Complutum Extra, 6(1), 1996: 41-62 ARTE MUEBLE SOBRE SOPORTE LÍTICO DE LA CUEVA DE ABAUNTZ SU APORTACIÓN A LOS ESTROS DEL MAGDALENIENSE TARDÍO

Pilar [¡trilla*, CarlosMazo * *

Rasutffln.- Se estudian tres bloques liticos de la cueva de Abauntz que contienen grabados pertenecientes al Magdaleniense Final según dotación radiocarbónica por AMS. Junto afiguras realizadas con el máximo deta- líey un excelente realismo (caballo del bloque 3) aparecen otras esquematizadas entre las que destacan las ca- brasy ciervo en posición frontal de íos bloques 1 y 2. Estas se superponen a lasfigums de mayor toma/lo y más realismo de los mismos bloques.

Ansiiuci-.- We present three engraved stones ofAbauniz . Tite radiocarbonic (AMS) datation date titen’ ita rite Lote Magdalenian. Near to animolistic representations carried out with a excellent realism ond mox¡- mum detail (horse oftite stone 3). we can see schematic figures a/so, as tite goats atad deer ita frontal position ofstones 1 atad 2. Titese scitematic figures are superpposed to tite greater atad more realistic representatiotas of tite some stones.

PALABRAS CLA¡r: Magdaleniense Final. Arte Mobiliar, Área Cantábrica, Valle del Ebro.

Kcr Wonos: Late Magdalenian, MobiliorArt, Contabrian , Ebro Va/ley.

Querernos unimos al Homenaje de nuestro 1. LAS RECiENTES CAMPAÑAS DE compañero Manuel Fernández-Miranda con una re- EXCAVACIÓN DE LA CUEVA DE flexión sobre los estilos tardíos del arte mobiliar ABAUNTZ magdaleniense aportando nuestro mejor bagaje: los tres magníficos bloques grabados y dos pintados que A partir de 1991 se reanudaron los trabajos arqueológicos en la cueva navarra de Abauntz, exca- las recientes excavaciones de la cueva de Abauntz han éntregado durante las campañas de 1993 y 1994. vada en los años setenta por uno de nosotros (Utrilla 1982), con el propósito de vaciarla segunda sala y el Ijuhiéra sido más opórtuno que este articulo hubiera aparecido en el nñmero monográfico de arte paleolí- pequeño pasillo por el que se accede a ella. Esta in- tico que la revista Complutuna dedicó a la memoria tervención respondía a una campaña de salvamento, de Fernández-Miranda pero las fechas del hallazgo y dado que existía la intención de construir un embalse que iba a inundar el yacimiento. En estas condiciones de la edición se superpusieron, desconociendo los las excavaciones han continuado hasta la actualidad editores la existencia de estos hallazgos ya que, aún a costa de nuestro propio ego, los mantuvimos en se- vaciando por completo los niveles magdalenienses. De resultas de estos trabajos se ha registrado creto rigín-oso para evitar el vandalismo al que nos la existencia de un potente nivel nuevo, denominado tienen acostumbrados nuestros clandestinos. Hoy he- mos terminado el vaciado de los niveles magdale- 2r, que está constituido exclusivamente por limos muy sueltos de color rojo y en el que ocasionalmente nienses de la cueva de Abauntz y podemos aportar un avance detallado de lo que será el estudio definiti- se intercalan lentejones de un rojo más intenso y ne- gro. Su base se sitúa estratigráficamente siempre por vo cuando hayamos completado el estudio de las su- encima del nivel e, mientras que el contacto de su te- perposicionest.

* Area de Prehistoria. Departamento de Ciencias de la Antiguedad. Facultad de Filosofia y Letras. Campus Universitario. 50009 Zaragoza. Área de Prehistoria. Departamento de Ciencias dc la Antiguedad. Colegio Universitario de Huesca. Plaza de la Univer- sidad, 3. 22002 Huesca. 42 PILAR UTRILLA Y CARLOS MAZO

23 $/21 232/21 E 23 D/21 1)

300 a 3~t5 m.

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o Costra Madriguera

- C.D. E.~ 0,

Fig. 1.-Cueva de Abaunta. Estratigratia al comienzo de la segunda sala y píansa de la zona excavada. ARTE MUEBLE SOBRE SOPORTE LÍTICO DE LA CUEVA DE ABAUNTZ 43 elio es varíable, pudiendo estar en relación con la gar, de menor potencia y extensión, se hallabaadosa- costra del nivel c allá donde se localiza, con el nivel do a la pared del corredor a la altura del cuadro 1 lB b2, también muy residual, el bl, o incluso con el ni- y bien pudiera interpretarse con una función de ilu- vel revuelto (Fig. 1)~. minación, dado lo estrecho de la zona que no permite A pesar de que sedimentológicamente no realizar actividad alguna, salvo lugar de paso. El ter- existen diferencias a lo largo de todo su desarrollo, si cer hogar se sitúa en el centro de la ocupación mag- que se atestiguan desde el punto de vista arqueológi- daleniense de la segunda sala, reuniendo en tomo a co. En el tramo superíor aparecen restos cerámicos y él una interesante industria ósea a base de espátulas, líticos, entre ellos un triángulo en doble bisel, lo que azagayas y varillas, acompañadas de una pobre in- concuerda con su fecha de 5820+40 B.P. (GrN dustria lítica a base de simples láminas de sílex con 21010), equivalente en su cronología al nivel b4, huellas de uso y algunos buríles. Es en el área pró- neolítico medio, de las prímeras campañas. A conti- xíma a este hogar donde se hallaban la mayor parte nuación, y durante su mayor parte, es estéril, en tanto de cantos grabados y pintados, precisamente en la zo- que en el tramo inferiory directamente sobre el nivel na de contacto entre el nivel rojo (2r) y el nivel gris e vuelve a ser fértil, entregando restos de industria lí- arcilloso (e). A reseñar la existencia de ocho agujeros tica y los cantos con arte. Su potencia máxima se si- de poste alineados en dos hileras que se hincan desde túa sobre la banda 21, acuñándose progresivamente el nivel e en la tierra estéril de base. Pudieron servir hasta la banda 9. La zona superior se ha visto afecta- para sujetar algún entoldado de pieles que separara da por remociones en algunos lugares pero a pesar de recintos o protegiera de la humedad. En la actualidad ello el techo del nivel parece ofrecer una notable ho- la cueva ofrece unas condiciones deficientes de habi- rizontalidad entre las bandas 9 y 25. A partir de ahí tabilidad, debido precisamente a una notable hume- no ocurre lo mismo pero posiblemente esto se deba a dad que hace descender varios grados la temperatura que en algún momento la segunda sala ha podido ser de la segunda sala (Fig. 3). vaciada parcialmente (concretamente entre las ban- Hasta la campaña de 1994 el tramo inferior das 27 y 31). De hecho el tipo de restos que resulta- de 2r ha ofrecido 14 cantos. Diez de ellos son arcillas rían propios de su primer tramo ahí no aparecen, ni carbonatadas (tres con grabados, seis con algunas tampoco puede considerarse la existencia del interva- marcas y uno no manipulado), dos son calcarenitas, lo estéril. ambos con trazos de pintura roja, y dos areniscos, Del tramo inferíor del nivel 2r, allí donde uno con restos de ocre y otro con numerosos surcos aparecen los bloques con arte que presentamos, se profundos. La industria ósea está constituida por un han obtenido hasta el momento tres fechas radiocar- fragmento de azagaya de sección oval y una azagaya bónicas. La primera de ellas según el sistema de C14 monobiselada de sección cuadrangular. En cuanto a convencional fue realizada por el labotario Beta Ana- los restos de industria lítica tipologizable hay un total lytic Inc. de Miami para una muestra de carbón (Ab. de 49 evidencias: trece soportes, básicamente lamina- 230.395) que dió una data de 14950±840 B.P. (Be- res, con saltados minimales que podrían considerarse ta 65726). La escasa utilidad de esta fecha ante seme- de uso, y cuatro núcleos o fragmentos de núcleo. Los jante amplitud del intervalo de conftanza condujo a restos de fauna reconocible ascienden a 108, estando datar la mitad de ese mismo carbón por el sistema muy representado el caballo. AMS (que había sido desviada por el propio labora- torio para formar parte de su “archivo”). La fecha en- tonces obtenida fue de 12340+60 B.P. (CANIS 9918). 2. ESTUDIO DE LOS BLOQUES GRA- Ante la disparidad de resultados se dató un nuevo BADOS Y PINTADOS: SOPORTES trozo de carbón (Ab.19E.382) también por el sistema Y PROCESO DE CALCO ANIS que resultó en 11760±90 B.P. (Ox A-5116). Éste último se encontraba adherido a la cara inferior Durante las campañas de 1993 y 1994 (ban- del canto 3 das 9 a 25) se localizaron manifestaciones artisticas En el plano general de las distintas campa- grabadas sobre tres bloques de alma compacta pero ñas (Fig. 2) pueden verse los límites de la principal superficie blanda, restos pintados en rojo sobre so- ocupación magdaleniense (nivel e), diferenciándose portes duros, y representados por dos cantos rodados claramente tres hogares. Uno de ellos, en el centro de de calcarenita, alargados y planos, que habían sido la primera sala, reuniaen torno a si abundantes útiles modificados. Uno de ellos estaba apuntadoa modo de líticos relacionados con el raspado y perforado de las pico en uno de sus extremos mediante golpes latera- pieles, actividad que ya ha sido publicada en detalle les mientras que el otro presentaba un filo cortante a (Utrilla 1982; Utrílla y Mazo 1992); el segundo ho- modo de hacha (Fig. 4). Un tercer canto, esta vez de 44 PILAR UTRILLA Y CARLOS MAZO

Fig. 2.- Planta a la altura del nivel e. Las piedras con arte (en negro) aparecieron en el nivel 2r aunque en la zona de contacto con el nivel e. Véanse los agujeros de poste alineados en dos hileras. ARTE MUEBLE SOBRE SOPORTE LÍTICO DE LA CUEVA DE ABAUNIZ 45

y ~ 7’ 1—”—ts~.

F’g. 4.- Bloque o.’ i con representación topográfica de las figuras principales. natos que ha ido desarrollando y consolidando un nu- cleo dentro de niveles de Jutita con mucha materia orgánica. La textura que este núcleo alcanza depende del grado de calcitización, encontrándose rodeado de una corteza arcillosa (sobre la que se ha grabado). La Fig. 3.- Cantos pintados enrojo procedentes del nivcl 2r. pátina (‘erruginosa que presentan resulta frecuente por la movilización de coloides por el agua, al igual arenisca, entregaba toda su superficie surcada por In- que el caliche o costra calcárea que se observa en el numerables lineas rectilíneas, como si hubiera sido canto 2. utilizada como tabla para cortar sobre ella con uten- Este tipo de roca fue detectado ya en las pri- silios de sílex. meras campañas de excavación en el nivel e en el Los soportes sobre los que están realizados área de la primera sala, aunque su densidad se ha los grabados de los tres primeros bloques han sido visto incrementada en las últimas campañas, cuando considerados por nosotros en alguna ocasión como se han excavado las áreas correspondientes a la se- calcitas con aspecto de ocre amarillo (Utrilla 1982: gunda sala y al tramo de pasillo que da acceso a ésta. 267) o como calizas margosas (Utrilla 1995; Utrilla y Aparecen tanto en el nivel e como en la base del ni- Mazo 1996a). quizás por su aspecto exterior modera- vel 2r, sobre el techo del nivel e. damente blando, si bien la presencia de negativos de También aparece esta materia prima en el fractura concoidea no resultan normales en este tipo nivel supuestamente musteriense (o quizá anterior) de rocas. En realidad esa impresión debe ser modifi- detectado en 1994 y que ahora se ha empezado a ex- cada y, aunque todavía no disponemos del análisis cavar, en donde este mismo tipo de material ha sido petrológico de las láminas delgadas que se han reali- utilizado para la fabricación de un posible bifaz li- zado de otros cantos idénticos recuperados, una co- mande o protolimande y de unas cuantas raederas de municación verbal del Dr. Juan Mandado (Profesor aspecto poco fino, en los que esa corteza arcillosa to- de la Facultad de Geológicas de esta Universidad), davía se mantiene. Convenientemente descortezada resultado de su inspección visual, apunta a que se se ha empleado para la fabricación de varios hende- trata de un mineral arcilloso con fijación de carbo- dores. 46 PILAR UTRILLA Y CARLOS MAZO

Como otro tipo de cantos rodados o manu- cara se encontraba notablemente ennegrecida, esta pons, la presencia de éstos en la cueva sólo es expli- pieza fue considerada como una lámpara. Sólo pos- cable por una intervención humana. El nivel por aho- teriormente, en el momento de la revisión minuciosa ra más profundo registrado, la unidad h. de más de de todos los cantos, se observó la presencia de graba- metro y medio de potencia en el cuadro 35W y que dos en una de sus caras laterales mayores. En este ca- está constituido por una amplia serie de capas limo- so los grabados resultan menos aparentes, por menos sas de colores muy diversos y otras de arenas que po- profundos que los de la pieza anterior, ya que han si- nen de maniftesto la existencia de actividad hídrica do realizados básicamente sobre la propia arcilla car- en la cueva durante bastante tiempo, también indica bonatada. Una extracción previa al grabado, que ha que la capacidad de transpone o arrastre de ese cau- dejado al exterior un alma más dura, no ha inte- dal era mínima. Todo el material de fracción gruesa rrumpido el desarrollo de la figura principal, aunque que aparece en el sedimento de la cueva a partir del los trazos ahí resulten muy superficiales y aparentan nivel g está constituido por cantos de caliza de for- estar muy poco controlados, sin que se haya insistido mas angulosas que proceden de las paredes y el le- en absoluto en su profbndización. cho. El último de los cantos grabados (Ab.19E. Si bien para el caso de la ocupación muste- 382.1) tiene unas dimensiones de 203 mm de longi- riense el aprovisionamiento de esos cantos tuvo que tud, 135 de anchura y 45 de espesor, con un peso de realizarse en un afloramiento en el exterior (supues- 1097 gramos. Se trata de un bloque del que ha sido tamnente de edad paleozoica) desde donde se trans- extraída una gran lasca de su parte inferior que le ge- portaron a la cueva, para el momento mágdaleniense nera una superficie cóncava y otras extracciones en podria aventurarse que su recogida se realizara in- su cara superior de las que los negativos de las tres cluso allí mismo, en la propia cueva, aunque en la mayores han generado una doble vertiente bastante actualidad no hay datos de que el nivel musteriense acusada. haya sido perforado en ningún punto. Todo lo contra- Desde el momento en el que se comprobó la rio. Este nivel, tal y como se nos presenta en la ac- existencia de manifestación artística grabada sobre tualidad, ofrece en su interfacie con el nivel f una tres de los bloques de Abauntz se decidió limitar al notable acumulación de piedras calizas que lo sella, máximo su manipulación con objeto de evitar la más si bien es cierto que el área excavada hasta ahora es mínima alteración de los mismos. Ya de origen se reducida (del orden de los cinco metros cuadrados). hacía visible en el canto 1 cieno deterioro debido por A pesar de esto, el canto número 1 (Ab. lIC. una parte a la facilidad con que parece que puede ra- 285.39) no desentonaría en absoluto como bifaz en yarse o degradarse la superficie de este tipo de roca y, un contexto musteriense o anterior y a buen seguro por otra, a alguna clase de fricción que había arrasa- que sería clasificado como tal. De forma amigdaloi- do una zona de trazos en su cara B. concretamente en de, el soporte ofrece unas dimensiones de 175 mm de el área en la que por la forma y tamaño del soporte longitud, 100 de anchura y 54 de espesor maxímo. tienden a situarse los dedos durante su manipulación. Su peso es de 947 gramos. Antes de ser grabado pa- Por su localización, muy concreta, y por el hecho de rece haber sufrido cieno proceso de alteración que ha que otros trazos situados en aristas no se han alterado suavizado sus aristas, posiblemente resultado de su tras haber sido grabados, cabe suponer que tal fric- depósito en un sedimento un tanto húmedo que dc- ción no se debe ya a ningún proceso sedimentario gradó la corteza arcillosa. Esta se sitúa rodeando el (del que en buena lógica cabria esperar afecciones interior carbonatado a modo de cónex y sólo una de más generalizadas) sino, por el contrario, a su uso o las extracciones, localizada en la cara A. ha dejado transporte o. incluso, a la propia manipulación por el aquél a la vista. Este negativo, como se indica más artista o artistas durante la realización de la obra. En adelante, ha sido incorporado por el artista a la coní- este sentido aún siendo todo el conjunto homogéneo posición. y otorgándole una plausible contemporaneidad, la El canto número 2 (Ab.23D.402.98) presen- realización de la cara B podria haber precedido a la ta la forma de un prisma de base rectangular. La lon- A. gitud máxima es de 146 mm, la anchura de 114 y la Tras la limpieza y consolidación de las pie- altura o espesor de 77. El peso es de 1573 gramos. Su zas se procedió a realizar moldes de todas ellas. La cara superior (aquélla que resulta de orientar el ca- limpieza y consolidación fue efectuada por el restau- ballo y tas cabras que presenta de pie) es cóncava y rador A. Monforte. El proceso consistió en la elimi- en ella se localiza un pequeño agujero, intencional, y nación, primeramente, de los restos terrosos y los de- un meandriforme asociado. Por su morfología, y por pósitos de sales solubles en superficie a base de baños el hecho de que en el momento de recuperarlo esta de agua destilada. Después, las concreciones insolu- ARTE MUEBLE SOBRE SOPORTE LÍTICO DE LA CUEVA DE ABAUNTZ 47

lidad topográfica del canto se está microtopogra- bIes fueron tratadas con ácido acético al 5% de agua fiando la pieza estableciendo sus curvas de nivel a destilada, aplicándose localmente con tampones y manteniendo las piezas húmedas para que dicha ac- una equidistancia de 1 mm. A partir de esta topogra- tuación afectara estrictamente a la superficie. El efec- fia, que se va introduciendo directamente en el orde- nador, se generará una imagen tridimensional sobre lo del ácido fue neutralizado con repetidos baños en la que se acomodará el calco correctamente. agua destilada. Dado que existían algunas manchas locales producidas por el contacto con depósitos gra- sos, se aplicó un tratamiento puntual a base de desen- 3. LAS REPRESENTACIONES FIGU- grasantes de alta volatilidad hasta conseguir la legi- RATI VAS. ALGUNAS REFLEXIO- bilidad en los grabados. No fueron eliminados por NES SOBRE TÉCNICAS, TEMAS Y completo dichos restos ya que una acción más inten- sa podría haber erosionado el dibujo. Por último, la CONVENCIONES ESTILÍSTICAS fijación/consolidación fue realizada por aplicación en DEL MAGDALENIENSE dos fases de resma termoplástica (Paraloid B-72) al TERMINAL 5% en disolvente de nitrocelulosa, la primera por in- Describimos brevemente la temática repre- mersión y la segunda en superficie hasta conseguir un resultado óptimo. sentada sobre los tres bloques grabados para pasar a Para realizar el negativo se utilizó una sili- continuación a realizar un estudio de conjunto sobre cona de fraguado por adición de viscosidad media algunos aspectos que nos parece interesante reseñar, (Provil M) y para el modelo se aplicó una mezcla de bien sea a nivel de paralelos temáticos, bien de cues- poliuretano no expandible e isocianato (75 y 25% tiones técnicas o de convenciones estilísticas. En el respectivamente). El resultado obtenido es un modelo bloque n.0 1 se identifican en la parte superior de la de calidad bastante aceptable para lo que se pretende, cara A dos cienos

• 2 3 4

Fig. 5.- Bloque nP 1 de Abauwtz. Desarrollo dc la cara A.

1 2 3 4

Fig. 6.- Bloque n.’ 1 de Abauntz, l)esarrollo de la cara B. ARTE MUEBLE SOBRE SOPORTE LITICO DELA CUEVA DE ABAUNTZ 49

F’g. 8.- Bloque nY 3 dc Abauniz. de grabado parietal de la cueva dc Tito Bustiflo (Moure 1990: 210, fig. 22). Una vez descritas las piezas es momento de integrarlas en el contexto del Magdaleniense Supe- Vg. 7.- Bloque nY 2 de Abatantz. Desarrollo del lateral. rior-Final de la Costa Cantábrica. A. Moure (1995: En el segundo bloque aparece en el lateral 249) define así los estilos tardíos del Magdaleniense: de la lámpara de superficie cóncava un gran caballo “Las figuraciones anima/es añaden el movimiento a lafidelidadfotográ]? ca de la estructura corporal y a de perfil, parcialmente repicado en su cabeza, que la integración de los detalles: ojos, o/lares y cebra- presenta bajo su cuello una cabra completa de frente duras... El realismo coexiste con la tendencia a la y otras tres esquemáticas sobre su lomo, a las que po- esquematización, de la que son bien representativas dria sumarse un dudoso antropomorfo y una banda fas visiones fronta les de cabezas de cabra”. de haces de líneas paralelas quebradas que recuerdan Todos idénticos motivos del bloque t (iFig. 7). La similitud estos rasgos parecen describir el arte de nuestras pie- de estas cabras, todas ellas en posición frontal, con zas de Abauntz. Así vemos figuras de un realismo fo- las representadas en una costilla del nivel IX de Lío- tográftco como cl ciervo de perfil del bloque 1 o la nín pudiera ser, a nuestro parecer, muy significativa. cabeza de caballo del bloque 3. En ellos se ven re- presentadas actitudes de la vida diaria como la boca El tercer bloque (Fig. 8) ofrece una repre- sentación de caballo mucho más detallada. Se trata abierta y el cuello estirado del ciervo en el momento de un espléndido ejemplar, grabado con buríl de filo de bramar o detalles precisos como las barbas, la ce- múltiple, salvo en detalles como la barba y las orejas, ja, las pupilas y los ollares del caballo. Junto a estas y que ofrece muy correctas proporciones y algunas figuras realistas aparecen las consabidas esquemati- convenciones características del estilo IV al que se zaciones de cabras en visión frontal de los bloques 1 y 2 que llegan a su máxima elipsis al representar fi- adscribe. Signos esealeriformes aparecen junto a su morro, siendo este tipo de signos habitual tanto en el las de signos en y en la parte superior de la cara A arte sobre soporte lítico como óseo6. A destacar la del bloque 1 para indicar una segunda manada de ca- presencia de haces de lineas que delimitan su cuello bras. y que marcan el despiece de la cabeza, sin que se tra- En la Fig. 9 recogemos en la primera fila las te de los típicos trazos cortos oblicuos que simulan el cabras de los dos bloques de Abauntz comparadas a pelaje de las piezas del estilo IV reciente sino de lar- otras del arte parietal o mueble, sin que en ningún gos trazos semejantes a los que presenta un ejemplar modo la lámina pretenda ser exhaustiva ya que se 50 PILAR UTRILLA Y CARLOS MAZO

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Fig. 9.- Representaciones de cabras en posición frontal. Abauntz. (1, 2 y 3); Ker de Massat (4 y 12); Llonin (5, 8, 9, 13 y 14); Otero (6); La Va- che (7); Pendo (10. 16, 17 y 18); tlrtiaga (II); Cuelo de la Mina (15); Paloma (21>: Ekain (19 y 20): Tone (22) y Gourdan (23). SegÉn Basan- diarán 1973 (lO. II, 15,16,17,18,21 y 22); Barriére 1990(4 y 12); Altuna y Apellániz 1978 (19 y 20); Sieveking 1987 (7); GonzálezSainz 1993(6> y calco sobre fotografia de Fortea. de la Rasilla y Rodríguez 1992(5,8,9. 13 y 14) y Delporte 1990(23). ARTE MUEBLE SOBRE SOPORTE LÍTICO DE LA CUEVA DE ABAUNTZ 51 han publicado repertorios en numerosas ocasiones Fig. II acompañado de otros ejemplares similares de (Barandiarán 1973: Utrilla 1990: González Sainz ~‘acimientospirenaicos y cantábricos. Así el cieno 1993). Entre ellas resaltamos como paralelos forma- citado se asemeja al representado en una plaqueta les más próximos los ejemplares de La Vache (Sieve- calcárea de Limeuil (Capitán y Eouyssonie 1924: king 1987: 182), Otero (González Sainz 1993: 52), Lám. XV, 58) donde una manada de ciervos forman- Ker de Massat (Barriére 1990: 43) y Ekain (Altuna y do escena ofrece un ejemplar con cara de frente y Apellániz 1978: 26) respecto a la cabra dc cuernos otro con la cabeza vuelta hacia atrás. También pre- curvos del bloque 2 (nY 3 dc la Fig. 9) y las de Lío- sentan cuerpo de perfil y cabezas de frente los famo- nín (cuyas testuces aparecen desde el borde de la cos- sos ejemplares de ciervos “asociados a lobo” que re- tilla) y Ker de Massat en relación a la familia esque- coge Ann Sievekiíxg (1976: 594), procedentes de mática escondida tras el desconchado del bloque 1 Pendo. Lorthet y Mas d’Azil’, a los que habría que (Fortea, de la Rasilla y Rodríguez 1992: 13). Otras añadir los dos asociados a caballo de la cueva de La representaciones más realistas de cabezas de cabra en Vache (MAN 83351). Entre los cienos representa- fila con representación de la primera y elipsis de las dos con su cuerpo totalmente de frente deben citarse siguientes aparecen sobre un hueso de la cueva de La los dos procedentes de Gourdan (el segundo quizá Vache (MAN 83378). una cabra aunque se publica como cérvido) y las ca- Esta abstracción de la serie de cabras se eje- bezas aisladas procedentes de Tevjat y La Madeleine cuta representando de modo bastante realista las tres (Chollot 1990: 202) o la santanderina de la cueva de primeras (en esquematización progresiva) y quedan- Valle (Barandiarán 1995: 72). do los ejemplares siguientes reducidos a una serie de En la Fig. 12 aparecen entresacados los cier- cuernos en V, los cuales ~‘emosrepetidos en las filas vos del bloque 1 representados de perfil. Un ciervo de “uves” de la parte superior. Esta técnica de repre- macho en la cara A y una ciena y la cabeza de otra sentar sólo la primera figura de una manada parcial- en la E presentan un tamaño y un estilo de ejecución mente semioculta aparece bien documentada en la fa- similar, pudiendo ser contemporáneos en su realiza- mosa escena de renos en fila de la cueva de la Maine ción. El cieno, mucho mayor que el de visión fron- en Teyjat (Barandiarán 1972: 353). en la citada pieza tal, se encuentra infrapuesto a él en la zona de los de La Vache (Delporte 1990: 223). en una manada citemos por lo que habrá que pensar en una realiza- de caballos de la grotte des Harpons de Lespugue (de ción posterior de las figuras pequeñas. El macho se los que sólo vemos representados el lomo y la oreja) presenta con la boca abierta y la cabeza levantada co- (Delporte 1990: 221), en las cabezas de ciena super- mo si estuviera en plena época de berrea, precisa- puestas de dos omoplatos de la cueva del Castillo mente el momento (hacia el mes de Septiembre) en (Almagro 1976: 30 y 42), o en los bóvidos de una que el cien’o es más vulnerable. Otros ejemplos de plaqueta de Limeuil (con rasgos marcados los dos ciervos con la boca abierta los hemos recogido en el primeros, esquemático el tercero), (Clotíes 1990: abri Morin, en el hueso de Torre ‘y en Lonhel. siendo 540). en varios cantos y plaquetas del Abri Montas- mucho más numerosas las figuraciones de renos en tmc de Bruniquel y de la grotte des Espelungues de esta posición (series de Limeuil o , por Lourdes con figuraciones de caballos a la carrera ejemplo). (Sieveking 1988: 42, 44. 46 y 47), en el canto proce- La cien-a por su parte presenta la posición dente de Arudv, grabado con cinco cabezas de caba- típica de “amenaza de alta intensidad” con la cabeza líos (Leroi Gourhan 1971: 380), sin que debamos ol- erguida. el cuello estirado y tína pata adelantada. vidar el último ejemplo de los ritiocerontes en pers- “Cuando lot/as las hembras se reúnen en un mismo pectiva de la cueva Chauvet. representados sólo por territorio se puede identificar por su comportamien- sus cuernos y parte superior del lomo (Fig. lo). fo a la que ostenta lajefatura. Revela su alto puesto El modelo de representación de cabras fron- en la jerarquía por su actitud nerviosa y vigilante, tales en la cueva de Abauntz aparece combinado en en continuo estado de alerta para detectar cualquier la misma eseena con la visión de petftl (cabrita de la peligro, >nientras las demás pastan o rumian de for- parte superior de las filas de “u~’cs”), utilizándose ma más despreocupada” (Rodríguez de la Fuente el además las dos modalidades que señala González a/ii 1982: 178 y 187). Ahora bien, si aceptamos su Sainz (1993: 51-53): cabras con cuerpo de perfil y relación con el cieno macho en actitud de berrea de 8 quizá debamos interpretarla como cabeza ~‘uelta(bloque 1) y cabras con cuerpo de perfil la cara inversa y cabeza de frente

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Fig. JO.- Elipsis dc los animales por ocultanjientosparciales. l.imeuil (1); Espelungues de Lourdes (2 y 5>, Ab¡-i Montastnjc de F3nmniqtucl (3); El Castillo (4): Pendo (6); Ls Vache (7); grolse des ¡-larpona de Lespugue (8) y g-otte de la Maine de ‘leS at (9). Según Capitan y Bouyssonie 1924(1): Sievcking 198$ (2.3 y 5): Almagro 1975 (4): Barandiarán 1973 (6): Delporte ¡990 (7): Saint Péricr 1925 (8) y Breují (9)citado en flarandiarán 1972. ARTE MUEBLE SOBRE SOPORTE LÍTICO DE LA CUEVA DE ABAUNTZ 53

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Fig. II.- Representaciones frontales de cérvidos, Abauntz(t): Limeuil (2 y 3): Oourdan (4y 5); leyjat (6, 7y 8): Valle (9): La Madeleine(l0 y II): Pendo (12); Mas d’Mil (13); Lorihel (14) y La Vache (15). Según Capitan y Bouyssonic 1924(2 y 3): Chollo! 1990 (4,5,6.7.8,10 y II): Sieveking 1976(12 y 14); l3arandiarán 1973(9 y 13)y l)elporte 1990(15). los ciervos de Abauntz, dato que comentaremos más morfos de los bloques de Abauntz comparados a adelante en el apartado de técnicas y convenciones. otros que presentan posturas similares (boca abierta, En la Fig. 13 recogemos los dos antropo- ojo redondo, largo cuello) o que se localizan en yaci- 54 PILAR UTRILLA Y CARLOS MAZO

2

3 5

Fig. 12.- Cienos de perfil. AS-auníz (Iv 2): Lorthet (3): Tone (4)~’ NIorin (5). Según Barandiarán 1971 (4): Pierte 1907 (3) y I)efl’arge etola 1975 (5). mientos próximos. Así los de Enléne (Clottes 1989: vención y tamaño presentan los animales representa- 348), narigudo de lsturitz (Sacchi 1990: 20). fiera de dos en los bloques de Abauntz, siempre más peque- Ker de Massat (Barriére 1990: 35) y serie de los Ca- ñas y esquematizadas las cabras con respecto a los sares (Balbin y Aleolea 1992> ofrecen su boca abier- cérvidos del bloque 1 o al caballo del bloque 2. ta, mientras que el de Altxerri (quizá un serpentifor- En la misma zona que el antropomorfo (par- me) se asemeja al de Abauníz por stí largo cuello te inferior de la cara A del bloque 1) se localizan dos (Altuna y Apellániz 1976) y el de Parpalló por su animales infantiles enfrentados que representamos en asociación a un escaleriforme (Villaverde 1994: la Fig. 14. La forma de su cabeza, cuello y cuerpo Lám. XLIV). Con el ejemplar de Tone (Barandiarán nos recuerda el perfil de un ternero pero stís largas 1971), similar por su parte al peludo de Isluritz. sólo orejas puntiagudas les asimilan a un lagomorfo. Sin le aproxima su vecindad geográfica y su posición en embargo no parece que el perfil de estos animales, un plano inferior respecto a la escena de herbívoros bien representados en la Marche, por ejemplo. (Pales situados en la parte alta de la pieza, como si ambos, 1989: lám. 16) encaje con nuestras figuras ya que lie- el de Abauníz y el de Torre, se encontraran acechan- bres y conejos presentan una frente convexa. Los pa- do los animales que se disponen a cazar. En el caso ralelos más próximos entre los ejemplares grabados de la magnifica escena de Torre el muestrario de her- los hemos localizado en Limeuil (Capitan y Bouysso- bivoros que se le ofrece (un caballo, un san-io. un bó- nie 1924: lám. X, n.0 37). en Mas d’Azil (Delporte 1990: 105) y en Teyjat (Leroi Gourhan 1971: 386) vido, un ciervo y dos cabras esquemáticas) no puede ser más variado, siendo destacable la diferente con- donde son clasificados como “pequeños rumiantes” e cepeión que presentan las dos cabras, mucho meno- incluso, en el caso de Teyjat como cen’atos. A pesar res que el resto de los animales, a pares y no en ejem- de las orejas puntiagudas no creemos que nuestros gorditos ejemplares de cuello grueso y corto tengan plares únicos y en perspectiva frontal. Idéntica con- ARTE MUEBLE SOBRE SOPORTE LÍTICO DE LA CUEVA DE ABAUNTZ 55

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3 1

5 1’

6 7 9 8

11 ‘o

Fig. 13.- Antropomorfos. Abauntz (1 y 2>; PaipaIló (3); Torre (4); Isturitz (5 y 8); Enléne (6); Ka de Massat (7); Altxeni (9) y Casares (lO, II y 12). Según Villaverde 1994 (3); Barandiarán 1971 (4); Saint Pésier 1930 (5 y 8); Clones 1989 (6); Barriére 1990 (7); Aliuna y Apellániz 1976 (9)ycalco de Cabré en Balbín y Alcolea 1992(10,11 y 12). 56 PILAR UTRILLA Y CARLOS MAZO

* -~ ¿2

js- — 2 a 4

Fig. 14.- Animalesjuveniles. Abauntz(I); Linicuil (2): Mas dL-Vil (3)y ‘leyjat (4). Según Capitan y Bouy~onie 19924 (2); Oclporte 1990 (3) y Leroi (iourhan 1971 (4). nada que ver con los esbeltos y delgados cervatillos, cabeza machacada por visibles huellas de golpes. Dos quizá más con los rayones, pero es casi seguro que casos similares de caballos sobre cantos usados como para representar a estos animales el artista magdale- compresores, recoge Sieveking (¡990: 8) en La Co- niense no hubiera omitido la conVención de puntos lombiére. habiendo sido rehecho el grabado de uno

1v—.

2

4

Fig. 15.- Caballos harbados sobre plaquetas. Abauntz (1): lsturitz (2): Tuc d’Audoubert (3) y ‘1’ito Bustillo (4). Según Sieveking (2). Bégoiten el a/ii 1982 (3) y Mourc 1990(4).

Tito Bustillo (Moure 1990: 117). El mismo detalle en dan, Mas d’Azil ‘y Gónnesdorf) estén partidas en la la representación aunque con distinta solución para zona de la boca, precisamente la única zona de la ca- la crimera se aprecia en una plaqueta de Gónnersdorf beza en la que el caballo puede ser peligroso para el (Bosinski 1975: 52). Otra cabeza de similar estilo en hombre’. orejas, ojo y crines procede de una plaqueta de Gour- Otro aspecto a tener en cuenta son las técni- cas de grabado y las con~’eneiones estilísticas que en- dan (Chollot 1964: 76. n.0 47265) aunque ésta se ha- lla partida a la altura de la boca por lo que no puede contramos en los ejemplares de Abauntz. Estos se- apreciarse si se le marcaba la barba. Idéntica rotura y rían los datos más llamativos:

ejecución respecto a ésta presenta una figura de Mas - No existe en ningún momento la conven- d’Azil (Delporte 1990: 68, fig. 34) y una placa de pi- ción del trazo cono oblicuo para marcar el pelaje en zarra del yacimiento de Gónnesdorf (Albrecht cf ahii el interior de ciervos o caballos a pesar de que la cro- 1989: 93, n.0 73) muy similar en su composición y nología cte C14 por AMS indica que fueron grabados detalles a la placa de Abauniz (ojo almendrado, ore- en la época magdalenicnse final cuando esta conven- jas de trazo simple frente al trazo ínúltiple del resto ción parece convertirse casi en un fósil director

cia de sombreado ya que está presente en las dimi- arte mobiliar niagdalcniense. nuLas del hueso de Torre y existen figuras de gran La- i. Sin embargo en varias ocasiones el autor maño (caballos de los bloques 2 y 3: ciervos de perfil ha tenido que corregir el trazado del cuerpo de algu- del bloque 1) que pudieran haber contenido este tipo nos animales. Es el caso de la cabra principal de la de trazos. familia representada en el bloque 1 que presenta mo- Sólo vemos una explicación posible: nunca dificado el perfil de su cuerpo y extremo distal de los este tipo de trazos ha sido documentado sobre pla- cuernos. Algo similar ~emos en los cuartos traseros y quetas de piedra (ver series dc Gourdan, Lorthet, En- en las orejas de la cierva dc la cara E y en el trazado léne. La Marche o Limeuil) quizá debido a la dureza del cuello del gran ciervo que ha sido manipulado en del soporte. Sin embargo en nuestro caso la superfi- dos ocasiones. cie de los bloques grabados es tan blanda que no hu- 6. Un curioso papel representan los descon- biera habido problema técnico en realizar el som- chados de los bloques que parecen tener una ejecu- breado, máxime cuando estos trazos cortos oblicuos ción voluntaria en el caso del bloque 1 y un carácter se hallan contorneando el desconchado del bloque 1. accidental en el bloque 2. El primero ha servido para Existe pues una idea preconcebida en el grabador que esconder la familia de cabras detrás de él. procedien- sabe que esa convención nunca debe emplearse sobre do previamente a delimitar su contorno mediante una soporte de piedra, quizá en este caso por demasiado línea en la zona de las cabras y una serie de líneas blanda. cortas en la zona del antropomorfo. En el caso del 2. Contrasta el cuidadoso detalle con cl que desconchado del bloque 2, previo a la realización del se ejecutan algunas partes del cuerpo (boca abierta caballo, no ha habido obstáculo para continuar las del ciervo del bloque 1; morro. ceja, ojos y orejas del patas sobre él, si bien éstas han quedado muy some- caballo del bloque 3) con la descuidada representa- ramente marcadas debido a la mayor dureza del so- ción de todas las extremidades, siendo francamente porte. torpes las de los dos terneros o de la cierva del blo- 7. Similar interés plantean los haces parale- que 1. cuando no aberrantes por su longitud como en los de lineas ondulantes o quebradas que se pasean el caso del ciervo en posición frontal. En las figuras por las dos caras del bloque 1 y por el lateral del blo- de cabritas de frente y cieno de perfil se ha omitido que 2 encima del caballo. Algunas de ellas pasan in- la realización de las patas y no debe atribuirse en este cluso sin interrupeión de una cara a la otra, indicán- caso a falta de espacio en el soporte como podría ser donos quizás que las escenas de ambas caras tengan el caso de los muñones cebrados de los animales del una clara unidad. Ello podría afectar en la temática hueso de Torre. al gran ciervo de perfil de la cara A y a las ciervas de 3. Podriamos pensar en una “damnano me- la cara 8, tal como hemos comentado anteriormente. moriae” de algunas figuras que han sido insistente- 8. A falta del estudio microscópico definiti- mente eliminadas por rayados como es el caso de la vo de las superposiciones de los bloques 1 y 2 adelan- cierva del bloque 1 o por repiqueteados como la ca- tamosen un primer análisis a la lupa de cámara clara beza de caballo del bloque 2, aparentemente realiza- que las figuras de menor tamaño y visión frontal se dos con anterioridad al grabado de la figura. No pa- han ejecutado con posterioridad a las de mayor tama- rece que éste deba ser eí mismo caso de dos bisontes ño y visión lateral. Es el caso de las cabras y el cieno totalmente rayados de la cueva de A¡txerri (Apellániz del bloque 1 superpuestas al gran cieno de perfil y 1982: figs. 13 y 14) donde las rayas pretenden expre- de las tres cabras de frente del bloque 2 superpuestas sar el volumen del animal y no la anulación de la fi- al lomo del gran caballo, siendo cl antropomorfo el gura, pero sí podrían interpretarse como destructivas de más reciente realización. En este sentido el proce- las rayas que cruzan reiteradamente algunas figuras so diacrónico de realización de las figuras de de bisontes de la misma cueva (de Barandiarán 1964: Abauntz es in~’erso al registrado por Barandiarán 119 y 120, figs. 6 y 7). (1971: 58-61) en el hueso de Torre. En este caso eran 4. Como técnica de grabado es frecuente la las figuras pequeñas (cabra de frente, antropomorfo y aparición del buril de filo múltiple en figuras de gran caballo) las primeras en ser grabadas y no precisa- tamaño como el antropomorfo del bloque 1 o el caba- mente en el centro de la composición, realizando en lío del bloque 3. combinando en este último con el una etapa posterior las tres figuras mayores de herbí- filo simple para representar las finas orejas y las bar- voros realistas (sarrio. cieno y bóvido), exactamente bas y con el grabado estriado para marcar el despie- simétricos sobre la superficie del hueso. “Se debe su- ce entre cuello y cabeza. La firmeza del trazo y la poner, piensa Barandiarán (1984: 144), que el autor perfección de ejecución que ofrece eí caballo acredita paleolítico pensaba el tema y distribuía “in mente” a su grabador como uno de los grandes maestros del los diversos componen frs sobre el espacio disponi- ARTE MUEBLE SOBRE SOPORTE LITICO DE LA CUEVA DE ABAUNTZ 59 ble, dejando huecos suficientes donde encajarían los Las similitudes con yacimientos del Suroeste elementos aún no trazados”. En nuestro caso la cabra de Francia (Dordoña y regiones vecinas) quedan bien de cuernos curvos del bloque 2 parece aprovechar el patentes en los yacimientos de Limeuil o Teyjat, con espacio vacio que queda bajo el cuello del caballo, al figuras que ofrecen similares convenciones de repre- igual que el pequeño bisonte de Altamira se instala sentación. No son menores los testimonios de la rela- ción de Abauntz con yacimientos del País Vasco pe- en un menor tamaño que sus compañeros bajo el cue- llo de la gran ciena o la marmota del bastón de los ninsular: así lo atestiguan la escena del hueso de To- sarrios de Gourdan asoma su cabeza en el espacio rre, la cabra con la cabeza vuelta de Ekain o el antro- pomorfo de largo cuello de Altxerri, los cuales pre- disponible entre dos de ellos. Se trata según Chollot (1980: 334) de un encaje o encuadre en la inserción sentan claras similitudes con los grabados del bloque de la cabeza. “prueba de la no superposición del arte 1 de Abauntz. mueble”. Por otra parte las relaciones de nuestro yaci- miento con el magdaleniense medio y superior de Asturias quedan patentes en la industria ósea del ni- 4. LAS RELACIONES CON EL ARTE vel e y en los motivos decorativos y figurativos del PALEOLÍTICO DE SUS VECINOS arte mobiliar. tanto sobre soporte lítico como óseo (Utrilla 1995). Citemos por ejemplo las varillas y Si observamos en un mapa la posición geo- cinceles de Caldas, la costilla grabada de Llonín o las gráfica de la cueva de Abauníz nos daremos cuenta plaquetas de piedra con arte figurativo de la cueva de de su situación central respecto a los grandes núcleos la Paloma o Tito Bustillo. yacimiento que posee ade- del arte paleolítico durante el Magdaleniense Medio- más, como Abauntz. una interesante colección de es- Superior. Se encuentra prácticamente equidistante pátulas decoradas. del foco pirenaico del Ariége, del núcleo asturiano y Las relaciones con yacimientos de la Meseta de la Dordoña, sin que por ello podamos atribuirle un y Levante ya no son tan nítidas. Hemos citado el an- carácter especial de lugar de concentración que os- tropomorfo asociado a escaleriforme de la cueva de tentaria en este territorio sin duda alguna la cueva de Parpalló en similar composición al de Abauntz pero Isturitz. Ella reúne todos los atributos que la acredi- podríamos añadir la abundancia de bandas de escale- tan como lugar de reunión: su tamaño, la potencia de riformes decorando varillas, azagayas y plaquetas, sus niveles arqueológicos, la variedad de decoracio- muy frecuentes en Parpalló (Pericot 1942: 107 y 109; nes de su industria ósea y cl amplio radio de influen- Villaverde 1994: 260) presentes también en las espá- cia de su arte mobiliar. Por otra parte, el peculiar in- tulas del nivel e de Abauntz (Utrilla 1995: 294) o la terés que demuestra Isturitz en la figuración de caba- existencia de una crinera en escalón en el caballo del líos podría resultar significativo, tanto más si tene- bloque 2, convención muy utilizada desde el solu- mos en cuenta la representación de este mismo ani- trense en las plaquetas del Parpalló y en el arte parie- mal en los yacimientos satélite que dependen de ella. tal de la Meseta. En este sentido queremos llamar la Tal es el caso de Duruthy con sus bellas esculturas de atención acerca de la opinión expresada por Villaver- caballos y de Abauntz que presenta este animal como de en varias ocasiones <1992, 1994b) de que habría figura principal en dos de sus bloques y que entrega que aproximar al magdaleniense algunos yacimientos en su fauna una abrumadora mayoria de molares de de esta zona que han sido clasificados en el estilo III. Tal podría ser el caso de la famosa placa de caballo en la zona donde aparecieron los bloques gra- Villalba, el ejemplo mobiliar que tenemos más próxi- bados’0. La cueva de Abauntz presenta de este modo mo en la Meseta. Sus autores (Jimeno el ahí 1990: muy nítidos paralelos con el mundo pirenaico del 35-36) en una magnífica publicación plantean todos Magdaleniense Medio-Superior, siendo constantes los paralelos de convenciones estilísticas que les lle- las referencias a Isturitz y Duruthy en su industria van en algunos casos al estilo IV con paralelos en el ósea del nivel e y a todo el Pirineo francés en su arte magdaleniense de la Costa Cantábrica (despieces, de- mueble sobre soporte lítico (Lorthet, Gourdan, Mas talles en las figuras como crines y barbas, cebraduras d’Azil. Enléne). La mera presencia de reno y saiga en las patas de los caballos,...) y en otros a paralelos (esta última la única de todo el Magdaleniense espa- mediterráneos, la mayoría procedentes del Magdale- ñol”) ya atestigua por sí sola las relaciones con niense de la cueva de Parpalló. Aquitania, quedando pendiente si existen paralelos Sin embargo, llama la atención que, tras es- con los micrograbados de Arancou. yacimiento que tos correctos razonamientos y tras indicar que en la posee una serie inédita de arte mobiliar sobre piedra placa de Villalba están ausentes las crineras en esca- (Vialou 1995: 273). lón, los vientres hinchados y los hocicos espatulifor- 60 PILAR UTRILLA Y CARLOS MAZO

unes, clasifIquen la pieza en un Soltítrense Final o la línea de despiece del vientre (presente también en Magdaleniense Inicial. No debe descartarse una cro- cl primer macho cabrío de Villalba) o las cebraduras nología dcl Magdaleniense Superior-Final para la dc las patas que encontramos repetidas en los muño- placa que ííos octípa. que es lo que estaban indicando nes de los herbívoros del huteso de Torre. El tipo de los paralelos reseñados. Precisamente el hallazgo de soporte dc la placa de Villalba (piedra dura) pudo los tres bloques de Abauntz, va cíl el Valle del Ebro, condicionar, como en el casode Abauntz. la ausencia y la existeticia de ~‘acimientosdel magdaleniense fi- de los trazos cortos oblicuos marcando el pelaje. nal bien datados a unos 60 Km. de Villalba. como es Por otra parte el nexo de unión con el arte el caso de la Peña del Diablo de Cetina (Utrilla 1995: parietal de la cueva de los Casares o el mobiliar de la 303). puede dar valor a la aceptación de una cronolo- cueva de la Hoz (Balbín y Alcolea 1995). también a gía magdalenicnse final para la pieza del arte mueble tinos a 60 km de Cetina. qutedaría bien atestiguado en soriano. La simplicidad de ejecución de las formas este yacimiento del Valle del Jalón, refrendado ade- animales no desentona de otros ejemplos suiputesta- más por el reciente hallazgo de niveles cenicientos mente contemporáneos como podrían ser el caballo con útiles de aspecto paleolítico cía la localidad dc del bloque 2 de Abaunizo los caballos d~ la cueva de Deza. población situada a orillas del río Henar y que Ekain. si naples en su concepción pero coía detalles en marcaría la níta de penetración en la provincia dc sus convenciones de representación, como puedcía ser Soria.

NOTAS

Se ha dado noticia de estos hallazgos en algunas publicaciones gene- deAbaunta: 11900+140 HP en La l’alonía y 11650+190 RPen Cue- rales sobre cl magdalenies,se del Valle del Ebro. Así en el número te de la Mina (Nlcure 1995: 233). sin qute por ello queramos indicar monográfico sobre el tinal del Paleolítico Cantábrico que lía editado ni de lejos que un motivo tan coniótí ptíeda tener valor de lósil direc- la Ijísiversidad de Cantabria (Utrilla 1995), el Coloquio de Pat’ sobre tor específico del NIagdaleniensc Final. va que el escaieritbrn,e de la coníunícac,ones transpirenaicas durante el I>aleolitico (Utrilla y Mazo espátula de la propia- ctte”a de Abaunlz en su nivel e lía sido datado 1996a) ~ el Coloquio de Pañetas de la UtSPP sobre El Nítundo Medi- en 13500 PP. terráneo después del Pleniglacial (Utrilla ep). l’onna parte también del catálogo de la exposición de 5am! Genííain-en-I.aye sobre “1. ‘art Sobre el tenía del lobo thoz cíue acecha al cieno en ulí cuento níag- préhiswriqoe des Pyrdnées’(Utrilla y Mazo 1996b). daleniense no deje de constíltarse el articulo de Ignacio I3arandiarán (1993) coíí una reitíterpretaeión del tema. En cl diario de excavaciones se denomina 2r a este nuevo nitel que tal vez, pudiera corresponder al lentejón rojizo esteril (el) que sc de- No es inusual en el arte uííu,cble la relación temática o conceptual de tecté en la monografia dc 1982 sobre la superficie del nivel e (Utri- las dos caras de tina misma pieza. Quizá cí ejemplo más significativo lía 1982: 215). En este caso el clásico nivel e gutizó debiera pasar a sea la lhíííosa costilla de la cueva de Isturita llamada de la “persectí- llamarse e2. Utilizar tilia nomenclatura u otra es irreletante. eton amorosa - ce’, la mistna concepción de figuras heridas por tun ar- piAn (hu¡ííanas en el anverso, bisontes en el reverso) que se pemsigtíe¡í El nivel e. en cambio, conocido ya desde la publicación de 1982. entre si (l)elporte 1990:132). acaba de entregar una Foeha ANIS de 13500±160131> (Ox A-5983). Es esta datación la que creemos más fiable de entre las cuatro que Se ‘No obstaííle. siendo el caballo el animal más representado sobre pía’ haí~ obtenido para este nivel, ya que concuerda tolalmente co,’ la ti- qimetas en el ínagdaleniense fiancés (Sieveking 1990). encontraríamos pología dc su industria ósea (similar a Caldas Vil, U’ Viña IViní’ y otros muchos ejemplares de caballos harbados en ~‘acimienlospire- ‘Filo Bustillo le) y dala directamente u,í fragííento de espáltíla deco- ¡laicos ~‘ de la l)ordoña. por 1<> que las tres muestras aquí recogidas rada con escaleril’orme, En los casos anteriores pudo haber contaníi— vienen a ser solo un extracto de los paralelos mílás próximos. nació¡í de algúíí htíeso procedente de niveles inibriores ya que acaba- íííos de detectar una antigtía ocupación mustcriense o achelense rica En otro lugar (titrilla 1 994) heunos especulado acerca del valor de en hendedores. la citeva de Isturisa como Itugar general de concentración de gentes tuagdalenicnses y de Castillo y Altamira como toco dc atracción de En este proceso interviniero,í J. L. Rodríguez y \l. l. Pérez. teenícos otras que octíparian la Costa Cantábrica o de Patpalló en la Costa le- del servicio Audiovisual de la Facultad de Filosofla y Letras (SEME- vantina. ‘lodos estos lugares tienen en eot,íuí, su posición central res- ‘l’A). pecto a las -áreas guíe atraen. puídie¡ído argttníentar qute sólo la cueva de lsturitz. se cílcotítraria en el centro de las tres áreas por lo que os- Lo habitual es representar el agua por la presencia de peces guíe sal- tentaria el carácter de “Stíper-site”. siendo las demás Focos de atrac- tan entre las patas de los cienos conio en el célebre bastón de Lorthet ción de carácter íííás resíritígido. o entre los antropomorlos de la cueva dc los Casares. Esta especie ha sido identificada por Níariezeurrena y Altu¡ía quie- 6 Nos ret’criníos a la representación variada de escalerifonnes que apa- íes se encuentran realizatído el análisis de la arqtíeolho¡ía del yací— recen sobre tres espáltílas del ni~-el e de la nsisrna cueva (IJírilla íííiento, l)ebeníos ad~’ertir que las panes idetílifícadas so¡í Ialaííges 1995; Utrilla ‘Mazo 1996a) y que recuerdan los paralelos citados de guíe. sí hiemí son los tílejores elementos qtte posee el paleontólogo para la fumosa costilla de l..lonin (Fortea. de la Rasilla y Rodríguez 1992: dilbreneiar las saigas de otros herbítoros. no atesuigualí por su níísn’as 13) u otros ambientes níeditenáneos, couíío las a-zaga~’as del suíptícsuo el paso del níonlañoso puerto de Velase por este ani¡ííal tan adaptado níagdaleniense II de Parpalló (Pericol 1942: fig. 77) olas existentes a superficies llanas. Bien pudieron llegar las Ihianges a la etíeva conlo en contextos de roníanelliense italiaíío (Leonardí 1988). Es interesan- parte de las pieles de saiga que portarían los cazadores ínagdalenicn- te señalar asiíííisnío que las dos únicas azagayas asturianas datadas ses procedemíles de Aqutilaííia. cloe portan esealerdotiííes hauí cntregadts lechas idénticas al bloqtíe 3 ARTE MUEBLE SOBRE SOPORTE LÍTICO DE LA CUEVA DE ABAUNTZ 61

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