos indios, que ovillados la pena y sentimiento pudo tanto, estaban como atónitos del caso, que aunque escaparse el mísero pudiera, hacen riza y mayor carnicería en medio de las armas desarmado que pudiera hacer la artillería. a morir se arrojó desesperado.

Quién aqueste y aquel alanceando Mas los últimos indios venturosos, abre sangrienta y ancha la salida; a los cuales llegó solo el estruendo, quién a diestro y siniestro golpeando volviendo las espaldas presurosos priva aquestos y aquellos de la vida; muestran las plantas de los pies huyendo; no hay ánimo ni brazo allí tan blando los nuestros, del alcance deseosos, que no cale y ahonde la herida; en carrera veloz los van siguiendo, ni espada de tan grueso, y bote filo hiriendo y derribando en los postreros que no destile sangre hilo a hilo. los menos diligentes y ligeros.

Quisiera aquí despacio figurallos Pero algunos valientes que estimaban y figurar las formas de los muertos; la ganada opinión más que la vida, unos atropellados de caballos, volviendo el pecho y armas refrenaban otros los pechos y cabeza abiertos, el ímpetu de muchos y corrida; otros que era gran lástima mirallos y aunque con grande esfuerzo peleaban las entrañas y sesos descubiertos, era presto la guerra definida, vieran otros deshechos y hechos piezas, que la furiosa muerte allí su espada otros cuerpos enteros sin cabezas. traía de entrambos cortes afilada.

Las voces, los lamentos, los gemidos, Como en el ya revuelto cielo, cuando el miserable y lastimoso duelo, se forman por mil partes los nublados, el rumor de las armas y alaridos que van unos creciendo, otros menguando hinchen el aire y cóncavo del cielo; otros luego de nuevo levantados; luchando con la muerte los caídos mas al Noroeste frígido soplando se tuercen y revuelcan por el suelo, los impele y arroja amontonados, saliendo a un mismo tiempo tantas vidas hasta buscar del ábrego el reparo, por diversos lugares y heridas. dejando el cielo raso y aire claro.

© Pehuén Editores, 2001 ) 314 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Así la gente atónita turbada Así que una arrogancia generosa en partes dividida se esparcía, los escapó del trance y muerte cruda, y a las veces juntándose, esforzada, que ninguno por ruego ni otra cosa, haciendo cuerpo y rostro, revolvía; quiso en ello venir ni dar ayuda; pero de la violencia arrebatada, teniendo por hazaña vergonzosa dejó el campo y banderas aquel día, vencer gentes sin armas y desnuda quedando de los rotos escuadrones que el peligro en la guerra es el que honra, gran número de muertos y prisiones. y el que vence sin él vence sin honra.

Deshechos, pues, de todo y destruidos, Quedó aupolicán de esta jornada y acabado el alcance y seguimiento, roto, deshecho y falto de pujanza, los presos y despojos repartidos, que fue mucha la sangre derramada, volvimos al dejado alojamiento y poca de su parte la venganza; donde trece caciques elegidos el cual, viendo la turba amedrentada para ejemplar castigo y escarmiento, y el ardor resfriado y la esperanza, a la boca de un grueso tiro atados, deshizo el campo, entonces conveniente, fueron, dándole fuego, ajusticiados. dando licencia a la cansada gente.

Muchos habrá de preguntar ganosos Quísose entretener mientras pasaba si en el montón y número de gente de los contrarios hados la corrida, algunos de los indios valerosos conociendo de sí que peleaba fueron muertos allí confusamente; con cansada Fortuna envejecida; pues en todos los hechos peligrosos así la gente en partes derramaba, Rengo, Orompello y Tucapel valiente con orden que estuviese apercibida iban delante en la primera hilera, en cualquier ocasión o movimiento, abriendo siempre el paso y la carrera. para el primer aviso y mandamiento.

Respondo a esto, señor, que no venía Y con solo diez hombres retirado capitán ni cacique señalado, gente de confianza y valentía, visto que el general usado había ora en el monte inculto, ora en poblado, de fraude y trato, entre ellos reprobado, desmintiendo los rastros parecía; diciendo ser vileza y cobardía y en lugares ocultos alojado, tomar al enemigo descuidado, jamás gran tiempo en uno resistía, y victoria sin gloria ni alabanza usando de su bárbara insolencia la que por bajo término se alcanza. por tenerlos en miedo y obediencia.

© Pehuén Editores, 2001 ) 315 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Nosotros, en su incierto rastro a tino, Saliendo yo a correr la tierra un día andábamos haciendo mil jornadas, por caminos y pasos desusados, no dejando lugar circunvecino llevando por escolta y compañía que no diésemos asalto y trasnochadas; una escuadra de prácticos soldados, y en lo más apartado del camino dimos en una oculta ranchería hallábamos las cosas ocupadas de domésticos indios ausentados, de gente forajida de la tierra, que por ser grande el bosque y la distancia que ya andaba huyendo de la guerra. tomaron por segura aquella estancia.

Diciendo que de grado volvería Sobre un haz de arrancada hierba estaba a sus yermos, estancias y heredades, en la cabeza una mujer herida, pero que el general los compelía, moza que de quince años no pasaba, usando de inhumanas crueldades; de noble traje y parecer vestida; y si en esto remedio se ponía, y en la color quebrada se mostraba llanas estaban ya las voluntades la falta de la sangre que, esparcida para dejar las armas los soldados, por la delgada y blanca vestidura, de la prolija guerra quebrantados. la lástima aumentaba y la hermosura.

Y aunque esto era fingido, gran cuidado Pregunté qué ocasión la había traído se puso en inquirir toda la tierra, a lugar tan extraño y apartado, no quedando lugar inhabitado, cómo y por qué razón la habían herido monte, valle, ribera, llano y sierra y de inhumana crueldad usado; donde no fuese el bárbaro buscado; ella, con rostro y ánimo caído mas por bien ni por mal, por paz ni guerra, y el tono del hablar debilitado, aunque todo con todos lo probamos, me dijo: “Es cosa cierta y prometida jamás señal ni lengua de él hallamos. la muerte triste tras la alegre vida.

No amenaza, castigo ni tormento “Porque entiendas el dejo y desvarío pudo sacar noticia o rastro alguno, que el humano contento trae consigo, ni caricia, interés ni ofrecimiento aun no es cumplido un mes que el padre mío, jamás a corromper bastó a ninguno; usando de privado amor conmigo, andábamos atónitos y a tiento, me dio esposo elegido a mi albedrío, según la variedad de cada uno, esposo y juntamente grande amigo, de día, de noche, acá y allá perdidos, tal y de tantas partes, que yo creo del sueño y de las armas afligidos. que en él hallara término el deseo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 316 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Pero su esfuerzo raro y valentía, “La vida así me cansa y aborrece que de ella por extremo era dotado viendo muerto a mi esposo y dulce amigo, le trajo a la temprana muerte el día que cada hora que vivo me parece que fue nuestro escuadrón despedazado; que cometo maldad, pues no le sigo; donde cerca de mí, que le seguía, y pues el tiempo esta ocasión me ofrece, un tiro le pasó por el costado, usa tú de piedad, señor, conmigo, que fuera menos crudo y más derecho acabando hoy aquí lo que el soldado si abriera antes el paso por mi pecho. dejó por flojo brazo comenzado.”

“Cayó muerto quedando yo con vida; Así la triste joven luego luego (1) vida más enojosa que la muerte; demandaba la muerte de manera, mas viéndome un soldado así afligida que algún simple de lástima a su ruego (en parte condolido de mi suerte) con bárbara piedad condescendiera; me dio por acabarme esta herida mas yo, que un tiempo aquel rabioso fuego con brazo, aunque piadoso, no tan fuerte labró en mi inculto pecho, viendo que era que mi espíritu suelto le siguiese más cruel el amor que la herida, y un bien tras tanto mal me sucediese. corrí presto al remedio de la vida.

“Dio conmigo en el suelo fácilmente, Y habiéndole algún tanto consolado aunque no me privó de mi sentido, y traído a que viese claramente pasando el golpe y furia de la gente que era el morir remedio condenado en confuso tropel con gran ruido; y para el muerto esposo impertinente, pero luego un cacique, mi pariente, con el zumo de hierbas aplicado que en un hoyo al pasar quedó escondido, (medicina ordinaria de esta gente) en brazos me sacó del gran tumulto le apreté la herida lastimosa, trayéndome a este bosque y sitio oculto, no tanto cuanto grande, peligrosa.

“donde espero morir cada momento, Dejando, pues, un práctico ladino mas ya como esperado bien se tarda, para que poco a poco la llevase que es costumbre ordinaria del contento y en los tomados pasos y camino no acabar de llegar a quien le aguarda; del peligro al pasar la asegurase, y aunque ya de mi vida al fin me siento, partir a mi jornada me convino; conmigo el cielo término no guarda, mas primero que de ella me apartase ni la llamada muerte a tiempo viene, supe que se llamaba Lauca, y que era que mi deseo la impide y la detiene. hija de Millalauco y heredera.

(1) Inmediatamente.

© Pehuén Editores, 2001 ) 317 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

La vuelta del presidio (1) caminando Quedaron admirados en oírme sin hallar otra cosa de importancia, que así Virgilio a Dido difamase, iba con los soldados platicando, haciendo instancia todos en pedirme de la fe de las Indias y constancia, que su vida y discurso les contase; de muchas aunque bárbaras loando yo, pensando también en divertirme, el firme amor y gran perseverancia, que la cuerda al trabajo algo aflojase pues no guardó la casta Elisa Dido los quise complacer y también quiero la fe con más rigor a su marido. daros aquí razón de mí primero.

Mas un soldado joven que venía Cuento una vida casta, una fe pura escuchando la plática movida, de la fama y voz pública ofendida, diciendo, me atajó, que no tenía en esta no pensada coyuntura a Dido por tan casta y recogida, por raro ejemplo y ocasión traída; pues en la Eneida de Marón vería y una falsa opinión que tanto dura que del amor libídino encendida, no se puede mudar tan de corrida, siguiendo el torpe fin de su deseo ni del rudo común mal informado rompió la fe y promesa a su Siqueo. arrancar un error tan arraigado.

Visto, pues, el agravio tan notable Y pues de aquí al presidio yo no hallo y la objeción siniestra del soldado cosa que sea de gusto ni contento, por el gran testimonio incompensable sin dejar de picar siempre el caballo, a la casa fenicia levantado, ni del tiempo perder solo un momento, pareciéndome cosa razonable no pudiendo eximirme ni excusarlo mostrarle que en aquello andaba errado por ser historia y agradable el cuento, él y todos los más que me escuchaban quiero gastar en él, si no os enfada, que en la misma opinión también estaban, este rato y sazón desocupada.

les dije que queriendo el Mantüano Que el áspero sujeto desabrido, hermosear su Eneas floreciente, tan seco, tan estéril y desierto porque César Augusto Octaviano y el estrecho camino que he seguido se preciaba de ser su descendiente, a puros brazos del trabajo abierto, con Dido usó de término inhumano, a término me tienen reducido infamándole injusta y falsamente, que busco anchura y campo descubierto, pues vemos por los tiempos haber sido donde con libertad, sin fatigarme, Eneas cien años antes que fue Dido. os pueda recrear y recrearme.

(1) Fortaleza, fuerte.

© Pehuén Editores, 2001 ) 318 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Viendo que os tienen sordo y atronado Este es aquel Siqueo ya nombrado el rumor de las armas inquieto, a quien Dido guardó la fe inviolable, siempre en un mismo ser continuado varón sabio en sus ritos y abastado sin mudar son ni variar sujeto, de bienes y tesoro inestimable; por esparcir el ánimo cansado mas lo que para alivio había llegado y ser el tiempo cómodo y quieto, fue causa de su muerte miserable, hago esta digresión, que acaso vino que en fin lo que codicia mucha gente cortada a la medida del camino. ninguno lo posee urgentemente.

Y pues una ficción impertinente Dejó Belo dos hijos herederos, que destruye una honra es bien oída, uno Pigmalión y el otro Dido, y a la reina de Tiro injustamente a quien en los consejos postrimeros infama y culpa su inculpable vida, encargó la hermandad y amor unido, la verdad que es la ley de toda gente, lo cual aunque duró los días primeros, por quien es en su honor restituida, de codicia el hermano corrompido, ¿por qué no debe ser, siendo cantada, por haber los tesoros del cuñado, en cualquier sazón bien escuchada? le dio la muerte envuelta en un bocado.

Que la causa mayor que me ha movido Sintió, pues, la mujer su muerte tanto demás de ser cual veis importunado, que no bastando a resistir la pena, es el honor de la constante Dido, soltó con doloroso y fiero llanto inadvertidamente condenado; de lágrimas un flujo y ancha vena; preste, pues, atención y grato oído y cubriendo de triste y negro manto quien a oír la verdad es inclinado, los bellos miembros y la faz serena que el mal ofende aun dicho en pasatiempo con pompa funeral ceremoniosa, y para decir bien, siempre es buen tiempo. dio al cuerpo sepultura suntuosa.

Cartago antes que Roma fue fundada Y aunque del casto amor notable indicio setenta años contados comúnmente, fue el soberbio sepulcro y monumento, por Dido, ilustre reina venerada no igualó en la grandeza el edificio por diosa un tiempo de la tiria gente; al dolor de la reina y sentimiento; del rey Belo, su padre, fue casada que siempre con devoto sacrificio con el sumo pontífice, asistente y continuos sollozos y lamento, del gran templo de Alcides, el cual era llamando al sordo espíritu hacía después del rey la dignidad primera. a las frías cenizas compañía.

© Pehuén Editores, 2001 ) 319 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Diciendo: “¿Es justo, dioses, que yo quede “Si de tu enorme intento y desatino en este solitario apartamiento? me hubieras con indicios advertido, ¡Ay!, que de tibia fe y amor procede no por tan duro y áspero camino no acabar de matarme el sentimiento; el tesoro alcanzaras pretendido; el mal no es grande que sufrir se puede, mas el mal cuando viene por destino y corto al que no basta sufrimiento; no puede ser a tiempo prevenido. mas quiere el Cielo dilatar mi muerte ¡Ay! ¿Qué aprovecha el lamentarme ahora? porque dure el dolor más que ella fuerte.” Que siempre es tarde ya cuando se llora.

Aunque el odio y rencor disimulaba “¿Por qué fiero enemigo así quisiste contra el pérfido hermano y poderoso, dejarte arrebatar de tu deseo, venganza al Cielo sin cesar clamaba, tan ciego de codicia, que no viste con ira muda y con gemir rabioso; que matabas a Dido con Siqueo? y cuando sola a ratos se hallaba, Materia de maldad al mundo diste desfogando aquel ímpetu bascoso, con un hecho atrocísimo y tan feo, soltaba con un bajo son gimiendo que durará en los siglos por memoria la reprimida rabia y voz diciendo: de tu traición la abominable historia.

“Traidor, dime: ¿qué caso irremediable “¿Cabe en razón, es cosa permitida debajo de hermandad y ley fingida que siendo tú traidor, siendo tirano, a maldad te movió tan detestable perverso, atroz, sacrílego, homicida, contra tu misma sangre cometida? tengas con estos nombres el de hermano? Si fue sed de riquezas insaciable, Y, viéndome contigo convenida, quitárasle el tesoro y no la vida, mi crédito andará de mano en mano, templando tu impiedad y furia insana padeciendo mi honor agravio injusto, el amor y respeto de tu hermana. que no dice la fama cosa al justo.

“Si no miraste, ingrato, al beneficio, “Mas si huyo de ti, fiero enemigo, que de él como cuiíado recibías, te irrito a que me sigas, pues que huyo; miraras al nefasto sacrificio si a mi marido en la fortuna sigo, que del hermano de tu madre hacías todo lo que pretendes queda tuyo; y al malvado y horrendo maleficio si habiéndole tú muerto estoy contigo, en tu pecho forjado tantos días, mancho la fama y mi opinión destruyo, pues no podrás decir que fue accidente, que en parte ya parece que consiente que nunca nadie es malo de repente. quien perdona ligera y fácilmente.

© Pehuén Editores, 2001 ) 320 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“¿Qué medio he de buscar a mal tan fuerte Para lo cual secreta y prestamente que el cielo ni la tierra no lo tiene una fornida flota le enviase, y aquel forzoso y último mi suerte donde con todo su tesoro y gente porque padezca más me le detiene? en arribando al puerto se embarcase; ¡Ay! Que si es malo desear la muerte, porque, con el seguro conveniente, es peor el temerla si conviene, el mar que estaba en medio atravesase, que no es pena el morir a los cuitados, que era solo el temido impedimento sino fin de las penas y cuidados. de su esperado y último contento.

“Mas ya que el ser tú rey y recatado Llegada, pues, la nueva al ambicioso la venganza legítima me impida, rey de aquello que tanto deseaba, procuraré atajar tu fin dañado viendo que al fin y puerto venturoso con muestra doble y hermandad fingida; sus cosas la Fortuna encaminaba, y cuando pienses verte apoderado, alegre más que nunca y codicioso, quedarán con mi súbita partida luego una gruesa flota despachaba sin hermana, tesoro y sin derecho de naves y galeras, bastecida y con la infamia del enorme hecho.” de gente, de regalos y comida.

Así la triste reina dolorosa, Llegó al puerto la flota deseada sobre el rico sepulcro lamentando con presta y no pensada diligencia, pasaba vida triste y soledosa, do la gente del rey desembarcada la venganza del tiempo deseando; fue luego a dar a Dido la obediencia, pero de alguna fuerza recelosa, que mostrando placer de su llegada, de su prudencia y discreción usando, con loable cuidado y providencia doméstica, amorosa y blandamente hizo luego hospedar toda la gente al hermano escribió, que estaba ausente, espléndida, cumplida y largamente.

haciéndole entender que, ya cansada En siendo tiempo, la cuidosa Dido del llanto y soledad que padecía, a su gente mandó que se aprestase, en aquellos palacios y morada y con alarde y público ruido do tuvo un tiempo alegre compañía, los empacados (1) muebles embarcase; de la triste memoria lastimada, haciendo que de noche y escondido dando algún vado a su dolor, quería en su nave el tesoro se cargase irse con él poniendo fin al lloro, con tan grande secreto, que ninguno con todas sus riquezas y tesoro. tuvo de ello noticia o rastro alguno.

(1) Embalados.

© Pehuén Editores, 2001 ) 321 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Tenía sesenta cajas prevenidas, Por donde ella también no asegurada llenas de gruesa arena y aplomadas, de sus secretos, fraudes y traiciones, de fuertes cerraduras guarnecidas, quería dejar la cara patria armada, con dobles planchas de metal herradas; su reino, su morada y posesiones; estas fueron en público traídas y al mar dudoso y vientos entregada donde a vista de todos embarcadas, buscar nuevas provincias y regiones daban muestra que en ellas iba el oro, adonde con seguro viviría las joyas, las riquezas y el tesoro. lejos de su dominio y tiranía.

Luego Elisa, con tierno sentimiento Y pues que sus riquezas habían sido del lastimado pueblo, se embarcaba, la causa de su dafío y perdimiento, dando presta la vela al manso viento, matándole por ellas el marido, que favorable en popa respiraba; y lo serían quizá del seguimiento, la nave con sereno movimiento todas consigo las había traído, el llano y sosegado mar cortaba, con voluntad y resoluto intento comenzando a seguir toda la flota de echarlas en el mar do pereciesen, de la alta capitana la derrota. porque jamás a su poder viniesen.

Aquella noche y el siguiente día Hizo luego sacar allí tras esto corrió como viento próspero la armada, los cofres del arena barreados, mas ya que el mar las costas encubría, y con alarde y auto manifiesto y del todo se vio Dido engolfada, en el profundo mar fueron lanzados; la noble y obediente compañía, los ministros del rey, con triste gesto, al borde de su nave congregada, atónitos, confusos y turbados hizo en torno a llegar la demás gente, se miraban, teniendo por extraña que a la vista también fuese presente. de la animosa reina la hazaña.

Diciéndoles con pecho valeroso, Y por el grave caso discurriendo, que su designio y pretensión no era que mudos y espantados los tenía, ir al injusto hermano cauteloso, la furia del rey mozo conociendo de quien era enemiga verdadera, que el perdido tesoro aumentaría, porque con trato y término alevoso suspensos y medrosos, no sabiendo debajo de hermandad y fe sincera qué razón o descargo bastaría movido de sacrílego deseo a que el airado rey no los culpase había dado la muerte a su Siqueo. y en ellos su furor no ejecutase.

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Pues como la entendida reina viese “El lugar y aparejo es oportuno, camino y coyuntura aparejada y para haber consejo me remueve; por do a su devoción se redujese así que, pues sois sabios, cada uno la gente del hermano amedrentada: elija de los males el más leve: antes que el tiempo y la tardanza diese si al rey volvéis no ha de escapar ninguno, lugar a alguna novedad pensada, y este dolor y lástima me mueve haciendo sosegar toda la gente, a quereros rogar que vais conmigo les dijo, prosiguiendo, lo siguiente: por no ser yo la causa del castigo.

“Amigos, que del firme intento mío, “Las muertes figurad y crueldades habéis visto a los ojos ya la prueba, que en vosotros habrán de ejecutarse; y cómo la Fortuna a su albedrío no miréis a las casas y heredades, errando por el ancho mar me lleva, que todo por la vida es bien dejarse, podéis volver, si ya no es desvarío, que en fortunas y grandes tempestades a dar al rey la desabrida nueva solo en lo que se escapa ha de pensarse, del tesoro anegado, y mi huida conociendo que están todos los bienes a tierra y a región no conocida. sujetos a peligros y vaivenes.”

“Pero ya conocéis por experiencia A las razones de la reina atentos su irreparable furia acelerada, los turbados ministros estuvieron, que viendo que volvéis a su presencia y en la perpleja mente y pensamientos sin el tesoro y preida deseada, mil cosas en un punto resolvieron; descargará con bárbara impaciencia al cabo, aunque diversos los intentos, sobre vuestra cerviz la mano airada, todos de un parecer se resolvieron sin escuchar descargo ni disculpa, de seguirla hasta el fin en su viaje, añadiendo maldad y culpa a culpa. dándole la obediencia y vasallaje.

“Y pues el de temer la tiranía La fe con juramento establecida y el ímpetu de un mozo rey airado, sin que ninguno de ellos rehusase, que así del caro reino y patria mía dando vela a la flota detenida, a buscar nuevas tierras me ha sacado; mandó Dido que a Cipro enderezase, quien quisiere seguir mi compañía donde graciosamente recibida, no se verá de mí desamparado; como allí su designio declarase, mas de todo el provecho y bien que espero llevó del ciprioto pueblo amigo será participante y compañero. ochenta mozas vírgenes consigo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 323 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Para a tiempo casarlas con la gente que en su servicio y devoción llevaba, buscando alguna tierra conveniente donde fundar un pueblo deseaba; así la vía de Africa al Poniente con favorable viento navegaba. Mas forzoso será, según me siento, dividir en dos partes este cuento.

CANTO XXXIII

PROSIGUE DON ALONSO LA NAVEGACIÓN DE DIDO HASTA QUE LLEGÓ A BIZERTA; CUENTA COMO FUNDÓ A CARTAGO Y LA CAUSA POR QUE SE MATÓ; TAMBIÉN SE CONTIENE EN ESTE CANTO LA PRISIÓN DE CAUPOLICÁN.

Muchos entran con ímpetu y corrida por la carrera de virtud fragosa y dan en la del vicio más seguida de donde es el volver difícil cosa; el paso es llano y fácil la salida de la vida reglada a la anchurosa y más agrio el camino y ejercicio del vicio a la virtud que de ella al vicio.

Así Pigmalión había tenido señales de virtud en su crianza y con grandes principios prometido de justo y liberal buena esperanza; pero de la codicia pervertido, hizo en breve sazón tan gran mudanza, que no solo de bienes fue avariento, pero (1) inhumano, pérfido y sangriento.

(1) Sino.

© Pehuén Editores, 2001 ) 324 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Lo cual nos dice bien la alevosía Para lo cual trató luego de hecho de la secreta muerte del cuñado, con los vecinos que en el sitio había, que alegre y contentísimo vivía le vendiesen de tierra tanto trecho en la ley de hermandad asegurado; cuanto un cuero de buey circundaría; mayormente que entonces parecía los moradores, viendo qué provecho el rey a la virtud aficionado, de su contratación se les seguía, que no hay maldad más falsa y engañosa con la reina en el precio convenidos que la que trae a nuestra virtuosa. hicieron sus asientos y partidos.

Esta no le salió como pensaba, Hecha la paga, el sitio señalado, sino a contrario en todo y diferente, mandó Dido buscar con diligencia pues no solo no vio lo que esperaba, un grande y grueso buey, que desollado pero perdió las naves y la gente: hizo estirar el cuero en su presencia la reina viento en popa navegaba y en tiras sutilísimas cortado como dije la vuelta del Poniente, tanto trecho tomó, que a la prudencia tocando con sus naves y galeras de la reina sagaz y aviso extraño en algunas comarcas y riberas. le quisieron poner nombre de engaño.

Torció el curso a la diestra bordeando, Pero recompensó la demasía de las vadosas Sirtes recelosa, dejándolos contentos y pagados, y, a vista de Licudia, atravesando, descubriendo a los suyos que traía corrió la costa de Africa arenosa; los ocultos tesoros escapados; y siempre tierra a tierra navegando, que usando del ardid y astucia pasó por entre el Ciervo y Lampadosa, había de los cofres de arena al mar lanzados, llegando en salvo a Túnez con la armada porque cuando el hermano lo supiese, por el fatal decreto allí guiada. faltando la ocasión no la siguiese.

Donde viendo el capaz y fértil suelo Corregidas las faltas y defectos de fructíferas plantas adornado al orden de vivir perjudiciales, y el aire claro y el sereno cielo, fueron por la prudente reina electos clemente al parecer y muy templado, cónsules, magistrados y oficiales: perdido del hermano ya el recelo y traídos maestros arquitectos, por verle tan distante y apartado, juntos los necesarios materiales, quiso fundar un pueblo de cimiento dio principio la reina valerosa haciendo en él su habitación y asiento. a la labor de la ciudad famosa.

© Pehuén Editores, 2001 ) 325 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Fue la ciudad por orden fabricada Y aunque era tal su ser, tal su cordura mostrándose los hados más propicios, que por diosa vinieron a tenella, en breve ennoblecida e ilustrada ninguna de su tiempo en hermosura, de suntuosos y altos edificios; pudo ponerse al parangón con ella; y la nueva república ordenada así que por milagro de natura leyes instituyó creando oficios como cosa no vista iban a vélla (1), con que el pueblo en razón se mantuviese que no sé en las idólatras del suelo y paz y orden política viviese. a quién mayores partes diese el Cielo.

Y por el gran valor y entendimiento Grandes matronas hubo que animosas con que el pueblo obediente gobernaba, por la fama a la muerte se entregaron, iba siempre el concurso en crecimiento otras que por hazañas milagrosas y los términos cortos dilataba; las opresas repúblicas libraron; así que el trato y agradable asiento pero todas perfectas, tantas cosas los ánimos y gustos provocaba, como en Dido en ninguna se juntaron; viniendo a avecindarse muchas gentes fue rica, fue hermosa, fue castísima, de tierras y lugares diferentes. sabia, sagaz, constante y prudentísima.

Y como en estos tiempos aun no había Llegó luego la voz de esto al oído la invención del papel después hallada, del franco Yarbas, rey musilitano, que en pieles de animales se escribía mozo brioso y de valor, temido y era cualquiera piel carta llamada, en todo el ancho término africano; del cual nombre aun usamos hoy en día, el cual, con juvenil furia movido así aquella ciudad edificada de un impaciente y nuevo amor lozano, en el lugar por una piel medido, a la reina despacha embajadores, de carta le llamó Cartago Dido. de su consejo y reino los mejores.

Hízose en poco tiempo tan famosa Pidiéndole que en pago del tormento y de tanta grandeza y eminencia, que por ella pasaba cada hora, que era cosa de ver maravillosa quisiese con felice casamiento el trato de las gentes y frecuencia; de su persona y reino ser señora; mostrando aquella reina valerosa donde no, que con justo sentimiento en gobernar el pueblo tal prudencia como de tan gran rey despreciadora que muchos otros príncipes y reyes sobre ella con ejército vendría de su nueva ciudad tomaron leyes. y su gente y ciudad asolaría.

(1) Verla.

© Pehuén Editores, 2001 ) 326 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Hecha, pues, la embajada en el senado, “Viendo que el caro y último sosiego que no quiso la reina estar presente, sin esperanza de volver perdemos; les fue a los senadores intimado y no condescendiendo al impío ruego, el ruego y la amenaza juntamente; en gran peligro la ciudad ponemos, causóles turbación considerando pues con grueso poder y armada luego el casto voto y vida continente al indignado joven rey tendremos que la constante reina profesaba, para asolar a hierro y fiera llama que al intento de Yarbas repugnaba. tu pueblo insigne y celebrada fama.

Luego que los ancianos entendieron “Esto es, en suma, lo que Yarbas pide la demanda de Yarbas arrogante, con ruegos de amenaza acompañados; llevar por artificio pretendieron pero nuestra cansada edad lo impide el negocio difícil adelante; y las leyes nos hacen jubilados; así que ante la reina parecieron pues no es razón, si por razón se mide, con triste rostro y tímido semblante, que de largos trabajos quebrantados, bajo los ojos, la color turbada, dejemos nuestras casas y manida mostrando desplacer con la embajada. en el último tercio de la vida.

Diciéndole: “Sabrás que habiendo oído “Si a los peligros en edad primera Yarbas tu buen gobierno y regimiento por adquirir honor nos arrojamos, por la parlera fama encarecido, es bien que en la cansada postrimera y de esta tu ciudad el crecimiento, gocemos del descanso que ganamos, de una loable pretensión movido, y a nuestra abandonada cabecera pide que sin algún detenimiento al tiempo incierto del morir tengamos veinte de tu consejo más instrutos quien nos cierre los ojos con ternura vayan a reformar sus estatutos. y dé a nuestras cenizas sepultura.

“Y siendo de sufrir áspera cosa, “Y pues tiene de ser en tu presencia impropia a nuestra edad y profesiones, esta perjudicial demanda puesta, dejar la patria cara y paz sabrosa conviene que con mlaiía y advertencia por ir a incultas tierras y naciones te prevengas de medios y respuesta, a corregir de gente sediciosa atajando tu seso y providencia las costumbres y viejas condiciones, el mal que el mauritano rey protesta, todos tus consejeros lo rehúsan del modo que la paz y amor conserves y con causas legítimas se excusan. y de nuevos trabajos nos reserves.”

© Pehuén Editores, 2001 ) 327 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Estuvo atenta allí la reina Elisa Visto los senadores cómo Dido, a la compuesta habla artificiosa por el camino de razón llevada, y con alegre rostro y grave risa, en el armado lazo había caído aunque sentía en el ánimo otra cosa, en sus mismas palabras enredada, a todos los trató y miró de guisa cambiando en rostro alegre el afligido, tan agradable, blanda y amorosa, las manos altas y la voz alzada, que si en verdad la relación pasara, le dicen todos juntos: “Como estamos de sus casas y quicios los sacara. tus urgentes razones aprobamos.

Diciendo: “Amigos caros, que a los hados “Justamente, señora, sentenciaste jamás os vi rendidos vez alguna, sacándonos de duda y grande aprieto, y en los grandes peligros esforzados que no hay razón tan eficaz que baste hicisteis siempre rostro a la Fortuna, contra la autoridad de tu decreto; ¿cómo de tantas prendas olvidados, y porque tiempo en esto no se gaste, en tan justa ocasión por solo una es bien que te aclaremos el secreto, breve incomodidad de una jornada pues por ningún respeto ni avenencia queréis ver a vuestra patria arruinada? puedes contravenir a tu sentencia.

“Es a todos común, a todos llano, “Sabrás, reina, que Yarbas no te envía que debe como miembro y parte unida por tus ancianos viejos impedidos poner por su ciudad el ciudadano que en todo buen gobierno y policía no solo su descanso, mas la vida, tiene su reino y pueblos corregidos; y por razón y por derecho humano solo quiere tu gracia y compañía, de justa deuda natural debida, ofreciéndote en dote mil partidos a posponer el hombre está obligado con útiles y honrosas condiciones por el sosiego público el privado. y un infinito número de dones.

“Al alto y grande Júpiter plugiera “Advierte que, si acaso no aceptares que bastara ofrecer la vida mía el santo conyugal ayuntamiento, que presto el judicioso mundo viera y con errado acuerdo despreciares cuán voluntariamente la ofrecía; su larga voluntad y ofrecimiento, y pues habéis pasado la carrera harás que el hierro y llamas militares por tan estrecha y trabajosa vía, asuelen a Cartago de cimiento; no es bien que al rematar tan largo trecho así que en tu elección y a tu escogida borréis y deshagáis cuanto habéis hecho.” queda la guerra o paz comprometida.

© Pehuén Editores, 2001 ) 328 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Que si el buen ciudadano alegremente “Que es mostrar liviandad, y demás de eso debe ofrecerse por la patria amiga, falto a la obligación y fe que debo, con más razón y fuerza más urgente si del intento casto y voto expreso como cabeza a ti la ley te obliga; a la primera persuasión me muevo, y no puedes con causa suficiente borrando el inviolable sello impreso dejar de redimir nuestra fatiga de mi primero amor con otro nuevo; dándonos con el tiempo prosperado así que combatida de contrarios la sucesión y fruto deseado. son el tiempo y consejo necesarios.

“Cuando a seguir estés determinada “Tres meses pido, amigos, solamente, el casto infructuoso presupuesto, para acordar lo que se debe en esto mira a tus pies esta ciudad postrada y dar satisfacción de mí a la gente y al inocente cuello el lazo puesto; en no determinarme así tan presto; que por ti renunció la patria amada que el libertado vulgo maldiciente debajo de promesa y de protesto, aún quiere calumniar lo que es honesto, que al descanso y quietud oue pretendías y, como instituidores de las leyes, el sosiego común antepondrías.” tienen más ojos sobre sí los reyes.

Sintió la reina tanto al improviso “Yarbas no se dará por enemigo la gran demanda y condición propuesta en cuanto el fin de los tres meses llega, que por más que encubrir la pena quiso y pasado este término me obligo de ella el rostro señal dio manifiesta; de responderle grata a lo que ruega mas con su discreción y grande aviso, tomar, pues menos plazo del que digo suspendiendo algún tanto la respuesta, mi honestidad y estimación lo niega; soltó la voz serena y sosegada, y no conviene a Dido dar disculpa, que la gran turbación tenía trabada, que es indicio de error y arguye culpa.”

diciéndoles: “Amigos, yo quisiera, Cerróse aquí la reina, y fue forzado para que todo escándalo se evite, hacer con los de Yarbas nuevo asiento, que respondemos luego yo pudiera que aguardasen el tiempo señalado antes que Yarbas más nos necesite; para determinar el casamiento; pero el negocio y caso es de manera los cuales, por el ruego del senado que mi estado y grandeza no permite y el gracioso hospedaje y tratamiento, que me resuelva a responder tan presto, quedaron en Cartago aquellos días aunque os parezca a todos que es honesto. con grandes regocijos y alegrías.

© Pehuén Editores, 2001 ) 329 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Y aunque el senado en la demanda instaba “Que pues del cielo el áspero decreto por el provecho y general sosiego, de poder tener bien me inhabilita, la reina la respuesta dilataba; y el ver a mi ciudad puesta en aprieto dando gratos oídos a su ruego; a quebrantar la fe me necesita; y entre tanto en secreto aparejaba quiero cortar a Yarbas el sujeto lo que tenía pensado, desde luego, del engañado amor que así le incita, que era acabar la vida miserable dando a mi vida fin, pues de este modo primero que mudar la fe inmudable. faltando la ocasión cesará todo.

Llegado aquel funesto último día, “Esto será con darme yo la muerte, el pueblo en la ancha plaza congregado, y, aunque os parezca este remedio extraño, ricamente la reina se vestía, es más fácil, más breve y menos fuerte subiendo en un exento y alto estrado, y, en fin, particular y poco el daño; al pie del cual una hoguera había pues, sin peligro vuestro de esta suerte para la inmola y sacrificio usado, saldrá el errado Yarbas de su engaño, de donde a los atentos circunstantes y yo conservaré con más pureza les dijo las palabras semejantes: del casto y viudo lecho la limpieza.

“¡Oh fieles compañeros, que contino “Hoy por el precio de una corta vida en todos los trabajos los mostrastes, la vejación redimo en Cartago, que por seguir mis hados y camino dejando ejemplo y ley establecida vuestras casas y patria renunciastes! que os obligue a hacer lo que yo hago; Hoy la Fortuna, y áspero Destino, y con mi limpia sangre aquí esparcida por el último fin de sus contrastes, al cielo y a la tierra satisfago; me fuerzan a dejar a costa mía pues muero por mi pueblo y guardo entera vuestra cara y amable compañía. con inviolable amor la fe primera.

“Si apartarme de amigos tan leales “No lamentéis mi muerte anticipada, hace esta mi partida dolorosa, pues el cielo la aprueba y solemniza; los consultados dioses celestiales que una breve fatiga y muerte honrada no disponen ni pueden otra cosa; asegura la vida y la eterniza; y así por desviar los grandes males que si el cuchillo de la Parca airada que tiene a Cartago temerosa, al que quiere vivir le atemoriza, pues ponen en mis manos el remedio, no os debe de pesar si Dido muere, quiero quitar la causa de por medio. pues vive el que se mata cuando quiere.

© Pehuén Editores, 2001 ) 330 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Adiós, adiós, amigos, que ya os veo Iban todos atentos escuchando libres y a mi marido satisfecho.” el extraño suceso peregrino, Y no les dijo más con el deseo cuando al fuerte llegamos, acabando que tenía de acabar el fiero hecho; la historia juntamente y el camino, así, llamando el nombre de Siqueo, y en él aquella noche reposando se abrió con un puñal el casto pecho, venida la mañana nos convino dejándose caer de golpe luego procurar de tener con diligencia sobre las llamas del ardiente fuego. del buscado enemigo inteligencia.

Fue su muerte sentida en tanto grado, Mas un indio que acabo inadvertido que gran tiempo en Cartago la lloraron, fue de una escolta nuestro prisionero, y en memoria del caso señalado hombre en las muestras de ánimo atrevido, un suntuoso templo le fundaron, suelto de manos y de pies ligero, donde con sacrificio y culto usado, con promesas y dádivas vencido, mientras las cosas prósperas duraron, dijo: «Yo me resuelvo y me prefiero de aquella su ciudad ennoblecida de daros llanamente hoy en la mano por diosa de la patria fue tenida. al gralde general Caupolicano.

Y aborreciendo el nombre de señores, “En un áspero bosque y espesura, muerta la memorable reina Dido, nueve millas de Ongolmo desviado, por cien sabios ancianos senadores está un sitio muy fuerte por natura, de allí adelante el pueblo fue regido; de ciénagas y fosos rodeado, y creciendo el concurso y moradores donde, por ser la tierra tan segura, vino a ser poderoso y tan temido, anda de solos diez acompañado, que un tiempo a Roma en su mayor grandeza hasta que nuestra próspera creciente le puso en gran trabajo y estrecheza. aplaque el gran furor de su corriente.

Este es el cierto y verdadero cuento “Por una estrecha y desusada vía, de la famosa Dido difamada, sin que pueda haber de ello sentimiento, que Virgilio Marón sin miramiento seré en la noche oscura yo la guía, falseó su historia y castidad preciada levando vuestra gente en salvamento; por dar a sus ficciones ornamento, y, antes que se descubra el claro día, pues vemos que esta reina importunada, daréis en el oculto alojamiento, pudiéndose casar y no quemarse, donde a cumplir del todo yo me obligo antes quemarse quiso que casarse. pena de la cabeza lo que digo.”

© Pehuén Editores, 2001 ) 331 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Fue la razón del mozo bien oída, “Yo me vuelvo de aquí, pues he cumplido viéndole en su promesa tan constante; dejándoos como os dejo en este puesto, y así luego una escuadra prevenida adonde salvamento os he traído, de gente experta y número bastante, poniéndome a peligro manifiesto; para toda sospecha apercibida, y pues al punto justo habéis venido, llevando al indio amigo por delante, os conviene dar prisa y llegar presto, salió a la prima noche en gran secreto, que es irrecuperable y peligrosa con paso largo y caminar quieto. la pérdida del tiempo en toda cosa.

Por una senda angosta e intrincada, “Y si sienten rumor de esta venida, subiendo grandes cuestas y bajando, el sitio es ocupado y peñascoso, del solícito bárbaro guiada fácil y sin peligro la huida iba a paso tirado caminando; por un derrumbadero montuoso; mas la oscura tiniebla adelgazada mirad que os daña ya la detenida, por la vecina aurora, reparando seguid hoy vuestro hado venturoso, junto a un arroyo y pedregosa fuente, que menos de una legua de camino volvió el indio dicieido a nuestra gente: tenéis al enemigo ya vecino.”

“Yo no paso adelante, ni es posible No por caricia, oferta ni promesa seguir este camino comenzado, quiso al indio mover el pie adelante, que el hecho es grande y el temor terrible, ni amenaza de muerte, o vida, o presa, que me detiene el paso acobardado, a sacarle del tema fue bastante; imaginando aquel aspecto horrible y, viendo el tiempo corto y que la priesa del gran Caupolicán contra mí airado, les era a la sazón tan importante, cuando venga a saber que solo he sido dejándole amarrado a un grueso pino el soldado traidor que le ha vendido. la relación siguieron y camino.

“Por este arroyo arriba, que es la guía, Al cabo de una milla y a la entrada aunque sin rastro alguno ni vereda, de un arcabuco lóbrego y sombrío, daréis presto en el sitio y ranchería sobre una espesa y áspera quebrada que está en medio de un bosque y arboleda; dieron en un pajizo gran bohío; y antes que aclare ya el vecino día, la plaza en rededor fortificada os dad prisa a llegar, porque no pueda con un despeñadero sobre el río, la centinela descubrir del cerro y cerca de él, cubiertas de espadañas, vuestra venida oculta y mi gran yerro. chozas, casillas, ranchos y cabañas.

© Pehuén Editores, 2001 ) 332 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

La centinela en esto descubriendo Entraron de tropel, donde hallaron de la punta de un cerro nuestra gente, ocho o nueve soldados de importancia, dio la voz y señal apercibiendo que, rendidas las armas, se entregaron al descuidado general valiente; con muestras aparentes de ignorancia; pero los nuestros, en tropel corriendo, todos atrás las manos los ataron, le cercaron la casa de repente, repartiendo el despojo y la ganancia, saltando el fiero bárbaro a la puerta guardando al capitán disimulado que ya a aquella sazón estaba abierta. con dobladas prisiones y cuidado.

Mas viendo el paso en torno embarazado Que aseguraba con sereno gesto y el presente peligro de la vida, ser un bajo soldado de linaje, con un martillo fuerte y acerado pero en su talle y cuerpo bien dispuesto quiso abrir a su modo la salida; daba muestra de ser gran personaje; y, alzándolo a dos manos, empinado, gastóse algún espacio y tiempo en esto, por darle mayor fuerza a la caída, tomando de los otros más lenguaje, topó una viga arriba atravesada que todos contestaban que era un hombre do la punta encarnó y quedó trabada. de estimación común y poco nombre.

Pero un soldado a tiempo atravesando Ya entre los nuestros a gran furia andaba por delante, acercándose a la puerta, el permitido robo y grita usada, le dio un golpe en el brazo, penetrando que rancho, casa y choza no quedaba, los músculos y carne descubierta; que no fuese deshecha y saqueada; en esto el paso el indio retirando, cuando de un toldo que vecino estaba visto el remedio y la defensa incierta, sobre la punta de la gran quebrada amonestó a los suyos que se diesen se arroja una mujer, huyendo apriesa y en ninguna manera resistiesen. por lo más agrio de la breña espesa.

Salió fuera sin armas, requiriendo Pero alcanzóla un negro a poco trecho, que entrasen en la estancia, asegurados que tras ella se echó por la ladera, que eran pobres soldados, que huyendo que era intrincado el paso y muy estrecho andaban de la guerra amedrentados; y ella no bien usada en la carrera; y así con prisa y turbación temiendo llevaba un mal envuelto niño al pecho ser de los forajidos salteados, de edad de quince meses, el cual era a la ocupada puerta había salido prenda del preso padre desdichado, de las usadas armas prevenido. con grande extremo de él y de ella amado.

© Pehuén Editores, 2001 ) 333 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Trújola el negro, suelta, no entendiendo “¿Qué son de aquellas pruebas peligrosas, que era presa y mujer tan importante; que así costaron tanta sangre y vidas? en esto ya la gente iba saliendo ¿Las empresas difíciles dudosas al tino del arroyo resonante, por ti con tanto esfuerzo acometidas? cuando la triste Palla descubriendo ¿Qué es de aquellas victorias gloriosas al marido, que preso iba adelante, de esos atados brazos adquiridas? de sus insignias y armas despojado, Todo al fin se ha parado y se ha resuelto en el montón de la canalla atado. en ir con esa gente infame envuelto.

No reventó con llanto la gran pena “Dime: ¿faltóte esfuerzo, faltó espada ni de flaca mujer dio allí la muestra, para triunfar de la mudable diosa? antes de furia y viva rabia llena, ¿No sabes que una breve muerte honrada con el hijo delante se le muestra, hace inmortal la vida y gloriosa? diciendo: “La robusta mano ajena, Mirarás a esta prenda desdichada, que así ligó tu afeminada diestra, pues que de ti no queda ya otra cosa; más clemencia y piedad contigo usara que yo, apenas la nueva me viniera si ese cobarde pecho atravesara. cuando muriendo alegre te siguiera.

“¿Eres tú el varón que en pocos días “Toma, toma tu hijo, que era el nudo hinchó la redondez de tus hazañas, con que el lícito amor me había ligado, que con solo la voz temblar hacías que el sensible dolor y golpe agudo las remotas naciones más extrañas? estos fértiles pechos ha secado; ¿Eres tú el capitán que prometías cría, críale tú, que ese membrudo de conquistar en breve las Españas cuerpo en sexo de hembra se ha trocado, y someter el ártico hemisferio que yo no quiero título de madre al yugo y ley del araucano Imperio? del hijo infame del infame padre.”

“¡Ay de mí! Cómo andaba yo engañada Diciendo esto, colérica y rabiosa, con mi altiveza y pensamiento ufano, el tierno niño le arrojó delante, viendo que en todo el mundo era llamada y con ira frenética y furiosa Fresia, la mujer del gran Caupolicano; se fue por otra parte en el instante; y, ahora, miserable y desdichada, en fin, por abreviar, ninguna cosa todo en un punto me ha salido en vano, de ruegos ni amenazas fue bastante viéndote prisionero en un desierto, a que la madre ya crüel volviese, pudiendo haber honradamente muerto. y el inocente niño recibiese.

© Pehuén Editores, 2001 ) 334 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Diéronle nueva madre, y comenzaron a dar la vuelta y a seguir la vía, por la cual a gran prisa caminaron, recobrando al pasar la fida (1) guía que atada al tronco por temor dejaron, y en larga escuadra al declinar el día entraron en la plaza embanderada, con gran aplauso y alardosa entrada.

Hízose con los indios diligencia, porque con más certeza se supiese CANTO XXXIV si era Caupolicán, que su apariencia daba claros indicios que lo fuese; pero ni ausente de él ni en su presencia HABLA CAUPOLICÁN A REINOSO Y , SABIENDO QUE HA DE MORIR, SE VUELVE hubo entre tantos uno que dijese CRISTIANO; MUERE DE MISERABLE MUERTE, AUNQUE CON ANIMO ESFORZADO; que era más que un incógnito soldado LOS ARAUCANOS SE JUNTAN A LA ELECCIÓN DEL NUEVO GENERAL; MANDA de baja estofa y sueldo moderado. EL REY DON FELIPE LEVANTAR GENTE PARA ENTRAR EN PORTUGAL.

Aunque algunos, después, más animados Oh vida miserable y trabajosa cuando en particular los apartaban, a tantas desventuras sometida! de su cercana muerte asegurados, Prosperidad humana sospechosa, el sospechado engaño declaraban; pues nunca hubo ninguna sin caída, pero luego, delante de él llevados, ¿qué cosa habrá tan dulce y tan sabrosa con medroso temblor se retractaban, que no sea amarga al cabo y desabrida? negando la verdad ya comprobada, No hay gusto, no hay placer sin su descuento, por ellos en ausencia confesada. que el dejo del deleite es el tormento.

Mas viéndose apretado y peligroso, Hombres famosos en el siglo ha habido y que encubriese al cabo no podía, a quien la vida larga ha deslustrado, dejando aquel remedio infructuoso, que el mundo los hubiera preferido quiso tentar el último que había; si la muerte se hubiera anticipado: y así, llamando al capitán Reinoso, Aníbal de esto buen ejemplo ha sido que luego vino a ver lo que quería, y el cónsul que en Farsalia derrocado, le dijo con sereno y buen semblante perdió por vivir mucho, no el segundo, lo que dirán mis versos adelante. mas el lugar primero de este mundo.

(1) Fiel.

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Esto confirma bien Caupolicano, “Yo soy Caupolicán, que el hado mío famoso capitán y gran guerrero, por tierra derrocó mi fundamento que en el término américo-indiano, y quien del araucano señorío tuvo en las armas el lugar primero; tiene el mando absoluto y regimiento; mas cargóle Fortuna así la mano la paz está en mi mano y albedrío dilatándole el término postrero, y el hacer y firmar cualquier asiento, qué fue mucho mayor que la subida pues tengo por mi cargo y providencia la miserable y súbita caída. toda la tierra en freno y obediencia.

El cual, reconociendo que su gente “Soy quien mató a Valdivia en Tucapelo vacilando en la fe titubeaba, y quien dejó a Purén desmantelado, viendo que ya la próspera creciente soy el que puso a Penco por el suelo de su fortuna aprisa declinaba, y el que tantas batallas ha ganado; hablar quiso a Reinoso claramente; pero el revuelto ya contrario cielo, que venido a saber lo que pasaba, de victorias y triunfos rodeado, presente el congregado pueblo todo me ponen a tus pies a que te pida habló el bárbaro grave de este modo: por un muy breve término la vida.

“Si a vergonzoso estado reducido “Cuando mi causa no sea justa, mira me hubiera el duro y áspero Destino que el que perdona más es más clemente y si esta mi caída hubiera sido y si a venganza la pasión te tira, debajo de hombre y capitán indino, pedirte yo la vida es suficiente; no tuviera el brazo así desfallecido, aplaca el pecho airado, que la ira que no abriera a la muerte yo camino es en el poderoso impertinente por este propio pecho con mi espada y si en darme la muerte estás ya puesto, cumpliendo el curso y mísera jornada. especie de piedad es darla presto.

“Mas, juzgándote digno y de quien puedo No pienses que aunque muera aquí a tus manos recibir sin vergüenza yo la vida, ha de faltar cabeza en el Estado, lo que de mí pretendes te concedo que luego habrá otros mil Caupolicanos, luego que a mí me fuere concedida; mas como yo ninguno desdichado; ni pienses que a la muerte tengo miedo, y pues conoces ya a los araucanos, que aquesa es de los prósperos temida que de ellos soy el mínimo soldado, y en mí por experiencia he ya probado tentar nueva fortuna error sería cuán mal le está el vivir a un desdichado. yendo tan cuesta abajo ya la mía.

© Pehuén Editores, 2001 ) 336 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Mira que a muchas vences en vencerte, “Tenme en prisión segura retirado frena ímpetu y la cólera dañosa, hasta que cumpla aquí lo que pusiere, que la ira examina al varón fuerte que yo sé que el Ejército y Senado y el perdonar venganza es generosa, en todo aprobarán lo que hiciere, la paz común destruyes con mi muerte; y el plazo puesto y término pasado suspende ahora la espada rigurosa podré también morir si no cumpliere: debajo de la cual están a una escoge lo que más te agrade de esto, mi desnuda garganta y tu fortuna. que para ambas fortunas estoy presto.”

“Aspira a más y a mayor gloria atiende, No dijo el indio más, y la respuesta no quieras en poca agua así anegarte, sin turbación mirándole atendía, que lo que la Fortuna aquí pretende y la importante vida o muerte presta, solo es que quieras de ella aprovecharte; callando con igual rostro pedía; conoce el tiempo y tu ventura entiende, que por más que Fortuna contrapuesta que estoy en tu poder ya de tu parte procuraba abatirle, no podía, y muerto no tendrás de cuanto has hecho guardando, aunque vencido y preso en todo, sino un cuerpo de un hombre sin provecho. cierto término libre y grave modo.

“Que si esta mi cabeza desdichada Hecha la confesión, como lo he escrito, pudiera, ¡oh capitán!, satisfacerte, con más rigor y prisa que advertencia, tendiera el cuello a que con esa espada luego a empalar y asaetarle vivo remataras aquí mi triste suerte; fue condenado en pública sentencia; pero deja la vida condenada no la muerte y el término excesivo el que procura apresurar su muerte causó en su gran semblante diferencia, y más en este tiempo, que la mía que nunca por mudanza vez alguna la paz universal enturbiaría. pudo mudarle el rostro la Fortuna.

“Y, pues, por la experiencia claro has visto, Pero mudóle Dios en un momento que libre y preso, en público y secreto, obrando en él su poderosa mano, de mis soldados soy temido y quisto, pues con lumbre de fe y conocimiento y está a mi voluntad todo sujeto, se quiso bautizar y ser cristiano; haré yo establecer la ley de Cristo causó lástima y junto gran contento y que sueltas las armas te prometo al circunstante pueblo castellano, vendrá toda la tierra en mi presencia con grande admiración de todas gentes a dar al rey Felipe la obediencia. y espanto de los bárbaros presentes.

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Luego, aquel triste, aunque felice día Llegóse él mismo al palo, donde había que con solemnidad le bautizaron de ser la atroz sentencia ejecutada, y en lo que el tiempo escaso permitía con un semblante tal, que parecía en la fe verdadera le informaron tener aquel terrible trance en nada, cercado de una gruesa compañía dicienclo: “Pues el hado y suerte mía de bien armada gente le sacaron me tienen esta suerte aparejada, a padecer la muerte consentida venga, que yo la pido, yo la quiero, con esperanza ya de mejor vida. que ningún mal hay grande si es postrero.”

Descalzo, destacado, a pie, desnudo, Luego llegó el verdugo, diligente, dos pesadas cadenas arrastrando, que era un negro gelofo, mal vestido, con una soga al cuello y grueso nudo el cual, viéndole al bárbaro presente de la cual el verdugo iba tirando, para darle la muerte prevenido, cercado en torno de armas y el menudo bien que con rostro y ánimo paciente pueblo detrás mirando y remirando las afrentas demás había sufrido, si era posible aquello que pasaba, sufrir no pudo aquella, aunque postrera, que visto por los ojos aun dudaba. diciendo en alta voz de esta manera:

De esta manera, pues, llegó al tablado “¿Cómo? ¿Qué? ¿En cristiandad y pecho honrado que estaba un tiro de arco del asiento, cabe cosa tan fuera de medida, media pica del suelo levantado que a un hombre como yo, tan señalado, de todas partes a la vista exento, le dé muerte una mano así abatida? donde con el esfuerzo acostumbrado, Basta, basta morir al más culpado, sin mudanza y señal de sentimiento, que al fin todo se paga con la vida, por la escala subió tan desenvuelto y es usar de este término conmigo como si de prisiones fuera suelto. inhumana venganza y no castigo.

Puesto ya en lo más alto, revolviendo “¿No hubiera alguna espada aquí de cuantas a un lado y otro la serena frente, contra mí se arrancaron a porfía, estuvo allí parado un rato viendo que, usada a nuestras míseras gargantas, el gran concurso y multitud de gente, cercenara de un golpe aquesta mía? que el increíble caso y estupendo Que aunque ensaye su fuerza en mí de tantas atónita miraba atentamente, maneras la Fortuna en este día, teniendo a maravilla y gran espanto acabar no podrá, que bruta mano haber podido la Fortuna tanto. toque al gran general Caupolicano.”

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Esto dicho, y alzando el pie derecho, Paréceme que siendo enternecido aunque de las cadenas impedido, al más crüel y endurecido oyente dio tal coz al verdugo, que gran trecho de este bárbaro caso referido, le echó rodando abajo malherido; al cual, Seiíor, no estuve yo presente, reprehendido el impaciente hecho, que a la nueva conquista había partido y del súbito enojo reducido, de la remota y nunca vista gente; le sentaron después con poca ayuda que si yo a la sazón allí estuviera sobre la punta de la estaca aguda. la cruda ejecución se suspendiera.

No el aguzado palo penetrante, Quedó abiertos los ojos, y de suerte por más que las entrañas le rompiese que por vivo llegaban a mirarle, barrenándole el cuerpo, fue bastante que la amarilla y afeada muerte a que al dolor intenso se rindiese; no pudo a un puesto allí desfigurarle; que con sereno término y semblante, era el miedo en los bárbaros tan fuerte, sin que labio ni ceja retorciese, que no osaban dejar de respetarle, sosegado quedó de la manera ni allí se vio en alguno tal denuedo que si asentado en tálamo estuviera. que puesto cerca de él no hubiese miedo.

En esto seis flecheros señalados, La voladora Fama presurosa que prevenidos para aquello estaban, derramó por la tierra en un momento treinta pasos de trecho desviados la no pensada muerte ignominiosa por orden y despacio le tiraban; causando alteración y movimiento; y, aunque en toda maldad ejercitados, luego la turba incrédula y dudosa, al despedir la flecha vacilaban, con nueva turbación y desaliento temiendo poner mano en un tal hombre corre con prisa y corazón incierto de tanta autoridad y tan gran nombre. a ver si era verdad que fuese muerto.

Mas Fortuna crüel, que ya tenía Era el número tanto que bajaba tan poco por hacer y tanto hecho, del contorno y distrito comarcano, si tiro alguno avieso allí salía, que en ancha y apiñada rueda estaba forzado el curso le traía derecho, siempre cubierto el espacioso llano; y en breve, sin dejar parte vacía, crédito allí a la vista no se daba, de cien flechas quedó pasado el pecho, si ya no le tocaban con la mano, por do aquel grande espíritu echó fuera. y, aun tocado, después les parecía que por menos heridas no cupiera. que era cosa de sueño o fantasía.

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No la afrentosa muerte impertinente Los que abreviar el tiempo deseaban, para temor del pueblo ejecutada, luego para la junta se aprestaron, ni la falta de un hombre así eminente, y muchos, recelando que tardaban, en que nuestra esperanza iba fundada, la diligencia y paso apresuraron; amedrentó ni acobardó la gente; otros, que a otro camino enderezaban, antes de aquella injuria provocada por no se declarar no rehusaron, a la crüel satisfacción aspira siguiendo sin faltar un hombre solo llena de nueva sabia y mayor ira. el sabio parecer de Colocolo.

Unos con sed rabiosa de venganza Fue entre ellos acordado que viniesen por la afrenta y oprobio recibido, solos a la ligera, sin bullicio, otros con la codicia y esperanza porque los enemigos no tuviesen del oficio y bastón ya pretendido, de aquella nueva junta algún indicio, antes que sosegase la tardanza haciendo que de todas partes fuesen el ánimo del pueblo removido, indios que, con industria y artificio, daban calor y fuerzas a la guerra, instasen en la paz siempre ofrecida incitando a furor toda la tierra. con muestra humilde y contrición fingida.

Si hubiese de escribir la bravería El plazo puesto y sitio señalado, de Tucapel, de Rengo y Lepomande, en un cómodo valle y escondido, Orompello, Lincoya y Lebopía, la convocada gente del senado Purén y Cayopil y Mareande, al término llegó constituido, en un espacio largo no podría, y entre ellos Tucapel, determinado y fuera menester libro más grande, do por bien o por mal ser elegido que cada cual con hervoroso afecto y otros que con menores fundamentos pretende allí y aspira a ser electo. mostraban sus preiíados pensamientos.

Pero el cacique Colocolo, viendo Siento fraguarse nuevas disensiones, el daño de los muchos pretendientes, moverse gran discordia y diferencia, como prudente y sabio, conociendo hervir con ambición los corazones, pocos para el gran cargo suficientes, brotar el odio antiguo y competencia, su anciana autoridad interponiendo, variar los designios y opiniones les hizo mensajeros diligentes sin manera o señal de conveniencia, para que se juntasen a consulta fundando cada cual su desvarío en lugar apartado y parte oculta. en la fuerza del brazo y albedrío.

© Pehuén Editores, 2001 ) 340 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Entrados como digo, en el consejo Donde también llegué, que sus pisadas los caciques y nobles congregados, sin descansar un punto voy siguiendo todos con sus insignias y aparejo, y de las más ciudades convocadas según su antigua preeminencia armados, iban gentes en número acudiendo Colocolo, sagaz y cauto viejo, prácticas en conquistas y en jornadas; viéndolos en los rostros demudados, y así el tumulto bélico creciendo, aunque aguardaba a la sazón postrera, en sordo son confuso rimbombaba adelantó la voz de esta manera... y el vecino contorno amedrentaba.

Pero si no os cansáis, señor, primero Que, arrebatado del ligero viento que os diga lo que dijo Colocolo, y por la fama lejos esparcido, tomar otro camino largo quiero hirió el desapacible y duro acento y volver el designio a nuestro polo; de los remotos indios el oído: que, aunque deciros mucho me prefiero, los cuales, con turbado sentimiento, el sujeto que tomo basta solo huyen del nuevo y fiero son temido, a levantar mi baja voz cansada, cual medrosas ovejas derramadas, de materia hasta aquí necesitada. del aullido del lobo amedrentadas.

Mas, si me dais licencia, yo querría Nunca el oscuro y tenebroso velo para que más a tiempo esto refiera, de nubes congregadas de repente, alcanzar si pudiese a don García, ni presto rayo que rasgando el cielo aunque es diversa y larga la carrera: baja tronando, envuelto en llama ardiente, el cual en el turbado reino había ni terremoto cuando tiembla el suelo reformado los pueblos de manera turba y atemoriza así la gente, que puso con solícito cuidado como el horrible estruendo de la guerra la justicia y gobierno en buen estado. turbó y amedrentó toda la tierra.

Pasó de Villarica el fértil llano, Quién, sin duda publica que ya entraban que tiene al Sur el gran volcán vecino, destruyendo ganados y comidas; fragua, según afirman, de Vulcano, quién, que la tierra y pueblos saqueaban, que regoldando fuego está contino; privando a los caciques de las vidas; de allí, volviendo por la diestra mano quién, que a las nobles dueiías deshonraban visitando la tierra, al cabo vino y forzaban las hijas recogidas, al ancho lago y gran desaguadero haciendo otros insultos y maldades término de Valdivia y fin postrero. sin reservar lugar, sexo ni edades.

© Pehuén Editores, 2001 ) 341 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Crece el desorden, crece el desconcierto “Excusado es, amigos, que yo os diga con cada cosa, que la fama aumenta, el peligroso punto en que nos vemos teniendo y afirmando por muy cierto por esta gente pérfida enemiga, cuanto el triste terror les representa; que ya cierto a las puertas las tenemos; solo el salvarse les parece incierto, pues el temor, que a todos nos fatiga, y esto los atribula y atormenta; nos apremia y constriñe a que entreguemos allá corren gritando, acá revuelven, la libertad y casas al tirano, todo lo creen y en nada se resuelven. dándole entrada libre y paso llano.

Mas luego que el temor desatinado “¿A qué osado muro o antepecho, que la gente llevaba derramada, a qué fuerza o ciudad, a qué castillo dejó en ella lugar desocupado os podréis retirar en este estrecho, por donde la razón hallase entrada, que basta sola una hora a resistillo? el atónito pueblo reportado, Si queréis hacer rostro y mostrar pecho, su total perdición consideraba, desnudo le ofrecemos al cuchillo, se junta a consultar en este medio pues nos coge esta furia repentina las cosas importantes al remedio. sin armas, capitán ni disciplina.

Hallóse en este vario ayuntamiento “Que estos barbudos crueles y terribles, Tunconabala, práctico soldado, del bien universal usurpadores, persona de valor y entendimiento, son fuertes, poderosos, invencibles, en la araucana escuela doctrinario y en todas sus empresas vencedores; que por cierta cuestión y acaecimiento arrojan rayos con estruendo horribles, de su tierra y parientes desterrado, pelean sobre animales corredores, se redujo a doméstico ejercicio, grandes, bravos, feroces y alentados, huyendo el trato bélico y bullicio. de solo el pensamiento gobernados.

El cual, viendo en el pueblo diferente “Y pues contra sus armas y fiereza el miedo grande y confusión que había, defensa no tenéis de fuerza o muro, pues sin oír trompeta ni ver gente la industria ha de suplir nuestra flaqueza, le espantaba su misma vocería; y prevenir con tiempo el mal futuro: en un lugar capaz y conveniente que mostrando doméstica llaneza junta toda la noble compañía, les podéis prometer paso seguro sosegando el rumor y alteraciones, como a nación vecina y gente amiga, les comenzó a decir estas razones: que la promesa en dafío a nadie obliga.

© Pehuén Editores, 2001 ) 342 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Haciendo, en este tiempo limitado, “Y aunque la libertad y vida mía retirar con silencio y buena maña sé que corre peligro en el viaje, la ropa, provisiones y ganado con rústica y desnuda compañía al último rincón de la montaña, salir quiero a encontrarlos al pasaje: dejando el alimento tan tasado, y fingiendo ignorancia y alegría, que vengan a entender que esta campaña vestido de grosero y pobre traje, es estéril, es seca y mal templada, ofrecerles he en don una miseria, de gente pobre y mísera habitada. que arguya y dé a entender nuestra lacería.

“Porque estos insaciables avarientos, “Quizá viendo el trabajo y poco fruto viendo la tierra pobre y poca presa, que se puede esperar de la pobreza, sin duda mudarán los pensamientos, la estéril tierra y mísero tributo, dejando por inútil esta empresa, el linaje de gente y rustiqueza, y la falta de gente y bastimentos mudarán el intento resoluto, los echará de este distrito apriesa, que es de buscar haciendas y riqueza, guiados por la breña y gran recuesto, haciéndoles volver con maña y arte de do quizá no volverán tan presto. las armas y designios a otra parte.”

“Tenéis de Ancud el paso y estrecheza, No acabó su razón el indio, cuando cerrado de peñascos y jarales, se levantó un rumor entre la gente, por do quiso impedir Naturaleza el parecer a voces aprobando, el trato a los vecinos naturales, sin mostrarse ninguno diferente; cuya espesura grande y aspereza y así, la ejecución apresurando aún no pueden romper los animales, en lo ya consultado conveniente, y las aves alígeras del cielo corrieron al efecto, retirados sienten trabajo en el pasarle a vuelo. los muebles, vituallas y ganados.

“Llevados por aquí, sin duda creo Ya el español con la presteza usada que, viendo el alto monte peligroso, al último confín había venido corregirán el ímpetu y deseo, dando remate a la postrer jornada volviendo atrás el paso presuroso, del límite hasta allí constituido; y si quieren buscar algún rodeo, y puesto el pie en la raya señalada, desviarse de aquí será forzoso, el presuroso paso suspendido, dejando esta región por miserable, dijo, si ya escucharlo no os enoja, libre de su insolencia intolerable. lo que el canto dirá vuelta la hoja.

© Pehuén Editores, 2001 ) 343 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

CANTO XXXV

ENTRAN LOS ESPAÑOLES EN DEMANDA DE LA NUEVA TIERRA; SALELES AL PASO TUNCONABALA; PERSUADELES A QUE SE VUELVAN, PERO, VIENDO QUE NO APROVECHA, LES OFRECE UN GUÍA QUE LOS LLEVA POR GRANDES DESPEÑADEROS, DONDE PASAN TERRIBLES TRABAJOS.

Qué cerros hay que el interés no allana, y qué dificultad que no le rompa? ¿Qué pecho fiel, qué voluntad tan sana que este no la inficione y la corrompa? Destruye el trato de la vida humana, no hay orden que no altere y la interrumpa, ni estrecha entrada, ni cerrada puerta que no la facilite y deje abierta.

Este de parentesco y hermandades desata el nudo y vínculo más fuerte, vuelve en enemistad las amistades, y el grato amor en desamor convierte; inventor de desastres y maldades, tropelía a la razón, cambia la suerte, hace al hielo caliente, al fuego frío, y hará subir por una cuesta un río.

© Pehuén Editores, 2001 ) 344 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Así por mil peligros y derrotas, “Y la parlera Fama discurriendo golfos profundos, mares no surcados, hasta el extremo y término postrero, hasta las partes últimas ignotas las antiguas hazaiías refiriendo, trujo sin descansar tantos soldados, pondrá esta vuestra en el lugar primero; y por vías estériles remotas, pues, en dos largos mundos no cabiendo, del interés incitador llevados, venís a conquistar otro tercero, piensan escudriñar cuanto se encierra donde podrán mejor sin estrecharse en el círculo inmenso de la tierra. vuestros ánimos grandes ensancharse.

Dije que don García había arribado “Y, pues, es la sazón tan oportuna con práctica y lucida compañía y poco necesarias las razones, al término de Chile señalado, no quiero detener vuestra Fortuna, en do nadie jamás pasado había; ni gastar más el tiempo en oraciones; y en medio de la raya el pie afirmado, ¡sus!, tomad posesión todos a una que los dos nuevos mundos dividía, de esas nuevas provincias y regiones, presente yo y atento a las señales, donde os tienen los hados a la entrada las palabras que dijo fueron tales: tanta gloria y riqueza aparejada.”

“Nación, a cuyos pechos invencibles Luego, pues, de tropel toda la gente no pudieron poner impedimentos, a la plática apenas detenida, peligros y trabajos insufribles pisó la nueva tierra libremente, ni airados mares, ni contrarios vientos, jamás del extranjero pie batida; ni otros mil contrapuestos imposibles, y con orden y paso diligente, ni la fuerza de estrellas, ni elementos; por una angosta senda mal seguida, que rompiendo por todo habéis llegado en larga retahíla y ordenada al término del orbe limitado. dimos principio a la primer jornada.

“Veis otro nuevo mundo que encubierto Caminamos sin rastro algunos días los cielos hasta ahora le han tenido, de solo el tino por el sol guiados, el difícil camino y paso abierto abriendo pasos y cerradas vías a solo vuestros brazos concedido; rematadas en riscos despeñados. veis de tanto trabajo el premio cierto Las mentirosas fugitivas guías y cuanto os ha, Fortuna, prometido, nos llevaron por partes engañados, que siendo de tan grande empresa autores que parecía imposible al más gigante habéis de ser sin límite señores. poder volver atrás ni ir adelante.

© Pehuén Editores, 2001 ) 345 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Ya del móvil primero arrebatado Luego el anciano a voces y en extraña contra su curso el, sol hacia el Poniente lengua de nuestro intérprete entendida, al mundo cuatro vueltas había dado dijo: “¡Oh gente infeliz, a esta montaña calentando del pez la húmeda frente, por falso engaño y relación traída, cuando al bajar de un áspero collado do la serpiente y áspera alimaña vimos salir diez indios de repente apenas sustentar pueden la vida, por entre un arcabuco y breña espesa, y donde el hijo bárbaro nacido desnudos, en montón, trotando apriesa. es de incultas raíces mantenido!

Del aire, de la lluvia y sol curtidos “¿Qué información siniestra, qué noticia cubiertos de un espeso y largo vello, incita así vuestro ánimo invencible? pañetes cortos de cordel ceñidos, ¿Qué dañado consejo o qué malicia altos de pecho y de fornido cuello, os ha facilitado lo imposible? la color y los ojos encendidos, Frenad, aunque loable, esa codicia, las uñas sin cortar, largo el cabello, que la empresa es difícil y terrible, brutos campestres, rústicos salvajes y vais sin duda todos engañados, de fieras cataduras y visajes. a miserable muerte condenados.

Venía un robusto y viejo el delantero, “Que cuando no encontréis gente de guerra al cual el medio cuerpo le cubría el que os ponga en el pasaje impedimento, un roto manto de sayal grosero, hallaréis una sierra y otra sierra, que mísera promesa prometía; y una espesura y otra, y otras ciento, este, pues, como dije allá, primero tanto que la aspereza de la tierra, era Tunconabal, que pretendía por la falta de hierba y nutrimiento mudar nuestros designios y opiniones y contagio del aire no consiente con fingidos consejos y razones. en su esterilidad cosa viviente.

Fuimos luego sobre ellos, recelando “Y, aunque me veis en bruto transformado ser gente de montaña fugitiva, a la silvestre vida reducido, mas ellos, nuestros pasos atajando, sabed que ya en un tiempo fui soldado venían a más andar la cuesta arriba; y que también las armas he vestido; y al pie de una alta peña reparando, así que, por la ley que he profesado, por do un quebrado arroyo se derriba, viendo que va este ejército perdido, todos nos aguardaron sin recelo, la lástima me mueve a aconsejaros, puestas sus flechas y arcos en el suelo. que sin pasar de aquí queráis tornaros.

© Pehuén Editores, 2001 ) 346 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

“Que estas yermas campañas y espesuras Pero visto nuestro ánimo ambicioso, hasta el frígido Sur continuadas, que era de proseguir siempre adelante, han de ser el remate y sepulturas y que el fingido aviso malicioso de todas vuestras prósperas jornadas; a volvernos atrás no era bastante, mirad de estos salvajes las figuras, con un afecto tierno y amoroso, de quien son (como fieras) habitadas, mostrando en lo exterior triste semblante, y el fruto que nos dan escasamente puesto un rato a pensar, afirmó cierto del cual os traigo un mísero presente.” haber cerca otro paso más abierto.

En esto, de fardel de ovas marinas, Que por la banda diestra del Poniente, a la manera de una red tejidas, dejando el monte del siniestro lado, sacó diversas frutas montecinas, había un rastro cursado antiguamente duras, verdes, agrestes, desabridas, por la nacida hierba ya borrado, carne seca de fieras salvajinas por do podía pasar salva la gente, y otras silvestres rústicas comidas: aunque era el trecho largo y despoblado, langosta al sol, curada, y lagartijas, para lo cual él mismo nos daría con mil varias inmundas sabandijas. una práctica lengua y fida guía.

Admirónos la forma y la extrañeza Fue de nosotros esto bien oído, de aquella gente bárbara notable, que alguna gente estaba ya dudosa, la gran selvatiquez y rustiqueza, y el donoso presente recibido, el fiero aspecto y término intratable; también la recompensa fue donosa: la espesura de montes y aspereza un manto de algodón rojo teñido, y el fruto de aquel suelo miserable, y una poblada cola de raposa, tierra yerma, desierta y despoblada, quince cuentas de vidrio de colores, de trato y vecindad tan apartada. con doce cascabeles senadores.

Preguntámosle allí, si prosiguiendo La dádiva del viejo agradecida la tierra era adelante montuosa; por ser joyas entre ellos estimadas, respondiónos el viejo sonriendo, y la guía solícita venida ser más áspera y dura y más fragosa; con todas las más cosas aprestadas, y que así la montaña iba creciendo, pusimos en efecto la partida, que era imposible y temeraria cosa siguiéndonos los indios dos jornadas, romper tanta maleza y espesura dando vuelta después por otra senda, puesta allí por secreto de Natura. dejándonos el indio en .

© Pehuén Editores, 2001 ) 347 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

La cual nos iba siempre asegurando Pasamos adelante descubriendo gran riqueza, ganado y poblaciones, siempre más arcabucos y breñales, los ánimos estrechos ensanchando la cerrada espesura y paso abriendo con falsas y engañosas relaciones, con hachas, con machetes y destrales; diciendo: “Cuando Febo, volteando otros con pico y azadón rompiendo seis veces alumbraré estas regiones, las perlas y arraigados materiales, os prometo so pena de la vida do el caballo hostigado y receloso henchir del apetito la medida.” afirmase seguro el pie medroso.

No sabré encarecer nuestra altiveza, Nunca con tanto estorbo a los humanos los ánimos briosos y lozanos, quiso impedir el paso la Natura la esperanza de bienes y riqueza, y que así de los cielos soberanos las vanas trazas y discursos vanos; los árboles midiesen el altura; el cerro, el monte, el risco y la aspereza ni entre tantos peñascos y pantanos eran caminos fáciles y llanos, mezcló tanta maleza y espesura, y el peligro y trabajo exorbitante como en este camino defendido no osaban ya ponérselo delante. de zarzas, breñas y árboles tejido.

Ibamos sin cuidar de bastimentos También el cielo en contra conjurado por cumbres, valles hondos, cordilleras, la escasa y turbia luz nos encubría fabricando en los llanos pensamientos, de espesas nubes lóbregas cerrado, máquinas levantadas y quimeras; volviendo en tenebrosa noche el día así ufanos, alegres y contentos pasamos y de granizo y tempestad cargado, tres jornadas, las primeras, con tal furor el paso defendía, pero a la cuarta, al tramontar del día, que era mayor del cielo ya la guerra se nos huyó la temerosa guía. que el trabajo y peligro de la tierra.

El mal indicio, la sospecha cierta, Unos presto socorro demandaban los ánimos turbó más esforzados en las hondas malezas sepultados; viendo la falsa trama descubierta otros, ¡ayuda, ayuda!, voceaban y los trabajos ásperos doblados; en húmedos pantanos atascados; mas aunque sin camino y en desierta otros iban trepando; otros rodaban tierra, del gran peligro amenazados los pies, manos y rostros desollados, y la hambre y fatiga, todo junto oyendo aquí y allí voces en vano no pudo detenernos solo un punto. sin poderse ayudar ni dar la mano.

© Pehuén Editores, 2001 ) 348 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Era lástima oír los alaridos, Ya por aquella parte, ya por esta ver los impedimentos y embarazos, la entrada de la luz desocupando, los caballos sin ánimo caídos, el yerto risco y empinada cuesta destroncados los pies, rotos los brazos: iban sus altas cumbres allanando; nuestros sencillos débiles vestidos la espesa y congelada niebla opuesta quedaban por las zarzas a pedazos, el grueso vapor húmedo exhalando, descalzos, desnudos, solo armados, así se adelgazaba y esparcía en sangre, lodo y en sudor bañados. que penetrar la vista ya podía.

Y demás del trabajo incomportable, Siete días perdidos anduvimos faltando ya el refresco y bastimento, abriendo a hierro el impedido paso, la aquejadora hambre miserable que en todo aquel discurso no tuvimos las cuerdas apretaba del tormento, do poder reclinar el cuerpo laxo; y el bien dudoso y daño indubitable al fin una mañana descubrimos desmayaba la fuerza y el aliento, de Ancud el espacioso y fértil raso cortando un dejativo sudor frío y, al pie del monte y áspera ladera, de los cansados miembros todo el brío. un extendido lago y gran ribera.

Pero luego también considerando Era un ancho archipiélago poblado la gloria que el trabajo aseguraba, de innumerables islas deleitosas, el corazón los miembros reforzando cruzando por el uno y otro lado cualquier dificultad menospreciada; góndolas y piraguas presurosas; y los fuertes opuestos contrastando marinero jamás desesperado todo lo por venir facilitaba, en medio de las olas fluctuosas que el valor más se muestra y se parece con tanto gozo vio el vecino puerto cuando la fuerza de contrarios crece. como nosotros el camino abierto.

Así, pues, nuestro ejército rompiendo, Luego, pues, en un tiempo arrodillados, de solo la esperanza alimentado, llenos de nuevo gozo y de ternura pasaba a puros brazos descubriendo dimos gracias a Dios que así escapados el encubierto cielo deseado; nos vimos del peligro y desventura; íbanse ya las breñas destejiendo y de tantas fatigas olvidados, y el bosque de los árboles cerrado, siguiendo el buen suceso y la ventura, desviando sus ramas intrincadas con esperanza y ánimo lozano, nos daban paso y fáciles entradas. salimos presto al agradable llano.

© Pehuén Editores, 2001 ) 349 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

El enfermo, el herido, el estropeado, Como el montón de las gallinas cuando el cojo, el manco, el débil, el tullido, salen al campo del corral cerrado, el desnudo, el descalzo, el desgarrado, aquí y allí solícitas buscando el desmayado, el flaco, el deshambrido (1) el trigo de la troj desperdiciado, quedó sano, gallardo y alentado que con los pies y picos escarbando de nuevo esfuerzo y de valor vestido, halla alguna el regojo sepultado pareciéndole poco todo el suelo y alzándose con él puesta en huida y fácil cosa conquistar el cielo. es de las otras luego perseguida,

Mas con todo este esfuerzo a la bajada así aquel que arrebata buena parte, de la ribera, en parte montuosa, de este y de aquel, aquí y allí seguido, hallamos la frutilla coronada huyendo se retira luego en parte que produce la murta virtuosa, donde pueda comer más escondido; y aunque agreste, montés, no sazonada, ninguno si algo alcanza lo reparte, fue a tan buena sazón y tan sabrosa, que no era tiempo aquel de ser partido, que el celeste maná y ollas de Egito ni allí la caridad, aunque la había, no movieran mejor nuestro apetito. extenderse a los próximos podía.

Cual bandas de langostas enviadas Estando con sabor de esta manera por plaga a veces del linaje humano, gustando aquella rústica comida, que en las espigas fértiles granadas llegó una curva góndola ligera con un sordo rozar no dejan grano, de doce largos remos impelida, así, pues, en cuadrillas derramadas, que zabordando recio en la ribera, suelta la gente por el ancho llano, la chusma diestra y gente apercibida, dejaba los murtales más copados, saltaron luego en tierra sin recato de fruta, rama y hoja despojados. con muestra de amistad y llano trato.

A puñados la fruta unos comían Mas si queréis saber quién es la gente de la hambre aquejados importuna, y la causa de haber así arribado, otros ramos y hojas engullían, no puedo aquí decíroslo al presente no aguardando a cogerla una por una; que estoy del gran camino quebrantado; quién huye al repartir la compañía, así, para sazón más conveniente, buscando en lo escondido parte alguna será bien que lo deje en este estado, donde comer la rama desgajada, porque pueda entre tanto repararme de las rapaces uñas escapada. y os dé menos fastidio al escucharme.

(1) Hambriento.

© Pehuén Editores, 2001 ) 350 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

CANTO XXXVI

SALE EL CACIQUE DE LA BARCA A TIERRA, OFRECE A LOS ESPAÑOLES TODO LO NECESARIO PARA SU VIAJE Y PROSIGUEN ELLOS SU DERROTA; LES ATAJA EL CAMINO EL DESAGUADERO DEL ARCHIPIELAGO; ATRAVIESALE DON ALONSO EN UNA PIRAGUA CON DIEZ SOLDADOS; VUELVEN AL ALOJAMIENTO Y DE ALLÍ, POR OTRO CAMINO, A LA CIUDAD IMPERIAL.

Quien muchas tierras ve, muchas cosas que las juzga por fábula la gente, y tanto cuanto son maravillosas el que menos las cuenta es más prudente; y aunque es bien que se callen las dudosas y no ponerme en riesgo así evidente, digo que la verdad hallé en el suelo, por más que afirmen que es subida al cielo.

Estaba retirada en esta parte de todas nuestras tierras excluida, que la falsa cautela, engaño y arte aun nunca habían hallado aquí acogida, pero dejada esta materia aparte, volveré con la prisa prometida a la barca de chusma y gente llena, que bogando embistió recio en la arena.

© Pehuén Editores, 2001 ) 351 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Donde un gracioso mozo bien dispuesto Mucho agradó la suerte, el garbo, el traje con hasta quince en número venía, del gallardo mancebo floreciente, crespo de pelo negro y blanco gesto, el expedido término y lenguaje que el principal de todos parecía, con que así nos habló bizarramente, el cual, con grave término modesto el franco ofrecimiento y hospedaje, junto a nuestra esparcida compañía, la buena traza y talle de la gente, nos saludó cortés y alegremente, blanca, dispuesta, en proporción fornida, diciendo en lengua extraña lo siguiente: de mano y floja túnica vestida.

“Hombres o dioses rústicos, nacidos La cabeza cubierta y adornada en estos sacros bosques y montañas, con un capelo en punta rematado, por celeste influencia producidos pendiente atrás la punta y derribada, de sus cerradas y ásperas entrañas, a las ceñidas sienes ajustado ¿por cuál caso o fortuna sois venidos de fina lana de vellón rizada por caminos y sendas tan extrañas y el rizo de colores variado, a nuestros pobres y últimos rincones, que lozano y vistoso parecía, libres de confusión y alteraciones? señal de ser el clima y tierra fría.

“Si vuestra pretensión y pensamiento Las gracias le rendimos de la oferta es de buscar región más espaciosa y voluntad graciosa que mostraba, y en la prosecución de vuestro intento ofreciendo también la nuestra cierta, tenéis necesidad de alguna cosa, que a su provecho y bien se enderezaba; toda comodidad y avivamiento pero al fin nuestra falta descubierta con mano larga y voluntad graciosa, y lo mal que la hambre nos trataba, hallaréis francamente en el camino le pedimos refresco y vitualla por todo el rededor circunvecino. debajo de promesa de pagalla.

“Y si queréis morar en esta tierra, Luego con voz y prisa diligente, tierra donde moréis aquí os daremos; vista la gran necesidad que había, si os place y os agrada más la sierra, mandó a su prevenida y pronta gente allá seguramente os llevaremos; sacar cuanto en la góndola traía, si queréis amistad, si queréis guerra repartiéndolo todo francamente todo con ley igual os lo ofrecemos: por aquella hambrienta compañía escoged lo mejor, que a elección mía y sin de nadie aceptar solo un cabello, la paz y la amistad escogería.” ni aun querer recibir las gracias de ello.

© Pehuén Editores, 2001 ) 352 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Esforzados así de esta manera Pasada aquella noche, al día siguiente y también esforzado la esperanza, la nueva por las islas extendida, se comenzó a marchar por la ribera, llegaron dos caciques juntamente según nuestra costumbre de ordenanza; a dar el parabién de la venida, y andaba una gran legua, en la primera con un largo y espléndido presente tierra que pareció cómoda estanza, de refrescos y cosas de comida cerca del agua en reparado asiento y una lanuda oveja y dos vicuñas hicimos el primer alojamiento. cazadas en la sierra a puras uñas.

No estaba nuestro campo aún asentado, Quedábanse suspensos y admirados ni puestas en lugar las demás cosas, de ver hombres así desconocidos, cuando de aquella parte y de este lado, blancos, rubios, espesos y barbados, hendiendo por las aguas espumosas, de lenguas diferentes y vestidos; cargadas de maíz, fruta, pescado, miraban los caballos alentados arribaron piraguas presurosas, en medio de la furia corregidos refrescando la gente desvalida y más los espantaba el fiero estruendo sin rescate, sin cuenta ni medida. del tiro de la pólvora estupendo.

La sincera bondad y la caricia Llevábamos el rumbo al Sur derecho, de la sencilla gente de estas tierras, la torcida ribera costeando, daban bien a entender que la codicia siguiendo la derrota del estrecho, aún no había penetrado aquellas sierras; por los grados la tierra demarcando; ni la maldad, el robo y la injusticia, pero cuanto ganábamos de trecho alimento ordinario de las guerras, iba el gran archipiélago ensanchando, entrada en esta parte habían hallado, descubriendo a distancias desviadas ni la ley natural inficionado. islas en grande número y pobladas.

Pero luego nosotros destruyendo Salían muchos caciques al camino todo lo que tocamos de pasada, a vernos como a cosa milagrosa, con la usada insolencia el paso abriendo pero ninguno tan escaso vino les dimos lugar ancho y ancha entrada; que no trajese en don alguna cosa: y la antigua costumbre corrompiendo quién, el vaso tallado en nácar fino; de los nuevos insultos estragada, quién, la piel del carnero vedijosa; plantó allí la codicia su estandarte quién, el arco y carcaj; quién, la bocina; con más seguridad que en otra parte. quién, la pintada concha peregrina.

© Pehuén Editores, 2001 ) 353 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Yo, que fui siempre amigo e inclinado Cayó una gran tristeza, un gran nublado a inquirir y saber lo no sabido, en el ánimo y rostro de la gente, que por tantos trabajos arrastrado viendo nuestro camino así atajado la fuerza de mi estrella me ha traído, por el ancho raudal de la creciente; de alguna gente moza acompañado, que los caballos de cabestro a nado en una presta góndola metido, no pudieran romper la gran corriente, pasé a la principal isla cercana ni la angosta piragua era bastante al parecer de tierra y gente llana. a comportar un peso semejante.

Vi los indios y casas fabricadas Y volver, pues, atrás, visto el terrible de paredes humildes y techumbres, trabajo intolerable y excesivo, los árboles y plantas cultivadas, tenían según razón por imposible las frutas, las semillas y legumbres; poder llegar en salvo un hombre vivo; noté de ellos las cosas señaladas, quedar allí era cosa incompatible, los ritos, ceremonias y costumbres, y temerario el ánimo y motivo el trato y ejercicio que tenían de proseguir el comenzado curso y la ley y obediencia en que vivían. contra toda opinión y buen discurso.

Entré en otras dos islas paseando Viendo nuestra congoja y agonía, sus pobladas y fértiles orillas, un joven indio, al parecer ladino, otras fui torno a torno rodeando alegre se ofreció que nos daría cercado de domésticas barquillas; para volver otro mejor camino; de quien me iba por puntos informando fue excesiva en algunos la alegría, de algunas nunca vistas maravillas, y así dar vuelta luego nos convino, hasta que ya la noche y fresco viento que ya el rígido invierno a los australes me trajo a la ribera en salvamento. comenzaba a enviar claras señales.

Pues otro día que el campo caminaba, Mas yo, que mis designios verdaderos que de nuestro viaje fue el tercero, eran de ver el fin de esta jornada, habiendo ya tres horas que marchaba, con hasta diez amigos compañeros, hallamos por remate y fin postrero, gente gallarda, brava y arriscada, que el gran lago en el mar se desaguaba reforzando una barca de remeros, por un hondo y veloz desaguadero, pasé el gran brazo y agua arrebatada, que su corriente y ancha travesía llegando a zabordar hechos pedazos, el paso por allí nos impedía. a puro remo y fuerza de los brazos.

© Pehuén Editores, 2001 ) 354 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Entramos en la tierra algo arenosa Cumplió el bárbaro isleño la promesa, sin lengua y sin noticia, a la ventura, que siempre en su opinión estuvo fijo, áspera al caminar y pedregosa, y por una encubierta selva espesa a trechos ocupada de espesura; nos sacó de la tierra como dijo. mas, visto que la empresa era dudosa Voy pasando por esto a toda priesa, y que pasar de allí sería locura, huyendo cuanto puedo el ser prolijo, dimos la vuelta luego a la piragua, que, aunque lo fueron mucho los trabajos, volviendo a atravesar la furiosa agua. es menester echar por los atajos.

Pero yo, por cumplir el apetito, A la Impierial llegamos, do hospedados que era poner el pie más adelante, fuimos de los vecinos generosos, fingiendo que marcaba aquel distrito, y de varios manjares regalados cosa al descubridor siempre importante, hartamos los estómagos golosos. corrí una media milla, do un escrito Visto, pues, en el pueblo así ayuntados quise dejar para señal bastante; tantos gallardos jóvenes briosos, y en el tronco que vi de más grandeza se concertó una justa y desafío, escribí con cuchillo en la corteza: donde mostrase cada cual su brío.

“Aquí llegó, donde otro no ha llegado, Turbó la fiesta un caso no pensado, don Alonso de Ercilla, que el primero, y la celeridad del juez fue tanta en un pequeño barco deslastrado, que estuve en el tapete ya entregado con solo diez pasó el desaguadero, al agudo cuchillo la garganta; el año de cincuenta y ocho entrado el enorme delito exagerado sobre mil quinientos, por febrero, la voz y fama pública le canta, a las dos de la tarde, al postrer día, que fue solo poner mano a la espada, volviendo a la dejada compañía.” nunca sin gran razón desenvainada.

Llegado, pues, al campo, que aguardando Este acontecimiento, este suceso para partir nuestra venida estaba, fue forzosa ocasión de mi destierro, que el riguroso invierno comenzando teniéndome después, gran tiempo preso, la desierta campaña amenazaba; por remediar con este el primer yerro; el indio amigo práctico guiando, mas, aunque así agraviado, no por eso la gente alegre el paso apresuraba, (armado de paciencia y fiero hierro) pareciendo el camino, aunque cerrado, falté en alguna lucha y correría, fácil con la memoria del pasado. sirviendo en la frontera noche y día.

© Pehuén Editores, 2001 ) 355 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Hubo allí escaramuzas sanguinosas, Y, aunque más de dos mil millas había ordinarios rebatos y emboscadas, de camino por parte despoblado, encuentros y refriegas peligrosas, luego de allí por mar tomé la vía, asaltos y batallas aplazadas, a más larga carrera acostumbrado; raras estratagemas engañosas, y a Panamá llegué, do el mismo día astucias y cautelas nunca usadas, la nueva por el aire había llegado que, aunque fueron en parte de provecho, del desbarate y muerte del tirano, algunas nos pusieron en estrecho. saliendo mi trabajo y prisa en vano.

Mas, después del asalto y gran batalla Estuve en tierra firme detenido de la albarrada de Quipeo, temida, por una enfermedad larga y extraña; donde fue destrozada tanta malla mas luego que me vi convalecido, y tanta sangre bárbara vertida; tocando en las Terceras, vine a España, fortificado el sitio y la muralla, donde no mucho tiempo detenido aceleré mi súbita partida, corrí la Francia, Italia y Alemaña, que el agravio, más fresco cada día, a Silesia, a Moravia, hasta Posonia, me estimulaba siempre y me roía. ciudad sobre el Danubio, de Panonia.

Y en un grueso barcón, bajel de trato, Pasé y volví a pasar estas regiones, que velas altas de partida estaba, y otras y otras por ásperos caminos, salí de aquella tierra y reino ingrato, traté y comuniqué varias naciones, que tanto afán y sangre me costaba: viendo cosas y casos peregrinos; y sin contraste alguno y sin rebato, diferentes y extrañas condiciones, con el austro que en popa nos soplaba, animales terrestres y marinos, costa a costa y a veces engolfado tierras jamás del cielo rociadas llegué a Callao de Lima celebrado. y otras a eterna lluvia condenadas.

Estuve allí hasta tanto que la entrada ¿Cómo me he divertido y voy apriesa por el gran Marañón hizo la gente, del camino primero desviado? donde Lope de Aguirre en la jornada, ¿Por qué así me olvidé de la promesa más que Nerón y Herodes inclemente, y discurso de Arauco comenzado? pasó tantos amigos por la espada Quiero volver a la dejada empresa, y a la querida hija juntamente, si no tenéis el gusto ya estragado; no por otra razón y causa alguna, mas yo procuraré deciros cosas mas de para morir juntos a una. que valga por disculpa el ser gustosas.

© Pehuén Editores, 2001 ) 356 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Volveré a la consulta comenzada Que si mi humilde estilo y compostura de aquellos capitanes señalados, me suspende la voz amedrentada, que, en la parte que dije disputada, la materia promete y me asegura estaban diferentes y encontrados; que con grata atención será escuchada; contaré la elección tan porfiada, y, entre tanto, señor, será cordura, y cómo al fin quedaron conformados, pues he de comenzar tan gran jornada, os asaltos, encuentros y batallas, recoger el espíritu inquieto que es menester lugar para contallas. hasta que saque fuerzas del sujeto.

¿Qué hago, en qué me ocupo, fatigando la trabajada mente y los sentidos, por las regiones últimas buscando guerras de ignotos indios escondidos; y voy aquí en las armas tropezando, sintiendo retumbar en los oídos un áspero rumor y son de guerra y abrasarse en furor toda la tierra?

Veo toda la España alborotada, envuelta entre sus armas victoriosas, y la inquieta Francia ocasionada descoger sus banderas sospechosas; en la Italia y Germanía desviada siento tocar las cajas sonorosas, anegándose en todas las naciones gentes, pertrechos, armas, municiones.

Para decir tan grande movimiento y el estrépito bélico y ruido es menester esfuerzo y nuevo aliento, y ser de vos, Señor, favorecido: mas ya que el temerario atrevimiento en este grande golfo me ha metido, ayudado de vos, espero cierto llegar con mi cansada nave al puerto.

© Pehuén Editores, 2001 ) 357 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

CANTO XXXVII

EN ESTE ÚLTIMO CANTO SE TRATA COMO LA GUERRA ES DE DERECHO DE LAS GENTES, Y SE DECLARA EL QUE EL REY DON FELIPE TUVO AL REINO DE PORTUGAL, JUNTAMENTE CON LOS REQUERIMIENTOS QUE HIZO A LOS PORTUGUESES, PARA JUSTIFICAR MÁS SUS ARMAS.

Canto el furor del pueblo castellano con ira justa y pretensión movido y el derecho del reino lusitano a las sangrientas armas remitido: la paz, la unión, el vínculo cristiano, en rabiosa discordia convertido, las lanzas de una parte y otra airadas a los parientes pechos arrojadas.

La guerra fue del cielo derivada y en el linaje humano transferida, cuando fue por la fruta reservada nuestra naturaleza corrompida; por la guerra la paz es conservada y la insolencia humana reprimida; por ella a veces Dios el mundo aflige, le castiga, le enmienda y le corrige.

© Pehuén Editores, 2001 ) 358 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Por ella a los rebeldes insolentes Por donde en justa guerra permitida oprime la soberbia y los inclina, puede la airada vencedora gente desbarata y derriba a los potentes herir, prender, matar en la rendida y la ambición sin término termina: y hacer al libre esclavo y obediente; la guerra es de derecho de las gentes que el que es señor y dueño de la vida, y el orden militar y disciplina lo es ya de la persona y justamente conserva la república y sostiene hará lo que quisiere del vencido, y las leyes políticas mantiene. que todo al vencedor le es concedido.

Pero será la guerra injusta luego Y pues en todos tiempos y ocasiones que del fin de la paz se desviare, por la causa común sin cargo alguno, o cuando por venganza o furor ciego, en batallas formadas y escuadrones, o fin particular se comenzare; puede usar de las armas cada uno, pues ha de ser, si es público el sosiego, por las mismas legítimas razones pública la razón que le turbare: es lícito el combate de uno a uno, no puede un miembro solo en ningún modo a pie, a caballo, armado, desarmado, romper la paz y unión del cuerpo todo. ora sea en campo abierto, ora estacado.

Que así como tenemos profesada En guerra justa es justo el desafío una hermandad en Dios y ayuntamiento, la autoridad del príncipe interpuesta, tanto del mismo Cristo encomendada bajo de cuya mano y señorío en el último eterno Testamento, la ordenada república está puesta; no puede ser de alguno desatada mas si por caso propio o albedrío, esta paz general y ligamiento, se denuncia el combate y se protesta, si no es por causa pública o querella o sea provocador o provocado, y autoridad del rey defensor de ella. es ilícito, injusto y condenado.

Entonces como un ángel sin pecado, Y los cristianos príncipes no deben puesta en la causa universal la mira, favorecer jamás ni dar licencia puede tomar las armas el soldado a condenadas armas que se mueven y en su enemigo ejecutar la ira; por odio, por venganza o competencia: y cuando algún respeto o fin privado ni decidan las causas ni se prueben le templa el brazo, encoge y le retira, remitiendo a las fuerzas la sentencia, demás de que en peligro pone el hecho, pues por razón oculta a veces veo peca y ofende al público derecho. que sale vencedor el que fue reo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 359 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Y el juicio de las armas sanguinoso Mas de ambición desnudo y avaricia justa y derechamente se condena, que a los sanos corrompe e inficiona, pues vemos el incierto fin dudoso, llamado del derecho y la justicia, según la suma Providencia ordena, contra el rebelde reino va en persona; que el suceso, ora triste, ora dichoso, y a despecho y pesar de la malicia no es quien hace la causa mala o buena, que le niega e impide la corona, ni jamás la justicia en cosa alguna quiere abrir y allanar con mano armada está sujeta a caso ni a fortuna. a la razón la defendida entrada.

Digo también que obligación no tiene Y aunque con justa indignación movido, de inquirir el soldado diligente sus fuerzas y poder disimulando, si es lícita la guerra y si conviene detiene el brazo en alto suspendido, o si se mueve injusta o justamente; el remedio de sangre dilatando; que solo al rey, que por razón le viene y con prudencia y ánimo sufrido, la obediencia y servicio de su gente, su espada y pretensión justificando, como gobernador de la república, quebrantará después con aspereza le toca examinar la causa pública. del contumaz rebelde la dureza.

Y pues del rey como cabeza pende Oprimirá con fuerza y mano airada el peso de la guerra y grave carga; la soberbia cerviz de los traidores, y cuanto daño y mal de ello depende, despedazando la pujante armada todo sobre sus hombros solo carga; de los galos piratas valedores; debe mucho mirar lo que pretende, y con rigor y furia disculpada, y antes que dé al furor la rienda larga, como hombres de la paz perturbadores, justificar sus armas prevenidas, muerto Felipe Strozi, su caudillo, no por codicia y ambición movidas. serán todos pasados a cuchillo.

Como Felipe en la ocasión presente, No manchará esta sangre su clemencia, que de precisa obligación forzado, sangre de gente pérfida enemiga, en favor de las leyes justamente que si el delito es grave y la insolencia las permitidas armas ha tomado, clemente es y piadoso el que castiga; no fundando el derecho en ser potente, perdonar la maldad es dar licencia ni de codicia de reinar llevado, para que luego otra mayor se siga, pues se extiende su cetro y monarquía cruel es quien perdona a todos todo, hasta adonde remata el sol su vía. como el que no perdone en ningún modo.

© Pehuén Editores, 2001 ) 360 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Que no está en perdonar el ser clemente Y se puede decir que no importara si conviene el rigor y es importante, disimular los males ya pasados, que el que ataja y castiga el mal presente, si de ello ánimo el malo no tomara huye de ser cruel para adelante; para nuevos insultos y pecados; quien la maldad no evita, la consiente el miedo y el castigo es cosa clara y se puede llamar participante, que reprime los ánimos dañados y el que a los malos públicos perdona y el ver al malhechor puesto en el palo la república estraga e inficiona. corrige la maldad y enmienda al malo.

No quiero yo decir que no es gran cosa Mas también el castigo no se haga la clemencia, virtud inestimable, como el indocto y crudo cirujano, que el perdonar victoria es gloriosa que siendo leve el mal, poca la llaga, y en el más poderoso más loable: mete los filos mucho por lo sano pero la paz común tan provechosa y con el enconoso hierro estraga no puede sin justicia ser durable, lo que sanara sin tocar la mano: que el premio y el castigo a tiempo usados que no es buena la cura y experiencia, sustentan las repúblicas y estados. si es más recia y peor que la dolencia.

Y no todo el exceso y mal que hubiere Quiérome declarar, que algún curioso se puede remediar, ni se castiga, dirá que aquí y allí me contradigo: que el tiempo a veces y ocasión requiere virtud es castigar cuando es forzoso que todo no se apure ni se siga: y necesario el público castigo; príncipe que saberlo todo quiere, virtud es perdonar el poderoso sepa que a perdonar mucho se obliga, la ofensa del ingrato y enemigo que es medicina fuerte y rigurosa cuando es particular, o que se entienda descarnar hasta el hueso cualquier cosa. que puede sin castigo haber enmienda.

La clemencia a los mismos enemigos Voime de punto en punto divirtiendo aplaca el odio y ánimo indignado, y el tiempo es corto y la materia larga, engendra devoción, produce amigos en lugar de aliviarme, recibiendo y atrae el amor del pueblo aficionado; en mis cansados hombros mucha carga; con el continuo rigor en los castigos así de aquí adelante resumiendo hace al príncipe odioso y desamado. lo que menos importa y más me carga, Oficio es propio y propio de los reyes quiero volver a Portugal la pluma, embotar el cuchillo de las leyes. haciendo aquí un compendio y breve suma.

© Pehuén Editores, 2001 ) 361 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

¿Qué es esto, ¡oh lusitanos!, que engañados A Vos, Eterno Padre soberano, contraponéis el obstinado pecho el favor necesario y gracia pido y con armas y brazos condenados y os suplico queráis mover mi mano, queréis violar las leyes y el derecho? pues en Vos y por Vos todo es movido, Qué, ¿no mueve esos ánimos dañados para que al portugués y al castellano la paz común y público provecho, dé justamente lo que le es debido, el deudo, religión, naturaleza, sin que me tuerza y saque de lo justo el poder de Felipe y la grandeza? particular respeto ni otro gusto.

Mirad con qué largueza os ha ofrecido Y pues Vos conocéis los corazones haciendas, libertades y exenciones, y el justo celo con que el mío se mueve, no a término forzoso reducido, y en los buenos propósitos y acciones mas con formado campo y escuadrones; el principio tenéis y el fin se os debe, y casi murmurando ha detenido dadme espíritu igual, dadme razones las armas convenciéndoos con razones, con que informe mi pluma que se atreve cual padre que reduce por clemencia a emprender temeraria y arrojada al hijo inobediente a la obediencia. con tan poco caudal tan gran jornada.

¿Qué ciega pretensión, qué embaucamiento, Queriendo Sebastián, rey lusitano, qué pasión pertinaz desafinada con ardor juvenil y movimiento saca así la razón tan de su asiento romper el ancho término africano y tiene vuestra mente trastornada? y oprimir el pagano atrevimiento, ¡Que una unida nación por sacramento prometiéndole entrada y paso llano y con la cruz de Cristo señalada, su altivo y levantado pensamiento, envuelta en crueles armas homicidas, allegó de aquel reino brevemente dé en sus propias entrañas las heridas! la riqueza, poder, la fuerza y gente.

¡Y unas mismas divisas y banderas Mas el rey don Felipe que al sobrino salgan de alojamientos diferentes, vio moverse a la empresa tan ligero, trayendo mil naciones extranjeras, al errado designio contravino que derraman la sangre de inocentes! con consejo de padre verdadero: E introducen errores y maneras y pensando apartarle del camino de pegajosos vicios insolentes, que iba a dar a tan gran despeñadero, dejando con su peste derramada hizo que en Guadalupe se juntasen la católica Espaiía inficionada. para que allí sobre ello platicasen.

© Pehuén Editores, 2001 ) 362 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

No bastaron razones suficientes Después que el mozo rey voluntarioso, ni el ruego y persuasión del grave tío, al africano ejército asaltando, ni una gran multitud de inconvenientes en el ciego tumulto polvoroso que pudieran volver atrás un río, murió en montón confuso peleando, ni el poner la cerviz de tantas gentes y la Fortuna de un vaivén furioso bajo un solo golpe al albedrío derrocó cuatro reyes, ahogando de la inconstante y variable diosa, la fama y opinión de tanta gente, de revolver el mundo deseosa. revolviendo las armas del Poniente,

Que el orgulloso mozo prometiendo fue luego en Portugal por rey jurado lo que el justo temor dificultaba, don Enrique, el hermano del abuelo, los prudentes discursos rebatiendo, cardenal y presbítero ordenado, todos los contrapuestos tropellaba; persona religiosa y de gran celo, y tras la libre voluntad corriendo de años y enfermedades agravado, su muerte y perdición apresuraba; más que para este mundo para el cielo, que no basta consejo ni advertencia ofreciéndole el reino la Fortuna contra el decreto y la fatal sentencia. con poca vida y sucesión ninguna.

¿Quién cantará el suceso lamentable, El gran Felipe, en lo íntimo sintiendo aunque tenga la voz más expedida, del reino y muerto rey la desventura, y aquel sangriento fin tan miserable y del enfermo don Enrique viendo de la jornada y gente mal regida, la mucha edad y vida mal segura, la ruina de un reino irreparable, como sobrino y sucesor queriendo la fama antigua en solo un día perdida, aclarar su derecho en coyuntura, todo por voluntad de un mozo ardiente, que por la transversal propincua vía movido sin razón por accidente? a los reyes y títulos tenía,

Otro refiera el aciago día, con celosa y loable providencia que a los más tristes en miseria excede, hizo juntar doctísimos varones que, aunque sangrienta está la pluma mía, de grande cristiandad y suficiencia, correr por tantas lástimas no puede; desnudos de interés y pretensiones, quiero seguir la comenzada vía que conforme a derecho y a conciencia, si el alto cielo aliento me concede, no por torcidas vias y razones que ya de aquesta parte también siento mirasen en el grado que él estaba, armarse un gran nublado turbulento. si el pretendido reino le tocaba.

© Pehuén Editores, 2001 ) 363 ( ALONSO DE ERCILLA LA ARAUCANA

Que doña Catalina, como parte, Atento al fuero, a la costumbre, al hecho duquesa de Braganza, pretendía, y otras muchas razones que juntaron, por hija del infante don Duarte, con recto, justo, igual y sano pecho, que de derecho el reino le venía; sin discrepar, conformes declararon y también don Antonio, de otra parte, ser don Felipe sucesor derecho, a la corona y cetro se oponía; y el reino por la ley le adjudicaron, mas, aunque del común favorecido, con tierras, mares, títulos y estados era por no legítimo excluido. bajo de la corona conquistados.

Y que de hecho el examen cada uno Vista, pues, don Felipe la justicia a tan arduo negocio conveniente, por tan bastantes hombres declarada, sin miramiento ni respeto alguno sospechoso del odio y la malicia diesen sus pareceres libremente; de la plebeya gente libertada, porque en tiempo quieto y oportuno, y la intrínseca y vieja inimicicia (1) prevenido al mayor inconveniente, en los pechos de, muchos arraigada, si el reino a la razón no se allanase, quiso tentar en estas novedades sus armas y poder justificase. el ánimo del pueblo y voluntades.

Todos los cuales claramente viendo Y con piadoso celo deseando que el transversal por ley y fuero llano el bien del reino y público sosiego, no representa al padre, sucediendo en la mente perpleja iba trazando el legítimo deudo más cercano, cómo echar agua al encendido fuego, el varón a la hembra prefiriendo por todos los caminos procurando y al de menos edad el más anciano, aquietar el común desasosiego, yendo la sucesión y precedencia que ya con libertad, sin corregirse, por decreto de sangre y no de herencia. comenzaba en el pueblo a descubrirse.

Don Antonio excluido y apartado Para lo cual fue de él luego elegido por ley humana y por razón divina, don Cristóbal de Mora, en quien había y el derecho igualmente examinado tantas y tales partes conocido, de don Felipe y doña Catalina, cuales el gran negocio requería, descendientes del tronco en igual grado, de ilustre sangre, en Portugal nacido, él sobrino de Enrique, ella sobrina, de quien como vasallo el rey podría él varón, ella hembra, él rey temido, con ánimo seguro y esperanza mayor de edad y de mayor nacido. hacer también la misma confianza.

(1) Enemistad, odio.

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Y enterarse del celo y sano intento Visto, pues, dilatar el cumplimiento tantas veces por él representado, de negocio tan arduo e importante, entendiendo la fuerza y fundamento por donde el popular atrevimiento de su causa y derecho declarado, iba cobrando fuerzas adelante, no traído por término violento, don Felipe envió con nuevo asiento, ni deseo de reinar desordenado; largo poder y comisión bastante más por rigor, de la justicia pura, para sacar resolución alguna por ley, razón, por fuero y por natura. a don Pedro Girón, duque de Osuna.

Así que, esto por él reconocido, Y al docto Guardiola, juntamente, como de rey tan justo se esperaba, porque con más instancia y diligencia, mirase el gran peligro en que metido vista de la tardanza el daño urgente, el patrio reino y cristiandad estaba, contra la paz común y conveniencia y tuviese por bien fuese servido diesen claro a entender cuán conveniente de sosegar la alteración que andaba, era tan gran discordia y diferencia declarándole en forma conveniente que el rey se declarase por decreto por sucesor derecha y justamente. cortando a mil designios el sujeto.

Con que en el suelto pueblo cesaría Y porque cosa alguna no quedase el tumulto y escándalo extraños, por hacer, y tentar todos los vados, y su declaración atajaría y la ciega pasión no perturbase grandes insultos y esperados daños; el sosiego y quietud de los estados, haciendo que en la forma que solía, antes que el odio oculto reventase, para después de sus felices años, dos eminentes hombres señalados el reino le jurase según fuero de los que en su Real Consejo había por legítimo príncipe heredero. últimamente a don Enrique envía.

Hecha por don Cristóbal la embajada, Uno Rodríguez Vázquez, que en prudencia, y de Felipe la intención propuesta, en rectitud, estudio y disciplina, tibiamente de Enrique fue escuchada, era de grande prueba y experiencia, dando una ambigua y frívola respuesta, de claro juicio y singular dotrina: que, por más que le fue representada el otro, de no menos suficiencia, la justicia del rey tan manifiesta, famoso en letras, el doctor Molina, procuraba con causas excusarse, ambos varones raros escogidos, sin quererla aclarar ni declararse. en gran figura y opinión tenidos.

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Para que Enrique, de ellos informado ¿Quién pudiera deciros tantas cosas y de todas las dudas satisfecho, como aquí se me van representando, a las Cortes que ya se habían juntado tanto rumor de trompas sonorosas, informase también en su derecho, tanto estandarte al viento tremolando, y al pueblo contumaz y apasionado, las prevenidas armas sanguinosas puesto delante el general provecho, del portugués y castellano bando, fueros y libertades prometiesen el aparato y máquinas de guerra, con que a su devoción le redujesen. las batallas de mar y las de tierra?

Y aunque entendiese el viejo rey prudente Viéranse entre las armas y fiereza ser esto lo que a todos convenía, materias de derecho y de justicia, pues por la expresa ley derechamente ejemplos de clemencia y de grandeza, el reino a su sobrino le venía; proterva y contumaz inimicicia, con larga dilación impertinente liberal y magnánima largueza, el negocio suspenso entretenía, que los sacos hinchó de la codicia, a fin que aquellos súbditos y estados y otros matices vivos y colores fuesen con más ventaja aprovechados. que fáciles harán los escritores.

Pues como hubiese el tardo rey dudoso Canten de hoy más los que tuvieren vena el término y respuesta diferido, y enriquezcan su verbo numeroso, llegó aquel de la muerte presuroso, pues Felipe les da materia llena del autor de la vida estatuido: y un campo abierto, fértil y espacioso; por donde al sucesor le fue forzoso, que la ocasión dichosa y suerte buena viendo al rebelde pueblo endurecido, vale más que el trabajo infructuoso, juntar contra sus fines y malicia trabajo infructuoso como el mío, las armas y el poder con la justicia. que siempre ha dado en seco y en vacío.

Habiendo antes con todos procurado ¡Cuántas tierras corrí, cuántas naciones muchos medios de paz por él movidos, hacia el helado Norte atravesando provocando al temoso (1) y porfiado y en las bajas antárticas regiones con dádivas, promesas y partidos; el antípoda ignoto conquistando! mas el poblacho terco y obstinado, Climas pasé, mudé constelaciones, no estimando los bienes ofrecidos, golfos innavegables navegando, la enemistad del todo descubierta extendiendo, Señor, vuestra corona al derecho y razón cerró la puerta. hasta casi la austral frígida zona.

(1) Testarudo, pertinaz.

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¿Qué jornadas también por mar y tierra Y aunque la voluntad nunca cansada habéis hecho que deje de seguiros, está para serviros hoy más viva, a Italia, Austria, a Flandes, a Inglaterra, desmaya la esperanza quebrantada cuando el reino por rey vino a pediros? viéndome proejar (1) siempre agua arriba, De allí el furioso estruendo de la guerra y, al cabo de tan larga y gran jornada, al Perú me llevó por más serviros, hallo que mi cansado barco arriba do con suelto furor tantas espadas de la Fortuna adverso contrastado estaban contra vos desenvainadas. lejos del fin y puerto deseado.

Y el rebelde indiano castigado Mas ya que de mi estrella la porfía y el reino a la obediencia reducido, me tenga así arrojado y abatido, pasé al remoto Arauco, que, alterado, verán al fin que por derecha vía había del cuello el yugo sacudido, la carrera difícil he corrido; y con prolija guerra sojuzgado y aunque más inste la desdicha mía, y al odioso dominio sometido, el premio está en haberle merecido seguí luego adelante las conquistas y las honras consisten no en tenerlas, de las últimas tierras nunca vistas. sino en solo arribar a merecerlas.

Dejo por no cansaros y ser míos Que el disfavor cobarde que me tiene los inmensos trabajos padecidos, arrinconado en la miseria suma, la sed, hambre, calores y los fríos, me suspende la mano y la detiene la falta irremediable de vestidos, haciéndome que pare aquí la pluma; los montes que pasé, los grandes ríos, así doy punto en esto, pues conviene los yermos despoblados no rompidos, para la grande innumerable suma riesgos, peligros, trances y fortunas, de vuestros hechos y altos pensamientos que aún son para contadas importunas. otro ingenio, otra voz y otros acentos.

Ni digo cómo al fin, por accidente, Y pues del fin y término postrero del mozo capitán acelerado no puede andar muy lejos ya mi nave fui sacado a la plaza injustamente y el tímido y dudoso paradero a ser públicamente degollado, el más sabio piloto no lo sabe; ni la larga prisión impertinente, considerando el corto plazo quiero do estuve tan sin culpa molestado, acabar de vivir, antes que acabe ni mil otras miserias de otra suerte el curso incierto de la incierta vida, de comportar más graves que la muerte. tantos años errada y distraída.

(1) Remar contra corriente.

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Que aunque esto haya tardado de mi parte y reducirme a lo postrero aguarde, sé bien que en todo tiempo y toda parte para volverse a Dios jamás es tarde, que nunca su clemencia usó de arte; y así el gran pecador no se acobarde, pues tiene un Dios tan bueno, cuyo oficio es olvidar la ofensa y no el servicio.

Y yo que tan sin rienda al mundo he dado el tiempo de mi vida más florido, y siempre por camino despeñado mis vanas esperanzas he seguido, visto ya el poco fruto que he sacado y lo mucho que a Dios tengo ofendido, conociendo mi error, de aquí adelante será razón que llore y que no cante.

FIN DE “LA ARAUCANA”

© Pehuén Editores, 2001 ) 368 (