NICOLAS JOFRE

(Centenario de su natalicio)

COMISION DE HOMENAJE

(Año 1963)

INDICE

EXPLICACION...... 4 COMISION DE HOMENAJE ...... 4

PRIMERA PARTE (Discursos y trabajos)

María Delia Gatica de Montiveros...... 6 Señoras, señores:...... 7 EN EL NORTE PUNTANO ...... 8 LA PRIMERA ESCUELA...... 9 DE NORTE A SUD ...... 9 JUNTO A PAUL GROUSSAC...... 10 EL REGRESO DEFINITIVO ...... 10 LA ACCION MULTIPLE ...... 11 CON NOSOTROS, EN NUESTRO SIGLO ...... 12 OTRA VEZ EN LA ACTIVIDAD DOCENTE...... 12 LIBROS Y AUTOFORMACION...... 13 PREFERENCIAS ...... 14 SU IDEAL DE HUMANIDAD ...... 15 CULTURA Y HUMANIDAD ...... 16 EL HOMBRE SABIO ...... 18 Carmen Rosa Aguirre de Petrino ...... 18 Dr. NICOLAS JOFRE ...... 19 Juan C. Saá...... 20 Marcos Reyes ...... 25 Hugo Arnaldo Fourcade ...... 28 Celia C. Garro de Müller ...... 31

SEGUNDA PARTE (Antecedentes)

RECUERDOS Y PAPELES...... 33 EN EL CENTENARIO DE SU NATALICIO EVOCAN ...... 34 HOY LA FIGURA DEL DOCTOR NICOLAS JOFRE ...... 34 SE RECORDARA EN SAN LUIS AL DR. NICOLAS JOFRE ...... 36 DR. NICOLAS JOFRE Centenario de su nacimiento...... 36 NICOLAS JOFRE, MAS CERCA DE NOSOTROS ...... 38 Rindió homenaje al Dr. Jofré la Escuela Normal Pringles ...... 39 1.- Circular de la Asociación Cultural Sanmartiniana...... 39 2.- Adhesión del Archivo General de la Provincia...... 39 3.- Adhesión del Superior Tribunal de Justicia ...... 40 4.- Adhesión de la Asociación de Empleados del Banco de la Provincia de San Luis...... 40 5.- Adhesión del Colegio Nacional "Juan Crisóstomo Lafinur" ...... 40 6.- Adhesión del Rotary Club de San Luis ...... 40 7.- Adhesión de la Escuela Nacional Nº 181 ...... 41 8.- Adhesión de la Escuela Normal de Maestras "Paula Domínguez de Bazán" ...... 41 9.- Adhesión de la Escuela Provincial N* 3 ...... 41 10.- Adhesión de la Escuela Normal "Juan Pascual Pringles" ...... 42 11.- Nota al Profesor D. Francisco Rosario Quevedo, designado Vicepresidente de la Comisión de Homenaje...... 42 12.- Adhesión del Dr. Juan Carlos Saá...... 43 13.- Invitación remitida a vecinos de San Francisco del Monte de Oro...... 43 14.- Adhesión del Dr. Jacinto R. Miranda...... 44 15.- Adhesión del Sr. Juan Miguel Otero Alric...... 44 16.- Adhesión del Profesor Francisco Rosario Quevedo...... 44 17.- Solicitud formulada al Ministro de Gobierno...... 45 18.- Adhesión de la Asociación de Empleados del Banco de la Provincia de San Luis...... 45 19.- Adhesión de la Comisión Municipal de Cultura de la ciudad de Mercedes...... 45 20.- Decreto de adhesión de la Intervención Federal ...... 46 21.- Nota por la que se sugiere que se dicten clases alusivas ...... 46 22.- Adhesión del Comité 14 del Partido Acción Popular Sanluiseña ...... 47 23.- Decreto ordenanza por el que se da el nombre de Nicolás Jofré a una calle de la ciudad...... 47 24.- Adhesión del Comité Ejecutivo del Partido Acción Popular Sanluiseña...... 48 25.- Adhesión de la Confederación General del Trabajo Delegación Regional San Luis...... 48 26.- Adhesión del Consejo de Educación ...... 49 27.- Adhesión de la Cámara de Diputados de San Luis ...... 49 28.- Inscripción de la placa de bronce mandada fundir por la Comisión de Homenaje ...... 50

TERCERA PARTE (TRANSCIPCIONES)

CARMEN ELENA QUIROGA DE CHENA NICOLAS JOFRE ...... 51 INEDITOS EN CARPETAS ...... 52 PUBLICACIONES ...... 52 El VICE DIRECTOR D. NICOLAS JOFRE ...... 53

MARIA DELIA GATlCA DE MONTlVEROS UN PUNTANO EMINENTE: El DR. NICOLAS JOFRE ...... 54 COMO UNA ESTRELLA ...... 58 ELEGIA PARA UN MAESTRO ...... 59 LOS DOS VIEJOS ...... 60 EL BUEN MAESTRO ...... 61 EL MANDATO DE LA VOCACION...... 63 COMO EN UN APOSTOLADO ...... 64 EL HOMENAJE ...... 67 FUENTES DE INFORMACION ...... 68

EXPLICACION

La primera parte de esta recopilación incluye los discursos y trabajos de las jornadas de homenaje. En la segunda se han reunido antecedentes, noticias periodísticas, adhesiones y otros testimonios que explican la labor cumplida. Finalmente, en la tercera parte, se han agrupado las aportaciones éditas que suministraron el material para el ciclo de divulgación difundido por L V 13 Radio San Luis, como así también para las publicaciones efectuadas en el diario "Democracia". Además del orden cronológico, se ha procurado respetar las peculiaridades de cada original.

COMISION DE HOMENAJE

Presidente Urbano J. Núñez (Asociación Cultural Sanmartiniana)

Vicepresidente Prof. Francisco Rosario Quevedo

Secretario Dr. Jesús L. Tobares (Superior Tribunal de Justicia)

Prosecretario José Ignacio Maldonado (Asociación Cultural Sanmartiniana)

Tesorero Victorio T. Cerquetti (Centro de Jubilados y Pensionados)

Vocales José Américo Mini (Dirección de Cultura)

Miguel Quevedo (Consejo de Educación)

Prof. Gaspar Di Gennaro

Domingo F. Suárez (Centro de Jubilados y Pensionados)

Prof. Pedro Humberto González (Escuela Normal de Maestras "Paula Domínguez de Bazán")

Pascual M. Racca (Asociación de Empleados del Banco de la Provincia de San Luis)

Prof. José Reynaldo Ruartes (Rotary Club San Luis)

Dra. María Delia Gatica de Montiveros

Fanny del Carmen Villegas de Villegas (Escuela Nº 3 "Manuel Belgrano")

Prof. José Laborda Ibarra (Colegio Nacional "Juan Crisóstomo Lafinur")

Luis Fernando Balladore (Escuela Nacional Nº 181 "Provincial de La Rioja")

Juan Miguel Otero Alric

Jorge Mano Barbosa (Dirección de Archivo Histórico)

Rosario Muñoz Sarmiento (Inspección Seccional de Escuelas Nacionales)

Prof. Hugo Arnaldo Fourcade (Escuela Normal "Juan Pascual Pringles")

PRIMERA PARTE

Discursos y trabajos

María Delia Gatica de Montiveros

El Doctor Nicolás Jofré. La Cultura al Servicio de un ideal de Humanidad.

***

Conferencia leída en el aula magna del Colegio Nacional el viernes 13 de setiembre. Precedida de las palabras de presentación de Urbano J. Núñez.

Al dar comienzo a los actos conmemorativos del centenario del nacimiento de ese eminente sembrador de cultura que fué don Nicolás Jofré, sentimos la obligación de explicar, siquiera en parte, la razón de este homenaje que consideramos justo y que hemos querido hondo, limpio y reconfortante. Y vamos a explicarlo con las palabras encendidas de amor, con el verbo áspero y saludable de Lugones, quien habló con amargura de aquella “lamentable ligereza de las democracias”, cuyo “igualitarismo egoísta sólo perdona, a los grandes hombres el carácter poderoso, la idea propia, la incorruptible integridad del principio, ante la ceniza inane de la senectud o el silencio sin eco de la muerte”. Con el poeta enamorado de la gloria queremos decir que también don Nicolás Jofré recorrió su camino “sediento de justicia ajena, sin alcanzar a conseguir la propia, dejando al país, ingrato deudo, cual supremo tributo de abnegación, sus tristezas irreparables”. Y aquí la voz del bardo no igualado debe alzarse con su crepitar de hoguera, hasta encender en nuestro corazón las llamas del llanto. Sí: es “irreparable, efectivamente, ese dolor de los pobres grandes muertos, a quienes ni la salva de cañón, ni el féretro en la cureña, ni la calle denominada, ni la estatua que los embalsama en bronce, van a quitar un solo minuto de las miserias que pasaron, de la ingratitud que devoraron, de la soledad que padecieron; porque, de verlos dignos e incapaces de pedir, juzgarónlos indiferentes a las satisfacciones de la vida; o castigaron su altivez a ver si la quebraban, so pretexto de probarle el temple; o disfrazaron de indiferencia la envidia, silenciosos como el veneno; o transformaron en ostracismo risible el recato de la dignidad; o hicieron del orgullo noble, pretexto para diatribas y epigramas, como se alberga la sabandija en la melena del león; o tomaron el sudor de sangre de la angustia para grana de teñir, y la modestia para lana de esquilar”. De todo ese irreparable dolor supo aquel don Nicolasito, fecundo y bueno como el arroyo que desciende de la serranía. En estos tiempos en que son tantos los que engordan su propio “curriculum vitae” para ostentarlo como blasón utilitario, ha de ser muy difícil comprender la armoniosa lección de aquel áureo y cristalino maestro, que supo tornarse simiente de fe para enjoyar de espigas y de estrellas el barro sordo a su invitación celeste. Ha de ser difícil, pero no imposible. Así lo entendió la Comisión de Homenaje, cuando encomendó a la doctora Maria Delia Gatica de Montiveros la alta empresa de evocar aquel magno quehacer jofresino. Tenía que ser su voz, venida de los aromados naranjales lujaneros, la que alzara el vuelo pleno de gracia y de paz, sobre el chañaral de la erudición. Tenía que ser su voz, honda como la soledad de los templos campesinos, la que volcase en los resecos cauces de la indiferencia y el olvido, ese milagro siempre renovado de la idea que es agua lustral y andariego camino hacia la plenitud de Dios. Tenia que ser su voz -verbena, jarilla, paloma- la que nos congregara en la fraternal vecindad de la tradición, para hacernos volver los ojos a lo nuestro y recordarnos el deber de ser fieles a los antepasados. Ella, fervorosa maestra e insomne alumna, esta aquí también con sus dos títulos distintivos de católica y de intelectual, que, además de ser pesados de llevar, le imponen la obligación inclaudicable de buscar la verdad, de difundir la verdad. Carga que “hace sufrir las injurias de los mismos que, a la larga, salen ganando con la actitud de quien sabe que el halago no sólo embota a los hombres sino también a las colectividades”. Dichosa carga que, vencedora de los tiempos, sabe hacerse ofrenda de amor como la que esta tarde doña Maria Delia Gatica de Montiveros, por todos nosotros, dejará junto al recuerdo ejemplar de don Nicolás Jofré.

Señoras, señores:

La provincia de San Luis rememora hoy el centenario del nacimiento de uno de sus hijos más ilustres: el Doctor Nicolás Jofré. Bien sé que la honra de evocar su figura magistral en este día, mediante una conferencia, es excesiva para mí. Hay en este medio personas mucho más indicadas para tan alto cometido. Varones de nota que le han conocido íntimamente y han recibido durante décadas su lección de civismo. Educadores que alcanzaron a actuar a su lado y le vieron enseñar en las aulas; alumnos suyos, muchos de ellos muy destacados, que percibieron el ritmo íntimo de su gran corazón. Siento como un deber la necesidad de pedir disculpas ante ustedes, señoras y señores, por ser yo quien les hable en esta circunstancia. Y si algo puede serme reconocido en mi favor, es la admiración grande y el afecto profundo que sentí por el puntano prócer que hoy nos congrega. Las evocaciones centenarias de figuras que en su hora alcanzaron prestigio, asumen con frecuencia el aspecto de recordaciones justicieras, pero a las que falta el pulso cordial que da la proximidad de la vida. En nuestro caso, el Doctor Nicolás Jofré aparece, sí, como figura histórica, pero también como personalidad que continua influyendo, como puntano que no abandona a los suyos. Creo que cuantos le hemos conocido, no le contemplamos como a imagen distante, sino que su presencia espiritual es tan real como en aquellos años de su gloriosa ancianidad. ¿Será efecto de su vida larga, pues hace sólo cinco años que nos dejó? En parte, sí. Pero ¿no será también por las calidades de su alma, por la influencia humanísima de su ser todo, por la siembra que tan generosamente realizó? ¿No estamos hoy, en cierto modo, convocados por él, tanto o más que por los desvelos de la Comisión de Homenaje? Yo misma, al aceptar esta empresa que me queda grande, ¿lo he hecho por complacer a las amables personas que me designaron, o más bien pensando sobre todo en él, en don Nicolás? Lo que aparece indudablemente cierto es que él está hoy con nosotros, aunque talvez en un plano un poco más alto que éste en el que se asientan nuestras pesadas formas materiales.

EN EL NORTE PUNTANO

Ahora nosotros nos iremos con él, a través de los caminos de su propia vida, para que vuelva a darnos su lección imperecedera. Caminaremos hacia su oriente, es decir, hacia la historia; así andando nos internaremos por la fronda de un siglo, hasta encontrar aquel valle, que es fontana en más de un sentido, donde vio la luz el Doctor Nicolás Jofré. Fue en San Francisco del Monte, entrando la primavera, el 14 de septiembre de 1863. Nació de Nicolás Jofré y de Isabel Muñoz, en la casa de los abuelos paternos, donde su padre tenía una casa de negocio. Al recibir los Santos Oleos, son sus padrinos Manuel Lucero y Fabiana Orellano. Su madrina se casaría con Zoilo Concha -después Gobernador de San Luis- y de este matrimonio nacería la niña que con el correr del tiempo sería la esposa del Doctor Jofré: Celia Concha, mujer de dotes singulares, auténtica intelectual en su medio. Isabel Muñoz, muy delicada de salud, sería en la memoria de su hijo y de su hija únicos, sólo una vaporosa encarnación ideal de aquella primera edad en que la realidad se funde con la fantasía. Nicolasito no tenía cuatro años cuando la perdió. Su padre trató de llenar ese hueco de orfandad con una solicitud y una ternura que sus hijos no olvidarían. Pero aquel valle de una dicha tan fugitiva ya no era para ellos. Primero van al próximo pueblo de Luján, donde don Nicolás adquiere una propiedad. Se traslada con sus hijitos y allí abre su negocio. Más tarde irá a Villa Mercedes. Creemos que el contorno geográfico de la infancia graba con tinta indeleble los paisajes interiores del hombre, y que influye en alguna medida en su futura idiosincrasia. El Doctor Jofré, el erudito Doctor Jofré, conservó siempre una sencillez de hombre de campo; una dulzura especial junto a su fortaleza; una fresca bondad junto a su rectitud; un deleitarse en la naturaleza junto a sus preferencias artísticas; una tersura de ánimo, dispuesta siempre a la admiración de lo noble y de lo bello: cualidades del alma que parecen arraigar mejor cuando la niñez se ha solazado en la amistad del ave y de la flor, del agua corriente y del aire libérrimo, de la sierra y del llano; cuando el niño acostumbra dejar el lecho, temblando aún el lucero mañanero en el cielo empalidecido. San Francisco y Luján le brindaron ese ámbito natural de ingenua dicha. Y Nicolás Jofré conservó una dilección particular por el contorno vital de su niñez.

LA PRIMERA ESCUELA

En Luján es introducido en el mundo de las letras y de los números. ¿Qué maestro es el que abre la puerta humilde de los primeros rudimentos del saber, a quien será después señor en los dominios de la cultura? Es Eulalio Astudillo, otro eminente puntano, con quien después será par en empresas educativas y en lides cívicas. En un artículo que el Doctor Jofré escribió para la revista “Centenario de la Iglesia de Nuestra Señora de Luján”, número único publicado en 1950, recordaba él aquella escuela -que funcionó en la casa de las Menéndez- donde enseñó aquel maestro. “Astudillo era muy competente, escribe. Tomaba a sus alumnos más adelantados como pasantes para que corrigieran pruebas y tomaran lecciones de lectura”. Después, por corto tiempo, va a San Francisco, donde es alumno de Juan de Dios Escobar, maestro de varios hombres prominentes de nuestra historia provincial.

DE NORTE A SUD

Llega el momento de alejarse de aquel Norte puntano, donde diera los primeros pasos por la vida. Villa Mercedes, al Sud, atrae con la fama de su progreso y de sus posibilidades económicas. Don Nicolás Jofré vende lo que adquirió en Luján y se traslada a la promisoria Villa, donde nuevamente se establece con actividades comerciales. Allí su hijo, niño de diez años, tiene un maestro que le habla desde adentro, con ese don de vaciarse en el alma de los discípulos que tienen los grandes educadores. Es Saturnino González Camarero, español de origen. Allí confraterniza con Raúl Basilio Díaz. En años de adolescencia, Nicolás y Raúl sintieron, bajo el influjo magistral de González Camarero, el llamado de la vocación entrañable. Y los dos jovencitos trabaron una amistad de esas que se consolidan para toda la vida. Así es cómo, juntos, van en 1882 a proseguir estudios en la Escuela Normal de Tucumán, merced a becas otorgadas por el Gobierno de la provincia, y que Nicolás consiguió para sí y para su fraternal amigo. (No en vano el Gobernador don Zoilo Concha era el esposo de la madrina de Nicolás).

JUNTO A PAUL GROUSSAC

Y en la ciudad de los románticos azahares y de los trascendentales fervores cívicos, los puntanos encuentran a Paul Groussac. Director y Profesor de aquella escuela fundada no muchos años antes, en 1875, por el Presidente tucumano. Nicolás Avellaneda, Groussac venía desarrollando en el interior del país una obra cultural de singular irradiación. Era, sin duda, un maestro, y la lección de su esforzada vida, de su autoformación, de los principios rectores de su conducta, el ejemplo del saber adquirido, de la preeminencia que daba a la actividad del intelecto, gravitarían para siempre entre sus discípulos. Algunos puntanos: Eulalio Astudillo (el maestro de Luján), Juan T. Zavala, Lucas Olguín, Agenor Mayorga, Gregorio Gatica, Adrián Núñez, habían precedido a Jofré y a Díaz en la aproximación espiritual a Groussac y a otros profesores notables, como Cesáreo Calero de Borbón, el profesor de Matemáticas, que tan clara vía abriría a una de las preferencias intelectuales del educador que hoy evocamos. No es mi propósito detenernos en la biografía de Nicolás Jofré; pero no debo dejar de señalar que en Tucumán comienza a ejercitarse en lides culturales. Con otros puntanos, crea la "Sociedad Sarmiento", cenáculo de juveniles entusiasmos. Esa Sociedad funda y organiza una Escuela para Adultos, en la que Jofré y Díaz, con una dedicación y generosidad ejemplares, cumplen el propósito que se impusieron todos en la primera hora y que después salvaron con sacrificio, pero sin desmayos, los dos grandes amigos. Y es verdad también que allí conocieron a Sarmiento. La Escuela Normal de Tucumán les otorga, en el año 1884, el título de Profesor Normal.

EL REGRESO DEFINITIVO

Mientras Raúl B. Díaz irá a la Gobernación de La Pampa, entonces palma de mano abierta para el surco del arado y el de la cultura, Nicolás Jofré retorna a su provincia, reafirma en ella sus raíces y permanece acá hasta su muerte, ocurrida en un día otoñal, el 23 de marzo de 1958, cuando el patriarca se aproximaba al alto pico, no digo nevado, más bien rutilante del sol poniente de sus noventa y cinco años. Volver a su tierra fue entregarse a ella, como lo estaban haciendo ya otros hombres jóvenes que habían vuelto de , Paraná, Tucumán, con títulos docentes o profesionales; como lo harían después, y siempre, otros puntanos enamorados de la provincia que les tocó en el suelo de la patria. Mas, la entrega de Nicolás Jofré, desde sus 21 años, fue como una consagración, como un sacerdocio; un vivir para la elevación cultural de otros por gracia de un amor desinteresado; un fervor constante para que la juventud de su provincia desenvolviera sus potencias espirituales, y se aproximara al ideal de humanidad por él soñado. En Mercedes comienza su labor en la docencia puntana, como maestro de grado, en 1885, docencia que no tendrá retiro para él. Al año siguiente es nombrado Director de la Escuela Graduada Superior “J. C. Lafinur”, de esta ciudad. Y cuando en 1887 comienza el período de vida autónoma de la Escuela Normal “J. P. Pringles”, Jofré es nombrado Vice-Director y Regente, también Profesor de Crítica Pedagógica, junto a Eulalio Astudillo, el primer Director. Pronto se advierte el progreso de esa entidad educativa y la vigencia de una disciplina paradigmática, en gran parte gracias al impulso de las autoridades directivas, fieles al ejemplo de Groussac.

LA ACCION MULTIPLE

Así embarcado en la milicia de la escuela, entendida como un apostolado social, comienza, poco después, su milicia en la vida cívica. Su acción ciudadana sería también decisiva, y en ella ha brillado con la grandeza de un ciudadano ejemplar. Afiliado al partido Radical, que aspiraba a una renovación política fundamental, su verbo se inflama de pasión cívica. La Revolución del 90 le hace suyo. Tres años después figura entre los que sostienen fervorosamente el levantamiento armado dirigido por Teófilo Saá, los mismos que días después firmaron el histórico manifiesto del 24 de agosto. Fracasado el movimiento revolucionario puntano del 93, Nicolás Jofré, juntamente con el señor Eulalio Astudillo y algunos Profesores, es separado de sus cargos en la Escuela Normal de Maestros. ¡Qué distante de la claudicación, y del pesimismo, y del desaliento, se mostró entonces el pujante puntano que evocamos! Los años que siguen son de intensa labor. Lee profusamente y estudia con disciplina. Celia Concha, con quien se había desposado en 1888, comparte sus inquietudes, incursiona con él en literaturas, compulsa datos, corrige sus escritos. Rinde el Bachillerato en 1896, con el anhelo de estudiar Jurisprudencia en la Capital Federal. Pero carece de recursos pecuniarios que le permitan trasladarse allá con alguna regularidad. Sin dejar pasar mucho tiempo, se decide a rendir los exámenes exigidos para obtener el título de Abogado Provincial, que le es otorgado en 1898. Tiene 35 años. Cierto que ya ha vivido, ha combatido, ha sufrido. Pero, sobre todo, está bien preparado para su largo y fecundo vivir en el siglo XX. Mientras tanto, sigue haciendo oír su voz en el periodismo puntano, en el que se destacó desde la aparición de “El Destino”, en 1887, donde colaboró junto a Emeterio Pérez, Juan T. Zavala, Eulalio Astudillo, Felipe S. Velázquez... Acción cultural y cívica que continuaría después extensamente, con frase vibrante, o la reposada expresión del estudioso. “El Pueblo”, “El Noventa”, “El Demócrata”, “Nueva Era”, “El Heraldo”, “La Opinión”, fueron sus portavoces.

CON NOSOTROS, EN NUESTRO SIGLO

Se pronuncia el novecientos. La cosa pública sigue interesando, e interesará siempre, al conspicuo ciudadano. En 1906 es miembro de una Convención provincial (antes lo había sido en 1892), y después, en 1918, ocupa el Ministerio de Gobierno de la provincia. En la actividad forense se destaca con perfiles singulares. Se especializa en Derecho Penal, en el que adquiere merecida notoriedad. Sin duda le valió mucho su creciente saber en sociología y psicología, ciencias que tanto enseñan sobre la condición humana. Ocupa cargos importantes: Consejero del Banco Hipotecario Nacional, Abogado del Banco de San Luis, Juez en lo Civil, Miembro de la Cámara de Apelaciones de San Luis, Fiscal Nacional, Presidente del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados. Participó también en las reformas constitucionales de 1941 y 1947. Y su nombre figuró siempre, y su acción se proyectó a la par, allí donde hubiera una carencia de orden publico que remediar, donde se elevara un pedido justo, donde hubiera que promover una inquietud cultural. Así, junto con otros, su gestión porque la Universidad Nacional de Cuyo creara acá nuestro primitivo Instituto Pedagógico.

OTRA VEZ EN LA ACTIVIDAD DOCENTE

Puede decirse que el Doctor Nicolás Jofré volvió a la docencia activa en 1909; pero no debe entenderse con esto que desde 1893 a 1909 dejó de ser maestro. No podía dejar de serlo, porque éste es el rasgo dominante de su perfil apostólico. Y se necesitaba que volviera a las aulas secundarias. Así fue, para nuestro bien. Desde 1909 a 1917 dicta Historia General en el Colegio Nacional de esta ciudad. En 1912 es Profesor de Moral Cívica en la Escuela Normal de Maestros. Y en 1922 es designado Rector del Colegio Nacional “J. C. Lafinur”. Se inicia entonces un período particularmente importante en el magisterio docente del Doctor Jofré. El encontró en el Rectorado de esta Casa tan querida de la puntanidad, a la par que la satisfacción del buen cumplimiento de las obligaciones inherentes a los cargos directivos, la posibilidad diariamente renovada de acercarse a los jóvenes estudiantes, para orientarles, corregirles, dialogar con ellos y despertar vocaciones, de auxiliarles con su saber y su rica experiencia. Hombre maduro, había llegado a la función directiva con esa aplomada sabiduría que dan los años noblemente vividos. Lo he dicho en otra oportunidad, lo repito ahora: Si "educador es quien actúa como hombre cabal sobre el hombre total", según la escueta y honda definición de Jonás Cohn, don Nicolás llegó a ser un gran educador de la juventud. Su eros pedagógico le aproximaba a sus alumnos, y éstos se llegaban confiadamente a su gran corazón. Volcó su saber en las materias que entonces enseñaba: Historia , Historia de la Civilización, Algebra, Trigonometría, Cosmografía. ¡Cómo y en qué medida cumplió en su Colegio y fuera de él, el precepto evangélico de enseñar al que no sabe! Quien está hablando le oyó decir una vez que los conocimientos que se acumulaban en su mente y no tenía él oportunidad de transmitir, le producían un raro malestar. Permaneció al frente de este Colegio, donde no se han perdido sus pasos suaves, durante una década: ¡áurea década, ciertamente! En 1932 se acogió al retiro jubilatorio. Dejó de ser Rector del Colegio, pero continuó un rectorado admirable en la cultura de su amada provincia. El ámbito más propicio, la sede de una institución privada que adquirió el carácter de pública: su biblioteca.

LIBROS Y AUTOFORMACION

Los libros de que se rodea el hombre hablan, aun cerrados, de aquél a quien acompañan. Un hombre culto puede nadar entre libros en el recinto de las bibliotecas; puede poseerlos por herencia; o, si tiene capital, haberlos adquirido con facilidad. Aun más: puede comprarlos, con dos finalidades: o porque tiene verdaderas apetencias espirituales, o porque son adorno y decoro de su casa y de su nombre. Pero cuando un hombre, pobre de bienes económicos, ha ido reuniendo en el decurso de su vida, volumen tras volumen, los libros apetecidos; cuando ha ido quitándose a sí mismo lo que en sano derecho pudo darse en comodidades, viajes, etc.; cuando ese hombre llega a formar una biblioteca de varios miles de volúmenes, con el criterio selectivo de un bibliófilo y de un sabio; entonces, señoras y señores, esos libros hablan de las excelencias espirituales de aquel hombre con elocuencia irrebatible. Así el himno laudatorio que la magnífica biblioteca del Doctor Jofré pudo elevar a su dueño, así la loa brumosa de ausencia con que aun le canta. Pocas personas he conocido que tuvieran, como él, tanta fe en el libro, tanta esperanza en la acción de éste para el mejoramiento humano. Espíritu condensado, capaz de ejercer su virtud radiante a través de milenios; más durable y asombroso que el mismo radium: eso cree y eso expresa en un pensamiento admirable de su libro inédito “Ratos de Ocio”. “El Malhabarata, la Ilíada y la Biblia, dice, continúan iluminando las generaciones con la misma intensidad”. Tanta es su estimación del valor de los libros, que los sobrepone a todo bien material. “Si hubiera de dárseme riqueza a cambio de privárseme de mis libros, despreciaría mil veces las riquezas”. Y, en efecto, vivió menospreciando el oro, o por mejor decir, jerarquizando cual corresponde los bienes de la existencia humana, y poniendo en la cima los bienes del espíritu. Y porque en esa esfera de bienes tanta preeminencia tiene ese repositorio intelectual que es el libro, pudo Nicolás Jofré escribir que los libros son su orgullo; él, tan desposeído de toda otra clase de orgullo. Siente a los libros como a entes luminosos. De una casa sin libros dice que “se le ocurre que sus habitantes son seres que vagan como duendes, en tinieblas”. Pero los libros se entregan sólo si se les abre y se les deja comunicarse mediante la lectura atenta, reflexiva, cordial. Así escribe: “Los libros deben ser adorno en el espíritu y brillar en la mente; nunca simples ornamentos en los anaqueles de un escritorio”. Este aprecio elevadísimo del libro, tan reiteradamente expresado por el Doctor Jofré es una manifestación incontrovertible de lo mucho que ellos le dieron, del poder que tienen de transmitir saber para quien busca su raudal. Ellos son, particularmente, los que completan él saber adquirido en las aulas, mediante ese esfuerzo personal que llamamos auto educación, y que se realiza con mayor o menor intensidad, según las circunstancias o aspiraciones del sujeto. Del Doctor Nicolás Jofré podemos decir que fue un genuino autodidacto. Y no podía ser de otra manera en un hombre de tantos y tan vivos intereses culturales. ¿Quién, en el San Luis finisecular, podía instruirle en ciencias físicas, en arte, en filosofía, en el conocimiento del alma y en doctrinas sociales, o tan siquiera podía indicarle el camino más expedito para alcanzar tales conocimientos? Jofré tiene verdadera sed de saber. La necesidad que él siente de ampliar su cultura, y con él otras figuras destacadas de aquel tiempo, es aguijón infatigable. Para satisfacerla, se le ofrece un camino: los libros. Ese camino ya había sido mostrado y demostrado en tierra cuyana por Sarmiento: camino que obliga con frecuencia a marchar solitario entre muchos, camino que es preciso ir abriendo en picada heroica, camino que impone mucha veces el sacrificio de la juventud. Pocos lo siguieron hasta el fin. Nicolás Jofré entre ellos. En nuestros días, a los que siguen el camino de los libros se les ofrecen en general buenas bibliotecas, con sus catálogos, de manera que la búsqueda es menos laboriosa. Pero en aquellos años del 80 y el 90 ¡cuánto esfuerzo, cuánta constancia, cuánta fe para proseguir adelante! Mas, sabemos que el talento da sus frutos gracias a una larga paciencia. El esfuerzo continuado en el trato con los libros trae el triunfo, que es el saber. Nicolás Jofré lo tuvo y lo gustó intensamente. Pero no para la fruición egoísta, sino también, como Sarmiento, para compartir el saber adquirido: con los argentinos, el autor de Facundo: con los puntanos, nuestro educador y jurisconsulto. Pero dado que el genial sanjuanino no supo ni pudo quedarse quieto, no conoció la dicha de Nicolás Jofré: haber adquirido una biblioteca valiosísima, y ofrecer sus libros a todo el que tuviera sed.

PREFERENCIAS

Se nos ocurre preguntar y preguntarnos ¿cuáles fueron los libros más leídos, los que mayor influencia tuvieron en su autoformación, y después, en su meditada idea del hombre? No pudiendo tener ahora vuestra opinión, me temo que la mía no sea satisfactoria. Nombraré, sin embargo: la Biblia, los filósofos y los trágicos griegos, Marco Aurelio, Cicerón, los Evangelios, Dante, Leopardi, Shakespeare, Milton, Macaulay, Cervantes, los místicos y poetas del Siglo de Oro español. Corneille, Racine, Víctor Hugo, Taine; entre los escritores de su tiempo le interesaron profundamente los hombres de ciencia: Ramón y Cajal, los Curie, Paul Janet, etc. En su patria, claro está, Mitre, Sarmiento, Avellaneda. Frente a esta síntesis, es preciso que recordemos que Nicolás Jofré adquirió los libros de su biblioteca para leerlos, y que de todos podía dar noticia. Con los nombres seleccionados sólo he pretendido señalar algunos de los que más honda huella dejaron en la mente y en el alma de nuestro humanista. Aquellos libros que siempre le hablaban, los que le hicieron meditar más sobre la dignidad del hombre y sobre las condiciones del vivir terreno.

SU IDEAL DE HUMANIDAD

Quien tanto trato tuvo con el hombre y la mujer, con el niño, el joven, el hombre maduro, el anciano; quien conversó tan gustosamente con escritores de la Antigüedad clásica y algunos modernos cuyas preocupaciones fundamentales giraban en torno al hombre; quien hizo de la educación del niño y de la formación del joven el más poderoso leit motiv de su existencia, debía necesariamente haberse formado su propio ideal de humanidad. Me atrevo a abordar esta faceta del pensamiento del Doctor Jofré después de haber meditado en estos días algunos de sus escritos, y de haber traído a la memoria cosas que le oí sobre la conducta humana. Nicolás Jofré escribió mucho y acerca de variadas disciplinas: historia, política, jurisprudencia, literatura, arte, folklore, etc. Acervo que permanece la mayor parte inédito, clasificado en más de diez carpetas. Para el punto que voy a tocar me he servido especialmente de la colección de pensamientos y reflexiones que intituló "Ratos de Ocio", obra a la cual ya aludí. Allí he encontrado oro de pura ley; allí he hallado lo que el Doctor Jofré quería que encerrasen los libros: verdades. Perteneció él a la época positivista de la escuela argentina. Se formó como maestro en esa corriente que, influida por Augusto Comte, Heriberto Spencer y Carlos Darwin, pretendió un conocimiento concreto y particular de la naturaleza del hombre, quiso alejar toda inquietud metafísica buscando apoyo en las leyes del positivismo, y difundió el entusiasmo por las ciencias de la naturaleza. Pedagogía positivista que acá, en nuestro país, tendió a la nacionalización de nuestra cultura y a la defensa de la democracia, y que dio por uno de sus mejores resultados esa imagen del maestro argentino de la guardia vieja, pionero en avanzadas de civilización, con un altísimo concepto de su misión. Nicolás Jofré tomó mucho de esa formación positivista, pero no se quedó allí. El contacto continuo que mantuvo con lo mejor del pensamiento de autores clásicos y modernos, le permitió completar, elevar, dar fundamento sólido a su concepción del hombre y de la vida. Por eso ese ideal no podía surgir calcado de los moldes meramente positivistas. En efecto, hay en sus pensamientos sobre el ser humano una calidad de trascendencia espiritual nobilísima. Para este análisis, es mejor que partamos de donde partía él: de su propio suelo, que era y es tierra de argentinos. Su ideal no es un paradigma humano de laboratorio; está hecho con la pasta de los mismos hombres que transitan por las calles de nuestras ciudades y pueblos, o que viven en sus sierras, sus valles, sus llanos pródigos o sedientos, sus costas risueñas, ásperas o heladas. Pero estos hermanos nuestros pueden ser promovidos a planos de vida superior; estos hombres pueden y deben ser educados para mejorarse y para mejorar la comunidad. El país debía salir de su etapa pastoril. Mas, esto no significa solamente el ingreso en un más intenso cultivo del agro y en la industrialización, es decir, en etapas superiores de la economía de los pueblos, sino que debe significar también la evolución del pensamiento de las clases dirigentes, llamadas entonces a organizar la cultura, hacia planos más elevados de la actividad mental. Oigamos lo que dice en “Las estancias, la ciencia y el arte”: “Debe ser agradable hablar de carneros, potros finos, toros mestizos y de cruzas... Pero es bello hablar de arte, de filosofía y las altas especulaciones del espíritu”. Viviendo en tiempos de acentuado materialismo, levanta sin embargo incansablemente su prédica del ideal, de la superioridad de los valores intelectuales y morales. Le fastidia que los hombres públicos y dirigentes políticos piensen, dice, con el estómago, anteponiendo el interés propio al bien común y a la grandeza de la patria; pero le hace sufrir el ver cómo se propaga el cobarde ejemplo en la juventud. Así dice: “La entusiasmante, y aun plausible, locura de la juventud, es tener su cerebro en el corazón; pero lo criminal en la juventud es llevar cerebro y corazón en el estómago... Y, desgraciadamente, ¡hacia allí vamos rodando en estos tiempos!” Más, el espíritu tiene su pan. Y es ese alimento el que distingue al hombre del bruto. Lo que digiere el estómago del hombre, por muy fragante y apetitoso que sea, puede también ser alimento de los animales. El colibrí y la mariposa liban en el centro mismo de la belleza de la flor. “Pero donde ellos no pueden nutrirse ni libar, ya estamos usando palabras de Nicolás Jofré, es en las páginas del libro, fruto y flor abierta al entendimiento humano”. Y concluye: “También el espíritu tiene su pan. Distingámonos del bruto”. Las fuerzas educativas de la sociedad deben, pues, aunarse para hacer de esa criatura que llamamos hombre, un hombre de verdad. En los pensamientos XII y XVII, expresa: Que en su actuación social no muestre “el brillo de los objetos niquelados que se exhiben en los escaparates, sino el de la reja del arado, que se burila y se pule de tanto abrir surcos y de vencer a la naturaleza”. “Hay que forjar, aunque cueste, el límpido acero del buen nombre y del honor”. El hombre así formado no será esclavo de las bajas pasiones, no llegará nunca a ser el asesino de sí mismo por excesos cometidos contra el propio organismo. (XX, El cerebro y las vísceras). Tampoco será de los gritones y porfiados, que se adjudican “tanta más razón cuanto más levantan la voz”. (XIII). Podrá, sí, ser de ejemplar bondad. Pero ¿qué es para Nicolás Jofré el hombre bueno? No es el inocuo, el inofensivo, el que no presenta ni tiene resistencias en la sociedad. “Ser bueno, dice, es ser factor de energía, de lucha bienhechora y de obra eficiente”. (XVIII). Para alcanzar esta plenitud de moral individual y social, se necesita que la voluntad esté rectamente orientada por el conocimiento. En efecto, sostenía continuamente él que la inteligencia cultivada debe proporcionar el móvil rector de las acciones volitivas. De allí la necesidad grandísima de educar, desarrollar y enriquecer la inteligencia. En esta empresa, el aporte cultural de los establecimientos educativos, el saber de los profesores y las bibliotecas juegan un papel de primer orden.

CULTURA Y HUMANIDAD

Para este estoico cristiano que fue el Doctor Nicolás Jofré, el saber cultural tiene un valor primordial. ¿Por qué? Además de la importancia que él asigna a la esfera de lo noético en la perfección del círculo de la ética, Jofré persigue un ideal de humanidad que esté condicionado como para realizarse en su época. Y su época, tan próxima a la nuestra, ya se definía por la proliferación del conocimiento. Había, pues, que comunicar saber al hombre de su tiempo. Pero no todo conocimiento es propiamente cultura; y aunque Jofré tenga un sacro respeto por el saber en general, en empresas de formación preferirá ciertamente aquellos conocimientos que puedan servir de cultivo y abono a la planta humana, aquellos que desenvuelvan lo humano que hay en el hombre. Podríamos decir, con un criterio selectivo simplísimo, y siguiendo al Doctor Jofré, que hay que buscar, en la multiplicidad de la cultura, aquello que haga pensar, desde que pensar: “pesar, aquilatar”, es una actividad privativa del hombre. Esos datos del conocimiento que sólo se acumulan en la mente, no son formativos. Para que lo sean hay que organizarlos, y en gran medida transformarlos. La cultura es riqueza; pero no llegaremos a ser ricos mientras acumulemos conocimientos, como la hormiga amontona alimentos. Sólo cuando, como la abeja, los hayamos elaborado, seremos verdaderamente ricos, porque esos conocimientos serán en adelante nuestros. La elaboración de los conocimientos supone un proceso no menos complejo que el de la elaboración de la miel. El Doctor Jofré lo estudia a la luz de algunas modernas teorías psicológicas. Y se vale también de su propio testimonio. Prestemos atención a sus palabras: “Nunca se ha grabado mejor en mi cerebro, ni he adquirido una idea más cabal y nítida sobre un teorema matemático, por ejemplo, que cuando lo he resuelto por mí mismo a fuerza de martillear y meditar”. “¿Qué proceso se desarrolló en mi cerebro?” “Páreseme que hubo un ordenamiento, una acomodación de células, que irradiaron una luz que me hizo ver claramente lo que buscaba. Así, me parece que en ese momento estructuro con elementos propios, que la obra es íntegramente mía, que soy creador. En realidad no será así;...pero yo me siento triunfador y mi espíritu goza”. Este triunfo del esfuerzo mental es profundamente educativo. Por ese camino se llega a una de las conquistas máximas de la persona humana: la de triunfar sobre sí mismo. La meditación; número LXXII, relativa a este tema, comienza así: “Los griegos esculpieron en sus templos: Conócete a ti mismo. Emerson completó el aforismo escribiendo: Cree en ti mismo. Yo diría: Triunfa en ti mismo”. Preconiza la fe en el éxito del esfuerzo propio, y cree que esta palanca es la más poderosa para sobreponerse a sí mismo, para levantarse sobre sí mismo, mejorando la condición o la obra de ayer. Formula así un programa de constante superación. Y en ese deber ser mejor hoy que ayer, no entendía sólo la circunstancia individual, sino también, y muy particularmente, el perfeccionamiento de la realidad social. Creía profundamente en la perfectibilidad de la sociedad humana merced a la cultura; pese a todos los escollos que tuvo que vencer, a todas las luchas que tuvo que librar. En esa sociedad él veía preferentemente la PATRIA con mayúscula, aquella en la que no tienen cabida localismos estrechos ni rivalidades enojosas. Quien vivió sin alejarse de su provincia y tanto la amó, miraba sin embargo el localismo exagerado como una expresión de “intransigencia y orgullo”... “que mantiene a los hombres dentro de límites insalvables” (XCIII). Sentía él la grandeza de la patria, comprendía su alcance universal, porque ella es parte de la humanidad total. Y el patriotismo era para él, como para todos los legítimos padres de la patria, un sentimiento elevadísimo, casi sagrado. Tanto, que en la dolorosa oración que le dicta la muerte de un hijo, escribe: “Porque soñó su patria grande y próspera, ¡recibidle, Señor, en vuestra Patria gloriosa!”. En la patria de los argentinos, tendida hacia fines trascendentales, colocaba Nicolás Jofré su ideal de humanidad: El hombre libre, culto, sensible, solidario, virtuoso, capaz de abnegación y sacrificio.

EL HOMBRE SABIO

Señores:

La palabra sabiduría encierra un resplandor de plenitud que le viene de la dirección del saber, que siempre tiende a lo universal. Es una palabra que impone reverencia, tanto cala en lo noblemente humano, desde que en ella se dan juntos el conocimiento y la moral. Mucho más difícil que llegar a ser un erudito puro, o un especialista en una rama de la ciencia, es adquirir sabiduría. El sabio está en la línea del héroe y del santo. Creemos que don Nicolás adquirió sabiduría auténtica. Y por ello le admiramos. Por esa su condición de hombre sabio, él, tan sencillo y modesto, brilló entre los puntanos. Por esa su condición de hombre sabio, enseñó y formó; comunicó saber e irradió virtud; señaló el buen camino y ayudó a andar por él; se hizo pequeño con los humildes, admiró a los verdaderamente grandes y midió la estultez de los fatuos. Por esa su condición de hombre sabio mereció la consideración de sus pares y ha conquistado el cariño y la gratitud de su pueblo. Por su condición de hombre sabio, también, fue tan bueno que pudimos amarle como a un padre.

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Carmen Rosa Aguirre de Petrino

Discurso leído en el Cementerio Central el sábado 14 de setiembre.

Autoridades, Señoras, Señores, Alumnos:

Maestro: Melodioso vocablo que evoca al Sembrador de la Divina Parábola y que ante la sola emisión pareciera que el cerebro se iluminase con luz misteriosa. Maestro: Sí y ante la tumba del que fuera Doctor Nicolás Jofré, estamos reunidos al cumplirse el centenario de su natalicio, en adhesión y para contribuir a consolidar el inmenso altar de la gratitud que auspician entidades de nuestro medio. Y, como Maestra, en representación del Personal Docente de la Escuela Provincial Nº 1 “Lafinur”, vengo a deshojar las flores del recuerdo para el ex Director, con el respeto que merecen los relevantes caracteres que como docente le engalanaron. Le contemplamos en nuestra galería de Directores y nos parece que con su mirada señala el surco profundo, para seguir. Su vasta obra en el campo educacional condensa el espíritu del maestro de vocación, que se forja en el yunque del deber únicamente impuesto por las necesidades de la cultura y de la fogosidad de un corazón generoso, noble, que se consume por brindarse a la comunidad con sed de enseñar; con esa sed de enseñar que fue tan ardiente en la vida del Doctor Nicolás Jofré y que ha quedado encendida para clarificar el erial de los que abracen el sagrado apostolado. Evocamos a este maestro, rigiendo los destinos de la Escuela Superior Nº 1 “Lafinur”. El culto Director multiplica afanes, conjuga ideales, ilusiones y sueña con el triunfo de la cruzada civilizadora. Ha llegado la hora en la que él, con su modestia, no podrá ocultar los laureles sobre su frente y mientras el clarín de la historia va modulando las notas de gloria para ubicarle entre los espíritus selectos, tan acertadamente calificado el suyo así: “Docencia, auténtica docencia, magisterio escolar, magisterio ciudadano”, y que ofrendara como incienso en el altar de la Patria, agrego mi sencillo homenaje, diciendo:

Dr. NICOLAS JOFRE

Nació donde el verbo sarmientino se hizo silabario viviente, en San Francisco del Monte.

Inigualada fibra heredó de su progenitora Doña Isabel Muñoz, templada en la reciedumbre de la montaña, en el perfume de la floresta, en el gorjeo de los pájaros y en el beso cálido del viento norte con fuerte sabor de Zonda.

Conoció el mal que puede oscurecer la libertad de los pueblos.

Obró con fe de misionero para destruirlo.

Luces en las tinieblas de la ignorancia fue prendiendo.

Aulas de escuelas primarias y secundarias fueron testigos de sus inquietudes, y sanos ideales prestigiaron el Ministerio de Gobierno, Convenciones locales y su actuación como abogado.

Supo de ilusiones, esperanzas, de rosas y espinas.

Jamás desfalleció en el bregar.

Otero, Flores, Vidal y otros...

Florecieron con esfuerzos aunados a los suyos.

Rebelados conjuntamente.

En busca de redención cívica.

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JUAN C. SAA

Discurso leído en el Cementerio Central el sábado 14 de setiembre.

Señores representantes de los poderes públicos:

Queridos amigos Arnaldo y Colato:

Señoras:

Señores:

La Comisión de Homenaje al Doctor Nicolás Jofré, en el centenario de su natalicio, ha tenido la deferencia de honrarme con su representación, para que haga uso de la palabra en este acto, en el que con tanta justicia y fervor se rinde tributo recordatorio a este eminente hijo de San Luis, colocando una placa evocativa, en la tumba que guarda sus restos mortales. Permitidme una brevísima referencia de orden personal, que constituye para mí, el motivo determinante de mi acatamiento a la Comisión y de mi presencia, pese a que comprendo la dificultad de colocarme a la altura de los merecimientos del destinatario. Desde mi más temprana edad, en el seno de mi hogar paterno, he vivido ligado por un hondo afecto al Doctor Nicolás Jofré, sentimiento que después se ha acrecentado con el transcurso de los años y con el conocimiento más cabal de su personalidad. Ese hombre de mirada tranquila, a veces inquisitiva y penetrante; -de rostro ascético, tallado armoniosamente como para reflejar la estirpe criolla, denotando el hontanar cervantino y castellano en su más castiza arquitectura;- de modales suaves, siempre señor de sus actos y de sus palabras; bondadoso para con los niños, como estampa evangélica; gentil y caballeresco para con las damas, cualquiera fuese su posición social, -había tenido en toda la extensión de su dilatada existencia, una activa militancia en los problemas espirituales, morales y políticos de San Luis, y de la Nación, con singular limpieza de conducta y de pensamiento, en duras y difíciles contiendas cívicas, que adornaban su figura con la expresión inconfundible de un Maestro y de un soldado de la civilidad, por excelencia. Su casa, hogar recatado de luz propia, había sido el centro de nobles inquietudes que agitaron la “puntanidad”, y de allí se difundieron al sentimiento colectivo, sin actitudes demagógicas ni influencias oficiales, los movimientos populares que alimentaron el fuego de justas reivindicaciones, no siempre coronadas por el éxito momentáneo, pero que la larga fructificaron en una nueva conciencia social más generosa y más humana, cuanto mayores fueron los sacrificios y las abnegaciones puestas a su servicio. Horas amargas y épocas apacibles, derrotas pasajeras y triunfos compartidos espiritualmente, tejieron a través de los años la urdimbre maravillosa de los afectos, transmitidos de padres a hijos, en la cátedra, en el comicio, en el cantón revolucionario, en el trabajo diario y en el común anhelo de perfeccionamiento moral de miles de hogares sanluiseños. Aquellos hilos sutiles entrelazados, que formaron el complejo enraizamiento de las almas de varias generaciones, alrededor de este noble anciano que hoy recordamos, nos habían acostumbrado a mirarlo como algo nuestro y algo de todos, advirtiendo y comprobando en Don Nicolás, como le llamábamos cariñosamente, el soplo divino que alienta la vida de los hombres, y que permitió decir “non omnis moriar”, no todo muere con el término de la existencia material. Hay algo que nos queda por encima, y a pesar de la muerte: sus enseñanzas, sus virtudes y la ejemplaridad de su vida terrena. No podía, pues, rechazar el compromiso, ya que en él estaban el recuerdo de mis padres y abuelos, y el homenaje que éstos se sentirían gozosos y orgullosos de rendirle.

Señores:

El Doctor Nicolás Jofré nació el 14 de septiembre de 1863, en la antigua “Estancia de los Jofré”, con que figura en los viejos planos catastrales de la Provincia y con cuyo nombre se conoce hasta la fecha ese lugar. Todavía se conservan los restos de la casa paterna de nuestro comprovinciano, sobre el camino que va de San Francisco del Monte de Oro a Cañada Honda y Carolina. Allí conocí hace muchos años, a la señora Petrona Jofré de Jofré, mujer de una clara inteligencia y de una bondad sin remilgos, como su hermano Nicolás, con quien siempre mantuvo fraternal correspondencia. Doña Petrona, casada con el espectable vecino de Cañada Honda, don Angel Jofré, como signo distintivo de su linaje, tenía también sus acendradas convicciones cívicas, y en más de una oportunidad, los triunfos electorales de la Unión Cívica Radical en su distrito, se debieron al prestigio y ascendencia de esta singular mujer, digna del recuerdo. No estaban todavía consagrados los derechos políticos de la mujer, pero los ejercía sin ostentación, como consecuencia de sus deberes de argentina y en base a la gravitación natural de su personalidad. Al dar forma escrita a estas referencias recogidas personalmente, sobre el exacto lugar de nacimiento del Doctor Nicolás Jofré, quiero destacar con ello la circunstancia de cómo un niño, nacido en las serranías más alejadas de los centros poblados de la Provincia, pudo con el tiempo, y gracias a la virtud ejemplar de su carácter y de su temperamento ansioso de verdadera cultura, llegar a ser uno de los ciudadanos notables de la Provincia, y del país, por su talento, por su coraje y por su moralidad, que lo constituyó en paradigma de la hombría de bien, lo que los norteamericanos califican a sus hombres notables como un “self made man”, con orgullo nacional. Cuando todavía la Patria se veía convulsionada por cruentas guerras civiles, por tremendas injusticias sociales y políticas que exigía corregir, el adolescente Nicolás Jofré debió abandonar su terruño, que carecía de institutos para formar una cultura superior, para ir a la famosa Tucumán, donde el espíritu magistral de Paul Groussac impartía sus enseñanzas y formaba sus primeros planteles de educadores argentinos. Las batallas de Cepeda y Pavón, la guerra del Paraguay, la Revolución de 1867, San Ignacio, la Revolución de 1874, cuyo pronunciamiento hecho por el General Arredondo, en Mercedes (San Luis), produjo intensa conmoción en San Luis y en Cuyo, la Revolución de 1880, con el levantamiento del Doctor Tejedor, Gobernador de Buenos Aires, etc., etc., no fueron obstáculos insalvables para el joven estudiante puntano, como tampoco lo fueron cuando, ya hombre, afrontó las consecuencias de las gloriosas revoluciones de 1890, 1893 y 1905. Todos esos acontecimientos por los que pasó la República, nos están diciendo, señalando y comprobando, que pese a todo, la República ha marchado adelante, por el camino del optimismo, del trabajo creador y de la perseverancia en la fe de sus grandes destinos, sin más requisitos para triunfar, que la permanencia de una juventud idealista y esperanzada en el bien, y que ponga para lograrlos la voluntad que han sabido jugar nuestros antepasados, en las horas inciertas de la nacionalidad. La falta de lucha, la paz convencional de la entrega sin combatir, habría sido lo peor, el charco infecto del pantano, del agua estancada. En medio de tales conmociones iniciales, que corren desde sus primeros años hasta la edad viril, nuestro comprovinciano nutría su espíritu y cultivaba su mente, con perseverancia, con sacrificio, sin rehuir responsabilidades y apechugándolas para cumplirlas, convencido de que sólo lo que cuesta trabajo hacer o adquirir, es realmente de provecho para la cultura. Sabía, como el que más, que nunca se conquista una plena mejora espiritual, si no es a costa de una tensión de la voluntad, hacia la superación consciente, que permite alcanzar el ideal propuesto, sin mengua ni tacha. Vivió en constante relación con las grandes enseñanzas de la Historia, y en los ejemplos clásicos de Grecia y de Roma, como en la íntima tradición de España y de América, difundió la sabiduría de los libros, pero también dio a manos llenas la ejemplar conducta del Maestro. Tenía ciencia, pero mayor era aún su conciencia. Por eso es que Nicolás Jofré, es y será una permanente lección de optimismo para la juventud de nuestra tierra, sedienta de agua del cielo y de buenos ejemplos de los hombres. Su triunfo, en el sentido del perfeccionamiento de su personalidad, es el triunfo del propio esfuerzo, es la victoria del autodidacta en constante formación, que real y efectivamente elevó la calidad de sus juicios, purificó sus sentimientos, agudizó su bondadosa inclinación hacia el bien, hasta el grado de generosidad y la categoría de ejemplaridad. No fue rutinario, ni se dejó estar, esperando la glorificación que ya tenía ganada de sus contemporáneos. Trabajó hasta casi sus días finales, en compañía de jóvenes que podrían haber sido sus nietos. No atesoró conocimientos en cantidad, sino en calidad, jerarquizándolos, para trasmitirlos a su vez a sus alumnos y discípulos, que a miles y por generaciones le frecuentaron, en forma de conversaciones amables, en el aula, fuera del aula en la amplia hospitalidad de su Estudio, rodeado de libros y de recuerdos. Por eso dice con todo acierto la primera de las leyendas que contiene la placa que hoy colocamos en su sepulcro: "CULTIVÓ LA PLANTA HUMANA, CON FERVOR DE ARTISTA". Don Nicolás, efectivamente, empezó por cultivar su propio huerto interior, su propio sueño íntimo de purificación espiritual, como un artista que siente el arte como facultad divina al servicio de los hombres, para después de formado a sí mismo, cultivar la mente y el corazón de sus contemporáneos, con pasión de bien público. Fue un sembrador insome de cultura y de amor a la Patria y a sus tradiciones más puras; todos los puntanos lo hemos visto hasta su más avanzada ancianidad, sin declinar su bonhomía ni sus admirables energías creadoras, darse en un libro, cuando ya no podía dictar sus clases oficiales. Sé perfectamente que a don Nicolás le hubiera sido grato recordar a sus maestros y a sus compañeros de generación. Su lista completa es demasiado extensa, por lo que me concretaré a mencionar sólo un grupo de estos últimos, que constituyen una auténtica vanguardia de ciudadanos probos al servicio de la Patria, a fines del siglo XIX y primeras décadas del XX: Eulalio Astudillo, Juan T. Zavala, Eleodoro Lobos, Raúl B. Díaz, Juan M. Garro, Juan W. Gez, Víctor C. Lucero, Tomás Jofré, Cristóbal Pereira, Lucas Olguín, Sinibaldo Vidal, etc., etc., nacidos en los valles de Pancanta, de Carolina, o en las viejas poblaciones sanluiseñas de Saladillo, San Francisco, Renca, El Morro, San Luis o Mercedes, -formándose en medio de grandes dificultades económicas, en centros lejanos de cultura, para descollar después para honra y gloria del terruño en las letras, en la ciencia o en elevadas posiciones en la magistratura, en el gobierno o en la economía. Este es el ejemplo que deberíamos destacar a la juventud: ni las agitaciones políticas ni las privaciones económicas, ni mucho menos las limitaciones impuestas por el terruño, fueron obstáculos insalvables para aquellos hombres de talento y de voluntad. En esa tradición de puntanos esforzados, es donde los jóvenes de hoy deben inspirarse para tomar fuerzas, pues es la suprema escuela de los caracteres sobresalientes. Nicolás Jofré no se dejó atraer por el vellocino de oro de la materia, ni por el canto engañoso de las sirenas de la política sectaria; fue fiel a sus ideales de dignificación humana y fue también fiel a la amistad desinteresada, respetando al hombre virtuoso por encima de la emulación natural y las diferencias que siempre imponen los distintos rumbos de la vida. No cumpliría cabalmente mi deber de evocación, si no mencionara también algunos nombres ligados entrañablemente en el orden de los afectos de Nicolás Jofré, como fueron el Doctor Teófilo Saá, don Germán Ave Lallemant, Abelardo Figueroa, Marcelino Ojeda, Francisco M Concha, Antonio y Julio Saá, Domingo Flores, José María Tissera, Agenor Mayorga, Gregorio Gatica, Adrián Núñez, Carlos y Antonio Alric, Esteban P. Adaro, Miguel Otero, Felipe S. Velázquez, Luis Loyola y sus hermanos, y tantas otras personalidades que escapan hoy a mi memoria, pero que estoy seguro mirarán desde el más allá, donde reina la justicia de Dios, este acto de justicia y de gratitud, que se rinde cariñosamente a uno de sus camaradas predilectos, en la ruta interminable del honor y del civismo puntano. Perdonadme esta expresión final de mi devoción personal, inseparable de la realidad con el sujeto que piensa -Nada más.

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Marcos Reyes

Discurso leído en la biblioteca "Juan de Dios Escobar" de San Francisco del Monte de Oro, el sábado 14 de setiembre.

San Luis ha sido y continúa siendo, para honra y pres de los puntanos, un laboratorio didáctico que ha dado y continúa dando, con estimulante frecuencia, valores pedagógicos notorios. Llevados éstos a realizar la siembra cierta que instruye y educa, a la vez que marca en el campo de las emulaciones levantadas los rumbos fertilizantes del saber, lo hicieron con la serena convicción del labriego que conoce la semilla y conoce la tierra. Unos, resignados y humildes, se conformaron con cruzar los ámbitos del espacio y de la imaginación, de manera intrascendente. Otros, inquietos y geniales, mojaron sus alas con el rocío de las auras que saben de los cien climas del propio infinito. Y ubicados allí, en esa altura donde el concepto, en magnífica orquestación de sonidos a la vez que hace acopio de notas y de armonías, engalana y embellece los campos de la vida, conocieron los dominios de la fama. El Doctor Nicolás Jofré ocupa, en la lustrosa galería de los puntanos prominentes, un sitio destacado. Y lo ocupa, no precisamente porque él lo hubiera pretendido, sino porque en el juzgamiento de su labor ejemplar, sólo caben los términos de la ponderación y del elogio. En consecuencia, señores, para exponer, con suceso, algo de la vida de un hombre de su talla, es preciso, además de una substanciosa capacitación creadora un altísimo vuelo imaginativo y una virtuosa agilidad en la mano encargada de traducir. Sólo así lo que se exprese tendrá la posibilidad de guardar, con el tema, la concordancia debida, y hay, cuando menos, la esperanza de que los preceptos idiomáticos primarios, se concilien. Grata la empresa, sin duda, pero fatigosa su ascensión, y más aún para el serrano que habla, que apenas si conoce las primeras estribaciones dialécticas de algunas lomadas. Empero, andando y andando, y aunque a gatas, espero llegar a la cima de esa cumbre humana desde donde se me ocurre que los cielos han de ser más azules, esto es sin mengua de nitidez y los horizontes han de ensancharse en un maravilloso clima de coloridos y de notas esplendentes. Y ya me adentro en el tema, comenzando por decir del Doctor Nicolás Jofré lo que sé de su vida de maestro, por haberlo visto trabajar como tal y por haber sido su alumno. Fue un maestro cabal y lo será aún desde su silencioso retiro. Lo será siempre, porque la docencia tuvo en él caloría de tuétano y elemento definitorio en la estructuración más acabada del concepto que define. De andar cauteloso, de mirada observadora, de palabra fácil y amena, el Doctor Nicolás Jofré supo adquirir la prestancia y el rango de los hombres que conocen de la vida sólo dos posiciones: la vertical, que establece sinonimia entre lo honesto y lo digno, y la horizontal, que intuye el descanso definitivo. En el aula, frente a sus alumnos, surgía el maestro nato. Lo veo y lo escucho, como en aquel año de 1914, enseñando con la palabra, con el gesto, con la acción, con la mirada, con el estímulo y hasta con la admonición, creando y difundiendo el clima propicio, reconfortante y generoso, que haría el milagro bendito de acercar las manos y de confundir los corazones. Tenía una manera muy suya y muy personal en el estudio psicológico de sus discípulos. Y se colaba en la sangre y en los sentimientos, de manera tal, que formaba en aquellas jóvenes conciencias un estado de meditación que era como tablero de control. Junto a la falla surgía el remedio oportuno y aleccionador. Nada era impreciso ni vacilante en él. Todo era, en cambio, medido y equilibrado. Desconocía las improvisaciones, porque era un camarada de las cosas precisas, axiomáticas. Entre él y el tiempo hubo analogía rotunda y, en los ritmos, una semejanza de sonoridad, como la que confunde el diástole con el sístole. Su pensamiento fue como la nieve y el sol provincianos: fertilizante y sahumador. Curaba y prevenía a semejanza de la magia de ese médico que sabe ostentar nobleza de abolengo profesional. Didacta indiscutido, le sobraron títulos que lo acreditaban como orientador social. Para el Doctor Jofré, los libros -sus amigos de todas las horas- tenían el valor intrínseco de las cosas intrascendentes, acaso porque intuyó que quienes los escribieron aprendieron de la vida misma, viviéndola, gustándola, amándola, exaltándola. Vivieron la vida acompasadamente, como él supo vivirla, sin cargar el alma de martirios inútiles, sin darle al corazón otras angustias que las naturales a su regularidad anatómica. Amigo declarado de los estudiantes -a mucho de los cuales tuteló, el que habla fue uno de ellos- su rica biblioteca estuvo siempre al alcance de aquéllos, con la única recomendación de que el libro prestado debía ser devuelto, recomendación que no siempre se observaba. Nunca especuló con la ventaja que supone una lucha de retaguardia. Antes bien, su tienda estuvo siempre situada en los frentes. Enseñó aprendiendo. Dijo su cátedra con la simple y notoria autoridad que infundía su persona. Y aunque no se haya consignado todavía, yo sostengo, sin temor a equivocarme, que la figura del Doctor Nicolás Jofré ocupa, en el cuadro general de la docencia argentina, un sitio singular, esto es, el que le aviene a los perfiles con características de estirpe, cuyas doctrinas y leyes conjuga la sociedad lugareña, complacida y reverente. Hay en sus actuaciones de pensador, una estética decorativa que dice del abolengo docente que difunde el ambiente de las aulas, a la vez que rumorea de la apostura inconfundible de los señores que llevan en las manos rastros de tinta y de tiza. Quien lo escuchó, fundadamente habrá advertido en sus palabras una rara, prometedora grandeza, una cautivante simplicidad. Es que para los que pueden acreditar grandeza auténtica, descender hasta las cosas simples pero nobles, también es ascender, precisamente porque en ello no hay mengua de dignidad ni de sabiduría. Inmenso debió ser su corazón de maestro, tan cargado de excelencias. Su paso por la cátedra, ha dejado una serie de interrogantes a los que alguien debe responder. Mientras tanto la juventud puntana pasa por las aulas y los claustros, como Hamlet, sedienta de luces para la mente y de tibiezas para el alma. Rutas invisibles como rastros de pájaros en el cielo, pero ciertas, las presiente la mística popular. Día llegará en que, por ellas, cabalgue la imaginación que crea y dice sentencia. Cuando el Doctor Nicolás Jofré entraba al aula, los muchachos le pertenecían en alma y espíritu. Habíamos aprendido a adivinarle sus intenciones. Un simple gesto suyo era para nosotros una oración completa susceptible, por ende, de ser analizada gramaticalmente, y, por consiguiente, una voluntad que se acataba sin vacilaciones. No era de los hombres que ríen por cálculo o por disciplina, o porque el sentido de la experimentación se lo impusiera. Su risa, breve pero expresiva, era una manifestación de cosas y de efectos armoniosos y bellos. Su risa era una página entera que cautiva y reconforta, de ese libro amigo que alguna vez hemos leído, informándonos de exteriores amables y lindos. Su risa era una invitación, generosa y amplia, a la mesa de la cordialidad y del afecto. Su risa era todo eso, nada menos. Y su mano, era un lazo que sabía ceñirse con auténtica expresión de la caricia o de la amistad. Estrecharla, equivalía a recibir un premio. Dicho todo lo cual agreguemos que en el viaje sin regreso del Doctor Jofré, tiene la provincia de San Luis, un luto pesado. Las aulas, el arte, la fe, el gobierno, las instituciones todas supieron recogerse, en su hora, bajo el dolor de tamaña herida. Viajero de irse ya debió pensar, al filo de la curva de lo definitivo, en sus cosas hechas y logradas todas, todas, merced a ese don suyo de bondad perpetua, en los caminos andados, en el subir, en el bajar, en las lejanías columbradas. Y debió sonreír despaciosamente, casi con medido esfuerzo, en el postrer indicio del ser, en el supremo y real reencuentro de sí mismo. Sin haberlo visto ese día opaco para muchas pupilas, lo veo yaciente, afinado, saliente las órbitas, encogido, negado diríase, por el tiempo, impotente y dócil al llamado de la Ley Soberana, que abate sin remedio, en la hora precisa que no sabe de apelaciones ni de esperas. Como si la curva de la vida redujera la dimensión de los tejidos a expresiones inverosímiles. Negado por el tiempo, sí, como todo lo perdurable, pero de real y permanente vigencia en toda la faz de las realizaciones aceptadas por el mundo. Hoy, que los años concurrentes, han convenido en crearle para él, un clima apoteósico sustrayéndolo, de cualquier manera, a las apetencias populares, saber de sí es un singular privilegio. Vale pues la pena deleitarse con los pormenores de su biografía, cuyos tropos saben a himnos, que sólo se gustan en actos solemnes. Día llegará en que la juventud puntana, dueña de tamaña sabiduría, cantará, en estrofas magníficas, la realidad estupenda de tanto tesoro.

Nada más.

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Hugo Arnaldo Fourcade

Discurso leído en la biblioteca "Juan de Dios Escobar" de San Francisco del Monte de Oro, el sábado 14 de setiembre.

En nombre de la Comisión Central organizadora de la recordación centenaria del nacimiento del Dr. Nicolás Jofré, vengo a decir las justas y expresivas palabras de homenaje al ilustrado maestro -deteniendo los pasos de la peregrinación agradecida y fervorosa- en este contorno material que fue su cuna, en el lugar posiblemente preciso donde se encendió la luz de su existencia y se hizo realidad la primera comunicación de su espíritu con este paisaje singular, rincón montañés y seno materno del cual además brotó el mensaje del verbo y se constituyó la dimensión paradigmática, profunda y fraternal de las cosas y los seres, con los cuales convivió. Al llegar a este lugar se nos hace patente la fuerza nutricia de la tierra, de esta tierra fecunda de San Francisco del Monte, de esta ancha y amada tierra provinciana, que aquende los límites que cubre la mirada es la misma y única tierra nativa, tierra del norte y del sur, tierra de Navia y de Bagual, tierra de Quines, tierra de La Botija o de La Toma o Concarán, tierra puntana, patria elemental, de cuya sustancia se nutre la sangre lugareña y sube cual savia legendaria hasta el corazón de los hombres que la habitan, la honran, la distinguen, la sirven o la dignifican. Aquí está pues el humus secular, la esencia rural, el estilo de vida y la cultura primaria sobre la que descansó la rotunda ejemplaridad de Don Nicolás Jofré. Aquí está el cielo azul de su asombro, el agreste y familiar paisaje, el agua helénica del río prócer, todo el ámbito amable que fue refugio de su niñez. Aquí está, permaneciendo a despecho del progreso, el sendero humilde del llano o de la lomada; aquí está aún, como un siglo atrás, la sombra tutelar de los árboles vigilantes, el álamo y el sauce, el molle y la palmera nostálgica y extraña. Por eso, al retornar esta tarde de septiembre a este soledoso rincón de la heredad provinciana, venimos todos, persiguiendo el hontanar lejano, a la fuente histórica capaz de revelarnos el espíritu prístino de nuestra consecuente puntanidad o, más aún, la raíz vertebral en la que se apoya el ser sanluiseño hecho dolor y alegría, hecho música y verso, hecho modo de vida, estilo peculiar, costumbre o rito, hecho virtud, sinceridad y humildad, adentro del corazón donde transcurre el ritmo vital, donde desborda el río de las lágrimas, o se manifiesta el coraje o la paciencia, porque se trata, precisamente, del espíritu idéntico que informó el ser y el quehacer de Jofré, es decir la dimensión total del hombre cuyo recuerdo decimos, hecho ejemplo, convertido en símbolo, pues hizo verdadero magisterio, mostró dignidad de vida, sirvió con pasión los intereses cívicos, se prodigó en docencia plena. Apoyados los pies en esta tierra firme, comprendida la modalidad existencial que nos distingue e individualiza en el concierto argentino, lograda esta toma de conciencia de los valores tradicionales que integran nuestro acervo cultural más propio, podemos ahora vislumbrar la trama sobre la cual se tejió la actuación pública y privada del Doctor Jofré, profesor y abogado, político y literato, historiador y periodista, magistrado y bibliófilo, datista e investigador, mecenas generoso, celoso custodio del pasado, motor de voluntades, gestor de empresas. A cien años de su nacimiento estamos hoy en condiciones de decir con sinceridad en qué medida fue representación auténtica del medio, sobre todo de este medio interior mediterráneo, que es el territorio sin fronteras por donde la historia nacional ha hecho mas profundo cauce. Estamos ciertamente en condiciones de decir de qué manera Jofré fue un hombre configurado por lo que de más puro, más perdurable, mas consistente, más cierto tienen los valores de la argentinidad, de ese ser, de esa alma, que deseamos en los premiosos días que corren conservar, salvar, vivificar, elevar. Del medio natal, del hogar patriarcal recibió la herencia espiritual que conformó sus años primeros. Educado en la escuela del sacrificio, la modestia fue virtud ordenadora de su marcha juvenil. Ansioso de saber se diploma maestro-profesor en Tucumán, donde comenzó la carrera profesional. Más tarde actuará en Mercedes y en San Luis, donde por propios méritos se le otorgaron funciones directivas, en el Consejo de Educación, en la Escuela Normal de Maestros que hoy se nombra Juan Pascual Pringles y en el Colegio Nacional, donde profesó rigiendo por una década sus destinos. Quienes en la hora actual nos hallamos vinculados a la enseñanza y particularmente a su conducción técnica, alcanzamos a vislumbrar lo que debió ser el ejercicio docente de Don Nicolás Jofré. Ligado en el período 1887-1893 a la juventud y a la niñez que colmaba las aulas de la Escuela Normal de Maestros, en función de Vice Director y Regente, y a las generaciones de bachilleres que reunió el Colegio Nacional en el período 1922 -1932, en carácter de Rector, la fecundidad magistral del discípulo de Groussac fue creciendo lentamente y fue dándose sin retaceos, con soberana dignidad, con amoroso y encendido entusiasmo. En los recintos escolares desgranóse su predica sencilla, persuasiva, no alterada jamás por la violencia. Al transcurrir los días alzábase más segura, más noble y más señera la alta dignidad del educador de alma. Superando el ímpetu con que entendió siempre el cuidado de los deberes cívicos, máxime en aquellas horas de definiciones y de compromisos, que hasta costáronle verse privado temporariamente de la cátedra oficial, hizo de este honrado menester la mas fuerte y expresiva definición de su vida. Cuando los años lo convocaron al retiro, no se encerró en el hogar para ver pasar los días y añorar el diálogo con la juventud y el buen oficio de labrador sin estridencias ni soberbias. Como reuniendo toda la plenitud de sus energías, convirtió su morada en centro de cultura y desde la vieja casona alumbró una luz nueva las inquietudes de las niñas y de los muchachos puntanos, de los profesionales, de los futuros maestros, del ciudadano común. Desdibujada en la bruma de la distancia, quien ahora dice estas palabras vé la recia arquitectura del hogar del Doctor Jofré y siente la estremecida voz del pasado al contemplarse joven llegando hasta enfrentar la pesada puerta, permanentemente abierta. Quizá cohibido levantara el diligente aldabón que retumbaba en el patio ancho y cordial, bordeado de macetas. El propio Doctor Jofré venía al encuentro del desconocido visitante. Desde este instante el temor se desvanecía. Del rostro del maestro, ya anciano, brotaba una paz, una simpatía cautivante, que alcanzaba los lindes del espíritu como un abrazo fraterno. El buscador del apunte, de la guía, del dato o la referencia, del capítulo de historia o geografía, el ansioso de explicación de un problema matemático o la posibilidad de un esquema artístico, el que precisaba la nota periodística, el poema o la prosa literaria, penetraba en el maravilloso mundo de la biblioteca del maestro. Viva está en las pupilas aquella impresionante selva de libros, folletos, revistas y periódicos. Viva está la lección que recogió el oído atento, cuando el Doctor Jofré, en la plenitud de sus medios parlantes, serenamente, colmaba el afán inquisitivo, sentado frente a su mesa de trabajo, donde se desparramaban las cuartillas de letra firme, o la luz del quinqué bruñía las páginas del libro inconcluso. Nada interrumpió esta viva y permanente comunicación que el prestigioso abogado, el político de una línea, el docto y generoso profesor, mantenía con su pueblo. Superando la barrera y el peso del tiempo, abría su corazón al diálogo fecundo y era como un vivir más bello el que impulsaba esta reiterada donación, este limpio servicio. Si es verdad, como ha dicho Manjón, que el maestro es un cultivador de esperanzas, al Doctor Jofré cuadrábale cabalmente la bella frase. Porque no otra cosa se propuso y lo logró sin los falsos rótulos de que tanto se paga el mundo. Del mismo modo que el sembrador rotura la tierra, abre el surco y deja caer la semilla que bendecirá mañana el sol y la lluvia y florecerá en espiga, así fue cumpliendo el Doctor Jofré la grande tarea de proyectar a sus discípulos y a las gentes de su pueblo que lo buscó, en la esperanza del mañana que será fruto, que será madurado afán, cosecha abundante, riqueza espiritual, conquista ennoblecida. Cuando en el presente que pasa, muchas veces sin un remontado quehacer, cuando en los días que van sucediéndose inexorables, observamos hasta qué punto el hombre deja de creer en las cosas perdurables por las que bien vale vivir y morir, pensamos que es necesario volver a destacar, a poner de relieve, a levantar del olvido la jerarquía de pensamiento y de conducta que se expresa en personalidades de envergadura peculiar y de carácter. Pensamos que es preciso que la juventud de esta hora sepa encontrar los modelos imitables, las dimensiones humanas más auténticamente logradas. Y en la temporalidad que ha vencido al tiempo, como en este caso la dimensión de la vida y de la obra del Doctor Nicolás Jofré, ofrécese a la contemplación desapasionada como la más real y efectiva expresión de un puntano eminente. De un maestro cuya mejor lección se tradujo en el fervor, en la dignidad y en la rectitud de una vida ejemplar.

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Celia C. Garro de Müller

Estampa de verano (Reminiscencia)

Publicada en el diario "Democracia" el martes 24 de setiembre.

Era una tarde de verano en las sierras, serenas y diáfana como todas. El énfasis de sus colores fuertes, lisos y agresivos hacía pensar en la paleta de un pintor borracho que estuviera en trance de dislocada inspiración. El sol volcaba el oro tibio de su resplandor en las laderas, en la llanura, en la cima de las arboledas, en los pajonales rubios, porque en el campo no se guarda el oro en arcas ni en bolsillos. Brilla para todos con magnífica generosidad en la magia primorosa de la naturaleza. Aquella tarde de mi recuerdo lucía, pues, las galas de un cielo que la Hélade clásica hubiera envidiado por azul y transparente. Sobraban golondrinas para garabatear de negro ese cristal inmaculado. Había también trinos entre los ramajes estremecidos. En fin, todo aquello que puede ser regalo para los sentidos y esparcimiento para el alma. De pronto, a lo lejos se recorta la silueta obscura de un jinete al paso calmo de su caballo enjaezado a la usanza criolla. Había salido de su casa de la “Estancia Grande” y se encaminaba a la del Juez de Paz, su amigo, situada un poco más allá, siguiendo por la costa sinuosa de las sierras. Parece sumergido en el silencio y en la paz beatífica del paisaje, mitad sierra y mitad pampa, silencio y paz que promueven la evasión del espíritu por las rutas del ensueño y dan tregua al pensamiento. El, en ese momento, es parte del paisaje. Ha dejado la compañía de sus libros para embriagarse de verdes, azules, oros y corales. Se rinde al encanto agreste y poético del color. Tiene alma sensible a todo aquello donde la belleza ejerce su soberanía. El caballo también parece contagiado del ambiente apacible. Apenas si se escucha el rumor de su paso de ritmo parejo e invariable sobre la arena do- rada del sendero tantas veces recorrido. Conoce bien y sabe de memoria el camino que conduce a la vieja casona del buen amigo a quien nuestro jinete visitará. Hay que subir una última cuesta flanqueada de verdor, olorosa a quintas y a frutas maduras, a beramota y a hierba buena. Entre sauces llorones y coposos carolinos asoma, al fin, la casa del Juez. El jinete baja de su cabalgadura. Sus ojos de mirar profundo y sereno recuerdan los del autor de "Mis Montañas", el eximio riojano. El bigote negro y espeso le da cierto parecido a Enrique Larreta, el aristócrata soñador. Su voz tiene suaves inflexiones, característica de quien ha limado asperezas en la hondura secreta de la meditación y ha sepultado en esa profundidad las vulgares estridencias del que busca imponerse y prevalecer a todo trance. No: él no había nacido para eso. Su solar estaba ubicado en alturas definitivas, en las cumbres augustas de la serenidad. Trae en sus manos un envoltorio. ¿Qué será? ¡Oh, sorpresa! ¡Una muñeca! Se la entrega a la nieta que el viejo amigo tiene a su lado y, a él, tras el cálido apretón de manos, le obsequia la sencilla cordialidad de su visita y el placer de su plática lenta, grata y afable, hecha de palabras y silencios, saboreada sin apremios en la mutua simpatía como se paladea un buen vino añejo. Él sabía ser amigo. Es condición de señorío, es sello de alcurnia espiritual y de real caballerosidad. No podía faltar ese matiz de selección entre los muchos que edificaron la nobleza que enmarcó su vida. Mientras tanto, el mate que, en idas y venidas sirve la “chinita” de la casa, estrecha en su simplicidad los lazos de esa vieja amistad desinteresada, noble y confiada que en esa tarde de verano se sombrea bajo los altos y rumorosos carolinos de “El Durazno”. Va pasando ya la tarde. Se acerca el crepúsculo, hora en que las sierras, el paisaje todo y hasta las almas se tiñen de violeta; hora en que los efluvios de la tierra húmeda se impregnan del grato olor de los yuyos silvestres y en que un halo de ternura inexplicable idealiza la tosca realidad de las cosas. Es también la hora del silencio. Pronto brillará la primera estrella. Sólo el rumor de la acequia que bordea el camino insiste en sus breves inefables temas que habrían colmado la inspiración alada de un Debussy. La cigarra ya ha cedido su turno al grillo que espera agazapado entre la hojarasca o en las grietas de las piedras. Una vez agotados los temas de la amable plática, el jinete de mirada mansa y suave ademán, se despide. ¿Quién era él, pues? -Don Nicolás Jofré. ¿Quién era el Juez de Paz? -Don Félix Sosa, que alternaba las horas de su tiempo entre la redacción de actas y notas y el laboreo de sus tierras. Y, por fin, ¿quién era la nieta? -La nieta... la nieta... era yo... Pienso que hay reminiscencias que, cuando nos visitan, toman aliento de vida, se corporizan y nos penetran. Y cuando se esfuman, dejan en el alma levedad de pétalo con su frescura y su perfume. Así, el recuerdo que hoy me envuelve en suave emoción, me traslada blandamente en la magia de sus alas al “tiempo aquel de la niñez primera / en que nos gusta que nos queme el sol”, como dijo el poeta; tiempo que todos añoramos y quisiéramos revivir... para sumergirnos otra vez en la nube rosada de su pureza...

San Luis, 14 de septiembre de 1963.

SEGUNDA PARTE Antecedentes

RECUERDOS Y PAPELES

El centenario del nacimiento del doctor Nicolás Jofré nos ha servido, entre otras cosas que iremos mencionando poco a poco, para comprobar cuán escasos son los estudiosos que, a través de los años, han querido ahondar en el conocimiento de esa vida ejemplar. Advertimos que ya se tiende a conformarse con un esquema escolar, donde las noticias adquieren el tinte de clásicas en virtud de la fácil repetición. Y como en nuestro medio no poseemos Junta de Historia ni existe organismo, oficial o privado, que quiera cargar con la responsabilidad de corregir errores y adentrarse, paso a paso, en el pasado puntano, tenemos que salir a decir nuestra palabra, con la mejor buena voluntad y la más limpia intención. Comencemos, pues, por el principio. En su valiosa contribución titulada “Un puntano eminente. El Dr. Nicolás Jofré” (Revista San Luis, número 24, diciembre de 1953), escribe doña María Delia Gatica de Montiveros, siempre armoniosa en su fervoroso quehacer terruñero: “En el histórico valle de San Francisco del Monte de Oro nació el Dr. Nicolás Jofré el año1863. Hijo de Nicolás Jofré y de Isabel Muñoz vio la luz en el solar de sus abuelos paternos, donde don Nicolás padre tenía una casa de negocio. “Recibí el agua bautismal de manos de un autorizado, un señor Tello, -nos dice el Dr. Jofré, con quien hemos pasado una mañana luminosa hurgando en los recuerdos de su vida- pero contando yo seis meses fué allá en misión el sacerdote puntano Emeterio Lucero, que fue quien me administró los santos óleos”. Don Nicolás nombra a sus padrinos: Fabiana Orellano y Francisco Lucero”. Hasta aquí el fragmento que debemos rectificar, por cuanto los recuerdos del egregio maestro se apartan del texto de la partida asentada a fojas 232 del libro 3 de Bautismos. Allí leemos: “En esta iglesia parroquial de San Francisco 7º Departamento de la Provincia de San Luis, el día 14 de marzo de 1864, yo el Cura y Vicario Interino, puse óleo y crisma a Nicolás, de 6 meses, hijo legitimo de D. Nicolás Jofré y de Da. Isabel Muñoz; lo bautizó D. Dámaso Giménez (aprobado). Padrinos de agua, Da. Fabiana Orellano, y asistió a la ceremonia solemne D. Manuel Lucero, y la misma y para que conste lo firmo Pbro. Emeterio Lucero, Cura y Vicario interino”. Luego, el autorizado de quien recibió el agua bautismal don Nicolás no era “un señor Tello”, sino don Dámaso Giménez. Y en cuanto a su padrino, no se llamaba Francisco sino Manuel. Lo que resulta más difícil de aclarar es aquello de “fué allá en misión el sacerdote puntano Emeterio Lucero”. Porque este padrecito estaba “allá”, en San Francisco hacía varios años (tanto que fue uno de los que se alegraron cuando cayó la administración Saá). Salvo que con ese “allá” don Nicolás haya querido referirse al lugar donde moraban sus padres, que sería un paraje algo retirado de la villa, tal como lo sostienen algunos antiguos vecinos. Puede ser que alguien se anime a buscar el rastro casi borrado.

URBANO J. NUÑEZ

(LA OPINION, San Luis, miércoles 11 de septiembre de 1963, página 1.)

EN EL CENTENARIO DE SU NATALICIO EVOCAN HOY LA FIGURA DEL DOCTOR NICOLAS JOFRE

A las 19 darán una conferencia en esta capital Mañana rendirán un homenaje en San Francisco

San Luis, 12 -Mañana viernes se iniciarán los actos preparados en homenaje al doctor Nicolás Jofré, con motivo de cumplirse el centenario de su nacimiento. Esas ceremonias, que se llevarán a cabo en nuestra ciudad y en la localidad de San Francisco del Monte de Oro, donde nació el insigne puntano, han sido organizadas por la Comisión Permanente de Homenaje al destacado hombre público.

LOS ACTOS - El programa de ceremonias se iniciará mañana, a las 19, con una conferencia a cargo de la doctora Maria Delia Gatica de Montiveros, sobre el tema “El doctor Nicolás Jofré -La cultura al servicio de un ideal de humanidad”. La disertación se ofrecerá en el aula magna del Colegio Nacional “Juan Crisóstomo Lafinur”, de esta capital. El sábado, a las 11, se hará un acto en el cementerio central. Se depositarán ofrendas florales en el mausoleo que guarda los restos del doctor Jofré y se descubrirá una placa mandada fundir por la Comisión de Homenaje. En la ocasión pronunciará un discurso el doctor Juan C. Saá. El mismo día, a las 17.30, tendrá lugar una ceremonia evocativa en San Francisco. Durante su transcurso hablará el señor Marcos Reyes, por la comisión local, y el profesor Mario Hugo Fourcade, por la Comisión de Homenaje.

ADHESIONES - De acuerdo a lo informado por el presidente de la Comisión, señor Urbano J. Núñez, se han recibido ya numerosas adhesiones, entre ellas de la Comisión Municipal de Cultura de Mercedes, que difundirá un programa especial por la emisora de la vecina ciudad.

INTERVENCION FEDERAL - También adhirió a la celebración la intervención federal, que en la víspera dio un decreto, cuya parte dispositiva expresa: “Art. 1º) Adherir a los actos preparados por la Comisión de Homenaje al doctor Nicolás Jofré, a realizarse en el transcurso de la presente semana en esta Ciudad y en la histórica villa de San Francisco del Monte de Oro, con motivo del centenario del natalicio del distinguido hombre público. Art. 2º) Comisiónase al sub-secretario de Instrucción Pública y Previsión Social, escribano Jorge Laborda Ibarra, para que en representación de esta intervención federal asista a la ceremonia a realizarse el día 14 del corriente, a las 11, en el cementerio central de esta ciudad, y deposite en el mausoleo que guarda los restos del eminente puntano, una ofrenda floral”.

ACCION POPULAR SANLUISEÑA - Las autoridades del Partido Acción Popular Sanluiseña, hicieron pública ayer una declaración adhiriendo al homenaje que se le tributará al doctor Nicolás Jofré e invitó a sus afiliados a concurrir a los actos. En los considerándos del documento expresa la agrupación política “Que los pueblos deben cimentar la cultura de las sociedades modernas, en los pilares que dejaron un recuerdo permanente por dedicar sus vidas y sus obras al bien público, para acrecentar la grandeza y prosperidad de la Patria. Tal fue la vida del doctor Nicolás Jofré, educador por sobre todas las cosas”. “Fue un entusiasta consejero de la juventud y dedicó sus mejores días a la enseñanza. Político insobornable, supo de las vicisitudes partidarias, de las incomprensiones de los hombres y en esas horas, quizá de tribulación espiritual, estudió incansablemente, graduándose de abogado”.

ASOCIACION CULTURAL SANMARTINIANA - El organismo sanmartiniano fue la primera entidad que adhirió a la recordación. Hizo imprimir, y posteriormente distribuyó en los distintos círculos sociales, educativos, periódicos y gubernamentales, el diálogo que el destacado hombre de letras publicó por primera vez en la revista “Ideales”, del 12 de octubre de 1912. Se refiere aquél a dos grandes militares argentinos: el General José de San Martín y el Coronel Juan Pascual Pringles y tiene -a decir del historiador Urbano J. Núñez- un gran valor histórico, si se tiene en cuenta la época, en que fue escrito.

(LOS ANDES, viernes 13 de septiembre de 1963, pagina 2. Adviértase que el nombre del profesor Fourcade es Hugo Arnaldo).

SE RECORDARA EN SAN LUIS AL DR. NICOLAS JOFRE

San Luis -En esta capital se realizarán mañana diversos actos en memoria del doctor Nicolás Jofré, al cumplirse el centenario de su nacimiento. Actos similares se efectuarán en la localidad de San Francisco del Monte de Oro, donde nació este ex magistrado, educador e historiógrafo puntano. Entre otras ceremonias se oficiará en esta capital un funeral en la Iglesia de Santo Domingo y se descubrirán placas recordativas. La doctora Delia Gatica de Montiveros pronunciará una conferencia sobre la personalidad del doctor Jofré. Nicolás Jofré se había formado en la Escuela Normal de Tucumán que, a la sazón, era dirigida por Paul Groussac, y se dedicó primeramente a la enseñanza secundaria. Dejado cesante por su participación en la revolución de 1893, estudió abogacía y dio un nuevo rumbo a sus actividades. A comienzo de este siglo inició su carrera en la magistratura y en la función pública como procurador fiscal nacional hasta 1907 y como ministro de gobierno de San Luis, bajo la gobernación del doctor Esteban P. Adaro. En 1917 fue designado por el entonces gobernador doctor Carlos Alric, presidente del Consejo de Educación y, posteriormente, ministro de la cartera. Pocos años después retornó a la docencia secundaria y tuvo a su cargo varias cátedras del Colegio Nacional de San Luis. Como rector del mismo se retiró de la actuación pública en 1922. Tuvo asimismo una destacada actividad como periodista y escritor. Escribió para los diarios locales y durante una época, fue corresponsal de “La Prensa” en esta capital. En sus años de madurez se dedicó a estudios de historia Argentina y recluído entre los libros de su biblioteca, escribió cantidad de trabajos historiográficos, entre otros “El general Juan Saá, antecedentes para su biografía”, “El general Ivanovsky”, “El campamento de Las Chacras” y “Vicente Dupuy”.

(LA PRENSA, viernes 13 de septiembre de 1963, página 7. Adviértase que el Dr. Jofré se jubiló como rector del Colegio Nacional en 1932. Esta noticia fue transcripta por “La Voz del Sud” de Mercedes, en su edición del sábado 14 de septiembre de 1963).

DR. NICOLAS JOFRE

Centenario de su nacimiento

Cúmplase hoy el centenario del nacimiento de una de las figuras más representativas de la provincia de San Luis, el Dr. Nicolás Jofré, quien nació en San Francisco del Monte de Oro el 14 de septiembre de 1863 y falleció a los 94 años de edad, el 22 de marzo de 1957. Si se analiza su larga y fecunda trayectoria, de más de siete décadas, en el escenario de la actividad Pública -política, cultural, docente-, tal vez no se encontrará, entre las figuras descollantes de aquella provincia, una que haya podido reunir las condiciones que al Dr. Jofré le permitieron desenvolverse con acierto y eficacia en los distintos planos de esa actividad. Espíritu vigoroso y dinámico, su lucha cívica comienza poco después de consolidarse la pacificación nacional, y la inicia con ese optimismo característico de la juventud de aquella época promisoria que siguió inmediatamente al período heroico y dramático de la organización nacional. Después de cursar estudios en la capital sanluiseña, estimulado por ese afán de superación que compartían otros comprovincianos de su generación, trasladóse a Tucumán, donde ingresa en la Escuela Normal que dirigía entonces Paul Groussac. En ese medio cultiva su mente y asimila las enseñanzas del eminente maestro francés y de otro educador de la época, Aimerich, cuyo nombre figura entre los predecesores de la enseñanza nacional. En Tucumán fundó, junto con otros comprovincianos, la tradicional Biblioteca Sarmiento, institución que aún subsiste en la progresista ciudad norteña. Terminados sus estudios, en compañía de algunos condiscípulos que más tarde fueron destacados educadores, como Juan T. Zavala, Eulalio Astudillo y Raúl B. Díaz, Jofré se traslada a su provincia, donde ejerce la docencia y desempeña cargos directivos en la Escuela Normal de San Luis hasta 1893, año en que participa en el movimiento revolucionario que culmina con el derrocamiento del gobernador Dr. Jacinto Videla. Separado de la función pública a raíz de tales hechos, vuelve al estudio, sigue la carrera de derecho y se gradúa con el titulo de abogado. Desde principios de este siglo desempeña las funciones de fiscal federal hasta 1907, año en que asume el cargo de ministro de Gobierno del Dr. Esteban P. Adaro, el primer gobernador de la Unión Cívica Radical que tuvo el país. Este mismo año la intervención federal presidida por el Dr. Julio Botet declara caducos los poderes provinciales y entonces Jofré vuelve al llano para dedicarse a la investigación de los hechos históricos que jalonan la trayectoria institucional de San Luis. Al fundarse la cátedra de moral cívica en 1910, por iniciativa del entonces ministro de Instrucción Pública, Dr. Rómulo S. Naón, éste designó al doctor Jofré para desempeñarla, en mérito a sus claros y firmes ideales democráticos. Inspirado siempre en convicciones políticas nacidas al calor de la revolución de 1890, colabora en 1917 con el gobierno del Dr. Carlos Alric, primero como presidente del Consejo de Educación y luego como ministro de Gobierno. Reintegrado a la docencia, dicta cátedras sobre historia de la civilización, matemáticas y otras disciplinas en la Escuela Normal y en el Colegio Nacional de San Luis, cuyo rectorado asume y desempeña hasta 1922. Retirado de las actividades políticas y de las tareas docentes, vuelve a la investigación de la historia. Frutos de esa investigación son sus obras “El general Juan Saá”, “Lanza seca”, “El campamento de las Chacras”, “El general Ivanovsky”, “Vicente Dupuy” y otras de carácter jurídico, sociológico y pedagógico, que trasuntan sus inquietudes de hombre consagrado al estudio sereno y metódico. Como jurista participó en todas las reformas constitucionales de su provincia. Con motivo de su centenario, en la capital de San Luis y en San Francisco del Monte de Oro, autoridades, establecimientos de enseñanza y entidades particulares tributarán hoy diversos homenajes a su memoria, que evocará en una conferencia la doctora Delia Gatica de Montiveros.

(LA NACION, sábado 14 de septiembre de 1963, página 4. Adviértase que el Dr. Jofré falleció el 23 de marzo de 1958).

NICOLAS JOFRE, MÁS CERCA DE NOSOTROS

La conferencia que la doctora Maria Delia Gatica de Montiveros brindó a un nutrido auditorio el sábado por la tarde, en el aula magna del Colegio Nacional, constituye un valioso aporte para el mejor conocimiento del ideario del doctor Nicolás Jofré, figura eminente del quehacer cultural puntano que, sin embargo, no había merecido, hasta ahora, la fervorosa atención de los estudiosos, entretenidos en el repulgo de los nombres y las fechas. Debemos declarar que acertado estuvo quien, al presentar a la disertante, afirmó: “Tenía que ser su voz, venida de los aromados naranjales lujaneros, la que alzara el vuelo pleno de gracia y de paz, sobre el chañaral de la erudición”. Porque en eso, precisamente, finca el triunfo de la doctora Gatica de Montiveros: en haber sabido liberarse de las trilladas -e inciertas- noticias, para decirnos con su acento más propio y más íntimo, lo que todos ignorábamos. Por eso su conferencia mostró, nítidamente, dos partes o, mejor, dos tiempos de un honrado laborar. En el primero desfilaron, apenas iluminadas por alguna pincelada retórica, los escuetos datos de las incipientes biografías del gran puntano. En el segundo, al desprenderse de sayos ajenos -andrajosos algunos- su quehacer alcanzó la hondura, la gracia y la emoción de lo verdadero, de lo que brota del alma. Ciencia y cariño se entrelazaron así para revelarnos el pensamiento vivo -valga la corriente expresión, no siempre exacta en tantos vivificadores- de ese Nicolás Jofré al que sabemos grande más allá de partidos, de lapidarios epigramas y de venenosos libelos, zarzales que en vano intentaron detener el andar iluminado de tan egregio Maestro. Gracias a la doctora Maria Delia Gatica de Montiveros, él está ahora más cerca de nosotros. No como acartonada figura, no como desteñida grímpola de “patriótica” recordación, sino como lo que siempre fué: sembrador paciente y probo, enamorado del alba.

U. J. N.

(DEMOCRACIA, San Luis, domingo 15 de setiembre de 1963 página 3. Por error, el comentario aparece bajo el título “Se entregaron designaciones a ganadores de un concurso”. El titulo correcto está en la página 1).

Rindió homenaje al Dr. Jofré la Escuela Normal Pringles

Dentro del programa preparado por la Comisión Central de Homenaje al centenario del nacimiento del Dr. Nicolás Jofré, se cumplió el sábado pasado a las 17.30 en San Francisco, un acto evocativo, en cuyo transcurso hablaron el Sr. Marcos Reyes y el director interino de la Escuela Normal “J. P. Pringles”, Prof. Hugo Fourcade. El Prof. Fourcade viajó acompañado de los alumnos del Curso Normal, señores Manuel Marcelo Soria, Carlos R. Giménez, Ramón Alosi y Santiago Lucero, con quienes representó al establecimiento del cual el Dr. Jofré fue, en el período 1887/93, Vice Director, Regente y Profesor.

(LA OPINI0N, San Luis martes 17 de septiembre de 1933. También en DEMOCRACIA del jueves 19).

1.- Circular de la Asociación Cultural Sanmartiniana

San Luis, 31 de julio de 1963. De nuestra mayor consideración: El 14 de septiembre próximo se cumplirá el centenario del nacimiento del doctor Nicolás Jofré, eminente hombre público que supo enaltecer al terruño a través de sus nobles actividades en el campo de la jurisprudencia, de la educación, de las letras y de la política. Interesada en coadyuvar al mejor conocimiento de los hombres que edificaron la patria chica, la Asociación Cultural Sanmartiniana de San Luis ha resuelto promover un homenaje a tan ejemplar ciudadano, para lo cual nos complacemos en invitar a usted a la reunión que el viernes 2 de agosto venidero, a las 17.30, se efectuará en el local de la Dirección Provincial de Cultura, calle 9 de Julio 976, con el propósito de constituir una comisión que se encargue de llevar a la práctica tan generoso proyecto. Mucho estimaremos que, de no poder asistir usted a dicha reunión, quiera tener a bien designar un delegado o hacemos llegar la adhesión de esa entidad, anticipándole que aspiramos a lograr que en el referido homenaje se encuentren representados todos los sectores de la vida sanluiseña. Al agradecerle la deferencia que se sirva prestar a esta invitación, le reiteramos las seguridades de nuestra consideración más distinguida. Urbano J. Núñez, Presidente. José Ignacio Maldonado, Secretario.

2.- Adhesión del Archivo General de la Provincia

Jorge Mario Barbosa, Director de Archivo General, Saluda al Sr. Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana, y al aplaudir la iniciativa del justiciero homenaje en obsequio del Dr. Nicolás Jofré, deplora su ausencia por tener que cumplir compromisos pre-establecidos; no obstante, hace llegar la incondicional adhesión del Archivo General e Histórico de la Provincia en la medida y necesidad que su alto criterio lo estime. San Luis, Agosto 1 de 1963.

3.- Adhesión del Superior Tribunal de Justicia

Nº 295 -San Luis, agosto 1 de 1963. Al Señor Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana. Tengo el agrado de dirigirme a Ud., acusando recibo de su atenta de fecha 31 del ppdo. mes de julio, y al respecto le hago saber que este Tribunal adhiere al homenaje que esa entidad propiciará con motivo de cumplirse el centenario del nacimiento del Dr. Nicolás Jofré. Asimismo le comunico que el Superior Tribunal ha designado al Sr. Juez en lo Civil y Comercial, Dr. Jesús Liberato Tobares, para que lo represente en la reunión fijada para el día 2 del corriente. Sin otro particular, me complazco en saludar a Ud. muy atentamente. Carlos Chada, Presidente. Edmundo López Etcheverry, Secretario Administrativo.

4.- Adhesión de la Asociación de Empleados del Banco de la Provincia de San Luis

San Luis, 1 de agosto de 1963. Al Señor Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana. Me es grato dirigirme a Ud. acusando recibo de su atenta invitación para asistir a la reunión del día viernes 2 del cte. en la Dirección de Cultura, lamentando muy sinceramente no poder concurrir por haber contraído compromisos con anterioridad en esa hora. Nuestra institución adhiere a tan magnífica iniciativa y formula el mayor de los éxitos en tan loable tarea. Hago propicia la oportunidad para saludarle con la mayor consideración. Pascual Racca, Presidente.

5.- Adhesión del Colegio Nacional “Juan Crisóstomo Lafinur”

San Luis, 1 de Agosto de 1963. Al Señor Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana. Tengo el agrado de dirigirme a Ud., y al acusar recibo de su atenta nota del 31 de Julio ppdo. en la cual se nos informa del homenaje, que con motivo del centenario del nacimiento del Doctor Nicolás Jofré, a cumplirse el 14 de Septiembre del presente año, la Asociación Cultural Sanmartiniana, ha resuelto promover; este Establecimiento Educacional hace llegar su adhesión a tan justa recordación para quien fuera Rector entre los años 1922 y 1932. Sin otro particular saludo al Señor Presidente con mi consideración más distinguida. José Antonio Laborda Ibarra, Rector.

6.- Adhesión del Rotary Club de San Luis San Luis, 1 de Agosto de 1963. Al Señor Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana. De mi mayor consideración: Tengo el agrado de dirigirme a usted para acusarle recibo de su atenta de fecha 31 de julio ppdo. en la que tiene la deferencia de invitar a Rotary Club San Luis a una reunión que se celebrará el día 2 del corriente mes, con el objeto de constituir una co- misión de homenaje para celebrar el centenario del nacimiento del Dr. Nicolás Jofré. Rotary Club San Luis, como Institución que se nutre y se sostiene en los valores de la comunidad, no puede encontrarse ausente ante tan noble inspiración, cual es la de rendir este homenaje al Dr. Jofré que tanto hizo por la cultura y la educación de San Luis. Es por ello que le anticipo la adhesión de la Institución que represento y gustoso asistiré a la reunión, asegurándole desde ya mi más decidida participación en la realización de los actos celebratorios. Con tal motivo, pláceme saludar a usted con atenta y distinguida consideración, José Reynaldo Ruartes, Presidente. José Rosa, Secretario.

7.- Adhesión de la Escuela Nacional Nº 181

San Luis, 2 de agosto de 1963. Al Señor Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana. En respuesta a su muy atenta invitación para asistir a una reunión con el objeto de organizar los homenajes al ilustre puntano Dr. Nicolás Jofré, me dirijo a Ud. para llevar a su conocimiento la imposibilidad de estar presente. Sin embargo, ruego al Sr. Presidente acepte nuestra solidaridad con la iniciativa y nos cuente entre los colaboradores en la realización del homenaje que nos ocupa. Saludo al Sr. presidente atte. Luis Fernando Balladore, Director.

8.- Adhesión de la Escuela Normal de Maestras “Paula Domínguez de Bazán”

San Luis, 2 de agosto de 1963. Al Señor Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana. Nota Nº 220. Tengo el agrado de dirigirme al: Señor presidente, acusando recibo de su atenta nota de fecha 31 de julio ppdo., recibida en el día de ayer, por la que comunica que la Institución que usted preside ha resuelto promover un homenaje al doctor Nicolás Jofré con motivo y en oportunidad de cumplirse el centenario de su nacimiento. Esta Dirección agradece la invitación que se le formula, para el día viernes 2 del corriente a las 17:30, en el local de la Dirección de Cultura, y ante la imposibilidad de asistir personalmente, le comunico que concurrirá en representación de este establecimiento educacional la señora Vice-directora profesora doctora Blanca Ángela Durán de Moschella. Saludo al señor Presidente con distinguida consideración. Pedro Humberto González, Director. Maria Luisa Acevedo de Fagés, Secretaria.

9.- Adhesión de la Escuela Provincial Nº 3

San Luis, 5 de agosto de 1963. Al Señor Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana. Tengo el agrado de dirigirme al Señor Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana, con el objeto de acusar recibo de su nota de fecha 31/VII/63. Por coincidencia del día y hora con nuestra celebración del “Día del Niño” no pude asistir personalmente, como era mi deseo, a la reunión que se efectuara, concretando tan plausible iniciativa, cual es la de rendir justo y merecido homenaje al educador, Dr. Nicolás Jofré y al que me adhiero sinceramente, igualmente en nombre del personal de la Escuela Nº 3 “Manuel Belgrano” a mi cargo. Quedando a la espera de lo que la Comisión formada en tal oportunidad disponga y dé conocimiento en ese sentido, salúdale con atenta y distinguida consideración. Fanny del Carmen Villegas de Villegas. Directora.

10.- Adhesión de la Escuela Normal “Juan Pascual Pringles”

Nota Nº 479 -San Luis, 5 de agosto de 1963. Señor Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana. Cumplo en dirigirme al Sr. Presidente en respuesta a su muy atenta de fecha 1 del corriente, con el objeto de comunicarle que esta Escuela adhiere desde ya al homenaje que la Asociación Cultural Sanmartiniana ha proyectado para honrar la memoria del Dr. Nicolás Jofré, en ocasión de cumplirse este año el primer centenario de su nacimiento. Entiende esta Dirección que no puede permanecer indiferente al homenaje de referencia, toda vez que el Dr. Jofré no sólo honró en labor silenciosa los valores permanentes del espíritu sino que, en cuanto hace a esta Casa, vivió unido a ella durante un largo período ejerciendo la Vice Dirección, la Regencia y la docencia en el curso normal entre 1887 y 1893, contribuyendo con las luces de su talento a afianzarla en el medio. Por ello, según lo expresara, esta Escuela Normal quiere ocupar el puesto que le corresponde en el justiciero reconocimiento al ilustre comproprovinciano a, fin de “coadyuvar al mejor conocimiento de los hombres que edificaron la patria chica”, que siempre fue una forma concreta de servir a la Patria Grande con que todos soñamos. Sin otro particular saludo al Sr. Presidente con atenta consideración y respeto. Hugo A. Fourcade, Vice Director a cargo de la Dirección -Amílcar Jorge Rodríguez, Secretario.

11.- Nota al Profesor D. Francisco Rosario Quevedo, designado Vicepresidente de la Comisión de Homenaje

San Luis, 8 de agosto de 1963. De nuestra mayor consideración: Muy honroso nos resulta dirigirnos a usted para llevar a su conocimiento que, con fecha 2 del actual, ha quedado constituida esta Comisión, que ha tomado a su cargo el deber de tributar un homenaje popular al doctor Nicolás Jofré, con motivo de cumplirse el 14 de septiembre próximo el centenario de su nacimiento en la histórica villa de San Francisco del Monte de Oro. Los representantes de las diversas instituciones, reunidos por iniciativa de la Asociación Cultural Sanmartiniana de San Luis, resolvieron por unanimidad designar a usted Vicepresidente de la referida Comisión, no sólo por su noble quehacer en el campo de la cultura, sino muy particularmente por su condición de amigo del eminente hombre público cuya recordación se proyecta. Además de los suscriptos, colaboran en esta justiciera empresa las siguientes personas: Victorio T. Cerquetti, José Américo Mini, Miguel Quevedo, Gaspar Di Gennaro, Domingo F. Suárez, Pedro Humberto González, Pascual M. Racca, José Reynaldo Ruartes, María Delia Gatica de Montiveros, Fanny del Carmen Villegas de Villegas, José Laborda Ibarra, Luis Fernando Balladore, Juan Miguel Otero Alric y Jorge Mario Barbosa. Confiamos que usted aceptará la designación que nos es grato comunicarle y oportunamente pondremos en su conocimiento el programa de actos a realizar. Mientras tanto, le hacemos llegar nuestro cordial saludo y las expresiones de nuestra consideración más distinguida. Urbano J. Núñez, Presidente - Jesús L. Tobares, Secretario.

12.- Adhesión del Dr. Juan Carlos Saá

San Luis, agosto 8 de 1963. Sr. D. Urbano J. Núñez, Presidente de la Comisión de Homenaje al Dr. Nicolás Jofré. De mi consideración: Enterado por la prensa local, de que se ha constituido una Comisión de Homenaje al Dr. Nicolás Jofré, bajo su digna Presidencia, le hago llegar mi fervorosa adhesión por tan merecido y justo homenaje a quien, como el Dr. Jofré, fué enseñanza en la cátedra y ejemplo viviente de nobles virtudes en la vida cívica de San Luis. Nicolás Jofré vivió integralmente al servicio del espíritu y de la inteligencia, en una actividad creadora, con pasión argentina, con fisonomía auténtica del terruño, dando coexistencia armoniosa al sentido universal de los valores humanos y al hondo sentir de su estirpe y de su tierra. En su larga militación en constante anhelo de mejoramiento para su pueblo, no defeccionó, ni incurrió en dogmatismos que ciegan, ni admitió prejuicios que ocultan la verdad, a la que rindió sus esfuerzos en todos los campos: en la educación, en las ciencias y sobre todo, en la Historia apasionante y apasionada de nuestra Organización Nacional. Tuvo el valor de disentir con lo “oficial”, que ahogaba al país en un adocenamiento calculado para desfigurar el alma nacional. Desoír el canto de sirena, importaba enormes sacrificios, morales y materiales, que este gran puntano afrontó con estoicismo y con orgullo ciudadano. Salúdalo con elevada estima. Juan C. Saá. (Bajo el titulo de “Significativa adhesión”, esta carta fue publicada por “La Opinión” el lunes 12 de agosto de 1963).

13.- Invitación remitida a vecinos de San Francisco del Monte de Oro

San Luis, 9 de agosto de 1963. Señorita María Justiniana Maidana. De nuestra mayor consideración: Nos es muy grato comunicarle que esta Comisión se propone honrar la memoria del doctor Nicolás Jofré, hijo dilecto de esa histórica Villa, en un acto que tendrá lugar en esa población el sábado 14 de septiembre próximo, en horas de la tarde. A tal fin, creemos conveniente la formación de ésa de una subcomisión que se encargue de organizar y llevar a cabo este justiciero homenaje, para lo cual con esta misma fecha nos dirigimos también a las siguientes personas, invitándolas a reunirse con usted y concretar, a la brevedad, este proyecto: Pilar Astudillo, Marcos Reyes, Juana R. Escudero, Pascual Lucas Terán, José B. Salinas, Carlos Aostri y Modesto Aguilera. Parece innecesario destacar que esta enumeración no significa exclusión alguna, pues es nuestro deseo que el homenaje adquiera proporciones populares, por lo que dejamos a su elevado criterio invitar a otras personas a formar parte del referido subcomité. Esperamos que nos honrará usted con su valiosa colaboración y, mientras aguardamos sus oportunas noticias, le reiteramos las seguridades de nuestra mayor consideración. Urbano J. Núñez, Presidente. Jesús L. Tobares, Secretario.

14.- Adhesión del Dr. Jacinto R. Miranda

San Luis, 13 de agosto de 1963. A Núñez, el Arístides que hace justicia a los puntanos: Adhiero al homenaje al amigo Dr. Nicolás Jofré. Dr. Jacinto R. Miranda.

15.- Adhesión del Sr. Juan Miguel Otero Alric

San Luis, 18 de agosto de 1963. Al Señor Presidente de la Comisión de Homenaje al Doctor Nicolás Jofré. De mi mayor consideración: Oportunamente fue en mi poder su muy atenta nota del 7 del corriente. He deplorado que por inconvenientes de índole personal no me haya sido posible incorporarme a la Comisión de Homenaje a la memoria del Doctor NICOLAS JOFRE y que en esta emergencia mi colaboración personal les resulte nula, ya que en empresas de la índole de la que Ud. preside es menester contar con algo más efectivo que la muy modesta pero fervorosa adhesión que con toda complacencia les hago llegar a través de estas líneas. El empeño que los agrupa y el objetivo que llevan por meta compromete al pueblo y a la ciudadanía de San Luis. En la larga y ejemplar existencia de Don Nicolás Jofré tuvimos los puntanos a un maestro de vocación vigorosa, a un ciudadano integro y a un estudioso eminente. Bien ganada tiene la gratitud y la emocionada recordación de la posteridad. La empresa que usted tan dignamente preside y alienta merece el mayor de los éxitos y el más franco apoyo. A falta de esa colaboración personal que en circunstancias más propicias hubiera tenido de mí a manos llenas, quiero hacer llegar por su intermedio a la Comisión de Homenaje al Dr. Nicolás Jofré mi honda simpatía y cordial adhesión. Complacido salúdale muy atentamente. Juan Miguel Otero Alric.

16.- Adhesión del Profesor Francisco Rosario Quevedo

Las Barranquitas, 20 de agosto de 1963. Sr. Presidente de la Comisión de Homenaje al Dr. Nicolás Jofré en el Centenario de su nacimiento. Con gran complacencia recibo de su poder la comunicación por la cual un grupo de personalidades de nuestro medio constituidas en asamblea, me han elegido Vice Presidente de la comisión que usted dignamente preside. Desde este momento -recién enterado- quedo incondicionalmente a las órdenes de ustedes en todo lo que me sea posible. Al agradecer y aceptar la designación, les expreso a todos, mi más profundo agradecimiento. Salúdale con su consideración más distinguida. F. R. Quevedo.

17.- Solicitud formulada al Ministro de Gobierno

San Luis, 24 de agosto de 1963. A S. S. el señor Ministro de Gobierno, Profesor D. Francisco José Darriba. S. D.. Tenemos el alto honor de dirigimos a S.S. para comunicarle que el 14 de septiembre próximo se cumplirá el centenario del nacimiento del Doctor Nicolás Jofré, eminente hombre público que supo enaltecer al terruño a través de sus nobles actividades en el campo de la jurisprudencia, de la educación, de las letras y de la política. Con este motivo, esta comisión se propone honrar la memoria de tan distinguido puntano, con diversos actos que se realizarán en esta ciudad y en la histórica Villa de San Francisco del Monte de Oro, su pueblo natal. Sabemos que el gobierno de la Intervención Federal no ha permanecido indiferente cada vez que se ha tratado de recordar los valores morales que dieron cohesión al ser nacional y es por ello que, en esta circunstancia, cumplimos con el deber de recabar su adhesión, para que el homenaje proyectado alcance la dignidad y el significado que aspiramos. En la seguridad de que nuestra patriótica inquietud será cabalmente interpretada por S.S., nos es muy grato saludarle con nuestra mayor consideración. Urbano J. Núñez, Presidente. Dr. Jesús L. Tobares, Secretario.

18.- Adhesión de la Asociación de Empleados del Banco de la Provincia de San Luis

San Luis, 6 de setiembre de 1963. Al Señor Presidente de la Comisión de Homenaje al Dr. Nicolás Jofré. Me es particularmente grato dirigirme a Ud. con el objeto de hacerle llegar nuestra adhesión a los actos en homenaje al centenario del natalicio del Dr. Nicolás Jofré. Nuestra entidad ofrece con este fin el Concierto del Coro Polifónico de Mendoza el día 14 del cte. a las 22, en el Salón Cultural de la Asociación. Hago propicia la oportunidad para saludarle con la mayor consideración. Pascual M. Racca, Presidente.

19.- Adhesión de la Comisión Municipal de Cultura de la ciudad de Mercedes

Mercedes (San Luis), 9 de septiembre de 1963. Señor Presidente de la Comisión de Homenaje del Dr. Nicolás Jofré. De nuestra mayor consideración: Tenemos el agrado de acusarle recibo de su atenta nota del 24 de agosto ppdo. en la que nos solicita nuestra adhesión al homenaje del Dr. Nicolás Jofré. Consideramos muy acertado la iniciativa y nos complacemos en agradecer la invitación a tan honroso homenaje. Como esta Comisión ha obtenido un espacio radial en la emisora local, desearíamos nos envíen la biografía del Dr. Jofré, como así también cualquier otro dato que pudiera ser de interés para la alocución radial a disertarse el 10 de septiembre próximo. Reiteramos nuestra más cálida adhesión y nos complacemos en ofrecer toda la cooperación que podamos brindarles. Sin otro particular y a la espera de sus gratas noticias, hacemos propicia la oportunidad para saludarlos muy atentamente. Prof. Tomás Ferrari, Presidente. Lorenzo M. Rowe, Secretario.

20.- Decreto de adhesión de la Intervención Federal

Exp. Nº 7175-C-63 Decreto Nº 1918-IF-G.- San Luis, 10 de setiembre de 1963. VISTO: Que el 14 del corriente se cumplirá el centenario del nacimiento del Doctor Nicolás Jofré, llamado con justicia hijo preclaro de esta Provincia, y CONSIDERANDO: Que, además de eminentes cargos públicos, el Dr. Jofré ejerció un alto y prolongado magisterio desde la cátedra, el estrado, el libro y el periódico; Que toda su vida constituye un aleccionador ejemplo de virtudes ciudadanas, encaminadas a la celosa custodia del bien común; Que su constante preocupación por el progreso del terruño y la felicidad del pueblo puntano se tradujo en una generosa entrega de relieves magistrales, particularmente como mentor de la juventud estudiosa; Que esta Intervención Federal considera deber de todo Gobierno exaltar el recuerdo de quienes, con tesón y desinterés, ayudaron a forjar la grandeza de la patria, como asimismo testimoniar el agradecimiento que la posteridad tributa a quienes trazaron tumbos de concordia. Por todo ello, el Interventor Federal en la Provincia DECRETA: Art. 1º.- Adherir a los actos preparados por la Comisión de Homenaje al doctor Nicolás Jofré, a realizarse en el transcurso de la presente semana en esta ciudad y en la histórica villa de San Francisco del Monte de Oro, con motivo del centenario del natalicio del distinguido hombre público. Art. 2º.- Comisionase al señor Subsecretario de Instrucción Pública y Previsión Social. Escribano don Jorge Laborda Ibarra, para que en representación de esta Intervención Federal, asista a la ceremonia a realizarse el día 14 del corriente a las 11 hs. en el Cementerio Central de esta ciudad y deposite en el mausoleo que guarda los restos del eminente puntano, una ofrenda floral. Art. 3º.- Comuníquese, publíquese, dése al Registro Oficial y archívese.- Luis Garzo, Francisco J. Darriba.

21.- Nota por la que se sugiere que se dicten clases alusivas

San Luis, 10 de setiembre de 1963. Al Señor Interventor en el Consejo de Educación. Don Miguel Quevedo. De nuestra mayor consideración: El 14 del corriente se cumplirá el centenario del nacimiento de una de las figuras más representativas del quehacer cultural puntano, el doctor Nicolás Jofré, quien a través de su fecunda labor en el campo de la jurisprudencia, la literatura, la docencia y el periodismo, ha dejado elocuentes testimonios de su amor al terruño. Consideramos que esta circunstancia resulta sumamente propicia para avivar el fuego de nuestras tradiciones, motivo por el cual nos es muy grato sugerir al señor Interventor la conveniencia de que en los establecimientos dependientes del Consejo de Educación, y en el transcurso de este mes, se recuerde la generosa siembra del Dr. Nicolás Jofré, mediante clases alusivas, composiciones o cualquier otra forma que las autoridades escolares consideren digna y apropiada. Como una guía para maestros y alumnos, destacamos que sobre la vida y la obra del doctor Nicolás Jofré, existen los siguientes trabajos: Jesús T. Lucero: “Reseña Histórica de la Escuela Normal Superior Juan Pascual Pringles”; María Delia G. de Montiveros: “Un puntano eminente - El Dr. Nicolás Jofré” en Revista San Luis, número 24; Juan Miguel Otero Alric: “Nicolás Jofré”, en Revista San Luis, número 35; Urbano J. Nuñez: “El noble sembrador”, en San Luis, lecturas regionales para sexto grado. Además, a partir del 5 del corriente, el diario local “Democracia” ha iniciado la publicación de una serie de transcripciones de los trabajos antes mencionados. Agradecemos al señor Interventor la deferencia que quiera prestar a esta iniciativa y, con tal motivo, saludamos a usted muy cordialmente. José A. Mini, Vocal. Jesús L. Tobares, Secretario. (Igual pedido fue formulado al Inspector Seccional de Escuelas Nacionales, don Rosario Muñoz Sarmiento).

22.- Adhesión del Comité 14 del Partido Acción Popular Sanluiseña

Resolución Nº 10. Al cumplirse el primer centenario del nacimiento del Dr. Nicolás Jofré las autoridades del “Comité Nº 14” del Partido Acción Popular Sanluiseña, presente en todas las manifestaciones para rendir culto a las figuras señeras que dieron lo mejor de sí mismas en beneficio de la colectividad y CONSIDERANDO : Que los pueblos deben cimentar la cultura de las sociedades modernas en los pilares que dejaron un recuerdo permanente por dedicar sus vidas y sus obras al bien público para acrecentar la grandeza y prosperidad de la Patria. Tal fue la vida del Dr. Nicolás Jofré. Educador, por sobre todas las cosas. Fue un entusiasta consejero de la verdad y dedicó sus mejores días a la enseñanza. Político insobornable, supo de las vicitudes partidarias, de las incomprensiones de los hombres y en esas horas, quizás de tribulación espiritual, estudió incansablemente, graduándose de abogado. Es, entonces, que la judicatura de la provincia lo contó entre sus principales colaboradores. Hombre fecundo, en su vasta obra como escritor, periodista, desplegó toda actividad para, contarle entre los “grandes” del terruño. El Comité 14, en uso de sus atribuciones, RESUELVE: Art. 1º: Adherir al homenaje público que se le tributará al Doctor Nicolás Jofré, los días fijados por la Comisión de Homenaje. Art. 2º: Concurrir a los actos programados. Art. 3º: Comunicar a las autoridades partidarias la presente Resolución. Art. 4º: Remitir copia de la misma a la Comisión de Homenaje. San Luis, 10 de setiembre de 1963. Juan F. Olivera, Presidente. César Ferramola, Secretario.

23.- Decreto ordenanza por el que se da el nombre de Nicolás Jofré a una calle de la ciudad

Expediente Nº. 2689-C-63 San Luis, 11 de setiembre de 1963. Decreto- Ordenanza Nº 18-0-63. Visto: La nota de presentación en el expediente Nº 2689-C-63, de la Comisión de Homenaje al Doctor Nicolás Jofré, mediante la cual solicitan que un pasaje o una calle de nuestra ciudad lleve el nombre del egregio maestro puntano y CONSIDERANDO: Que el Dr. Nicolás Jofré es una de las figuras más representativas del quehacer cultural puntano, tal lo demostrado en su paso por la docencia, el periodismo, la literatura; Que a través de su fecunda e infatigable labor ha dejado testimonios elocuentes de su sentir por el suelo natal; Que por los motivos antes expuestos, la petición presentada por la Comisión de homenaje al ilustre maestro puntano merece el más amplio apoyo de las autoridades comunales por cuanto la realización de tal solicitud constituye el homenaje de toda la ciudadanía; por ello, el Intendente Municipal Interventor, ad-referendum del Superior Gobierno de la Intervención Federal, DECRETA: Art. 1º) Designase con el nombre de DOCTOR NICOLAS JOFRE a la calle que va desde Aristóbulo del Valle hacia el Norte, hasta calle Martín de Loyola y comprendida entre las calles Judith Tula y Río Bamba de esta ciudad. Art. 2º) Elévese mediante atenta nota de estilo copia del presente decreto, luego de su homologación, a la Comisión de homenaje al Doctor Nicolás Jofré, Instituciones Bancarias de nuestro medio, Oficina de Correos y Telecomunicaciones, Obras Sanitarias de la Nación. Dirección de Catastro y Tierras Fiscales de la Provincia y demás dependencias que correspondan. Art. 3º) Comuníquese, etc. Antonio I. Quiroga Allende, Intendente Municipal Interventor. Bruno Mario Scanferlato, Secretario de Obras Públicas Municipal.

24.- Adhesión del Comité Ejecutivo del Partido Acción Popular Sanluiseña

San Luis, 12 de septiembre de 1963. Señor Presidente de la Comisión de Homenaje al Dr. Nicolás Jofré en el centenario de su natalicio. Tengo el agrado de dirigirme al señor Presidente, con el objeto de comunicarle que el Comité Ejecutivo del Partido Acción Popular Sanluiseña, identificado con la justiciera recordación de la personalidad del eminente hombre público que fue el Dr. Nicolás Jofré, ha dictado la siguiente Resolución: “San Luis, 12 de septiembre de 1963. VISTO: La organización de los actos programados por la Comisión de Homenaje al Dr. Nicolás Jofré, en el centenario de su natalicio. Y CONSIDERANDO: Que el Dr. Nicolás Jofré contribuyó desde la cátedra, la tribuna política y la función pública a la educación cívica y política del ciudadano, y que su vida constituye un ejemplo, por la pureza de sus ideales. Que las autoridades del Partido Acción Popular Sanluiseña, identificadas con la justiciera recordación de la personalidad del eminente hombre público que fue el Dr. Nicolás Jofré, considera un deber expresar el reconocimiento de la obra que cumplió en bien de la provincia. Por ello, el Comité Ejecutivo del Partido Acción Popular Sanluiseña, RESUELVE: 1º) Adherir a los actos organizados por Comisión de Homenaje al Dr. Nicolás Jofré en el centenario de su natalicio. 2º) Invitar para que asistan a los actos programados, a los miembros del Comité Ejecutivo, dirigentes y afiliados del Partido Acción Popular Sanluiseña. 3º) Remitir nota, con copia de esta Resolución, a la Comisión de Homenaje al Dr. Nicolás Jofré, en el centenario de su natalicio, y a sus familiares”. Saludo al señor Presidente con mi mayor consideración. Dr. Briardo Llorente Ruiz, Presidente. Antonio I. Urteaga, Secretario.

25.- Adhesión de la Confederación General del Trabajo Delegación Regional San Luis

Resolución Nº 1.- VISTO: Lo resuelto por la Comisión de Homenaje a tributarse en memoria del Doctor Nicolás Jofré; y CONSIDERANDO: Que el ilustre puntano, como ciudadano y maestro, fue y sigue siendo en el recuerdo, la savia de la sabiduría, la justicia y la sensibilidad, puesta al servicio de la Provincia y de la Patria; Que su consagración al estudio y el fruto de su saber, se ha nutrido permanentemente en las raíces de la verdad, hasta convertirse en guías de las juventudes estudiosas de su pueblo, a través de sus generaciones; Que la clase trabajadora organizada, participa de la vida nacional en expresiones y muy especialmente cuando, como en estos casos, hace a la cultura de la Provincia, a través de uno de sus más preclaros hijos. Por ello, la Confederación General del Trabajo (Regional San Luis), RESUELVE: Art. 1º) Adherir en un todo a los actos de homenaje que se tributarán al Doctor Nicolás Jofré. Art. 2º) Comunicar a la Comisión de Homenaje de la presente resolución y enviar copia de la misma. Art.3º) Dar a publicidad la presente.- San Luis, setiembre 12 de 1963. Antonio C. Espantoso, Delegado Regional. Carlos E. Correa, Secretario Administrativo.

26.- Adhesión del Consejo de Educación

Resolución Nº 92 Expte. 1484-I-963.- San Luis, 12 de setiembre de 1963. VISTO: los actos programados por la Comisión de Homenaje al Doctor Nicolás Jofré, con motivo de cumplirse el centenario de su natalicio y CONSIDERANDO: Que el ilustre hombre público, ejerció entre otros cargos, el de Vocal del H. Consejo de Educación de la Provincia, oportunidad en la que demostró su preocupación por los problemas educacionales de la misma, poniendo a su servicio sus encumbrados dotes de maestro y ciudadano; Que nuestra tierra puntana lo cuenta entre sus hijos predilectos, que con el ejemplo y trabajo tesonero dejaron fuentes de inspiración permanente para las generaciones venideras; Que ante tan relevantes méritos, se hace un deber del H. Consejo de Educación tributarle merecido homenaje; por ello, el Interventor Interino en el H. Consejo de la Provincia, en uso de sus atribuciones, RESUELVE: 1º) Adherir a los actos preparados por la Comisión de homenaje al Doctor Nicolás Jofré, a realizarse en el transcurso de la presente semana en esta ciudad y en la histórica villa de San Francisco del Monte de Oro, con motivo del centenario del natalicio del distinguido hombre público. 2º) Comisionar a los inspectores Técnicos Seccionales Isolina Bustamante de Ponce, Armando N. Arce y Omar Gilberto Bazán, para que en representación del Consejo de Educación, asistan a la ceremonia a realizarse el día 14 del corriente a las 11 horas en el Cementerio Central de esta ciudad, y depositen en el mausoleo que guarda los restos del eminente puntano, una ofrenda floral. 3º) Regístrese, dése a conocer y archívese.- Miguel Quevedo, Interventor Interino. María E. N. Saad de Amieva, Pro-secretaria General

27.- Adhesión de la Cámara de Diputados de San Luis

San Luis, 13 de setiembre de 1963. Al señor Presidente de la Comisión de Homenaje a la memoria del Dr. Nicolás Jofré.- Tengo el agrado de dirigirme al señor Presidente, con el objeto de expresarle la mas cálida y emotiva adhesión de la Legislatura de San Luis, a los actos de homenaje al Doctor Nicolás Jofré con motivo de cumplirse el centenario de su natalicio. Su personalidad, hombría de bien y contracción al estudio, hacen de él, indudablemente, uno de los hijos más ilustres y ejemplares de esta tierra puntana. Hago propicia la oportunidad, para felicitar a la Comisión de Homenaje que Ud. preside, por la concreción de tan magnífica iniciativa.- Saludo al señor Presidente con mi mayor consideración.- Miguel Angel Flores, Presidente. Rodolfo César Lezcano, Prosecretario.

28.- Inscripción de la placa de bronce mandada fundir por la Comisión de Homenaje

AL EDUCADOR Y JURISCONSULTO DOCTOR NICOLAS JOFRE

Cultivó la planta humana con fervor de artista. Defendió la ley con el rigor del varón justo. Su recuerdo es verdor de laurel, ala incansable.

LA COMISION DE HOMENAJE EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

San Luis de Loyola

1863 -14 de septiembre -1963

(Este texto fue redactado por la Dra. Maria Delia Gatica de Montiveros. La placa, fundida en los Talleres Olinto Gallo de la ciudad de Rosario, fue conducida gratuitamente por la Empresa de Transportes “Expreso San Luis”).

TERCERA PARTE

Transcripciones

CARMEN ELENA QUIROGA DE CHENA

NICOLAS JOFRE

Su nutrida biblioteca con varios miles de volúmenes de diversas ramas del saber, revela al estudioso. Espíritu de disciplinas posee vasta versación sobre clásicos y modernos, asignándole el papel de mentor de la juventud, rol en que actuó ampliamente al frente del Rectorado del Colegio Nacional Dr. Juan Crisóstomo Lafinur. ¿Por qué el doctor Jofré no ha publicado ningún libro que asegure la supervivencia de su espíritu y de su nombre, definitivamente y asaz vinculado a nuestro ambiente? Pero, hablemos de su aporte a la cultura en todo momento y en múltiples aspectos. Su tertulia continua siendo el cenáculo concurrido por quienes gustan aproximarse a las fuentes de belleza para abrevar el espíritu con selectas emociones. Pero no es sólo el cautivante placer estético que les congrega; a él se une la elevada comprensión de las ideas como simiente de cultura, que, evidentemente, tiene repercusión en el ambiente. Versado en latín y griego, cultivó el verso de métrica clásica y tradujo a Virgilio. Su vena de hombre de pluma le llevo al periodismo y cuanto diario y revista vieron la luz en San Luis, a lo largo de sus 86 años, le encontraron dispuesto a participar de esos empujes y de esos anhelos, que son voces del yo inspirado por el arte, las letras, la ciencia, la vida; aleteos del espíritu que ensaya el vuelo sugestionado por la altura y la luz. De su copiosa labor oral de los últimos años, alcanzó fama la conferencia expresamente dedicada a los jóvenes ateneístas del Ateneo Lafinur (1933), que giró alrededor del tema “Leonardo Da Vinci; cómo veo a la Gioconda”.

Manifiéstase en ella una faceta de su fina espiritualidad como crítico de arte. Aún despliega importante actividad mental y acción en la escena pública y en el ciclo de extensión cultural que la Universidad de Cuyo, por medio del Instituto Pedagógico (San Luis) realiza el año en curso, el doctor Jofré disertó acerca de “José de San Martín en San Luis”. Nos consta que el doctor Jofré conserva numerosas páginas manuscritas, con esa prolijidad y orden que le son proverbiales.

INEDITOS EN CARPETAS

-La guerra civil de la organización nacional, con relación a Cuyo; diversos caudillos.

-Historia del radicalismo en San Luis. La revolución puntana de 1893 (tres carpetas) -Traducciones y folklóricas (dos carpetas).

-Conferencias sobre diversos temas, personajes destacados, nacionales y puntanos (dos carpetas).

-Monografías. Revolución de 1874 (una carpeta).

-Escritos jurídicos (varias carpetas).

-Ensayos poéticos. Traducciones en versos de poesías del francés y del italiano.

-Un romance del Coronel Juan Pascual Pringles.

-El brazo y el pensamiento - paralelo y diálogo entre San Martín y Pringles.

-Pensamientos y reflexiones sobre asuntos educacionales, literatura, arte, crítica y filosofía (una carpeta).

PUBLICACIONES

-Revolución de 1874 (folleto).

-Los cuatro hermanos Videla (folleto).

-Lanza seca (opúsculo).

-Colaboraciones en Revista de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, tomo VII, correspondiente al año 1930, publicado en 1937.

-Santos Valor y los nietos de Blas Videla.

-El Lancero Ayala.

-Los cuatro hermanos Videla (alocución al estudiantado de la Escuela Normal y Colegio Nacional, S. L.).

Es interesantísimo conocer, a través de sus recuerdos y evocaciones, episodios y escenas que alcanzan el valor de crónica histórica local, de cuyos actores se conservan reminiscencias directas o mediante vinculaciones familiares. Esa historia de los pueblos que rara vez se escribe y subsiste por la tradición, esa historia de San Luis, en los actuales días se encarna en la persona doctor Nicolás Jofré. Exhumando de las bibliotecas particulares locales, de más de medio siglo, extraemos las enjundiosas páginas que se transcriben por su belleza y valor documental. Año 1888... La palabra del señor Nicolás Jofré en siembra de cultura, de ideales, emulaciones y entusiasmos, en el ambiente sanluiseño se recogía con deleite y simpatía.

(CARMEN ELENA QUIROGA DE CHENA: Voces de San Luis - Córdoba, 1947, páginas 38-40).

JESUS T. LUCERO

El VICE DIRECTOR D. NICOLAS JOFRE

El señor Eulalio Astudillo tuvo en el Vice Director y Regente D. Nicolás Jofré, su más eficiente colaborador. Se formó casi paralelamente al Director Astudillo, como alumno del maestro elemental D. Juan de Dios Escobar. Todavía guarda en su biblioteca, en lugar especial, más de una veintena de libros que se usaran entonces en las escuelas por mandato de Sarmiento y Avellaneda. La Escuela Normal de Maestros, conserva en una urna, como una reliquia sagrada, el “SILABARIO” de Sarmiento, edición de más de 70 años, donado por el Dr. Nicolás Jofré, que lo usara en su infancia. En 1878, tuvo en Mercedes (San Luis) al maestro Saturnino G. Camarero, de quien le hemos oído decir, aprendió sus normas de vida, su amor a la escuela y a los niños. Cursó sus estudios normales en Tucumán bajo la dirección de Paul Groussac, después de lo cual, en el transcurso de los años, estructuró la honrosa foja de servicios que sintéticamente se consigna en seguida. Socio fundador de la Sociedad Literaria Sarmiento, de Tucumán, en 1884; maestro de la escuela nocturna de adultos que fundó la Sociedad antes citada, en Tucumán; maestro de la escuela graduada de Mercedes, San Luis, en 1885; Director de la escuela graduada superior LAFINUR, de San Luis, en 1886; Vocal del Consejo de Educación de la provincia en 1888; Vice Director y Regente, con cátedra de Moral y Urbanidad, Historia Argentina y Pedagogía de la Escuela Normal de Maestros en 1887, cargos de los que fue separado juntamente con el Director y otros, en ocasión de los acontecimientos políticos de 1893. En 1896, cursó los seis años del bachillerato en el Colegio Nacional de San Luis. Posteriormente fue profesor de Moral Cívica de la Escuela Normal de Maestros (1912) y de Historia General en el Colegio Nacional (1909 a 1917). En 1912 fue designado Rector y Profesor del Colegio Nacional de San Luis, en cuyos cargos se jubiló en 1932. Como abogado cuenta más de 30 años de ejercicio, habiendo desempeñado diversos cargos en la judicatura. En el orden administrativo, ocupó la cartera de gobierno los períodos 1908 y 1918. Fue miembro de las convenciones locales de 1892 y 1906. Ha colaborado en 12 revistas publicadas en San Luis y en los diarios “El Destino”, “El Pueblo”, “El Demócrata”, “El Noventa”, “El Heraldo”, “Nueva Era”, “La Opinión”, etc. Tal es, en síntesis, la actuación pública de uno de los hombres de San Luis, para quien su pueblo tiene reservados con mayor justicia, sus sentimientos de admiración, respeto y gratitud. Desde su retiro sigue enseñando. A su biblioteca -tal vez la mejor biblioteca particular de San Luis- recurren diariamente abogados, profesores, maestros y alumnos secundarios y universitarios, a consultar sus obras y la sabiduría y experiencia de su poseedor.

(JESUS T. LUCERO: Reseña histórica de la Escuela Normal Superior “Juan P. Pringles” en el 75º aniversario de su fundación 1876-1951. San Luis, 1951, páginas 57 y 58.)

MARIA DELIA GATlCA DE MONTlVEROS

UN PUNTANO EMINENTE: El DR. NICOLAS JOFRE

En el mes de septiembre último el doctor Nicolás Jofré cumplió noventa años de edad. A la emoción jubilosa que este acontecimiento ha producido en cuantos conocemos al doctor Jofré y tenemos motivos para estarle agradecidos -¿quién que lo haya conocido y tratado deja de estarle agradecido en alguna medida?- se ha asociado el momento de meditación frente a una existencia que ya esta siendo historia viva en nuestro medio. Y ese momento de meditación ha permitido aquilatar mejor la lección ejemplar de su vida, noble hito en la tradición cultural de San Luis. Todos los órganos periodísticos locales han reflejado un sentimiento unánime de admiración hacia este patriarca de la puntanidad. Y las voces no escritas de varias generaciones que han recibido su influjo espiritual dicen la mejor alabanza, que es la del cariño siempre vivo. En el histórico valle de San Francisco del Monte de Oro nació el doctor Nicolás Jofré el año 1863. Hijo de Nicolás Jofré y de Isabel Muñoz vio la luz en el solar de sus abuelos paternos donde don Nicolás padre tenia una casa de negocio. “Recibí el agua bautismal de manos de un autorizado, un señor Tello, nos dice el doctor Jofré -con quien hemos pasado una mañana luminosa hurgando en los recuerdos de su vida-, pero contando yo seis meses fue allá en misión el sacerdote puntano Emeterio Lucero, que fue quien me administró los santos óleos”. Don Nicolás nombra a sus padrinos Fabiana Orellano y Francisco Lucero. Su madrina se casaría con Zoilo Concha, Coronel expedicionario del desierto, Gobernador de San Luis por los años 1881-1884. De esa unión nacería Celia Concha, que andando el tiempo sería la digna esposa de nuestro biografiado. La muerte prematura de la dulce madre, cuando el pequeño Nicolás contaba cuatro años, le hizo cambiar de ámbito. Don Nicolás fue a establecerse con sus hijos a Luján (San Luis) y en una propiedad suya abrió una casa de negocio. El hijo concurrió a la escuela que Eulalio Astudillo (antes de realizar sus estudios en Tucumán) dirigió en Luján, en la casa de las Menéndez. Después, en San Francisco, fué alumno de don Juan de Dios Escobar, maestro de varios claros varones de nuestra historia provincial. En 1872 el padre del doctor Jofré vende negocio y propiedad en Luján para ir a establecerse en la entonces muy joven Villa Mercedes. Allí termina su escuela primaria, teniendo por maestro a Saturnino G. Camarero, de hondos recuerdos para aquel excelente alumno. Las dotes intelectuales del jovencito lo señalan notoriamente, y parientes y amigos entienden que debe seguir el camino de las aulas. Pero no tiene recursos para costearse estudios fuera de la provincia. Un Coronel Rodríguez le ofrece una beca a fin de que curse estudios en el Colegio Militar. Pero llega a su conocimiento que el gobierno de la provincia acuerda becas para los aspirantes a estudios del magisterio en la histórica Escuela Normal de Tucumán, entonces dirigida por Paul Groussac. “Siempre tuve vocación de educador -nos dice don Nicolás- y rechazando aquella beca que me haría militar, vine a San Luis a solicitar del señor Gobernador, el Coronel Zoilo Concha, gran amigo de mi padre, una beca para estudiar en Tucumán, la que me fue fácilmente acordada”. Y agrega el doctor Jofré: “En esos mismos días tuve otra gran satisfacción: solicité y obtuve otra beca para mi amigo Raúl B. Díaz, que estaba errando su vocación, pues había iniciado los estudios de la carrera militar en Buenos Aires”. Juntos fueron a Tucumán los amigos y de inmediato se destacaron en aquella escuela Normal, donde ya habían sobresalido Juan T. Zavala y Eulalio Astudillo, a quienes, concluidos sus estudios, Groussac designó maestros del Departamento de Aplicación de la misma Escuela. Con estos ilustrados puntanos y dos jóvenes más, Nicolás Jofré creó en Tucumán la Sociedad Literaria “Sarmiento”, que fundó una escuela nocturna para adultos, en la que el joven Jofré dió sus clases gratuitamente, noche a noche. Vuelto a su provincia con el título de “Profesor Normal” que entonces concedía aquella Escuela Normal, Nicolás Jofré se entrega con fervor a la que había de ser la misión fundamental de su existencia: educar. En Mercedes es maestro de grado en 1885. En San Luis, Director de la Escuela Graduada Superior “Lafinur” en 1886. En 1888 es nombrado Vocal del H. Consejo de Educación de la Provincia. La Escuela Normal de Maestros, que en sus comienzos funcionó como dependencia anexa al Colegio Nacional de esta ciudad, había sido clausurada en 1884 por falta de presupuesto. Al restablecerse en 1887 su funcionamiento, pudo hacerlo como instituto autónomo. Entonces el Profesor Nicolás Jofré fue designado Vice-Director, Regente del Departamento de Aplicación y Profesor de Critica Pedagógica, siendo nombrado Director el Profesor Eulalio Astudillo. La Escuela Normal renacida comenzó a cimentar su prestigio, y en ello jugó un papel decisivo la acción inteligente, tesonera y cordial de sus autoridades dirigentes. Mas a raíz de los acontecimientos políticos que sacudieron al país en 1893, Nicolás Jofré, juntamente con el Director y varios profesores y maestros, fueron separados de sus puestos. Los años que siguieron fueron para nuestro gran puntano años de destacada acción civil e intensa formación cultural. En 1896 cursó todo el bachillerato en el Colegio Nacional de esta ciudad, y luego se inscribió en la Facultad de Derecho de Buenos Aires. Pero en la imposibilidad de cursar regularmente los estudios jurídicos en esa Capital, rindió en esta ciudad los exámenes exigidos para obtener el título de “Abogado Provincial”. Desde entonces comenzó a destacarse en la actividad forense, y ha honrado a la provincia con varios cargos en la judicatura. En 1888 había contraído matrimonio con una de las hijas del Coronel Concha, según queda dicho ya. Fundó su hogar en la casa que edificara y habitara don Zoilo en los últimos años de su vida. Venerable casona que el tiempo ha convertido en relicario; cordial casa antigua donde ahora crecen frondosas las enredaderas, y donde las rosas y malvones, que sólo saben de ciclos anuales, florecen con el colorido de otros días venturosos para el corazón de don Nicolás. Allí nacieron los hijos Edgar, Arnaldo, Blanca Ilsa, Nicolás… Con su esposa, la gentil señora Celia, formaron una pareja de singular prestigio en la sociabilidad tradicional y en la vida cultural de esta ciudad. No hubo acto de trascendencia espiritual en este ambiente en el cual no participaran en una u otra forma. Colaboraba asiduamente el doctor Jofré en diarios y revistas. Los temas artísticos, literarios, históricos, políticos y educacionales eran y siguen siendo de su preferencia. Lector incansable -como su esposa- adquirió amplio conocimiento de las literaturas castellana francesa, italiana, inglesa... Los grandes clásicos griegos y latinos le fueron igualmente conocidos. La fuerza expansiva de su saber se ponía de manifiesto en sus escritos, en sus conferencias y en esa su noble conversación, claro ejercicio del espíritu, justamente apreciado en aquellos años en los que quedaban gratas pausas para la vida del alma. En esos años también militó intensamente en política, en las filas del partido Radical. Sus rasgos relevantes de ciudadanía lo llevaron a figurar como miembro de las convenciones locales reunidas en 1892 y 1906. También fue llevado, por sus indiscutibles méritos personales, a desempeñar las funciones del Ministerio de Gobierno en 1908 y 1918. Forzosamente alejado de las aulas, según lo hemos visto, tenía que volver también necesariamente a ellas para bien de su provincia, En 1912 ocupó la cátedra de Moral Cívica en la Escuela Normal de Maestros. Un período brillante de su actuación docente está comprendido en la década 1922-1932, en la que el doctor Nicolás Jofré desempeñó el cargo de Rector del Colegio Nacional “Juan Crisóstomo Lafinur”. Con las energías vigorosa de un espíritu siempre joven se entregó de lleno a sus funciones en esa casa de estudios. Pero digamos pronto que para el doctor Jofré, ser Rector significó principalísimamente disfrutar con amplitud de las posibilidades de actuar como educador. Aquella su fervorosa vocación de los años mozos mantenida limpiamente pese a las circunstancias que reiteradamente le alejaron de la docencia activa, encontró en la época de su alta madurez espiritual la ocasión de ejercitarse plenamente y brindarse con proverbial generosidad. En el desempeño de sus cátedras encontraba un fontanar de goces puros. Explicara Matemáticas o enseñara Historia, siempre el mismo entusiasmo, siempre la justa acomodación de los contenidos didácticos a las exigencias de las mentes en formación y a la vida toda de sus alumnos. SI EDUCADOR ES QUIEN ACTUA COMO HOMBRE CABA SOBRE EL HOMBRE TOTAL, según la escueta y honda definición de Jonás Cohn, don Nicolás llegó a ser un gran educador de la juventud. Su EROS PEDAGOGICO se aproximaba a sus alumnos, y éstos se llegaban confiadamente a su gran corazón. Su amplio saber se entregaba plenamente en las áureas horas del aula. Su autoridad era como un don, y nadie podía dejar de respetarle. El contacto espiritual entre el Rector educador y sus muchachos se prolongaba con frecuencia en su biblioteca particular, donde se continuaba la explicación pendiente, o se concluía la investigación iniciada. A la biblioteca del doctor Jofré acudían diariamente los alumnos secundarios, tanto del Colegio Nacional cuanto de las Escuelas Normales; las alumnas maestras encontraron con frecuencia allí una preciada indicación para la preparación de sus clases de práctica pedagógica y las ilustraciones necesarias. En el ejercicio pleno de una docencia entendida como altísima misión, el doctor Nicolás Jofré recibió su jubilación oficial en el año 1932. La jubilación oficial, decimos; por cuanto aún en la cima de sus noventa años sigue ejerciendo una docencia libre que es consubstancial con su vida misma... Por eso su biblioteca, renombrada en toda la provincia, ha continuado ofreciendo su rincón espiritual a educadores, abogados, estudiantes, que en los nutridos anaqueles encuentran el libro buscado, o el dato preciso en el saber y la experiencia de un hombre culto que en transmitir sus conocimientos encuentra uno de los más puros goces de su existencia. El aporte del doctor Jofré a la cultura de San Luis es valioso también por su labor de publicista. Ha participado él en la casi total evolución del periodismo puntano. Todas las revistas editadas en nuestra ciudad han contado con su firma. Ha colaborado asimismo en revistas de la Capital Federal. El doctor Jofré fue un conferencista de alto vuelo y de gran resonancia en el San Luis finisecular y en las primeras décadas del presente siglo. Algunas de sus conferencias fueron publicadas en su hora, pero la mayoría de ellas permanecen en las ordenadas CARPETAS donde el ilustre anciano guarda sus numerosas y variadas producciones. Nos sorprende que no haya publicado un libro; aunque para su consagración en el puesto singular que le corresponde en el desenvolvimiento cultural de esta provincia no lo necesite ciertamente. De sus publicaciones en folleto podemos recordar: “Revolución de 1874”, “Los cuatro hermanos Videla”, “Lanza seca”, “Romance del y de Panchita Hernández”. En sus carpetas se puede encontrar el aleteo inquieto del espíritu multiforme de Nicolás Jofré. Allí esperan una edición que sea exponente de la gratitud de la puntanidad varias monografías valiosas para nuestra historia civil y política; muchas otras páginas de indudable valor documental y literario. Allí están: “La Guerra civil de la Organización Nacional con relación a Cuyo”. “Historia del Radicalismo en San Luis y La Revolución puntana de 1893” (tres carpetas). “Monografía sobre la Revolución de 1874 y la Guerra del Paraguay”. “Arte y Poesía” (una carpeta). “Tradiciones Folklóricas” (dos carpetas). “Pensamientos” (sobre asuntos educacionales, literatura, arte, critica y filosofía) (una carpeta). “Literarias” (Con traducciones en verso de poesías del francés y del italiano) (una carpeta). “Conferencias” (una carpeta). “Siluetas” de personajes destacados nacionales y puntanos (una carpeta). “Escritos jurídico” (varias carpetas). “Artículos y discursos funerarios” (una carpeta). “El brazo y el pensamiento” (Paralelo y diálogo entre San Martín y Pringles), etc. Gran parte de su intensa vida espiritual ha quedado objetivada en el material de estas CARPETAS. Allí su verbo, que tantas veces supo convencer o conmover, está hecho letra para los estudiosos que vengan después. No es fácil decir todo lo que el doctor Nicolás Jofré significa en las empresas culturales de San Luis. Su nombre está también vinculado a la creación de nuestra máxima casa de estudios: la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Cuyo. En efecto, fué de los más conspicuos promotores de nuestro originario Instituto Pedagógico. Aun en 1947, en un ciclo de extensión cultural, el doctor Jofré disertó sobre “San Martín en San Luis”. Pero don Nicolás ha conquistado una gloria aun más preciada que la de la admiración y reconocimiento intelectual: es el laurel siempre vivo de la veneración y afecto profundos de sus comprovincianos; es la moneda cordial con que los hombres premian la obra de las vidas ejemplares, si ellas se dieron también en alto amor.

(MARIA DELIA GATICA DE MONTIVEROS: Un puntano eminente -El Dr. Nicolás Jofré- En SAN LUIS, Revista de la Asociación de Empleados del Banco de la Provincia de San Luis, Año VI, Núm. 24, San Luis, Diciembre de 1963, páginas 3-5.)

URBANO J. NUÑEZ

COMO UNA ESTRELLA

Desde las 15 del domingo 23, San Luis ha vivido hondas horas de duelo, al difundirse la noticia del fallecimiento del doctor Jofré. Es que, sin lugar a dudas, el eminente puntano que acaba de desaparecer, era una de las figuras más nobles y queridas de este pueblo que él contribuyó a elevar con su vasta labor cultural, prodigada con humildad de verdadero maestro. Don Nicolás Jofré había nacido en San Francisco del Monte de Oro, el 14 de septiembre de 1863. Realizó sus estudios primarios con Eulalio Astudillo, con Juan de Dios Escobar, con Froilán Quiroga y con Saturnino González Camarero, magnifica pléyade de educadores con los que todavía está en deuda nuestra provincia. Pasó más tarde a la Escuela Normal de Tucumán, donde recibió la influencia bienhechora de ese singular estudioso que fué Paul Groussac. Condiscípulo de Onofre Betbeder en Villa Mercedes, lo fué de Raúl Basilio Díaz en la escuela tucumana, dejando en todas partes rastros luminosos de su vocación docente. Enamorado de esta tierra suya, supo indagar en su historia con honrado desvelo, a la vez que atesoraba valiosos testimonios del pasado puntano, que ayudó cordialmente a estudiar y comprender. Así, no solo forjó discípulos sino que alentó esperanzas, guió nobilísimas inquietudes, allanó a todos los rumbos los senderos del saber y de la cultura. Por eso la muerte tan sólo lo aleja. Más allá de su tumba, don Nicolás seguirá acompañándonos, maestro y amigo, para no dejemos de dar a esta tierra suya, a esta tierra nuestra, lo mejor de nosotros mismos, así como él lo dió: con la mano cordial y el corazón sereno.

ELEGIA PARA UN MAESTRO

En la muerte de D. Nicolás Jofré

Eras como el arroyo de tu serranía, generoso y fecundo, todo luz y gorjeo. Pasabas, y a tu vera la rosa se entreabría, se doraba la tarde, perfumaba el poleo.

Decías tu palabra, y en la arena brotaba, flor y estrella, la esperanza. Callabas, y una música serena trazaba un rumbo azul en lontananza.

Tú fuiste sembrador de mano amiga, humilde en tu quehacer manso y sencillo. Si se adornó tu brazo con la espiga, más se alegró tu noche con el canto del grillo.

Ahora que ya duermes, en la tarde crece el rumor de tu palabra buena. Y es una estrella de oro y es una rosa que arde tu recuerdo acendrado por la pena.

(Estos dos trabajos, aparecidos sin indicación de autor en el Nº 449 diario “DEMOCRACIA” de San Luis el martes 25 de marzo de 1958, fueron escritos por Urbano J. Nuñez).

JUAN MIGUEL OTERO ALRIC

NICOLAS JOFRE

A Salvador C. A. Témoli, que con generoso despren- dimiento depositó en el hueco de mis manos los apuntes que, a instancias del profesor Olegario Mal- donado, recogieron recuer- dos autobiográficos de Ni- colás Jofré.

LOS DOS VIEJOS

En la vetusta casona de la calle San Martín, refugio tranquilo y acogedor donde Nicolás Jofré proyectaba en la senectud la vigencia de un noble y vigoroso magisterio, recibió hacia 1951, la visita del profesor Olegario Maldonado, su discípulo de los años mozos. El huésped, ya septuagenario, tras un honroso desempeño en la docencia secundaria como Inspector de Enseñanza y como Director de la Escuela Normal “José María Torres”, donde alcanzara su retiro jubilatorio en 1939, interesóse en conocer antecedentes biográficos del que -nítido en la penumbra de los recuerdos quinceañeros- fuera su profesor cuando alejado de la Villa Mercedes natal cursó estudios en la Escuela Normal de San Luis que abandonaría poco después para ingresar en las aulas normalistas de Paraná, donde se graduó forjando su personalidad de educador en el escenario del hacer de Alejandro Carbó, de Ernesto Bavio, de Leopoldo Herrera. Profesor y ex-discípulo, ambos en la ancianidad -separábalos una diferencia de edad de pocos años- habían transitado con pasos seguros la escabrosidad y las vicisitudes de largos senderos de sus vidas y algo de común tenían, talvez una identidad de ideales, en los afanes y las luchas; los sinsabores y los triunfos; las desilusiones y las esperanzas de los días distantes que evocaron. Solazaron las horas del coloquio saliendo al encuentro de amados recuerdos. Llegado el instante de la separación, el profesor Maldonado insistió en su anhelo de recopilar antecedentes personales de Nicolás Jofré, con los que pensaba esbozar una reseña biográfica que nunca llegaría a escribir. Para el frustrado propósito poco después remitió un bosquejo de cuestionario para que allegados a la venerable ancianidad del doctor Jofré consiguieran vencer la reticencia de su modestia y en ratos propicios de la vida familiar enhebraran en sucesivas conversaciones la inducida y fluyente rememoración de los recuerdos que aquí destejemos en incompleto epítome biográfico del que hasta hace poco fuera apreciada reliquia viviente de un trozo contemporáneo de nuestra historia lugareña del civismo, de la cultura y de la docencia.

EL BUEN MAESTRO

En un madero recordatorio arrancado de un rincón espeso del bosque puntano, con olor a tierra virgen, el demorado homenaje que aún no hemos tributado pudo haber dado un nombre bautizando la calleja o la plazuela, el rancherío, la escuelita o el vado de un arroyo cantarino en la perduración de estas simples palabras grabadas a fuego: “Saturnino González Camarero. Maestro fervoroso y paternal amigo de dos eminentes puntanos: Raúl Basilio Díaz y Nicolás Jofré”. No hubiera sido menester que la posteridad estuviera dispuesta a concederle otros motivos de predicamento, que ya sobrados los tuvo con haber sabido ganar la afectuosa y jamás debilitada veneración de dos hombres que siendo zagales recibieron de él la generosidad de una siembra copiosa y bienhechora. Al calor de sus enseñanzas los adolescentes hermanaron las almas gemelas que quedaron para siempre acuciadas por la secreta inquietud de ser lo que González Camarero fue para ellos. Y cuando ya formados salieron por los caminos a recorrer la vida, uno, Raúl B. Díaz, fue el sembrador de escuelas, incansable y tenaz como Sarmiento hasta que, sin quererlo, quedó conquistando la eternidad en el mármol que el arte de Luis Perlotti cinceló para una pujante ciudad pampeana. El otro, Nicolás Jofré, cual si cumpliera un juramentado compromiso, volvió al terruño para ser por encima de todas las ambiciones, Maestro de la juventud, y tuvo y la tiene, sino la perduración del bronce, la de su obra en la lección que dio a manos abiertas a cincuenta generaciones de estudiantes que en el aula o en el diálogo, en el colegio o en su biblioteca privada, vieron en su figura la efigie de una ejemplar docencia. Nicolás había nacido en San Francisco del Monte de Oro el 14 de Setiembre de 1863 de la unión conyugal de Nicolás Jofré con Isabel Muñoz. En su formación espiritual no gravitó la influencia materna porque sufrió el infortunio de perderla en los primeros años de vida. Privado del amparo tutelar de la madre prematuramente desaparecida, contó con la redoblada solicitud de Don Nicolás, padre, que en su viudez lo llevó consigo en el deambular entre San Francisco, Luján y Villa Mercedes, según la suerte tornadiza impuso la necesidad de hacerlo en el desarrollo de las actividades comerciales a que estaba dedicado. Los primeros pasos como colegial los dió en San Francisco, bajo la afectuosa guía de Juan de Dios Escobar, de trascendente e inolvidable magisterio, y de Eulalio Astudillo, joven no graduado para esa época, en Luján, a quien secundaria -años después- en la dirección de la Escuela Normal de Maestros de San Luis. Con la radicación de los Jofré en Villa Mercedes y consiguiente cambio de escenario escolar, Nicolás tuvo el encuentro con Saturnino González Camarero. Este meritorio docente español, egresado de la Escuela Normal de Burgos, con especialización alcanzada en la Escuela Normal Superior de Madrid y dominio de conocimientos matemáticos y práctica de geodesia y agrimensura, había sido trasladado a la Dirección de la Escuela Graduada de Villa Mercedes desde igual cargo que comandó desde 1874 a 1879 con acierto y fecundidad en la histórica escuela de Renca. De la tradicional Villa trajo a Mercedes como pupilo a su mejor alumno, un muchachito meditativo, taciturno, de desbordante vida interior, afanoso estudiante, reflexivo y perseverante en el que descubriera una capacidad creadora que la vida no desmintió. Se llamaba Raúl Basilio Díaz. Cuando se convirtió en el “forjador de las escuelas de territorios nacionales”, el alumno, no olvidó a su buen maestro, hidalgo castellano que aún doblegado y cercado por la pobreza agravada por la falta de pago de sus sueldos, jamás se sintió vencido como para no dar ejemplo de altivez, entereza y dignidad. Con el ingreso de Jofré a la escuela mercedina, los hijos espirituales de González Camarero fueron dos: el niño Raúl Basilio, hijo de Estanzuela, descubierto en las aulas que el maestro llenó de calor y vida en el poblacho recostado a la vera del Conlara, y éste otro recién llegado, que sus ojos avizores y perspicaces adivinaban talentoso y vivaz. Procedía del Valle de San Francisco, el mismo lugar donde, nada menos que el ciudadano que ejercía la presidencia de la República cuando ingresó al país dejando su secular Castilla, había cumplido el mismo humilde y enaltecedor ministerio, que él con integridad y fervor estaba poniendo al servicio del pueblo que lo cobijaba. A la sombra del maestro veterano y amigo paternal, se hizo la forja de la camaradería entre los dos adolescentes que desde el primer momento rivalizaron en fraternal emulación para aprovechar con ventaja la solícita instrucción y educación que les impartía Camarero. Con él compartieron no sólo la jornada escolar sino cuanta hora quedaba libre, ilustrándose con la conversación cautivante o con el largo discurrir sobre los mil temas del diario convivir. El maestro tuvo ocasión para penetrar en el conocimiento profundo de sus discípulos y formarlos ejerciendo en ellos una saludable y decisiva influencia. De Saturnino González Camarero, a su ex-alumno Nicolás Jofré “le hemos oído decir -escribe Jesús T. Lucero- aprendió sus normas de vida, su amor a la escuela y a los niños”. La práctica de la vocación docente en un temprano despertar tuvo su iniciación para Nicolás Jofré al margen de lo que pueda registrar su foja de servicios oficiales. Actuó como preceptor, precisamente en Villa Mercedes, al lado y en la escuela de González Camarero “que le asegura competencia, como maestro de quinto grado” en 1881, apunta Rosa Blanca G. M. de Morán. Del buen español González Camarero Raúl B. Díaz, en sentida semblanza, años después, dijo: .... “maestro desde joven, siguió siéndolo hasta que la ancianidad casi octogenaria le obligó a retirarse de las lides educacionales, sin perder, eso sí, su guardia de trabajador infatigable, y sin arriar el emblema de su credo recorre aún la última parte de la trayectoria de su vida”. No otro reconocimiento con mayor propiedad, hasta hace pocos años, el premoriente camarada hubiera hecho en justo elogio de Nicolás Jofré, de haberle sobrevivido.

EL MANDATO DE LA VOCACION

Nicolás Jofré tema escasamente dieciséis años cuando hizo aquellas sus primeras armas en el magisterio, con el respaldo y la afectuosa asistencia de González Camarero, como hemos recordado más arriba. Mientras tanto Raúl B. Díaz había pasado a la ciudad de San Luis para continuar los estudios en el Colegio Nacional, a la sazón dirigido por el presbítero Federico Mauboussin. Años atrás, becado por el gobierno puntano con una “subvención mensual de diez pesos fuertes”, habían partido a Tucumán para cursar estudios en la escuela normal de aquella ciudad, en grupo bullicioso y soñador, jóvenes comprovincianos: Juan T. Zavala, Lucas Olguín, Agenor Mayorga, Gregorio Gatica, Adrián Nuñez y el que fuera maestro de primeras letras en Luján, Eulalio Astudillo, poco más tarde camarada de Nicolás Jofré en lides ciudadanas y en la docencia secundaria. El ejemplo de ellos y el de otros conocidos hijos del terruño que en apetencia de ilustración y ansia de horizontes intelectuales estudiaban en Paraná y Buenos Aires -el poeta Emetirio Pérez, entre otros- y el impulso poderoso, el mandato de una voz interior que el maestro González Camarero había sabido estimular, lo decidió a la prosecución de estudios superiores. Para él y para el entrañable y leal compañero Raúl B. Díaz consigue la concesión de becas. Y los inseparables amigos van en 1882 al solar tucumano para adquirir fama y honrar al terruño con una trayectoria estudiantil en la Escuela Normal, de brillantes contornos y de indiscutido prestigio. En reminiscencias de la época, Nicolás Jofré recordará más tarde las profundas huellas que en su, espíritu dejó el ascendiente de la personalidad del Rector Paul Groussac. Entre otros inolvidables maestros, sesenta años después destacará el nombre del profesor de matemáticas Cesáreo Calero de Borbón, español como González Camarero. Con el empuje de un visionario ideal y en lírico afán constructivo y renovador, un selecto núcleo de jóvenes estudiantes funda en la histórica capital tucumana la Sociedad “Sarmiento” centro cultural de meritoria y vigorosa actividad. Allí, entre los iniciadores y puntales de la primera época está el fraterno aporte de Nicolás Jofré y Raúl B. Díaz. En la Escuela de Adultos que crea y sostiene la novel institución, los dos jóvenes amigos se hacen cargo de cátedras que les permiten volcar el potencial de una desbordante vocación docente. Jofré, que atiende la pro- secretaría, dicta lecciones de castellano y de historia argentina, materias de su predilección. Llega un momento en que la unidad del grupo se debilita, resquebrajada por la deserción de los que abandonan la tarea casi heroica que se han impuesto. Los claros se cubren con la duplicación del esfuerzo de los que quedan. Los puntanos Jofré y Díaz hacen gala de sobrada voluntad y admirable capacidad de trabajo. Sin desfallecer y sin descuidar la defensa del galardón de alumnos aventajados -bandera de honor que sostienen en las aulas de la Normal con denodado empeño- cercenan el tiempo del descanso, sacrifican la seducción de otros atractivos y ensueños de la edad, firmes como en una palestra donde no se puede dar la espalda y en todas las noches ofrendan la eficiencia del esfuerzo al compromiso contraído para que la escuela nocturna que capacita y recupera adultos sin instrucción cumpla los propósito fijados en nobles objetivos de bien común. Y la obra se hizo... La promoción de 1884 dio a Nicolás Jofré el anhelado titulo de Profesor Normal.

COMO EN UN APOSTOLADO

Y sintió entonces el llamado de la tierra nativa. Pudo haber tomado todos los senderos que ante sus ojos le ofrendaban un horizonte pleno de cautivantes perspectivas. Fácil le hubiera sido abrirse camino de brillantes posibilidades con su talento y con la ilustración de su espíritu refinado y culto. Mas prefirió el rumbo que le marcaba el retorno al seno de su pueblo. Armado caballero presintió el requerimiento del terruño que le esperaba. Otros antes que él estaban ya de vuelta. Muchos vendrían también después de sus pasos para unir las manos en el anhelo común, para juntar los hombros, para amalgamar ideales, para sumar los brazos, para crispar los músculos, para luchar... Para luchar con ansiedad de redención ciudadana. Para ponerse al servicio de un ideal republicano. Para rebelarse contra un orden de cosas y despertar conciencias. Para ilusionarse pensando en la realización de una obra que, cuando pudo hacerse, cuando debió hacerce, quedó trunca, marchita y manchada a mitad de camino. Alguien lo diría después. Fué un lírico. Uno que encendió luz. Y dió fuego y despertó fe. Que hizo vibrar el cordaje del alma de las multitudes. Fué un apóstol torturado con el cilicio de la frustración del ideal soñado. Fué aquel que dijo las palabras de profeta desoído: “Que se rompa pero que no se doble”... Y como él lo dijo, cuando fué menester, el ideal se rompió. Pero… se rompió y se dobló. Y Jofré, que fué de los iniciadores, que fué de los de la hora romántica, quedó como quedó el pueblo, esperando. Y el pueblo, allí está, como ayer, esperando... Nicolás Jofré debía reintegrarse a San Luis, para hacer lo que hizo durante toda su extensa vida que se extinguió el 23 de marzo último: docencia, auténtica docencia. Magisterio escolar y magisterio ciudadano. Fué su misión. Como en un apostolado.... Casi inmediatamente después del regreso a San Luis, actuó como maestro en la Escuela Graduada de Villa Mercedes, en 1885, para pasar al año siguiente a dirigir la Escuela Provincial “Juan C. Lafinur”, de San Luis. Aquí se cierra el ciclo de su actuación en la docencia primaria. En 1888 fué vocal del Consejo de Educación de la Provincia. Ese mismo año contrajo enlace con Celia Concha, hija del ex-gobernador Zoilo Concha, vinculado por lazos de estrecha amistad con la familia de Nicolás Jofré. En la Escuela Normal de Maestros actual Superior “Juan Pascual Pringles”, bajo la dirección del Profesor Eulalio Astudillo en 1887, Nicolás Jofré se incorpora a cargo de la Regencia y Vice-Dirección, dictando las cátedras de Pedagogía, Historia Argentina y Moral y Urbanidad. Sobrevienen los acontecimientos políticos y las perturbaciones del 90 y 93. Jofré ya esta enrolado en el movimiento radical. Roca en el orden nacional y Mendoza en el escenario local, dominan el campo político con habilidad y seguro señorío, en asfixiante perpetuación del manejo de la cosa pública. Impera ya la practica de la “media palabra”, del escamoteo de la voluntad popular, de las parodias electorales, del enervamiento de la independencia de pensar, de la imposición y aceptación sumisa de candidatos y de hombres que se digitan desde arriba. Inflamados por un verbo nuevo, por una fogosa esperanza de redención, muévese la opinión pública sacudida por entusiastas propagandistas de un ideal cívico que se propone arrasar con la corrupción imperante. Allí está Nicolás Jofré. En la primera línea. Después, dentro del movimiento, será de la guardia vieja. De los del 90. De los de ayer. De los que lucharon y se formaron a la par de Teófilo Saá, de Víctor C. Lucero, de José María Tissera, de Juan T. Zavala, de Cristóbal Pereira. Esta allí, con Eulalio Astudillo, con Marcelino Ojeda, con Domingo Flores, con Abelardo Figueroa, con Sinivaldo Vidal, con Antonio Alric, con Lucas Olguín, con los Saá, Ave-Lallemant, Bertin, Otero, Concha, Arias, aglutinando voluntades, despertando esperanzas, haciendo historia… Porque historia de nuestro civismo es el documento que Nicolás Jofré, con los nombrados y otros, firman, plenos de fe, el 24 de agosto de 1893, cuando declaran que el movimiento que los agrupa combatirá toda causa que “usurpe la soberanía del pueblo, que lo oprima o se adueñe de los negocios públicos, como de mercancía, para lucrar y favorecer intereses personales o de círculo con perjuicio de la comunidad”... Que... “mantendrá siempre despierto y prevenido el espíritu de la colectividad política... a fin de que jamás, ni gobernantes ni gobernados, lesionen ni la libertad ni la justicia; ni por ignorancia ni la justicia; ni abandone los preciosos atributos de humanidad y ciudadanía”. Que... “será intransigente con todo gobierno que no tenga decidido empeño por el bienestar de la Provincia, y minará su existencia hasta hacer desaparecer las causas perniciosas y conseguir restablecer el imperio de la Constitución y demás leyes saludables para el engrandecimiento moral y material y la felicidad común”. Que... “mantendrá vivo el culto de la patria y a nuestras libertades en todos los habitantes, y propenderá a la enseñanza cívica por medio de la prensa y la tribuna”. Y es historia el levantamiento armado que acaudilló el 29 de julio de ese año 93 don Teofilo Saá, movimiento que, triunfante y en el poder, entre otras importantes medidas de Gobierno designa a Nicolás Jofré, conjuntamente con Eulalio Astudillo, Eriberto Claveles y Marcelino Ojeda, como Consejeros Honorarios de la Comisión de Educación. El fracaso de la revolución de 1893 trajo como consecuencia la separación de su cargo en la Escuela Normal al Vice-Director y catedrático Nicolás Jofré. La medida punitiva alcanza a otros profesores y maestros. Entre ellos: Astudillo, Juan T. Zavala y Lucas Olguín, por estar “enrolados en un partido político que hace abierta ostentación de desacatar la autoridad constitucional”, como reza el respectivo decreto del Presidente Sáenz Peña. El obligado alejamiento de la enseñanza oficial lo indujo a proseguir estudiando. En un año -1896- rindió el bachillerato en el Colegio Nacional y no pudiendo, por impedimentos de orden económico, cursar los estudios de Derecho en la Facultad respectiva de la Capital Federal, obtuvo el título de Abogado Provincial en 1898, mediante las pruebas de competencia que exigían las disposiciones legales vigentes en ese entonces. En 1890, con Juan T. Zavala y Eulalio Astudillo, editan “El Pueblo”. Ese mismo año dirige la revista literaria “Lafinur”. En ella escriben: Manuel A. Orozco, Juan W. Gez, Reinaldo Pastor, Olegario Maldonado, Raúl B. Díaz, Miguel A. Guiñazú... Es una alborada trayendo un lírico mensaje de luz y el acento cálido de voces juveniles. No habrá, a partir de la época, expresión de la prensa literaria y empresa periodística de combate de su partido que no tenga a Nicolás Jofré como promotor, animador entusiasta, colaborador inmediato o consejero. La permanencia y gravitación de su inquietud de estudioso está presente para utilizar el instrumento de la palabra escrita como contribución a la cultura del medio y puesta siempre al servicio de los intereses colectivos y de dignificación ciudadana. En 1902 y en 1909-17 dictó cátedras en el Colegio Nacional y en la Escuela Normal de Maestros. Vuelve a la docencia secundaria en 1922, ejerciendo el Rectorado del Colegio Nacional, ahora “Juan Crisóstomo Lafinur”, hasta su jubilación en 1932. Durante estos dos lustros se encuentra a cargo de las cátedras de Historia Argentina, Matemáticas y Cosmografía. Su labor en el campo jurídico fue igualmente fecunda. Fuera del ejercicio profesional de la abogacía, fue Procurador Fiscal, Juez y Camarista en las Intervenciones del doctor Daniel Dónovan, en 1893, y del doctor Francisco Beazley, en 1904. Tuvo algunas otras funciones en la actividad forense. Fue Ministro de Gobierno en 1918, durante el mandato de Carlos Alric. Con anterioridad había sido llamado a colaborar en idénticas funciones, en 1908. Actuó en las convenciones de 1892 y 1906. Participó en las reformas constitucionales de 1941 y 1947. La labor periodística, la investigación histórica, las clases, las conferencias, la participación destacada y rectora en organismos culturales, sociales y partidarios, el magisterio cívico, el caudal bibliográfico de la biblioteca particular puesta al servicio de los estudiosos y de los colegiales por generaciones y generaciones, tanto en la época de la docencia activa como en la del generoso y fecundo retiro jubilatorio, la erudición siempre dispuesta para satisfacer la consulta del visitante, las tertulias en su gabinete de trabajo donde la conversación y el comentario dejaban sedimentos provechosos, la tarea de indagación y esclarecimiento de episodios y personajes de nuestro pasado, la producción escrita, la siembra de nobles inquietudes, la reconocida versación a la que se recurrió por el desinterés de las enseñanzas y de la plática cordial y grata, la rectitud y limpidez de la acción pública, hicieron de Nicolás Jofré la figura representativa, respetada, la jerarquía intelectual de nuestro medio. En que fue un auténtico Maestro cuya mejor lección la dio con el fervor, la dignidad y la rectitud de una vida ejemplar.

EL HOMENAJE

No propugnamos para la venerable memoria de Nicolás Jofré el homenaje del bronce ni las declamatorias y rimbombantes consagraciones del cántico sonoro y vacuo. No queremos la hojarasca filatera ni el ceremonial de una liturgia de molde intrascendente y estéril. Queremos, sí, para el Maestro la perpetuación fecunda de su obra, en la forma y con la vitalidad, en la plenitud e integridad con que él supo y quiso darse al terruño. La recordación de Nicolás Jofré en la gratitud del pueblo de San Luis debe concretarse en un acto de justicia. Que la comunidad tome, custodie, asimile y conserve lo que durante toda la existencia Nicolás Jofré puso con calor y vitalidad al servicio del pueblo puntano. La idea de un tal auténtico homenaje no es nuestra, pero nuestra la hacemos o, si se quiere, con honda simpatía sumámosnos a quienes públicamente la han propiciado. Que la biblioteca de Nicolás Jofré quede, dando permanencia a su nombre dilecto, como repositorio publico y estatal en el mismo lugar donde durante sesenta años fué rumorosa colmena, taller de laboreo fecundo, bullente laboratorio, centro de cultura, de estudio, de investigación, de promoción de inquietudes. A ese efecto los poderes públicos deben declarar, con los recaudos legales del caso, de utilidad pública, sujeta a expropiación, previas las indemnizaciones que correspondan, el haber bibliográfico, mobiliario y enseres que tradicionalmente constituyeron la biblioteca de Nicolás Jofré. Con la misma calificación, por ley, de pública utilidad, debe pasar a integrar el patrimonio del Estado provincial el solar donde el dos veces gobernador de San Luis, Comandante Zoilo Concha (1881 y 1887 al 7-II- 1888) mandó a edificar la casa que fué el hogar de Nicolás Jofré hasta el día de su muerte, ubicada en calle San Martín y Avenida Quintana de la ciudad capital. Asimismo disponer la anexión del terreno fiscal de la esquina de San Martín y Avenida Quintana al solar anteriormente determinado, para que el inmueble, en un solo block, sea en su oportunidad asiento para la construcción de un edificio destinado a Casa de Cultura, con las dependencias e instalaciones necesarias para el funcionamiento del Museo Histórico, de Bella Artes y Ciencias Naturales, Biblioteca Provincial, Escuela de Bellas Artes, Dirección de Cultura, Sala de Exposiciones, Salón de conferencias y conciertos y demás organismos afines existentes o a crearse en el futuro. La amplitud de los solares a que hacemos referencia, la ubicación céntrica inmejorable y el acceso por dos calles, permite la concepción de la obra arquitectónica que pudiera ambicionar el más exigente de los técnicos. Si tal sucediera, el edificio a construirse debe contener una sala que sea la réplica de la actual biblioteca del doctor Nicolás Jofré, de ser posible ubicada en el todo en el mismo lugar en que se encuentra a la fecha, para que se conserve con sus existencias para veneración de la figura y personalidad ilustre de un Maestro inolvidable. Por último, por intermedio de la Dirección de Cultura, los poderes públicos debieran convenir con quienes corresponda la edición, en un tiraje por cuenta del Estado, de la producción literaria e histórica, édita e inédita, de Nicolás Jofré, que una comisión integrada por personas de reconocida especialización y versación, seleccionara y anotara y precedida de un estudio biográfico valorativo condigno a la jerarquía del varón homenajeado, ponga al alcance de la comunidad los beneficios de la labor intelectual de un hombre de singular valía. San Luis, mayo de 1958.

FUENTES DE INFORMACION

-Maria Delia Gatica de Montiveros: “Un puntano eminente: el Doctor Nicolás Jofré”. Revista “San Luis”, Nº 24. Diciembre de 1953.

-Jesús T. Lucero: “Reseña histórica de la Escuela Normal Superior ‘Juan Pascual Pringles’” San Luis. 1951.

-Comisión de Homenaje: “Raúl B. Díaz. Su vida y su obra. Monografías premiadas. Trabajos de Jorge A. Mattiauda, Rosa Blanca G. M. de Morán, Edmundo Pereyra Cabral y Emilio Argerich. Un tomo. Buenos Aires, 1942.

-Juan W. Gez: “Historia de la Provincia de San Luis”. Tomo II. 1916.

-Aníbal Barbosa: “Compilación de Leyes de la Provincia de San Luis”. Volumen I. Buenos Aires. 1908.

-Archivo histórico de San Luis: Documentación del año 1893.

(JUAN MIGUEL OTERO ALRIC: Nicolás Jofré -En Revista SAN LUIS, Año XI, Núm. 35, San Luis Mayo a Noviembre de 1958, Páginas 5-10.)

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