CAPITULO 1

Las paradojas de la modernizaci—n

ÒLas paradojas de la modernizaci—n 45 LAS PARADOJAS DE LA MODERNIZACION

La perspectiva del PNUD Un Desarrollo Humano, empero, no se agota en los "equilibrios macroecon—micos", por El desarrollo s—lo es un Desarrollo importantes que sean. La propuesta de un Humano en tanto tiene a las personas como Desarrollo Humano Sustentable obliga a mi- sujetos. Un Desarrollo Humano valora la rar m‡s all‡ de los indicadores macro- vida humana en s’ misma. No se preocupa econ—micos y considerar asimismo la de las personas solamente en tanto pro- subjetividad. Tomar al ser humano por la ductores de bienes materiales, ni valora la "raz—n de ser" del desarrollo implica tomar vida de una persona m‡s que la de otra, en cuenta sus opiniones e intereses, sus nacida en una "clase social incorrecta" o un deseos y miedos. La persona no es un "pa’s incorrecto" o de "sexo incorrecto". "factor" que pueda ser manipulado en Para ser efectivamente humano, el desa- funci—n de los c‡lculos econ—micos. rrollo debe facilitar a todas las personas ampliar la gama de sus opciones y apro- Exige que se la respete en su dignidad vechar equitativamente las oportunidades humana, en su singularidad individual, en su que abre la sociedad moderna. vulnerabilidad. En suma, una perspectiva de Desarrollo Humano se interesa por la per- sona como sujeto y como beneficiario del desarrollo. Hacia e l D es arrollo Hum ano s ostenible

"L os se res huma nos nace n con cierta La mirada elaborada por el PNUD ca pa cid ad en po ten cia. El prop— sito del coincide con la precupaci—n expresada de sa rro llo c ons iste en cre ar un a por las diversas autoridades de Chile. atm— sfe ra en que tod os pue da n au men- Existe una opini—n compartida en el sentido ta r su cap ac ida d y las opo rtunidad es de que el muy favorable desarrollo econ—- pu ed an amp liars e p ara las ge neracion es mico del pa’s no es un fin, sino un medio pres entes y futura s." para la realizaci—n personal y colectiva de PN UD : Informe sobre Desarr ollo Humano, las personas. Ello presupone la participaci—n 1994. efectiva de las personas en la resoluci—n de los distintos problemas nacionales. M‡s exacto: presupone que las personas se hacen sujetos del desarrollo y, por ende, capaces La idea, elaborada en sucesivos informes de definir el rumbo y el ritmo de la mundiales del PNUD, parece obvia, pero no modernizaci—n en marcha. lo es. Con demasiada frecuencia el desa- rrollo es identificado con el crecimiento Diferentes personalidades han manifestado econ—mico, evaluando su desempe–o exclu- su preocupaci—n acerca de los efectos que sivamente por las tasas de inflaci—n e pueda tener una subjetividad fr‡gil y pre- inversi—n, de productividad y rentabilidad. caria para el desarrollo del pa’s. En efecto, A veces se privilegian los equilibrios la experiencia hist—rica parece ense–ar que macroecon—micos y las expectativas de un proceso que lesiona la dignidad y libertad ganacias por sobre las necesidades b‡sicas y de la persona tambiŽn da–a la susten- cotidianas de las personas. tabilidad del desarrollo mismo.

El bajo de se mpleo es la prin cip al am ena za pa ra las meta s e co n—mica s de Chile

"Sin un claro repu nte e n e l des emp le o, las p resion es sa laria les prob ableme nte s e tran sfo rma r‡ n e n u n con sta nte d olo r de cab ez a p ara la a uto ridad mo ne taria as ’ c omo ser‡ n un a ame naz a a las ga nan cia s corporativas y, por lo tanto, pa ra el crecimie nto e con —m ico fu tu ro."

Cita de un estudio del Banco J.P.Mor gan sobre C hile (El Mercurio, Econom’a y negocios, 1997)

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 46 Paradojas del desarrollo econ—mico econ—micos al mismo tiempo que los chilenos parecen volverse m‡s escŽpticos Mirar a las personas como sujetos del acerca del progreso del pa’s. Basta recordar desarrollo cobra relevancia, incluso cierto algunas cifras conocidas: en la œltima tono dram‡ico, a la vista de las paradojas dŽcada Chile tiene un crecimiento eco- que marcan el desarrollo chileno. Es n—mico sostenido de un 7% anual, reduce la parad—ico, en efecto, que Chile sobresalga inflaci—n y el desempleo a un 6%, en AmŽrica Latina por sus resultados incrementa las remuneraciones en casi 4%

Ò Para la vicepresidenta de Ò Parecido opin— el la CUT, Mar’a RozasÉhay Presidente de la Corporaci—n un fuerte ambiente de de Exportadores, Crist—bal desencanto. El meollo del ValdŽs: Me interpret— mucho asunto, dijo, es la calidad el ministroÉme pareci— muy de vidaÉes cierto que novedoso y maduro el pueden estar ganando m‡s, enfoqueÉesa sensaci—n de pero quŽ pasa con ese insatisfacci—n excede con trabajador que labora 14 mucho el marco de horas al d’aÉno tiene ChileÉuna expresi—n capacidad de recreaci—n concreta es la juventud pero si de aislamiento, de descomprometida con el insatisfacci—nÉÓ pa’sÉÓ

La Naci—n, Agosto, 1997

E l crec imien to econ — mico no e s la œn ica meta L a co nfian za , fun da men to de la mod erniz ac i— n "El cre cim ie n to e co n —m ico med id o e xc lus ivam e nte p or las trad icion ale s Cu e ntas N a cion a le s es "De p oc o y n a da serv ir‡ la giga n te sc a o bra d e ins ufic ien te para me dir e l efec to de bien es tar e n u n m od erniz ac i— n y tec nific ac i— n del trab ajo , de p ue blo. De a h ’ el sign ifica tivo ap orte de l PNU D a l a pe rtura de m erca do s y de men ta lid ad e s, d e p ro ye cta r un a luz n u ev a sob re e ste viejo pro blem a : cre cimie nto e co n— mico y m ad urac i—n po l’tica , m ed ir e l p ro g re so d e l de sarro llo hum a no d e u na d e pa cific ac i—n soc ial y con so -lida ci— n n ac i— n. Se am o s claro s, n o vam os a sa crifica rlo to do d em oc r‡ tic a lle va da a ca b o, con en orm e p or log rar c o mo œ nic a me ta el c recim ien to sac rific io , duran te los œltim os tiemp os , si to do e co n— mico pe r se. El cre cim ie nto e s u na p ie za e llo oc u rre a l co sto de e ch ar p o r tie rra su fun da men ta l d el d es a rrollo pe ro Án o e s la œ n ica!" fun da men to : la co nfian za ."

Eduar do Aninat, Ministr o de Hacienda: Present aci—n Eliodoro Mat te Larra’n: N o es el pa’s que del Inf orme de Desarrollo Humano 1994 del PN UD queremos; C EP-Punt os de R ef er encia 191, septiembre 1997

ÒLas paradojas de la modernizaci—n 47 anual, aumentan las exportaciones en un A pesar de las tendencias promisorias de la 90% y las inversiones extranjeras en un 250 evoluci—n econ—mica del pa’s, prevalece la por ciento; en definitiva, todos los incertidumbre. Acorde con una encuesta indicadores muestran un progreso notable. nacional del Centro de Estudios Pœblicos (Ver CUADRO 1) (CEP), en julio de 1997 una proporci—n igual (42%) de entrevistados pensaba que el pa’s estaba progresando o que estaba estancado (ver GRAFICO 1). CUA DR O 1 E vo lu ci— n m ac roec o n—mic a de C h ile, 1 99 0-19 9 5/96 La incertidumbre acerca del desarrollo de Chile contrasta con una visi—n m‡s bien 1 99 0 19 95 /96 optimista acerca del futuro personal. Segœn Cre cimie nto d el P IB 3,3% 7 ,6 % la encuesta mencionada del CEP, ocho de cada diez entrevistados estiman que su DŽfic it de cu en ta co rrie n te 2 ,0 %1 ,5 % situaci—n econ—mica ser‡ igual o mejor el Cre cimie nto s alario s rea les 2 ,0 %5 ,0 % pr—ximo a–o. Parece pues que las personas Des em ple o8 ,0 %7 ,0 % conf’an m‡s en estrategias individuales de Infla ci— n2 7,0% 7 ,4 % Žxito que en el progreso generalizado del pa’s. Dicho en otros tŽrminos, el futuro suele ser visualizado m‡s como un horizonte Fuent e: Banc o C entr al de Chile personal que como un horizonte compartido (ver GRAFICO 2).

GRAFICO 1 GRAFICO 2 Percepci—n del momento actual del pa’s Percepci—n de la situaci—n econ—mica personal en un a–o m‡s (%)

50 48 43 45 49 4 50 46 43 4 4 42 42 41 39 4 40 40 37 37 36 34 40 30 30

20 20 18 13 13 13 14 13 11 11 10 10

0 0 NOV 95 NOV - DIC 96 JUNIO 96 MAY - JUN 95 JUN - JUL JUN - JUL 97 JUNIO 95 JUNIO 97 MEJOR PROGRESANDO IGUAL ESTANCADO PEOR EN DECADENCIA

Fuente: CEP. Estudio Nacional de Opini—n Pœblica, junio-julio 1997 Fuente: CEP. Estudio Nacional de Opini—n Pœblica, junio-julio 1997

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 48 Paradojas del desarrollo No obstante, los Žxitos de Chile en reducir la social pobreza no guardan relaci—n con la percepci—n de la gente. Una encuesta del Quiz‡s los indicadores macroecon—micos CEP de 1996 indica que un 44,3 % de los digan poco a la gente, m‡s preocupada de su encuestados considera que los pobres viven diario quehacer. El relativo optimismo igual que antes (ver GRAFICO 3). Los acerca del futuro personal, empero, hace entrevistados no reconocen mayor cambio a pensar que los motivos de preocupaci—n pesar de que el combate contra la pobreza pueden radicar m‡s en el ‡mbito social que representa un tema prioritario del pa’s ÀHay individual. Podr’a existir una insatisfacci—n deficiencias en comunicar los avances en torno al modo en que se organiza y logrados o Žstos no resuelvan los problemas funciona la sociedad. En esta perspectiva, concretos de la gente? mirando las cifras macroecon—micas, la pobreza aparece como una situaci—n Las dudas que albergan los chilenos acerca injustificable. del progreso efectivo del pa’s tienen asidero No parece "normal" que tres lustros de Gracias a un fuerte aumento del gasto social crecimiento econ—mico ininterrumpido no y al esfuerzo privado, entre 1987 y 1996 la hayan modificado la distribuci—n desigual poblaci—n chilena en situaci—n de pobreza e del ingreso. Las encuestas CASEN muestran indigencia ha disminuido de 45% a un 23 que el decil m‡s rico obtiene ingresos 29 por ciento; la indigencia baja del 17% al 6 veces superiores al decil m‡s pobre. En por ciento. Este esfuerzo es reconocido en el a–os recientes, los ingresos de todos los Indice de Pobreza Humana (PNUD 1997), grupos sociales han aumentado, pero la que incluye variables de salud, educaci—n y brecha entre pobres y ricos subsiste (ver servicios b‡sicos, donde Chile muestra el CUADRO 3) . tercer mejor desempe–o de los pa’ses en desarrollo (ver CUADRO 2). GRAF ICO 3 En relaci— n a 5 a– os atr‡s , Àco nside ra usted que en Chile los pobre s viv en me jor, peo r o igual? (%)

44,3 CUA DR O 2 P obla ci— n en situ ac i—n d e p obre za, 1 98 7-19 9 6 (po rcen taje s ob re p o blac i—n tota l)

A–o Total 1,8 pobres 29,4

1 98 7 45,1 % 24,5 1 99 0 38,6 % 1 99 2 32,6 %

1 99 4 27,5 % IGUAL MEJOR PEOR NS/NR 1 99 6 23,2 %

Fuente: CEP. Estudio de Opini—n Pœblica, junio-julio 1996 Fuente: MIDEPLAN, Encuestas CASEN

ÒLas paradojas de la modernizaci—n 49 CUAD RO 3 Evoluci—n de la distrib uci—n de l ing res o m oneta rio s egœ n de ciles de ingreso a ut— nomo, 19 87-19 961 (Po rce nta je s) D is tribuc i— n del in gre so mo netario2 Decil d el in gre so au t—nom o19 87 19 90 19 92 19 94 19 96 1 1,5 1,6 1,7 1,5 1,4 2 2,8 2,8 2,9 2,8 2,7 3 3,6 3,7 3,8 3,6 3,6 4 4,3 4,5 4,7 4,6 4,6 5 5,4 5,4 5,6 5,6 5,5 6 6,3 6,9 6,6 6,4 6,4 7 8,1 7,8 8,0 8,0 8,1 810 ,9 10 ,3 10 ,4 10 ,5 11 ,0 915 ,9 15 ,1 14 ,7 15 ,3 15 ,4 10 41 ,3 41 ,8 41 ,6 41 ,6 41 ,3 Tota l 10 0,0 10 0,0 10 0,0 10 0,0 10 0,0 20 /2 03 13 ,3 012 ,9 312 ,2 413 ,1 213 ,8 3

(1) Se excluye s erv icios domŽsticos puer tas adentro y su nœcleo familiar (2) Los ingresos aut—nomos cor responden a los ingresos provenientes de la posesi—n de factores pr oductivos, es decir, a s ueldos, salarios , jubilaciones, rentas, utilidades , intereses, etc . Los ingresos monetar ios corr esponden a los ingr es os aut—nomos m‡s las transferenc ias monetar ias realizadas por el s ector pœblico, tales c omo las pensiones asistenc iales, los subsidios œnicos familiares y las as ignac iones familiares (3) Relaci—n entre el porcentaje del ingres o captado por el 20 % m‡s ric o de los hogar es y el porcentaje captado por el 20 % m‡s pobr e. Fuente: MIDEPLAN, Encuestas CASEN

La desigualdad de los ingresos se refleja en existencia de un malestar difuso y mudo que la percepci—n de un desajuste entre lo que se no es f‡cil de explicar. La misma opini—n aporta a la riqueza nacional y lo que se pœblica se revela ambigua a la hora de recibe. Segœn la encuesta del Centro de Es- evaluar el modo en que funciona la sociedad tudios de la Realidad Contempor‡nea chilena. As’, llama la atenci—n que al mismo (CERC) de marzo de 1996, un 40% de los tiempo que las personas multiplican los entrevistados opina que el desarrollo econ—- contactos sociales tambiŽn expresan un alto mico de Chile se debe primordialmente al grado de desconfianza. Segœn una encuesta esfuerzo de los trabajadores, al mismo del Instituto de Sociolog’ade la Universidad tiempo que un 78% cree que ese crecimiento Cat—lica (DESUC-COPESA) de 1995, s—lo beneficiar’a solamente a una minor’a. el 8,2% de los entrevistados de las grandes ciudades del pa’s estima que se puede La desigualdad no parece restringida al confiar en la mayor’a de las personas (ver ‡mbito econ—mico. Segœn el estudio de GRAFICO 4). opini—n pœblica a nivel latinoamericano, Latinobar—metro, de 1996, siete de cada Otro ejemplo ofrece el valor atribuido al diez entrevistados afirma que no hay esfuerzo personal para mejorar las con- igualdad ante la ley en Chile. O sea, las diciones de vida. Segœn la encuesta sobre normas y "reglas de juego" no ser’an v‡lidas representaciones de la sociedad chilena para todos por igual. realizada en 1995 por la Facultad Latino- americana de Ciencias Sociales (FLACSO), el trabajo propio es percibido como m‡s Paradojas del desarrollo importante que la gesti—n del gobierno en la cultural situaci—n actual (ver CUADRO 4). Aparece pues interiorizada la valoraci—n del mŽrito La distancia entre las condiciones objetivas personal, lo que en s’ es un hecho positivo y las percepciones subjetivas se–aliza una para el Desarrollo Humano. Pensando en el desaz—n. Las autoridades reconocen la futuro de los hijos, en cambio, se otorga DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 50 prioridad a las mejoras que pueda realizar el gobierno. En ambos casos, no se atribuye a GRAFICO 4 la suerte un papel significativo. Consta- Percepci—n de los extra–os tamos, sin embargo, un fuerte aumento de los juegos de azar en a–os recientes (ver 91,1 GRAFICO 5). Posiblemente los chilenos asuman el esfuerzo personal como un valor propio de la modernidad al mismo tiempo que temen el resultado aleatorio de tal esfuerzo.

8,2

CUAD RO 4 Pape l d el es tado/l’mites de l 0,7 es fuerz o pro pio HAY QUE TENER CUIDADO Fa ctore s q ue pe rmite n m ejo ra r SE PUEDE CONFIAR EN LA MAYORIA la s con dic io nes de v ida de la g ente NO CONTESTA El g obiern o hac e p ro gre sar pa’s 39 % Te ne r suerte 11 % El trab ajo p rop io 48 % Fuente: DESUC-COPESA, 1995

Fa ctore s q ue pe rmite n que lo s h ijo s pued an pro gresa r e n la vid a La imagen de Chile no es (no puede ser) val—ricamente neutral. La representaci—n El g obiern o mejora situ aci—n de l pa’s 47 % que se hace del "pa’s que tenemos" siempre est‡ te–ida de la idea del "pa’s que que- Te ne r suerte 8 % remos". Todo juicio sobre la sociedad tiene Trab aja r com o y o44 %necesariamente un aspecto normativo. El siguiente CUADRO 5, elaborado sobre la Fuente: Encues ta FLACSO, 1995 base de la encuesta de FLACSO de 1995, hace suponer que, en tŽrminos generales, los chilenos reconocen que la sociedad avanza y que los cambios son para mejor. GRAFICO 5 Evoluci—n del mercado de los juegos, azar e h’pica, Simult‡neamente, est‡nconvencidos de que 1986-1996 la sociedad chilena se ha vuelto m‡s agre- siva y m‡s ego’sta. Creen que Chile es una sociedad solidaria a la vez que una sociedad 20000000 poco justa e igualitaria. La imagen cla- roscura de la sociedad insinœa una evalu- 15000000 aci—n matizada de la modernizaci—n. Los 10000000 chilenos parecen incorporarse decidida- mente al proceso a la vez que resienten sus 5000000 efectos.

0 HIPICA AZAR Seguramente, tales sentimientos encon- L. CONCEPCION POLLA S.A. MERCADO TOTAL trados son normales; toda sociedad tiene 1986 (U.F.) 1996 (U.F.) aspectos positivos y negativos. Cierta desa- z—n que se desprende de las cifras mencionadas podr’a ser atribuida a las Fuente: Polla Chilena de Beneficenc ia, 1996 inquietudes cotidianas en la "sociedad de consumo". Para muchas familias la vida actual resulta ser m‡s dura porque pagan un

ÒLas paradojas de la modernizaci—n 51 consumo mucho mayor que antes. A fines de 1995, segœn cifras de la C‡mara de CUAD RO 5 C hile es una soc ied ad É Comercio de Santiago (marzo de 1996), un mill—n y medio de hogares hab’an contra’do Ac uerdo D esa cu erd o deudas de consumo y la mitad de ellos hab’an asumido deudas m‡s o menos tres Solidaria 83 % 17 % veces superiores a su ingreso mensual. Que ava nza 82 % 17 % Posiblemente, el hecho de tener que pagar Que cam bia p ara me jo r78 % 2 0 % deudas en los pr—ximos 15 a 28 meses M‡s agresiva 8 0 % 19 % contribuya al desasosiego, pero no lo Cada ve z m ‡s eg oista 6 4 % 34 % explica.

Ig ua litaria soc ialme nte 18 % 8 1 % Ju sta 29 % 7 0 % Paradojas del desarrollo Pol’tico Fuente: Encues ta FLACSO, 1995 La subjetividad se hace notar tambiŽn en la esfera pol’tica, aunque sea por omisi—n. Quiz‡s sea en la institucionalidad pol’tica donde m‡s se palpan las paradojas. Chile ha CUAD RO 6 logrado llevar a cabo una transici—n pac’fica Participac i— n de j—v ene s e n los re gistros y ordenada al rŽgimen democr‡tico. La elec torale s, 19 88-19 97 (%) institucionalidad democr‡tica se afianza 18-19 2 0-24 2 5-2 9 mediante la elecci—n regular de 2.150 E le ccione s a –os a– os a– os autoridades, desde el Presidente de la Repœblica hasta alcaldes y concejales. Pleb iscito 1 988 5,5 0 15 ,6 6 1 4,8 3 Simult‡neamente, sin embargo, disminuye Pleb iscito 1 989 4,0 0 15 ,4 8 1 5,0 3 el interŽs por la pol’tica. En el momento Pres ide ncial 19 89 2,96 1 5,3 1 1 5,17 mismo en que el ciudadano puede incidir Municip al 19 92 2 ,69 12,19 15 ,06 con voz y voto en las orientaciones b‡sicas Pres ide ncial 19 93 3,02 1 0,9 9 1 4,57 del desarrollo, desde el nivel municipal al Municip al 19 96 1 ,22 7 ,9 1 1 3,3 0 nacional, la participaci—n pol’tica se debilita. Parlame nta rias 199 7 1,06 6,75 11,07 El ejemplo m‡s notorio es la baja inscripci—n de los j—venes en los registros Fuente: Ser vicio Electoral, 1997 electorales (ver CUADRO 6).

La elecci—n parlamentaria de diciembre de 1997 puso en evidencia la existencia de un CUAD RO 7 malestar o, como dice la Real Academia, Abstenc i—n E lec toral, voto s bla nco s y n ulos una incomodidad indefinible. Ese d’a, segœn elec torale s, 19 88-19 97 datos preliminares, un 13,7% de la poblacci—n se abstuvo, otro 13,6% anul— su Abs tenci—n Vo tos voto y un 4,2% vot— en blanco; es decir, Voto s Elec cio nes b lan cos Nulo s m‡s de 2,3 millones de electores no se Pleb iscito 1 988 2,69 0,9 0 1 ,30 identificaron con ninguna posici—n partidista. Parece demasiado f‡cil atribuir Pres ide ncial 19 89 5,28 1,10 1 ,4 0 esta retracci—n del electorado (potencial y Municip al 19 92 10,20 5,86 3 ,0 6 efectivo) al aburrimiento t—pico de una Pres ide ncial 19 93 8,71 1,85 3 ,6 8 "democracia normal", donde las gestas Municip al 19 96 12,14 3,02 7 ,9 5 Žpicas han sido sustituidas por una compleja Parlame nta rias 199 7 1 3,7 0* 4 ,37 1 3,5 4 red de negociaciones puntuales (ver CUADRO 7). * Estim ado

Fuente: Ser vicio Electoral, 1997

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 52 Tal vez la desaz—n tiene que ver con la tiene la gente? ÀEs que la gente no ve los forma particular de "normalizaci—n" que Žxitos del pa’s o es que el desarrollo nacio- vive la sociedad chilena. Tal vez sea nal resulta insensible a las preocupaciones precisamente la actual estrategia de de las personas? ÀQuŽ experiencias modernizaci—n la que provoque malestar. A subyacen a la idea que se hace la gente diferencia de otros pa’ses, la celeridad e acerca de la felicidad? Todo parece indicar intensidad de las transformaciones sociales que hay "algo" en el desarrollo econ—mico, puede ser tal que deja descolocadas a las pol’tico y cultural de Chile que provoca personas. Una f—rmula simple, pero malestar, desasosiego o, francamente, reveladora de las paradojas de la situaci—n inseguridad. chilena podr’a ser: un pa’s con un notable desarrollo econ—mico, donde la gente no se Resumiendo el punto de partida: una mirada siente feliz (ver CUADRO 8). al desarrollo de Chile en la perspectiva de un Desarrollo Humano sustentable descubre, en una primera aprciaci—n, el car‡cter Las preguntas parad—jico del proceso. Un notable avance de la modernizaci—n en todos los ‡mbitos La mirada propuesta descubre varias de la sociedad chilena coexiste con no paradojas que suscitan otras tantas menos notorias expresiones de malestar. preguntas. ÀA qu’ se debe la brecha entre la De ser correcta esta apreciaci—n, es menester evaluaci—n macrosocial y la percepci—n que preguntarse por las razones de dicho malestar.

La indagaci—n descansa sobre una hip—tesis: CUAD RO 8 a la luz del panorama esbozado parece Perc epc i—n d el des arrollo ec on—mic o del pa ’s y de la fe lic id ad de la ge nte posible interpretar el malestar como la expresi—nlarvada de situaciones de Ec on— micam ente e l inseguridad e incertidumbre. De este p a’s e st‡ mejo r supuesto se desprenden los dos interro- gantes que orientan el an‡lisis: Si No Tota l ÀPor quŽ las personas se sienten inseguras si Si 9,1% 7,3% 16 ,4 % L a gen te vive la modernizaci—n de los sistemas e m‡s fe liz No 44 ,5 %38 ,3 % 82 ,8 % instituciones sociales muestra y augura un aumento de las oportunidades ? Tota l53 ,6 %45 ,6 %10 0,0% ÀQuŽ consecuencias puede tener tal desajuste entre los logros de la Fuente: Encuesta Q uanta, Santiago Sur y Oriente, julio 1997 modernizaci—n y la percepci—n de la gente para un desarrollo que pretende ser humano y sustentable ?

ÒLas paradojas de la modernizaci—n 53 CAPITULO 2

Elementos para la comprensi—n de la Seguridad Humana en la modernidad

ÒElementos para la comprensi—n de la Seguridad HumanaÓ 55 ELEMENTOS PARA LA COMPRENSION DE LA SEGURIDAD HUMANA EN LA MODERNIDAD

El malestar, la incertidumbre y el debilita- Algunas interpretaciones usuales del miento de la vocaci—n participativa de las malestar social personas puede tener consecuencias nega- tivas para el Desarrollo Humano. En efecto, El malestar provocado por las paradojas del el Žxito del desarrollo tiene su punto cr’tico proceso de modernizaci—n concita una en el grado en que mejora la calidad de vida, creciente atenci—n de quienes hacen la refle- las posibilidades de integraci—n y xi—n social. En los hechos, en el œltimo participaci—n social de las personas y no tiempo los s’ntomas del malestar han s—lo en la expansi—n del proceso productivo comenzado a ser recogidos e interpretados (Mahbub ul Haq, 1995). por el an‡lisis social y por los medios de comunicaci—n del pa’s. El concepto de Las profundas transformaciones impulsadas Seguridad Humana por la actual modernizaci—n a escala mundial Una primera interpretaci—n que ha han dado un nuevo car‡cter a fen—menos tan surgido se refiere a la incertidumbre que se ofrece como un antiguos como la inseguridad, el riesgo o la resulta de cualquier proceso acelerado de instrumento para el confianza. Hay una abundante bibliograf’a cambio. La sociedad moderna con su cam- diagn—stico y la te—rica en que se ha intentado dar cuenta de bio vertiginoso dejar’a de pronto obsoletas interpretaci—n este hecho (Ver Habermas, J. 1987; las formas tradicionales en que las personas Fitoussi, J.P. y Rosanvallon, 1997; se perciben a s’ mismas, a los otros y a la prospectiva del Giddens, A. 1994; Beck, U. 199; Luhmann, naturaleza. Por su propia velocidad, ese sentido del malestar y 1996; Touraine, A. 1997) Esa reflexi—n cambio no dejar’a tiempo para la crista- de la inseguridad de muestra la gran complejidad que adquiere lizaci—n de nuevas formas culturales, que los chilenos la construcci—n de certezas y por su naturaleza requerir’an plazos muy seguridades y la no menor dificultad de los largos. En medio de este cambio se esfuerzos por comprenderlas. encontrar’an las personas sin las certidum- bres de anta–o y carentes de otras nuevas. Este cap’tulo no pretende dar cuenta de toda esa complejidad, aun cuando la considera. Una segunda interpretaci—n se refiere a la Aqu’ se espera proporcionar alguna gu’a incertidumbre espec’fica que resulta de la conceptual e hist—rica para la correcta creciente complejidad de la vida social. El comprensi—n del sentido de los cap’tulos desarrollo de las oportunidades de la socie- que siguen. El objetivo de este cap’tulo es dad moderna y de las tecnolog’as de introducir y profundizar el concepto de informaci—n, paralelo a la ampliaci—n de las Seguridad Humana elaborado por el PNUD. libertades de los individuos para elegir, El se ofrece como un instrumento adecuado dejar’a a estos solos frente a la necesidad de para el diagn—stico y la interpretaci—n optar de entre una oferta de alternativas que prospectiva del sentido de la inseguridad y sobrepasa su capacidad de comprensi—n y del malestar de los chilenos en vistas al discriminaci—n. objetivo del Desarrollo Humano del pa’s. La argumentaci—n del cap’tulo es al mismo Una tercera interpretaci—n se refiere al tiempo conceptual e hist—rica. Ella sitœa el impacto de la modernizaci—n sobre las malestar que recorre al pa’s en el contexto relaciones sociales y la confianza. La moder- del desaf’o propio del proyecto de nizaci—n actual se caracterizar’a por una modernidad. Este busca compatibilizar el creciente individualizaci—n y debilitamiento proceso hist—rico de modernizaci—n con la de los lazos sociales. Los ÒotrosÓ se torna- seguridad y certidumbre en la vida cotidiana r’an desconocidos y todo acto de confianza de las personas. ser’a una apuesta incierta en sus resultados.

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 56 TambiŽn tendr’a lugar un cambio que la inseguridad actual de la gente podr’a modificar’a los v’nculos tradicionales entre tener para la consecuci—n del Desarrollo las instituciones sociales y las necesidades Humano Sustentable. Esto significa que individuales y colectivas. Como efecto de no basta con diagnosticar la inseguridad; ello las personas desconfiar’an de la disposi- hay que ponerla en relaci—n con la seguridad ci—n de las instituciones a brindarles apoyo. de las personas como horizonte normativo y condici—n del Žxito duradero de una socie- Una cuarta interpretaci—n se refiere al dad plenamente moderna. El concepto de impacto que tiene para las personas la Seguridad Humana, surgido en la tradici—n creciente consideraci—n de la vida cotidiana de los Informes de Desarrollo Humano del como un c‡lculo de riesgos y beneficios PNUD, busca precisamente enfatizar el individuales. En una sociedad donde los simult‡neo car‡cter de medio y de fin en s’ proyectos colectivos dejan paso a los pro- mismo que posee la seguridad para una yectos individuales, el futuro est‡ abierto. sociedad efectivamente moderna. El se presenta lleno de oportunidades pero tambiŽn de amenazas. Exige de cada uno El argumento de este cap’tulo se organiza a construir sus propios destinos, cosechar base de algunas tesis generales. Primero, la individualmente los frutos, pero pagando incertidumbre y la seguridad son rasgos per- tambiŽn individualmente los costos. Esto manentes de la vida en sociedad. Segundo, aumentar’a la sensaci—n de aislamiento y la modernidad se caracteriza por definir la desamparo social. relaci—n entre sociedad, seguridad e incer- tidumbre de modo particular, un modo que Todas esas explicaciones ponen de relieve ha resultado problem‡tico y que exige un correctamente aspectos de la inseguridad e permanente esfuerzo de soluci—n. Tercero, incertidumbre reinantes. Todas ellas desta- en Chile el tema de la incertidumbre y de la can adecuadamente el hecho de que el tipo seguridad adquieren un car‡cter propio en de modernizaci—n actual implica un quiebre funci—n de su historia y de la particularidad con formas anteriores de organizar la socie- de los problemas de integraci—n social aca- dad, lo que producir’a una fuerte desesta- rreados por la modernizaci—n. Cuarto, el bilizaci—n de la vida cotidiana. Sin concepto de Seguridad Humana es un instru- embargo, esas interpretaciones comparten un mento de diagn—stico y un horizonte norma- mismo sesgo. En efecto, si bien diagnosti- tivo que da cuenta del car‡cter din‡mico de can el malestar, lo consideran empero un la seguridad en la sociedad moderna al poner mero subproducto del cambio y de la el Žnfasis en las condiciones de acceso de las modernizaci—n. Un subproducto indeseado, personas a las oportunidades creadas por la sin duda, pero que no amenazar’a la solidez modernizaci—n. A partir de las reflexiones En el reconocimiento misma de la modernizaci—n. sobre estas tesis se definir‡ un concepto de Seguridad Humana que permita ordenar e y correcto manejo de Es cierto que el aumento de las incertidum- interpretar los antecedentes emp’ricos recien- las inseguridades e bres e inseguridades es un efecto consus- tes sobre modernizaci—n, seguridad e incertidumbres de la tancial a la modernizaci—n. Pero tambiŽn es integraci—n social en Chile. gente, la modernidad cierto, y as’ lo avala la experiencia hist—rica, que la inseguridad e incertidumbre de la se juega sus gente se convierte en uno de los obst‡culos posibilidades de y defectos m‡s importantes de los procesos 1. LA SEGURIDAD HUMANA: UNA Žxito. de modernizaci—n. En el reconocimiento y INTERPRETACION MAS AMPLIA correcto enfrentamiento de las inseguridades Y MAS PROFUNDA e incertidumbres de la gente, la modernidad se juega sus posibilidades de Žxito en el El Desarrollo Humano es el proceso de largo plazo. S—lo una interpretaci—n que ampliaci—n de la gama de oportunidades de aborde el car‡cter activo y fundacional que dispone la gente para llegar a ser sujeto que la certeza y la seguridad tienen en la y beneficiario del desarrollo. En su esfuerzo construcci—n del orden social permitir‡ permanente por profundizar y explicitar la comprender correctamente el impacto que perspectiva de un desarrollo centrado en las ÒElementos para la comprensi—n de la Seguridad HumanaÓ 57 personas, el PNUD elabor— el concepto de ella no debe confundirse con una suerte de Seguridad Humana, el que ser’a tema central muletas sociales. Forma parte consustancial del Informe Mundial de Desarrollo Humano de ella la participaci—n activa de las personas del a–o 1994. La Seguridad Humana pone el y su capacidad para asumir riesgos. Žnfasis en el ambiente social que hace posible un ejercicio estable y seguro de las Al relevar el tema de la Seguridad opciones creadas por el Desarrollo Humano. Humana el PNUD ha abierto un espacio a la reflexi—n de una condici—n b‡sica de cualquier existencia social: la construc- ÒLa Seguridad Humana est‡ centrada en el ser humano. Se ci—n de un entorno de certidumbres y preocupa por la forma en que la gente vive y respira en seguridades compartidas que haga posi- sociedad, la libertad con que puede ejercer diversas op- ble la participaci—n, la cooperaci—n, la ciones, el grado de acceso al mercado y a las oportunidades confianza y tambiŽn el procesamiento de sociales, y a la vida en conflicto o en pazÓ. los conflictos. Este requisito es precisa- ÒLa Seguridad Humana significa que la gente puede ejercer mente uno de los m‡s afectados por las esas opciones en forma segura y libre, y que puede tener profundas transformaciones que acompa- relativa confianza en que las oportunidades que tiene hoy no –an a la modernizaci—n radical de este desaparecer‡n totalmente ma–anaÓ fin de milenio. (Banuri, T. et al., 1995)

PNUD, Informe Mundial de Desarrollo Humano, 1994 2. INCERTIDUMBRE Y CERTEZA, COORDENADAS DE LA Con este concepto se destaca que no basta VIDA EN SOCIEDAD un aumento de las oportunidades orientadas a las personas, tales como ingresos, La necesidad de las certezas longevidad, educaci—n, si no est‡n en un entorno social que permita acceder a ellas y Las personas requieren de certezas y disfrutarlas. Lo que se destaca es el entorno seguridades para desarrollarse. La certeza de social que hace posible el Desarrollo que a la noche seguir‡ la ma–ana es una Humano. Sin paz social, equidad, solida- condici—n t‡cita de las actividades diarias. ridad, confianza, las oportunidades creadas Del mismo modo, la certeza de que las per- por el desarrollo dejan de ser tales, pues sonas entienden lo mismo al usar un dejan de estar accesibles para todos en lenguaje comœn es la condici—n de la condiciones equitativas, estables y seguras. comunicaci—n. Para iniciar actividades socia- les tambiŽn son necesarias, por ejemplo, la certeza de no ser privado arbitrariamente de ÒEvidentemente hay un v’nculo entre la la libertad, o la certeza de que la palabra Seguridad Humana y el Desarrollo Humano: el progreso en una esfera realza dada ser‡ cumplida. las posibilidades de lograr progresos en la otra. Pero el fracaso en una esfera La necesidad de certezas y seguridades tiene aumenta tambiŽn el riesgo de que un fundamento antropol—gico. La especie fracase la otra: la historia abunda en humana tiene una contextura esencialmente ejemplosÓ abierta. A diferencia de las otras especies el PNUD, Informe Mundial de Desarrollo hombre no posee un repertorio biol—gico de Humano, 1994 orientaciones prefijadas que gu’en su rela- ci—n con los otros seres humanos y con el entorno. Al hombre le est‡n abiertas El concepto de Seguridad Humana hace posibilidades muy diversas y variables para adem‡s hincapiŽ en el car‡cter din‡mico y construir el mundo que habita. El no posee socialmente producido del ambiente que per- de antemano un criterio absoluto acerca de mite el goce de las oportunidades de cu‡l de ellas es la adecuada. La incertidum- desarrollo. La Seguridad Humana no es algo bre es no poseer un orden predeterminado y que las personas puedan esperar y recibir estable de relaciones sociales y tener que pasivamente de las instituciones sociales; construirlo orientado s—lo por la luz tenue DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 58 de la vocaci—n humana a ser persona entre velocidad y profundidad segœn el ‡mbito de personas. Esta es la marca de origen de lo certezas de que se trate. Las certezas y humano que explica su fragilidad, pero es seguridades pueden ser relativizadas como tambiŽn el desaf’o que da sentido y grandeza efecto del aprendizaje e innovaci—n colecti- a su libertad. va, o simplemente por la irrupci—n inespera- da de sucesos no considerados en la imagen El hombre debe crear certezas como social de la realidad. Un cambio clim‡tico condici—n de su existencia. Esta tarea no sostenido puede dejar obsoletas las tŽcnicas puede ser resuelta por cada individuo ais- agr’colas que emplea una comunidad, alterar lado, pues la naturaleza de Žstas es colectiva. sus h‡bitos alimenticios, de vivienda y Las certezas se refieren a relaciones entre vestuario, afectando con ello su imagen de individuos y su entorno y definen un marco mundo y sus relaciones sociales tradiciona- compartido para su coordinaci—n. Coordina- les. Es decir, puede afectar aquellos aspectos ci—n y creaci—n de certidumbres colectivas que constitu’an las certezas mediante las son las condiciones primarias de la repro- cuales organizaban su vida social. En una crisis de las ducci—n humana. La sociedad es precisa- certidumbres y mente aquel espacio de coordinaci—n y certe- zas en que lo humano se hace posible. De Las certezas amenazadas seguridades est‡ en esta manera, la sociabilidad es la base sobre juego el sentido y la la que sustentan las certezas y las seguri- Por fuertes que sean las certezas ellas no posibilidad misma de dades. Se entiende por sociabilidad el des- pueden eliminar del todo los peligros. En la existencia comœn pliegue de v’nculos cotidianos entre los todos los ‡mbitos de la vida personal y individuos que se sustentan en el mutuo re- social hay incertidumbres, peligros y ries- conocimiento como participantes de una co- gos. No obstante, aun cuando ellos son munidad de saberes, identidades e intereses. componentes ineludibles de la experiencia social, tienen un l’mite m‡s all‡ del cual La supervivencia y el sentido humano de la tanto los individuos como la sociedad expo- existencia que se logran a travŽs de las nen su desarrollo y su sentido. Puede ser certezas y las seguridades sociales, son dos perfectamente tolerable para la sociedad que necesidades indisolubles. Ello explica un alguien se resfr’e porque fue sorprendido por hecho central para el objeto de este Informe: una lluvia, pero puede ser intolerable que en una crisis de las certidumbres y segu- una ciudad se instale a orillas de un r’o cuya ridades sociales no est‡ en juego s—lo la crecida en invierno podr’a sepultarla en reproducci—n material de personas indivi- lodo. La sociedad puede tolerar que alguien duales, sino tambiŽn el sentido y la posibi- pierda dinero por una mala inversi—n, pero lidad misma de la existencia comœn. La no puede tolerar que todos pierdan todas sus cesant’a no afecta s—lo a los ingresos inversiones como efecto de una crisis global familiares o a la estabilidad econ—mica del del sistema financiero. Una amenaza es pa’s, afecta sobre todo a las identidades aquella interrupci—n probable de los cursos personales, a las confianzas rec’procas, a la de acci—n individuales o colectivos que integraci—n y la paz social. resulta intolerable para una sociedad, para sus miembros o para ambos. Los cambios en las relaciones familiares, con la vecindad y con los amigos, los La sociedad y los individuos construyen cambios en la vida laboral y en las mecanismos ad hoc que aseguran el desarro- instituciones que encarnan las certezas socia- llo de la sociedad y de los individuos. Pre- les terminan, tarde o temprano, afectando cisamente ello es necesario en el caso de que como un todo al orden y al sentido de la un curso de acci—n se vea interrumpido existencia previamente establecido. como efecto de las incertezas, peligros y riesgos y amenace con ello en un grado into- Las certezas del mundo social, creadas como lerable la reproducci—n social, del individuo est‡n frente a desaf’os hist—ricos concretos, o ambas. Es lo que ocurre con un seguro de no son ni pueden ser absolutas. Est‡n en cesant’a, con la persecuci—n de los delin- permanente cambio, con mayor o menor cuentes o, como en el caso chileno, con el ÒElementos para la comprensi—n de la Seguridad HumanaÓ 59 fondo de estabilizaci—n del precio del cobre. la sobrepoblaci—n. Una sociedad organizada Ellos operan cuando los peligros y riesgos sobre los flujos financieros centrar‡ sus exceden un l’mite definido socialmente. mecanismos de seguridad en los equilibrios monetarios y en las garant’as a la inversi—n Puede definirse esos mecanismos ad hoc para hacer frente a los riesgos de inflaci—n o como mecanismos de seguridad. Seguridad de fuga de capitales. Esto es, los meca- se refiere en un sentido objetivo a los nismos de seguridad dependen de la defi- mecanismos, redes o v’nculos que impiden nici—n de cu‡les son los mecanismos y el aparecimiento de una alteraci—n en un objetivos b‡sicos de una sociedad y de curso de acci—n o bien permiten que, aun aquello que los puede amenazar. cuando ella aparezca, el curso de acci—n pue- da realizar sus fines en un grado razonable La sociedad y sus miembros reconocen, dan para el individuo, para la sociedad o para nombre, explicaciones y prioridades a las ambos. En un sentido subjetivo seguridad amenazas. Los reconocimientos y explica- se refiere al estado sicol—gico y a las dispo- ciones, es decir, la codificaci—n de las ame- siciones de acci—n que resultan de la nazas, son socialmente relativos. En cual- percepci—n de los individuos acerca de los quier caso, no hay mecanismo de seguridad mecanismos, redes o v’nculos de que posible para amenazas no reconocidas ni disponen. codificadas socialmente.

La existencia de mecanismos objetivos de Los mecanismos sociales de seguridad no No hay mecanismo seguridad no basta, sin embargo, para hacer s—lo apuntan a la limitaci—n de las amena- de seguridad m‡s segura a una sociedad. Es necesario zas. Hay tambiŽn instrumentos de seguridad posible frente a tambiŽn que las personas perciban esos me- que apuntan a favorecer el aprovechamiento amenazas no canismos y conf’en en ellos de modo de de oportunidades nuevas, frente a las cuales poder incorporarlos en sus estrategias de no se dispone de modalidades de comporta- reconocidas acci—n. Los mecanismos objetivos de segu- miento preestablecidas. Puede entenderse a socialmente ridad se hacen operantes porque las personas la alfabetizaci—n como un mecanismo de creen que pueden contar con ellos. Por el seguridad de este tipo. En efecto, para un contrario, sin confianza en esos mecanismos aprovechamiento masivo de las oportunida- ellos no s—lo se vuelven ileg’timos, sino des creadas por la cultura letrada se requiere inoperantes. Para que haya democracia, por que todos sepan leer. En similar sentido hoy ejemplo, no basta que haya registros electo- se dota a las escuelas primarias de compu- rales, candidatos y campa–as competitivas. tadores. Se puede denominar seguridad de Es tambiŽn necesario que las personas crean habilitaci—n a los mecanismos de seguridad en la eficacia de esos mecanismos para sus que, al limitar amenazas, peligros y riesgos, vidas concretas y acudan a votar. En el ‡m- permiten a las personas integrarse a las bito de la Seguridad Humana los meca- condiciones habituales de la vida social. La nismos objetivos y las percepciones subje- prevenci—n del delito es seguridad habili- tivas se condicionan mutuamente y forman tante. Seguridad de realizaci—n son aque- un todo indisoluble. llos mecanismos que permiten el aprove- chamiento de nuevas oportunidades frente a las cuales la sociedad no ha desarrollado La construcci—n social de seguridades formas habituales de acceso. La inversi—n social en desarrollo cient’fico es un seguri- Las formas sociales de implementar segu- dad de realizaci—n. ridad son variables. Ello depende del tipo de interrupciones de los cursos de acci—n que Ambas seguridades son indisolubles. Quien una sociedad estima intolerables y del grado no est‡ habilitado para participar en sociedad de probabilidad que le asigna a su ocurren- no puede tampoco aprovechar las nuevas cia. Una comunidad agr’cola de tierras ‡ridas oportunidades que esta crea, pero la incapa- centrar‡ sus mecanismos de seguridad en la cidad reiterada para aprovechar las nuevas distribuci—n y uso del agua y de la tierra oportunidades produce finalmente exclusi—n para hacer frente al peligro de la sequ’a o de social. DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 60 La distribuci—n desigual la bœsqueda de la seguridad de la sociedad de las seguridades como un todo.

Las certezas, peligros y riesgos, as’ como La Seguridad Humana es una tarea din‡mica los correspondientes mecanismos de segu- que se lleva a cabo en un escenario pleno de ridad, est‡n distribuidos desigualmente. La tensiones. Tensi—n entre libertad y crea- sociedad privilegia ciertas amenazas, ciertos tividad de las personas, por un lado, y la peligros y riesgos a la hora de asignar las relativa restricci—n de la libertad que implica seguridades. De esta manera, brinda su la seguridad institucionalizada por el otro; protecci—n m‡s a unos grupos y funciones tensi—n entre seguridad de las personas y sociales que a otros. Una sociedad puede seguridad de los sistemas e instituciones privilegiar la rentabilidad del capital me- sociales; tensi—n, finalmente, entre las diante mecanismos pœblicos de seguro a la certezas construidas socialmente y la inevi- inversi—n, mientras otra puede privilegiar la table incertidumbre que emerge desde la estabilidad del empleo mediante leyes contextura abierta del ser humano. Todas las laborales. Ambas opciones tendr‡n un im- sociedades han debido enfrentar las formas pacto diferente para las seguridades de los espec’ficas que asumen esas tensiones a lo distintos grupos involucrados. largo de su historia.

Buena parte de los conflictos sociales tienen La Seguridad Humana no es un absoluto, es Las certezas, peligros su origen en la bœsqueda por grupos sociales un proceso permanente de construcci—n y riesgos, as’ como los de reconocimiento pœblico y regulaci—n ins- social en el campo de las oportunidades y correspondientes titucional de sus incertidumbres. Ese con- amenazas. Ello la hace inseparable de la flicto de las seguridades puede desarrollarse reflexi—n social cr’tica que interroga sus mecanismos de en contra de otros grupos que ven en ese logros y tensiones, y que la actualiza seguridad est‡n reconocimiento una amenaza a sus propias permanentemente de cara al mejor y m‡s desigualmente seguridades. TambiŽn pueden generarse con- humano disfrute de las oportunidades distribuidos en la flictos frente a la inercia propia de las creadas por el Desarrollo Humano. codificaciones tradicionales y de los consen- sociedad sos que rigen un orden pol’tico, que pueden dificultar el reconocimiento de nuevas incertidumbres y amenazas. Desde esta pers- 3. LA BUSQUEDA DE SEGURIDAD pectiva la pol’tica puede entenderse tambiŽn EN LA SOCIEDAD MODERNA como el espacio en el cual se lucha por el reconocimiento de incertidumbres y por la La sociedad moderna surgi— del af‡n por distribuci—n de seguridades. ampliar la libertad frente a las certidumbres sociales heredadas. El orden social del per’odo medieval aparec’a limitando excesi- vamente los espacios de creatividad que eran Las tensiones de la seguridad necesarios para hacer frente a los nuevos desaf’os y para permitir el despliegue de las Las certezas y seguridades s—lo existen nuevas capacidades adquiridas gracias a la como creaci—n social y se refieren a las ciencia y al desarrollo de la individualidad. condiciones de la existencia social de las Las instituciones sociales parec’an llegadas a personas. En este sentido, las certezas y las un punto en que generaban m‡s peligros que seguridades tienen un doble objeto: asegurar aquellos que pretend’an conjurar. el desarrollo de las personas concretas y asegurar el desarrollo de la sociedad como En un contexto de crisis de certezas condici—n permanente de lo anterior. La largamente cristalizadas, la sociedad se vol- Seguridad Humana descansa en œltima c— sobre s’ misma en un gran esfuerzo de instancia en el equilibrio y complementarie- autorreflexi—n. Se dio a la tarea de discutir y dad en el logro de este doble objetivo. Ello proponer principios culturales y modelos instala desde el inicio la tensi—n entre la institucionales que permitieran dotar a la so- bœsqueda de la seguridad de las personas y ciedad de mayores grados de seguridad. Este ÒElementos para la comprensi—n de la Seguridad HumanaÓ 61 car‡cter intencional y autorreflexivo es lo parte, mediante la afirmaci—n de que los que caracterizar‡ la construcci—n permanente distintos ‡mbitos sociales, especialmente el de seguridad por parte la sociedad moderna. ‡mbito institucional y el ‡mbito personal, son irreductibles unos con respecto a los otros. Todo intento de someter uno al otro deriva necesariamente en tensiones e insegu- ÒLa reflexi—n en la vida social moderna consiste en el hecho de que las ridades sociales. Por la otra parte, se explica pr‡cticas sociales son examinadas mediante el supuesto de que cada uno de constantemente y reformadas a la luz esos ‡mbitos logra mejor su reproducci—n y de nueva informaci—n sobre esas seguridad mediante la aplicaci—n sistem‡tica mismas pr‡cticas, que de esa manera de la racionalidad a sus procesos. La bœs- alteran su car‡cter constituyente. queda moderna de seguridad, tanto personal Nos encontramos en un mundo como institucional, es inseparable de la totalmente constituido a travŽs del afirmaci—n de la autonom’a y de la conocimiento aplicado reflexivamente, racionalizaci—n. pero en donde al mismo tiempo no podemos estar nunca totalmente seguros de que no ser‡ revisado algœn elemento dado de ese conocimientoÓ Subjetividad y sistemas

Anthony Giddens, Las consecuencias La afirmaci—n de la autonom’a y la de la modernidad, Madrid, Alianza, racionalizaci—n dio impulso al desarrollo de 1994 dos principios din‡micos b‡sicos de la so- ciedad moderna: la subjetividad y los siste- mas. La subjetividad moderna descansa en Autonom’a y racionalizaci—n la consideraci—n de la personalidad y la conciencia de los individuos como fuente Los principios b‡sicos mediante los cuales primaria de las motivaciones, las intencio- la sociedad moderna ha buscado definir y nes y de la voluntad activa; en suma, como fundar la seguridad son los de autonom’a y fuente del sentido. Subjetivaci—n significa racionalizaci—n. La autonom’a consiste en que los anhelos, valores y proyectos sociales el derecho de distintos ‡mbitos sociales a se fundan cada vez m‡s en la conciencia de darse sus propias y exclusivas certezas y a los individuos y que Žsta se constituye regirse s—lo por ellas. As’ surgi— la crecientemente de manera autorreferida y autonom’a del orden pol’tico y econ—mico reflexiva. nacional respecto de la sujeci—n a imperios transnacionales de tipo religioso o militar. Surgi— tambiŽn la autonom’a de la Integraci—n y diferenciaci—n conciencia individual respecto de los impe- rativos y verdades impuestas por las insti- Paralelo al proceso de subjetivaci—n y tuciones sociales. La racionalizaci—n es el estimulado por Žl avanza la individuaci—n. proceso de organizaci—n creciente de los Este significa que los actores colectivos ‡mbitos sociales aut—nomos de acuerdo con dejan paso cada vez m‡s a actores indiv- relaciones cada vez m‡s eficientes entre fines iduales en la din‡mica de las relaciones y medios, donde los fines a considerar son sociales. œnicamente los propios. As’ por ejemplo, se racionalizan los ejŽrcitos, el sistema produc- El proceso de individuaci—n est‡ acom- tivo, tributario, la educaci—n, la familia, etc. pa–ado por el proceso de integraci—n. La integraci—n es el proceso de reconocimiento La sociedad moderna ha depositado en el y coordinaci—n rec’proco entre subjetivida- despliegue creciente de la autonom’a y de la des. La integraci—n se funda en la referencia racionalizaci—n su esfuerzo por superar las comœn en torno a valores y normas. Ella amenazas de Žpocas pasadas y asegurar el responde no s—lo a los requisitos de orden mejor despliegue de las capacidades huma- social, sino tambiŽn a las necesidades de la nas en el futuro. Ello es explicado, por una subjetividad. DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 62 GRAFICO 6 Esquema interpretativo

Una representaci—n esquem‡tica de los procesos, tensiones y complementareidades en los que se enmarca la bœsqueda moderna de la seguridad puede verse en el siguiente esquema.

En su eje horizontal se representa la tensi—n entre subjetivaci—n (S) y modernizaci—n de los sistemas (M). En su eje vertical se representan las tendencias opuestas de diferenciaci—n (D) y de integraci—n (I). Ambos ejes describen cuatro cuadrantes, en los que se ubican las tendencias que afectan a las dimensiones de la existencia social en la modernidad. En el primer cuadrante se ubica el proceso de individuaci—n que afecta a la subjetividad. En el segundo cuadrante se representan las din‡micas de integraci—n de la subjetividad. En el tercero se ubican las tendencias de diferenciaci—n y autoregulaci—n que afectan a los sistemas funcionales. En el cuarto cuadrante est‡n representadas las tendencias e institu- ciones de coordinaci—n social.

La complementariedad es el fundamento de la Seguridad Humana. Ella significa que cada uno de los cuadrantes contribuye al desarrollo de los otros sin amenazar su autonom’a. La complementariedad est‡ representada por el encuentro de las tendencias propias de cada uno de los cuadrantes en el centro del cuadro. La falta de complementariedad implica la expansi—n indebida de las tendencias propias de un cuadrante sobre el resto de ellos. Esto produce su subordinaci—n, funcionalizaci—n o retracci—n sobre s’ mismos. El actual malestar de la sociedad chilena puede interpretarse como efecto de las dificultades de la subjetividad para encontrar su espacio en un contexto definido por el predominio creciente de la l—gica de los sistemas funcionales

(D) DIFERENCIACION

INDIVIDUOS SISTEMAS (1) FUNCIONALES (3)

SUBJETIVACION MODERNIZACION (S) (M)

COMUNIDAD INSTITUCIONES DE (2) COORDINACION (4)

INTEGRACION (I)

ÒElementos para la comprensi—n de la Seguridad HumanaÓ 63 As’ como individuaci—n e integraci—n cons- de la una por la otra. Esto es, una creciente tituyen el proceso que recorre la subjetivi- individuaci—n de la subjetividad y una dad, la diferenciaci—n es el proceso paralelo creciente diferenciaci—n de los sistemas, si que afecta a los sistemas e instituciones bien pueden facilitar el despliegue de sus sociales. En tŽrminos del orden social toma- libertades y creatividades respectivas, do en su conjunto, la racionalizaci—n pueden tambiŽn impedir la necesaria implica que los distintos campos sociales se complementariedad entre ambos. diferencian en Òsistemas". Estos se orga- nizan en forma creciente segœn l—gicas El proceso de desvinculaci—n y tensi—n entre propias y funcionales a sus fines espec’ficos. subjetividad y sistemas y entre diferencia- La econom’a, el arte, la ciencia, la pol’tica, ci—n e integraci—n no es un producto an—- etc., se configuran as’ como Òsistemas malo de la modernidad. El es expresi—n de funcionalesÓ. los principios de valor que constituyen a la cultura moderna y de las din‡micas puestas Los sistemas diferenciados se relacionan en marcha por esos principios. El problema La complementarie- entre s’ en tŽrminos de coordinaci—n fun- radica en que estas tendencias liberadas a s’ cional. Cada uno toma en cuenta los otros mismas no aseguran la otra cara de cualquier dad entre subjetivi- sistemas en cuanto entornos de recursos y existencia social: la complementariedad dad y sistemas es la obst‡culos que pueden ser aprovechados o entre subjetividad y sistemas y entre base de la Seguridad evitados en funci—n de los propios fines. La diferenciaci—n e integraci—n. Humana en la coordinaci—n funcional puede ser m‡s o menos espont‡nea o puede asumir la forma El problema de la complementariedad es sociedad moderna de regulaciones e instituciones. crucial para la Seguridad Humana en la modernidad. Se trata de que cada uno de los ‡mbitos contribuya al desarrollo de los Modernidad y modernizaci—n otros, sin amenazarlos en su autonom’a.

La modernidad, entendida como horizonte Para enfrentar este problema la modernidad normativo y como proyecto, es la bœsqueda apost— en sus or’genes a una coincidencia y de paz social, igualdad y libertad mediante complementariedad espont‡neas en el largo la emancipaci—n de la subjetividad y me- plazo de los distintos ‡mbitos autonomi- diante la liberaci—n de la creatividad de los zados. Para ello se sirvi— de la idea de que sistemas sociales. La modernizaci—n, por el tanto la subjetividad como los sistemas se contrario, es el modo hist—rico mediante el orientar’an por una misma racionalidad de cual se instaura la modernidad en el plano tipo instrumental. Ella significa considerar de los sistemas e instituciones sociales. La los procesos y las acciones como una modernizaci—n actual se caracteriza porque sucesi—n de c‡lculos puntuales sobre fines y los sistemas sociales se autonomizan y se medios, donde el Žnfasis est‡ puesto en la diferencian cada vez m‡s como efecto de la eficacia de los medios. El car‡cter comœn a aplicaci—n sostenida de la racionalidad ambos de esa racionalidad permitir’a integrar instrumental a sus procesos y por la dere- los fines particulares y sustantivos de una gulaci—n, esto es, por el debilitamiento de subjetividad individualizada con la l—gica los v’nculos normativos que relacionan a los pragm‡tica de los sistemas sociales. sistemas entre s’. Adem‡s, la raz—n instrumental har’a de las instituciones y sistemas sociales un campo visible y comprensible, otorgando con ello La necesidad de complementariedad un principio de orientaci—n e identidad para la constituci—n de las subjetividades. As’, El desacople entre subjetividad y sistemas gracias a la raz—n instrumental, coincidir’an sociales abri— las puertas a los beneficios de y se complementar’an las tendencias aut—- la autonom’a y de la racionalizaci—n. Pero nomas de la subjetividad y de los sistemas. abri— tambiŽn una brecha donde pod’an desarrollarse la contradicci—n entre subjeti- Los efectos promisorios para la seguridad de vidad y sistemas sociales o la subordinaci—n la pretendida complementariedad espont‡nea DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 64 fueron profusamente relatados por el entre la subjetividad y los sistemas sociales. imaginario social ilustrado mediante la La propuesta resultante fue la instalaci—n de descripci—n de comunidades ut—picas donde la pol’tica en su forma democr‡tica como corderos y leones pastaban juntos en un espacio de creaci—n social intencional y medio de abundancia. Tal vez la m‡s reflexiva de la complementariedad. conocida de esas met‡foras es aquella de la Òmano invisibleÓ que daba cuenta de los La pol’tica era prevista como el campo en el efectos de la coordinaci—n espont‡nea que la subjetividad introducir’a la demanda brindada por la racionalidad del mercado. de satisfacci—n de las necesidades sustan- tivas de las personas y grupos sociales en la La complementariedad esquiva din‡mica de las estructuras. TambiŽn se ve’a a la pol’tica como el campo donde se En la segunda mitad del siglo XIX, con las producir’a el reconocimiento de los l’mites consecuencias sociales del llamado "capita- estructurales e hist—ricos que las necesidades lismo salvaje" de la primera industrializa- propias de los sistemas y de las relaciones ci—n, se revel— la debilidad del supuesto de de poder impon’an a las pretensiones de la la complementariedad espont‡nea entre la subjetividad. Buena parte del siglo XX ha subjetividad y los sistemas sociales. La estado marcado por la instalaci—n de la relaci—n entre los procesos de subjetivaci—n pol’tica como espacio social de la y de modernizaci—n se revel— como azarosa, producci—n de la complementariedad. asincr—nica y a ratos contradictoria. Desde fines de los a–os 60 la autorreflexi—n Esa crisis mostr— adem‡s la doble incerti- social ha ido se–alando la crisis de la dumbre que ser’a una compa–era de ruta pol’tica en su funci—n mediadora entre la permanente de la modernidad. Incertidumbre subjetividad y los sistemas. El juicio emer- en primer lugar por el debilitamiento de los gente apunta a que la pol’tica ser’a un canal v’nculos tradicionales premodernos que unilateral de mediaci—n que facilitar’a la articulaban la subjetividad y la estructura subordinaci—n de los sistemas e institu- social. Mediante dichos v’nculos las perso- ciones sociales por una subjetividad ideo- nas defin’an sus relaciones habituales consi- logizada. Ella, sin embargo, no permite a la go mismas, con el mundo y con los otros. subjetividad reconocer las necesidades Incertidumbre en segundo lugar porque las objetivas de los sistemas. tendencias de los sistemas sociales, si bien se racionalizaban y diferenciaban, no avanza- Esto habr’a conducido a la limitaci—n de la ban en la direcci—n de su complementariedad din‡mica racionalizadora y diferenciadora espont‡nea con la subjetividad, sino m‡s que hace a los sistemas e instituciones so- bien lo contrario. ciales cumplir sus funciones en condiciones de complejidad creciente. Esta limitaci—n Es decir, al tiempo que se debilitaban las habr’a impedido a su vez la expresi—n de las La relaci—n entre certidumbres tradicionales, no se realizaba la diversidades reales entre las subjetividades complementariedad de la que surgir’an las presentes en la sociedad. La crisis de la procesos de subjetiva- nuevas seguridades modernas. En forma de sociedad soviŽtica es vista como la expre- ci—n y de moderniza- colisi—n con las memorias hist—ricas y en si—n m‡s clara de esta limitaci—n. En su ci—n se ha revelado forma de falta de complementariedad entre la crisis se mostrar’an las consecuencias, tanto como azarosa, asincr—- subjetividad y los sistemas, la doble incerti- para la modernizaci—n de los sistemas como dumbre ha estado presente en las sucesivas para el desarrollo de la subjetividad, de la nica y a ratos contra- crisis de las sociedades modernas. formulaci—n ideol—gica de la complemen- dictoria tariedad a travŽs de la pol’tica. Parte importante de la reflexi—n posterior a la La construcci—n pol’tica de dŽcada de los 60 ha atribuido a la pol’tica, la complementariedad entendida como lucha ideol—gica, un car‡cter de amenaza y fuente de inseguridad. La sociedad moderna hizo la cr’tica del supuesto de complementariedad espont‡nea Pero esa misma autorreflexi—n cr’tica, para ÒElementos para la comprensi—n de la Seguridad HumanaÓ 65 seguir siendo moderna, ha debido plan- que la primera traduce sus necesidades s—lo tearse nuevamente en tŽrminos propositivos como demanda cuantificable en dinero y que el problema de la mediaci—n entre la subje- la segunda organiza las oportunidades enten- tividad y los sistemas sociales. La respuesta didas como ofertas econ—micamente ha partido por el reconocimiento de las rentables s—lo desde la perspectiva de la nuevas condiciones en que se debe plantear reproducci—n de los sistemas. ese problema. Entre esas condiciones se menciona la crisis de una subjetividad La espontaneidad de la mediaci—n del global o totalizante que corre a parejas con mercado no tiene ni sentido hist—rico ni la alta diferenciaci—n de los sistemas e contenido œnico. Ella es m‡s bien una instituciones sociales. Esa tendencia de mediaci—n negativa, pues define los requisi- fragmentaci—n se expresa tambiŽn en el tos de la coordinaci—n en ausencia de un marco de la llamada globalizaci—n. All’ se principio sustantivo de integraci—n social. enfrentan un espacio y un tiempo en un Por esta raz—n el mercado es altamente extremo cada vez m‡s universal y eficiente para producir coordinaci—n de homogŽneo y en el otro cada vez m‡s recursos y acciones en condiciones de alta particular y localizado. Lo universal y lo complejidad y escasa visibilidad. Pero por local se refuerzan a la misma velocidad con eso mismo revela grandes dificultades para la que se diferencian. reconocer y favorecer el despliegue de la subjetividad colectiva, la que se funda y Estos nuevos elementos del contexto actual orienta a partir de anhelos compartidos, visi- Muchos elementos impedir’an plantear el tema de las comple- bles para todos y conversables en un que dotaron de mentariedades mediante una racionalidad o lenguaje comœn. seguridad a las programa œnico, referido a una subjetividad de tipo œnico, como el de la ciudadan’a ilus- La noci—n mercantil de la complementa- sociedades pasadas trada, ubicada en un tiempo y espacio tam- riedad pretende hacerse cargo de la crisis carecen de sustento biŽn œnico, como el del progreso del Estado hist—rica del modo pol’tico de construirla. en el contexto actual. nacional. Es decir, los elementos claves que Ello lo hace mediante una restricci—n del hicieron inteligibles y dotaron de sentido de la subjetividad y de las oportu- legitimidad a las propuestas anteriores de nidades socialmente relevantes. El mercado complementariedad, carecen de sustento en reconoce s—lo aquella subjetividad que el contexto actual. puede expresar sus necesidades como demanda monetariamente cuantificable y promueve el despliegue s—lo de aquellas La propuesta de complementariedad oportunidades que son sustentables desde la por el mercado perspectiva de la rentabilidad econ—mica de los sistemas. Toda otra consideraci—n es La teor’a de los mercados autorregulados ha excluida puesto que la naturaleza del mer- sido propuesta e implementada ampliamen- cado busca evitar distorsiones en el te como un mecanismo eficiente de com- equilibrio espont‡neo entre oferta y plementariedad en las actuales condiciones. demanda, que es el que asegura la Desde la perspectiva del mercado la complementariedad entre la subjetividad y seguridad queda definida como aquel equili- los sistemas. Esta exclusi—n vale brio entre los recursos disponibles y las especialmente para la subjetividad reflexiva, demandas. En ausencia de una racionalidad que pretende instalar una discusi—n sobre la œnica que gobierne la creciente complejidad complementariedad posible desde la perspec- y diferenciaci—n de subjetividades y tiva de la sociedad deseada. sistemas, se postula al dinero como el lenguaje social capaz de comunicar recursos La sociedad moderna, sin embargo, es y necesidades. inevitablemente autorreflexiva. En los œltimos a–os ha surgido un nuevo impulso La complementariedad entre la subjetividad en la reflexi—n. Est‡ motivado por los y los sistemas sociales se postula como s’ntomas difusos del malestar social. Este espont‡nea si se cumplen los supuestos de podr’a, segœn algunos, explicarse como DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 66 efecto de la implementaci—n globalizada de condiciones de lo posible en los espacios la mediaci—n por el mercado. Dicha sociales e hist—ricos en los que se lleva a mediaci—n no tendr’a el contrapeso de suje- cabo. Consecuentemente, una mirada pros- tos individuales y colectivos suficientemen- pectiva de la Seguridad Humana ha de te potenciados. Se tratar’a de una reflexi—n reafirmar los valores que la orientan, al suscitada por la intensificaci—n de una doble mismo tiempo que considerar su realizaci—n incertidumbre. Por un lado, incertidumbre posible en la situaci—n hist—rica dada. por el posible debilitamiento de las formas pol’ticas de mediaci—n entre la subjetividad Importa recalcar que el realismo de la y los sistemas; ellas impregnaron la memo- Seguridad Humana ha de considerar no s—lo ria y dieron sustento a la cultura en la cual los condicionamientos de la econom’a y de los sujetos se reconoc’an a s’ mismos y la pol’tica, sino especialmente los de la establec’an sus relaciones con los otros y cultura. La sustentabilidad del Desarrollo con el entorno. Incertidumbre, por el otro Humano tiene un componente b‡sico en la lado, por la ausencia de visibilidad y de sinton’a con las particularidades culturales sentido social de las mediaciones mercan- del contexto en que se implementa (Banuri, tiles. A ello debe agregarse una forma T., et al., 1995). adicional de incertidumbre que parece ser nueva y propia de esta Žpoca: la carencia de un lenguaje colectivo en el cual expresar, reconocer y reflexionar cr’ticamente sobre la 4. EL DESAFIO HISTORICO DE LA incertidumbre que surge de la falta de SEGURIDAD EN CHILE complementariedad. Los siguientes apuntes buscan desplegar el marco conceptual en su desarrollo hist—rico. Las complementariedades reales: Por esquem‡tica que sea, la retrospectiva Mirar en clave de asincron’as e hibridismos ayuda a comprender que el desaf’o de Seguridad Humana superar las incertidumbres y crear meca- La integraci—n entre la subjetividad y los nismos de seguridad no es un fen—meno significa reafirmar sistemas sociales ha resultado m‡s compleja inŽdito en la historia de Chile. los valores que la de lo esperado originalmente. La moder- orientan al mismo nidad real es inseparable de esa dificultad. La interpretaci—n esbozada no es, por tiempo que conside- Los supuestos de la complementariedad supuesto, la œnica posible; sin embargo, espont‡nea parecen dif’ciles de lograr. Ni las permite dar cuenta del modo en que las rar con realismo su subjetividades se dejan reducir al principio encrucijadas de la modernidad se han puesta en pr‡ctica. de la racionalidad instrumental o monetaria, planteado y resuelto bajo las circunstancias ni los sistemas sociales se desarrollan espec’ficas de Chile. Una vez que la acordes con las necesidades de una subje- sociedad chilena se enfrenta a la exigencia de tividad no restringida. En la modernidad producir por s’ misma un orden social, real las tendencias de la subjetividad y de Àbajo quŽ formas va ella articulando los los sistemas siguen derroteros divergentes, procesos de subjetivaci—n y modernizaci—n, asincr—nicos, y se cruzan generando contra- de diferenciaci—n e integraci—n? dicciones no previstas o encuentros parciales e h’bridos. Orden versus caos: el problema Dado que no existe la integraci—n de la seguridad espont‡nea y perfecta entre ambos polos, las complementariedades y faltas de comple- La Seguridad Humana es un problema mentariedad son el resultado de estilos de presente en Chile a lo largo de los œltimos desarrollo socialmente producidos. Esto dos siglos. El problema ya es planteado por significa que si bien la modernidad es una el proceso de independencia. Este expresa el tarea permanente y pendiente orientada por quiebre de la seguridad provista por el orden un horizonte de valor emancipatorio, ella colonial y pone de manifiesto una nueva est‡ inevitablemente sometida a las inseguridad. La alteraci—n violenta de la paz ÒElementos para la comprensi—n de la Seguridad HumanaÓ 67 social y la reinserci—n internacional del pa’s, (la "mano invisible") del mercado y, por la pŽrdida de los marcos de referencia habi- otra parte, recelan del despotismo del poder tuales y la imprevisibilidad del nuevo estatal. rumbo, todo ello genera incertidumbre. En- tonces, como muchas veces despuŽs, la DespuŽs de la ruptura revolucionaria de sociedad chilena codifica su incertidumbre 1818 y un per’odo de convulsiones sociales, bajo la forma de un dilema: "orden versus la elite chilena llega pronto a un consenso caos". en torno a la noci—n de orden. Este principio fundacional tiene una doble cara: institucio- nalizaci—n del orden republicano y, simul- t‡neamente, conservaci—n inalterable del "El descubrimiento de que el orden no era natural fue el descubrimiento del orden social heredado. Desde los inicios se orden como tal. El concepto de orden instala pues una modernidad h’brida en la apareci— en la conciencia simult‡- cual coexisten innovaci—n y tradici—n; neamente con el problema del orden, producci—n deliberada del orden institucinal del orden como un hecho de estrategia y defensa del "orden natural de las cosas". y de acci—n, orden como una obsesi—n. (..)Podemos decir que la existencia es Existe una "complementariedad espont‡nea" moderna en la medida en que se bifurca que descansa sobre el "peso de la noche", en orden y caos. La existencia es una inercia que asegura la paz social. moderna en la medida en que contiene la alternativa de orden y caos."

Zygmunt Bauman: Modernidad y ambivalencia; en AA.VV., Las El proceso de diferenciaci—n consecuencias perversas de la modernidad, Barcelona, Anthropos, A mediados del siglo pasado, se afianza un 1996 rasgo espec’fico de la modernizaci—n: la diversificaci—n de intereses y opiniones. Sin embargo, por largo tiempo, la diferenciaci—n de la sociedad ser‡ vista como un peligro a Toda la historia de Chile puede leerse como la unidad nacional. Los conflictos de 1851, una continua tensi—n entre orden y desorden. 1859 y 1891 se–alan un debilitamiento de la El orden se legitima de cara a la amenaza de cohesi—n, pero en ningœn caso de la hege- anarqu’a; precisamente el miedo profun- mon’a de la clase dirigente. Junto a la damente arraigado al caos nutre la venera- diferenciaci—n social aparecen, en la segunda ci—n del orden. En el fondo, est‡ en juego la mitad del siglo XIX, los primeros signos de relaci—n de orden y cambio. Cuanto mayor diferenciaci—n funcional. El comercio y la es la confianza en el orden, mayor es la administraci—n pœblica muestran la confor- disposici—n al cambio; por el contrario, maci—n de sistemas sociales que operan cuando crece el temor al desorden prevalece conforme a su propia racionalidad. la defensa del orden establecido. En el fondo, la sociedad chilena enfrenta los retos El surgimiento de una clase media y de una de toda sociedad moderna: Àc—mo lograr un sociabilidad urbana, la configuraci—n de los cambio social, una modernizaci—n, sin primeros partidos pol’ticos y una participa- destruir el orden? O, dicho a la inversa: ci—n electoral significativa, el aprendizaje de Àc—mo establecer un orden capaz de asegurar instrumentos conceptuales (c—digo civil, los cambios sociales? ciencias naturales) y la asimilaci—n de nuevas claves culturales (romanticismo, El dilema refleja la asincron’a de los proce- positivismo) son algunas se–ales del avance sos. Subjetivaci—n y racionalizaci—n, dife- del proceso de subjetivaci—n. De modo renciaci—n e integraci—n, no avanzan a la par. similar la expansi—n de la burocracia estatal, Los l’deres de la independencia adquieren la profesionalizaci—n del ejŽrcito y el auge tempranamente conciencia de lo proble- del comercio exterior y de la primera m‡tica que es la complementariedad. No industrializaci—n muestran el avance del pueden recurrir a la coordinaci—n espont‡nea proceso de modernizaci—n. DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 68 En la medida en que la realidad social nismo mutualista de los artesanos (Vivaceta) deviene m‡s compleja el rŽgimen olig‡r- se agregan posteriormente los industriales quico encuentra mayores dificultades en (Sociedad de Fomento Fabril, 1883) y, por encauzar ambos procesos. La pol’tica de sobre todo, los sindicatos obreros que se orden enfrenta una doble exigencia: evitar la organizan al margen (mutuales) o en contra anarqu’a y, a la vez, asegurar el progreso. (anarquistas) del orden vigente. Tales Hay que renovar pues los mecanismos de movimientos muestran la delimitaci—n rec’- complementariedad. Si la independencia ins- proca entre sujetos y sistemas. Los actores taura la unidad simb—lica en nombre de la sociales ponen l’mites a determinada din‡- naci—n, la Guerra del Pac’fico la actualiza. mica de racionalizaci—n social a la vez que Entonces comienza a perfilarse el Estado representan una autodefensa limitada, que ha nacional como instancia mediadora. de respetar las exigencias propias de la modernizaci—n.

El orden, por lo tanto, ha sido construi- Ambos procesos -diferenciaci—n social y do a partir de una experiencia que modernizaci—n- presionan sobre la "sociedad incluye los temores de un grupo olig‡rquica". Ni la cultura se–orial, ni la sometido a un proceso de cambio; institucionalidad pol’tica, ni la moderniza- habita un medio en que los referentes colectivos tradicionales est‡n puestos ci—n socioecon—mica logran, empero, in- en duda, Forma parte integrante de la corporar a amplios sectores de la poblaci—n, cultura pol’tica de la clase dirigente movilizados por la Guerra del Pac’fico y la chilena, e interactœa con otros valores miner’a salitrera. Aumentan la transhumacia como por ejemplo, la religi—n para y el bandolerismo en el campo, la migraci—n configurar el ‡mbito donde se enfrentan las antiguas certidumbres y las nuevas a las ciudades y la miseria urbana. Las propuestas. El temor fundamental es a huelgas de obreros y de los pobres urbanos a lo otro, a lo diferente, a lo nuevo, a lo comienzos de siglo otorgan visibilidad a la que no pertenece a la tradici—n; por lo tanto, la diferenciaci—n social aparece como una amenaza a la identidad. Todo el siglo pasado es una historia de Ana Mar’a Stuven: Una aproximaci—n a miedo. Cuando regresŽ a Valpara’so, la cultura pol’tica de la elite chilena, despuŽs de mis viajes por lejanas en Estudios Pœblicos 66, Santiago, tierras, la primera impresi—n que me 1997 inund— fue de miedo, de miedo inefable, profundo. Cada calle, cada rinc—n me trajo recuerdos de miedo, mezclado a veces con travesuras y primeros La paulatina transici—n hac’a una comple- amores. Miedo a caer en los patines; mentariedad deliberada no elimina, por miedo a pasar por el medio de la plaza; cierto, la tensi—n entre los procesos de miedo a que me vieran con un sombrero subjetivaci—n y modernizaci—n. Las formas feo; miedo a pasar en compa–’a de un desconocido; miedo a los ex‡menes; y din‡micas en que se desarrolla uno de los miedo a llegar tarde; miedo a que me polos afecta necesariamente al otro polo de viera el profesor; miedo a llevar libros. la tensi—n. Los conflictos se encienden tanto Miedo, miedo, miedo. Miedo org‡nico, por las oportunidades que promete deter- miedo social, de adentro. Todo el siglo minado tipo de modernizaci—n a uno u otro pasado estuvo lleno de miedo. La mamita veget— inundada de miedo; del grupo social como por las amenazas que miedo explosivo, portador de un rostro conlleva. La decisi—n acerca de la estrategia beligerante y feo; miedo a perder la decide tambiŽn quiŽnes son los ganadores, situaci—n; miedo a tener hijos feos, quiŽnes los perdedores y quiŽnes quedan al miedo a las veleidades del dinero; miedo margen del proceso. Todo ello genera a los parientes pobres, miedo al quŽ dir‡n; miedo a la servidumbre. inseguridad e incertidumbre. Joaqu’n Edwards Bello: Valpara’so. La experiencia de inseguridad impulsa, en la Fantasmas, Santiago, 1955 segunda mitad del siglo XIX, la organiza- ci—n de intereses corporativos. Al asociacio-

ÒElementos para la comprensi—n de la Seguridad HumanaÓ 69 "cuesti—n social" que pronto desbordar‡ a identidad social y, por consiguiente, la una sociedad incapaz de integrar a toda la protecci—n de sus derechos sociales. Los poblaci—n, pero ya no dispuesta a tolerar su obreros conquistan no s—lo las leyes sociales marginaci—n. de 1924 y la legalizaci—n de sus sindicatos (C—digo de Trabajo de 1931) sino tambiŽn la participaci—n pol’tica a travŽs de sus La "cuesti—n social" y la construcci—n partidos. de una mediaci—n pol’tica El reconocimiento de los derechos La "cuesti—n social" da lugar a una crisis ciudadanos y sociales conlleva, por otra integral de la sociedad chilena que se abre en parte, un impulso a la modernizaci—n del 1920 con la descomposici—n del orden Estado. Para contrarrestar los peligros de olig‡rquico y se cierra en 1938 con la desintegraci—n social se le atribuye una institucionalizaci—n democr‡tica de los funci—n de asistencia social para los grupos conflictos. m‡s despose’dos. Adem‡s, se fortalece la institucionalidad estatal mediante la creaci—n Como toda crisis, la "cuesti—n social" refleja del Banco Central, la Direcci—n de una situaci—n de extrema inseguridad. Inse- Impuestos Internos y la Contralor’a General. guridad para las masas arrojadas a un De este modo se consolida la centralidad del proceso de transformaci—n que no les da Estado en la coordinaci—n y regulaci—n del acogida y, por el contrario, desencadena una desarrollo social. degradaci—n material y s’quica que se vuelve intolerable. Inseguridad tambiŽn para los El modo en que se codifican las incertidum- grupos dominantes que ven el orden social bres y se institucionalizan los mecanismos amenazado por las "clases peligrosas". Su de seguridad recuerda que amenazas y incertidumbre es potenciada por el desplome oportunidades se distribuyen de modo dife- que sufre el antiguo rŽgimen por doquier; la renciado. Para los campesinos y los pobres ca’da de las monarqu’as europeas, las urbanos no se abren nuevas oportunidades. revoluciones en MŽxico y Rusia, los tras- Ellos quedan excluidos del nuevo "contrato tornos en los pa’ses vecinos, todos los social" como precio pagado por la signos del tiempo anuncian una profunda aquiescencia de la elite terrateniente al nuevo transformaci—n de la organizaci—n social. De orden social. La distribuci—n de las oportu- hecho, la "cuesti—n social" significa el nidades que establece el nuevo compromiso colapso de los antiguos mecanismos de de clases descansa tanto sobre el recono- seguridad. cimiento rec’proco de los intereses vitales como sobre la externalizaci—n de los costos Todo cambio social implica amenazas y a travŽs de la conservaci—n de la estructura oportunidades. Precisamente por su car‡cter agraria. La crisis de los a–os integral, la crisis de los a–os 20 abre la veinte abri— la oportunidad de rearticular la estructura Amenazas y oportunidades no s—lo son muy oportunidad de social, el proceso econ—mico, las institu- diferentes (en cantidad y calidad) para los ciones pol’ticas y las representaciones diversos sujetos. Adem‡s, es cada vez m‡s rearticular estructura simb—licas en una nueva organizaci—n de la dif’cil hacer una distinci—n n’tida. Las trans- social, proceso vida social. A pesar de la persistencia de formaciones suelen representar simult‡nea- econ—mico, muchos rasgos tradicionales, se configura un mente oportunidades y amenazas. Los cam- instituciones pa’s nuevo. bios devienen ambiguos, permitiendo s—lo posteriormente apreciar costos y beneficios. pol’ticas y representa- Durante este per’odo y en medio de muchos ciones simb—licas. sobresaltos, como la dictadura de Ib‡–ez y la Un ejemplo ofrece el desarrollo del Repœblica Socialista de 1932, la sociedad sindicalismo chileno en esa Žpoca. El reco- chilena busca restablecer grados satisfacto- nocimiento de las organizaciones obreras rios de seguridad. Su reconstrucci—n supone, como instrumentos de representaci—n laboral por parte de la subjetividad, el reconoci- implica como contrapartida una renuncia a miento jur’dico de los trabajadores en su su acci—n pol’tica (entregada a los partidos) DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 70 y a su acci—n social (confiada al Estado Problemas de una construcci—n asistencial). Aprovechar una oportunidad deliberada de la complementariedad significa descartar otras opciones. As’, el ingreso de los partidos obreros al sistema La tensi—n entre subjetivaci—n y moder- pol’tico permite participar en la toma de nizaci—n puede ser una relaci—n de decisiones, incluso al nivel gubernamental complementariedad, donde cada proceso durante el Frente Popular, pero significa ofrece oportunidades para el despliegue del tambiŽn renunciar a un cambio revoluciona- otro momento, o una relaci—n de oposici—n, rio. La cooperaci—n exige relaciones de donde cada uno de los polos genera confianza mutua y, por lo tanto, una auto- amenazas y resistencias al buen funciona- atadura de los participantes; ella restringe miento del otro. Trabajar la tensi—n entre pues la competencia. En suma, restringir las sujetos y sistemas como una relaci—n de din‡micas de modernizaci—n supone una complementariedad exige instancias de autorrestricci—n de la subjetividad. mediaci—n.

En Žpocas de cambio acelerado como los Una instancia privilegiada es el Estado. La a–os 20 la evaluaci—n de oportunidades y definici—n del Estado como garante del bien amenazas es altamente incierta. No s—lo comœn alude precisamente a esa funci—n pierden validez las categor’as con las cuales mediadora. El "interŽs general" no remite pensar la realidad social; tambiŽn se pierden solamente a las demandas comunes de los los v’nculos afectivos con el orden esta- sujetos, sino particularmente a la comple- blecido. En tales situaciones parte impor- mentariedad entre los intereses subjetivos y tante de la poblaci—n queda sœbitamente los "imperativos" sistŽmicos. huŽrfana; la subjetividad pol’tica que en tiempos normales es encauzada por las La mediaci—n estatal caracteriza al instituciones y los grandes discursos legiti- "desarrollismo" entre 1939 y 1973. Durante matorios queda repentinamente liberada. esta fase Chile conoce una especie de Estado Hay un desanclaje de los miedos y rencores, de Bienestar keynesiano que trata de de los resentimientos de humillaci—n y compatibilizar, al menos discursivamente, agravio colectivo, de las expectativas frus- las reivindicaciones de los sujetos con las tradas de redenci—n. En tales situaciones de exigencias de los sistemas funcionales. En desencanto puede cristalizar el populismo. efecto, el Estado desarrollista combina tres Entonces la subjetividad busca su cauce al tareas relacionadas entre s’: crecimiento margen de las instituciones, en la identi- econ—mico, integraci—n social y raciona- ficaci—n con algœn l’der capaz de dar nombre lizaci—n pol’tica en torno a un proyecto de a los sentimientos y anhelos. desarrollo nacional. De este modo las demandas sociales de participaci—n y de El "momento populista" condensa un bienestar se vinculan con la conducci—n Trabajar la tensi—n malestar difuso que expresa esa "subjetivi- pol’tica de la econom’a. entre sujetos y dad vagabunda" a la bœsqueda de codi- sistemas como una ficaci—n. Desde la crisis de los a–os 20 la Tal vinculaci—n no descansa œnicamente relaci—n de comple- historia chilena conoce recurrentemente tales sobre la iniciativa empresarial del Estado. momentos populistas que reflejan la incer- Aœn m‡s relevante es su funci—n simb—lica. mentariedad exige tidumbre producida por el quiebre de La bandera nacional, el himno patrio, la instancias de determinado mundo de vida. Posteriormente administraci—n pœblica y, por sobre todo, la mediaci—n la subjetividad ser‡ recuperada, particular- pol’tica democr‡tica son formas de repre- mente por los cauces de las institucionalidad sentar los lazos de reconocimiento, perte- democr‡tica. Pero la tensi—n no desaparece. nencia y arraigo que unen a la comunidad. La "normalidad democr‡tica" no est‡ asegu- Una caracter’stica del Estado Social es su rada de una vez para siempre. Cada vez que capacidad de representar tanto el reconoci- el desenga–o con las promesas de la moder- miento que hace el conjunto de la sociedad nizaci—n no encuentra cauces expresivos, la de cada uno de sus miembros (ciudadanos) subjetividad pondr‡ en entredicho la como la integraci—n de cada uno a un orden racionalidad del sistema. compartido. Es dicha integraci—n social la ÒElementos para la comprensi—n de la Seguridad HumanaÓ 71 que permite a la pol’tica invocar un proyecto Una modernizaci—n autoritaria nacional. Identificando la subjetividad con el desor- La compatibilidad entre los procesos de mo- den, el nuevo rŽgimen actualiza la dicotom’a dernizaci—n y subjetivaci—n tiende a ser originaria, orden versus caos, con una socavada por la asincron’a de ambos diferencia sustantiva. Mientras que la elite procesos. Estos se desarrollan de modo olig‡rquica tem’a que la l—gica interna de las desigual, entrelaz‡ndose en constelaciones instituciones atropellara las costumbres y cambiantes. Mientras que la "cuesti—n estructuras sociales, ahora la amenaza de social" se caracteriza por el protagonismo de anarqu’a se atribuye a los sujetos. Resta- las personas, a partir de los a–os treinta la blecer el orden significa entonces restringir din‡mica social se desplaza al ‡mbito de la la subjetividad, cancelando la autodetermi- modernizaci—n. naci—n democr‡tica, y entregar la moder- nizaci—n a los equilibrios autom‡ticos del Un diagn—stico de la asincron’a constata la mercado. injerencia excesiva de los sujetos -mediada por el sistema de partidos- en desmedro de la eficiencia econ—mica. Visto as’ el proble- ma, la soluci—n consistir’a en desvincular el El neoliberalismo en AmŽrica Latina proceso econ—mico de los intereses sociales. "El neoliberalismo, tal como se Ella genera conflictos, sin embargo, porque entiende en AmŽrica Latina, es una la "l—gica econ—mica" no logra procesar las concepci—n radical del capitalismo demandas de subjetividad. A la inversa, las que tiende a absolutizar el mercado instituciones pol’ticas y culturales generan hasta convertirlo en el medio, el sentidos y pautas de acci—n colectiva, pero mŽtodo y el fin de todo comportamien- to humano inteligente y radical. Segœn al margen de la racionalidad econ—mica. La esta concepci—n est‡n subordinados consecuencia es una mayor distancia entre al mercado la vida de las personas, el las din‡micas de los sistemas y las comportamiento de las sociedades y demandas de los sujetos, pero sin llegar a la pol’tica de los gobiernos." un desacople entre ambos momentos. Carta de los Superiores Provincia- les Latinoamericanos de la Compa- Otra estrategia pretende reducir la brecha –’a de Jesœs, Ciudad de MŽxico, 14 mediante un control de los sujetos sobre los de noviembre de 1996 procesos de modernizaci—n. TambiŽn este programa se revela inadecuado. Por una parte, no contempla la diversidad de sujetos La pretensi—n de reemplazar al Estado por el y sus conflictos de intereses y proyectos. mercado caracteriza al "neoliberalismo" que Dicha pluralidad es contraria a una "plani- acompa–a al rŽgimen militar. El proyecto se ficaci—n global" (M. G—ngora) de la moder- ofrece como una respuesta a las fallas del nizaci—n. Por otra parte, no respeta la Estado; puesto que la acci—n estatal ser’a creciente diferenciaci—n funcional de la incapaz de asegurar la complementariedad sociedad. El proceso de modernizaci—n ha entre los sujetos y los sistemas sociales, dado lugar a sistemas funcionales (como el propone realizar una desconexi—n completa. sistema econ—mico o el sistema educacional) La despolitizaci—n impuesta apunta a la relativamente aut—nomos, que ya no est‡n a escisi—n de la subjetividad y la racionaliza- plena disposici—n de la voluntad pol’tica. ci—n como ‡mbitos separados. La propuesta neoliberal, basada en una absolutizaci—n del En resumen, a comienzos de los a–os 70 la mercado, pretende limpiar los procesos de sociedad chilena parece haber alcanzado un modernizaci—n de toda consideraci—n ajena a grado de diferenciaci—n (social y funcional) la racionalidad funcional. Vistos as’, las que desborda la capacidad del Estado y de la pasiones pol’ticas, las identidades pol’tica de articular el desarrollo de los colectivas, los mismos derechos humanos sujetos con las exigencias de los sistemas. aparecen como disfuncionales.

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 72 En realidad, la "revoluci—n silenciosa" de la chilena cuando, acorde con la Constituci—n sociedad chilena libera efectivamente la de 1980, el rŽgimen se somete a plebiscito din‡mica del mercado de sus restricciones y en 1988. La incertidumbre del plebiscito acelera as’ una racionalizaci—n no solamente cristaliza las inseguridades del pasado y del de los distintos sistemas sociales, sino futuro. incluso de las relaciones intersubjetivas. Por una parte, se alimenta de la memoria El resultado es una complementariedad soterrada de otros miedos, muchos miedos trunca. En la medida en que la desregulaci—n anteriores acumulados en la memoria de los elimina las ataduras pol’ticas y, por otra chilenos. Luego, el miedo a la pol’tica, esa parte, el mercado no cuenta con "frenos" amenaza de cataclismo que destruye en un intr’nsecos, se desata una modernizaci—n instante los sacrificios de a–os. Todo eso y acelerada que se despliega sin consideraci—n mucho m‡s, dif’cil de indagar, converge en de los sujetos. la memoria oculta del "revent—n de septiembre" (A.Jocelyn-Holt, 1997).

La memoria de un pasado presente se La modernidad es incumplidora. Ha decidido reconocer al individuo como entreteje con la nostalgia de un pasado su premisa, como œnico e irrenunciable lejano. Las inseguridades de ahora animan el fundamento. Pero se sustrae a tal recuerdo de un "antes": im‡genes de Chile fundamento, pues deja de lado el como un pa’s hospitalario, donde la ley se cumplimiento de la condici—n prometi- respetaba y todos se saludaban, gente pobre, da: la condici—n de ciudadano, titular de un poder compartido, en calidad de pero honesta, orgullosa de su himno patrio, condici—n humana compartida, de de su democracia, de sus vinos, del Estado todos y cada uno. docente. Un pa’s que, nos guste o no, se fue. Han cambiado el contexto mundial y, por sobre todo, la propia sociedad chilena. Paolo Flores D'Arcais: El desencan- tamiento traicionado, en AA.VV., Modernidad y pol’tica, Caracas, 1995 No solamente el pasado, tambiŽn el futuro echa sombras. Hay el deseo de volver a re’r y cantar, pero tambiŽn miedo a perder lo adquirido, al retorno de los conflictos y la La modernizaci—n parece una promesa de violencia, en fin, al castigo. El plebiscito de libertad y bienestar; no obstante, es resen- 1988, como las elecciones de 1989, actua- tida por los chilenos en su diario vivir. Las lizan la consigna decimon—nica: orden o mejoras no logran acallar a la subjetividad. anarqu’a. Recordando el lema de Sarmiento, La tensi—n entre las "l—gicas funcionales" y cabe la duda: Àde quŽ lado est‡ la el entorno cultural se hace notar en diversas civilizaci—n, de quŽ lado la barbarie? paradojas. Resulta parad—jico, en efecto, que una liberalizaci—n radical de todos los La modernizaci—n y la democratizaci—n no intercambios, que abre el pa’s al mundo, sea son, ni deber’an ser estrategias alternativas. acompa–ada por algunos de una defensa Nadie se opone a la democracia; no es Žse el acŽrrima de los valores tradicionales. Es problema. La inseguridad parece radicar m‡s sabido que toda apertura tan radical como la bien, como sugiere Alfredo Jocelyn-Holt, en chilena genera una transformaci—n cultural. el vigor o fragilidad del orden social: Podr’a parecer parad—jico que un "modelo" Ànuestra convivencia exige todav’a el "peso que hace de la libertad individual su de la noche", esa inercia sabiamente dosi- m‡xima moral obstaculice el despliegue de ficada? Los miedos recomiendan cautela, la la subjetividad en la realidad cotidiana. necesidad de no agitar las oscuras aguas de la subjetividad. Esta, sin embargo, no se Las incertidumbres de la transici—n deja disciplinar indefinidamente por la "l—gica del sistema". La l—gica es irre- Orden y caos, seguridad e inseguridad sistible, reconoc’a Kafka, pero nada puede vuelven a ser el leitmotiv de la sociedad contra las ganas de vivir. A este anhelo ÒElementos para la comprensi—n de la Seguridad HumanaÓ 73 responde la consigna "la alegr’a ya viene". acci—n cuyas consecuencias s—lo pueden establecerse como probabilidad y que La historia (las historias) conoce momentos pueden ser asumidas o evitadas por los estelares en que una Žpoca enfrenta su "hora actores. Amenaza es aquella interrupci—n de la verdad". Uno de ellos fueron las probable de la acci—n de las personas y de elecciones de 1988 y 1989. En su decisi—n los sistemas que la sociedad considera electoral, chilenas y chilenos decidieron intolerable para la realizaci—n de sus sobre una experiencia del pasado y una objetivos. Seguridad son los mecanis- expectativa de futuro. TambiŽn respondieron mos que regulan aquellos riesgos y peligros a un interrogante: ÀquŽ seguridad ofrece la que la sociedad estima como una amenaza democracia? A la luz de esta pregunta, el para s’ misma o para los individuos. voto mayoritario puede interpretarse como un voto de confianza en que el rŽgimen La seguridad puede ser de habilitaci—n o de democr‡tico contribuye a un orden seguro. realizaci—n. La primera se refiere a la prevenci—n de una amenaza que puede Los vaivenes coyunturales (las turbu- impedir a alguien participar plenamente del lencias de la econom’a o de las relaciones desarrollo de una sociedad y a la recupe- c’vico-militares) no deber’an escamotear raci—n de la integraci—n en el caso de que el desaf’o de fondo. Lo que parece estar Žsta se haya interrumpido. La segunda se en juego es, en definitiva, la reivindica- refiere a los mecanismos que permiten el ci—n y la promesa de un Desarrollo aprovechamiento de las nuevas oportuni- Humano Sustentable que pone a las dades sociales. personas en el centro del proceso. Ahora bien, afianzar el protagonismo del ser humano como sujeto del desarrollo im- Inseguridad es el resultado del mal funcio- plica, en condiciones de la nueva namiento de estos mecanismos, que dejan a complejidad social, respetar las "l—gicas los individuos o la sociedad expuestos a las funcionales" de los sistemas. En este amenazas. sentido, la construcci—n de una comple- mentariedad apropiada entre la subjeti- vidad y la modernizaci—n deviene un En s’ntesis, en la modernidad la criterio fundamental para evaluar la seguridad puede definirse como la modernidad efectiva de Chile. capacidad de las personas para apro- vechar las oportunidades de realizaci—n que les brinda el proceso de moderniza- ci—n y neutralizar las amenazas que Žl les depara. Esta seguridad surge gracias a ELEMENTOS PARA UN CONCEPTO un grado importante de complementarie- DE SEGURIDAD HUMANA dad sustentable entre las tendencias de subjetivaci—n y de modernizaci—n, de De las reflexiones anteriores se desprenden diferenciaci—n y de integraci—n. algunos de los conceptos b‡sicos que guiar‡n este informe. Certeza es el modo La seguridad es un producto de la sociedad. cotidiano, habitual e incuestionado de regu- Deben entonces considerarse no s—lo sus lar la reproducci—n y el sentido tanto para aspectos positivos en un momento dado, los individuos como para la sociedad. sino tambiŽn la vitalidad de los procesos Incertidumbre es lo que caracteriza a aque- sociales que la construyen y reconstruyen. llos ‡mbitos de la existencia social que no Se puede tener en un momento dado un se pueden regular mediante la espontaneidad importante grado de seguridad frente a las de los h‡bitos culturales. Aqu’ rigen los oportunidades y amenazas existentes, pero peligros, aquellas interrupciones de los una dŽbil capacidad para reaccionar social- cursos de acci—n sociales que no pueden ser mente frente a las nuevas amenazas y previstos por los actores ni modificados por oportunidades. La capacidad autorreflexiva ellos, y los riesgos, aquellos cursos de de la sociedad, como bien lo muestra la DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 74 historia moderna, forma parte sustancial de DespuŽs de haber presentado los conceptos la capacidad de la sociedad para reaccionar para enfocar la Seguridad Humana y haber frente a los nuevos desaf’os y para corregir bosquejado la presencia del tema en la histo- los rumbos de la modernizaci—n hacia el ria chilena, en el cap’tulo siguiente se horizonte de la modernidad. Hacer de la sintetizan algunos antecedentes emp’ricos sociedad un sujeto reflexivo de su propia que dan cuenta del fen—meno en nuestros historia y circunstancias es uno de los d’as. El prop—sito es medir el grado de fundamentos m‡s estables de la Segu- Seguridad Humana en Chile mediante ridad Humana. algunos indicadores.

ÒElementos para la comprensi—n de la Seguridad HumanaÓ 75 CAPITULO 3

Vision descriptiva de la Seguridad Humana en Chile

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 77 VISION DESCRIPTIVA DE LA SEGURIDAD HUMANA EN CHILE

Este cap’tulo tiene por objetivo presentar (PNUD, 1996). En esa ocasi—n, a partir del una visi—n descriptiva del fen—meno de la concepto propuesto por el Informe Mundial Seguridad Humana en Chile, a partir de la del PNUD, la tarea se concentr— en replicar elaboraci—n de instrumentos estad’sticos ad la metodolog’a internacionalmente utilizada hoc que constituyan una propuesta meto- para clasificar a los pa’ses segœn su logro en dol—gica para la operacionalizaci—n de dicho Desarrollo Humano, obteniŽndose c‡lculos a concepto. Estos instrumentos buscar‡n sin- nivel de las distintas regiones y comunas de tetizar las distintas dimensiones y ‡mbitos Chile. (En el libro ÒDesarrollo Humano en de manifestaci—n de la Seguridad Humana y Chile, 1996Ó, se presenta, adem‡s, un Indice entregan una panor‡mica de la sociedad de Desarrollo Humano ÒdensificadoÓ espe- chilena desde distintos puntos de vista: el cial para el caso chileno. TambiŽn se calcula espacial, el etario, el socioecon—mico y el un IDH comunal y uno sensible a las del sexo. disparidades de sexo).

El fen—meno de la Seguridad Humana se Al abordar el estudio de la Seguridad abordar‡ desde dos perspectivas que cons- Humana, en cambio, se da el hecho de que tituyen dos ‡mbitos diferentes pero comple- los aspectos metodol—gicos no presentan un mentarios para estructurar la seguridad glo- desarrollo anterior suficientemente formali- bal de las personas: lo objetivo, referido a la zado por los Informes mundiales del PNUD. circunstancias concretas de disposici—n o no Si bien en el Informe de 1994 se proponen de mecanismos de seguridad y lo subjetivo, algunos indicadores asociados a la Seguir- representado por la opini—n evaluativa de las dad Humana, no llega a elaborarse una personas respecto de su seguridad general. metodolog’a sintŽtica similar a la del Indice Cada uno de ellos se abordar‡ por sepa- de Desarrollo Humano. rado, para luego establecer un contrapunto que entregue elementos para la discusi—n Por eso fue necesario elaborar instrumentos respecto de la brecha existente entre ambos. ad hoc, los que, dado su car‡cter original, constituyen un primer intento por aproxi- Las principales preguntas que gu’an esta marse a la medici—n de la Seguridad parte de la investigaci—n son las siguientes: Humana. ÀCu‡l es la forma en que se distribuyen los logros en Seguridad Humana al interior de Los instrumentos que aqu’ se presentar‡n no la sociedad chilena? ÀCu‡les son las dimen- tienen la pretensi—n de ser aplicados interna- siones que m‡s influyen en las circunstan- cionalmente. Antes bien, est‡n especial- cias de seguridad de los distintos grupos o mente elaborados teniendo en cuenta las que se asocian a ellas? ÀD—nde se aprecian especificidades del caso chileno, tanto en lo las mayores brechas entre la situaci—n de relativo a la elecci—n de dimensiones rele- Seguridad Humana objetiva y la subjetiva? vantes para la Seguridad Humana como en lo que se refiere al uso de fuentes de datos y Las hip—tesis centrales de esta secci—n criterios normativos de elaboraci—n de sostienen que las certezas, peligros y riesgos indicadores. est‡n distribuidos desigualmente al interior de la sociedad chilena. Junto a ello se cree que, comparados unos con otros, la percep- Medir la Seguridad Humana ci—n de seguridad que tienen algunos grupos sociales difiere de la cantidad de recursos Ahora bien, Àcu‡l es la necesidad de contar objetivos de seguridad a que tienen acceso. con una visi—n formalizada de la Seguridad Humana en Chile? La respuesta a esta inte- rrogante apunta a la posibilidad de resumir Consideraciones generales la multidimensionalidad que el fen—meno presenta. A partir de instrumentos estad’s- En 1996, el PNUD abord— la confecci—n de ticos es posible visualizar la complejidad de un Indice de Desarrollo Humano para Chile los fen—menos, las tendencias fuertes y las DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 78 especificidades encontradas. Ellas constitu- sentido subjetivo, la Seguridad Humana se ir’an gu’as para la posterior profundizaci—n. refiere a la evaluaci—n que las personas hacen respecto de la existencia y eficacia de Para el correcto uso de este tipo de ins- los mecanismos de seguridad de que dispo- trumentos debe tenerse en cuenta que nen y que sedimenta en un particular estado cualquier intento por formalizar conceptos sicol—gico. constituye una operaci—n tecnol—gica en donde se ÒpierdeÓ informaci—n. Ello ocurre La necesidad de definir el concepto de desde el momento en que se ÒcongelaÓ la Seguridad Humana desde dos perspectivas, realidad, represent‡ndola en unas dimen- la objetiva y la subjetiva, radica en que siones espec’ficas. Con ello no se pretende ambos son ‡mbitos distintos donde se es- agotar la multidimensionalidad del objeto de tructura la situaci—n general de seguridad de estudio sino relevar algunas de sus una persona. As’, percepciones de caracter’sticas m‡s importantes. inseguridad o amenaza pueden generar con- ductas que terminen produciendo situacio- Por el lado de la aplicabilidad, el dise–o, nes objetivas de inseguridad. implementaci—n y evaluaci—n de las pol’- ticas pœblicas requiere tambiŽn de instru- Asimismo, poner en relaci—n ambas pers- mentos formalizados que sirvan de criterios pectivas contribuye a identificar de mejor tŽcnicos para el proceso de toma de forma las situaciones relativas de seguridad. decisiones. Este es otro motivo para intentar As’, por ejemplo, dos personas pueden una medici—n de la Seguridad Humana, ya haber quedado cesantes el mismo d’a y que en alguna medida el impacto de este sentirse igualmente apesadumbradas por ese enfoque se basa en la posibilidad de ser hecho. Sin embargo, si se da la situaci—n manejado de manera general por los investi- objetiva de que uno de ellos dispone de gadores y por los planificadores sociales. ahorros suficientes para enfrentar el tiempo Ese uso tŽcnico debe sin embargo, ir de la sin trabajar y el otro no, eso marcar‡ una mano con el desarrollo de la capacidad diferencia subjetiva en la situaci—n global de te—rica interpretativa de los fen—menos seguridad de ambos personajes. asociados a la Seguridad Humana de las personas, puesto que sin ella, un ’ndice se La operacionalizaci—n de esta dualidad transforma s—lo en un nœmero sin sentido. objetivo - subjetivo conduce a estructurar un esquema de mediciones paralelo. Por eso se elaboran dos ’ndices, cada uno con fuentes y Definici—n de la Seguridad Humana: metodolog’as distintas atendiendo a sus aspectos conceptuales y sus implicancias especificidades. Estos instrumentos permiti- para la operacionalizaci—n en un ’ndice r‡n hacer ÒdialogarÓ ambas dimensiones en funci—n de comparar sus tendencias fuertes Para transformar dicho concepto en un y de resaltar sus coincidencias y contra- objeto medible emp’ricamente es preciso, en dicciones. Ello se realiza en la parte final de primer lugar, realizar una definici—n no- este cap’tulo. minal que concentre sus aspectos centrales y que permita posteriormente su traducci—n en operaciones medibles a nivel de las Hacia una operacionalizaci—n personas. de la Seguridad Humana

Entenderemos por ÒSeguridad HumanaÓ, Reconociendo, desde el punto de vista en un sentido objetivo, que cada persona te—rico, la multidimensionalidad del fen—- disponga de mecanismos, redes o v’nculos meno de la Seguridad Humana, este Informe que le permitan aprovechar las oportuni- se ha concentrado en seis dimensiones. dades sociales, manteniendo cursos de Estas son: delincuencia, empleo, previsi—n, acci—n estables, protegida de las amenazas salud, informaci—n y sociabilidad. sociales por la v’a de la disposici—n de mecanismos reparadores de los cursos de La definici—n de estas seis dimensiones acci—n sœbitamente interrumpidos. En un como las m‡s importantes para caracterizar

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 79 a la Seguridad Humana en Chile se des- Finalmente, es importante recalcar que si prende de las conclusiones extra’das de bien anal’ticamente son distinguibles, estas distintas fuentes paralelas de investigaci—n: dimensiones forman parte de un s—lo fen—- una serie de grupos de discusi—n, que busc— meno: la Seguridad Humana. Este concepto levantar desde el discurso de las personas es ÒindivisibleÓ y las inseguridades que cu‡les son los significados de la seguridad; afecten a una de sus dimensiones afectar‡n una recopilaci—n de informaci—n estad’stica tambiŽn sin duda al conjunto de ellas que document— las transformaciones ocurri- das en la sociedad chilena en las œltimas El Informe Mundial de Desarrollo Humano dos dŽcadas; un panel de expertos que de 1994 pone Žnfasis en este œltimo rasgo: entregaron sus opiniones respecto del conte- el de la indivisibilidad de la Seguridad nido de esos materiales. (Esta selecci—n Humana. Esta noci—n tiene dos conno- b‡sica no implica desconocer la validez taciones. En primer lugar se refiere al conceptual de otras dimensiones. Fuera de impacto que una alteraci—n sœbita y este grupo de seis, se le reconoce especial profunda en una de las dimensiones tiene importancia a la dimensi—n ambiental). Esas respecto del conjunto de ellas. Adem‡s, esta distintas aproximaciones permitieron agre- noci—n tiene una connotaci—n espacial. gar puntos de vista. Cada una puso Žnfasis Desde este punto de vista, la falta de en relevar dimensiones espec’ficas que no Seguridad Humana en una regi—n, pa’s o aparec’an fuertemente en otras. territorio determinado por lo general expan- de sus efectos hacia otros territorios. (Por Las seis dimensiones escogidas parecen ser ejemplo, a partir de las migraciones en no s—lo las m‡s relevantes sino tambiŽn las busca de oportunidades laborales, o bien en m‡s abordables desde una perspectiva emp’- busca de refugio pol’tico, ente otras). rica y con impacto posible a nivel de las pol’ticas pœblicas. Estas, ser‡n abordadas en La unidad de an‡lisis (aquellos de quienes particular a lo largo del Informe. se dir‡n determinadas cosas) son los

Dimensiones de la Seguridad Humana en el Informe Mundial de Desarrollo Humano de 1994 El PNUD define siete categor’as principales en que pueden agruparse las amenazas contra la seguridad humana:

Seguridad econ—mica: entendida como un ingreso b‡sico asegurado como producto de un trabajo productivo y remunerado.

Seguridad alimentaria: manifestada en que todos , en todo momento, tengan acceso tanto f’sico como econ—mico al alimento.

Seguridad en salud: basada en la protecci—n frente a las enfermedades y la muerte prematura. Acceso a un pleno desarrollo f’sico.

Seguridad ambiental: mantenci—n de un medio f’sico saludable.

Seguridad personal: representada fundamentalmente por la seguridad respecto de la violencia f’sica, cualquiera sea su procedencia y destino.

Seguridad de la comunidad: Manifestada en la participaci—n en un grupo, una familia, una comunidad, en general, una organizaci—n, que pueda brindar una identidad cultural y un conjunto de valores que den seguridad a la personas.

Seguridad pol’tica: consistente en que la gente pueda vivir en una sociedad que respete sus derechos humanos fundamentales.

Fuente: PNUD,1994

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 80 individuos, agrupados en categor’as segœn 1. EL INDICE DE SEGURIDAD distintas caracter’sticas sociodemogr‡ficas. HUMANA OBJETIVO Dichas caracter’sticas, denominadas en adelante ÒdescriptoresÓ, son: regi—n; zona A partir de la definici—n nominal expuesta de residencia; grupo de edad; sexo, y nivel arriba, la elaboraci—n del Indice de socioecon—mico. Seguridad Humana objetivo (ISHO) dio prelaci—n a poder medir en tŽrminos de cada Cada uno de estos descriptores implica un persona la disposici—n de mecanismos de espec’fico punto de vista. Pertenecen o dan seguridad. Es decir, de instrumentos, dere- cuenta de una tem‡tica particular con con- chos o capacidades que constituyen medios ceptos y discusiones distintas. Implica orde- para que las personas (y quienes de ellas nar los datos de manera ad hoc a cada caso y dependen) puedan llevar adelante sus ÒentrarÓ en ellos por distintos caminos. Ello proyectos de vida y hacer frente a sus debe ser tenido en cuenta al momento de problemas, viabilizando los cursos de acci—n interpretar los resultados. m‡s importantes para la vida cotidiana de los individuos. En el caso de ambos ’ndices elaborados, el nœmero final que ellos arrojen para cada Como fuente principal de datos para el categor’a de descripci—n deber‡ interpretarse ’ndice se utiliza la encuesta CASEN de como un nœmero indicativo de la posici—n MIDEPLAN. La mayor’a de los datos incor- relativa de cada caso en el conjunto de porados al c‡lculo proviene de la versi—n individuos caracterizados. Para profundizar 1996 de dicha encuesta (8 de 12 variables), en las dimensiones espec’ficas de la segu- 3 de ellos provienen de la versi—n 1994 ridad humana de cada grupo o categor’a, es (preguntas no incluidas en la versi—n 96 de preciso volver a los datos originales. La dicha encuesta), mientras uno tiene como notable ventaja es que esa lectura o bœsque- fuente al INE (Estad’sticas de mortalidad da estar‡ ahora guiada por una herramienta 1995). De este modo el ISHO se conforma a muy potente, el ’ndice sintŽtico, que nos partir de la mejor y m‡s actual estad’stica dice d—nde buscar y nos muestra pistas oficial disponible. interesantes que dif’cilmente hubiŽramos advertido, dado su tama–o, de la mera La selecci—n de la CASEN como fuente lectura de la base de datos originales. œnica del ISHO tuvo por objeto dar cohe- rencia al c‡lculo del ’ndice; se apoy— en una La definici—n de ‡mbitos relevantes para la fuente ampliamente validada y que ofrece seguridad objetiva de las personas y su distintas posibilidades de manejo de descrip- traducci—n en mecanismos concretos de tores y de indagaci—n de mecanismos de seguridad constituye una decisi—n normativa seguridad. que deja pendiente dos grandes cuestiones: por un lado, lo relativo al funcionamiento y eficiencia real de los mecanismos objetivos Selecci—n de variables en cuanto proveedores de seguridad; por otro lado, la evaluaci—n interna que las Teniendo en cuenta los aspectos personas usuarias de aquellos recursos ha- conceptuales que definen a la Seguridad cen de ellos respecto de su capacidad para Humana, se hizo un an‡lisis de la informa- proveerles seguridad y respecto de su dispo- ci—n disponible en la CASEN y se identifi- nibilidad en el momento apropiado. De la caron aquellas variables que pod’an primera materia se ocupar‡n los capitulo 7 y representar la disposici—n por la gente de 8 referidos a la integraci—n funcional. De la Òrecursos o mecanismos de seguridadÓ para segunda cuesti—n se ocupara la segunda cada una de las dimensiones definidas en el parte de este cap’tulo. estudio.

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 81 Las variables seleccionadas son las 4. Capacitaci—n. Este es un componente siguientes: de la llamada Òcapacidad de reinser- ci—nÓ, considerada b‡sica para afrontar 1. Cotizaci—n previsional. En relaci—n las pŽrdidas o cambios de trabajo a lo con la previsi—n, estar vinculado a un largo de la vida laboral. Ella representa sistema previsional representa el medio contar con herramientas de cono- de seguridad b‡sico. Esto es, la adqui- cimiento actualizadas que constituyan sici—n de un derecho a recibir una una base de elegibilidad del trabajador pensi—n en dinero una vez acabada la para futuros empleos. vida laboral. Al mismo tiempo, actœa como un protector durante la vida 5. Estabilidad en el empleo. La tenencia activa, ya que tambiŽn se exige este de un contrato laboral indefinido instrumento para pagar las licencias representa una condici—n amparada mŽdicas que reemplazan a los ingresos jur’dicamente que relaciona al traba- durante la enfermedad. La condici—n de jador de manera formal y estable con su ÒcotizanteÓ es m‡s exigente que la de fuente de trabajo o actividad. Ello mero afiliado ya que implica estar Òal constituye un mecanismo de seguridad, d’aÓ en el sistema. El solo hecho de puesto que a travŽs de ese contrato es estar afiliado no es garant’a en s’ del posible, por lo general, acceder a los logro de una pensi—n ya que para ello se beneficios sociales de previsi—n y salud. exige acumular un cierto nœmero de Adem‡s, protege en caso de pŽrdida del a–os de cotizaciones. mismo por la v’a de las indemni- zaciones. El contrato indefinido, cual- 2. Cotizaci—n de salud. Su disposici—n quiera sea la actividad, se constituye en permite solventar las demandas econ—- un activo sobre el cual se apuesta al micas que implican la necesidad de futuro en planes individuales o fami- acceder a servicios de salud. liares, ya sean orientados al consumo o Disponer de este mecanismo se revela a la realizaci—n personal en general. necesario puesto que la oportunidad, especializaci—n y calidad de los servi- 6. Ocupaci—n. Dada la importancia de la cios a los que se accede difieren dimensi—n laboral como fuente directa e sensiblemente segœn las caracter’sticas indirecta de seguridad, uno de los pri- socioecon—micas de cada persona. meros mecanismos de seguridad de las personas lo constituye, entonces, par- As’mismo, de este tipo de protecci—n ticipar de un mercado laboral din‡mico dependen el impacto econ—mico de las que ofrezca altas oportunidades de enfermedades en los presupuestos fami- emplearse. Ello se representa por medio liares y la seguridad de ingresos de los de la tasa de ocupaci—n, que entrega una activos por la v’a del pago de licencias visi—n inversa, y puesta en positivo, de mŽdicas. los niveles de cesant’a.

3. Escolaridad mediana. Ella constituye 7. Propiedad de la vivienda. Si bien esta un mecanismo de seguridad en dos variable no representa directamente a ‡mbitos. Por un lado, opera como una una de las seis dimensiones b‡sicas del variable representativa de la capacidad estudio, su inclusi—n se justifica por la de las personas para comunicarse y importancia de acreditar como recurso manejar la informaci—n requerida para o mecanismo de seguridad la confor- su integraci—n cognitiva y para su maci—n de un patrimonio personal (m‡s relaci—n eficiente con los sistemas all‡ del mero ingreso, cuya estabilidad sociales. Por otro lado, constituye tam- no fue posible someter a pueba bas‡n- bien un mecanismo de seguridad en dose en CASEN). Por ello se seleccion— materia laboral, ya que cada vez m‡s el como recurso la tenencia de una acceso al trabajo depende de los niveles vivienda pagada, la que representa un de calificaci—n y de la capacidad para activo muy importante, puesto que aprender nuevos trabajos. constituye un rubro menos en el

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 82 presupuesto familiar y adem‡s repre- 12. Supervivencia. Al igual que en el caso senta un bien que puede servir de de la ocupaci—n, la supervivencia se garant’a para otras gestiones econ—mi- refiere a una variable del contexto cas. (Se desech— la condici—n Òpropia, dentro del cual operan los otros meca- pag‡ndoseÓ puesto que no fue posible nismos de seguridad dispuestos para la saber en quŽ momento del pago de la dimensi—n (cobertura previsional en vivienda se encuentra cada deudor, salud y acceso a consultorio). Aqu’ se quiŽnes les falta mucho por pagar y mide la situaci—n de seguridad de cada quiŽnes est‡n terminando). grupo por sus respectivas caracter’s- ticas de mortalidad. Estar’an objetiva- 8. Calidad de la vivienda. Se incluye por mente m‡s seguras aquellas personas las mismas razones que la anterior y le que pertenezcan a los grupos donde la sirve de complemento conceptual mortalidad sea menor. Para trabajar puesto que los materiales de cons- todas las variables en el mismo sentido, trucci—n y su calidad constituyen tam- se utiliza el valor inverso de la mortali- bien un mecanismo que asegura el valor dad, a la cual se le denomina funcional y patrimonial de la vivienda. ÒsupervivenciaÓ. (Al no disponerse de este dato por deciles de ingresos, no se 9. Presencia de consultorio. Apunta a la pudo incluir esta variable en el c‡lculo posibilidad de ser atendido oportuna- del ’ndice para este descriptor). mente en caso de una necesidad mŽdica. En el CUADRO 9 se resume una clasi- ficaci—n posible que da cuenta del tipo de 10. Presencia de comisar’a. Recurso informaci—n que, en conjunto, entregan estas institucional referido a la posibilidad 12 variables al ’ndice objetivo. de contar con personal de carabineros en el sector donde uno vive como El cuadro muestra que el total de variables medio de prevenci—n o represi—n opor- cubren la mayor’a de las dimensiones del tuna de eventuales acciones delictuales. estudio aunque unas mejor que otras. As’, por ejemplo, el ISHO no incluye en absoluto 11. Sindicalizaci—n. Puede considerarse un la dimensi—n de sociabilidad, para la cual no mecanismo de seguridad en cuanto existen datos objetivos disponibles. Ade- representa un v’nculo asociativo en m‡s, cubre s—lo muy tangencialmente la virtud del cual los trabajadores de una dimensi—n de delincuencia, puesto que no se empresa se organizan en la negociaci—n incluye una variable directa de medici—n de de las condiciones de trabajo y en la la victimizaci—n. mediaci—n ante los empresarios en caso de posibles conflictos. Por otro lado, En cada una de las variables seleccionadas generalmente los sindicatos actœan se aprecian m‡rgenes importantes de perso- tambiŽn como organizaciones que nas sin acceso a los mecanismos de proveen a sus afiliados de servicios de provisi—n de seguridad. Las variables bienestar social (acceso a consumo, revelan pues las diferencias existentes en centros vacacionales, apoyos funera- los niveles de Seguridad Humana objetiva rios, etc.), los cuales son de creciente de las personas. Refuerzan, adem‡s, la importancia en la gesti—n cotidiana de necesidad de abordarlos como ‡mbitos de los presupuestos familiares de sus problemas sociales aœn no plenamente afiliados. resueltos.

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 83 CUAD RO 9 Esqu em a d e v aria ble s se lec cion a da s p ara el ’n dic e obje tivo de Segu rid ad H u ma na

V aria ble Dim en si— n que T ip o de re cu rso d e Con dici— n pa ra ser F ue nte rep re se n ta s eg urid a d rec urso de s e gurida d

Cotiz ac i—n P re visi— nV’n cu lo in div id ua l a E star a ctu alm en te CAS EN 9 6 p re visio na l u n s istem a cotiz an d o y a l d’a. Cotiz ac i—n d e S alud V ’n cu lo in div id ua l a Cub ie rto p or algœ n p la n CAS EN 9 6 salud u n siste ma d e prev isi—n en salu d. Com o titular o co mo carga . E sc olarida d Informa ci— n/L a- Des arro llo d e V aria ble con t’nu a . A CAS EN 9 6 b oral Cap ac id a de s m ay or e sco la rid ad , p erso na les m ay or s e gu rid ad Cap ac ita ci—n L ab oral D es arro llo d e A l me no s u na CAS EN 9 6 cap ac id a de s cap ac ita ci—n el œ ltimo p erso na les a –o E stab ilida dL ab oral V ’n cu lo pe rso na l a u n T en en cia d e c on trato CAS EN 9 6 sis te ma ind efin ido Ocu pa ci— nL ab oral C on te xtu al V aria ble con t’nu a . A CAS EN 9 6 m ay or o cup ac i—n , ma yor seg urid a d Calid ad de la S alud / L og ro p a trim o nial C um plir es t‡ n da re s d e CAS EN 9 6 viv ie nd a V ivie nd a calid ad en ma te riales y con se rva ci—n (seg œn M id ep la n ). P ro pied a d de la V ivie nd a L og ro p a trim o nial D ispo ne r d e u na cas a CAS EN 9 6 viv ie nd a p ro pia p ag ad a Con su lto rio Salud Ins titu cio na lC erca n’a . A men os d e CAS EN 9 4 6 0 minu tos a pie de sde e l ho ga r Com isar’a D elin cu e nc ia Ins titu cio na lC erca n’a . A men os d e CAS EN 9 4 6 0 minu tos a pie de sde e l ho ga r S in dica liz ac i—n L ab oral V ’n cu lo as oc iativ oE star a filia d oC ASEN 9 4 S up erviv en cia S alud C on te xtu al V aria ble con t’nu a . A INE 9 5 m ay or s u pe rvive nc ia , m ay or s e gu rid ad

Los resultados del ISHO consultar los aspectos generales del mŽtodo en mayor detalle. El criterio l—gico de s’ntesis del ’ndice se- –ala que a mayor posesi—n de mecanismos Al momento de interpretar los resultados del de seguridad en las diversas dimensio- ’ndice objetivo es preciso tener en cuenta lo nes, cada individuo tendr‡ una mayor siguiente: tanto la visi—n relativa seguridad objetiva. Este criterio debe (comparaci—n entre las categor’as de un traducirse a una operatoria estad’stica. mismo descriptor) como el contraste de cada individuo con el margen total de variaci—n El mŽtodo utilizado es el an‡lisis de del ’ndice est‡ se–alando cu‡nta seguridad componentes principales estandarizado objetiva tiene cada individuo respecto de (ACP). En el anexo metodol—gico es posible la mayor seguridad objetiva posible de

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 84 conseguir en Chile. As’, valores muy bajos representa la mayor situaci—n de seguridad en el ’ndice objetivo no significan la observada. ausencia total de seguridad objetiva. Ello significa m‡s exactamente la mayor distan- cia de ese individuo respecto del mayor REGIONES logro posible. El tema de las desigualdades espaciales fue A diferencia del Indice de Desarrollo ampliamente tratado en el Informe Humano, que se contrasta contra un perfil ÒDesarrollo Humano en Chile, 1996Ó, del ideal formado por m‡ximos y m’nimos nor- PNUD. All’, en relaci—n con el Desarrollo mativos, en el caso del ISHO el perfil ideal Humano y la competitividad, se docu- se conforma con los m‡ximos y m’nimos mentaron las grandes disparidades que a observados en los datos de base, para cada nivel interregional se verifican en Chile. variable. As’ se conforma un perfil a partir de los mejores valores en cada variable. Este El presente informe refuerza esa conclusi—n perfil es ideal, puesto que ningœn individuo dado que, en general, las regiones pre- (o categor’a de descriptor) reœne en s’ todos sentan desiguales niveles de Seguridad los valores m‡s altos en todas las variables. Humana objetiva. (Ver GRAFICO 7) (Ver anexo metodol—gico) Un primer grupo est‡ conformado por las Finalmente, para la lectura del ’ndice es regiones con mejor situaci—n objetiva de preciso se–alar que su margen var’a de 0 a seguridad: Magallanes, Metropolitana y 1, siendo este œltimo nœmero el que Antofagasta. Un segundo grupo reœne a las

GRAFICO 7 Indice de Seguridad Humana Objetivo Nacional segœn Regi—n

I 0,551 II 0,772 III 0,645 IV 0,383 V 0,614

VI 0,422 VII 0,220 VIII 0,407 IX 0,150 X 0,296 XI 0,521 XII 0,794 R.M. 0,762

0 0.1 0.2 0.3 0.4 0.5 0.6 0.7 0.8 0.9 1

Fuente: PNUD en base a CASEN, 1994, 1996, e INE, 1995

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 85 regiones de Atacama, Valpara’so y Tara- Contraste de la situaci—n de seguridad pac‡, que ocupan un lugar intermedio. La entre activos e inactivos regi—n de AysŽn es la œltima del grupo de mejor desempe–o relativo. Finalmente el El mŽtodo de c‡lculo del ISHO permite grupo de bajo logro lo encabezan las regio- distinguir entre los grupos de personas nes de O«Higgins, B’o-B’o y Coquimbo y lo econ—micamente activas e inactivas, midien- cierran Los Lagos, Maule y Araucan’a. do a cada uno segœn sus propios recursos o mecanismos de seguridad. En general, del conjunto de variables que conforman el ISHO, algunas contribuyen El panorama regional que contrasta estos con m‡s fuerza que otras a distinguir entre grupos muestra que la situaci—n de la situaci—n de uno y otro individuo. (Cu‡les Seguridad Humana objetiva de aquellas sean Žstas constituye la especificidad de personas que no trabajan es menor que la cada descriptor). de los activos. Ello confirma lo dicho en relaci—n con la manera c—mo se estructura la En el caso de las regiones, Žstas son las seguridad objetiva: los inactivos por lo variables de cotizaci—n previsional y de general basan fuertemente su seguridad salud y, en segunda instancia, las variables objetiva en la seguridad de los activos de de educaci—n, promedio de escolaridad y quienes dependen; sin embargo, medidos en capacitaci—n. (Esto se desprende de los sus propios tŽrminos, su situaci—n puede distintos coeficientes calculados por el diferir de la de sus "sostenedores". El mŽtodo, as’ como de los mapas factoriales. problema se actualiza justamente cuando se Ver anexo metodol—gico) rompe esa relaci—n de dependencia y deben entonces las personas ser capaces de En las primeras se observa que la cobertura mantenerse por s’ mismas. m‡xima en previsi—n la presenta la regi—n de Magallanes, con un 72% de cotizaci—n. La En tŽrminos generales se observa una alta y regi—n de la Araucan’a, en tanto, s—lo positiva correlaci—n entre la situaci—n relati- muestra un 47% de logro en esta variable. va de seguridad objetiva de los activos y de Las mismas regiones ocupan los extremos los inactivos, aunque con excepciones. de la distribuci—n de logros en cuanto a la Existen regiones donde la seguridad de los cotizaci—n de salud (81% frente a un 46%). activos de una regi—n no se traduce en un nivel de seguridad objetiva similar para los Las variables de educaci—n y capacitaci—n inactivos de esa misma regi—n. Esto sucede conforman un segundo ÒvectorÓ de expli- en forma sensible en las regiones de caci—n de las diferencias regionales en Tarapac‡ y Antofagasta; esta œltima es la Seguridad Humana objetiva. Las regiones que presenta el mayor contraste relativo de menor logro en educaci—n son las del entre activos e inactivos. Maule y Los Lagos, con 8 a–os de esco- laridad mediana, tres a–os por debajo del valor nacional. En cuanto a la capacitaci—n Seguridad Humana y Desarrollo laboral, la regi—n de Antofagasta se destaca Humano con un 25% de personas activas que se capacitaron en el œltimo a–o (fundamen- El descriptor Òregi—nÓ permite una serie de talemente asociadas al sector minero). comparaciones que vinculan el concepto de Seguridad Humana con otros aspectos En general, puede decirse que la seguridad socioecon—micos. Por ejemplo: humana en las regiones se da preferente- mente en aquellas donde predominan sec- ÀCu‡l es el v’nculo entre desarrollo humano tores econ—micos modernos, con procesos y Seguridad Humana? Desde el punto de que incorporan valor agregado, que rea- vista conceptual el marco interpretativo ha lizan la formalidad de la relaci—n laboral y establecido la relaci—n existente entre estos que dan especial importancia a la incor- dos conceptos. El Desarrollo Humano con- poraci—n de conocimiento especializado. siste en la ampliaci—n de las oportunidades

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 86 de la gente, en tanto que la Seguridad cial, la Seguridad Humana est‡ m‡s desi- Humana tiene que ver con la posibilidad de gualmente distribuida que el desarrollo disfrutar de esas capacidades de manera humano. (Ver PNUD, 1996). estable, es decir, Òque las oportunidades que se tienen hoy no se desvanezcan en el Desde el punto de vista de las mediciones tiempoÓ (PNUD, 1994). emp’ricas es posible introducir una distin- ci—n proveniente del ‡mbito de los indi- Segœn los datos, los niveles de seguridad cadores socioecon—micos. Ella denota ras- objetiva de las regiones y sus logros en gos especificos de la operacionalizaci—n de Desarrollo Humano (medidos a base del cada concepto: Indice de Desarrollo Humano, IDH) se muestran alta y positivamente correla- El Desarrollo Humano en general, y el IDH cionados. Ello corrobora la vinculaci—n en particular, es m‡s bien de la familia de conceptual ya anotada. los ’ndices de resultado. Estos relevan situaciones en que se aprecian los niveles de En el GRAFICO 8 se aprecia c—mo la satisfacci—n o privaci—n respecto de algœn mayor’a de las regiones se sitœan cercanas a bien valorado en contraste con una meta la l’nea que expresa la asociaci—n entre deseada. ambas variables. S—lo algunos casos se apartan levemente. La regi—n del Maule, por Las caracter’sticas del ISHO, en cambio, ejemplo, muestra logros en Desarrollo obedecer’an m‡s bien a un ’ndice que Humano similares a las regiones de B’o-B’o combina la l—gica de los indicadores de y de Coquimbo; sin embargo, ambas poseen acceso. Estos representan la utilizaci—n un diferente ’ndice de Seguridad Humana. efectiva de las personas de los medios o recursos socialmente disponibles para la Las distancias entre las regiones muestran, obtenci—n de un resultado (el Desarrollo adem‡s, que desde el punto de vista espa- Humano, por ejemplo).

GRAFICO 8 Indice de Seguridad Humana Objetivo frente a Indice de Desarrollo Humano

1,5 XII -1 RM III II V 0,5 I 0 XI VI -0,5 VIII IV -1 X IDH 96 Estandarizado -1,5 VII

-2 IX

-3 -2,5 -2 -1,5 -1 -0,5 0 0,5 1 IDH 92 Estandarizado

Fuente: PNUD en base a CASEN, 1994, 1996, INE, 1995 y PNUD, 1996

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 87 Esa distinci—n pone a ambos conceptos en tanto conceptual como emp’rica ser’a una relaci—n especial en la que puede posible afirmar que sin Seguridad Humana reconocerse, al menos desde un punto de no es posible alcanzar ni mantener el vista l—gico, que la Seguridad Humana es Desarrollo Humano. una condici—n necesaria para el Desarrollo Humano. Seguridad Humana y desempe–o As’, por ejemplo, en lo econ—mico, a una econ—mico familia que no puede capitalizar le ser‡ muy dif’cil contar con los recursos para llevar Al poner en relaci—n el ’ndice de Seguridad una vida materialmente aceptable. Del Humana objetivo con las caracter’sticas mismo modo, los fen—menos de inseguridad econ—micas de las regiones es posible avan- econ—mica de la familia pueden atentar zar hacia una evaluaci—n de la calidad de las contra el Desarrollo Humano de los hijos oportunidades que la econom’a genera. Por por la v’a de coartar sus posibilidades de ejemplo, al cruzar el ISHO con la tasa de estudiar debiendo trabajar a temprana edad. crecimiento del PIB, es posible advertir Asimismo, el no acceso a la atenci—n de importantes incongruencias: salud mina las posibilidades de logro en esa dimensi—n. La desprotecci—n en la vida Ante situaciones de similar dinamismo postlaboral puede incluso redundar en un econ—mico (medido segœn la tasa de claro retroceso para el Desarrollo Humano. cremiento del PIB entre 1985 y 1992), se observan niveles distintos de Seguridad En general, las oportunidades existentes Humana objetiva. Esto puede observarse en s—lo pueden ser aprovechadas por quienes el GRAFICO 9. All’ se destacan parejas de tienen los mecanismos apropiados; en este regiones que ejemplifican tal situaci—n: la sentido, algunos grupos sociales concentran regi—n Metropolitana y la del Maule, en el un mayor Desarrollo Humano. nivel m‡s alto de dinamismo; las regiones de Atacama y Araucan’a, o bien la de Por ello y dada esa estrecha vinculaci—n Antofagasta y B’o-B’o.

GRAFICO 9 Indice de Seguridad Humana ojetivo y dinamismo econ—mico 0,8

0.7 XII RM II III 0.6 V I 0.5 XI 0.4 VI

ISHO 96 VIII IV 0.3 X 0.2 VII

0.1 IX 1 2 3 4 5 6 7 % Crecimiento PIB 85-92

Fuente: PNUD en base a CASEN, 1994, 1996, INE, 1995 y Banco Central de Chile

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 88 Este panorama sugerir’a que el monto de las l’nea que expresa dicha asociaci—n. (Esta oportunidades no siempre se relaciona con tendencia es aœn mucho m‡s clara y fuerte la calidad de las mismas. Por lo menos en que la advertida entre pobreza y Desarrollo tŽrminos de la capacidad de entregar a Humano. Ver PNUD 1996). las personas mecanismos de seguridad apropiados para gestionar su vida coti- En verdad, la situaci—n de pobreza diana, no cualquier crecimiento econ—- constituye un estado de carencia donde por mico ni cualquier nivel de ingresos definici—n no existe la Seguridad Humana. resulta apropiado. Se requiere uno que le Parece dif“cil desarrollar un plan personal de permita al trabajador acrecentar sus superaci—n de la pobreza en condiciones de recursos, acumular capacidades (Òcapitali- inseguridad. Como se sabe, cerca del 80% zarÓ en tŽrminos econ—micos), en fin, de las personas consideradas pobres son desarrollarse integralmente. personas que trabajan. Sin embargo, la precariedad de su inserci—n laboral y la inseguridad de sus oportunidades laborales Seguridad Humana y pobreza impiden la acumulaci—n de capacidades que posibiliten superar la condici—n de pobreza Por otra parte, si asociamos los niveles en forma estable. Atender a las dimensiones regionales de Seguridad Humana objetiva de la Seguridad Humana resulta particu- con el perfil de la pobreza, apreciamos que larmente necesario si se considera que exis- entre ambos existe una importante corre- tir’a una importante ÒmovilidadÓ en torno a laci—n de sentido inverso. En otras palabras, la llamada Òl’nea de pobrezaÓ, con flujos de pareciera ser que a un mayor nivel de personas en ambos sentidos (CNSP, 1997). seguridad objetiva se asocia un menor En definitiva, parece claro que sin nivel de pobreza regional. Ello se ilustra Seguridad Humana resulta muy dif’cil en el GRAFICO 10, donde se aprecia que la conseguir avances estables en la gran mayor’a de las regiones caen sobre la superaci—n de la pobreza.

GRAFICO 10 Indice de Seguridad Humana Objetivo versus pobreza 1.5 XII II 1 RM III

0.5 V I 0 XI -0.5 VI IV VIII -1 X ISHO 96 Estandarizado -1.5 VII IX -2

-2 -1.5 -1 -0.5 0 0.5 1 1.5 Pobreza 96 Estandarizado

Fuente: PNUD en base a CASEN, 1994, 1996, INE, 1995 y MIDEPLAN, 1996

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 89 El enfoque conceptual y las herramientas duplica al rural). Esto se condice con la operacionales entregadas a partir de la especificidad de los sistemas econ—micos elaboraci—n del ISHO podr’an representar agr’colas predominantes que utilizan recur- un importante instrumento de detecci—n de sos humanos de baja calificaci—n. El origen nuevas l’neas de acci—n para la superaci—n de este problema se encuentra, entre otros de la pobreza factores, en la propia geograf’a y clima de las zonas rurales que juegan en contra de las posibilidades de acceder a recursos educa- cionales (Dificultad de localizaci—n; dificul- ZONA tad de acceso de los alumnos; poco atractivo para la radicaci—n de profesores, etc.). Por En este descriptor se observa que los ha- ello, la mayor parte del tiempo los j—venes bitantes urbanos presentan mas Seguri- que desean seguir estudiando deben emigrar dad Humana objetiva que los rurales (ver hacia zonas urbanas desde donde, por lo GRAFICO 11). Esta visi—n es coherente con general, no retornan. la visi—n territorial regional que muestra a aquellas de mayor presencia rural agr’cola Luego de la educaci—n aparecen como m‡s como las de menor seguridad objetiva. dis’miles aquellas variables asociadas a la calidad de la inserci—n laboral: estabilidad La diferencia es bastante marcada lo que en en el empleo, acceso a la previsi—n y a la tŽrminos del ISHO significa que la zona salud. Todas estas deficiencias dan cuenta urbana alcanza un valor ’ndice 2,3 veces de la precariedad del empleo agr’cola. Este superior al rural. (La zona urbana supera a la constituye un medio cada vez m‡s limitado rural en todas las variables que conforman el de crear Seguridad Humana. ’ndice). Es as’ como el ISHO nos permite una vez La mayor disparidad digna de destacarse es m‡s resaltar la situaci—n cr’tica del sector la referida a los recursos de educaci—n y rural. El coeficiente diferencial de oportu- capacitaci—n (En ambas el logro urbano nidades a favor de las zonas urbanas agudiza

GRAFICO 11 ISHO segœn Zonas

0,316 ZONA

0,721 URBANA RURAL

0 0.1 0.2 0.3 0.4 0.5 0.6 0.7 0.8 0.9 1 VALORES DEL INDICE

Fuente: PNUD en base a CASEN, 1994, 1996 e INE, 1995

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 90 GRAFICO 12 Porcentaje en que el ingreso urbano supera al ingreso rural

120% 110% 100% 80% 60% 87% 40% 69% 20% 0% 36%

1990 1992 1994 1996

* En 19 9 6 se e fe ctu— u n c am bio e n la d ef in ic i—n d e z on a q ue h ac e no c om pa ra b le s los r es ultad os d e e se a –o c on los d e e nc ue sta s a nter io r es . Sin e mb a rg o, al tra ta r los d atos a n iv el a gr eg ad o Ò to tal u rb an o- r uralÓ el efe cto de dic ha m od if ic a ci—n tie nd e a a mino ra r se , c on lo c ua l la c if ra e ntre ga d a c on stitu ye , c on la p re ve nci—n a qu ’ s e– alad a , u na ref er en c ia v‡lid a del com po rta mien to real de la var ia b le .

Fuente: En base a MIDEPLAN, Encuestas CASEN 1990-1996 el avance de la desruralizaci—n en Chile. El de las mujeres que trabajan. Estas superan GRAFICO 12 muestra el porcentaje en que significativamente a los hombres activos. En el promedio de ingresos urbanos supera al el campo de los inactivos, en tanto, los promedio de ingresos rurales. Tal tendencia hombres superan apenas a las mujeres. Ello es creciente y al parecer nada indica que hace que a la hora de ponderar el valor total vaya a revertirse prontamente sin una espe- del ISHO la situaci—n sea levemente cial preocupaci—n por ello. Los efectos de favorable a las mujeres. esta situaci—n de inseguridad rural deber‡n ser analizados m‡s que en la econom’a, en ÀQuŽ rasgo espec’fico de la Seguridad los espacios de la cultura y el Desarrollo Humana favorece a las mujeres activas por Humano. sobre el nivel de logro de los hombres?

En primer lugar resulta importante recalcar el hecho de que las mujeres activas SEXO constituyen un grupo relativamente pe- que–o tanto respecto del total de las mujeres El panorama general de este descriptor, a (39%) como al interior de la fuerza de partir de los datos del ISHO, muestra una trabajo (35%). Ambas cifras sobre la situaci—n bastante pareja entre hombres y poblaci—n mayor, de 18 a–os. El nœmero mujeres. As’, las primeras presentan un va- absoluto de mujeres activas es bastante lor ISHO de 0,639, en tanto que los hombres inferior al de los hombres. La relaci—n es alcanzan el valor 0,610. (Ver GRAFICO casi de 2 a 1 (3.654.119 hombres frente a 13). Esta situaci—n debe ser tomada con 1.926.307 mujeres mayores de 18 a–os cautela para no inducir a una interpretaci—n activas). err—nea. Por su parte, en el grupo de los inactivos, La mayor seguridad objetiva de las mujeres son los hombres los que representan un obedece al promedio ponderado de activas e nœmero m‡s bien peque–o (22%), inactivas, d‡ndose la diferencia del ISHO a conformado en general por j—venes que partir de la situaci—n de seguridad objetiva estudian y viven con sus padres.

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 91 GRAFICO 13 ISHO segœn sexo, activos e inactivos

0,726 0,614

0,583 0,592

0,639 0,610 NACIONAL INACTIVOS ACTIVOS

0 0.1 0.2 0.3 0.4 0.5 0.6 0.7 0.8 0.9 1 MUJER HOMBRE

Fuente: PNUD en base a CASEN, 1994, 1996 e INE, 1995

Ahora bien, si lo analizamos en tŽrminos de explica en general por una ventaja biol—gica las variables que componen el ISHO, se sobre los hombres que les permitir’a mayor constata que las mujeres activas tienen longevidad. Esto se expresa tambiŽn en mayor cobertura de salud, m‡s escolaridad y indicadores cl‡sicos, como la esperanza de capacitaci—n, mejores condiciones de vi- vida. vienda y mejores perspectivas de salud en tŽrminos de supervivencia. TambiŽn las Por el lado de la previsi—n, la mayor mujeres superan a los hombres en la cotizaci—n de salud aparece como una nece- disposici—n de mecanismos institucionales sidad de las mujeres en edad fecunda. En de seguridad, como el acceso a consultorio y efecto, para Žstas resultar’a m‡s importante a comisar’as. En s’ntesis, de los 12 mecanis- que para el hombre estar protegidas por la mos o recursos de seguridad definidos como posibilidad de tener que enfrentar un componentes del ISHO, las mujeres activas embarazo (esto se refleja tambiŽn en los superan a los hombres activos en 8 de ellos. costos diferenciales de los planes de salud ofrecidos por las Isapres). La expectativa de Panorama segœn dimensiones acceder a este beneficio puede ser incluso suficiente est’mulo para incorporarse a la Por cierto las dimensiones en que las fuerza de trabajo o incluso para aceptar un mujeres aventajan a los hombres pocas cambio de trabajo en condiciones laborales veces se ponen de relieve. En general el no del todo satisfactorias. an‡lisis se queda en los logros econ—micos de unos y otros. En este caso, la visi—n de la Explicaci—n en funci—n de la dimensi—n Seguridad Humana hace referencia a una de educaci—n. Ya en el Informe Chileno de multiplicidad de dimensiones, m‡s all‡ de lo 1996 se constat— que las mujeres no s—lo meramente laboral. ten’an igual nivel de logro en educaci—n sino que, en m‡s de una ocasi—n, estaban por Explicaci—n en funci—n de la dimensi—n de encima de los hombres. Los datos actual- salud. En primer lugar, el mayor logro de la mente revisados corroboran esa tendencia. mujer en cuanto a la supervivencia se No s—lo la escolaridad est‡ a favor de las

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 92 mujeres sino tambiŽn su mayor porcentaje mujeres activas sugiere l’neas de inter- de capacitaci—n. Esto muestra que ellas pretaci—n en torno a las caracter’sticas y est‡n aprovechando mejor las oportunidades circunstancias que reviste la participaci—n de de perfeccionamiento. la mujer en el mercado laboral. (No obstante, es importante enfatizar, una vez La escolaridad es el agente que posibilita de m‡s, que el ’ndice objetivo incluye cinco mejor manera la participaci—n laboral de las dimensiones adem‡s del empleo, dado que mujeres. Como se aprecia en el GRAFICO esta dimensi—n no agota la multidimen- 14, Žstas incrementan paulatinamente su sionalidad del fen—meno de la Seguridad nivel de participaci—n a medida que elevan Humana). sus niveles de escolaridad. En los hombres, en cambio, la participaci—n est‡ menos Como se sabe, la tasa de participaci—n ligada a la educaci—n. (Si lo est‡, por cierto, femenina en el empleo es m‡s bien baja. De la calidad de su inserci—n). ese grupo de mujeres, cerca de un 18% son jefas de hogar, en tanto que un 48% est‡n casadas o conviven. El grupo etario Explicaci—n en funci—n de la dimensi—n de mayoritario es el de 25 a 44 a–os. recursos institucionales. Al parecer las mujeres disponen de mejor manera de los En cuanto a los sectores econ—micos se recursos institucionales de seguridad en aprecia que mayoritariamente ellas se salud y en delincuencia. Sobre todo en el incorporan a los llamados Òservicios comu- caso de los consultorios o centros de nalesÓ (45% de este grupo). En segundo atenci—n los datos parecen reflejar el papel lugar aparece el comercio (incorpora a un predominante de la mujer en promover y 25% de las mujeres activas). En cuanto a la atender la salud familiar. Por ende, su categor’a ocupacional, un 48% de ellas son conocimiento de los servicios existentes empleadas u obreras en el sector privado en pareciera ser m‡s amplio que el del hombre. tanto que un 17% son trabajadoras por cuenta propia, un 12,8% son empleadas en Explicaci—n en funci—n de la dimensi—n el sector pœblico y un porcentaje similar laboral. La situaci—n favorable de las trabaja en el servicio domŽstico.

GRAFICO 14 Participaci—n laboral segœn escolaridad por sexo, 1996

100 80

60 40

20

% de Participaci—n 0 1 2 3 4 5 6 Categor’as de escolaridad HOMBRE MUJER

Fuente: MIDEPLAN, Encuesta CASEN, 1996

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 93 DISCRIM INA CION DE LA MUJER = DESIG UA LDA D = INSE GURID AD HUMAN A

La lectura d e los da tos de l ISHO m ue stra q ue la s m ujere s p os een un a seg urida d o bje tiva igu al o lev em ente s up erior a la de lo s ho mbres . E sto s e e xp lica e n gra n m ed ida po r la alta seg urida d o bje tiva que p resentan la s m ujere s a ctiva s, esto es, a que lla s que es ta n inse rtas en la fu erz a de tra ba jo.

La s mujere s activa s segœn la CASEN 1 996 tien en, en g ene ral, may or co bertura de salud , mayo r niv el de escolarida d y ca pa citacion , m ejo re s c ond icion es de vivie nd a y me jo res pe rspec tiv as de sa lu d e n tŽrmin os de su perviven cia , que lo s hombre s ac tivos . Sin em bargo , las mu jeres ac tiv as en tre vis ta das en la e ncu es ta CEP-P NUD , 199 7, pre se nta n u na pe or evalu aci—n su bjetiva de su s rec urs os de se gurid ad (ISH S) que los hom bres activ os. Lo mism o o cu rre pa ra la ca te gor’a de lo s ina ctivos. De aq u’ surg en algun os aspec to s ilustrativos d e cierto s prob le mas espe c’fico s que pres entan la s muje re s que se in corpo ran al mund o labo ra l.

En prim er tŽ rmino, la diferen cia en tre e l ISHO de las mujeres activ as y el ISHO de los homb re s activo s pued e verse en las ca ra cte r’s ticas prop ias de a mbo s su bg rup os, p ues del total de la fu erza de traba jo, s—lo el 3 6 % esta co nfo rmado por mujere s. Por ese so lo he cho , cab r’a e spe rar u n m ayo r gra do de he terog ene ida d entre lo s h omb re s a ctivo s. Las muje res a ctivas tien den a co nform ar un grupo m‡s hom og Žne o e n cua nto a su ac ce so a los re curso s d e s eg uridad .

En s egu ndo tŽrm ino, las mu jeres activ as , a pe sa r d e pos eer un ISHO ma yo r que el de los hombre s activo s, tienen un men or IS HS. L o p ro pio ocurre para la categ or’a d e ina ctivo s. Para el caso de la mu jeres ac tiv as es ta inc on gru enc ia s p ued e estar ev id enc ian do la te ns a situ acion en la qu e se enc ue ntran aq uellas muje res que, ad em ‡s de ac ced er al me rca do laboral, d ebe n cu mplir co n el con ju nto de p ape les sociale s que la cultura vige nte les imp on e.

Esto s a nte ce den tes , lejos de su gerir eq uid ad en la distrib ucion de se gu rid ad en tre lo s sex os, d ebe alertar aœ n m‡s re sp ecto de lo s pelig ro s q ue supon e s u des igu al distrib ucion . El cas o es q ue esta de sig ualda d preo cu pa no so lo porqu e se m an ifiesta en distintas ca pac ida de s d e las pe rso na s p ara h ace r fre nte a los ries go s y pe ligro s q ue le s a fe cta n, sino porqu e impide un ap ro vec ham ie nto eq uitativo d e las bo nda des d el des arrollo.

Mien tra s e xista n ‡ mbito s d e discrim ina cion hab r‡ de sig ua lda d, y mie ntras ha ya de sig ualda d, hab r‡ in seg urida d. La s fuen te s d e discrim ina cion de se xo, co mo la s d e cua lqu ie r o tro tipo , c ulmin an co nstitu yŽ ndo se en fu entes de in se gurida d.

Un ejem plo de e sto es la falta de re pre sen ta tiv ida d y participac io n d e las mujeres en los cargos . Esto inc ide en una dific ultad ad icion al pa ra la mo dific acion de la situacion de discrim ina ci— n.

Participac i— n porc en tual d e mujere s y h ombre s e n los ‡m bitos de pode r pol’tico y e co n—mico e n C hile, 19 97

AMBITO FUNC ION % PARTICIP AC ION % TOTA L FEME NIN A PART ICIPAC IO N MASC ULINA

Ministros 14 86 10 0 GOBIERN OIn te nde nte s 8 92 10 0 Gobe rna dores 7 93 10 0 Alca lde s 8 92 10 0

Sena dores 4 96 10 0 LE GISLA TIV ODipu tad os 10 90 10 0

Corte S uprem a0 10 010 0 JU DICIALCo rte d e A pe lacion es 33 66 10 0

GREM IOS Y Dire ctivos 3 97 10 0 CONF ED. EMPR ESA RIA LE SDirecto rio , Su pe rin ten . o Ge ren cia 8 92 10 0 EMPR ESA SJe fa tura s up erior 26 74 10 0

Dirigen cia s SINDICA TOS (Pre sid entes ) 12 88 10 0

Fuente: Schkolnik, M. et al 1997

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 94 Los esfuerzo s e n fav or de la ig ualda d y la S egu rid ad Human a de las muje res

La socieda d chilen a tom a c ad a d ’a m‡ s c onc ie ncia d e las am en aza s a su d esa rrollo c on ten ida s en la discrimina ci— n d e la mujer. Prod ucto d e ello e l Servic io Na cio na l d e la Mujer, junto a l Min isterio de Ju sticia y a un grupo de p arlame ntarios ha n p rom ov ido un co njunto d e inicia tivas y reformas en favo r de la ig ualdad de o portu nid ade s. En tre algu nos de los lo gro s m as significativo s se cu en tan lo s sig uie ntes: a) L a ley N¡ 19 .32 5 de vio le ncia in trafa milia r, que a dem ‡s de lo s a sp ectos penales, p rom uev e servic io s d e a po yo y protecc ion d e la s v’c tim as . b) L a ley N¡ 19 .33 5, en la q ue se es tab lece un rŽg imen patrimon ial a lte rna tivo a los ex isten tes en caso de matrimo nio, en do nde se igua lan los derec hos y de beres de ho mbres y mujeres a tra vŽs de la "particip aci—n en lo s gan anc ia les". c) E n la L ey Org‡n ica Cons tituc ion al de Ense –an za se promu ev e la igu ald ad de op ortun ida des p ara la s mujere s, co n e l co mprom iso de inco rp ora r la equ ida d de los sexo s c om o e lem en to exp l’cito d el Program a d e M ejora mie nto d e la Calida d de la Ense –an za (M iniste rio d e E du cac i—n ). d) A nivel d el C—d ig o L abo ra l, se ha n inco rp ora do re formas tale s com o: permisos de l pad re po r n acimiento d e los hijo s, o en fe rmedad d el hijo men or, tras pas o del po stnatal al pa dre e n c aso d e fallec er la ma dre , m ed ida s d e seg urida d e higiene en e l ca so de l tra bajo d e tem porad a, y m od ificac i— n d e la bas e d el c‡ lcu lo de l sub sid io ma ternal. e) A nivel d e la p ol’tica so cia l el SERNAM , en con ju nto co n otros minis terio s y entidad es de l Esta do , h a imp uls ado prog ram as ta le s c omo : Pro gra ma de Apoy o a la M uje r Jefa d e H og ar, Prog ram a d e Cap acita ci— n L ab ora l, Programa d e C entro s d e A te nci—n a Hijos de Temp ore ra s, Pro grama s d e Cen tro s de Informac i—n y Difusi— n d e los De recho s d e la Mujer y el Pro grama Na ciona l d e Prev enc ion d e la V io len cia In trafa milia r (MID EPLAN , 1 99 6).

Dich as iniciativas h an con tribu ido a disminu ir las d isp arida des de sexo y a mejora r las co nd icione s de Seg urida d H um ana de las muje res. N o obs tan te , q ued an mucha s tareas p end ien te s. Como se ha se –a lad o Òs i b ien las puertas hac ia la s oportun ida de s d e e ducac i—n y sa lud se han ab ierto r‡ pidame nte para las mujeres, la s pue rta s que cond uce n a las oportun ida de s e con —mica s y p ol’tic as es t‡n a pen as en tornad as Ó (PNUD , 1 99 5).

Consultadas por la encuesta CASEN directivos y ‡mbitos de poder dentro de las respecto del tipo de empleo que tienen, un empresas o instituciones donde se desem- 80% de las mujeres activas mayores de 18 pe–an. (PNUD, 1995) a–os se–alan que aquŽl es de car‡cter permanente. (Esto es algo mayor que el Es preciso recalcar que la inserci—n laboral 75,7% de los hombres que se–alan lo mismo de las mujeres tiene caracter’sticas distintas respecto de sus trabajos). Esta mayor que la de los hombres, tanto en tŽrminos de estabilidad en la inserci—n ocupacional de la las circunstancias que la propician como las mujer se muestra tambiŽn en el hecho de que la impiden. As’, mientras que el trabajo que hombres y mujeres presentan por- masculino constituye una exigencia relacio- centajes similares de tenencia de contratos nada con su sexo en nuestras sociedades, el indefinidos. (Ello en circunstancias de que de la mujer constituye una decisi—n expl’cita los hombres aventajan a las mujeres en motivada, por lo general, por las circuns- cuanto a tenencia de contratos en general). tancias y necesidades econ—micas del hogar. As’ se conforma un panorama donde se La actual situaci—n econ—mica del pa’s aprecia que al menos un grupo de mujeres puede facilitar un tipo de inserci—n laboral accede al mercado en condiciones de de la mujer menos asociado a la subsistencia seguridad pero con l’mites. (por lo menos para aquellas trabajadoras que no son jefas de hogar) que a las necesidades Los l’mites lo constituyen el nivel de de consumo. Esto permitir’a que las mujeres ingresos que pueden llegar a recibir (un 30% accedieran a insertarse laboralmente s—lo por debajo del de los hombres) y las cuando existan las condiciones que lo hagan posibilidades de acceso a los cargos rentable.

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 95 Lo anterior no implica desconocer la por tanto, construyen su seguridad asociada existencia de una serie de condicionantes a la seguridad de Žste. Sin embargo, medi- (que el ’ndice no mide) que imponen cargas das en sus propios tŽrminos, Žstas aparecen especiales a las mujeres que trabajan. Esas con un bajo acceso a recursos de seguridad, condicionantes son principalmente de tipo en especial en lo referido a la cobertura de sociocultural. salud, la escolaridad y la vivienda.

Por otro lado, un rasgo importante que el La mayor inseguridad latente puede actua- ISHO nos permite tambiŽn destacar es la lizarse en diferentes momentos y circuns- existencia de una mayor heterogeneidad tancias. HipotŽticamente, por ejemplo, po- entre las mujeres. As’ se aprecia del dr’a mencionarse el caso de una ruptura GRAFICO 15, el cual muestra la brecha de familiar, donde al momento de producirse la seguridad existente entre la mujer inactiva y separaci—n, las mujeres, por lo general, se la mujer que trabaja, que es bastante ver’an en peores condiciones socioeco- significativa. En los hombres, en cambio, n—micas de vida. O bien, justamente esa in- pr‡cticamente no existen diferencias impor- seguridad personal podr’a ser cortapisa para tantes en materia de seguridad. que una mujer tome la decisi—n de terminar una relaci—n. Otro momento de actua- En el GRAFICO 15 se dibujan tres puntos lizaci—n de la inseguridad podr’a referirse a para cada sexo (ISHO de activos, inactivos la enfermedad o pŽrdida de trabajo del y total). Estos conforman un trazo vertical activo de quien depende. que ser‡ m‡s largo mientras mayor sea la desigualdad intrasexual. As’ se ve que los En s’ntesis, y en funci—n de los antecedentes hombres activos e inactivos pr‡cticamente revisados, ser’a posible establecer como no presentan diferencias. En tanto las conclusi—n que la participaci—n laboral es mujeres dibujan un trazo bastante amplio, lo una fuente de seguridad para las mujeres, que refleja su desigualdad interna. por ello debieran fomentarse las condicio- nes sociales que permitieran una mayor Esto nos remite nuevamente a la l—gica de presencia de ellas en el mercado del estructuraci—n del Indice de Seguridad Hu- trabajo. Esto tendr’a grandes beneficios no mana. Las mujeres inactivas son en su gran s—lo para las propias mujeres sino tambiŽn mayor’a esposas o parejas del jefe de hogar, para sus hogares.

GRAFICO 15 ISHO: Disparidades intrasexo segœn condici—n de actividad

1 0.9 0.8 0.7 0.6 0.5 0.4 0.3 VAlores ISHO 0.2 0.1 0 Hombre Mujer

Activo Inactivo Total

Fuente: PNUD en base a CASEN, 1994, 1996 e INE, 1995

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 96 GRAFICO 16 Participaci—n laboral segœn quintiles de ingreso por sexo, 1996

90 80 70 60 50 40 30 20

% de Participaci—n 10 0 I II III IV V Quintiles de ingreso Hombre Mujer

Fuente: MIDEPLAN, Encuestas CASEN, 1996

Fomentar la participaci—n laboral de las GRUPOS DE EDAD mujeres no es cosa f‡cil. Actualmente las que m‡s participan son las de los quintiles A nivel nacional se observa que la seguridad superiores. (Ver GRAFICO 16). En cambio, humana objetiva describe una curva ascen- tienen dificultades las mujeres pertene- dente que se inicia en la categor’as de menor cientes a los quintiles inferiores. Estas su- edad (18 a 24 a–os), alcanza su punto man a su baja escolaridad trabas de ’ndole m‡ximo en la categor’a de edad de 45 a 54 econ—mica y cultural para integrarse a a–os, para luego comenzar a descender hasta trabajar. Muchas veces ellas carecen de el grupo de edad de mayores de 65 a–os, recursos para atender simult‡neamente las que es el que presenta el menor nivel de necesidades de su hogar (por ejemplo, dis- seguridad objetiva. (Ver GRAFICO 17) poner de guarder’as infantiles) o bien las ex- pectativas de ingreso no superan el costo de La imagen entregada por este descriptor da oportunidad asociado a Òdejar la casa solaÓ. la posibilidad, al menos metaf—ricamente, de reconstituir una especie de biograf’a o Es importante destacar que la inserci—n de trayectoria personal en tŽrminos del logro la mujer al trabajo tiene condicionantes de la Seguridad Humana general o en positivos m‡s all‡ de los meros logros algunas de sus dimensiones en particular. econ—micos suplementarios para las mujeres y sus hogares. Repercute en la acumulaci—n As’, por ejemplo, aparece claramente de capacidades y recursos de seguridad delineada la situaci—n de los j—venes entre tanto materiales como simb—licos y 18 a 24 a–os: en un primer momento, en fundamentalmente en la posibilidad de calidad de inactivos que dependen de sus realizaci—n de proyectos de vida asociados padres y se dedican fundamentalmente a al desempe–o de una actividad econ—mica estudiar, son los que muestran una mayor en el marco de la comunidad a la que se seguridad objetiva. pertenece.

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 97 GRAFICO 17 ISHO nacional segœn edad

65 Y MAS 0,280

55-64 0,529

45-54 0,739

35-44 0,698 EDADES

25-34 0,665

18-24 0,589

0 0.1 0.2 0.3 0.4 0.5 0.6 0.7 0.8 0.9 1 Fuente: PNUD en base a CASEN, 1994, 1996 e INE, 1995

CUA DR O 1 0 T as a de de so c upac i— n d e la po bla ci—n de 1 5 a 2 9 a –os po r q uintil d e ing re so *, seg œn s ex o , 19 9 6

Gru po d e Quintil de In gres o E da d IIIIIIIVV Total 1 5 a 29 a– os 2 3,2 1 0,9 8 ,6 5 ,6 3 ,5 1 0,0

S ex o Hom bres 1 7,7 7 ,9 6 ,7 3 ,8 3 ,0 7 .9 M ujeres 3 7,2 1 7,5 1 2,0 8 ,4 4 ,0 1 3.6 T otal 2 3,2 1 0,9 8 ,6 5 ,6 3 ,5 1 0,0

N ota: Se excluy e el serv icio domŽstic o puer tas adentr o y s us dependientes .

Fuent e: MIDEPLAN, Encues ta CASEN 1996

Cuando se abandona esa condici—n de de- El alto desempleo juvenil (asociado fuer- pendiente se comienzan a sufrir vicisitudes temente a una baja escolaridad en los en las condiciones de seguridad. Entre las j—venes de nivel socioecon—mico bajo) ha m‡s agudas est‡ la ausencia de oportunida- sido una de las preocupaciones importantes des de empleo. En efecto, los activos de este en la pol’tica social del gobierno de Chile. grupo de edad presentan la m‡s baja ocupa- Por ello se ha implementado una serie de ci—n, con s—lo un 86%. A nivel desagre- iniciativas tendientes a capacitar a los gado la situaci—n se muestra aœn m‡s aguda. j—venes y a abrirles oportunidades de inserci—n laboral (proyecto Chile joven; contratos de aprendizaje, entre otros).

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 98 Al iniciar su vida laboral, los j—venes de este Lamentablemente aparece cierta pŽrdida de grupo etario presentan baja cotizaci—n previ- recursos de los grupos etarios m‡s avan- sional, baja cotizaci—n de salud, bajos zados. Esto debe llamar la atenci—n respecto porcentajes de contrato indefinido, entre de la posibilidad de sustentabilidad de las otros. condiciones de seguridad.

Los grupos etarios siguientes, muestran El GRAFICO 18 muestra la ÒtrayectoriaÓ constantes avances en el acceso a esos general de la Seguridad Humana segœn gru- mecanismos o recursos de seguridad. pos de edades. TambiŽn se grafican algunas variables seleccionadas. De mantenerse es- El caso del grupo de mayor Seguridad ta tendencia en el tiempo, las cohortes de Humana objetiva se basa principalmente en personas que avancen de un grupo etario logros en cuatro variables: en las condicio- al otro deber‡n verse sometidas a esta nes de estabilidad laboral (71% contrato de tendencia, es decir, a una disminuci—n de trabajo indefinido), en los niveles de opor- sus logros en Seguridad Humana. tunidades de empleo (96% de ocupaci—n), en la afiliaci—n sindical (11,5%) y en las La situaci—n particularmente sensible de los condiciones de vivienda (86% de calidad y mayores de 65 a–os acentœa asimismo esta 74% de propiedad). Estas caracter’sticas nos alerta. Ellos, que te—ricamente deber’an ser hablan, en general, de cierta consolidaci—n el grupo de jubilados del pa’s, tienen una de logros acumulados en el tiempo. importante participaci—n laboral. Sin em- bargo, en los activos se aprecia que la En general, parece deseable que las seguridad que obtienen por esa actividad capacidades o recursos de seguridad sean econ—mica no es mucho mayor que la que objeto de una apropiaci—n acumultiva y obtendr’an si se mantuvieran inactivos. En sostenida en el tiempo. Tal comportamiento ambas situaciones, son el grupo etario de se aprecia claramente en variables como la menor Seguridad Humana objetiva. En propiedad de la vivienda, la escolaridad y cuanto activos presentan apenas un 37 % de los recursos institucionales. En ese sentido cotizaci—n previsional, 60% de cobertura de la trayectoria de consolidaci—n se ver’a salud, 50% de estabilidad. Como inactivos premiada con una Seguridad Humana su cobertura en salud asciende a un creciente. deficitario 66%.

GRAFICO 18 Evoluci—n de la seguridad segœn edades

0.8 0.7 0.6 0.5 0.4 0.3

% de logro 0.2 0.1 0 18 25 a 35 a 45 a 55 a 65 y a 24 34 44 54 64 m‡s Categor’as de Edades cpre csal esta isho

Fuente: PNUD en base a CASEN, 1994, 1996 e IINE, 1995

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 99 DECILES DE INGRESO En funci—n de esta clasificaci—n, existir’a un En tŽrminos generales este descriptor se 10 % de la poblaci—n que estar’a altamente ordena en forma muy l—gica, es decir, a seguro, en tŽrminos objetivos. Un 50% mayor nivel de ingreso, se aprecia una tendr’a niveles medios de seguridad aunque mayor Seguridad Humana objetiva. Sin con matices internos. Un 20% de la embargo, esa tendencia no es absolutamente poblaci—n tendr’a bajas condiciones de se- lineal. El perfil nacional (analizado en guridad y un 20 % restante se encontrar’a en conjunto con los valores del ’ndice) permite precaria situaci—n respecto de este atributo. identificar algunas agrupaciones intere- santes (ver GRAFICO19). Con esto se reafirma la pertinencia del concepto de Seguridad Humana en cuanto a Ordenados segœn niveles de Seguridad referirse a algo m‡s all‡ del mero ingreso y Humana objetiva, podemos encontrar a agrupar a la poblaci—n en categor’as (CUADRO 11): distintas de las que lo har’a dicha variable.

GRAFICO 19 ISHO nacional segœn deciles de ingreso

D10 0,908

D9 0,801

D8 0,777

D7 0,748

D6 0,586

D5 0,523

D4 0,428

D3 0,422

D2 0,250

D1 0,098

0 0.1 0.2 0.3 0.4 0.5 0.6 0.7 0.8 0.9 1

Fuente: PNUD en base a CASEN, 1994, 1996

CUAD RO 11 Clas ifica ci— n de lo s d ec iles se gœn n iv el de S eg u rida d H uman a o bje tiva

Niveles de Seguridad Dec iles en c a da c ate gor’a objetiva A lta 1 0 M ed ia a lta 9 , 8, 7 M ed ia b a ja 6 , 5 B aja 4 , 3 P re ca ria 2 , 1

Fuente: PNUD en base a CASEN, 1994, 1996

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 100 El GRAFICO 20 confirma la pertinencia de Seguridad Humana objetiva. Ello significa las agrupaciones realizadas y se–ala con que no logran traducir de igual manera sus m‡s claridad las distancias de logro entre recursos econ—micos en mecanismos esta- deciles. Destaca fuertemente el caso del bles de seguridad. decil 10 por su distanciamiento respecto del resto. Si se analiza la coherencia en los Finalmente, al comparar la distribuci—n logros de cada decil (en tŽrminos de su segœn deciles de un grupo de indicadores ubicaci—n respecto del promedio en cada seleccionados se constata que la Seguridad variable), podemos destacar la situaci—n de Humana tiende a estar m‡s equitativamente los deciles 6 y 7, los cuales, a pesar de tener distribu’da que otros como el ingreso (27 ingresos por debajo del promedio (bajo la veces en la comparaci—n 10/10), o el desem- l’nea cero del eje y), logran niveles de pleo (13 veces en la misma compararaci—n) seguridad objetiva por encima del valor medio (l’nea cero del eje x). TambiŽn los No obstante ello, que aœn el decil m‡s al- deciles 8 y 9 muestran una interdistancia to tenga nueve veces la seguridad que pre- mayor respecto de su logro en ingresos que senta el decil m‡s bajo revela que existe una en Seguridad Humana. Finamente, los marcada desigualdad. Una tarea pendiente deciles 1 al 5 presentan similares niveles de es lograr el acceso equitativo de la gente a ingreso (dentro de la media de desviaci—n los recursos sociales de seguridad m‡s est‡ndar) con niveles bastante dis’miles de all‡ de su condici—n socioecon—mica.

GRAFICO 20 ISHO nacional segœn deciles de ingreso

3

2.5 10

2

1.5

1

0.5 9 0 8

ISHO 96 Estandarizado 6 7 -0.5 1 2 4 5 3 -1

-2 -1.5 -1 -0.5 0 0.5 1 1.5

Fuente: PNUD en base a CASEN, 1994, 1996

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 101 2. EL INDICE DE SEGURIDAD su situaci—n previsional al momento de tener HUMANA SUBJETIVO que dejar de trabajar.

La entrada al ‡mbito subjetivo de la En lo laboral las preguntas buscan evaluar Seguridad Humana se formalizar‡ a base de cu‡nta seguridad tienen las personas la elaboraci—n de un Indice de Seguridad respecto de sus posibilidades de reinserci—n Humana Subjetivo (ISHS), el cual permi- laboral en caso de pŽrdida de su fuente de tir‡ ofrecer una visi—n sintŽtica partir de una trabajo, o de insertarse en caso de ser serie de descriptores seleccionados. inactivas.

La dimensi—n de informaci—n consulta a la En este ’ndice, la l—gica del c‡lculo es gente cu‡n informada se siente respecto de similar a la empleada para el ’ndice los hechos de actualidad que pueden afectar objetivo. Se intenta reunir en un ’ndice sus propias vidas. sintŽtico un conjunto de indicadores de la opini—n y percepci—n que las personas Por su parte la dimensi—n de salud, con- tienen acerca de la eficacia de los formada por la mayor cantidad de pre- mecanismos de seguridad de que disponen. guntas, indaga respecto de la situaci—n de seguridad de la gente en tŽrminos de la ca- La principal fuente de informaci—n utilizada lidad, oportunidad y costos de la atenci—n de para el indice de Seguridad Humana salud que esperan recibir en caso de subjetivo (ISHS) es una encuesta ad hoc de enfermedad (distinguiendo entre enfer- car‡cter nacional realizada dentro del marco medades menores y catastr—ficas). Cercana de esta investigaci—n en conjunto con el a esta dimensi—n se ubica tambiŽn la Centro de Estudios Pœblicos. (Ficha tŽcnica consulta por el temor a sufrir una enfer- de la encuesta en anexo metodol—gico). Esta medad provocada por un deterioro encuesta se realiz— entre junio y julio de ambiental grave. 1997. Finalmente, un grupo de 6 preguntas conforman la dimensi—n de delincuencia. Estas apuntan en dos sentidos: en primer Selecci—n y formulaci—n de variables lugar, se solicita a las personas que evalœen sus probabilidades de ser v’ctima. En En la estructuraci—n del Indice Subjetivo se segundo lugar, se solicita la evaluaci—n de busc— cubrir las distintas dimensiones las posibilidades de aprehensi—n y condena b‡sicas que aborda este Informe. Para ello de los delincuentes. se elabor— un conjunto de preguntas con las cuales se le solicit— a la gente evaluar su Todas tienen una misma modalidad de situaci—n personal en cada una de aquellas respuestas, que ofrece cuatro distintas in- dimensiones. En concreto, cada persona tensidades o graduaciones de evaluaci—n, debe evaluar positiva o negativamente si dos en cada sentido (positivo o negativo). dispone o no de mecanismos de seguridad As’, las opiniones pueden ir desde una eva- eficientes para enfrentar las distintas luaci—n muy positiva a una muy negativa, situaciones de inseguridad presentadas. pasando por sus situaciones intermedias.

En la dimensi—n de sociabilidad, se consulta en general por la posibilidad de La selecci—n de variables se realiz— de recibir ayuda de otros ante situaciones manera que se abarcaran en el ’ndice todas dif’ciles. Adem‡s se consulta respecto de la las dimensiones centrales en esta inves- posibilidad de movilizar a la gente para tigaci—n. All’ donde fue necesario se inclu- alcanzar un objetivo comœn. yeron m‡s preguntas por dimensi—n para cubrir matices de informaci—n relevantes En la dimensi—n de previsi—n, se le solicita para distinguir ciertas situaciones de al entrevistado que evalœe, a base de los seguridad. (El cuadro 13 expuesto m‡s recursos de que dispone, cu‡l cree que ser‡ adelante muestra la matriz de variables).

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 102 Resultados del Indice de sentado por la l’nea en el mismo Seguridad Humana Subjetivo GRAFICO).

El ’ndice subjetivo se elabora de manera Por otra parte, el valor nacional medio del an‡loga al ’ndice objetivo. En efecto, se ISHS es cercano a 0,333, lo cual en un busca un ’ndice sintŽtico que arroje un valor ’ndice cuyo recorrido total abarca de 0 a 1, m‡ximo en aquel grupo de individuos aparece como una situaci—n baja de logro. (entiŽndase categor’a de descriptor) que TambiŽn, al agrupar a los individuos segœn presente un mayor nœmero de evaluaciones tramos de valores del ISHS (ver cuadro 12), positivas en el conjunto de las 20 variables se aprecia la exigua proporci—n de personas que integran el ’ndice. De este modo, tanto en situaci—n de alta seguridad subjetiva. La el escalamiento de los individuos como los posici—n m‡s baja, en cambio, agrupa a un valores del ISHS apuntan a cuantificar en importante 35% de los entrevistados. cada uno el nivel medio de evaluaci—n positiva del conjunto de preguntas. Estos antecedentes permitir’an concluir que la tendencia general de los individuos encuestados al momento de evaluar su A base del GRAFICO 21, se puede apreciar seguridad es m‡s bien negativa. Con esto que la distribuci—n de individuos segœn agregamos una prueba emp’rica m‡s de valores ISHS est‡ ÒcargadaÓ claramente la existencia de un malestar en la hacia la izquierda, lo que deja a la mayor’a sociedad. En este caso, dicho malestar de los encuestados en el sector de puntajes adopta en la percepci—n de la gente la bajo el punto medio te—rico (0,500; repre- forma de la inseguridad.

GRAFICO 21 Distribuci—n de frecuencia de los encuestados segœn valores del ISHS

100

90

80

70

60

50

40

30

20

10 0 0 1 0,111 0,0526 0,1667 0,2222 0,2778 0,3333 0,3889 0,4444 0,5000 0,5556 0,6111 0,6667 0,7222 0,7778 0,8333 0,8947

Fuente: PNUD en base a Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD 1997

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 103 CUA DR O 1 2 Cruce del ISHS con otras evaluaciones Dis tribu ci—n de e ntrev is tados s e gœn c ateg orias d e l ISHS generales contenidas en la encuesta Categ or’as d e l ISHS Porce nta je d e e ntre v is tad os B aja 3 5,4% La consisistencia y validez del ISHS pueden M ed ia b a ja 4 5,3% refrendarse a la luz de ciertos cruces M ed ia a lta 1 8,0% espec’ficos que son posibles de realizar al A lta 1 ,3 % interior de la encuesta base. As’ por ejemplo, en la encuesta se consult— a las Fuent e: PNUD en base a Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP- PNUD 1997 personas respecto de su visi—n de la vida y del pa’s tanto actual como a futuro.

GRAFICO 22 ISHS nacional segœn satisfacci—n de vida

1 1 0,9 090,8 080,7 070,6 060,5 0,363 0,408 050,4 0,319 0,275 040,3 0,289 030,2 0,199 020,1 01 0 0 Insatisfecho Satisfecho No contesta Muy insatisfecho Indiferente Muy satisfecho

Fuente: PNUD en base a Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD 1997

GRAFICO 23 ISHS nacional segœn evaluaci—n del pa’s 1 0,9 0,8 0,7 0,6 0,5 0,4 0,382 0,304 0,322 0,3 0,277 0,190 0,2 0,10 0 Estancado No sabe Progresando En decadencia No contesta Fuente: PNUD en base a Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD 1997

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 104 GRAFICO 24 ISHS nacional segœn evaluaci—n personal futura 1 0,91 090,8 080,7 070,6 060,5 0,406 050,4 0,366 0,326 0,295 0,314 040,3 0,195 030,2 0,104 020,1 01 0 0 Peor Mejor No Sabe Mucho peor Igual Mucho mejor No Contesta

Fuente: PNUD en base a Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD 1997

En el gr‡fico referido a la satisfacci—n de En el tercer cruce realizado (GRAFICO 24), vida (GRAFICO 22), se aprecia que se aprecia que a la inseguridad subjetiva le aquellas personas que se declaran acompa–a una visi—n negativa respecto satisfechas con su vida presentan valores de las posibilidades del futuro. El gr‡fico m‡s altos de seguridad subjetiva que las muestra que a mayor visi—n positiva del insatisfechas (es preciso tener presente que futuro, existe un mayor nivel de seguridad esto se da en un contexto de bajos valores subjetiva. As’ lo demuestra el hecho de que generales de ISHS). Entre ambas las personas que declaran que su situaci—n definiciones, se nota una asociaci—n que en un a–o m‡s ser‡ mucho mejor que la permitir’a se–alar que la Seguridad actual presentan un valor ISHS de 0,406, en Humana es un componente de la satis- tanto que quienes declaran que les ir‡ facci—n de vida. mucho peor muestran un ISHS de 0,195.

Pareciera una inconsecuencia el hecho de Por otro lado, al poner en relaci—n la que opiniones dis’miles sobre el pa’s seguridad subjetiva con la evaluaci—n que se (estancado - progresando) estŽn vinculadas hace respecto de la situaci—n general del con grados similares de seguridad subjetiva. pa’s (GRAFICO 23), se observa que las Tal vez esto pueda significar una especie de personas que tienen una visi—n positiva disociaci—n entre la creaci—n de las respecto de la marcha del pa’s presentan im‡genes sociales y la percepci—n de la una seguridad subjetiva levemente mayor. situaci—n personal.

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 105 An‡lisis segœn dimensiones 2. La sociabilidad, sobre todo en lo refe- y variables rido a la posibilidad de recibir ayuda ante una agresi—n en la v’a pœblica. Al analizar el conjunto de los datos y trans- formar esa informaci—n a una tabla sencilla 3. La salud, en dos aspectos: a) en relaci—n de distribuciones se puede apreciar cu‡les con la posibilidad de asumir los costos son las dimensiones y las variables dentro que se derivan del sufrimiento de una de ellas que son mejor y peor evaluadas por enfermedad de las llamadas Òcatas- los encuestados (ver CUADRO13, resumen tr—ficasÓ. b) en relaci—n con la de perfil de las variables segœn tendencias ÒoportunidadÓ de la atenci—n. en las respuestas. Es preciso tener en cuenta que, por lo general, cada dimensi—n est‡ 4. La previsi—n, manifestada en la formada por m‡s de una variable. En ese incerteza respecto de la eficacia del caso, puede que una sea mejor evaluada que mecanismo de reemplazo de los la otra. Por lo tanto, la sola presencia en una ingresos laborales destinados a la dimensi—n de una variable individualmente mantenci—n econ—mica en la vejez. muy negativa no implica per se una baja evaluaci—n general de la dimensi—n). 5. Lo laboral, fundamentalmente respecto de la posibilidad de acceder al mercado laboral de aquellos que hoy no son Las variables m‡s negativamente evaluadas parte de Žl. Igualmente baja es la son: evaluaci—n de la posibilidad de en- contrar otro trabajo en caso de pŽrdida 1. La delincuencia, fundamentalmente en del actual. La confianza en mantener lo referido a probabilidad de ser v’ctima dicho trabajo por lo menos durante el de robo y a la impunidad de los pr—ximo a–o es, sin embargo, alta delincuentes. (59%).

CUA DR O 1 3 Dim en sio ne s y v aria b le s d el Ind ice d e S eg urida d H uman a S ubje tiv a Dim en si— nVaria ble sP os itiv a Neg ativ a Ns/N r % % % S oc ia bilid ad R ec ib ir ay ud a 3 6 6 3 1 Org an iza r a la ge nte p ara soluc ion ar prob le m a co m œn 4 1 5 8 1 Rec ib ir ay ud a a nte a gres i—n e n la v’a p œb lica 1 2 8 7 1 Cultu ra Estar inform ad o de la a ctu alid a d3 46 42

S alud E nferme d ad me no r: recib ir aten c i— n op o rtun a 3 9 6 0 1 p od er p a ga r cos to s d e ate nc i— n 3 2 6 7 2 recib ir aten c i— n de ca lid ad 4 5 5 3 2 E nferme d ad ca ta str— fic a: recib ir aten c i— n op o rtun a 3 0 6 8 2 p od er p a ga r cos to s d e ate nc i— n 1 7 7 9 4 recib ir aten ci— n de ca lid ad 3 6 6 1 3 No su frir en ferme da d p or ca us a a mbie n ta l 4 2 5 6 1 Delin cu e nc ia P os ib ilida d d e NO se r v’c tima d e : rob o en lu ga r p œb lico 2 1 7 8 1 rob o al in te rio r de l h og a r 3 7 6 1 1 a gres i— n sex u al 5 1 4 7 2 a gres i— n en ge ne ra l 5 9 3 9 2 9 8 9 2 Con fian za en co nd en a d e d elin cu e ntes P re visi— nRec ib ir in gre so s sa tis fa cto rios en la vejez 2 27 44

L ab oral P os ib ilida d d e re in serta rse e n c as o d e pe rd e r el trab ajo 2 9 6 9 1 Con fian za en NO p erd er e l a ctua l tra b ajo 5 9 3 8 2 P os ib ilida d d e in ac tiv os de ins e rtars e a tra ba ja r 1 6 8 2 1

Fuente: Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD 1997

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 106 Resumen de tendencias fuertes relativamente homogŽnea en la mayor’a de segœn descriptores las regiones.

La visi—n general entregada hasta ahora Junto a ello se observa un cambio en la puede ser profundizada a partir de las tendencia general que hasta ahora han entradas espec’ficas que representan los presentado las distintas clasificaciones que diferentes descriptores que hasta ahora han se han hecho de las regiones (segœn PIB, servido de vectores de an‡lisis para esta IDH o ISHO). Ahora, en funci—n del investigaci—n. ’ndice de Seguridad Humana subjetivo, los primeros lugares la clasificaci—n regional lo ocupan las regiones del extremo sur desde REGIONES Los Lagos hasta Magallanes. Los œltimos lugares de la clasificaci—n lo ocupan esta Se aprecia que, en un contexto de bajos vez las regiones de la zona centro norte, valores generales del ISHS (ver GRAFICO desde OÕHiggins hasta Atacama. 25), existe una importante variabilidad en las evaluaciones de la Seguridad Humana Llama tambiŽn la atenci—n que la regi—n desde el punto de vista regional. A pesar de Metropolitana, acostumbrada a encabezar la su diversidad profusamente detallada, el mayor’a de las clasificaciones regionales, en ISHS muestra que el fen—meno de la inse- materia de seguridad subjetiva ocupa s—lo el guridad subjetiva se desarrolla en forma noveno lugar.

GRAFICO 25 Indice de Seguridad Humana Subjetivo Nacional segœn regi—n

I 0.358 II 0.354

III 0.304 IV 0.276 V 0.283 VI 0.305

VII 0.379 VIII 0.333 IX 0.354 X 0.411 XI 0.438

XII 0.476 0.326 R.M. 0 0.1 0.2 0.3 0.4 0.5 0.6 0.7 0.8 0.9 1

Fuente: PNUD en base a Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD 1997

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 107 ZONA resumidos segœn dimensiones, en CUADRO14) Aqu’ se aprecia que las zonas rurales presentan un mayor nivel de Seguridad Dimensiones particularmente negativas para Humana subjetiva que las zonas urbanas. los habitantes de las zonas rurales son las Sin embargo, esta diferencia a favor de lo referidas a las informaci—n, la previsi—n y la rural no es muy grande (ver GRAFICO 26). salud.

Al profundizar en los datos b‡sicos se La comparaci—n entre zonas muestra que la advierte que la fuente de esa diferencia a mayor disparidad se encuentra en la favor de lo rural la constituye la mejor previsi—n, donde la zona urbana aventaja en evaluaci—n que las personas de ese sector 2,5 veces a la zona rural en cuanto al logro realizan de sus recursos de sociabilidad y de en esa dimensi—n. En delincuencia, en su percepci—n de la delincuencia, ‡mbitos cambio, la zona rural muestra casi el muy sensibles y negativos en la evaluaci—n doble de evaluaci—n positiva que la zona de los urbanos. (Ver tabla de datos urbana.

GRAFICO 26 ISHS nacional segœn zona 1

0,9

0,8

0,7

0,6

0,5 0,382 0,4 0,323 0,3

0,2

0,1

0 Urbana Rural

Fuente: PNUD en base a Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD 1997

CUA DR O 1 4 Dime ns iones de la S HS s e gœn zon a

Des crip tor Soc ia bilid ad Informa c i— nPre visi— nLab oral S alud Delin cu e nc ia Urb an o 3 6,6 3 6,9 2 5,5 3 5,8 3 4,0 2 7,3 Rural 4 8,1 1 9,6 1 0,2 3 0,5 2 8,6 5 2,0

Fuente: PNUD en base a Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD 1997

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 108 SEXO Para el caso de las mujeres la dimensi—n donde muestran una mayor seguridad subje- Los hombres muestran una levemente tiva es la laboral. Su inseguridad, en mayor seguridad subjetiva que las cambio, est‡ asociada con las dimensiones mujeres. (Ver GRAFICO 27) de previsi—n y salud.

En el contraste aparece una situaci—n bas- Dentro de un marco general de baja eva- tante homogŽnea entre dimensiones. Las luaci—n positiva, los hombres por s’ solos se mayores diferencias relativas se aprecian muestran particularmente seguros en las en las dimensiones de informaci—n y laboral. dimensi—n de sociabilidad. Por el contrario La primera a favor de los hombres, la se muestran inseguros en la dimensi—n de segunda a favor de las mujeres. (CUADRO previsi—n. 15)

GRAFICO 27 ISHS nacional segœn sexo 1

0,9

0,8

0,7

0,6

0,5 0,362 0,4 0,306 0,3

0,2

0,1

0 Hombre Mujer

Fuente: PNUD en base a Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD 1997

CUAD RO 15 D es crip tores de la S HS s e gœn se x o

Des crip tor Soc ia bilid ad Informa c i— nPre visi— nL ab oral S alud delin cu e nc ia Hom bre 4 0,0 3 9,2 2 5,4 3 6,0 3 5,5 3 3,1 M ujer 4 1,3 2 9,4 2 0,8 4 5,7 3 1,0 2 9,7

Fuente: PNUD en base a Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD 1997

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 109 EDAD evaluado que el resto (42% de evaluaci—n positiva). Este descriptor muestra un perfil bastante homogŽneo. S—lo se aprecia un nivel de Los grupos de edad intermedios muestran Seguridad Humana muy levemente superior los valores m‡s bajos de seguridad respecto en las categor’as extremas de edad de la delincuencia. Adem‡s, aumenta segœn representativas de los m‡s j—venes y los m‡s los a–os la preocupaci—n por el tema viejos de la muestra (ver GRAFICO 28). previsional, el que finalmente es apenas considerado positivo por un 15% de los encuestados de mayor edad. Resulta Se aprecia en los j—venes su mayor interesante constatar que en varias preocupaci—n por la salud y la delincuencia. dimensiones los grupos de m‡s edad tienen La sociabilidad, en cambio, representa para mayor logro en cuanto a Seguridad Humana ellos un recurso de seguridad mejor subjetiva (CUADRO 16).

GRAFICO 28 ISHS nacional segœn grupos de edades 1

0,9

0,8

0,7

0,6

0,5 0,346 0,324 0,327 0,341 0,4

0,3

0,2

0,1

0 18 a 24 25 a 34 35 a 54 55 y m‡s

Fuente: PNUD en base a Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD 1997

CUAD RO 16 D es crip tores de la S HS s e gœn gru pos d e ed ad e s

Des crip tor Soc ia bilid ad Informa c i— nPre visi— nL ab oral S alud D elin cu e nc ia 1 8 a 24 4 2,3 3 4,1 3 5,5 3 9,1 3 1,8 3 3,0 2 5 a 34 3 9,3 3 2,4 2 4,6 3 6,5 3 2,1 2 8,7 3 5 a 54 3 8,3 3 6,6 1 9,2 3 4,2 3 3,3 2 9,1 5 5 y m‡ s 3 4,2 3 1,8 1 5,2 2 9,6 3 5,7 3 7,1

Fuente: PNUD en base a Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD 1997

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 110 NIVEL SOCIOECONOMICO que el nivel alto se destaca con un valor de ’ndice de 0,548. Las dimensiones de Sobre la base de una caracterizaci—n cl‡sica salud, previsi—n e informaci—n aparecen de estudios de mercado en tres niveles, se muy favorablemente evaluadas por los aprecia que a mayor nivel socioecon—- entrevistados pertenecientes a ese grupo. mico, mayor seguridad subjetiva (Ver Las mismas dimensiones que son las GRAFICO 29). Sin embargo, esta tendencia peor evaluadas por las personas del nivel no es lineal. Los niveles medio y bajo socioecon—mico bajo. (Ver CUADRO 17). aparecen mucho m‡s cerca, en tanto

GRAFICO 29 ISHS nacional segœn nivel socioecon—mico

1

0,9

0,8

0,7

0,6 0,548

0,5 0,371 0,4 0,300 0,3

0,2

0,1

0 Alto Medio Bajo

Fuente: PNUD en base a Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD 1997

CUAD RO 17 D es crip tores de la S HS s e gœn niv el s o cioe co n —mic o

Des crip tor Soc ia bilid ad Informa c i— nPre visi— nLab oral S alud Delin cu e nc ia Alto 5 1,3 6 3,2 7 6,3 5 1,6 8 0,8 2 6,5 M ed io 4 0,7 4 5,4 3 5,5 3 9,3 4 4,0 2 6,6 Bajo 3 6,6 2 5,9 1 3,2 3 1,5 2 4,5 3 4,4

Fuente: PNUD en base a Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD 1997

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 111 3. VISION INTEGRADA DE LA ces ad hoc elaborados. Esto es v‡lido, SEGURIDAD HUMANA puesto que si bien ambos ’ndices no son fusionables en un nœmero œnico, s’ es Desde el comienzo se plante— la necesidad posible poner en paralelo la informaci—n que de contar con una visi—n profunda e ellos entregan del pa’s en general y de cada integrada de las principales vertientes que descriptor en particular. conforman la situaci—n de seguridad de una persona. Se argument— que Žsta se En primer lugar, el ISHO muestra que del conforma tanto por la cantidad de recursos margen total de variaci—n de este ’ndice, el objetivos de que se dispone para enfrentar pa’s alcanza un 56% de logro (valor ISHO situaciones de inseguridad, como por la nacional = 0,560). En lo subjetivo, en convicci—n sicol—gica de que esos recursos cambio, ante una posibilidad de variaci—n est‡n al alcance y sirven efectivamente igual, el pa’s en su conjunto alcanza un como v’as de soluci—n. 33,3% de logro (valor ISHS de 0,330). En otras palabras, considerado en funci—n de La principal hip—tesis consiste en la sus propias metas ideales, el pa’s logra m‡s presunci—n de la existencia de una ÒbrechaÓ de esas metas en el campo de los recursos o ÒdisonanciaÓ entre las situaciones objetivos antes que en el campo subjetivo: objetivas de seguridad y las percepciones Chile presenta m‡s seguridad objetiva subjetivas. Esa disociaci—n podr’a ser el que subjetiva. s’ntoma de un malestar producto de la no complementariedad entre el desarrollo o Ahora, en funci—n de las tendencias fuertes modernizaci—n de los sistemas funcionales y encontradas segœn descriptores, podemos el desarrollo de la subjetividad de las acceder a un panorama de las coherencias o personas. incoherencias de sentido entre uno y otro ‡mbito de la Seguridad Humana. As’, por Una primera forma de hacer dialogar ambas ejemplo: visiones consiste en mirar las tendencias generales que se conforman basadas en los En lo regional se observa lo siguiente (ver valores nacionales de cada uno de los ’ndi- CUADRO 18):

CUADRO 18 Comparaci—n de posiciones en ISHO e ISHS por regiones

C la sific ac i—n R egi—n Cla sific ac i—n en D if er encia s de e n ISHO ISHS lugares

6 Tarap ac ‡ 5 1 3 Antofag a sta 6 3 4 Ataca ma 117 1 0Coq uimb o 133 5 Valpa ra ’so 1 27 8 O«H ig gin s1 02 1 2Mau le 4 8 9 B’o -B’o 8 1 1 3Arauc an ’a 7 6 1 1L os L ag o s3 8 7 AisŽn 2 5 1 Mag alla n es 1 0 2 Metro po litan a 9 7

Fuente: PNUD en base a CASEN 1994,1996; INE, 1995 y encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD 1997

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 112 De este cuadro se desprende que las Por otro lado, el panorama segœn zonas regiones m‡s consecuentes son las de geogr‡ficas muestra que en el plano objetivo Magallanes, Tarapac‡ y B’o-B’o. (Cada una las zonas urbanas tienen un mayor nivel de con diferentes niveles de logro). Por su seguridad mientras que en el plano subjetivo parte, aquellas que m‡s modifican su esta tendencia es contraria. Lo mismo ocurre ubicaci—n en las clasificaciones regionales en el descriptor de sexo donde el ’ndice se (hacia arriba o hacia abajo) son, en primer muestra a favor de las mujeres en lo lugar, las regiones de Maule y Los Lagos (8 objetivo y a favor de los hombres, en la lugares), que lo hacen en sentido ascendente medici—n subjetiva. En ambos se expresa desde el ’ndice objetivo al ’ndice subjetivo. nuevamente la asinton’a entre estos Les siguen las regiones de Atacama, campos. Parece plausible suponer que Valpara’so y Metropolitana (7 lugares), aquŽl grupo que tenga m‡s mecanismos todas en sentido descendente. Ellas permiten objetivos de seguridad debiera sentirse m‡s afirmar que existen regiones donde hay seguro subjetivamente. Sin embargo, existe una brecha importante entre los logros en una disociaci—n que puede ser interpretada materia de mecanismos objetivos de como una cr’tica respecto de la eficiencia de seguridad y los logros respecto de la aquellos mecanismos objetivos y la seguridad subjetiva. satisfacci—n con los mismos. Las mismas inconsecuencias pueden anotarse respecto Por ahora este an‡lisis busca s—lo identificar del descriptor de edad donde la aquellas situaciones de incoherencia. Estas heterogeneidad de logro objetivo contrasta por cierto debieran ser materia de mayores con la homogeneidad de logro subjetivo, o discusiones, que se hagan cargo de las bien en el descriptor de ingresos. interrogantes que a partir de ellas se abren. Por ejemplo, ser‡ preciso atender a la Finalmente, la propia encuesta PNUD-CEP inconsecuencia espec’fica de la Regi—n de 1997, confirma esta asinton’a, en dos Metropolitana, la que, dado su peso dimensiones importantes: la previsi—n y la demogr‡fico, pareciera concentrar el salud. Para ambas se dispone (en la misma malestar o la inseguridad subjetiva, a base de datos), de la informaci—n objetiva y despecho de las oportunidades objetivas que de la evaluaci—n subjetiva hecha por un all’ existen. O bien, Àpor quŽ ciertas mismo individuo respecto de su situaci—n de regiones con alta presencia rural-agr’cola seguridad. suben tanto su clasificaci—n desde el punto de vista subjetivo? ÀQuŽ aspectos de la En el caso de la previsi—n, en el siguiente calidad de vida en Atacama refuerzan la cuadro se relaciona al grupo de personas que inseguridad subjetiva de sus habitantes a disponen o no del mecanismo objetivo con despecho de los logros objetivos que all’ los que en cada caso evalœan positiva o pueden alcanzar? negativamente su situaci—n de seguridad en esa dimensi—n. (Ver CUADRO 19)

Aqu’ se aprecia que disponer de un CUAD RO 19 mecanismo de seguridad no tiene efecto en E va lu ac i—n d e la se g urid a d pre visio na l s eg œn s itu ac i—n p re visio na l cuanto a generar mayor seguridad subjetiva en la dimensi—n. Imp us o o imp o ne E va lu ac i—n p o sitiva E va lu ac i—n u sted o su c — ny uge d e se gurid ad en la n eg ativ a d e En el caso de la dimensi—n de salud se e n un s istem a d im en si— n de s eg urid a d en la p re visio na l p re visi— n d im en si— n de elabora el siguiente cuadro en funci—n de p re visi— n quiŽnes pertenecen o no a un sistema S I2 3,9 7 6,1 previsional de salud. Ellos se contrastan con NO2 1,2 7 8,8 el conjunto completo de preguntas relativas No sa be 2 0,0 8 0,0 a la seguridad en salud existentes en la No co nte sta 1 4,3 8 5,7 encuesta. (Se elabora un sub’ndice sobre la base del valor medio de evaluaciones Fuente: Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD 1997 positivas de ellas (ver CUADRO 20).

ÒVisi—n descriptiva de la Seguridad Humana en ChileÓ 113 En definitiva, todos estos antecedentes CUA DR O 2 0 revelan que existe una brecha o asinton’a E va lu ac i—n d e la se g urid a d en s a lu d s eg œn p e rten e nc ia a entre los logros objetivos y los logros s is tem a de sa lu d subjetivos en la Seguridad Humana de las P erte ne c e a u n P rome dio d e e va lu ac i—n personas. s is tema pre visio na l p os itiv a d e las v ariab le s d e la d e sa lu d d im en si— n de sa lu d En este aspecto, lo socialmente deseable es que los recursos objetivos de seguridad, su S I3 7,8 racionalidad, su inclusividad, la l—gica en NO2 5,1 que se fundan y el tipo de relaciones sociales que estructuran sean interiorizados Fuente: Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD 1997 por las personas de modo de sedimentar en apreciaciones subjetivas de seguridad. De all’ que la existencia de asinton’as o ÒbrechasÓ entre un ‡mbito y otro remita a fallas en la complementariedad entre los Este cruce matiza la argumentaci—n sistemas y la gente. Eventualmente estas anterior. Tampoco en el caso de la salud, pueden producir un sensible malestar en la poseer el mecanismo de seguridad se sociedad. traduce en una alta seguridad subjetiva (el valor 37,8 est‡ por debajo del valor medio Constatada emp’ricamente la existencia de del sub’ndice). Sin embargo, en el caso de esa brecha o asinton’a, es menester esta dimensi—n, aparece una menor interrogarse acerca del fundamento de ella y seguridad subjetiva entre aquellos que no cu‡les son sus implicancias para la poseen el mecanismo objetivo. Seguridad y el Desarrollo Humano.

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 114 CAPITULO 4

Inseguridad: la subjetividad vulnerada

ÒInseguridad: la subjetividad vulneradaÓ 115 INSEGURIDAD: LA SUBJETIVIDAD VULNERADA

Las paradojas y antecedentes rese–ados en puntos de acuerdo y desacuerdo de los los cap’tulos anteriores muestran que los participantes. procesos de modernizaci—n provocan inse- guridades e incertidumbres en la gente. Luego se transcriben las sesiones de Propio del Desarrollo Humano es pregun- discusi—n y se procede a su an‡lisis me- tarse por el significado de esos procesos diante tŽcnicas especialmente dise–adas para la realizaci—n de las personas en sus para ello. Se realizaron 18 grupos de vidas cotidianas. discusi—n de distintos estratos, edades y sexos. (Ver anexo metodol—gico) Para indagar el significado que las personas atribuyen a la inseguridad e incertidumbre, a A continuaci—n se exponen las tendencias sus causas y efectos, la mejor puerta de centrales y consensuales de las signi- entrada es escuchar con detenci—n lo que ficaciones de la experiencia de inseguridad ellas dicen cuando conversan de sus en Chile hoy. Las citas de opiniones inseguridades. reproducidas en el texto tienen una doble funci—n: servir de ilustraci—n a las afirma- El "decir" de las personas es muy diverso. ciones del texto y mostrar los giros del Su gram‡tica ocupa varios medios. El arte, lenguaje cotidiano con los que se habla de el estallido social, la fiesta, el discurso, etc. inseguridad. Esas citas no tienen el car‡cter Pero es siempre un decir; es algo que se de un medio de prueba generalizable. comunica a otro. En el di‡logo cotidiano se revelan las estructuras de la subjetividad que habla. All’ se despliegan todos los registros 1. LA INSEGURIDAD ESTA de la gram‡tica de la subjetividad: de la INSTALADA EN LAS emoci—n a la raz—n, del gesto a la palabra, CONVERSACIONES de los s’mbolos a los conceptos. All’ la gente dice algo sobre lo que la rodea y al No es necesario explicar lo que significa hacerlo dice algo sobre s’ misma. Indagar "inseguridad" o "incertidumbre" para iniciar sobre las conversaciones en torno a las segu- una conversaci—n sobre ellas. Todos saben ridades e incertidumbres es descifrar el esta- de quŽ se trata. No se habla de un hecho do de la subjetividad colectiva. abstracto, de algo que est‡ fuera del d’a a d’a de cada uno. Al hablar de inseguridad En las conversaciones de los chilenos la las conversaciones se dirigen inmedia- inseguridad y la incertidumbre son un tema tamente a lo que toca a todos, a la situaci—n recurrente. El objetivo de este cap’tulo es actual del pa’s. Al hablar de la inseguridad describir quŽ nos dicen esas conversaciones todos lo hacen en primera persona, todos sobre la subjetividad colectiva y sobre sus tienen una experiencia personal que contar. relaciones con las instituciones y sistemas La referencia a la inseguridad pone, como el sociales. Para este fin se exponen a conti- desborde de un r’o, a la propia subjetividad nuaci—n de manera sintŽtica los resultados en el centro del debate. Es "nuestra inse- de un estudio realizado por el PNUD en guridad" el objeto del lenguaje, es "noso- 1997 sobre las conversaciones de la gente tros" el que habla, y lo hace sobre el "aqu’ y acerca de sus inseguridades. ahora", sobre "este pa’s".

En el estudio se emple— la tŽcnica conocida "Yo me siento muy insegura. Yo creo que como Ògrupos de discusi—nÓ. Mediante la es la primera vez que me siento en mi introducci—n de algunos temas y elementos vida tan insegura como en este per’odo, visuales por un moderador se estimula una porque para construir la vida yo creo conversaci—n entre los asistentes a una que hay algunas cosas que son reuni—n. La discusi—n se conduce para indispensables. Encuentro que en este permitir la expresi—n de los significados que momento la sociedad chilena no las subyacen a las conversaciones y detectar los proporciona para el conjunto, para la DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 116 mayor’a del pa’s. Eso me hace estar Para las personas la inseguridad tiene un insegura". (Mujer mayor, clase media) significado primordialmente social. No son las amenazas bŽlicas, epidemiol—gicas o "En el fondo hay muchos sistemas de ecol—gicas las que aparecen como su causa inseguridad. Inseguridad social, inse- en las conversaciones. Las personas hablan guridad laboral, lo que nos afecta en el de ÒnuestraÓ sociedad cuando se refieren a trabajo; el joven, por ejemplo, la sus inseguridades y all’ buscan sus s’ntomas inseguridad en los colegios. Hay muchas y sus ra’ces. Esto tiene dos significados para formas en que las personas tiende a la gente: la sociedad chilena actual produce estar en peligro su seguridad". (Hombre las inseguridades y al mismo tiempo se la mayor, clase baja) percibe como denegando la protecci—n nece- saria para paliar sus efectos. Inseguridad y En las conversaciones las personas pronun- desprotecci—n social son los tŽrminos que cian un juicio de realidad, hacen un diag- enmarcan las conversaciones sobre segu- n—stico de la ausencia de seguridad en las ridad en Chile hoy. pr‡cticas cotidianas, buscando s’ntomas, causas y explicaciones. Pero se expresa tam- Al penetrar en esos tŽrminos a medida que biŽn un sustrato emotivo. A travŽs del avanzan las conversaciones ellos adquieren temor, la angustia, el miedo, la intran- significados diversos. Se destacan tres sig- quilidad se da cuenta en el nivel emocional nificados habituales de la inseguridad y la de un sentimiento de desprotecci—n. Las desprotecci—n: la inseguridad ciudadana, la conversaciones sobre inseguridad transitan inseguridad socioecon—mica y la inse- permanentemente entre esos dos niveles: lo guridad sicosocial. reflexivo y lo expresivo.

Estas conversaciones no llegan a precisar, 2. LA INSEGURIDAD CIUDADANA salvo de modo muy difuso, el valor cuya ausencia se denuncia: la seguridad. Pocos La primera imagen que surge al hablar de describen los rasgos de un mundo seguro, inseguridad es el delito y los sentimientos ese que no se tiene pero que se ans’a. Es que produce. El discurso se orienta casi que, como lo dicen los mismos entre- espont‡neamente a los temas de la seguridad vistados, uno no sabe lo que es la seguridad ciudadana. Esto es explicable si se tiene en hasta que la ha perdido. Entonces, lo que cuenta que la gente comunica sus expe- queda es m‡s bien la sensasi—n de un vac’o. riencias con el lenguaje que le provee la El discurso tiene, en general, un car‡cter sociedad. En Chile los medios de comu- negativo y cr’tico; es la expresi—n del nicaci—n de masas no s—lo han identificado malestar que resulta de la desprotecci—n. inseguridad con delito y seguridad con polic’a, sino que han hecho de este tema uno Tal como en un iceberg, la inseguridad es lo de los espacios en que buscan su conexi—n que queda a la vista. Las seguridades y con las emociones de la gente. M‡s all‡ de certidumbres, mientras funcionan, no se la presencia objetiva de la delincuencia, que ven. Esto marca el car‡cter y el tono resulta ser menor que el temor frente a ella, negativo de las conversaciones. Es probable Žsta es una explicaci—n del hecho de que el que las inseguridades manifiestas de la miedo al delito sea el objeto espont‡neo de gente estŽn acompa–adas desde la sombra las conversaciones sobre inseguridad. por importantes cuotas de seguridad habitual e incuestionada. De no ser as’, la vida Sin embargo, en un segundo momento, cotidiana ser’a un caos imposible, y es cuando la conversaci—n se torna m‡s evidente que no es as’. Pero un crecimiento reflexiva y m‡s confiada, la seguridad de la inseguridad revela que algo en la base adquiere otros significados. All’ los temas de las seguridades se est‡ agrietando. Hay de la violencia, el delito y las estrategias de que escuchar estas conversaciones en ese protecci—n y desconfianza son remitidos a sentido: como el s’ntoma de una tendencia problemas en la sociabilidad de los chilenos. m‡s que como la constataci—n de un hecho En ese momento las relaciones humanas son concluido. puestas en el primer plano.

ÒInseguridad: la subjetividad vulneradaÓ 117 Las im‡genes inmediatas de nuestra extensi—n termina por resultar una evidencia inseguridad: el delito y el delincuente inubicable. El peligro del que se habla a travŽs de la conversaci—n sobre los delin- La inseguridad ciudadana remite a la posi- cuentes es a la vez evidente y difuso. bilidad omnipresente del delito y del delin- cuente y reclama una protecci—n. El objeto difuso del temor debilita la capacidad para generar acciones y controles. "Es el temor de salir, de no dejar tu casa Ello explica las reacciones que relata la sola. Que vas en la calle y ah’ te asalten, gente: la tensi—n y la par‡lisis. porque puede que te saquen todo y te corten el cuello..." (Hombre, clase alta) "Una duerme con el alma en la mano, todas las noches" (Mujer joven, clase baja) "Yo pensŽ en un hombre vestido de azul, como los de los bancos, que protegen, Frente a ellas, se desarrolla un h‡bito que por lo menos por presencia". (Mujer, proporciona una rara seguridad: la clase alta) desconfianza.

Con la menci—n del delito y del delincuente "Vivir a la defensiva, uno como que se se nombra un temor que toma el car‡cter de ha acostumbrado a vivir a la defensiva... una evidencia compartida. Las conversa- a la defensiva es la palabra justa. Y tœ ciones afirman la realidad indiscutible del vas caminando, por ejemplo, yo por lo hecho. Se constata la existencia de un temor menos voy mirando al frente... compartido por una inseguridad y desam- alrededor" (Mujer, clase media) paro que se conciben como riesgo cotidiano y permanente. La amenaza afecta a todos y Cuando el delito y el delincuente est‡n en est‡ tanto en la calle como en el propio todos, en todas partes, a toda hora, la acci—n hogar. preventiva racional aparece carente de sentido. Pareciera que, al final, de nada sirve La figura del delincuente ocupa una prevenir o buscar amparo. En primer lugar, posici—n central en el relato del temor a la porque el delincuente aparece dotado de un agresi—n. Su menci—n permite asignarle una poder que supera los medios de protecci—n. causa real, conocida, ubicable al miedo, otorg‡ndole a Žste veracidad y fundamento. "Es que p«al ladr—n no hay rejas, no hay El delincuente es evidencia comprobada y candado, no hay puerta, no hay nada, comprobable. nada". (Mujer, clase media)

"!Sale a la calle con la billetera atr‡s!... En segundo lugar porque se desconf’a vas a ver cuanto duras con ella" tambiŽn de las instituciones especializadas (Hombre, joven, clase media) en el control de la delincuencia. En el dis- curso de la gente la protecci—n policial no Su imagen, asociada a la violencia f’sica, llega aunque se la demande, los proce- otorga una explicaci—n a la fuerte emociona- dimientos judiciales son ineficientes, no se lidad vinculada a la inseguridad. Al indicar protege a la v’ctima y finalmente no se la omnipresencia de los delincuentes y sus sanciona al victimario. movimientos impredecibles se justifica tam- biŽn la actitud que acompa–a a la inse- "Los sueltan altiro... No est‡n ni un mes guridad: la sospecha y la desconfianza de en la c‡rcel y vuelven a la calle". (Mujer los otros. joven, clase media)

La imagen del delincuente resulta ser, en Frente a un temor omnipresente, a un consecuencia, un elemento catalizador a agresor omnipotente y a una protecci—n partir del cual obtiene verosimilitud y fun- inexistente, se desarrolla una voz (que aun- damento el temor generalizado. Sin embar- que no es la voz mayoritaria tiene alguna go, a la vez, por su misma omnipresencia y importancia en las conversaciones) que

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 118 reclama una represi—n que linda en nuevas "Desconfiamos de todos, del vecino formas de totalitarismo. incluso" (Hombre, clase media)

"O sea... mano dura, eso. Una ley que Se descubre que la pr‡ctica permanente de diga: «ya este tipo hizo tal cosa, matar- la sospecha tiene su ra’z en que el ÒotroÓ, el lo«..." (Hombre, clase alta) vecino, es desconocido. El anonimato ha desdibujado la topograf’a b‡sica de la vida El discurso m‡s general, sin embargo, en comœn: el otro no tiene nombre. apunta en otra direcci—n: se est‡ solo frente al infortunio y hay que confiar s—lo en s’ "Yo vivo all’ hace venticinco a–os, y no mismo. tengo idea como se llama... con eso te digo todo". (Hombre, clase media) "Uno tiene que ser juez, polic’a y defenderse autom‡ticamente, uno solo" A falta de un lenguaje m‡s preciso, se (Mujer, clase alta) recurre al ejemplo extremo para dar cuenta de la pobreza comunicacional que caracte- Reflexionar sobre el temor y la des- riza la vida vecinal: confianza: la crisis de la sociabilidad "Tengo unos amigos que ni se saludan, Las conversaciones sobre el delincuente y la no saben quien vive al lado... mi mam‡ violencia llegan, sin embargo, a un punto en igual vive en La Florida y los œnicos que que se revelan insuficientes. Primero, por- se conocen son los perros porque se que los entrevistados comienzan a cuestio- ladran de casa en casa". (Hombre, clase narse si tiene sentido vivir permanentemente media ) alarmado, desconfiado y paralizado. Segœn- do, porque el discurso policial y legalista En este giro reflexivo que dan las sobre el delito revela su incapacidad para conversaciones, el origen de la desconfianza cubrir los otros significados posibles de la es desplazado al centro mismo de nuestras experiencia de la inseguridad, especialmente relaciones sociales: la ausencia de gentileza, de aquellos relacionados con el estado de las de reconocimiento y solidaridad. relaciones sociales. "Pero tœ saludas a la gente y la gente se As’ se revela que la delincuencia, aun cuan- siente sorprendida cuando la saludas" do es un fundamento concreto del temor, es sobre todo una imagen catalizadora que "Miro para el otro lado" (Mujer joven, hace posible una primera representaci—n y clase media) discusi—n del problema de la integraci—n y del v’nculo social. La conversaci—n sobre la La conversaci—n reconoce en la ausencia de delincuencia aparece as’ como una met‡fora normas m’nimas de convivencia la carac- para expresar y ordenar una sensaci—n ter’stica de la sociabilidad actual de los difusa de inseguridad que aœn no encuentra chilenos. All’ surge la imagen de relaciones un lenguaje y espacio social para ser sociales en que el reconocimiento mutuo codificada y ordenada. En el punto en que la est‡ negado y el contacto prohibido. met‡fora se revela insuficiente la conver- saci—n se vuelve sobre s’ misma explorando "La gente no se preocupa de la dem‡s a tientas las causas m‡s precisas de la gente... hace como si esa persona no incertidumbre. existe". (Mujer, clase baja)

Aqu’ surge la imagen del vecino, como "El temor al contacto f’sico, de repente paradigma de la alteridad cotidiana, marca- el roce de la micro. Porque encuentro da por el desconocimiento y la sospecha. La que vivimos as’ (se repliega sobre su discusi—n de esta imagen permite descubrir cuerpo) protegiŽndonos". (Mujer joven, la desconfianza como limitante de la clase media) convivencia humana.

ÒInseguridad: la subjetividad vulneradaÓ 119 Esta caracterizaci—n tiene un eje temporal - no, tiene que levantarseÉ o sea te dicen antes, ahora - y un eje espacial - aqu’, all‡. «cuide su casa«, «cuide su auto«É te est‡ "Antes" era el tiempo de la seguridad y la metiendo inseguridadÉ «para que usted tranquilidad. El tiempo de la vida en los se asegure«o sea Áhay inseguridad!. Es barrios y cuando la gente se saludaba en la un c’rculo viciosoÉÓ (Hombre mayor, calle. El "aqu’" de la inseguridad es la clase media) ciudad, el all‡ de la tranquilidad es la provincia. Aparte de ser un buen negocio, es ineficaz pues reproduce y profundiza las verdaderas "Esto era un barrio sœper tranquilo... ahora causas de la inseguridad: la segmentaci—n y ten’s que mantener las puertas con llave" la consolidaci—n de las fronteras entre (Mujer joven, clase baja) iguales y extra–os:

La diferencia entre el antes y el ahora, entre Òcomo que nadie extra–o vaya a meterse la provincia y Santiago est‡ en las relaciones en tu territorioÉÓ (Mujer joven) sociales. Son especialmente ineficientes porque ÒSomos m‡s unidos y eso yo ac‡ en chocan con los requisitos m’nimos para una Santiago no lo he encontrado. Si mi vida social con sentido: el contacto mutuo. vecino est‡ de vacaciones, que se joda si lo roban, quŽ me importa a m’, total el ÒSi en el fondo la soluci—n no es esa. No vive en su metro cuadrado y yo en el vamos a poder vivir en un bunker ni m’o, esa es la diferencia entre provincia nadaÉ que no te puedan tocarÓ y la capitalÓ (Hombre joven, clase (Hombre, clase media) media) Desde el consenso sobre las verdaderas causas de la inseguridad, y como un La conversaci—n retorna al origen contradiscurso respecto de la industria de la con una mirada distinta seguridad, las conversaciones pronuncian su estrategia: Cuando la conversaci—n ha elaborado el consenso de que la inseguridad se funda en ÒEl respeto por las personasÉ por ah’ la falta de un lazo s—lido y confiable con los parte la cosaÓ (Mujer joven, clase otros, ella vuelve a interrogarse sobre la media) eficacia de las medidas de seguridad concentradas en la alarma, la segregaci—n y la represi—n. Desde esa nueva mirada ellas aparecen como ineficaces.

Òest‡ el alcaldeÉ y para Žl el tema de la 3. LA INSEGURIDAD seguridad se ha vuelto como una SOCIOECONOMICA pol’tica, para Žl la seguridad se acaba poniendo m‡s polic’aÓ. (Hombre joven, En un segundo plano, por debajo de las clase media) conversaciones sobre seguridad ciudadana y relaciones sociales, se desarrolla un discurso Pero eso es un negocio rentable y parad—jico sobre los temores que provienen del mundo que se autorreproduce. Mientras m‡s del trabajo. La conversaci—n sobre las alarmas hay, m‡s alarmada anda la gente y inseguridades socioecon—micas asume desde m‡s alarmas compra y as’ en una espiral el inicio una perspectiva definida. No se ascendente. En el fondo, la industria de la conversa sobre los requisitos de estabilidad seguridad es tambiŽn un productor de de los sistemas e instituciones de la eco- inseguridad ciudadana. nom’a, sino sobre las necesidades subjetivas de las personas. El tema es pertinente y ÒEmpiezan las alarmas a sonarÉ uno acuciante porque en Žl se juegan aspectos cree que s’ est‡ en situaci—n de roboÉ, y b‡sicos de la realizaci—n personal.

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 120 "La seguridad laboral ser’a como lo que El temor a sobrar me toca, ah’ me toca a m’..." (Hombre joven) En la misma medida en que el trabajo es significado como el veh’culo por excelencia Desde la perspectiva de la biograf’a de la integraci—n, la cesant’a se percibe de personal y familiar, el trabajo aparece como modo muy intenso como amenaza de el espacio privilegiado en el que se realiza la exclusi—n. Ella aparece hoy como una integraci—n social. En las conversaciones no posibilidad real, no por la existencia de una est‡ presente s—lo el temor a quedar mar- crisis econ—mica, sino por las mismas ginado del consumo de bienes y servicios. tendencias que hacen exitoso al sistema: su El eje de la inseguridad socioecon—mica est‡ creciente selectividad. m‡s bien en el temor a ser excluido, a perder la posici—n y la identidad social que otorga El mercado requiere y busca a gente cada el trabajo. vez m‡s joven. Ello produce la sensaci—n de que las personas en vez de aumentar su Al igual que en las conversaciones sobre la valor social con la experiencia, lo seguridad ciudadana, la referencia a las disminuyen. relaciones laborales se plantean en un eje temporal antes-ahora. "En este pa’s se parte de la premisa que ya a los cuarenta eres viejo". (Hombre "Hasta cuantos a–os en Chile hab’a una mayor, clase media) seguridad absoluta pr‡cticamente..." (Hombre mayor, clase media) "A los treinta y cinco est‡ liquidado para el mundo laboral..." (Mujer mayor) "Lo que antes nosotros, que ten’amos seguro, caja de Fonasa, caja de com- Se percibe que el sistema productivo pensaci—n...lo que sea, pero ahora..." promueve un proceso de entradas y salidas (Hombre mayor, clase baja) recurrentes, en el cual las entradas se van haciendo cada vez m‡s dif’cil. La imagen predominante es que en Chile se ha perdido la seguridad laboral. Ella se No s—lo hay que ser cada vez m‡s joven y entiende como certidumbre en las posi- bien parecido, hay que estar tambiŽn cada ciones y reconocimientos sociales que vez mejor capacitado y m‡s especializado. provienen del trabajo gracias a la estabilidad Ya no basta con tener cuarto medio para de Žste y a la probabilidad del ascenso social estar cierto de encontrar un trabajo. Pero provista por la institucionalidad laboral. tampoco basta con realizar las capacita- Para la gente pareciera instaurarse creciente ciones que ofrece el sistema escolar, pues la e inexorablemente una l—gica econ—mica din‡mica de especializaci—n y tecnificaci—n que debilita esos v’nculos socioecon—micos. del trabajo las dejar‡n obsoletas en corto plazo. "Yo encuentro que el Estado cada vez m‡s se desliga... cada vez est‡ todo m‡s "ÀQuŽ futuro le espera a mi hijo, privatizado... que m‡s falta, que lo pensando en los avances tecnol—gicos privaticen a uno, 'esta es m’a'. Todos que apuntan a la modernidad... mientras vamos a andar con c—digo de barras...". nuestros hijos est‡n haciendo las (Mujer joven, clase media) operaciones con peras y manzanas..." (Hombre, clase media) Las conversaciones sobre las amenazas de exclusi—n que emergen de la actual orga- La inseguridad cierra su c’rculo en la nizaci—n del trabajo reconocen tres fuentes medida en que la mayor’a ve muy dif’cil distintas de inseguridad: la creciente selecti- acceder a los grados superiores de vidad del mercado laboral, la presi—n por el calificaci—n. rendimiento y la inestabilidad como norma permanente.

ÒInseguridad: la subjetividad vulneradaÓ 121 "No, y no podemos pensar: Ôvoy a es el eje del discurso adaptativo de la nueva mandar a mi hijo a la universidad". seguridad: (Mujer, clase baja) "Pero yo mi seguridad la siento en una Pero las amenazas de expulsi—n no s—lo premisa, o sea, mi seguridad laboral, mi provienen del aumento de las exigencias estabilidad laboral depende de la cualitativas sobre la mano de obra. La ten- calidad del servicio que yo entregue..." dencia del sistema productivo a requerir (Hombre, clase media) cada vez menos cantidad de trabajadores es una fuente adicional de temor. En las "Pero tambiŽn hay que entendernos, no conversaciones circula profusamente la cierto que la competencia es dura... yo imagen de un sistema que tiende de modo tengo competencia, tœ tienes compe- creciente a la incorporaci—n de maquinaria y tencia... " tecnolog’a, en donde la importancia del individuo es cada vez menor. "Si, todos tenemos competencia..." (Hombre mayor, clase media) "ÀQuŽ va a pasar el d’a de ma–ana? Si est‡ as’, a medida que van saliendo los Se trata de establecer individualmente la computadores... ahora hay hartas perso- seguridad como ventaja competitiva, me- nas trabajando, despuŽs se va a diante el juego del mercado y del avance necesitar una sola". (Hombre mayor, tecnol—gico. Queda flotando en el aire, sin clase baja) embargo, la idea de un costo indeseado de la estrategia adaptativa: finalmente la compe- tencia se hace contra otros. En cualquier El temor a la inestabilidad caso el discurso adaptativo de individuaci—n y competencia define los cambios laborales Una segunda expresi—n de inseguridad so- como algo impuesto desde afuera, no como ciolaboral se relaciona con la incertidumbre algo que se haya deseado. que produce la din‡mica del nuevo modo social de organizar el trabajo, fundado en la flexibilidad e inestabilidad del empleo. El agobio de la adaptaci—n

"Es una seguridad rara, no existe esa Cualquiera sea la variante del discurso sobre seguridad. En cualquier momento el la inestabilidad, reivindicativa o adaptativa, patr—n te pone de patitas en la calle..." ambas coinciden en los efectos sicol—gicos (Hombre mayor, clase media) de las nuevas tendencias del mundo laboral.

Esta forma espec’fica de inseguridad, "La situaci—n de no estar seguro con tu experimentada por la mayor’a, da origen, sin puesto de trabajo... eso te crea una embargo, a discursos distintos. Hay algunos, tensi—n..." (Hombre mayor, clase media) los menos, que reivindican la definici—n tradicional de la estabilidad laboral Se reconoce en la conversaci—n que la entendida como inamovilidad. Hay tambiŽn inestabilidad tiene su complemento en la otros, la mayor’a, que definen a la inamo- arbitrariedad de un empleador que utiliza la vilidad y estabilidad como algo actualmente amenaza de suspensi—n o exclusi—n, efectiva imposible; algunos la ven tambiŽn como o imaginaria, como mecanismo de presi—n poco deseable. para asegurar el aumento de la productividad. En este segundo grupo se expone un discurso adaptativo, que exige de los sujetos "El vendedor vive hoy d’a con la presi—n un cambio de valores, que se reemplace el de la carta de renuncia, el finiquito, de valor de la estabilidad en el puesto de que 'estas son las metas, Gonz‡lez'..." trabajo por el de aumento de las opor- (Hombre, clase media) tunidades. Sin embargo, no hay oportunidad sin competencia. Asumir esto como un dato Las conversaciones detectan ah’ un c’rculo

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 122 vicioso. Se percibe un contexto inevitable de distribuci—n desigual del poder social, pues inestabilidad laboral y se le atribuye a un Òlos mismos que est‡n a cargo est‡n poder arbitrario de los empleadores. En esa pilladosÓ. Es la propia l—gica del sistema - situaci—n la œnica salida que se visualiza una suerte de anonimato e intransparencia - para los que no tienen otro poder que su la que lo hace atender s—lo a sus propias capacidad de trabajo es aumentar su tendencias. En el l’mite, la pŽrdida de adaptaci—n a la inestabilidad, mediante su control con respecto a los procesos del rendimiento y su sometimiento. Segœn las sistema econ—mico genera la impotencia conversaciones, esto aumenta la capacidad subjetiva quiz‡ m‡s b‡sica: del sistema econ—mico y de los empleadores para disponer a voluntad de la fuerza de "Y yo siento que como individuo no trabajo. El precio lo pagar’a el trabajador: la tengo la posibilidad de influir en el inestabilidad estructural ser’a compensada curso de mi vida..." (Mujer, clase media) con angustia subjetiva.

"Es que yo siento que hay una competencia tan grande en el mercado... entonces el trabajador tiene que estar 4. LA INSEGURIDAD SICOSOCIAL continuamente... no sabe lo que pasa ma–ana, que 'se va a implementar no se Retomando y especificando elementos del quŽ sistema', 'que va a haber reducci—n discurso sobre la seguridad ciudadana y la de personal', 'que va a venir no se quiŽn inseguridad sociolaboral se desarrolla una a hacer no sŽ quŽ estudio', que ahora conversaci—n sobre la crisis de sentido en la con esto de la eficiencia y la sociedad actual y sobre las incertidumbres productividad...Ó (Mujer, clase media) del futuro. En ella se despliega la imagen de un desorden del sistema social. De ah’ surge "Esa sensaci—n que tiene la persona de el temor y ansiedad por las fallas de control que va a ser despedida... esa sensaci—n... y las tendencias a la desorganizaci—n, tanto los rumores..." (Mujer mayor, clase alta) a nivel de las instituciones como de las per- sonas. El di‡logo, centrado en la cuesti—n Tal como en las conversaciones sobre el del caos y la locura de la vida cotidiana, est‡ delito, tambiŽn esta conversaci—n gira en un referido directamente a la ciudad de momento sobre s’ misma para tornarse Santiago. reflexiva. Pero a diferencia de aquella, la reflexi—n sobre la angustia vivida en lo El caos cotidiano laboral no encuentra una salida mediante la intervenci—n sobre la propia subjetividad. En el orden pr‡ctico, la excesiva com- Aqu’ la reflexi—n se limita a constatar que el plejidad de la trama de la ciudad produce origen del fen—meno est‡ en las tendencias fallas y trizaduras en las cuales la del sistema y que frente a Žl la subjetividad subjetividad tiende a desbordarse. El princi- ha perdido el control. pio de normalidad, aquello que fundamenta la predecibilidad, racionalidad y eficiencia "Como que hay una locura... entonces el de los sistemas sociales, parece puesto fuera nivel de estrŽs, uno vive como... de funcionamiento. !chupallas!... en mi empresa han cam- biado sistema dos veces y van para la "El temor principal... yo creo que todo el tercera... y los mismos que est‡n a cargo mundo lo tiene en la ma–ana... y pensar: est‡n pillados..." (Mujer mayor, clase oye...llegarŽ?, voy a llegar a la hora?... media) todos los d’as... y pensar en el taco, que cuanto dura..." La angustia se vuelve impotencia y par‡lisis en la misma medida en que se ve al sistema "Cuando una persona tiene que andar socioecon—mico como ajeno a la posibilidad una hora tres cuartos, eso es de control social. No se trata de una funcionar?..." (Hombre mayor, clase imposibilidad de control derivada de la media)

ÒInseguridad: la subjetividad vulneradaÓ 123 El atochamiento vehicular es la primera una desconfianza. No es que, como en las imagen del desorden. En Žl se encuentran conversaciones sobre el delito, ellas varias de las tendencias de la actual amenacen directamente. Se trata de que no modernizaci—n que ya han sido recorridas pueden generar control sobre las amenazas. por la conversaci—n en otras partes. La individualizaci—n se expresa en que cada "Yo no tengo nada contra el gobierno ni uno quiere tener su auto y no compartirlo, a del General Pinochet, ni del presidente ello se suma la poca caballerosidad y Aylwin, ni de este otro caballero Frei... agresividad mutua de los conductores. yo pienso que siempre va a haber los TambiŽn las estrategias que se implementan mismos problemas, nunca supieron para optimizar los sistemas del tr‡nsito organizar esta cuesti—n..." (Hombre urbano son vistas como generadoras de mayor, clase alta) mayor confusi—n. Al final la acumulaci—n ciega de fallas dificulta la adaptaci—n y la coherencia de las personas y los sistemas. Crisis de sentido y miedo a la droga La vida urbana se torna enferma en su funcionamiento y resulta enfermante para La conciencia de la precariedad del orden y sus habitantes. de su repercusi—n sobre el comportamiento de la gente hace derivar la conversaci—n "En la contaminaci—n acœstica, am- hacia el problema de la sensatez y de la biental en general... una ansiedad como calidad de vida, en suma, hacia el problema que produce inestabilidad... igual el del sentido. Aqu’ las conversaciones giran tr‡fico... igual que la gente no maneje en torno al problema de la droga, signi- muy bien... hay miles de cosas que ficado como s’ntoma de la crisis de sentido producen ansiedad" (Mujer mayor, clase que acompa–a al estilo de vida actual. media) La expansi—n del consumo de drogas asume ÒAqu’ uno se descompensa de tal el car‡cter de una amenaza en aumento. manera que llego irritado a la casa, que Nadie parece estar a salvo. miro al perro y dan ganas de..." (Hombre mayor, clase alta) "La droga est‡ llegando a todas las edades..." (Mujer mayor, clase media) Al final el desorden se vuelve normalidad y la vida cotidiana se torna el resultado de la "La inseguridad de la droga... uno lucha, individual y agresiva, por obtener siempre tiene muy presente el peligro de mediante ensayo y error, empuj—n y astucia sus hijos por la droga. Sabemos que se lo que la ausencia de un orden compartido ha metido mucho..." (Hombre, clase niega. media)

"Me acostumbrŽ a andar siempre En un primer relato, el temor a la droga acelerado... ni yo mismo respeto las canaliza la desconfianza frente los otros. El reglas, todos andamos acelerados, todos consumo est‡ precedido por la seducci—n andamos apurados..." (Hombre mayor, perversa que ejercen los otros, la calle, los clase media) desconocidos. La droga, por su poder seductor, debilitar’a las barreras que pro- Pero se sabe, y se tiene mala conciencia, de tegen del contacto con desconocidos. La pri- que Žsa no es la soluci—n. mera barrera que se ve afectada es la familia. "Ten’s la sensaci—n que est‡s segura, pero en el fondo sab’s que no..." (mujer "Pero tœ ves que tus ni–os son tan joven) lindos, son tan sanos... uno los cuida, los cr’a en una 'burbuja'... y resulta que Las tendencias desordenadas y desorde- est‡n mezclados con todos ..." (Mujer nantes de la ciudad proyectan sobre las mayor, clase media) elites dirigentes, y sobre la gente en general,

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 124 Pero m‡s all‡ del rechazo espont‡neo que primero se refiere a c—mo se habla hoy de provoca por sus efectos inmediatos de da–o las inseguridades. El segundo se refiere a las f’sico y mental, la conversaci—n descubre en causas de fondo a las que las personas la droga el s’ntoma de otros males m‡s atribuyen su inseguridad. difusos. Dos temas ocupan aqu’ el centro de los relatos: en un primer momento la droga es el s’ntoma de una crisis moral que tendr’a La ausencia de un c—digo para su origen en la desviaci—n individual del comunicar la inseguridad comportamiento; en un segundo momento, m‡s central en el relato, la droga ser’a una En los tres temas tratados, la seguridad consecuencia de un modo colectivo de ciudadana, la inestabilidad laboral y la comportamiento, que remite al sin sentido. desorganizaci—n de la vida urbana, las con- versaciones siguieron un derrotero similar. "Estamos distorsionados... s’, nosotros Partieron aferr‡ndose a una imagen cargada estamos desorientados..." (Mujer, clase emocionalmente que se utilizaba como media) causa omniexplicativa. As’ aparecieron en las conversaciones el delincuente, el emple- El estilo de vida actual se caracteriza por el ador arbitrario, el computador, el atocha- ritmo vertiginoso, por lo superficial, lo miento vehicular, la droga. Pero al vac’o y la persecusi—n de imposibles. adentrarse el di‡logo en esas im‡genes ellas se revelaban parciales e insuficientes. Las "Este asunto, esta carrera vertiginosa conversaciones se tornaban entonces m‡s por querer tener y tener... y figurar". reflexivas y autocr’ticas. Se reconoc’a que la (Hombre, clase media) inseguridad se inscribe en el espacio de las relaciones sociales. Luego se buscaban, a "... que hay que estar joven, que hay que veces err‡tica y difusamente, las expli- estar regia, que hay que estar caciones en ese campo. Finalmente, las relajada..." (Mujer, clase media) conversaciones elaboraban consensos acerca del estado de vulnerabilidad de la En ese contexto de desorientaci—n e ilu- subjetividad en el modo actual de regular las siones insostenibles la droga aparece como relaciones sociales. un escape posible. Para los actores de ese estilo de vida desequilibrante, la droga Este derrotero de las conversaciones sugiere aparece como un refugio y compensaci—n la existencia en Chile hoy de un fen—meno posible. La amenaza viene desde dentro. La que duplica y profundiza las inseguridades e conversaci—n no pronuncia una recri- incertidumbres de la gente. Se trata de la minaci—n moral que aluda a debilidades per- carencia de un lenguaje social mediante el sonales. Se trata m‡s bien, y nuevamente, de cual la inseguridad pueda ser expresada y la sensaci—n de que no se controlan, ni colectivamente reconocida como un hecho externa ni internamente, los efectos perver- con fundamentos. sos para la subjetividad del rumbo que toma la organizaci—n actual de la vida en Sin ese lenguaje las percepciones y sociedad. experiencias de incertidumbre no se pueden objetivar y reconocer socialmente. Con ello se siembra la m‡s fuerte de las dudas: la posibilidad de que las propias experiencias y 5. CONCLUSIONES: COMO percepciones no tengan sustento real. Ante HABLAMOS Y DE QUE ello, la subjetividad busca otros caminos de HABLAMOS expresi—n. Otros lenguajes e im‡genes co- mienzan a emplearse como met‡foras. Con Al leer detenida y distanciadamente las ello la incertidumbre logra un canal transcripciones del conjunto de las con- expresivo, pero siembra al mismo tiempo la versaciones generadas en los grupos de duda sobre la magnitud de sus fundamentos. discusi—n que sirvieron de base a este La incertidumbre quedar’a entonces estudio resaltan dos aspectos b‡sicos. El remitida a un hecho puramente emocional y

ÒInseguridad: la subjetividad vulneradaÓ 125 deambular’a huŽrfana en busca de ALGUNAS DIFERENCIACIONES DEL reconocimiento. DISCURSO SEGUN VARIABLES DE LA MUESTRA Pero el devenir de las conversaciones muestra tambiŽn que es posible desarrollar La conversaci—n sobre inseguridad tiene una un lenguaje colectivo que codifique el matriz de significado que est‡ presente en el malestar. En un di‡logo franco y reflexivo discurso de todos los grupos estudiados. Sin las met‡foras revelan su precariedad sin embargo, ella adquiere matices y Žnfasis negar el fundamento real al que remiten. diversos segœn el tipo de grupo social de Eso abre el espacio para la generaci—n de que se trate. Son las particularidades de tipo lenguajes colectivos que faciliten la socioecon—mico (estratos) y sociocultural expresi—n, codificaci—n y tratamiento del (sexo y edad) las que m‡s diferencias origen de las inseguridades. producen en las conversaciones.

"Yo me quedo con una sensaci—n sœper El temor a la delincuencia se manifiesta en positiva... a m’ me da pena que seamos su forma m‡s extendida ("todos son tan pocos, porque Žstas son las criminales y el criminal est‡ en todas instancias que faltan para poder creer o partes") en los grupos de mujeres. En su poder experimentar las cosas que nos forma m‡s aguda (ataque e invasi—n) en los est‡n pasando en la mente, que si no las grupos de clase alta. En estos grupos el exteriorizamos con la palabra no temor a la delincuencia conecta r‡pidamente sabemos en quŽ estamos pensando ni en con formas simb—licas de evitamiento del quŽ parada estamos". (Mujer adulta, contacto tanto visual como corporal. Entre clase media) los j—venes destaca la queja ante el car‡cter represivo o controlador del propio discurso Los dŽficit de la integraci—n social de la seguridad ciudadana.

Al recorrer el derrotero de la conversaci—n El temor socioecon—mico se expresa se descubre lo que ella quiere decir al hablar tambiŽn con modulaciones distintas segœn el de la delincuencia, de la inestabilidad tipo de grupo. En la clase media es donde laboral, de los atochamientos y de las aparece con m‡s intensidad el temor a la drogas. Tras esos temas se expresan tres precariedad de las posiciones obtenidas temores b‡sicos: el temor al otro, el temor mediante el ascenso laboral, y donde a la exclusi—n social, el temor al sin aparece como m‡s urgente mantenerse sentido. Se trata de tres temores que remiten dentro del sistema productivo. En los a las coordenadas b‡sicas del hecho social: sectores pobres, el temor a la inestabilidad la confianza en los otros, el sentido de se proyecta sobre todo hacia la cuesti—n de pertenencia y las certidumbres que las oportunidades juveniles. En los sectores ordenan el mundo de la vida cotidiana. de clase media y alta resuena de similar Sabemos que en la sociedad moderna esas manera el temor vinculado a los efectos coordenadas no se producen ni reproducen "estresantes" de la competencia permanente de modo espont‡neo y evidente. Ellas y las dudas sobre el futuro del modelo de forman parte de las tareas que la desarrollo. modernidad se ha propuesto de manera intencional y reflexiva. Su precariedad Los temores sobre la crisis de sentido y el remite, por tanto, a un posible dŽficit de los estilo de vida urbano se encuentran espe- mecanismos espec’ficos por medio de los cialmente presentes en las conversaciones cuales el modelo de modernizaci—n chileno de los j—venes, en las conversaciones de ha pretendido asegurar la integraci—n social. los adultos sobre los j—venes, y en las conversaciones de las mujeres, especial- mente cuando se refieren a sus hijos.

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 126 CAPITULO 5

El miedo al ÒotroÓ: la seguridad ciudadana

ÒEl miedo al ÒotroÓ: la seguridad ciudadanaÓ 127 EL MIEDO AL OTRO: LA SEGURIDAD CIUDADANA

El miedo al otro Como es sabido, las estad’sticas registradas Los chilenos suelen asociar espont‡neamen- a partir de los a–os 40 por la Polic’a de te la inseguridad con la delincuencia. Esta Investigaciones y Carabineros reflejan m‡s representa una de las preocupaciones princi- la actividad policial que la realidad de la pales de los entrevistados en las distintas delincuencia. Resulta entonces dif’cil averi- encuestas de los œltimos a–os. La insegu- guar en quŽ medida el miedo responde a un ridad descansa, m‡s all‡ de las tasas reales aumento efectivo de la delincuencia y de la de delitos, sobre la definici—n metaf—rica del violencia. En todo caso, no estamos ante un delincuente. Es la imagen de un delincuente fen—meno reciente; el miedo ante el delito omnipotente y omnipresente la que conden- comœn o la violencia tiene una larga histo- sa un temor generalizado y, por lo mismo, ria, pero alcanza dimensiones alarmantes a exagerado. El delincuente deviene, al menos ra’z de los procesos de urbanizaci—n e indus- en parte, un "chivo expiatorio" que nombra trializaci—n. La violencia se traslada del (y esconde) una realidad dif’cil de asir. El campo a la ciudad, donde el desarraigo de an‡lisis de la seguridad ciudadana remite los emigrantes, las desigualdades sociales y pues a factores subyacentes. En el miedo al la inestabilidad laboral favorecen la delin- otro resuenan otras inseguridades; aquellas cuencia. Autores de comienzos de siglo provocadas por el debilitamiento del v’nculo destacan c—mo el trabajo fabril fomenta la social, del sentimiento de comunidad y, desorganizaci—n de la familia tradicional, el finalmente, de la noci—n misma de orden. abandono de ni–os y la aparici—n masiva de vagos y mendigos; todo ello acentuado por La seguridad ciudadana como el alcoholismo y la frecuente impunidad. El definici—n hist—rica temor provocado por el deterioro del anti- guo orden de convivencia toma cuerpo en No temer una agresi—n violenta es el primer las llamadas "clases peligrosas". M‡s que la y principal significado de la seguridad; criminalidad (acotada) es la violencia (difu- saber respetada la integridad f’sica y, por sa) la que imprime a la "cuesti—n social" su extensi—n, "lo propio". Estar seguro signifi- virulencia. ca por sobre todo poder disfrutar de la priva- cidad del hogar sin miedo a ser asaltado y En este per’odo se consolida el papel poder circular tranquilamente por las calles ancestral del Estado como garante de la paz sin temer un robo u otra agresi—n. Esta segu- social y de la seguridad pœblica. A los ridad f’sica, cuasi corporal, concierne pues a procedimientos propios de un Estado de las reglas b‡sicas de convivencia pac’fica. Derecho se agrega una intervenci—n activa No basta, empero, la ausencia de miedo a que combina mecanismos represivos con una muerte violenta. Al hablar de seguridad medidas preventivas y promocionales. La ciudadana o seguridad pœblica hacemos alu- acci—n estatal dispone de sanciones (justicia si—n a una dimensi—n m‡s amplia que la penal) y de incentivos (Estado asistencial). mera supervivencia f’sica. La seguridad es Tanto la ley penal como las medidas una creaci—n cultural que hoy en d’a implica sociales se gu’an por una idea de sociedad una forma igualitaria (no jer‡rquica) de basada en una familia leg’tima y un sociabilidad, un ‡mbito compartido libre- trabajador disciplinado. El Estado es fuerte- mente por todos. Esta forma de "trato mente regulador y no vacila en vulnerar civilizado" representa el fundamento para principios liberales con tal de afirmar el que cada persona pueda desplegar su subje- disciplinamiento social. Un ejemplo es la tividad en interacci—n con las dem‡s. Est‡ detenci—n por mera sospecha; entre 1930 y en juego la vida no s—lo de la persona 1964 ella aumenta de un 12% a un 35% del individual, sino igualmente de la sociedad. total de detenciones. (FrŸhling, H., 1997)) Dada lo fundamental de esta dimensi—n y, por ende, el peligro que involucra toda Hasta mediados de siglo el miedo al delito transgresi—n, la percepci—n de amenaza est‡ vinculado a acciones individuales y suele ser extraordinariamente sensible. concentradas en los sectores populares. En DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 128 los a–os 70 aparece una nueva modalidad de La democracia pone fin a la represi—n, pero delincuencia violenta y de violencia pol’tica; no al miedo. La transici—n est‡ acompa–ada aumentan los robos y los delitos comunes de un temor difuso que, a falta de amenaza con fines pol’ticos. En la medida en que la expl’cita, se cristaliza nuevamente en la de- sociedad se polariza pol’ticamente tambiŽn lincuencia. A partir de 1990 se afianza la aumentan los conflictos intergrupales tanto percepci—n de que la delincuencia ha creci- en las ciudades como en el campo (huelgas, do y que est‡ fuera de control. Desde tomas de tierra). En septiembre de 1972, entonces las encuestas se–alan a la delin- ocho de cada diez personas entrevistadas era cuencia como uno de los problemas prio- de la opini—n que en Chile se viv’a un clima ritarios para los chilenos. M‡s importante de violencia (Valenzuela, A., 1988). Ya no que el aumento cuantitativo es el cambio es el delito sino un ambiente generalizado cualitativo: hay m‡s asaltos a mano armada, de violencia difusa el que generaba miedo. ellos afectan tambiŽn a hogares en comunas Este adquiri— una dimensi—n desconocida del "barrio alto" y comienzan a operar ban- hasta entonces con la intervenci—n militar. das organizadas. Adem‡s adquiere visibi- Aparece una nueva forma de violencia; el lidad un factor que comienza a cristalizar el propio Estado abandona el marco jur’dico. miedo al delito: la droga. Entre 1977 y 1992 La represi—n estatal es particularmente los detenidos por tr‡fico de estupefacientes intensa en 1973; la Comisi—n de Verdad y aumentan de 254 a 10.119, segœn datos de Reconciliaci—n consigna 1.264 homicidios y Carabineros (FrŸhling, H., 1997) desapariciones para ese a–o. Pero la afirmaci—n del poder militar no elimina el En los a–os 70 y 80 la sociedad chilena se miedo, por el contrario. encuentra dominada por una verdadera

A medida que fue pasando el tiempo y fui escarbando en el coraz—n de la gente tan heterogŽnea como un sacerdote, un militar, un militante comunista y un empleado de banco, comencŽ a percibir que el miedo era un elemento comœn a casi todos. Sus historias son tan distintas como pueden serlo las vivencias de un Chicago boy, de un minero del cobre, de una voluntaria de la Secretar’a de la Mujer, o la madre un detenido-desaparecido. Sin embargo, en algœn momento de la conversaci—n, el temor surgi— en forma m‡s o menos expl’cita y con razones m‡s o menos fundadas. En algunos, era miedo a los militares, en otros, a la cesant’a; en el siguiente, a la pobreza, al soplonaje, a la represi—n, al comunismo, a los marxistas, al caos, a la violencia o al terrorismo. Cada uno ten’a el suyo.

Patricia Politzer: Miedo en Chile, Santiago, 1984

"cultura del miedo": miedo al comunista, al GRAF ICO 30 subversivo; miedo al "c‡ncer" invisible y Denu ncias de robo y aprehe ns iones 19 89-199 0 omni-presente que corroe al cuerpo social. 100000 Miedo a la represi—n y al delator; miedo a 90000 80000 ser "descubierto" en alguna (no se sabe cu‡l) 70000 imprudencia. Las "reglas del juego" quedan 60000 suspendidas; la arbitrariedad del poder 50000 40000 provoca estrategias de disimulaci—n y auto- 30000 coerci—n. La desconfianza del otro se instala 20000 10000 en toda la vida social, incluido el hogar. No 0 todo es violencia pol’tica; tambiŽn aumenta 1990 1992 1994 1996 la delincuencia. El control estatal no logra 1989 1991 1993 1995 opacar la disgregaci—n producida por la DENUNCIAS crisis econ—mica y el desempleo. En pleno APREHENDIDOS gobierno militar los robos con violencia aumentan 77% entre 1980 y 1986 (Blanco, Fuente: Paz Ciudadana 1997 R. et al., 1995). Sin embargo, el fen—meno ÒEl miedo al ÒotroÓ: la seguridad ciudadanaÓ 129 s—lo alcanza niveles de alarma pœblica bajo condensa en la imagen del delincuente el rŽgimen democr‡tico. drogado; Žl simboliza la pŽrdida de todo lazo social y de toda norma moral.

El sentimiento de inseguridad Ahora bien, el aumento notable del miedo al delito y a la violencia en los a–os recientes Las encuestas de opini—n confirman los no corresponde, segœn vimos, a un incre- sentimientos que afloran en los grupos de mento similar de la delincuencia. La discusi—n: la inseguridad cotidiana est‡ aso- encuesta CEP-PNUD de 1997 permite ciada a la delincuencia. Casi ocho de cada contrastar la percepci—n de los entrevistados diez personas entrevistadas por CEP-PNUD acerca de las probabilidades de ser v’ctima y en julio de 1997 estiman muy probable o el nœmero de veces que ellos fueron efec- medianamente probable que pueda ser v’cti- tivamente v’ctimas de un delito. En el ma de un robo o intento de robo en la calle, CUADRO 21 se indica una proporci—n seis de cada diez presumen que ello les significativa, pero el hecho deviene motivo puede ocurrir en su hogar, la mitad de las de alarma a ra’z de ciertas razones mujeres entrevistadas temen ser v’ctimas de adicionales una violaci—n o agresi—n sexual y cuatro de cada diez entrevistados consideran muy o Al sentimiento generalizado de inseguridad medianamente probable otro tipo de agre- contribuye, por una parte, el hecho de ser si—n (pandillas, etc.). Segœn vimos en el agredido en m‡s de una ocasi—n; un 5,3% de ac‡pite anterior, dicho miedo es proyectado dichos entrevistados hab’a sufrido dos o m‡s sobre el otro. La imagen del otro es la de robos sin violencia en un lugar pœblico y un agresor potencial que amenaza en 2%. fueron v’ctimas de dos o m‡s asaltos en cualquier momento y en cualquier lugar. El el hogar. Tales situaciones potencian el miedo a una violencia descontrolada se sentimiento de vulnerabilidad. Por otra

CUAD RO 21 Prob abilid ad pe rcibida de se r v ’ctim a, y v’ctimas efec tiv as de un de lito

A. ÀCu‡ n p rob ab le cre e que Ud . o a lgu ie n d e s u hog ar pu eda se r v’c tim a de..? M uy pro ba ble / p oco p robable/ NSN C ba sta nte prob l. m uy im probl. Robo en ca lle,loco moci— n 7 8,1 20 ,9 0 ,9 Robo al in te rio r hog ar 61 ,8 37 ,0 1 ,2 Agre si— n s ex ual/violaci—n 47 ,2 51 ,0 1 ,8 Otro tipo de ag resi— n 39 ,8 58 ,5 1 ,7

B. ÀCu‡ nta s v ec es en lo s œ ltimo s d oce mese s h a sid o U d. o alg œn miembro de su hoga r v’ctima de ..? Una o m ‡s No fue v ec es v’ctima

Robo sin v io len cia e n c alle 17,4 82,2 Robo co n v io len cia e n c alle 6 ,0 93 ,7 Robo sin v io len cia e n h oga r 6 ,0 92,6 Robo co n v io len cia e n h oga r 0 ,3 99,3 Agre si— n s ex ual, v io laci—n 0 ,9 98 ,8 Otro tipo de ag resi— n 2 ,5 96,9

Fuente: Encues ta nacional s obr e Seguridad H umana CEP-PNUD, 1997

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 130 parte, es un hecho novedoso que las cuarta parte de las entrevistadas hizo v’ctimas pertenecen a todos los grupos denuncia. La percepci—n de que el delito sociales. Las v’ctimas de robo sin violencia queda sin sanci—n posiblemente influya en tanto en la calle como en el hogar perte- la evaluaci—n negativa que hace la sociedad necen preferentemente al nivel socio- del poder judicial. En todo caso, genera econ—mico alto (32% y 13%), seguido del desconfianza y acentœa el sentimiento de nivel socioecon—mico medio (21% y 7%) y impotencia y frustraci—n. La situaci—n del nivel socioecon—mico bajo (15% y 7%). parece estar fuera de control. No debe sorprender entonces el pesimismo reinante. En a–os recientes los delitos contra la Segœn encuestas de Paz Ciudadana la propiedad aumentan significativamente en proporci—n de personas que opina que la las comunas m‡s pudientes, mientras que los delincuencia hab’a aumentado respecto al delitos contra las personas son m‡s nume- a–o anterior subi— de 59% en 1993 a 74% en rosos en las comunas populares. En el 1996, para bajar al 69% en marzo de 1997 pasado parec’a existir una clara delimitaci—n (Paz Ciudadana - Adimark, 1997). Es decir, de lo que eran lugares y grupos peligrosos. dos tercios de las personas estiman que la La amenaza era acotada social y geogr‡fica- situaci—n va a empeorar aœn m‡s. Opini—n mente. De los grupos de discusi—n antes tan masiva indica que, al menos en la mencionados se desprende que la deslimi- percepci—n de la gente, los mecanismos de taci—n actual transforma a la ciudad entera seguridad son deficientes. en territorio hostil e incrementa la incer- tidumbre. CUAD RO 22 A la alarma pœblica contribuyen tambiŽn los Si Ud. o alg uie n de su hogar fu era v’ctima medios de comunicaci—n masiva. La de un hech o de lictu al grave , Àcu ‡nta "cr—nica roja" concita un amplio interŽs co nfian za tiene Ud. de que e l o lo s pœblico, y es tenue la distinci—n entre la cu lp ables se r’a n c onden ado s en un tiemp o informaci—n detallada del acontecer social y ra zo nab le? el relato sensacionalista. La conmoci—n es Abso luta/b as tan te co nfianz a 9,0 % todav’a mayor cuando la imagen viva del Poca /ningu na co nfian za 89 ,1 % delito se introduce, por medio de la NS/N C 1,8 % televisi—n, al interior del hogar. Incluso el espacio ’ntimo aparece entonces indefenso. Fuente: Enc ues ta nacional sobre Segur idad Humana CEP-PNUD , 1997

La inseguridad provocada por la impunidad

Finalmente, es menester mencionar un La seguridad pœblica cuarto factor que incide en el sentimiento generalizado de inseguridad: la (real o La seguridad ciudadana es considerada una supuesta) impunidad del delito. Nueve de tarea primordial del Estado. Desde antiguo cada diez entrevistados por CEP-PNUD en corresponde al Estado velar por "la ley y el 1997 expresaban poca o ninguna confianza orden". Para ello cuenta con el instrumen- en que la ejecuci—n de un delito grave tario tradicional: control policial (preventivo recibiera castigo en un tiempo razonable y represivo) y medidas legales. En relaci—n (ver CUADRO 22). S—lo entre los con la polic’a es menester constatar la entrevistados en zonas rurales exist’a algo permanente disminuci—n de la dotaci—n de m‡s de confianza. Tal vez por eso solamente Carabineros e Investigaciones con respecto algo m‡s de la mitad de los entrevistados al nœmero de habitantes. De acuerdo con que hab’a sufrido algœn tipo de robo realiz— estimaciones de Hugo FrŸhling acerca del la denuncia correspondiente. Las denuncias personal efectivamente operativo, en 1933 y disminuyen cuando se trata de secuestro, 1941 hab’a un polic’a por 277 habitantes; la venganza o alguna agresi—n por pandillas. relaci—n baj— a 440 habitantes por polic’a en En el caso de agresi—n sexual, ni siquiera la 1990 y a 454 habitantes por polic’a en 1994. ÒEl miedo al ÒotroÓ: la seguridad ciudadanaÓ 131 En a–os recientes, sin embargo, hubo un Fundaci—n Paz Ciudadana, en 1994 los fuerte incremento del aporte fiscal a la labor chilenos gastaron cerca de 100.000 millones policial. Mientras que el aporte fiscal total a de pesos en diversas medidas privadas de Carabineros e Investigaciones disminuy— un seguridad (ver CUADRO 23 ). 13,5% entre 1986 y 1990, entre 1990 y 1996 aument— en 93%, respondiendo a las Ahora bien, segœn se desprende de los demandas de la opini—n pœblica. A ello se grupos de discusi—n realizados, la gente se agregan aportes municipales y privados da cuenta del c’rculo vicioso: los equipos de (FrŸhling, H., 1997). alarma a la vez crean m‡s alarma. Se hace evidente que la seguridad se ha vuelto un Existe asimismo un conjunto de medidas negocio y que, en definitiva, lo que hace legales destinadas a combatir mejor el falta es una renovaci—n de los lazos sociales. delito. Se cre— en 1991 el Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes y en 1993 En efecto, la seguridad ciudadana es la Direcci—n de Seguridad Pœblica e Infor- fundamentalmente un asunto ciudadano. No maciones; se facilitaron los tr‡mites para obstante, la cooperaci—n ciudadana parece denunciar delitos de hurto y robo; se limitada. incrementaron las potestades policiales para investigar el tr‡fico il’cito de estupefacientes La encuesta de Paz Ciudadana de 1996 y se tipificaron nuevos delitos (lavado de documenta la retracci—n al espacio privado dinero). La iniciativa m‡s relevante, como principal reacci—n frente a la delin- empero, concierne la amplia reforma del cuencia. Apenas la mitad de los entrevis- poder judicial. No se trata tan s—lo de tados cuenta con la ayuda de los vecinos perfeccionar el sistema de justicia penal sino (CUADRO 24 ). Un estudio realizado en de simbolizar, por medio del poder judicial, tres comunas populares de Santiago confir- la responsabilidad que asume la sociedad ma los resultados; la colaboraci—n entre entera por la seguridad. vecinos no constituye una opci—n masiva (FrŸhling y Sandoval, 1997). Prevalece pues el s’ndrome de "fortaleza asediada", cada La privatizaci—n de la seguridad cual defendiendo su hogar.

La desconfianza en los mecanismos pœbli- cos de seguridad ha dado mayor protago- nismo a los mecanismos privados. El CUAD RO 24 creciente miedo al delito motiva conductas Medidas ad optad as pa ra enfre nta r elusivas y medidas de seguridad domŽstica. la d elincu en cia Especialmente en Santiago est‡ a la vista el aumento explosivo del mercado privado de No salir d e cas a a ciertas h ora s 7 0% seguridad. La privatizaci—n se hace visible Refo rzar la segurida d d e s u cas a 67% en la proliferaci—n de alarmas, en la presen- Coop era ci— n con lo s vec ino s 5 1% cia de 14.000 guardias privados, en el cierre de calles. Acorde con un estudio de la Fuente: Paz Ciudadana 1996

CUAD RO 23 El deterioro de lo pœblico Gastos priva dos en s egu rid ad , 1 994 (e n miles de millo ne s d e p es os) La raz—n de fondo del miedo al otro parece Serv icios priva dos d e v igila ncia 6 6,8 radicar en las grandes y aceleradas transformaciones que vive la sociedad Segu ros de robo 7 ,7 chilena. Ellas tienen su expresi—n m‡s Otro s p rod uc tos de segu rid ad 14,4 notoria en el deterioro de las pautas b‡sicas de sociabilidad. El vecino, el pr—jimo, Fuente: Paz Ciudadana 1994 aparecen como personas ajenas con las cuales se comparte poco o nada. El

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 132 fen—meno ser‡ analizado en el pr—ximo poca o ninguna confianza en que la gente cap’tulo, pero cabe adelantar tres resultados que pase por all’ acuda en su ayuda (ver de la encuesta CEP-PNUD de 1997 que CUADRO 25). revelan la atomizaci—n reinante. En este caso, las personas de nivel En primer lugar, llama la atenci—n que casi socioecon—mico alto son todav’a m‡s dos tercios de los entrevistados estima desconfiadas. Incluso en la zona rural dif’cil o muy dif’cil organizar a la gente para menos de un tercio de los entrevistados enfrentar un problema en el barrio. S—lo en manifiestan alguna confianza. Estas cifras el sector socioecon—mico alto y en la zona desoladoras se–alizan cu‡n resquebrajado se rural se encuentra algo m‡s de confianza en encuentra el cuidado del otro en los espacios poder organizar a los vecinos. compartidos.

En segundo lugar, resalta el hecho de que la Precisamente la esfera pœblica es uno de los gente suele confiar s—lo en su propia ‡mbitos da–ados por los cambios sociales. familia. Casi seis de cada diez entrevistados En Chile se ha deteriorado ese ‡mbito en no conf’an en que alguien que no pertenezca que estar juntos exterioriza una pasi—n y un a su hogar le ayudar‡ a solucionar un interŽs compartido por la vida en comœn. problema. Nuevamente las personas de Cuando los chilenos acuden a un centro zonas rurales y de nivel socioecon—mico comercial o un estadio de fœtbol - los alto se declaran m‡s confiadas en recibir nuevos lugares pœblicos - tal vez compartan ayuda externa. emociones, pero no un bien pœblico. El gran dinamismo de la sociedad chilena descansa El tercer resultado concierne a la fuerte des- sobre estrategias individuales, no sobre un confianza cuando se trata de esperar ayuda animus societatis. Parecer’a no existir un frente a una agresi—n en un lugar pœblico. "nosotros" capaz de hacerse cargo de la vida Casi nueve de cada diez entrevistados tienen en sociedad.

CUADRO 25 La fragilidad del ÒnosotrosÓ

Sociabilidad: Evaluaci—n Evaluaci—n NS/NR La fragilidad del ÒnosotrosÓ positiva negativa

Confianza en recibir ayuda de los dem‡s 41,5 40,7 0,9

Facilidad para organizar la gente 35,5 63,4 1.2

Confianza en recibir ayuda ante la agresi—n 11,7 87,7 0,7

Fuente: Encuesta nacional sobre Seguridad Humana CEP-PNUD, 1997

ÒEl miedo al ÒotroÓ: la seguridad ciudadanaÓ 133 CAPITULO 6

Nosotros: sociabilidad y comunicaci—n

ÒNosotros: sociabilidad y comunicaci—nÓ 135 NOSOTROS: SOCIABILIDAD Y COMUNICACION

La Seguridad Humana es un objetivo que En este cap’tulo se intentar‡ avanzar en la surge desde la sociedad misma. S—lo las caracterizaci—n del estado de la subjetividad personas, organizadas subjetivamente en un colectiva en el pa’s y de las potencialidades ÒnosotrosÓ colectivo, pueden operar como y amenazas que ella enfrenta. La fortaleza un sujeto que se instala reflexivamente de la subjetividad colectiva descanza en una sobre las tendencias aut—nomas de la moder- diversidad de factores muy din‡micos. Aqu’ nizaci—n. Ello es la base que asegura que las se consideraran aquellas dos dimensiones personas sean los verdaderos sujetos y que est‡n a la base de la capacidad de la destinatarios del desarrollo. Por esta raz—n el subjetividad para constituirse en un Ònoso- Informe Mundial de Desarrollo Humano de trosÓ colectivo: la sociabilidad y la comu- 1994 afirma que Òla Seguridad Humana es nicaci—n pœblica. Con este fin se sistema- un componente cr’tico del desarrollo con tizar‡ la informaci—n emp’rica existente y participaci—nÓ. actual y se expondr‡n los resultados pertinentes de la encuesta sobre Seguridad Lo que est‡ en juego mediante el control Humana realizada especialmente para este activo que las personas y grupos pueden informe en conjunto por el CEP y el PNUD. ejercer sobre las estructuras de su sociedad es finalmente la ampliaci—n o reducci—n del Dada la complejidad del fen—meno, espacio de que ellas disponen para la reali- cualquier intento por ofrecer una caracteri- zaci—n personal y colectiva. Un ÒnosotrosÓ zaci—n del estado de la subjetividad en dŽbil deja paso a una instrumentalizaci—n de Chile, especialmente en lo que se refiere a la subjetividad por las tendencias autorre- su trama colectiva, es necesariamente par- feridas de los sistemas econ—micos y pol’ti- cial. Este cap’tulo debe considerarse una cos. Como se ha visto, ello es una fuente primera aproximaci—n a los efectos de la primordial de inseguridad y malestar social. modernizaci—n sobre la subjetividad y sus Por esta raz—n la Seguridad Humana en una tramas colectivas. sociedad en proceso de modernizaci—n depende en un grado muy importante de la solidez de la subjetividad colectiva. 1. NOSOTROS Y LOS OTROS: EL ESTADO DE NUESTRA SOCIABILIDAD

Participac i— n y De sa rrollo H uma no Sociabilidad es la producci—n y activaci—n de v’nculos cotidianos entre los individuos ÒL a partic ip aci—n signific a que la gente interv eng a estrec ha men te en lo s pro ces os ec on— micos , soc iales, c ultura le s y po l’tic os qu e a fec ta n que se sustentan en el mutuo reconoci- su s vid asÓ. miento como participantes de una comuni- dad de saberes, identidades e intereses. La La participa ci— n, de sde la pers pec tiva del D esa rro llo Huma no , e s al sociabilidad es regulada. Ella se organiza en mismo tiem po un medio y un fin. El Desa rro llo Huma no ha ce torno a v’nculos y redes m‡s o menos hinc apiŽ e n la nec es ida d de inv ertir en las cap acida des hu manas y estables y est‡ dotada de significados con un de sp uŽs aseg ura r q ue esas ca pac ida de s s e utilic en en benefic io de to do s. En ello correspo nde una imp ortan te fu nci—n a la may or grado importante de permanencia. Esa pa rticipac i— n: ayu da a ele va r a l m‡x imo el a pro ve ch amiento de las regularidad proporciona al ÒnosotrosÓ colec- ca pa cid ade s hum ana s y, por e nde , con stituy e un med io de elev ar los tivo una estabilidad, y con ello una nive les de d esa rro llo s ocial y eco n— mico. Pe ro el De sarrollo Hu man o identidad en el tiempo, m‡s all‡ de los se ocup a tam biŽ n d e la satis fac ci— n person al. D e forma que la vaivenes propios de las condiciones de vida pa rticipac i— n a ctiva , q ue pe rmita a la gen te realiza r todo su p ote nc ial de las personas o grupos particulares. y ap ortar su ma yor contrib uc i—n a la so cie da d e s tam biŽ n u n fin en s’ mismoÓ. La sociabilidad no excluye diferencias y PNUD , Info rme M undia l d e D es arrollo Hum ano , 199 3 conflictos, m‡s bien supone la existencia de cierta reciprocidad, de cierta comunidad de

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 136 interpretaciones y de confianzas mutuas que dan un cauce y sentido a los conflictos. CUAD RO 26 En rela ci— n a la jus tic ia Se pueden distinguir dos ‡mbitos en los que 199 1 1 994 se despliega la sociabilidad. Un primer Fu nc ion a ‡mbito es la sociabilidad vertical. Ella se Bien 2 6,7 2 6,8 refiere a las relaciones cotidianas de las Fa vo rece s ie mpre personas con las instituciones y sus repre- a lo s p ode ro sos 62 ,6 6 9,0 sentantes. La sociabilidad vertical se orga- Para ge nte como niza mediante un doble v’nculo. Por una yo n o e xis te 4 3,1 3 6,8 parte un v’nculo de representaci—n, a travŽs el cual los individuos son reconocidos por Fuente: Encues tas Participa, 1991-1994 las instituciones. Por la otra un v’nculo de participaci—n, gracias al cual los individuos se hacen parte y adhieren a las identidades y CUAD RO 27 proyectos ofrecidos por las instituciones. En rela ci— n al Con greso Una fuerte sociabilidad vertical permite la complementariedad entre la subjetividad y 1 991 19 94 El Cong reso fun cio na los sistemas sociales, otorg‡ndole a la Bien 5 4,7 37,5 modernizaci—n legitimidad y un sustento cultural de largo plazo. Por el contrario, una Parlame nta rios s—lo se preo cup an en elecc io nes 54,8 7 4,9 sociabilidad vertical dŽbil contribuye al desencanto y desafecci—n social y mina la Tien e q ue h abe r m‡ s legitimidad de las instituciones. co ntacto e ntre la ge nte y 7 9,8 85 ,5 el C ong reso Un segundo ‡mbito es la sociabilidad hori- A la gente como yo las zontal, que se refiere a las relaciones entre leyes no les ayudan 40,9 39,4 las personas en cuanto individuos. La socia- Fuente: Encues tas Participa, 1991-1994 bilidad horizontal descansa b‡sicamente en la cotidianidad de los encuentros Òcara a caraÓ entre las personas. All’ se establecen y experimentan las formas m‡s b‡sicas del CUAD RO 28 reconocimiento, del afecto, del apoyo y del En rela ci— n a los pa rtidos p ol’tic os sentido. 1 991 1 994 Son ind isp en sab les Para la de mocra cia 63 ,0 55,4 La sociabilidad vertical: el v’nculo entre En C hile fun cio nan las personas e instituciones sociales Bien 39 ,8 24,8

Entre el reconocimiento que las institu- En C hile los pa rtido s s —lo pe rsigu en s us interese s 50 ,0 65,1 ciones entregan a las personas (v’nculo de representaci—n) y el reconocimiento que las personas entregan a las instituciones (v’ncu- Fuente: Encues tas Participa, 1991-1994 lo de participaci—n) no hay relaciones de causalidad definida; cualquiera puede ser facilitadora u obstaculizadora de la otra. En que el grado de democracia en la generaci—n todo caso se condicionan y requieren del poder pœblico es un primer indicador mutuamente. b‡sico de ese reconocimiento.

El proceso de transici—n a la democracia que Representaci—n y reconocimiento social ha iniciado el pa’s desde 1988 ha significado una ampliaci—n decidida de la repre- Describir el grado en que las instituciones sentaci—n social. En efecto, desde entonces objetivamente reconocen a las personas es el pa’s ha sido convocado en diez oportu- una tarea muy compleja. Sin embargo, en la nidades a manifestar sus preferencias en sociedad moderna se puede dar por sentado relaci—n con sus representantes pol’ticos o a

ÒNosotros: sociabilidad y comunicaci—nÓ 137 las reformas de la Constituci—n. Como resul- instituciones privadas. El centro de Estudios tado de esa ampliaci—n de la representaci—n, CERC pregunt— en sus estudios de opini—n hoy, despuŽs de muchos a–os de la existen- pœblica de los a–os 1990 y 1995 si las cia de autoridades designadas, ocupan sus grandes empresas privadas, las grandes cargos mediante procesos electorales empresas pœblicas, las asociaciones gremia- competitivos, abiertos e informados, el les de empresarios y la CUT se preocupan Presidente de la Repœblica, los parlamen- m‡s del pa’s o se preocupan m‡s de sus tarios, los alcaldes y concejos municipales. propios intereses, sin importarles el pa’s. La TambiŽn se ha ampliado la representaci—n respuesta se observa en el CUADRO 29. en organizaciones sociales como las federa- ciones de estudiantes universitarios y la Confederaci—n Unitaria de Trabajadores, los Participaci—n social rectores y otras autoridades universitarias, las asociaciones gremiales de empresarios. Junto a la representaci—n de las necesidades Son tambiŽn fruto de negociaciones entre de las personas por las instituciones, tiene autoridades elegidas los cargos de institucio- lugar la participaci—n de las personas en nes pœblicas como el Banco Central, el ellas. La participaci—n efectiva en organiza- Consejo Nacional de Televisi—n, los ciones sociales voluntarias puede evaluarse miembros integrantes de la Corte Suprema a partir de tres indicadores: la participaci—n de Justicia , etc. en organizaciones sociales no pol’ticas, la participaci—n en partidos pol’ticos y la A pesar de esta clara ampliaci—n de la afiliaci—n a sindicatos. representaci—n la gente percibe que sus intereses y necesidades no son adecuada- La participaci—n de los chilenos en organi- mente reconocidos por las instituciones zaciones sociales es baja. Segœn datos del pœblicas. La serie de encuestas realizadas Latinobar—metro de 1996, uno de cada dos por Participa entre 1991 y 1994 (ver chilenos no participa en ninguna organiza- CUADRO 26 a 28) muestran que la ci—n social, incluidos los partidos pol’ticos. percepci—n de desvinculaci—n entre los Las organizaciones de mayor convocatoria intereses de la gente y la acci—n de la son las de tipo religioso, deportivo y de justicia, del Congreso y de los partidos po- beneficencia. En el caso de estas organiza- l’ticos es siempre mayor que la evaluaci—n ciones la participaci—n suele reducirse a la positiva de esas instituciones y que esa asistencia algunas veces en el a–o a eventos percepci—n tiende a aumentar en el tiempo. pœblicos o a la colaboraci—n en dinero o en especies. Las organizaciones religiosas son Esta percepci—n de disonancia de intereses las que poseen la m‡s alta convocatoria y en entre las instituciones y la gente o el pa’s se total ella es de aproximadamente una de acentœa fuertemente cuando se refiere a las cada cuatro personas.

La afiliaci—n actual a partidos pol’ticos, CUADRO 29 medida indirectamente a travŽs de encues- ÀÉlas siguientes organizaciones se preocu- tas, oscila entre 5,8 para 1994 segœn la preocupan m‡s de sus propios intereses sin encuesta Participa y el 2% para 1996 segœn importarles el pa’sÉ? el Latinobar—metro. Considerando datos (Afirmaciones positivas) hist—ricos, la participaci—n en partidos pol’- 1990 1995 ticos ha descendido. La serie hist—rica de estudios de opini—n pœblica realizada por Empresas privadas 78,7 % 79,5 % Eduardo Hamuy muestra que entre los a–os Empresas pœblicas 45,6 % 51,0 % 1961 y 1973 la pertenencia a partidos pol’ticos oscilaba entre el 9% y el 11% de la Asociaciones de empresarios 58,9 % 59,6 % poblaci—n.

CUT 28,5 % 51,0 % La afiliaci—n de los trabajadores a los sindicatos, que para el a–o 1996 era de un Fuente: Encuestas CERC, 1990, 1995 12,4 de la fuerza de trabajo ocupada, ha comenzado a experimentar un lento

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 138 descenso luego de la reactivaci—n de la Con una de cada dos personas con algœn actividad y afiliaci—n sindical en el contexto tipo de participaci—n o vinculada a una de la redemocratizaci—n (ver GRAFICO 31). organizaci—n social de tipo voluntaria, Chile ocupa una posici—n intermedia entre los pa’ses ibero-americanos, donde en Argen- GRAFICO 31 tina uno de cada cuatro y en Bolivia tres de Tasa de sindicalizaci—n, 1985-1995 cada cuatro participan en organizaciones. Sin embargo, segœn datos del Latino- bar—metro de 1996, Chile se compara desfa- 16 vorablemente en la participaci—n en partidos pol’ticos, donde posee, junto a Perœ y 14 Espa–a, el ’ndice m‡s bajo.

12

10 El interŽs en la participaci—n

8 La participaci—n en las organizaciones sociales tiene una dimensi—n subjetiva 1987 1989 1991 1993 1995 expresada en el interŽs de las personas por 1986 1988 1990 1992 1994 1996 participar. AFILIACION SINDICAL En general, los estudios muestran que el Fuente: Tapia y Direcci—n del Trabajo. Cit. por OIT, 1997 interŽs declarado de la gente por participar es mayor que su participaci—n efectiva. El Latinobar—metro de 1996 muestra que entre aquellos que no participan en organiza- GRAFICO 32 Nivel de interŽs en la pol’tica, 1991-1994 ciones existen tres razones principales para no hacerlo: problemas de tiempo, la 1991 inexistencia de organizaciones que motiven, y falta de interŽs. (Latinobar—metro, 1996)

41,1 23,2 En relaci—n con el interŽs en la participaci—n pol’tica a travŽs de las elecciones, la encuesta DESUC-COPESA de noviembre de 1996 revel— que un 23,4 por ciento de las 36,7 personas en edad de votar no hab’a votado, y entre los que lo hab’an hecho un 29,1 por ciento no habr’a votado si el voto hubiera sido voluntario. Esto significa que un 52,5 Alto Medio Bajo por ciento de las personas en edad de votar no ten’an interŽs en hacerlo. 1994 Sobre la base de sus estudios de opini—n de 37,0 1991 a 1994 la Corporaci—n Participa elabo- 16,4 r— un ’ndice de interŽs en la pol’tica en Chile de acuerdo con la relaci—n de las personas con la informaci—n y conversaci—n sobre pol’tica. Ese ’ndice muestra no s—lo un interŽs de medio a bajo, sino tambiŽn su 46,6 descenso en el tiempo (ver GRAFICO 32).

Refuerzan esta informaci—n los datos acerca de la identificaci—n de las personas con los Alto Medio Bajo partidos pol’ticos existentes. La serie Fuente: Encues tas Participa, 1991-1994 elaborada para los a–os desde 1991 hasta 1996 a partir de las encuestas de opini—n

ÒNosotros: sociabilidad y comunicaci—nÓ 139 pœblica del CEP revela un aumento de la Sugiere tambiŽn que para las personas la proporci—n de aquellos que no se identifican participaci—n social no s—lo es un instru- con ningœn partido (ver GRAFICO 33). mento frente a las instituciones sociales, sino que tambiŽn realiza la necesidad de un encuentro cooperativo con otros. Sin otros dispuestos al encuentro y sin la expectativa GRAFICO 33 de un mutuo reconocimiento la participaci—n Identificaci—n con algœn partido pol’tico, 1991-1996 pierde parte importante de su sentido.

100 2 . LA SO CI A BI LI DA D H OR I ZO NTAL: 80 EL VIN C ULO ENTRE LAS 60 PERS ON A S

40 El v’nculo cotidiano entre las personas es la 20 trama b‡sica que hace a la sociedad. La 0 regularidad y regulaci—n, en parte organi- zada y en parte espont‡nea, de esos v’nculos ABR/92 DIC/92 JUN/93 NOV/93 JUN/95 JUN/96 DIC/91 AGO/92 MAR/93 OCT/93 NOV/94 NOV/95 conforma el "nosotros" social, a partir del cual las personas se reconocen rec’proca- SE IDENTIFICA mente, se comunican e interactœan. NO SE IDENTIFICA La sociabilidad horizontal es un fen—meno Fuente: CEP, Estudios nacionales de opini—n pœblica, 1991-1996 mœltiple y complejo. Ella puede describirse segœn los ‡mbitos en que se despliega, segœn los niveles de reflexividad y verba- El interŽs hacia la pol’tica y la identificaci—n lizaci—n implicados, segœn su grado de con los partidos pol’ticos no depende s—lo regulaci—n cotidiana o segœn el nœmero de de la imagen que ellos proyectan de s’ personas participantes en ellas. Para los mismos. Depende tambiŽn de la imagen que efectos de esta descripci—n ordenaremos las se tiene de la disposici—n cooperativa de la sociabilidad en tres campos: la sociabilidad gente. Segœn los datos de la encuesta CEP- interpersonal, aquella en que el eje del PNUD sobre Seguridad Humana de 1997, la v’nculo es una relaci—n yo-otro; la no identificaci—n de las personas con los sociabilidad ampliada por redes, donde los partidos pol’ticos est‡ asociada a la v’nculos est‡n definidos por la participaci—n percepci—n de que la gente tiene una baja en una red m‡s o menos amplia de inter- disposici—n para organizarse y ayudarse cambio de bienes materiales y simb—licos; la mutuamente. sociabilidad colectiva, aquella definida por la conformaci—n de un "nosotros" en Sin una sociabilidad fuerte que sustente a la espacios pœblicos, donde lo colectivo tiene acci—n colectiva y que dŽ eficacia a la preeminencia sobre lo individual. Esta participaci—n, Žsta parece poco interesante. distinci—n tiene un fin puramente descrip- tivo. En la vida cotidiana, si bien esos tres momentos tienen sus especificidades, cada uno de ellos est‡ tambiŽn presente en la ÒEl hom bre e s a pol’tico . L a pol’tica na ce en ocurrencia de los otros. el en tre-los-ho mbres, p or tan to co mple- ta mente fuera d el ho mbre. De ah ’ que no ha ya ningu na su bstancia prop iam ente La sociabilidad interpersonal po l’tic a. La po l’tic a surg e en el en tre y se es ta ble ce co mo relac i—n Ó La sociabilidad interpersonal se refiere al Hann ah Aren dt, ÀQuŽ es la pol’tic a? , campo amplio de las relaciones que Barc elo na, Pa id —s, 19 97 entablamos tanto con conocidos como con desconocidos en cuanto individuos. Un elemento b‡sico en la configuraci—n de esas

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 140 relaciones es la confianza, es decir la disposici—n hacia el otro que resulta de la GRAFICO 34 creencia en que Žl se comportar‡ de modo Percepci—n de los extra–os predecible en raz—n de las reglas que definen al "nosotros", y que su actitud ser‡ 91,1 de cooperaci—n y excluir‡ la agresi—n.

En la sociedad moderna se debe intercam- biar cada vez m‡s con an—nimos a la vez que es necesario intercambiar m‡s intensa- mente con ellos. Por eso en los procesos de modernizaci—n no basta, aun cuando es indispensable, la existencia de fuertes 0,7 8,2 v’nculos de confianza al interior de "nosotros" restringidos. Es necesario tam- biŽn un grado fuerte de confianza entre HAY QUE TENER desconocidos. Una dimensi—n b‡sica de la Seguridad Humana es esa complemen- SE PUEDE CONFIAR EN LA tariedad tan dificil como ineludible para la NO CONTESTA modernidad, entre anonimato y confianza. Fuente: DESUC-COPESA, 1995 Sin embargo, en Chile el nivel de descon- fianza interpersonal es alto. Segœn el estudio DESUC-COPESA de 1995, s—lo el 8,2 por desconf’a de la informaci—n que obtiene a ciento de los entrevistados de una muestra travŽs de la conversaci—n con otras de grandes ciudades del pa’s cree que se personas. A esto se agrega que la confianza puede confiar en la mayor’a de las personas. en las personas como fuente de informaci—n (GRAFICO 34). es inferior a la confianza en otros medios, tales como radio, televisi—n o revistas. Esto se compara desfavorablemente con los resultados de encuestas anteriores realizadas Un alto grado de confianza interpersonal es en Chile. En 1961 un estudio representativo expresi—n del vigor del "nosotros" que someti— al juicio de los entrevistados la regula nuestras relaciones. Ello permite frase "no se puede confiar en la gente". descansar en la regulaci—n social del v’nculo Sumando los distintos grados de acuerdo, la y profundizar en la particularidad de la respuesta afirmativa arroj— un 65,1 por relaci—n inmediata. Un ÒnosotrosÓ fuerte ciento. (Encuesta Hamuy, 1961) favorece entonces no s—lo la confianza, sino tambiŽn la intimidad y la espontaneidad. El grado actual de desconfianza interper- sonal en Chile es confirmado por el Latino- La desconfianza, por el contrario, es bar—metro. En este aspecto no parecen expresi—n de la debilidad del "nosotros" existir diferencias significativas con los colectivo. Los datos de la encuesta CEP- otros pa’ses de la regi—n. (Latinobar—metro PNUD de 1997, revelan una percepci—n 1996) pesimista de la gente respecto del vigor del ÒnosotrosÓ como fuente de apoyo, Los niveles de confianza interpersonal en protecci—n y acci—n mancomunada (ver los pa’ses de AmŽrica Latina son menores CUADRO 30). que los de los pa’ses desarrollados, donde adem‡s puede apreciarse una mejor’a entre La desconfianza en los otros forma parte de 1981 y 1990. (Halman L., 1995) un mismo fen—meno junto con la debilidad del "nosotros". All’ la confianza se reduce y Una dimensi—n importante de la confianza retrae a los contactos m‡s intensos, interpersonal descansa en la credibilidad de normalmente familiares. El resto de la gente la informaci—n aportada por los otros. La pasa a engrosar el campo de los ÒotrosÓ encuesta CEP-PNUD de 1997, revela que el an—nimos. De ellos tiende a esperarse m‡s 69,3 por ciento de los entrevistados una actitud agresiva que una cooperativa.

ÒNosotros: sociabilidad y comunicaci—nÓ 141 de la integraci—n social en sociedades din‡micas (Adler, L. 1994; Moser, C. CUADRO 30 La debilidad del ÒnosotrosÓ 1996).

Segœn un estudio de 1996 del Consejo Sociabilidad: La Evaluaci—n Evaluaci—n NS/NR Nacional para la Superaci—n de la Pobreza debilidad del positiva negativa (CNSP), las redes sociales favorecen el ÒnosotrosÓ aprovechamiento de las oportunidades Confianza en recibir sociales y con ello de la movilidad social ayuda de los dem‡s 41,5 % 57,7 % 0,9 % cuando implican v’nculos diversos y en constante ampliaci—n m‡s all‡ del c’rculo Facilidad para inmediato de la familia. De acuerdo con los organizar a la gente 35,5 % 63,4 % 1,2 % resultados del estudio de la CNSP, el 53 % de las familias encuestadas cuenta con redes Confianza en recibir ayuda ante la 11,7 % 87,7 % 0,7 % de apoyo social m‡s all‡ del hogar y su agresi—n composici—n se correlaciona positivamente con la movilidad social de sus miembros. El mundo de los que en los œltimos a–os han Fuente: Encuesta nacional sobre Seguridad Humana, CEP-PNUD, 1997 permanecido pobres cuenta con redes sociales menos extensas que las de las clases medias y de los que han salido de la condici—n de pobreza. Por lo mismo hay que estar vigilante y avanzar temerosamente en una relaci—n que La solidez de las redes sociales depende se percibe precaria. En la desconfianza hay tambiŽn de su car‡cter expansivo; mientras distancia calculada y calculante, por lo m‡s miembros nuevos en posiciones m‡s mismo no es lugar propicio ni para la distantes incorpore la red, mayor capacidad intimidad ni para la espontaneidad. En tendr‡ ella para movilizar recursos escasos. concreto, desconfianza significa que se En este aspecto los datos revelan la percibe al otro m‡s como un posible agresor asociaci—n entre expansi—n de la red y que como un posible colaborador y vivir capacidad de movilidad social: los grupos desconfiado significa que se percibe al m‡s pobres ofrecen escasos nuevos c’rculo de los agresores como notablemente contactos. m‡s amplio y poderoso que el de los colaboradores.

Las redes de sociabilidad CUADRO 31 Acceso a nuevos c’rculos sociales, Las redes sociales son aquellas estructuras segœn pautas de movilidad social, de sociabilidad a travŽs de las cuales 1994-1996 circulan bienes materiales y simb—licos CONOCE entre personas m‡s o menos distantes. Es el NUEVA Si No v’nculo que permite a la madre dejar a su GENTE conoce conoce peque–o hijo con la vecina cuando debe llevar a la hija al policl’nico, el que permite Siempre 25,5 % 74,5 % a un padre empresario solicitar trabajo para pobre un hijo a otro colega gremial. Las redes de Emergente 28,7 % 71,3 % sociabilidad operan como uno de los recursos b‡sicos de supervivencia de Capa familias en condiciones de precariedad. Es media 41,1 % 58,9% tambiŽn uno de los mecanismos importantes de movilidad social y del aprovechamiento TOTAL 35,5 % 69,5 % de oportunidades. De esta manera la solidez de las redes sociales, o capital social como Fuente: Encuesta CNSP, 1996 tambiŽn se le suele denominar, representa un indicador de primer orden de la calidad DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 142 El tipo de redes sociales var’a segœn la caracterizaci—n sociodemogr‡fica de la CUADRO 32 Composici—n de las redes sociales persona que la conforma y del tipo de de apoyo, segœn pautas de movilidad problema que la lleva a ocuparla. El estudio social, 1994-1996 CEP-PNUD sobre la Seguridad Humana recogi— datos sobre redes de apoyo. Para ello se tomaron en cuenta el tipo de COMPOSI- No Parien- S—lo problemas que motiva la utilizaci—n de una CION RED parien- tes hogar SOCIAL tes red y el tipo de red segœn parentesco de sus integrantes. Siempre pobre 10,4 40,7 48,9 Los resultados muestran que las redes de apoyo tienden a establecerse esencialmente Emergente 8,3 40,7 50,9 sobre la base de familiares y en menor grado Capa de amigos. Los j—venes son una relativa media 26,6 33,1 40,3 excepci—n, pues ellos tienden a incorporar tambiŽn a personas desconocidas contac- TOTAL 14,3 38,7 47,1 tadas a travŽs de terceros conocidos. Esto coincide con que son los j—venes quienes Fuente: Encuesta CNSP, 1996 poseen las redes m‡s amplias.

GRAFICO 35 Redes de apoyo

A A d t A a A t t a s F F F t F s s a d d a s

Tipos d e p roble ma

a : Afec tiv o s: Salu d A t: Trab ajo d: Dine ro s t F F uen te s d e a poyo prin cip ale s t F : F am ilia a F a s A : A migos y co noc ido s d A

Fuente: PNUD en base la Encuesta nacional CEP-PNUD, 1997 (ver Anexo Metodol—gico)

ÒNosotros: sociabilidad y comunicaci—nÓ 143 Las mujeres tienden a segmentar sus redes que ver con la creciente importancia de los de apoyo entre amigos para problemas medios de comunicaci—n de masas en la afectivos y familia para el resto de los representaci—n de las ideas, mensajes y problemas. En el mundo rural tiende a disputas pol’ticas. Segœn la encuesta CERC producirse una segmentaci—n similar. Por de diciembre de 1997, en la reciente diferencia con los otros estratos, el grupo campa–a parlamentaria mientras ocho de socioecon—mico bajo segmenta sus redes cada diez entrevistados recibieron informa- entre amigos para problemas laborales y ci—n escrita sobre los candidatos, uno de familia para el resto. cada dos vio en algœn momento la franja pol’tica en televisi—n y uno de cada diez La sociabilidad pœblica particip— en algœn acto o manifestaci—n de la campa–a. Es de destacar que, siguiendo la El "nosotros" no s—lo se experimenta a tendencia del debilitamiento de los actos travŽs de relaciones de cooperaci—n y apoyo pœblicos, la campa–a electoral de diciembre interpersonal o a travŽs de la participaci—n de 1997 no conoci— actos masivos. en organizaciones. El ÒnosotrosÓ que surge de la sociabilidad se experimenta tambiŽn El pœblico religioso de modo directo mediante su representaci—n en el espacio pœblico. En la concentraci—n Una forma tradicional de representaci—n de pol’tica, la peregrinaci—n religiosa, el espec- identidades pœblicas en Chile han sido las t‡culo art’stico, est‡ representado de manera manifestaciones y celebraciones religiosas. concreta el ÒnosotrosÓ. El tiene una dimen- En este campo existen pocos datos fiables y si—n ritual y festiva que hace posible su menos aœn series hist—ricas. Sin embargo, la visibilidad directa. All’ se hacen tambiŽn s’ntesis de estudios emp’ricos realizados por visibles las reglas, s’mbolos y pasiones que el IX S’nodo de la Iglesia Cat—lica de lo organizan y movilizan. Santiago muestra que la asistencia regular de los cat—licos a misa bordea el 12%, El pœblico pol’tico frente a un 50% de los evangŽlicos. A esto hay que sumar el sostenido descenso del Un primer aspecto de f‡cil constataci—n es la nœmero de aquellos que se declaran pŽrdida de masividad de los actos pœblicos cat—licos. Llama la atenci—n por el contrario de tipo pol’tico o reivindicativo. Junto con el explosivo crecimiento de los creyentes especializarse sus temas, se reduce tambiŽn evangŽlicos y de sus lugares de culto. la asistencia a ellos. Las manifestaciones Mientras en el a–o 1950 los cat—licos convocadas en nombre de la defensa de declarados eran 89,8% y los evangŽlicos el intereses generales convocan escaso pœbli- 3,9% de la poblaci—n, el a–o 1992 esas co. Salvo la manifestaci—n contra los expe- cifras eran 76,1% y 11,2%, respectivamente. rimentos nucleares de Francia en el Pac’fico (Arzobispado de Santiago, 1995). Segœn realizada en 1995, y a la que segœn estima- cifras del Latinobar—metro, Chile posee el ciones de Greenpeace asistieron unas 10 mil m‡s alto porcentaje de poblaci—n evangŽlica personas, no se han realizado actos de de AmŽrica Latina. (Latinobar—metro, 1996) convocatoria similar en los œltimos a–os. El pœblico de los deportes y espect‡culos El proceso eleccionario que inici— la transici—n democr‡tica conoci— cierto auge El fœtbol forma parte tambiŽn de las de expresiones masivas, pero ellas decaye- actividades pœblicas que mayor interŽs ron luego. De acuerdo con los datos del suscitan en el pa’s. La participaci—n en Latinobar—metro de 1996, a nivel latinoame- clubes de fœtbol locales o de barrio es una ricano los chilenos se encuentran entre de las formas m‡s importantes de partici- aquellos que menos han participado en paci—n organizada de los chilenos. A pesar manifestaciones pœblicas y que menos de que el interŽs y la comunicaci—n social en disposici—n tienen a participar en ellas en el torno al fœtbol han experimentado un futuro. explosivo aumento, la asistencia a los estadios, baja en relaci—n con la capacidad Un aspecto importante del debilitamiento de instalada, no ha variado en los œltimos a–os la sociabilidad pœblica de tipo pol’tico tiene (ver GRAFICO 36).

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 144 GRAFICO 36 ÀQuŽ re pre se nta pa ra ti la b arra? Asistencia de pœblico Campeonato Nacional de Fœtbol - Primera Divisi—n "El esp acio en que comp arto, en qu e me sie nto iden tific ado con much as cosas , e l mis mo hec ho qu e se a recono cido den tro d e la barra me p rod uce una satis fac ci— n y que 110 po r eje mplo la barra sea u n nœc leo en gene ral, y e n p artic ula r son 100 grup os... do nde un o vive o grup os de amig os y en ese sentido el 90 he ch o d e ser pa rte impo rta nte d el grup o d e mi barrio , de mi po bla ci— n 80 es tamb iŽn mo tivan te". 1991 1993 1995 1990 1992 1994 1996

INDICE DE ASISTENCIA: (BASE 1990=100) "Con ejo ", miemb ro de la barra "Los de Abajo", en As tudillo; Bustos, 19 97 Fuente: Asociaci—n Nacional de Fœtbol Profesional, 1997

TambiŽn debe mencionarse un nuevo fen—meno en el paisaje de la sociabilidad GRAFICO 37 pœblica chilena: las barras de fœtbol. Ellas Asistencia de pœblico a los cines expresan formas de compromiso mutuo y de identidad muy altas, al mismo tiempo que con un bajo nivel de regulaci—n. Se trata de espacios en los que por un instante los 1991 1992 1993 j—venes recrean con especial fuerza las expresiones pœblicas de identidad que el 9.976.962 8.433.957 8.024.451 resto del tiempo parecen estar negadas por una individuaci—n creciente. La intensidad de su representaci—n, violenta a ratos, es simult‡neamente presencia de un ÒnosotrosÓ y protesta por su imposibilidad fuera de los 1994 1995 estadios. 7.157.669 2.715.489** Otra forma de sociabilidad pœblica, aunque menos intensa que las anteriores, es la asistencia a espect‡culos. El tipo de espect‡- culo preferido por el pœblico ha variado sensiblemente a lo largo del tiempo, por lo mismo no deben sacarse conclusiones Fuente: Anuario INE,1996 apresuradas a partir de la trayectoria de uno * Cifras provisionales, ** Referentes a meses 01, 04, 07 y 10 solo de ellos. En el caso del cine, la asistencia de pœblico en Chile ha bajado ostensiblemente en los œltimos a–os. (Ver GRAFICO 37) actividades m‡s frecuentemente realizadas en el tiempo libre son visitar o recibir en La relativa precariedad de nuestra sociabi- casa a amigos o parientes. Esos mismos lidad pœblica se corrobora tambiŽn a travŽs datos revelan una estrecha relaci—n entre el de los datos sobre las formas de uso del estrato socioecon—mico y las formas de la tiempo libre. Los chilenos prefieren sociabilidad: en los estratos m‡s bajos la retraerse a los nœcleos de conocidos e retracci—n de la sociabilidad al espacio ’ntimos antes que explorar el encuentro con domŽstico es mayor. Esto coincide con los otros desconocidos. Segœn los datos del datos mencionados m‡s arriba acerca del estudio DESUC-COPESA de 1996, las car‡cter poco expansivo de las redes sociales del mundo pobre.

ÒNosotros: sociabilidad y comunicaci—nÓ 145 El pœblico de la televisi—n y del consumo A pesar del car‡cter fuertemente domŽstico de la sociabilidad actual y del debilitamiento La retracci—n de la sociabilidad se ha visto de las formas tradicionales de lo pœblico, reforzada por la televisi—n, una forma debe prestarse atenci—n al surgimiento de eminentemente domŽstica y familiar de uso una nueva forma de sociabilidad pœblica: del tiempo libre. Segœn datos del Estudio de aquella que se produce en torno al consumo InterŽs Cultural realizado por Adimark en y a sus espacios. Los ÒmallsÓ y los grandes 1995 ver televisi—n es la forma m‡s impor- centros comerciales llamados sugerente- tante de uso del tiempo libre entre la pobla- mente ÒPaseosÓ, ÒPlazasÓ y ÒParquesÓ ci—n. En general, el consumo de televisi—n intentan ofrecerse como nuevos espacios de tiene preeminencia sobre las actividades encuentro social. Estos espacios han crecido pœblicas o extradomŽsticas. S—lo para la explosivamente en tŽrminos f’sicos, en sus poblaci—n m‡s joven el uso de televisi—n se volœmenes de ventas y de asistencia de ve superado por la realizaci—n de activida- pœblico (ver GRAFICO 38). des deportivas. Es tambiŽn en este segmento donde la importancia de la sociabilidad Segœn la encuesta DESUC-COPESA de extradomŽstica tiene mayor importancia. 1996, visitar un ÒmallÓ o centro comercial es ya la cuarta actividad m‡s frecuente, con un 22,7% de la gente que la realiza varias veces a la semana o al mes. GRAFICO 38 Asistencia pœblico y ventas de malls (Parque Arauco y Plaza Vespucio) 3. LAS IMAGENES DE NUESTRA SOCIABILIDAD

El estado de la sociabilidad puede ser 25000000 caracterizado no s—lo mediante el juicio

20000000 externo que proporcionan los antecedentes estad’sticos. Tan importante como eso es el 15000000 diagn—stico que las propias personas hacen

1000000 sobre la sociabilidad del pa’s. Ese diagn—s- tico subjetivo moldea adem‡s la disposici—n 5000000 objetiva de la gente hacia la sociabilidad. 0 El estudio CEP-PNUD sobre Seguridad 90 92 94 96 89 91 93 95 Humana consider— cuatro dimensiones para formular la apreciaci—n subjetiva de nuestra PUBLICO sociabilidad: respeto de las diferencias, coo- peraci—n desinteresada, agresividad, amis- tad. Al solicitar a las personas su evaluaci—n 16000000 de estas dimensiones las respuestas mostra- 14000000 ron una imagen francamente negativa, salvo 12000000 en lo que respecta a nuestra capacidad para 10000000 hacer amigos (ver CUADRO 33). 8000000 6000000 Al agregar esas distintas dimensiones y 4000000 formar una imagen œnica de la sociabilidad 2000000 pueden apreciarse mejor las diferencias de 0 opini—n entre los entrevistados. Las mujeres 90 92 94 96 89 91 93 95 tienden a tener una imagen m‡s negativa que los hombres. Del mismo modo los j—venes VENTAS (U.F.) tienden a evaluar mejor la sociabilidad que los m‡s viejos. Por otra parte, los habitantes Fuente: Memoria Anual y Estados Financieros, Parque Arauco S.A., de las ciudades expresan un juicio m‡s 1996 negativo sobre la sociabildad del pa’s que los habitantes de las zonas rurales.

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 146 CUADRO 33 Evaluaci—n de la sociabilidad en Chile

Sociabilidad: Ni acuerdo Evaluaci—n de la sociabilidad Acuerdo ni Desacuerdo NS/NC en Chile desacuerdo

Las personas respetan la opini—n de los dem‡s 27,9 % 16,7 % 52,9 % 2,4 %

Es dificil que hagan algo por los dem‡s sin esperar algo en cambio 63,8 % 11,1 % 22,7 % 2,4 %

Las personas pasan a llevar con tal de conseguir sus objetivos 76,1 % 11,5 % 9,8 % 2,5 %

Es f‡cil hacer buenos amigos 53,8 % 17,0 % 27,6 % 1,6 %

Fuente: Encuesta nacional sobre Seguridad Humana, CEP-PNUD, 1997

El estado de la sociabilidad instituciones pœblicas, precisamente aque- llas encargadas de crear los v’nculos que Los antecedentes rese–ados no permiten hacen a la ciudadan’a moderna. evaluaciones fuertes ni menos explicaciones causales. Sin embargo, es posible definir Desde la perspectiva de la Seguridad tendencias de la sociabildad actual en Chile. Humana la retracci—n de la sociabilidad y la debilidad del ÒnosotrosÓ pœblico pueden Una primera tendencia es lo que se podr’a interpretarse como s’ntomas cr’ticos. En llamar la retracci—n de la sociabilidad. El efecto, en la sociedad moderna la comple- ÒnosotrosÓ con el cual se identifica la gente, mentariedad entre subjetividad y sistemas en el cual deposita su confianza y con el sociales, aquello que es el fundamento de la cual establece sus redes, se restringe a los Seguridad Humana, s—lo puede resultar de la c’rculos intimos de familiares y amigos. Lo existencia de un ÒnosotrosÓ pœblico fuerte pœblico aparece como un espacio ocupado que opere como espacio de reflexi—n y por un otro an—nimo y, a veces, fuente de sentido para dotar a las din‡micas amenazador. de los sistemas de orientaci—n social. Por el contario, como se–alan E. Uslaner y R. Lo que define la retracci—n a los c’rculos Putnam (1996) para el caso norteamericano, intimos es la desconfianza que se tiene de una menor interacci—n social redunda en una los otros an—nimos. El ÒnosotrosÓ aparece menor asociatividad y disposici—n a la m‡s como un refugio y una defensa que acci—n colectiva. como un espacio de encuentro. F’sicamente esto encuentra un s’mbolo en la reja de la casa o del condominio que, como expresan 2. MEDIOS DE COMUNICACION los entrevistados de los grupos de discusi—n, DE MASAS sirve m‡s para separar y ahuyentar a los que quedan fuera que para aglutinar a los que La vida comœn en sociedad presupone quedan dentro. formas extensas de comunicaci—n. Ella permite la formaci—n de v’nculos entre Una segunda tendencia es la debilidad del personas que forman parte de un mismo ÒnosotrosÓ pœblico, aquel que se establece colectivo, aun cuando no establezcan sobre lazos m‡s distantes, menos intensos y encuentros cara a cara. Esto es especial- entre an—nimos. Un aspecto importante de mente intenso en la modernidad, donde las esta debilidad es la percepci—n de falta de interacciones sociales se vuelven reconocimiento y representaci—n por las universales, saltando por sobre las barreras

ÒNosotros: sociabilidad y comunicaci—nÓ 147 del espacio y del tiempo. Han sido colectiva. Como en cap’tulos anteriores, los precisamente los medios de comunicaci—n datos existentes no permiten juicios de masas, desde la imprenta hasta la prensa, concluyentes, pero se–alan tendencias que la radio, televisi—n y las autopistas ameritan reflexionarse. inform‡ticas, los que han acompa–ado y apoyado a la modernidad en este proceso de El impacto de los medios de deslocalizaci—n de las relaciones sociales. comunicaci—n sobre la sociabilidad y la integraci—n Medios de comunicaci—n y Seguridad Humana Los medios de comunicaci—n han desem- pe–ado un papel protag—nico en el surgi- Este papel de los medios de comunicaci—n miento de la sociabilidad y la integraci—n masiva, necesario para la coordinaci—n chilena de mœltiples maneras desde el social en condiciones de extensi—n del per’odo de la independencia. De hecho, el campo de experiencias posibles (lo que se libro y la prensa est‡n en el origen de la llama globalizaci—n) y de simult‡nea naci—n independiente. A travŽs de ellos diferenciaci—n y especializaci—n de las circula la cr’tica ilustrada al antiguo rŽgimen instituciones sociales, no es sin embargo y se configura el ideario del nuevo orden neutral para la Seguridad Humana. pol’tico que servir‡ de fundamento a la identidad nacional. La prensa represent— un Los medios de comunicaci—n afectan a la espacio privilegiado de lo nacional-pol’tico, Seguridad Humana al menos en tres aspec- cumpliendo un papel clave en la constitu- tos. En primer lugar, porque moldean los ci—n de la particularidad acotada del espacio tipos de sociabilidad y, por lo mismo, las de la naci—n y de la identidad ciudadana de formas de integraci—n social que desarrolla quienes lo habitaban. la sociedad. Ellos pueden favorecer el fortalecimiento o debilitamiento de los lazos Ella, no obstante, tambiŽn acompa–— y intersubjetivos y, en consecuencia, las capa- represent— la diferenciaci—n de intereses y cidades de acci—n colectiva. En segundo opiniones al interior de la sociedad, dando lugar, porque condicionan dicha integraci—n cauce a las fragmentaciones y conflictos y mediante la conformaci—n de lo pœblico y, contribuyendo a su recomposici—n. La pren- por lo tanto, de un espacio privilegiado del sa recrea su funci—n integradora en torno al ejercicio de la ciudadan’a. Los medios de Estadonaci—n a comienzos de este siglo, comunicaci—n masiva favorecen o inhiben la vinculando la cuestion nacional con la capacidad cr’tica y reflexiva que pueda cuesti—n social. Aparece una prensa de los desarrollar la ciudadan’a. Finalmente, por- sectores burgueses dedicada a participar en que influyen sobre la producci—n, distri- la definici—n del "interŽs nacional" y una buci—n y el consumo de informaci—n y de prensa obrera destinada a formular los s’mbolos. A travŽs de los medios de comu- intereses de las clases trabajadoras y a nicaci—n se componen y masifican los ‡ngu- incorporarlos al debate pol’tico del pa’s. los de visi—n, lenguajes y criterios de evaluaci—n mediante los cuales los indivi- Del mismo modo el aumento de la duos observan, ordenan y justifican la conflictividad social y la intensificaci—n de realidad social. las crisis pol’ticas de los a–os 60 y 70 tuvo su correlato en la ofuscaci—n del lenguaje Teniendo a la vista estas relaciones la pœblico y en el debilitamiento de los lengua- interpretaci—n del impacto de los medios de jes comunes que permit’an el intercambio y comunicaci—n de masas sobre la Seguridad conten’an las tendencias de fragmentaci—n. Humana ha de enfocar sus efectos sobre la La recomposi—n autoritaria del orden intent— sociabilidad, la esfera pœblica y los c—digos el silenciamiento de las diferencias y la interpretativos de los chilenos. En particular, homogeneizaci—n forzada de los lenguajes interesa indagar si y en quŽ medida los pœblicos. medios de comunicaci—n en Chile contri- buyen a la seguridad de las personas, favo- Si la prensa escrita ha sido el veh’culo de la reciendo un manejo adecuado de las naci—n pol’tica, la radio se transformar‡ en oportunidades de integraci—n y acci—n el medio de expresi—n de la vida cotidiana y

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 148 local. Desde los a–os 40 y gracias a su Chile se sitœa en el mundo y recibe al masificaci—n posterior, ella ocupa un lugar mundo. Mientras que la prensa trabaja la fundamental en la sociabilidad, sobre todo identidad ciudadana y la radio las en los grupos populares. A diferencia del identidades sociales, la televisi—n, expresi—n lenguaje m‡s formal de la prensa escrita, la m‡s visible de la globalizaci—n, contribuye a radio puede usar un lenguaje informal, perfilar una identidad nacional por contraste coloquial, emocional, m‡s cercano a la y vinculaci—n con el mundo exterior. cultura oral; adem‡s, gracias a la mœsica ella ofrece mayores posibilidades de Gracias al avance tecnol—gico, muy pronto entretenci—n. Esa cercan’a al diario vivir, el televisor deviene un equipamiento animando el trabajo y consolando las habitual de los hogares chilenos. Segœn el tristezas, ha hecho de la radio un soporte censo de 1992, un tercio de los pobres privilegiado de una subjetividad cotidiana rurales y tres cuartas partes de los hogares que se constituye de manera oral. No pobres urbanos poseen un aparato receptor. sorprende pues que en 1966 solamente 8% Considerando la cobertura nacional de los de los encuestados por Eduardo Hamuy principales canales de televisi—n, el surgi- nunca escucharan radio y que actualmente la miento de nuevos canales privados y de la radio sea el medio de comunicaci—n m‡s televisi—n por cable, no asombra que la difundido y de mayor confiabilidad televisi—n constituya actualmente la princi- (Hamuy, 1966). pal actividad durante el tiempo libre, inde- pendientemente del nivel socioecon—mico.

La televisi—n y la sociabilidad CUAD RO 34 Activid ade s rec rea tivas La televisi—n no desplaza ni a la prensa ni a la radio, pero modifica las rutinas de Actividades recreativas ABC1 C2 C3 D sociabilidad al interior del hogar. El estudio de Bernasconi y Ortega (1996) reœne Ver TV 55,7 49,0 48,3 36,7 algunos antecedentes ilustrativos. Un dato Deporte 32,8 34,4 42,3 29,1 relevante es, sin duda, la cantidad de horas Mœsica 36,2 31,2 34,4 27,5 diarias que la gente suele ver televisi—n: en Act. Hogar 22,0 24,7 20,4 33,7 promedio 3 horas y media durante los d’as Sociales, amigos, 26,2 26,4 20,5 16,9 de semana. Segœn una encuesta del DESUC fiestas sobre h‡bitos y usos de televisi—n (DESUC- Leer 30,9 26,6 16,4 13,1 Consejo Nacional de Televisi—n, CNTV, Salir fuera Stgo. 30,2 15,3 11,9 6,6 1996), los sectores bajos ven televisi—n en Caminar 8,7 12,1 12,8 6,9 promedio m‡s horas que los grupos medios y altos. Cine 20,8 17,2 3,8 1,2 Trabajar/Estudiar 1,3 4,1 7,5 6,5 Estos datos deben leerse con cautela; Act. Culturales 16,8 10,2 0,8 0,6 frecuentemente, el televisor puede estar Agrup. Sociales 0,0 0,6 4,4 5,8 encendido sin que se miren los programas. Cursos/pintura 2,7 4,7 2,3 2,5 Una investigaci—n participativa del Consejo Ninguna 1,3 1,2 3,0 11,8 Nacional de Televisi—n de 1995 observa que el receptor suele estar en uso diariamente Fuente: Adimark, Estudio InterŽs Cultural, 1995 entre 7 horas (familias de nivel socio- en—mico alto) y 13 horas (en el nivel socioecon—mico bajo). M‡s all‡ del La aparici—n de la televisi—n en los a–os 60 consumo deliberado, se emplea la televisi—n y su uso masivo a partir de los 80 ha como un tel—n de fondo, una especie de significado una verdadera revoluci—n en la compa–’a pasiva, que en los hogares sociabilidad. La fascinaci—n que ejerci— la populares sirve adem‡s para proteger a los radio en los a–os 40 es superada por el hijos de las amenazas de la calle. Al impacto del nuevo medio audiovisual. Con contrario de lo que suele pensarse, los ni–os el aparecimiento de la televisi—n con menores de 15 a–os tienen, en promedio, un ocasi—n del mundial de fœtbol de 1962, consumo cercano a la media; las personas

ÒNosotros: sociabilidad y comunicaci—nÓ 149 entre 15 y 49 a–os suelen tener un consumo puente entre ambos. El medio audiovisual es inferior y solamente las personas mayores de particularmente apto para introducir, en vivo 50 a–os tienden a ser los grandes y en directo, el mundo externo al interior del consumidores televisivos. hogar y, simult‡neamente, exponer, al estilo de los Òreality showsÓ, las intimidades del mundo privado a la luz pœblica. Ella CUAD RO 35 descoloca pues los l’mites entre lo pœblico y Frec uen cia de c ons umo del notic ieros , lo privado. Por una parte, la televisi—n 19 96 permite asistir en privado a lo pœblico; crece la participaci—n sustitutiva, una partici- Porc entaje paci—n mediada por la imagen y la mirada. To do s los d’as 69 ,8 Por la otra, el hogar deja de ser un refugio infranqueable frente a la inhospitalidad del 4 a 6 d ’as a la 12 ,6 mundo externo y llega a ser invadido por la se mana inseguridad de la calle. Esta amenaza motiva los innumerables esfuerzos por 1 a 3 d ’as a la 13 ,3 regular y/o censurar la programaci—n se mana televisiva; esfuerzos infructuosos a la larga Nunc a4,4por la permeabilidad tecnol—gica de las fronteras (televisi—n por cable o satelital). Fuente: DESU C-C NTV, 1996

La informaci—n: interpretaci—n y Para una gran mayor’a de las personas ver confianza televisi—n es una actividad familiar. De acuerdo con el mencionado estudio de El impacto de los medios de comunicaci—n DESUC-CNTV de 1996, alrededor de ocho se relaciona no s—lo con el tipo de v’nculos de cada diez entrevistados ven televisi—n que su presencia crea y promueve. Cabe con su pareja o con toda la familia. El preguntarse tambiŽn por los efectos del tipo consumo audivisual puede inhibir, pero de informaci—n transmitida. Habr’a que tambiŽn promover la conversaci—n en el evaluar si los medios de comunicaci—n hogar. En consecuencia, no puede afirmarse permiten a las personas elaborar c—digos que la televisi—n destruya la sociabiliad interpretativos adecuados para hacer inteli- familiar. Los estudios cualitativos indican gible su realidad social y sus tranfor- m‡s bien que la televisi—n crea espacios y maciones, y si, por lo mismo, les permiten tiempos de reuni—n familiar, configurando estructurar las certezas convenientes para las una pr‡ctica compartida, pero que a la vez nuevas condiciones de vida. Lamentable- transforma el tipo de encuentro y de mente, no se dispone de suficientes relaciones. antecedentes al respecto.

El impacto de la televisi—n parece no A travŽs de la televisi—n los chilenos se concentrarse tanto en la familia cuanto sobre informan de los acontecimientos mundiales, la sociabilidad extrafamiliar. Es plausible nacionales y locales. El medio audiovisual suponer que la televisi—n, en cuanto activa, contribuye, en efecto, a hacer olvidar la congrega e incluso intensifica las relaciones distancia con la realidad y establecer una al interior del hogar, acompa–a y potencia el participaci—n casi directa y visceral en los proceso de retracci—n de la sociabilidad acontecimientos, sea una cat‡strofe natural, mencionado en el punto anterior de este un evento deportivo, una guerra lejana o los cap’tulo. vaivenes de las acciones. Las im‡genes de esos acontecimientos, colocadas fuera de Los medios de comunicaci—n y el espacio sus contextos y lenguajes propios, no tienen pœblico sentido por s’ mismas. Ellas requieren una interpretaci—n que les dŽ sentido. Si la prensa escrita ocupa preferentemente el espacio pœblico y la radio el espacio En los or’genes de la televisi—n chilena, los privado, la televisi—n establece un complejo legisladores comprendieron las amenazas y

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 150 oportunidades que se conten’an en un Por otra parte, casi dos tercios de los mundo de im‡genes que propiciaban y entrevistados se declararon poco informados legitimaban interpretaciones de la realidad. o desinformados en relaci—n con hechos que Quisieron hacer de la televisi—n un instru- han ocurrido en Chile o el mundo y que mento cultural que fomentara la apertura del pueden afectar su vida de alguna forma. horizonte de experiencia de la poblaci—n. Concordante con el cuadro anterior, la falta Para ello entegaron a las universidades el de informaci—n es resentida principalmente control del sistema de televisi—n. La ley de por los entrevistados de nivel socioeco- 1970 atribuye a la gesti—n universitaria de n—mico bajo (72%) y de zonas rurales los canales el objetivo de "definir el (79%). La falta de informaci—n es percibida conocimiento de los problemas nacionales m‡s por las mujeres (69%) que por los b‡sicos y procurar la participaci—n de todos hombres. Llama la atenci—n que incluso los los chilenos en las grandes iniciativas enca- entrevistados de nivel socioecon—mico alto, minadas a resolverlos". El "modelo cultural" que se caracterizan por un alto consumo de de televisi—n no respond’a empero a las medios de comunicaci—n, no se sientan exigencias tŽcnicas y financieras del medio, plenamente informados: s—lo el 64% de los que terminaron por imponer una gesti—n entrevistados pertenecientes a la elite comercial. De hecho, la publicidad repre- socioecon—mica afirma estar bastante o muy senta el principal soporte financiero de informado (ver CUADRO 36). todos los medios de comunicaci—n. En consecuencia, la programaci—n es mediada por criterios econ—micos no explicitados. CUAD RO 36 Criterios de "rating" o sinton’a condicionan Uso de med io s d e c omunicac i— n para info rma rs e la imagen que la gente se hace del mundo, (% d e quiene s los us an ) de su pa’s y, por supuesto, de la pol’tica. Con ello las prioridades en la creaci—n de las Ac ontec er Tem as cu ltu rales na ciona l e y ed uca tiv os imagenes se ponen al margen de reflexi—n inte rnaciona l social cr’tica. Te le vis i—n 87 % 70 % La masificaci—n y diversificaci—n de los Radio 73 % 47 % medios de comunicaci—n y la multiplicaci—n Diarios 44 % 32 % de sus ofertas han incrementado enorme- Revista s 1 5 % 19 % Otra s p ers on as 50 % 40 % mente las oportunidades de informaci—n y entretenci—n. No obstante, la percepci—n de Fuente: Encues ta nacional s obr e Seguridad H umana, los chilenos es ambivalente: se tiene una CEP- PNU D, 1997 mayor cantidad de informaci—n, pero sin embargo se sienten, en general, desinfor- mados. Por una parte, ellos hacen un amplio uso de los medios de comunicaci—n para CUAD RO 37 informarse. De acuerdo con la encuesta ÀCu‡ n inform ado se s ien te re spe cto de los CEP-PNUD de 1997, la poblaci—n se infor- he ch os que p ued en afectar su vida? ma preferentemente por la televisi—n de los Muy/bas tan te acontecimientos nacionales e internacio- in fo rmado 3 4,1 % nales (87% de los entrevistados) y acerca de temas culturales y educativos (70% de los Poco in formado/ entrevistados) (ver CUADRO 35). En de sinfo rma do 64,2 % menor medida recurren a la radio, sobre todo para el acontecer pol’tico, mientras que NS/N C 1,7 % los diarios y las revistas representan un Fuente: Encues ta nacional s obr e Seguridad H umana, medio de informaci—n significativo s—lo CEP- PNU D, 1997 para los entrevistados de nivel socioecon—- mico alto y medio. Estos conforman un "pœblico sofisticado", en el sentido de que Es factible que en esta paradoja estŽn tienen un consumo diversificado y, por lo presentes dos formas nuevas de inseguridad tanto, cuentan con mayor informaci—n para en relaci—n con los medios de comunicaci—n formarse su opini—n.

ÒNosotros: sociabilidad y comunicaci—nÓ 151 de masas. Por una parte, la mayor cantidad mayor en el caso de diarios y revistas, de datos e im‡genes no asegura una mejor quiz‡s porque aparecen m‡s abanderados informaci—n. Esta depende de la capacidad con determinadas posiciones. De todos los para interpretar los datos. En ausencia de medios de comunicaci—n s—lo la informa- marcos de interpretaci—n compartidos que ci—n de la radio merece cierta confianza; aun permitan traducir la inmensa masa diaria de as’, apenas un 60% de los entrevistados datos fragmentados entregada por los conf’a en ella. La desconfianza es comœn a medios de comunicaci—n, ellos aumentan las todos los grupos socioecon—micos. Algo dificultades de orientaci—n en el mundo de m‡s de confianza en los diversos medios de la vida cotidiana y consecuentemente comunicaci—n expresan solamente los aumentan la incertidumbre reinante. Por otra entrevistados j—venes (18-25 a–os) y de parte, la tendencia a la diferenciaci—n y zonas rurales (ver CUADRO 37). especializaci—n de las instituciones sociales hace que se requiera cada vez m‡s una Resulta particularmente sorprendente el multitud de lenguajes altamente especiali- escaso nivel de confianza en la informaci—n zados. La mayor cantidad de informaci—n transmitida en las relaciones cara a cara. Era sobre aspectos generales del acontecer del de esperar que, despuŽs de la pŽrdida de mundo no logra compensar la crecente credibilidad que afect— a muchos medios de ignorancia sobre el funcionamiento de los comunicaci—n masiva durante el gobierno sistemas relevantes para la vida diaria. Es militar, fuesen precisamente las conver- probable que la gente estŽ bien informada saciones con otras personas, quiz‡s cono- sobre el proceso de clonaci—n de una oveja cidas y, en todo caso, sometidas a un en un pa’s europeo, pero desconozca los escrutinio visual de credibilidad, las que procedimientos para obtener los reembolsos ofrecieran la informaci—n m‡s fiable. La de sus gastos mŽdicos por la ISAPRE a la relaci—n personal, por el contrario, es la cual pertenece. La falta de una adecuada forma de comunicaci—n peor evaluada. informaci—n acerca del funcionamiento de Dentro de un cuadro de desconfianza las instituciones especializadas es una fuente generalizada, la informaci—n entregada por adicional de inseguridad. radio, televisi—n e incluso diarios goza de mayor credibilidad que la conversaci—n cara A la falta de marcos de interpretaci—n y de a cara. Solamente los entrevistados de zonas informaci—n pr‡ctica acerca del funcio- rurales (36%) y de nivel socioecon—mico namiento de las instituciones se agrega la alto (47%) expresan cierta confianza en la falta de confianza en la informaci—n. informaci—n entregada por otra persona. Mientras que el 87% de los entrevistados de la encuesta CEP-PNUD de 1997 se infor- man del acontecer nacional e internacional La comunicaci—n, la informaci—n y la por medio de la televisi—n, solamente el Seguridad Humana 49% de ellos tiene confianza en la informa- ci—n que entrega. La desconfianza es todav’a Los medios de comunicaci—n masiva, particularmente la televisi—n, representan hoy en d’a los principales medios de infor- CUAD RO 37 maci—n y entretenci—n. Ellos son poderosos Confian za en la info rma ci— n entregad a por los medios de est’mulos de expresi—n emocional y afectiva co munic aci—n y, en definitiva, un mecanismo sobresaliente de integraci—n cultural. No obstante el papel A bso luta/ Nin guna/ No sab e/ crucial que desempe–an en la vida cotidiana bas tante po ca no respo nde de los chilenos, su contribuci—n a la Segu- Te le vis i—n 49 % 49 % 2 % ridad Humana es ambivalente. Cuando la Diarios 36 % 59 % 6 % gente entrevistada acusa una carencia de Revista s24 % 66 % 10 % informaci—n y una falta de confianza en la Radio 60 % 38 % 2 % informaci—n recibida, podemos concluir que Otra s p ers on as 28 % 69 % 3 % ella se siente insuficientemente habilitada para manejar las oportunidades y los riesgos Fuente: Encues ta nacional s obr e Seguridad H umana, CEP- PNU D, 1997 que plantea el actual proceso social. El sentimiento de inseguridad no proviene de

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 152 una falta de acceso a los medios de todos desborda los l’mites de la acci—n comunicaci—n; de hecho, existe una amplia colectiva. Entonces lo pœblico ya no es tanto cobertura y una variada oferta. La el espacio del ciudadano cuanto el del inseguridad parece tener que ver con el tipo espectador que contempla la realidad. La de comunicaci—n que prevalece en la inseguridad proviene precisamente de sociedad chilena. participar de una realidad sobre la cual no se incide.

La cultura de la imagen y del dato La reducci—n de lo pœblico al pœblico de espectadores es tambiŽn una reducci—n de la La preeminencia de la televisi—n ha dado acci—n al consumo. El consumo de medios lugar a una "cultura de la imagen y del dato" audiovisuales parece marcar la pauta de un que, siendo una tendencia global, tiene aqu’ nuevo tipo de participaci—n. La comuni- rasgos espec’ficos. Ella fomenta la insegu- caci—n por medio de la televisi—n promueve ridad por varias razones. una participaci—n pasiva y aislada, pasiva en cuanto el espectador no establece una En primer lugar, modifica el lenguaje en relaci—n interactiva. Pasea por los canales, uso; al lenguaje verbal tradicional se yuxta- pero no puede responder a los est’mulos; a pone y sobrepone un nuevo lenguaje visual lo m‡s, decide negativamente (por medio y fragmentario. En tanto que todas las del ÒzappingÓ) lo que no desea. La personas acceden a la producci—n y repro- navegaci—n por el ciberespacio podr’a ducci—n del primero, la producci—n del favorecer una mayor interacci—n horizontal lenguaje visual est‡ monopolizada. Todos en el futuro. Por ahora, sin embargo, consumen im‡genes, pero pocos las produ- prevalece una participaci—n aislada a travŽs cen y distribuyen, as’ como pocos son los de una mirada individual. Aun cuando la que pueden contribuir a sus interpretaciones televisi—n se vea mayoritariamente en predominantes. Es decir, la cultura de la familia, ello no implica necesariamente una imagen ordena la realidad de tal manera conversaci—n en que se intercambien que, por los medios tecnol—gicos que supo- opiniones acerca de lo visto. ne, Žsta queda menos abierta a la interven- ci—n pœblica que lo que permite el lenguaje Posiblemente este tipo de participaci—n, oral e incluso el escrito. aprendida mediante el consumo televisivo, influya sobre una concepci—n "consumista" Como se se–alara anteriormente, el actual de la participaci—n pol’tica como una proceso de retracci—n de la sociabilidad y la selecci—n de los productos ofrecidos. Es diferenciaci—n de los sistemas e institucio- decir, la gente aprender’a un h‡bito, el nes sociales en Chile dificulta la elaboraci—n ÒzappingÓ, que luego aplicar’a a toda de c—digos compartidos. La erosi—n o relaci—n social. Se trata de selecciones pŽrdida de las claves habituales de tentativas y moment‡neas que se modifican interpretaci—n deviene tanto m‡s amena- m‡s por criterios de hast’o que por la zante cuanto m‡s abrumadora se presenta la persecusi—n de fines. La relaci—n entre el realidad como efecto de la expansi—n y elector y lo elegido ser’a de exterioridad sin descontextualizaci—n de la informaci—n. compromiso, su lenguaje, el de los Òvotos de castigoÓ.

La comunicaci—n y el espacio pœblico De ser as’, es plausible pensar que las personas comiencen a buscar seguridad ya La radical ampliaci—n de lo real modifica el no en la capacidad de incidir sobre la espacio de lo pœblico. El horizonte de lo real realidad, sino en su capacidad de desvincu- se extiende de modo tal que escapa a lo larse de ella. Se tratar’a de una corrosiva pœblico. En un proceso de globalizaci—n lo Òseguridad por desconexi—nÓ. que es visible, real y hace parte de la vida de

ÒNosotros: sociabilidad y comunicaci—nÓ 153 CAPITULO 7

La protecci—n frente a las amenazas: salud y previsi—n

ÒLa protecci—n frente a las amenazas: salud y previsi—nÓ 155 LA PROTECCION FRENTE A LAS AMENAZAS: SALUD Y PREVISION

INTRODUCCION La larga historia de la ciencia mŽdica da En la definici—n del concepto de Seguridad cuenta de los intentos por prever y curar Humana se introdujo la distinci—n entre enfermedades y, en el l’mite de ello, de Seguridad Humana de habilitaci—n y de salvar la vida. Si bien la salud se vincula realizaci—n. Se entiende por la primera la directamente con la vida de cada ser huma- provisi—n social de los est‡ndares vitales no en particular, hace ya mucho tiempo que m’nimos. En este cap’tulo se presentar‡ la las experiencias de epidemias ense–aron al situaci—n de Seguridad Humana en la salud hombre la dimensi—n social de la salud. En y la previsi—n social para la vejez, la tal sentido, la salud constituye un ‡mbito de invalidez y la supervivencia. riesgos que afectan al conjunto de la socie- dad y sobre el cual Žsta puede y debe actuar. Se trata de entregar al lector una s’ntesis de Al conformar la salud un bien pœblico, es un estudios monogr‡ficos realizados especial- ‡mbito regulado tanto por normas sociales mente para este Informe por diversos como tambiŽn de orden jur’dico. consultores. En cada descripci—n de los distintos sistemas funcionales (salud, previ- Desde el punto de vista hist—rico, a si—n) se trata de observar los logros comienzos de siglo, la salud deviene en una alcanzados en el proceso de modernizaci—n cuesti—n social de car‡cter prioritario, de de dichos sistemas, los problemas objetivos modo que la sociedad institucionaliza el que presenta para la seguridad de las derecho a la salud como principio consti- personas y la percepci—n de la gente sobre tucional y asigna al Estado la obligaci—n de las seguridades que ellos proporcionan. velar por ella.

Los mecanismos de seguridad de habilita- En nuestro pa’s, el auge de la medicina ci—n que se analizar‡n son los que afectan social se manifiesta en uno de sus puntos situaciones que con certeza suceder‡n. Para m‡s importantes en la creaci—n del Servicio los efectos de este trabajo vamos a usar la Nacional de Salud (SNS) en el a–o 1952. El palabra Òprevisi—nÓ para definir los SNS combina la prestaci—n de servicios mecanismos de seguridad habilitadores que mŽdicos y hospitalarios con la representa- garantizan a las personas que podr‡n ci—n de la salud como derecho ciudadano y enfrentar a todo evento las circunstancias de la responsabilidad social del Estado al enfermedad, vejez, invalidez y superviven- respecto. Esta experiencia marca un hito en cia. Esta seguridad implica tambiŽn que el imaginario colectivo que esta presente contar‡n con los medios y la atenci—n hasta el d’a de hoy. debida en el momento de su ocurrencia. Los cambios institucionales 1. LA SEGURIDAD EN SALUD A ra’z de los cambios institucionales de La salud es un bien fines de los a–os 70 y de manera paralela a ÒEntendemos que una materia tan privado altamente la refor-ma del sistema previsional, en el importante para la vida cotidiana de las valorado en cuanto a–o 1979 tiene lugar una reforma del familias, como lo es la salud, la decide sobre la sistema de salud que elimina al Servicio participaci—n es un elemento de especial "vida o muerte" de Nacional de Salud, SNS. En el a–o 1981 se importancia. Por ello se ampliar‡n las instancias de participaci—n social (É)Ó la persona. Las crean las Instituciones de Salud Previsional, enfermedades son ISAPRES, instituciones de seguros en el S.E. Don Eduardo Frei Ruiz-Tagle, fen—menos contin- ‡mbito de la salud. Presidente de la Repœblica, en el in’cio gentes que los de la Legislatura Ordinaria del Congreso individuos dificil- Estas entidades funcionan en definitiva Nacional, Valpara’so, 21 de mayo de mente pueden an- como aseguradoras privadas de salud que 1996. ticipar. captan cotizaci—n de un seguro de salud de

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 156 los afiliados de conformidad con planes de Òcontratos de adhesi—nÓ, es decir, las prestaci—n pactados con ellos. Las personas personas deben aceptar o dejar la propuesta con ingresos estables est‡n obligadas a de la Isapre. cotizar el 7% de sus ingresos para financiar el sistema de salud de su preferencia. Tendencias generales de la salud en Desde comienzos de los 80, operan en Chile Chile dos sistemas de salud, el sistema pœblico y el sistema privado encabezado por las La tendencia de los principales indicadores ISAPRES. globales de salud muestra que en los œltimos 35 a–os se ha producido un marcado El sector pœblico realiza las funciones de mejoramiento de estos a nivel de la salud de asegurador y de proveedor de servicios. En la sociedad considerada en general. No s—lo el sector privado prevalece cierta separaci—n la mortalidad general por cada mil entre ISAPRES y servicios hospitalarios. habitantes ha disminuido a menos de la mitad, sino que tambiŽn la mortalidad El sector pœblico ha hecho hincapiŽ en la infantil ha ca’do de manera acentuada, modernizaci—n y descentralizaci—n del llegando en 1994 a situarse en torno a 11 sistema. por cada mil nacidos, y la esperanza de vida de la poblaci—n ha aumentado de 56 a–os en El sector privado responde a las demandas 1960 a 74,4 en 1994. (Ver CUADRO 38). de opci—n individual, libre competencia y control personal sobre el contrato y las No obstante, cabe complementar la prestaciones. interpretaci—n de los indicadores se–alados con otros antecedentes relativos a las El acceso al sector pœblico est‡, en amenazas a la salud. De acuerdo con las principio, abierto a todos y no puede excluir encuestas CASEN, el nœmero de enferme- por enfermedad o ingreso. En cambio, el dades ha permanecido relativamente estable sector privado plantea dos restricciones: entre 1990 y 1994, en relaci—n con la suele excluir el tratamiento de ciertas proporci—n de personas que tuvieron alguna enfermedades preexistentes y en los hechos enfermedad en los tres meses previos a la excluir tambiŽn a las personas de mayor encuesta. En este punto resulta sin duda m‡s edad y de menos ingresos. La Isapre tiene la relevante destacar el aspecto cualitativo del facultad para que al cumplimiento de cada cambio en el tipo de amenazas. Al respecto, anualidad pueda adecuar el precio del plan algunos expertos piensan que Chile est‡ en contratado. Hay que recordar que se trata de un per’odo de transici—n epidemiol—gica, en el sentido de que algunas enfermedades disminuyen su frecuencia de aparici—n, y emergen otras nuevas. As’, desde 1960 a la CUAD RO 38 In dicad ore s de Niv el de Salu d de fecha las probabilidades de enfermar o la p oblaci—n Chile na morir de enfermedades respiratorias, perinatales, digestivas o infecciosas han 19 60 1 970 1 98 0 199 0 199 4 disminuido. Mortalidad G ene ral (p or 10 00/ha b.) 12,3 8,9 6 ,6 6 ,0 5 ,4 Esta situaci—n puede ser resultado del Mortalidad Infa ntil desarrollo econ—mico que ha experimentado (p or 10 00 na cid os) 12 0,3 79 ,0 32 ,0 1 6,0 12 ,4 el pa’s, lo que ha posibilitado combatir con relativo Žxito algunas enfermedades Expe cta tiv a de Vid a (A–o s) 56 ,0 63 ,6 67,4 7 2,7 7 4,4 (tifo’dea, diarrea) vinculadas a situaciones de pobreza. A diferencia de este tipo de Ta sa Globa l de enfermedades, han aumentado las posibili- Fe cu ndidad 5,28 3,63 2,6 6 2,54 2,44 dades de sufrir enfermedades del aparato Fuente: Aguirr e y Contrer as , 1997, sobre datos de Mins alud e INE circulatorio, tumores, etc. Algunas de estas amenazas como las enfermedades cardio- vasculares e incluso los riesgos de sufrir

ÒLa protecci—n frente a las amenazas: salud y previsi—nÓ 157 accidentes de tr‡nsito, se encuentran Estos cambios en la modalidad de dolencias asociadas a los nuevos estilos de vida debieran constituir un antecedente de primer propiciados por el acelerado proceso de orden en relaci—n con los nuevos desaf’os modernizaci—n. que enfrenta el sistema de salud para abordar las amenazas del entorno. Los estilos de vida actuales afectan a la gente a travŽs de nuevas patolog’as, como Por otra parte en la dŽcada de los 90, el tema por ejemplo, el deterioro de la salud mental. de la salud se ha manifestado como uno de Lo anterior comienza a ser observado como los principales problemas derivados de lo un hecho importante por el Ministerio de que se ha considerado la deuda social y, en Salud, que a travŽs de diversos estudios ha tal sentido, se ha erigido en una de las detectado en el œltimo tiempo un alto prioridades de la agenda gubernamental. consumo de sicof‡rmacos. Acorde con Entre 1990 y 1996 el gasto social en salud estimaciones ministeriales, entre el 31 % y ha crecido como porcentaje del PIB, el 51 % de las personas que acuden a los pasando de un 2,02 % a un 2,81 %. Esta consultorios presentan s’ntomas sicol—gicos, variaci—n ha significado m‡s que la y predominan la sintomatolog’a ansiosa, duplicaci—n del presupuesto destinado a la depresiva, y el abuso de tranquilizantes. salud pœblica. (Ver CUADRO 39 )

CUADRO 39 Gasto pœblico en salud 1989-1996

Gastos Poblaci—n Gastos per Como en MM$ total Poblaci—n c‡pita Indice porcent. A–o de 1995 (miles) beneficiaria Poblaci—n (1989=100) del PIB beneficiaria Gasto ($)

1989 363.413 12.961 9.844 36.917 100 - 1990 362.273 13.173 9.729 37.236 101 2,02 1991 412.472 13.385 9.414 43.815 119 2,20 1992 492.839 13.599 8.153 53.844 146 2,42 1993 551.949 13.813 8.913 61.926 168 2,71 1994 598.097 14.026 8.687 68.850 186 2,83 1995 647.263 14.237 8.441 76.681 208 2,76 1996 743.465 14.622 8.799 84.497 208 2,81

Fuente: Fondo Nacional de Salud (FONASA), 1997

TambiŽn se han realizado ingentes esfuerzos y el 34 % de las cirug’as. A esto hay que en cuanto a mejorar la productividad del agregar medidas focalizadas de protecci—n sistema pœblico de salud. En consideraci—n a como el Programa Nacional de Alimen- los antecedentes aportados por la CASEN, taci—n Complementaria y el Programa la gratuidad en la entrega de medicamentos Papanicolau. en el sistema de salud pœblico se elev— de un 38,6 % a un 53,6 % entre 1990 y 1996. A lo anterior se suma el acento puesto por Segœn dicha encuesta, del total de atencio- el gobierno en programas de acci—n nes prestadas en 1996, el 68 % de las prioritarios para los pr—ximos a–os, tales consultas y el 71 % de los d’as de hospitali- como el programa de mejoramiento de la zaci—n fueron provistos por el sistema atenci—n primaria, el de la atenci—n pœblico. Las ISAPRES por su parte ofre- hospitalaria, y el de oportunidad y calidad cieron el 38 % de las atenciones dentales en la atenci—n. DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 158 Cobertura de los sistemas de salud mejor cobertura de los planes de salud, los grupos de mayores ingresos se atienden La fuerte presencia del Estado en la salud se mayoritariamente en el sector privado. Este justifica, entre otras razones, por el alto logra ofrecer una mejor calidad tŽcnica en porcentaje de poblaci—n del pa’s que aœn el marco de la entrega de un mejor servicio continœa siendo beneficiaria del sistema (confort hospitalario, tiempo de espera). Por pœblico de salud en sus diversas modali- el contrario, casi la totalidad de los grupos dades. En el a–o 1996 este sistema conten’a de menores ingresos son atendidos por el al 64,47% de la poblaci—n nacional. El sector pœblico. sistema privado, si bien ha experimentado un incremento notable desde la entrada en De acuerdo con la encuesta CASEN 96, la vigencia de las ISAPRES, cubre en 1996 cobertura del sistema pœblico alcanza al s—lo al 26,44%. El restante 9,09% 84% del quintil m‡s pobre de los hogares corresponde a la categor’as ÒotrosÓ. En tal y s—lo un 25% del quintil de mayores sentido, cabe destacar que en tŽrminos de ingresos. A la inversa, en el quintil m‡s afiliaci—n institucional, los porcentajes de pobre la cobertura de las ISAPRES es de cobertura de los sistemas de salud han 6%, mientras que en el quintil de mayores tendido a estabilizarse a mediados de los ingresos cubre al 56% (ver CUADRO 41). a–os 90, en las cifras anteriormente comentadas. (Ver CUADRO 40). La importancia del sector pœblico se manifiesta, por otra parte, en los amplios En tŽrminos de afiliaci—n institucional la grados de cobertura de aquellos grupos de pertenencia al sector pœblico de salud es mayor edad. Si bien de acuerdo con la mayoritaria, a pesar de haber disminuido encuestas CASEN el porcentaje total de cerca del 10% entre 1990 y 1996 en cobertura del sistema pœblico ha disminuido beneficio de las ISAPRES. Sin embargo, el en todos los grupos de edad, en el grupo de acceso a uno u otro sistema est‡ desigual- 60 a–os y m‡s no s—lo no ha disminuido, mente establecido. Pudiendo costear una sino que se ha incrementado, pasando del

CUAD RO 40 Poblaci—n to tal de l pa’s y p oblaci—n be nefic iaria se gœn s istem a d e a ds cripci—n , 1 982 -1 996 (Co tiz antes m‡ s c argas )

Poblaci—n Poblaci—n Poblaci—n be neficiaria ISA PRES A„OS to ta l be ne fic iaria Otro s (INE)Le y 18.469 Ab ie rta sCe rrada sTo ta l 19 82 10 085 ,0 0 1,00 0,33 1,33 13 ,6 7 19 83 10 084 ,4 2 1,33 0,62 1,95 13 ,6 3 19 84 10 083 ,4 3 2,34 0,72 3,06 13 ,5 1 19 85 10 081 ,9 9 3,51 0,98 4,49 13 ,5 2 19 86 10 079 ,0 3 6,30 1,17 7,47 13 ,5 0 19 87 10 078 ,6 7 8,39 1,21 9,60 11 ,7 3 19 88 10 077 ,6 110 ,0 31,33 11 ,3 611 ,0 3 19 89 10 075 ,9 512 ,0 21,52 13 ,5 410 ,5 1 19 90 10 073 ,8 514 ,4 21,57 15 ,9 910 ,1 6 19 91 10 071 ,1 617 ,5 71,59 19 ,1 69,68 19 92 10 067 ,5 020 ,5 41,51 22 ,0 510 ,4 5 19 93 10 064 ,8 223 ,3 81,46 24 ,8 410 ,3 4 19 94 10 063 ,2 624 ,8 01,35 26 ,1 510 ,5 9 19 95 10 065 ,0 725 ,1 81,30 26 ,4 88,45 19 96 10 064 ,4 725 ,1 51,28 26 ,4 39,10

Fuente: Ministerio de Salud, 1997

ÒLa protecci—n frente a las amenazas: salud y previsi—nÓ 159 75,8 % al 76,8 %. Lo propio acontence para Esta situaci—n puede estar evidenciando una el sistema de las ISAPRES, pues mientras fuente de discriminaci—n del acceso a la los porcentajes de cobertura de los otros salud privada por quienes m‡s la requieren, grupos de edad se sitœan entre un 21,1% y dadas sus caracter’sticas epidemiol—gicas un 29,0%, para el grupo de edad de 60 a–os (ver CUADRO 42 ). y m‡s la cobertura se sitœa s—lo en un 8,8%.

CUAD RO 41 Distrib uci—n de la p oblaci—n por s is tema p re vis ional de s alu d s eg œn quintil de in gre so * 19 90-19 96 (Po rce nta je )

Quin til A– oSistema prev isiona l de Salud TO TAL de Ingreso Pœ blico IS APRE Pa rt. Y otro s ** I19 90 85 ,0 2,8 12 ,2 10 0,0 19 96 84 ,3 5,6 10 ,0 10 0,0

II 19 90 78 ,6 6,5 14 ,9 10 0,0 19 96 71 ,3 14 ,3 14 ,4 10 0,0

III 19 90 69 ,6 11 ,3 19 ,1 10 0,0 19 96 60 ,4 22 ,7 16 ,9 10 0,0

IV 19 90 57 ,6 21 ,6 20 ,9 10 0,0 19 96 44 ,8 34 ,9 20 ,3 10 0,0

V19 90 36 ,8 41 ,2 22 ,0 10 0,0 19 96 25 ,3 55 ,9 18 ,8 10 0,0

TOTA L19 90 67 ,6 15 ,1 17 ,3 10 0,0 19 96 59 ,6 24 ,7 15 ,7 10 0,0

* Excluye el serv idor domŽs tico puertas adentr o y s u nœcleo familiar ** Consider a partic ulares s in previsi—n, sistemas previsionales de Fuerzas Armadas y otros sistemas

Fuente: MIDEPLAN, Encuestas CASEN , 1990 y 1996

CUAD RO 42 Distrib uci—n de la p oblaci—n por tra mo de ed ad se gœn s istem a p rev is ional de sa lud 1 990 -19 96 (Po rce nta je s)

TRAM O DE EDA DPœ blico IS APRE Pa rticu lar y otros 19 90 19 96 19 90 19 96 19 90 19 96 0 a 11 mes es 74 ,5 64 ,8 14 ,2 27 ,1 11 ,3 9,1 1 a 5 a –os 71 ,0 62 ,1 16 ,3 27 ,2 12 ,6 10 ,7 6 a 14 a–o s70 ,0 62 ,3 15 ,0 24 ,7 15 ,0 13 ,1 15 a 19 a– os 67 ,4 59 ,4 13 ,8 22 ,0 18 ,8 18 ,6 20 a 29 a– os 64 ,0 51 ,5 16 ,1 29 ,0 19 ,8 19 ,6 30 a 49 a– os 64 ,0 54 ,8 18 ,9 28 ,7 17 ,0 16 ,5 50 a 59 a– os 67 ,3 62 ,0 12 ,2 21 ,1 20 ,5 16 ,9 60 y m‡ s a –o s75 ,8 76 ,8 5,1 8,8 19 ,1 14 ,3

TOTA L67 ,7 59 ,7 15 ,0 24 ,6 17 ,3 15 ,6

Fuente: MIDEPLAN, Encuestas CASEN 1990 y1996.

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 160 Al observar con mayor detenci—n los niveles hombres de la misma edad. La condici—n de de cobertura en el siguiente cuadro para el potencial embarazo constituye un "riesgo" a–o 1996 se muestra que tanto la edad como en tŽrminos de costos, frente a los cuales las el sexo constituyen elementos que dan lugar ISAPRES reaccionan a travŽs de una a la discriminaci—n frente al tema de la diferenciaci—n en los planes. cobertura. Mientras el sistema pœblico posee porcentajes notablemente homogŽneos de Por œltimo, el cuadro de cobertura tiende a cobertura por cada grupo de edad y por mostrar que las personas que no cubre el sexo, el sistema de las ISAPRES muestra sistema pœblico, y muy fundamentalmente grados de cobertura muy dis’miles a nivel de que no cubre el sistema privado, son los grupos de edad, en desmedro de las traspasadas al rubro ÒotrosÓ. En este suelen personas mayores de 55 a–os. En cuanto al incorporarse categor’as tan dis’miles como sexo, se evidencia que los porcentajes de sistemas relativos a las Fuerzas Armadas y cobertura de los hombres entre 20 y 34 a–os de Orden y Seguridad, los servicios mŽdicos tienden a ser mayores que los de las mujeres de las universidades, los seguros privados (CUADRO 43). bajo otras modalidades y aquellos no considerados en las categor’as anteriores. Por otra parte, pareciera que la variable sexo (Ver CUADRO 43). es un aspecto que constituye una fuente de discriminaci—n a la hora de pactar las condi- Cabe hacer notar en este punto que, de ciones de afiliaci—n. Aquellos programas de acuerdo con estimaciones del Ministerio de salud que las ISAPRES ofertan a grupos de Salud, en los œltimos 3 a–os, mientras la mujeres en edad fertil son considerable- cobertura del sistema de salud pœblico y mente m‡s caros que los que se ofertan a privado se ha estabilizado, la categor’a

CUAD RO 43 Cobe rtu ra de la poblaci—n be neficiaria del p a’s por sis tem a de s alu d, se xo y g rupos de e dad 19 96 (Po rce nta je )

EDAD MUJE RES HO MBRES SNSS ISAP RE Otro sSNSS IS APRE Otro s 10 -1 461 ,4 724 ,6 813 ,8 559 ,4 524 ,4 516 ,0 1 15 -1 961 ,4 222 ,7 015 ,8 859 ,5 123 ,7 116 ,7 8 20 -2 460 ,9 727 ,9 711 ,0 659 ,2 533 ,8 56,09 25 -2 960 ,7 932 ,1 27,09 59 ,1 135 ,5 15,38 30 -3 460 ,7 432 ,6 46,62 59 ,0 735 ,0 55,88 35 -3 960 ,6 330 ,9 48,43 58 ,9 931 ,6 69,35 40 -4 460 ,6 828 ,8 910 ,4 359 ,0 028 ,4 612 ,5 4 45 -4 960 ,7 226 ,5 912 ,6 959 ,1 027 ,0 613 ,8 4 50 -5 460 ,7 323 ,7 915 ,4 859 ,1 825 ,2 115 ,6 1 55 -5 960 ,8 719 ,0 420 ,0 959 ,3 621 ,6 119 ,0 3 60 -6 461 ,0 112 ,6 426 ,3 559 ,6 115 ,6 724 ,7 2 65 -6 960 ,9 79,03 30 ,0 059 ,7 310 ,7 929 ,4 8 70 -7 461 ,1 26,01 32 ,8 759 ,9 36,90 33 ,1 7 75 -7 961 ,0 64,61 34 ,3 360 ,0 24,61 35 ,3 9 80 y m‡ s60 ,9 06,56 32 ,5 460 ,1 36,96 32 ,4 1

Nota: a) Los datos de cober tur a netos por grupos de edad fueron propor cionados por el Depto. de Estudios del Ministerio de Salud.

b) Los por centajes fuer on deriv ados a partir de es tos y la poblaci—n nacional por sexo y grupos de edad, estimada por el INE-CELADE a 1996

Fuente: Ministerio de Salud, INE- CELAD E, 1996

ÒLa protecci—n frente a las amenazas: salud y previsi—nÓ 161 ÒotrosÓ ha seguido creciendo en tŽrminos Percepciones de la poblaci—n de netos de manera paulatina. (MINSAL, 1997) la salud en general

Se puede observar en el CUADRO 43 el La seguridad en salud puede ser considerada creciente aumento de los mayores de 55 como el producto de la compleja interre- clasificados bajo la categor’a de otros. laci—n de tres elementos: las amenazas Paralelamente, los mismos grupos de edad objetivas provenientes del entorno epide- disminuyen su afiliaci—n al sistema de miol—gico y/o de problemas congŽnitos, las ISAPRES. respuestas del sistema de salud (pœblico y privado) y la percepci—n de las personas. La encuesta CASEN 1996 entrega resultados desagregados del grupo que el La seguridad en salud en cuanto capacidad Ministerio de Salud denomina ÒotrosÓ. de disminuir los riesgos de contraer una Segœn esta fuente la cobertura de salud de enfermedad o de reestablecer su propio las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad equilibrio o, al menos, aminorar los da–os (DIPRECA Y CAPREDENA), alcanza al provocados por ella, es una preocupaci—n 3% de la poblaci—n. Los afiliados a Òotros presente y permanente en la poblaci—n, sistemasÓ s—lo constituyen un 0,5%, particularmente en la de menores recursos. mientras que los ÒparticularesÓ alcanzan a De acuerdo con estudios realizados por el un 11% de la poblaci—n total del pa’s. En CEP (tanto en diciembre de 1996 como en este caso habr’a 1.565.000 personas sin julio de 1997), la salud ocupa el tercer lugar cobertura de seguros de salud, y de importancia entre los problemas m‡s pareciera afectar m‡s a los mayores de 55 preocupantes, luego de la pobreza y la a–os. Esta falta de cobertura podr’a ser delincuencia. Ello no debe sorprendernos si mayor si se considera que entre aquellos consideramos las proyecciones que a nivel clasificados por la CASEN como Òno de estudios sobre morbilidad han realizado tienen/indigentesÓ, s—lo algunos de ellos Medina y Kaempffer. En ellos se estima que disponen de la tarjeta de indigencia que les en un momento cualquiera, el 25 % de las permite atenci—n mŽdica gratuita en el familias de Santiago tienen algœn miembro sistema pœblico. En trabajos posteriores se que padece de alguna enfermedad aguda, y deber‡ profundizar en las caracter’sticas que el 40% tendr’a un familiar con propias de este grupo. (Ver CUADRO 44) enfermedad cr—nica (Medina y Kaempffer, 1979, 1983 y 1990).

En el campo de la salud, es particularmente CUAD RO 44 relevante la opini—n de las personas acerca Distrib uci—n de la p oblaci—n de las amenazas que existen en el llamado se gœn s istem a p rev is ional de sa lud, 199 6 entorno epidemiol—gico como sobre los (Porcen tajes ) mecanismos de protecci—n. Sin embargo, Sistema de s alu dPorc entaje s—lo recientemente se han considerado de No tien e/Ind ige nte s (Grupo A )24 ,1 manera sistem‡tica las percepciones y Sistema Pœblico Grup o B 13 ,5 expectativas de los beneficiarios. Las Sistema Pœblico Grup o C 8,8 encuestas del Centro de Estudios Pœblicos Sistema Pœblico Grup o D 10 ,1 de los a–os 1993 y 1994 indican que la Sistema Pœblico no sabe G3,2mayor’a de la poblaci—n posee una opini—n FF.A A. 3,1 negativa frente a los servicios de salud IS APRE 24 ,6 disponibles. Igualmente lo es con respecto al Particu lar 11 ,0 mejoramiento de estos. El grado de Otro siste ma 0,5 satisfaccci—n con el sistema de salud en No sabe 1,0 general, segœn la misma encuesta, se estima de regular a malo, con un mayor grado de Fuente: MIDEPLAN, Encuesta CASEN, 1996 insatisfacci—n hacia el sistema pœblico de salud (CEP, 1994).

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 162 La falta de equipamiento, el deterioro de la aquellos casos en que se los confronta con la infraestructura, las bajas remuneraciones a posibilidad de necesitar de una atenci—n los funcionarios y la poca disponibilidad de mŽdica producto de una enfermedad de medicamentos eran los problemas que la car‡cter grave. En este caso, el 68,1% gente percib’a como m‡s urgente en torno al considera negativamente la posibilidad de sector pœblico. una atenci—n oportuna. En la situaci—n hipotŽtica de las enfermedades menores, La encuesta nacional sobre Seguridad m‡s del 60% de los entrevistados no tiene Humana CEP-PNUD 1997, revela que la confianza en recibir una atenci—n oportuna. percepci—n de la salud no ha mejorado en opini—n de la gente. La mayor’a de los La gente considera, adem‡s, en un 66,2% y entrevistados evalœa negativamente cada en un 79,5% que no tiene confianza en ser uno de los aspectos planteados. Estos tienen capaz de pagar los costos de atenci—n en que ver, como se desprende del CUADRO caso de sufrir una enfermedad menor y una 45, con dimensiones de seguridad. En su grave, respectivamente. Las respuestas de mayor’a, los entrevistados no conf’an en los entrevistados del mundo rural que recibir una atenci—n oportuna. Especial- manifiestan desconfianza es aœn mucho mente sugerente es esta percepci—n en mayor: 87% (ver CUADRO 45).

CUADRO 45 Nivel de confianza de las personas respecto de la atenci—n de salud, segœn gravedad de la enfermedad y nivel socioecon—mico (porcentaje)

Nivel de Absoluta/ Poca/ confianza Bastante confianza Ninguna confianza Gravedad de la Menor Grave Menor Grave enfermedad Nivel Alto Medio Bajo Alto Medio Bajo Alto Medio Bajo Alto Medio Bajo socioecon—mico

Confianza en recibir una 87,8 48,7 29.2 74,3 39,4 22,4 9,9 50,0 69,5 22,8 58,2 76,0 atenci—n OPORTUNA

Confianza en recibir una atenci—n de 86,0 56,0 34,5 81,5 46,5 27,1 11,8 42,5 62,8 15,6 50,5 69,7 BUENA CALIDAD

Confianza en pagar los 85,9 47,1 20,0 68,9 24,0 11,3 14,0 50,3 78,1 28,8 71,3 86,6 COSTOS DE LA ATENCION(1)

(1) Referido a los costos no cubiertos por el sistema de salud

Fuente: Encues ta nacional s obr e Seguridad H umana, CEP- PNU D, 1997

ÒLa protecci—n frente a las amenazas: salud y previsi—nÓ 163 Estos resultados parecen evidenciar una alta (entre regular y bien) por sus propios inseguridad y desconfianza de la gente afiliados. frente a la posibilidad de tener la atenci—n debida y los recursos en caso de enfrentar Ello puede explicarse porque aparecen como una enfermedad en su vida cotidiana. instituciones m‡s protectoras y con una mejor calidad de los servicios. Las A partir de una serie de estudios relativos a deficiencias que se perciben son el alto la salud en los œltimos a–os, el Ministerio costo y la falta de cobertura en determinadas del ramo ha analizado y sistematizado la situaciones. percepci—n que tiene la gente del sistema de salud, esto es, FONASA e ISAPRES. Las d) FONASA aparece comparativamente conclusio-nes al respecto tienen que ver con como un sistema con menor cobertura y con lo siguiente: una deficiente calidad de atenci—n.

e) Los sectores de m‡s altos ingresos y los a) La poblaci—n tiene la imagen de un afiliados a ISAPRES se sienten m‡s prote- sistema de salud muy diferenciado. Res- gidos. La posibilidad de cotizar mejores pecto de la ISAPRE se acentœa el car‡cter planes de salud se relaciona con el nivel de comercial y en FONASA la insuficiencia de ingresos, lo que podr’a explicar la situaci—n recursos. anterior. (Ministerio de Salud, 1997) b) Hay una insatisfacci—n generalizada con Si bien los temas ambientales usualmente el sistema de salud. En cada ‡mbito (privado no forman parte directa de los temas de y pœblico) se reconocen problem‡ticas salud, la gente ha tomado cada vez m‡s distintas, pero hay una en comœn: la falta de conciencia de las amenazas provenientes cobertura. del deterioro del medio ambiente a partir de sus efectos observables en salud (ver c) Las ISAPRES resultan mejor evaluadas CUADRO 46).

La Seguridad Humana y el medio ambiente

La sustentabilidad del medio ambiente y la calidad del entorno que habitan las personas constituye una dimensi—n de creciente importancia en la consecuci—n de la Seguridad Humana.

Chile es un pa’s que presenta problemas ambientales en todas sus regiones. El mayor nœmero de ellos se da en el ‡mbito del espacio urbano. Le siguen en importancia fen—menos directamente asociados a la contaminaci—n y al deterioro de los recursos naturales. La mayor’a de los 1.294 problemas ambientales detectados en el pa’s en 1994 ten’an que ver con el da–o a los recursos naturales y ambientales, lo que debe asociarse al modelo de desarrollo imperante (Espinoza, Gross y Hajek, 1994). En general, las regiones m‡s afectadas por este tipo de problemas son la Regi—n Metropolitana, la Regi—n de Valpara’so, la Regi—n de Atacama, la Region de Tarapac‡, la Regi—n de Coquimbo, la Regi—n de Antofagasta y la Regi—n del B’o-B’o.

Los gobiernos democr‡ticos han dado muestras de la preocupaci—n por el cuidado del medioambiente. En 1990 se crea la Comisi—n Nacional del Medio Ambiente (CONAMA). En 1994 se publica la Ley de Bases del Medio Ambiente. En el plano operacional la Ley sobre Bases Generales del Medio Ambiente entrega a la autoridad instrumentos especiales para generar iniciativas en materia de gesti—n ambiental.

A pesar de ser un tema reciente, la poblaci—n ha comenzado a tomar conciencia de los efectos nocivos que tiene para su seguridad un medio ambiente deteriorado. En base de la encuesta nacional CEP-PNUD 1997, resulta interesante destacar que m‡s del 55 % de las personas manifiestan sentir mucho temor frente a la posibilidad de sufrir alguna

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 164 enfermedad, producto de problemas ambientales como la contaminaci—n del aire y el agua, ruidos, capa de ozono, entre otros.

El CUADRO 46 muestra que ese porcentaje no es igual para los habitantes de las distintas zonas del pa’s. Los habitantes de la zona norte manifiestan mayores grados de temor que los habitantes del centro, y Žstos m‡s que los de la zona sur. Del mismo modo, tampoco es igual para las mujeres o para los hombres. Las primeras manifiestan en un 63,1% bastante o gran temor de sufrir enfermedades producto del deterioro ambiental. Ese porcentaje baja al 47,0 % en el caso de los hombres.

CUADRO 46 Temor de las personas a sufrir enfermedades producto de problemas ambientales, segœn zona de residencia

GRUPO TEMOR Mucho Poco/ningœn temor temor ZONA

NORTE 69,3 % 30,1 %

CENTRO 56,9 % 42,2 %

SUR 48,2 % 50,3 %

PROMEDIO PONDERADO 55,4 % 43,5 %

Fuente: Encues ta nacional s obr e Seguridad H umana, CEP- PNU D, 1997

En el ‡mbito de las pol’ticas pœblicas, los grandes desaf’os de la agenda ambiental en Chile tienen que ver con el reforzamiento institucional que permita hacer aplicables las normas existentes. TambiŽn el afianzamiento de mecanismos de participaci—n ciudadana en la creaci—n de nuevas normas debiera ser un tema relevante. En el plano tŽcnico, los m‡s importantes esfuerzos deben orientarse a poner al d’a los estudios de uso sustentable de los recursos ambientales y a la sistematizaci—n y continuidad de la informaci—n para la toma de decisiones. Parece tambiŽn importante avanzar en la normalizaci—n de las metodolog’as utilizadas para la evaluaci—n de los impactos ambientales. La perspectiva de la Seguridad Humana sugiere que la complementariedad entre intervenci—n del entorno y calidad sustentable de la vida de las personas debiera ocupar un lugar preponderante en los par‡metros normativos que guian esas evaluaciones.

En cualquier caso, las medidas de pol’tica ambiental tendr‡n escaso impacto si no van acompa–adas por una profunda reflexi—n de todos los actores en busca de un marco comœn de orientaci—n pr‡ctica para implementar una pol’tica ambiental nacional. Las leyes del medio ambiente ser‡n eficaces s—lo si est‡n sustentadas en una cultura colectiva de respeto al medio ambiente.

ÒLa protecci—n frente a las amenazas: salud y previsi—nÓ 165 Los desaf’os del sistema de salud ofrece en tŽrminos de oportunidad, calidad y costo. ÀPor quŽ las personas se sienten inseguras frente a los riesgos de la salud? Los Lo m‡s preocupante es que la fuente de resultados de los estudios y diversas encues- seguridad se define principalmente en las tas permiten esbozar una primera respuesta: posibilidades monetarias de poder hacer la inseguridad var’a segœn el nivel socio- frente a los gastos que pudiera demandar econ—mico. La diferencia en los ingresos una enfermedad grave. Salvo los sectores de reflejar’a las diferentes percepciones de ingresos altos, el ciudadano comœn percibe seguridad. Es decir, el problema de la salud una constante tensi—n entre las consecuen- se visualiza en tŽrminos econ—micos. cias de la materializaci—n de las amenazas y sus posibilidades de responder a lo que ellas Otra raz—n de la inseguridad de las personas demanden. ser’a la incomunicaci—n entre la poblaci—n y el sistema de salud. Un primer desajuste se encontrar’a en que la gente entiende por problemas de salud aquellos aspectos rela- 2. LA SEGURIDAD PREVISIONAL cionados con la atenci—n, como la falta de acceso, los malos tratos, la mala calidad de Buena parte de las preocupaciones de la los servicios, la demora en la atenci—n, y la gente por el futuro se resume en la pregunta entrega de medicamentos. Es decir, todos acerca de las condiciones de vida una vez aspectos relativos a los servicios o unidades que termina la vida laboral. En el horizonte que deben otorgar prestaciones directas al tem-poral aparecen siempre (con mayor o pœblico. menor fuerza segœn la edad) los riesgos de vejez, invalidez y fallecimiento a que est‡ Un segundo desajuste entre la oportunidad expuesta toda persona. Como se ha de mejorar la salud y el sistema, segœn la afirmado, estos son riesgos que con certeza apreciaci—n de la gente, se encontrar’a en van a suceder. Tales riesgos representan, de aquellos problemas no abordados adecua- modo similar a las amenazas para la salud, damente por el sistema: c‡ncer, drogas, un futuro cierto, pero simult‡neamente calidad del ambiente, violencia, problemas indeterminado e ineludible. propios de la tercera edad, entre otros (Aguirre y Contreras 1997, Ferreccio 1996). La previsi—n de ese futuro no anticipable configura pues otro ‡mbito de la Seguridad En relaci—n con los problemas de salud Humana. La seguridad previsional abarca existe cierta asincron’a entre las prioridades primordialmente los mecanismos que de las personas y la incidencia objetiva de permiten sustituir la pŽrdida de ingresos las enfermedades. Para la gente las laborales en tales casos. Sin embargo, por amenazas m‡s relevantes son las enferme- relevante que sea, la previsi—n no se reduce dades mortales (c‡ncer, enfermedades vas- al aspecto econ—mico. En su dimensi—n culares), las enfermedades de los ni–os, las simb—lica, ella expresa una tradici—n consa- enfermedades invalidantes en el adulto, las grada: el respeto debido a los ancianos, la epidemias y los problemas de salud mental. defensa de viudas y huŽrfanos, la respon- Esta lista subjetiva de amenazas concuerda sabilidad de los hijos con respecto a sus en todo menos con los casos de las padres. Esta funci—n deviene tanto m‡s enfermedades infantiles y las epidemias, importante cuanto m‡s se debilita el soporte cuyos riesgos han disminuido desde el punto familiar. La continuidad del Estado de vista objetivo. simboliza entonces la solidaridad intergeneracional. Lo anterior nos remite a un segundo fen—meno: la asinton’a entre la oferta y la demanda, pues las personas demandan una Una breve s’ntesis del nuevo sistema mayor atenci—n a las enfermedades cr—nicas o graves y a los problemas de salud mental El nuevo sistema previsional es tal vez el de lo que el sistema de salud en general Žxito m‡s conocido internacionalmente del

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 166 proceso chileno de modernizaci—n. Esta- A diciembre de 1996, 258.887 trabajadores blecido mediante el decreto ley 3.500 de cotizaban en el viejo sistema y 3.121.139 en 1980, significa el cambio de un sistema de el nuevo. La proporci—n se invierte en el reparto solidario a uno de capitalizaci—n caso del pago de pensiones. El sistema fiscal individual. En tŽrminos negativos, la pagaba a 852.933 pensionados y las AFP a reforma reacciona frente a las deficiencias 238.491 a esa fecha. Se supone que el del anterior sistema previsional, creado antiguo sistema habr‡ pagado las œltimas junto con el sistema de salud en 1924 a ra’z pensiones alrededor del a–o 2038. de la "cuesti—n social". Por otro lado, hay que distinguir entre Con el tiempo se fueron multiplicando las sistema obligatorio y no obligatorio. Todos cajas de previsi—n, llegando a existir en los trabajadores dependientes est‡n obliga- 1979 m‡s de cien reg’menes diferentes en dos a cotizar imposiciones; los trabajadores un total de 32 instituciones. Adem‡s de la independientes pueden cotizar voluntaria- evidente sobrecarga administrativa y de los mente. Ambos cuentan adem‡s con diversos beneficios desiguales segœn los distintos instrumentos de ahorro. reg’menes de prestaci—n, el antiguo sistema de reparto enfrentaba problemas de El sistema obligatorio abarca tanto el financiamiento. Una de las razones era antiguo sistema de reparto, administrado por demogr‡fica; la relaci—n entre imponentes y el Instituto de Normalizaci—n Previsional pensionados se redujo de 10,8 en 1960 a 2,2 (INP) y las dos cajas de previsi—n de las en 1980. En la medida en que las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad, cotizaciones y la rentabilidad de las como el nuevo sistema de capitalizaci—n inversiones no cubr’an el pago de las individual. Dada la preeminencia de este pensiones, se elevaba el aporte pœblico, œltimo, se considerar‡ la seguridad previ- contribuyendo as’ a la crisis fiscal. Eliminar sional solamente en este ‡mbito. el dŽficit presupuestario implicaba pues una reforma del sistema previsional. Como ya se ha dicho, en el caso del sistema de pensiones basado en la capitalizaci—n El nuevo sistema pretende, en tŽrminos individual, cada individuo cotiza sus contri- propositivos, afianzar la responsabilidad y el buciones en una cuenta individual, adminis- control del individuo. La afiliaci—n al nuevo trada por una AFP libremente elegida. Al sistema es obligatoria para todos los tŽrmino de la vida activa dicho capital le es trabajadores dependientes y optativa para devuelto al afiliado o a sus beneficiarios los independientes. El trabajador puede ele- mediante una pensi—n de vejez, invalidez o gir libremente la Administradora de Fondos supervivencia. Por tratarse de una capitali- de Pensi—n (AFP) que recibir‡ sus cotiza- zaci—n individual, el monto de la pensi—n ciones. Ella las invertir‡ en el mercado de depender‡ principalmente del monto del capitales y le pagar‡ finalmente una pensi—n ahorro realizado. Esta relaci—n se encuentra acorde con el monto de las imposiciones y mediada por la tasa de rentabilidad que las tasas de rentabiliad financiera. El sistema haya tenido la inversi—n de esos fondos por asegura efectivamente la opci—n individual y las AFP. Estas son sociedades an—nimas con el control el cotizante de su ahorro con fines fines de lucro, cuyo objetivo exclusivo es la previsionales. administraci—n de los fondos y el pago de las prestaciones establecidas. Ellas cobran una comisi—n a los afiliados por su gesti—n; La seguridad previsional como sin embargo, debe estar separado el opci—n individual patrimonio de la AFP y el fondo de pensiones que ella administra. El estudio de la seguridad previsional exige dos distinciones iniciales. Por un lado, debemos distinguir el antiguo y el nuevo El Estado regula, garantiza y financia sistema. Actualmente ambos coexisten, sin parte del actual sistema embargo la œnica posibilidad que tienen los trabajadores es la afiliaci—n a una AFP. Dado el lugar preponderante que ocupan las

ÒLa protecci—n frente a las amenazas: salud y previsi—nÓ 167 AFP en el nuevo sistema, el Estado regula y del PIB en el a–o 2015. (Estimaciones de la fiscaliza su funcionamiento a travŽs de la Superintendencia de Administradoras de Superintendencia de AFP. Adem‡s garantiza Fondos de Pensiones, 1997) El Fisco debi— el financiamiento de ciertos beneficios como desembolsar en 1996 un poco m‡s de un son la pensi—n m’nima, la rentabilidad bill—n de pesos, es decir 2.000 millones de m’nima y algunos conceptos en caso de d—lares. (Ver CUADRO 47). quiebra de una AFP o compa–’a de seguros. El aporte estatal a la previsi—n es aœn m‡s El dŽficit previsional que el Estado debe considerable si se calcula el financiamiento financiar anualmente es bastante que anualmente el Estado aporta a las dos considerable. Este dŽficit fiscal est‡ cajas de las Fuerzas Armadas, de Orden y compuesto por el pago de bonos de Seguridad. A lo anterior hay que sumar el reconocimiento (retribuci—n que el Estado costo para el Fisco de las pensiones m’nimas hace por los ahorros que los cotizantes en para aquellos a los que, siendo cotizantes AFP hicieron en el antiguo sistema) y el del nuevo sistema y teniendo 20 a–os como aporte estatal directo para pagar a los tales, el ahorro producido no les alcanzar‡ 852.933 pensionados del anterior rŽgimen para financiar una pensi—n m’nima. Es de pensiones. Este dŽficit previsional anual necesario recordar que el Estado garantiza a alcanz— al 3,36 % del PIB en 1997. El se todos los que cumplen ciertos requisitos la mantendr‡ en el tiempo hasta llegar al 1% pensi—n m’nima.

CUAD RO 47 DŽficit prev isiona l estata l y s us co mponen te s (En miles de pe sos , sep tie mbre 199 7)

Bono s d e Aporte Estatal DŽficit co mo A„O Reco noc imien to dire cto DE FICIT % Monto % Mo nto % PR EVISIONA Lde l PIB (1) 19 81 78 1.977 0,34 %22 6.922 .28 599 ,6 7 % 22 7.704 .26 21,50 % 19 82 11 .0 06.160 4,50 %23 3.773 .57 195 ,6 7 % 24 4.779 .73 22,01 % 19 83 21 .4 35.587 6,58 %30 4.451 .12 693 ,4 7 % 32 5.886 .71 32,54 % 19 84 27 .6 08.398 6,30 %41 0.707 .56 593 ,6 7 % 43 8.315 .96 33,42 % 19 85 32 .9 49.008 5,37 %58 0.305 .82 594 ,5 6 % 61 3.254 .83 44,41 % 19 86 46 .5 42.054 7,65 %56 2.164 .38 092 ,2 8 % 60 8.706 .43 44,23 % 19 87 63 .9 88.294 10 ,9 9 % 51 8.305 .97 888 ,9 0 % 58 2.294 .27 23,70 % 19 88 75 .1 22.541 10 ,9 1 % 61 3.559 .83 588 ,9 8 % 68 8.661 .58 13,78 % 19 89 77 .9 41.036 13 ,9 4 % 48 1.029 .85 485 ,9 0 % 55 8.970 .89 02,93 % 19 90 91 .2 36.120 13 ,4 0 % 58 9.838 .85 586 ,7 5 % 68 1.074 .97 53,78 % 19 91 88 .6 31.376 11 ,8 4 % 65 9.648 .99 988 ,1 5 % 74 8.262 .37 63,75 % 19 92 11 1.027 .64 413 ,5 4 % 70 8.877 .86 986 ,4 2 % 81 9.905 .51 33,59 % 19 93 14 6.117 .21 316 ,4 0 % 74 4.646 .72 983 ,5 3 % 89 0.763 .94 23,67 % 19 94 17 2.961 .51 218 ,0 5 % 78 5.030 .40 381 ,9 1 % 95 7.991 .91 43,62 % 19 95 19 9.801 .17 819 ,5 3 % 82 3.299 .04 280 ,5 8 % 1.02 3.1 00.22 03,64 % 19 96 21 5.130 .99 721 ,0 9 % 80 5.166 .07 879 ,2 6 % 1.02 0.2 97.07 53,35 % Crec imiento prom . a nua l 45 ,4 2 % 8,81 %10 ,3 6 % 3,36 % (8 1-96)

Crec imiento prom . a nua l 19 ,4 1 % 4,07 %7,06 %3,60 % (9 0-96)

( 1) Es tad’s ticas y Boletin Estad’stico de la Superintendenc ia de Segur idad Soc ial y Bolet’n Es tad’s tico del Banco C entral de C hile

Fuente: Elabor aci—n de la Superintendencia de AFP, sobre es tad’sticas de la Superintendenc ia de Segur idad Soc ial, 1997

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 168 El porcentaje de personas que no alcan- asistencial del Estado, siempre que cumpla zar‡n a completar el ahorro necesario los requisitos que Žste exige para estos para obtener una pensi—n m’nima, de casos. acuerdo con las estimaciones de algunos autores, se encontrar’a entre un 30% y El valor actual (1997) de esta pensi—n fue un 40% de los afiliados del sistema, es de $ 21.974,17, uniforme para todos los decir entre 1.700.000 y 2.300.000 beneficiarios. El nœmero de pensiones afiliados. (Gert Wagner, 1991; Salvador pagadas a diciembre de 1966 era de 328.595 Zurita 1994) personas, desglosadas de la siguiente forma:

En otras palabras, si los trabajadores · Pensiones de vejez: 155.688 cumplen con el requisito de los 20 a–os de · Pensiones de invalidez: 172.907 cotizaci—n (sumando los per’odos de imposici—n en el antiguo y nuevo sistema), ÀC—mo evaluar el actual sistema? pero su ahorro no es suficiente para que la AFP pague toda la pensi—n m’nima, el Muchos entendidos en la materia se–alan Estado deber‡ hacerse cargo de la diferencia que para evaluar el sitema de AFP habr‡ que y esto afectar’a a entre el 30 y 40 % de los esperar el ÒrŽgimen de equilibrioÓ, que es afiliados. Valdr’a la pena realizar un estudio aproximadamente de 30 a–os. m‡s definitivo y oficial ya que los c‡lculos que aqu’ se entregan son muy significativos. Sin embargo, la evaluaci—n que actualmente se puede hacer de la seguridad que ofrece el El monto de la pensi—n m’nima corresponde nuevo sistema previsional para enfrentar a partir de diciembre de 1997 a: adecuadamente los riesgos de vejez, inva- lidez y muerte debe considerar dos aspectos. · $ 55.037,84 para afiliados menores de Un primer indicador es la tasa de cober- 70 a–os, y tura, medida como relaci—n entre el nœmero · $ 60.896,33 para afiliados mayores de de personas cubiertas y la fuerza de trabajo 70 a–os. ocupada. Considerando s—lo los cotizantes, en 1996 el viejo sistema cubr’a 4,9% y el A fines de 1997 se estaban pagando 71.047 nuevo sistema, 55% de la fuerza de trabajo. pensiones m’nimas, entre las cuales 17.263 A ello habr’a que sumar los cotizantes de las correspond’an a beneficiarios de garant’as Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad. estatales. Ello representa una cobertura baja. Cerca del 65% de la fuerza de trabajo estar’a El Fisco debe, adem‡s, hacerse cargo de las cubierta por los sistemas previsionales. (O. pensiones asistenciales para inv‡lidos y Mac’as y M. Salinas,1997) ancianos carentes de recursos, es decir, para aquellos que no pudieron cotizar en un No obstante lo anterior, es importante sistema obligatorio. TambiŽn puede ser se–alar que se podr’a depurar la medida de extendible este tipo de pensiones a aquellos cobertura en el sistema de capitalizaci—n que no lograron permanecer 20 a–os en el individual. Al utilizar la estad’stica de coti- sistema de AFP. zantes se estar’a subestimando la cobertura efectiva ya que solo incluye a aquellos Como se ha dicho, es Žsta una de las afiliados que cotizaron en un mes en condiciones b‡sicas para lograr tener dere- particular por remuneraciones devengadas cho por lo menos a una pensi—n m’nima en los meses anteriores, por lo que se puede garantizada por el Estado. Si no se cumple estar excluyendo a trabajadores que s’ este per’odo y fue cotizante en alguna AFP, percibir‡n los beneficios del sistema a pesar el Estado no garantiza la pensi—n. Ser‡ de no haber cotizado en un determinado entonces la Administradora la que se har‡ mes. (O. Mac’as y M. Salinas, 1997) cargo de pagar la pensi—n m’nima hasta que se agoten los fondos ahorrados por el Segœn la Encuesta CASEN 1996, el 65% de cotizante. DespuŽs, la persona en esta la poblaci—n respondi— positivamente a la situaci—n deber‡ esperar la pensi—n pregunta Àse encuentra cotizando en algœn

ÒLa protecci—n frente a las amenazas: salud y previsi—nÓ 169 sistema previsional? Por lo tanto, 3.650.000 0,53% del patrimonio de las AFP y afectar’a trabajadores estar’an cubiertos con algœn a un porcentaje considerable de la fuerza tipo de previsi—n. Alrededor de 2.000.000 laboral. En tercer tŽrmino, podr’a explicarse de trabajadores estar’an sin cobertura. esta situaci—n de baja cobertura pues muchas empresas peque–as no han La explicaci—n de esta situaci—n hay que declarado tener trabajadores con contrato encontrarla en tres factores. En primer lugar, formal de trabajo. Esta informalidad de la baja cobertura de los trabajadores muchas micro o peque–as empresas podr’a independientes (s—lo un siete por ciento), explicar otra parte del porcentaje de siendo que Žstos representan alrededor del poblaci—n desprotegida. 27% de la fuerza de trabajo en 1996. En segundo lugar, la morosidad en el pago de Un segundo indicador para evaluar el actual las cotizaciones por el empleador. La sistema es la tasa de reemplazo. Ella indica morosidad acumulada asciende a 145 la proporci—n de la pensi—n en relaci—n con millones de d—lares, que representan un la remuneraci—n laboral imponible. Un

CUAD RO 48 Evoluci—n de co tiz an tes y afiliado s

Nuev o s istem a d e In stitu to de No rma lizac i—n A„O pe ns ion es (1) Prev isiona l (e x Cajas de Previsi—n) (3) Nœme ro de afiliado sNœme ro de co tiz antes (2) 19 79 - - 2.29 1.1 84 19 80 - - 2.22 6.9 31 19 81 1.40 0.0 00 - 73 1.939 19 82 1.44 0.0 00 1.06 0.0 00 48 8.856 19 83 1.62 0.0 00 1.23 0.0 00 47 7.798 19 84 1.93 0.3 53 1.36 0.0 00 45 9.480 19 85 2.28 3.8 30 1.55 8.1 94 45 4.409 19 86 2.59 1.4 84 1.77 4.0 57 44 8.829 19 87 2.89 0.6 80 2.02 3.7 39 44 1.728 19 88 3.18 3.0 02 2.16 7.5 68 42 1.012 19 89 3.47 0.8 45 2.26 7.6 22 39 0.061 19 90 (4) 3.73 9.5 42 2.28 9.2 54 36 7.833 19 91 4.10 9.1 84 2.48 6.8 13 35 0.528 19 92 4.43 4.7 95 2.69 5.5 80 33 6.288 19 93 4.70 8.8 40 2.79 2.1 18 30 8.703 19 94 5.01 4.4 44 2.87 9.6 37 27 9.742 19 95 5.32 0.9 13 2.96 1.9 28 28 2.659 19 96 5.57 1.4 82 3.12 1.1 39 25 8.887 Sept. 1 997 5.71 4.6 89 3.20 9.2 78 235 .70 3 (5)

Nota: 1) A dic iembr e de c ada a–o 2) C orr esponde al total de afiliados que c otizaron en diciembre de c ada a–o por remuner aciones de meses anteriores 3) Promedio anual 4) Dato de cotizantes a noviembre de 1990, puesto que en dic iembr e de ese a–o s e realiz— un proceso extr aor dinar io de ac lar aci—n de rezagos , por lo cual la cifra a diciembre no es repr esentativa 5) Corr es ponde al pr omedio enero- julio 1997

Fuente: Estad’sticas de la Superintendenc ia de Seguridad Social y Bolet’n estad’stico de la SAFP, 1997

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 170 rasgo t’pico del sistema de capitalizaci—n adicional de asegurar cierta previsi—n para el individual radica en la ausencia de un monto futuro mediante activos no financieros de la pensi—n fijado de antemano. Aunque como, por ejemplo, los bienes ra’ces. Ahora no contempla beneficios definidos, se bien, todos estos instrumentos operan m‡s dise–— para que el trabajador reciba al final como inversiones financieras que como de su vida activa en promedio un 70% de su mecanismos de seguridad. remuneraci—n. Para cumplir con dicho objetivo, se presupone una tasa de renta- De manera complementaria a los mecanis- bilidad de un 4% a 5% real anual y una mos rese–ados se mantienen formas de densidad de cotizaciones de 30 a 40 a–os. beneficiencia social, destinadas a las De acuerdo con una muestra parcial de personas de ingresos insuficientes para 1994, el sistema de capitalizaci—n individual asegurar una prevenci—n m’nima de los estar’a cumpliendo la tasa de reemplazo riesgos de vejez, invalidez y supervivencia. prevista. A ello ha contribuido la excep- Aparte de las rentas m’nimas y asistenciales cional tasa de rentabilidad (12% promedio recientemente se pusieron en marcha algu- real anual desde los inicios del sitesma a la nas iniciativas de solidaridad con los m‡s fecha) obtenida por el sistema de AFP pobres, entre ellas un Fondo Nacional del gracias al auge del mercado de capitales. Adulto Mayor y un Fondo Nacional de Discapacidad.

Otros instrumentos previsionales En resumen, existe una amplia gama de mecanismos que permiten obtener una segu- Adem‡s del sistema obligatorio de previ- ridad previsional de cara al futuro. Su rasgo si—n, existe un conjunto de otros instru- sobresaliente reside en la sustituci—n de la mentos voluntarios de ahorro y seguro. solidaridad intergeneracional de anta–o por Entre las rentas de ahorro se encuentran los la responsabilidad individual. Ahora, la dep—sitos a plazo y las cuentas de ahorro a seguridad previsional est‡ anclada en el plazo. Los contratos de ahorro se realizan esfuerzo personal, pero tambiŽn en los con el sistema financiero privado pero ciclos econ—micos. Es menester preguntarse cuentan (hasta cierto l’mite) con una si estos anclajes son suficientes. garant’a del Estado. Su importancia radica m‡s en el ahorro a corto plazo que como previsi—n a largo plazo. La desconfianza en el sistema previsional

Como ahorro previsional se ofrecen las En primer lugar, conviene recordar que, cuentas de ahorro voluntario del sistema de segœn la encuesta FLACSO de 1995, la AFP, que permiten complementar la cuenta mayor’a de los entrevistados constata que de capitalizaci—n individual con el fin de goza de una situaci—n previsional mejor que incrementar el monto de la pensi—n. Este la de sus padres. No hay pues una nostalgia ahorro participa de las oportunidades y del pasado, pero tampoco seguridad. A riesgos del mercado de capitales y cuenta pesar de que las personas disponen de con garant’a estatal en relaci—n con la muchas y variadas oportunidades de previ- rentabilidad m’nima y a la seguridad del si—n, ellas no se sienten seguras frente a las ahorro en el caso de quiebra de la AFP. amenazas propias de la vejez, la invalidez y la muerte prematura. Las personas pueden tambiŽn invertir directamente en acciones o en cuotas de Segœn una encuesta del Centro de Estudios fondos mutuos como una alternativa de aho- de la Realidad Contempor‡nea (CERC) de rro. Este mecanismo suele ser m‡s arries- diciembre de 1996, solamente un 30% de gado y, por lo mismo, promete mayor los entrevistados manifestaba bastante con- rentabilidad. Otro ‡mbito de previsi—n fianza en que las AFP entregar’a beneficios voluntaria lo constituyen las mœltiples reales a sus afiliados. En cambio, 44% de formas de seguros, algunos vinculadas a los entrevistados ten’a poca confianza y un sistemas de ahorro. Finalmente, los grupos 10% ninguna confianza. Consecuente con lo de mayores ingresos tienen la posibilidad anterior, el 27% de los entrevistados ten’a

ÒLa protecci—n frente a las amenazas: salud y previsi—nÓ 171 una opini—n positiva del desempe–o de las razones. En primer lugar, es menester AFP, un 42% ten’a una imagen regular y el mencionar el hecho de que los hogares 15% una imagen negativa. Estos resultados chilenos no suelen poder apoyarse en una son algo m‡s favorables al sistema de AFP acumulaci—n sostenida de capital a lo largo que los que arroj— similar encuesta a fines de dos o m‡s generaciones. El patrimonio de 1995. No obstante, la desconfianza heredado parece ser escaso. persiste. En segundo lugar, cabe recordar la cobertura limitada de los trabajadores independientes y la no cotizaci—n de muchas empresas de la CUAD RO 49 econom’a informal, como tambiŽn las Evaluac i—n d el sis te ma de previsi— n deudas de cotizaci—n previsional de muchas ÒL os in gre so s e n la vejez pe rmitir‡n cu brirÓ empresas del sector formal de la econom’a. Ni siqu iera las ne ce sid ade s b‡sica s 37 ,0% Ello conforma un porcentaje de trabajadores desprotegidos cercano al 35% de la fuerza S—lo la s n ec esidad es b‡ sic as 36,1% laboral.

La s necesida des b‡ sicas y da rse algu nos gu stos 16,0% Para la mayor’a de los afiliados, la Vivir h olg ad ame nte 7 ,1% inseguridad podr’a estar vinculada al hecho de que el sistema no establece un monto NS/N C 3 ,8% determinado de las pensiones. En el sistema de reparto se sabe de antemano el beneficio Fuente: Encues ta nacional s obr e Seguridad H umana, CEP- PNU D, 1997 que recibir‡ el afiliado. En el sistema de las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad existen beneficios definidos segœn de los Segœn la encuesta de CEP-PNUD de 1997 a–os de cotizaci—n del imponente. (ver CUADRO 49), siete de cada diez Posiblemente el beneficio sea mayor en el entrevistados estiman no poder cubrir sus nuevo sistema de previsi—n que en el de necesidades o poder cubrir solamente sus reparto. En la medida en que el monto de las necesidades b‡sicas durante la vejez. La pensiones dependa de las tasas de insuficiencia de los ingresos para entonces rentabilidad del mercado de capitales, el inquieta especialmente a los entrevistados esfuerzo personal podr’a perder buena parte de mayor edad (81%), de nivel socioeco- de su valor y aparecr subordinado a los n—mico bajo (82%) y en zonas rurales ciclos inestables de la econom’a. (83%). En cambio, dos tercios de los entrevistados de nivel socioecon—mico alto La inseguridad subjetiva no es arbitraria. son optimistas. A este sector pertenece la Estudios demuestran que un 1% de diferen- mayor’a de los entrevistados que imponen cia en la rentabilidad obtenida por un en algun sistema previsional (76%), los que afiliado durante toda su vida activa afecta en han contratado un seguro especial de vejez un 20% el monto de su pensi—n futura (36%), los que han comprado algœn bien (O.Mac’as y M. Salinas, 1997). Por cierto, ra’z con ese prop—sito (44%) o los que lo decisivo es la rentabilidad a largo plazo, disponen de ahorros para la vejez (45%). La que con 12% de promedio anual desde 1981 mayor’a de los entrevistados, por el a la fecha, genera buenas perspectivas. No contrario, no cuentan con tales oportu- obstante ello no disminuye la preocupaci—n nidades de seguridad. Un 76% de las por los vaivenes a corto plazo, m‡s aœn personas entrevistadas no tiene ahorros y el cuando las turbulencias econ—micas escapan 90% no dispone ni de seguros ni de algœn en parte al control nacional. bien inmueble para la vejez.

Falta de participaci—n e informaci—n ÀUn futuro inseguro? Pareciera que falta informaci—n o canales La inseguridad previsional que reflejan las de participaci—n en fondos sociales encuestas de opini—n responde a varias aportados por los trabajadores. Ellos no

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 172 tienen en la actualidad nada que decir sobre los entrevistados est‡ de acuerdo con la sus ahorros. Este sistema puede aparecer afirmaci—n de que "existe un descono- como un mecanismo elitista y cerrado en su cimiento general de los beneficios que gesti—n. Para el buen funcionamiento del otorgan las AFP a sus afiliados". Esta sistema se requiere conquistar la confianza desinformaci—n alimenta la sospecha de los afiliados a travŽs de una mayor y expresada por el 65% de las personas oportuna informaci—n m‡s alla de la cartola. entrevistadas, que est‡n de acuerdo con la Un ejemplo podr’a ser la entrega de frase "siento que hoy me sacan m‡s plata de informaci—n sobre estimaciones de lo que yo obtendrŽ a futuro". jubilaciones posibles a partir del actual monto de cotizaciones y de lo que se podr’a En resumidas cuentas, la gente participa de imcrementar si se agregara ahorro un sistema previsional que est‡ cumpliendo voluntario. Esto ayudar’a a gestionar y a satisfactoriamente los objetivos desde el prever el monto de la pensi—n futura. punto de vista econ—mico, pero que no responde con igual grado de satisfacci—n a De no considerar la subjetividad de los las demandas subjetivas de seguridad. La afiliados, podr’a crearse la imagen entre la gente no percibe que el sistema previsional gente de que el nuevo sistema de previsi—n le asegure una vejez apacible. La distancia ata–e menos a la seguridad de las personas y entre el sistema previsional y las personas m‡s al crecimiento de la econom’a o los puede estar motivando el alto nœmero de intereses de los due–os de las traspasos de los afiliados. Los traspasos Administradoras. aumentaron de 387.955 en 1990 a 1.569.185 en 1996. Es decir, ese a–o porcentualmente En efecto, la reforma ha permitido un gran la mitad de los cotizantes cambiaron de logro: desarrollar un mercado nacional de AFP. Un 60% de ellos llevaba un a–o o capitales. Al 31 de diciembre de 1997 menos en su AFP de origen. Considerando los fondos de pensiones tien’an acumulados que dichos traspasos incrementan notable- activos equivalentes a 30.800 millones de mente los gastos comerciales de las AFP, d—lares, con un aumento de un 9.3% en llegando a representar casi la mitad de los tŽrminos reales respecto de igual fecha de costos operativos del sistema, se estipul— 1996. El ahorro forzoso ha realizado pues una regulaci—n m’nima a fines de 1997. Ella una acumulaci—n impresionante. permite salvaguardar la eficiencia econ—- mica del sistema, pero no aborda el La gente se siente desinformada, segœn una problema subyacente. encuesta de Adimark de 1994, un 75% de

ÒLa protecci—n frente a las amenazas: salud y previsi—nÓ 173 CAPITULO 8

Realizaci—n de las oportunidades en educaci—n, trabajo y consumo

ÒRealizaci—n de las oportunidades en educaci—n, trabajo y consumoÓ 175 LA REALIZACION DE LAS OPORTUNIDADES EN EDUCACION, TRABAJO Y CONSUMO

Los mecan ismos de seg uridad suelen com - com partir cierta trad ici—n cultur al, particular- bin ar dos tareas: ofr ecer u na pro tecci— n b‡sica men te el lenguaje y la historia n acional, cierta contra las amenazas y permitir la realizaci—n interpretaci—n del mu ndo actual y expectativas de las op ortunidades ofrecidas. P or razones sim ilares del f uturo, en fin, a compartir un pr‡cticas, pareci— conveniente distinguir las "sentido comœn" y, por tanto, a desarro llar un dos caras. DespuŽs de haber analizado la sen timien to de arraig o y pertenen cia. P or eso , seguridad que brindan los sistemas de salud y la educaci—n ha sido, desde la In depend encia, previsi—n frente a los riesgos, este cap’tulo una escuela de ciudad an’a. enfoca la Seguridad Humana desde el punto de vista de la realizaci—n de las oportunidad es. La seguridad en educaci—n es fundamental- El an‡lisis aborda tres ‡reas que la gente iden- mente anticipatoria; ella concierne a las tif ica co mo par ticularmente relev antes en tŽr - opciones que ab re la educaci—n a la pr— xima min os de las op ciones que abren: la edu caci— n, gen eraci— n. La insegu ridad, en cambio, radica el trabajo y el consu mo. A contin uaci—n se en el presente. Ella abarca el miedo a no poder trata de indagar, en cada caso, el abanico de costear un colegio adecuado o que los hijos no oportunid ades existentes y la percepci— n de las cumplan el rendimiento exigido y deban per sonas acerca de su s opciones con el fin de abandonar prematuramente la escuela y que la poder establecer el grado de seguridad calidad de la ense–anza escolar no facilite el ofrecido. ascenso s ocial.

En consecuencia, la segurid ad humana en edu caci—n ha de considerar al men os tres 1. LA SEGURIDA D EN EDUCACI ON aspectos. En primer lugar, las personas han de tener las oportunidades de acceder al capital La educaci—n combina como pocos campos cultural necesario para su desemp e–o laboral y una dimensi—n instrumental y subjetiva. Por de acreditarlo. Ello implica, como segundo un lado, ella entrega los conocimientos nece- factor, que el sistema educacional ofrezca y sar ios para que las p ersonas se incorpo ren fomente una igualdad de oportunid ades. En aco rde co n sus capacidades al sis tema pro duc- tercer lugar, las personas deben poder adquirir tiv o del pa’s. El apr endizaje escolar es tal vez las predisposiciones, experiencias y pr‡cticas, la herram ienta principal qu e tien e la g ente p ara en suma, los h‡bitos requer idos p ara manejar ganarse la vida. Por otro lado, la educaci—n las opciones abiertas por los sistemas sociales. tiene una fuerte den otaci— n simb —lica. Ella rep resenta un m ecanis mo privilegiado para la adquisici—n de identidad personal y colectiva y Una amplia cobertura par a la integraci—n ciudadana. Es sabida la im portan cia qu e el imaginario En la med ida en que la educaci—n determ ina colectivo y el discurso oficial atribuyen a la de manera impor tante a trav Žs de los t’tulos edu caci—n . No o bstante, el sistem a educativo escolares la condici— n social y los ingresos chileno alcanza una cobertu ra satisfactoria d e econ—mico s de la persona, ella siempre fue la poblaci—n reciŽn en las œltimas dŽcadas. A apreciada como canal de movilidad social. fin es del siglo XIX, de un mill—n y med io de Esta vinculaci—n entre nivel educacional y habitantes que ten’a Chile, un 25% se nivel socioecon—mico es confirmad a por encontraba en edad escolar, pero s—lo el 13% an‡lisis recien tes. N o obstante, la edu caci—n es de la poblaci—n acced’a a una educaci—n m‡s que u n instrumento a disposici—n del formal. Se suceden diversas iniciativas que, desarrollo individual. Representa simult‡- acicatead as por la "cuesti— n social", d esem- neamente la forma fundamental de socia- bocan en 1920 en la Ley de Instru cci—n lizaci—n (junto con la familia) p ara in tegrar a Primaria Obligatoria, que establece una tod o individuo a la v ida so cial. Es med iante la edu caci—n gratu ita de seis a–os p ara personas educaci—n escolar que las personas aprenden a de ambos sexos.

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 176 En esa Žp oca, cerca d e la m itad d e la po- se prolonga y refuerza en la medida en que blaci—n es analfabeta. Una de las razones que aumenta el nivel educacional. El problema se imp iden u na cob ertura mayor es la falta de in- viene arr astran do des de los comienzos d el fraestructura. La creaci—n de una sociedad sis tema educacional chileno . con structora de estab lecimientos educacio- nales en 1937 impulsa una expansi—n de Todav’a en 1994, la oferta educacional en las escuelas y liceos, permitiendo aumentar y zonas rurales garantiza s—lo seis a–os de div ersificar la matr’cula. En los a–os 50 y escolarid ad cuando el promedio nacional de la especialm ente a partir de la reforma educa- poblaci—n econ—micamente activa es superior cional de 1965 tiene lugar una fuerte a los nueve a–os de escolaridad (ver CUA- exp ansi—n de la matr’cula tanto en educaci—n DRO 50). primaria y secu ndaria como, por s obre todo, edu caci—n super ior. A ctualm ente, existe una A p esar d e los esfuer zos realizad os sig ue cob ertura relativamen te satisfactoria, al menos hab iendo tasas signif icativ as de analfa- en la edu caci—n b‡sica (97%) y media (7 9%), betismo. Entre 1987 y 1994 el analfabetismo y un avance menor en educaci—n superior disminuye del 6% al 4,4 % de la poblaci—n (27%). mayor de 15 a–os como promedio nacional; en cam bio, s —lo baja del 14,6% al 12 ,1% en la Un acceso desig ual pob laci—n rural. Visto desd e otro ‡ngulo: mientras que en el quintil m‡s rico de los Las tasas globales de cober tura n o dan cuenta, hog ares apenas existe analf abetis mo (0,7%), sin embargo, del acceso muy desigual al siste- en el quintil de ingresos m‡s bajos el anal- ma educativo. Ya en el momento de ingresar a fabetismo alcanza en 1994 todav’a al 8% de la la escuela, punto de partida y condicio nante de poblaci—n de 15 y m‡s a–os. En estos sectores la biograf’a po sterio r, no existe una igualdad tambiŽn es mayor la tasa de repetici—n y de opor tunidades. La desig ualdad in icial des erci—n escolar.

CUAD RO 50 Esco larida d med ia de la poblaci—n de 15 a– os y m‡s , por zona y s egœ n quintiles d e ingres o, 198 7-199 4

URBANA RURAL TOTAL Quintil 1987 1990 1992 1994 1987 1990 1992 1994 1987 1990 1992 1994

I 7,1 7,9 8,1 7,9 5,2 5,7 5,9 5,8 6,5 7,3 7,4 7,3 II 7,7 8,5 8,5 8,5 5,4 5,8 5,9 6,1 7,1 7,9 7,9 8,0 III 8,3 9,0 9,1 9,2 5,5 6,0 6,1 6,3 7,8 8,5 8,6 8,7 IV 9,4 10,0 10,0 10,3 6,2 6,7 6,6 7,2 9,0 9,6 9,6 10,0 V 11,8 12,3 12,1 12,3 8,5 9,1 8,9 10,2 11,6 12,1 11,9 12,2

PAIS 9,0 9,6 9,6 9,7 5,6 6,3 6,3 6,4 8,3 9,0 9,0 9,2

Nota: Al analizar por l’nea de pobreza o quintil de ingreso no se considera el servicio domŽstico ni su grupo familiar

Fuente: MIDEPLAN, Encuestas CASEN 1987-1994

ÒRealizaci—n de las oportunidades en educaci—n, trabajo y consumoÓ 177 La desigualdad de oportunid ades se refleja en Sis tema p œblico y privado la calidad del sistema educativo. Las mediciones (SIMCE) que evalœan el rendi- Teniendo en vista tal situaci—n, el papel del miento escolar en el cuarto y octavo a–o de Estado es materia de controversia. Ya en el edu caci—n b‡sica mues tran u na cor relaci—n sig lo pas ado hay quienes reivindican la ins - entre niv el socioecon —mico y rend imiento trucci—n pœblica en nombre del progreso , la escolar. En cuarto b‡sico, entre 1989 y 1996 paz social y la unidad nacional y , por otra par - los alumnos del quintil m‡s pobre aumentan su te, quien es res altan el der echo d e la f amilia a rendimien to en 42 por ciento. Ello les permite decidir quŽ ense–anza prefieren dar a los hijos. solamente alcan zar lo s logr os obtenidos por el El "derecho a la educaci—n" y la "libertad de quintil m‡s rico en 1989, que entretanto ense–anza" son los dos principios que gu’an el increment— sus logros en 23 por ciento (ver desarrollo del sistema educacional. CUA DRO 51 ) . A f ines d e los a–os 3 0, la necesidad de imp ulsar la ind ustrializaci—n y d e afianzar el CUAD RO 51 rŽg imen d emocr‡tico confirm a el p apel Evaluac i—n d el ren dimie nto e sco lar s egœ n privilegiado del Estado. Paralelamente al nive l d e ing res os, S IMC E, 19 89-199 6 sis tema f iscal se des arrolla un s istema privado, fin anciad o pref erentemente por lo s padr es, co n Cuarto b‡s ic o un doble objetivo: en el ‡mbito cultural, Quin til 1 989 1 99 6 % a ume nto defender los valores profesados en el hogar y, en materia acad Žmica, facilitar el ingr eso a la I 6 1,48 75 ,7 7 23 ,2 4 II 4 9,97 65 ,8 8 31 ,8 4 edu caci—n super ior. III 4 7,50 64 ,8 9 36 ,6 1 IV 46 ,4 1 64,15 3 8,2 2 La preeminencia estatal se mantiene has ta V 42 ,9 2 60,86 4 1,8 0 1979, cuando el rŽgimen militar inicia la reor- gan izaci— n de la sociedad chilena. En la per s- Octa vo b‡s ic o pectiva de un "Estado subsidiario", el Minis- Quintil 19 89 199 6 % a umento ter io de Educaci—n tr aspasa la to talidad de los establecimientos educacionales a las munici- I 6 0,16 62 ,6 9 4,21 II 4 9,80 52 ,9 2 6,27 palidades. TambiŽn aumenta la subvenci— n al III 4 8,32 52 ,2 3 8,09 sector privado. Modifica asimismo el finan- IV 47,72 5 1,5 3 7,9 8 ciamiento de la educaci—n superio r, facilita la V 44,76 4 9,9 3 11 ,55 creaci—n de universid ades p rivadas y en trega muchos es tablecimientos de educaci—n tŽcnica Fuente: Ministerio de Educaci—n, 1997 a o rganizaciones empr esariales. El Estado con serva œnicam ente u na fun ci—n r egulad ora y, mediante el sistema de subvenciones, una Las difer encias en la infraestructura ( tipo d e responsab ilidad econ— mica s ubsidiaria. aulas, so portes tecno l—gico s) y d e capital cultural (socializaci—n fam iliar, tama– o de los Los gobiernos d emocr‡ticos duplican el gasto cur sos, calidad de la ense– anza) aumenta la pœblico en educaci—n e introducen importan tes brecha con los grados de escolaridad. En modificaciones en el sistema educacional octavo b‡sico, las desigualdades son todav’a vig ente. A partir de 1996 s e da inicio a una m‡s llamativas. Los alumnos del q uintil m‡s profunda restructu raci—n del sistema bajo aumentan s u rend imiento en 1 1,55 % edu cacion al que puede tener impor tantes entre 1989 y 1996, pero no alcanzan el nivel repercusiones en la igualdad de oportun idades que ya ten’an inicialmente los alumnos del en el futuro. quintil m‡s alto. Actualmen te el sistem a educacional com - A f ines d e la educaci—n primaria ya est‡ pues prende alrededor de diez mil establecimientos , fijada, en grad o impo rtante, la trayectoria de los cuales el 57% son municipales, 33% futura de los j—venes , aunq ue gracias a las particulares subvencionados y 2% corres- importantes inversion es realizadas en educa- ponden a corporaciones, generalmente gre- ci— n, la distan cia disminuy e paulatinam ente. mio s empr esariales, f inanciadas m ediante DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 178 con venios . Es d ecir, la gran mayo r’a de la M‡s cr’tica es la opini—n respecto de la forma- pob laci—n escolar es atendida por los colegio s ci—n religiosa y de h‡bitos; apenas la mitad mun icipales o colegio s priv ados con sub ven- de los encuestados percibe una mejor’a. En ci—n estatal. S—lo los hogares con ingresos general, una vasta mayor’a de la poblaci—n va- altos pueden en viar a los h ijos a coleg ios lor a positivamente la refor ma edu cacion al de par ticulares pagados, que n o son m‡s qu e el 1996, esperando que la extensi—n de la jornada 8% del to tal de los establecimien tos. escolar m ejore el niv el de la edu caci—n .

En la edu caci—n super ior la tendencia s e Dicho reconocimiento no implica, empero, un invierte. Suelen ser los egresado s de los cole- sentimien to de seguridad. Segœn la encuesta gios particulares los que tienen las califica- mencionad a del DESUC-COPESA , tanto en ciones exigidas para poder optar a las princi- 199 5 como en 19 97 solamente la mitad de los pales universidades pœblicas. Existen, por su- entrevistados cree qu e la educaci—n que recib e puesto, o tras o pciones; en total, 93 univer- actualmen te su hijo le aseg ura un buen futuro sid ades, 73 ins tituto s prof esionales y 127 (ver CUADRO 53). cen tros d e form aci—n tŽcnica. En suma, las opo rtunid ades educacionales han m ejorad o, aunque todav’a de manera desigual. Por ello, CUAD RO 53 hay acuer do en la prioridad de la reforma La s egu rid ad ed uca ciona l edu cacion al como un mecanis mo decisivo La e duc aci—n qu e rec ibe ac tu alm ente su hijo, para asegurar cierta igualdad de Àle ase gura un bue n futuro ? oportunid ades a todos los chilenos y para 199 5 199 7 for talecer el d esarro llo de las p ersonas y la com petividad sis tŽmica del p a’s. S’ 54 ,4% 5 2,7% Le a yud a u n poc o 32,6% 3 6,1 % No 1 3% 1 1,2% ÀUn futuro seguro para los hijos? Fuente: DESUC- COPESA, 1995 y 1997 La opini— n pœblica reconoce los esfuerzos realizados. La gente estima que particu- lar mente en el ‡mbito educacional su situaci— n ha mejorado con respecto a la de sus padres. Ahora bien, la seguridad var’a enormemente segœn el tipo de colegio. As’, ocho de cada diez entrevistados con un hijo en un colegio CUAD RO 52 particular pagado (sea religioso o laico) est‡n Perc epc i—n d e u na situa ci— n personal satisfech os; en cambio, la mitad de los padres me jo r que la de lo s pad res (p orcen taje de quien es estim an mejor) con hijos en un colegio particular subvencio nado o municipal preferir’an otro Situ aci—n en ge neral 62% colegio. En efecto, las perspectivas de futuro Situ aci—n ed uca cio na l 77 % dep enden de la calidad del colegio. Este Situ aci—n la boral 58% condicion a, en concreto, el posible acceso a la Situ aci—n ec on— mica 57 % edu caci—n super ior y, por ende, a las Situ aci—n prev isiona l 56 % Situ aci—n ha bitacion al 5 4% posiciones privilegiadas de la sociedad . Dos ter cios d e los entrev istado s con hijos en un Fuente: Encuesta FLACSO 1995 colegio particu lar pagado est‡n seguros de que la educaci—n recibida les p ermitir‡ entrar a la universid ad. La propo rci—n baja a un tercio en el caso d e quienes tienen s u hijo en un coleg io Esta apreciaci—n sobre la mejor’a inter- par ticular subv encion ado y a una cuarta parte generacio nal es confirmada, desde otro par a los entrev istado s con hijo en un colegio ‡ngulo, por una encuesta del Centro de mun icipal. En estos casos ( que co mprend en a Estudios Pœblicos en diciem bre de 1996. Dos la mayor’a de la poblaci—n) m‡s de dos tercios tercios de los padres entrevistados opina que o n o est‡n segu ros de que el hijo ingresa a la sus hijos tienen una mejor educaci—n que la universid ad o b ien lo descartan d irectamente. suya en cultura general y calidad acadŽmica. (Ver CUADRO 54) ÒRealizaci—n de las oportunidades en educaci—n, trabajo y consumoÓ 179 par ece denotar un miedo al "contagio cu ltural" CUAD RO 54 y cierta inseguridad de posici—n social. Para Expe cta tiv as de ac ce der a la unive rs ida d algunos, considerando que la educaci—n superior opera como estrategia de dife- Con la edu ca ci— n q ue re cib e actualme nte su h ijo , À cree Ud. que en trar‡ a es tud iar a la un ivers ida d? ren ciaci— n social, la "mezcla" de difer entes niveles socioecon—micos pondr’a en entre- S ’ c on No est‡ N o dicho a la carr era un iversitaria como s igno d e se gurid ad s eg uro distinci— n. Para otros, exponer a sus hijos a Cole gio pa rticu lar p aga do 67,9% 28 ,7% 3,4% otr os estilos d e vida puede implicar el pelig ro Cole gio pa rticu lar s ubv enc io nad o 34,5% 48 ,6 % 1 6,9 % de unas expectativas inalcanzables. Cole gio mu nicip al 24 ,4 % 4 9,3% 26,3% N 82 5 CUAD RO 55 Fuente: DESU C-C OPESA 1997 Perc epc i—n de los padre s ace rca de los prob lem as en educa ci—n b‡s ic a, med ia y su perior La evaluaci—n de los padres depende de sus B‡sica Me dia Superior expectativas. Se trata de un campo complejo Fa lta d e sobre el cual algo nos informa el cuadro si- disc iplina 36 ,8 % 46 ,8% 2 9,2 % guiente con las apreciacion es que hacen los Fa lta inte rŽ s padres de los problem as en los colegios . Los po r estudios 3 3,9 % 51 ,1 % 22 ,1 % pad res visualizan preferentemente una f alta d e interŽs en estu diar y una f alta d e disciplina, la Dife ren cia n ive l so cial alumn os 3 1,7 % 41 ,0% 54 ,2% vio lencia entre los alumnos y las difer encias de nivel social. Llam a la atenci— n que la falta Fa lta m otiva ci— n profeso res 27,3% 3 3,4% 2 8,6% de disciplina se nombre como el princip al problema en la educaci—n b‡sica y como la Fuente: DESUC- COPESA 1997 seg unda p riorid ad en la ens e–anza media, esp ecialm ente p or pad res co n hijo s en colegio s mun icipales. Ello par ece in dicar un des - con tento con el coleg io com o elem ento d e La memoria del Estado docen te sub siste, disciplin amiento (en el doble sentido de preferentemente en la clase media. En u na "disciplina": riguros idad l—gica y control encuesta del Minister io de Educaci—n, rea- cor poral) . lizada en 1996 a los apoder ados d e colegios municipales y particu lares subvencionad os, En la ense–anza media el problema m‡s seis de cada diez entrevistados estiman que el men cionad o es la falta de interŽs en es tudiar ; Ministerio de Educaci—n es el ente responsable tema prioritario especialmente para los padres de la calidad d e la educaci—n en el pa’s (Jar a, con hijos en co legios particulares pagados. En C., 1997). El papel fundamental atribuido al este caso , los padres suelen realizar u na Estado no abarca a las municipalidades; los importante inversi—n econ—mica con la expec- establecimientos municipales tienen una valo- tativa de movilidad s ocial. Ellos esper an que raci—n m‡s bien baja. En la encuesta del CEP los hijos terminen la ense–anza media con de diciem bre 19 96, fr ente a la disyuntiva de buenas calificaciones a sabiendas de que Žsta escoger entre u n colegio mu nicipal y un rep resenta el p rincip al con dicion ante d el niv el colegio privado subvencionado, seis de cada socioecon —mico poster ior. La preo cupaci—n de diez padr es con hijos en ed ad escolar p refer’an los padres tambiŽn podr’a estar reflejando una el segundo. des motivaci—n r eal de los alumnos , que no estar’an vinculando su rendimiento escolar con sus oportunidades posterior es. Buena edu caci—n - igu aldad de oportu nidades Finalmente, cabe destacar otro problema mencionad o: la heterogeneid ad social de los Los antecedentes rese–ados indican que el alumnos. Es de lejos el tema principal de los sis tema educacional tiene d ificultades para padres con hijos universitarios. El juicio ofr ecer u na igu aldad de opo rtunid ades a los DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 180 chilenos. Esta realidad se refleja en los trata de seleccionar los medios adecuad os par a sondeos de opini—n: casi la mitad de los padres fines determinados, sino de redefinir conti- estima que el sistema educacional no ofrece nuamente medios y fines. seg uridad respecto del futu ro de sus hijos. Solamente los padres de nivel socioecon—mico alto est‡n convencido s de que la educaci—n recibida asegura un buen futuro. 2. LA SEGURID AD LABORAL

La inseguridad proviene, en primer lugar, del El trabajo ocup a un lugar f undamental en la des igual acceso y niv el de acreditaci—n . Basta sociedad chilena en cuanto condiciona no s—lo ver la escolaridad media de la poblaci— n de 15 el bienes tar material sino igualm ente el a–os y m‡s, resumida en el CUADRO 50. bienestar s’quico y el univ erso cultural de la Seg œn la Encues ta CAS EN 199 4, en el quintil gen te. Es a prep onderancia r adica, en pr imer de ingresos m‡s bajos el promedio nacional es lug ar, en la im portan cia qu e tien e el trabajo de 7,3 a–os, o sea, por debajo del nivel de productiv o para la reproducci—n material de la escolarid ad obligator ia. En cambio, en para el sociedad y, por supuesto, para el bienestar de quintil d e ingr esos m ‡s altos el promed io est‡ las personas. Tener un empleo estable con por encima de doce a–os, o sea, educaci—n me- ing resos adecuados permite a la g ente v alerse dia completa. N o sorp rende, pues, con side- por s’ sola. De ah’, en segundo lugar, el papel rando la correlaci—n entre ense–anza media y primordial del trabajo para el bienestar oportunid ades laborales, que la mayor’a de los sicosocial; Žl influy e en las pos ibilid ades d e chilenos vea con inquietud el futuro de sus autoestim a, de autorrealizaci— n individual y, hijos. en general, condicion a las relaciones de con- fianza y sociab ilidad que p uedan desarr ollar las perso nas. Es decir, el empleo procu ra no A los pro blemas hered ados d el pas ado se s—lo ingr esos s ino tambiŽn v’nculos sociales. agregan aquellos planteados por el futuro. M‡s M‡s all‡ de su importancia econ—mica el all‡ de la falta de certificaci—n requerida, no trabajo tiene, as’, u n enor me sig nificado existe seguridad de que los hijos adquieran sim b—lico . El trabajo es un anclaje decisivo de esas "herramien tas de modernidad" que exigen la identidad co lectiv a, de los sentimientos d e los tiempos actuales. No se dispone de pertenencia y de participaci—n de los evaluaciones concluyentes. En los grupos de ind ividuo s, en fin, d e su integraci—n en la v ida dis cusi—n (rese–ados en el cap’tu lo 4) surgen social. Por eso el reconocimiento social del dud as de si el sistem a educativo entreg a las trabajo no se agota en la remuner aci—n; ata–e a aptitudes y conocimientos requeridos para la forma en que se organiza una sociedad. enfrentar las nuevas condiciones del proceso eco n—mico . Este tiene, tamb iŽn en Chile, caracter’sticas complejas: a la vez espe- Las oport unidad es de empleo cializaci—n de la calificaci—n y flexibilizaci—n del empleo, predominio del flujo de La seguridad del empleo concierne ante todo a informaci—n por sobre el volumen de rutinas, la cantidad de oportunidades; mientras m‡s trabajo en equipo y gesti—n descentralizada, opo rtunid ades existan menor es el pelig ro de junto con fuertes exigencias de coordinaci—n, desempleo y la consiguiente pŽrdida de tod o ello con el fin de crear "or ganizaciones ing resos. Pues bien, en la œltima dŽcada las inteligen tes" capaces de cr ear y traducir oportunid ades de empleo aumentaron de continuam ente conocimiento en decisiones. mod o sost enido. Dicho incremento se corre- laciona con el crecimiento continuo del PIB En este contexto la educaci—n tom a otro papel: per capita. A diferen cia de otros pa’ses, en m‡s que aprender determinad os con tenido s Chile el crecim iento de la econom ’a ha estado par ece necesario aprender a innovar, o sea, acompa–ad o de mayores oportunidades de aprender el aprendizaje. La adquisici—n de emp leo. U n crecimiento econ —mico de 6,5 % informaci—n y conocimientos por s’ sola al a–o, en promedio, ha favorecid o un res ulta insuficiente; hay q ue sab erla insertar en aumento tanto de la demanda como de la estrategias de decisi—n y g esti—n . Eso hace la oferta de empleo. La poblaci—n econ—mi- dif erencia entr e educaci—n y tŽcn ica; n o se cam ente activa abarca ahora alred edor d el ÒRealizaci—n de las oportunidades en educaci—n, trabajo y consumoÓ 181 40% de la poblaci—n, de la cual alrededor del econ—mico , dicho incremento no ha sido igual 94% est‡ ocupada. Considerando la baja tasa para los diversos grupos de la poblaci— n de desempleo, puede afirmarse que la cantidad ocupada. Es notorio que la desocupaci—n est‡ de oportu nidades no es motivo de insegu ridad. concentrada en el 20% de la poblaci—n m‡s pobre. Las mujeres y los j—venes suelen tener Asegurada una oferta adecuada de empleos, es igualmente tasas de cesant’a por sobre el men ester pregun tarse acerca de su calid ad. Un promedio. Los grupos con menor capital social aspecto sobresaliente de la seguridad tiene que y cultural tien en tam biŽn m enores opo r- ver con la estabilidad, o sea, la duraci—n del tun idades de in sertar se en un pro ceso d e emp leo y del ev entual desem pleo. modernizaci—n que se apoya cada vez m‡s en el conocimiento y la inform aci—n. En la med ida en que los emp leos s ean m‡s estables y sea menor el tiempo en que los Se constata, en tŽrminos generales, que las desocupad os han buscado empleo desde su opo rtunid ades d e empleo var ’an de una cate- œltimo tr abajo regular, la insegu ridad ser‡ m e- gor’a social a otra segœn la gravitaci— n que ella nor. Desde mediados de los a–os 80 la dura- ten ga en relaci—n a las dem ‡s. Un estud io del ci— n del empleo parece aumentar. C‡lculos per’odo 1989-19 95 (Mac-Clure 1997) arroja aproximativos indican que actualmente una los siguientes resultados. Por un lado, los persona suele ocupar un empleo alrededor de trabajado res no manuales tienen o portun idades 4,5 a–os en promedio. Simult‡neamente la superiores al conjunto de la poblaci—n duraci—n del desempleo parece haber dis- ocu pada, pero s us emp leos s on altamente min uido a un promedio de 3 meses (Banco inestables. TambiŽn las mujeres y los traba- Mundial 1997). En tŽrmin os gen erales, la jadores independientes tienen mayores oportu- duraci—n de los empleos es m‡s prolon gada nid ades d e empleo que los h ombres y los que antes y los per’o dos de ces at’a s on m‡s trabajado res dependientes, pero n o tan esta- breves. En este sentido, actualmente te una bles. Los trabajadores manu ales en camb io may or seg uridad en el empleo. Tal apreciaci—n disponen de menos oportunid ades que los no gen eral, empero , debe ser m atizad a. man uales, pero ellas son m‡s estables. Los trabajado res ru rales enfren tan la peor com - Mientras que las oportunidades de empleo han bin aci—n; sus empleos son cada vez m‡s aum entado acor de al patr —n del crecimiento escasos y a la vez in estables.

GRAFICO 39 O portunid ade s d e emp leo , 198 9-1 99 5

Estables y altas Inestables y altas

80 NO MANUALES INDEPENDIENTES REG. METROPOLITANA 40 SERVICIOS MUJERES Estabilidad DEPENDIENTES 0 - 113579 11 13 15 17 19 HOMBRES MANUALES 40 REGIONES PRODUCCION 80 RURALES

-120 Nivel Estables y bajas Inestables y bajas

Fuente: Mac- Clure en base a Ins tituto Nacional de Es tad’stica, Enc uesta Nacional de Empleo. Banco Central, Bolet’n Mensual, 1988 a 1995.

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 182 La variab ilidad de lo s empleos depende ing resos de tod os los secto res au mentan a la igualmente del sector. Las oportunidades en la vez que p ersiste la b recha entre ricos y pobr es. ind ustria manuf acturera, la agricultura, La percep ci—n d e la d istancia que separ a los min er’a y pesca, esto es, en sectores m ‡s ing resos propio s de los de otros sector es y la vinculado s al comercio exterior, son compa- com paraci—n de la situaci—n propia con el rativamente m‡s altas e inestables. En suma, crecimien to eco n—mico sostenido d el pa’s no las oportunidades de empleo var’an entre los pueden sino acentuar el sentimien to de grupos ocupacionales, no estando ninguno en injusticia de amplios grupos sociales. una situaci—n —ptima (Mac-Clure, O., 1997). Lo anterior remite a los problemas de ascenso social qu e son, tradicionalmente, un mo tivo La mayor demanda de empleos calificados en mayor de preocupaci—n de los chilenos. La una "sociedad de conocimien to" hace suponer may or flexibilidad del mercado laboral parece que la flexibilizaci—n del empleo aumentar‡ en estar aco mpa–ad a de u na may or seg mentaci—n el futuro , incr ementando las opor tunidades y entre las categ or’as sociales. La movilidad los riesg os. De confirmarse esta tenden cia ser’a m‡s horizontal (dentro de la misma gen eral, el pro blema prioritario consis tir‡ en la categor’a) que ascendente. Al respecto, adaptaci—n de las personas a una fuerte mœltiples estud ios destacan la relevancia de la rotaci—n del empleo. edu caci—n como factor crucial par a acceder a ocupacion es no manuales de mayor ingreso. Los datos de la encuesta CASEN 1994 muestran efectivamente una alta r elaci— n entr e Los ingresos y la seg uridad laboral ingreso y educaci—n. El ingreso medio aum enta conform e a lo s a–os de ed ucaci— n Otr a dimensi—n de la seguridad laboral for mal; el egreso de la edu caci—n media y los concierne a los ingresos. La seguridad presu- estudios universitarios marca dos cortes pone ingresos estables y suficien tes, que per- sig nificativos. La ed ucaci— n no s olamen te mitan llevar un nivel de vida digno y acorde pro mete m ‡s ing reso; adem‡s est‡ asociada al con las expectativas normales de cada s ector grupo ocupacion al. En general, cada grupo social. P ues bien, tambiŽn existen mejo res ocupacion al se caracteriza por un perfil opo rtunid ades en este campo . En los a– os 90 educativo relativamente diferenciado que a su no s—lo s e recu peran los niveles anteriores, vez se refleja en diferencias de ingreso (Beyer, sin o que tiene lugar una mejor’a de los H., 1997). ing resos en tod os los secto res so ciales. Esta relaci—n ha impregnado el sentido comœn, Sin embargo, se mantienen grandes diferen- dan do lug ar a u na creciente valor aci—n de la cias. A p esar d el crecimien to eco n—mico y de edu caci—n y de la cap acitaci—n. S u valo r es un fuerte incremento del gasto social, uno de relevado por el mercado de trabajo. En lo que cada cuatro chilenos todav’a vive en una situa- toca a la deman da, lo s sectores m ‡s din ‡micos ci— n de p obreza. Tan dif’cil como errad icar la de la eco nom’a requieren tr abajad ores d e "po breza dura" resulta camb iar la distr ibuci— n may or calificaci—n y respecto de la oferta, los del ingreso. Particularmente desd e el p unto d e trabajado res altamente calificado s tien en m‡s vis ta de los in gresos , la s ociedad chilena opciones pues representan un recurso escaso. muestra d esigualdades acentuadas. A la educaci—n se agrega, en segundo lugar de Los pobres y parte de los grupos medios importancia, la experiencia de trabajo, vincula- acceden a nuevo s empleos qu e les permiten da principalmen te a la edad . Entr e ambas aumentar sus ingresos , pero quedan rezagados variables , educaci—n y experiencia laboral, en relaci—n con el cr ecimiento de los ingreso s explicar’an alrededor de un tercio de las del pa’s en su conjunto. La raz—n parece residir dif erencias en los in gresos . En el caso de lo s en las menores oportunidades de empleo y la empresarios (incluido s los microempresario s) men or calidad d el emp leo. y los ejecutivos, los ingresos parecen depender menos de la educaci—n que de la experiencia y El proces o de m odernizaci—n arroja pues un de otros factores como el acceso a activos fijos resultado parad—jico: en los a–os recientes los (Uthoff, A. 1983). ÒRealizaci—n de las oportunidades en educaci—n, trabajo y consumoÓ 183 La percep ci—n d e insegurida d actual, siete de cada diez creen dif’cil encontrar un empleo aceptable. Esta opini—n Los chilenos saben ap rovech ar las opo rtu- es particularmente fu erte en los grupos etarios nidades de empleo ofrecidas . De hecho, la con mayor inser ci—n laboral (grup os de 25-34 may or’a d e las person as cam bian d e empleo y 35-54 a–os). Similar percepci—n predomina sin haber estado desocupadas. No obstante, entre las personas inactivas; ocho de cada diez sub siste la incertidu mbre. A pesar de q ue la entrevistados sin actividad remunerada tas a de cesant’a ha b ajado a m’nimos estiman dif’cil o muy dif’cil encontrar un his t—rico s, y p arece bajar tambiŽn la d uraci— n trabajo aceptab le. Es te pes imismo es to dav’a del desempleo, la gente tiende a estar m‡s pronunciado en el grupo socioecon—m ico preocupada por su empleo. Segœn distintos bajo (85%), en el sector rural (89%) e incluso son deos d e opin i—n, la estabilidad del empleo entre los entrevistad os de 25 a 3 4 a–os (84%) . y la deso cupaci—n son muy importantes fuentes de inseguridad. Por otra parte, los chileno s tien den a estar disconfor mes con sus ingresos. A pesar de que En la encuesta CEP-PN UD de 1997, seis d e todos los grupos sociales han visto aumentar cada diez entrevistados conf’an en no perder sus ingresos, la mayo r’a de los entrevistados su actual trabajo (ver CUADRO 56); estiman que sus ingresos son insuficien tes para con fianza que comparten el 69% de los solventar sus necesid ades, especialmente a la entrevistados de nivel socioecon—mico medio hora de enfrentar gastos mŽdicos o tener que y 88% del niv el socioecon —mico alto. La vivir con la pensi—n de vejez. Como se mostr— per cepci— n de la gente camb ia cuando mira al en el cap’tulo anterior, la mayor’a de la futuro. A l preg untar a los entrev istado s con poblaci—n parece no contar con los ingresos empleo remunerado acerca de las dificultades req uerido s en tales casos. Por su puesto , la de encon trar trabajo en cas o de perder el insegurid ad var’a segœn el nivel econ—mico.

CUAD RO 56 Confian za en co nse rv ar o e nc ontrar e mpleo

E va lua ci— n Ev aluac i—n N S/NC p os itiva ne gativa Confian za en no pe rd er el ac tua l tra bajo 59,1 % 3 8,2 % 2,7 % Fa cilid ad pa ra enc on tra r un n uev o tra bajo a ce pta ble 29 ,5 % 6 8,9 % 0,8 % Fa cilid ad de in activ os para in co rpo rarse a un traba jo 1 6,2 % 82,2 % 1,6 %

Fuente: Encues ta nacional s obr e Seguridad H umana, CEP- PNU D, 1997

Los elementos q ue inciden en la perder o a no encontrar empleo puede estar ins egurid ad lab oral inf luido por el recuerdo de las crisis eco n—micas que a mediados d e los a–os 7 0 y, Un increm ento g eneralizado de las opo r- de nuevo, a comienzos de los 80 provocaron tunidades de empleo, ingreso y consumo est‡ a altas tasas de cesant’a en todas las categor’as la vista, mientras qu e los chilen os y las sociales. Quiz‡ la in tensid ad y r elativ a chilenas manifiestan preocu paci—n . Pro ba- cer can’a de aqu ellas crisis alimenten u n mied o blemente el malestar obedezca a m uy div ersos soterrado. motivos. Discursivamente la incertidumb re aparece ver balizada bajo una f—rmula La memoria de ese pasado no inhibe empero con ocida: el m iedo al des empleo . El miedo a una fuerte apuesta al futuro . La expa nsi—n del DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 184 crŽdito de consumo y, particularmente, empleos no manuales (la categor’a de los el significativ o sobreendeudamiento de las "an alistas simb —licos " en la term inolog ’a de capas medias indican que, en la pr‡ctica, la Rob ert Reich), cuya flexibilizaci—n mina la gente conf’a en poder pagar sus deudas; relaci—n entre remuneraci—n y trayectoria vale decir, conf’a en conservar su empleo y lab oral ( o capital hu mano acumulado). su ingres o en el futu ro.

La disonancia entre el mied o expr esado y la Entonces los ingresos ya no se refieren a una conducta real de las personas hace pensar que escala institucional de remuneraciones y a la antigua in certid umbre, propia de toda tienden a depen der mu cho m‡s de la inserci—n eco nom’a capitalista, se ag rega u n nuev o tipo en redes; dos personas con similar formaci—n y de incertidumbre, vinculada al modo com petencia pueden tener mu y distintos esp ec’fico de la res tructu raci—n de la sociedad ingresos segœn su "valor" circunstancial en chilena. En tan s—lo veinticinco a–os ella ha determinada coy untura. En tales contextos, lo s sufrido una profunda reorganizaci—n. Basta ingresos suelen ser m‡s altos, pero tambiŽn rese–ar dos tendencias particularmente m‡s inestables. Es decir, la posici—n laboral y notorias. Por u n lado , la p ersistente d isminu - los ingresos devienen situaciones aleatorias ci—n de la clase obrera (de 35% a 29% entre que frecu entemente dependen m‡s de factores 197 1 y 19 95) y su des plazam iento desde la externos que de mŽritos propios (Fitoussi y ind ustria hac’a los r ubros de com ercio y Rosanvallon, 1997). ser vicios . Por el otr o, el fuerte incremento de los secto res medios asalariados ( de 18% a El impacto de Žstas y otras trans formaciones 27% en el mismo per’odo) y su es potenciado p or la celeridad de los cambios . des plazam iento del sector p œblico al pr ivado Modernizaciones que en Europa maduraron a (Le—n y Martinez, 1997). En suma, han lo largo de dŽcadas, generalmente amorti- variado de manera significativa el peso guadas por un tejido social sedimentado , se relativo entre las categor’as sociales y las realizan en Chile en pocos a–os. Para apreciar dif erencias al interior de cada u na. la fluidez del mercado laboral nada m‡s ilustrativo que la velocidad con que la Esta reestructu raci—n es impulsad a por otras eco nom’a capitalista crea y destr uye em pleos. meg atendencias como, por ejemplo, los Pues bien , en Chile u n 29% del em pleo en el nuevos mo dos de gesti—n emp resarial. sector manufacturero es reasignado anual- Anteriorm ente la empr esa coh esionaba a las mente. Dicha tasa contrasta con las tasas distintas categor’as bajo un mismo techo. El observadas en Estados Unidos (9%) o trabajo g enerab a un v ’nculo entr e trab ajador es Alemania (12%) y resalta el acelerado r itmo calificad os y n o calificado s. Esta integraci— n de cambio (Mac-Clure, 1997). en la sociabilidad diaria se disipa con la rev oluci— n tecn ol—gica y la nueva organ i- zaci—n em presar ial; la flexibilizaci—n de las CUAD RO 57 emp resas favorece la descen tralizaci—n, la Prop orc i—n e stimad a del em pleo total conformaci—n de peque–as unidades y la se gœn s itu ac i—n co ntrac tual sub contrataci—n . En consecu encia, los lazos d e Moda lid ad de co ntrato P orc en taje per tenencia se debilitan y se vuelven tan flexibles como el propio mercado laboral. S’/Contrato indefinido 62,8 S’/Contrato no indefinido 11,4 La rotaci—n en el empleo y, por sobre todo, el S’/No sabe modalidad 1,8 auge del empleo independien te son impul- No ha firmado contrato 22,3 sados por el desarrollo paulatino de una "so- ciedad de redes " (Cas tells, M., 1 997). Tam - No se acuerda 1,8 biŽn en Chile adquieren una relevancia cada Fuente: MIDEPLAN, Encuesta CASEN, 1996 vez mayor las redes de m—dulos interconec- tados como forma de organizaci—n especial- mente productiv a y ‡gil. Como se se–al—, el avance de las r edes afecta principalmen te a los

ÒRealizaci—n de las oportunidades en educaci—n, trabajo y consumoÓ 185 Los mecanismos de seguridad y capacitaci—n son reconocidas co mo los mecanismo s m‡s aptos para lograr un La velocidad de las transformacio nes exige mejoramiento de los ingreso s. La actual procesos igualmente acelerados de aprendizaje ref orma d el sis tema educacional tendr‡ un y acomodo para aprovechar las nuevas opor- efecto masivo solamen te a mediano y largo tun idades . El d esaf’o es gr ande p orque el plazo. Cobra entonces mayor importancia aœn contexto flexible inhibe el aprendizaje de pau- (especialmente en vistas de la competividad tas fijas y, ad em‡s, porque no siempre los es- sis tŽmica del p a’s) acelerar la r eforma fuerzos d e adap taci—n se pr emian. La cele- edu cacion al y aumentar la capacitaci—n tŽcnica rid ad de los cambios vuelve m‡s d if’cil dis - de la fuerza de trabajo. Sin embargo, a pesar tin guir entre o portun idades s—lid as y espurias. de los in centiv os fis cales para la capacitaci—n TambiŽn incrementa la ambivalencia de las lab oral, segœn datos de la Encues ta CAS EN, situaciones que pueden representar simult‡- en 1996 s—lo un 15% de los ocupados neamente oportunidades y amen azas . Es d ecir, particip— en algœn curso. los trabajadores se enfrentan a s ituaciones des - con ocidas para las cu ales n o disp onen d e c—- dig os establecidos. En tal contex to adq uieren En resumidas cuentas, la r‡pida reorga- may or relevancia los mecanismos d e seg u- nizaci—n y tecnificaci—n del trabajo aumenta rid ad. las oportunidades y los riesgos. En el futuro, el mer cado laboral se caracter izar‡ pro bable- La forma espec’fica en que funcio na actual- mente por una fuerte rotaci—n. Habr‡ m‡s mente el mercado laboral conlleva un nuevo oportunid ades de empleo, particularmente para tipo de inseguridad, para el cual no existen per sonas calificadas, pero el emp leo ser‡ m‡s mecanismos adecuados. La instituci—n cl‡sica inestable. Esta tendencia se refleja en la visi—n par a aseg urar el empleo (limitand o el d espido de los entrevis tados por la encuesta de y estableciendo indem nizaciones) es el Seguridad Humana. El problema prioritario ya contrato de trabajo que incluye la afiliaci—n no es la estabilidad del em pleo actual, sino el obligator ia a u n sistema prevision al. En Chile per manente proceso de reins erci—n en un un porcen taje s ignificativo decla ra ten er mer cado extraor dinariamente m—vil. El f uturo con trato indefinido ( 62,8 %). Sin embargo, aparece pues como algo incierto en un aspecto alrededor de una cuarta parte de los ocupados tan vital como lo rep resenta el trabajo . Aun aœn carecen de esa pr otecci—n (ver CUAD RO cuando tal din‡mica no provoque desempleo, 57). seg uramen te sus cita incertidumbre.

Adem‡s, los sub sidios de desempleo tien en En suma, en Chile tiene lug ar una profu nda una cober tura r educid a y beneficios exiguos. reestructuraci— n de las con dicion es de trabajo Tod o ello revis te may or gravedad entre la que requiere un a resp uesta satisf actoria en los pob laci—n de menos recursos ; en el prim er mecanismos de segurid ad. decil el porcentaje de desocupado s tiende a ser tres veces superior al prom edio n acional. A la espera de que se materialice el proyecto de ley sobre un "sistema de protecci—n al trabajador 3. SEGURIDAD POR CONSUMO cesante", es menester se–alar que los mecanismo s institucio nales para la segu ridad Int egraci—n med iante consumo laboral tienen hoy una efectividad restringida. A partir de los a–os 80 y, especialmente, desde En relaci—n con la seguridad de los ing resos el los 90 las mo dalidades de consu mo ad- principal dispositivo oficial es el ingreso m’- quieren una preeminencia antes desconocida nimo. Otro mecanismo institucional es la en Chile. En la "sociedad de consumo" negociaci—n colectiva que abarca a un 14 % de emergente la participaci—n privada en bienes y la fuerza de trabajo asalariada (OIT, 1998), a servicios condiciona de modo decisivo tanto travŽs de una negociaci—n descentralizada a las formas objetivas como s ubjetivas de nivel de la empresa. Hoy por hoy, la edu caci— n integraci—n.

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 186 La seguridad del consumo depende en defi- dev iene p ues un elemento cr ucial tanto para la nitiva del ingreso y del trabajo que lo genera; autoestim a de la pers ona co mo par a el emp leo, ingreso y con sumo conform an una reconocimiento de sus iguales. tr’ada indisolu ble. Los doce a–os de creci- miento ininterr umpido han modificado las caracter’sticas del consumo. Para la mayor’a Las oportunidades de consumo dependen, de los chilenos la alimentaci—n ya no es factor esp ecialm ente p ara las clas es med ias, d e las de inseguridad. oportunid ades de crŽdito. Su relevancia se des- prende de un es tudio elabor ado po r la C‡mara El consumo actual va m‡s all‡ de las de Comercio de Santiago (19 96). En diciem- den ominad as necesidad es b‡s icas (pan, techo bre de 19 95, 1,4 millones d e familias h ab’an y abrigo) y abarca tambiŽn productos sofis- con tra’do crŽditos de consumo en bancos y ticados como co mputad oras, vacaciones en el fin ancier as (para fin anciar emerg encias , estu- extranjero y casas de recreo. Por cierto, al dios y compras mayores como un veh’culo) y igu al que el in greso, el co nsumo se encuentra 1,2 millo nes en casas comer ciales (para altamente estratificado. En este ‡mbito se fin anciar artef actos del ho gar o vestim enta). juegan las estr ategias de d istinci—n so cial, muy Los primeros representaban el 79% y los vin culadas a lo s estilos de vida, gusto s estŽ- segundos el 21% del total de las deudas de ticos y consumos culturales. A pesar del efecto con sumo ( excluidos lo s crŽd itos h ipotecarios) . hom ogenizante d e las modas, acentuado p or Des de entonces la exp ansi—n del crŽdito de una comun icaci— n glo balizada, es a travŽs de consumo continœa como consecuencia del tales aspectcos que se define el lugar de cada desarrollo econ—mico y el crecimiento cual en la so ciedad . El "estilo de cons umo" acelerado del s istema finan ciero.

C UADRO 58 D eu das de c ons umo c ons olida das , 1 99 5

GSE Ingreso N¡ Deuda Variaci—n Deuda/ Capacidad promedio Hogares promedio media ingreso de (M$/mes) con deuda por hogar real anual pago (miles) (M$) (94-95) (meses)

AB 5210 18 5760 11,6 % 1,1 5

C1 1260 115 3590 8,6 % 2,8 16

C2 540 335 1950 6,2 % 3,6 28

C3 250 415 790 9,8 % 3,2 26

D 120 640 230 15,8 % 1,9 15

TOTAL 433 1523 1080 12,2 % 2,5 18

Fuente: C‡mara de Comercio de Santiago, 1996, a base de cifras de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras; INE, MIDEPLAN, C‡mara Nacional de Comercio, proyecciones y estimaciones

La protecci—n d el con sumido r asu mir el Òir d e comp rasÓ como un "hech o de la vida"; la mayor’a estima incluso agradable Actualmen te, el consu mo ocu pa un lugar pre- salir a comprar o vitrinear . Por el otr o, la ferencial en el modo de vida de muchos chile- calidad d e los bienes y ser vicios es mo tivo d e nos. Sin embargo, la apreciaci—n subjetiva insegurid ad. Precisam ente porque la gente se par ece ser ambigua. P or un lado, la gen te suele identifica a s’ misma como Òconsu midorÓ ella ÒRealizaci—n de las oportunidades en educaci—n, trabajo y consumoÓ 187 res iente su des protecci—n. Una en cuesta de Precisamente el nuevo significado del inicios de 1997 (Secretar’a de Comunicaci—n y con sumo g enera otra r az—n d e inseguridad: el Cultura, Ministerio Secretar’a General de sobreendeudamiento de muchos hogares. En Gob ierno, 1997) revela que un 85 % de las efecto, la oferta de bienes atractivos y las per sonas se siente des proteg ida fr ente a los facilidades de crŽditos han dado lugar a un abu sos, excesos y riesgos q ue se producen en Òconsumis moÓ, entendido como una el consumo. Casi un tercio de los entrevistados contrataci—n de crŽditos por encima de los afirma no tener protecci—n alguna y m‡s de la ing resos del ho gar des tinables al pago d e las mitad se siente poco proteg ida. deudas. Segœn muestra el CUADRO 58, los gru pos medios ten’an a fines de 1 995 deudas alrededor de tres veces por encima de su Con sumo y endeudamiento ing reso. En con secuen cia, el pago de su s deudas de consumo ocupar’a los pr—ximos 16 El consumo opera como potente mecanismo a 28 meses. El sobreendeudamiento ocurre de integraci—n. Participar en el consumo de especialm ente en la clase media (C2), que bienes y servicios deviene una de las des tina en prom edio alreded or del 39% d e sus mod alidad es principales de participar en el ing resos a al p ago de crŽditos de consu mo. El proceso social. Ello tiene un efecto GRAFICO 40 siguiente ilustra el nuevo significativo; los procesos de reconocimiento fen—meno. y d e per tenencia social se desplazan d esde el trabajo h acia la esfera del consu mo. Es por Parece pues que una pr oporci—n importan te de intermedio de la adqu isici— n de o bjetos que el los chilenos compra su bienestar material e individuo adquiere la autoestima personal y el integraci—n simb—lica al precio de un reconocimiento social. per manente desv elo financiero. M‡s all‡ de la vulnerabilidad de estos hogares, las deudas de con sumo p ermiten visu alizar la dimensi— n temporal de la inseguridad.

GRAFICO 40 P ago s p or crŽdito s d e c onsum o e n relaci—n co n e l ing res o del ho ga r, 199 5 Las deudas dicen relaci—n al futuro. Para d el PIB , 198 9-1 99 4 algunos, los crŽditos de consumo pueden rep resentar una inver si—n a futur o; presuponen una expectativa optim ista acerca de las posibilid ades futuras de pagar la deuda. Para 40% otros, es la forma, quiz‡ compulsiva, de vivir 35% las oportunidad es del presente, d ifiriendo lo s 30% cos tos al ma–an a. De hecho, existe un Sobreendeudamiento 25% desahorro neto de los hogares. El GRAFICO 20% 41 ilustr a que el aho rro fo rzoso a trav Žs de las 15% cotizacio nes a los fo ndos d e pens iones (en

10% promedio un 3,2% del PIB anual durante los œltimos a–os) n o ha s ido su ficien te par a 5% compensar el endeudam iento de los hogares. 0% El ahorro voluntario de los hogares (medido D AB C1 C2 C3 como el ahorro total menos el ahorro forzoso) Estrato socioecon—mico ha sido permanentemen te negativo en un nivel Ingreso destinado a pago de deuda medio del orden de -3,5% del PIB anual Estimaci—n de ingreso destinable a pago de deuda (Agosin, Crespi y Letelier 1997).

Fuente: C‡mara de Comercio de Santiago (1996), a base de cifras de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras; INE, CASEN y C‡mara Nacional de Comercio

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 188 GRAFICO 41 A horro de lo s h ogare s c omo porc en taje d el PIB, 19 89 a 1 99 4

4% 3% Forzoso 2% 1% 0% -1%1989 1990 1991 1992 1993 1994 -2% -3% -4% Voluntario -5%

Nota: El ahorro forz oso corr esponde a las cotiz aciones en los fondos de pens iones. El ahorro voluntario al ahorro total menos el ahorr o forz os o. Cifras a prec ios de 1996.

Fuente: Agosin, Crespi y Letelier, 1997

ÒRealizaci—n de las oportunidades en educaci—n, trabajo y consumoÓ 189 VIVIR LA INSEGURIDAD: COTIDIANIDAD Y TRAYECTORIAS DE FAMILIAS

La Seguridad Humana es un fenómeno de anteriores, conforman aspectos íntimamente muchas dimensiones. Forman parte de ella, relacionados y mutuamente reforzados. entre otras, las condiciones de trabajo, la Segundo, que la seguridad y la inseguridad no salud, la previsión, las relaciones sociales, la son situaciones que acontecen desde fuera a comunicación, la seguridad pública, la las personas, sino que dependen también de su educación, las relaciones con el medio capacidad de acción. Tercero, que la acción ambiente. Entre las dimensiones de la que busca en-frentar las situaciones de Seguridad Humana, como recuerda el Informe inseguridad no proviene normalmente de de Desarrollo Humano mundial de 1994, hay actores aislados, sino de actores colectivos. vínculos y superposiciones considerables. Cuarto, que las transformaciones en curso en nuestra sociedad limitan los espacios El conjunto de esas dimensiones, más o disponibles a la acción para la gestión de sus menos favorables, forman el escenario seguridades. Quinto, que un aspecto concreto en que las personas buscan satisfacer importante de esa limitación es el sus necesidades y desplegar sus proyectos debilitamiento de los vínculos de sociabilidad personales y comunitarios. Sin embargo, las mediante los cuales las personas potencian y personas no son entes pasivos frente a esas dan sentido colectivo a su acción. condiciones. Ellas elaboran estrategias, ponen en juego voluntades, lógicas de acción y En este capítulo se considera a la familia valores para sobreponerse a las amenazas de como unidad de análisis porque en ella la su entorno y para aprovechar sus seguridad posee un sentido primordial. La oportunidades. familia con-forma un espacio de acción en el que se definen las dimensiones más básicas de Al nivel de las personas y comunidades la Seguridad Humana: los procesos de repro- concretas hay que pensar la Seguridad ducción material y de integración social de las Humana como un hecho dinámico. Las personas. Al mismo tiempo, la familia es un condiciones sociales, con mayor o menor espacio en el que se cruzan de manera espe- profundidad, están en permanente cambio, tal cialmente intensa las distintas dimensiones como lo están los objetivos y estrategias de los institucionales y culturales de la sociedad. Allí actores sociales. Nuevas amenazas y se hacen presentes los distintos niveles del oportunidades se presentan a los actores, así vínculo social, desde la formalidad del vínculo como las estrategias tradicionales de acción se legal hasta la especificidad del vínculo revelan ineficaces y las acciones innovadoras emocional. Finalmente, los efectos de la acarrean resultados exitosos. Desde la modernización sobre la construcción cotidiana perspectiva de las personas y comunidades la de la seguridad se reflejan de manera espe- seguridad es una tarea permanente que debe cialmente nítida en la constitución y dinámica ser enfrentada y resuelta día a día. familiar. La familia es, por tanto, un espacio privilegiado para analizar las dinámicas de la A la luz de esta perspectiva la pregunta: ¿por seguridad y la inseguridad desde el punto de qué alguien está inseguro? remite a otra más vista de los actores y de sus relaciones precisa: ¿por qué se debilita la capacidad de sociales acción con que cuentan las personas para hacer frente a las inseguridades y para crear En este capítulo se presentan los resultados de sus seguridades? un estudio cualitativo realizado con 26 familias de estratos, procedencias geográficas En este capítulo se describe el fenómeno de la y actividades económicas distintas. Las seguridad y la inseguridad como experiencia y familias estudiadas se escogieron al azar a proceso dinámico y cotidiano de personas partir de cuotas establecidas de antemano en con-cretas. En él se profundizan los análisis la estructura de la muestra. Con el fin de prece-dentes en varios sentidos. Primero, se reconstruir tanto las dinámicas cotidianas de muestra que en la vida cotidiana las gestión de la seguridad como los procesos que dimensiones de la inseguridad, las que se han las facilitan u obstaculizan, se aplicaron descrito en forma separada en los capítulos sistemáticamente distintos instrumentos DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 cualitativos a diversos miembros de las fami- justamente este rasgo el que otorga a una lias escogidas. Se realizaron historias de vida, situación de inseguridad su carácter entrevistas en profundidad sobre aspectos y totalizante. períodos específicos de la historia familiar y se aplicaron encuestas para la reconstrucción En este sentido, lo que está en juego en esas de redes sociales. (Véase anexo situaciones no es sólo una pérdida material o metodológico) simbólica de tipo puntual, sino el debilita- miento de las certezas que permiten a la fami- Los resultados que aquí se presentan corres- lia operar como base de la reproducción mate- ponden a las conclusiones del análisis y rial de los miembros y de su integración a la discusión del material empírico obtenido. Las sociedad. citas textuales y la reconstrucción de trayec- torias de familias particulares que acompañan el capítulo deben considerarse ejem- plificaciones y no un aval empírico de las 2. EL SURGIMIENTO DE LAS afirmaciones presentadas. SITUACIONES DE INSEGURIDAD

Cuatro son las dimensiones típicas que las familias describen como detonantes de sus 1. DE LOS PROBLEMAS PUNTUALES situaciones de inseguridad: el trabajo, la salud, A LA INSEGURIDAD la sociabilidad y la educación.

Todas las familias enfrentan en algún mo- La señora María* es jefa de hogar y vive mento dificultades en su tarea de asegurar la Trabajo e integración social con sus tres hijos en una modesta reproducción material y la integración social vivienda de una población de Cerro Navia de sus miembros. Eso forma parte de los pro- El trabajo aparece en la ma- en Santiago. cesos normales que las afectan. Tanto ellas co- yor parte de las historias de “Yo trabajaba desde las diez de la noche mo la sociedad y la cultura disponen de insti- familia como el principal eje hasta la diez de la mañana. Llegaba a hacer tuciones, valores, estrategias y conocimientos ordenador de las situaciones las cosas. Hacer aseo, hacer comida, lavar. Ir que permiten enfrentar esas dificultades y, en de seguridad e inseguridad. a ver a los niños al colegio, ir a darme una condiciones normales, superarlas. Hay, sin En las historias de familias el vuelta por ver si había reunión, ir a buscarlos. embargo, momentos en que las familias en- acceso a un trabajo remu- Dormía como dos horas, dos horas y media. frentan crisis y no disponen de recursos mate- nerado, así como la calidad Así estuve casi por cinco años. Ahora trabajo con contrato, dos años… Actualmente el riales o culturales para superarlas. Son aque- de éste, dan buena cuenta del caballero no me pagó las vacaciones este llos momentos en que "no se sabe qué hacer" modo y grado de su inte- año, y yo me iba a ir. ¿Y sabe por qué estoy ni de qué recursos "echar mano". Allí es gración social. Existe una ahí en ese trabajo? Porque es buen patrón en cuando surgen la incertidumbre y el fuerte relación entre el lugar cuanto al apoyo que él me da. Por ejemplo, desconcierto. Esos momentos caracterizan a la ocupado en la estructura mi hijo está enfermo, me dice: Sra. María, yo "inseguridad". laboral, la participación en lo llevo al médico… Pero ¿sabe? Yo estoy redes de sociabilidad y las cansada ya. Y ahora llego… usté me viera… Todas las familias estudiadas reconocen haber estructuras de protección que llego, hago las cosas aquí, porque del trabajo tengo que llegar a hacer comida. Hago las experimentado o estar experimentando actual- cubren o dejan a la deriva a cosas, ya me tiro a la cama… cuando voy a mente inseguridades de este tipo. Los relatos las personas frente a las ver las noticias le digo yo… ya estoy tienden inicialmente a ubicar las fuentes de necesidades e infortunios durmiendo, no veo noticias. Y por eso el esas situaciones de inseguridad en un proble- que se les presentan. Esto grande me dice: Mamá, por qué no te buscas ma específico: la pérdida del trabajo, la enfer- corro-bora similares indicios otro trabajo. Y he intentado de buscarme otro medad, el abandono del cónyuge, el fracaso mos-trados en otras partes de trabajo. Y yo le digo: Si yo encontrara otro escolar de un hijo, etc. Ellos son, sin embargo, este informe: el trabajo es trabajo de lunes a viernes, a lo mejor me saldría de allá”. sólo la punta del iceberg. Los relatos subsi- más que un instrumento para guientes muestran que nunca las situaciones la provisión de ingresos. El * Los nombres de familias y personas de inseguridad se expresan en una sola dimen- es una base crucial en la presentadas en este capítulo son ficticios. sión de la vida familiar o en un solo tipo de formación de identidad Cualquiera coincidencia con la realidad es mera problema. Bajo la punta del iceberg siempre personal y de integración casualidad existe una multiplicidad de otros problemas social. que se suman y superponen en el tiempo. La inseguridad que surge de la vida laboral se Es expresa de diversas maneras. Lo más común

“Vivir la inseguridad: cotidianidad y trayectorias de familias” es la pérdida o precarización de la fuente de bilidad de que los hijos asciendan en la socie- trabajo habitual del o de los proveedores de la dad por medio de la educación aparece como familia. La amenaza más inmediata que surge augurio de una mayor integración social y por de ahí es el empobrecimiento, pero también ende de mayores oportunidades y menores ronda el temor al deterioro de los vínculos amenazas. Por esta misma razón, cuando los familiares y sociales que se sustentaban en el proyectos educacionales de las familias entran trabajo. en crisis, inevitablemente se los vive como amenazas de desintegración familiar y El trabajo muestra toda su exclusión social. centralidad en las situaciones de inseguridad que viven las mujeres con maridos itinerantes o La familia compuesta por Pedro, de cincuenta y simple-mente ausentes. Estas son cuatro años, y Gladys, de cincuenta, sus nueve his-torias donde la partida del hijos y un nieto son mapuches de la comuna de hom-bre desencadena temores e Tirúa. Ella señala: incertidumbres en la mujer, pero sobre todo provoca la necesidad "Es bueno que ellos estudien, pa´ que no anden todos embarrados... es algo que nadie les puede de generar un ingreso que quitar, eso les digo yo a ellos... Nosotros no eramos permita el sustento de ella y sus capaz, todo le falta a los niños, pa´vestirlo, hijos. Sean éstas mujeres de comprarle los zapatos, comprarle cuaderno, lapiz, estrato alto, medio o bajo, todas la comida... a ellos les falta todo. Lo otro es que se ellas recorren itinerarios siempre enferman, en el invierno caminan metidos en el inciertos en pos de ese objetivo. barro, todos mojados, pasando frío, después llegan a la escuela y pasan mojados toda la mañana o la En las historias de familias tarde, entonces eso también es un problema. Por eso los más grande quedaron hasta ahí no más... y marginales todos los momentos y ahora los más chicos pueden porque tenimos esta todos los espacios de la vida casa en Tirúa pa´que ellos estudien... Uno en lo coti-diana son de inseguridad. único que puede ayudarles es darle ánimo no Esto hace que en sus relatos no más..." aparezca la idea de quiebres o situaciones específicas posibles de ser significadas como “inseguridad". Allí el Esta es la situación de algunas familias, donde tema del trabajo se hace totalizante: se muchos jóvenes deciden romper con el viejo transforma en la única salida visualizada como modelo de la movilidad a través de la posible frente a la historia de miseria y educación. Ellos han dejado de creer que la desesperanza que desde siempre los educación pueda ser en las actuales acompaña. circunstancias el mejor camino para realizar sus aspiraciones. Un fenómeno nuevo en la relación entre trabajo y seguridad es la percepción de la La ausencia de un modelo creíble para cons- inestabilidad laboral como experiencia per- truir un camino personal de progreso instala la manente. Allí aparece también una nueva incertidumbre del futuro en la vida de los estrategia de seguridad, especialmente pre- jóvenes. Ello instala al mismo tiempo una sente en los relatos de las familias de clase fuerte tensión entre los padres, que entienden media: adaptarse y aprender a vivir inesta- sus esfuerzos por educar a los hijos como el blemente. mejor sacrificio para construirles un futuro.

Una causa habitual de las inseguridades Educación, posición social y movilidad vincu-ladas a la educación se relaciona con las social difi-cultades de las familias para costearla. Esta amenaza está presente tanto en los relatos La educación está instalada en la memoria de de familias pobres como en los de clase media las familias como el mejor instrumento para y es especialmente fuerte en las familias adquirir la más amplia y más estable de las rurales. bases de seguridad: el ascenso social. La posi-

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998

La calidad de la educación es también una amenazas externas fuente de inseguridades, especialmente en los estratos alto y medio. Se percibe una fuerte Mantener cohesionado internamente al inadecuación entre la educación actual y lo “nosotros” familiar y dotarlo de fuertes víncu- que requerirán los jóvenes para integrarse los materiales y normativos con el entorno satisfactoriamente al mundo del trabajo el día social es percibido como un recurso y un valor de mañana. Los esfuerzos que las familias básico en la tarea cotidiana de la construcción hacen hoy por educar a sus hijos aparecen de la seguridad. Es, sin embargo, cuestionados en su eficacia futura. Entre las precisamente en este aspecto donde las familias de estrato bajo, en cambio, una fuente familias experimentan sus crisis más agudas y de inseguridad importante proviene de la sus secuelas más profundas. Las familias, percepción de la fuerte diferencia entre la especialmente las de estrato medio urbano, educación “de los pobres y de los ricos”. Se viven agudos procesos de desestructuración y teme que la educación perpetúe y acentúe las desestabilización interna que les impiden diferencias sociales antes que aminorarlas. estructurar proyectos de movilidad social y mantener los vínculos que las integran a la sociedad. Protección y reconocimiento social: la salud Hay múltiples situaciones internas en las familias que provocan inseguridad. La Las enfermedades y el acceso a los servicios pérdida de los proyectos comunes y el de salud son ámbitos frente a los cuales las debilitamiento de los códigos normativos familias recurrentemente experimentan inse- compartidos que hacen posible un "nosotros" guridad. Para la clase media el sistema de familiar son experiencias presentes en los salud público merece desconfianza, pero el relatos de muchas familias de estrato bajo, acceso a los sistemas privados de salud medio y alto. Es aquí donde las tensiones y provoca temor por los costos que ellos tienen. contradicciones de un acelerado proceso de Para el mundo pobre a estos temores se agrega modernización se hacen sentir en la vida la inseguridad que proviene del no recono- familiar. No sólo se trata de que los jóvenes cimiento de sus urgencias y del maltrato que incorporan pautas y valores que encuentran reciben. difícil cabida en las estructuras habituales de la vida familiar. Experiencias como la drogadicción y el alcoholismo, vividas como La familia de Josefina y Luis vive en escape al sin sentido y a la incertidumbre, no San Felipe junto a sus cuatro hijos. sólo afectan a los jóvenes, sino también a los Ambos padres trabajan como adultos. De 26 familias entrevistadas, 8 de temporeros. Ellos han debido enfrentar el dolor del nacimiento de ellas, de todos los estratos, presentan rupturas un hijo munisválido. Se suma a esto del núcleo y de su proyecto familiar por este su calidad de indigentes y las motivo. En estas familias la violencia, la dificultades que esto implica para indiferencia y la incapacidad de articular recibir atención en salud. imágenes y lenguajes compartidos termina por desplazar y romper al “nosotros”. Esta "Yo siempre pensé que ellos por ser dificultad para organizar a la familia como un gente de municipalidad eran gente más grupo capaz de actuar concertadamente a educada que una y que la recibían partir de sentidos comunes es la raíz de bien... no me imaginaba que era así, la hacen esperar horas de horas y más muchas situaciones de inseguridad. encima la tratan mal. Mi marido me decía, no te sigai humillando, negra. Para muchas de las familias entrevistadas, el Pero yo tenía que seguir, yo iba a llegar debilitamiento del “nosotros” surge de la donde fuera, yo no me iba a quedar así, ausencia tanto material como simbólica del es injusto, porque nosotros padre. Ello aparece en los relatos como una necesitamos la tarjeta, por lo menos carencia con un doble efecto. Por una parte, por un tiempo más hasta que nosotros podamos solucionarlo..." produce contradicciones y sobrecargas a la madre. Por otra parte, dificulta las relaciones intrafamiliares así como entre la familia y su Familias: rupturas internas y entorno social. Por ambas razones la crisis

“Vivir la inseguridad: cotidianidad y trayectorias de familias”

práctica del modelo tradicional biparental de desde donde levantar una familia y tejer los la familia se acompaña de fuertes inse- vínculos con la sociedad. Así, el trabajo es guridades, especialmente para la mujer. Las más que fuente de recursos, él es fuente de historias de familias del estrato alto agregan a identidad social. Los ingresos perdidos por el esta inseguridad el estigma de la "mujer desempleo se pueden reemplazar, pero la separada", y en los estratos bajos el de la identidad perdida no. Lo mismo ocurre con la “mujer sola” y “los hijos huachos”. educación; ella es más que habilitación técnica, es el puente que permite acceder a La familia, no obstante, también se siente mayores oportunidades sociales y dejar atrás amenazada por factores externos en su muchas amenazas. La salud es más que capacidad de articular un "nosotros". Entre superación de la enfermedad, es el espacio en ellos los más importantes son las posibilidades que se expresa el amparo y reconocimiento de desviación que el mundo de la calle ofrece social. Finalmente, la familia es más que a los hijos. Algo ocurre más allá de las reproducción material y cultural, es el actor paredes del hogar que resulta difícil de ser que crea y moviliza proyectos de futuro. codificado y controlado e impide la comunicación y ayuda entre padres e hijos. La A este significado profundo remiten el trabajo, droga y el embarazo adolescente aparecen la educación, la salud y las relaciones como sus síntomas más visibles. familiares y los convierten en la punta del iceberg para la comprensión de las expe- riencias de inseguridad. La crisis en alguno La señora Alejandra, dueña de casa de estrato medio reside de ellos trastorna aspectos fundamentales en la en La Serena. Ella describe así la odisea con su hijo en el vida de las personas y arrastra consigo a las mundo de las drogas. más diversas dimensiones de la vida personal y familiar. Como recuerda el Informe Mundial "Era tremendo, yo todos los sábados esperaba que pasara algo, de Desarrollo Humano de 1994, “una siempre pasaba algo, si no se lo llevaban preso era suerte, si no, amenaza para un elemento de la seguridad llegaba igual mal, muy mal. Cuántas veces había que salir a buscarlo, en las noches, en las madrugadas, esperar, buscar humana probablemente se propagará - un amistades... Cuando se perdió, buscándolo por todos lados, tifón iracundo - a todas las formas de la recurriendo a sus amigos, fue terrible... me resulta muy difícil de seguridad humana” (PNUD, 1994) comprender..."

3. INSEGURIDAD: LA AMENAZA A LA INTEGRACION SOCIAL Trabajo, educación, salud, familia: la punta del iceberg Desde la perspectiva de las familias, la inseguridad exige ser leída como un proceso. Los relatos de las familias inician la Los relatos son explícitos en mostrar que las descripción de sus inseguridades tomando situaciones de inseguridad se instalan en la alguna de las cuatro dimensiones trayectorias de la vida familiar dibujando mencionadas. Efectivamente han sufrido crisis tendencias de integración o desintegración en alguna de ellas. La mayoría de las veces, social. Para efectos del análisis se pueden sin embargo, la crisis no se agota ahí, ni en su agrupar y describir esas trayectorias de la trayectoria, ni en su significado. Las crisis en inseguridad ordenando los relatos de vida de el trabajo, la educación, la salud, o en las las familias sobre dos ejes: uno, de la relaciones familiares se interpretan y viven integración-desintegración en la estructura como amenazas a un proyecto familiar que se socioeconómica, y dos, de la integración- construye en los plazos largos de las desintegración normativa. relaciones intergeneracionales. El siguiente cuadro permite describir el Para las familias esas dimensiones constituyen espacio en el que se mueven las trayectorias imperativos básicos en la conformación de un familiares en su experiencia y gestión de la sustrato de seguridad. Sin ese sustrato inseguridad. El eje horizontal alude a la mínimo, no hay posibilidad alguna de situación de integración-desintegración de la construir proyecto familiar y un “nosotros” familia en términos de ingresos, acceso al

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 trabajo, a la salud, a la educación y a la esta situación, sólo 8 permanecen o alcanzan vivienda. El eje vertical se refiere a la esta posición. situación de integración-desintegración nor- mativa de la familia (existencia de un código Precariedad. Se define por la presencia de normativo común y de un "nosotros") y la integración normativa y la ausencia o existencia de vínculos primarios de amistad y carencias en términos de la integración secundarios de tipo institucional. socioeconómica. En esta situación se ubican las familias empobrecidas pero que conservan un "nosotros", un sentido de identidad y Cada uno de los cuadrantes define los estados pertenencia que los aglutina y que posibilita de integración en que se ubican las historias acciones coordinadas. En estas situaciones la de las familias estudiadas: inseguridad se instala ya sea por la percepción de que la precariedad se asienta y profundiza, Integración. Las situaciones de integración o por amenaza de disolución del vínculo plena se definen como aquellas donde se familiar, con lo que se descendería a una en- situación de marginalidad. Este es el caso de 9 familias.

CUADRO 59 Dimensiones de la integración social

Ejes de la integración Integración Exclusión social socioeconómica socioeconómica + -

A. B. Integración normativa Integración Precariedad + ++ + -

Desintegración D. C. normativa Deshonra Marginalidad - - + - -

Marginalidad. Se define por la ausencia de integración normativa y socioeconómica. En gración normativa. En esta situación se ubican esta situación se ubican familias cuya historia familias de estrato medio y alto con serias se caracteriza por la pobreza, la desesperanza carencias en la solidez del vínculo familiar o y la incapacidad para articular un "nosotros" de su sociabilidad. Es el caso también de fa- activo. En las historias de marginalidad la milias monoparentales de estrato alto y medio. inseguridad no aparece como momentos La inseguridad surge tanto del rechazo social específicos y delimitados. La inseguridad se como de las dificultades para organizar accio- vuelve rutina y normalidad y cuesta imaginar nes compartidas fundadas en un "nosotros" alternativas a la propia realidad. Este grupo familiar. En esta situación se encuentran 6 está constituido por 3 familias. familias.

Deshonra: Se define por la presencia de La percepción y experiencia de inseguridad integración económica y la ausencia de puede graficarse como la amenaza de inte- desplazamientos en sentido negativo entre los cuentran presentes las condiciones de cuadrantes de la integración. Es decir, se trata integración socioeconómica y normativa. En de la pérdida (en el caso de las familias que se deslazan de cuadrante) o del debilitamiento

“Vivir la inseguridad: cotidianidad y trayectorias de familias”

(para aquellos que permanecen en el mismo cognitivos de los miembros de la familia; las cuadrante) de uno o más mecanismos de redes de sociabilidad. Las diversas posibi- integración social. lidades de combinación y gestión de esos elementos determinan que las crisis familiares Las condiciones que permiten a una familia transcurran como desplazamientos en distintas permanecer en situaciones óptimas de integra- direcciones entre la integración y la ción o iniciar procesos de deterioro son cam- desintegración. biantes. Esas condiciones dependen tanto de las oportunidades sociales que están dispo- La noción de estrategia supone que las nibles para las familias como de su capa- familias, y los sujetos en ellas, disponen de un cidad de acción y de gestión. Las crisis fami- margen de libre elección y movimiento dentro liares son trayectorias en las que se encuentran de las limitaciones impuestas por los recursos o desencuentran, se refuerzan o contradicen y las reglas sociales. Sin duda las familias se las capacidades, anhelos y estrategias de los mueven en situaciones que restringen sus actores y las posibilidades ofrecidas por la posibilidades de acción, pero de ningún modo sociedad. Aquí radica el significado más las determinan. profundo de la seguridad y la inseguridad. En algunos casos las oportunidades que abre una situación son muy reducidas y las ame- nazas muy grandes. Por ejemplo, familias que 4. LA GESTION DE LAS TRAYECTO- intentan superar situaciones de pobreza en un RIAS DE INSEGURIDAD contexto de desempleo estructural, de debilidad de los lazos sociales y desiguales El curso que siguen las trayectorias familiares oportunidades de inicio. Cuando el peso de las tiene que ver con aspectos muy diversos. La circunstancias es muy grande, la elaboración capacidad de las familias para organizar de las estrategias de acción se torna estrategias que movilicen recursos y redes de irrelevante, porque el margen de maniobra es relaciones sociales cumplen allí un papel escaso. fundamental. Las estrategias de gestión de las crisis Las estrategias se refieren a los compor- familiares deben considerarse como tamientos individuales y colectivos que la combinaciones de determinaciones sociales y familia pone en marcha para superar la crisis. de elecciones frente a opciones abiertas. Las trayectorias que siguen las historias de inseguridad de las familias son el resultado de

Trayectoria de reintegración económica (A) Sergio, el sueño del trabajador dependiente

Sergio dejó la escuela a mediados de los 60, en sexto básico, para convertirse en el niño de los mandados en el taller de calzado donde trabajaba su hermano.

"Ahí empecé a mirar a los maestros como hacían el trabajo y empece a aprender mirando"

A los catorce años se había convertido en trabajador del taller especializado en costura. Sólo varios años después obtendrá un contrato de trabajo y previsión.

En el mismo taller conoció a Bernarda, la empleada doméstica de los patrones, que se convirtió en su novia. Pronto se fueron a vivir de allegados a casa de la madre de Sergio. Nacieron tres hijas con intervalos de un año y, en 1973, un hijo.

El taller de calzado donde trabajaba Sergio quebró el mismo año 73. Siguió trabajando por su cuenta, fabricando calzado como artesanola interacciónindependiente. de cuatro Aunque factores ganaba principales: lo suficiente el para mantenerpendiente. a Trabajósu familia, como buscó empleado un trabajo de de-Ferrocarriles, pero se ret contexto estructural de oportunidades en que calzado, pero encontró que el sueldo era malo y se retiró. Final se desarrolla la historia de las familias, esto es, trabajo en una gran fábrica de calzado, donde le hicieron contrat los beneficios previsionales y de salud y porque el patrón le o la economía, el marco jurídico, la política; las mujer y sus hijos estarán convertidos en trabajadores informales estrategias de acción; los códigos o mapas "Allí yo empecé a trabajar con contrato, con un sueldo estab alimentación, educar a los niños. Por eso mismo yo tenía que t DESARROLLOBernarda todasHUMANO las noches..." EN CHILE 1998

Cuando arreció la crisis económica de principios de los años 80 S

Sin embargo, la identificación de la fuente de El primer factor relevante en la formulación inseguridad no es suficiente para generar una de las estrategias familiares tiene que ver con acción eficaz. Las historias de familia indican la definición de la situación. Para que las que aun cuando las fuentes de la inseguridad familias puedan reaccionar estratégicamente sean definidas por la familia y se cuente con frente a una situación de incertidumbre, pri- modelo sociales de conducta, la organización mero tienen que reconocerla como existente, de la acción no está asegurada. Es preciso identificar su origen, evaluar los recursos de también contar con recursos sociales y que se disponen y los elementos facilitadores económicos de que echar mano, así como de y obstaculizadores presentes en el entorno. la existencia de un proceso de conducción y Sólo desde ese momento la familia está en liderazgo. Un proceso tal, conducido por uno condiciones de tomar decisiones y definir las o varios de los miembros de la familia, acciones a emprender. Si no existe una elabora y gestiona un proyecto de futuro definición de la situación y de sus fuentes no familiar. Si la familia no se reconoce en el hay, entonces, posibilidad de imaginar salidas. proyecto o se ve

debilitada en su cohesión, difícilmente podrá concebir proyectos para superar su situación.

La existencia de un "nosotros", que surge de definiciones compartidas de la situación, de lenguajes y modelos de acción comunes y de una conducción coherente es lo que permite,

“Vivir la inseguridad: cotidianidad y trayectorias de familias”

tal como lo muestran los relatos, imaginar y fortalecimiento de la capacidad familiar. Es gestionar vías de salida a la situación de posible apreciar, y así lo confirman los datos inseguridad. de este estudio, que el desplazamiento de los recursos para superar la crisis desde el interior Sin embargo, la mayor parte de las historias de la familia hacia el exterior parece formar de familias muestran la dificultad que ellas parte de un desplazamiento más generalizado tienen para resolver las situaciones de crisis. de los mecanismos de control e integración Muchas veces aquellos medios que social, desde las instituciones sociales permitirían generar orden o la continuidad de primarias hacia instituciones sociales basadas sus proyectos están fuera del marco de los en lazos sociales secundarios. recursos internos de las familias. En esas condiciones la estrategia más

Trayectorias de resistencia y dignidad (B) El sacrificio de la señora Marta

Para la señora Marta, de Cerro Navia, salvar a su hijo de la drogadicción se convirtió en la gran misión de su vida. Se trataba de darle una vida digna al hijo, pero también de asegurar la integración de su familia. En la drogadicción del hijo ambas cosas estaban amenazadas.

La trayectoria del hijo parecía condenada a terminar como tantas otras similares: en la exclusión y la delincuencia. Lo que para el hijo había comenzado como algo propio de una etapa de la vida juvenil en pobreza se había convertido luego en autodestrucción:

"no había nada que hacer, primero me metí en la marihuana y después en otras cosas, yo creo que de mono y después fue como el pan de cada día, ya no era por alargar momentos placenteros, sino pa´puro borrarse no más..."

Una sociabilidad particular, la de la pandilla del barrio, acompañaba a Diego en su historia de drogadicción. Con ellos inició una carrera de autoexclusión y enfrentamiento social: con ellos se divertía provocando a los carabineros, usando armas y planificando asaltos. Si Diego no estaba ya en la cárcel era por los pactos del silencio establecidos por los miembros de la pandilla y reforzados por las madres. En esos pactos estaba en juego la supervivencia de los jóvenes, pero también estaba en riesgo la integración social de sus familias.

La apertura de un centro cultural vinculado a un proyecto FOSIS y al municipio son las primeras luces que mostrarán a Diego un mundo más allá de las redes de su pandilla. Un joven monitor, un grupo musical, la posibilidad de mostrar aptitudes son los primeros estímulos para comenzar a abandonar el mundo de las drogas. A ello se suma una polola universitaria, que "parece de otra parte" y le amplía aún más los horizontes de su mundo. En esos espacios conoce nuevas pautas de conducta, nuevos valores y esperanzas. Diego sabe que él ya no es el mismo:

"Ahora no me gusta que me miren como antes... lo que pasa es que antes yo era escurrío, era despierto y eso hacía que los otros me tuvieran miedo y antes yo estaba conforme con eso, ahora ya no me gusta que me miren así..."

La señora Marta está orgullosa:

"el sacrificio mío de andar noche y día se puede decir a la siga de él y por eso mismo descuidé un poco a mis otros hijos, pero logré sacar adelante al Diego... y ese es el mayor orgullo mío. Sí, yo me siento orgullosa, porque ahora mi hijo está bien y más adelante va a estar mejor..."

La situación de pobreza económica de su familia no ha cambiado, peroLas ahora secuencias cuenta de con acción una familia constituida, donde rigen los códigoseficaz morales es la de que la "decencia".pone en contacto al núcleo familiar con agentes externos: profesionales, El camino típico recorrido por una familia en instituciones públicas o privadas de protección la gestión de sus inseguridades puede descri- o control social birse en cuatro etapas.

Si bien se pueden superar situaciones Inicio o quiebre. La primera etapa de una específicas de crisis mediante la intervención situación de inseguridad está marcada por una de estos actores, no siempre ella deriva en un ruptura de la cotidianidad familiar, la que

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 puede aparecer a partir de un hecho concreto, de la situación, las familias inician procesos como la pérdida del empleo, enfermedad, internos tendientes a resolver la crisis. separación matrimonial o abandono de los Comienza un proceso de codificaciones, estudios. Son los primeros indicios de que explicaciones y diagnósticos que apuntan a la "algo ha sucedido o está sucediendo". Durante definición de la situación y a la determinación esta primera etapa, la familia no define un de los recursos internos y externos camino para manejar afectiva o materialmente disponibles. El reconocimiento de la situación la situación. Se pasa con frecuencia de la y de que ella exige acciones "extraordinarias", negación a la aceptación fatalista de los es decir no habituales, supone, a la vez, hechos que marcan la situación de crisis. Se replantear la imagen que la familia tiene de sí cree que en lo fundamental la vida familiar no misma y redistribuir sus papeles. Esta fase es está alterada, se imaginan ideas salvadoras, se una de las más conflictivas y cruciales en la busca una salida rápida. En esta etapa la trayectoria de la crisis de inseguridad. inseguridad surge más como estado de ánimo que como dato objetivo. Esto es lo que Salida o consolidación. Esta etapa se alcanza caracteriza a la inseguridad: la ruptura de las no sólo gracias a la superación puntual de la certezas y estados de la vida cotidiana, la situación que desencadenó la crisis, sino gra- dificultad para percibir los contornos objetivos cias a la consolidación de un nuevo tipo de de la nueva situación y la carencia de integración, bien al interior de la familia o estrategias de acción. Algunas familias nunca entre la familia y su entorno social. No sólo se saldrán de esta fase. ha debido superar, por ejemplo, la cesantía del padre, se ha debido superar la amenaza de La generalización de la crisis. Tanto para desintegración familiar y social que ello aquellos que logran movilizarse como para contenía. aquellos que permanecen detenidos, en una

Las trayectorias en el círculo cerrado de la marginalidad (C) Para Marisol, todo volvió a ser igual

La señora Marisol y don Pedro pertenecen a una familia de temporeros del valle del Aconcagua. Ambos trabajan en los “packings” de fruta de exportación. La familia tiene cinco hijas, todas fueron a la escuela de la localidad. La señora Marta soñó un oficio para cada una de ellas: peluquera, secretaria, costurera...Para el padre la educación es asunto de la esposa:

"... ella tiene más contacto con las niñas, yo no, porque salgo en la mañana y llego en la noche... y que hagan lo que quieran digo yo, a mí nunca me ha gustado meterme en na´... Porque yo tampoco estudié, tendrá que ser igual a mí, que no estudié na´ yo, así que no le dije na´yo. Así que yo digo pa´que la voy a retar si yo fui igual. Claro si yo hubiera estudiado harto, hubiera llegado hasta octavo, una cuestión así, a ésta no le habría aguantado yo, pero la Carola me ganó, porque pasó a sexto aquí, yo llegué a quinto no más".

El trabajo del packing es duro, la señora Marisol tiene poco tiempo para acompañar a sus hijas en el estudio y a menudo tampoco entiende las tareas que les dan en la escuela. Ella les aconseja pedir ayuda a una vecina, pero ésta tampoco podrá ayudarlas. La escuela y la biblioteca están siempre cerradas fuera del horario de clases.

Tampoco puede ayudar el profesor, que vive fuera de la localidad.

segunda etapa surgen los efectosLas derivadoshijas, que dequedan largas horas solas, deben asumir las labores del hogar; el estudio no es su prim la situación inicial. No sólo preocupación.se ha perdido Losel veranos acompañan a su madre a las plantaciones, a los “packings”. Allí aprenderán los secr empleo, sino que se acumulandel lascorte deudas, de la uva.se pierde el grupo social de pertenencia, se "A todas les enseñé yo cuando tenían nueve o diez años, me las llevaba al potrero y les enseñaba, que el hue alteran los ritmos y espaciosque elde secado la vida de pasas, de la uva, les enseñaba los tipos de raleos, a embalarla, a limpiar la uva, a cuidar familiar. En suma, se pierdereconocerla... el control sobre lo que es un parrón..." las condiciones normales de existencia. El trabajo esporádico junto a la madre les permite ganar desde muy temprano algún dinero. Sólo dos hijas lle Búsqueda de salidas. En la medidahasta 6o en básico que se y siguen sus estudios en San Felipe. Ambas quedan embarazadas y deben suspender la esc acumulan las manifestacionesSu de madre anormalidad les conseguirá trabajo en los “packings” a pesar de no cumplir con los requisitos mínimos de edad. La mayor se "casa bien" y ofrece financiar los estudios de una hermana, pero ésta no aprende y decide desertar co aprobación de su padre. Nuevamente la señora Marisol colocará a su tercera hija en un packing; al poco tie “Vivir la inseguridad: cotidianidadtambién será madre y trayectorias soltera. de familias”

La hija mayor del matrimonio logra llegar a 6° básico, pero su trastorno mental hace dudar a los padres respect su futuro, La dejan en la casa en espera de alguna solución. La posibilidad de que también ella quede embaraz precozmente los detiene para enviarla también a estudiar fuera del hogar El padre señala:

Esa trama de vínculos define el espacio de las La sociabilidad en la organización de acciones posibles, determina los recursos dis- la acción de las familias ponibles y la forma de su circulación. La sociabilidad, esa red en que está contenida la Las estrategias familiares para superar las familia, asegura que la anormalidad de una crisis se despliegan sobre las redes de situación determinada pueda ser controlada relaciones sociales con que ellas cuentan. Las por la normalidad de un espacio social más relaciones sociales no son un recurso más jun- amplio y relativamente más estable que las to a los de tipo económico. La sociabilidad, trayectorias de sus miembros. Por esta razón, más que un recurso, establece un campo de como lo atestiguan los relatos de las familias, oportunidades en el cual las familias la posibilidad de que una crisis familiar derive desarrollan su acción. La sociabilidad provee en desintegración está directamente vínculos en los más diversos niveles de la relacionada con la solidez o precariedad de estructura social, desde los vínculos sus redes sociales. En la sociabilidad reside intrafamiliares hasta los vínculos de la familia gran parte de las diferencias entre una familia y sus miembros con las instituciones sociales. que logra superar una situación de inseguridad y otra que no lo logra.

Las redes sociales pueden organizarse según los distintos bloques de actores que están en juego en la gestión de una crisis. Esos bloques se definen según su similaridad de acuerdo con la distancia respecto de los miembros de la familia o de acuerdo con el papel que desempeñan en la gestión de la crisis. En los relatos analizados los bloques de actores más frecuentes son los siguientes:

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cuando este bloque de actores desempeña un Los miembros del grupo familiar papel fundamental.

El núcleo familiar puede aparecer actuando unido como tal o bien con acciones La red de amigos autónomas del padre, madre o hijos. La presencia de núcleos indiferenciados es más La red social de las amistades cumple propia de los estratos bajos. Sin embargo, ello funciones de apoyo y compañía y suele estar revela más bien la superposición de los presente en todos los eventos de la vida problemas de los distintos miembros más que familiar. Los amigos están vinculados a una acción compartida. En la clase media y distintos miembros del grupo familiar. La especialmente en la alta se aprecia una relativa lealtad, por sobre la funcionalidad o los espe-cialización de sus miembros cuando hay intereses, es lo que define este tipo de redes. un proyecto común. Cuando hay sintonía en En ocasiones, por esta misma razón, pueden los proyectos de familia suele apreciarse una facilitar rupturas en las relaciones familiares, re- lativa autonomía de los miembros en la especialmente cuando las redes de los forma de encarar la gestión de la crisis. La distintos miembros de la familia implican autonomización de la acción de alguno de lealtades contradictorias. los

La trayectoria de la ausencia del “nosotros” y la deshonra (D) La ruptura del proyecto de ascenso social

La familia está compuesta actualmente por Alfonso, la señora Fresia, dos hijos de 25 y 26 años y la abuela materna. La hija mayor vive fuera del hogar con su pareja y dos hijos. El padre, ingeniero, es actualmente gerente de dos empresas. La madre, de profesión profesora, no ejerce y se dedica al trabajo de beneficencia y al cuidado de sus dos nietos.

La vida de la familia se vio fuertemente alterada con el embarazo de Paula, la hija mayor, a los 16 años. El embarazo ocurre en un momento en que la familia inicia un proceso ascendente de movilidad social y se muda de la comuna de Los Cerrillos a una cómoda casa en Ñuñoa. Paul a queda embarazada de un vecino de Los Cerrillos, "de condición social inferior". Este hecho, sumado a la percepción de la madre de que el novio quiere aprovecharse de la condición social de la hija y truncar sus posibilidades de movilidad y realización personal, la llevan a tomar la decisión de hacerle un aborto que financiará el padre. Desde ese momento ni la hija ni la familia vuelven a ser los mismos.

"Dentro de nuestra familia esto la cambió mucho. Nosotros teníamos planes, tener hijos profesionales, una familia sin muchos problemas, que siguieran formándose sin problemas... y eso no resultó".

La hija vuelve a quedar embarazada, sufre permanentes depresiones y abandona a su hija. Los abuelos cuidarán a la nieta. Paula no logra terminar sus estudios superiores en la Universidad Católica. A pesar de que intenta mantener en secreto su embarazo, cuando los compañeros se enteran la aíslan y dejan de dirigirle la palabra:

miembros en ausencia de un proyecto compartido puede o bien iniciar"Mi hija una en crisisese tiempo o estudiaba en la Universidad Católica. Ahí se hizo de una amiga, y a ella le contó que es bien profundizarla. esperando, desde ahí que esta niña no la saludo más y en el curso le hicieron el vacío, eso fue bien duro para ella

La llevan a sicólogos y siquiatras en busca de una salida a la profunda depresión que la afecta. Ella logra retoma estudios, formar una pareja y tener otro hijo. Sin embargo, la depresión y los intentos de suicidio continúan; la La red de apoyo domésticorelación con su primera hija no hace más que empeorar. Los abuelos siguen asumiendo económica y afectivame la nieta. La función primordial de estas redes, com- puestas normalmente por losLos parientes,padres de Paula, es movidos por un fuerte sentimiento de culpa, buscan ayuda en la comunidad cristiana, donde resolver los problemas escuchadosque plantea y apoyados.la La madre se aboca a las obras de beneficencia, incluso apadrina a un niño pobre reproducción socioeconómicacomuna del de núcleoCerrillos. El padre comparte de la madre y se pregunta dónde estuvo finalmente el e familiar. Es en momentos Reconoce en que quese pone el proyecto de familia y el futuro de sus hijos ha sido truncado. en cuestión la condición"yo socioeconómica creo que todo eso alteró, creo que produjo problemas en toda la familia, cambió el curso para el resto..."

Los hermanos también resienten la crisis vivida, ninguno ha podido formar pareja y permanecen en el hogar pater “Vivir la inseguridad: cotidianidad y trayectorias de familias”

La red laboral o de negocios 5. CONCLUSIONES

Surge de relaciones de trabajo prolongadas y Inseguridad, acción y estables. Las redes laborales implican tanto los condicionamientos sociales vínculos informales que surgen de la cama- radería en el trabajo como los vínculos La inseguridad que surge de la experiencia de forma-les necesarios para el propio la ruptura y la consiguiente exclusión social desempeño labo-ral. En nuestros relatos, en puede encontrarse en familias de distintos los pocos casos en que no hay red de estratos y condiciones sociales. En realidad, la sociabilidad laboral, ello es-tá asociado a condición socioeconómica no es un factor fuertes crisis de integración social. suficiente ni en el surgimiento de la inseguridad ni en su resolución. Cabe entonces preguntarse, ¿cómo es que se llega a El apoyo público extendido una situación de fragilidad y vulnerabilidad tal que la percepción de inseguridad se instala en Las funciones del aparato público son funda- la vida de familias socialmente tan diferentes mentalmente de apoyo directo y control entre sí? social. El cumple una función subsidiaria bajo el principio de focalización. La presencia El camino habitual sería buscar la respuesta en de este tipo de redes se advierte con mayor la existencia de un destino social que surge de fuerza en los sectores bajos y medios los determinismos estructurales y de las vulnerables. grandes cifras que describen a la sociedad. Estadísticamente es verdad que las posibi- lidades de exclusión atañen principalmente a Otros componentes de la red los más pobres. La precariedad de sus recursos económicos, sociales o simbólicos Se refiere a la presencia de antagonistas a las pareciera hacer de estas personas objetos estrategias familiares, a formas de apoyo pasivos, incapaces de hacer frente a las institucional privado, intermediarios amenazas de la modernización, menos aún vecinales, mediadores políticos o de otro tipo. aprovechar sus oportunidades. Las historias de familias nos muestran, sin embargo, que los Estos bloques de relaciones tienden a estar determinismos sociales no son suficientes para normalmente presentes en los procesos de dar cuenta de las trayectorias de la gestión de la inseguridad familiar. En distintas inseguridad. fases de la crisis entran en escena distintas redes de sociabilidad. Tan relevante como su Atendiendo a esas mismas historias parece presencia son las relaciones que cada red más pertinente buscar las explicaciones de las establece con los otros elementos en juego en trayectorias de la inseguridad en el modo en la situación. que se articulan las condiciones del entorno social y la capacidad de acción de las familias. Allí se muestra que la trayectoria de la inseguridad es un proceso dinámico que acontece en un espacio de acción donde los actores despliegan sus estrategias. Los determinantes sociales son una limitación de ese espacio; ellos definen las oportunidades que se les presentan a los actores familiares y las amenazas que los limitan. Cuando ese espacio es muy reducido o cuando las amenazas son muy superiores a las oportunidades, la acción se hace prácticamente imposible. No obstante, hemos visto que ni aún en la más precaria de las

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 familias ese espacio está completamente se pueden desplegar estrategias para su cerrado. neutralización o superación.

Un elemento facilitador de la codificación es La lectura de las trayectorias muestra que la la variedad y coherencia de la comunicación entrada en la inseguridad puede tener intrafamiliar. Cada miembro ve aspectos del múltiples causas. Normalmente los acon- entorno que los otros no ven. Esa variedad es tecimientos específicos que la desatan son una oportunidad y una amenaza. Hay historias sólo detonantes. La inseguridad surge, en de familia en que esa variedad se vuelve realidad, en el momento en que a partir de una contradicción, y ella bloquea la acción. Hay crisis, cualquiera que ella sea, la familia se familias, en cambio, en que esa variedad enfrenta a la amenaza de la ruptura de sus deriva en imágenes compartidas, las que vínculos sociales básicos. A la inversa, la permiten una mejor detección de los recursos solidez de esos vínculos económicos, disponibles. La diferencia entre una y otras simbólicos y normativos es lo que permite que radica en la capacidad para la comunicación una crisis particular no se transforme en horizontal entre los actores familiares desintegración generalizada para la familia. involucrados en la crisis. Ellos son los mecanismos de seguridad que permiten desactivar y superar las crisis. Así, la Los estudios muestran nítidamente las normalidad permanece normalidad y las crisis dificultades para generar codificaciones una excepción, por dolorosas que sean. compartidas al interior de las familias. La Cuando en el contexto de una crisis esos diversidad y hasta contradicción de mundos vínculos se revelan débiles o se debilitan a de sentido que alberga hoy en su interior cada causa de ella, entonces no hay un transfondo familia deriva en lenguajes a veces difíciles de de normalidad y certidumbre desde el cual traducir entre sí. El lenguaje de un padre que enfrentar y reconducir la crisis. La se define como proveedor de movilidad para incertidumbre y la inseguridad copan entonces los hijos mediante la educación choca con el el ámbito de las familias. lenguaje de los hijos, que se estructura a partir de la desconfianza en la eficacia del lenguaje del padre. Entre ellos la madre se ve El debilitamiento de los recursos fragmentada entre su lenguaje de esposa del para la acción padre proveedor, el de trabajadora y el de contenedora emocional de unos hijos que La debilidad de nuestro lenguaje viven en un mundo que no alcanza a comprender. La primera condición de éxito para la supe- ración de las inseguridades es el reconoci- Es importante anotar que la capacidad de miento y codificación por las familias de lo codificación y de comunicación no depende que está en juego en su inseguridad. Los sólo de la iniciativa de la familia. El lenguaje relatos muestran que sólo en el momento en y la comunicación son procesos sociales que se identifican las amenazas las familias objetivos que dependen de la sociedad misma. pueden generar pautas para la acción. Para comunicar con otros hay que disponer de La condición marginal tiene mucho que ver un lenguaje común que no puede ser con la dificultad de esta codificación. En inventado a voluntad por uno de los efecto, el hambre, el frío, el temor a la participantes. Un aspecto a destacar de las agresión se hacen tan totales y apremiantes historias de familias es que ellas no disponen que resulta difícil ver el contexto más amplio de lenguajes que permitan abordar abierta y en que se desenvuelve el propio drama. No se adecuadamente sus inseguridades. Los ven ni las amenazas más graves, ni tampoco “asuntos de familia” forman parte de aquellos las oportunidades disponibles. Las estrategias problemas que es más fácil cubrir con un quedan cazadas en la superación de las “tupido velo” que transformar en objeto de necesidades más inmediatas y limitan con ello conversación. Esto es especialmente cierto sus propios espacios de acción más allá de lo respecto de formas nuevas de inseguridad, que ya las estructuras sociales se los han como en el caso de la soledad de las jefas de limitado. Sólo en el momento en que se hogar o en la crisis de identidad que visualiza el contexto real de las inseguridades sobreviene a la cesantía, o la ineficacia de

“Vivir la inseguridad: cotidianidad y trayectorias de familias” ciertas formas tradicionales de movilidad de canal único, que resultan un buen social. mecanismo de defensa frente a amenazas externas, se con-vierte en un bloqueo a la hora A falta de un lenguaje social que permita el del aprovecha-miento de las oportunidades. reconocimiento y codificación de las crisis Esta tensión explica varias de las historias de que enfrenta actualmente la familia, ellas inseguridad presentadas, donde una aparecen a la propia mirada familiar como sociabilidad primaria fuerte asegura la anormales e ilegítimas. La lógica del integración normativa y simbólica de la ocultamiento de los problemas que de ahí familia, pero estrecha canales de movilidad e deriva solo aumenta la percepción de integración socioeconómica. exclusión social y con ello profundiza la inseguridad. La familia: fuente de seguridad amenazada La débil construcción del “nosotros” Las historias revisadas plantean una legítima Hacer frente a una situación de inseguridad duda acerca de la capacidad actual de las exige también un agente capaz de orientar y familias para realizar su papel de mecanismos aglutinar en torno a sí al núcleo familiar, generadores de integración social. Asegurar la agente capaz de elaborar y gestionar un integración económica y normativa al mismo proyecto de futuro familiar. Esta visión tiempo es un ideal que pocos logran. Todas anticipadora pone en escena la imagen de la las familias entrevistadas han pasado por familia: si ella no se reconoce en un momentos de crisis que se han convertido en "nosotros", difícilmente podrá concebir situaciones generalizadas de inseguridad. proyectos o soluciones que conduzcan a una Después de esa experiencia no han vuelto a salida. En los relatos de familia observamos ser iguales que antes. que en muchos casos crisis muy puntuales se agigantan cuando el "nosotros" que debiera Las razones de la relativa debilidad actual de enfrentarla se descubre fragmentado. La la familia parece radicar en su dificultad para incapacidad, por ejemplo, para ponerse de gestionar los nuevos desafíos del entorno acuerdo acerca del futuro educacional de los social sin desintegrarse interna o socialmente. hijos puede tener efectos más graves para el Las normas e imaginarios que regulan la vida proyecto familiar que la crisis de uno de los familiar son cada vez menos eficaces para hijos en el liceo que dio origen a la discusión. promover la gestión de las amenazas y oportunidades con vistas a facilitar una integración social, económica y normativa de La debilidad de la sociabilidad fuerte sus miembros.

Finalmente, la presencia y alianza con terceros Esa inseguridad es agravada por el sen- aparece normalmente como un elemento clave timiento de culpa que provoca el discurso que en la superación de situaciones difíciles. atribuye a las familias toda la respon- Aquellas familias que no incorporan otros sabilidad en la gestión de los “asuntos de actores en sus estrategias de acción rara vez familia” y en la contención de las crisis de logran dar respuesta satisfactoria a los proble- integración. Muchas instituciones y sistemas mas que las afectan. En este campo las histo- sociales se hacen más livianos y eficientes rias de familias muestran que el entorno social porque descargan funciones básicas de ha diversificado de tal modo sus fuentes de integración y sentido sobre los hombros oportunidades y amenazas que resulta difícil frágiles de la subjetividad familiar. La in- acceder a las primeras o neutralizar las segun- tervención pública suele ocurrir sólo cuando das activando redes de sociabilidad de canal la único. Antes pudo bastar un vínculo fuerte con una autoridad local para acceder a través de él a los distintos ámbitos relevantes del acontecer social. Hoy se requieren vínculos más abiertos, más diversos, de mayor alcance. La persis-tencia de las redes fuertes, locales y

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familia se ha quebrado bajo el peso de la contradicción entre la enormidad de sus responsabilidades sociales y la precariedad de sus recursos privados. Una mejoría de la Seguridad Humana exigiría una gran conversación pública, con un lenguaje nuevo, acerca de los caminos para un nuevo pacto entre la familia y la sociedad.

“Vivir la inseguridad: cotidianidad y trayectorias de familias”

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CAPITULO 10

La Seguridad Humana en Chile

ÒLa Seguridad Humana en ChileÓ 209 LA SEGURIDAD HUMANA EN CHILE

El Informe de Desarrollo Humano en Chile TambiŽn se le ha dado relieve a una especial 1998 ofrece, como todos los estudios sobre y concreta preocupaci—n por los grupos un desarrollo humano sostenible, una re- vulnerables, como los adultos mayores, los flexi—n acerca de las oportunidades y ame- discapacitados, los j—venes, las mujeres nazas que enfrenta la persona como sujeto jefas de hogar, entre otros, ‡mbitos en los del desarrollo. En esta ocasi—n se hizo hin- cuales se han implementado diversos apoyos capiŽ en la Seguridad Humana con el fin de estatales. analizar la relaci—n entre las condiciones del ser humano para constituirse en sujeto de su Adicionalmente, el gobierno ha planteado desarrollo y la actual estrategia de moder- nuevos proyectos (algunos de los cuales son nizaci—n. hoy leyes vigentes) tendientes a mejorar los mecanismos de Seguridad Humana de que El enfoque permite visualizar una paradoja disponen las personas. Ejemplos de lo caracter’stica del Chile actual: tiene lugar anterior son los proyectos de perfeccio- una impresionante modernizaci—n de la namiento de las normas de la negociaci—n vida social que crea nuevas y mayores colectiva y la ampliaci—n de su cobertura; la oportunidades al mismo tiempo que reforma del sistema de capacitaci—n laboral; crecen la inseguridad y la incertidumbre. el proyecto de ley que establece un sistema de protecci—n al trabajador cesante C—mo se reconoci— en el cap’tulo 1, el pa’s (PROTAC); la ley del consumidor; el per- ha tenido una serie de importantes logros en feccionamiento del sistema de subsidios el ‡mbito econ—mico y social. habitacionales y de garant’a estatal a la calidad de la vivienda, entre otros. Ha mantenido una alta tasa de crecimiento. Han aumentado los salarios reales. Han Estos son una clara manifestaci—n del bajado la inflaci—n y la cesant’a a niveles esfuerzo realizado por asumir la subje- hist—ricos. Han aumentado, tambiŽn, en for- tividad de las personas y alcanzar la ma impresionante, el monto, la variedad y complementariedad requerida para el logro los destinatarios de las exportaciones. En de la Seguridad Humana. suma, Chile, en los œltimos diez a–os, ha m‡s que duplicado su nivel de ingresos per La paradoja c‡pita. Los datos emp’ricos revelan logros y Junto a ello, disminuye la pobreza en forma avances importantes junto con grados m‡s o constante a la vez que crecen los ’ndices de menos significativos de desconfianza tanto Desarrollo Humano. Se incrementa el gasto en las relaciones interpersonales como en En Chile ti en e l ugar social al doble en educaci—n, salud y vivien- las relaciones de los sujetos con los sistemas un a impresionan te da. Se impulsa la descentralizaci—n territo- de salud, previsi—n, educaci—n y trabajo. El moderni zaci—n de l a rial tanto regional como comunal y se malestar existente hace pensar que los vi da social que crea prioriza a la gente en la formulaci—n de las mecanismos de seguridad que ofrece el nuevas y mayores pol’ticas pœblicas. actual "modelo de modernizaci—n" resultan insuficientes. Los fen—menos presentados en oportun idades al Los subsidios monetarios, en tanto, el Indice y analizados en los estudios mism o tiem po que cumplen un importante papel en mejorar la sectoriales son corroborados por las crecen la inseguri dad distribuci—n de las oportunidades. En efecto, historias de familias que dan cuenta de las y la incerti dum bre vista segœn quintiles de ingreso, la diferen- dificultades de quienes deben enfrentar cia entre los extremos, antes de las transfe- amenazas de desintegraci—n econ—mica o rencias hechas por el Fisco, es de 14,4 normativa. Resumiendo el diagn—stico: veces. Luego de ellas, la distancia se acorta aunque el pa’s avanza, la Seguridad Humana a s—lo 8,6 veces. (Discurso sobre el Estado en Chile no tiene un nivel satisfactorio y, de la Hacienda Pœblica. Ministro de adem‡s, se encuentra distribuida de manera Hacienda , 1997) desigual.

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 210 Diagnosticar situaciones de inseguridad e tercer ac‡pite muestra un conjunto de incertidumbre en Chile podr’a ser una cons- dispositivos que desactivan las manifes- tataci—n de sentido comœn: todo cambio taciones de inseguridad e incertidumbre. social implica oportunidades y amenazas; en Aun as’, el malestar se ha vuelto evidente. la medida en que aumentan las opciones tambiŽn se incrementan los riesgos. Mien- Revisando las interpretaciones habituales, tras sea imposible calcular las consecuencias bosquejadas en el cuarto apartado, se apre- deseadas e indeseadas de una acci—n y, por cia que el problema de fondo radica en la consiguiente, mientras sea incierto el futuro, mediaci—n entre la subjetividad y la moder- toda decisi—n lleva aparejado riesgos. Ser’a nizaci—n. Es menester recordar que el mal igualmente banal constatar que toda trans- manejo de dicha complementariedad tiene formaci—n supone riesgos. Sin duda, la consecuencias tanto para los sujetos como modernizaci—n conlleva un nuevo tipo de para la sustentabilidad del desarrollo. Para riesgos, antes desconocidos, pero no gene- completar el diagn—stico se esbozan, en las ran necesariamente inseguridad. Queda notas finales, algunos aspectos de la seguir- pendiente la pregunta: Àpor quŽ razones los dad humana que merecen una mayor chilenos y las chilenas se sienten insegu- atenci—n. ros cuando aumentan las oportunidades?

La reflexi—n acerca de la inseguridad en el 1. INSEGURIDAD POR ASINCRONIA Chile actual concierne, en concreto, a las ENTRE MODERNIZACION Y razones que afectan a la capacidad de las SUBJETIVIDAD personas para defenderse de los riesgos comunes y para disponer de las oportu- Cuando dos tercios de los entrevistados por nidades que ofrece el desarrollo del pa’s. CEP-PNUD en 1997 declaran no sentirse Acorde con la interpretaci—n propuesta, la suficientemente informados acerca de seguridad descansa sobre el grado de hechos que afectan a su vida, lo que ellos complementariedad que han de guardar el echan de menos tal vez no sea tanto desarrollo de los sujetos y el despliegue de informaci—n como c—digos de interpre- los sistemas. Vista as’, la inseguridad de taci—n. Posiblemente sientan la falta de los chilenos y las chilenas pareciera radi- "c—digos" adecuados para dar cuenta de las car en la tendencia de los sistemas funcio- transformaciones en curso. En efecto, las nales a independizarse en un grado tal de innovaciones tecnol—gicas, los desaf’os en los sujetos que Žstos pierden la capacidad materia de organizaci—n, el nuevo horizonte de incidir sobre los procesos de moder- espacial y temporal del desarrollo chileno, nizaci—n. El problema de la complemen- todo ello exige nuevas maneras de compren- tariedad ser‡ el tema de este cap’tulo, que der la realidad. La falta de inteligibilidad sintetiza los motivos del malestar. puede ser un motivo de inseguridad.

El balance de las inseguridades de la Se precisan nuevas claves de interpretaci—n, sociedad chilena consiste en cinco pasos. Un pero vinculadas al acervo hist—rico-cultural motivo de inseguridad parece residir en el de las personas. Pues bien, parece existir un ritmo de la modernizaci—n. Su avance verti- desfase entre la memoria colectiva de la ginoso abre una brecha frente a la memoria gente y los desaf’os de su quehacer actual. y las ra’ces culturales de la gente. Esta En las conversaciones de los "grupos de asincron’a ser‡ la materia del primer ac‡pite. discusi—n" afloran continuamente los con- El malestar no es solamente de ’ndole trastes entre un "ahora", plagado de insegu- cultural; tiene tambiŽn bases materiales. Los ridad, y un "antes", cuando se pod’a confiar sistemas de salud, previsi—n, educaci—n y en la gente y los vecinos se ayudaban, trabajo parecen ofrecer mecanismos parcial- cuando "se llevaba la camiseta" de la empre- mente satisfactorios en tŽrminos de seguir- sa y hab’a tiempo para conversar con los dad. El segundo ac‡pite resumir‡ algunas amigos. Tal vez sean im‡genes idealizadas deficiencias. Considerando dichos proble- que dicen m‡s de las frustraciones de hoy mas, Àpor quŽ los sentimientos de que de las realidades de ayer. En todo caso, inseguridad no se expresan abiertamente? El sin embargo, es notoria una percepci—n

ÒLa Seguridad Humana en ChileÓ 211 n’tida de la distancia entre hoy y ayer. La ejemplo conocido es el caso de campesinos apreciaci—n del Chile actual puede ser con h‡bitos precapitalistas que se ven en- positiva o negativa, pero se apoya en una frentados sœbitamente a un "cosmos capita- evaluaci—n (al menos t‡cita) del pasado. lista". TambiŽn en casos menos dram‡ticos suele surgir un sentimiento de inseguridad e La estrategia de modernizaci—n impuls— en incertidumbre. La gente no encuentra en sus los œltimos veinte a–os una gran transfor- costumbres y creencias las herramientas maci—n de la sociedad chilena, pero los para hacer inteligible el nuevo funcio- cambios tuvieron ritmos distintos. namiento de la sociedad. Esta parece entonces estar "fuera de control". Existe, por un lado, el ritmo acelerado de las transformaciones econ—micas. En tŽrminos El desajuste exige el aprendizaje de un estructurales, el rasgo sobresaliente de la nuevo "sentido comœn", pero ello no se Žpoca es la mayor diferenciaci—n de realiza desde cero. Supone una recons- "sistemas funcionales" con "reglas del trucci—n del pasado, es decir, una memoria. juego" espec’ficas. El sistema econ—mico, En ella se yuxtaponen y sobreponen muchas como el de salud, de previsi—n o el mismo capas y dimensiones. Una imagen poderosa sistema pol’tico, van conformando campos del pasado parece ser la del Estado relativamente cerrados y autorreferidos. Al protector. Probablemente, la protecci—n no obedecer exclusivamente a sus propios c—di- radicaba solamente en los empleos, vivien- gos internos, dichos "sistemas funcionales" das y pensiones que prove’a. Si el recuerdo adquieren una autonom’a desconocida en la del Estado de Bienestar se mantiene vivo, es fase anterior. Dicha autonom’a tiene una principalmente por su dimensi—n simb—lica. implicancia relevante para la seguridad: se Esto es, por los v’nculos de reconocimiento, trata de sistemas que no consideran pertenencia y arraigo social que encarnaba debidamente la subjetividad de las personas. el Estado a travŽs de los servicios pœblicos. De este modo, la "estrategia desarrollista" Por otro lado, tambiŽn el mundo subjetivo fue conformando una cultura y una tradici—n de las personas cambia, pero a un ritmo que de pronto parecen a–ejas y obsoletas. mucho m‡s lento. Las personas saben inte- riorizar las maneras en que operan los Los recuerdos del Estado protector (como La apreciaci—n del sistemas y adquirir as’ un instrumental tantos otros) expresan a la vez una orfandad C h i l e a c t u a l p ue d e s e r pr‡ctico y mental para manejarse en el y una demanda. Hablan de un pa’s y un mundo objetivo. D’a a d’a, saben adaptarse a mundo que de un modo irreversible se p ositiva o negativa, las innovaciones. Sin embargo, pueden fueron. Al mismo tiempo, reivindican el pero se apoya en una surgir desajustes. Un cambio r‡pido y derecho a una dignidad protegida, una evaluaci—n (al menos radical de los "sistemas funcionales" deja identidad reconocida, unos afectos y t‡cita) del pasado. obsoletos los h‡bitos y conocimientos de la sentimientos acogidos. Hablan no s—lo de la gente. Sœbitamente las personas se encuen- ausencia de un pasado, sino tambiŽn de las tran desprovistas de los conocimientos, apti- lagunas del presente. tudes y motivaciones que requiere el nuevo entorno. De la noche a la ma–ana desa- Existen im‡genes del pasado, pero no hay parece ese ‡mbito de tradiciones y una elaboraci—n de lo pasado. Hay nostal- proyectos, que permit’a "hacer sentido". Un gias, pero falta esa permanente reconstruc- ci—n y reinterpretaci—n de lo que pas—. Falta nombrar quŽ es lo que se perdi— y, adem‡s, asumir la pŽrdida. Diversas razones han "Nad a o scu re ce nue stra vis i— n s ocial ta n e ficaz men te inhibido a la sociedad chilena hacer un co mo el prejuic io ec ono mista .(..) El esp’ritu d e m ercad o mantuvo su s ilu sio ne s d e lib ertad, œ nic ame nte a l p re cio de duelo. La consecuencia podr’a ser una la cegu era ante las con sec ue ncias m‡ s a mplia s d e la conciencia hist—rica trizada. Esa trizadura, ac ci—n ind ividu al." esa distancia silenciada entre el presente de los chilenos y lo que alguna vez fueron y Karl Pola nyi: L a gra n tra nsform ac i—n, M Žx ico , 1 97 5 creyeron, distorsiona la comunicaci—n. Debilita, por lo tanto, las relaciones de confianza y, en particular, la confianza en

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 212 compartir un futuro comœn. Con todo, s—lo instituciones dedicadas a proteger a los una responsabilidad compartida acerca del adultos mayores o inv‡lidos. No obstante futuro augura un desarrollo sustentable. los avances logrados, los chilenos no parecen sentirse seguros. Interpretado a la Posiblemente la "jaula de hierro" de las luz de la Seguridad Humana, el malestar restricciones institucionales sea menos podr’a estar reflejando dos deficiencias relevante que la "jaula de la melancol’a". importantes. Entonces los fantasmas del pasado siguen presentes bajo la forma de una moder- Una deficiencia del actual esquema de nizaci—n compulsiva. Los chilenos cum- seguridad consistir’a en una excesiva plen las exigencias sistŽmicas sin adherir monetarizaci—n de los riesgos. Los pro- a ellas, al mismo tiempo que a–oran las blemas suelen procesarse y abordarse en tradiciones sin poder cumplirlas. La la medida en que sean traducibles a un conducta resultante es una cadena de c‡lculo de inversiones, costos y beneficios. repeticiones rutinarias que, por carecer Dicho "economicismo" acompa–a al proce- del sentido de la tradici—n, devienen so de privatizaci—n de la seguridad. Los r’gidas y forzadas. seguros de salud y las pensiones en manos de empresas privadas con fines de lucro implica en los hechos medir la eficiencia de 2. INSUFICIENCIA DE LAS los servicios en tŽrminos de la eficiencia POLITICAS DE SEGURIDAD financiera. Adoptando el punto de vista de una racionalidad econ—mica, se justifica el La inseguridad humana en Chile no reside cheque en blanco de garant’a que suelen solamente en la falta de memoria colectiva; exigir los hospitales al paciente que ingresa, ella radica especialmente en las deficiencias el importante copago que suponen los que muestran las actuales pol’ticas de servicios de salud o la vinculaci—n del seguridad. Segœn se se–alara al inicio, toda monto de las pensiones a la rentabilidad de sociedad establece determinados mecanis- las AFP. Tal enfoque evita desajustes mos de seguridad, destinados a resguardar a econ—micos, que provocaron en el pasado sus miembros de las amenazas vitales y a serios dŽficit presupuestarios y, finalmente, permitir calcular y asumir los riesgos un deterioro de los servicios. socialmente aceptables. Distingu’amos en- tonces mecanismos habilitadores, que Sin embargo, adaptar los sistemas de instauran condiciones m’nimas de seguridad seguridad al nuevo contexto no debe frente a las amenazas que enfrentan el desvirtuar sus fines. Una sobrevaloraci—n de conjunto y cada una de las personas, y las condiciones financieras parece sustituir mecanismos realizadores, que promueven la anterior subvaloraci—n. Puede darse una un uso creativo de las oportunidades. En los "subversi—n de valores" que es particular- cap’tulos previos se analizaron algunos de mente grave en el caso de aquellos sistemas estos mecanismos en el caso chileno. destinados expl’citamente a la seguridad. La Resumiendo los antecedentes, caben dudas discriminaci—n de personas mayores, m‡s acerca de la efectividad de dichas pol’ticas. susceptibles a las enfermedades, por las Isapres, la mala atenci—n que reclaman al Una protecci—n insuficiente sistema pœblico, la falta de cobertura del contra los riesgos sistema previsional y la irregularidad de las cotizaciones de buena parte de los afiliados En el Informe se abordan, en primer lugar, a las AFP pueden ser ejemplos ilustrativos los mecanismos de seguridad que habilitan de una forma de exclusi—n social. una protecci—n b‡sica contra las amenazas. Es menester destacar al respecto los gran- Otra deficiencia de los dispositivos de des esfuerzos dedicados a mejorar los seguridad es su falta de consideraci—n de dispositivos para garantizar la seguridad las amenazas nuevas. Los mecanismos ciudadana, a ampliar los servicios pœblicos disponibles no responden (por acci—n u y privados para asegurar la atenci—n mŽdica omisi—n) a buena parte de los nuevos y hospitalaria as’ como a reformar las riesgos que enfrentan los chilenos.

ÒLa Seguridad Humana en ChileÓ 213 Recordemos que los sistemas de salud El acceso incierto a las oportunidades suelen cubrir en forma ineficiente enferme- dades graves y enfermedades "modernas" La principal raz—n de inseguridad que se (trastornos s’quicos), dejando muchas veces desprende de los antecedentes recogidos a los beneficiarios desprotegidos en el reside en la desigualdad de la distribuci—n momento de vulnerabilidad. Algo similar de oportunidades. Este hecho, que se ocurre con el sistema de pensiones, cuyos arrastra en el tiempo, resulta especial- beneficios pueden decrecer precisamente mente parad—jico en una sociedad que cuando una crisis econ—mica puede preci- aumenta significativamente sus recursos. pitar el retiro de la vida laboral. Frente a Particularmente en el campo de la educa- otras amenazas nuevas, que marcan la vida ci—n y de la salud, m‡s all‡ de los logros cotidiana de la gente, parece necesario alcanzados, es notorio que los sistemas no establecer pol’ticas de seguridad. Basta aseguran todav’a un acceso equitativo; Los mecani sm os de pensar en las mayores posibilidades de por el contrario, es el nivel socioeco- seguridad est‡n desempleo a causa de la flexibilizaci—n del n—mico de la persona el que determina mercado laboral, en los abusos al consu- sus opciones. centrados en midor, en los efectos para las personas del amen azas deterioro del medio ambiente, en la soledad A la inversa, y m‡s all‡ de los avances "tradicion al es" y no de los adultos mayores u otros ejemplos que logrados, se mantiene un c’rculo vicioso consideran a las afectan la calidad de vida. Vale decir, los entre la desigualdad en la distribuci—n de los amen azas nueva mecanismos de seguridad est‡n centrados en ingresos y la desigualdad cuantitativa y amenazas "tradicionales" y no consideran a cualitativa en la seguridad. Sobre todo la las amenazas nuevas ni, sobre todo, su distribuci—n desigual de las oportunidades nuevo car‡cter. educativas afecta otras ‡reas y termina por suscitar sentimientos generalizados de inse- Una primera conclusi—n apunta pues a un guridad. Esto hace de la reforma educa- enfoque demasiado estrecho de las amena- cional un paso adelante en el Desarrollo zas, que impide dar cuenta de los muy Humano. diversos sentimientos de inseguridad que pueden abrigar los chilenos. Ahora bien, la Generalmente, quienes tienen menor acceso inseguridad tiene que ver no s—lo con la a las oportunidades suelen sufrir una mayor mayor o menor gravitaci—n de los peligros y incertidumbre. Dicha inseguridad concierne riesgos en la vida cotidiana de la gente, sino primordialmente a la situaci—n personal, tambiŽn con el mejor o peor aprovecha- percibida como un desajuste entre lo que se miento de las oportunidades abiertas por la aporta y lo que se recibe. La experiencia modernizaci—n. Ello nos remite a las individual de injusticia, empero, puede limitaciones de la seguridad realizadora. generar resentimientos y una desafiliaci—n emocional que, desencadenados por cual- quier evento, se proyectan al orden social. Entonces deviene veros’mil la percepci—n de que las "reglas del juego" no son neutrales, "Esta 'bue na so cie da d', al p are cer, no se ag ota en el a cce so de que el crecimiento del pa’s beneficia s—lo al mayo r con sum o, en el acce so de op ortunida des labo rales a unos pocos, que los "poderes f‡cticos" m‡s divers as , e n fin , en e l acceso a to dos a que llo s bie nes conservan una preeminencia oculta, pero mate ria les e in materiales en qu e se fun da su sa tis facci—n eficaz y que, por ende, la invocaci—n de la ac tu al y su optimism o futu ro . T odo e llo sien do rea l y s in du da va lo rad o, pa rece ser pe rcibido tam biŽn com o vol‡til, co mo transparencia muchas veces escamotea la ev en tua lme nte reve rsible, al nivel individ ua l y co le ctivo, e n penumbra en que se toman decisiones. un a soc ied ad en qu e para m uc hos to da v’a no se ve claro c— mo se rem os prote gidos en los mom en tos de info rtunio." La distribuci—n desigual de las oportuni- dades probablemente sea la deficiencia m‡s Guillermo Ca mpe ro: M‡s all‡ del in divid ualis mo.La buena visible, pero en ningœn caso la œnica. Las so cieda d y la p artic ipa ci— n (ma nus crito ), 19 97. pol’ticas de seguridad, destinadas a facilitar el acceso a las oportunidades, pueden fallar a causa de una definici—n estrecha de lo que es una oportunidad.

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 214 Cierto economicismo tendiente a tratar de un individualismo ego’sta. La ambiva- las amenazas como problemas financieros lencia anida ahora en el propio individuo. est‡ igualmente presente a la hora de Este tiene que resolverla por su propia identificar las oportunidades. cuenta y responsabilidad.

El objetivo de la modernizaci—n, es decir, Otra raz—n poderosa de inseguridad es la ampliar la gama de opciones de la gente, no mayor contingencia de la sociedad chile- puede ser reducido a un c‡lculo econ—mico. na. Hace treinta a–os los cursos de acci—n El malestar que se percibe posiblemente eran m‡s o menos previsibles; dentro de refleje, entre otras razones, este reduccio- ciertos m‡rgenes, la gente pod’a calcular las nismo econ—mico. La educaci—n, por ejem- opciones existentes. Hoy en d’a, se abre el plo, es una inversi—n tanto desde el punto de abanico de "lo posible". La mayor comple- vista de las futuras oportunidades laborales jidad social da lugar a combinaciones de cada individuo como de la "competi- mœltiples y aleatorias de los elementos en tividad sistŽmica" del pa’s. Dicha perspecti- juego. Cuando "todo lo s—lido se desvane- va, empero, no deber’a desplazar a las ce", las rutinas habituales ya no sirven como funciones propias del sistema educativo, o pautas de acci—n. Hay m‡s situaciones que sea, el aprendizaje cr’tico de saberes y exigen una toma de decisi—n al mismo conocimientos pr‡cticos. tiempo que tambiŽn resulta m‡s complejo tomar una decisi—n. Se multiplican no sola- Hay otros motivos de inseguridad m‡s mente los factores a considerar, sino tam- dif’ciles de aprehender como, por ejem- biŽn la distancia entre una decisi—n y sus plo, la ambivalencia de la propia noci—n consecuencias. La interacci—n de mœltiples de oportunidad. Un rasgo distintivo de la elementos hace dif’cil comprender un fen—- sociedad moderna parece ser la dificultad meno como efecto (intencionado o no) de en distinguir n’tidamente oportunidad y determinada decisi—n. Vale decir, se debili- amenaza. Por ejemplo, la flexibilizaci—n del tan las cadenas causales, pilar de nuestros empleo puede ser oportunidad o amenaza, esquemas de inteligibilidad. En tales cir- segœn las competencias, las expectativas, la cunstancias, la anhelada transparencia (sea biograf’a y el plan de vida de cada indivi- del mercado o de la gesti—n pœblica) parece duo. Aœn m‡s: ella puede significar simult‡- dif’cil. neamente oportunidad y amenaza para un mismo individuo; por ejemplo, oportunidad Los mecanismos de seguridad actuales en tŽrminos de su creatividad innovadora a tambiŽn se encuentran limitados por los la vez que amenaza para su bienestar procesos de globalizaci—n que potencian material y su estabilidad emocional; oportu- tanto las opciones como los riesgos. En el nidad de individuaci—n a la vez que amenaza presente Informe no se ha podido prestar la atenci—n necesaria a esta dimensi—n insos- layable de la Seguridad Humana, pero salta a la vista que dichos procesos modifican El esfu erz o del individ uo por ser un sustancialmente el alcance de las oportu- ac tor nidades y amenazas y, por supuesto, las "El œnico lu gar do nd e pued e rea lizarse la posibilidades de aprovechar las opciones a co mbina ci— n entre in strum entalida d e un nivel transnacional. La globalizaci—n id en tid ad, e ntre lo tŽc nic o y lo sim b—lico , abre una escala ampliada de oportunidades y es el p royec to de vida perso nal, e l des eo Chile ha demostrado estar relativamente de todo s y cada un o de que su e xis te ncia bien preparado para insertarse en este no se redu zc a a un a exp erien cia ca le ido s- mundo internacionalizado. La globalizaci—n, c— pica, a un co nju nto d iscon tin uo de res- pu es tas a lo s e st’mu los de l entorn o sin embargo, potencia igualmente los so cial." problemas suscitados por la distribuci—n desigual de las oportunidades, por su ca- Alain To urain e: ÀPode mos v ivir r‡cter ambivalente y por las relaciones ju ntos? PPC, Bueno s Aires, 1 997 . extremadamente complejas en que ellas surgen.

ÒLa Seguridad Humana en ChileÓ 215 Crece el nœmero de chilenos que acceden a relacionan. Este v’nculo social condiciona la oportunidades de empleo y consumo, de capacidad de las personas de asumir la informaci—n y entretenci—n fuera de las conducci—n del desarrollo. fronteras nacionales. Por otra parte, la glo- balizaci—n tambiŽn incrementa los riesgos La Seguridad Humana hace hincapiŽ en de eventos con fuerte impacto en la vida el "capital social", ese fondo acumulado cotidiana de los chilenos (por ejemplo, el de confianza social y asociatividad que se impacto de una ca’da de las exportaciones genera en las relaciones diarias. Este sus- en el mercado laboral o de las turbulencias trato adquiere mayor gravitaci—n en la financieras en los fondos de pensiones). En actualidad: mientras m‡s se especializan ambos casos, se trata de din‡micas estrecha- las actividades, m‡s dependen las perso- mente entrelazadas con las estructuras nas de la cooperaci—n con otros. El acceso locales, pero que escapan al marco nacional y uso creativo de las oportunidades presu- de las pol’ticas de seguridad. pone pues un trato civilizado en los mœltiples acomodos rec’procos que exige la La desterritorializaci—n, propia del proceso vida diaria de la gente. En la medida en que de globalizaci—n, es particularmente com- las relaciones sociales se vuelven m‡s pleja en el ‡mbito cultural. Tanto la mœsica impersonales, elementos aparentemente ÒrockÓ como la ciencia, las pautas de obvios del diario vivir como la confianza o consumo al igual que la televisi—n, muestran la honestidad adquieren un papel sobre- que los procesos culturales no reconocen saliente. S—lo presuponiendo un "juego fronteras ni espacios cerrados; descansan limpio" en las relaciones sociales nace la sobre una constante labor de "traducci—n", disposici—n a la cooperaci—n. que adapta y recombina los mensajes en una interminable "conversaci—n" de constela- ciones variables. El desanclaje de espacio y La s ocieda d abs tra cta tiempo corroe las identidades, los s’mbolos y los mundos de vida establecidos. El "Hay un a c an tid ad mu y g ran de de entorno habitual queda expuesto a una pe rsona s q ue viven en u na so cie dad "contaminaci—n" universal y lo que era mode rna qu e no tie ne n o tien en ex tre- normal y natural se desvanece y con ello mada men te po cos co ntactos pe rso nales , qu e viv en en el an on ima to y el aisla mie nto tambiŽn las certezas. Ser’a vano pretender y, e n c ons ec uen cia , no son d ich osa s." "congelar" el modo de ser de anta–o. Hay que plantear la Seguridad Humana en un Karl Popp er: La socieda d abierta y s us nuevo marco espacio-temporal. en em igos (citado po r Fito uss i y os an vallon , 199 7).

El deterioro del v’nculo social

La inseguridad se acentœa no s—lo por los Es cierto que la mayor’a de los chilenos efectos (indeseados) de la modernizaci—n; est‡ razonablemente satisfecha con su ella reside tambiŽn, y conviene recalcarlo, situaci—n personal y, en menor medida, en los cambios que sufre la subjetividad. No con el desarrollo del pa’s. Es cierto que existe algœn "car‡cter nacional" constituido conf’a en su esfuerzo individual y en un de una vez para siempre e impermeable a las futuro mejor para su familia. Adem‡s apoya condiciones hist—ricas. Precisamente porque la democracia y se identifica con algœn la Seguridad Humana concierne a la partido pol’tico, al menos en las elecciones. relaci—n de modernizaci—n y subjetivaci—n, En fin, d’a a d’a los chilenos no s—lo las pol’ticas de seguridad no pueden limi- reproducen, sino legitiman pr‡cticamente el tarse al manejo de los sistemas funcionales; orden establecido. Sin embargo, cabe han de trabajar con y sobre la subjetividad. preguntarse si ello basta para dar forma al Han de tomar en cuenta las experiencias y "capital social" necesario. expectativas, los temores y anhelos, en fin, las diversas facetas cognitivas y afectivas Los datos presentados muestran una mediante las cuales los individuos se sociabilidad dŽbil en Chile. Se ha podido

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 216 constatar un alto grado de desconfianza, Efectos de los cambios en la subjetividad una asociatividad precaria, una creciente instrumentalizaci—n de las relaciones so- No se puede evaluar la seguridad Huma- ciales e incluso cierto debilitamiento de la na en Chile sin plantear la cuesti—n del cohesi—n intergeneracional de la familia. sentido que pueda tener el proceso de No viene al caso explicar aqu’ las causas del transformaci—n en curso. Los mecanis- deterioro que se–ala el Informe en diversos mos para asegurar el buen aprovecha- campos. Intervienen condiciones espec’ficas miento de las oportunidades suponen que como, por ejemplo, las altas tasas de Žstas "tienen sentido" y que, por ende, desocupaci—n entre los j—venes que impiden "valen la pena". La modernizaci—n en la socializaci—n propia de un empleo estable. marcha tiene sentido en la medida en que logre incorporar a todos como sujetos del El an‡lisis de las relaciones entre los desarrollo. Tiene sentido si se logra ampliar chilenos y los sistemas de salud, previsi—n, las oportunidades de los chilenos. Tiene educaci—n y trabajo hace ver dos tipos de sentido si logra dotar a cada persona de las integraci—n. Por un lado, parece lograrse un herramientas necesarias para gozar de su modo relativamente eficaz de "integraci—n libertad. Esto indica que el sentido de la sistŽmica". Es decir, los sistemas funcio- modernizaci—n es una tarea social. No basta nales logran abarcar gran parte de la una valoraci—n privada; se requiere un poblaci—n correspondiente e incorporar a las reconocimiento social de lo que son y no personas a sus respectivas "l—gicas inter- son oportunidades, de su valor y de su nas". Ellas han mostrado, por ejemplo, saber continuidad en el tiempo. adaptarse muy bien a las nuevas reglas del sistema econ—mico y manejarse conforme a Probablemente exista una "crisis de sentido" la "l—gica de mercado". Esta integraci—n es propia de la modernidad. En efecto, Žsta se importante, pero parcial. Ella puede llevar a constituye precisamente en la experiencia de una "funcionalizaci—n" de la subjetividad en lo precario y problem‡tico que es el orden el sentido de que las personas vivan "en social. Dicha precariedad se acentœa en la funci—n de" los sistemas. Žpoca actual por la dificultad de producir y transmitir sentidos socialmente vinculantes. Por otro lado, el mencionado deterioro del capital social se–ala las insuficiencias de la "integraci—n social". Vale decir, la socia- bilidad cotidiana en la cual las personas ÒÀDo nde re side, en to nce s, el ma lesta r de crean los valores y las normas que rigen su la cultura mode rna ? Seg ura mente en la tran sfo rma ci—n que e xpe rim en tan lo s convivencia, pierde densidad. Los chilenos co ntextos tradiciona les do nd e, has ta parecen no tener una sociabilidad con la ha ce po co, las soc ie dad es elabo rab an su misma fuerza y riqueza que su integraci—n se ntido de confian za y prote cci—n. E llo s en los sistemas. Este parece ser el proceso eran provistos, co mbina dam en te, po r la estructural que subyace al s’ndrome de una fa milia , la com unida d loca l, la re ligi— n y "sociedad desconfiada" donde el miedo, el la s tra dic io nes . Y e s e vid en te que e sos recelo y la ansiedad minan los h‡bitos de cu atro "co ntextos de co nfian za" - fu entes de segu rid ad y certe zas - han camb ia do cooperaci—n. y es t‡n ca mbian do dram‡ tic am ente."

En resumidas cuentas, la actual estrategia Jo sŽ Jo aqu ’n Brunner: Bie nve nidos a de modernizaci—n parece fomentar una la mode rnidad, San tiago , P la neta, "integraci—n sistŽmica" de los chilenos en 19 94 detrimento de la "integraci—n social". Ello puede generar el sentimiento de que se les instrumentaliza en funci—n de un La dificultad proviene de dos fen—menos proceso que les es ajeno. De ser as’, el rese–ados en el ac‡pite anterior. Por un lado, fortalecimiento del capital social debiera la fuerza de la "integraci—n sistŽmica". Esta ser una tarea prioritaria del Desarrollo conlleva, segœn se vio, la incorporaci—n de Humano en Chile. las l—gicas funcionales incluso a la sociabilidad cotidiana. La consecuencia es

ÒLa Seguridad Humana en ChileÓ 217 que las creencias autoevidentes e incues- funciona bien sino as’". Sin embargo, una tionadas de lo que es "normal y natural" vez que se instala la imagen de un "pa’s de (reserva de sentido) en una sociedad son vencedores", nadie quiere ser "perdedor". El ahora puestas a discusi—n y sometidas a un argumento del Žxito inhibe la manifestaci—n c‡lculo instrumental. Por ejemplo, el valor de inseguridades e incertidumbres. Manifes- de la solidaridad, cuyo elemento definitorio tar vulnerabilidad en este contexto podr’a es la gratuidad, ser’a ahora objeto de un debilitar aœn m‡s una identidad de por s’ c‡lculo, lo cual la desvirtœa y la limita. (En fr‡gil. este ejemplo alguien podr’a preguntarse: ÀquŽ gano yo con ser solidario? ÀSer‡n Otro mecanismo desactivador de inse- solidarios conmigo cuando lo necesite?) guridad podr’a ser la ausencia (real o su- Ello constituye una amenaza para el amplio puesta) de alternativas. En un contexto de desarrollo de este valor, hasta hoy consi- globalizaci—n, es un desaf’o importante y al derado un rasgo caracter’stico de la mismo tiempo dif’cil lograr definir alterna- sociabilidad chilena. De esta manera, se tivas que sean viables en ese contexto al pueden desvanecer los sentidos de vida y mis-mo tiempo que recuperen el papel del las orientaciones pr‡cticas all’ acumulados. capital social y cultural en el proceso de desarrollo. El actual "modelo" de moderni- zaci—n parece ser, independientemente de 3. LOS ELEMENTOS sus mŽritos y sus deficiencias, el marco de DESACTIVADORES DE LA referencia para pa’ses como Chile. Pues INSEGURIDAD bien, la inseguridad vivida aparece como algo inevitable; un mal menor o simple Un rasgo caracter’stico de la nueva novela "externalidad" si no se visualiza un proyecto chilena parece ser la orfandad; ella trata de de reformas. personajes huŽrfanos de historia, de relaciones, de sentido (C‡novas, R., 1997). Los Žxitos econ—micos alimentan un Sin embargo, estos hijos de JosŽ Donoso no enfoque gerencial de los problemas nacio- traslucen un drama colectivo. En efecto, nales. Todos los sectores, tanto las elites las experiencias individuales de inseguridad como el ciudadano comœn, parecen con- no cristalizan en una crisis visible. Si es codar en un mismo objetivo: resolver los tanta la incertidumbre, Àpor quŽ no existe un problemas de la gente, y en un mismo reclamo manifiesto? En otras palabras, ÀquŽ mŽtodo: una gesti—n adecuada. Las inse- factores neutralizan la inseguridad, mante- guridades provocadas por el estilo de niŽndola en un estado de malestar? modernizaci—n se reorientan hacia proble- mas puntuales y concretos. El manejo del Un ejemplo ilustrativo son las elecciones entorno inmediato promete ese control parlamentarias de diciembre de 1997, donde social que se sabe dif’cil a nivel del con- la voz ciudadana en un volumen signi- junto de la sociedad. Esta seudoseguridad ficativo escapa a las posiciones partidistas y recurre a la tŽcnica y, en particular, a un se expresa en votos blancos y nulos. Una c‡lculo instrumental: acotar restrictivamente voz muda. Formulado en tŽrminos de Albert el problema a intervenir y escoger s—lo Hirschman: una vez que las personas ponen aquellos medios que muestran una relaci—n en duda su lealtad espont‡nea al sistema, inmediata con el. Àpor quŽ prefieren la "salida" (la automar- ginaci—n) en lugar de alzar su "voz" (la El enfoque gerencial suele conllevar dos protesta)? consecuencias: los problemas se enfocan aisladamente, cortados de su contexto y, por Una manera de desactivar la inseguridad consiguiente, las soluciones provistas no podr’a consistir en negarla. El modo m‡s consideran los "efectos laterales" sobre ese rotundo de negar un problema es el contexto. El tratamiento de los problemas exitismo. DespuŽs de todo, "el sistema urbanos ofrece ejemplos a diario; se suele funciona". Este descansa sobre una falacia: intervenir puntualmente sobre un aspecto (el de la constataci—n "el sistema funciona bien tr‡nsito en una rotonda, captaci—n de agua as’" se saca la conclusi—n "el sistema no potable, obras sanitarias, los recorridos del

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 218 transporte urbano, etcŽtera) sin contemplar La neutralizaci—n de las inseguridades no los efectos que tiene ese "control de riesgos" es producida solamente por la interio- en el conjunto de la ciudad. Aparentemente rizaci—n de una visi—n individualista de las inseguridades son resueltas; de hecho, riesgos y responsabilidades. Igualmente sin embargo, son desplazadas. El mismo significativo podr’a ser el anverso: las control de riesgos se transforma en fuente de inseguridades son desactivadas por las nuevos riesgos en una secuencia que pronto dificultades de tematizarlas como un escapa a cualquier gesti—n. Dicho en problema colectivo. A la inhibici—n de tŽrminos generales, el incremento de racio- manifestar las inseguridades, arriba mencio- nalidad en los espacios microsociales puede nada, se agrega la dificultad de codificarlas. ir acompa–ado de una mayor irracionalidad Resulta dif’cil un debate pœblico en torno al al nivel macrosocial. malestar con una sociabilidad dŽbil y, por ende, con relaciones comunicativas empo- El mecanismo m‡s eficaz para neutralizar brecidas. Como es sabido, los procesos de las inseguridades colectivas parece residir privatizaci—n modifican el ‡mbito pœblico; en la privatizaci—n de los riesgos y res- basta ver la gravitaci—n de los centros ponsabilidades. Una vez que los riesgos se comerciales para visualizar que, hoy por atribuyen (e internalizan) como un asun- hoy, lo pœblico suele caracterizarse m‡s por to de responsabilidad individual, tiende a una aglomeraci—n de personas privadas que desvanecerse la responsabilidad social. como espacio de la acci—n colectiva. Por cierto, ello no excluye el desarrollo de mœl- Extender la esfera de la libertad individual tiples "comunidades" (desde grupos esotŽ- es el principal argumento de la actual estra- ricos hasta las "barrasÓ en los estadios de tegia de modernizaci—n. Sin duda, el avance fœtbol) que generan sentido y lazos de es importante y debe ser potenciado. No pertenencia y arraigo, pero de modo tenue, obstante, es menester interrogarse si la transitorio y restringido a un espacio promesa de individuaci—n se cumple microsocial, sin mediaci—n con el conjunto efectivamente. de la vida social.

La autonom’a del individuo parece Todo ello distorsiona la comunicaci—n entre quedar (todav’a) trunca. A la vez que se los chilenos. La fragmentaci—n de los suje- ampl’a el campo de la decisi—n individual, tos dificulta nombrar y explicitar las los individuos tienen dificultades en experiencias de incertidumbre. Se constata a disponer libremente de los medios reque- diario c—mo la privatizaci—n de la vida ridos. Segœn se vio en este Informe, la social y la consiguiente reestructuraci—n de libertad de elegir se encuentra condicionada lo pœblico hacen extremadamente dif’cil por el poder adquisitivo de cada persona. codificar las inseguridades. En la medida Existen pues grandes diferencias a la hora en que las personas no logran reconocer de asumir riesgos y responsabilidades. sus inseguridades en algœn c—digo inter- Adem‡s, las personas dependen de meca- pretativo que pueda dar cuenta de tales nismos de seguridad ajenos a su control experiencias, Žstas son ininteligibles y (sistemas de salud, previsi—n, etcŽtera) para escamoteadas. A falta de palabras, las poder hacer frente a sus responsabilidades. inseguridades e incertidumbres quedan La situaci—n actual se caracteriza por un relegadas al "cuarto oscuro", apenas desequilibrio entre las responsabilidades insinuadas por esa desaz—n difusa y atribuidas y los medios disponibles. Esta persistente que se diagnostica en el encrucijada fomenta un "retorno" del Estado Informe. y de la pol’tica, ahora encargados de sol- ventar los medios necesarios para ejercer la responsabilidad individual. Resolver los 4. LAS RESPUESTAS PARCIALES problemas concretos de la gente es una tarea urgente, por supuesto; mas el sesgo El debate chileno ha tomado nota del individualista del enfoque debilita uno de malestar. Han surgido diversas propuestas los recursos m‡s valiosos de la sociedad: su de interpretaci—n que (de modo esquem‡tico capital social. y con el œnico prop—sito de iluminar la

ÒLa Seguridad Humana en ChileÓ 219 propuesta del Informe) pueden resumirse en segundo lugar, no toma en cuenta la dos enfoques. necesaria autonom’a de los sistemas y, por lo tanto, no se plantea siquiera las relaciones El enfoque "tecnocr‡tico" privilegia el entre sujetos y las l—gicas funcionales como proceso de modernizaci—n y las din‡micas algo problem‡tico. Adem‡s, subestima el de los diversos sistemas funcionales como desvanecimiento de las "evidencias" de criterio b‡sico para dar cuenta de las expe- anta–o que, una vez sometidas al escrutinio riencias subjetivas de malestar e insegu- racional, son reacias a todo "reencata- ridad. Desde este punto de vista, que puede miento". Finalmente, no se hace cargo del denominarse "tecnocr‡tico", se percibe un car‡cter plural de la subjetividad. No "retraso" de la subjetividad respecto de la responde al dilema de la subjetividad rapidez con la cual avanza el desarrollo del contempor‡nea: la pluralizaci—n de la vida pa’s. Diagnosticar un "retraso" de los sujetos moderna ya no permite recurrir a una implica postular un "aggiornamento" que "unidad" de valores y principios comprar- permita poner la subjetividad a la altura de tidos por todos al mismo tiempo que la la modernizaci—n en curso. Visto as’, el integraci—n social no permite prescindir de malestar existente ser’a el costo inevitable cierto "sentido comœnÓ. de una readecuaci—n al nuevo contexto; una vez que las personas hayan aprendido a La respuesta "tecnocr‡tica" y la "nost‡lgica" manejarse en su relaci—n con los sistemas tienen un elemento en comœn: ellas privi- funcionales, la inseguridad se disipar‡. Este legian ya sea la modernizaci—n, ya sea la modo de enfocar la asincron’a contiene un subjetividad, pero no se plantean la argumento importante: toda racionalizaci—n complementariedad de ambos movimientos. est‡ acompa–ada de cierta pŽrdida de las En consecuencia, estas l’neas de interpre- tradiciones. Las experiencias pasadas para taci—n no pueden instruir una acci—n (social algunos sirven poco de cara a las y pol’tica) sobre dicha relaci—n. La tensi—n innovaciones en marcha. No por ello, hay entre subjetividad y modernizaci—n queda que olvidar los aportes que nos pueden sustra’da a una elaboraci—n y mediaci—n entregar para el Desarrollo Humano, la deliberada. Falta por resumir las consecuen- historia, las tradiciones y las identidades cias de esa mala complementariedad. culturales.

El enfoque "nost‡lgico" privilegia, a la 5 . LA M A LA C O MPLEMEN TA RI EDA D El Chile actual se inversa, al proceso de subjetivaci—n, ha- caracteriza por un ciendo hincapiŽ en el olvido de la histori- La tendencia a no asumir la necesidad de desacople de am bos cidad, en la erosi—n de las identidades complementariedad entre la moderniza- colectivas, en las formas compulsivas de ci—n y la subjetividad y, en concreto, su procesos que, a falta de sociabilidad. Asume el punto de vista de una construcci—n deliberada parece ser la una mediaci—n, subjetividad agredida por las estrategias de principal raz—n de la inseguridad objetiva dist orsion a tanto el modernizaci—n. Este enfoque puede ser y subjetiva en Chile. El Chile actual se despliegue de la llamado "nost‡lgico" en el sentido de que caracteriza por un desacople de ambos su bj eti vidad como la reivindica un tiempo de oro en el que procesos que, a falta de una mediaci—n, sust ent abi li dad de la reinaba la subjetividad. Tampoco a esta distorsiona tanto el despliegue de la moderni zaci—n. cr’tica le faltan razones. En efecto, el subjetividad como la sustentabilidad de la malestar expresado por las personas parece modernizaci—n. nacer de la percepci—n de que ellas poco o nada cuentan en la marcha objetiva de los A lo largo del Informe se pudieron apreciar procesos sociales. sus efectos: una sumisi—n de la subje- tivaci—n a los dictados de la racionalidad Sin embargo, la respuesta resulta insatis- funcional y, por otra parte, la dificultad de la factoria. En primer lugar, su defensa de la racionalizaci—n para generar sentido. subjetividad no logra dar cuenta de la Corresponde ahora resumir estas conse- modernizaci—n. Denuncia sus riesgos y cuencias y llamar la atenci—n sobre otro peligros, pero no valora las oportunidades efecto no intencionado: la extra–a descolo- que brinda al despliegue de los sujetos. En caci—n de la pol’tica en el nuevo contexto.

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 220 En la medida en que una democracia que se anverso en el sin sentido de la moder- ha legitimado mediante esa labor de nizaci—n. Esta no genera por s’ sola aquellos mediaci—n ya no cumple dicha funci—n, su sentidos socialmente vinculantes capaces de significado queda en entredicho. suscitar el reconocimiento y la adhesi—n de los sujetos. Para ello se precisa que en La negaci—n de la subjetividad democracia a la modernizaci—n se la invista de sentidos normativos que iluminen y No asumir la complementariedad significa, legitimen su despliegue. Ejemplo de lo como primera y m‡s notoria consecuencia, anterior son los amplios acuerdos logrados una negaci—n de la subjetividad. Esta nega- para que la sociedad chilena enfrente como ci—n ocurre, segœn vimos, de dos modos. El resultado de la modernizaci—n el tŽrmino de mayor impacto lo tiene probablemente la la pobreza, el desarrollo de una educaci—n funcionalizaci—n de la subjetividad por los para el futuro y la equidad en las oportu- procesos de modernizaci—n. nidades. Sin ese anclaje, la autonom’a de los sistemas funcionales queda suspendida en el La (necesaria) autonom’a de los sistemas aire; se transforma en una l—gica autorre- parece realizarse a costa de la (no menos ferida que escapa a los objetivos sociales. necesaria) autonom’a de los sujetos. Esta expropiaci—n de la subjetividad se percibe y El peligro de que el sistema econ—mico o se vive como inseguridad e incertidumbre. pol’tico se independicen de sus funciones No es, sin embargo, la œnica raz—n. sociales no es banal. Produce un desplaza- miento de modo que la l—gica interna de los La otra faceta de este proceso de expro- sistemas suplanta a los fines sociales y, por piaci—n consiste en la marginaci—n de los lo tanto, se distorsiona la eficacia de dichos sujetos. La subjetividad que no se presta a sistemas. Ello afecta al Desarrollo Humano su reciclaje por los sistemas funcionales sostenible en sus dos atributos: margina a queda al margen de la vida œtil; un sobrante las personas como sujetos del proceso y que ni siquiera es reconocido como amenaza su sustentabilidad en el tiempo. subjetividad. Las emociones y los senti- mientos de inseguridad e incertidumbre que Si la gente no percibe que la modernizaci—n no encuentran c—digo para expresarse de la sociedad chilena tiene sentido, Žsta quedan entonces relegados al fuero ’ntimo podr’a ser m‡s fr‡gil de lo que hacen supo- de los individuos. ner sus logros. Ese sin sentido es una amenaza latente. La falta de confianza en Este silencio, empero, no es simple encontrar empleo, en poder pagar la aten- ausencia; la subjetividad silenciada se hace ci—n de salud, en recibir ingresos suficientes presente en la vida diaria de varias maneras. en la vejez, en disponer de la informaci—n y Es sabido que "lo no dicho" o "lo no los conocimientos necesarios, todas esas decible" se alza como barrera invisible en percepciones resaltan la distancia que las relaciones interpersonales, inhibiendo sienten las personas en relaci—n con los relaciones de confianza y cooperaci—n. sistemas. Puede surgir una pŽrdida de Adem‡s, los sentimientos denegados tienden fiabilidad que traspasa los distintos a expresarse subrepticiamente como actos sistemas funcionales y termina por afectar al no conscientes de malestar y rechazo. conjunto. Precisamente por tratarse de actos no volitivos, el retorno de "lo innombrable" Actualmente, los mecanismos desacti- crea peligros. La historia chilena nos vadores amortiguan la desconfianza. En recuerda c—mo esa subjetividad negada momentos de crisis, como por ejemplo la puede cristalizar en un "momento populista" crisis financiera asi‡tica de fines de 1997, la que reivindica su expresi—n al margen o en fiabilidad de los sistemas se ver‡ expuesta a contra de las instituciones. mayor tensi—n. Entonces la complemen- tariedad se pondr‡ a prueba efectivamente y, La fragilidad de la modernizaci—n adem‡s, en condiciones adversas. Los efectos resultantes de esta situaci—n est‡n El despojo de la subjetividad tiene su aœn por conocerse.

ÒLa Seguridad Humana en ChileÓ 221 Redefinir el significado "pol’tica ciudadana" por as’ decir, la brecha de la democracia (inevitable) aumenta. Esta bifurcaci—n subyace a la distancia entre sistema pol’tico Una mala complementariedad fomenta no y ciudadan’a, y se vuelve visible en ella. s—lo una exagerada autorreferencialidad de los sistemas y una no menos peligrosa A la luz del Informe, dicha distancia podr’a jibarizaci—n de la subjetividad. Afecta estar reflejando las dificultades que tiene esa adem‡s a la democracia tanto en sus "pol’tica ciudadana" para nombrar e inter- contenidos como en su significado. pretar las motivaciones e intenciones, las vivencias pr‡cticas y los sentidos impl’citos Ser’a prematuro identificar el "desencanto" de la vida cotidiana de las personas y en palpable en las elecciones de 1997 con un traducirlos al c—digo funcional de la pol’tica rechazo a la democracia; parece expresar institucionalizada. Podr’a reflejar, en suma, m‡s bien una desaz—n con el modo de vida. la dificultad de la pol’tica de generar Podr’a tratarse de un malestar con el "modo sentidos, de dotar al proceso de desarrollo de ser" de la sociedad chilena, pero del cual de un "proyecto" y un horizonte de futuro se responsabiliza a la pol’tica. Tal imputa- que "haga sentido". ci—n de responsabilidad presupone impl’ci- tamente que la pol’tica democr‡tica puede cambiar el modo de vida. 6. DESAFIOS El malestar expresado por los ciudadanos obliga a reflexionar el sentido que tiene el Un difuso malestar recorre Chile. Ser’a orden democr‡tico en el nuevo contexto. arriesgado ocultarlo. Hay que hacerse ÀEs todav’a v‡lido entender la democracia cargo de Žl pues la sociedad chilena chilena como una mediaci—n institucional construir‡ su modernidad s—lo en la entre los procesos de subjetivaci—n y medida que reflexione sobre s’ misma: modernizaci—n? Ese fue, como se–al‡ramos sobre su modo de vida, sobre su historia y al inicio, su marco constitutivo. A partir de sus proyectos. A Chile la modernidad no los a–os 30 la institucionalidad democr‡tica s—lo le plantea algunos desaf’os, ella logra, con fortuna dis’mil, compatibilizar las misma es su gran desaf’o. Sin embargo, demandas ciudadanas con la conducci—n de reconocer el malestar no reduce a una Si la gente no percibe la econom’a. En 1990 Chile pretende lista de problemas y soluciones. Enfocar qu e la modernizaci —n retomar esa tradici—n, interrumpida en 1973, exclusivamente fallas y correcciones dar’a mas las condiciones han cambiado. La por supuesto precisamente aquello que de la sociedad chilena nueva complejidad de la sociedad chilena constituye un problema: el estilo mismo ti en e sent ido, Žst a ha socavado la centralidad que ten’an el de modernizaci—n. podr’a ser m‡s fr‡gil Estado y la pol’tica. Discursivamente, la de l o que hacen pol’tica democr‡tica sigue reivindicando su El presente Informe invita a una nueva suponer su s logros. papel mediador; en los hechos, empero, ella mirada. Asumiendo el desarrollo de la aparece extra–amente descolocada y sociedad chilena como una oportunidad y escindida. como un problema, se pretende ofrecer algunos antecedentes e interpretaciones Las restricciones constitucionales de la œtiles para la reflexi—n. Analizar y discutir democracia chilena esconden una transfor- las condiciones del desarrollo es una maci—n de la pol’tica. Por una parte, ella se premisa para ser sujeto del desarrollo y, por inserta en el proceso de modernizaci—n y ende, hacerse responsable de Žl. opera (de modo an‡logo a otros sistemas funcionales) como un "sistema pol’tico" El Desarrollo Humano Sustentable brinda relativamente autorreferido y con una una perspectiva ampliamente compartida: el "l—gica funcional" espec’fica; por la otra, ser humano como centro del desarrollo. Para ella invoca difusamente la constituci—n de que ello sea algo m‡s que una noble sujetos individuales y colectivos en una intenci—n, hay que tener presentes los "comunidad de ciudadanos". Entre ambos desaf’os que plantea en el contexto momentos, entre "pol’tica institucional" y (nacional y mundial) actual. La noci—n de

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 222 Seguridad Humana ayuda a comprender las condici—n b‡sica para el di‡logo social es, oportunidades y los riesgos en juego. A lo sin duda, el ‡mbito publico. S—lo en este largo del Informe se han podido reconocer espacio, a la vez abierto y compartido, los logros de las transformaciones en pueden las personas elaborar el lenguaje y marcha al mismo tiempo que conocer su los c—digos interpretativos capaces de dar cara oscura. cuenta de lo que les pasa.

Dicha "codificaci—n" de las preocupaciones y demandas, de los miedos y anhelos de la La d emo cra cia a ctu al co mo ja ula de h ierro gente adquiere voz en el discurso pœblico. "L a met‡fo ra de 'jau la de hierro' se ap lica a un d ispos itivo Las personas buscan en los discursos co ns tituid o por do s ele men to s p rin cipales: leye s p ol’ticas d e pœblicos no tanto respuestas pr‡cticas como ra ng o c ons tituc ion al, e lab orada s e ntre 197 7 y 1989 , y un propuestas de sentido e identidad, reflexio- sistema de p artido s, qu e se fue form and o d es de 198 3. El nes sobre los valores y retos en juego; en ob je tiv o d e esa instala ci— n es pre se rva r el ne o-cap ita lismo breve, buscan reconocerse a s’ mismas como de los ava ta res e in certidum bre s d e la dem oc racia. part’cipes de un orden colectivo. Ello Cons tituye la form a actualiz ada de la 'dem oc racia protegida', la œltim a d e sus ap aricione s y la m‡s implica, en concreto, discursos pœblicos que sign ificativ a, porqu e e s la fa ctual, la existente." se hagan cargo de la inseguridad e incertidumbre de los chilenos, de sus miedos Tom‡ s Mouli‡n : C hile Actua l. Ana tom’a d e un mit o, al otro, a la exclusi—n econ—mica, al sin Sa nt iag o, LO M-A RCI S, 19 97 sentido. Discursos que logren nombrar e interpretar las demandas de las personas de ser respetadas en su dignidad humana, de ser reconocidas tanto en su singular La cara oscura del desarrollo chileno individualidad como en sus identidades consiste, segœn el diagn—stico presentado, en colectivas. Discursos pœblicos que sepan un conjunto de hechos, objetivos y acoger a los afectos y responder a las subjetivos, que producen inseguridad e lealtades. Implica, en resumidas cuentas, incertidumbre. Estas situaciones, expresadas discursos pœblicos con m‡s humanidad. de modo difuso en el malestar existente, parecen ser el producto de un desajuste entre Restituir a la persona su protagonismo como la modernizaci—n y la subjetividad. sujeto del desarrollo social exige un esfuer- zo compartido. De la naturaleza misma del Hacer de la tensi—n irreductible entre la objetivo se desprende que no permite un modernizaci—n y la subjetividad una rela- enfoque elitista y centralista. Tiene que ser ci—n de complementariedad plantea, en el construido "desde abajo", a travŽs de la caso de Chile, importantes desaf’os. A la vinculaci—n intersubjetiva. Exige, en pala- vista de los antecedentes elaborados, un bras de Ralf Dahrendorf, reescribir la primer desaf’o consiste en fortalecer el "gram‡tica" de la trama social. En su capital social. Cuidar y profundizar las historia la sociedad chilena ha ido formulan- distintas formas de sociabilidad, promover do y reformulando acorde con las circuns- las relaciones de confianza y cooperaci—n, tancias un "contrato social" que reœne y en fin, fortalecer el v’nculo social entre las compromete a los ciudadanos en torno a personas parece ser el modo m‡s eficaz de ciertos principios y objetivos constitutivos devolver a los sujetos (individuales y del orden. El pacto puede plasmarse en una colectivos) un protagonismo equivalente a f—rmula constitucional o en cierto consenso los "sistemas funcionales". b‡sico, y suele ser modificado con el cambio del contexto. Pues bien, las Fortalecer el capital social significa, en profundas transformaciones y las situacio- segundo lugar, aprender a escuchar a las nes de malestar e inseguridad que ellas personas. No s—lo "poner la oreja" sino generan hacen pensar si no habr‡ llegado la "ponerse en su piel" para poder comprender hora de actualizar el "contrato social". Cabe sus demandas verbalizadas y sus inquietudes interrogarse si hacerse cargo de Chile como mudas. No es f‡cil enfrentar dicho reto una sociedad moderna no significa, en cuando la comunicaci—n es deficiente. Una s’ntesis, renovar el "modo de ser" actual y ÒLa Seguridad Humana en ChileÓ 223 desarrollar una "sociedad ciudadana", donde Una "sociedad ciudadana" es tan fuerte y tan la persona sea el sujeto efectivo del dŽbil como el Estado que la representa. desarrollo. Afianzar una ciudadan’a participativa implicar’a revitalizar la pol’tica. Implicar’a un Estado que cumpla no solamente sus responsabilidades materiales de protecci—n e El nuev o c ontra to socia l integraci—n social, sino igualmente su funci—n simb—lica de convocar, acoger y "El con tra to so cia l no es un esque le to ina movib le de l cuerpo pol’tic o, No es t‡ ah ’ de una vez para tod as, sino qu e est‡ s ujeto a ca mbios.(..) Lo es criben y asegurar a todos por igual. Un Estado cuyas re es criben toda s las ge nerac ion es, u na a u na . S us eleme nto s m‡s du ra deros mediaciones institucionales potencien los so n, en el mejo r de los ca so s, como una gram ‡tica pa ra la so cie dad ; tod o lo sentimientos de pertenencia y arraigo social. de m‡s es variab le, susc eptib le de me jorar, a unq ue ta mbiŽn de em peo ra r. La cu es ti— n n o est‡ e n si debem os volve r o no a las cl‡ usu las perp etu as de l El pa’s est‡ inserto en un proceso global de co ntrato s oc ial, s in o e n c—m o p ode mos reda ctar de nu evo dich as cl‡ us ula s modernizaci—n del cual no puede marginarse co n el fin d e h ace r que la libe rta d pro gre se ba jo distinta s con dic io nes ." so pena de caer en un posible estanca- Ralf Da hrend orf: El con flicto s oc ial mo de rno, Mo ndado ri, 1 990 miento. Ello no implica, no obstante, que el rumbo y ritmo de la modernizaci—n estŽn determinados de antemano. Enfocar la modernizaci—n chilena en la perspectiva del El contrato social no es ni m‡s ni menos que Desarrollo Humano permite enriquecer la una convergencia de las convicciones y conducci—n del proceso. El desaf’o es contribuciones de cada cual para asumir el grande pues exige creatividad e innova- desarrollo de Chile como un futuro ciones de largo alcance, mas el pa’s est‡ compartido. Renovar el contrato social preparado. Junto con muchos otros aportes significa "tomar la palabra". Significa se espera que este Informe contribuya a las distinguir el respeto debido a la "l—gica capacidades de Chile para enfrentar los retos funcional" de los sistemas de la pasividad de de la nueva Žpoca. los distintos actores y, por ende, reafirmar la disposici—n de los sujetos individuales y colectivos a participar. Hacer un nuevo contrato social es, por ejemplo, hacer de la construcci—n del espacio urbano y del ÒRec omp one r el nue vo pa cto social es en el respeto del medio ambiente un asunto fo nd o mediar en la g ran pu gn a e ntre los j— ve nes y viejo s, en tre en fe rmos y sano s, comœn, es hacer de los pacientes y alumnos en tre los qu e trab ajan y los de soc up ado s.Ó el centro del sistema de salud y de educaci—n, es brindar a los cotizantes de las Enrique Igle sia s, Presiden te de l Ban co AFP una afiliaci—n efectiva y afectiva. In teram erica no de De sarrollo , e n Acha rd Significa tambiŽn que los empresarios y y Flore s (ed s.): Go be rna bilid ad. Un sindicatos levanten la mirada m‡s all‡ del re porta je de AmŽrica Latin a, PN UD-FCE, 19 97 . horizonte inmediato, que nadie se sienta demasiado inferior ni demasiado superior para sentarse a conversar.

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DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 230 ANEXOS METODOLOGICOS

ÒAnexos metodol—gicosÓ 231 ANEXO METODOLOGICO AL ’ndice que se les calcula no los ÒpenaliceÓ CAPITULO 3: VISION DESCRIPTIVA en las variables que no les son pertinentes. DE LA SEGURIDAD HUMANA EN Es decir, el c‡lculo de la Seguridad Humana CHILE de los inactivos se ha realizado teniendo en cuenta s—lo aquellas variables que le son El uso de mŽtodos factoriales sin duda aplicables asumiendo ,a partir de un puede presentar complejidades adicionales a supuesto conceptual (refrendado por los la propia del objeto de estudio. Como se ha datos), que el resto de las dimensiones est‡n dicho: Òlos datos iniciales son numerosos cubiertas por la situaci—n de seguridad de pero cada uno de ellos es claro (É) el los activos de quienes dependen los an‡lisis factorial proporciona resultados primeros. menos numerosos pero poco claros en tŽrminos de los datos iniciales (É) Esta En principio el An‡lisis en Componentes traducci—n de los resultados factoriales (los Principales considera, en cualquiera de sus valores finales del ’ndice1) en tŽrminos de versiones, la ponderaci—n de los casos. datos iniciales constituye el primer aspecto en la interpretaci—nÓ. (Escofier, B. y Pages, Lo que diferencia los distintos tipos de J., 1992.). an‡lisis en realidad es la ponderaci—n asociada a las variables iniciales. En efecto, el an‡lisis cl‡sico incorpora por defecto la 1. An‡lisis en componentes principales ponderaci—n uniforme de las variables :

El mŽtodo con el cual se ha construido el ISHO es el An‡lisis en Componentes 1 Principales cl‡sico y estandarizado (ACP). XJK vJ El mŽtodo de s’ntesis de los datos

En este cap’tulo y como una manera de hacer ampliamente comprensible la lectura de los resultados del ISHO, s—lo es preciso En este caso, impl’citamente se hace retener que el ACP resume los datos desempe–ar a las variables un rol considerando adem‡s las ponderaciones que equilibrado. Para un adecuado uso de este cada variable presenta, es decir, es sensible mŽtodo se requiere que las variables sean a la mayor o menor contribuci—n de cada medidas en la misma unidad. variable a la situaci—n global de seguridad objetiva. Finalmente, el ACP resume la El an‡lisis estandarizado se aplica mayor cantidad posible de informaci—n justamente cuando las variables no se miden presente en los datos originales, expres‡n- en las mismas unidades. Entonces esto se dolos sintŽticamente ahora en una œnica resuelve llevando las variables a una misma variable principal. Ser‡, entonces, esa escala. Ello se lleva a cabo ponderando cada nueva y œnica variable principal la que, variable por una magnitud inversamente contrastada (estandarizada) con un perfil proporcional a su dispersi—n. Esta dispersi—n ideal, permitir‡ calcular los valores finales se mide a travŽs de la desviaci—n est‡ndar de del Indice de Seguridad Humana objetiva. la variable. (1/ 1) No hay que olvidar que el mŽtodo incorpora s wK la idea de espacios diferenciados para la poblaci—n econ—micamente activa y para XJK aquella econ—micamente inactiva. Las varia- vJ bles empleadas para las personas inactivas se escogieron de manera que el valor del

1 N.d.r DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 232 En el an‡lisis cl‡sico y estandarizado se correlacionadas y con bases de misma generan tres familias de resultados : norma igual a uno. Es por eso que se dice que las variables principales son dos a dos k (1) Las coordenadas principales (a l) o ÒortonormadasÓ. componentes tŽcnicas de la ponderaci—n del indicador k. Esta En verdad, estas variables se han construido familia de coeficientes es wk-normada. en el ACP para descomponer la variabilidad k 2 En efecto, åkwk(a l) =1 total de la nube multivariante. Esta nube multivariante corresponde en la definici—n (2) Las contribuciones absolutas de los del ’ndice a las categor’as de un descriptor. indicadores a las varianzas de las En efecto, para construir el ’ndice, interesa variables principales . conocer la variabilidad o magnitud de las interdistancias entre las categor’as de un k (3) Los coeficientes de regresi—n (b l), que mismo descriptor. aparecen directamente en la formulaci—n del ’ndice. Como se puede apreciar en el primer gr‡fico factorial regiones-Activos 1996 El an‡lisis en Componentes Principales (Gr‡fico 7), interesa saber, por ejemplo, si, permite, adem‡s de reducir la considerando conjuntamente las doce dimensionalidad, extraer el m‡ximo de variables mencionadas anteriormente, la Ia. variabilidad en los datos (es decir la regi—n es m‡s o menos similar a la Regi—n informaci—n m‡s sustancial). El ACP se ha Metropolitana que la IIa. regi—n. Interesa empleado en este trabajo de manera bastante adem‡s saber cu‡les variables sustentan esta parecida al an‡lisis de regresi—n. figura. En efecto, no todas las variables iniciales tienen la misma importancia al En efecto, se tiene un conjunto de variables construir una variable sintŽtica. explicativas, que se consideran como constitutivas de la seguridad de las personas. Esta variable sintŽtica es justamente aquella Al inicio del procedimiento, estas variables que permite visualizar lo mejor posible el ponderadas y combinadas tienen como escalamiento de las regiones en funci—n de resultado la elaboraci—n de una nueva las doce variables iniciales de interŽs. variable, tal que, a cada categor’a de descriptor se le asocia un valor calculado Mediante el gr‡fico citado se puede apreciar como combinaci—n lineal de los valores que la nube que representa a la poblaci—n activa toma esa categor’a en las distintas variables por regiones. Los ejes de este gr‡fico nos que constituyen el campo objetivo de la permiten representar conjuntamente un 52% seguridad. de la varianza total.

Por analog’a con el an‡lisis de regresi—n, se Selecci—n de variables y segmentaci—n puede pensar al conjunto de valores del de la base de datos ’ndice para un descriptor dado, como la variable Òpor explicarÓ (en ACP el tŽrmino Durante el proceso de evaluaci—n conceptual que la designa es el de Òvariable principalÓ). de las variables a ser incluidas en el ’ndice se lleg— a la conclusi—n - como se ver‡ m‡s Contrariamente al an‡lisis de regresi—n, en adelante - de que la mayor’a de ellas eran d—nde se ajusta un modelo a la variable Òpor variables asociadas con la situaci—n laboral. explicarÓ o variable ÒdependienteÓ, para la Este hecho result— congruente con los cual sus valores son conocidos de antemano, resultados de otras l’neas del proyecto el ACP produce los valores de esta nueva (grupos de discusi—n y estudio de familias), variable. las cuales mostraron la centralidad de la variable empleo como fuente, detonante, En realidad, una vez desarrollado el mŽtodo agravante y a veces incluso promotora de por completo, se obtiene un conjunto de soluciones en relaci—n con las situaciones de variables principales, combinaciones linea- inseguridad vividas y percibidas por la gente les de variables iniciales, dos a dos no (ver cap’tulos correspondientes).

ÒAnexos metodol—gicosÓ 233 Sin embargo, al momento de elaborar una para cada descriptor, sobre cada una de las base de datos para el ISHO qued— claro que variables principales: no pod’a medirse con esas mismas variables a personas inactivas (en su gran mayor’a p j—venes estudiantes y due–as de casa) que VarM D Var Xj por definici—n no buscan trabajar. =å ()=åll j=1 l Claramente la seguridad de esas personas, al menos en los aspectos materiales, se funda en buena medida en la seguridad de los En efecto, se puede decir que ll es la parte otros activos de quienes depende. Sin de varianza total asociada a la elŽsima embargo, a este grupo de inactivos s’ le son variable principal. exigibles las variables referidas a los otros mecanismos de seguridad, como los Para la construcci—n del Indice Objetivo de relativos a la salud, a la escolaridad y a los Seguridad Humana realizamos una an‡lisis recursos de tipo institucional y patrimonial. segœn esta misma metodolog’a para cada uno de los descriptores de interŽs. Estos son: Por ello es que, para el caso del ’ndice objetivo, la base de datos hubo de · Regiones segmentarse en dos grupos: activos e · Zonas (urbano-rural) inactivos. A cada grupo se le calcul— su · Ingresos situaci—n de logro en cada uno de los · Edades mecanismos de seguridad diferencialmente · Sexo definidos para unos y otros. Sin embargo, y m‡s all‡ de esta precisi—n en el mŽtodo, en Para cada descriptor se realiza un an‡lisis este ac‡pite se presentan puntajes del ISHO distinto. fundidos en una sola base nacional, relev‡ndose las diferencias entre activos e A cada an‡lisis le corresponde una matriz de inactivos cuando sea œtil para mostrar datos, en la cual a cada categor’a de alguna tendencia interesante. descriptor le corresponden dos filas: una que representa a los activos y la otra a los As’, a cada variable principal se le asocia un inactivos. Es importante se–alar que los porcentaje de varianza que corresponde a la datos analizados en el ’ndice objetivo se varianza de la nube proyectada perpen- refieren a la poblaci—n en edad de trabajar dicularmente sobre ella. De manera que se mayor de 18 a–os. puede trabajar la varianza total de la nube descomponiŽndola aditivamente en las As’, en nuestro an‡lisis se introduce una distintas variables generadas por el mŽtodo. ponderaci—n determinada por el descriptor. En realidad, la matriz de datos se presenta En resumen, el mŽtodo permite comenzar de la siguiente manera: con un conjunto de variables, por lo general correlacionadas, y generar un conjunto de variables dos a dos ortonormadas. Las se- gœndas se obtienen como combinaciones lineales de las primeras. El ACP ordena æ x11 ...... x1p öæv ö estas nuevas variables segœn el porcentaje ç ÷ç 1 ÷ de varianza total de la nube multivariante X = ç ...... ÷ç .... ÷ que cada una de ellas abarca. As’ la ç xn1 ...... xnp ÷çv ÷ ÒprimeraÓ variable principal es aquella que è øè n ø presenta la mayor varianza de la nube proyectada perpendicularmente de los pun- tos iniciales (las categor’as de descriptores).

De este modo se obtiene la descomposici—n de la varianza total de la nube de categor’as

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 234 en donde vi representa el ÒpesoÓ de la Dualidad individuos - variables: claves categor’a i del descriptor D. Este peso se para la interpretaci—n de las nubes de determina como frecuencia relativa de la puntos: categor’a (de activos o inactivos) en la poblaci—n de los chilenos mayores de 18 ÒÉSi se contemplan simult‡neamente los a–os de edad declarada al momento de la dos gr‡ficos (el que representa a la nube de encuesta CASEN. individuos y el que representa a la nube de variables), un individuo quedar‡ del lado de De esto el mŽtodo incorpora la idea de las variables para las que presente valores espacios diferenciados para poblaci—n fuertes y del lado opuesto de aquŽllas en que econ—micamente activa y para aquella presente valores dŽbiles. econ—micamente inactiva. ÒEl gr‡fico de individuos es una representaci—n aproximada de las distancias Estandarizaci—n de los valores del ’ndice entre ellos. El de variables se puede considerar como un elemento explicativo de El c‡lculo de la estandarizaci—n del ’ndice esta representaci—n: dos individuos situados para activos e inactivos se construye a base en un mismo extremo de un eje quedan de un perfil ideal m‡ximo tal que, en cada cercanos por tener ambos generalmente variable, le corresponde el valor m‡ximo valores fuertes en las variables situadas del observado. Se procede en seguida a calcular mismo lado que ellos y generalmente de manera similar un perfil m’nimo valores dŽbiles en las variables situadas en observado. el lado opuesto.(É)

Para cada descriptor se formula una doble ÒLos individuos extremos en esas variables matriz de datos. La primera matriz quedar‡n normalmente lejos del origen. As’ corresponde a los datos de los activos, la son localizados con facilidad aquellos segunda a los inactivos. En seguida se individuos particulares que est‡n causando, definen estos perfiles ideales m‡ximo y ellos solos, correlaciones fuertes. (É) m’nimo para la matriz de activos y luego para la matriz de inactivos. N—tese que para ÒLas f—rmulas de transici—n relacionan la cada categor’a de descriptor se cuenta con coordenada de un individuo sobre un eje dos perfiles: el perfil activo y el perfil con el conjunto de las coordenadas de inactivo. todas las variables en el eje de ese mismo rango. No se puede interpretar la posici—n El c‡lculo del ’ndice objetivo estandarizado de un individuo, en funci—n de la (posici—n) para los activos se calcula como el puntaje de una sola variable (y rec’procamente). alcanzado por la categor’a sobre la primera variable principal (aquella que concentra la ÒLas variables son, fundamentalmente, variabilidad m‡xima proyectada de la nube). vectores antes que simples puntos. La Este puntaje es estandarizado relativamente importancia no radica en la proximidad a los puntajes alcanzados por los perfiles entre un individuo y un conjunto de puntos ideales m‡ximo y m’nimo sobre esta misma que representan variables, sino en el variable. El ’ndice objetivo estandarizado alejamiento de ese individuo en la direcci—n para los inactivos se calcula del mismo de este conjunto de variables.Ó (Escofier, B.; modo. Pages, J., 1992)

ÒAnexos metodol—gicosÓ 235 INDICE DE SEGURIDAD HUMANA MŽtodo de c‡lculo del ISHS SUBJETIVO (ISHS) Est‡ basado en la especial forma en que se El siguiente es el texto de las 20 preguntas definieron las categor’as de respuesta para de la encuesta nacional sobre Seguridad cada una de las 20 preguntas. Siendo m‡s Humana CEP-PNUD, 1997, utilizadas para bien simple, tiene la virtud de respetar el la construcci—n del ISHS: car‡cter ordinal (cualitativo) de las

P1 Suponga que en su barrio o sector se presenta un problema o necesidad. En general Àcree Ud. que organizar a la gente para enfrentar este problema o necesidad ser’a .... ? P2 Si Ud. se viera enfrentado a un problema importante, de tipo econ—mico, de salud, personal, u otro, Àcu‡nta confianza tiene Ud. que alguien que no pertenece a su hogar, esto es, amigos conocidos o familiares que no viven en su hogar, le ayudar‡ a solucionar el problema? P5 Considerando todos los ingresos que espera tener en su vejez, esto es, lo que recibir‡ Ud. o su c—nyuge o pareja como pensi—n, ahorros, herencias, seguros, rentas y otros, Àcu‡l de las frases que aparecen en esta tarjeta cree Ud. que corresponder‡ mejor a su situaci—n ? P7A Si Ud. perdiera o dejara su actual fuente de trabajo, Àcu‡n dif’cil cree Ud. que le resultar’a encontrar una nueva fuente aceptable para Ud.? P7B Pensando en su actual trabajo, Àcu‡nta confianza tiene Ud. en que no lo perder‡ en los pr—ximos 12 meses? P7C Para los que no trabajan remuneradamente: Si hoy quisiera encontrar un trabajo aceptable para Ud., Àcu‡n dif’cil cree que le resultar’a? P10 En Chile y en el mundo ocurren permanentemente hechos que pueden afectar de alguna forma su vida. ÀCu‡n informado se siente Ud. en relaci—n a estos hechos? P14A En relaci—n a una enfermedad menor :Àcu‡nta confianza tiene Ud. en que recibir‡ atenci—n mŽdica oportunamente (no tendr‡ que esperar demasiado para ser atendido)? P14B En relaci—n a una enfermedad menor: Àcu‡nta confianza tiene Ud. en que ser‡ capaz de pagar los costos de la atenci—n mŽdica no cubiertos por su sistema de salud (Fonasa, Isapre, otra)? P14C En relaci—n a una enfermedad menor: Àcu‡nta confianza tiene Ud. en que la calidad de la atenci—n mŽdica ser‡ buena? P15A En relaci—n a una enfermedad catastr—fica o cr—nica grave: Àcu‡nta confianza tiene Ud. en que recibir‡ atenci—n mŽdica oportunamente (no tendr‡ que esperar demasiado para ser atendido)? P15B En relaci—n a una enfermedad catastr—fica o cr—nica grave: Àcu‡nta confianza tiene Ud. en que ser‡ capaz de pagar los costos de la atenci—n mŽdica no cubiertos por su sistema de salud (Fonasa, Isapre, otra)? P15C En relaci—n a una enfermedad catastr—fica o cr—nica grave: Àcu‡nta confianza tiene Ud. en que la calidad de la atenci—n mŽdica ser‡ buena? P16 ÀCu‡nto temor siente de que Ud. o alguien de su hogar sufra de alguna enfermedad provocada por problemas medio ambientales, tales como : contaminaci—n del aire y agua, ruidos, capa de ozono, etc.? P17A ÀCu‡n probable cree que Ud. personalmente o alguien de su hogar pueda ser v’ctima de alguno de los siguientes hechos delictuales: Un robo o intento de robo, en la calle, autom—vil, locomoci—n o lugar pœblico? P17B ÀCu‡n probable cree que Ud. Personalmente o alguien de su hogar pueda ser v’ctima de alguno de los siguientes hechos delictuales :Un robo o intento de robo, al interior del hogar? P17C ÀCu‡n probable cree que Ud. personalmente o alguien de su hogar pueda ser v’ctima de alguno de los siguientes hechos delictuales: Agresi—n o intento de agresi—n sexual o de violaci—n? P17D ÀCu‡n probable cree que Ud. Personalmente o alguien de su hogar pueda ser v’ctima de alguno de los siguientes hechos delictuales : Otro tipo de agresi—n o amenaza de agresi—n (venganza, secuestro, acciones de pandillas, etc.? P18 Si Ud. o alguien de su hogar fuera v’ctima de un hecho delictual grave, por ejemplo robo con violencia f’sica, asesinato o violaci—n, y lo denunciara a la justicia, Àcu‡nta confianza tiene Ud. en que el o los culpables ser’a/n condenados en un tiempo razonable ? P20 Si Ud. fuera v’ctima de un robo o intento de robo o agresi—n en un lugar pœblico, Àcu‡nta confianza tiene Ud. en que la gente que pasa por ah’ acudir‡ en su ayuda ?

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 236 respuestas recogidas en la encuesta, · ser’a aquel o aquellos que respondieran realizando tratamientos estad’sticos s—lo en sentido positivo a cada una de las acordes con ese nivel de medici—n. evaluaciones requeridas

En la investigaci—n se tomaron las · Finalmente, para representar dicho siguientes decisiones: criterio, se calcul— un puntaje individual para cada entrevistado a partir del · Resumir las cuatro categor’as de nœmero promedio de evaluaciones respuesta a s—lo dos, definidas por el positivas que registr— en el total de sentido positivo o negativo de Žsta. Se preguntas formuladas por la encuesta. renunci— as’ a la graduaci—n de (Se distingui—, cuando fue necesario, intensidad en la respuesta. entre personas que trabajaban remuneradamente y personas que no lo · Se defini— Òl—gicamenteÓ que aquel hac’an) individuo subjetivamente m‡s seguro,

ÒAnexos metodol—gicosÓ 237 ANEXO METODOLOGICO AL compartido que permitiera una mejor CAPITULO 4: LA SUBJETIVIDAD expresi—n del objeto y experiencias a las que VULNERADA se refer’an cuando hablaban de inseguridad e incertidumbre. El estudio sobre los significados de la inseguridad en la conversaciones cotidianas fue realizado en base a la tŽcnica cualitativa 2. El dise–o de la muestra del "grupo de discusi—n". Su muestra fue dise–ada en un proceso de tres etapas La investigaci—n produjo y analiz— 18 considerando variables de sexo, estrato grupos de discusi—n, cuya composici—n fue socioecon—mico, edad e inserci—n laboral. dise–ada en tres momentos sucesivos. El dise–o "en proceso" de la muestra obedece a la finalidad metodol—gica propia del 1. Estudio cualitativo enfoque cualitativo de arribar a un encuadre que logre cubrir la diversidad emp’rica de Dos consideraciones relativas al objeto los discursos. Es la propia investigaci—n la "seguridad e inseguridad" condujeron a la que va indicando al equipo conductor la elecci—n de una perspectiva cualitativa para direcci—n en que debe enfocar la abordarlo. En primer lugar, la inexistencia composici—n de los grupos para alcanzar la de estudios previos (pœblicos y relativos a saturaci—n del discurso. Chile) acerca del tema. La carencia de repertorios conocidos de respuestas posibles hac’a pr‡cticamente imposible conocer de Fase 1. Diversidad socioecon—mica. La antemano las preguntas significativas para primera fase realiz— seis grupos que abordar el tema y, si fuera el caso, los buscaban cubrir las diferencias en la criterios para determinar las respuestas id—- vivencia de la seguridad que resultaban de la neas. En segundo lugar, el objeto "discurso posici—n en la estructura socioecon—mica. de la seguridad" tiene una complejidad que All’ se organizaron los grupos segœn su lo hace refractario a intentos de codificaci—n pertenencia a los estratos de acuerdo a la previa, exhaustiva y pertinente. definici—n habitual de los estudios de opini—n pœblica: dos grupos de estrato alto Dentro de las tŽcnicas cualitativas m‡s (ABC1), dos grupos de estrato medio usadas (entrevistas en profundidad, grupos (C2C3) y dos grupos socioecon—micos de discusi—n, ÒFocus GroupÓ, autobio- medios (DE). Al interior de cada uno de graf’as), el grupo de discusi—n presenta ellos se distingui— segœn el grado de algunas caracter’sticas que lo hacen estabilidad y formalidad de su inserci—n particularmente adecuado para los fines de laboral. Tal composici—n se revel— alta- este estudio. En efecto, el Grupo de mente discriminante en lo socioecon—mico y Discusi—n, a diferencia de la tŽcnica similar escasamente relevante en relaci—n a la del Focus Group, no pretende s—lo recabar inserci—n laboral. Sin embargo aport— las opiniones presentes en un determinado antecedentes sobre la necesidad de grupo segœn sus caracter’sticas socio- incorporar las diferencias socioculturales. demogr‡ficas. Aspira tambiŽn a detectar las estructuras de sentido que se revelan a partir de la interacci—n entre los miembros del Fase 2. Grupos socioculturales. En esta fase grupo. Esta diferencia era particularmente se busc— controlar la diversidad vinculada a pertinente ante un fen—meno, como la las diferencias etarias y de sexo mediante la inseguridad y la incertidumbre, cuyo sentido producci—n de seis nuevos grupos. Para ello, aparec’a difuso y expresado en un primer se compusieron grupos de Adultos Mayores, momento mediante opiniones metaf—ricas y J—venes, Adultos y Due–as de Casa, extremas. La tŽcnica empleada esperaba, y manteniendo bajo control las variables los resultados lo corroboraron, que en las socioecon—micas que se hab’an revelado interacciones los sujetos sometieran sus discriminantes. Esta fase fue altamente primeras opiniones a reflexi—n y avanzaran productiva y permiti— identificar la matriz as’ en la construcci—n de un discurso b

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 238 Fase 3. Grupos tem‡ticos. En la tercera fase Los procesos de selecci—n de los integrantes se compusieron seis grupos heterogŽneos de de los grupos de discusi—n apuntan a sexo y edad y homogŽneos de estrato social producir el tipo de representatividad (C1, C2, C3) focalizados al tratamiento de adecuada al objeto espec’fico de su estudio. experiencias espec’ficas de inseguridad Las estructuras de los discursos sociales (tacos, alarmas, cesant’a, acceso a los tienen un car‡cter objetivo, es decir, son servicios de salud) relativamente independientes de sus usuarios particulares. A su vez el nœmero de discursos sociales circulantes es limitado. La tŽcnica cualitativa pretende representar FASES, COMPOSICION Y TEMAS DE LOS GRUPOS DE DISCUSION las variantes relevantes de los discursos sociales mediante los cuales se significa la FASE 1. DIVERSIDAD SOCIOECONîMICA Y LABORAL inseguridad y la incertidumbre. La muestra GRUPO ESTRATO SEXO EDAD INSERCION LABORAL de participantes se selecciona mediante hip—tesis acerca de los portadores de esos 2. D-E mixto mixta dependiente diferentes discursos. El proceso escogido de 3. C2-C3 mixto mixta dependiente determinaci—n progresiva de la muestra 4. B-C1 mixto mixta dependiente permite ajustar esas hip—tesis. Las unidades 5. D-E mixto mixta independiente de discurso se reconocen en su unidad 6. C2-C3 mixto mixta independiente mediante el criterio de saturaci—n, esto es, 7. B-C1 mixto mixta independiente cuando los discursos pronunciados permi- ten cerrar con relativa coherencia y exhaustividad una estructura de sentido, y cuando los nuevos discursos no alteran la FASE 2. GRUPOS SOCIOCULTURALES unidad de esa estructura.

GRUPO ESTRATO SEXO EDAD OCUPACION Todos los grupos de discusi—n se realizaron en lugares especialmente acondicionados y 1. C2-C3 mixto j—venes mixta tuvieron una participaci—n promedio de 2. C1 mixto j—venes mixta 3. C2-C3 mixto mayores mixta nueve integrantes. La discusi—n fue 4. C2-C3 mixto 25-55 a–os mixta conducida por un solo moderador preparado 5. D-E mixto 25-55 a–os mixta en el tema. En el conjunto del estudio 6. C2-C3 mujeres mixta due–as de casa participaron dos moderadores. Las conversaciones fueron grabadas y transcritas ’ntegramente. En tres oportunidades el equipo investigador presenci— el desarrollo FASE 3. GRUPOS TEMATICOS de los grupos mediante el uso de salas con espejo. GRUPO ESTRATO SEXO EDAD TEMA DE DISCUSION El an‡lisis del material transcrito de la 1. C1, C2-C3 hombres mixta congesti—n vehicular primera fase fue analizado separadamente 2. C1-C2 mujeres mixta riesgo sicosocial 3. C2-C3 hombres mixta trabajo por tres profesionales expertos. Con ello se 4. C2-C3 mujeres mixta trabajo arrib—, mediante la discusi—n y validaci—n 5. C2-C3 mixto mixta delincuencia intersubjetiva, a las hip—tesis generales que 6. C2-C3 mixto mixta salud guiaron el an‡lisis posterior del material emp’rico. Dos informes parciales fueron sometidos a los comentarios de un panel de expertos.

ÒAnexos metodol—gicosÓ 239 ANEXO METODOLOGICO AL n—mico y zona). El an‡lisis resultante tiene CAPITULO 6: ANALISIS DE REDES un car‡cter descriptivo por carecer los datos DE APOYO de un factor de expansi—n. Esto significa que las conclusiones son v‡lidas para la El an‡lisis de redes de apoyo se basa en los muestra y no a nivel nacional. datos sobre relaciones sociales de la encuesta nacional sobre Seguridad Humana Para poder determinar cortes de cercan’a y CEP-PNUD 1997. distancia en la dispersi—n de los puntos se dividieron los mapas en cuatro cuadrantes. El objetivo del an‡lisis de redes es Es decir, cuando los puntos que representan caracterizar las fuentes de apoyo empleadas los problemas y los que representan las segœn tipo de problema declarado; es decir, fuentes de apoyo est‡n, en relaci—n a esos conocer quienes (segœn los descriptores de cuadrantes, en posici—n de cercan’a, quiere la muestra) recurren a las distintas fuentes decir que la correspondencia es m‡s de apoyo (Familia, Amigos, Conocidos, evidente que entre aquellos puntos puestos Otros) cuando declaran haber tenido alguno en relaci—n de distancia. En la de los cuatro tipos de problemas propuestos representaci—n gr‡fica original, cuando un en ese instrumento (Afectivo, Econ—mico, punto, ya sea fuente de apoyo o problema no Salud, Trabajo) aparece, quiere decir que no fue activado. Para el caso de la representaci—n en el La metodolog’a empleada para ello fue un Informe, se ha alterado levemente la an‡lisis de correspondencia simple, para representaci—n gr‡fica original, con el fin de cada una de las categor’as pertenecientes a resaltar tendencias y para eliminar aquellos los descriptores (sexo, edad, nivel socioeco- puntos dŽbiles.

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 240 ANEXO METODOLOGICO AL de las familias es el resultado de CAPITULO 9: COTIDIANIDAD Y mediaciones sucesivas entre las contra- TRAYECTORIAS DE FAMILIAS dicciones de la historia familiar, el contexto socioecon—mico y cultural y la historia El objetivo de estudiar desde la unidad personal de cada uno de sus miembros. Vale familiar a la seguridad como campo de decir que aunque el actor no es nunca experiencia en el que se despliegan acciones consciente de todos los determinantes y se ponen en juego l—gicas y significados sociales de su propia acci—n, su relato est‡ se llev— a cabo mediante un enfoque impregnado de elementos que muestran el cualitativo. Esto responde a los mismos peso de las fuerzas que confieren a cada criterios empleados en la definici—n del espacio social su estructura. La acumulaci—n estudio de grupos de discusi—n descritos en de un nœmero significativo de relatos este cap’tulo. permite poner en evidencia estas fuerzas. As’, la singularidad y heterogeneidad de las Un aspecto adicional en la elecci—n de este situaciones individuales dejan poco a poco tipo de enfoque se refiere a la particularidad traslucir las l—gicas de las situaciones y de del objeto: las estrategias y l—gicas de los comportamientos. Debe tenerse en acci—n. En efecto, si bien Žstas poseen un cuenta, sin embargo, que lo generalizable nivel importante de estructuraci—n social, son las estructuras de la acci—n que hay tras esto es, est‡n socialmente definidas y las particularidades de las historias normadas, responden por otra parte a familiares y no las historias mismas. elementos contingentes del entorno en que se despliegan y de los actores que las llevan Una segunda limitaci—n proviene del a cabo. Cada situaci—n descrita es a la vez el volumen de informaci—n adquirida a travŽs producto de un entorno social, de una de los instrumentos mencionados. La lectura historia familiar y de situaciones parti- de esa informaci—n se ha restringido a los culares y puntuales en el tiempo. Este grandes tipos de inseguridad inicialmente car‡cter del objeto estudiado exige la postulados en el marco conceptual. Esos aplicaci—n de instrumentos sensibles a cada ejes tem‡ticos predeterminados restringen la una de esas dimensiones, esto es, que sean riqueza del material, pero sin ellos la lectura sensibles a la presencia de estructuras m‡s o sistem‡tica de los relatos no habr’a sido menos permanentes y generales de acci—n y posible. simult‡neamente sensibles a la particula- ridad de las personas que las llevan a cabo y de las situaciones que las provocan. 1. Los instrumentos

Las tŽcnicas elegidas (esquema 1) cumplen En el relato de vida los miembros de la ese objetivo pero generan algœn tipo de familia son entrevistados en cuanto testigos limitaciones. Una limitaci—n importante dice y actores de experiencias y pr‡cticas coti- relaci—n con la representatividad de la dianas vinculadas al ‡mbito de la muestra adecuada a ese tipo de instrumen- inseguridad. El relato de vida permiti— tos. Cada historia es singular; los casos que cumplir cuatro objetivos b‡sicos para el se exponen no pretenden reproducir con an‡lisis. En primer lugar, conocer las precisi—n estad’stica los par‡metros de las caracter’sticas demogr‡ficas del grupo situaciones que viven el conjunto de las familiar, su composici—n y su ciclo vital. En familias chilenas hoy en d’a. Los casos segundo lugar permiti— reconocer los fueron seleccionados para ilustrar las situa- elementos claves del contexto en el cual ciones de inseguridad y producir hip—tesis aparecen las situaciones de inseguridad y se que permitan una aproximaci—n a la din‡mi- desarrolla la acci—n. En tercer lugar, ca sociocultural que subyace al relato de fa- permiti— conocer los nombres y carac- milia y a la trayectoria emprendida por ella. ter’sticas de las relaciones con otros actores que intervienen en la situaci—n. Finalmente, A pesar de la singularidad de los casos permiti— situar en el ciclo familiar la expuestos, ellos son tambiŽn expresi—n de sucesi—n y superposici—n de las experiencias una historia colectiva. En efecto, el destino de inseguridad significativas para la familia.

ÒAnexos metodol—gicosÓ 241 a) El primer relato fue realizado en todos los familiar frente a la construcci—n de casos por la esposa o madre de la familia. estrategias para resolver las situaciones de Esta decisi—n tiene su fundamento en los incertidumbres o inseguridad. resultados de las entrevistas de prueba. En ellas se pudo observar que siempre era la El testimonio de los actores que m‡s mujer la m‡s dispuesta a relatar la historia directamente participan en la experiencia de de su familia y en especial a dar cuenta de inseguridad, permiti— reconstruir desde el los momentos m‡s dif’ciles de esta historia. testimonio oral los mecanismos institu- Los numerosos rechazos de parte de los cionales, estrategias, las redes informales y hombres a ser entrevistados hicieron optar los v’nculos de sociabilidad mediante los por esta aproximaci—n, entendiendo que ella cuales familias de distintos estratos y sin duda sesga el relato de las historias de lugares residenciales constituyen su familia. En efecto, la visi—n femenina seguridad. adquiere un peso determinante en el relato. Esta puede ser en parte una de las razones c) En una tercera entrevista se aplic— un que hacen aparecer a los hombres desem- instrumento de caracterizaci—n de las redes pe–ando un papel relativamente secundario familiares, tomando como base los en relaci—n con los problemas familiares. resultados de la entrevista en profundidad. Que se conciba la familia como un Los entrevistadores recibieron la instrucci—n "problema de las mujeres" revela, de un de utilizar la entrevista en profundidad lado caracter’sticas culturales de tipo como un generador de nombres para patriarcal; pero del otro muestra que a los establecer la red social que opera durante la hombres no se les pregunt— sistem‡tica- situaci—n de inseguridad. Frente a cada mente por el tema clave en su relaci—n con menci—n de un contacto siempre la familia cual es su papel de proveedores. preguntaron quiŽn o quiŽnes eran las personas mencionadas, de forma que al final b) Para la reconstrucci—n de la din‡mica de de la entrevista contaban con la lista de los las situaciones de inseguridad se realiz— una nombres de las personas que hab’an segunda entrevista en profundidad que formado la red de los entrevistados en la posibilit— ahondar en la experiencia, ponien- situaci—n de inseguridad. La red egocŽntrica do especial Žnfasis en los mecanismos generada fue sometida a una caracterizaci—n desplegados para su superaci—n. Esta entre- detallada por los informantes en tŽrminos de vista fue aplicada a uno o dos miembros de descriptores personales del contacto (edad, la familia generalmente a los c—nyuges. En sexo, posici—n social), contenido de la casos excepcionales se les aplic— a alguno relaci—n, frecuencia y duraci—n del contacto de los hijos. La entrevista en profundidad a y nivel de confianza. La caracterizaci—n de algunos miembros de la familia permiti— los contactos de cada entrevistado permiti— establecer los campos de desacuerdo o contar con la descripci—n b‡sica de la disputa frente a situaciones de inseguridad, estructura de la sociabilidad en situaciones el rol de la familia como sostŽn afectivo de de inseguridad. sus miembros, y las bases de legitimaci—n de la autoridad

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 242 ES QU EMA 1 INFO RMA CIO N E INSTRU MEN TOS DEL ESTUDIO

In fo rmaci— n a o btener In strum entos Caracterizaci—n del gru po familiar y su ciclo v ital Matr iz de caracter izaci—n del g rup o fam iliar

Detecci—n de hitos , viv encias q ue se se–alan co mo Relato de vida fam iliar (in) seg uridad en la his tor ia familiar

Caracterizaci—n del con tex to en qu e se suced en y s up erp onen situaciones de inseg uridad

Caracterizaci—n de u na situaci— n d e ins egu ridad o cr isis familiar; co ntextualizaci—n, acto res , accion es , etc. En tr evista en p rof un did ad a los acto res Estilo de gesti—n y l—gica de acci—n de las estrategias pr in cip ales en la bœ squ eda d e s olu ci—n a desp leg adas frente a es tas s itu acion es. situ aciones de incer tid umb re familiar.

Resultados esperados y obtenido s a partir del desp liegu e de la acci—n.

Pr es encia y car acter izaci— n de red es so ciales d e la fam ilia du rante la s itu aci—n de cr is is. Pauta y matriz de redes egocŽntricas a. D ato s p er son ales del co ntacto: no mbr e, ed ad, co nd ici—n socioecon— mica, parentesco o relaci—n. b. Contenidos de la relaci—n: tipo, volumen y direcci—n de los recu rso s can alizad os . c. F uer za de lo s lazos: fr ecuen cia d e contacto, co nf ian za o comp rom iso emocional, duraci—n de la relaci—n, retribuciones . d. Estr uctur a g eneral d e la red so cial: recipro cid ad de lo s lazos en tr e los miemb ros d e la r ed .

2. Los criterios para la construcci—n de situaciones excepcionales o que apor tab an la muestra poco en relaci—n a otro s casos ya seleccionados. A contin uaci— n una revisi—n En el d ise–o de la m ues tra d e 2 6 f am ilias se m‡s detallad a d e cad a u no de lo s f actor es cons ider— las variab les que pod’an ser co ns iderad os . determinan tes en las difer en cias o bs erv adas en las accio nes desp leg adas por las fam ilias . i. Mo nt o d e los in greso s p er c‡ pit a d el La d eterminaci— n d e estos facto res s e h izo en ho ga r y ba rrio res id encial: El es ta tus so cio- base al an‡lisis de resultad os de otros econ—mico determina la natur aleza de la es tu dio s, es pecialmente en estr ato s bajos y a (in) seg uridad q ue co tid ian am ente enf ren ta la la consulta a expertos. Sobr e la bas e anterior familia, y tamb iŽn colo ca lo s m ‡rg en es de se utilizaro n el Gru po Socioeco n—m ico de la recu rso s p ar a enfr en tar es tas s itu acion es. La familia, s u ciclo vital, el tip o d e jef atu ra de co mb inaci— n de este criter io econ— mico con hogar y el car‡cter urbano o rural de la fam ilia un criterio simb—lico como es el bar rio en el en tr evistada. Estas var iab les f uer on qu e res ide la f amilia lo r ef uer za cu alita- co mb inadas d e f orm a que la m ayo r p ar te de tivamen te y co ntextualiza m ‡s ad ecu adamente lo s factor es clave tuviera r epr esentaci—n; n o la r eco nstituci—n de es trategias d e con stitu ci— n obstante, varios casillero s fueron dejados sin de r edes y m ecanis mo s institucionales p ara la casos al consid erar que se trataba de reso luci—n d e s itu acion es de in seg ur idad.

ÒAnexos metodol—gicosÓ 243 Para la id en tif icaci—n del G SE se utilizar on iii. Tipo de familia . Por tipo de familia se criterios de marketing, pero buscand o en tiend e s u com pos ici—n , esp ecialm en te en lo id en tif icar cas os qu e p erten ecieran sin qu e se ref iere al tipo de jefatura y la ambigŸedad a cada grupo . Par a el caso de comp lejidad de su compo sici— n. Supon emo s familias u rb anas s e con sid er — a familias d e qu e el tip o de fam ilia se as ocia con accio nes ingr eso s altos (C1 - B) del sector oriente de diferenciadas fren te a situaciones de Santiag o o en b arr io s r eco no cid os co mo tales insegur idad. El nœmero de adultos o las en ciudades de regio nes ; fam ilias de ingreso s caracter’s ticas de los dep en dientes en el gr upo medios (C2 - C3) que viven en barr io s familiar o bliga a as umir o pcion es es tratŽg icas ub icado s en las co mu nas de S antiag o Cen tro es pec’f icas con la f amilia m ism a y con el y Nu–o a para Santiag o y el centro de las en to rno .1 ciud ades en reg ion es ; f amilias de in gresos en torn o a la l’nea de pobreza (D-E) que viven La mues tra consider— familias nucleares y en b arr ios d efinid os co mo campamen to s, familias extens as en el caso de familias poblaciones y villas . El criterio de residen cia ru rales . En el cas o urb ano , fam ilia nuclear con se combin— con otros de ingr eso , seg œn se ambo s c—nyug es y fam ilia nuclear incompleta detalla en el esqu em a 2 . co n jef atu ra de ho gar f emenina. Si b ien es te œltimo rasgo no representa la generalid ad de Para familias d e s ector es ru rales, s —lo se lo s hog ares con jefatur a f em enina, cons tituy e estu diaron familias de ingresos medios y un rasg o asociado a los proceso s de ruptur a bajos, ubicadas en poblado s rurales, caser’o s y del v’n culo fam iliar y a la may or parcelas; se inclu yeron tambiŽn dos casos de vu ln erabilid ad de es tas familias. familias d e pes cad or es ubicadas en caletas . En el esqu em a 2 se p res entan lo s criter ios d e ii. Ciclo vital del hogar. U n sup ues to in icial selecci—n de la mu es tra y lo s descrip tor es del estudio era qu e la presencia d e situacio nes b‡sicos de las fam ilias seleccionadas p ara el de insegur id ad fam iliar se asociab a es tu dio . estr ech amente al ciclo vital de la familia. El co ncepto " ciclo de v ida familiar" su pon e cier ta estab ilidad d e la u nidad familiar q ue a lo larg o d el tiemp o transita po r d iv ers as fases , comenzando por una etapa inicial en que la pareja, unid a generalmente por el v’nculo matrimo nial, constituye una familia y le sigu en etapas d e f or maci—n , exp ans i— n, cons olidaci— n y disoluci—n . Las fases habitualmente se identifican de acuerdo con la ed ad de las per son as qu e lo con for man, generalmente la de los hijos. Las fases del ciclo v ital con dicio nan las exigen cias de tr ab ajo e in gresos d e las perso nas , mar can la flex ibilid ad de resp ues ta qu e tien en an te per’odo s d e ins egu ridad , en esp ecial an te 1 Par a 19 9 2, e n Chile el 5 8 % de lo s ho g ar es s o n per’odos de crisis econ—micas. n u c l e a r e s , e s t o e s , c o n s t i t u i d o s p o r e l ma t ri m o n i o s o l o , los pad r es y sus hijos so lo s, ge ne ra lme nte men or e s y s olte ro s . La de finic i— n c en sa l tam biŽ n co ns ide ra Se cuid— que en la mues tra qued en n uc le ar e s lo s h og ar e s co n stituid os p o r un o d e lo s p ad re s representado s dos tipos de hogares . Unos en s in c —n y ug e y s us h ijo s; es to s œ ltim o s co rr e sp on d en c as i etap a d e expa nsi—n y consolid aci—n , donde inv ar ia b le me n te a h o ga re s b ajo jef atu ra f em e nina . Sig ue n los hijos menores tienen entre 5 y 23 a–os, el e n im po r ta nc ia, e l h og ar ex te ns o ( 23 .4%): c o ns tituido p o r el matr imo nio , sus hijos solo s y cas a do s, co n sus hogar ya est‡ establecido, comienza a c —n yu ge s e h ijo s, y /o alg un o de lo s s ue gr os de l acum ular b ienes y es t‡ en la etapa d e crianza m atrimo n io . N o ob sta nte la dive r sida d d e tip os de los hijos . O tro s hog ares en etapa de fam ilia r es , la estr u ctur a fam iliar cu an tita tiv am e nte m‡s desintegraci—n o fis i—n , con el hijo menor de i m p o r t a n t e e s l a n u c l e a r c l ‡ s i c a (3 3% ) , i n t e g r a d a p o r l a par eja bip ar en tal - en que la mu je r es inac tiv a. En m‡s de 23 a– os y d —n de el nœ cleo tiende a s e g u n d o l u g a r , s i g u e l a f a m i l i a e x t e n s a e n q u e t a m b i Žn l a separar se. m ujer e s ina c tiva ( 1 3,5%) .

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 244 ESQUEMA 2 MUESTRA SEGUN CRITERIOS DE SELECCION DE LAS FAMILIAS ESTUDIADAS

CICLO VITAL DE LA FAMILIA ESTRATO ETAPA DE EXTENSION ETAPA DE DISOLUCION SOCIOECONOMICO Hijos entre 5 y 18 a–os Hijo menor mayor de 23 a–os URBANA Familia nuclear Familia nuclear Familia nuclear Familia nuclear biparental monoparental M.J.H biparental monoparental M.J.H. ALTO Empresario Abogado Comerciante Empresario Ingreso familiar mayor Due–a de casa Profesora Profesora Secretaria Ejecutiva de $M3.000. Antofagasta Vitacura Antofagasta Vitacura 2 autos de no m‡s de 3 a–os. 1AU 2AU 3AU 4AU 2 propiedades. MEDIO Licenciado en Profesor de Estado Profesor Comerciante Ingreso familiar entre Historia y Geograf’a Secretaria Ejecutiva Universitario Ejecutiva $400 y $800 mil pesos. Terapeuta Santiago Centro Profesora Transnacional 1 Auto Ocupacional Universitaria Santiago Centro Hijos colegio particular „u–oa „u–oa Subvencionado 8MU 5MU 12MU 9MU Dise–ador Profesor Dise–adora Universitario La Serena Due–a de casa 6MU La Serena 10MU Ingeniero en Minas TŽcnico en Minas Due–a de casa Profesora de Estado Rancagua Rancagua 7MU 11MU BAJO Maestro jornalero Microempresario del Ingreso familiar entre Manipuladora de calzado $150 y $300 mil pesos. alimentos Due–a de casa Educaci—n b‡sica y Lota La Granja tŽcnica municipalizada. 13BU 26BU Maestro tapicero Due–a de casa Pudahuel 25BU INDIGENTES Chinchorrero, Chofer Maestro jornalero Ingreso familiar menor a Cargador. Trabajadora Maestra de cocina $100 mil pesos. Due–a de Casa Empresa de aseos Cerro Navia Sin educaci—n Lota Cerro Navia Ficha CAS. 15IU 14IU 16IU

ÒAnexos metodol—gicosÓ 245 TIPO DE FAMILIA RURALES NUCLEAR EXTENSA NUCLEAR EXTENSA MEDIA Agricultor Agricultor Propietarios de tierras Due–a de casa Due–a de casa Ingreso familiar Copiap— Copiap— superior a $200 mil pesos mensuales. Propietarios de 17MR 19MR maquinarias y bienes. BAJA Temporero, Temporero Sin tierras Jornalero Temporera Ingreso familiar inferior Due–a de casa San Felipe a $80 mil pesos San Felipe mensuales. 20BR Sin bienes. 18BR Pescador artesanal Pescador artesanal Camarera Due–a de casa Guanaqueros Guanaqueros 21BR 23BR Agricultor Agricultor Due–a de casa Due–a de casa Tirœa Sur Ca–ete 22BR 24BR

La mues tra fue gener ada segœn el familia, ya sea como jefe de hogar , padre, procedimiento de cuotas , a partir de contactos madr e, c—n yu ge. Es d esd e este r elato qu e s e es tablecid os po r el equ ipo d e entr ev istado res. busca detectar uno o varios hitos de Lo s entrev is tad ores recibier on entrenam ien to insegur idad que marcan significativamen te la para la ap licaci—n d e los in str umentos y s e historia fam iliar. En la recons tru cci—n de mantuvieron en permanen te contacto con los situaciones de inseg uridad y de los meca- in vestigad or es dur an te su es tad ’a en terreno . nismos de resoluci—n s—lo se entrevist— a otros miem bro s d el ho gar en la m ed ida en q ue se En cuanto a las personas que respond ier on la mo strar on co mo actor es claves. No se en tr evista, se pr iv ilegi— aqu ellos qu e o cu pan hicieron m‡s de 4 entrevis tas por familia. po sicio nes d e res po nsabilid ad en la

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 246 ANEXO METODOLOGICO a–os y m‡s. Con ese marco actualizado se ENCUESTA NACIONAL SOBRE determin— la estratificaci—n regional de la SEGURIDAD HUMANA CEP-PNUD poblaci—n y posteriormente la estratificaci—n segœn zona urbana y rural. El estudio de percepciones y situaciones objetivas de seguridad e inseguridad fue realizado en conjunto por el PNUD y el 3. Etapas de muestreo Centro de Estudios Pœblicos (CEP) mediante una encuesta nacional repre- Primera etapa: Se fij— en cinco el nœmero sentativa. El principio que gui— el estudio de entrevistas por conglomerado, entendido fue obtener antecedentes representativos Žste como una manzana o entidad poblada para la poblaci—n objeto de interŽs respecto (con tres viviendas o m‡s). Al dividirse el de las dimensiones del objeto Òseguridad e tama–o deseado (1.505) de la muestra en 5 inseguridadÓ, segœn como ellas hab’an sido entrevistas por conglomerado se obtienen definidas por el PNUD en las etapas 301 Unidades de Muestreo Primarias (UMP) iniciales del proyecto. Para ello, el PNUD y a ser identificadas en la primera etapa de el CEP operacionalizaron las hip—tesis selecci—n de la muestra. Las UMP fueron previas y elaboraron el instrumento ade- distribuidas proporcionalmente en todas las cuado. La definici—n de la muestra regiones del pa’s sobre la base de la corresponde a la empleada por el CEP en contribuci—n de la regi—n a la poblaci—n. sus estudios regulares de opini—n pœblica. Se resumen a continuaci—n los considerandos Utilizando los datos del precenso de 1994 se metodol—gicos y estad’sticos elaborados por elabor— un listado acumulativo de poblaci—n el CEP para el estudio. por provincias, comunas, distritos, zonas y manzanas en el caso urbano, y de provincias, comunas, distritos, localidades y 1. Caracter’sticas generales de la entidades en el caso rural. Tanto en el caso muestra urbano como rural se estableci— un intervalo fijo para cada regi—n, que resulta de dividir El universo de estudio lo constituye la la poblaci—n total de la regi—n por el nœmero poblaci—n mayor de 18 a–os (urbana y rural) de UMP asignadas a la misma. Dentro de residente a lo largo del pa’s. En este estudio cada una de ellas se sigui— un proceso de se escogi— una muestra probabil’stica por selecci—n computarizado, aleatorio y conglomerados en mœltiples etapas, la que proporcional a la poblaci—n para seleccionar incluy— 1.504 personas entrevistadas en sus las manzanas en las zonas urbanas y las hogares en 146 comunas del pa’s. La entidades en las zonas rurales. Se dise–— un cobertura de la muestra es del 100% de la programa computacional para seleccionar poblaci—n fijada como objetivo. La las 252 manzanas urbanas y las 49 entidades recolecci—n se efectu— entre el 21 de junio y rurales. Todas las manzanas y entidades el 14 de julio de 1997. fueron identificadas por un nœmero y localizadas en un mapa censal. El margen de error para muestras de este tama–o y dise–o (probabilidad aleatoria por Segunda etapa: Se seleccionaron grupos conglomerados) se estima en + 3% con un familiares (viviendas) al interior de las nivel de confianza del 95%. UMP. Se proporcion— a los encuestadores pautas para la selecci—n de las viviendas en las manzanas y entidades seleccionadas, de 2. Dise–o de la muestra. modo de escoger al azar las vivienda por seleccionar en cada conglomerado. DespuŽs La muestra se dise–— en varias etapas, de de empadronar cada manzana y entidad modo que existiera una probabilidad seleccionada, se sigui— un procedimiento de calculable de que todos los adultos a lo trayecto aleatorio o muestreo sistem‡tico, en largo del pa’s fueran incluidos. Para ello se que cada enŽsima vivienda fue incluida en la utilizaron los datos del Censo de Poblaci—n muestra hasta que se identificaba un total de y Vivienda de 1992. Dentro de ese marco de cinco familias (Unidades de Muestreo consider— la poblaci—n de 18 a–os y m‡s, Secundarias) que corresponde a los que en 1997 ten’an 18

ÒAnexos metodol—gicosÓ 247 Tercera etapa: Se eligi— en cada vivienda sujeto seleccionado no se encuentra en la seleccionada a una persona para ser ciudad y su regreso previsible es encuestada. Los encuestadores recibieron posterior a la realizaci—n del estudio; instrucciones de aplicar un proceso de cuando el individuo seleccionado est‡ selecci—n aleatoria (tabla de nœmeros enfermo o tiene impedimentos f’sicos o aleatorios) para identificar a la persona que s’quicos graves que le impiden contes- ser’a entrevistada. tar la entrevista; cuando el sujeto no termina la entrevista que se estaba apli- cando. En estos casos el reemplazo se 4. Reemplazos realiza en otra vivienda bajo las mismas normas de reemplazo de una vivienda. En la segunda y tercera etapas de muestreo el entrevistador debe realizar un m’nimo de tres visitas en tres d’as diferentes para tratar 4.1 Reemplazos realizados de conseguir la vivienda o la persona origi- nalmente seleccionada para ser entrevis- Se reemplazaron 3 manzanas de comunas tada. Si a pesar de ello la vivienda o el urbanas y 2 entidades rurales. Esto hace un entrevistado no se logran, Žstos son 1,7% respecto del total. Las viviendas no reemplazados de acuerdo con las siguientes logradas se explican por rechazo absoluto a normas: recibir al encuestador, por la ausencia de moradores luego de haberse realizado las a. Manzanas o entidades. El reemplazo se visitas estipuladas. Las entrevistas realiza- realiza en las oficinas centrales cuando das en viviendas reemplazadas correspon- se cumplen las siguientes circuns- den al 3,2% del total de la muestra. Las tancias: sitio eriazo; ‡rea de muy dif’cil entrevistas realizadas a individuos reem- acceso; ‡rea verde, parque o estadio; plazados corresponden a un 4,6% del total. s—lo locales comerciales; recintos de las Las razones de estos reemplazos son: recha- fuerzas armadas; manzanas o entidades zo (2,7%), no ubicable (1,3%), persona con menos de cinco viviendas. En estos enferma (0,1%), enfermo mental (0,1%), casos, la manzana o entidad se otras razones (0,4%). reemplaza en forma aleatoria. b. Viviendas. El reemplazo se produce ba- 5. Resultados jo las siguientes condiciones: hubo rechazo absoluto a recibir al encues- Se observa que, segœn par‡metros censales, tador; no se logr— contactar a ninguna la mayor’a de los par‡metros de la poblaci—n persona luego de tres intentos en, a lo muestral (distribuci—n regional, urbano-rural menos, tres d’as diferentes. Cada vivien- y estado civil) se encuentran representados da no lograda es reemplazada aleatoria- proporcionalmente dentro del margen de mente por otra de la misma manzana o error de la muestra (+ 3%). En el caso del entidad. Para ello se crea un nuevo sexo, los hombres aparecen subrepre- intervalo que es igual al intervalo de sentados y las mujeres sobrerrepresentadas. selecci—n original y se parte de la œltima Esto es efecto de la no estratificaci—n por vivienda seleccionada. sexo de la muestra y las probabilidades menores de acceder a los hombres que a las c. Individuos. El reemplazo se realiza en mujeres en una encuesta en la vivienda. los siguientes casos: cuando la persona TambiŽn los j—venes aparecen subre- seleccionada rechaza contestar el cues- presentados; ello se explica por su relativa tionario; cuando el individuo selec- mayor ausencia del hogar que los otros cionado no fue ubicable luego de tres grupos etarios. intentos en tres d’as diferentes; cuando el

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 248 ANEXOS ESTADISTICOS

ÒAnexos estad’sticos Ó 249 Nombres de las variables codificadas

CPRE Cotizaci—n previsional

CSAL Cobertura sistema de salud previsional

ESCM Escolaridad mediana

CAPA Capacitaci—n laboral

ESTA Estabilidad laboral

OCUP Tasa de ocupaci—n

CASA Calidad vivienda

PROP Propiedad vivienda

CONS Cercan’a consultorio

COMI Cercan’a comisar’a

SIND Afiliaci—n a sindicato

SVV Supervivencia de adultos

PONDER Ponderaci—n: nœmero de personas en cada categor’a

DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 250 ÒAnexos estad’sticos Ó 251 DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 252 ÒAnexos estad’sticos Ó 253 DESARROLLO HUMANO EN CHILE 1998 254