<<

La tabla

COLECCIÓN NARRATIVA La tabla

Armando de Armas

ehc editorial hispano cubana La tabla Armando de Armas

Colección Narrativa

© Reservados todos los derechos de la presente edición a favor de: Editorial Hispano Cubana, Madrid, 2008. © Cubierta: “Vida o muerte”, 2008. Acrílico sobre lienzo de Raúl de Zárate.

Edición: Grace Piney.

Primera edición: Octubre de 2008. ISBN: 978-84-936493-3-3 Depósito Legal: B 48461-2008

Editorial Hispano Cubana. C./ Orfila, 8, 1º A 28010, Madrid. España.

Telf.: 34 91 319 6313 Fax: 34 91 319 7008

Internet: www.editorialhc.com E.mail: [email protected]

Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio, salvo autorización por escrito de la editorial. Impreso en España. Índice

Parte I...... 15 Parte II...... 159 A mis hijos Andy, Amanda, Armando y Ariadna.

A mi madre.

A la memoria de mi padre.

A Mimí, que salvó esta novela de entre las aguas embravecidas.

A Lázaro, que con sus llagas, sus muletas y sus perros, camina por entre las páginas de este libro; a Lázaro, el vencedor. ¡Oh, qué cosa de ver era esta tan temerosa y rompida batalla, cómo andábamos pie con pie, y con qué furia los perros peleaban, y qué herir y matar hacían en nosotros con sus lanzas y macanas y espadas de dos manos!

Bernal Díaz del Castillo Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. Parte I la pistola; entre la pelvis y el calzoncillo, aparte de hacer que las pepillas le miraran a la portañuela, asombradas y lujuriosas, tenía el poder de abrirle todas las puertas, despejar todos los caminos; por- que de eso se trataba, de abrir puertas y despejar caminos, o mejor, de abrir la puerta y despejar el camino que lo condujera a brincar el charco; curiosa la relación charco-mar; guajirito por caminos de agua y fango, haciendo equilibrios; calculando, meditando el mejor modo de saltar de una piedra a otra para llegar a la escuelita a dos kilómetros de su casa sin manchas de fango en los zapatos va-que- te-tumbo; que difícilmente podían hacer juego con la flamante paño- leta blanca y azul anudada al cuello; sonreía a media boca, modo peculiar suyo, aprendido quizá para resultar maloso y despreciativo; los pioneros que vinieron después, cuando él ya estaba en el preuni- versitario, la usaban de un rojo chillón; todavía no había visto el mar, y por las noches, sin otro punto de referencia, se lo imaginaba o soñaba como un enorme charco que siempre se podía brincar con un poquito de agilidad y suerte; sólo mucho después, a tanto rogar de unas primas, la madre consintió en que Amadís y el hermano se hicieran pioneros, y así tuvieran derecho a participar de un plan va- cacional en la playa, y, por primera vez, y única en su vida, una realidad imaginada no le resultó decepcionante al compararla con la realidad-realidad; plato Grande Grande Grande llenito de agua no podía caberle en la cabeza, con barquitos allá donde el cielo y el agua parecían copular; ¿y los países?; ¿dónde estaban los países y

15 La tabla sus gentes y sus luces?; porque… si había otros países en el mundo tenían que verse desde la orilla, allá donde las olas hacen espuma igual que cuando mami hierve la leche; caminaba con rumbo a la Avenida del Puerto, y la primera bocanada de aire y salitre le llegó de golpe para quitarle de las narices el olor a cuartería y anunciar el mar; ¿qué dirían las marquesas dueñas de antiguas mansiones con- vertidas en cuarterías acerca del uso racional del espacio?; la mare- jada de gente lo subió casi sin percatarse en una ruta 119 para situar- lo, de golpe, tras un policía, lo empujaban, y él empujaba al policía sin poderlo evitar, se arqueaba para no repellarle el culo con la pis- tola, pero lo mismo, se veía comprimido contra el compañero; ¿com- pacuánto?; com-pa-ñe-ro, chico, c-o-m-p-a-ñ-e-r-o; que lo miraba de reojo; ¡ay mi madre ¿qué es esto?!, ¡qué suerte la mía!, este hom- bre va a pensar que soy bugarrón; la guagua, frenazos, voces; ¡los medios, pasen los medios y no empujen!, caballeros; ¡que no me empujen, por favor, que no me empujen!; compañero policía con la pistola entre las nalgas, y Amadís; que pase pronto, que pase algo que me borre de pronto, que lo borre de pronto, una luz; la luz de Yara; el cine Yara; no tiene por qué acomplejarse el compañero, que pistola es hembra, no macho, pero en la prisión se le dice pistola a los bugas, a los que disparan a los machos en el baño; si el compa- ñero fuera una jeva, algunas jevas no protestan; una vez recosté una rubia y comenzó a menearse marcha atrás, ¡qué loca!; ¡ayayayyy!, ahora sí, ¡qué lío!, se me está parando; el policía; ¡compañero, por favor, sepárese un poco que me molesta!; sí,… sí, disculpe, la gente, ¿sabe?; bandazo, va contra el tubo de un asiento; sintió un sudor correrle por la espalda y un temblor castañetearle los dientes; la ru- bia, tengo que pensar en la rubia, el guardia sigue mirando con cara de pocos amigos; Amadís se corrió poco a poco hacia la puerta de salida, y en la primera parada se tiró y caminó hacia cualquier parte; los pies blancos, delicados, por la costumbre de no caminar descalzo por aquello de que los parásitos entran por la planta del pie, adivi- nando dónde las piedrecillas resultasen menos molestas, y por fin, la arena, húmeda y suave, un escalofrío, como si estuviera a punto de orinar; primero un pie, después el otro, como el primer hombre en la Luna, y avanza hasta que el agua le da a la altura de las rodillas; la

16 Armando de Armas

Abuela; el mar es persona viva, mijito, Dios lo creó pero le pasó con él como con el Diablo, se le fue de las manos y un día tuvo el valor de plantearle un trato a Dios, consistía en tragarse un humano cada año o, por el contrario, la variante de tragarse cada año una pulgada de tierra; Dios, como Dios, no es bobo y se puso a pensar en que si escogía la variante de la tierra en algunos miles de años el mar no dejaría ni donde amarrar la chiva, y prefirió sacrificar a los humanos, como buen general que sabe de antemano los soldados que sacrifica- rá a la conquista o el mantenimiento de un fuerte; pero el mar es de madre, pues siempre coge más de lo pactado, solamente cada vez que se hunde un barco cuántos no se traga; ¿cuántos cabrán en un barco?; ¡ufff!, un seremil de gente; cuota del mar, cuota del mes, li- breta de alimentos; había avanzado tambaleándose, miró la inmensi- dad del mar y tuvo vahídos, el calor del sol reverberándole en el rostro y la frialdad del agua que le subía hasta los fondillos le produ- jo una agradable sensación; se agachó hasta tener el agua a la barbi- lla y braceó como si nadara, era increíblemente fácil nadar, se sepa- raban los pies del fondo, se le daba a los brazos, y había un instante durante el que se flotaba; flotar era algo estupendo, así, bracear para que los otros piensen que sé nadar, que he estado otras veces en el mar, ¿y los tiburones?, ¿habrá tiburones aquí?, dice la Abuela que para morder se viran bocarriba; pero no, también dice que el tiburón es cobarde y que cuando siente la bulla de la gente no ataca; ahora floto más y si quisiera podría dar la vuelta a Cuba; ¡vuelta a Cuba en 80 mundos!; Sebastián de Ocampo bojeando la isla en un short que parece un calzoncillo de patas largas y que al mojarse transparenta la pichita toda engurruñada; o tal vez fuera mejor ver si caminando caminando se puede llegar a los otros países y ver cómo son y cómo viven sus gentes; de todas formas, por ahora, me voy conformando con bracear cerca de la costa y tirarme pedos dentro del agua; blu blu blu, las burbujitas suben y uno con cara de yo no fui y un friecito como un soplido en el culo; campamento de pioneros; la noche caía y los hicieron alinearse militarmente, cada niño buscó su escuadra y hubo un momentáneo atolondramiento general; a la luz de las foga- tas se podía leer un enorme cartel; PIONEROS POR EL COMU- NISMO, SEREMOS COMO EL CHE; cuando dieron la voz de si-

17 La tabla lencio se quedó solo con la oscuridad, y su miedo, cubierto con la sábana hasta la cabeza; entonces, aquello que debió ser una rana comenzó a reptarle, húmeda, babosa, sobre la sábana que Amadís empapaba de un sudor terroso como si fuera un muñeco de fango diluyéndose en agua, y fue pasando por el abdomen, por el pecho, por el cuello, por la cara, las asquerosas patitas arañando la sábana; ¡paf!, le dio un manotazo y la proyectó contra la tabla de la litera de arriba, y le cayó de nuevo encima, y comenzó a moverse lenta, pesa- damente, como si el manotazo la hubiese hecho crecer; al amanecer, Amadís se encierra en un baño y arrodillado; ¡Dios mío!; con golpe- citos en el pecho como le enseñó el Abuelo; haz que esos bichos no me pasen más por arriba y haz… Ramón, un compañero del aula, entra en el baño; ¡caballeros aquí entre nosotros hay un religioso!; Amadís lo cogió por el cuello, y Ramón no hizo nada porque una vez se fajaron bajo el mamey de frente a la escuela y Amadís saltaba y gritaba; ¡aaahhh!, ¡aaaahhhh!; al tiempo que tiraba patadas apren- didas en un viejo manual de defensa personal, mientras Ramón re- trocedía entre sorprendido y asustado; ¡yo con trampitas no me fajo!; el tren; bim, bam, bum; puuuaaa, puuuaaa; violando la noche como sinfonía de mil bueyes de hierro que halaran recostados al aguijón; ¡nunca tires, hijo, contra el aguijón!; Amadís luchaba por no dormir- se, tres asientos delante de él había colocado la pistola dentro de un bolso, si registraban nadie sería el dueño; pero, por otra parte, tam- bién le preocupaba que cualquier gil se la fuera a robar; no se consi- gue una pistola todos los días, una Makarov, 50 dólares, los dólares se consiguen más o menos fácil, lo que no había resultado fácil era el contacto, y sobre todo, lograr que entre él y la cadena hasta el contacto que proporcionaría el artefacto no hubiera ningún chiva; ¡mi madre qué cantidad de chivatos!, en los tiempos del fin del mun- do los hijos venderán a los padres; o algo así, no me acuerdo bien; el tío predicándole; el día del Juicio Final sólo se salvarán los Testigos de Jehová, entonces el Paraíso será para nosotros, nada perturbará la felicidad alcanzada, todo nos estará dado; aceptó formar parte de la apocalíptica secta, no tanto por las bondades del Paraíso como por el terribilísimo fin que le auguraban de no acogerse a las leyes de Jeho- vá; ¡vaya cosa!; sonrisa a media boca; las religiones, sectas, ideolo-

18 Armando de Armas gías, hermandades y todo cuanto se propone salvar al hombre, per- feccionar al hombre, se apoyan en el terror y comienzan exigiendo renunciamientos; en la escuela; ¡Amadís, patiblanco!; ¡que viva la religión de los patiblancos!; el coro grita y él a piedra limpia con todos, se fajaba, pero la secta prohibía la violencia; el tío; Amadís, hijo, a Cristo le dieron una bofetada y puso la otra mejilla; ¡pinga la otra mejilla!, al que me dé le doy, si no puedo con la mano le doy con una piedra o un palo; primera lección aprendida del padre; y enton- ces los primos más grandes de Amadís comenzaron a tenerlo en cuenta y lo usaron como gallito de pelea para jugarse la peseta de la caja de cigarros; media sonrisa y miró por primera vez a la mucha- cha que dormía o fingía dormir en el asiento de al lado; pero los primos sólo se acordaban de él para jugarse la peseta, y si él tenía líos con los más grandes no lo defendían; creó la pandilla o la gue- rrilla, y fue el jefe, justo, decidido y valiente, como los jefes de las guerrillas que estaban luchando por la libertad de América Latina; Comején, tenía edad de estar ya en el Servicio Militar Obligatorio, venía arrogante en su caballo blanco; ¿blanco como el de Maceo?; la guerrilla lo esperaba emboscada detrás de una cerca de piña, y; ¡búmbata!, ¡búmbata!, piedras y flechas, el caballo parado en dos patas ¡y allá te va Comején al suelo!; clavícula fracturada; ¡a-a-a-a- a!, ¡a-a-a-a-a!; ¡primera victoria de la guerrilla contra el Imperialis- mo Yanki; bim, bam, bum, el tren cabecea por la línea y la muchacha contra su hombro; ¿estará dormida?, una mano se me va como al descuido entre sus muslos calientes calientes calientes que queman, de carnes duras, y ni protesta; ella, la posibilidad de que el viaje hasta Cienfuegos no fuera sólo bim bam bum, siete horas de bim bam bum, sacudido como un pelele, con paradas en puebluchos pol- vorientos que ¡válganos Dios no vivir en uno de ellos!, sin otra alter- nativa, alter-nativa, al-ter-na-ti-va; eso es, la posibilidad de que las cosas no fueran necesariamente y para siempre como se presentan, o como las presentan, o como se encuentran, o como las fuerzan, o como; la guerrilla era también una alternativa; los arcos se hacían de ramas de Guamá; ¿quién fue primero, el cacique o el árbol?, ¿será el árbol un homenaje al cacique?, ¿es el cacique una encarnación del árbol que ejerce su reinado de disparo y flecha a través de él?; y las

19 La tabla flechas de güin con puntillas de acero; ¡zas!; Amadís era el mejor tirador con arco, la flecha elevándose en el aire, curvando allá arriba, extraño animalito detenido contra el cielo un instante, una eternidad, para caer dócilmente clavada dentro del círculo hecho en la tierra a varios metros de distancia del lugar del lanzamiento; los malos esta- ban escondidos en el platanal y Amadís desplegaba a los suyos para rodearlos; ¡alataqueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!; las hojas de los plátanos vuelan despedazadas y las flechas se clavan cimbrando en los troncos y a él le fascina porque así debe ser la guerra; ¡no pasa- rán!; ¡y el pueblo unido jamás será vencido!; media sonrisa; y los muslos calientes calientes calientes que se quieren abrir que no se abren que se abren; el primo medio idiota es el jefe de los malos, desde atrás de una mata de plátano asoma imprudentemente el cabe- zón; Amadís pone en una misma línea la flecha, el sacabocado del arco y el cabezón del primo; ¡zas!, vuela la flecha para posarse allá donde el bobo berrea con el güin clavado en un ojo; ¿ojo?; el ojo de la cerradura, el ojo de la aguja, el ojo de Dios y el ojo del culo, el más vilipendiado de todos los ojos, injustamente además, porque independientemente de su función utilitaria, racional, tiene la otra, la del placer, que para eso también parece que se hizo, y si no se hizo para eso, al menos, ¡con seguridad!, quien pruebe, coja un culo una vez, jamás pierde la costumbre de probar, coger culos; el ojo del bobo cicatrizó arrugado como el culo; se robaba la escopeta 16 de dos cañones del tío Periquín; ¿del tío Periquín?; no, del Viejo, lo que el tío Periquín era miliciano y militante del PARTIDO y podía tener- la; dice la Vieja que vinieron como a las doce de la noche; ¡somos del 26!; con pañuelos cubriéndoles el rostro y apuntando al Viejo con una pistola; ¡las armas, dónde están las armas!; el Viejo; lo que tengo por ahí es un escopetín; la Vieja; no le tienen que apuntar que se les puede ir un tiro; ellos; es sólo precaución; la escopeta hizo toda la revolución y volvió con el triunfo, la encontraron por casa de Evelio, el bodeguero bueno que fiaba sin esperanzas de cobrar y traía los víveres a domicilio, montado en un caballo con menos bríos que Rocinante, y la recuperaron porque uno de los yernos de Evelio era del 26 de Julio; avanzaba agazapado por entre los cañaverales, las hojas le cortaban el rostro y el cuello como navajas, collares de

20 Armando de Armas

Santa Juana, y, bam, bam, bam, tiraba con la boca, apuntaba hacia imaginarios mercenarios que habían desembarcado en la zona; ¡Cuba síííííííííí, Yankis nooooooooooo!; y; ¡Fidel, seguro, a los Yan- kis dales duro!; enfebrecido, creyéndose héroe de la Revolución Mundial; el tío Periquín lo regañaba por la travesura, mientras hacía un guiño, orgulloso, a sus colegas del PARTIDO; aquí hay un pichón de comunista; él se hinchaba de pecho y ponía el ceño fruncido como en las fotos que aparecían en los periódicos de esos barbudos que Amadís imaginaba de una especie entre el ángel y el guerrillero, sintiéndose recompensado del día en que Periquín lo sorprendió le- yendo la Biblia; ¡qué cojones es eso de un comunista leyendo la mierda esa!; y Amadís; tío a mí lo que me hace falta es una Biblia y un fusil; el tío; una Biblia no, un fusil; pero Camilo Torres; ¡Camilo Torres pinga!; subía la mano, con cautela, como quien no quiere la cosa y quiere, un poquito más y le cojo el bollo, el bollón, bollo de pan, pan con pelo, el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy, y si no me lo dan me lo cojo, el duro pan-con-pelo-nuestro-de-cada-día; la Biblia y el fusil, la cruz y la espada; ven indito lindo, besa la cruz para que te vayas al cielo, ven indito ingenuo, indito pobre, indito maricón, no temas y besa la cruz, y; ¡chasss!, en nombre del Padre, del Hijo y el Espíritu Santo; la espada ha cortado el aire y la cabeza ensangrentada rueda por el polvo; María Concepción aparecía en- vuelta en el rocío y la neblina, cubriéndose con una estola negra y raída, casi siempre con un regalo y siempre con un chisme nuevo sobre el barrio; dicen que anoche Jesús cogió a la mujer con el Va- quero, ¡qué barbaridad, caballeros, son unos desvergonzados porque siendo hermanos no es para que anduvieran haciendo cochinadas!, ¡incesto le llaman a eso!; levantaba las manos por encima de la ca- beza; Jesús le cayó atrás con una estaca que si lo agarra lo mata, total para nada, cuando se cansó de correr viró y ahí sigue con la puta, que el que nace pa’ tarrú del cielo le caen los tarros; Blanca Nieves y los siete enanitos; Blanca Nieves; Blanca Nieves lamiéndose el semen como una perra, el semen que le echan encima los siete enanitos; María Concepción; uno de ustedes va a ser mi yerno, refiriéndose a Amadís y a su hermano Eloy, Amadís baja la cabeza todo colorado; el baño de la escuelita para hembras y varones con una división de

21 La tabla cartón con huequitos abiertos a puntilla por los pioneros, Amadís mira por los huequitos; la China, hija de María Concepción, sentada en la taza, de nalgas blancas, blancas nieves de todos los enanitos; nalgas nieves de todos los bugarroncitos; China-nalgas-nieves del vacilón; bim, bam, bum; le cogía la pelota del sexo por encima del jeans humedecido, impregnado de un olor a mar que lo desquiciaba; la Abuela; mijito, eso de las mujeres es animal inmundo, huele a bacalao; la muchacha se contorsionaba, se mordía las manos y reso- plaba como una yegua; María Concepción a la Vieja; mira Paula, dame lo que tú quieras por la máquina de coser, yo sé que a nosotros nos queda poco en este país y de algo hay que ir viviendo; ¿y Ruper- to?; bueno, Ruperto hasta que no le den la libertad, y eso nunca se sabe, porque él es plantado, ha estado en huelgas de hambre y esas cosas; ¡no!, ¡no!, espere, Paula, yo no quisiera que él me exija que me vaya alante con los muchachos, es duro, pero qué vamos a hacer, ya no tengo qué vender, y a propósito, habla lo de la bicicleta con el viejo Montalbán; Amadís y Eloy, miradas de alegría; la Vieja; sí, sí, el Abuelo va a vender un torete para comprar la bicicleta, Amadís es el niño lindo del viejo Montalbán; la mujer se aparece todas las no- ches vestida de negro en la curva de la escuela vieja, la que quema- ron, dicen que para hacer sabotaje; no, ella no hace nada, sólo pasa muy erguida y sin mirar a ninguna parte; mami, tengo miedo, ¿por qué sale esa mujer?; hijito, esas son cosas del otro mundo, o de éste, nadie sabe, pero no le tengas miedo, María Concepción la vio la se- mana pasada y le entró un escalofrío por toda la espalda, ¡figúrate tú, una cosa de esas!; ¿mami por qué está preso el marido de María Concepción?; por regar grapas en las carreteras, mijo; ¿y él es un hombre malo?; no, mijo qué va; ¿para qué, entonces, regó las grapas esas?; ¡muchacho, carajo, no preguntes tanto que me atormentas!; la mañana es fría, Amadís y Eloy tiritan envueltos en unos abrigos lle- nos de parches; el abuelo Montalbán; tengan calma, muchachos, que todo llega y todo pasa; el hijo de María Concepción no acaba de llegar con la bicicleta, que viene, que no viene, que a lo mejor se arrepintió; ¿es aquél?; no, aquél es un hombre; alegría; saltan sobre el rocío; es él, ya viene el hijo de María Concepción; el Abuelo, a falta de otros conocimientos técnicos regatea el precio señalando

22 Armando de Armas una abolladura en el guardafango delantero, se ponen de acuerdo y; ya está Amadís en la vieja y flamante bicicleta Niágara, aprendiendo a montar, y a pelarse rodillas y codos; después, todo un señor bici- cletero, acrobacias; mira mami, sin las manos; ¡qué lindo el niño, Viejo!; mira mami, sin los pies; ¡es un tártaro, Viejo!; mira mami, sin los dientes; es un comemierda, Viejo, se nos va a matar en esa condenada bicicleta; el abuelo Montalbán; Amadís, si no coges fun- damento te voy a vender la bicicleta; un tren de pedales, un tren con miles de pedales, un tren de remos; los remeros al son de látigo y tambor; chas, bam, bam, chas; ¿por qué el látigo?; el látigo sólo ha cambiado la ornamentación del mango a través de la Historia, LÁ- TIGO, es curioso el avance de la nave por la fuerza del látigo, el avance del mundo por la fuerza del látigo; las pirámides de Egipto y el látigo, Dios y el Infierno; el látigo de los surcos en la piel y el lá- tigo de los surcos en la mente; ¿con cuál te quedas?; ¿y tengo que escoger uno?; la ideología y las grandes masas; Cristo y el mar, Cris- to caminando por el mar así como si nada, si yo fuera Cristo otro gallo cantaría; ¿y qué prueba que no lo sea?; Moisés dividiendo las aguas del Mar Rojo; 600.000 almas, hombres, mujeres, niños, con sus jolongos, cucarachas, cacerolas de barro y plata, piojos, asnos, corderos, ladillas, vacas flacas que los niños empujan para que avan- cen, sol abrasador; ¡téngase en cuenta no se habían inventado las gafas!; arenilla en los ojos; ¿conjuntivitis hemorrágica?; no, eso fue un invento posterior de la CIA para desestabilizar al gobierno y al pueblo cubano; Jehová desde su nave cósmica dirigiendo los escua- drones israelitas; Jehová tirando tortas de casabe y botellas de agua mineral Ciego Montero; abajo, la rebatiña, puñaladas, gritos, niños aplastados que se calcinarán sobre la arena; Moisés; ¡no cojan lucha, habrá para todos!; un clamor, ¡paratodospingaaaaaa!; el éxodo; las aguas tragándose los ejércitos y carros de guerra del Faraón; la pis- tola en el bolso y la puta que me abre las piernas; los heroicos co- mandantes Amadís y Eloy; pie de foto en el periódico Granma; ellos, el Hombre Nuevo, invencibles hijos de nuestra patria socialista; ¿pa- tria con apellidos?; niños de barbas y pelos largos y el rostro ceñudo y el pecho cruzado por carrileras de balas, ¡muerte al enemigo!; en- vidia del niño vietnamita que salió en la prensa porque había matado

23 La tabla

19 soldados Yankis; crear uno, dos, tres, muchos Viet-Nam; Abuela quiero que venga la guerra; niño, tú estás loco, tú no sabes lo que es eso, ni el apellido Guerra es bueno tenerlo; sí Abuela, hace falta para acabar con el Imperialismo; no matarás, dijo Dios; David mató a Goliat, Abuela; ah, bueno, pero Goliat era un grandulón abusador; Goliat desafiando ejércitos enteros desde una colina; David ylas vueltas de la honda; David soltando la cuerda en el instante exacto en que la posición de la piedra hace línea recta con la frente del gi- gante; el gigante golpeado en la frente y cayendo despatarrado hacia atrás; el primo Palenque sí era bueno en el tiro con la honda, a cien pasos no había quién se le parara porque lo tumbaba como un pollo; Amadís no, Amadís podía tumbar a cualquier incauto que se le para- se detrás o a los lados pues la piedra siempre le salía para cualquier parte menos hacia donde debía; la honda era un arma magnífica para cuidar el arroz de los pájaros; a Amadís el único trabajo del campo que le gustaba hacer era cuidar el arroz, horas y horas solo, con una buena provisión de mandarinas; ¿sería ese el alimento predilecto de los mandarines chinos?; cobijado en una pequeña cabaña vara-en- tierra cuando castigaba el sol o arremetía la lluvia, vagando de un lado para otro del campo; a-a-a-a-a-a, a-a-a-a-a-a; espantando las nubes de pájaros negros que levantaban el vuelo para, empecinada- mente, posarse un poco más allá; por eso era bueno también tener un caballo, pero el Viejo casi nunca se lo quería prestar; en realidad no le importaba tanto pues caminando por entre el mar de arroz se le transformaban las cosas, el mar de arroz era entonces mar de verdad, o río, mejor río; el arroyo de la tierra me complace más que el mar; y él, capitán de una nave de contrabandistas y los remeros sin látigo pero con amoríos a todo lo largo de las aldeas situadas a orillas del río de arroz; arroz con agua se quiere casar; y los pájaros que hacen su zafra; la zafra de todo el pueblo y la zafra de todos los pájaros; y el Viejo, ¡carajo este muchacho no sirve para nada que uno le man- de!, siempre está como en las nubes; ¿por qué el primo Palenque sabía usar tan bien la honda?, él nunca había leído la Biblia ni nin- gún otro libro; es como si el hombre se comportase igual en todas las partes y en todas las épocas, como si siempre estuviera naciendo para responder de la misma manera a los mismos problemas; ¿qué

24 Armando de Armas conexiones podían existir a través del tiempo y el espacio entre Pa- lenque y David, o entre David y Amadís?; ¿por qué me habrán nom- brado Amadís?; porque el Viejo no sabe leer y la Vieja habrá leído una que otra novelita de Corín Tellado, por tanto me parece difícil que haya sido por el Amadís de Gaula; ¡el caballero Amadís!, suena cómico; en todo caso mejor sería el caballero proletario Amadís; yo, un proletario, suena mucho más cómico todavía; buscándome el sus- tento con el sudor de mi frente, no, eso no, mejor con el sudor del que está al frente y si por una casualidad tiene que ser con mi sudor que sea con el de la cintura; menea menea, menea la cinturita; ¿un intelectual?; ¿un artista?; ¿un lumpen-proletario?; ¿un aristócrata del espíritu?; ¿un delincuente?; posiblemente nada de eso y todo, creo que simplemente soy; ¿y si yo no fuera yo quién sería enton- ces?; ¿yo habré sido yo otras veces?; ¿de dónde vengo y a dónde carajo voy?; ¿existiré?; ¿o seré la imagen de alguien que alguna vez existió o existe sabe Dios en qué lugar del Universo?; todo esto es muy complicado para esta pobre cabeza mía que me va a estallar en cualquier momento en que siga pidiéndole más de lo que ella me puede dar; Amadís bajó el zíper y metió la mano por entre la enreda- da madeja de pendejos, la muchacha se abrió aun más de piernas y él frotó justo donde ella más lo sentía; el bollo es mejor que pensar en boberías, me quita el dolor de cabeza, es una aspirina; tibio, mo- jadito, ¡qué bien se debe estar dentro de un bollo!; el mundo debiera ser como un bollo; seguro el Paraíso Bíblico era un enorme bollo, pero, ¡vaya ironía!, se perdió precisamente por un bollo; Adán y Eva desnudos en el Paraíso; ¿sería Eva tan linda y bien formada como la han pintado o no sería más que el punto preciso en que la mona se negó a que se la metieran en cuatro patas y, con esa resolución pro- pia de las hembras a la hora de cambiar, se viró para recibirla de frente?; el punto en que la mona dejó de serlo para recibir más que la penetración violatoria, la caricia, primero torpe, después experta, siempre excitante, y el beso intercambiador de salivas más que el mordisco, pero que de todas formas iba a continuar por mucho tiem- po con el cuerpo cubierto de pelos; a Adán no debió gustarle mucho la gracia del cambio; ¡macho al fin y al cabo era reaccionario!; por- que todavía es y le gusta poner a Eva en cuatro patas, aunque, vamos

25 La tabla a dejarnos de bobería, es probable que la nostalgia por la antigua forma le quedara a los dos porque a las mujeres también les gusta ponerse o que las pongan en cuatro patas; bueyes, arados, hombres, mujeres, chapoteando dentro del agua y el fango, hundiéndose, emergiendo, cubiertos de una costra achocolatada, haciendo surcos que el agua cubre inmediatamente; arar en el mar; es como si desde siempre hubiésemos estado arando en el mar, obligados a arar en el mar; dejan caer con desgano la caña de semilla y lo que se pretendía un surco recto; un surco como los lineamientos del Partido; se con- vierte en un amontonamiento informe de canutos de caña que nave- gan en todas direcciones; aseguraban los del Partido que esa era un tipo de caña que podía prender; ¡¿prenderme por qué, si no he come- tido ningún delito?!; y desarrollarse en el agua, de un mayor rendi- miento, que después, inclusive, podía cortarse desde balsas acondi- cionadas para ese fin, con lo que de paso se humanizaba el trabajo del obrero; ¿no era ese un fin del Socialismo?; porque, de verdad, no es fácil batirse de tú a tú con la caña sin que haya un charco de agua para refrescar de vez en cuando que el cuerpo te lo pida; estas ideas, por románticas, entusiasmaban a Amadís y lo transformaban de ca- pitán de contrabandistas de perlas en capitán de las cañas acuáticas; ¡OFENSIVA REVOLUCIONARIA DE LOS 45 DÍAS!; cada cam- pesino un soldado de la siembra de caña, cada yunta de bueyes es un tanque anfibio, cada arado un torpedo; adelante, compañeros, que todo sea por LOS DIEZ MILLONES, y que no quepa duda; la duda sólo es propia de los espíritus débiles, los machos machos de verdad no dudan; de que ¡VAN!, ¡VAN!, van viendo cómo las masas orga- nizadas lo pueden todo, Dios no existe, las masas son Dios, ni Dios ni la naturaleza ni el Imperialismo ni sus secuaces lo van a impedir; dirigente partidista desde el lomo de una yegua de nalgas abundosas que se entretenía a la caza de canutos de caña navegantes por entre sus patas; ese abono que a lo mejor ustedes piensan que se pierde en el agua, ¡no se perderá!, ¡hará fructificar la caña!; un abono que Amadís consideraba una maravilla porque al entrar en contacto con el agua hacía chuuuuuiiiiisssss, y se ponía frío frío que congelaba; sólo la revolución ha permitido que el campesino tome agua y cer- veza fría; el día que el triunfo alcancemos ni esclavos ni dueños ha-

26 Armando de Armas brá; el día que alcancemos el triunfo traeremos mil cajas de cerveza y cuatro toneladas de abono para enfriarla; el padre de Amadís; vein- te días sin poder atender su sitio de labor, estaba allí para que no le quitaran los bueyes; ¡los bueyes son del pueblo!; ¡oiga compay, esto es mierda!; ¡¿compañero, cómo se atreve?!; ¡me atrevo, bien, quién cojones ha visto eso de caña acuática ni qué ocho cuartos!; el diri- gente clavó las espuelas a la yegua y salió disparado de la siembra; Periquín a Amadís; tu padre es un arado de bruto pero tiene la razón, pero lo que pasa, sabes, es que no es político decirlo así; ¿qué cosa es político?; hijo, no decir lo que no conviene que se sepa o decirlo sólo a determinados niveles donde se entienda y no pueda ser apro- vechado por el ENEMIGO, todo esto no son más que errores subje- tivos que habrá que analizar a su debido tiempo; ¿cuál es el debido tiempo ese?; el que el Partido y Fidel decidan, pero no te preocupes que lo importante, lo grande aquí, son el Socialismo y los Diez Mi- llones, todo lo demás es bobería, cuestión de puntos de vista; Ama- dís; seguro los americanos van a atacar para impedir que se den los Diez Millones esos, porque ellos saben que son muy importantes para nosotros, y voy a ser un niño héroe, voy a guerrear junto al tío Periquín, que de seguro entonces sí me dará la escopeta de dos caño- nes para defender la patria agredida, rellenaré los cartuchos con per- digones para hacer la gran cacería de americanos, que la Abuela me ha contado que en África es con perdigones con lo que cazan elefan- tes, pero también que a la guerra se llevan dos jabas, la de perder y la de ganar; ¿y los elefantes son guapos, Abuela?; no, guapos son los leones, pero cuando el elefante coge calor ni el león que es el Rey de la Selva se mete con él; ¿y los cubanos, son guapos?; sí, mijito, es el pueblo más guapo del mundo, fíjate que se fajaban a machete limpio con los españoles y los españoles tirándoles con Mauser, y déjame decirte una cosa, los españoles se las traen también, porque ahora los libros dicen que huían nada más de ver a la caballería cubana en son de ataque, ¡y eso es mucha mentira!, porque si así hubiera sido qué gracia tendría el haberles ganado la guerra; ¿y Fidel, es guapo?; bue- no, parece que sí, ¿no ves que nos tiene metidos en cintura?, pero dime, ¿no te parece que eres un poco preguntón?; Amadís despertó asustado desde sus cinco años, los dientes le castañeteaban sin con-

27 La tabla trol, la madre lo apretaba entre los brazos y; búmbata, búmbata, búmbata; las bolas de candela pasaban por encima de la casa en tre- mebunda parábola desde el aeropuerto militar hasta la ciudad de Santa Clara; los hombres del barrio corrían hacia cualquier parte; ¡los americanos, llegaron los americanos!; el tío Periquín como jefe de milicias intentaba, inútilmente, organizar a los vecinos de acuer- do con los planes diseñados para el caso de una agresión, mientras uno se lamentaba en calzoncillos; ¡los refugios!, ¿por qué no han hecho los refugios?; el padre de Amadís; ¿y tú?, ¿por qué no los hi- ciste tú?; las bolas de candela pasaban con un silbido grueso que a Amadís le daba frío y unos irresistibles deseos de orinarse en los pantalones; las bolas eran lindas como pequeños soles rojos, pero Amadís oía a los mayores decir que donde caían se acababa el mun- do; al otro día en el periódico; agrede avión yanki el territorio nacio- nal; rechazado valientemente por las baterías antiaéreas del aero- puerto de Santa Clara; muerto un civil por una bomba del avión mientras dormía en su apartamento de los edificios del 31, de dicha ciudad; la Abuela; fueron los obuses que dispararon los artilleros del aeropuerto porque entró por la ventana y no por el techo, que es por donde tenía que entrar si hubiera sido el avión; el muerto era maes- tro, ajeno al conflicto bélico, tal vez pasando del sueño a la muerte, soñando que se moría y muriéndose de verdad, sin saber que se iba, o sabiéndolo en el preciso instante del impacto pero desconociendo a dónde; la Abuela; los que se mueren sin saber que se mueren creen que están vivos y siguen aferrados a sus cosas, hay que hacerles una misa para que el espíritu se eleve; horror, ese pobre hombre aferrado a sus alumnos y sus libros, parado frente al aula donde ya hay otro maestro, preguntando desesperadamente por qué ocupan su lugar y por qué no le hacen caso cuando habla o, peor, cuando toca a sus muchachos y sólo es percibido a manera de un airecillo frío por uno o dos niños, los más desarrollados extrasensorialmente; ¿a qué parte van a morar los espíritus?; ¿LA MUERTE ES IDA O REGRESO?; la materia ni se crea ni se destruye, se transforma; lo que puede lle- var a pensar; ¿piensas, tú?; que a través del tiempo hemos sido dife- rentes cosas y que tal vez un día volveremos a ser lo que ya fuimos por una simple combinación de átomos y circunstancias; según la

28 Armando de Armas teoría de las probabilidades, y teniendo en cuenta la infinitud del tiempo y el espacio, puede que el maestro muerto por el obús vuelva a reunirse con sus alumnos al cabo de eternidades cíclicas; ¡ahora bien!, otra cosa a dilucidar sería si las circunstancias históricas, po- líticas, técnicas, ¡y hasta culturales!, que conllevaron a su muerte se combinarán en la misma medida y proporción que necesitaron una vez para desintegrar los átomos que lo conformaron; de ser cierta la teoría, ya el maestro tuvo que haber sido muerto otras veces durante la antigüedad, lo que lleva a reconocer que las circunstancias, al menos en sus aspectos concretos no se combinan de la misma mane- ra, porque si el hecho ocurrió durante la Antigüedad Clásica lo más probable es, en primer lugar, que la ejecución del acto de darle muer- te tuvo que haber sido a manos de los griegos, los romanos o los bárbaros en dependencia del bando que ocupara, y entonces toparía- mos con una variación de circunstancias espacio-temporales; y en segundo lugar, que la muerte no debió ocurrir por la explosión de un obús, sino por el certero tajo de una espada, la penetración de algún arma punzante, una certera pedrada o cualquier otro sofisticado me- dio de matar de los muchos que se gastaban los antiguos, con lo que ya tenemos otra variación de circunstancias, en este caso, técnicas; si me preguntaran cuál de los tipos de muerte mencionados anterior- mente preferiría, sinceramente, diría que no veo la diferencia entre morir de un espadazo que te vuela la cabeza en claro, atravesado por una flecha, envenenada o incendiaria; golpeado o aplastado por un pedrusco, y morir por la explosión de un obús que te hace saltar por el aire hecho pedazos; luego entonces las circunstancias son siempre esencialmente las mismas, lo demás es anécdota; Amadís fue cons- ciente de que existía, ¿qué edad tendría?, no podría precisarlo, ni tan siquiera a qué edad es posible ser consciente de que se existe, o a qué edad es posible que la memoria registre que se es consciente de exis- tir; debió ser el invierno porque el aire silbaba por entre las hendijas de las paredes de tabla de palma, por donde se colaban además los rayos de un sol dorado-enfermizo, matizados de blanco por el humo que salía de la cocina, y atravesaban la casa en todas direcciones como flechas detenidas mágicamente en el espacio; de la cocina lle- gaba olor a leña verde quemada y a sofrito chisporroteando en una

29 La tabla sartén; desde atrás de una puerta cerrada llega el sonido del agua, producido por alguien que se lava en una palangana; no puedo pre- cisar si estoy acostado en una cuna, si alguien me carga o si gateo por el piso de tierra blanca apisonada, ni siquiera si fue un sueño confundido con la realidad o la realidad confundida con un sueño, de todas maneras, lo más real en mi vida ha sido aquella tarde invernal cruzada por flechas de humo y sol, probablemente vista desde la perspectiva a ras de tierra que es desde donde suelen verse las cosas con más nitidez; el abuelo Montalbán; Amadís, cuando vayas en la noche por un camino y veas algo que no esté claro o que te dé miedo, agáchate y verás que enseguida te das cuenta de lo que sucede, fíjate tú, que al tío Yeyo, que ahí donde tú lo ves no ha cargado miedo nunca en su vida, le quisieron jugar una mala pasada, con un muñeco de trapo que le armaron por donde tenía que pasar cuando venía de visitar una noviecita que tenía, porque no vayas a creer que está solterón por falta de mujeres que esas se le sobraron siempre, lo que le faltaba era coraje para enfrentar la vida, y el miedo, sí, el miedo a que le pegaran los tarros porque moro viejo no es cristiano y él los había pegado tantas veces, ¿por dónde iba?, ah, sí, pues no hizo más que verlo y se agachó, entonces fue que empezó a maliciar que era un muñeco de trapo, sacó el cuchillo que siempre cargaba arriba, y lo picoteó todo, lo llevó para casa de la gente que él pensaba se lo había puesto y lo tiró en medio de la sala sin decir esta boca es mía; ¿será por eso que la gente cuando sube a la cima pierde el contacto con la realidad?; Mao, el Gran Estratega de la Guerra de los Gorrio- nes, situado valientemente en la primera fila de combate frente a las peligrosas alimañas, dirigiendo las operaciones con sabiduría ex- traordinaria; millones de chinos volcados a los campos de la colecti- vización armados de palos, tirapiedras, escopetas de aire comprimi- do, zapatos viejos, escobas y todo tipo de objetos arrojadizos, o arrojadores, no importaba la calidad de las armas, lo que realmente importaba era la voluntad de vencer al taimado y alado enemigo que con su actividad causaba la muerte por hambruna de tantos y tantos hermanos, y el ejemplo que daba el Gran Líder Chino al degollar en un solo día a 505 gorriones, que sus hombres del Grupo de Apoyo le habían capturado, previamente, con trampas electrónicas; todo lo

30 Armando de Armas que constituía, además, una prueba de la iniciativa que tenían que desarrollar los jefes de las revoluciones proletarias al enfrentar las particularidades propias de la construcción de la Nueva Sociedad en cada país, que escapaban a las leyes objetivas generales enunciadas por los clásicos; claro, era difícil que los clásicos pudieran tener en cuenta la abundancia de gorriones en China; gorriones enemigos del pueblo, se entiende, porque con los otros no había problemas; el tío Yeyo era hombre inteligente y nunca subió, llevaba los apuntes de la Bolita en la cabeza y por eso la policía de Batista nunca lo pudo coger; el más feo de todos los feos, digo, de todos los tíos, y el que más vaciló la vida; ¿por qué no te casas, tío Yeyo?; porque ustedes los muchachos joden mucho; pero nosotros no somos hijos tuyos y te jodemos como si lo fuéramos, o más; bueno, por ahí viene la cosa, que no siendo hijos míos no me siento obligado a nada con ustedes y todo lo que les doy es por puro gusto, no sé lo que me haría si es- tuviera atado a ustedes por leyes y formalidades; ¿qué son leyes y formalidades?; las leyes son como una trampa para cazar tomegui- nes y formalidades como andar con camisa de mangas largas en un clima como el de Cuba; mentiroso y jugador, el único tío que nos traía dulces a Eloy y a mí; ¡corre Eloy que por ahí viene tío Yeyo!; ¿qué nos trajiste tío Yeyo?; nunca se sabía de dónde venía ni para dónde iba, siempre traía el último chisme y el último cuento de Pe- pito y los más extraños trucos de agilidad mental; el Viejo; este Yeyo no tiene acotejo con nada en el mundo; la Vieja; ese es el tío caraje- ta de ustedes, el que más quieren; Amadís y Eloy; ¡que viva el tío Carajeta!; Yeyo; una vez en un bayú no le quise pagar a la puta y si no echo tremendo patín me degüella con una sevillana; ¿bayú?; el mundo entre cuatro paredes; ¿putas?; son las mismas mujeres, lo único que más sinceras, todas las demás lo son y no lo dicen; ¿sevi- llana?; lo mejor que se ha inventado para rajarle el pellejo a un tipo; ¿y un maricón, tío, qué es un maricón?; un hombre que le gusta go- zar por atrás, aunque los hay maricones de mente también que no necesariamente gozan por atrás, y esos son los malos de verdad, los otros, no, los otros no perjudican al prójimo en nada, sólo que tie- nen, digamos, el gusto un tanto extraño, y eso es hasta mejor para uno pues más mujeres quedan libres; mira, el bugarrón es lo mismo

31 La tabla si lo hace por darse placer, aunque puede también que lo haga por dinero y entonces ya no es lo mismo, yo me templé un gallego boti- cario por ocho pesos y tuve un primo que era chofer y marido de un millonario; el multioficio es algo que debemos procurar practiquen todos nuestros trabajadores como medio de combatir las famosas plantillas infladas, claro, entre nosotros el multioficio tiene que tener otra connotación, la más alejada posible del interés material, mone- tario, que eso está bien para las sociedades de consumo donde los jóvenes, que se supone sea el sector social menos viciado, sólo pien- sa en ¡ganar dinero! ¡ganar dinero! ¡ganar dinero!, sin importarles para nada la sociedad ni consideración alguna de tipo ético, aquí eso no puede ni pasarle por la mente a nadie porque de lo contrario esta- ríamos creando personalidades como las del Moro ese famoso, ¿de dónde era el moro?; ¡ah, sí!, ya, gracias, el Moro de Venecia; y vivía como le daba la real gana, siempre vestido con trajes de Dril-100, sombrero jipijapa, cadena con medallón de la Virgen de la Caridad, anillo con aguamarina del tamaño de una avellana y guillo cifrado, todo de oro; no, yo no lo hice más, el tipo tenía los pendejos del fondillo duros como alambre de estropajo y se la saqué toda emba- rrada de mierda, el de las mujeres es más suave, más lindo, menos peludo, aunque a decir verdad te la embarra igualitico; César con- quistador de las Galias, prostituyéndose con los reyezuelos bárbaros que había vencido en combate; el marido de todas las mujeres y la mujer de todos los maridos; Calígula en guerra contra el dios Neptu- no, el terrible Calígula, vencedor del dios, bailando cubierto por una túnica rosada y transparentada al compás de las cítaras mientras los fornidos hombres de la guardia pretoriana aplauden vehementemen- te; el divino Aquiles llorando histérico la muerte de su amigo Patro- clo y jurando, para desgracia de los troyanos, tomar la venganza; ¡los maricones para el UMAP!; desarticulados de sus cofradías, des- perdigados por los campos en casa de amigos y parientes, corriendo de un lado para otro sin rumbo fijo, , sudados de días sin bañarse, sin los perfumes y cosméticos, las carteritas delatadoras botadas en los solares, en el clandestinaje más absoluto; algunos, los más agresivos, hablando de resistencia armada al comunismo, afi- lando pestañas y cortauñas, dispuestos a todo por la causa común,

32 Armando de Armas hieráticos, focos de subversión, fuentes de reclutamiento para la CIA, con los instintos anales reprimidos, y los de conservación agu- zados, disfrazados de hombres, hablando como hombres; un mari- cón en la esquina; ¡ay Dios mío, ayúdame que ahí viene la policía!, ¿qué hago Dios mío?, ¡ah, ya sé!, le hablo ronco; ¿yo?, aquí, espe- rando a mi mujer; un, dos, tres, ensayando; ¿yo?, aquí, esperando a mi mujer; un, dos, tres, ensayando; ¿yo?, aquí, esperando a mi mu- jer; un, dos, tres, ensayando; ¿yo?, esperando; así, me tiene que salir así; ¿yo?, aquí; ya viene, se acerca, ¡ay mi madre que marcial es!, seguro es violentísimo, brutal, despiadado, requetemacho, tranquila, Sofía, no va a pasar nada, componte que tú eres buena actriz, ¡oh, las tablas!, el sueño de mi vida, desdoblarme, dar todo de mí, las luces del escenario, el aplauso del público, ser todo un homosexual y no un maricón de mierda, está apenas a unos pasos, pasitos de jicotea, Dios, que tenga pasitos de jicotea; que llora y patea que tiene la cara; va a preguntarme; en su lugar, preparadas, listas; ¡eh, tú, ¿qué cojo- nes haces ahí?!; nada, ¿yo?, aquí, esperando a mi marido; me salió fuerte, fortísimo, ronco ronco como a un hombre, pero ahora lo que no entiendo es por qué carajo me esposa, me empuja; ¡dale yegua, camina!; y allá voy de cabeza para el patrullero; se lo juro, compa- ñero policía, que soy todo un hombre, lo que pasa es que cualquiera tiene un lapsus mentis; la procesión sale de la escuelita; dos aulas para todos los grados, techo de tejas que cae en dos aguas, el asta de la bandera, un Martí descalabrado por sucesivas generaciones de pe- queños bárbaros, con la cabeza gacha como de bochorno, gira en redondo sobre los hombros al impulso de traviesas manos y al tomar velocidad parece más la estatua del dios Jano que el busto del Após- tol, o un ventilador, un apostólico ventilador; Martí, guardián de la nación, al acecho de peligros insospechados, siempre alerta; esta- mos en fase de alerta ciclónica, se recomienda destupir bien los tra- gantes, limpiar de escombros, suspender las movilizaciones a la agricultura, clavetear puertas y ventanas; abran puertas y ventanas que por ahí viene José Martí con la bandera cubana; poner precintas en las bocas, digo, perdón, en los cristales; mantengan la calma; ¡es lo que hemos hecho durante todo este tiempo!; ¿qué tiempo?; nunca se sabe; ¿y qué es lo que realmente sabemos?; recabamos la movili-

33 La tabla zación de todas las unidades de la Defensa Civil; la conga; Martí, Martí, M-a-r-t-í tí tí tí tí tí tí qui tití tí qui tití tí qui tití tí; estar al tanto de nuestros boletines informativos; más firmes y unidos que nunca junto al Partido y a Fidel; el ciclón no impedirá que hagamos este año la cosecha más grande de frijoles; arroz con frijoles se quie- re casar; y cada niño es una flor porque lleva una flor para Camilo; cayó en el mar, pero donde vive Amadís nada más hay arroyos y cañadas, aunque eso no tiene problemas porque según la Abuela to- dos los arroyos y cañadas van a dar con sus aguas al mar, que todas las aguas van a dar al mar, que el mar es principio y fin, puente y valladar, transparencias y oscuridades, planicie y abismos insonda- bles, unión y ruptura, que del mar salimos y al mar vamos; era asom- brosa la inteligencia intuitiva de la Abuela; ella no sabía nada de Darwin y el origen de las especies, sólo oía en las noches de insom- nio la voz del mar como llamándola; mi otra abuela murió sin ver el mar; sintiendo como que ella le pertenecía, que por muy lejos que estuviera ahí iban a estar los atavismos recordándoselo, y bajaba a través del tiempo y la cadena evolutiva, en sueños que ni los más expertos brujeros de la zona podían explicar y lo más que hacían era decirle que poseía una gracia enorme que tendría que desarrollar más tarde o más temprano, no importaba la edad, so pena de que la infinidad de seres oscuros que la habitaban la volvieran loca; sí, loca, como lo oía; que ella no podía cerrar los ojos ante una verdad más grande que una montaña, que en el mundo había misterios por dilu- cidar, que en parte, sólo en parte, a gentes predestinadas les estaba dado utilizar para bien o para mal, ella tenía que desarrollar la gracia porque era mucho lo que ganaría a cambio de perderlo todo si no hacía caso; bajaba, de su cuerpo y mente, al cuerpo de un primate y del primate, previo horrendas metamorfosis, al elemental amphioxus; sumergiéndose en la noche de los siglos llegaba a un estado larvario, acuoso, transparente, y casi indiferenciado de la materia inorgánica, batida al antojo de las corrientes en las profundidades marinas sentía el embrujo del instante supremo de los COMIENZOS; antes de mí, la nada, después de mí, todo; yo, el soplo que va a desatar vendava- les, desencadenar llamaradas; no me quejo de ser soplo; EL SOPLO; pobre niño tiene un soplo en el corazón; pero, no olvides, lo que vale

34 Armando de Armas es la permanencia del viento y la constancia de la llama; una llamita a la entrada de la caverna; peor es no ser soplo ni llama ni vendaval ni nada, que por ahí existen entes así, y no digo entes, hasta pueblos enteros; denme sólo el aliento y la boca que de lo otro me ocupo yo; yo que vengo desde tan lejos que ya nadie se acuerda de mí; polen, tierra, polvo, miel, frutos, espíritus, cuerpos, sudores, flores del país del Canaán; las flores bajaban raudas por la corriente, junto con las flores pencas de guano, yaguas putrefactas, un gato de patas estira- das; y un rictus que enseña los dientes en el intento de regañar o amenazar o exorcizar la muerte; hojarasca, un cepillo de dientes, tablas viejas, un tibor para recién casados de la segunda mitad del siglo XIX; flores avanzando, deteniéndose para dar vueltas y vueltas en torno a un remolino, hasta que la corriente se cansa de ellas y se las lleva; ¡arriba remolonas!; la corriente de un arroyo es algo mara- villoso, suele traer billetes de 20 pesos en días de crecida; billetes con la cara de Camilo, muchos Camilos prendidos a las matas de guásima después que se retiran las aguas, matas paridoras de bille- tes-Camilos; los pobladores de la zona implorándole al Dios de la Lluvia, caminando kilómetros y kilómetros de rodillas, por sobre las piedras, las espinas, las hormigas bravas, la bosta de vaca, el fango, ¡qué placer el fango!, hasta el altar del Dios de la Lluvia, situado sobre una piedra en una vertiente del arroyo; le echan cubos de agua para que se acuerde de que él es el responsable de hacer llover, le degüellan sobre la cabeza un gallo fino mojado; y todo está listo para que ese mes haya crecidas y billetes-Camilos desbordados por los campos; lo que resulta más cómodo y atractivo que labrar los cam- pos; sobre todo ahora que está prohibido que los campesinos comer- cialicen sus productos a particulares; un palo atravesado en medio de la corriente desde la última crecida detiene a las flores que se amontonan junto a la inmundicia, el arroyuelo se convierte entonces en un carnaval de colores encendidos, van como atontadas de un lugar a otro, hasta que algunas, las más inteligentes o las más apura- das por llegar al mar, descubren una brecha por debajo del palo y comienzan a escapar remontando la corriente; Amadís sonrió satis- fecho porque está seguro de que allá lejos, en el fondo del mar, Ca- milo se apresta con el sombrerón para llenarlo de flores, la barba

35 La tabla enredada en corales; ¿cuántos dólares paga un turista por un buen coral?; conchas, algas, pecesitos; es mentira que esté muerto, Cami- lo es el pueblo uniformado; en el pueblo hay muchos Camilos; pero yo no quiero más ninguno que el mío, que me den el que necesito; no está muerto, sólo cambió de sitio, y ahora mora en las profundi- dades del mar, desde allí vela por su pueblo y un día emergerá con la fuerza de un titán; a Camilo lo mataron, él no se cayó nada al mar; ¡maestra! ¡maestra!, dice Ramón que el avión de Camilo no se cayó al mar que… columnas de hombres y mujeres hacia las montañas, los bosques, las costas, los cayos, la Ciénaga de Zapata; esperanza- dos, creyendo en las más inverosímiles noticias para descubrir, en- seguida, la más despiadada frustración y volver, como en un ciclo macabro-burlesco, a cifrar el anhelo de encontrarlo en otra quimera; los caminos reales iluminados por faroles sobre carretas, disparos, ráfagas de ametralladoras, luces de bengala, voces; Camiloooooo, oooooo, oooooo; sólo el eco retumbando en los montes; misas espi- rituales, tablas con velas navegando en la noche por el norte y el sur de la Isla, por ríos y arroyos; giran, giran, allá se precipita la multi- tud desaforada, casi no deja lugar a los buzos; zambullen, nada, como si los elementos, las creencias, la noche, se hubieran confabu- lado para burlarse de la gente, de una pobre gente, los caracoles es- tán mudos, no se atreven a hablar, los interpretadores de sueños no dan en el clavo, las cartas hablan disparates, los helicópteros se com- binan con oraciones del caminante; caminante no hay camino, sólo estelas en el mar; en Cuba hay toda una tradición de desaparecer hombres, ¿por ventura, alguien ha sabido algo más de Matías Pé- rez?; alguien se ríe, se comenta por lo bajo, de oído a oído, de patio a patio, las comadres no pueden creer que alguien se ría, murmullo, clamor, voces ahogadas; en Cuba hay toda una tradición de ahogar voces; en las noches de luna llena se les suele oír por los caminos, son todo un homenaje a la libertad de expresión; los días han pasado y cada vez las esperanzas son menos, ya sólo de cuando en cuando se oye en las ciudades de la isla el sonar persistente de los cláxones y algún que otro grito esperanzador como señal de que este pueblo quiere agarrarse de algo, aunque ese algo sea el vacío; la desapari- ción es un hecho; somos un pueblo necesitado de mitos; alguien se

36 Armando de Armas ríe y propicia el mito; las carretas continuarán con sus faroles en la noche, carretas fantasmas dando tumbos por carreteras y caminos vecinales, quejumbrosas, siempre a la búsqueda y siempre dando vueltas en torno a un mismo punto, un punto todos los puntos, un lugar todos los lugares, siempre esperanzadas, siempre desengaña- das, constituyen junto a los bueyes un extraño y tonto animal; la Abuela; el sombrero, por lo menos el sombrero tenía que aparecer flotando, no puede ser que un sombrero se hunda, mientras se pasaba el índice extendido por debajo de la barbilla, una barbilla agresiva, varonil; ¡eso es mentira suya, Abuela!, eso no puede ser; ¡oye, cara- jete, que te rompo la crisma!; eso le viene a Abuela de toda una tra- dición de intolerancia, de no propiciar, ni permitir el debate; el avión dando coces en la tormenta y Camilo cayendo desde el avión al abis- mo; el avión yéndose a lo profundo y el sombrero emergiendo a la superficie; los ojos azorados de Ramón y la cara enfurecida de la maestra; Amadís llora debajo de la cama, porque no todo está claro en el mundo, porque no existen sólo dos colores y un límite para cada cosa, porque estamos condenados a la confusión de lo bueno con lo malo y porque las verdades son sólo a medias; por Oriente anda un hombre que trae bajo el brazo una caja enorme que no abre hasta que no llegue a donde Fidel, el hombre no tiene barbas ni nada pero tiene una sonrisa de santo pícaro que recuerda mucho a la de Camilo; cuando menos se lo esperen Camilo aparece; debe estar por ahí por esos mundos luchando por la libertad de otros pueblos, para que los niños tengan juguetes y zapatos, para que haya escuelas y hospitales, en Asia o en África, quién sabe, donde haya una guerrilla o tal vez en todas las guerrillas, en el humo de la pólvora, en el sil- bido de una bala o en la bala misma; tendiendo emboscadas, burlan- do la metralla, regalando flores a una muchacha, disparando la Thompson de pie, con el pelo y las barbas revueltos por el vendaval y el sombrero alón y la sonrisa, ahora como de burla; Comandante Supremo de todas las guerrillas, de todas las quimeras, vengador de todas las traiciones, terror de Judas y Capitanes Arañas, dios de la guerra, hacedor de la paz, violador de los dogmas, saboteador de la aristocracia hija bastarda de las revoluciones proletarias, Anticristo, Cristo redivivo, al final, un simple hijo de Neptuno, devorado por

37 La tabla

Neptuno; jugábamos a la guerra, yo siempre quería hacer de Camilo o de Martí, Eloy no me acuerdo de qué patriota quería hacer; a Oda- lisca sé que le daba el papel de Máximo Gómez, todavía me pregun- to por qué no le daba papeles de mujeres patriotas, de Mariana Gra- jales o algo así, de seguro por una manifestación temprana de machismo; de todas formas, el caso es que no acabo de conciliar la imagen de un Máximo Gómez a la carga sobre caballo de palo y en faldas; más parecido a una bruja que al guerrero que fue; pum, pum, pum, armábamos el tiroteo debajo de la arboleda de mangos y agua- cates; no, no, cuando eso éramos más chiquitos y no se nos había ocurrido lo de los arcos y las flechas, las batallas eran más fantasio- sas y mucho menos cruentas, aparte de que en nada pegarían unos mambises armados con arcos y flechas como pieles rojas de las pe- lículas del Oeste; jugábamos, siempre, con una base histórica; ¿es que hay algo fuera de la Historia?; por supuesto que no, amiguito, porque en última instancia siempre habrá la historia de los innom- brados, la historia que ha quedado suspendida en alguna parte del tiempo y el espacio esperando por el cazador furtivo que la revele; quizás, ya sé, nunca llegue a ser un héroe pero tal vez pueda ser un cazador de acontecimientos olvidados nadie sabe en qué rincón del vacío, de palabras que quedaron en el aire, de imágenes no filmadas, porque presiento, estoy convencido de esas existencias no palpables pero que igualmente nos acechan desde sus viejas penumbras; por- que si no cómo se le pagará al padre de mi padre, el Viejo Montal- bán, que en gloria esté, que perdió cuatro hermanos en la manigua cuando la Guerra de Independencia y de quien conservo unas foto- grafías a los ocho años donde parece un niño como de cien; la cabe- za rapada, desproporcionada con el resto del cuerpo, debilucho, la frente cruzada de arrugas, los ojos perdidos en la distancia, una dis- tancia de años, de siglos, pidiendo se le reconociese el sacrificio de su distrofia, de su alimentación a base de ratas, de sus botellas de barro enyuntadas como bueyes entre una requisa de los regimientos españoles y la otra, de sus harapos, de su miedo cerval, del agua con sabor a cadáver, de sus escapadas por entre las líneas españolas para llevar mensajes de la que después, en otra guerra, se llamó la Clan- destinidad, hasta las tropas cubanas, de su desespero tratando de

38 Armando de Armas orientarse en el monte entre la urticaria y el ladrido del perro jíbaro; ¡sobre todo, sin haber leído a Jack London, entre otras cosas porque era analfabeto!; el sacrificio de su peste a cebollín, de su viruela y su sarampión, del asma; de la soledad; sin saber que su nieto la iba a sufrir también, soledad en medio de la colectivización más absoluta, la del nieto, claro; el sacrificio de descubrir la anatomía del otro sexo en monjas violadas y matadas en medio de un sendero con los hábi- tos por sobre la cabeza y las blancas redondeces cubiertas de ávidas moscas, sacrificio de los más de veinte ahorcamientos que ya a esa edad había presenciado; o, cómo es posible pagar a uno de sus her- manos, soldado de la invasión en las fuerzas del general Antonio Maceo, cuya hazaña mayor fue matar de un disparo de Remington; de Remington americano, ¿americano?, ¡ah, bueno!, entonces habría que colegir que en ocasiones los mambises tuvieron armamentos mejores que los peninsulares, pues el Remington americano era muy superior al español y además, que la leyenda de los cubanos hacien- do una guerra a puro machete es sólo eso, una leyenda; a un caballo de las tropas españolas, lo cual no le desmerece en nada porque na- die tiene la culpa de que la guerra no sea tan heroica como la pintan o la describen en los manuales de historia; o, cómo pagarle al padre de mi madre, el viejo Jacinto, que en gloria esté, por haber venido como polizonte en un barco de Islas Canarias para acá, escondido dentro de un barril de papas; la sed, mitigada sólo de madrugada, cuando un marinero amigo le traía una botella de vino; el agua venía racionada y nadie, por muy amigo que fuera, iba a ofrecer de lo que le correspondía para todo un día; que a poco hacía rabiar de una sed mayor, la sed alcohólica; el hambre, se comía las papas crudas y al- gún que otro tocino brindado por el marinero pero del que no podía comer mucho por no acrecentar la tortura de la sed; ¡sed buenos, hijos míos, que la providencia os retribuirá!; el calor, como de mil calderas infernales, hecho una sopa de sudor, un sudor que competía en pestilencia con las papas podridas; las cucarachas, tenaces, obe- sas, recorriéndole el cuerpo con aire de exploradoras; y todo por no ir a una guerra que él no había comenzado y de la cual nada o muy poco sabía, sabía que uno de su aldea, Fataga, había regresado de allá con una pierna de menos y la cara horriblemente desfigurada por

39 La tabla un tajo; la guardia civil, por orden del Rey de España, revisaba las ciudades, las aldeas, las casas, las bodegas de vino, los pesebres, las mujeres por si eran hombres disfrazados, en busca de varones como él con la desgracia de estar en edad militar; ¿por qué siempre vamos huyendo de algo?; el viejo Jacinto llegó a Cuba en una época en que sus paisanos contaban historias fabulosas acerca de la isla; usted da una patada en la tierra y le aparecen cinco pesos; las azadas y los machetes son de oro y plata; las gentes tienen los dientes enchapa- dos en oro y cualquier joven casadera encuentra en la calle un caba- llero, de buena posición, dispuesto a llevarla al altar; caballero que usa una piedra incrustada en la cabeza de la cosa y tatuajes en el pecho; no es como aquí que se labra y se labra la tierra y no produce nada, allá las semillas se tiran y se dan silvestres, sobre todo unas que se llaman marihuana; ¿marihuana?; sí, se le llama así porque una vez en los comienzos del mundo dos comadres, María y Juana, después de fumar la yerba fueron encontradas por los respectivos compadres desnudas en pelota sobre una cama y enredadas como el bejuco, en viendo aquello los compadres enfurecidos desenvainaron los machetes paraguayos y las decapitaron en el acto, después, en homenaje a las dos mártires del despelote la gente cada vez que iba a fumar decía dame acá de María y Juana, hasta que con el tiempo se fue quedando en marihuana; y allá en esa isla todavía existen los indios que son unas gentes como los guanches en nuestras islas, sólo que más chiquitos y muy dados a las bromas, usan arcos y flechas, se cubren la cabeza de plumas y andan desnudos como Dios los echó al mundo, aquello es como el Paraíso terrenal y a nadie le niegan un plato de comida en ninguna parte; cruzando el océano las historias cambian de tono; un isleño después de reunir dinero en Cuba com- pra una yunta de bueyes y se hace una fotografía entre los dos bue- yes, al dorso escribe a los hermanos que ha dejado en la aldea; aho- rita soy rico, estos son los bueyes que compré, fíjense bien que el del medio soy yo; ¡como cambian los tiempos Venancio, como cam- bian!; si teniendo en cuenta las circunstancias y su combinación, los descendientes de aquel pobre isleño vinieran en la actualidad como turistas a Cuba, nadie, ni el más choteador, se atrevería a reírse de ellos, ya no serían isleños toscos y brutos, sino yumas, y como todo

40 Armando de Armas lo yuma, lindos, rozagantes, perfectos, inteligentes, cultos, modelos a imitar, y la concertación de un matrimonio con el menos agraciado de ellos sería el summum de la realización de la suerte de puticas de cabaret, de circunspectas estudiantes de medicina, de inclaudicables funcionarias, de guajiritas ideologizadas y de fieles esposas; ¡visite las Islas de Gran Canaria!; un hombre desnudo, evidentemente, por el gesto, una loca, tostado por el sol, el sexo pequeño porque parece que allá es moda tenerlo así, dejándose fotografiar por una anciana vestida en camisón y bermudas con arabescos de color rojo chillón; atrás, un cielo y un mar azulísimos y las olas rompiendo en algazara de espumas; ¿será esta playa mejor que Varadero?; Por los Caminos del Mundo vendrá usted a dar al único lugar que es África pero que también es Europa, por confort, por elegancia y por idiosincrasia, haga ahora mismo sus maletas, Por los Caminos del Mundo le ga- rantiza a usted experiencias únicas donde el sexo será una buena opción, porque somos, ante todo, la corporación de las opciones; escapo de donde se refugió mi abuelo; él llegó dentro de un tanque de papas y yo me voy a punta de pistola, que para huir también hay que armarse, siempre hay que armarse; la historia de la humanidad es más la historia de las grandes estampidas que la historia de las grandes batallas; la conquista de América fue más la huida de una vieja cárcel llamada Europa y de las parrilladas de herejes que una hazaña épica; la Malinche fue más conquistadora que Cortés; la Ma- linche en la modernidad, vestida con un elegante traje de noche, Mac Gregor, con altos zapatos blancos, Sergio Valenti, con una car- tera blanca, Milano, con escandaloso maquillaje, Chantelle, con unos tragos de Carta Blanca Decano y una sonrisa a lo Marilyn Monroe, a la caza de turistas en las puertas de hoteles de lujo; la Malinche siempre vendida, siempre vendiéndose por no ser esclava y hundiéndose cada día más en la esclavitud, fantasma sobre Méjico, el pelo negro azabache, suelto, la túnica flotando en la noche de un aire transparente, dando alaridos por el destino de una estirpe mági- ca que ella ayudó a destruir con sus artes de diosa, puta y esclava que se rebela contra su destino; en la historia de América abundan más las Malinches que los Cuauhtemocs; desde que el Hombre-Mono- Adán y la Mujer-Mona-Eva fueran deshonrosamente expulsados del

41 La tabla

Paraíso siempre hemos estado huyendo, sin embargo, no hay por qué recriminarles, al contrario, ellos son los primeros disidentes en la Historia y Jehová probablemente sea más el primer tirano que el Padre Celestial; porque si nos atenemos a la Biblia, Jehová fue el artesano, o más bien el artista, de una obra a imagen y semejanza suya que nombró HOMBRE y que junto a toda la creación sólo le demoró seis días en realizarla; ¡claro!, si tenemos en cuenta la eter- nidad del PADRE y la poca ingenuidad que nos queda del Pecado Original para acá, tendríamos que traducir tal vez esos seis días en 6.000 millones de años de una evolución lenta y despiadada; todo lo cual es realmente grandioso y suficiente para garantizar la trascen- dencia de cualquier artista pero, a mi corto entender, no justifica que Jehová se erigiera en censor, regimentador y tirano de una obra que como arte al fin y al cabo estará llamada a justificar al Artista, a pro- bar el poder del Artista; ahora, lo verdaderamente malo es que todos en un momento dado nos creemos el PADRE ETERNO, bueno, no por gusto somos hechos a su imagen y semejanza; y por lo mismo dueños de la Verdad Absoluta, lo que casi siempre viene a resultar más peligroso que creernos Satanás porque al menos en su papel tenemos que comenzar reconociendo nuestras pestíferas imperfec- ciones, cuando no vanagloriándonos de ellas, y desaparecería así la pedantería de creernos lo mejor de lo mejor, el punto alrededor del cual se mueve el Universo; los justos se sienten llamados a transfor- mar a los que no lo son, no importa a qué precio de muertes, ampu- taciones, odios, laceraciones y destrucción; de todas formas, no está mal que nos creamos dioses o que en realidad seamos pequeños dio- ses, el mal estaría en querer ejercer sobre los universos del prójimo y no sobre el nuestro; los pecadores deben dedicar todas sus poten- cialidades a convertirse en justos, esto, por supuesto, según el pen- samiento de los justos; los justos suelen gustar de los pecadores y Dios de Satanás, de lo contrario, con su poder absoluto sobre todas las criaturas, físicas y espirituales, ya hace rato que se hubiera des- hecho de Él y sus seguidores, cosa que a nadie se le ocurrirá pensar que no ha ocurrido por lástima o algún otro degenerado sentimiento pequeño burgués; un imperio sólo puede sostenerse por el miedo a la existencia de otro imperio supuestamente más impío, de ahí que,

42 Armando de Armas el TERROR sea el elemento clave para la conformación de los lla- mados imperios del Bien y el Mal; Stalin dividía a la Humanidad en términos de dictadura del proletariado o nazismo, para después ter- minar dándose la lengua con Hitler en 1939; sólo existe una forma de ser revolucionario, ser comunista; el Partido es la conciencia, el honor y la inteligencia de nuestra época; Lincoln jamás mintió; ¿Lincoln?; yes, five dollars; el tren marcha por encima de la línea, cuando podría ser que la línea marche por debajo del tren, o quizás el tren, la línea, y todo, estén debajo y ocurra que no exista el arriba; ¡arriba las manos o disparo!; nosotros, Los de Abajo; ¿quiénes son nosotros?; los que sabemos que existe el arriba; bien abajo y de un solo tajo, sólo así podemos realizar un corte racional de la caña, la batalla de los Diez Millones sólo la ganaremos en los campos; ¿de concentración?; sí, digo, no, bueno, sí, campos de concentración de la caña y de los hombres para ahorrar divisas en transporte; el trans- porte, como todo, está más invadido por el misterio que por lo evi- dente, quién me prueba lo contrario de que simplemente el tren no marcha y es la ciudad de Cienfuegos la que se dirige a nuestro en- cuentro y que los estremecimientos, los barquinazos y el sonido de hierros no sean más que producto de los saltos de la ciudad en su avance sobre la línea; una ciudad avanzando a saltitos como un go- rrión, un enorme gorrión de plumas mojadas en aguas albañales, soltando humo negro-amarilloso por un pasaje cloacal que las cho- rreadas plumas no alcanzan a cubrir, cabalgado por turistas, turistas alegres que absorben el humo jugando a vengarse de firmas como Marlboro; gorrión devenido aprendiz de desintegrador del átomo con el pico; o tal vez nadie marche; Un Dos Tres Cuatro, marchen, tienen que marchar, es indispensable que mantengamos la disciplina militar porque sin disciplina no puede haber eficiencia combativa; y todos hacemos como que marchamos; Amadís y los primos; a la rueda rueda de pan y canela; pan con canela, pan con can can can cana; no, eso no, sólo queremos el pan, si para tener pan tenemos que seguir en la cana, no lo queremos, ni libertad sin pan, ni pan sin sin sin; no sólo de pan vive el hombre; vive, también, de deseos, deseos del pan, de estrellas al punto del mediodía, de encontrarse un día la estrella de los Reyes Magos, de ser matador de Herodes, de-

43 La tabla seos de la carne; ¿la que una vez racionaron para después desapare- cer como por encanto de los mercados nacionales?; no, esa no, ani- mal, la que come el sexo; ¡a la rueda rueda de pan y canela!; relinchos, angustia, cansancio de jinetes y caballos, olor de sudores cortados a la sombra del atardecer que llega hasta los niños; Amadís es el pri- mero que ve planear la bruja por encima del rodeo y supo que venía por él, ni tan siquiera se le ocurrió huir cuando los demás niños se desbandaron; una bruja no es cosa de todos los días y ahora la tiene frente a frente, es bruja y es mujer y es paloma y no sabe por qué le va para encima, seguro que por miedo, el miedo hace maravillas, o porque no tiene para donde huir, y se fusionan en un abrazo que Amadís sabe ineluctable, ruedan por la tierra cubierta de hojarasca y cagajones, Amadís presiente que lo que ocurre ahora ha ocurrido otras veces y que volverá a ocurrir al cabo de eternidades cíclicas o más bien que nunca ha dejado de ocurrir, de todas formas no quiere que la bruja levante vuelo; me cambio por una bruja o alquilo una, sólo ellas están facultadas para volar sobre el mar sin ser batidas por las baterías de los guardacostas, no necesitan visas, ni pasaportes y mucho menos pistolas; el tren, bim bam bum; ella, tragándose ya cuatro dedos, boca ávida de carne, dilatada boca, chas chas chas, mete y saca, saca y mete; la pistola, en el bolso, ajena, fría y apun- tando hacia cualquier parte; realidades diversas, órbitas que giran tocándose en el punto preciso en que las circunstancias y la curvatu- ra lo permiten, mundos incomunicados como incomunicados están la infinitud de mundos que existen en el MUNDO; chas chas chas, mete y saca, saca y mete, el jeans por las rodillas y los muslos como tenazas que cierran y abren, abren y cierran en busca de comunica- ción-penetración de los cuatro dedos de Amadís, de la carne de Amadís; dedos expertos, gorditos, recortados, sin callos, apeteci- bles, comestibles, pero que a pesar de todo han golpeado; porque, claro, los dedos de un caballero tienen que haber ejercido la violen- cia; con la misma mano que te acaricio te estrangulo; no, no te es- trangulo, mejor, te gozo; ¡ay, mi madre, esta mujer es loca!, yo soy loco y todos están locos; método para burlar la censura; el Rey es loco pero nadie se lo puede decir, so pena de perder la cabeza, y entonces resulta que un aventurero que pasaba por el reino hace una

44 Armando de Armas apuesta según la cual dirá la palabra tabuada al monarca sin que nada le ocurra, y para lograr lo apostado se disfraza de príncipe de un imperio legendario por sus fabulosas riquezas, y pide ser recibido por el Rey que acepta ante tan distinguido personaje, después del acostumbrado intercambio de pleitesías y de una banal conversación acerca del tiempo y la situación política internacional, el falso prín- cipe comienza a disertar acerca del derecho de asilo y de su disposi- ción a brindarlo en caso necesario al anfitrión, cuyo reinado es fre- cuentemente convulsionado por guerras y revueltas, pues el suyo es mucho más estable en ese sentido, y le dice; Majestad, sin proble- mas, en mi reino yo lo recibo, lo-co-loco y lo-caso; ofrecimiento del cual quedó muy contento y agradecido el Rey; es, sobre todo, locura debido a la impotencia de la comunicación, que mi mano chas chas chas dentro de ella y que sin embargo estemos tan lejos uno del otro como lejos están los extremos de dos circunferencias aunque se to- quen en un punto; suerte que la imposibilidad de la comunicación sólo es percibida inconscientemente por la mayoría de la gente y que sólo unos pocos idiotas se rompen la cabeza con el asunto; así, por ejemplo, entre nosotros dos estoy convencido de que ella no es ca- paz de conceptualizar, y menos de conceptualizar mientras la mas- turban, dichosa ella y desgraciado yo que no puedo dejar de hacerlo aunque se me quiera partir la pinga; lo dramático es la impotencia para dejar de ser islas o la impotencia de lograr, al menos, el ser islas que puedan pasar unas a través de las otras y llevarse cada una lo mejor de su homóloga, o de permanecer para siempre como dos islas que ya no serán dos sino una fusionada de tal forma que nunca nadie pueda establecer fronteras; ¿fronteras?; Jerez de la Frontera, frontera de agua y abismos insondables, frontera del ¿deber?, frontera de la mente, ¿dónde están las fronteras de la mente?; la incomunicabili- dad puede apreciarse en el caso de que alguien como yo suba al te- jado de una pareja que se quiera y conozca, hasta donde eso sea po- sible, en el momento preciso en que se disponga a templarse; ¿templarse?; sí, cogerse mutuamente los acordes, pulsar la cuerda precisa, ablandarse, relajarse, tomar temperaturas parecidas, vibrar en la misma frecuencia; entonces, ese alguien verá, suponiendo ade- más que sea una pareja experimentada, las bocas besarse desespera-

45 La tabla damente, con ferocidad, por reconocerse, por no ser dos otroridades, hasta el agotamiento y el tiempo en que él bajará por el camino del cuello hasta las tetas, en viaje de nostalgia por la entidad madre- bebé; las tetas se pondrán erectas, agresivas, como picachos que nada tienen que ver el uno con el otro, cada picacho es un ser vivo; el hombre del tejado deberá mantener la ecuanimidad pues, en pri- mer lugar, puede caer a la calle, y en segundo, o no tan en segundo, la policía no le va a creer el cuento de la tesis de la incomunicabili- dad si la guardia del Comité de Defensa de la Revolución, el CDR, lo sorprende; cambiarán de posición, la cabeza de él orientada para los pies de ella, y viceversa, postura que el experimentado Doctor en Educación Sexual, Populacho Pérez, ha denominado como del 69; arduo trabajo de lenguas, exploradoras, jodedoras, busconas; la de él, penetrativa, junto al bigote y la nariz, haciendo la trayectoria por la zanja que va del Monte Capuchino al estriado Cráter de las Explo- siones Indeseables; la de ella, subiendo desde el tronco nudoso, de abultadas y retorcidas venas, con movimientos circulares, atacando la Torre de Iznaga como si fuera un chupijala; ¿Iznaga?; sí, como lo oyes, lo que sucede es que tú eres un colonizado cultural y sólo co- noces o sólo has querido conocer la de Pisa; ¿qué significa la tal Torre de Iznaga esa?; bueno, es el símbolo de la esclavitud en el otrora esplendoroso Valle de los Ingenios, o tal vez sólo el de la va- nidad de los hombres, quizás ambas cosas a la vez y muchas otras que nunca nadie sabrá; para una vez llegada a la cúpula barrerla con minuciosidad e introducir la puntita en la entrada de la angosta gale- ría interna; después él succionará largo tiempo; ¡tanto que ya me duele la boca!; ¡un momento, un momento!, que tú no tienes ningu- na relación con los hechos excepto la de que en el tejado hay alguien como tú, pero que no eres tú porque los hechos ocurren en la futuri- dad; ¿y si la futuridad no fuera más que retorno a la preteridad?; succionará largo tiempo sobre el Monte Capuchino hasta que ella comience a contorsionarse espasmódicamente; momento que él aprovechará para, rápido, cambiar de posición con la boca babeante de saliva y lubricante capuchinesco y penetrar en ella hasta donde le esté permitido por Natura, comenzará el sube y baja de las nalgas y el movimiento circular de las caderas, en el colmo del paroxismo, de

46 Armando de Armas la ansiedad por fusionarse, por ser UNO, se meterán mutuamente el dedo del medio en el estriado Cráter de las Explosiones Indeseables, arañarán, morderán, golpearán, gritarán, aullarán, retorcidos y anu- dados como sierpes, sudados, roncos, magullados, pondrán los ojos en blanco y se irán, por un instante, al insondable vacío de otra di- mensión, y ya de regreso, se toparán con que sus cuerpos no entra- ron el uno dentro del otro y mucho menos se hicieron UNO y con que, lo más triste, ninguno de los dos sabrá lo que está pensando su supuesta media naranja; lo jodido, sin embargo, no es la incomuni- cación a que estamos condenados por la Divinidad, sino la bárbara represión por parte del poder humano a esas pocas vías que nos fue- ron concedidas como una gracia para comunicarnos; TODO PODER CORROMPE Y EL PODER ABSOLUTO… entonces, si lo del po- der es así, tremenda peste a mierda que han de tener ciertos persona- jes que se presentan o se han presentado ante sus pueblos como in- maculados guardianes de la pureza ideológica y moral; pero las masas sólo confían el poder a quienes la práctica ha señalado como baluartes de sus intereses de clase, a la vanguardia dentro de la van- guardia, a lo mejor dentro de lo mejor, ejecutantes ortodoxos de la mística revolucionaria, hombres-llama, hombres-divinidad, hom- bres-patria, que están donde están por sus méritos ganados en com- bate frente al ENEMIGO o las ADVERSIDADES, de aptitudes pro- badas en la confrontación diaria, de insuperables dotes de estadistas; perspicaces rectores de los medios de información masiva, actores consumados, supuestos papas devenidos hechiceros de la tribu, ha- cedores de lluvia, milagreros, voraces consumidores de víctimas propiciatorias, malabaristas, implacables cazadores de almas desca- rriadas, torquemadas del sueño, hijos y sostenedores del DOGMA; ¡el poder es UNO, el del pueblo; ¿pueblo?; en el sentido rigurosa- mente científico, comunidad de personas que se modifica histórica- mente, formada por la parte de la población, capas y clases, que por su situación objetiva están en condiciones de participar conjunta- mente en la resolución de los problemas concernientes al desarrollo revolucionario, progresivo, de un país dado, así, a comienzos del siglo XX Rusia se encontró ante la tarea de derrotar a la autocracia y Lenin planteaba que un obrero, por poco consciente que sea, sabe

47 La tabla perfectamente que el pueblo que lucha contra la autocracia está for- mado por la burguesía y el proletariado, más tarde, cuando ante Ru- sia se plantearon tareas socialistas, Lenin subrayaba que en la lucha de todo el pueblo por el socialismo, contra la burguesía, participa el pueblo tan sólo formado por los obreros y los campesinos pobres; ¡pueblo cará!, indito lindo, indito maricón, parece mentira que un tipo inteligente como tú pregunte todavía quién es el pueblo, vaya, hombre, el pueblo soy yo, comiendo yo come el pueblo; ¿y la pa- tria?; no preguntes por ella que yo soy el chulo de la tal Patria esa; la palabra, bendito sea el don de la palabra, bienaventurados los que hacen de la palabra un arte, el arte de hilvanar, organizar y ubicar las palabras escogiendo entre infinitas posibilidades; la palabra es la mayor brecha infligida a la incomunicación; la Libertad nació sin nombre; pero tiene un apellido, de Palabra; si no me expreso y si no expreso lo que quiero en el momento que estime oportuno es como si descendiera en el sueño de mi abuela a través de la cadena evolu- tiva; en este caso involutiva; hasta las profundidades de un tiempo en que sólo nos estaba dada la condición del amphioxus; ¿qué es lo que dice Ramón?; nada, nada, Maestra, que el avión de Camilo no se cayó al mar, que fue Camilo quien se cayó del avión; Amadís, ner- vioso, la ha inventado en el aire, intuye que se ha salvado de caer en pecado de chivatería, que ha salvado a Ramón de algo peligroso, que la enfurecida maestra adivina lo que en verdad dijo Ramón; el joven Jacinto escondido en un tanque de papas, vomitado y vuelto a vomi- tar por la novatez de la travesía, corriendo la tapa del tanque durante las noches para no morir asfixiado por la peste a vómito, y a mierda, pues cagaba en plato de porcelana que el marinero le había traído subrepticiamente de la cocina, pero que no todos los días estaba dis- puesto a llevarse para lanzar la porquería por sobre la borda, por lo que a veces el dichoso plato permanecía cargadito hasta los topes y habitado por alegres gusanos; las piernas entumecidas, estirándolas por turno, la ancha espalda de luchador encorvada y adolorida, todo por no poder decir; ¡me cago en la madre del Rey!, no voy a ninguna guerra, ¡qué cojones tengo yo que hacer en una guerra que no bus- qué!, que es problema del Rey, que si él es guapo y tiene deseos de pelear, pues que rete al Jefe de Estado o al Rey del país con el que

48 Armando de Armas quiere guerrear y que se fajen a tiros como en las películas del Oeste a ver quién es el mejor y saca las pistolas con mayor rapidez y pum pum pum, sin que ninguno de los dos pelee de espaldas al sol que eso le daría ventajas y entonces podría ser más un fusilamiento que un duelo de hombre a hombre, perdón, quise decir de alteza a alteza, que para eso están buenos ellos y no yo que soy un pobre aldeano; mi abuelo era parte del pueblo y de seguro se hubiera sumado a la lucha contra la burguesía, el clero y la monarquía, por instaurar un sistema de propiedad social sobre los medios de producción, lo que sucede es que no estaban dadas las condiciones objetivas y subjeti- vas, para su desgracia y mía, porque con un poco de suerte mi abue- lo fuera un alto dignatario de la Dictadura del Proletariado en las Islas de Gran Canaria y yo estaría allí a su lado aconsejándolo en materia de relaciones internacionales y tráfico de estupefacientes; el fin justifica los medios; con lo que nos hubiera cabido en gloria libe- rar al país de la feroz tiranía del trasnochado colonialismo español e insertarlo dentro de la Comunidad de Naciones Africanas, porque nuestro lugar está en el continente africano y no al lado de la Europa decadente, acomodaticia y explotadora, sin otro ideal que los bienes de consumo, además, hubiéramos desarrollado la vinicultura, libe- rando a la burguesía de Fataga; porque eso sí tienen las revoluciones proletarias, que liberan a los propios explotadores, aunque ellos re- nieguen y no sean capaces de reconocer el bien que se les hace, aturdidos como están por la ceguera clasista; del nada sofisticado método de producción de vino mediante batallones de vejigos pa- teando las uvas para extraerles el jugo dentro de enormes tinas, pre- vio lavado de los pies, por supuesto, para no impregnar la futura bebida de perfume un tanto exótico; ¡oh, los reyes!, cada rey debe ser sagrado en su tribu o nación, su persona intocable y su figura vedada a humanos ojos, se debe cuidar la salud regia, el bienestar físico y espiritual, que no le falten comodidades, jamás sus pies de- ben tocar la tierra, que no es digna de ellos, y todo esto no tanto por el rey como por la comunidad que gobierna, pues el estado del rey es el mismo en que se encontrarán sus súbditos, la sociedad que go- bierna, si el rey padece de lumbago la economía del país estará en bancarrota y si es impotente sexualmente la población disminuirá,

49 La tabla con lo que no habrá soldados para la guerra, y los animales no se reproducirán lo suficiente para alimentar al pueblo; por el contrario, si el rey camina derechito el país entero marchará bien y la economía será un primor, y si es capaz de mantener satisfactoriamente un nu- meroso harén habrá explosiones demográficas y los animales se criarán silvestres y en abundancia; entonces, todo el supuesto deleite que se dan los soberanos no es más que sacrificio y dedicación en aras de lograr el bienestar y la grandeza del pueblo; los reyes hacen la guerra en nombre de sus pueblos, traicionan en nombre de sus pueblos y tiemplan en nombre de sus pueblos; estamos dispuestos a dar hasta la última gota de sangre por la libertad de cualquier pueblo hermano; quién le dijo eso a nadie, yo soy parte del pueblo y conmi- go nadie contó para servir a semejante vampirada; ODIO Odio odio odio odio odio odio quiero más que indiferencia porque el rencor cor cor cor cor cor cor cor; somos una generación invencible porque hemos sido educados en el odio a nuestros enemigos de clase; ¿qué clase?; ah, bueno, la de los que no son como nosotros; ¿y cómo so- mos nosotros?; no pienses que me has hecho una pregunta difícil, que de acuerdo a la cultura del diálogo, el debate y la pluralidad de ideas que pretendemos desarrollar en nuestro pueblo, siempre den- tro del marco de la unidad monolítica en torno al PARTIDO y a Fi- del, con motivo de los festejos y realización del próximo Congreso del Partido, bueno, sin más rodeos ni teoricismos porque, según el Gran Lenin, la práctica es el criterio de la verdad, te diré que noso- tros somos quienes somos y no quienes la gente quiere que nosotros seamos; par par par partido por el eje, es una nueva categoría, sabes, dentro del complejo mundo de nuestras relaciones sociales, porque, ¿sabes?, no somos una sociedad perfecta; coro grita enaltecido; ¡pí- calo Catrín!; ¡pícalo Amadís!; Amadís sangra por un rajón de una cuarta en el antebrazo izquierdo, ambos tantean con las cuchillas, se buscan las miradas; los ojos lo dicen todo en estos casos; Amadís trata de tener siempre el sol a sus espaldas, pero Catrín tampoco es bobo; uno siempre piensa que los demás son bobos o desea que los demás sean bobos, pero las cosas no son tan fáciles; el sacrificio, estamos educados en el sacrificio, nada de blandenguerías, sólo el fogueo en la lucha diaria nos dará la victoria; Amadís practica cada

50 Armando de Armas día a rajarle la camisa sobre la espalda a Eloy, sin tocarle la piel, pero Amadís lo hace sin su consentimiento porque es más emocionante, porque le da gracia la cara de Eloy entre sorprendida y asustada, y porque de esa forma la maniobra está mucho más cercana a la reali- dad, porque usted no le va a decir al enemigo, ponte, que te voy a operar a sangre fría, no va a doler nada, sabes, así no, a ver, así tam- poco, baja un poco más la cabeza, ya, correcto, como para una foto- grafía y, ¡allátevaeso!, cogerlo mansitico mansitico; pasitos, pasitos, atrás, al lado, al frente, amagan con la izquierda y se guardan la de- recha con ansiedad, con verdadera fe, como una carta de triunfo, como si la cuchilla de afeitar fuera un sable de húsares para descar- garlo con toda la fuerza del brazo sobre la cara o cualquier otro punto sensible del contrario; el ganador será el jefe de la guerrilla, nada de elecciones ni ese es el camino, ¡pendejadas burguesas!, que el poder como en los viejos y buenos tiempos sólo debe ostentarlo el de mayor fortaleza, suerte y habilidades en el combate, que eso sí es democracia y no los paripés que montan en las llamadas sociedades occidentales, decadentes sociedades, cada jefe debe reinar por un período de tiempo determinado, digamos doce años, durante el cual debe demostrar a la tribu que es el mejor, y al cabo del mismo batir- se a muerte con el aspirante a sucesor, si es vencido demostrará que su vigor ha desminuido y que el favor de los dioses, la fuerza, la asertividad en el combate, ha pasado al vencedor; nada de trajecitos y corbaticas morrongueras, los que valen son los arreos de combate, el virtuosismo al usarlos, que hablarán y eligirán a la hora del cuajo; ¿cuajo?; sí, la cubanidad no ha cuajado todavía; el proceso de la cubanidad no ha resultado nada fácil, ha sido cruento, despiadado, cumbanchero, desolador, cocción de disímiles brebajes en caldera de hierro; el que a hierro mata a hierro muere; pero si en cada puña- lada no hay más que un retorcido deseo de vivir, si la música la lle- vas en el cuerpo y en el alma, y si a la puñalada prefieres el revolo- tear de plumas y el espuelazo certero de gallos en el cerco, puede que no todo esté perdido, ¡ah!, y la capacidad de perdón, sobre todo eso; los gallos son nuestra tauromaquia; ojo; tener en cuenta proba- ble conexión entre los gallos y los toros, entre el ser nacional cubano y el ser nacional español; gallos y toros como reminiscencias del

51 La tabla circo romano, del gladiador al toro y del toro al gallo; por suerte, si ya hubiera cuajado, te digo, entonces sí que estuviéramos jodidos, no habría nada más que esperar, no es que seamos partidarios de los estados pre-cuajo y le tengamos miedo al post-cuajo, sino que, hay puntos donde no es recomendable cuajar so pena de quedar a medio camino y para siempre entre el feto y el ángel, suerte, pues, de la cubanidad no cuajada; el poder sólo se alcanza mediante la lucha armada, única opción que las clases en el poder dejan a los desposeí- dos; la historia de todas las sociedades, a partir de la esclavista, ha sido la historia de la lucha de clases; el marxismo-leninismo ha dado una explicación científica; ¿es el Abra Cadabra, pata de cabra, para dar respuesta a cualquier fenómeno?; ¡no jodas, chico!; a esta lucha como fuerza motriz del desarrollo de toda la sociedad dividida en clases; Clase A, Clase B, Clase C; antagónicas, ha demostrado que en la sociedad burguesa, la lucha de clases conduce necesariamente a la Dictadura del Proletariado; ¡qué maravilla, Goyo, qué maravi- lla!; cuyo fin consiste en aniquilar las clases como tales; ¿las clases nada más?; sí, desconfiado, una y mil veces desconfiado, retrógrado y peluquín; y establecer una sociedad comunista sin ellas; a ver, alumnos, ¿cuántos tipos de lucha armada ustedes pueden mencio- nar?; sí, Maestra, mire, la lucha clandestina en las ciudades y la lu- cha guerrillera en las montañas; yo, Profe, yo; a ver, vamos a dejar a Pepito; Profe, mire, faltó la lucha por la jama; muerte al enemigo; tengo que picarlo ya, me arde la herida que me hizo, todavía yo no he podido ni darle siquiera un piquetico, ¡no puedo perder, coño!, un comunista nunca pierde y donde nace un comunista mueren las difi- cultades, seguro Superman era comunista, no, a Superman tengo que sacármelo de la cabeza porque si mal no recuerdo parece que tío Periquín me ha dicho que el Super era agente CIA, una vez que me cogió leyendo uno de sus libritos, acércate para acá, mariconcito, un poquito nada más para que tú veas cómo te voy a repicar la carona esa, dale, Dios mío, haz que se adelante un poquito, Dios de los co- munistas, digo, perdón, que los comunistas no creen en Dios, Dios, perdóname por hacerte Dios de esa gente, pero entiéndeme y entién- delos a ellos que no creen en ti pero que en el fondo no son malos; ¿en el fondo de qué fosa?; anda, Dios mío, pónmelo facilito que yo

52 Armando de Armas seré comunista comecandela pero creo en ti; nada, contradicciones propias del Período de Tránsito; así, dale ya, no me martirices más, dame el triunfo que lo necesito, pónmelo y verás hiriendo al más feroz de tus arcángeles, que yo esgrimiendo una cuchilla de afeitar soy capaz de reducir a la obediencia a cuanto impío haya en el mun- do; Catrín se tira a fondo con una cuchillada y Amadís da un salto atrás, con el tiempo justo para que la cuchilla trace en el aire un re- lampagueante semicírculo perpendicular, a menos de un milímetro de su nariz; Catrín queda, por un instante, como apresado en una fotografía, la guardia baja, en una actitud tal de desamparo que a Amadís, si no hubiera tenido la sangre caliente, le hubiera dado una lástima infinita, la cara adelantándose al cuerpo, sudorosa, los ojos con la perplejidad del que sabe que algo le viene encima pero sin tener la cabal idea de lo que puede ser y no hace o no se le ocurre nada por evitarlo; Amadís sabe que no es momento de reflexionar sino de actuar, ahora o nunca, mi cara o la tuya; Amadís baja el bra- zo desde bien atrás, rápido, certero, y la cuchilla, obediente, abre un surco desde el entrecejo hasta la mandíbula, en dos tapas, blancas tapas, como las de un puerco cuando el Viejo le abre la barriga, sur- co que se va tiñendo de un rojo que ya corre bien abajo por la cami- sa y el pantalón en forma de un manchón negruzco; ¡perdóname, Dios mío!, ¡perdónalo, Dios mío!, ¡perdónalos, Dios mío!, que no sabemos lo que hacemos; el fusil y el Evangelio, Dios y el Comunis- mo; no puedes castigarme, Dios, porque si el Comunismo es bueno, ¡tú tienes que ser comunista!; Catrín va a quedar ahora un poco feo; ¿más feo de lo que es?; lo que importa no es la forma sino el conte- nido; pero, ninguna pepilla va a querer enredarse con un Cuco Ma- caco por muy buena gente que sea porque según la dialéctica forma y contenido son unidad y lucha de contrarios y no podemos absolu- tizar a ninguna de las dos categorías filosóficas; yo no quise, él se lo buscó, la guerrilla es algo que creé yo, sus estrategias, sus tácticas de combate, fueron estudiadas por mí en manuales de lucha guerrillera y llevadas a la práctica teniendo en cuenta las condiciones particula- res del terreno en que nos movemos, el tipo de armas primitivas con que contamos, los objetivos que perseguimos y la composición so- cial y la edad de nuestros soldados; nadie nunca se ha atrevido a

53 La tabla disputarme que yo sea el jefe porque dicen que estoy loco y le parto para arriba a cualquiera en andanadas pedruscosas; nubes de piedras que oscurezcan al sol y les aseguro que Dios se acordará de noso- tros, los taínos, a pesar de que por nuestra escasa cultura seamos idólatras, ya que él no es dogmático ni nada que se le parezca y sólo quiere que sintamos Amor, que Dios es Amor y no otra cosa y pre- tender lo contrario es pura y simplemente una aberración de marca mayor; se me puso como esperando no sé qué, a lo mejor sólo espe- raba eso, que lo picara, porque quién me prueba que no gozara con la sangre y con el ardor de una cuchillada, que al fin y al cabo eso es mejor que languidecer sin que el acero haya penetrado tu piel, sin que una cicatriz haya dignificado tu cuerpo, morir sin eso es a los caballeros como a las damas el morir vírgenes, esas son después las almas que vagan en pena por los caminos reales y las carreteras en busca de personas caritativas que les hagan el favor, y no las encuen- tran, no porque esas personas no quieran, sino porque no las perci- ben, y si las perciben, ocurre que es harto difícil apuñalar o hacerle el amor a un alma desencarnada; ahora tengo como una lástima por dentro; ¡coño, qué pasa, es que me estoy aflojando!, ¡porque un mar- xista no tiene razón para sentir una hierba tan extraña que ni los chivos se la comen!; ¿pueden los comunistas sentir lástima?; bueno, tal vez, sí, aunque tío Periquín diga que no que eso es un rezago de putas pequeñoburguesas, y para que vean lo que son las cosas, que uno nunca sabe a qué atenerse, el caso es que yo he visto al tío enta- blillándole la pata a un perro que se la había fracturado entre los alambres de una cerca de púas, no resultar el remedio, y quedar el perro en tres patas para toda la vida, comiendo gratis, y no sólo de- jarlo en la casa, sino convertirse en el preferido de todos los perros; ¡y eso no es nada!, una vez me pegó porque me sorprendió enlazan- do lagartijas para después empalarlas; ¿qué tío será mejor, el comu- nista o el testigo de Jehová?; a la verdad a la verdad no sabría decir- te, es tan difícil cuando se trata de quedarse con un tío entre dos; ¡a cualquiera se le muere un tío!; sí, tienes toda la razón del mundo, pero también es verdad que hay gentes, y hasta pueblos enteros, que siempre se les están muriendo tíos, o un Tío todos los tíos que siem- pre se está muriendo, o la Tiaidad que fenece llorada por la Sobrini-

54 Armando de Armas dad, gentes y pueblos huérfanos de tíos; ¡la bendición, tío!; ¡vaya con Dios, sobrino!; los sobrinos del tío Sam; el tío Sam con sus ba- rras y sus estrellas y su sombrero de lo más chulo; un tío que no ha sido malo ni bueno, que no es tío que más bien pudiera ser hermano, que es hermano que tuvo más suerte; la suerte no existe, lo que su- cede es que supo hacer mejor las cosas y no se anduvo con que si alguien hizo dinero fue por bandolero o por tacaño o por despiadado que así es preferible no tener fortuna que es poderoso porque me explota que nacimos en la misma lengua de tierra pero tú eres tío y nosotros sobrinos y es más elegante jugar a tíos y sobrinos y tío malo pragmático sin esencia humana y sobrinos valientes y justicieros y desinteresados cultores de la poesía y hacedores de revoluciones y cuartelazos y grandes balaceras porque en la balacera es que se co- noce el macho de verdad que lo que sucede es que en Tío habita una mujer descocada que teme al olor de la pólvora y de los caballos sudados que por eso ha logrado llegar a donde ha llegado y se viste de túnicas y perfumes y joyas y manda a otros a la pelea y ella no va y mantiene su casona que es una taza de oro que si fuera macho de verdad moría con el ardor del tequila en la garganta y la sangre a borbotones y un grito ahogado a flor de boca por el jaleo de la me- tralla; lo fácil, lo bueno para mí sería tener un solo tío y decir es bueno o malo y punto, porque esto de estar escogiendo entre uno y otro no me resulta fácil porque, vamos a ver, los dos me regalan lo que yo les pida y esté al alcance de ellos y los dos son cariñosos con los animales; sin embargo, el comunista dijo un día; si un hijo mío traiciona a la revolución, yo mismo le doy el tiro de gracia; Abraham sobre su hijo maniatado en tierra con el puñal detenido en el aire, por la oportuna voz de Jehová, camino de clavárselo en el pecho; ¿qué había detrás del proceder de Abraham?; ¿fe y amor inquebrantables a su Dios?, ¿miedo?, ¿adulonería para que a partir de ese momento el Supremo Hacedor se acordara de él, facilitándole las cosas?, ¿há- bil estratagema para mantener en la fe a los ingenuos integrantes de su tribu?, ¿maniobra política según la cual delegaba en su hijo la muerte prematura y violenta a que estaba obligado en virtud de su jerarquía para garantizar el bienestar de la comunidad?, maniobra que después fue imitada por cuanto reyezuelo pícaro se supo en el

55 La tabla ocaso de sus facultades físicas y mentales, pero sin la voz de Jehová que los detuviera en el intento, por lo que hubo reyezuelos que lle- garon a sacrificar hasta veinte de sus hijos con tal de ir posponiendo la muerte, y perpetuarse en el poder, con toda la carga de privilegios y limitaciones mágicas que ello implicaba; aunque se dio el caso de alguno que murió apuñalado por el hijo veintiuno; ¡inteligentísimo el muchacho!; lo que posteriormente dio pie a la civilizada costum- bre de que los hijos apuñalasen a los padres en cuanto les picase el bichito del poder; y el tío devoto de Jehová dijo otro día; ¡prefiero que se me muera un hijo antes que permitir que le pongan una trans- fusión de sangre!; ya ven cómo escoger, así de pronto, no me resulta fácil, de todas formas, el comunista tiene un no sé qué más atractivo o más alegre o menos gris o menos exigente o más liberal que no posee el religioso; por ejemplo, mira, el comunista no ve con malos ojos tener muchas mujeres, siempre que se atienda la propia, embo- rracharse, siempre que los hijos tengan comida, y que me faje con cualquiera, siempre que me provoquen; el otro, no, siempre seriote, todo es pecado, todo puede ofender a Dios, muy recogido, menos acorde con los tiempos; ya ves, aunque es difícil establecer preferen- cias, te puedo decir una cosa, aquí bajito entre tú y yo, el que más me agrada de todos es el tío Yeyo, y no sé por qué pues mi mamá siem- pre ha dicho que es un tarambana; ¿qué cosa será un tarambana?; a juzgar por la cara con que lo dice parece ser que no es nada bueno, a mí me da la impresión de que es alguien que rueda de un lugar para otro sin rumbo fijo, o más bien el sonido de una palangana cuando la tiran contra el piso; ta-ram-ba-na ta-ram-ba-na ta-ram-ba-na nan nan nan nan, o no precisamente contra el piso, sino contra las paredes desnudas de un laberíntico túnel; ¡cuando sea grande quisiera ser tarambana!; Camilo Torres fue cura y guerrillero, cura no me gusta- ría ser porque según la Abuela el infierno está repleto de curas y que además son unos desgraciados que no pueden tener mujeres y que eso conlleva a una cosa que llaman berraciones o aberraciones o algo así; Yeyo me ha contado que eso de las mujeres es lo más rico que se pudo haber inventado y que me cuidara mucho la cara que yo la tenía bonita y que con ella y otras cositas que a su debido tiempo me enseñaría podía llegar a ser chulo y que chulo es tener muchas

56 Armando de Armas mujeres y vivir de ellas; viejo oficio ese de chulo, chulo rechulo re- chulangón gon gong gong; y comienza la pelea más esperada de este cartel Cuba-E.E.U.U. con el deporte puro, libre, conformador de cuerpos y almas sanas, revolucionario, genuino representante del pueblo, exponente de lo que puede hacer el Socialismo por el bien- estar del pueblo, de una parte, y de la otra, el deporte raquítico que sólo puede aspirar a languidecer bajo la indiferencia de los círculos de poder, o pasar a la condición de mercenario que ofrece el profe- sionalismo por el culto exacerbado de esa sociedad al dinero; ¡coño!, si en vez de yo picarle la cara a Catrín, es él quien me la pica a mí, se me jode la chulería; el pobre Catrín ya no va a poder ser chulo, aunque dicen que hay médicos que arreglan la cara y la dejan como nueva; Amadís soñaba con el mar y con ser navegante; libro de ca- becera; Un capitán de quince años; yo tengo quince años y ya soy capitán; imaginarse protagonista de grandes aventuras en el mar, re- sultaba ser un temido pirata, no del todo malo, lo cual debió ser lo más cercano a la realidad de los que conformaban la Hermandad de la Costa, a quien los más diversos avatares habían conducido a la delincuencia marítima; nunca le gustaba hacer el papel de persegui- dor de piratas, oficio que relacionaba con la nacionalidad española; ni aun de corsario, que relacionaba con la inglesa o la francesa; ¿por qué desde pequeño habré sentido esa aversión al poder?; aunque creo que la generalidad de los niños cuando juegan a policías y ban- didos prefieren ser bandidos, y la excepción podría estar dada por esos niños traumatizados que resultan ser los hijos de los policías y que apenas caminan ya los embuten dentro de un precioso uniforme como el de papá; oremos, hermanos, por la suerte de las almas de los desdichados hijos de los policías; y los arman con un tolete para que repriman a cuanto gato o perro de la casa o del vecino cometa la imprudencia de acercárseles demasiado, creyéndolos niños norma- les y además por la ancestral comunicación animal-niño; pero cuan- do las cosas comienzan a cambiar es cuando los niños se van hacien- do hombrecitos y ven que los bandidos, los bandidos que no han querido, o no han podido, aliarse con la policía, van a la cárcel, mientras que los policías se convierten en pequeños dioses con mu- chas más posibilidades para robar que el más hábil y consumado de

57 La tabla todos los bandidos; había imaginado la canoa india en todos sus de- talles pero le faltaba llevarla a la realidad; ¿realidad?; cosa que le atormentaba de tal modo que lo traía hacía noches sin dormir; claro, no sospechaba que lo mismo le pasaría mucho tiempo después con las novelas que haría de punta a cabo en su mente, pero que demora- rían allí años enmarañadas en la torturante encrucijada de las formas o de la forma más conveniente, hasta envalentonarse un día y co- menzar la escritura por la no-forma o la forma que le viniera en ga- nas, porque estaba bueno ya de indecisiones que en busca de la per- fección todo iba a ser tan perfecto tan perfecto que nunca lo concretaría, para reconocer que esa no-forma, o forma de la espon- taneidad, era la más adecuada a lo que se proponía decir y que había sido un idiota perdiendo el tiempo en la duda; sabía por los textos escolares que los taínos ahuecaban troncos de grandes árboles dán- doles fuego por el centro, de lo que resultaban embarcaciones donde cabían hasta 40 hombres, cuando pensó y repensó la forma de llevar- lo todo a la práctica se lo contó al primo Calibán; Amadís y Calibán eran tenidos como locos por los demás primos, debido al entusiasmo con que se lanzaban a la realización de las ideas más descabelladas o más tontas, leídas, o vistas por Calibán en el pequeño y acogedor, para los murciélagos, cine de su barrio allá en Camagüey, y por lo mismo era el único que no iba a tildarlo de loco por el plan de la canoa; ¡Amadís y Calibán están locos!; ¡Amadís y Calibán somos locos!; hoy robamos una palma que tío Periquín tenía para hacerla tablas y forrar una casita de guardar trastos que está construyendo, pero también necesitamos fósforos, alcohol y una yunta de bueyes para transportar Gran Canoa India; ¿por qué todo lo indio es GRAN?; Gran Cacique, Gran Pipa, Gran Hacha y Gran Granja ja ja ja del Pueblo; y que Dios nos perdone porque todo va a ser robado, las cosas no son de quien las posea sino de quien las necesite, por eso el proletariado está en todo su derecho; ¿derecho?; ¡todo lo que no anda jorobado!; para expropiar a la burguesía y sus acólitos de todos los bienes, y de paso regenerarlos; ¿quieren ejemplo más bello de regeneración ideológica que el último Emperador Chino haciendo labores de jardinería?; la yunta de bueyes va a ser lo más difícil, pero de eso me encargo yo, cuando el Viejo esté durmiendo la siesta se la

58 Armando de Armas llevo, que siempre a esa hora él la deja amarrada a la sombra de la mata de mango sin quitarle el yugo; tengo una sed horrible, la saliva, poca, arenosa, el polvo me reseca y agrieta los labios, este tren, bim bam bum, es peor que pasar el Niágara en bicicleta o ir al Polo Nor- te en calzoncillos; cualquier cosa es preferible a la sed, sobre todo la sed cuando sabes que no hay un poquitico de agua guardada o espe- rándote en alguna parte, aunque no la tomes por ahorrarla, pero el solo hecho de saber que existe te reconforta la voluntad y hasta pue- de que mitigue las ansias de prenderte a una fuente bien fría y no soltar hasta agotarla; una cerveza sudada de fría, Señor, eso es todo lo que pido, será tan difícil eso, Señor, si he oído que el costo de producción de una cerveza son tres centavos, en tres centavos toda una vida, la vida misma, la cerveza es la paz de la vida; si el capita- lista la vendía a veinte centavos no es porque fuera buena gente, ni porque entendiera que acá en el trópico una cerveza es algo que debe estar al alcance de todos y no sólo para las clases ostentadoras del poder, ni bobo, ni comemierda, ni la cabeza de un guanajo; es por- que vendiéndola a ese precio sacaba su ganancia y punto; ¿qué más le debe importar a un capitalista?; una cerveza ahora me sedaría, un sorbo, glu glu glu hasta el fondo y otra y otra, y de esta última sí le daría a la muchacha y le dejaría correr un poco ombligo abajo y más mojazón y más resbaladizo y más gozadera y el olor a cebada y ba- calao es mezcla desorbitante y a las niñas les encanta tomar cerveza por ahí; pero no se puede, no hay, aunque dé 1.000 pesos por una caja de cerveza, total, para lo que yo quiero ese dinero, mi reino por una caja, todo por una caja, menos la pistola, que esa me va a permi- tir tomar allá en el Yuma las que quiera, en un bar, en una casa, en un parque; la opción de una cerveza, lo mío es sólo un problema de opciones o más bien de no tener opciones; poder decirle a un amigo, pasa por la casa el domingo que vamos a conversar y tomarnos unas cervezas; los bueyes no toman cerveza, los burros sí, digo, un burro, el burro de Mayabe, flamante atracción turística; un burro que toma cerveza y caga dólares; ¿será por eso, porque se las toma el burro, que no hay cerveza?; está muy bien que no haya, el pueblo sólo ne- cesita salud y educación gratis, lo demás son vicios del pasado, afe- minamientos que un pueblo que construye la Nueva Sociedad y se

59 La tabla prepara para enfrentar al enemigo imperialista con las armas en la mano no puede darse el lujo de tener, que por esos vicios y debilida- des cayó en manos de los bárbaros el Imperio Romano; para ser buey hay que ser maricón, ¿verdad Calibán?, lo primero que hacen es que te tumban, amarran duro a un tronco y acomodan los cojones arriba de una piedra, entonces es que viene lo más lindo; ¡búmbata!, ¡búmbata!, ¡búmbata!; con una mandarria de dieciséis libras que te hace los cojones puré de papas, y tú, muge todo lo que quieras que nadie se va a compadecer, pues a quién carajo le interesa que un brioso toro se convierta en buey, que veas a las novillas y tengas que huir con el rabo entre las patas porque intentarlo sería mucho peor, un papelazo; o mejor, sí interesa, interesa que no tengas cojones, porque esa es la mejor manera de llevar un yugo; y todo el mundo ¡qué buey más lindo más hermoso qué nalgas para filetes y qué bien alimentado lo tiene el dueño y saludable y se ve lo atiende con el veterinario y educadito y no hace caca delante de las señoras!; el dueño es una magnífica persona que sólo se interesa porque el buey esté en buenas condiciones para que tenga fuerzas y hale bien el arado o la carreta y si hace el remolón; pinchazo, no muy duro por- que él es un buen amo de bueyes y no está para hacer daño sino para resolver su problema; ¿ven acá, chico, a ti nunca te han metido un aguijón por el culo?; la maestra; atiendan acá, niños, éste que ven aquí fue el hombre que les quitó el yugo a los cubanos, a ver, Pepito, tú que levantas la mano con tanta insistencia, dilo dilo sin pena que si te equivocas no importa, aquí se viene a aprender; sí, maestra, sí, ese fue el que le quitó a mi padre el yugo, la carreta y los bueyes; el agua achocolatada, cubierta de algas, muerta, pesada, dicen que la de mar es más ligera, o más pesada, y hace a los cuerpos más ligeros; ¿mayor fuerza de empuje?; una fuerza de empuje absoluta, que no te da tiempo a reaccionar y tomar una dirección propia, ella te lleva, al principio puede que te molestes y te rebeles pero después te acos- tumbras y lo encuentras todo de lo más fácil y te dejas llevar y llevar y llevar y no tienes que preocuparte de nada y todo es color de rosa y ves pasar cosas a una velocidad increíble, parecido a cuando viajas en auto por carretera y miras a los árboles y los postes; los bueyes se llaman Africano y Peligroso, bueno lo de Africano se explica, pero

60 Armando de Armas lo de Peligroso no tiene sentido excepto para un verraco como yo que un día me metí debajo y le di en la picha con un palo, parece que se acordó de cuando era toro y me ha dado una patada en la frente que me lanzó como a tres metros, dice el Viejo que fue un toquecito nada más que si es una patada de verdad me mata; ¡qué cosas tiene la vida!, por poco hubiera terminado allí mi ciclo o uno de mis ciclos y no fuera lo que soy, ¿y qué soy?, a veces pienso que si no hubiera sido mejor terminar debajo de las patas de Peligroso porque, de allá para acá, qué he realizado que merezca la pena, excepto joder y se- guir, ¡eso sí!, dándome golpetazos en la cabeza; lo que sí te puedo decir es que soy un cabezón o nací atravesado como los polines en la línea del tren; tren-vida, tren-gente, tren-sociedad, tren-muerte; nadie puede imaginarse las muertes que habrá habido en cada cruce- ro de ferrocarril, y cuántos cruceros hay en Cuba; Cuba-linda, Cuba- hermosa, eres un jardín de rosas; un tren corriendo por la línea cu- bierta de rosas, de nada les servirán las espinas, el tren dejará un rastro negro, saldrá el jugo y ascenderá, pese a todo, el perfume que invadirá el país de San Antonio a Maisí; seremos la primera nación invadida por un perfume de rosas, después de años y años pronosti- cando apocalípticas invasiones de rubicundos soldadotes mascado- res de chiclets; la canoa corta bien el agua, ésta es canoa imperial que navega al frente de miles y miles de canoas a la conquista del territorio del Más Allá; los masalleros son un aguerrido pueblo de caníbales que habitan allende el mar, de caras horripilantemente pin- tarrajeadas, que casi no tienen mujeres porque cada guerrero puede poseer hasta veinte, que se irá comiendo, y reponiendo con otras, según le vayan satisfaciendo el deseo sexual o no, la cosa ocurre así; el guerrero manda a buscar la elegida del día que viene presta y ante él deja correr la túnica hasta los pies; las masalleras no usan blú- mers; y ejecuta una excitante danza ante la cual el guerrero debe erectar, si no ocurre tal cosa la muchacha tendrá todavía una última oportunidad consistente en masturbarse con el mango de un puñal, si nada ocurre en el guerrero éste tomará el puñal y la degollará, or- denando enseguida que la asen, ocasión para la que invita a lo más selecto de la sociedad masallera; a manera de información; los ma- salleros, debido al estress, suelen tener serios problemas de erec-

61 La tabla ción; Calibán y yo vamos a conquistar ese territorio, como buenos romanos que somos permitiremos que mantengan su religión y cos- tumbres, y después que hayamos eliminado los últimos reductos de resistencia les proporcionaremos hermosas mujeres, previo pago en divisa convertible; pero está haciendo agua por la parte en que tuvi- mos que taponarla con un trapo y Calibán me dice que eso no es problema ninguno que una vez en Nuevitas montó en una lancha de motor con un marido que tenía su mamá y que también hacía agua y que el tipo se la sacaba con una latica, pero como aquí no tenemos latica se la estamos sacando con las manos; Calibán es primo y es socio, Yeyo me ha dicho que socio es alguien con quien se tienen negocios, pero también alguien con quien se tiene determinada amistad; aunque mirándolo bien, según él, está mal empleada la pa- labra porque cuando hay amistad no puede haber interés y el nego- cio es puro interés, por eso, quizás, la vida sea el más grande de los negocios; Eloy es mi hermano pero no es mi socio; me ha entrado miedo porque esto está cogiendo demasiada agua, a Calibán también le ha entrado miedo, se lo conozco en los ojos; el miedo es como un animal baboso; Calibán es de ojos verdes de gato, Yeyo cuenta que a las mujeres les gustan los hombres de ojos verdes, aunque para gustos, colores, y para mariposas, flores, pero que eso, como todo en la vida, también tiene su lado malo, porque resulta ser que a los bu- garrones también les gustan los muchachos de ojos verdes, y cuando cae en la prisión uno con los ojos así tiene que defenderse como gato bocarriba si no quiere que se lo jamen con papas; mi mamá pelea porque dice que yo no tengo que conocer de esas cosas, cosas feas para un niño, y Yeyo; peor es que un día por las cosas del destino tenga que ir a presidio y sea un bitongón y te lo metan a jeva aunque éste no tenga los ojos verdes ni un carajo, pero igual tiene que saber cuidárselo; ¿por qué será así en la cárcel?, ¿por qué si uno nació macho lo van a obligar a hacer de hembra?, si la cárcel es para los hombres muy hombres, entonces, en qué quedamos, ¿tendré yo que ir alguna vez a la cárcel?, ¿y si voy, saldré machito?, sí, machito y con una O más grande que la bolita del mundo, lo que tengo que hacer es no ir a parar nunca a un lugar de esos, no obstante, alguna vez me gustaría estar allá y después pavonearme con el hecho de que

62 Armando de Armas pasé por las calderas del Infierno y salí intacto como una manzanita y recibir la admiración de los demás muchachos y hacerme un tatua- je bien bonito en medio del pecho con barco enredado en descomu- nal serpiente marina como vi tenía un tipo en un libro sobre piratas; me gusta el tiempo de los piratas y no el tiempo de ahora, en aquel tiempo todo era menos complicado, si te cogían, te ahorcaban, pero la gracia estaba en no dejarse coger; ¡al abordajeeeeeeee!; y era el mejor el que más valiente se portara y más cabezas enemigas bajase de sus puestos y el que más grandes tuviera unos aretes de bronce o plata que más bien semejaban narigones de buey, aunque por muy machos y piratas que fuesen eso de los areticos no me convence, otra cosa que no acaba de convencerme es cómo se las arreglaba un pira- tón de esos con un dolor de muelas porque me parece que cuando aquello no se había inventado la aspirina; Yeyo estuvo preso por juego al prohibido, pero eso fue cuando el gobierno del general Ful- gencio Batista que era más bandolero que mi tío; ahora no, pues con el Socialismo desaparecen las condiciones que determinan para que los hombres vayan a la cárcel, las cárceles podrían, también, como los cuarteles, ser convertidas en escuelas y los policías en peloteros; pero en este país los policías están a patadas en la calle, éste es el país de los policías y de las prisiones; sí, pero están para salvaguar- dar los intereses del pueblo; ¿y ellos no son el pueblo uniformado?; ¿¡vivan los pueblos uniformados o vivan los uniformes!?; eso es, los uniformes, pueblos en guerra contra el vicio de la multiformidad; esto se va a hundir, no hay más remedio, esto no hay quién lo man- tenga a flote, esto se está hundiendo ya, se nos va de bajo los pies, Calibán y yo nos abrazamos, vamos a morir juntos; es bueno morir- se con alguien querido, egoísmo al fin y al cabo, por qué no sería más de hombre morirse con el enemigo, abrazado con el enemigo, ¿por qué he de querer en mi desgracia a un ser querido?, ¿por qué he de atraerlo a la fatalidad como en un remolino?, ¿no será mejor que gire conmigo en el remolino aquel que más odio?; nos vamos al fondo, llego al fango; constantemente he luchado por salir del fango; me desespero, es curioso que no sienta miedo, sino asco del fango tragándome por los pies, de que pueda llegarme a la boca, de ser un tubo relleno de fango; ¡sorpresa!; un día te levantas y aprietas el tubo

63 La tabla de pasta; por el medio o por delante, nunca por atrás, que el hombre no está en esos melindres del orden y la racionalidad y el someti- miento a disciplinas pasteriles, pasteriles, no pastoriles, que eso es harina de otro costal que analizaremos en la próxima clase magistral en medio del Golfo que un tren no es aula propicia para ello, y co- mienza a salir una pasta negra y apestosa y vaya usted a buscar una explicación lógica a semejante fenómeno que nadie sabe lo que a ciertos espíritus burlones se les ocurre echar dentro de los tubos de pasta y por eso nada más aconsejable y sano que pulir los dientes con trocitos de carbón vegetal, que lo negro surta el efecto contrario y lo blanco no te sorprenda un día que te levantes somnoliento y al apretar el tubo; ¡plaf!; una plasta de fango insoportablemente apes- tosa; Calibán no me suelta, yo tampoco lo suelto, tengo que soltarlo, tengo que subir; qué linda me resulta la superficie que hace un rato me castigaba con una luminosidad hiriente, braceo mal, casi no sé nadar; ahora sé lo bastante como para pensar aventurarme en un barquito por el Golfo, quizás ya estaba practicándome y no lo sabía, ¡claro que no podía saberlo!; dice la Abuela que lo peor en estos casos es desesperarse; un poco más y tengo la orilla, está ahí mismi- to, una, dos, tres, tal vez cuatro o cinco brazadas, torpes, desmaña- das, como de araña enloquecida por el ataque mortal del Caballito del Diablo; orilla-salvación, me acuesto aquí y duermo y duermo y no tengo para cuándo levantarme porque vengo desde muy lejos traído por corrientes y vientos muy viejos y lo único que importa es que ya estoy aquí y tengo tiempo, un tiempo infinito para civilizar este pueblo de criaturas en el límite de la animalidad; la hierba, me embriago con el olor a hierba, eso de emborracharse con el olor de la hierba debe resultar de lo más económico, sobre todo ahora que el ron está perdido; sí, compañeros, por desgracia en nuestra sociedad perviven, restos de la otra, elementos inescrupulosos y fanatizados que acaparan el ron para darle a beber a sus santos, privando al obre- ro de que, una vez terminada la jornada laboral, la guardia de mili- cias, la guardia de los CDR, la reunión del sindicato, el trabajo vo- luntario y el Día de la Defensa, se regale, merecidamente, con unos traguitos de aguardiente; vómito de agua fangosa; ¡Cal Caliii Cali- baaaaannnnnn Calibaaaaannnnnn Calibaaaaannnnn Calibaaaaaann-

64 Armando de Armas nnn aaaaaannnnnn!; una hora llamándolo y no contesta, seguro debe estar allá abajo sentado en el fango, él tiene buena respiración y quiere asustarme; ya va siendo difícil respirar y es lo último que le pueden quitar a uno y cualquier cosa que se haga por respirar es válida; ¿por qué las cosas se harán tan cabronamente difíciles, o las harán tan cabronamente difíciles?, tan fácil que es respirar, reflejo incondicionado; 1, 2, 3, inspirando y espirando; nunca nos equivo- camos, excepto que alguien quiera que nos equivoquemos; fuerte, más fuerte, más fuerte, que el aire purifique los pulmones, así; lléne- se de vida y no de humo; Campaña Nacional por la Lectura, Campa- ña Nacional contra el Mosquito y Campaña Nacional contra el Taba- quismo; ¿tabaquicuánto?; hábito de fumar, chico, dañino, muy dañino, produce impotencia, cáncer y no te deja respirar, queremos que el pueblo respire libremente, que desarrolle una vida sana; la masividad en el deporte, tarea de todos; queremos mujeres LPV, ni- ños LPV, viejecitos LPV, inválidos LPV; LISTOS PARA VENCER; vamos, indiecito, a correr, demuestra lo fuerte, lo sano y hermoso que estás de la Conquista para acá y, sobre todo, después de la Cris- tianización y de haberte enseñado que mascar hojas de coca era pe- cado y que el cansancio y el frío de las cumbres de los Andes, sólo era posible combatirlos con fe; en el Futuro Luminoso; ¿el de Sen- dero?; en una sociedad nueva, en la recuperación del Paraíso; que el mundo vea lo que es una familia de indios cederistas LPV; ¿cederis- ta?; ¿ya la Excelentísima y Real Academia de la Lengua habrá acep- tado el vocablo cederista?; bueno, por lo de Real Lengua no hay di- ficultades, precisamente, en el país de las lenguas, de las lenguas delatoras, en cada cuadra un Comité y en cada barrio revolución, cuadra por cuadra; respira, facilito, nadie te lo puede prohibir, eso viene contigo; nadie, por supuesto, te tapa la nariz para que no lo hagas, al menos en circunstancias, digamos, normales, nadie te lo va a hacer; si es que la normalidad existe y si es que dentro de la llama- da normalidad general nuestras circunstancias son normales; pero la cosa no es tan fácil como se podría creer, admitamos que, efectiva- mente, no hay nadie tapándote la nariz, pero que de todas formas te ahogas; entonces, hay que buscar la causa en la atmósfera; ¿conta- minación ambiental?; no, eso no es un problema y no porque se haya

65 La tabla llevado a cabo un infalible programa de lucha contra la contamina- ción, sino porque nosotros, indios taínos, somos cazadores y reco- lectores, matamos iguanas y recolectamos caracoles que cambiamos a incautos turistas por dólares; entonces tendrás que llegar a la con- clusión de que eso que te ahoga es algo más bien espiritual que físi- co, pero que espiritual y todo tiene el don de oprimirte el pecho, de clavársete como cuchillo y de amarrársete como nudo; gritarás, sal- tarás, como poseído de santo que bajase en tromba de esperpénticas contorsiones, correrás enloquecido, pero irá contigo a todas partes prendido como garrapata, no hay salida, te ahoga sin que te ahogue porque siempre te está ahogando; lo siento aquí en el tren; ¿lo senti- rá ella?; entra por las ventanillas sucias de polvo colorado, curiosa- mente, soy alérgico al polvo y no es el polvo lo que me está dañan- do; pero de todas formas no voy a cerrar las ventanillas porque está conmigo, está aquí y está en todas partes; ¿es Dios?; no puedo pre- cisar si va o viene o llegó un día o se fue formando junto conmigo; la Cosa, vamos a llamarle la Cosa, la Cosa y yo, hermanos gemelos, creciendo conmigo y acompañándome en todos mis actos; no te pre- ocupes, Dios también te acompaña; a veces es posible engañar esa cosa, o mejor dicho, engañarse uno mismo porque ella es omniscien- te, como Dios; a Dios lo pintan como un gran OJO que todo lo ve; antítesis del ojo del primo bobo, clavado con una flecha y anegado en sangre; Dios es el presidente del CDR Universal; los estados po- licíacos tienen a Dios como paradigma, ¡cómo les gustaría que Dios fuera chivato y trabajara para ellos!; la chivatería es industria más poderosa que la brujería, fíjate si es así que por lo regular los brujos de la tribu son chivatos o los obligan a ser chivatos para permitirles ejercer sus artes, se explica, quién mejor para conocer las intimida- des de cada taíno que el Brujo; comentan lenguas que el Gran Caci- que General de la Tribu es el primer iniciado en brujería, si no cómo explicar sus poderes omnímodos; decía, hay veces es posible enga- ñarse uno mismo y hacer como que te desentiendes de la Cosa, en mi caso lo logro emborrachándome o templando; escribiendo no, por- que la Literatura, según han postulado sesudos reaccionarios es un sistema cerrado, fuera de la Historia; postulado fervorosamente re- batido por sesudos marxistas que ven en la Literatura una forma de

66 Armando de Armas la Conciencia Social; sin saber, tirios y troyanos, que, irónicamente, se cogen en sus respectivas trampas porque cuando yo escribo no puedo obviar la Cosa, que se presenta o se hace sentir o jode hasta ineluctablemente meterse entre las letras que voy hilvanando; ahora, amigos míos, ¡fíjense que ahora viene lo bueno!; pues a los sesudos reaccionarios les gustaría que yo reflejara la Cosa en mi literatura y los sesudos marxistas harían lo posible, ¡y lo imposible!, porque yo no reflejara la Cosa en mi literatura, o más bien, harían todo lo posi- ble porque reflejara la Cosa disfrazada al son de cantos ditirámbicos; ¿qué les parece?; OJO, se vislumbra un trastocar de las cosas y su sentido, en que el vocablo reaccionario iría a significar todo lo con- trario de lo que antes significó; antecedentes históricos en el caso cubano; en los tiempos de las guerras por la independencia del colo- nialismo español, el guerrillero era el cubano que al lado de España integraba fuerzas irregulares para combatir a sus hermanos, sinóni- mo de traidor, mientras mucho después, el guerrillero era el que lu- chaba en la Sierra Maestra, y en el Escambray, por la libertad de Cuba y en contra de la tiranía de Batista, primero, y la de Castro, después; ver a esta puta morderse los labios, retorcerse, gemir, go- zar, me hace muy feliz porque sé que ella ahorita va a hacerme sentir lo mismo; ¿puta?; no, puta es esa Señora llamada Realidad que nadie conoce y que ella misma ha terminado por no conocerse de tantos afeites y maquillajes, ¡nunca nadie le verá la verdadera entraña!, si es que la tiene; de todas formas se hace sentir, y a mí, a ustedes, a nosotros, se nos ha presentado con su maquillaje más trágicamente chillón y triunfalista, barato y sensiblero; ella ha tenido sus chulos, y tiene sus chulos, lo que no ha impedido que misteriosamente le haya pasado la cuenta a muchos de sus chulos, no así al CHULO entre los chulos, Chulo en Jefe; puta y chulo no pueden dormir bien, tienen como enemigo a la Señora Historia que un día les pasará la cuenta a los dos; Amadís saca la lengua al cinematógrafo y extraña- mente los personajes en la pantalla no se ofenden, ni dan las quejas a sus padres, sentados a su lado mirando la película con la atención del que no puede leer todo lo rápido que requieren los intermitentes letreros de la traducción; ¿del ruso?, ¿del checo?, ¿del alemán?, no sé, debió ser un idioma de guerra, porque me acuerdo, es casi de lo

67 La tabla

único que me acuerdo, que un jovencito tocaba a la puerta de un palacete, la puerta tenía una inmensa aldaba con forma de cabeza de león, estaba herido, manchado de sangre, y se tambaleaba como bo- rracho de las balas que seguro le habían metido en el cuerpo y las gentes de la casa que no abrían y los tipos que perseguían al mucha- cho venían acercándose y el muchacho saca una pistola y ta tatata ta y los tipos ratatatata ratatatata ratatatata abanicando con las metra- lletas y el muchacho prendido del león-aldaba resbalando puerta abajo ahora con un buche de sangre saliéndole por la boca; había entrado de la mano de su mamá a través de negros cortinajes como cosa de sueño o magia y la mamá braceaba con una mano por entre las cortinas, una eternidad de cortinas negras, y comenzaba a desco- razonarse al presumir que el tan mentado cine no era más que oscu- ridad de cortinajes olorosos a polvo cuando se hizo el milagro de la luz y comenzaron a surgir personas de la nada; ¿esa primera vez fue la del muchacho ametrallado junto a una puerta o fue la de Frankes- tein?; el monstruo hecho por Frankestein se levantó del ataúd y Amadís, extrañamente, supo que ya lo conocía, que muchas veces se le había aparecido en sueños, que muchas veces había huido de sus manos cerrándose en el vacío, un vacío que podía estar lleno de in- finidad de cosas y seres que él no podía ni siquiera imaginar, y de sus pasos de gigantoma bobalicón retumbando a sus espaldas, y, lo más extraño de todo, el adefesio no le produjo ni el más mínimo sobre- salto, lo que le produjo verdadero pavor fue la conciencia de que lo había soñado exactamente igual a como se lo presentaba eso que llamaban cine; personas que se movían y hablaban como en la vida real; ¿dónde estaba la vida real?, ¿del lado de allá de la pantalla o del lado de acá en la butaca?; atónito junto a mis padres, lo mismo que sentí muchos años después cuando por primera vez me metieron en un calabozo, ¿fue la primera vez?, y desde la plancha de concreto que hacía de cama; de piedra será la cama de piedra la cabecera; miraba a un preso llorar contra las rejas, el hombre y sus rejas se reflejaban contra el agua y la orina en el piso; hijo en tu futuro hay mucha agua, agua de por medio, el agua pudiera ser premonición de bienestar, de corrientes favorables, de reproducción abundante de tu prole sobre la faz de la tierra, pero no, en este caso, parece que no es

68 Armando de Armas así, tus aguas son como de inmensos ríos turbios, achocolatados, de aguas mezcladas, entre otras muchas cosas, con orina; agua y orina, orina y agua, por siempre, Amadís, digo, Amén; y me preguntaba dónde estaría el verdadero mundo, si por encima de la línea de agua y orina o por debajo de ella, cualquiera de los dos podía ser el verda- dero y puede que ninguno de los dos lo fuera; un mundo de hombres llorando contra las rejas debe resultar bastante irreal para alguien que nos visite desde otros mundos donde haya nada más que la mi- tad de nuestros dogmas; sentí un miedo cerval a que me sacaran del calabozo, en aquel, al menos, sabía a qué atenerme con sus cuatro paredes cubiertas de palabras obscenas y alucinantes metáforas es- critas con humo, impotente deseo de trascendencia, y su hueco pes- tilente para cagar con sus plataformas para apoyar los pies en forma de plantillas de zapatos de un número como el cuarenta, siempre me he preguntado por qué son tan grandes y si es que en las estaciones de policía han albergado alguna vez la esperanza de capturar al Abo- minable Hombre de las Nieves; mientras que en el de afuera, en el otro calabozo, nunca se sabía, es más, hasta ese día nunca había sa- bido lo que era a pesar de haber estado siempre chocando contra sus rejas, de haber nacido y crecido en su interior; rejas en los patios, en los balcones, en la puertas, en los bancos, en las cerveceras, en las oficinas, en los hoteles; ¡hoteles de lujo para turistas de Occidente!; en los restaurantes, en los cines, en las posadas; rejas en todas sus formas y dimensiones, desde las toscas y primitivas que recuerdan las fortalezas erigidas en América por España para proteger sus po- siciones del corso y la piratería, pasando por las de tipo Kitsch, has- ta las más aristocráticas y artísticamente trabajadas, recuerdos de un tiempo ido en que la desclasada burguesía criolla tuvo ínfulas de blasones nobiliarios, pero rejas, todas, al fin y al cabo, cumpliendo cabalmente sus funciones rejeriles; ¡que viva la reja!, pero la del arado; ¡un momento, un momento!, es que me faltan las rejas invisi- bles que se hacen sentir en decretos, leyes y reglamentaciones ador- nados con flamantes cuños y firmas; NO PASE, sólo para huéspedes, área dólar, zona militar, parqueo oficial, zona congelada, entrada por parejas como en el Arca de Noé; ¡que viva el pueblo negro de Sudá- frica!, ¡abajo el Apartheid!, ¡libertad para Angela Davis y Nelson

69 La tabla

Mandela!; Amadís dice; mira Eloy, vamos a hacer una trampa a Vi- kingo, te metes dentro del pollero y lo llamas, cuando esté dentro sales y lo dejamos trancado; Eloy; no no, tú estás loco y si me dejas allá adentro y el perro me muerde; Amadís; ¡qué pasa, viejo!, pala- bra que no; Amadís tenía un gran poder de convencimiento, podía lograr de los demás cosas que un instante antes les hubieran pareci- do inadmisibles, podía muy bien arrastrar multitudes hacia la conse- cución de objetivos nobles o no, sublimes o ridículos, justos o sim- plemente atractivos, era, ya en la infancia, un elemento altamente peligroso para la estabilidad, si no nacional, al menos sí emocional, de los pobres diablos a quienes tocó en suerte, o desgracia, que sus órbitas coincidieran en algún momento con la órbita de él; ellos, que buscan desesperadamente un líder, que tienen miedo de ser cabezas, y por lo mismo se quedan en rabos; ¡lástima por el rebaño!; como a las doce del día, la Vieja, busca que te busca y Eloy no aparecía; ¿Amadís, hijo, no has visto a tu hermano por ahí?; no, mami, no lo he visto; lo encontró en el pollero casi ahogado por el sol del medio- día, y de la soberbia que cogió se lo dijo todo al Viejo que amarró al líder al tronco de un árbol de guásima, como a Cristo en la cruz, y le estuvo dando cintarazos; el Viejo usaba un grueso cinturón de cuero sin curtir; hasta que se cansó; Amadís no huía ni lloraba ni se defen- día, su venganza era resistir con la mirada altiva y un gesto de des- precio, mitad sonrisa, mitad mueca, que lo acompañaría durante toda la vida aun, o sobre todo, en aquellos momentos en que alguien ju- raba que le quería; después el tío Periquín lo consoló diciéndole que los golpes no enseñaban a nadie y que los pueblos entre más los re- primían y torturaban más rebeldes se volvían y terminaban por des- cabezar a sus tiranos que él no iba a descabezar a su padre que no era más que un pobre bruto, pero que un día, tal vez no muy lejano, po- día devolver esos golpes al Imperialismo Yanki que era, en última instancia, el culpable de que un padre fuera tan ignorante como para maltratar así a su propio hijo, como todo en la vida esto también te- nía su lado positivo porque lo enseñaba a odiar, odio que lógicamen- te debía encauzar Amadís en un sentido clasista; el Imperio del Bien y el Imperio del Mal, las Guerras Floridas y las Guerras Cruzadas, el Muro de Berlín y la Gran Muralla China; clérigo; mira Hatuey, si te

70 Armando de Armas conviertes a nuestra Fe que es la verdadera, la Católica, irás al Cielo que es el lugar a donde van los justos; ¿y los españoles, van también al Cielo?; por supuesto, por supuesto, nosotros los españoles somos católicos; entonces, el Cielo es lugar a donde yo no quiero ir; ahora todo lo que yo quisiera es tomarme una Hatuey bien fría, tomarme una y dejarle correr otra a esta puta por donde mismo chorrea su orina, verle el vellón ámbar, bello vellón ambarino, translúcido alar- gamiento del bello vellón ambarino, priápico alargamiento del bello vellón ambarino, ir a la conquista del Vellocino de Oro, mamarle el Vellocino de Oro, mamar como un bendito del vellón bello como una catedral gótica, como un efímero y dorado Peñón de Gibraltar; si en el mundo todos mamaran le aseguro a usted responsablemente que no habría guerras, porque a nadie que le den una experta mama- da y que además pague con la misma moneda, le van a quedar fuer- zas, o gusto, para salir a matar, o a que lo maten, matar mamando, morir mamando; TERMINANTEMENTE PROHIBIDO MAMAR Y TEMPLAR; dictadores, guerreristas y dogmáticos no maman ni tiemplan, y si lo hacen, lo hacen muy mal; mamar y templar como Dios manda es además de un arte la prueba más contundente de que se es un buen demócrata; jardines geométricamente conformados, pasillos que brillan como espejos, impecables filas de alumnos, vo- ces de mando; alumnos para las aulas y alumnos para el campo, en dependencia del horario que les hayan asignado, olor a comida en preparación y olor a comida sobrante almacenada en tanques, olor graso, olor rancio, olor a albergues colectivos, a hembra, a macho, a sangre menstrual, a semen, olor a cloro; Amadís, con su maletín ca- gado de cucarachas; ninguna es la Cucarachita Martina, por supues- to; tiene miedo de lo que huele, además, a férrea disciplina, y a que- darse solo entre muchachos desconocidos, el miedo es la voz que le sale apagada y gagueante y gorrión picoteándole en el pecho; la Vie- ja; allá tendrás luz eléctrica y podrás cagar en taza; las tazas blanquí- simas y achatadas como extraños animales antediluvianos; tazas que avanzan disciplinadamente en la fila del comedor; dos tazas, hembra y macho por supuesto, que avanzan en la fila del Arca de Noé, época en que a lo mejor tenían pelos, y menos mal que la evolución las dejó pelonas porque no debe ser nada fácil eso de poner las nalgas

71 La tabla sobre tazas peludas, ¡qué de cosquillas, qué de sensaciones, madre mía!, pero eso de los pelos no es nada al lado de lo que sería si las tazas comenzasen a galopar como caballos, raza de caballos inodó- ricos, me gustaría cabalgar desnudo sobre una taza de esas por todo el pasillo central de la escuela y las muchachitas encantadas mirán- dome el pichirulo que esa es la medida exacta que debían poseer los muchachos que para qué tan grande la cosa pues puede molestar en lo que llaman el INTERIOR; ¿Ministerio del Interior?; y los profe- sores muertos de la risa con mis ocurrencias jineteriles; la gente de- biera morirse de risa; la Vieja; halas una cadenita y ellas solitas des- cargan la inmundicia que se va por unos tubos hacia el mar; ¡atención Partido de los Ecologistas!; ¡ojalá yo fuera un mojón impermeable y me descargaran por tubería hacia el mar!, mar abierto, rumbo a aguas internacionales; cuando alguien entre al baño tengo que fijarme bien en lo que hace pues yo no veo la tal cadena esa, ¡primera cadena li- beradora de que se tengan noticias!, liberadora de la mierda, revolu- cionaria de la mierda, ¡hala la cadena!, las tazas son una maravilla técnica pero yo prefiero el monte; hijo, actitud verdaderamente pa- triótica la tuya; pues en el monte lo haces y sientes el canto de los pájaros, ves templar al camaleón con la camaleona, arrastrarse la babosa y transportar cargas pesadísimas a la hormiga, un poema bu- cólico mierderil, lo malo, mi hermano, es que puede suceder como a mí que un día me limpié con una hoja espinuda, finísimas espinas, casi invisibles; ¿un nuevo Cristo que se ciñe corona de espinas en partes no pudendas?; ¡qué manera de joder las dichosas espinitas redentoras!; lo mejor de la tradición higiénica en ese sentido está en las tusas, por su eficacia carrasposa, además de que constituyen una prueba capital de hombría, pues si al limpiarte con ellas no ocurre que te dé por introducírtelas en el orificio cloacal es que estás libre de tentaciones incorporantes; al monte tú le hablas y sabe contestar, por lo que resulta que es mucho mejor educado que alguna gente, el monte es como si fuera persona, o no, más bien es como si fuera el alma de muchas personas a la vez; ¿qué es el alma, Abuela?; es como una palomita que se llevase por dentro y que a la hora de la muerte se va volando al cielo o quién sabe si en busca de otro cuerpo donde anidar; tío Periquín no quiere oír hablar de la tal Alma esa,

72 Armando de Armas porque según él es una invención, una mariconada, de los malvados burgueses para conseguir que los pobres aguantaran palos aquí en la tierra con la esperanza de que al morir sus almas vayan derechito para la gloria celestial, donde por supuesto no habría más sufrimien- tos y sí música de ángeles; debiera permitirse el matrimonio entre las gentes y los árboles del bosque, según el gusto arbóreo de cada cual, y de seguro que entre estos matrimonios habría menos celos y por tanto menos asesinatos y suicidios, yo escogería para mi matri- monio a la Ceiba, tan señorial, aunque debo confesar que ya no soy virgen arbóreamente, que estuve matrimoniado con una mata de plá- tanos; le abrí un huequito con una navaja, ¡justo a mi medida!, para mayor placer, y todos los mediodías cuando los viejos se ponían a dormir la siesta yo la penetraba, pero con la Ceiba es diferente el asunto, tan grandota, tan gordota, tan dura, y yo tan chiquito, única- mente que use una escalera y que le haga un hueco con la navaja y se lo rellene con algodón, para que no me la pele, que en eso sí es mejor la mata de plátanos, más suave y hasta con su juguito y todo, verdadero bollo supurante; caballerías y más caballerías; ¿vendrá caballería de caballo, de caballero, de tierras que se entregaban al caballero en premio por su valentía?; caballerías de campos des- montados, asesinados, y allá lejos, majestuosa, sola, como elevando una protesta al cielo por el comportamiento de los hombres, está la Ceiba que, temerosos, respetaron los operarios de los buldózeres y los dinamiteros; ¿de dónde le viene tanto poder que ni el rayo le cae?; ¡y lo que son las cosas!, no sirve para hacer tablas ni creo que para ninguna otra cosa de las llamadas útiles, es sólo magia, el triun- fo de la magia sobre el utilitarismo, sobre lo que llaman realidad, del absurdo sobre la racionalidad; carteles bañados por el sol, un sol implacable, hirientes carteles, enceguecedoras letras; NUESTRO COMPROMISO CON FIDEL ES UN CIEN POR CIENTO DE PROMOCION; MARTÍ, AUTOR INTELECTUAL DEL ASALTO AL CUARTEL MONCADA; POR AQUÍ EL ENEMIGO NO PA- SARÁ, ESTA ESCUELA LA DEFENDEREMOS HASTA LA ÚL- TIMA GOTA DE NUESTRA SANGRE; la sangre de Catrín llenán- dole el tajo en la cara, cubriéndole le cara, la sangre de las puñaladas que he visto, la sangre como superpavimentación viscosa en las ca-

73 La tabla rreteras, la sangre de la primera menstruación; niña-adolescente; ¡¿Dios, me habré reventado, estaré herida, que tanta sangre me sale de allá abajo?!, ya no tengo ni con qué taponearme y tengo pena de llamar a mamá, seguro que tengo una hemorragia, seguro me voy a morir; si este tren se descarrilara ahora, la policía no podría explicar- se a esta puta con las nalgas al aire entre el amasijo de hierro y la sangre, sangre mezclada con el óxido, óxido de sangre, ¿y la pisto- la?, bueno, que busquen, si pueden, al dueño entre tanta gente, aun- que si nos toman a todos las huellas puede que den conmigo, pero, de todas formas no creo me vaya a poner tan fatal; en la propaganda oficial corre la sangre como en las películas de samurais, es como si formáramos parte de una secta de vampiros, o fuésemos las víctimas de dicha secta, la sangre para nosotros es bobería, la entregamos a cualquiera por chorros; ojo; a cualquiera no, a cualquier pueblo her- mano que luche por su liberación; PARA EL CINE; la cámara pla- nea a vuelo de pájaro y aparece en pantalla una inmensa llanura ro- jiza, impecablemente roturada; la cámara desciende en picada, hombres como hormigas, organizados en bloques, uniformados, paso de autómatas; la cámara va a un primer gran plano y los rostros desfilan por turno en la pantalla, rostros prematuramente envejeci- dos, duros, al acecho, ojos de expresión cansada y bestial, más bien bestializada; la boca, una mueca, un retorcimiento; cuerpos sudoro- sos, tiznados; la cámara baja escrutadoramente por esos cuerpos, cuerpos-sombras, manos llagadas dejan caer canutos de caña y, de pronto, un vertiginoso traveling nos lleva por entre surcos que se llenan y desbordan en riadas de sangre que inundan la pantalla y amenazan con tragarse la sala y los espectadores que corren despa- voridos; Discurso de la Directora; en nuestra sociedad todos los alumnos son inteligentes, los alumnos tarados son propios de las sociedades taradas como la capitalista, por tanto no constituye nin- guna utopía que nuestra escuela obtenga el cien por ciento de pro- moción, hazaña que dedicaremos al Comandante en Jefe, porque si bien es cierto que Martí soñó la escuela en el campo, no lo es menos que el compañero Fidel nos la entregó; aplausos cerrados; cogiendo el tono, vamos a ver, un dos, un dos, embullo, todos embullados, la revolución es un embullo; ¿embullo de bollos, pensar con el bollo?;

74 Armando de Armas aplaudan todos a un ritmo, que no haya una nota discordante, sub- versiva; ARTE DEL APLAUSO, se aprende y tiene que ver con el arte de la chicharronería, pero, ojo, Señor Chicharrón, puede que usted se lance a batir palmas en el preciso instante en que sus cúm- bilas, los otros chicharrones, no tienen pensado hacerlo y, entonces, hace usted el Gran Papelazo, claro que el Aplauso tiene sus artistas consagrados como los tiene la Literatura o cualquier otro arte, y esos son los que cuando menos nadie lo espera rompen; plapla plaplapla- plapla; y todos lo siguen en un aplauso cerrado, no importa qué esté diciendo el orador, la cuestión es que todos le siguen en la ejecutoria chicharroneril y él se siente halagado, realizado, en su condición de líder efímero y circunstancial en función del GRAN LÍDER; Ama- dís; mire, profesor, me robaron la camisa del uniforme y el mosqui- tero; profesor; ese no es mi problema, así que inventa porque al final de curso tienes que pagar eso; ¿qué habrá querido decirme?, será que robe, ¡no, robar no!, eso no está bien; la Vieja y la Abuela; lo ajeno se respeta; el Viejo; el día que vengas aquí con algo que no sea tuyo, te doy una mano de palo que le va a gustar a todo el mundo menos a ti y arriba de eso tienes que devolver lo que cogiste a su dueño; tío Periquín; el único robo justo es el que hace el proletario cuando toma el poder y expropia a la burguesía de sus fábricas y casonas porque de verdad, sobrino, ladrón que roba a otro ladrón tiene cien años de perdón, y esa cantidad de años sobran, casi siempre, para una vida; lo único malo en mi caso es que yo no sé quién fue el la- drón y a lo mejor le robo a un infeliz que no tiene culpa, pero bueno, yo tampoco tengo culpa alguna y me he quedado sin camisa y sin mosquitero, y entre paréntesis, hay aquí unos mosquitos que parecen helicópteros, ¡coño!, si lo hago voy a joder a uno de carne y hueso como yo, ¿el que me robó lo mío se acordó que yo era de carne y hueso?, pero no podemos pensar así, si no esto se convierte en un roba al que no te robó, ¡coño, si cuando lo de Catrín me pongo en esta guanajera es él quien me pica a mí!; la Abuela; cuando Dios suelta su ira pagan justos por pecadores; pero resulta que yo no soy Dios ni la cabeza de un caballo, esto se analiza de otra manera, tiene que ver con la lucha de clases, según Periquín en el mundo todo se mueve por el odio y los intereses de clase, porque, en última instan-

75 La tabla cia, vamos a suponer que el tipo al que yo le robe no sea descendien- te de ningún terrateniente o burgués o campesino acomodado, de todas formas él pertenece a una clase y yo a otra, somos dos clases de gente distinta, y no es que yo sea mejor ni que él lo sea, sino sim- plemente distintos y por lo mismo nuestros intereses pueden chocar en un momento dado, o van a chocar o están chocando ya; los solda- dos han tomado la escuela, llegaron colgados de las puertas de jeeps descapotables, armados de fusiles plegables y pistolas-ametrallado- res en fundas sin tapa como en las películas de cowboys; emergieron de los platanales que rodean la escuela, bajaron de las azoteas de los edificios que conforman los albergues y las aulas; coparon el pasillo central, el puente aéreo, las aulas, los dormitorios, la cocina, el co- medor, los baños de hembras y varones, y la plaza de actos; se mue- ven como felinos, revisan entre los arbustos del jardín, en los calde- ros, tras los murales; quisiera ser guardaespaldas, por lo ágiles que se ven, lo fuertes, caras de guapetones; eso debe ser mejor que estu- diar, ¡rico!, la vida enganchada del estribo de un jeep, velando día y noche por la vida del jefe y la felicidad del pueblo y las jevitas mi- rándome embobadas con mi uniforme y el pistolón con las cachas de plata y una dedicatoria al amigo Amadís por su valentía en combate, del Che; ¡Fidel!, ¡Fidel!; ¡dame la F!, ¡efeeeeee!, ¡dame la I!, ¡iiiiiiiiii!, ¡dame la D!, ¡dddddddd!, ¡dame la E!, ¡eeeeeeeee!, ¡dame la L!, ¡eleeeeeeeee!; ¿qué dice?; ¡FIDELLLLLLLLL!; los alumnos gritan y corren desaforados desde el comedor, caen bandejas de co- mida al piso, y corren también desde las aulas y los albergues, algu- nos son atropellados y los demás les pasan por encima; todos quie- ren tocarlo, estrecharle la mano, oír sus palabras, sentir su aliento; Él, camina ya por el pasillo central, nadie lo vio venir por ninguna de las entradas, es como si hubiera caído allí en un paracaídas, son- riendo, haciendo preguntas a todos; ¿y tú cómo te llamas?, ¿qué ha- cen tus padres?; de un color rosado intenso como el de las estrellas de cine en las revistas de lujo; los guardaespaldas empujaban feroces para que los muchachos no se acercaran demasiado, metían codo por la barriga; Él, sonrisa casi angelical, rostro relajado, ¡una manzana!, aunque, ¡los ojos!, miraban como en ráfagas metálicas a través de una nube de melosidad, ojos extraviados, posesivos, y posesos; las

76 Armando de Armas manos largas, demasiado largas quizás; en la muñeca dos relojes, que asomaban por debajo de la manga de una chaqueta verde olivo que llevaba toda abotonada, a pesar del calor y de un sol que caía sobre las cabezas como caramelo derretido; yo tenía en la mano un mango verde que había estado mordisqueando y me dijo que lo bo- tara que los mangos verdes podían dar tifus, lo solté como si algo me hubiese golpeado por el codo; ya formados en la plaza de actos nos preguntó sobre qué tal estaba la comida; coro; ¡bien, FIDEL, bien!; nos dijo que el nuevo uniforme para los alumnos de Escuelas en el Campo sería azul como el azul del cielo, que las camisas serían en- talladas y los pantalones de corte recto; aplausos prolongados; que usaríamos chaquetas y corbatas, también azules, para las ocasiones importantes, que seguro habría muchas entre estudiantes revolucio- narios; que lo primero era estudiar y defender el suelo que nos vio nacer y estar dispuestos en el momento que las circunstancias lo re- quieran a dar el esfuerzo, y la sangre, a los hermanos de otros pue- blos, que las escuelas de este tipo eran la fragua para el Hombre Nuevo que sin dudas íbamos a ser; Amadís y Luis el Gato se fajaron a machetazos en el campo, empezaron a darse planazos suaves, des- pués más duros, hasta que terminaron tirándose con el filo; Abuelo Jacinto; el machete es un arma terrible, la más terrible de las armas, fíjate, una noche estando yo entre dormido y despierto se me apare- ció al pie de la cama un primo mío que se había ahorcado y me preguntó que si tenía miedo y le contesté que con un machete en la mano me fajaba con medio mundo, entonces me acabé de despertar y lo vi claritico y me entró un terror que le grité, ¡perro maldito al Infierno!, desapareció aullando como un perro y estremeció la cama y toda la casa como si nos hubiera pasado un ciclón por arriba, tu abuela que dormía a mi lado no vio al muerto pero sí sintió el estre- mecimiento de la casa; ¿será verdad eso de que los muertos salen?; bueno, algo de cierto tiene que haber en eso porque tanta gente de tan diferente condición asegura haberlos visto; yo, a la verdad a la verdad, nunca he visto ninguno pero me siento inclinado a no confiar en un racionalismo que demasiado pretende explicarlo todo median- te la supuesta infalibilidad de leyes que no dejan chance alguno al reino de lo espontáneo, del azar, ¡y por qué no!, también del absur-

77 La tabla do; la historia del Hombre y el Hombre mismo tienen más que ver con el absurdo que con un sistema ordenado; si por algo el mundo no es el lugar más aburrido del Universo es porque no funciona como postulan ciertas filosofías que lo reducen todo a mecanismo de relojería; quizás, efectivamente, los muertos no salgan porque quie- nes estamos muertos somos nosotros, los vivos, y el acto de morir no sea más que el paso a otra vida o a la vida misma; me gustaría ver la cara de los señores en posesión del Dogma Científicamente Demos- trado ante el destello revelador de que somos más la violación de las leyes que las leyes mismas; ¡claro!, por lo general están tan ciegos que esos destellos les pasan inadvertidos, ¡pobres!; Amadís está sen- tado a un extremo del aula y Luis el Gato en el otro, examinan Ma- temáticas; una muchachita ha pasado a Amadís un papel con la ecua- ción resuelta; Amadís; tengo que pasarle este papel al Gato, estoy seguro que él no ha resuelto nada todavía porque como yo es bruto para las matemáticas, la gente dice que se parece a mí que siempre estoy sonseando, y hablo de cosas extrañas y veo y siento cosas que ellos no ven ni sienten, pero que existen en la misma medida que podemos existir nosotros; lo mío y lo del Gato es como la agonía del eterno preguntar sin respuesta, o sin la respuesta que nos satisfaga; a lo mejor por eso de que nos parecemos ocurrió que hoy el Gato y yo casi nos matamos a machetazos; Amadís le saca el repuesto a la plu- ma, toma el papel que contiene la ecuación, la dobla cuidadosamen- te y lo pone en el lugar donde antes estuvo el repuesto; la prueba es vigilada por tres profesores, entre ellos la Directora, y; ¡coge, Gato, la pluma que me pediste!; la lanza y cae exactamente sobre el pupi- tre del Gato, rebota y da contra el piso dividida en dos mitades, mientras el mensaje fraudulento se ha salido y ha ido a parar justo a los pies de la Directora; el Gato titubea, colorado, tose nervioso, se levanta y recoge primero los pedazos de pluma y después el papel comprometedor, mientras, la Directora hace como que mira más allá de los platanales; es mejor esconderse en los platanales que trabajar, aunque la profesora de Moral Comunista; ¿tiene apellido la Moral?; ha dicho que el trabajo formó al Hombre, pero de verdad de verdad, yo hubiera preferido quedarme mono y comer platanitos sobre las matas a la condena ésta de tener que trabajar; la mayoría lo que hace

78 Armando de Armas aquí es tapar la hierba con tierra; somos una generación experta en tapar hierba, eso lo aprendimos primero que nada en la vida y se ha convertido casi en un reflejo incondicionado; y si el guía de campo los coge en la tapadera de hierba les pone un reporte y la dirección los deja sin pase, quedarse sin pase es lo más jodido que le puede pasar a un becado, ves como todos van recogiendo sus cosas y me- tiéndolas en los maletines, haciendo planes para el fin de semana, regodeándose en los dulces que tendrá mamá, en la novia que espera para el cine o en la aventura de ir de cacería con un amigo, alegría incontrolada, voces de mando, formación en la plaza de actos, las filas que poco a poco van tragándose las guaguas, el regreso inespe- rado de alguien que olvidó algo y; ¿quieres algún recado para tu mamá?; sí, que me quedé para estudiar; mientras algunas voces gri- tan al rezagado que la guagua se va y éste corre precipitadamente, ronronea el motor, arranca, y se deja oír cada vez más lejos, hasta que sólo queda en la cabeza como un eco y se hace el silencio, el doloroso silencio que queda en los lugares donde un instante antes reinó la más absoluta algarabía, y entonces te dispones a esperar la hora de la comida, la única placentera en un largo fin de semana; no obstante, reconoces una especie de placer al estar en soledad, sólo ella permite conocer algo de nosotros mismos, de los demás, de Dios, ser conscientes de que vivimos, o transcurrimos, o permanece- mos, y te entra un pecaminoso regusto por la tristeza que te invade y comienzas a gozar con el deseo de comerte a ti mismo convertido en serpiente que se muerde la cola y desaparece en su propia boca has- ta el punto de no ser más que boca, hueco negro, ano dilatado, espa- cio de límites diluido dentro del Gran Espacio; yo sé guataquear pero no quiero hacerlo, porque es lo único que siempre vi hacer a mi padre, y nunca encontró un cofre lleno con monedas de oro ni un pozo de petróleo, al principio yo tenía miedo y siempre cumplía la norma, el primero, pero ya he perdido el miedo, después que se ha perdido el miedo todo es fácil, el miedo es cosa muy seria, mira, por ejemplo el caballo es fiera terrible y jamás se dejaría montar por el hombre de no ser porque sus ojos tienen aumento, y lo ve tan grande como una montaña, y le coge miedo; ahora me he borrado de la lista de la brigada y lo que hago es vagabundear por los platanales, lo más

79 La tabla rico del platanal es el tesoro escondido, cortas un racimo de plátanos y lo entierras a tantas o más cuantas matas de la guardarraya y tantas o más cuantas hileras del lateral del campo, y en el punto donde se crucen las dos líneas imaginarias tendrás el lugar exacto cuando va- yas en su busca, a la semana, que es el tiempo justo para que se maduren, todo como en las películas de piratas; ¿guataca?; de dónde vendrá la palabra, parece indígena, pero no, porque los indios no conocían la guataca y labraban la tierra con la coa; caballeros, cómo hemos avanzado de la coa para acá y cómo hay guatacas en este país, supongo que en otros también, pero acá se da el caso de que se han convertido en toda una institución; la Real Institución de la Gua- taca; están a montones como los chivatos, si lo de guataca y chivato doliera aquí no se pudiera dormir de tanto grito; un chivato y un guataca no son lo mismo, pero se parecen; cuando Batista les decían a los chivatos 33.33 porque ese era el salario que les pagaban por tan honorable oficio; ahora lo ejercen gratis o les pagan menos, eviden- temente; los chivatos pululan en los trenes y las guaguas, en los parques y las calles, en los cines y los cabarets, en los centros de trabajo y las escuelas, en las posadas y las iglesias, entre los abakuás y los masones, en la comida y en el aire que respiramos; el hecho de yo poseer una pistola y planes inmediatos de brincar el charco, ¡y que no me hayan cogido!, es realmente asombroso, aun para alguien como yo que ha perdido la capacidad de asombro; la guataca como instrumento de trabajo es muy útil porque por mucho que avance la pretendida mecanización de la agricultura siempre habrá que usar la guataca, y a veces la mano, para sacar la hierba del tronco de la plan- ta que se cultiva; mi padre me alimentó con la guataca, y si la usan para tapar la hierba no es culpa de ella y tampoco de los estudiantes que subrepticiamente la manejan en ese sentido, desconocedores de que ese simple acto es el último reflejo de una cadena de reflejos que ha devenido en modo de ser nacional; campos y campos impecable- mente cultivados, supuestamente cultivados, para enseñar en ade- manes serviles a los turistas que no pueden apreciar la cantidad de mala hierba que hay tapada, una guataca gigante que tapa y tapa sin cesar durante tanto tiempo es una peligrosa arma que debiera ser controlada rigurosamente por los organismos de la ONU so pena de

80 Armando de Armas que algún día se desaten los mecanismos infernales; existe toda una metodología y, ¡horror!, una filosofía al servicio de la tapadera hier- bateril; ¡qué diría José Ingenieros!, se iba a quedar bobo del tiro si pudiera ver por un huequito al obrero propietario de miles de caretas diferentes para otras tantas circunstancias igualmente diferentes, de- pendiendo su éxito sólo de la habilidad para escoger la careta que se espera de él en el momento preciso, justo esa y no otra, muy impor- tante es también la rapidez con que lo haga porque, a saber, para la calle hay un tipo de careta que es la que pega, pero a su vez la calle va a presentar toda una infinitud de situaciones ante las cuales debe- rá adoptar la careta específicamente requerida, entre otras; a la hora de una conquista amorosa, o de conquistar un taxi, de montar en una guagua, escuchar opiniones políticas, o verter opiniones políticas, de pedir agua en una cafetería, o negarla si el obrero es gastronómi- co, de hacer un acto heroico como denunciar a un grupo de pepillos que jinetean divisas apostados en las esquinas, o levantar una ges- tante que resbaló en una mancha de aceite; ya en el centro de trabajo deberá buscar, siempre con rapidez, caretas para sonreír si el jefe sonríe, llorar con los que lloran, apoyar discursos que no ha oído, o no comparte, ser combativo ante la indisciplina laboral y hacer como que trabaja, no importa en qué, ni para qué, pero esa imagen de estar en perenne acción combativa es definitiva; el obrero debe tener su careta para tratar con los hijos de manera que logre el difícil equili- brio entre no ser esencialmente deshonesto con ellos y el hecho de que esto no represente un peligro para ellos en su futuro, o presente, desenvolvimiento en la vida; con la esposa, ¡ni hablar!, a las caretas antes mencionadas debe agregar la ya clásica adoptada por el hom- bre agotado después de arduo día de trabajo que besa paternalmente en la frente a la dama y se vira pacíficamente de nalgas, careta ésta que puede usar también porque evacuó antes sus ganas dentro de otra mujer o, más simple, porque teme enfrascarse en la tediosa me- cánica del consabido palo del gallo; entonces, ya rendido el día, y en la soledad de los momentos que anteceden al sueño el obrero, el hombre, irá a la búsqueda de su verdadera identidad y se topará, aterrorizado, con que la ha perdido y que aun ante él mismo va a tener que seguir usando caretas y se dormirá atormentado en la bús-

81 La tabla queda del hombre que hubiera podido ser; aquí en la escuela no pue- des dejarte coger la baja, al que te diga nada más que, ji, le mandas el viaje y san-se-acabó; si ganas, ¡bárbaro!, todo el mundo te respe- tará, si pierdes, no importa, el problema es que todo el mundo sepa que tú te bates, que no se la desprecias a nadie, porque no es lo mis- mo meterse con uno que se sabe de antemano que la bronca va a ir al seguro, que con uno que se deja sopapear de mansa paloma; la primera bronca que tuve en mi vida, o al menos la primera que gané, fue con un primo al que yo le tenía miedo, después de eso le he teni- do miedo a mucha gente pero no se lo he demostrado; el miedo es del carajo, el primero que uno conoce es el miedo a la oscuridad, ese posiblemente venga del tiempo sin nombre en que habitábamos las cavernas y el fuego era una utopía de las noches sin luna, o quizás de mucho más atrás cuando nos confundíamos con el agua en la negru- ra de las insondables profundidades del mar; de allá para acá todo ha sido EL MIEDO, miedo al padre, a la madre, miedo al mar, miedo a la peste, miedo a la policía, miedo del amor, miedo de las artes má- gicas, de la brujería, miedo de los chivatos y a caminar sin muletas y a la verdad y a la mentira y a la bondad y a la maldad y a la cordu- ra y a la locura y al hambre y a la abundancia y a Dios y al Demonio y a la felicidad y a la desdicha y a cobrar y a pagar y del otro y de uno mismo, el miedo en todas sus formas por los siglos de los siglos, amén, gelatinoso, adhesivo a la piel y a las entrañas, terrible porque nunca presenta un rostro definitivo, sierpe de infinitud de cabezas, siempre está latente, dispuesto a golpear con la zarpa, podrida zarpa; Abraham levantó el cuchillo contra su hijo por miedo, no por fe, y Caín mató a Abel por lo mismo y Dios expulsó a la primera pareja humana del Paraíso por lo mismo y vivimos o morimos por lo mis- mo; el miedo es toda una institución; Instituto Nacional del Miedo; ¿quién le tiene miedo al lobo?, ¿quién le tiene miedo al lobo?, ¿qui- én-le-tie-ne-mie-do-al-lo-bo?; los hombres se van hacia donde me- nos miedo haya; Abuelo Jacinto vino para Cuba por miedo y yo me quiero ir de Cuba por miedo, y para lograr eso, además de la pistola, necesito dominar, esconder, estrangular al miedo, si es que se puede hacer todo eso con alguien tan esquivo y traicionero, o tal vez sólo quiero decir que ya que el miedo es inevitable debo aceptarlo como

82 Armando de Armas tal y actuar en consecuencia; mi papá y el de mi primo juegan Domi- nó a la difusa luz de una lámpara chismosa, el papá de mi primo se había tatuado en presidio una Santa Bárbara junto a un retrato del hijo, en medio del pecho, lo que supuestamente debía hacer invulne- rable al muchacho en los diversos lances que la vida le depararía; primo me pega y yo, como siempre que él lo hacía, corro a refugiar- me tras las faldas de mi madre, el Viejo tira las fichas del Dominó con gesto entre molesto y resignado, se para y me llama; escoge, o le das o te doy; y no teniendo otra alternativa me dispongo a pelear, y ahí mismito, por un golpe de gracia, capto en toda su dimensión lo maravilloso que es contar con alternativas; ellos trazan un círculo a punta de cuchillo en el piso de tierra dentro del cual hay que comba- tir, y ponen como única regla que no se vale morder, menos mal, porque yo nunca he sido muy dado a la observancia de las reglas; se apuestan una botella de ron al ganador y quedamos uno frente al otro, extrañado observo el miedo en sus ojos y eso disminuye el mío, somos del mismo tamaño y puede que hasta del mismo peso; ¿man- do yo el primer golpe por aquello de que el que da primero da do- ble?; ¿lo sabía entonces o lo aprendí después?; y entonces caigo en la picardía de que lo mejor contra el miedo es demostrar que no se tiene, aunque por dentro te estés cagando; trata de defenderse, pero lo hace muy mal porque no le doy tiempo a nada y cae bocabajo al piso, posición nada heroica; me le escarrancho encima y comienzo a golpearlo con la parte inferior de los puños como si estuviera tocan- do un tambor; ese día me quemé la garganta con el primer trago de ron y de ese día para acá siempre estoy lleno de golpes porque siem- pre estoy fajado, unas veces pierdo y otras gano, aunque si voy a ser sincero más pierdo que gano, lo que pasa es que a uno le gusta más acordarse de las veces en que ganó, y no veo nada malo en eso pues se deja al contendiente la posibilidad de que cuente la historia de su victoria que es nuestra derrota, o sea, balance informativo en lances de caballeros; así, el infeliz que leía la prensa cubana de los 60 se topaba con el hecho de que durante la guerra norteamericana en In- dochina los heroicos vietnamitas no presentaban bajas, y cuando las había era sólo entre la indefensa población civil por los masivos bombardeos aéreos, mientras que los soldados norteamericanos

83 La tabla caían como moscas, de acuerdo con lo cual la guerra no fue más que un paseo, para los soldados vietnamitas, claro, que no debió durar más allá de unos meses; pero lo fundamental es estar en guerra, con la punta más prominente de la estrella hacia arriba, que el enemigo sepa que aquí hay un pueblo dispuesto a inmolarse, un pueblo que no claudicará jamás; el enemigo, el enemigo imperialista, siempre habrá un enemigo y si no lo hay, lo inventamos, este pueblo necesita tener un enemigo; fortificarnos, amurallarnos, atrincherarnos, para- petarnos, engallarnos, blindarnos, abroquelarnos, arnos arnos arnos; tener las púas bien dispuestas como el erizo, movilizar hombres y mujeres, sacarlos de la fisiológica felicidad de sus hogares, de la rutina de sus trabajos, armarlos hasta los dientes, entrenarlos para matar, o para que los maten, da igual, que para morir también se necesita tener un estilo apropiado, digamos, heroico-romántico, condimentado con un grito feroz al tiempo que se recibe mortal ba- lazo; ¡muero por el Partido Comunista!; construir trincheras para enfrentar inminentes ataques aéreos, sofisticados refugios atómicos, lujosas galerías subterráneas para la dirigencia histórica; ¡todo para el frente!; ¿y dónde está el frente?; en todas partes, somos todo fren- te, un solo frente; ¿y la espalda?; no habrá espalda, la extirparemos y en su lugar construiremos un frente, a todos nos gusta el frente, menos el frente frío, por supuesto, ¡cuidadito quien le guste aquí un frente frío!, ese es un peligroso diversionista ideológico; ¿cómo que por qué?; hombre, qué poco sabes tú de estas cosas, tú no ves que los frentes fríos vienen del Norte y precisamente al Norte está el Enemi- go Imperialista; la guerra de todo el pueblo, la guerra de los pasteles, un dos tres cuatro un dos tres cuatro comiendo mierda y rompiendo zapatos; ¡herejía!, ¿quién dijo semejante herejía?; el que lo dijo es un reverendo maricón, enemigo del pueblo, de la clase obrera y de nuestras más caras tradiciones combativas; a retaguarrrrrdiaaaaa marrrrrrrrchen; con una cuchilla en la mano no hay quien me gane aquí, lo que pasa es que no quieren pelear con cuchillas porque sa- ben que el otro día uno quiso probar para hacerse el guapo, y le metí un rajón en la mano izquierda, lo malo es que después que se curó vino a la revancha con los puños y me hinchó un ojo, pero eso no importa, yo lo que tengo que hacer es situarme en mi lugar y no

84 Armando de Armas aceptar más peleas que no sean a cuchilla, aunque debo cuidarme no vaya a ser que me delaten con los profesores; a veces me da por pi- carme yo mismo, y me he tatuado con la cuchilla las fórmulas de física en los brazos y en el pecho, nadie sospecharía que las tengo ahí, porque cuando uno no se fija bien parecen arañazos de alguien que ha caído dentro de una cerca de piña, y no heridas hechas con toda intención, por mi parte tengo ya asegurado el cien por ciento de promoción para la escuela, todo sea por la escuela y por la patria; y cuando los juanes llegan a la Casa de la Contratación, tienen ambos tal facha de pícaros, que la Virgen de los Mareantes frunce el ceño al verlos arrodillarse ante su altar; dejadlos, Señora; dice Santiago, hijo de Zebedeo y Salomé, pensando en las cien ciudades nuevas que debe a semejantes truhanes; dejadlos, que con ir allá me cumplen; si yo supiera hacer tatuajes de verdad me iba a hacer uno en colores como el que tiene el papá de mi primo, pero en vez de una Santa Bárbara me iba a tatuar una hoz y un martillo bien grandes en medio del pecho; esta puta goza más que una cucaracha dentro de una lata de leche condensada, se retuerce, se muerde las tetas, estirándose los pezones entre las puntas de los dedos índice y pulgar, baja la cabeza como si esto le diera pena y se muerde en la misma puntiquita, en- tonces llora, gime, pide más, pide más, grita, y se mete los dedos donde yo le he metido los míos, es maga, puede desaparecerlo todo por ahí, gran tragona, hueco negro en los espacios siderales, Madre de Aguas, tembladera, flor carnívora abierta a los chorros de la Vía Láctea, espasmódicas contracciones entrepiernales; ¡última noticia!; una mujer se traga hombre de 30 años en el tren Habana-Cienfue- gos; me gustaría penetrar una mujer y alojarme en la acuosidad de su vientre, flotar en su paz, la evolución debió continuar en el agua; en el mar todo es felicidad, en el mar la escoria goza más; tener nues- tras ciudades y nuestras industrias y nuestro arte y nuestros libros, de coral, bajo las aguas; las ciudades bajo las aguas son tema recurren- te de la tradición y la Literatura, el Quijote fue huésped de un casti- llo encantado en las profundidades marinas; el Paraíso Terrenal de- bió ser más bien el Paraíso Acuoso, y el estado fetal es probablemente la única prueba de que tal vez un día existió el Paraí- so; me descubro desnudo en la calle y corro a esconderme tras co-

85 La tabla lumnas que para mi asombro se convierten en humo, polvo, agua, transparencias, como si se negaran a proteger mi pudor, todo engu- rruñado busco un cine, un cabaret o cualquier otro lugar donde mi desnudez sea menos evidente, pero inútilmente, nada me cubre, pienso que ocultándome en las aglomeraciones de personas en las colas del mercado quizás se vea menos mi desnudez, un sudor hela- do me perla la frente, me siento tan desvalido y atemorizado como una lagartija torturada por feroces rufiancillos, y el sexo se me ha reducido tanto que parece un botón de rosa, de un momento a otro descubrirán mi lastimosa desnudez; pero no, nadie se percata de ella, y es más, nadie se percata siquiera de que existo porque, ahora lo descubro, están todos demasiado pendientes de sus propias desnude- ces para ocuparse del vecino, y más extraño aun es que no haya una sola manifestación de erotismo, cuando siempre creí que, debido a nuestro temperamento esencialmente erótico, el día que las circuns- tancias nos obligaran a andar desnudos se formaría la tremenda en las guaguas de las cinco de la tarde, hora pico, amontonados los unos sobre los otros, sería una orgía de imprevisibles consecuencias nacionales, pero, ¡horror!, ahora caigo en la cuenta, la falta de ero- tismo se debe a que la desnudez es absoluta, como la de un conejo descuerado o la de una de esas maquetas humanas que paran al fon- do de las aulas de Fisiología para que los alumnos estudien los órga- nos; ¿órganos?; órganos del Partido, del Estado, de la Seguridad del Estado, del Poder Popular, de Prensa, de las Fuerzas Armadas, órga- nos armados, sexuales; me comprometo a donar mis órganos vitales en caso de muerte súbita por accidente u homicidio culposo, o inten- cional; la exportación de órganos puede convertirse en nuestra pri- mera industria, convirtiendo en obsoletas a la industria azucarera y a la turística; órganos enlatados, etiquetas de relumbrón, pop art, Marca Estatal de Calidad, barcos cargados con latería de órganos vitales refrigerados hacia cualquier punto del orbe donde haya de- manda, independientemente de las posiciones político-ideológicas del destinatario, ¿qué prueba mayor de democracia quieren?; vende- remos, canjearemos o regalaremos los órganos, según sea el caso de países capitalistas desarrollados, países del Tercer Mundo suscepti- bles de adoptar la vía socialista de desarrollo, o países y personali-

86 Armando de Armas dades que en un momento dado puedan contribuir a la correlación de fuerzas de la opinión pública internacional a nuestro favor; será un negocio redondo, sólo habrá que invertir en la propaganda, la ali- mentación y la atención médica requerida de los almacenes en dos patas, contenedores de los órganos en espera de más noble fin; la única dificultad estaría en el caso de que no ocurrieran las suficientes muertes súbitas por accidentes u homicidios, dificultad que podrá ser vencida si aplicamos correctamente el arsenal con que contamos a la hora de enfrentar Períodos Especiales, que en este caso concre- to, no consistirá más que en desencadenar el funcionamiento de nuestras bombas, cohetes, tanques, minas, siquitraques, tirapiedras, fusiles, macanas, dardos envenenados, bilongos y demás especime- nes ofensivos; ratatatatata, ratatatatata, ratatatatatata, el AK es un fusil formidable, escoba mágica, partemadres, animalito endemo- niadamente carnívoro, escupidor de la muerte, mensajero del Dia- blo, o de Dios, niña mimada, clavo del que se aferra la vida; siempre me he preguntado qué hubieran hecho los grandes jefes militares del pasado, si por una jugarreta del tiempo tuviesen que enfrentar sus armas con nuestros AK, o mejor, qué hubiera sucedido de haber en- frentado ellos a sus enemigos con el AK, sobre todo me complace la idea de los guerreros de Monctezuma recibiendo a Cortés, no con mantas y frutas y plumas y jade y oro y tortillas y cacao y pájaros parlantes y reverencias y sumisas indias desnudas, sino con chorros de balas, barriéndolos como a soldaditos de plomo en la blanca línea de la costa; si hubiese existido el AK el mito del retorno de Quetza- coalt no se hubiera relacionado con Cortés y la historia de América fuera otra, por supuesto que peor, pero otra; permanencia en el tiem- po de las filas de guerreros aztecas empenachados con escandalosas plumas y las manos elevadas al cielo implorando a la divinidad en actitud de recibir no el maná sino el fusil AK y los cargadores; todo cubano debe saber tirar, y tirar bien; para inspirados en el ejemplo de Sancho Panza y el Quijote luchar por el bienestar de los pueblos del mundo; ¡un momento, un momento, compañeros!, que ese ejemplo no me parece el más feliz, porque según he oído el tal Sancho no era más que un pancista y su ambia el Quijote un tipo que, sí, no se le puede negar, tenía ideales, nobleza y todo eso pero con método de

87 La tabla lucha erróneo, individualista, pequeño burgués, terrorista, ¡mire, us- ted, venir a fajarse con unos molinos de viento diciéndole al menta- do Sancho que eran gigantes!, en vez de tener en cuenta las contra- dicciones de clases y organizar a las masas y lanzarse a la lucha armada al frente de una guerrilla que hostigara a la Guardia Civil en cada rincón de la Mancha, que el enemigo no se sintiera seguro en ninguna parte, que sospechara del niño, de la mujer y del anciano, que su miedo llegara al punto de masacrarlos en las plazas públicas con lo cual estarían contribuyendo a la creación de víctimas propi- ciatorias que llenaran de vigor, por la hartura de sangre, al Dios Hui- tzilopochtli; ¿Huitzilopochtli de la Mancha?; sí, por qué no, él puede acechar desde cualquier parte; que se lanzaría a la calle y a los cam- pos a la cabeza del pueblo trabajador por la conquista del poder po- lítico; no, qué va, no me venga usted a mí con esa historia de que en aquella época no existía el proletariado organizado, porque ejemplos sobran donde no ha habido proletariado ni la cabeza de un caballo y ha triunfado la dictadura del proletariado, lo importante en este caso es la dictadura, el proletariado podemos crearlo después, o inventar- lo, que para algo somos propietarios de amplio, y poderoso, instru- mental dialéctico, ¿no?; hoy es la fiesta por la culminación del Pro- ceso de Crecimiento de la Unión de Jóvenes Comunistas, UJC, este proceso comenzó cuando hace días vinieron unos dirigentes de la Juventud, dicen que del municipio, a hacernos preguntas a los que ya habíamos cumplido catorce años, parecían buenos muchachos, lo malo es que le hacían muchas preguntas a uno, como un cuéntame tu vida; que a cuál clase social pertenecía en el oprobioso pasado la familia de uno, y aquí me doy exacta cuenta que la pertenencia a una clase social u otra es tan importante como me ha enseñado el tío Periquín; que cuáles son los ingresos monetarios de la familia; que si tengo algún familiar viviendo en el exterior, evidentemente para ellos el exterior es los Estados Unidos de Norteamérica, y que si mantengo correspondencia con dicho familiar; que cómo reacciona- ría yo en caso de que un hermano mío abandonara el país y que después me enviara un paquete de ropa que por supuesto yo no había ni soñado pedir; que si tengo creencias religiosas, específicamente, que si creo en Dios, y aquí la cosa se me puso más difícil porque me

88 Armando de Armas acordé del cuento que me hacía mi abuela acerca de que Pedro negó tres veces a Cristo, cosa bastante fea ésta ya que eran amigos y no es para que Pedro lo hubiese negado en la desgracia, puesto que en los buenos tiempos cenaban y bebían vino juntos, además, he leído de José Martí que un hombre que no dice lo que piensa no es un hombre honrado y yo quiero ser un hombre honrado, no porque me guste ser honrado sino porque Martí lo era; y a uno siempre le han estado di- ciendo que debe ser como Martí, o como el Che, ¡¿qué diría el Após- tol de lo último?!; la primera vez que creí que yo podía llegar a ser como Martí fue el día que alguien me dijo que en la foto en que el Maestro está todo vestido de negro con la manigua al fondo y los brazos cruzados a la espalda lo que tiene entre las manos es una bo- tella de Ginebra, de lo cual se desprende que resulta provechoso que los apóstoles, los mártires y los héroes beban ginebra y hasta ron barato, no alcohol de farmacia, ni el eficaz Chispa de Tren, que ya eso pasaría de castaño oscuro, provechoso porque muchachos dísco- los, descarriados, los verían en una dimensión humana, imitable; entonces resulta que le dije que sí, que yo creía en Dios, y el dirigen- te juvenil me miró muy disgustado, aunque no dijo absolutamente nada, no se rió, que mucha gente se le ríe a uno en la cara y lo mira como si uno fuera un anormaloide o especie rara si le confiesa creen- cia en Dios, se ve a las claras que éste es muchacho decente; ¿decen- te?; para la abuela decente es no decir malas palabras y vestirse co- rrectamente, y para tío Periquín es ser burguesito, pero ahí entro en contradicción con Periquín ya que este muchachón no puede ser nin- gún burguesito porque es comunista y los comunistas tienen que ser lo contrario de los burgueses, aunque he oído que los puntos extre- mos se tocan, por lo que podría haber burgueses rojos, para mí es decente porque me trata bien a pesar de las jodidas preguntas que hace, ¡ah!, se me olvidaba, también me preguntó si me gustaba usar pantalones campanas y si oía música de los Beatles, le dije que pan- talones campanas no tenía y que aquí en la escuela los muchachos hablaban mucho de los Beatles, que si tenían una isla para ellos so- los, que si se drogaban, que si andaban desnudos, que si amor libre, que si tocaban de espaldas al público, que si black not, que si hip- pies, que si baños en piscinas de champán, que si la medalla con el

89 La tabla crucifijo únicamente para darle popularidad a Cristo, que si la liber- tad es una pistola caliente entre las manos, que si en contra de la guerra en Vietnam, que si conciertos para los pobres, que si Peace Love and Liberty, que si el Llanto de mi Guitarra, que si eran los caballos, pero que yo nunca los había podido oír pues la Abuela sólo dejaba oír novelas, las que ella oía, porque las pilas del radio se aca- baban y después no había donde comprar más, y por el audio de la escuela la única música que ponían era la del trío Los Compadres y eso sólo a la hora del de pie; en las novelas esas que oye mi abuela los buenos son tan buenos que parecen bobos y los malos son tan malos que ni el Diablo, a veces me torturo pensando si yo soy un muchacho malo porque me caen mejor los malos que los buenos, aunque eso debe ser, me doy ánimos, porque los buenos aburren mucho cuando hablan o hacen cualquier cosa, mientras que los ma- los se parecen más a la gente que uno conoce, por lo que no parecen animales de otra galaxia; en una novela de esas resulta que el bueno y la buena se están casando, ella toda de blanco, como es de esperar en una mujer buena, y flores y larga cola y chiquillos que llevan la cola y sonrisitas nupciales; esto lo decía el locutor muy emocionado; y él de traje y corbata y de lo más seriote y respetuoso y caballeroso y sobrio y manos proletarias y mirada firme, y el público; ¡el beso el beso el beso que se den el beso la foto del beso vamos vamos que no se diga! y el padre de ella tose ¡cojo cojo! y el de él qué le vamos a hacer Robustiano son los tiempos del modernismo; ¡mi madre, si Rubén Darío lo oye!; pero sucede que los esposados trabajaban en un central azucarero de la zona y ese mismito día, da la casualidad, se le ocurre romperse y el director, un tipo bueno también, por su- puesto, manda a buscar al novio que es un bárbaro en eso de arreglar centrales, miembro distinguido de la Asociación Nacional de Inno- vadores y Racionalizadores, y como todo bueno, alguien que ante- pone los intereses colectivos a los mezquinos intereses individuales; y entonces ambos ponen caritas de héroes, de la patria nos necesita, de será preferible hundirnos en el mar antes que renunciar, de renun- ciamiento, de ángeles salvadores, de convencidos comunistas, de vocación al sacrificio y allá te va la parejita, sin tiempo para quitarse el atuendo casamentero, atravesando por campos roturados y caña-

90 Armando de Armas verales, a mecaniquear en las entrañas del coloso que se las ha hecho buena, pero que ellos no maldicen porque desde chiquitos lo han visto escupiendo humo al cielo, símbolo del desarrollo socialista y del futuro luminoso; bolas de grasa, corren de un lado para otro por entre el complicado mecanismo, apretando aquí, aflojando allá, muequitas heroicas, subiendo una palanca, bajando otra; mientras una voz engoladamente tétrica lee cifras en un reloj que indicaría el paro total de la producción al marcar cero y el incumplimiento del Plan de Producción de Azúcar y la pérdida del prestigio de la empre- sa alcanzado durante años de trabajo socialista; 5 4 3 2 1… ay Jalis- co no te rajes; ¡ay, Dios mío, qué Dios mío ni Dios mío, Lenin, espí- ritu de Lenin, ayúdanos a bajar ese palancón!; los héroes se prenden a la palanca, pujan, peditos, sudor, firmeza; que no venga el cero que no venga que se quede en uno hasta que logren bajar la palanca; pobrecita ella, tan linda con su carita embadurnada de grasa que se parece a Cara Sucia y la Rana, y él con un rasguño en la frente que acentúa sus rasgos varoniles; un supremo esfuerzo, una contracción feroz del rostro, y del ano, y la palanca comienza a ceder centímetro a centímetro, y la voz; ce ce ce; pero no llega a pronunciar ro porque la palanca cae estrepitosamente con un chirriar de metales que se retuercen allá en las entrañas del monstruo y los novios se besan apasionadamente y se han salvado no sé cuántas toneladas de azúcar y tío Periquín sale cabrón y dice que eso es un globo que para ser comunista no hay que ser tan comemierda de salir en plena boda de uno a embarrarse de grasa, con traje de boda y todo, y la abuela que defiende a sus personajes a capa y espada, y yo boquiabierto porque siempre creí que tío Periquín consideraba a los comunistas capaces de cualquier sacrificio en aras de los demás y que, por el contrario, la Abuela no los consideraba capaces de nada, de nada bueno, se entiende; hemos pasado el día formados aquí en la plaza de la escue- la con las chaquetas y las corbatas azules del uniforme que nos pro- metió Fidel, una prueba más de que Fidel siempre cumple lo que promete; Amadís Montalbán, muchacho bueno que promete, pero no cumple; hace un sol y un calor de madres, yo nunca me había puesto una corbata, debo parecer un guanajo con escobilla o un ñame con corbata, lo de ñame con corbata es término que probablemente

91 La tabla alude a la clase de los nuevos ricos de encomiable posición econó- mica y política, pero de escasa cultura y modales rústicos, amolda- dos dentro de normas sociales que pueden imitar pero no incorporar a su sistema conductual, pobres ñames identificados con tales indi- viduos que han signado, mayoritariamente, la fauna dirigente de este país, cuando la realidad es que el ñame por su bondad manifiesta en la complacencia al paladar y en su blandura debiera ser elemento simbólico de las zonas no oscuras de la cubanidad, pasamos ya al teatro porque al fin llegaron los dirigentes de la juventud que hicie- ron las entrevistas y las investigaciones pertinentes por las cuadras y los centros de estudio anteriores de todos los que hemos sido proce- sados con vista a integrar las filas comunistas, y ahora van a dar los tan esperados resultados, allá, delante, sobre el escenario, hay un enorme cartel rojo que dice; LOS MEJORES A LA JUVENTUD; y un poquito más abajo; LA JUVENTUD, CANTERA INAGOTA- BLE DEL PARTIDO; sube uno de los visitantes al escenario y co- mienza a leer los nombres de los que han elegido militantes y les va dando un apretón de manos, o beso si es hembra, y un carnet rojo como la tripa de un melón, cuando el agraciado desciende le esperan aplausos, palmadas, mezclados con algún pescozón vengativo, apre- tones contra el pecho, mezclados con repellones de tetas si es una hembrita, lo cargan, lo tiran hacia arriba, lo vuelven a tirar, y a veces se cree que lo dejarán caer, pero no; uno de los dirigentes se ha pa- rado de su asiento en la tribuna y ha gritado que orden que un comu- nista tiene que ser ordenado hasta para la alegría; la cosa es por clase y ya mencionan a los elegidos en la mía, ya están casi todos los de la clase, ya me debe estar al tocar; y ahora mencionaremos a los aplazados por falta de tiempo para terminarles el proceso y a los que no fueron elegidos, y por qué no lo fueron; nombres y apellidos, nombres y apellidos, se suceden vertiginosamente los nombres y los apellidos y a él no lo mencionan, cuando; Amadís Montalbán!, no puede integrar nuestras gloriosas filas porque no está políticamente bien definido y es creyente en Dios; todo da vueltas a mi alrededor, las butacas, mis compañeros, los dirigentes, el escenario, las luces del techo, el cartel; las palabras se escapan del cartel, vienen como bólidos hacia mí, danzan, se combinan y descombinan, me envuel-

92 Armando de Armas ven como rojos sudarios, me asfixio; LOS MEJORES EL PARTIDO CANTERA A LA JUVENTUD DE LA JUVENTUD; han organiza- do una conga que sube y baja del pasillo central al aéreo como una gran serpiente que se mordiese la cola, al frente, la Directora, segui- da de profesores, dirigentes y alumnos, mientras los cocineros redo- blan en el fondo de enormes calderos que riegan por todo el pasillo los restos de la comida última; se había alejado de la brigada y cami- naba sin rumbo por los interminables platanales, estar a solas con el platanal era una buena cosa, una oportunidad única para dejarse en- volver por las melodías del silencio, para encontrarse con él mismo sin la molestia de intrusos, para imaginar que hollaba selvas vírge- nes, que era taíno que había salido a cazar con su arco y sus flechas, sin sospechar siquiera la llegada de los conquistadores españoles, pues hacía poco tiempo él, al frente de sus guerreros, había llegado en canoa desde las islas vecinas y acorralado a los estúpidos guana- jatabeyes hacia las montañas más inaccesibles, quienes dejaron abandonadas excelentes tierras para la caza y el sembradío; cómo podía imaginar él, Controlador del Bien y el Mal, Jefe Supremo de la Tribu, vencedor en grandes batallas a seborucazos, que muy pron- to habría de ser vencido y acorralado hacia donde había arrojado a sus rústicos enemigos, por hombres o dioses venidos en casas flotan- tes, centauros, extrañas criaturas poseedoras del rayo; sintió voces y se tendió bocabajo en un surco, escondiéndose de la manera más rápida y segura posible, pensó en profesores a la búsqueda de deser- tores del trabajo, o en el patrullaje de brigadas de chivatos con el mismo objetivo; las voces se fueron acercando y reconoció a Merce- des y a Cachita, dos muchachitas de su brigada; aquí no me pueden ver, seguro que vienen a orinar; ¿tú crees que no haya varones?; bueno, tú sabes que ellos se escapan para acá, pero dale, orina, que yo te vigilo; sepárate entonces, que si no, no me puedo concentrar para orinar; Mercedes caminó unos pasos por la calle de plátanos y Cachita comenzó a zafarse el pantalón; parece que no puede, se le traba el zipper, ¡ay, Cachi, por tu madrecita, déjame ayudarte!, así, así, así, suave nena que ya baja, ¡qué nalgas más lindas y más blan- cas!, como las nalgas de Blanca Nieves, como las de la China allá en el baño de la escuelita, China-Nalgas-Nieves-del-Vacilón, China-

93 La tabla

Nalgas-Nieves-de-los-siete-bugarroncitos, cuclillas, 1 2 3, cuclillas, 1 2 3, se le abre todo el papo, nunca pensé tenerlo así, tan cerca y tan abierto, tan mío y tan de ella y tan de no sé quién dentro de poco tiempo porque ellas son más precoces que uno y tan lleno de pelos y tan rojito y tan papaya y tan como si se riera verticalmente y me sa- cara una lengüita comunista digo roja y tan provocador que me hace temblar que no se parece en nada a lo que debe ser templar y tanto cuidárselo para qué si se lo estoy viendo de jamoneta y si se lo veo es como si se lo cogiera es decir como si se lo templara porque un filósofo chino dijo que todo lo que abarcamos con la vista es poseído por uno porque de alguna manera o en buena medida uno lo está disfrutando y Dios nos da a todos esa posibilidad como un tesoro porque hasta los ciegos saben ver y poseer con el tacto y los oídos y dicen que hasta la oscuridad de la ceguera tiene sus encantos que la única que no los tiene es la oscuridad en el entendimiento con lo que de paso se demuestra también que tampoco Dios es enteramente de- mocrático porque por ahí hay cada idiota que líbrenos Dios mismo de cosa semejante y es semejante a la noche con la llama de una velita en el centro y tan niño que hace pucheros el muy cabrón y lo de cabrón vendrá de cabra grande o macho cabrío grande y Cabrón es el Diablo con su peste a berrenchín y un cornudo tiene mucho que ver con las cabras evidentemente y un cabrón jodedor tiene mucho que ver con el Cabrón berrenchinesco y quién sería primero el Ca- brón o las cabras y quién sería primero la papaya-fruta o la papaya- carne porque lo que sí está claro es que lo de fruta bomba no es más que un tonto eufemismo; dale, cabrona, empieza a orinar, pisssssss- sss pissssssss pissssssss, ¡coño, contrólate que ella no te puede oír!, y si te oye pierdes güiro, calabaza y miel, ahora, seguro que ahora va a empezar, sí, empieza, ya empezó, pero nada de orinar porque lo que va asomando la punta, punta roma, es un mojón como un rabo que le saliese de entre las nalgas, o una tercera patita que temerosa de la precaria posición de Cachi en cuclillas hubiese acudido en su apoyo para evitar una caída, pero lo hace lentamente, como con mie- do de conocer nuevamente el mundo exterior, conocimiento que hará morfológica y esencialmente transformado, reencarnado en otra manifestación de la materia, con atisbos subconscientes de ha-

94 Armando de Armas ber sido algo más preciado, elucubrando genealogías antiguas y su- cesivamente reencarnadas, pero sólo le está dado atisbar hasta el cake, el bistec o el pollo a la barbacoa, cuando tal vez todo no sea más que orgullo herido de hijo bastardo, descendiente de un plato de harina, de huevos o de la descastada croqueta, de todas formas, siempre le quedará la posibilidad de tejerse el origen que considere más atractivo o señorial entretanto no pase un caminante despreve- nido que le plante un zapato encima y lo riegue sobre la hierba y el polvo a la espera en el espacio y el tiempo de posibles reencarnacio- nes con linajes más elevados, quizás una rosa; dale, puja otro poqui- to, que casi lo tienes parido, que se te abra bien el culo cacho de cabroncita, que ya me la escupí, que chas chas chas, arriba y abajo, abajo y arriba, uno dos y tres que paso más chévere el de mi Cuba es, cubre y descubre cubre y descubre, abra cadabra mi pata de ca- bra, cabroncita, chas chas chas picazoncita más rica la que voy sin- tiendo, ¡qué mojón más rico!, ¡qué peste más rica!, ya se le sale completo, como una estaca, marcial toca tierra el marciano, se do- bla, se doblega el soldado, chas chas chas se me quiere salir, se me sale, se me salió, se me ha ido la vida, se me vino la vida, estoy muy cansado, mi cabrón proyecto de vida brilla contra la tierra y Cachita está feliz, respira grueso, y diligente comienza a realizarse la faena higiénica con hojas de plátano secas; la Abuela; al hombre lo hizo Dios de fango, lo modeló en fango y después le sopló en la boca para darle el aliento; algunos heredaron ese aliento primigenio con un mal olor de mil cabrones; el fango lo mojó con su saliva, saliva sa- grada, por supuesto; o tal vez no fue saliva sagrada, sino semen sa- grado, universal, Padre Eterno que se masturba eternamente, deteni- do en un tiempo que para la comprensión de nuestras mentes finitas podía resultar en seis días, seis días de masturbación celestial, los peces y los pájaros, los animales y el Hombre, las montañas y los ríos, los valles y las nubes, el mar y los continentes, la noche y el día amasados en fango y semen por la mano divina; qué justificación tienen, entonces, el Pecado Original y la Santa Inquisición que con- denan a una pobre mujer a morir quemada en la hoguera por haber sido descubierta in fraganti en el acto de masturbación y cuyo mari- do hacía cuatro años había partido espada en mano a imponer la Fe

95 La tabla

Cristiana en tierra de herejes, qué sentido los llamados cinturones de castidad, cinturones que si vamos a la verdad no tenían nada de cas- tos ya que por razones evidentes no podían salvaguardar el orificio cloacal, dificultad que, según acuciosos y responsables investigado- res, dio origen a la muy difundida templeta contra natura; elementos más que suficientes para una hipótesis acerca de las posibles- co nexiones entre la aberración sexual y la aberración del poder, para lo cual sería muy útil lanzar una ojeada desprejuiciada a las estadísticas de homosexualidad en las sociedades totalitarias, así, por ejemplo, una comparación de la población homosexual entre los imperios Az- teca e Inca, arrojó como resultado que en el primer caso la cantidad de homosexuales evidentes era mucho mayor, pero que, sin embar- go, no existían casi los llamados tapiñados, mientras que en el se- gundo caso los evidentes constituían algo así como una fantasía de mentes calenturientas y los tapiñados una plaga de tal magnitud que no respetaba ni a la misma familia real, incluyendo algunos Incas; NOTA ACLARATORIA; los aztecas sólo eran una sociedad liberal en comparación con los incas, ni soñar que ellos respetasen los De- rechos Humanos, qué digo Derechos Humanos, ni siquiera el dere- cho a que los humanos no fueran asados y comidos en los grandes banquetes imperiales o en las mínimas, íntimas cenas familiares; de todas formas, lo que sí parece ser totalmente cierto es lo que dijo alguien acerca de que el poder es aberrante y de que el poder abso- luto es absolutamente aberrante, sólo que, ahora me acuerdo, lo dijo referido a la corrupción, pero no importa, en definitiva viene a resul- tar lo mismo; Hitler era sadomasoquista y a Stalin le arrebataban las niñas impúberes, lo contrario de Raúl Castro que le arrebatan los niños; el tren, bim bam bum, estremeciéndome los huesos, la vida, ahogándome de calor, de polvo y de óxido, es una aberración en un país que fue de los pioneros en la implantación del ferrocarril en el mundo, inclusive, primero que la prepotente metrópoli española; conversación entre dos caballeros algo entraditos en años que se to- pan casualmente en una diligencia de transporte público; ¿diligen- cuánto?; sí, chico, una prueba más del talento de nuestro pueblo para resolver la crisis del transporte, ejemplo tomado del Oeste norte- americano y una forma más de combatir al Imperio; caballero 1;

96 Armando de Armas

¡qué alegría verte!, ¿sigues todavía en la misma panadería?; caballe- ro 2; no, qué va, ahora estoy en una de mucho prestigio, La Defensa; caballero 1; bueno, ahí trabaja Pepe, ¿no?; caballero 2; no, ya Pepe no trabaja ahí, lo sacaron; caballero 1; ¿y eso, siguió con la curda?; caballero 2; no, qué va, la curda la dejó, el caso es que el hombrín tiene problemas, problemas ideológicos, ¿sabes?; de Wily el Cabe- zón me hice amigo un día que fui a robar guayabas a casa de un guajiro que vivía cerca de donde trabajaba mi brigada, ya me había hartado y tendido bocarriba en la tierra como un majá de Santa Ma- ría que se ha tragado un gallo, me entretenía observando las formas caprichosas que tomaban las nubes, nubes primaverales, prontas a convertirse en nubarrones, en chorros de agua sobre la tierra calcina- da por el sol, bendición del mediodía, serpientes, leones, ancianos filosóficos, locomotoras de pasajeros detenidos en el ademán de una mano que nos dice adiós, elefantes libadores de miel sobre extrañas flores, niños sin cabeza, mujeres desnudas, ciudades al revés, barcos tragados por pulpos descomunales, Colón con una batuta dirigiendo las tres carabelas, Martí leyendo sobre una roca, soldados arrastran- do un cañón, caballos trabados en mortal pelea a dentelladas, abejas cabezonas, buitres, fantasmas que fuman, Cristo hablando a multitu- des de mendigos y mutilados, una explosión nuclear, un dictador que se desintegra en enorme carcajada de boca desdentada, tetas como montañas, montañas como turrones de azúcar, indios dispa- rando sus flechas, policías dispersando una manifestación de hom- bres y mujeres sin rostros, un rey que habla a su pueblo como ha- blándose frente al espejo, Jehová burlándose, Abraham cuchillo en mano sobre su hijo tendido, una playa, bufones, diablejos, brujas cabalgando sobre palmas reales, un areíto, indias haciendo casabe, obreros que marchan en fila, campesinos arrodillados, madres que cuelgan sus hijos cabeza abajo en el abismo, hombres que riñen, piratas al abordaje de una nave, Aquiles arrastrando a Héctor alrede- dor de Troya, Sarah convertida en sal, Hatuey en la hoguera, Maceo cayendo en Punta Brava, la cabeza del Bautista, un Judas bueno, la hoz y el martillo del tamaño de la mitad del cielo, una paloma, un colibrí, frailes jugando a la ruleta rusa, barcos hundiéndose, ratas inteligentes, soldados y cocineros dentro de un enorme caldero, na-

97 La tabla ves espaciales, samurais, pistoleros, humúnculos de cabezas bajo el brazo, cinco caperucitas devorando a un lobo plácido, mujeres que vierten aceite hirviendo desde las ventanas de un castillo sitiado contra sitiadores que ríen a carcajadas con la verga en la mano, bo- rrachos en una taberna a cielo abierto, prostitutas con caras de ánge- les, ángeles desplumados, carretas tiradas por monos, esclavos de una plantación de algodón al sur de Estados Unidos, náufragos del Comunismo, Camilo Cienfuegos de sonrisa amplia, disidentes, ente- rramiento de calderas, romerías, Carlos Manuel de Céspedes dándo- le la libertad a los esclavos, Cortés en la noche triste, Mao padrecito bueno, niños que sonríen al futuro luminoso, una boda de superrato- nes, transnacionales, la corte celestial, un congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, CTC, Perucho Figueredo escribiendo el Him- no Nacional sobre la montura de su caballo, actos de repudio, con- centraciones populares, Hitler bigotico lindo, Julio César chulo, As- tarté zampándose una paila de descomunales y sanguinolentos miembros viriles, dotación de esclavos del ingenio Santo Cristo de los Destiladeros, una rumba, un pasodoble, gitanos a cuchilladas, tahúres, ascetas, guerrilleros marxistas, la cruz gamada, Mussolini descendiente directo de los Césares insuflando virtudes guerreras al sensual pueblo italiano, la Virgen de Regla, la Regla de Ocha, ado- lescente con su primera regla, Lydia Cabrera, Alberto Yarini, el Li- bro Absoluto, Milicias de Tropas Territoriales, la toma de La Habana por los ingleses, el senador Eduardo Chivás en el último aldabonazo, homosexuales terroristas, zares de la droga, piratas torturando un cocodrilo al sur de Isla de Pinos, Francis Drake maligno y atractivo, Gerardo Machado y Fulgencio Batista niños de teta, Reunión de la Mejorana, interminable cola de mujeres a la compra de almohadillas sanitarias, Martí culpable de asalto, estafadores, mirahuecos, Fran- cisco de Arango y Parreño, Carlos Marx con telarañas en la barba, soldados a una guerra, el Quijote cabalgando sobre un tanque, San- cho anarco-sindicalista, campesinos felices, obreros combatientes, últimos defensores del Dogma, las minas del Potosí, mariachis, po- zos de petróleo, un cetro partido, niños jugando balompié con una calavera, capos de la mafia, inclaudicables, abroquelados en casti- llos de ensueño, titiriteros, vendedores de reliquias, subastadores del

98 Armando de Armas

Muro de Berlín, ametralladores de balsas al norte de la ciudad de Caibarién, demolición de la estatua de un ínclito camarada, lobos aullando, marionetas, emboscadas, derrumbes colosales, una casca- da que se incendia, la caída de un mito, viejos sofistas, arrepentidos de última hora, ateos postrados ante Dios, pejes gordos del Partido, incorruptibles, obreros sepultureros, personajes que van como el pe- rro que tumbó la lata, gigantes con pies de barro, anacoretas, calde- ras hirvientes, hijos del caos, comparsas, payasos tristes, lágrimas de cocodrilo, banderas, rostros desencajados, tiburones, Edwin F. Ar- kins fundando un central en Trinidad en el año 1893, el abuelo Mon- talbán, un machete, rejas, columnas, matronas, filosóficos fumado- res, rebelión de los vegueros, ahorcamiento de los vegueros, patíbulos y tipos patibularios, abolición del estanco del tabaco, pelo- tones de fusilamiento, bicicletas, robots, tiovivos, el Viejo, peniten- tes, petimetres en la acera del Louvre de La Habana decimonónica, enfermos de SIDA, parias, internacionalistas, hacedores de Frankes- tein, Lenin buen pastor, la Directora arenga, niños con pañoletas rojas, incendios, cloacas, un examen de marxismo, un examen de conciencia, Apocalipsis, colegialas en un baño haciéndose juegos prohibidos, Máximo Gómez convencido de que no se debe mandar un pueblo como un campamento, una ciudad en penumbras, Coma- la, el ciego Borges, el Paraíso Proletario, el trono celestial, Papas prevaricadores, dictadores del proletariado, novelas inéditas, erizos artillados con ojivas nucleares, Polonia desmembrada por nazis y comunistas, la llama Solidaridad, tiranos decapitados, ilustres viu- das vejadas, Helena de Troya cederista destacada, Paris militante de la UJC, Júpiter histérico, Prometeo desencadenándose, camaradas bailando un merengue, un billar vacío, presos políticos en huelga de hambre, ciudadanos de tercera categoría, divisas falaces, falos, felo- nías, felaciones, puñaladas traperas, caballos de crines al viento, ca- ballos enjaezados, hombres devorando un camello vivo, ríos secos, el Diablo sonriéndose, los hijos que tendré, alacrancitos prendidos al caparazón de la alacrana mientras ésta escapa subrepticiamente, tú- nicas ensangrentadas, un bugarrón de caballos, el amante de la cei- ba, centellas detenidas, conspiradores confesos, la Conspiración de la Escalera, negras mondongueras enriqueciéndose en el contraban-

99 La tabla do del tabaco, alcahuetas políticas, donjuanes impotentes, tráfico de héroes, tráfico de heroína, piedra sagrada de los sacrificios, cañave- rales incendiados, agentes de la CIA, esbirros de la Seguridad del Estado, inteligencias infrahumanas, asesinos, encapuchados asaltan- do un banco, monjes capuchinos sentados en un banco, prostitutas estatales, empalamientos, Salvador Golomón matando de un lanza- zo al pirata Gilberto Girón, piñas dinamitadas, embarques de yucas y papayos a las transnacionales de la industria pornográfica, el escu- do cubano, miembros del Partido en una cacería de patos salvajes, una cacería de pieles rojas, Pinochet que lo de él no es dictadura sino dictablanda, racionamientos, productos en la bolsa negra, la negra de la bolsa, hospitales para el pueblo, construcción de carreteras, molinos de viento, un guateque campesino, bucaneros salando cue- ros, sibaritas, un bembé, despedidas, bodas concertadas, suicidas por amor, descarrilamiento de trenes, choque de aviones, atentados, pactos con el Diablo, artistas mercenarios, artistas tristes, predicado- res de la pobreza, provocadores, Alejo Carpentier haciendo pedazos la Consagración de la Primavera, una guillotina, gallinas genéticas del tamaño de un buey para la solución del hambre en el Tercer Mundo, el pueblo enardecido, batatallones de carneros, genocidios, Roberspierre violento, Dante en gira tras la cortina de hierro, caño- nes vendidos como chatarra, bandidos internacionales condecorados con la Orden Nacional José Martí, el tabaco y la sífilis que parten de América para dar la vuelta al mundo, bares clandestinos, comercio carnal, sotanas rojas, jacobinos, hippies, el Cacique Guamá rebelde y endrogado, un palenque de indios y negros, comunistas colgados en las matas de guásima de quince en quince, misas negras, esposas infieles, monaguillos, Napoleón acariciándose el ombligo por entre los botones de la casaca, Actas Capitulares que reglamentan las rela- ciones entre vecinos, Héroes Nacionales del Trabajo; nubes, proto- materia, anticipaciones, amalgama morfológica, entrecruzamientos, evaporaciones, permanencia en el tiempo, viajes, sueños, memoria del tiempo, irrealidad de la realidad, juego de espejos, reflejo del reflejo de otros reflejos, soy una imagen y Wily un espejo que salta la cerca y se aproxima a donde estoy acostado y ocurre que él viene también en busca de guayabas pero resulta que yo ya he pelado las

100 Armando de Armas matas y comparto las que guardaba en el bolsillo y conversamos acerca de que es mejor robar guayabas que trabajar y me cuenta que tampoco a él lo sacaron militante de la Juventud Comunista dice porque su mamá es santera y yo no importaba que nosotros éramos comunistas sin carnet y él yo no soy comunista ni con carnet ni sin carnet; entonces para qué tú querías ser militante de la Juventud; ¡ah!, mira que tú eres guanajo, dice mi mamá que el carnet hace falta para poder ser alguien en este país; carnet de la Federación de Mujeres Cubanas, de los Comité de Defensa de la Revolución, de la Central de Trabajadores de Cuba, de las Milicias de Tropas Territo- riales, de pesca, de caza, de afiliado a afiliaciones, de impedido físi- co, de exploradores, de borracho; pero cuando se dice Fulano de Tal se ganó el carnet o Fulano de Tal tiene el carnet enseguida todos entienden de qué carnet se trata, el carnet de los carnets, el absoluto, el carnet que es uno en sí y todos los carnets y todas las cosas por los siglos de los siglos, amén, Lenin; Dios Todopoderoso y Partido In- mortal; la Santísima Trinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres personas en una que es todas las personas; el Partido, las Masas y la Conciencia; los perros venían por entre la yerba de guinea y dejaban una estela serpenteante, y tras la estela un guajiro con el machete en alto, Amadís y Wily se miran significativamente y miran hacia una cerca de piña con hijos agresivos que le han ido aumentan- do el grosor original durante años y años, una especie de Muralla China a la criolla, guarida de ratones, prueba de fuego para caballos brincadores, reminiscencia feudal, recuerdo nostálgico de una feliz propiedad rural, equivalente del guardavecinos urbano, erizo vege- tal, frontera de rústico reino, protección del oasis frente a caballerías y caballerías despobladas de árboles por la acción de la dinamita; ¿alzará su voz el Partido de los Verdes?; Amadís se lanzó el primero y cayó al otro lado con espinas clavadas en los brazos y las piernas, Wily le siguió en el intento pero cayó todo despatarrado en medio de la cerca; Amadís; ¡dale, coño, dame la mano!; Wily; ayyyyyyyyyyyy; perros; grrrrrrrrrrrr; guajiro; ¡así es como los quería coger partía de maricones!; me inclino todo lo que puedo hacia adelante, las espinas comienzan a desgarrarme como si me colgaran de alfileres por la piel, ya el primer perro ataca y destroza una nalga a Wily, y me digo

101 La tabla que ya Wily no tendrá futuro como guapo porque con semejante marca en una nalga es muy difícil que le respeten porque nadie le va a creer que fue el perro de un guajiro el que le hizo semejante mácu- la nalgueril, y muchos se sentirán inclinados a pensar, y lo peor, a decir, que fue un marido que lo marcó así cuando jovencito, pero ahora se trata de salvarlo y dejar a un lado los prejuicios ético-esté- ticos de la marginalidad juvenil, y apoyo un pie en firme contra el tronco de una piña y me tiro hacia atrás con todo el cuerpo y el cuer- po de Wily y allá que te va los dos ensangrentados que diera pena eso si tuviéramos al menos tiempo de vernos; EXPEDIENTE # 59102014633, personalidad introvertida, poco sociable, individua- lista, irritable, manifiestamente violento, no combativo, poco entu- siasta, no participa en las actividades culturales del centro, antide- portivo, no se le conoce vocación alguna, hijo de padres pertenecientes a la clase social de pequeños agricultores, tiene fami- liares en el extranjero, y familiares practicantes de la secta de los Testigos de Jehová; a manera de resumen; su formación político- ideológica es deficiente, lo cual puede derivar hacia una personali- dad totalmente egoísta, pequeño-burguesa, alejada de los principios socialistas, campo propicio para el cultivo de vicios y para la pene- tración del diversionismo ideológico con que nos bombardea el ENEMIGO, por lo que se recomienda una mayor atención del caso por parte del colectivo de profesores, principalmente los guías, del Partido y la Juventud del centro, así como de las organizaciones de masas de su cuadra; firma; Lesbia López; profesora guía del grupo A-5; el expediente es un gran invento, es algo sumamente útil, aun- que es verdad que la confección y mantenimiento de un expediente para cada estudiante y para cada trabajador requiere la dedicación de miles y miles de hombres y mujeres a una labor ardua, monótona y endiabladamente complicada, a los cuales, por supuesto, hay que pagar un salario; el gasto de millones de pesos en recursos de diver- sa índole, desde el papel, la tinta y las máquinas de escribir, hasta el transporte, y por último el gasto de tiempo en una labor no produc- tiva, pero no importa, todo eso se verá recompensado con creces a la hora de buscar una información determinada acerca de un estudiante o trabajador, para beneficio de éste, claro está, por parte de funcio-

102 Armando de Armas narios, entidades u organismos interesados y autorizados; por tanto, tenemos que ser generosos una vez más con nuestros obreros y estu- diantes, y también con nuestros campesinos, y no podemos permitir, menos que nada por cálculos economicistas, que haya uno solo de ellos que carezca de su flamante expediente, esa injusticia no se per- mitirá aquí jamás; NOTA; muy importante, cada escritor debe tener dos expedientes; así que podrán faltarnos otras cosas pero nunca un expediente a mano, presto para ser llenado, o estudiado convenien- temente, y no nos llamemos a engaño, no somos la sociedad para satisfacer lujos, somos la sociedad para satisfacer necesidades, don- de el reino de la Libertad está condicionado al reino de la Necesidad, y por lo mismo somos la más libre de las sociedades; el expediente es una prueba más de que entre nosotros se respetan los derechos individuales ya que esa es una necesidad que tiene aquí todo el mun- do resuelta, sin privilegios de ningún tipo y gratuitamente, qué so- ciedad de las llamadas democráticas puede ofrecer un ejemplo así de preocupación real por el hombre en tanto individuo y ser social; la Vieja; cuídate, Amadís, que te pueden manchar el expediente; profe- sor; al que no me haga la tarea le pongo una nota en el expediente, al que no limpie el albergue, al que use mal el uniforme, al que hable en clases, al que me caiga un poquito barrigón, al que agarre escu- chando emisoras extranjeras, perdón, con éste hago una excepción, se la pongo, y después lo llevo a la Dirección para que lo boten por diversionista ideológico; al fin y al cabo el mundo no es más que un expediente abierto de inmensas hojas, claro está que en ocultísimas claves; expedientar, ordenar y emplantillar debe ser trabajo constan- te en las oficinas divinas, porque de lo contrario cómo controlar la infinitud del macrocosmos; voz popular; por el expediente se puede saber si allá en la escuela primaria una vez fuiste castigado por tirar- te un pedo en el aula; si cada vez que uno hace algo malo le manchan el expediente entonces el mío debe estar más negro que el fondo de un caldero; los expedientes descienden del cielo, hojas como sába- nas, cuadriculadas, numeradas y acuñadas, sábanas manchadas ca- yendo del cielo, manchas enormes y multiformes, de un color terro- so como sangre vieja; las hojas cubriendo los prados, los bosques, las montañas, los ríos, los valles, los tendidos eléctricos, los edifi-

103 La tabla cios, los animalitos del bosque, los transeúntes, las calles, los par- ques; chocan con los pájaros y no los dejan volar, provocan acciden- tes aéreos, pierden el rumbo de los trasatlánticos, impiden la fotosíntesis, desbordan los basureros, penetran en los hogares, ab- sorben la lluvia; escritores y periodistas corren despepitados tras los expedientes en busca de historias descabelladas que contar; los ni- ños hacen su agosto en la construcción de siquitraques, barcos y cohetes; protesta generalizada, los recogedores de basura se decla- ran en huelga; los anunciadores del Apocalipsis revisan las escritu- ras en busca del error que les impidió interpretar PAPEL donde decía fuego; en medio del barullo, el rostro de Dios, satisfecho no tanto de su obra como de tener su obra escrupulosamente controlada, sin chance alguno para la iniciativa privada; la hojarasca de expedientes es una ingenua broma divina si tenemos en cuenta que el Señor tiene un expediente absoluto, escrito en un presente de pasada futuridad; la biblioteca de la escuela era el lugar donde mejor se estaba, un lu- gar para meditar, para estar solo y acompañado de los héroes de le- tras; ojo, averiguar posibles conexiones de esta biblioteca con la bi- blioteca de Alejandría; ¿héroes?; Tarzán y Superman, no, porque ya sabemos que son de la CIA; los héroes homéricos, con su belleza y fortaleza y valentía y areté y ascendencia divina y epítetos; Héctor matador de hombres, me gusta porque indica un tipo para respetar en cualquier circunstancia; Aquiles el de los pies ligeros, no me gusta porque indica un tipo siempre dispuesto a correr a la menor señal de peligro; los héroes de la patria, Maceo el Titán de Bronce y Martí el Apóstol, tienen el sabor de lo sacro y los epítetos no les sientan mal, lo que sí cae mal es la repetición de sus epítetos, la manipulación diaria a que son sometidos; héroes del Realismo Socialista, esos son perfectos, ni pizca de debilidad, aburridísimos, héroes del trabajo cotidiano, gregarios, chatos, con una solución científica para cada problema; somos un pueblo heroico, el heroísmo lo hemos mamado de las tetas de nuestras madres, y después nos lo han estado inyec- tando día tras día; aquí no se rinde nadie, primero muertos que des- prestigiados; la heroicidad nuestra de cada día; Amadís había vio- lentado las persianas de la biblioteca de la escuela y por las tardes, en el horario de deportes, escalaba y entraba sigilosamente por el

104 Armando de Armas agujero y se acostaba a leer en el piso, ¿por qué será que cuando el reglamento exige que venga a la biblioteca no lo hago, hasta una nota en el expediente me han puesto por eso, y ahora que debo estar en el deporte me pongo a leer clandestinamente?; la Abuela; ¡espíri- tu de contradicción!; tío Periquín; ¡alma de comunista!; qué comu- nista ni qué ocho cuartos si no me eligieron militante, pero, ¿de ver- dad verdad me hubiera gustado ser militante?, bueno, a la verdad no sé ni qué pensar, porque los militantes no pueden ni creer en Dios, y además siempre están complicados en reuniones, ¿creo yo en Dios?, creer lo que se llama creer, bueno, un taíno ya no cree en nada, no le tiene fe a nada, simplemente fuma su gran tabaco desnudo y acucli- llado y se va en el humo en busca de un Cemí fantasmagórico y es- curridizo, en busca de un refugio, de un asidero, porque le han am- putado sus viejos valores para injertarle otros que no le han prendido, o han prendido de forma tal que resultan criaturas monstruosas, en- tes aberrados y aberrantes, supuestas nuevas tradiciones, como si pudiera haber tradiciones nuevas, creadas por decreto del Gran Ca- cique de la Tribu, el taíno ha perdido a Dios y ese vacío no lo ha llenado ni lo va a llenar nadie, pero, más que a Dios, ha perdido la ingenuidad, tal vez sea lo mismo, a cambio de recetas de corte cien- tificista y seriote,slogans cuyo fin manifiesto es la explicación infa- lible de la realidad, algo así como la escolástica del siglo XX; mi refugio ahora es el tren, la luna que entra por la ventanilla polvosa, ella que se me abre de piernas, el tesoro que me ofrece entre sus piernas, una pistola y una esperanza, refugio puede ser también la Literatura con toda su carga de angustia y desasosiego que trae con- sigo en el intento de captar una realidad tan escurridiza como un Cemí o como una anguila, multiplicada en infinitud de formas y re- flejos, escondido aquí entre los libros soy yo y soy los héroes que los habitan, un escritor debe ser como Dios o tal vez lo sea, la diferencia es que Dios creó al hombre con fango y el escritor lo crea con letras, lo cual sólo viene a ser un problema de gustos y maneras de hacer y nunca una cuestión de esencias, sería bueno conocer si los hombres que una vez vivieron en el tiempo humano y están ahora en el tiem- po de los libros no surgieron alguna vez hace mucho de ese tiempo de los libros al tiempo humano, y saber si los que ahora están en el

105 La tabla tiempo de los libros, sin conocidos antecedentes de tiempo humano, puedan algún día salir caminando tranquilamente de entre su mundo de letras; tío Periquín; al hombre no lo hizo ningún Dios, el hombre es la más elevada manifestación de la materia; la Abuela; a Dios nadie lo creó, él es el Creador, fuente de la cual parten todas las co- sas; ¿habrá también lucha de clases en el Cielo?; seguro, seguro, porque si hay un santo labrador tendrá que haber lucha contra algún otro santo que sea terrateniente; San Isidro Labrador quita el agua y pon el sol, no, al revés, quita el sol y pon el agua para que mañana no tenga que ir a trabajar al campo; los militantes comunistas se re- únen todos los días para tomar acuerdos trascendentales, y yo me reúno cada día con los tipos estos que habitan en los libros, ellos son buena gente y puedo mostrármeles tal cual soy, sin miedo, aunque, si las reuniones de los comunistas son tan trascendentales a lo mejor allí pueda yo encontrar la respuesta a tanta pregunta que me trae la cabeza al romperse, y es del carajo esto de sentirse la cabeza uno como coco seco a punto de recibir el machetazo que te la hará dos tapas, y lo malo no es el machetazo en sí, sino la espera que antecede al machetazo, por lo que creo muy sinceramente que los comunistas pueden ayudarme por lo menos en lo de recibir el machetazo que a lo mejor hasta resulta un instante placentero y después el vacío de la paz eterna aunque haya conciencia de que los comunistas hurgarán con palitos chinos o tenedores o pinzas para comerse o tal vez anali- zar científicamente qué extraños componentes contiene la masa co- cal-cerebral que incidan en la formación de una personalidad indivi- dualista que se escapa perennemente por senderos de contrabandistas en la frontera de los Pirineos a los cercos y acechanzas y represiones y mimos y paternalismos y calor endiabladamente fraterno de la co- lectivización; a mí me suceden cantidad de cosas cómicas, o tal vez no es a mí sólo, sino que es a todo el mundo, con la diferencia de que no todo el mundo es consciente de ello, y pienso que debe ser así porque lo CÓMICO ocurre en el preciso instante en que la concate- nación lógica de los hechos y de las cosas se ve trastocada de mane- ra que el Reino del Absurdo invada como magma por las grietas, intersticios de la supuestamente impermeable Realidad, y esto, la violación de las leyes, de la norma, pudiera ser más frecuente que el

106 Armando de Armas cumplimiento del Orden mismo, de lo que se infiere que la categoría del Absurdo debiera ser eliminada, porque contradictoriamente la Normalidad vendría a ser entonces lo extraño, lo inesperado y por tanto, lo Absurdo, y entonces el Mundo pudiera muy bien ser defini- do como una Gran Carcajada, estertor que eternamente estremece hasta las entrañas mismas del Universo, aullido viajando a través de años luz desde el esplendoroso momento en que el punto negro, mo- nolítico y nada democrático, de los Orígenes comenzó a expandirse por obra y gracia del BIG BAMG, manifestado con la rotundidad de un siquitraque cósmico comprimido, reprimido por la intolerancia del PODEROSISÍMO, todo lo cual vendría a explicar la aversión que muestra el DOGMA, los GUARDIANES del DOGMA, por la Risa, y la cara de tranca de ciertos Encumbrados, es decir, Dogmáti- cos; y es cómico esto de que yo le haga una paja a la muchacha mientras elaboro teorías acerca de la posible relación entre los Orí- genes y la Comicidad, y pensar la cara que pondría ella si pudiera saber que mi mano está dentro de ella pero que mi mente está en muchos otros lugares que tienen y no tienen que ver con la relación mano-bollo, que su tibia humedad envolviendo mi mano es modelo en miniatura de lo que sería un día el Hombre en el Paraíso y que ahora siento un inmenso placer no precisamente sexual, sino el que emana de violentar normas y costumbres y preceptos y toda esa monserga que nos presentan como la Cotidianidad, el placer de ha- cer algo que nadie va haciendo en este endiablado tren, el placer de imaginarme que mañana en este mismo asiento pueda viajar una vieja moralista o uno de esos individuos circunspectos, respetuosos de las leyes de convivencia social, siempre de viaje para importantes reuniones partidistas y muy seguro de sí; de esos que por nada del mundo te comenzarían a leer una revista por la última página o a oprimir el tubo de pasta dental por la punta y que hacen el sexo como los curas sin responder al llamado cuatripateril de nuestros antepasados en medio de una llanura y bajo la luna; sin poder sospe- char siquiera que aquí gozó una cabrona mujer a ritmo del movi- miento de mi mano no todopoderosa pero sí todogozadora mientras yo me daba al lujo de la meditación, placer de no saber quién demo- nios es ella ni a dónde va o de dónde viene ni quién es su marido si

107 La tabla lo tiene ni cuáles son sus problemas ni si hoy comió ni cuáles son sus sentimientos o aberraciones; en honor a la verdad de estas últimas algo sé; ni si es ángel o diablo ni si es una realidad o un sueño eróti- co y, sin embargo, aquí la tengo, abierta de piernas y manualmente poseída, posesa, gemiditos, ay papi, ay papi, papiiiiiiiiiiiiiiiiiiqueri- cooooooooooooooooo, en la noche del tren bim bam bum, bim bam bum qué paso más chévere el de mi tren es, es un tren cargado de vacas, vacas sagradas, sagrado estiércol sobre los raíles, mugidos, un ternerito separado de su madre a la cual no verá más, almacenes de carne en cuatro patas, fuente de divisas para el estado socialista, meadas, tarrazos, toretes que improvisan acrobáticas cópulas, per- manencia en el Tiempo del rescate de cueros, irrefutables pruebas de clérigos involucrados en el contrabando de salazones con la Her- mandad de la Costa, ayuda internacionalista a países hermanos, blanco para el asalto de mambises apostados a ambos lados de las vías, orgullo del Club de Ganaderos, contrapunteo cubano de la ga- nadería con el tabaco y el azúcar, escuela elemental para el aprendi- zaje en la conducción de pueblos, con la Luna resaltando lo negro de su pendejera y sus ojos en blanco y esto es la vida misma en tanto otros duermen o mueren o matan o son torturados o desaparecidos u olvidados o resentidos o traicionados o humillados o galardonados o adulados; golpes bajos, respiraciones entrecortadas, equilibrios lo- grados en la punta de un dedo o en el canto de una cadera; ¡hijoepu- taaaaaaaaaamaricoooooooooooonnnnnn!, unas veces arriba, otras abajo, siempre agarrando desesperadamente con una mano para gol- pear con la otra, Amadís se queda irremisiblemente abajo, se le es- capan las fuerzas y muerde al otro en un cachete y entonces los se- paran porque eso no es pelear limpio y tú eres una putica porque y ¡paf! lanza un bofetón el jefe de albergue y Amadís; ¡me dio, coño me dio!, en la cara y por gusto, delante de todo el mundo, eso es moral, qué hago, estoy apendejado, pero no puedo estarlo, si no aquí todo el que tenga deseos de meter una galleta va a venir a saciarlo conmigo y yo no tengo por qué saciarle los deseos a nadie, la guerri- lla muerde y huye, hostiliza, no tiene un frente, es todo frente, cono- ce el terreno, no da tregua, su poder reside en la inseguridad que crea en el enemigo, Máximo Gómez es el maestro en eso, cuando supues-

108 Armando de Armas tamente más tranquilo está todo búmbata búmbata búmbata y queda el enemigo patitieso en medio de una carretera, de un río, de la selva, de una calle, porque aquí lo que hace falta que venga es una guerra, guerra no, que tú lo que tienes es tremendo miedo, que si eso es con un solo tipo cómo será la cosa cuando venga una guerra de verdad, un héroe nunca dejaría sin cobrar una ofensa así, ¿miedo de qué?, bueno, sí, a la verdad que sí tengo miedo, pero también es verdad que tengo que aguantármelo, apretarlo, estrangularlo allá dentro en el pecho para que el muy cabrón no se me salga, algo así debieron hacer Gómez y Maceo para que no se les saliera el de ellos; al otro día del bofetón dos alumnos conversan; ¿no has visto al jefe de al- bergue por ahí?; ven acá, chico, ¿tú no sabes que anoche alguien lo cogió dormido y le rompió la cabeza con un tubo?, está ingresado en la enfermería como con siete puntos; soldados, somos un pueblo de soldados; cada revolucionario un soldado y cada soldado un revolu- cionario; un dos tres cuatro un dos tres cuatro, marciales, firmes, disciplinados y seguros de nuestro propio camino, hombres, muje- res, niños y viejos, soldados todos de la patria y el internacionalismo proletario, haremos la paz con la guerra, ¡que viva la guerra que nos permitirá un día vivir en paz!, paz de los sepulcros, entorchados, charreteras, cascos, medallas, órdenes, correajes, reconocimientos al valor, toques a degüello, arcos de triunfo, marchas triunfales, pedes- tales, monumentos al soldado desconocido, la Trompeta del Juicio Final, fuegos inextinguibles, toques de tambor, hachas desenterra- das, desfiles, batidos de pólvora, pastillitas contra las inoportunas diarreas, VICTORIA VICTORIA VICTORIA, a convertir el revés en victoria, salvas de salutación, Hatuey es el primer internaciona- lista proletario, todos tenemos que estar dispuestos a inmolarnos en la misma hoguera por la misma causa de cualquier pueblo hermano, soldados de plomo, soldados plásticos, soldados de plastilina, nada de la bobería esa de convertir las armas en arados, antes bien, de los juguetes haremos armas y de las armas más armas con qué combatir al Gran Monopolio Armamentista de los Estados Unidos; hoy Wily me ha hablado de robar en el almacén de la escuela y que con un poco de suerte nos hacemos de una buena cantidad de dulces y re- frescos y yo le he respondido que eso no es así como así que eso es

109 La tabla algo que hay que pensarlo para que salga bien, a mí el asunto me interesa pues uno pasa aquí un hambre del carajo, sobre todo cuando llega la noche, en la casa me enseñaron a respetar lo ajeno, pero tengo que ser dialéctico y reconocer que en la casa me enseñaron muchas cosas que en la práctica son difíciles de cumplir, no porque no me gustaría hacerlo sino, creo, porque de cumplirlas pasaría más trabajo que un forro de catre, además, Robin Hood era un bandido que robaba para repartir entre los pobres, aunque pensándolo bien, qué tonto o colonizado cultural soy con venir ahora con el cuento de Robin Hood, cuando en nuestro folklor contamos con un Manuel García, Rey de los Campos de Cuba, que hacía lo mismo y hasta con más estilo, porque cuentan que un día iba por un camino y se topó con un infeliz guajiro que labraba la tierra con una coa, y le pregun- tó por qué razón pasaba tanto trabajo cuando le resultaría más cómo- do labrar con una yunta de bueyes, a lo que el hombre respondió que no tenía cómo comprar una yunta de bueyes pues era muy pobre, entonces el buen bandido; buscar posibles conexiones con el buen salvaje; sonrió y extrajo 200 pesos oro de una cartuchera y le pre- guntó si no sabía de algún vecino que vendiera una yunta, y a la respuesta afirmativa del campesino, Manuel García le entregó el di- nero y le recomendó que comprara esos bueyes, ¡y ahora es que viene lo bueno!, por la noche el Rey de los Campos de Cuba se in- trodujo en la casa del dueño de los bueyes y le exigió a punta de pistola que le entregara la suma de la venta que había realizado por el día, además de eso, también cuentan que colaboró de alguna ma- nera con los independentistas cubanos y que entregó una buena suma de dinero a Juan Gualberto Gómez para que se la hiciese llegar a Martí con vista a la compra de armas, cosa que Martí no aceptó por considerarlo dinero manchado; dándose el hecho tragicómico de que el dinero jamás se usó en la compra de armas pero tampoco regresó a los bolsillos del bandido-patriota-benefactor, embolsándoselo al- gún comandantillo del Ejército Mambí que quizás posteriormente haya tenido que ver con la muerte del Rey de los Campos de Cuba, precisamente el 24 de febrero de 1895 cuando al frente de sus hom- bres marchaba a incorporarse a las huestes libertadoras; así, pues, queda demostrado que Robin Hood era un niño de teta al lado de

110 Armando de Armas nuestro Manuel García, y que también los ladrones pueden resultar héroes y hasta santos porque la Abuela cuenta que San Dimas ascen- dió al cielo ocultando en su túnica gallinas que robaba en el trayecto; es verdad que Wily y yo vamos a robar para nosotros mismos, pero también lo es que nosotros somos pobres, pobres de toda pobredad, además que, seguro, Robin Hood y Manuel García no comenzaron robando para los pobres, sino para ellos, y cuando tuvieron lo sufi- ciente fue que les dio por repartir entre la plebe, porque ellos verra- cos no eran; cuando aquí llegan las diez de la noche entra un hambre que no la brinca un chivo, lo del hambre ha de ser por las pajas, que nos hacemos como cuatro al día y ya en la última lo que echamos es espumita; la guerrilla tiene que buscar ante todo sus fuentes de apro- visionamiento, y nosotros somos una guerrilla de dos, Wily es mi único socio aquí, los otros no son malos pero sé que me aceptan o me mastican pero no me tragan, y es fundamentalmente porque no comprenden que yo hable y pregunte acerca de cosas que para ellos resultan extrañas, y deben verme como a una especie de animal raro, alguien que prefiere romper las tablas de una persiana para meterse en la biblioteca a leer libros viejos y polvorientos antes que cumplir con el horario de deportes, ¡qué digo cumplir!, para ellos eso no es cumplir, es gozar, y me doy cuenta que lo bueno para unos puede no serlo para otros, y viceversa, quizás por eso me moleste tanto que la directora se pare a hablarnos en los actos matutinos acerca de que nosotros estamos comprometidos con Fidel a obtener el cien por ciento de promoción en los exámenes y que debemos renunciar al pase y a las vacaciones para aumentar la producción, cuando lo cier- to es que nadie contó conmigo para tales compromisos, es como si todos debiéramos o tuviéramos que pensar lo mismo, de contra que ya es bastante tener que vestir uniformados, es de madre tener que actuar, hablar y pensar como si fuéramos una sola persona, al menos en lo que se refiere a actuar y hablar, porque en lo que se refiere a pensar nadie te puede obligar porque nadie es capaz de adivinar lo que hay en nuestra mente; sería bueno poseer un portento capaz de adivinar los pensamientos de la gente y hacer más eficiente así el trabajo de espionaje y contraespionaje, el enemigo nunca podría pa- sarnos gato por liebre, e instalaríamos un aparatico de esos a la en-

111 La tabla trada de cada centro de trabajo y sabríamos acerca del nivel ideoló- gico de cada uno de nuestros obreros y cuándo llamarlos al camino correcto en caso de detectar desviaciones, y además, garantizaría- mos que los dirigentes que situemos en las diferentes instancias sean de una confiabilidad a toda prueba y fieramente combativos; ¿com- bativos?; sí, porque aquí resulta que las palabras cambian su signifi- cado y un combativo no viene a ser un soldado sin miedo a la pelea y agresivo, sino un consumado hijodeputa que constantemente te está velando para ver lo que haces o dices o con quién te reúnes o qué música oyes o cómo vistes para entonces echarte para alante como a un carrito de helados, ellos dicen que son comunistas pero Periquín asegura que los comunistas no delatan a sus compañeros, que muchos de ellos han muerto descuartizados pero sin decir ni pío, con lo que veo que tal vez los comunistas sean los mártires cristia- nos de los primeros tiempos, cuando todavía sus jerarcas no rodea- ban sus cinturas de protuberantes cinturones adiposos y enjoyaban sus dedos con oro y deslumbrantes piedras preciosas, según ellos, anticipaciones terrenales de lo que sería la luminosidad de la vida eterna junto al Señor; entre paréntesis; a Tupac Amaru también lo descuartizaron, con cuatro caballos tirando cada una de sus extremi- dades, y no era cristiano ni comunista y sí un indio valiente de ver- dad; también ponen como pretexto para la chivatería la cuestión de la conciencia de clase y no sé a qué clase se refieren porque ellos, los chivatos, son estudiantes y las informaciones que dan son para la Directora que pertenece a otra clase porque, en primer lugar, es Di- rectora, y además, posee carro, aunque también es verdad que los padres de casi todos los chivatos poseen flamantes carros y va y a lo mejor algo que yo no sé es que la conciencia de clase tiene mucho que ver con eso de los carros; esta escuela es de ustedes y ustedes son el legado luminoso de nuestros héroes, tienen en su poder lo que no tiene ningún niño de América Latina, la escuela en el campo, la fragua del Hombre Nuevo, la escuela de la cual hablara Martí con su visión anticipadora de lo que sería la visión anticipadora de nuestro Comandante en Jefe; ¿Hombre Nuevo?; sí, hombre, cómo no, un individuo que además de ser un almacén de mierda en dos patas, tener ideas; las del colectivo, por supuesto; trabajar, reproducirse y

112 Armando de Armas gozar; nada de lo cual es nuevo; está libre de prejuicios, traumas, vicios, ambiciones, mezquinos intereses, dudas, contradicciones, bajas pasiones, miedos, sentimentalismos, odios; perdón, sí, debe tener una fulminante dosis de odio para todo y todos los que no sean como él, que no hayan sabido elevarse hasta su categoría, que no sean capaces de tener una idea fija y morir por ella, la idea de la transformación total del espectro de la sociedad y la vida en UN COLOR ÚNICO; el Hombre Nuevo tiene que ser aséptico, integral, especie de experimento de laboratorio llevado al plano político, so- cial y humano; hicimos ya la ganzúa y Wily la ha bautizado como Abre Caminos, lo cual tiene que ver, dice, con un orisha, que viene siendo como un dios de la santería, porque parece los santeros no han aprendido a racionalizar recursos y tienen un dios para cada cosa, mientras que los cristianos tienen UNO para todo; OJO; esta- blecer posibles conexiones entre Cristianismo y Totalitarismo y en- tre Santería y Democracia; hicimos la ganzúa de un perchero de alambre; Wily; si no abre el llavín, lo rompe, pero de todas formas ella abrirá el camino; esperaremos a que caiga la noche y den el to- que de silencio y comience a brillar la estrella de la guerra, la estrella de la guerra da suerte a los que como nosotros son audaces y se lan- zan en busca de la fortuna, bajaremos desde la azotea por la cabilla del pararrayos, la cabilla rugosa herirá las manos, estaremos agota- dos, y la desesperación, o el miedo, nos hará concebir la idea de dejarnos correr por la cabilla, pero nos convenceremos pronto de que dejaremos la piel de las manos prendida a las rugosidades de la cabilla como si fuera el cuero de un majá Santa María abandonado en medio de un camino real; ¿lo de camino real vendrá de la época de la colonia en que el Rey de España era dueño de cosas acá en la Isla de las cuales él ni siquiera sospechaba su existencia?; y estoica- mente seguiremos aguantando ese espanto sin final como buenos y probados comunistas que llegaremos a ser algún día, el profesor de guardia dará su recorrido habitual de un extremo a otro del pasillo central de la escuela, las luces del área de deportes estarán opaca- mente iluminadas, y Wily vigilará a que el profesor se aleje con rumbo al edificio docente, caminaré cuidando de no pisar una lata delatora, armado de la ganzúa y de un gran miedo, un miedo que me

113 La tabla hace actuar compulsivamente para acabar con eso de una vez, para sentirme en el después, en el mañana, en el ya sucedió, en el recuer- do, en la auténtica realidad de las imágenes, en el terreno de los alardes de valentía, en la voz reposada que cuenta a los demás atóni- tos y envidiosos; ¡a los que se les pueda contar semejantes hazañas, claro está!; las peripecias de la aventura, la infrahistoria que tal vez nunca nadie escribirá, pero antes de eso nada importa, ni el éxito, ni el fracaso, ni el sudor frío corriéndote por la espalda, ni la ansiedad y el deseo de que si cogen a uno, sea al otro y no a ti, aunque ese otro sea tu único amigo, lo importante, lo realmente importante, es pasar, ser la posibilidad realizada en el futuro y entonces me apoderaré de la primera caja de refrescos y, con voz ronca; ¡te cogí cacho de ma- ricón!; y me encuentro en la dirección de la escuela con la Directora frente a mí; a ver, Amadís, si aún podemos contar con que te quede algo de revolucionario y nos dices qué diablos hacía Wily cerca del lugar de los hechos; no sé, Directora, no sé, estaría cogiendo el fres- co; no voy a hablar, no puedo hablar, soy un hombre, no un chiva, pero me aflojo, es como un apendejamiento de las piernas; Wily; sí, Directora, eso mismo, cogiendo fresco; algo como otro yo que me empuja a decir, sí, Wily me estaba vigilando, es mi cómplice, no quiero estar solo, un maricón, eso mismo es lo que soy si me atrevo a hablar, ¿atreverme a hablar?, sí, cómo no, amigo mío, para eso quizás hay que tener más valor, porque no es fácil pasar por encima de unos remordimientos que en última instancia nunca se dejarán pasar por encima y te estarán persiguiendo toda una vida con el em- pecinamiento de monstruosas ladillas, y entonces va y se da el caso de que callas tu boca, no por valiente, sino por cobarde, y ahí mismi- to es donde las cosas se te empiezan a enredar y no todo está claro en la vida ni mucho menos y unas cosas tienen que ver con las otras y todas son diferentes e iguales a la vez y los héroes no lo son tanto ni los traidores tampoco; ¡no puedo hablar, coño!, ¡primero muerto!, como los comunistas; la Directora; vamos, Amadís, que los comu- nistas siempre dicen la verdad; Wily; mira para Amadís con cara de por tu madre no te atrevas; Amadís; si al menos nos hubiesen atrapa- do a los dos no tendría que estar en esta disyuntiva, ¿será verdad eso de que la desgracia compartida toca a menos?, no sé, pero eso es lo

114 Armando de Armas que necesito, que Wily esté conmigo en la desgracia, que el hombre es ser social y por eso mismo es hombre y no mono y por tanto aflo- jarse y hablar para no estar solo es cosa de hombre y no de mono y los hombres mueren y los monos digo y el Partido es inmortal; ¡va- mos, compañero Amadís!, ¿se decide usted?; soy inmortal, tengo toda la eternidad para arrepentirme, y eso es lo malo, lo terrible, toda una eternidad arrepintiéndome; si me dices que Wily estaba en lo mismo que tú, si me lo reconoces como hombrecito que eres, no los expulso a ninguno de los dos, de lo contrario, no sólo te expulso de la escuela, sino que paso el caso a los tribunales; Judas vendió a Cristo por una moneda, Judas Chivato, Cristo comunista, yo comu- nista, aunque lo de situar a Judas como símbolo de la traición a lo mejor no ha sido más que una de las tantas inconmensurables injus- ticias de la Historia y él no fue más que alguien que gozó de la máxi- ma confianza del Hijo del Hombre y que oficiaba dentro de la banda de apóstoles como tesorero lo cual, lógicamente, hubo de crear envi- dia y animosidad entre los restantes miembros menos favorecidos por la gracia del Mesías, pongamos por caso que ante una celebra- ción determinada el Mesías ordenase la compra de una garrafa de vino para compensar la vida de andariegos que llevaban, harapientos y alimentados sólo por el éxtasis divino, conociendo de antemano que lo existente en las arcas no daba para semejante lujo, pero como buen líder que era dejaba caer la negativa sobre los hombros de Ju- das, quien sabía cabalmente lo que Jesús esperaba de él, por lo que no era de extrañar que el pobre Judas Iscariote alcanzase fama de tacañón entre sus compañeros, cuando no de malversador de los fon- dos colectivos, y en represalia, o sinceramente convencidos, comen- zasen a tejer la historia de la traición de Judas, después que el impac- to traumático de la crucifixión hubo pasado, pues para ellos, quién sino él iba a ser el traidor, tan sospechoso siempre de oscuros mane- jos, tan favorecido por Jesús que en su amor no era capaz de perca- tarse de las argucias del Iscariote para acaparar sus favores, tan ex- tranjero como era, tan silencioso, tan torbo y tan con ese nombre como nacido para la inmortalidad estigmatizada por la costra de la traición; el verdadero traidor quizá quede para siempre agazapado en las brumas del tiempo o quizá no hubo tal, y sí un eficaz trabajo

115 La tabla de inteligencia por parte de los Órganos de la Seguridad al servicio de Poncio Pilatos o de los sacerdotes hebreos o de ambos inclusive, es algo que nunca se sabrá a pesar de venir repitiéndose en la eterni- dad los mismos hechos, nada, ciegos que somos los humanos; no, no soy comunista, no soy comunista ni la cabeza de un caballo, yo lo que soy es un hombre y no voy a cantar; por qué razón se le dirá cantar a la acción de chivatear cuando en realidad el acto de cantar es sublime y nos acerca más que cualquier oración o reverencia o acto de fe o devoción o postración o golpecitos en el pecho a la esen- cia de Dios, porque Dios no debe ser ese anciano severo y con des- tellos de ira en los ojos que mira a su desvalido rebaño desde la in- mensidad de su trono, sino un anciano venerable y cantarino como las cascadas de un bosque antes del advenimiento del apogeo de la Revolución Industrial; Dios-todo-bondad Dios-todo-canto Dios- todo-armonía; translúcido y abarcador y cálido y brisa y caricia y salticos por la pradera y bendicidor de la fertilidad humana y vegetal y a favor del divorcio antes que de las riñas conyugales y paloma y pez y lluvia y a veces trueno por aquello de que las rosas también tienen espinas y levitación e inteligencia y relajador de tensiones y accesible a todos y aperturista; pero bueno, suponiendo que en rea- lidad Judas fue traidor me pregunto qué hubiera hecho Cristo en el lugar de Judas, si en vez de haber sido el Hijo de Dios, el Hijo del Hombre, el Mesías, el Elegido, el Embajador del Nuevo Reino, hu- biese sido un simple hombre, un pobre y oscuro hombre obligado a cambiar la bella y utópica promesa del Reino de los Cielos por la tangible realidad de unas monedas grabadas con la efigie del César, que además del brillo relampagueante le permitirían dar de comer a una mujer y unos hijos abandonados y harapientos en una aldea per- dida en sabe Dios qué polvoriento rincón del Medio Oriente; nada de lo cual lo exime de ser un hediondo chivato, si es que en realidad lo fue, pero es más fácil ser Dios o el Hijo de Dios que Judas, por muchas razones y entre ellas la de la Condenación Eterna; en este caso Judas no hizo más que cumplir su triste papel escrito en el Gran Tablero Universal; ¡insistimos en la esencia divina de la Literatura y en la condición del escritor como Dios y en la de Dios como escri- tor!; donde se bosquejaba el surgimiento de una Nueva Era, que tal

116 Armando de Armas vez no fuera tan nueva y que ya hubiera sido vivida por la humani- dad en un tiempo sin memoria, con toda la carga de desesperanzas y frustraciones que presupone cada amanecer; más asco que Judas ins- pira el Quinto Procurador de Judea, Poncio Pilatos; sentado ante una mesa con restos del manjar; ostras, trozos de carne de cordero, hier- bas, perdices alanceadas con espaditas de oro; escanciando un vino rojo y espeso de un odre artísticamente trabajado en un cáliz enorme que sostiene, con elegancia, pasando su mano derecha abierta por dentro del asa; dándose largos sorbos, meditabundo, con remordi- mientos, irónico, imaginando a ratos que la ejecución no había teni- do efecto, buscándose argumentos, asqueado, ojos hinchados por el vino y las noches de insomnio, con un dolor punzante en la sien, añorando a Roma, erotizándose con pasadas orgías; lavándose las manos, ejerciendo con regusto la parte de poder que le viene desde la lejana Roma, haciendo malabares para seguir siendo el sostene- dor, y el disfrutador, de esa parte del poder, de sus delicias, preben- das y soledades; sin ser consciente, o no queriendo serlo, del ocaso del Imperio Romano y de sus coletazos en los estertores últimos que hacen mártires como ramilletes de flores; un poder absoluto y de tan absoluto, carcomido, como enorme caserón que se sostiene sobre vigas de ensueños, funestos ensueños urdidores de una enmarañada red de peligros insospechados, de muertes imprevistas, de traiciones esperadas, y no tan esperadas, de evasiones etílico-sexuales y de una plaga de espías que vigilan a otros espías de manera tal que los pa- dres vigilan a los hijos y los hijos a los padres, los hermanos a los hermanos, los amigos a los amigos y los vecinos a los vecinos; len- guas, enormes lenguas entrelazadas como sierpes, montañas de len- guas-sierpes, movedizas, babosas, tumefactas, amorfas, y allá arriba en lo que se supone sea la cima, el trono, y sobre el trono el Gran César y poco más abajo, también en un trono, Poncio Pilatos, y mi- les y miles de Poncios Pilatos lavándose las manos en ríos de sangre; bim bam bum; cuántos chivatos viajan en un tren, cuántos podrán viajar en este tren concreto, convoyes de trenes atestados de alegres chivatos que hacen su agosto y tiran sus lenguas por delante de la locomotora de manera que ésta y sus coches corran no por encima de los raíles sino por encima de las lenguas, solícitas, de manera que

117 La tabla sus dueños se precien de hacer un gran servicio al Estado que duran- te años no tendrá que invertir en reparación de carriles y ruedas, conscientes de que la posesión estatal sobre los medios de produc- ción y de servicios es la única manera de satisfacer, por igual, las necesidades a todos de una manera científicamente planificada, des- conocedores, la mayoría, de que Judas es su Santo Patrono Univer- sal; con diversos motivos para ejercer tal oficio, entre los que se destacan el simple placer de ejercitar la lengua, una clara conciencia de clase, el bien de la patria, el escalamiento de posiciones o el man- tenimiento de las que ya se poseen y el hecho de evitar ir a la cárcel; pum pum pum me gustaría ir por el tren dándole a cada chivato su tiro de gracia; no matarás; sólo Dios da vida y sólo él puede quitarla, pero, cabe preguntarse también si cuando matamos no somos más el arma que Dios ha usado para cumplir sus designios que empuñado- res del arma, y entonces habrá quien se pregunte también acerca de cómo Dios Omnipotente va a necesitar de nosotros tan pequeños e infelices para llevar a cabo sus designios y yo le respondería que simplemente no desea embarrarse las manos con empresas no dig- nas de su divinidad; ¿y si ella es una chivata?, y a lo mejor no goza y finge y quiere saber acerca de mí y para lograrlo se deja desnudar y meter mis dedos y se mete los de ella, todo por saber quién soy, a qué me dedico, a qué fui a La Habana, qué pretendo con una pistola en el bolso y cuál es el número de mi carnet de identidad, o a lo me- jor simplemente ya sabe todo eso, o ya lo saben sus jefes, y sólo viene dándome cordel a ver quiénes más están involucrados en el asunto, pero se va a joder porque no voy a decir ni pío que yo no soy ningún bobo ni ese es el camino; las putas son algo maravilloso cuando no son chivatas pero la única dificultad consiste en que casi todas lo son o todas tienen posibilidades de serlo, o mejor, todos te- nemos posibilidades de serlo y la cosa debe ser como un bichito que los hombres y las mujeres llevamos dentro y por mucho que el bichi- to haga por alargarse y engordar y sacar su fea cabecita lo mantienen a raya con una buena dosis de cojones o de ovarios, eficaces medici- nas para este tipo de enfermedad, si es que en realidad es una enfer- medad, cosa que aún no ha sido probada por los más eminentes cien- tíficos, que entre paréntesis, en ocasiones han tenido también el

118 Armando de Armas bicho extremadamente desarrollado; porque ese bicho, ese germen es como una tentación perenne a desarrollarlo, como si hubiera al- guien empeñado en deformarnos, en hacernos cómplices de sus co- chinadas para que después no podamos ser índice acusador; hay algo de heroico en un maricón, y no en la actitud concreta de metérsela, ya de por sí bastante valiente, sino en su actitud general ante la vida y la sociedad, en esa vocación de desafío, de provocación y rebeldía que hay en todo maricón; desde el chancletero, ignorante y penden- ciero que espía de reojo a los hombres en los baños de las terminales de ómnibus, habitante de cuarterías, hasta el culto y refinado y so- cialmente reconocido como alguien que no es maricón sino que todo su plumaje es consecuencia de la crianza mimosa que le dieron y de su gran cultura; ¡como si existiera algún tipo de conexión subterrá- nea entre la cultura y el culo!; en el estoicismo al soportar el escar- nio, la burla y la discriminación, en la contradicción de llevar un alma de mujer en un cuerpo de hombre o un alma de hombre desvia- damente manifestada, en la agresividad al romper reglas y normas que prevén, suponen, establecen y dictan el comportamiento de los seres humanos; heroico resulta también su desenfado, sus movi- mientos etéreos, su manera de agarrar entre suave y ansiosamente posesiva, su andar grácilmente indecoroso; el relajamiento físico- moral, cuya expresión más acabada es un dejar caer los labios y un desencajamiento del rostro que se traduce en un ablandamiento total y en un dejar hacer o un háganme lo que quieran que sólo lograrán hacerme gozar; Informe Policial; el ciudadano X y el ciudadano Y se personaron en casa del homosexual CH y una vez dentro del domi- cilio, pues se conocían, ambos individuos arrastraron al arriba men- cionado homosexual hacia el baño, y comenzaron a golpearlo por turnos exigiéndole que les entregara las joyas que poseía, primero el X y después el Y, pero resulta que cuando ya hubo probado las dos tandas comenzó a gritar desesperadamente, cosa que oyeron los ve- cinos que se personaron en esta unidad de la policía a formular la denuncia, pidiendo el muy degenerado que nada más le golpease el mencionado X porque según se podía deducir de sus gritos lo hacía menos duramente y con más estilo; frente a un mundo que admira la violencia, y la exige, que obliga al orden y la regimentación, a la

119 La tabla uniformidad de las costumbres, de las poses y, sobre todo, de las ideas; de lo que se desprende que un maricón viene a ser un atenta- do, intolerable, no ya a las buenas costumbres sino al TOTALITA- RISMO mismo; por eso fueron cazados y empalados durante la Edad Media, llevados a campos de concentración, fusilados y gaseados bajo los regímenes socialistas de Stalin, Mussolini y Hitler; el sím- bolo más representativo de la democracia bien pudiera ser un mari- cón feliz, y por lo mismo no hay nada más detestable que un mari- cón aliado al poder dictatorial, domesticado por el poder dictatorial; digamos, por darle algún nombre, un maricón staliniano o hitleriano o castrista; lo veremos forrado en vistosos y llamativos uniformes militares, atrincado en toscos correajes, lleno de entorchados y con- decoraciones de diversos grados, marcial, erguido y engreído, dis- puesto a cobrarse todo lo que durante tanto tiempo le habían venido haciendo, traduciendo las ordenanzas en ritos sadomasoquistas, ado- rador de las insignias militares con el mismo fetichismo de las hebi- llas de pelo, aretes y prendedores, sumiso ante los superiores, goza- dor del olor a pólvora y a macho de las trincheras y cuarteles, más dogmático que el dogma, comecandela, siempre insinuándose vela- damente por encima del blindaje, intrigante, despiadado con los que están por debajo de él, falsamente atento, más comunista que Stalin o Castro o más nazi que Hitler, según sea el caso, alentador de re- vueltas que después denunciará, dispuesto siempre a vender a su madre, y hasta su marido, si le dan la ocasión, degustador del semen adherido a las sábanas de los reclutas, puro puro puro purísimo- ooooooooo de ideología, recto, ortodoxo, conservador, inclaudica- ble, extremista, disciplinado, jamás transigirá con lo mal hecho, po- deroso, capaz de todo, y, ¡pobre del que no haya respondido a sus requerimientos amorosos!, porque en él descargará todos sus odios y rencores de mujer despreciada, bajo el apotegma guevariano de donde comienza el deber termina la amistad; Amadís penetra en la oscuridad del albergue, atrás quedan el aula y el bullicio y los tacos tirados subrepticiamente a la primera oportunidad dada por el soño- liento profesor que vigila el estudio individual, los toqueteos sigilo- sos de los novios por debajo del pupitre y la bombilla eléctrica que hiere en los ojos cansados; Amadís camina con cautela pues puede

120 Armando de Armas haber algún profesor emboscado a la caza de bribones como él, o chivatos supuestamente escapados del estudio para coger en la tram- pa a los que se escapan de verdad, o chivatos verdaderamente esca- pados pero tapados ante las autoridades del centro con que se esca- pan para agarrar a los indisciplinados, que en tierra de herejes de todo hay; ahora, piensa, vendrá la cama, la posibilidad de ser él, de sentirse rey dentro del territorio enmarcado por el mosquitero, sin máscaras, sin miedos, él y sólo él para siempre él; yo y sólo yo y para siempre yo; reconociéndose, preguntándose y respondiéndose, acariciándose como si sus manos vinieran de otro cuerpo, enamora- das o maternales según fuese el lugar por donde las dejara correr, contradictoriamente libre cuando debiera sentirse claustrofóbica- mente preso bajo el mosquitero, un mosquitero con un olor mezcla de sudores cortados y semen, que viene a resultar como manta en- cantada para volar bajo las estrellas hacia donde su mamá o las ca- cerías de guineos y patos salvajes de los fines de semana, los guineos azules se pueden matar a más de cien metros de distancia de cual- quier casa sin que sus dueños puedan reclamar nada porque son jíba- ros y no tienen dueños; si yo reencarnara un día en un guineo quisie- ra que fuera en un guineo azul de carnes duras y estridente chillido de guerra y vuelo majestuoso aunque un día desencarnara acribilla- do a balazos que siempre va a ser mejor que por viruelas o moquillo; los blancos no, esos son domésticos y donde quiera que vayan hay que respetarlos porque tienen su dueño; la libertad es un guineo azul, la libertad debe ser de color azul, la libertad también puede ser la muerte, por algo los héroes mueren por la libertad; ¡si es que hay héroes y si es que hay libertad!; no creo, como dice la profesora de Historia, que eso de morir por la libertad es la máxima prueba de desinterés y de amor a la patria, creo que es en primer lugar la máxi- ma prueba de interés y de amor de los héroes a ellos mismos, porque la muerte más que nada lo que hace es liberarlos de agravios, deu- das, responsabilidades, maledicencias, rencores, egoísmos, traumas, prejuicios y defectos intolerables; claro, por supuesto, también la patria y los mercaderes de la muerte obtendrán beneficios, hay pa- trias y gentes que no podrían vivir sin héroes, y ¡pobres de esas pa- trias y de esas gentes! que tienen que vivir como el dios Huizilopo-

121 La tabla chtli siempre pendiente del hartazgo de sangre; los guineos también pueden ser héroes, y prueba de ello la tengo en que el otro día em- bosqué una pareja de esos animalitos, cuando los tuve en la mira de la escopeta a dos metros de distancia disparé, herí a uno en el ala, comenzó a correr escorado sin poder levantar vuelo, tratando de es- capar por entre la alta hierba, salí de mi escondrijo para a su vez correr tras él, pero me llevé tremenda sorpresa al ver que su pareja no levantaba vuelo e iba como escoltándolo y dándole ánimos, y sólo comenzó a despegar cuando era inminente que los atraparía a los dos y la permanencia al lado del herido sería sólo un sacrificio inútil; ¿haría yo lo mismo con un amigo, con un amor en desgracia?; no sé, realmente nunca se sabe, cualquier cosa que diga es simple retórica; de pronto, casi imperceptiblemente primero, y cada vez más fuerte después, a medida que se acerca, del fondo del albergue, de las literas pegadas a los baños, le llega a Amadís un susurro de voces y respiraciones entrecortadas, quién estará en el albergue a esta hora, será una encerrona que me quieren hacer, lo que sea, no voy a estar toda la noche parado aquí como un bobo, porque enton- ces para qué rayos me escapé del estudio si no es para estar tranqui- lamente en mi litera, soñando en mi litera; toma un tubo que guarda bajo el colchón y avanza descalzo en la punta de los pies, como en rito de bailarín-guerrero en el fondo de una cueva allá por la remota época cuando el hombre fue verdaderamente poderoso porque a su antojo gobernaba mágicamente los elementos de la naturaleza, y no se postraba ante ninguna deidad porque él mismo era una deidad y manejaba eficaces mecanismos propiciatorios; llega a la litera de donde provienen los sospechosos ruidos y allí, abrazados bajo la misma colcha están Pepe y Rafelito, estupefacto, sin saber qué hacer ante una situación para la cual no estaba preparado, da una vuelta en redondo y se va hacia su litera silenciosamente como había llegado; coño, esto sí es del carajo, hay cosas que no se entienden porque, sí, es verdad que Rafelito se ve bastante flojito y siempre con la risita y la sonsera detrás de las muchachitas, no como el zángano de la col- mena, sino casi aceptado como una obrera más; pero Pepe, no, Pepe se faja, es hombrín, tiene novia y le baja muela a María Belén Cha- cón y habla hasta con tremenda guapería; hoy le he contado a Wily

122 Armando de Armas y preguntado acerca de la conveniencia de decirlo para que los boten de la escuela que no es tarea fácil esa de vivir con dos tipos así en el albergue de uno ¿y saben lo que me ha contestado el muy listo? y creo por esas respuestas de él es que somos amigos pues me ha con- testado nada más y nada menos que en el albergue también había una pila de chivatos y que si los denunciamos para que los boten por chivatos lo que ocurrirá posiblemente es que nos boten a nosotros y ellos los chivatos como si tal cosa así que no viene a ser nada malo que vivan un par de maricones más o menos y pensándolo bien creo que Wily está en lo cierto porque los maricones mientras no me to- quen no me perjudican en lo más mínimo y ¡pobre del que se atreva a tocarme! y como prevención para no buscarme problemas lo único que tengo que hacer es no bañarme cuando estén ellos y los chivatos ya es otra cosa porque perjudican a cualquiera y están apoyados por la Dirección y el Partido y la Juventud y las Organizaciones de Ma- sas; hay gente que dice que para ser militante de la Juventud hay que ser chivato también, pero yo creo que no, que una cosa no necesaria- mente conlleva a la otra que en eso de los militantes es como todo en la vida que hay buenos y malos y regulares; aunque, claro, con una diferencia y es que los militantes están obligados, predispuestos, y sobre todo, orientados a funcionar como instrumentos o piezas de una maquinaria que como maquinaria, al fin y al cabo, está situada más allá de cualquier debilidad humana; ¡la Directora cogió a Pepe y a Rafelito clavados en un baño del tercer piso!; la noticia se supo en toda la escuela con la rapidez y morbosidad con que se dan este tipo de noticias en lugares donde un día es siempre igual al otro; nos han mandado formar dos filas a lo largo del pasillo central de la es- cuela, la Directora sale con Rafelito de la oficina de la dirección y se para frente a nosotros en la plaza de actos y dice; este compañero, si es que se le puede llamar así a este rastrojo, queda expulsado del centro por la situación embarazosa que ya ustedes conocen se produ- jo esta mañana o que descubrimos esta mañana, él, como estoy se- gura ustedes compartirán conmigo, no merece estar entre nuestras filas; aplausos prolongados; porque es un rezago, un exponente de los vicios de la sociedad burguesa; ¿será que entre el proletariado no hay maricones?; para salir de la escuela debe hacerlo por entre las

123 La tabla dos filas de alumnos uniformados y viriles a todo lo largo del pasillo central, espejeante a la luz del mediodía, y patadas, escupitajos, pe- dradas, zapatazos, galletas, dedo en el culo, trompicones, llora puti- ca, llora, gansa vieja, descarada, culo roto, defondao, llenaeleche, yegua; viene, se acerca, ¡cómo trae la cara!; ¡suénalo, Amadís, sué- nalo!, que a los maricones les gusta que les den; cargo el brazo hacia atrás, por la cara no, por el estómago que duele más, dobla a cual- quiera, se siente en la vida misma, choco con sus ojos, en sus ojos hay algo como el desamparo, como una dulce, enfermiza resigna- ción a esperar el golpe, que me paraliza el brazo en el intento; cuan- do Rafelito, con la ropa hecha jirones, se pierde tras los platanales como si se perdiera en el mundo, la Directora nos manda a pasar a los albergues con una voz nada autoritaria y una expresión de can- sancio en el rostro, y entonces, sólo entonces, reparamos en que Pepe no aparecía por ninguna parte; hay que ser héroe para empas- tarse un diente, todavía sacarse una muela, pasa, un halón y sansea- cabó, pero ese taladro haciendo la faena en el diente no hay macho ni dios que lo resista y es preferible cortarse la piel con una navaja que empastarse un diente, dice Mami que las piezas se me han pues- to así por lo abandonado que soy y no es por abandonado sino por cobarde y Periquín que los guardias de Batista le taladraban los dientes sanos a los revolucionarios para que delataran a sus compa- ñeros de lucha y a veces creo que Periquín exagera un poco y creo que yo en una situación tan dolorosa hablo como una cotorra y que además cualquiera habla y me hubiera gustado vivir la época para saber la verdad y que no me vengan con cuentos y si es cierto que te taladraban los dientes probar a ver si soy capaz de resistir y así co- nocerme mejor o al menos probar mi valor en un momento dado lo cual tal vez no sea mucho pues siempre te va a quedar la duda de si en otro momento te vas a portar con el mismo valor o si por el con- trario te amarillas como una calabaza por lo que entonces te encuen- tras con la paradoja de que uno es uno y muchas otras gentes al mismo tiempo y nunca podrás determinar quién va a actuar en cada momento; aquí en la escuela hay dos maneras de probar el valor, lo que viene a ser como dos maneras de ver las cosas, una es en el es- tudio, en el trabajo, en las actividades político-ideológicas, en la re-

124 Armando de Armas creación, en el cumplimiento de la disciplina, en los deportes y en la combatividad; ésta es la manera más aburrida y la que reconoce y proclama la dirección del centro; la otra es fajarse cuando a uno le sirvan un problema en bandeja, correr desnudo por las marquesinas del cuarto piso, robar caballos a los guajiros para montar bajo la luna o yeguas para templar contra un barranco, también bajo la luna; que es la manera menos aburrida y la que más nos gusta a Wily y a mí; el dentista me mete un espejito en la boca y paso tremenda pena porque me regaña diciéndome que soy un cochino que no me lavo la boca y no encuentro qué responder a semejante ataque y me pongo todo colorado y la cosa es que me han robado el cepillo y hace una semana que no puedo cepillarme; taladro, reeeeee reeeeee reeeeee eeeeeeeee eeeee eeeeeee y la boca se me llena de saliva que quiero expulsar o tragar y no puedo y reeeeeeee reeeeeeee reeeeeeee tan abierta que no me deja hacer ninguna de las dos cosas y eso me des- espera; Fidel se preocupa porque los jóvenes estudiantes revolucio- narios no tengan caries ni encías deformes y Mami que ya voy sien- do mayorcito para andar con los dientes podridos y que a las mujeres no les gustan los hombres de bocas descuidadas; los alumnos de estas escuelas tienen que ser como manzanas, manzanas no, que es una fruta europea y denota un fuerte colonialismo cultural, más bien como anones; ¿y es el anón una fruta cubana?, primeras noticias; sí, cómo no, si el anón aparece hasta en el Espejo de Paciencia de Sil- vestre de Balboa y Troya de Quesada como un elemento más en fa- vor de la cubanidad de la obra, lo que sucede es que producto del bloqueo económico del enemigo no nos es posible comercializar di- cha fruta de manera que llegue a toda la población, y ese es el moti- vo por el cual te encontrarás jóvenes que solamente conocen la fruta por las ilustraciones en sus libros de texto; sanitos como el anón, limpios, saludables del cuerpo y la mente, protegidos de manera que el taimado chipojo no pueda asestarles su devastadora mordida; so- mos el primer país de América Latina en iniciar el vasto experimen- to de la creación del Hombre Nuevo, un verdadero laboratorio so- cial; tengo unos deseos enormes de morder el dedo al dentista para que me deje tranquilo, ¡coño, cómo duele ser el Hombre Nuevo ese!; reeeeeee reeeeeeee reeeeeeeeeeeeee, parece que me está taladrando

125 La tabla en el cerebro, debo tener un cerebro lleno de agujeros negros como los del espacio, ¿cómo los del Hombre Nuevo?, reproducción en miniatura de los agujeros negros del espacio, no lloro porque de verdad que me da pena con la dentista que ha llegado y habla con mi sacamuelas y creo que he tenido mala suerte porque hubiera sido mucho mejor que fuera la hembra la que me trasteara en la boca que siempre es bueno que si a uno lo van a trastear que lo trastee una hembra que los hombres son muy toscos y éste parece que lo hiciera nada más que por joder como si sintiera placer en el dichoso reeeeeeeeeeeeee y en el dolor que sabe causa y habla ahora con ella no sé qué de perspectivas y frustraciones y fe y tristeza del destino del sacamuelas y salarios y vigilancias y guaguas todos los días y el sindicato y el Partido y procrear y defecar y un día morir y no pasa nada; ejércitos de sacamuelas, armados de tenazas y taladros, forma- dos en comandos, comandos terroristas, que atacan a la población en los mercados, los cines, los bares, las iglesias, las fiestas, los dormi- torios y las funerarias y, últimamente, también atacan en los cemen- terios y profanan las tumbas y se precipitan con verdadera saña so- bre montones de cadáveres, y para más eficacia en la faena han ideado unas alambradas que cubren las calles, las plazas, las playas y los stadiums, donde almacenan por años la materia prima para el festín, porque ya para ellos el trabajo ha devenido festín y al placer de extraer, taladrar y partir muelas han añadido el placer de alambrar espacios, placer o terror enfermizo a los espacios abiertos, a lo no enmarcado, a lo sin fronteras, como si sintieran una necesidad vital del límite para sentirse seguros y actuar, es como si la fuerza y la precisión no estuviesen ya en sus manos sino en las alambradas; ¡pobrecitos sacamuelas que no saben si fabrican alambradas en fun- ción del desprendimiento de muelas o desprenden muelas para tener las alambradas!; ahora mismo estoy convencido de que el tren por mucho que corra nunca podrá salir de la alambrada y, sin embargo, ¡qué triste!, él corre y corre sin chocar contra la alambrada simple- mente porque nunca consumirá los límites que le están concedidos y por tanto es ajeno a su misma prisión; los sacamuelas sólo podrán deshacerse del vicio de las alambradas volviendo contra ellas sus tenazas y taladros; éste es un tren cargado de hombres y mujeres

126 Armando de Armas desdentados, hemos venido dejando dientes en todas las estaciones por aquello de que se los lleven los ratones y con el poder de sus dentaduras roedoras un día nos hagan salir por homeopatía unos dientes hermosos y fuertes como hachas; el diente de perro es muy bueno para la agricultura y movilizaremos a los estudiantes, los obreros, los soldados, los intelectuales, los cederistas, las amas de casa, los minusválidos y retrasados mentales para en un quinquenio lograr la hazaña de convertir el diente de perro de todas nuestras costas en territorio perfectamente cultivable, con lo cual garantiza- ríamos el cumplimiento del plan alimentario de nuestra población; lo demás, lo que hasta ese momento conocíamos como tierras culti- vables podrán ser utilizadas enteramente en nuestra preparación combativa; cavaremos trincheras y refugios y levantaremos fortifi- caciones antinucleares y los taparemos y destruiremos y volveremos a cavar y a levantar, con el fin de mantener el espíritu y la disposi- ción al combate de todo el pueblo, que el enemigo sepa que si se tira queda, que somos un gran cementerio; tumbas, muchas tumbas para los infelices a quienes se les ocurrió convertirse en nuestros enemi- gos, las tumbas no las construiremos para cuando lleguen los enemi- gos, estarán siempre a su disposición, siempre han estado a su dispo- sición desde que eliminamos las tumbas porque decidimos ser una Gran Tumba, absoluta, abarcadora en todos los sentidos posibles, centralizada, monolítica; porque las tumbas individuales crean la anarquía, el desorden y el desviacionismo y si estamos dispuestos a recibir a los muertos del exterior, y a poner los que haya que poner por parte nuestra, no es para que cada muerto haga o hable lo que mejor le plazca porque entonces serían muertos extremadamente pe- ligrosos y habría que volverlos a matar con el consecuente gasto innecesario de recursos; indudablemente que los cementerios tienen su encanto, no hay nada como pasar por un cementerio y leer; Clo- tilde López; EPD, tu esposo e hijos te encontrarán en la eternidad; Al Capone tuvo su encanto y algunos dictadores también, lo que prueba que pésele a quien le pese existe una belleza de lo terrible; tumba- nación, nación-tumba a estos hijos de puta, tumba tumba tumba para el otro lado del charco canalla rumbero; ¿cómo será el Otro Lado?; todos vivimos al lado de acá de algo, siempre hay otro lado, otra

127 La tabla posibilidad, otro mundo de premoniciones, de sorpresas, de esperan- zas, y de frustraciones; El camino de Santiago es la historia de Juan de Amberes o Juan el Romero que va de peregrinación a Santiago de Compostela y la abandona ante los embustes de Juan el Indiano que le habla de las Indias como lugar de maravillas para hacer fortuna fácilmente, cuando por fin al cabo de múltiples peripecias llega a San Cristóbal de La Habana y descubre que ha sido engañado y que lejos de la tierra de promisión aquello es la tierra del Diablo, y que allí la gente vive más de la intriga, el chisme y la delación que de cualquier otro oficio; es más, no hace falta un oficio, sino estar-ideo- lógicamente-bien-mirado y estar-socialmente-bien-situado; y no le queda otro camino que el lecho grasiento de negras mondongueras, la trampa en los dados y las borracheras con vinos de mala muerte, y por ese camino una noche tumba a Jácome de Castellón, el geno- vés, de una certera puñalada en el abdomen y huye hacia el monte, donde encuentra refugio en un palenque integrado por hombres de las más diversas etnias y creencias como indios, negros, un judío y un calvinista, unidos todos por la fraternidad que ofrece el vivir fue- ra de la ley; la ley del Sistema en la isla, intolerante con el pluralis- mo de las ideas y por lo mismo martillo y hoz del desarrollo históri- co, social y económico; lo que lo sitúa, aunque sea circunstancialmente, del lado de los desbaratadores de los martillos y las hoces; cuando por fin logra regresar a Europa será entonces Juan el Indiano y con los mismos ardides y en las mismas circuns- tancias que se lo hicieron a él engatusa a Otro Juan el Romero para que parta hacia América; es un relato donde Carpentier nos da la Historia como un ciclo en el tiempo formado de anhelos y fracasos, para al final del mismo estar en el punto donde partimos y dejarnos quizás el atisbo de la posibilidad de recomenzar el ciclo bajo otra perspectiva; aunque no siempre el Otro Lado tiene que ser un lugar físico, puede ser también, digamos, ese mundo que nos creamos para sobrevivir a éste que tal vez Dios ni nadie haya creado porque es un sueño, o una pesadilla de sacamuelas y alambradas; ahora en este preciso instante mi Otro Lado es la parte exterior del tren, la noche, los grillos pissssssss pissss pissssssss llamando como minúsculas sirenas negras que no oigo y menos veo pero que adivino en las ma-

128 Armando de Armas lezas junto a otros animalejos, un buey echado en el potrero, caba- llos corriendo bajo la luna; ¡qué difícil se va haciendo ver caballos correr bajo la luna!; la libertad no sólo puede ser un guineo azul sino un caballo sin bridas con las crines al viento; la Libertad conduce las multitudes al asalto de la Bastilla, tiene una teta afuera, la Libertad es una puta que se da a algunos elegidos; pero, de otros no se deja ni ver o se deja ver sólo para producir luego la decepción de la postal pornográfica tras la eyaculación; quizá no sea exactamente así, quizá lo que pasa es que a la Libertad siempre han estado tratando de pu- tearla, y de hecho la han puteado, pero que ella como tal no es una puta sino una hermosa guajirita engatusada por chulos de caricias suaves y hablar fácil; y si, además, no se entrega a todos es porque todos no han sabido conquistarla; se da el caso de que ha habido hombres y pueblos que han luchado más que otros por la Libertad y nunca la han tenido, lo que tampoco sería imputable a la Libertad, sino más bien al hecho de que esos hombres y esos pueblos no en- contraron el camino que los lleve hasta ella, se han extraviado, o lo más probable, los han extraviado con falsas señales de humo, conse- cuencia de mitos y fantasmas, de leyendas y dogmas, de supersticio- nes y prejuicios y la más variada gama de intereses, desde los más nobles e idealistas hasta los más mezquinos, y todas las combinacio- nes posibles de las buenas intenciones; por supuesto que la libertad también se aprende, aunque se supone que todos nacemos para ella, no podemos olvidar que múltiples generaciones de esclavos termi- nan atrofiando el instinto libertario, nadie puede pedir a un pájaro que nació y se crió en una jaula que vaya a vivir al bosque y se com- porte de la misma manera que lo hacen los que nacieron y se criaron en el bosque, en el siempre acechante peligro de la Libertad, porque la Libertad también tiene sus peligros; nadie debe juzgarme porque llevo una pistola y menos por la paja que le hago a esta puta triste; a veces pienso y me entra un gran cargo de conciencia por las cosas que hago y por las que no hago, me siento malo, desmerecedor de este uniforme azul como el cielo y de esta escuela que disfruto gra- cias a la revolución, de la Directora que es recta pero lo es para el bien de todos; ¡todos para uno y uno para todos!; de los profesores, del tío Periquín, de las buenas clases que recibo y de los héroes de la

129 La tabla patria; soy alguien muy malo y no me explico por qué soy así, y no quisiera ser de esa forma porque es muy angustioso y quisiera que hubiera algo, ¡por Dios!, que me embullara para ir todos los días a trabajar al campo con mi brigada, para asistir todos los días a clase y al estudio individual, para abstenerme de comer doble y colarme en la fila del comedor; pero el embullo no me viene y sigo igual, zafando el cuerpo a los horarios y a los reglamentos; soy un pecador y debo hacer como me aconsejaba el abuelo Jacinto, reza un Padre- nuestro con golpecitos en el pecho; aquí hay muchachos que no co- meten pecado, que siempre van por la línea, pero yo no, soy un adic- to o un adepto de la herejía, de no seguir la línea, soy un cabezón dice mi mamá y un comemierda dice mi abuela; la Directora no será ninguna sinvergüenza y tiene hijos y un marido pero no me acaba de caer bien porque le gusta mandar mucho; ordeno y mando mando y ordeno el tren sigue la línea; pipuaaaaaaa pipuaaaaaaa hace el tren por el terraplén, cargado de niños, y me gusta más que todos los trenes del mundo que van por las líneas repletos de hombres preocu- pados, serios, cansados, de guayaberas y relampagueantes anillos y firmes convicciones acerca del estado; que debe ser omnipotente, del gobierno; que debe ser del pueblo, y del partido; que debe ser único; me gustaría también un tren cargado de mujeres alegres pero que corra por las nubes; los lineamientos del Partido y las líneas del tren, indios que asaltan un tren en el Oeste norteamericano, apesto- sos a caballo y aguardiente barato, damas que gritan aterradas y ca- balleros que hasta hace unos instantes alardeaban entre las damas de su experiencia en la lucha contra los feroces pieles rojas huyendo despavoridos, uno de ellos cae al polvo con una flecha clavada en una nalga; sin duda esto es una experiencia heroica que un día con- tará en salones de sociedad mientras se toma el té con el ritual de la lejana Inglaterra y con el fin de gastarle una jugarreta más al tedio inseparable de las nuevas fortunas; mientras su esposa, una señora alta y rubia y delgada y de senos prominentes; ¿será éste el canon de belleza de los pieles rojas de la época?, porque si es así tenemos que llegar a la triste conclusión de que ya estaban, a pesar de su feroci- dad y rebeldía, estéticamente colonizados; es violada por cuatro in- dios musculosos y llenos de cicatrices y emplumados, pero casi des-

130 Armando de Armas nudos, y grita grita grita no se sabe si de horror o de placer; indios feroces que descarrilan trenes y violan blancas puras y castas para que después puedan contarlo a sus amigas puras y castas entre sus- piros y ¡oh, qué horror! y juegos de cartas y la conversación casi lejana de sus maridos acerca de las últimas inversiones; una francesa despatillada sobre una mesa del comedor de su residencia, la cabeza y la espalda apoyadas sobre la mesa mientras las piernas penden de mecates amarrados al techo, dejando ver al borde mismo de la mesa el sexo abierto como una pomarrosa, y el contador del ingenio obli- gado a hacer muescas sobre el espaldar de una silla de caoba cada vez que un negro penetra a la francesa, apremiado por sus compañe- ros detrás en la cola, hasta llegar a la cifra de mil, durante una noche de la Revolución de Haití en que las llamaradas se elevan al cielo en un grueso rugido, dando buena cuenta de las plantaciones de caña alrededor del ingenio de la francesa; y turbas enfurecidas a la caza de chivatos en las calles de La Habana de 1933 a la huida del general Gerardo Machado; ¡cógelo cógelo es de la porra!; ¡al taxista, al taxista, maten al taxista que es chivato y se llama Ramón Yendía!, y lo descuartizan mientras un pícaro trata de hacerse con la leontina de oro del pobre diablo que hace unas horas se paseaba arrogante por los bares del puerto sin ocurrírsele que Machado hacía las maletas; la muchacha ha dicho a Amadís que sí, que son novios, bailan un miércoles, día de recreación en la escuela, se aprietan, y esto me gusta porque nunca había apretado así a alguien contra mí y porque además sé que no se puede hacer aquí y el profesor me mira y yo más la aprieto y seguro en cualquier momento me llama la atención o nos manda a dormir para el albergue a cada cual para el suyo por supuesto y tengo que demostrarle a ella que soy un macho y le pre- gunto que si tiene miedo y que yo sí no tengo porque en la vida no se puede tener miedo y acordamos encontrarnos después del toque de silencio en un baño del tercer piso del edificio docente y quiero que el tiempo pase rápido y pasó el tiempo y pasó un águila por el mar y sea mañana y saber cómo salió la aventura y contarme yo mismo la historia y saboreármela y riiiiiiiiiiii riiiiiiiiii riiiiiiiiiii tim- bre del silencio; ¡arriba, muchachos, llegó la hora de irse a la cama!, y un reporte para el que en quince minutos no esté en su cama soñan-

131 La tabla do con los angelitos y entonces me acuesto y todo silencio y todo noche y todo espera y todo grillos y todo estrellas por las persianas y alguien ronca por allá en una litera lejana y menciona un nombre en el sueño y pienso en ese nombre y le invento una historia que inventar historias es un oficio para trabajar mucho y no sentir como que trabajo sino como que juego que esa debe ser la manera más eficiente de trabajar y no vivir recondenándome la vida como siem- pre he oído a mis padres y a todo el que he conocido que para ellos el trabajo es como una condena con grillete prendido al pie como el que tiene Martí en la fotografía del presidio y me pregunto cuál sería el número de Martí en presidio y lo penoso que ese número se lo fueran a enganchar ahora a otro preso que lo estuviera por ladrón de gallinas o mirahuecos o cosa por el estilo y ese penoso que digo nada tiene que ver con el pene y casi todos los grandes hombres estuvie- ron alguna vez en la cárcel y alguno de ellos hasta por el simple he- cho de escribir historias lo que me hace pensar que el negocio de inventar y escribir historias no es cosa fácil como algunos creen ni de muchachos sonsos como ha dicho mi padre que si así fuera no habría necesidad de meter a nadie preso por el hecho de escribir historias y presos están también los sueños de los demás porque uno no puede penetrar en ellos y sería cosa buena que un día se inventa- ra un aparato para entrar en los sueños del prójimo y eso tal vez no ha sucedido porque los científicos que son unas gentes muy frías y calculadoras temen que el día que se ponga a funcionar semejante portento la gente se irá para el mundo de los sueños y no regresará nunca más para este mundo que si ahora no lo hacen es porque cada cual está obligado a soñar solo y cuando al otro día se lo cuenta a alguien ese tuvo un sueño diferente y entonces se desencanta y dice esto no puede ser más que un simple sueño y los sueños sueños son pero ya verán el día que esa misma gente pueda visitar el sueño de otros y actuar en ellos como en la vida cotidiana porque los científi- cos dejen a un lado el miedo y creen el Intercomunicador de Sueños que muy bien pudiera llamársele así para que usted vea cómo ponen aviones y cañoneras para evitar que la gente escape para el mundo de los sueños que si no ponen vigilancia policíaco-militar el mundo éste se queda vacío y lo bueno del Intercomunicador es que ahora

132 Armando de Armas mismito yo no tendría que estar pensando en levantarme sigilosa- mente para acudir a la cita y en lo que voy a hacer cuando me en- cuentre a solas con ella o mejor cómo es que lo voy a hacer y con que ella se ponga a soñar con el asunto en su litera y yo en la mía ya estaba todo resuelto pero no importa que de los cobardes nunca se ha escrito nada y más vale fallar en el intento que nunca intentarlo por- que si no me lo voy a estar reprochando toda la vida y yo soy ya un hombre y como tal tengo que quedar y no añorar un portento que no sé si algún adía lo inventarán no vaya a ser que yo me quede con las ganas que dicen los que saben que lo más malo que hay es quedarse con las ganas y eso de quedar como un hombre me sugiere que uno siempre tiene que estar quedando como algo ya sea como revolucio- nario como patriota como comunista o como maricón que de todas las formas de quedar es la más jodida de todas y si hay que quedar siempre como algo será porque no se es nada sino sólo la aproxima- ción a determinada cosa en un momento determinado y a ella deben estarla picando los mosquitos allá en el baño y yo aquí diciéndome que en los libros que he leído las citas de amor no se dan en baños colectivos sino en cabañas a orillas de un lago o río cantarino o en misteriosos castillos en noches de nevada donde el silbido del viento y el aullar de los lobos hace a los amantes pegarse el uno contra el otro hasta sentirse como seres privilegiados del Universo y el baño no será romántico pero es el lugar más seguro de la escuela para una cita amorosa y poder después alardear de que tengo novia porque lo de apretármela en el baile no es nada como para estar alardeando y quiero hacerle un trabajito para que no diga después que soy un ve- rraco porque ya Wily tiene su jevita y dice que es arisca y todavía no ha podido tocarle el bollo que eso es lo más fácil del mundo que lo malo debe ser besar como se hace en las películas sobre todo en las viejas de Jorge Negrete y esa gente donde el bacán besa la bacana en la boca y ésta se cae para atrás toda desmadejada aunque me parece que en eso debe haber su truco que seguro consiste en que el bacán la besa y al mismo tiempo le suena un gancho por la boca del estó- mago de manera que quede oculto a la cámara y parezca que todo es consecuencia del beso y a mi modo de ver las cosas es más fácil dar un piñazo que un beso porque es nada más palanquear el brazo para

133 La tabla atrás y soltarlo para alante con toda el alma y mucho más limpio también porque no hay que embarrarse la boca con la saliva de nadie y si acaso de sangre y nada más que en los nudillos de los dedos y ahora resulta que ella no quiere pero quiere porque por algo vino hasta aquí y la halo hacia mí nada más que un poquito por el brazo y no se resiste nada y yo quiero que se resista y no sea tan fácil y diga no puede ser está mal que lo hagamos por los padres o una barriga y me embarcas o cualquier cosa que se le ocurra o qué si yo estoy loco porque una de las denominaciones acerca de mi personalidad que más me fascina es la de loco porque si estás loco cualquier cosa que hagas por mala o ridícula que sea se te dispensa y la gente dice po- brecito déjenlo que está loco y si por casualidad das en el blanco y algo te sale de maravilla entonces dirán miren qué bien qué bárbaro y eso que está loco pero no es así y me viene como un corderito y entonces tengo que arrancarle los botones de la blusa raaaaaassssss y empiezo a fajarme con el ajustador para zafarlo o partirlo y ella que espere que no me desespere y se lleva las manos atrás y para mi asombro el ajustador cae al piso mojado encogido como una culebra o algo así y quedan al aire dos blancas teticas que parece me van a sacar los ojos resaltando en la oscuridad y se me antojan dos guaya- bas del Perú y en estos momentos ya debía tenerla parada según me ha dicho Yeyo que sucede normalmente en estos casos pero no es así y estoy temblando y ¿seré maricón? ¿o no me gustarán las mujeres? y es del carajo que pasen estas cosas porque cuando me imagino un par de tetas se me quiere partir y ahora que las tengo aquí tal y cual son de verdad sin las mentiras de la mente lo que me pongo es a temblar que se parece a templar pero sucede que es lo que no deja templar a los comemierdas como yo y se las toco y es como si toca- ra dos peloticas de goma y de aquello nada y entonces se sienten voces y portazos y sé que son los profesores de guardia que vienen revisando las aulas y los baños y es como si se me abrieran los cielos del alivio que siento y me digo así puedo quedar como un hombre para ella que uno siempre tiene que quedar como algo y si no le hice nada no fue por culpa mía sino por culpa de los profesores hijos de puta que no dejan a uno ni vivir; corremos por el pasillo hacia el pararrayos y, ¡ataja! ¡ataja! ¡ataja! ¡cógelo!, y comenzamos a bajar,

134 Armando de Armas yo delante, aguantándola por los fondillos con la cabeza, craneándo- me que pedorrea, que inhalo el aliento de su ano, raspándome las manos, hasta que llegamos como a tres metros del suelo y nos lanza- mos al vacío, caemos, rodamos por la hierba y se me aprieta llorando y entonces siento sus teticas desnudas contra mi pecho y los profe- sores gritando desde el balcón, y ahora sí tengo el tolete que se me quiere partir, pero no puede ser porque ya los profesores vienen y no queda más alternativa que mandarnos a correr; de Chicho Banderas nos hicimos amigos Wily y yo en una bronca, fue a palos, Chicho y un socio contra Wily y yo, pero el socio se apendejó en medio de los palos y salió huyendo, fue el momento que aproveché yo para saltar por encima de las literas y sonarle un palo a Chicho por detrás, mien- tras que se batía con Wily, cayó redondito como una paloma, con un chichón enorme en medio de la cabeza y cuando le fuimos a echar agua para revivirlo yo le dije a Wily que aquella prominencia pare- cía el asta de una bandera, y nos dio tanta gracia que se le quedó el alias de Chicho Banderas; a Chicho Banderas le gusta leer novelitas de pistoleros del Oeste y montar a caballo, por lo que sale por las noches a robar caballos a los guajiros, vicio que nos ha contagiado a Wily y a mí, y resulta que ya somos tres en el asunto y que tres ya es casi una banda, banda que puede servir para tirar botas durante las noches y hacerle un atentado a un chivato como dejarle caer una piedra en la cabeza desde la azotea o darle una paliza, pero para lo que más puede servir esta banda es para robar caballos, o yeguas, a mí lo que más me gusta robar son yeguas porque además de cabal- garlas puedes templarlas; facilito, la amarras contra un barranco y ahí mismito le queda la crica a tiro de pistola, y lo bueno que tiene la templeta con las yeguas es que con ellas no me pongo nervioso ni nada de eso, pero lo único es que no me puede pasar lo que a Chicho que la otra noche recostó contra el barranco una supuesta yegua que resultó ser un caballo y cuando lo clavó el tipango apretó el culo y casi se la troza, y resulta que ahora también le decimos Chicho Bu- garrón de Caballos, y él se ríe y dice que es mejor ser bugarrón de caballos que de maricones, pero yo creo que es mejor ser el bugarrón de una hembrita linda que te diga, entrecortadamente; sí, papi, ház- melo por donde tú quieras que yo gozo igual; pero por ahora no

135 La tabla queda más remedio que conformarnos con las yeguas y con mirarle hueco a las muchachitas en los baños; la azotea es uno de los mejo- res lugares de la escuela porque allá arriba se puede tomar el vino seco que nos robamos en la cocina que dicen es malo para el hígado pero uno se lo toma y es como flotar y nada de miedo y mucho me- nos pena y es sobrecogedor mirar a la inmensidad de la noche estre- llada mientras se caga y se piensa si en cada estrella de esas no habrá un mundo de gentes iguales o diferentes a nosotros pero con un nivel de desarrollo tal que viéndonos cagar desde allá arriba exclamen pobrecitos los terrícolas tan atrasados que tienen que cargar con se- mejante imundicia por dentro y quisiera volar a una de esas estrellas donde a lo mejor van a parar los que se mueren acá en la Tierra y encontrarme con mis abuelos que me dirán ¡qué bueno que al fin llegaste! pues la tierra es sólo un paso previo y grosero por el que debemos transitar para llegar a este mundo y con la muerte sólo co- mienza la vida; como el vino hace flotar va y un día me dejo caer desde el tanque de agua para elevarme enseguida y planear por entre las nubes, y la gente de la escuela, ¡miren, ese es Amadís, el mejor, el único, capaz de elevarse con una botella de vino seco y ver los platanales de un color violáceo y tigres rosados agazapados entre sus hojas!; ¡Amadís y sus amigos han bajado dos botellas del vino cur- tidor del hígado y esperan que el sol baje tras las montañas que ro- dean el valle en que está enclavada la escuela, que pasen las banda- das de totíes y se haga la noche; Amadís; ¿por qué será que el totí va a dormir a los parques de las ciudades?; Chicho; eso ocurre porque; Wily; a nosotros qué nos importa por qué los totíes duermen en los parques; Chicho; ocurre porque el totí es negro y al negro búscalo para estar de pinchín y sin trabajar en las ciudades; Amadís; el totí sabe mucho, fíjense que uno les pone un espantapájaros y observan hasta que se dan cuenta que no es más que un muñeco y entonces se le posan encima; Wily; ya saltó el guajiro con sus intereses de clase; Chicho; deja eso, cabezón, que es preferible nacer en el campo que no en el barrio ese donde tú vives, el Condado, ¿no?; Amadís; a mí me caen bien los totíes porque andan en bandadas y no se ve que tengan un jefe, aunque tal vez lo tengan y es tan buen jefe que uno no se da ni cuenta que lo es, además, me fascina eso de que puedan

136 Armando de Armas llevarse un campo de arroz en sus buches y cagarlo a cientos de ki- lómetros de distancia donde nadie sepa la procedencia de ese arroz y mucho menos quién lo sembró y cultivó, y si agarras uno, chilla, y vienen los otros como fieras y arman tremenda algarabía para que sueltes al prisionero y atacan con pases en picada por encima de la cabeza de uno, ¡eso sí es amistad!, pero me gustan sobre todo por lo libres que son; Wily; ¿libres de qué?, están presos del aire y de los árboles, yo al menos nunca he visto un totí marinero ni nada de eso, por tanto eso de la libertad es un cuento; Amadís; bueno, es cierto lo que dices en tanto que todos estamos obligados a algo y que un totí lo está siempre del aire y de los árboles y del miedo a que le den un tiro o una pedrada, pero no es lo mismo ese tipo de prisión que la que pudiera sufrir en una jaula, por tanto, para mí la diferencia entre li- bertad y no libertad es sólo una cuestión de gradaciones, la misma que hay entre la prisión palpable de la jaula y la intangible, pero no menos real, de los árboles y el aire; Wily; estamos presos, todos es- tamos presos, lo único que unos somos más conscientes de ello que otros; la noche cae sobre el valle con música de grillos y nubes de mosquitos y; Chicho; está bueno ya, caballeros, de hablar cascarita de cañas y vamos a vacilar a las jevitas que ya es la hora del baño y para acá arriba nadie puede ver ni jota; los tres salen agachados de bajo el tanque de agua que en las penumbras parece una especie de animal fantástico posado en aquella azotea desde tiempos inmemo- riales, monstruoso animal del tiempo, y se arrastran hasta el ala del edificio ocupado por las hembras, sienten el sonido del agua que sale de las duchas y risas y retozos que a ellos se les antojan como reto- zos de potrancas alborotadas, y el olor a hembra que es olor a baca- lao, a mar, a agua de colonia, a cementerio de barcos, de proas, y a algas podridas, un olor acre y condenadamente delicioso que hace perder la cabeza y embota los sentidos que no estén en función de él; golpear de olas contra la costa, rugido de la mar embravecida, mar- hembra, mar perverso, mar-puta, mar plagado de sirenas como remi- niscencias de nuestros ancestros que una vez habitaron sus profun- didades, terrible visión la de Ulises atado al palo mayor de su nave, asaeteado por los cantos reblandecedores de los deliciosos mons- truos, cada hombre Ulises atado al palo y cada mujer sirena entona-

137 La tabla dora de cantos, no, sirena no, la mujer es mar, tiene el mar metido entre las piernas, lo hueles y lo percibes, sientes la tibia humedad allá abajo y dices, es el mar, y cuando te dejas ir inmerso en el chas chas chas rítmico de la verga abriéndose camino a través del enma- rañado boscaje pendejoso es como el choque de las olas en una cos- ta africana; Chicho saca medio cuerpo de la marquesina para afuera mientras yo lo aguanto por una pata del pantalón y Wily por otra, entonces él se zafa los pantalones y nosotros no fuera verraco de bajarse el pantalón completo que va y se salía; así es más rico, paja de altura, aguanten duro que le disparo a la Cuqui; ¡dale, cabrón, apúrate que nosotros queremos un chance antes de que salga del baño!; ¡ya, coño, ya voy, coño coñito rico!; ¡apúrate Chicho, Chichi- to, Chichoneta, Chichonetica que estamos locos por ver el culo de la Cuqui, Chicho-culo-Cuqui!, anda, termina ya, por tu madrecita ita ita ita, Chicho pájaro en el aire, aprendiz de cosmonauta, paja desde un cuarto piso, paja entre la vida y la muerte, como en un bolero, bolero de pajas, Chicho Banderas eras eras eras Bandera de la Ju- ventud, estandarte del Hombre Nuevo, flota, ondea, flamea ea ea ea que tú eres nuestra bandera mojada y curtida en vino seco, sin híga- do por el vino seco, vino seco El Mundo de las banderas, suspendido de cabeza en el tiempo, tiempo de banderas y héroes y hombres nue- vos y hombres lobos, tiempo de trompetas, trompetas del Juicio Fi- nal, tiempo de una eternidad comprendida entre el pantalón que se nos queda vacío en las manos y el grito desgarrador y las salpicadu- ras de sangre allá abajo contra el concreto; todavía quedan manchi- tas en el lugar y me entretengo observándolas y son algo así como rociadura de entintada viscosidad, perdigonazo negruzco del disparo de una escopeta calibre 16 como la del Viejo, hoy he visto a las hor- migas cargando con un mechoncito de pelo prendido a un pellejo todo engurruñado como chicharrón de puerco y me he acordado de los mechones de pelo rubio que guardaba el abuelo Montalbán de cuando sus hijos se pelaron por vez primera, con la esperanza de influir con los mechones en el futuro de los muchachos, de proteger- los, de controlarlos para que no se descarriaran, de asegurarlos en la misma medida en que los mechones estaban seguros en un cofrecito, por aquellos mechones hubiera dado la vida, porque sin ellos no se

138 Armando de Armas hubiera podido hacer daño, o bien, a sus muchachos, y pregunto por qué carajos los padres de Chicho Banderas no hicieron lo mismo con los primeros mechones de pelo que le cortaron, era tan fácil y se hubiera logrado tanto que ahora las hormigas no estarían de fiesta, cuesta creer que esa cosa informe alguna vez fuera parte de Chicho, me gustaría ver la cara que pondría esa gente que da la impresión, y se lo creen, de que se las saben todas y están muy seguros de sus ideas y convicciones, si vieran este pedacito de lo que fue Chicho, cargado alegremente hacia el oscuro almacén de un hormiguero, y si además supieran que Chicho no está en ninguna parte y está en to- das, que tal vez no esté en el corazón del estudiantado como dijeron en un discurso en el cementerio el día que lo enterramos pero sí que esté en mi corazón y en el de Wily, y que un día volverá después que yo me haya ido y vuelto un día de no sé qué tiempo para juntos res- cabuchear muchachitas por las azoteas; por aquellos días vinieron unos militares en un camión camuflado con ramas de árboles a bus- car varones que ya tuviéramos cumplidos los dieciséis años, o los cumplíamos por ese tiempo, para conducirnos al Comité Militar del Municipio, nos formaron en la plaza de actos de la escuela y un te- niente; compañeros, desde hoy ustedes tienen el honor de entrar en edad militar y de iniciar sus vidas bajo la tutela de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias, y la posibilidad de defender con las armas en la mano las conquistas de la revolución y el socialismo y de ofrendar, si fuera necesario, la sangre generosa en aras de la li- bertad de otros pueblos, ya es una realidad que ustedes se han hecho hombres, ¡esa realidad tan esperada por todo niño! y la Revolución les ofrece la oportunidad de probarlo, a ustedes, a sus padres, a sus novias, si las tienen, y a la sociedad, a través del magnífico instru- mento del Servicio Militar Obligatorio; aplausos prolongados; una larga fila de desnudos prerreclutas pasa frente a la augusta comisión médico-militar integrada por cinco hombres y seis mujeres; comen- tario; cuando llegues allí lo primero que te hacen es meterte el dedo en el culo a ver si ha probado carne; muchachos debiluchos, muscu- losos, distróficos, gordos, flacos, altos, bajitos, imberbes, barbados, mal rasurados, rasurados sin necesidad, apenados, irreverentes, su- misos, arrogantes, varoniles, afeminados, guapetones, humillados,

139 La tabla humillantes, toscos guajiros, estilizadas figuras, cuerpos inmacula- dos, cuerpos marcados de chupones, cuerpos cubiertos de obscenos tatuajes, cuerpos cubiertos de cicatrices hechas a machete o a nava- ja, caras de angelotes criados a leche con gofio, caras de diablejos que han arañado fuerte por las paredes de la vida, ojos de animal triste, informe galería de pisajos y bolsas colgantes que las circuns- pectas doctoras, y al menos un doctor, parecen muy complacidos en mirar, sopesar, medir y palpar para después anotar en una libreta cuadriculada de color amarillo pollito; otro comentario; ¡y si por casualidad se te para la picha te le dan en la cabeza con un martillo plástico y se encoge como pichón en el nido!; me da pena, casi todo el mundo la tiene grande y a mí apenas si me ha crecido, y de pen- dejos nada más que unos cañoncitos, y para colmo de males ahora se me encoge de manera que parece más el botón de una rosa que un pichirulo más o menos desarrollado, o subdesarrollado, que con eso sucede como con los países que a cada cual le corresponde nacer en uno desarrollado o subdesarrollado sin que pueda decidir sobre el asunto, y para colmo las doctoras le palpan a uno ahí con un descaro que me pone todo colorado, quizá me pongo así innecesariamente porque son tantas las pichas que les pasan por las manos que no van a estar reparando en pequeñeces como la mía, ¿y si se fijan?, bueno, entonces lo que puedo hacer es cranearme con el culo de la Cuqui para que se me pare y no parezca tan chiquita, Cuqui de nalgas, ¡papi coge lo tuyo!, abriéndoselas, coño, no tanto, que me dan con el mar- tillo, un poquito, que se pare nada más un poquito, Cuqui de nalgas, pero sin abrírselas que me desquicia, sobre todo el contraste de sus uñas pintadas de marrón sobre la blancura de sus nalgas, también es de madre esto de tener otro macho desnudo detrás de uno, y menos mal que no hay aquí la pegazón de la cola del comedor, porque si no cualquiera podía salir con una barriga en la espalda; TITULARES DE PRIMERA PLANA; se logra en Cuba, por primera vez en la Historia, que puedan los hombres gestar, una victoria más del Socia- lismo en la lucha por la liberación de la mujer, que a partir de ahora no se verá lastrada por una tarea que la naturaleza, evidentemente machista, le había asignado antidemocráticamente, este descubri- miento demuestra un desarrollo económico y científico que sólo pu-

140 Armando de Armas dimos alcanzar gracias al Socialismo, y demuestra además la voca- ción intrínsecamente democrática de este sistema falazmente acusado por los voceros del Imperialismo de aplastar la opción indi- vidual del ciudadano, al permitir a la pareja revolucionaria elegir cuál de los dos va a concebir de acuerdo con el estado de salud, o las preferencias, de cada uno; aquel es el cuarto donde seguro le meten a uno el dedo en el culo a ver si incorpora carne o no, es algo inco- rrecto porque a lo mejor hay alguno que no se le haya ocurrido se- mejante cosa y va y se embulla con el trajín del dedo metido, lo que pudiera ser explicable sólo si pretenden crear batallones élites inte- grados exclusivamente por locas, ¡a la lucha, a la lucha, no somos fuertes pero somos muchas!, las cosas evidentemente no son como las veía antes, pues ahora que más cerca he estado de lo militar y de la posibilidad de realizar las grandes hazañas que he soñado siem- pre, me siento más como el caballo revisado para la venta, venta de matadero, que como el héroe presto a desfacer entuertos, soy el ca- ballo de Maceo, el de Calígula, el de Atila, el burro Perico tocando a las puertas de la ciudad de Santa Clara para pedir pan, hijo del Ca- ballo, apestoso caballo barbado relinchando sobre una isla, el caba- llo como antecesor del tanque de guerra, Dios y un caballo, Caballo- Dios-Hombre, manifestación de la Santísima Trinidad, mito del centauro con todo el esplendor de lo real maravilloso redivivo mile- nios después de su génesis en la remota Grecia ante los desmesura- dos ojos de los habitantes de estas nuevas Indias, el Caballo de Tro- ya repitiéndose perseverantemente en la cotidianidad de nuestra historia a través de este tren arrastrándose en la noche de luna y gri- llos y yo Ulises y cada uno de estos grises pasajeros que cabecean con el bim bam bum de la vulgar danza un soldado aqueo al acecho de ruidos, adivinando movimientos extraños en el exterior, calculan- do la dirección que toma el portento, ¿no serán los conductores del caballo infiltrados de Ilión para abortar la operación?, ansiosamente pendientes de la conversación entre los conductores y los guardias de la muralla, ¿descubrirán el truco?, ¿y si lo descubren qué harán?, ¿nos alancearán inermes dentro de este maldito cajón de madera o nos achicharrarán con agua o aceite hirviendo?, ¿número del carnet de identidad?, ¿empresa de donde provienen?, ¿integración revolu-

141 La tabla cionaria?, ¿quién autoriza?, ¿tiempo de permanencia dentro de Ilión?, ¿objetivos de la visita?, ¿han sido alguna vez procesados por tribunales revolucionarios?, ¿enfermedades que padecieron los pa- dres de cada uno de ustedes?, ¿creencias religiosas?, avanzamos ya por las calles de Troya, silencio, va a parir el Caballo de Troya, será un parto de comandos al asalto de la noche, pasaremos a cuchillo a la ciudad dormida, confiada a sus murallas omnipotentes, a sus sol- dados y sus perros, a la irreversibilidad de su sistema social, al mie- do que les tenemos los aqueos, al Dogma que los sustenta, confiados sobre todo a su última e imprevisible conversión de rumberos goza- dores de la vida a guerreros de talla mundial, a la vocación colectiva, a la inmolación y el holocausto, a la monolítica conformación de la ciudad, al dédalo de callejuelas trazadas a propósito para desorientar al enemigo incauto, a la infalibilidad de sus oráculos, al sistema de vigilancia colectiva, a la entereza del Máximo Líder, a la militariza- ción generalizada y al favor de los dioses rojos, el tren va a estallar por los aires y cada uno de nosotros será una esquirla a la cabeza del Rey, un sudor terroso molesta en la nuca, baja frío por la espalda, se encharca en los poros, pegajoso, nos pone a punto de explotar en un torbellino de agravios, desencantos, frustraciones y cabezas que se niegan a continuar bajas ante la inexorabilidad del Destino Histórico que nos ha tocado en esta hora de los hornos, peligrosos componen- tes guardados como en olla de presión durante siglos anteriores a cuando fuimos un grupo de guerreros penetrando en la panza de un caballo al corazón de Ilión, anteriores a la era en que un caballo go- bernó con ilimitados poderes a un extraño país de hombres alegres y desdichados, dulces y violentos, serviles y rebeldes, indisciplinados y dogmáticos, valientes y atemorizados, grandilocuentes al hablar, sobre todo de ellos mismos, y del Caballo, que les hizo creer, entre otras cosas, que él era propiedad de ellos, así, muchos decían, nues- tro Caballo dijo o nuestro Caballo piensa o como nuestro Caballo nos ha enseñado o la deuda de los hombres del mundo con nuestro Caballo es incalculable o nuestro Caballo viene o nuestro Caballo se va; entonces Amadís se preguntaba las posibles conexiones que po- dían existir entre una fila de jovenzuelos desnudos, inspeccionados como mercancía por un frío e indiferente equipo médico que, no

142 Armando de Armas obstante, a veces podía notar en algunos de sus integrantes un accio- nar de manos al diagnosticar sobre un pene o un par de testículos que le sugerían una cierta complacencia en demorar la operación y unas inquietantes miradas que a no ser por el porte marcial y el uniforme y las insignias y las charreteras cualquier malpensado hubiera toma- do por manifestaciones lujuriosas, y la acción de un Calixto García disparándose un tiro en el cielo de la boca antes que caer prisionero de los soldados españoles, o la campaña de Antonio Maceo en Pinar del Río, adonde los españoles nunca imaginaron que llegara la gue- rra, casi sin municiones y alimentos porque las expediciones aprovi- sionadoras no los traían, porque la inteligencia española las hacía abortar o porque a determinados intereses dentro del gobierno cuba- no en el exilio les convenía que abortaran, un Maceo que deja su arma favorita de la caballería para ponerse al frente de sus rifleros, empuñando él mismo un fusil, y batir al enemigo emboscándolo en cada piedra y en cada saliente de la más occidental de las provincias cubanas, o el Martí de las láminas escolares cayendo de un caballo blanco; desbocado porque se asustó con la balacera o porque algún mambí hijo de puta lo asustó para que el Maestro fuese a dar a la boca de los fusiles españoles o porque el Maestro mismo por error fuese a dar a la boca de los fusiles españoles o porque el Maestro quiso inmolarse o porque quiso demostrar que él no era Capitán Araña; con las riendas del animal y el revólver en una mano y la otra al pecho donde recibe los impactos de los rifleros peninsulares; no podía, no quería, encontrar conexión alguna entre lo que le habían enseñado que era la heroicidad y el camino que debía tomar para tener la posibilidad de ser enviado a una guerra internacionalista, ya que la tan esperada invasión a la patria no acababa de producirse, para convertirse en un héroe; no me imagino al Padre de la Patria caminando desnudo entre una fila de compatriotas, igualmente des- nudos, para que le toquen los cojones y le den el veredicto para al- zarse en armas contra el sistema colonial español un 10 de octubre de 1868 y darle la libertad a sus esclavos; dígame, usted, qué hubie- ra pasado si la comisión dice, no, usted no está acto para comenzar una guerra por la libertad de Cuba; ¡ah!, y se me olvidaba el revolico que armarían los de la contrainteligencia militar cuando tras una ar-

143 La tabla dua investigación llegaran a la conclusión de que Carlos Manuel de Céspedes proviene de una de las familias más acaudaladas y de ma- yor abolengo de Bayamo; enemigo de clase, atrás Satanás, que tú donde único podrías servir a la Patria Socialista es en el Ejército Juvenil del Trabajo como cortador de cañas para que aprendas en carne propia lo que obligabas a hacer a tus esclavos; la Madre; voy a conseguir un certificado médico de cuando padecías de asma para que no te lleven para el Servicio Militar; no Mami, el Servicio es para los hombres; ¿para los hombres?, ¡para los comemierdas es para lo que es!; a mí realmente no me gusta la disciplina militar; no, si yo lo sé, a ti nunca te ha gustado ninguna disciplina; pero lo que sí me gusta es tener un arma e ir a una guerra y defender una causa justa; eso lo dices porque tú nunca has visto una guerra y tienes la cabeza aventada de historias y musarañas que no te van a conducir a ninguna parte, al menos no a ninguna parte que merezca la pena; si voy a una guerra te haré reina, la primera reina comunista de la His- toria, o te haré millonaria, madre; ¿será malo ser millonario?, prime- ro pasará un camello por el hueco de una aguja, total, a lo mejor eso no lo dijo Cristo ni la cabeza de un caballo y lo inventó alguien por envidia o despecho de no poderse hacer millonario, porque de todo hay en este mundo, con lo cual al menos lograba perturbar al millo- nario, que en medio de sus fiestas se iba a preguntar si realmente él tenía derecho a disfrutar de toda aquella fastuosidad y sobre todo cómo evitar la condenación eterna, lo cual trajo como resultado que muchos ricos comenzasen a hacer donativos para obras de caridad, lo cual está muy bien, pero, se dio también el caso de otros millona- rios donde la frase trajo como consecuencia que se hicieran cada vez más ricos y feroces por aquello de que, si de todas formas me van a condenar por llevar vida de rico, entonces entre más aproveche y disfrute de esta vida mejor, y le exprimían el cuero a sus esclavos o a sus siervos o a sus obreros o a quien pudiesen, de todas formas, lo que realmente necesitamos es una revolución que convierta a los obreros en millonarios y no a los millonarios en parias, pues los otros revolucionarios acaban con los millonarios para crear un nue- vo tipo de millonario que no es propietario de medios de producción, que no teme a las quiebras, ni a los secuestros, ni a la competencia,

144 Armando de Armas ni a la prensa, ni a los tribunales, que no tendrá ambición de invertir en nuevos negocios y que en los discursos proclamará solemnemen- te; ¡esto es del pueblo!; con el dedo índice supuestamente apuntando hacia las masas histéricamente congregadas en simbólicas explana- das abanderoladas, con pipas de agua potable y camilleros de la Cruz Roja para recoger y atender a los desmayados por el cansancio, el castigo del sol, la sed y el hambre, y el pulgar ostentosamente apun- tando hacia el pecho del discursante, con lo cual la mano configura una pistola en que el cañón fuese el dedo índice y el gatillo montador el pulgar, ¿anticiparía Dios la pistola con la creación de la mano?, millonarios que no tendrán que vérselas jamás con los movimientos ecopacifistas, libres de las huelgas, respetados, casi canonizados, di- rigencia histórica, convertidos por obra y desgracia del poder en la vanguardia de la clase obrera, de cuyas sabias e inapelables decisio- nes depende el destino del país, de todas formas, nosotros, la Con- gregación de Tribus Taínas, nos encontramos libres de millonarios porque somos, precisamente, un pueblo de millonarios, millonarios en el corte de caña, por supuesto, yo por mi parte soy millonario que viaja en tren de primera a la realización de importantísimas transac- ciones comerciales, he tenido millones de ladillas y me he puesto millones de bulbos de penicilina para curarme la gonorrea adquirida en eventuales y alcohólicos combates del sexo, donde según deci- sión del Consejo de Tribu he llegado a obtener el grado de General de Brigada, porque la gonorrea es algo más que pus saliéndote por el caño de la orina tres días después de haberte templado a una puta, ¿no la tendrá ésta que viaja a mi lado?, es como una muesca, en el cabo de la pistola, una condecoración, un atributo más para el areté del guerrero, el resultado de una actitud ante la vida, de una cultura, de un comportamiento sexual moldeado a través de siglos de absti- nencias, de cinturones de castidad, de la castidad como la más subli- me de las virtudes, de coitos meramente reproductivos, logrados gracias a unos portentos de fervor e imaginación religiosos, en la forma de un sarcófago donde se introducían los reproductores, pre- vio oraciones y persignaciones con golpecitos en el pecho y encen- dido de cuatro cirios situados en las esquinas del artefacto; rico ma- terial para venideros sicoanalistas discursantes de tabernas al calor

145 La tabla del tinto o la cerveza subidos, acerca de la permanencia subcons- ciente de la interrelación vida-muerte-sexo-pecado-arrepentimien- to-control-de-los-impulsos-animales-liberación-Dios-matrimonios- humano-arbóreos como reminiscencia de un remoto pasado y garante del acto sexual por y para la fertilidad única y exclusivamen- te; cuyo interior estaba dividido en dos compartimentos por una ta- bla afelpada con un agujero a la altura del centro de una persona acostada de lado, propiciatorio para el paso de la yuca endurecida y el acomodamiento recibidor de la pomarrosa contraída y reseca por la imposibilidad de caricias humedificantes; comportamiento sexual que es como el azoro devenido embriaguez de los sentidos, arrebato, disipación, exceso enarbolado como burla, rebeldía, regusto por el pecado, pecado provocador de placeres, el placer sólo existiendo porque existe el pecado; comportamiento sexual como respuesta ante la abertura de la más mínima brecha en el muro de la conten- ción, muro que resulta siempre vulnerable, y particularmente vulne- rable en las condiciones que dieron lugar al nacimiento de nuestras culturas, sobre todo porque al brazo de la Inquisición le resultaba difícil la faena de llevar a cabo eficazmente su acción anti-Satán en las tripulaciones de los barcos que llegaron con el Descubrimiento, la Conquista y la Colonización, y menos aun en las huestes de cor- sarios y piratas que hicieron de sus ataques el pan nuestro de cada día y la terribilísima Hermandad de la Costa, cuyo tráfico con los habitantes del Lado de Acá no se limitó, ¡seguro!, al tabaco y a las salazones y demás productos monopolizados por las Reales Cédu- las; muro de la contención vulnerable ante indios desnudos como antes del Pecado Original paseándose o bailando o chupando de sus tizones encendidos frente a la lascivia de los peninsulares, vulnera- ble ante la promiscuidad de los barracones de negros esclavos que constituyeron, entre otras cosas, laboratorios en la formación de una fuerte tendencia a la pederastia con múltiples incidencias en el cam- po económico, político y social a tener en cuenta en cualquier estu- dio serio acerca de la región; el señorito Amadís no puede conciliar el sueño, tiene una perseverante picazón en la verga endiabladamen- te erecta hasta el punto de impedirle tenderse bocabajo en la cama con el almohadón de plumas cubriéndole la cabeza, su posición fa-

146 Armando de Armas vorita para viajar en alma a las regiones conocidas en otras vidas, o tal vez a las regiones que conocerá en venideras vidas, mientras cuenta esclavos, un esclavo dos esclavos tres esclavos, cuatro escla- vos cin co es cla vo ssssssssssssss, pero esta noche todo habría sido infructuoso, la permanencia en la ciudad con la hija de la Condesa de los Tibios Caudales, su prometida; delgada, de prominentes senos y ojos verdes y porte señorial; a la caza de un pestañazo de la vieja dama de compañía sentada frente a ellos en una mecedora con pre- tensiones de trono pontificial, para apretujarle la entrepierna con un vigor y un ansia posesiva que nadie adivinaría en sus dedos blancos y enfermizamente estilizados; tiene a su prometida clavada en la cabeza calenturienta, torturada, y en los testículos martirizados por un dolor fuerte, intermitente y punzante; se acaricia la verga de hen- chidas venas; arriba, abajo, arriba, abajo; pero no se anima a seguir porque es pecado o porque puede quedarse ciego o tal vez demente; y entonces se acuerda del barracón de las negras, específicamente de Carmita, quinceañera de tetas que crecen firmes y abundosas, de al- zadas grupas, y hala la campanita y viene el viejo y ceremonioso Julián, negro parlanchín que dice fue Rey en Angola, y lo manda por Carmita y le diga que desde mañana no irá más al campo y que pa- sará al servicio doméstico que tan presentable ella le sería mucho más útil acá, ¡sobre todo ahora!, que lo único que tenía es que serle complaciente que si se ponía zoquete podía cambiar de idea, que él sólo quería ciertas cosas de ella que además no podía negarle porque para eso estaban los esclavos, y sobre todo las esclavas, que quién ha visto semejantes tetas cuarteándose al sol del mediodía en esos ca- ñaverales del Diablo entre tanto negro salvaje, que cuando el Rey había ordenado en Real Cédula de 20 de junio 1526, hacer la conce- sión a la isla de Cuba de una licencia para el envío de mil negros, entre ellos doscientas negras, a súplicas de los vecinos y moradores de dicha isla, no fue para que se les maltratase ni nada semejante que tal va en contra de los principios cristianos, sino para que se les die- se el uso requerido por los adquirientes de manera racional y huma- na; siglos después Amadís soñaba con aquella noche en su alcoba del ingenio La Margarita y con la negrita Carmen; no, niño Amadís, no, por Dios; y él, desnudo bajo el batón de seda abierto, parecido a

147 La tabla un ángel, un ángel priápico, bajándole la cabeza, presionando con ambas manos, hasta que ella por fin cedió y se dejó meter entre los labios la verga endiabladamente erecta, mientras el destronado Rey Julián paseaba por el zaguán carraspeando y con una vela encendida en honor a la Purísima; la gonorrea es además un inteligente antído- to de la naturaleza contra la promiscuidad, un mal menor que Dios nos ha endilgado para evitar males mayores, por eso el Imperialismo Yanki se ha equivocado una vez más al infectar a nuestros jóvenes con gonorrea, y no tenemos por qué sentirnos apesadumbrados si vemos pasar por nuestro límpido cielo azul barcos cargados de pus gonorreico o si un día descubrimos que la enfermedad ha invadido no sólo nuestras partes genitales sino también nuestra mente; no hay nada que me asegure que ella no está infectada, o más bien no puedo estar seguro de nada, porque el día que esté seguro de algo ya habré comenzado a morir y eso es algo que por ahora no quiero hacer, de todas formas debo partir del presupuesto de que todos estamos in- fectados de algo, sobre todo de inercia, y tengo miedo de templár- mela, pero lo voy a hacer pues después no soportaría el haber resis- tido la tentación de jugar a la ruleta rusa, ella me da lástima y no puedo explicarme por qué, aunque tal vez lo sé, y es por compensar- le la lástima que yo debo de inspirarle a ella tan solo y desamparado como ella misma me lo parece a mí, ¿y si supiera que cargo con una pistola?, probablemente su lástima no cambiaría o quizás sí, aumen- taría, porque si es inteligente se dará cuenta de que una pistola es muy poca cosa para proporcionar amparo y que el hecho de llevarla me hará más vulnerable porque me hará más confiado, claro, ella no tiene por qué saber que he perdido la capacidad de confiar, lo cual no puedo determinar si en realidad es una virtud o un defecto, y que además la pistola proporciona una buena excusa para que me maten, John Lennon dijo que la libertad podía ser una pistola caliente entre las manos, cosa que tal vez pensaba el fanático que lo baleó frente a su residencia; bam bam bam vamos a acabar con el orden estableci- do, entre bam y bam haremos el amor en los parques, en las calles y en las azoteas, como los gatos, será un amor colectivo, de todos con- tra todos, no, eso no, de todos para todos, de manera que todos reci- bamos y demos en un despelote que llene este gran vacío, llenarlo de

148 Armando de Armas semen, de esperanza, de salivaciones intercambiadas, de caricias, de hechos que nos hagan sentir que aún no hemos muerto, que no so- mos máquinas políticas, ahora es que cabalmente comprendo al Ba- rroco, que no es sólo la poesía de Góngora, sino una manera de ir por la vida llenándole los vacíos, miedo al vacío, los enormes vacíos que un día le descubrimos a la vida, que nos horrorizan no sólo por ellos, por lo que representan, sino porque comprendemos de golpe que habíamos vivido con una inocencia increíble al borde de insonda- bles vacíos y que ya nunca más recuperaremos esa inocencia y que la inocencia, precisamente, fue lo único que impidió perdernos en el Vacío Absoluto, estamos entonces obligados a llenar, la palabra de orden es LLENAR, las inconmensurables lagunas con Amor; amor clasista será, ¿no?, porque hasta ahora la teoría más coherente y por tanto la de menos lagunas es el Marxismo, y podríamos clasificar el amor en A, B y C, para ciudadanos de clase A, B y C, teniendo en cuenta, entre otras cosas, el nivel de integración política y, sobre todo, el nivel de integración de divisas convertibles al país, que lo político es sólo para tenerlo en cuenta en el plano de la conciencia, de la estimación y el reconocimiento interno, ¡y de los estímulos morales!, para nosotros todo ciudadano cubano es clase A, pero sólo en el plano de la conciencia, ¡que es lo importante!, aunque exterior- mente a cualquier desconocedor de la realidad pueda parecerle que lo tenemos clasificado, no digo ya como C, sino como D; ahora sí vamos a apretar la tuerca, porque esto es como un tornillo, que no te quepa duda, guajiro, y para los comemierdas levantiscos una vuelta cada día hasta que les tengamos los cojones bien apretados; el Viejo venía de visitar a mi madre cuando eran novios, allá por las lomas de Manicaragua, era la época de Batista, y de la guerra, y caminaba por la carretera con rumbo a Santa Clara y para asombro suyo paró un jeep y al volante del mismo venía el Gallo, con las insignias de te- niente, ellos se habían criado juntos y ya el Viejo sabía que estaba en el ejército y de sus progresos como torturador pero no que ya fuera teniente, ¡eso para que después hablen acerca de que los regímenes autoritarios son nocivos al progreso de los pueblos!, ¡miren a ese muchacho!, con quince años todavía andaba descalzo, y ahora gra- cias a la revolución, del 4 de septiembre, ya es todo un pundonoroso

149 La tabla militar; bueno, guajiro, ¿y eso que tú andas por estos lares con lo malas que están las cosas?; el Viejo, nervioso; nada, chico, estoy enamorado de una guajira por estas lomas; ya tú ves, guajiro, eso es inteligente, si en este país los hombres se dedicaran a las mujeres te aseguro que no habría problemas, ni muertos, pero no, prefieren ju- gar a los tiros, y nada menos que con nosotros, el Ejército, el que juega con fuego se quema y son muchos los que se van a quemar en este país, yo no entiendo por qué se encaprichan en cambiar las co- sas, esta revolución le ha dado oportunidades a todo el mundo y lo único que hay que hacer es aprovecharlas, mira, hablando como los locos, tú podrías hacerte casquito, yo te puedo ayudar en eso, con nosotros se gana buen dinero y a las mujeres les atrae el uniforme, lo único que te vamos a pedir a cambio es mano dura porque, eso sí, el que levante una mano contra el Comandante, digo, contra el Gene- ral, hay que cortársela, ¿qué te parece, guajiro?; no, a mí bien, bien; porque el General es Cuba y Cuba es el General, él es el Hombre, el estadista del siglo XX, el que va a sacar este país de la miseria, ¿eh, qué te parece, guajiro?; bien, bien, pero el problema, Gallo, es que usted sabe muy bien que en la familia mía a nadie nunca le ha dado por la política, siempre hemos cultivado el sitio sin meternos en nada; aquí el que no esté con nosotros está contra nosotros, la neu- tralidad no existe, hay que tomar partido, a favor o en contra del pueblo, a favor o en contra del progreso, no hay imparcialidad, aquí todo el mundo tiene libertad para opinar todo lo que nosotros quere- mos que opine, a pesar de las campañitas insidiosas del enemigo que no deja escapar la ocasión para atacarnos, nosotros no le decimos al pueblo, cree, le decimos, lee, lo que queremos que lea; ojo, no con- fundir con la marca de jeans Lee, que es un exponente de la menta- lidad de consumo que impera en la sociedad capitalista, y que des- lumbra, hay que reconocerlo, tenemos que ser honestos, a una ínfima parte de nuestra juventud menos fogueada ideológicamente y que por lo mismo ha sido diversionada, aquella que ha heredado hábitos pequeñoburgueses del pasado, que constituye la fruta podrida que es necesario arrancar a tiempo del árbol social; dicen que el Gallo que- mó vivo a un revolucionario en la línea del tren a la salida de Santa Clara como quien va para Oriente, y cualquiera que lo veía siempre

150 Armando de Armas planchadito y con cara y bigotico de chulo no lo creía capaz de matar ni un mosquito; los hombres crecen como orangutanes ante situacio- nes difíciles; y el día que triunfó la revolución las turbas lo buscaron por toda la ciudad de Santa Clara y sus alrededores y lo vinieron a encontrar, pero ahorcado, debajo de un puente, por la zona de Male- zas, y le sacaron los ojos y le arrancaron los testículos y se los echa- ron a unos puercos que estaban sueltos por allí; pobre el tenientico Gallo, su General voló a disfrutar en playas para millonarios los millones robados, mientras él se balanceaba, cómicamente, colgado de una soga bajo un puente sin nombre, en este país muy bien podría hacerse un monumento a la soga; rumor popular; el Caballo llamó a contar al hermano, más conocido por Raúl la China, para decirle que aguantara la mano con los derramamientos de sangre, por la opinión pública, y el hermano, ¡muy inteligente!, comenzó a ahorcar; la muerte por soga es realmente una muerte aséptica y barata, cuarenta centavos, creo, es lo que valía antes una soga; ahora una soga no tiene precio porque no las venden en ninguna parte, quizás como una medida del Ministerio de Salud Pública para evitar suicidios colec- tivos, y ahí tenemos un claro ejemplo de cómo sólo la propiedad social sobre los medios de producción permite llevar a cabo la pro- filaxis y cómo sólo bajo el socialismo interesa verdaderamente el hombre, porque en los regímenes de propiedad privada te venden las sogas sin el más mínimo escrúpulo, lo que importa es ganar dinero, ganar dinero y ganar dinero; educación y salud, dos derechos ina- lienables del pueblo; el monumento pudiera hacerse en una plaza de una ciudad cualquiera o en todas las plazas de todas las ciudades, que en todas las plazas de todas las ciudades alguna vez se ha ahor- cado a alguien, pudiera ser, o más bien tendría que ser una escultura de vanguardia, una inmensa soga de oro con un lazo y dentro del lazo un chivato embalsamado; el ahorcamiento de chivatos tiene una respetable tradición entre nosotros, muestra de esa tradición la tene- mos en los Mangos de Machín, allá por Quemado de Güines, antes yo pensaba que Machín era un patriota, por esa costumbre nuestra, que no acabo de entender, de aburguesar a los patriotas y muertos ilustres con la asignación de propiedades; fábrica de cemento Carlos Marx, central Máximo Gómez y fábrica de palillos dentales Federi-

151 La tabla co Engels; como si el sistema de propiedad privada sólo fuese nega- tivo para los vivos, o como si los muertos se mereciesen toda la ge- nerosidad del mundo; pero resultó que no, Machín, según la Abuela, era un chivatón al servicio de los españoles al que las fuerzas insu- rrectas bajo el mando del general José Luis Robau ajustaron cuentas colgándolo de una de las ramas; de las que dan al este para que el padre sol abominase de tan indigno hijo quemándole cada mañana el colgajo de lengua infectado de moscas verdes; Machín fue, de todas formas, un chivato con suerte porque su nombre ha quedado para la posteridad; cosa, además, que no han logrado muchos escritores, quizá por aquello de que la trascendencia no es más que un problema de suerte, o de destino labrado en múltiples y anteriores viajes a este mundo; y además siempre habrá algún niño que no tenga una abuela inteligente que le cuente la verdadera historia, y piense que Machín fue un patriota, y crecerá deseoso de un buen día imitar sus grandio- sas batallas por la libertad de la Patria, y no es de extrañar que por una de esas ironías de la vida alguna vez aparezca un esplendoroso ramo de rosas rojas al tronco de uno de los mangos, y puede que hasta se convierta en una tradición como sucede en la tumba de Ed- gar Allan Poe; los muertos son una clase social especial, tan especial que a Carlos Marx se le olvidó conceptualizar el papel de la misma en la privatización de las economías socialistas; no obstante, no quiero me hagan mucho caso no vaya a ser que se me quiera tildar de revisionista y me conviertan, con esa bondad que ya es proverbial entre hermanos de clase, en propietario de un círculo infantil, de un combinado lácteo, o de una calle; que respecto a los muertos lo úni- co que parece ser verdaderamente cierto es que tienen demasiados problemas de qué ocuparse allá donde quiera que moren, porque si vamos a la verdad bastante poco molestan a los vivos a juzgar por la cantidad de muertos que ha habido desde el pecado original para acá y por la cantidad de vivos que se han ocupado desde Caín para acá de la respetable tarea de despachar muertos; por mi parte no me ex- trañaría que un día ocurra la Gran Revolución de los Muertos, ¡y pobrecitos ese día de los vivos que alguna vez molestaron a los muertos!, ¡de los que mintieron a nombre de los muertos!; porque los muertos, y si son muertos ilustres, en mayor medida, han sido

152 Armando de Armas sistemáticamente utilizados para justificar la situación de los vivos; así, Martí ha sido enarbolado por caballeros y hampones, religiosos y ateos, comunistas y burgueses, imperialistas y antiimperialistas, por demócratas y facistoides, por Batista y por Fidel, de la Repúbli- ca para acá en esta nación todo el que ha pretendido algo se ha defi- nido como ferviente martiano, y todos los dictadores sienten una especial devoción por los muertos y si a veces se han negado a otor- gar pasaportes a sus ciudadanos para que viajen libremente a otros países, y para que regresen al propio, nunca han escatimado a la hora de otorgarlos para el otro mundo por los más diversos motivos; Amadís, de pie, la hala ansiosamente por el brazo y ella; ¡espérate!; se sube el pantalón junto con el blumer; el tren, bim bam bum, co- mienzan a recorrer el pasillo tomados de la mano, como novios en un boulevard parisino, dando tumbos como borrachos, de una hilera de asientos a la otra, los pasajeros roncan en la oscuridad cortada por el olor a óxido, a polvo, a excrementos de gato, a basura acumulada desde quién sabe cuándo en los rincones de los coches, a cucarachas despanzurradas y al mal aliento de las bocas en la madrugada; el baño, Amadís delante, como corresponde a caballero, la hala hacia adentro, todos los olores se funden ahora en una fetidez irrespirable y la luna entra por una claraboya; ella, deja caer el blumer y el pan- talón que no ha abrochado y sólo traía aguantándose con las manos, da la espalda a Amadís y se inclina hasta apoyar las manos en la taza, una taza de aluminio tan abollada como debió estar la bacía de bar- bero que usaba el Quijote por yelmo, la luna le da en las nalgas, re- dondas, empinadas, blancas en contraste con la oscura cicatriz del culo; tren, bim bam bum; Amadís, excitadísimo, no atina a zafarse el pantalón, rompe el zipper y, chuf chuf chuf, escupitazos, se unta la verga, le unta el culo, con una eficacia y una ternura que la estreme- cen y erizan de los pies a la cabeza; ella retrocede, Amadís avanza; tren, bim bam bum; Verga, resbalón arriba, resbalón abajo; la saliva en la misma medida que ayuda dificulta la tarea y cuando Amadís cree que por fin Verga va a acertar en Agujero, Nalgas se corren por un barquinazo del tren; Amadís; ¡mi madre qué es esto!, ¡qué nalgas qué culo, Dios mío!; ella; ¡dale, coño!; el tren, pua- aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa bim bam bum; sus manos la toman como

153 La tabla si fuesen a estrangularla por la cintura, una cintura que parece que se va a quebrar; Verga logra encentrarse y Amadís la seguridad de que esta vez no habrá frustrantes resbalones, Nalgas coletean con fuerza hacia atrás, y Amadís arremete hacia adelante, arqueándose por el centro mismo del placer, Verga penetra Esfínter # 1, Esfínter # 1 aprieta, cede, incorpora, se dilata y explaya, Verga penetra Esfínter # 2, Esfínter # 2 aprieta, cede, incorpora, se dilata y explaya, y es como traspasar una muralla, retozar en la hierba fresca, grito salvaje, estar más allá de los que no pueden o no quieren romper ataduras, estar cerca de la mierda, quizá, lo más probable, tocando la misma mierda, sintiéndome en el Cielo, el Culo-Cielo, asquerosamente li- bres, aunque sólo sean fracciones de segundo, pero puede ocurra el tiempo se detenga, o estemos fuera del tiempo, no existimos, no hemos existido nunca o existimos en esta pequeña porción del tiem- po que puede ser todo el tiempo, toda la vida; Amadís; ¿quién eres, coño, dime quién eres?; ella; qué puede importar eso, qué puedo decirte, puedo decirte lo que quiera, una puta, tal vez una puta que lo hace en tren.

154

Parte II show; sientoooooooooo que si tú te alejas; lentejuelas, falso-bello- mundo-de-la-farándula-provinciana; se me acaba la vidaaaaaaaaaa; aplausos, pla pla pla pla, siempre aplausos, estamos educados en la cultura del aplauso, y eso nadie nos lo puede negar, aplausos prolon- gados, aplausos deportivos, aplausos de dientes, aplausos de uñas, como corresponde a un pueblo de artistas y que por lo mismo sabe valorar a los artistas en su justo valor, el que no aplauda en los areítos es sencillamente un saboteador y un elemento de alta peligrosidad para los intereses de la tribu; en el manicomio; el Cacique General se disfraza de loco para ver el nivel de desarrollo ideológico alcan- zado por los enfermos en el tiempo que llevan de internamiento y asiste con ellos a la proyección de una película sobre la Gran Revo- lución Socialista de Octubre, y en un momento particularmente inte- resante del filme; ¡Lenin arenga a los obreros!; todos rompen en un aplauso cerrado, mientras el Cacique se queda extasiado ante los resultados que comprueba, pero el loco en la butaca de al lado lo saca del ensimismamiento con un fuerte codazo en el costillar y; ¡oye, comemierda, aplaude, si no, no te van a dar comida!; bailarinas morenas, semidesnudas, de sonrisas plásticas y ojo avisor a la captu- ra de turistas en las mesas de pista, moviéndose al compás de sus compañeros los bailarines, de sexualidad equívoca, lánguidos e in- grávidos e igualmente a la caza de turistas; interpretan el harén de un vicioso y feroz sultán, el sultán, a pesar de las grandes patillas y el bigote postizos y el pavoroso alfanje no puede ocultar una boca des-

159 La tabla ordenadamente débil, dejada caer como al descuido, cayendo junto a un relajamiento total de las facciones y una mirada de payaso tris- te; el sultán tiene cuatro mujeres en su poltrona de hilos de oro, la poltrona se ve un tanto deshilachada, ¿qué pensarán los turistas ex- tranjeros de eso?, mientras sus soldados, de bocas igualmente desen- cajadas, danzan y raptan y violan a castas doncellas de ojos brillan- temente lujuriosos; escenografía de fondo; el Palacio del Valle, ecléctico, pero con evidentes pretensiones moriscas, construido por un señor de la sacarocracia criolla como regalo de bodas a la esposa, pero, ¡oh fatalidad!, al año de construido; con un sentido tal de la perfección que las escaleras fueron levantadas diecinueve veces y derrumbadas otras tantas hasta que los pasos quedaran a la justa me- dida de los pasos de la señora; ella se le fue con un negro trompetis- ta de jazz cuyos antepasados habían contribuido como esclavos a levantar la fortuna de los antepasados del señor, y a él no le quedó más remedio que irse a morir de nostalgia a una lejana aldea de Es- paña, de donde un día había partido a las Indias en busca de fortuna el fundador de su tronco genealógico en esta parte del mundo; ¡bien- venidos a la Perla del Sur!, el Cabaret Guanaroca se complace en ofrecerles; el Lobo; ¿cómo entraste?; le pasé cinco pesos al portero y diez al capitán, ¿y tú?; desde que llegué una turista española se puso para mí y me invitó a entrar, le dije que para los cubanos era muy difícil, sobre todo hoy que es el día del carnavalito para extran- jeros, entonces llamó al capitán delante de mí y le dijo que cómo era eso que un cubano no podía entrar a un cabaret en su propio país, que si la cosa era así ella cancelaba su reservación, que no se sentía capaz de venir de tan lejos a usurpar un derecho que ella entendía era, primero que de nadie, de los cubanos, y que además era una in- vitación que ella me hacía con su reservación, ¡si vieras al tipo!, parecía un semáforo, ¡me imagino a la española denunciando el des- caro éste en su país!, y hablando como los locos, qué hiciste con los dólares que te quedaban; el Lobo; se los di al yuma mío para que le comprara unas cuantas cosas a la vieja, que si la dejo sola, al menos quiero dejarla lo mejor posible; cantante; siento que si tú te alejas se me acaba la vidaaaaaaaaaaaaaaaa; un dos tres el que no salte es gu- sano, el que no salte es gusano, el que no salte, la turbamulta, el

160 Armando de Armas pueblo combatiente, el pueblo enardecido, un pueblo unido jamás será vencido, un pueblo a la caza de escorias; ¿los escorias son ciu- dadanos del Escorial?; no, qué va, hijo, esos son malos cubanos, delincuentes de toda laya que traicionan a la patria, al Socialismo y a Fidel para ir a restregarse contra la inmundicia del Imperio, son como perros, ¿sabes?; las Tropas Especiales disfrazadas de pueblo ofendido, ¡que se vaya la escoria!, palos y piedras para la escoria que se quiere ir, sin miedo, que si alguien resulta muerto no lo vamos a pagar, que en la guerra es lícito matar, y estamos casi al borde de una guerra civil, la guerra de los revolucionarios contra los que no lo son, de los trabajadores contra los vagos, de la luz contra las som- bras, de los machos puros contra los homosexuales, de los que han asumido el compromiso de la Historia contra los del basurero de la Historia, la guerra de los huevos, toneladas de huevos contra las casas de la escoria, explosiones de huevos contra las paredes como cuadros abstractos de un pintor loco, ¡el más loco de todos los pin- tores!, chorreantes manchas, negruzcas, amarillentas, con olor a po- drido, cubriendo un letrero de irregulares trazos; Yuri y Betty unidos para siempre; alaridos, ¡abajo la escoria!, ¡que viva la marcha del pueblo combatiente!, un pueblo que está siempre dispuesto al com- bate, de oficio combatiente, casta de guerreros, una sola casta, lo demás no existe, y si existe ya nos encargaremos de desaparecerlo; no es tiempo de ceremonias; esto último aparte de ser el título de un mal libro policíaco, es una realidad que nos compulsa a matar, sin que nos tiemble la mano, es tiempo de matar, matandile dile dile dile al enemigo que le mataremos, y enemigo hay entre nosotros, noso- tros mismos nos mataremos en aras de mantener la unidad, la casta única, en esta lucha cotidiana de unos contra otros, de unos contra todos, de todos contra unos, de los otros contra los otros, de los unos contra los unos, de todos contra todos y de todos contra lo que sea, unidad monolítica en torno al Partido, lindo ejercicio de combate para un pueblo combatiente, flamantes fotos de felices norcoreanos, anos del Norco, anos del Narco, todos vestidos iguales, saludables, sonrisa en los labios, un amar al padrecito Kim Il Sum, fisiológica felicidad, la historia de una mujer trepada sobre una grúa durante un año, no se bajaba hasta que terminase la obra, ese era su homenaje al

161 La tabla aniversario de Kim Il Sum, Zumba el mango eso, conmueve, caras de Idea Suche, hombres sin debilitantes contradicciones, firmes, se- guros de su futuro, y de su presente, porte y aspectos marciales, nada de relajamientos intelectualoides, radiantes masas, rebaño envidiado por Dios, músculos en función de la productividad, del luminoso futuro, verdadera democracia, ¡miren bien!, miren bien estas fotos de hermanos coreanos para que callen las bocas viperinas de los calumniadores de Occidente, encargados de propagar la leyenda de una supuesta infelicidad de los pueblos bajo el Comunismo, miren esas fábricas sin polución, esas vacas dadoras de riadas de leche exquisita, asépticas vacas convencidas del papel que representan para la economía coreana, vacas con cierto parecido en la mirada a sus cuidadores, intachables compañeros al servicio del Gran Timo- nel; Universidad Central de Las Villas; un hervidero, gritos, enron- quecidas gargantas, aglomeraciones, alumnos gusanos, profesores gusanos, apátridas que no agradecen a la revolución estar, precisa- mente, en la Universidad, la Universidad es para los revoluciona- rios, la calle es para los revolucionarios, ¡GUSANO A TU HUECO!; un profesor, Secretario General del Partido en la Facultad de Letras; corría despavorido delante de una turba de estudiantes que le tiraba piedras, bandejas de comida, plátanos, tomates, los clásicos huevos y todo lo arrojable, e intentaba encontrar la salida en desesperadas vueltas en torno a las mesas del comedor, vueltas de la muerte, pro- fesor-serpiente-que-se-muerde-la-cola, pedía auxilio que no llegaba, ¿de dónde habría de llegarle?, logra saltar por una ventana, y Ama- dís parado frente a su cuarto lo veía venir, ¿qué hago?, hijodeputa que es, el marxismo es la única filosofía que da una explicación científica a los fenómenos de la realidad, y constituye un arma teóri- ca a disposición de la clase obrera en su lucha por alcanzar el poder, ahora yo debiera meterle una zancadilla para que los apapipios lo destoleten todo, y de paso me limpio con los apapipios, ya llega, se le distingue la cara, amasijo de sangre, sudor y fango, cara sucia y la rana, comió rana, profesor Juan Pendejón, su pelo ensortijado cu- bierto de fideos, profesor en sopa, una sopa de profesores ex secre- tarios de núcleos del Partido, profesores partidos por el Partido, es- paguetis en dos patas, paticas pa qué te quiero, y le resulta tan

162 Armando de Armas desvalido a Amadís como puta tirada a un río en noche de invierno después de haber sido eficazmente usada por sus compañeros de juerga, entonces Amadís entra corriendo a su cuarto para salir de nuevo al pasillo; ¡pingaaaaaaaaaaaaaaaa paraelquelotoque!; armado de una bengala; ¡le remeto un bengalazo en la jeta al que lo toque!; tiembla, a punto de halar la cuerda del disparador, por furia, por miedo, retroceden, el profesor-puta-partidista-arrepentida se escuda detrás de Amadís, estudiante universitario que compra bengalas a veinte pesos a los guapos del barrio El Condado de Santa Clara, hi- ppy y pacifista, porta navaja y trafica con armas; bengalas para el arreglo de cuentas entre marginales en día de carnaval, para verlas subir a lo negro de la noche y desparramarse allá arriba como rosario incandescente que al instante mismo en que más deslumbra desapa- rece tragado por la inconmensurable boca de la noche, y bengalas para enviar señales desde una balsa perdida en el Golfo de Méjico con la esperanza de que sean vistas por un guardacostas de los Esta- dos Unidos, por un yate de turistas humanitarios o por un buque mercante de la Marina Soviética, cuyo capitán sea un ferviente cre- yente, y practicante, de la Perestroika, bellas bengalas estas últimas; el que quiera renunciar al honor de participar en la construcción de la Sociedad Socialista que se vaya, no le ponemos traba, porque como bien dijera un famoso filósofo marxista, entre más gallina en un gallinero más mierda y menos huevos, sobre todo ahora que los huevos han devenido formidables armas de combate utilizadas por el pueblo, que cuando un pueblo se dispone a luchar contra sus ma- los hijos no vacila en convertir sus alimentos en proyectiles, y esa, compañeros, es una hazaña de la cual hoy quizá no nos percatemos cabalmente debido a la inmediatez de los hechos, y el apasionamien- to, pero de la que en el futuro habrá que hablar como la más grande heroicidad, dejaremos pasar el tiempo y como escritores que somos nos situaremos en la distancia para fríamente, desprejuiciadamente, contar la gesta de la hombrada que es tirar comida al rostro del ene- migo que como rata quiere abandonar el barco a punto de naufragar; un Mariel que se puede caminar de un extremo a otro, tranquilamen- te, sin tocar el agua, Cristos sobre las aguas, sobre la cubierta de barquichuelos, sobre canoas indias de troncos vaciados con fuego,

163 La tabla venidas desde las brumas del tiempo tripuladas por viejos y desnu- dos guerreros para ser testigos del destino de la Gran Tribu que ellos una vez ayudaron a conformar, en el mar la escoria goza más, en el mar todo es felicidad, un mar aperturista, nada ortodoxo, libertario, demócrata, pluralista, respetuoso de las diversas moralidades, aco- gedor de sus hijos que una vez en el tiempo salieron de él y ahora regresan para cruzarlo, ¡o para quedarse dormidos como viejos fetos allá en el seno de sus insondables profundidades!, mar mío, mar de todos, todos al mar para escapar del mal; cárceles vacías, manico- mios vacíos, cerveceras vacías, bares vacíos, mercados vacíos, la calle vacía, vacío general, general del vacío; en una unidad policial un oficial le dice a un sujeto sospechoso de algo; ¡escoges, cumples cuatro años de prisión por peligrosidad predelictiva o te vas por el Mariel como escoria!; yo no quiero irme, ésta es mi tierra, aquí están mis hijos, mi madre, mi mujer, soy cubano ciento por ciento; todo muy conmovedor, pero de todas formas tienes que escoger entre la cárcel o Miami, que para ti no debe ser difícil la elección; escorias patrióticas, y eso demuestra más que nada el patriotismo del pueblo, porque si entre la escoria hay patriotas, ¡qué es lo que no habrá en el seno de nuestros trabajadores!; peligrosidad, aquí cualquiera es pe- ligroso, una puta, un chulo, un maricón, un testigo de Jehová, un masón, una tortillera, un rosacruz, un ex combatiente del Frente Na- cional del Escambray o Comevacas, una vendedora de croquetas, un descendiente de Carlos Manuel de Céspedes, si no el propio Carlos Manuel, un antiguo auténtico, un abakuá, un perturbado mental, un masturbado mental, un comunista tronado, el hijo de una guajirita preñada por el capitán Félix Torres en las cercanías de Fomento, el hijo de un jefe de guerrillas anticastristas calcinado con un lanzalla- mas en una cueva del Escambray junto a viejos huesos de indios y negros apalencados en busca de libertad, un guapo, un bitongo, un traficante de divisas, un traficante de marihuana, un obrero no sindi- calizado, un militar pensante, un intelectual, ¡sobre todo un intelec- tual!; ¡que se vayan!, ¡que se vayan!; miles de puños en alto, amena- zantes, dispuestos a dejarse caer sobre cualquier antisocial, puños-cabeza, todos los puños una cabeza, la cabeza de la pinga, unidad de las masas, hombre-masa, como un solo puño y un solo

164 Armando de Armas corazón, torrente dirigido, odios estallantes, envidias desatadas, conciencia gregaria, blanco y negro, rostros vociferantes, sudados, marcados por un rictus, terror en el aire, se respira, te envuelve con su asquerosa babosidad, te entra por los poros, terror que te llega y no sabes de dónde, de quién, por qué, pero eso es lo de menos, lo que importa es el hecho cierto, concreto, de su presencia, y el convenci- miento de que nada es más estúpido que escribir novelas de terror cuando ya sabemos que el terror no es la excepción de la cotidiani- dad, sino la cotidianidad misma, quien se atreva se expone a crear novelas tragicómicas que sólo servirán para dar un pálido reflejo de lo que es el HORROR DE LA REALIDAD; José Lezama Lima, uno más del grupo Orígenes, de una poesía intimista, católico, escribió una novela, Paradiso, que narra, creo que en el capítulo 8, una esce- na homosexual; ¿homosexual?; no, eso no, no estamos autorizados a divulgar acerca de las intimidades de los autores, sobre todo si son cubanos; dicho así, por el profesor de Literatura Cubana, de pasada y como quien no quiere la cosa; ¿y Virgilio Piñera?; ¡ah, sí!, un buen dramaturgo que además escribió buenos cuentos, podemos mencio- narles su obra Electra Garrigó, pero no se preocupen, son escritores que no van a examen, que tienen, digamos, problemas, escritores problemáticos y problematizados, índole ideológica, así que olvi- den, estudien sólo los que están en la guía, que son los que resultarán provechosos para sus futuras carreras, influencias mucho más bené- ficas en caso de que alguno de ustedes se decida por la creación lite- raria; Amadís; media sonrisa, un largo trago de Havana Club, mira hacia el show, dos cantantes, hembra y varón, escenifican un diálogo cantado cuyo tema es el de los celos, de fondo una descomunal cama matrimonial, muy peligrosa para el espectáculo que comienza con ambos cantantes acostados al amanecer de la primera noche de luna de miel, peligrosa porque el cantante en la vida real es un alcohólico y va y una noche de éstas se queda dormido de verdad en la cama y la cantante que hace de amada tendrá que improvisar para evitar el ridículo; despierta mi bien despierta, mira que ya amaneció, ya los pajaritos cantan, ya las nubes se levantan; el Lobo; cuando llegue al Yuma lo primero que haré es ir a un buen show, me voy a desquitar de un año viendo el mismo casi todas las noches; el cabaret Guana-

165 La tabla roca abre sus mágicas cortinas, todos los días, siempre de martes a domingo; PROCESO DE PROFUNDIZACIÓN REVOLUCIONA- RIA EN LA UNIVERSIDAD CENTRAL; se abre la sesión; como parte del Proceso de Profundización y Depuración Revolucionarias que se lleva a cabo en todo el país, debido a los excepcionales mo- mentos históricos que le ha tocado vivir a nuestra generación, damos comienzo hoy a la asamblea de nuestro grupo en ese sentido y de entrada, compañeros, les pido de favor, les exijo, que hablen sin ta- pujos pues para algo somos revolucionarios y si alguien aquí no lo es, resulta indispensable desenmascararlo para el bien de todos que es el bien de la patria; nosotros la patria, nosotros la revolución, nosotros Fidel y todos los que lucharon con él, Fidel-revolución-pa- tria-nosotros, nosotros los de abajo, ¡abajo el Imperialismo, abajo el colonialismo y el neocolonialismo, abajo la deuda externa, abajo la CIA, abajo el intercambio desigual, abajo la ignominia, abajo los de abajo y arriba los de arriba que son la vanguardia!, van guardias a controlarlo todo, a planificarlo todo, a reprimirlo todo; ya comenzó la máquina de moler carne, crac crac crac crac, carne y huesos, más que un máquina es una planta carnívora de una inteligencia maligna, pide, pide, pide, y hay que darle, darle y darle para que esté contenta y tenga la sucia bocaza ocupada en triturar, mientras que la tenga ocupada en esa faena, al menos los que permanezcamos más lejos de ella y tirándole ante la boca víctimas propiciatorias, no corremos riesgo inmediato, se imponen, pues, las víctimas propiciatorias, ¿propiciatorias de qué?, de que aún no te corresponda el turno de ser triturado, de que aún puedas respirar por un tiempo aunque sea aire viciado por la sangre, propiciatorias de que Huizilopochtli no nos quiera en la piedra roja de los sacrificios porque seremos, precisa- mente, la garantía de más sacrificios, y por tanto de la continuidad del proceso ascendente del pueblo azteca y del incendio del conti- nente en aras de un futuro mejor, mientras esto ocurre hay que ir viviendo, escapando, ¿no habías soñado con ser un bandido siempre escapando de la ley?, pues esto es igual, sólo que en un marco mu- cho más cerrado, el marco de tu aula, donde puedes visualizar todas las acciones, las acciones y los silencios, ¡esos silencios que preten- den no estrechar el cerco sobre un bandolero amigo!, pero que ine-

166 Armando de Armas vitablemente lo estrechan, porque no tienes cojones para pararte y decir; ¡esto es una mierda!, ¡qué tiene que ver que alguna vez en el primer año de la carrera hiciera un comentario irónico acerca de la Televisión Cubana, ¿acaso no es verdad que es la televisión más mala, aburrida del mundo?, a pesar de que estuvimos entre los pri- meros países en tener televisión, y televisión en colores, a pesar del extraordinario desarrollo alcanzado por la televisión isleña durante la década del 50, entonces ahí mismito es donde entran a jugar las tácticas del bandolero experto, del guerrillero, y te hundes todo lo más que puedes en tu pupitre como si te encontraras en el monte escondido detrás de un farallón y las balas del enemigo te pasasen silbando por el lado, con un silbido como de adiós y buena suerte, y nunca te das por aludido y haces como que levantas la mano para sumarte a la condena de separación de la Universidad y lograr que- dar bien con el bandolero amigo que vio embarajaste la mano y con el tribunal inquisitorial que no notó que sólo amagaste, y sabes que entre más se dilate el análisis de tu amigo, más tiempo de vida te quedará a ti, y entonces puede que te entre una especie de remordi- miento por ser consciente de que sólo has hecho malabares y de que tu momentánea salvación depende sólo del tiempo en que la máqui- na lo triture a él, o a otro, que eres entonces como un pichón de Huizilopochtli, que vivirá sólo en la medida que haya alguien tri- turándose en las fauces de Huizilopochtli padre; esta tensión es superior a la que se puede sentir huyendo a campo traviesa, donde la muerte y la traición pueden acecharte pero tienes es- pacios para evadirlas y sabes que son eso y sólo eso, y no evi- dencias y medias tintas y es buen estudiante pero no mantiene una actitud combativa, y tu amigo dispara contra los guardias, ¡o contra ti si es un traidor!, pero nunca hacia arriba malgas- tando cartuchos para quedar bien contigo y con los guardias y nunca se alegrará de tu permanencia en el cerco porque eso sólo puede representar su propia permanencia, y en caso de que te cubra la retirada estarás contento de su combate con el enemigo y del tiempo que dure el combate pero nunca de su muerte porque su muerte es la tuya; yo sé que en cualquier momento me va a tocar, y no sé en verdad con qué balas me

167 La tabla irán a tirar y ni siquiera si tirarán a matar, pero uno es tan vul- nerable, y ellos tan impersonales y tan sabiéndolo todo que uno no imagina nunca con la que le van a salir, yo tengo a mi favor que hablo poco acerca de lo que no conviene con la gen- te porque, bobo no soy, y no tengo por qué contribuir gratuita- mente a la confección de mi hoja clínica, pero así y todo no puedo estar seguro de que alguna vez no haya hecho algún comentario imprudente, que al mejor escritor se le va un bo- rrón; un buen escritor es aquel que siempre está borrando y corrigiendo lo que escribe, lo malo está en ser un escritor a quien le digan lo que tiene que borrar, que ese aunque sea bue- no nunca será un escritor, en todo caso será un buen escribidor de panfletos, ¿seré algún día escribidor de panfletos?, ¿tendré algún día el valor de escribir que ahora tiemblo ante la proxi- midad de que me llamen para el análisis de mi profundidad anal, perdón, revolucionaria, y que de buena gana inventaría una macabra historia, ¡escritor al fin y al cabo!, que facilitara llevar más carne a la bocaza trituradora, cualquier carne menos la mía, una historia, por ejemplo, en que hubiera estudiantes de esta aula involucrados en una conspiración para obtener la autono- mía universitaria, quemar las fotos de Lenin y abolir la enseñanza obligatoria del Comunismo Científico y la Economía Política, una conspiración en la que muy bien pudiera estar involucrada mi novia, y yo, ¡prueba irrefutable de conciencia revolucionaria!, no he vaci- lado en denunciar porque donde comienza el deber revolucionario termina la amistad o el amor?, ¿tendré el valor de escribir eso si llego a ser un escritor?; bueno, compañeros, ahora le corresponde el turno al compañero Amadís, espero de ustedes el mayor grado de criticidad constructiva posible, así que adelante, quién pide la pala- bra, a ver, a ver; bueno, él es un excelente compañero, se lleva bien con todos aquí en el aula; sí, está bien, es buen estudiante; interrup- ción brusca; pero buen estudiante no es sólo coger buenas notas, ser inteligente no requiere ningún sacrificio, nace con la persona, hay que analizar la actitud del compañero ante el estudio, la combativi- dad, la asistencia a la Cátedra Militar, cosas en las que yo considero está muy mal, además de no asistir a las reuniones de la Federación

168 Armando de Armas de Estudiantes, ni a los trabajos voluntarios, ¡y lo más importante!, no asistió a la Marcha del Pueblo Combatiente, ni tampoco participa en las actividades deportivas; yo sí he participado en todo eso, lo que pasa es que a lo mejor el día que yo iba, tú no ibas; no inventes, estás cogido, los papeles, mi hermano, los papeles son los que hablan, que para eso existe una Federación de Estudiantes y una Juventud Co- munista que trabaja eficientemente; moderador; un momento, un momento compañeros, yo soy aquí el representante del Partido y como tal he dejado que ustedes se expresen de acuerdo con los prin- cipios del Centralismo Democrático, he oído opiniones, ¿no?, a fa- vor y en contra, pero hay cosas aquí acerca del compañero que no se han mencionado, por ejemplo, miren, según el informe que tengo entre las manos referido al 6 de junio de 1980, ese día el compañero intervino en un incidente a favor de un traidor, el profesor de mar- xismo, de triste recordación para todos, en contra de la justa ira del estudiantado, y bueno, ¿cómo decirles?, no, no me interrumpa, Ama- dís, que ya usted habló a su debido tiempo y volverá después si lo cree pertinente y si la masa reunida lo entiende así, ¿por dónde iba?, ah, sí, ya, les iba a decir que el hecho de defender a alguien que va a ser golpeado, aunque ese alguien sea una escoria, y creo que es váli- da la aclaración, puede verse como un gesto valiente y caballeresco y hasta justiciero, porque aquí nadie está autorizado a golpear, no es política del Gobierno Revolucionario ensañarse con sus enemigos de clase, de manera gratuita, pero lo que sí debe quedar claro es que si el pueblo enardecido lo hace no podemos, no queremos, reprimir- lo, por un problema elemental de sentido común que entenderán los revolucionarios presentes aquí, pero, el caso de Amadís no es preci- samente ese, sino que lo grave está en que ese día se enfrentó a los estudiantes enardecidos, pueblo enardecido, armado de una bengala, y para conocimiento de todos, las bengalas no son sólo esos útiles instrumentos de señalización utilizados por los hombres del mar, son también peligrosísimas armas para ajustar cuentas pendientes entre los elementos de los bajos fondos de la sociedad; ¿bajos fon- dos en una sociedad socialista?; antes parecía que no, pero ahora resulta, con lo del Mariel, que putas, marihuaneros, chulos, marico- nes, guapos, tortilleras, estafadores de toda laya, asesinos y carteris-

169 La tabla tas representan un porcentaje bastante elevado en el seno de la So- ciedad Socialista; aleluya cha cha; el elenco del Show del Cabaret Guanaroca se complace en; el Lobo; oye, Amadís, hoy sí no pode- mos encañarnos, aunque es el día que más deseos he tenido de beber en mi vida, no por alegría, no, más bien porque estoy muy triste; despedir junto a ustedes un año más, el año 30 de la revolu- cióóóóóóóóón; Amadís; yo también, es como si sintiera un gran asco por todo, por todos, por ti, por mí; óoóóóóóóóóóóón, un año no ex- cento de dificultades, y errores, pero en fin un año de logros en lo económico, en lo político, en lo social, en la salud, en la educación, en la formación de las nuevas generaciones; el Lobo; pero mi asco por mí y por los demás creo que es el más grande del mundo, ¿sabes, Amadís?, me violaron en la prisión; Amadís; lo sé, y nada cambia, también sé que te bailaste a los dos tipos que tuvieron que ver con eso; el Lobo; con dieciséis años, un niño, estaba allí por fugarme del Servicio Militar Obligatorio, me empastillaron, ¿sabes?, parkinsonil en el café; generaciones que crecen en una sociedad sana, alejados de los vicios y aberraciones del libertinaje capitalista; cuando aque- llo yo creía que los tipos duros en la prisión eran como héroes o algo de eso, ¡héroes mierda!, y mi aspiración era ser como ellos, un día; Amadís; no te sientas acomplejado por eso que a todos nosotros nos han violado, nos han violado y vendido como carne de puerco, tu violación es sólo parte de una violación mayor; ¿y a mí qué cojones me importa la violación mayor, si yo tengo la mía?; pero no te pon- gas así, piensa que esa, la tuya, te la cobraste y bien, mientras que la otra, la grande, la de todos, esa está por cobrar, y hoy, ya ves, nos jugamos la única carta a huir como ratas, cuando podríamos jugár- nosla a tiros aquí dentro, pero tú y yo, demasiado pronto tal vez, hemos aprendido mucho y sabemos que no lograríamos nada, cuan- do más una mugrienta tarja en cualquier esquina del cabaret que diga, aquí murieron heroicamente en un enfrentamiento con la poli- cía política los luchadores por la Democracia y los Derechos Huma- nos Fulano y Mengano, y nosotros ajenos a las inversiones que se harán en el turismo y un borracho preguntándose quién carajo serían esos tipos tan jorocones mientras deja caer un chorro de vómito so- bre nuestros beneméritos nombres, no por ultrajarnos, sino simple-

170 Armando de Armas mente porque le vino la arcada y no pudo contenerse de tan borra- cho; el Lobo; estuve un mes ingresado en la enfermería, bocabajo, con las hemorroides afuera, levantándome nada más que para ir al baño, caminaba con trabajo, y las piernas abiertas como una jeva preñada, un dolor ahí del carajo, más el otro dolor, el de los comen- tarios, los cuchicheos y las risitas de todo el que entraba a la enfer- mería, asere, me sentía como un cubo de basura, cuando me recupe- ré me mandaron de nuevo para la misma galera, los guardias seguro pensaron que con lo que me había pasado ya todo sería un problema de adaptación y que estaría de jeva como pez en el agua y que yo no iba a hacer nada, todo el mundo pensó que no iba a hacer nada, ¡qué jodido es que piensen que no eres capaz de hacer nada!, porque al menos si creen en ti la cosa es más fácil, es sólo seguir la corriente, hacer lo que ya se esperaba, pero levantarse contra todos los pronós- ticos, demostrar que sí haces, que tienen que respetarte, es algo real- mente difícil, es como partir de cero al miedo, al miedo que todos deben cogerte para hacerte un lugar, un lugar por el cual ir escapan- do, haciendo las cosas más fáciles, entonces me faché una cuchara del comedor y pasaba las noches, riqui, riqui, riqui, contra el piso; jefe de galera; ¿quién cojone está afilando un yerro?; silencio silen- cio silencio silencio, la noche y el tiempo, todo el tiempo, eran míos y, riqui riqui riqui hasta que la dejé como un estilete; el Guareao, un negro alto y gordo, con 250 libras y tres muertos, trujano como él solo; a ver nenecita que ya debes estar bien de tu culito, tú verás que ahora no va a ser tan malo, no te va a doler como la primera vez, que para eso después que terminamos te lo abrí bien con un palo de es- coba, el panga mío fue sólo para ayudarme porque estabas un poco rebencú, pero ahora serás sólo mía, te tengo una litera cerca de mí con parabanes de toallas rosadas, como una princesa, esta noche te me vas a dormir para allá y serás la niña que mejor ha vivido en cualquier talego del mundo; estaba oscuro y ya por la madrugada me vino a entrar por los pies, dejé que se me subiera, y entonces le tiré con toda mi alma de abajo hacia arriba y lo ensarté por el cuello en la misma ollita, chuaf, y se la enjuagué adentro, chuaf, y se la volví a enjuagar, se quedó paralizado en un ronquido, en un hipido esca- pándosele por el agujero, como un puerco cuando le dan la puñala-

171 La tabla da, meneó la cabeza como a ritmo de coyunte, me empapó de sangre caliente, quemante, y se le fueron doblando las manos, hasta quedar sobre mí semejante a un enorme cangrejo, un cangrejo dormido, así nos quedamos un rato, no sé cuánto, hasta que me despabilé y me le corrí despacito por un costado, entonces fui para la litera del otro, más ágil, segundón del Guareao, dormía como dicen que duermen los buenos, se la entré por un ojo y se le fue un berrido que me eriza nada más que de acordarme, fue a pararse en los codos, y se la volví a entrar, pero ahora entre el cuello y la clavícula por ese hueco que tiene uno, ¡salva sea la parte!, que le dicen la jabonera, estuvo ago- nizando una pila de días en el hospital antes de irse para la otra cuartería; al compañero Amadís hay que tenerle en cuenta aquí tam- bién lo positivo, ¿no?; sí, sí, pero ya hemos visto lo de la bengala, y eso es inadmisible en la historia de un centro del prestigio que tiene esta Universidad en el país; bueno, yo, a pesar de todo, quiero hacer constar que el compañero Amadís, bastantes croquetas que vendió para recaudar fondos cuando lo del Décimo Festival Mundial de la Juventud, ¡y eso, compañeros, hay que tenerlo en cuenta!, porque; si ellos supieran, la mayoría del dinero de las croquetas fue a parar a mi bolsillo, Amarilys y yo por primera vez en un restaurante de lujo, Amarilys que quiere pedirme una cosa que hace tiempo está por pedirme, que ella me quiere mucho mucho, que no soy capaz de imaginar lo mucho que me quiere, y yo; camarera ponme dos cerve- zas más y ponte una para ti; ¡la calidad es el respeto al pueblo!; y corre solícita que se le quieren partir las patas flacas; las camareras debieran tener buenas piernas y sonrisa seductora y ojos insinuantes y manos finas; estas croquetas son una maravilla, son las croquetas de oro, oro del moro, del moro ñángara, se siente una enorme satis- facción cuando se le roba a esta gente, a ellos que lo tienen todo, que pretenden controlarlo todo; Amadís yo quisiera que nos casáramos; pero si lo hacemos igual; no es igual porque lo hacemos escondidos en la manigua; es mucho más emocionante, cuando la gente se aco- moda pierde la ilusión, ya quisieran muchas esposas de encumbra- dos dirigentes hacerlo como tú lo haces; ¿y las hormigas?; pero no mires la parte mala nada más, que me parece que hay más buenas que malas; papi estuvo hablándome de eso, de que deberíamos ca-

172 Armando de Armas sarnos; LOS BUENOS AL FESTIVAL MUNDIAL DE LA JUVEN- TUD Y LOS ESTUDIANTES; vino a hablarme el padre de Amari- lys, alias Don Corleone, alias el Calvo, alias Mano Buena, administrador de centros de la red gastronómica; Amarilys me dijo que se querían casar, mira aquí tienes 1.000 pesos, nada más para la luna de miel, de lo demás me encargo yo; Amadís nunca había visto 1.000 pesos juntos; ella me gusta, tiene buenas nalgas y caderas, aunque dicen que las mujeres así se ponen después, al parir, que parecen vacas de gordas, pero no sé si la quiero, o a lo mejor va y la quiero, de todas formas 1.000 pesos es mucho dinero para estar dán- dole tanta vuelta a la cosa, ¿la cosa?, la cosa en sí, la clase obrera evolucionó de clase en sí a clase para sí, la felicidad para sí, el dine- ro para sí, el pueblo para sí, Dios para sí, patria para sí, héroes para sí, la mesa para sí, la hembra para sí; el Lobo y yo nos hemos cam- biado, intercambiado las hembras muchas veces, la mesa de noso- tros es la que más hembras atrae en todo el cabaret; desde que nos sentamos a la mesa la Gata no ha hecho más que mirar a Luly, y Luly se hace la que no, pero sí, es bueno esto de estar en un cabaret to- mando Havana Club, añejo, siete años, tan alegre, tan ajeno a los cañaverales y al lomo doblado de los hombres bajo el sol, en su or- gullosa y etiquetada erección, tan limpio de la grasa de los centrales, tan elegantón, tan dador de divisas convertibles; ¡cómplice, una y mil veces cómplice del orden de cosas!; tan olvidado de su pasado de sangre y barracones y negros y contrabandos y burdeles y conci- liábulos de piratas al acecho en plan de ataque sobre la ciudad de La Habana, tan burgués, y tan degustado por la selecta Vanguardia de la Clase Obrera, y por el lumpen-proletariado, rodeado de mujeres y lentejuelas y luces y los maricones un primor bailando allá arriba en la pista, la primera vez que me senté con Oriana aquí en el cabaret le dije; ¿ves al que baila a la izquierda en la pista?, ¿sí?, pues es tre- mendo guapetón, le mete una puñalada a cualquiera; y Oriana; ¡no chives, chico, cualquiera diría que es maricón!; y el hombrín giraba y giraba y desplegaba las alas a la luz, mariposa de la luz, de la no- che, y quisiera haber venido una noche de estas con cuatro granadas en una jaba y tirarlas hacia arriba sin espoletas, contra las luces del techo; ¡a comer naranjas, muchachos!; y ¡búmbata búmbata búmba-

173 La tabla ta! los chivatos en el aire, las putas, los jineteros, los hijitos de papá, y los que no tienen madre, los funcionarios que esa noche anuncia- ron a sus esposas que irían a una reunión sobre la zafra, y sus queri- das a la moda, las tortilleras empedernidas, el pelotón de policías y Boinas Rojas que custodian el cabaret y se dan sus tragos de Havana Club con la complaciente complicidad de los cantineros, desmem- brados, todos desmembrados, cayendo sobre las mesas y las alfom- bras, piltrafa, lluvia de sangre multiplicándose en los reflectores, orgía de sangre y luz, hice bien en enterrar la pistola y no decirlo a nadie, ¡ni en el Lobo confío!, así está segura para cuando llegue la hora, ¿qué me une al Lobo?, no sé, la verdad que no sé, sólo sé que no sé nada, todos se creen aquí que son muy duros y muy bárbaros y si Atila los viera les tiraba una sonora trompetilla, el gran invento de nosotros, la trompetilla es nuestra contribución a la universalidad, ella es a nosotros como las artes marciales a los japoneses; un samu- rai se va a la guerra y regresa al cabo de cuatro años para encontrar sobre la estera del hogar la nota siguiente; ¡Tatica, me fui con Yama- moto, la carne llama a la carne!; entonces el pobre samurai vencedor de mil batallas y matador de tantos enemigos que ya ni se acuerda, se arrodilla sobre la estera y se hace eso, ¿cómo se llama eso que se hacen los samurais?, ¡ah, sí, ya sé, el haraquiri!; ¡no, chico, lo que se hizo fue tremenda paja!; estupendo lo de venir aquí con un bolso de granadas, ¿tendré yo alguna tendencia al terrorismo?; una vez tomá- bamos alcohol de noventa grados, en la caseta de una parada de guaguas, a una hora en que ya no pasaban guaguas y nada más está- bamos el grupo de jodedores, medio borrachos todos y tiré una bo- tella contra el techo de concreto burdo a un metro más o menos so- bre nuestras cabezas y fue una explosión linda contra el silencio de la noche, porque los grillos habían callado y ya no teníamos nada que decirnos, y el rosario de vidrios cayó del cielo, digo del techo, y no hirió a nadie, y la gente, ¡Amadís tú estás loco, nos vas a matar!, aquí todos estamos locos locos locos locos locos de remate, y tiré otra botella y nada, ni un rasguñito para nadie, y se animó la conver- sación y estuvimos hasta el amanecer tomando de lo más felices de nuestro alcohol de 90 grados; ¡vamos a luchar en contra del terroris- mo que es una mala hierba, la marihuana es una buena hierba!; terror

174 Armando de Armas de izquierda y terror de derecha, un terror todos los terrores; GRAN- MA; los apátridas y gusanos al servicio de la CIA han querido tron- char la sonrisa de futuro de nuestros niños con el brutal incendio del círculo infantil Le Van Tam, ¡qué hubiera sucedido de no ser por la eficaz acción de los compañeros del Ministerio del Interior, del cur- so de bomberos, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, de los CDR y pueblo en general!, que se personaron inmediatamente en el lugar de los hechos; Hitler culpando a los elementos comunistas del incendio del Reichstag y desatando una feroz cacería de comunistas; el gobierno de los E.E.U.U. acusando a España de la voladura del Maine y penetrando con sus fragatas en la bahía de Santiago de Cuba, mientras Calixto García al frente de sus hombres macheteaba en la costa a los españoles que lograban llegar a nado desde sus na- víos hundidos por los torpedos norteamericanos; Stalin, divinidad creadora de complots y enemigos del pueblo por toda la Unión So- viética y salvador de la patria y del arte y la cultura del pueblo sovié- tico; como una de las premisas para la formación integral de la per- sonalidad del individuo en el Socialismo, nos proponemos desarrollar en los niños el sentido de la visión estética de la realidad; pero la escena del Le Van Tam no tiene desperdicio, era como si los perio- distas amaestrados de la televisión estatal, los bomberos y policías estuvieran apostados a la espera del incendio, de salvar a los niños y atrapar a los saboteadores; cervecera, mesas vacías, dos o tres indi- viduos ubicados por los rincones comentan en voz baja sobre los últimos acontecimientos, Amadís prefiere leer entre sorbo y sorbo de una jarra de cerveza, y de vez en cuando levanta la vista como ido en el recuerdo o el análisis o el disfrute de insospechadas interrelacio- nes; ¡estamos mejor que nunca!, podemos aceptar cualquier reto im- perialista, cualquiera, antes nos llevaban profesionales, ahora les tocó llevarse al lumpen; NOTICIAS DE MARIEL; el lunes salieron por esa vía 4.344 elementos antisociales; Amadís vuelve la página y, foto de cubano en Fort Chafee, de rodillas, de espaldas, esposado, pie de foto; ¿qué pensaba, que iba a encontrar allá ese policía que encontró en Cuba, el único que había conocido hasta ahora; ese po- licía humilde, respetuoso, recto, vecino quizás de su propia cuadra, joven comunista, incapaz de vejar y humillar a un ciudadano, aun-

175 La tabla que se tratase incluso de un ciudadano como él?; ni miente Granma, ni miente el pueblo; Amadís, media sonrisa, un trago largo, le gusta esto de sentirse la cerveza fría bajándole por el gaznate, mientras afuera el sol reverbera en el pavimento y una cálida brisa viene del mar, ese mar que siempre añoró aun cuando sólo lo imaginaba como un charco brincable a saltos de una piedra a la otra, habitado por negros y cabezones gusarapos; gusarapos que una vez le llevaron la más grande de las sorpresas cuando habiendo ido de pesquería por los caminos reales fue capturando la mayor cantidad posible y ence- rrándolos en antiguos pomos de chocolate en polvo; antiguos porque el criminal bloqueo norteamericano a la isla hacía años que impedía el paso del cacao de Oriente a Las Villas; que le hacía la boca agua al recordar pasados desayunos de leche con chocolate, ¡y quizás ga- lleticas de soda!, no podía precisar bien; para guardarlos bajo la cama con la esperanza de que un día se convirtieran en rutilantes pececitos de colores como había visto en peceras de algunas casas de la ciudad, y descubrió una mañana que a los supuestos pececitos les salían paticas y brincaban desde el borde de los pomos convir- tiendo el piso de tierra de la casa en un ranero que dejaba pequeña la invasión de ranas que Jehová envió sobre Egipto cuando castigó al Faraón por no dejar marchar en libertad al pueblo de Israel; y siente una especie de regusto morboso al mirarse las marcas en carne viva de la última vez que la policía le puso las esposas; ¿esposas?, ¿por qué les dirán esposas?, ¿es que puede haber algún tipo de relación entre ese instrumento policiaco, niquelado, frío, que aprieta más en- tre más fuerza hace el novato por intentar aflojárselas y una hacen- dosa, fiel, complaciente, amorosa y erótica esposa?, tal vez, tal vez, nunca se sabe de las posibles relaciones; la primera vez todo resulta muy cómico, ¡para el policía, claro!, pateas, gritas, halas, retuerces las manos, las enflaqueces y escupes para ver si resbalan y las sacas, pero nada, siguen apretando como un implacable cangrejo de plata, que arranca la piel en rodillos y tranca la circulación, entonces si te rebajas y el guardia no es una mala persona va y te las afloja un poco con la llave, pero si es alguien deseoso de hacerse notar, de usar la pequeña porción de poder que le tocó en suerte, te dice; ¡jódete!, ¡¿tú no eres guapito?!; después que aprendes la cosa es más fácil porque

176 Armando de Armas te estás mansito como un buey viejo y te empujan y conducen y tú como si nada; la máquina bajaba por Prado como una migaja de pan conducida por las hormigas, el parabrisas roto, palos y cabillas enar- bolados, el techo aplastado como si le hubiesen dejado caer un trac- tor encima, vociferantes muchachos subidos al techo; estos mucha- chos podrían ser antecedentes, controlados y oficialistas ahora, de lo que en años venideros serían bandadas de punks sobre el techo de las guaguas en un franco desafío a la muerte; el hombre conduce, la cara sucia, los ojos amoratados y queriéndoseles salir de las órbitas, tiem- bla, la vieja mete una mano para abofetearlo, la vieja se fractura la muñeca contra la columna niquelada de la ventanilla, entonces el hijo de la vieja se alza de entre la multitud esgrimiendo un punzón y lo clava dos veces en la espalda del hombre, el hombre venía de despedir a sus hijos que salían por el Mariel; y bien, nada mejor que música y alegría para despedir el año 30 de la revolución, y como de música y alegría se trata, nos complacemos en presentarles a alguien muy querido por ustedes; ¿volveré algún día a despedir un año en Cuba?, en Cuba no se despiden los años, al menos hace 30 años, lo que se hace es esperar el Primero de Enero, ¿el Lobo sentirá lo mis- mo que yo siento?, es posible que sí, pero no puede, o no quiere conceptualizarlo, y es probable que si alguien tratase de convencerlo de que nos vamos más por una búsqueda de la espiritualidad, o más bien por una búsqueda del libre albedrío, que por la posesión de un carro, ¡aunque sea recogido en un basurero!, o de un equipo de video donde ver películas porno y de sangre corriendo a raudales, y por tomar cerveza de latica, de esa que tiene un oso polar encaramado sobre un témpano de hielo en ademán desafiante de la tropicalidad, vestir buena coba y andar con putas de lujo alquiladas hasta para una temporada en Hawai; se le reiría en la cara, pero yo sé que sólo en la superficie porque allá muy en lo profundo él debe sentir el aletear de esa palomita ciega y puede que hasta medio tonta que es la espiritua- lidad y que pugna por salir debajo de varias costras de mierda que durante mucho tiempo alguien le ha estado echando encima; la Gata sigue en su asedio lento, pero estudiado, de Luly, la Gata es una fiera para las hembras, siempre acechante, siempre pendiente de la menor debilidad en la defensa para lanzarse al ataque, cortejadora

177 La tabla primero, y a fondo después, casi siempre fulminante por aquello de que una mujer casi nunca está preparada para defenderse de otra en el terreno de la eroticidad, por lo que siempre están expuestas a caer bajo los influjos de una Gata asaeteadora, halagadora a veces, com- placiente siempre, oportunamente dominante y abierta a las confe- siones acerca de desilusiones sufridas a manos de hombres presun- tuosos y demasiado confiados de las virtudes de la penetrabilidad, incapaces de robar una flor, y de mamar allí donde han eyaculado; la Gata es también tremenda hembra, el Lobo y yo la iniciamos cuando tenía nada más que dieciséis años y debe andar ahora por los diecio- cho, y lo que más me gusta de ella es el brillo de los ojos en el mo- mento de la cacería, y su disposición a compartir el botín con el Lobo y conmigo, y el convencimiento, ¡gritado por ella a viva voz en los bares de la ciudad!, de que dos mujeres solas resultan bastan- te aburridas, ¡siempre mejor que entre un hombre y una mujer!, pero que la cosa cambia totalmente cuando las dos mujeres se convoyan con uno o dos hombres desinhibidos y gozadores como lo somos el Lobo y yo; Luly se hace la que no, pero yo creo que sí, que es cues- tión de tiempo y de hablarle bien del asunto, como sabemos hacerlo nosotros tres, consagrados maestros, y de que la bebida la ponga sabrosa, y es posible que esta noche no se dé, pero otra noche se dará, aunque esa otra noche el Lobo y yo no estemos aquí para go- zarla me complace imaginarla, y saber que nos agradecerá la ayuda que le dimos en el camino de la verdad orgiástica; Amadís, de pelo largo y encrespado, alborotado como pajonal, vestido con un jeans azul desteñido, cubierto de parches, y un pulóver negro con una enorme calcomanía del grupo Kizz; los del grupo están como meti- dos en una nube de humo y endemoniadamente drogados; calzado con tenis escritos con letreros en inglés con faltas de ortografía, hi- perquinético, se somete al cuéntame tu vida del llenado de planillas de ingreso a la Universidad en la facultad de Letras; nombre, direc- ción, nombre del padre y de la madre, nombre de los abuelos pater- nos y maternos, familiares en el extranjero, país donde residen, año en que abandonaron el país, motivo del abandono, relaciones con esos familiares, si dichos familiares militan en organizaciones con- trarrevolucionarias, nacionalidad, número del carnet de identidad,

178 Armando de Armas tipos de enfermedades que padece, específicamente enfermedades mentales o venéreas, creencias religiosas, visión del mundo en que vivimos, expediente escolar, integración revolucionaria, origen so- cial, salario devengado por cada integrante del núcleo familiar, car- gos ocupados en organizaciones juveniles y de masas, disposición combativa y disposición a cumplir misiones internacionalistas, otras carreras que le hubiera gustado estudiar, motivos por los cuales quiere estudiar, aclaración, si lo hace por mejorar su nivel de vida o por ser más útil a la sociedad; pondría que fui jefe de una pandilla en la escuela primaria, ¿pero cómo explicar que lo hacía imitando a las guerrillas que luchaban por la libertad en Asia, África y América Latina?, por sí o por no, que el papel aguanta lo que le pongan, es mejor que haga constar que fui jefe de destacamento pioneril, presi- dente de los estudiantes en la secundaria, delegado a no sé qué con- greso de espeleólogos juveniles, jefe de los círculos de interés mili- tar en el municipio, ¿investigarán esto?, no, seguro que no, a lo hecho, pecho, lo único que no puedo poner es la verdad, la verdad os hará presos; la presidenta de la FEU; compañero Amadís, estuve analizando las planillas de los nuevos ingresos y he podido ver que usted tiene una envidiable trayectoria como cuadro estudiantil; ¿cua- dro?; un marco en la pared con una foto de Cristo o de Lenin o de Martí o de Fidel o de Stalin o de Hitler o de Mussolini o de Alguien, un cuadro espeluznante, un cuadro clínico, un cuadro de Picasso, un cuadro de tortilla, pero, comúnmente un cuadro es sólo una tela o papel enmarcado en metal o madera, independientemente de las fi- guras que contenga, que lo esencial es la función enmarcadora; y ese tipo de cuadros como tú, con experiencia, es lo que necesitamos en la Universidad para que las cosas marchen porque como tú sabes la experiencia vale mucho en el cuadro, un cuadro sin experiencia pue- de que tenga muchos deseos de hacer, pero de nada le servirá ante los múltiples y complejos fenómenos que se le presentarán en el ejercicio de sus funciones; ¡caramba!, qué buena está la dirigente, heredera de las mejores tradiciones de lucha del estudiantado cuba- no, de Mella, de Villena, etcétera, tiene unas nalgas que ya quisiera yo cogerlas por un día de fiesta, ¡lástima que coma tanta mierda!; sí, yo entiendo lo que me quiere decir, pero no quiero dirigir en la Uni-

179 La tabla versidad, sino dedicarme enteramente a mis estudios, porque he oído que aquí las evaluaciones son constantes; pero no me vaya usted a venir con esas, Amadís, que usted muy bien sabe que el estudio es sólo un elemento más de la formación integral que venimos a recibir en la Universidad, que la revolución puso en nuestras manos, y es una lástima, qué diría yo, una lástima, un verdadero crimen que un compañero como usted se nos anquilose y no contribuya a la forma- ción integral de otros compañeros menos desarrollados política e ideológicamente, además de que en las tareas de la Federación Estu- diantil Universitaria, en la FEU, no todo es sacrificio, sino que entre nosotros, los miembros del secretariado, amenizamos de vez en cuando con sanas fiestecitas revolucionarias; bueno, mire, déjeme pensarlo porque a la verdad, así de repente no estoy preparado para darle una respuesta; está muy bien, piénselo, yo mañana lo vuelvo a ver, pero de entrada le digo que aquí el trabajo como cuadro le va a resultar muy interesante, digo interesante porque es difícil, en la Universidad la masa estudiantil tiene un promedio mayor de edad, y se presentan algunos problemas graves de diversionismo ideológi- co; cuento de Pepito, llega Pepito muy alborozado al aula; ¡maestra, maestra, la gata de mi casa parió cinco gaticos y los cinco son comu- nistas!; ¡ah, sí, qué bueno!; al otro día vuelve Pepito; ¡maestra, maestra, la gata de mi casa parió cinco gaticos, y los cinco son co- munistas!; y así hasta que un día vuelve Pepito con la misma histo- ria; ¡maestra, maestra!; y la maestra cansada; sí, ya sé, que la gata de tu casa parió cinco gaticos y que los cinco son comunistas; ¡no maes- tra, ya no, ya abrieron los ojos!; pero por eso mismo, requerimos de una dirección fuerte, unida, compacta y monolítica para enfrentar cualquier germen que intente desarrollarse en nuestro seno; por cier- to, que ella también posee unos senos como para amamantar a un pelotón, cosa bastante poco frecuente en mujeres fondilludas, por aquello de que en este mundo nada es completo; germen atentador contra nuestros principios; ¿qué principios?, es que por ventura es- tamos en los tiempos de los principios del fin; al día siguiente; bue- no, Amadís, supongo que ya te hayas decidido; no, todavía; y al otro; Amadís, qué sorpresas tienes para mí; no, por ahora ninguna; y al otro; bueno Amadís, ya está bueno de indecisiones pequeño burgue-

180 Armando de Armas sas; mira, chica, quieres que te diga una cosa, yo en mi vida no he sido ni boy scout, inventé todo eso en la planilla porque vi que todo el que entraba aquí había sido dirigente y de trayectoria ejemplar, y pensé que yo no podía ser menos; ALARMA AÉREA; ésta nos avisa de la proximidad de aviones enemigos, que vienen a sembrar la muerte, el terror y la destrucción; ¿QUE HAGO AL OÍR LA ALAR- MA AÉREA?; protegerme en el refugio, zanjas, alcantarillas, sóta- nos, badenes, árboles y todo aquello que me pueda brindar protec- ción contra la fragmentación y la onda expansiva de las bombas; ¿POR QUÉ VÍA ME LLEGA LA ALARMA AÉREA?; sistema cen- tralizado de sirenas, radiodifusión nacional, discos de arados, etc., en el trabajo, en la calle, en la escuela, en la casa; en la Universidad había también profesores honestos, orgullosos de su profesión, y verdaderos trabajadores de la cultura, pero ninguno fue conmigo como Hernán Cortés, que contaba a quien quisiera oírlo que era des- cendiente de Hernán Cortés el conquistador del imperio de los azte- cas; por supuesto que yo no podía conciliar la imagen del recio gue- rrero medieval-renacentista, con todo lo que implicaba en metodología de la crueldad y espíritu de cadenas y barrotes y aven- turas y acorazamientos y ciudades sitiadas y encerramiento y óxido y polvo y mosquetes y almenas y sudores de caballos y corredores secretos e intrigas y doblez y superstición, con la imagen de un pro- fesor de Historia de Cuba, mirada dulce y ademanes delicados y poseedor de un perfecto dominio del método marxista de investiga- ción histórica regional, justo a la hora de distribuir los puntos en las evaluaciones, exigente, y de una inteligencia; no estoy queriendo decir que el conquistador no la tuviera; poco común en cátedras uni- versitarias invadidas por núcleos del Partido, sindicato, trabajos pro- ductivos-voluntarios, intransigencia revolucionaria, actitud ante la defensa y pelotones formados para marchar los fines de semana por plazas públicas y estadios de pelota al son de 1, 2, 3, 4, ¡el pueblo unido jamás será vencido! y ¡yanki desmaya eso!, además de una ola de proletarización que hacía de buen gusto que un profesor impartie- se sus clases tocado de un rutilante casco blanco de constructor, y de una tendencia a reescribir la Historia, y la Historia de la Literatura, cosa bastante perjudicial a nivel de toda la sociedad, para no ser

181 La tabla francamente traumatizante en la Facultad de Humanidades; genealo- gía importante la del profesor Hernán, porque de ser cierta venía a ser una prueba más de que Cortés aprovisionó sus naves en Trinidad; la familia del profesor es originariamente trinitaria; de salazones, vinos, caballos y de algún que otro vecino que se enroló en la expe- dición para escapar al tedio de una paz casi paradisíaca, antes de partir a la conquista de un mágico imperio de jade, plumas multico- lores y oro, mucho oro, como hasta ese momento nadie había imagi- nado; genealogía más importante aun cuando la mayoría de los pro- fesores de la Universidad trataban, los que no la tenían, claro, de procurarse una genealogía evidentemente tercermundista, llegado el caso de un profesor Tal que se proclamaba descendiente del Gran Cacique Manicaragua, muerto valientemente combatiendo al inva- sor español en las lomas de dicha localidad; holocaustos, magnifi- cencia, vocación de muerte, inmolación, Historia escrita con sangre, sacrosanto olor a pólvora, pólvora y aguardiente, enaltecimientos, cargas, toques a degüello, heroicidades, martirologio, desmembra- mientos, ahorcamientos colectivos, revanchas, cañaverales en lla- mas, abajo la propiedad, temeridad, ajusticiamientos, atentados, trincheras, contrabandos, anarquismo, Ismo de los Arcos del Ano, tierra arrasada, balas y machetes, la Verdad Absoluta, desprestigia- dos dogmas, idolatría del Héroe, ditirámbicos cantos a las bajas pa- siones, óptimo aprovechamiento de las bajas pasiones por parte del Poder, nefasta herencia de una Castilla hecha más a la espada cerce- nadora de cabezas y al tropel de caballos enjaezados; Conquista; que al fomento de las haciendas y al desarrollo de habilidades industrio- sas; Colonización; jugadores de juegos prohibidos y perdidos de an- temano, endurecimiento del alma, tendencia a la vida fácil, y su opuesto, plañideros llamados al sacrificio y la inmolación, solución de conflictos internacionales al conjuro de la brujería, miedo al va- cío que se llena con esperpénticos aguajes de objetivos a cumplir a largo plazo por generaciones venideras, es decir, eyaculantes; pre- juicios entronizados, errores que nos condujeron al GRAN ERROR, que no deben llevarnos al cometimiento de errores de signo supues- tamente contrario, que el error de cualquier signo o en nombre de cualquier fin, dígase el más noble, es siempre error, terror, y ésta

182 Armando de Armas debe ser tribu que entierre de una vez y para siempre sus viejas y ensangrentadas hachas, sus ídolos monstruosos, sus apestosos osos sacrificadores de vidas para el altar de su gloria, que olvide sus ideo- logías, que olvide sus sagas, para el goce de un casabe que muy bien podría ser el bíblico Maná, no precisamente caído del cielo, sino de los dólares, de la productividad transmutada en dólares; y con ello la tribu no olvidará su Cultura, sino que se insertará en la Universali- dad de la Cultura; alguna vez quizás me ponga de acuerdo con el profesor para escribir una novela sobre fantasmas que una vez visua- licé caminando por las calles de Trinidad, era en el crepúsculo, y un jinete se alejaba a todo galope de la Plaza de Armas hacia un bosque de palmeras en una altura a las afueras de la ciudad, donde esperaba una dama cubierta con velo blanco ansiosa ante la inminencia, y la conciencia, de violar las rígidas reglas de la rancia aristocracia de la villa al entregarse a un oscuro aventurero, para colmo, prófugo de la justicia del Señor Gobernador Diego Velázquez, que partiría al otro día a la conquista de un quimérico reino, con más nubes en la cabeza que posibilidades de éxito; el profesor Cortés descubrió que yo era algo más que un alocado muchacho, un hippy, que venía a la Univer- sidad como quien va a una aventura, con claras tendencias a la mar- ginalidad, y a la guapería, que rezumaba ámbito carcelario y bares de mala muerte en el vestir, el caminar y el hablar en jerga, hablar a duras penas contenido ante los profesores de la facultad, y lo más importante, me lo descubrió a mí, que fui el más asombrado cuando empecé a ser el primero en su clase, cosa que no hizo mucha gracia a algunos compañeros de aula, que entre risitas insinuaban una espe- cie de trato deshonesto entre nosotros, por suerte no cogí a ninguno en el brinco y vine a saberlo mucho después cuando ya no me con- taba entre los alumnos de la Universidad, fue entonces que se me hizo más interesante la aventura de la intelectualidad que la aventura de los aseres, las borracheras y las reyertas; realmente hasta hoy nunca estuve seguro de si sucedió realmente o fue efecto de la mari- huana, yo venía por la calle vacilando la nota cuando la viejecita me llamó de una casa con puerta prendida al marco por una esquina; por favor, joven, ayúdeme a poner en la cama a mi hija que es inválida; detrás de ella estaba el viejo, y me guiaron a una oscura habitación

183 La tabla donde me golpeó en la cara el vaho de sábanas resecas en meados, en un sillón descubrí a la anormal, descomunal masa de carne blan- co-lechosa, fofa y gelatinosa, que movía a un lado y el otro una ca- becita con una boca que chillaba y dejaba caer un interminable hilo de baba; la vieja; joven no tema que ella no hace nada, es que está enferma de los nervios; bueno, ayúdenme a pasarla para la cama; no, nosotros no podemos, estamos muy viejos ya para hacer esa fuerza; la tomé entonces por debajo de las axilas, y no pude respirar, no sé si por la peste o por la impresión que me producía todo aquello, ha- ciendo un esfuerzo tremendo logré levantarla algo del sillón, pero pesaba una barbaridad y los brazos me temblaban y entonces la vie- ja comenzó a gritar; ¡ay ay ay ayayayyyyy ay ay ay ayayayyyyy ayayayyyyy que se cae, ayayayyyyy que se me cae la niña, el desca- rado va a abusar de la niña!; y el viejo, con una boca cavernosamen- te desdentada; ¡cállate loca, no seas imbécil, que él no le va a hacer nada!; no pude con aquello, me subí la manga de la camisa y le en- señé al viejo la enorme cicatriz en mi hombro como justificación a mi impotencia, salí a la calle, respiré profundamente y me dejé en- volver como en un salvavidas por las luces de la ciudad, durante todo este tiempo he pensado, he querido pensar, que fueron alucina- ciones, que la marihuana me jugó una mala pasada, que no es verdad que cada noche hay alguien en la ciudad que guiado por macabra ruleta rusa vaya a pararse justo frente a la puerta de la vieja, pero hoy me he topado con un socio que hacía tiempo no veía, y por todo sa- ludo me dijo excitadísimo; ¡tú que eres escritor! ¿si vieras lo que me acaba de suceder?; y ya sabía yo lo que le había sucedido, y entonces se lo conté tal y como nos había ocurrido a los dos, que es algo que da para un buen relato de horror, pero no sé si me atreva, si realmen- te pueda ser capaz de llevar a la realidad de la literatura el horror de descubrir que las alucinaciones de la marihuana tienen vida propia, existen al margen de ella, golpean y se hacen sentir a través de una vaharada de meados en la oscura habitación de una anormal y de los gritos histéricos de una vieja; ¡el descarado va a abusar de la niña!; que cada noche sale a la puerta de la calle, extrañamente prendida a una esquina del marco, a la caza de ingenuos transeúntes; yo coha- bitando con el monstruo, yo sobre o debajo de la gelatinosa montaña

184 Armando de Armas de carne babeante y apestosa a meados, un meado viejo y persisten- te como de dioses anteriores al Dios, quizás ella misma un dios ve- nido a menos; pero no se me asuste, amigo, que según la teoría de las probabilidades es muy difícil que en una ciudad de tantos habitantes le toque a usted ser la víctima una de estas noches, ya a mí me tocó y es suficiente, nadie en el mundo debía estar en paz consigo mismo si yo bebo para olvidar que cuando termine este show romperé a punta de pistola con las cosas que más quiero, que quizá tenga que bailarme al menos a un tipo, que quizá me bailen a mí, que quizá me lleven a bailar al talego que sí no es alucinación de la marihuana; y esta noche me comeré un lechón asado, un lechón asado, un lechón asado; cubanía, sí señor, es lo que se desprende de esta pieza que nos acaba de interpretar nuestro requetequeridísimo cantante; aquí me he sentado a todas las mesas y en cada mesa y recoveco de este ca- baret tengo algún recuerdo, es como un microcosmos que odio por todo lo mediocre y estúpido que hay en él, a lo mejor porque encie- rra todo lo que de mediocre y estúpido hay en mí, pero, es indudable, tiene sus encantos, un encanto enfermizo, huérfano de toda manifes- tación estética, algo como la búsqueda de la carne, la carne como suplantación de cultura, valores, conceptualizaciones, dogmas, com- promisos, ideologías; toneladas de carne putrefacta, chamuscada, desgarrada, cubierta por nubes de moscones verdes que escapan al control de la Sección de Higiene y Epidemiología de los Órganos del Poder Popular; el Poder es UNO, el del poder; nadie atenta, na- die puede, nadie osa siquiera pensar en atentar contra el apestoso poder de la carne y sólo es posible el paliativo de los pañuelitos para las narices de pudibundos príncipes de la aristocracia partidista; bai- la, baila como Juana la Cubana, baila, baila como Juana la Cubana; Juana la Cubana, Juana de Arco y Juana la Lista, tres Juanas conti- nentes de los elementos que conforman la juanidad, pero, la juani- dad como tal no tiene importancia, importancia podría tener la cuba- nidad; ¡sobre todo para los cubanos!; aunque, es preciso decirlo, la cubanidad y la juanidad podrían estar interesantemente relaciona- das, o tal vez sólo se trate de la existencia de una Juana la Cubana, lo cual no tendría nada de extraño en otro contexto cualquiera, pero aquí en este cabaret el epíteto, La Cubana, adquiere una connotación

185 La tabla especial por cuanto la mayoría de las Juanas presentes, o mejor la mayoría de las mujeres presentes, no son cubanas, o al menos las que hay no son, precisamente exponentes de la cubanidad; ¿y qué es la cubanidad?; oiga compay, usted no tiene compasión de mí y me las pone de humo, pero no obstante trataré de decirle lo que pienso o más bien lo que siento por cubanidad, y lo que siento es como un impulso, sí, sí, no se me ría, para bien o para mal, la caballería cuba- na que destroza los cuadros españoles, cercena cabezas y se lleva de cuajo, limpiamente, el cañón del Máuser, el asalto con escopetas y fusiles de caza a un Moncada erizado de nidos de ametralladoras, jóvenes lampiños penetrando pistola en mano hasta los aposentos de Batista, un 13 de marzo, y la muerte de presos políticos plantados contra Castro ante la indiferencia de unos y la complicidad de otros, también esos locos disidentes que ahora se organizan por toda la isla, gérmenes de sociedad civil les llaman los organismos interna- cionales, gérmenes patógenos les llama el régimen, en la idea de democratizar un país erizado de cañones y dominado por dos mafio- sos, marxistas testiculares; soplo, tromba, remolino, Huracán, cente- lla, estampida que se diluye en el contoneo sensual de las nalgas detrás de la conga, en grandes calderos de arroz congrí, en el lechón asado en puya y en los inquietantes ríos de aguardiente, ¡claro!, tú te ríes porque tales bacanales son ya más bien nostalgia de este pueblo, o más bien de la gran mayoría de este pueblo, que todos, indepen- dientemente de posiciones alcanzadas, privilegios y claudicaciones, somos el pueblo, que el perro por sarnoso y huevero no deja de ser perro, es decir, con los elementos de la perrunidad más o menos desvirtuados; pero te olvidas que a cambio de esas bacanales des- aparecidas nos han dejado los Domingos de la Defensa, la guardia de los CDR, los mítines relámpago, los chequeos de emulación, los cumpleaños colectivos, el arte en las FAR y el arte en las fábricas y otras hierbas olorosas que ni los chivos las comen; no, chico, eso son elementos exógenos, extremismos de comecandelas que demasiados problemas han causado ya, no podemos renegar de la cubanidad, reneguemos de los Papas Controladores del Impulso, Totems Reve- renciables de una tribu nada tendente, por cierto, a divinizar a los hombres por aquello de que bajo la sotana hay un par de cojones

186 Armando de Armas igual a los míos, y sincrética hasta el punto en que cualquiera se te puede presentar como blanco y católico, y cuando investigas un poco te das cuenta que el individuo no es blanco ni católico, o es las dos cosas y otras cuatro más; bueno, ya te entiendo pero, ¿hay dos tipos de cubanidad?, ¿la que cruzó el Estrecho de la Florida y la que quedó en la metafísica de las marchas del pueblo combatiente?, ¿cuál es la valedera?; no, mira, la cubanidad es una en sí como la Santísima Trinidad es UNA, es UNO, y basta, y como el UNO está en todos y en todas partes, manifestándose en infinidad de modos y matices e independientemente de ideologizaciones, parcialidades, partidismos, deseos, clases, gustos, niveles intelectuales, prejuicios y perjuicios; si el Lobo fuera capaz de hablar de estas cosas no ten- dría yo que jugar a preguntas y respuestas, si el Bobadilla estuviera aquí otro gallo cantaría, el Boba es un borracho pero le sobra cultura para polemizar sobre cualquier tema por escabroso que parezca, sin embargo, le faltan cojones para dejar de beber, sólo está sobrio cuan- do no encuentra un tonto que le pague los tragos a cambio de oír sus historias poco comunes entre borrachos, que sólo son borrachos y no son como él que es borracho y es muchas otras cosas, pero, compay, lo que es la vida, le faltan cojones para dejar de beber pero no le faltaron para intentar matar a Fidel Castro y aguantar después el presidio con todo lo que eso representa, pero no es sólo eso, sino permanecer después en el seno de la Tribu con todas las credenciales requeridas para largarse hacia el Norte, no no, deje eso, eso no es tener cojones, eso es masoquismo o quizás deseos de ser Señalado Como Quien Un Día Osó Apuntar Al Señor De Las Barbas, quizás es por eso que le dicen el Boba, pero el Boba sabe, el Boba tiene muchas cosas que cobrarse, lo malo es que no le van a dar chance, los comunistas nunca dan chance, pelea de león para mono y el mono amarrado, pobre mono, le tiran piedras y sólo puede tirar cocos, el Boba es un mono, el mono-bobo, todos monos, todos bobos, el Bobo Liborio y el Caballero Amadís en el país de los monos encantados, el mono Amadís en el país de los caballeros encantados; encantado país de un Caballo parlante y babosas que aplauden y siempre dicen SÍ, con la capital en Rusia y el cementerio en Angola, difuminado país; la Gata ha dejado caer, como al descuido, una mano sobre la

187 La tabla mano de Luly que repta por sobre la mesa en busca de encendedor para el cigarro; FUMAR DAÑA SU SALUD, fume el Habano de Vueltabajo, el mejor del mundo, Vueltabajo y sin freno; el Lobo mira a Amadís con picardía, y Amadís, media sonrisa; yo he contro- lado algunas cosas en mi vida, pero sobre todo me han controlado, es como si estuviera en una fila y alguien me diera descomunal pa- tada en el culo, y en vez de virarme y darle al que me dio le diera otra patada descomunal en el culo al que va delante de mí; la cadena siempre se rompe por el eslabón más débil, nos referimos a la cade- na imperialista, eso explica el por qué de la Gran Revolución Socia- lista de Octubre en la Rusia de los zares; y de los controles que he tenido el que más me satisface es el control de los yumas, aunque el Lobo dice que esas son rarezas mías, el Boba sí me entiende y hasta hemos disertado en bares y cerveceras acerca del asunto buscándole una explicación que hemos hallado en el hecho de que el extranjero, sobre todo el europeo, siempre nos ha visto como indios con levita, y ahora nada más que como indios, porque ni la levita, además de que antes un extranjero era un extranjero y punto, y viniese de donde viniese siempre era un polaco, un moro, un chino, un gallego o un isleño; ¡como si nosotros también no fuésemos isleños!; ínfulas de superioridad que quizás provenga de cuando Colón porfiaba a brazo partido de que Cuba era continente y no isla, de que era el Imperio del Gran Khan; pero, ahora no, ahora todo es distinto, ahora al ex- tranjero se le llama con sustantivo harto especial, consecuencia, de haber elevado hasta el infinito la dignidad nacional, el concepto de soberanía y el cumplimiento del destino histórico que se nos ha en- comendado como Llave de América; ¿tendrá que ver con Yavé?; gracias a la instauración del marxismo-leninismo, se le nombra YUMA, iuma, pronunciándose con la boquita botada hacia adelante en el gesto de tirar un beso, con un fuerte regodeo en esa manera de pronunciar, con lujuria o lascivia o qué sé yo, palabra como abraca- dabra, perteneciente al reino de lo real-maravilloso, yuma, yu-ma, y-u-m-a, you-mama, ¿me la mamas for five dollars?, yuma, ¿del es- tado de Yuma?, ¿de United States of America?, ¿del tren de las 3:10 a Yuma?, no importa de dónde provenga la palabra, el caso es que existe y nombra a alguien de un país cualquiera que no es Cuba, que

188 Armando de Armas viene a Cuba y trae dólares y puede entrar a los hoteles y lugares donde yo no puedo asomar la nariz, comprar la virginidad de las ni- ñas y comprar fotos del Che en estanquillos de bisutería en zonas exclusivamente reservadas para turistas, es decir, para yumas; el Che con un brazo entablillado en la Campaña de Las Villas, el Che que ordena fusilamientos en el Castillo de la Cabaña, enervado al conjuro de los disparos y los gritos de ¡VIVA CRISTO REY! de los patriotas que muerden el polvo, el Che libretador de pueblos, ¿libre- tador?, sí, eso mismo, les impone la libreta de racionamiento, el Che con mochila, granadas, fusil, pistola, arsenal en dos patas, bípedo artillado, y el asma, siempre el asma, subiendo una montaña, pren- diéndose de endebles yerbajos, arañando sobre la piedra calcinada por el sol, sol anticomunista, antiguerrillero, sosteniéndose desespe- radamente de un resquicio, detrás el abismo, resbalando, agarrándo- se, maldiciendo a Manila que lo ha dejado abandonado, sin abaste- cimientos de comida ni de armas, a merced de las emboscadas de los soldaditos bolivianos y de campesinos chivatos que, ¡malagradeci- dos como son!, no quieren la libretación, los amigos me llaman un nuevo Bakunin, y se lamentan de la sangre derramada y de la que se derramaría en el caso de tres o cuatro Vietnams y las características son las mismas del mes pasado, salvo que ahora sí el ejército está mostrando más efectividad en su acción y la masa campesina no nos ayuda en nada y se convierte en delatora, el Che en la encerrona de Quebrada del Yuro, quebrada del yugo que pretendía imponer a los bolivianos, sólo con su pistola inutilizada, entendiendo cosas de gol- pe, entregando su reloj al oficial que lo ha capturado para que lo hi- ciera llegar a su esposa, sobre todo, cagándose en la madre de los hijos de puta que desbarran acerca de la Revolución Mundial y el Internacionalismo desde rutilantes tribunas rodeadas de guardaes- paldas y novedosos sistemas de seguridad, pálido, hierático, sobre- poniéndose al miedo, al no me maten que dijera cuando lo captura- ron, yéndose al otro barrio por obra de una ráfaga de ametralladora, él que tanto ha ametrallado, que tanta gente ha ametrallado, tirado allí en el piso de la escuelita en La Higuera; ¿cuánto vale un Che?; barato, Mister, barato, sólo one dollar; el turista, adiposo, coloradi- to, de relajadas facciones, sonríe satisfecho y entrega two dollars, la

189 La tabla empleada sonríe servilmente, mira hacia uno y otro lado, nerviosa, y se embolsa rápidamente la propina entre descomunales tetas que quieren estallar bajo sofocante blusa; se comprenderá que controlar a un yuma es como controlar a Dios, se da la paradoja divina de que un indio, un pobre indio, controla a Quetzacoalt, la Serpiente Em- plumada, dios barbado y de ojos azules, y lo manda a comprar en una tienda para turistas, el dios comprando jeans, grabadoras, zapa- tos, bombones, chiclets, videocaseteras y unos novedosos taponcitos sanitarios con gasita pendiente para halar en caso de peligro de des- aparición por el túnel vaginal, ¿se imaginan ustedes el placer del indio que pone a su dios a trabajar?, a servirle, que se venga de ser considerado como un insecto por el prepotente dios, y el dios, son- riente; estúpido indiecito, gracias a mí, venido de otra galaxia, es que puedes ser un poco feliz, de mí aprendiste un calendario más perfecto que todos los conocidos por el hombre; y el indio piensa; Quetzacoalt, maricón emplumado, te vendo, te uso, te engaño con mis argucias de indio taimado y tú, cara sin arrugas, sin problemas reflejados, sin ansiedades y sin el ceño fruncido como quien está siempre al acecho, esperando lo peor; ¿cuánto vale un yuma?; un yuma no tiene precio, pero se vende, se cambia, se posee, cambio el control de un yuma por una caja de leche condensada, un yuma por dos locas haciendo tortilla, dos locas por cuarenta fulas, fula viene de fulano o de fu, fulano es fu, el fufú de fulano huele fu, onda fu, la onda del fu, andas en lo fu, lo fu es lo que da, da pesos, da jevas y da, casi siempre, la prisión, yo nunca he ido a la prisión por jinetear, el secreto está en el tacto y el control que uno mantenga en un país donde existe monopolio del control por parte del poder, ser jinetero es, ser jinetero es, ser jinetero es ver lo bella que es la vida, la ciudad está invadida por huestes de jinetes que montean, olfatean, acorra- lan, cercan, peinan, encuentran y atrapan al dólar; la lucha por el dólar va desde las grandes potencias, los paladines de la pureza ideo- lógica, ministros y funcionarios de menor cuantía y llega hasta su- puestos elementos antisociales en un país donde hay taxis para yu- mas, tiendas para yumas, hoteles para yumas, retretes para yumas; ¿cómo tendrán el culo los yumas?; plazas y parques para yumas, ron y tabaco para yumas y estatales putas para yumas, que además de

190 Armando de Armas putas deben ser confidentes y agentes desinformadores y factores indicadores de alardes aperturistas con el fin de estimular las inver- siones de capital por parte de prósperos y libidinosos hombres de negocios que son, por supuesto, fervientes creyentes en los valores de la democracia y los derechos humanos; POSIBLES MANERAS DE CONTROLAR A UN YUMA; por amistad, por relaciones de trabajo, pagándole un porcentaje por las compras que realice, por- que alguien que ya controlaba al yuma se lo venda a un amigo en dólares o pesos cubanos, o se lo canjee, porque alguien se tiemple al yuma, o porque ese alguien se deje templar por el yuma, según las preferencias, lógicamente, del yuma; el blanco, el negro y el indio que reman en el bote son jineteros, o no, más bien son cubanos que escapan hacia la Florida y oran a la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, Ochún en la santería; los hijos de Ochún pueden ser chulos, putas y maricones, es la madre de la gozadera; ¿será por eso que es la patrona de Cuba?, pero la Caridad del Cobre también es virgen mambisa; Virgen de la Caridad del Cobre que moras en la región más transparente, más azul, tú que te vistes con manto de estrellas, acuérdate de nosotros e intercede ante quien Todo lo Puede para que Cuba sea libre, salva a Cuba virgencita linda, virgencita buena; los tres Juanes piden para que el barquito no se les hunda, que Ella los guíe por buen rumbo, rumbo norte, que las patrulleras comunistas no los encuentren, que los tiburones no se los coman; estampita anticipadora del destino de Cuba, virgencita de jineteros y balseros, de delincuentes y prisioneros políticos, de jerarcas del mercado negro y escritores sin libros publicados, virgencita de to- dos, apiádate de mí, haz que todo salga bien, que no me maten, que no tenga que matar, que llegue a la Otra Orilla, que un día pueda volver a una Cuba democrática, que no pudra mis huesos en extraña tierra, que no los pudra en una cárcel, que mis hijos no piensen un día que los dejé por mal padre, que mis padres no piensen que los dejé por mal hijo, que me perdonen los hijos que pude haber tenido acá y no tuve y los que pueda tener allá medio cubanos y medio todo y un pie acá y otro allá y hasta cuándo vagar por el mundo con la cabeza en una parte y los pies en otra y el mar por medio y mejor se seque el mar o nos trague el mar o se trague a los comunistas que

191 La tabla uno no es culpable y por qué tener que irnos y no tener un espacio sólo un espacio si la infinitud del mundo sin absurdos planetarismos y no digo ya nacionalismos revolucionarescos que cada cual vaya o venga como mejor le plazca que como los pájaros no tenemos por qué estar presos del aire o los árboles; Bar Noche Cubana; Amadís, los amigos, mujeres, una noche cualquiera, una noche todas las no- ches, en honor a la Noche, hijos de la Noche, el ron vertido en los vasos sin sentido de la cantidad, llegó la Bamba, Bamba, Bamba, Bamba, ráscame aquí que me pica, mamita, te pico mamita, te pico mamita, te pico mamita, picar, siempre picar, los velos de la noche con una navaja, picar la barriga de un chivo sin que el filo de la cu- chilla toque el mondongo, desnudar mujeres en la calle de un tajo sin que la navaja toque la carne, cualquier día le pico las nalgas a Esther, Esther Borja, Esther Morronga le pega más, a lo mejor va y no la pico y lo que le hago es un tatuaje, un tatuaje que sea una obra de arte que admiren sus próximos maridos y hasta sesudos críticos de la plástica buscadores de manifestaciones marginales devenidas con- testatarias ante el autoritarismo y la intolerancia en épocas ha mucho tiempo dejadas atrás por los hombres, porque si no puedo dejar mi huella como héroe guerrillero; el Ejército dio una rara información sobre la presencia de doscientos cincuenta hombres en Serrano para impedir el paso de los cercados en número de treinta y siete dando la zona de nuestro refugio entre el río Acero; ¿Acero?; sí, pero esto no tiene nada que ver con la incidencia del realismo socialista en un aburrido libro de cuentos; y el Oro, la noticia parece diversionista; ni como redentor de pueblos oprimidos, ni como escritor, ni como aventurero internacional, ni como misionero de la palabra de Dios, ni como honorable jefe mafioso, ni como traficante de perlas o ma- rihuana o flores, no estaría mal que trascendiera en un tatuaje dejado en las nalgas de una puta; estas nalgas las gozó Amadís; no, eso no, demasiado vulgar para mí, aquí todos son vulgares, aquí todo es vulgar, empezando por el bar, las mesas, el decorado, los dependien- tes con sus caras de pobres diablos, mis sociales, mi hermano Eloy, Esther; ¡pipo yo te quiero, yo quiero que no te jales para que me tiemples bien!; yo también soy un vulgar, no, yo más bien soy una mezcla de vulgaridad y exquisitez; ¡vamos vamos, no te hagas, que

192 Armando de Armas todo el mundo es una mezcla de todo!, y salirte ahora con tus aires intelectualoides no te favorece en nada; y terminando por la forma vulgar de recibir la muerte de una puñalada que te riegue las tripas por el piso, que aquí ni tan siquiera contamos con los diestros cuchi- lleros de Borges; todos somos una mezcla, una mezcla de mierda y pétalos de rosa, aunque casi nunca la mierda deja ver los pétalos, ¡y mucho menos olerlos!, de este grupo todos tenemos cicatrices en el cuerpo sin haber ido a Angola, ni a ninguna otra guerra de esas, unos por guapos y otros por pendejos, a veces, creo, vivimos en la irreali- dad, pero, ¿qué es la realidad?, ¿movilizaciones militares colecti- vas?, ¿heroicas misiones internacionalistas en África?, ahora resulta, consecuencia de que los negros que tenemos aquí vinieron como esclavos de África y algunos de esos negros, no todos, lucharon y murieron después en nuestras guerras independentistas, mi genera- ción está en deuda con África y la verdad es que conmigo no conta- ron para traerlos y no veo por qué mi generación ha de pagar deudas que contrajo el decadente y opresivo Sistema Colonial Español en la isla; un tatuaje bien hecho, no esas porquerías que se pintan los pre- sidiarios de baja estofa, que en todo hay sus jerarquías; bebe de mi copa pequeña; si el amor es delito delincuente soy; no, yo pondría, muy de acuerdo con mi linaje; Amadís, el muy fermoso; las lluvias e las ventyscas; nunca las falló aryscas; por ser leal e famoso; sus proezas falladeres; entre libros e dyreres; que le dé Dios santo peso; claro, tendría que tatuar las letras bien chiquitas y apretaditas porque Esther no tiene las nalgas muy grandes que digamos y va y a lo me- jor no le cabe semejante mensaje, bueno, eso será con el mensaje porque con lo otro ¡qué manera de caberle, caballeros!, pero ahora no tengo deseos de meterle nada, lo que tengo es deseos de empezar a tirar botellas; claro yo soy del ambiente, soy del ambiente; que no me empujen por favor, que no me empujen; siempre nos están em- pujando y siempre empujamos, empuja al que no te empuje y dale al que no te dio, ¡la selva, Dios mío, la selva!, y en la selva si no eres tigre al menos debes aparentarlo, sin embargo si el tigre se acuerda de Dios es porque todavía hay posibilidades de salvación; pero el caso es que el tigre anda suelto y quizás, lo más seguro, es que no sea yo, ni ninguno de los que están conmigo ni de los que se van a fajar

193 La tabla con nosotros ahora, porque siempre hay que fajarse para descargar tensiones y relajar y relajar; unidad y lucha de contrarios; y todo fluya como el río, el río que ves ahora y vuelves a mirar y ya no es el mismo río; materialismo dialéctico, materialismo histórico, cien- tífico, una explicación científica para todo, pretender explicarlo todo, la ley, la norma y lo cotidiano; no, no, no es así, yo he vivido violan- do las leyes, todos los que aquí bajamos botellas tras botellas de ron como si la vida no fuera más que una gran botella de ron hemos violado las leyes objetivas para la construcción de, porque la vida es eso, no puede ser otra cosa que la violación de las leyes y la viola- ción de las violaciones, Violación Absoluta, ¿marginal?, no, no eso no, en una sociedad socialista no puede haber marginales, lo que hay es automarginales, ¡qué bárbaro!, automarginales es como decir ma- soquistas, una sociedad de masoquistas, porque aquí somos una ma- yoría de marginales, al margen de, por el margen de, dejando el mar- gen para, ¡asere, tienes que darme la parte mía!, ¡compañero, envíeme lo acordado por los canales correspondientes!, ¿cuál es el marginal, el que habló primero o el que habló después?, ingenuo- pobre-indio no te das cuenta que el habla en ocasiones puede identi- ficarnos pero no siempre, que a veces se enmascara y trata de con- graciarse con la norma aunque detrás de eso suene música de dados cargados, porque todos, absolutamente todos, cargamos los dados, los del poder para mantenerse en el poder, los que viven de las dádi- vas de los poderosos para seguir viviendo de las dádivas de los po- derosos y la amorfa masa simplemente para sobrevivir; la ilegalidad es a nosotros como el aire que respiramos, y la mamamos ya en las tetas de nuestras madres, y tú me vas a responder, indiecito bobo, que eso es algo que nos vino desde la conquista y la colonización, que quienes vinieron a estas tierras a impedir te embriagaras de co- hoba y aneblaras tus ídolos, cemíes, en inciensos del Diablo y andu- vieras con tus partes pudendas colgantes al aire como si tal cosa eran la retama de guayacol que nada aportaban y que nadie quería, co- menzando por la Iglesia, allá en el Viejo Continente, ¡y todo eso pudiera ser rigurosamente cierto!, pero de lo que te hablo no es pre- cisamente de eso, te hablo de un aumento de la ilegalidad dentro de la ilegalidad misma que históricamente padecíamos, ese trastocar de

194 Armando de Armas las cosas y sus valores que hace que alguien como yo, Amadís, alias Popol Vuh en todas las cerveceras de esta ciudad de Cienfuegos, explique a sus pangas de borrachera acerca de la cosmogonía maya referida al Hombre de Maíz y el Hombre de Palo con la misma tran- quilidad, y habilidad, con que arranco el palo de una cerca para em- prenderla a estacazos contra eventuales enemigos en reyerta de cer- veza avinagrada subida a la cabeza, que nadie sabrá cómo empezó y menos cómo acabará, al grito mágico-guerrero de ¡pinga- aaaaaaaaaaaaaa! que es también lamento y queja y llamada de aten- ción acerca de que estoy, de que hay que tenerme en cuenta, de que puedo hacer cosas, de que tienen que oírme, de que tienen que res- petarme porque soy Hombre y en ese grito habrá, aunque no lo con- ciencie, y menos lo conceptualice, reminiscencias de iniciación abakuá y de células revolucionarias hijas de la Gran Revolución Francesa, reivindicación de la hombría, reafirmación, distinción en- tre la Masa casi industrial de personas, escupitajo a la cara de emper- cherados magnates de tralla y lineamientos partidistas, quizás un día va y me jure abakuá, pero lo único malo en eso es que los abakuás son muy estrictos y seguro no permitirán que goce en la cama con dos mamitas que se hagan el amor y me lo hagan a mí en Triángulo de las Bermudas para perderme como a nadie le importe en las pro- fundidades del deseo, o no, quizás esté equivocado, quizás lo permi- tan porque todo ha cambiado tanto en los últimos tiempos; ¡la dialé- ctica, por supuesto, la dialéctica! que no es de extrañar que ellos también se permitan ciertas libertades sexuales, o tal vez la secta nunca se haya opuesto a que un hombre disfrute de la homosexuali- dad entre hembras, ya que según las últimas investigaciones de re- nombrados teólogos, Dios debió crear en los Comienzos a Adán, Eva y a una segunda mujer que posteriormente fue borrada de las Sagradas Escrituras por la Omnipotente Iglesia, enferma de pacatez y celosa siempre de negar placer en la Tierra para ofrecer gloria en el Cielo con el fin de mantener el control absoluto sobre siervos le- vantiscos y mirándolo bien, no veo por qué Dios iba a privar a Adán y Eva de semejante placer y concebir un Paraíso sin el Triángulo, manifestación a imagen y semejanza de la Trinidad, por tanto esa segunda mujer que hizo estremecer de lujuria a nuestros abuelos

195 La tabla primigenios fue la primera víctima de la Censura en la Historia de la Humanidad; ¿censura?, acensurar, asesinar talentos, asesinar la His- toria, rehacerla a conveniencia; la rutilante historia de la Unión So- viética; la ejemplar trayectoria política del ínclito camarada Stalin; donde nace un comunista mueren las dificultades; el obrero como clase es consciente, organizado y practicante de férrea disciplina, con una moral límpida en función del Futuro Luminoso que le depa- ra la construcción de la Nueva Sociedad; la literatura del Realismo Socialista y unos bandidos del Escambray malos malos requetema- los y los milicianos que los perseguían peinando en cercos buenos buenos requetebuenos que parecen bobos, de lo que se desprende que en el Escambray hubo dos guerras, la real, y la de los inflamados discursos, las películas, la literatura y la historia, como mismo ahora van a darse tres broncas en una, una y trina, la que contarán los ne- gros de la mesa de enfrente, la que contaremos nosotros y la que contará la policía; mamá no quiere que yo colee, colé, colé, colé, colé, ron pal que está aquí al frente, ron pal que está a mi lao, ronpa- toelmundo ronpalquequiera; las parejas giran en amalgama de colo- res, insinuaciones, acercamientos, miramientos a un tercero por en- cima de los hombros del compañero de baile, rechazos, pegamientos por las mejillas, unos, por los pechos, otros, por las pelvis, aquellos, restregamientos eyaculatorios, generalizada lucha por encentrarse mutuamente en los puntos de placer para irse a una dimensión otra, algo como búsqueda de la Otroridad del tiempo y del espacio y los cuerpos; armonía a punto de romperse, movimientos acompasados en el borde mismo del desequilibrio, suaves, de violencia contenida, que va a explotar, que explota en; a la fiesta de los caramelos no pueden ir los bombones; y el negro; ¡qué le pasa a los blanquitos patones estos!; Amadís; blanquitoooopingaaaaaaaaa; a la fiesta de los caramelos no pueden ir los bombones; replegamientos hacia las esquinas, los baños, las mesas, detrás de la barra; en el centro del ruedo Amadís y el negro, rodeados a prudencial distancia por sus respectivos grupos; Esther; ¡no te fajes, pipo, que mira cómo tiem- blo!; Eloy; ¡oye, mi herma, deja eso que aquí no ha pasado nada!; Amadís; pero va a pasar; y abre el zíper de la portañuela y saca la verga; que él hubiera querido tener erecta, como pendón de comba-

196 Armando de Armas te, pero que se había engurruñado como avergonzada de salir a la luz pública sin previo aviso; y la sacude a un lado y a otro abanicando como para tirar ráfagas con metralleta mientras avanza para encima del negro que le dice compadre no me haga eso, que eso es moral y voy a tener que matarte, y lo de blanquito no era con ustedes; Ama- dís; me quiere dormir, si dejo que se acerque me duerme en el metro, a mí no hay quien me duerma, no me puede dormir, música y deste- llos de luz, yo y el negro, lance de caballeros, soy un continuador de la tradición caballeresca, de los caballeros chinos y; ¡paff!, Amadís le descarga un bofetón al negro y sillas en el aire y botellas que esta- llan contra el piso y las paredes, gritos, fintas, resbalones, puñetazos, estrellones; en uno de esos Amadís vuela por el aire y el hermano lo ampara milagrosamente antes que aterrice de cabeza; todo sirve para golpear, golpear, siempre golpear, morder, arañar, cortar, fracturar, desgarrar; la plenitud, el éxtasis, la felicidad, la realización, el senti- do de la vida, reencuentro con el yo, liberación de las fuerzas primi- genias, abandono de afeites y maquillajes, Rugido, Soplo, Impulso, apoderados al conjuro de la sangre y el caos y la catástrofe y los pi- cos de botella y los punzones y las navajas y todo lo que busca las entrañas más allá de la piel; revolución, lucha armada, odio de cla- ses, odio de odio, miedo, vigilancias contentivas, impulsos reprimi- dos, palabras tragadas como buche amargo, frustraciones, el indivi- duo cagándose en la madre de la colectivización, todo reconcentrado y salido a flote en fracciones de segundos; Esther golpea con el tacón del zapato a enemigos demasiado atentos a la arremetida de los hombres para tener en cuenta la lluvia de taconazos, que por inespe- rada, es a veces el arma más eficaz, mientras el más corpulento de los amigos de Amadís, el que pudiera decidir la bronca si se fajara, va y viene en apendejadas carreritas desde la puerta del bar hasta no muy cerca de la bronca, anunciando la llegada de la policía que al menos, todavía, no aparece por ningún lado; Amadís cae, se levanta, cae, se levanta, empecinado boxeador en el ring, y algo como fuego le penetra el hombro derecho, siente una humedad y después, poco a poco le comienza a correr un entumecimiento por todo el brazo que ya no puede levantar y es como colgajo sin nada que ver con el resto del cuerpo; Esther y Eloy logran arrastrarlo, sirenas, luces que

197 La tabla giran y avanzan vertiginosamente en sentido contrario al tránsito, hospital; ha sido una feroz batalla entre caballeros de la triste figura; comentario en la calle; ¿te enteraste de la bronca de Amadís y su turba? le dieron una puñalada de veintidós puntos, el lío fue con unos negros, y al hermano lo acabaron a golpes, y al Urraca le des- prendieron la mandíbula de un piñazo; ¿y a los negros qué les pasó porque Amadís y su gente son un peligro fajados?; bueno, de los negros lo único que sé es que vi a uno con un ojo colgándole de un hilito como cinta plateada que le llegaba al medio del pecho y pare- cía una medalla de Santa Lucía, y tuve la impresión de que se lo había bajado hasta allí como si fuera una cámara para tomar los de- talles del combate; no, yo no sé ciertamente cuál de ellos fue el sa- cador del ojo, pero debió ser Amadís, o el hermano Eloy, con un pico de botella; el pico Turquino, ese tipo ha subido siete veces el pico, ¡ni que fuera el Everest!; hay que dar educación espartana a nuestra juventud porque nuestra juventud tiene vocación de sacrificio y sólo sería de encauzar esa vocación por el camino más conveniente; el Viejo; Amadís, pierdes el tiempo, tú pudieras ser alguien importante en este país, en vez de andarte con enredos de putas y broncas; es verdad que si no fuera como soy ya estaría en una buena posición, pero a qué precio, me aterra pensar que sería al precio de dejar de ser quien soy; ¿y quién eres, hijo mío?; no sé, realmente no sé, nunca se sabe, lo que sea, pero yo, yo y yo, nadie más que Yo; el yoísmo es una característica del romanticismo que los alumnos deben aprender con vista al próximo examen de literatura; mira, Lobo, quiero ser quien soy, y después, escritor, y si no puedo ser escritor, si no tengo talento, al menos quiero ser chulo, quiero literaturizar la vida, el oficio de chulo y el de escritor se parecen, uno explota a las mujeres y el otro a las palabras, aparte que hay escritores que putean a la li- teratura aunque, no sean sus chulos, o sean chulos de café con leche, que para ser el chulo de la literatura hay que ser, necesariamente, buen escritor, como para ser el chulo de una puta hay que ser nece- sariamente buen hacedor del amor, buen hacedor de la lluvia, tam- bién para el chulo la palabra es fundamental, porque cómo se habrá de convencer a una mujer que nunca ha pensado en semejante cosa, para que se acueste con hombres que no le gustan, y menos quiere,

198 Armando de Armas y a veces hasta los detesta, para que su Hombre pueda tener buena plata y ella ser una de sus mujeres, santa palabra, magia de la pala- bra, Dios creó con la palabra y sólo al hombre dotó de palabra, pala- bra de hombre, palabra de cubano, mala palabra, palabra de comu- nista, y en los comienzos fue así, anterior a la nada, nada, Nada Absoluta, el No Ser, el silencio, la calma, premoniciones cósmicas, una nada poblada de palabras, palabras en el espacio, flotando en un tiempo de años luz, esperando por la Creación para Nombrarla, pa- labras-Dios, Dios-palabras, palabras que obligan al dios, lo contro- lan, la palabra mono, hizo que Dios creara eso que conocemos hoy por mono y la palabra hombre, obligó a Dios a convertir al mono en hombre, Dios viene siendo el Escritor Absoluto, te imaginas, Lobo, yo un dios, dios-chulo, el chulo dios, y pide, mamita, que yo te com- plazco y pervertidor de vírgenes y reivindicador de putas y creador de mundos a mi antojo y semejanza que violen la violación misma que es el mundo, mundo loco; la Gata; Amadís, por tu madre, no sigas bebiendo que ya estás hablando cascarita de caña; Amadís le contesta al oído; borracho, no, sucede que no entiendes, no entien- des nada, no sabes que estas palabras, ¡y benditas sean las palabras!, tienen que ver con que a ti te guste Luly, con que dieras cualquier cosa por templártela; la Gata; no me vengas a decir que a ti no te gustaría también, que no te gustaría vernos gozar a las dos, y a las dos contigo; Amadís; sí, claro que sí, pero eso también tiene que ver con las palabras que le decía al Lobo; ¡tú y el Lobo lo que son es un par de hijos de puta pervertidores de niñas como yo!; el Lobo; ¡ey, ey, un momento!, no me metan a mí en sus chanchullos, que yo estoy aquí muy tranquilo vacilando el show; Gata; ¿tranquilo, tú?, tranqui- lo viene de tranca, ustedes no están tranquilos ni durmiendo, lo ha- cen con un ojo abierto y otro cerrado; Amadís; claro, tiene que ser así, si no, nos tumban, tú misma, que dices ser amiga de nosotros, esto es tumbapaquenotetumben; sabes, Amadís, lo que más me gus- ta de ti es que le sabes lo mismo a los libros que a la calle, no hay quien te haga un cuento; Amadís; a mí la que me gusta es Luly; no seas hipócrita, que a ti una mujer sola no te gusta, te gustamos ella y yo, yo, la única, la mejor torti de este pueblo; Luly; ¿qué cosa es?; la Gata; vamos, vamos, mamita, que tú sabes más de lo que te enseña-

199 La tabla ron, enseñaron en la calle, es bueno saber de la calle, la calle es como las putas, a unos les da todo y a otros, nada, y a la mayoría los pela como a plátanos, es así y tal vez no debiera ser así, pero eso no lo inventé yo, estaba ya inventado cuando yo llegué al mundo, ¿por qué habré nacido en esta parte del mundo?, no es la mejor de las partes posibles, sin embargo, si me dieran a escoger el lugar donde voy a nacer de nuevo, tal vez escoja este mismo, aunque ahora tenga que irme sin saber si algún día volveré, sé que extrañaré esto, aquí se goza más que en ninguna otra parte, cualquiera que me oye pensará que yo conozco otras partes del mundo y yo no conozco ni Isla de Pinos, Isla del Tesoro, Isla de la Juventud, ¡vaya ejercicio de retóri- ca!, como si no fuera mucho más bonito, sugestivo y misterioso lla- marla Isla del Tesoro, además de que llamarla Isla de la Juventud es un churro lingüístico, una falta de economía del lenguaje, porque cuando se diga de la Juventud, siempre habrá que agregar, antigua de Pinos, o antigua del Tesoro, con lo que se demuestra que en el Comunismo falla desde la Economía Política hasta la Economía del Lenguaje; el derecho planificado de la Economía Socialista crea las premisas necesarias para la estabilidad del sistema monetario de los países socialistas; el funcionamiento normal del sistema monetario presupone el cumplimiento de las proporciones planificadas entre la masa del dinero en circulación y la cantidad de los servicios y mer- cancías ofrecidas a la población, bla bla bla bla; y cómo coño plani- fico yo mi economía que depende de la cantidad de putas que logre poner a trabajar en función mía, de la calidad de esas putas, de la cantidad de turistas que se les ocurra la genial idea de venir a esta ciudad y entrar en este cabaret, que me gusta porque me lo da casi todo, pero también me gusta por las luces en la pista y las sombras que se mueven en el clandestinaje como fantasmas apenados de que los vean, por el tráfago de dólares que pasan de mano en mano com- primidos del tamaño de una bolita presta a ser tragada bucal, anal o vaginalmente ante el menor indicio de peligro, aumentando el precio del cambio cada vez que cambia de dueño, y un billete puede tener hasta diez dueños en una noche, también me gusta porque me permi- te ser, a falta de famoso pirata asolador de los mares de las posesio- nes españolas de ultramar, sable en mano y siempre dispuesto al

200 Armando de Armas abordaje, o de heroico guerrillero que pusiera en jaque al Imperialis- mo en todo el mundo, me permite ser un luchador por el dólar, un controlador de putas y un burlador de cancerberos hasta que me falle la suerte o el tacto y me encarcerberen, pero, a pesar de todo, menos mal que todavía podemos querernos, como dice Oriana, que el que- rer no está prohibido, ni reglamentado, al menos para nosotros que no tenemos en cuenta la familia y su integración revolucionaria, por eso me la llevo a ella conmigo para allá, porque creo que nos quere- mos, que a pesar de todo hemos podido querernos, me siento ella y ella se siente yo, somos UNO, machihembrados como la tabla de cubierta frente a los embates de la tempestad y el salitre y los escu- pitajos de la marinería borracha y matadora a palos del torpe alcatraz tan bello y esbelto y majestuoso allá en el cielo hace sólo unos ins- tantes, uno-macho-hembra como el amphioxus del que venimos allá en las profundidades del mar y el tiempo, por eso me la llevo aunque el Lobo se cabree y diga que éstas son cosas de hombre, aunque sólo lo sepa cuando estemos en la costa y yo tenga la pistola en la mano y no haya Dios que me impida hacer lo que quiera y considere me- jor, y lo que quiero y considero mejor es a Oriana junto a mí para hundirnos o salvarnos, para llegar a un mundo que no conozco, que no quiero o que quiero por rechazo al que conozco, ¿por qué Oria- na?, yo que no sé, que no puedo, que no me han enseñado a creer, a ver el lado bueno de las cosas, yo que siempre espero la traición, el golpe de donde menos lo espera nadie, yo que dudo de mí como existencia real, que me siento a veces como el reflejo de infinitos reflejos, tal vez sea por sus ojos tristes atrás de las largas pestañas o porque quiere a los perros y a las flores en un mundo siempre abun- dante en patadas para los primeros y mortales desfoliantes para las segundas o tal vez porque nos golpearon juntos una vez en que jugá- bamos cubilete con un amigo y la mujer en un restaurante del pobla- do de Minas, en Camagüey, por pasar el rato y rehuir el peligro, siempre latente, de la bronca en carnavales de pueblos en que uno es extraño, nos habíamos metido en aquel restaurante donde éramos los únicos clientes y la cerveza se podía tomar con comodidad, pero, parece le caímos un poco gorditos al administrador, ansioso, supon- go, de hacer uso de la pequeña porción del poder que a él le había

201 La tabla correspondido en el reparto del Poder, y vino hasta la mesa para decirnos que el juego de cubilete estaba prohibido, ¡más en un res- taurante de lujo como aquel!, que tales juegos eran vicios del pasado capitalista que él como revolucionario no podía permitir, le repliqué que tal cosa no estaba prohibida y que por tanto iba a seguir jugando, y amenazó entonces con llamar a la policía y le dije que estaba bien que la llamara si quería que con la razón íbamos a cualquier parte, y seguimos tirando los dados y tomándonos aquellas deliciosas cerve- zas y ya nos habíamos olvidado de la impertinencia del administra- dor y nos disponíamos a pagar la cuenta para marcharnos cuando llegó la policía; tienen que acompañarnos que esto es juego al prohi- bido; y yo; pero por qué, si estamos en familia y no hay ley que diga y la Constitución de la República; así que tú eres guapito, ¿no?, qué ley ni qué constitución es esa, aquí la ley y la constitución somos nosotros; y me agarró por un brazo para levantarme de la silla; Ama- dís se zafa de un rápido movimiento y ¡paff!, le suena un bofetón al policía que va hacia atrás, dos, tres pasos, impulsado por una fuerza que no esperaba, y saca la fusta, mientras Amadís se parapeta en un rincón armándose de una silla y cuando el policía le viene encima, ¡búmbata!, la silla se hace añicos en la cabeza del orden público, y, ¡búmbata!, Amadís ha cargado y tirado otra silla en menos de lo que se dice y otra y otra y otra, ametralladora de sillas, hasta que se aca- ban las sillas-proyectiles y entonces Amadís se convierte en ametra- lladora de copas y botellas, y vienen dos policías más de refuerzo enarbolando las macanas y se pone la caña a tres trozos, pero un buen combatiente nunca retrocede y se enfrenta con los tres unifor- mados y cae al piso con un golpe de pistola en la cabeza, momento en que Oriana se abalanza a la refriega como una leona; ¡abusado- res!; y tira una bandeja de copas, granadas-copas, y golpea y muerde y araña en defensa de su león herido, recibe un golpe que le amorata el ojo, ojo celaje negro en un segundo, mientras el amigo de Amadís abre puertas y ventanas; que por ahí viene José Martí con la bandera cubana; viera el pueblo lo que era abuso y pasen, señores, pasen, no se arrepentirán de apreciar el valor y la eficacia de nuestras fuerzas del orden y siente Amadís la sangre que le corre por la cara y le em- papa la camisa y el pantalón y ruedan por el piso Amadís y Oriana y

202 Armando de Armas los policías en un extraño y feroz revoltijo de piernas y brazos que aprietan y ahogan y buscan desesperadamente al enemigo en el aire, monstruoso cangrejo patas arriba, hasta que los uniformados logran esposar brazo con brazo a Oriana y a Amadís, esposa por las espo- sas, unida a Amadís para siempre, amén, en la violencia, el odio y el grito que el policía intenta tapar en la boca de Oriana; ¡hijoe hijoe hijoepu hijoeputaaaaaaaaaaaaaaaaaa!; y el pueblo asomado a las ventanas del restaurante; ¡abusadores, esbirros!; Amadís, heroico, realizado en el caos, hijo del caos, sintiéndose centro y víctima pro- piciatoria y chispa que enciende la pradera, con una bota rusa mar- cada en la cara empapada en mezcla de lágrimas y sangre, sangre sudor y lágrimas, con deseos de tener a mano una granada, de ser el hombre-granada, el hombre-bomba y explotar y volar con los poli- cías y el carro patrullero y la madre de los tomates que buena puta ha de ser y para que lo sepa claro el pueblo de Minas se llevan preso a Amadís, ¿y quién carajos será el Amadís ese?; caballero castellano, francés o portugués, el perfecto caballero, el espejo del valor y la cortesía, el dechado de leales vasallos y de finos y constantes ama- dores, escudo y amparo de débiles y menesterosos con ligeras fla- quezas que declaran su estirpe humana, pero sin empañar el resplan- dor de sus admiradas cualidades, piadoso, enamorado, un tanto llorón, quizá, valiente y comedido, siempre fiel e inquebrantable en la amistad y el amor, ¡pobre caballero molido a palos con su dama en desigual lance frente a molinos de viento!, los llevan a empujo- nes, y Amadís frente al jefe de la unidad policial, media sonrisa; tus soldados son muy valientes, mira cómo nos han puesto; y el oficial; sí, sí, pero ahora tienes que entrar para la celda; ¡yo no soy ningún delincuente, soy escritor!; y un policía; estos son los malos, los inte- ligentes, los que se creen con derecho a todo, como si no pertenecie- ran al proletariado; Amadís; acuérdense lo que le pasó a Abrahantes, el flamante jefe de ustedes, y acuérdense de que esto no se va a que- dar así; el oficial; sí, sí, eso se te va a hinchar; Oriana; abusadores es lo que son, porque ni hombres; el policía; vete a ver cómo hablas, si no quieres que te meta una galleta; abren las celdas en un largo, que- jumbroso chillido de siglos, y meten a Oriana en una celda y a Ama- dís en otra, entonces comienza el viejo diálogo de celda a celda, tan

203 La tabla viejo como las primeras celdas y los primeros delincuentes; Oriana- aaaaaaaaaaaaaaa ¿estás bien?; síííííííííííííííí ¿y túuuuuuuuuuuuuuuuu?; ¡guardiaaaa, sácame de aquí que me ahogo!, ¡guardia- aaaaaaaaaaaaaaa!, cabrón guardia se hace el sordo, si tan siquiera me sacaran al hospital y viera la calle otra vez, cuando pongan el agua tengo que hartarme bien, yo no soy capaz de resistir la sed, y no tanto la sed como la posibilidad de que me entre sed y no haya agua, la garganta me duele, la tengo reseca de tanto gritar, de malde- cir, de cagarme en la madre de los comunistas, ¿estará bien Oriana?, ¿no estará en una celda con tortilleras?, si me le hacen algo quemo esto, que arda como Bayamo, que venga Jehová al frente de sus ejércitos y termine todo como en Sodoma y Gomorra, aunque tam- bién arda yo, aunque arda Oriana, lo prefiero a aguantar tanta mier- da, guardiaaaaaaaaaaaaaaaa pon el aguaaaaaa, agua- aaaaaaaaaaaaaaaaa, qué hará Oriana si la cogen dos tortilleras, yo le he propuesto acostarnos con otra mujer, pero dice que eso es cochi- nada, yo la quiero, lo que sí no soportaría es que la forzaran las tor- tilleras de presidio, ratas de cloaca, pero, ¿de verdad no te importaría compartirla con otra mujer?, bueno, al principio no me hubiera im- portado en lo más mínimo, ahora creo que sí, la veo como algo bue- no, y ella a mí como lo mejor que le pudiera haber pasado en su vida, ¿será verdad lo que dice?, eso de dudar de ella es una mierda tuya, ella tiene que ser buena, aunque sea lo único bueno, pero por otra parte tengo que dudar, no por un problema de dogma consecuencia de ponerme en los extremos contrarios al Dogma que todos los ex- tremos son malos y me viene a la mente la época en que por odio a los guapos y a fuerza de enfrentamientos reyerteros con ellos termi- né por no diferenciármeles en mucho no ya en los métodos de com- bate, que si son efectivos cualquiera es bueno, sino en la manera de vestir y hablar que era precisamente la manifestación de la guapería que más odiaba, algo así como la confirmación de la teoría sustenta- da por Colón, contra la rigidez y la mofa de cartógrafos, navegantes y monarcas de la época, de que navegando hacia el Occidente se podía llegar, precisamente, a tierras del Oriente, por lo que no estaría mal que conviniera con mi amigo Evelio Capote en sus citas fre- cuentes acerca de los beneficios de la duda porque alguna creencia

204 Armando de Armas debemos tener, ¿no?, que al menos las creencias individuales no se- rán tan perjudiciales como las tremebundas creencias colectivas o colectivizadoras; aquí en cualquier momento se va a formar el Ar- magedón porque somos muchos y casi no cabemos, estamos arraci- mados sobre cuatro camas de piedra; de piedra será la cama de pie- dra la cabecera, la mujer que a mí me quiera; como cucarachas sobre un poste en la inundación y no es una inundación pero es absoluta- mente cierto que el agua en el piso da más arriba de los tobillos como también es absolutamente cierto que el carnaval es un mal tiempo para caer en un calabozo; ¿Orianaaaaaaaa estás bieeeennnn- nn?; bienaventurados los que aman, bienaventurados los que sufren, bienaventurados los del mito, bienaventurados los matadores del mito, bienaventurados los codiciadores de la mujer del prójimo, bienaventurado el prójimo y su mujer, bienaventurados los presidia- rios y sus carceleros, bienaventurada la dictadura del proletariado y el Reino Celestial, bienaventurado el arte, la ciencia, la brujería, la astrología, la genética, no, la genética no, que es una corriente cien- tificista burguesa enemiga del pueblo soviético, y del ínclito cama- rada Stalin, y bienaventurado el arte medieval de zurcir hímenes; sufrir la vida, vida de perros, soy perro en el horóscopo chino, afini- dad con los caballos, los conejos y los tigres, también con las ratas, las serpientes, los monos y los cerdos, incompatibilidad con los ga- llos, las cabras y los dragones, ¿cuál será el signo de Oriana en el horóscopo chino?, ya tengo la sed, no el miedo a la posibilidad de la sed y la imposibilidad del agua, sino la sed, de verdad, la que te cor- ta la saliva en la boca como con polvo de camino real, la sangre se me seca en la cara y pasarme la mano es una tortura, todavía me sale sangre de la cabeza y pasa por encima de la que está empostemillada y me entra por la comisura de los labios y la dejo con la esperanza de que me alivie la sed, debo tener los labios como de vampiro, un extraño vampiro que se alimenta de su propia sangre, ¿qué podré hacer si alguien quiere quitarme de la cama?, los hombres no se pueden dejar agitar, pero es que como estoy, si acaso, seré medio hombre, pero ese medio hombre no se puede dejar agitar porque según los preceptos de la secta abakuá, no, lo mejor es proponerle, al tipo que quiera la cama, compartirla como buenos socios, ¿y si la

205 La tabla quiere completa?, bueno, entonces, al piso, que en las condiciones que me encuentro nadie podrá pensar que soy un pendejo, pero en el piso el agua llega por las rodillas, agua y orina, no obstante, meter el pie en esa agua me alivia el dolor que tengo del golpe, a lo mejor lo tengo fracturado, aunque dicen que el dolor de una fractura no hay macho que lo soporte, pero puede que yo lo soporte porque simple- mente soy más macho que la mayoría, bueno, por macho que soy es que me encuentro aquí porque, a fin de cuentas, pude haber dejado que el guardia me levantara por el brazo y dijera que la ley y la cons- titución son ellos, que a fin de cuentas quién soy yo para estar modi- ficando la ley y la constitución que al que Dios se la dio San Pedro se la bendiga, ahora estoy sin zapatos porque los perdí en la batalla con los molinos de viento, Oriana dice que ella tiene uno allá en la celda, ¿dónde podría estar el otro?, su celda, mi celda, la celda de Santa Teresa de Jesús, la celda de todos, convertir los cuarteles en escuelas y las escuelas en celdas, quiera Dios que a nadie se le ocu- rra buscar líos conmigo porque ahora sí me matan, aunque el haber- me fajado con los guardias me da cierto prestigio, lo sé por las mira- das cómplices y por los insultos que gritaban a los guardias cuando me metieron en la celda chorreando sangre, los golpes no duelen en el momento que te los dan, lo malo es cuando todo ha pasado, son como bombas de acción retardada, me arde la garganta, debo tener fiebre, parece que los golpes son como catarro que te da fiebre, del agua nada, seguro la ponen a la hora del baño, cuál será la hora del baño, qué hora es, me metieron aquí como a las cuatro de la tarde, dice el Chino, el que está a mi lado, que lo tiraron aquí nada más por venir a averiguar por el hermano, al hermano le habían dado un tiro en el vientre con las esposas puestas, el hermano había estado no sé qué tiempo prófugo, no le informaron nada del hermano, le metieron una tanda de palos, los guardias comentan en los pasillos que los daños que hicimos Oriana y yo en el restaurante son enormes, tengo una roña que me roe por dentro, no entiendo por qué ha de pasarme esto a mí que salí con la única idea de divertirme y no para que me dieran, país de mierda, qué de malo puede haber en jugar a los dados en un restaurante, el administrador fue el que llamó a la policía, cuando en cualquier otra parte del mundo este tipo tendría que estar

206 Armando de Armas contento de que el cliente juegue y se sienta bien para que pague bien y crezca el negocio, el comunismo es como una maldición que debería pasarle por encima a todos los países del mundo al menos durante diez años para que más nunca a nadie se le ocurra hacer una revolución, o al menos para que los pueblos no permitan jamás que algo así se le ocurra a un loco, a un Máximo Líder, tengo inmensas ganas de que amanezca; y esta noche amanecemos, amanecemos guarachando; ésta es mi última noche aquí y quiero llevarme cada detalle de las botellas en los anaqueles sobre la cantina, el movi- miento raudo de las luces sobre la pista, la pista carcomida de come- jenes subversivos, la mano de Luly que se abandona ya como quien no quiere y quiere a las abarcadoras manos de la Gata, la rutilante etiqueta de Havana Club, Añejo 7 Años, el empañado cristal de las copas, la cara de perro del portero y la del jefe de operativos de la policía que está de guardia esta noche, un cabaret con jefe de opera- tivos y hombrecillos sacados de atrás del arado y la yunta de bueyes para pavonearse con instrumental de fustas, pistolas y esposas re- lumbrantes a la acción de las luces farandulescas; algo difícil de ol- vidar por lo que representa en cuanto al acceso del campesinado re- volucionario a placeres que en las sociedades clasistas son exclusivos de la burguesía y el crimen organizado; también quiero llevarme las gentes que aplauden como peleles de ojos vidriosos por el alcohol y un puñado de tierra de un cantero, una tabla botada y el gajo rever- deciente de un árbol de bienvestido para al amanecer de uno de estos días desayunar con todo eso allá en la Calle Ocho; Amadís tiene la puta más linda de la ciudad trabajando con el capitán de un barco griego en el cuarto que habita, con Esther, en la segunda planta del chalet de sus padres, chalet que semeja una especie de castillito me- dieval, a un costado del cementerio, y conocido en la ciudad de Cienfuegos entre las putas y los elementos antisociales de la más diversa índole como la Cueva del Águila, nombre que casi seguro le puso Amadís dada su tendencia al romanticismo, y no como tributo al águila norteamericana, rumor que habían dejado correr los Oficia- les de la Contrainteligencia en un claro intento por aislar su persona- lidad de mujeres ideológicamente intachables pero, no obstante, proclives a caer bajo la esfera de influencias amadisianas; dada su

207 La tabla personalidad carismática y subvertidora; mientras la puta, que se lla- ma Vicky, maniobra con el capitán griego, Amadís y Esther y un amigo matan el tiempo con una botella de ron, es la medianoche y en la calle que baja por todo el costado del cementerio está tan oscu- ro como el interior de una tumba, Amadís bebe y reflexiona, -re flexiona y bebe, piensa en las palabras de Vicky, Amadís, yo hago esto contigo porque tú eres una gente reservada y serás Dios o el Demonio, no sé, pero inspiras confianza, siempre lo había hecho en La Habana porque allí nadie conoce a nadie, como si fuera posible estar en alguna parte donde no lo conozcan a uno, es tan grande el universo que en muchas de esas estrellas pueden haber civilizacio- nes que nos estén observando constantemente como en un laborato- rio, porque estoy seguro que debe haber algo más, otros modos de vida, cosas que a lo mejor, o más bien, seguro, no entendemos, pero que para ellos son muy normales, quizás como la transportación te- lepática o algo así, y ahora mismo están aquí al lado compadecién- dose de estos animalitos que beben un líquido que los hacen locua- ces, los alegra y los entristece, sentados como en una especie de rito dedicado al apareamiento de otros animalitos allá arriba en la Cueva del Águila, que deberá ser como una especie de santuario erigido al culto de antepasados convocados a la reencarnación, y se pregunta- rán intrigados por qué uno de los animalitos irá cubierto, antes de iniciar el apareamiento, claro, con cáscaras mucho más lustrosas que el otro y entregará a su compañero de faena unas rectangulares hojas verde-plomizas estampadas con figuras, seguramente reverencia- bles, seguramente de antepasados que desean reencarnar, animalitos que se destacaron en la lucha contra la esclavitud, por la libertad y los Derechos Humanos; el amigo pregunta a Amadís, de pronto, ex- trañamente, dada la condición burdamente materialista del sujeto; ¿tú crees que Dios pueda existir?; mira, de eso que no te quepa duda, lo que sucede es que a veces yo dudo de que Dios crea que nosotros existimos; un potente chorro de luz rasga la oscuridad de la calle y las paredes del cementerio, el amigo de Amadís se asusta pensando en una tremebunda manifestación de la existencia divina, se oye el ruido de una motocicleta que avanza a toda velocidad, dobla sobre el grupo y le encandila con la potente luz, de la motocicleta saltan

208 Armando de Armas dos ágiles miembros del Ministerio del Interior, y piensa Amadís, esto tiene que ser un chivatazo, tal vez el socio, el taxista, qué sé yo, alguien, ¿qué hago?, no puedo correr, somos tres y siempre cogerán a alguien y siempre alguien se aflojará y hablará, sereno serenito, eso necesito, mucha serenidad; ¡buenas noches!; ¡buenas noches!; ¿qué hacen ustedes en este lugar y a esta hora?; Amadís, extendién- dole el carnet de identidad; no, nada, mire, compruebe, yo vivo aquí, en esa casa, ella es mi esposa y él es mi amigo que vino a visitarme con una botella y estamos acá afuera para no molestar a mis padres que ya están viejos, usted sabe cómo es eso, si lo desea puede darse un trago con nosotros; no, no, de ninguna manera, gracias, estamos de guardia, que la sigan pasando bien; la motocicleta arranca tirán- dose pedos como monstruo antediluviano, y el amigo dice a Amadís ¡qué clase de tipo eres, que sangre fría!; y Amadís; sí, pero por den- tro estaba cagándome; Esther; lo tuyo sería por dentro, pero lo mío ha sido por fuera, mira, toca aquí, me he orinado toda; viene Vicky; ¡qué susto, Dios mío, cuando vi quiénes eran me vestí a la velocidad de un cohete!; ¿y el yuma?; ya viene ahí, pero no se vino, no se le paró, no pudo hacer nada; pero le cobraste, ¿no?; sí, eso sí, eso es lo primero que hago; Amadís; entonces no importa, la suerte sigue de nuestro lado; mi cuarto muy bien podría ser el Centro de Amistad con los Pueblos aquí en Cienfuegos, por él desfilan griegos, argenti- nos, yugoslavos, pakistaníes, indios, filipinos, ¿rusos?, no, rusos no, y casi todos son capitanes o primeros oficiales de buques, no es un problema de discriminación clasista, no, eso lo puedo jurar, el pro- blema es mucho más simple y consiste en que los capitanes y prime- ros oficiales pagan mejor y no andan regateando el precio delas putas y hasta les hacen regalitos cuando ellas les hablan de la situa- ción económico-político-social de un país donde los medios de pro- ducción están socializados, modestia aparte, yo he ayudado mucho a las putas de esta ciudad en cuanto a la formación político-cultural, y en cuanto a saber herir en el punto clave de la sensibilidad de los rudos, y casi siempre tarrudos, hombres de mar; deberán decirles que yo, el que las controla, soy un tipo malo, que les pego, que les quito casi todo lo ganado en buena lid de sudores cinturales, que no culturales, además, siguiendo con las ventajas de la alta oficialidad,

209 La tabla ellos hasta te invitan a tomar una botella de whiskey, y por si fuera poco, te hablan de la vida libre en otras partes del mundo, y saben lo que representa la desinformación, el hecho de vivir en una isla, re- queteisla, la más isla, un poco en español, otro poco en inglés, enten- diéndonos siempre, lo cual no impide que pueda surgir algún con- flicto derivado del eurocentrismo, del tercermundismo, de la creencia del aldeano acerca de que su aldea es el centro del mundo, una vez me dijo un capitán griego, medio borracho; ¡yo soy un hombre libre, puedo pensar, sobre todo pensar, hacer, decir lo que quiera, viajar a donde quiera, elegir con mi voto el gobierno que desee, leer diferen- tes puntos de vista en la prensa, apoyarlos o no; y repetía, todo colo- radote; soy un hombre libre soy un hombre libre soy un hombre libre SOY UN HOMBRE LIBRE; ¡coño, yo también soy hombre!; de- seos de meterle un machetazo, el machete afilado debajo de la cama, sobre la que estábamos sentados, meterle con el machete en la cara regordeta y coloradota, pero me vio el gesto en la mano y las inten- ciones en los ojos saturados de alcohol, empezó a lloriquear en un español clarísimo, como no lo había sido hasta ese momento; ¡no, por favor, por favor, no se ponga así, amigo, amigo, siempre amigo, no quise decir que usted no fuera, no fuera!; sí sí sí, no se me discul- pe, usted tiene toda la razón del mundo, soy nadie, mierda, polvo en el camino, mal olor, un ente, un chulo, desperdicio, tara, subdesarro- llo, lo reconozco, lo asumo, ¡pero óigame bien!, por lo que más us- ted quiera, never more never more; no sé si el tipo leyó alguna vez a Poe; nunca más me recuerde eso, me entiende, no me lo vuelva a repetir, no me lo vuelva a re-pe-tir, porque lo mato, se lo juro que lo mato; yo me pregunto qué extraña relación podía haber, si es que podía existir alguna, qué extraña conexión entre aquella informe masa temblequeante como la gelatina, implorando frente a mí, y el divino Aquiles arrastrando el cadáver de Héctor matador de hom- bres alrededor de la muralla de Troya; me veo obligado a cagarme en el ser nacional, en el alma colectiva, en el espíritu de grupo y en la idiosincrasia y la tradición, sobre todo en las tradiciones combati- vas, y no puedo menos que sonreír, sólo sonreír, al individuo, la In- dividualidad; y entro en batalla, de lanza y escudo trabajados en oro, hombro a hombro con Ayax, Ulises y Aquiles, arremetiendo con la

210 Armando de Armas lanza, destripando troyanos; y aquí tengo que reconocer la eficiencia de la propaganda de guerra y la desinformación desarrollada por Homero porque lo mismo pude haberme puesto de parte de los tro- yanos que al fin y al cabo no se han metido conmigo; arrollando y despedazando las formaciones de guerreros que caen trágica y cómi- camente como soldaditos de plomo barridos por la mano de un ca- prichoso-niño-aprendiz-de-Dios, mientras Atenea y Apolo, el de arco de plata, transfigurados en buitres, se posan en la alta encina del padre Zeus, que lleva la égida y se deleita en verme hender las den- sas filas erizadas de escudos, cascos y lanzas, discuten porque Apolo quiere detener mi matanza de troyanos y Atenea quiere continuar, la noche suspende el combate y nos retiramos al campamento ilumina- do de antorchas, desembarazados de los arreos de combate, un aqueo me lava los pies con agua tibia en enorme palangana de oro, un laca- yo grasoso, de cara regordeta, que no podía sospechar que al cabo de siglos y siglos nos volveríamos a encontrar, precisamente en mi cuarto, para decirme; ¡yo soy un hombre libre!; DIRECCION DE ESTABLECIMIENTOS PENITENCIARIOS; Unidad Ejecutora; Prisión Provincial de Cienfuegos; número de carnet de identidad; 53012873546; se hace saber que el ciudadano Montalbán de Gaula Amadís, alias Popol Vuh, hijo de Perión y Ericena, natural de Cien- fuegos, nacido el 28 de enero de 1853, ciudadano cubano, del sexo masculino, de piel blanca, pelo castaño, ojos pardos, de 145 libras de peso, 5.11 de estatura; otras señas particulares; cicatriz semicircular de veintidós puntos en hombro derecho; dirección; calle Esperanza, Cementerio y Cueva del Águila; que se encontraba guardando pri- sión desde el 20-9-82, sujeto a la causa número 56 del 82, Tribunal Provincial de Cienfuegos, por delito de portación, tenencia y uso de armas y explosivos en que resultó sentenciado a un año, se ha pues- to en libertad por cumplimiento el día 6-9-83 y para dejar constancia extiendo y firmo la presente; pulgares; Director del Centro, firma y cuño oficial, capitán Roberto Pérez Valero; las alteraciones, trasla- dos a una tercera persona con fines de proporcionar la evasión de la responsabilidad penal o cualquier otro hecho relacionado con la al- teración de este documento oficial, serán juzgados según lo previsto en el Título VII, Capítulo III; nos llevan esposados, dicen que nos

211 La tabla llevan al restaurante para que firmemos el acta de los daños que causamos, Oriana llora, dice le da pena la vean con las esposas pues- tas, a mí no, y no es que no tenga vergüenza, la vergüenza de estar esposado no es mi vergüenza, es la vergüenza de todos, yo humilla- do soy todos los hombres humillados, la puñalada que te hiere nos hiere a todos, en cualquier parte que una puta se venda esa puta es tu mujer, seguro que allá nos quitan las esposas para firmar el acta, entonces pides permiso para ir al baño, cierras bien la puerta y saltas por la ventana, sin miedo, que todo saldrá bien, confía en mí, todo es un problema de confianza, por la confianza nos hundimos o nos sal- vamos; esta revolución es tan verde como las palmas; si al menos pudiera beberle las lágrimas a Oriana, no por romántico, sino porque desde ayer no pruebo agua, cómo será el sexo con las esposas pues- tas, deberá ser lo más cómico, aquí somos lo más cómico, cada uno hace su papel, los policías hacen papeles de policía, grerrrrrrrrrrrrrr- rr grerrrrrrrrrrrrrrrr grerrrrrrrrrrrrrrrr, adustos, marciales, conscientes del deber cumplido; herencia martiana en los hombres que defien- den esta revolución, diría un exaltado orador partidista; Oriana y yo hacemos papeles de presidiarios, ajados, golpeados, con cara de ma- los, porque, sí, hay que poner cara de malos, malos mamalones, quién ha visto un presidiario que no tenga cara de malo, malo mame- luco, que no frunza el ceño y vire la boca en un intento por amedren- tar a la sociedad, decirle, mira qué condenadamente peligroso soy, haces bien con esposarme porque si logro fugarme ya verás los es- tragos que cometeré contra ti y tus sostenedores, sostenedores que nada tienen que ver con las tetas, tetás cayendo, digo, excepto que el presidiario sea un violador de mujeres, el presidiario también tiene su orgullo, orgullo de presidiario, que se manifiesta mostrándose bien presidiario, malo, malísimo, requetemalo, a mí me viene bien el papel de presidiario, es como si hubiera nacido con las rejas retrata- das en el rostro, a Oriana no, se ve como una mala actriz, los guar- dias tan gentiles le maquillaron el ojo de negro azuloso, eso le da un toque de distinción, hubiera sido estupendo si el maquillador hubie- ra hecho su faena en el otro ojo, arte facial postmodernista, política- mente correcto, no les odio, a ellos les tocó hacer de policías y a nosotros de bandidos, ellos servirían a Hitler con la misma devoción

212 Armando de Armas que sirven a Castro, el golpe es el mismo, UNO en el tiempo, en la acción de cargar el brazo atrás y descargarlo lo más eficazmente posible, alargado en cualesquiera instrumento contundente o cortan- te sobre cualesquiera enemigo desprevenido o prevenido, no puedo permitirme el lujo de odiar, el odio es boomerang, no obstante, po- dría matarlos con una sonrisa a flor de labios, yo el alegre ángel ex- terminador, ya llegamos, nos bajan de la perrera, ¡ñoooooooooo, descojonamos esto en la batalla!, nos quitan las esposas, Oriana pide permiso para ir al baño, camina hacia el baño, entra, cierra la puerta, de un salto planto un pie sobre el buró y las actas que esperan ser firmadas por Oriana y por mí, y planto el otro en la cara linda del administrador del restaurante, escaleras al cielo, de Jacob, y salto por la ventana a sus espaldas, tan rápido que los guardias quedan con la boca abierta, corro hacia donde Oriana me espera, nos vamos en zigzag, como borrachos, por entre la gente y el carnaval, al tiempo que ¡ataja! ¡ataja! y silba el plomo, ¡en la cabeza de la pinga es don- de me van a dar!, que la bala que está pa mí no la han fabricado to- davía los comunistas, lo más malo de esta huída es que tengo que remolcar a Oriana, pues para mí huirle a la policía es algo así como un deporte, ya van quedando a lo lejos los gritos y el silbido del plomo, jodido silbido, jode a cualquiera, ahora entramos por un ca- ñaveral, o cañaduzal, semánticamente más correcto al decir del sa- bio Don Fernando Ortiz, que con todo lo sabio que era seguro nunca se vio en un apuro como éste, o precisamente por ser sabio es que nunca se vio mezclado en una estupidez como ésta de jugar al ratón y al gato, sobre todo cuando a uno no le dejan otra opción que la de ratón, se comprenderá entonces acerca de la importancia capital de las opciones, sin opcionalidad no hay individuo feliz ni libre ni eco- nómicamente ventajoso, cosas que se me ocurren en las circunstan- cias que menos tienen que ocurrírseme, pero que se me ocurren, y tengo que decírmelas en aras de la opción que puedan tener ustedes de oír o leerme algún día, qué les parece lo modestico que voy resul- tando al considerarme en el probable campo de la opcionalidad de ustedes, vamos rompiendo por entre la caña, sin caña no hay país, país de caña, de paja, así es, así fue y así será hasta no se sabe cuán- do, ¡por desgracia!, porque la caña es al país como la morfina al

213 La tabla morfinómano, que en la misma medida que le es absolutamente ne- cesaria, lo va matando, erigiéndose en una especie de dictadura que nos mantiene en el presente como el mismo país monoproductor y monoexportador que fuimos siempre, con algunos monos más que se nos han añadido como el monopartidismo y el monoliderazgo, ah, perdón, me olvidaba del monoestéreo que venden en las tiendas para turistas, el sitio en el que también se está, se está muy bien aquí en la paja con Oriana entre los brazos, acurrucándonos el uno al otro para no permitir que el frío de la fiebre y el frío de verdad nos hagan castañetear los dientes, no vaya a ocurrir que los gloriosos comba- tientes que nos persiguen oigan el castañeteo dental y nos descubran, me siento realizado, uno puede realizarse en las situaciones límites, refugio en la cima del Himalaya mientras afuera azota la ventisca y ronda el Abominable Hombre de las Nieves, ¡pobre del que esté fuera de la covacha!, no lo perdonará el Abominable, en realidad no me importa quién se haya quedado fuera de la covacha, no me im- porta nadie más que Oriana, Oriana y yo, yo y Oriana, por las ven- tiscas de las ventiscas, amén, Amadís, cazador de sueños en la cima del mundo, mundo que me importa un carajo, el carajo del mundo, calorcito rico mientras los demás se hielan y se exponen al Abomi- nable Hombre de las Nieves que se niega rotundamente a evolucio- nar y se queda varado, tal vez, en el punto medio entre el mono y el hombre, por lo que políticamente, y desde cualquier punto de vista que se le mire, este Señor Abominable es un retardatario, individua- lista pequeñoburgués acomodaticio en la cima del Himalaya, enemi- go de los pueblos y cobarde que ha renunciado a los avatares de un mundo, a qué negarlo, realmente peligroso, pero lleno de esperanzas para los pueblos que se decidan por la lucha armada para la emanci- pación y construcción de la Nueva Sociedad que muy bien podría estar constituida, de no ser por la tozudez del peludo hombretón, por felices comunidades ideológicamente perfectas de abominables hombres de las nieves, y ya no sólo de las nieves, sino también de los trópicos, Oriana y yo somos como dioses incubándose en la cima del mundo, todo lo demás es chato y no merece en lo más mínimo nuestra conmiseración, dirán que estamos locos, o lo que quieran, pero quien nunca se ha sentido dios no sabe lo que es esto y por

214 Armando de Armas tanto mejor que calle la cochina boca, dios es también aquel que viaja por la carretera durante la noche en un auto e imagina que más allá de la cuneta, de los límites de la luz de los faros y las sombras, en lo profundo del pajonal de la caña, hay un nido de dioses incu- bándose, entrar aquí al cabaret, a pesar de las limitaciones y prohibi- ciones para nosotros los cubanos, cuando otros no pueden o no tie- nen agallas para desafiar esas limitaciones y prohibiciones, es también cosa de dioses, dioses chéveres, marginales, cosas de dioses es contemplar desde una mesa de pista a la bailarina, no la martiana bailarina española por supuesto, de piel india y lunar en una nalga, semidesnuda y seductora, para luego gozarla solo o con la Gata, frente al espejo grande y ovalado, reproductor de las más extrañas y exquisitas escenas pornográficas allá en mi refugio de la Cueva del Águila, y me acuerdo de la máxima que indica dudar siempre de los espejos, por aquello de que los participantes en las orgías frente al espejo no seamos más que reflejos de orgías que se desarrollan ya no en el espejo sino en ignotos y remotísimos lugares; Amadís; oye, Lobo, hay que plantar otra botella en la mesa porque ésta ya se va, parece que estas botellas traen de fábrica el defecto de salirse y yo estoy seco, mi hermano, estoy seco y me quiero mojar; Lobo; estás algo así como que un poco gracioso, pero bien, te haré una pregunta para ver si me conoces como tú afirmas, a ver, qué crees tú que yo haría si pudiera reunir de golpe en mis manos todo el dinero que me he jugado y bebido en mi vida, no te imaginas, ¿verdad?, pues fácil me lo volvería a jugar y a beber encantado de la vida; hay que espe- rar a que se haga la noche para salir de aquí, con la ropa manchada de sangre cualquier guajiro nos ve y nos delata, por qué ahora habrá tantos guajiros chivatos cuando el hombre de campo siempre ha te- nido más alto concepto del honor que el hombre de ciudad, será porque en los convulsos tiempos que corren la geografía honorífica se ha trastocado hasta el punto de no ubicarse convencionalmente, y en casos, ni siquiera ubicarse en ningún sentido; los bandidos no se pudieron sostener en el Escambray porque la lucha guerrillera en las montañas sólo puede sostenerla un núcleo que cuente con el apoyo del campesinado, como fue nuestro caso durante la guerra de libera- ción en la Sierra Maestra; pero, ¡qué campesinos ni qué ocho cuartos

215 La tabla los iba a apoyar, si a los guajiros colaboradores de alzados en el Es- cambray los reconcentraban en aldeas estratégicas como la de San- dino, en Pinar del Río!; ¿reconcentración como la de Weyler?; la de Weyler no, que Weyler era general español de un ejército colonial de ocupación, los que mandaban a los guajiros para Sandino eran cuba- nos, cubanos a las órdenes de Castro, descendiente de Weyler pero cubano; lo malo es que va y se les ocurra prenderle candela al caña- veral, o cañaduzal, antes de que podamos salir de aquí, si eso ocurre tendremos que hacer como hizo el alzado Dondique, el negro antico- munista una bola de cojones que escapando de un cerco de los mili- cianos se metió en un cañaveral al que estos le dieron candela por los cuatro costados con la intención de que saliera, el hombre era pícaro y cuando se vio perdido se enterró todo lo que pudo en la tierra y se cubrió con yaguas verdes, pero los perseguidores tampoco eran bo- bos y sabían que tendría que estar en algún lugar del cañaveral y comenzaron a peinarlo palmo a palmo entre las cenizas, hasta que un miliciano vio moverse algo sospechoso que resultó ser Dondique todo chamuscado, pero vivo, que parece le faltaba el aire y del que no le permitieron coger mucho porque allí mismo, entre las yaguas retorcidas por el fuego, dejó una regazón de tripas a consecuencia de las ráfagas que le metieron en el estómago; la cuestión es que tene- mos que aprovechar la noche para caminar paralelo a la carretera, algo así como treinta kilómetros hasta llegar a la ciudad de Cama- güey y eso no es lo malo, la cantidad de kilómetros, lo malo es que estoy descalzo y con un pie tan hinchado como la pata de un elefan- te, parezco un soldado de la impedimenta de Ignacio Agramonte, el Bayardo, y pienso que por aquí precisamente, pasó rauda, centellan- te y tormentosa su caballería, la más disciplinada; lo cual no dice nada, pues entre cubanos la disciplina no es precisamente el fuerte; caballería que yo cambiaría a gusto por una caballería de tontos tu- ristas ansiosos de gastar los dólares en recorridos al amanecer, o atardecer, de un trópico propiciador del erotismo, un erotismo que, se me sube el nacionalismo, en otras latitudes sería harto difícil de encontrar; caballería que de sólo mencionarse producía pavor entre los rayadillos del Ejército Español, hasta el punto que dice la Abuela que ya muerto Ignacio Agramonte sus matadores temían aún que se

216 Armando de Armas levantase machete en mano, lo que basta para ubicar al Bayardo en lugar prominente entre los cubanos realmente temerarios, pero no sólo eso, él brilla entre los que han sido exponentes de una verdade- ra vocación democrática en la isla, y no se me rían, que los cubanos alguna vez tuvimos vocación democrática, sobre todo si se tiene en cuenta que nuestro caso es de los pocos en la Historia de la funda- ción con todos sus arreos, es decir atributos, de una República en Armas, de rebeldes que se daban una constitución, y no una, sino varias, constituciones de guerra, y me atrevería a asegurar que hasta con bastante funcionalidad, lástima que esa vocación se haya visto frustrada en tantas ocasiones, pero no nos lamentemos, de alguna manera debíamos aprender, ¿no?, que para el aprendizaje real, de- mocrático, no se ha inventado, por suerte, la formula mágica; no nos llamemos a engaño, esas frustraciones son también consecuencia del Impulso, el Soplo, la Cubanidad, en suma, y la verdad es que no creo que se pueda pedir a un joven que sea mesurado; nosotros so- mos un remedo de las locuras de la adolescencia europea, y hasta ahora nos hemos quedado en la copia, la caricatura, el ensayo de una democracia, de una nacionalidad, alguien diría que hemos sido, como latinoamericanos en fin, una caricatura de lo peor del Viejo Mundo, pero eso no es nada vergonzoso, al contrario, es el juego de la evolución, de la vida, sacando huevos se aprende a capar, que nadie sacó el primer huevo porque fuera elegido por el Capador Uni- versal, ni tampoco encontró a ese primer cerdo angelicalmente dis- puesto en posición capatoria, por tanto, entonces, amigo mío, esos juegos nuestros a la democracia no son negativos, los niños se hacen adultos jugando, lo que sí resultaría absolutamente negativo es no jugar, no entrar en el juego democrático, porque entonces podríamos atrofiar definitivamente las potencialidades lúdico-democráticas; me duele hasta la vida, que no será la vida pero muy bien podría ser una costilla, cosa que en mí no es sorprendente, me he pasado la vida dando y recibiendo golpes, confieso que he vivido, no como Neruda, pero he vivido, coño, ¿es que no hay una forma un poquito, sólo un poquito, menos violenta de vivir?, puedo escribir los versos más tris- tes esta noche, pero me alegro de estar entre la paja con Oriana, de tener la esperanza de que todo saldrá bien, de hacerme sentir, que me

217 La tabla oigan, aunque sea a golpes, me alegro de que todo el mundo hable hoy en Minas de nosotros como de una pareja de pepillos que le puso malo el caldo a la policía, de ser un no persona que lucha por no aceptar tal condición, de vivir en país subdesarrollado, y aun de serlo yo mismo, me alegro también de no haber recibido instrucción militar alguna en un país donde hasta las jutías están militarizadas, son reservas de guerra, aunque tengo instinto militar que me viene de antepasados que anduvieron a pedradas y machetazos y tiros, y prueba de ello es que nadie de las Milicias de Tropas Territoriales, por experto que sea, hubiera escapado al cerco ni se hubiera camu- flado mejor que como lo hemos realizado Oriana y yo; Remigio, pon una botella aquí, que estas niñas beben como condenadas, cobra la anterior, y cógete cinco pesos de propina; LA PROPINA ES UN REZAGO PEQUEÑOBURGUÉS QUE CORROMPE AL TRABA- JADOR SOCIALISTA; ¡puaff!, en cualquier momento templar tam- bién es un rezago pequeñoburgués, Remigio se embolsa los cinco cocos y sale solícito a buscar la otra botella; cuándo fue que conocí a Francisco de Bobadilla, alias el Boba, cuando era periodista o cuando ya me habían expulsado, no, fue siendo periodista porque el día que nos conocimos me dijo; tú ves lo bien que la hemos pasado, todo lo que hemos hablado, las coincidencias, y lo provechoso que puede ser para ambos esta amistad, pues bien, es posible que tú tra- tes de no verme más, y lo entiendo perfectamente, no es que entien- da que deba ser así, sino que entiendo que te comportes de esa ma- nera, dadas las circunstancias de este país, debido al trabajo que tú desempeñas y todo lo que ese trabajo implica desde el punto de vis- ta ideológico, te van a llamar a contar enseguida, soy una especie de apestado social, estuve en presidio, cumplí diez años, más diez de estar en la calle arrinconado como una fiera, tanto que a veces he llegado a creerme que en verdad soy un hombre malo, muy malo; Amadís; ¡olvídalo!, soy un hombre; tal vez, no te lo niego, pero acuérdate, por mi amistad vas a tener problemas, y si te soy entera- mente sincero te diré que me hace mucha falta la amistad de alguien como tú, alguien con quien hablar de las más diversas cosas, desde las esculturas de la Isla de Pascua hasta la probable influencia del tabaco en el comportamiento sexual de los europeos una vez que fue

218 Armando de Armas introducido de contrabando en el Viejo Continente por el primer ber- gante que no creyó en eso de la convivencia diabólica entre las aca- naladas hojas que demasiado recordaban el color del trasero de las hembras allá en el recién descubierto Nuevo Mundo, porque, en úl- tima instancia, en toda relación siempre hay un interés, y hoy, con la mayoría de la gente de lo único que se puede hablar es de pelota o de marcas de carros, que además, sólo conocen de las revistas de pro- paganda introducidas de contrabando por el mismo bergante que una vez introdujo el tabaco, sólo que ahora la operación es en sentido contrario y después de perderle el miedo, no a la contaminación dia- bólica, sino a la contaminación ideológica, como verás el contraban- do es una constante en nuestra historia, somos, en realidad, un con- trabando, pero, de verdad, no quiero joderte, mi hermano; Amadís; ¡oye!, yo me llamo problema, y nada me importa nada, y mi nada no es el resultado del vacío de experiencias vitales, sino la nada a la cual se arriba después de infinitud de encontronazos que te van li- mando, erosionando, hasta dejarte en una nada que nada tiene que ver con la nadería de un jonrón o una excelente marca de carro que además nunca manejaremos; se oye por la radio una voz torpe, raja- da por el alcohol; ha sido una entrevista realizada por su periodista; ¿en qué precio me comprarían?; Amadís Montalbán para los espa- cios informativos de la emisora Onda Roja; ese periodista, Amadís, tiene un comportamiento un tanto extraño, no se relaciona con sus compañeros de trabajo, siempre lleno de magulladuras en los nudi- llos y brazos, no se le conoce una mujer fija, las cambia como si fueran camisas, hasta dos en un día, viste extravagantemente con pantalones campanas que le cubren los zapatos y en varias ocasiones se le ha visto reunido en las esquinas con elementos de porte franca- mente antisocial, para no decir que su mismo porte es el de un ele- mento antisocial, también se le ha visto en estado de embriaguez vagando por las calles de la ciudad, aunque hasta el presente no con- tamos con información acerca de su comportamiento violento, sus múltiples magulladuras siempre renovadas así nos lo hacen creer, para ser nuevo no trabaja mal, es decir, no escribe mal, aunque hay que añadir que el otro día sacó en el noticiero una sospechosa infor- mación sobre una reyerta en la inauguración de un restaurante, don-

219 La tabla de dejaba entrever que las fuerzas del Orden Público no habían ac- tuado convenientemente, de una manera muy sutil, tan sutil que el jefe del Informativo dice se vio desarmado a la hora de explicarle que semejante noticia no podía salir al éter, nunca hace como los demás que cuentan los pormenores del fin de semana, menos se le oye hablar de los zapatos que sacaron en las tiendas por el cupón 2, ¡y el colmo!, el otro día descubrimos que usa blúmers, todo el mun- do cuchicheando escandalizado detrás de él, incluyendo el jefe del Informativo, y cogió y se levantó de la máquina de escribir con una tranquilidad pasmosa y; ¡sí, uso blúmers y qué, alguien aquí me re- gala un par de calzoncillos porque en las tiendas no hay!; lo más extraño en su caso es que entró a trabajar aquí por un palancazo de Estrella Lagardere, la compañera que atiende Educación y Cultura por el Comité Provincial del Partido; Amadís, mire, lo hemos esco- gido para que cubra el sector del azúcar en la provincia porque el compañero Candelario irá un año para el curso de la Escuela Nacio- nal de Capacitación del Partido y necesitamos que usted lo sustituya, teniendo en cuenta que su trabajo a pesar del corto tiempo que lleva aquí ha sido serio, yo no le voy a andar con cuentos, el sector que le asignamos es difícil, o no difícil, sino delicado, sabe, mucho cuidado con las informaciones que se dan relacionadas con la zafra en la provincia, es algo que el Partido sigue con suma atención, específi- camente el compañero Primer Secretario en la Provincia, con el cual vas a tener una reunión cada diez días, una no, más bien dos, porque tendrías lo que ellos llaman el decenal de la industria y el decenal de la agricultura, donde se analizan todos los pormenores y dificultades de la marcha de la zafra en el territorio, los decenales son realmente candentes, tan candentes como no te imaginas, puedes llevar la gra- badora, pero sólo ponla a funcionar cuanto te indique el compañero Primer Secretario, las primeras veces él mismo te revisará el casset- te para cerciorarse de que no grabaste nada que pueda resultar pro- vechoso para el Enemigo, criticar, sí, claro que puedes, se te exigirá que critiques, que tu periodismo sea un periodismo de opinión, pero parcialmente, nunca generalices, para que entiendas, mira, puede que en el central X la zafra sea un desastre, bueno, pues coges y re- dactas un comentario o reportaje, y haces talco al director o al que

220 Armando de Armas tenga que ver con la situación creada, no tendrás dificultades de nin- gún tipo, al contrario, lo que sí no podrías hacer bajo ningún concep- to es un trabajo donde se insinúe, ¡ni en lo más mínimo!, y te recal- co, ¡mucho cuidado con las insinuaciones!, que la zafra como tal es un desastre en la provincia, o que el desastre en el central X es resul- tado de un mal trabajo por parte de la Dirección Provincial del Mi- nisterio del Azúcar, o menos aun, de la Dirección del Partido, porque entonces eso sí tendría ya implicaciones políticas y no exagero si te digo que hasta militares, porque si la zafra es el renglón fundamen- tal, no ya de la provincia, sino de la nación, no podemos ponerle en bandeja de plata datos de la zafra al Enemigo Malo, malo como es, siempre acechante, pues basado en nuestras propias informaciones podría, digamos, hacer sabotajes para exacerbar esos puntos flacos y convertirlos en crisis, porque, lo sabemos, el enemigo cuenta con medios sofisticados, y cuando digo sabotaje no me refiero a la explo- sión burda de una bomba en un central o la quema de un campo de caña, es algo mucho más difícil de detectar, que va desde las bolas contrarrevolucionarias con el fin de resquebrajar la férrea moral de nuestros trabajadores azucareros hasta la introducción de plagas en el país, la CIA es cerebro tenebroso y tenemos que combatirla con las armas a nuestro alcance, a saber, el valor, la inteligencia y la discreción, sobre todo la discreción, y por el camino de la discreción podemos llegar a un arma mucho más poderosa, la desinformación, fíjate, para que tengas idea, en los países de democracia burguesa la prensa se designa como el cuarto poder, claro, en las condiciones del socialismo la cosa cambia, ya no seríamos el cuarto poder, pero sí un instrumento, un medio, lo más poderoso con que cuenta el Partido, y esto no lo digo yo, lo dijo Lenin hace mucho tiempo, en el capita- lismo la prensa está minada, corroída por la propaganda comercial y el sensacionalismo, mientras que en nuestra sociedad la prensa está dignificada por la propaganda político-ideológica, a la cual nos de- bemos, porque nuestro papel, y no otro, es el de educar y corregir a las masas trabajadoras, interpretando las directrices del Máximo Lí- der, que es, en definitiva, el representante de dichas masas, me dirás que de todo eso puede resultar un periodismo chato y aburrido, pero no, ahí es donde está la clave del periodismo, del buen periodismo

221 La tabla socialista, en tener presente todo lo anterior e interpretar con sentido creativo, no copiar lineamientos y orientaciones de manera burda y mecánica, más bien, para que logres entender, la cosa va dirigida en el sentido de hacer una especie de novela de dichas directrices ema- nadas del poder central, porque si no cuál sería entonces nuestra ra- zón de ser, nos convertiríamos en meros informadores; las mujeres del Departamento Informativo somos para él una nulidad, pero con la rubia que vino de La Habana para acá es distinto, parece que ellos se entienden, lo que no es para dudar porque a la verdad que ella tiene la misma facha que él, con la diferencia de que ella tiene algo así como un aire intelectual, una de esas intelectuales extravagantes que les gusta dormirse a tipos de baja catadura, de reacciones primi- tivas, para, cómo decir, sentir emociones fuertes, porque a mí no me engaña, él es muy capaz, seguro, de pegarle a las mujeres, con esa cara de loco o chulo o qué sé yo que la mira a una como desnudán- dola, aunque en verdad a nosotras aquí ni nos mira, pero cuando mira hay algo raro en esa mirada y es quizá que no contiene interés en tu sexo, o no, más bien es como un escupitajo en tu sexo, y no por sexo, sino porque es el sexo tuyo, como si tu sexo no le mereciese, como si te rebajara a la condición de la potranca que levanta el rabo en el potrero a la espera de penetraciones provenientes de cualquier cosa candente y punzante, ay, no sé, de verdad, cómo un elemento así puede estar trabajando en un órgano de prensa, es una especie de atentado a la ética profesional o partidista o qué sé yo; Elena, la ru- bia que vino de La Habana; todas esas brujas partidistas me miran mal porque me acuesto con Amadís, que si soy más vieja que él, que si él es un bala perdida, que si anda siempre de tragos, que si no tiene futuro, que cómo acostarse con un hombre así, envidia, envidia es lo que sienten porque él no se las tira a ellas, y es más lindo que el carajo, con esos crespos sobre la frente y esos ojos entre soñado- res y tristes y drogados, se parece al Principito, eso eso, el Principi- to, un personaje de novela, que a la gente le cuesta trabajo creer, gente vulgar, mi pepillo, mi consolador para cuando tengo deseos de que me hagan gozar de verdad, pero a veces pienso que me engaño y que detrás de esa mirada, que no acabo de entender por qué es despreciativa con todos, y con todo, hay muchas más cosas, todo un

222 Armando de Armas mundo desconocido, y eso me desconcierta, a mí, que sé calar en lo más profundo del alma con la mirada, que he corrido mundo, que he corrido más hombres que mundo, y no sé a qué atenerme con este principito que siempre es el mismo y es distinto cada vez, como un cuento que tiene varias lecturas y al final no hallas con cuál quedarte y acabas por inventarle tu propia historia con lo que un poco te con- viertes en autora del cuento y eso me sucede y me siento su madre y su Dios, aun cuando seguro él no cree en mí como no cree ni en él mismo, o más bien, menos en él mismo que en nadie, lo que sí es indudable es que Amadís tiene su encanto, tal vez gratuito, porque ni hablar sabe, bueno, hablar, lo que se dice hablar, no, pero lo que es lo otro, ¡Dios mío qué manera!, nació para chulo, se aprecia en sus ademanes, en el estilo al caminar, en la forma que mira y acaricia, caricias evidentemente profesionales pero indudablemente sentidas en ese preciso momento en que las brinda como salidas desde el centro mismo de su atormentada y atormentadora vida, aunque tal vez para él eso no signifique mucho, porque, simplemente, su vida no creo le importe mucho y a veces da la impresión de que vive de- safiando, provocando, a la muerte, buscándola o buscando alguien que se encargue de hacerle la faena, su personalidad se desdobla, en el trabajo se le ve tímido, callado, medio bobo o qué sé yo, pero sales a la calle con él y es otro, se transfigura, se siente rey, es reconocido, admirado, y hasta respetado, en los bares, las discotecas y los caba- rets de la ciudad, por los elementos asiduos a esos antros, las putas se le babean detrás y los delincuentes lo saludan como significando ¡ese es de los nuestros y miren a donde ha llegado!, y a mí me da la impresión que en cualquier momento a donde puede llegar es a la cárcel, porque hasta ahora, y él lo sabe, no ha llegado a ninguna parte, sus triunfos están en la marginalidad, y eso, creo, es lo que lo distingue de los demás en el departamento, ellos se creen personali- dades públicas, se toman muy en serio y no son más que peleles bailando al compás de un ritmo monocorde, acordelados monos a la pirueta, él hace como que sigue la rima junto a ellos, pero falso, se les va, se les escurre, y se realiza en otra parte, donde ellos no quie- ren, o no pueden realizarse, en las broncas, las borracheras, el bisne y las orgías, en todo aquello que los aleja del canon establecido, de

223 La tabla la terrible seguridad paterno-tribal, ellos acusan y gimen, ¡elemento marginal!, y no saben o no quieren saber que la marginalidad ha extrapolado sus marcos, que ha invadido a la sociedad toda, sólo que es marginalidad controlada, domesticada marginalidad socialista a la cual él no se somete; una amiga de Elena; Amadís no te va bien a ti, es una especie de animal en dos patas, tú debes aspirar a un poeta o algo de eso; Elena; ¡pobre!, no sabe que Amadís es un poeta, de la vida, de la mala vida, de su vida, de-la-única-cabrona-vida-que-te- nemos, y sabe usarla como otros usan la palabra, tal vez sólo lo estoy idealizando y su única poesía es la de templar bien, aunque, eso también es poesía, húmeda poesía corporal, y un mérito nada des- echable en estos tiempos de stress y sedantes químicos y reuniones y actos de repudio y marchas del pueblo combatiente, entre los que más odian a Amadís en el Departamento Informativo se encuentra Otavón, lo odia porque Amadís representa todo lo que Otavón qui- siera ser y no se atreve, Otavón Pendejón, siempre pendiente del perfeccionismo gramatical y escribiendo crónicas acerca del heroís- mo de los dignos hombres de los cascos blancos con imágenes lite- rarias al estilo de noche oscura como boca de lobo, nunca saldrá de eso, no tiene vuelo, o cojones, que viene siendo lo mismo, a Amadís puede que un día de estos lo maten de una puñalada o puede que llegue algún día a la cima, pero nunca se quedará entre dos aguas que es, en definitiva, para lo que nos han programado, para lo que han desarrollado una eficaz maquinaria trituradora de individualida- des, talentos, yo también soy una frustrada, pero al menos soy cons- ciente de ello, no me creo una estrella ni una intelectual ni un carajo, ¿y Amadís?, no, Amadís no es ni tan siquiera un frustrado porque, simplemente, nunca se ha propuesto ser algo, él es, lo único que tengo es a mi hija y ni siquiera eso porque ha preferido irse con el padre y el padre le mete ideas malas de mí y no es justo y entonces lo único que atino es a dejarme usar por el primer hombre que me invite a un hotel o a un buen restaurante, y salir con Amadís el día que se acuerda de que yo existo, aunque con él nunca pueda adivinar si la fiesta terminará en un potrero entre pirámides de bosta y un sinsonte que nos picotea el pecho creyéndonos troncos de árboles de tanta borrachera, en el hospital o en el piso de un calabozo, la trom-

224 Armando de Armas ba, lo imprevisto, que llega entre mordiscos y alaridos de lobo heri- do en lo profundo de la selva y te penetra no sé qué tiempo de vio- lencias, miedos, odios, orgías, venganzas, humillaciones y porquerías y deja la sensación de haberte acostado con todas las mujeres con quienes él se ha acostado y un inexplicable regusto como a flor mar- chita en el cuerpo y una insondable lástima por ese atolondrado mu- chacho que va y viene de cabeza contra la pared de concreto como mariposa ciega que buscase la luz a cualquier precio; el otro día es- tuvo aquí en la emisora Estrella Lagardere a quejarse ante el director porque iba de paseo; perdón, no, los dirigentes del Partido como ella no pasean, hacen recorridos de trabajo; y el caso es que sorprendió a Elena y a Amadís tomándose una botella de ron bajo un aguacero y nada menos que en la escalinata de la catedral de la ciudad, porque, bueno, es verdad que como comunistas que somos no le debemos respeto alguno a una institución que ha sido, como bien dijera el Gran Lenin, el opio de los pueblos a través de la Historia, pero eso no implica que, al menos públicamente, tratemos de mantener cierta cordialidad con ella porque, como se sabe, los cambios en el plano de lo objetivo son mucho más acelerados que en el plano de lo sub- jetivo, de lo cual se desprende el hecho de tener un país práctica- mente futurista en cuanto al desarrollo de las relaciones de produc- ción, y un pueblo todavía minado en muchos aspectos por oscurantismos ancestrales como el culto al mentado Lázaro y a la mentada Caridad, por lo que es obligación de los comunistas, sobre todo los de la esfera ideológica, trabajar en el sentido de no herir susceptibilidades religiosas y poder sumar así a la causa, la causa del pueblo, además resulta muy feo que dos periodistas se estén dando tragos a la luz pública cuando debieran ser ejemplo para el pueblo trabajador, ellos van muy mal, se nos pierden entre las manos, y te- nemos que hacer algo por el bien de ellos y del colectivo; Elena, como yo, es una especie de oveja negra aquí en el Departamento, tal vez por eso nos hemos unido, ella no es bonita, aunque tiene algo como intelectualidad erotizada que le sale de muy adentro, y unas manos que saben muy bien materializar lo anterior, también ella me valora, no como otros que hacen la apología de mis vicios, ella tam- bién es una viciosa, todos estamos terriblemente viciados, pero ella

225 La tabla tiene arte para ser viciosa y arte, como yo, para violentar normas y desacralizar; la palabra de orden es desacralizar, desde el coño de la madre hasta la puta de la patria, pero tengo miedo; ¡¿de qué hom- bre?!; bueno, hombre, pues de caer en la sacralización de la desacra- lización, como escalar la tapia del cementerio con la luna llena y las tumbas blancas, tenebrosamente blancas y cuidadas, refulgiendo como casitas de plata en ciudad para enanos, ciudad de gentes para- lelas, oscuras, terrosas, en descomposición, fuegos fatuos, carcomi- das, polvo, al polvo volverás, algo como eso, sacralizar la desacrali- zación de la muerte y su parafernalia subtérreo-lunar; Amadís, mira, necesito que escribas un artículo acerca del papel del intelectual en la sociedad; ¿en cuál sociedad?; no, en la nuestra, en la socialista; pero ese tema es difícil, más bien es un tema que no me atrevería a abordar, o al menos abordarlo con la profundidad que requiere; qué pasa, Amadís, el intelectual revolucionario no tiene por qué temer a la verdad; no es que no quiera a mis hijos, quisiera escapar con ellos, pero por otro lado no tengo el derecho de arriesgar sus vidas, ni de torcer el curso de sus vidas, sus karmas, cosa que un día pudieran reprocharme, aunque también podrían reprocharme el que no me los llevara, pero también los voy a privar de sus respectivas madres y eso tal vez no lo perdona ningún hijo, les impediría entender por qué los saqué de este país, es difícil que alguien entienda determinadas circunstancias políticas, o de cualquier índole, por lo que sus padres le cuenten, los hijos suelen ser implacables jueces, a lo que se uniría el conflicto generacional muchas veces desembocador en revolucio- nes de jóvenes que cambian el mundo de sus adultos en mundo nue- vo que un día a su vez querrán cambiar sus propios hijos, cada grupo generacional creyéndose poseedor de la Verdad Absoluta, cambia- cambia, líder-cambia, que al final nada cambia, lluvia sobre lluvia; de todas formas la culpa es mía, por haberlos engendrado en este país, pero uno es cobarde y los engendra por aquello de que los hijos son necesarios, y entonces no sé qué cuento es ese del eterno agra- decimiento de los hijos a sus padres cuando en realidad estos los engendraron por su propia necesidad, todavía, que yo sepa, ningún hijo ha pedido nacer, que lo de nacer, o renacer, debiera ser un pro- blema de opcionalidad, que en tanto no sea así no será perfecta la

226 Armando de Armas democracia, y alguien argumentará que multiplicaos, cuando lo cier- to es que a la hora de la cosa nadie se acuerda de la especie sino de la gozadera, y si acaso en tener un macho que sea bien macho como yo o una hembra que el día de mañana me atienda cuando caiga en un hospital que las hembras son muy buenas y complacientes; por- que las madres de ellos, mis hijos, no son conscientes de tener que educar un hijo y no saber cómo, porque para ellas todo está muy claro en cuanto a educación que para eso están las orientaciones de los manuales, la prensa, la radio y la televisión, que lo otro es edu- carlos como unos rebeldes; un hombre que no dice lo que piensa no es un hombre honrado; ¡díganme ustedes si les enseño a que siempre digan lo que piensan!, cuando en realidad si quiero que vivan más o menos bien, o que sobrevivan, tengo que enseñarlos a que sean como el camaleón, ¡pobres mis pequeños saurios!; Nuestro Reto; el ejerci- cio del criterio ha sido característica de los intelectuales en el ámbi- to latinoamericano; cómo explicarles cuando sean hombre y mujer que fui capaz de traerlos a la Mentira y dejarlos, lo peor, en la Men- tira, ¿me perdonarán?; Cuba en ese sentido no constituye una excep- ción; dicen que un hombre en el exilio es un hombre en dos mitades, pero esa otra mitad que se deja nunca va a ser tan física, tan doloro- samente física como cuando se dejan hijos; Francisco de Arango y Parreño y los prohombres de nuestra nacionalidad en germen; hijos que se dejan en unas circunstancias que no se quieren para uno; José Martí y la intelectualidad independentista; expuestos a la misma quiebra de valores que uno sufrió; Juan Marinello y los exponentes del Despertar de la Conciencia Nacional Revolucionaria; y no sólo que sufrió sino a la que se adaptó hasta el punto de no ser más que un producto, atípico es cierto, pero producto, al fin y al cabo, de esa quiebra de valores; por sólo citar tres ejemplos en tres períodos cla- ves de la historia patria; estos últimos momentos que me quedan aquí debiera de consumirlos junto a ellos, en una especie de familia que nunca fuimos, que no supe darles; teniendo en cuenta tales ante- cedentes cabe preguntarse, ¿qué ha sucedido con nuestra crítica ac- tual?; sin embargo consumo esos momentos, y me consumo, entre el alcohol y las putas; tratemos de reflexionar, el advenimiento al poder del proceso revolucionario y su pronta radicalización trajo consigo

227 La tabla una agudización de la lucha de clases; quisiera darles amor, mucho amor, pero no sé si podré alguna vez; esto dio lugar a un estado de guerra civil con acontecimientos que ya son historia y donde el ve- cino del Norte jugó su papel; no sólo porque me voy, sino porque me han incapacitado para ofrecer amor, y no es que no lo sienta; está claro que en tales circunstancias se imponía la sobrevivencia de la Revolución y explica el hecho de que nuestros hombres de letras presentasen una realidad compacta; es que ese amor, a la hora de manifestarse, se distorsiona y algo que intenta ser una sonrisa o una caricia puede no resultar más que una mueca o un golpe; era lo que exigía la denominada época de los años duros; consecuencia de que- rer conciliar el amor con el odio de clases imperante; ahora bien, sucede que, la obra revolucionaria se fue consolidando hasta el pun- to en que el camino andado se hizo irreversible; cómo enseñarles a ser buenos al mismo tiempo que les enseñan a despreciar y perseguir a los que no piensen como ellos; a partir de ese momento la actitud de proyectar una imagen idílica de la realidad se fue convirtiendo, paradójicamente, en un boomerang; y a repetir como verdaderos pa- pagayos el dogma establecido; pues no vivimos en una sociedad aséptica, pretenderlo es cuando menos ingenuo; porque cualquier intento de mantener criterios propios es un crimen; y es lógico que así sea, si reconocemos que el socialismo no es obra precisamente de los dioses; ¿y si a pesar de todo un día me preguntasen acerca de Dios?; y los hombres, pésele a quien le pese, tienen virtudes y defec- tos, ¡por suerte!, si no la tierra sería el más aburrido de los mundos; ¿les diré que Dios es el opio de los pueblos?; por tanto continuar escondiendo debilidades sólo hace que vivamos creyendo que todo marcha bien y suceda como cuando se guataquea la mala hierba y por haraganería o falta de valor la tapamos con tierra en vez de sa- carla de raíz; ¿y los alentaré a una educación espartana para que un día se vayan a pelear a las guerras internacionalistas del África?; resultados, al otro día la mala hierba emerge con más fuerzas, cosa que sólo sirve para que el enemigo sienta el morboso placer de la prostituta al divulgar a los cuatro vientos los pecadillos de la purita- na; cierto que es amoral que los eduque en algo en lo cual no creo; ¿por qué continuamos, entonces, con algo tan perjudicial?; como

228 Armando de Armas también es igualmente amoral que me vaya y abandone el campo de batalla para que el enemigo actúe a su gusto; a saber hay, como casi siempre, las causas objetivas y las subjetivas; quedándome quizás pueda atenuar en algo la influencia de la gonorrea ideológica sobre sus infantiles psiquis; en el primer caso está la existencia de los TO- TEMS, es decir, individuos que por obra y desgracia de la burocracia son intocables e infalibles ante la crítica, que ha tomado la vía más fácil; entonces estoy, cosa común en mí, entre la espada y la pared; emprenderla con el taxista, el vendedor de churros o el cartero; sin poder definir, no ya cuál actitud de las posibles a adoptar es la que los perjudicaría, sino cuál de ellas los perjudicaría menos; ellos tam- bién funcionan mal pero no son los únicos, y menos los determinan- tes; para escoger, entonces, no como en los malos novelones, o bue- nos, entre los viejos contendientes del; en la segunda categoría nos encontramos con la supervivencia de una mentalidad forjada en los primeros años, en los intelectuales y en los funcionarios, según la cual sacar a la luz los errores es hacer el juego al Imperialismo; bien y el mal, sino entre el mal y el menos mal; es lo que el Comandante en Jefe ha denominado síndrome del misterio, y que viene a unirse al miedo a ser tildado de reaccionario, como si reaccionario no fue- ra, precisamente, eso que pretenden, es decir, conservarse en las sombras, conservar lo establecido para que nada cambie, para que siga de acuerdo a determinados intereses; pero lo triste es que la decisión más conveniente sólo puedo saberla cuando ya será tarde para mí y para ellos; y a la cómoda posición de no buscarse proble- mas, si somos justos, algo hemos avanzado al calor de la Rectifica- ción, pero no es ni remotamente lo suficiente para airear el ambiente; por tanto, es absurdo esperar por la decisión de unos jueces-hijos que demorarán años en estar capacitados para decidir; ¿hasta cuándo predominará la ineficacia de la crítica social, y la inexistencia de la crítica política?; y que cuando puedan decidir sólo juzgarán el pasa- do de mi proceder con un Papi debiste haber hecho esto, o esto otro, o aquello, que yo en tu lugar, y aun la decisión de estos presuntos jueces; no es pronosticable, sólo es posible asegurar que, eso no ocu- rrirá en tanto predominen conceptos superficiales en la sociedad; lo más probable, o seguro, estaría dividida en uno u otro sentido, por

229 La tabla tanto, en esta problemática no me es posible hacer uso de mi demo- craticidad y lo mejor es romper con todo, por mi cuenta y riesgo, e irme, que ya después se verá qué fue lo mejor; hasta que se eliminen viejos y nuevos prejuicios, se valore al hombre por su capacidad y no por sus camaleónicas posturas, y mientras no obviemos la estúpi- da costumbre de medir la realidad con la vara del maniqueísmo más absurdo, contribuir a la superación de dichos escollos da la medida de realización del intelectual revolucionario, ese es NUESTRO RETO; mira, Amadís, esto no es un problema personal como Jefe del Departamento Informativo, independientemente de que yo esté de acuerdo o no con lo que planteas en tu trabajo, el Consejo de Re- dacción considera lo siguiente; pecas de un liberalismo que real- mente no favorece a nadie, no favorece al colectivo de trabajadores de la Emisora, no favorece la marcha del Proceso de Rectificación de Errores que lleva a cabo el Partido en la Provincia y, en última instancia, no te favorece a ti como intelectual revolucionario, que de eso no le cabe la menor duda a los del Consejo, que de lo contrario ya no estarías entre nosotros, pero mira, tú eres joven y debes tener sumo cuidado, porque como joven al fin, pecas de irresponsable, impulsivo, y el intelectual, si es revolucionario, y repito, estamos seguros de que tú lo eres, tiene una gran responsabilidad para con la sociedad que es, en definitiva, la que ha permitido que dicho intelec- tual se desempeñe como tal, tú mismo, hijo de campesinos pobres como eres, jamás hubieras ejercido como periodista en una sociedad capitalista, el liberalismo burgués como tal ya jugó su rol en el pasa- do siglo, aunque todavía en las sociedades capitalistas puede jugar algún rol en tanto se oponga radicalmente a dicho sistema, pero, punto, hasta ahí nada más, tenemos que estar absolutamente conven- cidos de que el liberalismo burgués ha sido desplazado eficazmente por el marxismo-leninismo, lo demás es, simplemente, hacer inopor- tunas concesiones a la llamada Democracia Representativa, que por hipocresía y turbios intereses permite ciertas libertades, ¡claro!, en tanto esas libertades no pongan en peligro al sistema y sus valores, cosa ésta que atrapa a los ideólogos burgueses en su propia trampa, al no poder arrasar, como quisieran, con el pensamiento revolucio- nario, nosotros, no, nosotros tenemos y proclamamos todo el poder,

230 Armando de Armas por derecho histórico, porque el pueblo nos otorga ese derecho, con- fía en su vanguardia, y no tenemos por qué traicionar esa confianza, por qué jugar a la disidencia, ni mucho menos, el Consejo de Redac- ción no estima que tu trabajo es contrarrevolucionario, pero también estima que es mejor cortar por lo sano antes que surjan malas inter- pretaciones y males mayores; Elena me ha confesado que el Boba le gusta, desde que era niña y él una especie de mito entre la juventud de la ciudad, de pelo rubio cayéndole en bucles sobre los hombros como la peluca de un conde o algo así, con unos jeans desteñidos, cuando en este país los jeans como moda eran simplemente una ex- centricidad, y una mochila que ella solía imaginar cargada de grana- das y pistolas, porque en torno a él corría la leyenda que ya de niño había sido correo y ayudante del Che en la Invasión a Las Villas, y que después combatió en Playa Girón y en el Escambray, artista de teatro, primero, y después de cine, para el que fue captado debido al rodaje de un documental en la guerra del Escambray donde Boba aparece durante una toma en que los alzados rompen un cerco de la milicia, en el preciso momento en que la escuadra que el Boba man- daba se disponía a almorzar; los alzados se levantan de entre un yerbal y saltan por encima de la carretilla con los alimentos, dispa- rando como endemoniados sobre el reducido y desprevenido grupo, matando al carretillero y a dos milicianos más, el Boba logra dispa- rar su pistola desde la altura de la cintura sentado sobre el tronco de un árbol donde iba a almorzar e hirió a un atacante en el abdomen, pero otro que venía detrás le metió en la frente con la culata del fusil, en el instante en que el Boba se incorporaba, cayendo hacia atrás aparatosamente, como mueren los héroes de las películas america- nas, escena minuciosamente captada por la cámara, y que luego un equipo del ICAIC descubrió en los archivos, ya terminada la guerra, en busca de material para una película sobre el Escambray, y para la cual el director vio en el Boba el protagonista ideal, lo mandó a bus- car por todo el Ejército Central, pero lo vinieron a localizar estudian- do Humanidades en la Universidad de La Habana, de donde salió por un tiempo para el rodaje de la película, como resultado de dicha película entre las pepillas del Pre, por la época en que Elena lo cono- ció, circulaba una foto donde el Boba se estaba dando tremendo beso

231 La tabla en la boca con Consuelo Vidal; Elena; yo lo que tengo es miedo, Amadís, porque tú sabes bien cómo es esto, y él tuvo después el problema ese del atentado a Fidel, y por nada del mundo me atreve- ría a tener una relación con él, porque me señalaría para toda la vida, al seguro; CONSEJO DEL TRABAJO, DELEG. PROV. C.N.C. Ref. Exp. 2/1975; visto el exp. de referencia formado por reclama- ción de fecha 25 de enero de 1975, establecida por Carmelo Mirave- la Gómez, en su carácter de Director de Personal y Cuadro de la Delegación Provincial del C.N.C., contra el trabajador Francisco de Bobadilla Cuauhtemoc, actor en el Centro Dramático de Las Villas, imputándole el haber sido sancionado por el Tribunal Provincial de Las Villas, como autor de un delito contra los poderes del estado, a la sanción de diez años de privación de libertad por sentencia de fe- cha 25 de diciembre de 1973, solicitando contra el mismo dicho funcionario como sanción laboral, la separación definitiva de su car- go y centro y organismo; Amadís y el Boba conversan en un bar frente a una botella de ron; sabes, Boba, tenía que decirte algo, hay una jeva ahí, que está conmigo, pero que me ha dicho que tú le gus- tas, ¡y te tiene miedo!, por la situación política tuya; el Boba; y qué se puede hacer entonces; nada, óyeme bien el plan que tengo, la cosa es que yo puedo invitarla a salir un día que nos pongamos de acuer- do tú y yo, hablo con cualquiera de mis putas para que salga contigo ese día, nos vemos por casualidad en cualquier bar, y yo; qué tal, Boba, cuánto tiempo sin verte, viejo, por qué no nos vamos todos a un cabaret, mira, te presento a una amiga, y de paso la invitación podría ir por parte tuya, ya que tú sabes, no tengo trabajo; llegó el día acordado; Amadís y Elena se topan con Boba y Josefina, la puta que Amadís ha buscado para el complot contra Elena; dulce com- plot, en que tres se ponen de acuerdo para vencer el miedo de un cuarto a favor del amor, intrigantes benditos, luchadores oscuros por la felicidad, traición que Elena agradecerá; Amadís, amante com- prensivo que entrega la amada en brazos de un amigo necesitado de cariño y comprensión, y apoyo, sempiterno triángulo amoroso cau- sante de tragicismos sin nombre que esta vez, gracias al nivel de ci- vilización de los encartados se resuelve sin riadas de sangre, ni sui- cidios, ni traigo penas en el alma que no las mata el licor, bueno, lo

232 Armando de Armas cierto es que se logró una cosa buena, pero, la cosa no es tan román- tica como pudiera creer cualquier ingenuo, el caso es que Amadís vendió a Elena por una botella de ron, el Boba aceptó la compra, barata por demás, porque quería correr una aventura erótica, estimu- lado por los cuentos que Amadís le hacía de las locuras que come- tían él y Elena, y quería comprobar los efectos del choque leyenda- realidad en la persona de Elena, sobre todo comprobar si podía seguir siendo una leyenda, porque a él le encantaba el papel de per- sonaje legendario, o en qué medida esa leyenda se desvanecía frente a alguien que lo deseaba a través del cristal de los recuerdos de un pepillo romántico y tirador de tiros de los años sesenta, ahora que estaba viejo, no tan viejo como gastado por la humedad de las celdas y las secuelas de huelgas de hambre, alcoholizado hasta la médula, frustrado, neurótico, y sin los bríos sexuales que tanto acrecentaran su fama entre las putas comedoras de cañones verde-olivo y brillos de farándula; y la puta Josefina; entre paréntesis, un nombre bastan- te poco adecuado para una puta, sobre todo una puta de esta época; se prestó para el complot porque hacía cualquier cosa con tal de que al final terminara acostándose con Amadís; entran a un club y discu- ten con el portero porque ni Amadís ni Boba llevan cuellos, discu- sión que acaba cuando Boba le da cinco pesos para que el tipo se calle, oscuridad, música suave, en la mesa hablan de trivialidades, Amadís y Elena se besan, e intercambian lenguas, el Boba tose y se decide a hacer lo mismo con Josefina, Josefina incómoda le da una patada por el tobillo a Amadís, Amadís, media sonrisa, como siem- pre, y se empina el vaso de ron, Elena mira con el rabillo del ojo al Boba, Amadís hace el celoso, el Boba protesta defendiendo a Elena; Amadís; permiso para ir al baño; detrás va Josefina que se mata e intercepta a Amadís en el pasillo; ¡óyeme, hasta cuándo es la come- dia ésta!, estoy al meter un bateo que se va a oír en Hong Kong; Amadís; déjame a mí, tú verás que esto se arregla ahorita; sí, sí, pero la pelúa esa se está dando la lengua contigo, y conmigo sí no va que por algo yo soy Josefina; ¿la de Napoleón?; Amadís; ¡chica, cálmate, cálmate por favor!, ahora cuando lleguemos a la mesa tú me invitas a bailar y tú verás cómo la cosa se resuelve a pedir de bocas; Elena y el Boba se les han adelantado y bailan muy animadamente; bus-

233 La tabla cando en el techo del mundo un nuevo confíííííííííííííííín; Amadís y Josefina comienzan también a bailar y se succionan boca aboca como ventosas, entonces Elena aprovecha y comienza también a succionar al Boba, cosa que ya había hecho cuando Amadís y Jose- fina estaban para el baño, pero quería tener una justificación, ¡inge- nua!, para no quedar como una puta delante de Amadís; se van como a las dos de la mañana y el portero comenta con un dependiente que la juventud está perdida que si no se fijó cómo habían cambiado los muy degenerados, mientras, los cuatro se alejan abrazados pegándo- se por turnos al pico de la botella; el caso de Elena es inconcebible en una periodista, primero continuó relaciones con el Amadís ese, a pesar de que el Partido no lo quiso más como periodista por conduc- ta impropia; ¿qué es conducta impropia?; ¡imagínate tú!, en ese saco cabe todo lo que quieras echar, bueno, pues no le bastó con eso y ahora anda de relaciones con Francisco de Bobadilla, alias el Boba, que de bobo no tiene nada pero sí mucho de sinvergüenza, fíjate, tú, que tuvo el valor de prepararle un atentado al Comandante en Jefe, siempre anda borracho, y no pierde ocasión para manifestarse en contra del proceso revolucionario, pero ahí no acaba la cosa, es fama de que se acuesta con los dos en una misma cama; ¡horror!; sí, sí, una cochinada, tenemos que hacer un informe que recoja todo eso y elevarlo al Núcleo del Partido y a la Sección Sindical, para que ellos decidan, a mi entender, y yo no soy muy entendida que digamos, para que alguien tenga acceso a los medios de comunicación masiva en el socialismo debe ser intachable desde todos los puntos de vista que se le mire, debe ser una especie de santo, un santo comunista, pero santo; el Viejo me ha dicho que el comunismo es como una religión, por lo que pienso que habrá que analizar un día la posible relación entre la escolástica cristiana y la escolástica marxista, entre fe marxista y fe cristiana, y sobre todo, entre la Santa Inquisición de la Iglesia y la Santa Inquisición del Partido; ejerció Fidel su derecho al voto, acompañado de Todor Yikov, en horas tempranas de la ma- ñana de hoy; el Boba tuvo una pistola, que por supuesto después le quitaron, con una dedicatoria del Che en las cachas, regalo que le hizo el argentino por una acción de armas destacada durante la lucha contra bandidos, ¿bandidos?, bueno, en definitiva los que combaten

234 Armando de Armas contra el Poder, cualquiera que éste sea, son calificados por el Poder como bandidos, quien se oponga al Poder no merece ni el calificati- vo de soldado, por supuesto, existe la variante en que los sublevados alcanzan el triunfo y pueden entonces, con todo derecho, quitarse el feo calificativo, y de hecho, los antiguos soldados defensores del orden, o del desorden, pasan a ser los bandidos, que fue el caso de los barbudos de la Sierra Maestra con respecto a los soldados batis- tianos, cosa que no le sucedió a los guerrilleros del Escambray y que por tanto no hay Dios que les quite el San Benito, aunque, en espera siempre de las reivindicaciones futuras, para no complicarnos mu- cho, llamémosles, insurgentes; en verdad yo no creo mucho en la historia de la pistola y las cachas dedicadas por el argentino, porque cuando Boba habla nunca se sabe si lo que dice es realidad o fanta- sía, a lo que se añade la vieja polémica acerca de si la realidad no es más que la fantasía de cada cual, por lo que suponiendo que fuera así no hay que reprochar nada al Boba, y si no lo fuera tampoco porque en la fantasía del Boba, y seguro que en todas las fantasías, siempre hay un acto divino, de creación, con lo que muchos se sonreirían irónicamente al pensar que en el Boba hay algo divino, cosa que a mí no me asombra en lo más mínimo, bueno, siguiendo mi argumen- tación acerca de por qué no hay que reprochar nada a las mentiras, o las fantasías, del Boba, diré, simplemente, que es mi amigo, y un amigo es siempre un amigo, pese a todo; de Boba lo único que pue- do decir con certeza es que resulta un buen actor, y por lo mismo, nunca se sabe cuándo actúa o cuándo no, él es personaje de novela y cuesta creerlo de carne y hueso, quizá por eso es mi amigo, porque da la medida de lo que soy, o de lo que somos todos; amalgama de irrealidades y certezas que viene a resultar el único punto de referen- cia de nuestra esencia humana, que es decir, divina, que es decir el humo me arde en los ojos, Luly y la Gata son una maravilla, adiós hijos míos, quiero a Oriana, madre no llores, padre perdóname, adiós muchachos compañeros de mi vida, barra querida, ¿la barra de quién?, el cabaret se llena, el show me aburre, cada hombre lleva su show por dentro, entonces para qué ver éste, todos, sin embargo, somos parte del show, no del que llevamos dentro, sino del otro, del de afuera, el Gran Show Universal para Divertimento del Padre

235 La tabla

Eterno y los angelitos y San Pedro quita el agua y pon el sol, sol bueno y mal de espuma, dualidad mar-bueno, mar-malo, bueno por- que es una vía, peligrosa, pero una vía, para irse, y malo porque si no estuviera ahí rodeándonos fuera más fácil, de todas formas, malo, lo que se dice malo malo requetemalo sería que en vez del mar estuvie- ra el vacío, semejante al vacío interior, el que cada cual lleva como una procesión; aquel día Eloy me ayudó a brincar la cerca, me ayudó no, prácticamente me hizo rodar como un saco de papas; así debe ser en la guerra, se ayuda al compañero herido, se carga, si es preciso, se rueda, se empuja, se le azuza para que avance; y si me detengo, mátame; pero no se le deja a merced del enemigo, las sirenas de la policía sonaban cerca como en un largo quejido de animal herido por el láser de entes extraterrestres que habían llegado con el fin de experimentar sus armas con la elemental fauna terrestre, yo no esta- ba herido, yo lo que estaba era borracho y agotado, y un tanto gol- peado, la bronca no había sido fácil, ¡dime tú una bronca con Cor- leone!, el padre de Amarilys, cuando nosotros nos hemos fajado, juntos, contra otra gente miles de veces, y él ha visto mis mañas, mis astucias en la pelea; no, compay, aquí no ha pasado nada; y allá-te- va-el-trastazo cuando menos lo espera el contrario, dormirlo, dor- mirlo en el metro, y no dejar que te duerma, pero resulta que yo también lo conozco a él, por eso fue todo tan rápido, fulminante, de ambas partes, y con todo el cariño que nos teníamos, que nos tene- mos, porque todavía seguimos siendo amigos, nos dimos a matar- nos, y en medio del jaleo había un negro que yo no sé de dónde salió, que se arrodillaba y gritaba, ¡paz, Jesús, yo quiero paz, Jesús, óye- me, Jesús, dame paz, dales paz!, y todavía hoy no he logrado saber si se trataba de un pacifista convencido o un borracho comemierda, loco porque le sonaran una patada en la cabeza, Esther tuvo un papel destacado en la feroz batalla porque se quitó un zapato y lo esgrimió de forma tal que no permitió que ninguna de las mujeres que venían en el bando contrario nos diera por la espalda a mí o a Eloy; cuando llamaron a la policía Eloy y yo nos desprendimos a correr para el matorral que hay detrás de la Escuela Formadora de Maestros, en- tonces nos tiramos entre la hierba, con un estilo militar ¡que ya qui- sieran muchos formados en escuelas militares!, y al poco rato de

236 Armando de Armas estar allí tendidos fue que aparecieron los dos negros con un palo en la mano cada uno; ¡hijoeputas, así que mirando hueco!; díganme ustedes, la última, caballeros, la última, Amadís y Eloy mirándole hueco a dos parejas de negros templando, y no es un problema de racismo, no, más bien es un problema de concepciones estéticas, bueno el caso es que ellos lo pensaron así, y no había manera de hacerles entender que estábamos allí en aquella posición tan poco convencional huyéndole a la policía, que dejen eso que nos van a coger por culpa de ustedes, tengo que hacer algo, pero no sé qué, lo levanto por las patas y lo estrello con palo y todo, y después le doy con el mismo palo, pero por otra parte lo más seguro es que no voy a poder levantar al negro y me voy a ir al suelo junto con él, y el otro aprovecha y me madura con el palo, si Eloy me pudiera coger la seña todo cambiaría, Eloy no está tan borracho como yo, la bebida es una cabrona, como las mujeres, y lo jodido es que siempre, o casi siempre, andan convoyadas, está todo más oscuro que un culo; lo que tienes que hacer, Amadís, en una bronca con un negro en la os- curidad es decirle, ríete negro, ríete, y cuando el negro se ría meterle el viaje en la blancura de los dientes que allí mismitico está el negro; compay, mire, dejen eso, vamos a conversar; ¡conversar pinga, mi- rahueco!; me desprendo no me desprendo, me quiere no me quiere, no puedo con mi alma, esto se dice y no se cree, caballeros, dos broncas, una detrás de la otra, bueno por algo yo soy el caballero Amadís, espejo de la caballería andante, ¡pero coño qué jodido papel éste de caballero andante!, y ahora, suponiendo que tenga fuerzas para entrarle al negro y que Eloy me copiara la seña, y que todo re- sultara una acción rápida, eficaz y conjunta de las dos fuerzas gue- rrilleras, las del Comandante Eloy y las del Comandante Amadís, el caso es que puede llegar la policía y entonces va y nos juzgan por caballeros-guerrilleros-bronqueros y por caballeros-guerrilleros- bronqueros-mirahuecos, que esta última causa es bastante poco hon- rosa, si se tiene en cuenta la prosapia de caballeros que somos Eloy y yo, y el juez me dijo la última vez que me le paré delante con las manos atrás como un guajiro que baila la Caringa, qué conexión podrá existir entre la sobriedad y la solemnidad de un tribunal revo- lucionario y el baile de la Caringa, bueno, el caso es que yo tengo mi

237 La tabla herencia guajira, y al decir de Lezama Lima hay dos tipos de guaji- ros, el guajiro bonus, es decir el guajiro bueno, comedor de boniatos, bonachón, y tirador de pedos entre la alegría sana de la estabilidad familiar, y el guajiro-rebencú, peleador de gallos, reyertero, tomador del café fuerte y amargo y del aguardiente peleón, raptador de muje- res y con evidentes tendencias al cuatrerismo, y parece que mi he- rencia guajira viene de guajiro-rebencú, que a la vez tiene su heren- cia, distorsionada, es cierto, por el tiempo y las circunstancias, siempre las circunstancias, pero herencia al fin y al cabo, en la tradi- ción de los caballeros amadíses, cosa que desconoce este juez incul- to e incorruptible impartidor de la justicia revolucionaria por lo que me ha dicho sin miramientos de mi estirpe; si vuelve por aquí por el tribunal con cualquier problema de desorden público o desacato, no valdrán atenuantes, y además de la condena, mandaré una carta al rector de la Universidad informándole de su conducta social, pidién- dole su expulsión, pues si no, ¡qué tipo de profesionales estamos formando en este país!; ¡Eloy despréndete!; y me echo a correr con todas las fuerzas que me quedaban; ¡párate puta!; y me han sonado un toletazo en la espalda, que todo se paga en esta vida o en otras que cuántos negros no habré apaleado yo cuando la esclavitud en mi condición de dueño de ingenios y traficante negrero, pero seguí co- rriendo y no miré atrás y me escondí todo lo lejos de allí que me permitieron las piernas, dentro del marabú, ¿Eloy habrá corrido como yo o no habrá podido escapar?, a lo mejor le dieron los negros, o lo cogió la policía, yo debiera volver a ver qué le pasó, pero bueno, él debió de correr igual que yo porque le avisé, antes de hacerlo, ¿y si vuelvo y él escapó cuando le dije que lo hiciera y me cogen los negros, o la policía?, entonces, lo echo a perder todo, y, ¿estás segu- ro que tu miedo ha sido nada más que a la policía?, sí, a la policía, a la policía nada más está justificado que un hombre como yo le tenga miedo, ellos son una gran familia, o una gran desfamilia, pero el caso es que son la fuerza, y por eso siempre ganan, que la cosa con ellos nunca es de hombre a hombre y como el Viejo me decía nunca se le pueden tirar patadas al aguijón, pero un día aprenderé a tirar patadas parte-aguijón con zapatos especiales comprados en tiendas de Economía de Mercado, esas luces que se ven pasar deben ser

238 Armando de Armas carros patrulleros, o tal vez taxis, salgo del marabú despacito despa- cito, ya es tarde y llevo como dos horas enterrado en el marabú, de- ben ser como las cuatro de la madrugada porque ya los gallos can- tan, el gallo cantará tres veces, aunque los gallos cantan a cualquier hora que les dé la gana, camino por el medio de la calle porque hay más posibilidades de escapar, el que te quiera coger tiene que venir hasta el centro de la calle y en eso ganas tiempo, y ocurre ahí viene un carro que me para al lado chirriando gomas, estoy cogido, y me tiro de cabeza a la cuneta; ¡aguanta, Amadís, que somos nosotros!; era el Chévere que había estado presente en la bronca y escapó cuan- do llamaron a la policía topándose por casualidad con Esther, que había huido por su parte, llorando por la calle, y decidió entonces robarse un taxi para buscarnos a Eloy y a mí; ahora nos preocupa Eloy, lo buscamos y lo buscamos por todas partes, y nada, y ya da- mos por seguro que está preso, cuando al Chévere se le ocurre que puede estar en la Cueva del Águila y vamos en el taxi robado hacia allá, donde nos divertimos mucho, porque al ver el taxi Eloy piensa es la policía y salta por una ventana en calzoncillos, en dirección a la costa, cuchillo en mano, dice Eloy que no oyó cuando le dije que huyera y no le quedó más remedio que decirle a los negros; si me van a dar me tienen que dar aquí porque yo no voy a correr; y que uno de los negros le decía; ¡tu socio es una putica!; y Eloy; sí, sí, descarado es lo que es, y un ratón de cloaca; ¿Eloy habrá pensado de verdad que me acobardé?, pero se lo dije, despréndete, y me des- prendí, no iba a esperar a que dijera; querido hermano y comandan- te, dadas las condiciones objetivas en que se desarrollará la batalla es conveniente que deliberemos para buscar la vía de una retirada honorable, sin hacer concesiones al enemigo de clase, y con el áni- mo de que sea una jugada táctica que, en definitiva, contribuya al desarrollo de una estrategia que dé al traste con las fuerzas enemi- gas, entiéndase imperialistas, burguesas, cavernícolas, en suma, nor- teamericanas; ¿le habré dicho de verdad que se desprendiera?, o será sólo una defensa que me inventé ante el tribunal de mi propio yo, el yo-guajiro-reyertero-caballero-rebencú-de-la-tabla-redonda, no sé, de verdad que no sé, pero de todas formas lo más lógico era irse, porque nosotros los caballeros andantes no debemos malgastarnos

239 La tabla en escaramuzas sino guardarnos para mejor ocasión que hasta para eso hace falta el valor, además del hecho, cierto, de que no son fáci- les dos broncas, una detrás de la otra, y la otra sin esperarla siquiera, pero, por otra parte, ¿soy tan lógico?, ¿creo en la lógica?; Eloy es más tranquilo que yo, desde chiquitos la Abuela decía en mí había como un ser que me compulsaba a hacer cosas, a estar siempre en algo, no importa qué fuese ese algo, un no sé qué de violencia siem- pre a punto de estallar, un complicar la existencia en aventuras in- ventadas o buscadas con el único fin de ponerme a prueba o tal vez con el fin de combatir a cualquier precio el horror a un vacío, que con el decursar de acontecimientos, podía muy bien encauzarse de manera positiva, o negativa, eso depende del cristal con que se mire, y desembocar en el desarrollo de un arte barroco llamador de la aten- ción general, y por lo mismo altamente cotizado en dólares-talento y digo dólares-talento porque considero válida la simbiosis, dada la negatividad de una opinión muy generalizada según la cual el verda- dero arte está reñido con el dinero y el bienestar material en general, y hasta con la felicidad, lo que puede ser resultado, por una parte, del interés de algunos en que los artistas vivan comiéndose un cable, mientras ellos hacen la buena vida, y por la otra, de la justificación en algunos artistas ante su ineptitud para triunfar con la fabulosa máquina de hacer dinero que son los negocios, y lo de arte llamador de la atención general es por el contraste con una pretendida moder- nidad paridora de edificios de apartamentos, y gubernamentales, de una chatez que los hace parecidos a cajas de zapatos, o a sucias pa- jareras prendidas de las nubes, y ese ser que hay en mí no sólo gusta de ponerme a prueba sino que gusta de poner a prueba a los demás, todo lo que redunda en un ir más allá del límite, o de los límites, o permanecer en el límite como quien anda por el filo de la navaja, preocupándome por lo que está más allá del tiempo y el entorno en que me tocó vivir, ¿me tocó?, no, a lo mejor ese entorno no me tocó en suerte, o en desgracia, sino que ha sido mío de por siempre, para todas las veces que he nacido y para las que naceré; Eloy es más conservador, menos dado a la inventiva, a crearse un mundo más allá de las posibilidades, a los riesgos innecesarios, a la aventura, a las sensaciones extrañas que pueden ser, por ejemplo, erotizarse en

240 Armando de Armas la caricia de la superficie fría de un bebedero de agua a las doce me- ridiano con un sol derretidor del asfalto en las avenidas, mientras traga y traga el agua como un condenado y piensa que todo muy bien pudiera detenerse en ese acto de acariciar lo frío y beber, sin la más mínima incorformidad ante la eternidad frío-acuosa, menos dado al experimento, a la percepción de las contradicciones porque para él las cosas son como son y punto; Eloy, mi hermano, que no se va conmigo porque nada le he dicho de mis planes, que seguro estoy que también se iría porque aquí nos dividimos entre los que se van y los que se quieren ir, ¿que no tenemos elecciones?, mentiras, patra- ñas, calumnias del imperialismo que se revuelve de odio en su pro- pia hez al vernos aquí tan firmes y convencidos y florecientes, por- que aquí todo el mundo puede elegir entre irse o quedarse, no faltaba más, que con los pies también se vota, o con las balsas, y esa es qui- zás nuestra mayor contribución al desarrollo de la democracia, de- mo-cra-cia, d-e-m-o-c-r-a-c-i-a, demo, del griego demorar y cracia, del griego gracia, demorar la gracia, el niño hizo la gracia, nos han hecho la gracia, estamos de pies a cabeza cubiertos por la tal gracia esa y hay una peste a gracia que no hay Dios que la aguante, somos la diáspora, lava escupida del volcán, quizás el volcán mismo, la incertidumbre ante el hecho cierto de volver a nacer, de hacer otra vida, conformar otra familia, si es que a esto que tengo se le puede llamar vida, familia, conocer otras amistades, y enemistades, somos fetiches, decorados, en busca de un asidero para no suicidarnos en masa, los que en este preciso momento estamos al lado de acá, tem- plando, durmiendo, trabajando, muriendo, pensando buenas accio- nes, tejiendo cuartelazos, los que aquí saltan a mi lado como ridícu- los monos de feria, monos deslumbrados, no como el hombre del Popol Vuh, de su propio origen, sino de las lentejuelas y sus deste- llos, del brillo encandilador, destellos y brillos de hojalatería del fal- so-bello-mundo-de-la-farándula-provinciana; somos, lo más cerca y lo más lejano de la raíz, punto medio, ni una cosa ni la otra, la inde- finición, si es que en este mundo hay algo definido, la irrealización, el flote, el ser y no ser, el pertenecer y no pertenecer, soy pero no soy, Sísifo en la cuesta, sencillamente terrible, porque pegados a la tierra, la que dicen que es nuestra, no podemos tener una visión de conjun-

241 La tabla to, acercarnos a lo que en realidad somos o a lo que debimos ser o al atisbo de que no somos o de que somos una ilusión, entendernos, vernos en la justa medida de nuestras potencialidades como nación, ¿dije nación?, inmersos como estamos en una indiferencia de muer- te o en una hiperactividad al estilo de Domingo de la Defensa y guardia de los CDR que convierten el acto que ejecutaremos el Lobo y yo en un acto desesperado de heroicidad, cuando, pensándolo bien, es lo más fácil, no, lo más fácil no, lo más fácil es permanecer en el rebaño simplemente, no es lo realmente difícil, lo difícil, lo ideal, lo que sí sería heroico es hacer que a la tabla le broten raíces y ocurra una especie de revolución de viejos encofrados que florecen, fére- tros que reverdecen, paredes que crecen como árboles, barcos con- vertidos en bosques navegantes, puertas, camas, ventanas, sillas, escritorios, butacas y escaparates amaneciendo a sus dueños en la selva, nuestra selva, que no es de tigres y serpientes, sino de jutías y tocororos; bueno, y entonces los que brincaron el charco, ¿qué?; nada, si los que permanecemos del lado de acá pecamos de una cer- canía que no llega a serlo porque está violentada, ellos pecan de le- janía, no menos violentada, que, entre otras cosas, produce, sobre todo en los más viejos, una enfermedad conocida como EDULCO- RAMIENTO DEL PASADO, que es la invención de un pasado Otro para sobrellevar un presente que es como las raíces de esos árboles que crecen en las arenas cercanas a la costa y se expanden y alargan como tentáculos impotentes en busca de la tierra, ¡por suerte!, ni unos ni otros, Cuba, no será más lo que fue, ni tampoco lo que es, será, tendrá que ser, interacción, búsqueda, pluralidad, entrecruza- miento, fusión y abrazo de raíces truncas, destrozadas, violadas, martirizadas, desterradas, sin odios, pero con la condición, la única condición de la voluntad de prender, de cavar hondo y subir tan alto como lo permita este ciclo antes de la próxima GRAN EXPLO- SIÓN, para, ¡cosa más linda, chico!, cuando cesen los últimos cata- clismos y la jalea real comience a tomar sus cauces establecidos para la conformación del Nuevo Universo, tener nosotros, una altura, o mejor la posibilidad de una altura, una medida en que reconocernos y decirnos; venimos de otros mundos y otros tiempos y no nos que- dan cicatrices, pero, no las hemos olvidado, y quizás entonces, nos

242 Armando de Armas sea posible olvidarlas después de LA GRAN EXPLOSIÓN que so- brevendrá al final de este otro ciclo, y así por los ciclos de los ciclos, amén, Jesús; despidió Fidel, Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de los Consejos de Estado y Gobierno, a Pietr Jarozeewiez, miembro del B.P. del C.C. del Partido Obrero Unificado Polaco y Presidente del Consejo de Ministros de la Repú- blica Popular de Polonia; ¡madre mía, qué de cargos!, te das cuenta, Amadís, como no hay culpables porque, sencillamente, todos somos culpables, que existe el Gran Culpable Supremo, cierto, pero, ¿de dónde salió el Señor de las Tinieblas?, bueno, pues, de las mismas tinieblas que salimos todos, él es, nada más y nada menos que resu- men, esencia y concentración frankesteniana de nuestros lados oscu- ros, esos a los cuales nunca hemos dado el sol y permanecen húme- dos y babosos y putrefactos, él es el odio que todos llevamos dentro, la soberbia, la ira, la ambición de poder; esa que hace sentirse a un portero de cabaret de mala muerte como quien mira al mundo desde la cima de una montaña; encarnado en circunstancias claves que ha- bían llevado a las tropas de nuestros frentes oscuros a avanzar teme- rariamente por el cuerpo en formaciones al estilo cangrejo; si no, entonces, cómo es que podría permanecer inmune en medio de su Gran Culpabilidad, simplemente, porque es parte de nosotros y he- mos sentido miedo de matarnos, al matarlo, como alguien que arran- ca la viruela al ojo de un guanajo que a su vez arranca también al ojo como un pegote chorreante y cristalino, de todo lo cual resulta una gama de culpables que se mezclan y entrecruzan, y como la vida, no pueden enmarcarse, definirse, sin el peligro de caer en errores de apreciación, debido a lo voluble e imbricado de las fronteras hasta el punto de que en un mismo culpable pueden estar todos, o casi todos los culpables, sin llegar a la categoría del Gran Culpable, o al menos hoy puede ser un tipo de culpable y mañana otro, de acuerdo siem- pre con el más elemental sentido del desarrollo dialéctico en la so- ciedad, y en los individuos, pero de todas formas, no está mal para que se comprenda mejor el asunto, que hagamos una especie de ca- tegorizaciones esquemáticas, quizás por aquello de que aun siendo enemigos acérrimos de la culpabilidad de esquemas, no somos capa- ces de eludirla, y caemos en ella aunque sea por la vía de avanzar

243 La tabla hacia los extremos contrarios; remember Colón; así, comenzaremos por los culpables complacidos y orgullosos, los más cretinos a mi entender, en ver reflejada y magnificada la imagen de sus lacras a una escala internacional por obra, y desgracia, de un Trastocador de las Cosas y su Sentido; aquí esquematizamos también al no tener en cuenta que la vida puede no ser más que una trastocación general; Trastocador que ubica los vicios en el lugar de las virtudes; otros culpables, los que podríamos reunir bajo el rótulo de pragmáticos, nada orgullosos ni complacidos, ni creídos, como el aldeano que cree su aldea el ombligo del mundo, sino que están seguros, más bien, de que su aldea es el culo del mundo, que hacen de tripas cora- zón y agitan banderolas, aplauden, se humillan, reptan en aras de unas limosnas de libertad y bienestar, sobre todo al estilo de auto Lada o apartamento amueblado o una semana de vacaciones en un hotel de Varadero o viajecito al exterior; otros culpables, los indife- rentes, los que no se han metido en nada, que han dejado hacer y que les hagan, especie de maricones atrincherados en torres de marfil, y que, en última instancia, siempre fueron salpicados de inmundicia cuando no hundidos en ella; otros culpables, los que realmente cre- yeron, y creen, los que miraban, y miran, a supuestas conquistas sociales y de salud y que se expresan en miren pa’ eso quién iba a decir que mi hijo llegaría a ser doctor y que yo iba a visitar tres paí- ses como cumplidor de misiones internacionalistas, sin mirar, por- que no pueden o porque no quieren, a qué precio; otros culpables, los amadíses, los rebeldes sin causa, o con sobradas causas, los pie- dra rodante de calabozo en calabozo, el hampa, caballeros de códi- gos en desuso, los más al margen de la marginalidad, fulleros, tram- posos, guapos, carteristas, putas, chulos y bugarrones de europeos pagadores en divisa convertible de ardores tropicales, los que se rea- lizaron en cuadros de tortilla, los artífices del navajazo en la oscuri- dad, los que optaron por ser ellos aun a costa de matar y robar, y después terminaron, algunos, no siéndolo por aquella máxima del poder que asegura el mejor colaborador de la policía es el delincuen- te, corruptos incorruptibles, herederos del Lazarillo de Tormes que después pagaron la cuota de milicia porque el dado está malo y hay que ser vivos y navegar con la corriente que camarón que se duerme,

244 Armando de Armas los que nunca tiraron un tiro en las misiones internacionalistas como carne de cañón barata del Imperio Soviético, pero lo tiraron con pis- tolas artesanales para arreglar cuentas pendientes de dólares o mari- huana y casi nunca por motivos pasionales, los desertores del Servi- cio Militar Obligatorio, que después se llamó Servicio Militar General, porque es un nombrecito más bonito, y murieron a tiros despatarrados en las alambradas, los que no fueron a Angola o fue- ron para probar su hombría o para fachar en los quimbos o para es- capar a la justicia o para tener una oportunidad de pasar a Occidente o para limpiarme que ya estoy muy maleado en la cuadra o para matar que es la única manera de hacerlo sin que te coja el talego; pero también están los inmaculados, los que se inmolaron en las guerrillas del Escambray, solos y olvidados del mundo, los que mu- rieron poco a poco como carne que se hace piedra en las tapiadas del presidio político, los que atacaron por Bahía de Cochinos, pero, a pesar de todo, hay que decir aunque nos duela, también son culpa- bles y lo son porque no supieron escoger entre la infinitud de estra- tegias posibles, la correcta, la que diera al traste con el Señor de las Tinieblas, porque no supieron sacudir, despertar, levantar y conver- tir en tromba arrasadora a los otros culpables, y al final ésta puede resultar, aunque tal vez exagere, entre en pose intelectual, la más grave de todas las culpabilidades, por tanto, no se hable más, y veo con el no se hable más lo tolerante, dialogante que soy, ¡todos, abso- lutamente todos, somos culpables!, ésta ha sido la carta de triunfo del Señor de las Tinieblas, comprometernos hasta el punto de que nadie se crea, ¡jamás!, con derecho a tirar la primera piedra, sin em- bargo, llegará el momento en que las tiraremos por montones, nubes de piedras que cubran el sol, y entonces acabaremos con la Gran Culpabilidad, y de paso, con el Señor de las Tinieblas; vendo zapa- tillas, almohadillas sanitarias, calzoncillos, camisetas, medias, sos- tenedores, aretes, peines, consoladores, matracas, preservativos, li- bros viejos, amuletos para la buena suerte, ungüentos restauradores de la virginidad, bengalas, un gallo negro, soy el Moro de Venecia, elemento antisocial, ¿por qué?, qué malo puede haber en que yo proporcione a la gente resolver sus necesidades, dicen, que en un intelectual no se ve bien, espíritu de tendero; mucha tienda, poca

245 La tabla alma; no me convence que la literatura se tenga que pelear con el dinero, ni creo que el dinero atrofie el ángel, el sentido de la crea- ción, ¡pamplinas lo del artista en su buhardilla!, entre más abundan- cia más posibilidades de crear, de disfrutar del ocio creador, deseo vivir de la literatura, ser su chulo aunque no la prostituya, la inteli- gencia debe pagarse, y pagarse bien, amo al dinero, el dinero es el símbolo de la abundancia de Dios, no sé pues, qué cuento de culto a la pobreza y camello por el hueco de una aguja primero que rico en el Reino de los Cielos y Teoría de la Liberación y sacerdotes guerri- lleros y pecado ostentar ropas extranjeras y viva el tercermundismo y feroz imperialismo de países ricos que lo son porque devoran a países pobres por cuanto la riqueza no se crea sino que se reparte y el ahorro y la austeridad y si arriba los pobres del mundo y si la or- den franciscana y si el comunismo y los derrochadores y si Carlos Marx y Federico Engels y si patatín y si patatán, porque hay que vivir ¿no?, y una de las formas de ayudarse en ese sentido es el dine- ro, y el dinero corrompe, pero hay otras cosas que también pueden corromper a la literatura, y cabe la pregunta, ¿qué será más perjudi- cial a la literatura, depender para su publicación de intereses comer- ciales o de intereses políticos?; yo, desde aquí, desde esta mesa de cabaret, escritor, o escritor que se lo cree para ser algo, llenar un vacío, dar un sentido a la existencia, para tener un asidero en el des- peñadero, pero escritor, al fin y al cabo, porque si me lo creo ya lo soy, proclamo, que no sé cuál de las opciones es la mejor, quizá, lo más probable, ninguna de las dos lo sea, pero, pido, téngase en cuen- ta a la hora de juzgar, la cantidad de editoriales con infinidad de in- tereses, gustos y preferencias, aunque el interés comercial esté siem- pre presente, en mayor o menor medida, entre los cuales siempre va a haber cabida para un genuino interés literario, téngase en cuenta eso, contra la existencia de la EDITORIAL, EDITORIAL-ESTA- TAL, es decir, mercachiflería y Cultura, inspiración y cálculo, mez- quindad y creación, contra el PODER, monolítico, centralista, so- brehumano, sin matices, sin opciones, irreversible, enemigo de frivolidades e individualizaciones pequeñoburguesas, ¡qué monser- ga viejo!, desatiendes el pie de la Gata que busca erecciones en tu entrepierna que dice ella esa es una de sus formas preferidas de lle-

246 Armando de Armas gar al orgasmo ya sea en cabarets o restaurantes o cualquier otro si- tio donde haya una mesa y la entrepierna de un hombre para poner la planta del pie descalzo, que se lo ha hecho también a las mujeres pero que sólo han llegado al orgasmo ellas, aunque no niega que siente placer al verlas retorcerse y disimular con los maridos al lado que creen, tales espasmos son por las caricias, que ellos, machos remachos les administran fríamente, por arriba, mientras ella mete el pie bajo la saya y aparta con el dedo gordo la pata del blúmer y lo pasa acariciador por el botoncito y lo introduce en el hueco tragador y encharcado, lo de la Gata también es un arte como cualquier otro; si Dios fue escritor, o es escritor, y eso nadie lo duda ya, entonces nosotros somos palabras, palabras formadoras de palabras, escrito- res de una obra menor, pero obra al fin y al cabo, que puede o no escribirse, que puede o no publicarse, que puede o no leerse, que es nosotros, lo que hagamos o dejemos hacer, nuestros gritos y nues- tros silencios, sonrisas como máscaras, insinuaciones, Luly y la Gata y la despedida, del Lobo y mía, pero, sobre todo, la mía que el Lobo tendrá la suya aunque la hagamos juntos, porque es así, porque el Escritor Absoluto nos escribió para que así fuese, en soledad, para la soledad; todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pasar pasar ha- ciendo caminos caminos sobre la mar; ante mí la galería de tetas punzantes, tristes, humilladas, nada maternales, maternales, succio- nables, inchupables, abultadas como melones, escuálidas como ho- llejos, caídas como viejas bolsas hacia el abdomen o pezones casi masculinos empegotados al pellejo; y de culos, empinaditos, cuadri- culados y aplastados, desafiantes a la penetración contra natura, trá- galotodos, fofos y marchitos, metidos hacia adentro como diciendo que lo importante es el hueco y nada más, delineados y abundosos como de criollitas de Wilson, comestibles, detestables; galería que al final no es más que niebla, humo de cigarros en el cabaret, fango diluido en agua, polvareda, intangibilidad, y entonces sólo quedan, claramente particularizados, ferozmente individualizados, las tetas y el culo de Oriana, mi culo y mis tetas, como si yo fuera ella, como si ella fuera yo, combate detenido en el tiempo contra los universos cerrados, un colectivo de dos, de uno-dos en contra de la colectivi- zación, no la de Stalin, sino la colectivización toda; novela inconclu-

247 La tabla sa porque Dios no nos acabó de crear porque estamos siempre creán- donos, haciéndonos, erigiéndonos en la carne, o tratando de que sea en la carne y nunca en pedestales, que lo de pedestales; se lo dije a Esther, y me mira y niega con la cabeza y esboza una risita de sí pero no, como para dejar la posibilidad de que yo insista y entonces insis- to, y cuando lo que más quisiera es que me abofeteara, arañara, mor- diera, baja la cabeza y calla y el que calla otorga y es del carajo que no se pueda hurgar en la gente, en sus abismos, porque no resisten la prueba, no resisto la prueba, que yo también soy gente, digo, si es que los escritores no son divinos y si es que soy escritor, cuando en realidad sólo soy el Hombre de maíz, el de palo, el de fango, eso, el hombre de fango o más bien el hombre en el fango y he vivido tra- tando de salir del fango y no he logrado más que chapaletear y cha- paletear y hundirme y hundir a otros y salpicar en todas direcciones como el ventilador al que una vez un guajiro le cagó encima, pero tampoco es tan sencillo, nada es tan sencillo, y creo que me he deba- tido siempre entre la creación y el vicio, aunque probablemente diga todo eso sólo para consolarme y la realidad ha sido la de una pelea entre el vicio y el vicio, sin creación alguna, sin embargo, estoy con- vencido de que lo único que me puede salvar es la creación porque es lo único que realmente me importa, porque no importa que a un hombre Todo le importe nada, si hay algo, una sola cosa, que real- mente lo fascine y si eso es crear, si es intentar ser Dios, aunque ese hombre sea un pobre diablo, vale, es lo que más vale, aunque nunca llegue a crear nada o lo que llegue a crear nunca sirva a alguien para algo, porque el hecho de que un pobre diablo quiera ser Dios o pare- cerse a Dios, ya es algo, bastante, diría que mucho, que entonces no estaríamos perdidos y vendría a ser mentira que de buenas intencio- nes está empedrado el camino del infierno, porque, si todo no es más que mentiras de otras mentiras de otras mentiras, el deseo, la convic- ción, de que se puede ser Dios, de que se puede crear, vendría a re- sultar la única certeza, aunque esa certeza sea la menos creíble, la más misteriosa, inmersa en una insondable nebulosa de contradic- ciones en que amoralidad y moralidad, blanco y negro, bueno y malo, divino y diabólico se resuelve en masa maleable de formas y contenidos, o simplemente formas, que son UNO y TODO y puede

248 Armando de Armas que NINGUNO y NADA; y no quiero, pero ya no tengo más opción que seguir el juego, que animarla a que desarrolle lo que ya está en su mente, no puedo forzarla a que no lo haga, moralizarle acerca de lo sagrado de la familia, del templo que puede ser el hogar; templo viene de templar o templar viene de templo, templar instrumentos musicales, templar el acero, templar el cuerpo, templar el concreto, zonas templadas, templar el movimiento de los cuerpos desnudos, extraña bestia de dos espaldas, el equilibrio, la realización, la ida, y la venida, a una cuarta dimensión, la paz, peace, love, and liberty de los hippies, círculo encerrador de la pata de gallina, estilización al máximo del hombre y la mujer templando en el Tiempo, círculo protector de dos seres; podrían ser más, pero es sólo un problema de representatividad; que se aman un instante que es todo el Tiempo y proclaman con descaro que del círculo para afuera cualquier cosa puede pasar, nada nos interesa, todo es ajeno, sólo existimos noso- tros y con nosotros basta y es muy bueno mirar al mundo desde estas alturas; templos de una antigüedad en que los dioses bajaban en nu- bes de tormenta y se mezclaban y confundían con los humanos en interminables, agotadoras; para los humanos, claro; crueles y extra- vagantes orgías donde las mujeres se preñaban de los dioses y los hombres preñaban a la diosas, en una promiscuidad tal que hacía muy difícil distinguir entre el culo de una divinidad y el de un huma- no; las divinidades-hembras eran tan insaciables y aberradas que exigían cantidades industriales de penes y testículos cercenados por espadas sagradas en el punto máximo de excitación sexual, de lo que resultaba un amontonamiento de extraños animalejos sanguinolen- tos que a pesar de su estado lamentable garantizarían la fertilidad de las cosechas y los animales; desde aquella época, vaga entre noso- tros una raza de semidioses pervertidos y jodedores y buenas gentes que han hecho la vida mucho menos aburrida en una era sospecho- samente monoteísta y monogámica, con sacerdotes que tiemplan a ingenuas, y no tan ingenuas, devotas muchachas bajo el amparo, y hasta beneplácito, del Sagrado Corazón de Jesús y de la oscuridad cómplice, sobrecogedora e imponente de columnas y capiteles que en su grandilocuencia parecerían representar la grandeza del Todo- poderoso y hacer un guiño picaresco a cada prenda íntima que vuela

249 La tabla por los aires con un sentido no muy preciso de la balística; está per- dida, la he perdido, se perdió ella con la justificación de que si yo meto a las putas a templar con los yumas en nuestra cama, putas que seguro se estrenaron conmigo primero, porque éste es negocio que requiere cierta confianza sólo alcanzable en los combates templa- rios, entonces por qué no habría de hacerlo ella, sin depender de mí, con lo que ganaba más dinero y de paso se cobraba no sé qué cuentas pendientes, pero, coño, ¿tenía necesariamente que mancharse?, ¿no podía atenerse al precepto de haz lo que yo digo y no lo que yo hago?, ¿tenía que izar la heroica bandera del feminismo precisamen- te sobre mis cuernos?, ¿era necesario que descendiese conmigo?, ¿le era muy difícil mantenerse pura?, ¿pura de qué?, ¿puras o putas?, no, no puede ser en esos términos, es sólo cuestión de letras, cambio de r por t, pero no es fácil reconocerlo, sobre todo cuando se trata de tu mujer, no es fácil asimilar que es así, que además no podría ser de otra manera, interiorizar que cada mujer, incluyendo la tuya, ¡nada de abstracciones!, puede ser pura o puta en su momento o ser las dos cosas al mismo tiempo, todo esto está muy bien, pero la hora de la verdad es cuando aguardas en un cuarto en tanto oyes en el cuarto contiguo a un cerdo marinero venido sabe Dios, o el Demonio, de qué confines del mundo templándote a la mujer por 20 dólares, más 20 por el uso del cuarto, y te entra, por muy duro que seas, o creas serlo, un temblor y una cosa por dentro, en el corazón, o no precisa- mente en el corazón sino en la boca del estómago, que arde y duele y atraganta y ahoga y que a duras penas logras disimular con una sonrisa que más bien parece una mueca o el esbozo; de no ser quien eres o quien representas ser; de un largo y lastimero llanto como de fiera que cae en la trampa atravesada por múltiples lanzas, y dieras cualquier cosa porque todo no fuese más que una pesadilla, o porque de pronto ella se vistiese y dijese no puede, es una cochinada, no nació para puta, eres un chulo y un maricón y si tanto necesitas el dinero vete a hacer de bugarrón de los yumas, pero nada de eso ocu- rre, se comporta con una naturalidad pasmosa, y si al menos, ¡coño!, lo hiciera como quien dice hazlo rápido que de mí no puedes esperar más que lo estrictamente profesional, pero ya voy sintiendo unos quejidos y lamentos y entrecortadas respiraciones, ¡y gritos!, que

250 Armando de Armas demasiado bien conozco en ella y que nada tienen que ver con la resignada actitud del dejar hacer; han pasado los días y Esther me ha dicho que se siente enamorada de un marinero pakistaní, ¡nada me- nos que un pakistaní!, y que se va con él para Pakistán o para donde rayos sea, que el tipo se la lleva, que se casa, que ella misma paga el divorcio, que si no me opongo, que el problema es volar de este in- fierno aunque sea para la Cochinchina, que está enamorada, sí, pero no tanto, pero que ella ha comido demasiada mierda corriéndole de- trás a Amadís, y él siempre por ahí de vacilón con sus putas, sus borracheras y su literatura que buena puta ha de ser también, no sé qué literatura podrá hacer un tipo como él que está en todas menos en misa, como si yo fuera un trapo que se usa y se tira y punto; Ama- dís, media sonrisa, un trago, y dirige la mirada a las tetas de Luly que apuntan por sobre la mesa como tarritos de un ternero, no, esa ima- gen es demasiado bucólica, más bien, como pequeños misiles anti- balísticos, y de las tetas de Luly mira hacia el cortinaje rojo que ta- piza las paredes del cabaret; no sé si por casualidad o como símbolo de la pureza de nuestra ideología comunista; y del rojo cortinaje a cada una de las mesas decoradas con botellas de Havana Club y gentes que hablan extraños y lejanos idiomas que bien pudieran ser el español, el francés, el inglés o el ronístico, y observa las volutas de humo que suben hasta el sistema de luces de los años 50; novedad para nosotros, dramáticamente retrocedidos en el tiempo, y especie de exótica atracción para desenfadados turistas extranjeros, y le lle- ga como desde otro universo la melosa voz del animador del show; …ísimo que consiste en bailar un grupo alrededor de un número determinado de sillas, que será siempre un número menor que el de los bailadores, de manera que los bailadores se vayan eliminando de la competencia a medida que pare repentinamente la música y no encuentren silla donde sentarse, así hasta el final en que quedarán dos bailadores y una silla, que como es lógico será del más ágil en percibir el final de la música, y en poner las posaderas sobre la silla, sencillísimo y divertidísimo, ya verán; ay marinero marinero quién te enseñó a nadar; comienza la competencia de baile; fueron las olas y el viento; se detiene la música y todos se precipitan cómicamente a coger una silla y; el primer perdedor de la noche, pero no importa,

251 La tabla amigo, a lo mejor en la próxima está usted entre los finalistas, o qui- zás sea el ganador, lo que tiene que hacer es visitarnos más a menu- do y probar; para Amadís la relación con Esther estuvo basada siem- pre en el dejarse querer, halagar, convencer de que no debía marcharse, marchándose, no obstante, para volver borracho y ser recibido, admirado de una fidelidad, o supuesta fidelidad, que él no alimentaba y que premiaba con un me da lo mismo cualquier cosa que tú puedas hacer, ante reproches o amenazas de ella, soy así, no lo hago por hacerte sufrir ni mucho menos, si sufres es consecuencia indirecta, no es mi objetivo, mi objetivo es sentirme bien a toda cos- ta, aun a costa de que sufras, pero no es culpa mía, no lo es, no voy a cambiar y si quieres seguir conmigo tiene que ser desde esa posi- ción, entregaba caricias como migajas a un perro, y se iba a buscar no sabía qué en el culo de mujeres hermosas, y no tan hermosas, de quienes venía a conocer el nombre, si es que lo conocía, al otro día de toda una noche de excesos alcohólico-sexuales, mujeres que tam- poco le interesaban porque sencillamente nada le interesaba, excep- to el recuerdo, el regusto, de la noche pasada, y a veces ni eso, por- que el alcohol interponía sus cortinajes de niebla y era como si no hubiera pasado nada, por mucho que la ejecutante de turno le jurase que sí había pasado, y mucho, que mira como tenía la crica pelada de tanto meterle y meterle sin venirse, no le interesaba ni Esther que le iba a dar un hijo, si es que los hijos se dan, por aquello de que yo soy la que le pariré a Amadís, como si Amadís fuese excelente se- mental o algo así, o como si un hijo fuese una credencial, en última instancia una credencial bastante cara, y Amadís, dándole el gusto del hijo como un regalito, porque yo sé que ya no te puedes hacer más interrupciones; ni delito ni pecado, en nuestra sociedad socialis- ta garantizamos el derecho de la pareja a tener o no tener hijos y garantizamos, también, la plena igualdad de la mujer trabajadora que así podrá dedicarse con ahínco al trabajo y a la defensa de la patria, planificando adecuadamente la descendencia; en el fondo, ¿en el fondo de la Fosa de las Marianas?, yo no tengo malos senti- mientos, y no quiero que por mi egoísmo se interrumpa un embarazo más y va y la dejen estéril para siempre, sentíase magnánimo y esto le reconfortaba, compensaba un poco sus supuestas malas acciones,

252 Armando de Armas cuando la realidad es que Esther pagaba su precio, que además no consideraba alto, por tener lo que ella creía que quería y que le hacía decir; ¡yo soy la mujer de Amadís!, él siempre vuelve a mí, las otras son aves de paso; lo cierto es que Amadís, entre violencias y borra- cheras, sabía ser tierno, dar la caricia precisa en el momento preciso, entender cosas, ayudar, aunque la ayuda no pasase de un buen con- sejo, el consejo de quien parecía venir de vuelta de todo, ella intuía que nadie ofrecería lo que Amadís con tanta intensidad, y sinceridad, pues era como si esos pequeños ratos buenos fuesen Amadís, el ver- dadero Amadís, como si lo otro, excesos, violencia, pesadilla, no fuesen más que revestimientos de caracol para sobrevivir, ser acep- tado, y temido, en un mundo que a ella siempre se le presentó sin ternuras ni comprensiones desde su andar de pies descalzos y blu- mercitos agujereados, las vacaciones en los campamentos pioneriles en playa La Tatagua y el penetrar sola, a un descuido de la portera, al cine del barrio a ver películas para mayores de dieciséis y sentir que la criquita se le abría y cerraba como en pucheros al conjuro de estremecedora comezón por las eróticas escenas en la pantalla; a ver, usted, sí, sí, usted mismo, se retira del juego, no, ya perdió, se quedó sin silla; no me importa, de verdad nunca me importó, no por despe- cho, ni por hacerme el bárbaro, que ya demasiado bárbaro es el mun- do para que yo también vaya a presumir de bárbaro, ¿por qué será que entre nosotros los cubanos la palabra bárbaro no tiene una con- notación peyorativa?, vaya y dígale usted bárbaro a un alemán, o inglés, a ver qué le sucede, no me sorprende la actuación de Esther, no podía ser de otra manera, inclusive, unos días antes yo le había profetizado cómo es que terminaría nuestra relación, profecía que ha resultado ser bastante fiel a la realidad; realidad-ficción en el proce- so creativo de una obra literaria; más bien siento perplejidad, no, tampoco, es risa, sí, risa, ante la ingenuidad de un tipo como yo que tiene que ver más con Don Catrín de la Fachenda que con el caballe- ro Amadís de Gaula, al dejar perder una española que sólo pedía me casase con ella para sacarme de este país-infierno, sin que hubiera tenido que andar en estos trajines de pistola y asalto de lancha, por ser fiel a mi modo a la supuestamente buena y sufrida Esther que a la primera oportunidad que la pongo a hacer la faena, goza como una

253 La tabla condenada, y después le gusta un tipo o dice que le gusta, nada me- nos que con un pakistaní, y que conoció el amor con todo y la leyen- da negra de lo poco dotados que están los pakistaníes, y que se va de polizón hacia el Oriente o hacia donde sea, y me imagino a los vicio- sos marineros asiáticos pasándose la cantimplora, la buena y sufrida Esther, que baila desnuda sobre la cubierta durante la larga travesía, pero no te atormentes, mi socio, que a Don Catrín de la Fachenda le sucedió lo mismo con una dama, por supuesto, hay que decir, con la diferencia de que Don Catrín estaba mermado en sus facultades priá- picas cuando le ocurrió tal desgracia, y que no desaprovechó la ofer- ta de ninguna española para sacarlo del infierno por ser fiel a la su- puesta dama; me he enamorado de Oriana, un caballero como yo necesita a su dama que lo espere, es requisito de caballero; me en- cuentro por ahí con algún gigante, como de a ordinario les acontece a los caballeros andantes, y lo derribo de un encuentro, o lo parto por la mitad del cuerpo o finalmente lo venzo y lo rindo, ¿no será bien tener a quién enviarlo o presentarlo y que entre y se hinque de rodi- llas ante mi dulce señora?; vamos a ver, presten atención, señores, que esto se pone bueno, dos bailadores y una silla, un cubano y un canadiense, diferencias de ritmo pero igual intensidad y deseos, mu- chos deseos de ganar; uno dos y tres; pam; se paró, se acabó, reñido reñido reñidito de verdad, pero a fuerza de ser sinceros el triunfo es de Canadá, plaf plaf, aplaudan muchachones; siempre ganan ellos, tenemos una suerte del carajo para perder, parece es una suerte que desde hace mucho está echada, pero que nunca se ha presentado tan evidente como ahora que el cubano ha quedado con sus dos nalgas bien plantadas sobre la silla y el canadiense milagrosamente apoya- do en la punta de una nalga, bastante abundosa por cierto, y con una mano puesta en el piso haciendo malabares; hilos truncos formando una enrevesada madeja de insospechados laberintos a lo largo de un tiempo viejo, con sabor a vino da las Galias y a casabe de las márge- nes del Cauto, cogidos, prensados, amalgamados en sangre por el caballo de fuego, la destrucción y la muerte en festín de carnicería humana, miembros cercenados y vísceras salpicando piedras blan- cas como la leche, bárbaros enfrentando las poderosas legiones de Julio César, martirizados, perseguidos, aniquilados en una eternidad

254 Armando de Armas sin nombre, transmutados y reencarnados del lado de acá del Atlán- tico en el indio cubierto de pieles y mirada torva de las orillas de los Grandes Lagos y en el indio de taparrabo y mirada dulce de las ori- llas del Cauto, uniéndose, refundiéndose en una persona que es mu- chas personas que es ese francés que fundó la Villa de Jagua y la ciudad de Quebec, una mañana gris, radiante, neblinosa, tropical, cálida, helada, para siendo uno, ser dos, ser muchos, y batirse a nal- gazos por una silla al compás de uno dos y tres qué paso más chéve- re qué paso más chévere el de mi Cuba es, el de mi Cuba es el de mi Cuba es el de mi Cuba eeeeeeeeee, sin embargo, sólo el taíno es perdedor, sus nalgas empujan; imbuidas de un fuerte espíritu nacio- nalista; repelen, sudan y esfuerzan en una batalla que sabe perdió de antemano, pero que echa; no porque sea un fanático o un loco, sino por joder, por escupirle al mundo que él es un perdedor en su tierra de guerras por la libertad y paz de los sepulcros; fiestas de los CDR y peleas de gallo fino, abanderada del internacionalismo proletario y de la defensa de la soberanía nacional, la dignidad y la autodetermi- nación que se ha materializado en enormes cartelones, consignas grandilocuentes y hecatómbicas, vocinglería, bravuconería y bata- llas de nalgas, no ya las escuálidas del taíno, sino las abundosas, las enfundadas en pantalones verde-olivo, de fístulas y temblores graso- sos, gelatinosos, nalgas como caras vociferantes, degeneradas, men- tirosas, cínicas, descompuestas, intrigantes, delatoras y sonrientes, caras para hacer relajos, caras-nalgas nalgas-caras de cada día; así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; nalgas para turistas y nalgas turistas, caras para consumo interno y caras para turistas; bueno, aplaudan, señores, aplaudan por el Canadá, esa tierra mara- villosa de protestantes, y también de católicos, devotos todos de la democracia, que hoy nos acaba de mostrar la heroicidad de sus hijos en el singular combate que el ciudadano canadiense acaba de ganar; con las sandalias llenas de arena y las marcas de la trusa saliéndose- le de bajo la blusa, ¡y diciéndome que no había ido a la playa!, una vaharada de alcohol y rabia se me fue a la cabeza y la calle dio vuel- tas junto a su cara, cara grande, cara-nalga, cara-culo, desproporcio- nada con respecto a su cuerpo y la calle y las casas y los carros que pasaban raudos e indiferentes, cara desfigurada como en espejo de

255 La tabla divertimentos infantiles, no pude resistirme y saqué la mano desde bien atrás, como para hombre, y se la descargué en la nariz que se movía como en un tic nervioso y anunciador de lo que se le venía encima, la sangre me salpicó la mano y la camisa como en un tiro de perdigones, ella cayó hacia atrás con los brazos abiertos en cruz, caída lenta, de siglos, como si hubiera nacido para caer, como si siempre hubiera estado cayendo en un insondable abismo, abismo- abismo, abisalidad total, horrísono vacío en el cual yo también caía desde siempre, desde que nací, o tal vez moría, en esta perdida re- gión del mundo y tuve la certeza, ¿certeza?, de que no saldría porque era un vacío tan abarcador como el tiempo y Dios y la patria y el comunismo y todas las vidas juntas de héroes y patriotas y no tan héroes ni patriotas y pícaros y delincuentes, vacío en el que se puede estar de cabeza o de lado, en el que no somos nada y somos todo y en el que me reconozco como un ser pensante; a partir de ese instan- te iría por el mundo con la nariz desfigurada, como si a mitad de camino hacia la boca se le hubiese desviado en caprichosa curva, especie de pegote en una cara esencialmente de hembra, hembra esencial; Amadís es algo así como un peligro social, lo conozco des- de hace mucho tiempo, desde que él y el Fuácata eran compinches, el Fuácata fue novio mío, nada, locuras de juventud, fíjese usted, qué clase de tipo sería que le decían el Fuácata, de fu, de malo, de inservible, dime con quién andas y te diré quién eres, Amadís y él eran uña y carne, ninguno de los trabajaba y vendían cualquier cosa para tomar bebidas alcohólicas, se levantaban temprano y se iban a la calle a enamorar las chiquitas del Preuniversitario o de la Escuela de Economía o de la Escuela de Enfermería o de cualquiera de las escuelas donde abundaran las hembras, dando tiempo a que fueran las dos de la tarde, hora en que abría la cervecera del Malecón, un lugar donde dicen se daban unas peleas horribles, puñaladas y eso, y lo sé por un afeminado amigo mío que los espiaba para contarme los chismes de todo lo que hacían en el día, ellos eran inseparables de un tal Casimiro el Jabao, más o menos por el mismo estilo de ellos; siempre andaban arreglando cuentas pendientes y salir con ellos era como rifársela, no, las muchachas decentes no nos fijábamos en ellos, lo que pasa es que tenían fama y uno terminaba por querer

256 Armando de Armas probar, saber qué había detrás de esa fama, para correr una aventura, para decir, como algo que nos crecía delante de las demás, yo soy de fulano, alguien de quien se hablaba, mal o bien, no importa, el pro- blema es que se hablara, frente a otros muchachos que eran unos guanajos, bitongos de la Juventud Comunista, hijitos de papá, que pensándolo bien ahora que uno sabe lo que es la vida, eran los que tenían futuro, los verdaderos inteligentes, los que después tendrían un auto y un apartamento, y algunos, los más inteligentes, hasta dos autos y dos apartamentos, claro, lo bueno que tenían los Fuácatas, los Casimiros y los Amadíses es que con ellos había que caminar para lo chapeado, como se dice vulgarmente, casi siempre lo hacía- mos en grupo, dentro de unos edificios en construcción, una termi- naba siempre con la espalda y las nalgas peladas por el roce contra el concreto, pero satisfecha y contenta, y si tenías una cadena de oro te la pedían prestada y supuestamente se perdía en una pelea o en la playa, sí, porque yo creo ellos buscaban a las novias por las prendas de oro, sobre todo Amadís, que en eso tenía más fama que ninguno y aplicaba la tesis de la naranja de manera que cuando soltaba sólo dejaba el hollejo, nosotras también hacíamos trastadas, unas veces mandadas por ellos y otras porque ya nos gustaba esa vida de locos, porque de nuestra época, unos más y otros menos, todos terminamos por estar un poco locos, es como una enfermedad, una falta de algo que sientes y no sabes qué pero que te hace muy infeliz, aunque ahora una haga como que es feliz con los hijos y el marido con auto y apartamento y una gran responsabilidad partidista que le obliga a hacer un sexo cronometrado; Casimiro el Jabao, el Fuácata y yo nos hemos bebido los cinco pesos que teníamos, esta vida de vagos es rica pero también es dura porque uno tiene que estar siempre inven- tando para tomarse los tragos, lo bueno sería que apareciera un ma- ricón aquí en el bar, un maricón con dinero, y nos pusiera una botella de ron, mariconcito lindo, mariconcito de Dios, ¡mariconcito duro sácame del apuro!, Tatica es el perfecto, yo le gusto y daría el salario completo de un mes por tal de que me lo templara, primero lo embu- llo y después le digo que no, que no como gallo, aunque mi tío Yeyo alguna vez lo comiera, no, mejor no digo lo de Yeyo porque enton- ces me va a decir que lo de bugarrón es un problema hereditario, el

257 La tabla

Fuácata sí le mete mano por veinte pesos, ¿y si insiste en tocarme?, le remeto un papazo, no, eso no, en esto no funciona la violencia como motor del desarrollo social, hablarle, convencerle de que el Fuácata es el hombre que le conviene, que lo mío sería por el dinero y que el Fuácata seguro se enamora y todo, el ron es rico pero es más rico cuando lo paga un maricón, es rico no saber de dónde sale el dinero, es como escupir las luces en el techo, un techo y unas luces que no me pertenecen, que no pertenecen a nadie específico, ¿y no pertenecen al Estado Socialista?, el Estado es nadie, nadie le ha vis- to el rostro, ¡pero el Estado Socialista es todopoderoso!, ahí, preci- samente, está su debilidad, y no podría impedir que yo, hormiga loca, le escupa su luz, luz estatal, luz rosada que incide allá arriba en la pista entre las tetas de la cantante; no, mira, Tatica, aquí el único que te va a conectar las tres libras de tubo es el Fuácata; bueno, que conste, pago veinte para que el Fuácata me tiemple, pero me gustas tú, Amadís, tú y nadie más que tú; mira, Tatica, deja el romanticismo y olvídalo; pero, Amadís, no pierdes nada con probar mi culo y a lo mejor después hasta te gusta; descuida, Tatica, tu hombre es el Fuá- cata y yo soy respetuoso con los amores de mis amigos; cerca de las doce de la noche los cuatro toman la guagua rumbo al cementerio con una botella de ron que se pasan de mano en mano, y no es eso lo que extraña a los pocos pasajeros que a esa hora viajan en la guagua, sino la presencia de ese señor canoso, a todas luces decente, dema- siado decente quizás, pequeño y delgado, como de peso pluma, en franca camaradería con tres jóvenes de largas melenas y jerga delic- tuosa, y ademanes, expresiones faciales, muecas que constituyen una subversión, una provocación, especie de latigazo, escupitajo, al rostro de la benemérita sociedad de obreros y campesinos; A LA REVOLUCIÓN Y EL SOCIALISMO LE DEBEMOS TODO LO QUE HOY SOMOS; ¿qué somos?; omos omos omos; cuando llegan a la parada del cementerio se bajan de la guagua y caminan silencio- sos, pasándose la botella de ron como si fuese una cantimplora, Ta- tica imaginando ser la cantimplora, EL QUE CONTIENE, EL EM- PALADO, y toman por el oscuro sendero a un costado del cementerio, sendero de alevosas emboscadas y amores clandestinos, de coitos mercenarios y misas negras; Tatica; bueno, cuál es el que

258 Armando de Armas me la va a clavar primero, ¿tú, Amadís?; no, no te hagas el inteligen- tón, te dije que el único que te va a clavar es Fuácata; Tatica y Fuá- cata saltan una cerca de púas; Fuácata, ágil, tigresco; Tatica, torpe, como si para acometer cada movimiento requiriese remenear unas nalgas esmirriadas que es posible adivinar bajo un ancho pantalón, y se pierden tras los matorrales de un potrero que se extiende más allá de la cerca; Amadís y el Jabao aguardan como si fuesen disciplina- dos cederistas de guardia en cuadra de cederistas horizontales, el cementerio como cuadra, y se dan tragos entre un silencio y el otro, silencios marcados por el canto de un grillo, grillo que le confiere a la acción de empinar la botella, tragar, muequear y pasarla al compa- ñero una extraña solemnidad, solemnidad del Tiempo, de un instan- te antes de tumbarle veinte pesos a un triste maricón, triste maricón del Tiempo que permitirá que los tres pillos pasen alegremente el día de mañana, vivir al día, que ese sí es existencialismo y no lo que preconizaron famosos poetas y filósofos alemanes, franceses, de otros países europeos y de los Estados Unidos, Albert Camus y Jean Paul Sartre eran niños de teta comparados con nosotros, es verdad que la conceptualización y toda esa monserga es de ellos, pero, ¿se- rían existencialistas de verdad de verdad, en la práctica?, ¿fue Carlos Marx obrero?, qué dirían los existencialistas si nos vieran al Jabao y a mí pendientes de una botella, del culo de un maricón, para que fluya el tiempo y mañana sea hoy y hoy un borrón en la memoria, sobre todo, ahora que ya el movimiento existencialista pasó de moda; porque fue consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, ex- presión de la quiebra de los valores burgueses, estado de ánimo de la intelectualidad burguesa ante un mundo cerrado a cualquier posibi- lidad que no fuera el caos y el genocidio; por lo que resultaría bueno que nos tomaran como material de estudio para una discusión filosó- fica entre Carlos Marx, por una parte, y Albert Camus, Jean Paul Sartre y Arthur Schopenhauer, por la otra, a ver qué explicación pue- den dar ellos a nuestra existencia, más bien sobrevivencia, en un puro estado de obreros y campesinos; la estética del existencialismo es un reflejo de la degeneración universal de la burguesía moderna; Casimiro el Jabao, el Fuácata y Amadís Popol Vuh son unos intelec- tuales burgueses degenerados, ¡degenerados como son!, ahogados

259 La tabla en el marasmo de sus contradicciones y del sin sentido de una vida colmada de satisfacciones materiales; que convierten el problema de la Libertad en un problema puramente ético y entienden la Libertad, según el espíritu del individualismo extremo, como libertad del indi- viduo respecto a la sociedad; y ello es así, compañero Fidel, porque esta clase obrera será siempre fiel a la Revolución, al Partido y a usted; Casimiro el Jabao; oye, Amadís, tú sabes que se me está pa- rando el tolete; Amadís; conmigo no tengas pena, son veinte pesos más y cogemos tremenda borrachera, así que clávatelo clavador de esclavos; si a nuestro invicto Comandante le dicen, ¡pa’ lo que sea, Fidel, pa’ lo que sea!, lo que exclaman todos, los que nos represen- tan, es la voluntad del pueblo, ¡SOCIALISMO!; el Fuácata avanza delante, ¡caballero al fin y al cabo!, desbrozando el camino de mato- jos; rompiendo montes, ciudades, cambiando el curso a los ríos; y detrás, doña Tatica, subiéndose aun los pantalones, al llegar a la cer- ca el Fuácata levanta triunfal lo que en la oscuridad parece el billete de veinte pesos por el cual acaba de hincar su lanza en el fango, bi- llete como ondeante banderita al viento, viento de banderas, somos la bandera de la Juventud; masa azul y verde-olivo, masa obrera y combatiente, con rojos pañuelos de lucha, gargantas enardecidas; Tatica vomita y dice le da arcadas la leche cuando se la traga, pero que le gusta, el Fuácata orgulloso de que su leche produzca arcadas, y a la vez frustrado, pues Tatica, insaciable, pregunta ahora quién es el próximo caballero que hincará la dorada lanza en su contento culo; expresó que hoy tenemos trabajo y escuela para todos; el Ja- bao; ¿tienes veinte pesos más ahí?; Tatica; no, aquí no, pero en la casa tengo más dinero guardado para estas emergencias, y si quieren lo llevo mañana para mi trabajo y ustedes lo van a buscar allá, no tienen por qué desconfiar, yo soy hombre de palabra, sí, no se rían, un hombre, cumplo más con la palabra empeñada que muchos de los que se las dan de machotes; comienzan a caer goterones, sin previo aviso, como para bendecir lo que estaba teniendo lugar aquella no- che en el sendero del cementerio entre tres caballeros andantes y una dulce y varonil señora, lo de varonil, porque en el maricón, y entre más maricón, mejor, se aprecia como una especie de masculinidad a la hora de percibir y gozar el sexo que es como impotencia del mur-

260 Armando de Armas ciélago para ser pájaro, a pesar de las alas y el deseo siempre latente, y manifiesto, de plumar y anidar pichones cerca del cielo; ahora es el Jabao el que se pierde con Tatica por la vía antes transitada, mien- tras Fuácata le cuenta a Amadís; tiene la espalda llena de granos, sabes, quería que se la mordiera y yo, ni loco, hubiera sido como morder una barra de mantequilla; el aguacero arrecia y por encima del torrente se dejan oír los quejidos de placer de Tatica; Tatica siem- pre me ofreció dinero, pero no es un problema de dinero, es que creo que después no me voy a sentir contento conmigo mismo, uno debe tener ciertos límites, aunque sean pocos, que no se deben violar, aunque al final sepas que en realidad no hay límites, que más bien habitamos en el límite, no obstante, es cosa fácil, cierras los ojos y empujas, lo malo es embarrársela de mierda, entre mujeres es distin- ta la cosa, ellas son bellas, y viene siendo como una especie de juego erótico sin mayores consecuencias, una forma más de gimnasia ele- gante, suave, sin desgarramientos, sin penetraciones, sin traumatis- mos cavernarios, algo como aristocracia del sexo, la caricia oportu- na, racional, sin dejar de ser apasionada, o la más apasionada entre las caricias posibles, entre hombres no, los hombres son toscos, pri- mitivos, inacabados, ríspidos, y una relación sexual entre hombres debe ser considerada más como un atentado a la estética que un aten- tado a la moral, el hombre es la única especie del reino animal donde el macho es más feo que la hembra, por eso, mujeres, amaos las unas a las otras, pero, ojo, no solas, ¡por favor!, sino con un hombre como yo que las entienda para más plenitud y fantasía realizada; puedes pensar lo que tú quieras, pero fui el único que no lo clavé, tal vez fue la lluvia que lo impidió o que ya había suficiente dinero para beber o, simplemente, que no quise, que para eso estaban Casimiro el Ja- bao y el Fuácata, por lo menos el Fuácata, que fue al que yo le pro- puse el negocio, pensando que como le gustaba la bugarronería era el tipo perfecto, desdeñando al Jabao que no pensé se fuera a prestar para la faena, craso error, al Jabao no hubo que proponerle nada, él solito se propuso que así andan las cosas por este mundo; al otro día me fui con ellos a buscar el dinero, sin complejos, aunque dicen que el beneficiario de un robo es lo mismo que si lo cometiera, ¿qué será más inmoral robar o bugarronear?, oficio de bugarrón, de santo, de

261 La tabla poeta; por la orilla floreciente que baña el río de Yara; y oficio de político revolucionario; el socialismo, que es un programa más avanzado, que es un programa hacia la plena satisfacción de las ne- cesidades vitales de nuestro pueblo; donde limpia, fresca y clara se desliza una corriente; AZERBAIDZHAN SIGUE EN TENSIÓN; no hay como caminar las calles; y saber que en cada esquina te asaltará un recuerdo, jirones de la existencia que has ido dejando en el cami- no, El Camino de Santiago, de Juan de Amberes que traiciona el Mito, la traición nuestra de cada día que hace avanzar a la Historia, los alacranes que devoran a la madre, el alacrán en el círculo de fue- go, el alacrán levantando la ponzoña contra sí mismo con la elegan- cia estilizada de espadachín arlequinesco, hay belleza en un alacrán, belleza de lo terrible, no debiéramos asustarnos tanto ante la ponzo- ña del alacrán, bastante ponzoña hay en el mundo que es sólo eso, ponzoña, para hacer los temerosos ante el alacrán, pobre alacrán que no ha tenido la suerte del ratón o la cucaracha que figuran descara- damente como famosos protagonistas de cuentos infantiles; ahora libraremos la Guerra de las Orquídeas, desarrollaremos una eficaz estrategia de manera que eliminaremos semejante flor, flor de belle- za enfermiza, que puede ser tomada como estandarte de combate de los decadentes valores occidentales y desencadenar una revolución de consecuencias imprevisibles entre los elementos de los bajos fon- dos en alianza con la parasitaria burguesía desposeída de sus bienes, en contra del férreo y monolítico puño del proletariado en el poder; POWER TO THE PEOPLE; además es una afrenta el sólo hecho de la existencia de las orquídeas en un país donde todos trabajamos, o hacemos que trabajamos, por el simple motivo de que son bellas, ya que uso racional no tienen, no podemos admitir que cunda el ejem- plo pernicioso de las orquídeas, demos, pues, latigazos a sus caras de lechugas frescas; ¿hay lechuga en el mercado?; no, no tenemos le- chuga, ni tomates, ni la madre de los tomates, ni ajos, ni arroz, ni frijoles, ni ajíes, nada de eso, pero acabamos con los Bandidos de Río Frío, esos elementos inescrupulosos que disfrazados de campe- sinos explotaron al pueblo inmisericordemente vendiéndole produc- tos agrícolas a precios prohibitivos, bajo la anuencia de tecnócratas y otros de mentalidad mercachiflera que querían arreglar el socialis-

262 Armando de Armas mo con fórmulas capitalistas, nada menos que eso, es verdad que ya no tenemos ninguno de esos productos, pero en cambio tenemos una excelente foto de dos metros por dos, y a todo color, de nuestro in- vencible Comandante en Jefe; nosotros pedimos la guerra porque es el estado natural nuestro, difícilmente pueda existir otro pueblo con tanta vocación heroica como el nuestro, podría muy bien ser una guerra de las lechugas contra las orquídeas; y ¿de qué se me acusa?; se le acusa de vil neutralidad, en esta guerra el que no está con noso- tros está contra nosotros, usted podría afrontar una pena de treinta años de cárcel, o fusilamiento; camina esposado entre dos guardias e intenta, mientras avanza, encontrar a toda costa una mácula en las paredes, la mancha de sangre de un mosquito aplastado de un mano- tazo certero y fulminante propinado por un exponente del pueblo uniformado, la cagada de una mosca o aunque sólo fuese un desnivel en el repello de la pared que proyectara una sombra, algo de qué agarrarse, qué llevarse en este su último viaje, que sabe terminará al final del pasillo, cierto que el pasillo era largo pues el final aun no se vislumbraba, y se dijo si la vida a fin de cuentas no sería más que un largo pasillo que sólo podías atrapar, es decir, ser consciente de su transcurrir, en las desgarraduras de la piel contra las protuberancias del concreto, en el debatirse entre las acechanzas de las telarañas, el salitre y la humedad que penetra y roe hasta los huesos, y entendió de golpe que este último pedazo de su tiempo no lo estaba viviendo, lo desperdiciaba como si tuviese la eternidad por delante, ¿eterni- dad?, nada es eterno, ¿no será al revés?, todo es eterno, sólo que se transforma, habita otras dimensiones, y vuelve, de lo contrario, por qué entonces esa terca tendencia del Hombre a desaprovechar el tiempo, ¿no hay en eso un convencimiento subconsciente de que se es eterno?, sintió irresistibles deseos, sin ser masoquista, de que los guardias, fornidos guardias, lo golpeasen ferozmente, que le dieran de cabezazos contra la pared, pero ellos, nada, tan corteses y tan marciales y tan hombres nuevos que le daba una rabia, quizás la ra- bia fuese un poco vivir, que tal vez lo matase antes de llegar frente al pelotón de fusilamiento, y a la rabia siguió la voz como venida de la supraconciencia; ¡Lázaro, levántate y anda!; por caminos de char- cos y cagajones de caballo, preferible a la aséptica blancura de este

263 La tabla pasillo y esa luz que se siente deslizar fría y pegajosa por la espalda, espalda terrosa, que será tierra, tierra o sangre, patria o muerte, so- cialismo o muerte, muerte o muerte de un tiempo que ya no es tuyo, que nunca fue tuyo, que te prestaron un día que no pediste en un país y bajo un sistema que tampoco pediste, y quisiste al país, no al siste- ma, porque fue el que te tocó en suerte, o mala suerte, y basta; hemos dicho basta y echado a andar; ¿hacia dónde?; ya los americanos no nos pueden parar; ¿parar qué?; y el problema no es saber que dejarás de existir, el problema es saber que nada existe, que sólo existen la falta de una grieta en la pared, esa insoportable luz, luz de tinieblas, hacia las tinieblas, la impolutez de hiriente blancura, la blancura la locura de los curas que te curan, y tus pisadas, y las pisadas de los guardias, retumbando, multiplicándose, huyendo hacia una zona Otra, temerosas de que un día regreses a ponértelas bajo los pies llagados, a domesticarlas nuevamente y a hacerlas testigos de tu próxima existencia, porque sencillamente no puede ser que no sea- mos eternos, sólo eso explica la facilidad con que nos despachan hacia la región Otra, ¡PUM!, ¡PUM!, ¡PUM!, y San-Se-Acabó, como en un juego, macabro juego en manos de niños, cómo entonces el poder de un hombre iba a bastar para si vida o si muerte; César en el Circo Romano, la cabeza del gladiador pendiente de que César pon- ga el pulgar hacia arriba o hacia abajo, pulgar de uña impecablemen- te arreglada y anillo de oro refulgente a la luz de las antorchas, ade- más de una cicatriz recuerdo de viejas batallas con los bárbaros germanos; esos mismos bárbaros que después se creyeron, e hicie- ron creer, que todo el resto del mundo era precisamente bárbaro y que ellos eran los llamados por Dios a meterlo en cintura; cintura que el César adornaba ahora con un antiestético cinturón de grasa, ¡malditos años!, hoy en la mañana para lograr excitación con una de sus amantes tuvo que penetrarle su dedo pulgar en el complaciente culo, el mismo pulgar refulgente en oro que el gladiador mira con ojos implorantes y vacunos, sin sospechar siquiera que su vida o su muerte tienen un ligero, y excitante, tufillo a mierda; con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo serás tornado; en la boca un regusto a polvo mojado, regusto vaporoso como el que sale del

264 Armando de Armas suelo con las primeras gotas de lluvia después de larga sequía, esta- ba como en un desierto pero sin tormentas de arena para agarrarse, se deslizaba inexorablemente por una pendiente límpida e impercep- tible, pasillo en los últimos tiempos recorrido por incontables sacri- ficados, ¿qué número haría él?, pasillo que debía tener sus señales del Horror, presagios de lo que ha estado esperando al final durante todos estos años, pero no, no te da siquiera ese gusto, esa compla- cencia en lo teatral, y ofrece sólo esa blanquedad, sepulcros blan- queados, de una pureza que hace temblar, ahora, que no tenía miedo, que no quería que los guardias creyeran que tenía miedo, y dejarse conducir cortésmente como una dama escoltada por aquellos jóve- nes de mentes puras como las blancas paredes del pasillo, típicos exponentes de esta sociedad que él con su mente poblada de doble- ces, con traiciones y retorcimientos había tratado de cambiar; bien- aventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; porque siempre es más fácil seguir el Camino, que el otro, el camino de senderos que se bifurcan es para los tarados, los defensores de un orden que no tiene que ver con nuestras realidades, y nuestras reali- dades son toda la lucha anterior, todo el pensamiento anterior, las inmolaciones, las muertes y las entregas, pero, sobre todo, un pensa- miento precursor cuya consecuencia lógica, inevitable, era desem- bocar como infinidad de afluentes en el Cauce Mayor del Socialis- mo, lo otro, aberraciones, mentes soñadoras, o soñolientas; ¡reformas, ni soñarlo, reformas de qué!; automarginados de un mundo esplen- doroso de sacrificios y proezas, escamoteadores de la verdad absolu- ta, traficantes de disturbios y malquerencias y emponzoñamientos y odios y mezquindades; ¡unidad!, nuestro Pacto de Varsovia y nues- tra OTAN es la Unidad; monolítica, sin grietas, ni fallas, ni desnive- les, ni matices, blanco blanco blanco, como el pasillo por donde lo conducen los guardias, que al final siempre es rojo rojo rojo, de un rojo negruzco-coaguloso y tú, ¿no te da pena?, tú, tan debilucho, tan poca cosa entre esas dos masas de músculos duros y frente erguida y sonrisa feliz, de una felicidad fisiológica que le ronca el merequetén, ¿no te da pena que muy bien pudieras ser uno de ellos en vez de ser lo que eres?, lagartija protestona y bravucona; y él, niño, cazando

265 La tabla lagartijas con un lacito de hierbas, propio para presentar en un con- curso de innovadores y racionalizadores como solución al problema de la importación de orcas del área de moneda libremente converti- ble en épocas de Período Especial en Tiempos de Paz; este tribunal en juicio sumarísimo la condena a muerte por ahorcamiento acusada del delito de ser y proclamarse lagartija, o más fácil, siempre tenien- do en cuenta el ahorro, en este caso el ahorro de hierbas para las vacas dadoras de leche a nuestra feliz infancia, este tribunal la con- dena a morir en garrote vil, que puede ser una vara común y corrien- te abandonada en el camino; las vísceras del animalito regadas por la hierba y las salpicaduras de sangre en las manos y lávate las ma- nos corriendo como Poncio Pilatos el quinto procurador de Judea que allí donde mancha la sangre de una lagartija te salen ojos de pescado; pecado mortal; ¡corre Anastasia, que llegó el pescado de la cuota a la casilla!; aunque con eso no lo resuelves todo porque la- vándote las manos eliminas los posibles ojos de pescado, pero suce- de que no podrás dormir porque en la noche te asediarán miles y miles de lagartijas despedazadas y mejor tirársela al gato descarado que no sale a cazar ratones por aquello del equilibrio ecológico y no sé qué cuento; el ratoncito Pérez se metió en la olla por la golosina de la cebolla; cuando en una olla hay un garbanzo podrido tenemos que eliminarlo pronto porque nos contamina la olla completa; y es mejor una olla sana que una remendada; tú eres un garbanzo podrido y estos otros garbanzos uniformados, los sanos, llenos de entereza y valentía y honradez, ajenos a la contaminación ambiental, te llevan a purificar; un gallo negro, cuatro pesos para hacerte una flecha, y tú verás que se te abren los caminos, sucede que es mucho el maleficio que te han tirado detrás, espíritus de chinos viejos, chinos descalzos, y entonces fue el aletear del gallo sobre su cabeza y la sangre amel- cochándole el encrespado pelo y corriéndole sinuosa por el cuello y la espalda; dígame, usted, si al ratoncito Pérez que nada más hacía dormir y callar le pasó lo que ya sabemos, qué no le pasará a Ama- dís, subvertidor del orden, matador de la esperanza, influido, e in- fluidor, de corrientes ideológicas extranjerizantes; GRAN PARA- DOJA; antes el comunismo era percibido como algo ajeno a nuestra idiosincrasia, algo propio de la Rusia, de la Europa del Este, de la

266 Armando de Armas

China y demás extraños y remotos lugarejos, pero ahora resulta que es percibido o se hace percibir como el estado natural nuestro, el punto en que debía desembocar nuestra historia, la realización de los ideales de Céspedes, Agramonte, Martí, Gómez y Maceo, por lo tan- to cualquier intento de oposición al comunismo es, precisamente, lo extranjerizante, lo importado, la antítesis de lo autóctono, un intento deliberado por desmembrar la nación; TE LO PROMETIÓ MARTÍ Y FIDEL TE LO CUMPLIÓ; salieron a un polvoriento patio y a la incandescente bola del sol que la tierra paría allá por el horizonte, quiso respirar aire puro de la mañana y sólo logró incorporar un grueso olor de orines cortados en polvo a las sombras del amanecer, y pensó en la posibilidad de morir siquiera bajo un aguacero, en el agradable contraste entre el plomo quemándole, horadándole las en- trañas y el agua corriéndole serpentosa por el rostro y penetrándole la comisura de los labios resecos y ávidos del regalo celestial, algo así como el famoso y caro palo de la calle Cazales de Cienfuegos, en que la puta te cabalgaba para en el justo momento en que te venías, o te ibas, colarte bajo los sacrosantos cojones un trozo de hielo, pre- viamente situado en una cubeta al alcance de la prostituida mano, nada, refinamientos de la cultura del placer en las zonas de toleran- cia con sustentación en el contraste entre la calentura y la frialdad, entre lo que se dilata y lo que se contrae, entre el éxtasis y la reali- dad, maripositas agridulces en restaurante chino, miedo-valor, bon- dad-maldad, izquierda-derecha, contraste que no sabes hasta qué punto lo es y hasta qué punto es amalgama, pares de opuestos que se complementan y rechazan, UNIDAD Y LUCHA DE CONTRA- RIOS, al decir marxistoso, iniciativa privada puteril y desarrollo tec- nológico que permite el accionar nevoso en los rigores del trópico, en tanto la pinga está en su punto de máxima erección, que es el punto preciso en que comienza a ponerse fláccida y a descender y a adelgazar y verse triste como pichón de pájaro vomitado en la tor- menta, esplendorosa y alicaída pinga, mientras que el hielo se hace agua e irrespetuoso te corre hacia el mismísimo culo y la puta; ¿te gustó, papi rico, te gustó?; ¡qué tiempos aquellos de la zona de tole- rancia, de la TOLERANCIA, en Cienfuegos, en Cuba, que ya pasa- ron!; pero conviene que si caes de bruces no se te vaya a meter el

267 La tabla polvo por la nariz como ocurre en películas de héroes que mueren en el desierto, también conviene que no vayas a caer con la cara contra una piedra, tu cara linda de ángel chulo no es para ser maltratada ni siquiera en el último momento, además de que siempre habrá las agencias de prensa extranjeras, ¡sensacionalistas como suelen ser!, que se pongan a desbarrar acerca de que torturamos a los prisioneros antes de pasarlos por las armas, falacia que no podemos permitir porque, ¡nadie!, ¡óiganlo bien!, ¡nadie!, es tan escrupulosamente cuidadoso como lo somos nosotros de no torturar a alguien que de todas formas va a morir, no es un problema de barato sentimentalis- mo ni mucho menos, es más bien un problema de pragmatismo, no podemos darnos el lujo del gato que se divierte con el ratón antes de eliminarlo, las diversiones suelen ser costosas, en esto, como en mu- chas otras cosas, somos absolutamente asépticos, el mundo no ten- drá más remedio que exclamar, ¡qué cadáveres más preciosistamen- te conservados!, en cuestiones de arte solemos ser enemigos del preciosismo, del arte por el arte, ya que entendemos el arte debe ser comprometido y partidista, pero también somos, sobre todo, dialéc- ticos y por lo mismo en cuestiones de muertos nos adecuamos a las circunstancias ¡y hay que ver nuestro esteticismo! a la hora de con- servar los cadáveres que producimos, un poco flacos, es cierto, a qué negarlo, pero usted no puede pedir a un pueblo sometido al bloqueo de imperialistas y ex comunistas aliados, Mundo Unipolar, resultado del cual tiene que mantener aun una libreta de racionamiento, que ofrezca unos cadáveres regordetes; quisiera ver la cara de estos mu- chachones alegres, seguros, puros, saludables, convencidos del pa- pel que les ha tocado jugar ante la Historia, aliados del poder, segui- dores de la línea partidista, guardianes de la Norma, devotos del internacionalismo proletario, la cara que pondrán al disparar sobre la escoria, sobre quien mira a la muerte, escoria luminosa, en ese pre- ciso instante que es pasado-presente-futuro, instante que es una fala- cia, ellos sólo tendrán el después, un después de novias, madres, hermanos, tal vez hijos, y festejos de jamones y cervezas por el cabal cumplimiento de heroica misión, en tanto yo tendré el descenso al vacío de una oscuridad sin fondo, hasta Dios sabe cuándo, pero no voy a culparlos a ellos por las bocas de los fusiles apuntándome y el

268 Armando de Armas sol llamarada en los ojos de días encerrado en celdas de una blancu- ra impecable, ¡preparen! ¡apunten! ¡fuego!, y es una sinfonía de so- nidos apagándose allá lejos, muy lejos, integración, beso y abrazo a un polvo viejo como yo, reencuentro con un pasado que ahora es Padre Eterno masturbándose y modelándonos en un barro maleable, polvo de las calles, polvo que caminará las calles a impulsos del viento y se meterá en las casas y en los ojos de los transeúntes, polvo que será transeúnte, que hablará del tiempo y las lluvias que no caen y la muerte y lo jodida o lo buena que es la vida, que hará la política, el amor, el odio, la traición, desencantado o eufórico, bondadoso o cruel, pero siempre sin saber, sin querer saber que es polvo amasado en la simiente Del-Que-Todo-Lo-Sabe y que volverá a ser polvo en la calle, en los andurriales o en el cañón de una escopeta oxidada y vengadora, o simplemente homicida; cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer y sin sacudirse el polvo; me levanto con el sol y salgo a la calle, porque el mío es oficio de madrugar a la gente y percepción más allá de las cosas y su sentido, ¿cosas?, sí, lagartijas decapitadas, hombre al paredón, niñas violadas, bandadas de pájaros negros sobre campos minados, una botella de ron, un cua- dro de tortilla, el cuadro de un famoso pintor, un bisté con papas fritas, abejas libando al amanecer, fieles a la iglesia, un borracho no tan borracho que no se equivoca y grita abajo Batista, atardeceres, río cantarino, la cooperativización agrícola como nueva forma de producción, un mitin relámpago, guerra relámpago, la centella, una ceiba desafiante a la cooperativización en medio de caballerías y caballerías roturadas, padre nuestro, hijos sin padre, fulano no tiene madre, siempre alertas, el sindicato, la administración y el Partido, conspiraciones, cuartelazos, halagos, puñaladas traperas, elecciones del Poder Popular, erecciones del Poder Popular, que no me empu- jen, por favor, que no me empujen, cambio dos latas de leche con- densada por un jabón, seremos como el Che, sueños libertarios, gua- jiritas despatarrándose ante los libertadores, y libertadores pero no bobos ni capados, me caso para que me den derecho a coger la cer- veza y los calzoncillos, blasfemias, pecado, arrepentimiento, peca- do, arrepentimiento, la cagada de un pájaro en un parque, el parque y su función social, cristianismo y marxismo, monjes franciscanos

269 La tabla recibiendo el carnet del Partido, monjes franciscanos en el tráfico de drogas, la cosa en sí o la cosa para sí, o para nosotros; la cosa en sí es también las esencias sobrenaturales, incognoscibles, inaccesibles a la experiencia; Dios, la Libertad; vestido de blanco porque un to- que de persona, digamos, confiable, facilita las cosas; ese tipo le sacó la cosa a una jeva y lo tienen halando nueve meses; cualquier parte del mundo material con existencia hasta cierto punto indepen- diente y estable; correr y meterse en el tumulto de sudores, zaran- deos, imprecaciones, pisotones y rascabucheos que es una guagua desde que se intenta abordar, tomar un asiento en la parte trasera, la cocina, donde no se cocina nada pero el calor ahoga, para dominar la entrada y salida de la gente, la gorra del chofer y sus manos aferra- das al timón como animalitos que ocultan algo bajo el vientre y la sonrisa cómplice del extranjero junto a la cabina, calles y postes eléctricos que corren en sentido contrario, parques y parejas que se enamoran y palomas que levantan el vuelo a pesar de las escopetas ciegas, de cañones oxidados, calladas desde un tiempo sin memoria, pero peligrosas, precisamente, por tanto silencio acumulado, una se- ñora con aires de dama de la beneficencia que carga con un perro chino; y como el perrito era chino un señor me lo compró; que no pierde ocasión de lamerle la papada, al tiempo que ella sonríe entre satisfecha y apenada, junto a la puerta viaja de pie una muchacha, y me decido a darle el asiento a la señora; por un poco dinero y unas botas de charol; y a codazos abro una brecha entre la gente y me si- túo detrás de la muchacha, tan cerca que con cada vaivén y frenazo de la guagua se me pega con su bolso Viajes-Cuba y sus nalgas pro- vocadoramente enfundadas en ajustados jeans, alguien empuja, vo- ciferando se queda en la próxima parada; pare cochero, cochero pare; siento su carne y ella debe sentir la mía peligrosamente levan- tada bajo el pantalón como la carpa de un circo, y no sé por qué ca- lles de la ciudad avanzamos, pero es delicioso sentirla a ella, pegar- me a ella, frotarme junto a ella, pero, los empujones de la gente nos separan y me vengo de no sé qué tiempo y espacio y siento rabia de que se me vaya a perder en el tumulto, entonces reparo a mi lado en un anciano de sombrero de paño y manos como endurecidas coas en el amoroso ejercicio de hacer parir a la tierra, que entusiasmado oye

270 Armando de Armas a un joven que le habla algo acerca del tiempo y las cabañuelas y las cosechas; a las claras se aprecia que al joven le interesa un carajo el tema campesino; mientras otro joven convenientemente situado de- trás le extrae, con uñas largas, afiladas y brillosas, de un esmerado arte de manicure, la abultada billetera al anciano agricultor; el caba- ret es buen lugar para carterear a los turistas extranjeros, yo nunca he tenido valor para carterear, el Lobo sí ha cartereado, pero el mejor en ese arte era el Fakir, Fakir decía, voy por trescientos y regresaba con los trescientos, cosa más extraña, él no bebía, y casi siempre realiza- ba esa faena cuando estábamos en grupo con deseos de beber pero sin dinero, él era como un mago que salvaba la situación, ¡y de qué manera!, cogíamos unas borracheras de padre y muy señor mío, eso es lo que se llama desprendimiento y generosidad, con lo ajeno, él era dueño como de un sexto sentido para meter la mano en el mo- mento oportuno y en el bolsillo oportuno, pero también ha resultado ser un intelectual, no en el carterismo, sino que ha leído y estudiado mucho y sabe acerca de la problemática nacional, con un sentido histórico que ya quisieran para sí muchos catedráticos apergamina- dos en rojos carnets del PARTIDO, sólo que su saber se desvirtúa o pierde contundencia porque no puede, o no quiere, bajar a la raíz de la CUESTIÓN, está demasiado comprometido, no comprometido en el sentido de prebendas, que también las ha recibido, no comprome- tido en el sentido de hacer el mal, que todo el que se alía con el poder lo ha hecho, o mejor, todos lo hemos hecho, porque en última instan- cia, todos, de una forma u otra hemos tenido algo que ver con el poder, aunque no hayamos participado de él, lo que puede manifes- tarse, entre otros muchos aspectos, en la asistencia a un mitin porque nos lo exigen y liberan de la jornada laboral que es sagrada y encima de todo eso nos pagan; comprometido en el sentido de que creyó, alguien que creció robando carteras en las calles pero que se decía y creía revolucionario; y cuando alguien cree en algo no le va a resul- tar fácil deshacerse de esa creencia, porque si ese algo, ya sea una idea o una puta, ha sido el esqueleto sobre el que se ha sostenido su visión de los hechos y de las cosas, sus valores, perspectivas, justifi- caciones, identificaciones y ubicaciones, todo lo cual le permite de manera fácil, tajante, inequívoca, pronunciar la terrible y salvadora

271 La tabla frase; soy esto o soy lo otro, me debo a esto o me debo a lo otro; reconociéndose por lo que cree ser o más bien por lo que creen ser los otros, cómo va, entonces, a concienciar, que todo eso en lo que ha creído es falso, que es una nulidad, tiene por tanto que aferrarse a sus códigos, al mundo que se tejió o que le tejieron como quien pen- de de un saliente al borde de un abismo, o darse un tiro; un recién nacido llora y la madre le ofrece un amoratado pezón, succiona y calla, mientras suben a la guagua una niña inválida en silla de ruedas adornada de flores y muñecos de peluche, la niña pálida y triste y rubia como la muñeca; aquí con el Lobo y conmigo debieran de estar no sólo el Boba, sino también el Fakir, pero no están porque ninguno de los dos es confiable, el Boba por borracho y su manía de fantasear y hablar, y seguir alimentando su leyenda negra, pero, ¿soy yo con- fiable?, ¿hay alguien confiable?, no sé, pero lo que sí parece ser cier- to es que la unión de varias desconfiabilidades suelen formar la des- confiabilidad, Amadís y el Lobo en el secreto de algo sondos desconfiabilidades, pero, Amadís, el Lobo, el Fakir y el Bobaya formarían la Desconfiabilidad como categoría, el Fakir por sus vín- culos con los Órganos del Gran Misterio, aunque lo salva la reminis- cencia en él de un código, de una manera de actuar y entender la hombría que es algo así como el llamado de la selva y que suele ir contra las normas y la ley y los exponentes de esas normas y esa ley, algo como no poder dejar de ser consecuente con su origen de reyer- tas, supervivencia en cárceles de mayor rigor y afición a las carteras en los bolsillos ajenos, ahora, bien, hasta qué punto pervive en él ese código y no es más que un elemento de duda y castigo en su psiquis a la hora de decir al comprensivo y siempre atento oficial que lo atiende, el Lobo y Amadís tienen una pistola para brincar el charco, eso no lo aseguro, como nada aseguro, pero también pienso que si el Fakir ha tenido algo que ver con las acechanzas de los Órganos del Gran Misterio con respecto a mi persona no es culpa de él, es, en primer lugar mía por hablar más de lo que debía en un momento dado; voces que reclaman el pago del pasaje, siempre las voces, un universo de voces o un universo de ecos de voces de hace mucho tiempo, voces que llaman la atención, regañan, gimen, se comuni- can, traicionan, pelean, sisean entre los dientes, dirigen batallas, na-

272 Armando de Armas rran juegos de pelota, arman intrigas de oído a oído y surcan el espa- cio como un rayo dentro de una campana en busca de un dueño, alguien que las detenga, un fin o un orden o una vía para canalizarse, y voces que piden paso para la niña mientras un hombre protesta porque le han pasado una rueda de la silla por encima de un juanete; ese que le ha servido durante tanto tiempo para quejarse, a falta de otra cosa que hacer, y para evadir multitudinarias movilizaciones a la agricultura; el perro ladra y me llega el olor acre de las axilas re- unidas en asamblea solemne y la guagua ha comenzado a cabecear peligrosamente; lo triste en el Fakir es que cree ha rebasado la mar- ginalidad porque ha publicado obras y ha ganado premios y goza de prestigio y es presentado como ejemplo de la capacidad reeducadora de los centros penitenciarios y de la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos y de que no importa las veces que un hombre caiga sino las veces que se levante y ocupe un lugar en la sociedad y de la libertad de expresión siempre y cuando esa expresión tao tao tao tao, creyendo o haciéndose el que cree su amplia ficha policial ha sido borrada y con ello su pasado tumultuoso, un pasado que mu- chos escritores envidiarían como materia prima para una gran obra, materia prima que a su vez el Fakir no va a tratar en su obra, no por- que no le gustaría, porque como escritor que es no puede ser bobo y mucho menos modesto, no porque no esté convencido de que en el buen desempeño de un escritor pesa el bagaje cultural pero más que nada la intensidad con que haya vivido, sino porque sabe que de plasmar su experiencia vital, sin ir al socorrido recurso de situar los personajes en la otra dimensión temporal o espacial o espacio-tem- poral, simplemente, jamás aspiraría el embriagador olor de la letra impresa, porque no se concibe, ni él mismo lo concibe, un héroe li- terario formado en familia revolucionaria, en contexto revoluciona- rio y en escuela revolucionaria de un país socialista, dedicado al in- teresante, y audaz, ejercicio del carterismo; horror horror y horror, lo nunca visto, porque el individuo siempre es producto de un régimen social concreto; y continuando nuestra conferencia acerca de la es- cultura soviética diremos que la misma puede definirse como una gran mole de concreto, humanamente desproporcionada, destinada a una especie de héroes divinos, aplastadora de la individualidad y

273 La tabla portadora de un terror psicológico del que difícilmente puede libe- rarse el ciudadano común en su presencia, la misma sensación de empequeñecimiento que se sufre al penetrar en la grandiosidad de algunas iglesias, pero, sin la armonía, el buen gusto, la espiritualidad y los deseos de bondad y arrepentimiento que despiertan las iglesias, lo que no salva a la arquitectura religiosa del terror, el de un dios tremebundo e implacable, dispuesto a desencadenar sus furias con el mismo poder que en Sodoma y Gomorra; de un extremo a otro de la vía, un giro violento de timón y sucede la inversión; no de sexos, no de valores; y los gritos y el hierro que se retuerce y desesperadamen- te lucho por no quedar atrapado abajo y aparto los cuerpos encima de mí, y, allá arriba, colgando del piso como un espantajo está la silla de la niña y la niña repta por el techo con el recién nacido entre los brazos quizás intuyendo, o sabiendo, que éste será su único momen- to de entrega maternal, mientras la madre del recién nacido se deba- te en los estertores de la muerte con un tubo clavado entre las tetas, y colgando de un pico del parabrisas rajado las manos del chofer como banderitas ensangrentadas y creo que con un poco de suerte evadiré las pesquisas y el interrogatorio policial y me sentaré, re- flexivamente, sin apasionamientos, a escribir mi cuartilla de hoy; el Boba es un viejo borracho, el Boba fue la mascota de la columna del Che cuando la invasión a Las Villas; creyó y se lanzó a las llamas de la revolución triunfante, convencido, como muchos, de que había que cambiar el orden establecido en el mundo; quemar el cielo si es preciso; y que el camino, la tercera vía entre el estalinismo y el Ame- rican Way of Life, era el proclamado por Fidel, el Boba alfabetizó, combatió en Girón y el Escambray y estuvo movilizado cuando la Crisis de Octubre, ascendió por el andamiaje político-burocrático- policial-militar, combatió a las Juventudes Católicas, bam bam bam Boba tiratiro, páratequetetiro iro iro iro, primo hermano de la ira, ira del que tira y del que le tiran, Tirante el Blanco que debiera, más bien, ser Tirante el Rojo, ira de los que cayeron en defensa de la patria a a a aaaaaaaaaa, caballero a la medida sin miedo y sin tacha, los documentos oficiales no podrán tener en ningún caso, tachaduras o borrones, Boba gritador de ¡paredón! ¡paredón! ¡paredón! y des- pués él mismo al paredón, al presidio, a las huelgas, con los planta-

274 Armando de Armas dos que después se acogen al plan, con los que no se acogen, con los que colaboran, con los que no colaboran, toda una serie de cubanos colaboracionistas con el régimen colonial de la isla pasados oportu- namente por las armas, o ascendiendo en el comercio y la política durante la República, Boba justamente apaleado por los miembros de las Juventudes Católicas que a partir de ahora serían sus compa- ñeros de presidio; el Fakir entra en el torrente de la revolución con la alfabetización, pero no combate en Girón y el Escambray porque no tiene edad militar, pero en cambio participa en las grandes movi- lizaciones al café y la caña, trágicamente marcado por la denomina- da década gris y el síndrome de la Zafra del 70, fervientemente re- volucionario con fuertes tendencias a la marginalidad, y al escalamiento social después de salir de la prisión condenado por robo al carterismo, y continuar estudios, y publicar libros, no obs- tante, su compulsión a las carteras continuó hasta el punto que solía entrar en los aglomeramientos de público con los dedos de las ma- nos atados con ligas, de esa época adquirió también la costumbre de comerse las uñas, con lo que se desarmaba más aun, hechos que deberían constar en los anales; no tiene nada que ver con el ano; de la reeducación penal en el socialismo y la fuerza de voluntad desple- gada por un individuo para reintegrarse a la sociedad, nueva socie- dad, hombre nuevo todavía no, porque había vivido una pequeña parte de su vida en el capitalismo, lo que explica el hecho de que no obstante su brillante educación, terminase de vez en cuando las aca- loradas tertulias en talleres literarios apelando por un machete es- condido en el caño más cercano; de su época de reyertero consagra- do había adquirido la edificante costumbre, edificante porque impidió en múltiples ocasiones que le tumbasen, es decir lo contrario de edi- ficar, que es caer al pavimento ensangrentado por negros agujeros, de esconder machetes Gallo por todos los caños en las calles de la ciudad, cual redivivo mambí de las huestes de Maceo, hombre de letras y de armas tomar, heredero de Diego Hurtado de Mendoza y toda la prosapia de la tradición hispánica; ojo, ver aquí puntos de contacto con el Boba y Amadís; haciendo correr a toda la pléyade de insignes escritores cienfuegueros nada dados a seguir la tradición hispánica, ni por las armas, y a veces, ni por las letras, bien mirado

275 La tabla por el Comité Provincial del Partido, fichado y captado, aunque esto último no ha sido científicamente demostrado, por los misteriosos del Ministerio, y sacrificador de la obra a los intereses partidarios, que de todos es sabido son los intereses del pueblo, de la patria, y hasta de Dios, gloria a Dios en las alturas, las que hacen que un es- critor termine siendo funcionario, fun-cio-na-rio, en función de, fun- cionando para, funcionando con, funcionando en contra de, y nada de armas tomar y nada de letras hacer, que el destino histórico de una generación y patatín y patatán tan rebelde que yo era ¡y para lo que he quedado!, he quedado he quedado he quedado; Amadís y el Lobo, hijos de errores y triunfalismos, de la guerra en Angola y Etio- pía y el Congo y Argelia y, y, y de todos los lances caballerescos e internacionalistas en cualquier parte del mundo, aunque jamás nin- guno de los dos pisase ninguno de esos países, testigos del regreso de gusanos convertidos en mariposas, mariposas etiquetadas y re- lumbrantes de áureas joyas al sol del mediodía, testigos de los trági- cos acontecimientos de la Embajada del Perú y el desparrame-madre del Mariel, de gentes que hoy vociferan, y golpean como el primero en un acto de repudio, y mañana se van como escoria; Amadís y el Lobo nuevos-hombres que no se venden porque, sencillamente, na- cieron vendidos, cambiadores de cualquier cosa por un jeans, ¿qué cosa no es cualquier cosa? ¿qué cosa es ser?, ser o no ser, jamar o no jamar, los del caos, el no orden, el no respeto, perdidos perdidos perdidos, reafirmados en las broncas y la borrachera y la marihuana; Amadís y el Fuácata, el pelo a media espalda, muchos días sin ba- ñarse, y por lo mismo, con tremenda peste a cojón de oso, la cara con ralos y crecidos pelos que ellos quisieran tupidas barbas, falsificado- res de recetas de alcohol de 90 grados para ligar con agua en las fuentes públicas de héroes legendarios en las gestas por la indepen- dencia y tomárselo en las esquinas severamente observados por ce- losos y revolucionarios cuidadores del orden público, robando libros en las librerías por seguir al pie de la letra eso que alguien dijo que Martí dijo que robar libros no era delito, o leyéndolos escondidos detrás de los estantes, los que no se podían llevar, para marcarlos y continuar la lectura al otro día, como si estuvieran en una biblioteca, ostentando sin pudor unos tenis agujereados y una vaharada de alco-

276 Armando de Armas hol en cada palabra articulada, vida de calle, de no casa, no familia, de sentarse en los bancos del Prado a jugarse un pomo de alcohol a las chapas impares de los carros, de comer sobras en las pizzerías y vagabundear de pueblo en pueblo, de carnaval en carnaval, en busca de una felicidad y una alegría que se iba en cada amanecer en rollos de serpentina amasados en orina, en el olor a pólvora proveniente de los fuegos de artificio, en la oscuridad de los calabozos o el cuerpo de guardia de abarrotados hospitales; las pastillas de Parkinsonil con cerveza son un vacilón, mejor la rosada, con una sola en una jarra de cerveza coges una nota madre, eso es lo mejor, que la fiesta te sale en nada, y habría que establecer la relación entre productos - céuticos y las posibilidades de placer para la población en el Período Especial en Tiempos de Paz, con lo que se vendría a demostrar en la práctica el acierto de hacer más con menos, ya que, con un pomo de alcohol de 90 grados ligado uno por uno con agua y dos pastillas de Parkinsonil rosadas da para que dos compañeros desarrollen una magnífica nota por el precio módico de cincuenta centavos, supo- niendo que el pomo de alcohol valga cuarenta centavos y las pasti- llas diez, teniendo en cuenta que dichos ingredientes sean adquiridos en la farmacia, ya sea por recetas médicas falsificadas o mediante amistades, y no en el denominado mercado negro, donde evidente- mente las cosas saldrían un poquitín más caras, pero así y todo el precio seguiría siendo ventajoso si lo comparamos con los exorbi- tantes precios de una nota cogida con ron vendido en bares o caba- rets, nada, que somos un pueblo hecho a las dificultades, y a capear las dificultades, con alegría, sí señor, con mucha alegría, y unas ini- ciativas que dejan boquiabiertos a los demás pueblos del mundo; la ciudad es enorme pastilla de Parkinsonil rosada, con bandadas de pájaros que picotean y se van, no pájaros negros como en las pelícu- las de terror, sino pájaros brillantes, escandalosamente escarlatas, unos pájaros muy bullangueros y alegres y de unos ojos muy tristes, que el día de la Nochebuena que es la noche triste de Cortés se dan el gran banquete de Parkinsonil, pájaros jodedores que no creen ni en la madre que los parió y avanzan por el cielo con el fabuloso Si- murgh al frente como líder indiscutido, ¿por qué siempre el líder?; el Primer Secretario del Partido en la provincia se arrodilla ceremonio-

277 La tabla samente ante el Simurgh y le habla con voz entrecortada de sollozos; te hemos traicionado y tú te has vengado arrastrando a las juventu- des, ahora estamos en paz, vuelve con nosotros, ayúdanos; el Si- murgh le corta; jamás permitiré que el Partido destruya la Gran Pas- tilla de Parkinsonil para sembrar de caña los huertos, los parques, los céspedes, las azoteas, los jardines y los búcaros, sólo aceptaré la destrucción de la pastilla en caso de que cambien los sembrados de caña por los de marihuana; el dirigente partidista; ¡oh, fabuloso Si- murgh!, de eso precisamente se trata queremos que nos ayudes con el cultivo y comercialización de marihuana pues pretendemos lograr el desarrollo económico del país, y de paso, o más bien como un objetivo priorizado, minar al imperio desde adentro, minar la moral de la juventud norteamericana, que no hay nación fuerte sin una ju- ventud moralmente fuerte, los métodos que emplearemos no impor- tan, cualquier método es bueno si hace el suficiente daño al enemi- go; los que crean que en Cuba pueden organizar una quinta columna, los que crean que aquí pueden repetir la historia de lo que ha pasado en otros países, los que quieran aquí jugar a la contrarrevolución, SE VAN A TOPAR CON LAS MASAS, SE VAN A TOPAR CON EL PUEBLO DE FRENTE; los pájaros empastillados van contra la pa- red, pared manchada de sangre, sangre impregnada de plumas como extrañas avecillas que quisieran retoñar en la pared y se quedaran en eso, en proyectos de aves como el ventilador es un proyecto de heli- cóptero, helicóptero con un inmenso cartel que dice POLICÍA, ¿será para controlar el estado de ánimo de multitudes de pájaros empasti- llados al borde del motín?, a los amotinados se les barre con fuego de ametralladoras, multitudes de cadáveres amontonados en el par- que Martí, cadáveres horripilantemente mutilados, artísticamente mutilados, limpiamente mutilados, partidos a la mitad por ráfagas de ametralladoras que hacen su labor como sierras, y el borracho Ma- tancín disparando a los aviones con un plátano macho, el pecho de Matancín con más huecos que un colador, Matancín Héroe Nacio- nal, todos héroes, pueblo de héroes, 5 de septiembre de 1957 que todavía huele a pólvora y a sangre; olía la muerte, y cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del sacrificador que venía hacia él con el cuchillo de piedra en la mano; una gran montaña de corazones

278 Armando de Armas ensangrentados capturados en las Guerras Floridas para complacer al dios, un dios harto de sangre, de una barriga que si se la pinchan con un alfiler revienta como una chinche; Amadís en un cabaret de mala muerte, de los no visitados por turistas, besa apasionadamente a una muchacha mientras deja caer una pastilla de Parkinsonil en polvo dentro del vaso de vino, la muchacha bebe y se siente feliz, es la misma que pasó una noche con Amadís en la habitación de un hotel y no hizo sexo porque; cuando digo, no quiero, no quiero y punto, voy a hacer de todo, menos metérmela; y a medida que va bebiendo más de la mezcla de Parkinsonil y vino los ojos se le abri- llantan, se le abrillantan y empequeñecen con un brillo congelado, que mira y no ve o ve más allá y cuando Amadís piensa que todavía no está a punto, ella le dice, Amadís vamos a templar, no aguanto más, no sé lo que tú me has hecho; la Gata viene de familia pudiente, de la sacarocracia criolla, no, no precisamente criolla, porque su ta- tarabuelo, o algo de eso, era hijo de Edwin F. Atkins, fundador del central Trinidad en el Valle de San Luis, pionero de la inversión de capitales norteamericanos en la isla, y una muchacha de buena fami- lia del valle trinitario, creo que los Iznaga, poseedora de uno o varios ingenios que absorbió el central fundado por Atkins en el proceso de concentración y centralización de la producción azucarera de la re- gión, una historia que milagrosamente la Gata sabe muy bien y que la enorgullece y la hace decir que ella es yuma y que un día va a encontrar el derrotero de los tesoros que Atkins dejó enterrados en Cuba, pero lo que ella no sabe es que Atkins no era un pirata, al me- nos no al estilo de Francisco Naou el Olonés, sino algo mucho más refinado, propio de una época en que ya existían los grandes mono- polios y consorcios bancarios, pero yo dejo a la Gata con su fantasía según la cual un día su antepasado salió hacia las márgenes del río Arimao con tres mulos cargados en barras de oro y dos esclavos para que cavasen en determinado lugar de la rivera norte del río un hueco para enterrar el tesoro y que una vez terminada la labor de cavar, Atkins les disparó un tiro de pistola en la nuca a cada uno de los negros; pistola que ella se la imagina de chispa y larga como una carabina y de cabo barrocamente trabajado como en las películas de Flynn; con lo que de paso la Gata argumenta que su pariente fue un

279 La tabla precursor del método de matar que después emplearon, y reglamen- taron, los que se proclamaron constructores del verdadero, y único, paraíso comunista en Cambodia, y otros lugares; que cayeron de bruces sobre los picos y dentro del hueco, hecho lo cual Atkins se- pultó a los infelices negros junto con las barras de oro, y que desde entonces las almas en pena de los dos esclavos custodian el lugar para que únicamente bajo el requisito de que vayan tres sujetos y uno de ellos mate a los dos restantes pueda ser extraído el tesoro, que ya ha sido dado en sueños a muchas personas, pero que éstas siempre se asustan por la condición de tener que matar a dos seme- jantes; a veces me pregunto qué diría Atkins de las fantasías de su pariente y sobre todo qué diría si la viera rompiendo una tortilla; degenerada degenerada en un país que corrompe las costumbres por un clima que incita y tienta constantemente al pecado de la carne, y a la lujuria en general; la familia de la Gata viene a Cienfuegos cuan- do queda claro que Trinidad se ha convertido en una ciudad detenida en el tiempo e invierten en el comercio de telas en la afrancesada Cienfuegos, negocio nada aristocrático pero de dividendos envidia- bles por el resto de la familia que permanecía en Trinidad aferrada al porte señorial, a las siestas del mediodía entre quejumbrosas tojosas y a una dignidad feudalesco-paternalista que exhibían sobre colo- nos, esclavos y la plebe de la añeja ciudad; los dividendos eran tan exitosos que la Gata asegura tuvo una bisabuela que gustaba pasear desnuda y con el rostro cubierto por un antifaz negro montada en coche tirado por cuatro caballos por la zona de tolerancia de la calle Cazales y que, además, había adquirido la muy poco edificante cos- tumbre de mantener a cuatro chulos con el consentimiento del bis- abuelo, un hombretón de mirada lánguida y amanerados ademanes; Luly, no, Luly no conoce en su árbol genealógico nadie más allá del padre y la madre, el primero un borracho tomador de alcohol de bodega colado, y a veces sin colar, y la segunda, una mujer que ha mantenido a Luly, a tres hermanos más y al marido, limpiando pisos en oficinas y escuelas; ¡qué de retorcimientos, ajustes, reajustes, desviaciones y circunstancias en el camino o el no camino de la vida o de la no vida para que la Gata y Luly se reunieran en una mesa de cabaret para mi despedida!, la Gata goza en la perversión, Luly no,

280 Armando de Armas o tal vez, sí, pero le da como bochorno, no es una mala muchacha, tampoco creo que la Gata lo sea, ¿es que puede haber algo de malo en que dos mujeres se gusten?, ¡pecado contra natura!, ¿somos el Lobo y yo unos corruptores?, no, más bien lo que somos es unos vaciladores porque, en definitiva, hasta ahora ninguna de las mucha- chas a las que les hemos despertado el homosexualismo nos lo ha echado en cara, ni se ha sentido corrompida o perdida, bueno, al menos hasta lo que nosotros sabemos, porque ahí tienen a la Gata que se desenvuelve como pez en el agua en la caza de una mujer y es más agresiva que cualquier hombre, con una feminidad que ya quisieran para sí muchas por ahí de las que se las dan de auténticas mujeres, y eso, precisamente, es lo que más arrebata de la Gata, o lo que más me arrebata, o lo que más nos arrebata al Lobo y a mí; aun- que con Luly yo siento un no sé qué o algo como un remordimiento de conciencia, y yo no debiera sentir eso, porque aquí nadie la está obligando y ella sigue el juego y deja que la Gata le coja una mano entre las suyas, y esto no tiene por qué ser malo, nada es malo nada es bueno, es y punto, y a lo mejor después hasta le agradecen a uno que las enseñó a relajar que para ellas debe ser como un sedante, un antídoto contra el stress, y lo malo del stress es que, está bien que los disfrutadores del confort y la bienaventuranza del desarrollo tecno- lógico paguen su precio en stress, nada es gratis en este mundo, pero, ¡coño!, que nosotros paguemos ese precio sin confort ni bien- aventuranza tecnológica ya es demasiado cruel y miren bien para que vean que soy de confianza que a mí no tienen que estarme vigi- lando ni mucho menos que yo sí soy de patria o muerte e ideológi- camente bien definido que la definición sexual es importante pero no tanto como la ideológica y qué es ideología pues nada más y nada menos que parte de la superestructura y como tal reflejo en última instancia de las relaciones económicas es decir tal para cual y por tanto Eloy no puede conducir un taxi porque no es ideológicamente confiable y por ese mismo motivo se reúne con elementos antisocia- les y tiene dos actas de advertencia policíaca por reunirse con tales elementos que antisocial es anti es decir contra la sociedad y noso- tros te advertimos no precisamente de antisocial sino de andar con antisociales que no es igual pero da lo mismo porque estás en peli-

281 La tabla gro de cometer delitos que dime con quién andas y te diré quién eres y la advertencia te la hacemos para que no te agarre de susto que dicen que guerra avisada no mata soldado y huyuyuiiiiiii un susto huyuyuiiiiii un miedo que por ahí viene el Coco niño y debes portar- te bien que tienes dos advertencias y a la tercera va la vencida y son cuatro años a presidio por peligrosidad y peligroso todo aquel que piense no estar regimentado, ubicado, clasificado, organizado, defi- nido, adaptado y con un comportamiento acorde a las normas y prin- cipios de nuestra sociedad; el marxismo-leninismo es una ideología auténticamente científica, expresión de los intereses vitales de la cla- se obrera, de la inmensa mayoría de la humanidad deseosa de paz, de libertad y de progreso; si los delincuentes, malversadores, espe- culadores y traficantes de dólares tienen necesariamente que mover- se en taxi para sus operaciones, individuos como tú, Eloy, no pueden conducir taxis, porque estaríamos facilitando la actividad del lum- pemproletariado, y déjame decirte que no tengo pruebas, pero para mí tú también eres traficante de divisas, y déjame decirte también que no me hacen falta, me basta para condenarte, si quiero, con mi convicción moral y la del tribunal, por supuesto, creo que somos el único país en el mundo cuyo código penal puede condenar por con- vicción moral, que demuestra lo progresista que es la penalidad so- cialista para combatir a la delincuencia, ¿qué te parece?, no eres nadie, absolutamente nadie, nosotros tenemos el sistema de leyes más radical y avanzado en todo el orbe, así que no te me hagas ilu- siones que tú y los otros taxistas que no queremos trabajando en la base de taxis son simples cucarachas y a las cucarachas, plaf, un pi- sotón, dan un poco de peste y no joden más, y si quieren pueden patear, lloriquear, reclamar, apelar a la instancia que quieran pero aquí mandamos nosotros y nosotros somos el pueblo; we are the world; y nadie les va a escuchar; Nadie Escuchaba; porque gentes como ustedes son los culpables de que esto no marche bien y de que en Europa del Este pasara lo que pasó, porque mientras el pueblo trabajador y sus dirigentes sudan la camisa y se esfuerzan, ustedes llevan un nivel de vida por encima de ese pueblo y sus dirigentes, resultado de alianzas con la delincuencia y de delitos que cometen ustedes mismos, Eloy, cará, parece hasta mentira con la confianza

282 Armando de Armas que nosotros te teníamos, te considerábamos casi uno más, y resulta que te nos has echado a perder en una cuarta de tierra, casi entre las manos; tu cariño se me vaaaaaaaaaa como el agua entre los dedos; tú pudieras estar cómodo, buscándote buena propina y hasta operando con buena suma de dólares, yo, yo mismo te hubiera facilitado la cantidad de dólares que te hiciera falta para las operaciones, todo sería mucho más fácil para ti, pero, eres bruto, te niegas a colaborar con nosotros por un falso concepto de la hombría, primero aceptaste, te di los números claves para que me llamaras en cuanto tuvieras una información que brindarme, y nunca lo hiciste, como si con nosotros se pudiera jugar, como si fuéramos mentecatos, como si nos fuéra- mos a olvidar así como así de que tus informaciones pueden sernos de gran utilidad, y no pasar nada, pues ya ves que te equivocas, sí pasa, y pasa mucho, somos la fuerza y somos la inteligencia, y tú no tienes nada que oponer a eso, no hay nada que oponer a eso, porque nada se nos puede oponer, y recuerda, que el que mal anda mal aca- ba, después no vengas a llorar, porque todos lloran como puticas cuando les llega la hora del cuajo; Oriana y yo padecemos de la mis- ma impotencia de todos los amantes, la impotencia de no podernos meter el uno dentro del otro y decimos, somos dos que es uno, pero de todas formas lo decimos para darnos fuerzas y luchar contra la condena de ser dos mundos tan cerca y tan lejanos y tan soledades y siempre acabamos arañándonos, golpeándonos, dándonos de cabe- zazos y llorando la rabia de no podernos unir más que por allá abajo unos instantes que tal vez sean todos los instantes atrapados entre la penetración del Simurgh de cabeza erguida y desafiadora y carnes tersas y el Simurgh todo vomitado y de cabeza abatida y carnes flác- cidas y tan desplumado que más tiene que ver con el pájaro pitirre que con el Simurgh, y a pesar de eso con el último estremecimiento he mirado a las nubes que huyen asustadizas preguntándome que si se le puede pedir algo más a la vida, porque Oriana me cabalga con sus senos pequeños y la tibia humedad de sus nalgas, particulariza- das, personalizadas, ajenas al carnaval de nalgas amasadas y cogidas por mí mecánicamente como buen cumplidor del ritual de macho cabrío nuestro de cada día; tempestad, calma, tempestad, por los si- glos de los siglos, amén, Amadís y Oriana se aman en una azotea de

283 La tabla la playa porque el día amaneció ofreciéndose para que lo vacilaran y yo con un solo peso en el bolsillo porque el resto del dinero lo tenía invertido en dólares, con ganas de divertirme y nos vamos al mar a ver qué pasa, que siempre debe pasar algo, porque el mar es como una cajita de sorpresas, mar-hacedor-de-pactos-con-el-Supremo, mar-salvación, de los que logran llegar a la Florida y no se los tragan los tiburones, y de los que se hunden y se los tragan los tiburones; la Florida, ese enorme colmillo de monstruo antidiluviano que parece que se va a comer a Cuba tan verde y tan chiquita como un camaleón y tan tacita de oro del Caribe y tan Paraíso perdido y tan de Paraíso perdido a Paraíso por recobrar y suerte que nos topamos a mi amigo Urraca que tiene alquilada una cabaña en la playa; Amadís, mi her- mano, no me carezcas, hay cerveza aquí la que tú quieras; y yo el vaso lleno y el bigote chorreándome de espuma porque el que no se embarra no goza y Urraca y su familia que se van a bañar que hay un sol que es una maravilla para tostarse y yo que me quedo en la terra- za tomándome la cerveza y Oriana y día mamey y poder ver la gen- te desde arriba, distantes, hormigas, y sentirme ajeno a todo y a to- dos; cuando usted entre aquí lo que vea aquí, lo que oiga aquí y lo que digan aquí, cuando salga de aquí, por favor, déjelo aquí; y se explica que así sea, amigo mío, porque el enemigo está al acecho y tenemos que ser discretos, para convencerse nada más mirar el mapa y ver el colmillo de la península de la Florida que parece nos quiere tragar; Oriana negándose que a lo mejor nos ven desde abajo y yo que si van a mirar que miren y las nubes allá arriba de juguetonas a revoltosas, de blanco algodón a gris chocolate y, de pronto, una lu- minosidad enceguecedora, destellos amarillo-naranja, un instante de no existir, un estampido de sabor amargo, y entre la multitud allá abajo un enorme vacío que se abre como al dejar caer un escupitajo en medio de un montón de hormigas, rumores confusos, que si un muerto, que si dos, que si tres, que si un patrullero se había volcado con los heridos, no me acabo de dar exacta cuenta de lo que ha suce- dido cuando atravesado en el sidecar de una moto traen a Urraca, las medias rotas y sanguinolentas como si una descomunal energía le hubiera traspasado y salido por los pies, alaridos, sollozos, ¡al hos- pital!, ahí mismo, no, no, en el Lada, dan un portazo y el Lada arran-

284 Armando de Armas ca y la puerta no cierra porque un pie le cuelga afuera semejante a la pieza desarticulada de un muñeco, mientras las nubes van difumi- nándose hacia la calma y de lejos, muy de lejos, nos llega un olor a tierra mojada; quizás el peligro no esté tanto en el colmillo como en lo que tiene dentro, no en armas, no en Alfa 66, no en las ideas, sino en el hecho extraordinario de una aldea que se ha convertido en ciu- dad con las sucesivas oleadas de cubanos, de cubanos que llegaron, la mayoría, con una mano atrás y la otra alante y fomentaron capita- les, pero, sobre todo, el peligro está en la posibilidad de compara- ción y en la asociación de ideas; dos cosas tiene La Habana que no las tiene Madrid, el Morro, la Cabaña y ver los barcos venir; Morro vetusto, folclórico, grande por gusto, militarmente ineficaz, mete- miedo de piratas y otros bandoleros del mar que no pudo impedir que los Casacas Rojas ingleses tomaran La Habana en 1762, Casa- cas Rojas que los ingenuos criollos pretendían envenenar con plata- nitos manzanos después de haberles brindado una buena cantidad de copas de aguardiente, ¿platanitos manzanos?, ha muchos años fruta maravillosa que los jóvenes de hoy recuerdan haber comido en la niñez, o que los padres le recuerdan la feliz época en que se desayu- naban con dicha fruta, por lo que hemos convocado a un congreso de botánicos y agricultores con el fin de determinar el lugar donde se ha metido durante todo este tiempo el Plátano Manzano, para lo cual sólo contamos con algunas hipótesis y rumores como el de que di- cho plátano fue desaparecido por participar en una conspiración contra los órganos de los poderes del estado; si la cosa es así, está bien desaparecido, bien fusilado, bien excomulgado del reino vege- tal; y no es para menos si tenemos en cuenta que el plátano tiene conexiones, o no conexiones, sino que es parte indisoluble de nues- tra nacionalidad como la palma, la ceiba, la ciguaraya; que sin per- miso no se pue tumbaaaaeeeee; quien dé doce vueltas a una ceiba a las doce de la noche ve cosas del más allá, más allá de qué, ¿no es- taremos en el más allá?, cosas horribles como aquelarres de brujas, ¿bruja?, mujer que surca los espacios siderales montada a horcaja- das sobre una escoba, ¿escoba?, anteproyecto de nave cósmica, la bruja suele ser mujer dulce, complaciente, burlona, tentadora, como las que una vez se disfrazaron de sirenas y obligaron a Ulises a atar-

285 La tabla se al palo mayor de la nave para no sucumbir a sus encantos, y eso denota una grave debilidad ideológica del compañero Ulises que cómo no va a estar seguro de poder resistir a los cantos de sirena del capitalismo, igualmente el Plátano Manzano, o el plátano en cual- quiera de sus variantes, tiene graves problemas ideológicos, en este caso por su nacionalismo manifiesto, que las causas nacionalistas son causas justas siempre y cuando no tengan que ver con el plátano nuestro, con el desmembramiento de la URSS o con las luchas del pueblo tibetano, lo que no quiere decir que el nacionalismo no haya jugado, y juegue, su papel decisivo en la lucha de los pueblos hacia el progreso social, que no por gusto Gerardo Machado expresó que para mí todos los ismos son iguales, Machado que era doctor Hono- ris Causa de la Universidad de La Habana y que por Dios, la patria y la democracia gobernaré con mano férrea este país, seré su salva- dor, padre protector, paladín de las libertades del Hombre, aunque para ello tenga que estrangular con estas manos el gaznate a más de un agitador comunista; ¡plebiscito de qué!, el pueblo cubano realizó su plebiscito un primero de enero de 1959 hace ya treinta años y votó por su Revolución y votó por el Socialismo, aunque en ese momento no sabía que lo hacía por el socialismo; el 12 de agosto de 1933 Machado fue echado del poder por la Huelga Nacional Gene- ral; con esa visión suya tan certera siempre, tan de luz larga, tan abarcadora de disímiles fenómenos y situaciones, con ese poder suyo de generalizar y conceptualizar detalles dispersos y aparente- mente insignificantes nuestro Comandante en Jefe alertó, ¡reciente- mente!, acerca de la necesidad de intensificar la producción agrícola que satisfaga las necesidades alimentarias de nuestro pueblo como parte del sistema de estrategias para el período especial en tiempos de paz; y no es que el plátano sea, por ejemplo, como la palma, em- blemática de los Abakuá y símbolo nacional, es que se ha convertido en el summum de la asimilación de las características nacionales porque, digamos, cuando un extranjero ha logrado adaptarse a nues- tra idiosincrasia decimos de él que está aplatanado, con lo que ade- más, de paso, ponemos de manifiesto que las únicas metamorfosis válidas no son la de Kafka y la del gusarapo en rana, sino que, y eso es un invento de nosotros los cubanos, existe también la metamorfo-

286 Armando de Armas sis del yuma en plátano, en los diversos tipos de plátanos que cons- tituyen la platanidad, que será tema de estudio en nuestra próxima conferencia que nos impartirá el profesor Plátano Macho Pérez de ideología al servicio de la Pereztranca; que se queden ellos allá con su Perestroika que acá tenemos, y oponemos, nuestra Pereztranca, que por algo somos originales y sin copia, que si alguna vez copia- mos ya es hora de seguir el camino propio; el Plátano ha sido conde- corado con la Orden de Servicios Distinguidos a la Patria en campos como la alimentación, la defensa, la salud pública, higiene y sexua- lidad humana; no, no estoy exagerando, más bien me quedo corto, para que vean, empezaré a ejemplificar; el Plátano, está demostrado, constituyó base fundamental de la alimentación de nuestros mambi- ses durante las guerras por la dependencia, y aun hoy día es elemen- to importantísimo en nuestra dieta, sobre todo después de la aplica- ción del novedoso sistema Microjet, especie de combinación de la hidrología y la aeronáutica, sin olvidar, lo que ha representado la aplicación del Multiarado, bueno, entraremos en el terreno propia- mente militar de la importancia del plátano, y aquí tenemos que está científicamente demostrado que los proyectiles no atraviesan las matas de plátano por lo que podrían ser empleados en la construc- ción de refugios antiaéreos y trincheras en el desarrollo de la guerra de todo el pueblo en caso de que el enemigo osara atacarnos, mien- tras que en tiempos de paz podríamos proponer al Pacto de Varsovia; tiene que ser rápido no vaya a ser que a los estúpidos del pacto se les ocurra desintegrarse antes y nos quedemos con las ganas de brindar un aporte a la causa de la liberación de los pueblos; el estudio de la fibra de plátano, preferiblemente el plátano macho, para ser utilizada en la construcción de un sistema antibalístico que se oponga al nor- teamericano conocido como Guerra de las Galaxias o Sombrilla Nu- clear; en el terreno de la salud tenemos que no hay nada mejor contra las diarreas que un buen fufú de plátano sin sal ni manteca, con lo cual, de paso, ahorramos estos dos ingredientes, además de que un platanal como cagadero es el mejor sustituto de un sofisticado siste- ma de baños sanitarios; buscar posibles conexiones lingüísticas en- tre platanal y anal; porque sinceramente, después del papel no hay nada más práctico para limpiarse el culo que la hoja de plátano seca,

287 La tabla y ahora se me ocurre que tal vez la famosa hoja de parra tapadora de los aparatos de Adán y Eva no fuese tal, sino nada más y nada menos que hoja de plátano seca, ah, me olvidaba, fíjense bien que la hoja de plátano sea seca cuando la vayan a utilizar porque si es verde resba- la y arma tremendo babiney y no limpia nada, y aunque sea seca deben tener la precaución de usarla en el sentido transversal a la fi- bra para evitar que se rompa y se embarren los dedos, lo que de todas formas viene a ser mejor que el empleo de la tusa que es método mucho más arcaico; por último, y entrando en el área sexual, el Plá- tano suele ser remedio eficaz para aliviar la soledad en la cama de viudas jóvenes, de mujeres cuyos maridos han partido a guerras in- ternacionalistas, lo que de paso entra también en el terreno de la importancia patriótico-militar, consuelo para muchachas feas, pre- tendidas vírgenes arrepentidas de haber pecado alguna vez y de ma- ricones inconfesos; una mujer de nalgas abundosas, de caderas que se abren en amplias curvas, de senos firmes, en la posición de pier- nas abiertas y de rodillas sobre la cama en actitud de meterse con ambas manos un grueso y curvado plátano macho, viene siendo la versión cubana más acabada del legendario Haraquiri japonés; y aclaro, digo, repito, proclamo, y clamo, que nuestro Proceso de Rec- tificación de Errores y Tendencias Negativas es a la nación cubana como la Perestroika es a la Gran Nación Soviética; el viento silba en las hendijas del bohío y la mujer disputa a una puerca que se sabe a punto de parir un montón de hojas de plátano para su hijito que tirita echado sobre un bastidor de alambres mohosos y múltiples veces empatados con alambres de cerca, mientras en La Habana unos ni- ños se arrebujan en afelpadas colchas de querubines y conejos que tocan la corneta y pastores con sus ovejas y niño Jesús en brazos de su mamá, y los padres toman Brandy y juegan naipes en torno a una mesa redonda; aclaración, no son los caballeros de la mesa redonda; iluminados por una descomunal lámpara araña trabajada en oro y plata, emprendedores hombres de negocio o no tan emprendedores hombres de negocio o pretendidos hombres de negocio o en absolu- to nada hombres de negocio confiados de su poderío económico por el brazo fuerte del indio Batista que los sustenta y del pomposo Plan Trienal con el que Batista aparentaba interesarse por el desarrollo

288 Armando de Armas económico del país en el año 1936, lejano todavía el golpe del 10 de marzo; general por aquí general por allá a usted sí no hay quien lo tumbe general que usted no se cae ni de la cama nuestro general que hay general para rato que no hay quien nos lo quite generalote lindo con su sempiterno traje dril cien y su sonrisa los días de asueto allá en la residencia de Cuquine; LLEGA FIDEL, APOTEOSIS; ni pan sin libertad, ni libertad sin pan; Fidel; a los que me preguntan si soy comunista les respondo, no, soy humanista, creo en el hombre, lo respeto, creo que lo primero que hay que tener en cuenta al gobernar son los derechos del individuo, su derecho a la libertad, a pensar como quiera; con la boca reseca, los ojos hundidos, más pequeños cada vez, haciendo gestos lentos, sentía como si la circulación de la sangre quisiera detenérsele, ebrio, Amadís recorría la ciudad o se sentaba en cualquier parte a disfrutar de aquel sopor, nube, humo, perfume, flotar en el aire por sobre toda Cuba que es fábrica de futu- ro y consignas en carteles de neón o pintarrajeadas en las paredes golpeándole en círculos concéntricos; no obstante sus méritos como integrante de la platanidad y en defensa de la cubanidad no podemos permitir que el Plátano Manzano haya desaparecido así como así de la escena, o más bien por sus méritos estamos obligados a ser impla- cables con él, con lo que se evita que alguna mente, de las que siem- pre hay relacionando las cosas, va y le dé por pensar que el patriotis- mo, lo cubano, es incompatible con las ideas del progreso social expresadas científicamente en la teoría del marxismo-leninismo o muerte, cuando en realidad es todo lo contrario, porque nuestra his- toria anterior no es más que un tanteo de búsquedas que habría de culminar inexorablemente en el sistema de partido único y econo- mía socialista; desde Hatuey que vino de la vecina isla de Santo Domingo a pelear a favor de los indios cubanos y dio lugar a nuestra deuda inicial con el internacionalismo proletario hasta el compañero Fidel; por tanto la presencia del Plátano Manzano nos resulta esen- cial como símbolo de la simbiosis cubanidad-marxismo-leninismo, además de que la condena que le impongamos a dicho sujeto debe también servir de escarmiento a posibles disidentes que va y quieren hacer de la renuncia a la permanencia en las filas de la revolución un problema para la marcha del proceso como ya una vez intentó hacer-

289 La tabla lo Húber Matos; ¡los mato a todos pa que no jodan!; sacude la mata Fidel; ¡Fidel! ¡Fidel! ¡Fidel! ¡Fidel! ¡Fidel! ¡Fidel! ¡Fidel!, es fiel, ¿fiel a qué?; la fidelidad conyugal es muy difícil de llevar cuando se tienen treinta años, porque los jóvenes quieren ser fieles y no pue- den, y los viejos quieren ser infieles y no pueden, y el sexo viene a ser como una aspirina o más bien como un Parkinsonil ya que el summum de la felicidad es la eyaculación, si no por qué entonces decimos para referirnos a ella, me vine te viniste me vengo te vienes me voy a venir te vas a venir, es porque en el verbo venir hay una reminiscencia del tiempo en que eyacular se expresaba como venir o volver al estado natural para el que fue creado el ser humano, el reencuentro con los orígenes, vuelta al estadio antes del Pecado Ori- ginal que no fue precisamente fornicar que más bien el Paraíso era una fornicación perpetua y el pecado de Adán y Eva fue pensar que era malo lo que hacían, no hacerlo, abochornarse de sus peludos cuerpos que ya se parecían a nosotros que ya eran nosotros; una Eva de peludas nalgas en cuatro patas en abierta espera de un Adán que corre como un bólido y levanta el polvo del Paraíso con la lanza en ristre, candente como tizón encendido, perenne penetrador siempre bien recibido por la abertura evaica; chico, Adán es buen compañero pero tiene una debilidad y se la voy a señalar aquí en el seno de esta asamblea porque en las asambleas es donde se plantean los proble- mas y no en los pasillos y porque tenemos que ser críticos y autocrí- ticos y sobre todo, críticos, y la cosa es, para no darle más rodeos, que el compañero Adán es enfermo a acostarse encima de las espal- das de sus compañeros de albergue; y no lo vamos a permitir aquí que hay un Partido que es fuerte, que es más fuerte que nunca; el castigo que impongamos a Plátano Manzano tiene que ser ejemplar, él, tan dulce tan delicado tan, diríamos, afeminado, y es el que más problemas nos ha causado porque Plátano Macho con todo y su gua- pería sigue aquí contra toda esperanza, así que, desaparecer, ¡ahora!, convertirse en enemigo del pueblo, ¡ahora!, cuando el pueblo más lo necesita, cuando se avecinan tiempos terribilísimos debido a la si- tuación en el campo internacional, im-po-si-ble, sencillamente, im- po-si-ble; ¡jefe!, ¡jefe!, perdón, perdón pero Plátano Manzano no se desapareció él, lo desaparecimos nosotros; ah, sí sí, ahora ya recuer-

290 Armando de Armas do que sí, que ya una vez este tribunal lo condenó a desaparecer, pero bien, no dilatemos más este juicio sumarísimo, y si ya lo con- denamos a desaparecer una vez, lo volvemos a condenar a que des- aparezca o a que permanezca desaparecido y no vuelva y no se oiga hablar más aquí en mi reino del susodicho Plátano Manzano que es un traidor a su pueblo y al suelo que lo vio nacer; quiero ser fiel a Oriana aunque no siempre lo logro, aunque me guste Luly de ojitos gachos, tiernecita, sí pero no, no pero sí, aceptando la mano de la Gata, dejándose llevar por la bebida y la complicidad del cabaret y la música; yo tengo un amor distinto contigo; aunque Oriana no esté aquí pero que de todas formas está porque donde yo esté también está ella, y no está porque ella dice no acepta este tipo de cosas o a lo mejor no está porque sencillamente no quiero hacerle la prueba definitiva a ver si cede o no cede a la tentación de la tortilla porque va y no tengo el derecho de complicar tanto las cosas, buscar tanto en el fondo de las cosas, llevar a la gente contra la pared, llevar a Oriana contra la pared, que a lo mejor va y lo hace pero a lo mejor también va y le hace daño, por qué por qué por qué Señor, si no hay necesidad, si somos una ilusión, si mi ilusión es ella por qué des- truirla, no tengo ese derecho, tengo miedo a que flaquee, ¿y no te da miedo que Luly flaquee?, y a mí qué coño me importa Luly, soy un cobarde flaqueador de otras que no sean Oriana, pero mi miedo es justo porque cualquiera flaquea, todos flaqueamos, Cristo flaqueó en la cruz, sólo un héroe comunista no flaquea; la Perestroika será muy buena la democracia me gusta más; héroes comunistas dignos de la mitología griega; no me soportaría después si la llevo, o se deja lle- var; porque uno a veces se deja llevar para salvar la responsabilidad y echarle la culpa a quien supuestamente lo llevó a uno a algo, inge- nuas trampitas que de vez en cuando uno hace a la conciencia, yo no lo maté, yo puse el cuchillo y él se le tiró encima; a que esté con otra mujer, yo que tantas he llevado a eso y sé que después les gusta por- que a fin de cuentas no es nada malo, porque nada es malo, porque no hay fronteras trazadas entre el bien y el mal, entre Dios y Satán, entre luz y tiniebla, entre democracia y dictadura; en el viejo mundo vimos el espectáculo de multitudes inmensas aplaudir cuando Hitler tronaba contra las democracias decadentes; no sé por qué este senti-

291 La tabla mentalismo mío con Oriana, pero bueno, a fin de cuentas tengo que reconocer que no soy un caballo ni mucho menos, y lo malo es que muchas veces me he sentido avergonzado de no ser un caballo, qui- zás por un sentimiento tan atávico como el miedo a la oscuridad, porque no hemos todavía acabado de desligarnos de la bestia y más bien, creo, tenemos la bestia adentro, o más bien los indios america- nos que vieron al guerrero medieval renacentista y a su caballo como una integralidad demoníaca vislumbraron en realidad la esencia exacta del Hombre, vislumbre que Dios había esperado darnos sólo cuando ocurriera el encuentro o reencuentro o descubrimiento de un mundo por el otro, por la sencilla razón de que el vislumbre de se- mejante esencia era demasiado terrorífica para que un solo mundo pudiese soportarla, pero en nosotros los cubanos eso de la integrali- dad con la bestia se ve más, seguro por un problema de machismo, si no cómo explicar que alguien con una significación nada peyora- tiva nos salude; ¡qué hay BESTIA!; o describa apologéticamente a un tercero; ¡Fulano sí es la BESTIA!; todo lo que también viene a demostrar de paso nuestra falta de formación democrática, pues, ni siquiera nos hemos tomado el trabajo de consultar a las bestias acer- ca de su parecer ante semejante usurpación de identidad; los hom- bres reunidos en clanes vagabundeaban por las estepas con la maza al hombro y el hambre como herida en el vientre, husmeaban la pre- sa y se consideraban hijos del Lobo, del Leopardo, el León o el Tigre porque deseaban, o envidiaban, que a veces suele ser lo mismo, la fuerza y la elasticidad y la ferocidad de dichas bestias; OJO, de la última cualidad nada tenían que envidiar; quiero ser un Tigre todos los tigres; los gatos son anteproyectos de tigres, como los hombres somos anteproyectos de dioses, algo debió de fallarle a Dios para que nos dejara en el anteproyecto, lo cual me complace, no sólo por lo difícil que imagino ha de resultar ser Dios, sino porque entonces percibo que Dios está cerca de mí, aunque sólo sea por vía de la fa- libilidad, y entiendo de golpe el por qué los héroes del Realismo Socialista no despiertan en los niños el deseo de imitarlos, de jugar a ser ellos, SUPERMAN al menos tiene la debilidad de ser bonito; señores, ¡qué clase de derrota para el machismo si de buenas a pri- meras se aparece un sesudo con una monografía demostrando que el

292 Armando de Armas arquetipo SUPERMAN no es más que una reacción de la homose- xualidad latente en el norteamericano medio!, coraza ante el reino de la dura competitividad; ni pensar que en Cuba alguien pueda ha- cer algo similar con el arquetipo Elpidio Valdés, so pena de ser acu- sado de enemigo del pueblo y la masculinidad machetosa de nues- tros mambises; lo cierto es que el Hombre se ha apresurado siempre a crear fronteras que lo separen del animal, miedo horrible a recono- cerse como parte de la animalidad, como si no estuviese seguro de su humanidad y tuviera que estárselo probando constantemente, SOY HOMBRE SOY HOMBRE, ha mucho dejé la horizontalidad, la horizontalidad como un tiempo sin nombre que no se puede recor- dar, porque, imaginen a la Princesa de Tal, o al Duque de Más Cual, de sangre azul, of course, reconociendo su consanguinidad con el cercopiteco, natural es, entonces, que se creen todas esas barreras y defensas del abolengo y la pureza de razas; ¡y la pureza ideológica!; que nos aíslan y diferencian y hacen sentir tan lejos del animal, cuando en realidad nuestras fauces tienen aun el olor de la sangre como detenido en el tiempo, tiempo de cavernas, en el mejor de los casos, porque muchas veces suele ser olor de sangre fresca; puede que hasta contaminada de SIDA; sangre derramada por el control de esferas de influencia, de territorios o de la ideología que utiliza me- canismos de defensa como el aislamiento en campanas al vacío que evitan el contacto, en este caso de las personas, o de las ideas de las personas, con el medio ambiente; se instruye la causa 540 de 1989 por el delito de diversionismo ideológico; ¡búscalo, búscalo, a ver, búscalo!, si es que existe en el código penal semejante delito; mire, compañero, si no está lo inventamos y lo ponemos, qué te parece eso, estudiantico influenciado por tendenciosas corrientes reforma- doras y claudicantes con el Imperio; el policía pasado de tragos al cantinero que cree su amigo porque, sencillamente, los borrachos hacen amigos fácilmente independientemente de la clase social a que pertenecen o de la clase social cuyos intereses representan; el otro día recogimos a todos los rockeros esos con toda su churre y sus pelos largos amarrados con cintas como rabos de yegua, que déjame decirte con todo y su extravagancia están dirigidos por la CIA y otros agentes del imperialismo internacional pero con nosotros no

293 La tabla hay problemas porque los tenemos a todos bien controlados y en cuanto se forme, porque, déjame decirte, nosotros sabemos que se va a formar la gorda, los cogemos y los desaparecemos que ni en los centros espirituales, todos están ubicados por sectores y por cuadras, así que lo único que tenemos que hacer es pasarles la cuenta en cuanto llegue el momento; el cantinero; pero, ¿es verdad eso de que están vendidos a la CIA y los agentes del imperialismo internacio- nal?, si es así son unos descarados y está bien que no aparezcan ni en los centros espirituales; MIEDO MIEDO MIEDO MIEDO, mamita siento mucho miedo y es que todo está tan oscuro; llévame contigo pa’ la oscuridad, donde no se vea donde no se vea na’; meter miedo y actuar por miedo, un miedo compulsivo, un miedo de sudores te- rrosos, enrarecido y comprimido bajo controles de acero que no se sabe cuándo va a estallar en esquirlas de MIEDO cercenando el aire, y las cabezas, un miedo viejo, tan viejo que resulta pestilente y aho- ga y mata; matandilediledile matandilediledo, la señorita Miedo en- trando en el baile que la baile que la baile y si no la baila le doy martillo malo; en el siglo XIX el miedo al negro hizo a los hacenda- dos cubanos más despiadados con sus esclavos, y sobre todo titu- beantes a la hora de tomar las armas por la independencia; por tanto en el siglo XIX el miedo tenía color, era ubicable, pero ahora, no, ahora es un miedo del miedo, incoloro, aséptico, sin rostro ni figura alguna, pero que de todas formas existe, lo palpas y te lo sientes correr por la espalda, ¡y de qué manera!; CREO QUE ES CONSE- CUENCIA DE-LO-QUE-EN-MODA-ESTÁ; y hace mover las co- sas como un vendaval grueso que compulsa a matar, a morir, a que los hombres repten como serpientes, a delatar, a la ejecución de he- roicidades y al acometimiento de obras benéficas, a la estampida y a que el más guapo evacue la carga escatológica en los varoniles pan- talones; aquí todo se hace por mis pantalones, por lo que porto den- tro de mis pantalones; SALGA USTED QUE LO QUIERO VER BAILAR, SALTAR POR LOS AIRES; el Chévere no se fue a pelear a Angola por convicción ideológica, ni por agradecimiento a la revo- lución, ni por tener la oportunidad de poder salir alguna vez fuera del país-prisión aunque fuese sólo a las selvas del África, ni por ha- cerse de ropa extranjera y equipos electrónicos, ni por agradecimien-

294 Armando de Armas to a algún burócrata del Comité Militar que alguna vez le hiciera un favor y que ahora necesitase cumplir la meta trazada ante el Partido de internacionalistas a la guerra de Angola, ni por despecho ante un amor desgraciado, ni porque él mismo fuese un desgraciado, ni por evadir los problemas de la cotidianidad, ni por reunir una cuenta bancaria, ni por probar la capacidad de su esposa de ser fiel en la distancia, ni por librarse de dicha esposa y sus hijos por algún tiem- po, ni por escapar de cuentas pendientes con la justicia, ni por fide- lista, y menos comunista, ni por acumular experiencias con vista a escribir una novela sobre las guerras internacionalistas, ni siquiera por miedo a mancharse el expediente si decía que no iba; lo hizo, sí, por miedo, miedo cerval a que pensaran que él tenía miedo, a que alguien pudiera decirle, no vas por pendejo, quizás lo hizo para pro- barse a sí mismo que podía ser hombre frente a las balas, claro que de esto no quedó nunca muy convencido, pues me confesó siempre sintió miedo antes de entrar en combate, que se tragaba el miedo, lo escondía, pero que de todas formas lo sentía como punzada en el pecho, un vacío lacerante en el plexo solar, y un grueso sudor co- rriéndole por la espalda, espalda que ninguna de sus muchas mujeres había logrado verle estando desnudo por su juramentación Abakuá, y aquí habría que buscar conexiones entre dicha juramentación y el miedo, sobre todo miedo con implicaciones sexuales; DE ANGOLA SÓLO NOS LLEVAREMOS A NUESTROS MUERTOS; ese muer- to no lo pago yo, que lo pague quien lo mató; Fuenteovejuna, señor, Fuenteovejuna; toneladas de carne putrefacta, de huesos calcinados en el desierto de Ogaden, muertos lindos, angelicales, imberbes, de caras sin ojos, sin un ojo, sin nariz, de orejas quemadas como chi- charrones de puerco, caras y cuerpos maltratados por la acción del clima y la moderna tecnología militar; CABARET TROPICANA, UN PARAÍSO BAJO LAS ESTRELLAS; qué mala estrella me guía; muertos que son hijos, padres, hermanos, esposos, amantes, novios, amigos, excelentes amigos y excelentes hijos de puta, alegres, mi- rahuecos, rumberos, sordos musicales, melancólicos, cínicos, des- piadados, temerosos de Dios, devotos de Fidel, mayomberos, rocke- ros, aventureros, dogmáticos, inquietos, e inquietantes, cobardes, valientes, borrachos, abstemios, drogadictos, militantes de la Juven-

295 La tabla tud Comunista y el Partido, Adventistas del Séptimo Día, Abakuás, Abakuás del Séptimo Día, Testigos de Jehová, testigos de infames juicios en Tribunales Revolucionarios, intrigantes, traidores, esfor- zados chivatientes, ladrones al descuido, salteadores de caminos, masones, caballeros templarios, templadores del templo, buscadores de fortuna, buscadores de la mala fortuna, afortunados, herederos de las tradiciones combativas del pueblo cubano, carteristas consuma- dos, curas, curanderos, comeculos, mamaculos, maricones, come- candelas, cirqueros, malos poetas, futuros buenos poetas, jinetes, jineteros, ex presidiarios, honestos, fulleros, con un sueño en la fren- te pálida; CON TU BLANCAAAA PALIDEEEEEEEEEZ; de cuer- pos tatuados, tatuajes que son obras de arte, tatuajes que son burdos, obscenos; en una tabla escribió FIDEL con su sangre; bugarrones empedernidos, pro-chinos, pro-soviéticos, pro-yankis, amigos del jeans y la Coca Cola; la cocaína me hace sentir feliz; felizmente muerto; felizmente has regresado vivo, hijo mío; Coca e Ina son ni- ñas muy modositas que pertenecen a los CDR, a la FMC y a las MTT, mete y saca, saca y mete, siglas, muchas siglas, universo de siglas, singadoras siglas, siglas en el espacio, remolino de siglas que pausadamente, delicadamente, en cámara lenta, se acercan y se ale- jan en el cinematógrafo, de color púrpura, azul, rojo, radiantes si- glas, escandalosas, descaradas, siglas en sí, para sí, siglas que voci- feran y corren por un laberinto de espejos; ES UN LABERINTO MI VIDA SIN TI; ¿estás segura esperarás fielmente hasta que regrese de Angola?; lo juro, papito, lo juro, lo juro y lo juro por la bolsa del canguro; FALSOS JURAMENTOS, PALABRAS QUE EL VIEN- TO LEJOS SE LLEVÓ; juro por la bolsa, no del canguro, sino de mis cojones que si me pegas un tarro, te mato; ¡tarruoooooooooooooo!, Hombre-Buey, Hombre ornamentalmente coronado con cuernos, abundancia de cuernos, cuernos de la abundancia de semen regado en el fértil surco, en la raja de la siempre fiel, pero impaciente, espo- sa del caballero combatiente; el Chévere declara; los de la UNITA y los de las FAPLA son todos unos hijos de puta, cualquier negro de esos vende a su madre por un pescado, aunque hay también sus ex- cepciones que no vamos a decir ahora que todos son iguales, mira, tú ves esta cicatriz que tengo en la frente, me la hizo un UNITA, un

296 Armando de Armas día que un grupo de ellos cayó en una emboscada que le hicimos y le matamos como a cuatro de primera y pata, unos soltaron las armas al suelo y hacían gestos de que se rendían y otros cogieron la selva, le seguimos el rastro a uno pero, ¡cuidado con eso!, no había Dios que se acercara al tipango, él solito nos mató a cinco, tiraba mucho y más bien que el carajo, en una de esas dejó de disparar y supuse que se le habían acabado las balas y me fui delante del grupo para cogerlo asando maíz, unos monos empezaron a chillar no sé si para alertarme a mí o para alertarlo a él, pero parece que el alertado fue él porque, sin esperarlo me saltó de atrás de una mata y me ha dado un estacazo que la vista se me fue, lo único que recuerdo es que apreté el disparador por instinto y vacié un peine, pero no le di, entonces me arreó otro estacazo que vine a recuperar el conocimiento en un hospital en Luanda, y gracias que lo recuperé porque casi me voy para el otro barrio que los médicos no contaban conmigo, después los muchachos que venían detrás acabaron la función con el negro que dicen los esperó con la estaca como si fuera una bazuca, y lo ametrallaron de tal forma que dejó las tripas enredadas en unos be- jucos del monte aquel; entre los cubanos acantonados en Cabinda corría la leyenda de un cubano que se había ido por el Mariel en el año 80 y que manejaba una rastra Mack con aire acondicionado y cristales calobares, atravesando las selvas angolanas de norte a sur, siempre con una caja de cervezas Pilsen en la cabina, una pistola que se le marcaba debajo del pulóver Perro, gafas oscuras y una gruesa cadena de oro con un medallón de la Virgen de la Caridad que le caía en medio del pecho; Chévere; a los cubanos nos tenían prohibido que cruzáramos una palabra con el Escoria, que era como le decía- mos, vaya ni saludarlo, esa era la orden que teníamos, a veces coin- cidía que él llegaba y se ponía a llenar los tanques de combustible en la misma bomba que lo hacía la flotilla de camiones de nosotros, y esperábamos la cola juntos, él, serio, no miraba para nadie, haciendo lo suyo, yo por mi parte, igual, no me miras, no te miro, ahora lo que sí no hacía lo que los otros chóferes de la flotilla que le huían como si fuera un leproso, yo si me caía al lado en la cola seguía donde estaba como si tal cosa, y te digo, yo no iba a hablarle pero si me hablaba le contestaba, a veces se le veía en los ojos como el deseo de

297 La tabla decirme algo, nunca lo hizo, era como si se diera cuenta de la situa- ción en que yo estaba o tal vez una cuestión de dignidad, cada vez que eso pasaba me sentía como cuando se va a ver a un familiar re- cluido en una sala infecciosa o de quemados, lo tienes ahí, tan cerca y tan lejos, porque por medio hay un grueso cristal que impide abra- zarlo y decirle cómo te ha ido mi hermano; frontera invisible pero que se interpone y separa como cualquier frontera o como la mejor de las fronteras, las dos mitades de una naranja y el cuchillo por medio; medio loco he regresado de Allá, el más Allá, más allá de qué, allá-otro-mundo, Allá-África; África mía; entonces por mucho que golpees al cristal, pegues la nariz contra el cristal, que arañes con los dedos en el cristal, no podrás tocar tu otra parte que está del lado de allá y él no podrá tocar la suya que está del lado de acá, allá y acá, acá y allá, la impotencia de unir el acá y el allá como la impo- tencia de los amantes para penetrar sus respectivas soledades, para fundir sus respectivos universos, y te digo que es duro porque acá en el terruño el amigo de ahora puede ser el enemigo de mañana, pero oye, mi panga, el peor enemigo cuando te lo encuentras afuera, y afuera es la selva, las serpientes, una bomba cazabobos, la puta que te invita cariñosa al quimbo para que los UNITA te descuarticen, el niño de barriga inflamada que te pide las sobras de la comida y des- pués te tira piedras, la emboscada, el miedo, siempre el miedo, el miedo de no saber nunca quién es quien, el peor enemigo cuando te lo encuentras afuera, se convierte en tu hermano, y es duro, repito, que haya fronteras que te separen de tu hermano que es lo más lindo que se tiene; Señora Cartaya Medina pide a las organizaciones hu- manitarias internacionales le presten atención a su caso; persona tie- ne derecho a salir de cualquier país, inclusive del propio; pero un día me quedo botado en una carretera en medio de la selva por una goma que se me ponchó y no traía repuesto, y te digo que no es fácil por- que allá las selvas son territorio de la UNITA, en ella andan como Pedro por su casa, es más, después que cae la noche todo es territorio de la UNITA, hasta Luanda, y para colmo no se me quitaba de la mente un procedimiento muy gracioso que tienen los UNITA cuan- do lo capturan a uno y consiste en que te ejecutan y dejan tendido en medio de la carretera o del camino o de cualquier otro lugar que

298 Armando de Armas puedas ser visible, con los cojones cortados y metidos en la boca y dos aberturas a cuchillo a ambos lados del vientre donde te meten las manos como en una chaqueta, yo no sé qué significado pueda tener eso, pero es indudable que alguno tiene, de todas formas es bastante lo que le espera a uno en un caso de esos para que también se ponga a pensar en lo que significan para ellos las gracias que harán con tu cuerpo; chaquetas humanas, las mejores, miles de chaquetas huma- nas enterradas un 7 de diciembre en homenaje al Titán de Bronce, chaquetas manchadas de sangre que flamean al viento, un viento heroico y unas chaquetas muy gastadas muy gastadas que se desme- nuzan al contacto y esparcen por el aire; LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ; allí fuimos a defender un pueblo hermano cuya soberanía estaba amenazada por bandas de la UNITA y tropas de Sudáfrica; cuando un pueblo enérgico y viril llora; ¡llora aquí, coño, que los hombres también lloran!; un llanto largo y viejo; reyezuelos de la costa africana que venden a sus enemigos de tribu capturados en combate, los venden a barcos traficantes de negros, a Pedro Blanco el Negrero; visión de negros con el lomo doblado en cañaverales que cortan la piel como navaja; en 1836 Inglaterra, la pérfida Albión, consigue que España concerte un nuevo tratado que refuerza las me- didas contra el contrabando de esclavos; Cuba es un baluarte, arte de balas, la última trinchera, mentalidad de trinchera; tenemos una deu- da con África y la vamos a pagar, como un día no muy lejano cobra- remos la que tienen con nosotros los pueblos del Arauca, porque para nadie es un secreto que nosotros los indios cubanos fuimos in- vadidos por sucesivas oleadas de indios araucas que se robaban nuestras mujeres para violarlas en medio del mar y hacerlas sus es- clavas, si los invadimos ahora, no sólo cobraremos la deuda históri- ca, sino que también les haremos grandísimo favor, les ofreceremos una nueva sociedad, la del marxismo-leninismo, una sociedad in- conmensurablemente más justa, más propiciatoria del desarrollo económico y democrático, todo ello sin que dichos pueblos tengan que hacer una revolución, se la haremos nosotros, los internaciona- listas cubanos, con el consecuente ahorro para ellos de sangre y muerte; el sol comenzaba a caer, iridiscente bola allá en el horizonte, le quité el seguro al fusil AK y me dije, ¡a lo que sea varón!, enton-

299 La tabla ces vi saliendo de una curva como destellos azul-verdosos, a medida que avanzaba aquello se configuró en una rastra y después en la ras- tra del Escoria, sentí alivio, no le hice señales de ningún tipo, pero extrañamente estaba convencido de que pararía, me recosté a la ca- bina de mi rastra con los brazos cruzados, la rastra del Escoria paró; ¿en qué puedo ayudarle, amigo?; le expliqué lo ocurrido, él se tiró de la cabina, sacó un neumático nuevo de paquete y me lo lanzó sin decir esta boca es mía, durante un rato trabajamos juntos hasta colo- car el neumático, fui a darle las gracias y dijo, espérate, en un hablar cubano que nada tiene que ver con el acento de los cubanos en los Estados Unidos, fue a la cabina y vino con dos cervezas Pinlsen, cortaban de frías, y por primera vez entablamos una conversación, empezamos, creo, por los hijos, los de él, que iba ya para ocho años que no los veía, y la madre que ya no vería más, y los míos que hacía año y medio, y menos mal que mi vieja estaba fuerte todavía, pero que de todas formas suerte más cabrona la de nosotros tener que estar separados de la familia y por si fuera poco tener que estar sepa- rados nosotros también por culpa de destino más jodido que cual- quiera pueda imaginarse y no sólo nos separa sino que nos diferen- cia cuando la verdad es que somos la misma cosa y lo extraño sería que no fuéramos la misma cosa y ya verán los UNITA esos si se les ocurre venir por aquí lo que son dos pares de cojones echar, vomitar, plomo y desquitarnos con ellos lo del Destino; un soldado viejo que iba a la guerra por oficio, sin más entusiasmo que el trasquilador de ovejas que camina hacia el establo, andaba contando ya, a quien quisiera escucharlo, que Helena de Esparta vivía muy gustosa en Troya, y cuando se refocilaba en el lecho de Paris sus estertores de gozo encendían las mejillas de las vírgenes que; pero el día que nos desquitemos con alguien más que no sean los-pobres-hijos-de-puta- de-los-unita, ¡ese Alguien que nos ha jodido!, y nos quitemos la cos- tra de un tirón y pongamos a funcionar juntos, ¡siempre juntos!, allá en la Isla lo que un día aprendimos separados por ahí en esos mun- dos; un monumento a las chaquetas humanas, mire usted qué buena está la que tengo en mis manos, muy deportiva para el invierno nuestro, el benévolo invierno nuestro, para montar en motocicleta, con muchos flecos de piel, sin curtir, mire qué corte más elegante,

300 Armando de Armas qué clase de figura más atlética da a su cuerpo, éste es el gran mer- cado de chaquetas humanas con botonaduras de hueso y todo, origi- nales, toque toque para que usted vea que aquí todo es original, nos preciamos de ello, mejor que las de colmillo de elefante, aunque más allá también tenemos preciosidades de colmillos de combativos y feroces elefantes, ¡que puestos de culo siempre dan suerte!; la suerte es grande y negra y apestosa como el culo de un elefante; pobrecitos los elefantes que se mueren con sus trompas grandes y poderosas que derriban árboles y estrellan tigres contra las rocas y no pueden nada contra los misiles y las bombas y las sustancias químicas; una división de elefantes lanzada al ataque de una división de tanques; te vendo un tanque de alcohol de 90 grados para que estés un año bo- rracho, que, en definitiva, es más sano que matar elefantes a cañona- zos; una pulga en un circo ambulante se quería templar un elefante; no, mire, por favor, no es por menospreciar su mercancía, pero estas chaquetas tienen un fuerte olor a sangre; quién iba a decir nos íba- mos a encontrar tú y yo aquí en esta jodida selva; la selva es como el mar que cobra su tributo, si lo dudas pregúntaselo al escritor José Eustaquio Rivera; oye, ¿no sientes llorar a los monos?, cuando lle- gué a la unidad todos comían monos y un día me embullaron para ir a cazarlos, ¡maldita la hora!, yo fui el primero en ver uno chiquito, así, y le tiré a la cabeza, pero le di en la barriga y, oye Escoria, ¿no te pones bravo, no, porque te diga Escoria?, Escorión, mi herma, se llevaba las manitos a la barriga y lloraba como un niño y te juro, Escoria, que me acordé de mis hijos y me dije si había derecho, si tenía derecho a hacer una cosa así, un monumento a los monos que matamos en África, que yo no veo claro todavía que ellos sean tan animales y nosotros tan personas, y te digo que me quedé como ale- targado y no tuve cojones para volverle a tirar y hubiera dado cual- quier cosa por remediar lo que ya no tenía remedio, entonces el que tenía a mi lado lo remató con una ráfaga, estas cervezas están buenas de verdad, mi ambición es tener un día una rastra así como la tuya y andar con la cabina llena de cervezas y fotos de Playboy o más bien andar tú y yo de Santiago a La Habana con dos rastras cargadas de putas o de flores que es lo mismo; mi alma se irá volando para una esquina habanera; pero un día seguro va a pasar que no es natural

301 La tabla que estemos así dispersos, botados, naciendo cada día, o mejor, mu- riendo cada día, temblando y llorando como el monito del tiro en la barriga, ¡coño, que no me puedo olvidar del maldito mono ese!, no llores más Escoria que los hombres no lloran y me vas a hacer llorar a mí también y mira que no se vería bien que yo estoy jurado Abakuá y ya no me puedo controlar más y que esto quede entre tú y yo y es como si con nosotros estuviese llorando mucha gente; la viejecita llora en primer plano ante las cámaras y el periodista le pregunta y dice le mataron dos hijos en Angola y le queda uno que pronto irá cuando tenga la edad y cuando sea y para lo que sea Comandante en Jefe ordene; omnipresente y poderoso Huitzilopochtli lanzando a la flor y nata de los ejércitos aztecas a las Guerras Floridas, dios se- diento de sangre, siempre bañado en sangre, lustroso a fuerza de sangre, apestoso a sangre, pendiente en la culminación de cada ciclo lunar de las entrañas de los hombres de Tlaxcala que le traían sus esforzados guerreros en cantidades como montañas, como el Popo- catépetl, la montaña humeante, una montaña que es todas las monta- ñas, cielo y paraíso de Tláloc, el dios de la lluvia; Huitzilopochtli, alegre, de sonrisa satisfecha e ingenuamente manchada de sangre, feliz con cada corazón vertido a sus pies y con cada chorro de sangre que le corre por encima, dios tutelar, más terribilísimo que Jehová, que es mucho decir; la violencia en los medios de comunicación masiva, violencia que ellos no engendran sino que reflejan, cual- quier película de video por terrífica que se proponga ser haría sonreír irónico a Huitzilopochtli pataleando en ríos de sangre; dona tu san- gre, salva una vida; un sollozar de monos heridos en la barriga, me siento como un mono dejándome conducir por una cadena, todo tan ajeno y lejano, show representado por entes extraños, de una dimen- sión espacio-temporal que no es la mía, que no logro acercar por mucho que haga el esfuerzo en concentrarme y sentir que no estoy fuera de esa dimensión, allá arriba, siempre el allá y el acá, marico- nes de un show de mierda y yo aquí estúpidamente mirándolos y pellizcándome y no siento que estoy vivo, y puede que sea también el alcohol que he bebido, pero no, es lo que me pasa siempre, como si no me integrara o no formara parte, eso es, como si no formara parte, y hace falta formar parte de algo, identificarse con algo, de lo

302 Armando de Armas contrario todo es como si estuvieras viendo una película, me pregun- to si al Lobo, a la Gata y a Luly les pasará lo mismo que a mí, pero creo que no, que, al menos aquí, sólo yo siento ese distanciamiento y ese terrible no formar parte de nada, estar y no estar, y no es que me convierta en un espectador, no, el problema es que participo y no siento que lo hago, y puedo darle una puñalada a alguien de una manera tan impersonal que no siento que soy yo quien empuja el cuchillo, sino que todo lo voy viendo desde los diferentes ángulos posibles, casi como en el cine, y no veo cómo pueda ser que uno meta el cuchillo y se vea al mismo tiempo de espaldas inclinado sobre el apuñaleado, y no soy ningún asesino, soy más bien un ajus- ticiador; pistola, bam bam bam en nombre del pueblo, en nombre de los innombrados vamos a hacer Huelga General, que no vuelen las mariposas, que se apaguen los cocuyos, que no canten los pájaros, que no sollocen los monos heridos en la barriga, que no se queje la tojosa, que no combata el gallo por el control de las hembras, que no aúllen los perros, que el hombre-lobo no salga las noches de luna, que no corran las aguas, que no naden los peces, que el verdugo no deje caer el hacha, que las mujeres no sean coquetas, que el viento no silbe en las hendijas de las paredes, que la caña no dé azúcar, que la sangre deje de ser roja, y azul, que los puercos no coman palmi- che, que la soga no vaya detrás del caldero, que se olviden los ritos de cada día para que cada día salga el sol, que el viento no deshoje las rosas, que las rosas no tengan espinas, que Amadís deje de ser fiel a Oriana, que los murciélagos no cuelguen del techo, que el gato no cace ratones, que el perro no sea huevero, que la ceiba deje de resis- tir al rayo, que el rayo deje de herir a la palma, que la palma no sea más símbolo nacional, que los niños no cuelguen lagartijas de las matas de bledo, que los suicidas dejen su oficio, que la bala regrese al cañón del fusil, que los caballeros se nieguen a armar nuevos ca- balleros, que el gitano se detenga, que los bueyes no vayan delante de la carreta, que se nos olvide el nombre, todo ello en demanda de una demanda por cuatro millones de dólares a Quien-todo-lo-creó- y-nombró por el descuido fatal de no nombrar a los innombrados; es del carajo esto de yo no ser yo, de verme otro, de que nada de lo que me rodea tenga un significado real, solo, tan solo que no estoy ni

303 La tabla conmigo mismo, o tal vez ocurra que no me reconozca porque éste no es mi cuerpo, el de mi alma, alma que se ha extraviado en un cuerpo que se ha dado mucho gusto pero que también ha recibido muchos golpes, laceraciones, y entonces ahora resultaría que las ci- catrices que tengo no son mis cicatrices, sino las de un cuerpo otro, situado en una lejana otroridad, pero yo me opongo resueltamente, valientemente, a perder mis cicatrices ganadas en feroces y caballe- rescos lances, son la única prueba real de que he vivido, o lo menos ilusorio de lo que he vivido, de todo cuanto tengo; tengo, vamos a ver, lo que tenía que tener; no sé, realmente, si el verso de Guillén nos favorece en algo, podría ser una terrible ironía, a pesar del mis- mo Guillén, sé que Neruda clasificaba a los guillenes en Guillén el Bueno y Guillén el Malo, entonces Guillén el Malo, es decir, el nuestro, dijo; Neruda escribió el libro Confieso que he bebido; hay que desconfiar de ambos, pues si yo no creo ni en mí mismo, quién le dijo a nadie que voy a creer en un poeta comunista y millonario y en otro erigido por Fidel Castro como Poeta Nacional en vida; vida de perros; la suya no, por supuesto; quiero conocer a niños de aquí y de allá y a todos llevar un mensaje de felicidad; ¿FELICIDAD?; puede ser también este sentirse extranjero en todas partes; ¿partes pudendas?; este como eterno flotar que me desgarra y revuelve vio- lento como perro con rabia en el intento de morderse la cola en la búsqueda de un asidero, perro suspendido de su cola en el abismo, felicidad que puede ser Oriana y puede ser la pistola; Heredia, trece años en el exilio, ante el Teocalli de Cholula, consumiéndose por el desarraigo, dolido de una naturaleza que no es la suya y de la suya porque el precio de tenerla es el de humillarse al amo que oprime a la patria; Heredia, envejeciendo en juventud por las ansias de una libertad que no ve el día llegue para su patria, renunciando, entre- gándose, de mano temblorosa y ojos extrávicos y desaforados y co- léricos y suplicantes, escribiendo la fatal carta al Capitán General Miguel Tacón; taconéala taconéala taconéala como puedas; Huitzi- lopochtli fue Dios crudelísimo, pero nunca los poetas nahuacs reci- bieron de él castigo de exilio, además podemos argumentar a su fa- vor que en aquella época todavía no se había formulado la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, aunque es cierto también

304 Armando de Armas que el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento, lo cual es correcto, pero no podemos ser extremistas ya que se trata nada más y nada menos que de un dios, y los dioses pueden permi- tirse ciertas libertades, aun la libertad de suprimir las libertades, o más aun, la libertad de suprimir la vida, y lo malo entonces no ven- drían a ser los dioses por muy matones que sean y, sí, los individuos que se creen dioses para ser matones, para ostentar poder, que Hui- tzilopochtli, con todo y sus Guerras Floridas y sus bacanales de san- gre, era una especie de juego folclórico, que sirvió, además, como propaganda de guerra a Hernán Cortés, coartada para hacer tierra rasa de todo un imperio; al lado de un semillero de ojivas nucleares y los totalitarismos de izquierda y de derecha que han asolado al mundo en los últimos tiempos el Dios azteca no puede menos que hacernos sonreír indulgentemente; Porfirio Díaz fue un prócer que se preocupó por mantener el orden, la moral y las buenas costum- bres, que ya nos venían desde la colonia, entre los hermanos mejica- nos, amantísimo caudillo del pueblo nahuac; nuestros caudillos, ¡tantos que hemos perdido ya la cuenta!, cometieron la reverenda estupidez de buscar el apoyo de los jerarcas de Washington cuando en realidad estos no siempre iban a resultar eficaces como sostene- dores de sus poderes de horca y cuchillo, simplemente, porque en Washington están atrapados sin remedio en su propia trampa del juego a la democracia; NOTA; consultar el libro IMPLICACIONES LÚDICAS EN EL CAMINO HACIA LA DEMOCRACIA, del des- tacado profesor Democrático Juguetón; precisamente en una época en que todo caudillaje a la sombra washingtoniana comenzaba a re- sultar arcaico y lo verdaderamente eficaz, novedoso y elegante iba a ser un caudillo de nuevo tipo que a los clásicos atributos de bravu- conería machista, culto fálico, carisma, paternalismo, matonería, herencia de la picaresca hispana, alardes caballerescos, brujería y mentalidad feudal, uniría unos atributos de prerrogativas de poder absoluto científicamente justificado en la teoría, y la práctica, del marxismo-leninismo, las enseñanzas del ínclito camarada Stalin, al- guna que otra lectura de Primo de Rivera, los elementos más funcio- nales del nacional-socialismo alemán, el igualitarismo rasante; ex- cepto, claro, para la Vanguardia entre las vanguardias; y una actitud

305 La tabla de beligerancia constante y vocinglera frente a los Estados Unidos, caudillaje éste que tendría el beneplácito, y el apoyo militante, de la opinión pública internacional y la intelectualidad; todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar; Méjico no debe confiar en el Gene- ral Porfirio Díaz, por qué toda una nación habría de confiar en un solo hombre por muy macho, inteligente y generalote que sea; pa- sa-rá-ha-cien-do-ca-mi-nos, caminos sobre la mar; caminos, eso es todo lo que necesitamos, no, no exactamente lo que necesitamos, pero sería una gran cosa para nuestro desarrollo lúdico-democrático que sobre la mar se tendieran muchos caminos, nadie pararía enton- ces a la muchedumbre que se iría por sobre los caminos permiso permiso permiso no me empujen por favor que no me empujen y Patriarca y generalotes se quedan solos y muy tristes porque no tie- nen ya a quienes mandar y entonces deciden irse también por sobre la mar en busca de sus queridos-odiados-súbditos pero estos se per- catan y hacen jugada de engaño y dan media vuelta y avanzan hacia la Isla y entonces es que interviene Jehová y bombardea y hunde los salvadores caminos sobre la mar y deja a Patriarca y generalotes embarcados al lado de allá del charco que son Patriarca y generalo- tes los que deben permanecer exiliados de la Tierra Prometida; se- gún las tácticas y la estrategia del Generalísimo Máximo Gómez en los combates de la Reforma; re-for-ma, ¿reforma?, del latín refor- mare, transformar, corregir; que no cagar; amplio movimiento anti- feudal y anticatólico que se produjo en Europa durante la primera mitad del siglo XVI y sentó los principios del protestantismo; Refor- mismo, corriente política en el interior del Movimiento Obrero, nie- ga la necesidad de la lucha de clases, de la Revolución Socialista y de la Dictadura del Proletariado; ¿así que reformitas aquí?, morirrr- rrrrrrrrrrr antes que retrocederrrrrrrrrrrrrrrr; componte, niña, com- ponte que ahí viene tu marinero con-ese-bonito-traje-que-parece- un-cocinero; con lo que sería la primera revolución en la Historia de la Humanidad que se haga corriendo, sobre todo, corriendo sobre el mar, millones de Cristos sobre las olas, olas que producen Cristos, Cristos de las olas, olas de Cristos, haciendo como que huyen y re- gresando a levantar un nuevo país; táctica de guerrilla marinera y civilista con base en la Campaña de la Reforma librada por el Gene-

306 Armando de Armas ralísimo Máximo Gómez; al país habrá que comenzar a levantarlo en las mentes, será pues una revolución mental; primer círculo, el limbo, niños inocentes, patriarcas y hombres ilustres; séptimo círcu- lo, primer recinto, los violentos contra el prójimo, el Minotauro, las ruinas del Infierno, el Fagetón y los centauros, diversas clases de violentos contra el prójimo; realmente Dante nunca supo lo que es el Infierno; no soy un tipo selectivo, o tal vez sí, sólo que mi selección es intuitiva, el cálculo no entra a jugar en ella para nada, la mía es probablemente la auténtica selección, la menos prejuiciada, Oriana llegó a mí, así, sin más ni más, una noche cualquiera en que yo esta- ba muy solo en la primera mesa de la última hilera del cabaret y ella estaba en la mesa de al lado con una amiga, nos quedamos mirándo- nos, instante mágico, y en ese preciso instante supimos que nos ha- bíamos estado buscando desde siempre, como si la vida, ¡o las vi- das!, no fuese más que constante búsqueda sin saber exactamente lo que se busca y que aparece un buen día y nada tiene que ver con lo que conscientemente esperábamos, pero que algo nos alumbra y dice es lo que habíamos estado buscando, aunque a veces pienso qué es lo que realmente nos une, pues no tenemos comunidad de intere- ses culturales, o más bien, ella no tiene, o tenía, interés cultural algu- no, ahora ella lee y podemos hablar de libros y de las posibles rela- ciones entre los personajes de los libros y nosotros, pero a veces no sé si lo hace por puro placer o por complacerme a mí, aunque tales sutilezas no deben preocuparme, lo importante es que lea y punto, y si verdaderamente la lectura no le interesa y lo hace por amor, eso dice mucho de su capacidad de entrega y al menos yo seré un efi- ciente promotor cultural por vía del tálamo, y entonces los influjos, y los fluidos, de mi personalidad no son nada negativos, o al menos no tan negativos como algunos interesadamente han pretendido, re- flexión aparte, lo cierto es que me complace sobremanera que Oria- na conozca de libros y cosas que personajillos de títulos y posición social revolucionaresca no conocen, seguros como están de ellos y de la realidad científica y simplonamente explicada, masticada, en directrices panfletarias, sin molestarse siquiera mirar más allá del buró y la silla en que pegan el culo cada día durante ocho horas a realizar la ficción de que trabajan a cambio de la ficción de un salario

307 La tabla y sentirse miembros útiles de la Nueva Sociedad, todo cuanto leen está encaminado a fortalecer la tonta seguridad que padecen, a no dejar ni un solo resquicio a la espontaneidad, a la iniciativa indivi- dual, a la suerte y al misterio, esto los hace creerse muy importantes, y lo son, importantes mediocridades encumbradas, flamantes alma- cenes de mierda en dos patas; Oriana estableciendo asombrosas re- laciones entre sus experiencias sensoriales de lo ya vivido, eso ya lo dije, ya me lo dijiste, ahora pasará tal y más cual cosa, nos conocidos otras veces en otros tiempos, eso ya lo hice o lo soñé, soñé con un lugar y gentes que no conozco, y la teoría de la transmigración de las almas, el ciclo del eterno retorno y el Big Bang, la eternidad, en suma; Oriana, cada viernes una flor para la Virgen de la Caridad, la virgencita se acuerde de nosotros y no te suceda nada, Amadís, tú que siempre andas fuera de la ley, y algún día pueda yo volver a ver a mi padre que un día lo obligaron a irse siendo yo una niña, ahora tú también tienes que irte y dejas a tus hijos, y esto es como un cas- tigo, un país donde todo el mundo deja a sus hijos, país sin padres, a una niña le hace falta su papá y me he sentido tan sola siempre tan sin los brazos velludos y fuertes de mi padre, tan sin nadie que dije- se regresa temprano a casa o, simplemente, hoy no puedes salir, que las niñas detestan y que me hubiera gustado tanto tener padre que me lo dijera, me acuerdo que ya divorciado de mi madre nos venía a ver y entonces era la gran fiesta, la gran fiesta de papi, no vivía con no- sotros, pero nosotros, mis hermanos y yo, vivíamos en la ilusión de que en cualquier momento podía llegar, y ocurría cuando menos lo esperábamos, pum, llegaba él, con mucho dinero y a pasear para todas partes, gente sana, sin malicia, pero que sabía muy bien cómo y cuándo ir a buscar los pesos, suficiente para que en el año 80 la policía le diese a escoger entre la cárcel o el exilio, eso me lo expli- caba en una cartica que me dejó a mí que era la más grandecita, y ahora, como si nada hubiera cambiado, aquí nada cambia, tú tam- bién en lo mismo, no me lo dices, pero lo sé, esto es una desgracia para los niños, es algo que no quisiera para tus hijos, todavía tengo clavado en la mente un fragmento de la carta; y cuando salga de los cuatro años de cárcel, seguro me van a meter cuatro años más, por- que para ellos siempre voy a ser peligroso; no sé qué peligroso podía

308 Armando de Armas ser mi papá, siempre complaciente y bueno conmigo, y con todos, que él tenía muchos amigos, mujeriego sí lo era y debe seguir sién- dolo allá en el Norte, pero ese no es defecto malo, al menos en mi padre no lo veo tan malo, que ya contigo cambia la cosa y quisiera fueras mío nada más, tener esa seguridad, pensar que eso tuyo que me da tanto placer no vaya a hacer la misma faena con otra, resulta que una es egoísta, si no fuera así no te querría, no te me rías, bien sé que no eres un objeto para ser de mi propiedad, te valoro por tus condiciones, aunque por ahí digan cosas malas de ti, no me importa la gente, siempre habla, no todas tienen la suerte de encontrar al- guien que haga sentir tan bien en todos los sentidos como tú, así fríamente entiendo las cosas, pero cuando pienso otra mujer puede desearte me entra una furia que me roe por dentro, tú eres hombre deseable, debes entender te quiero mío mío y sólo mío, te esperaba hace años y no fue fácil llegaras a mí, tú y yo lo sabemos, sabemos que nuestro encuentro no fue un encuentro, sino espera en el tiempo, un tiempo sin memoria, no quiero ni pensar que pudieras no haber llegado, o peor, haberme cruzado contigo en el camino y seguir de largo sin saber que eras lo que había estado esperando, tú, amigo- amante-hermano-marido-padre, todo, de pronto, una persona mu- chas personas, no es fácil, he sufrido, pero finalmente tú lo recom- pensas todo, aunque, de todas formas volverme a sentir entre los velludos brazos de mi padre es algo que necesito, que añoro para llenar un espacio perdido de mi niñez, no importa que ya nada sea como antes, pero lo necesito, quiero lo entiendas y lo tengas en cuenta si planeas algo para escapar de este infierno, yo sé, yo intuyo, que estás en algo, y tú y mi padre juntos todo lo podrían y yo sería la mujer más feliz del mundo, aunque digan que eso no es posible, después que te tengo voy viendo que la felicidad no es imposible, tal vez me haya ayudado la Virgen de la Caridad, cada viernes le pongo una flor roja, aunque tal vez ese no sea su color, no importa, una flor es siempre una flor y cuando le hice la promesa dije una flor roja, no voy a cambiar ahora aunque sepa no es su color, ella es tan linda que parece una niñita, se sabe no lo es por el niñito que carga entre sus brazos, quisiera tener un hijo de Amadís, pero tener un hijo en este país es egoísmo, no puedo sacrificar a ese ser, mi hijo, por la nove-

309 La tabla dad de la maternidad, cuando tenga un hijo quiero bautizarlo, no quiero que nazca esclavo, es un grandísimo descaro parir hijos es- clavos, ¿habrá cambiado mucho mi padre?, en las fotos se ve más joven que cuando estaba en Cuba, en las fotos aparece en un yate muy lindo, un yate que parece un pájaro blanco, y detrás un mar azulísimo, en una de esas fotos sostiene un enorme pez por la cola, dice mi tío, el coronel, que seguro ese pez no lo pescó él, como tam- poco son suyos el yate, ni la espléndida casona, ni el auto último modelo, que esas cosas se las alquilan a los cubanos para que se tiren fotos y las manden diciendo que son sus propiedades, con lo que hacen tremendo negocio los vivos americanos y de paso nos pene- tran por acá ideológicamente, parece ser que esa forma de penetra- ción suele ser muy dolorosa para las gentes como mi tío, Amadís me ha contado que últimamente tiene un sueño recurrente en que llega a una enorme ciudad y siente un peso muy grande en el pecho como si algo le fuese a estallar dentro y unos incontenibles deseos de llorar y como remordimiento mordiéndole en las entrañas y petrifica la sangre y los órganos todos y rabia e impotencia y se percata de pron- to que esa ciudad no es La Habana ni Santiago ni Cienfuegos sino que está nada menos que en Miami y no se ha podido despedir de sus hijos y se encuentra en medio de una calle limpia y recta y desierta como pista de aterrizaje de naves cósmicas y un silencio de muerte que hiere en los oídos y deseos de orinarse allí mismo sobre la abso- luta limpieza, entonces despierta y se palpa y me palpa hasta tomar conciencia de que está en la cama a mi lado, se levanta y da una vuelta por la terraza, vuelve y me pide le pase la mano por la cabeza, no se duerme más en toda la noche y comienza a contarme el sueño con el ceño fruncido para parecer duro, pero yo sé lo hace para con- trarrestar los deseos de llorar, esto le ha sucedido durante todas estas noches, le preparo siempre un cocimiento de tilo e intento se lo tome pero dice es mierda y destapa una botella de ron y se está bebiendo hasta el amanecer para caer de espaldas sobre la cama, lo arrebujo bien bajo la colcha y me pego a su cuerpo y cuando el sol ha subido al centro del cielo es que despierta y hacemos el amor maravillosa- mente bien, pero al terminar veo su mirada perdida en un impreciso punto y es que se está acordando de ese horrible sueño e intento

310 Armando de Armas hablar cosas, boberías, que lo liberen de la pesadilla; yo quiero que la ley primera de nuestra república; REPÚBLICA DE CUBA; repu repu reputalamadre del que no piense aquí como yo, yo, y sólo, yo, por los siglos de los siglos, amén, yo; sea la dignidad plena del Hom- bre; hombre que vas creciendo; crecer hacia nuevas formas de pro- ducción agropecuaria, agroindustrial, OGROINDUSTRIAL, al me- nos que crezca el Ogro si no puede crecer el Industrial, el Rojo Ogro contra el Blanco Industrial, el Rojo Ogro de las siete mil cabezas; Cabezas Altamirano; ano del Ogro, Ogro del ano, logros del ano del Ogro orgulloso de la Utopía que alegre pía, silba, con catorce mil lenguas como sierpes que cazan pájaros en el aire; llego ya, compa- ñeros, el despegue económico que sólo una Revolución Socialista podía lograr; AGRADECEMOS LOS LOGROS DEL OGRO; hare- mos más con menos, genial idea revolucionaria, idea que es roja y verde como las palmas que cortaremos y arrasaremos en la más vio- lenta guerra del Hombre contra las huestes del Reino Vegetal para el fomento de fabulosos planes agrícolas que vendrían a solucionar la situación alimentaria del pueblo cubano; la novela de la tierra; miles de palmas en el aire impulsadas por el accionar de toneladas de di- namita; el hombre, embadurnado en mezcla de sudor y tierra colora- da, la piel y los labios resecos, cuarteados, calcula el tiempo, hace funcionar el mecanismo que hará estallar la carga en el tronco, en- tonces huye despavorido varios metros, los de la vida y la muerte, para tirarse de bruces en medio de un pedregal, y no puede ver la explosión que levanta una nube de polvo colorado y la majestuosa palma ascendiendo en punta con las pencas alisadas hacia abajo como el pelo largo de una muchacha; LAS PALMAS SON NOVIAS QUE ESPERAN; extrañísimo cohete verde, y ya en la cumbre, enor- me flecha cansada, curva con elegancia etérea, da una voltereta y cae con estrépito; va cabalgando sobre-una-palma-herida; desmochador de palmas es viejo oficio en extinción, lo ejecuta casi siempre un hombre alto y flaco, machete y cuchillo a la cintura, hombre que trepa cerca del sol; INDISPENSABLES REQUISITOS PARA EL DESMOCHADOR DE PALMAS; no padecer de vértigos, no tener miedo a las ranas, ni a las avispas, chipojos y alacranes que suelen habitar en tales alturas, no ser entretenido, tener habilidad en el uso

311 La tabla del cuchillo, y, sobre todo, no creerse que por estar en las alturas es un alto personaje, lo cual podría hacer sospechar a los alegres mu- chachos de la Seguridad del Estado la intención de rebajar o compe- tir con el Máximo Entre Los Máximos; el desmochador suele ser muy admirado, y querido, de las mujeres y se ha dado el caso de desmochadores que se han visto obligados a trepar desnudos y a la precipitada sobre las palmas, y permanecer allá arriba durante sema- nas, comiendo palmiche, en tanto un burlado marido hace molinetes con afilado machete Gallo a la espera de que el burlador caiga de la palma rendido por la fatiga; esa atracción fatal de las mujeres por los desmochadores pudiera deberse al romanticismo de observar su obra de altura, el descenso de los racimos de palmiche cimbrando sobre una cuerda que cabalgan como raudos y verdes jinetes, antecedente del tiovivo, y por otra parte, podría ser también que dicha atracción se deba a los celos, al despecho y a la envidia que produce en las mujeres el maridaje, a veces evidente, entre el desmochador y la palma, entre el Hombre y la Diosa-Reina, entre el macho y el símbo- lo, entre la Bestia Bípeda y la Bella, vuelta a los matrimonios arbó- reos del comienzo de las eras, patética boda que se inicia con el ajuste de las trepaderas y el amarre del desmochador a la palma, afincamiento del pie en el tronco y el abrazo posesivo para el ascen- so bamboleante y peligroso mientras que la esbelta aúlla y gime de placer mediante sus pencas en las límpidas alturas, placer que llega a su climax con el fin de la faena y el desmochador recostado al tronco de la reina palma como pidiéndole perdón por tanta osadía, y en no pocas ocasiones con dicho desmochador estrellado contra el filo de una roca o suspendido, en el mejor de los casos, sobre una red de bejucos del monte como si fuese una especie de bandera gimien- te; presintiendo todo eso es virtualmente imposible que las mujeres no estén fatalmente atraídas por los caballeros desmochadores, de ahí se explica que con la visita de un desmochador sean las mujeres, junto a los cerdos y los niños, por diferentes razones, claro, las más alegres y dispuestas, y también las más tristes; Amadís y Urraca habían conocido a dos muchachas la noche anterior en el dancing de la playa, en Rancho Luna, al otro día temprano se encontraron con ellas bajo unos cocoteros en la misma playa y, como era costumbre

312 Armando de Armas entre ellos, siempre que hubiera, se pusieron a beber alternativamen- te ron y cerveza, el ron para la nota fuerte y la cerveza para refrescar el gaznate, así, además, lograban la embriaguez requerida con me- nos dinero, aunque para esa época el dinero no constituía, al menos para Amadís, precisamente un problema, ya que su control en el mercado negro había venido aumentando en los últimos tiempos; el día era soleado y las rotundas muchachas en tanga eran elemento más que suficiente para hacer sentir bien a los amigos, es más, para que en ese preciso instante no sintiesen deseos de pedir más a la vida, además, allí estaba el mar, siempre el mar, pero no como una cotidianidad más, como suele suceder, sino como lo que realmente era, un milagro, un privilegio, una grandiosidad al alcance de los ojos y el cuerpo, algo que había sido causa de incontables guerras entre pueblos por la necesidad o el deseo de abrirse paso hacia Él, inmutable, movedizo, tempestuoso, génesis, principio y fin, serpien- te que se muerde la cola, serpiente de aguas, aguas serpentosas, un mar viejo, el mar que aquí veis es el mismo en las costas de la Flori- da que en las costas de Cuba, o en las de Asia, ¿Asia dónde va el mar?, no, el mar no va, ni viene, el mar lleva y está, simplemente está, ES, metáfora de Dios, Dios mismo, amigo y traidor, cementerio de barcos corsarios y piratas, de galeones españoles atestados de barras de oro y plata y añejos vinos, barcos cargados de esqueletos que una vez fueron bellas damas y honorables caballeros, empeder- nidas prostitutas y truhanes de marca mayor; el hombre marinero no se debe casar; bajo el mar pudiera estar sepultada la Atlántida, ¿quié- nes fueron los atlantes?, ¿por qué desaparecieron?; porque al saltar al barco lo pueden engañar; es bueno tomar cervezas y mirar al mar y tirarse entre sus olas cuando ya las cervezas te han pintado el mun- do de rosado, es como si la misma madre de uno lo volviese a acoger en su vientre, o entre sus brazos cuando uno llega totalmente borra- cho a casa y dejarse ir y nada importa y es tan inmensamente rico estarse así entre las olas que te cubren y te llevan para el fondo y después flotar entre manchas de atún y petróleo un punto en la in- mensidad perdido en la inmensidad que mira casitas blancas en la línea también blanca de la costa cazasubmarinos cazando el subma- rino amarillo capitaneado por el honorable capitán Nemo y entonces

313 La tabla el gran Ernest Hemingway como si fuera de safari por el África per- siguiendo submarinos alemanes por todo el mar Caribe y Cuba la islita caimán declarando feroz guerra a Alemania y Hitler y sus ge- nerales que no la encuentran en el mapa y Batista vendiéndoles pe- tróleo a los submarinos alemanes y los camaradas comunistas apo- yando a Batista y yo tomándome una cerveza y mirándole las rotundas nalgas de dulce bahía a la pepilla que se ha acostado a mi lado en la arena, de ella sólo sé lo que hubo de decirme anoche en el dancing y que anteriormente había dicho a un amigo mío que yo le gustaba y quería conocerme, sus nalgas invitan a cabalgar montura sin estribos, cabalgar sin bridas, bridas de espumas, espumas entre sus piernas, olas que vienen y van entre sus piernas, entre sus muslos pendejudos, afeitados hasta la mitad en un corte que me la erecta nada más que de mirarlo, espumosas olas que le penetran la tanga y la concha y dejan en ella sedimentos de los mares del mundo, algas, diminutos peces muertos y algo de la inevitable contaminación am- biental; si-este-amor-nació-de-una-cerveza; la cerveza debiera venir a las casas por tubería como el gas y el agua; gobernaré siempre y siempre tendré al pueblo alegre; ¿y cómo?; con cerveza, un pueblo con la barriga llena de cerveza y papas fritas es incapaz de irse a la revuelta; otra-cerveza-beberé-para-olvidar; esta noche me la tem- plaré, jugaré a la ruleta rusa, morir de SIDA es morir de amor, Amor en tiempos del SIDA, de Amadís García Márquez, el impuro amor de los puros y constantes amadores; un-amor-que-surge-en-una- mesa-entre-espumas-se-debe-sepultar; dicen que cada estrella es un sol y cada sol una galaxia como la nuestra y no veo por qué tenga- mos que ser los únicos ocupantes del Universo, los lindos, los esco- gidos de Dios para habitar el macrocosmos, los elegidos de su gra- cia, bastante jodidos estamos para que seamos los únicos, y, además, si estuviéramos solos entonces el poder de Dios no sería tan infinita- mente grande como seguramente es, diversos soles como diversos mundos, una horrísona explosión con una luminosidad como de mil soles juntos, ellos, los habitantes de esos ignotos mundos va y están viendo ahora que anochece y estoy medio borracho y me dispongo a hacerle obra de varón a la pepilla y la pepilla se deja resbalar la tan- ga por su tersa piel y estamos los cuatro solos y Urraca hace saltar

314 Armando de Armas una teta de negro pezón abultado a la suya y comienza así la batalla sobre las arenas donde ha de correr la sangre blanca y espesa de los caballeros y hacemos la apuesta a ver quién resiste más en el com- bate y en la apuesta va una caja de cervezas para el ganador que nunca en la historia de la caballería hubo competencia más atractiva y de más arte y mi pepilla mira para ellos y la de Urraca para donde estamos nosotros en tanto Urraca y yo hacemos lo mismo puesto que la solución a la imposibilidad de verse uno mientras tiempla está en templar mirando a otra pareja templar o a varias que en esto no tie- nen por qué existir límites excepto los que uno mismo se imponga y deja que los puritanos y los impotentes y las religiones judeo-cristia- nas y las sociedades pro buenas costumbres y las Brigadas de Res- puesta Rápida y los Comités de Defensa de la Revolución en lucha contra el SIDA y los convencidos de la planificación familiar mar- xista-leninista y los feos y envidiosos y las frígidas y las compañeras de la Federación de Mujeres Cubanas y la Unión de Ex-combatien- tes del Miembro Amputado en las Guerras del África y la Sociedad Protectora no de animales sino de madres solteras digan enfurecidos es PROMISCUIDAD que mientras tanto nosotros gozamos muchí- simo y manera de sentirme bien caballeros y manera de gustarles la pinga a las locas éstas y ahora resulta estoy clavando a la de Urraca y Urraca hace otro tanto a la mía y me niego creer que a supuestas inteligencias en otras galaxias no les guste semejante despelote y aquí viene muy bien el término despelote porque la cosa es como desenrollar una pelota de hilo y el hilo está formado de prejuicios y tabúes y complejos y soledades que somos e intentamos disminuir lo soledades que somos así como también intentamos disminuir el frío y neblinoso vacío sideral que nos corroe por dentro y nos convierte al Urraca y a mí en una suerte de artistas sexuales barrocos y si ellos en las otras galaxias han llegado a un estadio tal de desarrollo que lo hacen por control remoto allá ellos con su condena y que me perdo- nen si es que además de verme me pueden oír pero no estoy dispues- to a renunciar a la libertad; ¿libertad?; se produce un salto del reino de la Necesidad al reino de la Libertad; y la necesidad hace parir ji- maguas, cosa que viene a explicar la explosión demográfica que amenaza a los países del Tercer Mundo; el clérigo Malthus muy pia-

315 La tabla doso y recogido en sus hábitos pidiendo perdón al cielo por cada uno de sus pausados movimientos que él considera como irreparables actos de violencia, con una sonrisa beatífica, mientras desata gue- rras, epidemias, terremotos, volcanes en erupción, olas de terroris- mo, rompe matrimonios y condena a la esterilidad a las mujeres an- glosajonas, todo ello para salvar a la humanidad de convertirse en una enloquecida jauría canibalesca; el fin justifica los medios; los muertos de la reconcentración de Weyler y los muertos de la colec- tivización de Stalin no importan, no importan, si al final ganan la integridad española y la causa del proletariado mundial; y las cosas queridos amiguitos, de pinga queridos amiguitos, hay que cortarlas por lo sano y si la tal Necesidad hace parir doble el problema consis- te en eliminar a la tal Necesidad que es una puta muy vieja y muy mala y que como puta y como vieja y como mala que es sabe mucho y nació en una cueva sin nombre una noche de invierno en que chi- flaba el mono y un rey-brujo-artista pintaba en las paredes la figura del rinoceronte que el clan deseaba cazar al día siguiente porque llevaban no sabían cuántas lunas alimentándose de raíces y algo muy persistente les punzaba la barriga y el rinoceronte había escapa- do a todas las encerronas que le habían tendido, mientras el resto del clan dormía apiñado en torno a la hoguera de maderos resinosos que mezclaban su olor al de las grasas corrompidas, en una promiscui- dad tal de machos, hembras, viejos y niños que milenios después harían poner el grito en el cielo a los inclaudicables defensores de la moral cristiana, el rey-brujo-artista; ¿multioficio ya en época tan re- mota?; combina colores y traza líneas en un esfuerzo sobrehumano por ser fiel a la figura del animal, que sólo así existirá y que sólo así se dejará atrapar, un niño saca la cabeza de abajo de las pieles que lo cubren en un intento por evadir el olor de un sonoro pedo y una mu- jer se queja y recoge un pie que ha estirado y quemado en la punta del dedo gordo con un tizón ardiente; ahora mientras tiemplo veo el rastro que hemos dejado en la arena yo y la pepilla que estaba con- migo hace unos instantes arrastrándonos para llegar hasta donde Urraca y su pepilla y cambiar como el chucho cañero cambia el tren; frase ésta que refleja cómo a pesar de la penetración ideológica del enemigo todavía Amadís conserva reminiscencias de la base econó-

316 Armando de Armas mica fundamental de su entorno, con lo que se demuestra una vez más la validez de la teoría marxista; es un rastro muy extraño como sólo puede hacerlo la bestia de dos espaldas, y no dudo que los seres de otros mundos se pregunten acerca de esa metamorfosis en que dos seres se hacen uno, si pudiera les explicaría, y si entre ellos hu- biese hembra les explicaría mediante una clase práctica, la práctica es el criterio de la verdad, al decir de Lenin, pero ya en la noche nos meteremos en el dancing de la playa y se nos agotará el dinero, to- maremos sólo agua mineral Ciego Montero, y eso nos salvará, no estaremos borrachos, sino lúcidos ante lo que viene, porque dos ami- gas de las pepillas locas nos llevarán con ellas en una guagua en que viajan con dos compañeros de trabajo, y va a resultar que los com- pañeros de trabajo, haciendo dejación de los sólidos principios co- lectivistas que deben regir la actuación de nuestra gloriosa clase obrera, intentarán violarlas y entonces Urraca y yo como buenos quijotes que somos; bueno, que soy, pues por el físico Urraca es más bien un Sancho Panza; lo evitaremos, y uno de los tipos le dará un bofetón a una de las muchachas, en tanto yo me le meteré por deba- jo y le daré al tipo un eficaz estrellón contra el escalón de la guagua, el tipo sacará un machete de no sé dónde, y yo correré hacia la cune- ta a la búsqueda desesperada de una piedra o gravilla o cagajones de caballo, algo contundente con qué defenderme o al menos con qué cegarlo, pero nada, no aparecerá nada, no aparecerá nada, nada, mientras Urraca correrá despavorido por medio de la carretera, sin buscar nada, o buscando poner la mayor distancia posible entre él y el caballero del machete, entonces el caballero en vez de perseguir- me a mí perseguirá a Sancho, digo, a Urraca, y yo, como en las pelí- culas cómicas, le caeré a su vez detrás al del machete, y haciendo uso de las tácticas guerrilleras aprendidas de nuestra Historia, lo atraparé por la espalda y le aplicaré una doble Nelson, y resulta ser que dicha llave es muy efectiva para inmovilizar al enemigo, pero inofensivo y todo el machete quedará todavía en su poder, y no po- demos asegurar haber desarmado a un caballero si el susodicho ca- ballero sostiene aún el arma en su mano, no me quedará entonces más remedio que ¡Urracaaaaaaaaaaaaaaaa! y el grito se perderá en la carretera, ¡quítale el macheteeeeeeeeee!, y Urraca irá casi llegando a

317 La tabla

Cienfuegos, ¡qué manera de correr, caballeros, qué manera!; sí, eso somos, caballeros, caballeros andantes en bicicleta china, sobre todo ahora que llegó la era luminosa donde la bicicleta ha venido a cons- tituir una verdadera revolución en la rama del transporte; entonces al fin Urraca se dará cuenta que el tipo ya no va tras él y regresará para quitarle la espada que tomaré yo en mis manos y le diré al tipo ¡arri- ba que esto es directo para Cienfuegos! y no llamamos a la policía porque somos hombres y no creemos en la ley; elementos antisocia- les intentan desviar un avión de Cubana hacia Miami y no lo logran por la entereza y valentía del piloto y la tripulación que prefirió caer en el mar antes que ceder a las amenazas de los antisociales que fueron muertos en el acto por la actuación decisiva de un miembro de nuestro glorioso Ministerio del Interior que sacó su pistola y abrió fuego sobre los maleantes; un lumpen desvió una guagua de La Ha- bana para Varadero y pidió que le pusieran un bote con gasolina o volaba la guagua y a sus pasajeros con dos granadas y la acción va- liente y decidida de un miembro del MININT impidió el vandálico acto con dos disparos de pistola a la cabeza del tipo; desviar un avión con un machete viene siendo algo así como la repetición de las hazañas de nuestros mambises, pero en el aire, y sería hacer justicia al intento mambí de bombardear con un avión de pedales las posi- ciones españolas en la Trocha de Júcaro a Morón; como el gallo de Morón sin plumas y cacareando; cosa más grande que el gallo sea el símbolo del machismo y que a alguien que le digan picha de gallo muy bien puede coger una soga y ahorcarse; aunque los mambises que se enfrentaron con armas casi rudimentarias a uno de los ejérci- tos más modernos del mundo de la época; ¿sería verdad eso o es simplemente parte de nuestra retórica del heroísmo?; no debieran ver con buenos ojos la consumación de un hecho terrorista en pleno vuelo de un avión de pasajeros que entre ellos los había como Maceo que consideró el uso de la dinamita como una falta de ética guerrera ante el espectáculo de jóvenes rayadillos desmembrados sobre la hierba de Guinea en un potrero minado, lo que no tiene por qué ex- trañarnos si tenemos en cuenta que en la modernidad un general puede ser un tipo gordito, calvo y miope, sentado detrás de un buró atestado de mapas y rodeado de sistemas computarizados, y no es

318 Armando de Armas que los generales de antes fuesen precisamente una belleza pero de- bían tener ciertas cualidades físicas, y hasta morales, porque las gue- rras no eran a las escupidas que para mí, ¡hasta ahora!, son las mejo- res guerras que se han inventado, ya que por ejemplo, al que le metan un escupitazo en un ojo pierde y sale del combate y tiene que hacer dejación de los territorios ocupados o de la ideología que defendía, aunque, déjame decirte una cosa, si no existieran las guerras tal y como las hemos conocido hasta ahora en su esencia exterminadora fuera otra la historia de la Literatura y el Cine, además de que sería una historia bastante aburrida, y como es lógico suponer estaríamos privados de gran cantidad de obras que son verdaderas joyas del arte; lo que son las cosas, la puta que defendí a expensas de que me volaran la cabeza de un machetazo está aquí en el cabaret del brazo de un intelectual y no me saluda y ni siquiera me mira y menos pa- rece acordarse que pudieron haberme matado por defenderla a ella, quisiera ver qué haría el intelectual en un caso así, tal vez va y dice; ¡ay, no, inconcebible, no se la tiemplen a ella, tiémplenme a mí que para algo soy el caballero y por lo mismo dispuesto estoy a sufrirrr- rrrrrrrrr, ay, a sufrirrrrrrrrrrrr cualquier cosa por mi dama!; tal vez hice aquello porque pudiera ser cierto que todos llevamos dentro vocación al heroísmo y es verdaderamente hermoso esto de arries- gar la vida por alguien aunque ese alguien sea una puta y después ni te lo agradezca porque pensándolo ella es muy fina y muy bien y sólo puede codearse con gentes como ella y no con elementos de tendencias claramente manifiestas del bajo mundo que va y a lo me- jor se metió en el lío porque a tipos así les gustan los problemas y no por ayudarla a una ni la cabeza de un caballo, especie de aventure- ros, o de locos o qué sé yo; comprendo la necesidad de los caballeros andantes de tener una dama para ofrendarle su amor y dedicarle sus aventuras y hazañas, caballero sin dama no es caballero completo, es más, no es nadie; más halan dos tetas que dos carretas; aunque la dama, todo puede suceder, aprovechando una noche en que el caba- llero duerme en vísperas de lanzarse a larga guerra contra pueblos herejes en sabe Dios qué remotas tierras del Diablo, se levante sigi- losamente y robe la llave del cinturón de castidad y la lleve diligente al cerrajero del castillo, alcahuete y picardo, para que le haga un

319 La tabla duplicado que ocultará con celo a la espera de darle el uso adecuado; pero, así y todo, el caballero que cae de su caballo ensartado por certera lanza no puede menos que tener una casta dama, un ideal, a quien invocar en el momento postrero, cuando se espera muera por un rey que no ha visto en ninguna de las batallas libradas en su nom- bre, y en el de Dios, por supuesto, y por llevar la Fe Cristiana a unos herejes que demasiado bien se sienten con sus satánicas idolatrías, tanto que llegan al punto de matar y dejarse matar por tal de conser- varlas; un escritor que ha escrito y publicado muchos libros, orondo con su puta del brazo, escritor con la revolución todo, contra la revo- lución nada, escritor nada problemático, nada revoltoso, nada anar- quizante, nada indisciplinado, muy formalito, desprovisto de indivi- dualismo, o individualidad pequeñoburguesa, que cumple rigurosamente con lo establecido, guardián de la norma, de persona- jes nada contradictorios, planos, asépticos como el escritor, libres de caer en tentación, o cayendo en tentación para rectificar después sa- biamente, revolucionariamente, que la palabra de orden es rectificar para continuar en este Proceso de Ratificación de Errores y Tenden- cias Negativas, sin excentricidades, ni modismos extranjerizantes, una persona buena y sencilla que no le gustaría verse complicada en feos asuntos, que dice poemas moderadamente eróticos después de haber bajado unos tragos de Havana Club, unos tragos nada más, porque hay que mantener la compostura proletaria y permitirse sólo la pequeña rebeldía de ciertas libertades con su puta que tampoco lo es tanto pues nunca se ha visto en la necesidad de jinetear o al menos no con marinos mercantes pakistaníes aunque tal vez sí con algún decadente embajador francés que eso no es jinetear sino amor o co- mercio de altura; EL EROTISMO NO ESTÁ PROHIBIDO, SIEM- PRE QUE SEA COMEDIDO, RESPETUOSO DE LA MORAL COMUNISTA, NO PODEMOS PROHIBÍRSELO AL MÁS ERÓ- TICO, PERO TAMBIÉN HEROICO, DE LOS PUEBLOS; un escri- tor de personajes sin cojones para ir por el mundo reventando bote- llas contra el pavimento y las paredes, o lanzando piedras contra las vidrieras de las tiendas del pueblo; excelentes vidrieras sin preten- siones consumistas como corresponde a nuestra sociedad, decoradas con banderolas rojinegras del 26 de Julio y las siglas PCC, que quie-

320 Armando de Armas ren decir, vaya para mis posibles lectores internacionales, Partido Comunista de Cuba, trabajadas en metal semejante al oro; persona- jes castrados que no saben siquiera lo que se pierden con abstenerse; VOTO DE ABSTENCIÓN; de reventar botellas o romper vidrieras, se siente una extraña sensación de júbilo y realización y poder al oír la explosión y ver el rosario de vidrios espejeantes a la luz de la luna, que no del sol, pues se supone que actividades tan poco ortodoxas requieran de la cómplice nocturnidad; iré por el mundo como caba- llero rompedor de botellas; el mundo en una botella; el barco dentro de la botella; náufrago que en una lejana y desierta isla del Pacífico tira la botella al mar con el mensaje; favor de compadecer a este in- fortunado náufrago y no importunarlo con lanchas de salvamento; qué posibilidades reales tendrá esa botella de llegar a una mano re- ceptiva, teniendo en cuenta los arrecifes y la marejada y la cantidad de gentes que encuentran una botella flotando en la playa y la lanzan mar adentro sin tener en cuenta que en ella podría venir un desespe- rado mensaje; a mí me hubiera gustado escribir Robinson Crusoe; el Diablo suele habitar en las botellas; lo esencial en el escritor es do- mesticar al Diablo, o dejarse domesticar por el Diablo, probable- mente por ello lo demoníaco tiene atracción irresistible para ciertos escritores, quizás también porque el Diablo fue el Primer Escritor Disidente del Escritor Absoluto; Yo, EL SUPREMO, prohíbo la pu- blicación de su obra porque es subversiva, sí, ya sé, es cierto que su obra no incita a la violencia, pero incita a la pasividad y a la indife- rencia, o no, tal vez no incita, sino que sugiere un estado Nirvana que no es el más conveniente en nuestras condiciones de un enfren- tamiento ideológico feroz con los enemigos de clase; el escritor es un sadomasoquista en comercio carnal con la Literatura; en cual- quier momento voy y le meto el dedo en el culo a la puta para que se muera de envidia el orondo escritor, que no es escritor de provincia, sino escritor nacional; CLASIFICACIÓN DE ESCRITORES; escri- tores de la cuadra, escritores de la circunscripción electoral, escrito- res del municipio, escritores de la provincia, escritores de la nación y escritores del internacionalismo proletario; la Literatura es arte de elites pero nosotros la vamos a proletarizar como también vamos a literaturizar al proletariado; el escritor en la torre de marfil, torre de

321 La tabla

Babel, torre de Pisa y torre de Iznaga, las torres son expresión de la prepotencia de los hombres, del ardiente deseo de ver más allá de dos palmos de sus narices, de estar más cerca de Dios; valedera es la unión de una puta con un escritor, teniendo en cuenta las gradacio- nes, porque hay escritores auténticos y auténticas putas, suponiendo, por supuesto, que la autenticidad exista, existo luego pienso en la autenticidad, pienso en la autenticidad luego existo, pienso en la capa estrellada de la Virgen de la Caridad como metáfora del Uni- verso, Magna Mater, virgencita tan universal y tan de arroz con fri- joles, tierna madre que besa la corona de espinas a la cabeza del Mesías, méceme mucho dulce amor mío, méceme suave en la hama- ca a la brisa que viene del cañaveral al mediodía, quiero dormir y no morir en la cruz, cruz buena y mar de espuma, arena fina y la cruz, huir como el Diablo a la cruz, campo de cruces para el altar de la patria, patria o muerte venceremos, escritor de patria o muerte, so- cialismo o muerte, muerte o muerte; LA PATRIA LIBRE, semanario democrático-cosmopolita, precio, veinte centavos; anaman anaman anaman con chévere camina como chévere; el Chévere no fue el 7 de diciembre a recibir su medalla de combatiente internacionalista, ni se le ocurre verse como los generales soviéticos todo cubierto de condecoraciones y entorchados; CONSEJOS AL CHÉVERE; mira, Chévere, acéptala, una medalla es siempre un honor, y si ganada en combate más todavía, ya que te arriesgaste no puedes menos que aceptar la gratificación moral que ofrece la sociedad, el pueblo, el Partido y el gobierno a los que como tú arriesgaron sus vidas por pueblos hermanos, lo contrario es una falta de tacto tuya, cuando sabemos te la tienes merecida; la medalla no dice nada, o al menos no me dice nada a mí, quiero aunque sea la libertad de no aceptar esa medalla, de negarme a recibir honores, tristes honores, mi mayor hazaña en Angola fue matar un mono y no veo ninguna gracia en ser condecorado por matar un mono, manada de monos maniatados es lo que somos, habría que darle una medalla al Escoria junto a mí, sólo así aceptaría la chatarra esa, también habría que condecorar a los monos, sobre todo una medalla, post mortem, para el mono que acribillé a balazos, una medalla no resolvería la carga que llevo den- tro, carga de odio, o de alegría por no haber regresado forrado en

322 Armando de Armas elegante traje de madera, pero de todas formas odio por igual a los FAPLA y a los UNITA y sobre todo a los hijos de puta que me man- daron para allá en nombre del internacionalismo pero no van ellos ni mandan a sus hijitos, pero más odio a mí mismo, el más cabrón de todos los odios, me lo merezco por haber ido a una guerra a hacer el héroe del internacionalismo proletario y contra la propiedad privada y el imperialismo yanki, en un país donde no hay proletariado y donde los únicos yankis estaban protegidos por nuestras tropas en compañías petroleras, de manera que los comandos de la UNITA no les hiciesen daño alguno, pero sobre todo me odio por no haber pe- dido asilo político en Gandhes al regreso de la misión, el deseo de ver a mis hijos no me dejó tomar tal decisión, aunque tal vez debí hacerlo precisamente por ellos, y para colmo ahora la mujer, la ma- dre de mis hijos, se quiere divorciar, me he vuelto celoso, bebo mu- cho y me da por pensar que mientras estuve en Angola ella pudo bailarse un tipo, no hay evidencia alguna, pero me digo que simple- mente pudo hacerlo muy bien hecho, el crimen perfecto, bebo y le doy golpes y los muchachos miran y lloran, aunque ya sólo miran, al pasar la borrachera se me cae la cara de vergüenza, más cuando sé que en las escuelas les dicen que su padre es un héroe internaciona- lista y que ellos como pioneros debieran seguir mi ejemplo, y por mi madre, no quisiera que ellos fueran la clase de héroe que yo he sido, sino que sean hombres sencillos y que eduquen a sus hijos mejor de como yo lo he hecho con ellos, pero resulta que el héroe que soy no tiene cojones para hablarles claro, miedo a las dificultades que va- yan a tener mañana en este país, eso me hace odiarme más pues me fui al África a probar mis cojones pero parece que allá los perdí; el Boba es una especie de paria, juguete de las circunstancias históri- cas, o juguete de las circunstancias que él mismo se ha creado, qui- zás todos no seamos más que eso, creadores de nuestras circunstan- cias, eterna revolución que se hace y deshace por los siglos de los siglos, revolución dentro de la revolución, ciclo de afirmación-nega- ción-afirmación, así, en el mismo instante en que un líder ysus adeptos comiencen a conspirar para hacer una revolución ya estarán creando las premisas, los gérmenes, que darán lugar al surgimiento de la revolución que los destronará a ellos, por lo que entonces la

323 La tabla muerte no sería precisamente lo contrario de la vida, sino más bien el intervalo, el descanso, la calma, el justo tiempo para que surja otra vida, o la misma vida más perfeccionada, o igualmente imperfecta, o atrozmente más imperfecta, es decir, nada es esencialmente dife- rente a nada, los contrarios se oponen y se complementan, quizás la intuición de dichas verdades explican el miedo cerval que sentía Amadís siendo pequeño ante esos seres contrahechos, de cabezas desproporcionadas, cuerpos endebles, mirada vacuna, jorobas de ca- mello y rostros deformes como horribles caretas, era como si esa atroz visión de humanidad le mostrase lo que un día fuimos o la anticipación de lo que un día seremos; el desarrollo de las Fuerzas Productivas trae consigo el desarrollo y fortalecimiento del proleta- riado, con lo que paradójicamente la burguesía cava su propia tumba y el proletariado se convierte en su sepulturero; DRAMÁTICOS ACONTECIMIENTOS EN EUROPA DEL ESTE HAN DADO AL TRASTE CON EL LLAMADO CAMPO SOCIALISTA, CAM- BIOS QUE SE HAN VISTO OBLIGADAS A ACEPTAR LAS CÚ- PULAS GOBERNANTES DEBIDO A LAS EXIGENCIAS DE UN AMPLIO MOVIMIENTO DE MASAS EN EL CUAL EL PROLE- TARIADO HA JUGADO UN PAPEL PREPONDERANTE; MI- LES DE MANIFESTANTES EN MOSCÚ RECLAMAN MÁS DE- MOCRATIZACIÓN Y LA PRIVATIZACIÓN DE LA ECONOMÍA; canta el coro; quién lo diría quién lo diría como eras y como eres; resulta que lo preocupante ahora es que va y en las transformaciones que han terminado con el monopolio del comunismo está el germen de futuras transformaciones que quieran volver con la misma canti- nela de la dictadura del proletariado y la construcción del futuro lu- minoso; por tanto yo que he logrado el distanciamiento desde esta oscuridad neblinosa de humo y aguardiente etiquetado como Hava- na Club, que he comprendido cosas, que nada humano me es ajeno porque llevo un dios dentro, quizás un pequeño dios, pero un dios, que un dios es siempre un dios no importa de qué tamaño, que soy uno y muchos, compacto y diverso, bueno y malo, aristócrata cuya sangre entronca con los duques del Agua Tibia y los alcoliteros del barrio de San Lázaro, hembra y macho, demócrata y fascista-comu- nista, rebelde y aguantón, guapo y pendejo, les voy a dictar una me-

324 Armando de Armas dida inviolable, una vez sometida a votación y aprobada en la próxi- ma reunión de la ONU, que consistirá en la creación de un país como Museo del Comunismo, al cual tendrán acceso libre, gratuito, que no todo tiene por qué ser economía de mercado, todos los ciudadanos del mundo para que puedan constatar con sus propios ojos las bon- dades del sistema, pero a su vez los ciudadanos del país escogido no podrán salir, en misión de ningún tipo, a los demás países del mun- do, no vaya a ser que en dichas salidas se dejen influenciar por el putrefacto mundo exterior y debido a esa influencia hagan una revo- lución que nos joda el museo, ese país-museo, propongo, pudiera muy bien ser la siempre fiel isla de Cuba; no, noooooo, protestamos, que ya Cuba tiene bastante; a ver a ver, vamos a oír a los que protes- tan, cubanos, ¿no?, ¡ah!, claro, por supuesto, continúen; no estamos de acuerdo con que Cuba sea esa reliquia histórica y proponemos que sea Estados Unidos quien asuma dicho papel; pero un momento, un momento, eso es inaudito, en Estados Unidos hay toda una tradi- ción democrática y de lucha a favor de la democracia en el mundo como no la tiene ningún país aquí, además de que instaurar allá el comunismo sólo sería posible con una revolución y el conocido de- rramamiento de sangre y la destrucción que eso conllevaría, algo terrible; bueno, vamos por puntos, ¿OK?, en primer lugar, mira, si como tú dices, ellos, los Estados Unidos, son el campeón mundial en la lucha por la democracia y además, sus perfeccionadores, qué de malo tendría, entonces, que hicieran un aporte, un último sacrificio a favor de la democracia, sacrificando, precisamente, sus conquistas en ese sentido para que siga floreciendo en el mundo, y mantener para sí, que nada está desprovisto de interés, el status de defensor primero de la democracia, bien ganado por cierto, ante la comunidad internacional, aunque sea ofreciéndose como cabeza de turco, es más, creemos que dejar a Estados Unidos como reliquia de lo que fue el comunismo o como espantapájaros del fantasma comunista surtiría mucho más efecto que dejar a un pobre y pequeño país, sería mucho más demoledor y dramático y aleccionador, pues en el caso de países como Cuba siempre cabría la justificación de las inciden- cias del pasado colonial bajo la égida de una metrópoli atrasada y más rapiñadora de riquezas que propiciadora de un desarrollo, y la

325 La tabla pertenencia al llamado Tercer Mundo; TERCERMUNDISMO, mundo tercero, tercer canto del gallo, tercera dimensión, a la tercera va la vencida, ciudadanos de tercera, compañeros de tercera, tercer- mundistamente comprometidos; mientras que si instauramos el mu- seo en una nación como Norteamérica no habría entonces peros que valgan ante el desbarajuste económico y la bancarrota moral que se cernirían sobre una sociedad ha poco con sus indiscutidos vicios pero con sus indiscutidas virtudes de progreso, por tanto, mi pro- puesta es, desembarquen en territorio de los Estados Unidos las fuerzas de la ONU e instauren a sangre y fuego, si fuera preciso, un estado totalitario de corte estaliniano; OJO; lo del ano es pura coin- cidencia en dicho vocablo, no hay dobles intenciones; con el noble fin de salvaguardar para siempre la Democracia Universal y evitar, de manera radical, es cierto, la continuación del ciclo revolución- democracia-revolución, y así probar, aunque sea con opuestos obje- tivos, aquella tesis marxista del surgimiento de la Revolución Socia- lista en aquellas naciones de más desarrollo de las Fuerzas Productivas, pero, creemos, no obstante, no sean necesarios tales alardes de fuerza y destrucción, pues confiamos en la voluntad de- mocrática de los aquí presentes, fundamentalmente en la voluntad democrática del pueblo y el gobierno de los Estados Unidos, para una vez llevada a cabo la votación aceptar disciplinadamente la vo- luntad de la mayoría; ¡permiso, permiso!, necesito hablar como re- presentante de la otra parte, lo que usted y sus seguidores pretenden es absolutamente descabellado e improcedente y antidemocrático, sí, antidemocrático, porque en el supuesto de que sus propuestas sean mayoritariamente aceptadas, ¿por ventura, no estaríamos so- metiendo una minoría a los dictámenes de una mayoría?, ¿y todo lo que dicta no tiene un elemento dictatorial, inclusive, una aburrida maestra que dicta sus lecciones en una perdida escuelita rural?, ¿no estaría esa democracia que usted proclama, y en nombre de la cual vocifera, minada de origen por el germen de la dictadura?, no, no quiero respuesta alguna, simplemente los Estados Unidos no pueden acatar una decisión que acabaría con el sistema de democracia repre- sentativa en su territorio, a cambio de que en el mundo a más nadie, nunca, se le ocurra jugar al comunismo, sería el absurdo, lo grotes-

326 Armando de Armas co, que sólo vendría a demostrar, en caso de que se impusiese tal decisión, una vocación suicida que el positivo pueblo de los Estados Unidos de Norteamérica estaría muy lejos de poseer, no la aceptará el pueblo norteamericano, no la aceptará el gobierno, no la aceptará el Pentágono, ni nosotros, los aliados del más poderoso país de la tierra, así que, nuestra posición queda clara; pero oigan eso, ¡oigan eso!, representantes de estados soberanos de todo el orbe, que hemos luchado y que durante todas nuestras vidas hemos tenido fe en las ideas y principios democráticos, con la que se viene el representante de la otra parte, es simple y llanamente, inaudito, i-nau-di-to, mons- truoso, como descubrir de pronto que la madre de uno es una prosti- tuta y que de ella no puede esperar nada, una madre o un dios por el que se han soportado cárceles, privaciones de todo tipo, humillacio- nes, torturas y abstinencias, la gran estafa, así como así, sin más ni más, no puede ser, nos resistimos a que nos maten la esperanza que es lo único que tenemos, y si la democracia más que una realidad es una ilusión, nos negamos rotundamente a perder dicha ilusión, por- que con ella desapareceremos nosotros también, creo, el represen- tante de la otra parte ha hecho gala de una prepotencia que quiero pensar es sólo fruto de su mente enferma y no de un estado de opi- nión generalizado entre los integrantes de la otra parte, quiero pen- sar que es un advenedizo, que no tiene apoyo, que sus opiniones han vertido tanto horror entre los integrantes de la otra parte como entre nosotros, que no va a suceder lo que él dijo y que el cónclave va a adoptar, sin dilación, la voluntad democrática por dura que ésta sea, de lo contrario, no nos va a quedar más remedio a nosotros que re- gresar en nuestros respectivos países a las formas de gobierno ante- riores a la modernidad, es decir, a la Monarquía, porque quiero ex- presar aquí, vendría a resultar, entonces, el único poder que se muestra sin subterfugios ni edulcoramientos, tal cual es en su forma bruta, primitiva e ingenua, sosteniéndose en dicha fuerza por el mandato divino, así de sencillo, sin complicaciones ni monsergas que no han hecho más que llenar el cerebro de humo a las masas, ansiosas de nuevos y exóticos mitos, y muchas veces a los propios líderes, la monarquía como vía y solución al crucigrama ideológico- político a que nos ha conducido la modernidad, y no es que vayamos

327 La tabla a renunciar a la modernidad, no, eso no, sino que la modernidad debe entenderse como lo llano y accesible, sin disquisiciones filosó- ficas, ni laberínticas contradicciones que frenan los impulsos, dege- neran el espíritu y conducen a la ociosidad; constituiremos una con- federación de estados monárquicos que no tengan que recurrir al marxismo-leninismo o a los ideales de la Gran Revolución Francesa para explicar la razón de ser de su poder; estoy aquí porque estoy y punto; un punto negro formado por círculos concéntricos en el techo por donde escapar un día en que las cosas se pongan muy difíciles; una mujer es tremendo punto en la medida en que brinde a muchos hombres, juntos o por turnos, la posibilidad de escapar a otras di- mensiones o mundos por su punto negro y peludo; y nadie tiene por qué cuestionar nuestra actuación y no es que estemos en contra del cuestionamiento, que ya se sabe esa posibilidad de no cuestiona- miento la brinda ampliamente la dictadura del proletariado; trescien- tos sesenta meses de nostalgia, tres décadas de destierro y desunión; pero el estadista marxista tiene que recurrir a la retórica de las leyes objetivas y subjetivas, el internacionalismo proletario y el futuro lu- minoso; mi generación se aferra a una raíz sin tierra; un futuro de campos de caña incendiados y un General Candela cabalgando un caballo alado y yo tomándome una cerveza fría en el restaurante La Verja con una tarja en la pared; centro de tradición heroica; y otra tarja; en esta casa nació Federico Fernández Cavada, alias General Candela, fusilado por las tropas colonialistas españolas el 1º de julio de 1871 en Nuevitas; María Candela es una negra presidiaria y pen- denciera que tiene un culo como una montura; mientras nosotros gobernaremos a nuestros pueblos con el desenfado de los césares, de Alejandro Magno y Carlomagno, de Carlos V y Atila, de Gengis Kan y Enrique VIII con su cara redonda y su ceño fruncido y sus muchas mujeres decapitadas; decapitar mujeres debe ser un entrete- nimiento muy divertido y, sobre todo, revelador de la naturaleza fe- menina; un cuello largo y estilizado como el de una gacela sostiene una cabeza de perfiles griegos que cae tronchada como una flor por el golpe certero de la filosa hacha; porque nadie puede tildarnos de reaccionarios ni mucho menos, porque nada ha aportado más al pro- greso de la humanidad que el pensamiento y la cultura y la forma de

328 Armando de Armas ser del Renacimiento y qué fue el Renacimiento sino una vuelta a la antigüedad clásica, y en esencia eso es lo que proponemos, una vuel- ta al pasado para perfeccionar el presente, la búsqueda de la verdad en el ejemplo de poder que nos legaron aquellos hombres rudos; ¿tarrudos los tipos?; cruentos, ingenuos e intrigantes que proclama- ban sin el menor asomo de pudor; yo gobierno como intermediario de Dios; el intermediario es una lacra social que tenemos que erradi- car en la sociedad socialista por el daño que causa al presupuesto del pueblo trabajador y a los principios que sustentan dicha sociedad; socializaremos las mujeres y eso será lo más lindo que tenga el co- munismo, tu mujer es la mía y la mía es la mía; no, eso no, eso es trampa; bueno, está bien, como tú quieras, el problema es que se pueda templar aquí sin restricciones de ningún tipo, ¡vaya por ver la leche correr!, porque si racionamos la comida; para que todos alcan- cen, no porque la productividad en el sistema de propiedad social sobre los medios de producción sea inferior al de la propiedad basa- da en la explotación del hombre; no tenemos por qué racionar la templazón; yo pertenezco a la orden de caballeros templarios; ¿mo- narquía?; bueno, eso viene de mono; monos muertos por ráfagas de AK en las junglas de África; que según Darwin son el punto de par- tida de nuestro árbol genealógico, y los primeros reyes fueron los primeros monos que dejaron de serlo, y por ser los primeros hom- bres comenzaron a mandar sobre los demás que vinieron después y se denominaron monarquía que viene a ser en resumidas cuentas un conjunto de monos muy envarados y creídos de sí; ¡cuidado!, ese tipo es mono, no, no es que se haga el gracioso ni que coma platani- tos en las matas, es que pertenece a la monada y te puede meter o mandar a meter preso por hablar o hacer lo que no debes; ¿monada?; cuerpo de policía; del griego unidad; término filosófico con el que se designa la unidad estructural, sustancial del ser; en la mónada se refleja todo el mundo, la mónada, como individualidad, contiene como en germen lo infinito; Napoleón no, y no es que no simpatice- mos con el pequeño corso es, simplemente, que Napoleón es un pro- ducto de la Revolución Francesa y como tal lanzó sus ejércitos a la guerra, conquistó, desmembró, y sojuzgó a Europa en nombre de la civilización, la modernidad y las libertades del hombre y de los pue-

329 La tabla blos sin los cojones suficientes para decir esto lo hago porque soy Napoleón y necesito y amo y soy el poder y punto; un viejo soldado de las guerras napoleónicas arrastra una pierna y hurga con la mule- ta en un basurero en busca de algo que llevarse a la boca; mi herma- no se fue por el Mariel en el 80 y está viviendo en California; ¿y cómo anda él?; bueno, figúrate, tú, con una pierna que arrastra; el pobre qué pena me da; ¿pobre dices?, no hombre, no, si lo que arras- tra es una pierna de jamón; el caso es que Boba no tiene la culpa de haber sido atraído, impulsado, catapultado y zarandeado por un con- junto de fuerzas unidas y contrapuestas a la manera de intensos re- molinos que giran en una dirección para imprevisiblemente girar en otra, en círculos que se contraponen de abajo a arriba y de arriba a abajo, en una guerra que los desintegra e integra con la misma rapi- dez, que los confunde, los separa y enfrenta, pero que al mismo tiempo dichos círculos van a contraponerse, mezclarse, confundirse y enfrentarse con círculos de otros remolinos, que a su vez tendrán el mismo despelote interno, dándose como resultado una totalidad absolutamente despelotada, sin comienzo ni fin, y donde los cam- bios y encontronazos parecen constituir el medio y el fin, de todo lo cual resulta que el Boba no tiene cabida en esta sociedad socialista, excomulgado por la Iglesia Católica, golpeado en la prisión por sus compañeros de celda que antes fueron perseguidos por él a tiro lim- pio cuando se creía con la verdad en la mano gracias a unos cuantos manuales de marxismo hospedados de por siempre en su mochila y leídos aprisa en círculos de estudio o en los descansos de la compa- ñía después de agotadoras marchas, y sobre todo, cuando se creía parte importante del poder con su rutilante uniforme verde-olivo y su pistola de cachas dedicadas por el Che, vejado y humillado por los presidiarios comunes juramentados a la secta de los Abakuá por hacer mofa de los preceptos que condenan la homosexualidad pasi- va en dicha secta y condenado a muerte por la organización Alfa 66 debido a su presunta colaboración con los Órganos de la Seguridad del Estado, con lo que habría contribuido a desactivar no sé qué im- portantes planes de dicho grupo armado, nada, atrevido que es él y mejor que permanecer en la sala de la casa en pantuflas, sentado frente al televisor, viendo pasar las imágenes de un mundo revuelto

330 Armando de Armas y convulsionado como el centro de un terremoto, que para el Boba lo importante, lo esencial es la búsqueda, si encuentras o no será una cuestión de suerte o de táctica y estrategia, pero en la búsqueda constante de la verdad debe estar la verdad misma, en la entrega del que se tira de cabeza al laberinto de espejos y al final se rompe la cabeza y se corta, pero que se levanta y vuelve a tirarse porque sabe, o más bien intuye, que a pesar de las cortaduras, el dolor, el chichón y la sangre, los espejos no son más que ilusión y lo único que podría ser cierto es su voluntad de hender cristales con la cabeza y el cuerpo como misil disparado; hombres-misiles disparados y estrellados contra los muros de la fortaleza, la fortaleza que guarda al poder, el poder de los muertos, el que fabrica a los muertos, el de los muertos sobre los vivos, muertos miserables en su comportamiento con res- pecto a la paz, hijos como son, en su mayoría, de la violencia, es decir, del poder, asumen no obstante la paz como su condición nú- mero uno, de ahí, indudablemente, la expresión paz de los sepulcros, nuestra paz, que nadie puede negarnos el mérito de haber mantenido al país en paz durante tanto tiempo, mientras nuestros hermanos ter- cermundistas se desgastan en guerras civiles, entonces, a qué temer a la fabricación de muertos, chapearle la cabeza a éste o aquel, si tal es el precio de la paz, si los muertos son la paz misma, si mis amigos son los muertos, si los muertos muertos son, si los muertos que vos matáis gozan de buena salud, léase, buena paz, y si los muertos, so- bre todo los nuestros, son por lo regular hijos de la violencia, esto viene a demostrar como falsa cierta tesis esgrimida por sesudos hombres de ciencia del Iluminismo Francés del XVIII que postulaba que hijo de gato necesariamente caza ratón; nuestros muertos no son más que verdaderos patriotas pacificados; Yarini también fue un pa- triota, a su manera, como son todos los patriotas, la Guerra de las Portañuelas que libró Yarini no fue más que manifestación en los bajos fondos habaneros de la guerra que debió librar la burguesía criolla por desarrollar y controlar la industria nacional frente a la avalancha de capitales extranjeros; en 1905 había veintinueve inge- nios de propiedad norteamericana, cuya producción constituía el veintiuno por ciento de las zafras cubanas; pero a los muchachos de la burguesía cubana les faltó el valor que tuvo Yarini de morir con

331 La tabla una pistola caliente en la mano enfrentándose al francés Lotot y a sus hombres por el control de la putería nacional en San Isidro; Lo- tot pudo matar a Yarini porque no fue un lance de caballeros, sino que le preparó una encerrona apostándose en los tejados de San Isi- dro, en tanto Yarini pasaba acompañado de sus amigos, con lo que en La Habana de principios del XX se da un acontecimiento que reúne elementos de la epopeya del Oeste Norteamericano y de la Tragedia Griega, y que sitúa al chulo Alberto Yarini en un lugar ci- mero de la Historia Patria como defensor de la dignidad de las por- tañuelas nacionales; me hubiera gustado vivir la época de Yarini, haber sido él, o tal vez suceda que no lo recuerde, pero que efectiva- mente fui Yarini y esos bares y mujeres alegres que se me aparecen en los sueños son reminiscencias de una época que ya viví como Yarini en traje de Dril Cien y sombrero blanco y caro paseándome por San Isidro y sonrisa fácil y mano experta en caricias y el golpe preciso y declarando en el hospital instantes antes de morir que los franceses muertos en la reyerta corrían de mi parte y que el amigo que me acompañaba nada tenía que ver con tales muertos porque un amigo es siempre un amigo y qué más da un muertecito más o me- nos cuando precisamente ya las leyes de los hombres no te van a poder juzgar, eso, ser Yarini, en vez de ser un chulito de café con leche, como soy, que tiene que sonreír y ser amable y buscar las hembras que sepan satisfacer a plenitud los sofisticados gustos, y las aberraciones, de los decadentes hombres provenientes de una socie- dad decadente; ¿decadente?; sí, decadente, pero al menos eso quiere decir que viene de una determinada altura, malo es no caer, significa que nunca se ha tenido altura; quisiera ser como Yarini y batirme a tiros con todos estos hijos de puta; ¿cuáles?; tantos hay que no sabría por dónde comenzar, pero por ahora me conformo con tirotear a los que atentan contra la dignidad nacional, que es la mía, en tanto indi- vidualidad que conforma, junto a otras, esta mierda de país muy triste y muy alegre y muy trágico y muy cómico y muy infernal y muy paradisíaco y muy de pan con timba; bueno, aceptado todo lo que digas del país, siempre y cuando no identifiques el país con quienes lo gobiernan, no hay razón que justifique semejante desati- no; tienes razón, tienes toda la razón del mundo, perdóname si he

332 Armando de Armas cometido ese pecado, pero, a fuerza de poner infinidad de recursos en función de la propaganda doctrinal, terminan, en primer lugar, ellos mismos, identificándose con el país, y obligándote a ti, simple compañero, por disímiles métodos, burdos y sofisticados, a identifi- car al país con quienes lo dirigen, o con quien lo dirige, o con quien lo desdirige, y es horrible que tan poca gente, o una sola gente, se abrogue el derecho de ser todo un país y por tanto el derecho de in- terpretar y dar curso a los anhelos y esperanzas de un pueblo, hasta el punto que un certero disparo a la cabeza de Esa Gente pueda ver- se, inclusive por el autor del disparo, como un disparo a la cabeza misma de la patria; ES ARA Y NO PEDESTAL; la pederastía es vicio muy extendido entre la población cubana, fundamentalmente en la de color, y que tiene su origen en las dotaciones de esclavos de los ingenios azucareros donde escaseaban las hembras, cosa que procuraban los amos con el fin de evitar trifulcas entre los ejempla- res machos y conservarles además todo el vigor para el corte de la caña, machos que entonces comenzaron diligentemente a satisfacer sus impulsos primarios mediante el comercio carnal contra natura, con lo que los hacendados salían doblemente perjudicados; ¡vaya metodología de sabotaje a las relaciones de producción esclavistas!; ya que igualmente los practicantes anales eran motivo de trifulcas, a veces sangrientas, entre los machos alanceadores e igualmente tales prácticas consumían vigor aprovechable en el corte de la caña, aña- diéndole el hecho, totalmente improductivo, de que como se supon- drá semejantes intercambios carnales no podían dar el fruto de nue- vos críos que engrosasen la dotación de esclavos; yo también fui combatiente, y esa condición no me la puede quitar nadie, siempre me han estado quitando cosas, pero la único que nunca se le puede quitar a alguien es lo vivido y lo aprendido, que los capitales suelen perderse por desacertadas operaciones de inversión, te los pueden robar o te los interviene la Revolución Triunfante en nombre del nuevo estado de obreros y campesinos; primer estado de obreros y campesinos del hemisferio occidental; ¿estado?; estado de gesta- ción, estado de paranoia total, estado libre asociado, estado de em- briaguez, estado de lucidez mental y estado de coma, sálvese quien pueda, coma quien pueda, comer ha sido durante toda la historia del

333 La tabla hombre su gran aventura, los generales de la revolución comen ave- llanas, ave César, Avellaneda poetisa, César pájaro; estado, organi- zación política de la clase económicamente dominante, tiene por fin mantener el orden de cosas existentes y aplastar la resistencia de las otras clases, en el futuro cederá su lugar a la autogestión social co- munista; el estado de todo el pueblo que surge de la dictadura de la clase obrera cuando se llega a un determinado nivel en la edificación de la sociedad comunista, constituye un escalón próximo ya a la fu- tura sociedad sin ESTADO; dígame, usted, lo que son las cosas, así que la más perfecta maquinaria estatal va a conducir, precisamente, a la extinción del estado; y aprendí a ser un combatiente en país de combatientes y combatí por no cumplir, convertirme en un recluta, siete pesos mensuales, del Servicio Militar Obligatorio o Servicio Militar General, como le llaman ahora, mismo perro con diferente collar, perros al fin; un collar de perlas para mi reina, reina por un día, querida, un día de estos gritaré a los cuatro vientos, te quiero te quiero te quiero, quiero Oriana estés siempre conmigo y ahorita mis- mo te voy a buscar y no me van a importar ni el Lobo, ni la Gata, ni Luly, nadie, el problema es que te vayas conmigo, que no soporto la separación, o al menos la separación de ti, aunque no te haya dicho nada, nada Oriana que ya llegamos y mira con qué facilidad rompo las olas a pesar de las millas nadadas, todo un récord, Oriana, y no hay tiburón en todo el mar que se atreva, que para eso llevo la pisto- la en la boca, nada más esperar a que la bestia se acerque y abra bien la boca, entonces, le meto el cañón bien adentro y sin miedo a que me arranque el brazo porque en el momento en que esté cerrando la bocaza voy a estar apretando el gatillo y ya verás Oriana mía cómo escupe la sangre y tiñe el agua, y no temas que yo soy tu caballero y cabalgo sobre las olas como si tal cosa; soy lo que se llama un paci- fista consecuente, es mejor estar preso o que lo maten a uno que adaptarse a la disciplina militar, cuádrese soldado, cabo de la guar- dia yo siento un tiro, pelado al coco y el sol que te despelleja la ca- beza y las leyes se cumplen no se discuten, la discusión como here- jía, acatar, eso es, hay que acatar las órdenes del mando, ordeno y mando, mando y ordeno, la tropa está hambreada, mi general, pues que se cocinen las suelas de los zapatos y se las coman, no comas

334 Armando de Armas mierda que una sopa de clavos no hay dios que se la dispare, dispa- rar primero y preguntar después, uno no quisiera morirse pero a ve- ces es preferible morir, morir por la patria es vivir, vivir por siempre a tu lado, Oriana, el Lobo sabe bien lo que es eso, sabe más que yo porque tuve más suerte y cogí la amnistía de Raúl Castro, alias la China, a los desertores; ¿cuántos?; no se sabe, quizás nunca se sepa, secreto militar, secreto de secreto; pero así y todo antes de la amnis- tía fue mucho lo que tuve que huirle a los Boinas Rojas, que, entre paréntesis, no eran malos muchachos, sólo que persiguiendo a los que no se adaptaban tenían la posibilidad de pasarla un poquito me- jor y se daba el caso de que les regalaban setenta y dos horas de pase y una caja de cerveza por cada desertor que capturaran; cazador de desertores debe ser un buen oficio, al menos, un poquito mejor que ser desertor; es como si yo siempre estuviese desertando de algo; o tal vez no sea exactamente así porque simplemente nunca he milita- do en nada, y menos pertenecido a, identificado con, soy nada, pero mi nada no es nadería; nada Oriana que ahí se ven ya las costas de la Florida; Hernando de Soto descendiendo en un ataúd sostenido por cuatro cuerdas atadas a las cuatro proas de las naves que restan de su expedición armada, la noche oscura hendida por las antorchas, y una mirada como de resignada incomprensión en aquellos hombres del Renacimiento con mentalidad medieval que en esta noche bajan el cadáver de su impetuoso jefe al fondo de un ignoto río, mientras, un poco más allá, en la frontera entre la luz y las sombras, brillan en la selva los crueles ojillos de una fiera y se sienten chillidos que pue- den ser de monos o gritos de guerra de indios que preparan la próxi- ma emboscada, envalentonados como están por la muerte del jefe de los débiles, ¡ahora lo saben!, y pálidos dioses poseedores del rayo; la primera vez que me cogieron fue por un chivatazo de la vieja jefa del comité; buscar posibles conexiones entre una vieja jefa de comité y el gran jefe guerrero de una tribu sioux; te vendo un par de zapatos de lengua de comité; comité comité comité, en cada cuadra un comi- té y en cada barrio un bugarrón; y cuando fui a saltar por la ventana del fondo de la casa un ceremillar de Boinas Rojas como auras tiño- sas rondando la carroña y es del carajo saber que la carroña eres tú y que tantas auras tiñosas te quieren comer; ¡párate hijoeputa!, ratata-

335 La tabla tatatatata ratatatatatatata, y mi madre, ¡ay, coño, que me lo matan!, pero yo creo sólo querían asustarme porque ni un arañacito me hi- cieron, aunque después cuando me llevaban esposado el teniente se rió con una risita extraña y me dijo que tenía tremendo ángel de la guarda, ahora, lo que yo sí sé es que si no se me hubiera virado el pie no me hubieran cogido y es del carajo que en medio de una balacera se te vire un pie, sobre todo cuando los pies son la única arma que se tiene, y para que usted vea a lo mejor eso fue lo que me salvó porque yo, a la verdad, no le aconsejo a nadie que le corra delante a un Boi- na Roja armado con un AK; el teniente tenía una cara redonda y noble de guajiro que todavía no ha acabado de soltar el arique, sin embargo, después a él le tocó en suerte matar al Pepillo, a quien conocí una vez que me cogieron no sé ni por dónde y llegué a Cana- leta esposado junto a él, lo cual es buena circunstancia para iniciar una amistad, era un muchacho de La Habana como de diecisiete años que habían agarrado en la Rampa y venía vestido con un jeans Lois, unas zapatillas Cobra, un reloj Orient y un pulóver Franco Pu- ggi, lo sé porque era una época en que no era fácil obtener todo eso, porque el jineteo no existía o existía con métodos muy primitivos ya que todavía no se habían instalado las diplotiendas como ahora, y les decía a los custodios de la guagua con las lágrimas corriéndole por la cara, una cara linda que hubiera hecho las delicias del bugarrón más exigente en cualquiera de las prisiones militares a que nos po- dían mandar; les doy todo lo que traigo arriba más quinientos pesos a cualquiera de ustedes que vaya a mi casa en el Vedado, si me suel- tan, que dinero y ropa para mí son mierda, yo lo que quiero es estar en la calle; los muchachos lo miraron con la codicia en los ojos, pero tuvieron miedo o se tuvieron miedo unos a los otros porque no acep- taron, a mí me dio lástima el Pepillo y no sé por qué cojones, porque yo estaba tan jodido como él, y como él, a merced de la voluntad de otra gente, quizás, siempre, por muy libres que seamos estamos a merced de otra gente, pero, coño, nunca eso es tan evidente como cuando te llevan esposado y las boquitas de los AK negras y estre- chas como un culo apuntándote a la barriga, que no sé por qué no apuntan al pecho, y es, para mí, una orientación del mando como para que la muerte de un desertor no haga pensar en el más mínimo

336 Armando de Armas indicio de heroicidad y ellos, si es así, deben tener razón porque leí u oí acerca de la historia de un joven que vivía orgulloso de su padre porque había muerto de un tiro de pistola en el pecho en el transcur- so de un duelo, y quién te dice que el muchacho sufre un trauma cuando alguien, imprudente, que siempre los hay, le reveló las ver- daderas circunstancias de los fatídicos acontecimientos, donde efec- tivamente el padre había muerto de un tiro, pero no en el pecho, sino en la barriga, y no en el campo del honor, sino en una trifulca en un burdel de mala muerte, aunque yo el joven no hubiera vivido con ese trabajo porque, en definitiva, la esencia del asunto continuaba sien- do la misma, muerte del padre por disparo de arma de fuego con las mismas consecuencias para la viuda y el hijo, lo otro, es sólo una cuestión de adorno que muy poco aporta en realidad al hecho mismo de la muerte, por supuesto, no hay discusión, de que te maten co- rriendo que te maten parado y de que te maten parado que te maten matando; matar es un placer; el Lobo asegura que después que lo haces una, puedes hacerlo mil veces sin remordimientos de concien- cia, y eso tal vez demuestre que para Dios matar no es una cuestión de cantidad sino del hecho en sí y matar a un hombre es matar un poco a todos los hombres y estar en una escaramuza es estar como en una guerra mundial porque, para el combatiente de cualquiera de las dos guerras mundiales, o de cualquier guerra, la contienda no se da en su totalidad sino en fragmentos, en la escaramuza particular en que participó dicho individuo, aun cuando participara en las grandes batallas decisivas de cualquiera de los dos conflictos, sólo estaría en escaramuzas porque así, qué pena de los retóricos del heroísmo, es como se dan las batallas en la realidad, por muy grandes que sean, se dan para cada uno de sus participantes en particular, para éste, la batalla no fue más que la defensa de una hondonada, para el de más allá, la permanencia en un punto de observación, para otro, la carga contra una triste colina o una retirada a la desbandada, para otro más, el impacto de metralla que lo deja ciego y desfigurado, y para el de más acá, el vacío de la muerte, así la Gran Batalla no es más que muchas pequeñas batallas que son como muchas pequeñas guerritas que hacen la GUERRA; la guerra de Troya, las Cruzadas, la Con- quista de Méjico y la Segunda Guerra Mundial son la misma guerra

337 La tabla a través del tiempo y sus soldados un solo soldado en el tiempo, entonces, por qué no voy yo a ser un combatiente si he sentido el olor de la pólvora y el silbido del plomo desgarrando los mangles y las voces de mando y el miedo como animal salvaje y he tenido la misma probabilidad, o más, de morir que los niños héroes de Cha- pultepec o que los combatientes en el sitio de Leningrado, y un día de estos habrá que darme una medalla de combatiente; esos genera- lotes soviéticos llenos de medallas y entorchados son un primor; ¡eran-dos-alpinos-que-venían-de-la-guerra!; aquella misma noche que lo trajeron el Pepillo se tiró a cruzar la alambrada, los reflectores daban contra la barraca como latigazos de un jubo cuqueado y gritos y las ráfagas ratata tatata ratata ratatatatatatatatatatata toda la madru- gada, como si el Pepillo no fuese el Pepillo sino toda una compañía, al otro día, al clarear, nos sacaron al desayuno, una galleta y agua con azúcar tibia, y vimos, no sé si con horror o con asombro o con ambas cosas a la vez, o tal vez, ya, con ninguna de las dos, que toda- vía no habían retirado al Pepillo de allá arriba de la alambrada, tenía los brazos en cruz, tan alto que había que levantar la mirada para verlo, y era como una versión del Cristo crucificado en la post-mo- dernidad, le faltaba una zapatilla Cobra, el pantalón tenía un desga- rrón desde las nalgas hasta muy abajo y dejaba ver una pierna muy blanca y muy hinchada como si no tuviese nada que ver con el cuer- po flaco y se la hubiera pegado allí algún chistoso demiurgo por jo- der, la espalda, llena de puntos negruscos que después, más cerca, eran unos agujeros sanguinolentos que le salían por el pecho en unos boquetes para meter dos puños de hombre cerrados, y a la cabeza, le faltaba toda la parte izquierda y daba la impresión de ser la cabeza de uno de esos seres que tienen el cuerpo normal y una cabecita como la de un fósforo, por lo demás, pareciera que durmiera allá arriba porque no tuvo tiempo de despertarse y bajar de donde había subido a dormir durante la noche debido al insoportable calor de la barraca y la sabrosa brisa que debe soplar allá en las alambradas lo adormeció de tal forma que no oyó el de pie y ahora que el sol había salido le daba pena o miedo que el Teniente le metiese un reporte, no sé por qué a mí me parecía eso, porque entre los guardias se oía el comentario alabancioso de la clase de puntería que tenía el Teniente,

338 Armando de Armas pues, todos habían tirado de manera que parecía una guerra aquello, y lo era, pero no tiraban a darle, hasta que llegó el Teniente con un plegable y le puso todas las del cargador en el cuerpo al Pepillo; y hoy como a las doce fue que bajaron al Pepillo cuando ya había va- rias auras rondando y algunos oficiales vomitaron en el almuerzo, lo que motivó que los oficiales más viejos comentasen que eso de los vómitos era blandenguería y falta de preparación combativa; la pre- paración física y sicológica es fundamental en los combatientes a la hora de enfrentar al enemigo, llevamos más de treinta años prepa- rándonos para si deciden atacarnos, ha sido la más larga, la más do- lorosa, la más efectiva, la más sacrificada, la más obstinada, la más la más la más preparación de un pueblo para la guerra; aquí-allá-y- rataplán; hemos preparado regimientos blindados de impedidos físi- cos y es cosa de ver a los inválidos en sus sillas de ruedas recubiertas con planchas de acero y ametralladora emplazada al frente descen- der una montaña tirando ráfagas a trocha y mocha; ¿tendrá esto que ver con la Trocha de Júcaro a Morón?; haciendo blanco en un viejo barco anclado en la costa con una bandera norteamericana flameante en la popa, porque, si algo no nos pueden negar los imperialistas con todo y sus campañas de difamación, es nuestra capacidad de organi- zar, agrupar, colectivizar, regimentar y controlar, ahí está precisa- mente nuestra fuerza; es la fuerza del pueblo; pueblo mío que estás en la colina; a los imperialistas nunca se les hubiera ocurrido eso de que íbamos a hacer de los inválidos una tropa de choque, y menos una tropa de choque con poder combativo nada simbólico, es decir, demoledoramente real, una tropa de choque blindada; blindaremos por ti y porque te vaya bien; allá tiemblan ellos en su cubil porque saben que aquí hasta los limitados físico-motores están dispuestos a inmolarse de la manera más cara posible antes que permitir que vuelva el capitalismo, y para que no se asombren, entre nuestros planes futuros está el adaptarles también esteras y motores a las si- llas de ruedas de nuestros impedidos, esa es, compañeros, la voca- ción de un pueblo a preservar su soberanía y sus conquistas sociales; Cuba potencia médica mundial, potencia deportiva mundial, poten- cia cultural mundial; nosotros los cubanos somos muy potentes y por eso es que las extranjeras se vuelven como locas cuando tienen

339 La tabla el privilegio de probarnos en la cama, somos un pueblo realmente hecho para la cama y en vez de la caña podría muy bien ser la cama nuestro producto nacional, lo que sucede es que debido a un proble- ma de prejuicios y a la lucha por sacar el país del subdesarrollo y edificar el comunismo, hemos olvidado o reprimido nuestras verda- deras posibilidades sexuales; es un error salir del subdesarrollo, el subdesarrollo es maravilloso, sólo subdesarrollo permite escribir frente a una ventana, levantar la vista y ver una gallina picotear entre la hierba, una hierba nada recortadita, nada simétrica, en esencia, silvestre, y las vacas paciendo y espantándose las moscas con el rabo, mientras unos pajarracos negros les extraen garrapatas de las orejas y se les prenden a las tetas en una visión surrealista que haría palidecer de aburrimiento y envidia a la máquina de coser y el para- guas sobre una mesa de disección, mugiendo con una tranquilidad y un aire de eternidad soberanos; las vacas son propiedad estatal y los pájaros y los peces y el aire y el agua y el cielo azul y las sillas de ruedas tanques de guerra de nuestros inválidos y el gancho con que bajaron al Pepillo de la alambrada; ¿Alhambra?; sí, señor, teatro Al- hambra, el mejor ejemplo de que la mejor política cultural es preci- samente no tener ninguna; política cultural, política salarial, política internacional, política sexual, política de cuadros y política digesti- va, esta última es fundamental puesto que una mala política digesti- va puede conducir a una revolución de pedos y diarreas, de Padre y Muy Señor Mío, aunque, probablemente no exista la tan ponderada, y pundonorosa, política digestiva, ni ninguna otra, excepto LA PO- LÍTICA DE LAS DIGESTIONES, sí, como lo oye, el caso es que la política, LA GRAN POLÍTICA, depende de las digestiones de los Máximos Líderes; CORO; cambia, Líder, cambia; así, la noche en que el Máximo Líder tuvo una buena digestión no hay mayores pro- blemas y puede que hasta se permita sus chistecitos o regalos o in- dultos o la aprobación de alguna ley de supuesto beneficio popular, pero, si el Máximo tuvo una mala digestión y la misma le produjo pesadillas, cosa frecuente entre los máximos, entonces veremos al otro día las pesadillas convertidas en realidad como por maléfico encanto, por eso sostengo yo en cierta tesis acerca del poder, que los Máximos Líderes suelen tener mucho de consumados artistas, y de

340 Armando de Armas artistas surrealistas, por esa extraordinaria capacidad que poseen, como nadie, para convertir en realidad lo onírico, si es que hay rea- lidad y si es que hay lo onírico, por tanto, la política de las políticas, la que las contiene a todas, es LA POLÍTICA DE LAS DIGESTIO- NES, y eso está muy claro, hombre, si no por qué crees tú que los Máximos Líderes tienen garantizada una dieta por encima de las posibilidades del pueblo trabajador, no es, malpensado, si lo pensas- te, por una cuestión de privilegios, que eso es propio solamente de las sociedades divididas en clases, una revolución, si lo es de verdad, elimina de raíz los privilegios, y a los privilegiados, esa superdieta se las imponen los mismos máximos para poder digerir lo mejor posible y gobernar lo mejor posible, cosa que, además, y a pesar de errores circunstanciales, siempre logran porque la sabiduría y luz larga de los Máximos Líderes es cosa bien sabida, probada, y el ejemplo más palpable de ello lo constituye el racionamiento de ali- mentos a la población con lo que logran sabiamente evitar la obesi- dad entre las grandes masas, y todas las enfermedades afines; PE- RIODO ESPECIAL EN TIEMPOS DE PAZ; COMUNISMO DE GUERRA; qué cosa más horrible, comunismo, y si no bastara, co- munismo de guerra; ESTAMOS A LA ALTURA DE NUESTROS MAMBISES, HAREMOS SUS SACRIFICIOS Y MÁS; ¡más, dame más, papi, dámela toda!; hay que ahorrar, compañeros, evitemos el despilfarro, acuérdense de la patria, control, mucho control; LA MAÑANA EN EL CAMPAMENTO; mataron res ayer, y al salir el sol, ya están los grupos a los calderos; Domitila, ágil y buena, con su pañuelo egipcio salta al monte, y trae el pañuelo lleno de tomates, culantro y orégano; uno me da un chopo de malanga, otro, en taza caliente, guarapo y hojas; muelen un mazo de cañas; costó trabajo enganchar al Pepillo para bajarlo, el Teniente le tiró el gancho una pila de veces y siempre falló, la gente comentó que era muy bueno tirando con el AK, pero malísimo con el gancho, otros argumentaron que eso no le demeritaba porque lo del gancho no formaba parte de la táctica y la estrategia que debió haber aprendido el Teniente; en- tonces el Teniente dijo; lo mío es tirar, lo de recoger muertos y heri- dos es cuestión de la Cruz Roja, lo mío, lo de cualquier militar, es hacer bien su tarea, miren aquí la mía, mi Pepillo; que-eres-mía-

341 La tabla sólo-mía-y-que-te-quiero; quiero erigir un templo de adoración a los huracanes, al Huracán, nuestro Dios Tutelar, tenemos que ir hacia el rescate de su culto, instauraremos una religión donde el precepto primero sea la adoración sin límites al Huracán, se lo merece por su fuerza destructiva, imprevisible y sanadora; esos frecuentes huraca- nes que nos azotan, como nunca antes, son producto de diabólicos experimentos yankis, ya que ellos no tienen valor de atacar, envían huracanes, se valen de las fuerzas oscuras de la naturaleza para sus ruines fines; y el primer paso para instaurar dicha huracanesca reli- gión como la religión oficial, es erigir un templo de manera que en el mismo podamos encerrar al Huracán, junto al Huracán encerrare- mos, para la plena satisfacción de sus ansias destructoras, edificios, sembradíos, animales y hasta personas, y podríamos organizar giras turísticas al epicentro del Huracán, con lo que de paso aumentaría- mos la entrada de fuertes divisas a la economía nacional, así, el Hu- racán nuestro Dios, lejos de ser ente terribilísimo, factor de insegu- ridad y desorden, se convertiría en inestimable renglón económico, y no exagero si digo que a la vuelta de diez años nos sacaría del subdesarrollo; en un lateral del templo abriremos un boquete, con tapa a presión, y por ahí echaremos en sacrificio a los animales, per- sonas, edificios, sembradíos y plantaciones cañeras, eso no se haría a lo loco, sino que se haría un estudio previo para determinar las plantaciones más raquíticas y de menos rendimiento por hectárea, de igual manera se procederá con las vacas, y las personas, agregándo- se en el caso de las últimas, consideraciones de índole político-ideo- lógica, con lo que además, el templo y su Dios jugarán un papel fundamental en la eliminación de disidentes y otras especies dañi- nas; los caballeros amadíses somos una especie en extinción; al tem- plo podría llamársele Centro Adoratorio del Huracán, y el mismo podría capitalizar la nueva religión para toda el área del Caribe y así tendríamos un instrumental insospechado de penetración y control, y ayuda, sobre los demás pueblos hermanos del Caribe, ahora, bien, aconsejamos que a la custodia del Huracán encerrado dediquemos los más sofisticados recursos de Inteligencia y el despliegue de los mejores batallones de nuestras Tropas Especiales con el fin de que el acceso al lugar sea un hecho rigurosamente estudiado y controlado,

342 Armando de Armas

¡y lo más importante!, que la persona objeto del control no pueda darse cuenta de que está siendo controlada, que todo funcione de manera muy natural, sobre todo, con los visitantes extranjeros, que con los del patio, si vamos a ver bien, hasta conviene que sepan que no se pueden poner en ninguna gracia porque le partimos la siquitri- lla en un abrir y cerrar de ojos; el siquitrillado es un nuevo vocablo incorporado por la terminología política de la revolución; deja que ellos digan y piensen que van a encerrar al dios Huracán por toda la eternidad, y no digo que no logren encerrarlo durante un tiempo, pero un día, seguro, va a explotar el templo y saldrá el dios hecho furia coleteando en infinitud de serpientes en círculos concéntricos a ras del suelo, de manera que no quede títere con cabeza en todo el territorio nacional, será una hecatombe purificadora, justa y necesa- ria, que nos alcanzará a todos por igual, Huracán cercenador de pal- mas y pedestales, de centrales azucareros y plazas públicas, de dog- mas y pesadillas, de ideales y prejuicios, primero en la Historia de esta siempre fiel isla de Cuba que actuará fuera y dentro de la mente y más dentro de la mente que en cualquier otra parte; vientos de 50.000 kilómetros por hora azotan la región norte-sur, este-oeste de la Mente Cósmica, de lo que se desprende una catástrofe cuyas con- secuencias son aún imprevisibles, pero de la cual podemos adelantar que no quedará idea sobre idea y que las fuertes lluvias mentales que atacan desde la madrugada de hoy han producido un desplazamiento de la diarrea mental que ha dejado a muchas mentes en un vacío absoluto, la mierda se desborda y ahora sólo nos resta esperar a que el nivel de las aguas siga subiendo porque ya no hay mecanismo capaz de frenar la acción liberadora de los elementos desencadena- dos; el próximo boletín se emitirá dentro de una hora; es la hora de los ciclones y no se ha de ver más que vigas en el aire como palos manejados por un fabuloso especialista en las artes marciales japo- nesas y el silbido de las ráfagas del viento contra la fachada de los edificios que resisten, tambalean, se inclinan y caen como sincroni- zadas fichas de dominó impulsadas por un dedo maligno, implacable y vengador; la venganza es dulce, muy dulce, ¿sabes?; ¡sabes qué!, ¡un huracán ni soñarlo!, no podemos permitir semejante cosa en el territorio nacional, escaparía a nuestros controles y pronósticos, sus

343 La tabla oscuras fuerzas se revertirían en contra nuestra; NUESTRA FE EN EL FUTURO LUMINOSO; y déjenme decirles algo, hasta ahora hemos tolerado a los huracanes, pero ellos esencialmente son con- trarrevolucionarios, se oponen al marxismo-leninismo en tanto que elementos ciegos de la naturaleza, ajenos a nuestros gustos, prefe- rencias y costumbres, a nuestra militancia partidista, a nuestras in- tenciones de hacer del Universo un todo armonioso y regimentado, científicamente explicable y conocido como la palma de la mano; mano de fanáticos adoradores del Huracán es lo que son y tendrán que pagarlo en la hoguera por hechiceros; Giordano Bruno llevado a la pira un 17 de febrero, dicen algunos que ya no iba nada convenci- do de su próxima reencarnación y hasta que se maldijo y aceptó los consuelos religiosos del oficiante, otros dicen que hizo un guiño ma- licioso al verdugo que encendía el fuego bajo sus pies y que podía significar en la próxima yo seré el aire y tú quizás sólo el leño que se consume; cayó a tierra con un sonido como de papas dentro de un saco lanzado al vacío desde un cuarto piso y en los ojos abiertos, muy abiertos, no había odio, ni ira, ni impotencia, sino una como dulce sorpresa de niño cogido en falta de juegos prohibidos, la boca sonreía como disculpándose de la sangre y la ropa en ese estado tan deplorable, él, que era uno de los pepillos que mejor vestía en las descargas de por el Vedado, en una época en que los pepillos se pre- ciaban de no bañarse y de andar llenos de parches y con una peste a cojón de oso que obligaba en ocasiones a la policía, cuando los reci- bía como huéspedes, a situarlos en calabozos aparte del resto de los presos por temor a provocar motines carcelarios entre estos últimos, que no toleraban tal peste; cuando lo bajaron no me afectó nada, sólo que me costaba creer que estaba verdaderamente muerto y durante días me dio por pensar que era sólo una broma del Teniente, una de esas bromas campesinas de mal gusto, ingenuas, toscas, a veces crueles, pero reveladoras siempre de una esencia noble y en comu- nión con los espacios abiertos, que pueden llegar a dañar pero sin el más mínimo asomo de malignidad, y cuya expresión más genuina se me da en una carcajada de áureos destellos al sol del mediodía, bro- ma para sanamente mantenernos entretenidos y no pensáramos más en la fuga; Capitán Fuga del Ejército Central me dio el pase; son

344 Armando de Armas jóvenes díscolos e inadaptados sociales, marginales, con trastornos de la personalidad, tendientes al vicio y a la vida fácil de las ciuda- des, sin capacidad de concentración, con desajustes en el seno fami- liar, agresivos hasta el punto de expresarlo en la forma de gesticular y caminar, atolondrados, con una terrible inversión de los valores y degenerados física y mentalmente y penetrados ideológicamente por la propaganda enemiga y penetrados analmente; hace falta estrechar los vínculos entre la escuela, el hogar y los CDR; unida, organizada la familia mayor; mayormente ese es el tipo de joven que tenemos en las prisiones militares, camaradas asesores soviéticos, y creemos, y lo vamos a demostrar en un trabajo científico que realizamos al respecto, que la respuesta para solucionar todas las desviaciones que minan la moral de la juventud está en militarizar más la enseñanza ya desde los círculos infantiles, los culeros y demás accesorios de la canastilla, incluyendo los pomos de leche, podrían ser llamativos uniformes de camuflaje, con lo que además de imbuir a los niños de una formación patriótico-militar y de acercarlos a nuestras más ca- ras tradiciones combativas, eliminaríamos, de manera relativamente fácil y económica, cierta supervivencia pequeño-burguesa de desa- rrollo individualista de la personalidad, ya que determinados niños se sienten fuera del colectivo, sea por razones de superioridad o in- ferioridad, que en última instancia siempre estas razones van a estar estrechamente relacionadas, y así se situaría a todos a un mismo ni- vel y despertaríamos en los infantes; infantes de marina de la 82 División acaban de propagar un zarpazo más a la paz y la autodeter- minación de los pueblos; el sentido de pertenencia a algo o a alguien; pertenezco a; Cuerpo de Bomberos de San Nicolás del Peladero, Unión de Churreros de Ceiba Mocha, Sindicato de Vagos de Artemi- sa, Carteristas Unidos por la Causa Común, Proletarios de Todos los Países Uníos, Sindicato de Maricones Afiliados a la Mamancia, Ju- ramentados del Palo Miyongo, Liga de Ex-Combatientes de la Loma del Palo Cagado, Unión Nacional de Borrachos Autorizados, Sindi- cato de Expendedores de Marihuana al Menudeo, Liga de los Comu- nistas Arrepentidos, Unión de Putas Reivindicadas, Asociación de Reivindicadores de Putas, Federación de Jineteros al Descaro, Unión de Salteadores de Caminos Retorcidos, Cofradía de los Chivatos de

345 La tabla

Lengua Fina, Unión de Escritores Sin Libros; lo cual contribuye, notablemente, al fortalecimiento de una personalidad positiva y a la participación activa en la construcción de la nueva sociedad y en la plasmación de los valores que corresponden a dicha sociedad, los valores revolucionarios y comunistas, martianos y marxistas, cosa que ellos puedan apreciar en el colectivo al que pertenecen, y en sus propias personas vinculadas al colectivo, el entronque cómodo, sua- ve, esperado, añorado, necesario, lógico y racional del pensamiento independentista cubano encabezado por la figura de José Martí y los ideales de Marx, Engels y Lenin, llevados a la práctica en nuestro país por el siempre invencible Comandante en Jefe, lo que sería una experiencia muy bonita y además productiva, por cuanto no pode- mos dejar la formación de la personalidad del individuo, es decir del colectivo, a la espontaneidad o al seguimiento de determinados va- lores ajenos a nuestra realidad político-social, casos como el nom- brado Pepillo se hubiesen podido evitar con un mayor control de la niñez y la juventud, control que debe y tiene que ser riguroso, no importan las campañas difamatorias que levanten nuestros enemi- gos si de lo que se trata es, precisamente, de lo más valioso, de la arcilla fundamental de nuestra obra; muñecos de arcilla con sus mu- ñones, millones de muñecos de arcilla con sus muñones, rígidos, resecos al sol, cuarteados, inmovibles, en posiciones agresivas, gro- tescos, mongoloides, firmes, antielásticos, cuadrados, con miedo a las redondeces, con una única expresión de miedo en sus ojos cie- gos, idénticos entre sí, hijos del mismo molde, moldeados a imagen y semejanza de las ideas, y caprichos, del Padre Eterno, muñecos vergüenza para el Padre Eterno, pero al fin y al cabo, contento, por- que no le salieron pecadores como los adanes y las evas del otro Padre Eterno que lo de Él, es decir, el de los muñecos de arcilla, sí es educación y formación integral y moral y fir- meeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeees, para lo que sea, perdón, pa’ lo que sea pa’ lo que sea, Papá, pa’ lo que sea, una conguita e, pa lo que sea sea sea sea sea sea usted bienvenido a la región de los muñecos de arci- lla del siglo XXI, pa’ lo que pa’ lo que pa’ lo que palo que nace tor- cido jamás su tronco endereza; ellos, nuestros enemigos, presentan el Control como fin y no como medio en nuestra terapéutica políti-

346 Armando de Armas co-social, pero alegrémonos, entristecernos ha, el día en que coinci- damos con el Enemigo, el día en que el enemigo no nos aborrezca, el día que diga qué bien se están portando, cómo han cambiado, no, eso nunca, primero desaparecer, hundirnos en el mar, comernos los unos a los otros, suicidarnos en masa, qué dije, suicidarnos, no, error, perdonen, una vez más me he equivocado, y no es que yo me equi- voque mucho, el problema es las conferencias de prensa, las reunio- nes, las dificultades de índole internacional, y nacional, que última- mente he tenido que dar frente, de frente marrrrrrrrrrrrchen, un dos, un dos, un dos, tres cuatro, tres tres, tres dos, uno cuatro, cuatro uno, tres cuatro, tres cuatro, comiendo mierda y rompiendo zapato, oh perdonen, perdonen, son cosas de los últimos tiempos, la crisis del capitalismo mundial, vivimos aislados, pero no tanto, la decadencia de la sociedad capitalista, que allí los jóvenes lo que quieren es ga- nar dinero ganar dinero ganar dinero ganar dinero y ganar dinero, horrible, no, yo he sufrido esa lacra, que donde quiera que el hombre llega quiere controlarlo todo, tenerlo todo, mandar a todos, y eso lo permite el dinero, por eso soy enemigo del dinero, por eso nuestra sociedad es la más perfecta, la más humana, la más justa, la más pura, ave maría purísima, suicidarnos no, que eso sería darles en la vena del gusto a nuestros enemigos, resistir, eso es, resistir hasta las últimas consecuencias, y cuando no quede más remedio, ahí está vivo el ejemplo de Calixto García, un tiro en la barbilla, de abajo hacia arriba, ¡qué contentos se van a poner los muy hijos de puta!, de manera que la bala salga por la cabeza, y la Virgen de la Caridad, así, sí, esos sí son mis hijos, únicamente así, morirrrrrrr antes que retro- cederrrrrrrrrrrr, pero a fin de cuentas, somos el único país libre de analfabetismo en toda América Latina y una mortalidad infantil in- ferior a la de muchos estados de Norteamérica, el país más podero- so, el más prepotente; me voy pal’ pueblo hoy es mi día; muy bonito eso de los bailarines disfrazados de guajiros macheteros y los saqui- tos de azúcar tan monos como estuches de perfumería, pero, proba- blemente ningún maricón de esos haya cortado una caña jamás en su vida; vida de perros; AGRADECIDO COMO UN PERRO; ¿agrade- cido de qué?; perro maldito al infierno; nuestro de cada día; días de la semana son 7; 7 es el culo; Dios descansó el día 7; 7 pecados ca-

347 La tabla pitales; no se puede evitar el 7; EVITAREMOS QUE LAS IDEAS DEL SOCIALISMO CAIGAN EN SACO ROTO; de verdad que yo tampoco he cortado caña en mi santísima vida, bueno, sí, la que se comía la vaca pinta del Abuelo, hoy nos sacan de las galeras hacia los cañaverales; VERDE QUE TE QUIERO VERDE; es la esperan- za de que el Dios Tutelar Huracán se acuerde de sus hijos en desgra- cia; desgracia de madre, tres hijas y cuatro putas; YO NO TUMBO CAÑA QUE LA TUMBE EL VIENTO QUE LA TUMBE LOLA CON SU MOVIMIENTO; a las tres mataron a Lola; LOLA Y LA TRAGICOMICIDAD EN EL CUBANO; rica esa bailarina con sus empinaditas nalgas y ese movimiento circular como de batidora y su coletica semejante a plumas de cisne y el deseo de subirme a la pista y ahí mismo clavársela por entre las plumas y convertir esto en show-sex para encanto de turistas izquierdizantes faltos de emocio- nes fuertes; el Lobo; pensar que entre tú y yo nos hemos templado a todas las bailarinas de este show; Amadís; pensar que el mar está infectado de tiburones; venirme a decir a mí el Teniente que tengo que cortar caña y que el esfuerzo decisivo y que el desarrollo del país y que el deber de un revolucionario y que no cuentan errores cometidos y entre más errores más sacrificios por la REVOLUCIÓN y que la caña es el renglón fundamental de nuestra obra; tremenda caña voy a coger si no dejo de beber, el Lobo parece borracho, de- biera no estarlo, mala liga es la del sol que quema en medio del mar y la resequez del ron en la garganta, además están el salitre y las quemaduras, todo agua y nada de esa agua para beber, el todo y la nada; Amadís; ¡no bebas más, Lobo!; y el Lobo, guiño, sonrisa-pica- rona-dedometidoenelculo-de-la-Gata, se empina atrás medio vaso de ron; uno de los dos debiera ser el jefe, ¿crea hábito lo de tener jefe?, me echo Nafasolina en la nariz no porque realmente me haga falta sino porque la Nafasolina crea hábito, que bien clarito lo dice la etiqueta por fuera, y me he convertido en un habituado de la Na- fasolina que compro a sobreprecio en el mercado negro, porque en la farmacia casi nunca hay; ¡compañero, la Nafasolina está en falta!; los jefes nunca se ponen en falta, siempre hay uno dispuesto a la sucesión del trono no importa por qué medios, será por eso que to- dos somos viciosos a los jefes, sobre todo al Jefe Absoluto, al que no

348 Armando de Armas te deja pensar, que te libera de toda responsabilidad, inclusive de la responsabilidad de ser uno mismo que es la aparentemente más sen- cilla, pero también la más grande de todas las responsabilidades; en la fuga no hay logros parciales, por tanto sólo nos está dado lograrla, es lo primero que nos proponemos en serio; UN SEÑOR MUY SE- RIO CON UNAS ALAS ENORMES; no serio, coño, sino viejo; un día Amadís para colarse en el show saltó una cerca altísima, una pared, y cayó en el medio del camerino en el momento justo en que el Jefe de Escena, un mariconazo viejísimo, hacía ensayar con seve- ridad al cuerpo de bailarinas estatuarias, y al caer Amadís del techo, del cielo casi, en el centro del círculo de mujeres semidesnudas, o semivestidas con lentejuelas, se hizo un silencio embarazoso, asom- bradas las bailarinas, enfurecido el mariconazo, hasta que el Denis, ambia y amigo de Amadís, luminotécnico del cabaret, con una de esas salidas suyas, comenzó a presentar al caballero, ángel caído del techo, con una extrema, estudiada solemnidad, a cada una de las bailarinas que por demás habrían pasado todas por la cama de Ama- dís, hasta finalmente llegar a donde el enfurecido Jefe de Escena y decirle, mira te presentó a un señor muy viejo con unas alas enor- mes, momento en que el coro de bailarinas, el Denis y el alado señor rompieron en una estruendosa carcajada, mientras Amadís se escu- rría por un costado de la pista de baile hacia el interior del Cabaret Guanaroca; si yo fuera ese señor no pasaría trabajo alguno, nada más levantar el vuelo y planear un rato por sobre la ciudad, para despe- dirme de ella, quizás por ese romanticismo ramplón que te lastra para llevar a cabo planes de verdadera envergadura; DURA CIEN AÑOS, NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS NI CUERPO QUE LO RESISTA; ¡resistiremos!, ¿quién resiste más?, el que pri- mero saque la cabeza de abajo del agua es gusano; Marco Polo y el gusano de la seda, en él se dan la mano el comerciante, el aventure- ro, el embajador, el hombre de acción y el artista; ¿y el marinero?; claro, estúpido, si fue al Oriente, y en aquella época no iba a ser en avión; EL AVIÓN DE MARCO POLO; probable novela; ¿qué es una novela?; bueno, una novela es, una novela es, no-ve-la, no la ve, no ve usted que nos hemos acostumbrado a clasificar, diferenciar, etiquetar, enmarcar y denominar todo; todo es mentira, o verdad,

349 La tabla hasta un día; día detrás del otro; ese otro que no soy yo, pero que sin embargo, se mueve, digo, lo soy, soy el que quiere escribir una no- vela con palabras nunca dichas ni escritas, por aquello de la origina- lidad, ¿sabes?, ¿y si todo está dicho, escrito y hecho?, angustia terri- ble la de saberse condenado a no crear, a no ser un poco Dios, a no ser Dios, no obstante ser Dios, extraño Dios que no ha podido ser estudiado a fondo, Dios en el fondo, el fondo de Dios, saberse Dios y no poder ejercer como tal, Dios subutilizado, un excedente en el Socialismo, un desempleado en el Capitalismo, un Dios estéril, con- fundido y asediado por múltiples dudas y despertenencias a un uni- verso angustioso, torturante, terribilísimo, por no podérmelo meter, entender, en esta pobre cabecita mía, impotencia de Ser y no Ser, EL GRAN CONFLICTO, la paradoja de reconocerme en la Mente Uni- versal y estar alejado de Ella; tener un machete afilado en la mano y decirle al Teniente que quiero amolarlo más, así, la piedra da vueltas y más vueltas y afila, se come al machete en tanto la cabeza me da vueltas, las vueltas de un tornillo, el tornillo del cerebro; RACIO- NALISMO, del latín rationalis, surgió como intento de explicar las particularidades lógicas de las verdades y su carácter limitado sólo se supera con el marxismo; y pruebo el pavoroso filo en la yema de los dedos, pienso no es suficiente todavía, y doy vueltas a la piedra, las vueltas de la piedra, la piedra del sacrificio, ¿es esto racional?, el racionalismo como movimiento filosófico es, no me importa si lo que hago es racional o no y, además, quién determina qué es racional y qué no lo es, quién determina la probable conexión entre el desgas- te del machete y el desgaste de mi cuerpo, entre Dios y el desgaste, entre el desgaste de las envolturas materiales y el acercamiento a Dios, ¡Dios mío tengo que resolver mi problema!, y mi problema es el sol del mediodía, la sed y las hojas de caña que crueles me cortan el cuello; cuello de botella, cintura de botella, culo de botella, botella del culo, cuello del culo; el suelo está cubierto de botellas, de ilusio- nes; locos están los comunistas si piensan que voy a tumbar una caña; nadie quiere saber que detrás del excelente bouquet de una flamante botella de ron se esconde, pugna por salir, un pegajoso olor a sangre, sudor y lágrimas; nada que ver con el famoso grupo de rock; para darme el tajo es preferible cerrar los ojos y, zaz, salgo del

350 Armando de Armas asunto, a lo que sea varón, a lo que sea, sea verdadero varón, si tiene valor para hacerlo tiene que tener valor para mirarlo, que un solda- do, un hombre, un triste y solo y desamparado hombre tiene que saber asumir las consecuencias de los actos; SE CELEBRAN AC- TOS EN CONMEMORACIÓN DEL 26 DE JULIO POR TODO EL PAÍS; COLORIDOS ACTOS DE ABANDERAMIENTO DE BA- TALLONES DEL EJÉRCITO JUVENIL DEL TRABAJO; General de las Cañas, General Guarapo, pasa revista a sus aguerridas tropas, escuadras de macheteros que avanzan a golpes de certeros tajos como herederos dignos del glorioso Ejército Mambí; si logramos que cada soldado del Ejército Juvenil del Trabajo y que cada preso militar se considere un Maceo, la zafra azucarera de este año será todo un éxito; pero, cómo lograr que un pobre recluta o un pobre preso se considere nada más y nada menos que Maceo; ahí, compa- ñero, precisamente, es donde radica la eficiencia de nuestro trabajo, el trabajo de ellos es cortar la caña, el nuestro es convencerlos me- diante la agitación y la propaganda político-ideológica que deben hacerlo, y hacerlo bien, hacerlo imbuidos del romanticismo y el he- roísmo que una vez movieron a nuestros próceres, claro que la dis- tancia entre ellos y esos próceres es como de la Tierra a la Luna, no somos nada ingenuos, pero qué de malo habría en que le hiciésemos creer que pueden emular a los Grandes Hombres, qué trabajo, en última instancia, nos costaría tal faena con todo el caudal de ideas científicamente demostradas, y demostrables, que poseemos y sabe- mos manejar a nuestro antojo, además, si logramos que alguien se crea Dios, o el Demonio, en buena medida ya lo es, muchos de ellos se creen una especie de Robin Hood, nuestro deber y nuestra obliga- ción es lograr que se crean maceos, maceos del trabajo, que amen el trabajo militarizado como una particularidad de nuestro proceso, como un aporte nuestro al marxismo-leninismo; ¿aporte?; bueno, es verdad que ya lo han hecho otros antes que nosotros en otras partes, pero, como dije anteriormente, y vale para nosotros, qué trabajo nos cuesta proclamar y hacernos a la idea de que esta forma de trabajo tan novedosa y productiva la creamos nosotros; entonces, si los ojos tienen libre albedrío, consecuencia de ser hijos del Ojo de Dios, ¿por qué intentar cerrarlos ante la presencia de un espectáculo verdadera-

351 La tabla mente desagradable?, ¿no es hipócrita tratar de que se cierren como niñas mimadas ante los horripilantes avatares de la vida?, ¿no pre- tenderíamos, por casualidad, hacerlos débiles?; el deber de todo re- volucionario, ¿revolucionario?, ¿qué revolucionario ni cabeza de una pinga?, ¿son revolucionarios los guardias y oficiales?, lo son o no lo son, no lo voy a discutir, me tiene sin cuidado, pero, lo que sí hay que dejar por sentado es que si ellos lo son yo no lo soy; soy la ola contra el arrecife, espuma a lo largo de la línea de la costa, espu- ma de la cerveza empinada en tarro a proa de nave vikinga que arre- mete contra el enemigo, espuma de la orina que cae en flecha de oro sobre un círculo de piedra, el círculo de piedra, la piedra de mi sacri- ficio, la piedra que da vueltas y afila mi machete, soy, soy-un-niño- contrarrevolucionario-que-mi-escuelita-meo-a-diario; Amadís avan- za unos metros por entre los plantones del surco de caña, hacia la soledad del interior del cañaveral, y se sienta en posición de Buda, flaco, el rostro pálido, la cabeza pelada al rape, un coco, un coco seco, los ojos brillándole acuoso-ensangrentados, una vez más prue- ba el filo del machete en la yema de los dedos, el viento, frío, se cuela por entre los surcos de caña, susurrantes carrileras verdes, y quisiera dormirse entre la paja y no despertar jamás, ser raíz, canuto, paja, hoja de la caña, ajeno a las galeras y las marchas y contramar- chas y los reflectores que violan la noche a la búsqueda de fugados y los disparos, siempre los disparos, como si estuviéramos en una guerra, el caso es que lo estamos, disparos de balas trazadoras como líneas de muerte que se les escapan a nerviosos custodios hacia los matorrales o hacia las galeras, porque un chivato informó que se planeaba una fuga, o porque un iluso que parece no le bastó con lo del Pepillo se lanzó a las alambradas, ajeno al pasillo que conduce a la enfermería cada mañana adornado con rastros de sangre de mu- chachos abatidos por las balas o apuñalados en las galeras en riñas que tienen origen en el robo de una lata de leche condensada, la deuda por un paquete de Parkinsonil o el celo entre pederastas; más racional es, creo, tomarme la pierna izquierda por la parte de aden- tro, donde más músculos hay, y apretar con la mano de esa misma pierna de manera que brote bien hacia afuera la pelota de músculos, mientras con la derecha aferro fuerte el machete, como si fuera un

352 Armando de Armas

Maceo en el instante mismo antes de lanzarse a la carga contra una columna española; e hizo un movimiento suave y preciso de afuera hacia adentro, y cuando retiró el arma un surco rojo, corto y profun- do, le quedó abierto en dos tapas de carne; se acordó de la historia según la cual Colón en su primer viaje habría hecho una rifa entre la tripulación, por supuesto que él no entró, para ver a quién le tocaba ser sacrificado como alimento de los demás porque ya las provisio- nes se habían ido a bolina y corrían el riesgo de perecer todos por hambre, y que una vez cocinado el infeliz en un caldo, probó Colón antes que nadie y lo encontró tan sustancioso y rico que lo echó al mar por la borda manifestando; ¡esto no hay Dios que se lo coma!; por temor a que sus hombres se aficionaran tanto a la carne humana que se devorasen los unos a los otros y más aun, lo devorasen a él, que por mandato divino tenía que llevar a cabo tan importante mi- sión; cuando encontraron a Amadís estaba acurrucado entre la paja manchada de sangre y hablaba incoherente de la lucha que había sostenido con un dragón que logró herirlo en la pierna pero que él pudo matar con el machete tras feroz batalla, que ellos no veían al dragón muerto sobre las cañas porque para eso había que tener vista o sensibilidad o como se le llamase a eso de ver más allá de las co- sas, que de verdad le daba mucha pena, por los ojos no videntes de ellos, pero no todo el mundo estaba capacitado para ver un dragón, que lo importante era que él había enfrentado y matado al dragón, ese dragón que durante tanto tiempo lo había estado importunando a él y a todos, que lo más difícil en el enfrentamiento a un dragón es la vaharada de fetidez que lanza junto a chorros de fuego por sus múltiples bocas; el dragón no es más que un antecedente directo del lanzallamas moderno; lo de la fetidez se explica porque los dragones padecen de una enfermedad congénita que los médicos llaman hali- tosis y que algunos humanos, por desgracia, también padecen, pero en los humanos no es congénita sino adquirida a través del beso con un dragón, que los dragones suelen transmutarse en seres humanos y vagar durante las noches por las calles y los bares en busca de pa- reja humana, ellos resultan ser muy románticos y cariñosos pero, cuidado, que no por gusto he cabalgado por encima del tiempo y los cañaverales y he llegado hasta aquí para matar al dragón, lo encontré

353 La tabla dormido entre la paja, confundido entre la paja, porque ellos poseen el sistema de camuflaje más perfecto que imaginarse pueda, al extre- mo de que pudieran muy bien servir entre nuestras tropas elites; soy escritor de elites encerrado en mi torre de marfil, torre desamparada ante las miles de ojivas nucleares que se han convertido en nuestras compañeras en este viaje por la vida; mi caballo rozó primero las flores de las cañas con sus cascos, aplastó después unos cuantos plantones y le cayó encima al dragón que despertó con un chillido horripilante, no apto para ser oído por humano alguno, sacó sus cin- co cabezas perrunas de entre sus alas de murciélago, ojos sanguino- lentos, colmillos curvos y lenguas como sierpes, se afincó en sus patas-garras, escarbó en la tierra como toro en celo, y me lanzó su primera vaharada de fuego y fetidez, una larga cola me hacía movi- mientos hipnóticos, pero yo no era primerizo en la lucha contra se- mejantes esperpentos y sólo atendía a las cabezas, de donde sabía podía venir el mayor peligro, las cabezas cambiaban constantemente la coloración del amarillo-rojizo al rojo-escarlata, arremetí de nuevo en mi caballo negro, estilizado y enjaezado de oro y plata, con la espada tomada con las dos manos por sobre mi cabeza; una buena cabeza contra cinco perrunas cabezas; la capa escarlata flameante al viento, el yelmo incrustado de brillantes fulgurantes al sol, la arma- dura escamada con cruz de oro al pecho y arco y carcaj de flechas terciados a la espalda, y lancé un tajo con todas mis fuerzas de arriba a abajo con el fin de partirlo por en medio de sus cinco perrunas ca- bezas, pero, el muy pícaro, reptó por entre la paja y esquivó la cuchi- llada, respondiéndome con cinco andanadas de fuego, una de las cuales me alcanzó en la pierna a pesar de que ya el caballo revolo- teaba por encima de las flores de las cañas, entonces fue que com- prendí que no podía jugar tan limpio con un dragón y me acordé de las tácticas de guerrilla que emplearon el cacique Guamá y el gene- ralísimo Máximo Gómez en la lucha contra el Dragón Español, sin duda ellos fueron los precursores, o al menos los precursores más famosos, de la lucha guerrillera en nuestro país; primer país libera- do; ¿liberado de qué?; y me hice el que huía en alas del viento; vien- to norte, por supuesto; y con eso lo dormí en el metro, y lo dormí de forma tal que ya empezaba a coger su siesta de nuevo; dígame, us-

354 Armando de Armas ted, dormir la siesta en un país como el nuestro tan necesitado de brazos y cabezas que trabajen en pro del desarrollo de la nueva so- ciedad, y nada menos que un dragón, con sus cinco cabezas que si las usara para pensar y no para jugar con candela otro gallo cantaría en este país; cuando viré las bridas al caballo y me volví sobre el dragón; se equivocaron los que pensaron que yo, Dovrinia Nikitich digo, Amadís, me iba, como todos, a vivir los encantos de la demo- cracia al Norte después de unos cuantos aguajes de enfrentamiento con el bicho pero, nada de eso, y aquí vuelvo de nuevo a la carga; sus cinco cabezas perrunas cabeceaban ya soñolientas cuando le caí jus- to detrás y lo pinché con la espada en el lomo, en la base de la cola, que levantó para batirla enloquecido en todas direcciones, dejándo- me al descubierto la incandescente y arrugada flor de su culo, por donde, sin perder tiempo, le introduje la espada hasta la cruz, se la enjuagué dentro y allí se la dejé porque de nada podía servirme ya porque si apestosa tienen la boca los dragones cómo no tendrán el culo, las cabezas se retorcieron emitiendo un alarido, le tembló el cuerpo todo en su deformidad, se le crisparon las garras, una diarrea sanguinolenta comenzó a manar por el mango de la espada y una hediondez como de mil animales muertos cubrió todo el cañaveral; bueno, amigos radioescuchas, ante los micrófonos de Radio Rebel- de, en exclusivo, tenemos al camarada Amadís de Gaula, perdón al héroe Dovrinia Nikitich, bien camarada Nikitich, cómo ve usted, parte indisoluble de la historia rusa, el proceso de la Perestroika que tiene lugar en estos momentos en la Unión Soviética; bueno, mire, de entrada déjeme decirle, su pregunta me ha dejado un poco des- concertado, realmente no vine preparado para ella, pienso, no obs- tante que, ¡ay, caballeros, que va, no puedo! no estoy acostumbrado a esto de los medios masivos de comunicación, a la verdad, yo sólo sé de combates con dragones y esas cosas, sí, sé que para ustedes eso sería lo difícil, pero imaginen ustedes cada loco con su tema, vaya, preferiría no hablarles de la Perestroika y sí contarles una anécdota de mi amigo Ilia de Morom quien rechazó indignado las ofertas del enemigo para que traicionase al príncipe Vladimir, que con frecuen- cia maltrataba a sus súbditos, y una vez tuvo una desavenencia con Ilia y lo mandó a encerrar en un calabozo para que muriese por in-

355 La tabla anición, por lo que furioso ante tanta injusticia los demás caballeros abandonaron al príncipe; con lo que el zar Kalin aprovechó para atacar Kiev con un ejército armado y equipado como para arrasar la ciudad; Vladimir, débil en la soledad del poder no sabe qué hacer y corre desesperado y lagrimeante de un lado a otro de su palacio, cuando su hija le aconseja que libere a mi amigo Ilia, y el príncipe descubre con estupor que el prisionero está vivo porque su hija lo ha estado alimentando a escondidas, y se tira a los pies del prisionero para pedirle que salve Kiev; Ilia, entonces, acepta ir al combate, pero, primero aclara al soberbio y autoritario soberano que no lo hará por él sino por la Santa Rusia, las viudas y los huérfanos, que él no es caballero para servir a un déspota, porque los déspotas y su poder son como las estrellas fugaces y sólo es eterno y esencial el anhelo de libertad de los pueblos; y que me perdonen los camaradas periodistas si por mi torpeza no he podido dar respuesta a la pregun- ta que me formularon, ruego tengan en cuenta yo vengo de muy le- jos en el tiempo y la modernidad me aterra y quizás mis opiniones no tengan absolutamente ninguna vigencia; una fuga no era fácil, alambradas con garitas en alto cada diez metros, y por entre las alambradas cables eléctricos de la 440, potentes reflectores, perros amaestrados y un sistema de chivatos ¡que líbrenos Dios de engen- dro semejante!, todo como para decir, me pudro aquí; adiós mucha- chos compañeros de mi vida; suponiendo que lograras evadir las alambradas y los cables eléctricos y las garitas erizadas de ametra- lladoras, entraban a jugar su papel los perros, ¡y qué manera de ju- garlo!, no era a los pies a donde se tiraban, sino a la garganta, hubo un muchacho al que un perro le arrancó las cuerdas vocales y lo de pedir el agua por señas ya no fue para él una frase hecha; el perro es el mejor amigo del hombre; el perro tradicionalmente siempre ha estado de parte del poder, no es por gusto uno de los animales más inteligentes, quizás por eso me desagraden los perros, tan correctos tan guardianes del orden tan vigilantes y tan perros, en suma, y hay algo de abyecto en la alegría expresada por el perro al menear el rabo cuando ve al amo, donde quizás se encuentra más la identifica- ción hombre-perro, identificación que se debe a que el hombre ve en el perro al otro perro que lleva dentro; perro de presa, por supuesto;

356 Armando de Armas y el perro simplemente ve en el hombre a un perro en dos patas al que debe respetar; el gato no, el gato es otra cosa, hay en él una dig- nidad, una majestuosidad y una actitud filosófica ante la vida que ya quisieran muchos hombres, ese andar siempre al acecho, nervios en punta, dispuesto a lanzarse sobre la presa, ese estar en la casa pero no estar, pertenecer pero no pertenecer, elementos que no dejan mar- gen a la seguridad frente al gato, que nos hacen comprender, si mi- ramos al fondo de las cosas, que simplemente no hemos domestica- do al gato, que en última instancia lo que existe entre el gato y nosotros es sólo un pacto en regla, ni vasallaje ni conquista, sino intereses por ambas partes, y punto, eso no quita que haya camara- dería y hasta una especie de amistad, pero todo muy de parte y parte, sin entregas incondicionales, que se expresa en la actitud del gato al dejarse acariciar mientras ronronea para que nosotros volquemos en él nuestras ansias de amor frustradas o descarguemos como por en- canto nuestra sobredosis de stress en su pelambre relajadora, a cam- bio de un plato de comida que nunca viene mal cuando la caza ha sido mala, cosa que nos confía y gusta sobremanera porque nos hace sentir poseedores del gato, cuando en realidad simplemente el gato nos usa como nosotros lo usamos a él, como todos nos usamos los unos a los otros en todas las relaciones, aun en las más supuestamen- te desinteresadas, y entonces ocurre que el estúpido hombre tiene su gato y lo ve saltar por sobre la mesa, por la ventana o por los tejados y dice qué mono qué lindo mi gatico qué feliz soy con mi gatico sin saber que en ese gato aparentemente doméstico hay un tigre y que un buen día puede desaparecer, elementos que hicieron se divinizara al gato, o se le asociara con las fuerzas demoníacas, lo que al final es la misma cosa, de todas formas, el gato nos da cada día una lección en el ritual de enterramiento de su mierda, cosa que parece sencilla, pero que tiene detrás toda una filosofía y un accionar de vidas ante- riores que lo hacen, una vez llevada a feliz término la mayor necesi- dad y uno de los placeres mayores, acordarse de que no está solo en el mundo, o en los mundos que habitamos, y que constituye a mi entender la lección primera para los que decidan aprender a vivir en democracia, que es aprender a respetar el derecho que tienen los demás a no oler nuestras pestilencias; ¿por qué a la Gata le dirán

357 La tabla así?, ¿se lo pusimos nosotros?, sí, nosotros mismos, y creo que fue por su agresividad para cazar niñas, que es tal que cada hombre que se respete debiera tener a su disposición una niña como la Gata, que es ella y es todas las mujeres a la vez, una mujer todas las mujeres, entregándose tierna, delicada y vividora hasta la médula de cada juego amoroso que haga o que le hagan, fuerte, activa, arrebatadora y casi brutal, remolino vertiginoso siempre, la dualidad misma, la transposición de campos, un grito a la intolerancia y una escupida al enyesado rostro del Dogma, ¿sabrá la Gata que ella es tantas cosas a la vez?, no, y es mejor que no lo sepa, no vaya a ser que se ponga engreída y entonces sí que se jode y no es nada, que lo maravilloso no puede tener conciencia de que lo es y mucho menos proclamarlo, hay en eso algo de los tesoros convertidos en carbón por la impru- dencia del favorecido al comunicar a una segunda persona lo que le fue entregado sólo a él durante el sueño bajo la condición de no de- cirlo a nadie; terminantemente prohibido romper el encanto; no obs- tante creo que antes que acabe el show voy a decirle a la Gata que me gusta y que admiro su desfachatez y provocación a tanto guar- dián de la norma como hay por ahí; ¿norma?; si no cumplen la nor- ma en el campo no habrá pase para los alumnos, orden del director; nombre de mujer, reglas de conducta, medida a no sobrepasar so pena de entrar en contradicción con la sociedad y convertirte por tanto en un antisocial, digo, con la sociedad no, con los que dicen que representan a la sociedad, con los vanguardias de la sociedad; las normas morales de la clase reaccionaria, por ejemplo, la burgue- sía imperialista, frenan el desarrollo; las normas de la moralidad co- munista se han convertido en la URSS en normas de todo el pueblo y reflejan el avance de la sociedad hacia el comunismo; las normas morales básicas de los edificadores del comunismo se han fijado en el programa del PCUS; las normas de la Gata que no son normas que son la antinorma deberían estar plasmadas en el programa del PCUS y hasta en los planes quinquenales; ¿quinqué?; sistema de alumbra- do primitivo, pero menos primitivo que la chismosa, utilizado por los habitantes de nuestros campos; en el campo alegre tengo una casita; un campo polvoriento, de hierbas y arbustos raquíticos, man- chas de petróleo, cauces sin agua, grietas como cicatrices en rostro

358 Armando de Armas quemado, árboles sin hojas, lagartijas fugitivas de otros tiempos, suelos calcinados, agricultura de desmonte, una turbina succionando en una represa de aguas hediondas y verdosas y peces muertos o vivos con protuberancias y excrecencias en los cuerpos como nueva especie que se estuviese gestando en experimentos de genética, pal- mas de pencas que penden como ripios de banderas que un día fue- ron verdes; el verde es el color de la esperanza; el pueblo se vistió de verde-olivo; compre usted aceite de Olivo; fulano está verde de la guapería; los marcianos son verdes; el heroísmo se vistió de verde; verdecer la vida; vida verde; ¡que viva el Partido de los Verdes!, que vamos a proclamar como partido único porque Martí creó un partido y no dos; reconocemos, y lo reconocemos porque somos ante todo críticos, y autocríticos, que estamos maltratando, o mejor, hemos maltratado en el pasado, un tanto a nuestros campos, pero eso no es, en modo alguno, un maltrato absoluto y sistemático, y menos aun un maltrato malintencionado, sino que se ha dado en determinados sec- tores del campo, respondiendo a las necesidades alimentarias de la población, lo que en términos de actualidad sería el Plan Alimenta- rio del cual todos hablan pero que nadie ve porque no es soplar y hacer botellas sino que se lleva su tiempo y eso lo saben los hombres de campo, es verdad que a veces nos ha faltado una visión futurista del asunto, pero ya enmendamos eso, y ejemplo de ello es que para el próximo quinquenio nos proponemos firmemente eliminar el des- broce de malezas para el cultivo mediante el uso del fuego, práctica que hemos dudado en eliminar porque todos saben, amigos y enemi- gos, lo respetuosos que somos de las tradiciones agrícolas que nos vienen de nuestros antepasados los taínos, y eso no es conservadu- rismo barato ni romanticismo ramplón, es preocupación por salva- guardar las raíces, que un pueblo sin raíces tiende a desaparecer, más ahora que las fuerzas del imperialismo y la reacción se sienten fuer- tes y a la ofensiva, no obstante, eliminaremos, dolorosamente, la práctica del desbroce por fuego, y mire, una prueba definitiva que aquí sí tenemos en cuenta el medio ambiente es que no ha surgido ningún partido de los llamados ecologistas, que si en las sociedades corrompidas de Occidente abundan tales partidos es porque los ciu- dadanos no están seguros, y claro que no lo pueden estar, de que el

359 La tabla equilibrio ecológico no puede ser afectado si de obtener ganancias se trata, entre nosotros el pueblo sabe, está consciente, de que el Partido Comunista en su papel rector y como depositario de los inte- reses obreros, tiene la perspicacia y la inteligencia necesarias para ubicar como tarea de primer orden el mantenimiento del equilibrio del sistema ecológico en aras del bienestar de las generaciones que nos sucederán, sé que por ahí existen compañeritos un tanto confun- didos, o francamente reaccionarios, disfrazados de un verde de re- lumbrón para decir al oído de quien quiera oírlos que estamos defo- restando la isla, pero no les tememos, ni nos preocupan en lo más mínimo, pues estamos absolutamente convencidos de que sólo el Sistema Socialista permite el desarrollo de una política encaminada a salvaguardar las riquezas naturales, ya que no responde a intereses mezquinos de propiedad privada, sino al interés común del mejora- miento humano; hemos llenado el país de la especie de los hurones para acabar con la especie de los ratones, y resulta que ahora no te- nemos como acabar con los hurones, ni con los ratones, pues los muy hijos de puta ahora se han hecho amigos, pero el equivocarse es de humanos; me he hecho amigo de un preso común y hoy me ha traído una muda de ropa civil; aquí tienes, la más elegante, para que te maten elegante; se me han enfriado los cojones, he tenido la exac- ta dimensión de la muerte ante mis ojos, hasta ese instante la muerte fue algo ajeno, e improbable, algo que tenía que ver con otros menos conmigo, es dramático cómo unas palabras, simples palabras, dichas así como al descuido y puede que hasta ingenuamente, te abren todo un abismo de miedos e incertidumbres ante las dimensiones de algo que hasta ese instante era absolutamente abstracto; aún en el mo- mento en que bajaron al Pepillo de la alambrada con la cabeza des- trozada y la cara de sorpresa; aquí tienes, para que te maten elegante; tal vez lo dijo para acobardarme, que estos presidiarios tienen una manera tal de decir las cosas que en nada se parece a la manera en que lo dice la gente que nunca se ha visto obligada a recostar su cara contra las rejas, el caso es que ahora, por vez primera, veo claro la frontera vida-muerte, o más bien la continuidad vida-muerte, que debe tratarse de eso, continuidad, y no frontera, al menos no frontera como el Muro de Berlín o las famosas, y funestas, 90 millas entre La

360 Armando de Armas

Habana y Cayo Hueso, pero ver claro, si es que se puede ver claro, no significa que tengo que apendejarme, por el contrario, debo decir- me que si el ciclo en que estoy debe cerrarse dentro de unas horas, tendrá que abrirse algún día en un tiempo donde estén prohibidos los perros mordedores de carne fugitiva, las alambradas y las balas, de todas formas, no me es fácil hacerme a la idea de que me van a tirar por la espalda y yo, indefenso, sin más alternativa que esperar el golpe seco mientras corro con los ojos cerrados, cerrados no, que lo que te va a venir, te viene, que la gracia es aguantar lo que venga con los ojos bien abiertos, que muchas veces la salvación depende de lo abierto de los ojos; OJITOS ACEITUNADOS, BOQUITA DE CAR- MESÍ; éste que me trajo la ropa civil lleva como diez años guardado porque dicen que mató a un tipo por un jarro, pero así y todo no se ve mala gente, y lo mejor, me ha dado una mano, aunque reconozco que la fracesita que me dijo al dármela no me agradó ni un poquito, pero la gente no tiene por qué decirle a uno lo que uno quiere que le digan, ese es el problema de los detentadores del poder absoluto, que siempre les dicen lo que ellos quieren que les digan, total, qué traba- jo cuesta decírselos, más, cuando decir lo contrario puede significar, en el mejor de los casos, la pérdida del favor y la confianza del man- datario con respecto al ingenuo súbdito, no obstante, esta constante adulación, contrariamente a lo que pudiera esperarse, se vuelve con- tra el propio caudillo que irá entonces por la vida como coloso para- do en piernas de plastilina por entre juegos de espejos que le devol- verán su imagen de irreprochable perfección, horrible perfección que tiene su verdadero origen en la importancia de la cabeza, tanto que, la mayor preocupación del hombre en cualquier época y cir- cunstancia es mantenerla sobre los hombros, y por mantenerla sobre los hombros, los hombres dicen y hacen cualquier cosa; la cabeza del Bautista en bandeja de plata es suerte que nadie quiere para la suya por mucha vocación de mártir que posea; vaya, hombre, si to- davía uno fuese un dragón no tendría por qué preocuparse tanto por una cabecita más o menos, ya que siempre quedarían bastantes de repuesto, pero sucede que uno no es un dragón y cuenta con una sola y triste y atormentada cabeza y no hay razón para estarla ofreciendo a las furias y caprichos y malas digestiones e insatisfacciones sexua-

361 La tabla les de un Máximo Líder; CAMBIA, LÍDER, CAMBIA; aunque, tal vez, el dragón sólo sea una manifestación aberrante, o aberrada, en el sentido de que sus cabezas le salen todas juntas, en tanto que cual- quier ser humano común poseerá igual número de cabezas que el dragón, o más, sólo que éstas le estarán esperando en la eternidad como en una carrera de relevo, y el portador en el momento que posee una de dichas cabezas no estará nada convencido de que es así, de que tendrá otras vidas con sus respectivas cabezas, y por su- puesto cuidará al precio que sea necesario la que tiene ubicada sobre los hombros, ya que no es nada aconsejable el andar por esos mun- dos de Dios dilapidando la cabeza cuando se sabe la Historia ha de- mostrado hasta la saciedad que hay gentes con una vocación irresis- tible a rebanar y coleccionar cabezas, vocación perfectamente realizable cuando se tiene poder, o cuando se está bajo la sombra del poder, también en contra del poder se puede desarrollar tan emocio- nante vocación, pero ya con un poco más de peligro para la propia, yo de verdad quisiera conservar la mía todo el tiempo que sea posi- ble, aunque de vez en cuando me vea obligado a ponerla en peligro, en realidad, todos, siempre, la tenemos en peligro; al inventor de la guillotina debió de quedarle la cabeza echando humo; la cabeza es humo; se le fueron los humos a la cabeza; el humo asciende y forma estrafalarias cabezas de seres invisibles en el espacio que se corpo- rizan con su presencia; un humo negro y hediondo es el que sale de la quema del basurero municipal, elevándose al cielo en zoomórficas columnas; no se asusten que esto es sólo la quema del basurero mu- nicipal, que la quema del basurero nacional va a ser otra cosa, pues habrá tanto humo que confundiremos el día con la noche como de- bió ser en los Comienzos; ¡cojones, echen basura sin miedo!, estoy en la basura como dentro de una piscina, acostado de bruces en el piso del camión, ¿cuántas paletadas de basura necesitará el camión para llenarse?, sube sube como el agua; cúbreme cúbreme cúbreme; para cubrirme totalmente harán falta 40 paletadas, tal vez 80, esto se parece mucho a un enterramiento en vida, no puedo dejar que me caiga tierra en el huequito que abrí con una bayoneta en el piso del camión para meter la nariz y respirar; combatientes de Bahía de Co- chinos que viajan en la caseta de hierro herméticamente cerrada de

362 Armando de Armas un camión militar, esposados con las manos atrás, unos sobre otros como fardos, meados, cagados, el aire falta, el aire es un tesoro, todo el oro por un poco de aire, todo por el aire, aire aire aire en el aire en el aire en el aire flotar flotar flotar, los meados y los sudores se eva- poran hacia el techo, techo cielo techo nube; soy una nube y nadie me puede atar; atados como estamos, y va cayendo del techo-cielo del techo-nube como una lluvia, meado-sudores, pero lluvia que re- fresca algo y entra por la comisura de los labios; proceso de evapo- ración; formación de cúmulos; vamos a bombardear a las nubes para que llueva, la sequía es algo serio, tome Coca Cola bien fría, eso, una Coca Cola bien fría, los héroes toman Coca Cola, sólo los hé- roes comunistas no toman Coca Cola, caen como moscas, la muerte por asfixia no es tan horrible, no hay nada que sea tan horrible; dicen que somos mercenarios, mer-ce-na-rios, el aire en gotas, sólo una gota de aire, de Coca Cola, somos la cola del cometa, el cometa bri- lla y es lindo y polvo y desechos cósmicos y lo que fuimos y lo que seremos y búmbata como pelotas contra el hierro de la caseta que quema y el hierro es cielo y es nube allá arriba en el techo, prender- me del techo y mamar del techo, idiosincrasia sexual del cubano, libertad libertad libertad, agua y sobre todo aire aire aire y el negro raspa en el piso con la hebilla del cinto militar, todos somos milita- res, militares por necesidad, el negro raspa raspa que te raspa con la hebilla del cinto y es que a Dante nunca le encerraron así en un ca- mión militar rodeado de otros camiones cargados de milicianos con metralletas que no oyen, o que no quieren oír, los golpes que damos contra las paredes de acero, siguen cayendo como moscas, no sé cuántos ya, ni cuántos más caerán, todos, seguro que todos, a los milicianos les dijeron que éramos mercenarios, la claridad, la clari- dad del huequito, el negro raspó y raspó y logró el huequito con la hebilla, la vida es una hebilla, la vida es un hueco, te fabrican por un hueco, naces por un hueco, gozas por el hueco, el negro bueno, el negro de Martí, me empuja contra el hueco y halo el aire y siento que estoy vivo y dicen los milicianos que el negro es un reverendo hijo de puta que vino a pelear para que lo hicieran esclavo de nuevo; un hombre tiene que saber resistir ciertas cosas en la vida; necesito re- sistencia para no tener que resistir el Servicio Militar Obligatorio, S

363 La tabla

M O, ¿se-meó?; RESISTENCIA PARA LA VICTORIA; es más có- modo resistir en la obediencia que en la desobediencia; UN DOS, TRES CUATRO, comiendo mierda y rompiendo zapatos; botas ru- sas para marchar; botas rusas para montarse en una guagua a las cinco de la tarde y permiso, permiso, pisando como un elefante so- bre delicados zapaticos rosados de oficinistas y estudiantes que vuelven a casa a preparar comida o leer novelones románticos o a soportar la penetración de brutalizados maridos para a la mañana siguiente volver al desgaste de la rutina diaria en la oficina; ¡¿están apendejados o qué?!, echen, echen más, que no se me vea nada fue- ra; les di 20 cajas de cigarros a cambio de que me taparan con basu- ra, los comunes hacen cualquier cosa por cigarros, hasta soplarles a los guardias que estoy aquí bajo la basura, aunque parece que el que me trajo la ropa para que me maten elegante tiene cierto código mo- ral, extraño o retorcido, pero su código moral, sé que no me va a delatar, no entiendo cómo un hombre puede matar por un jarro, di- cen que el jarro era de aluminio y tenía el nombre de una mujer en el fondo, el caballero Amadís en el fondo de un camión de basura, lle- gar hasta el fondo de las cosas, las cosas sin fondo, qué dirán los reglamentos de la Orden de Caballería sobre el particular, los estatu- tos de la Unión de Jóvenes Comunistas sólo mencionan la contami- nación con la basura ideológica, lo malo de la basura son los papeles embarrados de mierda que me van cubriendo la cara, manchones de mierda sobre la foto de altos dignatarios que discuten cuestiones de estado constituyen un atentado a lo más sacro de la patria, pero los soldados, clases, oficiales y presos de este campamento-prisión no tienen la culpa del criminal bloqueo yanki que impide limpiarse el culo con papel higiénico, estos papeles se adaptan como el agua a la geografía de mi cuerpo, es como darse un chapuzón de mierda, tal vez hemos estado todos chapaleteando entre la mierda, cualquiera puede ahogarse bajo el peso de la basura, he dicho a los comunes que si me delatan y quedo vivo los mato, me robo un AK y los ame- trallo, si no fuera por la arenilla que corre por entre los sucios pape- les y se te mete en la nariz sería todo más fácil de soportar, todavía estoy a tiempo de decir a los energúmenos que no me sigan tirando basura encima, que ya, se acabó, no puedo con esto, que no es mie-

364 Armando de Armas do, que es asco, falta de aire, aire puro que va a los pulmones y limpia y sale, visualizado por un yoga, un yoga amigo que hará levi- tar mi cuerpo sobre tanta inmundicia, cuerpo nuestro que nos hace pecadores, el Rey Cuerpo, el cuerpo manda y nosotros obedecemos, esclavos del cuerpo, librarnos de él, transmutarnos en otros cuerpos, en uno de esos gusanos que pululan en los tanques de basura y cuan- do vengan los guardias, no, Teniente, aquí no hay nadie, mucha pes- te, sí, nada más, dicen las balas no atraviesan la basura, la mierda no arde, hasta aquí llegan los ruidos como amortiguados en corcho, uni- verso de corcho, país de corcho, quiero estar lejos, una voz me llama en la lejanía, lejanía de sentimientos, la basura me cubre, me mol- dea, yo-basura, detritus social, escoria, rezago del pasado capitalis- ta, fondo, fondillo del mundo, culo del mundo, carne de culo, culos en dos patas que dirigen naciones, amos, anos socialistas, Ano Ab- soluto, lo anal en los anales de la ideología, Universo-Camión-de- Basura, la basura es el mejor de los fertilizantes, sobre mí detritus de militares pundonorosos y viejas ratas de presidio, si no fuera por la arenilla tan molesta podría hasta dormirme aquí y despertar en el basurero municipal, sacudirme un poco la ropa y caminar por la ca- rretera hasta encontrar un bar, darme un trago para relajar tensiones y celebrar que soy un hombre libre, ¿libre?, bueno, en relación a como estoy ahora, caminar por una carretera aunque no vaya a nin- guna parte y nadie me espere en ninguna parte, una carretera recta y sin baches para caminar descalzo en noche de luna llena; retatatatata ratatatatata pingaaaaaaaaaaaaaaaa; me jodí, estoy cogido, dicen es- tos maricones que no me mueva que no es conmigo que fue un preso que le sacó la pinga a un custodio y que el custodio comenzó a tirar contra las galeras, que esas son las ráfagas, que no hay pro de ningún tipo y que hay como cinco presos militares heridos, ¿no será que estos hijos de puta le avisaron a los guardias lo de mi fuga y ahora me están durmiendo para que me maten aquí abajo?, y yo no puedo morir así bocabajo que no es posición para morir un caballero, y las gárgaras se hacen bocarriba en la cama, pero, no, tal vez sea verdad porque si no ya le hubieran tirado al camión y una ráfaga de AK lo estremecería todo y ahora oigo que discuten con el chofer para mon- tar a los heridos en la cabina y sobre la basura y no quiero me vaya

365 La tabla a caer sangre arriba, no por escrúpulos ni dada de eso, sino porque no voy a poder caminar mucho con la ropa manchada de sangre, gritan que viene el jefe de la unidad en un jeep y seguro los montan en el jeep porque este trastajo no corre nada, este alboroto me va a ayudar, lo único malo sería que me faltara el aire, pero lo del aire es subjetivo, porque lo que tengo que hacer es evitar que la basura cu- bra el huequito que abrí con la hebilla del cinto militar, perdón, con la bayoneta, no sé a qué cuento viene aquí una hebilla militar cuando los guardias nos quitan los cintos para que no nos ahorquemos, aun- que por mí que den todos los cintos que quieran que yo no le doy ese gusto de ahorcarme a nadie, eso es economizarles mi muerte y quie- ro que paguen el precio en balas, aunque las balas ellos las pagan en azúcar, en azúcar y en sangre, y no en moneda convertible, de todas formas lo que es por mí no se ha producido ni una onza de azúcar que la única caña que he cortado era para la vaca pinta del abuelo Montalbán, menos mal, gracias al negro, digo, al huequito, tal vez no muera ahogado como el primo Calibán, o como él, no, peor, por- que él murió ahogado en agua y yo moriré ahogado en mierda, es mejor que le metan un tiro en la cabeza a uno que morirse aquí bajo la basura; a-esconderse-que-viene-la-basura; basura cósmica; basu- ra nuclear; Núcleo del Partido; me está entrando como un sueño, un sueño pesado, marea, que baje que baje la marea para irnos todos a pie, que baje hasta que el mar se seque, ese sueño es la muerte y no quiero la muerte, quiero este cuerpo que me lo dieron para gozar y no para terminar bajo la basura, nadie calcula lo que pesa un camión de basura, nadie calcula lo que pesa un camión de basura, nadie cal- cula, ya se mueve el camión, se detiene en la posta de control, pasa, veo por el huequito la línea divisoria de la carretera que huye veloz- mente hacia atrás, ¿será verdad que el camión arrancó o son espejis- mos de mi mente?, ¿o es el sueño?, si logro resistir este sueño pesa- do puedo resistir un ataque nuclear, y si ahora me duermo sería para mí lo mismo que si hubiesen lanzado la bomba atómica, el final, imagino la cara que pondrán los buscadores de tesoros en el Basure- ro Municipal cuando revuelvan la inmundicia y me encuentren dor- mido con esta ropa elegante como si una novia me estuviese espe- rando en uno de esos pueblos a lo largo de la Carretera Central; cada

366 Armando de Armas luz que asoma en la carretera pudiera ser de los Boinas Rojas, ¿por qué el color rojo para sus boinas?, determinada gente prefiere deter- minados colores, los maricones prefieren el rosado, los niños, las fieras y los pueblos primitivos prefieren el rojo; UN TOROEM- BRAVECIDO EMBISTIENDO EL HUIDIZO TRAPO ROJO; una luz en la carretera es siempre una esperanza, esperanza de que no se trate de los Boinas Rojas, ¿quién fue el inventor de la boina?, la más famosa y funesta es la del Che Guevara, los Boinas Rojas no son malos muchachos, simplemente son, Son 14, no catorce Boinas Ro- jas, sino el grupo musical que canta aquello de y si Dios te diera un hijo no le pongas mi nombre para que no sea como yo, ¿cómo soy yo?, el hecho de Ser es bastante, lo que sucede es que estamos acos- tumbrados al milagro y por eso no lo percibimos, el milagro está en el aire que respiramos, en el hecho mismo de respirar, defecar, cami- nar, permanecer perpendicularmente prendidos al Globo Terráqueo con los abisales vacíos cósmicos a nuestro alrededor, y sin embargo, no caernos; CRECED Y MULTIPLICAOS; el milagro se encuentra en la posibilidad siempre presente, trágica y esperanzadora de la muerte, esperanzadora de que es sólo un entretiempo para volver a la vida, de que es el medio más eficaz para que no estemos en el mundo los unos sobre los otros, de que no se agoten los recursos alimentarios, de que te libere de insoportables padecimientos, de que un día nos sitúe a la diestra del Señor, de que le corresponda el turno a otro y no a ti, de que se lleve al Máximo Líder que impide tu felicidad, quien de todas formas al final no resulta tan malo porque de no haber existido Él, ¿a quién culparías tú de infelicidad?; el mundo está hecho de infelicidad; canción más mierdera, chico; la muerte es la esperanza de poder decir allá los vivos con su condena y la esperanza de que efectivamente no estamos condenados a la inmortalidad, cada vez que veo aparecer una luz me tiro a la cuneta, he vivido lanzándome a las cunetas, tengo una preparación combati- va que le roncan los mameyes; declina debajo de los mameyes Ma- chado poniendo leyes y el pueblo comiendo harina; nunca se siente uno más solo que cuando está en la carretera de noche y pasa un carro que te ha iluminado y se va llevando la luz y las sombras co- mienzan a cubrirte y el motor va zumbando cada vez más lejos, es el

367 La tabla momento del imprevisto de un asaltante, o de un fantasma, posible- mente el que me asalte a mí salga asaltado, no estaría mal quitarle la ropa a un ingenuo asaltante porque ésta que traigo puesta tiene tre- menda peste a mierda, a calabozo, no se imaginan ustedes la cara de un asaltante asaltado, la del cazador en la trampa, terrible, ellos no están preparados para eso, para ellos todos pertenecemos a la cate- goría de asaltados o cazados, todos menos ellos, pero conmigo se joden, tienen que aprender a ver el mundo en todas sus posibilida- des, ustedes los asaltantes se creen muy temidos y no saben la de cosas que se ocultan al acecho en la noche, me dan pena los asaltan- tes, peligroso yo que tengo detrás de mí a todo el cuerpo de Boinas Rojas como pitirres sobre el aura tiñosa; los pitirres son felices aves que vienen de la Florida a veranear a la isla, y después, pueden re- gresar de nuevo a la Florida; sin embargo, ellos, los Boinas Rojas, se parecen más a las tiñosas que yo; aura tiñosa ponte en cruz, las tiño- sas y el calvario de Cristo, Cristo y los soldados romanos, Amadís y Cristo, Cristo y los Boinas Rojas; porque tienen la cabeza tocada de una vistosa boina roja, roja como la cabeza de un aura, como el Ejér- cito Rojo, el glorioso e invencible Ejército Rojo, rojo rojo rojito ro- jito como la sangre, la sangre de los hermanos caídos en la defensa de la soberanía angolana no corrió en vano, en vano se empeñan los imperialistas en atacarnos y calumniarnos cuando la razón y la justi- cia están de nuestra parte, la boina del Che era negra, conocí a un gallego ex combatiente de la República Española que usaba una boi- na negra y hablaba muy mal del comunismo, no me explico por qué me comporto tan condenadamente mal, a veces pienso que soy un mal hijo que no agradece a madre Revolución lo que ha hecho por mi educación y mi salud de una manera absolutamente gratuita y lo que ha hecho por no dejarme caer en la miseria, sobre todo en la miseria moral que padecen los jóvenes de Occidente, madre perdó- name una vez más así como nosotros perdonamos a nuestros deudo- res, perdóname por los soldados que despliegas en mi búsqueda y por las balas que han malgastado en mi captura y por las que a lo mejor emplean en mi muerte uno de estos días, madre todopoderosa y generosa e implacable con tus enemigos, ¿soy yo tu enemigo?, madre, una cucaracha no es digna de ser tu enemigo, búscate enemi-

368 Armando de Armas gos que acrecienten tu gloria; GLORIA A DIOS EN LAS ALTU- RAS; yo no seré más que una cucaracha aplastada por uno de tus tanques de guerra cuando en verdad bastaría con un pisotón de algu- no de tus buenos hijos; ALEGRES Y DIGNOS MUCHACHOS BOINAS ROJAS NO MALGASTAN SU TIEMPO A LA CAZA DE CUCARACHAS; será la única especie que sobrevivirá en caso de una hecatombe nuclear; no quiero me comparen con bicho tan repulsivo, con un tigre, sí, tal vez con un gato, para no pedir mucho, no, si no pido mucho, sólo un lugar bajo el sol; conspiración de los Rayos y Soles de Bolívar; saber que en una de mis vidas estuve en esa conspiración, ¿y si en vez de eso fui esclavista o pirata?, proba- blemente, quizás por eso estoy en una carretera al acecho de una luz al doblar de cualquier curva, pago cosas, no debo quejarme, es bue- no que un hombre sepa pagar cosas sin quejarse, entre el esclavista y el pirata, prefiero al pirata, tan cruel el uno como el otro, pero el pirata tiene cierto halo romántico; CON DIEZ CAÑONES POR BANDA VIENTO EN POPA Y A TODA VELA; en su enfrenta- miento a todas las banderas, en su fiera afirmación de la individuali- dad frente al Absolutismo de la época, en su búsqueda de una posi- ción en la vida, en la sociedad, contra la sociedad y por su cuenta y riesgo, a despecho de las condiciones de la sangre azul y las exigen- cias de servidumbre incondicional al PODER, yo, pirata, perseguido por los Boinas Rojas, es decir, las fuerzas españolas, desde niño qui- se ser bandido del mar y mi primo Jorge no fuera bobo que por lo regular los piratas estaban mal armados y harapientos y perseguidos y con hambre en tanto los españoles estaban bien armados y de uni- formes rutilantes y bien comidos y eran perseguidores, parece es mi estrella, siempre me ha correspondido ser el perseguido, ¿cambiará la suerte?, tal vez, nunca se sabe, es como en el cachumbambé, aun- que podría cambiar la suerte y yo que estoy tan acostumbrado a ha- cer el perseguido, a vivir al filo de la navaja, no pueda adaptarme a la normalidad, y entonces haga de nuevo el perseguido, o lo que es peor, el perseguidor, por cobrarme todas las que me hicieron cuando era el perseguido; a pesar de mis preferencias pirateriles, no estoy seguro de que haya sido un pirata, más bien creo fui esclavista, cuan- do más, capitán de barcos negreros, o cazador de negros en la costa

369 La tabla africana, ¿cómo será el oficio de perseguidor?, del eterno cazador de hombres con su escopeta y sus babeantes perros peinando las mon- tañas de Ti Arriba, a la búsqueda de palenques de cimarrones, eterno rancheador, como si el espíritu o la psicología del rancheador per- maneciese al acecho en el tiempo; debiera existir una tercera vía, o la opcionalidad de una tercera vía, ¡que si de escoger se trata!, no creo nadie vaya a preferir andar por ahí por esos inhóspitos montes, huyendo, ya sea detrás o delante, que esto último no determina, sino las circunstancias que son esencialmente casi las mismas, siempre las cabronas circunstancias incidiendo sobre unos pobres tipos que se creen muy importantes y muy seguros y muy convencidos de lo que hacen y por qué lo hacen; ¿de qué te quejas malagradecido si la revolución te lo ha dado todo?; mi eterno agradecimiento al General Gerardo Machado por haber construido la Carretera Central que ca- mino entre sobresaltos de perseguido esta noche que no sé dónde me va a amanecer; una carretera es siempre un buen lugar para los fan- tasmas, fantasmas con vocación de gitanos que pululan por las ca- rreteras del mundo; caminar de noche por carretera desierta hace fi- losofar; qué sucedería si un buen día tomamos conciencia de que, efectivamente, somos eternos, creo, sobrevendría un cataclismo mo- ral, qué tendría entonces sentido, si sabemos el tiempo siempre siempre nos va a sobrar, en cuanto a la lingüística, desaparecerían, además de muerte, términos como tiempo preciso y tiempo perdido, patrimonio, entre otros, de mandatarios, burócratas, escritores y car- teristas, términos que se diluirían en el Tiempo-Tiempo, TIEMPO ABSOLUTO, yo ante semejante cataclismo moral me acostaría tranquilamente a dormir una siesta de milenios para reponerme de precipitadas fugas como ésta, ¿y los máximos líderes?, ¡ah!, ¡los máximos!, contentísimos de saber que el tiempo no es ya implacable en cuanto a arrebatarles la deliciosa tajada del poder que tanta san- gre les ha costado, la de otros, claro; SE PRODUCIRÁ UNA RE- VOLUCIÓN DE LAS MASAS OPRIMIDAS CONTRA EL RE- LOJ; es terrible esto de caminar con hambre por una carretera sin principio ni fin y por lo mismo no va a ninguna parte ni tiene puntos de referencia; ¿seré yo el mismo en la noche y la carretera y la fuga y el acecho que el que se sumerge en la semiclandestinidad y los

370 Armando de Armas juegos de luces y la música y las lentejuelas de este cabaret?; yo cabaretero, suena bonito, gentes de cabaret, cuerpo de carabineros, no, carabineros no, mejor cabaretero, que en el cabaretero hay como un dejar hacer, un tomar la vida como venga, alegrar la vida como sea, pasarla lo mejor posible, el caos, el caos dentro del caos, me hablo, me converso, me masturbo, yo, el más turbado masturbador en los disturbios, yo en la carretera, yo en el cabaret, en ambos casos inciden las mismas circunstancias de soledad, de refugio, de auto- complacencia, de egoísmo, de encerramiento en lo cerrado del uni- verso que somos, de evasión; el carabinero es otra cosa, en él todo está reprimido y regimentado, excepto la necesidad y a veces el pla- cer de matar, reprimido y regimentado por aquello de que para repri- mir hay que reprimirse, y para regimentar, regimentarse, es organi- zado y uniformado, su visión padece de la capacidad de ver los colores en su justa dimensión, precisos, delimitados, ajenos a toda manifestación de promiscuidad, lo contrario del cabaretero que va a disfrutar del amalgamiento, la promiscuidad, porque está intuitiva- mente convencido de que un color es todos los colores sin comienzo ni fin como en una gran mancha de múltiples y contrapuestas acua- relas unidas por El-Pintor-Cuya-Paleta-Está-En-Todas-Partes y que por lo mismo pintó de gris esta carretera, un gris que no produce ningún efecto especial, pero como no eres nada bobo te percatas enseguida de que su verdadero efecto especial radica, precisamente, en el hecho de no tener ninguno, en producir una especie de desaso- siego que da por la búsqueda de algo que remita a vivencias otras, gris, gris de toda grisedad, y después sólo manchas de aceite, aceito- sos oasis, y luces de carros que vienen raudas y me lanzo de cabeza al vacío negro de la cuneta, nadie calcula la cantidad de fantasmas que habitan una carretera, gentes que repentinamente han quedado en el punto medio de un viaje, y a partir de ese instante viajan abu- rridamente en la eternidad, viaje absoluto, sin llegar nunca a parte alguna, pobres estos fantasmas que debieran darme miedo y me dan compasión, felices ellos que al menos me tienen a mí que me com- padezco, de mí nadie se compadece, ni mi madre, porque la pobre me cree en estos momentos totalmente reivindicado, es decir, a sal- vo, en un campamento cañero esperando en brazos del sueño la hora

371 La tabla del ¡de pie! y el afilado de las mochas y toda la parafernalia corres- pondiente al honesto cumplidor de los deberes patrios, tengo miedo de que venga el amanecer y huyan los fantasmas, soy sólo un hom- bre que va por la carretera gris con sus fantasmas y una estrella, su estrella, seguido de un batallón de Boinas Rojas que eficazmente peinan los matorrales en su búsqueda, no puedo detenerme, tengo que seguir aunque sepa que no voy a llegar a ninguna parte, pero el solo hecho de caminar me hace bien, aunque las botas me aprieten y se me hinchen los pies dentro, los zapaticos me aprietan las medias me dan calor, para este bonito viaje me hubieran hecho falta las za- patillas Cobra del Pepillo, ¿a dónde habrá ido a parar la zapatilla que le faltaba?, ¿en qué punto de aquellos yerbajos que rodean la disci- plinaria estará acurrucada y escondida la zapatilla?, zapatilla con dos o tres agujeros de bala y alguna que otra mancha de sangre im- pregnada de partículas de tejidos; algún día un niño jugará por los alrededores y entre oxidados aros de barril, hierros retorcidos, cas- quillos de bala y cañones de fusil habitados por arañas, encontrará una zapatilla mugrienta con la etiqueta todavía rutilante de la marca Cobra y pensará que envolviéndola y atándola fuerte con una cuerda le servirá para jugar a la pelota, el niño estará gracias a Dios situado en un futuro de la Historia Patria en que le será dado tener muchas pelotas de encendidos y variados colores pero por aquella extraña, extraña para los adultos, actitud de los niños de despreciar los más lujosos juguetes a favor de los más rústicos artefactos, se apropiará de la mugrosa zapatilla sin sospechar siquiera que alguna vez dentro de la misma habitó un pie que fue convertido en masa sanguinolenta, carne enlatada, y que las manchas más oscuras que la adornan no son más que restos de grasa y tejidos humanos, menos sospechará que una vez alguien llamado Pepillo quiso comprar su libertad con aquella cosa deforme y sucia que una vez fue la admiración en las fiestas de los pepillos del Vedado, el niño no sospechará que de co- nocerse que él tiene semejante cosa en su poder las autoridades se la arrebatarían, y cambiarían inclusive por una bicicleta, para vaciarla en yeso y levantar un monumento de sobrehumanas proporciones en alguna plaza pública del país, probablemente en el mismo Vedado, monumento que podría financiar la firma de zapatos deportivos -Co

372 Armando de Armas bra, y procuraré estar presente el día que develen el monumento, tomándome una cerveza Hatuey en una esquina de la plaza, y con- trariamente a lo que esperaría el descomunal zapato no logrará des- pertar en mí ningún sentimiento especial, sino sólo el efecto de una aburrida película donde unos aburridos señores, representantes de las clases vivas; léase no bobas; de la localidad intentan adornar un parque con un zapatón que por algún oscuro motivo ellos creen sen- sacional, me daré un trago, media sonrisa, sonrisa-mueca, y recibiré con beneplácito el regalo de la cagada de un pájaro posado allá arri- ba entre las ramas de un almácigo; veo venir una luz; luz al final del túnel; es lo que hemos estado esperando durante todo este tiempo; tengo que decidirme porque ahorita va a amanecer; esta noche ama- necemos, amanecemos guarachando; y ya los perros y sus amos han de andar sobre mi rastro, quién me lo iba a decir a mí, que siendo niño leía conmovido las historietas ilustradas donde valientes cima- rrones eran perseguidos por babeantes perros, que me iba a ver un día en la misma condición del cimarrón en pleno siglo XX en un país donde supuestamente no hay lugar para la aventura y las situaciones límites y todo es científicamente demostrable y los perros animales fieles que sirven al Hombre para el bien de otros hombres porque, sencillamente, ya no existen mezquinos intereses de clase, que di- chos intereses de clase eran los que hacían que hombre y perros persiguiesen con saña a otros hombres; 1789; UNA IDEA QUE TRANSFORMÓ AL MUNDO; HOMBRES SON POSEÍDOS POR LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE; el maligno documento los persigue y envuelve, los atra- pa y los eleva, enorme papel escrito en letras góticas, viajar sobre la DECLARACIÓN como sobre una alfombra mágica por países de ensueño, antiguos reinados de príncipes y encantadas doncellas y dragones múltiples veces decapitados por aguerridos pretendientes a la mano de la hija del Rey, que hoy son países del Tercer Mundo azotados por sequías y hambrunas y la firme convicción de construir el Socialismo, convicción que por supuesto materializarán porque ya poseen lo fundamental para TAN ALTO FIN, han erigido cada uno de ellos a un MÁXIMO LÍDER que es muy sabio y muy bueno y muy reunidor en su sacra persona de las más caras aspiraciones de

373 La tabla sus respectivos y atribulados pueblos; YO EL SUPREMO DECLA- RO QUE SOY EL ÚNICO CAPACITADO PARA DECLARAR; un hombre se dirige a otro; ¡un momento, por favor, ciudadano!, ¡yo no soy ningún ciudadano!, ¡compañero!, ¡y más compañero que usted!; EL CIUDADANO COMO UN ESTIGMA; ¿qué dirían al respecto Bonaparte, Jefferson, Goethe y Miranda?; nada, media sonrisa, un trago de ron, y pensó en el TERROR en que degeneró LA GRAN IDEA, vio a la alacrana devorar a sus propios hijos y los hijos a su vez devorar a la alacrana; HOMBRE CIUDADANO; una declara- ción erigida como una vela encendida sobre un río de sangre, y aho- ra resulta que nadie quiere, que nadie puede, ser ciudadano, sino, compañero, camarada; de la misma camada; un túnel muy oscuro y largo y estrecho con mucha gente metida a la fuerza dentro, gente que a tropezones y empellones busca desesperadamente una luz, luz que parece haber desaparecido para siempre, o, sencillamente, nun- ca existió, como si en realidad el túnel no ascendiera hacia la super- ficie, sino que desde siempre ha estado hundiéndose hacia el centro de la Tierra; VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA; un pueblo en el centro de la Tierra con sus leyes y sus héroes y un MÁXIMO LÍ- DER, ajeno, indiferente, y puede que hasta ferozmente dispuesto a combatir contra el fantasma de la luz; LA LUZ DE YARA; cuentan los guajiros que por las serranías de Yara suele vagar durante las noches sin estrellas una gran luz que es el alma en pena del Cacique Hatuey; debo decidirme por aquella luz que viene a lo lejos, tiene que ser mi salvación, todos tenemos derecho; A UN ESTADO DE DERECHO, ESO ES, UN ESTADO DE DERECHO; ¿y mataremos a los izquierdos?; no voy a tener tan mala suerte, merezco que sea un hombre de bien el que conduce ese carro, esa luz, que me pregunte hacia dónde voy y yo, hacia donde usted vaya, un hombre que no tema de los fantasmas que salen de noche a parar carros en la carre- tera, fantasmas que juegan malas pasadas a los incautos conducto- res, si tengo que pagarle le pagaré, no quiero favores, sólo un servi- cio, un buen servicio, para retribuirlo como Dios manda; BUEN SISTEMA DE SERVICIOS SANITARIOS; puede hasta suceder que el hombre viaje solo y quiera llevarme para que le dé conversa- ción y le ahuyente el sueño y los jodedores fantasmas de la carretera,

374 Armando de Armas claro, el pobre hombre no tiene evidencia alguna que le pruebe que no soy un fantasma, pero vale la pena que se arriesgue, estamos acá para servirnos, marineros somos y en el mar andamos, y si la balsa de uno va bogando bien y hay otra en peligro de hundirse, nada más justo que se le remolque y se le dé provisiones, en asunto de balseros es hoy por ti y mañana por mí, al menos mientras dure la navega- ción, más nunca navegaré, soy Nadie, todos somos Nadie, nada de nadies nadando en la Nada Absoluta, cuando el chofer me proponga hacer viaje con él le diré que cómo no, que para donde usted quiera que para eso somos cubanos, para ayudarnos los unos a los otros, cubanos y revolucionarios, no se puede ser cubano sin ser revolucio- nario, ni revolucionario sin ser comunista, es imposible que no nos ayudemos en momento tan difícil como éste, ¿difícil?, bueno, sí, digo, no, me refiero a lo difícil que quieren poner las cosas los impe- rialistas con sus amenazas de agresión y el Bloqueo Económico que hace, por ejemplo, que yo ande a pie y descalzo por la carretera y no vaya al volante de un Mercedes Benz, que ande solo y con frío, hace un frío de padre y muy señor mío, me cala hasta los huesos, estoy bloqueado, quiero escapar, escapar de mí, de todos, de todo, de este enorme cerco o túnel o trampa, maldita trampa del tiempo que no me deja volar, los hombres debiéramos tener alas aunque no fuésemos ángeles, la condición de alado no tiene por qué estar unida a la con- dición de ángel, con un par de alas yo resolvía el problema, aleteo y asciendo suavemente por sobre las mesas ante los atónitos ojos del Lobo, la Gata, Luly y de todo el cabaret pendientes de mis acroba- cias aéreas por entre las luces del techo que dan destellos violáceos a mis alas, hasta situarme en el punto justo en que bajando en picada pueda salir por la puerta por sobre la cabeza del portero al cual tuve que sobornar con cinco pesos para que me permitiera entrar hace unas horas, para inmediatamente elevarme al cielo y voltear grácil- mente rumbo norte, con un poco de frío, cosa natural de noche y a estas alturas y teniendo en cuenta que voy batiendo las alas y que no puedo acurrucarme en ellas, pero en cambio tengo que caminar y caminar por la carretera gris, caminante entre las brumas, y menos mal que allá viene esa luz, la esperanza de la luz para los ciudadanos de Carajo, ¿qué país es ese?, un importante país del Tercer Mundo

375 La tabla dirigido por un Máximo Líder, ¿y no habrá ciudadanos honestos que enfrenten y derroten a ese que desdirige Carajo?; PROMETEO EN- CADENADO, de Esquilo; Io; ¿pues es posible que Zeus caiga ja- más del Imperio?; Prometeo; me parece que te alegrarías de ver ese desastre; Io; ¿y cómo no, yo que tan miserablemente estoy padecien- do por su causa?; Prometeo; bien puedes tener por cierto que eso ha de suceder; Io; ¿quién lo despojará del tiránico cetro?; Prometeo; él a sí mismo, con sus desatentadas resoluciones; en Carajo son todos como el erizo, bien defendidos con púas; un pobre y solitario erizo entre escarpadas rocas con sus negras, ridículas y ponzoñosas púas para repeler un eventual ataque enemigo; un extraño erizo que se vuelve sus propias púas o que posee púas de doble punta para al unísono pinchar y pincharse y que al final acaban por dañar más su propio cuerpo; ERIZO MÍO QUE ESTÁS EN LA COLINA, TEN- DIDO COMO UN VIEJO; viejo erizo maricón preñado con miles de larvas de erizo que se pinchan las unas a las otras, como para no perder la costumbre, al son de viejos cánticos guerreros dirigidos la larva llamada Erizo Mayor; una playa muy bella, la más bella, donde los bañistas suelen terminar cojos por la acción de los erizos; ¿cómo puedo quitarme la ponzoña inoculada por un erizo?; con una tabla, tabla de la ley, que alguien te dé con una tabla de la ley en la planta del pie; pero, eso es tortura; siempre hay una forma de torturar, tor- turar es fácil, la tortura es como Dios que está en todas partes, en cada uno de nosotros hay un torturador, ¿quién no ha tenido deseos alguna vez de azotar a una de esas mujeres de nalgas abundosas en apretados jeans que andan sueltas por las calles?, eso es reflejo del torturador que llevamos dentro, otra cosa es, por supuesto, la institu- cionalidad de la tortura; hace falta una gran tabla para matar a la ponzoña; LA TABLA; la ponzoña de erizo es un buen renglón ex- portable con vista a fomentar en el mundo, sobre todo en el Tercer Mundo, la filosofía del erizo y crear un, dos, tres, muchos Vietnams, como quería el camarada Che, en una época en que las selvas des- aparecían bajo la acción de bombardeos químicos y los niños corrían desnudos e incendiados por el napalm; CUANDO LOGREMOS IN- CENDIAR AL MUNDO NO HABRÁ IMPERIALISMO NI DIOS QUE SE NOS RESISTA; qué cosa será la luz que se acerca, nadie

376 Armando de Armas puede saber, sólo Dios, y él no te dice es esto o es lo otro, puede que Dios sugiera, sí, eso, Dios sugiere, un Dios que sugiere cosas y no dice nada, o dice, sugiriendo, Dios que nos creó, digo, nos sugirió, sólo somos sugerencias de Dios, Dios existe porque es la sugerencia misma, y nosotros, sus sugeridos, que existimos sólo en la medida que sugiramos, sugiero que la luz que se acerca no sea la de un carro militar, sino la luz del carro de un pacífico ciudadano, en nuestro país no pueden existir ciudadanos pacíficos, pero ese tendrá que ser pacífico y se dispondrá a socorrer al caballero Amadís que viene de librar feroz batalla en nombre de su dama, caballero que camina con botas rusas Vaquetetumbo; EXCELENCIA DE MARCA EN EL CALZADO RUSO; pudiera ser que la luz no sea más que un platillo volador en la carretera, ¿sabrán sus tripulantes lo que es huir?, ¿cómo darles la exacta noción de lo que es huir?, porque si llegaron hasta aquí a través de millones de años luz se supone que sean tan evolu- cionados que no tengan la noción de la huída, no imagino a un evo- lucionado extraterrestre de esos corriendo delante de un policía con el plomo silbándole en sus orejas, si es que tienen orejas, o escondi- do bajo toneladas de basura para escapar de una cárcel disciplinaria; ¿disciplinacuánto?; sí señor, disciplina consciente, eso es lo que es- peramos, y exigimos, de nuestros soldados, clases, oficiales y pre- sos, según la experiencia tomada por nosotros de quien fuera direc- tor del penal de Isla de Pinos durante el gobierno del General Gerardo Machado, disciplina impuesta entre prisioneros comunes y políticos con una eficacia que nos resulta aleccionadora, Castells, creo, se nombraba el tipo, claro, nosotros como dialécticos que so- mos hemos adaptado sus enseñanzas a nuestra realidad actual y he- mos ido mucho más lejos, hemos extendido su método de disciplina consciente a la llamada sociedad libre, es decir, presos y ciudadanos beneficiados por el mismo método de disciplina consciente, porque no hay nada más lindo que un pueblo sometido alegremente a la disciplina consciente, marchando de uno en fondo, fila india, unifor- mado, unido, pueblo unido jamás será vencido, monolítico, pidiendo permiso para reírse, para hablar, para leer, para escribir, para tomar agua, para bañarse, para rascarse, para hacer el amor, ¿el amor se hace?, pueblo ideológicamente fuerte, radical en la defensa de los

377 La tabla sagrados principios, ese es nuestro ideal de pueblo, y lo logramos, y seguiremos logrando, pues contamos con las más sofisticadas técni- cas para la aplicación de la disciplina consciente, cosa con la que no contaba el pobre y folclórico Castells; necesito alguien o algo que me guíe y diga si debo parar ese carro o nave espacial o lo que sea que viene hacia mí, o por el contrario si debo lanzarme una vez más a la cuneta, es tan difícil decidir algo, sobre todo cuando te han acos- tumbrado a que otros decidan por ti, aunque este caso es distinto, no tengo alternativas; NUNCA TUVO AMADÍS ALTERNATIVAS, AL-TER-NA-TI-VAS, VAS VIENDO NO ME DEJAN ALTER- NAR AR AR AR ARMÉMONOS PUES PARA PODER ALTER- NAR; y sabes no es posible dejarlo para después, es urgente hacer cualquier cosa, cualquier cosa es la mujer de un chino, un chino descalzo es lo que tengo detrás, no sé qué hacer, ¡qué malo es no saber qué hacer!, pero algo haré pues no puede suceder que me en- cuentre aquí al amanecer, amanecer de pájaros que cantan y murmu- rio de aguas que caen en suaves cascadas y rosáceos dedos del alba allá en el horizonte y cama tibia y mujer buena y desnuda al lado y la esperanza como una luz, pero en cambio todo es tan terrible que prefiero un encuentro cercano del tercer tipo que un encuentro cer- cano de cualquier tipo con los heroicos Boinas Rojas, especialmente cuando no sé qué consecuencias pueda acarrearme un encuentro con los extraterrestres, porque se habla mucho de sus supuestas buenas intenciones y de que son, en caso de que sean capaces de llegar has- ta acá, unos tipos supercivilizados y que por lo mismo deben haber eliminado las políticas de conquista y que sus relaciones con noso- tros serían sólo de colaboración en el sentido de continuar la labor civilizadora que una vez en el tiempo, un tiempo remoto, ellos mis- mos habrían iniciado entre nosotros, ¡pobres criaturas con ínfulas de pequeños dioses!, pero lo cierto es que nadie ha podido demostrar hasta ahora que no vendrían precisamente con las intenciones con- trarias y me acuerdo, no sé por qué, de hazañas civilizadoras como la de César en la Conquista de las Galias, las Cruzadas, la Conquista del Imperio Azteca a manos de Cortés y otras tantas empresas civi- lizadoras y desafortunadas, para los civilizados, por supuesto, y es que mis preferencias vienen precisamente por la vía de no conocer

378 Armando de Armas el comportamiento que tendrían conmigo los extraterrestres y sí de- masiado bien el que tendrán los valientes muchachones del cuerpo de Boinas Rojas, así que, nadie podrá acusarme de vendido a intere- ses foráneos por mis preferencias, en la vida todo debiera ser cues- tión de preferencias, no quiero ser militar, ¡que me respeten!, siento miedo, miedo de que no sean los tipos del espacio, y en cambio, sean, por ejemplo, Atila y sus hordas montadas sobre corceles de ruedas, ¿cómo se las arreglaría el apestoso Atila para reclutar a sus guerreros, y sobre todo, para mantenerlos entre sus huestes? pues, que yo sepa, en semejante época no existían disciplinarias para cas- tigar a los desertores, ¿o es que existía un consenso general entre los clanes bajo su mando acerca de la necesidad de hacer la guerra para la adquisición de nuevos territorios allá en el decadente Occidente?, pueblos enteros yendo a la guerra, mujeres, niños y viejos tras los guerreros, eran lo que vendría a ser la impedimenta para el Ejército Mambí durante las guerras por la independencia, gente trashumante, cola de ejércitos, siguiendo los avatares de la guerra, impedimenta muchas veces atacada por las fuerzas españolas, gente que huye des- pavorida, cayendo, levantándose, cayendo para no levantarse más, atravesada por el sable o el fuego del Mauser; LA SERPIENTE SE MUERDE LA COLA; para la oficialidad española Maceo era el Ati- la tropical, ¿y Weyler?, no, Weyler no, era todo un caballero, nada menos que el antecedente más directo de lo que después serían Le- nin Calva de Terraplén con sus ojos orientales y su obcecada idea del Superhombre Proletario y Hitler Bigotito Lindo con sus ojos de po- seso y su obcecada idea del Superhombre Ario, antecedente en cuan- to a la creación de campos de concentración; valiente sorpresa la del guerrillero ruso de una aldea perdida en el monstruoso mapa de la URSS, que acuchilla a un soldado alemán de las SS en el recodo de un camino y ve que con la primera cuchillada la sangre que brota a borbotones no es azul, sino roja, repite y repite el acuchillamiento hasta el cansancio de la muñeca en busca de la sangre azul que le diga que efectivamente él, pobre y estúpido campesino, ha matado un dios ario, dios bello y dios cruel, pero dios al fin y al cabo que muriendo lo hace ascender a él, aunque sea por un instante, a la ca- tegoría de dios o de matador de un dios que viene siendo lo mismo,

379 La tabla y decepcionado, suelta el cuerpo del alemán que sujeta pasándole una mano por la espalda, y cae hacia atrás con los movimientos de un muñeco de trapo, ¿sabrá este aldeano ruso, devenido guerrillero por la fuerza de las circunstancias, la historia de mi tío Yeyo apuña- leando un muñeco de trapo que le habían situado en el camino por donde necesariamente tenía que pasar después de visitar una novia?, ¿qué posibles conexiones entre el guajiro ruso apuñaleando un dios y el guajiro cubano apuñaleando al demonio de la noche en el mismo preciso y maldito instante?, y para colmo Hitler busca en el mapa a ver qué isla de indios y negros emplumados es la que le acaba de declarar la guerra con todas las de la ley; a los desertores se les debe un monumento porque se habla de la lucha por la paz y el desarme y convertir las armas en arados y bla bla bla, pero nadie ha tenido co- jones suficientes para levantar un monumento al Desertor Descono- cido, que los desertores vienen a ser los verdaderos soldados en la lucha por la paz, los demás, en su mayoría, son demagogos con fines políticos; de pronto, dos ejércitos están a punto de enfrentarse en árida llanura de arenosas ventiscas, la lanza presta, la espada a la cintura, el escudo al frente, los ojos acechantes, los cascos con crines de caballos tremolantes al viento, el hedor de sudores y miedos que anteceden al combate, nervios tensados ante la cercanía de la muerte y la incertidumbre de quiénes serán los elegidos para ver la victoria, o la derrota, el recuerdo de la mujer amada que espera en la tienda, unos enormes deseos de cagarse dentro de la armadura y; cuando ya nos íbamos a batir resultó que uno de los tipos del problema era medio primo del Chévere y se conocieron y aquí no ha pasado ni pinga caballeros que somos familia y pedimos una botella de Hava- na Club más y dice el medio primo del Chévere que él es el timonel del yate del Delegado; ojo, no el Delegado del Partido Revoluciona- rio Cubano, sino el Delegado del Ministerio del Interior en la Pro- vincia; y que el Delegado es un tipo chévere de verdad y el Chévere que aquí el único chévere soy yo y el primo que no importaba si el Delegado era chévere o no porque él nada diría de la presencia de ellos allí y los guardias que cuidan el yate son mis socios y tomen lo que quieran muchachos lo mismo Hatuey que Polar que Cabeza de Perro que la cabeza de una pinga que whiskey y coman queso o ja-

380 Armando de Armas món o camarones o langostas o lo que gusten que están en su casa digo en la casa del Delegado que es igual que si fuera la de ustedes y si el Delegado supiera la clase de tipos que somos el Chévere y el Lobo y yo va y le da un infarto o mejor si supiera que estamos meti- dos dentro de su yate porque él nos conoce bien de sobra como tra- ficantes de divisa y no puede permitir que los llamados jineteros trafiquen con la divisa moneda fuerte del enemigo y la langosta vale mucho en el mercado mundial y está muy bien que el Delegado la tenga en su yate pero lo que sí no está nada bien es que se la coman los tres mosqueteros o jineteros o proxenetas o tahúres esos de Ama- dís, Chévere y el Lobo que además están fichados por otras lindezas más como el diversionismo ideológico y la ostentación desenfadada de una vida disipada que daña muy seriamente la moral proletaria y es imperdonable que le coman la langosta al Delegado y se emborra- chen como cerdos a costa de la economía nacional que a todos estos pillos debieran encerrar que díganme ustedes quién ha visto eso de los ratones de fiesta en casa del gato con botas lustrosas botas mili- tares de charol y Carpentier sí tenía razón en lo de real maravilloso en América y la puta que vino conmigo maravillada de las alfombras del yate y los cuadros y el confort y las camas y si no fuera porque tus amigos van a querer también lo hacíamos en la cama del Delega- do y si ellos quieren qué importa que para eso somos amigos para compartir las cosas y todos para uno y uno para todos y llevar a la práctica las ideas del comunismo y la práctica criterio de la verdad y aquí todos somos iguales desde el más humilde militante de base hasta el más alto cuadro del Buró Político y ustedes saben bien lo que significa ser militante del Partido que los militantes tienen que ser ejemplos y el día que no sean ejemplos los sacamos de nuestras filas y la puta qué buena está la langosta del Delegado y le encantaría chuparle la langosta al Delegado que conmigo se pasaba bien y se divertía pero que el riesgo y nada como la seguridad y el respeto y el miedo que a Amadís y al Lobo y al Chévere se le respeta entre los bandoleros como ellos pero nada de consideración social y política y es bueno eso que una puta tenga aspiraciones sociales y políticas y el entierro de Yarini y la cubanidad y detrás del féretro el Señor Pre- sidente de la República y los comerciantes de más rango y las damas

381 La tabla de sociedad y las putas de San Isidro y excombatientes del Ejército Libertador y los chulos amigos del difunto y el clero y los sindicatos y algún que otro anarquista que recibió seguro refugio de Yarini en su imperio de San Isidro y sigan los franceses con su Napoleón que nosotros seguimos con nuestro Chulo Nacional y la charanga y los vendedores de churro y los santeros y los paleros y el ataúd envuelto en la enseña nacional como correspondía a un Chulo Nacional que es mejor que Poeta Nacional y la Mente Nacional está en crisis y no es precisamente por culpa de Yarini y vivan los Conservadores y también los Liberales y la República sin mediatizada ni seudo ni los otros apellidos y San Yarini va a resucitar y ya verán las jineteras lo que es un chulo de verdad y no los chulitos de café con leche de ahora educados en Escuelas en el Campo y aquí no se rinde nadie y preferible hundirnos en el mar y el palito del gallo y puede que Ya- rini haya vuelto en la figura de Amadís y cuando vino como Yarini lo hizo para que lo matara Lotot o los hombres de Lotot y quería seguir siendo caballero o caballero chulo porque la dialéctica es la dialéctica y las circunstancias y ya al amanecer nos vamos y le digo a la puta que llene de cervezas Hatuey su mochila de colores fosfo- rescentes y yo me meto como puñales todas las que puedo en la faja del pantalón y vamos todos borrachos y que viva el Duque digo el Delegado y su magnificencia y si nos coge nos pela y es de lo más rico amanecer borracho sin que te haya costado un quilo la fiesta porque hay delegados como éste que lo sacrificaron todo por la pa- tria y general más joven de las FAR porque siendo casi un niño ya era oficial del Ejército Rebelde y tan militar que le dice a la mujer vamos a hacer el amor o tal vez hacer el amor no tal vez vamos a limpiar el armamento y ella que no que está cansada que vino de una recepción con las delegadas de la provincia al Congreso de la Fede- ración de Mujeres Cubanas y el Delegado que es una orden ¡coño! y preparada apunto fuego y el pájaro vomita sobre la pelambre y que- dan como unas perlas y el pájaro muerto y el Delegado se acuerda de unas pastillitas que hay ahora que dicen que son lo mejor para estas cuestiones de la Defensa y las mandará a pedir a La Habana a otro general amigo que él se las pagará cuando vaya de viaje al Occiden- te corrupto y firme coño que mañana es otro día y hoy son sólo ma-

382 Armando de Armas niobras que mañana a primera hora será el fusilamiento y no retuer- zas la boca que son órdenes y las órdenes se cumplen y no se discuten y se pone los pantalones con estudiado gesto militar o de matón y grita por el chofer y éste viene solícito y le ordena partir inmediatamente hacia La Habana y localizar en el Estado Mayor General al general Gumersindo Pérez y pedirle las pastillas que una vez le prometió para el caso de que le hicieran falta como táctica para desarrollar la estrategia y que a las seis de la mañana del próxi- mo día tenía que estar de vuelta con la orden cumplida que era un importante asunto de estado lo que estaba en juego y saben ustedes lo atrevida que se han vuelto las gentes en este país que Amadís y sus compinches se han atrevido a meterse en el yate de semejante Delegado todo porque el timonel del yate resultó ser el medio primo del Chévere lo que no dice nada porque quién prueba que Amadís y sus compinches no hicieran un atentado al yate u obligaran al primo timonel a navegar con rumbo norte y lo que son las cosas Lobo no haber pensado en eso aquella vez todo hubiera salido más fácil que ahora porque en un yate como ese llegamos en nada a Caimán Gran- de que es yate muy marinero y nos ven llegar allá y dicen miren para eso los yates que se gastan la gente de la Cuba Socialista y todavía se van como si acá fueran a encontrar yates mejores que tal vez igua- les sí pero no mejores nada espejismos de la sociedad de consumo; la desbandada, ambos ejércitos corren en sentido contrario, se dis- persan, tropiezan, arrojan las lanzas, las espadas y los escudos y el campo es un basurero de armas semicubiertas por la arena y los cas- cos han perdido toda belicosidad y más bien parecen tibores bocarri- ba a la espera de uso más racional, y los hombres corren al encuentro de sus esposas, hijos y padres que esperan ansiosos en las tiendas el resultado de la batalla que de ello depende si mañana serán libres o esclavos y los abrazan y ante la pregunta de cómo ha podido ser la derrota sólo atinan a responder ¡nunca más!, mientras, el cielo enca- potado es surcado por águila blanca con flores entre las garras y el pico; yo soy maestro Cinco Picos, he subido el Pico Turquino cinco veces; ¿y eso para qué?; para demostrar que aparte de enseñar a los niños tengo una preparación física adecuada para el caso de que el Imperialismo Yanki se atreva a hollar el sagrado territorio nacional;

383 La tabla política cultural en defensa de la cultura nacional; Goethe será el único de su tiempo capaz de superar esta contradicción entre lo uni- versal y específico, afirmando que la vocación de toda cultura es la universalidad; cada nación deberá constituir su ejército de deserto- res y el problema de la paz quedará resuelto para siempre y podrán crearse condecoraciones para los desertores que más se hayan desta- cado, podríamos, por ejemplo instituir la Orden Pepillo de Primer Grado, para los que murieron o fueron heridos en el intento de fuga; fuga de capitales de los países económicamente atrasados hacia los países desarrollados; lo que no puedo explicarme por qué yo que siempre quise ser el jefe de una guerrilla en las selvas de América Latina ahora no quiera ser ni siquiera soldado del ejército más pode- roso de América Latina que, en definitiva, la guerrilla no sería más que el embrión de ejércitos tan poderosos como el que poseemos nosotros, ¿nosotros?, ¿quién es nosotros?, hombre, el pueblo, repre- sentado claro está, en la máxima dirigencia del Partido; Partido úni- co; somos un pueblo de partido único e idea única; ¿cuál es tu idea?, ¿eres pacifista?; no, en realidad no sé, sólo quiero no tener que mar- char metido dentro de ese horrendo uniforme verde-olivo que me hace parecer un mameluco, ¿mameluco?, no, yo no soy ningún ma- malón de esos que esa palabra allá en la disciplinaria quiere decir otra cosa, no, pero hay diferencia entre mamalón y mameluco, que el mamalón, en dependencia de su capacidad bucal presta determi- nados servicios en una disciplinaria, mientras que el mameluco no prestaba ningún servicio al pueblo egipcio, si al menos en el Servi- cio Militar nos pusieran a construir pirámides, aunque para el espíri- tu racionalista de la Ilustración la construcción de pirámides podía constituir algo totalmente absurdo e innecesario, no creo lo fuera tanto, porque con una pirámide como la que se hacían los faraones, ¿se hacían?, ¿quién puede afirmar que un señor de aquellos tomó jamás una piedra en las manos, una piedra para la construcción?, decía, con una pirámide de esas esperando para cuando uno se mue- ra a cualquiera le entran deseos de morirse lo antes posible, y se me ocurre que los esclavos las construían gustosos para que a los farao- nes les entrasen ganas de morir y así librarse de ellos con la esperan- za de que los sucesores no serían tan hijos de puta, que los métodos

384 Armando de Armas de rebeldía de los pueblos son variados y sutiles en proporción di- recta al grado de represión que ejercen sobre ellos sus gobernantes, creo, además, que para embullarlos más aun los enterraban con sus esposas y concubinas que podían ser miles, ¡qué manera de gozar esos tipos, caballeros!, que ahora por casarse uno con dos mujeres a la misma vez lo acusan enseguida de poligamia y puede hasta ir a la cárcel, cuando la verdad es que un hombre debiera tener cuantas mujeres pueda, siempre que ellas lo entiendan y no ocurran por tal motivo escándalos y altercados públicos, igualmente debiera de ocurrir con las mujeres que quieran tener dos o tres, o los maridos que deseen, que si vamos a ser democráticos tenemos que serlo has- ta las últimas consecuencias y no detenernos donde se nos afecten determinados intereses, la democracia debe estar por encima de todo, y se podría hasta convocar a elecciones en esa especie de ho- gares colectivos para determinar cuál es la esposa o el esposo prefe- rido, campañas electorales que se podrían llevar a cabo una vez al año, con el objetivo de que nadie tome la democracia como medio de endiosarse en el poder; el poder es maravilloso porque hasta un tipo como yo quisiera tener un poco, debe ser como un vicio, una vez que lo has probado no hay quien te lo quite y te aferras a él aun- que en ello te vaya la vida, si total qué es la vida sin el poder, yo quisiera al menos tener el poder de detener esa luz que viene de allá y cerciorarme bien de quiénes vienen detrás de ella, y si son los Boi- nas Rojas poderlos desintegrar y montarme en el jeep y seguir como si tal cosa que ¡coño! un día debe tener uno derecho a salirse con la suya que a fin de cuentas uno no perjudica a nadie que los que per- judican de verdad casi siempre mueren en sus camas y muy tranqui- los con un cura a la cabecera y millones en los bancos que aquí tene- mos el caso de Batista; ¡abajo Batista, coño!; qué valiente eres, Amadís, me conmueve tu valentía al gritar abajo por alguien que está tan abajo que a nadie le importa y menos va a tomar represalias por ello, pero, por qué no te animas y gritas otro nombrecito, ándate, anímate, caballero de mil batallas, candoroso y pundonoroso caba- llero, anímate, sobre todo, si quienes vienen allá son los guardias que te buscan y grítales el nombrecito que tienes que gritarles a ver hasta dónde tienes cojones, cojones son los que te sobran para andar

385 La tabla huyendo por ahí como un forajido pero para más nada y no sé por qué será si en definitiva el riesgo de una bala puede que sea hasta mayor huyendo que enfrentándote tú solo con una compañía, arma- do, claro está, de un AK, pero, el caso es, Amadís, que tú no sabes ni tirar, al menos con armas de reglamento, y un cubano debe saber ti- rar y tirar bien, bienaventurados los que saben tirar, pero tirar hacia donde hay que hacerlo y no hacia blancos de cartón en figuras del tío Sam en unidades de milicias los Días de la Defensa, que bebiéndote una botella de ron de buena marca en un cabaret para turistas no se hace una revolución; una revolución que acabe con la manía de las revoluciones; ni se hace ninguna cosa, excepto ver cómo la Gata estrecha el cerco de seducción sobre Luly; bellísimas las dos, y cómo el Lobo las mira sumamente complacido y les habla no sé qué de la destrucción del mito de la penetración y el animador del show pre- gunta no sé qué acerca del pago de las Milicias Territoriales para el público cubano, cosa absurda porque él sabe que el público cubano aquí adentro es muy reducido, pese a que el show se llama Cubaní- simo y yo le pusiera Mariconísimo por lo amanerado y artificial que es todo aquí adentro, y sin embargo no está bien que critique porque entre estas semipenumbras me he gastado o malgastado buena parte de mi vida, lo cual, además, es mucho mejor que esto de andar hu- yendo de los enérgicos y valientes muchachos Boinas Rojas, el rojo para los comunistas y el rosado para los maricones, aunque, como sabemos, nada está tan definido, porque de nadie es un secreto, del rosado al rojo no va mucho, así que no podemos andar con mucho cuento; defiéndete tú que yo me defiendo como pueda; puedo puedo puedo hacer que nazca una serpiente de un huevo de águila; debié- ramos haber puesto un águila en el escudo nacional, pero en nuestros campos no existen las águilas, ah bueno, si no tenemos águilas, muy bien pudiéramos tener en el escudo nacional un aura tiñosa, pero eso es un sacrilegio a la dignidad patria, no, no lo es, que el aura es ani- mal mucho más positivo que el águila, quien sólo sabe de rapiñas y ferocidades y alevosos ataques, el aura, por el contrario, sólo se ali- menta de los muertos, qué hubiera sido de nuestros campos, o más bien de nuestro país, si durante las guerras por la independencia y durante las otras guerritas que hemos tenido las auras no se hubiesen

386 Armando de Armas comido a los muertos de ambos bandos con una imparcialidad tal que haría palidecer de envidia a lo más serio de la historiografía y la prensa supuestamente menos comprometida, más objetiva, creo que las auras pudieran ocupar un sitial de honor en nuestro estatus de potencia médica mundial, y se me ocurre que el aura no fue incluida en nuestro escudo nacional porque a la verdad que es fea como cara- jo, y no veo por qué la lindura tenga que ser cualidad determinante cuando sobran otras virtudes, eso es, me parece, un reflejo de la ten- dencia del hombre a trastocar las cosas y su sentido, debido a lo cual se llega a convertir en símbolo a los vicios en lugar de las virtudes, por ejemplo, yo soy más admirado entre mis compañeros que los muchachos buenos que nunca se fugan, ni contestan, ni se fajan y cumplen el Servicio Militar como Dios manda, ¿cómo Dios manda?, manda menda más que nadie, nadie manda más que menda, el Gran Manda Más, el Que Más Mea, ¡manda cojones esto!, mande usted amo, amo esta isla, el amo me ama, Mao ama a Fidel, Fidel a ma- Mao, mamalón como es, prefiero una y mil veces construir pirámi- des que cortar caña, que con las pirámides va y embullo a los farao- nes a que se mueran pero con la caña no voy a lograr nada, y menos que nada el desarrollo del país que desde que tengo uso de razón lo estoy oyendo anunciar relacionado con el corte, alza, tiro, molida, exportación y mercado de la caña, además el hecho de llevar atrás el machete y dejarlo caer de un golpe seco y preciso, bien abajo, abajo y de un solo tajo, que ni una sola gota de azúcar quede en los caña- verales, caña-vera, veracidad de la caña, veracidad del desarrollo de un pueblo en revolución, caña de verdad, la que vale, la única, la de azúcar, la que no es caña santa, ni caña brava, si caña agria, la caña- vera que simboliza el cetro de Cristo como rex iudaerum, la caña de azúcar y la flagelación y el escarnio, la verdad de Cristo, los esclavos en los cañaverales al sol del mediodía, los gloriosos soldados del Ejército Juvenil del Trabajo, EJT, libran heroica batalla en los caña- verales, Cristo y la zafra de los Diez Millones, el látigo sobre los cañaverales, la veracidad del látigo ideológico, Veracruz, la verda- dera cruz, el único Cristo, el que camina por sobre los cañaverales y no se hunde ni corta con las hojas y el Cristo que se hunde y se corta y es crucificado sobre una tonga de caña, acto que no tiene ninguna

387 La tabla trascendencia, salvo imaginar que pertenezco a la caballería de Igna- cio Agramonte y que cada caña que cerceno es la cabeza de un Boi- na Roja, digo, la cabeza verde de un español, que bien puede ser también un marciano, pero con los chícharos que me dan en plato llano hasta la imaginación se me atrofia y lo que podría hacer es dejar de comer y declararme en huelga de hambre y de paso entrar en el delirio que dicen ataca a los que están en huelga de hambre y construirme un mundo con los colores que yo quiera, sin nada que ver, por supuesto, con la maravilla de un albergue cañero o de una disciplinaria para muchachones con trastornos de la personalidad, una personalidad a veces aparentemente muy extrovertida pero en realidad sumamente introvertida que camina sin su cuerpo por una carretera del país, mi país, ¿a quién lo compré?, nunca nadie lo ha comprado pero ha sido vendido infinidad de veces, todos estamos enumerados para la venta desde que nacemos, una cultura de venta, no de vender, sino cultura de ser vendidos, vendidos como carne de puerco, número de inventario cero tal tal más cual, todo inventaria- do, todo inventado, no, inventariado, que no es lo mismo ni se escri- be igual inventor que inventariador, Newton que Juan Pérez, es tan común el Juan Pérez ese que nadie que presuma de sangre azul o al menos de determinado rango social o político o artístico osaría lla- marse Juan Pérez por nada del mundo, y debiera decirse en vez de por nada del mundo, por algo del mundo, porque la nada es sólo eso, nada, es decir, alguien no haría algo por nada, como si la nada fuera el equivalente del todo, ¿o es que efectivamente los extremos se to- can?, es como si el universo no fuera infinito o que, simplemente, su infinitud consiste en ser uno y diverso y volver siempre sobre sí mismo en una especie de recurva eterna, el mundo es una gran cur- va, estamos siempre sobre una peligrosa curva, de ahí la redondez de la tierra, el universo es redondo, las redondeces de las mujeres, la mujer está más en sintonía con el universo, la angulosidad de los hombres no simpatiza a la Mente Universal, la Mente Universal es libidinosa, Fulano es un tipo cuadrado, el cuadrado es la imperfec- ción, la no armonía, la finitud, el precipicio para despeñarse, la no continuidad, la antidialéctica, el Demonio, el antiarte, la chatez, la previsión, el antiplacer, del odio al cuadrado salieron las tierras rea-

388 Armando de Armas lengas, nuestros colonizadores a pesar de la fama de estúpidos que se ganaron eran lo suficientemente inteligentes como para intuir los peligros de la cuadratura, la última revolución, la Revolución Abso- luta, es la que tendremos que hacer en contra de los Demonios Cua- driculadores del Universo, esa quizá sea la única que no lleve en sí el germen de la próxima revolución, esta carretera es el Universo y es nada, yo soy la nada, somos nadas de la Nada, del Todo, voy a jugarme el todo por el todo y voy a intentar parar esa luz, luz de Yara que vaga por los campos de Cuba en busca de un redentor a quien entregar la llama para descansar en paz hasta el próximo ciclo, dicen cada vez que hay una revolución la luz se esconde y no se ve más hasta tanto no dejan de oírse los últimos disparos y el olor de la pól- vora se va esfumando como un alarido lento y profundo de la Maes- tra al Escambray y los revolucionarios de ayer son los conservadores de hoy, y es entonces que sale con más brillo, que no hay descanso para el alma de Hatuey desde que fue quemado vivo por no querer ir al cielo porque allá van los españoles, alma que ha sido múltiples veces traicionada, que desde el mismo momento en que el sacerdote le promete ir al cielo a sentarse a la diestra del Señor a cambio de que se convirtiera a la fe cristiana es víctima de falacia porque, en primer lugar, se le propone traicionar su fe en ídolos, símbolos que representan fuerzas de la Naturaleza del bien y del mal y a sus ante- pasados por un dios ajeno, cruel, implacable y solitario en el ejerci- cio del poder en su Reino Celestial, a cambio de la salvación, y en segundo lugar, en caso de aceptar lo que le pedían, era sólo por mie- do y no por convicción, y en tercer lugar, el indio no podía estar se- guro de que su alma volase realmente al cielo después que lo quema- ran, y en cuarto, a lo mejor ni el mismo sacerdote que le ejercía los oficios estaba muy convencido de la ascensión de las almas, y en quinto, Hatuey lo único que tenía como hecho cierto es que dijese lo que dijese de todas formas lo iban a achicharrar, de aquella época para acá los hijos de este pueblo han sido inmisericordemente ven- didos y lo peor, las mayores ventas las hemos hecho entre nosotros mismos; Máximo Gómez despojado del grado de Generalísimo por una Asamblea que no hizo un solo disparo a los españoles, retirado a morir en su quinta, relegado, decepcionado por las miserias de los

389 La tabla hombres, digno y desdeñoso del poder, era el precio que le pagaban por servicios extraordinarios a una patria que hizo suya, unos hom- bres que, irónicamente, le hicieron más bien que mal al impedir que entrara en la galería de héroes maculados por el ejercicio pacífico del poder, ganado en combates que más tenían de epopeyas homéri- cas que de guerra irregular librada a las puertas del siglo XX, ¿será sólo casualidad que Hatuey y Gómez nacieran en la misma isla para venir a morir aquí, traicionados por las mismas circunstancias, por las mismas gentes, que se fueron moldeando en tiempos diferentes que es el Tiempo Total?, entre los campesinos de Oriente se comen- ta en las sobremesas que anteceden al sueño y bajo el sortilegio de los juegos fantasmagóricos de la lámpara chismosa batida por el viento que baja de la serranía que el generalísimo Máximo Gómez y el cacique Hatuey son el mismo ser, un ser en el Tiempo, y no es que la luz de Yara, el alma de Hatuey, vague por la serranía en busca de la violencia, de la revolución, más bien lo que pide es la Revolución Absoluta, que se continúe más allá del eco de los disparos, el regus- to por la sangre y el olor de la pólvora, la que lo cambie todo para seguir cambiando en un perenne no dejar piedra sobre piedra que no requiera de la violencia porque, entonces, el Cambio sería el sum- mum del estado natural del individuo, una revolución en definitiva que se revolucione constantemente, que no devore a sus padres-hijos y que no macule a sus héroes, tendría que ser más bien una revolu- ción sin héroes o al menos sin héroes instalados sobre pedestales o que baje a los héroes instalados sobre pedestales y los ponga a beber cerveza en cantidades industriales y a comer papas fritas en bares a cielo abierto; la revolución es un sacrilegio y los revolucionarios son o se convierten en sacrílegos; sólo que no resulta tan fácil, ni tan delimitado, ni tan como uno quisiera, hasta el punto de que en la misma medida en que una revolución echa por tierra valores tenidos hasta ese momento como sagrados y absolutos, cercenados por la espada que se lubrica en la sangre y los escupitajos de la masa que pide y necesita el Cambio, ya está consagrando, absolutizando, unos valores nuevos que en la misma medida que se consagran y absolu- tizan van dejando de ser nuevos y de ser revolucionarios para entro- nizarse con una ferocidad tal que hace pensar en la etapa anterior en

390 Armando de Armas algo como especie de juego de niños, una etapa deseable, hasta ins- taurar la Norma que regirá a partir de ese momento en alardes de irreversibilidad y que habrá que reverenciar so pena de que te acusen de elemento antisocial, terrorista, pancista, títere al servicio del Im- perio, enemigo del pueblo y sus conquistas, de contrarrevoluciona- rio, en suma, cuando en verdad sólo eres el revolucionario del mo- mento que luchará y ofrendará su vida, si es preciso, por una revolución que ya llevará en sí los gérmenes de la revolución que echará por tierra a esa que aún no ha comenzado, en lo que podría llamarse el ciclo de la eterna Sacralización-Desacralización-Sacrali- zación por los siglos de los siglos, hasta tanto no ocurra la REVO- LUCIÓN que se revolucione a sí misma, que se haga y deshaga al mismo tiempo, que sea fiel a sus múltiples infidelidades, que se erija más en espuma que en pedestal, que se mime y se fustigue en un equilibrio tal que los cambios sucedan unos a otros como en el fluir del río que miras y que cuando lo dejas de mirar, y vuelves a mirarlo, en un espacio de tiempo que bien pudiera ser un pestañazo, sigue siendo el mismo río pero a su vez ya no lo es en absoluto, río sin las violencias de los saltos y remolinos de madres de agua que entreten- gan la vista en rejuegos de imágenes demasiado evidentes para ser esenciales; es el río que va hasta las puertas del Paraíso; estar con una jeva que me diga cosas al oído, estúpidas-falsas-cosas como te quiero y tú eres el único hombre que existe para mí y te esconderé en mi casa pase lo que pase y los guardias esos que te persiguen no darán jamás contigo mi pequeño Robin Hood, Robin Hood, no, Ha- tuey, que Robin Hood es todo un símbolo para colonizados cultura- les y está muy lejos allá por los bosques de Bretaña donde tal vez ya nadie se acuerde de él, en cambio, Hatuey me entregó las flechas y esta luz; que ilumina y mata; iba matando canallas; haz el amor con- migo y verás cómo lo hace un taíno, apuesto a que nunca te has acostado con un taíno, pruébame y verás lo que es gozar, pero no te apures que yo soy más que un indio, soy la esperanza, ¿esperanza, tú?, esperanza de que te maten o de que un disparo de esos de balas explosivas te arranque una pierna y vayas por el mundo como can- grejo desmuelado, soy la luz, rabia, la rabia hecha luz, la luz que vela, la luz de la vela flotando sobre una tabla en el río una noche de

391 La tabla tempestad, ¿el río?; es el Puraná, todo lo arrastra, siempre parece estar confundido, carece de análogos y aproximaciones; ¡no, viejo!, te hablo del río Yara, sólo me interesa el Yara, que de él nadie se acuerda, tan pobre y desvalido siempre, tan a la buena de Dios, tan corderito del Señor, bueno, no importa si Yara o Puraná, son simples nombres, lo realmente importante es el Río, un solo río que es todos los ríos naciendo y muriendo en todas partes a la vez, serpientes acuosas, ¿y la luz de Yara?, es todas las luces, ¿y el alma de Hatuey?, es la de Giordano Bruno y la de todos los que murieron en la hogue- ra, y la de Cristo, y la de todos los que murieron en la cruz, incluyen- do a los dos malhechores que lo acompañaban aquel dichoso-fatal- inútil-importante-grotesco día en que Poncio Pilatos se lavó las manos; las carreteras son como heridas o cicatrices de la tierra, cam- pos cruzados por carreteras que van en todas las direcciones y no van a ninguna parte, que forman complicadísimos nudos que nadie puede desentrañar, y yo me alegro, para que no me encuentren, ¿cuántos metros cúbicos bajo el concreto hay en el país?, ¿cuánto se deja de producir en la agricultura por cada carretera que se construye para que los muchachones Boinas Rojas vayan raudos en sus jeeps?, bueno mira, tanto por tanto entre más cuanto, es tanto, no sé, a la verdad que son cálculos económicos un tanto complicados, ¿econo- mía?, es una falacia, sólo la política; una buena política de conserva- ción e incremento de pastos y forrajes para lograr el gran salto en la producción ganadera de nuestro país; nosotros exportamos las vacas porque el pueblo cubano como el hindú las considera sagradas, qui- zás no por los mismos motivos, que los nuestros son más bien histó- ricos que religiosos; ¿por qué?, ¿hay alguna vaca que sea Héroe Na- cional?; no, mira, es un poco largo y complicado de explicar, pero lo intentaré, resulta que las vacas son elemento intrínsecamente ligado a nuestro patrimonio, porque allá por los siglos XVI y XVII las sa- lazones de cuero de nuestras vacas eran una especie de moneda para el contrabando entre los pobladores de las costas cubanas y los bu- caneros; ojo, aunque a los bugarrones se les ha conocido también con el nombre de bucaneros no precisamente los bucaneros tenían que ser bugarrones; que arribaban a dichas costas en busca de avi- tuallamientos para sus naves, por tanto, el cuero de nuestras vacas

392 Armando de Armas fue un medio para violar el férreo monopolio comercial que mantu- vo España sobre sus colonias americanas hasta la ocupación de La Habana por los ingleses en 1762; con lo que además del patriotismo queda demostrada también la vocación latinoamericanista de nues- tras vacas que ayudaron junto a bucaneros y criollos, llevando como se sabe la peor parte, a enarbolar desde muy temprano las banderas del liberalismo y la economía del mercado en este continente, lo que explica la importancia de la ilegalidad como componente del ser nacional cubano, y la permanencia de una picaresca entre nosotros a la espera de que se le literaturice y de que se comience a ver la His- toria a través de héroes que se bajan del altar de la patria y nos hacen un guiño de pícara complicidad; un bistec de res es lo que me haría falta ahora, pero no es una res, sino una red roja y verde-olivo la que se tiende tras de mí como jamo de cazar mariposas, mariposa-pez, soy pez-mariposa y no me van a coger, que una mariposa es acabada obra de la naturaleza y si también es pez, pues más acabada todavía, estoy acabado, no, no lo estoy, acabados están ellos que no tienen estos colores brillantes y estas alas para volar entre las aguas del Puraná y navegar por sobre las flores del jardín de una viejecita que cada mañana mira la salida del sol mientras orina de pie entre rosas y príncipes negros; por eso es que usted ve que exportamos todas las vacas, y dejamos sólo unas pocas para dar a la población de una manera racional; lo que nada tiene que ver con el racionalismo de la Ilustración en el siglo XVIII; porque en última instancia, no prohibi- mos a nadie que coma carne de vaca, o de toro, porque hasta en eso somos democráticos, claro, que alguien que coma carne de res todos los días no puede ser bien visto por las autoridades, sobre todo si no es autoridad, pero el hecho de no prohibir tajantemente el consumo de la carne de vaca es una prueba fehaciente de nuestra madurez democrática, el estoicismo y frugalidad no son impuestos desde arri- ba, sino que tienen raíces de pueblo, y si algún día por motivos de períodos especiales en tiempos de paz, o de guerra, tenemos que erradicar totalmente la carne de res de la dieta del pueblo cubano no agarrará de susto a nadie y más bien todo será mejor porque proba- remos a ser vegetarianos; vegetari anos anos vegetando; constituire- mos una sociedad de bucaneros y la vida será mucho más romántica;

393 La tabla soy romántico y llevaré una flor a esa muchacha que me espera en un pueblo de la carretera entre explosiones de voladores y ríos de cerveza y orina, un pueblo que se originó gracias a la carretera que construyó Gerardo Machado; un triste y solitario bucanero persegui- do por las tropas del General y Doctor Honoris Causa Gerardo Ma- chado; entregamos en nombre del Consejo de Estado y de Ministros y del pueblo de Cuba la Orden José Martí al excelentísimo camarada Ciclanejo de Tal por la lucha sostenida a través de su vida a favor de la paz y la causa de los pueblos y el internacionalismo proletario y la construcción del socialismo en su heroica patria Gugulandia; para mí la patria es el culo de las mujeres, una patria de enmarañados y oscuros bosques con un profundo y perpendicular valle al centro como cicatriz de carnosos bordes y una roca que es el punto clave para estremecer todo el país, de olor característico que a veces re- cuerda el olor que viene de los poblados de pescadores en que se seca bacalao al sol; los sudores de las soldaderas de Pancho Villa se confunden con los sudores de los caballos, en marchas al punto del mediodía por un valle donde el aire viene cargado de un polvo pesa- do que se mete por todos los orificios del cuerpo, y también por el orificio de la patria, patria o muerte, quiero un 30-30 para echar mu- cha bala, sesenta razones para no ser monja y meterse a soldadera, que la época de los conventos ha pasado o más bien la época de los conventos cerrados ya que las monjitas andan por el mundo con Sor Juana a la cabeza, ayúdeme Sor Juana Inés de la Cruz a salir de este atolladero en que me he metido, en que me han metido, que si te veo aparecer no te tendré miedo ninguno, aunque a lo mejor yo no sea santo de tu devoción porque alguna vez he ejercido de proxeneta, pero me anima saber que la santidad consiste en comprender a los hombres y sus circunstancias, y te prenderé cada día una vela al amanecer y hasta me hincaré de rodillas porque de todas formas si tú no pones tu mano ellos me cogerán y me pondrán de rodillas pero no ante ti sino ante el teniente experto tirador y con las manos esposa- das a la espalda, cuéntame, Sor Juana, de ángeles que andan por el cielo con esposas plateadas entre las alas y con aureolas rojas, cuer- po de ángeles Aureolas Rojas especialmente creado para perseguir a los desertores de los ejércitos de Jehová; un ejército de ángeles des-

394 Armando de Armas cendiendo sobre la tierra justo en el preciso momento en que las fuerzas de la ONU se declaran impotentes para solucionar la llama- da Crisis-de-las-Ojivas-Calientes, fue durante un verano y los ánge- les se desparramaron sobre la faz de la Tierra y como soldados de todo ejército victorioso se dieron a la tarea de fornicar con nuestras madres, nuestras esposas y nuestras hermanas, dejando como prueba de ello una temible raza de gigantes con unas alas hipertrofiadas e inservibles, habitadas por unos bichitos repugnantes que no eran piojos pero tampoco ningún espécimen celestial conocido, que ca- minaban por las calles con un aire entre torpe y prepotente y una mirada donde podía decirse se concentraba la esencia de todos los vicios, esa raza se fue mezclando de forma tal con los humanos que ya hacia el año 2700 A C se tienen pocas noticias del hallazgo de nacimientos de niños con estaturas más allá de lo normal y con mu- ñones de pluma a la espalda, tal vez el Teniente sea un descendiente de ángeles, ¿dónde está mi ángel de la guarda?, es una guardia muy larga y algunos ángeles suelen quedarse dormidos durante toda la vida del supuesto protegido, pero si mi ángel de la guarda está dor- mido y me sucede algo me van a tener que oír porque lo plantearé como una negligencia ante el Señor en asamblea sindical, porque el sindicato aquí tiene que jugar su papel, porque no puede ser que esté de parte de la administración y el Estado, porque entonces vendría a ser como si tú le pagaras al que te va a matar para que te tire por el pecho y no por la barriga, porque lo único que te está dado pedir es que te mate de la manera menos dolorosa posible, porque de todas formas me van a matar, o no, tal vez no me maten, tal vez sólo me maten si corro, tal vez me cogen y no me matan, ¿cogen?, ¡a mí no hay quien me coja, coño!, que el que se deje coger es maricón, señor, aguante un momento se le quema el instrumento, nadie ha hablado aquí de semejante aberración, sólo se trata de echarle el guante a un desertor de mierda que con su proceder mancha el buen nombre de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias, nombre que viene desde el Ejército Libertador, pero si me cogen y me maltratan lo voy a plantear ante el Tribunal de la Santa Inquisición y los acu- saré de cazadores de brujas para aquelarres nocturnos; éste es caba- ret de brujas, mujeres mágicas que de la nada, del sudor de su cintu-

395 La tabla ra, se visten a la última moda de Occidente, mujeres que sinuosas se mueven entre el humo de los Marlboros y el sudor corrompido de hombres provenientes de templadas regiones, sudor corrompido en trópico de aires acondicionados deficientes; EL DESARROLLO DEL TURISMO SERÁ UNA INCONMENSURABLE INYEC- CIÓN DE DIVISAS CONVERTIBLES PARA LA ECONOMÍA NACIONAL Y SEREMOS EL CENTRO TURÍSTICO MÁS PO- DEROSO DEL CARIBE; pues nuestra hospitalidad, la alegría del cubano, la irrebatible realidad del hecho social nuestro, unos princi- pios inclaudicables y un Comandante en Jefe que le roncan los cojo- nes; una frustración enorme como una montaña de basura, ¿está per- mitido a un escritor cubano abordar un tema como ese?, ah, sí, por supuesto, lo que sucede es que en torno a la libertad de expresión en el socialismo se han tejido demasiadas leyendas negras, más bien, burdas calumnias de intelectualoides resentidos, buscar algo más al respecto es caer en el terreno del absurdo; absurdamente convencido de que algún día volveré a estar sentado en este cabaret de mesas oblicuamente alineadas con respecto a la pista de baile para evitar que un cabezón, que siempre los hay, se le plante delante a uno y le impida ver el show a plenitud, un insípido show que he venido repi- tiendo noche tras noche desde hace una eternidad; tiempo de caba- ret; el cabaret en el tiempo; cabaretear es vocablo de nueva acepta- ción por parte de la muy Real Academia Española de la Lengua, hay en la tal academia unos señores muy circunspectos con unas enor- mes lenguas que diligentes amanuenses vestidos de blanco sostienen reverentemente sobre angarillas de oro, lenguas gordas y moradas y ásperas que no son honorables, ni cómicas, ni inspiran lástima, ni odio, ni hambre, nada tienen que ver con la lengua estofada, ni pue- den relacionarse con la chivatería, al menos no en el presente, por- que si alguna de ellas tuvo en el pasado, bajo Franco, que delatar a algún compañero de dudosa moralidad y comportamiento anarqui- zante o marxistoide, no es cosa que se pueda apreciar en la grandilo- cuente amorfidad de dichas lenguas; mire, amigo, una prueba de que aquí en este país un escritor escribe lo que quiere, la puede encontrar usted en mi obra, por ejemplo, ahora trabajo una novela atrevidísima que trata el tema del amor entre homosexuales, específicamente en-

396 Armando de Armas tre dos homosexuales masculinos; ¿autobiografía?; no, hombre, no, pura imaginación, es verdad, y esto no es para que lo publiques, que tuve que acostarme con un homosexual para tener la experiencia del comportamiento sexual desviado, pero, le aseguro, por mi honor de intelectual revolucionario, la cosa no pasó de ahí, es decir de una relación puramente profesional, que nosotros los escritores tenemos licencia para tales lances y no se nos debe censurar por ello, para nosotros todo viene a ser material de estudio, comenzando por uno mismo y su sexo, la creación es desgarramiento del entretejido, casi siempre retorcido, de nuestras vivencias, físicas y espirituales, ¿quién ha visto normas morales para medir la conducta de un dios?, bueno, decía que trataba la homosexualidad en mi novela y ya qui- siera usted ver no digo ya el desenfado sino la crudeza con que abor- do el tema, no le enseño ahora la novela porque no es ético que un escritor enseñe trabajos sin pulir, eso de pulir nos vincula al proleta- riado, al Partido, a una concepción nada elitista del arte, a no creer en la genialidad y menos en la inspiración que tiene más que ver con el espiritismo que con la visión científica del mundo a que estamos obligados como revolucionarios, pero la trama donde verdadera- mente se complica es cuando uno de los homosexuales que es maes- tro y militante de la Juventud Comunista tiene que marchar a Nica- ragua a cumplir con el sagrado deber internacionalista, en tanto su pareja se opone a perder el amor que lo ha realizado, que lo ha ele- vado a una dimensión nunca antes conocida; aquí me extiendo en una documentada explicación acerca de la incidencia que tiene la penetración anal, y sus niveles, en la elevación hacia dimensiones otras; una actitud un tanto individualista pero que en definitiva, pien- so, enriquece al personaje, esta fricción entre los dos muchachones, sí, porque son jóvenes entre los veinticinco y los treinta años, provo- ca toda una serie de disquisiciones filosóficas; ambos son mediana- mente cultos; que resultan verdaderamente maravillosas desde el punto de vista narrativo; modestia aparte, aunque nosotros los escri- tores no tenemos por qué ser modestos; hasta que el que se dispone a cumplir la misión internacionalista, más politizado, y convencido del papel que debe jugar la heroica juventud cubana, independiente- mente de sus preferencias sexuales, en la ayuda a los pueblos herma-

397 La tabla nos, reflexiona, y se dice que si el Gobierno, el Partido, el Sindicato y el Pueblo fueron capaces de regalarle un central azucarero a Nica- ragua, y un central azucarero no es bobería, cómo no va a ser capaz él de sacrificarse y perder a su amante, que tampoco es bobería, pero que es algo que sólo atañe a él en tanto ser amatorio desviado; enton- ces rompe la relación y parte precipitadamente hacia el aeropuerto, pero sucede que el otro, hasta ese momento retardatario en el desa- rrollo de su conciencia política, decide aparecerse en el aeropuerto, y ocurre una escena de despedida muy tierna en los baños del aero- puerto, donde los sorprende in fraganti un señor que ha venido a despedir a su hija que se marcha definitivamente a los Estados Uni- dos con la madre, el señor pone el grito en el cielo y arma determi- nado revuelo pero la cosa no pasa de ahí porque se da cuenta que no puede llamar a la policía para que se lleve a aquellos desvergonza- dos rezagos del oprobioso pasado burgués porque él es militante del Partido y no le conviene que trascienda el hecho de haber venido a despedir a su ex mujer y a su hija que traicionan a la patria y a Fidel, lo que vendría a sumarse al lío que de seguro ya se había buscado por autorizar la salida de la menor; el Partido Comunista de Cuba es en esta hora; ¿qué hora?; no importa, el show termina temprano; y siempre, el partido de la Revolución, el partido del Socialismo y el partido de la Nación Cubana; lo cual puede, muy bien, ser tema para otra novela, pero bueno, en ésta es sólo un subtema que explica por qué los donceles no van a parar a la policía y en consecuencia no se frustra el viaje del homosexual internacionalista, pero las cosas se complican más todavía después de la partida, pues el que se queda en Cuba es movilizado un mes para hacer preparación combativa por las Milicias de Tropas Territoriales, y allí, bajo una tanqueta tiene una especie de affaire con un capitán que es además profesor de táctica, todo lo cual sucede con un buen desarrollo del conflicto interno del personaje que a pesar de todo sigue queriendo a su caba- llero internacionalista ausente; el momento nos llama a fortalecer la unidad estratégica de todas las fuerzas y sectores en torno al Partido y a Fidel; nuestro congreso marcará; ¿el congreso de quién?; una nueva etapa en el perfeccionamiento de la sociedad cubana y de sus instituciones democráticas, y en la profundización del Proceso de

398 Armando de Armas

Rectificación; y comienza a torturarse constantemente con lo que considera una deslealtad a su amor, la novela, por qué no decirlo, es todo un melodrama, y ya sabemos la aceptación que tienen entre la población los melodramas brasileros que ponen en la televisión, pero un melodrama de los buenos, con imágenes fuertes y muy cues- tionadoras de prejuicios determinados que aun subsisten en nuestra sociedad producto de la doble moral burguesa y de la nefasta in- fluencia judeo-cristiana y de una mala interpretación de las concep- ciones del marxismo-leninismo y el estalinismo, y bueno, para con- cluir y responderte lo que me preguntabas al principio, los compañeros de la Seguridad del Estado saben de esta novela, la co- nocen, no porque se las he enseñado sino por el celo que todos sabe- mos ponen ellos en el cumplimiento del sagrado deber de defender las conquistas del estado socialista, y sin embargo no he tenido nin- guna visita de esos compañeros para advertirme nada, ni para pre- sionarme, ni para enmendarme la plana, ni para darme sanos conse- jos, ni para intimidarme, ni para interesarse por la estética, todo lo que prueba que la creación es pura y simplemente libre en este país, ¿quieres tema más atrevido que el que trata mi novela?, nada, amigo periodista, es sólo un problema de valor y yo lo tengo, el escritor, ante todo, debe ser valiente, de ahí esa enorme cantidad de escritores que compartieron el ejercicio de las letras con el ejercicio de las ar- mas en la Historia de la Literatura, de lo cual Cervantes es sólo el más significativo de los ejemplos, esa valentía es nuestra herencia y debemos ser consecuentes con ella, yo mismo, soy teniente de las Milicias de Tropas Territoriales y estoy dispuesto a enfrentar al Im- perialismo Yanki en el momento necesario; AL FRENTE DEL PLAN DE LA REVOLUCIÓN, CONTAMOS CON LA GUÍA Y LA ENORME EXPERIENCIA DEL COMPAÑERO FIDEL; EN ESTOS MOMENTOS DIFÍCILES FIDEL SIGNIFICA LA PRO- FUNDIDAD DE PENSAMIENTO, LA PREVISIÓN CLARA DE LOS PELIGROS, Y EL RUMBO SEGURO DE NUESTRA PA- TRIA, SU PERMANENTE DIÁLOGO CON EL PUEBLO; Monó- logo Interior de Ulises; NOS SEÑALAN EL CAMINO PARA MARCHAR ADELANTE; cuando marcho parece que la suerte va conmigo, quizás sea psicológico, pero sin dudas la suerte para mí

399 La tabla está en marchar, alejarme lo más que pueda de este lugar; EVITAR LA GUERRA, IMPONIÉNDOLE AL AGRESOR UN PRECIO IM- PAGABLE, EQUIVALE A GANARLA; yo pienso igual, aquí todo el mundo piensa igual, por ello es que trabajamos a favor de eliminar la diferencia entre los sexos, para que usted goce como ella, para que pueda gestar como ella, somos una sociedad igualitaria, y como pienso igual, evitaré la guerra imponiendo un precio en sangre por mi captura que no les resulte rentable; LA RENTABILIDAD EN LA EMPRESA SOCIALISTA; ¿de qué rentabilidad hablas, hijo mío?; Padre, hablo del Diezmo, del Diezmo que los campesinos de la co- marca debemos pagar a la Iglesia, personificada en usted, encarna- ción de Dios y defensa contra el Enemigo, por eso, Padre, hemos acordado en esta junta de vecinos, digo, en esta asamblea sindical, que usted sea elegido como destacado en la defensa de la Patria, digo, del Castillo; siempre las circunstancias, las circunstancias en que nace y se desarrolla un joven que es ya, por decreto, el hombre nuevo, nuevo de paquete me he comprado un reloj Orient cinco es- trellas, ¿cuál de ellas será la estrella del Oriente que guió a los Reyes Magos hasta el niño Jesús?, estornudas y te dicen, ¡Jesús!, por lo que deduzco debe ser remedio muy bueno contra el catarro; water resis- tent; all stainless steel; lo que me haría falta es que este reloj sea resistente a los tiros de AK para ponérmelo aquí mismito donde me late el corazón como una paloma asustada, ¿cómo tendré yo el cora- zón?, ¿estará de verdad el valor en el corazón?, de ahí que algunos guerreros primitivos se zamparan suculentas cantidades de corazo- nes extraídos de los enemigos capturados en combate, el remedio contra el Miedo es una gran cazuela de corazones en palillos y repar- tir gratis por todo el país a lo largo de toda la Carretera Central, y si es posible hasta por la Autopista, las calles de los pueblos y los ca- minos vecinales, que es tiempo de acabar, como sea, con el Miedo, que somos muy valientes para aguantar sobre los hombros el peso del susodicho Miedo, ¡abajo el Miedo, coño!; no grites que te pue- den oír; que me oigan si lo que quiero es que alguien en mucho tiempo oiga algo, sobre todo algo diferente a esa letanía que se ha venido repitiendo día tras día durante tanto tiempo con la perseve- rancia de una garrapata; coman, señores, coman, no me escatimen

400 Armando de Armas con los corazones ni hagan caso a los escrúpulos, en caso de que alguien conserve todavía semejante rezago del pasado, por los coá- gulos de sangre, que ese es el precio que tenemos que pagar y a la vez el tributo que recibiremos, nosotros, aprendices de Huizilopo- chtli, para que no haya un solo dios comedor de corazones, sino que todos vamos a ser dioses sin que haya uno por encima de nosotros y lo vamos a lograr porque el dios tendrá miedo de estar en esa posi- ción debido al precio que le haremos pagar, de manera tal que no le resulten negocio las veleidades del poder; que yo, Amadís, caballe- ro andante de no tan triste figura, con la formación revolucionaria que he recibido no me dé cuenta de que la patria me necesita como soldado es algo verdaderamente inaudito, realmente me siento abo- chornado de no disciplinarme para defender esta revolución que nos lo ha dado todo, todo, sí, recuerda, a esta revolución le debemos todo lo que somos, ¿y qué soy?, soy un cangrejo en la carretera, un cangrejo desmuelado, un perseguidor o un perseguido de luces en la oscuridad, o más bien de la Luz, de la Luz de Yara que viene hacia mí y no estoy lo suficientemente acicalado para recibirla y va y Ha- tuey hasta se me asusta por la peste a mierda que traigo arriba, aun- que pensándolo bien peor debieron de oler los españoles contra los que guerreó, forrados en sus armaduras refulgentes al sol tropical, sin bañarse por aquello de que la cáscara guarda al palo y por miedo al pecado de verse, y estregarse, las partes pudendas; Hatuey y sus hombres no olían mal porque acostumbraban bañarse dos y tres ve- ces al día y untarse el cuerpo con miel y andar desnudos, aunque más les hubiera valido a las huestes de Hatuey y Guamá cubrirse para el combate, si se hubieran apertrechado con armaduras de cara- pachos de cangrejo que resistieran las estocadas, otro gallo hubiera cantado; San Cristóbal de La Habana; gobernada en 1514, cuando llegan Narváez y Las Casas, por el cacique Habaguanex, cuyo caci- cazgo comprendía desde El Mariel hasta Matanzas; podríamos lla- marla también San Cristóbal de la Sabana que a lo mejor es de ahí de donde viene el vocablo Habana y no de Habaguanex; los fantas- mas suelen aparecer cubiertos con sábanas blancas y si son demo- níacos huyen cuando les hacemos una cruz con los dedos; la cruz y la espada o la espada y la espada nos estaban esperando desde siem-

401 La tabla pre a los que nacimos al sur del Río Bravo, y a los otros, los del Norte, les estaba esperando la máquina de vapor, ¿crees tú, por ca- sualidad, en el determinismo geográfico?, no, simplemente en el de- terminismo y en la necesidad de cagarnos en su madre una y mil veces; porque las huestes de Guamá y Hatuey pudieran haber fundi- do el carapacho de los cangrejos y hacer escudos protectores, o com- binar genéticamente varias especies de cangrejos con caballos cap- turados a los españoles; una vez descubierto que jinete y caballo no eran la misma cosa; y lanzarlos al ataque o lanzarse ellos al ataque montados sobre cangrejos gigantes, perfectísimas máquinas de com- bate, ante lo cual los conquistadores no hubieran tenido más reme- dio que huir como el diablo le huye a la cruz, que así al menos se hubiera mantenido la pureza de la raza india muy bonita y muy va- liente, ¿por qué siempre que se habla de valentía se habla también de lindura?, como si alguien valiente tuviese que ser necesariamente bonito; hasta hermosos de cuerpos se vuelven los hombres que lu- chan por la libertad de su patria; yo, Amadís, lindo y valiente, aun- que por otra parte se dice que el hombre es como el oso, entre más feo más hermoso, tonterías, aliento que se da un machista feo y des- pechado, Hatuey y Guamá indios lindos y valientes que debieron utilizar la táctica y la estrategia necesarias para rechazar a los con- quistadores españoles y así evitar la toma de La Habana en 1762 por los ingleses y después el estúpido cambio, estúpido para nosotros, de La Habana por la Florida, porque Hatuey y Guamá después que se dieran cuenta, inteligentes al fin y al cabo, de que estuviéramos to- davía en taparrabos y cazando pájaros en un río con el agua hasta el cuello y una güira en la cabeza, de seguir la isla bajo el control indí- gena, hubieran pedido la invasión de los ingleses con su Revolución Industrial y su libre comercio y su protestantismo ramplón y quizás nos hubiéramos ahorrado unas revoluciones cruentas, pero, nada, fallaron en no cruzar genéticamente los caballos capturados al ene- migo español con cangrejos, de todas formas no hay por qué deses- perarse, quizá la próxima vez lo hagan mejor, que tal vez ellos tenían conciencia de esa próxima vez y de que realmente no valía la pena precipitarse; ¿y eres tú valiente, Amadís?; bueno, atrévete a hacer lo que yo hago y a no seguir como cordero el Índice del Señor; orgullo-

402 Armando de Armas so yo que pertenezco a las ovejas del Señor; oh, Dios mío, ayúdame por favor, no quiero ser oveja, sólo quiero me permitas ser cabra y saltar riscos y despeñaderos aunque detrás de mí suenen los disparos y el plomo arranque lascas a una roca; cazar cabras salvajes en un monte de mi propiedad, ¿es eso mucho pedir?; sí, pides demasiado; pido, además, por sobre todas las cosas, que todo salga bien y no tenga que usar la pistola; ¿te preocupa mucho tener que matar?; ma- tandile dile dile dile matandile dile dile dile; no, de verdad sólo me preocupa no poderme ir, no poder escapar de este país, aunque no creo sea bueno cargar con muertecitos en la conciencia; siempre los muertos pesan; ésta es tu patria y no debes abandonarla porque gru- llo en tu tierra aunque sea en una pata; pata y panza; una panza enorme con una pata de pezuña en el centro; animales con pezuña no comeréis; el tocororo tampoco porque es el ave nacional; ¿naciona- lidad?; para eso lucharon y murieron generaciones de combatientes, para eso triunfó y se afirmó definitivamente el socialismo en esta tierra; de bellas cotorras y palmas reales; vamos a ver, cotorritas, queremos establecer un debate democrático entre ustedes en que las unas defenderán la conveniencia de la destrucción de los bosques para lograr el desarrollo agrícola en tanto las otras defenderán la conveniencia de la destrucción de los bosques para lograr el desarro- llo agrícola; el debate, compañeras cotorras, tenemos que cultivar el debate; me da lástima el crac crac de los cangrejos aplastados bajo mis botas rusas, militares, estoy vestido muy pinchín, pinchín no, que esta ropa bajo la basura se me ha puesto de madre, bueno pero la ropa es buena y me la dieron para que me mataran elegante, pero los pies los tengo como los del pavo real, muy feos, injertados en estas botas como patas de elefante, un elefante contoneándose torpe- mente, e inocentemente, dentro de una cristalería y los bomberos con chorros de agua y él tomando de los chorros con la trompa y vertiéndosela sobre el cuerpo como si tal cosa y los cristales crac crac pobrecitos los cangrejos siempre caminando hacia atrás o hacia el lado, somos un enorme cangrejo, recula y recula en nuestro anti- cuado carapachón; el Boba estuvo en huelga de hambre y lo ataron al asta de la bandera de la prisión en que lo tenían y cuenta que por las noches venían los cangrejos a morderle los dedos de los pies y

403 La tabla por eso es que le faltan cuatro y que en el momento en que se los estaban comiendo no le dolía nada porque lo que tenía en la mente era una gran fuente con un suculento enchilado de cangrejo y alrede- dor de la fuente él y unos amigos se sentaban a comer con unos cu- charones que más bien parecían palas de virar concreto y a tomar unas cervezas frías que se partían en unos botellones como de barro que seguro eran de otra época y sostenían una conversación muy amena sobre arte y no se hablaba de política y era muy estimulante estar allí ante la gran fuente y hacerle reverencias y que no hubiera nada antes ni después de ese preciso momento en que cantan y beben en torno a la fuente que nada tiene que ver con la fuente en que traen la cabeza del Bautista ni con beber en la fuente de los clásicos del marxismo o como si no hubieran existido antes o más bien como si siempre hubieran existido allí y el mundo no fuera más que una fuente de cangrejos y botellones de cerveza y amigos conversando plácidamente en una temporalidad en que ayer hoy y mañana no importan; tengo ganas de salir de esto, de terminar a como sea, aun- que me cojan, aunque la luz que me viene encima sea la luz del jeep del Teniente, es preferible un dos tres cuatro comiendo mierda y rompiendo zapatos, aguantar bofetones y patadas por el culo, arras- trarme ante el Teniente para que me escupa la cara, estar en una celda al aire libre con el sol, la lluvia, el frío y la tormenta, a no saber qué va a ser de mí en el próximo maldito segundo, todo en el mismo maldito segundo, ¿es que alguna vez sabemos qué nos va a suceder en el próximo maldito segundo?, sólo puedo declararme dueño del pasado, usar de él a mi antojo, quiero que todo pase, que termine el show y amanezca otro día en el mar o al otro lado del mar, la mar tenebrosa, mi única alternativa, mi boleta electoral, mi partido, la partida, mi único partido, sistema de partido único, ¡que viva el sis- tema de partido único!, quemar las naves, yo nuevo Hernán Cortés, conquistador de la duda, las contradicciones, las tinieblas, príncipe de las tinieblas, conquistador del odio, el miedo, el asco, las putas, la desesperanza, pero, sobre todo, el miedo, un miedo que me compul- sa a hacer cosas y a no esperar a que los acontecimientos vengan por su propio peso, que tengo derecho a hacer algo aunque sólo sea por miedo, no quiero ser más lo que soy, ¿qué soy?, porque se lo deba a

404 Armando de Armas alguien o a algo, te lo prometió Martí y Fidel te lo cumplió, quiero, tal vez, mejor, hundirme en el Estrecho de la Florida, deberme sólo a mí, pero de todas formas, aun allá, te debes a Ella, siempre Ella, ¿como si no tuviera el derecho a existir independientemente de Ella?, no hay salida, estés donde estés será por Ella, para bien o para mal, marcado de por vida por un período de tránsito, período de tránsito doble, al derecho y al revés, al revés me gusta más, aunque cueste sacrificios, pero ya lo que llaman al derecho me tiene aburri- do, que se vire la tortilla, pero de todas formas, virándose la tortilla y aun después de la tortilla virada eres un resultado de Ella, no hay forma de huir de Ella, de todas formas le voy a huir todo lo que yo pueda, no voy a esperar por los acontecimientos, Ella, siempre Ella, Ella y sólo Ella, la madre, la perversa, la esposa, la puta, la hermana, la tortillera, la de la verdad en la mano, la mentirosa, la seductora, la frustrante, nunca escaparás, a donde quiera que vayas serás su con- secuencia, trata, anda, de huir de tu pasado, no puedes, ¿verdad?, no eres nadie, Amadís, sólo una consecuencia, nunca, jamás, la causa de algo, puedes morirte que no vales la pena, resultado, producto, siempre hijo nunca padre, eres un buen hijo de puta, puta madre mía, que eres mía sólo mía y que te quiero; al menos, ten el valor suficien- te y dispara sobre todos, ¡vamos, hazlo!, dispara, anda, dispara, que entonces todavía seguirás siendo la Consecuencia, el hijo de otros disparos, Amadís de la Nada, dispara, que no serás tú quien lo hagas, lo habrán hecho otros y tú serías sólo el Eco, ¿en nombre de la rosa?, Amadís, dis dis dis dis retumbando de montaña en montaña desde la Maestra al Escambray; buscando-en-el-techo-del-mundo-un-nuevo- confín; confinado a treinta años de prisión por hacer disparos de pistola en un cabaret para turistas extranjeros en un acto de terroris- mo inusual en el país de menos violencia política en el orbe, nunca dispararé aquí, y no es por miedo, ni porque me repugne matar a tontos turistas, ni por precaución, ni por tacto, ni porque sea un tipo racional, sino porque, simplemente, no llevo la pistola encima, la tengo enterrada en un lugar de la costa, cerca de donde voy a dar el golpe, golpe genial, aunque amanezca con la boca llena de hormi- gas, aun así seré vencedor de las olas, del tiempo, del miedo, del que tengo y del que tienen otros, de la hipocresía, aun de la mía, de la

405 La tabla fuerza, de la duda, no, de la duda no, por favor, que el día que se te ocurra vencer la duda estarás perdido, del cansancio, de la mentira, del odio, de la muerte, del dogma, del deseo, del estigma, del amor, de la estupidez, de la chivatería, de la Historia, del hambre, del tigre, del sapo, de la brujería, de la luna, del frío, de los posibles visitantes extraterrestres, del desierto, de Satán, del Apocalipsis, de tentacio- nes, del Olvido, daaaaaaame-un-beso-y-olvida-que-me-has-besado, de la traición, de la escasez, de las consignas, del patriotismo, de la lujuria, del colectivismo, del bien y del mal, de la libertad, de las cadenas, de los mediocres, del genio, también del genio de la lámpa- ra de Aladino, de los funcionarios, de los papagayos y las cotorras, del dolor, de los ríos de orina, de las balas, del silbido escalofriante de las balas, de los accidentes del tráfico, del tráfico de divisas, de la mierda, de la ambrosía, de las teorías económicas del Che, del Che, del vino, de las mujeres, de las cartas marcadas, de las emboscadas, de las puñaladas, del equilibrio, del filo de la navaja, de ojos bellos, de la gonorrea, de las justificaciones, de las nalgas, de una yunta de bueyes, bueycito lindo sácame del apuro, de las palomas, de un gato sobre la máscara de Tut Ank Amon, de las máscaras, de las mascara- das, de Dios, de los sueños, del dinero, de la moral, de la envidia, de los CDR, de la luz, del misterio, de la impaciencia, del cangrejo, cangrejo-cáncer, del orden, de ángeles, aun de los que invadieron la tierra y engendraron la raza maldita, del caos, de ejércitos de lesbia- nas, de las masturbaciones en noches de insomnio, del desaliento, de la impotencia; el 26 de junio de 1954, una verdadera procesión se encamina por el corredor de la pirámide; del egoísmo, de los Dere- chos del Hombre, de los fantasmas, de Pepito el de los cuentos, de la esperanza, de las rejas, de las rajas, del carbón, de condilomas men- tales, de la mente, del cuerpo, de caras-baratijas, del incesto, de los excesos, de lo podrido, de la seguridad, ¿del estado?, de las flores, de campos arrasados por la guerra, de la guerra; un hombre tan grande es para que no quepa en un ataúd, su ataúd debió ser un volcán, un terremoto, un torrente de aguas bajando una montaña, una montaña, un cúmulo de nubes, nunca un ataúd de vulgares tablas; NO DEBIÓ DE MORIR, AY, DE MORIR; la muerte le llegó de frente como él quería, aunque no faltan los que digan que lo mataron por la espalda,

406 Armando de Armas al menos que le azuzaron el caballo para que lo mataran de frente, por envidia o miedo a la civilidad, o por ambición de poder, o vaya usted a saber por qué carajo, ¿cabe tanta grandeza en un ataúd?, di- cen que cualquier día de estos regresa porque él tiene qué ver con Cristo, ¿por qué el sacrificio?, ¿ambos no habrán incidido negativa- mente con la praxis del sacrificio y la glorificación de los pobres y leprosos?, ¿no será esa predisposición al sacrificio causa de que exista precisamente el Sacrificio, y los Sacrificadores?, ¿y la glorifi- cación de los pobres y leprosos no hará de esa condición una especie de moda, moda macabra de demagogos sin cuento?; las mesas del cabaret con sus velitas encendidas parecen ataúdes, ataúdes alegres, alegres de una alegría de relumbrón, de dientes para afuera, de risas- muecas entre las luces y el alcohol y las insinuaciones y los temores y la promiscuidad de sudores, sudores fríos, sudores gruesos, sudo- res del SIDA, alegría que se va, que quieres retener pero que de to- das formas se te va e intentas recuperar cada noche en el cabaret, sabiendo que como los sueños volará con el amanecer; despertar en un ataúd de plata en medio del mar, y no tiene que ser de plata, que un ataúd de madera bien calafateado puede ser magnífica embarca- ción para escapar de la muerte que te mata un poquito todos los días; mesas que se golpean unas a otras, desaparecen y vuelven, y dan vueltas como trompos, como resaca de un gran naufragio, a la espe- ra de gentes que naufragaron hace un tiempo viejo, muy viejo, y buscan desesperadamente donde asirse, mesas cubiertas de botellas de ron que milagrosamente no se viran, mesas cubiertas de vómito, navegando hacia la nada o el todo; quiero que el Lobo, Luly y la Gata caigan al mar y no se ahoguen y tomen otra balsa, digo, otra mesa, para navegar solo, solito, para irme a buscar a Oriana; Oriana mía que estás en la colina; no sé por qué me habré aliado a un tipo como el Lobo, ¿soy yo mejor que el Lobo?, qué pensará de eso la Seguridad del Estado, ¿qué pensará Dios?, ¿qué pensarán los orga- nismos interesados?, ahora mismo voy a crear un yate para navegar con Oriana, yo de capitán y ella de grumete, la imagen crea cosas, las cosas son la imagen, la imagen es las cosas, dos mundos, uno de imágenes y otro de cosas, o más bien dos mundos de imágenes y al carajo las cosas, o más bien infinitos mundos de imágenes, juego de

407 La tabla espejos, la sombra espiando a los cuerpos, miedo a las sombras, qui- zás yo repte por el piso y mi sombra es quien camine en dos pies, Amadís llora y grita llamando a su mamá porque el viejo de los pan- taloncitos cortos y las llagas y los perros y las muletas se ha movido con sus perros en el cuadro frente a su cama y la mamá viene y lo tranquiliza y le dice no te asustes hijito mío que es sólo una imagen; Amadís y Oriana yacen desnudos frente al espejo de la habitación, quizás esa obsesión de Amadís frente a los espejos se deba a un con- vencimiento inconsciente, y no tan inconsciente, de gozar en la cama y gozar en la imagen del espejo y gozar más allá de la imagen del espejo en otras infinitas posibilidades de su imagen, de su Yo, un yo que se crea en la imagen y se hace infinito en el espacio y en el tiem- po porque es sólo eso, imagen; Amadís, no puedes continuar traba- jando en nuestro órgano de prensa porque la imagen que tú proyec- tas no es la mejor; la imagen de Amadís haciendo el amor en todos los espejos del mundo, la encueridad amadisiana uniéndose a otras encueridades en la eternidad de los espejos, del mundo; después de concluir una sagrada jornada laboral, perdón, sexual, yo estaba ten- dido bocarriba en la cama con las manos cruzadas bajo la cabeza y la pinga en posición horizontal, acomodada sobre el abdomen y apuntando hacia el ombligo, fláccida, pero todavía en la longitud de la erección, como queriendo eternizar el vigor de la templadera, es- cupiendo sobre el pozo del ombligo un hilillo de leche, mientras Oriana miraba fijamente al espejo, como ida más allá de la corporei- dad del espejo, cuando de pronto se incorporó en la cama asustada y dijo; ¡anda carajo!, ¡el majá, Amadís, el majá!; qué majá ni qué ocho cuartos; te lo juro, Amadís, vi como si el rabo tuyo fuera un majá, un majá sobre una piedra en un potrero, hacía rato que lo estaba viendo y me tenía como hipnotizada, yo lo miraba y él me miraba sin mo- verse, como se pone el majá cuando atraviesa un camino, por la cruz, dicen, y cuando se me salió el anda carajo es porque lo vi mo- ver la cabeza, sacarla como una banderita por encima de la piedra, como si hubiera visto una gallina u otro animal y se dispusiera al ataque, qué es esto, por qué pasan estas cosas, Amadís, tengo miedo, mucho miedo, fue como una visión demoníaca, divina; yo haría cualquier cosa por tal de que la mesa navegue bien, tengo que tratar

408 Armando de Armas de que no se me apague la vela, por si va y uno se extravía de noche por esos mares del infierno y los guardacostas americanos lo puedan encontrar, no, espérate, apaga mejor la vela, también puede ser que te vean las torpederas cubanas, que si un torpedo encentra a una mesa de estas la desaparece con botellas de ron y todo, aunque yo me aferraré a la botella y llegaré ante el Señor dándome tragos por si la cosa con el Señor resulta un poco aburrida; Señor, no hice nada malo, sólo que ellos la tenían cogida conmigo y mire cómo me han puesto de sangre, pero no se asuste Señor, no es sangre mía, es de otros, yo no he muerto, sólo estoy muy cansado y muy sucio y algo triste, pero ya de estar aquí con usted me voy poniendo contento, y tal vez pueda, si usted fuera tan amable, descansar sobre una nube, yo siempre soñé descansar sobre una nube, tan sólo eso pido, Señor, una nube para descansar por los siglos de los siglos; quiero que baje una nube de fuego aquí a la carretera y me cubra y ascender y ascen- der y ascender, que el milagro debe existir, y si existe por qué no voy a poder experimentarlo en mi persona, en mí que estoy dispuesto a aceptarlo, que la primera condición para experimentar el milagro es la disposición a aceptarlo, el milagro es sólo ruptura o violación o entrechocamiento o variación o subversión de las coordenadas de la realidad, realidad-milagro, Milagro es nombre de puta, la realidad es en sí un milagro, el milagro lo hizo Dios, somos un portento de la Mente Universal; y cuando veas descender la nube de fuego sobre tu cabeza déjate envolver como si tal cosa, es decir, como un viajero cuyo medio de transporte habitual son las nubes de fuego enviadas por el Señor, nubes artilladas para conquistar el mundo; necesito un milagro que me salve, no puede ser que la Iglesia haya decretado que el tiempo de los milagros quedó atrás, la época en que se ama- rraban los perros con longanizas, bendito tiempo aquel donde la no- bleza era ley y el pícaro a duras penas subsistía, ¿qué sería de mí en tiempos de los amadíses?, nada muchacho, acuérdate de que nada es tan delimitado, ni incontaminable, y que los extremos se tocan, por- que el mismo Amadís es hijo de la picardía, es decir, de los amores ilícitos del rey Perión y la reina Ericena, debido a lo cual esta última lo lanzó al mar montado en una barca con el cartelito; éste es Ama- dís, hijo de reyes; y una pavorosa espada, por lo que después lo lla-

409 La tabla marían el Doncel del Mar, nombre bastante amariconado para un tipo tan duro como dicen que era el mentado Amadís, es decir, el máximo exponente de la caballería andante por excelencia, el per- fecto caballero, llevaba en sí el germen de lo que sería después la picaresca y los pícaros de toda laya; es un milagro que no haya esta- llado ya la conflagración nuclear y que yo no fuera el Pepillo ama- necido sobre la alambrada como un estandarte; el estandarte de la libertad descosido a balazos; la vida misma es un milagro, la vida y los infinitos obstáculos y acechanzas conocidos y no conocidos que se le enfrentan para que no sea vida, para acabar con el milagro; to- davía no me he dispuesto a morir, sólo a huir, sé, sin embargo, que en la huída puede alcanzarme la muerte, pero la asumo sólo como un riesgo, no como una decisión ni mucho menos, que el solo hecho de oír cantar un sinsonte es milagro por el cual merece la pena vivir, ellos no son asesinos, son como yo, sólo que en distintas circunstan- cias, o en las mismas, obligados por las mismas circunstancias a hacer lo que simplemente yo no haría, si me matan será por nervio- sismo, cuando han matado habrá sido por el sobresalto, sobresalta- dos de la muerte, aunque no se puede descartar la posibilidad de que entre ellos haya verdaderos asesinos, si me encuentran procuraré no ponerlos nerviosos, los nervios son cosa mala, sobre todo cuando al que está nervioso le tiembla el índice en el disparador de un AK, mejor sería no me los encontrara, ellos tienen el sacrosanto deber de eliminarme, soy un atentado contra los poderes del estado, ¿quién es el estado?, un rey dijo; el estado soy yo; y otro dijo; la revolución soy yo; no hay nada malo en eso, en definitiva, todos los gobernan- tes se lo creen así y tratan por todos los medios, ortodoxos y no or- todoxos, de que el pueblo se lo crea así, que por ejemplo, la traición al líder sea vista como traición a la patria, sólo que nuestro rey ha sido el único que ha tenido la sinceridad o el descaro de proclamarlo; ESTATUAS DE LENIN SE DESMONTAN DE SUS PEDESTA- LES Y SE VENDEN A PEDAZOS COMO RELIQUIAS; me corroe un gran aburrimiento a pesar de mi existencia accidentada y díscola, y comprendo, precisamente en esta noche, la última que pasaré aquí por no sé qué tiempo, que mi vida hasta ahora no ha sido más que un gesto brusco, un revolcón por sacudirme de arriba ese aburrimiento

410 Armando de Armas que nos han tirado como una manta gruesa, pesada, negra, manteco- sa, con olor a incienso y a cloacas, pero siempre tan condenadamen- te uniforme que nunca nadie sabe dónde termina su capa y dónde comienza la del vecino; todos ellos vienen detrás de mí, al menos así siento que le importo a alguien, que si permaneciera en las barracas a ritmo de marchas y contramarchas y canto de himnos victoriosos y en el corte de la caña y obediente a la voz de ¡firmes! no le interesa- ría a nadie, ¿a quién puede interesar un tipo así?, a nadie, por su- puesto, y menos que a nadie a los mismos Boinas Rojas, porque entonces qué sentido tendría para ellos el riguroso entrenamiento en las artes marciales, el aprendizaje en el manejo de las más extrañas y modernas y mortales armas, sus lustrosos AK y las cartucheras repletas de balas, el alarde de correajes y charreteras y el indolente porte de cowboys, es decir, si no hubiera tipos como yo se darían cuenta de que son simples payasos, mientras que, lo contrario, si de vez en cuando aparece un tipo como yo, lo suficientemente loco como para correrles delante a sus bocas de fuego, pueden sentir que tanta parafernalia combativa no es una forma más de comer mierda, sino una forma distinta, un rito que les permite realizarse en la sal- vaguarda de los intereses de la nación, y para que tú veas, yo tam- bién me siento sumamente realizado, y complacido, sabiendo que algo tan insignificante como yo, tan distorsionante y retorcido, pue- da representar algún peligro para algo tan omnipotente y recto como es la Nación y el Estado y todas esas cosas que deben ser lo mismo porque siempre andan o las ponen juntas; peligro para la Seguridad del Estado; pero, ahora no sé, si será el peligro para la institución que llaman así, en esos términos, o para la seguridad, propiamente dicha, del estado; mira, chico, no vamos a entrar en ese tipo de dis- cusiones, el peligro consiste en que un día va y haya más desertores que Boinas Rojas y el estado quede indefenso ante el ataque de cor- sarios y piratas que asolarían nuestras costas para llevarse nuestras riquezas y nuestras mujeres y minar nuestras instituciones y nuestra ideología; Padre Nuestro que estás en la loma con un tirapiedras cazando palomas; contrariamente a lo que pueda pensarse las palo- mas guerrean ferozmente entre sí; La Habana se llenó de barbudos y collares de Santajuana y olor a monte y risas y fiestas y disparos al

411 La tabla aire y libertad y ahora sí no habrá nada más que nos arrebate esta dicha y por fin la democracia y oportunidades para todos y resortes de máquinas traganíqueles desperdigados por las calles y encumbra- dos personajes que mordían el labio y putas locas por acostarse gra- tis con los hacedores de la libertad y revolucionarios de última hora que vestían el uniforme verde-olivo y se ponían pelucas de pelo lar- go y barbas postizas y maricones vírgenes exacerbados por el olor a macho de los rebeldes y madres llorando de alegría por el regreso de sus hijos y madres llorando porque no ven regresar a sus hijos y carteristas haciendo la zafra y hampones de categoría a la precipita- da en aviones y yates y rateros proclamando a quien quisiera oírlos esto es del pueblo y ofrendas a la Virgen de la Caridad del Cobre y ahora el progreso y vivirá Martí y Fidel es Cristo y cristales rotos y esto que hemos logrado no nos lo va a quitar nadie y comentarios de si comunismo o no comunismo y una revolución tan cubana como las palmas y el melón es verde por fuera y rojo por dentro y con to- dos y para el bien de todos y Fidel es el HOMBRE y esta revolución que costó la vida a 20.000 cubanos aunque tal vez ni siquiera llega- ron a 5.000 de ambos bandos pero da igual acá todo da igual y anti- guos esbirros que se esforzaban ahora en demostrar a las nuevas autoridades que podían ser útiles todavía y muchachas que decidían que la virginidad era un ridículo pellejo que producía enfermedades tan terribles como el cáncer y que lo mejor era volársela de un caño- nazo y el caos y muchachos que saben de tiros y marchas y contra- marchas y comer yeguas y de subir lomas pero no de finanzas y economía y política y voy bien Camilo y los comentarios Camilo es el brazo derecho y Camilo es del pueblo y ahora sí está el pueblo en el poder y ahora progresará la pequeña propiedad como quería Mar- tí porque un país de pequeños propietarios es un país feliz y joven- zuelos fatuos exhibiendo pistolones de la época del Olonés y Henry Morgan repellándole el culo a las pepillas y viudas buscando reme- dio a su mal y volvieron los mambises y no habrá más guerra aquí y armas para qué y no más torturas y muertos aparecidos en caminos reales y ahora estará permitido todo lo que la ley no prohíba y Martí te lo prometió y Fidel te lo cumplió y Fidel ésta es tu casa y Él no es igual que los descarados que nos habían gobernado hasta ahora y

412 Armando de Armas habla con el pueblo y besa a los niños y qué lindo Dios mío ese pe- pillo con barbas y la moda será ahora de pelos largos y barbas y boinas y arriba corazones y no habrá que usar laxantes contra el es- treñimiento y el estreñimiento es un tirano y abajo los tiranos y la diarrea es democrática y sólo Dios salva y Dios nos mandó a Fidel y Dios está con nosotros y tengo vamos a ver lo que tenía que tener y banderas del 26 y banderas cubanas y trajes Drill Cien Taylor y eso es Fidel Castro vencedor de la tiranía y constructor de una Cuba Nueva y abajo los conjurados de la Rosa Blanca y nadie podrá dis- cutir al 26 de Julio la dirección de la Federación Nacional de Traba- jadores Azucareros y colectas de la libertad y palomas que revolo- tean sobre el máximo líder y niños y aplausos y ¿quién habrá soltado las palomas ese día a la hora precisa?, para que quede en la historia el autor del artilugio porque, ¿eran tan inteligentes aquellas palomas como para saber que debían revolotear en torno al Salvador de la Patria?, hubo una, sin embargo, que expresando desidia, y disiden- cia, le cagó el cuello de la chaqueta antibalas y dicen los que lo vieron que el Comandante siguió como si tal cosa, con un dominio sobre sí mismo que nadie del pueblo pudo percatarse del tragicómi- co incidente; Ciudad de Panamá, en la noche del 14 al 18 de abril de 1959 una fuerza expedicionaria de invasores desembarcó en las pla- yas de Panamá procedente de Cuba; la fuerza estaba dirigida por un panameño que se ahogó en la playa; el mando fue tomado por un cubano llamado César Vega; la mayoría de los invasores eran cuba- nos y algunos veteranos de la lucha en la Sierra Maestra; cuando le dije a Fidel Castro en Montreal, Canadá, del desembarco de los in- vasores que habían salido de Cuba, estaba de lo más preocupado y furioso; el capitán Furia vendrá al frente de los desarrapados de la Tierra y como un ciclón arrasará con los privilegios y abusos de los poderosos; bienaventurados los poderosos; tiemblan los poderosos que por ahí viene el capitán Furia; ¡huyuyuyyyyyyyyyyyyyyyyyy qué furia!; nunca lo vi así; entonces en Houston, Texas, hablé con él y con su hermano menor, el comandante Raúl, respecto a la invasión que no sólo había puesto nervioso a Panamá sino al continente por entero; Fidel reiteró su preocupación y Raúl Castro me dijo que Rubén Miró sería arrestado y deportado de Cuba; el día que sostuve

413 La tabla estas largas entrevistas con los hermanos Castro, se informó que ha- bía salido una segunda expedición de Cuba hacia Panamá y Miró hizo otras declaraciones en La Habana; la sinceridad de la denuncia de la conspiración, hecha repetidas veces por Fidel Castro y subra- yada en una dramática transmisión por radio al pueblo cubano desde su avión, en viaje a la Argentina, será probada por la detención de futuras expediciones desde la Perla de las Antillas; ¡condenamos enérgicamente agresión yanki a Panamá!; panamá quererte panamá gozarte; y no lo permitiremos, no podemos permitir que al hermano pueblo panameño lo agredan impunemente, ya es hora que sepan los poderosos vecinos del Norte que hace mucho tiempo dejamos de ser el traspatio de su mansión, sobre todo, después del triunfo de la Re- volución Cubana, con qué derechos se van ellos a erigir en gendar- mes del mundo; corremos así el peligro de que cada vez que a ellos se les ocurra acusar de narcotraficante al primer mandatario de una nación que no se doblegue ante sus mezquinos intereses, manden allí a desembarcar sus marines y arresten a hombres de estado como vulgares delincuentes; con qué derecho, me pregunto yo, van ellos a intervenir en Panamá bajo el burdo pretexto de implantar la demo- cracia, de qué democracia hablan ellos, cuando Manuel Antonio No- riega está en el poder porque las masas lo aclaman como líder que interpreta las aspiraciones nacionalistas del pueblo panameño; esta- mos, por principio, en contra de la ingerencia en los asuntos internos de los países, en contra del abuso de la fuerza para dirimir querellas internacionales y en contra de los Estados Unidos que por poderosos se sienten con derecho a imponer a otros pueblos su modo de vida y la paz, la paz de los sepulcros; ¡que viva el heroico general Manuel Antonio Noriega!; ¡yanki conmigo no te metas porque a mí se me respeta!; respe respe respe, la cucaracha sobre la raspa en el fondo del caldero; es una cuestión de respeto, que me respeten mi derecho a deambular por la carretera a esta hora y con ropa para que me ma- ten elegante, con derecho a que no me maten; diles que no me ma- ten; no me maten, por favor, que no me maten, que no me empujen, por favor, que no me empujen; el Moncada fue el motor pequeño que echó a andar el motor grande de la Revolución; revolu revolu revolu; Lulú, o niña bonita, en la charada es el quince, el cinco es

414 Armando de Armas monja; Sor Juana Inés de la Cruz; cinco jarras de cerveza es una monja, monja viciosa, que va a las cerveceras a escribir versos, re- criminada por los borrachos del siglo XVIII que no conciben que una monja ame, beba cerveza, piense y escriba, la opción, la simple opción de tomarme una cerveza fría el día que quiera, o tenga el di- nero, lo que nunca debiera de suceder es que por ventura tenga el dinero y no aparezca la delicada, sencilla, popular, democrática, mi- lenaria, ambarina cerveza de nuestros hermanos vikingos; sobre la proa de la nave un vikingo prendido a su cuerno de cerveza, navega en el tiempo, un tiempo gélido, pero tiempo de opciones, o de luchar por las opciones, por las simples y vulgares opciones, por la vulgar opción de una cerveza en la terraza de un hotel un día en que el sol cae como plomo derretido sobre los campos y acaricias la botella y te acuerdas de la monja desnuda en la habitación y ¡qué bueno que hayan inventado la cerveza! y el campo calcinado y el polvo que se lleva el viento y atraganta a campesinos que doblan el lomo en la cosecha y la otroridad y sientes que el límite entre la otroridad y la yoidad es una cerveza sudada en helamientos perlosos, el ártico en tus manos, la lámpara de Aladino, digo, la máquina del tiempo, rela- ciones contenido-continente, botella-cerveza, latica-cerveza, tarro- cerveza, un solo continente y un solo contenido a través del tiempo, nave vikinga bamboleante como cáscara de nuez en gélido mar en- crespado a la conquista de la tierra de los monikongos, vikingo, ca- miseta, short, botella de cerveza congelada, escapulario de la Cari- dad del Cobre al pecho-coraza, escudo, yelmo, correajes, espada, tarro de cerveza; la opción es lo que nos relaciona, la opción en un mundo y en un tiempo que no nos deja muchas opciones; Gran Tiempo Absoluto; Monarquía Absoluta; Absolutismo del Tiempo; el tiempo y yo en una carretera de mi país; primer país liberado paga su pan y cebolla con camiones de soldados; huyendo de los soldados de Eric el Rojo, momento, time, no relacionar, o no identificar, Eric el Rojo con Boinas Rojas, coincidencia de colores pero, punto, que no es digno de un vikingo dejar su nave y su cerveza para correr por una carretera a perseguir a un desertor, carretera mía que estás en los cielos, cielo de bugarrones negros, digo, perdón, de nubarrones ne- gros, de ángeles negros; cada nube es el urinario de un ángel, negro,

415 La tabla por supuesto, porque los ángeles ángeles no orinan ni hacen caquita, sino que pasan la angelical vida revoloteando en torno al Señor con movimientos suaves y aburridos y una única obsesión, la de abatirse sobre la faz de la Tierra como una vez les ordenara el Señor, única prueba de vida en sus eternas vidas; los negros no, los negros no son ángeles ni la cabeza de un guanajo, sino que son unos impostores que en días de tempestad suelen confundir al Señor y a los otros ángeles, pero son descubiertos en cuanto los ángeles ángeles perci- ben olor a caca o son salpicados de orina desde una nube y entonces, bajo las órdenes del Señor, la emprenden a patadas por el culo con los impostores que descienden despavoridos y emitiendo horrísonos chillidos hacia donde los acoge solícito papá Satán con una sonrisa que podría ser angelical de no ser por un casi imperceptible rictus que se le desdibuja a un costado de la boca; así y todo yo le juro a usted que encantado de la vida me cambiaría por un angelote de esos, aunque sea por un ángel negro, elevarme y elevarme y flotar y flotar por entre las nubes como si tal cosa y tirarle una sonora trom- petilla al Teniente y sus alegres muchachones; NIÑOS JUGANDO AL QUEMAO; tú, sin nada en las manos, corre que te corre corre y el otro niño detrás con el brazo montado y la pelota en el directo, apuntándote a la espalda desnuda, avanzas en zigzag, pero sabes que esto te servirá de muy poco porque el otro pone la bala donde pone el ojo, digo, la pelota, y él está ahí detrás, precisamente, para que- marte la espalda y tú delante, precisamente, para no dejártela que- mar, él es un ángel ángel y tú un ángel negro, y piensas, no es justo eso de que él lleve la pelota y tú sólo la espalda que se expone, que el juego debiera ser cada cual con su pelota, ¡y a batirse!, como en el viejo Oeste, pero sucede que el mundo está mal repartido y unos tienen pelota y otros no, eso le pone emoción al juego, al menos para el que observa o para el que tiene la pelota y, ¡paf!, ¡hijodeputa!, me diste duro, y la roncha comienza a levantarse y se extiende como una ramazón roja que cubre toda la espalda y dicen que el orificio de entrada es pequeño pero que el de salida es un negro e inmenso bo- quete al que le cabe un puño, y a veces dos, es como si la bala, digo, la pelota, se sintiera presa dentro de tanto tejido y músculos y huesos y explotara hacia afuera llevándoselo todo por delante como cuando

416 Armando de Armas clavas una puntilla en una tabla y por arriba una eficaz entrada y por debajo un desajuste, un caos, de astillas botadas hacia el exterior, algo que da miedo; LA HOZ Y EL MARTILLO; un símbolo, o no, qué símbolo, nada más alejado del símbolo, de la sugerencia, es di- recto, literal, sin la más mínima aspiración a la metáfora, martillo, ¡pum!, hoz, ¡zas!, las cabezas dejan de tenerse sobre sus hombros, escuálidos hombros de hambreados hombres; multitudes decapita- das que enfurecidas blanden la hoz y el martillo, ¡homenaje al Car- pintero de Nazareno, a la proletarización universal como vía de ac- ceso al paraíso!; Lenin se sintió enfurecido cuando alguien diseñó el escudo soviético con una espada, ¡estúpido diseñador!, lo de noso- tros es la paz, paz y trabajo para todos, que la hoz y el martillo no cesen su laboreo, que corten y machuquen cabezas sin cesar de ma- nera que hiendan las huestes enemigas, Cristo fue comunista, de ahí la relación cruz-espada, la cruz de la espada que espera a los cristia- nos en el Tiempo, Cristo Comunista en las Cruzadas, pretendemos el mejoramiento humano, enmendar al hombre, hombre pecador, bur- gués, en suma, nuestro enemigo es UNO, Satán-Imperialismo-Yan- ki, si los cristianos hacen dejación de la obsoleta cruz y asumen la hoz y el martillo ya no serían entonces el opio de los pueblos; TAL VEZ EL ÍNCLITO CAMARADA LENIN FUMABA OPIO CUAN- DO DIJO LA GENIAL FRASE; no sería cosa de mucho trabajo ver a los curas en sotanas rojas; no necesariamente tocados con boinas rojas, aunque los obispos se ponen sus boinas rojas en la punta de la cocorotina; bendiciendo a las multitudes con martillos y hoces en- trelazados y artísticamente trabajados en oro pendientes de sus cue- llos, ¡es una maravilla cómo un cuello puede definir a primera vista la profesión!, y hasta la personalidad de un individuo, el mío, por ejemplo, es de tipo lumpen-proletariado, y no me lo voy a dejar par- tir así como así que a cualquiera aquí le parten el culo y no pasa nada, pero el cuello ya es otra cosa de mayor peso y menos fetidez, que se puede cortar como escarmiento al lumpen-proletariado de toda la nación, que tiene que hacer la carrera del Servicio Militar Obligatorio como el más conspiscuo heredero de las más sagradas tradiciones de lucha del proletariado cubano que arranca con Hatuey que no era cubano y vino aquí a laborar por nuestra libertad; no te

417 La tabla metas con el indio que esa puede ser su luz, que ojalá que así sea por tu bien; te digo adiós; cabaret de mierda, angelicales putas infor- mantes de la policía, camareros tristes y malhumorados, católicos hipocritones, obreros de avanzada venidos al cabaret por orientación directa de la Sección Sindical, por aquello de que las diversiones deben ser para el proletariado y no para el lumpen-proletariado, mustias señoras de doce años iniciadas en el sexo una noche de bo- rrachera tras las rojas; ¡siempre el omnipresente color rojo!; cortinas de la pista de baile por pícaros funcionarios de las Altas Esferas, comunistas de relumbrón, veteranos internacionalistas como mi amigo el Chévere, hijos de buena madre, maricones obcecados por el brillo de las lentejuelas, anos parlantes, penes juguetones, sirenas que se aburrieron del sonido de las olas y subieron a darse un trago, Homero que viene y nos dice al oído que él no fue ciego ni escribió La Ilíada y menos La Odisea ni la cabeza de un caballo, traficantes de carne de caballo, mesas tatuadas a navaja, las navajas a punto, Lorca a la búsqueda de un falo, y el otro poeta, Machado, vestido todo de negro y flotando por entre el humo, Hemingway jineteando porque siempre fue un aventurero, Maceo resabioso afilando el ma- chete por una esquina, Martí levantando una copa, Camilo sonrisa amplia ante la insistencia de un turista extranjero para llevarse a su habitación a una mustia señora de doce años iniciada en el sexo una noche de borrachera tras las rojas cortinas de la pista de baile, un hombre nuevo, un caballero andante armado a la búsqueda de la pacotilla, cederistas de lenguas que se les salen de las bocas, apolo- gistas, catequizadores, conspiradores de mesa, hombres consecuen- tes con sus ideas, ¿ideas?, son ideas, son ideas nada más, son ideas que tú te haces, hacerse una idea como hacerse una paja, inquisido- res, especuladores, jineteros, chivatos, matones frustrados, locos que aun aman, madres solteras lanzando a sus hijos al mar por el pasadizo secreto de un castillo en arca con mensaje es hijo de reyes y una pavorosa espada para servir a la causa del proletariado mun- dial, Fernando Ortiz peleando dos gallos finos sobre una mesa del cabaret, a uno lo azuza con un canuto de caña y al otro con un tabaco encendido, todos miran asombrados como queriéndose reconocer, pero las brumas y las hueras palabras y el miedo, siempre el miedo,

418 Armando de Armas no lo permiten; adiós para siempre adiós; ¿a dónde vas tan apurado?, no sé, ni tan siquiera sé, tal vez a ninguna parte, tal vez siempre, aunque no nos movamos, estamos yendo a alguna parte, parte del mundo donde pueda encontrarme, ¿me he perdido?, ¿me perdieron?, no, simplemente naciste perdido, vamos pues a encontrarnos en una carretera de mi país, en una carretera sin una piedrita que pueda molestarte en la planta del pie; huellas de pie sobre la arena; arena fina y Pilar; Pilar García fue un buen muchacho al servicio de Batis- ta; Ba-tis-ta-ta-ta-ta-ta, no hagas así que me asustas; cabo de la guar- dia siento un tiro, ay que estoy herido; herido de muerte, muerto en vida, muerte que es vida, vida de perros, jauría de perros persiguien- do al negro Estanislao, Estanislao ascendió la meseta que rodea el valle donde está enclavado el ingenio Santo Cristo de los Destilade- ros; ¿es que Cristo además de carpintero, predicador y milagrero, fue también destilador de alcoholes, o más bien hacedor de alcoho- les?; para más información sobre eso debes hurgar en los archivos del FBI acerca del desarrollo extraordinario de la mafia en los Esta- dos Unidos en la década del 30; y ascendió trabajosamente la cordi- llera, detrás de él, cuando el sol asomase en el horizonte, sabía que vendrían los perros y el rancheador, podía adivinar ya las impreca- ciones del ranchearador, los ladridos y el jadeo de los perros, lo que más le aterrorizaba era el jadeo, absoluto, constante, infinito, como una extraña risa, como un coro de lenguas colgantes y babeantes que se mofasen de él, negro capturado en las costas de Angola; que ade- más nunca sabría, ¿cómo habría de saberlo?, que su captura en An- gola y su posterior traslado a Cuba para ser utilizado como bestia de trabajo serviría como justificación al envío de tropas mercenarias cubanas a dicha nación africana; ahora, mientras corría, ya sin rum- bo, no pensaba en la aldea donde había nacido y la vida era muy simple, aunque por supuesto nada feliz, sino en que moriría despe- dazado por los perros y que tal vez, si se ponía dichoso, el ranchea- dor llegaría a tiempo para volarle la tapa de los sesos de un disparo a boca de jarro, tatatatata ratatatata, ¿ratatatatata?, no, debió ser, más bien, ¡pum!, más romántico, menos parecido a una maquinaria rom- pedora de cocos secos, así terminaría todo más rápido, la muerte no era lo malo, lo malo, lo realmente malo, infernal, era el espacio-

419 La tabla tiempo entre el punto en que la muerte te ronda, que la estás esperan- do, que sabes se te va a lanzar de un momento a otro, y la llegada, rotunda, de la muerte, es el miedo al vacío, ese vacío en que estás vivo pero no vives más que pendiente de la venida de la muerte; venirse o irse a la cuarta dimensión o la nada o el todo, dejar de ser y ser más que nunca, detención del tiempo en un segundo, violación y compenetración de universos cerrados, movimientos espasmódi- cos y templar del cuerpo con el ritmo del Universo, posibilidad del REGRESO AL GÉNESIS, irracionalidad, éxtasis, éxtasis de la ra- cionalidad, finitud-infinitud, vuelta a los comienzos y regreso al fu- turo, la animalidad y la divinidad penetrándose mutuamente, Dios y el Diablo, caos y ordenamiento, expresión máxima de la impotencia y realización absoluta, dos que son uno y son la diversidad, punto máximo de la flecha en el espacio que es el preciso momento en que comienza a doblar la elipse, flecha detenida en un espacio-tiempo desconocido, vislumbre de la muerte, la muerte, la vida, la muerte- vida, eterno renacer, insertarse en la Totalidad, Paraíso, de Paraíso perdido a Paraíso recobrado, trompetilla al Paraíso Proletario, ternu- ra y desgarramientos, penetración y abrazo absorbente, lubricativo, totalizador, sin llegar a ser totalitario, deseos de tragarlo todo, des- doblarse en el todo, el Padre Eterno soplando sobre la imagen y se- mejanza amasada en fango, ¡y semen!; instante en que el negro Es- tanislao no va a morir porque ya está muerto, porque naciste muerto y solo, ahora, en este espacio-tiempo de pestañazo, de golpe, has entendido todo en una luminosidad que no te hace desear otra cosa que la muerte, ahora morirán contigo los que te disparan y los que mandaron a disparar y los indiferentes y los condolidos y los que nunca se metieron contigo y menos se condolieron y los que te qui- sieron y los que realmente te odiaron y sientes lástima de ellos que se creen vivos y mueren, sin embargo, contigo, ignorantes del secre- to que sólo tú estás poseyendo y has poseído otras muchas veces y olvidado otras tantas y del cual ahora eres cabalmente consciente como a través de un deslumbramiento, o alumbramiento, y sabes también que a la vuelta de no sabes qué tiempo, eones de tiempo tal vez, volverás a este preciso instante; preciso instante en que estás y ya no estás; y sufres terriblemente en la impotencia de la incomuni-

420 Armando de Armas cabilidad, más evidente ahora, con otros seres humanos; ya tú no eres humano; incomunicabilidad para contarles acerca de los miste- rios del Más Allá, y sabes que de no ser por esa incomunicabilidad absoluta crearías la obra de las obras, la Obra Absoluta, que nada más leerla el autor pueda prescindir de todos los demás libros, y es insoportable para un escritor vislumbrar la posibilidad de consagrar- se como el Escritor Absoluto; casi como Dios, o casi como Dios, no, porque todos los escritores somos como Dios mismo, ¡o al menos eso nos creemos!; y que todo quede en ese vislumbre enceguecedor, cocinándose en la ira, la impotencia y la imprecación, para llegar retorciéndose como sierpe de múltiples cabezas a los pies del Señor, y en cada una de sus cabezas la imagen del libro que pudo ser la aprehensión del tiempo real, ¿real?, que abarcaría el intervalo entre el disparo y la penetración de la bala que desgarra, corta los tejidos; teje, Penélope, teje y desteje, para que sea el Odiseo quien penetre la madeja de hilos, gruesos, alámbricos y ensortijados, con su poderosa verga surcadora de mares, derribadora de cíclopes y abstinente de sonsacadoras sirenas, hasta llegar Allí donde todo es facilidad de profundos y resbaladizos terrenos, húmedos, absorbentes, tibios, acogedores y con una capacidad tal de dilatación que hacen sentir a la verga, cuando menos, disminuida, o no tan disminuida como ridí- cula, apenada; que nada tiene que ver con el aumento del pene; ante tanto alarde suyo de penetrabilidad y conquista, cuando en realidad allí todo estaba dispuesto para la penetración y la conquista; ¿pene- tración?; penetración imperialista en los pueblos del Tercer Mundo, uno dos tres mundos, uno, dos y tres, qué mundo más chévere, qué chévere más mundo; el chévere-cheverón y el mito de la penetra- ción; ¿de capitales?, ¿fálica?, ¿es buena o mala la penetración de capitales extranjeros, de falos, de falos extranjeros?, eso depende, ¿de qué depende?, bueno, en cuanto a la penetración de capitales extranjeros te diré que somos una nación independiente, ¿20 de mayo?, ¿Primero de enero?; amo esta isla; está bien, no me lo eches en cara, no es que no la ame, y no voy a cometer, tampoco, la impru- dencia de decir que la amo más que tú, cuando la realidad es que la estoy dejando, pero, te diré, es algo muy difícil de medir, ¿que no soy un patriota?, OK, pero la verdad es que tampoco nunca lo he

421 La tabla pretendido así que, al menos, no soy, como tantos, un frustrado del patriotismo, en realidad, no soy un frustrado de nada porque simple- mente nunca he pretendido nada o, tal vez, nunca he podido preten- der nada, excepto coger atajos, esquivar, evadir, zafar el hombro, huir, mi vida es perenne estampida, ¿mi vida?, somos, ya lo sabes, la estampida, estampa de la Virgen de la Caridad que no por gusto es nuestra patrona, dicen la Virgen María es todas las vírgenes y todas las Marías; María penetrada por el Espíritu Santo; penetración- muerte, penetración-vida, no es cuestión del instrumento utilizado sino más bien de la esencia de la penetración; en realidad el instru- mental de Satán es muy amplio y variado; el variopinto mundo de corrientes filosóficas y partidos políticos que conforman e interpre- tan la realidad cubana de hoy sin ser objeto de censura alguna o re- presión; ¿sí?; sí, cómo no, oye bien, la corriente marxista, la leninis- ta, la marxista-leninista, la marxista-martiana, la martiana en vías del marxismo, la leninista-martiana, la comunista, la socialista, el materialismo dialéctico, e histórico, la teoría de lucha del proletaria- do, LA TEORÍA FIDELISTA, el Partido Comunista, el Partido Úni- co, el Partido, el Partido del Pueblo, el Partido de los Obreros, el Partido Capaz de Mantener la Existencia de Cuba en Tanto Nación Independiente, el Partido de Vanguardia, el Partido del Honor y de la Inteligencia; y como nación independiente no podemos permitir la penetración de capitales extranjeros, eso es un tabú inviolable, digo, lo violaremos, porque somos ante todo dialécticos, si las cir- cunstancias nos obligan; siempre las circunstancias incidiendo, de- terminando, jodiendo, en suma; ahora que los soviéticos están flojos como la mierda de vaca en primavera y el Campo Socialista es un espejismo; en cuanto a la penetración del falo, es también un tabú, y cada cual es libre de cumplir con el tabú o de violarlo, las mujeres, sobre todo, en la lucha por la igualdad plena son muy partidarias de la violación del mito de la penetración del falo, o del mito de lo ne- cesario de la penetración del falo, y nosotros somos tan democráti- cos que no nos metemos en eso; cada cual hace de su culo un tam- bor; ahora en cuanto a la penetración del falo con apellidos, es decir la penetración de falos extranjeros, la consideramos mala, altamente nociva, un tabú realmente inviolable, al menos para los que no están

422 Armando de Armas capacitados u autorizados para semejante sacrilegio, y no es por una cuestión de capricho y menos de intolerancia, el problema consiste en que la penetración fálica extranjera inspira desde la más remota antigüedad un gran terror en el hombre ya que se supone todos los extranjeros practican las artes de la magia y la brujería, y en ese sentido la penetración del pene extranjero puede traer perniciosos resultados para el alma del nativo, de ahí que se cuiden tanto de su influencia; esos resultados perniciosos son producidos voluntaria o involuntariamente por los penes extranjeros, lo que llevado al caso concreto de nuestra realidad actual nos hace concluir que el daño es voluntario, teniendo en cuenta la confrontación ideológica y política a que estamos sometidos y a la vil garra de la CIA siempre dispuesta a pasar de la confrontación ideológica y política a la del terrorismo más aberrante; el hombre primitivo antes de dejar que los penes ex- tranjeros se mezclaran libremente con las nativas, y los nativos, de su tribu realizaba una serie de ceremonias con vista a eliminar los poderes mágicos de dichos penes extranjeros que podían traer por consecuencia, además de la contaminación del alma, el hecho de que las nativas, y los nativos que siempre los hubo, se fuesen de la tribu hechizados por los poderes mágico-penetrativos de los penes extran- jeros, con lo que se producía una fuga de mano de obra barata, y por qué no, también de capitales, lo que trae por consecuencia que cuan- do uno ha llegado de embajador, o en misiones de inteligencia, a una tribu extranjera y lo agasajan hasta el punto que uno se cree impor- tante personaje, merecedor de todos los honores, sufra gran desilu- sión al enterarse que tales agasajos no son más que ceremonias lim- piadoras de las nefastas influencias del extranjero pene de uno, claro en todo esto hay sus categorías y los penes extranjeros de todas las regiones no son igualmente perniciosos; antes, por ejemplo, los pe- nes soviéticos no eran casi perniciosos y los norteamericanos lo eran sobremanera, parecido a lo que ocurría con los de toda el área capi- talista, pero en la actualidad la cosa ha cambiado en forma tal que los penes soviéticos, y los de toda Europa del Este, se han converti- do en los más peligrosos, nada, boberías, altibajos de la brujería in- ternacional; de ahí que, nosotros, fieles guardianes de las más nobles tradiciones de nuestros antepasados nos cuidemos tanto del comer-

423 La tabla cio carnal con extranjeros; las Tropas Especiales de las FAR son una respuesta y una herencia de las tradiciones combativas del pueblo cubano; esta Carretera Central es un ejemplo de nuestras más bellas tradiciones, ¿con lo fea, lo estrecha y la de curvas que tiene?, sí, porque es sabido que la carretera iba a tener un metro más de ancho por cada lado, pero sucede que, ¡oh ingenio creador del cubano!, inmediatamente esos dos metros se categorizaron como una inver- sión antimoderna y usurpadora de un considerable espacio para la agricultura de incalculable valor en el desarrollo del país y el bene- ficio de las clases más desposeídas, pero, con la condición, irrevoca- ble, de mantener el mismo presupuesto de cuando se pensaba cons- truir la carretera con los dos metros; ¿pero, hombre, eso es malversación?; no, hombre, no, qué atrasado eres, entre nosotros eso se llama ocurrencias de la cubanidad y estímulo no ortodoxo a la iniciativa privada y tolerancia y reubicación de capitales, nada más, te decía, es la más bella de nuestras tradiciones porque nos sitúa en el punto medio de la frontera de lo real-maravilloso; hoyyyyyyyyyyyy, un día como hoyyyyyyyyyyyy, queremos dar al pueblo cubano dos noticias que incidirán extraordinariamente en nuestro posterior de- sarrollo histórico, la una es mala y la otra es buena, la primera es que este año comeremos piedras; no importa, estamos dispuestos a los mayores sacrificios para lograr el desarrollo, pero, diga, Comandan- te, por favor, la noticia buena; perdón, pueblo, parece que hay un malentendido, ya dije la noticia buena, la mala es que las piedras no alcanzarán para todos; un delicioso batido de piedras cortesía del Gobierno Revolucionario para extravagantes turistas, nuestros inno- vadores y racionalizadores han trabajado heroicamente; entre noso- tros todo es heroico, no podemos prescindir de la heroicidad, somos pueblo de héroes, aquí nacen héroes como la mala hierba, tenemos ese gran privilegio, de ahí que la exportación de héroes es una de las principales fuentes de entrada de divisas convertibles para la maltre- cha economía nacional; se le pregunta al niño, ¿niño qué tú vas a ser cuando seas grande?, y el niño responde, yo quelo yo quelo sel uno guerrillero heroico, o mejol, uno turista heroico; en el logro de la piedra comestible y creo, compañeros, sin falsos optimismos, que este año lo lograrán, no queremos hacer pronósticos anticipados,

424 Armando de Armas pero casi tenemos la certeza de que constituirá una revolución ali- mentaria, que vendría a resolver las necesidades de los hambreados pueblos del Tercer Mundo, de los sectores más humildes de los lla- mados países del Primer Mundo, claro, no vamos a ser dogmáticos, y no descontamos la posibilidad de que un millonario se haga servir un asado de piedras, y no debemos negárselo, siempre y cuando pa- gue en moneda libremente convertible, todo eso, además de lograr en un tiempo relativamente breve el desarrollo económico del país, y demostrar la superioridad de las relaciones de producción socialis- tas sobre las relaciones de producción basadas en la propiedad pri- vada; es extraordinario, increíble, lo que puede lograr la mente hu- mana; ¿es que hay alguna otra?; sí, la Cósmica; ¿pero, no somos marxistas?; olvida eso y atiende al discurso; extraordinario lo que puede lograr la mente en momentos de crisis y cuando está al servi- cio de una causa justa, nuestro futuro está ahí, y cuando digo AHÍ, me refiero a la ingeniosidad e inventiva de los revolucionarios para solucionar los más disímiles, y difíciles, problemas en la construc- ción socialista; a mí me hubiera gustado ser uno de esos tiburones amigos de Machado que se jamaron parte del dinero de la Central, o no, más bien un heredero de cualquiera de ellos, muy admirado y respetado como descendiente de uno de los Puros de la Patria, pero no, tengo que conformarme con ser alguien que pisa la carretera, agradecido claro está, porque ladrones y todo, la hicieron y no es lo mismo caminar en la madrugada por un trillo de perros que por una carretera, decantada con turbios fines, pero carretera al fin y al cabo, democrática carretera que recoge el eco de mis pisadas-botas-rusas- vaquetetumbo-para-que-me-maten-elegante, sin la más mínima ex- presión de censura ni rechazo ni violencia; que si habrá violencia será en la carretera, pero no proveniente de ella, sino de los excelen- tes muchachos Boinas Rojas; por el hecho de que yo sea un prófugo, carretera-sumum-de-la-democracia, porque en ella hasta un prófugo de la justicia, ¿de qué justicia?; tiene libertad de expresión, aunque dicha libertad de expresión esté reducida al retumbar de las pisadas- botas-rusas-vaquetetumbo-para-que-me-maten-elegante, lo otro no es más que alardes de democracia, sin embargo, sé que estoy pisan- do sobre tragedias, sobre dolor, sobre hechos violentos, sobre queji-

425 La tabla dos, sobre miembros cercenados, sobre la sangre, sobre el odio, so- bre el miedo, sobre cadáveres putrefactos, sobre armas destrozadas y oxidadas, sobre hierros retorcidos, sobre carne chamuscada, sobre la muerte, que ahora mismo siento el estruendo de una fulminante carga al machete, emboscadas, el fru fru de las sogas en ahorcamien- tos colectivos, descargas de fusilería, acuchillamientos y desastrosos accidentes de tránsito, tengo un miedo que me cago y a lo mejor va y alguna vez me creí valiente, hasta un héroe, si no qué era mi obse- sión por la guerrilla, por la pandilla que creé y situaba mentalmente librando fieros combates en las selvas del Amazonas, irse esuna soberana cobardía, ¿y quedarse?, lo que no puede pasar es que me quede así como así y ya, algo, hacer algo, no importa qué, ni para qué; camina que te camina el Andarín Carvajal; la libertad de no pensar es la más cómoda, bendita sea la libertad de ser una tuerca más en el excelente engranaje de una máquina perfecta, cumpliendo tu función tuerqueril cabalmente, engrasadamente, ¡revolucionaria- mente!, evitando el rozamiento, y si la máquina un día estalla o ace- lera o cancanea o funciona mejor o engorda o crece o le dan taqui- cardias o tritura un obrero, no es mi culpa, he cumplido con mi libertad de ser una tuerca, ¡que vivan los trucutuercas!, felices ellos que han sabido constituirse en los más celosos guardianes de la Nor- ma, N-o-r-m-a, un excelente muchacho muy normalito él pero tan aburrido tan aburrido que ninguna muchacha lo quiere, ellas quieren la maravillosa excitación de un muchacho que transgreda, que se haga sentir no importa en qué sentido, que la gente se vuelva y diga, ahí va fulano, que no sea un Pepe más, que acerca de él se cuenten historias, no importa cuáles, el problema es que se hable, no importa si bien o si mal, un día vamos a transgredir la muerte, pero, creo, no podremos, porque ella es la transgresión misma, la más grande puta que un día todos vamos a conocer, ¿y si no fuera así?, ¿y si fuera la mujer más casta?, ¿y si la transgresión fuera la vida?, puta vida la más puta de todas las putas vidas, maridaje vida-muerte; RIESGO- SA LA ECONOMÍA DE MERCADO PARA PAÍSES DE EUROPA ORIENTAL; Él se defenderá, todo el tiempo se ha defendido, desde tiempos inmemoriales ronda alrededor de la ciguaraya su figura si- niestra, todo el día y hasta altas horas de la noche, en la mano hace

426 Armando de Armas oscilar una honda, que dice Él es la de David, relación Él-Goliat, qué dirían David y Goliat de semejante comparación, ¿aceptaría David que Goliat usurpe su personalidad?, ¿lo aceptará Goliat como mata- dor?, ¿se permitirá Goliat no ser Goliat y ser David?, ¿permitirá la honda ser lanzada por Goliat en una rotunda inversión de su sentido histórico?, ridículo lo de Goliat agazapado como David a pesar de sus pesados arreos de combate que casi no le permiten agazaparse y lanzar la honda, acechante en torno a la ciguaraya, suponiendo ene- migos en el silbido del viento contra el bosque, en una rama que se parte, en el aletear de una paloma o en el corretear de los venados, los venados son de Él, todo aquí es de Él, pero tiene miedo, un mie- do atroz que le lleva a disfrazarse de David y oscilar la honda con torpes movimientos de simio, nervioso, porque en última instancia sabe que ésta no es su arma y que no sabrá usarla en el momento preciso, Él, Rey de la Ciguaraya, rey y homicida, porque para llegar a cobijarse bajo su real sombra tuvo que matar al rey anterior, no con la honda sino con la daga, teme, teme porque sabe que, tarde o tem- prano, más temprano que tarde, tendrá que llegar quien lo mate para sustituirlo, esa es la regla del culto, matar para ser rey para a su vez un día ser matado por un aspirante a rey, el oficio de guardián peren- ne de la ciguaraya le confiere el título de rey, y la vida, y a eso están obligados todos los de su condición, pero seguramente ninguno fue acosado por tan atroces pesadillas como Él, durante años, ¿cuántos?, no importa la cifra, muchos más de los que alguien deba permanecer en el poder, bajo ciclones o días espléndidos, bajo conflictos interna- cionales a punto de convertirse en hecatombe nuclear o en la relativa calma de las movilizaciones a la agricultura, las marchas del pueblo combatiente y las maniobras militares, en crisis económicas o en esplendores triunfalistas, al son de la violencia política o de la retó- rica y la demagogia, en la catástrofe o en la aburrida normalidad, habrá de mantener su guardia solitaria y lo poco que duerma será a riesgo de perder la vida, que Él dice no le importa, pero que en rea- lidad le importa mucho, al menos para permanecer bajo la sombra de la ciguaraya; sin permiso no se pue’ tumbaaaaaaaa; la menor relaja- ción en el oficio de Cancerbero, la más mínima duda, la más peque- ña oportunidad a sus enemigos, reales o inventados, la más simple

427 La tabla disminución en su capacidad de camuflarse, y convencer, lo harían pagar con el dolor quemante de la daga penetrando uno de sus pul- mones, Él no tiene opción y quiere que todos los animales del bos- que se dejen embarcar en su carro de muerte, los atosiga con su verborrea cansona y repetitiva y sobre todo con el mito de su inven- cibilidad, y a pesar de sus abundantes canas y arrugas mal disimula- das se las da de poseer una potencia sexual que ha mucho abandonó su organismo como las aves migratorias y de vez en cuando muestra a todos los animales del bosque su falo increíblemente erecto debido al efecto de cápsulas vivificantes que serviles donceles; ¡por supues- to que no el Doncel del Mar!; le suministran durante las noches, traídas de lejanos y corrompidos países de Occidente, a exorbitantes precios en divisas convertibles, países de los cuales Él tiene prohibi- do hablar en sus predios; su tragicómica figura de David-Goliat- Cancerbero ensombrece el paisaje de bosques esplendorosamente verdes y montañas de líneas suaves, como de ensueños, de animales que bien pudieran ser los del Paraíso y pájaros que entonan un sinfín de melodías invitadoras a remolonear en la cama antes de partir al trabajo, de gallos que cantan al amanecer, no sabemos si de pura alegría o de puro anunciar la venida del Mesías, tierra donde las plantas, incluyendo la marihuana, se dan lujuriosamente silvestres, donde los campesinos, a pesar de la nueva mentalidad, la concien- ciación, la proletarización y el colectivismo, siguen criando y entre- nando sus gallos de pelea, territorio que Él administra desde abajo de la ciguaraya como su finca o su coto de caza con la indolencia de quien se cree con derecho a la eternidad pero que irremediablemente será matado por el aspirante a Rey de la Ciguaraya, que deberá ser un rey muchos-reyes y deberá cambiar las cosas y su sentido, a sa- ber, deberá cambiar el Culto de la Ciguaraya por el Culto a la Suce- sión del Reinado de la Ciguaraya, y ya no habrá que usar más la daga para la sustitución del rey, que tampoco tendrá que vivir como un forajido en perenne acecho, sino que vestirá de cuello y corbata y ofrecerá sonrisas hollywoodenses y estará consciente del tiempo exacto en que deberá cumplir sus funciones de Rey de la Ciguaraya y se retirará, llegado ese tiempo, tranquilamente, aburridamente, quizás a criar gallos finos en un rincón apacible de la floresta para

428 Armando de Armas que otro rey ocupe su lugar elegido por la voluntad popular; voy a orinar aquí al borde de la carretera, lo mejor que puedo hacer es te- ner ecuanimidad y ponerme a orinar como si tal cosa, como si nada me importara nada, que así, aunque sean los mismos muchachones Boinas Rojas puede que pasen de largo y digan, nada, ese es un po- bre guajiro que le entraron deseos de orinar, que quien huye se orina en los pantalones pero no se para a hacerlo y a vacilar a las estrellas como lo está haciendo ese tipo, es mejor dejarlo todo a la suerte, que puede muy bien suceder que sea un chofer humano, ¿hay algún ca- ballo que sea chofer?, y me vea triste y desvalido y abandonado en medio de la carretera tan desierta y tan gris y tan sin principio ni fin y se apiade de mí y, ¡vamos, muchacho, que te voy a dar un adelan- tón!; ¡TODOS AL DESFILE DEL PRIMERO DE MAYO!; pim qui ti pam pam, pim qui ti pam pam, pam qui ti pam pam, pam qui ti pam pam, comparsas de sudados negros que golpean sobre tambores, cal- deros; vacíos desde luego; cencerros y hojas de guatacas, y negras de exuberantes culos meneándose como batidoras, alegres batidoras, blancos y blancas patones que mal imitan el baile de los negros; desfilan los Sindicatos de la Salud, el Azúcar, la Alimentación; des- fila la ASOCIACIÓN NACIONAL DE AGRICULTORES PEQUE- ÑOS, ANAP, con una enorme carretilla al frente, atestada de las más diversas y deliciosas frutas tropicales, primorosamente representa- das en yeso, niños montados a caballo y vestidos de verde-olivo y armados de ametralladoras plásticas; un-dos-tres-cuatro, comiendo mierda y rompiendo zapatos, desfilan nuestra gloriosas Milicias de Tropas Territoriales, MTT, ¡métetela maricón!, detrás de las Milicias camina un enorme cartel que reza; primer lugar de la provincia en el pago del día de haber para las MTT en la Emulación Nacional; y debajo en letras pequeñitas; si está atrasado en el pago del día de haber aproveche hoy que es día primero de mayo y páguele a su sindicato; pague lo que debe, tome chocolate y pague lo que debe; no, cacao no, porque desgraciadamente el abastecimiento de cacao no ha llegado de las provincias orientales para acá debido al despia- dado bloqueo que nos aplican los desgraciados imperialistas; las MTT desfilan marciales, firmes, decididas, entrenadas, dispuestas a todo, sobre todo las milicianas, pueblo uniformado y armado, tene-

429 La tabla mos las armas, esa es la mejor prueba de democracia, pueden revi- sar, que las armas no tienen balas, pero tienen decisión de lucha, no cojan lucha que son cien años; A PARTIR DEL 15 DE JULIO MIL NIÑOS DE CHERNOBIL VENDRÁN A CUBA; Cuba sííííííííííííííííí, por la Revolución, por el Socialismo, viva el Primero de Mayo; una motocicleta avanza disfrazada como un enorme televisor tirado por un tío Sam que solícito limpia el tubo de pantalla con un pañito y hace como que sintoniza y en la pantalla se lee; TELEAGRESIÓN NO; ABAJO LA MAL LLAMADA TELEVISIÓN MARTÍ; y unos jodedores que pasan y gritan; ¡arregla, arregla, que queremos ver bien!; y el tío Sam sigue dando saltitos y haciendo reverencias y Amadís; ¡le ronca la pinga que haya payasos como éste!; REALI- ZAN LOS ESTADOS UNIDOS MANIOBRAS ENFILADAS CONTRA CUBA; ahora vemos desfilar a los perros de raza; sí, sí, no se me asombren, que ellos también tienen derecho a proletarizar- se, a pesar de que el pasear perros siempre haya sido símbolo del modo de vida burgués y por eso mismo en algunos momentos los perros han sido, injustamente, catalogados como enemigos de clase, y eso es lo lindo y grande que tiene la Revolución Nuestra que no se ha guiado nunca por prejuicios caninos, digo, clasistas, y da oportu- nidades a todos, sí, ya sé que me vas a contar la anécdota esa de que hubo un pintor medio loco que se paseaba por los bulevares parisi- nos con un cangrejo atado a una cuerda y un lacito, para burlarse de las costumbres burguesas, pero nosotros lo que buscamos es la uni- dad del pueblo cubano y no veo nada de malo en que ingenuas amas de casa y honestos caballeros-proletarios con un apacible caballero- burgués dentro paseen sus perros en señal de apoyo al socialismo; ya antes de terminar el desfile la gente comienza a aglomerarse en torno a los quioscos de expendio de cerveza a granel, entre ellos Amadís, y al concluir la última palabra del discurso la muchedumbre se lanza al ataque de los quioscos y pipas móviles de cerveza, enarbolando cubos que forman un mar de color amarillo-rojo-azul, prevaleciendo sobre una infinita gama de tonalidades; OJO; el rojo no tiene que ver en absoluto con la lucha del proletariado, ni el amarillo con la anti- guamente denominada, por los comunistas, Central de Trabajadores Amarillos, o CTK, ni el azul con las franjas de la bandera de Narciso

430 Armando de Armas

López, es pura coincidencia de la Red Comercial de Productos Mi- noristas; cubos como banderas al asalto de una fortaleza, los más osados logran escalar la torre de la fortaleza y plantan sus banderas- cubos por sobre las cabezas de los demás asaltantes y las pipas mó- viles corren en zigzag para deshacerse de los guerreros que se pren- den con la perseverancia de ladillas y suben a las torretas de los tanques para ametrallar al enemigo UNITA que se esconde en los quimbos y se empujan desde las pipas y caen a tierra y vociferan y tiran piedras como si tirando piedras los monos les fuesen a devolver con la misma furia los cocos repletos de fresca cerveza y los policías blanden eficazmente sus negros toletes y disparan al aire y echan gases lacrimógenos a los ojos de los guerreros y desarman a niños- hombres educados en beneméritas cátedras de presidio que han ve- nido a celebrar la Fiesta del Proletariado Mundial con machetes Ga- llo escondidos en las patas de los pantalones y uno de estos niños-hombres educados en beneméritas cátedras de presidio le vue- la la cabeza de un machetazo a otro niño-hombre educado en bene- méritas cátedras de presidio y la cabeza cae rodando como una en- sangrentada pelota de fútbol a los pies de Amadís que calza zapatos blancos de proxeneta celebrador del Primero de Mayo y le mancha un zapato y Amadís escupe sobre la sangre y estrega el zapato cui- dadosamente con un pañuelo también blanco y no mira a la pelota de fútbol pateada por quienes corren presurosos a sumarse al ataque de las diabólicas fortalezas móviles y mira al campo de batalla y a las banderas-cubos-victoriosas que logran pasar el puente levadizo del castillo y se sumergen en el maravilloso-líquido-ámbar-espumeante que el avaro Señor del Castillo defiende celosamente para sí y enton- ces el caballero Amadís va al frente de las huestes de guerreros cu- bierto con su plateada armadura resplandeciente al sol y dando tajos mortales o quizás inmortales a diestra y a siniestra descabezando a malos caballeros y cercenando a la mitad a encantados gigantes y socorriendo a doncellas cautivas en las torretas de los tanques y piensa en su Oriana que es la única y la bienamada y si hay otra empújala que es de cartón y troca su lanza hendedora de escudos y arneses en esplendoroso cubo amarillo y le dice al pipero oyehijode- puta llena bien ahí que este cubo hace veinte jarras y conmigo sí hay

431 La tabla que andar claro que me las sé todas y le gustaría que Oriana lo viese en la cima de la torre de la fortaleza del avaro señor llenando su cubo de cerveza como el mejor de los hombres-cubos hijos de la mujer- cuba y vikingo vencedor sobre la proa de la nave cortadora del géli- do mar empinándose el cuerno de cerveza y encaramado sobre la torre comprende el por qué de la Torre Iznaga y el por qué de todas las torres y se empina el cubo de cerveza y cae de espaldas resbalan- do por la montaña de hombres-cubos todo empapado en cerveza y alegre porque la cabeza que rodó hasta sus pies manchándole el za- pato blanco de proxeneta celebrador del Primero de Mayo no fue la suya sino la de un niño-hombre educado en las beneméritas cátedras de presidio y alegre por la conquista de la pipa de cerveza y por ha- ber estado en la cima y aun por el vértigo de la caída de espaldas mientras en la mente le sigue martillando la propaganda radial; des- pués del desfile por el Primero de Mayo, que será el más grandioso en toda la Historia, el pueblo, y fundamentalmente los jóvenes, po- drá beber de la rica cerveza a granel y bailar al ritmo de lambada, lambada antiimperialista, por supuesto, y es necesario aclarar que la cerveza sólo se venderá después de finalizado el discurso de clausu- ra del desfile, además, una vez concluída la actividad política se ofertarán refrescos, bocaditos de pasta a dos por persona, rositas de maíz y unas enormes barras de pan a una por núcleo familiar para demostrar al enemigo calumniador que nosotros aquí no carecemos de alimentos para la población; el periodista se sumerge en el río de pueblo con cartelones de ABAJO EL IMPERIALISMO, NO LES TENEMOS ABSOLUTAMENTE NINGÚN MIEDO, MÁS FIR- MES Y DECIDIDOS QUE NUNCA A CONSTRUIR EL SOCIA- LISMO, LOS TRABAJADORES DE LA EMPRESA TAL ESTÁN DISPUESTOS A VIVIR CON SU REVOLUCIÓN O A MORIR POR ELLA, PA LO QUE SEA FIDEL PA LO QUE SEA, pan onque sea Fidel pan onque sea; periodista; a ver, compañero, usted que no porta ningún cartel, ¿qué opinión tiene acerca de la teleagresión?, hable hable que estamos transmitiendo en vivo para toda la nación y un poquito más allá; bueno, mire, yo pienso; ¡¿ah, piensa?!; sí, que la solución, que todo es un problema de opción; ¡¿cómo de opción?!; sí, que la solución está en el hogar frente a la televisión y en la op-

432 Armando de Armas ción de mover el aparato en uno u otro sentido; ¡¿cómo en uno u otro sentido?!; sí, en el de los canales nacionales o en el de TV Martí; uiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii uiiiiiiiiiiiiiiii uiiiiiiiiiiiiiiiii uiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii uiiiiiiiiiiiiiii; lamentamos, queridos radioescuchas, una lamentable interferencia en nuestra frecuencia, debido, quizás, a alguna tormen- ta desencadenada en el éter, dentro de breves segundos volveremos a estar con ustedes, transmitiendo las incidencias de este Primero de Mayo, el más grande y concurrido en la Historia de nuestros Prime- ros de Mayo; Mayo, mes de la siembra, siembra de maíz y de tem- pestades; quien siembra vientos recoge tempestades; segundo do- mingo de mayo; Día de las Madres; aquí lo que no hay es madre; Madre de Dios; la madre de los tomates; to-ma-te una cerveza cuan- do el sol del mediodía te pese en la frente y creas que el trópico no es el mejor de los mundos posibles; continuamos nuestras transmi- siones con motivo del Primero de Mayo, ahora en la tribuna con los invitados especiales, preguntaremos acerca de la escasez de alimen- tos en el mundo, que como sabemos es uno de los flagelos que más azota a la humanidad, con nosotros ante el micrófono, un etíope, díganos, por favor, qué opinión tiene usted acerca de la escasez de alimentos; ¿a alim aliment alim?; bueno, bien, pasamos ahora a un norteamericano, ¿qué opinión tiene usted acerca de la escasez de alimentos?; ¿es esca escase ez esca?; continuamos con la entrevista, en este caso probamos suerte con un cubano, ya sabemos todos de la chispa y del ingenio de nosotros los cubanos, a ver compatriota, ¿qué opinión tiene usted acerca de la escasez de alimentos?; ¿ooooooo opipi op opini ón?; y nuestras palabras son toscos instru- mentos para hacer llegar hasta ustedes que no han tenido el privile- gio de estar aquí en la tribuna junto a Fidel, el mar de banderas multicolores, de consignas que muestran la ingeniosidad del pueblo, de brazos levantados en alto y de niños sobre los hombros de sus padres que quieren hacer patente su disposición a construir el Socia- lismo; ¡AHORA SÍ VAMOS A CONSTRUIR EL SOCIALISMO!; ¿y hasta ahora qué habíamos venido haciendo?; USTEDES HAN DEMOSTRADO QUE SON DIGNOS REPRESENTANTES DE LA MASA DE JÓVENES QUE INTEGRAN LAS FUERZAS AR- MADAS REVOLUCIONARIAS Y DE LA JUVENTUD CUBA-

433 La tabla

NA, REVOLUCIONARIA, MARTIANA, COMUNISTA Y PA- TRIOTA; Fidel entregó al general de división Cinta Frías la bandera cubana que llevamos a Angola los primeros combatientes interna- cionalistas en 1975; Amadís se desabotonó el pantalón para que lo mataran elegante y comenzó a orinar mirando las estrellas, se sintió pequeño, tuvo frío, hambre, un hambre atroz, como para comerse crudo al dragón que una vez había matado en feroz combate en me- dio de un cañaveral, y el disparo del chorro lo sorprendió, como siempre, con un estremecimiento que le corrió por la espalda, desde la nuca hasta donde la espalda pierde el honor, honor de caballero andante por la carretera, y era placentero aquel estremecimiento, y se preguntó qué relación podría haber entre aquel chorro de inmun- dicia y las constelaciones de estrellas que parecían hacerle guiños cómplices desde la inmensidad del cosmos, un cosmos que siempre le había torturado por la incapacidad para metérselo en la cabeza; todo lo que escapa a nuestras posibilidades llega a torturarnos; y se dijo que después de todo bien merecía la pena vivir por el solo hecho de orinar y mirar a las estrellas, ¿cuántas hormigas estaría ahogando con su chorro de orina?; el Ministro de las Fuerzas Armadas Revo- lucionarias, las FAR, destacó que la reunión se caracterizó por la profundidad en los análisis y el espíritu constructivo de las interven- ciones; el chorro serpenteó por el pavimento y se encaminó hasta el borde mismo de la carretera y fue cayendo a tierra y formó un espu- moso charco parecido a la cerveza que llueve de las pipas los días Primero de Mayo, que la tierra tragó con avidez hasta dejar unas burbujas como globitos de detergente, globitos que un niño soplara desde atrás de un tubo de calabaza y se hubiesen emposado allí para morir en la tierra, para resistir antes de morir en la tierra, la tierra lo traga todo, tiene gran sed de cosas, de cuerpos, y de los más disími- les líquidos, incluido, ¡claro está!, la sangre, ahora yo soy el que más mea en este preciso instante, no puede haber otro que mee más que yo en cientos de kilómetros a la redonda, ¿cuántas gentes habrán meado aquí antes que yo?, pero eso no importa, los meados de Ama- dís no son iguales a los de otros caballeros, pues él es un caballero con todas las de la ley; y, sobre todo alertas, ya que una serie de movimientos y de gigantescas maniobras militares estadounidenses,

434 Armando de Armas coincidentes en tiempo y en espacio alrededor de nuestro país, sos- pechosamente no publicados en algunas de sus partes fundamentales y que incluyen la presencia de agrupaciones navales en nuestra re- gión, así como ciertas medidas en la Base Naval de Guantánamo, nos obligan a hacer más valedero que nunca el principio; ¡sorprendi- dos jamás!; al enemigo imperialista le decimos junto con toda la juventud cubana; ¡el miedo no come aquí!; ¡yanki, desmaya eso!; es verdad que antes que yo muchos orinaron aquí pero yo lo hago como nadie lo ha hecho hasta ahora; antes que yo muchos han escrito o dicho lo mismo pero yo lo voy a hacer de manera que parezca que nunca nadie lo ha dicho o escrito, ¡aunque a la verdad que ni en eso mismo que acabo de decir soy origina!; lo cierto es que sólo nos está permitido crear sobre lo ya creado, claro, que cada cual diga lo suyo, que lo diga, pero a su manera, y lo mío es algo que tiene que ver con un tiempo y circunstancias y anhelos y esperanzas y sueños y vidas que no tienen edad, un alma muy vieja en medio de una carretera, posada sobre una botella de ron en un cabaret a punto de cometer un acto de terrorismo con nocturnidad y alevosía, ¡uyuyu- yyyyyyyyyyyyyyyyyyyy, Dios mío, qué miedo!, todos deseamos eso, que se nos tema, ¡y en verdad todos somos de temer!, la luz de los faros le dio por la espalda, al doblar de la última curva antes de llegar a Amadís, que vio correr su sombra por la carretera como un monstruoso cabo de tirapiedras con un colgajo en medio, se acordó del signo hippy tatuado por él a punta de cuchillo en todas las cerve- ceras de Cienfuegos, y pensó que aquel colgajo que se le mostraba raudo le bastaría para alcanzar la trascendencia y mear a la cabeza de todos, la sombra fálica se corrió con brusquedad a la cuneta, y des- apareció, como lo hubiera hecho en los buenos y viejos tiempos su temible enemigo Arcalaus el Encantador, y a sus espaldas sintió el frenazo, no hubo palabras, sólo un chasquido seco y el frío de las esposas cerrándosele en las muñecas, el falo cayó dentro de la por- tañuela como un pájaro muerto y el meado caliente le corrió por entre las piernas empapándole el pantalón que le habían prestado para que lo mataran elegante y sintió algo como alivio de animal resignado, y contrariamente a lo que esperaba, el Teniente no le pe- gaba ni le injuriaba, y la brisa que entraba por la ventanilla del cho-

435 La tabla fer lo hacía sentir casi feliz, sobre todo, cuando se acordaba de cier- ta historia oída en las galeras de la disciplinaria referida a la famosa; famosa entre los soldados desertores; guagua que recorría la isla los miércoles de cada semana desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí, reeditando la heroica invasión de Gómez y Maceo y la de Camilo y el Che, sólo que al revés y no a la búsqueda o huída del enemigo, sino a la búsqueda de desertores que reconcentraban en determinados puntos a lo largo del trayecto, esta guagua era una es- pecie de prisión itinerante que pasaba por campos y ciudades y pue- bluchos dejando una estela de humo negro y unos ayes y cojones y pingas y un fuerte olor a mierda y meados, que en las madrugadas de los miércoles despertaban a campesinos y obreros de avanzada pre- guntándose si la teoría marxista-leninista no los habría engañado en lo tocante a la no existencia del Infierno, el hecho sucedió en el tra- mo de carretera de Cruces a Mal Tiempo, la vieja guagua Girón; esa era su marca, heroica marca; echaba humo como una monstruosa cafetera, cafetera de gigantomas, en la subida de una lomita y los custodios, que eran cuatro armados de AK plegables, decidieron que dos de ellos irían a la casa de un guajiro a pedir agua para echar al radiador, llevándose la única linterna que venía en la guagua; los custodios venían hambreados, sudorosos, los nervios en punta; y co- menzamos a salir por una abertura que habíamos venido haciendo a segueta en el piso de la guagua, en la parte trasera, desde que sali- mos del poblado de Mayarí, donde montaron a un fugado que no sé cómo logró pasar la segueta, salíamos de uno en uno, con desespe- rada calma, en silencio, teníamos que alcanzar los matorrales antes que regresaran los custodios que habían ido por el agua, hubo ocho de nosotros que no quisieron escapar, por miedo, o porque habían prometido a sus padres no hacerlo, o porque ya estaban cansados de escaparse y de que los cogieran, de la huída, de ser la estampida, o vaya usted a saber por qué, el caso es que se quedaron en la guagua, satisfechos por el deber cumplido, el deber de no huir, o recriminán- dose duramente por haber perdido la oportunidad, o ambas cosas a la vez, y cuando los aguadores llegaron y enfocaron la linterna para el interior de la guagua, descubrieron la evasión, y como locos co- menzaron a hacer cantar los plegables, los cuatro al unísono, por

436 Armando de Armas venganza o por miedo; siempre el miedo posibilitando las cosas; o por orgullo; el orgullo de los custodios suele ser muy fuerte, por lo que el Comité de Base de la UJC en la disciplinaria recomienda ha- cer un estudio científico, basado en el Método de Investigación Mar- xista, acerca del orgullo de los custodios; con una saña incrementada por el olor a pólvora y los ayes y los no me maten, y cuando al fin lograron ser conscientes de lo absurdo; ¿qué es lo absurdo?; de ma- sacrar a los que precisamente no habían huido, encontraron a la luz de la linterna un amasijo sanguinolento de ocho cuerpos extraña- mente entrelazados, y atrás, contra la plancha de acero verde-olivo- negruzco del fondo de la guagua, pegotes de masa cerebral y pelo; ocurrió un 15 de diciembre de 1895 en que tuvo lugar el célebre combate de Mal Tiempo entre las tropas cubanas de los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo y el Regimiento de Canarias, en el cual son dignas de destacar la carga sobre el cuadro enemigo, que fue deshecho a machetazos en pocos minutos, y otra contra un con- tingente de quinientos españoles que llegaron a las tres de la tarde en un tren del Central Teresa que quedó en poder de las fuerzas cubanas de los generales Serafín Sánchez y Bernardo Boza, teniendo aque- llos que retirarse; dos horas más tarde, a banderas desplegadas; ban- deras-hombres-cubos al asalto de pipas móviles de cerveza un Pri- mero de Mayo, el más grandioso de nuestra Historia; llegaba la columna de caballería de Juan Bruno Zayas; que no usaba sayas, al menos no para las cargas al machete; que afortunadamente no tuvo que actuar, además del numeroso parque capturado, fue cogida la bandera y el archivo del Regimiento de Canarias; en ese archivo Amadís descubrió que su primer antepasado por vía materna en Cuba no fue el abuelo huidor en tanque de papas, sino que, antes habían venido otros en son de guerra como buenos representantes de la raza guanche, pero por un problema de identificación con el abue- lo huidor en tanque de papas Amadís olvidó pronto lo descubierto en el archivo; los guanches de riscos y despeñaderos, cercenados, hen- didos, descuartizados por los siboneyes de suaves y ondulantes coli- nas y llanos como pistas de aterrizaje; un aire neblinoso entró por la puerta del cabaret, y Amadís tuvo la certeza de que pronto se decidi- ría todo, y la ansiedad dio paso a una sensación de me da igual cual-

437 La tabla quier cosa, no depende de mí, yo no soy, soy partícula en el torrente, el show finalizaba; Cienfuegos Cienfuegos siempre será; las bailari- nas se remeneaban de culo al público, abundosos y protuberantes culos emplumados de rosado, custodiados por reverendos maricones que nunca llegarían a ser verdaderos homosexuales, en poses de chucheros de los años 50, Amadís no sabía por qué misteriosas co- nexiones relacionaba aquellos culos emplumados con Quetzacoalt, la Serpiente Emplumada; el ilustre náufrago que arriba envuelto en algas a las costas de Méjico procedente del Oriente y que los mora- dores del lugar tomaron por una serpiente emplumada; es un error pretender medir el tiempo, quiero que vayas, hijo, a la región de los seres sin tiempo; INSTRUCCIONES PARA BALSEROS; dos cá- maras de tractor infladas colocadas sobre una base de hierro o acero, recubierto todo con una lona; demostraremos cómo los aztecas, ma- yas e incas fueron conquistados en las tinieblas de un tiempo sin memoria por expediciones de feroces guerreros siboneyes que par- tían en sus balsas de combate desde la costa norte de la Gran Cuba, Imperio del Gran Kan Habaguanex; no vaya a ser que venga una picúa y explote las cámaras o te pinche el culo, que eso es moral y a los yonis no les gustan los tipos con mácula; tienes que llevar agua con limón para no deshidratarte, latas de conserva y cremas para la piel que contrarresten la acción abrasadora del sol, además, mecho- nes mojados en petróleo para encenderlos en las noche y ahuyentar a esas bestias hijodeputas que son los tiburones, remarás durante toda la noche, no importa el cansancio, la sed, los delirios del que va a tu lado y se quiere lanzar al agua; ¿sería eso lo que sintió Ulises cuando se hizo atar al palo mayor de la nave y que después la tradi- ción adornó con el cuento de las sirenas seductoras?; la horrenda negrura del mar y la cohorte de enamorados tiburones, enamorados de tu carne, y las llagas sangrantes en las manos de tanto remar y remar, rema rema rema a son de látigo y tambor, y crees que fuiste valeroso guerrero vikingo y tal vez sólo fuiste simple esclavo reme- ro, no importa el látigo lacerándote la espalda si sabes que cada lati- gazo es un metro que te aleja del LÁTIGO MAYOR; Quetzacoalt flotando a la deriva frente a las costas de Cabo Cañaveral envuelto en bejuco Ubí, pero, ¿qué les iba a enseñar Quetzacoalt a los norte-

438 Armando de Armas americanos?, ¿con qué los iba a deslumbrar?, ¿y si en ese momento da la grandísima casualidad que va a despegar una nave cósmica?, ¿cómo les explicaría que es un ente venido de ignotos mundos situa- dos más allá del Camino de Santiago o de cualquier otra constela- ción visible, de una sociedad nueva, de un lugar donde impera el modelo NEW MAN?, imposible, no me creerían nada de cuanto dije- se, ¡y eso que los norteamericanos son un pueblo crédulo!; Cienfue- gos Cienfuegos Cienfuegos siempre será, la linda Ciudad del Mar; las luces se mueven raudas de un culo emplumado a otro, según el que se vaya meneando mejor, es decir, más representativo de la cu- banidad recaudadora de dólares, las luces son como reflectores en la costa a la búsqueda desesperada de infiltraciones y exfiltraciones, sobre todo de las últimas, que de las primeras ya nadie ni se ocupa; Amadís se empina un trago, media sonrisa, y mira para Luly y la Gata, Luly tiene la blusa abierta y a la Gata chupándole una teta con desespero, como si en el chupar le fuese la vida, no por amor, ni si- quiera por erotismo, sino más bien por impotencia, por un furor con- tenido desde nadie sabe qué TIEMPO, mientras una mano amasa la teta libre y la otra desaparece bajo el mantel, un mantel de sucios arabescos, y la Gata no es gata, sino pulpo, y entonces Amadís des- cubre que las tetas que él había imaginado rotundas y contundentes como toronjas o agresivas como tarros de añojo, son fláccidas, de un uso milenario a pesar de la corta edad de Luly, que tiene los ojos en blanco y parece una virgen a medio camino entre la diestra del Señor y las dulces aberraciones, el Lobo cabecea, y a intervalos, como en un esfuerzo por despejar las neblinas, se da un trago y mete, tam- bién, bajo el mantel una mano que Amadís imagina hurgadora, hábil, entre el húmedo y resbaladizo y alámbrico boscaje de Luly, compar- tiendo o disputándose el territorio con la mano de la Gata, y ahora Amadís baja, por inercia, medio vaso de ron, tiene arcadas, y le llega de nuevo ese aire neblinoso que viene de la puerta del cabaret; como en Londres de Jack el Destripador; y no siente nada, ni eufo- ria, ni tristeza, ni miedo, ni nostalgia, ni deseo de cubrirse, sino va- cío, un vacío dentro de otro vacío; Cienfuegos siempre Cienfuegos, Cienfuegos siempre será, la linda Ciudad del mar; y las bailarinas y sus custodios los regios chucheros de los años 50 y las botellas de

439 La tabla ron y los maquillajes corridos y el humo y la música y la despedida y la plástica sonrisa del animador del show y próspero año nuevo y el piso de losas trabajadas en fina artesanía con motivos franceses y los ingenuos turistas y sus cazadores furtivos y las niñas iniciadas en el sexo tras las rojas cortinas en noche de borrachera y los funciona- rios iniciadores que giran y giran y GIRAN como en una gigantesca centrífuga o ruleta del nunca parar, mientras Luly y la Gata quedan suspendidas en el aire neblinoso, como animal de lenguas que se bifurcan, se buscan, y se encuentran más allá del HASTÍO, del VA- CÍO, y Amadís se va llenando, atarugando de una rabia como de un perro que llevara emboscado dentro, y crece y crece y CRECE y se manifiesta ahora a través del vaso de ron que aprieta y aprieta y APRIETA en la mano sin dolor, sin importarle los picos de vidrio penetrándole los tendones como si fueran de plastilina, y por entre los cuchillos transparentados y luminosos encajados en sus tendones ve discurrir con indolencia, como si ocurriera en otro universo, una mezcla de sangre y ron que le llega hasta el codo y gotea en el piso como en un intento de perforar las losas afrancesadas y la corteza terrestre y la esfera misma y salir al otro extremo del mundo, quizás a la Plaza de Tianamen, pero no hizo más que formar un charco, y de eso precisamente se trataba, ¡de brincar el charco!, que Amadís mi- raba con una sonrisa; medio-sonrisa, medio-mueca; casi feliz.

Firmada en la ciudad de Cienfuegos, Cuba, a los 4 días del mes de mayo de 1990 y revisada por última vez en la ciudad de Miami, Estados Unidos, a los 8 días del mes de marzo de 2008.

440 Este libro se terminó de imprimir en España, en octubre de 2008.