La Movida Madrileña 1.- Momentos Antes De La Aparición De La Movida
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La Movida Madrileña 1.- Momentos antes de la aparición de la Movida A mediados de la década de 1970, Madrid parecía un erial por lo que respecta al rock. No se editaban discos, apenas había lugares para tocar y, de hecho, muchos de los grupos que sobrevivían preferían cantar en un inglés de elaboración propia. Con la excepción de Miguel Rios, la industria discográfica instalada en Madrid, mantenía el rock a una prudente distancia: llevaba diez años obteniendo cuantiosos beneficios con baladistas y canciones de verano y prefería ignorar a los incómodos grupos de “melenudos”. Los cambiantes tiempos políticos, se habían traducido en el fichaje de cantautores fáciles de grabar y lanzar, con un éxito garantizado. A finales de la década el panorama musical parece iniciar una transformación. 2.- Una Nueva Ola Kaka de Luxe fue el ejemplo más representativo de un panorama musical en el que se foguearon miembros de futuros grupos decisivos (Alaska y los Pegamoides, Radio Futura, Paraiso…). La llamada movida madrileña estaba integrada por jóvenes de clase media-alta fans de la música británica, aficionados a editar fanzines y poco preparadas musicalmente. Nacidos un cuarto de siglo después de acabada la guerra civil, percibían la libertad como un derecho propio e irrenunciable. Se beneficiaron de la complicidad con los medios, las cadenas de FM de Radio Juventud y Radio España, con poco alcance pero con una serie de buenos programas que formaron a numerosos aficionados y que a partir de 1979, comenzaron a emitir las precarias maquetas de estas promesas. Las cuales no sólo encontraron simpatías en la naciente Radio 3 y periódicos, sino también en el espacio televisivo Popgrama. Así, los grupos de lo que ya se denominaba “nueva ola” adquirieron una repercusión mediática muy por encima de lo previsible. Al mismo tiempo se inauguraron locales donde estos proyectos podían exponer sus breves repertorio: El Sol (1979) y Rock-Ola (1981). Lo prodigioso es que muchos de estos grupos, núcleos de la movida, llenaban esos locales sin tener un disco en la calle, gracias a las informaciones interpersonales y a la continua emisión radiofónica de sus maquetas. El “algo-está-pasando” inquietó en los despachos de las discográficas que temían quedarse desmarcadas y se lanzaron a fichar todo lo que se ponía a su alcance, sin entender demasiado lo qué estaba cambiando en el panorama musical. En 1980 Radio Futura, Nacha Pop, Mamá, Zombies, Los Pegamoides, los Secretos, Ejecutivos Agresivos, Paraíso y unos cuantos grupos más ya comenzaban a grabar sus primeros discos. En 1981 la “nueva ola” madrileña parecía ser una pompa de jabón, un fenómeno pasajero. Algunas discográficas abandonaron a los grupos. No obstante, la ola musical seguía su avance imparable: La Fiesta de la Primavera, un festival al aire libre en la Escuela de Arquitectura en Madrid, atrajo a miles de personas. Esto y el apoyo de programas como Diario Pop (Radio 3), logran que hasta los 40 principales se unieran al nuevo estilo En los medios convencionales se empezó a hablar de la “movida”, el término fue rechazado unánimemente por los protagonistas, quienes se cansaron de explicar que en la jerga underground, equivalía al acto de ir a comprar drogas. Resistirse fue inútil: “movida” resultó ser una de esas palabras polivalentes que caen en gracia. Sonaba bien a los extranjeros y, de hecho, Madrid se acostumbró a recibir periodistas y equipos de televisión internacionales –los primeros fueron franceses- que sabían que algo estaba pasando.. Los visitantes advertían que la música podía ser la manifestación más visible del movimiento pero Madrid rebosaba también cine, moda y revistas. Además, el ritmo de la ciudad se había acelerado con la multiplicación de los lugares de convivencia y diversión. El alcalde Enrique Tierno Galván (1918-1986) alardeó de tolerancia y complicidad con el movimiento en sus apariciones en distintos conciertos. Los grupos aceptaban felices las actuaciones subvencionadas por las instituciones que hacían subir los cachés a niveles increíbles y a la vez impedían que el circuito de pequeños locales pudiera contratarlos. El fenómeno madrileño tuvo eco en todos los rincones del país: brotaron, de forma natural, en Vigo, Valencia, San Sebastián y Barcelona. 3.- Una revolución musical La primera gran historia de éxito de los grupos madrileños de los ochenta fue, Mecano .: el trío formado por Ana Torroja y los hermanos Nacho y José María Cano. Cronológica y socialmente pertenecían a la movida e incluso su sonido podría encajar en la rama tecno del movimiento, pero desembocaron en el eclecticismo. Cuando Mecano lanza su primer disco las radiofórmulas se desentendieron y fue ignorado por las élites de la movida. Solo el muy observador Fernando Márquez “el Zurdo”, líder de grupos capitales en la historia musical de este país (Kaka de Luxe, Paraíso, La Mode, Pop Decó...), reivindicó las canciones de José María Cano. Sin embargo Mecano no sufrió por los desprecios de sus colegas ni por el ninguneo de algunos críticos. Vendían más que nadie, hacían las Américas y disfrutaban de todos los placeres y privilegios al alcance de las estrellas de rock. Tristemente, Mecano se fue transformando en un imposible campo de batalla que acabó con su disolución. Un grupo como Gabinete Caligari rectificó la anglofilia dominante al defender los que algunos bautizaron como rock torero. Era la recuperación de los bares tradicionales, la Castilla olvidada (Camino Soria) y las músicas del pueblo. Dos de sus miembros, Jaime Urrutia y Edi Clavo, eran seguidores de lo gótico, hasta que el servicio militar los sumergió en la realidad común, donde reinaba la rumba, el pasodoble y ritmos como el Cha-cha-cha y la tarantela. Temas como “Que Dios reparta suerte” o “Cuatro rosas” lo lanzaron a la fama. Radio Futura, fue la otra cara de la moneda. Cuando lograron desarrollar su oferta musical, de marcado carácter intelectual, los hermanos Santiago y Javier Auserón y Enrique Sierra comprobaron que había un público creciente para su rock sobrio y polivalente. Su público se duplicó con cada nuevo elepé y cerraron su envidiable trayectoria en 1992. En los años 80 Los Secretos encajaron las muertes bruscas de dos de sus miembros con sendos accidentes de tráficos, los baterías José Enrique Cano “Canito” (1980) y Pedro A.Diaz (1984). Años después en 1999, Enrique Urquijo fue hallado muerto en un portal de Madrid. Nacha Pop sólo alcanzó el disco de oro (a partir de cincuenta mil ejemplares vendidos) con su doble de despedida, que recopilaba sus conciertos finales en la sala Jácara de Madrid. El pop de la capital se encontró acorralado a medida que avanzaban los años noventa. Muchos ayuntamientos iniciaron una pertinaz campaña de acoso y derribo contra el ruido eléctrico. Cerraron los locales que ofrecían música en directo y otros espacios que generaban cultura viva. Algunas de las acciones legales hechas efectivas en 2003 culminaron con la reconversión del Rockódromo de la Casa de Campo, el espacio para conciertos que recibió desde Neil Young a Van Morrison, en un escenario para costosos encuentros de tenis.. 4ºLa Movida se extiende En Galicia uno de los primeros grupos que surge a rebufo de este movimiento, fue Siniestro Total, formado por varios vigueses amantes del blues cuya vida cambió tras un accidente (su coche fue declarado siniestro total). El santanderino Germán Coppini, uno de los pocos punks de Vigo, se convirtió en el vocalista de Siniestro Total. En 1982, editaron un disco con el famoso tema “Ayatollah¡”, a la que siguieron otras canciones basadas en temas de actualidad. Incluso llegaron a cambiar las letras a canciones ajenas: todo un himno como “Minha terra galega” era una parodia de “Sweet Home Alabama”. El disco fue un éxito y les permitió grabar los elepés ¿Cuándo se come aquí? (1982) y “Siniestro total II. El regreso” (1983). En “Menos mal que nos queda Portugal” (1984) abrazaban la música negra. Germán Coppini formó Golpes Bajos, con José Teodomiro “Teo” Cardalda que había sido compañero suyo en el instituto, compaginando el trabajo en ambos grupos. Abandonó Siniestro Total en 1983 y poco después, Golpes Bajos ganó el concurso de maquetas de la revista Rock Espezial y debutaron con un disco que incluía “No mires a los ojos de la gente” y” Malos tiempos para la lírica”. La breve pero excelente discografía de Golpes Bajos se completa con “A Santa Compaña” (1984) y “Devocionario”. En 1990, el grupo se separó, Teo logró el ansiado éxito comercial con su mujer María Monsonís en Cómplices, pero Coppini no cuajó como solista. Otro grupo gallego, fue Os Resentidos , que se dieron a conocer en toda España cantando en Gallego y sus letras eran tan gamberras como las de Siniestro, pero con un punto reivindicativo. Con “Fai un sol de carallo”(1986) obtuvieron un gran éxito gracias al himno “Galicia caníbal”, un desplante a la movida en el que se recurrió por primera vez a la gaita, que le aportaba un sonido propio. La influencia de los músicos argentinos en la movida madrileña fue relevante. A finales de los años setenta Ariel Rot y Alejo Stivel llegaron a Madrid y junto a tres músicos locales fundaron Tequila, que se convirtió pronto en una de las mejores bandas de rock y en la que se integró Sergio Makaroff poco después. En los años 90 Julián Infantes y Ariel Rot formaron Los Rodríguez , junto a Andrés Calamaro; más tarde, Alejo produjo discos de Rosa (OT), la Oreja de Van Gogh, Mclan y el Canto del Loco. En Cataluña, Manolo García, tras una aventura musical con Sergio Makaroff, se separan y debutan con el quinteto Los Rápidos con el que grabaron un disco homónimo que pasó desapercibido a pesar de ser de los mejores de la nueva ola.