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INCINILLAS

La villa de Incinillas está situada a 6 km al sur de Villarcayo, junto a la carretera N-232. Es el punto más oriental del , allí donde el Ebro se abre un poco más antes de adentrarse en el desfiladero de Los Hocinos. El pueblo se ubica entre dos cerros conforman- do un bello paraje presidido por su iglesia parroquial que se asienta sobre la ladera de uno de estos montes. Las noticias sobre su pasado medieval son un tanto confusas debido a la existencia de varios lugares con el mismo nombre que se hallan relativamente próximos y en cierto modo vinculados también con la abadía de Oña, cuyo cartulario es el que suministra el mayor núme- ro referencias. De esta forma a veces resulta complicado averiguar si las noticias recogidas hacen alusión a este pueblo o al barrio del mismo nombre que hay en El Almiñé o bien al monasterio de San Salvador de Encinillas localizado en un documento de 1170 entre Trespa- derne y , donde hoy está la ermita de Nuestra Señora de Encinillas. Sabemos que formó parte primero del alfoz de Arreba y más tarde de la merindad de Cas- tilla Vieja. La primera cita documental data de 1131, año en que doña Legundia y sus hijos concedieron al clérigo Juan un solar en Elziniellas junto con una alberguería y varias heredades más en Valdenoceda, Los Hocinos, Dobro y Valdivielso, comprometiéndose el citado clérigo a donarlo todo tras su muerte a los monasterios de Oña y San Pedro de Tejada. La siguiente mención documental es de marzo de 1166, cuando Pedro Rodríguez, hijo del conde Rodrigo González, empeña al obispo de Pedro Pérez varios solares situados en la zona de Villarcayo, entre ellos algunos de Incinillas, con la condición de que si sus herederos no paga- ran pasarían dichos solares a propiedad del obispo. A partir de esta fecha son varias las refe- rencias escritas sobre la localidad que podemos encontrar en la documentación oniense y de Santa María de Rioseco, en su mayoría concernientes a donaciones o trueques (1186, 1201, 1324 y 1453). A mediados del siglo XIV era behetría de los hijos y nietos de Sancho Sánchez.

Iglesia de los Santos Justo y Pastor

L TEMPLO PARROQUIAL de los Santos Justo y Pastor se horadadas. Una de ellas porta diadema perlada y está flan- encuentra ubicado en lo alto del pueblo, en una queada por dos aves que colocan una de sus patas sobre su E pequeña ladera. Responde al prototipo de iglesia barbilla. La otra, con cabello en zigzag, abre la boca mos- románica rural, con una sola nave y un ábside semicircular trando sus dientes. Su forma y estilo traen a la memoria precedido de tramo recto. En época más moderna se refor- algunas creaciones románicas de zonas más meridionales mó la nave y se añadieron la torre, el pórtico y la sacristía. de la misma provincia donde se pueden ver mascarones Así pues la única parte conservada de la primitiva fábri- muy parecidos (La Piedra, Fuenteúrbel, Boada de Villadie- ca es el ábside, levantado todo él en perfecta sillería cali- go, , Padilla de Abajo, etc.). za. Exteriormente se estructura en tres paños por medio Toda la cabecera se remata con una cornisa sogueada de dos columnas adosadas que llegan hasta la cornisa, que en el caso del tramo curvo apoya sobre varios cane- rematándose ambas con capiteles figurados de composi- cillos decorados con figuras que llevan asociado un ciones simétricas. El de la izquierda muestra dos aves carácter de marginalidad social. Empezando por la afrontadas picoteando las cabezas de dos liebres o cone- izquierda vemos primero a un músico que parece tocar jos, mientras que el de la derecha exhibe dos máscaras un instrumento de viento. A continuación hay un perso- antropomorfas de grandes ojos almendrados y pupilas naje de grotesca apariencia, con los ojos rehundidos, 044. INCINILLAS 30/9/09 17:15 Página 1774

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barba corta y bigote, que realiza una especie de mueca, torciendo la boca y sacando la lengua. Porta al hombro una bolsa o escarcela y en su mano derecha una especie de bastón. A la condición de viajero o peregrino que indican dichos atributos se une la deformidad física que refleja su rostro, conceptos ambos que se asocian a la iconografía de la indigencia. Estaríamos pues ante la representación de un pobre tullido cuya presencia al lado de las otras figuras, también de signo negativo, se justifica por el sentido de penitencia y de degradación con que la sociedad medieval veía a estos miserables y disminuidos físicos que no tenían otra ocupación que la mendicidad. Los otros dos canecillos muestran a un músico tocando un instrumento de cuerda y a una mujer desnuda, con toca en la cabeza y abultado vientre, que parece ser una parturienta. En este sentido hay que seña- lar que este tipo de mujeres obstétricas que aparecen en la escultura románica responden al concepto de pecado sexual y suelen estar acompañadas de otras imágenes que encarnan vicios similares, como juglares y exhibi- cionistas, buscando casi siempre acomodo en los cane- cillos de las iglesias. Recordemos los ejemplos de San- doval de la Reina y Solanas de Valdelucio en la misma provincia. El último canecillo se decora con un acróba- ta. Así pues parece claro que el escultor y el comitente quisieron plasmar con estas figuras una idea de pecado materializada en unos personajes que, desde el punto de vista de la mentalidad de la época, no cumplían una fun- ción en la sociedad o cuya actividad era considerada Cabecera pecaminosa por la Iglesia.

Canecillos del ábside. Músico e indigente 044. INCINILLAS 30/9/09 17:15 Página 1775

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Planta

Alzado este 044. INCINILLAS 30/9/09 17:15 Página 1776

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Sección transversal

Sección longitudinal 044. INCINILLAS 30/9/09 17:15 Página 1777

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Canecillo del ábside. Músico

Canecillo con mujer obstétrica y capitel con máscaras 044. INCINILLAS 30/9/09 17:15 Página 1778

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En el interior, el ábside, al que da paso un arco triunfal Bibliografía muy transformado, se cubre con bóveda de horno y el presbiterio con cañón apuntado. ÁLAMO, J. del, 1950, t. I, doc. 351; CADIÑANOS BARDECI, I., 2002, docs. Desde el punto de vista estilístico hay que apuntar que 38, 227, 407, 440; GARCÍA SÁINZ DE BARANDA, J, 1952, p. 126; GARCÍA nos hallamos ante un escultor muy popular, con unos SÁINZ DE BARANDA, J, 1960-1966, 157, pp. 745-753; GARCÍA SÁINZ DE BARANDA, J, 1966 (1988), pp. 31-245; GARRIDO GARRIDO, J. M., 1983a, recursos técnicos muy limitados que hacen que su escultu- doc. 169; GONZÁLEZ GONZÁLEZ, J., 1960, t. II, doc. 151; GONZÁLEZ ra sea bastante tosca. Cronológicamente se puede encua- GONZÁLEZ, J., 1983-1986, t. II, doc. 345; MADOZ, P., 1845-1850 drar en la segunda mitad del siglo XII. (1984), p. 348; MARTÍNEZ DÍEZ, G.,1981, t. II, pp. 501-502; OCEJA GONZALO, I., 1983, docs. 47, 63, 91; PALACÍN GÁLVEZ, M.ª del C. y Texto: MCPR/PLHH - Planos: JGP - Fotos: PLHH MARTÍNEZ GARCÍA, L., 1990, doc. 172; PALOMERO ARAGÓN, F. e ILARDIA GÁLLIGO, M., 1991-1992, t. IV, p. 83; PALOMERO ARAGÓN, F. e ILARDIA GÁLLIGO, M., 1995, pp. 88, 147; RUIZ VELEZ, I. et alii, 1986, p. 74; SÁINZ SÁIZ, J., 1991, pp. 19-34; SÁNCHEZ BELDA, L., 1948, doc. 115; SERRANO PINEDA, L., 1935-1936, t. II, pp. 83, 126 y t. III 223-225; VALDIVIELSO AUSÍN, B., 1999, p. 209; VICARIO SANTAMARÍA, M., 1998, doc. 169.