Mesoamérica Eduardo Matos Moctezuma*
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Mesoamérica Eduardo Matos Moctezuma* Introducción Una de las categorías más utilizadas dentro de nuestra arqueología es, sin lugar a dudas, la de Mesoamérica. El contenido que la misma encierra debe ser analizado a la luz del desarrollo que la arqueología de esta parte del con tinente ha tenido a lo largo de casi 50 años, desde el momento en que Paul Kirchhoff le dio vida, aplicándola a un área específica y a un momento deter minado: el siglo xvi. Mucho es lo que se ha avanzado desde entonces, y la realidad es que continúa en uso, dándole una profundidad cronológica (véase figura 1), muchas veces sin un análisis crítico del contenido de la misma. Algunos intentos se han hecho, como es el caso más reciente de la Sociedad Mexica na de Antropología, que en 1985 se abocó, dentro del marco de su XIXMesa R edonda celebrada en Querétaro, a discutir la validez del concepto Meso américa. Sin embargo, pensamos que no se agotó el tema y que, por el con trario, mucho es lo que resta por discutir y analizar de esta categoría cuya importancia no está en duda y que aún es usada por los especialistas de las distintas ramas antropológicas, sea cual fuere su posición teórica dentro de la disciplina. En las páginas que siguen daremos un panorama de los antecedentes históricos que existían antes de que se concretara la categoría de Mesoaméri ca; de cómo, finalmente, cobró forma y contenido en su concepción original. A continuación haremos una crítica de la misma, para dar paso a algunas de las ideas que hemos desarrollado a partir del análisis de la categoría, y trata- * Arqueólogo, director del Museo del Templo Mayor del inah, México. Altiplano central Costa del Colio Oaxaca Maya Oirldmili' dr MM u -C03 Uaxactún Kami- Mlchon Du .O Puebla Cuenca de México Tamaulipas Tabasco , ^ e.racruz Zapoíeca Mixteca Cbiapas Tlkal Colima |.iIim • » Slittili in r San Lorenzo Yucatán maljuyú c.in ni ngii 1500 TO Urbina Mexicas o Aztecas TO O Monte Aibán Las Pilitas Chinau- la 1400 Panuco O Tí f ï Qu I n la VI 2* J2 £ ~ V Inguiteria Tuxtla .u Tases : 1300 -S Chichimecas <Ë 3 Ì 3 Mitla Suchiapa ß Ocaba 1200 V § <2 £ c: o II 1100 Monte Aibán Mitla " Ruiz z s ¿3 Ö Las Flores ^ « i\r cu o 1000: g Mazapan joltecas V Coixtlahuaca I 900 Villa Mixteca-Puebla Paredón u 800 Zaquii Monte Aibán C ¿.Z ¡ Coyotlatelco Alta DIB 700 IV 'Oc O Genealogías < u 600 32L Maravillas Teotihuacan IV Pitahayas TR. 111-111B Códices 500 400 *— . Cí U-I Teotihuacan ill a> i- Monte Alban Yucuñudahui Laguna 300 & .2 III A jiqytpilas < 200 § El Prisco Yatachio ^ Aurora 2 Cuanalan ¿S o 100 Loma Larga Chachuapan istmo 5 Santa Clara 1 Ojio 0 1 1 ü ¿ o 100 23 & Tliltepec Horcones o Panuco I Monte Aibán Cuac Arenal -*< 3 200 II Huamelulpan Guanacaste Chuen Miradores tu to TO Chi la Remplas o § - 300 >- Francesa £ 2 | O 1 - .2 6 Providencia 400 TO & Escalera £ ä 1-8 500 TO I b - > W) C t£ g 600 Aguilar £ — ' o ' Necaste Monte Aibán Monte Negro TOF"* £ ro 700 Dali ,8 800 JX CO d¿ . 2 M Ponce ! -5 900 ■S- j=: : I Bajío Puerto Ángel 1000 Pavón 23 p-~ Cotorra Ojocl Laguna Zope Cedente Arévalo Almagre Maní Ecab 2000 Yanhuitlán Cerámica de Puerto Marqués, Gro. TO Cerámica Purrón de Puebla La Perra w 3000 JO < c Peñón de los Baños Caballito Blanco Chalco Yagul 4000 TO _ t_> SZ San Vicente Chicoloapan Ocampo Mitla 5000 Nogales Santa María Astahuacán Santa 6000 §> Marta b e Infiernillo 7000 UJ Lerma 8000 o ~ 0 Santa Isabel Iztapan <u Tepexpan Diablo 9000 3 Sacro de Tequixquiac 10000 Figura 1. Cuadro cronológico cultural de Mesoamérica. Eduardo Matos Moctezuma • Mesoamérica 97 remos de darle un nuevo contenido donde es preciso establecer con claridad la relación que existe entre tiempo, espacio y cultura, las tres categorías fun damentales de la arqueología. Antecedentes La historia de la arqueología nos muestra cómo, a lo largo de casi dos siglos, han habido intentos por parte de diferentes estudiosos no sólo por conocer el pasado de determinada región, sino en ocasiones se trataba de explicar las características generales de toda un área en la que se veían aspectos similares entre una y otra cultura. Ya Désiré Charnay, a mediados del siglo pasado, veía cierta homogeneidad cultural entre el norte y el sur de México, entre la meseta central y la tierra caliente. Decía que estábamos ante una misma civi lización, una misma religión, y símbolos y dioses similares.1 A principios del siglo xx corresponde a Spinden acuñar un concepto que va a tener aceptación en un momento dado dentro de la arqueología mesoamericana: el concepto de “horizonte cultural”.2 Hacia las décadas de los veinte y treinta de este siglo, vemos cómo se va perfilando la idea de un área común y de las relaciones que existen con culturas de estadios diferen tes a los de la llamada “alta cultura”. Olivé, en su ponencia en la XIXMesa R edonda mencionada, hace un análisis de las ideas que sobre el particular prevalecían en la primera mitad de este siglo, por lo que no vamos a refe rirnos a ellas. Sin embargo, pensamos que siempre se ha omitido a estudiosos mexicanos que sin lugar a dudas jugaron un importante papel en estos antecedentes. El caso de Miguel Othón de Mendizábal es significativo. Este autor nos da ya diversos elementos que van a caracterizar lo que posteriormente se denominará Mesoamérica, tomando en consideración aspectos que Kirchhoff tomara para su clasificación, como son los aspectos lingüísticos, de subsis tencia y otros. En el capítulo “La evolución de las culturas” de su trabajo De la prehistoria a la Conquista, nos dice: A pesar de las múltiples diferencias de detalle que presentan estas cultu ras en su peculiar desarrollo, a las que contribuyeron en forma poderosa las posibilidades geográficas y los recursos materiales de cada región, JE1 investigador francés Désiré Charnay fue uno de los primeros en señalar lo anterior en su artículo, "Les explorations de Teobert Maler”. 2Véase el trabajo de Spinden, “Origin of Civilizations in Central America and México”. Mesoamérica, Oasisamérica y Aridamérica ofrece analogías fundamentales, como son el uso de la pirámide como elemento importantísimo de su arquitectura, el plan general de sus grandes ciudades sagradas, la orientación esencial de sus religiones politeístas, panteístas, con reminiscencias frecuentes del totemismo ances tral, pero con una común superestructura astronómica, que se tradujo en las brillantes concepciones de sus calendarios, basados en un profundo conocimiento de los fenómenos celestes, producto de una mentalidad fuertemente lógica.3 Como podemos ver, Mendizábal toma en consideración el medio geográ fico y los recursos con que se cuenta, además de darnos los rasgos culturales que considera importantes. En otro trabajo nos habla del panorama que se presentaba a la llegada de los españoles en el siglo xvi. Empieza a mencionar cómo en la región septentrional de la altiplanicie mexicana, al norte del río Lerma y en la vertiente del Golfo de México en Tamaulipas, habitaban ban das nomádicas en un medio semidesèrtico, que hablaban diversas lenguas como las de la familia atapascana, hokana y otomiana, y que dependían de la caza y de la recolección de raíces y frutos silvestres. En pocas palabras, nos está señalando la existencia allende la frontera norte de Mesoamérica, de cul turas a las que caracteriza a partir del medio en que viven, la lengua que hablan y el tipo de subsistencia. Vale la pena que transcribamos a continuación la diferencia que establece entre esta región y aquella en que se encuentran los estados y naciones, como él les llama: Más al meridión, en los actuales territorios de Jalisco y Colima, por el occidente, y al sur del curso superior del río Pánuco por el oriente, los pequeños estados políticos propiamente dichos luchaban por acrecentar sus territorios a costa de sus vecinos o por defenderlos de las acechanzas de las grandes naciones en formación, particularmente de la alianza azteca-acolhua-tepaneca (Tenochtitlan, Texcoco y Tacuba), que acelera ba, tenaz e implacablemente, el proceso de concentración de poder y de la unificación cultural en el centro y sur de México. Cada una de estas regiones, más aún, cada uno de los pequeños grupos locales, presentaba modalidades importantes en su desarrollo cultural, incluso los pertenecientes a una misma filiación étnica situados en estadios diversos de la evolución de una misma cultura. Tanto en los pequeños es tados, como en las grandes naciones, salvo circunstancias geográficas JMendizábal, “De la prehistoria a la Conquista”. Eduardo Matos Moctezuma • Mesoamérica 99 desfavorables, el sostenimiento económico estaba basado principalmente en la agricultura; y el cultivo del maíz, del frijol, de la calabaza, del chile, del algodón y del cacao constituía la actividad económica preferente, cuando no única, de los individuos. En algunas regiones donde lo impusieron las condiciones del clima y del suelo, el cultivo del maguey llegó a ser importantísimo. Estos grupos agrícolas y sedentarios, con gran desarrollo en sus industrias cerámicas y textiles, principalmente, habían pro porcionado la base económica necesaria para el desarrollo de las altas culturas y el elemento humano tecnológicamente apto para ser utilizado en sus magnas realizaciones arquitectónicas, escultóricas y pictóricas.4 Es importante constatar varias cosas: por un lado, los límites que establece el autor de estos grupos agrícolas con las bandas cazadoras-recolectoras; la preponderancia de la agricultura como base económica fundamental y el desarrollo que alcanzan derivado de todo ello, sin olvidar que lo anterior lo ubica hacia el siglo xvi. No queremos con esto hacer menos el aporte que poco después dará Kirchhoff con su concepción de Mesoamérica, sino hacer ver que, como ocurre frecuentemente, la investigación por aquellos años había llegado prácticamente a diferenciar estas presencias y que faltaba sola mente un último empuje para establecerlas con un concepto generalizador, como lo hizo Kirchhoff.