GRITA LA HINCHADA GRITA LA HINCHADA…

FERNANDO MAYORGA

2010

GRITA LA HINCHADA GRITA LA HINCHADA…

¡VIVA EL AURORA!

EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935-2010)

FERNANDO MAYORGA Queda rigurosamente prohibida sin autorización escrita del titular del Copyright, bajo las sanciones previstas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la fotocopia y el tratamiento informático.

Primera edición, septiembre 2010

Autor: Fernando Mayorga Teléfono: 4116866 Correo electrónico: [email protected] Cochabamba - Bolivia

Depósito Legal: 2-1-2129-10

Edición y selección de imágenes: Joaquín Mayorga Garrido Cortés Dibujo de la tapa: Pablo Fernández Ferrufino, categoría sub- 7, Escuela de Fútbol del Diagramación: Jimmy E. Morales Zambrana

Esta publicación es auspiciada por hinchas de Aurora que se suman a los festejos por el 75 aniversario del Equipo del Pueblo.

Impreso en Talleres Gráficos “Kipus” Telfs.: 4731074 - 4582716, Cochabamba Printed in Bolivia A María Luisa Luchita, mi madre

ÍNDICE

1. Amanecer ...... 19

2. Resplandor ...... 33

3. Oscuridad...... 77

4. Renacimiento ...... 95

5. Celebración ...... 109

7 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010)

VITRAL CELESTE

Eduardo Mitre

Vuelve, memoria, y cuéntanos del sol celeste de ese Aurora.

Nárranos el júbilo de sus victorias, la tristeza de sus derrotas.

Devuélvelos al presente:

Trasparece en el césped las veloces gambetas del Patato Méndez, y la figura de José Luis Balderrama plantado por toda la cancha como la sombra de un capitán por la cubierta del barco.

Retrata a Jorge Morales, fogonero incansable, y, al estallido del gol, la bandada de brazos del entusiasmo.

Enfoca al adolescente al arco en esas tardes radiantes o lluviosas, extendido como relámpago debajito del travesaño con la pelota imantada entre sus manos.

8 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

Haz que salgan ya del vestuario uno tras otro, todos con el hermoso número blanco en la camiseta…

Y que reinicien el juego para sacarnos el peso del tiempo y le continuemos ganando al olvido, al tedio, a tanta ausencia.

Vuelve, memoria, y empieza: La pelota ya está en el centro.

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PRÓLOGO

Escribir es recordar. Recordar es vivir. Este libro revive las historias de Aurora, “orgullo de Cochabamba”, y como toda narración es incompleta y no es imparcial. Fue escrita con el corazón en una mano y la otra mano abierta a los hinchas del Equipo del Pueblo. No cuenta historias, las reinventa recuperando unos hechos y olvidando otros acontecimientos acaecidos en 75 años de trayectoria. Toda una vida. Y toda una vida, como dice el bolero, estaría contigo. Y estamos contigo de esta manera, mezcla de memoria y literatura, que es como habitar la tribuna a las cuatro de la tarde de cualquier domingo que nos congrega en la ceremonia deportiva que cautiva hasta que se pone el sol.

Estas páginas son una invitación al recuerdo reconstruido con fragmentos de periódicos y crónicas de anónimos reporteros, con anécdotas de jugadores y dirigentes, con relatos y poemas, con retazos de vivencias de fieles seguidores. Hubiera querido incluir más voces y hacer un coro como el que forman y entonan los auroristas de la tribuna popular, la Pesada Celeste de hoy, de ayer, de siempre, porque ellos son el alma de Aurora, ellos son el Pueblo del Equipo. Zapateros, canillitas, fabriles, artesanos, bicicleteros y kiosqueros, cholos y t’aras, también empresarios e intelectuales, y sobre todo los jóvenes, adolescentes, niños y niñas que le dan savia nueva a la hinchada. Ellos y otros seguirán escribiendo esta historia, las múltiples historias que están esperando ser contadas porque “como el Aurora no hay otro”. Historias de fiesta y de derrota, de euforia y congoja como tantas cosas en el fútbol, que es la vida misma, como ese “gran cielo” celeste donde habitan mi papá Rolando, socio número 313, y mi tío Héctor Zelada, que me llevaba los domingos de mi niñez al estadio; una ceremonia que repetí dos décadas después con mi hijo Joaquín y otras dos décadas más adelante con mi sobrino Marquito Camacho Garrón, hincha de hinchas como todos nosotros.

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Este libro es fruto de un esfuerzo compartido con otros auroristas de diversas generaciones. Martín Sotelo Winkler recorrió este camino desde su inicio y es el autor de la historia institucional del club; llenó los vacíos de esta investigación con su memoria prodigiosa y sus cálidos diálogos con hinchas, dirigentes y jugadores que engrosarán las páginas de otro libro, otra demostración de su incomparable cariño por el club. Héctor Vargas fue proveedor de invalorables testimonios, fotografías y recuerdos, y tuvo la gentileza de aclarar algunos deslices involuntarios cumpliendo su experimentada labor de defensor impecable en el equipo campeón de 1963. La estética de la diagramación y el ojo avizor para que estas páginas sean límpidas como nuestro cielo valluno es culpa de Benjamín Rodríguez. Cada detalle fue minuciosamente revisado por Joaquín Mayorga Garrido Cortés, con él fuimos imaginando estas páginas durante muchos años en el entretiempo de los partidos, caminando rumbo al estadio o clavados frente al televisor viendo “gol, error y figura”. Sin el concurso de ellos, este libro no hubiera sido posible. Tampoco sin los recuerdos relatados por Guido Aguilar y Adolfo Foronda y las anécdotas vividas con Gilberto Lisperguer en las graderías del estadio, y la compañía fraterna de Manuel Rojas, Diego Valverde y Benjo Kruse.

Tareas de incansable búsqueda hemerográfica fueron realizadas por Sergio Thames, Martín Sotelo Alcázar y Marianela Lizárraga; el apoyo en imágenes y correteos imprescindibles es mérito de Alba Rojas, Ángel García, Edwin Mamani y Víctor Siles Melgarejo. Los dibujos que ilustran sus páginas fueron realizados por niños de distintas categorías de la Escuela de Fútbol del Club Aurora con el incentivo de Rolando Tellería. También aportaron con anécdotas múltiples voces de compañeros de tribuna que rememoraron hechos cuando transcurrían los noventa minutos de un partido. Algunas contribuciones son inéditas, como el maravilloso poema de Eduardo Mitre, la extraordinaria disección de nuestro espíritu de fanáticos en la prosa de Luis H. Cachín Antezana, los palíndromos de Eduardo Turi Torrico, el único hincha rojo que habita estas páginas, la gentileza de Hiber Contéris y sus recuerdos literarios. O las columnas de escritores y escritoras que destilaron talento literario reseñando alguna faena deportiva del equipo, como ese estupendo número del suplemento literario La Ramona del diario Opinión dedicado al Aurora Campeón 2008. Este agradecimiento sería incompleto sin recordar el abrazo de Roberto Prada, noble hincha wilstermanista e hijo

12 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… de un extraordinario dirigente, felicitándome por el título de 2008; su homenaje merece un reconocimiento a su estirpe y caballerosidad.

Todos tenemos fetiches en la vida, yo me aferro a un amuleto celeste que convirtió mi deseo de vivir en una invocación a la magia, porque la vida sin magia es gris como una tarde sin fútbol. Este libro fue escrito en tiempos de júbilo y caída, porque estando a las puertas del paraíso perdimos de manera increíble un título de campeón que estaba al alcance de la mano, y con él perdimos muchas cosas, menos las ganas de seguir viviendo aferrados al amuleto celeste.

Escribí este texto con pasión y sin encono, como miembro de una hinchada y no de una barra brava, esa enfermedad que carcome nuestro fútbol. No soy aficionado a las identificaciones colectivas, excepto cuando se trata de vestir la “celeste con blanco”. Es la única convicción ideológica que atrae mi atención, quizás porque su interpelación dura noventa minutos, domingo tras domingo, porque se gana y se pierde y siempre hay revancha y existe ilusión. Con ilusión se ha escrito este libro y con sentimiento, lo demás es lo de menos.

Fernando Mayorga Ugarte Cochabamba, septiembre de 2010

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CUECA DEL AURORA

Este es mi equipo señores del gran Aurora soy hincha, su nombre se ha consagrado por ser equipo del pueblo.

Celeste por su gran cielo y blanco por su Tunari, orgullo de Cochabamba es la celeste con blanco.

Como el Aurora no hay otro aunque se vistan de gala, grita la hinchada, grita la hinchada viva el Aurora, grita la hinchada, grita la hinchada viva el Aurora.

14 INTRODUCCIÓN

En la madrugada del 27 de mayo de 1935, un grupo de estudiantes fundaron el Equipo del Pueblo. Así nació el Club Aurora, uno de los más importantes del fútbol nacional. “Había cielo despejado, de celeste lleno, y el blanco que significa pureza. Hoy son los tradicionales colores de este gran Aurora”, cuenta Leonardo Ferrel rememorando el relato de sus hermanos mayores que secundaron a Juan Cerruti, primer presidente del club.

Durante 75 años dio alegrías a su hinchada enfrentando muchos obstáculos y jugarretas del destino convirtiéndose en uno de los grandes equipos del fútbol nacional. Un diario definió la impronta de Aurora hace cuatro décadas al señalar que, desde su fundación, “la divisa celeste fue arma de combate en cientos de jornadas deportivas” (El Mundo, 27 de mayo de 1966).

En veinte años de competencia en el fútbol amateur, Aurora conquistó diez títulos de campeón y en ocho oportunidades ocupó el segundo lugar en los torneos de Cochabamba. En el primer ciclo del fútbol profesional boliviano entre 1955 y 1977 Aurora fue un protagonista de primera línea, en particular durante la década de los sesenta; fue subcampeón nacional en 1960, 1961 y 1964 y conquistó su primer título como campeón nacional en 1963 para participar en la de América.

En 1977 se creó la Liga del Futbol Profesional Boliviano y el campeonato adoptó un carácter nacional permanente con los equipos de mayor convocatoria regional. En estos torneos, Aurora tuvo un desempeño irregular y en 1988 el equipo descendió de categoría, tormento que duró catorce años. Se inició un largo camino de retorno a la primera división bajo la conducción de Jaime Cavero, presidente en ese ciclo de desafíos, conquistando ocho veces el título de la Asociación de Futbol de

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Cochabamba y disputando sin suerte la Copa Simón Bolívar. No obstante, ese trabajo daría frutos en la siguiente década. En 2000, perdió la final del campeonato en serie de penales, víctima de un escandaloso arbitraje. Finalmente, en diciembre de 2002, obtuvo el título de campeón con una soberbia goleada. El estadio Félix Capriles se tiñó de celeste para celebrar el retorno de Aurora a la Liga Profesional.

El regreso al fútbol profesional trajo más satisfacciones que tribulaciones. En 2004, el Equipo del Pueblo obtuvo el subcampeonato en el torneo Apertura y conquistó el derecho a participar en la Copa Nissan Sudamericana. En diciembre de ese año disputó con una plaza para participar en la Copa Libertadores. No tuvo fortuna, pero la senda estaba trazada para lograr el mayor triunfo en la primera década de este siglo XXI, el título de campeón nacional. A fines de 2008, Aurora conquistó el campeonato del Torneo Clausura disputando un tercer partido en Sucre, campo neutral. Bajo una pertinaz lluvia, el encuentro concluyó empatado y se definió mediante penales con victoria del Equipo del Pueblo. Una granizada acompañó la vuelta olímpica en una suerte de metáfora de los obstáculos que debe enfrentar el club celeste para alcanzar la gloria. Con esta conquista se produjo la segunda participación de Aurora en la Copa Libertadores de América enfrentando, en 2009, a Gremio de Brasil, Boyacá Chicó de Colombia y Universidad de Chile.

En 2010, año aniversario de sus Bodas de Diamante, el Equipo del Pueblo se transformó en favorito para ganar el título del Torneo Apertura merced a un juego basado en la calidad y la técnica, sin embargo, en el último tramo del campeonato sufrió una inverosímil derrota como local frente a y perdió el partido final después de estar venciendo en los primeros minutos a Wilstermann, su clásico rival desde la mediados de los años cincuenta del siglo pasado.

Aurora es una pasión que no se amilana ante las circunstancias difíciles y enfrenta los desafíos deportivos con la convicción y honestidad que legaron sus fundadores y que reproducen dirigentes y fanáticos al compás de la letra de la hermosa cueca: “grita la hinchada, grita la hincha, viva el Aurora”. Relatamos su historia con la inevitable mirada del hincha, recuperando y reinventando tradiciones a la usanza del relato de un gol, una gambeta, una atajada que mezcla historia y epopeya.

16 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

Situamos el decurso de los hechos en una narración que se divide en cinco fases que corresponden: a la época amateur (1935/1954) con la obtención de diez campeonatos locales; a la primera era del fútbol profesional (1955 /1977) con tres subcampeonatos nacionales y el primer título de campeón nacional; a la primera época en la Liga del Fútbol Profesional Boliviano (1978/1988) con el martirio del descenso de categoría; al sufrimiento en la Copa Simón Bolívar que concluye con el anhelado regreso a la Liga (1989/2002) y, finalmente, a la primera década del siglo XXI con la clasificación a dos torneos internacionales y la obtención del título de campeón nacional en noviembre de 2008.

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AMANECER

FUTBOL AMATEUR 1935-1954

“La rebeldía dio origen al nacimiento de Aurora”. Esta frase resume el espíritu del momento fundacional de un club que ingresaría en los anales de la historia del fútbol nacional. Remembranzas de este acontecimiento están matizadas con recuerdos de un jugador emblemático: “Corría mayo de 1935. Era una mañana de cielo despejado, celeste pleno, cuando un grupo de alumnos comandados por Juan Cerruti, designado el primer presidente del club, decidió reunirse en inmediaciones del centro educativo Instituto Americano. Se reunieron la mañana del día 27. Tenían entre 17 a 19 años los muchachos que se rebelaron con el director de ese instituto ya que éste no les dejó intervenir en una competencia de confraternidad llevando el nombre del colegio”, cuenta Leonardo Ferrel. “Habían concurrido los muchachos al colegio para pedir permiso y asistir a un torneo de confraternidad llevando el nombre del instituto. El director les negó esa posibilidad, y entonces los alumnos se rebelaron y fundaron un club. Yo tenía doce años de edad”, prosigue su relato, “No intervine en la fundación del club, pero contó uno de mis hermanos que había una decena de jóvenes que desacataron al director”. Y culmina el relato: “Había cielo despejado, de celeste lleno y el blanco que significa pureza. Hoy son los tradicionales colores de este gran Aurora”. Leonardo

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Ferrel fue el emblema de una familia que es sinónimo de Aurora. Una crónica cita la alineación del equipo en ese año fundacional que muestra esta amalgama y constituye un récord insuperable de presencia familiar: Kusevic, Daniel, Humberto, Leonel, Walter y Remberto Ferrel; Salvador Araya, Leonardo Ferrel, Carlos Arce, Demetrio Ferrel y Hugo Lafuente.

Ese amanecer marcó el nombre del club, pero existen otras definiciones de esta palabra. En el Pequeño Larousse editado en París en 1964, una de sus acepciones es la conocida “claridad que precede la salida del sol”, otra se refiere a “meteoros luminosos que se observan en el hemisferio septentrional o en el austral” y también esta definición sorprendente: “chicha cochabambina”!!!. Ni más ni menos. Es imposible imaginar mayor imbricación entre el valle cochabambino y el Equipo del Pueblo.

Otros recuerdos relacionan la elección de un nombre femenino a un homenaje a la valerosa mujer cochabambina ejemplificada en las Heroínas de la Coronilla, por eso en el grupo fundador brillaban con luz propia Alcira y Flora Cuenca, mujeres pioneras en esas lides. También tal vez por eso, cuando estrenó su primera camiseta con el tradicional color distintivo el equipo tuvo como madrina a doña Lidia Gueiler, directora de la sección femenina del club y reina del club y, con el paso del tiempo, la primera mujer que asumió la presidencia de la República en los conflictivos años ochenta de la transición a la democracia.

20 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

Aquella página escrita el 27 de mayo de 1935 dio inicio al comienzo de la primera etapa de presencia de Aurora en la historia, en ese entonces, amateur del futbol boliviano. Etapa que duró dos décadas, hasta la creación del primer campeonato profesional a nivel nacional, allá por 1955.

En el transcurso de veinte años, el sueño de aquellos jóvenes se convirtió en un futuro tallado a base de triunfos, porque Aurora conquistó diez títulos de campeón de Cochabamba y en ocho oportunidades ocupó el segundo lugar en torneos locales.

En 1936, el país estaba envuelto en los recuerdos y los rescoldos de la guerra del Chaco y el fútbol se organizaba en campeonatos como la Copa Hernando Siles Pro-Soldado. Cochabamba era una ciudad bucólica y años antes fue centro de atención intelectual debido a un debate entre Alcides Arguedas y Miguel de Unamuno sobre “la imaginación” en la llajta. El arte no estaba exento de la influencia del popular deporte. Un año antes de la fundación de Aurora, el Teatro Achá fue escenario de una función de declamación de poemas de afamados autores, como Amado Nervo y Pablo Neruda, en boca de la artista Blanca Rosa Colorado de Borda, función que concluyó con la recitación del poema “Polirritmo dinámico del jugador de foot ball” (Wilson García Mérida, Un siglo en Cochabamba, 1995, pág. 267).

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La prensa convocaba a “Grandes Matchs de Foot Ball” y los avisos eran adornados con mensajes típicos del ideario de la modernidad de esa época que concebía el fútbol como una “Distracción sana, moral y cultura que educa a la juventud y prepara la generación de mañana”. El fútbol era considerado importante no solamente por “contribuir al desarrollo físico de la raza sino porque constituye un excelente medio de moralizar a nuestra juventud, apartándole de los tortuosos caminos del vicio y de la degeneración”. Pero el fútbol también era señal de progreso, como los ferrocarriles ingleses, con los cuales llegaron los sueños del desarrollo industrial y las reglas del foot ball, como se escribía entonces. “La llegada del tren a Cochabamba… fue celebrada entre sus actos centrales con un campeonato interdepartamental de fútbol –el primero en la historia del país– organizado por una flamante Liga de Foot Ball... la inauguración del tren interdepartamental en Cochabamba, durante aquella memorable fiesta del progreso no fue otra cosa que una fiesta del fútbol (Wilson García, Un siglo en Cochabamba, 1995, págs. 182-183).

La invocación al deporte era parte de una misión que requería un grado de compromiso institucional y trascendía el mero uso del tiempo de ocio: “Necesitamos dinamismo, cariño al deporte y directores que sepan llevarla por el camino del progreso” escribía un columnista local, con un optimismo sin límites: “He ahí la misión de las instituciones matrices departamentales. Cochabamba siempre se ha distinguido en los campos deportivos, sus players han obtenido sin grandes esfuerzos victorias para los colores departamentales; todo ello, sin esfuerzo, sin preparación, han surgido preparándose sin entusiasmo y educando al músculo en forma embrionaria. Si esta juventud mereciera mayor atención de parte de los directores encargados de cuidar el radio de acción deportivo, los resultados serían enormes y Cochabamba figuraría fácilmente en los primeros puestos de torneos sudamericanos y hasta mundiales” (El Imparcial, 18 de abril 1936).

Los partidos eran disputados por equipos de primera, segunda y tercera división, las jornadas transcurrían desde las diez de la mañana hasta la seis de la tarde y los precios eran “los de costumbre”, así rezaban los carteles publicitarios. En otros partidos, los boletos mostraban las distinciones sociales porque existían entradas para palcos, entradas a tribuna y boletos para “niños y soldados”. Era un reconocimiento a los

22 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… combatientes en las arenas candentes del Chaco y no existía todavía la tribuna infantil –la actual curva sur del estadio– que acogió gratis durante varias décadas a los niños de sectores populares.

Después de la guerra se reorganizaron las instituciones deportivas de la República. Como reseña el diario El Imparcial, “en vista de haber retornado del Chaco los principales elementos deportivos, todas las sociedades futbolísticas han ingresado a un período de intensa actividad”. En 1936 se disputó la Copa Municipal con la participación de equipos de diversa filiación, como Los Revoltosos, Racing, Aurora, Deportivo Quillacollo, 14 de Noviembre, New Player’s; Mendez Arcos y Escuela de Armas Ayacucho.

Fue el reinicio también de los encuentros interdepartamentales porque Bolívar de invitaba a New Player’s de Cochabamba y en la capital del valle Aurora recibía la visita de Santa Cruz, equipo oriental que cayó derrotado ante “un equipo integrado por adolescentes”, marca y sello de Aurora. Entonces se disputaba un torneo oficial, Copa Cochabamba, organizado por la “Cochabamba Foot Ball Asociation”, fundada en 1924. Desde esos años, aparte de los torneos convencionales denominados “campeonatos por puntos”, se disputaban “torneos relámpago”. Como aquel realizado en 1937 en dos series, con la presencia de Aurora en la serie B, con un partido evaluado con una curiosa sentencia: “rematando Aurora siete goles a Racing Juniors”

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Como en todas partes, la rivalidad entre equipos favoritos provocaba partidos especiales que se iban convirtiendo en tradición, costumbre, se tornaban en “clásicos”. Los clásicos locales de la época amateur fueron variando de acuerdo a la turbulencia propia del amateurismo. Aurora era uno de los favoritos y la primera contienda con rasgos de clásico fue contra Escuela de Armas Ayacucho, luego contra Ferroviario y también Deportivo Salamanca, empero en la época amateur se fueron configurando como partidos clásicos del fútbol cochabambino los enfrentamientos entre Aurora y Veltzé. Con Escuela de Armas Ayacucho, Aurora disputó el Torneo Relámpago de 1939 logrando un empate como “consecuencia lógica del empeño, disciplina y corazón de los muchachos de la insignia celeste”. El equipo de entonces mostraba el esquema inglés 1-2-3-5 imperante en todas las latitudes, con Ledezma en la portería; Bustamante y Ponce en la defensa; Antezana, Remberto y Humberto Ferrel en el medio campo; y la delantera con Zabalaga, Ríos, Arce, Agreda y Gómez. Con ese planteamiento fue campeón del Torneo Relámpago y las crónicas lo definen como “juvenil cuadro… de enorme corazón deportivo”, venciendo a Escuela de Armas en la final en “una brillante jornada que ha servido para levantar aún más sus bien ganados prestigios” (El Imparcial, 23 de mayo 1939). También fue campeón de la copa Hernán Salamanca al vencer a Deportivo Salamanca “con el score de un goal contra cero”, en una “Fiesta Deportiva Social” que incluía la presencia de las reinas de belleza de los clubes y “la hinchada femenina que pondrá su nota risueña”. Para entonces, Aurora y Deportivo Salamanca eran “los mejores equipos de Cochabamba… dos cuadros de

24 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… categoría que marcan la vanguardia del fútbol cochabambino” disputando la Copa Cochabamba y la Copa Alicia I. La crónica periodística realiza un balance preciso del clima futbolero: “es difícil anteriorizar el triunfo de uno, por ser estos equipos de tan igual técnica y alma deportiva, que únicamente la suerte es la que decidirá” (El Imparcial, 11 de agosto 1939).

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Una semblanza periodística del equipo celeste define todo un estilo de juego y un perfil institucional: Aurora es “uno de los mejores conjuntos balompiedísticos de la localidad, por su juego inteligente y movido, por la homegeneidad de sus líneas y la fama de sus recursos oportunos y de gran efecto; y sobre todo, por el corazón de sus muchachos que se agigantan en el field cuando se trata de la defensa de su club. Su empeño, su entusiasmo y su pasión son dignos de todo encomio y merecen el estímulo de la prensa y de la afición. Además les impulsa un noble anhelo de superación y de optimismo, factores que contribuyen notablemente para el éxito de sus campañas. El eje de este simpático cuadro juvenil es su Capitán don Remberto Ferrel de recia contextura física y moral y de descollante actuación en nuestras canchas” (El Imparcial, 13 de agosto de 1939).

En la década de los cuarenta se consolidaron los “campeonatos por puntos”. Con lugares ocupados por encima de la mitad de la tabla de posiciones, Aurora era un animador permanente de los torneos que tenían en Escuela de Armas Ayacucho y New Player’s a sus principales protagonistas. Los duelos de estos equipos contra Aurora, con dos títulos en su haber, se fueron convirtiendo en clásicos locales. El año 1946 se suspendió el campeonato nacional por disposición del Consejo Superior de la Federación Boliviana de Futbol, en esa sesión se aprobó una moción para apoyar “la iluminación de la cancha de futbol del Estadio de Cochabamba” a demanda de la creciente hinchada local. En esta década Aurora se consolidó como club y en 1947 festejó su aniversario con eventos deportivos y culturales, incluyendo un baile social en el Club Tennis. Para entonces, otros equipos habían surgido en la capital, entre ellos Ferroviario que, junto con Aurora, eran “dos teams que están considerados como lo mejorcito que actualmente tenemos en materia de fútbol y alguno otro club más. Se trata de dos adversarios que tienen poderosas líneas de defensa como de ataque, lo que claramente indica que habrá que tomar campo temprano en las graderías del estadio para no quedarse parado” (El Imparcial 6 de junio 1947). Junto con Ferroviario se consolidaron otros equipos, como Veltzé que empezó a disputar el liderazgo de Aurora. El campeonato de 1948 adoptaría un nombre singular, Torneo Capacitación

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Desde 1950 la rivalidad entre Aurora y Veltzé se manifestó en partidos de gran calidad y emoción. Un partido entre estos equipos fue anunciado como “el evento futbolístico más trascendental del año”. Los antecedentes volvieron esta contienda en un verdadero clásico porque en 1948 y 1949, Veltzé arrebató el título al favorito, Aurora, en vibrantes finales. Sin embargo, en 1950 Aurora conquistó el título de campeón vengándose de Veltzé. Esa época el equipo formaba con Ledezma en el arco, Balderrama, Rojas; Walter y Daniel Ferrel, Arispe, Porcel, Tardío; Cárdenas, Chávez y Leónidas Guevara.

El título fue festejado con un acontecimiento para la ciudad, la visita de Alianza Lima del Perú en abril de 1951 para jugar contra Aurora, campeón local. La crónica previa a ese partido expresa la importancia del futbol en la vida cotidiana de la sociedad cochabambina. “Ya es distinto el ambiente deportivo. Parecía que faltaba algo. Que había en la ciudad un vacío difícil de comprender como si quedara sin emoción adentro. Andaba el aficionado con su alma como desalquilada, sin poder darse el gusto de abrirle a la tarde la válvula de escape del grito más lindo, el del gol. Mucho tiempo hacía que faltaba este incentivo, se estaba viviendo sin la intensidad del trajín futbolístico y sin estar ocupando el sitio de la cita mejor: la tribuna. Ahora ya es otra cosa. Desde hoy la afición local tiene su destino. Ya encuentra sentido en el tránsito diario porque llega la espera que siempre premia con lo mejor:

27 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010) el partido”. El acontecimiento de ese día era un partido internacional, el crédito local era Aurora, el equipo visitante era ilustre, el resto de la historia es meramente anécdota.

Ese día la formación celeste estuvo conformada por Eulogio Sandoval, Hernán Flores, Leonardo Ferrel, Hernán Parra, Arturo Tardío, Benjamín Maldonado, Carlos y Ernesto Cárdenas, Arce, Morales y Aníbarro. Dirigentes destacados eran Ávila y Walter Ferrel. En esta década, el equipo celeste utilizó atuendos distintos al tradicional. En alguna oportunidad, debido a que enfrentó a Bolívar, otro equipo celeste, se vistió una casaca con una franja diagonal, al estilo de River Plate. Y en

28 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… otras circunstancias una coqueta camisa con botones y la A estampada en el bolsillo izquierdo, pegada al corazón.

El equipo de 1951 presenta rostros intrínsecos al devenir aurorista. Eustaquio Ortuño, destacado guardameta, Mario Undurraga, Hernán Flores, Hernán Rico, Max Zenteno, Benjamín Maldonado, Eulogio Sandóval, Carlos Cárdenas, Morales, Arispe, Luis Ballesteros, un talentoso jugador cedido a The Strongest y que se salvó por azar del accidente aéreo de Viloco, y Hernán Parra Trigo, un férreo defensor conocido por su destreza para la “chilena”.

A mediados de 1951 Aurora obtuvo otro título, fue campeón de un torneo relámpago auspiciado por el Círculo de la Prensa Deportiva derrotando en la final a New Player’s. El equipo que ingresó a la cancha formó con Hernán Rico, Cartagena y Flores; Quiroga, Daniel y Leonardo Ferrel, Morales, Undurraga, Cárdenas, Tardío y Anze. En esa temporada la rivalidad con Veltzé era el plato fuerte del campeonato porque disputaban palmo a palmo los primeros lugares. Uno de los clásicos fue reseñado así: “Merecido premio a su magnífica demostración de fe, dinamismo y decisión fue la victoria a todas luces incuestionable que supo lograr Aurora frente a Veltzé, su rival de siempre”.

El relato de un partido disputado en octubre de 1952 muestra la vigencia del clásico entre Aurora y Veltzé en una crónica deportiva que abarcaba varias páginas superando los límites del simple recuento de una noticia deportiva: “Aurora estuvo buscando por mucho tiempo el gol, habiendo llegado éste por una lúcida intervención de Alfredo Cárdenas quien con un tiro de chilena dejó sin chances a Quiroga, arquero de Veltzé. Después de este tanto las acciones se tornaron más emocionantes y veloces. Aurora se posesionó mayormente del campo de juego y con acciones

29 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010) de mucho interés estuvo siempre rematando al arco, pero este dominio no pudo concretarse en goles debido a que la mayoría de los remates fueron a dar en el travesaño y en los palos. Las acciones posteriores fueron de mucha emoción y calidad, gustando en forma amplia a todos los asistentes” (El Mundo, 30 de octubre 1952). Entre los jugadores destacados sobresalían Daniel y Leonardo Ferrel, Hugo Morales, Alfredo Cárdenas y Arturo Villarroel “por su incansable labor, calidad y tesón”; en 1953 el arco era resguardado por Jorge Bayá, bajo los consejos del profesor Rodolfo Maida.

Al despuntar la década de los cincuenta, el fútbol boliviano ingresó en la era profesional. Al principio, los torneos se circunscribían a los clubes de La Paz, corazón del poder económico y político, más adelante ingresarían equipos de Oruro y Cochabamba. El campeonato de 1955 fue el primer certamen de carácter nacional porque se disputó en tres capitales de departamento con la participación de San José de Oruro y Wilstermann, fundado en 1949, y Aurora de Cochabamba (Carlos Mesa, et al., El salto al futuro, 1994, págs. 16-18). La presencia del Equipo del

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Pueblo era un obvio reconocimiento a su protagonismo durante la época amateur. En la era profesional del fútbol boliviano se registraría su desempeño más exitoso en el transcurso del siglo XX con la obtención de su primer título nacional en 1963.

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RESPLANDOR

PRIMERA ERA PROFESIONAL 1955-1977

Los sesenta no solamente fueron los años de la guerra en Vietnam, de las protestas estudiantiles en las grandes capitales del planeta, de la aventura del Che Guevara en estas tierras o de la llegada del hombre a la luna. También fueron los años de la obtención del Campeonato Sudamericano de 1963 por la selección boliviana y del ciclo más exitoso de la historia de Aurora en 75 años de tradición con garra.

La historia de esta fase se inicia en 1955 y concluye con la creación de la Liga del Fútbol Profesional Boliviano en 1977. En 1950 se hizo el primer intento de campeonato nacional empero los únicos participantes eran los equipos de La Paz. Los años posteriores se incorporaron al certamen San José de Oruro y Wilstermann y Aurora de Cochabamba dando lugar a la realización del primer torneo nacional, no obstante limitado a las ligas locales más consistentes. En 1955 se organizó la Copa Simón Bolívar, un torneo nacional más amplio que se jugaba en el segundo semestre con la participación de los campeones y subcampeones departamentales, destinado a coronar al campeón boliviano para que represente el país en la recién creada Copa Libertadores de América. Es el inicio del clásico cochabambino de la era moderna y que perdura hasta el siglo XXI.

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En este período, Aurora fue un protagonista de primera línea, en particular en la década de los años sesenta. En 1958 ocupó el cuarto puesto y al año siguiente fue tercero en el torneo. Su marcha ascendente continuó. Fue subcampeón nacional en 1960 y 1961 y conquistó su primer título como Campeón Nacional en 1963. Fue campeón de Cochabamba en 1963 y 1964, ese año también fue subcampeón nacional. En 1964 participó en la Copa Libertadores de América, considerado el Torneo de Campeones, enfrentándose a Nacional de Uruguay y Cerro Porteño de Paraguay, siendo eliminado en la primera fase. Esa participación es recordada por el excelente desempeño de su joven golero José Issa, bautizado como “araña negra” por sus espectaculares atajadas. Una figura destacada de este ciclo de conquistas fue el director técnico brasilero Pacífico Becerra, con una mística que todavía es recordada por la hinchada, aunque cuestionada por sus rivales. “Enmarcado en la férrea disciplina, aguantando su carácter enérgico y porqué no, violento, fue gestándose el escuadrón que como nunca dio grandes satisfacciones a su hinchada, Los jugadores jóvenes, inexpertos, fueron ganando confianza a punta de gritos e insultos del iracundo Pacífico Becerra, que en el fondo tenía nobles sentimientos” (Oscar Galdo, Los Tiempos, 28 de mayo 1982)

34 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

En agosto de 1959 se disputó en Cochabamba un interesante partido entre Aurora y Bolívar, líder invicto del torneo y que contaba en sus filas al celebrado maestro Víctor Agustín Ugarte, cuya fama como lanzador de penales era incuestionable por la calidad y el cálculo de sus disparos certeros que dejaban malparados a los arqueros. En la portería estaba José Issa, joven valor que sería estrella en un futuro cercano. El partido terminó en empate con un gol por bando, pero el acontecimiento fue el penal atajado por el arquero aurorista. “Cobró Ugarte y el arquero Issa que intuyó la jugada voló a la izquierda controlando el remate. Entró Ugarte de nuevo y en el apresuramiento desvió el esférico que salió fuera del campo”. Esta vez el novato daba una lección al maestro.

A los pocos días, Aurora se enfrentó a The Strongest, “uno de los pequeños clásicos del fútbol profesional”, logrando una espectacular victoria por 5-0. “Con un plan de juego determinado: producir el desgaste físico del equipo contrario y después recién jugar cómodamente, Aurora elaboró una victoria que por lo elevado del marcador no admite reparos”. Ramiro Arteaga logró los dos primeros tantos, aumentando el marcador Tuco Quiroga, Jorge Morales al hacer efectivo un tiro penal y Unzueta. La hinchada de Aurora, al retirarse el equipo a los camarines aplaudió frenéticamente al ganador” (El Mundo, 18 agosto 1959).

En 1960 se conformó la Liga Profesional de Cochabamba y se reestructuró el sistema del campeonato local con la participación de Aurora, Bata, Petroleros y Wilstermann. A nivel nacional se jugó el Campeonato Mayor de Fútbol Profesional y Aurora disputó una serie contra Chaco y Municipal de La Paz, un duro rival de esos años, e Internacional de Oruro. La dupla Antonio Quiroga y Carlos Loma era una de las armas ofensivas del equipo y con ese tándem derrotó a Municipal por tres a cero. “Quiroga recibió un buen pase en profundidad cerebralmente ejecutado por Loma para internarse por la izquierda y batir a Viscarra con tiro a media altura”, una fórmula repetida en ese torneo con promedio de gol a favor de cinco dianas. Ganó su serie y en la otra

35 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010) serie disputaban la supremacía Bolívar y Wilstermann. Un altercado entre la Asociación paceña y la Federación Boliviana de Fútbol se resolvió con la anulación de un partido entre Bolívar y Municipal que provocó, de manera consiguiente, que la final sea disputada entre los clásicos rivales del valle.

En noviembre de 1960 Aurora y Wilstermann disputaron la final del campeonato cochabambino. Fue derrota por 2-0, esfumándose la posibilidad de conquistar el primer galardón en la era profesional. Incidentes entre el director técnico Pacífico Becerra y los directivos dejaron al equipo sin conductor en esa instancia decisiva y “minaron la moral de los jugadores celestes. En ningún momento del evento sacaron a relucir su guapeza”. Dos meses antes, en el cotejo de ida, Aurora estaba venciendo por 3-0 a su clásico rival pero en las postrimerías del partido sufrió un empate de manera inexplicable. De modo inexplicable también había sido postergado el partido final hasta el mes de noviembre. Este segundo partido no tuvo las emociones del pasado y “Lejos estuvo de ser la confrontación del domingo, una final de campeonato. Fue un partido frío, como la tarde gris”. En Minuto 91, una interesante columna de apostillas futboleras, un cronista definía este partido dividido en tres partes: “80 minutos de pésimo fútbol, 7 minutos de pugilato y 3 minutos

36 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… de fútbol, momento de la consecución de los goles. Fue tan malo pero tan malo el partido que muchos de los espectadores hubieran preferido asistir a un cine y ver una película del Oeste americano”. Algunos optaron por el estadio pero fueron con ganas de pelea, y hubo escándalo en las tribunas porque unos hinchas de Wilstermann hostigaron al arquero de Aurora, José Issa, con insultos de grueso calibre en su afán de disminuir el desempeño de una figura que había sido declarada por la prensa deportiva como Mejor Jugador de 1959. Esta típica conducta de ciertos sectores de la hinchada de ese equipo provocó que el joven arquero anuncie su retiro del fútbol. Publicó una carta abierta señalando “He prestigiado a Cochabamba, he dedicado mi tiempo para conseguir un elemento que represente al fútbol local con pasión y desinterés. Por mi tranquilidad personal y la de mis familiares, elevo mi renuncia irrevocable al Club Aurora y a toda intervención deportiva” (El Mundo, 25 de noviembre 1960). Para suerte del fútbol, esa renuncia fue revocada pero quedó testimonio de una mala conducta deportiva cuando gente de índole gris confunde las disputas deportivas con encuentros de odio. Un dirigente de Aurora, el coronel Suárez Mancilla, publicó una carta en el periódico para denunciar con nombre y apellido al autor de los insultos para enmendar la honra del arquero de su equipo, se trataba de un odontólogo que hizo del objeto de su profesión un arma de vilipendio.

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ACTA DE FUNDACIÓN: LA HUELLA PERDIDA

En mayo de 1960 Aurora celebraba sus Bodas de Plata. “Desde Santa Cruz y después de muchos años de investigación, nos enviaron el acta de fundación del club Aurora. Era un valioso documento que estaba consignado en una carpeta empastada. Fue elaborado por puño y letra de René Ruiz y Richard Pictors. Ese documento debía leerse en un acto especial que preparamos en el Club de Tenis Cochabamba y al que asistirían dirigentes de Bolívar”, cuenta don Leonardo Ferrel. Los representantes bolivaristas habían llegado a Cochabamba. Una camioneta de don Leonardo partió a recogerlos, mientras que uno de los hermanos había tomado un taxi para trasladarse desde su domicilio en la zona de Villa Galindo al Club de Tenis. Llevaba el acta de fundación. “Grande fue la sorpresa que nos llevamos, cuando comenzado el acto no había el documento. El mismo fue extraviado al pasar el río Rocha. Nadie supo de ese documento que había llevado 25 años recuperarlo. Nadie podía creer en lo que había pasado. Nadie pudo después recuperar otros documentos y hoy quedan solo, aquellos posteriores a las Bodas de Plata”, dice otro relato del viejo dirigente aurorista (Marco Antonio Peñaloza, Historia Contemporánea del Fútbol Boliviano, FBF, La Paz, 1993.

La definición del campeonato nacional de 1960 se realizó en los primeros meses del año siguiente. Un conflicto entre la Asociación de Fútbol de La Paz y la Federación Boliviana de Fútbol derivó en la anulación de la participación de los equipos paceños en el torneo nacional para clasificar al equipo boliviano a la segunda edición de la Copa Libertadores de América. La disputa final correspondió a los equipos cochabambinos que lideraban el cuadrangular definitorio. En el primer cotejo “Aurora arrolló a la defensa aviadora” con un contundente 4-1, con tres goles en el segundo tiempo en los pies de Camacho y Quiroga y “una cabezada” de Siles. Habían transcurrido cinco años para gritar esa victoria contra el rival de siempre. Corría el chisme de que los jugadores de Aurora habían

38 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… visitado Champa Rancho para pedir el triunfo a una famosa “cholita milagrosa” pero, aclara el reportero, “lo del domingo no fue milagro, fue el producto de una mayor desenvolvimiento en el campo de juego. Fue la exposición de mayor voluntad y decisión de gol”. Como no podía ser de otra manera, el reportero de la columna en cuestión Sépalo usted…, comenta que “Los goles (de Aurora, obvio) se nos antojan muchos (en su modesto parecer y para demostrar su desazón por el equipo contrario), pero (concluye con una frase trillada) goles son amores y no buenas razones”.

Un empate era suficiente para definir el pleito puesto que los dos equipos tenían similar puntaje pero el equipo celeste tenía ventaja en el gol average, como se decía antes al promedio de goles a favor y en contra. El segundo partido se jugó 48 horas después de acuerdo al reglamento y con suspensión de actividades laborales por ser día martes. La ocasión favoreció a Wilstermann porque “Con elemento de ‘refresco’ se impuso por 3-1 puesto que “el aspecto decisivo fue sin lugar a dudas el elemento humano” porque el equipo aviador puso en cancha cinco jugadores de recambio, en cambio Aurora repitió su formación y el cansancio hizo mella en los jugadores. El campeonato se le fue de las manos al Equipo del Pueblo en las postrimerías de una campaña exitosa que llevó al límite del agotamiento a sus jugadores en el partido decisivo que solamente exigía mantener la paridad en el marcador para lograr el triunfo.

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En el torneo local de 1961 Aurora conquistó el título cochabambino una fecha antes de la finalización del torneo. Con sendas goleadas por 4-o a Bata y Ferroviarios, el equipo mostró lo que la prensa denominó “positivismo”. “Es innegable que la gestión de Aurora ha sido brillante. A través del campeonato ha mostrado una regularidad que pasa de lo corriente y normal en un equipo de fútbol. En la mayoría de sus partidos supo demostrar un positivismo que permitió asegurar a más de un aficionado que este era un torneo de quién marcaba más goles. Positivismo de delantera que se traduce en sendas goleadas a los mejores equipos del campeonato”. Bata sufrió ese positivismo celeste y también Ferroviarios en la penúltima fecha. Aurora fue campeón anticipado. “El domingo fue tarde de Aurora y lo será cuando exponga lo que expuso deseo, voluntad de todos sus hombres. Ganas, ganas de ganar para tener el privilegio de llevarse el título que ya está en buenas manos. Falta una fecha por jugar pero ese resultado no variará la fisonomía de este campeonato” La víctima fue Ferroviario “que no pudo con el genio y garra de los celestes que apabullaron a los carrilanos enseñándoles efectividad y marcándoles cuatro goles”.

En 1961 Aurora fue subcampeón nacional por segunda vez consecutiva confirmando su progreso cuando los equipos paceños se armaban hasta los dientes y Wilstermann era el favorito por los títulos conquistados en los años anteriores. En ese torneo avanzó a paso firme dejando en el camino a San José, Huanuni y Ciclón de Tarija, equipo al que enfrentó en cuartos de final. En su visita a la ciudad de Guadalquivir, tierras de cantores y viñedos, unos exaltados hinchas chapacos ante el aluvión celeste que azotó a su equipo con seis goles atropellaron con una camioneta a los jugadores de Aurora en un intento fallido de favorecer a su equipo. No lograron su propósito y Ciclón desistió de asistir al partido de vuelta; algo similar ocurrió con Deportivo Beni de Riberalta, pero no debido a un hecho de tránsito sino porque que fue arrollado por 7-1 por la locomotora celeste y prefirió retornar a su terruño antes de disputar la revancha e intentar la hazaña de remontar seis goles de diferencia. Los equipos se retiraban de los torneos sin rubor, no existían reglas claras en la competencia, e incluso un hincha señaló en carta pública que lo más racional era decidir que la final se dispute entre Municipal y Aurora para evitar que se fatiguen o se lesionen sus jugadores, habida cuenta que el campeón iba a tener que enfrentar en la Copa Libertadores a temibles rivales como Santos de Brasil, la famosa escuadra de Pelé.

40 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

ESCRITOR DE URUGUAY, ENTRENADOR DE AURORA HIBER CONTERIS nos cuenta su paso fugaz por Cochabamba cuando iba descubriendo su talento literario y sus dotes de entrenador circunstancial de Aurora. Que sea uruguayo es casual, que sea escritor no tanto, porque la historia del equipo que dirigió en los años sesenta es materia para una novela. Tuvo la gentileza de enviar este texto que rememora ese hecho con elegancia literaria y caballerosidad, sello tan típico como la garra charrúa. Híber Contéris nació en 1933. Estudió Filosofía y Letras; vivió en París, estuvo preso en el Uruguay, durante la dictadura. Reside en Estados Unidos, trabaja como profesor de Estudios Latinoamericanos. Mi breve pasaje como director técnico del Club Aurora ocurrió en el año 1961, hecho del que no tengo la menor duda, pues fue ese el único año en que viví en Cochabamba, en calidad de profesor de filosofía y literatura del Colegio Americano de la ciudad. Alguien, cuyo nombre ahora no recuerdo pero que sin duda estaba vinculado también al colegio y nos conocíamos de allí, supo por algún medio que yo había sido años antes profesor del Instituto Técnico de la Asociación Cristiana de Jóvenes de , y que estaba calificado para ejercer como preparador físico, cargo del que el club Aurora carecía en ese momento. Acepté el puesto, y así comencé mi relación con el club. Por ese entonces, el puesto de Director Técnico lo ejercía un ex - jugadorbrasileño cuyo nombre tampoco recuerdo, pero su actuación había sidocuestionada tanto por los jugadores como por la directiva de la institución. El DT renunció a poco de iniciar yo mi trabajo, y debido a eso quedé a cargo de ambas responsabilidades, ya que en mi pasado existía también un pasaje como jugador de las divisiones inferiores del Club Rampla Juniors de Montevideo (solo tenía quince años en esa época, y aunque algunos me vaticinaban un brillante futuro futbolístico abandoné el deporte en función de mis estudios). Ejercí entonces esas dos funciones alrededor de dos o tres meses, antes de que se iniciara el campeonato nacional y sin que en ese periodo se realizara ningún enfrentamiento oficial ni con el otro club local ni con equipos de otras ciudades. Sí puedo decir que los integrantes del Aurora parecían muy satisfechos con mi actuación, y las prácticas realizadas resultaron muy productivas, aunque la frecuente ausencia de algunos de los mejores jugadores del plantel me desanimó bastante. Fue en esas circunstancias que visitó Cochabamba un equipo brasileño (creo que era el Sao Paulo, pero esto es también un dato a confirmar), y se concertó un partido amistoso con el Aurora. Para enfrentar este match, se presentaron todos los mejores jugadores del club, y particularmente uno muy estimado por la directiva, pero a quien yo nunca había visto jugar, así como alguien que había sido solicitado en préstamo a otro club. La directiva insistió en que debía incluir a ambos en el plantel, cosa a la que yo accedí.

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No fue por chicanería jurídica sino por circunstancias del desempeño deportivo que Aurora disputó la final del Torneo de Campeones de 1961 con Municipal de La Paz. “Tuvo la gran ocasión de ser campeón al disputar el título en tres extraordinarios partidos con Municipal de La Paz. En la sede de gobierno se produjo el primer empate 1-1. En Cochabamba se repitió el empate, pero 2-2. El tercer partido se jugó en La Paz, por cuestiones de orden económico y ganó Municipal 2-o” reseña Oscar Galdo, “el destino no quiso que sea Aurora el rival del mejor cuadro del mundo de esa época” porque Municipal, en condición de campeón, se enfrentó por la Copa Libertadores de América al Santos de Pelé. Ese lacónico mirar empirista contiene algunas historias. A principios de 1962 se dio el primer partido en La Paz y Aurora logró un resonante empate a dos goles. La revancha era en Cochabamba y Aurora era lógico favorito, sin embargo el partido terminó empatado a un tanto y no se cumplió el temor del capitán de Municipal, Wilfredo Camacho, que declaró: “Venimos a jugar fútbol y a confraternizar, no venimos a una guerra ni cosa por el estilo”. No fue así, la inexperiencia de los jóvenes jugadores de Aurora no pudo sortear la estrategia del equipo visitante. Un tercer partido definiría el campeonato. De manera sorpresiva, este cotejo no se disputó en una plaza neutral, que era lo que correspondía, sino en La Paz, al parecer a solicitud de Municipal que ofreció la recaudación para beneficio del equipo celeste. La prensa

42 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… cochabambina creía ingenuamente que Aurora podía jugar mejor alejado de “su público”, tomando en cuenta la inexperiencia y juventud de sus jugadores. El partido se jugó el 2 de febrero de 1962 y el ganador fue Municipal con dos tantos a favor; de esa manera, “Aurora cedió con dignidad (sic) el título de campeón” en un evento “que polarizó toda la expectativa nacional”. El campeonato de 1961 es considerado el primer torneo oficial de la Copa Simón Bolívar puesto que el primer campeonato, el disputado en 1960, “fue declarado desierto cuando se hallaba en pleno desarrollo y se produjo una nominación a dedo de Wilstermann como campeón” (Carlos Mesa, et al., El salto al futuro, 1994, pág. 28).

Por segunda vez y de manera consecutiva Aurora había sido subcampeón, en ambos casos las reglas conspiraron –por enredo o por ausencia– contra el equipo celeste. En 1960 fue el cansancio que mermó las fuerzas del equipo para enfrentar el partido definitorio, apenas dos días después, y que solamente exigía obtener un empate; en 1961 una mala negociación terminó cediendo la localía al rival, nada más ni nada menos en una final de campeonato. Con dos subcampeonatos a cuestas, Aurora seguiría bregando para romper el maleficio y conquistar su primera estrella. Eso ocurrió el año que Bolivia salió campeón sudamericano, porque en 1962 no se jugó el torneo nacional debido a las consabidas desavenencias entre los dirigentes deportivos del país. Algo que no acontecía en las filas del Club Aurora que tenía un grupo de dirigentes muy unido y con figuras de enorme prestigio como el Coronel Oscar Suárez Mancilla, Wálter Ferrel y Salvador Asbún, presidente durante este período.

LA PRIMERA ESTRELLA EN EL FIRMAMENTO CELESTE

Aurora conquistó el título local y se aprestó a disputar el torneo nacional para clasificar a la Copa Libertadores de América. En 1963 se disputó el campeonato nacional con la participación de Bata, Wilstermann y Aurora de Cochabamba, San José de Oruro y Racing de Llallagua. La disputa por el título era entre los clásicos rivales cochabambinos y San José, un diablo al acecho. Remontando un resultado adverso Aurora derrotó al equipo orureño y se encaminó al título. Con Pacífico Becerra en la conducción técnica “el planteamiento del team celeste, un 4-2-4, y la

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inteligente labor de Quiroga en el medio campo con un Loma veloz y ambicioso, le dieron las armas necesarias para retirarse con dos puntos muy valiosos”. El “planteamiento” era algo más que una adecuación táctica a la fama de ese esquema de juego puesto de moda en todas las latitudes por Brasil, campeón mundial en Suecia 1958 y Chile 1962.

Fue una decisión de renovación de la mitad del equipo porque el director técnico hizo debutar a cinco jugadores de la reserva – Jorge Claros, Héctor Vargas, Jaime Herbas, René Orozco y Jorge Villalobos– para apuntalar un esquema de renovación táctica, no solo generacional.

El partido final, el decisivo, fue el 10 de noviembre contra Wilstermann y terminó con victoria celeste con sabor a goleada por 3-1. “Aurora clasificóse campeón del (fútbol) profesional boliviano”. Jaime Herbas, Villalobos y Loma fueron los anotadores celestes en un partido donde “Aurora no por la fuerza del azar consiguió este triunfo que solidificó su situación de firme puntero y campeón absoluto del certamen profesional boliviano. Volvió

44 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… a ‘correr’ firme durante todo el periodo mostró garra, espíritu de lucha y estuvo ‘completo’ en lo físico y en lo anímico. Si bien su juego no es precisamente técnico, lo que resalta en el team celeste es una indomable voluntad y un enorme corazón. Lástima que no tuvo a su frente al rival de época pasadas, porque el Wilstermann que jugó el domingo fue un equipo ‘frío’, vencido psicológicamente y preparado deficientemente en lo físico”. Un violento remate de Herbas inauguró el marcador, un penal convertido por García decretó el empate pasajero para Wilstermann. El segundo tiempo Aurora sufrió otra expulsión, en el primer tiempo había sido expulsado Villarroel junto con Alcócer del otro equipo, pero eso no amilanó al equipo porque inmediatamente Orozco cobró un tiro libre que fue embocado por Villalobos poniendo en ventaja a su equipo. “Aurora creció más en el campo de juego. La laboriosidad de sus hombres fue permanente y aunque la desventaja numérica era cierta, la escuadra ganadora no sentía el peso del partido”. Faltando cinco minutos para el final “la lucha y el pleito quedaron definidos”, con un remate de Loma cruzado y desde una posición difícil. Con el tercer tanto “los celestes, dueños de la situación se lucieron frente a un equipo ya superado, vencido y con fallas en su conformación”. Aurora fue campeón con nueve jugadores en la cancha, otra demostración de su empuje frente a la adversidad. La prensa, lacónica como siempre, destacó el “esfuerzo colectivo” para un “triunfo meritorio” cuando lo que estaba en juego era un título nacional. Y Aurora fue campeón nacional por primera vez en su historia.

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“El triunfo fue festejado con el desborde de alegría de la gente de Aurora. Mixtura, cohetes y efusividad en los brazos. Por primera vez en largas campañas, Aurora había conseguido un título que le abre las puertas para los partidos internacionales por la Copa Libertadores de América”. El equipo de la última rueda estaba formado por José Issa, Rómulo Terrazas, Arturo Villarroel, Héctor Vargas, Jaime Herbas, Jorge Claros, René Orozco, Jaime Cornejo, Raúl Unzueta, Carlos Loma y Jorge Villalobos. En ese equipo uno de los jugadores que brillaba con luz propia era Rómulo Terrazas, apodado por la tribuna rompe-raja por su entrega y su temple recio.

BRASILEROS EN LA LLAJTA

En marzo de 1964, en los preparativos para participar en la Copa Libertadores, Aurora se enfrentó al poderoso Botafogo de Brasil que tenía en sus filas una constelación de cracks: Gerson, Jairzinho, Arlindo, Zagalo, Nilton Santos, Manga y el inigualable Mané Garrincha. Cochabamba vivió una fiesta de buen fútbol con victoria del poderoso equipo visitante por 5-2, los goles del honor fueron marcados por Jaime Herbas. Como es de suponer, la prensa elogió la clase de Botafogo y sus extraordinarios atributos, resaltando el talento excepcional de Garrincha “ese hombre con jugada endiablada y cuyos desplazamientos son un verdadero peligro en todo momento”. Era un partido de preparación,

46 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

Aurora se alistaba para debutar en la Copa Libertadores, pero el desempeño del equipo hizo alertar sobre el futuro inmediato.

La preparación del equipo para el torneo internacional sufrió un percance imprevisto. Por decisión de la directiva fueron contratados como refuerzos cuatro jugadores de Wilstermann –García, Alcócer, Zabalaga y Herbas– figuras del rival de enfrente, contrariando un plan de trabajo que implicaba la presencia e otros refuerzos que estaban en proceso de adaptación. Los jugadores celestes se “amotinaron” y se negaron a entrenar a pedido de su director técnico, Pacífico Becerra, quien contradiciendo su apelativo agredió con un planchazo en el pecho al presidente del club, Salvador Asbún. La directiva decidió la expulsión del entrenador brasilero, los jugadores le dieron su apoyo –aunque lamentaron su sorprendente reacción– manifestando que, pese a su rudeza y la extrema disciplina que impuso en el equipo, era “el hombre que ha luchado por nosotros, nos ha enseñado a jugar al fútbol”, aclarando que el club no necesitaba refuerzos de esa índole porque se iba a quebrar la unidad y el trabajo de conjunto del equipo. También criticaron a los periodistas por parcializarse en alusión a sus inclinaciones a favor de Wilstermann y manifestaron un convincente respeto por los dirigentes de su club para frenar los afanes conspirativos de sus rivales. Vanos fueron los argumentos de los jugadores porque despidieron al entrenador e incluso fueron acusados de actuar como una “logia” en una carta, supuestamente enviada por un hincha, en la que se pedía una depuración de los “intemperantes” del equipo que no merecían “continuar perteneciendo a un club de la límpida trayectoria de Aurora” con indirectas a jugadores que denunciaron a ciertos “malos” periodistas. Este acontecimiento puso en evidencia la rivalidad entre Aurora y Wilstermann que fue respondida por los jugadores como hinchas en defensa de una tradición de respeto por la casaca celeste. Uno de los jugadores que participó en el “motín” fue Héctor Vargas, quien manifestaría su cariño por el club en varias oportunidades, como cuando viajó a Suecia con una beca de estudio y envió una emotiva carta a la dirigencia señalando “Tengo grandes deseos y no pierdo la esperanza de volver a jugar y vestir la casaca de nuestro querido club, tal vez así pueda aportar con un pequeño granito más en su gloriosa trayectoria deportiva”. De ese talante eran los jugadores que actuaban en el fútbol profesional con alma de amateur.

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Se fue Pacífico Becerra, expulsado del país por instigación de dirigentes de otros equipos, a quien todos consideran el artífice de esa época dorada de la historia de Aurora. “Nadie podrá olvidar a Pacífico Becerra” dice el subtítulo de una nota suscrita por Oscar Galdo, quien señala “Es indudable que el hombre fuerte, el brasileño de las palabras condimentadas con ajos y cominos… siempre disciplinado y enérgico (hizo) mucho por Aurora y haya conseguido armar un cuadro ganador y campeón… Pacífico Becerra le cambió la imagen al club Aurora y logró grandes satisfacciones” (Los Tiempos, 28 de mayo 1982). Otras miradas son menos pertinentes y pecan de trivialidad. “El 3 de abril de 1964 una noticia por demás pintoresca (sic) daba cuenta de la insólita reacción (sic) de los jugadores y cuerpo técnico aurorista, quienes agredieron físicamente a su presidente Salvador Asbún, debido a la decisión de reforzar el equipo para la Copa Libertadores de América con cuatro jugadores de Wilstermann, clásico rival de Aurora. Es importante mencionar que Máximo Alcocer, máxima estrella del club Wilstermann y titular del campeón Sudamericano del 63, asistía a esa competencia internacional… como refuerzo de Aurora, pasando por alto las protestas de los jugadores de este conflictivo (resic) equipo cochabambino” (Marco Antonio Peñaloza, Historia Contemporánea del Fútbol Boliviano, FBF, La Paz, 1993).

Resaltar lo “pintoresco” de la situación y el carácter conflictivo de “este equipo cochabambino” para retratar el hecho con cierto sarcasmo menosprecia el sentimiento que acompaña la conducta cuando el orgullo del hincha está en juego. No es necesario señalar que la conducta de Becerra era reprochable pero detrás de la “insólita reacción” de los jugadores estaba algo más que el mero profesionalismo, era un espíritu amateur que tanto se añora en estas épocas de mero cálculo instrumental.

LIBERTADORES DE AMÉRICA: EL JUEGO CONTRA LOS GRANDES

Con Leonardo y Walter Ferrel como responsables del cuerpo técnico, el equipo se preparó para su debut en la Copa Libertadores frente a Cerro Porteño, campeón paraguayo. Sin embargo, prontamente fue contratado un entrenador que había pasado por las filas, nada más ni nada menos, de Wistermann. El nuevo director técnico, el chileno Renato Panay,

48 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… declaró que mantendría el esquema 4-2-4 instaurado por Pacífico Becerra. En ese contexto de incertidumbre y decisiones apresuradas se avecinaba el estreno internacional del Equipo del Pueblo. Aurora era local y “una enorme multitud siguió con atención la práctica del equipo” que debía iniciar el torneo de campeones “en medio de una extraordinaria expectativa”. La expectativa de los niños fue respondida con una decisión directiva digna de elogio: “hermoso ejemplo brinda el Club Aurora al permitir que a la rampa norte de nuestro estadio ingresen los niños de 5 a 12 años de edad en forma completamente gratuita para presenciar el cotejo…. Felicidades a los dirigentes del Club Aurora”.

El 12 de abril de 1964 se dio el enfrentamiento y terminó en empate, “un rudo golpe para el campeón nacional”. La victoria aurorista parecía un hecho pero en los tramos finales del partido el equipo se replegó sobre su portería, Cerro Porteño dominó el medio campo y el fatídico empate llegó en el último minuto del encuentro. El primer tiempo había concluido con un tanto a favor de Aurora en una jugada de balón parado iniciada por Mario Zabalaga que “ejecutó un centro sobre el embudo del arco. La pelota se elevó y Jaime Herbas con golpe de cabeza hacia abajo decretó la apertura del marcador”. A los pocos minutos de iniciado el segundo tiempo se produjo el segundo gol celeste. Un remate de Orozco fue rechazado por el portero paraguayo y el balón recayó en los pies de Ausberto García “El celebrado delantero con pasmosa tranquilidad bajó la pelota, la ‘amasó’ y luego de burlar a un jugador y después al arquero, la depositó en el fondo de la redes”. Con dos goles arriba el partido parecía definido a favor de Aurora, sin embargo, “los celestes se frenaron dando oportunidad a la reacción guaraní” que anotaron dos tantos en diez minutos y enmudecieron a la hinchada celeste en las postrimerías del partido pese al esfuerzo de José Issa, que “el domingo pareció Yassin, la araña negra de la URSS. Los goles que le marcaron no los atajaba nadie”, resaltaba la crónica periodística Minuto 91. Esa tarde el equipo formó con Issa, Villarroel, Jesús Herbas, Vargas y Zabalaga, Jaime Herbas y Orozco; Terrazas; Alcócer –lesionado y sustituido por García–, Loma y Quinteros.

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El segundo partido fue en Montevideo, frente al poderoso Nacional de Uruguay. La prensa esbozaba el encuentro en estilo dialéctico: “técnica uruguaya se enfrenta al corazón boliviano”. Frente a 47.ooo personas en el famoso estadio mundialista Centenario, Aurora cayó derrotado por dos tantos a cero, sin embargo, “Aurora agradó… No se achicó en ningún momento de la brega jugándole de igual a igual a su poderoso rival”, sentenciaba la prensa cochabambina.

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Los diarios uruguayos insistieron, obviamente, en el desempeño del equipo local y señalaron que “Aurora se condujo con serenidad y decisión enfocando con cierta destreza la experiencia y antecedentes de Nacional. La disputa, por esta resistencia boliviana, fue seguida con interés, aunque faltando el lucimiento y la variedad que imponen aquellas de un ritmo más valioso y sin que uno de los bandos, el de Cochabamba, pese a su ahínco, aparezca sin perspectivas de descontar ventajas” (El Día de Montevideo, 30 de abril 1964).

Otro balance rescata similares virtudes y defectos aunque con la proverbial prosapia rioplatense y la inestimable caballerosidad charrúa: “No vamos a decir que Aurora es un gran conjunto pero sí tiene virtudes como para convertirlo en peligroso adversario… Jugó de igual a igual

51 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010) con Nacional y hasta hubo pasajes en que el terreno le perteneció. Primera virtud del equipo boliviano: fervor enorme que los lleva a sus players a realizar la movilidad en el campo de juego, que se hace engorrosa su marcación; además con la pelota en su poder, maniobra bien el conjunto mediante sucesión de pases cortos o largos, generalmente bien colocados. Estas son virtudes ciertas, orientación futbolística adecuada. Pero no tienen bases firme esas cualidades afirmativas, por la carencia de facultades técnicas que acusan los integrantes del Aurora” (El País de Montevideo, 30 de abril 1964).

Una fotografía del arquero aurorista tenía una leyenda: “José Issa. Fue el héroe de la jornada”. En el recuento del desempeño de los jugadores sobresalió el arquero con un comentario lacónico: “Muy espectacular”. Otro jugador destacado fue Héctor Vargas, “Se prodigó marcando implacablemente”.

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La revancha se produjo dos semanas después. La expectativa fue creciente, un diario la retrató con alusiones a la situación política del país que ingresaba en una espiral de crisis que concluyó en noviembre con el golpe de estado que cerró el ciclo de la Revolución Nacional iniciado con la insurrección en abril de 1952. “El encuentro de esta tarde está en boca de todos los ciudadanos, prinistas y movimientistas, pazestenssoristas y barrientistas, en fin en todos los hombres sin diferencias políticas ni religiosas. Cuando el juez del partido de el pitazo inicial, el nerviosismo se apoderará de los espectadores más que si se tratara de los comicios presidenciales”. Otro reportaje cuenta la entrevista a un lustrabotas que, “mientras saca brillo a los calzados de un cliente con una sincera sonrisa afirma que Aurora será el vencedor porque es el dueño de casa y por ser un cuadro de hombres de gran corazón deportivo”. El deseo, más que vaticinio, no se cumplió porque Aurora fue derrotado por tres a cero, aunque el resultado “premió con largueza al cuadro uruguayo y castigó con demasiada severidad al plantel local”. Diez mil espectadores presenciaron un encuentro en el que Aurora tuvo escasa fortuna porque sus delanteros en dos oportunidades estrellaron el balón en el travesaño y, cuando iban en busca del empate, fueron liquidados por los orientales con sendos contragolpes a los 90 y 91” que definieron una goleada inmerecida. Aurora perdió toda posibilidad de seguir avanzando en el torneo internacional y cerró su participación ante Cerro Porteño recibiendo una goleada en el candente gramado verde de Asunción.

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Terminó la primera incursión de Aurora en territorio extranjero, su primera participación en un certamen sudamericano. El retorno a la realidad del fútbol local trajo buenas noticias porque vino con la conquista de otro campeonato departamental y la disputa del título nacional en la final de la Copa Simón Bolívar frente a The Strongest.

CAMPEÓN EN LA LLAJTA Y SUBCAMPEÓN NACIONAL

En el Campeonato de Fútbol Rentado de la Asociación Local -ese era el rimbombante nombre del torneo-, Aurora avanzó a paso firme con el empuje de su goleador, Alfredo Terrazas. Los equipos eran Bata, Ayacucho, New Player’s, Petrolero, Wilstermann y Aurora. A mitad del campeonato, los clásicos rivales eran punteros e invictos y se enfrentaron en septiembre de 1964. Fue victoria del equipo aviador por tres goles contra dos, remontando un marcador que les era adverso en el primer tiempo. El titular del periódico El Mundo fue lacónico: “El clásico cochabambino tuvo muy poco fútbol”. Cinco semanas después se disputó otro clásico, esta vez para definir el campeonato en la última fecha. Aurora consiguió su segundo título consecutivo. Un gol de Loma inició la victoria celeste, “el júbilo fue indescriptible y así comenzó a desmoronarse Wilstermann que a la postre perdió por 3 a 0”. Fue en el segundo tiempo, cuando apenas se inició la brega y “Alfredo Terrazas remató desde la izquierda. El balón con efecto descontroló a Zamorano, el arquero rival, facilitando la entrada de Loma que con clase descolgó el esférico introduciéndolo violentamente en la meta de los aviadores”. Transcurrieron diez minutos y se produjo la segunda conquista merced al oportunismo de Cornejo que venció al guardameta, “ante el total desconcierto de la hinchada wilstermanista que no podía dar crédito a lo que sucedía en la cancha”. Apenas tres minutos después, “cuando Unzueta en acción individual se enfrentó con la defensa de Wilstermann enviando remate de emboquillada. Zamorano se elevó para detener el esférico pero este se introdujo en la valla justo por el ángulo izquierdo”. El pueblo estaba de fiesta, su equipo era campeón y esa tarde la escuadra estuvo conformada por Issa, Gutiérrez, Guzmán, Vargas y Saavedra; Herbas y Orozco; Cornejo, Terrazas, Loma y Unzueta.

Pese al categórico triunfo, alguna prensa de mal talante realizó un curioso balance del partido al señalar que “Aurora ganó con dificultad” o

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acompañaba una fotografía de “la araña negra” con un texto que decía: “Se salva Issa” y que “tuvo fortuna el golero celeste”, cuando la imagen congelada muestra al estupendo arquero desviando un remate con una espectacular volada.

Otro título para la vitrina. “Enorme gentío invadió el campo y despojó a los cracks de sus casacas, inclusive de los calzados de fútbol. La vuelta olímpica fue emocionante y muchos jugadores hicieron esfuerzos sobrehumanos para llegar a los camarines donde se vivió un júbilo extraordinario por la notable victoria” (El Mundo 6 de octubre de 1964). El presidente del club, Walter Ferrel, definió el estado de ánimo de la hinchada al declarar que “Wilstermann fue siempre un rival de mucho peligro, pero esta vez hemos ganado categóricamente demostrando fútbol”. Y nadie como él podía reflejar el espíritu del hincha porque fue fundador, jugador y dirigente del club en una entrega de toda la vida por su club.

Esta conquista clasificó a Aurora para disputar el Torneo Nacional de Clubes Campeones de Bolivia. El desempeño del equipo alcanzó ribetes llamativos cuando logró sendas victorias contra Oriente Petrolero. En condición de local por tres tantos contra cero y como visitante por dos goles de diferencia iniciando el camino hacia la final. “Una verdadera hazaña realizó el primer equipo de Aurora al imponerse en Santa Cruz al Oriente Petrolero, una labor futbolística en base a un plan bien concebido y mejor ejecutado”. La siguiente víctima fue Junín, en Sucre, y pese a que el equipo no entrenó con regularidad debido al golpe de estado del 4 de noviembre que derrocó a Víctor Paz Estenssoro, la delantera azotó al equipo chuquisaqueño con siete goles. Esa tarde, Aurora “jugó con voluntad y en el segundo tiempo brindó un buen espectáculo con lúcidas intervenciones que merecieron aplausos del numeroso público”. Y en un estilo característico de su desempeño deportivo, “En todo momento, pese a esa superioridad, respetó al rival”.

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Con esa victoria se clasificó a la fase final para enfrentar a San José y The Strongest. El equipo orureño era el más serio aspirante al título y empezó ganando el partido, pero sucumbió ante Aurora por dos goles a uno. Antes de ese partido se produjo otro incidente entre los jugadores y el cuerpo técnico que se enfrentaron a los dirigentes, haciendo recordar el conflicto a principios del año con Pacífico Becerra. Esta vez el director técnico era el argentino Juan Molina que defendió a los 19 jugadores que “renunciaron” al club, pero el asunto no pasó a mayores excepto la sustitución del estratega extranjero.

El primer partido de la final contra The Strongest se llevó a cabo en La Paz después de varias indefiniciones respecto al día del cotejo, dubitaciones que influyeron en el desempeño del equipo. Aurora fue derrotado categóricamente “por la ineficiencia de su delantera y el cansancio de sus defensores”. El partido de revancha en el Félix Capriles fue un magro empate porque “Aurora se dejó llevar por la modalidad que acertadamente, para defender lo que más le convenía, supo imponer el elenco paceño”, denotando un estilo después conocido como “garra atigrada” y que en condición de visitante se traduce en la utilización de recursos extra deportivos como la dilación en el juego y la reciedumbre al límite de lo permitido. En apego a una tradición que enseña que si no es sufriendo no tiene gracia, Aurora encajó un gol en contra en el primer minuto de juego, sin embargo, el empate llegó tres minutos después. A partir de ese momento, Aurora se volcó al ataque pero su empuje fue vano, las jugadas bruscas arreciaron, dos jugadores fueron expulsados, y la suerte no acompañó al equipo celeste porque al promediar el segundo tiempo un cabezazo de Herbas con destino de red fue interceptado por un defensor atigrado en la línea de gol. El empate consagró a The Strongest y Aurora se quedó con el subcampeonato. Así finalizó un ciclo exitoso en la historia del Equipo del Pueblo.

Después del protagonismo en la cima del fútbol nacional, Aurora siguió apostando a su semillero de jugadores cochabambinos porque se produjo la inevitable renovación del equipo con una nueva generación de talentos que daría otras satisfacciones a sus seguidores.

UNA REACCIÓN HERÓICA EN UNA TARDE PARA EL RECUERDO

En 1967, los amantes del fútbol fueron testigos de una hazaña que es recordada como una de las grandes tardes de la historia del Equipo del

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Pueblo. Se disputaba el Campeonato Nacional Extra de Futbol, conocido también como Copa Millonaria. Dos equipos definían el primer lugar del grupo, Aurora y Mariscal Santa Cruz, temible equipo paceño que tres años después fue campeón de la y tenía en sus filas a ese dúo letal, Gonzáles y Díaz, que conformaría, junto con Farías, la delantera boliviana en las eliminatorias mundialista para México 70. Esa tarde estaban acompañados nada más ni nada menos que por el maestro Víctor Agustín Ugarte, en las postrimerías de su carrera pero con ese talento inigualable que iluminaba la cancha. Diez años antes, recordaba seguramente el maestro al ingresar al estadio, José Issa le había tapado un penal. Esa tarde la formación celeste mostraba otros rostros, ni esos jóvenes ni los hinchas imaginaban lo que sucedería en el transcurso del partido.

A la finalización del primer tiempo, el equipo visitante vencía por dos goles a cero. Ese resultado se mantuvo hasta el minuto 39 del segundo tiempo y los jugadores de Mariscal Santa Cruz “hacían hora”, ganaban o perdían tiempo, como se decía indistintamente en ese entonces. Algunos espectadores defraudados bajaban las gradas rumbo a la salida, otros estaban fuera del estadio volviendo a casa. Entonces, dice la crónica, “Con vergüenza deportiva y con un espíritu invencible (los auroristas) lucharon ante la adversidad y cuando se cernía la derrota sobre sus colores, supieron hacer frente a las contingencias”.

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Las contingencias eran dos goles en contra y al frente estaban solo seis minutos para la culminación del partido con el reloj con guillotinas en vez de manecillas. Cuando sonó el pitazo final el partido terminó 3-2 a favor de Aurora. Basta esta sentencia periodística: “Aurora del pozo al gozo en 3 minutos”. Si.

“Parece un milagro”, cuenta otro reportero incrédulo, “pero las cosas se sucedieron en forma tan veloz que no dieron lugar ni para pensar en lo que sucedía en la cancha”. Para pensar, sin duda que no, pero sí para rememorar hasta el cansancio esa proeza, y son tantos los recuerdos de esa tarde que este narrador, con siete años a cuestas entonces está convencido de haber asistido a ese encuentro de la mano de su tío, y son tantos los hombres que cuentan haber sido testigos de esa proeza aquella tarde que no hubiera cabido tanta gente en las graderías del estadio, y no las 2,500 personas que registra la prensa en un balance frío y numérico. Un balance que, sin embargo, no consigna cuántos fueron los hinchas que regresaron del vientre de la tribuna o de los pasillos o de la calle o corriendo desde el puente de Cala Cala al escuchar los gritos de gol de los estoicos que soportaban la derrota convertida en empate y al instante en victoria sorprendente. La crónica tampoco dice cuantos eran los que se quedaron, pero todos ellos miraron de pie esos minutos finales, “ese lapso en el que Aurora logró una resonante victoria cuando todo hacía suponer el triunfo de su rival”. Una lesión imprevista, la de Orozco, provocó un cambio igualmente imprevisto porque ingresó Guido Aguilar, quien estaba en la tribuna también por lesión pero fue convocado por el director técnico, Arturo Tardío, sabedor de su talento para esas circunstancias. Aguilar ingresó a la cancha “y todo cambió de improviso”. A los 39 minutos, Tito Avilés concretó el gol de descuento mediante la ejecución de un tiro penal. Apenas había transcurrido un minuto y después de un “entrevero” en el área visitante, Guido Aguilar perforó las redes en “una jugada precisa”. Y cuando los jugadores de Mariscal Santa Cruz no se recuperaban de la sorpresa pasaron raudamente al desconcierto, al estupor, porque a los 43 minutos Guido Aguilar consumó el milagro venciendo por tercera vez la resistencia del arquero. . “Hay un enorme hueco en la zaga central, es cuestión de encarar por la derecha”, había dicho el goleador antes de amarrarse los cachos prestados e ingresar a la cancha, y fue felicitado por Víctor Agustín Ugarte después del pitazo final porque era el héroe de la cancha,

58 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… partícipe en los tres goles que “modificaron básicamente la estructura del marcador”, sentenció teóricamente el alucinado cronista deportivo de esa tarde memorable. El maestro tuvo gestos similares dignos de su estirpe. Así lo cuenta el cronista de marras, primero en pleno desarrollo del partido: “La juventud de Aurora, dirigida por Orozco y la picardía de Tito Aviléz fueron cambiando el panorama del evento. Se buscó la meta de Soto y un cabezazo del joven Aviléz que fue interceptado por el guardavalla mereció la felicitación de Víctor Agustín Ugarte al interior aurorista”. Y, luego, en los camarines: “Felicito a Aurora por este triunfo plenamente merecido. Los goles fueron baldes de agua fría que nos dejaron paralizados. Hay juventud, garra y amor a la casaca en Aurora. En mi vida de futbolista, no recuerdo haber sido protagonista o testigo de un hecho similar al ocurrido hoy”. Sólo un verdadero maestro puede tener esa actitud ante el juego y la vida, frente a los juegos de la vida.

Con esa victoria Aurora se clasificó a la final de la Copa Millonarios, llamada también “12 mil pesos”, los que uno gastaría sin dudar en un pasaje para viajar por el túnel del tiempo y estar en aquella tarde del domingo 24 de septiembre de 1967, porque el resto – del torneo, del año, de la vida– no merece ningún comentario adicional. Esa tarde la alineación fue: Vargas, Méndez, Salinas y A. Aviléz, Villarroel y Orozco, Foronda, Tito Aviléz, Zeballos, Pariente y López, con Aguilar y Escóbar como sustitutos salvadores.

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EL POETA JUGADOR, MAESTRO DE LA PALABRA

EDUARDO MITRE es el más grande poeta boliviano en la actualidad, su talento trasciende las fronteras pero su figura cansina no deja de recorrer las calles de Cochabamba. Nacido en Oruro en 1943. Estudió Derecho en la Universidad Mayor de San Simón y luego viajó a Francia donde realizó estudios de literatura francesa. En Estados Unidos, se doctoró en la Universidad de Pittsburgh con una tesis sobre la poesía de Vicente Huidobro. Es Miembro de Número de la Academia Boliviana de la Lengua. Su obra poética comprende las siguientes publicaciones: Morada, Ferviente humo, Mirabilia, Desde tu cuerpo, El peregrino y la ausencia, La luz del regreso, Líneas de otoño y Camino de cualquier parte. Su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano y portugués.

NUESTRO EDUARDO MITRE Erika Bruzzonic

Escribí sobre él hace ya todo un montonazo, pero hay cosas que permanecen en el tiempo, como su talento, su amistad y su generosidad... Gracias, Eddy. Gracias también al fútbol y a la poesía, en ese orden, por haberte hecho.¿Qué más se puede decir de este poeta que no se haya dicho y escrito? Que le gusta Vivaldi… ¿Qué más? Ah, sí. Que fue, es y será futbolista; qué son los años al fin y al cabo. Me gusta creer que fue de los buenos, a juzgar por sus recuentos desgranados entre la entrada y los postres (así, en plural).Cochabamba lo vio jugar; vio cómo esas ágiles piernas se desplazaban sobre metros y metros de cancha para llegar al arco contrario y disparar un patadón certero a la pelota, anotando el primero, el segundo, el tercero o el único gol para su equipo. Años más tarde, sus recuerdos futbolísticos se dibujarían en su poema

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¿Dónde está Daniel Zambrana, la pelota que nos daba a flor de pies y manos todo el espacio?

¿Quién la retiene y no me la pasa, justo ahora que estoy solo frente al arco?

¿Dónde está Santiago nuestro insólito arquero supersticioso como los gatos y tan ágil como ellos? ¿Dónde aquellos cuerpos unánimes, ligeros gloriosos casi en el cielo del entusiasmo? ¿Dónde las líneas de la cancha, los números rivales, que ya sólo veo al árbitro de negro mirando su reloj contando inmóvil los minutos de descuento?

Acaso, Daniel, el partido terminó hace tiempo, y ya todos nos fuimos sin saber si lo ganamos o perdimos.

O tal vez es este mismo que ahora juego solo de nuevo desde el comienzo en la página vacía como un arco con la palabra de todos y el marcador en blanco. Ese es un slide de sus memorias y de él mismo; es una fracción solamente. Lo que el poema no dice es que entre Eduardo y Daniel había, dentro de la cancha, una comunicación casi telepática. No se miraban, no se hablaban. Simplemente

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actuaban con finísima, perfecta coordinación. La pelota hallaba los pies de cada uno, imantada tal vez por ese par de voluntades que se entrelazaban ¡tan firmes! dejando atrás todos los pares de cachos que les salían al encuentro, como en ese partido que el Aurora —equipo de ambos— jugara contra el Sporting Cristal de Perú. Una final, si no me equivoco. Se tenían confianza, Eduardo y Daniel. En el segundo tiempo de ese partido, Zambrana el armador se quitó de encima a los peruanos y pasó el balón a su compañero. Mitre, el ejecutor y marcador de los goles, lo tomó y cabeceó hacia el arco —al ángulo. No había arquero en el mundo que pudiera contener esa bola. Era un trallazo imparable que bien podía definir el partido.“Pero”, cuenta el Eddy, “no sé de dónde coño salió un peruano. Un negro enorme de apellido Danay o Donay —y la despejó de una”. Ese fue el día en que el Aurora y el fútbol en general, perdieron a un delantero. El despeje del negro Danay o Donay hizo que el Eddy, de dieciséis años, goleador, reubicara su horizonte y dejara en el aire nomás, la idea de jugar como profesional. Su camino fue desviado por ese arquero que a veces llamamos destino hacia el mundo nebuloso e incierto de la literatura, pero ella no le hizo renunciar del todo al fútbol. Generosa compañera, reconoció en él al poeta sin jamás protestar por el otro, el eterno hincha de River —“gallina” como pocos... A Mitre el fútbol le quitó la pelota, pero le regaló la poesía. Dice él que ya escribía en el cole, adolescente enamorado. No sé. Quién sabe si más bien hayan sido las revistas El Gráfico y Goles que se compraba semana a semana, ahorrando para poder llevarse ambas, las que le dieran la perspectiva poética. Quién sabe si no fueron ellas las que le hicieron escuchar la música oculta de las fotos–acción, testimonios en papel de las grandes jugadas que nos suspenden el corazón hasta la garganta y provocan titulares que el mismo Eddy recuerda: “SERENIDAD CALIFICADA (…) APTITUD DE CRACK, DOCUMENTAN EL GOL DE D’APONTE (…). SI HUBIERA DISPARADO A QUEMARROPA, NO ESTARÍA DOMÍNGUEZ TAN NOSTÁLGICO”. Quién sabe. Publicado en el blog La Lola

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En febrero de 1968 otro equipo brasilero visitó Cochabamba, Vasco da Gama, con jugadores de selección como Almir, Britos y Fontana pero sin la fama de Pelé o Didí, aunque en sus filas jugaba un tal Garrinchinha. La dirección técnica del equipo celeste fue confiada a Carlos Trigo, ex jugador celeste y director técnico de la selección boliviana, y la intención de la directiva era, como se decía antes, “foguear” a su gente, “habituarla al roce internacional porque sólo de ese modo se podrá avanzar algo en el camino de la experiencia que tanto requiere nuestro fútbol”. Empate a un gol en un partido que “sin ser una maravilla en el aspecto técnico agradó al público”. El gol aurorista fue de Tito Avilés, ariete en dupla con Mario Pariente. En ese partido ocupó la zaga central Orlando Salinas, joven valor cuya vida fue truncada poco tiempo después por avatares del destino y Aurora inició el campeonato de ese año en duelo.

JUVENTUD, DIVINO TESORO

Empezó a formarse un quinteto ofensivo que dio muchas alegrías a Aurora de media cancha para adelante. Freddy Vargas, Adolfo Foronda, Tito Avilés, Mario Pariente y Guido Aguilar, un equipo armado a partir de la solvencia de José Issa en el arco. En algunos partidos, Quiroga sustituyó a Issa, el equipo constante estaba formado por Méndez, Escobar, Guzmán, un trío de Vargas (Freddy, Antonio y Fernando), Foronda, Pariente, Avilés y Aguilar.

El año culminó con la organización de un cuadrangular interdepartamental entre Aurora, Wilstermann, Oriente Petrolero y 31 de Octubre. El Equipo del Pueblo fue el campeón derrotando en la final a Wilstermann por 2-0, con goles de Mario Pariente.

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Mario el Divino Pariente fue una figura de estirpe, su talento fue codiciado por The Strongest y pese a la protesta de los hinchas terminó jugando en el equipo paceño para coronarlo campeón cuando despuntaban los años setenta. Talento goleador que lo llevó a vestir la casaca verde de la selección nacional y brillar en el famoso partido que Bolivia empató 1-1 contra Yugoslavia en el Mundialito realizado en Brasil en 1972. Pariente había ingresado a la cancha en el último tramo del encuentro y marcó el empate a tres minutos del final con un furibundo remate; en ese partido también se destacó Jaime Olivera, lateral derecho de Aurora. Toto Arévalo recuerda ese partido: “El gol fue anotado por Pariente en un impresionante remate que dejó boquiabiertos a todos, desde muy lejos sin hesitar. Esa era una de las características de Pariente… fue uno de sus mejores encuentros, hizo todo lo que delantero debía hacer y además un gol inolvidable… Era un jugador típicamente cochabambino, de gran contextura física y de buen pie y un delantero muy hábil… los hinchas de Aurora vieron sus mejores partidos, cuando era explosivo, cuando tenía el deseo de triunfar” (Goles, La Revista Deportiva de Bolivia, Número 68, 10 de junio 2010). El apodo fue obra y gracia de la hinchada stronguista que entonaba el estribillo: “Pariente divino, el gol está en camino”.

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El equipo valluno tenía otras figuras. En el medio campo, Freddy Nene Vargas, un “ocho” de pura calidad. Toto Arévalo evalúa su estilo: “Era un jugador de mucha dinámica, pero además contaba con la calidad de los jugadores que llevan el balón atado a los pies. Tenía la enorme cualidad de estar siempre en el lugar preciso, ya sea para marcar o para atacar…. Era de esos jugadores que hacían ganar partidos, se llevaba a todo el equipo adelante cuando las papas quemaban, tal era su importancia y fue uno de los históricos del Aurora, de los mejores equipos del Aurora”. Otro jugador destacado fue Adolfo Palillo Foronda, “un jugador de físico esmirriado, de ahí el mote; poco cochabambino que contrasta con los fornidos jugadores, casi tarzánicos que dio Cochabamba…. Su gran habilidad, su juego veloz y su gran capacidad para correr por el lateral derecho hicieron de Foronda un futbolista inolvidable” (Goles, La Revista Deportiva de Bolivia, Número 68, 10 de junio de 2010). Arévalo lo compara con el famoso puntero derecho argentino René Houseman, el talentoso de Huracán, campeón de 1973 y jugador de selección. Una anécdota puede mostrar más afinidades, aparte de las futboleras, con el Loco Houseman porque en un partido, Palillo Foronda sustrajo la tarjeta roja del bolsillo del árbitro y la ocultó en su short, de tal manera que el referí no podía cumplir con la sanción… mientras el público reía y Palillo se ocultaba en las espaldas de los defensores. Y cuando corría pegado a la línea de cal parecía un amigo del viento con la mirada puesta en el centro del área, adonde iban a parar sus centros a la espera del cabezazo definitorio de la victoria.

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A decir de la prensa de esos años, el equipo celeste “hace poco por los espectáculos y siempre sale ganando puntos”, un criterio que aplicado a su rival de enfrente sería expresión de certeza táctica y premeditación. Las crónicas tenían ese talante crítico al extremo que un gol celeste contra Petrolero es narrado por un señor Siles como “algo que por lo hecho no era lo más lógico: Ramallo pifió un rechace. Remate de Pariente, revolcón de Frías que no controló y el ingreso de Tito Aviléz que concretó la apertura del marcador. Con anterioridad a la jugada, el puntero derecho de Aurora se hallaba en off side de posición”. Curioso enojo de un improvisado reportero que cuestiona un gol por no estar acorde con su lógica, la cual –de existir en el fútbol– se manifestaba en el liderazgo de Aurora en el torneo. Un liderazgo disputado con Bata, equipo de Quillacollo de raigambre fabril, perfil por el cual otro reportero retrató un empate entre Aurora y Bata como un choque de conjuntos con “futbol varonil con un final de justicia”. Otro empate mantuvo el invicto de Aurora y el primer lugar en el campeonato, esta vez contra Wilstermann, en “uno de los mejores clásicos” quizás porque “bajo los tres palos del arco se erigió un coloso: José Issa”, en ese entonces en duelo a muerte con Limbert Cabrera Rivero, goleador rojo. La presencia de Issa era determinante, tanto así que cuando fue expulsado, Aurora perdió el invicto, sumó otro empate y una derrota ante Bata, que lo relegaron de la primera posición. Pese a estas circunstancias encaró el segundo clásico de la temporada para definir la clasificación a la fase final. “Aurora con serenidad ganó el clásico superando a un desorientado Wilstermann”. Serenidad frente a un equipo que “hizo presa de una crisis colectiva y sin pena ni gloria, jugando desordenadamente, sin un patrón establecido, se entregó al ritmo impuesto por Aurora. Perdió el partido y también la clasificación”. El título sería disputado contra Litoral y Bata, el equipo fabril se coronó campeón.

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El campeonato local de 1970 fue testigo de un récord, José Issa mantuvo su valla invicta durante 357 minutos. Y también tuvo inconvenientes porque Aurora amenazó con retirarse del torneo cuando estaba puntero en la tabla de posiciones debido a un castigo de expulsión impuesto por la Asociación de Fútbol contra su director técnico y un dirigente, finalmente esa entidad reconsideró el caso y la pena fue pecuniaria para el club. El dirigente en cuestión era Luis Achá, el popular Acho, un hombre corpulento de casi dos metros de altura y 150 kilos de peso que siempre cubrió la testa con una boina propia de los hombres de izquierda. Él tramitó la resolución suprema, firmada por Víctor Paz Estenssoro, que otorgó la personería jurídica al club y que se perdió en una de las vicisitudes relatadas en estas páginas. En la actualidad, Acho asiste a todas las prácticas del plantel y ocupa el último asiento de la tribuna de preferencia para disfrutar el juego de su equipo.

El campeonato se puso interesante ante la posibilidad de un cuádruple empate entre Aurora, Wilstermann, Litoral y Petrolero. El partido decisivo

67 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010) fue, otra vez, el clásico cochabambino con ambos equipos con puntaje similar, en un cotejo para “alquilar balcones”. El resultado fue desfavorable para el equipo celeste con cierta dosis de infortunio porque un gol en el minuto noventa selló la victoria de Wilstermann. Corría el 6 de octubre y la situación política era grave y los golpes de estado eran moneda corriente, pero el futbol era más poderoso, cuestión de goles y no de golpes: “El público se fue en masa al estadio. Poco le interesó la “complicada” situación de carácter político. Había mayor interés por la suerte de cuatro equipos en una jornada deportiva que por otros hechos no deportivos”. Tal vez valga la pena resaltar que las comillas en la palabra masa son una alusión a las “masas” trabajadoras que conformaron la Asamblea Popular durante el gobierno de Juan José Torres, pero las masas también tenían otros motivos para vivir, en un país donde la política parecía, y parece, llenar todos los resquicios de la vida cotidiana, disputando la primacía con las tres efes de nuestro comportamiento colectivo: fiesta, farra y… fútbol.

ENREDOS DIRIGENCIALES Y CURIOSOS EFECTOS CLIMÁTICOS

Nuevos equipos animaron el campeonato local de 1971 y la final enfrentó a Litoral y Petrolero, por primera vez en la historia los clásicos rivales no eran favoritos, y no solamente eso, disputaron el tercer puesto en un inédito ¡partido preliminar! Tal vez por esa circunstancia Aurora, con un equipo juvenil, fue goleado. Los cambios institucionales y la situación política provocaron crisis en el fútbol. Se decidió la realización de un campeonato mixto denominado Tres Ciudades, con equipos de La Paz, Oruro y Cochabamba. En tres meses se disputarían 91 partidos como muestra del desconcierto organizativo; también se decidió ampliar a cinco el cupo de jugadores extranjeros, medida a la que se opuso Aurora, en estas circunstancias su desempeño fue pobre y estuvo merodeando el sótano de la tabla de posiciones.

En cambio, la disputa en el torneo local fue entre Aurora y Petrolero y la posibilidad de un desempate entre estos elencos dependía de los resultados de la última fecha que enfrentaba a Petrolero y Municipal en el preliminar y el clásico “con matices extraordinarios” entre Aurora y Wilstermann. Lo extraordinario fue que Aurora “en los descuentos tuvo

68 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… el empate en bandeja de plata y desperdicio la oportunidad”, cayendo derrotado 2-1. Otra vez fue subcampeón cuando tenía el título al alcance de la mano.

En el campeonato nacional Simón Bolívar se clasificó en una serie disputada contra equipos de Chuquisaca con cierta preocupación, “en un ambiente de nerviosismo aunque con una subjetiva ventaja de resultar automáticamente clasificado en caso de mantener el empate a lo largo del encuentro”. Y el resultado fue un empate a dos goles frente a Petrolero para transitar a la siguiente ronda, siendo el único equipo cochabambino clasificado para esa instancia. La prensa cochabambina valoró este hecho de manera singular y cautelosa: “Club Aurora se apresta a cumplir digna representación”, pero no ocurrió así y una seguidilla de cinco partidos perdidos colocó al equipo en el último lugar de la tabla de posiciones. La valoración periodística no deja lugar a dudas sobre un estilo a pesar de los magros resultados “Aurora participó en este campeonato como una organización deportiva, con una lealtad y nobleza que le servirán como excelente antecedente para futuras participaciones… es decir no se dedicó a la ‘guerra’ en la que participaron no solamente los jugadores, sino dirigentes y público, con armas no siempre deportivas, la destrucción de los rivales antes que el triunfo puramente deportivo”.

En 1972, el inicio del año fue con clásico amistoso y victoria contundente de Aurora por tres goles a cero. Como siempre, la prensa tuvo una

69 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010) sorprendente lectura de la derrota aviadora porque la explicación futbolística tenía como factor causal a las ¡circunstancias meteorológicas!: “Wilstermann tuvo dos rivales: la lluvia y el Club Aurora”, original manera de ordenar los factores e inverosímil conclusión respecto a los efectos de una tormenta a las cuatro de la tarde, seguramente suponiendo que los aviadores necesitaban cielo despejado para volar, en cambio, los celestes no sufrieron los rigores del cambio climático al ser habitantes del cielo.

Ese titular es un compendio de la “objetividad” de la mayoría de los personajes de la prensa deportiva cochabambina que no ocultan su favoritismo por el equipo rojo, ni se ruborizan cuando defenestran al Equipo del Pueblo, minimizan sus victorias o celebran sus traspiés. Este es otro adversario que enfrenta Aurora, una hidra de cien cabezas que acecha, ataca y daña antes, durante y después del partido.

En la revancha, el desdén explicativo fue igualmente patético: “sin hacer gran cosa por ganar, se impuso Aurora a Wilstermann que tampoco hizo gran cosa por no perder”. El balance señala, en un modo de conversación coloquial, que Aurora hizo sus dos goles “sin mucho pase espectacular, sin dibujar la cancha. Pelota en profundidad, carrera y listo el pollo. El pollo fue Bilbao, arquero de Wilstermann, que se quemó las manos con una pelota muerta que resucitó en las redes”, concluye el improvisado poeta haciendo gala de dudosas metáforas gastronómicas típicamente cochabambinas y volteretas entre la vida y la muerte.

La emoción estuvo en las tribunas, continúa el cronista inspirado, porque fue “una tarde de sol y piñas”. El sol asomó a las cuatro de la tarde, las

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“piñas” cuando la chicha hizo su efecto en las graderías de sol. Graderías de sol, después llamada tribuna “popular”, donde se refugian desde siempre los hinchas acérrimos de Aurora, la actual Pesada Celeste. Cuentan algunos testimonios que cuando el clásico iba tomando cuerpo, los hinchas miraban el juego tomando chicha, sentados en promontorios de adobe, y cuando su equipo metía un gol, junto con el grito al cielo, el festejo iba acompañado de la utilización de las tutumas como armas que desparramaban el néctar del valle en la humanidad de los hinchas rivales. Seguramente el asunto se tornaba grave cuando llovían goles. Por entonces, la chicha seguía siendo parte de la cultura cotidiana de la llajta, no obstante con el transcurrir del tiempo sería prohibido su consumo dentro del estadio en una claudicación frente al empuje de la modernización. Años después, en los fatídicos años ochenta, la hinchada necesitaba calmar la angustia por las apariciones del fantasma del descenso, un miedo que es mejor enfrentarlo con c’haki. Entonces, los hinchas de las “graderías de sol” se dirigían a la verja del estadio donde, detrás de los barrotes, estaban las caseritas con sus tutumas colgando de los baldes. Ante la mirada del policía dispuesto a hacer cumplir la ley, el hincha estiraba los brazos para agarrar la tutuma detrás de la reja y degustar el néctar del valle con la boca en la frontera entre lo prohibido y lo permitido, diciendo al guardián de la ley: “¿no ve jefecito, no ve que no estoy tomando chicha dentro del estadio?”

Volvamos a esa tarde de clásico porque tuvo otros ingredientes, como el retorno de las bandas de música, los latapucus, “interpretando aires folklóricos” como antaño, porque el reportero calcula que durante doce años el fútbol no tuvo música metálica de fondo. En esta ocasión, la música era multicultural, como se dice ahora, porque en las “graderías de sombra” (llamadas de “preferencia” en curiosa oposición más que dialéctica a “la popular” de enfrente), hinchas brasileros apoyaban al Equipo del Pueblo con su propia música, o sea, “una bandiña con la batucada frenética e intensa de la torcida que hincha por el Aurora”, porque tenía en sus filas a tres morochos: Da Silva, De Melo y Batista. En alguna ocasión, la presencia de jugadores brasileros como ídolos provocó que el equipo celeste juegue alguna tarde con una casaca a rayas horizontales, negras y rojas, a la usanza de Flamengo, detalle de coquetería que, por suerte, fue efímero.

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En el campeonato de ese año se produjo el debut de un jugador brasilero fuera de serie, se llamaba Heraldo Ercilio Da Costa, con un perfil de tipo rudo y mirada triste, amigo de la línea de cal por la punta izquierda. Debutó en un clásico disputado en junio y con victoria por un tanto contra cero. La evaluación del desempeño, jugador por jugador, fue lacónica pero precisa: “Veloz y peligroso. Buen winger”.

72 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

Sobre Francisco De Melo, moreno con perfil de gladiador y zancada larga: “Permitió el gol de la victoria con toque para matar”. Más adelante brillarían otros paisanos de Ercilio y De Melo, como Carliños, recio defensor, y Batista, volante de contención. Si el equipo tenía sabor carioca, el talento y la entrega valluna era irradiada por Jaime Herbas convertido en jugador de toda la cancha a la usanza de Alfredo Di Stéfano y antes que estalle la Naranja Mecánica holandesa en el mundial Alemania 74.

Ese torneo concluyó para Aurora con el tercer lugar en la tabla de posiciones, lo que impidió su participación en el torneo nacional.

En 1973 se produjo un hecho análogo a lo ocurrido en los años sesenta, cuando cuatro jugadores de Wilstermann fueron contratados por Aurora como refuerzos para su participación en la Copa Libertadores. Esta vez la transacción se realizó en sentido contrario, tres celestes fueron contratados por el equipo rival, José Issa, Freddy Vargas y Jaime Olivera, para jugar en el torneo continental. La única satisfacción de esa temporada fue la obtención de la copa en un cuadrangular que contó con la participación de Olimpia de Paraguay, en las filas del equipo celeste debutó un talentoso mediocampista brasilero con apodo y pinta de caricatura, Miguelito, constituido raudamente en ídolo de la hinchada.

Al año siguiente, Aurora se clasificó al torneo nacional después de obtener el subcampeonato en el certamen local de 1974. A pesar de un comienzo dubitativo empezó a escalar posiciones hasta alcanzar el segundo lugar en su serie, quitándole el invicto a The Strongest en un partido que fue testigo de la presencia de doña Marina Ascárraga, destacada deportista y famosa hincha del equipo paceño, en una época donde no existían cuotas de presencia femenina en el espacio público. La fase final fue disputada entre cinco equipos, Aurora, Bolívar, Petrolero, The Strongest y Wilstermann. La serie fue negativa para el Equipo del Pueblo con una seguidilla de derrotas y empates. Incluso un clásico adverso después de ir venciendo 3-1 y terminar derrotado cuando el partido expiraba. En la última fecha ocurrió un hecho curioso porque Aurora aceptó cambiar la sede del partido y jugar como “local” en La Paz para que The Strongest de la vuelta olímpica en su propio reducto en vez de “aguarle la fiesta” en el Felix Capriles y, así, obtener una mejor recaudación porque el último lugar que ocupaba en la tabla no tenía atractivo para su hinchada.

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En 1975 Aurora tuvo otro comienzo dubitante en el torneo local pero concluyó con la obtención del subcampeonato merced a un empate frente a Wilsterman, con gol de Miguelito. Con ese tanto se clasificó al campeonato nacional, aunque surgieron dudas sobre su participación en la denominada Copa Sesquicentenario de la República, debido “a una tremenda crisis económica y el abandono de sus dirigentes”. No obstante, la Asociación de Fútbol proporcionó una ayuda financiera y el Equipo del Pueblo resolvió temporalmente sus problemas. En la Copa Sesquicentenario las derrotas marcaron el inicio de una trama sin final feliz y con destellos de buen juego, como contra San José con una remontada espectacular para vencer 5-4 con goles de Miguelito, Ayala y Moscatelli. Fue eliminado en la primera ronda y la crisis dio paso a la angustia.

En 1976, surgieron otra vez rumores sobre un posible retiro de Aurora del campeonato local debido a una debacle en las filas de su directiva, ausencia de socios y la apatía de la hinchada, sacudida por la seguidilla de derrotas y la eliminación temprana en los torneos nacionales. Derrotas como local, impensables en el pasado, causaron zozobra. Sacando fuerzas de flaquezas, se sorteó ese obstáculo y las cosas volvieron a su lugar y el equipo a la cancha para disputar el Torneo Pre Temporada logrando el subcampeonato. Un equipo joven con ciertos atributos que

74 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… le dieron el carácter de un “elenco frágil pero de muchas bondades con tendencia al juego de toque y al pelotazo sorpresivo para explotar a los que mejor saben explotar ese juego” y el elegido para esa función era el delantero argentino Silvio Rojas. Con ese bagaje inició su participación en el Torneo Integrado que enfrentaba a equipos de Cochabamba y Santa Cruz. Empezó el certamen con vaivenes del medio al fondo de la tabla hasta que se produjo una remontada con chispazos de buen futbol, como una resonante victoria por 6-2 contra Blooming, que lo catapultaron al tercer puesto y a la clasificación a la Copa Simón Bolívar. También a la disputa del título local contra Wilstermann, porque los puntos en disputa entre los equipos cochabambinos confeccionaban una tabla de posiciones paralela a la del Torneo Integrado. El título quedó en manos de su rival. Otra vez Aurora fue subcampeón cochabambino.

El debut en la Copa Simón Bolívar de 1976 fue negativo con magro empate ante un equipo potosino y con Vanderley, refuerzo brasilero en la delantera, errando un penal. Sin embargo, Aurora ocupó el segundo lugar en su serie y avanzó a las instancias finales. Empezó esa fase con una derrota inmerecida ante Wilsterman, reconocida inclusive por los inflexibles cronistas que no ocultaban su preferencia por el equipo aviador: “Que la suerte es importante en toda actividad es una verdad que nadie discute, como nadie puede discutir que ayer Wilstermann ingresó a la cancha con una gran dosis de buena suerte, de otra manera serían los auroristas los que estuvieran celebrando la victoria”. La participación de Aurora, equipo juvenil con un par de refuerzos extranjeros, concluyó con otra derrota ante el mismo rival, en similares circunstancias marcadas por la escasa fortuna. La semilla plantada en las divisiones inferiores y el acople de los refuerzos daría sus frutos en el futuro inmediato.

En 1997 se puso en marcha otra vez el Torneo Integrado y el equipo empezó con dubitaciones, sin embargo, a mitad del camino Aurora compartía el primer lugar con Wilstermann a quien derrotó después de tres años: “La juventud de Aurora se impuso a la experiencia de Wilster”, merced a los tiros libres de Vanderley. Fue entonces que aconteció otra jugarreta del destino. Cuando el equipo había reencontrado el norte de la victoria y estaba liderizando la tabla de posiciones en el Torneo Integrado, empezaron las tratativas para crear una Liga Mayor dejando

75 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010) en suspenso la continuación del campeonato. En un momento de repunte del Equipo del Pueblo, los líos dirigenciales cancelaron un torneo que pudo ser motivo de satisfacciones y no el inicio de una época de incertidumbre en el andar del cuadro celeste.

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OSCURIDAD

LIGA DEL FUTBOL PROFESIONAL 1978-1988

Son los años de la transición a la democracia, con movilizaciones populares y explosión de demandas sociales, con sueños de libertad y reclamos por igualdad, abatidos por la hiperinflación económica y descenso de la autoestima nacional por las sendas goleadas sufridas por la selección nacional en las eliminatorias mundialistas. “Bolivia se nos muere”, sentenció un veterano presidente en 1985 y dio inició el tránsito del estatismo al neoliberalismo con un número mágico: 21060. El nacionalismo parecía cosa el pasado y el “pueblo” de la revolución de 1952 ya no era invocado, su vanguardia de antaño, los mineros, sufrieron la relocalización. Ese fantasma recorría el fútbol porque la crisis proyectó su sombra al Equipo del Pueblo cuando se dio una transición en el fútbol profesional con la desaparición de los torneos departamentales y la creación de una liga nacional.

La Liga del Futbol Profesional Boliviano fue creada en agosto de 1977 para dar inicio a un nuevo ciclo en el fútbol nacional. Los antecedentes remiten a 1974 cuando “los clubes no subvencionados por el Estado proponen la creación de una liga mayor, idea que es inicialmente desechada. Pero en 1977 el aluvión se hace imparable” (Carlos Mesa et al., El salto al futuro, 1994, pág 21). Años de dictadura militar y resistencia

77 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010) minera, con catástrofe futbolera en las eliminatorias para Argentina 78 por las goleadas humillantes ante Brasil y Colombia. Tragedia que fue el detonante que aceleró la crisis y provocó la reestructuración del futbol profesional.

La Liga se organizó con los mejores clubes del país y algunos equipos de variada calidad de ocho departamentos. Por Cochabamba ingresaron Aurora, Bata, Petrolero y Wilstermann. Atrás quedaron los torneos locales que entre fines de los años sesenta y la mitad de los setenta habían adoptado un cariz espectacular con la realización de jornadas dominicales con fechas dobles a estadio lleno. Equipos que brindaron fútbol, diversión y competencia de alto nivel eran cosa del pasado, como Litoral, Tránsito, Municipal, vinculados a entidades estatales, y Ayacucho Festaco, ligado al autotransporte y con arraigo en la popular zona sud. Quedaron en la liza futbolera dos equipos de origen empresarial: Bata, de la fábrica de calzados MANACO y con hinchada de Quillacollo, y Petrolero, dependiente de YPFB, y los clásicos rivales de la llajta. Aurora ingresaba a la Liga con el antecedente de un desempeño importante en el Torneo Integrado de 1976 y 1977, truncado por la crisis deportiva y dirigencial que dio origen a la Liga, sin suponer que no vendrían tiempos mejores, sino todo lo contrario.

En este nuevo formato organizativo el Equipo del Pueblo tuvo un desempeño decreciente entre 1978 y 1988. No fue una “década perdida” como suele decirse, sino una década agónica que terminó con la pérdida de categoría. Una historia de infortunios que vale la pena relatar porque muestra el temple de una hinchada que fue incubando la peor de las desgracias como avizorando un sufrimiento que duraría catorce años.

Aurora tuvo un comienzo esperanzador en el segundo torneo de la Liga que se organizó con muchos problemas en 1978. Tres victorias sucesivas como visitante en Oruro, Santa Cruz y Trinidad alimentaron la esperanza de repetir el desempeño en el Torneo Integrado. “Aurora dio la sorpresa dominguera goleando como visitante a San José” con un fantástico 6-1 y el lucimiento de José Luis Coronado, hábil mediocampista. “Aurora deleitó con su futbol y ganó en Santa Cruz a Guabirá”. “Aurora sigue imparable, derrotó a 20 de Agosto”. Sin embargo, ese comienzo fue un espejismo porque el torneo terminó en su primera fase con Aurora en el

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¿Por qué será no? Fernando Calderón

FERNANDO CALDERÓN, es sociólogo nacido en Charagua pero vivido en Cochabamba, París y . Autor de numerosos libros sobre la realidad nacional popular, sobre la democracia y la modernidad en América Latina. Fue coordinador de varios Informes sobre Desarrollo Humano en Bolivia, uno de los cuales fue premio mundial en la ONU. Su mirada sociológica sobre nuestra historia se resume en una frase: “la política en las calles” que nos recuerda que las cosas suceden en los intersticios de la sociedad, en sus márgenes, al costado o en contra de las instituciones. De manera imprevisible pero con el peso de la historia, como en un partido de fútbol. Es recolector de imágenes e ideas sobre la incomparabilidad de Cochabamba, he aquí algunos de sus hallazgos.

René Zavaleta decía que en Cochabamba abundaban los filósofos porque soplaban vientos metafísicos. Tenía razón, basta con ir a la Plaza 14 de Septiembre a las 7 de la tarde. La calle Cochabamba en Buenos Aires es la más larga que conozca ciudad alguna. Por qué será no? ¿Será por el agua caliente que las cholas cochalas les echaban a los ingleses invasores? ¿Será por las alzadas de la Coronilla? ¿Será por los 2.600 cochabambinos que se inscribieron para ir a pelear por las Malvinas? ¿Será porque Don Miguel de Unamuno escribió sobre la imaginación en Cochabamba sin conocer un carajo? ¿Será porque dicen que Pablo Picasso donó el Cóndor picassiano de la Plaza 14 de Septiembre? ¿Será porque Charles De Gaulle lloró en la plaza escuchando La Marsellesa interpretada por tarcas ucureñas? ¿Será porque un argentino compuso hace un siglo una ópera titulada “Cochabamba” con pasajes de la guerra de la independiencia? ¿Será por los chorizos de Quillacollo que comieron la Chaterine Denueve y el Claude Levi Straus con el Jorge Zabala? ¿Será por lo de los nabos y las espaldas de Don Daniel Salamanca? ¿Será por el árbol chueco a la entrada de Pocona? ¿Será por el olor a los duraznos…? ¿Será porque a la Aurora se la persigue pero no se la alcanza nunca? Si, por eso nomás debe ser.

79 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010) sótano de su grupo y con una derrota por goleada contra Oriente Petrolero como broche de oro convertido en corona de espinas.

El año 1979 se inició con la Copa Liga entre Petrolero, Bata, Aurora y Wilstermann, un prolegómeno al torneo nacional. El campeonato local fue encarado por Aurora con un equipo juvenil de raigambre local. “Eterno semillero de Cochabamba” decía la fotografía que resaltaba el perfil juvenil del Equipo del Pueblo. Sin embargo, los resultados negativos obligaron a conseguir refuerzos extranjeros pero esta decisión no fue una solución porque el equipo tuvo un desempeño negativo. Resalta la caída ante The Strongest que derrotó al Equipo del Pueblo en Cochabamba después de largos 21 años.

Al año siguiente, los brasileros Monga, Barrote y Vantuil fueron contratados como parte de un plan dirigido a repuntar el desempeño del equipo. Otro jugador destacado fue Piao, alto y flaco, que ejecutaba tiros libres y mientras mayor distancia había entre la pelota y el arco, su remate era más violento rumbo al gol. Ni las victorias por 8-1 y 7-1 frente a equipos cruceños mejoraron la mala posición en la tabla y apareció el fantasma del descenso, que esta vez fue de carácter indirecto y disputado contra Enrique Happ, el campeón del torneo cochabambino. Dos empates obligaron a un tercer encuentro de definición que concluyó con goleada celeste por 6-1 para mantener su lugar en la Liga. Los años siguientes tuvieron un sello similar, un tono trágico con destellos de epopeya porque en varias oportunidades el Equipo del Pueblo se zafó de la soga cuando iba rumbo al cadalso.

Esos años fueron aciagos para la historia deportiva del club pero no para su consolidación institucional. Al contrario, como respuesta a la adversidad de ese presente gris se miró hacia adelante, se apostó al futuro. Y los sueños y deseos de los dirigentes se materializaron en la construcción del espectacular Complejo Deportivo en la zona de la Laguna Alalay que cobijaría a la Escuela de Fútbol del Club Aurora. Un muestra de la templanza que constituye un ejemplo para la sociedad cochabambina.

La remembranza de esta pequeña gesta que es una gran obra es relatada por Martín Sotelo, un hincha de nacimiento y dirigente desde la cuna:

80 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

“EL COMPLEJO DEPORTIVO ADEMAS DE SER UN ORGULLO REGIONAL NOS PERMITE SOÑAR CON LA CANTERA”

Cualquier amante del fútbol que ingresa al Complejo del Club Aurora, al conocer sus instalaciones, se encuentra ante una realidad impensada, observa que esos predios guardan el “semillero” del fútbol en Cochabamba, percibe una institución fuerte que apunta a las divisiones inferiores y ve un Aurora para rato, fruto de su cantera.

Todo lo realizado en el Complejo del Club Aurora hasta hoy se ha materializado, precisamente, pensando en estos dos componentes que tiene el fútbol: el fortalecimiento de las divisiones inferiores para – echar mano – a la cantera y consecuentemente la consolidación del equipo profesional.

En las conversaciones que me toco compartir con don Roberto Pavicic, visionario del fútbol y gestor importante de este complejo deportivo, él señalaba “Tenemos que pensar en una institución fuerte, en donde poder arribar, donde puedan permanecer y transitar sus hinchas, donde nuestros hijos puedan jugar y hacerse futbolistas y, no sólo eso, donde puedan practicar deporte, la universidad de la vida”.

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Este pensamiento visionario fue amplificado por aquel grupo de dirigentes que comandaban la institución celeste el año 1984, quienes fieles a las tradiciones del pasado y con el objetivo de tener un Complejo Deportivo visualizaron desde el cerro El Abra un lugar donde se podían construir sus instalaciones.

La leyenda cuenta que don Orlando Beltrán acompañado de Roberto Pavicic en una motocicleta, durante semanas, habían circulado por la ciudad de Cochabamba buscando algún terreno donde poder realizar el sueño aurorista. Como quiera que Aurora fue siempre bendecido por Dios, dentro de las paradojas que da la vida, estos dos dirigentes transitaba la ruta que conduce hoy al Cristo de la Concordia y visualizaron el predio, el lugar donde hoy se encuentra afincado el Complejo Deportivo.

El periódico Los Tiempos en su página Deportiva del 11 de marzo de 1985 publicaba el siguiente titular: “Aurora convierte un sueño en realidad con la construcción de su complejo” catalogando este hecho como un milagro, toda vez que en Cochabamba es difícil ponerse de acuerdo para llevar adelante una obra. La publicación de referencia, mencionaba que los dirigentes un año antes a fin de conmemorar los 49 años de existencia del Club Aurora habían organizado una kermesse con la intervención de la autoridad burgomaestre, Dr. Hugo Montero, quien tuvo a su cargo la colocación de la piedra fundamental.

En esa ocasión otro gestor del complejo y co artífice de esta obra, Ing. Héctor Vargas, manifestaba: “Ahora es muy tarde para dar un paso atrás, Aurora está trabajando con la mirada puesta en el futuro. La masa societaria está empujando y sabemos que Roberto Pavicic, allá en Estados Unidos, está logrando que connacionales nuestros se interesen por contribuir a que el complejo deportivo se haga una realidad”.

Esa primera etapa de la construcción del Complejo Deportivo del Aurora contempló la realización de la demarcación y alinderamiento de las siete hectáreas de terreno, como cuenta don Elio Sánchez, labrador con mano propia del complejo deportivo. Sse procedió a la siembra de árboles y eucaliptos en sus alrededores, se efectuó la colocación de alambres de púas para garantizar la demarcación, se construyó una primera cancha

82 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… de fútbol de tierra y una construcción civil al ingreso del complejo para el funcionamiento administrativo de la entidad. Consecuentemente producto de las obras nacía la Escuela de Fútbol del Club Aurora dirigida en ese momento por el profesor Héctor Vera.

Con posterioridad, don Jaime Cavero –a decir de José Luis Montaño, actual Fiscal General de la institución–, fue quién tuvo la virtud de conservar el comodato otorgado por la Honorable Alcaldía Municipal al

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Club Aurora y dotarle, con esfuerzo propio, la primera cancha reglamentaria con césped, la actual cancha No. 1 con sistema de aspersión y riego que, en honor a este dirigente amante de la celeste y blanco, lleva su nombre. Una vez producido el ascenso de categoría en 2002 se vio la necesidad imperiosa de consolidar este proyecto, en ese propósito –en etapas y momentos distintos– intervinieron el actual presidente de la entidad Rodolfo Acevedo, José Luís Montaño, Fernando Gamboa, Daniel Soriano, Enrique Quiroga y tantos otros contribuyentes anónimos que se pusieron “manos a la obra” para lograr consolidar el Complejo Deportivo del Aurora.

En todo ese proceso es bueno destacar que se organizó el grupo de las Damas Auroristas que, para lograr los objetivos propuestos, organizaron una serie de kermesses y actividades sociales contribuyendo con su “granito de arena” al logro de los objetivos y sueños trazados. Con el apoyo del actual Presidente del Estado Plurinacional, don Evo Morales Ayma, el Club Aurora recibió apoyo económico para la construcción de los nuevos camarines, baterías de baños y el área del gimnasio, el mismo que fue equipado por Daniel Soriano. El complejo deportivo en la actualidad cuenta con siete canchas deportivas, una cancha de fútbol playa, batería de baños especialmente adaptada para niños y jóvenes, zona de parqueos y camarines para el plantel profesional.

El actual presidente del club, Rudy Acevedo, continuando con el legado que dejaron los mayores, con el apoyo de empresarios amigos y con esfuerzo propio y de su señora esposa, lograron la construcción de las oficinas administrativas con una extensión superficial de 450 m2. También se creó el área de shopping para la venta de los productos y emblemas de la entidad, además de la construcción del área social y de cocina, una obra titánica y de alto impacto no solo para el Club Aurora sino para toda la zona, que acoge a más de cuatro mil niños que asisten a la Escuela de Fútbol, vistiendo la gloriosa y emblemática camiseta celeste, aquella que, como dijo Julio Cesar Baldivieso, es de propiedad del pueblo cochabambino.

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En la actualidad, el sueño de los dirigentes del pasado, que pensaron la construcción del complejo deportivo bajo el lema Unidos haremos más, queda latente en los dirigentes del presente, quienes sueñan hacer del Complejo Deportivo un Centro de Alto Rendimiento. Para ello, las tareas ya están definidas, se requiere la construcción de viviendas habitacionales, de una piscina olímpica, área de saunas y masajes y, por último, la construcción de dos canchas de racquet-ball, persiguiendo el objetivo de hacer del Aurora una institución fuerte que tiene pretensiones para albergar a 20.000 socios.

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Este nuevo proyecto ha sido entregado al Presidente Evo Morales Ayma, quien tiene la palabra para posibilitar que, en el futuro, las selecciones nacionales en todas sus categorías se concentren buscando el mejor rendimiento bendecidos por Dios en estos predios que guardan en sus recónditos extremos la nobleza pura del alma aurorista.

Esta titánica tarea forma parte de un estilo de calidad en la conducción institucional desde los orígenes del Club Aurora, y nos trae a la memoria, y en justo homenaje, a los presidentes que comandaron la institución celeste durante 75 años: Juan Cerruti, Roberto Prada, Jorge Rojas Tardío, Oscar Suárez Mancilla, Salvador Asbún, Vladimir Khek, Daniel Milikowski, Guillermo Sotelo, Alberto Alem, Juan Antonio Montecinos, Enrique Claros, Ramiro Vargas Tapia, Orlando Beltrán, Fernando Beltrán, Jaime Cavero, Walter Ferrel, Jorge Burgos, Jorge Urresti, Fernando Antezana, Oliverio Iriarte, Orlando Quiroga Ferrel, Hugo Tapia, Mario Galindo Decker, Héctor Vargas, José Tapia, Rodolfo Acevedo, José Luis Montaño Rico, Néstor Suárez, Fernando Gamboa, Daniel Soriano y Arturo Almanza. Si hay errores u omisiones corresponden al papel, porque en el recuerdo de los hinchas y jugadores todos ellos están presentes”.

Retornemos al fútbol, a una etapa marcada por la angustia y la lucha constante para evitar el descenso de categoría, con pequeñas gestas que aliviaban de manera efímera el corazón celeste que latía cada vez más fuerte, presagiando una desgracia.

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En el torneo de 1987, el portero argentino Ramón de Jesús Leiva fue una figura fundamental para evitar el descenso. Su ausencia en un partido contra Bolívar, digitada desde la comisión de penas, se tradujo en una espantosa goleada en contra por 8-1 como local y en estadio repleto. Ese era el peso de su presencia y su performance en partidos decisivos. Como aquella tarde que fue el héroe en una de esas jornadas definitivas de última fecha del campeonato. Su actuación fue decisiva para vencer y salvar al equipo del descenso, y los hinchas lo levantaron en andas, dieron una vuelta olímpica con su ídolo sobre los hombros y lo acompañaron a la terminal de buses, porque el arquero argentino iba a retornar a su terruño esa misma noche. Seguramente con un nudo en la garganta. Prometió regresar, pero es como si nunca se hubiera ido.

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Mauricio Soria, otro arquero de temperamento y talento, también jugó partidos decisivos para cumplir el cometido de evitar el descenso, como una tarde de aquellos tensos años que, en el minuto final, lanzó un saque largo y preciso hasta la punta de izquierda para que el delantero enfrente al arquero y decrete el empate ante Ciclón. Con esa jugada se evitó la tragedia, una vez más. Pero las parcas estaban rondando el alma celeste.

La desdicha tuvo contornos dramáticos en 1988 cuando Omar Delgadillo, zaguero central y capitán, falleció en el camarín minutos antes de ingresar a la cancha para disputar un clásico. La victoria de esa tarde fue un homenaje a Omar Delgadillo, pero no disipó el luto de la tribuna ni apaciguó los atribulados corazones celestes, como relata Elio Sánchez en su conmovedor testimonio.

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TESTIMONIO DE ELIO SÁNCHEZ Nací en Cochabamba un 3 de julio de 1940, recordando el paso de mi padre por Aurora siempre quise seguir sus pasos. Mi padre empezó a jugar con la familia Ferrel en las cuartas especiales, sin embargo, no jugó en el equipo del año 1963 porque falleció años antes; él era parte del equipo de las cuartas especiales, mi padre falleció cuando yo tenía 19 años. En mi época de joven éramos muchos hinchas. Yo inicialmente jugué en las divisiones inferiores y, luego, cuando pasé a las divisiones superiores tuve un profesor, en concreto don Rolando Maida, quien me encaminó en las actividades del juego y coincidentemente me involucré con el equipo, ayudando al primer plantel. Aquella época me invito el coronel Oscar Suarez Mancilla como kinesiólogo y utilero. El coronel Suárez Mancilla fue un dirigente muy dinámico que ha tenido la oportunidad de prestar sus servicios como presidente. También don Arturo Tardío ha sido una verdadera maravilla para mí, además de jugador él ha sido también entrenador. No hay que olvidar de paso a un ex jugador que no puedo recordar bien, le decían el “hombre orquesta”, Julio Sandoval, un cliceño. Aquellas veces he conocido todavía su grandeza, he tenido muchas relaciones y a veces se olvidan de la gente buena. El equipo campeón del 63, ese era un equipazo como muchos otros de los que conformó Aurora, lamentablemente no siempre pudimos salir campeones no obstante de tener grandes jugadores. Recuerdo empero que José Issa realizó un gran partido en la cancha de Montevideo, la misma donde se jugó el mundial de 1930. Ahí también jugaron grandes jugadores como los hermanos Ferrel, los hermanos Loma, Villalobos, los hermanos Quiroga y muchos otros. Más adelante, tenemos a Mario Pariente que se inicio en el Club Aurora y tenía el apodo de el Divino; luego pasó a The Strongest, era un gran jugador con un destello técnico impresionante, siento mucho que se hubiera alejado de nosotros. También me trae muchos recuerdos de Palillo Foronda, era un jugador muy hábil y siempre le gustaba sorprender a los árbitros, era muy pícaro, desbordaba siempre por derecha, tenía más velocidad que gambeta. Otro que recuerdo con cariño es a don Antonio Quiroga un caballero muy bueno, los hermanos Siles, los hermanos Loma, etc.

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En los años setenta y ochenta llegaron varios brasileros; para mí, con mucho cariño, recuerdo a Heraldo Ercilio Da Costa quien tuvo un accidente gravísimo y la virtud que me dio Dios es que fui yo quien lo auxilió en la calle y San Martín, una mañana de San Juan, en concreto un 24 de junio. La noche de la fogata de San Juan yo me dirigía a la Recoleta y él apareció en una motocicleta que le había obsequiado el club y fue atropellado por un colectivo, le presté auxilio sacándolo debajo de las ruedas y fui inmediatamente a informar a don Guillermo Sotelo y a don Daniel Milikowski quienes se presentaron en la Clínica Copacabana y conjuntamente conmigo salvaron la vida de Heraldo Ercilio Da Costa y de otro jugador que apellidada Da Silva, (dejo presente que no era Joacir sino que se trataba de Dante Da Silva). Don Guillermo Sotelo y Daniel Milikowski compraron desde sangre, que era carísima, para salvar la vida de Heraldo, luego me dio mucha pena cómo teniendo pretensiones de varios equipos del interior prefirió pasar a formar filas en Wilstermann, algo muy triste para mi corazón. Con los jugadores yo he tenido la ventaja de atenderlos y compartir con ellos; así como se dice vulgarmente, una sopa, bienvenida. Sabíamos servirnos cualquier platito y frutas con mucho cariño, para mí todos los jugadores que vinieron a Aurora fueron buenos, no guardo en mi corazón una queja para ninguno, yo aprecio a todos y ellos también me aprecian, y por ello sigo junto con ellos asistiéndoles y compartiendo con cariño Pero también hay momentos de mucha tristeza. El fallecimiento de Omar Delgadillo, ese episodio ha sido el momento más triste de mi vida que me ha tocado vivir en el camarín sur donde estaba efectuando la calistenia para jugar el clásico. Es algo que me costó muchísimo olvidar, durante muchos meses no pude dormir por el impacto que me causó este trágico desenlace cuando Omar Delgadillo, quien había sido designado capitán del equipo asesorado por su compadre Jorge Camacho, se desvaneció en mis manos. Yo lo atendí en persona, lo levanté del piso, Jorge Camacho fue el que gritó desesperado pidiendo la presencia de un médico.

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Para mí la realidad es que él nos dejó, la tristeza es muy grande siendo que era capitán en su primer partido en un clásico. Recuerdo al profesor José Carlos Trigo cómo conmovido se golpeaba la cabeza sin entender lo que sucedía en ese momento, la verdad nunca quise saber más de lo que ocurrió en ese camarín. El profesor Trigo una vez que había verificado el traslado de Omar Delgadillo a la clínica para que se le prestará auxilio, reunió a todos los jugadores y dirigentes que se encontraban en el camarín, y pidió que nos reuniéramos alrededor de la camilla y rezamos un Padrenuestro por la vida del jugador y dispuso un cambio posicional ordenando el ingreso del argentinísimo Norberto Kekes. Ese partido para mí fue inolvidable porque mientras rezábamos, los árbitros exigían que ingresemos al campo de juego, presionando desde el inicio del clásico. El profesor Trigo simplemente atinó a decir con lágrimas en los ojos que ese partido se tenía que ganar como sea, que había que jugar por el cariño y solidaridad con un compañero y que tenía que traslucir el amor a la camiseta que Omar había vestido. Y así fue, salimos todos al frente y jugamos un partidazo, ganamos 1-0, fue un partido dramático e impresionante que no olvidaré jamás. Otro recuerdo triste es el fallecimiento de Christian Boza (kinesiólogo y fisoterapeuta) Yo lo hice a Christian, lo quería como a mi hijo, esa es una pérdida muy grande para mí. No dejaría al Aurora ni por diez millones de dólares. Eso no haría ni loco, eso sería como negar a mi madre, mi vida no existiría más. Son 54 años que he recorrido con el Club Aurora y todavía sigo. No sé cuando me despediré de mi adorado Club, será cuando Dios disponga, quisiera irme un día (vuelve a derramar lagrimas) bien recordado, con cariño, quisiera despedirme bien de mi equipo, el Equipo del Pueblo, y de Dios.

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Ese testimonio también recuerda otro lamentable deceso. En 2007 falleció Christian Boza, víctima de un accidente automovilístico. Él fue jugador del equipo que ascendió a la Liga en 2003 y cuando se produjo su deceso era fisioterapeuta y kinesiólogo del plantel profesional. Era discípulo de Elio Sánchez y de Christian Boza adolescente jugó en Estudiantes, el equipo de barrio de Julio César Baldivieso; por todo ello, en la campaña de 2008, uno de los rituales del equipo era visitar a la virgen de Urkupiña y celebrar la misa en memoria de Christian Boza.

EL INFIERNO NO SON LOS DEMAS

Fue una negra jornada de diciembre de 1988 contra Bolívar en el estadio Félix Capriles que se sentenció la caída de Aurora a la segunda división, un evento “triste, solitario y final”, como diría un escritor argentino. A falta de pluma literaria, en un diario local, Vladimir Nogales escribió: “Los celestes se fueron en silencio. Algún silbido profanó la melancólica canción del adiós. Luego nada, solo el silencio, como aquel que se escuchaba en la tumba del que ya no es… revolviéndose en las imágenes amargas de un ayer perdido”. Poética de la desgracia ajena, crónica de una suerte presentida, quizás deseada por la mayoría de los cronistas deportivos de Cochabamba, teñidos de rojo en sus comentarios.

Una desazón que no podía ser motivo de velorio y menos de entierro, sino de recuperación de la mística en medio de la adversidad. Con el tesón de su presidente, don Jaime Cavero, que se puso al hombro la tarea de mantener en vigencia al Equipo del Pueblo, porque no existe infortunio mayor en el fútbol que el descenso, una palabra que significa, simple y llanamente, el tránsito a un estado inferior.

Ir al estadio el sábado y no en domingo es cosa triste. Las curvas vacías y silentes, la tribuna popular, “la general”, poblada de fantasmas, sin los olores de los platitos dispuestos a ser devorados en la mitad del partido cuando todos corren al vientre del estadio porque quince minutos de descanso es nada. Solamente queda “la preferencia”, lugar donde el sol no azota pero las sombras tornan gris el ambiente si el fútbol se juega en las tardes de

92 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… sábado. Existen algunas ventajas comparativas, puesto que los niños pueden ingresar a la cancha y contemplar el partido detrás del arco, un lujo en otras circunstancias; la gente es pacífica porque asiste con la valentía que exige un picnic; los policías, si los hay, son espectadores de lujo apoyados en la malla que divide la cancha de la tribuna como si fueran estatuas de sal.

Pero el corazón no sabe de estética, ni le interesa la parafernalia del éxito, son detalles cuando se trata del “equipo de mis amores”. Es como la metafísica del bolero, se ama y no se pregunta, aunque la vida duela porque se vive como quien habita en un rincón del olvido. Pero los buenos amores no se olvidan y la fidelidad a la casaca es eterna, y el olvido es sustituido por la espera, la tensa espera que no tiene reloj ni calendario porque el retorno llega, aunque tarda y se deja rogar, pero llega.

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RENACIMIENTO

COPA SIMÓN BOLÍVAR 1989-2002

En esta década, el país vive el auge y la caída de los partidos tradicionales, mientras el planeta contempla el derrumbe del muro de Berlín y el apogeo de la globalización. El fútbol es la vedette mundial de los deportes y un intelectual tupiceño empieza a escribir un libro sobre la golbalización. Se da la irrupción del movimiento indígena de tierras bajas con sus largas marchas demandando territorio y participación ciudadana, también el ascenso de los partidos campesinos hacia la disputa del poder político. Aurora inicia su propia marcha, una larga marcha en la Copa Simón Bolívar, para ascender y dar fin con su exclusión.

Durante catorce años los hinchas, aquellos que soportaron el dolor de la ausencia y no temblaron ante el miedo del fracaso, esperaron pacientemente que las cosas vuelvan a su lugar. Largos catorce años con destellos de victoria final que se disiparon ante las energías negativas del malévolo azar y una que otra mundana conspiración. No tiene sentido realizar un recuento de ese tormento sino resaltar las tardes y las noches de esplendor y sufrimiento. Ocho títulos conseguidos en el campeonato local para participar en la Copa Simón Bolívar, las más de las veces sin suerte, pocas veces con arte, no fueron un bálsamo para el

95 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010) dolor, pero sí una prueba del temple de la hinchada que se refugió en la frase célebre del filósofo alemán: “Aquello que no mata, fortalece”. Y así fue durante esos años casi eternos y grises, con uno que otro destello, con uno que otro recuerdo, como la noche que Ricardo Bochini, la figura descollante de Independiente de Argentina, el Rey de Copas, se vistió la casaca 10 del Equipo del Pueblo.

MALDITO PENAL Y ROBO ARBITRAL

En 1997, Aurora fue campeón cochabambino una vez más derrotando a Universitario por 3-1. El goleador celeste fue Carlos Dos Santos, un muchacho brasilero idolatrado por la hinchada e hincha él mismo, que con su andar desgarbado se constituyó en figura del equipo campeón metiendo tres goles en siete minutos, un repunte a puro empeñó puesto que jugó con nueve hombres desde el segundo tiempo y con el marcador en contra. Le decían Junior porque gambeteaba siguiendo las instrucciones de su padre que lo alentaba desde la banca como director técnico, un ex jugador más conocido como Kalú y que arrastraba las secuelas de una lesión.

En la semifinal de la Copa Simón Bolívar el escollo fue Bamin Real Potosí. La contienda se definió mediante disparos de las doce yardas y un “penal maldito” eliminó a Aurora. “El penal atajado a Carlos Alberto Melo, el mejor jugador de la cancha, destruyó corazones, provocó más de un llanto en las tribunas al ver como las posibilidades de la Operación Retorno al seno del fútbol liguero se desvanecieron”.

En diciembre de 2001, Aurora estuvo cerca de obtener el campeonato en la Copa Simón Bolívar. Una nítida victoria por 3-1 en Cochabamba se vio empañada con la expulsión de Carlos Dos Santos, privando al ataque celeste de una ficha determinante para el partido de revancha contra Iberoamericana. Un fallo arbitral anuló un gol válido de Aurora cuando faltaban pocos minutos y el resultado le era adverso por 2-0. Esa conquista clasificaba a Aurora, su anulación equívoca condujo la definición del campeonato a la serie de penales. Aurora embocó solamente dos remates y los sueños se desvanecieron ante la mirada impávida del Illimani.

96 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

BOCHINI DE CELESTE El 12 de septiembre de 1996 se organizó un clásico peculiar celebrando la e f e m é r i d e s cochabambina. Peculiar porque dos estrellas del fútbol argentino vistieron la casaca 10 de Aurora y Wilstermann. Mario Alberto Kempes se puso la camiseta roja y Ricardo Bochini se enfundó la celeste del Equipo del Pueblo. En su estilo “matador”, Kempes metió el primer gol del partido con un zurdazo al ángulo. En el segundo tiempo, el partido estaba a favor de Wilstermann por 3-2, pero a los 90 minutos empató Calustro. El empate era una anécdota. El hecho trascendental fue la presencia de Bochini en la cancha, ese magnífico volante creativo capaz de realizar pases al vacío con prestancia técnica y mirando la jugada futura un segundo antes que el resto de los mortales. Por eso decían que en cualquier instante del partido el Bocha frotaba la lámpara y salía el genio para deslumbrar a la gente. Ese genio tenía que vestir la celeste, no sólo por su talento, también por su humidad. Años más tarde, Bochini fue DT de Independiente, cuando en sus filas jugaba Oscar Sánchez, el gran zaguero de The Strongest, Bolívar y de la selección nacional, y que era un hincha confeso de Aurora. Al realizar un recuento de sus jugadores, el Bocha terminó el balance de su equipo con un certero… “y el boliviano Sánchez, es el que mejor sabe con la pelota”. Todo un homenaje al talentoso jugador que nos abandonó hace poco tiempo, dejando una estela de técnica e imagen de hombría. Esa noche Bochini no frotó la lámpara, y los delanteros celestes no entendieron sus jugadas, porque sus pases terminaban con el balón en el espacio vacío y rebotando en el césped; obvio, si en la punta derecha hubiera estado Balbuena o en el ala izquierda Bertoni –sus compadres de Independiente campeón de América en los años setenta– otra hubiera sido la historia. Con todo, fue una noche para la historia, la noche que Bochini jugó con la camiseta 10 de Aurora.

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LA RESURRECCION CELESTE Fernando Mayorga A Héctor Zelada y Hortensia Ugarte Sísifo es aurorista, qué duda cabe. Cada año se repite la liturgia que termina en desazón porque la Liga se estira y termina restallando contra nuestra frente marchita. Y otra vez, cuesta arriba y jugando los sábados en la tarde como una suerte de precalentamiento para un combate final que nunca llega. Ni el orgullo de ostentar el récord de pentacampeón consecutivo –hazaña igualada en el planeta solamente por el Manchester United de Inglaterra y el Rangers de Escocia, como precisa el Turi Torrico- es consuelo ni motivo de olvido de estos once años de intentos fallidos de ganar la Copa Simón Bolívar. Pero, ahora, las cosas se tiñen de celeste y la mitad de la llajta saca del armario las banderas y una identidad agazapada que llena el Félix Capriles y es capaz de hacer temblar sus tribunas con la clásica ola, como aquella memorable tarde contra San José, cuando Ramallo y cia. nos hicieron gritar seis goles y dejaron en el camino al rival más peligroso. Ese es el equipo que quiero retener en mi memoria y no el de los desaciertos contra Guaraní en Cochabamba y Sucre. Esa tarde de hinchada henchida de orgullo y de bolsillos vacíos es la que merece repetirse este domingo, como preámbulo para la vuelta olímpica y el retorno a la Liga. Aunque sea solamente para que conste y aunque tengamos que sufrir las 365 tardes venideras del 2001.

98 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

Esa alegría del partido contra San José es la imagen que espero se repita en esta otra tarde, tan definitiva como ninguna. Porque aquel domingo nunca vi un equipo celeste con semejante vocación ofensiva y una hinchada tan cauta y solidaria. Y jamás había visto una porción de hinchas rojos vitoreando nuestros goles como si fueran suyos. La cautela en las tribunas me conmovió por el contraste con esa costumbre tan cochabambina de sancionar con silbidos el menor error en el campo de juego. Y pasamos del silbido a la recriminación y de ésta a la desazón. Tal vez fue la incredulidad frente a la avalancha de goles, pero prefiero pensar que esa era la única manera de apoyar a los jugadores, actitud quizás más importante que el aliento constante. Esa tranquilidad de las tribunas se deslizó al gramado verde y se transformó en confianza, lo demás fue cuestión de talento y uno que otro “Adorno”. Este domingo quizás sea suficiente con la garra y el olfato de Ramallo, la velocidad y ubicuidad de Junior, el toque inmediato de Leo de Oliveira, la confianza de Ferlatty y la zurda casi etcheverriana de Callaú, la entrega de Viviani y el laburo de Meneses, la regularidad talentosa de Pinedo y la serenidad del Chapaco Salinas. Y si no es eso, que nos ayuden el azar y la justicia, ese par de fichas que siempre nos jugaron sucio. Y que a las cuatro de la tarde se apaguen las radios para que la ciudad escuche el bullicio de esa fiel barra, brava pero no bravucona, que puebla las gradas de “popular” en aquel costado izquierdo donde, hace ya muchos años, con el Gilbert Lisperguer quedamos sumidos en silencio y sudor ante nuestra derrota y caída. Esta nueva tarde, nos iremos con el Joaco, el Benjo y el Diego, y otra vez el Gilbert y mis amigos de Sociología de la UMSS, a poblar una porción de esas tribunas para reconocer a aquel señor que arregla bicicletas y asiste a los partidos con un cuadro carcomido del Aurora del 63, a aquellos amigos de los puestos de periódicos de cien esquinas, a ese flaquito encorvado que enarbola una bandera colgada de una ramita de árbol, a esos gordos morenos que inventan los insultos más hilarantes, y a nosotros mismos, frotándonos los ojos al ver la tribuna llena y la antesala de la fiesta. Tal vez vale la pena decir que ese instante no importará el resultado del partido (contra Iberoamericana), porque ya habremos ganado una batalla. Contra nosotros mismos y contra los wilstermanistas que nos apoyan con un disfraz de orgullo cochabambino que oculta el deseo de jugar un clásico “de verdad” para intentar ganarnos después de mucho tiempo. Artículo publicado en Los Tiempos, 14 de diciembre 2001

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CAMPEONES! ORGULLO DE COCHABAMBA …

Una victoria por 7-1 contra Ingenieros de Oruro hizo crecer la esperanza en el torneo del año 2002 porque era la segunda goleada con cifra similar y Adalberto Cuellar, grueso, diminuto e incisivo delantero marcó un récord perforando las redes en cinco oportunidades. Como siempre las cosas no serían fáciles pero algunas señales no eran casuales. “Ahora los brujos saben que en la aurora no sirven sus hechizos”, escribió un cronista de Los Tiempos que daba cuenta de la victoria como visitante contra Deportivo Zuraca, equipo llamativo porque su dueño era un hechicero, un pajpaku conocido como Curaca Blanco. En el partido de revancha que ponía en disputa el ingreso a cuartos de final, Aurora empezó con dubitaciones hasta que sucedió “algo extraño pero de buena suerte (para Aurora) cuando un perro negro se paseó muy contento por la portería del arquero de Zuraca como anunciando lo que se iba a venir”. Y llegaron tres goles para demostrar que la suerte también tenía color celeste. El equipo dirigido por Ricardo Tano Fontana mostraba una estructura sólida que respondía al estilo del efusivo pero cauteloso director técnico. El siguiente partido se jugó contra en plaza difícil pero concluyó con victoria celeste por dos tantos a cero. El ex jugador atigrado evaluó el partido como un choque entre el entusiasmo realista y el cálculo racional aurorista. El cotejo de revancha fue de mero trámite en el estadio Félix Capriles, aunque con algo de susto pese al 2-1 a favor, porque Hamlet Barrientos tapó un penal cuando el marcador estaba igualado. Casi al final, Marangoni puso las cosas en su lugar con un zurdazo. La semifinal tuvo otra vez una dosis de superstición porque el rival era de nueva cuenta el equipo embrujado, Deportivo Zuraca. Casualmente el primer partido se jugó en Día de Difuntos y Aurora consiguió una apretada victoria por tres tantos a dos en el mediante una seguidilla de goles en diez minutos. A la picardía de Adalberto Cuellar se sumó la potencia de Christian Jeandet, un vikingo gaucho en el área, y el toque sutil de Tito Ortiz, jugador que gustaba gambetear girando sobre la pelota como bailarín del Ballet Bolshoi. “El mastaku fue para Aurora”, titularon en Los Tiempos en alusión a la fecha festiva que elimina las barreras entre lo terrenal y lo celestial, entre la vida y la muerte. El diario Opinión fue menos metafórico, casi literal: “Aurora con medio boleto a la final”. Con el aliento de 17.000 almas, el partido de local fue una fiesta que terminó

100 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… con tres goles y la valla propia intacta merced a la segura frialdad de Hamlet Barrientos. Tres remates de Tito Ortiz, el primero provocando un rebote que fue aprovechado por el infaltable Adalberto Cuellar y los restantes con destino de red, definieron el lance en el primer tiempo pese a cierto desconcierto inicial que, sin embargo, no borraría la sonrisa del rostro de los hinchas durante el partido.

Esa sonrisa se desdibujó una semana después en Sucre. El equipo celeste fue vapuleado por cuatro goles contra uno en el primer partido de la final de campeonato contra Fancesa. El equipo chuquisaqueño con fibra de cemento goleaba al favorito del torneo, tal vez porque la condición de favorito nunca fue buena señal para Aurora en su paso por la historia. Antes de que los equipos terminen de acomodarse en la cancha llegaron dos goles de Fancesa. La reacción a los 23 minutos con gol de Tito Ortiz descontando el marcador adverso no fue suficiente para dar ánimo al equipo que sucumbió dos veces más ante el envalentonado rival. Con una abultada derrota a cuestas había que esperar en la llajta a Fancesa. El cemento traía a la mente aquellas escenas de castigo de la mafia que lanzaba a sus víctimas al fondo de un lago con los pies clavados en concreto para que se hundan irremediablemente. El ánimo celeste estaba por los suelos y enfrentaba un dilema existencial: ¿“Qué hacer? La diferencia es insalvable o es remontable? Vaya uno a saber”, se preguntaba el reportero deportivo en primera plana con un lema leninista que reforzaba su duda con una sentencia “Derrota cargada de angustia”. Un sentimiento que volvía a inundar el pecho de los hinchas y era enfrentado con cautela por el presidente del club, Rodolfo Acevedo, con un optimista “vamos a revertir esta situación” y con decisión autocrítica por el director técnico Fontana que apeló a su ascendencia italiana para sentenciar “Todos somos culpables” y quitar el peso de la historia y de la coyuntura a sus jugadores. El desafío, otra vez, era inmenso porque la obligación era derrotar a Fancesa con cuatro goles de diferencia. La vuelta olímpica requería algo cercano a una hazaña.

A las cuatro de la tarde del 22 de noviembre de 2002, las cuatro tribunas del estadio pobladas por 35.ooo almas recibieron al equipo con un rotundo “Sí, se puede”, otorgando un sentido distinto a la consigna utilizada por Gonzalo Sánchez de Lozada –alguna vez presidente honorario del Club Wilstermann– para festejar su triunfo en las

101 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010) elecciones generales de ese año, sin saber que sus días como gobernante estaban contados. Tampoco los hinchas celestes intuían lo que iba a suceder esa tarde pero su clamor colectivo se transformó en “Sabíamos que podías”, curiosa manera en que Los Tiempos retrató una hazaña con alusión seudo teleológica. Más certera fue la frase literalmente teológica que invocó el diario Opinión: “Y Aurora hizo el milagro” para calificar la estupenda goleada por 5-1 que coronó al Equipo del Pueblo como campeón de la Copa Simón Bolívar 2002. Las alusiones religiosas no eran casuales porque la tarea parecía una quimera. “Sabe Dios lo que se sufrió” pero “Aurora convirtió al estadio Capriles en un paraíso”.

La secuencia del partido apretó con un nudo las 35.000 gargantas porque recién a los 37 minutos se abrió la portería de Fancesa con un penal ejecutado por Tito Ortiz. “La voluntad sustituía a la táctica, el orden, al fútbol, al libreto” dijo la crónica como si se tratara de un partido cualquiera, de la ejecución de un plan rutinario. Atrás, el capitán Rimba marcaba la pauta,

102 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… hacía la pausa, ordenaba el esquema. No por nada era apodado Correcaminos, un mote por su físico pero que esa tarde significa trajín, experiencia, trayectoria, sapiencia.

Faltando un minuto para el final de la primera etapa, Darwin Sánchez bajó el balón con prestancia, lo dejó picar en el césped y clavando la mirada entre el portero y el poste fusiló sin piedad. Segundo tanto y al segundo tiempo. A los 51 minutos del partido Rodrigo Marangoni lanzó un centro, Christian Jeandet recogió el balón y de media vuelta la cruzó con la zurda al otro costado del arco. Pero la tercera, en este caso, no era, no podía, no debía ser la vencida.

La gente volvió a corear “si se puede, si se puede, si se puede”. El equipo se subió a la cresta de la ola humana que hacía temblar las tribunas del estadio. Walter Tundi Hidalgo ejecutó un largo disparo, Adalberto Cuellar se zambulló en el área, su cabezazo mandó el balón con destino de red, cruzó la línea de cal dibujando el cuarto gol. El delirio era inenarrable. Apenas cuatro minutos habían transcurrido y las gargantas roncas de tanto gritar volvieron a rugir cuando Christian Jeandet, melena de león al viento, sentenció el partido. Cinco, pichqa, five. Derrotado, el equipo chuquisaqueño quiso reaccionar después de un gol de descuento que se quedó solitario en calidad de mero tanto de honor. El fútbol y el tiempo pasaron a un segundo plano, el tiempo, el implacable, traía “de vuelta a casa a uno de los grandes: Aurora” (Los Tiempos, 24 de noviembre 2002).

La consigna que acompañó este torneo fue Aurora, Pasión sin límites y ese sentimiento inundó el estadio Félix Capriles aquella tarde maravillosa. Atrás quedaron catorce años de sufrimiento, desencanto y dientes apretados. “La felicidad del pueblo no tiene precio”, dijo el presidente Rudy Acevedo en el centro de la cancha, abrazando al inmortal Elio Sánchez, que lloraba de dicha.

Elio es el emblema de Aurora, no es solamente el kinesiólogo que trabaja en el Equipo del Pueblo por más de cincuenta años. En reconocimiento a su aporte y su fidelidad recibió en 2008 el Premio de la Concordia pero ningún trofeo puede contener el reconocimiento popular a su infatigable labor y entrega a su club.

103 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010)

Esa tarde, como se dice convencionalmente, la figura fue el equipo. No obstante, el beniano Adalberto Cuellar con 26 años a cuestas brilló de manera especial, fue el goleador en el transcurso del torneo y una pesadilla para la defensa de Fancesa en la tarde precisa, y cuando pidió su cambio ante las constantes faltas que recibía de los defensores rivales su pedido no fue atendido por el director técnico, primero estaba el objetivo del equipo y después el interés personal de los jugadores. Una figura con luces propias y de enorme experiencia fue Miguel Ángel Rimba, mundialista del recordado seleccionado nacional de 1993, que ofició de gran capitán otorgando seguridad a sus compañeros y salida al equipo con balón controlado. Su ubicuidad y manejo de los tiempos fue fundamental para armar el equipo sobre la base de seguridad, confianza e inteligencia.

Miguel Angel Rimba Eterno lateral por derecha de la selección nacional que clasificó al Mundial 1994. El Correcaminos recibió a lo largo de su carrera todas las distinciones en el fútbol boliviano. Además de jugar nueve ediciones de la Copa Libertadores, seis Copas América, y haber ganado seis títulos máximos en la Liga, la FIFA lo convocó para jugar en el equipo Resto del Mundo frente a Milán de Italia, en un encuentro de beneficencia . Terminó su carrera en las filas de Aurora y escribiendo un libro “Fútbol, experiencia y conocimiento”. Ese título parecía un compendio de su aporte al Equipo del Pueblo Campeón 2002.

En el arco se lució Hamlet Barrientos resolviendo uno de los dilemas del equipo, gracias al talento y el apoyo de la historia celeste porque el entrenador de arqueros era José Issa, el campeón de 1963, enlazando el pasado con el presente, y sin imaginar que en el futuro campeón de 2008 también estaría presente para demostrar que el destino de este legendario guardameta y del equipo celeste van de la mano.

104 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

Otro jugador importante para la campaña fue Mauro Blanco por la mística que irradió entre sus compañeros a partir de sus convicciones religiosas. Si la consigna de la campaña de ese año fue Pasión sin límites y una nueva canción empezaba con Aurora, nuestra pasión, varios jugadores portaban una camiseta blanca debajo de la casaca celeste con un lema, Jesús es mi pasión. Eran los “Atletas de Cristo” que brindaban ese mensaje a la tribuna cada vez que festejaban un gol o cuando el equipo se despedía de la tribuna popular.

Nadie iba a suponer que una mística análoga iba a acompañar al equipo campeón de 2008 que se refugió en la devoción a la virgen de Urkupiña, patrona de la integración nacional, y viajó con su imagen tallada a todos los rincones del país en busca del título anhelado.

El equipo que pisó el césped esa tarde estuvo conformado por Hamlet Barrientos, José Ayala, Miguel Angel Rimba, Javier Paz, Walter Hidalgo, Tito Ortiz, Wilson Sánchez, Rodrigo Marangoni, Julio Tawing, Christian Jeandet, Adalberto Cuellar. Alternaron Darwin Cuellar y Mauro Blanco, piezas claves dentro y fuera de la cancha. Otros jugadores que fueron parte de la campaña: Alvaro Ricaldi, Enrique Titza, Juan Tarifa, Edwin Guardia, Juan Vallejos, Marco Tiozzo, Jaime Robles y Christian Boza. El talento de Robles volvería a lucirse en el Aurora 2010 y en la selección nacional.

Los dirigentes que comandaron las Operación Retorno fueron Rodolfo Acevedo, Oscar Maldonado, Gualberto Vargas, Jorge Iriarte, Rudy Rivera, Christian Rodríguez, Néstor Suarez, Daniel Parada, José Luis Balderrama, Fernando Ledezma, Róger Revuelta, Rolando Tellería, José Luis Montaño y Carlos Jordán.

105 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010)

GRITA LA HINCHADA Fernando Mayorga En el aeropuerto de Barajas en , cuando empieza a despuntar el domingo y el sábado es ya una anécdota, me pregunto cuál fue el resultado del partido entre Aurora y Fancesa. Sin paloma mensajera ni señales de humo, menos telepatía o celular con “international roaming”, me enfrento a una máquina con internet que funciona con moneditas. Leo Los Tiempos en España y en primera plana se reseña el “milagro” del Aurora Campeón y doy una vuelta olímpica alrededor del mural que trazó el pintor ecuatoriano Guayasamín adornado con poemas de Machado, Hernández y Alberti (¡qué delantera, no?¡). Llego a Londres y en la BBC no dicen nada sobre el asunto, ni tampoco informan acerca de las eleccciones en Ecuador; sin embargo, uno de los puentes sobre el río Támesis, aquel cercano al castillo donde el rey Enrique VIII hacia tropelías, tiene pintadas sus columnas laterales de celeste y blanco. Un nítido homenaje a la victoria del “equipo del pueblo”. Las alegorías son variadas y las invocaciones también. En una de las torres de ese castillo se posan unos cuervos desde hace cientos de años y dice la leyenda que cuando esas aves emigren caerá el imperio. Los cuervos me hacen recuerdo a los árbitros de antaño, supongo que el tiempo es un invento de los calendarios y empiezo a pensar que Inglaterra es el mejor lugar para imaginar una victoria del Aurora. No es casual que Darwin (Cuéllar) ocupe el medio campo de un equipo que evolucionó y mucho menos que la portería esté bajo resguardo de Hamlet (Barrientos). No conozco a otro gran equipo que haya estado sometido al dilema del personaje shakesperiano: “ser o no ser”. Y Aurora fue. Y es. En la memoria quedaron registrados los ritos de los fieles hinchas de la tribuna de “popular” que invocaron inútilmente, hace catorce años, los espíritus del 63 para evitar el descenso de categoría.

106 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

Ahora me aferro al relato de Joaquín y Benjo que gritaron el tercer gol en los pasillos del estadio, porque no pudieron regresar a tiempo de su travesía hacia el baño. Figura exacta de un sueño que no requiere de constatación: no hacía falta ver los goles para saber que la certeza desplazó a la duda –yo no vi ninguno de los 5 anotados en esa tarde memorable- y el abrazo de estos pequeños hinchas en las entrañas del Capriles en la soledad de un pasillo que conduce a una entrada de cemento convertida en el túnel del tiempo es la metáfora precisa que nos exorcisa a todos los hinchas que rumiamos la bronca durante tantos sábados vespertinos. No sé si fue determinante la renovación del directorio, no sé si fue decisiva la garra del “Tano” Fontana, no sé si es la onda “retro” en la música, en la moda y en la ideología lo que puede explicar este retorno a la Liga. Basta y sobra suponer que esos gritos del Joaco y del Benjo eran la amplificación de la sonrisa cauta de mi tío Héctor y el eco de la algarabía de mi tía Hortensia. Ellos que están empapados de celeste y blanco saben de las alegrías que no tienen nombre. Aunque esta victoria tiene varios nombres, como Gilbert, Turi y Martín, o los de los amigos de los kioskos de la plaza principal o los de los maestros bicicleteros. No estuve en el Capriles ese sábado y tampoco mi papá, el Rolito, pero tal vez nuestra presencia no era necesaria porque los maleficios terminan cuando el asunto queda en manos de los astros... del balón. Gracias Rimba por engrosar las filas del Aurora, el sitio preciso que tenías que ocupar después de formar parte del seleccionado del mundo. ¿Imaginaste una vuelta olímpica con 30.000 hinchas? Yo tampoco. Escrito en Londres, Inglaterra. Publicado en Los Tiempos, 11 de diciembre 2002.

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CELEBRACION

DÉCADA PRODIGIOSA

El país iniciaba el nuevo siglo con protestas populares contra el neoliberalismo y los partidos tradicionales. En la llajta se había dado la primera campanada con “la guerra del agua” y los acontecimientos posteriores desembocaron en la victoria de los movimientos sociales, el ascenso al poder del “primer presidente indígena” y el retorno del nacionalismo revolucionario. Los pueblos son invocados junto las naciones, con sello indígena originario campesino, en la nueva Constitución Política del Estado. Otro pueblo, el celeste, se movilizaría festivo al ritmo de cueca.

Corría el 2000 cuando se desató “la guerra del agua”, año que concluyó con la injusta derrota del equipo valluno ante Iberoamericana en serie de penales en La Paz y postergando su retorno a la Liga. Casi dos años después estallaría el grave conflicto conocido como “febrero negro” cuando se enfrentaron militares y policías en la Plaza Murillo.

El fútbol tenía otro color en Cochabamba, era celeste.

El 3 de febrero de 2003 se produjo el ansiado retorno del Equipo del Pueblo a la primera categoría del fútbol profesional. En el primer partido

109 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010) del Torneo Apertura doce mil personas pintaron de celeste las tribunas del estadio Capriles para celebrar el regreso con una victoria contra Blooming. Un gol de Leonardo Luppino inició el camino a la victoria. El pequeño y talentoso mediocampista argentino fue goleador de ese equipo, haciendo gala de un potente remate y brindando asistencia a los atacantes, entre los que brillaba, también por su cabello teñido, Hugo Chueco Ruiz. Si Luppino era la figura, el ídolo para la tribuna era otro argentino que trepaba por la derecha con una velocidad inusitada haciendo delirar a la hinchada. Marcelo Oveja Obelar, con su cabellera al estilo afro-look pero teñida a la Marylin Monroe parecía una sirena policial cuando emprendía la carrera con un movimiento de cintura al estilo waka toqori. Un ulular en la tribuna seguía su carrera apoyando su convicción y su entrega, más que su calidad y técnica. Dos empates y una derrota marcaron la salida del director técnico debutante, Freddy Bolívar, y se produjo el arribo de Julio Alberto Zamora, el estratega argentino que le daría al equipo un estilo de juego, un sello propio.

JULIO ALBERTO ZAMORA, EL NEGRO Puntero derecho y volante ofensivo. Jugó en Newell’s Old Boys entre 1985 y 1987, y entre 1992-1993, obteniendo dos títulos y el subcampeonato en la Copa Libertadores de América, disputó 159 partidos, marcando 29 goles. Pasó por las filas de River entre 1989 y 1990, conquistando 11 goles y dando la vuelta olímpica. Jugó en Atlético de Madrid y fue campeón mexicano con Cruz Azul. Integró la selección argentina bajo la conducción de Alfio Basile que logró dos títulos sudamericanos. Julio “el Negro” Zamora fue un producto de la cantera rosarina, del equipo “leproso”. Desde muy joven impresionó por su habilidad y velocidad en el traslado. A pesar de no ser un típico goleador, siempre se las ingenió para complicar a sus rivales y también para asistir a sus compañeros. Su experiencia la volcó a la dirección técnica, fue entrenador en Newell’s Old Boys y en dos oportunidades se sentó en la banca del Equipo del Pueblo, dotándole un estilo ofensivo y el cariño por el buen trato al balón, virtudes que lo consagraron como jugador

Estilo acorde con su pasado de jugador técnico y talentoso en las filas de Newells Old Boys, River Plate y la selección argentina. Y que se puso de manifiesto en el primer clásico valluno disputado después de 15 años, cuando el Equipo del Pueblo remontó un mal comienzo e igualó el partido para poner las cosas en su lugar. Leitao y Mujica anotaron para

110 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

Wilstermann, y Erland Sánchez y Hugo Ruiz sentenciaron el empate. Como señala la crónica periodística “justo en el último minuto”, para dar pábulo a una tradición de sufrimiento y mostrando la garra que caracteriza el estilo celeste. La crónica de ese día retrata un lleno de tribunas jamás visto en el estadio y un ambiente de fiesta por la restauración del clásico cochabambino, innato a la historia local.

El primer campeonato del 2003 pasó sin pena ni gloria, pero con algunos destellos de buen fútbol en el último tramo, y una sobresaliente victoria contra The Strongest por 3-1 en una tarde fría de junio, calentada por los goles de Rafael Salguero, Bernardo Aguirre y Leonardo Luppino. Después de quince años, el Tigre volvía a caer en Cochabamba en un partido reñido, como tantos vividos en el decurso de esta rivalidad.

El Torneo Clausura tendría un rostro distinto, porque Aurora llegó hasta las instancias semifinales. El debut fue con victoria ante Real Potosí por la mínima diferencia y manteniendo la valla en blanco. Ese día también fue de estreno para Héctor Almandóz, un legendario zaguero argentino en las filas de Vélez Sarfield, campeón de la Copa Libertadores y de la Copa Intercontinental en 1994. Su garra y sapiencia le dieron seguridad a la defensa y sobre su entereza se armó el equipo que, en el transcurso del campeonato, mostraría caras nuevas y rostros conocidos.

Corrían los últimos días de julio, y una semana después se produjo un acontecimiento especial, el debut de Julio Cesar el Emperador Baldivieso,

111 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010) con la casaca número 10 y con un gol certero desde los doce pasos para encaminar una victoria de 2 a 1 sobre Unión Central. La presencia de Julio César Baldivieso fue decisiva, después de su paso por Cobreloa, Newells Old Boys y el fútbol de Qatar. La admiración y el respeto de propios y extraños se manifestaron de múltiples maneras. Leonardo Luppino, la figura del equipo, le cedió la emblemática número 10 y la cinta de capitán en reconocimiento a su calidad y liderazgo. El clásico de la temporada concluyó con otro empate a dos goles pero adquirió trascendencia porque una de las conquistas celestes fue fruto de la magia y la velocidad de Nicolás Nico Saucedo, joven delantero de gambeta larga y toque preciso que se convirtió en una figura rutilante y fugaz. De la cantera de Newells Old Boys arribaron dos pibes, Nico y Sebastián Bartolini, espigado zaguero de cabellos pelirrojos que remplazó a Almandóz y se volvió jefe de área, con trepadas al arco contrario cada vez más frecuentes desde que una noche clavó un golazo de chilena en la valla de Wilstermann. Ambos pibes serían figuras decisivas en una historia que recién empezaba a tejer su derrotero de éxitos.

Los enfrentamientos contra San José siempre tuvieron un brillo propio, inclusive en las batallas de la Copa Simón Bolívar. En este torneo no fue la excepción pero tuvo un aditamento el día que empataron Aurora y el equipo orureño con el marcador 2-2. A los 31 minutos, Julio César Baldivieso fue víctima de una falta a diez metros del área grande y con vista a la campiña de Cala Cala. La temible hinchada del equipo orureño, los quirquigans, provocó con cánticos e insultos a Baldi, quien con las manos en la cintura avistó el espacio preciso para superar a la barrera humana y colocar el balón en el ángulo izquierdo ante la mirada atónita de un arquero petrificado. Y ante el silencio de la hinchada de San José que veía agigantarse la figura de el Emperador al acercarse a la tribuna con un gesto de silencio marcado por el dedo índice. Al César lo que es del César.

112 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

EL EMPERADOR Fernando Mayorga En un célebre Diccionario de Política, un profesor italiano define “cesarismo” como “un fuerte poder que pudiera desligarse de los intereses de los grupos y de los individuos particulares gracias a un estrecho vínculo con el ejército con el objeto de articular una política equilibrada que respondiera más a los intereses globales de la comunidad”. ¿A qué viene el asunto? A la mala interpretación que realizó un periodista que entrevistó a mi amigo y colega Jorge Lazarte quien, en referencia a los efectos políticos del referéndum, declaró: “Es muy posible que... el presidente de la República termine absorbiendo a su propio gobierno, cubriendo los vacíos que tiene por falta de partidos y que puede adquirir connotaciones, como algunos han llamado, cesaristas. Hay un lento deslizamiento hacia una figura de gobierno cesarista en el sentido de que el presidente siempre apostó a equilibrar”. Hasta ahí todo bien, los problemas empiezan cuando la nota tiene el siguiente encabezado: “Después del referéndum, Mesa actúa como emperador”. Es decir, cesarismo igual a Julio César igual a Emperador. En estas líneas pretendo poner las cosas en su lugar, porque Emperador hay solo uno y se llama, para eliminar las dudas, Julio César... y apellida Baldivieso. Cuando el lector lea esta columna, el Emperador habrá retornado al gramado verde del Capriles con la casaca diez del Aurora, el equipo del pueblo, después de unos meses de ausencia y con un nuevo look a cuestas. Si alguien quiere hablar de equilibrio debe recordar la calidad futbolera del Emperador, capaz de establecer la relación precisa entre la distancia que recorre el balón, la fuerza del impacto de su pie derecho y el vacío dispuesto a ser ocupado por un compañero para quedar en posición de gol. Eso es equilibrio. Algo fácilmente comprensible para un hincha como Carlos Mesa festejando aquel memorable golazo de Baldivieso ante los brasileros. De media cancha, colgando al arquero carioca con un misil tierra-aire. Escribo estas líneas antes del lance entre Aurora y Bolívar y las vicisitudes del partido serán meras anécdotas frente al retorno del Emperador. Vino un día y otro día se fue y nadie podrá olvidar la tarde que transformó un tiro libre en estocada al ángulo derecho. Vale la pena contar esa jugada. La barra brava de San José, rival ese día, lanzó una diatriba contra Julio César, de aquellas que hieren para evitar la concentración del jugador. Mientras los “quirquigans” vociferaban, el Emperador puso las manos en la cintura, oteo el horizonte, midió sus pasos y camino lentamente rumbo al balón ... el resto no merece comentarios. Cuando el balón quedó anidado en la red y el arquero patidifuso, el Diez se acercó a la tribuna visitante y un dedo vertical selló sus labios pidiendo silencio al enemigo, mientras nosotros saltábamos y saltábamos. Al César lo que es del César. Publicado en Los Tiempos, 3 de agosto 2003

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Otro partido interesante fue contra Blooming en la última fecha de la primera ronda del torneo Clausura. La clasificación a la siguiente fase estaba asegurada pero la posición en la serie dependía de ese resultado y no convenía ganar el partido. El resultado fue un empate, con un gol marcado por Edson Zenteno, capitán celeste, a los 91 minutos y una espectacular palomita de Héctor Almandóz que anidó el balón en el ángulo derecho de su propia portería… apenas transcurridos dos minutos. Ese fue el único gol marcado por el zaguero argentino en el fútbol boliviano, aunque en puerta propia, y de la cabeza de Almandóz el equipo se enfiló a ganar la serie del octogonal con victorias ante The Strongest y Real Potosí. Un cronista deportivo realizó una curiosa descripción del desarrollo del encuentro contra el equipo potosino: “En la medida que el tiempo pasaba, Aurora entraba en un caos futbolístico sin control”, como en esas historias de El Super Agente 86, y prosigue el relato de la jugada decisiva del gol de Aurora con un desenfado insolente: “Cuando todo parecía que el marcador no cambiaría, llegó la jugada fatídica con Jhonny Villarroel que remata a la portería de Marco Salamanca, el arquero que despeja a medias para que Saucedo con cierta duda meta el frentazo para el 1-0”. (El Deber, 24 de noviembre 2003).

En cuartos de final, el equipo sufrió sendas derrotas en los dos partidos disputados contra Wilsterman y fue eliminado. El primer año en condición de equipo liguero concluyó con una derrota por 2-1 ante el campeón del torneo Apertura, The Strongest, que marcó la despedida de Richard Cueto, zurdo habilidoso que hizo el gol del honor.

114 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

El equipo estuvo conformado por Damián Maltagliatti, Rubén Felipe, José Ayala, Carmelo Angulo, Marcelo Obelar, Javier Paz, Abdón Murillo, Jhonny Nay, Erlan Sánchez, Leonardo Luppino, Hugo Ruiz. Alternaron Rafael Salguero, Bernardo Aguirre, Dante Céspedes, Yuri Villarroel. Para la segunda mitad del año se sumaron Héctor Almandóz, Abdón Murillo, Sebastián Clotet, Richard Cueto, Julio Cesar Baldivieso, Nicolás Saucedo, Juan Carlos Ríos, Edson Zenteno, Marcelo Angulo, Jhonny Villarroel, Darío Scotto, Sebastián Bartolini, y Luis Ñandauca.

SUBCAMPEONES Y COPA NISSAN SUDAMERICANA 2004

La Copa Aerosur que se disputa en las primeras semanas de cada año como una suerte de pre temporada sirvió para armar un equipo que daría satisfacciones en 2004. Tras un comienzo vacilante con derrota ante Wilsterman, la revancha fue victoria por 2-1 y en la definición por penales Aurora anotó los cinco remates desde las doce yardas para vencer el cotejo y clasificarse a la semifinal. Un golazo de Marcelo Angulo con remate combado desde fuera del área grande ante un pase preciso de su hermano Carmelo definió la victoria celeste que se prolongó en la serie de penales cuando Rolando Galarza atajó el último disparo del equipo rival.

En la siguiente fase, también una definición por penales ante The Strongest catapultó al equipo a la final de la Copa Aerosur. Otra vez el rival fue Wilstermann, y la mala suerte acompañó la puntería de Rubén Felipe, jugador de la cantera y capitán en esa tarde aciaga, que marró un penal y la posibilidad de empatar el partido que terminó con un contundente 4-0 a favor de Wilstermann. La cosecha de ese inicio de temporada llegaría más temprano que tarde con la obtención del subcampeonato en el Torneo Apertura.

Victorias ante Real Potosí (4-2) e Iberoamericana (5-1) en las primeras fechas del certamen mostraron la contundencia de la delantera conformada por Gustavo Romanello y Nicolás Saucedo, quien se convirtió en la figura del equipo y entusiasmó a los hinchas con su gambeta larga y sus incursiones en diagonal perforando cerrojos defensivos. Un gol de Nico Saucedo en los trámites finales del partido contra La Paz FC definió el triunfo por 3-1 y encaramó al equipo a la quinta posición.

115 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010)

Diego fue la figura central de la inauguración de la escuela de fútbol del club Aurora El Deber, 7 de marzo 2004 Bajo un intenso sol y un retraso de casi cuatro horas, muy propias de las excentricidades de Diego Armando Maradona, el “Pibe de oro” inauguró ayer en la tarde la Escuela de Fútbol del Club Aurora en instalaciones del Complejo Deportivo de la Laguna Alalay con la ch’alla de un ch’oqo de chicha. Mientras el considerado mejor futbolista de la historia levantaba el jarrón de barro, unas 500 personas, entre niños, padres de familia y fanáticos, disfrutaban viendo al ídolo argentino. A pedido del público, Maradona se colocó la camiseta 10 de Aurora y un pequeño representante de la Escuela de Fútbol le hizo llegar un presente a nombre de sus compañeros. “Quiero pedirles disculpas por haber llegado tarde. Yo actividades por la mañana no hago, hace mil años que no lo hago y por eso les pido mil disculpas”, fueron sus primeras palabras y como por arte de magia desaparecieron las caras largas para disfrutar unos minutos de su compañía. Agradeció a su compadre Daniel Valencia y a los directivos del club Aurora por haberlo invitado a un acto donde “la pasión más grande es el fútbol, que quiero que practiquen ustedes y den gracias a sus padres que los están guiando”. Sostuvo, sin embargo, que “el fútbol da muchas tristezas y también alegrías, como me pasó a mí durante estos 43 años. Tuve amigos, dejé amigos, me dejaron, me casé y me divorcié. Pero lo que les quiero decir es que a lo largo de la vida me pasaron muchas cosas y a ustedes también les van a pasar”, sostuvo y agregó: “Ojalá que tengan más alegrías que tristezas. Creo que lo van a lograr con el fútbol, porque el fútbol supera todo. No hay cosa más linda que la pelota. Por eso les pido que en estos cursos se diviertan” (Los Tiempos, 7 de marzo de 2003). Cuatro años después, Diego aceptó la invitación de Evo Morales, presidente de la República en campaña para revertir el veto a la altura. Jugó en La Paz para apoyar el reclamo boliviano y se constituyó en la única figura mundial en apoyarnos frente a los poderosos burócratas de la FIFA. En las eliminatorias para Sudáfrica 2010 regresó a La Paz como DT de la selección argentina y su equipo, con Lionel Messi en el ataque, sufrió aquella memorable derrota con goleada por seis a uno. Paradoja de paradojas, a la única figura mundial que nos apoyaba le propinamos una paliza en señal de agradecimiento. Argentina clasificó de la mano de Maradona pero no cumplió su sueño de campeón. En la víspera de la inauguración del mundial, la FIFA levantó el veto a la altura en respuesta a las gestiones de Evo Morales, presidente futbolista

116 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… ESPECTACULAR VICTORIA Y PELOTA “VOLADORA”

En abril de 2004 se vivió una nueva versión del clásico cochabambino con ribetes especiales. Después de terminar el primer tiempo con un marcador de dos goles en contra, Aurora tuvo una memorable reacción. Descontó Yáñez a los 68’, veinte minutos después empató Carmelo Angulo mediante penal y cuando se jugaban los minutos de descuento, “el Nico” Saucedo robó el balón en su propia cancha, la tocó suave para Yañez que pasó en profundidad para Gustavo Romanello que aguantó la marca rival e inició un rutilante desborde por la izquierda dejando atrás la marca de los cancerberos de Wilstermann; cuando ingresó al área grande, el pelado Romanello lanzó el pase preciso al corazón del área chica donde “el Nico”, que había iniciado la jugada noventa metros atrás, ingresaba con la mirada puesta en el arco para clavarla en la red con un suave toque. El 3-2 desató la celebración celeste en medio del estruendoso silencio de la numerosa hinchada rival.

Un hecho deplorable pudo empañar este partido y derivar en episodios lamentables. Un asistente del cuerpo técnico de Wilstermann que, ilegalmente, estaba en el borde del terreno al lado de su arco, al observar el desborde de Romanello y avistar el toque para Saucedo lanzó un balón para interceptar la trayectoria del pase pero, felizmente, no hizo impacto en la pelota en juego y no pudo impedir la culminación de la jugada. Es imposible imaginar lo que pudo haber sucedido en la cancha y en las tribunas si ese atentado de terrorismo deportivo cumplía su cometido puesto que habría evitado el gol decisivo del cuadro celeste y desatado, con seguridad, un conflicto de proporciones mayúsculas en la cancha y en las tribunas. Y escarnio para su club en las páginas del deporte. No cumplió su mal propósito pero ese acto quedó registrado en la historia universal de la infamia. No hubo sanción alguna para el responsable de esa conducta antideportiva que, por suerte, pasó desapercibida para los miles de ojos que concentraron su mirada en el toque del goleador para rubricar una remontada histórica. La prensa escrita definió el trámite del partido usando el fácil expediente de los refranes: “Wilstermann creyó en el viejo dicho que reza ‘el que pega primero pega dos veces’, pero jamás tuvo en cuenta que ‘el que ríe último, ríe mejor’” (Los Tiempos, 19 de abril 2004).

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El camino hacia los primeros sitiales del torneo se consolidó con una victoria contra Real Potosí, un empate contra Iberoamericana en condición de visitante y una contundente victoria por 3-0 frente a The Strongest en Cochabamba. A la voracidad goleadora de Nicolás Saucedo se sumó el empuje y la técnica de Roberto Galindo como centrodelantero, que años después explotaría como goleador. Otra victoria frente a Wilstermann, en la tarde del 17 de junio, consolidó la segunda posición. A los 86 minutos, una pared entre Carmelo Angulo y Gustavo Romanello terminó en un pase a Bernardo Aguirre que anidó la pelota en el fondo de las redes. Con ese gol y la victoria por 1-0 Aurora se acercaba al sueño de ingresar a disputar una plaza para la Copa Nissan Sudamericana porque alcanzaba el segundo lugar. “Victoria que vale una Copa” fue el titular en un diario local que también consignaba una frase del presidente de la Liga, Mauricio Méndez, que hacía alusión a lo sucedido en el anterior clásico: “Ojalá no haya una pelota voladora”. No hubo, por suerte, y lo que volaba en el aire era una moneda dando vueltas para definir el nombre del subcampeón, cuando faltaban dos fechas para la conclusión del campeonato.

118 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

COSAS DEL FUTBOL Fernando Mayorga Las transformaciones que vivimos en “octubre rojo” y post-17 fueron y son múltiples y algunos cambios resultaron insospechados. Aurora, Bolívar, The Strongest y Wilsterman (en orden alfabético, que es el orden de mis preferencias) se clasificaron para disputar el título de la Liga. Después de muchos años, en una instancia decisiva del campeonato, en este caso, en el cuadrangular final, no participan equipos cruceños. Si la memoria no me falla son dos décadas y algo más que no ocurría este circunstancial predominio de equipos de La Paz y Cochabamba y la exclusión –también circunstancial– de Oriente y Blooming. ¿Será otra manifestación de esa fractura que se resume en ese término elocuente y vacío de “las dos Bolivias”? ¿Será una nueva expresión de la división entre oriente y occidente que puede profundizar las tendencias centrífugas que conducen a posturas separatistas? ¿Por qué, hasta la fecha, no se han manifestado los ideólogos de la “nación camba” que pregonan la “decadencia del Ande” ante un hecho que agudiza la polarización social que caracteriza esta coyuntura? Para continuar con las interrogantes, cabría preguntarse si el perfil del nuevo gobierno –tan débil y tan legítimo, diría Joaquín Sabina- no corresponde a la filiación futbolera del presidente sucesor, hincha de Always Ready, un equipo outsider de la Liga. Eso explicaría porqué es capaz de gobernar sin coalición ni apoyo partidista, esto es, porque en su agenda no hay partidos. Pero, busquemos otra explicación a este renovado escenario futbolero. El dato relevante de esta nueva composición de equipos finalistas en pos de la gloria de un título es la presencia del Aurora. Equipo valluno recién ascendido a la Liga después de catorce años de sufrimiento, casualmente, los años que corresponden a la hegemonía del neoliberalismo, proyecto que ingresó en crisis terminal y una de cuyas manifestaciones es el revival del nacionalismo. Y con el resurgimiento del nacionalismo, ¿cómo no iba a volver a ocupar su sitial como un grande del fútbol boliviano, Aurora, el Equipo del Pueblo?. Aunque, claro, justo cuando tenemos, los auroristas, la posibilidad de representar al país en un torneo internacional –la Libertadores– corremos el riesgo de quedarnos sin país al cual representar. Ironía de la historia, dicen. Al margen de estas delirantes especulaciones, quiero que conste en acta que esta pequeña hazaña aurorista tiene nombre: Julio Alberto Zamora, su director técnico, que armó un team capaz de soportar el exilio repentino y sucesivo de sus estrellas –Julio César Baldivieso y Leonardo Lupino– y jugar sin número 10 como si eso fuera posible sin fracasar en el intento. Por eso, cuando festejábamos la clasificación, la estoica y creativa hinchada celeste de la tribuna “popular” demandó el saludo de victoria coreando: “el equipo, el equipo, el equipo”. Esto, pensar y jugar en equipo, nos hace falta en estos días de desconcierto y desesperanza. Publicado en La Razón, 28 de octubre 2003

119 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010)

Una victoria de Bolívar ante Aurora en La Paz consagró campeón al equipo académico con una amplia ventaja de puntos sobre sus escoltas, los equipos cochabambinos. El subcampeonato y la segunda plaza para disputar un sitio en la Copa Nissan Sudamericana se definieron en la última fecha. Aurora y Wilstermann estaban en ese trance, compartían el segundo lugar con 35 puntos, empero, los aviadores tenían ventaja en el gol promedio.

El 25 de junio, en medio de la noche fría y todavía nublada por las humaredas de las fogatas de San Juan, Aurora disputó el partido decisivo contra Blooming en el estadio de Cala Cala. El frío se incrementó de súbito al inicio del partido porque el equipo visitante sorprendió con un gol. El empate de Aurora se produjo quince minutos después por obra y fuerza de Roberto Galindo con un zurdazo imparable y se convirtió en la figura del partido anotando tres goles de una victoria contundente por 5-1. Las otras conquistas fueron de Carmelo Angulo y Nicolás Saucedo. Con ese resultado Aurora acariciaba la obtención del segundo lugar y el pase a un torneo internacional. Sin embargo, tras el pitazo final, los jugadores se enroscaron de brazos en el centro de la cancha, el cuerpo técnico y los hinchas seguían pegados a las radios o miraban al vacío absortos en sus audífonos esperando la culminación de un partido disputado en Santa Cruz entre Wilstermann y Oriente Petrolero. La espera fue tensa porque el otro equipo cochabambino tenía oportunidad de superar en puntaje promedio a Aurora si lograba una victoria. El resultado final de ese partido fue un empate y desaparecieron los riesgos de perder el segundo lugar en el torneo Apertura. Después del anuncio de la culminación del partido en Santa Cruz se podía festejar y así fue, como cuando cae la bandeja en el suelo después del aro-aro, con toda la piel. Fiel a una historia plagada de gloria pero casi siempre acompañada de infortunio, la conquista del subcampeonato tuvo ese momento de suspenso y dramatismo desplazados por la euforia del logro: “El subcampeonato tiene tinta celeste”, tituló la página deportiva de Los Tiempos, “Aurora goleó 5-1 y es el subcampeón” rezaba el suplemento de Opinión.

Esa noche el equipo formó con Rolando Galarza, Sebastián Bartolini, Pedro Aguirrez, Juan Carlos Sánchez, Leandro Grench, Edson Zenteno, Aldo Gutiérrez, Carmelo Angulo, Marcelo Angulo, Roberto Galindo y Nicolás Saucedo. La dirección técnica estaba en manos de Oscar Villegas, debido al alejamiento de Julio Alberto Zamora. El entrenador

120 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… cochabambino no solamente mantuvo la línea de juego del equipo, también hizo debutar a varios jugadores de la cantera de la Laguna Alalay que serían importantes en la conquista del campeonato dos años después, entre los que se destacaron Juan Carlos Sánchez, Joe Escobar, Oliver Fernández, Iván Huayhata y Vladimir Castellón, joven goleador que debutó a sus 15 años en un partido amistoso.

La conquista del subcampeonato permitió la disputa de una plaza para la Copa Nissan Sudamericana 2004 frente a Bolívar. Dos derrotas sellaron la suerte de Aurora frente a un poderoso equipo académico que lograría el subcampeonato de ese torneo internacional.

El 12 de agosto se disputó el primer partido en Cochabamba y terminó con victoria de Bolívar. La cadena televisiva Fox Sports concentró sus cámaras en Julio César Baldivieso, la figura de Aurora, y en el talento del lateral derecho de Bolívar, Luis Gatty Ribeyro, quien había hecho sus primeras gambetas en el equipo cochabambino. Bolívar empezó ganando con un gol azaroso de Marco Antonio Sandy y Juliano Morel empató a los setenta minutos. Sin embargo, diez minutos después, el volante Rubén Tufiño definió la victoria de la Academia con un golazo de larga distancia. Ese partido marcó el retorno de Julio César Baldivieso a las filas de Aurora después de un par de temporadas en el futbol de Qatar. “Yo estoy en el Club Aurora por cariño” dijo cuando aceptó la invitación y ese sentimiento tendría efectos impensables en el futuro. Se esfumaron las posibilidades

121 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010) de continuar en el torneo al sufrir una derrota como local ante el equipo académico que, a partir de ese triunfo, inició una memorable faena que le llevó a disputar la final de la frente a .

El año 2004 trajo alegrías y sinsabores. El torneo Clausura fue organizado por grupos regionalizados y Aurora compartió una serie con Oriente, Wistermann, Blooming, Real Santa Cruz y Unión Central. El inicio del torneo marcaría la tónica negativa contra el desempeño de Aurora porque Blooming logró vencerlo con goles dudosos, los dos últimos en un escandaloso alargue de 15 minutos que beneficiaron al local para remontar el empate que iba consiguiendo el Equipo del Pueblo en los noventa minutos. Empates y derrotas acompañaron esta fase. Pese al repunte en un partido ante Unión Central venciendo en Tarija por 3-2 merced a una reacción que tuvo en Juliano Morel a su artífice, Aurora no pudo clasificar a la siguiente fase al empatar contra Wilstermann en el último partido. Con el equipo fuera de competencia solamente restaba esperar el mes de diciembre para encarar una posibilidad de participación en la Copa Libertadores de América 2004. La obtención del subcampeonato en el torneo Apertura abrió la posibilidad de disputar una plaza para ese torneo internacional jugando contra Oriente Petrolero, subcampeón del Clausura. Ocurrió al culminar el año y no se cumplió ese sueño porque el partido de ida terminó con derrota por 3-1, con gol de honor en los pies de Juliano Morel, talentoso, frágil y veloz delantero brasilero cuyo paso por el club fue explosivo hasta que una lesión lo alejó de las canchas. En el partido de revancha, otra vez Morel puso al equipo 2-1 haciendo presagiar un tercer partido en cancha neutral, pero Oriente empató en los últimos minutos y consiguió la plaza en disputa. Se fue el año 2004 con cierto sabor amargo y la sospecha de que vendrían tiempos mejores.

122 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

TRAS EL CREPÚSCULO, EL AURORA Sergio Villena Pocas veces fui al estadio en la llajta, pese a haber vivido ahí por más de ocho años. De las escasas ocasiones en que lo hice, recuerdo en particular una, allá en la alborada el tercer milenio, cuando estaba de visita. He perdido la fecha en los rincones del olvido, pero era una de esas maravillosas tardes primaverales que han hecho de Cochabamba el objeto del deseo de todo jubilado. El Fernando Mayorga me había invitado a acompañarlo a presenciar un partido en el que “el equipo del pueblo” se jugaba el pase a la Libertadores. Pese a la enorme trascendencia que tenía el encuentro, el estadio estaba relativamente vacío cuando llegamos; cabalísticamente, nos situamos “en el lugar de siempre y con la misma gente”. El grupo de incondicionales estaba conformado por Fernando, su papá (QEPD), su hermano el Coco, su hijo el Joaco y yo, que esa tarde tuve el privilegio de formar parte del clan Mayorga y, desde luego, de la hinchada del Aurora. No recuerdo bien las peripecias del partido, pero tengo la impresión de que los primeros cuarenta y cinco minutos fueron de ida y vuelta, con esporádicas emociones y ausencia de goles. Las cosas se pusieron difíciles para el Aurora después del intermedio: pese al entusiasmo que mostraban sus jugadores sobre el césped, se fue haciendo evidente que el rival tenía más recursos para alzarse con la victoria. Como buenos auroristas, esperamos lo imposible hasta el último segundo, pero a diferencia de aquella gloriosa página de la historia que escribió el equipo en 1967 — cuando el equipo remontó, en los últimos cinco minutos, el marcador de dos a cero y se impuso a Mariscal Santa Cruz—, esta vez el milagro resultó ser tan esquivo como los goles que nos hacían falta. El pitazo final sentenció nuestro destino: una vez más, el sueño y las ganas de darle una alegría “al pueblo” fueron insuficientes. Quedamos mudos, con la mirada perdida, buscando la explicación o el consuelo que pudiera conjurar la desilusión que nos embargaba. Fue el papá del Fernando el que dio con la formula mágica: “mejor nomás que hemos perdido; peor nos hubiera ido en la libertadores”. Comenzaba a oscurecer cuando atravesamos el umbral que separa el Capriles de la vida cotidiana; caminamos lentamente, con la frente en alto. Nos embargaba la íntima certeza de que, aunque es sabido que los milagros no se repiten con asiduidad , tras el crepúsculo siempre viene el Aurora ¿o es al revés?. El autor es tupiceño de nacimiento y ciudadano tico. En 2006 publicó Golbalización. Siete ensayos heréticos sobre fútbol, identidad y cultura, Grupo Editorial Norma, San José de Costa Rica.

123 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010)

El año siguiente fue de frustración y tal vez el nombre del torneo, Adecuación, era una metáfora del desafío que tenía que enfrentar Aurora. Con Jorge Habegger en la conducción técnica, el equipo empezó el campeonato con una goleada por 4-0 frente a Unión Central y la dupla Limbert Méndez y Juliano Morel en la delantera, mientras el argentino Fabio Giménez oficiaba de conductor en la media cancha. Las victorias contra The Strongest y Wilstermann, en el clásico 100, fueron los hechos más importantes en este torneo, sin embargo no se pudo ingresar a la siguiente fase.

El Torneo Apertura de 2005 comenzó con una apretada derrota contra Bolívar por 3-2, con un penal en el último tramo del partido concretado por Oscar Sánchez, hincha de Aurora desde siempre. El Equipo del Pueblo empezó una mala racha con empates y derrotas, tanto de local como de visitante. Vivía un mal momento y se despidió del hexagonal liguero tras un empate con Oriente Petrolero y una derrota frente a Bolívar, en condición de local. La mala racha de siete partidos sin victorias se disipó tenuemente con una victoria en el clásico cochabambino. Con dos goles de Oliver Fernández, “el inspirado e impetuoso delantero salido de la cantera del equipo celeste”, se impuso a Wilstermann, empero, esa victoria no cambió la historia de un año aciago que tuvo consecuencias negativas porque el punto promedio que define la tabla del descenso de categoría se convirtió en una señal de alarma.

El año siguiente empezó lleno de nubarrones y con amenazas de tormenta. Después de diez partidos sin conseguir victorias, Aurora salió del fondo de la tabla del torneo Apertura 2006 venciendo en el clásico valluno por 2-1. Corría el mes de mayo y otro aniversario en la rica historia del club era festejado con esa victoria. El segundo torneo tampoco fue feliz porque Aurora no pudo pasar a la fase siguiente y se incrementó el susto por el fantasma del descenso. Varios técnicos se fueron y otros llegaron con la intención de inyectar optimismo, empero las cosas no marcharon. En esa temporada se destacaron en las filas del equipo Ronald Justiniano y Alex Da Rosa, y se consolidaron los jugadores de la cantera, como Iván Huayhuata, Juan Carlos Sánchez, Oliver Fernández y Joe Escóbar.

El comienzo del campeonato en 2007 hacía suponer un giro, una inflexión en el desempeño de Aurora. Cuatro goles sellaron una victoria

124 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… contra Universitario en Sucre. Las jugadas de Isidro Candia y los goles de Diego Cabrera serían la marca del equipo. Una infortunada derrota contra Wilstermann no bajó los ánimos que se manifestaron con empates contra The Strongest en La Paz y Destroyers en Santa Cruz, siempre con la presencia de Diego Manacha Cabrera en área enemiga, delantero celeste que sería el goleador del certamen, convocado a la selección y contratado por un equipo colombiano.

UNA NOCHE DE INFARTO

Mayo, mes aniversario y siempre lleno de sorpresas, fue testigo de uno de los partidos más emotivos que se tenga recuerdo en la memoria de los hinchas celestes. “El partido de anoche fue extraño, de esos que pocas veces se ven”, escribió el cronista sobre la fría noche del jueves 24 de mayo de 2007. Real Mamoré era el rival, un contrincante complicado porque estaba urgido de obtener puntos en la lucha por el descenso, igual que Aurora cuyo promedio era preocupantemente bajo.

El partido empezó de una manera insospechada, con gol visitante a los 45 segundos, “desde los camarines” se dice en la tribuna. Como reseña el cronista de Los Tiempos con una precisión fría como la noche invernal: “Los auroristas no salían de su asombro e intentaban reponerse, cuando Raúl Justiniano anotó el 2-0 a través de un remate de tiro libre desde el borde del área. El plantel local, herido en su amor propio, se fue en busca del descuento, que llegó a los 28‘, cuando el defensor Emiliano Capella aprovechó una licencia en la zaga beniana para superar a Eloy Padilla con remate al ras del piso. Los vallunos buscaron por todos los medios el empate, pero en un veloz contragolpe de Real Mamoré, éstos se encontraron con el 3-1, a los 43 minutos”. El panorama era más complicado porque antes de la media hora de juego un defensor celeste fue expulsado. Retornaron los equipos a la cancha mientras en la tribuna los pocos hinchas intentaban ordenar las ideas, disipar la bronca y combatir el frío con un par de cigarrillos. El segundo tiempo Aurora salió decidido al ataque pero se expuso a mortíferos contragolpes que de milagro no terminaban en las redes. La constancia tuvo premio, en un par de minutos, con remates de Joe Escóbar y Fernando Batiste, llegó el empate. Todavía faltaba un cuarto de hora y los intentos de vencer la portería de Real Mamoré eran infructuosos. La hinchada alentaba a los

125 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010) diez jugadores viendo pasar los minutos que se tragaban las oportunidades de gol. Faltaban cinco minutos para el final del encuentro y el director técnico Luis Esteban Galarza decidió el ingreso del argentino Julio Gómez, camiseta número 32 para un típico número nueve con el cabello rizado y ceñido en una cola, ancho de hombros y andar cansino con las piernas separadas como preparado para un duelo en película italiana de vaqueros, un western spagghetti, figura ideal para un partido que tenía los condimentos de un guión de Sergio Leone. Alguien en la tribuna dijo, “es igualito a Barijo”, el temible delantero de Boca Juniors. Sus compañeros le decían Terminator, la tribuna lo bautizó como Palomo. Una porción de la hinchada reprobó el cambio, la mayoría sólo rogaba que ocurriera el milagro. Este llegó cuando faltaban sesenta segundos para el pitazo final. Un desborde de Fernando Batiste por la izquierda culminó con un centro al vértice del área chica, Julio Gómez espero el segundo preciso antes de dar una cachetada al balón y cruzarlo hacia el palo izquierdo del arquero provocando el delirio en las tribunas. Y, en el camarín, el llanto de Luis Esteban Galarza, y de tantos hinchas en la tribuna con los ojos enrojecidos, como los jugadores.

La victoria tuvo sabor a epopeya porque se remontó el marcador jugando con diez hombres y definiendo en el último tramo un partido decisivo para alejar el fantasma del descenso. El ingreso de un goleador con sangre fría fue el toque preciso para convertir en fiesta lo que se avecinaba como una noche triste. Puede parecer absurdo rememorar esta

126 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… jornada como un acto digno de recuerdo pero marca un estilo asociado a la vivencia de Aurora siempre enfrentada a las trampas del destino, esta vez sorteadas con arrojo y entrega por la camiseta. La casaca de Julio Gómez estampada con el número 32 era recuerdo en manos de un hincha, el sociólogo José Torrico, que para no olvidar las emociones de aquella noche de mayo la llevaba consigo durante todos estos años, hasta que la entregó a este escribidor una noche casual de antesala en un aeropuerto ratificando las conexiones mágicas entre los seguidores del Equipo del Pueblo.

El goleador Julio Gómez sería protagonista de otra victoria, también decisiva para salvar al equipo. En octubre, el torneo terminaba con un sabor agridulce pero una victoria como local frente a Universitario permitió escapar del descenso directo. Como en otras ocasiones, el partido se hizo cuesta arriba porque Universitario se puso adelante en el primer tiempo y Aurora logró remontar el marcador en la segunda parte con goles de Edson Zenteno y, precisamente, Julio Gómez. La presencia de como caudillo del equipo se afianzó a partir de este torneo y se produjo la aparición de Vladimir Castellón, joven promesa goleadora que sería decisiva en el futuro inmediato. Al brillo de Isidro Candia como volante creativo se sumó el desempeño desequilibrante de

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Fernando Batiste, los remates de Richard Rojas, el aporte de Humberto Viviani, la marca de Joe Escobar y Edson Zenteno, capitán y convertido en arma de desborde por la banda derecha.

Al inicio del año 2008, los datos eran por demás preocupantes. Aurora terminó en el último lugar en el punto promedio del torneo Apertura 2007. Obtuvo 28 puntos, con ocho partidos ganados, cuatro empates y diez derrotas. Su delantera convirtió la mitad de los goles que recibió su portería. Nubes negras en el horizonte y escaso optimismo ante el futuro. Todos estaban equivocados, pero nadie lo sabía. No había razones para el optimismo cuando empezaba el año 2008, no obstante, la cautela y firmeza del presidente del club, José Luis Montaño, había esbozado un camino cinco años atrás cuando contrató a Julio César Baldivieso por primera vez y, más adelante, lo respaldó como director técnico.

EL RETORNO A LA GLORIA

El viaje al primer título liguero se inició de manera accidentada con sendas goleadas en contra en condición de visitante ante San José y Guabirá y un desteñido empate de local y otras dos derrotas como visitante. El primer tramo del torneo con cuatro de cinco partidos con derrota hizo el camino cuesta arriba. Sin embargo, poco a poco se iría conformando el equipo campeón. Los primeros días de enero llegó Aquilino Villalba, el goleador. El delantero paraguayo nacido en 1983 formó parte de Gimnasia y Esgrima, Argentina, Atlético Rafaela y Racing de Argentina y Olimpia, de Paraguay. El día de su presentación tuvo una premonición: “Quisiera clasificar a una Copa, este año tiene que ser de Aurora”. Si para encarar el arco rival el delantero paraguayo era un arma idónea, para custodiar el arco se enroló en las filas una figura decisiva y rutilante, Silvio Dulcich, con la casaca 26. El espigado guardameta con 1,91 de estatura y el pelo largo fue arquero de las divisiones inferiores de Boca Juniors y jugó en Talleres de Córdoba antes de aterrizar en la llajta. “Vengo con la intención de quedarme por lo menos hasta junio, Aurora es un equipo grande en Bolivia”, lejos estaba de imaginar que su destino era dar una vuelta olímpica en noviembre.

Junto con él llegó Germán Leonforte, zaguero impasable por arriba y hábil para salir jugando, que paseó su fútbol en Coquimbo de Chile,

128 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

Nacional de Paraguay, Huracán y Rosario Central de Argentina. La plantilla estaba conformada por muchos jugadores de la cantera como Max Rougcher, Roberto Rivas, Iván Huayhuata, Diego Blanco, Juan Carlos Sánchez, Wilson Silva, Joé Escóbar, Darwin Lora, Oliver Fernández, Vladimir Castellón, Bryan Daza, Diego Olivera, y otros de experiencia como Edward y Edson Zenteno, Carlos Sosa Adhemar Arias, Wálter Hidalgo, Aldo Gutiérrez. Como refuerzos extranjeros se incorporaron Alberto Ortega, Aquilino Villalba, Alejandro Bertoldi, Jorge Delgado, y los refuerzos nacionales fueron Julio César Hurtado, Julio César Baldivieso y Danilo Eterovic.

Noticias tristes acompañaron el inicio del torneo. Mario Pariente falleció en Oruro y los recuerdos de ese gran delantero picando en el césped del estadio acompañaron varias tardes de domingo. Edward Zenteno, dueño de la zaga, líder nato y capitán, vivió momentos de zozobra porque su hija recién nacida tuvo que ser operada en el extranjero y él tuvo que ausentarse de las canchas durante varias semanas. El apoyo de la hinchada y de la dirigencia de varios equipos fue decisivo para que el capitán supere ese trance.

El inicio del campeonato tuvo escasos buenos momentos como la victoria en La Paz contra The Strongest por 3-2. El experimentado Julio César Baldivieso condujo al equipo celeste a marcar la diferencia en la cancha, más adelante lo haría también desde el banco porque, ante el naufragio en el torneo, el Emperador se hizo cargo de la conducción técnica sin dejar de vestir la casaca 10. Asumió el puesto asegurando que no tendría preferidos ni discriminados en el equipo titular: “Jugará conmigo el jugador que se entregue al máximo en los entrenamientos, no me interesa si es brasileño, argentino, uruguayo o si es de Marte, para mí es indistinto, aquí va a jugar el que está mejor y el que tiene la ilusión de llegar lejos en el fútbol nacional e internacional” Completó el cuerpo técnico con José Issa, entrenador de arqueros y Alejandro Nordio, preparador físico. La presencia de Issa, legendario arquero en el pasado y uno de los campeones de 1963, estuvo desempeñando ese rol en la campaña para retornar a la Liga, no obstante ese momento era una señal todavía imperceptible del logro que alcanzaría el Equipo del Pueblo cuando cayó del calendario su penúltima hoja.

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El 6 de abril, con Julio César Baldivieso debutando como director técnico y dirigiendo desde la cancha, se iniciaría el camino a la gloria con una victoria frente a La Paz FC dando inicio a una serie de 19 partidos sin derrotas en el estadio Félix Capriles (incluyendo una victoria como “visitante” frente a Wilstermann) y la consecución del título liguero, ocho meses y medio después. En el partido contra los azulgranas, Baldivieso dejó la cancha al concluir el primer tiempo para ubicar en su puesto de volante a otro jugador, casualmente, con nombre similar: Julio César, hasta entonces marcador lateral. Así, Cacho Hurtado encontró un lugar preciso en el equipo que lo catapultó como una de las figuras del futuro campeón.

JULIO, EL CLAUSURA

Para el inicio del segundo torneo del año arribó al valle otro jugador argentino que sería una pieza clave: Federico Alejandro Bongioanni, un volante ofensivo que había jugado en Instituto de Córdoba y Talleres en Argentina, Huachipato y Universidad de Concepción en Chile, Deportivo Aucas en Ecuador.

El primer partido jugó de local los primeros días de agosto y la victoria contra Guabirá se materializó cuando restaban segundos para la finalización del encuentro. “Milagroso triunfo” tituló la prensa y la crónica señaló de manera lacónica: “Cuando la resignación se apoderaba de la parcialidad celeste, Edson Zenteno, sobre los 44 minutos, tras recibir un mal rechazo de la defensa cruceña, con remate cruzado convirtió el gol de la victoria, provocando la algarabía en su hinchada”.

Pese a un par de traspiés de visitantes y con la figura de Silvio Dulcich agigantándose, el Equipo del Pueblo empezó a dar muestras del cambio impuesto por Baldi. Un partido memorable fue la victoria contra Oriente Petrolero por 3-1, con penal convertido por Federico Bongioanni, una pared entre Aquilino Villalba y Vladimir Castellón para que el paraguayo introduzca el balón en el arco contrario y un remate furibundo de tiro libro de Cacho Hurtado que rompió las manos del golero del equipo cruceño. Pero vendría más: “A esas alturas Oriente estaba liquidado, pero lo hubiera estado mucho más si Hurtado, desde más de media cancha, con remate de izquierda hubiera convertido; sin embargo su disparo fue

130 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… estrellarse en el travesaño”. Esa era una de las virtudes de Julio César Hurtado, la improvisación y la inventiva, también la pisada precisa y el remate certero, lanzado un segundo antes que el resto de los jugadores, sobre todo los rivales, imaginen el destino del balón. Otra virtud era la picardía de barrio traducida en ubicuidad respecto a la trayectoria del balón que terminaba bajo su posesión provocando que el rival siga su camino buscando su sombra o que cometa falta por impotencia. No se contabilizan las faltas recibidas por un jugador sino sus asistencias, aquellos pases que desequilibran al enemigo y enrumban al gol a los compañeros, pero si se trata de contar cuántos jugadores de equipos contrarios recibieron tarjetas amarillas o rojas por culpa de Cacho Hurtado, es seguro que la cantidad se acerca a más de la mitad de las sanciones de los jugadores rivales. Y las asistencias más eficaces, junto con las realizadas por Federico Bongioanni, fueron obra suya porque encontró el lugar preciso para dominar los espacios y las distancias. El resto era cuestión de talento, y este le sobró a este pequeño jugador de gran presencia. Otro acierto táctico de Julio César Baldivieso fue la inclusión de Oliver Fernández como cuarto volante con aptitud para jugar de carrilero por derecha o por izquierda, dando respiro al cuadrado mágico que se afilaba los botines: Bongioanni, Hurtado, Castellón y Villalba.

Septiembre, mes de Cochabamba, se tiñó de celeste en el clásico porque un empate y una victoria ante Wilstermann definieron el camino a la semifinal y dejaron fuera del campeonato al rival de siempre.

El primer clásico terminó igualado en un tanto y el resultado mantuvo a los dos equipos en el tercer lugar. Villalba fue el goleador y Dulcich la figura. El guardameta argentino tuvo una actuación descomunal en el

131 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010) siguiente encuentro que terminó con victoria celeste por 1-0. La prensa resaltó su desempeño perfecto, “Dulcich le da a Aurora el clásico cochabambino”, y con ese resultado su equipo escaló al segundo lugar en la tabla de posiciones. La tribuna empezó a corear en tributo a su ídolo: “Olé, olé, olé, Dulcich, Dulcich”. Sin embargo, la solvencia en la defensa de su portería con voladas espectaculares, reacciones impensadas y achiques precisos no agotaba la galería de atributos del gigante argentino. Sus pases perfectos permitían explotar los atributos de Aquilino Villalba como pivote bajando los balones para cederlos, debidamente amansados, a Vladimir Castellón que los esperaba con la mirada clavada en el arco contrario. Saque de Silvio, pivotea Aquilino, recibe Castellón y gol, el resto era la puesta en escena de los bailes de rock and gol del joven goleador; esa jugada fue una de las fórmulas del triunfo en innumerables partidos.

La crónica periodística de ese partido pone en evidencia la catadura del futuro campeón: “El equipo celeste dio una muestra de gran actitud en el campo de juego y defendió con uñas y dientes el resultado del encuentro, ante un equipo aviador que presionó hasta el último minuto para empatar el marcador, pero se encontró con una muralla en el frente: el portero argentino Silvio Dulcich, quien se convirtió en la figura del clásico cochabambino” (La Razón, 16 de septiembre 2008). Un diario local sería más explícito: “Lo tiene de hijo”. “El triunfo permite al entrenador Julio César Baldivieso extender a 13 partidos su invicto dirigiendo a los celestes en el Capriles, asimismo, conservar la supremacía sobre los aviadores en la presente temporada” (Los Tiempos, 16 de septiembre 2008).

El camino al título continuó con difíciles victorias frente a Real Mamoré y Blooming extendiendo la racha de partidos sin derrota como local. La crónica resalta que “los celestes apelaron a la tenacidad que los caracteriza para someter a un rival que se plantó muy bien en el terreno de juego y complicó en gran parte de la contienda a los anfitriones”. El héroe de la jornada contra Blooming fue el capitán Edward Zenteno que, con golpe de cabeza, inició el camino a la victoria que se consolidó con un gol de Vladimir Castellón.

Una declaración de Julio César Baldivieso sacó a relucir otra faceta del equipo: “Fue un partido complicado como lo habíamos pensado, pero

132 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… el ritmo que impone Aurora muchos no lo pueden aguantar, pero de todas formas todo esto es mérito de los jugadores. Nosotros solamente indicamos el camino correcto y creo que no nos hemos equivocado… yo creo que Dios mediante y la ayuda de la Virgencita vamos a estar en la siguiente fase”. A partir de este partido, la virgen de Urkupiña ocuparía un lugar especial en los ritos del grupo y acompañó al equipo durante los encuentros venideros.

Una circunstancial derrota contra Oriente Petrolero por la leve diferencia no cambió el rumbo de los acontecimientos. Otra visita a Santa Cruz, esta vez a Montero, definió la clasificación con una goleada memorable a Guabirá. Corrían los primeros días de octubre y “Aurora labró su victoria con la solvencia en la defensa, experiencia en el mediocampo y efectividad en el ataque”. Ni más ni menos. Un tiro libre de Federico Bongioanni, un potente cabezazo de Germán Leonforte, un “sombrerito” de Vladimir Castellón, un misil de Iván Huayhuata y un toque sutil de Hurtado sellaron una espectacular victoria desatando la algarabía de los escasos hinchas que acompañaron al equipo hasta esa ciudad oriental. “Todo se lo debemos a la mística, entrega y sobre todo el talento que los jugadores demostraron” fue la conclusión de “el Emperador”, con la cabeza puesta en la estrategia a desplegar en las semifinales. El rival era Real Potosí, equipo de casaca morada y voluntad de hierro.

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UN ARQUERO MÁS GRANDE QUE EL CERRO RICO

Una descollante actuación de Silvio Dulcich definió el partido en un empate como visitante en el primer partido de la semifinal. La prensa potosina destacaba: “Olé, olé, olé, Dulcich, Dulcich... cantaron los aproximadamente 700 hinchas auroristas, muchos de ellos con las poleras celestes al viento y los torsos al descubierto, quienes ovacionaron al héroe, que evitó el festejo de los seguidores potosinos”. El partido empezó como todos los encuentros en el estadio Víctor Agustín Ugarte de la Villa Imperial, con el equipo local atacando como una tromba impulsada por los petardos de su hinchada. A los cinco minutos se puso en ventaja con un gol de Gonzalo Galindo y cuando parecía avizorarse una goleada surgió la figura gigante de Dulcich que congeló todos los intentos del equipo potosino con el aditamento de la espectacularidad de sus atajadas. En el segundo tiempo, Julio César Baldivieso movió las piezas de su equipo y reforzó el ataque con el ingreso de Aquilino Villalba. Los frutos se dieron prontamente cuando Vladimir Castellón marcó el empate con un remate cruzado. La media hora restante fue insuficiente para la reacción del equipo local. Una crónica periodística, con toque literario, definió ese tramo del partido: “Real buscó revertir la historia, pero se encontró con la muralla argentina”.

134 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

Aurora había sorteado un obstáculo y, como acontecía en los últimos partidos, los jugadores rezaron ante la imagen de la virgen de Urkupiña, que brillaba bajo la luz de 22 velas encendidas.

Una misa en el santuario de Urkupiña inició otro día decisivo, devoción que fue respondida con la presencia masiva de los fieles seguidores que abarrotaron el estadio con 25.000 almas sedientas de victoria ante Real Potosí en la noche del 23 de octubre. Esa sed fue saciada a los diez minutos de iniciado el encuentro cuando Germán Leonforte con golpe de cabeza culminó en las redes un excelente pase de Federico Bongioanni. Si el mediocampista argentino inició la jugada del primer gol, el segundo tanto sería obra suya, una genialidad que comenzó con pase de taquito de Vladimir Castellón, ingreso del volante argentino al área por el lado derecho en una diagonal que fue cerrando la posibilidad de un remate franco al arco, pero Bongioanni sacó un conejo de la galera y puso el balón entre el poste y el arquero con un comba sutil que lamió el palo y acarició las redes. Dos a cero. El diario Los Tiempos resaltó que este paso a la final “marcó otro hecho sin precedentes en la historia del Equipo del Pueblo, que de estar atormentado por el descenso de categoría, se colocó en el umbral de conquistar su primera estrella en el balompié profesional boliviano”, en realidad en la Liga, porque el reportero olvida o quiere borrar la conquista de 1963. Otro cuadro celeste estaba al frente para definir el título, Blooming, y era el favorito.

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UN SUEÑO QUE PUEDE HACERSE REALIDAD Martín Sotelo Han trascurrido 44 años desde que el club de mis amores, mi querido Aurora, de la mano de José Issa, Rómulo Terrazas, Héctor Vargas, Jorge Claros, Jaime Herbas, René Orozco, Jaime Cornejo, Arturo Villarroel, José Luis Balderrama, Carlos y César Loma, Ramiro Arteaga, Raúl Unzueta, Tuco Quiroga, Jorge Morales, Jorge Villalobos, Orlando Canedo, Orlando Guzmán y Oscar Gutiérrez, se consagró campeón nacional del Fútbol Boliviano. Desde aquella ferviente e inolvidable conquista, en que mis retinas no tuvieron la dicha de ver el despliegue de esos 22 superdotados del fútbol, he acompañado la participación de nuestro AURORA, primero en los torneos organizados por la Asociación de Fútbol Cochabamba, donde mi amado club fue permanente y continuo animador, candidato siempre a obtener títulos departamentales y nacionales, habiendo paseado su fútbol figuras de invalorable talento como los hermanos Ferrel, los Quiroga, el querido don Patato Méndez, nuestro inolvidable Mario Pariente, Jorge Escalera, nuestro Daniel Soriano, Palillo Foronda, Jaime Herbas, Mario Fernández, Wilge Torrico, Tomy Porro, Jaime Olivera, Roger Pérez, Oscar Pérez, entre tantos otros sin olvidar y recordando con profunda nostalgia y cariño a mis queridos morochos Miguelito, Carliños, Batista, Piao, Barrote, Monga, Vantuil, Vanderlei, Da Silva, Moscatelli, con quienes aprendimos a emular el jogo bonito brasileño y bailar batucada, a ellos sumar el talento y esfuerzo desinteresado de nuestro Pato Coronado, Napo Tórrez, , Alex Andreu, Tilico Vera, Óscar Villegas, y por supuesto nuestro Omar Delgadillo, amante del fútbol que al consagrar su sueño de despedirse de las canchas en el club de sus amores, su Aurora, Dios se lo llevó al cielo justo minutos antes de disputar un clásico cochabambino con la camiseta puesta en pleno camarín, en medio de la tristeza y congoja de todos quienes nos encontrábamos acompañando al equipo para enfrentar al acérrimo pero siempre noble y digno rival. A partir del retorno a la Liga Profesional del Fútbol Boliviano mi querido Aurora vivió momentos de mucha alegría al haber sido partícipe inclusive de la Copa Sudamericana pero también de profunda tristeza al estar comprometido el último año con el descenso indirecto y hasta la séptima fecha del torneo actual con riesgo inminente de descender, hasta que apareció con el respaldo de José Luis Montaño a riesgo propio, la mano mágica del emperador , nuestro Julio César Baldivieso, quien supo transmitir generosamente sus conocimientos, comprender el sentimiento de todos y cada uno de los jugadores, ubicarlos en las posiciones

136 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA… adecuadas y de mejor rendimiento, elevarles la autoestima, dotarles de nueva mística y compromiso con el equipo, y sobre todo convencerlos de que tanto individual como colectivamente no eran menos que nadie, por el contrario superior a todos, y por tanto estaban en la plenitud de sus capacidades físicas, técnicas y psicológicas para enfrentar a cualquier rival y tener la posibilidad cierta de consagrarse campeones, hecho sin paragón en la historia del fútbol boliviano, ya que de estar acechado por el descenso de categoría, pasó a ser firme candidato al titulo nacional, encontrándose 17 fechas invicto en Cochabamba, con 1.530 minutos sin perder. El actual Aurora, que pasará a la historia y vivirá por siempre en el sentimiento y corazón de los auroristas cualquiera sea el resultado, pero mejor si es sumando su segunda estrella en su camiseta, se encuentra conformado por 22 valientes y valerosos ídolos de grandes y chicos, nuestros futbolistas de estimables condiciones que entre los nacionales, muchos de ellos merecen vestir la casaca nacional. Decirles a todos ellos misión cumplida, gracias dignos jugadores del Equipo del Pueblo por habernos permitido vivir tantas alegrías producto de sus éxitos y haber sido leales, respetuosos y consecuentes en las tristezas, que pase lo que pase, la gratitud de los hinchas, dirigentes y de quienes amamos a éste nuestro querido club serán eternas y pervivirán en el tiempo y en nuestros corazones por siempre. No se puede dejar pasar la oportunidad para ponderar el invalorable aporte efectuado por don José Luis Montaño Rico, filántropo del fútbol y artífice fundamental de nuestro orgullo institucional al tener el mejor complejo del país y de nuestro éxito deportivo al haber llegado hasta la instancia final del torneo, a Fernando Gamboa, Daniel Soriano, Totoño Pavisic, Enrique Quiroga, Ruddy Rivera, Carlos Jordán, los incondicionales y desprendidos dirigentes que nos asistieron en los momentos más difíciles a los dirigentes del pasado que desde el cielo nos iluminan, a nuestros: Walter Ferrel, Daniel Milikowski, Wladimir Kheck, Alberto Alem, Salvador Asbún, Juan Iriarte, Darko Franulic, a mi papá Guillermo Sotelo y por supuesto a Jaime Cavero decirles con cariño y gratitud que aun al haber perecido en su intento de consagrar a su Aurora Campeón la historia hoy los premia al ver después de muchas generaciones la posibilidad cierta de un título nacional, estoy convencido que todos ellos, nuestros muertos junto a Dios y la Virgen sabrán con certeza recompensar desde el cielo al grupo de dirigentes y a sus familias que hicieron los mayores esfuerzos para encumbrar al club Aurora en el sitial que hoy ocupa y regalarán desde el cielo una abundante prosperidad a todos los hinchas. Publicado en Los Tiempos, 19 de octubre 2008

137 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010) FINAL FELIZ

El primer partido de la final se jugó en Santa Cruz, y el cerrojo defensivo de Aurora se desplomó ante un par de jugadas con balón parado que terminaron en cabezazos letales que vencieron la resistencia de Dulcich. Una molestia muscular impidió la presencia de Vladimir Castellón y la prudencia aconsejó cuidar a Federico Bongioanni, ante estas circunstancias el equipo jugó más retrasado, con un solitario Aquilino Villalba en el frente de ataque y sin volante por derecha que alimente sus incursiones al área. El coraje de Edward Zenteno no fue suficiente para aguantar la presión de Blooming. No obstante, el 2-0 en contra sería una anécdota.

El jueves 30 de octubre la revancha fue una fiesta en el estadio Capriles. Victoria “con coraje, fuerza física y eficacia” reseñó la prensa, olvidando mencionar la calidad del juego esbozado en la cancha. El Equipo del Pueblo venció a Blooming por tres goles a cero y forzó un tercer partido para dirimir el título de campeón. Una falta contra Aquilino Villalba fue sancionada con penal y convertida en gol con derroche de técnica por Federico Bongioanni. Corrían veinte minutos del segundo tiempo y el esquema de Blooming se vino abajo. Quince minutos después, Federico Bongioanni y Cacho Hurtado desarmaron la defensa contraria y abrieron un callejón por donde ingresó Ivan Huayhuata para culminar la triangulación con el balón anidado en las redes. La tribuna rugía “sin llorar, sin llorar” ante los reclamos constantes de los jugadores rivales hasta que el silencio se apoderó un segundo del estadio cuando Iván Huayhuata enfiló con pelota dominada en diagonal y antes de pisar el área grande sacó un fulminante remate que se clavó en el ángulo derecho del portero. El silencio duró lo que dura un eterno segundo antes del estallido y lo que tarda en recorrer la pelota y las gargantas en encenderse con el grito de gol. Broche de oro en las postrimerías del partido mientras la hinchada entonaba la cueca: “Grita la hinchada, grita la hinchada, viva el Aurora”. Sucre sería el lugar de las definiciones, la ciudad blanca, el cielo celeste.

138 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

1.620 Fernando Mayorga A las tres de la tarde del miércoles tomé una decisión. Por primera vez iba a ponerme la camiseta celeste de mi equipo, “el equipo del pueblo”, mi Aurora. Nunca antes lo había hecho por eso que llaman superstición, cábala o maleficio. Esta vez, me dije diciendo, nada de temores ni sospechas de conspiración astrológica porque también “tenemos que vencer a la maldita mala suerte”. Tons, me puse la casaca oficial lleno de orgullo y qué diablos. Empero, por si acaso, repetí los zapatos de siempre y la chamarra café de corderoy, con caja de cigarros en el bolsillo derecho y radio a pilas en el izquierdo, vestimenta de faena dominguera. Algo similar hizo el Joaco cuando decidió prestar su bandera de la campaña del 2002, tan suya, para que sea ondeada en la tribuna por otras manos. No la había sacado del baúl de los sueños rotos durante toda la temporada y dudó en tomar la decisión pero qué diablos, dijo también con la mirada. Y ni hablar del Marquito, el más hincha y el menos veterano de todos nosotros —aunque ya testigo de cien batallas perdidas—, que se puso una camiseta blanca alternativa pero no pantalón, pese al frío, porque todos los domingos asistió al Félix Capriles vestido de jugador dispuesto a pisar el césped si era convocado por Baldivieso. Sueños de niño, tan reales como nuestros deseos de sumergirnos en la hinchada de la tribuna popular cuando un partido se juega bajo la mirada de la luna. Noche galáctica como ninguna porque había que vencer a Blooming para buscar el título de campeón en Sucre y terminar el certamen con 1.620 minutos invictos como locales. Camino al estadio pensé en entonar el himno que escribió Joaquín Sabina para su querido y sufrido Atlético de Madrid con un lamento casi tanguero: “qué manera de aguantar, qué manera de crecer, qué manera de sentir, qué manera de soñar, qué manera de aprender, qué manera de sufrir, qué manera de vencer, qué manera de vivir”. Sin embargo, preferí silbar una canción de Fito Páez, dedicada a Maradona, más apropiada para las circunstancias: “Y dale alegría, alegría a mi corazón, es lo único que te pido al menos hoy. Y dale alegría, alegría a mi corazón, afuera se irán las penas y el dolor”. Al fin y al cabo, el gran Diego se puso la camiseta diez de Aurora en una visita a la escuela de fútbol envuelto en humo e incienso hace un par de años. Esa camiseta número diez que usó el Emperador antes de sentarse en el banquillo para mostrar su estirpe de DT con la misma calidad que derrochó talento en la cancha. Porque más allá de las cábalas y de los ritos, esta campaña tiene un responsable y es Julio César Baldivieso. Su sapiencia y su claridad discursiva, tan certera como esos pases de treinta metros que desbarataban defensas e invitaban goles, más su apuesta a la juventud y al semillero local son la impronta de un estilo que merece una alabanza cercana a la idolatría. Como aquella que le rendimos a Baldi la noche del 3-0 desde el corazón de la tribuna popular, aquel lugar poblado de hinchas de verdad con quienes nos mezclamos para brincar y cantar antes y después de gritar los goles como si en el mundo no hubiera nada más. Así que adiós a los maleficios y a las cábalas, pienso, mientras lanzo una moneda al aire para decidir si debemos viajar o no a Sucre para dar la vuelta olímpica. Publicado en La Razón, 31 de octubre 2008

139 EL EQUIPO DEL PUEBLO (1935 - 2010)

JUGADORES A TODO TERRENO “Vamos a Sucre a buscar el título, sabiendo que será una final difícil, complicada, pero mis jugadores son a todo terreno”, resumió el estratega valluno anticipándose a lo que será el partido en el estadio Patria. En medio de tanta algarabía y con la voz embromada de tanto gritar, Julio César Baldivieso, técnico de Aurora, apenas logró resaltar el valor guerrero de sus dirigidos, calificándolos como “jugadores a todo terreno”, y luego se entregó al festejo con su hinchada que deliraba. Baldi al parecer presentía que Aurora, aún con el cielo que amenazaba lluvia, debía lucir impecable, más que nunca en el firmamento cochabambino. Y lo hizo. “No es la primera vez que juega bien, siempre lo hizo”, dijo el estratega refiriéndose al autor de dos tantos. Iván Huayhuata. Pero para no pecar de injusto, tal como lo manda su temple, Julio César echó rosas a sus dirigidos diciendo: “es obra de los jugadores y lo que han hecho no tiene precio”. Los jugadores “a todo terreno” ahora van por la consagración, porque “merced a la mística y hambre de gloria que poseen los dirigidos por Baldi, trasportaron a Aurora a liquidar a su rival y a extender su invicto de local a 18 partidos”. “Increíble, esto es un sueño, un delirio”, gritaba un aurorista resumiendo el sentimiento de los cerca de 30 mil hinchas que gritaban a una sola voz la gran victoria celeste (Los Tiempos, 30 de octubre 2008).

140 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

¡SÍ, SE PUDO!

Una torrencial lluvia inauguró la tarde y el cielo se alumbró un minuto antes de que se abran las puertas del estadio Patria en Sucre. El cielo estaba gris cuando empezó el partido, la lluvia había espantado a los hinchas locales, solamente los seguidores acérrimos del fútbol y los hinchas celestes de cada bando recibían el baño de agua como una bendición porque estaba en juego la obtención del campeonato y había que celebrarlo con el alma transparente. Doce mil hinchas poblaron las tribunas, la mayoría eran seguidores de Aurora. Los once jugadores a todo terreno en esa tarde lluviosa fueron Silvio Dulcich, José Ayala, Edward Zenteno, Germán Leonforte, Rubén Felipe, Aldo Gutiérrez, Juan Carlos Sánchez, Federico Bongioanni, Julio César Hurtado, Vladimir Castellón y Aquilino Villalba.

El primer tiempo concluyó con ventaja para Blooming por dos goles a uno, remontando el marcador que había sido inaugurado con un potente cabezazo de Aquilino Villalba a los ocho minutos. La lluvia no era propicia para el despliegue del toque aurorista y la respuesta debía ser con fuerza y coraje, así llegó el empate por obra de Aquilino Villalba. El título iba a decidirse desde las doce yardas en una secuencia infartante:

Bongioanni repite su toque maestro. Dulcich contiene el remate de Vieira. Gutiérrez falla en su intento. Rivero hace temblar el travesaño. Hurtado no duda ni un segundo. Vaca tampoco. Dulcich, como goleador, levanta las redes. Saucedo rompe las mallas. Cae el granizo con más fuerza, el frío no existe, se va a definir el partido. Aquilino sentencia la lid con tiro rasante. Campeones!

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En el balance final del partido que es una evaluación del campeonato queda la constancia de la figura: “todo el equipo” que “Tras levantarse de las cenizas y estar peleando por el descenso de categoría se coronó como el mejor del torneo Clausura”.

“EL MÉRITO ES DE LOS JUGADORES” JULIO CÉSAR BALDIVIESO. “Baldi” como en todos los encuentros ingresó calmado a la cancha vestido con un traje deportivo y pese a la torrencial lluvia que cayó ayer en el estadio Patria de Sucre, no usó paraguas y sufrió las inclemencias del tiempo al igual que sus jugadores, a quienes acompañó en cada una de las jugadas que realizaban. Gritaba cuando algunos se equivocaban, pero sobre todo dirigía para que se tranquilicen y puedan superar el 2-1 con el que finalizó el primer tiempo. Pese a las constantes equivocaciones del árbitro paceño Marcelo Ortubé, Baldivieso no reclamaba sus fallas, donde claramente el juez del partido dejaba pasar las faltas que cometían a los jugadores de Aurora. Pero la charla que les dio en el entretiempo, ciertamente caló hondo en los jugadores que salieron a buscar el empate y el título. Celebró el gol de Aquilino Villalba que le daba la posibilidad de ir a la tanda de penales. En el último gol penal -de Villalba- Julio César lo esperó arrodillado cerca del gramado del estadio y celebró con todos sus colaboradores y jugadores cuando fue convertido.

142 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

CELESTE Joaquin Mayorga Garrido Cortés Nací cuando los celestes jugaban en la segunda división. Nunca pregunté “Papi, ¿por qué somos auroristas?”. Pero sí porqué el tanque paraguayo del equipo del 96 no jugaba en su selección o porqué, si había más gente en la cancha que en la tribuna, esta vez no bajábamos a dar la vuelta olímpica por la obtención del torneo de la ciudad. Supongo que ya intuía que ese fanatismo no era racional, que no valía la pena buscarle una explicación. Como Joaquín Sabina le dedicó a su Atlético de Madrid: “Aquí me pongo a contar / motivos de un sentimiento / que no se puede explicar. Y eso que no soy el tipo / de hincha que rompe piernas / por defender a su equipo”. El victimismo es frecuente en estos lares. Los artículos firmados por ejemplares hinchas en los suplementos deportivos celebraban el advenimiento del fin de “45 años de sufrimiento”. Quienes hemos compartido con la barra brava que grita “que venga el equipo” y se trepa a las barandas cada vez que el Aurora gana, o empata sobre la hora, o se salva del descenso como el año pasado, somos más ilusos. Conformistas, quizás. Rebeldes, sí. Viajé para ver la final. Aurora ya era el campeón moral. En el infame bus habilitado por el exceso de demanda por boletos, algunos hinchas dormían en los pasillos y otros se amontonaban en la cabina del chofer. A mi lado se sentaba don Rolando, de ascendencia aurorista. Me dijo había viajado en 2002, año del ascenso, a Sucre para ver el partido de ida de la final de la Copa Simón Bolívar. Y que Dulcic había debutado, imbatido, en el estadio Patria. Cuestiones de cábala o no, nunca estuve tan seguro de festejar el título como en ese momento. “Pasión controlada”, rezaba un póster que circuló antes de la final perdida para ascender el 2000. Quizás porque la hinchada festejó apenas las victorias previas o no imitaba la paradójica costumbre wilstermanista de apoyar mediante recriminaciones. El lunes por la mañana en la plaza central de Sucre, el color de las banderas y los sombreros, el ruido de los bombos y las bocinas, sugerían que los auroristas estaban desatados… pero ensimismados en su euforia. Los insultos de blooministas no alentaron enfrentamientos. Nadie los buscaba. Festejamos con el Benjo el gol definitivo del ascenso en los pasillos del Capriles tras una fracasada travesía al baño. No pensábamos despegarnos de otra final. Villalba marcó el último penal y corrimos a las barandas de la tribuna popular a ovacionar al equipo. Caía una granizada de antología. La conspiración meteorológica no arruinó el festejo. De hecho, ahuyentó a los policías. Los hinchas más atléticos y/o fanáticos pudieron, no sin lesionarse, cruzar la fosa que separa las tribunas de la cancha cuando los jugadores corrieron a recibir la copa. Lo importante era perseguir a los héroes y sentir la intensidad de una vuelta que fue tan surreal como la habíamos imaginado y que hace dos meses se veía tan lejana como hace 45 años. Publicado en La Ramona, Número 185, 9 de noviembre 2008.

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Campaña de Aurora Campeón Torneo Clausura 2008

Partidos como local 3 /08/ Aurora 1 Guabirá 0 23/08/ Aurora 3 Oriente 1 15/09/ Aurora 1 Wilstermann 0 21/09/Aurora 2 Real Mamoré 1 28/09/ Aurora 2 Blooming 0 Semifinales 22/10/Aurora 2 Real Potosí 0 Final 29/10/ Aurora 3 Blooming 0 Partidos como visitante 08/08/ Blooming 2 Aurora 1 17/08/ Real Mamoré 2 Aurora 1 31/08/ Wilstermann 1 Aurora 1 25/09/ Oriente 1 Aurora 0 01/10/ Guabirá 2 Aurora 5 Semifinales 19/10/ Real Potosí 1 Aurora 1 Final 26/10/ Blooming 2 Aurora 0 Tercer partido final disputado en Sucre 03/11/ Aurora 2 Blooming 2

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AVE FENIX César Soto Santiesteban Al Max, socio nro. 41 del Aurora Si veinte años no es nada, cuarenta y cinco sí se sienten, sobre todo cuando uno se aferra a los recuerdos que fluyen de la voz de mi viejo amigo y padre Max, para vivir vicariamente aquellos años cuando el Aurora era protagonista del fútbol departamental y boliviano. Y se dio como se dan las cosas a veces, casi imperceptiblemente volvimos de nuevo a la Liga y a las penurias, equipo border-line, sometiéndonos a los sufrimientos de pelear el descenso cada año, cambiando técnicos y equipos enteros, que hacía titánica tarea, a la Funes, recordarse el nombre de los jugadores. Difícil construir entonces un imaginario futbolero, donde uno recita de memoria las alineaciones y va tejiendo icónicamente la disposición del campo de juego, el movimiento de los jugadores, las fintas y las jugadas. Eppur….de la mano diestra de Baldi se comenzó a armar desde abajo una estructura de huevos, corazón y de talento, para creer de nuevo y sacar un conejo de la galera, en un ritmo parejito que nos llevó a sumar y sumar y llegar donde parecía imposible: la Aurora, el jac’ha uru para nuestros tenaces corazones que soportaron décadas sin conocer algo semejante a la gloria. A la Stevenson, la nave partió hacia la Escondida, superando todos los vendavales, forjando una médula espinal de ética y épica, porque solamente podíamos ganar de esa forma, a la manera agonista, y aumentar al torrente del cielo nuestras lágrimas y nuestro sollozo de hinchas, por fin felices. Publicado en La Ramona, Número 185, Cochabamba, 9 de noviembre 2008

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FESTEJAN EN CASA

El festejo fue reseñado por la prensa local: “Al ritmo del tradicional ¡dale campeón, dale campeón! los forjadores de la conquista del primer título en el fútbol liguero para Aurora fueron acogidos por sus parciales en medio de una ensordecedora ovación y una inflexible lluvia de petardos, que matizaron la fiesta que se armó en esta ciudad para agasajar a los “gladiadores” de Julio César Baldivieso. La delegación de Aurora llevaba consigo la imagen de la Virgen de Urkupiña, de quien son devotos los integrantes del cuadro valluno. Las guirnaldas que se colgaron los protagonistas de la épica conquista marcó el inicio de la celebración del Equipo del Pueblo en casa propia. Posteriormente la comuna de Cercado se sumó al festejo distinguiéndoles en la terminal aérea con la presencia de la cuantiosa hinchada que llegó desde muy temprano hacia ese sector a fin de aclamar a sus ídolos. Tras esa primera emoción, los campeones, acompañados de una extensa caravana de hinchas, se embarcaron en el bus descapotable para dirigirse hasta la Plaza de Armas de esta ciudad, donde los aguardaba un número considerable de sus parciales”.

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EL EQUIPO DEL PUEBLO ES EL EQUIPO DE DIOS Alberto Lizárraga El presente artículo además de estar destinado a brindar un tributo a mi potente Aurora por el título logrado en los pasados días en la ciudad de Sucre, pretende justificar el por qué del título del artículo (y claro del campeonato) basado en el silogismo (razonamiento) y la lógica matemática. Para ello partiremos señalando que “La voz del pueblo es la voz de Dios” es una frase escrita por Hesiodo, un célebre poeta griego nacido hacia la segunda mitad de siglo VII adC y rival en certámenes poéticos de Homero otro clásico poeta griego, a quien Hesiodo le logró vencer. Por su parte “Aurora es el equipo del pueblo”, es otra frase bastante conocida entre los seguidores del deporte más popular del mundo, que hace referencia al último Campeón Boliviano de fútbol, y que es oriundo de la ciudad de Cochabamba. Las opiniones sobre la veracidad o falsedad de la primera proposición son bastante divididas Muchos lo aceptan como una verdad absoluta especialmente en los círculos políticos durante los procesos eleccionarios y/o de referéndums para avalar sus resultados, más cuando estos les han sido favorables a sus intereses. Entre sus detractores algunos se plantean el ejemplo cuando Pilatos preguntó al pueblo si Jesús era culpable o no, y el pueblo lo condenó al patíbulo que había sido destinado al bandido Barrabás. ¿Esa fue la voz de Dios? Cuestionan. Sin embargo, en los mismos actos de Jesús y en su posterior desenlace parece reconocerse que en la voz del pueblo estuvo la voz de Dios ya que estando en el Getsemani y puesto de rodillas oró diciendo “Padre si es posible haz pasar esta copa de mi, pero hágase tu voluntad y no la mía. (San Lucas 22.42)” y se hizo su voluntad, tal como lo había determinado el pueblo. Como se puede ver con estos dos ejemplos, esta proposición asume ambos valores de verdad. En cambio, la segunda proposición no merece ninguna discusión acerca de su verdad ya que nadie puede poner en duda de que el Aurora es el equipo del pueblo. Ahora bien, en el álgebra proposicional la negación, la conjunción y la disyunción son las operaciones básicas para fabricar nuevas proposiciones a partir de unas proposiciones dadas, pero estos no son los únicos conectivos lógicos, existe otros como aquel conectivo lógico llamado

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implicación. De esta manera, si “p” y “q” son dos proposiciones, donde a “p” se llama antecedente y a “q” se lo llama consecuente definiremos el condicional de “p” a “q” a la proposición simbolizada con p => q, que se lee “p implica q” (también se lee “si p entonces q”) Luego, la tabla de verdad nos dice que la implicación de “p” a “q” es falsa únicamente en el caso de que el antecedente “p” sea verdadero y el consecuente “q” sea falso. En todos los demás casos la implicación es verdadera. Si a manera de ejercicio hacemos que “p” es la proposición “La voz del pueblo es la voz de Dios” y “q” es la proposición “Aurora es el equipo del pueblo”, la nueva proposición resultante es “El equipo del pueblo es el equipo de Dios”.

Sometiendo a las tablas de verdad encontramos que:

De donde se concluye que el título del artículo es correcto. Y así como Dios no dejó pasar la copa para Jesús, tampoco dejó pasar la copa para el Aurora en este 2008. De la misma manera, así como el cielo se cayó en el monte de Gólgota cuando Jesús pasó a la gloria, lo mismo ocurrió en Sucre, en el morro de Surapata, en el mismo instante en que el Aurora se coronó campeón. Finalmente, a todos los hinchas del equipo celeste les deseo ¡Saluddd….! con Aurora, que es una bebida cochabambina según la definición del diccionario Larousse y buen provecho tras la degustación de un picante cocinado con gallinas recién peladas por Aquilino Villalba tal como reza un cartel en la cálida Santa Cruz. Publicado en Ciudadanía, número 10, noviembre 2009

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DEL INFIERNO A LA GLORIA ¡CAMPEONES! Fernando Mayorga Podría escribir mil versos y una historia épica, pero no me sale espuma. Piso el balón y oteo el recorrido del equipo con sus 1.710 minutos a cuestas como invicto de local para encontrar pautas explicativas que no sean las consabidas invocaciones a la garra y la convicción. O eso que ahora llaman actitud y entre “nos” es “ñeque”. Y pienso en algunas claves que van más allá del “dibujo táctico”, como le gusta decir a Oscar Galdo, el mejor cronista de esta gesta celeste. Me quedo con tres claves porque ya entramos a jugar los descuentos en estas páginas. Primera: la portentosa seguridad que transmite Dulcich provoca que sus compañeros jueguen mirando el arco contrario sin preocuparse del ataque rival. Es el principio de una actitud ofensiva que se alimenta de sus pases precisos para que Aquilino la baje de cabeza, la duerma con el pecho o la peine hacia el punto penal donde Castellón encara sus diagonales con bisturí. Segunda: el desequilibrio, la diferencia, el sobresalto es tarea de Cacho Hurtado, mi jugador favorito por picardía, velocidad mental e inspiración. Es como Bruno Conti, “ala tornante” de Italia campeón en España 82, capaz de desfazer entuertos con gambeta corta y disparar un misil desde media cancha para delirio de la tribuna. Tercera: el gran Julio César y su capacidad de liderazgo dentro y fuera de la cancha, aunada con una lectura precisa de los partidos y esa sobriedad de los que saben y mandan. Tan certero en el discurso como en el trato al balón. Tan seguro como Kagemusha, el general samurai de la película de Akira Kurosawa, “La sombra del guerrero”, que sabía esperar el momento oportuno para entrar en combate y vencer. Así condujo al equipo para entrar a la Historia con paso de vencedor. Quedo en deuda con los demás jugadores pero la pagaré cada domingo con mi aplauso y en una que otra página venidera. Sin embargo, no me olvido de Elio, el símbolo del Aurora, la otra tarde su mirada sin llanto era más fuerte que el canto de miles entonando “dale campeón, dale campeón”. Él “nos” convocó siempre, él “nos” sintetiza. Publicado en La Razón, 17 de noviembre 2008.

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AURORA Y LA CUESTIÓN NACIONAL Ricardo Paz La semana pasada ocurrieron dos hechos mágicos e improbables: Aurora, el equipo del pueblo cochabambino, se clasificó para jugar la final del campeonato de la Liga Profesional del Fútbol Boliviano y los representantes de las fuerzas políticas parlamentarias lograron un acuerdo sobre el contenido de la propuesta de Constitución Política del Estado que se someterá a Referéndum Constitucional de salida en enero del próximo año. Aurora venía de disputar muchos años el descenso de la Liga a la Asociación cochabambina, lugar donde estuvo mucho tiempo después de haber sido una de las glorias del balompié nacional y, sin duda, uno de los equipos con mayor hinchada leal y fervorosa. Este mismo año, durante el primer semestre, nada parecía indicar que las cosas cambiarían y los hinchas estaban resignados a terminar el campeonato con el Jesús en la boca y rogando no descender de categoría. Entonces apareció Julio César Baldivieso, ese caudillo indomable que paseó su coraje por La Paz, Guayaquil, Medio Oriente y decenas de canchas por el mundo, para decir que la historia puede cambiar en base a empeño, disciplina y espíritu de cuerpo. Con los mismos jugadores, pero transformados en gladiadores, logró lo impensado y hoy está en la final. Los políticos con representación parlamentaria, por su lado, echaron por la borda todos los pronósticos (entre ellos el mío) que auguraban que el diálogo establecido en la Vicepresidencia iba a ser otro sainete sin más resultados que el show mediático y la consecuente frustración popular. Lograron en dos semanas lo que la Asamblea Constituyente, por acción de los extremos inclementes, no pudo en más de dieciocho meses de sesiones estériles. Llegaron a un acuerdo, a una especie de “consenso a la boliviana”, es decir un resultado que dejó a todos inconformes, pero al mismo tiempo y de forma paradójica, satisfechos por el hecho en si mismo de la concertación. Se realizaron importantes modificaciones a todo el texto constitucional, sobre todo en el capítulo referido a las autonomías y también se lograron mediatizar varias de las improntas autoritarias que contenía el engendro aprobado en la ciudad de Oruro. Para ello tuvieron que pisotear el cadáver insepulto de la Asamblea Constituyente con una “Ley interpretativa” que le dio atribuciones constituyentes al Congreso Nacional poniendo de cabeza toda la teoría constitucional comparada Mantuvieron sin embargo el novísimo régimen de “apartheid criollo”, que de un plumazo ha trocado a la Nación boliviana que nos heredaron nuestros mayores, por un llamado “Estado plurinacional” de treinta y seis nacioncitas, algunas de ellas de menos de mil habitantes. Si la Constitución se aprueba el próximo año, dejaremos de ser un Estado Nacional para reconfigurarnos en un esquema que no hemos debatido suficientemente y que la mayoría de las bolivianas y bolivianos no sospechan en sus derivaciones perversas. Pero después de lo de Aurora, nunca más dejaré que el pesimismo se apodere de mi… al final de cuentas los sentimientos y las pasiones, tan constitutivas de la Nación como el territorio, el origen o el destino, son mucho más fuertes que las circunstancias y las “coyunturas”. Eso aprendí hace tiempo con mi amigo aurorista Fernando Mayorga y ahora, felizmente, lo he vuelto a confirmar. Publicado en La Razón, 18 de noviembre 2008.

150 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

MARADONA A LA COCHABAMBINA Cecilia Lanza Lobo Diego Armando Maradona me cae gordo. Mejor dicho, la imagen de Maradona. Porque en todo caso, considerando sus orígenes de “cabecita negra” en los suburbios bonaerenses de Villa Fiorito, sería más bien de los míos. Lo que me revienta más bien es esa tendencia idolatrera argentina que desde Eva Perón, Susana Giménez, el Potro Rodrigo o Luciana Salazar posa el fardo de sus complejos de tercer mundo —a pesar de sí mismos— y de sus delirios de parentesco divino, en las narices de Charly García o Diego Maradona, endiosándolos. Y ellos, claro, argentinos poseedores de sus propias idolatrías, se lo creen (¿existía alguien, o algo, o vida, antes de Maradona?). Y la idolatría fundada al amparo mediático parece ser la droga inicial. Luego vendrá ese orgasmo millonario en piscina de ron donde el ídolo se desplaza a mil por hora entre el sexo, las drogas, la gula y el alcohol. Flash. Tanto flash, tanto exceso, que un día de esos el cuerpo, cansado de sostenerse en el altar de los fetichismos mediáticos, se baja y va a hacer pis. Había sido mortal. Este mismo momento el Aurora se juega la vida y entonces pienso en Julio César Baldivieso. Esa versión propia de un Maradona a la cochabambina. Pelotas aparte, de Baldivieso sólo conozco su fama. Es decir, igual que Maradona, su afición por la vida puesta en el pie con el acelerador a fondo. Ese mismo pie que calzaba zapatillas rojas como lucecitas -mírenme en el verde pasto futbolero- que en el Mundial del 94 fue para nosotros el único horizonte posible. Baldivieso fue el Charly García del fútbol “bolita”. Ese genio que cuando le da la gana hace lo que mejor sabe. Cuando le da la gana y con pinta de estrella de rock/las zapatillas, ahora, doradas. (Al Diablo Etcheverry le faltó desdén). Querido y despreciado, ciertamente nunca idolatrado como García o Maradona, dada la estrechez del mercado “bolita” y el carácter timorato del ímpetu nacional, Baldivieso nos regaló varias páginas de diminuta farándula hollywoodense. Pero, además de la maestría de sus pases generosamente precisos para hacerse gol, Baldivieso nos regaló también su resurrección. Y eso no es poca cosa. Pienso en Ramón Rocha Monrroy y su Certificado de Divorcio de la mujer más fiel que tuvo en 40 años de intensa vida sumergida en el calor del alcohol, como bolsita de té. La bebida, esa compañera de la que decidió separarse amorosamente para darse él la oportunidad de seguir volando tan intensamente como siempre pero con los ojos abiertos y sin alas ajenas. Pienso en Baldivieso y sus alas auroristas. Cómo no escuchar a mi amigo Mayorga y calzarme la polera celeste que ha devuelto a Baldivieso lo mejor de sí mismo y sin pedestal. Cómo no desear que el “cabecita negra” de Villa Fiorito haga oídos sordos a las plegarias adoratrices que a rezo lento le fueron quitando la vida y el genio. Cómo no celebrar el triunfo del Aurora como si fuese nuestro y querer a Baldivieso sin la devoción idólatra del fútbol que vive hoy el milagro de la resurrección. No estaba muerto, andaba de parranda abrazado a una pelota, soñando que era grande. Gooooool. Publicado en La Prensa, 3 de noviembre 2009.

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El año siguiente fue de ch’aki, de solaz descanso y preparación para participar en la Copa Libertadores de América sin mucho éxito frente a equipos de Brasil, Colombia y Chile. A mediados de 2009, Julio César Baldivieso tomó una decisión que para muchos fue considerada una osadía, hizo debutar a su hijo en un partido oficial cuando todavía no había cumplido trece años. Los ojos del mundo se posaron sobre la casaca celeste, al margen de la polémica desatada y del posterior alejamiento del director técnico.

PABLO MAURICIO BALDIVIESO, DEBUT Y POLÉMICA A los 12 años jugó profesionalmente para el Aurora de Bolivia Matías Daniel Greco, publicado el 21 de julio de 2009 (htpp://www.suite101/profile/cfm/matiasgreco) El mundo del fútbol sigue dando sorpresas. Esta vez fue en Bolivia y el nombre estelar es Pablo Mauricio Baldivieso. Este chico de tan sólo 12 años, 11 meses y 28 días hizo su debut en el plantel profesional de Aurora, convirtiéndose en el jugador más joven de la historia en participar de un torneo de Primera División. El muchacho hizo su aparición el domingo último, durante la derrota de su equipo 1-0 en su visita a La Paz FC, por la segunda jornada del torneo Clausura. Nació el 22 de julio de 1996 y su padre, un histórico de la selección boliviana como Julio César Baldivieso, lo puso en el campo de juego a los 39 minutos del segundo tiempo. El entrenador necesitaba algo de frescura para intentar dar vuelta el marcador pero no fue posible. Si bien Aurora se llevó una derrota a Cochabamba, el chico y su equipo quedarán en los libros de Historia tanto de la Liga de Fútbol Profesional Boliviano como a nivel mundial. El joven se mostró muy habilidoso por la banda izquierda en sus primeros minutos en el Estadio Hernando Siles, pero antes de que finalice el partido, sintió la rudeza que significa jugar en Primera: en tiempo adicionado, el lateral Henry Alcala lo golpeó por detrás. A pesar de que el chico quedó lesionado en su tobillo derecho, el árbitro José Jordán no le mostró ninguna tarjeta al defensor, pero esa jugada desató la ira de todos sus compañeros. “No fue el debut esperado debido a que perdimos. Ahora hay que seguir para adelante. Jugamos con un equipo muy joven y hay que seguir trabajando. Le doy muchas gracias a mi papá”, dijo Mauricio apenas culminó el partido. “Estoy feliz por haber debutado a los 12 años, es algo muy significativo para mi carrera como jugador profesional, espero no defraudar en el futuro”. Su padre y entrenador no pudo ocultar su orgullo: “Creo que tiene mucho talento. Siento tranquilidad, porque conozco el talento que tiene y la personalidad que tiene. Me siento feliz, contento, porque yo debuté a los 14, rumbo a los 15 años y él ha debutado tres días antes de cumplir trece años”.

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LOS DEBUTS MÁS PRECOCES A NIVEL MUNDIAL: Perú: Fernando García López (Juan Aurich)/Debut: 21 de mayo de 2001/Edad: 13 años y 11 meses. Bolivia: Diego Orlando Suárez (Blooming) / Debut: 31 de enero de 2007/Edad: 14 años, 3 meses (debutó en un partido de Copa Libertadores). Estados Unidos: Freddy Addu (DC United)/Debut: 3 de abril de 2004/Edad: 14 años y 9 meses. Chile: Nicolás Millán (Colo Colo)/Debut: 10 de septiembre de 2006/Edad: 14 años y 9 meses. México: Víctor Mañón (Pachuca) Debut:6 de febrero de 1992/15 años y 7 meses. Argentina: Sergio Agüero (Independiente) / 5 de julio de 2003 / 15 años y 1 mes. Inglaterra: Aaron Lennon (Leeds United)/23 de agosto de 2003/16 años y 4 meses. Bolivia: Pablo Mauricio Baldivieso (Aurora) / 19 de julio de 2009 / 12 años, 11 meses y 28 días.

ANIVERSARIO 75, EL TÍTULO QUE NO FUE

El 27 de mayo de 2010 el Equipo del Pueblo festejaba su 75 aniversario. Y la conmemoración fue celebración con una rotunda victoria contra San José en Oruro. Los diarios reflejaron esa victoria como “Brillante regalo” o que el festejado “Aurora endiabla al santo” porque fueron tres goles contra cero. con remate seco después de eludir a dos defensores. Una avivada de Jair Reynoso que apareció volando como fantasma para dejar al golero contrario con una burbuja de aire en las manos, porque la pelota se fue con Jair hasta el borde del área y de ese rincón a los pies de Carlos Saucedo que estaba en la puerta del arco contrario. El tercero fue del goleador colombiano ante pase del brasilero Marcelo Gómez, una vez más funcionaba a la perfección la dupla Baixinho-Jair. “Feliz cumpleaños” fue otro titular de celebración.

Ese resultado, y sobre todo el estilo de juego incentivado por Julio Alberto Zamora, de retorno a su morada celeste con el apoyo de Gastón Taborga en la conducción técnica, convencieron a moros y cristianos que Aurora era el mejor equipo y se convirtió en favorito para obtener el campeonato Apertura. “Tiqui-tiqui” era el sonido que acompañaba las jugadas del brasilero Marcelo Baixinho Gómez, Jaime Chapu Cardozo, Ignacio Nacho García y Jair Reynoso.

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TIQUI-TIQUI Martín Sotelo El tiqui-tiqui resulta ser una filosofía de ver y jugar el el futbol. Su origen data del año 1980, luego de que Argentina se consagró campeón mundial, y es formulado en el libro Fútbol sin trampa escrito por César Luis Menotti y Angel Cappa, actual técnico de River Plate y del Huracán del año 2009, denominado “campeón moral” porque pierde el título en la última fecha producto de un gol convalidado por el árbitro Brasena, después de que un delantero de Vélez Sarfield comete un full grosero al arquero de Huracán. Los malos arbitrajes son una constante para perjudicar a los equipos que juegan bien. El tiqui-tiqui es una filosofía de juego que comprende un tratamiento atildado y elegante de la pelota, siempre jugando de manera vertical. Tiene que ver con el vértigo, el riesgo. Siempre con la línea de defensa adelantada, buscando distraer y confundir al rival efectuando toques al espacio vacío a fin de entregar la pelota al compañero mejor ubicado para gritar el gol que puede ser convertido por cualquiera de los diez jugadores que generan el juego. El arquero solo participa entregando la pelota (siempre) al defensor más cercano para “salir jugando”. Los corazones auroristas por nuestra forma de vivir queremos siempre jugar así.

El avance fue a paso firme y a pesar de múltiples desaciertos arbitrales que provocaron una inédita marcha de protesta de la hinchada celeste que recorrió las calles de Cochabamba y manifestó su cuestionamiento en la sede de la Federación Boliviana de Fútbol. En el país de los movimientos sociales, la fanaticada celeste se movilizaba en las calles a la usanza popular.

154 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

En la cancha prevalecía la propuesta futbolera, la apuesta por el buen fútbol. La victoria contra Oriente Petrolero en Santa Cruz fue el momento culminante del ascenso, y la caída en Cochabamba contra The Strongest tuvo contornos de tragedia. Un partido inverosímil que merece ser reseñado porque marca el sentido trágico del devenir aurorista, todo un estilo inmune hasta a los amuletos más preciados.

Después de ese partido todavía existían posibilidades de ser campeón pero dependía de una derrota de Oriente ante Bolívar en Santa Cruz y de una victoria celeste ante Wilstermann que dependía de sí mismo para obtener el título. Después de cuarenta años, Aurora y Wilstermann jugaban un partido que iba a definir un campeonato boliviano. Dos mil almas celestes en medio de un infierno rojo, tenso y tensionado con la actitud amenazante de una hinchada que no sabe ganar, no saber empatar ni sabe perder. Y los seguidores de Wilstermann sabían que el resultado dependía de la presión de su hinchada. y no de la calidad de juego de su equipo. Cuando Aurora metió el primer gol del partido esa multitud amenazante quedó petrificada momentáneamente y entró en pánico cuando seguían los ataques de la delantera celeste. Vino la respuesta aviadora con dos pelotas a balón parado que definieron el partido a su favor. La posibilidad de obtener, por lo menos, el subcampeonato se esfumó. Cinco zarpazos del Tigre cuatro días antes habían calado hondo en el alma celeste. Ser favorito nunca fue positivo para Aurora, perder ante un equipo sin alma y sin calidad fue deplorable pero quedó la satisfacción de haber brindado el juego más vistoso del campeonato. Volvamos a ese momento.

“Punterazo. Aurora vence a Oriente y va camino al título. “Aurora con paso firme está muy cerca de consagrarse campeón”. “Cerca del cielo! Aurora gana y se aleja”. Fue la segunda victoria contra Oriente Petrolero que provocó esta efusiva muestra de reconocimiento a la calidad del juego desplegado en la cancha. Un equipo compacto con zaga de marca nacional, Iván Huayhuata, Carlos Tordoya, Edward Zenteno e Ignacio García; la media cancha con Jaime Robles, Wilder Arévalo, Jaime Cardozo y Marcelo Gómez, y en punta cerrando las tenazas en la garganta del área, Carlos Saucedo y Jair Reynoso.

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Hasta que llegó el domingo inverosímil contra The Strongest, acorde con las jugarretas del destino porque ese equipo había vencido a Aurora en La Paz en la primera fecha del torneo con un “gol fantasma”, puesto que la pelota no cruzó la línea de cal y el tanto fue convalidado; y en el tramo final del octogonal, también en La Paz, se repitió otro escandaloso error arbitral porque no se sancionó un fuera de juego que definió el partido a favor del Tigre. Este equipo llegó al estadio Félix Capriles un domingo en la noche para disputar un partido de mero trámite porque estaba eliminado. Aurora era el favorito y las tribunas llenas multiplicaban la sensación de triunfo que estalló en algarabía cuando Ignacio García clavó un cabezazo en el ángulo a los diez minutos. Cuando terminó el primer tiempo, un silencio hosco inundaba el estadio porque en quinces minutos el equipo contrario había asestado cuatro estocadas. Nadie podía creer. El sobrino de este escribidor, con nueve años a cuestas, cinco con corazón celeste, preguntó mirando a las nubes: “¿Esto es un sueño?”. Quise decirle que era una pesadilla pero opté por mencionar aquello de que “son cosas del fútbol” e invoqué a mi amuleto celeste. De la tribuna de popular, donde habita la Pesada Celeste, el hijo de este escribidor, con veintiún años a cuestas, toda una vida aurorista, me mandó un mensaje de texto: “Dios mío, ganamos, q demonios”. Y así empezó el segundo tiempo, con la gente seria pero decidida, estupefacta pero recia, gritando el “si, se puede” de jornadas de antaño. Pero no se pudo, ni la entrega de todo el plantel, ni el talento extraordinario de Arnulfo Valentierra pudieron torcer la mala fortuna, el partido terminó con derrota y marcador alucinante… 5-3.

156 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

No todo estaba perdido, pero el alma andaba herida, como en los boleros. Todavía faltaba el partido final contra Wilsterman, pero había que enfrentar no solamente el desprolijo juego defensivo de ese equipo sino un estadio repleto de enfurecidos seguidores rojos dispuestos a hacer pesar su localía. En ese clima adverso empezó ganando Aurora con golazo de Carlos Saucedo, pudo aumentar la cifra si el taco de Jair no se desviaba un centímetro. Después vino la reacción rival con dos goles con pelota parada, al puro estilo malón. El segundo tiempo fue el despliegue de una serie de artimañas rivales para perder el tiempo, evitar la continuidad del juego y enfriar el toque de Aurora. Un recuento de los minutos que la pelota rodó en el campo de juego muestra una conclusión escalofriante, solamente se jugaron diecisiete minutos. Pero ya nada importaba en esas circunstancias, el título se había ido de las manos el domingo pasado cuando Aurora sufrió aquella goleada increíble frente a The Strongest. En fin, si se trata de perder, hay que hacerlo con estilo, al estilo del Equipo del Pueblo, al margen de cualquier convencionalismo, de manera excepcional. Aurora estuvo a un paso de festejar los 75 años de su nacimiento con una vuelta olímpica, queda el recuerdo de haberlos cumplido con el mejor juego posible en nuestras canchas. Por eso, seguimos cantando: ¡grita la hinchada, grita la hinchada, viva el Aurora!

gran atajada de Silvio Dulcich al uruguayo Jorge Ramírez

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INVENTO, PIENSO, LUEGO JUEGO Luis H. Antezana J. Para los tifosi del Aurora Un cualquier juego competitivo es, en el fondo, nulo: la suma de las partes en conflicto —gana uno y pierde el otro— es igual a 0, porque 1 [a favor] – 1 [en contra] = 0. Lo más interesante de esa ecuación no reside tanto en los que ganan como en los que pierden, por la sencilla razón de que los perdedores no pueden quedarse dormidos en sus laureles: ansían — necesitan— superar el saldo negativo que los aqueja. Los grupos con constantes saldos negativos suelen ser víctimas no sólo de un sinfín de tomaduras de pelo ajenas sino, sobre todo, son víctimas de un notable vacío interior, son grupos marcados por carencias. Sus miembros se miran unos a otros como fragmentos de un todo incompleto, como partículas lanzadas al azar sin otro sentido que los encuentros casuales en un universo adverso. Curiosamente, ahí nacen los lazos de las más estrechas solidaridades. La fiera que se come al cazador no tiene mayores preocupaciones, la próxima vez que encuentre a uno de esos atrevidos, igual nomás, también se lo comerá. El problema es, pues, del cazador. Entonces, éste se hermana con otros, que sueltos ya saben que no pueden vencer a la fiera, a ver si juntos, de una vez por todas, acaban con ella. Hasta la hermandad del ser humano con el perro habría nacido de una situación análoga, es decir, de la necesidad de superar un saldo negativo. La fortaleza de las hinchadas perdedoras obedece a un mecanismo parecido. Se juntan más y más, para por fin vencer, porque… han perdido. Aunque los medios de comunicación masivos —que, dicho sea de paso, existen desde que existe el chisme— tienden a sobrevalorar los saldos positivos, o sea, los triunfos de los ganadores, pero, suelen olvidar que las hinchadas más solidarias son las que arrastran saldos negativos. Un índice de su fuerza corporativa es, por ejemplo, que éstas son las que, por mera necesidad, más presión ejercen para cambiar directivos o entrenadores. Una que otra hinchada de saldo positivo recurre a la misma táctica cuando, obviamente, empiezan a perder. Pero, en el fondo, las hinchadas ganadoras no obligan a nada, más bien, su corporativismo es débil, son grupos obedientes, básicamente conservadores —no sin algo de razón, sobre todo, cuando no dejan de ganar. Como sabe y dice la sabiduría popular: “A caballo regalado, no se le miran los dientes.” Por otra parte, siempre necesitadas, las hinchadas perdedoras son también las más inventivas: puesto que lo que tienen no parece suficiente (para “ganar”), obviamente, tiene que explorar otras (nuevas) posibilidades. Cuando no bastaba recolectar para sobrevivir, las

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civilizaciones se vieron obligadas a domesticar su medio ambiente, aprendieron a sembrar, cultivar y cosechar, y, cuando la caza dejó de ser un bien renovable o suficiente, aprendieron a criar ganados. Los carentes no tienen más remedio que sacarle el jugo a todo lo que pueden. Lo que exige el uso de la imaginación. También, las hinchadas con saldos negativos son las más reflexivas y, a menudo, tienden a la estética. Sobre todo las obligadas a un largo período de saldos negativos. Como no pueden ganar, obviamente, tienden a buscar razones para explicar los saldos negativos. Ahí nacen, entre otros, las mitologías, las religiones, las ideologías, que no son fruto —como pretenden los medios de comunicación masivos, chisme incluido— fruto del ocio de los ganadores, son fruto de tratar de encontrarle tres pies al gato para explicar la imposibilidad de vencer obstáculos. Las nociones de “destino” o “karma” o “naturaleza,” por ejemplo, han resultado aptas, durante milenios, para explicar causalidades incomprensibles. “¿Por qué, habiendo tantos bares en el mundo [y hasta en Casablanca], ella tenía que venir aquí?”, meditaba, no hace mucho tiempo, Rick. Eso, por el lado de la reflexión, por el lado de la estética, no es difícil entender que, cuando los resultados son constantemente adversos, obviamente, no se pueden valorar los “buenos” resultados; entonces, se empiezan a valorar los rasgos positivos de lo inútil, aquello que no gana pero que, en fondo, es bello. Nada más “inútil,” en principio, que una cualquier obra de arte. En nuestros tiempos, debido a este tipo de inclinaciones, hasta se enfatiza que no importa jugar bien, que lo importante, no importa cómo, es ganar. No se percatan, aunque lo implican, que la valoración estética del fútbol no es, en rigor, patrimonio de los ganadores. Es obvio que sólo los “inútiles” pueden valorar positivamente lo “inútil,” es decir, lo bello. Y, ahí, si Wittgenstein tiene razón, lo estético se hermana con lo ético, es decir, con la solidaridad hacia los demás: “Ética y estética son lo mismo,” decía el autor del Tractatus, quien, dicho sea de paso, según Malcolm, habría sospechado su teoría de los “juegos del lenguaje” a partir de un partido de fútbol. Estas notas tienen que ver, obviamente, con las capacidades de sobrevivencia: solidaridad ética, invención, reflexión, aprecio estético. Porque así nomás son los juegos, sólo las más sufridas y golpeadas hinchadas son las que logran conjugar adecuadamente todas estas capacidades; la otra mayoría, como aconsejaba Martín Fierro, prefiere buscar palenque ande ir a rascarse. Las que sobreviven son, evidentemente, capaces de soportar cualquier adversidad: la adversidad es, en cierta forma, su sustento y (curiosa) fuente de energía. En el camino, experimentan y hasta agotan todas las posibilidades a su alcance, siempre, hombro con hombro, paso a paso. Y, a la larga, pero con capacidades inéditas, también ganan. Estas notas tienen que ver, el contexto de su publicación habla por sí solo, con la hinchada del Club Aurora que, después de sufrir innumerables

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postergaciones en la B y las liguillas de la copa Simón Bolívar, finalmente ascendió en el año del Señor de 2002. Las energías acumuladas fueron tantas que no volvió a descender —aunque no dejó de coquetear, alguna vez, con su pasado a saldo negativo— y, más aún, salió Campeón de la Liga en 2008. Y, ahora, sigue, peleando, a menudo, con otras y nuevas armas, contra los más pintados. La sobrevivencia no es el arte de los más fuertes sino de los más aptos, algunos de los cuales, la vida incluida, necesitan tomarse su tiempo para saldar los irremediables saldos negativos de una quizá incompleta —hasta que se inventó el fútbol— creación.

CACHÍN ANTEZANA es experto en filología, semiótica, crítica literaria y pensamiento social boliviano. Una mirada lúcida y penetrante para descifrar los misterios de la vida moderna, el espectáculo del fútbol entre ellos. Uno de sus libros, traducido al italiano, se titula Un pajarillo llamado Mané, en homenaje a Garrincha, el legendario puntero derecho de Botafogo y de Brasil bicampeón mundial. El es hincha de jugadores como Garrincha y Milton Melgar y de jugadas, como las voleas de Van Basten, pero cuando se trata de alentar a un equipo apunta al Equipo del Pueblo, por solidaridad con sus amigos. Esa celebrada pluma trazó este dibujo de festejo por el título obtenido por Aurora para retornar a la Liga y escribió este ensayo para enriquecer las páginas de Grita la hinchada, grita la hinchada, sus palabras son el epílogo perfecto de este libro.

160 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

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OLÉ Y CIELO

AURORA YO DE TODO TE DOY ARÓ RÚA

PALINDROMOS

Los palíndromos son palabras, frases y oraciones que se leen en ambos sentidos, de izquierda a derecha, y de derecha a izquierda, como ORURO y SALTA LENIN EL ATLAS.

Estos son palíndromos escritos de manera exclusiva para este libro por Eduardo Turi Torrico, maestro cochabambino en este arte y wilstermanista de cepa y pluma.

AURORA ARÓ RÚA son pareja inevitable, y es necesario y saludable asignar a la palabra ARÓ un sentido relacionado a uno de los momentos del despliegue de una cueca valluna en medio de la fiesta, porque ya vimos que Aurora se llama(ba), según el Larousse Ilustrado, la “chicha cochabambina”.

Es necesario pensar que la palabra RÚA según el diccionario significa: “calle de un pueblo”, nada casual si se trata del Equipo del Pueblo, y también que algunas palabras convocan un sentido asociado a la historia de Aurora, de sus jugadores y los colores y símbolos vinculados a sus colores y su nombre.

162 GRITA LA HINCHADA, GRITA LA HINCHADA…

OLÉ Y CIELO

ARó RúA YA RECEN: AMANECERá Y… AURORA

ARó RúA, SE LOGRó PAPá, PON, SOñá 57 O 75 AñOS, NO, PAPá, POR GOLES, AURORA

SOñá 57 O 75 AñOS SE LOGRó POR GOLES

ISSA: TEMA LA META ¿SSI?

ADN ORO FORONDA

NO LA BOLA, PALO, BALóN

SABRÉ HERBAS

SOMOS LIMONERO ELIO OÍLE OREN O MIL SOMOS

ISSA, legendario guardameta ADN, no es partido político, es ácido desoxirribonucleico FORONDA, el celebrado Palillo, gran puntero derecho PALO, por Palillo Foronda HERBAS, apellido ilustre de destacados deportistas, Jaime y Jesús ELIO, el hincha número 1, don Elio Sánchez

Y estos son palíndromos escritos por mano anónima y corazón celeste:

AS?, SÍ, ARAñARá ISSA

ARó RúA SEGURO RUGES AURORA

ARó RúA A MI ME MIMA AURORA

AURORA LA ERA REAL ARó RúA

AURORA YO DE TODO TE DOY ARó RúA

163 La presente edición se terminó de imprimir el mes de septiembre de 2010 en Talleres Gráficos “KIPUS” c. Hamiraya 127 • Telf./Fax.: 591- 4 - 4582716 / 4237448