ASTURIAS SIGLO XXI

LANGREO A remocicar la ciudad

Fermín RODRÍGUEZ Rafael MENÉNDEZ

Langreo vive pendiente de dar el salto definitivo del ciclo industrial que la aupó, y ya pasó, a la ciudad renovada y metropolitana que aspira a ser. Langreo, en el valle medio del Nalón, tiene una dilatada historia urbana unida a la industrialización. Ella es aún presencia contumaz en su paisaje urbano y testimonio evidente de lo difícil que está siendo transformar esa herencia industrial y minera en ciudad moderna. Porque Langreo fue ciudad al calor de la siderurgia y de la minería antes que otras, y en la explotación hullera y en su industria vinculada radica lo que ha sido la contemporánea, para bien y para mal. La carretera carbonera y el tercer ferrocarril español, construido precisamente para sacar el carbón del Nalón hacia el puerto de Gijón, adelantan al concejo en el proceso industrializador y transforman, de paso, en ciudad también a Gijón. Langreo corazón ardiente de la pájara pinta que tanto aleteó sobre la historia contemporánea de España, hoy se recupera, casi exhausta, de la vida fabril y febril, y le cuesta dar otro paso, duda sobre su inmediato destino, que no parece otro que el de convertirse en ciudad con capacidad para competir en la función residencial con otras metropolitanas. Algo se ha avanzado en los últimos años, pero no se ha llegado a la profunda transformación que la potencia de Langreo requiere. Por ello la población sigue descendiendo. Con el cambio de siglo bajó de los 50.000 y en 2006,está en poco más de 46.000. Pierde población a causa de la extremadamente baja natalidad, insostenible si se quiere un futuro de dinamismo social y cuya superación hay que abordar con todo el conjunto de medidas ya ensayadas en otras regiones europeas y con todos los recursos disponibles. Pierde también por el saldo migratorio negativo, la población elige otras residencias de mejor oferta ambiental, servicios y paisaje urbano más agradable. La tasa de actividad es baja, las dificultades para la inserción de la población joven y de la mujer es elevada. El paro es más alto que en otras partes de Asturias, aún descontando a los prejubilados. La ciudad tiene una oferta terciaria inferior a la que corresponde a su tamaño, por la histórica dependencia hacia otros centros urbanos mayores, Gijón y singularmente. Langreo ha competido en desventaja en las últimas décadas y eso está detrás del declive y del pesimismo social. Pero hay recursos para invertir la situación. Se necesita, para ello, un medio social más dinámico, con liderazgos más decididos hacia la innovación, el crecimiento, y la reordenación urbana. El miedo a la pérdida de más empleo ha lastrado, en buena medida, la puesta en práctica de planes de reestructuración urbana, tan necesarios. Porque dos décadas después de la creación de la ciudad de Langreo, la articulación entre los distritos sigue siendo insuficiente. La compatibilidad entre industria y función residencial es difícil y no se ha abordado con contundencia el tratamiento del desorden urbano y la construcción en ladera. Las áreas intersticiales, entre las cuentas del rosario desgranado que constituyen las localidades urbanas, son hoy espacios de oportunidad para enhebrar la ciudad lineal,

y alumbrar nuevas funciones convirtiéndose en símbolos de la ciudad remocicada. Tanto tiempo esperando y ahora, apresuradamente se colmatan espacios estratégicos, capaces de dar la vuelta a una imagen urbana negativa. Valnalón, el ferrocarril metropolitano, las áreas deportivas, comerciales y de ocio y las nuevas áreas residenciales apuntan vías de futuro que hay que ampliar con mayor energía. La oportunidad de reordenación que supone la autovía hasta Sama y otros proyectos de infraestructuras debe ser aprovechada para la recuperación de áreas degradadas y del poblamiento en ladera, que puede ser reorientado a la residencia unifamiliar, para la que hay demanda. Las nuevas políticas energéticas deberían apoyar una reordenación de usos internos, replanteándose la localización de factorías como la térmica de Lada o Química del Nalón, o el trazado del ferrocarril, al que hay dar solución. Hay oportunidades de futuro, a condición de convertir los distritos de Riaño, Barros, Lada, , Sama y Ciaño, Tuilla y las áreas de borde urbano en una verdadera ciudad media con un importante sector terciario. Parece muy importante conseguir una visión común para imaginar una nueva ciudad y vertebrar las políticas de ordenación urbana con San Martín y Laviana. Para ello la autovía debe continuarse, por seguridad, por intensidad de tráfico y por necesidades de reordenación urbana, hacia Laviana. Debe terminarse la recuperación del río, incluido su paso por la térmica, y recuperar el paisaje de ladera. Desplegar la gran avenida urbana de la Ciudad Lineal e integrar en ella el ferrocarril metropolitano. Los indicadores hoy continúan en negativo y hay que darles la vuelta. Ya no hay razones objetivas para el declive continuado. La economía del concejo se ha diversificado en buena medida. Hay un importante empleo industrial, casi 3.600, el 21%, especialmente en el sector metal-mecánico (1.500 empleos), pero también en el químico, en la producción energética, materiales de construcción, alimentaria, etc. Una significativa base industrial que ha sobrevivido al ajuste y continúa dinámica. La construcción es un sector importante para el empleo si se liga a grandes operaciones de reordenación urbana. Aporta hoy más de 1.000 empleos. Como en todas las ciudades metropolitanas, el sector terciario ya es dominante en producción y empleo. Supera los 8.000 trabajadores, el 65%, con un potencial de crecimiento aún importante, si se consolida la ciudad. Aunque el empleo ha crecido tímidamente en los últimos años la tasa de actividad es baja y el paro relativamente alto. Hay que aprovechar la base industrial y el potencial terciario para crecer, mediante suelo empresarial, pero sobre todo, cambiando la cara a la ciudad para que el empleo siga residiendo en el concejo. Todas las parroquias pierden población. Ni siquiera la ciudad de Langreo, 40.000 habitantes, es capaz aún de crecer, aunque algunos distritos muestren una mejor evolución, caso de Sama o Riaño. La dispersión del poblamiento en la aureola de los principales núcleos y sobre las laderas del valle ha originado un caótico paisaje de más de 200 pequeños pueblos, muchos de ellos ya abandonados (38) y con muchas ruinas. Muy pocos alcanzan los 200 habitantes. Tuilla se acerca a los mil y La Nueva, Frieres, Peñarrubia, Cuturraso, La Nava, Paxumal, La Formiguera, La Braña, La Güeria, Cuestadarcu y La Barraca superan los cien. El futuro de Langreo está en decidirse a dar los pasos necesarios para agilizar y completar la profunda transformación y reordenación de su paisaje urbano, relocalizando industrias, reconvirtiendo los hitos patrimoniales en elementos o nodos de la nueva ciudad, como en Valnalón, y ofreciendo una ciudad remocicada al conjunto metropolitano. Si no el declive continuará. La fortuna dicen que ayuda a los audaces, aunque no haga falta creérselo, si conviene creer un poco en sí mismos.