Revista Estudios Paraguayos ISSN: 0251-2483 ISSN: 2520-9914 [email protected] Universidad Católica "Nuestra Señora de la Asunción"

Durán Estragó, Margarita EL PALACIO (QUE NO FUE) DE LÓPEZ: 1843-1892 Revista Estudios Paraguayos, núm. 1, 2019, -Junio, pp. 123-143 Universidad Católica "Nuestra Señora de la Asunción" Paraguay

Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org BIBLIB: 0251-2483 (2019), 123-143 EL PALACIO (QUE NO FUE) DE LÓPEZ: 1843-1892

THE PALACE (THAT WAS NOT) OF LÓPEZ: 1843-1892

Enviado: 08/09/2017 Aceptado: 12/01/2019

Margarita Durán Estragó1

Resumen

Los orígenes del Palacio de Gobierno se remontan a 1843 cuando Francisco Solano López (17 años) recibió en herencia por parte de su abuelastro materno, una propie- dad a orillas del río Paraguay, en el barrio de las Barcas. A partir de aquel terreno fue ampliando los linderos con la mediación de Don Carlos Antonio López, hasta cubrir la supercie adecuada para construir allí un palacio como los que había visto en Europa. La guerra lo dejó inconcluso y tras la ocupación de las fuerzas aliadas, los bienes de Ló- pez pasaron a manos del Estado. La torre del palacio quedó dañada con el bombardeo de la ciudad, en febrero de 1868 y el edicio fue ocupado por las fuerzas brasileñas, en enero del año siguiente. En 1888 comenzó su restauración para convertirlo en Palacio de Gobierno. Aunque sin pintura y otros detalles, quedó inaugurado en 1892 durante el mandato de Juan Gualberto González; el primero en ocuparlo fue el presidente Juan Bautista Egusquiza, en 1894.

Palabras clave

Obras públicas; guerra; ocupación; palacio.

1 Academia Paraguaya de la Historia y PRONII - Nivel I, CONACYT.

Estudios Paraguayos - Vol. XXXVII, Nº 1 - Junio 2019 123 El Palacio (que no fue) de López: 1843-1892

Abstract

e origins of the Government Palace date back to 1843 when Francisco Solano López (17 years old) received in inheritance from his maternal grandmother, a property on the banks of the Paraguay river, in the neighborhood of Las Barcas. From that land it was expanding the boundaries with the mediation of Don Carlos Antonio López, to cover the appropriate surface to build there a palace like those he had seen in Europe. e war le him unnished and aer the occupation of the Allied forces, Lopez's as- sets passed into the hands of the State. e palace tower was damaged by the bombing of the city, in February 1868 and the building was occupied by Brazilian forces, in January of the following year. In 1888 its restoration began to turn it into Government Palace. Although without painting and other details, it was inaugurated in 1892 during the term of Juan Gualberto González; the rst to occupy it was President Juan Bautista Egusquiza, in 1894.

Key words

Public works; war; occupation; palace.

124 Estudios Paraguayos - Vol. XXXVII, Nº 1 - Junio 2019 Margarita Durán Estragó

1. Introducción A orillas de la Bahía de Asunción se levanta una de las construcciones más emble- máticas de la ciudad: el Palacio de Gobierno. Sus orígenes se remontan a 1843 cuando en el Barrio de las Barcas, actual distrito de la Encarnación, Francisco Solano López (17 años), primogénito de Doña Juana Pabla Carrillo, esposa del entonces Cónsul Car- los Antonio López recibió en donación una propiedad, en calidad de “heredero uni- versal” de su abuelastro materno y padrino, Lázaro Rojas Aranda; la misma se hallaba ubicada sobre las barrancas del río Paraguay, en el puerto conocido como Matinía2. Se tienen noticias de dicha casa por haberla habitado el dramaturgo y periodista español, Ildefonso Bermejo, contratado en Europa por López y llegado al Paraguay en febrero de 1855. Por circunstancias especiales, Don Carlos tuvo que echar mano de aquella vivienda para albergar a Bermejo y su esposa Puricación Jiménez. En su libro “Episodios de la Vida Privada, Política y Social de la República del Paraguay” publica- do tras su retorno a España (1863), Bermejo le dedica varios párrafos a su ex vivienda: la presenta como un “edicio aislado y situado en una eminencia (altura)… a manera de un castillo feudal”. Desde una mecedora ubicada en el corredor de la casa, “contem- plaba el río y su opuesta margen, que era el Gran Chaco, cuya riquísima vegetación se perdía en la inmensidad”. Al parecer, la edicación llevaba años sin mantenimiento ya que había “manchas de goteras, el piso sin enladrillado y las ventanas sin cristales”. Por orden de Don Carlos, los albañiles acudieron prestos a componer la baranda de un corredor y dar mejor forma a una escalera formada de piedras que conducía a la playa. En otro momento hace alusión a los barrancos que había delante de la casa, razón por la cual el carruaje de López no pudo llegar “al pie de su morada” cuando en una ocasión, el cochero fue a buscarlo para asistir a un baile ocial celebrado en Tacumbú (Bermejo, 1913, pp. 55-61). Para el joven general aquella casa no tendría ningún valor en sí, ya que contaba con una residencia recién inaugurada, sito en la calle Estrella y 25 de Noviembre, actual Nuestra Señora de la Asunción y Palma (Eco del Paraguay, 2002, p. 59); poseía además una casa-quinta (Gran Hotel del Paraguay) cuyo terreno se extendía de norte a sur, desde la calle de la Recoleta (Avenida España) hasta la calle de la Asunción (Avenida Mariscal López) y desde Salinares (Perú), hasta la de San Miguel (General Santos) (Durán, 2018, pp. 56-58); a estas se sumaban otras propiedades en Asunción y Trini- dad, además de estancias en el interior del país. Sin embargo, la ubicación de aquella

2 Las tierras que fueron de Lázaro Rojas Aranda las obtuvo por herencia paterna en 1820. Se componía de 18 varas de frente al norte, a orillas del río Paraguay; al oeste lindaba con José Joa- quín de Rojas, al sur con José del Cazal y al este con un zanjón que venía por detrás de la Iglesia de Santo Domingo y con la propiedad de Juan José Villamayor. En 1841 llega a un acuerdo con sus parientes cediéndoles como “hijuelas” las tierras que poseía en el interior, a cambio de quedarse con los cuatro lances de “casas viejas” en el Barrio de las Barcas, unos treinta metros que poseía desde 1827. (ANA Prop. Vol. 277 N°. 12).

Estudios Paraguayos - Vol. XXXVII, Nº 1 - Junio 2019 125 El Palacio (que no fue) de López: 1843-1892 heredad, aunque exigua para sus pretensiones, fue el punto de partida de una anexión de terrenos aledaños, adquiridos con la mediación de Don Carlos para construir allí un palacio como los que había admirado en Europa. Una década después de haberse practicado la medición, deslinde y amojonamiento de aquella heredad y antes de que terminara el año de su retorno de Europa, Francisco Solano pudo completar el área pretendida mediante la toma de un retazo de sitio que perteneció a la capellanía del Obispo de Chile3. El área total abarcaba lo equivalente hoy a dos manzanas, cuyos nombres de calles datan de 1849 y son: al norte las costas del río, al sur El Paraguayo Independiente y las cruceras de la Academia Literaria (Montevideo), Paraná (Ayolas) y Paso de Patria (O’Leary). Las compras de los últimos lotes se hicieron por decreto del 5 de diciembre de 1855; la supercie acumulada abarcaba la actual Plaza de los Desaparecidos y la manzana del Palacio de Gobierno; para inicios de los sesenta no habría quedado en pie la casa que sirviera de morada a Ildefonso Bermejo, tampoco las demás edicaciones modestas que menudeaban en aquel espacio. Elisa Lynch no se quedó atrás y como en otros sitios donde López construía alguna obra, a mediados de 1865 logró inscribir a su nombre la mitad de la actual Manzana de la Rivera, por el lado del este. Los lotes los adquirió del Teniente Coronel Hilario Mar- có, muy cercano a López hasta que cayó en desgracia siendo fusilado por su orden4.

2. Construcción del Palacio Durante el gobierno de Don Carlos (1844-1862) el Paraguay se vio beneciado con la llegada de más de un centenar de profesionales extranjeros de diversas especia- lidades, contratados en Europa por Francisco Solano López para que, con la apertura del arsenal, la fundición de hierro de Ybycuí, la construcción de buques, el ferrocarril, los muelles, el Teatro Nacional y otros edicios públicos, cambiara la sonomía de la ciudad y el país, estancados durante la dictadura de Francia. Uno de ellos, Jorge Fe- derico Masterman, director del Servicio de Farmacia en el Ejército (1861-1868), autor

3 Con ese nombre se lo recordaba a un sacerdote paraguayo llamado Antonio González de Mel- garejo, que en la segunda mitad del siglo XVIII fue elegido Obispado de Chile. 4 Los terrenos al que hacemos alusión abarcaban las calles de la Rivera (Benjamín Constant), Paso de Patria (O’Leary) y el Paraguayo Independiente. Al respecto expresa Alicia Lynch: “Las únicas propiedades que compré antes de 1866 se hallan situadas cerca del Palacio, porque allí pensaba hacer edificar casas de alto, con grandes tiendas, cuyos planos tenía ya hechos y aún los materiales prestos para estos edificios”. Señalar que en 1866 Benigno López, hermano menor del mariscal, había puesto en venta todas sus propiedades y estancias pensando que el fin de la guerra estaba cerca; Lynch confiesa que fue entonces cuando comenzó a comprar las propiedades que se ofrecían para evitar el “pánico” y que luego siguió adquiriendo otros bienes para ayudar a las familias necesitadas. (Lynch, Exposición y Protesta, 1987, Buenos Aires, 2°. edición, pp. 56 y ss).

126 Estudios Paraguayos - Vol. XXXVII, Nº 1 - Junio 2019 Margarita Durán Estragó de “Siete años de aventura en el Paraguay” nos cuenta que desde su arribo a la ciudad, pudo observar toda clase de proyectos nuevos de construcción “emprendidos con ardor febril” por Francisco Solano López, pero que, “cansándose pronto, se aplicaba a otra cosa que le fuera más agradable, de este modo hizo comenzar un palacio”. Apo- yados en este comentario y a falta de otros documentos y estudios serios, no faltaron autores que dieron por iniciado el Palacio en 1861. Mediante un cruce de informaciones tomadas de “El Semanario”, documentos de archivos y alguna que otra fuente bibliográca y en ausencia de planillas descriptivas de esta construcción, tal como se venía haciendo con las obras públicas levantadas hasta comienzos de la guerra5, podemos señalar que la dirección de obra del Palacio estuvo a cargo del arquitecto Alonzo Taylor, nacido en Chelsea (Inglaterra), contrata- do por López durante su viaje a Europa, luego del reconocimiento de la Independen- cia del Paraguay por la Confederación Argentina (1852) bajo el gobierno del general Justo José de Urquiza. En noviembre de 1858 rmó contrato por tres años para servir a López en el Paraguay, enseñar a su gente el ocio de “picapedrero” y constructor de obras; el contrato lo suscribió por mediación de los señores Blyth de Limehouse. Aun- que casado, llegó solo al Paraguay por parecerle conveniente conocer el país antes de tomar una decisión al respecto. En 1861 se reunió en Asunción con su esposa e hijos y vivieron en una casa cercana a la Aduana (Machaín Cue), El Paraguayo Independiente, esquina de la Academia Literaria (Montevideo); la misma también sirvió de morada a los demás profesionales ingleses. En la sala de la casa, Taylor construyó una chimenea con estufa, que fue la primera que se vio en el país. Tal como lo cuenta Taylor, al principio realizó trabajos varios en el arsenal, en la construcción del muelle, en el ferrocarril donde aparece como responsable del mismo en las planillas de 1863 hasta agosto del siguiente año en que se concluyen las obras de la Estación Central. Fue entonces cuando tomó a su cargo la construcción del palacio con un sueldo de 108 pesos, mientras que Ravizza, director del Teatro Nuevo recibía la suma de 100 pesos mensuales. El Presidente (general entonces) lo trataba con mu- cha consideración por lo que rmó un nuevo contrato poco después de su arriba al Paraguay, obligándose por cuatro años más. Las primeras noticias de aquella obra se conocen mediante unas breves líneas que trae “El Semanario” de fecha 15 de febrero de 1864 que dicen textualmente: “Se halla en construcción un nuevo edicio en la calle del Paraguayo Independiente entre Paraná y Paso de Patria. Según se nos informa, será uno de los edicios más elegantes en su forma y arquitectura”. Se habla de una obra re- cién iniciada, de lo contrario se referiría a ella en presente dando algunos detalle de su construcción. Al mes siguiente, dicho Semanario informa sobre las excavaciones que

5 Entre las obras públicas y privadas detalladas minuciosamente, semana a semana, podemos consignar: el Congreso Nacional (1843), transformado luego de Teatro Nacional (1855), la Ca- tedral y la residencia de Don Carlos (1842-1845), la Estación del Ferrocarril (1859-1864), el Oratorio de la Virgen de la Asunción (1864-1866), además de la Aduana, Arsenales y muelles.

Estudios Paraguayos - Vol. XXXVII, Nº 1 - Junio 2019 127 El Palacio (que no fue) de López: 1843-1892 se hacían por cuenta del Estado en la cuadra de la calle El Paraguayo Independiente, entre las transversales de la Academia Literaria y Paraná. Prosigue diciendo que una vez terminada la nivelación de las calles que la rodean “quedaría allí una enorme ele- vación de 12 a 15 pies de altura que se trata hoy de nivelar”6. Cuando López deja Asunción en junio de 1865 para trasladarse a Humaitá, dan- do a entender que iría a tomar personalmente el mando del ejército, el palacio tuvo que haberse encontrado con sus sillares de piedra y ladrillo concluidos y las paredes a media altura. Nunca más lo vio; recibía informaciones de su avance a través de sus colaboradores más cercanos en Asunción y de madama Lynch, que iba a su encuen- tro y volvía cada tanto a la ciudad. Se conoce una carta de la misma enviada a “Don Pancho” el 26 de julio de 1866; acerca del palacio le dice: “Me alegra mucho saber que la casa nueva de Su Excelencia esté tan adelantada” (ANA-CRB 4251 - 26/07/1866). Taylor tuvo que haber utilizado un plano para dirigir la obra del palacio; aunque des- conocido, creemos que debió haber pertenecido al ingeniero inglés George ompson, el mismo que concluyó en diciembre de 1864 el plano de la “residencia de alto” de Elisa Lynch, cuyo terreno se hallaba delante del Palacio en construcción (lado este de la actual Manzana de la Rivera). Otros creen que fue obra de Alejandro Ravizaa por su estilo ita- lianizante y haber sido autor del plano del palacete de Benigno López, actual sede del Mi- nisterio de Relaciones Exteriores, concluido en plena guerra, a juzgar por una inscripción moldeada en una de las paredes del patio interior que reza: “Año 1866”. No faltaron autores que atribuyen el plano aludido al ingeniero militar austro-húngaro, Francisco Wisner de Morgenstern, quien desde su llegada al Paraguay en 1845 acompañando al general Marcos Paz, fue contratado para organizar una otilla de guerra; hacer relevamientos topográcos e hidrográcos del país; levantar el templo de San Carlos Borromeo en honor a Don Carlos y forticar el “Cuadrilátero” en Humaitá, baluarte al parecer inexpugnable, de la defensa paraguaya contra los ejércitos aliados. No hemos podido encontrar detalles de la construcción del palacio, tampoco co- nocemos los nombres de los colaboradores de Taylor; apelando a las edicaciones de envergadura levantadas en aquella época, como el palacete que Benigno López mandó edicar en simultáneo con el suyo para sus hijas pequeñas: María Higinia Reodolinda y Ángela Adelina Decoud, en la esquina de Palma y calle de la Encarnación (15 de Agosto), actual Galería Colonial, obra de Alejandro Ravizza; sabemos, por ejemplo, que las molduras de la fachada, del patio interior y las galerías fueron obra de Antonio Ferroni. Las planillas de las obras públicas iban rmadas por Alonzo Taylor, conoci- do como arquitecto y “picapedrero”, Alejandro Ravizza, los marmolistas: Jhon Owen

6 “El Semanario” del 8 de marzo de 1864. La “eminencia” de la que habla Bermejo en su libro tuvo que ser rebajada a nivel de los terrenos aledaños; los efectos de la rectificación de la calle El Paraguayo Independiente los notamos hasta nuestros días; un ejemplo claro lo tenemos en la Manzana de la Rivera, situada delante del Palacio de Gobierno.

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Moynihan, Andrés Antonini; Burnel y Valpy, además del citado Ferroni y Miguel Per- sigo (1865) y José Lacorte (1866). Los libros de Hacienda custodiados en el Archivo Nacional, a la hora de asentar las entradas y salidas de la mayoría de los gastos del Estado, apelaban a esta frase: “Por orden verbal del Presidente de la República”. No hay duda de que los bienes del Estado se confundían con los de los López; recordemos que había un solo poder del Estado, el “Poder Ejecutivo”; al único que daba “cuenta” de su “administración” era al Congreso General y lo hacía mediante el discurso de apertura. No nos debe extrañar entonces, aunque resulte injusticable, que los constructores del palacio, los marmolistas, escul- tores, “picapedreros”, carpinteros, herreros, peones, inclusive la mano de obra indíge- na, esclava y carcelaria, hayan sido solventados con fondos públicos7. Documentos de archivo dan cuenta de los trabajos de Moynihan, quien buscaba piedras de construcción adecuada en las canteras de Tacumbú y Emboscada, adiestra- ba a obreros en las canteras, labraba sillares para la construcción del palacio y tallaba piezas ornamentales y estatuas para la decoración del mismo. Andrés Antonini, otro escultor del mármol, modeló varias piezas artísticas, como los leones ubicados en los extremos salientes del edicio sostenidos por cuatro columnas cada uno. (Pérez Acos- ta, 1948, p. 649), también fue de su autoría una mesa tallada en mármol, que por lo avanzado de la guerra (1865), Ravizza pedía arpillera, papel ordinario, bayetas y trapos para embalarla (ANA NE. Vol. 2809, p. 14); lo mismo ocurrió con las demás obras artísticas que fueron a parar a los sótanos del palacio. La guerra estalló en 1865, pero esto no le afectó mucho a Taylor, aunque perci- bía menos sueldo porque la guerra ocasionó una depredación en el valor del papel moneda. Por lo tanto, cuando concluyó su contrato, pidió al Gobierno que lo dejara presentar uno nuevo, ocasión en que el Ministerio le respondió que estaba muy ocu- pado para atender a su solicitud, pero “si trabajaba como siempre, se le remuneraría generosamente”. En diciembre de 1867 el Mayor Fernández, Ocial Mayor del Mi- nisterio de Guerra le dijo que podría hacer nuevos contratos y presentar al efecto sus proposiciones al servicio del Arsenal.

7 “La propiedad del Estado y de los López es sinónimo, comprendiendo las propiedades de todo género, siendo cierto como es, que las máquinas con que se trabajaban los innumerables palacios suntuosos eran los brazos de los desgraciados hijos del país, el valor con que se retribuía el tra- bajo personal, los padecimientos del hambre y maltratamiento, peor que los esclavos, y algunas veces, con el dinero del tesoro de la nación, para cohonestar tantos crímenes y sin ser menos notable, que los materiales hayan sido amasados con los sudores de los jornaleros y las lágrimas de las madres y esposas al ver y contemplar a sus deudos en tan triste condición”- (Parte de la respuesta, de puño y letra, que dio el Presidente a Manuela Otazú, madre de Víctor Venancio, Manuela Escila y Carlos Antonio, hijos de Venancio López, con motivo de la Protesta presentada ante el escribano público y testigos, contra el Gobierno Provisorio que permitió disponer de la hacienda de la testamentaria de sus hijos menores para los hospitales de caridad de Trinidad. Asunción, 09/12/1870. Archivo de la Escribanía Mayor de Gobierno).

Estudios Paraguayos - Vol. XXXVII, Nº 1 - Junio 2019 129 El Palacio (que no fue) de López: 1843-1892

Aunque realizó múltiples trabajos y de los más variados, fue la construcción del palacio la que le valió a Alonzo Taylor la condecoración de “Caballero de la Orden Nacional del Mérito”, en agosto de 18678. Para entonces, las obras del palacio ya habían parado y Taylor trabajaba en el interior del país construyendo hornos para destilar azufre con el objeto de hacer pólvora para la guerra. No tenía decidido ni un plan para sacar del país a su esposa e hijos, “porque Ló- pez nunca dejaba este punto a nuestro albedrío”. A pesar de la guerra, rmó contrato por un año más, aunque muchos ingleses al servicio del Gobierno se rehusaron a renovarlos. Dejemos que sea Taylor el que nos cuente las tareas que desempeñó en el Paraguay entre 1858 y 1868: “Durante mi permanencia en el Paraguay me ocupaba de la parte práctica de muchas obras, como por ejemplo, del taller de moldes, de la nueva fun- dición y de la colocación y disposición de las varias máquinas del Arsenal; dirigí la construcción de las estaciones del ferrocarril, del nuevo muelle y del hermoso pa- lacio del Presidente. El palacio que es muy espacioso está sólidamente construido, el material consiste en piedra y ladrillo de superior calidad, pero él nunca lo ocupó y deseo ardientemente que no lo ocupe jamás” (Masterman, 1870, p. 272)9. Estas expresiones de Taylor se deben a que López lo mandó apresar y engrilla- do lo derivó al connamiento de San Fernando donde fue torturado en el cepo de Uruguayana; allí vio engrillado a muchos otros profesionales que trabajaban con él, como al marmolista Moynihan, escultor de las obras artísticas que embellecerían el palacio, al mismo Masterman de quien hicimos mención, a Benigno López, hermano del mariscal, a mujeres de la sociedad asuncena, entre ellas a Juliana Insfrán y muchos otros paraguayos y extranjeros. Meses después fue conducido a Villeta junto con otros presos; cierto día vio pasar por delante suyo al mismísimo López que iba a caballo en compañía de madame Lynch; uno de los condenados se adelantó pidiéndole cle- mencia y le dejó en libertad; Taylor hizo lo mismo y cuando le preguntó su nombre, también lo dejó libre; sueltas las cadenas, permaneció en el lugar siendo rescatado por los brasileños cuando invadieron el sitio tras la batalla de Lomas Valentinas (diciembre de 1868). Desde allí lo trasladaron a Asunción ya ocupada por las fuerzas aliadas; en Asunción dictó su testimonio al comandante del buque Cracker, Hawksworth Fowke y luego escribió otro al llegar a Buenos Aires; sus declaraciones fueron transcritas por Masterman en su obra ya citada10.

8 Decreto del 08/04/65 que crea la “Orden Nacional del Mérito” en sus categorías de “Gran Cruz”, “Gran Oficial”, “Comendador”, “Oficial” y “Caballero”. El Semanario N°. 675 del 17 de agosto de 1867. 9 Las negritas son nuestras. 10 Enfermo y sin carnes que cubrieran sus huesos, Alonso Taylor dio testimonio de los seis meses de prisión que sufrió en San Fernando y luego en Villeta por delación de un italiano que había abierto una escuela en Asunción a la que acudía uno de sus hijos. Ocurrió que el maestro, en medio de las torturas, lo mencionó como miembro de una asociación masónica que intentó ges-

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3. Restauración del edicio llamado “Palacio” - 1888 Los datos recogidos sobre la construcción del palacio los obtuvimos a futuro me- diante los contratos de restauración y conclusión del mismo, hallados en el Archivo de la Escribanía Mayor de Gobierno; todos ellos hacen mención de los planos adjuntos al texto, pero ninguno ha llegado hasta el presente. Las fuentes datan de 1879 en adelante, año en que se dispuso convertir el “soberbio y magníco monumento”, al decir de Pérez Acosta, (Pérez Acosta, 1948, p. 199) en sede del nuevo Colegio Nacional, construcción que según estudios realizados, podría albergar a 150 alumnos internos. Antes de seguir adelante debemos dejar sentada la situación jurídica del edicio lla- mado “Palacio”. Elisa Lynch había sido nombrada por López su heredera, por testamento otorgado el 23 de diciembre de 1868 en el cuartel general de Pikysyry y entregado en custodia a Mc Mahon, Ministro de los Estados Unidos de América en el Paraguay.

Foto: Durante la presidencia del general (1888) se dispuso convertir el Palacio, en Casa de Gobierno. Las obras de conclusión recayeron en el prestigioso constructor y artista francés Félix Landauce (foto: internet https://www.taringa.net/+info/paraguay-palacio-de-lopez_1386b2).

tar en Asunción. Con intervención de Cándido Bareiro y Crisóstomo Centurión, estando todavía en San Fernando, lo encararon con aquel y al no saber cómo sustentar su acusación, fusilaron al italiano, pero mantuvieron preso y engrillado a Taylor. Cuando dictó sus testimonios, no se había encontrado aún con su esposa Harried y su hija Elizabeth que se hallaban en Valenzuela (Cordillera) en calidad de “residentas”. Se sabe que la esposa murió en Asunción antes de viajar a Buenos Aires rumbo a Inglaterra, lo mismo ocurrió con uno de sus hijos de corta edad que tuvo que ir a la guerra para no volver.

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Durante los años de ocupación extranjera (1870-1876), los bienes de la familia López fueron embargados por decreto del 19 de marzo de 1870; el mismo compren- día el patrimonio de Carlos Antonio López, Juana Carrillo de López, las hermanas y cuñados de López, además de los bienes de Elisa Lynch. Por decreto del 4 de mayo del mismo año fueron declarados propiedad de la nación los bienes del mariscal López y embargados los adquiridos en el Paraguay por Elisa Lynch, aprobados por ley de la República el 10 de julio de 1871. Por último, por ley del 7 de agosto del mismo año se autorizó al Poder Judicial a trabar embargo sobre los bienes adquiridos por la familia López, desde 1841 para el pago de las indemnizaciones reclamadas por terceros, por perjuicios causados por sus miembros desde la toma del poder público por parte la misma. Con esta última ley, el Estado paraguayo trababa embargo, inclusive, sobre el terreno que López había recibido en herencia en 1843, primer inmueble anotado en su haber, de las miles de hectáreas de bosques, quintas, residencias y estancias que logró acumular durante su corta existencia11. Volviendo al tema que nos atañe, la construcción del Palacio, obra de singulares características y dimensiones, en contraste con la mayoría de las viviendas de la ciu- dad, había quedado inconcluso en 1867 cuando su director, como se había dicho, tuvo que ocuparse de fabricar hornos para destilar azufre y obtener pólvora para la guerra. Cuando el ejército aliado pudo cruzar el paso de Humaitá, López ordenó por decreto del 22 de febrero de 1868, la evacuación de Asunción; su población se trasladó a Luque convertida en capital provisoria; fue allí donde trabajaba Taylor cuando cayó preso. Con el bombardeo de la ota brasileña a la ciudad, ocurrido el 28 de febrero del mismo año, el palacio construido para Francisco Solano, símbolo de su afán de osten- tación y poder maniestos, fue blanco de los cañones enemigos. Asunción quedó vacía hasta el 5 de enero de 1869, día aciago en que el ejército alia- do se apoderó de la ciudad cometiendo toda clase de desmanes y robos perpetrados hasta en los templos y cementerios. Un corresponsal del diario “La Tribuna” de Buenos Aires envió un reporte días después de iniciada la invasión: “En la Asunción no hemos encontrado a nadie, ni un alma. La ciudad es importante, tiene magnícos edicios. El palacio de López no tiene rival en estas repúblicas… Las casas todas amobladas con ricos muebles, particularmente los palacios de la familia López, en los que se han encontrado riquísimos espejos y cuadros… ¡Da realmente pena tanto destrozo!” (De- coud, 1925, pp. 17 y s.).

11 Doña Juana Pabla y sus hijas pudieron recuperar sus bienes por intermediación del capitán auditor de guerra Milcíades Augusto de Acevedo Pedra, casado poco después de finalizada la guerra con Rafaela López, viuda del general Vicente Barrios, fusilado por orden del mariscal. En julio de 1870 Acevedo Pedra se constituyó en apoderado general de los bienes de su esposa y su suegra. Fue así que el resto de la familia López pudo recuperar sus propiedades, aun antes de lo previsto, no así los descendientes de Francisco Solano y Elisa Lynch.

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Se conserva una fotografía del palacio arrasado, con el mástil de la bandera bra- sileña sujeto a una de las torrecillas salvadas del bombardeo, mudo testigo de aquel cañoneo y posterior ocupación y saqueo. Dos años después de la retirada de las fuerzas de ocupación (1876) el edicio al que llamaban “palacio” a secas, fue tenido en cuenta como posible sede del Colegio Nacional recién fundado (1878). La idea surgió del Ministro de Justicia José Segundo Decoud, durante la presidencia de . Para el efecto se nombró una Comisión encargada de inspeccionar el edicio a n de informar sobre las obras y reparaciones que requerirían su habilitación; integraron la comisión los señores: Washington Hume, Cirilo Solalinde y Leopoldo Gómez de Teran. Una vez cumplido el objetivo, entregaron a Decoud el resultado de sus con- clusiones el 22 de enero de 1879. Según sus cálculos, el mismo podría albergar a 150 alumnos internos mediante un gasto de $ 42.210,75 céntimos. Las obras proyectadas comprenderían aproximadamente unos 1.093 m2 de piso de baldosa; igual supercie de piso de cedro; renovación del techo con teja francesa; colocación de las piedras del piso superior en el corredor sur y otros lugares; compostura completa de la torre, incluso el blanqueo; demolición de cinco paredes y construcción de cinco arcos; tres manos de blanqueo en todo el palacio (por el lado de afuera siendo hecho con tierra romana); 3.500 m2 de revoque en cal de buena calidad; compostura y limpieza de los caños; canalones de plomo y colocación de los mismos; una reja de hierro con portón frente al palacio; pared de material para id.; pintura para id.; una barandilla de hierro para la escalera principal; veintidós rejas de hierro y tres puertas de lo mismo; veinti- séis ventanas en los arcos de los corredores; 204 puertas y ventanas (completas): treinta y dos abanicos con vidrios (composturas); catorce columnas de madera para sostener un techo; limpieza en general del palacio; una casilla de material para el portero; un comedor nuevo sobre el terreno detrás del palacio; un aljibe de la capacidad de 300 pipas. Pedían un 15% adicional para gastos eventuales (ANA. Educación, 1879, pp. 17-20). No contamos con la respuesta que dio Decoud a los integrantes de la Comisión, lo que se conoce es otro estudio de factibilidad para el mismo n presentado el seis de febrero del mismo año, esta vez para el Nuevo Teatro (actual sede del SET), obra de Alejandro Ravizza que también había quedado inconclusa. Pasaron los años sin asignar destino alguno al Palacio. Durante la presidencia de Patricio Escobar (1888) se decidió convertir aquel edicio en Casa de Gobierno, para el efecto se autorizó a Don Miguel Alfaro, presidente de la Comisión de Obras Públicas a rmar ante el Escribano Mayor de Gobierno, el contrato de conclusión del Palacio Nacional, tal como se lo conocerá en adelante. Las obras de conclusión recayeron en el prestigioso constructor y artista francés Félix Landauce, según licitación verbal veri- cada el seis de abril del mismo año y autorizado días después por de Poder Ejecutivo12.

12 Se conserva el plano del Teatro Nuevo en sus dos plantas con las posibles adecuaciones que

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Los artículos del contrato nos dan la oportunidad de conocer por dentro y fuera lo que pudo haber sido la construcción de aquel palacio abandonado en 1868, no precisa- mente por la guerra que llevaba tres años de muerte y ruina, sino por la evacuación de la ciudad y la posterior prisión del arquitecto Alonso Taylor y de uno de los principales marmolistas como lo fue Moyniham. Los trabajos de restauración y conclusión comenzaron por el techo que tuvo que rehacerse por completo, de la misma forma y con la misma calidad de madera, siendo techado con tejas del país sentado en cal sobre tejuelas, alfajías, los tirantes de grueso 6 x 3 pulgadas. Se debían cambiar por completo las dos columnas de madera de la torre, las mismas se hallaban colocadas al frente del escalón principal; en su lugar se colocarían dos columnas de hierro fundido y se cambiarían todas las maderas en mal estado. También debían levantar de nuevo las torrecillas caídas con la misma calidad de materiales; la ornamentación y las barandillas se harían de portland, se reconstrui- rían las torrecillas del lado norte por encontrarse fuera de sus bases. Todos los ador- nos de la torre serían reconstruidos; las cornisas y esculturas recibirían un “blanqueo aplanado”. Rehacer la azotea sin olvidar los canales y caños de zinc para el desagüe de la misma; colocar la escalera que lleva al extremo de la torre; arreglar el atrio frente al escalón principal; componer las columnas y rehacer las cornisas y restaurar con portland las esculturas y leones; poner cielo raso de cal y tierra romana. Los pisos de arriba se construirán como los primitivos, de baldosa francesa sobre tejuelas o ladrillos a elección de la Comisión. También se disponen los trabajos a realizar en los pisos de abajo, la compostura de los subterráneos; renovación de puertas y ventanas con rejas de hierro, pintura y vidrios; antes de hacerlas de nuevo se jará en los planos que le envíe la Comisión de Obras Públicas. Las obras debían comenzar a los tres meses de rmado el contrato y concluir al año y medio después de haber iniciado los trabajos. La Comisión de Obras Públicas debía pagar al señor Landauce $123.800 en moneda de curso legar, en forma fraccionada tal como lo indica el contrato. Conforme al mismo, rmado el 25 de mayo de 1888, los trabajos deberían iniciarse a nes del mes de agosto del mismo año y tenerlo concluidos en febrero de 1890.

se le harían en caso de adjudicarse al Colegio Nacional. Tampoco convenció esta posibilidad, quizás por los mismos motivos que el anterior: abultada suma de dinero para su adecuación y porque sus estructuras eran muy distintas a las buscadas. A fin de no dejar descolgado este caso, señalamos que el Colegio Nacional, fundado en la sede de Escuela Municipal (calle Liber- tad) pudo al fin conseguir un sitio disponible para su edificación, contiguo a su provisorio local; el terreno en cuestión era propiedad de Travassos y Cía., empresa brasileña que después de la guerra se había alzado con cuantiosos bienes inmobiliarios en la capital e interior del país. El sitio vacío correspondía al patio trasero de la casa de madame Lynch; la misma se hallaba ubi- cada entre Caapucú (Iturbe), Progreso (Mariscal Estigarribia), y Uruguay (Yegros) y Libertad (); la manzana entera la había comprado López en una subasta pública en 1853 y era conocido como “Obispo cue”.

134 Estudios Paraguayos - Vol. XXXVII, Nº 1 - Junio 2019 Margarita Durán Estragó

4. Enrejado y balaustres del Palacio Nacional - 1893 Los tiempos calendarizados en los contratos de ejecución de obras, no siempre se cumplen a rajatabla; a pesar de las medidas adoptadas para dar cumplimiento en tiem- po establecido, no faltan motivos surgidos por lluvias, escases de materiales, proble- mas de salud y otros que vuelven razonable la entrega tardía de los trabajos. Se aproxi- maba la celebración del cuarto centenario del descubrimiento de América y aunque el edicio todavía se hallaba con paredes descoloridas y húmedas; los patios sin jardines elegantes, ni rejas en las ventanas de los sótanos, el gobierno de Juan Gualberto Gon- zález eligió el 12 de octubre de 1892 para dejar inaugurado el Palacio Nacional.

Foto: El Palacio quedó cercado en 1893. Las verjas cubrían los costados sur, este y oeste con un portón grande de entrada y dos pequeños al frente sur. En su contra frente al norte se constru- yeron balaustres de portland (foto: Colección Javier Yubi).

El despacho presidencial, sus secretarías y ministerios siguieron funcionando en la antigua Casa de Gobierno, habilitada durante la presidencia de Carlos Antonio en 1856, al quedar terminadas las obras de ampliación del antiguo Cabildo de Asunción, cuya construcción se había iniciado en 1816, a partir de la pared oeste de la anti- gua torre colonial (Durán, 2014). Con el n de acelerar los trabajos de conclusión de la nueva sede gubernamental, en setiembre de 1893, Félix de los Ríos, presidente de la Comisión de Obras Públicas convocó a los señores Wenceslao Sánchez y Valentín Cano, profesionales que habían ganado la licitación presentada por el Departamento Nacional de Ingenieros y Maestro Mayor, para la construcción del enrejado, balaustres

Estudios Paraguayos - Vol. XXXVII, Nº 1 - Junio 2019 135 El Palacio (que no fue) de López: 1843-1892 y rejas en las ventanas de los sótanos del Palacio. Las verjas debían cubrir los costados sur, este y oeste con un portón grande de entrada y dos pequeños al frente sur y dos portones con pilares en ambos costados con sus respectivos cimientos de piedra y pa- rapeto de material. En su contra frente al norte se construirían balaustres de portland de igual forma de los construidos en el edicio, pero de mayor tamaño tal como lo in- dicaba el plano (2). En el Archivo de la Escribanía Mayor de Gobierno se conservan la inscripción y copias de los diversos contratos de conclusión del Palacio pero ninguno de ellos conservan sus respectivos planos. El enrejado debía llevar columnas de hierro fundido según las distancias que mar- caba el plano colocando dentro de las columnas un hierro, según modelo y en cada centro de columna; uno de los barrotes entraría en el parapeto haciéndole en el ex- tremo una cruz para mayor seguridad del enrejado. También debían construir veinte y seis rejas de hierro para las ventanas de los sótanos. Todos esos trabajos: enrejado, portones y rejas de los sótanos debían llevar dos manos de pintura de aceite con el color indicado. Los portones tendrían los mejores pasadores y cerraduras. Los pliegos del contrato también contemplan la calidad de argamasas; el revocado del parapeto con imitación de las piedras de base del Palacio. El medio punto del portón se abrirá con las hojas debiendo llevar falleba. Los trabajos de Sánchez y Cano se extenderían a los albañales de desagüe del techo al nivel de la vereda. En el extremo formado en el oeste y norte se construiría una muralla de piedra, según plano y cuatro albañales para el desagüe de los patios debien- do comenzar las obras del lado este. El conjunto de trabajos se pagaría con $ 28.790 en monedas de curso legal, desembolsados en partes conforme se vayan terminando los trabajos. Fue garante de los constructores el señor José R. Mazó que rmó con los responsables de la obra; fueron testigos de la inscripción en el Registro los señores Pa- trocinio Alviso, Agustín Ruíz y el Escribano Mayor de Gobierno, Pedro A. González.

5. Balaustres de mármol y ventanas en la escalera principal - 1893 Antes de proceder a la pintura del edicio para su habilitación como sede del Gobierno Nacional, la Comisión de Obras Públicas rmó contrato con los Señores Félix Villamayor y Carlos Pozzi para la colocación de balaustres de mármol y tres ventanas en la escalera principal del edicio, según licitación vericada en noviem- bre de 1893 y aprobada el 12 de diciembre del mismo año. Llama la atención la au- sencia de los planos que deberían haber acompañado a los contratos de restauración del edicio, documentos inscriptos y conservados, como queda dicho, en el Archivo de la Escribanía Mayor de Gobierno. La búsqueda del plano original del Palacio nos llevó a “descubrir”, tras afanosa investigación, aquellos contratos sin los cuales se habrán hecho dicultosas las últimas restauraciones del edicio que todavía conti-

136 Estudios Paraguayos - Vol. XXXVII, Nº 1 - Junio 2019 Margarita Durán Estragó núan. El primer artículo de este contrato se reere precisamente a que las obras se debían ejecutar con “sujeción y medición estricta a los planos y detalles enumerados a continuación: “Las barandillas se construirán de mármol blanco lustrado, de la forma y dimensiones indicadas en el plano y según modelo, debiendo ser los pilares y balaustres de una sola pieza cada una por sí; las chapas de mármol para el pasama- no y zócalo serán del largo indicado en el plano. En cada costado de la escalera del centro se construirá una pared de ladrillo con buena argamasa, revocada y lisada con cal y portland. En el cuerpo de la escalera de cada lado se colocarán dos tirantes de erro doble T con cuatro planchas de erro de largo cada una 5,50 cm de espesor y colocadas en la forma y estilo indicados en el plano, con el objeto de sostener el peso de las barandillas. A las tres ventanas que hay en el frente de la escalera se colocarán barandillas de mármol de las dimensiones indicadas en el plano y construidas de igual forma de las de la escalera y las tres ventanas deben ser construidas de cedro, con herrajes iguales a las demás ventanas, aceitadas y barnizadas; los vidrios deben ser de cristal esmerilados con adornos, las molduras que se deben construir de nue- vo se trabajarán con portland alisadas con cal blanca”. La Comisión de Obras Públicas advierte a los constructores que los desperfectos de las paredes ocasionadas por la colocación de las barandillas serían a cuenta de los contratistas; estos trabajos demandarían un gasto de $ 27.350,00 en moneda de curso legal pagadero en varias cuotas conforme se fueran concluyendo los trabajos. Como en los demás contratos, también aquí se deja constancia del tiempo en que durarán las obras, a partir de las dos semanas posteriores a la rma del contrato y que serían de seis meses; en este caso los trabajos estarían terminados para mediados de 1894.

6. Trabajos de pintura - 1893 El presidente de la Comisión, Félix de los Ríos, adjudicó a los señores Mornet y Cía. los trabajos de pintura al óleo del Palacio Nacional. Según el contrato aprobado por el Poder Ejecutivo el 11 de noviembre de 1894, las reparticiones a pintarse serían las siguientes: Despacho de la Presidencia y todas las piezas de la Secretaría; Ministerio del Interior; Ministerio de Relaciones Exteriores; Ministerio de Justicia, Culto e Ins- trucción Pública y el Ministerio de Guerra y Marina. También se pintaría el escalón principal de entrada; las piezas de la torre; todas las escaleras de servicio y letrinas; los corredores altos y bajos que miran a los cuatro vientos. Según contrato, las pinturas de los despachos de los Ministros, secretarías y ocina serían similares a las del Ministe- rio de Hacienda, “únicamente cambiándose el estilo”. La sala de recibos del Ministro de Relaciones Exteriores y el escalón principal de entrada serían de primer orden. Los Señores Mornet y Cía. ofrecieron como garante al el cumplimiento del con-

Estudios Paraguayos - Vol. XXXVII, Nº 1 - Junio 2019 137 El Palacio (que no fue) de López: 1843-1892 trato al señor José Bello. El pago sería de $ 50.650 pesos fuertes dividido en ocho cuotas. Concluye el contrato señalando que todos los desperfectos que ocasionaren durante el curso de las obras, roturas de vidrios y pérdida de llaves serían a cuenta de los contratistas, sin olvidar la obligación que tenían de “dejar los pisos bien limpios”. La Comisión de Obras Públicas esperaba recibir los trabajos terminados, a más tardar, para el 30 de octubre de 1894. Recordemos que al mes siguiente, el 25 de noviembre, estaría asumiendo un nuevo gobierno, el mismo sería el primer presidente en ocupar el Palacio de Gobierno. El mando recayó en la persona de Juan Bautista Egusquiza y a partir de él hasta el presente, cumple la misma función.

Foto: Los señores Mornet y Cía. Tuvieron a su cargo la pintura al óleo del Palacio de Gobierno (1893) (foto: Colección Javier Yubi).

7. Jardines del Palacio de Gobierno - 1913 No pasaron dos décadas de su habilitación cuando los diarios anunciaron el retiro de las verjas perimetrales colocadas en 1893, aquellas que mantenían como aprisiona- do al monumental edicio en el frente y laterales a los que se sumaban como adornos, plantas de cocotero tal como se acostumbraba decorar las fachadas de iglesias y edi- cios públicos trasplantando con sus raíces, aquellos troncos espinosos con motivo de alguna celebración, inauguración u otro acontecimiento importante. En 1913 se tra- bajó un nuevo jardín de estilo inglés que dio al Palacio un aire de libertad y esplendor. Cuando los diarios hablan de “Las obras en Palacio” no se referían solo al enrejado y a los jardines, ya que también hubo necesidad de levantar los techos de la Presidencia

138 Estudios Paraguayos - Vol. XXXVII, Nº 1 - Junio 2019 Margarita Durán Estragó y trasladar el Ministerio del Interior a otro edicio que se adquirió para dicho n. En adelante, aquellas dependencias estuvieron ocupadas por la Contaduría y en su lugar se instalaron la Subsecretaría y el Archivo. Durante los trabajos de refacción, la Pre- sidencia que estaba en los pisos altos quedó comunicada con la planta baja mediante una escalera provisoria.

Foto: En 1913 se retiraron las rejas perimetrales y se trabajó un nuevo jardín de estilo inglés que dio al Palacio de Gobierno un aire de libertad y esplendor (foto: Colección Javier Yubi).

8. Nuevo contrato de refacción - 1918 El mejor postor de la licitación presentada en octubre de 1918 para refacciones varias, fue el constructor Santiago Ros quien se comprometió ante el escribano Ma- yor de Gobierno, José D. Silva a cumplir elmente con lo estipulado en cada uno de los 20 artículos del contrato, a un costo de $ 51.000 pesos de curso legal. El señor Ros debía cubrir con chapas de zinc ondulada la parte superior de la torre; colocar canaletas de desagüe sobre la línea de los parapetos; en los caños de bajada aplicar tapas esféricas perforadas de zinc; revisar, soldar y limpiar los caños que estén ta- pados; cambiar el piso de madera de la torre por otro de maderas machimbradas; retirar las vigas del piso de la torre que están podridas reponiendo otras de igual largor y espesor de madera de lapacho pintadas al óleo como las restantes; retirar la escalera de madera que da acceso a la parte superior de la torre a cambio de otra con pasamano, de madera dura, en todo igual a la que se retira; pintar las puertas y ventanas de la torre, incluso la que da entrada a la azotea; hacer puerta nueva de acceso a la torre que será de madera de cedro, con marcos de lapacho para dar acceso

Estudios Paraguayos - Vol. XXXVII, Nº 1 - Junio 2019 139 El Palacio (que no fue) de López: 1843-1892 a la torre; sustituir los vidrios rotos o los que falten por chapas de zinc liso; demoler la pared del lado oeste de la torre que está movida por otra igual, “revocándola en el interior liso y del exterior con las mismas molduras y adornos actuales”; reparar los revoques que hagan falta en todo el edicio y torre; revisar con cuidado las azoteas de ambos lados del Palacio cuidando las juntas de las baldosas y las uniones con los muros, se hará con argamasa de Blek y cemento portland; cambiar el cielo raso en la caja de la escalera de servicio por estar casi destruido y se hará de nuevo de yeso en la misma forma del actual; limpiar el tanque de agua y hacerle un revestido inte- rior de cemento armado; pintar al óleo el cielo raso nuevo, las paredes y ventanas, en los desperfectos de las columnas de la galería se pasarán tres manos de pintura, se hará de forma que no se note nada de lo retocado; la fachada oeste de la torre a componerse se hará dando dos manos de cal y la tercera de color que imite perfec- tamente el resto, de suerte que no se note visiblemente lo retocado; los detalles que no se expresen en el pliego serán dados al contratista en el trascurso de la obra por el técnico designado por el Departamento Nacional de Ingenieros… Firman como testigos: Verisino De Vargas y Roberto J. Musculiato; Luis A. Riart, Ministro del interior. Hasta aquí el total de contratos hallados al respecto, en 580 volúmenes del fondo “Documentos Históricos” y otras piezas sueltas del Archivo de la Escribanía Mayor de Gobierno.

9. Consideraciones nales La propiedad que recibió en herencia Francisco Solano López tenía como frente las barrancas del río Paraguay; aunque pequeña, la misma fue el punto de arranque de una sumatoria de lotes que Don Carlos Antonio López fue adquiriendo para el palacio del general. A falta del plano que no llegó, al parecer, ni a manos de los que lo concluyeron y restauraron a nes del siglo XIX, ahora podemos armar sin temor a equivocarnos que la fachada principal del palacio miró, desde sus inicios, a la calle de El Paraguayo Independiente. El desnivel del terreno, las barrancas y por consiguiente la falta de calle a modo de “costanera” sobre el río Paraguay, tuvieron que haber obliga- do a ompson y convencido a Solano López a proyectar la obra, a espaldas del río tal como está erigida la ciudad. Además, los cimientos y parapetos de piedra levantados para nivelar y consolidar la obra, restan valor estético al frente norte del palacio de Taylor. Cientos de profesionales de todas las especialidades contratados en Europa por el gobierno de Don Carlos, llegaron al país para dar un baño de modernidad a la ciudad y activar las industrias naviera, ferroviaria y metalúrgica y otras, tras el letargo de la dictadura francista. Aquellos constructores de obras como Alejandro Ravizza, Alonzo Taylor, los marmolistas Anonini y Moynihan, por dar algunos ejemplos, trabajaron las residencias y palacetes de la familia López como si fueran obras públicas; a la hora

140 Estudios Paraguayos - Vol. XXXVII, Nº 1 - Junio 2019 de registrarlas en los Libros de Hacienda, la justicación de la mayoría de las entra- das y salidas iba acompañada de la aclaración: “Por orden verbal del Presidente de la República”. Hay que destacar que en ese tiempo existía un solo poder del Estado: el “Supremo Poder Ejecutivo”, por lo tanto, la administración de los fondos públicos quedaba en manos del Presidente y su entorno, consintiendo que los bienes del Estado se confundieran con los de la dinastía López. Las primeras noticias de la construcción del Palacio nos la da “El Semanario” a comienzos de 1864, al señalar que la misma está proyectada para ser la mejor del país. Sus paredes habrán estado a cierta altura y el terreno nivelado cuando Francisco Sola- no López dejó la ciudad en junio de 1865, con destino a Humaitá. A pesar de la guerra, las obras públicas continuaron aunque sus constructores recibieron una menor paga hasta que en 1876 cumplieron órdenes de ocuparse en trabajos de interés bélico. Fue en aquel año que Alonzo Taylor recibió la distinción de “Caballero de la Orden Nacio- nal del Mérito” por su obra monumental: el palacio para López. Cuando el ejército aliado pudo cruzar el paso de Humaitá, López ordenó por de- creto del 22 de febrero de 1868, la evacuación de Asunción; su población se trasladó a Luque convertida en capital provisoria. Con el bombardeo de la ota brasileña a la ciudad, ocurrido el 28 de febrero del mismo año, el palacio construido para Francisco Solano fue blanco de los cañones enemigos. Asunción quedó vacía hasta el 5 de enero de 1869, día aciago en que el ejército alia- do se apoderó de la ciudad cometiendo toda clase de desmanes y robos perpetrados hasta en los templos y cementerios. Durante el gobierno de ocupación, todos los bienes de Francisco Solano López pasaron a manos del Estado y embargados los de la familia López, desde 1841 en que tomó el poder hasta 1872 para que una comisión se encargara de atender los reclamos de la gente, en caso de haber sufrido alguien algún detrimento de sus bienes. Siendo presidente Juan Bautista Gill se pensó ocupar el “edicio llamado palacio” para sede del Colegio Nacional recién fundado (1878), estudios preliminares calcula- ron que allí podrían albergar a 150 alumnos internos, pero no pudo ser por los altos costos que demandaría su adecuación a los nes pretendidos. Pasaron los años hasta que en 1888, durante el mandato de Patricio Escobar se ordenó por ley convertir el edicio en Palacio de Gobierno. Los trabajos de refacción llevaron su tiempo, recién quedó inaugurado el 12 de octubre de 1892, con motivo de la celebración del cuarto centenario del Descubrimiento de América. Desde entonces, “El Palacio (que no fue) de López” pasó a ser Palacio de Gobierno. Todavía faltaba la pintura del edicio y otros detalles, por esos motivos, recién pudo ocuparlo el presidente Juan Bautista Egusquiza, en 1894.

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Referencias bibliográcas

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Fuentes Documentales

ARCHIVO NACIONAL - Sección Historia - Civil y Judicial - Propiedades - Testamentos - Educación - Nueva Encuadernación - Colección Vizconde de Río Branco

ARCHIVO DE LA ESCRIBANÍA MAYOR DE GOBIERNO - Documentos Históricos

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