ISSN: 0122-8455 (Impreso) .drog. Manizales - Colombia Año 24 No. 28 236 p. julio-diciembre 2019 ISSN: 2590-7840 (En línea) UNIVERSIDAD DE CALDAS Danilo Antón Giudice Geógrafo, Ph.D. ISSN: 0122-8455 (Impreso) Universidad de Montevideo ISSN: 2590-7840 (En línea) Josep María Fericgla González Fundada en 1993 Antropólogo, Ph.D. Periodicidad semestral Universidad de Barcelona Jorge Ronderos Valderrama Tiraje 300 ejemplares Sociólogo, Ph.D. Año 24 No. 28, 236 p. Universidad de Sevilla julio-diciembre, 2019 Jim A. Bauml Manizales - Colombia Biologist, P.h.D. Angeles Arboretum and hedonic Golden Rector Luis Miguel Alvarez Universidad de Caldas Ingeniero Agronómo Alejandro Ceballos Márquez Universidad de Caldas Vicerrector Académico Beatriz Acevedo Holguín Marco Tulio Jaramillo Salazar Sistemas y Gerencia, Ph.D. Vicerrectora de Investigaciones y Postgrados University of Hull Luisa Fernanda Giraldo Zuluaga Manuel Villaescuza de los Hero Vicerrectora Administrativa Psicólogo, M.Sc. Paula Andrea Chica Cortés Societat d'Etnopsicologia Aplicada i Studis Cognitius Vicerrectora de Proyección Universitaria Patricia Salazar Villegas COMITÉ TÉCNICO Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales Juan David Giraldo Márquez Carlos Alberto Agudelo Agudelo Coordinador Comité Técnico Julián Andrés Corredor EDITOR Corrección de estilo Manuel Ignacio Moreno Ospina Mariana Velásquez Mejía y Alejandra López Getial Sociólogo, M.Sc. Asistente editorial Universidad de Caldas Silvia L. Spaggiari Correctora de abstracts COMITÉ EDITORIAL Melissa María Zuluaga Hernández Xavier Andrade Diagramación Antropólogo, Ph.D. Carlos Eduardo Tavera Pinzón FLACSO Ecuador Soporte técnico New School for Social Research Ana María Llamazares Ilustración portada: Antropóloga, Ph.D. Autor: Cristian Marín Escobar Universidad Nacional de Tres de Febrero Título: Imagen oficial del Festival Internacional de la Jorge Eduardo Duque Parra Diversidad Biocultural 2019 Neurociencia y Comportamiento, Ph.D. Universidad de Caldas Editado por: Matteo Politi Universidad de Caldas PhD en Química y Tecnologías de Sustancias Bioactivas Vicerrectoría de Investigaciones y Postgrados Centro Takiwasi Giorgio Samorini Indexada en EBSCO, REDIB, CLASE, ESCI, CLACSO, Etnobotánico MIAR, Index Copernicus International Universidad de Roma Acceso en línea: CONSEJO DE REDACCIÓN http://culturaydroga.ucaldas.edu.co Constantino Manuel Torres Arqueólogo, Ph.D. VENTAS, SUSCRIPCIONES Y CANJES Universidad de la Florida Vicerrectoría de Investigaciones y Postgrados Joaquín Muñoz de Mendoza Universidad de Caldas - Sede Central Antropólogo, Ph.D. Calle 65 No 26 - 10 Fundación Eduard Seler Apartado Aéreo: 275 César Enrique Moreno Baptista Teléfonos: (+6) 8781500 ext. 12222-12442 Antropólogo, Ph.D. E-mail: [email protected] Universidad de Caldas [email protected] Ana Patricia Noguera de Echeverri Manizales – Colombia Filósofa, Ph.D. Universidad Nacional de Colombia

La responsabilidad de lo expresado en cada artículo es exclusiva del autor y no expresa ni compromete la posición de la revista. El contenido de esta publicación puede reproducirse citando la fuente. Publicación semestral adscrita a la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Caldas. Presenta artículos científicos e información de actualidad sobre investigación y desarrollo de conocimientos y experiencias referentes a las fuentes y aplicaciones culturales de enteógenos y otras sustancias psicoactivas. Acoge artículos de diversas disciplinas: sociales y humanas, naturales, médicas, artísticas, filosóficas, botánicas. Igualmente, conocimientos indígenas tradicionales. Se divulga por medio de canje y actividades académicas o de divulgación de la universidad.

ISSN: 0122-8455 (Impreso) cult.drog. Manizales - Colombia Año 24 No. 28 236 p. julio-diciembre 2019 ISSN: 2590-7840 (En línea)

CONTENIDO / CONTENT

EDITORIAL 7 NARCOTRÁFICO, DROGAS ILÍCITAS Y SUSTITUCIÓN: LA ENCRUCIJADA DEL ACUERDO DE PAZ EDITORIAL DRUG TRAFFICKING, ILLICIT DRUGS AND SUBSTITUTION: THE CROSSROADS OF THE PEACE AGREEMENT Mariela Márquez-Quintero Manuel Ignacio Moreno-Ospina

PRODUCCIÓN CIENTÍFICA E INTELECTUAL SCIENTIFIC AND INTELLECTUAL PRODUCTION

PLANT BASED ASSISTED THERAPY FOR THE TREATMENT OF SUBSTANCE USE 19 DISORDERS - PART 2. BEYOND BLURRED BOUNDARIES TERAPIA ASISTIDA POR PLANTAS PARA EL TRATAMIENTO DE LOS TRASTORNOS POR USO DE SUSTANCIAS - PARTE 2. MÁS ALLÁ DE LOS LÍMITES BORROSOS Matteo Politi, Fabio Friso, Jacques Mabit

(TRANS)FORMACIÓN DEL HABITUS Y REVOLUCIÓN CIENTÍFICA: UNA SUPERACIÓN 43 DEL PARADIGMA PROHIBICIONISTA EN EL CAMPO DE LAS DROGAS HABITUS (TRANS)FORMATION AND SCIENTIFIC REVOLUTION: AN OVERCOMING OF THE PROHIBITIONIST PARADIGM IN THE FIELD OF DRUGS Marcos Muñoz-Robles, Claudio Rojas-Jara

PLANTAS PSICOACTIVAS, FRONTERAS E (I)LEGALIDAD 62 PSYCHOACTIVE PLANTS, BORDERS AND (I)LEGALITY Natalia Rebollo-Corral

COMERCIALIZACIÓN DE CANNABIS ESTADOUNIDENSE EN MÉXICO: 81 UNA CLASIFICACIÓN DE IMPORTADORES DE CANNABIS EN TIJUANA COMMERCIALIZATION OF US CANNABIS IN MEXICO: A CLASSIFICATION OF CANNABIS IMPORTERS IN TIJUANA Jaime Andrés Vinasco-Barco

LA OBJETIVACIÓN DE LA REDUCCIÓN DE DAÑOS DESDE LA PERSPECTIVA 105 LLAMADA “DE LAS PERSONAS QUE USAN DE DROGAS” THE OBJECTIFICATION OF DAMAGE REDUCTION IN THE PERSPECTIVE KNOWN AS “OF PEOPLE USING DRUGS” Ramiro E. Borja-Martínez

ISSN: 0122-8455 (Impreso) cult.drog. Manizales - Colombia Año 24 No. 28 236 p. julio-diciembre 2019 ISSN: 2590-7840 (En línea) PRODUCCIÓN ACADÉMICA ALREDEDOR DE LOS ESTUDIOS SOBRE CULTIVOS DE 135 USO ILÍCITO EN COLOMBIA 2000-2019 ACADEMIC PRODUCTION AROUND STUDIES ON ILLICIT CROPS IN COLOMBIA 2000-2019 William Darío Chará-Ordóñez, Juliana Rodríguez-Arango

AUGE Y DECADENCIA DEL NARCOTRÁFICO EN CALI: EL SICARIATO COMO FORMA 159 DE CONTROL ILEGAL THE RISE AND DECLINE OF DRUG TRAFFICKING IN CALI: THE HIRED HITMEN AS A FORM OF ILLEGAL CONTROL Ana María Betancourt-Ledezma, Alexander Castillo-Garcés

HERMENÉUTICA DEL FACTOR PROTECTOR “VÍNCULO AFECTIVO”. 178 UNA VISIÓN EDUCATIVA FRENTE AL PROBLEMA DEL CONSUMO DE DROGAS ILÍCITAS: HISTORIA DE VIDA DE CINDY HERMENEUTICS OF THE PROTECTIVE FACTOR “AFFECTIVE BOND”. AN EDUCATIONAL VISION REGARDING THE PROBLEM OF ILLICIT DRUG CONSUMPTION: CINDY´S LIFE STORY Maritza-Salazar Medina, Milagro Carolina-Garcia Bolaño

EVALUADORES 198

AUTORES 203

POLÍTICAS ÉTICAS 206 NORMAS EDITORIALES 214 JOURNAL ETHICS POLICY 219 EDITORIAL GUIDELINES 227 Márquez, M. y Moreno, M. I. (2019). Editorial. EDITORIAL Revista Cultura y Droga, 24 (28), 7-16. DOI: 10.17151/culdr.2019.24.28.1.

Narcotráfico, drogas ilícitas y sustitución: la encrucijada del Acuerdo de Paz

Uno de los grandes retos que tiene Colombia es lograr darle una solución a la problemática de las drogas ilícitas, debido al aumento de los cultivos de coca, marihuana y al consumo interno, aspectos que han incidido en la salud, la connivencia ciudadana y la seguridad.

El referente del narcotráfico sin duda genera una gran cantidad de problemas que el país no ha podido superar y que cada día toman mayor fuerza dados los efectos directos y colaterales complejos que hoy guardan relación con la llamada “guerra reciclada y paz imperfecta”, afianzados en la continuidad del ELN, las disidencias de las FARC, las bandas criminales, la delincuencia común y los carteles nacionales y extranjeros de drogas que copan los espacios territoriales.

En el Acuerdo de Paz, firmado entre el gobierno anterior y las FARC1 , que incluye en 10 de las 310 páginas el asunto del narcotráfico, es uno de los de mayor incidencia nacional e internacional, sin embargo hoy la situación es caótica, grave e incierta.

Las dificultades surgen no solo de la encrucijada de 350 mil familias dedicadas a los cultivos ilícitos en el sur del país para acogerse a los ofrecimientos financieros del Estado y la sustitución voluntaria, sino también a la llegada de narcotraficantes mexicanos y de naciones vecinas; factores que han incidido en el crimen de líderes sociales que en total son 462 desde el 2016 hasta la fecha, según datos de la Defensoría del Pueblo.

1 24 de noviembre del 2016.

7 Si bien el acuerdo incluye el Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito –PNIS–, compuesto por planes integrales comunitarios y municipales de sustitución y desarrollo alternativo, de atención inmediata, y un componente y comunitario, comenzar su implementación no ha sido fácil dadas las variables sociales, financieras y de seguridad que afectan este punto del acuerdo:

El plan tiene como principios la construcción conjunta, participativa y concertada de regiones dedicadas a los cultivos ilícitos, el respeto y aplicación de los principios y las normas del Estado Social de Derecho y la convivencia ciudadana, la Integración a la Reforma Rural Integral, el enfoque diferencial, de género, étnico y territorial de acuerdo, con las condiciones de cada territorio y la sustitución voluntaria. (Oficina del Alto Comisionado para la Paz, 2016, p. 103)

A medida que se avanza, se hacen evidentes las barreras y obstáculos para aplicar el desempeño real del programa, la hoja de ruta y los compromisos estatales adquiridos con las comunidades y regiones. Hay rezagos sistemáticos en el desarrollo de esos componentes, lo que pone en juego lo pactado entre el Estado y la insurgencia de las FARC, ahora en la legalidad.

No hay que desconocer que el cultivo, la producción y comercialización de las drogas ilícitas financiaron y alimentaron el conflicto interno, que instituciones, regionales y nacional han sido permeadas por la corrupción asociada al narcotráfico y que sectores de la sociedad están comprometidos directa o indirectamente con asuntos del macro y microtráfico.

Colombia ha multiplicado por tres el área con cultivos ilícitos, pasando de unas 50.000 hectáreas en 2013 a cerca de unas 280.000 al término del 2018, según cifras del Departamento de Estado de los Estados Unidos, que no desmiente el gobierno colombiano.

Para la Defensoría del Pueblo y las autoridades locales esta es una de las causas de los crímenes y amenazas a los líderes sociales que apoyan el cambio de cultivo ilícito a lícito y que insisten en la sustitución voluntaria, además de la disputa territorial, en zonas como el Catatumbo, cerca de la frontera con Venezuela, Chocó y los límites

8 con Panamá, Buenaventura y Tumaco, como zona de movilidad hacia Ecuador y Perú, además del sur del país.

Situación reforzada por el reclutamiento de menores para los grupos de delincuencia común, la falta de una acción más contundente del Estado para responder a las Bacrim y otros grupos armados ilegales, los pocos controles al lavado de activos y a la movilidad del dinero ilegal en los llamados “gota a gota” y en la “minería ilegal”.

Al complejo panorama también contribuye la ausencia de herramientas sociales y económicas para avanzar en una presencia mayor del Estado, en asuntos como la restitución de tierras y el aumento del consumo de drogas psicoactivas, que hizo que iniciado el siglo XXI, Colombia pasara de un consumo del 20 al 40 por ciento.

Es importante destacar que el Acuerdo de Paz ha traído avances importantes en el desescalamiento del conflicto y que la inseguridad generada por el accionar de la insurgencia de izquierda y las autodefensas de derecha, se ha reducido, aunque entran a las regiones otros sectores que disputan territorio y el mercado local e internacional de las drogas ilícitas. (Fundación Ideas para la Paz, 2017, p. 8)

Colombia registra lo que se conoce en la fase inicial de un Acuerdo de Paz, la “guerra reciclada” o el llamado en la semiología de la guerra el “efecto avispa”, las consecuencias colaterales de un conflicto armado interno que no aportan a eliminar factores de violencia y que se niegan a dejar la confrontación, en detrimento de la paz.

Sin embargo, no se puede desconocer que la reducción del efecto del accionar por parte de las FARC y las autodefensas, ha permitido un aumento del turismo en el 40 por ciento al sur del país, que hoy 90 países en el mundo no exijan visa a los colombianos y que el mundo mire al país como un importante factor de inversión. Se ha reducido el secuestro, la toma a los pueblos, las masacres y la instalación de minas antipersonas; no obstante, persisten problemáticas como los crímenes y amenazas a líderes sociales, el aumento de la extorsión local y el microtráfico.

Es evidente que la permanencia del narcotráfico guarda relación con la considerable disponibilidad de materias primas e insumos para la industrialización de las

9 drogas, los altos niveles de corrupción estatal y la falta de opciones laborales en los municipios para los jóvenes, quienes se conviertan en el capital humano del negocio ilícito en producción, industrialización y/o distribución, La Fundación Ideas para la Paz considera que estos asuntos llevan a pensar sobre el paso a seguir para consolidar una política de lucha contra el narcotráfico, desde un análisis ponderado y tranquilo del gobierno y otros sectores, así como a la búsqueda de una salida con el apoyo internacional, no solo de Estados Unidos, que permita comenzar a evaluar la necesidad de legalizar las drogas.

Además de eliminar factores de represión que aumentan la violencia, como el uso del glifosato y el incremento de las penas desde lo judicial, es necesario apoyar a los pequeños cultivadores ubicados en regiones productoras en las que persiste la exclusión, la inequidad y la violencia. (Fundación Ideas para la Paz, 2017, p. 11)

Aquí incide la posición equivocada del Estado de considerar más relevante la reducción de los efectos del narcotráfico por encima de sus causas y orígenes. Es oportuno evaluar la conexión de lo rural desde la producción y lo urbano desde el consumo, que se ha incrementado, además de la indebida aplicación de la política pública de manejo de la adicción a las drogas, de acuerdo con la ley que permitió que Colombia avanzara en esos propósitos.

Es pertinente una mayor presencia del Estado en el cumplimiento del primer punto del Acuerdo, relacionado con una política de desarrollo agrario eficaz que genere mayores opciones de cadenas productivas y de comercialización, la llegada al campo de más recursos financieros y tecnológicos, además de una importante construcción de ciudadanía. La educación juega un papel preponderante, sobre todos en los entornos familiares, para evitar el inicio temprano del consumo de drogas.

Es notoria la desconexión con la Reforma Rural Integral que se planteó en el Acuerdo de Paz para la transformación territorial, la falta de articulación entre las distintas agencias e instituciones del Estado, la entrega de los subsidios a las familias y las dudas sobre la inversión en bienes y servicios públicos.

En la adicción, la sanción judicial no es la herramienta, más que reprimir, es necesario hacer pedagogía sobre las consecuencias negativas del consumo de drogas

10 psicoactivas, evitando la estigmatización del adicto y la sobrepoblación carcelaria. Es más importante reducir los efectos del narcotráfico y de los mercados locales de drogas, con mayores sanciones jurídicas a los narcotraficantes, además de garantizar seguridad a las comunidades.

El actual gobierno plantea la estrategia en tres frentes: prevención y atención del consumo, represión del tráfico de sustancias psicoactivas y lucha contra los grandes carteles de las drogas.

Según el Sistema de Alertas Tempranas del Ministerio de Justicia, en Colombia se ha detectado el consumo de 32 Nuevas Sustancias Psicoactivas que provienen del exterior. La marihuana es la sustancia más consumida en Colombia y su uso se duplicó en siete años. Le siguen la cocaína, el bazuco y el éxtasis, se ha detectado un creciente uso de heroína inyectada en Medellín, Cali y Bogotá. (Observatorio de Drogas de Colombia, 2019b, párr. 5)

Lo anterior evidencia un novedoso marco institucional y legal de acuerdo con los nuevos escenarios. Una entidad coordinadora de política de drogas de alto nivel, con capacidad de asignación y movilidad de recursos para las entidades ejecutoras de los programas, los municipios, los departamentos y proyectos con las comunidades.

Es fundamental una modernización de la Ley 30 de 1986 o Estatuto de Estupefacientes que se adecue a la nueva realidad nacional, con disposiciones y herramientas claras y viables para responder a los desafíos. Colombia carece de una política de drogas de Estado que aborde las diversas dimensiones del problema y que vaya más allá de la seguridad, la represión y el control y que más bien priorice en la adicción, la salud y la legalización regulada.

Es importante entender que las regiones juegan un papel protagónico y que es fundamental trabajar con las comunidades para no afectar el sentido cultural, social y colectivo, además de aceptar que en medio de la prohibición o la libertad del mercado hay opciones intermedias que pueden dar mayores y mejores resultados en salud pública, seguridad y respeto de los derechos humanos.

11 La solución no está en decisiones a corto y mediano plazo como la erradicación forzada aérea o terrestre y el uso del glifosato, que no aportan a una solución definitiva sino en más bien sustituir legal y por consenso, lo que sin duda dará mayores resultados.

Políticas como la despenalización, la regulación legal y la marihuana medicinal, son referentes para un mejor análisis, por lo tanto, hay que ser más audaces y pragmáticos e ir a esas realidades locales e inmediatas.

La Política Internacional de Colombia contra el narcotráfico debe ir más allá de Estados Unidos, tener en cuenta a países de tránsito afectados por este problema y los que desde la legalización lo han afrontado. Debe existir una conexión entre la estrategia nacional e internacional y ser coherentes, priorizar en el enfoque de salud pública y de derechos humanos además de mantener la lucha contra la criminalidad y la reducción de violencia.

Tales políticas deben regirse por el ejercicio de los principios de igualdad soberanía y no intervención en los asuntos internos de otros países, asegurar la acción coordinada en el marco de la cooperación internacional, en la medida en que la solución al problema de las drogas ilícitas es responsabilidad colectiva de todos los Estados. (Oficina del Alto Comisionado para la Paz, 2016, p. 24)

Análisis de la FIP hacen un llamado a no olvidar que por el Acuerdo de Paz es necesario definir la suerte de cientos de familias que asumieron el compromiso de erradicar los cultivos ilícitos y transitar a la economía legal y recordar que la sustitución requiere de un mensaje político claro y un consenso social respaldado por actores claves que evite cometer los errores del pasado.

De tiempo atrás, programas de desarrollo alternativo y de consolidación territorial han dado resultados positivos en el mediano y largo plazo. Aquí es fundamental consolidar la formalización y acceso a la propiedad de la tierra, con propiedad legal es más fácil apuntar a la legalidad agraria.

Además, es pertinente fortalecer las inversiones del Estado y del sector empresarial en regiones como Nariño, Putumayo, Cauca, Antioquia y Catatumbo. De no darse persistirán las prácticas ilegales de la industria del narcotráfico y la constante seguirá siendo la violencia, la exclusión y la pobreza.

12 Se debe priorizar en abrir y mantener los espacios de concertación con comunidades afectadas por los cultivos de coca, definiendo un plan de sustitución lento pero seguro que permita ir disminuyendo la vulnerabilidad regional. Plantear una osada estrategia comunicacional que escuche las propuestas de las organizaciones sociales de los territorios e incluir los argumentos de los productores y agricultores de coca, marihuana y otras.

El Estado deber crear un sistema de alertas tempranas que identifique nuevas zonas de cultivos, acompañado de un plan de respuesta rápida para las rutas de uso de las disidencias y de otras formas de delincuencia que afectan la seguridad y las economías regionales.

Según el programa ‘Ruta Futuro’ del gobierno nacional hay resultados positivos ya que se han erradicado 48.500 hectáreas de cultivos ilícitos, destruido 3.400 laboratorios, incautado 235 toneladas de cocaína y 3,9 millones de galones de gasolina y otros insumos químicos. Además de la incautación de 5,7 millones de dólares en divisas y extraditado a 96 personas por delitos asociados al tráfico de drogas.

“Ruta Futuro” es la primera política integral de lucha contra las drogas y se diseñó sobre la base de declarar el problema del narcotráfico como un asunto de seguridad nacional. Además, considera los centros de acopio y producción de cocaína como objetivos de alto valor que deben ser atacados por las autoridades. (Observatorio de Drogas de Colombia, 2019a, párr. 7)

El informe estatal ratifica que la política que articula a 17 entidades del Estado, fortalece la cooperación en las regiones para aumentar las operaciones conjuntas que no descartan fumigación y erradicación obligada.

Es claro que se requiere en una acción conjunta, que el actual gobierno del presidente Iván Duque Márquez analice con serenidad y cabeza fría cómo darle una solución social y económica al asunto del narcotráfico desde las bases campesinas y agrarias que permitan una respuesta más social e incluyente; de lo contrario, estará arando en el desierto, el fracaso será total y el narcotráfico continuara haciendo de las suyas.

Así para el presente número de la Revista se continúa reflexionando desde una perspectiva académicca acerca del fenómeno de la droga desde una mirada relacional. Desde el Centro de Investigaciones Científicas TAKIWASI de Perú, Matteo Politi,

13 Fabio Friso y Jacques Mabit, en su artículo “Terapia asistida por plantas para el tratamiento de los trastornos por uso de sustancias - parte 2. Más allá de los límites borrosos”, describen diferentes casos de uso de medicinas naturales, incluyendo derivados psicoactivos de la Tabernanthe iboga y Bufo alvarius.

Luego encontramos el artículo “(Trans) formación del habitus y revolución científica: una superación del paradigma prohibicionista en el campo de las drogas” de los investigadores chilenos Marcos Muñoz-Robles y Claudio Rojas-Jara, el cual estudia la génesis del prohibicionismo de drogas y su efecto epistemológico-político en el campo científico siguiendo la propuesta analítica de Pierre Bourdieu. A través de una revisión teórica y documental crítica, se problematiza mediante la reflexividad del campo científico de las drogas, la formación del campo y el habitus científico, que ha estado fuertemente condicionado por el proceso de demonización de las drogas y usuarios, a partir de un determinismo farmacológico que asocia los comportamientos individuales y sociales con las sustancias.

De España (México), la académica Natalia Rebollo Corral visibiliza las tensiones normativas que existen entre el derecho internacional de los derechos humanos y los tratados internacionales sobre control de drogas. En su artículo titulado “Plantas psicoactivas, fronteras e (i)legalidad”.

Seguido está la investigación de Jaime Andrés Vinasco, en la que realiza una clasificación de los sujetos que adquieren el cannabis en los dispensarios legales de la ciudad de San Diego (California, Estados Unidos) para luego importarlo, difundirlo y/o comerciarlo en la ciudad de Tijuana (Baja California, México). Como conclusión el autor argumenta que los sujetos que importan el cannabis de San Diego hacia Tijuana conforman un sistema alternativo de comercio, organización social y resolución de conflictos frente al acceso al cannabis. Este sistema es diferente al narcotráfico, la auto-provisión (autocultivo) y los sistemas que proveen los Estados.

Posteriormente, encontramos a Ramiro Borja Martínez de la Universidad de Laponia (Finlandia) con el artículo “La objetivación de la reducción de daños desde la perspectiva de las personas usuarias de drogas”. En donde aplicando la Arqueología del Saber consistente en la descripción del sistema de formación de la reducción de daños como objeto de la perspectiva mencionada, expone cómo las reglas de objetivación más características de la perspectiva de las personas que usan drogas

14 son que el activismo opera como superficie de emergencia, el testimonio opera como autoridad de delimitación y la agencia opera como rejilla de especificación.

William Darío Chará Ordóñez y Juliana Rodríguez Arango de la Universidad del Cauca (Colombia) disertan cómo los cultivos de uso ilícito se han configurado como una problemática que persiste a lo largo del tiempo en Colombia. Analizan investigaciones recientes sobre el cultivo, erradicación y políticas antidrogas implementadas para su reducción en el artículo titulado “Producción académica alrededor de los estudios sobre cultivos de uso ilícito en Colombia 2000-2019”.

Seguido encontramos el artículo “Auge y decadencia del narcotráfico en Cali y el sicariato como forma de control ilegal” de los investigadores Ana María Betancourt Ledezma y Alexander Castillo Garcés, donde señalan cómo la incursión de dinámicas criminales como el sicariato figuraron en la oleada de violencia por el control ilegal e intereses de las organizaciones dedicadas al tráfico de cocaína en los años 1980 y 1990. Como principales resultados se encuentra la transformación de las dinámicas del sicariato y el reconocimiento del sicariato profesional y el sicariato social presente en la violencia en Cali, el reto institucional de las administraciones a la hora de intervención y la ausencia del por qué a la hora del registro que privilegian las cifras.

Finalmente, las investigadoras venezolanas Maritza Salazar Medina y Milagro Carolina García Bolaño exploran desde la hermenéutica el significado del factor protector en el artículo “Significado del vínculo afectivo referido al consumo de drogas: historia de vida de Cindy”. Donde realiza una interpretación de los factores protectores de vida afectiva a partir de los factores de riesgo y de una interpretación de significados del discurso de la informante.

Mariela Márquez Quintero- Editora Invitada. Manuel Ignacio Moreno Ospina- Editor.

15 Referencias

Fundación Ideas para la Paz. (2017). Desafíos de la sustitución de cultivos ilícitos y las opciones para enfrentarlos. Recuperado de http://www.ideaspaz.org/publications/posts/1696.

Observatorio de Drogas de Colombia. (2019a). Ministra Borrero pide a las Farc cumplir punto del acuerdo sobre narcotráfico. Recuperado de http://www.odc.gov.co/INICIO/Noticias/ArtMID/2976/ArticleID/6178/ Ministra-Borrero-pide-a-FARC-cumplir-con-Acuerdo-de-La-Habana-en-el- apartado-de-narcotr225fico.

Observatorio de Drogas de Colombia. (2019b). El problema de las drogas en Colombia es más criminal que romántico. Recuperado de http://www.odc.gov.co/INICIO/Noticias/ArtMID/2976/ArticleID/6179/“El- problema-de-las-drogas-en-Colombia-es-m225s-criminal-que-rom225ntico”- Viceministro-de-Justi.

Oficina del Alto Comisionado de Paz. (2016). Acuedo de Paz Gobierno-FARC. Recuperado de http://www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/procesos-y- conversaciones/Documentos%20compartidos/24-11-2016NuevoAcuerdo Final.pdf.

16 PRODUCCIÓN CIENTÍFICA E INTELECTUAL

PLANT BASED ASSISTED THERAPY FOR THE TREATMENT OF SUBSTANCE USE DISORDERS - PART 2. BEYOND BLURRED BOUNDARIES

Politi, M., Friso, F. & Mabit. J. (2019). Plant based MATTEO POLITI* assisted therapy for the treatment of substance use FABIO FRISO** disorders - part 2. Beyond blurred boundaries.. JACQUES MABIT*** Revista Cultura y Droga, 24 (28), 19-42. DOI: 10.17151/culdr.2019.24.28.2. Recibido: 30 de enero 2019 Aprobado: 22 de marzo 2019

ABSTRACT

Objective. This article aims to offer a vision of the centers at a global level that use derivatives of plants or animals for the treatment of substance use disorders, and to offer a reflection on the concept of drugs as medicinal or toxicant agents depending on the context of use, culture and policy. Methodology. Some practices coming from Africa, Asia, Europe and the Americas were considered, carrying out a research based on scientific literature, exchange of information with treatment centers, internet search and the personal experience of the authors. Results and Discussion. Different cases of the use of natural medicines are described including psychoactive derivatives of Tabernanthe iboga and Bufo alvarius. Conclusions. The blurred boundaries between considering drug consumption as a crime or as a health issue could be overcome by being inspired by the ancient wisdom of traditional medicines.

Keywords: plant-based assisted therapy, substance use disorders (SUDs), drug addiction, traditional and complementary medicines.

* PhD in Chemistry and Technologies of Bioactive Substances. Scientific Director of Takiwasi Center, Tarapoto, Peru. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0002-1185-8569. Google Scholar ** Communications Degree. Communications Manager of Takiwasi Center, Tarapoto, Peru. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0001-5427-956X. Google Scholar *** Medical Doctor. Executive President of Takiwasi Center. Tarapoto, Peru. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0003-3412-3167. Google Scholar

Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 19-42 ISSN: 0122-8455 (Impreso) ISSN: 2590-7840 (En línea) Matteo Politi, Fabio Friso y Jacques Mabit

TERAPIA ASISTIDA POR PLANTAS PARA EL TRATAMIENTO DE LOS TRASTORNOS POR USO DE SUSTANCIAS - PARTE 2. MÁS ALLÁ DE LOS LÍMITES BORROSOS

RESUMEN

Objetivo. Este artículo pretende ofrecer una visión de los centros a nivel global que utilizan derivados de plantas o animales para el tratamiento de trastornos por uso de sustancias y ofrecer una reflexión sobre el concepto de drogas como agentes medicinales o tóxicos según el contexto de uso, cultura y política. Metodología. Hemos considerado algunas prácticas provenientes de África, Asia, Europa y las Américas, realizando una investigación basada en literatura científica, intercambio de información con centros de tratamiento, búsquedas en Internet y la experiencia personal de los autores. Resultados y discusión. Se describen diferentes casos de uso de medicinas naturales, incluyendo derivados psicoactivos de la Tabernanthe iboga y Bufo alvarius. Conclusiones. Las fronteras borrosas entre considerar el consumo de drogas como un crimen o un problema de salud podrían superarse inspirándose en la antigua sabiduría de las medicinas tradicionales.

Palabras clave: terapia asistida por plantas, trastornos por uso de sustancias (TUS), drogadicción, medicinas tradicionales y complementarias.

INTRODUCTION

After a first article focused on the major centers in the Americas that use traditional herbal medicine or their derivatives in the treatment of Substance Use Disorders (SUDs) (Politi, Friso & Mabit, 2018), we shifted our focus to other practices around the world with a similar aim. We address this article to this special issue on “Drug and Frontiers” falling in the sub-topic “Ancient Medicine and Globalization”. There is in fact an evident trend in recent years toward the integration of many traditional practices into the modern medical system (Mabit & González, 2013; Campos Navarro, 2016; Sen & Chakraborty, 2017) including the practices using

20 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 19-42 Plant based assisted therapy for the treatment of substance use disorders - part 2... psychoactive plant medicines and altered state of consciousness as healing tools, with the consequence of border crossing phenomena involving peoples and knowhow (Thomas, Malcom & Lastra, 2017; Bogenschutz & Ross, 2018).

As pointed out throughout the first part of this research (Politi et al., 2018), it is striking to observe that most of psychoactive plants used in SUD treatment are considered illicit drugs in developed countries and, in some cases, they become drugs of abuse as a result of being decontextualized from the original ways of use. This clearly indicates that the problem does not lie in the plants themselves, but has to do with the people, i.e. culture, and their way of approaching and using them. One wonders if a change in this paradigm could result in a (positive) change in results. Psychoactive drugs express their hedonistic potentialities after the development of a completely profane setting of drug use, while the archaic way of perceiving and elaborating drug effects mainly determined their use as being for purposes and excluded recreational purposes (Nencini, 2002).

In 2001, Portugal, after two decades of war on drugs that resulted in dramatic raise in drug consumption (one in every 100 Portuguese was experiencing heroin addiction), overdose deaths and drug-related crime (Aleem, 2015; Ferreira, 2017), made a u turn and became the first country to decriminalize the possession and consumption of all illicit substances. Rather than being arrested, those caught with a personal supply might be given a warning, a small fine or the obligation to appear before a local commission to be told about treatment, harm reduction, and support services that were available to them. The opioid crisis soon stabilized, and the following years saw dramatic drops in problematic drug use, HIV and hepatitis infection rates, overdose deaths, drug-related crime and incarceration rates. HIV infection plummeted from an all-time high in 2000 of 104.2 new cases per million to 4.2 cases per million in 2015. The data behind these changes has been studied and cited as evidence by harm-reduction movements around the globe. Not all of these positive results should be credited solely to a new law. The significance of this change and its stability in the following years (and through several governments) has to do with an enormous cultural shift, and a change in how the country viewed drugs and the problem of addiction. Identifying drug use as a health problem instead of a crime resulted in a cascade of positive social changes. This has been observed in several studies. More liberal drug policies may actually encourage the adoption of harm reduction strategies such as health service engagement (Benfer et al., 2018).

21 Matteo Politi, Fabio Friso y Jacques Mabit

Despite evidence of the benefits of harm reduction over prohibition, many countries continue to resist a public health approach to drug use. One of the obstacles in this paradigm shift are long-standing cultural beliefs and social stigma associated with drug use (Babor et al., 2010). Prohibition policies and mistrust towards certain healing practices that use psychoactive plants impede the access to high-quality and high- success rate treatment for people for which conventional treatment have revealed to be unsuccessful. Despite that, today we can observe an increasing number of herbal, alternative and complementary medicine practices that spread around the world with promising results (Winkelman, 2014; Sarkar & Varshney, 2017; Hohmann, Bradt, Stegemann & Koelsch, 2017; Grant et al., 2016; Garland & Howard, 2018).

• Main Research Objectives

This article aims to give an overview of centers at a global level that use traditional herbal medicine, their derivatives or additional therapies in the treatment of SUDs, mentioning the most promising initiatives. In general, there are few proposals of centers formally constituted and with published scientific data. Most of the initiatives rely on personal experiences and researches, which have nonetheless the potential to be replicated at a larger scale.

Moreover, this article intends to point out the border crossing phenomenon related in particular to the globalization of certain traditional medical practices, and the integration of certain complementary approaches into the mainstream medical system.

MATERIALS AND METHODS

While the first part of the present study was focused on herbal medicines and its derivatives hailing specifically from the Americas, for this second article on the topic of plant based assisted therapy we have considered as well a few practices hailing from Africa, Asia and Europe. To carry out this research one of the founders of the Takiwasi Center and co-author JM has been interviewed and his knowledge, contacts and experiences on drug addiction treatment centers have been gathered. Takiwasi is a center for the rehabilitation of drug addicts and research on traditional medicines that has been applying the brew therapeutically for over

22 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 19-42 Plant based assisted therapy for the treatment of substance use disorders - part 2...

25 years (Frecska, Bokor & Winkelman, 2016). Its protocol integrates traditional Amazonian plant medicine, complementary and alternative practices and spiritual activities with the Western approaches to health care (Mabit, 2007).

Scientific literature and internet searches were also used to complete, increase and confirm the overall information acquired. Based on this, some of the information presented in this article refers to the use of medicinal plants and complementary practices in the treatment protocols of each center. Updated literature review has been also performed to describe the current the political context on drug addiction. In this case, rather than a global overview, a reflection is provided with the aim of stimulating a discussion on the impact that certain cultural viewpoints, which determine specific boundaries, can have and will have when approaching the topic of SUDs.

RESULTS AND DISCUSSION

Ibogaine-assisted treatment

The root bark of Iboga (Tabernanthe iboga), an endemic plant of the West African rain forest, has been used for a very long time in Central and West Africa. In low doses, the plant serves as a stimulant to maintain alertness; for example, hunters use it to promote vigilance while stalking pray (Naranjo, 1969). In larger doses, it is a hallucinogen, traditionally used for religious purposes by , for example in ceremonies of into adulthood. It induces trance and is considered to reveal one’s purpose of life and their role in a society (Fernandez, 1982).

The alkaloid ibogaine contained mostly in the root bark has been adopted in Western society as one of the major herbal derivative for drug dependence treatment (Brown, 2013; Schep, Slaughter, Galea & Newcombe, 2016; Paskulin et al., 2006). Treatment of patients requires large doses of the alkaloid to cause hallucinations, an alleged integral part of the therapy. Howard Lotsof was the first person to observe the therapeutic effect of Iboga in detoxification from heroin. After a personal experience with the plant, by the mid 1980’s he had arrived at its origin, coinciding with the territory of equatorial Gabon, where the religious animist system Bwiti uses Iboga as an initiatory tool and sacrament. Lotsof started treating a group of

23 Matteo Politi, Fabio Friso y Jacques Mabit addicts with ibogaine in a non-formal way. The group, known as the Junkie Bond, was composed by drug user activists who undertook self-treatments, establishing and improving a protocol for ibogaine administration. Lotsof later originated patents (e.g. US Patent 4499096, HS Lotsof, Rapid method for interrupting the narcotic addiction syndrome) for the use of ibogaine in substance use disorder treatments for opioids, cocaine, amphetamine, alcohol, and nicotine1.

In more recent years, Iboga has come to be used as a non-addictive recreational drug by a small number of people in Europe and North America. This experimentation, while frequently illegal, has led to interest in Iboga by drug addiction researchers. Iboga reportedly has the effect of ending cravings for addictive substances, both illegal (such as heroin) and legal (such as nicotine). Today, there is a burgeoning scientific literature about Iboga, fueled by researchers who experiment with Iboga and Iboga-like compounds and try to more precisely elucidate Iboga’s biochemical effects on the brain. Iboga is gaining scientific respectability and is becoming a hot pharmaceutical property. Patent applications on Iboga stretch back to 1985, and have been made more recently by Myriad Genetics and by Washington University, one of the most prominent biomedical research campuses in the US (McGown, 2006).

As far as we know, despite being Iboga one of the ancient medicines that has been used and studied for longer for anti-drug addiction application, no related discussion on benefit sharing has been developed (McGown, 2006), and one wonders if any recognition has been given back to the religious system where the use of this medicine was born. The same concern could be applied to all ancient medicines that are currently being used in clinical practices and studied by academic researchers around the world. The Convention on Biological Diversity signed by 150 government leaders dates back to the 1992 Rio Earth Summit. A step in this direction has been made with the Nagoya Protocol on Access and Benefit Sharing signed in 2010, but despite the existence of these norms we still don’t have any news or information on what has been really given back to all the indigenous peoples around the world that have generously (or naively) given access to these extremely valuable resources. This somehow reflects the inconsistency of international politics, and well describes the concept of blurred boundaries we are proposing here, in this case applied to society and politics: sometimes such boundaries appear as impenetrable walls blocking the

1 https://www.ibogainealliance.org/about/howard-lotsof/

24 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 19-42 Plant based assisted therapy for the treatment of substance use disorders - part 2... natural freedom of movement on the Land of human beings, other times those walls vanish and become moving walkways for the benefit of multinational companies.

The clinical application of Iboga and ibogaine is currently widespread in Europe, South and North America, although with some legal constraints. In Bolivia the Centro Boliviano de Solidaridad VIDA uses ibogaine since 2017 as the first step in its addiction recovery (Politi et al., 2018), followed by Ayahuasca and Wachuma sessions. In Holland, the Iboga Experience2, has been working for over 10 years with Iboga and other plant medicines from all over the world that, taken in a ritual ceremonial context, help participants to get rid of addictive habits. In 2009, through its medical regulatory body Medsafe, New Zealand became the first country in the world to make ibogaine legally available via prescription (Medsafe, 2009), and its treatment outcomes for opioid dependence have been recently observed in a twelve-month follow-up observational study (Noller, Frampton & Yazar-Klosinski, 2018). In Brazil, the government of state of São Paulo has decreed that ibogaine can be administered in a medical environment with adequate protections for the patient (Conselho Estadual de Políticas Sobre Drogas, 2016). Bruno Rasmussen Chaves, M.D., has been administering ibogaine for 20 years in Brazil collaborating with private clinics and hospitals and participated in a study that confirmed that the supervised use of ibogaine accompanied by psychotherapy can facilitate prolonged (1 year) periods of abstinence (Schenberg, Comis, Chaves & Silvera, 2014). In Canada and Mexico ibogaine is legal but unregulated and in the latter the number of clinics and treatment facilities that offer ibogaine in their protocol is growing (Levinson, 2018).

• Crossroads treatment center

Opioid use disorder (OUD) is currently an epidemic in the United States and ibogaine is reported to have the ability to interrupt opioid addiction by simultaneously mitigating withdrawal and craving symptoms. Since ibogaine is illegal in the United States, more and more US citizens travel to foreign countries in search for treatment, a truly crossing borders phenomenon caused by international political inconsistency. One of the most famous centers that offers ibogaine and 5-MeO-DMT therapy is the

2 http://www.iboga-experience.nl

25 Matteo Politi, Fabio Friso y Jacques Mabit

Crossroads Treatment Center3, co-founded by Martin Polanco, MD, and based in Northern Mexico.

The treatment protocol differs significantly between Crossroads and other ibogaine treatment facilities (Camlin et al., 2018). The ibogaine-assisted detoxification occurs in a residential setting and lasts one week. Crossroads admits men and women aged 18–60 years (Davis et al., 2017). Individuals with severe psychiatric conditions including psychotic, bipolar and eating disorders are excluded from treatment. Among other medical exclusions, we find: history of heart disease, pulmonary embolism, deep vein thrombosis, severe respiratory conditions, obesity, gastrointestinal disorders. Patients are also excluded from treatment if they have used alcohol, amphetamines, cocaine, or psychiatric medications in the prior week. For most, their primary substance use problem is related to heroin or prescription opioid use. Prior to treatment at the clinic, applicants undergo a physical examination onsite with one of the staff physicians. The treatment consists of administration of ibogaine hydrochloride (Voacanga-derived). Dosing ranges between 15 mg/kg and ±5 mg/kg, depending on weight and severity of polysubstance use. All patients receive medical monitoring throughout the treatment followed by a short residential stay that includes psychological support and aftercare planning. Crossroads has board-certified physicians specialized in emergency medicine and paramedics on site at all times while patients are in residence.

One of the authors (JM) had the chance to personally experience as well the ritual use of Iboga, observing that, as in the case of Ayahuasca, the Bwiti tradition offers today forms of with elements of the Catholic tradition. Other comparisons that can be made are the following: with Iboga, the visionary phenomena far exceed what was experienced with other plants; the rules that accompany the intake of Iboga (sexual abstinence, food restrictions, isolation) are similar to those of a plant diet, a healing practice derived from traditional Amazonian medicine (Politi, 2018); the integration process in everyday life seems to be slower than with Ayahuasca. Finally, the problems posed to the traditional use of Iboga are the same as those posed to the traditional use of Ayahuasca and have to do with the globalization of this ancient medicine: on one side, the local knowledge degeneration towards a business model; on the other side, the invasion of Westerners animated by economic interests, or driven by the illusion of becoming shamans in a few

3 https://crossroadsibogaine.com/

26 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 19-42 Plant based assisted therapy for the treatment of substance use disorders - part 2... weeks, or wishing to add this sacred plant to their collection of drugs to experiment (Mabit, 2002).

Border crossing in the therapeutic use of Ayahuasca

Several studies demonstrated the potential of the psychoactive Amazonian brew Ayahuasca in addressing substance addiction (Talin & Sanabria, 2017) thus generating interest among more and more researchers, doctors and psychologists, and leading to the establishment of many centers in Latin America and all over the world that use Ayahuasca in their treatment protocol (Politi et al., 2018). During its process of globalization and migration from the Amazon jungle to the Western world, Ayahuasca has encountered different legal and cultural responses according to the country of destination and the border crossed and, as pointed out by Óscar Calavia Sáez (Labate & Cavnar, 2018), one of the most decisive controversies around this plant is the boundary between culture and nature, the difference between what can be a subject of intellectual property and pharmaceutical patents and what cannot, the separation between what is just a plant and what is considered an illegal drug. In Peru, an important step in the legal recognition and safeguard of this ancient herbal medicine has been made in 2008 with the recognition of the traditional use of the Ayahuasca brew as National Cultural Heritage. This solid legal framework has allowed the emergence of various plant-based healing centers that welcome patients with SUD and other mental health disorders. It also permits government agencies such as DEVIDA (National Commission for Development and Life without Drugs) to endorse research projects on Ayahuasca and its use in the treatment of addiction, as in the case of the ongoing ATOP (Ayahuasca Treatment Outcome Project) international research project. At the other end, we find France, the only country in which Ayahuasca is explicitly prohibited. Several countries, in which Ayahuasca use is in a legal vacuum, float in the middle, as in the case of Spain. These blurred boundaries put therapists and users in an uncertain and dangerous position, with no guarantee that the treatments are provided in the most clinically appropriate way.

• The Oxígeme process

In Madrid, Spain, psychologist Manuel Almendro, PhD has created the Oxígeme process4, where he receives addicted patients and people who have experienced

4 http://www.oxigeme.com

27 Matteo Politi, Fabio Friso y Jacques Mabit side effects provoked by negative Ayahuasca experiences5, among others. The fundamental idea of this process that has been applied for over thirty years is to articulate modern therapeutic techniques with very ancient practices of Traditional Amazonian Medicine (TAM)6 which are administered by highly qualified healers. The methodology consists in applying two main cycles (Almendro & López, 2016): the first cycle will serve to the patient as an introduction to the protocol. Therapies include individual and group treatment that involves caring for body, mind, emotions and consciousness, plus -mindfulness processes, psycho- corporal techniques and treatment of family and genealogical processes. The second cycle offers a full immersion in TAM through the use of teacher plants such as Ayahuasca and others healing practices inspired by TAM (Luna, 1984). In both cycles the treatment has to follow a rigorous and scientific methodology that relies on psychologists and doctors, a field hospital, medication, continuous guidance, and questionnaires, among other tools. Oxígeme also uses instruments that allow the staff to monitor the psychological process as well as the cerebral, biochemical and blood responses. Treatment is aimed at psychoneurotic diseases, addictions, as well as somatic discomforts, especially pathologies such as cancers, strokes, and rare diseases. The concept behind this process is that, behind every pathology, there are suspicious psychological and psychosomatic components that normally are not investigated in a methodical way (Almendro & López, 2016).

Outlook on Medical Cannabis and SUDs

Cannabis (Cannabis sativa) is probably the plant that most represents this dual nature of being considered, on one side, an illegal drug, and on the other side, a potential medical resource. This is a topic of great interest in today’s society as we observe that more and more countries are opening to its medical and/or recreational use and strong controversies surrounding legal, ethical, and societal implications associated with its use constantly arise (Bridgeman & Abazia, 2017). Cannabis is the

5 In Spain, a similar initiative that aims at accompanying people who experience negative side effects due to “bad trips” with Ayahuasca is being promoted by ICEERS Foundation (International Center for Ethnobotanical Education, Research and Services), Barcelona, Spain, http: // www. iceers.org/ 6 The archaeological evidence of ayahuasca use first pointed out by Plutarco Naranjo in Ecuador (Naranjo 1986) has been supported by other evidences found in peri-Amazonian areas, and reported by several researchers (Bouso Saiz, 2012; Carod-Artal & Vázquez-Cabrera, 2006; Llagostera et al., 1988) that were able to verify the millennial use of shamanic snuffs (rapé), mescaline cactus and ayahuasca. The oldest records of the possible use of ayahuasca have been found in the desert of Azapa, in the north of Chile, with remains of harmine found in the hair of two mummies of the Tiwanaku period, datable between 500 and 1000 AD. (Olgade et al., 2009).

28 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 19-42 Plant based assisted therapy for the treatment of substance use disorders - part 2... most commonly cultivated, trafficked, and abused illicit drug worldwide according to the World Health Organization (WHO, 2016). At the same time Cannabis may help treat a range of illnesses by decreasing pain, inflammation and muscle control problems, controlling refractory epilepsy, and possibly even treating mental health disorders and addictions7. The legislative changes and media attention have set the scene for the advancement of clinical trials in several areas. As an example, a recent study suggests that medical Cannabis treatment has a significant favorable effect on patients with fibromyalgia (Habib & Artul, 2018).

The therapeutic use of Cannabis could serve as a tool for psychologists and mental health professionals to deal with several disorders their patients have, and addiction treatment is thought to be a prominent context in which mental health care providers may encounter the use of Cannabis (Walsh et al., 2017). In its clinical application under a harm reduction perspective, Cannabis may serve as a substitute for alcohol and other drugs as it may be preferred due to its perceived lack of harm, more acceptable side effects and relative effectiveness (Reiman, 2009). On a pharmacological level, a study in 2009 found that injections of THC, the primary active chemical in Cannabis, helped eliminate dependence on opiates such as morphine and heroin in test animals (Morel, Giros & Daugé, 2009). Recent studies suggest that the legalization of medical Cannabis might also be associated with decreased prescription opioid use and related overdose deaths (Bradford, Bradford, Abraham & Bagwell Adams, 2018; Wen & Hockenberry, 2018), which are currently considered an epidemic in the US (Merica, 2017).

Asian Herbal Therapies

Herbal medications to treat illnesses such as drug addiction are widely used in Asia. The antidrug medication Heantos 4 is a Vietnamese herbal traditional medication used for treatment of drug addiction (Cain et al., 2016). It was composed and prepared first by Mr. Tran Khuong Dan in the early 1990’s as a water extract in liquid form. The identity of the 13 plants used in the mix doesn’t appear to be in the public knowledge for commercial reasons (Aldhous, 2005). Since 1995 the Vietnam Academy of Science and Technology (VAST) has cooperated with Dan’s group of researchers for further scientific developments of Heantos. Moreover, in some major cities in Malaysia some traditional Chinese medicine shops sell concoctions

7 https://www.drugabuse.gov/publications/drugfacts/marijuana-medicine

29 Matteo Politi, Fabio Friso y Jacques Mabit known as “Four-days-breaking-smoking-habit-medical mixture” or “Hong Kong concoction” to be used to break the habit of smoking tobacco, opium or heroin smoking (Heggenhougen, 1984). The herbal ingredients of each concoction may vary, with the more complex containing over 40 ingredients, and these are mixed with poppy shells to face withdrawal symptoms. Herbal medicines have been used as well in China for more than 200 years for the treatment of drug addiction (Lu et al., 2009). In recent times, studies have shown that plants such as Panax ginseng may be useful for the prevention of opioid abuse and dependence, Rhizoma corydalis may be used to prevent relapse and inhibit drug craving and the alkaloids of Uncaria rhynchophylla appear to have positive effects on methamphetamine and ketamine addiction (Zhu, Zhang, Huang & Lu, 2017). Finally, several studies suggest that Kudzu (Pueraria lobata) can decrease alcohol consumption and limit alcohol withdrawal symptoms (Lukas et al., 2005; Penetar, Toto, Lee & Lukas, 2015). Probably, the most recognized case of an Asian treatment center using herbal medicine for drug addiction treatment is represented by the Tham Krabok Monastery in Thailand.

• Tham Krabok, and medicinal plants in the treatment of SUDs

Far from the clinic-like style of Crossroads, in Thailand, in the Buddhist Monastery of Tham Krabok, for more than 50 years, the monks-healers have been treating heroin addicts with impressive results, using local medicinal plants. The development of the Tham Krabok Monastery and its therapeutic activities is directly linked to the charismatic personality of its leader, Abbot Phra Chamroon Parnchand (Mabit, 1993). At first a police colonel, he left the force to be ordained a monk in the esoteric of the Tudong monks at the age of 27. In 1957 he formed a group with 9 Tudong monks and set to live in the caves of the Prong Prab hills. Due to the cylindrical shape of the caves, these are called “bamboo caves” or “tham krabok” in Thai language. The group gave birth to the current monastery (wat in Thai). In 1959 the Thai Government decreed the prohibition of the consumption of opium. Due to the influence of Chinese merchants, there has been a traditional consumption of opium in Thailand for a long time. Overnight many people, even elderly, found themselves in illegality. Some sought advice from the monks in order to abandon their opium use. From 1960 to 1962, counting only on 60 monks the monastery of Tham Krabok attended ten thousand addicts, although there was no record of patients or advertising of the treatment at that time. The treatment protocol was developed and improved until its current formula was obtained. It has been the same for the past 50 years. A strictly confidential register of patients is now established,

30 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 19-42 Plant based assisted therapy for the treatment of substance use disorders - part 2... which allows for the discreet reception of addicts of all kinds: from the indigenous tribes of the Golden Triangle in the Northwest of Thailand, to the opium smoker, the young heroin addict from the suburbs of Bangkok, the police or government official inhaling cocaine, the European “junkie” wandering in Asia, etc. The Monastery has treated more than 110,000 people since it started its program in 1959 (Silva, 2017).

The treatment begins with a “sajja” ceremony in which patients take a sacred vow never to use drugs again. Then the purification begins with medicinal plants. Patients drink, for at least five days in a row, a strong herbal medicine that induces vomiting. Vomiting is followed by a daily herbal steam bath to aid the detoxification process. Patients, having fasted for at least half a day, lay squatted in a row and receive about 2 liters of the famous yotak, a decoction of about 100 plants, roots and medicinal barks. Most of the medicinal plants used grow around the Monastery, the rest (20%) comes from different parts of the country. After ten days, it is considered that the basic treatment has ended and the patients can request to leave. However, they are advised to stay another month to allow time for the relocation of their future perspectives. In 1975, Phra Chamroon Parnchand became famous when he received the Ramón Magsaysay award, considered the equivalent of the Nobel Prize for Asian countries, for having healed thousands of drug addicts with a treatment based on medicinal plants and , showing great effectiveness despite being an unorthodox method.

Interest in other herbal remedies around the world

Preliminary research on several other plant therapies has shown promise in providing potential treatment options for addiction (Meletis & Zabriskie, 2008). The benzoflavone moiety contained in Passiflora incarnata L. commonly known as Passiflower allegedly produces positive results in the reversal and tolerance of several addictive psychotropic drugs in animal models (Dhawan, 2003), particularly preventing withdrawal effects and decreasing anxiety in alcohol-addicted mice (Dhawan, Kumar & Sharma, 2002). The Velvet Bean (Mucuna pruriens) seed has been shown to contain a significant level of levodopa (l-dopa), the precursor to dopamine, so this plant may enhance moderate neurotransmitter levels in substance withdrawal (Manyam, Dhanasekaran, & Hare, 2004). Laboratory experiments with various preparations of Kanna (Mesembryanthemum tortuosum) have revealed anti- stress, antidepressant, narcotic, anxiolytic and anti-addictive effects (Terburg et al., 2013). Indigenous to southern Africa where it has traditionally been used to elevate

31 Matteo Politi, Fabio Friso y Jacques Mabit mood and relieve hunger, Kanna has already crossed the border towards modern applications when, in 2013, a standardized extract became available as a mood- enhancer and anxiolytic botanical supplement (Ujváry, 2014). Other plants worth mentioning include St. John’s Wort (Hypericum perforatum) that allegedly has positive effects on depression, alcohol withdrawal and smoking cessation (Meletis & Zabriskie, 2008) and Sweet Flag (Acorus calamus) that is recommended for reducing cravings and helping with nicotine withdrawal (Yarnell & Abascal, 2001).

Among these newly researched plants, Kava (Piper methysticum) may be the most promising. Kava is a large-leaved shrub indigenous to the South Pacific Islands where the rootstocks of the plant are extracted by water to prepare a mildly narcotic beverage that is an integral part of local social life (Ujváry, 2014). Kava has become popular in the west as an anti-anxiety agent. In recent decades, kava root extracts became available worldwide as dietary supplements and over-the-counter medicines for anxiety, depression and insomnia (Sarris et al., 2013). A preliminary study also found that, thanks to its active ingredients such as kavapyrones, Kava may reduce the craving associated with addiction to alcohol, tobacco, cocaine, and heroin (Steiner, 2001).

Animal derivatives for the treatment of SUDs

Products of animal origin are very important in the development of new medicines in general and venomous animal species that have been studied throughout the years have already offered inventions protected as industrial property on drug discovery (De Marco Almeida et al., 2015). In recent years we could observe a growing interest aimed at two species of amphibians that could have a potential application in the treatment of SUDs: Bufo Alvarius and Kambô (Phyllomedusa bicolor).

• Bufo alvarius and controversies around its use

Otac, the Seri Comcáac word for toad, has been adopted as a term for the gland secretions of Bufo alvarius. This is the only known toad species whose glands contain the neurotransmitter molecule bufotenine, 5-MeO-DMT and the enzyme capable of methylating it. By inhaling the substance released by the glands of B. alvarius the effect on neural receptors is immediate. Although some archeological and iconographic evidence suggests that the toad might have been considered sacred

32 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 19-42 Plant based assisted therapy for the treatment of substance use disorders - part 2... by the Olmecs, Mayans & Aztecs, it is not possible yet to affirm or deny that this psychoactive substance was used by Mesoamerica cultures in the prehispanic era, given the limited sources and research that exist in this field (Cortina, 2018a). Currently B. alvarius is proposed by many health practitioners as it could serve as a healing technique, to assist people in recovering from a range of mental health problems, including addiction and other psychological afflictions such as Post-Traumatic Stress Disorders (PTSDs) and depression, but also as a trigger for human development (Hinojosa, 2017). The therapeutic use of B. alvarius is spreading more and more along with the controversies around it. Excessive doses are forced into the patients, side effects as psychological traumas have been reported, and its use in retreats in combination with ibogaine and Ayahuasca is considered as dangerous, with at least two death cases documented in the medical literature provoked by the combination of B. alvarius and harmalines, compounds present in Ayahuasca (ICEERS, 2017). The development of a safe practice as well as the essential need to ensure conservation and sustainability acts -extinction threat is considered imminent (Cortina, 2018b)- are fundamental to those working towards the recognition of B. Alvarius as addiction treatment therapy.

• Detoxifying with Kambô

Another animal derived practice considered as potential resource in SUD treatment is the frog Kambô (name in Brazil) or Acaté8 (in Peru), which glands secretion is ancestrally used in ritual ceremonies of purification in the traditional medical system of the Matsés ethnic group9 (Daly et al., 1992; Romanoff, 2004) and today is used in numerous countries in the context of neoshamanism medicine practices, including South America countries as Brazil, Colombia and Peru. The Kambô ceremony consists in the healer burning or cutting the skin most often on the arms or chest of the participant with a tiny stick from a fireplace. Subsequently, the secretion which has been previously collected from the Kambô frog back is applied to the fresh wound. This provokes an immediate reaction that consists in heart throbbing, sweating and nausea that lead to severe vomiting and lasts around 15 minutes (den Brave, Bruins &

8 Acaté Amazon Conservation is an NGO that defends the Matsés culture and, under the direction of Dr. Christopher Herndon PhD, has created together with the Matsés healers the first indigenous medicine encyclopedia ever produced in Matsés (panoan) language in order to prevent bio-prospectors from ever understanding it. 9 A handful of regional Panoan Amazonian ethnic groups including the Amahuaca, Katukina, Kaxinawá, Kulina, Yawanawá, and Marubo also use this frog species for similar practices in their cultures, see: https://ancestraltransmission.xapiri.com/part-2

33 Matteo Politi, Fabio Friso y Jacques Mabit

Bronkhorst, 2014). Kambô is used by indigenous people for hunting purposes (Daly et al., 1992) and as a medicine against snake bites, malaria, yellow fever and to enhances physical and sexual strength (den Brave et al., 2014). Although scientific literature doesn’t report its use in SUDs treatment, Kambô application shows short- and long-term effects that can be beneficial for a person looking for detoxification, especially in cases of addiction to opiate or prescription pills, given the fact that Kambô is considered to reduce physical pain and could be used as an alternative to painkillers10. More and more centers can be found on the internet offering this medicine in their treatment protocol11 for its alleged capacity to generate state of alertness and good mood, enhance resistance to tiredness, hunger and thirst and strengthen the immune system (Gorman, 1993). The pharmaceutical industry has showed interest in the medicinal properties of the frog secretion and the broad dissemination and popularization of Kambô has raised a series of accusations about who is the rightful owner of the knowledge around the frog and this practice, which led the Katukinas indigenous people of Brazil to accuse the pharmaceutical companies of biopiracy for patenting the frog peptides (Labate & Coffaci de Lima, 2014).

CONCLUSION

As observed in the first part of this research (Politi et al., 2018), the personal experience of an individual going through issues of drug abuse and getting cured by a natural element such as a plant, has led the very same person to set out on very important and revolutionary discoveries and initiatives. This is the case of Iboga and might be the case for B. alvarius, presented in this article. When talking about Iboga, (and S. Divinorum or Psylocibe mushrooms mentioned in Part 1 (Politi et al., 2018)) scientific research and pharmaceutical activity are focused towards the study of their primary psychoactive alkaloids or analogues. It is striking that even in very recent papers, ibogaine is still considered as it “may provide a useful prototype for discovery and development of innovative pharmacotherapy of addiction” (Brown & Alper, 2017). Considering that Iboga has been studied since the beginning of the 60s, the fact that it is still perceived as an area of innovative research gives an idea of the gap between the accessibility of traditional/complementary medicine practices and the requirements imposed by the modern pharmaceutical industry to

10 https://psychedelictimes.com/kambo/ 11 Some examples: Centro Savia Terra (www.saviaterra.com); Medicina Kambo (https://www.medicinakambo.cl/); Rainforest Healing Center (https://rainforesthealingcenter.com/kambo-ceremony/).

34 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 19-42 Plant based assisted therapy for the treatment of substance use disorders - part 2... develop a prescription drug. On the other hand, the accumulation of scientific studies on the active principles of this plant and its therapeutic applications don’t make up for the critical lack in terms of benefit sharing. The globalization of an ancient medicine and the process that leads it to cross cultural and social borders has to go hand in hand with a process of fair recognition towards the original sources from which this medicine comes. This has partly occurred in the case of Peru with the protection offered by the recognition of the traditional use of the Ayahuasca brew as National Cultural Heritage, but it is still an isolated case. Despite the existence of international norms, we don’t have clear information on what has been given or intended to be given back to all the indigenous peoples around the world that have given Western researchers and experts open access to their valuable resources.

With the case of Cannabis, we could observe that a crucial topic is how one approaches these plants, since this can lead them to be considered toxic, medicinal, recreational or sacred depending on the political/cultural contexts and borders (or walls) crossed. In this border crossing phenomenon, the intake setting is getting more and more separated from the original ritual and religious framework, considered necessary in the indigenous traditions and that seems to have a crucial role in the effectiveness of the therapy when this is applied in an addiction treatment context. Once again, we can affirm that the plant itself is not toxic. Toxic (or intoxicated) are the people who use it wrongly and put themselves at risk. The etymology of the word pharmakon from the ancient Greek, related with the word drug, means at the same time remedy and poison. This depends on the way it is used. In the Andean-Amazonian worldview we have the notion of “plant that teaches” or “master plant” that refers specifically to plants with psychotropic effects (Luna, 1984). Coca (Erythroxylum coca) and Tobacco (Nicotiana rustica) are two typical examples. However, the plant teaches only those who respect it and this respectful approach is manifested in the ritual. Without it, the inversion or perversion of the relationship to the sacred carries the risk of leading to addiction.

The trend in recent years toward the integration of many traditional medical practices, including ancient herbal medicine, into modern system, is expressed in a border crossing phenomenon involving peoples and knowhow that nonetheless faces the risk of being rejected from the culture or context of destination for falling into the category of illicit drugs. This is mainly due to the predominance at the global level of prohibition policies and mistrust towards healing practices that use psychoactive plants that impede these therapies to propagate and become available to more

35 Matteo Politi, Fabio Friso y Jacques Mabit people in need of a real and effective cure. The US-like model of war on drugs is dramatically failing, with consequences such as the largest epidemic of deaths from opioid overdose in history. When talking about drug use, an enormous cultural shift is much needed and, as the Portugal case shows, a public health approach could be a promising way to respond to this issue.

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RESUMEN

El presente artículo estudia la génesis del prohibicionismo de drogas y su efecto epistemológico-político en el campo científico siguiendo la propuesta analítica de Pierre Bourdieu. A través de una revisión teórica y documental crítica se problematiza, mediante la reflexividad del campo científico de las drogas, la formación del campo y el habitus científico que ha estado fuertemente condicionado por el proceso de demonización de las drogas y usuarios, a partir de un determinismo farmacológico que asocia los comportamientos individuales y sociales con las sustancias. Se recomienda avanzar hacia una revolución científica que contenga un cambio de paradigma y una transformación del habitus científico-profesional en el campo interdisciplinario, atendiendo a la complejidad social, cultural y política que influyen en las maneras de conocer e intervenir la realidad.

Palabras clave: habitus científico, revolución científica, epistemología, prohibicionismo, drogas.

* Sociólogo. Magíster en Investigación Social y Desarrollo (Universidad de Concepción); Estudiante de Doctorado en Ciencias Sociales (Universidad de Chile); Santiago, Chile. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0001-9254-407X. Google Scholar ** Psicólogo. Magíster en Drogodependencias (Universidad Central de Chile); Máster en Prevención y Tratamiento de las Conductas Adictivas (Universidad de Valencia, España); Académico Universidad Católica del Maule. Talca, Chile. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0002-1698-6949; Google Scholar

Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 43-61 ISSN: 0122-8455 (Impreso) ISSN: 2590-7840 (En línea) Marcos Muñoz-Robles y Claudio Rojas-Jara

HABITUS (TRANS)FORMATION AND SCIENTIFIC REVOLUTION: AN OVERCOMING OF THE PROHIBITIONIST PARADIGM IN THE FIELD OF DRUGS

ABSTRACT

This article studies the genesis of drug prohibitionism and its epistemological- political effect in the scientific field following the analytical proposal of Pierre Bourdieu. Through a critical theoretical and documentary review, the formation of the field and the scientific habitus that has been strongly conditioned by the process of demonization of drugs and users are problematized through the reflexivity of the scientific field of drugs, based on a pharmacological determinism that associates individual and social behaviors with substances. It is recommended to move towards a scientific revolution that contains a paradigm shift and a transformation ofthe scientific-professional habitus in the interdisciplinary field, taking into account the social, cultural and political complexity that influence the ways of knowing and intervening reality.

Keywords: scientific habitus, scientific revolution, epistemology, prohibition, drugs.

INTRODUCCIÓN

Puede afirmarse que las miradas analíticas y comprensivas respecto al consumo de drogas han estado por décadas condicionadas por las nociones clásicas, casi invariantes, que aún prevalecen, de la abstinencia e intolerancia respecto al uso de drogas hoy consideradas ilícitas en el marco de la ideología prohibicionista que aboga por un mundo libre de drogas (Becker, Murphy y Grossman, 2006; Rojas-Jara, 2018; Mansilla, 2017b; Romaní, 2008; Tizoc-Marquez, Rivera-Fierro, Rieke-Campoy y Cruz-Palomares, 2017; Vier y Boarini, 2013). Evidentemente, existen consideraciones epistémicas y políticas sobre esta problemática que impactan, en general, una extensa rúbrica de métodos de acción y abordaje de la misma (Escohotado, 1996; Hernández, Orozco y Ríos, 2017; Laurie, 1982; Ruchansky, 2015;

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Szasz, 1993; Tokatlian, 2017). La falta de revisión, análisis crítico y actualización de tales efectos perpetúa en el tiempo prácticas científicas, intelectuales y políticas que se han instaurado hegemónicamente y consolidado sin mayores cuestionamientos, siendo una forma de sentido común o doxa propiamente prohibicionista (Bourdieu, 2000, 2008; Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 2002; Muñoz, 2012; Pontón, 2013).

En este escenario, la palabra droga seguirá manteniendo una designación defectuosamente prohibicionista mientras la entendamos en su identificación químico-farmacéutica y policíaco-represiva (Pacheco, 2014; Thoumi, 2011). Lo paradójico de este discurso es que ha resultado tranquilizador para la propia sociedad, pues mediante esta designación se naturaliza a las drogas como una entidad externa a sí misma que a su vez es origen de lo problemático (González, 1987; Touzé, 1996), dificultando así el planteamiento de preguntas reflexivas al interior del campo científico y profesional de las drogas, en particular, sobre las influencias de la prohibición mundial en las maneras de conocer e intervenir la realidad (Muñoz, 2012; Peñaranda, 2013).

En lo específico, el presente artículo busca identificar en la génesis del sistema mundial prohibicionista los supuestos que condicionan el modo de entender el problema de las drogas y que en todo sentido influyen en la formación de un habitus científico en este campo. El objetivo responde a la necesidad de un urgente replanteamiento epistemológico-político en este ámbito, para generar nuevas zonas de sentido en la reflexión y el análisis con miras a conformar un nuevo paradigma para el campo de las drogas, cuyo cambio estructural bien podría denominarse siguiendo a Kuhn “revolución científica”. Tal transformación supone la integración de una perspectiva histórica, epistemológico-política y compleja, que comprenda al fenómeno de las drogas en su vínculo con todas las esferas humanas que van desde lo físico y lo psicológico hasta lo simbólico, social y cultural, siendo este abordaje un desafío colectivo (Hernández, 2015).

Habitus científico y reflexividad en el campo de las drogas

La noción de habitus científico fue propuesta por Bourdieu (2000, 2008) enun intento por describir las condiciones sociales que influyen en la producción científica. Para este análisis crítico, propone la fórmula de la reflexividad tanto aplicada a

45 Marcos Muñoz-Robles y Claudio Rojas-Jara los campos y estructuras sociales que entrecruzan y condicionan en buena parte las posiciones, disposiciones y habitus científicos. Dado que la sociedad es vista por Bourdieu como un campo de luchas donde quiera que se genere, se deriva que el investigador social debe estar consciente de ella y de su posición en el campo científico, identificando reflexivamente su capital intelectual acumulado y su trayectoria académica en el campo para “librar una lucha” contra el sentido común o la doxa del campo científico, que no es otra cosa que un conjunto de creencias y de prácticas sociales consideradas normales en un campo determinado, las cuales son aceptadas sin cuestionamientos (Muñoz, 2012).

El campo científico, como sistema de relaciones objetivas entre posiciones adquiridas (en las luchas anteriores), es el lugar (es decir, el espacio de juego) de una lucha competitiva que tiene por desafío específico el monopolio de la autoridad científica, inseparablemente definida como capacidad técnica y como poder social, o, si se prefiere, el monopolio de la competencia científica que es socialmente reconocida a un agente determinado, entendida en el sentido de capacidad de hablar e intervenir legítimamente (es decir, de manera autorizada y con autoridad) en materia de ciencia. (Bourdieu, 2008, p. 12)

El campo científico posee determinados límites y jerarquías que se han formalizado en la lucha al interior del campo por el establecimiento del orden científico, que a su vez depende de la estructura del campo, es decir, del estado de la distribución del capital científico de reconocimiento entre los concurrentes a un campo. El capital científico, por su parte, consiste en actos de conocimiento y reconocimiento de una competencia que procura autoridad y, por tanto, contribuye a definir las reglas del juego y otras regularidades como la distribución de las ganancias (Muñoz, 2012).

Bourdieu y Wacquant (2001) describen por habitus científico como si se tratase de una “regla hecha hombre”, es

(…) una regla encarnada o, mejor, un modus operandi científico que funciona en un sentido práctico de acuerdo con normas de la ciencia sin tener a estas normas como un sentido explícito: es esta clase de sentido del juego (…) el que nos hace hacer lo que hacemos en el momento adecuado sin necesidad de tematizar qué debía hacerse y menos aún el conocimiento de la regla explícita que nos permite generar esta práctica adecuada. (p. 310)

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En nuestro análisis del campo de las drogas, afirmaremos que durante el proceso de demonización se ha ido conformando un habitus científico que, como doxa científica, ha condicionado a pensar las drogas preferentemente en términos de los efectos farmacológicos, asociando los comportamientos automáticamente con las sustancias (Muñoz, 2012). De este modo, el habitus científico se corresponderá a las solicitudes y exigencias del sistema prohibicionista de drogas, imponiendo un monopolio de autoridad y competencia científica que combina elementos biomédicos, morales y jurídicos.

Al respecto, Comas (2008) caracterizó al sector institucional y dominante en el campo científico y profesional de las drogas como un modelo de seguridad que entremezclaba en su discurso elementos jurídicos y biomédicos, con una visión epidemiológica desde la cual la historia de las drogas es un relato de los consumos, de quienes son los consumidores, de los efectos negativos de algunas sustancias concretas (principalmente las ilegales) y de las políticas puestas en marcha para solucionar los problemas relacionados con estas drogas. Sin embargo, al mismo tiempo, sostiene que, como alternativa al sector institucional, en el campo de las drogas se ha escrito una historia psicoactiva que habría emergido a finales de los años 50 en EE.UU, asociada a los trabajos etnográficos de R. Gordon Wasson, en particular al uso de alucinógenos en el área chamánica, para proponer una historia de las drogas que, desde una determinada visión antropológica, resalta las funciones sociales y culturales positivas de las mismas (Wasson, 1983). En general se trataría, además, de trabajos que se insertan en el contexto de las propuestas de legalización.

Visto desde la microfísica del poder de Foucault (1979), el campo científico de las drogas correspondería más bien a un espacio de múltiples entrecruzamientos. Como un entretejido de poder médico, penal, periodístico, científico, entre otros. Tal entrecruzamiento pone de manifiesto los hechos generales de dominación, donde se organizan estrategias más o menos coherentes y unitarias, pero donde los “procedimientos dispersados, heteromorfos y locales de poder son reajustados, reforzados, transformados por estas estrategias globales y todo ello coexiste con numerosos fenómenos de inercia, de desniveles, de resistencias” (Foucault, 1979, p. 170).

En consecuencia, no se parte de un hecho primero y masivo de dominación, sino más bien una producción multiforme de relaciones de dominación que

47 Marcos Muñoz-Robles y Claudio Rojas-Jara son parcialmente integrables en estrategias de conjunto (Foucault, 1979). Serán entonces estas estrategias unitarias parciales las que finalmente dividen estructuralmente el campo científico de las drogas, entre un saber epidemiológico y prohibicionista dominante y otro socioantropológico y psicoactivo que representa una resistencia al paradigma dominante.

Volviendo a Bourdieu (2000, 2008), creemos que para estudiar la formación del habitus científico del campo de las drogas es necesario ahondar en la génesis del prohibicionismo mundial y el proceso de demonización de sustancias y usuarios, en su interacción con el campo científico e interdisciplinario de las drogas. Esta correspondencia entre ciencia y poder se justifica pues Bourdieu combate la idea de una ciencia neutra y totalmente objetiva que ubique al quehacer científico lejos del campo de poder y de otros intereses, afirmando que “los conflictos epistemológicos son siempre, inseparablemente, conflictos políticos” (Bourdieu, 2008, p. 15). Esta sentencia implica tomar partido en las relaciones de conocimiento y poder, y a su vez, a sumir una toma de posición al interior de las luchas científico-políticas en el campo de las drogas.

Génesis de la prohibición mundial de drogas

Si bien el prohibicionismo aparece hoy como un paradigma dominante y globalmente consolidado, tal y como afirma Mansilla (2017a), es en realidad un fenómeno que no posee más de cien años de antigüedad, despertando diferentes grados de adhesión, y que en lo actual se ubica en un particular estado de controversia.

La historia de la prohibición de las drogas se remonta a la cruzada moral del movimiento temperante que decanta en la ley seca en los Estados Unidos en 1919 (Alvarez, 2010; Pacheco, 2014; Sáenz, 2009). Esta política es el antecedente más directo del actual prohibicionismo mundial de drogas, y que hasta hoy se recuerda como un absoluto fracaso (Palomo, 2015). La corrupción de los funcionarios públicos y la abierta resistencia de los consumidores hicieron prácticamente imposible el cumplimiento de esta medida; la prohibición del alcohol no solo consiguió multiplicar los bares clandestinos, el tráfico ilegal y el gangsterismo en las calles de Chicago, sino también la corrupción entre políticos y dirigentes de sindicatos de la mafia (Muñoz y Reyes, 2012).

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Nunca en la historia de la humanidad hemos tenido tantas drogas al alcance de nuestras manos, y tantos problemas asociados a éstas, como ha ocurrido luego del prohibicionismo considerando

El incremento del crimen organizado tanto por el tráfico internacional como por el control de los mercados domésticos y de territorios por parte de los grupos criminales; el crecimiento a niveles inaceptables de la violencia que afecta al conjunto de la sociedad y, en particular, a los pobres y jóvenes; la criminalización de la política y la politización del crimen, así como la proliferación de vínculos entre ambos que se refleja en la infiltración del crimen organizado en las instituciones democráticas; la corrupción de los funcionarios públicos, del sistema judicial, del sistema político y, en particular, de las fuerzas policiales encargadas de mantener la ley y el orden. (Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, 2009, p. 8)

Hay que remarcar que la institucionalización del prohibicionismo mundial de drogas ha sido un fenómeno contemporáneo. Solo a mediados del siglo pasado, Estados Unidos a la cabeza junto a la ONU promovieron en plena Guerra Fría un inédito consenso trans-ideológico de carácter global, para declarar una cruzada mundial contra las drogas (Alvarez, 2010; López-López, Pineda-Marín y Mullet, 2012; Menéndez, 2012; Reinarman & Levine, 1997). En un período de profundas divisiones ideológicas, todas las naciones del orbe podían al menos coincidir en la idea de una guerra cuyo objetivo fuese una sociedad libre de drogas (Levine, 2002; Vier y Boarini, 2013). Este consenso condujo a que, durante el siglo pasado, liberales, conservadores, fascistas, comunistas, socialistas, populistas, izquierdistas y derechistas compartieran la idea de prohibir ciertas drogas. Hacerlo era una de las pocas cosas en la que todos estaban de acuerdo. En Estados Unidos durante los años 80 y 90,

Los demócratas temían y detestaban a los presidentes Reagan y Bush, y los republicanos temían y detestaban al presidente Clinton, pero los partidos se unieron para pelear la guerra contra las drogas (…) Incluso compitieron a la hora de decretar leyes antidrogas más punitivas, construir más cárceles, contratar más policías de drogas, expandir las facilidades militares antidrogas, y dar fondos a muchos más mensajes antidrogas patrocinados por el gobierno y cruzadas por una América ‘libre de drogas’. Partidos políticos opuestos, en todo el mundo, han peleado por muchas cosas; pero hasta fechas recientes se han aliado para apoyar los esfuerzos para combatir a las drogas. (Levine, 2002, p. 172)

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Una de las explicaciones de este consenso singular ha sido que la prohibición de las drogas resultó provechosa a todos los tipos de gobierno. La sola presión de los EEUU y otros aliados poderosos no podría explicar la aceptación global de la prohibición (Levine, 2002; Romaní, 2008). Los diferentes gobiernos, por todo el mundo, habrían encontrado en la prohibición de las drogas un instrumental político útil para sus propósitos, utilidad que estaría presente en la propia guerra contra las drogas. En este sentido, la prohibición ha dado a los múltiples tipos de gobierno poderes policiales y militares extra. Las unidades policiales y militares de narcóticos pueden efectuar operaciones encubiertas para investigar casi cualquier cosa, después de todo, casi cualquier persona podría estar metida en el negocio de la droga (Levine, 2002).

El 30 de marzo de 1961, en la Convención Única sobre Estupefacientes de las Naciones Unidas, el actual prohibicionismo de drogas fue formalizado (Muñoz y Reyes, 2012; Samper, 2017; Vásquez, 2014). En su declaración se estableció un marco de fiscalización de los estupefacientes que obligaba a los Estados a adoptar las medidas necesarias contra el cultivo, producción, fabricación, extracción, preparación, posesión y oferta, entre otras actividades, considerándolas como delitos cometidos intencionalmente, siendo castigadas especialmente con penas de prisión u otras penas de privación de libertad. La particularidad de este hecho es que la Convención Única se formuló y se firmó “en un momento en el que las drogas no se percibían como una cuestión importante (…) en la que el consumo no médico de opiáceos, cocaína, marihuana y drogas sintéticas no eran una cuestión importante en las relaciones internacionales” (Thoumi, 2010, p. 30). Además, se crearon cuatro listas que ordenaron las drogas de prohibición según su peligrosidad, siguiendo criterios que han sido cuestionados por muchos científicos y activistas (de Rementería, 2015; Nutt, King & Phillips, 2010). De las cuatro listas, la I comprende las drogas usadas por los representantes de la contracultura, incluyendo el cannabis, la psilocibina y LSD. La II incluye los derivados anfetamínicos (metilfenidato, metanfetaminas) y la fenciclidina. La III enumera ciertos barbitúricos (pentobarbital, amobarbital). La IV incluye algunos otros barbitúricos (fenobarbital), el meprobamato y algunos hipnóticos (de Rementería, 2015; Pacheco, 2014).

Años más tarde, en la Convención de 1971 las naciones firmantes llevaron al extremo las solicitudes de represión, dictaminando la obligatoriedad de las extradiciones para delitos relacionados con drogas, estableciéndose nuevos delitos como el lavado de dinero, incitación, apología y conspiración (Levine, 2002; Samper, 2017;

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Thoumi, 2011; Vásquez, 2014). Incluso hubo peticiones para la penalización del consumo y la inversión del principio de presunción de inocencia para personas sospechosas de poseer sustancias prohibidas, lo que equivaldría a tener que demostrar, en determinados casos, la inocencia en lugar de la culpabilidad. De esta forma, el objetivo elemental de esta política prohibicionista ha sido eliminar la droga de la faz de la tierra (Levine, 2002; Romaní, 2008).

El proceso de demonización de las drogas y usuarios

En paralelo a la institucionalización del sistema global prohibicionista, se comenzó a elaborar un discurso social conocido como el problema de la droga.

A partir de este discurso se ligó el uso de drogas ilícitas a una serie de problemáticas sociales, de forma que casi cualquiera, en cualquier circunstancia podría culpar a la drogadicción, al abuso o hasta el uso de drogas de problemas de larga data, problemas recientes, o del empeoramiento de casi cualquier cosa o situación. El robo, el asalto, las violaciones, la vagancia, el fraude, la corrupción, la violencia física, el robo en las tiendas, la delincuencia juvenil, la negligencia, la imprudencia, la promiscuidad sexual, la baja productividad y la irresponsabilidad en general, casi cualquier cosa, en general, podían ser y han sido atribuidas a las drogas. De hecho, se refiere regularmente que los diversos problemas sociales empeoran, o se deterioran muchísimo, por causa de las drogas. (Levine, 2002, p. 170)

La elaboración de este discurso tendría su origen en el proceso de autopoiésis del sistema prohibicionista. La autopoiésis de Maturana y Varela (1994, 1995), vista desde las ciencias sociales, refiere a una red de comunicaciones cerrada “que mantiene o produce la configuración de esa red” (Gilbert y Correa, 2001, p. 180). Baratta (1991) aplica de un modo heterodoxo el concepto de autopoiésis en el análisis de los sistemas sociales, para teorizar la reproducción autopoiética y autorreferencial del sistema prohibicionista, como conjunto de comunicaciones e imágenes sociales donde intervienen una diversidad de agentes e instituciones. En este sentido, Baratta (1991) afirmó que respecto al llamado problema de la droga se ha instalado una imagen social cuyas características se representan en los siguientes enunciados: a) la relación necesaria entre consumo de droga y dependencia (y la evolución necesaria desde la dependencia de las drogas blandas a las drogas duras); b) una pertenencia de los toxicómanos a una subcultura que no comparte el sentido de la realidad propio de la mayoría de los considerados normales;

51 Marcos Muñoz-Robles y Claudio Rojas-Jara c) el comportamiento asocial y delictivo de los drogodependientes, que los aísla de la vida productiva y los introduce en carreras criminales; y, d) un estado de enfermedad psicofísica de los drogodependientes y la irreversibilidad de la dependencia.

En el sistema de la autopoiésis prohibicionista esbozado por Baratta (1991), cada grupo de actores dependería de los otros y a su vez, mutuamente, se condicionarían, pues los medios de comunicación inciden no solo en la imagen de la realidad sino en la realidad misma. Debido a esto, expertos y científicos, así como las instancias de la justicia penal en sus actitudes y comportamientos, estarían siendo influenciados por las imágenes sociales de la demonización de las drogas ilícitas y sus usuarios (Peñaranda, 2013).

Reinarman & Levine (1997) designaron como determinismo farmacológico a este discurso transversal sobre las drogas, refiriendo que “la demonización ha investido a las sustancias como si ellas tuvieran más poder de lo que realmente tienen; de forma parecida, ciudadanos y científicos han sido inculcados con la noción de droga ilícita como inherentemente peligrosa, como enfermedad contagiosa” (pp. 8-9).

La imagen de la droga ilícita queda así establecida como si se tratara de una entidad genérica y un mal externo a la sociedad, como una especie de ser vivo o ente mágico con propiedades demoníacas (Touzé, 1996). Esto genera una cosificación de la droga –cual elemento foráneo– como si se tratase de una entidad viva y amenazante capaz de contaminar a un sujeto cubriéndole y transformándole con sus particularidades. Tales mecanismos autopoiéticos determinan, hegemónica y socialmente, que el usuario de drogas sea representado como débil, sin voluntad e incapaz de controlar las presiones del medio, sin una visión clara de su vida y carente de proyectos (Tsukame, 2002). De este modo, la propuesta social hegemónica enfocada en un discurso único de enfermedad o castigo condiciona y limita la propia construcción de identidad de aquellas personas que usan drogas, al restringir la posibilidad de crear alternativas de sí mismo opuestas a la mirada prohibicionista dominante (Cifuentes-Muñoz y Rojas-Jara, 2018). En términos de Tirado (2018) las drogas van a representar todo aquello negativo y perjudicial por la sociedad “y dado el imaginario construido alrededor de las mismas, las personas que las usan son interpretadas como ciudadanos de segunda mano, como parias, que merecen el desprecio y el rechazo colectivo” (p. 11), ya que se asocia el uso con cuestiones de crimen, violencia, enfermedad, degradación moral y pérdida del contacto social.

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Para Escohotado (1998) el término drogadicto (dope fiend en inglés) cuenta con un evidente sesgo teológico-moral, siendo expresión que textualmente significa drogo-demonio y que puede traducirse de modo coloquial como narcomonstruo. Según este autor, los antecedentes de esta noción se rastrean en las alianzas que hacia 1903 consuman cruzados morales, médicos y boticarios estadounidenses. Ellos juntos produjeron un nuevo discurso, una mezcla de ciencia y moralina puritana y la consecuente difamación de las drogas y sus consumidores. Al respecto, Hernández (2015) refiere que

Un adicto se interpreta como infeliz, como tendiente al crimen. La religión considera pecado el consumo de drogas debido a que se atenta contra el cuerpo que fue regalado por Dios. Las instituciones condenan la práctica y han clasificado su legalidad desde criterios políticos y económicos, más que sanitarios. (p. 159)

La autopoiésis del prohibicionismo se evidencia en la propia historia de este fenómeno en los Estados Unidos, operando sobre la base de un sistema de prejuicios que vinculaba dentro de un esquema circular de razonamiento a ciertas minorías sociales y raciales con drogas consideradas peligrosas (Becker, 2009; Romaní, 2008; Sáenz, 2009; Vásquez, 2014). Agrega Escohotado (1998):

Tratándose del alcohol, el razonamiento identifica inicialmente a los irlandeses, que ya en tiempos de Cromwell habían sido vendidos como esclavos en el mercado de Virginia, y más tarde a los judíos e italianos; son despreciables porque beben vino o licor, pero beben vino o licor porque son despreciables. Tratándose del opio sucede lo mismo, aunque el grupo en cuestión sean los chinos, que para los sindicatos tienen el vicio adicional de trabajar más y por menos dinero. En el caso de la cocaína son los negros, que pretenden igualdad de derechos con los blancos, y en el de la marihuana serán los mexicanos, cuya irrupción plantea resentimientos análogos a los centrados sobre irlandeses, judíos, italianos, chinos y negros. Drogas realmente demoledoras que consumen millones de personas, como los barbitúricos, no llegan a simbolizar minorías despreciables y permanecen más de medio siglo como simples medicamentos, libres de estigma social y legal alguno. (p. 607)

En definitiva, la demonización entremezcla un discurso epidemiológico, policiaco- represivo y místico-moral que recae preferentemente sobre minorías sociales, donde

53 Marcos Muñoz-Robles y Claudio Rojas-Jara las drogas se representan como un mal externo a la sociedad y una enfermedad que infecta al cuerpo social sano, el cual es susceptible de ser extirpado empleando medidas interventoras y ultra-represivas contra las drogas y sus usuarios (Muñoz, 2012; Peñaranda, 2013). Asimismo, desde un punto de vista económico esta demonización de las drogas implica que el consumidor sea visto como alguien que ha perdido su productividad, atentando contra las instituciones reguladoras del orden social, decantando en un descontrol de todas las esferas en que habita. Por ello, las drogas son percibidas como el enemigo a vencer mientras que al usuario simbólicamente se le enferma considerando que puede –y debe– ser curado (Hernández, 2015).

La (de)construcción del problema de las drogas: el inicio del cambio

En general, la construcción del problema de las drogas ha sido regularmente establecida mediante dos modelos dominantes, interactuantes y hegemónicos: el criminalizador y el de enfermedad, ambos revestidos de una pátina moral, y ambos también se observan en el campo científico, profesional e interdisciplinario de las drogas. El primero centrado en el castigo o la cuestión penal y el segundo enfocado en lo patológico (Alvarez, 2010; Cifuentes-Muñoz y Rojas-Jara, 2018; Menéndez, 2012; Peñaranda, 2013).

Lo que hoy es catalogado como el problema de las drogas no siempre lo fue como tal, esta cuestión es importante de constatar, pues la historización de los fenómenos sociales permite combatir la naturalización de estos, proporcionando a la sociedad una nueva capacidad de agencia y autonomía frente al sentido común y sus cristalizaciones ideológicas dominantes (Bourdieu et al., 2002). La naturalización de las drogas como el problema, explica una serie de errores epistemológicos y conceptuales que lamentablemente transversalizan el espacio social, reproduciéndose en la cultura, la comunicación, en el campo científico y el terreno de la intervención.

La concepción moral, represiva y biomédica de las drogas reintroduce los sesgos de mal, castigo, enfermedad, plaga, vicio, flagelo o terror a este fenómeno (Rojas-Jara, 2015) y, por tanto, no permite abogar por una visión alternativa de las drogas –identificándoles como problema en sí mismo– en el marco de un procedimiento de ruptura con el sentido común prohibicionista y como consecuencia de la vigilancia epistemológica (Bourdieu et al., 2002). La droga no es el “problema”, y si ha de existir uno este se encontraría en el vínculo que las sociedades y los individuos establecen con ellas, siempre mediatizado por la historia y la diversidad cultural.

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Y dado que no existe posibilidad alguna de retirar las drogas de nuestras sociedades, se hace imprescindible obrar entonces desde la reflexividad del habitus científico con el propósito de construir una formulación científica, política y simbólica alternativa sobre las drogas. En ese sentido, a medida que logramos una deconstrucción de la droga, en términos de Derrida (1994), vamos avanzado en la historización de la categoría entendiéndola como una construcción social y no natural –por ello inestable y etérea– y volcarnos a reconocer que es en el uso, y principalmente en su intencionalidad, donde la categoría droga alcanza su valor contingente, siendo entonces una entidad propiamente subjetiva y en sí misma fenomenológica. Esta nueva mirada permitiría despercudirnos de la progresiva medicalización, y por ende farmacologización (Rojas-Jara, 2018), de problemas sociales y la vida social en general largamente impuesto por la autoridad científica y monopólica del poder médico (Conrad, 1992; Bourdieu, 2000, 2008; Foucault, 1977; Muñoz, 2012), que pese al dominio que ostenta no ha ofrecido aún la cura a esta enfermedad que llamamos droga.

A modo de cierre: por una revolución científica, más allá de la prohibición

El análisis sociopolítico de las consecuencias negativas e indeseables de la llamada guerra contra las drogas y la crítica epistemológica de su campo científico, ponen en evidencia la profundidad de la crisis ética y la invalidez científica de sus presupuestos (Álvarez, 2010; Díez, 2005; Hernández et al., 2017; López-López et al., 2012; Thoumi, 2009; Youngers, 2013). Urge entonces un replanteamiento en el campo científico y profesional, mediante el establecimiento de un paradigma de drogas alternativo (Mantilla-Valbuena, 2008). En el campo científico, tales consideraciones suponen verdaderas ‘revoluciones científicas’ que han sido descritas en la historia de la ciencia. Para Kuhn (2013):

La transición de un paradigma en crisis a uno nuevo del que pueda surgir una nueva transición de ciencia normal dista de ser un proceso acumulativo logrado mediante la articulación o extensión del paradigma viejo. Más bien es una reconstrucción del campo a partir de nuevos fundamentos, reconstrucción que cambia algunas de las generalizaciones teóricas más elementales del campo, así como muchos de sus métodos y aplicaciones ejemplares. (p. 220)

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Consideramos que el paradigma alternativo debe contener como nuevo fundamento al interior del campo científico-profesional a los enfoques estructural-constructivista, relacionales y fenomenológicos de las drogas, que en conjunto se caracterizan por una visión holística, articulada, contextual y sociocultural del fenómeno de las drogas, dando primacía y autoridad científica al campo de las ciencias humanas y sociales como alternativa a los reduccionismos biomédicos y jurídico-penales. Este paso que va desde las disciplinas biomédicas y jurídico-penales a las ciencias humanas y sociales, se inscribe en un plano epistemológico más amplio y transversal a todas las disciplinas científicas en el conflicto existente entre las corrientes positivistas y funcionalistas y las perspectivas críticas y comprensivas del saber científico y humano, formando parte del giro lingüístico que impacta en la producción de conocimiento, tanto filosófico como científico (Wittgenstein, 2002).

En términos kuhnianos, puede apreciarse una “anomalía estructural” en el paradigma biomédico-jurídico y moralizante, dada la persistencia del problema de las drogas en nuestro mundo, el fracaso de la guerra contra las drogas y la evidencia rotunda de la dependencia de este campo a la estructura de poder del prohibicionismo mundial de drogas. En términos bourdianos, habrá que reivindicar la autonomía del campo científico de las drogas, desacoplándole de los intereses estatal-burocráticos de control terapéutico-punitivo (Szazs, 1989; Wacquant, 2002) y, en general, de la estructura de poder que sigue siendo determinante en el campo científico de drogas.

Se entiende que una revolución científica en este campo estará condicionada por un cambio de similares características en la política mundial de drogas, y ello exige una revisión exhaustiva de políticas descriminalizadoras que han acontecido en el mundo durante las últimas décadas (Muñoz, 2018). El horizonte de las transformaciones en este campo, por tanto, claman una apertura hacia las políticas de reducción de daños y la gestión de los riesgos, cuyos principios son orientados a la salud y la descriminalización, al apoyo en vez del castigo, y al respeto de los derechos fundamentales del ser humano por sobre su segregación y discriminación, entre otros, siendo una nueva orientación para la lectura de los fenómenos relacionados con las drogas y del mismo modo en su abordaje (Jiao, 2019; Marlatt, 1996; Muñoz, 2018; Oda, 2015; Tatarsky & Marlatt, 2010). En dicho sentido, podrá existir prohibición para las drogas, pero no debe existir la prohibición para pensar una nueva forma de comprender este fenómeno.

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Superar el determinismo farmacológico (Reinarman & Levine, 1997; Muñoz, 2012) va a requerir de acciones conjuntas capaces de impactar tanto al campo científico como a la política de drogas que lo hegemoniza. Para ello resultará insustituible el rol de las universidades como espacios públicos y de autorreflexión de la sociedad, pues desde su campo es posible avanzar en un fortalecimiento de la autonomía del campo científico de las drogas abriendo espacios de debate y proyectos de investigación para las ciencias humanas y sociales sobre las drogas. Con ello se plantea la necesidad de modificaciones y reformulaciones que no solo impacten las maneras de pensar y actuar en el campo científico de las drogas, sino también que orienten la transformación del sentido común y la cosmovisión que tenemos sobre ellas.

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RESUMEN

Objetivo. Visibilizar las tensiones normativas que existen entre el derecho internacional de los derechos humanos y los tratados internacionales sobre control de drogas. Metodología. La fundación ICEERS creó el Ayahuasca Defense Fund (“ADF”), un programa que se encarga de la defensa legal de personas que enfrentan procesos penales por el uso de etnobotánicos. Para el presente análisis, se han tomado en consideración las sentencias y resoluciones judiciales más trascedentes que hemos recopilado desde el año 2009. Resultados. Hasta el momento, tres grandes conjuntos de resoluciones son detectables; en primer lugar, la “interpretación restrictiva”; el segundo, la “interpretación conciliatoria” y, por último, la “interpretación biocultural”. Conclusiones. Ante las lagunas legales en las que se encuentran algunas de las plantas psicoactivas, algunos operadores jurídicos comienzan a integrar una fuerte perspectiva de derechos humanos, conciliando así la tensión normativa que existe entre el derecho internacional sobre el control de drogas y el derecho doméstico.

Palabras clave: plantas psicoactivas, políticas de drogas, hoja de coca.

* Magíster en Derechos Humanos y Acción Humanitaria del L’Institut d’études politiques de Paris (Sciences Po). Coordinadora del Ayahuacsa Defense Fund, Programa de la Funcación ICEERS. Barcelona, España. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0001-8477-0966. Google Scholar

Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 62-80 ISSN: 0122-8455 (Impreso) ISSN: 2590-7840 (En línea) Plantas psicoactivas, fronteras e (i)legalidad

PSYCHOACTIVE PLANTS, BORDERS AND (I)LEGALITY

ABSTRACT

Objective: This work aims to raise awareness on the normative tensions that exist between International Human Rights Law and the international drug control treaties. Methodology: The ICEERS Foundation created the Ayahuasca Defense Fund (ADF), a program that deals with the legal defense of people facing criminal proceedings for the use of ethnobotanicals. For the present analysis, the most important sentences and judicial decisions compiled since 2009 have been selected. Results: So far, three large sets of judicial decisions have been observed: first, the “restrictive interpretations”; second, “conciliatory interpretations”; and third, “biocultural interpretations”. Conclusion: Given the legal loopholes in which some of the psychoactive plants are, some legal operators have started to integrate a strong human rights perspective, thus reconciling the normative tension that exists between the international drug control framework and the domestic law.

Keywords: psychoactive plants, drug policies, human rights, coca leaf.

INTRODUCCIÓN

Plantas ancestrales e incertidumbre legal

Los sistemas jurídicos son frecuentemente asumidos como una construcción intelectual de carácter abstracto que a menudo colocan las realidades culturales y sociales al margen de sus propias carencias. Estas estructuras legales, a menudo tan lejanas del verdadero espíritu del pueblo o Volkgesit, emancipadas del pensamiento antropológico evolucionista y de sus propias cosmovisiones, naufragan constantemente entre lo que es legal y lo que es justo, aun cuando el orden jurídico debiese, idealmente, responder a las particularidades étnicas y culturales de cada entidad, la correlación sociedad-derecho no es del todo lineal. Esto conlleva a que, en el cosmos de las leyes y las políticas de drogas existan soluciones contradictorias y diversas interpretaciones legales que tienden a encerrar la riqueza milenaria, cultural,

63 Natalia Rebollo-Corral terapéutica, espiritual y religiosa que soporta el uso de plantas ancestrales que tienen efectos psicoactivos. Las particularidades etno-culturales son constantemente aisladas como producto de las estructuras jurídicas que, a su vez, provienen de arraigadas tradiciones paternalistas, judeo-cristianas y que, desde su constitución, no conciben armonizar la propia multiculturalidad dentro de los sistemas jurídicos domésticos (Baldi, 2017). En los ejercicios cotidianos de la hermenéutica e implementación normativa, el derecho positivo se ha colocado históricamente en una posición hegemónica dentro de las estructuras sociales cuya narrativa antropocentrista ha impedido armonizar los textos legales con los propios saberes ancestrales y aquellas normas que se observan bajo el prisma de la antropología jurídica.

Ante la carente proyección de las realidades bio-psico-socio-culturales dentro de la legislación en materia de control de drogas, han surgido problemas de interpretación que no consiguen encontrar soluciones justas a los desafíos que, más que legales, derivan del núcleo epistemológico. En gran parte, lo anterior resulta atribuible a las construcciones discursivas, a las narrativas que recaen sobre la conceptualización de lo que se entiende como “drogas”, y la sistematizada necesidad de nominalizar. De ahí que múltiples narrativas proliferen y prosperen independientemente de la mera nominalización que les dio origen, pues la excesiva necesidad de la conceptualización es suficiente para que la creación de sistemas discursivos permee los jurídicos.

Las prácticas constitutivas de discursos y conceptos han sido particularmente relevantes en la esfera del control de drogas, pues como establece Hacking (2002), normalmente lo categorizado y la propia categoría tienen la capacidad de ajustarse, alimentarse y adaptarse recíprocamente. En virtud de lo anterior, las diversas estructuras desde donde se manifiesta el poder han sido capaces de construir y constituir el lenguaje que rodea no solo la narrativa sobre las políticas de drogas sino el propio entendimiento de las prácticas culturales y espirituales de las plantas psicoactivas y su orden en el universo normativo.

En los últimos años se ha evidenciado de maneras múltiples la parcialidad, arbitrariedad y subjetividad con la que se determinó el estado legal de algunas plantas psicoactivas en los tratados internacionales sobre el control de drogas. A pesar de la falta de evidencia científica, las únicas tres plantas que quedaron prohibidas bajo el régimen de control de drogas de las Naciones Unidas son el arbusto de coca,

64 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 62-80 Plantas psicoactivas, fronteras e (i)legalidad de adormidera (opio), y el cannabis (salvo su tallo, las hojas no unidas a éste y sus semillas).

La inclusión de estas plantas en los sistemas de listas que las fiscalizan implica que continúen siguiendo la suerte jurídica y lingüística de las categorías denominadas “estupefacientes”, equiparadas discursivamente a la cocaína o a la heroína. Aun cuando estas plantas no fueron categorizadas como “ilegales” per sé, su producción, cultivo y comercio fueron sujetas a un control tan estricto que constriñe a ciertos Estados a abolir los usos que no sean rigurosamente médicos o científicos, e imponiendo obligaciones de erradicar, incluso, los usos tradicionales y culturales de estas plantas. La categorización de estos conceptos normativos, y contrario a la naturaleza de ultima ratio (o intervención mínima) que teoréticamente distingue al Derecho Penal de otras ramas del derecho, la Convención Única de 1961 introdujo fuertes cargas punitivas sobre los sistemas de justicia. Una vez aprobados y ratificados estos tratados, surgieron tensiones normativas con aquellas que simultáneamente fomentaban, por ejemplo, los derechos culturales o la libertad de pensamiento, consciencia y religión en otros foros internacionales.

Un claro ejemplo de estas tensiones se presenta en el caso de la hoja de coca que, derivado del “Informe de la Comisión de Estudio de las Hojas de Coca”, que se concentró en los contextos peruanos y bolivianos y que fue realizado en mayo de 1950, se procedió a incluir esta hoja a las listas y a los controles más estrictos que prevén los tratados internacionales en materia de drogas.

Si bien este informe reconoció que la hoja contiene altos índices de potasio, calcio, sodio, magnesio, hierro y fosforo, también encontró que, debido a que la saliva sirve como agente extractivo de la cocaína que contiene su masticación intensiva, conlleva a la “intoxicación crónica”. Más allá del estudio médico, farmacológico y antropológico del uso de la hoja dentro de la cultura Andina, este informe que motivó y fundamentó la fiscalización legal y social, se basó también en que “la degeneración racial india” es causada por la masticación de la hoja de coca (ECOSOC, 1950, p.33). No solo eso, sino que para efectos de acreditar la inaceptable argumentación discriminatoria que hoy no pasaría los estándares mínimos en materia de derechos humanos, los redactores tomaron enfermedades como el cretinismo como prueba de que la degeneración racial era, según ellos, atribuible a la masticación.

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Bajo estos criterios, el estudio también determinó que el uso de la hoja explicaba la “postración mental” y la “inferioridad social” de quienes la usaban, pues según el texto, su uso trae “mugre”, “malos olores” e incita al “vagabundismo”.

Paralelo a la inclusión de la hoja de coca en la Convención Única de 1961, se destacaron como elementos teleológicos tanto de este instrumento como del Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas de 1971, la salud física y moral de la humanidad. Sin embargo, aunque de los trabajos preparatorios (travaux préparatoires) del Convenio de 1971 se evidencian los esfuerzos diplomáticos de exceptuar de las listas aquellas sustancias de naturaleza vegetal cuyos alcaloides pudieran ser extraíbles, su clasificación como “psicotrópicos” permaneció vigente, posiblemente, hasta el texto que permanece en vigor.

Aunque algunas plantas psicoactivas habían salido exentas de toda fiscalización o prohibición nominal, los principios activos que de éstas derivan fueron ilusoriamente incluidos en la Lista I del Convenio de 1971. Con la intención de aclarar esta ambigüedad, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE, 2012), el órgano cuasi judicial encargado de velar por el debido cumplimiento e implementación del corpus iuris en materia de drogas, estableció en el año 2010 y lo reiteró en el año 2012 que además del cannabis, la adormidera y el arbusto de coca, ninguna otra planta se encuentra sometida a control internacional. Además, en el ejercicio de sus facultades como órgano creado por estos convenios, la JIFE (2010) enfatizó que no solo las sustancias vegetales están exentas del objeto de fiscalización sino que “los preparados o precursores que contienen sus ingredientes activos tampoco lo están” (p. 52). Sin embargo, en su informe del año 2016, la Junta también advirtió a los Estados acerca del uso (“aparición”) de sustancias psicoactivas de origen vegetal que en el pasado habían sido utilizadas con fines espirituales y religiosos como la salvia divinirum, originaria de México, el khat, e incluso, el cacao sabanero que contiene el alcaloide escopolamina (JIFE, 2016).

La ilusoria o aparente inclusión de aquellos alcaloides y principios activos contenidos de mantera natural en sustancias vegetales como lo son la N, N-dimetiltriptamina de la ayahuasca, la mescalina presente en el peyote y en el San Pedro, la psilocibina y la psilocina que contienen los hongos psilocibios, el THC en el cannabis, la catinona del Khat y la escasa cocaína contenida en las hojas de coca, han incitado a interpretaciones y dilucidaciones jurídicas que transparentan la complejidad resultante de los intentos, repetidamente frustrados, de ponderar entre las obligaciones internacionales que

66 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 62-80 Plantas psicoactivas, fronteras e (i)legalidad derivan cuerpos de las normas en materia de control de drogas y aquellas que emanan de los instrumentos sobre derechos humanos y del derecho constitucional doméstico.

Conscientes de los efectos colaterales producto de esta incertidumbre jurídica, el International Center for Ethnobotanical Education, Research and Service (ICEERS), fundó el Ayahuasca Defense Fund (ADF) en el año 2016, un programa sui generis cuyo mandato es brindar apoyo legal y técnico a aquellas personas que se encuentran en conflicto con la ley por el uso de la ayahuasca y otros etnobotánicos. Previo a su formal consolidación, el ADF ha operado, de facto, desde el año 2009 como una plataforma para la defensa legal y acompañamiento de las personas que se enfrentan a procesos penales o administrativos por el uso de plantas ancestrales. A lo largo de estos diez años, desde el ADF hemos sabido de alrededor de 130 incidentes legales en más de 27 países, entre los que por su resultado destacan España, Chile, Rusia, Francia, Estados Unidos e Israel. Las especies botánicas principalmente involucradas hasta el momento son la ayahuasca, la hoja de coca, el San Pedro, los hongos psilocibios, la iboga y el peyote.

En el contexto actual, cuya atmósfera incluye la “demanda internacional” o “globalización” de las plantas psicoactivas ancestrales, lo único rutinario del estado legal que las rodea, es la complejidad y contradicción hermenéutica que arrojan las y los operadores jurídicos cuyas jurisdicciones conocen casos de esta naturaleza. Con la intención de ilustrar las tensiones normativas e interpretativas existentes entre el propio Derecho Internacional y su implementación en el derecho interno, se han construido tres conjuntos de resoluciones y comportamientos judiciales que versan sobre el uso de plantas psicoactivas en diferentes países. En el primer apartado, se visibilizarán algunas de las propensiones legales y algunos de los epicentros en donde se han concentrado un mayor número de incidentes que nos han sido reportados en un periodo comprendido entre 2017-2018. En la segunda sección, con base en algunas sentencias tanto absolutorias como condenatorias que hemos logrado desde el Ayahuasca Defense Fund en colaboración con abogados y abogadas nacionales, se examinarán las contradicciones hermenéuticas, ontológicas y lingüísticas existentes en la interpretación, armonización e implementación entre los tratados sobre control de drogas y el derecho doméstico.

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Tendencias Legales

Tan solo en el periodo comprendido entre el 2017 y el 2018, se tuvo conocimiento de 24 incidentes legales en diferentes puntos geográficos. Gracias al número total de casos que nos fueron reportados al ADF, es que pudimos trazar ciertas tendencias sobre el uso de etnobotánicos y detectar aquellos puntos geográficos en donde se concentra un mayor número de incidentes. En primer lugar, es preciso destacar que uno de los sitios que se ha detectado como “epicentro” debido al número de casos legales reportados responde a Estados Unidos (a pesar de no ser el único), pues tan solo durante el primer semestre del año 2018 se reportaron cuatro incidentes de naturaleza penal referentes al uso o importación de ayahuasca.

Dos de estos casos se dieron debido a la importación en territorio estadounidense, uno de ellos en el cruce de fronteras y otro más en el aeropuerto. Los incidentes más sonados ocurrieron como fruto de las detenciones de personas que recibieron paquetes conteniendo ayahuasca y que eran provenientes de Perú. Mientras que, en los Estados Unidos, el uso religioso de la ayahuasca está permitido solo para las iglesias sincréticas –concretamente la União do Vegetal y el Santo Daime– que han logrado obtener por la vía judicial exenciones a la Ley de Sustancias Controladas y autorizaciones explícitas emitidas por la DEA; por lo tanto, cualquier otro uso fuera de estos escenarios han resultado en complejos procesos legales, incluídos los penales.

No obstante, al uso religioso permisible, las autoridades de naturaleza administrativa o judicial tienden a reducir la complejidad farmacológica, cultural y espiritual de la ayahuasca a su mera molécula fiscalizada, la DMT. Aunque de todos los incidentes legales reportados en los Estados Unidos ninguno resultó en sentencia condenatoria que alcanzara pena privativa de libertad, en algunos casos las personas involucradas estuvieron en arraigo domiciliario por largos periodos de tiempo y otras tuvieron que declararse culpables por los beneficios legales ofrecidos. En otros casos más controversiales la pena fue reducida a un delito menor, mientras que otras personas se encontraron obligadas a pagar multas excesivas, prestar servicio comunitario y otras incluso no pueden volver a los Estados Unidos.

Paralelo a lo anterior, durante el ciclo 2017-2018, nos fueron reportadas cuatro detenciones en Rusia; tres de ellas por la importación de ayahuasca y otra más por

68 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 62-80 Plantas psicoactivas, fronteras e (i)legalidad la importación adicional de San Pedro y hoja de coca. En un escenario jurídico por demás complejo, la legislación rusa no da cabida a dilucidaciones que encuentren una solución interpretativa a la diferenciación material entre los componentes activos contenidos en las plantas psicoactivas y su fiscalización en las leyes penales e internacionales. Aunado a lo anterior, son las propias estructuras normativas que impiden algún tipo de consideración sensible acerca del uso ancestral, cultural o espiritual de estas plantas o, incluso, cualquier otra invocación de instrumentos en materia de Derechos Humanos.

Lo anterior resulta complejo a todas luces pues, en primer lugar, tal y como ocurre en otras jurisdicciones, la ayahuasca es constantemente reducida a su mera molécula de DMT, el San Pedro a su mescalina pura y, para efectos de calcular el mínimo de cocaína presente en las hojas de coca, solo su peso neto es estimado por las autoridades, sin consideración alguna de su naturaleza vegetal. Otra cuestión que resulta crucial para el respeto y garantía del debido proceso para los casos que incluyen plantas ancestrales con propiedades psicoactivas, es la ausencia de los métodos adecuados y conocimientos básicos sobre estas plantas que se reflejan en los informes toxicológicos ordenados por las autoridades.

En segundo lugar, y contrario a lo que ocurre con algunas jurisdicciones cuya antropología jurídica ha permitido abrir el espectro del uso de sustancias fiscalizadas al amparo del derecho de religión y los derechos culturales, Rusia ha otorgado históricamente una protección especial y privilegiada a su Iglesia Ortodoxa, empero, de la laicidad reconocida en su texto constitucional. Al respecto, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha sentenciado en diversas ocasiones al gobierno ruso por violaciones a los derechos de libertad religiosa por la disolución de iglesias que previamente habían sido constituidas legítimamente o bien por negarles la posibilidad de hacerlo. Así ocurrió en los casos de Jehovah’s Witnesses of Moscow and Others v. Russia, Moscow Branch of the Salvation Army v. Russia, Church of of Moscow v. Russia.

Disputa Interpretativa

En el pasado, el ADF ha recibido un número predominantemente mayor de casos que versan sobre ayahuasca, seguido por un número menor de casos sobre hoja de coca, hongos psilocibios y San Pedro. Sin embargo, en años recientes el número

69 Natalia Rebollo-Corral de personas enfrentando procesos de naturaleza penal o administrativa por el uso de plantas psicoactivas se ha diversificado y ampliado hasta incluir otras plantas. Es imprescindible destacar que la gran mayoría de los incidentes legales reportados, y que efectivamente escalaron hasta convertirse en procesos penales, terminaron en sentencias absolutorias o bien condenatorias sin penas privativas de libertad. Es por esta razón que es inviable especular que, si bien las penas aplicadas a las causas que involucran el uso de etnobotánicos han resultado en penas de alguna manera “menos rígidas”, exista cierta legalidad o influencia positiva en las soluciones legales que resulten favorables sobre las plantas psicoactivas en aquellas jurisdicciones ajenas a su lugar de origen.

Esto en virtud de que la línea jurisprudencial sobre el uso de plantas psicoactivas no ha sido del todo lineal, pues las discrepancias y contradicciones acerca del estado concreto de las plantas psicoactivas no logra emanciparse con certeza de la ambigüedad legal. Este cúmulo de tensiones si bien incumbe teoréticamente solo a los cuerpos normativos en colisión, la propia trayectoria del ADF y las sentencias que éste ha conocido, indican que las discusiones legales rebasan la mera interpretación de los principios imprescindibles en donde, por ejemplo, no hay pena sin ley en tanto no pueda sancionarse una conducta si ésta no califica objetivamente como delito. En consecuencia, las y los operadores jurídicos al enfrentarse a un caso que involucra plantas ancestrales, tienden a encontrar soluciones diversas y frecuentemente, en sentido opuesto al interpretado en la misma jurisdicción, incluso en cuerpos judiciales de menor o mayor rango.

En aras de dilucidar estas disputas argumentativas, se han agrupado tres grandes tendencias interpretativas que desde el ADF hemos recopilado en diferentes países a lo largo de estos ultimos diez años. Para efectos de este ejercicio legal, se han tomado en consideración aquellas que representan o ilustran de mejor manera esta problemática y visibilizan la diversidad hermenéutica. El primero de los grupos, la “Interpretación restrictiva” responde a la más punitiva. Es decir, la menos favorable a la persona y aquella que favorece la aplicación de los tratados internacionales en materia de control de drogas sin ninguna consideración a las normas en materia de derechos humanos. El segundo, la “Interpretación conciliatoria” recae sobre aquellas decisiones judiciales que, sin jerarquizar el sistema de normas de orden nacional o internacional, logran ponderar entre el sistema punitivo internacional, pero a la luz de la aplicación del derecho nacional. Finalmente, el grupo de la

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“Interpretación biocultural” en donde los órganos judiciales han ido más allá de la literalidad normativa mediante métodos de interpretación teleológica, y se ha logrado demostrar con sólidos argumentos jurídicos que los componentes activos contenidos de forma natural en sustancias de origen vegetal no se encuentran fiscalizados bajo el sistema internacional de las Naciones Unidas.

Interpretación restrictiva

Tal y como ha ocurrido en algunos países como Estados Unidos, Francia, Rusia e Israel, las autoridades administrativas y judiciales que han conocido sobre casos que conciernen a las plantas ancestrales, han optado por aislar de su contexto el uso cultural, ancestral, terapéutico, religioso y espiritual que las distingue. Sobre ello, uno de los casos más simbólicos sobre las políticas punitivas es Francia, no solo por sus estrictos apegos a la “laïcité” que ya han sido visibilizados en controvertidas resoluciones judiciales en materia de libertad de religión y creencia por la expresa prohibición al velo integral en los espacios públicos (i.e. burka e hijab). Ejemplo de lo anterior es el caso de S.A.S vs France (2014) que conoció el Tribunal Europeo de Derechos Humanos como producto de la aprobación de la controversial Loi interdisant la dissimulation du visage dans l´espace public que, con base en la laicidad, los derechos de la mujer y la seguridad pública, se prohibió el uso del velo integral en lugares públicos.

En respuesta, diferentes actores se manifestaron en contra de esta resolución que, como concluye Baldi (2017), resulta contraria a la libertad religiosa, de expresión y a la autonomía personal de las mujeres musulmanas que utilizan el velo integral y que, a luz de esta ley, han sido acreedoras de multas de hasta 150 euros.

De manera sui generis, el Director General de Salud en Francia ordenó en el año 2005 la inclusión de tanto la Psychotria viridis como la Banisteriopsis caapi (las lianas de donde proviene la decocción de la ayahuasca) en las listas que contienen aquellas sustancias explícitamente catalogadas como estupefacientes (JORF, 2005). Aunque esta visión reduccionista no es exclusiva de Francia, diferentes autoridades judiciales en primera instancia tienden a aislar a las plantas ancestrales y a reducirlas a sus moléculas sin evidencia científica alguna y sin el conocimiento técnico requerido para poder determinar con exactitud la cantidad del principio activo que contienen de manera natural.

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Además, las autoridades tienden a asumir, sin ningún ejercicio jurídico previo, que efectivamente estas especies vegetales se encuentran fiscalizadas a nivel internacional. En procesos diversos en los que hemos tenido conocimiento, un hecho común es la ausencia de métodos idóneos y de tecnología especializada que permita obtener con precisión la cantidad de los principios activos contenidos en la planta. Lo anterior supone, desde luego, una serie de violaciones al debido proceso que evidencian la falta de conocimientos técnicos y científicos en la materia por parte de las autoridades que conocen de estas causas.

Otra cuestión que resulta trascendental para la aplicación judicial de las normas en materia de drogas, es que normalmente las y los operadores jurídicos utilizan como base científica solo la evidencia biomédica que resulta extremadamente limitada para hacer frente a las complejidades milenarias de las sustancias psicoactivas ancestrales. Excluir de estos casos la evidencia antropológica, los saberes ancestrales, la tradición oral y la evidencia derivada de las ciencias autóctonas- que son incluso más antiguas que la propia biomedicina- impide adoptar decisiones judiciales basadas en la evidencia científica multidisciplinar.

Al respecto, tal y como se desprende del velo de la ignorancia de Rawls (1971) y su teoría de la justicia, en los casos sobre lo que se ha constituido conceptualmente como “droga”, sería más oportuno que nunca que las personas detrás de las cortes pudieran emanciparse de sus posiciones privilegiadas, cuya formación personal y profesional responde a menudo a las tradiciones jurídicas paternalistas y antropocéntricas. De esta forma, si se juzgara con un velo que permitiera mirar a la persona que afronta un proceso judicial desde una posición no-hegemónica, sin prejuicios y sin los condicionamientos discriminatorios fuertemente arraigados a la construcción discursiva que conlleva la “lucha contra las drogas”, quizás las sentencias serían no solo absolutorias, sino que las sustancias psicoactivas saldrían de sus lagunas legales y dejarían de ser consideradas dañinas para la salud.

La realidad apunta a que estos casos suelen juzgarse con total desconocimiento científico, técnico, cultural, religioso y espiritual. Recientemente, el ADF colaboró en la elaboración de peritajes y testimonios ante un tribunal que conoció un caso penal en donde se juzgaba a un hombre que viajó desde Bolivia a Barcelona con 4,645 gramos de hoja de coca, con una riqueza de cocaína base de 0,4%. En la audiencia, al preguntarle al acusado cuál era la cantidad utilizada normalmente

72 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 62-80 Plantas psicoactivas, fronteras e (i)legalidad para la masticación o infusión de la hoja, el acusado respondió “un puñito” por cada bolo. Sin embargo, desde sus sillas de privilegio, los magistrados declararon que ante la imposibilidad del acusado de no poder concretar la cantidad exacta que utilizaba por cada bolo, era “un hecho público y notorio” que para cada puñado se utilizaban entre 2 y 3 gramos. Ni siquiera el informe de 1950 en el que se basó la inclusión de la hoja de coca en los estrictos controles consideró una dosis tan baja, pues se estimó que el promedio de una persona que consume habitualmente varía entre 50 y 100 gramos diarios.

Curioso resulta que, contrario a lo que los magistrados estimaron como “un hecho público y notorio”, desde 1950 se reconoció que recurrir a los métodos convencionales de medición sobre la dosis de la hoja de coca, como lo es la estadística, no resultaba del todo preciso y que era necesario atender “las observaciones personales” (ECOSOC, 1950, p.24). Sin embargo, los magistrados estimaron que, como producto de un mero cálculo aritmético, la cantidad que traía el acusado era predominantemente mayor y que esto hacía evidente que estaría destinada al tráfico.

Así pues, ante el riesgo (no consumado) de la difusión de la hoja a terceros, los magistrados estimaron que peligraba la salud colectiva y, en consecuencia, fue sentenciado a 6 meses de prisión (Metaal, Sánchez y Rebollo, 2019). Quizás, de haberse juzgado a través del procedimiento del velo de Rawls, se habría estimado como prueba fehaciente que, tal y como ocurre de manera ancestral, “un puñado” es la cantidad utilizada para la masticación y que no hace falta determinar su gramaje con tal exactitud como ocurre con las dosis convencionales que utiliza la biomedicina. Tal vez si se hubiese dictado la sentencia a través del velo de la ignorancia, se habría revertido la situación de desventaja que ha acompañado a las comunidades amazónicas o andinas que emigran y que tradicionalmente usan la hoja de coca pero que, para poder comulgar con su propia cultura, se ven obligadas a cometer un delito. Lo paradójico es que mientras que la legislación en materia de drogas penaliza el uso de algunas de estas plantas, su uso tradicional se encuentra simultáneamente protegido por diversos instrumentos en el Derecho Internacional de los derechos humanos, como ocurre en el artículo 24 de la Declaración de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas. Por lo anterior, sobre el uso cultural o tradicional de las plantas ancestrales, la sanción penal de su uso conlleva, a menudo, la simultanea violación de otros derechos constitucionales.

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El comportamiento reduccionista por parte de las autoridades es producto, naturalmente, del predominante sistema semiótico que les impide contextualizar la propia norma en cuestión, y el escenario socio cultural de la persona que entra en conflicto con la ley. Frecuentemente, el juzgador o juzgadora se encuentra condicionada, a priori, por las agencias que realizan las averiguaciones previas y que de manera cuasi-automática y sin evidencia científica alguna, califican ciertas sustancias de origen vegetal como psicotrópicos alucinógenos que causan daño grave a la salud.

Así pues, las complejidades discursivas se activan cuando una vez calificado como “alucinógenos», “estupefacientes”, “drogas tóxicas”, “narcóticos” o “psicodélicos”, la causa penal responderá a la construcción conceptual de algo que no termina de agradarle a la ley, ni a las autoridades encargadas de su aplicación. Aunado a eso, y debido a que no existe quizás el momento procesal oportuno ni los medios idóneos para desmentir que efectivamente sea una sustancia nociva para la salud, se reitera la fundamentación generalizada y paradójica de que “causa un daño grave a la salud porque está prohibida” y no, a contrario sensu, “está prohibida porque es dañina para la salud”.

Interpretación conciliatoria

En ocasiones, las y los operadores jurídicos han apostado por favorecer una interpretación que logre serenar las tensiones entre dos sistemas normativos; por un lado el espíritu penalizador que imponen las obligaciones internacionales que derivan de los instrumentos en materia de drogas, y por el otro –si bien no lo suficientemente indulgente como para considerar que los tratados en materia de derechos humanos se encuentran jerárquicamente por encima de ellos– buscan armonizar aquellas colisiones que ocurren entre los instrumentos internacionales y su implementación en el orden doméstico.

Siguiendo transversalmente los diferentes escenarios legales de la hoja de coca o de la ayahuasca, hay quienes han decidido invocar aquellas disposiciones del derecho interno que pudieran conciliar entre el carácter punitivo de la norma internacional y el sistema penal doméstico. Un argumento que ha resultado viable para atenuar la eventual configuración de ciertos delitos como el tráfico de estupefacientes o delitos en contra de la salud, es que no se ha fijado la dosis mínima psicoactiva para muchos de los componentes activos de las plantas en cuestión (Audiencia Provincial de

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Barcelona, 2016). Lo anterior resulta necesario para que pueda existir un menoscabo en el derecho a la salud, pues de otra manera no puede desprenderse que exista efectivamente una lesión al bien jurídico protegido.

Además, en ciertos casos sobre el uso tradicional de la hoja de coca, en masticación o infusión, se ha concluido que independientemente de su prohibición, no puede estimarse que efectivamente cause un grave daño a la salud y que hace parte del núcleo esencial de los derechos culturales de las personas provenientes de la región Andina (Audiencia Provincial de Barcelona, 2018). Más allá de su uso tradicional, ante la ausencia de pruebas que indiquen que prexisten métodos sofisticados destinados a aislar su principio activo –y aún en el caso de haberlos– este no alcanzaría a ser una cantidad suficientemente elevada como para que se constituyera un perjuicio a la salud. Es decir, al no concurrir todos los elementos del delito contra la salud, las y los jueces han logrado armonizar, sin recurrir a la jerarquización normativa, entre las normas de Derecho Internacional que prohíben ciertas sustancias y el derecho nacional que a menudo resulta más permisivo en materia de control de drogas.

Respecto a otras sustancias ajenas a la hoja de coca, la complejidad de calcular la correcta concentración de los principios activos presentes en las plantas psicoactivas, y la carente intención de querer aislar o transformar sus componentes, impide que exista un riesgo objeto de delito. Curiosamente, en vista de las lagunas insalvables sobre la imposibilidad de realizar todos los cálculos cuantitativos, ciertas juzgadoras han privilegiado así la aplicación del derecho interno evadiendo, de esta manera, la cuestión de tener que pronunciarse acerca de la legalidad –o no– de ciertos componentes vegetales en el sistema internacional de control de drogas.

Dentro de las interpretaciones “conciliatorias” entran países como Canadá, Estados Unidos y México en donde, por regla general, el uso de las plantas psicoactivas se encuentra prohibido a la luz del sistema internacional y, comúnmente, también por el sistema nacional. Sin embargo, estos países también han encontrado soluciones legales que intentan responder a sus particularidades socio culturales. Es decir, se encuentran prohibidas por regla general, pero se encuentran permitidas excepcionalmente. Por ejemplo, en los EE. UU. y Canadá el uso de peyote está permitido para ciertos miembros de la Iglesia Nativa Americana. De igual manera, la ayahuasca se encuentra permitida excepcionalmente para aquellas iglesias que, además de haber sido reconocidas, hayan obtenido alguna exención de uso

75 Natalia Rebollo-Corral religioso a las leyes prohibitivas ya sea vía administrativa o vía judicial. El caso de México resulta interesante pues al firmar y ratificar el Convenio sobre Substancias Psicotrópicas de 1971, formuló una reserva expresa en consideración de los grupos étnicos indígenas que en “rituales mágico-religiosos” usan tradicionalmente plantas que crecen de manera silvestre en el país, y que se encuentran incluidas en las listas de fiscalización de dicho instrumento. En estricto sentido, aquellas comunidades indígenas tienen permitido el uso de aquellas plantas que crecen de manera silvestre. Sin embargo, esto no ha logrado ni respetar ni garantizar su uso, pues en la práctica existen múltiples obstáculos que les permitan tener, efectivamente, el acceso sostenible y seguro a sus plantas ancestrales.

Interpretación “Biocultural”

Quizá la propia calificación de esta interpretación como “biocultural” resulte ambiciosa para efectos de este análisis, pues la intención no es restarle riqueza a la construcción conceptual y jurisprudencial que se ha desarrollado en el sistema constitucional colombiano. Sin embargo, en vista de los denominados derechos bioculturales resulta interesante y necesario mencionar que esta reconstrucción de derechos va encaminada a reivindicar la especial relación existente entre la naturaleza y la especie humana, apartándose de la visión antropocentrista y emigrando a la visión biocéntrica. Tal y como lo ha establecido la Corte Constitucional Colombiana (Corte Constitucional de Colombia, Sala Sexta de Revisión, T-622-16, 2016), este enfoque busca reiterar que “es la humanidad quien le pertenece a la tierra” y no la tierra quien le pertenece a la humanidad.

Aun cuando –por el momento– estas nociones son exclusivas de escasos precedentes en la región Interamericana, estos pasos evolutivos han comenzado por reconocer que este nuevo ángulo es necesario para la (re) interpretación jurídica de los derechos medio ambientales y sus derechos conexos. Sin embargo, estos razonamientos resultan particularmente relevantes respecto a las construcciones conceptuales o lingüísticas, pues la arraigada perspectiva antropocentrista latente en nuestros sistemas legales, que derivan de ideologías de homo mensura, comienzan a transitar hacia la constitución de preceptos meta-legales inclusivos de perspectivas que fomentan los criterios “eco-centristas”. La renuncia a esta noción implica interpretar el Estado Constitucional desde un sitio en donde comienza a (re)integrarse a la humanidad desde un plano de igualdad con el ecosistema y no a través de una estructura ulterior que se encuentra jerárquicamente por encima de la naturaleza.

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Así ocurrió el pasado julio de 2018, cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su resolución 53/2018 emitió medidas cautelares No. 395-18 a favor de las autoridades y miembros de los Resguardos Gonzaya y Po Piyuya del Pueblo Indígena Siona, Colombia. La solicitud de estas medidas se dio, entre otras razones, debido a las amenazas, hostigamientos, y debido a la extrema gravedad y urgencia que rodea la situación de violencia ejercida por parte de actores armados en territorio Siona. La Comisión Interamericana estimó que, como producto de la violencia, se impedían constantemente las actividades, entre otras, “de gobernanza vinculadas a la realización de ceremonias de toma de yagé y yoco” (CIDH, 2018, p. 2). Esta “interpretación biocultural”, por demás interesante, reconoció la propia cosmovisión de los pueblos que comulgan con el yagé como un mecanismo de protección espiritual, cultural y territorial que, consumido de manera colectiva y comunitaria, promueve la transmisión de historias familiares y culturales y “otros conocimientos necesarios para la supervivencia socio cultural” (CIDH, 2018, p. 2).

Resulta al menos fascinante que la Comisión haya comenzado a adoptar la noción de los denominados derechos bioculturales –aunque no expresamente– respetuosa de los derechos e instituciones indígenas. Lo que sí ha sido una constante dentro del propio Sistema Interamericana de Derechos Humanos, es la reiteración sobre la especial relación entre los pueblos y comunidades indígenas con sus tierras tradicionales, entidades espirituales y lazos ceremoniales. Aunque esto idealmente debiese implicar cierta interpretación “biocultural” de los tratados internacionales en materia de derechos humanos, los escasos precedentes regionales no nos permiten aún hablar de cierta tendencia convencional sobre el reconocimiento de este bloque de derechos ubicados como “bioculturales”. Sin embargo, resulta crucial mencionar que la Corte Constitucional Colombiana (Corte Constitucional de Colombia, Sala Sexta de Revisión, T-622-16, 2016) reconoció al río Atrato como una entidad “sujeto de derechos” en aras de proteger el ecosistema y preservar su existencia física, espiritual y cultural. Cuestión que integra la denominada “constitución verde o ecológica” de manera transversal en el derecho constitucional colombiano.

Particular relevancia es la que han cobrado las fuentes de biodiversidad en conexión con el vínculo de interdependencia que tienen con otros derechos humanos. Sería deseable que en esta línea las plantas ancestrales pudieran ser acreedoras a la protección especial que deriva del “interés superior del medio ambiente” en virtud de su conexidad con otros derechos como lo es el derecho a la salud, el derecho a la vida, el derecho a las tierras ancestrales y los derechos culturales.

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Desde la experiencia del ADF, aún no se tiene conocimiento de que algún incidente legal relacionado con las plantas ancestrales haya culminado con alguna interpretación holística que integre esta dimensión de manera transversal en aquellos casos que deberían versar sobre derechos culturales y no sobre tráfico de estupefacientes. Sin embargo, si que existen precedentes progresivos (muchos de ellos no vinculantes) en donde en ciertas sentencias absolutorias han analizado minuciosamente y desentrañado la incertidumbre que rodea el estado legal de las plantas psicoactivas a la luz de una perspectiva que podría dar indicios de que estamos ante interpretación evolutiva. Aunque esto no implica de ninguna manera la inclusión transversal de este enfoque “eco-centrista”, el desarrollo interpretativo de algunas jurisdicciones ha marcado antecedentes potentes acerca de la ponderación entre normas de carácter internacional y nacional, así como de las soluciones hermenéuticas que descansan en las dilucidaciones lingüísticas y conceptuales.

Algunas de las soluciones judiciales que han despejado la incertidumbre sobre la inclusión de la ayahuasca en los convenios internacionales, destaca la interpretación del artículo 1 del Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas (1971), pues en su apartado f) establece que: “Por preparado se entiende: i) toda solucion o mezcla, en cualquier estado fisico, que contenga una o más sustancias sicotropicas, o ii) una o mas sustancias sicotropicas en forma dosificada”. De la lectura strictu sensu de este artículo, podría desprenderse que, ante la duda, los “preparados” podrían o deberían seguir la suerte jurídica del componente psicoactivo que contienen de manera natural y que se encuentran fiscalizados en el cuerpo del tratado. Sin embargo, su lectura a la luz del artículo 3.1 del mismo instrumento, se establece que:

Salvo lo dispuesto en los párrafos siguientes del presente artículo, todo preparado estará sujeto a las mismas medidas de fiscalización que la sustancia psicotrópica que contenga y, si contiene más de una de tales sustancias, a las medidas aplicables a la sustancia que sea objeto de la fiscalización más rigurosa. (Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas, 1971, p.4)

Curiosamente, de esta lectura podría concluirse que la ayahuasca bajo la interpretación compuesta de los artículos 1 y 3 del Convenio de 1971 se encuentra fiscalizada a todas luces. Sin embargo, algunos operadores jurídicos en el ejercicio de sus funciones como últimos interpretadores de las normas, han ido más allá de la propia literalidad de los convenios. En un ejercicio respetable de interpretación, hay juezas y magistrados que han establecido que aunque son los “preparados”

78 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 62-80 Plantas psicoactivas, fronteras e (i)legalidad quienes deben seguir el camino legal de sus componentes activos, la ayahuasca no pueda ser categorizada como tal. Lo anterior, en el caso de la ayahuasca, en razón de que el propio proceso de transformación responde más a una “infusión”, “mezcla” o “decocción” que necesariamente sale exenta de esta regulación.

Derivada de la complejidad legal y lingüística que rodea a la ayahuasca, desde ICEERS impulsamos la realización del dictamen recientemente publicado, “El Estatuto Legal de la Ayahuasca en España” por el reconocido catedrático Dr. Juan Muñoz y Antonio Martín Pardo. Del estudio se concluye que, tal y como se venía advirtiendo en algunas sentencias absolutorias, “no puede afirmarse que la ayahuasca ni sus componentes vegetales tengan la consideración de sustancias fiscalizadas en virtud de los Tratados Internacionales de drogas ni bajo la legislación española” (Muñoz y Pardo, 2019, p.121).

Más allá de que las plantas psicoactivas hayan logrado salir invictas de fiscalización, o bien por la noción de “preparado”, o bien porque el derecho constitucional resulta estar jerárquicamente por encima del régimen fiscalizador, es necesario incluir un ejercicio de ponderación entre las normas de derechos humanos y aquellas sobre el control de drogas. Es a la luz del propio ejercicio de interpretación judicial que podría surgir una armonización entre las estrictas obligaciones del corpus iuris en materia de drogas y aquellas sobre derechos humanos. Finalmente, la contradicción normativa entre estos dos sistemas es tal que resulta contradictorio que el objeto, motivo, y fin de las Convenciones de 1961, 1971 y 1988 de las Naciones Unidas sobre control de drogas sea la salud física y moral de la humanidad, pero que su estricto cumplimiento implique la violación simultánea a las obligaciones en materia de derechos humanos.

El constante enfrentamiento de estos dos cuerpos normativos ha traído hasta ahora consecuencias reduccionistas, conciliatorias o en su mejor resolución, consecuencias bioculturales. Lo único definitivo es que las autoridades han encontrado diversas maneras de hacer frente a estas situaciones poco conocidas. La complejidad radica no solo en la colisión jurídica de ambos universos, sino que la carga discursiva, la edificación de los conceptos en la narrativa de las políticas de drogas y los sistemas lingüísticos, podrían estar impactando las formas en las que se manifiestan las soluciones ante la sospechosa (i)legalidad de las plantas ancestrales. Curioso resulta que, el cruce de fronteras con plantas psicoactivas no es ninguna novedad, pues inclusive las velas de las calaberas en las que llegó Cristóbal Colón a las Américas fueron, paradójicamente, fabricadas con fibra a base de cáñamo.

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Referencias

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80 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 62-80 COMERCIALIZACIÓN DE CANNABIS ESTADOUNIDENSE EN MÉXICO: UNA CLASIFICACIÓN DE IMPORTADORES DE CANNABIS EN TIJUANA

Vinasco, J. A. (2019). Comercialización de JAIME ANDRÉS VINASCO-BARCO* cannabis estadounidense en México: una clasificación de importadores de cannabis en Recibido: 21 de noviembre 2018 Tijuana. Revista Cultura y Droga, 24 (28), 81-104. Aprobado: 26 de marzo 2019 DOI: 10.17151/culdr.2019.24.28.5.

RESUMEN

Objetivo. Hacer una clasificación de los sujetos que adquieren el cannabis en los dispensarios legales de la ciudad de San Diego (California, Estados Unidos) para luego importarlo, difundirlo y/o comerciarlo en la ciudad de Tijuana (Baja California, México). Metodología. La estrategia de recolección de datos fue la observación participante y la entrevista semi-estructurada. Se trabajó con 21 sujetos de Tijuana que accedieron a los Medical Marijuana Dispensaries (MMDs) de San Diego durante los años 2014 a 2018. Resultados. Los importadores de cannabis se clasifican en a) Cannabis Importers by camaraderie, b) Cannabis Importers by self-supply, y c) Cannabis Importers by business. Conclusiones. Los sujetos que importan el cannabis de San Diego hacia Tijuana conforman un sistema alternativo de comercio, organización social y resolución de conflictos frente al acceso al cannabis. Este sistema es diferente al narcotráfico, la auto-provisión (autocultivo) y los sistemas que proveen los Estados.

Palabras Clave: cannabis, dispensarios de marihuana medicinal, frontera, Tijuana, México, Estados Unidos.

* Licenciado en Enfermería, Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. Magister en Culturas y Droga, Universidad de Caldas, Manizales, Colombia. Obtuvo un Master II en Ciencias Sociales y Humanas en L’Université de Paris Est Creteil Val de Marne en París, Francia. Doctor en Ciencias Sociales con Especialidad en Estudios Regionales en El Colegio de la Frontera Norte en Tijuana, México. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0001-9076-5207. Google Scholar

Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 81-104 ISSN: 0122-8455 (Impreso) ISSN: 2590-7840 (En línea) Jaime Andrés Vinasco-Barco

COMMERCIALIZATION OF US CANNABIS IN MEXICO: A CLASSIFICATION OF CANNABIS IMPORTERS IN TIJUANA

ABSTRACT

Objective: To make a classification of the people that acquire cannabis in the legal dispensaries of the city of San Diego (California, USA) and then import it, distribute it and/or trade it in the city of Tijuana (Baja California, Mexico). Methodology: The data collection strategy was participant observation and semi-structured interview. This work was carried out with 21 subjects from Tijuana who accessed the Medical Marijuana Dispensaries (MMDs) of San Diego during the years 2014 to 2018. Results: cannabis importers are classified as follows: a) Cannabis Importers for camaraderie, b) Cannabis Importers for self-supply, and c) Cannabis Importers for business. Conclusions: Cannabis importers from San Diego to Tijuana form an alternative system of commerce, a social and conflict resolution organization in relation to access to cannabis. This system is different to drug trafficking, the self-provision (self-cultivation) and the systems provided by the States.

Keywords: cannabis, medical marijuana dispensaries, border, Tijuana, Mexico, United States.

INTRODUCCIÓN

Diferentes estudios a nivel mundial han demostrado que en sociedades en donde se cambia la regulación del cannabis se producen cambios en las dinámicas de consumo, particularmente en la comercialización, estrategias de abastecimiento y maneras de circulación de las sustancias entre los consumidores. En San Diego (California, Estados Unidos) el ajuste normativo de la regulación del cannabis en los últimos años ha causado que en sus habitantes (y en los habitantes de Tijuana que por colindancia y diferentes motivos laborales y personales cruzan la frontera internacional México-Estados Unidos para desempeñar actividades en territorio estadounidense) se dinamice sustancialmente la forma de acceder al cannabis, pasando esencialmente

82 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 81-104 Comercialización de cannabis estadounidense en México... de un acceso a la sustancia por medios no regulados o autorizados, a uno a través de medios legales como los masivamente conocidos dispensarios de cannabis (Medical Marijuana Dispensaries o MMDs por sus siglas en inglés).

A diferencia de Estados Unidos en donde en sentido bottom-up consumidores y activistas han promovido la implementación de leyes Estatales para controlar y ordenar los accesos a la planta –en su forma medicinal y recreativa a través de los MMDs–,1 en México, en sentido top-down, el gobierno Federal ha persistido en eliminarlos o no permitirlos bajo acciones prohibitivas que ni siquiera castigando o reprimiendo han alcanzado el objetivo que se proponen: la reducción, mitigación o tan siquiera control de los accesos al cannabis. No obstante, mucho más llamativo que este contraste de mecanismos y resultados de gestión del cannabis entre estos dos países, resulta el hecho de que en la frontera noroeste de México –a su vez frontera suroeste de Estados Unidos–, habitantes de Tijuana –ciudad mexicana que hace frontera con San Diego, California–, están protagonizando dinámicas transfronterizas y transnacionales de acceso al cannabis, en las que se accede a la sustancia de forma legal y segura en Estados Unidos (a través de los MMDs) pero se importa, se difunde y se comercializa de forma ilegal y ladina en territorio mexicano.

De acuerdo a investigaciones recientes (Vinasco, 2018) se puede afirmar que este fenómeno se está presentando por tres razones. La primera es porque la ciudad de Tijuana está inserta dentro de un espacio transfronterizo que, comprendiendo a San Diego, posee un complejo doble marco de acción frente a los usos del cannabis: la prohibición en Tijuana y la regulación en San Diego; la segunda es porque los ajustes normativos del cannabis en San Diego en los años 2009,2 2012 y 2016 facilitaron como nunca antes que los habitantes de Tijuana pudieran acceder al cannabis estadounidense a través de los MMDs; y la tercera es porque la frontera de Tijuana

1 En EE.UU., hasta el año 2010, al menos 14 Estados habían legalizado el uso medicinal del cannabis (Appel 2012, p. 217). Comenzando el año 2015, cuatro Estados permitían su uso en forma recreativa (Court Reporting, 2014, p. 43; Botelho, 2015). Terminando el año 2016, 28 Estados tenían legalizado el cannabis medicinal y ocho Estados (Washington, Washington D.C., Oregon, Alaska, Colorado, California, Massachusetts, Nevada y Maine) permitían el uso del cannabis en su forma recreativa (McCarthy, 2016). 2 A partir del año 2009, cuando el Fiscal General de Estados Unidos (Eric Holder. Administración Obama) decretó que cada estado de la Unión Americana podría dictar sus propias leyes respecto al cannabis, California desplegó con más ahínco el sistema normativo que desde el año 1996 regulaba la producción, la venta y el consumo del cannabis medicinal. Esto permitió que los habitantes de Tijuana que cruzaban a San Diego pudieran acceder bajo requisitos burocráticos mínimos al sistema californiano del cannabis.

83 Jaime Andrés Vinasco-Barco con San Diego posee unas características socio-históricas particulares (el puerto terrestre más transitado del mundo;3 aproximadamente 30 mil commuters residentes en Tijuana; 4 la frontera terrestre con uno de los controles aduanales fronterizos más duros en sentido sur-norte pero no en sentido norte-sur; incalculables decomisos de droga, armas y dinero en ambos lados de la frontera,5 etc.), las cuales favorecen que los residentes de Tijuana, conociendo las dinámicas de la frontera, importen sin mucha dificultad desde Estados Unidos los provocativos, novedosos y apetecidos productos de cannabis de los MMDs de San Diego.

En ese orden de ideas, el presente artículo busca evidenciar, por un lado, que en los lugares en donde el Estado no puede o no quiere proporcionar los marcos de regulación para el cannabis, como el caso de Tijuana –y de México en general–, es natural que emerjan actores y grupos de actores –en este caso transfronterizos y trasnacionales– que generan estrategias alternativas –por naturaleza informales e ilegales– para acceder al cannabis y en algunos casos lograr compartirlo y, por otro lado, que la desregulación de las estrategias de esos actores así como la no provisión del Estado de una vía de acceso segura, legal y confiable a una sustancia que masivamente es apetecida y consumida, contribuye al funcionamiento ilegal de estos grupos e, indefectiblemente, a que se robustezcan e incluso operen como grupos de Crimen Organizado Transnacional (COT).

3 Según la Organización Internacional para las Migraciones, Tijuana y San Diego conforman, a la vez, el cruce más concurrido de toda la frontera entre Estados Unidos y México, y la frontera terrestre más transitada del mundo (Organización Internacional para las Migraciones OIM, 2014). 4 Por commuters se entiende a la población de trabajadores transfronterizos que residen en alguna ciudad de la frontera norte de México, pero cotidianamente cruzan la línea fronteriza para trabajar en una ciudad estadounidense contigua. Vega (2016) estima que los commuters en Tijuana son aproximadamente 29.303 (el 1.8 por ciento de los casi 1.6 millones de habitantes que tiene la ciudad), y que los individuos que no trabajan en Estados Unidos pero que cotidianamente cruzan la línea fronteriza para estudiar, visitar familiares, ir de turismo o ir de compras, equivalen a una cifra similar o incluso un poco más baja (Vega, 2016, p. 218). 5 Aunque desde que comenzó la prohibición del cannabis a lo largo de la frontera norte de México se han abierto numerosas rutas de tráfico y contrabando de drogas, Tijuana ha continuado siendo una vía tanto de paso de las drogas de producción nacional, como de tránsito desde los sitios de producción en América del Sur (The Economist, 2011). Esto en la actualidad se evidencia porque las mayores incautaciones de drogas como cocaína se siguen realizando en las garitas que de Tijuana llevan a San Diego (Fuentes, 2017, p. 248), y porque, en el Estado de Baja California, se encuentran las mayores tasas de reclusos ligados al narcotráfico y los más altos índices de delitos en contra de la salud (Peña, 2017, p. 285).

84 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 81-104 Comercialización de cannabis estadounidense en México...

PLANTEAMIENTO

Desde el establecimiento de la prohibición del cannabis en México y Estados Unidos (años 1929 y 1937 respectivamente)6 y hasta mediados de los años 70, San Diego y Tijuana con sus respectivos ajustes nacionales, estatales e institucionales, se adscribían y respetaban conjuntamente los mismos protocolos, convenios y tratados internacionales de prohibición del cannabis que tenía la Organización de las Naciones Unidas (ONU).7 Después del año 1976, cuando se aprobó en California el Senate bill 95 que despenalizó la posesión de hasta una onza de cannabis, en San Diego se empezaron a consolidar los procesos de distanciamiento normativo de las leyes prohibicionistas que operaban en Estados Unidos e incluso en el espacio transfronterizo conformado por ambas ciudades. Dos décadas más tarde esto se agudizó con la aprobación del cannabis medicinal en el Estado de California (Proposición 215, Compassionate Use Act de 1996) y, mientras en Tijuana y todo México continuaba imperando la prohibición, en San Diego y su Estado administrador se establecía uno de los primeros sistemas legales de acceso al cannabis.

Después de estos años y, gracias a los consumos recreativos de la planta que nunca cesaron, las pocas garantías que tenían los médicos para recomendar la sustancia y la cuestionable atención que en el sistema de salud recibían los usuarios medicinales del cannabis, el Senado y la Asamblea de California optaron en el año 2003 por ampliar la normativa del año 1996 (aprobando el proyecto de ley Senate Bill 420)8 y por permitir la conformación y el establecimiento de los MMDs para generar unos mecanismos más pertinentes de acceso al cannabis. Después de estos sucesos, en el año 2009 el Fiscal General de Estados Unidos tomó la contundente decisión de permitir a cada Estado de la Unión Americana dictar sus propias leyes respecto al cannabis (primera pronunciación formal Federal de EE.UU. a favor del

6 En el año 1929 se realizan las primeras incorporaciones prohibicionistas al Código Penal Federal de México. En el año 1937 se emite la primera Ley Federal de prohibición del cannabis en Estados Unidos; Ver Ley Marijuana Tax Act de 1937. 7 Prohibiciones basadas en las convenciones internacionales de la ONU de 1909, 1961 y 1971. 8 El Senate Bill 420 del año 2003 logró en California: a) garantizar la provisión de cannabis a los pacientes y permitir el cultivo y la venta de cánnabis a colectivos sin ánimo de lucro, b) controlar la adquisición de cannabis a través de un documento de identidad que otorgaba el sistema Estatal de salud, y c) que los pacientes pudieran poseer o cultivar hasta 8 onzas o 227 gramos de cannabis procesada (Gamella, 2012, p. 29).

85 Jaime Andrés Vinasco-Barco cannabis)9 y en el año 2016 los californianos aprobaron con un 57,13 por ciento (7.979.041 votos) contra un 42,87 por ciento (5.987.020 votos) que el uso recreativo de la planta fuera legal y grabara impuestos al Estado y al gobierno (aprobación del cannabis recreativo: año 2016) (Ballotpedia, 2016).

Contrario a lo acontecido en la ciudad de San Diego y el Estado de California, al otro lado de la frontera, en Tijuana –y en México en general–, se ratificaron en estos años los tratados internacionales de prohibición de 1909, 1961 y 1971 (principales convenciones internacionales de regulación y prohibición de las drogas), y se reformaron algunos artículos del Código Penal Federal de 1978 que dejaron claramente penalizado el consumo de cannabis, aun en cantidades estrictamente personales (Código Penal Federal, 1978). Después de esto, en México las leyes prohibicionistas solo se modificaron insípidamente en el año 2009 cuando el Estado estableció las primeras penalidades de acuerdo con las cantidades y el tipo de sustancias ilícitas incautadas (reforma a la Ley General de Salud: Ley del Narcomenudeo del año 2009) y en el año 2017 cuando se autorizó en un caso aislado la primera importación de un medicamento a base de cannabis (caso Grace), y en otro caso aislado el primer amparo para permitir a un colectivo de ciudadanos mexicanos mayores de edad cultivar y consumir lícitamente la sustancia (Amparo 237/2014 de la Suprema Corte de Justicia de la Nación).

En consecuencia, con el camino normativo gestionado de forma independiente, las ciudades que conforman la frontera más noroeste y suroeste de México y Estados unidos respectivamente, quedaron enmarcadas en un espacio transfronterizo caracterizado por tener un doble marco de acción frente al cannabis: la prohibición en Tijuana y la regulación en San Diego. Esto, sumado al hecho de que en los últimos años se ha desarrollado una industria legal del cannabis que algunos analistas valoran en 6.600 millones de dólares (con un crecimiento anual del 16%) (Roldán, A. et al., 2018: 24); que en San Diego se materializa esta industria en un número casi inacabable productos del cannabis; que contrario a lo que pasa en San Diego en Tijuana se continua produciendo y distribuyendo una sustancia local malograda, insípida y deslucida a través de “puchadores” y “tienditas” normalmente ligadas a “giros negros” (narcotráfico); y que entre ambas ciudades existe la posibilidad

9 En vista de las contradicciones normativas y operativas que se estaban presentando entre el sistema de regulación del cannabis en California y el sistema de control de drogas de EE.UU., el Fiscal General de Estados Unidos (Eric Holder. Administración Obama) decretó en el año 2009 que cada Estado de la Unión Americana podría dictar sus propias leyes respecto al cannabis.

86 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 81-104 Comercialización de cannabis estadounidense en México... de movilizar y circular sustancias de forma ilegal o con ladinas modalidades de importación sobretodo de San Diego hacia Tijuana, es lo que está conformando el caldo de cultivo para que la demanda de cannabis en la ciudad de Tijuana se deje de suplir en gran medida por la oferta mexicana (con el narcotráfico y sus azarosos productos),10 y que en cambio esta demanda se supla a través de actores y grupos transfronterizos que importando prodigiosas sustancias desde Estados Unidos, brindan en la ciudad de Tijuana una indespreciable alternativa de acceso al cannabis y generan un sistema de provisión que es significativamente diferente al narcotráfico.

Particularmente hablando de los pros y contras que para el consumidor de Tijuana conlleva acceder al cannabis de esta manera, están que, por un lado (ventajas), se conoce la proveniencia de lo que se está consumiendo, se accede a sustancias de altísima calidad y potencia, se pueden elegir productos desde un amplísimo stock de derivados del cannabis, se consiguen sustancias con una pulcra manufactura y presentación, se adquieren productos con etiquetas y rótulos de información sobre la dosificación y las formas de consumo, se tienen garantías de los gramajes y las concentraciones que traen los productos, se viven experiencias de “legalidad” y “honradez” por estar accediendo al cannabis a través de proveedores distintos al narcotráfico, entre otros11; y, por otro lado (desventajas), que los riesgos de conseguir el cannabis con el narcotráfico cambiaron a riesgos con las aduanas y las patrullas fronterizas, que el consumidor que no quiere exponer su integridad importando el producto debe gestionarlo a través de un tercero que lo haga y le cobre un excedente económico por hacerlo, que los productos comercializados en los dispensarios o provenientes de ellos son por mucho más costosos que los adquiridos en Tijuana, que por los altos costos de los productos provenientes de los dispensarios los consumidores deben acceder a cantidades limitadas del producto, etc.12.

10 Roldán, A. et al. afirman que la legalización del cultivo y venta de marihuana dentro de Estados Unidos está afectando la actividad de los grupos criminales que trafican con drogas a través de la frontera con México, y que son la causa de la mayoría de los delitos violentos que se producen en la frontera (Roldán, A. et al., 2018: 32). 11 En los últimos años en Estados Unidos se ha constatado un aumento de la potencia de los derivados cannábicos adquiridos tanto legal como ilegalmente. Por ejemplo, entre 1995 y 2014 la concentración media de THC de las muestras incautadas se multiplicó por 3, pasando del 4 % al 12 % (Roldán, et al., 2018, p. 30). 12 Vale la pena mencionar que la aparición de un mercado legal de cannabis ha dado lugar a una mayor diversificación de las formas de administración, como los vaporizadores, el dabbing (inhalación de los vapores que se desprenden de calentar aceite o cera de cannabis sobre una superficie metálica) o los comestibles. En el estado de Washington las resinas, ceras y aceites de cannabis con concentraciones que duplican y triplican las de la flor de marihuana, suponían ya un 20,1 % de las ventas de los dispensarios en el año 2016 (Roldán et al., 2018, p. 30-31).

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En suma, todo esto plantea el hecho de que los beneficios de acceder al cannabis a través de los MMDs de San Diego o a través de los sujetos o grupos que surtiéndose de ellos comparten o comercian el cannabis en Tijuana, están dados porque, más allá de obtener un producto de calidad en este proceso, el consumidor conoce con más detalle la procedencia de las sustancias y logra con esta estrategia incurrir en hechos “menos riesgosos”. No obstante, además de plantear que los consumidores residentes en Tijuana están desempañando a través de los MMDs de San Diego una estrategia “más segura”, “más satisfactoria” y “menos problemática” que la estrategia de acceder al cannabis a través del narcotráfico, en este texto se quiere plantear que en esta frontera también se ha construido un sistema alternativo de comercio, organización social y resolución de conflictos frente al cannabis, y que esto evidencia que el Estado no solo crea, regula y provee el lugar para lo lícito sino que también facilita lo ilícito, al proveer un marco legal y geográfico equivocado: la prohibición del cannabis en México (Fuentes, 2017).

METODOLOGÍA

En las últimas décadas, en el estudio científico de los consumos de drogas han predominado tres grandes modelos de análisis: el modelo biomédico que es una visión neurobiológica e intracraneal de los consumos de drogas; el modelo biopsicosocial que es una visión biológica, psicológica y social de los consumos de drogas; y el modelo sociocultural que es una visión biológica, psicológica, social y cultural de los consumos de drogas. En este trabajo se ha elegido el modelo sociocultural del estudio de las drogas porque: a) intenta plantearse una integración satisfactoria entre los tres principales modelos (Apud y Romaní, 2016); b) da prioridad a “la estructura” y esto brinda explicaciones más satisfactorias sobre lo que científicamente está comprobado, además determina con más ahínco los procesos de consumos: los contextos; y c) contextualiza socioculturalmente a los sujetos de este estudio y eso por un lado des-engrana de forma más pertinente el fenómeno social “drogas y crimen” y, por otro lado, engrana de forma más oportuna la tipología que en este artículo se presenta en las dimensiones: a) Cannabis Importers by camaraderie, b) Cannabis Importers by self-supply, y c) Cannabis Importers by business.

Métodos de la investigación: el presente artículo surge de un proyecto de investigación de carácter cualitativo-interpretativo que se basó principalmente en el método etnográfico y de forma complementaria en el biográfico. No obstante,

88 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 81-104 Comercialización de cannabis estadounidense en México... la recopilación de narraciones biográficas (que para este caso fueron obtenidas a través de entrevistas con perspectiva biográfica) no se hizo solamente para obtener un instrumento heurístico que rellenara los posibles huecos obtenidos mediante la documentación escrita o el trabajo de campo etnográfico, sino para ayudar a ahuyentar el fantasma de la tipificación de los sujetos (como representativos o característicos de un orden sociocultural determinado) mediante la introducción de sesgos subjetivos y personales que permitieran evidenciar las diferentes posiciones, sensibilidades y experiencias individuales (Pujadas, 2000).13

Delimitación Espacial: en relación con Fernandes y Pinto (2004), al análisis de las dimensiones psicológica, social, cultural y biológica del fenómeno del consumo de drogas debe sumarse el del análisis del espacio en donde aquel ocurre (Fernandes y Pinto, 2004). En ese sentido y dada la complejidad espacial de estas dos ciudades (ciudades espejo, ciudades frontera, ciudades vecinas, ciudades contiguas, etcétera), se consideró que estos dos escenarios, que comparten una frontera internacional de 24 kilómetros de distancia, hacen parte de un mismo sistema regional y de un entramado sociocultural que por geografía, demografía, historia, economía y muchas otras características más, se le considera también un único espacio que se denomina: espacio transfronterizo.

Unidad de información y unidad de análisis: dado el interés por hacer una clasificación de los sujetos que adquieren el cannabis en los dispensarios legales de la ciudad de San Diego para luego importarlo, difundirlo y/o comerciarlo en la ciudad de Tijuana, los sujetos de esta investigación fueron individuos que cumplieron con los siguientes criterios de selección: a. Ser residente en Tijuana desde hace al menos 5 años b. Tener un documento legal de ingreso a Estados Unidos y a los MMDs c. Ser consumidor de cannabis y/o sus derivados con una frecuencia de por lo menos una vez al mes14

13 Acordando con Denzin (1970), otra de las virtudes de combinar la observación etnográfica y la entrevista con perspectiva biográfica, es que se tiene mayor cercanía con el objeto de estudio y se le da mayor validez y confianza a los resultados de la investigación: triangulación metodológica (Denzin, 1970). 14 Criterio de selección establecido para abarcar a los consumidores ocasionales (una o dos veces al mes), habituales (cada semana o varias veces en la semana) e intensivos (una o varias veces por día).

89 Jaime Andrés Vinasco-Barco d. Haber accedido o acceder con frecuencia en la ciudad de San Diego a los dispensarios regulados de cannabis (MMDs), cultivos regulados de cannabis, zonas de consumo de cannabis u otros espacios donde están reguladas (legalmente) las acciones alrededor de las prácticas de consumo de la sustancia e. Haber tenido (por lo menos una vez en el último mes) o tener con frecuencia una práctica transfronteriza de compra, difusión y/o venta de cannabis; es decir, comprar la sustancia en una de las ciudades de estudio (en San Diego o en Tijuana) y luego transportarla para venderla y/o compartirla en la otra ciudad de estudio.

Para la selección de los entrevistados se utilizó el método “bola de nieve”. Este partió de una selección de dianas (en este caso los MMDs de San Diego más próximos a la frontera con Tijuana), en las que se escogieron al azar algunos sujetos que podían cumplir con los requisitos para ser entrevistados. Aquí se amplió la búsqueda de más participantes activando las propias redes sociales de los informantes clave ya seleccionados (que en su mayoría fueron entrevistados) y se estableció el dialogo inicial con los contactos pertenecientes a la red personal de ellos. Cada primer contacto establecido de esta forma fue considerado como nivel cero de una cadena y, a partir de él, se aplicó el método “bola de nieve”.

Acordando con Díaz (2000) en la aplicación de este método, la detección de nuevos perfiles de consumidores o de nuevos ambientes de consumo, obliga en ocasiones a establecer nuevas vías de contacto o nuevas estrategias de muestreo (Díaz, 2000, p. 31). Por ello en esta investigación el proceso se volvió a realizar con cada individuo hasta que la cadena se cortó y, de esta manera, se pudo conseguir, tanto sucesivas aleatorizaciones que fueron mejorando la representatividad de la muestra, como cadenas de contacto heterogéneas e independientes entre sí, que facilitaron el acercamiento a más sujetos que posteriormente también fueron entrevistados.

Introducción al trabajo de campo y acercamiento a los sujetos de estudio: lo primero que se planteó para lograr el acercamiento a los sujetos de estudio fue localizar los MMDs de San Diego. Esto se gestionó a través de motores de búsqueda online como WeedMaps® y Leafly®, cuya función principal es la de identificar y geo- referenciar en los mapas de la web los Medical Marijuana Dispensaries (primero se ubicaron en Google Maps® y luego se visitaron de forma personal). En los dispensarios referenciados por estos motores de búsqueda, se iniciaron las primeras observaciones y se establecieron los primeros contactos informales. Aquí se empezó la búsqueda

90 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 81-104 Comercialización de cannabis estadounidense en México... de más participantes activando las redes sociales de los primeros informantes (los cuales en su mayoría fueron entrevistados), y se empezaron a registrar, en cuadernos de campo, las primeras observaciones y las primeras conversaciones con los sujetos de este estudio. A continuación, se presenta en 4 etapas diferenciadas la descripción técnica de la aplicación de las estrategias y los métodos utilizados en esta investigación.

Etapa I. Estrategia de localización de los territorios psicotrópicos y sujetos de estudio: en esta etapa –que se desarrolló entre los meses de noviembre de 2014 y junio de 2015–, se visitaron algunos mmds de San Diego y se abordaron de manera cautelosa y respetuosa algunas personas con quienes se entablaron diálogos exploratorios que determinaron si eran potenciales sujetos de estudio y si eran elegibles para echar a rodar el método “bola de nieve”. Al terminar esta etapa se tenía: a) una geo-referencia de al menos 500 lugares de distribución de cannabis en San Diego; b) ocho etnografías exploratorias hechas en 8 dispensarios de cannabis y registradas en cuadernos de campo; c) una base de datos de al menos 18 contactos que cumplían con los requisitos de inclusión en la muestra de estudio; d) un guion de preguntas y una guía de observación para ejecutar en las fases siguientes del trabajo de campo.

Etapa II. Trabajo de campo etnográfico: gracias a las actividades llevadas a cabo en la Etapa I de la investigación –identificación y geo-referencia de dispensarios, etnografías exploratorias, establecimientos de contactos informales y activación de redes de conocidos, construcción del guion de preguntas y la guía de observación, etcétera–, al inicio de la etapa II se contaba con un avance significativo en el trabajo de campo etnográfico. No obstante, como el objetivo en esta etapa era hacer una inmersión etnográfica íntima que, como plantea Sánchez (2001), permitiera recoger la información de manera más numerosa, directa, profunda y compleja, así como dar cuenta de los fenómenos sociales a partir de la observación de contextos y situaciones en los que éstos están producidos (Sánchez, 2001: 99); se participó abiertamente en las prácticas transfronterizas de los sujetos de estudio y se realizó una observación directa y minuciosa de lo que sucedía en sus rutinas cotidianas. Para llevar a cabo este proceso se estableció un convenio verbal de acceso a la vida cotidiana de los sujetos del estudio y, de esta manera, se logró, por un lado, observar la vida barrial y domiciliaria de los sujetos para contrastar algunos de los hechos presenciados con sus prácticas discursivas y, por otro lado, registrar y anotar en el diario de campo, los elementos más importantes de todas sus acciones frente al cannabis.

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Para darle un mayor control a este proceso, la observación etnográfica se realizó en concordancia con tres dimensiones que fueron planteadas desde el inicio de este proyecto: tiempo, gente y contexto. El resultado de esto fue que: a) tiempo: se participó abiertamente en las cotidianidades de los sujetos de estudio durante un tiempo aproximado de 3 horas diarias, por 3 días a la semana, durante al menos 12 meses (horas y días elegidos aleatoriamente para observar posibles variaciones en sus rutinas) b) gente: se registraron detalladamente en cuadernos de campo las categorías de relevancia teórica que se querían observar en los sujetos de estudio cuidadosamente pre-seleccionados, y c) contexto: se describieron de forma específica, también en cuadernos de campo, las formas de operación de algunos MMDs de San Diego y las formas de circulación de algunos de sus productos en las calles de Tijuana.15

Etapa III. Aplicación de la entrevista: gracias a que ininterrumpiendo las sesiones de observación etnográfica en la Etapa II de la investigación se logró adelantar la aplicación de algunas entrevistas (con sus respectivos consentimientos informados), en esta etapa de la investigación, que se proponía realizar la entrevista a por lo menos 20 sujetos (Etapa III), solo fue necesario aplicar la entrevista a algunos sujetos porque la mayoría de ellos ya habían sido entrevistados. Esto representó la consecución del objetivo de la estrategia Bola de Nieve que era facilitar el abordaje a por lo menos 20 sujetos, y también la consecución del objetivo de la Etapa número III que era aplicar la entrevista mínimamente al mismo número de participantes (en total se entrevistaron 21 sujetos en vez de 20. Uno más de los que se proponían entrevistar en este trabajo y en esta etapa).

Etapa IV. Análisis de la información: considerando los criterios teóricos planteados desde el inicio del proyecto y con el apoyo del software informático atlas.ti, en esta etapa de la investigación se realizó el compendio, el tratamiento, la sistematización y el análisis de toda la información y todos los datos recabados durante todo el trabajo de campo. De esta manera, se empezó a consolidar el documento escrito final con el cual se dio cumplimiento a los objetivos trazados desde el inicio de este proyecto, y se empezó a concluir el trabajo investigativo que en total tuvo una duración de 45 meses comprendidos entre septiembre de 2014 y junio de 2018.

15 Al finalizar la Etapa II se tenía: a) un archivo material y virtual con 65 notas de trabajo de campo etnográfico (una nota por cada sesión de observación), 437 imágenes, 33 archivos de audio y 25 archivos de video, b) una base de datos con la información de 21 sujetos clave para ser entrevistados en la Etapa III, y c) un archivo virtual con algunas conversaciones y entrevistas realizadas de forma anticipada.

92 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 81-104 Comercialización de cannabis estadounidense en México...

DISCUSIÓN

Si se considera que algunos actores no Estatales o informales como las mafias, el narcotráfico o las redes criminales obtienen parte de su poder estructural en la provisión de las funciones que el Estado no puede o no quiere proporcionar a sus ciudadanos (Fuentes, 2017), es pertinente considerar entonces que los sujetos que se surten de cannabis en los MMDs de San Diego y lo comparten o comercializan en las calles de Tijuana, pueden llegar a tomar ventaja de los vacíos dejados por los Estados para configurar redes estructuradas que mientras devengan considerables sumas de dinero (las usuales del mercado negro), ofrecen alternativas de acceso al cannabis y sustancias de mejor calidad y potencia a los consumidores en Tijuana. Este análisis es sumamente importante porque, aunque todavía no se puede asegurar que en este espacio estos sujetos conforman un grupo de Crimen Organizado Transnacional (por sus dimensiones y por su forma de operar), si se puede pensar que incipiente y paulatinamente la agremiación y las actividades de estos actores paso a paso lo están germinando.

En esa línea de razonamiento es oportuno también agregar que los sujetos o grupos transfronterizos que comparten o comercializan el cannabis en Tijuana, son en su mayoría consumidores o grupos de consumidores que aunque parecen no tener (al menos por ahora) la intención de establecerse como un COT, pueden llegar a ser vistos como una fuente de autoridad, debido a que tienen el poder de imponer valores y resultados sobre quién alcanza qué, cuándo, dónde y cómo (Fuentes, 2017). Esto es importante plantearlo porque a diferencia de los expendedores de cannabis en San Diego (los budtenders de los MMDs) que son vistos como autoridad legal y los expendedores de cannabis en Tijuana (“puchadores” del narcotráfico) que son vistos como autoridad ilegal, los sujetos o grupos transfronterizos que comparten o comercializan el cannabis en Tijuana son vistos como una autoridad alternativa –algo así como una tercera vía–, ya que tienen la capacidad de facilitar las drogas sin la intervención del Estado y de las redes que mantienen a las drogas en los “mundos marginales”.

En ese sentido, este texto quiere entonces precisar que los sujetos transfronterizos que se surten de cannabis en los MMDs de San Diego para luego importarlo, compartirlo o comercializarlo en la ciudad de Tijuana, han materializado en el último peldaño de la escala de distribución de las drogas, en la región fronteriza, un cambio en el perfil del vendedor o un cambio en el perfil del distribuidor o la persona que facilita

93 Jaime Andrés Vinasco-Barco el cannabis. Esto es importante precisarlo porque mientras se evidencia por un lado que los consumidores en Tijuana generan e impulsan estrategias para mantenerse alejados de la marginalidad (cosa que no ha podido conseguir el Estado mediante estrategias punitivas y de miedo), se evidencia por el otro lado que estos actores transfronterizos –debido a los desfases normativos de las drogas en esta peculiar frontera–, configuran un sistema ilegal emergente de acceso a las drogas, pero no necesariamente un sistema marginal despectivo de acceso a las mismas.

En ese orden de ideas resulta importante recordar que el principal objetivo que tiene este artículo (sin demeritar que este artículo también propende por evidenciar un sistema alternativo de acceso al cannabis en la ciudad de Tijuana y un despropósito del Estado mexicano por continuar prohibiendo una sustancia que donde el vecino ya está permitida), es el de definir y clasificar a los “consumidores” y “grupos de consumidores” que, surtiéndose de cannabis en los MMDs de San Diego, logran en Tijuana difundirlo y comercializarlo, manteniéndolo al mismo tiempo lejos de los “mundos marginales”. La intención de todo esto está dada porque los actores o consumidores que desempeñan estas dinámicas no conforman un grupo homogéneo o tan siquiera similar, y porque estos sujetos y los grupos que conforman tienen en la frontera distintas formas de operar (y por ende distintos resultados) así como distintas estrategias de llevar a cabo todas sus actividades.

Dicho esto, a continuación se presenta la clasificación de facilitadores de cannabis en Tijuana; pero, para conocer tal clasificación, primero es necesario especificar que: a) los actores que consiguen el cannabis en los MMDs de San Diego para luego difundirlo en la ciudad de Tijuana no son estrictamente comerciantes de drogas sino que en su mayoría son consumidores que vieron en este escenario una forma distinta de acceder al cannabis y lograr compartirlo (esto evidenciado en los resultados de este estudio); b) que por la salvedad anterior (consumidores/facilitadores de cannabis y no extrictos comerciantes de drogas) a estos sujetos y a estos grupos todavía no se les puede denominar o etiquetar como expendedores, drug dealers o traficantes de cannabis (tampoco como redes criminales o grupos de crimen organizado); y c) que la siguiente clasificación, además de evidenciar que este fenómeno se complejiza, espera resaltar que los consumidores en Tijuana han creado un sistema alternativo de acceso al cannabis (en donde el Estado no lo ha conseguido), pero sobretodo que la desregulación de este sistema, así como la intervención coercitiva del Estado mexicano y la no provisión de un acceso seguro y legal al cannabis por parte de este

94 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 81-104 Comercialización de cannabis estadounidense en México... mismo, está favoreciendo a que dicho sistema se auto-gestione y pueda dar origen a un verdadero nicho de grupos de COT.

RESULTADOS

Además de referir que el fenómeno de trasiego y cruce transfronterizo de cannabis en sentido norte-sur es producto de un paradójico sistema de (des)control de las drogas tanto regional (Tijuana-San Diego) como nacional (México-EEUU), en este artículo se ha señalado de forma enfática que el acceso al cannabis en la ciudad de Tijuana en vez de ser “controlado formalmente” por el Estado, está siendo “controlado informalmente” por actores transfronterizos que, aunque facilitan óptimas sustancias sin la intervención de las redes que mantienen a las drogas en los “mundos marginales”, contribuyen a complejizar el fenómeno más que a solventarlo o resolverlo: porque la agremiación organizada de estos sujetos podría consolidar a un grupo de COT; porque las operaciones de estas redes podrían crecer hasta el punto de incorporar delitos más graves como los propios de un grupo de COT; porque la competencia entre estos grupos podría favorecer la conformación y proliferación de nuevas redes y nuevas formas de operar, entre otros.

De la misma forma, en esa misma línea de pensamiento, se ha insinuado de forma genérica que estos actores y estos grupos además de llamar la atención y “complejizar la frontera”, generan seguridad y efectividad para que los consumidores de Tijuana accedan a un nuevo cannabis que se ha dicho posee un alto grado de pureza, una pulcra manufactura y presentación, se adquiere con etiquetas y rótulos de información, es más costoso, los consumidores deben exponer su integridad para importarlo a través de una frontera internacional o en últimas pagar un excedente económico a los actores o grupos que ahora realizan dicha maniobra, entre otros. No obstante, para especificar a detalle las distintas formas de operar de estos actores (y por ende los distintos resultados que esto conlleva) y las distintas estrategias que utilizan para difundir el cannabis en la ciudad de Tijuana, a continuación se presenta la clasificación: a) Cannabis importers by camaraderie; b) Cannabis importers by self-supply; c) Cannabis importers by business.

Cannabis Importers by Camaraderie (o en español importadores de cannabis por camaradería):

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Cuando llegó todo esto de la legalización en California, había gente que vendía mota gringa aquí en Tijuana (cannabis estadounidense), y te decía, ¡oye yo tengo la tarjeta médica del dispensario y conmigo puedes conseguir exactamente lo mismo que te venden allá!, ¡te consigo wax!, ¡te consigo, este, los vaporizadores!, ¡si quieres galletas yo tengo! […] salías a la sexta (una de las principales calles del centro de Tijuana) y literal, pasaban las morras diciéndote, ¡oye pues vendo brownies y son de mota médica, de cannabis médico!, tu decías ¡wow! ya podemos consumir hardcore como los pinches gringos […] con el tiempo una persona más cercana que también consumía y que aplicó para lo de la tarjeta médica me dijo, ¡oye!, ¡no te preocupes!, ¡ya no te saldrá tan costoso!, ¡yo te consigo lo que quieras y a lo que cuesta en el dispensario!, incluso me decía, ¡oye, sabes qué, tengo una aplicación en la que puedes ver qué hay en los dispensarios!, y empezó a traernos una variedad de cannabis diferentes, lo que le pedíamos, sativa o índica, pero sin cobrarnos excedentes (Entrevista No. 13, comunicación personal, 2016).

Los importadores de cannabis por camaradería son básicamente consumidores residentes en Tijuana que cruzan la frontera hacia EEUU para comprar su propio cannabis y, de forma libre o bajo encargo, comprar un poco de cannabis extra para compartirlo sin ninguna plusvalía con sus parejas, amigos, familiares o consumidores más cercanos. Son sujetos que encuentran su recompensa en la amistad o el compañerismo (porque la sustancia juega un papel secundario dentro de un amplio abanico de actividades y emociones que se comparte con el favorecido) y son sujetos que, donde no desempeñaran este rol, posiblemente generarían que sus beneficiarios gastaran mucho más dinero en la adquisición del cannabis o, incluso, que se vieran obligados a comprar la sustancia con menos garantías y con mayores riesgos en los mundos marginales.

Al igual que los importadores by self-supply y los importadores by business, los importadores by camaraderie son sujetos que poseen un poder adquisitivo medio/ alto, un documento legal de acceso a Estados Unidos y un ID de acceso al sistema californiano del cannabis (green card o tarjeta médica). Son actores que residiendo en Tijuana cotidianamente cruzan la línea fronteriza para estudiar, visitar familiares, ir de turismo o simplemente comprar la sustancia, y son actores que, encarnados en documentos legales como pasaportes y green cards, logran burlar los sistemas que en San Diego se han creado para hacer legibles a las poblaciones que consumen cannabis, pero en la frontera corren el riesgo de ser arrestados (o sobornados),

96 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 81-104 Comercialización de cannabis estadounidense en México... o en Tijuana de ser desplazados o incluso violentados por verdaderos drug dealers que buscan llevar su negocio sin ningún tipo de competencia (a pesar de lo dicho debe enfatizarse que los importadores by camaraderie facilitan el cannabis a su más íntimo núcleo social y para no entrar en ningún negocio usualmente rechazan ofertas de otras personas que les proponen importar la sustancia).

Cannabis Importers by Self-Supply (o en español importadores de cannabis por autoabastecimiento):

Varios amigos de aquí de Tijuana se dan cuenta de que yo estoy enfermo y de que tengo la tarjeta médica para acceder a los dispensarios de San Diego, y empiezan a pedirme medicina de calidad, porque esa medicina de calidad no la había aquí (en Tijuana). Entonces pues empieza la cura de que, ¡vamos con el Joaquín!, ¡vamos porque él está enfermo de cáncer y tiene buena medicina!, y empieza lo que era la persona que viene del otro lado donde se consigue fácil, trae su medicina, y con tal de que le saliera gratis su propia medicina, ¡porque es costosa, eh!, exponía su seguridad para venderle a sus amigos o tratar de darles medicina a sus amigos […] yo me acuerdo que así fue que empezó todo esto de comprarla y traerla ¿no? (Relato etnográfico No. 4, comunicación personal, 2016)

Los importadores de cannabis por autoabastecimiento son básicamente consumidores residentes en Tijuana a quienes la consecución y la venta del cannabis les permite sufragar sus propios consumos (en su mayoría consumos medicinales) y les permite obtener pequeños ingresos por la actividad del trasiego transfronterizo. Son consumidores que facilitan el cannabis con plusvalía o sin plusvalía a su círculo social más inmediato (de forma libre o bajo encargo), pero también son consumidores que facilitan la sustancia a otro tipo de clientela a la que, por ejemplo, se le ofrecen diferentes precios, descuentos y derivados del cannabis.

Entre los importadores de cannabis by self-supply se encuentran los usuarios de cannabis recreativo, pero también los usuarios de cannabis medicinal a quienes los costosos tratamientos y las “medicinas” en ocasiones los empuja a comprar cannabis extra, para vender y con ello conseguir más dinero para suplir sus propios consumos. Esto significa que la actividad de comprar, importar y vender cannabis másque darse estrictamente por un lucro deseoso o una razón exclusivamente comercial, se da en ocasiones porque el consumidor necesita comprar sus medicamentos y

97 Jaime Andrés Vinasco-Barco porque necesita continuar con su costoso y dispendioso tratamiento (estos actores normalmente facilitan con plusvalía o sin plusvalía el cannabis a su más íntimo núcleo social, pero también aceptan pequeñas y medianas ofertas de personas que quieren importar cannabis de San Diego hacia Tijuana).

Cannabis Importers by Business (o en español importadores de cannabis por negocio):

Mira, con esto de que ahora hay perros en la frontera, de que los polis te la hacen de pedo, de que ya han agarrado gente trayendo marihuana hacia a Tijuana, todas esas cosas, pues ahora ya somos pocos los que nos arriesgamos a traerla (el cannabis) […] entonces pues el asunto es que si tú no quieres exponerte a ser detenido en la frontera, a ser extorsionado por la policía o por el crimen en Tijuana, si quieres conseguir buena weed, legal, del dispensario, pero no quieres ser juzgado, arriesgar tu VISA o jugarte tu libertad, ¡porque a un tijuanense se le puede perder todo pero menos la VISA o los papeles para cruzar!, ¡si no ahí sí le tronó el mundo!, entonces tienes la opción de pagar aquí en Tijuana un costo extra por la weed medicinal que nosotros te traemos del dispensario (Entrevista No. 2, comunicación personal, 2016).

Aquí en Tijuana ya hay mucha gente que nos busca porque la surtimos de buen cannabis, entonces pues ya no queremos seguir arriesgando tanto cada 8 días trayendo los “caramelos” que toda la gente nos encarga. Ahora con Felipe y con otros compas estamos pensando en cómo traer cantidad o hacer lo mismo aquí, ¡no es narco ni nada de eso, eh!, solo buscamos abastecer a nuestra clientela. También porque si allá (en San Diego) los pinches gringos pueden hacer negocio, pues aquí por qué diablos nosotros no, ¿no? (Relato etnográfico No. 3, comunicación personal, 2015).

Ahora tratan de ser muy cuidadosos y de meterla en botecitos de medicina con algodones (el cannabis). Cualquier cosa sirve para distraer a los perros en la frontera. Antes de cruzar a Tijuana compran hamburguesas en el McDonalds de San Ysidro (San Diego) para que si los perros se pegan por el olor ellos digan que es por la comida […] De acá (de Tijuana) para allá (para San Diego) siempre ha sido peligroso transportar cosas ilegales, por el estatus de la ley en Estados Unidos y ¡más después de las torres gemelas y el 9-11!, sin embargo de allá (de San Diego) para acá (para Tijuana), aunque siempre ha sido fácil, ahora también tienen que cuidarse de los perros y ser

98 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 81-104 Comercialización de cannabis estadounidense en México...

muy cuidadosos para cruzar la mota de San Diego hacia Tijuana (Entrevista No. 19, comunicación personal, 2016).

Los importadores de cannabis por negocio son residentes en Tijuana que además de consumidores son actores y grupos de actores transfronterizos a quienes las ventas del cannabis les reportan considerables beneficios económicos (según Vinasco [2018] entre 100 y 1000 dólares por semana). Son consumidores que normalmente facilitan con plusvalía el cannabis a sus conocidos, aceptan medianas y grandes ofertas de personas que quieren importar la sustancia de San Diego hacia Tijuana, obtienen dinero extra o viven de las transacciones del cannabis, tienen una actividad más institucionalizada, contribuyen a moldear en Tijuana el comercio de las medianas y grandes cantidades de cannabis y, rara vez, comercian al por menor o al detal los productos que se importan.

Dicho en otras palabras, los importadores de cannabis por negocio son esencialmente residentes en Tijuana que en este paradójico escenario transfronterizo vieron una oportunidad de realizar un negocio. Son actores y grupos que contrario a mantener oculta su actividad la promocionan en redes sociales como Facebook o Instagram, ofrecen un amplísimo stock de productos derivados del cannabis, impulsan la introducción en el mercado mexicano de los nuevos productos que llegan a los MMDs de San Diego, hacen uso del transporte público y privado en Tijuana para vender a domicilio cualquier tipo de producto proveniente de los dispensarios, funcionan con amplios horarios de atención pero ante todo fijos o establecidos y que varían de acuerdo al día de la semana, tienen un modo de operación más corporativo y colectivo y, por ese modus operandi, son aquellos actores y grupos que más llaman la atención puesto que, a diferencia de los anteriores, tienen un innegable potencial de configurarse como un grupo de COT.

Aunque debe quedar claro que en Tijuana también existen otros consumidores y otros actores y grupos que distribuyen cannabis (por ejemplo aquellos que a través del microtráfico en las zonas marginales de la ciudad distribuyen un cannabis mexicano de azarosa calidad a los consumidores experimentales, frecuentes y/o problemáticos de clase media y baja; aquellos que a través de los autocultivos o cultivos mexicanos que se establecen muy cerca de la frontera Méx-EEUU logran un cannabis de calidad moderada que luego se distribuye a pequeña y mediana escala con consumidores experimentados y de clase media y alta; y aquellos que facilitan las transacciones de cannabis mexicano entre los cárteles y el jet set de Tijuana que normalmente frecuenta

99 Jaime Andrés Vinasco-Barco los casinos, bares y restaurantes más reconocidos de la ciudad), debe quedar claro que los actores y los grupos de importadores descritos en los párrafos anteriores fueron los que esencialmente ocuparon el mayor interés de esta investigación y el mayor grado de reflexión en las líneas de este artículo; esto porque este fenómeno es el que emerge y el que actualmente es novedad; además, sin ninguna duda, es el que progresivamente crece y condensa las emergentes actividades que se han sostenido en este artículo y que pueden llegar a consolidar cualquier grupo de COT.

REFLEXIONES FINALES

En el estudio de los sistemas globales transfronterizos, legales o ilegales, la definición de Crimen Organizado Transnacional (COT) es muy diversa y depende en gran medida de la aplicación que se le quiera dar a este concepto (además de que está definido de manera diferente en cada país y por distintas instituciones nacionales e internacionales) (Fuentes, 2017). En este artículo se ha utilizado una definición construida a partir de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional y sus Protocolos (UNTOC, por sus siglas en inglés) (Convención de Palermo de 2004) y puntualmente esta definición es

Las actividades colectivas de tres o más personas unidas por vínculos jerárquicos o de relación personal, que existen durante cierto tiempo y con el propósito de cometer uno o más delitos graves o delitos tipificados con arreglo a la presente Convención (2004) […] que permiten a sus dirigentes controlar territorios o mercados u obtener directa o indirectamente beneficios económicos u otro beneficio de orden material […] el delito se considera de carácter transnacional cuando: a) se comete en más de un Estado, b) se comete dentro de un solo Estado pero una parte sustancial de su preparación, planificación, dirección o control se realiza en otro Estado, c) se comete dentro de un solo Estado pero entraña la participación de un grupo delictivo organizado que realiza actividades delictivas en más de un Estado, o d) se comete en un solo Estado pero tiene efectos sustanciales sobre otro. (UNTOC, 2004, pp. 5-6).

Considerando la definición anterior y toda la demás problemática que ha presentado este artículo, a continuación se precisan algunas reflexiones y apuntes finales que además de enfatizar que Tijuana tiene ahora un sistema alternativo de comercio, organización social y resolución de conflictos frente al acceso al cannabis, buscan

100 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 81-104 Comercialización de cannabis estadounidense en México... enfatizar que la desregulación de las dinámicas de este sistema alternativo así como la no provisión del Estado mexicano de un sistema de acceso seguro y legal al cannabis (y la fuerza económica, institucional y operativa que cada día adquieren estos actores y estos grupos que importan el cannabis de San Diego hacia Tijuana), es sin lugar a dudas un gran reto para los Estados que lo enfrentan, además de un problema coyuntural que si en realidad interesa atenderse requiere de acciones simplemente inmediatas.

De esta manera, con un modesto aire ético, crítico y académico, pero sobre todo científicamente sustentado, se quiere dejar claro entonces como primera reflexión que los sujetos y los grupos de sujetos que importan el cannabis de San Diego hacia Tijuana, representan en este escenario una gran advertencia para el Estado y la seguridad del país, pero al mismo tiempo una innegable necesidad de cambiar las desatinadas políticas del cannabis. En esto se hace hincapié porque de continuar por la misma senda no solo la sociedad y el Estado mexicano continuarán en aprietos, sino que, además, los consumidores continuarán inseguros y los importadores y sus grupos continuarán creciendo, fortaleciéndose y tomando ventaja de los amplios vacíos dejados por el Estado en esta particular frontera (esto es menester plantearlo como primera reflexión porque mientras en México se titubea en la decisión de regular o no el cannabis y en sus fronteras se complejizan fenómenos como el descrito, en gran parte del mundo se avanza hacia la legalización absoluta del cannabis y en EE.UU. 31 Estados ya lo permiten cuando menos en su forma medicinal).

A pesar de lo dicho, vale la pena agregar en esta conclusión que la emergencia, proliferación, establecimiento y fortalecimiento de las redes informales o de crimen organizado, no solo está dada por la ausencia de Estado o de las normas que garantizan el acceso al cannabis, sino que en muchas ocasiones y en muchos otros lugares –como se ha mencionado–, también está dada por la intervención coercitiva del Estado pero, sobre todo, por el empeño de éste en utilizar marcos legales equivocados para controlar situaciones como acceso al cannabis (Fuentes, 2017). Frente a eso vale la pena resaltar que con ese escenario estos grupos no solo buscan y logran el establecimiento, reconocimiento, prestigio o la identidad de sus operaciones, sino que, también, con esas operaciones dentro de un campo de batalla desregulado en el que “casi todo se vale”, estos grupos logran generar una pugna y una competencia que sin duda alguna se configura como una de las principales causantes de que estas organizaciones delictivas nazcan, crezcan, se reproduzcan o mueran.

101 Jaime Andrés Vinasco-Barco

En relación con lo inmediatamente anterior, conviene entonces exponer como segunda reflexión de este artículo que mientras en México se sigue debatiendo la conveniencia o no de legalizar el cannabis en su territorio, en la frontera de Tijuana con San Diego la práctica de importar cannabis no se apacigua y los importadores de cannabis al contrario se incrementan. Esto se asevera porque la escritura de este artículo se realizó dentro de este mismo escenario que es la frontera de Tijuana con San Diego, y porque desde dicho escenario se pudo percibir, a través de algunos procesos e importadores a los cuales se les continuó haciendo seguimiento durante todo el 2018, que entre otros fenómenos surgieron en este lugar: a) los cannabis bloggers transfronterizos; b) los cannabis tours trasfronterizos; c) los cannabis dispensaries ambulantes (estos tres fenómenos se presentarán en un futuro artículo y por eso a continuación simplemente se mencionan).

En relación con los cannabis bloggers transfronterizos, se puede adelantar que son personas de Tijuana que están trabajando de forma indirecta con los dispensarios de San Diego. Son jóvenes en su mayoría “fitness”, con perfiles en redes sociales abarrotados de seguidores (normalmente consumidores transfronterizos) cuya su función es, a través de sus redes sociales, promover desde Tijuana las centenas de nuevos productos expendidos en los dispensarios. Con respecto a los cannabis tours trasfronterizos se puede referir que son microempresarios y microempresas de San Diego y de Tijuana que vieron en la frontera una oportunidad más robusta de poder de hacer negocio. Son empresas de buses o vanes que recogen al pasajero en Tijuana, lo cruzan en la frontera, lo llevan a San Diego y, estando allí, además de permitirle fumar cannabis dentro del bus mientras disfruta de snacks y buena música, lo pasean por los cultivos, lo divierten en las fábricas de parafernalia, e incluso lo introducen al mundo de los dispensarios en condados que ya sobrepasan al condado de San Diego (todo por tan solo $30 dólares).

En cuanto a los cannabis dispensaries ambulantes, vale la pena referenciar que algunos se vinculan con la empresa de transporte Uber® (muy seguramente a espaldas de quienes a nivel nacional y transnacional administran la empresa). Son carros privados o públicos que van por Tijuana vendiendo a domicilio cannabis o cualquier otro producto de los dispensarios, y carros que transportando cannabis de altísima calidad surten a los consumidores de Tijuana que no quieren, no pueden o ya no necesitan cruzar la frontera para adquirir la sustancia. Sorprendido por estos llamativos y últimos hallazgos, un día cualquiera del verano del año 2018 al interior

102 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 81-104 Comercialización de cannabis estadounidense en México... de un auto Uber® que me transportaba hacia mi casa, a uno de estos conductores le pregunté: ¿qué factores además de los económicos te han llevado a realizar esta actividad?, su respuesta fue, palabras más palabras menos: porque si los “gringos” pueden, pues “We Can(nabis) in Tijuana”.

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Borja, R. (2019). La objetivación de la reducción de RAMIRO E. BORJA-MARTÍNEZ ** daños desde la perspectiva llamada “de las personas que usan drogas”. Revista Cultura y Droga, 24 (28), Recibido: 28 de abril de 2019 105-134. DOI: 10.17151/culdr.2019.24.28.6. Aprobado: 28 de junio de 2019

RESUMEN

Objetivo. Avanzar hacia una definición de la perspectiva llamada “De las Personas que Usan Drogas (PUD)”. Metodología. El método utilizado es la arqueología filosófica consistente en la descripción del sistema de formación de la reducción de daños como objeto de la perspectiva mencionada. Resultados y conclusiones. Las reglas de objetivación más características de la perspectiva “De las Personas que Usan Drogas” son que el activismo opera como superficie de emergencia, el testimonio opera como autoridad de delimitación y la agencia opera como rejilla de especificación. El texto introduce la problemática a tratar, luego presenta la metodología teniendo especial cuidado en los aspectos más prácticos del procedimiento. En seguida presenta los resultados del análisis arqueológico de dos documentos: un comentario sobre la reducción de daños y un reporte de política pública elaborado por redes globales de activistas. El artículo concluye aproximándose a una definición de la perspectiva “De las Personas que Usan Drogas”.

Palabras clave: reducción de daños, uso de drogas, trabajo sexual, arqueología filosófica, activismo

* Este artículo presenta en español las conclusiones más originales de la tesis de maestría People who Use Drugs, Harm Reduction and Ontological Ecstasy: on philosophical archaeology as a biopolitical methodology presentada por el autor en 2018 para el titulo de Master of Social Sciences in Global Biopolitics ante la Universidad de Laponia (disponible en https://lauda.ulapland.fi/handle/10024/63505). Agradezco a Carlos Sánchez por traducir una parte significativa de la tesis para escribir este artículo y animarme a llevar a cabo el resto y continuar con la investigación. ** M.Soc.Sci. en Bio-política Global. Universidad de Laponia. Rovaniemi, Finlandia. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0001-8204-9833. Google Scholar

Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 105-134 ISSN: 0122-8455 (Impreso) ISSN: 2590-7840 (En línea) Ramiro E. Borja-Martínez

THE OBJECTIVATION OF HARM REDUCTION IN THE PERSPECTIVE KNOWN AS "OF PEOPLE WHO USE DRUGS”

ABSTRACT

Objective: The goal of this research is to advance towards a definition of the perspective known as "of People who Use Drugs" (PUD). Methodology: The methodology in use is philosophical archaeology, which consists in the description of the system of formation of Harm Reduction as an object of the aforementioned perspective. Results and conclusion: The most characteristic rules of objectivation of the perspective "of People who Use Drugs" are that activism operates as a surface of emergence, testimony operates as an authority of delimitation, and agency operates as a grid of specification. The text introduces the problem to be dealt with and then introduces this methodology taking special detail in the most practical aspects of the procedure. Then the results of this archaeological analysis of two documents are presented: a comment on Harm Reduction and a policy report published by global networks of activists. The article concludes by approaching a definition of the perspective "of People who Use Drugs".

Keywords: harm reduction, drug use, sex work, archaeology of knowledge, activism.

INTRODUCCIÓN

Al iniciarme en el uso lúdico de sustancias psicoactivas me pregunté si existirían ciertos gustos musicales, de moda, de ideas políticas, o modos de ser que caracterizara a los usuarios de psicoactivos. Por ejemplo ¿aquellos que fuman marihuana terminan por apreciar la música reggae?, ¿tal vez los que escuchan música reggae terminan por gustar de la marihuana? Años después no creo que exista eso que podríamos llamar el “perfil del Usuario”, ni que convenga plantear de esa manera las preguntas, buscándole un perfil a cada práctica y viceversa. Quizás existan “perfiles” relativos en comunidades muy específicas de usuarios, pero nunca abarcan a las personas que usan drogas como tales y en general.

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¿Pero qué decían de esta cuestión de los perfiles las demás personas interesadas en hacer activismo en temas de psicoactivos? He notado que ya existe un saber estructurado por el trabajo de organizaciones de la sociedad civil, pares usuarios, entre otros, sobre cómo enfrentar y superar a la prohibición de las drogas, con las políticas represivas que la caracterizan como la incautación de las sustancias, el encarcelamiento y discriminación de quienes se relacionan con éstas.

La reducción de daños ocupa una posición notoria como una de las estrategias o teorías en que cohesionan esas trayectorias críticas a lo largo del mundo. Típicamente se imagina como distribución de jeringas estériles para evitar el contagio de virus como el VIH y terapias que sustituyen la heroína por metadona. Estos programas comparten el principio de que a escala de una sociedad es imposible hacer cesar el uso de psicoactivos en su totalidad, luego hay que tomar medidas para reducir los daños asociados al uso que persista (Albers, 2012; Curtis et al., 2016).

Existe una discusión entre distintos conceptos de reducción de daños: un referente clave para mí ha sido Eliot Albers, exdirector de la Red Internacional de Personas que Usan Drogas. Encuentro muy útil un concepto de reducción de daños que su trabajo (Albers, 2012) ofrece, el de la versión de reducción de daños que es fuerte en derechos. Algunas redes de pares activistas han promovido la reducción de daños al tiempo que promueven la participación significativa de usuarios de psicoactivos. Pero no siempre se comprende la importancia de la participación; algunos la consideran satisfecha con el hecho de que el usuario “participe” recibiendo algún servicio, quizás yendo a cierta oficina a recoger una dosis determinada de metadona. Las redes de pares han criticado esto como una atención que se reduce a la prestación pasiva de servicios de salud, en el mejor de los casos en nombre de un derecho a la salud; ahí está lo que sería una versión de reducción de daños que es débil en derechos. La versión que Albers (2012) conceptualiza en cambio comprendería a la participación como un elemento clave en la reducción de daños. Las personas que usan psicoactivos encuentran que todos sus derechos humanos, y no solamente la salud, son vulnerados por la prohibición de las drogas; en ese punto es que él propone centrar la reducción de daños. Además, implícito en los derechos humanos estaría el principio de compromiso (“principle of engagement”) que implica que estas personas que han sido vulneradas en sus derechos deben participar en la superación de las vulneraciones (Albers, 2012).

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Es así que me encontré en una situación paradójica. Yo partía de que no existía “perfil del Usuario” alguno, en parte tal era una de las razones que justificaba mi activismo; si no existía un perfil determinado, entonces no era válido identificar al usuario de psicoactivos potencialmente con figuras como el criminal o el enfermo, tal como a mi entender hacían las políticas públicas. Ahí me pareció que lo procedente era aproximarme a una comunidad determinada para ver cómo podía involucrarme en sus intereses concretos. Entonces escogí una comunidad de usuarias y usuarios de sustancias psicoactivas que se autodenomina “Personas que Usan Drogas”. Pero me encontré con que esta comunidad, que es la de las redes internacionales que hacen activismo en temas de psicoactivos y están formadas por pares usuarios, tiene una característica muy particular: proclama su universalidad. Esta comunidad de pares se caracteriza por elaborar un “perfil del usuario” de los que yo he dado por descartados: se trata de un ser humano cuyos derechos como tal han sido vulnerados por la prohibición y, en consecuencia, su interés como usuario que es humano es participar en la lucha contra tales vulneraciones y, en últimas, contra la prohibición misma. Aproximarme a lo que caracterizaba a esa comunidad concretamente suponía acercarme a una elaboración que se presentaba no como la comunidad misma sino como una perspectiva universal independiente de ésta, deducida de la razón misma y de un “perfil del usuario”.

La comunidad y su caja de herramientas

Para situarme en tal comunidad cuya particularidad es su “universalidad”, se esperaba que yo participara promoviendo mis derechos como usuario y ser humano. Puesto que el movimiento era constituido por los propios usuarios, yo podría participar en igualdad, es decir, con el derecho a influir en ese marco de manera creativa.

Tal comunidad no significaba para mí una serie de personas con quienes hablar y convivir cara a cara cotidianamente; la Red Latinoamericana de Personas que Usan Drogas se reúne a penas una o dos veces al año. El contacto tampoco me parece muy frecuente en redes y canales electrónicos. Lo que sí es cotidiano es que en mi trabajo empleo documentos que contienen diagnósticos, informes, conceptos y otras herramientas, y que éstos han sido trabajados en y por las redes internacionales en mención. En suma, para mí “pertenecer” a tal “comunidad” significa sobre todo que hay ciertas herramientas, frecuentemente en la forma de documentos, que están ofrecidas a mi creatividad, y que quizás otras personas que no llegue a conocer podrían aprovechar tal creatividad desde otros lugares.

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En síntesis, me encontré con una comunidad constituida alrededor de mi posible participación como constituyente; una comunidad no dada sino como una “caja de herramientas” por y para expresión pendiente de mí mismo y otros como yo, ¿cómo podría oponerme?

La especificación de las necesidades humanitarias

Examinemos la caja de herramientas, la Red Internacional de Personas que Usan Drogas (INPUD por sus siglas en inglés) y la Red Global de Proyectos de Trabajo Sexual (NSWP del mismo modo) son coautoras de un reporte de política pública sobre las necesidades de las trabajadoras sexuales usuarias de drogas (INPUD & NSWP, 2015). El reporte fue elaborado por medio de consultas hechas a las bases locales de ambas redes, lo que incluyó estudios de caso provenientes de Kenia, Indonesia y otros países de todos los continentes, sobre proyectos donde ambas comunidades trabajaron juntas.

Las personas que ejercen trabajo sexual y que también usan drogas no son reconocidas como expertas de sus propias vidas y experiencias; el derecho y la política se hacen sobre ellas, no con ellas. Específicamente, enfrentan criminalización, control policial, estereotipamiento, y otras formas legales de vigilancia y acoso corporal; fobia al usuario de psicoactivos, fobia a la trabajadora sexual, doble estigma y discriminación, mayor vulnerabilidad a infecciones, barreras de acceso a servicios de salud, automarginación, falta de reducción de daños y de otros servicios (INPUD & NSWP, 2015, pp. 2-8). ¿Cómo serían las respuestas adecuadas? Las más exitosas han sido basadas en la comunidad, lideradas por pares, orientadas siempre a mejorar la autoorganización y la formación de redes interseccionales, y ofrecer servicios específicos para trabajadores sexuales que usan drogas (INPUD & NSWP, 2015, pp. 8-12).

En el reporte en mención evidenciamos una especie de movimiento teórico de especificación de las necesidades humanitarias. Ante las intervenciones típicas en reducción de daños, como el intercambio de jeringas, se plantea: ¿qué hay de las necesidades de sectores diversos entre los usuarios que tienen problemas y experiencias distintas? Entonces se ha procedido al análisis y la promoción de respuestas conjuntas a necesidades interseccionales (ver INPUD & NSWP, 2015). La cuestión pasa a referirse específicamente a los trabajadores sexuales que usan

109 Ramiro E. Borja-Martínez drogas. Esta especificación es solo una posibilidad entre otras; el propio documento insinúa que el siguiente paso sería la consideración de los trabajadores sexuales que se inyectan drogas e, inclusive, en un paso posterior, los trabajadores sexuales que se inyectan drogas y que son LGBT y tienen VIH (ver INPUD & NSWP, 2015).

La especificación no necesariamente sigue una secuencia lineal. En la página electrónica de INPUD encuentro algunas publicaciones que lo evidencian (énfasis añadidos):

• Promoviendo la Salud Sexual y Reproductiva y los Derechos Humanos de los Usuarios de Drogas Inyectables que Viven con VIH (2010). • El VIH y las Mujeres que se Inyectan Drogas: Respondiendo a Necesidades Específicas (2014). • Los Derechos Humanos y las Reivindicaciones de las Personas que Usan Drogas (2015). • Llevando a la Acción a los Compromisos Estatales en Equidad de Género: Respondiendo a las Necesidades de las Mujeres que Usan Drogas (2016). • Implementando Programas Integrales de VIH y VHC con Personas que se Inyectan Drogas (2017). • El Impacto del Estigma y la Discriminación en Poblaciones Clave y sus Familias (2018).

Además de trabajadores sexuales usuarios de drogas, están especificadas las “poblaciones clave”, las personas que usan drogas, que se inyectan drogas, las mujeres que usan drogas, las mujeres que se inyectan, y en cada caso hay una variante para quienes tienen VIH. Como se ve, el reporte en torno al trabajo sexual y al uso de drogas, con sus alusiones a intersecciones con temas de inyectables, VIH y LGBT es una instancia muy concentrada de ese movimiento teórico más amplio de especificación de las necesidades humanitarias.

Palabras, conceptos, objetos

A pesar de la libertad que ofrece, la caja de herramientas “conduce” como un juego con ciertas posibilidades de interpretación, innovación, improvisación y no otras. Se ha dado cierto movimiento no lineal de especificación de las necesidades

110 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 105-134 La objetivación de la reducción de daños desde la perspectiva llamada “de las personas que usan drogas” humanitarias, entonces, ¿cómo y por qué incorporarme a esa “comunidad”?, ¿qué alternativas existirían?

Con la expectativa de plantear esa sutil problemática es que decidí acudir a la arqueología del saber formulada por Michel Foucault, también denominada arqueología filosófica por autores como Giorgio Agamben. Al hacerlo he resuelto no emplear alternativas aparentemente equivalentes como el análisis lingüistico del discurso de Normal Fairclough y similares, o la historia de los conceptos de Georges Canguilhem. Tal literatura se interesa en los intercambios de habla o en los conocimientos científicos, mas no en sus condiciones discursivas ni especialmente en su régimen de formación de objetos. Cuando se dice condiciones discursivas podría asumirse que se hace referencia a las enunciaciones, al uso del lenguaje; no obstante, ese no es el caso. En una publicación posterior entraré en detalle en esa lectura específicamente discursiva y no lingüística de la arqueología filosófica. Para este artículo basta con decir que existe una amplia discusión al respecto (ver Bacchi & Bonham, 2014; Curtis, 2014; Scheffer, 2007; Wickham & Kendall, 2007; Elden, 2003; Kendall & Soyland, 1997) y me limito a presentar unas pautas.

En un trabajo sobre el rol ambiental de las poblaciones indígenas, desarrollado por la investigadora en género y estudios del Ártico, Heidi Sinevaara-Niskanen (2015), se emplea el concepto de vocabularios de imperar (“vocabularies of rule”) que resonaría con el tipo de análisis lingüístico propuesto por Fairclough; existiría cierto uso de algunas palabras en torno al tema del rol ambiental de las poblaciones indígenas, especialmente de “vulnerabilidad”, “comunidad” y “necesidad de adaptación”, uso que encarnaría un ejercicio de poder orientado a conservar a esas poblaciones en tal rol e identidad.

Cabría preguntar entonces ¿si dejamos de decir “vulnerabilidad” cerca de “necesidad de adaptación” al hablar sobre el rol ecológico del nativo, se disolverán ese rol y ese ejercicio de poder? A pesar de que en la literatura se advierta que las relaciones de poder llevan un carácter condicionado por el lenguaje, pero a la vez condicionante de éste, ese tipo análisis de vocabularios de hecho ha concentrado las disputas y el pensamiento sobre si usar o no ciertas palabras. Lo que queda subestimado es que eso resulta un cambio de poca importancia si la nueva palabra circula por los mismos lugares y con las mismas funciones, y viceversa, que la misma palabra podría circular en relaciones radicalmente diferentes.

111 Ramiro E. Borja-Martínez

¿Pero cómo apareció la figura de un rol ecológico del nativo al que harían referencia esos u otros vocabularios?

Consideremos ahora los conceptos. La historia de los conceptos de Canguilhem (1977) amerita mayor trabajo que el que cabe en este artículo, además es un antecedente del que la propia arqueología filosófica toma muchos elementos. En consecuencia, trato de aproximarme a la cuestión de los conceptos de una manera más intuitiva para justificar el foco de este artículo, apenas intentando diferenciarla de la formación de objetos.

Supongamos que concepto se refiere justamente al modo en que una palabra circula. La palabra “sustancia psicoactiva” circula según una definición que dice: sustancia psicoactiva es aquella sustancia que modifica la percepción normal de los sentidos; y en cambio no corresponde a aquello que sea una sustancia que no modifique los sentidos, o no sea una sustancia; he ahí una palabra y una definición, por tanto, un concepto.

Sucede que esa definición se da en términos de otras palabras, por supuesto, pero también representa un objeto; es decir, se presenta como referencia a una realidad y sustituto de ésta, realidad concebida como más o menos exterior, anterior, independiente del concepto; la “sustancia real”. En otras palabras, existe algo así como las drogas ilegales o sustancias psicoactivas, y aunque en cada caso estas palabras señalen una definición diferente, algo se proyecta al parecer por debajo de ambas, algo “exterior” a éstas, una “realidad dada”, las drogas o sustancias reales. La variedad de palabras y sobretodo de conceptos parece señalar a unos objetos que elabora como exteriores.

Entonces encontramos una imagen de hierba enrollada vista desde aquel ángulo, otra imagen de hierba enrollada vista desde otro ángulo, un aroma a flor, un aroma un rato después, cierta sensación de un peso ligerísimo y alargado en los dedos, un gusto amargo. Todo esto compone el objeto, este ejemplar de cigarrillo de marihuana en particular, aunque le llamemos con otras palabras. Quizás no conceptualicemos ese objeto, es decir, podríamos dejar sin elaborar una regla o definición que determine qué es lo que tales referentes comparten a diferencia de todo lo demás, tipo “este ejemplar de cigarrillo de marihuana en particular es aquello que…”. Sin embargo, procedemos a construir esos fenómenos como experiencias de lo mismo, del mismo objeto, de este ejemplar de cigarrillo de marihuana en particular.

112 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 105-134 La objetivación de la reducción de daños desde la perspectiva llamada “de las personas que usan drogas”

Cómo sucede esto es justamente lo que pretendo saber al proponerme un análisis de un régimen de objetivación. ¿Cómo se da la experiencia de algo como lo mismo?, ¿cuál es o cuáles son sus modos de formación como objeto o regímenes de objetivación?

Volviendo a la cuestión del rol ecológico del indígena, una cosa son las palabras que lo nombran o definen, otra es la definición que se da de ese rol y el concepto que compone. Lo tercero es la “realidad” de que habría un objeto, llámesele “papel ambiental del nativo” o como se quiera, y que ése es el objeto que se procura conocer, sea como sea que se conceptualice. Por lo tanto, al margen de sus nombres y definiciones, ¿cómo llega a formarse un objeto?

Objetivación y poder

El análisis de los regímenes de objetivación no es completamente independiente del análisis de otras relaciones de poder, pero conviene distinguirlo. Por una parte, está la cuestión de cómo se objetiva cierta serie de fenómenos, que sucede que hay algo que experimentamos como lo mismo, distinguible de qué nombre le pongamos y de la regla que nos diga finalmente qué es y qué no es parte de éste. Por otra parte, está el carácter condicionado y condicionante de tal objetivación en un campo de relaciones de poder. Una cuestión es que algo se objetiva, se experimenta o no como un mismo objeto, y otra la relación de esa objetivación con ciertas estrategias y tácticas y su circulación dentro de un juego de poderes. No se trata de asuntos que deban ser tratados separadamente, todo lo contrario. Pero conviene empezar por concentrarse en describir que se da cierto régimen de objetivación, para luego poder comprender ese régimen como una función dentro de un dispositivo más amplio y de un conflicto contingente y con cierta trayectoria en transformación.

De ahí que la formación de objetos u objetivación me resulte un tema pertinente y distinto a los vocabularios y la conceptualización, y también al análisis del poder y a temáticas como la gubernamentalidad, pero no aislado de éstos.

Objetivación y agencia

Este artículo se propone describir la regularidad en cierto régimen de objetivación, es decir, especificar reglas o patrones evidentes en éste. Al efecto es necesario referirse

113 Ramiro E. Borja-Martínez a reglas específicas y llamarlas de alguna manera facilita el trabajo, para loque empleo los términos “activismo” y “testimonio”, al igual que “agencia”.

Quien lea podría llegar a confundirse con esto y, por ejemplo, interpretar lo escrito sobre la “agencia” como una intervención en los debates teóricos en torno al concepto agencia según cierta definición o uso que ha tomado en una ciencia humana, social, y/o política. Sería igualmente una confusión pensar que en lugar de esto lo que se discute es la realidad empírica de la agencia, por ejemplo, la agencia real de los usuarios de psicoactivos como podría entenderla la sociología política. Debe recordarse que con “agencia” y términos similares lo que discuto en este artículo es nada más y nada menos que un patrón preciso en cierto régimen de objetivación de la reducción de daños. Con “agencia” señalo el suceso de que la reducción de daños se ha formado como objeto en relación a los daños que las personas usuarias de psicoactivos perciben en su autonomía. Esto no implica que en el artículo se esté postulando que otras entidades o actores carezcan de agencia o autonomía real, o que los usuarios de psicoactivos gocen realmente de ésta o no ni cómo, ni que convenga o no asumir cierta definición a la hora de emplear ese término como categoría de análisis en otra investigación. En este artículo agencia señala únicamente que la reducción de daños se ha objetivado confeccionando al paso cierto patrón: considerar a la autonomía y/o praxis de los usuarios a la hora de especificar los daños y las medidas de respuesta. Un razonamiento análogo aplica al uso de testimonio y activismo.

METODOLOGÍA

En principio este artículo se aproxima a la perspectiva de la reducción de daños que tiene cierta comunidad de usuarios de sustancias psicoactivas llamada Personas que Usan Drogas. Por tal motivo, comienza explorando un ensayo de Albers (2012) cuyo sugestivo título traduce Contribución a una reconsideración crítica de la reducción de daños desde la perspectiva de las personas que usan drogas. Sin embargo, sería ingenuo juzgar el artículo por su título o su autor; si Albers es un consumidor activo de drogas, o si él a la hora de escribir lo hace bajo el efecto de alguna droga, inclusive si es una especie de autoridad en su comunidad como exdirector de INPUD, ¿eso de entrada significa que todo aquello que él escriba es una contribución a la perspectiva llamada “de las Personas que Usan Drogas”? ¿Pertenecería este texto a la perspectiva así llamada si desarrollara un argumento sobre las mismas

114 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 105-134 La objetivación de la reducción de daños desde la perspectiva llamada “de las personas que usan drogas” cosas y de los mismos modos como los textos que promueven el encarcelamiento de los usuarios? Supongamos que diversos escritos afirman desarrollar la misma perspectiva, pero contienen argumentos contradictorios, algunos incluso dentro de un mismo artículo, entonces el asunto se torna más difícil: ¿hacen tales textos sus afirmaciones contradictorias de la misma manera?, ¿es perspectiva una categoría de análisis útil?, ¿cómo puede uno notar y describir otros modos de unidad y dispersión?, ¿qué tal distinguir dicha “perspectiva” a partir de la manera en que se han dado sus objetos? (ver Foucault, 2002, pp. 23-33).

Al efecto, analicé dos textos mediante la arqueología filosófica. Seleccioné esos dos textos específicamente, el ya mencionado de Albers, y el reporte de INPUD y NSWP sobre trabajadores sexuales que usan drogas (Albers, 2012; INPUD & NSWP, 2015). Tomé como datos estos textos y no otros porque describen estrategias de cierta comunidad de usuarios y activistas que promueve la reducción de daños de una manera condensada y militante, ofreciendo así los rasgos definitorios de tal modo de pensamiento.

En el procedimiento que llevé a cabo, comencé por reseñar el principal argumento de cada texto y las principales premisas que lo sustentan. Luego hice una lista con los objetos centrales de esas afirmaciones, los que como objetos tanto lingüísticos como lógicos fueron los más relevantes. Así obtuve varios objetos, para ser breve solo tomé en consideración la reducción de daños por su importancia. Entonces describí las reglas de formación de ese objeto, específicamente mediante tres categorías: superficies de emergencia, autoridades de delimitación y rejillas de especificación, concluí con una descripción de las relaciones entre ellas (ver Foucault, 2002, p. 30).

La reducción de daños no ha sido pensada de todas las maneras posibles; no todo ni cualquier cosa aceptable lógicamente y gramaticalmente sobre la reducción de daños ha sido efectivamente postulada como una aserción. (ver Foucault, 2002, pp. 35-36). Hay un tercer juego de condiciones distinto a las reglas lógicas y gramaticales, cierta regularidad inmanente a lo que ha sido hecho aserción, que puede ofrecer una definición aceptable de la perspectiva llamada “de las Personas que Usan Drogas”. Lo que preliminarmente denominé perspectiva PUD parece quedar mejor definido a partir de cierta regularidad en la objetivación de series de reducciones de daños posiblemente dispersas y contradictorias (ver Foucault, 2002, pp. 44-49).

115 Ramiro E. Borja-Martínez

RESULTADOS

Reglas de objetivación

Activismo como superficie de emergencia

¿Qué significa afirmar que “el activismo es una superficie de emergencia que contribuye a la formación de la reducción de daños como objeto”? (ver Foucault 2002, p. 45). Significa que hay una manera de pensar acerca de la reducción de daños que se caracteriza por tomar como obvia cierta discusión sobre su relación con el activismo: discusión que trata sobre si el activismo puede contar o no contar, del todo o en parte, como reducción de daños. Una manera de pensar puede ofrecer preguntas abiertas o respuestas cerradas, pero siempre que esa discusión esté a mano, incluso como una respuesta consensuada a una pregunta implícita, podemos afirmar que el activismo está siendo una superficie de emergencia de la reducción de daños.

Esto se parece al funcionamiento de la criminalidad como superficie de emergencia de la locura. Las relaciones entre locura y criminalidad fueron debatidas a través de la psicopatología del siglo XIX; es posible que ninguna proposición mantuviera su vigencia a lo largo de todo el siglo, pero este debate ciertamente sucedió (ver Foucault, 2006, pp. 521-522; 2002, p. 46).

Una discusión sobre por qué el activismo llegó a ser superficie de emergencia de la reducción de daños, esto es, por qué causas, no es lo que esta investigación busca; no tiene metas explicativas sino puramente descriptivas. El argumento tiene que ver con que la descripción es adecuada, que tal cosa es o parece ser de cierta manera, no por qué tal cosa resulta así. Se afirma que el activismo funciona como superficie de emergencia, no que el activismo funcione así porque esto sea una necesidad histórica o lingüística. “Hay un modo de pensamiento que toma como obvia cierta discusión sobre el activismo y la reducción de daño” es una aserción puramente descriptiva (ver Foucault, 2002, pp. 27-28).

Pero inclusive al apartarse de la explicación causal, ¿cómo puede alguien saber que ésta o cualquier otra descripción de dicho pensamiento es la correcta?, ¿es una buena descripción de una manera de pensar que pueda evidenciarse en los datos? Sabemos que lo es porque los datos muestran la relación entre activismo y reducción de daños

116 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 105-134 La objetivación de la reducción de daños desde la perspectiva llamada “de las personas que usan drogas” siendo problematizada. La reducción de daños es algo sobre lo que se está pensando; ciertamente la pregunta ¿puede el activismo ser o no reducción de daños? se pone repetidamente bajo consideración. Así sabemos que el activismo verdaderamente está siendo una superficie de emergencia de la reducción de daños.

A la conclusión anterior se llega por medio de cierto procedimiento: se empieza revisando las instancias en que la reducción de daños está siendo tomada como un objeto lógico y gramatical en los datos. Luego se hace un listado preliminar de lo que está siendo tomado como reducción de daños, y como no reducción de daños: ¿cuáles fueron las cosas que estuvieron disponibles para serlo o para no serlo? En seguida se simplifica la lista, obteniendo menor conjunto posible, considerando solo lo más abarcador y distinto. Las categorías resultantes son las superficies de emergencia que están operando en los datos.

Entremos en contacto con los datos mediante un ejemplo en que el activismo no está operando como superficie de emergencia: [la industria de la reducción de daño] está quedando cada vez más profesionalizada tal como se manifiesta en el sector estatutario (o sea provisto por el Estado) y el sector voluntario (financiado mediante donaciones) (ver Albers, 2012, p. 128). Esta cita habla de una reducción de daños que emerge en la política pública, pero que también puede emerger en un terreno no estatal; ciertas intervenciones financiadas mediante donaciones voluntarias también pueden ser consideradas reducción de daños. Aquí la superficie de emergencia no es solamente la política pública; tanto la política pública como el voluntariado y la caridad pueden dar lugar al mismo tipo de reducción de daños, es decir, la industria de la reducción de daños, y ambas están profesionalizándose. Para capturar esta idea que incluye a la política pública y a la reducción de daños financiada caritativamente, uno puede proponer la intervención profesional como superficie de emergencia: ciertas intervenciones profesionales pueden contar o no como reducción de daños.

En los ejemplos siguientes no hay una intervención profesional en juego, sin embargo, hay algo disponible para contar o no como reducción de daños, luego ahí debe estar operando una superficie de emergencia distinta.

Esto es lo que la Red Indonesia de Usuarios de Drogas (PKNI) respondió a la consulta iniciada por las redes globales de trabajadores sexuales y personas que usan drogas:

117 Ramiro E. Borja-Martínez

Currently our organisation does not have a specific strategy for addressing the needs of sex workers who use drugs. However, we have co-organised a joint training with the National Sex Worker Network to investigate cross cutting issues and possibilities to work together. (INPUD & NSWP, 2015, p. 8)

Consideremos lo que la Alianza de Trabajadores Sexuales de Kenia (KESWA) respondió a la misma consulta: “KESWA played a critical role in the establishment of ‘High Ladies’ to take lead in service delivery and advocacy for sex workers who use drugs” (INPUD & NSWP, 2015, p. 9).

Tanto la intervención de PKNI como la de KESWA son presentadas como formación de redes inter-organizacionales (“Inter-organisational networking” INPUD & NSWP, 2015, p. 8) en la parte concluyente y prescriptiva del reporte de política pública, donde se fija una base de requisitos mínimos (“baseline of the minimum requirements” INPUD & NSWP, 2015, p. 10) para la reducción de daños, inmediatamente antes de tales requisitos (INPUD & NSWP, 2015, pp. 10-12). Las intervenciones están a su vez precedidas por un llamado a reconocer la autopericia (“self-proficiency” INPUD & NSWP, 2015, p. 8) de los trabajadores sexuales y las personas que usan drogas. La ubicación de las citas marca su relevancia para la perspectiva sobre la reducción de daños que está siendo dispuesta al paso: en la tarea de reconocer la autopericia, una parte central es comprender la formación de redes interorganizacionales como un aspecto transversal de la reducción de daños para trabajadores sexuales que usan drogas.

Una característica adicional de los datos nos permite tomar el contenido de las citas como ejemplos de activismo, en cuanto refieren a unas intervenciones que estarían disponibles para ser o no ser reducción de daño; se trata de la conceptualización de la fobia compuesta al usuario de drogas y a la trabajadora sexual como un daño operado por medio de sí mismo:

Stigma is extremely potent. People can internalise stigma, coming to believe negative generalisations and misconceptions about themselves. People can also distance themselves from stigmas, and members of stigmatised groups can stigmatise other members of their communities. This is the case for some sex workers, who distance themselves from other forms of sex work, and for some people who use drugs, distancing themselves from other people

118 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 105-134 La objetivación de la reducción de daños desde la perspectiva llamada “de las personas que usan drogas”

who use drugs, or from various patterns of drug use and/or drugs. As a result, some sex workers and people who use drugs are wary of discussing both communities in the same context, since discussion can feed incorrect assumptions that all sex workers use drugs, and that all people who use drugs sell sex. It should be stressed that generalising all sex workers as using drugs, or all people who use drugs as selling sex, is reductive and inaccurate, but discussion of intersections between these communities is important and this discussion should be led and informed by sex workers who use drugs. (INPUD & NSWP, 2015, p. 4)

Concediendo que la fobia compuesta al usuario de drogas y la trabajadora sexual (INPUD & NSWP, 2015, pp. 4-5) es una modalidad de daño, la investigación conjunta de PKNI con la Red Nacional de Trabajadores Sexuales de Indonesia sobre las necesidades interseccionales, debe entenderse como una intervención en reducción de daños por sí sola, y como un caso típico de ésta en sus efectos de formación de redes y reconocimiento de la autopericia, al igual que la organización de High Ladies por parte de KESWA (ver INPUD & NSWP, 2015, pp. 8-9). La evidencia de la operación del activismo como superficie de emergencia yace en tales acciones que pueden ser reducción de daños, pero que no están patrocinadas por el estado o la caridad, que no son en estricto sentido profesionales, y que en lugar de esto revelan un espesor del activismo como tal.

El comentario de Albers también contiene evidencia del activismo como superficie de emergencia:

one of the pioneering harm reduction interventions and a key event in the early history of the movement was the opening of a needle exchange, the world’s first, in Rotterdam in 1985 by activists of the MDHG Belangenvereniging Druggebruikers (Interest Association for Drug Users) in response to a hepatitis-b outbreak amongst the injecting community of that city. (Albers, 2012, pp. 124-125)

Así es como el activismo y la intervención profesional quedan evidenciadas en los datos como superficies de emergencia (INPUD & NSWP, 2015, pp. 8-9; Albers, 2012, pp. 124-125). Además, ambas superficies pueden intersecarse: activismo de usuario de servicios se refiere a un tipo de intervención profesional que también involucra el activismo de las personas que usan drogas (ver Albers, 2012, pp. 127-128). Albers critica al activismo de usuario de servicios por estar

119 Ramiro E. Borja-Martínez delimitado por un modelo médico del uso de drogas, y los requisitos operativos de las organizaciones intermediarias (ver Albers, 2012, p. 128), lo que implicaría una aceptación de una identidad de enfermo que debilitaría los derechos (Albers, 2012, p. 128), de ahí que correspondería a una reducción de daño falsa o meramente aparente (ver Albers, 2012, p.126).

Por el momento es claro y suficiente decir que también encontramos al activismo operando como superficie de emergencia en la crítica de Albers al activismo del usuario de servicios, cuando plantea que no es verdadera reducción de daños. Con qué criterio este tipo de activismo fue delimitado y especificado como reducción de daños, y en cuanto tal como falsa o verdadera, es algo que se sigue considerando en las subsecciones siguientes.

Testimonio como autoridad de delimitación

¿Qué significa aseverar que el “testimonio es la autoridad de delimitación dela reducción de daños”? (ver Foucault, 2002, p. 46). Foucault da cuenta de la locura de una manera similar: que la medicina sea su autoridad de delimitación no significa que exista una doctrina u organización, la Medicina, que esté dada y luego se despliegue capturando a la enfermedad mental (ver Foucault, 2006, p. 441). Se dice que la medicina es autoridad de delimitación de la locura específicamente cuando se da cierto arreglo con cierto alcance: la observación cercana del loco es puesta en relación a su tratamiento en el asilo u hospital mental, y esto luego va cristalizándose en una teoría abstracta que dice la verdad sobre el hombre (ver Foucault 2006, pp. 436, 442-443, 526). En esta sección procede un argumento parecido en relación al testimonio como autoridad de delimitación; no nos referimos a una organización, doctrina o formato dado que delimite la reducción de daños. En cambio, la pregunta es ¿cuál fue la “autoridad” o alcance que cobró cierta delimitación de la reducción de daños?

Al leer los datos puede notarse que no todo lo que se presenta como reducción de daños queda verdaderamente reconocido como tal. Ciertos modos de reducción de daños son juzgados como falsos o verdaderos, y hay criterios para hacer este juicio que se ven propuestos explícitamente. Estos juicios y criterios se sintetizan en cierta operación de verificación: se ponen a consideración los efectos de aquello que en apariencia se llama “reducción de daños”. Si esto efectivamente reduce cierto

120 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 105-134 La objetivación de la reducción de daños desde la perspectiva llamada “de las personas que usan drogas” daño o el riesgo de su ocurrencia, cuenta como verdadera reducción de daños, pero si aumenta algún daño o riesgo entonces cuenta como reducción de daños falsa (ver INPUD & NSWP, 2015, p. 10; Albers, 2012, p. 126). Es por esto que Albers juzga al activismo del usuario de servicios como una reducción de daños falsa; teme que en realidad aumente los daños sufridos por las personas que usan drogas.

¿Pero exactamente cómo se conduce esta operación en los datos?, ¿puntualmente qué se necesitó hacer para que la posición de Albers se tome como verdadera y con qué alcance? El ejemplo de un activista que va al médico conduce a la respuesta:

Accepting that under prohibition we have to engage with health services for assistance is a strategic necessity, indeed acceptance of the patient role is the only one that is functional within the medical paradigm within which most harm reduction services function. The supposedly objective criteria of harm that institutionalised harm reduction services work with is one that is questioned by the movement of people who use drugs who, resisting the moralising implicit in the construction of addiction, insist that harm is only present when the drug user herself deems that her habit is becoming problematic. (Albers, 2012, p. 129)

Como muestra la cita, que cierta intervención profesional o de activismo sea reducción de daños verdaderamente no depende del carácter del servicio recibido sino de sus efectos negativos en la experiencia que la usuaria de drogas tiene de los daños. Esto obviamente implica que el reporte de tal persona es válido para sí misma, y que su autoridad sobre otros dependería de cómo dan cuenta de su propia experiencia de los daños y la intervención.

Esta práctica de reportar o dar cuenta de la propia experiencia del daño, tal como atraviesa lo descrito por Albers (2012), cobra una autoridad estructurada de un modo específico, similar a la de aquellos juicios sobre la reducción de daños que las consultas globales cobran (ver INPUD & NSWP, 2015, p. 2; Albers, 2012, p. 129). Para el presente esfuerzo llamaremos a esta estructura “testimonial” y por tanto “testimonio” al alcance que adjetiva.

El reporte de política pública fija requisitos para que una reducción de daños focalizada en trabajadores sexuales que usan drogas sea verdadera, y lo hace de manera general, destinada a todos y cada uno de los trabajadores sexuales usuarios

121 Ramiro E. Borja-Martínez de drogas (ver INPUD & NSWP, 2015, pp. 8, 10). Este gesto se sustenta en el campo que las consultas abarcan: las intersecciones de comunidades de trabajadores sexuales y personas que usan drogas a lo largo de muchos países y varios continentes (ver INPUD & NSWP, 2015, pp. 2, 8-9).

Detengámonos un momento en este punto para considerarlo muy cuidadosamente, la “evidencia” correspondiente a la perspectiva PUD es notablemente diferente a la de las psicopatologías del siglo XIX. Estas últimas generalizan sobre la base de la “objetividad” o pureza de la observación en el hospital mental, y la unidad del alma, aunque la información empírica que les sirvió de punto de partida sea menor. Las psicopatologías se apoyan inicialmente en los datos provistos por los locos liberados por Pinel dentro de cierto hospital, o los tratados por Tuke en cierto retiro, y no en unas consultas globales como las practicadas por las redes de activistas. En el caso de las consultas, lo que valida la generalización es la agregación de estudios de caso acerca de acciones conjuntas, la magnitud y la coherencia interna de esta agregación (ver INPUD & NSWP, 2015, pp. 2, 8-9) en vez de la humanidad del alma y la pureza de la mirada. Las consultas globales otorgan una validez diferente a la de la muestra representativa de la unidad dada pues se extiende solo a la agregación misma. De ahí la emergencia de la categoría trabajadores sexuales que usan drogas y su distinción de las categorías trabajadores sexuales y personas que usan drogas; las contradicciones en los testimonios colectivos no tienen que ser subsumidas en un marco coherente, sino que señalan la emergencia de una agregación distinta. Como evidencia para la perspectiva PUD, las consultas de INPUD y NSWP contienen una teoría sobre la reducción de daños para personas que usan drogas, otra para trabajadores sexuales, una tercera para trabajadores sexuales que usan drogas, pero no una teoría de una agregación que sintetice todas las otras de manera necesaria y uniforme, por ejemplo, una teoría sobre la reducción de daños para la humanidad (ver INPUD & NSWP, 2015, p. 1).

Ya sea colectivamente como en el reporte de INPUD y NSWP (2015), o de manera individual como en el comentario de Albers (2012), esta práctica de dar cuenta de la propia experiencia del daño es lo que autoriza la verdad o falsedad como reducción de daños de cierto activismo y/o intervención profesional. Lo que circunscribe esta autoridad es la magnitud de cierta descripción de sí y la posibilidad de descripciones ulteriores y contradictorias; más que agregarse en un marco coherente, juicios generalizados y contradictorios son válidos, pero cada uno para su fuente testimonial.

122 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 105-134 La objetivación de la reducción de daños desde la perspectiva llamada “de las personas que usan drogas”

Así concluimos que el testimonio es la autoridad de delimitación que opera en los datos.

Agencia como rejilla de especificación

¿Qué significa tomar por verdadero que “la agencia es rejilla de especificación de la reducción de daños”? (ver Foucault, 2002, p. 46-47). Esto equivale a proponer cierto rasgo como definitorio de un modo de pensamiento evidenciado en los datos, ¿exactamente cuál rasgo? Que la agencia se discute como una comprensión de los daños, así, en lugar de considerar los daños en forma de enfermedades del alma, la falta o regresión de ciertas facultades mentales que serían típicas de los adultos modernos, tal como se haría en las psicopatologías del siglo XIX (ver Foucault, 2006, pp. 452-458, 491-497, 501-503, 516, 518-519, 521, 525-529; 2002, 46-48; 1987, 17-24, 44-47); la perspectiva PUD comprende el daño como falta de un cuidado holístico a la salud, como vulneración a los derechos humanos (ver INPUD & NSWP 2015, pp. 1, 5; Albers 2012, pp. 124-126), o en su rasgo más distintivo como desconocimiento de la agencia, es decir, de las capacidades de ser expertos de sí mismos, administradores de sí mismos, y de dictar sus propias normas de conducta (ver INPUD & NSWP, 2015, p. 8; Albers, 2012, pp. 127-129). Existe cierta obviedad al considerar la agencia a efectos de analizar el daño; se procura enfocar el análisis en los daños hechos en la agencia de las poblaciones clave, interviniendo para recuperar y proteger esta agencia, evaluando las intervenciones de acuerdo con sus efectos positivos o negativos en ésta, juzgándolas como verdadera reducción de daños si la agencia aumenta (ver INPUD & NSWP, 2015, pp. 8, 10; Albers, 2012, pp. 126-129).

Sabemos que esa obviedad opera ahí no porque la comprensión del daño como agencia se suponga acríticamente, sin argumentación, implícitamente, de manera que solo podamos sacar a la luz este tema con la ayuda de sofisticadas técnicas de lectura. Esta obviedad se evidencia en los datos en el sentido de que comprender el daño a través de la agencia es una práctica a favor de la cual se argumenta explícitamente y de manera reiterada. En general los textos procuran explícitamente que se haga obvio el hecho de que la agencia puede jugar un papel decisivo al definir los daños, su reducción y sus diferentes tipos.

A fin de evidenciar cómo la agencia juega el rol de rejilla de especificación, volvamos al activismo de usuario de servicios. Ya dijimos que este tipo de “reducción de daños”

123 Ramiro E. Borja-Martínez se entiende como algo dado en la intersección de la intervención profesional y el activismo. Su reconocimiento como verdadera o falsa reducción de daños puede tener la autoridad testimonial que ya describimos. He aquí lo que ahora nos ocupa: una vez el activismo de usuario de servicios ha emergido y está bajo juicio como verdadera o falsa reducción de daños, ¿cómo toman lugar las posiciones sobre tal característica?

Los criterios fundamentales para tomar una posición sobre el carácter verdadero o falso de un ejemplo de reducción de daños fueron las diferentes comprensiones del daño (ver Albers, 2012, p. 124). Examinemos una comprensión del daño que está en juego en la crítica que Albers hace al activismo de usuario de servicios. El problema con esta “reducción de daños” es que su comprensión del daño es reductiva pues reconoce el daño solamente cuando ocurre como falta de salud, o en el mejor de los casos, como falta de acceso a los servicios de salud (ver Albers, 2012, pp. 127-129). El argumento de Albers no es que estos no sean daños reales, puede que lo sean, pero hay otras formas de daño. El activismo de usuario de servicios sería indiferente a, al menos, dos dimensiones del daño que son notorias: las vulneraciones a los derechos (ver Albers, 2012, p. 125) y el desconocimiento de la agencia (ver Albers, 2012, pp. 127-129). Esta jugada tendría una desventaja estratégica: Albers reconoce que asumir una identidad de paciente puede ser una necesidad instrumental (ver Albers, 2012, pp. 128-129), luego asumir tal identidad no es exactamente su razón para juzgar de falsa reducción de daños a este tipo de activismo. Lo decisivo es que mientras este activismo se limita a la identidad de paciente, no sitúa a la prohibición como problema (ver Albers, 2012, p. 128):

Activists involved in the movement of people who use drugs have an unrelenting commitment to the ‘strong rights’ version and take it to its logical conclusion by calling for an alternative legal regulatory framework to prohibition. I would argue further that a harm reduction that doesn’t do so is not worthy of the name, but is instead part of the harm-producing assemblage. (Albers, 2012, p. 126)

Si las drogas son la fuente principal del daño bajo las comprensiones medicalizantes, pero en esta ocasión ya no están siendo tomadas como el factor principal de daño, entonces hay una comprensión del daño distinta. La verdadera reducción de daños es la que concluye con la abolición de la prohibición, luego la prohibición sería tomada como el factor principal de daño, en vez de las drogas mismas y de ciertas moléculas en

124 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 105-134 La objetivación de la reducción de daños desde la perspectiva llamada “de las personas que usan drogas” su composición. Esta comprensión antiprohibicionista del daño estaría ejemplificada en el notablemente llamado Programa de Monitoreo y Análisis de Políticas Públicas de Reducción de Daños y Derechos Humanos que Albers (2012, p. 125) menciona destacando que éste resalta que el carácter de la arquitectura punitiva del control de drogas vulnera los derechos humanos. Al tomar las vulneraciones hacia los derechos humanos como dimensión del daño, por ejemplo, la vulneración a los derechos a la salud y la vida, pero también el derecho a la no discriminación y otros, nuevos ejemplos de daños cobran visibilidad. En algunos de estos ejemplos no es aceptable tomar las drogas como la causa directa del daño. En síntesis, una vez la preocupación se sitúa no solamente en la falta de salud o de servicios de salud, sino en el desconocimiento de muchos derechos, se hace más difícil explicar el desconocimiento de los derechos mediante las propiedades de las sustancias, y surgen dimensiones adicionales en los daños y su reducción (ver Albers, 2012, p. 125).

La descriminalización y todo lo que esta implica en términos de daños es un buen ejemplo de lo que cobra visibilidad una vez se comprende que “daño” abarca todas las vulneraciones a los derechos humanos: si alguna vez un trabajador sexual que usa drogas queda en la cárcel, puede que sea más fácil para el gobierno proveerle servicios de salud, pero esto no significa que el encarcelamiento pueda ser tomado verdaderamente como una medida reductora de los daños, porque tiene un impacto dañino sobre la mayor parte de los derechos, impacto que no podría quedar compensado con los servicios de salud o ignorado. La defensa de los derechos entonces opera como rejilla de especificación en vez del cuidado de la salud; a partir de ahí la descriminalización puede contar como una medida de reducción de daños (INPUD & NSWP, 2015, p. 10; Albers, 2012, p. 126). En ese contexto, quizás sea más verdadera que la “reducción de daños” salubrista, aquella ligada al activismo de usuario de servicios (Albers, 2012, pp. 127-129).

Consideremos una cita que confirma la importancia atribuida a la descriminalización:

All of these groups explicitly renounce the status of being organizations of patients, insisting instead on being militant organizations of people who use illicit drugs and all of whom are dedicated to the abolition of global prohibition as a long terms goal, and in the interim the decriminalization of drug use. (Albers, 2012, p. 129)

125 Ramiro E. Borja-Martínez

Lo anterior no solo muestra la descriminalización como una medida estratégica que el movimiento defiende, sino todo lo que esto implica en términos de cómo comprender el daño. Pero además pone en evidencia una dimensión adicional: se renuncia al estatus de paciente para forjar una identidad “militante”. Se dice que las poblaciones constituyentes de INPUD están activas en la resistencia al modelo médico de respuesta a las problemáticas relacionadas con las drogas, e intentan forjar y celebrar identidades positivas del uso de drogas (Albers, 2012, p. 129). Esta cita muestra una dimensión más del daño: el daño como desconocimiento de la agencia.

Si la afirmación identitaria, es decir, el intento de forjar y celebrar identidades positivas del uso de drogas (Albers, 2012, p. 129), es una verdadera intervención en reducción de daños, esto es porque las vulneraciones a los derechos humanos, su defensa y las respectivas demandas, no agotan la reducción de daños, porque el problema con el activismo de usuario de servicios no es solamente que al enfocarse en los daños a la salud y la falta de servicios de salud ignore muchas vulneraciones de derechos, y que la prohibición es su factor principal, sino porque algo más seguiría estando ignorado. De otro modo, la promoción del cuidado de la salud y de la descriminalización sería suficiente para definir la reducción de daños, así como también lo sería la defensa de la abolición de la prohibición, y la tarea pendiente sería plantear eficazmente esas demandas sin que haya valor alguno, dentro de las discusiones sobre la reducción de daños, en que las personas que usan drogas argumenten, se vuelvan activistas, formen organizaciones y redes internacionales, y forjen o celebren identidad alguna.

¿Qué otra cosa podría quedar precluida al cerrarnos entre la aceptación de la identidad de paciente y la defensa de los derechos? La capacidad de transformar la propia identidad. Lo que la última cita muestra es una intervención que corresponde a la comprensión del daño como desconocimiento de la agencia, pues responde con la capacidad de intervenir la propia identidad y forjar una distinta: ser paciente sería dañino porque escondería la agencia; el poder de cambiar la propia identidad a voluntad. Ejercer este poder abiertamente, lo que la formación de una organización militante ilustra, sería entonces una medida reductora de los daños (ver Albers, 2012, pp. 127-129). Así evidenciamos a la agencia como uno de los criterios en juego al identificar la existencia y tipo de una práctica reductora de daños; entonces en los datos la agencia opera como rejilla de especificación.

126 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 105-134 La objetivación de la reducción de daños desde la perspectiva llamada “de las personas que usan drogas”

Si una intervención se presenta como reducción de daños, lo hace al menos de alguna de estas tres maneras, o, mejor dicho, mediante alguna de estas rejillas de especificación: 1. Defensa de derechos: se considera si tal servicio está reconocido en la política pública como derecho o como respeto a otros derechos. 2. Cuidado de la salud: se considera si este es accesible en su provisión y hace un impacto positivo en indicadores de salud. 3. Agencia: se considera qué papel juegan los operadores pares de la comunidad local, si es significativo, en qué fase y con qué grado de control, y si sus aportes son notorios en los diseños de política pública resultantes (ver INPUD & NSWP, 2015, pp. 5-6).

Mientras se resume la manera en que un nuevo grupo contribuye a la reducción de daños, se pone en juego tanto el cuidado a la salud como la defensa de derechos: “KESWA played a critical role in the establishment of High ladies to take lead in services delivery and advocacy for sex workers who use drugs” (énfasis agregado, INPUD & NSWP, 2015, p. 9). El liderazo de High Ladies se da precisamente como provisión de servicios y defensa de derechos.

El reporte continúa describiendo las actividades de High Ladies mientras que las especifica como reducción de daños. Dos rejillas se superponen en esta descripción. En términos de defensa de derechos High Ladies participa en actividades encaminadas a crear un ambiente habilitante para que cierta población o intersección poblacional acceda a ciertos servicios, la creación de políticas y orientaciones que normalicen y provean servicios focalizados (ver INPUD & NSWP, 2015, p. 10). El mismo fragmento carga una segunda dimensión en términos del cuidado de la salud: dicha defensa de derechos apunta precisamente a servicios de salud a efectos de reducir/ eliminar los daños y prevenir la transmisión del VIH a través del intercambio de agujas y jeringas (ver INPUD & NSWP, 2015, p. 10). Examinemos la cita completa y veremos que la agencia no es un tema de la descripción. Ocasionalmente algunas palabras pueden entretejerse como una referencia a la agencia, pero este tejido está ausente aquí:

High Ladies participates in all KESWA advocacy activities aimed at creating an enabling environment for sex workers to access health services and promote harm reduction (...) and the creation of policies and guidelines that will streamline and provide targeted services for sex workers who inject drugs in order to reduce/eliminate harm and prevent transmission of HIV through the sharing of needles and syringes. (INPUD & NSWP, 2015, p. 10)

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El cuidado de la salud y la defensa de derechos se superponen como rejillas de especificación en la cita anterior, pero no la agencia. En contraste, la agencia (“agency”) está claramente al frente de la siguiente cita, especificando la verdadera reducción de daños: “programmes that do not exacerbate harm and risk, and instead focus on agency, self-determination and empowerment” (INPUD & NSWP, 2015, p. 10). El mismo hilo indicativo de la agencia se extiende a través de conceptos como modelos de servicios de empoderamiento liderados por pares comunitarios o capacidades fortalecidas de autoorganización y formación de redes (ver INPUD & NSWP, 2015, p. 10).

Según el reporte de política pública, hay ciertos requisitos que debe cumplir la reducción de daños apropiada. Para ilustrar, debe estar constituida por modelos de servicios liderados por pares comunitarios que ofrezcan servicios de referencia entre organizaciones, fortalecimiento de capacidades de autoorganización y formación de redes, y defensa de derechos por parte de organizaciones de trabajadores sexuales y de usuarios de drogas (ver INPUD & NSWP, 2015, p. 10). El último fragmento muestra tanto a la agencia como a la defensa de derechos operando como rejillas de especificación.

Cuando se compara lo anterior con otras partes del reporte, se identifican al menos dos patrones que pueden darse conjuntamente o separadamente. El primero resuena con la defensa de derechos por parte de organizaciones de trabajadores sexuales y de usuarios de drogas (ver INPUD & NSWP, 2015, p. 8), se trata de todo aquello que evoca un llamado a un agente externo para hacer o no hacer algo, todo esto se relaciona con la descriminalización e intervenciones similares. A lo largo del documento bajo estudio hay referencias a la disponibilidad, reforma de ciertos servicios de salud o a la incorporación de la participación en la formulación de políticas públicas, etc. Esta recurrencia es la rejilla de especificación que llamamos “defensa de derechos”.

En segundo lugar, hay modelos de servicios de empoderamiento liderados por pares comunitarios, referencia entre organizaciones, fortalecimiento de capacidades de autoorganización y formación de redes (ver INPUD & NSWP, 2015, p. 8) y todo lo que se refiera al trabajo de los activistas o las poblaciones clave sobre sí mismas, de manera individual o colectiva, sobre sus organizaciones. No se necesita el concurso de un tercero que preste un servicio, y cuando sí, el tema decisivo es el alcance de la acción, la elección y la capacidad que otorga a activistas pertenecientes a poblaciones

128 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 105-134 La objetivación de la reducción de daños desde la perspectiva llamada “de las personas que usan drogas” clave (ver INPUD & NSWP, 2015). Esta recurrencia es la rejilla de especificación que llamamos “agencia”.

Hasta este punto hemos planteado una hipótesis analítica; que hay al menos tres rejillas de especificación de la reducción de daños en la perspectiva PUD: cuidado de la salud, defensa de derechos y agencia. Abramos cierta distancia crítica frente a esta hipótesis considerando una alternativa: en realidad las rejillas de especificación que operan en los datos son trabajo sexual, uso de drogas y uso de drogas del trabajador sexual. Esto parece ser el caso, al menos en el reporte de política pública, porque se habla de los daños específicos a los trabajadores sexuales que usan drogas, y de servicios focalizados para ellos, lo que no sería reducible a aquellos focalizados para trabajadores sexuales, ni para personas que usan drogas (INPUD & NWSP, 2015, p. 1). Otras rejillas de especificación podrían ser cada una de las poblaciones e intersecciones enumeradas en las demás publicaciones de INPUD, como mujeres que usan drogas y mujeres que se inyectan drogas, entre otras posibilidades.

Pero miremos más de cerca. No se inventan categorías enteramente nuevas de daño e intervención para cada población e intersección. Los daños de una intersección son analizados mediante categorías que se parecen a los empleados para otras poblaciones; se trata de daños en la salud, los derechos, y/o la agencia (ver INPUD & NSWP, 2015, p. 1). Para la manera de pensar bajo estudio, las poblaciones o intersecciones no son rejillas de especificacion por sí mismas, en esencia, son series singulares de daños especificadas a través de una, algunas, o todas las rejillas que evidenciamos: cuidado de la salud, defensa de derechos, y agencia.

Relaciones de objetivación

Tenemos entonces las reglas de objetivación, para concluir nos faltan las relaciones entre tales reglas. Considerar dichas relaciones es importante porque otra arqueología filosófica no encontrará en dato alguno cada una de las reglas de forma aislada, como preparada para quedar en los resultados de la investigación sin mayor necesidad de análisis. Una investigación semejante encontrará en sus datos prácticas que relacionan varias regularidades a la vez. En analogía con el ajedrez, cada regla del juego puede ser estudiada por separado, pero toda jugada en una partida activa varias reglas a la vez, y entonces para dar cuenta de la práctica de cualquier jugada es necesario considerar las relaciones entre varias de esas reglas.

129 Ramiro E. Borja-Martínez

La interseccionalización de la reducción de daños como relación entre reglas de objetivación

Consideremos entonces la práctica de una “jugada”: el planteamiento de una reducción de daños para trabajadores sexuales que usan drogas que considera las intersecciones entre necesidades de personas que usan drogas y trabajadores sexuales. ¿Cómo es la relación entre reglas de objetivación encarnada por esa práctica? Empezamos por encontrar al activismo como superficie de emergencia: La Red Keniata de Personas que Usan Drogas (KeNPUD) organiza directamente foros para trabajadores sexuales que usan drogas (INPUD & NSWP, 2015, p. 9). ¿Son estos foros verdadera reducción de daños?

Luego podríamos encontrar el testimonio como autoridad de delimitación. Tal vez muchas opiniones brotaron en las redes globales acerca de esa materia, lo que sabemos es que KeNPUD respondió las consultas globales con estudios de caso sobre sus alianzas con KESWA (INPUD & NSWP, 2015, pp. 2, 5, 7, 9). Los estudios evidenciaron la naturaleza de su activismo, de sus foros, como verdadera o falsa reducción de daños.

Esto se evidenció al analizar algunos de los daños experimentados por trabajadores sexuales que usan drogas:

Being a drug user and female in our community is bound to attract stigma and discrimination, both from the general community, and also from the drug using community. Women are not expected to use drugs. Combined with sex work, this is bound to make one socially isolated from their family and friends and the community generally. (INPUD & NSWP, 2015, p. 5)

El análisis de daños mostró que las trabajadoras sexuales usuarias de drogas experimentan el daño de maneras distintas, que no se reducen a las experiencias de los trabajadores sexuales o de las personas que usan drogas cuando se consideran separadamente (INPUD & NSWP, 2015, pp. 1, 5). Por ejemplo, la comunidad usuaria de drogas puede aislar a una mujer trabajadora sexual, mientras que no aislarían a una persona usuaria de drogas que tenga una ocupación o género diferente.

130 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 105-134 La objetivación de la reducción de daños desde la perspectiva llamada “de las personas que usan drogas”

Se encontró que estos daños convergen en un registro: “an associated undermining of agency, choice and self-determination” (INPUD & NSWP, 2015, p. 1) que llamamos “agencia”.

Si nuestra hipótesis analítica es correcta respecto al testimonio, a efectos de que el carácter de los foros de KeNPUD sobre reducción de daños quedara demostrado para la perspectiva PUD, su resultado en esos daños sobre la agencia debía ser experimentado como positivo de ésta por los trabajadores sexuales que usan drogas. Ciertamente lo siguiente es lo que KeNPUD reportó:

In our organization we have specific days that we meet with sex workers who use drugs whereby they get space with the other sex workers and share their experiences (…) this helps with referrals in case[s] of complicated issues. Organising for sex worker specific forums also helps to get them to share their issues more openly. We also work closely with other sex workers organisations like KESWA. (énfasis añadido, INPUD & NSWP, 2015, p. 9)

Como muestra la cita, donde hubo aislamiento entre la comunidad de usuarios de droga y las mujeres trabajadoras sexuales, ahora hay foros donde pueden compartir sus problemas abiertamente, y los foros facilitan la cooperación con organizaciones de trabajadores sexuales a través de la referencia o remisión de casos; luego los daños se han reducido en la medida en que la agencia ha sido afirmada. Como resultado se demuestra en la perspectiva PUD que los foros de KeNPUD son verdadera reducción de daños para trabajadores sexuales que usan drogas.

Las relaciones entre reglas de objetivación en general

Nos propusimos definir la perspectiva llamada “de las Personas que Usan Drogas” a partir de su sistema de formación de la reducción de daños como objeto. Al efecto analizamos varias reglas de formación de este objeto a partir de los datos. Entre las reglas analizadas estas son las que proponemos como las más características: el activismo como superficie de emergencia, el testimonio como autoridad de delimitación y la agencia como rejilla de especificación. Luego nos aproximamos preliminarmente a las relaciones entre estas reglas de objetivación en el análisis de los foros de KeNPUD y de su carácter de verdadera reducción de daños.

131 Ramiro E. Borja-Martínez

Pero esto no basta para llegar a la definición que tenemos como meta, lo procedente, de acuerdo con el enfoque metodológico empleado “la arqueología filosófica”, es pasar a describir las relaciones entre tales reglas de objetivación en general (ver Foucault, 2006, p. 519-522). El más breve avance en este paso exige discernir cuáles son los elementos recurrentes entre al menos dos prácticas que encarnen las relaciones entre las reglas evidenciadas. Procedamos con la interseccionalización de la reducción de daños (ver INPUD & NSWP, 2015) y la crítica al activismo de usuario de servicios (ver Albers, 2012, pp. 127-129).

El activismo de usuario de servicios sucede en la superposición de la intervención profesional y del activismo como superficies de emergencia. Albers postula que este tipo de activismo puede ser reducción de daños falsa. Pero este juicio está abierto a autorización testimonial, en otras palabras, juzgarlo así requeriría validación por medio del recuento de la experiencia del daño que da la víctima, y la validez del juicio se restringe al recuento mismo. Si el activismo de usuario de servicios resulta reducción de daños falsa es porque se temen sus efectos en la agencia del activista, pues tal activismo escondería esta dimensión del daño y las fuentes y respuestas asociadas (ver Albers, 2012, pp. 126-129).

Ahora bien, respecto a la interseccionalización de la reducción de daños, el activismo operó como superficie de emergencia cuando los foros de KeNPUD mostraron ser reducción de daños para trabajadores sexuales que usan drogas. El testimonio funcionó como autoridad de delimitación cuando las consultas fueron dispuestas para evidenciar el carácter de tales foros como reducción de daños. Fueron evidenciados como verdadera reducción de daños para trabajadores sexuales que usan drogas porque los resultados en su agencia fueron positivos; por supuesto ahí la agencia operó como rejilla de especificación. Así es como la interseccionalización de la reducción de daños sucedió en la relación entre las reglas de objetivación analizadas (ver INPUD & NSWP, 2015, pp. 1-2, 5, 7, 9).

He aquí lo que parece “resonar” o “ser recurrente” entre las dos relaciones anteriores: la condición de existencia que define esta objetivación de la reducción de daños es que las personas que usan drogas, mediante su actividad al disponer organizaciones, foros, redes, investigaciones, críticas, polémicas escritas, reportes internacionales, etc., esto es mediante su activismo, practican algo susceptible de formarse como objeto, lo que especifican según los cambios que introduzca en su agencia y demuestran con

132 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 105-134 La objetivación de la reducción de daños desde la perspectiva llamada “de las personas que usan drogas” alcance testimonial. Es decir, la reducción de daños se ha objetivado en el activismo demostrando testimonialmente que las prácticas e identidad que asumen las personas usuarias de drogas son el resultado de una autodeterminación que en principio tienen, y que en algunos casos debe ser recuperada y logra recuperarse.

DISCUSIÓN

Procede una comparación con otros modos de objetivación y, en especial, con las relaciones características de las psicopatologías del siglo XIX; esto permitiría definir mejor lo que la perspectiva PUD tiene de novedoso y singular, y cómo tal perspectiva podría o ha podido transcenderse. El espacio de un artículo solo permite el esbozo anterior, luego dicha comparación y la discusión más amplia sobre su actualidad política y límites queda para otra publicación.

Sin embargo, hagamos un avance tentativo: el saber arqueológico toma como un objeto teórico y político la relación entre regularidades en la objetivación de la reducción de daños. Así, dicho saber abre la posibilidad de intervenciones calculadas para que éstas ya no sean la relación y regularidades en otra objetivación. En ese sentido, el movimiento teórico de especificación de necesidades humanitarias queda como “puesto entre paréntesis”, queda en riesgo la continuidad en el uso de la “caja de herramientas” o “comunidad” llamada “de las Personas que Usan Drogas”. ¿Cómo se relaciona entonces lo de las “Personas que Usan Drogas” con esta arqueología filosófica? Al respecto es posible que el trabajo de Agamben (2005, 1998) en torno al Estado de Excepción y al Homo Sacer sean pertinentes.

133 Ramiro E. Borja-Martínez

Referencias

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Chará, W. D. y Rodríguez, J. (2019). Producción WILLIAM DARÍO CHARÁ-ORDÓÑEZ** académica alrededor de los estudios sobre JULIANA RODRÍGUEZ-ARANGO *** cultivos de uso ilícito en Colombia 2000-2019. Revista Cultura y Droga, 24 (28), 135-158. DOI: 10.17151/culdr.2019.24.28.7. Recibido: 30 abril de 2019 Aprobado: 1 junio de 2019

RESUMEN

Objetivo: Revisar sistemáticamente la producción académica sobre cultivos de uso ilícito, erradicación y políticas antidrogas implementadas y mostrar los avances en su estudio. Metodología: Con base en la revisión sistemática se consultaron catálogos institucionales y 3 académicos: Proquest, Jstor, Ebsco. Los criterios de inclusión fueron: trabajos académicos publicados, publicaciones de las dos últimas décadas y que tuvieran como tema de abordaje los cultivos de uso ilícito. Resultados: se identificaron tres líneas temáticas: causas de la siembra de cultivos ilícitos, mecanismos de erradicación y políticas antidrogas implementadas, con lo cual se evidencia en la amplia producción existente, que no es un tema sólo abordado desde la óptica de responsabilidad del Estado o actores armados ilegales, sino también, como un asunto más complejo que vincula procesos culturales, de economía regional y medio ambientales. Conclusiones: Si bien los cultivos de uso ilícito se

* Este artículo de investigación es producto del proyecto de investigación denominado «Construcción de Paz y tramitación de conflicto en el departamento del Cauca 2018: una mirada territorial y con enfoque diferencial» adscrito a Grupo de Investigación GIAPRIP de la Universidad del Cauca y coejecutado en asocio por el grupo GIISCH de la Corporación Universitaria Autónoma del Cauca. ** Politólogo (Universidad del Cauca). Magíster en Sociología (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales – FLACSO sede Ecuador). Docente investigador del programa de Derecho y coordinador del Semillero de Investigación en Estudios de Conflicto, Derechos Humanos y Justicia Transicional adscrito al Grupo de Investigación Interdisciplinar en Ciencias Sociales y Humanidades - GIICSH de la Corporación Universitaria Autónoma del Cauca, Popayán, Colombia. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0002-7558-2047. Google Scholar *** Investigadora del programa de Ciencia Política de la Universidad del Cauca. Investigadora del Semillero LVMEN adscrito al Grupo de Investigación en Actores, Procesos e Instituciones Políticas GIAPRIP del programa de Ciencia Política de la Universidad del Cauca. Popayán, Colombia. orcid.org/0000-0002-6644-3205. E-mail: [email protected] perfil de Google Scholar

Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 135-158 ISSN: 0122-8455 (Impreso) ISSN: 2590-7840 (En línea) William Darío Chará-Ordóñez y Juliana Rodríguez-Arango han configurado como una problemática que persiste, la producción académica en Colombia aún se debate entre los estudios sobre sus impactos, los mecanismos de sustitución eficientes, los balances sobre la efectividad de las políticas de restitución y su impacto en el desarrollo económico y social de país.

Palabras clave: cultivos ilícitos, erradicación aérea, erradicación forzosa, desarrollo alternativo, Colombia, políticas públicas.

ACADEMIC PRODUCTION AROUND STUDIES ON ILLICIT CROPS IN COLOMBIA 2000-2019

ABSTRACT

Objective: This article aims to systematically review the academic production on crops of illicit use, eradication and anti-drug policies implemented, and to show the progress in their study. Methodology: Based on a systematic review, institutional and 3 academic catalogs were consulted: Proquest, Jstor, Ebsco. The inclusion criteria were: published academic papers, publications of the last two decades that had as a topic the crops of illicit use. Results: three thematic lines were identified: causes of the planting of illicit crops, eradication mechanisms, and anti-drug policies implemented, with which it is evidenced that the wide existing production is not only a topic approached from the perspective of the State responsibility or illegal armed actors, but also, as a more complex issue that links cultural, regional and environmental economy processes. Conclusions: Although illicit crops have been configured as a problem that persists, academic production in Colombia isstill debating between studies on their impacts, efficient substitution mechanisms, assessment on the effectiveness of restitution policies and their impact on the economic and social development of the country.

Keywords: illicit crops, aerial eradication, forced eradication, alternative development, Colombia, public policies.

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INTRODUCCIÓN

En Colombia los cultivos de uso ilícito tuvieron su aparición en la década de 1960, pero es durante la década de 1970 que se produce el auge de los cultivos de marihuana en la costa norte de Colombia, esto debido a las políticas de erradicación que se efectuaban en México, lo que llevó el traslado de los cultivos. Thoumi et al. (1997) afirman que hacia la década de 1970 aparece la siembra de hoja de coca en los departamentos de Guaviare, Putumayo y Caquetá. La siembra de semillas de amapola se remonta hacia la década de 1980, estos tuvieron su inicio en algunas zonas montañosas del Valle, Tolima, Nariño, Cauca y Chocó. Las explicaciones sobre el surgimiento y crecimiento de la hoja de coca y semillas de amapola en Colombia lo plantean Díaz y Sánchez (2004) afirmando que estas han estado asociadas a factores socioeconómicos como: la pobreza, la marginalidad, la distribución desigual de la riqueza y el ingreso, las crisis económicas y la débil e inadecuada intervención estatal, entre otros.

Los cultivos de uso ilícito han tenido una gran incidencia en Colombia debido a que son una problemática nacional que lleva más de cincuenta años, a lo largo de todo este tiempo los gobiernos de turno han intentado elaborar políticas públicas, estrategias y programas para contrarrestar el crecimiento de territorios con presencia de cultivos de uso ilícito en el país. Colombia se ha denominado como uno de los países con mayores cultivos de hoja de coca y de semillas de amapola, tanto así que es uno de los principales promotores de estos, dado que llegó a ser el principal productor a nivel mundial de hoja de coca.

En este sentido, Colombia se pondera como el principal productor de cocaína desde 1990. Duncan y Vargas (2005) analizan los cultivos de uso ilícito de dos maneras, la primera se enfoca en los campesinos explicando la necesidad de cultivar plantaciones ilícitas para solventar su situación económica, debido a que tener otros tipos de cultivos les genera un gasto mayor y el cultivo no se produce en todo el año, a diferencia del cultivo de coca que se da cada 3 meses y la plantación se puede sembrar en cualquier tipo de tierra. La segunda manera hace referencia a los comerciantes que responden a necesidades de materia prima para la industria del narcotráfico.

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Los cultivos de uso ilícito se siembran con el fin de producir sustancias psicoactivas, es por ello que el narcotráfico va de la mano con este tipo de siembras. Canizales (2013) afirma que los cultivos ilícitos se consideran como el engranaje inicial del negocio del narcotráfico, beneficiando económicamente a los campesinos de las zonas aisladas del país en la medida en que les retribuye unas ganancias que con los cultivos tradicionales no lo habían logrado, dándoles la oportunidad de salir de su estado precario y solucionar las necesidades básicas.

Por lo anterior, los diferentes gobiernos de turno han ejecutado estrategias para combatir la primera fase de la producción de sustancias psicoactivas. Al respecto, Aranda (2009) explica que las políticas de erradicación tienen como objetivo la eliminación de dichos cultivos por medio de erradicación manual, manual forzoso y la aspersión aérea, esta última ha tenido varias críticas a lo largo del tiempo ya que para su utilización es necesario el uso del glifosato, un químico que ha generado polémica debido a que su utilización viola artículos constitucionales, convenios y tratados internacionales, dado que numerosos estudios comprueban que el uso de este químico genera daños a la salud de las personas, los animales y el medio ambiente.

Para complementar los mecanismos de erradicación en el país, se creó el desarrollo alternativo, esto con el fin de sustituir las siembras ilícitas por cultivos agrícolas que beneficien al campesinado a través de programas de proyectos productivos, familias guardabosques y, últimamente, con la implementación del PNIS; sin embargo, se debe tener en cuenta que no son solo los campesinos quienes están tras los cultivos ilícitos, Amú, Narváez, Moreno y Palacios (2018), plantean que antes de implementar el desarrollo alternativo se debe reconocer que alrededor de este fenómeno convergen actores armados con intereses particulares sobre los cultivos ilícitos, afectando directamente la toma de decisiones a nivel local.

En este contexto, el presente artículo indaga en la producción académica alrededor del estudio sobre cultivos de uso ilícito en Colombia entre los años 2000 y 2019, con el objetivo de evidenciar los aportes al estudio del tema y describir los distintos modos de comprensión de este fenómeno en el país, así como también sus causas, consecuencias, principales actores, los diferentes tipos de erradicación implementados por Colombia y las política institucionales implementadas para su intervención.

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METODOLOGÍA

El diseño metodológico propuesto se construyó a partir de la investigación cualitativa, por medio del análisis documental y de la revisión de documentos académicos publicados por revistas indexadas, editoriales académicas o universidades. El criterio de inclusión de estas consideró como periodicidad las dos últimas décadas (2000-2019) y que en sus contenidos ahondaran en temas de cultivos ilícitos, sus causas, consecuencias, principales actores, los diferentes tipos de erradicación implementados en Colombia, el desarrollo alternativo y las políticas antidrogas efectuadas desde el siglo pasado de la intervención institucional y así observar el comportamiento de los cultivos y su erradicación. El resultado de lo anterior permitió identificar el objeto de las estrategias que combaten los cultivos de uso ilícito, el alcance y sus objetivos. Para el alistamiento de la información, se procedió a la consulta de repositorios como Ebsco, Google Scholar y los distintos repositorios institucionales. En la Gráfica 1 se evidencian las universidades que mayor producción académica han generado sobre el tema consultado.

Gráfica 1. Porcentaje de Universidades dedicadas al estudio de cultivos de uso ilícito Fuente: repositorios digitales. Elaboración propia.

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De lo anterior se observa que el 22% de las investigaciones son de la Universidad Javeriana, el 8% de la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad Católica de Colombia, Universidad del Valle y Universidad Nueva Granada cuentan con el 6% cada una y un 4% es aportado por la Universidad ICESI. Lo anterior suma el 52% de los repositorios más representativos, pues de las demás instituciones cada una no alcanzan a representar el 1%. Por otro lado, resulta pertinente resaltar que este documento cuenta con un 60% de tesis de grado y un 40% de artículos de investigación.

Realizada la revisión, el primer segmento de análisis que corresponde al primer subtítulo de los resultados de esta investigación, contiene aquellas publicaciones que indagan las causas por las cuales se siembran cultivos ilícitos en el país desde una perspectiva del campesino hasta la incidencia que tienen los actores armados en este fenómeno. El segundo segmento vincula aquellas investigaciones que hacen referencia a los mecanismos de erradicación que se han implementado en Colombia para contrarrestar las siembras ilícitas y, finalmente, se muestra el fracaso de las políticas antidrogas en Colombia. Lo anterior fue codificado a partir de categorías como: causas de conflicto, tipos de erradicación y políticas de erradicación.

RESULTADOS

Causas de los cultivos de uso ilícito en Colombia

Los cultivos de uso ilícito en Colombia han estado presentes a lo largo del tiempo, se consideran una actividad ilegal que efectúan en su mayoría campesinos de las zonas rurales y, en otros casos, son los mismos actores armados ilegales quienes emplean este tipo de actividades para la elaboración y producción de la pasta básica de coca. Díaz y Sánchez (2004) afirman que la actividad armada ilegal en el país trae la producción de hoja de coca y con ellos la expansión de los cultivos ilícitos, entendiendo así que las siembras ilícitas son una consecuencia de la expansión del conflicto. La Gráfica 2 permite ver en su dimensión el comportamiento de las áreas afectadas por cultivos de coca.

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Gráfica 2. Número de hectáreas afectadas por cultivos de uso ilícito (Coca) en Colombia Fuente: UNODC 2014-2017. Elaboración propia.

El análisis de la producción de coca en los municipios colombianos y la actividad de los grupos armados ilegales, muestran que existe una fuerte correlación espacial en la producción de coca y la actividad armada ilegal; de esta manera, presenta que gran parte de los cultivos ilícitos en la región oriental se encuentran relacionados con las FARC; por el contrario, el ELN se destaca en la región Andina, mientras que para las Autodefensas ilegales sobresalen en las regiones Caribe, Andina y Pacífica, así entonces los municipios con cultivos de coca tienen más presencia de grupos armados ilegales y mayor actividad en lo relativo a ataques.

Por su parte, Ríos, Mesa y Trujillo (2017), aseveran que las principales regiones con cultivos ilícitos son el Putumayo, Norte de Santander, Nariño y Cauca. Se debe tener en cuenta una característica predominante de estos lugares y es que, en los municipios de las regiones mencionadas, además de poseer cultivos de hoja de coca, se encuentran concentrados los actores armados ilegales, entre ellos las FARC y el ELN, atribuyéndose también que en los municipios donde se encuentran los cultivos hay debilidad institucional. De esta manera se concluye que acabar el vínculo entre cultivos y actores armados va más allá de la desmovilización de las guerrillas, ya que implica también la necesidad de que el Estado monopolice la regulación social

141 William Darío Chará-Ordóñez y Juliana Rodríguez-Arango de los territorios con cultivos ilícitos y los actores políticos legales se conviertan en opciones para las comunidades que allí habitan.

Asimismo, se refiere a que una de las principales causas del cultivo ilícito son los actores armados ilegales, no obstante, otra de las variables que inciden en el aumento del cultivo ilícito son las dinámicas como la pobreza o la marginalidad. Calvache (2016) manifiesta que campesinos pasan de tener siembras de frijol, maíz y plátano por cultivos de coca, marihuana y amapola; por lo tanto, el incremento de la producción de los cultivos ilícitos como actividad generadora de ingresos se relaciona con las nulas oportunidades de empleo, por lo que ven los cultivos ilícitos como una herramienta de subsistencia, teniendo en cuenta que el cultivo de coca tiene mayor preponderancia ya que se emplea menor tiempo en la siembra y deja mejores ganancias. Del mismo modo, Jiménez (2017) agrega que en Colombia existen dos tipos de cultivos de uso ilícito; por un lado, los cultivos de subsistencia, en el que trabajan campesinos e indígenas cultivando siembras ilícitas buscando así completar sus ingresos como cultivos de pequeña escala con extensiones menores a tres hectáreas y cuya producción es vendida a intermediarios, y, por otro lado, los cultivos comerciales que son financiados directamente por el narcotráfico.

En este orden de ideas, se da cuenta que, en su mayoría, los cultivadores son campesinos que poseen pequeñas hectáreas de cultivo y que se involucran en esta actividad a fin de buscar mejores mecanismos de subsistencia. Canizales (2013) plantea que los agricultores empiezan a tener siembras de cultivos ilícitos principalmente por factores económicos ya que en algunos lugares hay baja competitividad de los productos lícitos, además que generan mayores costos de producción; en este sentido, los cultivos ilícitos se convierten en un óptimo sustituto para los cultivos tradicionales en la medida en que prometen solucionar las necesidades básicas insatisfechas.

Las necesidades insatisfechas son entonces el motivo por el cual los campesinos se ven obligados a tener siembras ilícitas, ya que no cuentan con un apoyo institucional que les ayude a solucionar sus diferentes problemáticas como región. Cándelo et al. (2018), plantean que dinámicas como la desigualdad, la difícil situación económica, el abandono estatal, la presencia de grupos al margen de la ley, las debilidades de las entidades territoriales para promover el desarrollo rural productivo y una política antidroga altamente represiva que criminalice a los cultivadores, hacen que los campesinos vean en el cultivo de coca un medio oportuno para conseguir los recursos que les permita medianamente satisfacer sus necesidades primarias.

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Los cultivadores consideran que la hoja de coca es un cultivo rentable y de fácil comercialización, la imposibilidad de optar por otras alternativas y la falta de oportunidades en la región, hacen que los campesinos se vean obligados a sembrar este tipo de cultivos. El incremento de estos, se encuentra motivado por factores como los leves incrementos en el precio de la hoja de coca, la falta de alternativa de productos rentables, la suspensión de la aspersión aérea con glifosato y, en menor cuantía, las expectativas de recibir beneficios a cambio de sustituir en el marco del proceso de paz.

Por otra parte, se establece que los cultivos ilícitos se presentan como mecanismo para poder sobrevivir ante los fenómenos como la violencia y la pobreza. Arboleda (2017), plantea que gran parte de la población que presenta cultivos de uso ilícito, los han tenido desde hace más de 30 años, lo que ha configurado un espacio conflictivo en donde las ideas, valores y prácticas dominantes de las personas se encuentran mediadas por la actividad económica del narcotráfico. Resulta pertinente señalar que el desarrollo de una economía alrededor de los cultivos ilícitos tiene unas causas como la concentración de la tierra y el desplazamiento forzado, variables que condujeron a la profundización de las condiciones de pobreza rural en el país y, en este sentido, en la siembra de hoja de coca como mecanismo de subsistencia.

En consecuencia se muestra que no solo los cultivos ilícitos en Colombia se presentan por los actores armados ilegales como lo plantea Calvache (2016), sino que también son producto de la mala distribución de la tierra, el desplazamiento y la falta de presencia institucional, este último hace que los diferentes sectores sociales no desarrollen otro tipo de actividades económicas para su sustento y que vivan del cultivo de hoja de coca, prueba de ello está en que un importante grupo de campesinos en economías parcelarias dependan de los cultivos ilícitos y, de esta manera, se da cuenta de que en este tipo de situaciones no solo participan los terratenientes y capos del narcotráfico, sino también el sector campesino para poder subsistir.

Siguiendo la línea del abandono estatal como uno de los principales causantes de la siembra de cultivos ilícitos, el trabajo de Trujillo (2015) plantea que la producción y transformación de hoja de coca es un fenómeno que va en ascenso, el cual se ve beneficiado de los vacíos que tiene el Estado para resolver factores estructurales como la pobreza, la marginalidad, la débil institucionalidad y la crisis del sector agrario; por lo anterior, es preciso decir que los cultivos de uso ilícito se presentan como siembras para la subsistencia de las diferentes familias que habitan los sectores

143 William Darío Chará-Ordóñez y Juliana Rodríguez-Arango rurales de Colombia. Como respuesta a este fenómeno, el gobierno colombiano ha decidido utilizar mecanismos de erradicación.

Por su parte, Amú et al. (2018) afirman que la expansión de los cultivos tiene dos aspectos determinantes; primero, los cultivos fueron localizados en los territorios rurales con más difícil acceso y, segundo, la ausencia del Estado y la falta de oportunidades en los territorios hicieron que los cultivos ilícitos se convirtieran en una estrategia de subsistencia. Se debe tener en cuenta que con ellos también llegaron los grupos ilegales, convirtiéndose en una actividad determinante de las economías municipales. Otra de las variables determinantes para la incursión en los cultivos ilícitos son los suelos pobres para la agricultura, como lo mencionan Ortiz (2003) y Gallego (2006), los cultivos de hoja de coca han estado presentes en zonas aisladas, de reserva forestal, parques naturales y resguardos indígenas caracterizados por tener suelos pobres para la agricultura, con precarias condiciones sociales y de infraestructura, en donde la protección de los actores armados ha jugado un papel determinante. En estas zonas se encuentran conflictos sociales, políticos y económicos.

Por otro lado, Molina (2012) plantea que los vínculos de los campesinos con la siembra de los cultivos ilícitos en Colombia corresponden a los constantes cambios de la economía colombiana, la escasa presencia del Estado en áreas apartadas, políticas ineficientes que no han tenido el impacto para el desarrollo agrario que además presentan limitaciones para la erradicación de los cultivos de uso ilícito y las luchas territoriales entre campesinos y grupos armados ilegales; en este sentido, se encuentra que por diversas razones los campesinos colombianos se ven obligados a la siembra de hoja de coca en los diferentes municipios del país, esto con el fin de generar una actividad económica para poder lograr subsistir en territorios con alto grado de olvido institucional. Para Canizales (2013), la falta de estrategias institucionales que beneficien el sector agrícola ha favorecido la expansión de los cultivos ilícitos en gran parte del territorio nacional.

Mecanismos de erradicación utilizados en Colombia para combatir los cultivos de uso ilícito

La erradicación de cultivos ilícitos en el país se ha tornado como una estrategia dentro de los planes de desarrollo nacionales para combatir la materia prima para la

144 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 135-158 Producción académica alrededor de los estudios sobre cultivos de uso ilícito en Colombia 2000-2019 elaboración de sustancia psicoactivas. Cordero y Vanegas (2017) afirman que existe una relación entre la presencia de cultivos ilícitos y los grupos armados ilegales, así como una de las principales causas de la tenencia de dichos cultivos se debe a la falta de condiciones mínimas de seguridad y de oferta institucional efectiva, índices altos de necesidades básicas insatisfechas y bajos niveles de desarrollo. Para contrarrestar los cultivos ilícitos, el gobierno nacional ha unido esfuerzos institucionales, ha financiado estrategias y operativos para la eliminación de estos y para ello se encuentran los procesos de erradicación manual, erradicación forzosa y el desarrollo alternativo, no obstante, estos no han sido suficientes para terminar con las siembras.

Para contrarrestar las siembras de coca, amapola y marihuana, se han utilizado mecanismos de erradicación aérea, forzosa y manual. Borrero (2004) relata los procesos de erradicación, haciendo referencia a la aspersión aérea con el uso del glifosato y a la erradicación manual de manera voluntaria, ahondando en que la aspersión aérea cuenta con algunas fallas respecto a las áreas a fumigar, debido a que usualmente el líquido roseado para erradicar los cultivos de coca tiende a encaminarse hacia otros cultivos, como los de pancoger, perjudicando así las siembras de los campesinos.

Colombia se consideraba como el único país que utilizaba la aspersión aérea como método de erradicación de cultivos ilícitos, este mecanismo traía consigo infinidad de controversias por la utilización del glifosato como plaguicida, Manrique (2005), afirma que Colombia es el único país de la región andina que utiliza la aspersión de químicos para reducir el crecimiento de los cultivos ilícitos, establece que la política de erradicación de cultivos se ha trazado con el propósito de combatir la primera fase de producción de las drogas y disminuir la oferta de narcóticos, principalmente a través de la fumigación y destrucción de las áreas sembradas, esta se ha constituido en el principal objetivo de las estrategias antidrogas para reducir el consumo de sustancias psicoactivas por la vía del control a la oferta y la producción; sin embargo, el impacto de la política no ha causado necesariamente una reducción definitiva de las hectáreas sembradas.

Por su parte, Aranguren (2013) realiza una caracterización de la política de fumigación con glifosato, concluyendo que durante los primeros seis años de su implementación esta no fue eficaz en términos de erradicación, supone que los gobiernos a lo largo del tiempo se han concentrado en medir los logros de los objetivos de las políticas de

145 William Darío Chará-Ordóñez y Juliana Rodríguez-Arango erradicación a través del número de hectáreas asperjadas anualmente en Colombia, Sin embargo, la evidencia demostró que el uso del glifosato sobre zonas focalizadas, lejos de disminuir la producción, dio lugar a desplazamientos forzados y resiembras constantes que posteriormente terminaron en el traslado de algunos cultivos a zonas de baja exposición. De lo que se deduce que el uso del glifosato no necesariamente trae la eliminación de siembras ilícitas, pues, así como se hace la aspersión y muere la planta, los cultivadores resiembra dichas plantaciones.

En este sentido, se encuentra que la política de lucha contra las drogas basada en aspersión aérea no trae los efectos deseados de manera prolongada, tal y como lo plantea Jiménez (2017), la erradicación con glifosato no tiene como consecuencia buenos efectos a largo plazo, esto se puede evidenciar hacia el año 2003 donde se muestra que la aspersión de los cultivos de uso ilícito no trae consigo su exterminación total, pues si bien son asperjadas las plantaciones, los cultivadores resiembran los mismos cultivos, además que se constituye como un estímulo para su expansión hacia departamentos vecinos. Asimismo, Tobón y Restrepo (2009) muestran que el estado de los cultivos de uso ilícito y las diversas estrategias de erradicación, plantean que cada año se erradican más hectáreas de coca, pero los resultados no han sido contundentes ya que los cultivos no han dejado de crecer, observando que, si disminuyen en algunos departamentos, pero la actividad productiva se ha relocalizado en nuevos lugares.

Las poblaciones perciben la fumigación aérea como una medida agresiva y poco eficaz, pues ellos mismos han construido estrategias para enfrentarla y mantener los cultivos de coca. De esta forma queda demostrado que las políticas de erradicación no ayudan con la disminución de las siembras; Manrique (2005) explica que el reajuste en el tiempo de las hectáreas sembradas viene acompañado por una reducción de la extracción de hoja revirtiendo el efecto de la política de erradicación sobre los cultivos, concluyendo que la erradicación forzosa que se realiza puede estimular la resiembra y la apertura de nuevas hectáreas cultivadas con ilícitos frente al evento posible de una erradicación futura, lo que da un resultado contrario a los objetivos de la política de erradicación.

En este sentido, se encuentra que las estrategias de erradicación por parte del gobierno nacional se han encontrado influenciadas en mayor medida por la erradicación aérea, utilizando químicos como el glifosato que trae consecuencias tanto a los demás

146 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 135-158 Producción académica alrededor de los estudios sobre cultivos de uso ilícito en Colombia 2000-2019 cultivos como a las personas y el medio ambiente. Por su parte Gil y Villalobos (2015), plantean que Colombia ha desarrollado varias estrategias para la erradicación de los cultivos de coca, empezando por la aspersión aérea, la cual no tuvo acogida en la población ya que las consecuencias a nivel social eran graves, así entonces se pone en duda el actuar del Estado colombiano y su compromiso por la seguridad de sus ciudadanos; además, se debe tener en cuenta que su labor no se limita a erradicar sino que también resulta importante que se implementen los programas de desarrollo alternativo y se ejecute un acompañamiento pertinente para la dejación de las siembras ilegales.

Por otro lado, Perico (2008) propone en su trabajo una contextualización de la política antidrogas impulsada por el Plan Colombia haciendo énfasis en la erradicación, planteando que esta se ha centrado a lo largo del tiempo en los campesinos cultivadores de coca, por lo que el gobierno ha asumido que al terminar con la producción también lo hará con el negocio de las drogas ilícitas. Lo anterior se pone en duda dado que lo que ocurre es la disminución temporal de la oferta, debido a la destrucción de algunas redes comerciales o al control de ciertas áreas de producción de la coca, sin embargo, la eliminación total de dichas plantas no se efectúa.

Asimismo, Vélez (2015) afirma que las erradicaciones de cultivos ilícitos no solo se relacionan con la eliminación física o la sustitución de los cultivos, sino también con el sostenimiento en el tiempo de las áreas libres de cultivos y la prevención de su expansión, ya que con ello se garantiza la no resiembra de cultivos de coca. De esta manera, el Estado no solo debe preocuparse por la erradicación sino también por mantenerse presente en los territorios para evitar la resiembra y la utilización de nuevas áreas para el cultivo de ilícitos.

Siguiendo esta línea, Sánchez (2005) afirma que las políticas antidrogas basadas en la reducción de la oferta, específicamente en la parte de erradicación aérea, han presentado resultados que no cumplen con los objetivos esperados pero que si producen efectos colaterales ya que las cifras muestran una relativa estabilidad en la producción de drogas a nivel nacional y regional. De esta manera, el balance que se le puede hacer a las aspersiones es bastante negativo puesto que carece de efectividad real en lo que concierne a erradicar los cultivos, dado que en el país se han venido batiendo récords de fumigación desde los años 90, vale mencionar que hacia el año 2003 fueron asperjadas alrededor de 130.000 hectáreas de cultivo de coca.

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Por su parte, el autor reitera que las políticas de erradicación de cultivos ilícitos basada en la aspersión aérea no han arrojado buenos resultados tras años de aplicación y, además de ello, ha dejado diversos efectos negativos en lo que concierne aspectos sociales, ecológicos, militares y de soberanía nacional.

En consecuencia, se muestra que a lo largo del tiempo en Colombia el mecanismo para la erradicación de cultivos ilícitos ha sido la aspersión aérea a pesar de que existe el método voluntario y los programas de sustitución, encontrándose entonces que las políticas utilizadas se han concentrado en la represión hacia los cultivadores. Loaiza (2012) afirma que la erradicación se concentra en la represión a diferencia de la erradicación voluntaria, ya que esta última hace parte de la estrategia del desarrollo alternativo, buscando que los campesinos que han estado inmiscuidos en esta problemática opten por alternativas de desarrollo rural, además busca fortalecer la presencia institucional en los territorios, las capacidades y el trabajo.

Loaiza (2012) resalta que las políticas de gobierno en Colombia frente a la producción y consumo de drogas ilícitas han dependido en su mayoría de convenciones de carácter internacional, esto con el fin de poder idear políticas para generar control en las etapas de producción y que han servido para establecer el régimen internacional contra las drogas ilícitas.

Por lo tanto, se muestra que en Colombia se ha utilizado la aspersión aérea y la erradicación voluntaria para la eliminación de los cultivos desde los primeros años de la década de 1980; no obstante, estos mecanismos de eliminación de la primera fase de las drogas ilícitas no han tenido un resultado que beneficie el objetivo. Higgins (2017) plantea que la erradicación aérea es el tipo de erradicación más efectiva para la eliminación de los cultivos ilícitos, aunque, su suspensión ha sido uno de los factores que más ha incidido en el aumento de los cultivos ilícitos en el país, teniendo en cuenta que la capacidad que se tenía con la aspersión aérea era mucho mayor que las estrategias que se están aplicando en la actualidad, como lo son la erradicación manual en sus diferentes modalidades. Si bien la aspersión aérea ha sido una pieza fundamental para la erradicación de los cultivos, no se ha implementado en todas las regiones.

Gordillo (2018) asevera que los aumentos de cultivos ilícitos en el país, exactamente en la frontera sur del territorio nacional, se debe a un acuerdo que se realizó entre Colombia y Ecuador a causa de los efectos nocivos que ocasionó la aspersión aérea

148 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 135-158 Producción académica alrededor de los estudios sobre cultivos de uso ilícito en Colombia 2000-2019 con glifosato, por consiguiente, en este territorio se erradica de manera manual, acto que no lleva a tener bajas en los cultivos ilícitos. En este sentido, Jiménez (2017) menciona que la única respuesta en algunos sitios del país como Nariño, fue la fumigación aérea acompañada del uso de la fuerza pública y, a pesar de ello, los cultivos ilícitos en esta región no disminuyeron, por el contrario, se desplazaron y se adaptaron en otras zonas, yendo este planteamiento en contra de lo que dice Higgins (2017) acerca de que la aspersión aérea es el mejor mecanismo para la erradicación de los cultivos.

En este orden de ideas, se muestra que la erradicación aérea ha sido la estrategia que más se ha utilizado para combatir los cultivos ilícitos en Colombia. Sin embargo, se han implementado programas de desarrollo alternativo para la sustitución de los cultivos ilícitos por siembras diferentes, tal y como lo señala Parra (2018). El fin del desarrollo alternativo es combatir las siembras ilícitas y, como complemento, la erradicación forzosa, a partir de diferentes proyectos como el Plante, Programa contra Cultivos Ilícitos, Acción Social, entre otros, que buscaban diferentes alternativas para que los campesinos sustituyeran dichos cultivos. No obstante, a causa de la falta de investigaciones acerca de las problemáticas que ellos viven y la carencia de una verdadera política antidrogas en Colombia, el desarrollo alternativo no ha logrado los beneficios propuestos; por el contrario, ha perdido su eficiencia, por lo que se puede declarar que el desarrollo alternativo, en sus casi 23 años de implementación, ha sido un fracaso.

Desde el punto de vista normativo, Parra (2018) afirma que el Desarrollo Alternativo en Colombia desapareció y desde lo operativo no existe ninguna entidad que tenga funciones para la implementación y puesta en marcha de procesos de su desarrollo, por carencia de objeto y funciones en las normas de creación, es decir que existe un vacío normativo en la legislación colombiana. Sumado a esto, el PNIS es un programa otorgado a una dirección asesora que no tiene ninguna operatividad para su implementación. Como consecuencia, el número de hectáreas con cultivos de uso ilícitos en el país sigue en ascenso.

Asimismo, Santamaría (2019) señala que el gobierno, desde el 2018, no ha cumplido el punto cuatro del Acuerdo de La Habana, haciendo referencia a que en la sustitución de cultivos no se presenta un cambio respecto a las hectáreas de siembra de coca y mucho menos la reducción de la producción y comercialización, por lo tanto, se

149 William Darío Chará-Ordóñez y Juliana Rodríguez-Arango evidencia un avance, pero no ha sido suficiente. A partir de lo anterior se infiere que la siembra de los cultivos ilícitos sigue en aumento, dado que el gobierno nacional no logró ocupar las tierras que tenían las FARC, dejando que otros grupos armados como el ELN, EPL y las disidencias de las FARC lo hicieran.

En este sentido se encuentra que al igual que el uso del glifosato, las estrategias de desarrollo alternativo tampoco han tenido alto grado de eficiencia. Al respecto, Macías (2005) asevera que el desarrollo alternativo posee grandes dificultades, por un lado, se encuentran las instituciones encargadas de planear y ejecutar y, por otro, se hace referencia a las diversas problemáticas regionales y nacionales de carácter político, social, económico e institucional. Dado lo anterior, se evidencia que el desplazamiento de los cultivos ilícitos de una región a otra se da de manera rápida, lo que genera una sustitución de cultivos ilícitos en algunas regiones, además del traslado de las siembras ilícitas a otros lugares.

En consecuencia, se demuestra que las diversas estrategias de erradicación en Colombia han sido un fracaso, pues si bien han sido aplicadas, no hay un buen resultado dado que la siembra y producción de hoja de coca no ha disminuido de manera sustancial a lo largo del tiempo. Rodríguez (2018) analiza los diferentes proyectos y políticas que ha hecho el gobierno colombiano para combatir los cultivos de uso ilícito, entre ellos se encuentra el plan Colombia que se efectuó desde 1998 hasta 2015, donde el desarrollo alternativo y la fumigación aérea eran las principales fuentes de erradicación y los proyectos productivos. Establece que los programas han fortalecido la estatalidad colombiana pero los municipios intervenidos por los programas no han seguido la misma tendencia, pues en las diferentes regiones no se ha encontrado la eliminación de plantaciones ilícitas a pesar de los proyectos implementados, lo que resulta interesante es la falta de evaluaciones de impacto de los programas, lo que determinaría dimensiones de análisis que pueden ser útiles en ausencia de otros datos.

Finalmente, Zorro (2005) afirma que las políticas que han intentado erradicar las siembras de cultivos de coca y amapola en el campo colombiano, se han debatido entre la implementación de programas de desarrollo alternativo y programas de erradicación ya sea de manera manual, voluntaria o forzosa dentro de los cuales tienden a prevalecer ampliamente el último modelo.

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Política antidrogas ¿una estrategia convertida en fracaso?

A lo largo del tiempo, el gobierno nacional se ha preocupado por la ejecución e implementación de una política antidrogas que disminuya tanto el consumo como la producción, ahondando en los cultivos ilícitos a través de la erradicación o la sustitución, como se planteó anteriormente. Ruano y Valente (2011) explican que hay una discordia entre la política pública contra los cultivos ilícitos y los comportamientos sociales que se pretenden cambiar en las diferentes zonas del país, explicando así el fracaso de las estrategias de erradicación. Se evidencia también que la política para erradicar los cultivos ilícitos se encuentra mal formulada ya que hay una concepción errada del problema, criminaliza a los agricultores y desvaloriza los conflictos existentes en los territorios.

Investigaciones recientes describen que la política antidrogas se ha configurado como una estrategia nacional mal formulada ya que no tiene los resultados esperados en torno a los cultivos de uso ilícito en Colombia. Al respecto, Avendaño (2018) manifiesta que la política antidrogas tuvo su eje central en la lucha contrala producción y tráfico, donde se promovió la aspersión aérea, evidenciando que la política en torno a la problemática de cultivos ilícitos debe contener soluciones a una crisis que tiene sus raíces en la deficiencia estatal en términos de asistencia social e infraestructura, puesto que de lo contrario ninguna estrategia que se utilice podrá resolver la problemática del cultivo de coca.

En este sentido, Bedoya (2016) afirma que las políticas contra las drogas en Colombia han estado orientadas a combatir el consumo, la producción y la comercialización de drogas ilícitas, lo que resultó ser un fracaso; herramientas como la erradicación de cultivos no ha dado los resultados esperados puesto que para un cultivador resulta sencillo reubicar sus siembras en cualquier parte del país, mostrando que las políticas antidrogas no cumplen con la eliminación de la materia prima de la producción de sustancias psicoactivas, sin embargo, esta posición no la asumen todos los académicos de los cultivos ilícitos, pues Cubillos (2017), afirma que las políticas de erradicación sí han tenido el efecto deseado en la eliminación definitiva de cultivos ilícitos, a pesar de que en algunos casos la política disminuye la cantidad de hectáreas de coca, se considera que este efecto es transitorio y no prevalece en el tiempo.

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Por su parte, Caicedo (2012) afirma que los resultados de las políticas de erradicación de cultivos de uso ilícito no han causado una reducción definitiva en las hectáreas de coca sembradas, ya que la erradicación no garantiza la no resiembra de los cultivos, pues si bien se han erradicado miles de hectáreas de coca, Colombia sigue siendo el mayor productor mundial de hoja de coca en el mundo. Igualmente, Bolaños (2010) afirma que los cultivos ilícitos han tenido una tendencia a crecer por la mala ejecución administrativa del gobierno para con las políticas antidrogas, pues no han tenido un seguimiento efectivo para cumplir con su objetivo.

De esta manera, se evidencia que las acciones gubernamentales en Colombia han estado bajo la lógica de combatir la primera fase de producción a través de la erradicación forzosa; no obstante, el resultado no ha sido el esperado pues este se evidencia como ineficaz ya que los cultivadores optan por aumentar la frontera agrícola con nuevos cultivos mientras operan con una leve reducción del trabajo empleado en la extracción de la hoja, revirtiendo de esta forma el efecto de la política de erradicación. De manera que los cultivadores productores motivados por los altos precios de la base de coca y cocaína, persisten en mantener las siembras interponiendo mecanismos de defensa para hacer frente al riesgo. Estos resultados le plantean al gobierno la necesidad de conferir un mayor interés al desarrollo alternativo e invitan a reexaminar la política en general, tomando en consideración la racionalidad de los cultivadores-productores y el contexto que caracteriza la persistencia de los cultivos ilícitos.

Según lo dicho con anterioridad, se muestra un panorama en Colombia en el cual el implementar políticas antidrogas no significa tener un cambio con respecto a los cultivos ilícitos y su eliminación. Romero y Silva (2008) hacen un contexto acerca de los mecanismos de erradicación, definiendo que esta estrategia se considera como la más polémica del Plan Colombia, tanto por los métodos como por las cifras de los resultados de erradicación. Este fracaso se debe a que la cantidad de hectáreas de cultivos de uso ilícito en los últimos años no son las mismas que las contempladas en la formulación del Plan Colombia, además se debe tener en cuenta el fenómeno de la resiembra que se da en las diferentes zonas de cultivo y el traslado de las siembras ilícitas a lugares donde antes no las habían.

De esta manera, Flórez (2014) afirma que las políticas adoptadas en Colombia parar frenar la problemática derivada del narcotráfico, como el problema de la siembra y el consumo de las drogas ilícitas, no han producido los efectos esperados

152 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 135-158 Producción académica alrededor de los estudios sobre cultivos de uso ilícito en Colombia 2000-2019 ya que, después de más de 40 años, las estrategias implementadas no funcionan y, al contrario, siguen en aumento. Los programas de desarrollo alternativo como Las Familias Guardabosques y los programas de proyectos productivos no han tenido una cobertura general para generar la eliminación de los cultivos ilícitos; sin embargo, por medio de la erradicación se ha logrado la reducción de hectáreas de cultivos ilícitos, a pesar de que no son directamente proporcionales a la producción.

Por último, resulta pertinente reafirmar que las políticas antidrogas en Colombia no han estado en concordancia con las necesidades de los cultivadores, pues no establecen escenarios más allá de la erradicación del cultivo, teniendo en cuenta que su economía proviene de la siembra de los cultivos de coca, amapola y marihuana. Por otra parte, la implementación del desarrollo alternativo se ha visto solo en algunos sectores del país, lo que da razón del olvido institucional presente en las estrategias de sustitución de cultivos ilícitos que conduce a que los campesinos vuelvan a resembrar. Caicedo (2012), plantea que el gobierno necesita conferir mayor interés al desarrollo alternativo e invitan a reexaminar la política en general, tomando en consideración la racionalidad de los cultivadores-productores y el contexto que caracteriza la persistencia de los cultivos ilícitos.

DISCUSIÓN

Según la revisión realizada, al indagar por las causas de la siembra de cultivos de uso ilícito en Colombia, la academia plantea que de las múltiples variantes explicativas del fenómeno, causas como la presencia de actores armados del conflicto, la pobreza estructural que ahonda la brecha entre lo rural y lo urbano, así como la falta de presencia del Estado, traducido en una débil intervención social y una limitada infraestructura vial, han hecho que habitantes de las zonas rurales concentren su actividad económica en la siembra de hoja de coca, amapola y marihuana más que en la producción agropecuaria. Este último argumento encuentra asidero en la falta de una política pública que beneficie al sector agrícola en general, por lo que, la falta de estrategias institucionales ha favorecido la expansión de los cultivos ilícitos en gran parte del territorio nacional.

Al hablar de políticas y modelos de intervención que han intentado erradicar las siembras de cultivos de coca y amapola en el campo colombiano, se pueden nombrar dos vías de implementación: primero, la implementación de programas de desarrollo

153 William Darío Chará-Ordóñez y Juliana Rodríguez-Arango alternativo dirigidos a cambiar, tanto de forma económica como social, los cultivos ilícitos por lícitos; segundo, la aplicación de programas de erradicación ya sea de manera manual, voluntaria o forzosa dentro de los cuales prevalecen ampliamente aquellos que hacen uso de la fumigación aérea.

Se evidencia desconocimiento de ciertas particularidades de los territorios con la implementación del desarrollo alternativo, lo que ha generado que los procesos de sustitución sean fallidos. Para el éxito de la erradicación con desarrollo alternativo se hace cada vez más indispensable el compromiso directo de éstos para eliminar los cultivos ilícitos a cambio de apoyo para sus actividades productivas y sociales. En consecuencia, se podría decir que las estrategias de erradicación han sido un fracaso porque no hay un sistema claramente diseñado y organizado para la adjudicación y control de los mismos.

CONCLUSIONES

Los cultivos de uso ilícito se remontan hacia la década de 1960 con la hoja de coca y hacia 1990 con el cultivo de amapola; estos tuvieron su inicio en los departamentos de Guaviare, Putumayo y Caquetá. Molina (2012) considera que los cultivos paulatinamente se fueron extendiendo alrededor del país, hasta llegarse a cultivar en 23 de los 32 departamentos de Colombia, eso quiere decir que en el 78% del país se cultiva hoja de coca y amapola.

Los cultivos de uso ilícito han traído constantes problemáticas debido a que, siendo estos cultivos no lícitos, se ha requerido de la implementación de acciones institucionales para su erradicación, las cuales fueron efectivas algunos años. No obstante, ha primado el cultivo de coca dado que los mecanismos institucionales para la erradicación de cultivos ilícitos han sido deficientes.

Para interrumpir este tipo de comportamiento, en Colombia se ha trabajado desde finales de 1990 con el Plan Colombia, donde se empezaron a erradicar los cultivos de uso ilícito en algunas zonas del país tales como Putumayo, Guaviare, Meta, Cauca y Nariño. Gallego (2006) considera que el gobierno colombiano ha impulsado y financiado junto a los Estados Unidos fumigaciones aéreas, reservando una pequeña parte de los recursos para el desarrollo alternativo en aquellas regiones donde los cultivos tradicionales no constituyen una opción de supervivencia; por lo tanto,

154 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 135-158 Producción académica alrededor de los estudios sobre cultivos de uso ilícito en Colombia 2000-2019 se muestra que las políticas alternativas no se consideran fundamentales para la erradicación y, en consecuencia, sustitución de cultivos.

Finalmente se muestra cómo las políticas antidrogas en vez de frenar el cultivo de plantas de coca o amapola, han contribuido a la expansión de las siembras hacia otras regiones. Jerez (2015) afirma que, como resultado de la utilización del glifosato, los campesinos del territorio han decidido trasladar los cultivos lícitos a regiones vecinas con el fin de o erradicarlas, pues como se conoce, las siembras ilícitas son el principal motor económico de muchas de las regiones del país que son olvidadas institucionalmente.

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RESUMEN

La incursión de dinámicas criminales como el sicariato figuraron en la oleada de violencia por el control ilegal e intereses de las organizaciones dedicadas al tráfico de cocaína en los años 1980 y 1990. El presente artículo describe el desarrollo del sicariato como dinámica violenta y su transformación durante el auge del cartel de Cali y violencias recientes en la ciudad. Como primer apartado se trabajó una caracterización del sicariato en épocas del narcotráfico a través de indagación en artículos científicos. En el segundo apartado se realizó una cronología de violencia a manos sicariales durante la guerra de carteles hasta su desmantelamiento, a través de una actividad exploratoria de dos diarios locales. Como principales resultados se encuentra la transformación de las dinámicas del sicariato y el reconocimiento del sicariato profesional y el sicariato social presente en la violencia en Cali, el reto institucional de las administraciones a la hora de intervención y la ausencia del por qué a la hora del registro que privilegian las cifras.

Palabras claves: narcotráfico, sicariato, violencia, pandillas.

* Investigadora Facultad de Derecho, Ciencia Política y Sociales, Universidad del Cauca. Semillero de Investigación LVMEN adscrito al programa de Ciencia Política de la Universidad del Cauca. Este artículo de investigación es producto del proyecto de investigación denominado “Construcción de paz y tramitación de conflicto en el departamento del Cauca 2018: una mirada territorial y con enfoque diferencial” adscrito al Grupo de Investigación GIAPRIP de la Universidad del Cauca Popayán-Colombia. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0002-2443-3332. Google Scholar ** Politólogo de la Universidad del Cauca. Magíster en Políticas Públicas de la Universidad del Valle. Integrante del Semillero de Investigación LVMEN adscrito al programa de Ciencia Política de la Universidad del Cauca. Este artículo de investigación es producto del proyecto de investigación denominado. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0002-4673-2157. Google Scholar

Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 159-177 ISSN: 0122-8455 (Impreso) ISSN: 2590-7840 (En línea) Ana María Betancourt-Ledezma y Alexander Castillo-Garcés

THE RISE AND DECLINE OF DRUG TRAFFICKING IN CALI: THE HIRED HITMEN AS A FORM OF ILLEGAL CONTROL

ABSTRACT

The incursion of criminal dynamics such as hired hitmen appeared in the wave of violence over the illegal control and interests of the organizations dedicated to cocaine trafficking in the 1980s and 1990s. This article analyzes the development of the hired hitmen system (sicariato) as a violent dynamic and its transformation understood during the boom of the Cali cartel in the city. The first section presents a characterization of the hired hitmen in drug trafficking times through interviews and search on scientific articles. The second section presents, through an exploratory activity of two local newspapers, a chronology of violence at the hands of hired hitmen during the war of cartels until their dismantling. The main results are the transformation of the dynamics of hired hitmen system (sicariato) ,and the recognition of professional hired hitmen and social hired hitmen present in the violence in Cali, the institutional challenge of the administrations at the time of intervention, and the absence of the reason that privileges the figures when they are recorded.

Keywords: drug trafficking, hired hitmen, violence, gangs.

INTRODUCCIÓN

América Latina es una de las regiones más urbanizadas y violentas del mundo. En medio de la urbanización prospera la violencia como una más de las formas que asumen las relaciones sociales, involucrando intereses contrarios, actores individuales, colectivos y relaciones de poder (Carrión, 2002). La violencia incorpora un amplio espectro de contenidos tales como las disputas políticas, las contradicciones ideológicas y las contiendas económicas, que expresan lo legal y lo moralmente correcto (Unesco, 1981). Los actos violentos son traducidos en sensación de riesgo, pérdida de confianza e inseguridad ciudadana. El estudio de la violencia y sus formas letales y no letales ofrecen muchas dificultades, debido a esto, y a pesar de todas las críticas, se usan los homicidios como el indicador más sensible para medirla.

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Colombia no es ajena a esta situación y, así como otros países latinoamericanos, ha vivido un traumático proceso de modernización signado por múltiples violencias y cambios en la distribución rural y urbana de la población (Guzman, 1990). Su historia ha sido representada y estudiada desde distintos puntos de vista y uno de ellos, quizá el más persistente, es la existencia y proliferación de las violencias, que aparece como una enfermedad endémica que se destaca en algunas poblaciones por sus particularidades y magnitudes (Guzman, 1990).

El sicariato o la muerte por encargo han primado sobre las dinámicas de violencia letales en Colombia. El fenómeno es heterogéneo a la hora de su estudio y puede ser categorizado en dos modalidades particularmente: el sicariato profesional y el sicariato social. El primero suele estar a disposición de un grupo delincuencial estructurado, ya sean bandas criminales, narcotraficantes, guerrillas o paramilitares como una forma de control y seguridad de estos. El segundo nace desde la réplica del sicariato profesional y se impregna en la sociedad como una forma de resolución de conflictos personales y de la vida cotidiana. Según la Policía Nacional, el 47 % de los homicidios en el país son cometidos por sicarios (Carrión, 2009).

El comportamiento de los homicidios puede ser usado como indicador de las dinámicas de violencia. Así, en las décadas de 1940 y 1950, en la época de la llamada Violencia. En esa los denominados «pájaros» o «chulavitas» quienes eran los asesinos por encargo, al mando de las élites conservadoras de la época, con orden de exterminar simpatizantes y líderes del partido liberal. No obstante, estos no se pueden igualar a los sicarios de las violencias contemporáneas. En los años 1970 y 1980, época de las violencias de limpieza y las ejecuciones sumarias contra simpatizantes de la guerrilla, conocerán nuevas formas de la violencia por encargo. Años más tarde, el país conocería una nueva modalidad ilegal conocida como narcotráfico y, con ella, el sicariato. Los sicarios en las organizaciones del narcotráfico redefinieron su accionar cambiando ideologías políticas por intereses particulares de organizaciones criminales, encargándose de mantener el control de rutas de droga, caletas y la seguridad de los narcotraficantes.

Portón (2014) refiere cuatro formas de intimidación y violencia derivadas del narcotráfico: 1) guerras entre carteles por control de nuevas rutas y territorios; 2) el uso de servicios sicariales para dar muerte a funcionarios públicos a fin de presionar la justicia y la fuerza pública; 3) muerte de personas clave en las

161 Ana María Betancourt-Ledezma y Alexander Castillo-Garcés organizaciones; 4) el asesinato de población civil al margen de las organizaciones como método de pánico y presión estatal (Portón, 2014).

Los grandes carteles de narcotráfico en Colombia fueron decayendo luego dela acción conjunta de las autoridades, el enfrentamiento entre ellos y las disputas internas. El cartel de Medellín, luego de la muerte de Pablo Escobar en 1993, se logró desmantelar. Luego le tocó el turno al Cartel de Cali a mediados de la década de 1990: primero con la captura de los hermanos Rodríguez Orejuela y los posteriores asesinatos de José Santacruz, Hélmer Herrera y Chepe. Posteriormente, a comienzo de la década de los 2000, desapareció el cartel del Norte del Valle en medio de sangrientas pugnas.

Cuando se dio fin a los carteles de droga del país, el sicariato tuvo una transición en términos estructurales: pasó del sicariato profesional al sicariato social. Las oficinas de cobro se tomaron la violencia de una forma cotidiana y de resolución de conflictos e intereses particulares de la sociedad en general. A cambio de dinero, cualquiera puede acceder a servicios que van desde mensajería y extorsión hasta torturas y asesinatos. El sicariato se convirtió en un método de ajuste de cuentas para quienes querían cobrar venganza, saldar cuentas pendientes e incluso solucionar problemas familiares o pasionales. Asimismo, para los jóvenes de barrios marginados de las ciudades empezó a ser una fuente de trabajo con buena remuneración y para el Estado un auténtico reto.

METODOLOGÍA

Al analizar el desarrollo del sicariato como dinámica de control del narcotráfico y sus impactos, es preciso referirse al enfoque neo institucionalista que presentan los autores Losada y Casas (2008) para referirse al estudio de fenómenos que eran atribuidos al contexto económico, las brechas sociales y la estructura de clases. El desarrollo del presente artículo busca dar respuesta acerca de cuáles son los contextos sociales y políticos en los que se han desarrollado y los actores que las han desencadenado. En contexto, cuál ha sido el contexto social y político en que se ha desarrollado el sicariato como dinámica generadora de violencia (Losada y Casas, 2008).

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Partiendo de lo anterior, el presente artículo tiene como objetivo analizar el desarrollo del sicariato como la dinámica violenta más frecuente en el auge del narcotráfico en Cali, a partir de allí se desglosan dos apartados como resultados de la investigación. El primer apartado da cuenta de la caracterización del sicariato dentro del narcotráfico y, para su desarrollo, se realizó un barrido por artículos científicos publicados en revistas especializadas e informes institucionales que daban cuenta de la caracterización y personificación del sicario en la ciudad.

Asimismo, el estudio de los homicidios conlleva una interrelación con el método cuantitativo, donde la importancia de la información estadística es funcional en la toma de decisiones del Estado; el análisis de datos agregados brindará información en cuanto a las tasas de homicidios como variable principal para medir la dimensión de la violencia, al igual que las tasas de homicidios según su móvil.

Seguidamente, en el segundo apartado, se realizó una descripción de hechos que relatan la historia de la una serie de hechos violentos que tuvieron como espacios Cali y Medellín, donde hacían presencia dos carteles de droga y donde también es narrada la desmantelación del cartel de Cali y la transfiguración del sicariato en tiempos recientes. Para el desarrollo de este, se usó material documental, haciendo un barrido desde dos los diarios locales: El País y El Caleño, a través del método historiográfico que permitió la comprensión de cambios sociales, culturales, estructurales y económicos que se dieron en el contexto del narcotráfico en Cali.

Instituciones como la Alcaldía de Cali y Policía Nacional fueron claves para entender el proceso de cambio en administraciones locales e intervención. La importancia de las fuentes, los métodos y técnicas de investigación a utilizar en el desarrollo de este artículo nos proporcionarán una descripción analítica del comportamiento y estructura de cada variable que se desarrollará, con el fin de construir un trabajo relevante y funcional en el momento de la toma de decisiones para entender y contrarrestar el fenómeno de la violencia que ha vivido Cali desde su historia reciente.

163 Ana María Betancourt-Ledezma y Alexander Castillo-Garcés

RESULTADOS

El sicariato ¿una actividad ilegal trascendental?

El crimen organizado entendido como la asociación de un grupo de personas organizadas desde organigramas estructurados, de acuerdo con funciones específicas dentro de algún territorio, sitúa al sicario como ente generador de seguridad, presión, terror y asesinatos con el fin de dar solución a problemáticas dentro de organizaciones que por vías legales no es posible resolver (Portón, 2014).

De igual manera, el Estado y organismos encargados institucionalmente de contrarrestar la incidencia y proliferación de fenómenos como el crimen organizado y el sicariato, tienen en sus agendas la creciente anomalía social, esto en distintos países latinoamericanos que, si bien en sus políticas pretenden la reducción de dicha patología, siguen estando presentes en las sociedades latinoamericanas.

Para Mario Rodríguez, académico peruano del sicariato y su rol en la sociedad, el asesinato por encargo es un fenómeno creciente y agravado en un proceso de institucionalización, donde además de visibilizar el problema, se exige a organismos institucionales prevención, persuasión, procesamiento y ejecuciones de condenas por parte de las administraciones (Rodriguez, 2016).

Asimismo, José Luis Cisneros hace una crítica al Estado desde el estudio del sicariato en México, el autor habla de la retórica punitiva de las instituciones que pretenden una explicación de los actos delictivos de los jóvenes y niños que incursionan en el sicariato al mando del narcotráfico desde una “perspectiva estigmatizante”, sin un profundo estudio de las realidades socioeconómicas de los menores de edad dedicados a esta actividad ilegal.

Desde Ecuador, el académico Fernando Carrión plantea que, si bien en dicho país el fenómeno del sicariato no es nuevo, en 1980 se vivió un proceso de internacionalización que se dio desde Colombia y su expandido narcotráfico y paramilitarismo, donde el impacto social fue fuerte y se respaldó el sicariato por una cultura de reciprocidad o cultura del “ojo por ojo, diente por diente”, y donde la acción institucional es casi nula por lo invisible que se hace el fenómeno al no tener una tasa alta de victimización que darían las denuncias (Carrión, 2009).

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Por su parte, en Colombia el sicariato como fenómeno generalizado para categorizar homicidios con patrones similares, salió a la luz casi al mismo tiempo que el narcotráfico se hiciera visible en temas de agenda pública en el gobierno colombiano. En 1982 diarios locales en la ciudad de Cali empezaban a mencionar a los asesinos por encargo con un calificativo: sicarios. Sin embargo, los asesinatos por encargo se visibilizaban históricamente en épocas de violencia bipartidista, y aunque no con las mismas características, los homicidios no mercantilizados ya hacían parte endémica de los problemas sociales de Colombia.

En la actualidad, el sicariato es un organismo criminal que aparece sujeto a organizaciones ilegales con el fin de asesinar por encargo a cambio deuna remuneración económica, que tiende a convertirse en una coacción que responde al control ilegal de territorios, fronteras invisibles en barrios marginados y algún tipo de respeto o terror entre la sociedad. Si bien el sicariato dentro de organizaciones criminales y delictivas como las que creó el narcotráfico hace parte de un subconjunto del sicariato, convirtiéndose en sicariato profesional, como denomina Carrión a aquel sicariato que se da bajo el mando de organizaciones estructuradas.

La reclusión de sicarios en la época del narcotráfico tenía características específicas, jóvenes en su mayoría menores de edad, de barrios marginados, con una vida delincuencial a temprana edad, pasaban de hurtar a ser pandilleros y luego cumpliendo ciertas aptitudes eran aventajados y entraban a incursionar en los homicidios calificados, convirtiéndose en sicarios después del paso por la escuela de entrenamiento que los carteles ofrecían.

Los asesinos por encargo: una mirada desde los carteles de droga

Los asesinos por encargo al mando de los carteles de droga en Colombia se hicieron visibles luego de la aparición de Pablo Escobar en la política colombiana, y seguidamente con el asesinato del ministro Rodrigo Lara Bonilla en 1984. El sicariato dio sus primeros pinos a finales de la década de 1980, cuando el cartel de Medellín reclutó 300 hombres para que realizaran una serie de secuestros, atentados terroristas y asesinatos. Reclutados con facilidad de barrios marginados de Medellín como las comunas, eran entrenados en escuelas del cartel. Tal cantidad de sicarios entrenados fueron suficientes para la ejecución del ministro Lara Bonilla y seguidamente desatar una serie de hechos violentos contra otras organizaciones, entre ellas el cartel de Cali (Montoya, 2014).

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El cartel de Medellín y su líder Pablo Escobar se encargaron de desatar una guerra contra el Estado y organizaciones criminales, entre ellas el cartel de Cali. El sicariato llegó a su punto más alto en el momento en que Escobar pagaba cantidades exorbitantes de dinero por la ejecución de policías, además de ello, la poca responsabilidad penal de los infractores menores de edad hizo que policías de algunos sectores de la institución tomaran justicia a mano propia ejecutando jóvenes entre 16 y 30 años de las comunas de Medellín sin ningún tipo de filtro (Montoya, 2014).

Para el cartel de Cali, los asesinos por encargo eran más un equipo de seguridad, lejos de una fama de mercenarios y asesinos, los sicarios para el cartel eran quienes se encargaban de la seguridad, cobros de dinero y ajustes de cuenta en caso de ser necesario. Cali manejaba un bajo perfil infiltrándose en el comercio de la ciudad por medio de empresas, la cadena de Drogas la Rebaja y el Grupo Radial Colombiano eran sus propiedades más reconocidas.

En Cali se reconocía la existencia de “oficinas de cobro”, sin hacer referencia a un espacio físico, eran grupos de sicarios que ofrecían distintos servicios, la extorsión, corrupción, intimidación, asesinatos y servicios de seguridad eran sus accionares más frecuentes al servicio de narcotraficantes. Reconocidos con alias y teniendo como puntos de reunión espacios comerciales como panaderías, peluquerías, entre otros, protegían sus nombres y neutralizaban su relación con organizaciones criminales (Escobedo, 2013).

En 1993, luego del abatimiento de Pablo Escobar, las oficinas sicariales bajo el mando y respaldo del narcotráfico en Cali dinamizaron las tasas de homicidio en la ciudad, lo que Carrión denominaría Sicariato social incursionaría en Cali y asesinatos por encargo utilizados para la resolución de conflictos de la sociedad en general, explicaban por sí solos la densidad de las tasas de homicidios con el móvil sicarial (Véase la Gráfica 1).

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Gráfica 1. Tasa de homicidios por móvil en Cali. 1993 – 1998 Fuente: Observatorio Social Alcaldía de Cali 2002 – elaboración propia

El bloque de búsqueda dio de baja a Pablo Escobar y con él pusieron fin al cartel de Medellín, con quien Cali tenía una guerra pactada desde 1988. Con el abatimiento del narcotraficante la administración pública en Cali y sus pobladores esperaban una baja significativa en los homicidios calificados en la ciudad, lo cual no tuvo lugar. Tras la caída de Medellín, pertenecientes al cartel de Cali empezaron a ser perseguidos por el mismo bloque de búsqueda y, además de ello, tuvieron que enfrentarse con el ya visible cartel del Nortel del Valle.

El sicariato social como una forma más cotidiana de asesinar por encargo hizo incursión en Cali y logró que en 1996 el Valle del Cauca reconociera la existencia de oficinas de sicarios como empresas con organigramas, distribución de funciones y venta de servicios. Camuflándose en salones de belleza, panaderías, compraventas, concesionarios y demás almacenes de comercio, en 1999 se calculaban cerca de 50 en Cali, formadas por pistoleros que hicieron parte del Cartel, disparando las tasas de homicidio en la ciudad (Montoya, 2014).

El cartel del norte del Valle tuvo su momento de furor hasta finales de los años 1990 e inicios del 2000, luego de ello, Cali pasó del auge del gran narcotráfico al tráfico local de droga, los lugartenientes del negocio de la coca serían los jefes de sicarios de narcotraficantes ya abatidos o presos en los EE. UU. Por lo anterior, es importante

167 Ana María Betancourt-Ledezma y Alexander Castillo-Garcés reconocer las diferentes estructuras criminales y delincuenciales que pasaron en Cali hasta el final de la última década del siglo XX.

Diagrama 1. Estructuras delincuenciales en Cali 1980 – 2008 Fuente: Fundación Ideas para la Paz. FIP - Elaboración propia

A partir de la disputa de disidencias del cartel del Norte del Valle, que tenían como actores a Diego Montoya alias Don Diego y Wilmer Varela alias Jabón, el sicariato en Cali se estructuró, convirtiéndose en ejércitos privados de ambos capos. Entre el 2003 y el 2008 y superando los mil sicarios a su disposición, se produjeron al menos 2000 muertes con móviles sicariales gracias a la guerra que había suscitado por el control del negocio de la coca a principio de siglo, en el 2004 la policía nacional atribuyó al menos 600 muertos a esta disputa (Montoya, 2014).

El negocio de la muerte surgió como herramienta estratégica de los carteles de la droga, pero se diversificó e independizó de los mismos una vez que vio amenazada su fuente de ingresos. Dicho desarrollo histórico deja entrever una “cultura de la violencia” que trasciende las fronteras de la violencia desarrollada por las mafias del narcotráfico. Existe en nuestras sociedades latinoamericanas una peligrosa tendencia a la solución violenta de los diferentes conflictos entre las personas. El paso del sicario de la droga al sicario independiente es un virulento síntoma de los elevados niveles

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de violencia e intolerancia que sin mayor problema atraviesan hoy en día nuestra cotidianidad. (Schlenker, 2014, pp. 79 - 80)

El sicariato en Cali se transformó, a mitad del siglo XX los asesinatos por encargo tenían como disputa filiaciones políticas e intereses de las elites conservadoras por tener el control. Terratenientes o caciques luchaban con violencia letal a manos de los pájaros por la lucha de clases, la tenencia de tierras y el poder gubernamental.

A finales del siglo XX y cogidos por el narcotráfico, los sicarios fueron el mejor aliado de carteles de droga por el control ilegal e intereses particulares, finalmente el siglo XX terminó con una nueva estructura sicarial denominadas oficinas de cobro, sin ser un espacio físico, cualquiera podía acceder al servicio del asesinato a manos de otro a cambio de una remuneración.

Cronología del narcotráfico: guerra de carteles, corrupción y desmantelación

Dentro de las dinámicas criminales del narcotráfico, el sicariato se convirtió en la forma de control ilegal que iría más allá del respeto y lealtad entre carteles, llegó al narcotráfico como el talante más efectivo para garantizar respeto, seguridad y control entre la comunidad de traficantes, gobierno y fuerza pública que quisiera poner freno al fenómeno en la ciudad. A nivel organizativo, el sicario ocupa un papel de defensa en organizaciones criminales, son reclutados en su mayoría en barrios marginales, y si bien existe una estructura funcional en la organización, no se deja a un lado el rol cultural y patrones históricos en los que se desarrolla el crimen organizado.

A finales de los años 1970 e inicios de los años 1980, el país se encontraba en una nueva coyuntura de violencia, el narcotráfico se había extendido por todo el país, el Cartel de Medellín era la organización más reconocida dedicada al tráfico de droga en el país bajo el mando de Pablo Escobar Gaviria. Cali contaba con la participación del denominado Cartel de Cali, organización criminal dedicada al tráfico de cocaína y liderada por los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, Hélmer Herrera y José Santacruz Londoño.

En 1981 el diario «El Caleño», conocido por ser fuente de información de homicidios en la ciudad, titulaba una serie de homicidios bajo un mismo patrón, los homicidios eran cometidos desde motocicletas. Ahondaban titulares como «Siguen asesinos de moto en el centro de Cali», «Asesinos de moto atacan de nuevo».

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El modus operandi los hacia cada vez más visibles para los medios de comunicación, pese a ello, solo hasta enero de 1982 diarios como El Caleño y El País empezarían a denominarlos «Sicarios». El lunes 11 de enero de 1982, el diario El País titulaba «Tres personas muertas a manos de sicarios” y, seguidamente, a finales del mismo mes, El Caleño titulaba «Sicarios se toman Cali».

El 30 de abril de 1984 con el asesinato del ministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla, quien públicamente decía ser enemigo de los narcotraficantes, el país redefinía una alerta sicarial que venía haciendo presencia con los carteles de droga. El 3 de mayo el país referenciaba el mismo titular en todos los medios, el diario El País lo tituló: «No habrá tregua contra el crimen, anuncian extradición a los narcotraficantes» (El País, 1984, p. 1). Tras declaraciones gubernamentales el cartel de Medellín y narcotraficantes independientes se autodenominaban «los extraditables» adelantando secuestros y extorciones con el fin de presionar el gobierno y derrocar el tratado de extradición.

La guerra entre carteles daría inicio el 13 de enero de 1988 con la detonación de un carro bomba en el edificio Mónaco de Medellín, propiedad de Pablo Escobar y donde residía su familia. La violencia surgida entre carteles tenía como protagonistas los sicarios de ambos carteles. El 18 de febrero de 1988 fue incendiada una sucursal de Drogas La Rebaja en Medellín, propiedad de los hermanos Rodríguez Orejuela; asimismo, más de cincuenta atentados contra propiedades del Cartel de Cali como Drogas La Rebaja y el Grupo Radial Colombiano (El País, 1988).

En su momento, para la policía nacional y los medios de comunicación la guerra de carteles era un choque de intereses entre ambas organizaciones por el control del mercado de cocaína en New York. Según El País, el marcado de cocaína de New York representaría al año 35 millones de dólares, cuya zona era exclusividad del Cartel de Cali (El País, 1988).

En 1991 tras el acuerdo de Escobar y el gobierno nacional de someterse a la justicia e internarse en su propia prisión a cambio de la no extradición a los Estados Unidos, la guerra con el Cartel de Cali parecía haber llegado a su fin; sin embargo, al conocerse el asesinato de dos de los socios de Escobar en instalaciones de la Catedral y seguidamente la fuga del narcotraficante llevó al gobierno nacional, al bloque de búsqueda, al Cartel de Cali y las AUC a poner como principal objetivo a Pablo Escobar vivo o muerto.

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El Cartel de Cali, las autodefensas lideradas por los hermanos Castaño Gil (cercanos en principio al cartel de Medellín), el Gobierno Nacional, la Policía y el Bloque de Búsqueda apoyaron la creación del grupo ilegal denominado los Pepes (perseguidos por Escobar). Durante dieciséis meses se vivió una guerra conjunta con de los Pepes y el narcotraficante. Agentes norteamericanos y el Cartel de Cali se encargaban de la información (grabación de llamadas, información de primera), el bloque de búsqueda hacía los allanamientos y los Pepes ejecutaban labores violentas (López, 2008).

El grupo clandestino se fortaleció poco a poco. Cali los alimentaba con ríos de dinero, algunos policías suministraban todo tipo de permisos y salvoconductos, las agencias americanas aportaban información de inteligencia. La moral, los principios, derechos humanos, y cualquier rasgo de conciencia fueron archivados durante diez y seis intensos meses de persecución sin tregua. (López, 2008, p. 19)

Tras la caída del Cartel de Medellín con la muerte de Escobar el 2 de diciembre de 1993, el cartel de Cali estaba seguro de que el próximo fichaje de la autoridades eran ellos, (aunque hubiesen aportado en la baja de Escobar), por tal razón aprovecharon su cercanía con el fiscal general de turno Gustavo de Greiff para una negociación que les permitiera retirarse del tráfico de droga y terminar con la narcoactividad en Colombia a cambio de unos pocos años de cárcel y quedándose con todo el dinero hasta ese momento conseguido (López, 2008).

El presidente Cesar Gaviria (1990 – 1994) estaba en la mira de todo el país tras el fracaso en la negociación que había hecho con el extinto Pablo Escobar, por esto las intenciones del gabinete presidencial no eran más negociaciones con narcotraficantes, la orden era su captura sin ningún tipo de beneficio. Tras un panorama nada esperanzador y en plena campaña para la elección del nuevo presidente de Colombia, los Rodríguez por medio de intermediarios llegaron hasta Santiago Medina, tesorero de la campaña de candidato liberal Ernesto Samper, quien se jugaba la presidencia en segunda vuelta electoral con el candidato Andrés Pastrana. Con más de seis millones de dólares contribuyeron los jefes del cartel a la campaña que llevó a la presidencia a Ernesto Samper y por la que los señores de Cali esperaban una negociación que los beneficiara (López, 2008).

Uno de los mayores escándalos en la política colombiana surgió después de dicha narcofinanciación, a los capos del Cartel de Cali y sus socios no les fue de gran ayuda

171 Ana María Betancourt-Ledezma y Alexander Castillo-Garcés el millonario aporte gracias a la filtración de casetes con grabaciones que dejaban en descubierto el significativo aporte del cartel a la campaña del presidente Samper, escandalo del que nació el proceso 8000 en abril de 1995 que dejaría sin salida los capos de cartel. Desde allí la prioridad y la orden desde la presidencia era clara, el desmantelamiento por completo del cartel de Cali.

El 2 de noviembre de 1994, en una de las páginas del diario El País se titulaba «El jefe de Cartel de Cali dispuesto a entregarse» reportaje que relataba un par de reuniones de Gilberto Rodríguez con un relacionista público de la DEA donde el capo suscitaba como condiciones de su entrega y la de su hermano ser judicializado en Colombia y obtener una rebaja de pena considerable, esto impulsado por su familia (El País, 1994).

Días después de hacerse pública la intención de entrega de los hermanos Rodríguez Orejuela se conoció la noticia del embajador de Estados Unidos en Colombia Myles Frechette de cancelar el visado a familiares de sospechosos por tráfico de droga, quien también sostuvo que no se apoyarían entregas voluntarias de narcotraficantes a menos de que estos fueran judicializados en EE. UU. “Estados Unidos no impulsa las entregas en Colombia debido a la reducción automática de la condena. EE. UU mantiene que las penas a los culpables de narcotráfico deben de ser acordes a la seriedad de los delitos” (El País, 1994).

Finalmente, la caída del Cartel de Cali llegaría a cada uno de sus simpatizantes de diversas formas, el 9 de junio de 1995 el coronel Carlos Barragán capturó en una vivienda de Cali a Gilberto Rodríguez en el barrio Santa Mónica Residencial. Al mes siguiente, el 4 de julio se dio la captura a José «Chepe» Santacruz Londoño en un restaurante de Bogotá gracias a un informante. Seguidamente, el 6 de agosto del mismo año en el edificio Normandía de la ciudad de Cali fue capturado Miguel Rodríguez.

El 5 de marzo de 1996, tras casi tres meses de haberse fugado de la cárcel La Picota, José Santacruz Londoño fue asesinado cuando se dirigía a la ciudad de Medellín a una reunión con su socio Pacho Herrera, quien contaría con suerte unos meses más cuando finalmente en septiembre del mismo año se entregó en el municipio de Yumbo, departamento del Valle del Cauca y asesinado en la cárcel de Palmira el 4 de noviembre de 1998.

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Además de atentados, homicidios, sobornos y extorsiones, la ciudad vivió en la época del Cartel de Cali una bonanza económica, con inversiones en la construcción, comercio, medios de comunicación y los equipos de fútbol. El poder de dicho cartel daba para controlar y comprar aparatos de seguridad, legislativo y judicial (El Tiempo, 2015). En ese sentido, en 1992, por preocupación en las cifras de violencia en Cali, el electo alcalde Rodrigo Guerrero realizó un diagnóstico dando prioridad a las cifras y privilegiando «el cómo sobre el por qué» desarrollando lo que sería la primera política pública de seguridad en Cali, denominada DESEPAZ (Desarrollo, Seguridad y Paz) financiada con recursos propios (Vanegas, 2015).

Diagrama 2. Tipos de homicidios sicariales durante el auge del narcotráfico Fuente: elaborado por los autores

El fin de los carteles de droga en Colombia culminó con una redirección del sicariato como ente generador de violencia. En el primer apartado hacía referencia a transición y reestructuración de sicarios con las oficinas de cobro instauradas y poco a poco normalizadas en la sociedad. La falta de confianza institucional gracias a la corrupción suscitada por el narcotráfico en Cali, instauró el sicariato en la sociedad como forma de resolución de conflictos y siguen siendo los homicidios el indicador más fuerte a la hora de medir la seguridad y convivencia ciudadana en Cali.

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CONCLUSIONES

La violencia en Cali ha tenido una transición en el tiempo en cuanto a los objetivos, intereses y actores que la desarrollan, se ha transformado la violencia y su dinámica más frecuente como lo es el sicariato. Entre la mitad del siglo XX se reconocía la existencia de asesinos por encargo, cuya violencia tenía como objetivo defender ideologías políticas e intereses de élites conservadoras durante la época del bipartidismo en el país. Llegando al final del siglo XX, en las décadas de 1980 los objetivos que motivarían una nueva coyuntura de la violencia serían otros. La hegemonía de control del narcotráfico transfiguró las dinámicas criminales y con un calificativo: sicarios. Sus intereses particulares de organizaciones criminales y carteles de droga y su remuneración dejarían de ser simbólica para ser económica.

El sicariato como forma de control ilegal está presente en América Latina como una enfermedad endémica, aunque el fenómeno es reconocido y las instituciones lo han legitimado, el sicariato social es parte en la sociedad latina en medio de la cotidianidad y es por ello que las críticas a organismos estatales están presentes en estudios académicos de diferentes países.

El Estado y las administraciones se enfrentan a un reto institucional al llevar a cabo estrategias que disminuyan significativamente las tasas de homicidios en la ciudad. Las cifras se han vuelto pragmáticas y la falta de conocimiento profundo a la hora de que la intervención condena toda intervención pública al fracaso. El privilegio del cómo sobre el porqué de las cifras, dejan de lado el contexto en el cual se desarrolla la violencia. La carencia del diagnóstico y/o estudios epidemiológicos a través de observatorios que transiten de la cifra hacia una aproximación al reconocimiento de los factores de riesgo a la hora de la ejecución de la violencia letal y no letal en la ciudad, permitiría la creación de políticas, planes y proyectos más efectivos a la hora de la intervención.

A manera de conclusión, las dinámicas de la violencia en Cali han tenido un desarrollo en el tiempo y en la actualidad, el sicariato ha logrado estructurarse en organigramas y ser reconocido y aceptado en la sociedad como una forma de resolución de conflictos, sin filtro alguno. Tanto organizaciones criminales como la sociedad en general pueden acceder a los servicios que ofrecen las oficinas de cobro, que en su mayoría es el asesinato por encargo, siendo de esta manera el homicidio

174 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 159-177 Auge y decadencia del narcotráfico en Cali y el sicariato como forma de control ilegal calificado la variable más sensible y acertada para la medición de la violencia y la principal causa de homicidios en Cali, el sicariato.

El fenómeno del sicariato se instaura en su mayoría en barrios marginados de la ciudad, la reclusión de homicidas tiene como tendencia a la escogencia de menores de edad por la poca responsabilidad penal que estos tienen ante la justicia colombiana. Además de ello, la aceptación del sicariato en la sociedad ha sido una especie de efecto mariposa para los sicarios, las venganzas personales o ajustes de cuentas son el móvil más frecuente a la hora de pagar por un crimen y la poca eficacia del Estado frente a la situación de menores infractores ha hecho que casi el 60% de las víctimas del sicariato sean jóvenes entre los 15 y 19 años (Revista Panamericana de Salud Pública , 2002).

El narcotráfico dejó una coyuntura de la violencia marcada en la sociedad, los carteles de droga un modelo de vida exorbitante y de fácil alcance a un precio bastante alto, y una cultura ilegal acepta y normalizada. Luego de la desmantelación de los carteles de droga en Colombia, Cali pasó al tráfico local de droga, un número amplio de bandas criminales se tomaron el negocio de la droga y las oficinas de cobro y pandillas juveniles el control de territorios con las llamadas fronteras invisibles. Como cultura arraigada quedó el narcotráfico y el expendio de droga en pequeñas cantidades en diferentes zonas y espacios de la ciudad en donde incursiona en narcomenudeo.

La corrupción en aparatos legislativos, judiciales y policiales, fueron la clave del auge del cartel de Cali en su pasó por el fenómeno del narcotráfico, a diferencia del Cartel de Medellín, la infiltración de los hermanos Rodríguez Orejuela y sus dos socios en empresas y el comercio de la ciudad fue la estrategia más acertada para su éxito en el tráfico de droga por el mundo y su gigantesca fortuna. A nivel político, el proceso 8000 y el escándalo del cartel con el expresidente Ernesto Samper, así como los escándalos de otros políticos relacionados con el narcotráfico en Colombia, ha generado una desconfianza institucional en la sociedad que genera la normalización de la violencia y la ilegalidad en la vida cotidiana de la población.

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Salazar, M. y García, M. C. (2019). Hermenéutica MARITZA-SALAZAR MEDINA* del factor protector “vínculo afectivo”. Una visión educativa frente al problema del consumo MILAGRO CAROLINA-GARCIA BOLAÑO ** de drogas ilícitas: historia de vida de Cindy. Revista Cultura y Droga, 24 (28), 178-197. Recibido: 27 de abril de 2019 DOI: 10.17151/culdr.2019.24.28.9. Aprobado: 3 de julio de 2019

RESUMEN

Objetivo. Investigar la hermenéutica del factor protector “vínculo afectivo”: visión educativa frente al problema del consumo de drogas de Cindy. La fundamentación teórica comprende la situación actual del consumo de drogas, factores de riesgo y protección de consumo, prevención y las bases teóricas de los programas de prevención. Metodología. La presente investigación es cualitativa bajo la modalidad historia de vida, delimitación terminológica, antecedentes y condiciones actuales, entrevista en profundidad, selección del informante, criterios de selección del informante, aproximación al informante y relación investigador – sujeto. Resultados. El análisis e interpretación de las vertientes simbólicas del vínculo afectivo se ajusta a los postulados de Ferrarotti (1981) “a través de la vida de Cindy se puede leer una sociedad” y se hace una interpretación del factor protector a partir de factores de riesgo, se revelan significados del discurso de la informante. Conclusiones. Se aprecia la dialéctica de la experiencia de consumo compulsivo de bebidas alcohólicas en la familia y su interacción con el contexto educativo.

Palabras claves: hermenéutica, factores protectores, drogas, historia vida.

* Doctorada en Ciencias de la Educación. Universidad de Carabobo. Valencia. Estado Carabobo. Venezuela. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0001-8519-1448. Google Scholar ** Maestría en Educación mención Investigación Educativa. Universidad de Carabobo. Estado Carabobo, Venezuela. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0002-5778-346X Google Scholar

Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 178-197 ISSN: 0122-8455 (Impreso) ISSN: 2590-7840 (En línea) Hermenéutica del factor protector “vínculo afectivo”...

HERMENEUTICS OF THE PROTECTIVE FACTOR “AFFECTIVE BOND”. AN EDUCATIONAL VISION REGARDING THE PROBLEM OF ILLICIT DRUG CONSUMPTION: CINDY´S LIFE STORY

ABSTRACT

Objective: To research the hermeneutics of the protective factor "affective bond": educational vision regarding the problem of Cindy's drug use. The theoretical foundation includes the current situation of drug consumption, risk factors and consumer protection, prevention and the theoretical basis of prevention programs. Methodology: this is a qualitative research following the life story, terminological delimitation, current antecedents and conditions, in-depth interview, informant selection, informant selection criteria, informant approach, and the researcher-subject relationship forms. Results: The analysis and interpretation of the symbolic aspects of the affective bond, fits the postulates of Ferrarotti (1981) "through Cindy’s life a society can be read" and an interpretation of the protective factor is made from risk factors, and meanings of the discourse of the informant are revealed. Conclusions: The dialectic of the experience of compulsive consumption of alcoholic beverages in the family, and its interaction with the educational context is observed.

Keywords: Hermeneutics, protective factors, drugs, life story.

INTRODUCCIÓN

CINDY, La informante de esta historia de vida, tenía 38 años para el momento en que se le realizaron las entrevistas. Hija menor de 6 hermanos, 3 varones y 3 hembras, padres divorciados, huérfana de madre. Obtuvo el título de Técnico Superior y trabaja en atención al público en una óptica. En la actualidad está casada y tiene dos hijas. Comenzó su consumo en su propio hogar, bajo el modelaje de hermanos y amigos, una familia disfuncional dado que las bebidas alcohólicas representaron una experiencia cotidiana entre hermanos. Autores como Figueroa (1998), Escorihuela (1998) y Castillo (1998), plantean que el problema de las drogas

179 Maritza-Salazar Medina, Milagro Carolina-Garcia Bolaño hay que entenderlo como un fenómeno multifactorial, su abordaje preventivo exige un equipo interdisciplinario.

Una vez seleccionados los textos de la historia de vida de Cindy, se procedió a interpretar los significados desde la subjetividad del discurso oral y transcrito de la informante (en este caso Cindy) de acuerdo al objetivo propuesto. El investigador develo e interpretó significados de las categorías previstas a saber: vínculo afectivo madre e hija, hermanas hembras, varones, amigos, entre otras, vinculadas con episodios de la trayectoria de vida de Cindy, utilizando para ello el análisis propuesto por Selin About (como se citó en Córdova, 1990), denominado el sistema de las tres lecturas: lectura factual, lectura temática y lectura simbólica, es una síntesis de la factual y la temática. Esta lectura permite captar cómo el sistema de normas y valores actúan en la vida social. Por una parte, actúan en un espacio en el cual se ubican las propias experiencias de los individuos, la propia existencia vivida que genera un conjunto de representaciones, permitiendo comprender otras dimensiones en donde se articula la vida individual y la experiencia vivida respecto a la sociedad global. Luego se aplicaron los criterios de análisis de Salazar (2003), denominadas las 4 dimensiones fenomenológicas hermenéuticas en la historia de vida. En primer lugar, se develó el sentido y/o significado que el informante le imprime a su relato sin cambiar el texto de las palabras. En segundo lugar, se realizó la interpretación de los significados desde el planteamiento teórico y metodológico propuesto en los capítulos correspondientes y, en tercer lugar, se hizo una interpretación de la relación dialéctica de los actores que participaron de la vida afectiva de Cindy construida por el investigador y el informante.

Cindy, con su sabiduría y fuerza de voluntad, emergió ante la adversidad en una familia disfuncional, confrontando con éxito las consecuencias negativas en el contexto familiar, donde el consumo y tráfico de drogas era un modo de vida, además de otra forma de vida antisocial.

Los factores de riesgo pueden comportarse como factores protectores en circunstancias especiales, como ocurrió en la vida de Cindy acerca de ese modo de vida, es decir, del consumo de sustancias ilícitas que producen dependencia física y mental. Tal vez por su bajo nivel educativo y las experiencias conflictivas vividas con sus hermanos, aprendió la realidad de ese mundo de vida ilícita y peligrosa. El haber vivenciado esas experiencias de consumo compulsivas intrafamiliares, dio

180 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 178-197 Hermenéutica del factor protector “vínculo afectivo”... lugar a la autoprotección, hasta que tomó distancia y tuvo la convicción de no vivir para el consumo de drogas ilícitas. De esta manera, emergió de la adversidad, a pesar de haber buscado refugio en otras drogas aceptadas socialmente, tales como el cigarrillo y el alcohol, a las cuales también fue adicta. Por otra parte, Canals (2004) al referirse al concepto de riesgo afirma: “Entendemos por riesgo la probabilidad de que ocurra algún hecho indeseable. Los riesgos no están aislados del contexto social, sino que se interrelacionan con una compleja red de factores sociales, culturales, económicos y ambientales” (p. 4).

Por su parte, Cotúa (1997) expone que los factores de riesgo del consumo de drogas son “cualquier circunstancia o evento de naturaleza biológica, social y ambiental cuya presencia o ausencia modifica la probabilidad de que determinada problemática genere, en nuestro caso el consumo de alcohol y otras drogas” (p. 5). En cuanto a los factores de protección que conocemos por diversas investigaciones, se sabe que no tienen valor en sí mismos sino en el contexto en el que se desarrollan: aquello que para un joven es protector, para otro puede no serlo, pues no se desenvuelven en las mismas circunstancias. Por ello, la importancia de entender que estos factores de riesgo y protectores no se exponen como un patrón estándar, siempre van a depender del contexto donde estos se presentan y de la interacción intersubjetiva negativa que se deriva de este comportamiento.

Los factores de riesgo que se dan no son absolutamente determinantes y están presentes en todos los seres humanos, en mayor o menor niveles de exposición: es el conocimiento profundo una adecuada labor de prevención y de educación, además es lo que hace posible incorporarlos y modificarlos a su status personal y, por ende, minimizar su incidencia. De allí la importancia de identificarlos oportunamente para facilitar el desarrollo de estrategias de prevención en cada uno de nuestros escenarios terapéuticos, en especial en el ámbito educativo, de tal manera que se atenúe el incremento de la exposición de estos factores de riesgo. Esta determinación de los factores no debe considerarse completa ni determinante, se incrementa a medida que las líneas de investigación se profundizan en ellos y en el conocimiento de los distintos ámbitos que los originan.

181 Maritza-Salazar Medina, Milagro Carolina-Garcia Bolaño

METODOLOGÍA

El marco metodológico utilizado es la metodología cualitativa, modalidad de historias de vida de Ferrarotti (1988); cuyo significado reza así:

Toda narración autobiográfica relata, según un corte horizontal o vertical, una praxis humana. Una vida es una praxis que se apropia de las relaciones sociales (las estructuras sociales), las interiorizan y las transforma en estructuras psicológicas mediante su actividad de estructuración y desestructuración. El método utilizado es el biográfico, según Juan José Pujadas Muñoz: Cuadernos Metodológicos Número 5. Centro de Informaciones Sociológicas Madrid. (p.15)

Puede decirse que el mismo ha vuelto a irrumpir en las ciencias sociales como vía para comunicarse con la informante, consiste en grabar y desgrabar su oratoria a través de la entrevista en profundidad de Paul Thomson (1988), y develar a través de los criterios de interpretación hermenéutica citados anteriormente en Salazar (2003), la aplicación del sistema de las tres lecturas. De Selin About argumenta que el significado del “factor protector vida afectiva” como principal objetivo de la investigación del consumo de drogas se puede entender desde Córdova (1990) cuando afirma “que no existe una metodología única de las historias de vida, sino puntos de vistas posibles. Y ellos están en consonancia con los objetivos de Selin About propios de la investigación que los pone en movimiento” (p. 63). Sin embargo, fue necesario emplear las técnicas de la entrevista en profundidad de Thompson (1988). Se realizó la selección del informante bajo los criterios apropiados de acuerdo al objetivo, a fin de lograr una aproximación entre el informante (relación investigador- sujeto). Por otra parte, Salazar (2004) argumenta que

Las investigaciones basadas en el método biográfico y en la historia oral representan un movimiento innovador de naturaleza interdisciplinaria. La ciencia social consiste en luchar contra la conversión del ser humano en objeto, y devolverle su voz para romper el silencio. (p. 86)

Para el análisis e interpretación de las vertientes simbólicas de significados del factor protector vida afectiva, se aplicó, en primer lugar, un principio de Ferrarotti citado anteriormente, referido a los Factores de Riesgo y Protección y su interacción intersubjetiva. A continuación, se procede a desglosar de modo sistemático los

182 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 178-197 Hermenéutica del factor protector “vínculo afectivo”... relatos de la historia de vida de la informante conforme a la categoría citada, a saber: vida afectiva

Interpretación y análisis del vínculo afectivo madre e hija. El significado del afecto materno descrito por Cindy está vinculado, en primera instancia, por su madre quien siempre la apoyó y le dio cariño. En la narrativa ella lo expresa así: “Mi mamá siempre estaba conmigo (contando con los dedos) al ritmo que menciona el nombre de sus hermanos: Juan, Álvaro, El Largo, Martha y Juliana y Yo.” (Entrevista I, comunicación personal). El afecto se demuestra no solo con la presencia de la persona, sino con las demostraciones de amor y apoyo, posteriormente lo refuerza diciendo:

Mi experiencia en la primaria fue muy buena, muy bonita, aprendí muchas cosas que para ese entonces eran increíbles, conocí nuevos amigos, compañeros, y a la vez compartí con mi mamá que me daba clases, era maestra, y en la escuela donde ella trabajaba yo estudiaba la primaria. (Entrevista V, comunicación personal).

Cindy afirma que su experiencia en la escuela fue bonita dado que compartía con su mamá. Por lo tanto, se puede apreciar cómo su mamá fue una figura de autoridad que le dio amor, aspecto que influyó en que Cindy la tomara como autoridad materna. En ese sentido, se puede argumentar que compartió valores y principios que le sirvieron en algún momento de su vida. Cindy cierra el episodio de su madre cuando narra el acontecimiento de su muerte:

Después, cuando mi mamá se murió, todos se lamentaban tú sabes, ¿por qué se murió mi mamá? (Ríe); ella estaba enferma del corazón, de la tensión, de tristeza, de, no sé, tantas cosas, de diabetes, del sistema nervioso, de las parálisis que le dieron, porque eso fue la causa de la misma… tensión. Hasta que un día tuvo un problema ahí, con El Largo (su hermano), este le gritó, la insultó, le dijo hasta del mal que se iba a morir, le dio un infarto y allí se quedó (pausa larga, suspiro). Ajá, el día que yo estaba en clases, que me vine, que me dijeron que yo decía que “no, que ella no estaba muerta” (Actitud de negación propia de la primera etapa del duelo). (Entrevista I, comunicación personal)

Respecto a esta actitud de citar fuentes, se presentan reacciones diferentes en función de los factores circunstanciales: relacionales culturales y personales, las

183 Maritza-Salazar Medina, Milagro Carolina-Garcia Bolaño cuales condicionan sus respuestas ante la muerte. En este caso existe un proceso de negación ante el duelo materno (ver etapas del duelo se trata de un mecanismo de defensa primario por la pérdida de su madre).

Interpretación y análisis del afecto entre hermanas

Cindy comienza hablar de sus relaciones de afecto con cada uno de sus hermanos. Martha (habla con un ritmo acelerado), dice: “Era la única con quien yo siempre he sido unida, o era porque cuando se casó (silencio) nos separamos mucho, o sea, no compartimos las mismas cosas” (Entrevista I, comunicación personal). En este relato Cindy emplea el término de “unidad” como expresión del vínculo afectivo con su hermana Martha. Esta relación la describe como positiva ya que era con quien compartía posiblemente muchas de sus preocupaciones, alegrías, juegos, entre otras cosas.

Sin embargo, aunque Cindy y Martha siguen compartiendo, la relación es diferente, por cuanto su hermana formó otro grupo familiar y, como es obvio, cada familia tiene sus propios hábitos, creencias e intereses. En este escenario vale aclarar que la familia original sigue siendo importante, no obstante, su estructura y funcionamiento se modifica dada la nueva relación. Se entiende que son cambios generacionales y de nuevas personas que se integran entre sí; las relaciones afectivas cambian, se distancian o se acercan más. Todo depende de las circunstancias del contexto humano y social que se presente.

Por otra parte, refiere lo siguiente: “No recuerdo afecto de mis hermanos hacia a mí, excepto Martha, que era de edad contemporánea conmigo y coincidimos en el mismo colegio, los mismos amigos, etc.” (Entrevista IV, comunicación personal). Se devela que el significado que le otorga Cindy a la contemporaneidad de edades y a los hermanos varones, es un elemento involucrado en las relaciones afectivas entre hermanos. A diferencia de su hermana Martha, la relación con su hermana mayor Juliana, Cindy dice:

Ella nunca fue buena (pausa) porque todo el tiempo estaba como amargada, como que todo le molestaba, quería siempre lo mejor, ¡como yo te dije pues! o sea, se encaprichó con una carrera, mi mamá gastó todos los reales que tenía en ella. (Entrevista, comunicación personal)

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Cindy tenía conflictos con esta hermana derivados de la relación desconsiderada que esta tenía para con su madre, a quien ella siempre defendía como la madre que le dio afecto y la acompañó; fueron muchas las veces que se confrontó con sus hermanos cada vez que observaba una conducta inadecuada para con su madre, enseguida ella reaccionaba con rabia y salía en su defensa.

Por otra parte, el relato señala implícitamente al estrato socioeconómico “bajo” en que ellos vivían, es decir, la madre era quien costeaba los gastos requerido por la familia, que se presenta en la sociedad venezolana por la ausencia del padre, este modelo familiar es conocido como “modelo de familia matriarcal”. Delgado (2000) argumenta que “es la madre quien se hace cargo de todos los compromisos que tiene que adquirir para sacar adelante a su familia”. Cindy observaba a su madre y veía el esfuerzo que esta hacía, llena de privaciones y, sin embargo, le brindaba a su hija mayor la oportunidad de superarse para un futuro en el orden económico, situación que según Cindy su hermana no supo aprovechar. Recuerda que: “Juliana ahorita ni se acuerda de sus clases, ni nada, o sea, nunca trabajó, solamente era por estudiar en un instituto caro, por salir con las amigas, quería siempre lo mejor, así no le gustara, solamente la apariencia pues (Entrevista I. comunicación personal). En este relato se evidencia una aparente discordia, en la cual Cindy descalifica y no comparte el estilo de vida que llevaba Juliana.

Análisis e interpretación del vínculo afectivo entre hermanos varones

En cuanto a sus hermanos varones, Cindy habla primero de Juan:

Cuando estaba muy pequeña me trataba más o menos bien, pero después empezó a beber alcohol (pausa), y siempre teníamos problemas porque él quería tener a mi mamá como a una sirvienta, sabía que mi mamá estaba enferma y no tenía consideración, pues nunca la ayudaba. Se evidenciaba malos tratos. (Entrevista I, comunicación personal)

En este relato aparece nuevamente una relación de afecto conflictiva ligada a la desconsideración de Juan para con su mamá, cuando este estaba bajo los efectos del alcohol, actitud esta que no compartía Cindy, manifestada por los hermanos hacia su madre, provocaba una actitud reactiva y de distanciamiento hacia ellos. Seguidamente describe a su hermano El largo:

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Signos de violencia verbal y física. El largo, horrible, El Largo era el monstruo, el coco (sonríe), ¡sí!, yo le tenía como miedo, cuando venía, él siempre era el que ocasiona las peleas en la casa, de hecho siempre se caían a golpes, él con Juan, o él con Álvaro, o Álvaro con Juan... en realidad los tres eran así, bebían y cuando ya no podían más les daba era por pelear, o sea, peleaban hasta por un cigarro, se caían. (Entrevista I, comunicación personal)

Aquí manifiesta la informante una reacción de preocupación y angustia anteel comportamiento de su hermano, específicamente cuando este se encontraba bajo efectos del consumo de alcohol o de otras drogas, situación que origina conflicto familiar que provocan discusiones y “riñas” continuas entre los hermanos varones. Según Alcalá (2000) “son signos de violencia intrafamiliar producto del efecto del consumo compulsivo de alcohol”. Cabe destacar que, en las familias conflictivas y disfuncionales, como en este caso, el resultado del abuso del consumo y tráfico de drogas representa un alto factor de riesgo para los integrantes de la familia, ya que estos pueden desencadenar situaciones de diversa índole, bien sea en el orden psicológico, o en lo físico, entre otros. Así como también puede influir significativamente en otros miembros del grupo familiar copiando estos patrones de consumo drogas lícitas o ilícitas o en diversas conductas de alto riesgo, bien sea: irresponsabilidad sexual, ruptura de su proyecto de vida, trastornos de personalidad, entre otros, por estar inmersos en un estilo de vida del submundo de las drogas. A continuación, se amplían unos indicativos encontrados en la historia de vida de Cindy, los cuales no son determinantes para todas las personas por aquello de las individualidades y la influencia que ejercen los factores protectores como expresión que algunos poseen y refuerzan con cada experiencia negativa y que terminan haciéndose más fuertes, como es el caso de nuestra informante Cindy. Esta es la personalidad de Cindy, quien es observada, cuestionada y, a la vez, ella es un observador participante que pone distancia para no involucrarse en la actividad ilícita del consumo y tráfico de drogas. Por una parte, en las situaciones de orden psicológico se encuentra el temor en las personas no consumidoras, inducidas por las acciones antisociales, según Salazar (2004): “Se trata de comportamientos que no respetan las normas sociales ni a las personas sobre quien recae el daño”. Cindy normalmente esperaba que sus hermanos consumidores la violentaron tanto físico como psicológicamente, tal como se puede observar en los relatos de esta historia.

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En el orden físico se presentan situaciones caracterizadas por maltratos físicos y verbales, ya que en muchas ocasiones dichas conductas se originan bajo los efectos del consumo de las drogas y los daños en el organismo; a su vez estas no pueden ser controladas por el individuo ni su entorno. Cindy describe una situación al respecto:

Una vez yo recuerdo que en Semana Santa mis hermanos se cayeron aquí (en su casa) a coñazos chama, y entonces se dieron, se apuñalaron. Cuando yo llegué había una mancha de sangre desde arriba, las paredes estaban todas salpicadas de sangre, la escalera, parecía que habían matado a alguien y lo habían arrastrado así por toda la casa, chama, (pausa) por los efectos de la droga pues. (Entrevista I, comunicación personal)

La relación con su hermano El Largo representó para Cindy un alto factor de riesgo caracterizado por la violencia física intrafamiliar. La situación en la relación de su hermano Álvaro era muy similar. Cindy comenta:

Álvaro (pausa larga) ¿qué te digo de Álvaro?, bueno, Álvaro, cuando había un problema tenían que molestarlo demasiado, era sinónimo de que se metieran con mi mamá, que no la dejaran dormir, de que por lo menos... el Largo gritara y cantara; y mi mamá le dolía algo, se sentía mal, y él gritaba y gritaba y... si él molestaba a mi mamá, Álvaro se molestaba y lo mataba a coñazos, o sea, que si algunos de él o Juan... o... cualquiera, bueno, nosotras no, porque nosotras lo que hacíamos siempre era cuidarla. (Entrevista I, comunicación personal)

En estos relatos se puede evidenciar que no había mayores manifestaciones de afecto de los hermanos de Cindy con su madre, específicamente en las situaciones en las que se denotaban actitudes reactivas y conflictivas entre ellos que los llevaba a maltratar de manera física, psicológica y verbal. No obstante, Cindy y sus hermanas siempre estuvieron presentes para defender a su madre ante estos ataques. Vale la pena comentar la actitud cultural de la madre en sus relaciones con sus hijos. En cuanto a la relación con sus hermanos, se evidenció la existencia de canales obstruidos en la comunicación, lo que originó una deficiente interrelación afectiva entre sus miembros. Predominaron las agresiones físicas y verbales, resultado en la mayoría de los casos por patrones de tráfico y consumo de drogas ilegales. Dichos patrones de consumo y tráfico se denotan con una actitud permisiva por las figuras de los progenitores e, inclusive, predomina un modelo de negación ante la existencia del problema en el relato. Cindy se expresa así:

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¡Sí! Fue la única vez en su vida que me pegó, y ese mismo día, chama, yo no, agarré ni la cédula, o sea, yo me fui, y me perdí, vine como a la semana. Este, mentira, lo único que me llevé fue el uniforme del trabajo y más nada, y vine como a la semana, busqué mis vainas y me fui. Entonces todo el mundo, mi papá me llamaba y me decía (imitando el tono de voz de su padre) vente para la casa, que yo no sé qué (tono de voz normal), bueno, llévate al Largo para tu casa, y yo me voy para mi casa. Ay no, que es que él, que ese Largo es loco (tono de voz normal), ¡Loco! (…) no (…) ¡coño e’ madre, es lo que es!, le decía yo. O sea, mi papá era todo, él quería como pasar las cosas por alto, ¡él sabía que era! pero él se quería montar un disfraz mental, como quien dice, “de que no, que las cosas no eran tan difíciles, él nunca, nunca había aceptado que toditos estos consumían drogas, él nunca lo ha aceptado ¿vez? Entonces uno se lo dice y entonces él se queda callado (cambia el tono de voz) no, no, ese es el aguardiente, es el aguardiente (tono de voz normal), no se quiere como adentrarse en lo que es, entonces yo le dije: bueno, yo me voy para la casa si se llevan al Largo. Entonces eso fue la gota que derramó el vaso, que él se fue de aquí y no vivió más nunca aquí. (Entrevista I, comunicación personal)

La actitud de negación y violencia intrafamiliar es un patrón común en situaciones de conflictos, es un mecanismo de rechazo ante la existencia de un problema, en este particular, la negación en admitir patrones ilícitos de consumo y tráfico de drogas por parte de los miembros de la familia y asumir una actitud pasiva y permisiva.

Análisis e interpretación del vínculo afectivo en pareja de Cindy

En las relaciones de pareja, Cindy comenta que ha pasado por varios “compromisos” que le han permitido descubrir situaciones y experiencias de vida que le han ayudado a madurar sus relaciones. Acerca de su primera relación afirma:

(Interrumpe) para continuar hablando de Toté. ¡Ah!, este (pausa) ¿qué fue?, el tiempo que yo duré con Toté ¡eso fue horrible! Qué bueno el tiempo que yo duré con Toté, fueron tres años y en esos tres años yo no tenía ¡ni idea! quién era Álvaro,- mi hermano, y yo supe, (pausa, baja la voz) en el sentido de ¿qué era lo que hacía, pues?, de que yo nunca me imaginaba eso, yo sabía que él bebía y vaina, pero yo nunca supe, sabía que él consumía drogas, no sabía que el vendía drogas, no sabía nada. Supe fue por Toté, porque cuando nosotros teníamos como cinco días de noviecitos él me dijo, tú sabes que yo consumo drogas, entonces, yo le digo, sí, y entonces, él muy cínico porque

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me imagino no estaba bajo los efectos de las drogas y me decía, (pausa), tú sabes que yo consumo drogas y yo me lo quedé viendo así (con asombro- ríe) y yo con trece años y dije este es un monstruo, me va a violar, una vaina así (ríe) entonces me dijo que sí, yo consumo drogas y ¿tú no sabes quién es el que me vende la droga?, y yo le pregunté: ¿y qué, quién?, dice: tu hermano Álvaro (pausa). (Entrevista, comunicación personal)

De acuerdo con este relato, se pone en evidencia nuevamente que en el seno de la familia de la informante existía un grupo de hermanos que vivían en la misma casa, pero se comportan como desconocidos, solo había comunicación en la tarea de traficar y consumir drogas. Ambiente que Cindy fue descubriendo a través de terceros como es el caso de Erick y Tote su novio, este ambiente la mantuvo en una situación de desconfianza, y alto riesgo en lo que respecta a su seguridad personal. Sin embargo, ella después comenzó a consumir cigarrillo y alcohol a pesar de que se mantuvo, en principio, lejos de las drogas ilícitas dado que veía cómo en su propia casa preparaban artesanalmente alcohol y lo distribuían entre los amigos de sus hermanos. Así cuenta su relato, refiriéndose primero a su hermano Álvaro:

Este (pausa), ah bueno, tú sabes (baja el tono de voz) que él vendía drogas, y broma, este hubo un tiempo (pausa) que él traía mucha gente para acá, de hecho él trabajaba con otro tipo, el tipo este (baja aún más el tono de voz) Erick, y ellos se venían para acá, rayaban la droga, la destruyen, la arreglaban, que si le ponían los envoltorios, y la vaina aquí, y supuestamente, ellos trabajaban era con serigrafía, era como una fachada, para protegerse de los organismos de seguridad del Estado”. (Entrevista I, comunicación personal)

En lo que respecta a la relación que inició con su primer “noviecito”, a pesar de representar un alto factor de riesgo en su vida por ser un novio consumidor, y por los maltratos físicos que recibía a manos de este (al punto de manipularla con agredir físicamente causándole sentimientos de culpa) ella se comportó como una persona perturbada con una actitud sadomasoquista respecto a él.

Por otro lado, también se ubica el “factor protector” subyacente en esta situación cuando su “noviecito” le dio a conocer el problema de drogas que rodeaba su entorno familiar, específicamente a sus hermanos varones. Esta situación significó un valor de alto riesgo para la informante, por lo que se dijo: yo me voy a proteger (factor protector) y se puso en estado de alerta. Se dio cuenta de la complicidad de su novio con sus hermanos y de la actitud perversa del primero al darle a conocer el negocio

189 Maritza-Salazar Medina, Milagro Carolina-Garcia Bolaño en el que estaban involucrados sus familiares. De ahí que Cindy tomara distancia física con sus hermanos, guardara silencio al respecto y se alejara de esta situación.

Análisis e interpretación del vínculo afectivo entre amigos

Las investigadoras exploran las relaciones afectivas que Cindy tuvo con sus amigos. Al respecto se afirma: “Cuando ella trabajaba compartía con sus compañeros de trabajo, con Fabiola y Adriana, con todo el mundo, conocía mucha gente, pero tenía muy pocos amigos o yo creo que no tenía ninguno, bueno, sí tenía uno (ríe), sí, tenía uno” (Entrevista II, comunicación personal).

El significado de amistad para Cindy era diferente al de compartir experiencias recreativas con la gente del trabajo, ya que muchas veces estas relaciones estaban asociadas con el consumo de alcohol.

Bueno, salíamos casi todos los días con la gente del trabajo, la gente que trabaja conmigo (aclara la garganta) salíamos todos los días; bebíamos todos los días, este, ¿qué más?, compartimos los fines de semana, todos los días en la noche, este, los viernes fijo, bebiendo todos los santos días, hasta que bueno, pasó lo que pasó y todos quedaron (pausa), todos o por lo menos la gran mayoría, quedaron (…) este, ¿cómo te explico?, no sé, o sea, pensaron que sí, que yo me había robado un dinero o algo así, entonces, más nunca los vi. Es lo que se llama tocar fondo. (Entrevista II, comunicación personal)

Esta última parte se refiere a la situación legal de haber sido acusada de un delito, del cual ella se declaró inocente. No obstante, este hecho fue motivo para que sus compañeros de trabajo se separaran de ella. Realmente eran sus compañeros para divertirse donde el consumo de bebidas alcohólicas era una constante.

Las investigadoras indagaron cómo se sintió ella cuando se dio cuenta de todo lo que había pasado con sus compañeros, a lo que Cindy respondió:

¡Coño, que bolas! (ríe), o sea que voy a sentir nada que (pausa) que bueno, que en realidad no eran amigos de nadie, porque si alguien es tu amigo te conoce, sabe cómo eres tú, o sea, te apoya, si tienes un problema te ayuda, no es que van a ir, o sea, pensando en lo que dicen los demás. (Entrevista II, comunicación personal)

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En cambio, cuando se refiere a sus amigos de grupo pares Cindy afirma: “¡Ah! los otros sí, o sea, siempre estuvo conmigo, iban, me visitaban, lo que yo necesitaba, y en todo estaban conmigo.” (Entrevista II, comunicación personal). Esta experiencia hizo que Cindy manifiesta sentimientos de frustración hacia sus compañeros de trabajo, ya que ella los consideraba sus amigos, situación que, ella cree, la llevó a tocar fondo. Esta situación Salazar (2004) la describe como de alto riesgo y como consecuencia del consumo compulsivo de alcohol. Caso contrario pasó con sus amigos de grupo pares, a quien ella considera sus verdaderos amigos.

Vínculo afectivo de amigos conocidos pese a la acusación del delito de hurto de dinero

Afecto de amigos y conocidos (ante situación de riesgo latente, ya detenida por el delito que se le imputa). Cindy continúa narrando cómo se comportaron sus amigos:

Entonces ese mismo día en la mañana recibí notas, papeles, ¿qué había pasado?, que no sé qué, Adriana, Fabiola, todos, me mandaban papeles, todos. Que me quedara tranquila, que ellos iban a ver qué era lo que pasaba, que iba a salir de allí. Entonces los primeros cinco días sentí gran angustia, desesperación, síntomas de depresión. Era llorar, llorar, llorar, llorar. Me daba una crisis que no comía, que lo que hacía era fumar y yo decía “pero yo quiero es irme de aquí, que no sé qué, y las carajas “no”. Había una señora, una colombiana que estaba ahí por drogas, por mula, entonces me decía: no, mija (significa cariño) quédese tranquila que cuando le hagan la audiencia usted se va. Todo el mundo me decía eso, “cuando te hagan la audiencia te vas” y yo “¡ah, bueno!, será, vamos a esperar la audiencia, me la hicieron como al quinto día chama, mentira jueves, a mí me llevaron un jueves y me hicieron la audiencia”. (Entrevista II, comunicación personal)

Toda esta experiencia logró que Cindy replanteará el sí tenía verdaderos amigos que la estiman y que estuvieran preocupados por su situación. Esta actitud significó una motivación para tratar de calmarse y ganar confianza en el proceso judicial en el que estaba involucrada. En esta parte de la narrativa, se observa la actitud de afecto y apoyo de muchos allegados, lo que constituyó para ella un factor protector. Asimismo, la ayuda de la mujer colombiano le brindó estímulos para ganar confianza y sentirse apoyada.

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Cindy narra otro episodio de manifestaciones de afecto y apoyo por parte de sus amigos mientras estuvo detenida, expresado en cosas materiales como comida, articulo de higiene, agua y cartas en las que le expresaban su apoyo. Ella narra:

Entonces a mí cada ratico me iban a visitar y me llevaban vainas, y les llevaban comida a todas y vaina y las carajas me calaban ese chaleco chama, “qué coño, que metete a bañar” y ese día yo duré pa, pa meterme en esa mierda como una hora, chama, yo sentada así y veía la vaina, y veía, y eso era un tubo que salía de la pared que no tenía ni pila, ni pa abrir, ni pa cerrar, ni un coño, esa mierda salía y el que se mojó se mojó y ya. Pa cerrarla había que meterle una esponja”. (Entrevista II, comunicación personal)

Es bien conocido que las condiciones higiénicas y las estructuras físicas de las cárceles venezolanas son infrahumanas, situación que dio lugar a sentimientos de rabia e impotencia por encontrarse en un lugar tan riesgoso como ese y, sin embargo, logró ducharse y realizarse la higiene personal. Asimismo, consiguió el apoyo de sus amigos en el aspecto material, todo esto ayudó a que Cindy tolerara de mejor manera su situación. Cindy continúa narrando situaciones con mucha angustia y rabia mientras estuvo en el penal, como se puede ver en el siguiente relato:

¡Ah!, dice, había un gato que no me dejaba dormir (ríe). Estaba tan obstinada que ahogué a un gato (ríe), yo creo que esa es la pava que tengo encima (ríe). Lo mandé por el hueco pa´ bajo. Lo que pasa es que había una tipa que era policía, y a ella le gustaba darle cañazo a todo el mundo, se la daba de alzada, entonces el punto débil de ella era el gato, ese “era su hijo”, entonces, la muy puta era: “ay, el gato pa arriba, el gato pa bajo”. Entonces la comida que nos llevaban a nosotras a veces nos la robaba y se la daba al gato; “esta coño e madre si es arrecha nojo” dije yo, (ríe). Vamos a ver qué le pasa si se le muere el gato, y yo empecé “miso” con la comida, porque el hijo e puta ese no se dejaba agarrar, y esa coño e madre me la va a pagar, porque el amigo mío, que estaba allá la mujer policía lo agarró chama y le dio cómo le dio la gana. Le dio palo, coñazo, porque le dio la gana, porque ella es policía, y porque tenía un rolo (arma de madera) en la mano, y por eso le cayó a coñazo, y le fracturó un brazo. Eso es tortura y está prohibido por la constitución del país; porque él estaba obstinado, porque a nosotros (...) habían varios días a la semana que nos sacaban un ratico a un pasillo, como decir (…) un pasillo de aquí a aquí (indica con sus manos en el suelo una distancia muy corta), y más o menos, un poquito largo, que era que nos sacaban, porque era la misma güevona

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(palabra obscena). Entonces el carajo, “coño que sácame”, desesperado porque a él lo tenían solo por allá en el último calabozo, y no hablaba con nadie, entonces ella le dijo, él estaba con ese peo “coño que sáquenme” obstinado y empezó a decirle vaina “coño que no fuera rata”, “que lo sacara” y la caraja se devolvió “le dio plomo hasta decir ya”, “ésta si es arrecha” dije yo, entonces, ¡agarré el gato y se lo mate!. (Entrevista II, comunicación personal)

No hay duda que Cindy proyectó toda su rabia hacia la mujer policía a través de su gato, sabiendo que el daño que este pudiera recibir lo sentiría profundamente su dueña. Afloraron en Cindy sentimientos de venganza por estar allí detenida por un delito que “ella no cometió”, así como también de venganza ante la injusticia policial que se comete en los centros de reclusión del país, en especial, por tratarse del dolor que le produce ver a su amigo golpeado en la situación de desventaja en la que se encontraba.

Sin duda la acción perversa de matar un gato hace pensar que Cindy es una persona conflictiva y que ante una situación de injusticia social se puede poner muy agresiva y arremeter con todo, descargando toda su rabia y energía negativa. Cindy continúa su relato:

Le cayó a coñazos chama ¡imagínate!, eso es una vaina horrible, imagínate uno preso y coñaceado (golpeado) con dolores por todos lados, y allí no hay pastillas ni un coño. Se la da de coño e madre, entonces yo agarré el gato y lo empecé: ven miso, miso na guevona agarre ese gato, y el gato miau (ríe), y yo no joda pa bajo (ríe) y lo tape, vamos a ver si va a salir de allí ese gato coño; se prendio ese rolo e peo. ¿Quién me mató al gato?, ¿quién me mató al gato?, y yo umju viendo pal techo chama. Entonces un día ella me señaló ese machete (expresión callejera, que significa fijación de una idea) a mí y a todo el mundo; ¿Quién me mató el gato? y yo le dije “chama, yo te mate el gato” le dije, coño porque me tenía arrecha. (Entrevista II, comunicación personal)

En este relato Cindy manifiesta que, aun siendo una persona de fuerte carácter, es una mujer que asume su responsabilidad y da la cara ante los problemas, expresa sus sentimientos y toma una decisión.

193 Maritza-Salazar Medina, Milagro Carolina-Garcia Bolaño

La informante cuenta su experiencia educativa

Bueno, en la primaria fue muy buena, aprendí muchas cosas increíbles, conocí nuevos amigos, compañeros, y a la vez compartí con mi mamá que me daba clases, era maestra allí. Yo estudiaba la primaria, la relación con mis profesores fue excelente, y entonces nos miraban ¡ay qué lindas! Se refiere a ella y su hermana. Estaban siempre pendiente, venían a la casa, comían, nos ayudaban a las tareas. Entre las limitaciones de primaria es que no me podía portar mal, no podía hacer nada malo, bueno sí, pero con mucho cuidado porque todos los profesores conocían a mi mamá y bueno, por respeto, eran muy buenos amigos. En la secundaria fue excelente, tuve un poco más de libertad, nuevos amigos, como ventajas tuve muy buenos compañeros y gané muchos amigos que hasta ahora han durado. (Entrevista V, comunicación personal)

En el campo educativo se puede evidenciar que las relaciones afectivas con sus profesores fueron muy significativas, dado que estos le brindaron apoyo, además de que existía una estrecha relación por el vínculo docente de su madre. El compartir laboral fomenta relaciones de convivencia; Cindy manifestaba una actitud de respeto hacia su madre en su comportamiento con los profesores.

No cabe duda que el hecho de estar en la escuela fue el factor protector. Allí encontró amigos, comprensión de los maestros, buen trato, ayuda en las tareas escolares y otros tantos beneficios que ella cita. Confronta los valores y principios aprendidos en las situaciones de aprendizajes positivos.

Cindy continúa refiriéndose a su relación afectiva con sus profesores al afirmar que: “En realidad todos eran afectuosos y me brindaban apoyo. Claro, por lo que te comenté que conocían a mi mamá” (Entrevista V, comunicación personal). Estas relaciones afectivas representan factores protectores en la historia de vida de Cindy.

Afectos Significativos

Cindy comenta que: “Mi madre es mi mayor afecto, también algunos amigos y, especialmente, la que me hace repetir y hablar, refiriéndose a la investigadora” (Entrevista V, comunicación personal). El afecto primario es el factor protector que predomina en todo su relato, significativamente la marcó y protegió, también el de algunos amigos del grupo de pares. Durante esta actividad en todas las entrevistas tuvo lugar una terapia oral orientada en lo educativo por parte de la investigadora,

194 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 178-197 Hermenéutica del factor protector “vínculo afectivo”... y se consolidó una relación terapéutica informante-investigador. Finalmente, fue un gran apoyo que orientó su vida a la realidad, fue una escucha terapéutica.

CONSIDERACIONES FINALES

Se puede evidenciar una estrecha dinámica relacional entre los factores de riesgos y los factores protectores. Esto significa que el Factor Protector puede ser interpretado como Factor de Riesgo al mismo tiempo, teniendo lugar en temporalidades diferentes; es así como se entiende en el campo de la psicología y la lingüística: no se trata de hacer un juicio de valor causal que explique por sí mismo una problemática tan compleja como es el consumo de drogas. En palabras Freud (año), las experiencias infantiles marcan la trayectoria de vida de un sujeto y pueden emergen en condiciones terapéuticas como un factor protector en el proceso de reinserción social.

En el estudio de la historia de vida de Cindy, fue claro como muchos factores de riesgo emergieron de la adversidad y ayudaron a que ella tomara una actitud resiliente frente a muchos problemas, así como también contribuyeron a restablecer su salud mental al valorar su vida afectiva.

Develar el significado del Factor Protector en la vida afectiva de Cindy. Este factor está representado por aquellas personas que apoyan, acompañan y están atentos a las demandas afectivas de la informante; personas con las cuales ella “comparte”. El término “compartir” en esta ocasión tiene un valor significativo ya que describe las fases de afecto a lo largo de la historia. En su discurso la persona investigada realizada una clasificación y jerarquización de sus afectos y, es evidente, que en la primera escala de jerarquía se encuentra el afecto materno descrito a continuación.

Afecto materno. Siendo este el principal factor protector afectivo que marcó una pauta importante en la vida de Cindy, su madre, el ser que la cuidaba, protegía y acompañaba, al momento de perderla la investigada desarrolló dependencia hacia el tabaco, lo que da cuenta del difícil duelo que pasó en su adolescencia.

Develó el afecto entre hermanas. Con su hermana mayor se produjo una ruptura comunicacional al observar el maltrato y desconsideración hacia su madre y, en relación con su otra hermana, se dio una ruptura física por falta de comunicación e intereses individuales en el proceso de transición de la adolescencia a la adultez.

195 Maritza-Salazar Medina, Milagro Carolina-Garcia Bolaño

Develó el afecto entre hermanos. Hubo un periodo de unidad en el que existía un vínculo afectivo entre hermanos; sin embargo, ella como observadora dialogante que cuestiona y no participa de los actos, se dio cuenta de la dinámica de tráfico y consumo drogas y todo el sistema que eso generaba en la dinámica social, ella fue rechazando dichas conductas y no se involucra en actos ilícitos, no obstante, reorientó su vida a un medio de progreso y nuevas metas. Interpretándose como un factor de riesgo, representó ser un factor protector significativo para fortalecer el proyecto de vida individual, familiar, educativa.

En cuanto al afecto pareja. En cuanto a este vínculo afectivo ella argumenta que es importante la comunicación dado que si no hay canales de comunicación efectivos entre parejas se generará una ruptura.

Develó afecto entre amigos y conocidos. Vemos la importancia entre el grupo de pares, como influyen en las decisiones del ser humano, bien sea de manera positiva o negativa. El ser humano es vulnerable y ante situaciones de riesgos es capaz de responder de manera asertiva o dejarse someter a patrones de consumo.

Develó afectos en su experiencia educativa. En este punto vemos cómo el rol del docente fue significativo en la infancia y adolescencia de la informante gracias a las relaciones que tuvo con ellos y el apoyo recibido. Como se analizó en apartados anteriores está relación con sus docentes se debió a que ellos eran cercanos a su madre, esa que ella informa fue cariñosa y siempre cumplió a cabalidad su rol como madre y maestra. En este punto se vuelve a la parte inicial del factor protector de manera cíclica. La informante siempre fue enfática al afirmar que el apoyo de su madre durante su infancia fortaleció su estadía en la escuela pues su propósito era lograr sus metas a fin de que su madre se sintiera orgullosa.

Develó afectos significativos. El ser humano biopsicosocial/espiritual está en contacto con grupos de pares; además de estar rodeado de un sin número de personas, siempre tiende a estar cerca de un amigo muy cercano al cual le contará con mayor facilidad sus problemas, anécdotas, alegrías y tristezas. Este vínculo afectivo se da por elección personal y puede estar representado por un docente o maestro, ya que es alguien a quien se le puede transmitir las necesidades, puede dar compañía y brindar apoyo en determinadas circunstancias, lo que contribuirá a liberación de las situaciones de alto riesgo.

196 Cultura y Droga, 24, (28), julio-diciembre 2019, 178-197 Hermenéutica del factor protector “vínculo afectivo”...

Referencias

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197 EVALUADORES

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Alexander Castillo Garcés. Politólogo, Universidad del Cauca. Magíster en Políticas Públicas, Universidad del Valle. E-mail: [email protected]. ORCID: 0000-0002-4673-2157

Ana Patricia Noguera de Echeverri. Posdoctora en Antropología del Espacio y del Territorio: estéticas ambientales urbanas y Posdoctora en Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación. Profesora titular de la Universidad Nacional de Colombia (Manizales). Manizales, Colombia. Correo: [email protected]. ORCID: 0000-0003-2588-1767. Google Scholar: https://scholar.google.com/citatio ns?user=ffWw6FYAAAAJ&hl=es

Andrés Leonardo Góngora Sierra. Doctor en Antropología Social. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, Colombia. E-mail: [email protected].

Daniel Ávila Monroy. Profesional en Literatura y Periodismo. Bachiller en Literatura, UNMSM. E-mail: [email protected]. ORCID: 0000-0003-0123-9606.

198 Davis Dupuis. Doctor en Antropología Social del College de France (París), Durham University. Durham, Inglaterra. E-mail: [email protected]. ORCID: 0000-0001-7074-6658. Google Scholar: https://scholar.google.com/citatio ns?user=GQdgTScAAAAJ&hl=es

Diana Carolina Zuluaga Restrepo. Magíster en Finanzas Corporativas, Universidad de Barcelona. E-mail: [email protected]

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Juan Francisco Gamella Mora. Doctor en Antropología de la Universidad Autónoma de Madrid. Universidad de Granada. Granada, España. Correo: [email protected]. ORCID: 0000-0002-2822-962X. Google Scholar: https://scholar.google.es/citation s?hl=es&user=CQ3Eeu0AAAAJ

200 Lucelly Ospina Martínez. Magíster en Estudios de Familia de la Universidad de Caldas. Docente auxiliar en la Universidad de Alicante. Alicante, España. E-mail: [email protected]. ORCID: 0000-0003-0191-355X

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María Praenza López Giraldo. Trabajadora Social, Especialista en Educación Ambiental, Magíster en Desarrollo Sostenible. E-mail: [email protected]

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202 AUTORES

Ana María Betancourt Ledezma. Politóloga. Investigadora Facultad de Derecho, Ciencia política y sociales, Universidad del Cauca. Semillero de investigación LVMEN adscrito al programa de Ciencia Política de la Universidad del Cauca. Popayán, Colombia. Correo: [email protected]. ORCID: 0000-0002-2443-3332. Google Scholar: https://scholar.google.com/citations?view_ op=list_works&hl=es&authuser=1&user=1y_PkGYAAAAJ

Alexander Castillo Garcés. Magister en Políticas Públicas de la Universidad del Valle. Semillero de investigación LVMEN adscrito al programa de Ciencia Política de la Universidad del Cauca. Popayán, Colombia. Correo: [email protected]. co. ORCID: 0000-0002-4673-2157. Google Scholar: https://scholar.google.com/cita tions?user=zME88zsAAAAJ&hl=es

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203 Jaime Andrés Vinasco Barco. Magister en Culturas y Droga, Universidad de Caldas, Manizales, Colombia. Magíster en Ciencias Sociales y Humanas en L’Université de Paris Est Creteil Val de Marne en París, Francia. Doctor en Ciencias Sociales con Especialidad en Estudios Regionales en El Colegio de la Frontera Norte en Tijuana, México. Correo: [email protected] ORCID: 0000-0001-9076-5207. Google Scholar: https://scholar.google.com.mx/citations?user=R44owywAAAAJ&hl=es& authuser=1

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William Darío Chará Ordóñez. Magíster en Sociología (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales – FLACSO sede Ecuador). Docente investigador del programa de Derecho y coordinador del Semillero de Investigación en estudios de Conflicto, Derechos Humanos y Justicia Transicional adscrito al Grupo de Investigación Interdisciplinar en Ciencias Sociales y Humanidades - GIICSH de la Corporación Universitaria Autónoma del Cauca. Popayán, Colombia. Correo: [email protected]. ORCID: 0000-0002-7558-2047. Google Scholar: https://scholar.google.com/citations?user=2qN9LggAAAAJ&hl=es

205 POLÍTICAS ÉTICAS DE LA REVISTA

Publicación y autoría

La Revista no acepta material previamente publicado. Los autores son responsables de obtener los oportunos permisos para reproducir parcialmente material (texto, tablas o figuras) de otras publicaciones y de citar su procedencia correctamente. Las colaboraciones que aparecen aquí no reflejan necesariamente el pensamiento de la Revista. Se publican bajo responsabilidad de los autores.

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Proceso de revisión por pares

Cada uno de los artículos recibidos es sometido a un proceso de revisión y selección. El estudio y la selección inicial de los escritos están a cargo del Comité Editorial el cual acepta o rechaza los originales atendiendo a la calidad científica, la concordancia con las temáticas propias de la revista y la vigencia temporal de los resultados. Además, el Comité Editorial puede solicitar modificaciones y hacer las recomendaciones que se estimen necesarias para ajustar el documento a las indicaciones de la revista. Luego de esta revisión, será sometido a evaluación tipo doble ciego por dos pares académicos externos; quienes emitirán un concepto que puede ser: se aprueba sin cambios, se aprueba sujeto a cambios menores y no requiere nueva evaluación, se aprueba sujeto a cambios mayores y requiere nueva evaluación; y se rechaza no es publicable en la Revista. En el caso en que del concepto de los evaluadores se deriven controversias, estas serán resueltas inicialmente por el Editor o de ser necesario se solicitará una segunda o tercera evaluación por pares académicos.

206 En el proceso de evaluación se exige el anonimato tanto de los autores como de los evaluadores. De igual manera, esta evaluación será informada al autor del artículo vía correo electrónico, con la finalidad de que realice los ajustes necesarios que hayan solicitado los evaluadores. Ante la recepción del artículo con las correcciones realizadas, la Revista verificará el acatamiento de las sugerencias de los evaluadores y analizará las justificaciones de aquellas que no se hayan tenido en cuenta. Una vez aprobada esta fase, el artículo será enviado de nuevo de ser necesario al autor para realizar los ajustes a que hubiere lugar. El proceso de revisión y aceptación del material entregado puede tardar en promedio cuatro meses, además su recepción no implica la aprobación y publicación automática del mismo.

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La Revista Cultura y Droga se adhiere a los lineamientos del COPE (Committee on Publication Ethics http://publicationethics.org/files/u2/New_Code.pdf).

Transmisión de derechos de autor

Se remitirá junto al artículo el formato “Declaración de compromiso de los autores”, respectivamente firmado por cada uno de los autores.

207 Los juicios y opiniones expresados en los artículos y comunicaciones publicados en la revista son del autor(es) y no necesariamente del Comité Editorial o de la institución que los edita.

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Conflicto de intereses

La Revista espera que los autores declaren cualquier asociación comercial que pueda suponer un conflicto de intereses en conexión con el artículo remitido.

Por la naturaleza de los artículos que eventualmente pueden ser publicados en la revista, es posible que se presenten intereses contrapuestos que puedan afectar la imparcialidad en las condiciones editoriales o frente a los autores; por ello, cada autor ha de realizar un esfuerzo por identificarlos.

En este sentido los autores deberán adjuntar junto al artículo y a la declaración de compromiso, una comunicación dirigida a la revista expresando de forma clara y concisa si existen conflictos de intereses, especificando cada uno de ellos. En esta comunicación, además, han de precisar la fuente de financiación de la investigación adelantada; al igual que la declaración de cualquier vínculo comercial, financiero o personal que pueda afectar el artículo o la institución editora.

Política de retractación de artículos

Respecto a la eventualidad de retractación frente a las publicaciones incluidas en la Revista; la cual consiste en la posibilidad de invalidar o anular, de forma total o

208 parcial, lo que se dijo o incluyo con anterioridad en algún ejemplar de la misma, la Universidad de Caldas establece la siguiente política.

La Revista Cultura y Droga se acoge de forma estricta a los lineamientos dados por el COPE, relativos a las causales de retractación para los artículos publicados en esta; frente a ello, serán causales generales de retracción para las publicaciones:

1. El incumplimiento de requisitos en el proceso editorial. 2. La falsedad comprobada de información y con la cual se adelantó el proceso editorial. 3. La comprobación de malas prácticas editoriales por parte de los autores. 4. El incumplimiento de los principios éticos que se debieron observar. 5. Incluir informaciones imprecisas o inexactas de manera deliberada.

Política de retracción de artículos

La retracción, como la acción de retraerse, reducirse o renunciar a algo, expresa la facultad que le asiste al autor de una obra o artículo de manifestar su voluntad de desconocer o renunciar a lo dicho o consignado con anterioridad y se manifiesta de forma práctica, y en la posibilidad del autor, de hacerlo saber a sus lectores por el mismo medio por el cual se dio a conocer el artículo u obra a la que renuncia. La retracción es un hecho personal, derivado de la autonomía de la voluntad del autor y de sus procesos de pensamiento y reflexión.

Procedimiento para la retractación y la retracción

Para los casos de retractación y retracción bajo los cuales se pretenda invalidar o anular, de forma total o parcial, lo que se dijo o incluyó con anterioridad en algún ejemplar de la Revista, así como retraerse o renunciar a una obra, articulo u opinión consignada, el autor o tercero con intereses jurídicos demostrados que pretenda hacer uso de esta política deberá enviar una comunicación escrita al Editor de la Revista; en la cual, haciendo uso de su calidad de autor o enviando las pruebas sobre su interés jurídico para la solicitud, según sea el caso, expondrá los argumentos y aportará las pruebas necesarias para solicitar la retractación precisando el alcance de la misma. Para los casos de retracción, el autor hará llegar la nota de retracción que deba incluirse para ser sometida a consideración por parte del Editor y el Comité Editorial.

209 Después de lo anterior, y una vez verificados los documentos enviados ―o después de comprobar su calidad de autor para el caso de la retracción―, en un plazo no mayor a 10 días hábiles, el Editor procederá a exponer el caso ante el Comité Editorial; quienes deliberarán y decidirán por votación, bajo una mayoría simple (la mitad más uno), sobre la solicitud; de ser aceptada, se tramitará en un plazo no mayor a 30 días hábiles.

Contra la decisión no habrá recurso de apelación alguno; no obstante, el solicitante u otra persona, con interés legítimo en el tema, podrán solicitar de nuevo la retractación o retracción, según sea el caso, y aportar o mejorar las pruebas aportadas con anterioridad. Cualquier miembro del Comité Editorial, podrá solicitar y tramitar el procedimiento para la retractación. En el caso de la retracción, solo los autores o titulares de derechos podrán realizar la solicitud.

Una vez se decidida sobre la procedencia de la retractación o retracción, según sea el caso, esta se realizará en el siguiente número de la Revista publicada; siempre y cuando, aún sea posible editorialmente; en caso contrario, se incluirá en la siguiente edición. Para los casos de retracción, se incluirá la nota que proporcione el autor.

Procedimiento para la duplicación

Para la duplicación de textos, la cual consiste en la posibilidad de copiar o reproducir de forma textual, una o más veces, un contenido u obra literaria, en un nuevo soporte (digital o cualquier otro formato), la Revista se acoge al siguiente procedimiento general: todo material editorial, respecto del cual se hubiese solicitado o determinado su duplicación, se encabezará con una leyenda que identifique claramente su calidad de duplicado y que lo diferencie del original.

Para llevar a cabo este tipo de reproducción, el solicitante deberá diligenciar el formato interno de solicitud de duplicación y hacerlo llegar al correo de la revista (ver formato). El formato deberá ser diligenciado por el responsable del procedimiento, incluso cuando sea la misma revista la que determine su necesidad.

Procedimiento para incorporación de fe de erratas

La fe de erratas, para las publicaciones de la Revista, ha de ser entendida como el método usual de edición y posterior de todo artículo, por medio de la cual se corrigen todos los errores que se han detectado en un ejemplar de la revista.

210 Para este procedimiento se debe tener en cuenta que, si solo una parte del artículo contiene algún error, este se puede rectificar posteriormente por medio de una nota editorial o una fe de erratas.

En el evento de que un autor(a) o cualquier tercero, incluyendo al personal de la revista, descubra un error grave en la publicación, este habrá de comunicarlo de forma escrita y precisa al Comité Editorial con el fin de enmendarlo a través de la “fe de erratas”.

Para llevar a cabo este tipo de correcciones al material editorial, una vez se ha determinado la ocurrencia del hecho y la forma de darle solución, la fe de erratas se incluirá en una de las páginas iniciales del próximo ejemplar de la revista; siempre y cuando, aún sea posible editorialmente; en caso contrario, se incluirá en la siguiente edición.

Procedimiento frente a la originalidad y plagio

Para efectos de esta política, ha de considerarse la originalidad desde dos perspectivas: la primera, como la certeza de que la obra proviene de quien dice ser su autor; la segunda, que la misma sea novedosa y diferente a otras creadas previamente. El concepto de plagio hace referencia también a que la obra o artículo se distinga de copias, falsificaciones o derivaciones no autorizadas o del uso no autorizado o adecuado de fragmentos de otras obras.

Corresponde a los autores asegurar la originalidad de los artículos aportados a la revista, así como la veracidad de los datos y resultados incluidos en estos, expresando de forma clara y concisa que los contenidos son originales y que no han sido copiados, inventados, distorsionados o manipulados.

El plagio o uso no autorizado de contenidos ajenos o de terceros, en todas sus formas, es rechazado totalmente por parte de la Revista; de igual forma, la publicación múltiple o redundante se consideran faltas graves a la ética.

Los autores se abstendrán de enviar a la Revista, textos que se han puesto al mismo tiempo a consideración en otra revista; siendo posible publicar contenidos que amplíen otros ya publicados o bajo consideración, siempre y cuando se cite debidamente el texto sobre el cual se basa.

211 Igual que para los eventos de retractación, en los casos de plagio o uso no autorizado de contenidos ajenos o de terceros debidamente comprobados, el denunciante deberá enviar una comunicación escrita al Editor en la cual expondrá los argumentos y aportará las pruebas necesarias para su denuncia. Después de lo anterior, y una vez verificados los documentos enviados, en un plazo no mayor a 10 días hábiles, el Editor procederá a exponer el caso ante el Comité Editorial; quienes decidirán sobre su real y efectiva ocurrencia; además lo pondrán en conocimiento de las autoridades respectivas, o de los afectados, según sea el caso.

Eventos de conflicto de intereses frente evaluadores

Corresponde a los evaluadores internos y externos de la Revista declarar cualquier conflicto de intereses que se presenten en relación con las obras puestasa su consideración.

El conflicto de intereses se presenta cuando, frente a una obra puesta a consideración de un evaluador o de personas que forman parte del equipo editorial, existe con su autor relación personal o profesional directa, de enemistad, o se tiene una relación de cualquier tipo con la investigación que le dio origen; al igual que un profundo conflicto moral o ético con el tema examinado. De forma general, los miembros del equipo editorial y los evaluadores externos han de abstenerse a revisar obras cuando incurran en alguna de estas o similares situaciones.

El equipo editorial de la revista se abstendrá de seleccionar evaluadores frente a los cuales tengan conocimiento de que se hallen o puedan hallarse afectados por alguna de esas situaciones mencionadas.

Declaración de confidencialidad de evaluadores

Siempre, sin excepción alguna, quien realice una evaluación o revisión de una obra presentada a la Revista debe considerar esta como totalmente confidencial hasta su publicación; por lo que no le será posible revelar ningún aspecto de su contenido o sus opiniones personales durante todo el transcurso del proceso de revisión y hasta terminada la publicación.

Es claro que, en ningún caso, es posible hacer público ni usar la información puesta en consideración; así como detalles, argumentos o interpretaciones contenidos en el

212 texto objeto de revisión, ni para su propio beneficio o el de terceros. Únicamente en casos especiales y debidamente justificados puede utilizar la asesoría de expertos en la materia, circunstancia que ha de informar a la Revista.

Aspectos éticos

Cuando sea pertinente, se incluirá una explicación sobre los procedimientos seguidos en la investigación a fin de garantizar el cumplimiento de los principios y normas éticas de la Declaración de Helsinki de 1975 y posteriores revisiones.

Política de acceso abierto

Esta revista provee acceso libre a su contenido a través de su página Web (http://culturaydroga.ucaldas.edu.co/) bajo el principio de que hacer disponible gratuitamente investigación al público apoya a un mayor intercambio de conocimiento global.

Los contenidos Web de la Revista se distribuyen bajo una licencia Creative Commons de Atribución.

Esta licencia permite a otros distribuir, mezclar, ajustar y construir a partir de su obra, incluso con fines comerciales, siempre que le sea reconocida la autoría de la creación original.

Declaración de privacidad

La Revista Cultura y Droga autoriza la fotocopia de artículos y textos para fines académicos o internos de las instituciones con la debida citación de la fuente. Los nombres y direcciones de correos introducidos en esta Revista se usarán exclusivamente para los fines declarados por ella y no estarán disponibles para ningún otro propósito u otra persona.

Sistema DOI

Los artículos de la Revista se adhieren al sistema DOI, por medio del cual se establece una infraestructura técnica y social para el registro y uso de identificadores para su uso en las redes digitales.

213 NORMAS EDITORIALES

La Revista Cultura y Droga es una publicación científica que circula anualmente en el ámbito nacional e internacional, adscrita a la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, editada y financiada por la Universidad de Caldas. Recibe artículos en inglés, portugués y español sobre investigaciones originales e inéditas que contribuyan al avance del conocimiento y a la discusión académico-científica.

El propósito de la Revista Cultura y Droga es constituirse en un foro permanente en el que se someten a examen crítico las teorías e hipótesis de los científicos sobre la relación cultura y droga. Además, pública resultados sobre trabajos científicos multidisciplinarios sobre las fuentes y aplicaciones de psicótropos en distintas sociedades y culturas tanto del pasado histórico como contemporáneas. La Revista tiene como principal finalidad promover y visibilizar la investigación de nuevos desarrollos en el campo científico, técnico, educativo y cultural de las fuentes y usos de sustancias psicoactivas en contextos culturales, por medio de artículos y resultados científicos de procesos investigativos originales. Por último, la Revista sirve de escenario para la divulgación de las actividades investigativas de la Maestría en Culturas y Droga para América Latina y el mundo. La Revista se publica en formato impreso y digital (PDF).

El autor que desee enviar artículos para consideración por parte del Comité Editorial de la Revista deberá:

1. Enviar el artículo al correo electrónico: [email protected], el artículo debe cumplir con una de las categorías propuestas por la Revista para artículos científicos. Además, en el asunto del correo, debe indicarse el tipo de artículo.

2. La Revista publica artículos originales de investigación, de acuerdo a la siguiente tipología:

Artículos de investigación. Estos incluyen artículos resultados de investigaciones originales o procesos documentados sobre la relación entre cultura y droga. La estructura del artículo es la siguiente: introducción, referente teórico y conceptual, materiales y métodos, resultados, discusión, conclusiones y referencias.

214 Artículos de revisión. Estos artículos presentan una investigación terminada en la que se analizan, sistematizan e integran los resultados de investigaciones publicadas o no sobre un campo en ciencia o tecnología con el fin de dar cuenta de los avances y las tendencias de desarrollo en el campo que se analiza. El escrito debe indicar el período que comprende el trabajo y ser exhaustivo frente al objetivo planteado, este debe ser preciso e incluirse al inicio del artículo, también debe reportar el número de trabajos considerados y las bases de datos y fuentes consultadas.

Este tipo de artículo se caracteriza por presentar una cuidadosa revisión bibliográfica de por lo menos 50 referencias. Los autores deberán argumentar, sustentar o controvertir la información contenida en la revisión; además harán un aporte crítico sobre las fortalezas, debilidades y posibilidades de investigación del tema propuesto.

Artículos de reflexión. Estos artículos presentan resultados de investigación terminada desde una perspectiva analítica, interpretativa o crítica del autor, sobre alguno de los objetos de estudio de la Revista; deben ser exhaustivos en cuanto al análisis y la exposición de los argumentos que sustenten sus conclusiones. Estos artículos incluyen introducción, discusión, conclusiones y referencias; además de estar sustentados en fuentes originales.

La Revista Cultura y Droga publica a consideración del Comité Editorial otro tipo de artículos tales como cartas al editor, entrevistas, reseñas, así como reproducciones y traducciones de otros trabajos o artículos publicados previamente en otros medios académicos o revistas científicas; para ello se deben indicar con claridad las fuentes y procedencia del texto original, así como los respectivos permisos para la publicación.

3. El artículo debe estar en formato Word. De igual forma debe incluir: título del artículo, autor o autores y dirección del contacto (correo electrónico y dirección postal). Es indispensable indicar cuál autor se encargará de recibir y enviar la correspondencia o de lo contrario se asumirá que el primer autor se hará cargo de tal función. El texto debe estar digitado a espacio y medio, letra arial, tamaño 12. Al interior del artículo se deben especificar los datos centrales del autor o autores, lo cual debe incluir: escolaridad máxima, la filiación institucional, ciudad, Estado o departamento, país y el correo electrónico (institucional) y ORCID (http://orcid.org/).

215 4. La remisión del artículo debe ir acompañada de la hoja de vida de cada uno de los autores (ver formato en la Web) y de la carta de cesión de derechos firmada por todos los autores (ver formato en la Web).

5. Escribir el artículo con una extensión máxima de 7000 palabras, el cual debe ir precedido de un breve resumen analítico (objetivo, metodología, resultados y conclusiones) del trabajo en castellano y en inglés que no sobrepase las 150 palabras. Inmediatamente después de este resumen deben ir de cuatro a seis palabras clave para identificar las principales temáticas abordadas.

6. Redactar las críticas y reseñas de libros con una extensión máxima de 4000 palabras; la cual debe ir precedida de los nombres, apellidos y profesión de quien realiza la crítica o reseña, así como de los elementos bibliográficos completos (nombres y apellidos del autor, título completo del libro, número de edición, ciudad de publicación, editorial, año de publicación).

7. Entregar artículos inéditos. Si se trata de un artículo traducido se debe indicar con claridad las fuentes y procedencia del texto original, así como los respectivos permisos para la publicación.

8. Enviar los gráficos, mapas y fotografías en una resolución mínima de 266 dpi en formato jpg o gif. Junto a los cuadros deben ir los anexos al artículo, indicando el lugar donde se pondrán dentro del texto. Todos estos recursos se deben enumerar consecutivamente en numeración arábiga e indicar con claridad la(s) fuente(s) correspondiente(s). En las tablas se deben usar únicamente líneas horizontales de acuerdo a las normas APA sexta edición.

9. Citar las fuentes bibliográficas, menores a 40 palabras, dentro del texto del siguiente modo: (autor, año, página). Ejemplo: (Ronderos, 2014, p. 30). Las citas que tienen más de 40 palabras se escriben aparte del texto, con sangría, sin comillas y sin cursiva. Al final de la cita se coloca el punto antes de los datos ―recuerde que en las citas con menos de 40 palabras el punto se pone después―.

10. Las notas al pie de página numeradas en orden consecutivo se utilizaran solo para aclaraciones, comentarios, discusiones, envíos por parte del autor y deben ir en su correspondiente página, con el fin de facilitar al lector el seguimiento de la lectura del texto.

216 11. Las referencias bibliográficas se harán con base en las normas APA, sexta edición. Recuerde que todas deben de llevar sangría francesa. Así:

Libro: Apellido, Iniciales nombre del autor. (Año). Título del libro. Lugar de publicación: Editorial.

Dolmatoff, R. (1990). Orfebrería y chamanismo. Un estudio iconográfico del museo del oro. Medellín, Colombia: Editorial Colina.

Libro con editor: Apellido, Iniciales nombre del autor (Ed.). (Año). Título del libro. Ciudad, País: Editorial.

Lorenzo, P. et al. (Ed.). (2009). Drogodependencia: farmacología, patología, psicología, legislación. Buenos Aires, Argentina: Editorial Médica Panamericana.

Capítulo de libro: Apellido, Iniciales nombre del autor. (Año). Título del capítulo. En Iniciales nombre del editor o compilador. Apellido. (Ed.) o (Comp.). Título del libro (pp. xx-xx). Lugar de publicación: Editorial.

Casas, M., Prat, G. y Roncero, C. (2004). Sistemas dopaminérgicos y trastorno por dependencia de sustancias psicoactivas. En E. Bacca y M. Roca (Ed.). Dopamina y esquizofrenia (pp. 121-139). Barcelona, España: Ediciones Mayo.

Artículo revista: Apellido, Iniciales nombre del autor. (Año). Título artículo. Nombre de la revista, volumen (número), pp-pp.

Becoña, E. (2007). Resiliencia y consumo de drogas: una revisión. Adicciones, 19 (1), 89-101.

217 Artículo con DOI: Apellido, Iniciales nombre del autor. (Año). Título del artículo. Nombre de la revista, volumen (número), pp-pp. doi: xx.xxxxxxx.

Koob, G.F. and Le Moal, M. (1997). Drug abuse: Hedonic homeostatic dysregulation. Science, 278 (5335), 52-58. doi: 10.1126/science.278.5335.52.

Artículo de periódico: Apellido, Iniciales nombre del autor. (Fecha). Título artículo. Nombre del periódico, pp-pp.

Melo, J.O. (3 de octubre de 2012). Poesía constitucional. Ámbito Jurídico, 8.

Tesis de grado o posgrado: Apellido, Iniciales nombre del autor. (Año). Título de la tesis (tesis de pregrado, maestría o doctoral). Nombre de la institución, lugar.

Ronderos, J. (2014). Dinámicas interétnicas y re-significación de identidades, en el ritual de la etnomedicina indígena del yagé en Manizales-Colombia (Tesis doctoral). Universidad de Sevilla, Sevilla, España.

Online: Apellido, Iniciales nombre del autor. (Fecha). Título del artículo. Recuperado de (URL).

Uprimny, R. (2011). La Constitución de la diversidad. Recuperado de http://www.viva.org.co/cajavirtual/svc0020/articulo02.pdf.

Para mayor información comunicarse con: Manuel Ignacio Moreno Ospina Editor Revista Cultura y Droga E-mail: [email protected], [email protected]. Maestría en Culturas y Droga, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Caldas Sede Palogrande Segundo Piso. Carrera 23, número 58-65, Manizales. Teléfono: 8862720. Ext. 22108.

218 JOURNAL ETHICS POLICY

Publication and authorship

The Journal does not accept previously published material. Authors are responsible for obtaining the appropriate permissions to partially reproduce material (text, tables or figures) from other publications and for citing the source correctly. The collaborations that appear here do not necessarily reflect the thinking of the Journal. Collaborations are published under the authors’ responsibility.

If the author of an article wants to include it later in another publication, the journal in which it is published shall clearly identify the data of the original publication, previous permission requested to the journal editor.

For its part, the Journal reserves the printing and total or partial reproduction of the material rights as well as the right to accept or reject the article. It also reserves the right to make any editorial changes it deems appropriate. In this case, the author will receive written recommendations from both the Editorial Committee and the evaluators. If the author accepts the recommendations he/she will deliver the article with the suggested adjustments within the dates fixed by the journal to guarantee its publication.

Peer Review Process

Each of the articles received is subjected to a process of review and selection. The study and the initial selection of the writings are in charge of the Editorial Committee, which accepts or rejects the original work based on the scientific quality, agreement with the Journal themes, and the validity in time of the results. In addition, the Committee may request changes and make recommendations they deem necessary to adjust the document to the indications of the Journal. Following this review, the article will undergo double-blind evaluation by two external academic peers who will issue a concept in which the article is accepted without any changes, the article is accepted subjected to minor changes and does not require a new evaluation, the article is approved subject to major changes and requires a new evaluation or the article is rejected. In the case the evaluators’ concept leads to disputes, such disputes will initially be resolved by the Editor of the Journal or, if necessary, a second or third academic peer evaluation will be requested.

219 Anonymity of both, the authors and evaluators, is required in the evaluation process. Similarly, this evaluation will be reported to the author of the article via email in order to make the necessary adjustments requested by the evaluators. Upon receipt of the article with the corrections made, the Journal will verify compliance with the suggestions of the evaluators and will analyze the justifications for those corrections that have not been taken into account. Once approved this phase, the article will be sent back to the author, and if necessary, the author will make adjustments as may be appropriate. The review and acceptance process of the submitted material can take an average of four months, and the article reception does not imply its approval and automatic publication.

Authorship policy

The Journal receives articles only by a maximum of three authors Only those people who have contributed intellectually to the development of the work must be included In the list of signing authors. Having helped in data collection or having participated in one of the techniques used are not by themselves, sufficient criteria for authorship. In general, in order to be listed as an author, the following requirements must be met:

• Having participated in the design and implementation of the work that has resulted in the article to be submitted. • Having participated in the text writing and any revisions thereof. • Having approved the version that will eventually be published.

The Journal accepts no responsibility for any possible disputes regarding the authorship of the works published.

The Revista Cultura y Droga adheres to COPE COPE (Committee on Publication Ethics http://publicationethics.org/files/u2/New_Code.pdf).

Transfer of Copyright

Along with the article, authors shall forward the “Declaration of Commitment by the Authors” format respectively signed by each of the authors.

220 The judgments and opinions expressed in the articles and papers published in the Journal are the author or authors’ judgments and opinions and not necessarily those of the Editorial Committee.

Publication Rights

If the document is accepted for publication, copyright will be from Universidad de Caldas. As mentioned, each article must be accompanied by the Declaration of Commitment by authors in which it is specified that the article is unpublished and indicates that copyrights are the exclusive property of the Journal, and other aspects that are explicit in the document such as the article has not been submitted simultaneously for publication elsewhere. Moreover, the author is responsible for obtaining permission to reproduce any material protected by copyright and must clearly specify which table, figure or text will be cited and full bibliographic reference. The opinions, judgments and views expressed by the authors are their own and do not reflect the opinion or policy of the Journal.

Conflict of Interest

The Journal expects authors to declare any commercial association that might pose a conflict of interest in connection with the submitted article.

By the nature of the articles that can eventually be published in the Journal, conflicting interests conditions may occur that can affect the impartiality inthe editorial conditions or against the authors. Therefore, each author has to make an effort to identify them.

In this sense the authors should attach along with the article and the declaration of commitment, a communication to the Journal stating clearly and concisely if conflicts of interest exist, specifying each. This communication also has to specify the source of funding carried out for research, as well as the declaration of any commercial, financial or personal relationship that may affect the article orthe publishing institution.

221 Article Recantation Policy

Regarding the possibility of recantation against the publications included in the Journal, which consists in the possibility to totally or partially override or cancel what was said or included previously in any copy of the Journal, Universidad de Caldas establishes the following policy.

The Revista Cultura y Droga is protected strictly by the guidelines given by COPE concerning detraction causes for articles published in it. Facing this situation, legal causes for retraction for publications will be:

1. Failure to comply with requirements in the editorial process. 2. Verified false information and with which the editorial process was carried out. 3. Verification of editorial malpractice by the authors. 4. Failure to comply with the ethical principles that should be observed. 5. Deliberate Inclusion of incorrect or inaccurate information.

Article Retraction Policy

Retraction, as the action of withdrawing, canceling or refuting something, expresses the authority vested in the author of a work or article to express their willingness to ignore or desist of what has been said or recorded previously and it manifests practically and in the possibility for the author to let it be known by the readers using the same means by which the article or work the author is weaving was published. Retraction is a personal fact derived from the autonomy of the author and his thought processes and reflection.

Recantation and retraction procedure

For recantation and retraction under which it is intended to override or cancel totally or partially what was said or included previously in any copy of the Journal, as well as to retract or give up to a work, article or review recorded, the author or third party with proven legal interests seeking to make use of this policy should send a written communication to the Journal Editor in which, using his authorship or sending evidence of their legal interest for the request, as appropriate, will present the arguments and provide the evidence necessary to request the withdrawal specifying

222 the scope thereof. For cases of retraction, the author will deliver the retraction note that must be included to be submitted for consideration by the Editor and the Editorial Committee.

After this, and after verification of the documents submitted, or after checking the author’s authorship for the case of retraction, within no more than 10 working days the Editor shall expose the case to the Editorial Committee who consider and decide by vote, under a simple majority (half plus one), on the request. If accepted, it will be processed within no more than 30 working days.

There will not be any appeal against the decision. However, the applicant or another person with a legitimate interest in the subject, may reapply for recantation or retraction, as appropriate, and provide or improve the evidence presented earlier. Any member of the Editorial Committee may request and process the procedure for retraction. In the case of recantation, only the authors or rights holders may make the request.

Once it is decided on the merits of recantation or retraction, as appropriate, this will be done in the following issue of the Journal to be published, provided it is still possible editorially. Otherwise, it will be included in the following edition. For cases of retraction, the note provided by the author will be included.

Procedure for duplication

For duplication of texts, which is the ability to copy or reproduce in textual form one or more times a content or literary work in a new medium (digital or any other format), the Journal bases on the following general procedure: all editorial material, with respect to which duplication has been requested or set, shall be headed by a legend that clearly identifies duplicate quality and that sets a difference from the original.

To carry out this type of reproduction, the applicant must fill out the internal application form for duplication and send it by mail to the Journal (see format). The format should be completed by the responsible for the procedure, even if it is the Journal that determines its need.

223 Procedure for incorporating errata sheet

Errata sheet, for publications of the Journal, must be understood as the usual method of editing and subsequent to all articles, by which all errors detected in a copy of the Journal are corrected. For this procedure it should be taken into account that if only part of the article contains an error, it can be subsequently rectified by means of an editorial or an errata sheet.

In the event that an author or any third party, including the staff of the Journal, finds a serious error in the publication, they must communicate it in writing in a precise way to the Editorial Committee to amend it through the “errata sheet”.

To carry out this type of corrections to the editorial material, once the occurrence of the event and how to resolve it has been determined, the errata sheet will be included in one of the initial pages of the next issue of the Journal provided it is still possible editorially. Otherwise, it will be included in the following edition.

Procedure against the originality and plagiarism

For purposes of this policy, the originality must be considered from two perspectives: first, as the certainty that the work comes from who claims to be its author; and second, that it is new and different from other works created previously. The concept of plagiarism also refers to the fact that the work or article distinguishes from copies, counterfeits or unauthorized branches, or the unauthorized or non-suitable use of fragments of another work.

Authors are responsible to ensure the originality of the articles provided to the Journal, as well as the accuracy of the data and results included in them, stating clearly and concisely so that the contents are original and have not been copied, fabricated, distorted or manipulated.

Plagiarism or unauthorized use of other people’s or third-party’s contents, in all its forms, is totally rejected by the Journal. Similarly, multiple or redundant publications are considered serious offense to ethics.

The authors will refrain from sending to the Journal, texts that have been simultaneously submitted to another journal. It is possible to publish content to

224 expand other contents published or under consideration, provided the text on which it is based is properly cited.

As for the retraction events, in cases of plagiarism or unauthorized use of other people’s or third-party’s contents duly verified, the complainant must send a written communication to the Editor in which he explains the arguments and provide the evidence necessary for his claim. After this, and after verification of the documents submitted, within a period not exceeding 10 working days, the Editor shall expose the case to the Editorial Committee who will decide on its real and effective occurrence. They will also the respective authorities, or person affected, as applicable.

Events of conflict of interest against evaluators

It corresponds to the internal and external evaluators of the Journal to declare any conflict of interest that arise in relation to works submitted for consideration.

The conflict of interest in relation to a work submitted for consideration ofan evaluator or people who are part of the editorial team arises when there exists direct personal or professional relationship with the author, feud, or there is a relationship of any kind with the research that gave rise to the article, as well as if there is a deep moral or ethical conflict with the subject examined. Generally, members of the editorial team and external evaluators have to refrain from reviewing works when any of these or similar situations occur.

The editorial team of the Journal will refrain from selecting evaluators whom they have knowledge they are or may be affected by any of the situations mentioned.

Evaluators’ Privacy Statement

Always, without exception, who conducts an evaluation or review of a work submitted to the Journal should consider this as totally confidential until publication, reason why it will not be possible to disclose any aspect of its content or the evaluator’s personal opinions throughout the course of the review process and until after the publication.

It is clear that, in any case, it is possible to make public or use the information put into consideration, or give details, arguments, or interpretations contained in the text

225 under review neither for the evaluator’s own benefit nor for third parties’ benefit. Only in special and duly justified cases, the evaluator can use the advice of experts in the field which has to be informed to the Journal.

Ethical aspects

Where appropriate, an explanation of the procedures followed in the investigation to ensure compliance with the principles and ethical standards of the Declaration of Helsinki of 1975 and subsequent revisions.

Open Access policy

This journal provides free access to its content through its website (http://culturaydroga.ucaldas.edu.co/) following the principle that making research available free of charge to the public supports a larger exchange of global knowledge.

Web content of the journal is distributed under a Creative Commons Attribution License

This License allows others to distribute, mix, adjust and build from the authors’ work, even for commercial purposes, whenever the authorship of the original creation is recognized.

Privacy statement

The Revista Cultura y Droga authorizes article and texts photocopying for academic purposes or for internal purposes in the institutions with the appropriate citation of the source. The names and e-mail addresses introduced in the journal will be used exclusively for the purposes stated in it and will not be made available for any other purpose or to any other person.

DOI system

The Journal articles adhere to the DOI system whereby technical and social infrastructure for the registration and use of identifiers for use in digital networks is established.

226 EDITORIAL GUIDELINES

The Cultura y Droga Journal is a scientific publication that circulates annually in the national and international scope. It is assigned to the Law and Social Sciences Faculty, and it is edited and financed by Universidad de Caldas. The journal accepts articles in English, Portuguese and Spanish about original and unpublished research that contributes to the advance of knowledge and to the academic-scientific discussion. The purpose of the Cultura y Droga Journal is to constitute a permanent forum in which the theories and hypotheses of scientists on the relation between culture and drug are subjected to a critical examination. In addition, the Journal publishes results on multidisciplinary scientific work on the sources and applications of psychotropic substances in different societies and cultures both in the historical past and contemporary. The main purpose of the Journal is to promote and make visible the research of new developments in the scientific, technical, educational and cultural fields of the sources and uses of psychoactive substances in the cultural contexts through articles and scientific results of original investigative processes. Finally, the Journal serves as a scenario to disseminate investigative activities of the Master in Culture and Drugs for Latin America and the world. The Journal is published in printed and digital (PDF) format.

The authors wishing to submit articles for consideration by the Editorial Committee of the Journal should:

1. Send article to the email [email protected] The article must meet one of the categories proposed by the Journal for scientific articles. Moreover, in the subject line, the type of article must be indicated.

2. The Journal publishes original research articles, according to the following types:

Research articles: These include articles resulting from original research or documented processes about the relationship between culture and drugs. The structure of the article is as follows: introduction, theoretical and conceptual reference, materials and methods, results, discussion, conclusions and references.

227 Review articles: These articles present completed research in which the results of published or non-published research results on a field of science or technology are analyzed, systematized and integrated in order to account for the progress and development trends in the field being analyzed. The paper should indicate the period covered by the work and must be exhaustive against the stated objective, which must be precise and be included at the beginning of the article. Also, the number of works considered and databases and sources consulted must be reported.

This type of article is characterized by a careful literature review of at least 50 references. The authors should argue, support or controvert the information contained in the review. Besides, the authors will make a critical contribution on the strengths, weaknesses and potential of research for the topic proposed.

Reflection articles: These articles present finished research results from the author’s analytical, interpretative or critical perspective about any of the Journal’s objects of study. The articles should be comprehensive in terms of analysis and exposure of the arguments to support their conclusions. These articles include introduction, discussion, conclusions and references, besides being supported by original sources.

Cultura y Droga Journal publishes other articles the Editorial Committee deems appropriate such as letters to the editor, interviews, reviews, as well as reproductions and translations of other work or articles previously published in other academic media or in scientific journals. For this purpose, the sources and origin of the original text must be clearly indicated, as well as the respective permits for publication.

3. The article must be in Word format. Similarly, it should include: article title, author or authors, and contact address (email and postal address). It is essential to indicate which author will be responsible to receive and send correspondence or otherwise it will be assumed that the first author will take care of this function. The text must be digitalized with 2.5 spacing, Arial font 12. The main data of the author or authors must be specified inside the article, which should include: highest education level, institutional affiliation, city, state or province, country and email (institutional), and ORCID (http://orcid.org/).

228 4. The article reference must be accompanied by the CV resume of each of the authors (see format on the Web) and the rights transfer letter signed by all authors (see format on the Web).

5. The article must have maximum of 7000 words, and must be preceded by a brief analytical abstract (objective, methodology, results and conclusions) of the work, in both, Spanish and English not exceeding 150 words. Immediately after this abstract, four to six keywords must be included to identify the main issues under discussion.

6. Books critiques and reviews must be presented with a maximum of 4000 words which must be preceded by the names and profession of the persons making the critique or review, as well as the complete bibliographic elements (name of the author, full book title, edition number, city of publication, publisher, and year of publication).

7. Deliver unpublished articles. If it is a translated article, it should be clearly indicated the sources and origin of the original text, as well as the respective permissions for the publication.

8. Send the graphics, maps and photographs in a minimum resolution of 266 dpi in jpg or gif format. Attached to the tables should be the annexes to the article, indicating the place where they will be placed within the text. All these resources should be listed consecutively in Arabic numerals and clearly indicate the corresponding source(s). Only horizontal lines must be used in the tables according to the APA sixth edition standards.

9. Cite less than 40 words bibliographic sources, within the text as follows: (author, year, page). Example: (Ronderos, 2014, p.30). Citations that have more than 40 words are written apart from the text, indented, without quotes and without italics. At the end of the citation the period is placed before the data -remember that in less than 40 words citations, the period is placed afterwards.

10. Footnotes numbered in consecutive order shall be used only for clarification, comments, discussions, submissions by the author and must go on their corresponding page in order to facilitate the reader to follow the reading of the text.

229 11. Bibliographical references will be based on the APA standards, sixth edition. Remember that all references must be done with French indentation as follows:

Book: Last name, Author’s name initials. (Year). Title of the book. Publication place: Publishing house.

Dolmatoff, R. (1990). Orfebrería y chamanismo. Un estudio iconográfico del museo del oro. Medellín, Colombia: Editorial Colina.

Book with an Editor: Last Name, Author’s name initials (Ed). (Year). Title. City,country: Publishing house.

Lorenzo, P. et al. (Ed.). (2009). Drogodependencia: farmacología, patología, psicología, legislación. Buenos Aires, Argentina: Editorial Médica Panamericana.

Book Chapter: Last name, Author’s name initials. (Year). Chapter Title. Initials of the editor or Publisher name. Last name. (Ed) or (Comp), Title of the book (pp. xx-xx). Place of Publication: Publising house.

Casas, M., Prat, G. y Roncero, C. (2004). Sistemas dopaminérgicos y trastorno por dependencia de sustancias psicoactivas. En E. Bacca y M. Roca (Ed.). Dopamina y esquizofrenia (pp. 121-139). Barcelona, España: Ediciones Mayo.

Journal Article: Last name, Author’s name initials. (Year). Article Title. Name of Journal, volume (number), pp-pp.

Becoña, E. (2007). Resiliencia y consumo de drogas: una revisión. Adicciones, 19 (1), 89-101.

230 Artículo with DOI: Last name, Author’s name initials. (Year). Article title. Name of Journal, volume (number), pp-pp. doi: xx.xxxxxxx.

Koob, G.F. and Le Moal, M. (1997). Drug abuse: Hedonic homeostatic dysregulation. Science, 278 (5335), 52-58. doi: 10.1126/science.278.5335.52.

Newspaper Article: Last name, Author’s name initials (Year). Article title. Name of Newspaper pp-pp.

Melo, J.O. (3 de octubre de 2012). Poesía constitucional. Ámbito Jurídico, 8.

Graduate or Undergraduate Thesis: Last name, Author’s name initials (Year). Title of Thesis (Undergraduate, Master’s or Doctoral Thesis). Name of Institution, place.

Ronderos, J. (2014). Dinámicas interétnicas y re-significación de identidades, en el ritual de la etnomedicina indígena del yagé en Manizales-Colombia (Tesis doctoral). Universidad de Sevilla, Sevilla, España.

Online: Last name, Author’s name initials (Year). Title of Article. Taken from (URL).

Uprimny, R. (2011). La Constitución de la diversidad. Recuperado de http://www.viva.org.co/cajavirtual/svc0020/articulo02.pdf.

For more information contact: Manuel Ignacio Moreno Ospina Cultura y Droga Journal Editor E-mail: [email protected], [email protected]. Maestría en Culturas y Droga, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Caldas Sede Palogrande Segundo Piso. Carrera 23, número 58-65, Manizales. Teléfono: 8862720. Ext. 22108.

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