V. Azaila En El Año 2013
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Cæsaraugusta, 83. 2012-2013, pp.: 349-490 ISSN: 0007-9502 V. Azaila en el año 2013376 1. Problemas de actualidad. El abandono de la ciudad Hemos mantenido, al igual que otros autores y el propio excavador, Cabré, que la denominada “acrópolis de Azaila” es un ejemplo de ciudad destruida y abando- nada forzosamente en el transcurso de determinados episodios de inestabilidad, que arrasaron el núcleo habitado, que nunca más fue reocupado, quedando sus restos recubiertos por un nivel de destrucción (fig. 278). Ello ocurrió tras un asedio de la ciudad, sometida tras su asalto mediante un agger que quebrantó el poder de sus defensas, por la zona sur. Es evidente que la numerosa población periférica del poblado, extramuros, se refugió en la acrópolis, quedando abandonadas todas las zonas de habitación de la ciudad baja, incluida parte de la calle de acceso sureste 376 Llama la atención el intenso carácter romanizador presente en Azaila en la última de sus etapas, considerada habitualmente bajo la rúbrica del ibérico tardío. Las formas monumentales y urbanas que adopta la ciudad, sin perder el trasfondo ibérico, nos llevan directamente a la presencia de Roma, o al menos de sus más definitorios rasgos culturales, hasta el punto de encontrarnos verda- deramente ante un híbrido y en ese sentido tenemos que aceptar el término propuesto, sin llegar a negarle a la ciudad el carácter de “ibérica”, como propuso, con un punto de vehemencia, P. Moret (1996, pp. 26, 422). Recuérdese que en el amplio conjunto epigráfico encontrado en Azaila, los grafitos latinos son una exigua minoría (solo escasos ejemplos, nominales, entre ellos DA y RE) (DÍAZ ARIÑO, B., 2008, 177-179), vide infra, resultando la práctica totalidad ibérica (CABRÉ AGUILÓ, J., 83 1944, pp. 23 y ss.; BELTRÁN LLORIS, M., 1976, 287 ss.; SILES, J., 1985; UNTERMANN, J., 1990, pp. 179-325; también la revisión de VALLADOLID, J., 2002, 179 ss.). Son en total 452 los epígrafes sistematizados por Untermann, a los que se unen los dados a conocer en 1995 (BELTRÁN LLORIS, M., 1995, 185 ss.) y después por DÍAZ ARIÑO, B., MAYAYO, A., 2009, 197 ss., que conforman casi el medio millar de ejemplos. Otros rasgos nos llevan a la misma argumentación, referida al fondo ibérico de Azaila, pero no insistiremos ahora por razones obvias, salvo resaltar la adopción de las formas de prestigio de Roma por parte de las élites de Azaila, fenómeno que puede llegar más lejos atendiendo a la presencia real de itálicos en nuestro suelo. CÆSARAUGUSTA 349 350 CÆSARAUGUSTA 83 Miguel BELTRÁN LLORIS FIG. 278. El Cabezo de Alcalá de Azaila, desde el aire. Fot. de Javier Romeo Francés. Romeo deJavier Fot. ElCabezodeAlcaláAzaila,desde elaire. que fue desmontada para levantar la barricada de estacas pétreas. El ejército sitiador de Azaila, habida cuenta de la resistencia que debió encontrar, levantó una rampa de ataque en el lado Sur, la zona más débil y en donde el terreno presentaba una li- gera elevación que favoreció los trabajos. A través de ella alcanzaron los asaltantes el anillo principal de la muralla, en el lado Sur, haciendo en el mismo un gran boquete (visible en el lienzo restaurado con modernidad) que provocó el desmoronamiento de las defensas, por donde penetraron los sitiadores. Superaron los atacantes, igual- mente, el campo de piedras hincadas reforzado en la misma área. Los habitantes de Azaila levantaron varias “barricadas” defensivas en las calles principales, como se aprecia en la planta publicada por J. Cabré, en la parte media de la calle C y al inicio, en la parte baja de la calle G377. Los sitiados completaron la defensa instalando, tal vez, una catapulta de torsión (scorpio) en el edículo in antis378, para evitar el asalto por el lado oriental de la acrópolis desde uno de los accesos a la ciudad en suave rampa, aunque la forma de hallazgo también puede dar a entender que pudo estar simplemente apoyada contra una pared del edículo, en cuyo caso se eliminaría su carácter defensivo, abogándose por alguna muestra de consagración, como opinaba Baatz379; del mismo modo la calzada que desembocaba en la calle g, fue protegida además por una “barricada”. De todo ello cabe inferir que los asal- tantes desbordaron las defensas por el Sur de la acrópolis y por los accesos de la ladera oriental, los más fáciles, ingresando en la ciudad por la empinada calle a, que desembocaba en el templo. Las murallas fueron batidas por los atacantes por medio de catapultas, cuyos proyectiles se concentraron, en lo registrado, en la zona NE de la acrópolis y como es lógico, en el foso. Todos los esfuerzos fueron vanos, pues la ciudad fue arrasada e incendiada total o parcialmente. Sus habitantes abandonaron sus moradas con sus más valiosas pertenencias y sobre todo la plata que, no habiendo aparecido, les fue arrebatada Juan Cabré) de inédita documentación (contiene 2013 en el año Estado de la cuestión . A por los vencedores. Uno de ellos perdió precipitadamente sus caudales en la cocina IL de su casa; otro, con más tiempo, llegó a ocultarlos en el hueco de una pared. La ciudad no fue habitada nunca más. AZA Esta interpretación, sometida lógicamente a la imposibilidad de comprobar los contextos estratigráficos obtenidos en las excavaciones de comienzos del siglo pasa- do, ha sido cuestionada recientemente380 arguyéndose además, que una destrucción de origen militar solo puede defenderse en el caso de constatarse cuatro tipos de ves- tigios: “trazas generalizadas de incendio; mobiliario cotidiano abandonado sobre el lugar; hallazgo de numerosas armas y esqueletos de animales muertos violentamen- te”. Apoya esta hipótesis de trabajo, la no constatación en las fuentes literarias de la destrucción de la ciudad (¿?) y además la negación del recinto fortificado como tal (¿?), el extraño carácter topográfico de las armas encontradas en el yacimiento y la negación de la rampa de asalto, para concluir en la ausencia de asedio de la ciudad y en su abandono pacífico, o desmilitarizado, uniendo a todo esto la datación del 83 377 CABRÉ, J., 1944, fig. 1. 378 CABRÉ, J., 1925, 14. Esta catapulta es semejante a las de Ampurias y Caminreal, con diferencias de tipo técnico que no han podido solventarse por la ausencia de datos. Sobre estas armas, VICENTE, J., et alii, 1997, 167 ss. (Caminreal); RUSSO, F., 2004, 137 ss. GARCÍA DÍEZ, F., 2002, 295 ss. 379 BAATZ, D., 1994, 280. 380 HOURCADE, D., 2008, 251 ss.; 2009, 93 ss. CÆSARAUGUSTA 351 final de la ciudad en los alrededores de los años 40 a. E. o 50/30 a. E. (¿?)381, creemos LORIS que en contradicción con la cultura material aparecida y especialmente en lo que se L deduce de las monedas, como las ausencias de Kelse (series evolucionadas) y series bilingües, según se razona más abajo, por no hablar de las primeras emisiones de ELTRÁN la Colonia Lepida que también deberían de haber llegado, de admitirse una fecha tan tardía. Miguel B Miguel Antes de entrar en problemas de cronología, conviene analizar la naturaleza del abandono de la ciudad alzada en el Cabezo de Alcalá de Azaila, para lo cual recordaremos los argumentos al hilo de las últimas novedades en torno a este pro- blema. 1.1. La supuesta falta de trazas generalizadas de incendio Hay un hecho claro en las excavaciones de Azaila, en el que hemos insistido en numerosas ocasiones. Su principal excavador, J. Cabré, no publicó nunca los resultados de las excavaciones y las relaciones estratigráficas de los materiales y su contextualización. Las referencias a las superposiciones estratigráficas, se hicieron siempre a propósito de la publicación de la cerámica382 o de los materiales signi- ficativos del yacimiento, como los bronces383, como se insiste más abajo. Ello ha provocado que las referencias exactas a determinadas unidades estratigráficas, como los niveles de incendio, hayan sido siempre marginales, a propósito de los hallazgos y no como objetivo principal que habría ayudado a definir los contextos generales del yacimiento. Incluso en las notas inéditas que hemos dado a conocer (cuaderno 1 y siguientes)384, los comentarios se limitan a la descripción de los hallazgos muebles con referencias topográficas no siempre fáciles de reubicar en la planta de la acrópo- lis. No obstante, las distintas referencias a los niveles de destrucción del yacimiento siempre aluden a formas de incendio, genéricamente, y solo en algunos casos se des- ciende al detalle, según mostramos en la tabla adjunta, en la que anotamos además nuestras propias experiencias: 381 HOURCADE, D., 2009, 99 y p. 105, n. 58 en la que abandona, definitivamente la cronología alta y se inclina, según los estudios ceramológicos (¿?) por dicha cronología. En 2008, p. 253, plantea también la eventual toma de la ciudad en el entorno de la batalla de Ilerda. Sigue los argumentos generales de estos autores, BARRANDON, N., 2011, 107, ss., 231 ss., aunque sin profundizar en detalles y sin tener en cuenta los argumentos numismáticos en su contexto, pues aunque se admite, sin 83 ninguna duda, la datación sertoriana de los dos tesoros de monedas, ello no excluye (en opinión de BARRANDON, N., 2011, 238) una ocupación posterior del yacimiento, pero la autora no tiene en cuenta que los tesoros pertenecen a la fase final del yacimiento y uno de ellos se encontró en el último nivel de destrucción, sobre el suelo de una casa de la ocupación última. 382 CABRÉ, J., 1944. 383 CABRÉ, J., 1934. CÆSARAUGUSTA 384 BELTRÁN LLORIS, M., 1995, pp. 17 ss. 352 Ubicación Tipo de hallazgos Ref. bibliográfica topográfica Casa al Norte “todo el suelo estaba lleno de maderas Cabré Cuaderno 1385, p. Casa 1 carbonizadas” 27 fig. 6 (Beltrán, M., 1995, 17) Sacellum in antis386 “todo ello, en el interior del templo, se Cabré, J., 1925, 14.