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PRESENTACIÓN DE LA OBRA “ANTONIO FLORES DE LEMUS: AÑOS DE FORMACIÓN UNIVERSITARIA. CORRESPONDENCIA CON FRANCISCO GINER DE LOS RÍOS”

Presentación del libro el 28 de enero de 2008. 2. ANALES OTRAS :Maquetación 1 16/10/08 10:09 Página 946 2. ANALES OTRAS :Maquetación 1 16/10/08 10:09 Página 947

Palabras del Excelentísimo Sr. D. Sabino Fernández Campo

Señores Académicos. Señoras y señores. Queridos amigos:

Constituye un honor y una satisfacción para esta Real Academia, que hoy se presente en ella este libro Antonio Flores de Lemus: años de formación universi- taria. La correspondencia con Francisco Giner de los Ríos.

Su autor, José Miguel Fernández Pérez, ha realizado una escelente obra, llena de interés y merecedora de nuestra admiración. Por ello me complazco en feli- citarle muy cordialmente.

Van a intervenir en este acto dos miembros de esta academia, dstacados economistas, nien conocidos: José Luis García Delgado y Juan Velarde Fuertes, aparte del autor.

Nos es muy grato también que la Academia sea el marco para la presen- tación de libros, conferencias y diversos actos que proyecten hacia el exterior su misión cultural.

Excuso deciros que la participaciónde quienes hoy me acompañan va a ser más documentadad y brillante que pudiera ser la mía, y por eso, para no retra- sar aquélla pongo fin a mis palabras concediéndosela a José Luis García Delgado, reiterando mi enhorabuena al autor y el agradecimiento a los presentadores, así como a todos los presentes en este acto, por su asistencia.

Muchas gracias.

947 2. ANALES OTRAS :Maquetación 1 16/10/08 10:09 Página 948 2. ANALES OTRAS :Maquetación 1 16/10/08 10:09 Página 949

Palabras del Excelentísimo Sr. D. José Luis García Delgado

Quiero comenzar elogiando la iniciativa de editar este libro, que es un pro- ducto intelectual modélico, tanto por su contenido como por su buen acabado. Una excelente iniciativa de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, con la que hace una contribución no menor a un autor —el más influyente y prestigioso de los economistas españoles del primer tercio del siglo XX—, y a una España —la del rei- nado de Alfonso XIII— que cada vez concita mayor atención entre los estudiosos.

No exagero, desde luego, al pronunciarme tan contundentemente. Debe reconocerse, por lo pronto, un alto grado de atrevimiento -de la naturaleza del que Bachelard consideraba un método en el proceder científico- a quien, a estas altu- ras, se propone aportar aspectos novedosos sobre la trayectoria biográfica y la labor profesional de Antonio Flores de Lemus, tan frecuentadas desde hace medio siglo por las firmas mayores de nuestros especialistas. Baste, a este respecto, con la prue- ba más reciente: son seis, nada menos, los ensayos que a aquél se dedican en el volumen 6, “La modernización de los estudios de economía”, de la obra -excepcio- nal por tantos motivos- dirigida por Enrique Fuentes Quintana, Economía y econo- mistas españoles (, 2001), mereciendo únicamente dos Zumalacárregui, Carande y Bernácer, y tan sólo uno, en cada caso, los ocho restantes autores a los que ahí se destaca con tratamiento singularizado: Bernis, Franco, Viñuales, Álvarez de Cienfuegos, Olariaga, Fernández Baños, Perpiñá y Vandellós. Es elogiable, pues, atreverse a aportar novedades en un territorio tan poblado. José Miguel Fernández Pérez lo hace.

Para conseguirlo, el autor se ha centrado, con buen olfato de investigador, en las etapas de la vida de Flores hasta ahora más apresuradamente estudiadas, las que corresponden a sus años de formación universitaria, dentro y fuera de nuestras

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fronteras, y a su paso por la cátedra de Economía política y Hacienda pública en la Universidad de . Son abundantes los datos y matices novedosos conteni- dos en esta obra sobre esos pasajes de la biografía del que fuera el economista más influyente de su generación.

En torno al segundo de ellos, por ejemplo, dos circunstancias ahora mejor conocidas llaman la atención. Por un lado, el hecho de que, inmediatamente des- pués de ganar la cátedra, Flores haga todo lo posible para conseguir una beca que le permita volver pensionado a Alemania —en cuyas Universidades de Tubinga, Berlín y Heidelberg había cursado estudios posdoctorales—, con el fin de rendir un informe sobre la estadística del mercado de trabajo en ese país, llegando a argu- mentar para ello el escaso valor del estudio previo efectuado por quien había sido enviado a tal objeto por el gobierno —probablemente Juan Uña, según deduce el autor—; un episodio que revela, sin duda, que para el joven catedrático ya resulta- ban más atractivas las tareas de investigación que las propias de la docencia uni- versitaria, un rasgo que no hará sino acentuarse con el paso del tiempo. Algo en lo que redunda la otra circunstancia aludida: me refiero a las reiteradas interrupciones —ahora documentadas en detalle— que salpican el desempeño por Flores de Lemus de esa cátedra durante los años en que es titular de ella.

La principal fuente de documentación que se ha utilizado es la numerosa correspondencia mantenida desde 1879 a 1906 entre quien es entonces un joven universitario, hijo de un abogado de provincias, y su maestro y mentor intelectual, Francisco Giner de los Ríos. Unas cartas sobre cuya existencia nada se sabía, pues ninguno de los estudiosos de Flores había hecho referencia alguna a las mismas hasta ser descubiertas por el autor. Se trata de una base informativa del todo origi- nal, que facilita un acercamiento muy directo al protagonista, incluso a su intimi- dad, al manifestarse en esas abundantes páginas epistolares estados de ánimo, temores, inquietudes y planes de vida. Son cartas, en suma, que ayudan mucho a conocer mejor una personalidad muy compleja, como ya advirtiera en su día Caran- de, y no exageraba (¡qué decir de un incidente como el que le llevará a Flores a intentar batirse en duelo con Leopoldo Palacios, su antiguo compañero en la Uni- versidad de !).

Quien tenga oportunidad, por lo demás, de echar una ojeada a las cartas manuscritas de Flores, con letra tortuosa y plagada de abreviaturas y de modismos en alemán, comprenderá mejor la esforzada y paciente tarea que ha realizado Fer- nández Pérez para identificar vocablos y expresiones, intentando siempre captar los significados correctos. Habla ello muy claramente de la actitud vocacional del autor de este libro por la investigación: primero, fatiga bibliotecas, archivos y hemerote- cas, se demora después en la interpretación minuciosa de los materiales hallados y consultados, para finalmente establecer relaciones y delimitar contextos que ilumi- nen mejor episodios y parcelas de la realidad que un día tuvo vida. Así lo ha hecho,

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y de modo impecable, José Miguel Fernández Pérez para brindarnos las páginas de esta obra, rebosantes de información documental y buen sentido interpretativo, producto de un oficio al que el entusiasmo no le hace perder rigor.

Una obra que, a buen seguro, contribuirá a valorar más ajustadamente la talla intelectual de Antonio Flores de Lemus, lo que quiere decir con más distancia- miento crítico que el que hasta ahora ha marcado la pauta. En el dominio científi- co, canonizar no es nunca aconsejable. Con su libro, José Miguel Fernández Pérez nos lo vuelve a demostrar; un mérito no menor —y termino retomando lo que apunté al arrancar— de su fructífero atrevimiento.

951 2. ANALES OTRAS :Maquetación 1 16/10/08 10:09 Página 952 2. ANALES OTRAS :Maquetación 1 16/10/08 10:09 Página 953

LA PUNTUALIZACIÓN DE LA INFLUENCIA DE GINER DE LOS RÍOS EN FLORES DE LEMUS

Palabras del Excelentísimo Sr. D. Juan Velarde Fuertes

Antonio Flores de Lemus, se convirtió en la pieza clave de la ciencia eco- nómica española en los momentos iniciales del siglo XX. Después, hasta 1936, lo será no sólo de nuestro mundo universitario, sino también como orientador de nuestra política económica, con mejor o peor fortuna según fuesen los Ministros inteligentes o romos, desde su despachito del Ministerio de Hacienda. A partir de ahí, fue referencia obligada en todos los intentos serios hechos para entender el entramado de la economía española. Ese prestigio y esa actualidad llega hasta el momento presente. Porque, ¿cómo no admitir la utilidad, todavía, de obras como el “Dictamen de la Comisión del Patrón Oro”, a mi juicio el primer modelo economé- trico dedicado a la exposición del funcionamiento de una economía nacional, o “Sobre una dirección fundamental de la producción rural española”, que, leída con el añadido del ensayo “El fin del campesinado” de Enrique Barón, nos continúa aclarando multitud de cuestiones de la dinámica de nuestra economía agraria?

En aquellos momentos de inicios del siglo XX, de estancamiento investi- gador general en España, van a existir, de pronto, algunos fogonazos que muestran que el nuestro no era, definitivamente, un país ajeno al movimiento científico. Es claro lo acontecido con Ramón y Cajal. Iba también a ocurrir otro tanto, casi simul- táneamente, con Flores de Lemus. Algo conocíamos de ello gracias a antiguos dis- cípulos —Gay, Viñuales, Vergara, Carande—, pero faltaban multitud de cabos que permitiesen trenzar un diseño aceptable de cómo se formó este gran economista.

Y he aquí que éste no se entiende sin la influencia de Giner de los Ríos. Se inició ésta cuando, por consejo de Giner a su padre abandona la Universidad de donde cursaba sus estudios y pasa a la de Oviedo. No era precisamente casual esta preferencia. En este último centro universitario existía, a más de algún

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grupo regionalista y una minoría tradicionalista, un bloque importantísimo, al que Costa bautizará como el grupo de Oviedo, que constituía algo así como una pro- yección hacia la Universidad estatal, de modo influyente, del pensamiento de la Ins- titución Libre de Enseñanza. Este grupo de Oviedo estaba constituido por los cate- dráticos Adolfo Álvarez Buylla (Economía y Hacienda); Adolfo González Posada (Derecho Político); Rafael Altamira (Historia de Derecho); Aniceto Sela (Derecho Internacional); Leopoldo Alas —el famoso Clarín, novelista y en este sentido, autor de esa gran obra titulada La Regenta y más de una vez crítico literario mordaz— (Derecho Natural) y Félix Pérez Aramburu (Derecho Penal). No parecen tener enla- ce con la Institución Libre de Enseñanza, ni el catedrático de Derecho Civil, Fermín Canella, regionalista y masón, con el nombre como iniciado de Campomanes; ni el de Derecho Administrativo, Rogelio Jover Bravo. Quien era, seguramente, el máxi- mo activista, en cuanto representante de los aires institucionistas, era Posada, que buscaba con intensidad enlazar con las ideas de Giner. Éste parecía muy satisfecho con lo que sucedía. En carta fechada el 18 de agosto de 1891, dirigida a Leopoldo Alas, decía nada menos que esto: “¡Qué Universidad microscópica, sí señor, pero Universidad, están ustedes haciendo poco a poco! ¿Qué tiene de particular que envíen luego a Madrid muchachos como ése que usted ya me anuncia?”

Por supuesto que en la Universidad de Oviedo las fórmulas pedagógicas se apartaban de lo que era corriente en el resto de la Universidad estatal. Por ejemplo, existían Seminarios, siguiendo el modelo habitual en la Universidad alemana, y se había iniciado la llamada Extensión Universitaria, muy especialmente en los núcleos obreros, al modo de las Universidades inglesas. Finalmente se mejoraron notablemen- te los procedimientos pedagógicos internos y el nivel de investigación e intelectual del profesorado. Por otro lado, este clima generó un auténtico socialismo de cátedra español, alejado del socialismo científico de Marx y, desde luego, del que se predi- caba desde la Verein für Sozialpolitik, aunque con enlaces con ambas posiciones. Así se explica por qué Canalejas pensó en sus profesores para montar lo que en un pri- mer proyecto se denominaba Instituto de Trabajo, y que luego, gracias sobre todo al impulso de Buylla y Posada, confluyendo con tendencias latentes en el partido con- servador —éstas, sí, más afines al socialismo de cátedra alemán—, así como con la entonces naciente doctrina social de la Iglesia y con la colaboración de algunas figu- ras del Partido Socialista Obrero Español, acabó por cristalizar en 1904 en el Institu- to de Reformas Sociales. En ese ambiente universitario pasó a formarse Flores de Lemus. Y porque afecta mucho a la comprensión de bastantes de las actitudes de este economista creo que es hora de que se ponga de relieve que la doctrina social cató- lica, que por entonces trataba de afianzarse tras la Rerum Novarum de León XIII, publicada en 1981, y el espíritu social inherente a la línea de pensamiento de Krau- se y Ahrens, tenían más parentescos de los que unos y otros percibieron entonces. Ni Menéndez Pelayo fue tan antikrausista como él creyó, ni Gumersindo de Azcára- te fue tan heterodoxo como para que su Cruz famosa —la del espléndido artículo de Luis de Zulueta— no pueda ser asumida por un católico ortodoxo. Por eso se obser-

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va que los ejemplos de entrelazamientos pueden multiplicarse. Efectivamente, uno es el propio del Instituto de Reformas Sociales y de sus numerosas derivaciones institu- cionales, encabezados por el Instituto Nacional de Previsión. Otro podría ser el rela- to de las buenas relaciones entre don Enrique Gil y Robles y don Francisco Giner de los Ríos. Fueron éstas más profundas de lo que expone José María Gil Robles en No fue posible la paz. Puede decirse que existió una amistad cordialísima del profesor de Salamanca y el fundador de la Institución Libre de Enseñanza.

Todo esto constituyó el impacto inicial de Oviedo sobre una persona, Anto- nio Flores de Lemus, que siempre hizo gala de su catolicismo acendrado. Este impac- to se une a una especie de tutoría que desarrolla sobre él Giner de los Ríos, como se puede comprobar en la correspondencia que le dirige Flores de Lemus y que se reco- gen en este libro. Gracias a Teodoro López Cuesta sabemos que el traslado del expe- diente de la Universidad de Granada a la de Oviedo fue en el curso final de Derecho de Flores de Lemus, en octubre de 1897. Se licenció el 3 de noviembre de 1898.

Desde Oviedo se traslada a Madrid para cursar el doctorado, lo que signi- ficaba, sobre todo, trabajar, más que en la Cátedra de Giner de los Ríos, en el Semi- nario de Giner de los Ríos, pues realmente eso era lo que éste había montado en torno a sí. Lo llama Seminario con una clara intención, en su correspondencia con Giner, separándose del resto de los que, como Leopoldo Palacios, lo llaman Cáte- dra. Todo esto culminará con la lectura de su tesis doctoral, sobre la paz de Amiens. La comenté con Antonio Truyol y me aseguró que, desde el punto de vista del Derecho Internacional, era magnífica. En los ambientes familiares y universitarios flotaba la noticia de que, por una apuesta, la había redactado de un tirón, sin con- sultar para ello, mientras la escribía, ni un solo libro o artículo, y que el ejemplar original que se conserva, con buena caligrafía, era obra directa de su pluma. En el año 1899, a los 23 años, había coronado con toda soltura, los tres grados de bachi- ller, licenciado y doctor. Se cerraba así un epígrafe de su vida y obra, que se podría titular, más que El impacto de Oviedo, El impacto de Giner de los Ríos. Fuentes Quin- tana destaca estos tres puntos como herencia de esta influencia gineriana:

1º. “La necesidad de conocer profundamente la realidad social antes de intentar cambiarla”. Este empirismo subyacente que, por cierto, en la Universidad de Oviedo había de enlazar con el historicismo germano, estaba bien presente en el grupo de Oviedo, tanto en Adolfo Álvarez-Buylla como incluso en Leopoldo Alas.

2º. “El reformismo como solución de los problemas nacionales, contando con una estrategia inspirada por el conocimiento de la realidad social, tratando de cambiar el comportamiento de los individuos que lo condicionan”.

3º. “La preocupación social”, esto es, el deseo de que el reformismo se inserte en el terreno bien concreto de la reforma social, que se convierte así en la

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bandera que, más adelante, se exhibirá por los discípulos tanto de Giner de los Ríos como de Flores de Lemus. Es difícil en ellos no percibir, de una u otra forma, ya un talante socialista sin más, ya una proximidad al socialismo de cátedra.

Todo esto queda perfectamente aclarado, pues, en este libro del profesor Fernández Pérez. Él es, precisamente el que descubrió la riqueza de informaciones derivadas de la correspondencia entre Flores de Lemus y Giner de los Ríos de lo que nos hemos beneficiado todos. Véanse en este libro las págs. 224-270, con vein- titrés cartas del primero al segundo, desde 1897 en Granada, a 1906, desde Barce- lona. Pero, a mi juicio, lo más importante de esta obra es la particular interpretación que de esto, se hace bajo la responsabilidad de José Miguel Fernández Pérez, en las páginas 17-219. Ahí, en ese texto y en una gigantesca masa de notas de obligada consulta, se observa la fibra de ese gran investigador que es Fernández Pérez, que no rehuye jamás la polémica, y que intenta afrontarla con todo el respaldo docu- mental posible. En este sentido he de apuntar que la referencia al deseo de estudiar Flores de Lemus las estadísticas laborales en Alemania (p. 22) muy probablemente se deba a que en 1903 comienza el funcionamiento del Instituto de Reformas Socia- les, al que se incorpora, entre otros, un grupo importante de esa Universidad de Oviedo hacia donde, como he dicho, le envió Giner de los Ríos. Por cierto, Flores de Lemus intentó trabajar en el Instituto de Reformas Sociales, —también parece que Olariaga, por cierto—, dentro de esa vertiente más investigadora que docente uni- versitaria, que siempre tuvo Flores de Lemus. He ahí un flanco que no debe dejar a un lado en sus pesquisas el profesor Fernández Pérez.

En lo que se tiene a mano, este trabajo es exhaustivo. Pero, además, se convierte en indispensable para estudiar algunas cuestiones de nuestra historia eco- nómica contemporánea: por ejemplo, el intento de reforma monetaria de Urzáiz (pp. 78-86) y las notas son en ocasiones auténticos artículos de investigación. Por ejem- plo, en relación con Olariaga, ¿cómo prescindir de las notas 289 y 290, pp. 167-172?

Flores de Lemus queda así mejor comprendido, y desde luego, este tra- bajo pasa a ser insustituible para entender el gran paso que da la ciencia econó- mica española a comienzos del siglo XX: Los Piernas Hurtado (pp. 89-92 y 175- 178) comienzan a esfumarse.

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Palabras del Profesor D. José Miguel Fernández Pérez*

Excmo. Sr. Presidente Excmos. Sres. Académicos Sras. y Sres.:

Ante todo, deseo expresar mi más sincero agradecimiento a los Excmos. Sres. D. Juan Velarde Fuertes y D. José Luis García Delgado por sus amables y gene- rosas palabras de presentación y a la Real Academia de Ciencias Morales y Políti- cas por haber llevado a cabo la edición del libro. Quisiera también rendir un emo- cionado homenaje de admiración a su anterior presidente, el Excmo. Sr. D. Enrique Fuentes Quintana, que acogió de buen grado la propuesta de publicación de esta obra y siguió de cerca todo el proceso de preparación de la edición hasta que se lo impidió su estado de salud. A él se dirige en este momento mi recuerdo.

CÓMO SURGE ESTE LIBRO

Este libro es fruto del atrevimiento y de la curiosidad intelectual. Primero, del atrevimiento, porque después de todo lo que se ha escrito sobre Flores de Lemus en los últimos años por los mejores especialistas en la historia del pensamiento eco- nómico español era necesaria una cierta dosis de osadía para intentar aportar algo

* Palabras del autor en la presentación del libro Antonio Flores de Lemus: Años de formación universi- taria. Correspondencia con Francisco Giner de los Ríos, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid, 2007, 295 págs., que tuvo lugar el 28 de enero de 2008 en la sede de la RACMYP. Para su publicación, se han añadido notas a pie de página. Presidió el acto el Excmo. Sr. D. Sabino Fernández Campo, presidente de la Academia.

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nuevo sobre él. En segundo lugar, de la curiosidad intelectual. Durante el proceso de elaboración de mi tesis doctoral sobre Francisco Bernis estaba tratando de loca- lizar, en el archivo de la Real Academia de la Historia, las cartas de este economis- ta sevillano a Giner de los Ríos, cuya existencia conocía por indicación de su hija, Elisa Bernis. Y con una enorme y agradable sorpresa me encontré de pronto con la correspondencia de Flores, de la que nadie había hablado hasta entonces: un total de veintitrés cartas y cinco tarjetas postales que Flores de Lemus dirige a Giner de los Ríos entre 1897 y 1906.

Pues bien, el descubrimiento de esta interesante documentación me hizo pensar que era posible aportar algunas cosas nuevas al conocimiento de esa etapa previa a la vida académica y profesional de Flores de Lemus, como son los años de su formación universitaria dentro y fuera de nuestras fronteras.

CONTENIDO DEL LIBRO

Este libro pretende explotar la información contenida en esa numerosa correspondencia que Flores remite a Giner entre los años 1897, fecha de la prime- ra de las cartas conservadas, y 1906, en que le escribe la última desde Barcelona. Está dividido en dos grandes partes. En la primera, se empieza haciendo una bre- ve referencia al comienzo de las relaciones entre Flores y Giner, que probablemen- te se produjo en el otoño de 1892, cuando el joven estudiante se traslada a Madrid a realizar en la Universidad Central los estudios preparatorios y, después, los dos primeros cursos de la licenciatura de Derecho. A continuación, se analiza el con- texto en el que se escriben las cartas: la primera la escribe desde Granada, en cuya Facultad de Derecho está realizando el tercer año de la licenciatura en el curso 1896-97 y donde entra en contacto con algunos profesores relacionados con la Ins- titución Libre de Enseñanza. Las cartas siguientes están fechadas en Oviedo. Aun- que Flores quiere terminar su licenciatura de Derecho en la Universidad Central, por consejo de Giner acude a la Universidad de Oviedo en el otoño de 1897, cuan- do esta institución —y de forma especial su Facultad de Derecho— está viviendo una etapa de gran esplendor y de intensa renovación pedagógica. A sus clases en la Facultad Flores une también su asistencia a la Escuela Práctica de Estudios Jurí- dicos y Sociales, que se había creado dos años antes. Todo induce a pensar que se trata de un curso importante en su formación universitaria, que va a dejar en él una huella profunda.

Tras licenciarse en Derecho en la Universidad ovetense, Flores se traslada a la Universidad Central a realizar el curso de doctorado y tener así la oportunidad de asistir a las clases de Filosofía del Derecho de Giner de los Ríos. Como es lógi- co, de este año no se conservan cartas, pues el contacto directo y personal con el

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maestro las hace innecesarias. Terminado el curso, en el mes de diciembre de 1899 defiende su tesis doctoral y, aconsejado de nuevo por Giner, empieza a dar los pasos necesarios para su marcha a Alemania a ampliar sus estudios de economía, un hecho que se produce a mediados de marzo de 1900. Con este viaje Flores logra ver hecho realidad uno de los sueños que más larga y ardientemente ha deseado y para el que ha estado preparándose concienzudamente, entre otras cosas estudian- do alemán con intensidad ya desde su estancia en Oviedo. A esta etapa de la vida de Flores corresponden la mayor parte de las cartas que dirige a Giner sucesiva- mente desde Tubinga, Berlín y Heidelberg, en cuyas universidades cursa estudios y donde queda literalmente deslumbrado ante los grandes maestros de la ciencia económica alemana. A través de ellas se obtiene una información directa, de pri- mera mano, de los estudios que está realizando en cada momento, de los profeso- res que explican las principales materias, de sus preocupaciones y temores más per- sonales —como sus problemas de salud y, sobre todo, el miedo a quedarse ciego por culpa del dictamen exagerado y precipitado de un famoso oculista—, de las aspiraciones profesionales que tiene de cara al futuro a su vuelta a España...

Al finalizar el semestre, Flores hace un balance muy positivo de las ense- ñanzas recibidas en Tubinga, en especial de los profesores Neumann y Schönberg. Pero, a fin de cuentas, esta universidad no es para él más que un primer peldaño hacia la meta que se ha propuesto conquistar: acudir a la Universidad de Berlín a recibir las enseñanzas de los grandes maestros de la ciencia económica alemana, entre los que destacan con especial intensidad Schmoller y Wagner, y asistir a sus famosos Seminarios como miembro activo a empaparse de sus conocimientos eco- nómicos y, no menos importante, de los métodos y técnicas de investigación. La influencia de estos dos economistas en el joven estudiante es decisiva, tanto en lo que se refiere a su formación como a su futura orientación académica y profesio- nal. Además, Flores sigue los cursos impartidos por otros notables profesores de la misma universidad, entre los que se encuentran Bortkiewicz, Ballod, Sering, Wenckstern y Alfred Weber, pero no parece que figure Wilhelm Lexis —al menos no se ha aportado ninguna prueba—, a pesar de las afirmaciones, algunas insisten- tes, en sentido contrario de diversos autores. En las cartas se encuentran determi- nadas informaciones sobre algunos de estos economistas que quizá sean menos conocidos, pero que ejercieron también un influjo indudable sobre Flores.

El tiempo que Flores permanece en Alemania no hace más que aumentar e intensificar la admiración que siente por este país y, al año siguiente, vuelve a España convertido en un «economista neo-mercantilista imperialista, militarista a la prusiana», como se define a sí mismo en una de las cartas a Giner. Reside durante unos meses en Madrid mientras prepara las oposiciones a la cátedra de Barcelona, que tienen lugar entre los meses de enero y marzo de 1904. Es nombrado catedrá- tico el 28 de este último mes y, a los pocos días, toma posesión de su cátedra de Economía política y Hacienda pública. Es importante señalar que las intenciones

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inmediatas de Flores no son las de dedicarse a la actividad docente, sino que hace todo lo posible para marchar de nuevo a Alemania. Pero al no concedérsele la pen- sión solicitada se ve obligado a asumir sus responsabilidades como catedrático.

Causa una cierta extrañeza que en sus cartas a Giner sólo exista una úni- ca y breve alusión a su labor docente, mientras que abundan las referencias a su actividad investigadora que se traduce en la publicación de importantes trabajos, tanto en España como en Alemania desde donde solicitan su colaboración. Este hecho le produce una enorme y lógica satisfacción, de la que hace partícipe inme- diatamente a Giner. Está todavía por estudiar a fondo la etapa de Flores en Barce- lona, aunque debe señalarse que las cartas no ofrecen mucha información adicio- nal. Pero, de todos modos, lo que sí está claro es que su estancia en la universidad barcelonesa es relativamente breve en el tiempo y, lo que es más importante, se ve interrumpida en múltiples ocasiones debido a los requerimientos que se le hacen desde Madrid, en especial desde el Ministerio de Hacienda. Esta doble circunstan- cia, evidentemente, tuvo que influir en su actividad docente, pero no le impidió dejar un pequeño grupo de discípulos destacados.

La segunda parte del libro incluye la trascripción literal de todas las cartas y tarjetas, escritas por su propia mano, que Flores dirige a Giner entre 1897 y 1906, siguiendo una ordenación temporal. El lector tiene así la oportunidad de penetrar sin intermediarios en esa relación personal que se establece entre el discípulo y el maestro, en la que llama la atención el tono reverencial, de profundo respeto y de admiración sin límites de Flores hacia Giner. La tarea de descifrar los textos de Flo- res ha sido difícil y laboriosa, pues su caligrafía, que inicialmente es bastante clara y legible, se vuelve con el tiempo cada vez más tortuosa, un hecho en el que han debido influir los graves problemas de visión que tiene ya desde su juventud. A ello hay que añadir el empleo frecuente de abreviaturas y de expresiones en alemán y en otros idiomas, dándose también el caso de escribir por completo la carta en otras lenguas distintas del castellano, como el alemán o el italiano, lo que se indica expresamente en cada caso. Se ha respetado escrupulosamente el texto de Flores, incluidas algunas faltas de ortografía que se han señalado en cada caso. Las cartas van acompañadas de algunos comentarios del autor, siempre en notas a pie de página, con la intención de aclarar o ampliar determinadas cuestiones tratadas o sugeridas por Flores.

Estas cartas ayudan a formarse una imagen más completa —y también más humana— de Flores, ya que en ellas se desvelan algunas de las principales inquie- tudes y preocupaciones que tiene durante esos años. Entre otras muchas posibles, sólo se van a destacar ahora tres cuestiones. La primera hace referencia a la gran importancia que Flores concede a la amistad. Se pueden encontrar frecuentes alu- siones a algunos de sus antiguos compañeros de estudios, sobre todo de aquéllos que han compartido con él los pupitres del Seminario de Filosofía del Derecho de

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Giner, como Mariano Gómez Bravo, Manuel Sola, Martín Navarro Flores o Leopoldo Palacios. Por todos ellos se interesa Flores con frecuencia, les envía recuerdos y pre- gunta a Giner por las actividades que está realizando cada uno, trasmitiéndole a su vez a éste las informaciones que le llegan sobre ellos. Pero por encima de la amis- tad está el honor y Flores no consiente bajo ningún concepto que se ponga en duda el suyo. Por eso, le dice a Giner que está dispuesto a batirse en duelo con uno de sus mejores amigos, Palacios, a quien conoce desde su estancia en Oviedo, si no le da una explicación satisfactoria en torno a unas afirmaciones contenidas en una car- ta que éste le ha dirigido y las retira inmediatamente, porque considera que atentan contra su honor.

La segunda cuestión que aparece subrayada en las cartas es el interés que siente Flores por la universidad y la necesidad de corregir la deplorable situación en que se encuentra en España1. En una de ellas le dice a Giner que es preciso rea- lizar «una reforma de la universidad española, que la saque de su estado de imbe- cilidad sistemática cuya vida se parece más a la de las salesas que a cualquier cosa docente (¡por supuesto, con ciertas excepciones!)». Pero añade que esa reforma «no hay que esperarla de golpe», sino que «hay que hacer primero que la gente sienta esa necesidad». Flores demuestra con esto que conoce bien la importancia que el maestro otorga a la tarea de «hacer hombres» como paso previo e indispensable a la realización de cualquier reforma.

En otra carta hace referencia a la autonomía universitaria, un asunto que en aquel momento está de actualidad por el proyecto presentado al Congreso por el ministro de Instrucción Pública, conde de Romanones. Pues bien, dando prueba de una gran dosis de realismo, afirma que «la independencia de las Universidades hoy, y su porvenir próximo no sólo es un sueño, más aún un sueño nada bello: tal es el estado de la masa de los profesores (¡!). Universidades hay ahí donde la liber- tad significaría la caída en la barbarie, y el formarse el claustro con sotanas más o menos incultas». De forma muy especial, Flores manifiesta su inquietud por el lamentable estado de los estudios de economía en las universidades españolas, sobre todo si se establece una comparación con las universidades alemanas. Ade- más, se muestra dispuesto a colaborar activamente en la mejora de este estado de cosas, anticipando ya la idea de organizar en el futuro, cuando vuelva a España, un seminario de economía, aunque no tenga reconocimiento oficial.

1 Esta preocupación de Flores por la situación de la universidad española se pone también de relieve en una carta que escribe a José Ortega y Gasset, fechada el 6 de octubre de 1908, en la que le dice: «¿Por qué no le habla V. seriamente a su tío del problema que aquí en España es la universidad, de lo muchísimo que puede hacerse, de lo nada que eso costaría? A él como político le haría V. un servicio de primer orden, y al país, V. verá. Yo pienso estos días en el influjo enorme que podrían tener a la vuelta de unos años un par de millones (¡tiro por todo lo alto!) bien gastados». Esta carta, enviada desde Barcelona, se conserva en el Archivo de la Fundación José Ortega y Gasset.

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Por último, no puede dejar de mencionarse la enorme preocupación que muestra Flores por la situación de España. En este sentido, llama la atención que, ya desde sus años de formación universitaria, el deseo de servir a su patria sea uno de los ideales que dan sentido a su vida y guían su actuación. Podría incluso afirmarse que una de las razones más importantes de su marcha a Alemania a completar su for- mación económica es la de estar mejor preparado para poder trabajar con mayor efi- ciencia en provecho del país que le ha visto nacer. Así, en una de las cartas a Giner le dice que pide a Dios «que me sostenga firme en mi propósito de trabajar seriamen- te (y no para oposiciones, como le han dicho a V. malamente) para poder dar algo a mi patria al consagrarle mi alma, dedicándole mi vida»2. Pero, como señala el profe- sor Velarde, el patriotismo de Flores es un «patriotismo crítico», como corresponde a un miembro destacado de la generación del 98, que manifiesta su profundo desacuer- do con la actuación de los políticos y está dispuesto a colaborar en la mejora de la gestión de la vida pública. Ambas cosas pueden verse en estos párrafos extraídos de una carta dirigida a Giner desde Berlín: «Sea como quiera mientras Dios no me deje ciego (…) no pienso arrumbar mis estudios ni quedarme con ellos en el cuerpo. Esa indiferencia con que estamos acostumbrados a mirar cómo nos llevan a la ruina los imbéciles que nos desgobiernan (si es posible desgobernar a España más de lo que está) es criminal. Que las cosas vayan mal, es un gran daño; pero que no hagamos cuanto en nuestro poder esté por hacer que vayan mejor es un crimen de lesa patria. Apena comparar esa ignavia nuestra con la actividad febril de alemanes, rusos, ingle- ses, americanos y franceses que ahora se tiran los trastos a la cabeza (¡malas formas de lo que en sí es excelente!) por mor de las tarifas (…). Si no tengo cátedra, y aun teniéndola, escribiré libros o folletos o artículos de periódico, o echaré discursos o cosa que lo parezca, mas no me meteré en un rincón mientras pueda hacer algo»3.

ALGUNAS APORTACIONES DEL LIBRO

Trataré de resumir con brevedad los aspectos que considero más impor- tantes en los puntos siguientes:

1º) Flores tiene un expediente universitario brillantísimo, con sobresalien- te y premio extraordinario en todas las asignaturas, menos en Derecho natural, materia en la que la calificación que obtiene es la de sobresaliente y mención. Pero no se ha dicho que repite el tercer curso de la licenciatura de Derecho, lo que le obliga a matricularse dos veces del mismo curso: en el año académico 1895-96 y de nuevo en el de 1896-97.

2 Véase la carta fechada en Tubinga el 20 de abril de 1900. 3 Véase la carta de 10 de mazo de 1901.

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La razón es su delicado estado de salud, que explica también el traslado de su matrícula desde la Universidad Central de Madrid a la de Granada y que, al terminar el curso, se retire al campo a descansar, vigilado estrechamente por su padre para que no estudie: «Si continúa así —le dice Flores a Giner en la carta de 11 de junio de 1897— me echará a perder el verano con sentimiento mío que me veo envejecer —pronto cumpliré 21 años— en la ignorancia más absoluta».

2º) La influencia que la Universidad de Oviedo ejerce en Flores de Lemus es muy importante, pero quizá no tan decisiva como se ha dicho. En este sentido, Teodoro López-Cuesta escribe: «Flores no hubiera sido, posiblemente, lo que fue, sin Oviedo. Un año, un solo año, pero que es fundamental en la vida de don Antonio»4. En particular, se ha subrayado la influencia que tiene Adolfo Álvarez Buylla en la for- mación económica de Flores y en su decisión de ir a Alemania a estudiar economía.

Pues bien, hay que señalar que, como dice el profesor Velarde, «es eviden- te que Buylla no fue su maestro»5. Además, Flores se queja a Giner del olvido en que le tiene Buylla, que estaba entonces muy ocupado en su actividad política, pues colabora activamente con la Unión Republicana y se dedica a dar mítines y a pronunciar discursos en diferentes localidades asturianas.

Por otra parte, la decisión de Flores de ir a estudiar a Alemania es ante- rior a su contacto con Buylla. Nada más llegar a Oviedo le escribe a Giner y le dice que está estudiando alemán para que se pueda cumplir uno de sus «sueños dora- dos»: viajar a Alemania.

3º) ¿Por qué elige Flores la Universidad de Tubinga como su primer destino en Alemania? La razón es principalmente práctica. Flores dice que había pensado ir a Stuttgart, pero que una vez allí se dio cuenta de que en una ciudad tan grande le iba a resultar difícil entablar relaciones que le facilitaran conseguir su objetivo inmediato: aprender alemán lo más rápidamente posible. Hay que tener en cuenta que faltaba todavía más de un mes para el comienzo del curso y no podía contar con la ayuda de otros estudiantes. Por ese motivo, más que por razones académicas (asistir a las clases de determinados profesores), Flores va primero a la Universidad de Tubinga.

Además, Flores sabe que para ser admitido como miembro activo en los Seminarios de Wagner y de Schmoller necesita cumplir dos requisitos. El primero, dominar el alemán. Así, Ortega y Gasset, en una carta de 1905 a su padre, en la

4 Teodoro López-Cuesta, “Don Antonio Flores de Lemus y la Universidad de Oviedo”, Hacienda Pública Española, nº 42-43, 1976, p. 91. 5 Juan Velarde, “Inicio y final de la batalla del método en España, a través de las figuras de Adolfo Álva- rez Buylla y Antonio Flores de Lemus”, en José Luis García Delgado (ed.), Los orígenes culturales de la II República, Siglo XXI, Madrid 1993, p. 200, un trabajo en el que realiza una revisión crítica de la obra de Buylla.

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que pone de relieve el importante papel que juegan los Seminarios, se ve obligado a añadir: «Yo no puedo por falta de alemán hasta dentro de algún tiempo usar de estas instituciones»6. El segundo requisito es demostrar que tiene unos conocimien- tos económicos adecuados. Su estancia inicial en la Universidad de Tubinga le ayu- dará a adquirir esos conocimientos.

4º) Está claro que Flores va a la Universidad de Berlín porque allí están los economistas alemanes más importantes del momento, como Wagner y Schmo- ller, y quiere asistir a sus clases y, sobre todo, participar activamente en sus Semi- narios. Se ha destacado, con razón, la enorme influencia que estas dos grandes figu- ras de la nueva escuela histórica van a ejercer en su formación económica y en su futura orientación académica y profesional.

Pero hay también otros profesores, como Carl Ballod, Max Sering, Ladis- laus von Bortkievicz y Adolf von Wenckstern que también van a influir intelectual- mente en él. En particular, el interés de Flores de Lemus por la obra de Marx y la honda admiración intelectual que siente por este economista es posible que guar- de una relación con dos de estos profesores: Bortkievicz y von Wenckstern, en especial con este último. En efecto, von Wenckstern había publicado unos años antes un libro sobre Marx. Flores le cuenta a Giner que había tenido una discusión muy interesante con Wenckstern y que, como después este profesor le facilitó su libro, había escrito una “Nota sobre el valor de uso en Marx” que le gustaría publi- car en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza7.

5º) La referencia que hace Flores en una carta a Giner a la “barbaridad de reforma monetaria” preparada por Angel Urzáiz me ha obligado a realizar un bre- ve estudio de los tres proyectos elaborados por este ministro de Hacienda en 1901. No he pretendido añadir nada nuevo al excelente trabajo del profesor José Mª Serrano Sanz8, pero sí he querido señalar la postura que adoptan ante dicha refor- ma primero Flores de Lemus y, más tarde, Olariaga.

6 José Ortega y Gasset, Cartas de un joven español, edición y notas de Soledad Ortega, El Arquero, Madrid 1990, p. 150. En relación con esta cuestión del conocimiento del idioma alemán, un año más tarde Ortega escribe lo siguiente: «Hace pocos días se realizó el recuento de la población que el Estado prusiano ordena cada cinco años. Una mañana todos los hogares fueron invadidos por montones de impresos policíacos. En ellos pregunta el Estado prusiano una porción de cosas a más del nombre, estado, edad, ocupación, etcétera. El imperio es sumamente curio- so, como todos los seres felices. Inquiere, por ejemplo, cuál es el lenguaje nativo de cada habitante, si habla alemán u holandés, frison [sic] o danés, etcétera. Caso de que su idioma no sea el alemán, el Estado prusiano desea saber si domina usted completamente el alemán o no. Esto es una ironía del Estado prusiano: es como Falaris, que pregunta- ba a los que estaba tostando en su toro metálico si tenían frío. Harto sabe el Estado prusiano que el alemán es un idioma indomable, y que al más pintado se le encabrita en un acusativo. “¿Es usted –prosigue el Estado prusiano– cie- go de ambos ojos? ¿O sordomudo? ¿O demente? ¿O imbécil? Subraye lo correspondiente”. ¡Indiscreción, tienes nom- bre de policía alemana!». Véase J. Ortega y Gasset, “Notas de Berlín”, El Imparcial, 14 enero 1906, recogido en Obras Completas, tomo I, 4ª ed., Fundación José Ortega y Gasset, Centro de Estudios Orteguianos, Madrid 2006, p. 63. 7 No parece que este trabajo de Flores llegara a publicarse en el BILE. 8 José Mª Serrano Sanz, El oro en la Restauración, discurso de recepción en la Real Academia de Cien- cias Morales y Políticas, Madrid 2004, pp. 115 y ss.

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Por cierto, tanto la figura de Luis Olariaga como la de Francisco Bernis están muy presentes en el libro. Sobre el economista vitoriano, no podía desapro- vechar la documentación localizada sobre los primeros años de su labor profesio- nal, que tiene que ver tanto con el ejercicio de la actividad periodística como geren- cial en las dos revistas fundadas por José del Perojo, Nuevo Mundo y Por esos Mundos. De esta doble actividad, previa a su conocida labor como economista, no se había hablado hasta ahora. Respecto a Bernis, he utilizado parte de la abundan- te información que ofrece sobre los economistas alemanes de la época.

6º) Hay que reconocer que la crítica que hace Flores de Lemus a Piernas Hurtado es una crítica dura, despiadada. Pero, ¿está justificada? He querido poner de relieve que, aunque puede haber en ella algo de exageración en algún aspecto, lo que en definitiva hace Flores es situar más adecuadamente a este economista en la historia del pensamiento económico español. Esta postura de Flores con relación a Piernas Hurtado contrasta con la valoración, quizá excesivamente positiva, que hace de él un economista tan destacado como Seligman —a quien Bernis conside- ra «el primer hacendista de América»—, que ha influido después en diversos auto- res españoles.

7º) Pienso que la etapa de Flores en la Universidad de Barcelona, que has- ta ahora apenas ha sido estudiada, queda un poco más aclarada. Me limito simple- mente a señalar dos cosas. La primera, el hecho un tanto sorprendente de que Flo- res solicite permiso, antes incluso de que aparezca en la Gaceta su nombramiento como catedrático, para trasladarse pensionado a Alemania a estudiar la organiza- ción de las estadísticas laborales de ese país. La razón que da es que a la persona que envió el gobierno con esta misión —me he arriesgado a sugerir que puede ser Juan Uña— se le escaparon en su informe los aspectos más importantes relativos a esta cuestión. A Flores no se le concede la pensión solicitada, pero se pone así de relieve cómo el nuevo catedrático siente una atracción mucho mayor por la labor de investigación que por la docencia universitaria. De hecho, en las cartas a Giner llama la atención el entusiasmo con el que le da detallada cuenta de las solicitudes que ha recibido para colaborar en diversas publicaciones alemanas. En cambio, sólo hay una alusión a su tarea docente: «Los exámenes han sido un fracaso», dice lacónicamente Flores en la carta de 29 de mayo de 1906.

La segunda cuestión que he intentado documentar mejor hace referencia a la duración relativamente breve de la estancia de Flores en la Universidad de Bar- celona (de 1904 a 1910) y, sobre todo, a las numerosas interrupciones que sufre su actividad docente, tanto por su colaboración con la Escuela de Estudios Superiores del Ateneo de Madrid como, sobre todo, por los requerimientos procedentes del Ministerio de Hacienda solicitando su colaboración. Por todo ello, haciendo un cál- culo generoso, se podría decir que Flores imparte docencia sólo en dos cursos com- pletos y en una parte, mayor o menor según los años, de los restantes cinco cur-

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sos. Evidentemente, estos dos factores —brevedad de su estancia y continuada inte- rrupción de la misma— tuvieron que condicionar la eficacia de su labor docente.

8º) Por último, desearía hacer una breve referencia a la valoración que se hace en Alemania de una de las primeras obras publicadas por Flores, La reforma arancelaria9. El propio Flores, en una carta a Giner, fechada en Barcelona el 29 de mayo de 1906, le dice: «La crítica alemana me ha sido sin excepción favorable en cuanto a mi conocimiento del material científico y la literatura». Pero el autor que más ha destacado la excelente acogida que tiene en Alemania la obra de Flores es su discípulo más apreciado, Agustín Viñuales, que escribe: «En la revista de Schmo- ller se puede leer la reseña de este libro, que trata un tema sobre el cual se han escrito montones de obras y en el que han medido sus fuerzas los grandes econo- mistas de la época. La crítica dice así: “Es el mejor libro sobre nuestra política comercial que se ha escrito en lengua extranjera”»10. En el mismo sentido, Ramón Carande afirma que el trabajo de Flores «es, a juicio de la revista de economía y administración más famosa de Prusia, la mejor de las obras dedicadas a este asun- to, entre muchas escritas en lengua extranjera»11.

Todo esto es cierto, pero lo que no dicen ni Flores, ni sus discípulos Viñuales y Carande es quién es el autor de esta elogiosa reseña que se publica en el Schmoller’s Jahrbuch. Se trata de Max Westphal, un economista alemán nacido en 1880 a quien Flores debió conocer durante su estancia en la Universidad de Ber- lín y al que le une una estrecha amistad12. Una prueba de la misma es que a él está dedicado el trabajo de Flores “La exportación española de minerales de hierro”13. Además de eso, Flores escribe una extensa recensión de un trabajo que Westphal había publicado en 1903 y lo cita en diversas ocasiones en La reforma arancelaria subrayando las aportaciones que hace este autor14.

9 Antonio Flores, La reforma arancelaria. Consideraciones y materiales. Volumen I. Alemania. Cuader- no I. Bosquejo de la política comercial alemana durante el gobierno de los tres últimos Cancilleres, Imprenta de Anto- nio Marzo, Madrid 1905. Prólogo de Antonio García Alix, ministro de Hacienda. 10 A. Viñuales, “Antonio Flores de Lemus, 1876-1941”, Moneda y Crédito, nº 39, 1951, reproducido en Hacienda Pública Española, nº 42-43, 1976, pp. 573-574. 11 R. Carande, “Mis acreedores preferentes”, en Siete estudios de historia de España, 2ª edición, Ariel, Bar- celona 1971, p. 225. 12 Véase Max Westphal, “Flores, A., Profesor de la Universidad de Barcelona: La reforma arancelaria. Con- sideraciones y materiales. Volumen I. Alemania. Cuaderno I: Bosquejo de la política comercial alemana durante el gobierno de los tres últimos cancilleres. Madrid, 1905, XVI y 237”, que se publica en el Schmoller’s Jahrbuch, es decir, en el Jahrbuch für Gesetzgebung, Verwaltung und Volkswirtschaft, vol. XXX, cuaderno 1, 1906, pp. 353-354. 13 En efecto, en la página 3 figura esta dedicatoria: «A mi colega Máximo Westphal». Este trabajo inédito de Flores, que consta de 85 páginas manuscritas, puede consultarse en el Archivo Antonio Flores de Lemus de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 7-3005. 14 El trabajo de M. Westphal, que lleva el título Die deutsch-spanischen Handelsbeziehungen (Las relaciones comerciales hispano-alemanas), se publica en la revista Staats- und socialwissenschaftliche Forschungen, vol. 21, cua- derno 5, pp. 1-88 y también de forma separada, como folleto, por la editorial Duncker & Humblot, Leipzig, 1903, 88 pp. La reseña de Flores a este trabajo de Westphal se publica en el diario jiennense La Unión, 14 noviembre 1903, pp. 1-2. Por último, las referencias de Flores al mismo en La reforma arancelaria pueden verse en las pp. 23 y 24.

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LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN QUE QUEDAN POR COMPLETAR

La más clara y evidente es la necesidad de realizar un estudio más deta- llado del denominado por el profesor Juan Velarde «Grupo de Barcelona»15. A pesar del tiempo reducido que Flores permanece en la Universidad de Barcelona consi- guió formar un grupo pequeño, pero selecto, de destacados economistas que bien merecen una investigación más profunda. Entre los principales componentes de ese grupo deben citarse al menos los cinco siguientes: Manuel Reventós i Bordoy, Miquel Vidal i Guardiola, Luis Nicolau d’Olwer, Josep Mª Tallada i Pauli y, por últi- mo, Jaume Algarra i Postius.

Quizá el menos interesante de todos es Algarra (1879-1948), de quien el profesor Estapé, que fue alumno suyo, ha escrito: «En economía política me encon- tré con un catedrático cómico, Jaume Algarra i Postius. Se trata de un caso sorpren- dente, porque aunque lo he intentado jamás he llegado a comprender cómo pudo ser el sucesor de don Antonio Flores de Lemus»16. Se podría decir que la mayor par- te de la obra publicada por Algarra carece de especial interés y que su principal aportación es, quizá, la traducción que hace de dos obras extranjeras: los Princi- pios de Hacienda pública, de Luigi Einaudi, que traduce en colaboración con Mi- guel Paredes, y la Historia de la Economía, de J. Conrad. La edición castellana de este último libro va acompañada de unas notas de Algarra sobre la economía y el pensamiento económico en España. Pues bien, ciertas valoraciones que incluye en la edición de 1941 ponen en evidencia su ideología política. Así escribe: «Benito Mussolini figura entre los pocos genios que la humanidad ha producido».

Fabián Estapé dice de Algarra que «era un hombre bien situado. Durante la guerra civil había estado en la Italia fascista y, cuando volvió, en su capítulo patri- monial figuraba el monasterio de la Murtra, que había adquirido como rentas amor- tizadas del clero del siglo pasado. También de esto se sentía orgulloso, porque el interior del monasterio contenía un van dicke y un rubens. Nunca nos invitó a com- probarlo, por lo que de momento sólo forma parte del transfondo verbal con el que nos obsequiaba en sus clases»17.

Habría que completar y matizar esta información del profesor Estapé. Así, se sabe que la fundación del Monasterio de Sant Jeroni de la Murtra, una muestra

15 Juan Velarde, “Las cuatro escuelas de Flores de Lemus”, en Enrique Fuentes Quintana (dir.), Economía y economistas españoles, 6, La modernización de los estudios de economía, Galaxia Gutenberg y Funcas, Barcelona 2001, p. 269. 16 Fabián Estapé, Sin acuse de recibo, edición a cargo de Mònica Terribas i Sala, Plaza & Janés, Barcelo- na 2000, p. 41. 17 Fabián Estapé, ibidem, p. 43.

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notable del gótico catalán, se remonta a principios del siglo XV y se debe al mer- cader barcelonés Bertran Nicolau18. Con la Desamortización de Mendizábal el monasterio sale a subasta y lo compra Sebastián Artigas, permaneciendo en poder de esta familia hasta finales del siglo XIX, en que lo adquiere Gaspar Postius i Car- bó. Al morir éste en 1920, la propiedad del cuerpo central del monasterio pasa por herencia a su sobrino, Jaume Algarra i Postius, que lo apreciaba mucho y que emprendió algunas obras de reconstrucción. En 1947 Algarra lo vende a Francesca Güell y López, hija de Eusebio Güell, (conde de Güell, amigo y mecenas de Gau- dí) y nieta de Antonio López y López, primer marqués de Comillas.

De este modo, se ha dicho que este monasterio, que nació gracias a la for- tuna de un mercader de Barcelona que quiso lavar sus pecados con cuantiosas donaciones a la Iglesia, en la segunda mitad del siglo XX, cuando recupera parcial- mente su utilidad religiosa, también lo hace a base de grandes fortunas hechas a partir de lo que el profesor Velarde ha denominado «rentas de depredación colo- nialista, con ínfimos salarios e incluso con tráfico de esclavos», es decir, de forma poco edificante19. En la actualidad, el monasterio está a cargo de la Fundación Cata- luña-América.

Por su parte, Manuel Reventós es quizá el economista más estudiado20. En cambio, ha despertado un menor interés otro de los economistas del «Grupo de Bar- celona», que es Miquel Vidal i Guardiola (1887-1961), «el primer discípulo de Flo- res» en Barcelona, según el profesor Fuentes Quintana21. Se ha dicho de él que es un economista olvidado. De este economista catalán quiero señalar principalmente dos cosas. La primera, su estrecha y fecunda relación con Flores de Lemus. La segunda, su larga estancia en Alemania para completar su formación económica.

En relación con la primera, Josep Maria Pi i Sunyer —también discípulo de Flores— escribe que la dedicación de Vidal i Guardiola al campo económico se la debe a Flores de Lemus. Y cuenta la siguiente anécdota:

«Un día en clase, don Antonio pregunta: —¿Quién sabe francés?

18 Sobre la creación de este monasterio, véase José María Cuyás Tolosa, Resumen histórico de San Jeróni- mo de la Murtra, 2ª ed., Art. Gráf. Durán, Barcelona 1972. 19 Juan Velarde, “Prólogo” al libro de Juan Muñoz, El poder de la banca en España, 2ª ed. Zero, Algorta (Vizcaya) 1970, p. 7. 20 Véase, por ejemplo, María E. Gómez Rojo: Historiografía jurídica y económica y pensamiento jurídico- público, social y económico de Manuel Reventós i Bordoy (1888-1942), Universidad de Málaga, Málaga 2001, 519 pp. 21 Enrique Fuentes Quintana, “Joan Sardá y el Plan de Estabilización y Liberalización de la economía espa- ñola”, Papeles y Memorias de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, XI, 2003, p. 161.

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Se levantan muchos alumnos. Después resulta que no lo sabían, pero como consideraban lo contrario, se ponen de pie. —¿Quién sabe italiano?

El número de los que se incorporan es ya menor. —¿Quién sabe inglés?

Se levantan muy pocos. —¿Quién sabe alemán?

Se pone de pie sólo Vidal i Guardiola, que ya lo había hecho las otras tres veces. Entonces el profesor Flores de Lemus le dice: —Cuando termine la clase, quédese usted y hable conmigo.

Así lo hace el alumno y entonces don Antonio le dice que en la Universi- dad de Barcelona va a aprender muy poca Economía y Hacienda, que eran dos disciplinas fundamentales, porque no había más que un curso para ello, de manera que lo que tenía que hacer era marcharse inmedia- tamente a Alemania y dejar aquí los estudios»22.

A su padre no le gustó mucho esta propuesta y, aunque acepta que vaya a Alemania, le pone como condición que antes tiene que acabar la carrera de Dere- cho. Haciendo un gran esfuerzo, consigue terminar sus estudios en tres cursos y con sólo dieciocho años realiza el examen de grado en junio de 1906. Al año siguiente viaja a Alemania.

De su relación con Flores, el propio Vidal i Guardiola escribe: «Mi calidad de discípulo y amigo de Flores de Lemus, sembrador de inquietud, me excusa de repetir el altísimo concepto en que tengo la renovación que introduce en la enseñanza»23. Antes de marchar a Alemania, cuenta Vidal i Guardiola que recibió de su «muy queri- do profesor A. Flores de Lemus» el siguiente consejo: «Realice usted un acto de pro- funda humildad. Convénzase usted de que no sabe nada. Crea usted al principio, cie- gamente, todo lo que le digan los profesores. Si así lo practica usted, no tardará en hacerse digno de entrar en el período de la crítica, de la independencia intelectual»24.

En lo que se refiere a la estancia de Vidal i Guardiola en Alemania hay que decir que fue bastante larga, pues reside en este país entre 1907 y 1911 —aunque

22 Josep Maria Pi i Sunyer, Diario de Barcelona, 7 octubre 1961, citado por Frederic Ribas, “Miquel Vidal i Guardiola, l’oblit dels seus perfils”, Revista de Catalunya, núm. 204, 2005, p. 99, traducción del autor. 23 M. Vidal i Guardiola, “Juventud y estatismo. Glosas”, La Cataluña, nº 137, 21 mayo 1910, p. 319. 24 M. Vidal i Guardiola, “Alemania. Un Congreso, un viaje y un proyecto”, La Cataluña, nº 44, 1 agosto 1908, p. 486.

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con interrupciones—, estudiando en diversas Universidades, en especial en las de Berlín y Bonn, con los economistas más destacados de la época25. El último año estu- vo trabajando en la administración municipal de Colonia. De esta etapa alemana deben destacarse las crónicas que remite a una importante publicación que se aca- ba de fundar entonces en Barcelona, La Cataluña: revista semanal26, que tiene un interesante y rico contenido cultural y político, con una orientación nacionalista pró- xima a la Lliga Regionalista, y que se edita entre 1907 y 1914. Estas primeras cola- boraciones de Vidal i Guardiola, que sorprenden por la gran madurez intelectual que revelan, son un total de treinta y dos y se publican entre el número 1 (5 de octubre de 1907) y el número 75 (6 de marzo de 1909)27. Forman parte de una sección fija que lleva el título genérico de “Notas internacionales”, en la que se incluye la infor- mación remitida por los corresponsales de la revista en distintos países28. Entre ellos está también M. Reventós, que remite algunas crónicas desde Bélgica.

Vidal i Guardiola escribe siempre sobre diferentes aspectos de la econo- mía, la política, la sociedad y las instituciones de Alemania para darlos a conocer al público español. Entre los temas tratados están la situación de Alemania en la política internacional, el congreso del partido socialista, la fundación de la Verein für Sozialpolitik (Unión para la Política Social) y su reunión anual de 1907, la Escue- la Superior de Comercio de Colonia, el Instituto Colonial de Hamburgo, el desarro- llo del turismo en Alemania, la expansión alemana (“Alemania empuja”, titula Vidal i Guardiola una serie de cuatro artículos)29, etc. Su admiración intelectual por Ale- mania, igual que en el caso de Flores, es tan evidente que afirma: «Hoy científica- mente Alemania es el Sol del mundo»30.

25 Para un estudio más detallado de la estancia de este economista en Alemania, véase José Miguel Fer- nández Pérez, “Los economistas del «Grupo de Barcelona» y la Junta para Ampliación de Estudios: el caso de Miquel Vidal i Guardiola” (en proceso de publicación). 26 Adopta, sucesivamente, las denominaciones de La Cataluña, Cataluña y Catalunya, redactándose en esta última etapa íntegramente en catalán. 27 Quizá pueda considerarse como una última crónica la que firma en Colonia sobre el Rhin en enero de 1911, que lleva por título “De Alemania. Un nuevo parque en Colonia”, Cataluña, nº 173, 28 enero 1911, pp. 55-56. 28 Debe señalarse que estas crónicas de Vidal i Guardiola tienen una repercusión notable. De ellas se hace eco, por ejemplo, Eugeni d’Ors, que escribe: «…el señor Vidal y Guardiola en las documentadas revistas de Berlín que publica en La Cataluña habla de la ciencia como una cosa indispensable para que nuestros entusiasmos de hoy no sean definitivamente estériles, colaboren en una empresa de antirromántica educación social, dirigiendo golpe sobre golpe a la leyenda de la superioridad de lo natural, de lo irregular, de lo espontáneo que hasta hoy abordeaba [sic] indómita, en el renacimiento catalán». Véase Xenius, “Glosario. Raku novecentista”, La Cataluña, nº 10, 7 diciembre 1907, p. 11. 29 Josep Maria Tallada hace una referencia a esta serie de artículos cuando, aludiendo a los industriales catalanes, escribe: «Sólo han sabido unirse para la defensa, sentimiento el más primitivo, mas no para la agresión, no para aquel empujar de que nos habla M. Vidal Guardiola en una de sus interesantes crónicas». Véase J. M. Tallada, “Crónicas. Una información económica”, La Cataluña, nº 10, 7 diciembre 1907, p. 11. Por su parte, Francesc Roca i Rosell reproduce una de estas “crónicas alemanas”, con el título “Alemanya weltmacht”, en su libro El pensament econòmic català (1900-1970), Universitat de Barcelona, Barcelona 1996, vol. I, pp. 47-49. 30 M. Vidal i Guardiola, “Alemania. Alemania empuja. (Anécdotas de energía). IV. Alemania en el mun- do”, La Cataluña, nº 14, 4 enero 1908, p. 8. Por esos mismos días, Ortega escribe que Alemania es «la nación que envía al sur de Europa la corriente científica más poderosa que haya existido nunca». Véase José Ortega y Gasset, “Las dos Alemanias”, El Imparcial, 19 enero 1908, recogido en Obras Completas, ob. cit., tomo I, p. 133.

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Tiene un especial atractivo una extensa crónica en la que Vidal i Guardio- la explica qué son y cómo funcionan los Seminarios de las Universidades alema- nas31. Es, posiblemente, la descripción más pormenorizada que se ha hecho en España de los Seminarios alemanes. Ofrece tal cantidad de detalles que revelan que los conoce por dentro. Él mismo afirma: «He tomado parte en muchos ejercicios seminarísticos de Economía con varios profesores» y, entre otros, cita los Semina- rios de Wagner, Schmoller, Sering y von Halle en Berlín, el de Schumacher en Bonn, etc. De los Seminarios alemanes Vidal i Guardiola subraya sobre todo el espíritu fuertemente crítico que domina en ellos. Así, escribe: «Todos los profesores inte- rrumpen constantemente al [alumno] que lee el trabajo para hacerle notar sin pie- dad todas las faltas, sean errores de concepto o de hecho, sean faltas de fondo o faltas de forma. He dicho sin piedad. Por lo mismo que todo momento personal desaparece de estas conversaciones puede ser más rigurosa la crítica científica sin temor de que nadie se ofenda. Es interesante fijar la atención sobre la crítica en los Seminarios. Yo he oído [a] profesores decir a algún alumno: “Se ve que usted no ha leído todavía el libro de que está hablando” o “se ve que usted todavía no ha empe- zado a comprender los conceptos fundamentales que juegan en la Economía”, etc., etc. No es el clásico fortiter in re, suaviter in modo, ni el español fortiter in modo, suaviter in re (luchas personales vacías de sentido), es sencillamente: la verdad lla- na y escueta con todas sus asperezas»32.

Otra cuestión a la que se refiere es el objetivo pedagógico que, de forma primordial, pretenden cumplir los Seminarios. Se trata de iniciar a los alumnos en el trabajo científico serio y riguroso. Sobre esto Vidal i Guardiola cuenta lo que le decía el profesor Schumacher: «Si habla usted de los Seminarios, no olvide hacer notar que nuestro propósito es ante todo acostumbrar a todos al trabajo científico, no tan brillante a veces en la forma como el trabajo periodístico, pero siempre más seguro. El mayor enemigo de la solución seria de las cosas es el trabajo propiamen- te periodístico que por la propia preparación que sus autores tienen (las cosas van cambiando poco a poco), por la rapidez con que se redactan, por la multitud de razones personales y excitaciones de actualidad que obscurecen el raciocinio, no pueden ser nunca profundas ni de influencia duradera»33.

La colaboración de Vidal i Guardiola en esta revista continúa en los años siguientes, haciéndose cargo a partir de 1911 de la sección “Cuestiones financieras”. Por su parte, Tallada, otro economista vinculado a la Lliga, figura al frente de la sec- ción “Cuestiones sociales” y Reventós en la de “Cuestiones generales”, al lado de

31 Véase M. Vidal i Guardiola, “Alemania. Un Congreso, un viaje y un proyecto. III”, La Cataluña, nº 49, 5 septiembre 1908, pp. 567-568. 32 Ibídem, pág. 567. 33 Ibídem, pág. 568.

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Eugeni d’Ors. Las colaboraciones de estos dos economistas son también numerosas y revisten un gran interés.

Como se sabe, Vidal i Guardiola fue jefe de la Sección de Hacienda del Ayuntamiento de Barcelona y profesor de l’Escola de Funcionaris d’Administració Local de la Diputació Provincial de Barcelona34. Es importante señalar su destacada participación en la organización del Congreso de Gobierno Municipal, que se cele- bra en Barcelona del 16 al 19 de diciembre de 1909, convocado por la “Joventut Nacionalista”, una organización integrada en la Liga Regionalista35. De 1917 a 1934 fue director de Economia i Finances, una de las principales revistas especializadas en temas económicos, en la que escribe numerosos trabajos de economía aplicada, y en 1918 se hace cargo de la dirección de l’Escola d’Alts Estudis Comercials, crea- da por la Mancomunitat de Cataluña y de la que era también profesor. Se ha dicho que “estos dos hechos lo sitúan en un lugar privilegiado en la organización de la cultura económica en Cataluña y en España y llega a ser, de hecho, el verdadero maestro de toda una generación de economistas jóvenes, vinculados al proyecto político de Cambó”36. A pesar de ello, quizás es exagerado afirmar que «Vidal i Guar- diola fue el introductor de la ciencia económica alemana y de sus principales miem- bros», como hace Ribas.

Por último, debe señalarse que, en febrero de 1931, Vidal i Guardiola se convertirá en el primer director del Servicio de Estudios del Banco de España, a propuesta del ministro de Hacienda Juan Ventosa i Calvell. Este nombramiento tie- ne unas claras connotaciones políticas37. Así se explica su escasa duración en el car-

34 Véase Diputació de Barcelona, Memòria de creació i constitució de l’Escola de Funcionaris d’Administració Local, Imp. de la Casa Prov. de Caritat, Barcelona 1914, 30 pp. En la página 30 consta que, en ese primer año de funcionamiento de la Escuela, Vidal i Guardiola dará clases de Teoria de l’Hisenda pública los martes y sábados de 9 a 10 de la mañana; Reventós de Nocions generals del Dret y Tallada de Aritmètica, Comptabilitat i Nocions d’Estadística. Para el estudio de la creación y funcionamiento de esta institución es imprescindible la obra de Josep Sarrión i Gualda, Història de l’Escola d’Administració Pública de Catalunya (1912-1939), Escola d’Administració Pública de la Generalitat de Catalunya, Barcelona 1983, 348 pp. 35 La convocatoria del Congreso se hace pública en La Cataluña, nº 78, 27 marzo 1909, pp. 185-186, con el título “El Congreso de Gobierno municipal”, donde se recoge también el Cuestionario de los cuatro grupos de cues- tiones que se quieren abordar y el Reglamento por el que se va a regir. En las páginas siguientes de esta revista se incluyen distintos trabajos relativos al Congreso, como los de R. Esclasans i Milá, “Iniciativa y Programa”; J. Vallés i Pujals, “Importancia y oportunidad”; F. Sans i Buigas, “Un punto a tratar”; Enric Prat de la Riba, “Iniciativa provecho- sa”; Josep Maria Tallada “La política social del municipio”; y, por último, M. V. G. (siglas que, evidentemente, corres- ponden a Miquel Vidal i Guardiola), “Política social de los municipios prusianos”. En ese mismo número de la revis- ta se recoge también un largo e interesante artículo de este economista con el título “Prusia y Cataluña”, pp. 192-199. El trabajo termina de publicarse en el número 79, 3 abril 1909, pp. 205-206, con el título “El Congreso de Gobierno municipal. Lo que los municipios prusianos hacen por la cultura”, indicándose expresamente que es continuación del anterior. 36 Véase Frederic Ribas, “Miquel Vidal i Guardiola, l’oblit dels seus perfils”, art. cit., p. 100. 37 Sobre ello Juan Velarde escribe: «Vidal i Guardiola había sido escogido a solicitud de Juan Ventosa i Calvell, el último ministro de Hacienda de Alfonso XIII, como consecuencia de que Cambó hubiese decidido crear un partido de centro. Ventosa, como lugarteniente fiel de éste, ocupó la cartera de Hacienda, en un momento delicado de la salud de Cambó». Véase J. Velarde, “Una nota sobre los setenta años del Servicio de Estudios del Banco de Espa- ña”, Revista de Historia Económica, año XIX, nº 1, invierno 2001, p. 177. En el mismo sentido, José Larraz escribe en

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go, apenas tres meses escasos. Por eso, con el cambio de régimen político, a fina- les de mayo de 1931 Vidal i Guardiola presenta su renuncia al nuevo ministro de Hacienda, Indalecio Prieto, que le es aceptada inmediatamente38.

Por todo ello, de Vidal i Guardiola se podría decir con toda razón con Pi i Sunyer: «Algun dia seria útil que algú escrivís un llibre sobre aquest català il·lustre (de qui), potser, s’han oblidat els seus perfils»39.

sus memorias: Ventosa «hizo que se proveyese la plaza de director del Servicio de Estudios del Banco de España en la persona de un correligionario suyo, Vidal y Guardiola, hombre listo y peligroso, con el que me llevé bien el poco tiempo que en el Servicio estuvo, pero que personificaba algo desagradable: la entrada de la política en un centro técnico». Véase J. Larraz, Memorias, prólogo de Enrique Fuentes Quintana, notas introductorias de José Ángel Sánchez Asiaín y Juan Velarde Fuertes, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid 2006, p. 72. Debe tenerse en cuenta que Larraz en ese momento era uno de los dos subdirectores del Servicio de Estudios. El otro era Olegario Fernández Baños. 38 Para un completo análisis de la creación y evolución de este organismo véase Pablo Martín Aceña, El Servicio de Estudios del Banco de España, 1930/2000, Banco de España, Madrid 2000, 327 pp. 39 Josep Maria Pi i Sunyer, La Vanguardia, 6 junio 1969, citado por Frederic Ribas, art. cit., p. 101.

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