Memoria Comunitaria De Piedades De Santa Ana
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UNIVERSIDAD NACIONAL FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS INSTITUTO DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS (Idela) CÁTEDRA JOAQUÍN GARCÍA MONGE MEMORIA COMUNITARIA DE PIEDADES DE SANTA ANA CUADERNOS DE APORTES TEÓRICOS NUESTRA AMÉRICA Editorial de la Universidad Nacional 2005 Primera edición: junio 2004 Autores (las voces de Piedades): Gloria Artavia Mena José Fausto Artavia Vargas Lenín Avila Delgado Jorge Delgado Gabriel “Lito” Guillén Rivera Carlos Guadamuz Hidalgo María Isabel Mena Morales Marlon Mora Jiménez Georgina Morales Morales Florita Morales Vargas Guillermo Ramos Morales Investigación, edición y trabajo fotográfico: Marlon Mora Jiménez. Coordinador de la Cátedra “Joaquín García Monge”: Oscar Rojas Flores. Director del Instituto de Estudios Latinoamericanos: Julián González Zúñiga. Apoyo secretarial: María de los Ángeles Sánchez Esquivel. 2 ÍNDICE Nuestro pueblo piedades hoy, ayer y viceversa 5 Canción: Piedades 7 Tema I: Aquel pasado maravilloso 8 Rescate de valores y costumbres del pueblo de Piedades 8 Los trapiches de Piedades 11 Pies descalzos 18 Los entierros (sepelios) de mi pueblo 21 Los finados 26 El rosado verano 28 La riqueza mínima y grande de Abraham Morales 30 ¡Juiga! 31 Historia de los turnos anteriores a partir del tiempo que 32 yo recuerdo Origen de la parada de buses de Piedades 33 Tema II: Pueblito santaneco 37 Riquezas y pobrezas 37 ¡Rrraaamillos! 40 Lo que se han de comer los gusanos… que se lo coman 41 los humanos Aquí hay pa’juntos 42 A lico le decíamos chopo 44 Ñorjo 45 Tiempos de paz y esperanza 47 Lavanderas, aquí y en Tiscapa 49 Tema III: De todo un poco 51 Cimientos de una familia piadosa 51 Lo eclesiástico en la iglesia católica de Piedades 57 En la Iglesia vieja sí asustaban 58 Rezos y rezadores 59 El portal de barrilito 60 Los pies rosados 62 La casa en el cafetal 63 ¡Presente! 65 Música y semilla de marañón 67 Tema IV: Vivencias 69 La plaza de deportes de Piedades 69 Los juegos de guápiles 71 El juego de la paleta 78 Las aventuras de Tobal 84 Un justificado tiro al aire 91 Hablando en plata blanca 93 3 El oro sonriente 94 Tema V: Vidas e historias… 96 Las cosas de la vida 96 Perdido y vuelto a encontrar 100 Juan Ratón… 109 Seringa, nadie sabe para quién trabaja 110 Mi tata y los media cuchara 112 Si me hubiera matado 115 La doña de Piedades 116 Hombre de paz 120 Flaquita de feria 123 Cierre final 126 Aquella memoria maravillosa 126 Anexos fotográficos 129 4 NUESTRO PUEBLO PIEDADES Hoy, ayer y viceversa Este libro es una posibilidad que abre el Instituto de Estudios Latinoamericanos (Idela) de la Universidad Nacional a toda la comunidad de Piedades de Santa Ana de conocer, adentrarse y recordar para siempre el pasado de las memorias de nuestro pueblo. De esta forma, bajo la direc- ción de Julián González, director del Idela, la coordinación del profesor Oscar Rojas y con la co- laboración de una serie de personas de la comunidad logramos se escriban pedacitos en esta reco- pilación de datos del siglo pasado. Así mediante investigación con raíces autóctonas de la comu- nidad se logró reconstruir imágenes, momentos, fechas y situaciones que ya más nunca volverán. Los trapiches y su ubicación en todo el distrito, los juegos de la época: el guápil, la paleta o las mejengas en el potrero, las jornadas de trabajo en el campo con el sol como amigo entraña- ble, la torta de huevo y los frijoles con queso: el almuerzo de los jornaleros, esas y otras remem- branzas recoge este libro hecho por Piadosos para Piadosos. Cuenta Olivier Jiménez que en su infancia arreaba cien o más chanchos por más de ocho kilómetros entre trillos improvisados por natura. Imaginen entonces qué pasaba cuando a uno de esos cerditos se le ocurría pasear y hacer del pobre Olivier un Sherlock Holmes, en medio de la inhóspita Piedades. Este era el oficio de un niño que para la época ya sabía valerse por sí solo. Qué duro ¿no? Pues ese era nuestro terruño, esa era nuestra realidad en la Costa Rica de antes. Esa Costa Rica colmada de trabajo que tatuaba el sol en sus rostros y llena de vivencias por el respeto de lo ajeno donde los personajes más importantes del pueblo eran el sacerdote, el maestro y el agricultor. Pero también una comunidad plagada de recuerdos e incidentes guardados con recelo, piezas perdidas de ese rompecabezas de la historia. La muerte de un niño conocido como Chaloy en un trapiche 1, la partida del padre Gutiérrez al cielo o una mujer que vivió en la Peña de los Pe- ricos a la intemperie, sola con sus gatos al mejor estilo de una Gatúbela de la modernidad, todos estos sucesos son palabras mudas que cuentan parte de la idiosincrasia de nuestro querido pueblo. Aquellos eran tiempos maravillosos donde las familias podían sacar a asolear las pepitas de oro y en las que un bigote servia para cerrar un trato. Por ello, la belleza escénica junto con sus pobladores hoy le cuentan su historia singular y linda plasmada de la mano de Adilia Fernández Solís, Flor María “Florita” Morales, Francisco Chavarria, Carlos Guadamuz, Cristóbal “Tobal” Porras, Gabriel “Lito” Guillén, Gabriel Morales, Gerardo Morales, Georgina Morales, German Mora Fernández, Gloria Artavia, Guillermo Ra- mos, Jorge Delgado, José “Trino Siete” Artavia, Marcos Mora Fernández, Mariano Mora Aguilar y Sergio Zamora. Todas estas voces tuvieron la oportunidad de expresarse por medio de la pala- bra, de plasmar sus historias que son las de su pueblo con el incentivo del proyecto “Recu- perando nuestra memoria comunal”, que desarrolla el Instituto de Estudios Latinoamericanos de- ntro de su Cátedra “Joaquín García Monge”, labor en la que participan distintas comunidades del país y en la cual los adultos mayores representan esas voces... del recuerdo. Marlon Mora Abril de 2004 1 Que mientras agonizaba en su propia casa decía a su madre: “Mamá, yo voy por el pan”. Imaginen la formación de las personas de antes, que este niño de escasos siete años ya tenía responsabilidades que la misma muerte no lo dejó cumplir. El suceso nunca se aclaró… 5 PIEDADES Autor: Lenín Ávila Delgado Este humilde canto es para mi pueblo, con él quiero decir lo mucho que le quiero. Piedades de Santa Ana, razón de mi alegría, reflejan tus paisajes, belleza todo el día. Pueblito lindo y querido recibe este canto mío, con él yo quiero contarte lo mucho que te he querido, tus calles he caminado y tus ríos he conocido, en sus pozas me he bañado y en tu seno yo he crecido. Tus verdes montañas son motivo de mis nostalgias, de paisajes muy queridos, que me recuerdan la infancia, de esas jugadas de trompos y bolinchas que yo me daba, y de esas buenas mejengas, que en las tardes nos esperaban. Levanto con alegría mi canto para mi pueblo, para mi pueblo piadoso, que tanto, yo tanto quiero, su gente maravillosa y de vida muy sencilla, son un bonito ejemplo de mi linda Costa Rica. Piedades de Santa Ana, razón de mi alegría, reflejan tus paisajes, belleza todo el día. Piedades pueblo querido, de ti no me marcharía, a vivir a otra parte, pues en ti está mi alegría, como buen costarricense, al mundo quiero cantarle, que no existe otro pueblo, más lindo que mi Piedades. Piedades de Santa Ana, 1998 6 TEMA I AQUEL PASADO MARAVILLOSO Rescate de valores y costumbres del pueblo de Piedades Orígenes Hace varias décadas llegaron a poblar este inhóspito terruño -hoy Piedades- tres valientes personas de origen español. Desde el inicio fue una lucha sin cuartel contra todas las adversida- des que presentaba la naturaleza. Desde un principio surgió la idea de dividir la superficie en tres segmentos: las partes norte, sur y oeste, cuyos límites eran trillos. Una vez instalados, comenzó la lucha por la sobrevivencia y desarrollo del pueblo, en forma lenta pero segura, dados el temple y la tenacidad que caracterizaron a estas personas. Uno de los colonizadores de apellido Morales, fue uno de los grandes bastiones en el de- sarrollo del pueblo de Piedades, ya que sus descendientes heredaron grandes extensiones de te- rreno, y dada su cultura donaron terreno para la escuela, la iglesia, la plaza de deportes y otros. Desde el primer día la lucha fue titánica, ya que no había negocios, farmacias, transporte, ni ca- minos. Por eso la bestia desempeñó un papel importante, lo mismo que los bueyes y la carreta. El ambiente Es de suponer que el ambiente de esa época era bastante bueno, ya que no existían fábri- cas que lo envenenaran, como las que tenemos hoy día. Pero no todo era tranquilo para el hom- bre, ya que dentro de esa “tranquilidad” existían algunas enfermedades que dormían paulatina- mente y que al llegar el hombre despertaron haciendo mucho daño a los pobladores de esa época. De acuerdo con lo narrado por personas adultas, una que despertó terror fue la lepra. Las medici- nas que abundaban en ese tiempo eran las plantas naturales. Me imagino que vivir en ese tiempo era bonito: transitar por trillos o montañas muy agrestes, dadas las herramientas con que contaban, era una odisea. Lástima que mucha de esa flo- ra y fauna esté perdiendo, hoy en día, su derecho a vivir porque el hombre no ha sabido valorar la riqueza que Dios le puso para que la disfrutara. Hoy, muchos árboles que hicieron gala de ese 7 ambiente se encuentran fuera de la composición familiar, como el tucuico, el trompillo y el jarco. En realidad, es una lástima que toda esa riqueza que Dios puso al servicio suyo, haya sido derri- bada por el mismo hombre.