10.6 segundos

enos de once segundos an- tes, cuando VIERNES 4 DE DICIEMBRE 2020 el jugador ar- / NÚMERO 33 gentino recibe el pase de un compañero, el reloj en México marca las trece Mhoras, doce minutos y veinte segun- dos. En la escena central hay tam- bién dos británicos y un hombre algo mayor, de origen tunecino. El deporte al que juegan, el fútbol, no es muy popular en Túnez. Por eso el africano parece el único que no está Fontanarrosa Roberto en actitud de alarma atlética. Se llama Alí Bin Nasser y, mientras los otros corren, él camina despa- cio. Tiene cuarenta y dos años y está avergonzado: sabe que nunca más será llamado a arbitrar un partido oficial entre naciones. También sabe que si, doce años antes, cuando se lesionó en la liga tunecina, le hubieran dicho que es- taría en un Mundial, no lo habría creído. Tampoco la tarde en que se convirtió en juez: en Túnez no es necesario, para acceder al puesto, más que tener el mismo número de piernas que de pulmones. Cuando dirigió su primer partido descubrió que sería un árbitro co- rrecto. Fue más que eso: logró ser el primer juez de fútbol al que recono- cían por las calles de la ciudad. Lo convocaron para las eliminatorias africanas de 1984 y su juicio resul- tó tan eficaz que, un año más tarde, sueño saltaba al campo un espontá- el otro; nacieron en el norte de Ingla- fue llamado a dirigir un Mundial. neo, le bajaba los pantalones y él que- terra, uno en el cauce y el otro en la En México le pedían autógrafos, se daba con los genitales al aire frente a desembocadura del río Tyne; los dos sacaban fotos con él y dormía en las televisiones del mundo. tuvieron, pocos años antes, un hijo va- el hotel más lujoso. Había arbitra- De cada sueño se despertó con palpi- rón al que llamaron Peter; los dos se do con éxito el Polonia-Portugal de taciones. Pero no soñó nunca, duran- divorciaron de su primera mujer an- la primera fase, y vigilado la línea te la víspera, en dar por válido un gol tes de viajar a México; y los dos están izquierda en un Dinamarca-España hecho con la mano. No soñó con que, convencidos, a las trece horas, doce en donde los daneses jugaron todo en la jerga callejera de Túnez, su ape- minutos y veintiún segundos, que será el segundo tiempo al achique; él no llido se convertiría en metáfora joco- fácil quitarle el balón al jugador argen- se equivocó ni una sola vez al levan- sa de la ceguera. Por eso ahora dirige tino porque lo ha recibido a contrarié tar el banderín. el segundo tiempo de ese partido con y ellos son dos: uno por el frente y el Cuando los organizadores le infor- ganas de que todo acabe pronto. otro por la espalda. maron que dirigiría un choque de Ahora el jugador argentino toca el No saben que, una década después, Pe- cuartos –nunca un juez tunecino balón con su pie izquierdo y lo aleja ter Raid hijo y hijo se- había llegado tan lejos–, Alí llamó a medio metro de la sombra. El calor rán amigos, tendrán quince y dieciséis su casa desde el hotel, con cobro re- supera los treinta grados y esa som- años y estarán bailando en una rave de vertido, se lo contó a su padre y los bra, con forma de araña, es la única Londres. dos lloraron. en muchos metros a la redonda. Un escocés de apellido O’Connor –que Esa noche durmió con sofocones y Alrededor del campo, acaloradas, más tarde será guionista del cómico Sa- soñó dos veces con el ridículo. En el ciento quince mil personas siguen los cha Baron Cohen– los reconocerá y, en primer sueño se torcía el tobillo y movimientos del jugador pero solo medio de la danza, los esquivará con tenía que ser sustituido por el cuar- dos, los más cercanos a la escena, una finta y un regate. Lo hará una vez, to árbitro; en el sueño, el cuarto ár- pueden impedir el avance. dos veces, tres veces, imitando el pase Se llaman Peter: Raid uno, Beardsley bitro era su madre. En el segundo PASA A LA PAG 2 2|Cuentos para leer en la casa viernes 27 DE NOVIEMBRE DE 2020 www.ciudadccs.info viernes 27 DE NOVIEMBRE DE 2020 Cuentos para leer en la casa|3

VIENE DE LA PAG 1 de baile que ahora, diez años antes, le practica trote, mientras el jugador se le escapa. En esas mismas fechas una de sus hijas cum- dano no estaba seguro de haber elegido su ver- a sus padres el jugador argentino. Comenzará, en noviembre de ese año, a tener plirá dieciocho años. Durante la fiesta, Terry dadera vocación. Por eso ahora, que espera el Raid hijo y Beardsley hijo no entenderán la problemas con el juego y el alcohol. En la pren- Fenwick la encontrará besándose con un ar- pase, siente por fin que ese puede ser su desti- broma, entonces otros participantes de la rave sa sensacionalista lo apodarán «White» San- gentino en una playa de Trinidad. Reconocerá no, que quizá ha venido al mundo a tocar ese se sumarán a la burla de O’Connor y se for- som, por su afición al vino blanco. la identidad del muchacho por una camiseta balón y colgarlo en la red. mará un bucle de bailarines que, en forma de Su único amigo de las épocas doradas será Te- celeste y blanca con el número diez en la espal- Sabe que la única opción del jugador es el pase tren humano, esquivará a los muchachos en rry Butcher, quizá porque ambos compartirán da. Fenwick aún no lo sabe, pero en su vejez a la izquierda. No le queda otra salida. Mien- dos tiempos. el eje de un trauma idéntico. dirigirá un ignoto equipo llamado «San Juan tras pisa el área piensa: «Si no me la da, largo Peter Raid hijo será el primero en comprender la Butcher es el que ahora, cuando los relatores Jabloteh» en Trinidad y Tobago, un país que todo y me hago escritor”. mofa, y se lo dirá a su amigo: «Es por el video de de radio y los espectadores en las gradas toda- nunca jugó un Mundial, pero que tiene playas. Pero el jugador entra al área sin mirarlo. Tam- nuestros padres, el de México ochenta y seis». vía están poniéndose de pie, le tira una patada Fenwick se emborrachará cada día en la are- poco Butcher, ni Fenwick, ni Hoddle, ni Shil- Peter Beardsley hijo hará un gesto de humi- fallida al jugador que avanza por su banda. Sin na de esas playas. La tarde del encuentro de ton se enteran de su presencia. Ni siquiera el llación y los dos amigos escaparán de la fiesta saber que su apellido, en el idioma del rival, su hija con el argentino querrá acercarse al camarógrafo, que sigue la jugada en plano cor- perseguidos por decenas de muchachos que significa carnicero, Butcher perseguirá enlo- chico para golpearlo. El argentino hará el to, lo distingue a tiempo. gritarán, a coro, el apellido del jugador que quecido al jugador y le tirará una segunda pa- gesto salir para la izquierda y escapará por En el video, Valdano es un fantasma que aso- diez años antes, ahora mismo, se escapa de sus tada, esta vez con ánimo mortal, en el vértice la derecha. Fenwick, de nuevo, se comerá el ma el cuerpo completo recién cuando el balón padres con un quiebre de cintura. del área pequeña. amague. está en el vértice del área pequeña. Jorge Val- Muy pronto Raid padre y Beardsley padre de- tampoco superará nunca el fan- Ocho pasos, de cuarenta y cuatro totales, dará dano todavía no lo sabe, pero al final de ese jarán de perseguir al jugador: será el trabajo tasma de esos diez segundos en el mediodía el jugador dentro del área, y le bastarán para torneo comenzará a escribir cuentos cortos. de otros compañeros intentar detenerlo. Ellos mexicano. «Al resto de mis compañeros los re- entender que el panorama no es favorable. No hay enemigo mayor para un atacante que ahora permanecen congelados en medio de gateó una sola vez, pero a mí dos…, pequeño Hay un rival soplándole la nuca a su derecha, el portero. El resto de los rivales puede usar la una cinta que el tiempo convierte, a cámara bastardo», le dirá a la prensa muchos años des- Terry Butcher; otro a su izquierda, Glenn zancadilla rastrera o las rodillas para el golpe lenta, de VHS a Youtube. pués, con los ojos vidriosos. Hoddle, le impide la cesión a Burruchaga; en el muslo. No importa, son armas lícitas en Ahora sus hijos tienen cinco y seis años y no Kenny Sansom y Terry Butcher no regresarán Fenwick se ha repuesto del amague y ahora un deporte de hombres y el agredido puede recordarán haber visto en directo el primer a México jamás, ni siquiera a playas turísticas cubre el posible pase atrás y, por delante, el devolver la acción en la siguiente jugada. regate del jugador, pero al comienzo de la ado- alejadas del Distrito Federal. En el futuro, sin portero le cierra el primer palo. Pero el portero, el guardavallas, el goalkeeper, lescencia lo verán mil veces en video y dejarán hijos ni parejas estables, tendrán por afición El norte, el sur y el este están vedados para el arquero (como el de Lucifer, sus nombres son de sentir respeto por sus padres. (con casi sesenta años cada uno) juntarse a to- cualquier maniobra. Son las trece horas, doce infinitos) puede tocar el balón con las manos. Peter Raid y Peter Beardsley, inmóviles aún en mar whisky los jueves por la noche e inventar minutos y veintisiete segundos del mediodía. El portero es una anomalía, una excepción el centro del campo, todavía no saben exac- nuevos insultos contra el jugador argentino Tres horas más en Buenos Aires. Seis horas capaz de deshacer con las manos las mejores tamente qué ha pasado en sus vidas para que que ahora, sin marca, entra al área grande con más en Londres. acrobacias que otros hombres hacen con los todo se quiebre. el balón pegado a los pies. En cualquier ciudad del mundo, a cualquier pies. Y hasta ese día ningún futbolista de cam- Raudo y con pasos cortos, el jugador argentino Antes del inicio de la jugada, un hombre da un hora del día o de la noche, intentar el disparo po había logrado devolver esa afrenta en un traslada la escena al terreno contrario. Solo ha mal pase. Con ese error empieza la historia. Po- frente a los tres palos. cambio en el viento o con el reflejo de un a puerta en medio de ese revoltijo de piernas Mundial. tocado el balón tres veces en su propio campo: dría haber jugado hacia atrás o a su derecha, pero Burruchaga corre y mira al jugador; con el ges- reloj pulsera desde las gradas. es imposible, y el que mejor lo sabe es Jorge Por eso ahora, cuando el jugador pisa el área y una para recibirlo y burlar al primer Peter, la decide entregar el balón al jugador menos libre. to corporal le dice «estoy libre por el medio» y piensa en las variables del azar Valdano, que llega solo, muy solo, por la iz- mira a los ojos al portero Peter Shilton (camisa segunda para pisarlo con suavidad y desaco- Ese hombre se llama Héctor Enrique y se que- mientras espera el pase en vano no sabe que mientras se ducha cabizbajo tras la derrota. quierda. gris, guantes blancos), entiende el odio en la modar al segundo Peter, y una tercera para da inmóvil después del pase, con las manos en un día, algunos años después, aceptará un so- Sobre todo en una, la menos descabellada. Nadie se percata de la existencia de Valdano, mirada del inglés. alejar el balón hacia la línea divisoria. la cintura. Después de ese partido nunca podrá borno en la liga francesa y será castigado por Antes del partido, Fenwick le aconsejó a su ni ahora en el área grande ni durante la es- Media hora antes el argentino había vengado Cuando la pelota cruza la línea de cal el juga- separarse del jugador, como si el hilo invisible la Federación Internacional. Otra entrega a des- entrenador que lo mejor sería cuela primaria, en el pueblo santafecino de a todos los atacantes de la historia del fútbol: dor ha recorrido diez de los cincuenta y dos del pase vertical se transformara, con el tiem- tiempo. Pero él, congelado en el presente, toda- hacerle, al jugador rival, un marcaje hombre Las Parejas. había convertido un gol con la mano. La palma metros que recorrerá y ha dado once de los po, en un campo magnético. vía corre y espera la cesión que no llega nunca. a hombre. Bobby respondió que la marca se- Jorge Valdano se sentaba a leer novelas de del atacante había llegado antes que el puño cuarenta y cuatro pasos que tendrá que dar. Enrique todavía no lo sabe, pero volverá a par- Días más tarde hará el gol decisivo de la final, ría zonal, como en los anteriores partidos. Emilio Salgari mientras sus compañeros ju- del guardameta. En el reglamento del fútbol A las trece horas, doce minutos y veintitrés ticipar de un Mundial de fútbol, veinticuatro pero el mundo solo tendrá ojos y memoria para ¿Qué habría ocurrido si Robson le hacía gaban al fútbol en los recreos, arremolinados esa acción está vedada, pero en las reglas de segundos del mediodía un rumor de asombro años después y en tierra sudafricana. Será par- otro gol. Año tras año, homenaje tras homena- caso?, se preguntará Terry Fenwick desnudo, detrás de la pelota. El fútbol le parecía un jue- otro juego, más inhumano que el fútbol, se ha- baja desde las gradas y las nalgas de los locuto- te del cuerpo técnico de un entrenador que, je, el suyo no será el más admirado. en la soledad del vestuario, con el agua re- go básico a los nueve años, pero a los once bía hecho justicia. res de las radios se despegan de los asientos en más gordo y más viejo, tendrá el mismo rostro Una noche Burruchaga llamará por teléfono ventándole las sienes. ocurrió algo: entendió las reglas y supo, sin Por eso en este momento culminante de la his- las cabinas de transmisión: el hueco libre que del hombre joven que ahora corre en zigzag. a Arabia Saudita para conversar con su ami- En este momento, a las trece horas, doce sorpresa, que los demás chicos no lo practica- toria, a las trece horas, doce minutos y veinti- acaba de encontrar el jugador por la banda de- Y acabará su carrera todavía más lejos, en los go Héctor Enrique, y lamentará, un poco en minutos y veintiséis segundos del mediodía, ban con inteligencia. nueve segundos, Peter Shilton sabe que puede recha, después del regate doble y la zancada, Emiratos Árabes, de nuevo a la derecha del ju- broma, un poco en serio, aquel gol ajeno que es él quien ve llegar al jugador con el balón Empezó a jugar con ellos y, mientras el resto vengar la venganza. Sabe muy bien que está hace que todo el mundo comprenda el peligro. gador al que, hace dos segundos, le ha dado un segundos / 10.6 Fontanarrosa Roberto opacó el decisivo de la final. Entonces Enrique dominado; es él quien cree que dará un pase perseguía el balón sin estrategia, él se movía en sus manos desbaratar el mejor gol de todos Todos menos Kenny Sansom, que aparece por pase a contrarié. verá por la ventana una tormenta de arena y, al centro del área. Fenwick piensa igual que por los laterales buscando la geometría del los tiempos. Necesita hacerlo, además, para detrás de los dos Peter y persigue al jugador Durante muchas noches del futuro, en un país sin pretenderlo, lo hará sonreír. «No fue para Burruchaga, apoya todo el cuerpo en su pier- deporte. volver a su país como un héroe. con una parsimonia que parece de otro depor- extraño donde las mujeres tienen que ir en el tanto aquel gol», le dirá, «el pase se lo di yo, si na derecha para evitar el pase y deja sin can- Y fue bueno. Integró dos clubes del pueblo y Shilton había nacido en Leicester, treinta y seis te. Sansom acompaña al jugador argentino sin asiento trasero de los coches, Enrique pensará no lo hacía era para matarlo». dado el flanco izquierdo. El jugador, con un pronto lo llamaron de Rosario para las infe- años antes de aquel mediodía mexicano. Ya era desespero, como si llevara a un hijo pequeño a qué habría ocurrido si, en lugar de esa mala en- Dentro del campo de juego el viento sopla a pequeño salto, entra entonces por el hueco riores de Newell’s; debutó en primera antes una leyenda viva, no le hacía falta llegar a su dar su primera vuelta en bicicleta. trega, le hubiera cedido el balón a Jorge Burru- doce kilómetros por hora. Si hubiera soplado a libre, pisa el área y encuentra los tres palos. de los dieciocho. A los veinte era campeón primer y tardío Mundial para demostrarlo. «Parecía que estuvieras en un entrenamiento, chaga, su segunda opción. sesenta kilómetros por hora, como ocurrió en «Mierda», le dirá a la prensa Terry Fenwick mundial juvenil en Toulon. A los veintidós ya Aún no lo sabe, pero jugará como profesional joder», le dirá el entrenador Bobby Robson dos Burruchaga es el que ahora corre en paralelo al la Ciudad de México seis días más tarde, quizás en 1989, «arruinó mi carrera en cuatro se- había jugado en la selección absoluta. hasta los cuarenta y ocho años. Protagonizará horas después, en los vestuarios. «Ese no eras jugador, por el centro del campo. Son las trece la jugada no hubiera acabado bien. gundos». Dos años después del exabrupto, en Pero en esos años de vértigo nunca amó el en el futuro muchas paradas inolvidables que, tú», le dirá su medio hermano Allan un año más horas, doce minutos y veinticuatro segundos: El avance parece veloz por ilusión óptica, pero 1991, Fenwick pasará cuatro meses en prisión juego por encima de todo. Si le daban a elegir sumadas a las del pasado, lo convertirán en el tarde, borrachos los dos, en un pub de Dublín. está convencido de que el jugador le dará el el jugador regula el ritmo, frena y engaña. Hay por conducir borracho. Dirá, a mediados de la entre un partido entre amigos o una buena mejor goalkeeper inglés. Kenny Sansom rebobinará mil veces el video pase antes de entrar al área, que únicamente una geometría secreta en la precisión de ese década siguiente, que no le daría la mano al novela, siempre elegía el libro. Sin embargo (y esto tampoco lo sabe) en el futuro en el futuro. Verá su paso desganado, casi un le está quitando las marcas para dejarlo solo zigzag, un rigor que se hubiera roto con un jugador argentino si lo volviera a ver. Hasta ese momento de sus treinta años, Val- PASA A LA PAG 4 4|Cuentos para leer en la casa viernes 4 DE DICIEMBRE DE 2020 www.ciudadccs.info

VIENE DE LA PAG 3 lida de todos los aeropuertos, de todas las Ahora el jugador terminales, de todos los estadios y de todos existirá una enciclopedia, más famosa que los centros comerciales del mundo; ve a un la Britannica, que dirá sobre él: argentino toca niño embobado con un videojuego en la «Shilton, Peter: guardameta inglés que re- ciudad de Leicester, mientras su hermano cibió, el mismo día, los goles conocidos vigila por la ventana que no aparezca el pa- como ‘la mano de Dios’ y el ‘del Siglo’». el balón con su pie dre; ve el cadáver de un hombre viejo que Ese será su karma y es mejor que no lo ha muerto en Ginebra ocho días antes de sepa, porque todavía sigue mirando a los izquierdo y lo aleja ese mediodía, un hombre que también ha ojos al jugador argentino que se acerca, y visto todas las cosas del mundo en un único tapa su palo izquierdo como le enseñaron instante. sus maestros. medio metro Ve Fiorito de día; ve Nápoles de tarde; ve Cree que Terry Butcher puede llegar a Barcelona de noche. tiempo con la patada final. «Quizá sea cór- de la sombra... Ve el estadio de Boca a reventar y él está en ner», piensa. «Quizá pueda sacar el balón el medio del campo pero no lleva un balón con la yema de los dedos». en los pies, sino un micrófono en la mano; Tampoco sabe que dos años más tarde se picardía con que lo miraba; ve, detrás del ve a un anciano en el aeropuerto de Carta- publicará en Gran Bretaña un videojuego arco, un cartel que dice Seiko en letras go, que espera a su hijo en el último vuelo con su nombre, titulado «Peter Shilton’s blancas sobre fondo rojo; ve las uñas pin- desde México, para abrazarlo y consolarlo; Handball», ni que sus hijos lo jugarán, a tadas de verde de su primera novia, el día ve un tobillo inflamado; ve a una enferme- escondidas, en las vacaciones de 1992. que la conoció, y ve a esa misma chica, ya ra de la Cruz Roja, regordeta y sonriente; Mejor que no conozca el futuro ahora, mujer, amamantando a una niña; ve una ve todos los goles que ha hecho y los que porque debe decidir, ya mismo, cuál será pelota desinflada y se ve a él mismo, con hará; ve todos los goles que ha gritado y el siguiente movimiento del jugador. Y lo nueve años, que intenta dominarla; ve a los que gritará en su vida entera; se ve, con decide: Shilton se juega a la izquierda, se su madre y a su padre que arrastran, con cincuenta y tres años, mirando desde el tira al suelo y espera el zurdazo cruzado. esfuerzo, un enorme bidón de kerosén por palco la final del mundo en el estadio Ma- El argentino, que sí conoce el futuro, eli- una calle de tierra en la que ha llovido; ve racaná; ve el día que verá a su madre por ge seguir por la derecha. una taquilla, en un vestuario de La Pater- última vez; ve la noche en que verá por úl- Antes de tocar por última vez el balón con nal, que lleva su nombre y su apellido en tima vez a su padre; ve crecer a todos los su pie izquierdo, a las trece horas, doce letras flamantes, ve su orgullo adolescen- hijos de sus hijos; ve los dolores de parto minutos y treinta segundos del mediodía te al leer por primera vez su nombre y su de una mujer que está a punto de parir un mexicano, el jugador argentino ve que ha apellido en la taquilla; ve un estadio, sus niño zurdo en Rosario, un año y dos días dejado atrás a Peter Shilton; ve que Jorge tablones de madera, y ve también que un más tarde de ese mediodía mexicano; ve Valdano arrastra la marca de Terry Fen- segundos / 10.6 Fontanarrosa Roberto día el estadio entero, y no solo la taquilla, un espacio mínimo, imposible, entre el wick; ve que Peter Raid, Peter Beardsley y llevará su nombre. poste derecho y el botín de Terry Butcher. han quedado en el camino; El jugador argentino ha controlado el aire Cierra los ojos. Se deja caer hacia adelante, ve a Terry Butcher que se arroja a sus pies de sus pulmones durante nueve segun- con el cuerpo inclinado, y se hace silencio con los botines de punta; ve a Jorge Burru- dos, y ahora está a punto de soltar todo el en todo el mundo. chaga que frena su carrera con resigna- aire de un soplido. El jugador sabe que ha dado cuarenta y ción; ve a Héctor Enrique, todavía clavado Al revés que todos los rivales y compañeros cuatro pasos y doce toques, todos con la en la mitad del campo, que cierra el puño que ha dejado atrás, él puede respirar con su zurda. Sabe que la jugada durará diez se- de la mano derecha; ve a su entrenador pierna izquierda, y también puede intuir el fu- gundos y seis décimas. Entonces piensa que salta del banquillo como expulsado turo mientras avanza con el balón en los pies. que ya es hora de explicarles a todos quién por un resorte y al otro entrenador, el ri- Ve, antes de tiempo, que Shilton se arroja- es él, quién ha sido y quién será hasta el val, que baja la mirada para no ver el final rá a la derecha; ve la intención segadora de final de los tiempos. del avance; ve a un hombre pelirrojo con Terry Butcher a sus espaldas, se ve a él mis- Fin una pipa humeante en la primera bande- mo, muchos años más tarde, con un nieto De Crónicas del nuevo siglo (2013) ja de las gradas; ve la línea de cal de la en los brazos, visitando la entrada del Esta- portería contraria y recuerda el rostro del dio Azteca donde se levanta una estatua de Roberto Fontanarrosa empleado que, durante el entretiempo, la bronce sin nombre: solo un jugador joven (Rosario, 1944-2007). repasó con un rodillo; ve nítidamente a con el pecho inflado, un balón en los pies y una fecha grabada en la base: 22 de ju- Escritor y humorista gráfico su hermano el Turco que, con siete años, argentino. En este último le echa en cara un error que cometió en nio de 1986; ve una rave en Londres donde dos chicos de quince años escapan de una ámbito creó el personaje Wembley en un jugada parecida, ve los Boogie, el aceitoso, ícono multitud que se burla; ve un departamento labios sucios de dulce de leche de su her- de la argentinidad cuyas mano cuando dice: en penumbras donde solo hay una mesa, peripecias están recogidas «La próxima vez no le pegues cruzado, bo- dos amigos y un espejo sobre la mesa; ve en 12 volúmenes de ludito, mejor amagále al arquero y seguí a una muchacha en una playa del trópico historietas. Como literato cultivó el relato breve y no tan breve, por la derecha». que se deja besar por un chico que lleva agrupados en títulos como No sé si he sido claro, Uno nunca sabe, Ve el rostro de su hermano con la luz de puesta una camiseta argentina; ve un en- Usted no me lo va a creer, Una lección de vida, y El rey de la milonga. la cocina donde ocurrió la escena, ve la jambre de periodistas y fotógrafos a la sa-

Directora Mercedes Chacín Coordinadora Teresa Ovalles MÁrquez Asesora editorial Laura Antillano Asesor editorial Luis Alvis C. Ilustradora MAIGUALIDA ESPINOZA C. Diseño gráfico tATUM GOIS