162 bíera podido conservarse.

En el área que nos ocupa, las localidades arqueológi­ cas donde se han encontrado fragmentos de textiles son:

ESTADO DE GUERRERO-

CUEVA DE ATZACALA. Ubicada en la cuenca del Mezcala, en ella se encontraron restos de madejas de hilo trenzado y un bulto ceremonial conteniendo fibras textiles. (Weitianer de John — son, 1971:310).

CUEVA DE CAMPO MORADO. En la cuenca baja del rio Balsas, en esta cueva se encontraron fragmentos de ropas de algodón en asociación con pequeños artefactos de cobre. Todo el Período Postclásico. (Weitianer de Johnson, 1971:310).

CUEVA NO IDENTIFICADA EN LA CUENCA DEL RIO BALSAS. En ella - se encontraron unos trozos de hilos de algodón, sin poderse ya determinar el tipo de pieza de ropa a la que pertenecie­ ron (Weitianer de Johnson, 1971:310).

CUEVA CERCANA A CHILAPA. Aportó un huípil infantil casi com­ pleto, estudiado en los Laboratorios del Museo Nacional (We| tlaner de Johnson, 1967:149-172).

CUEVA DE OZTOCAnA. Situada en las proximidades de Cualac, en ella se encontraron también fragmentos de textiles de algo­ dón e íxtle, todos del Postclásico (Muller, 1977:347).

ESTADO DE .

CUEVA EN ALTA. No se ha identificado y lo encontra do obra en poder de coleccionistas privados. Oentro del ha-- 163 llazgo se registran dos pequeños huípiles infantiles, dos -- pequeños quechquemitl y varios otros fragmentos de textiles de algodón (Weitlaner de Johnson, 1971:310-311).

VAGUL. En la ofrenda de una tumba aparecieron pequeñísimos - fragmentos de textiles correspondientes al Clásico Tardío y muy próximos a la desintegración. Han sido estudiados y res­ taurados por personal del INAH y por la Maestra Weitlaner de Johnson (1957:80).

CUEVA DE LA PEÑA DE EJUTLA. En ella se encontraron varios -- fragmentos de textiles de algodón y de íxtle, incluyendo san dalias, en apariencia del Período Postclásico. Como es una - cueva terribíemente saqueada, en la que el vandalismo destru yó los pequeños cuartos funerarios que contiene, gran parte de las ofrendas desaparecieron y sólo una nueva investiga­ ción podrá afinar cronología y reforzar información. (Masar, 1975:25-36).

6U1E¡: GOL A. Sin que se especifique cómo fueron obtenidos, de ese sitio proceden algunos hilos de algodón y algunas cuer­ das de fibras más duras, quizá íxtle. No hay datos para afi­ nar la cronología, pero el material parece ser del Postclásj_ co Tardío. Los especímenes se encuentran en el Museo Frisen de Mitla (Weitlaner de Johnson, 1971:311).

ESTADO DE PUEBLA-

CUEVAS SECAS EN EL VALLE DE TEHUACAN. De ese Valle proceden- fragmentos de canastos, petates, cuerdas, nudos de rod, nu­ dos de sujección, nudos ciegos y sandalias procedentes de va 164

ríos niveles estratigráficos de ciertas localidades» princi­ palmente cuevas, De las fases Palo Blanco y Venta Salada» -- que nos ocupan aquí» procede un poco menos de una docena de sandalias que. por lo que se observa en este caso y en los - códices» sólo eran usadas por gente de alto nivel socioeconó mico. La carencia más hallazgos hace muy difícil pensar en - algún tipo de distribución (Mac Meísh» 1967:170-187. Weitla- ner de Johnson, 1967:191-226).

CUEVA PE CALTEPEC. Fue explorada en 1969 por la Arq1. Hasta- che dentro de un proyecto relacionado con la Cueva de Texcah En ella se encontraran fragmentos de textiles de algodón e - íxtle (Mastache, información personal).

CERAMICA,

Siendo un elemento esencial para las actividades dottés ticas y ceremoniales de cualquier grupo convenientemente —

asentado en un lugar fijo» la cerámica reviste especial ib» — portarse i a porque contiene (y arqueológicamente contuvo) la - comida, el agua» las reservas alimenticias y los eieatentos - de culto de un grupo humano.

Partiendo de la base de que en cualquier región siem­ pre han existido por lo menos dos tipos de cerámicas, la do­ méstica local y la importada» exportada o de amplia disper­ sión, las características de este trabajo obligan a conside­ rar sólo los datos correspondientes a los tipos del segundo grupo» que en el caso de Mesoamérica tuvieron muy amplia di­ fusión, presentándose como formas y tipos característicos d|_ ferentes en cada uno de los períodos que nos ocupan en la -- 165 historia antigua del área. Por lo tanto, aquí se tratarán -- los tipos teotihuacanos de comercio, la cerámica maya pinta­ da que se exportó, las cerámicas de Oaxaca de amplia disper­ sión, las cerámicas toltecas de comercio llegadas al área, - los complejos cerámicos Mixteco-Puebla, el complejo de fondo sel lado y los de la Costa del Golfo que fueron contemporá- - neos entre sí- Asimismo, se tratarán las cerámicas de comer­ cio del Postclásico maya y las aztecas de exportación.

Aunque las primeras cerámicas mesoamericanas corres­ ponden aproximadamente a la mitad del segundo milenio a.C. y hasta ahora se han encontrado en la Cueva de Purrón en el V¿ lie de Tehuacan y en un pozo estratigráfico excavado muy pro fundamente en Puerto Marqués, Guerrero, las cerámicas tuvie­ ron una evolución sumamente gradual y lenta, ya que desde f ¡a ses muy tempranas, ios engobes, el uso de buenos desgrasan­ tes y la cocción dieron calidad al producto terminado, de mo do que pudo cumplir adecuadamente sus fuñe iones utilitarias y además tuvo un acabado cuya calidad no concuerda con lo — que se espera de las cerámicas primitivas. Por tilo ®s nor­ mal encontrarse con alta calidad en las cerámicas del área.

CERAMICAS TEOTIHUACANAS DE COMERCIO 0 INTERCAMBIO DE LA FASE MICCAOTLI.

OLLAS SEMI6L0BULARES DE CUELLO DIVERGENTE Y BORDE PLANO CON TRES SOPOR­ TES DE BOTON.

Se 1e fabricó en Teotihuacan con barro café o negro - con pulimento de palillos. Se les puso un engobe muy fino,y como no son de gran tamaño pud i eron ser transportadas con fa c i 1 idad . Se les ha encontrado en el Valle Pob1ano-TIaxca1 te­ 166 ca, en la Depresión de Morelos, algunos sitios de la Costa - del Golfo y de Oaxaca, en casi todos los sitios de la Cuenca de México y en bastantes del Valle de Toluca. Dieron lugar, además, a bastantes variantes locales casi iguales (Noguera, 1975:132).

CAJETES CILINDRICOS BAJOS, TRIPODES, CON DECORACIONES PINTADAS, INCISAS 0 ESGRAFIADAS.

Fueron fabricados con barros café obscuro o negros y distribuidos en casi toda Mesoamérica, ai grado de que varíes ejemplares fueron llevados hasta las tierras altas mayas don de dieron origen a una tradición local. Generalmente presen­ tan una decoración bferoma y un engobe muy fino que les da - un pulimento de extrema suavidad (Noguera, 1975:32. Kidder,- 1961:62).

VASIJAS TRIPODES DE CUERPOS RECTOS Y BORDES DIVERGENTES, DECORADA X CON SOPORTES DE BOTON.

Son vasijas de fondo plano, de barro negro y raramen­ te café obscuro. Aparentemente fueron hechas en Teotihuacan, pero también se les fabricó en la región de Cholula y, en -- algunos lugares de la Depresión de Morelos, se Ies encuentra en bastantes sitios de la cuenca del rio Chinameca y en va­ rios del valle del Amacuzac (hirth, 1974:78).

FLOREROS DE CUELLO ALTO Y BORDES AMPLIOS Y DIVERGENTES, TIPO PLATO.

De barros negros o café obscuros muy pulidos, se les fabricó en Teotihuacan y en algún lugar de la región de Cho­ lula. Su distribución abarcó prácticamente todo el centro de México. Existe una variante con efigie de Tláloc. Fue lleva­ 167 do a Monte Albán y a varias áreas oaxaqueftas, donde sufrió - modificaciones esti1Isticas, mientras que en Teotihuacan se presentó con exactamente las mismas características durante más de 600 años (Hoguera, 1975:135. Caso et al., 1952:339).

VASO TRIPODE ESGRAFIADO, CON 0 SIN TAPA.

Es un vaso similar al anterior, pero presenta decora­ ción esgrafiada en la que también hay glifos o representaci o nes de deidades o sus atributos. Puede o no tener tapa y , co mo e 1 anterior, también fue distribuido en la zona Poblano-- Tlaxcalteca, 1 a Depresión de Morelos y los Valles Centrales de Oaxaca. Así como en el Valle de Guatemala. Existen piezas similares que parecen ser de tradición local (Noguera, 1975: 133. Caso et al., 1952:325).

CERAMICA ANARANJADA DELGADA.

Es una de las cerámicas de comercio más conocidas y - frecuentemente estudiadas. Puesto que no se fabricaba en T#£ tihuacan, se ha planteado una gran discusión acerca del o -- los puntos de origen. De acuerdo a la arcilla con que está - elaborada, se pensó que el sitio de fabricación pudo estar - en 1 a Costa de Veracruz y concretamente en la desembocadura del río Coatzacoalcos (Abascal, 1974:32-35). Sin embargo, -- ahí no se ha local izado ningún tal 1er. De acuerdo a 1 a dens£ dad de cerámica desechada, un sitio que presenta esa carac-- terística es Ixcaquixtla, en el sur de Puebla, cuyas are i — 1 las no parecen haber sido 1 a materia prima adecuada para su elaboración. Parece que 1 a cerámica de este lugar es moldea­ da y esa técnica se aplicó en Teotihuacan hasta fases bastar^ 168 te tardías; por tanto, dicha cerámica parece ser posterior - al momento en que la cerámica anaranjada delgada teotihuaca- na se distribuía ampliamente por comercio (Rattnay, 1981:55- 80). Dadas las formas de este tipo de piezas, que en general suelen ser platos o basos, la transportación fue sencilla -- puesto que se pueden apilar en grandes cantidades. Un hombre acostumbrado a ello pudo cargar en jornadas diarias de apro­ ximadamente 25 kms., alrededor de 230 piezas en un canasto - de carrizo (Abascal,1974:48), con lo que la dispersión resuj_ tó bastante grande y efectiva. Este tipo de cerámica se encuen tra en Teotihuacan desde la fase Tzacualli temprana hasta el fin de la fase Xo 1 a 1 pan, o sea, desde el año 100 a. C. hasta el 800 y 850 d.C., pero se dejó de fabricar cuando Teotihua­ can perdió su preeminencia. El tipo fue distribuido no sólo en la Cuenca de México, sino también en el Valle de Toluca, el Valle Poblano-Tlaxcalteca, algunas regiones de Veracruz, zonas de la Mixteca Baja y Alta, los Valles Centrales de 0a- xaca y la zona del Altiplano maya. Se le ha encontrado en -- San Andrés Cha 1chicomu1 a y Jalapazco (Línné, 1947:1 29 ), en - la Manzanilla (Hirth, 1976:35), Tehuacán (Noguera, 1954:112), Metzontla e Ixcaqu i xt1 a (Cook de Leonard, 1953:240) y Alj oju ca (Brambila, 1988:237) en Puebla. En Calpulalpan, Las Coli­ nas, San José Zoquiapan y San Nicolás el Grande (Linné, 1947: 134) y en sitios de la fase Tenanyecac del proyecto Puebla-- Tlaxcala, principalmente Teteles de Ocotitla (García Cook, - 1975:57) en Tlaxcala. En Querétaro, en La Negreta (Velasco y Brambila, 1978:55). También se ha encontrado en Xochicalco y Coatlán del Río, Mor. (Sáenz, 1964:28-30). En varios sitios 169 de Oaxaca, entre ellos Yucuita, Monte Albán, Loma Guache, -- Huijázoe, Reyes Etla y Atzorapa (Observación personal y Win-- ter, 1990:96), además de Perote, Napatecuhtlan, Altotonga, - El Tajín, Yohualicha, Cerro de las Mesas y Tres Zapotes en - el Estado de Veracruz, donde se utilizaron variantes locales posiblemente importados desde el sureste de la entidad (Mede llín, 1960:60). Otros sitios donde se ha encontrado es en la Isla de Jaina en Campeche (Piña Chan, 1968:30) y en Chiapa - de Corzo, Chis, (towe y Agrinier, 1960:34) y por supuesto, - existe el registro de su localización en Kaminaljuyú (Kidder: et al., 1946:78).

Es general el consenso de pensar que el anaranjado -- delgado fue un producto teotíhuacano, aunque hecho con arci­ llas que no se encuentran en Teotíhuacan. En su sitio epóni - mo alcanzó su máxima existencia durante la fase Metepec, Pa­ ra entonces, se distribuía a varias regiones en las que la - influencia teotihuacana era muy grande y existían rutas de - comercio completamente establecidas que se internaban en los Estados de México, More 1 os, TIaxca1 a, Puebla y Veracruz. A - sitios más lejanos, como los del Valle de Oaxaca, Kam i na 1j u- yú, Tikal y Cobá, se envió en cantidades mucho menores, casi siempre vasijas hemisféricas que, como hemos visto, eran fá­ cilmente transportables. Sin embargo, para la Cuenca de Méxj^ co y zonas circunvecinas se siguieron fabricando los vasos - pintados y con soportes cilindricos y de almena, las vasijas silbadoras y figurillas zoomorfas, que principalmente repre­ sentan perros, quizá destinadas a usos funerarios. 170

CERAMICA MAYA POLICROMA PINTADA DE LA FASE TZAKOL.

Es una cerámica de muy alta calidad artística produci da en una zona que ha aportado rasgos culturales de extrema importancia para el conocimiento de la evolución de los gru­ pos mesoameri canos. Se presenta a partir del incio de la fa­ se Tzakol (hacía el año 300 d.C.) y por lo tanto es casi con temporánea de la cerámica pintada teotihuacana, con la que,- estilísticamente y cuanto a formas, está relacionada; aunque al principio sus decoraciones contuvieron, motivos geométri­ cos y representaciones de máscaras o bien atributos de deida des. Se le h a dividido en varios grupos de acuerdo a las zo ñas geográficas de procedencia ya que se fabricó tanto en el norte de la Alta Verapaz, como en varias zonas de las tie­ rras bajas, Tikal, Copán y Uaxactún. Generalmente, los ba— rros después de una primera cocción daban coloraciones ana­ ranjadas, cremosas o de fondo rojo, a las que en ocasiones - se agregaron después bandas de glifos, personajes, círculos, círculos con un punto central y líneas en zigzag.

Como señala Morley:

"...algunas de las mejores pinturas de la época clá sica, fases Tzakol y Tepeu, se encuentran en esas - vasijas polícromas que se han hallado en Uaxactún,- Holmul y en la región de Chamá a lo largo del curso superior del río Chixoy, así como en Nebaj y en Ra- tinlinxul presenta un sacerdote a quien transportan en lo que parece ser unas andas en forma de cesta - suspendida de unos palos que llevan sobre los hom­ bros dos porteadores. Un perro se estira en forma - realista debajo de las andas. Siguen cinco indivi­ duos más, aparentemente sirvientes, y el primero de ellos lleva una estera muy gruesa, quizá un trono,- 171

con cojines de piel de jaguar; los siguientes tres porteadores mantienen verticales los soportes de - las andas mientras descansan los cargadores. El -- último porta en la mano derecha lo que puede ser - una tela plegada, pero se ve que es un personaje - de un poco mayor jerarquía porque su braguero está hecho de piel de jaguar y además no carga ninguna otra cosa" (Morley, 1972:415).

El contenido iconográfico de este vaso ha sido inter­ pretado como una procesión de mercaderes, pero no habiendo - elementos que los identifiquen, ni fardos a la vista, y ha­ biendo en cambio cuerdas alrededor de los cuellos en tres de los cargadores, es dado suponer que estamos ante la represen tación de un señor de cierta gordura que es transportado --- por quienes dependían absolutamente de él, muy probablemente sus esclavos.

Este tipo de cerámica fue distribuido dentro de la zo na maya, pero también, en algún caso, fue llevada a la costa y al altiplano de Oaxaca, donde se ha encontrado asociada a ofrendas (Caso et al., 1967:362) y hacia el afio 700, varías- piezas fueron transportadas a Xochicalco (Sáenz, 1967:36 ).

CERAMICAS DE OAXACA DE EXPORTACION.

Las cerámicas grises oaxaqueñas comenzaron a fabricar se desde el período Formativo Inferior o Etapa de las Aldeas y tuvieron un desarrollo local que terminó hasta la época de la Conquista, aunque muchas de sus formas coincidieron recj_ bieron influencia de otras áreas de Mesoamerica. Ya para el periodo Clásico Temprano, varias formas de estas cerámicas - se estaban usando también en otras zonas del Estado, particu 172 larmente en Sierra Norte y en la zona chati na y a su vez, -- formas y tipos de cerámica teotihuacana llegaban hasta Va — lies Centrales. Los contactos zapotecas con Teotihuacan se - hicieron más patentes cuando en esta ciudad se inició el — asentamiento de zapotecos que constituyeron lo que se ha da­ do en llamar el "barrio oaxaqueño". Ahí se manejaron tipos - cerámicos, en parte locales y en parte llevados de Oaxaca y- formas de vida o conceptos mortuorios vigentes en el área oa xaqueña, pero con materiales de la Cuenca de México (los ca­ sos de una tumba y de una urna). Posteriormente, el barrio - oaxaqueño de Teotihuacan influiría de manera importante en - la región de Tula, Hgo., donde haría sentir una importante - presencia en la localidad de Chingó, la cual durante el Clá­ sico Tardío tuvo también una gran importancia regional (Cre¿ po y Mastache, 1981:99-105).

CERAMICAS TOLTECAS DE COMERCIO. "...Abarcan dos importantes períodos de la subdi­ visión en el área Mesoamericana: el Clásico Tar­ dío y el Postclásico Temprano. Al primero perte­ necen los tipos Plumbate San Juan, Anaranjado Fj_ no Z o Balancán y Anaranjado Y o Altar. Al segu£ do, los tipos Plumbate Robles, Plumbate Tohil y Anaranjado X o Silhó. Los seis tipos tuvieron -- una distribución territorial sumamente amplia y todos están asociados a la tradición cultural -- que creó en el área maya el estilo artístico im­ perante en el Altiplano durante el siglo XI, XII y XIII, el cual es llamado Tolteca, o bien el -- substratum cultural correspondiente a todos esos pueblos que quedaron englobados bajo la denomina ción de To1tecas-Chich¡mecas...... En su orden,- los seis tipos corresponden a un sólo momento -- histórico tolteca, circunscrito en el tiempo por 173

formaciones sociales y políticas y manifestacio nes culturales de un orden diferente. En este - sentido, tras de conjuntar la cartografía de -- los materiales, sus contextos temporales y cul­ turales, además de los datos históricos conten^ dos en las fuentes coloniales y monumentos es­ culpidos de la región maya clásica, pudimos re­ diseñar una situación económica, social y polí­ tica, que vincula al Postclásico Temprano con - los Períodos Clásico Terminal y Postclásico Me­ dio en forma concisa..." (Fahmel Beyer, 1988: - 177).

De la distribución especial y temporal de las cerámi­ cas Anaranjado Fino y Plumbate podemos señalar que los gru­ pos Anaranjado Fino Altar y Balancán aparecieron en Tabasco, Chiapas, Campeche y el Petén alrededor de 850 d.C. (Clásico Tardío, de acuerdo con la correlación Goodman-Mart í nez-Thomj) son), a raíz del arribo de grupos del Altiplano Mexicano al área maya. Aunque el tipo Balancán apareció predom i antemente en Tabasco y Yucatán y el tipo Altar en Petén, esta separa­ ción no fue rígida; de las tierras bajas estos tipos cerámi­ cos pasaron a las altas de Guatemala, Chiapas y al resto de México. Su desaparición se ha fechado convencionalmente ha­ cia el año 950 d.C.

El grupo Anaranjado Silhó se encontró en toda el área maya, en la Costa de Veracruz y en un corredor del Altiplano Mexicano que va de Tehuacán a Cholula y Teotihuacan. Los co¿ textos de excavación y sus estrechas relaciones con los gru­ pos Altar y Balancán, apoyan su aparición hacia 850 d.C. jun to con otros elementos considerados toltecas. Por otra par­ te, su abundante aparición en conte_xtos t_ardios fecha su ex­ tinción entre 1300 y 1400 d.C. 174

La cerámica Plumbate San Juan, originaria del Soconu¿ co, apareció desde 700 d.C., en sitios de la vertiente pací­ fica de Chiapas y Guatemala. Su desaparición debe fecharse - alrededor del 850 d.C., pero no se ha hallado asociada a — contextos que indujeran alguna variante del Anaranjado Fino que debió surgir en algún momento anterior a esta fecha.

La asociación del Plumbate Tohil con el Anaranjado F_i_ no Altar, a pocos kilómetros de Altar de Sacrificios, donde el Anaranjado Fino Altar penetró por el año 850 d.C., sugie­ re que el tipo Tohil apareció en la Alta Verapaz antes de -- 900 d.C. La semejanza entre las cerámicas del Petén del Clá­ sico Terminal y las cerámicas que aparecieron junto con el - Plumbate Tohil en la Alta Verapaz parecen corroborar esta sí tuacíón. Si esta cerámica puede atribuirse a los mismos gru­ pos toltecas que desde 850 d.C., distribuyeron la cerámica - Anaranjada Fino Silhó, entonces podría haber surgido alrede­ dor del 870 d.C., si consideramos al Plumbate Robles como tj_ po trans ic iona1.

Fuera del área maya, en Oaxaca y Veracruz, se ha en­ contrado al Plumbate Tohil junto con las últimas fases del - Clásico Tardío y en el Postclásico Temprano. En los altipla­ nos de Guatemala y México se relacionó con materiales del -- Postclásico Temprano y Tardío en fechas en que, basándose en la fundación de las capitales de los linajes de ascendencia tolteca, están entre 1350 y 1400 d.C. (Fahmel Beyer, 1988:-- 140) . El tipo Plumbate Tohil no obstante, alarga un poco -- más su presencia en el tiempo, habiendo llegado a los Valles 175 de la Mixteca Alta. Esto plantea y asegura la posibilidad de una ruta de comercio que cubrió esa zona y llegó basta el lie Poblano-Tlaxcalteca, en donde está reportada en la fase Tlaxcala por García Cook (1976:81).

Para dar una idea de la distribución de estas cerámi­ cas, es conveniente señalar que, dentro del área maya, se -- han encontrado en multitud de sitios.

CERAMICA PLUMBATE TIPO SAN JUAN

Está reportada en Cupia, Chis. (Riña Chan, 1967 a:8) y ha sido encontrada en dos sitios próximos a , - Oax. (Wallrath, 1967:158).

CERAMICA ANARANJADA FINA DEL GRUPO BALANCAN.

Debió producirse en la cuenca del río Usumacinta y se le diseminó hacia el norte y hacia Chiapas. Se le ha’encon-- trado en los Cimientos (Rivero, 1977:86). En Veracruz, este tipo de cerámica fue encontrada en Nopíloa (Medel1In, 1960: 42) y en Oaxaca en Monte AIbán, con semejanzas estilísticas con formas del golfo (por ejemplo, vasijas con garras y va­ sos pedestal) (Caso et al., 1965:891. Caso et al., 1967:438- 440). También en Lambityeco (Paddock et al., 1968:38).

CERAMICA ANARANJADA FINA DEL GRUPO ALTAR.

Inicíalmente producida en el valle del Usumacinta y - en las tierras bajas campechanas, fue también una cerámica- - ampliamente distribuida, que en la zona maya se ha encontra­ do en todo el Petén. En Veracruz ha sido hallada en la Mixte 176 quilla y en Isla de Sacrificios (Medellín, 1955:29). En el - Estado de Guerrero, en la localidad de Corral Falso, se en­ contró una vasija de base anular (Brainerd, 1958:69).

CERAMICA PLOMIZA TIPO TOHIL.

Este tipo cerámico, el más tardío de los plumbates, - fue fabricado, hasta donde sabemos, en la Costa de Chiapas y Guatemala, por lo que se le ha encontrado en 42 sitios den­ tro de su zona de producción y en 126 en territorio centroa­ mericano (Shepard, 1948:1-190). En el Estado de Chiapas en - Chíapa de Corzo, Escuintla y Ocozocuautla (Shepard, 1948:100 110). En Oaxaca está presente en Juchitán (Delgado, 1961: -- 100), en Mitla y Yagul (Paddock, 1955:30), Monte Albán (Caso et al., 1967:434), Yucuita (Caso, 1938:72), Yanhuitlán (Ob­ servación personal), Achiutla (Observación personal) y Coix- tlahuaca (Observación personal). En Veracruz ha sido encon­ trada en varios sitios, con mayor concentración en Isla de - Sacrificios y Quimistlán (Shepard, 1948:105. Medellín Zenil, 1955:12-49). En el Valle de Tehuacán en Venta Salada y en Te kü&c&ft o Cerro ifcacKeish* Wlb'All-22S). En - el Estado de Puebla en Tepeji ei Vieja, en un estrato casi - basa!, fechado hacía el año 1350 (Gorenstein, 1973:43-44/61- 82). En Cacsxtia y Cholula antiguamente también se encontra­ ron tiestos (Sarmiento, 1942:1).

COMPLEJOS CERAMICOS POLICROMOS LACA Y MATE.

MI XTECO-PUEBLA

Son complejos de orígenes aún no determinados, que se 177 desarrollaron desde el Clásico Tardío y tuvieron una amplia dispersión durante el PostclSsico, la cual abarcó el Valle - Poblano-Tlaxcalteca, el Valle de Tehuacán, la Cañada 0axaqu_5 ña, la Costa central del Golfo, la Mixteca, los Valles Cen­ trales de Oaxaca, el Altiplano delpaís, la Depresión de Mona los y la cuenca del río Balsas en Guerrero; casualmente to­ das esas áreas donde el grupo mixteco estuvo presente o des_a rrolló en algún grado su influencia. Esas cerámicas presen­ tan formas y decoraciones de varios tipos, tanto generales - de amplia distribución como locales, corresponden a cinco — estilos decorativos y varios tipos de grosor, incluyendo una muy fina de manufactura muy tardía, que estuvo presente en - Tenochtitlan, Texcoco y en el Valle Poblano-Tlaxcalteca, la cual ha sido llamada "Tipo Códice de Cáscara de Huevo" debi­ do a su extrema delgadez, que en algunas piezas es inferior a 3 mm. En términos generales las formas consisten en ollas globulares de cuello alto y soportes trípodes zoómorfos (ca­ bezas de serpiente, águila, lechuza, pato o conejo) o cóni­ cas. Vasijas de bordes divergentes y base anular o plana. Va sijas de forma similar a los del tipo Azteca II o Cho1u1 teca II, en ocasiones con soportes de almena. Cajetes, jarras, v£ sos, copas de varios tamaños y sahumadores, estos últimos -- con mangos lisos zoomorfos (cabezas de serpiente o águila). Los diseños son variados con decoraciones aplicadas cafés, - cafés claras, anaranjadas o de color marrón, con engobes ana ranjados, rojos o marrones de extrema tersura que muchos han confundido con un tipo de vidriado.

Las decoraciones pueden presentar las siguientes ca— 178 racterí sticas:

1. Dibujos geométricos muy elaborados constituidos por - grecas escalonadas o Xicalcoíuhquis, rectas o curvas, pinta­ das de varios colores y acompañadas de círculos o motivos de color blanco a los que se sobreponen, en el borde de la vas_i_ ja, otros motivos simbólicos.

2. Bandas diagonales, pintadas, que dividen motivos cua- drangu1 ares.

3. Motivos de bandas entrelazadas tipo petate, a dos o - tres colores, tanto en cuerpos como en asas.

4. Púas de sacrificios y motivos alusivos a estas ceremo nias, dispuestos en el borde de platos y vasijas. Son gene­ ralmente de color blanco y negro sobre anaranjado y aparecen también acompañados de grupos de círculos, quizá numerales,- inscritos en cuadretes.

5. Decoración integrada por multitud de figuras, mantos de nubes, caras humanas (a las que se agregan motivos simbó­ licos), moños e implementos para el sacrificio, signos del — sol, atributos de ciertos dioses, símbolos de ios días del - calendario ritual, tiras de papel, figuras alegóricas del S£ críficio, manchas de jaguar, conchas y caracoles decorati— vos, motivos florales, caras de personajes hablantes y can­ tantes, grupos de personajes que ejercitan alguna función -- tal como practicar un ritual o tocar algunos instrumentos, o bien plumas de quetzal y otras aves (Observación personal y Noguera, 1954:122-142). En el área Pob1 ano-T1axca1 teca se ha encontrado en -- 179

Cholula (Noguera, 1954:122-142), Tlaxcala, Tizatlán, Huejot- zingo, Tepeaca, Tepectipac, Ocotelulco, Tepeyanco, Atlihuet- zian, Heuyotlipan, Tecoac, Tzompanzinco, Xa 1 tocan, Huiloa--- pan, Oztotlapango y Calpulalpan (García Cook, 1976:77-89),

En Veracruz en Zempoala, Quiahuiztlan y Oceloapan (Me dellfn, 1960:148. Rodrigo y Beverido, observación personal,- 1969). En Morelos en las cercanías de Cuernavaca (Angulo, -- 1969:122) y en el Valle de Tehuacán en Venta Salada y Coxca- tlán (Mac Neish et al., 1970:272).

En el Estado de Oaxaca se reportan hallazgos en Yan-- huitlán, Nochixtlán, Coixt 1 ahuaca, Iglesia Vieja o Las Pin­ tas de Chalchoapan, Huitzo y Monte Albán (Caso et al., 1967: 465-471 ), Zaachi1 a (Gallegos, 1978: 103), Cuícatlán, Tecomava ca, Toxpalan y La Coyotera (Winter, 1990;113). Además, en -- Tututepec y Cerro de los Pájaros (Piña Chan, 1960:72). En lo que respecta al Estado de Guerrero, algunas proceden de tum­ bas saqueadas en los alrededores de Ixcateopan y Arceli a, ctj yo contenido se encuentra en colecciones privadas.

CERAMICAS DE COMERCIO DE LA COSTA DEL GOLFO.

En general son tipos de utilización local que abarca­ ron prácticamente todo el Período Postclásico. Fueron distr^ buidos de manera bastante amplia en la zona, tanto los tipos Tres Picos, Isla de Sacrificios y Quiahuiztlan, pero también fueron exportados llegando al Valle de Tehuacán (Mac Neish,- 1970:225); al de Oaxaca (Caso et al., 1967:462) y Cholula -- (Noguera, 1954:75), donde se encontraron vasijas, cajetes, - platos trípodes y copas correspondientes a los tipos Isla de Sacr i f i c i os III. 180

COMPLEJO DE CERAMICAS DE FONDO SELLADO.

Se presentan en el área desde el Clásico Superior y - tuvieron un desarrollo estilístico que abarcó cerca de 700 - años. El complejo cubrió el Valle Pob1ano-Tlaxca1 teca, el Va lie de Tehuacán, el noroeste de Oaxaca y la Costa del Golfo. Básicamente las formas son cajetes de fondo plano o bien trí podes con soportes muy frecuentemente de pata de venado o de cabeza de águila, puntiagudos o de almena. Los colores son - varios, yendo desde grises hasta anaranjados, con decoracio­ nes de bandas o de cráneos estilizados en Cholula y en algu­ nas regiones de Oaxaca y café rojizo a rojizo en la Costa -- del Golfo. Es una cerámica de origen indeterminado, pero es­ tá asociada a los grupos Mixteco y Popo loca, en cuyos terri­ torios se encuentra y a lo que parece en la costa del Golfo es una cerámica de importación. Por su barro parece proceder de la cuenca del rio Grande (Observación personal).

De acuerdo a los informes del Mtro. Medellín (1960: - 140), tanto los Mixtéeos de la zona de Acatlán, Pue. como -- los Popolocas de Altepexi en el Valle de Tehuacán, han conU nuado la tradición de fabricarla, entre otras cosas debido a que con fondo sellado tiene como una de sus funciones el — "servir de molcajete" (Mac Neish, 1970:190-191).

CERAMICAS DE COMERCIO AZTECAS.

Cuatro son las fases en que se ha dividido la produc­ ción cerámica relacionada con el grupo Tenochca o Azteca: Az teca I o Culhuacán (siglo XIII), Azteca II o Tenayuca (Siglo XIV), Azteca III o Tenochtitlan (siglo XV) y Azteca IV o — Tlatelolco (siglo XVI) (Hoguera, 1975:130). En la Cuenca de 181

México, el Valle Poblano-1laxeal teca y amplias zonas del ac­ tual Estado de Hidalgo fueron cerámicas de gran distribución y penetración, principalmente el tipo Azteca III. No asi en otras áreas, donde fueron llevadas por comercio y en cantidja des mucho menores. Tal ocurrió en la Depresión de Morelos -- (Angulo y Arana, 1988:367), en el Valle de Tehuacán y en — • ciertas zonas del actual Estado de Guerrero. Tanto en la Co¿ ta de Veracruz como en muchos sitios próximos a poblaciones- mercado donde se centralizó la recaudación tributaria, se bricaron imitaciones locales (Medellín, 1960:196). A sitios tales como los Valles Centrales de Oaxaca llegaron en muy po ca cantidad (Blanton, 1978:103). oMcmud Ternis ^¡am án ARTICULOS DE USO PERSONAL.

OREJERAS.- Fueron adornos casi imprescindibles para la gente de alto estatus y aún para los de mediano nivel. Se fabrica­ ron de barro, serpentina, jadeíta, alabastro, jade, ámbar, - obsidiana, concha y oro. Aunque todavía no se han encontrado los talleres o los lugares de origen, su distribución fuá -- muy amplia y abarcó muchos de los sitios en que existieron - dignatarios. Fue habitual que el tallado de las piezas fuese sumamente acucioso para evitar la ruptura y en el caso de las obsidianas el tallado y el pulido lograron grosores ligera­ mente superiores a los dos milímetros. Las de concha, ámbar, jade y oro sólo se han encontrado en ciertas tumbas, entre - ellas la No. 7 de Monte Albán, las dos primeras de Zaachila, la de Yucuñudahui, la.de Barrio del Rosario, Huítzo en Oaxa­ ca y, con excepción de las de oro, en algunas tumbas de la - zona maya y principalmente en la Cámara del Templo de las -- 182

Inscripciones de Palenque y en una tumba de Tikal. Las ore­ jeras de obsidiana, casi todas hechas con material de color verde procedente de los yacimientos de Cerro Navajas en el - Estado de Hidalgo, tuvieron una distribución y uso mayores, por lo que se les encuentra en muchos puntos del ámbito meso americano (Caso, 1958:152. Medellín, 1960:162).

PECTORALES. Se fabricaron de jade, jadeíta, concha, cobre -- moldeado y oro. Durante el Periodo Postclásico tuvieron am­ plia distribución, pero los de oro se han encontrado en tum­ bas oaxaqueñas (Caso, 1958:93. Ga 11 egos , 1978 :1 14 ), en el foin do del mar (el caso del pescador veracruzano) (Torres Guzmán et al. 1986:4) y los de cobre moldeado en el Cenote Sagrado de Chichén-Itzá, obtenidos mediante dragados (Pina Cha, --- 1980:148).

DIADEMAS. Aunque están mencionadas por varios cronistas, la más importante encontrada procede de la Tumba No.7 de Monte Albán. Es de oro laminado con un adorno de plumas, impresas mediante repujado y cuyo diseño forma parte de los atributos del dios Mixcóatl, deidad de carácter acuático de la que po­ siblemente una de las personas enterrada en la tumba era sa­ cerdote. Por su trabajo, la pieza no procede del Valle de xaca, pero en cambio puede proceder de algún lugar de la Mix^ teca (Caso, 1958:1 19).

BEZOTES. Se hicieron de jade, obsidiana y oro. Los de jade y obsidiana tuvieron una dispersión mayor que abarcó los Va — lies Centrales de Oaxaca, la Mixteca, el Valle Pob1 ano-TIax- calteca, la Depresión Morelense, la Costa del Golfo y la zo- 183 na Haya. Los combinados de oro con jade han aparecido en -- tumbas oaxaqueñas y algunos de los de obsidiana tienen una - talla de tanta finura que su grosor no llega a los dos milí­ metros en las bandas laterales, tal es el caso de uno encon­ trado en la zona arqueológica de La Muralla en Silacayoapan, Oax., ahora en una colección particular. Entre los de oro se encuentran los dos de la Tumba No.2 de Zaachila (Gallegos, - 1978:111).

CASCABELES. Se hic ieron de oro y de cobre. Ambos tipos tu-- v i eron una gran d i spers ión porque fueron comerciados o ínter cambiados a largas di stanc ias. Los de oro só1 o han aparecido engarzados a otras piezas del mismo material en algunas tum­ bas oaxaqueñas, principalmente en la No.7 de Monte Álbán, y en el Cenote Sagrado de Chichón- Itzá. Los de cobre han teni­ do una dispersión más amplia (Pendergast, 1962:523).

HACHAS Y CINCELES. Las primeras se hicieron da jadeíta, ser pentina y cobre. En general, las de jadeíta fueron de uso H tua1. Las de serpentina tuvieron uso utilitario debido a la mayor dureza de su material, lo que les permitió derribar ár boles casi sin perder el filo. Las de cobre se hicieron de - dos tipos: unas laminadas, mismas que fueron empleadas como moneda y las otras gruesas, las cuales tuvieron uso utilita­ rio (Pendergast, 1962:524). Los cinceles, generalmente de co bre, fueron usados para trabajo lapidario cotidiano (Pender­ gast, 1962:524).

AGUJAS Y ALFILERES. Se hicieron de cobre y se comerció am— p1 i amente con ellas, debido a los múltiples usos perforantes a los que se les puede someter. Aunque en su mayor parte fue 184 ron hechos en el occidente de México, también una pequeña -- parte parece haber sido fabricada en el área que nos ocupa - (Pendergast, 1962:524).

COLLARES. En el área de estudio abundaron porque fueron us¿ dos por prácticamente todos los estamentos de la población. Se hicieron de semillas, cuentas de piedras de diferentes co lores, barro, serpentina, jadefta, jade, cristal de roca, oj} sidiana, cobre y oro. Todos los tipos debieron ser ampliamen te distribuidos e intercambiados, habiendo entre ellos, so­ bre todo en los hechos de jade, cristal de roca, obsidiana y oro, verdaderas obras de arte, lo que ejemplifican los va — ríos de oro encontrados en tumbas oaxaqueñas de Monte Aibán (Caso, 1 958:1 70), Zaachi 1 a y Los Cúes (Winter, información - personal), cuyas cuentas tienen formas de carapachos de poch_[ toque o tortuga palustre. La insuficiencia de los hallazgos no permiten, por el momento, ni establecer escuelas artesana les, ni saber cuales fueron las poblaciones de fabricación.- En cuanto a los de jade, los hay de ambos períodos y entre - los más elaborados se encuentran los del Sarcófago del Tem­ plo de las Inscripciones de Palenque, los encontrados en tum bas de Tikal, Uaxactún y otras ciudades mayas y los proceden tes de diversas tumbas oaxaqueñas.

E 'PEJOS. Se hicieron de pirita, hematita y obsidiana. Uno - de los centros de fabricación de los de hematita estuvo en - los Valles Centrales de Oaxaca y se elaboraron montados y -- pulidos sobre pendientes, desde el Período Formativo Medio, continuándose la fabricación hasta fines del Período Clásico 185 o de los centros urbanos. Los espejos de heraatita oaxaqueños llegaron hasta la zona maya y el centro de México. Aunque se ignoran los lugares en que se fabricaron los de pirita, esos espejos fueron utilizados en placas de mosaico que se monta­ ron en pendientes, quizá como símbolos de riquezas y poder - y se encuentran en tumbas del Período Clásico Medio en las - tierras altas mayas, tanto en Kaminaljuyú como en Zaculeu. - Esas piezas muestran en el reverso diseños esgrafiados que - representan sacerdotes que hacen ofrendas o danzan (Woodbury y Trik, 1 953:86 . Kidder, 1 961 :63. Pires-Ferreira, 1975:29),- Los de obsidiana debieron fabricarse en las áreas teot ihuac¿ na, cholulteca o de 1 a cuenca de México. Fueron recibidos só lamente por personas de alto nivel, en cuyos entierros han - aparecido como ofrendas y se les ha encontrado en la reglón oaxaqueña y en 1 a zona maya, donde hubo una distribución en el Período Postclácico.

INCRUSTACIONES. S i b i en desde e1 Formativo Medio se encuen­ tran incrustaciones en dientes de individuos depositados en tumbas y enterramientos, a los Períodos Clásico y Postclási­ co corresponden enterrara rentos de alto estatus en los que tanto ciertos incisivos como caninos presentan incrustacio­ nes cilindricas de pirita, hematita, jade, jadeíta y turque­ sas. Tales hallazgos se han producido en el área que nos ocu pa en Cerro de las Mesas, Ver. (Coe, 1963-64:528). De igual manera, en varios sitios de Puebla y Oaxaca, entre ellos Mon te Albán (Romero, 1958:100). 186

ARTICULOS DE PLUMARIA. Tanto durante el Período Clásico co­ mo el Postclásico, el arte plumario tuvo un gran esplendor. A él se dedicaban artesanos especializados que realizaron su trabajo aprovechando las plumas de una gran cantidad de aves tropicales, incluyendo el quetzal, además de otra gran varié dad de especies de aves neárticas, principalmente patos, gar zas, águilas y gavilanes. Esos artesanos fabricaron rodelas, petos, capas, perneras, mantas, penachos, yelmos, escudos, - banderas e insignias. Sahagún ( 1956, T-III :60) señala que:

"...eran dos las técnicas para engarzar. Una con­ sistente en fijar con engrudo las plumas sobre la capa o el bastidor inferior, para terminar así la obra...... la otra manera era hacer la obra con tu lo y bramante. De este modo es como se hacen los - abanicos los de plumas de quetzales, los brazales de pluma, las divisas llevadas en la espalda y las otras, las cotas de armas amarillas... además, las colgaduras, los penachos, las pelotas de pluma, -- las borlas y todo aquello con que se adornan y her mosean los abanicos..."

Las plumas eran transportadas en haces o en paquetes y su distribución abarcó prácticamente todos los grandes — asentamientos de Mesoamérica. Aunque, con excepción de Teotj_ huacan, Azcapotza1co , Tenochti11 an , y Tlatelolco, se ignora dónde hubieron barrios de amantecas. Se sabe que era un tra­ bajo muy meticuloso porque había que colocarlas una por una sobre bastidores que en ocasiones tuvieron gran tamaño. Tal es el caso, entre muchos otros, de la capa que se encuentra en un Museo de Bruselas. El engarce se hizo sobre bastidores de manta o bien de carrizos muy delgados, en cuyo caso la ca pa o la rodela resultaron rígidas pero no muy resistentes. - 187

Muy pocos ejemplares han sobrevivido y se encuentran en mu­ seos y en colecciones particulares (García Granados, 1946: - 576-582. Servín 1978:383-389). CENTROS COMERCIALES, MERCADOS Y COMERCIO

AREA DE INFLUENCIA NAHUA.

"...El comercio fué una institución fundamental - en Mesoamérica. Ante todo, sirvió para que zonas ecológicamente diversas complementaran sus produc tos por medio del intercambio. La posesión de bie nes escasos o foráneos obtenidos a través del co­ mercio fué un factor importante en la constitución de las clases sociales superiores. En el intercam bio existieron dos modalidades diferentes. La pr_i_ mera fué la de los mercados regionales, que en to da el área tuvieron como función ayudar a que los habitantes de cada zona tuvieran acceso a produc­ tos de ecosistemas distintos. En segundo lugar, - para satisfacer la demanda de objetos suntuarios de las clases dominantes hubo un sistema de Ínter; cambio de larga distancia en el que estuvo involu^ erada la clase de los mercaderes...... La primera modalidad, el intercambio de mercados, se caracte rizó por la circulación de bienes de consumo y -- porque los productores actuaban a la vez como ven dedores. Los mercados indígenas de los períodos - que nos ocupan debieron ser semejantes a los ac­ tuales. Eran bien organizados y tenían un lugar - fijo en las comunidades...... La importancia del- mercado era correlativa a la de la población, ya sea por su tamaño o por su posición respecto a -- las rutas comerciales. A lo que parece era fre— cuente que hasta los esclavos tuviesen un lugar - especial para ser tratados...... La otra modali­ dad de intercambio fué la de larga distancia. Im­ plicó una profes iona1 ización , y su volumen estuvo en razón directa con las densidades de población según las áreas. En él hubo dos modalidades; el - comercio de bienes de uso imprescindible y consu­ mo rápido, y el de bienes suntuarios. Las zonas - costeras y que contaron con el apoyo canoero pu­ dieron desplazar sus productos, o los obtenidos - 189

con mayor rapidez, con ello pudieron ampliar su distribución y contar con mayor número de consu midores. En toda el área mesoamericana los pro” ductos predominantes, transportados en el inte­ rior de esa red fueron obsidiana, jadeíta, tur­ quesa, conchas, pedernal, esclavos, plumas y -- otras muchas cosas". (Brockman, 1989:183). "...Los mercaderes seguían rutas bien establee^ das en sus viajes. Debían pasar por territorios propios o neutrales para poder evitar los ata­ ques y fué común que los estados poderosos ex­ tendieran sus dominios con objeto de proteger - rutas de comercio y caravanas de comerciantes. En algunas rutas afectadas por presión militar se instalaron guarniciones o bien los mercade­ res llevaron escoltas armadas...... El mercader o pochteca poseía un oficio hereditario, porque sol o podI a llegar a su status un miembro de un calpul 1 i o barrio especifico. Socialmente no — era noble y no recibía tributo, pero tampoco lo pagaba; podía poseer tierras, tener tribunales propios y vestir ropas y adornos característi­ cos. Tenia la obligación de prestar servicios - importantes a la comunidad. Servia militarmente en varias formas. Fungía como agente comercial y en ocasiones espiaba para los dignatarios de- su grupo. Entre sus funciones como espía, figu­ raba el evaluar la riqueza o el potencial de re gíones sin conquistar, y en caso necesario de­ bí a combatir directamente como guerrero autóno­ mo. Su muerte para ser despojado, o bien ejecu­ tada con carácter punible era considerada como- causa directa de guerra, porque el pochteca era ün 'elemento informativo muy importante para el- aparato estatal. (Brockman, 1989:184).

En cuanto a la moneda, durante el período Clásico, se realizó de manera mayoritaria el intercambio directo, que só lo al final del período hacia el año 300 d. C., se reforzó - con el primer valor de cambio. Este fué el cacao, que en el 190 subsecuente período sería el principal. Pero hubo otros valo res de cambio o de moneda. Tanto en Yucatán como en otras — sub-áreas de Mesoamérica en el período Postclásico, se usa­ ron también como moneda las mantas de algodón de una decora­ ción y tamaño fijos, las hachuelas y cascabeles de cobre, -- los sartales de conchas rojas o conchas rojas de gran tamaño, las cuentas de jade y, en lugares alejados del mar y de zo­ nas salinas, los panes de sal. Respecto a estos últimos, se entregaban contenidos en ollitas globulares de un tamaño de­ terminado y cuello divergente que la contenían en una canti­ dad fija, y que han sido encontradas en multitud de sitios - (Hoguera, 1975:146). Varios cronistas dan datos ya muy tar­ díos , referentes al último siglo anterior a la Conquista, so bre los valores de intercambio, y realmente se sabe muy poco de los valores en períodos anteriores.

DEPRESION DE MORELOS.

Durante el período Clásico, el área comercial más im­ portante en la región oriental estuvo ubicada en Iztamati— tlán. En fases más tardías, en Yecapixtla y Tlayacapan, po­ blaciones que en el Postclásico Tardío constituían cabeceras regionales y por esto en ellas se concentraba la mayor parte de la población indígena del área. En el valle occidental la preeminencia mercantil, durante todo el período Clásico y -- gran parte del Postclásíco hasta su declinación, fué detent¿ da por Xochicalco. En el Postclásico Tardío el área de Cuer­ navaca- Teopanzoico adquirió la preeminencia mercantil, aún - bajo la dominación Azteca. 191

EL ALTO BALSAS POBLANO Y EL AREA POBLANO-TLAXCALTECA.

Durante los periodos Clásico y Postclásico en la re­ gión del Alto Balsas Poblano tuvieron importancia cuatro po­ blaciones que hasta hoy mantienen liderazgo mercantil. Hua — quechu1 a, Atlixco, Necoxtla y Acatlán, Huaquechula era una - población de habla náhuatl que controlaba una importante re­ gión en las faldas del Popocatépet1. Atlixco, era un impor­ tante centro productivo agrícola interconectado con Cholula y al que concurría mucha gente de los alrededores. Necoxtla, ubicada cerca de Izúcar de Matamoros, era una población de - habla tetlamixteca que controlaba una amplia región situada alrededor y cuya influencia incluso penetraba al interior de la Depresión de Morelos. Acatlán, por su parte, era una po­ blación de habla mixteca que influenciaba una extensa zona - de 1 a Mixteca Baja. (López de Molina, 1979:1 24 ).

Cholula era el centro comercial más grande e importan te del área Pob1ano-Tlaxcalteca. Poseedora del edificio reU gioso más grande de toda Mesoamérica, en ella se concentra­ ban gentes de todas las procedencias. Había pobladores de — origen Olmeca Xicalanca, Nonoalcas, To1 tecas-Chichimtcas, etc., que habían quedado después de sucesivos acontecimien — tos políticos, manteniendo relaciones con muchas otras pobla_ ciones situadas a considerables distancias (Jiménez Moreno, 1978:1094). Sus productos eran llevados a parte de la región Mixteca y en ciertos casos, a regiones tales como la Costa - del Golfo. Esa diversidad cultural, y lo densamente poblado del área, hizo que después de la conquista se eligiese un — sitio próximo para establecer la ciudad de Puebla. CENTRO DE VERACRUZ.

Desde el período Clásico los mayores asentamientos -- concentraron la atención, no solo' de los pobladores zonales, sino también de aquellos grupos que se fueron imponiendo so­ bre el área. El Tajín, Castillo de Teayo, Zempoa 1 a, Huitzi1¿ pan, Mict1ancuauht1an, Coatepec, Xicochímalco, Nopiloa, Co- - taxtla, Huatusco, TIat1auquitepec, Ahu i 1 i zapan (Drizaba), Co sama 1oapan , T1 acota 1 pan y quizá Quiahuiztlan, fueron asenta­ mientos en que se concentró población, y a los que fueron -- acudiendo los recaudadores de los sucesivos grupos de poder, terminando por los Aztecas, quienes mantuvieron abierta la - red de rutas que, se observa, existían, de acuerdo a la in­ formación recopilada por Barlow (1949:89).

AREA OAXAQUEÑA.

En razón de las superficies abiertas que pudieron ha­ ber sido destinadas para actividades mercantiles, en los va­ lles centrales, tanto Monte Álbán (entre Monte Albán y El Ga lio). Loma Guache, Reyes Etla, Cu i 1 apan, Santa Inés Yatzeche, Zaachila, Lambytíeco y Mitla, entre varios otros sitios, — cuentan con espacios adaptables a tal situación. En la Mixte ca: Tlaxiaco, Teposcolula, Coixtlahuaca, Yanhuitlán, Achiu-- tla y Yucuñudahui están en situación similar. Lo mismo puede decirse de Río Grande y Tututepec en la Costa, de Tehuante-- pec, Juchítán y Unión Hidalgo en el Istmo, de Ixtepeji en la Sierra Norte, de Miahuatlán, próximo a la sierra Sur y de -- San Miguel del Puerto en uno de sus parteaguas (Brockington, 193

Es notable que varios de esos sitios fueron importan­ tes mercados en el siglo XVI y lo siguen siendo en la actua­ lidad. En Tehuantepec, Juchitán, Tlacolula, Cuilapan y Santa Inés Yatzeche, se practicó el trueque hasta la década de los 701s de este siglo. Lo mismo ocurría, al decir de comercian­ tes, en Achiutla, Tlaxiaco, Teposcolula, Coixt1ahuaca, Tila- tongo, Tututepec y en varias poblaciones de las sierras Maza teca, Chinanteca, de IxtlSn y Mixe, hasta la misma época.

Del comercio del Postclásico Tardío en Oaxaca, Broc-- kington dice lo siguiente:

"...En el momento de la Conquista, en Oaxaca ope­ raban tres sistemas principales de intercambio.

a) La red de la recolección, transportación y dis_ tribución del comercio tributario Azteca. Org¿ nizada alrededor de la recolección que realiza ban los mercaderes o Pochtecas. b) Un sistema de comercio costero, organizado al­ rededor de un incremento de riquezas y de art£ culos de lujo, integrado económica y política­ mente por vagas alianzas de estado dé reinos - naciona1 istas , localistas y poderosos. c) Una interacción simbiótica de ecosistemas dis­ tintos, uno de tierras de altura medía y otro de la costa que, además, sirvió de manera zo-- n:l para articular los otros dos sistemas. — (Brockington , 1978:1 1 3- 1 14).

En el proceso de interacción, Brockington hasta notar el importante papel que la población de Miahuatlán debió de­ sempeñar, ya que su posición geográfica da acceso a Sierra - Sur, a la zona de los Coatlanes y a la cuenca alta del rio - Tehuantepec. Se piensa que, de manera local, las poblaciones 194 de Juquila, Paníxtlahuaca, Tlazoyaltepec y Santa Cruz Taca-- hua pudieron haber desempeñado una función similar. RELACIONES DE VIAS Y COMERCIALES FUNDAMENTALES DURANTE LAS EPOCAS A ESTUDIO VISTAS A LA LUZ DE INVESTIGACIONES DE CAMPO.

4.1. UNA VISION GENERAL DE LAS RELACIONES COMERCIALES.

El hecho de que, a lo largo de los últimos 70 años -- haya sido posible realizar exploraciones en casi todas las - regiones de Mesoamérica, ha permitido que poco a poco vaya­ mos teniendo una mayor comprensión de los procesos de desa­ rrollo cultural de los pueblos que ocuparon las diferentes - sub-áreas. Asi, contamos ya con información relativamente -- confiable (desgraciadamente no completa y por ello, perfec­ cionadle) , sobre áreas específicas y sobre la secuencia cro­ nológica en que se sucedieron los diferentes grupos que han estado asentados en cada región. Sólo en algunas zonas espe­ cíficas, tales como por ejemplo la Sierra Madre del Sur, la Sierra de Ixtlén o Sierra de Juárez, la Sierra Mixe y la Re­ gión de los Chimalapas en Oaxaca, la información, y menos la referente a rutas e intercambios, aún no ha podido ser com­ pletada por falta de trabajos de campo. La gran extensión — del territorio que nos ocupa y la falta de recursos oficia­ les para realizar mas exploraciones, han incidido directamen te en que no haya sido posible fijar los pilares estratígrá- ficos completos en todas las regiones. En contraposición, de bido a que se han implementado proyectos de ivnestígacíón de carácter muy amplio e interdi se ip1 inari o, para algunas zonas existe mucha información que ha permitido conocer no solo la secuencia, sino la totalidad de los a sentara i entos superficie 'ns situados en áreas de varios miles de kilómetros cuadra-­ 196 dos. En el Valle Pob1ano-Tlaxca1 teca, en el Valle de Tehua — cán, en los Valles Centrales de Oaxaca, en algunas zonas del área maya, y por supuesto en la Cuenca de México, se ha avan zado muchísimo en el análisis de la arqueología superficial, quedando sólo por cubrir aspectos muy especializados o aná­ lisis de rasgos absolutamente específicos.

Así las cosas, en el área que nos ocupa y en los perío dos que son de nuestro interés, con la iniciación de los pe­ ríodos Protoc1ásico, Clásico y Postclásico, presentes el prj_ mero en zonas, y los otros en la totalidad del área, se de­ bió presentar un proceso de relaciones de intercambio y co­ merciales de carácter extenso. Tanto en la zona de influen­ cia teotihuacana como en el área Maya la distribución de pro ductos fue grande. La influencia teotihuacana llegó en el -- occidente hasta Sinaloa y hasta las costas de Colima y Mi — choacán; por el oriente hasta Veracruz y el sur de Tamauli-- pas y hacia el sur hasta Guatemala y Honduras. Colateralmen­ te, dentro del área Maya se produjo una expansión y difusión de conceptos religiosos y de la parafernalia ritual en que - se apoyaban; y las necesidades del transporte de mercancías, algunas de ellas voluminosas como los fardos y canastos de - fibra y ropa de algodón, debieron inducir a la construcción- de los primeros caminos, que en los altos de Guatemala, las regiones del Petén y el Usumacinta, la zona Maya central y - el norte de Yucatán inici a 1 mente, constituyeron una extensa red de veredas de las que muchas posteriormente se converti­ rían en verdaderas vías que unieron ciudades como Cobá, Yax- huná, Kucikán, Cauán, Ixil, Kitamá, Telcox, Izamal, Aké, -- 197

Cantuníl, Ucí, Chichen Itzá y Bacalar en Yucatán y Quintana Roo; Tikal y Uaxactún en el Petén guatemalteco; Copán y Qui- riguá en territorio hondureno y Lubanntun y PusilhS en Hond¿ ras Británicas.

Fue durante este período, fechable entre poco antes - de la época de Cristo y el año 1200 de la era, que los gru-“ pos humanos se fueron congregando en ciudades y desarrolla­ ron una organización social y política de manera que el co­ mercio se fue haciendo más extenso y formal.

Bajo el dominio y dirección de la clase sacerdotal Im perante, perfectamente apoyada en la labor de un campesinado activo y eficiente, se trazaron y construyeron los grandes - centros ceremoniales que albergaron a las personas dedicadas al culto, existiendo un marcado contraste entre las suntuo­ sas construcciones de los centros y las habitaciones de la - clase baja que se distribuían por los contornos de los mis­ mos .

La existencia de una clase dirigente superior, el au­ mento de población y las demandas económicas de los centros urbanos, hicieron que se ahondara la división social y se i n crementaran los oficios. Existieron ya personas que se dedi­ caron, entre otras cosas, a la cestería, a la elaboración de determinados textiles, a la alfarería, la búsqueda, extrac­ ción y transporte de barros, la fabricación y transporte de cal, la elaboración y transporte de sai, la cantería, la ex­ tracción, transporte y tallado de obsidiana, la lapidaria de objetos suntuarios y la albañilería, carpintería, pintura, - 198 construcción» curtiduría» caza, pesca, medicina tradicional, herbolaría, comercio, y posiblemente hasta a la recolección de impuestos en especie. Sobre todos ellos comenzó el peso - de la clase gobernante.

"...Este cuerpo de artesanos especializados, la e_s tandari zac íón de algunos artículos como la cerámi­ ca, que ahora ya se produjo en moldes y las necesj_ dades de lujo que el sacerdocio y la nobleza exi­ gían, hizo que algunos centros, poblaciones o al­ deas, se convirtieran en productores de determina­ dos objetos, cuya oferta y demanda comenzaba a ser considerable, a la vez que se abrieron nuevas ru­ tas mediante la exploración o la penetración en -- otros territorios. Así, el comercio pasó a las ma­ nos de unas cuantas personas que actuaron como ver daderos mercaderes y contaron con auxiliares que - de un modo u otro les ayudaron para la transporta­ ción. Los sitios arqueológicos muestran el f1 oree miento del comercio a través de la mayor cantidad de materias primas y objetos manufacturados que -- han sido encontrados. Podemos mencionar como sobre salientes en este aspecto los grandes centros ce­ remoniales del altiplano, la costa de Veracruz, la región oaxaqueña, el valle pob1ano-t1axca1 teca , la depresión de More 1 os y la zona maya..." (Piña Chan, 1 959:922) .

También en esta etapa de desarrollo, es que se esta­ blecen barrios de artesanos y comerciantes en las diferentes ciudades. En Teotihuacan agrupaciones totonacas y zapotecas. El desarrollo de esta etapa de preponderancia religiosa creó una gran movilidad en intercambios y comercial, la que d i ó - origen a la difusión de los teotihuacano y lo maya, lo según do presente en Kaminaljuyú, Uaxactún, Tikal, Altar de Sacri­ ficios y otros sitios, y lo primero, que llegó hasta el nor­ te de Veracruz, la costa del Pacífico hasta Guerrero, el Va- 199 lie de Puebla-Tlaxcala, el Istmo de Tehuantepec, algunas re­ giones de Oaxaca y la Depresión de More los.

Según Pina Chan: "...En Teotihuacan las pinturas murales muestran - una serie de sacerdotes ataviados con tocados de - ricas plumas verdes de quetzal, que provienen in­ discutiblemente de las tierras Altas de Chiapas y Guatemala (los bosques neblinosos en que vive esa- especie), pectorales, orejeras y cuentas para co­ llares hechas de jade, conchas y caracoles del Pa­ cífico, yugos labrados al estilo totonaca, cerámi­ cas con glifos mayas, objetos de serpentina y teca li, etc...... El algodón utilizado en los vestidos polícromos, el cacao representado en las pinturas del Tlalocan y los aspectos anteriormente citados, son prueba del comercio foráneo de esos tiempos, - en tanto que Teotihuacan producía y enviaba a 1ug¿ res d i stantes sus figurillas de barro y su cerámi­ ca ceremonial a Oaxaca, a la costa del Golfo, a — Guatemala, a Colima, etc., o los vasos decorados - al fresco que se han encontrado hasta en Kamlnalju yú, Guatemala...... Las limitaciones de las dístín tas zonas de la región maya hicieron también que - el intercambio de productos y materias primas al­ canzara una mayor distribución. Existían un comer­ cio intensivo de la obsidiana (piedra volcánica),- jade, plumas finas, alabastro, cerámica, cacao, — etc., entre los distintos centros ceremoniales de la región y aún con pueblos del altiplano dé Méxi­ co. Para poner sólo un ejemplo de este comercio, - basta citar los estudios hechos en Uaxactún, Guate mala por Kídder, quien dice que el lugar era un — centro ceremonial y también comercial que importa­ ba obsidiana verde desde México, obsidiana negra y cinabrio de los Altos de Guatemala, lava volcánica para metates procedente de Honduras Británica, co£ chas y caracoles del Pacífico y del Atlántico, ja- des del Usumacínta, plumas de quetzal, cerámica anaranj ada delgada del Altiplano, sal y cacao... - ...A su vez Uaxactún suministraba hule, copal, pie 200

les de animales tropicales, plumas de pájaros y - maderas preciosas. Servía casi todo ello para el¿ borar artículos de lujo como los finos vestidos - de los señores principales, las faldillas de piel de jaguar y de ocelote, los asientos de los mis-- mos materiales, capas, sandalias y las esculturas y relieves en madera". (Pina Chan, 1959:923). "...A partir de este período, el relativo aisla­ miento de las comunidades prácticamente desapare­ ce. Los abundantes materiales y objetos hallados en los cementerios y tumbas así como la lejana -- procedencia de muchos de ellos, presuponen la — existencia de una red, cuyos nodos fueron los po­ blados permanentes que sirvieron de intermedia-- rios en las relaciones comerciales. Durante esta época urbana el excedente de productos domésticos no solo debió ser suficiente para su intercambio por materiales y productos exóticos, sino capaz - de sostener a un cuerpo de artesanos especializa­ dos, a una incipiente clase armada, que pudo ser responsable de la seguridad en ruta, y a la clase dirigente...... De tal manera que se sacrificó la autosuficiencia económica de tiempos aldeanos an­ teriores, para estructurar una nueva, en la que - se advierte la consolidación y centralización del sistema económico, la manufactura especializada y el comercio exterior." (Cardós de Méndez, 1959: -

Tentativamente, también pueden señalarse para este pe ríodo considerable número de rutas. Sólo en Oaxaca se supone que existen, por ejemplo, un respetable número de veredas -- que unían poblaciones, tanto por regiones como a nivel zo— nal. Los Valles Centrales estaban bien comunicados; baste ob servar la patente importancia de Monte Albán y Atzomba, Ix-- tlahuaca, Cacaotepec y Loma Guache, Reyes Etla y San José Mo­ gote, Muijazoo o Cerro de la Campaña y Suchi 1qui tongo, Santo Domingo Tomaltepec, San Sebastián Abasólo, San Juan Tetlic-- pac, Lambityeco, Y aguí, Milla y Xaagá; Cuilapan y Zaachila, 201

Jalieza, Yatzeche y Huixtepec. Similar situación se presenta en la Depresión de Morelos con Xochicalco, San Miguel Coa--- tlán y otros sitios y en la parte sur de Puebla con Izücar y Tepeji el Viejo. En la Mixteca Diquiyü, Cerro de Las Minas, Cerro de la Codorniz, Co i xt 1 ahuaca., Tilantongo, Apoala, Achiu tía, Huamelulpan, Tayata y Juquilita, asi como Panixtlahuaca; y en la costa Rio Grande, Nopala y Rio Viejo, asi como Tutu- tepec, Cerro del Vigía y Huatulco (Apreciaciones personales).

En el área Poblano-Tlaxcalteca están Cholula, Huejot- zingo, San Nicolás el Grande, Teteles de Zumpango, Tepeyan-- co, Tepeticpac, Manzanilla, Cacaxtla, Tlalancaleca y Tiza--- tlán.

Debió existir, asimismo, una ruta de Teotihuacan a la zona centro-norte de Veracruz. Apunta a ello la localización de un corredor de varios kms. de ancho que integran una faja de sitios al norte de la Malinche y también la ubicación de Tepeapulco y Huapa1caIco, en los que quedan restos de calza­ das y que están estratégicamente situados para tal efecto. - Ambos presentan arquitectura absolutamente teotihuacana (Gár c1 a Cook , 1976 : 59 ).

Por otro lado, existieron importantísimas relaciones entre Teotihuacan y varias áreas del occidente. Baste mencio nar la presencia de arquitectura teotihuacana en el Valle de Atemajac (El Ixtepete, cerca de Guadalajara) y en Cajítitlén, así como en Ixtlán del Río, Nayarit, y en varios sitios de - la cuenca de los ríos Lerma-Santi ago, entre ellos Río de Las Lajas, en León, Gto. 202

En Veracruz, los sitios centrales de ocupación totona ca abundan y sus interrelaciones son patentes; surge el Ta — jín como una ciudad principal en todos los órdenes, aparece Yohualíchan como un punto intermedio en la ruta del altipla­ no. Se observan relaciones con Pánuco y Tamuín y con varias poblaciones situadas más *8-1 sureste, principalmente Las Hi­ gueras. Los intercambios en esa área hicieron llegar elemen­ tos culturales totonacos y mayas a Teotihuacan y Choluía. En aquella ciudad, el barrio de los comerciantes situado al — oriente de la población ha revelado la enorme influencia que la cultura del Golfo de México ejercía sobre el área teoti — huacana del altiplano (Rattray, .1988:1 75), ya que de ahí se traía en "contenedores" de carrizo la mayor parte del algo­ dón que se utilizaba y ahí se encontraban artesanos especia­ lizados que recibían la materia prima y la convertían en ar­ tículos suntuarios, o bien en los atavíos de la clase en el poder.

En el transcurso de los siglos VII, VIII y IX, la de­ sintegración, abandono y en ocasiones destrucción de los es­ tados y ciudades teocráticas, ocasionada por una serie de -- factores climáticos, económicos, políticos y humanos eslabo­ nados, dio paso a la organización social militarista que en­ contraron los conquistadores españoles, pudiéndose conside­ rar el advenimiento de la misma, según las regiones, hacia - los años de 700 a 1000 d.C.

Los estados militaristas establecieron condiciones di ferentes de dominio y se iniciaron, o por lo menos se incre­ mentaron, los conflictos armados de expansión y sojuzgamien­ 203 to. A partir de ese «omento surgieron dos grupos hegemónicos en el ámbito mesoamericano, aunque no antagonistas entre sí, quedando establecidas dos grandes zonas de influencia: la NS huatl y la Haya.

En la primera "...desconocían las bestias de car­ ga y la rueda, pero transitaban con sus mercade­ rías por senderos y veredas bien trazados. Los re yes y caciques cuidaban de que se conservaran las rutas y se hicieran otras nuevas y promu 1garon le yes que obligaban a reparar los caminos sobre to­ do después de las temporadas de lluvias. En estas labores trabajaban, principalmente, los prisione­ ros de guerra y los presos comunes, pero todos -- los hombres, salvo los guerreros y dignatarios, - estaban obligados a destinar a estas tareas algu­ nos días al año. En la Mixtees y los Valles Cen­ trales de Oaxaca persiste esa costumbre (tequio), pues los vecinos de pueblos y rancherías ceden ra ello un día de su trabajo personal a la sema­ na ...... los servicios de correo fueron rápidos - y eficientes y los caminos permitían el paso da - las caravanas de tameses y la movilización de ios ejércitos..." (López Rosado, 1977 :Caminos:1189), En la segunda "...la agricultura parece decaer — considerablemente, se recurre más a las importa­ ciones , se necesita la intervención de los tratan tes que atienden el mercado, se establecen los — grandes mercados y los funcionarios de los mis­ mos , se definen claramente las unidades de cambio y se realizan transacciones en gran escala, com­ pra de esclavos, préstamos, etc...... Las rutas - marítimas y la navegación se desarrollan, las pe­ queñas ciudades se pierden para dar lugar a las - provincias con varios centros urbanos dependien­ tes de ellas; los deseos de extender los territo­ rios conducen a los conflictos bélicos y los mer­ caderes se asocian a la guerra. Los tributos y — las riquezas se almacenan para ei pago de funcio­ narios y sostenimiento del Estado, así como para 204

el disfrute personal y el acompañamiento a la -- otra vida; mientras que la masa de la población desheredada permanece en una situación casi de - siervos...... la carencia de medios de transpor­ te por medio de bestias o de locomoción hizo ne­ cesaria la energía y la fuerza humanas para su­ plir en lo posible tal deficiencia. El esclavo - fue, por 1 o tanto, útil mercancía que se destín^ ba, tanto para las labores agrícolas y de reco­ lección , como para medio de transporte terrestre y marítimo (cargador o remero). El esfuerzo huma no hizo posible que las canoas hechas de troncos de madera se desplazaran y rodearan la Península de Yucatán, desde el Golfo de México hasta Cen— troamér i ca, y que se internaran hasta t ierra f ir me surcando las partes navegables de los ríos. - Recorriendo las largas calzadas o sac-b-eob y -- los senderos que cruzaban montes y escalaban mon tañas, los esclavos transportaban desde lugares distantes, útiles mercaderías que fueron incre­ mentando un intercambio comercial inter-regiona 1 que llegó a ser de gran importancia..." (Cardós- de Méndez, 1959:1 1 ).

Respecto a las rutas terrestres, los antiguos viaje­ ros mayas contaron con la ayuda de mapas hechos de tela de - algodón, como el que facilitaron a Cortés los señores de Ta­ ba seo y Xicalango para su viaje a Las Hibueras, y en el que "...estaban señalados los lugares, ríos y poblaciones que -- era necesario pasar para llegar a Nicaragua." (Herrera y Tor desillas, 1934:176).

Otro aspecto importante en las vías terrestres fué la existencia de los enormes y largas calzadas que había en mu­ chas partes, y de las que aún quedan vestigios, principalmen te en la parte oriental de la Península de Yucatán. Estas -- calzadas o sac-b-eob (sac, blanco, -b, camino, -ob, sufijo - 205 que denota plural) (Benavides, 1979:308), fueron seguramente construidas con varios objetivos; para el tránsito religio­ so, para el tránsito comercial, para facilitar el control po Utico y económico de asentamientos próximos de buena produc tividad y para asegurarse de que todos los productos distri­ buidos hubiesen pasado, pagando los convenientes impuestos, por las manos de las personas autorizadas para su comercia­ lización oficial, si bien, dado su trazo, los comerciantes - las usaron por comodidad y conveniencia. En ese sentido se - expresan algunos autores como Thompson (1950:193-194) y Ca­ rrillo y Ancona (1895:205-206). El esfuerzo que implicó la - construcción de esos amplios y largos caminos de mamposterI a, solo fué posible gracias a la existencia de poder económico, mano de obra suficiente, barata y adecuadamente impulsada y una religiosidad sólida con deseo firme de facilitar las pe­ regrinaciones y grandes procesiones religiosas que venían de todos los puntos a los santuarios mas venerados de la tierra maya. El hecho es que los ejemplos más notables que nos que­ dan de esas construcciones, están o se dirigen hacía aque - - - líos lugares que según las fuentes históricas eran asiento - de los dioses, los santuarios mas venerados, o los lugares - de asentamiento de familias que ostensiblemente detentaban - el poder. Por ejemplo los de la zona Yaxhuná-Cobá, que estS- en un camino principal que se dirigía a la costa, Role Xca— ret donde se embarcaban para ir al santuario de Cozumel; los caminos que irradian de Izamal, otro lugar de gran venera — ción y culto, y los que parte de Uxmal, sitio con similares características. 206

Parece que ciertas poblaciones mayas presentan cami­ nos en cruz. Tozzer (1941:126) comenta:

"...Tuvieron cuatro veredas que partían de ellas, correspondientes a los cuatro puntos cardinales.. ...algunas poblaciones presentaron un aspecto re­ ticular en las salidas de sus caminos."

Asimismo, al referirse a Izamal, Lizana (1893), dice:

"...Ahí ofrecían grandes limosnas y llevaban pre­ sentes y hacían romerías de todas partes; para lo cual habían hecho cuatro caminos o calzadas a los cuatro vientos que llegaban a todos los fines de- esta tierra, y pasaban a la de Tabasco y Guatema­ la y Chiapas, que aún hoy ven muchas gentes peda­ zos de vestigios de ella...... tanto era el con­ curso de gente que acudía a estos oráculos de Ytz nal VI y Tiab VI, que hablan hecho caminos."

Similar situación debió presentarse en Kabah, en Can- sahcab y en tabná, donde se observan posiciones geográficas favorables para el mismo concepto y se sabe que también fue­ ron centros importantes de culto. Cansahacab ha sido comple­ tamente destruido por la actividad predatoria desde la Colo­ nia hasta nuestros días, y por ello puede ser difícil locali zar la evidencia. (Garza Et al, 1980:65).

Por su parte, Charnay (1933:172), dice en un párrafo:

"...nosotros hemos encontrado rastro de un camino cementado que parte de Izamal hacia la costa fren te a la isla de Cozumel...".

tanda, al hablar de los edificios de T'ho (Hoy Méri— da) señala que existía un camino que la comunicaba con ¡za­ ina 1 : 20?

"...están trece leguas de los de Izamal y ocho de la mar, como los otros, y hay señales hoy - en día, de haber habido una hermosa calzada de los unos a los ot«os..." (1959:56).

La existencia de numerosas calzadas que comunicaban - las diversas poblaciones entre si, asi como las que habían - para comunicar los varios edificios y construcciones dentro de cada población, ha sido fácil de comprobar por los restos que quedan de ellas. En Kabah aún es visible parte de la que partía rumbo a Uxmal. En Oxkintok, Edwin Shook (1940:36), -- menciona la existencia de una red de caminos artificiales -- que enlazan las diversas construcciones y señale la pos i bi H dad de una calzada que comunicaba ese sitio con Uxmal. No es difícil que también haya existido otra dirigida a Chunchuk-- mil, ya que esta última población se encuentra muy cercana a una serie de albuferas y lagunas litorales que debieron ha­ ber sido fuentes importantes para el abastecimiento de sal y de alimentos. En Ch i chén- Itzá, Landa menciona la calzada que va desde el edificio conocido como el Castillo hasta el Cano te Sagrado:

"...tenía delante la escalera del norte, algo -- aparte, dos teatros de cantería, de a cuatro es­ caleras y enlosados por arriba, en que dicen re­ presentaban las farsas y comedias para solaz del pueblo (posible referencia a la construcción co­ nocida como la Tumba del Chak Mool, y otra no -- identificada)...... va desde el patio enfrente - de esos teatros, una hermosa y ancha calzada has ta un pozo como dos tiros de piedra. En este po­ zo han tenido y tenían entonces costumbre de — echar hombres vivos en sacrificio a los dioses - en tiempo de seca..." (Landa, 1973:138). 208

Aunque no parecen existir sac-b-eobs que partan de - Chichón, no debe descartarse la posibilidad de que estén muy destruidos porque desde el grupo de las Monjas parece partir uno rumbo a Yaxhuná y de atrás del Juego de Pelota también - parece salir otro que, atravesando un grupo de ruinas, cont^ núa rumbo a ízamal, o quizá a Kantunil.

En Labná, Saville (1930:97) menciona otra calzada:

"...ful empeñoso en la excavación de las ruinas de Labná y tenía que cruzar diariamente un vie­ jo camino que se extendía 600 pies desde el Pa­ lacio hasta el Templo. Ese camino estaba en un avanzado estado ruinoso y no tenía más de 25 -- pies de ancho y aproximadamente 4 pies de altu­ ra...".

En lo que respecta a la población de Celul (hoy Xke-- rul), abandonada hace tiempo, se registra otro camino que la unió con el pueblo de Ichmul. Ambas poblaciones pertenecían- a la provincia de Cochuah (Roys, 1957:71).

Pole, el punto de embarque hacia Cozumel, ha sido iden tificado por Heweny Roys como el sitio llamado Xcaret, en -- Quintana Roo, el cual tiene una laguna litoral y es el único lugar en la costa desde el que se puede ver la isla de Cozu­ mel. Además, es buen puerto para canoas (posee por lo menos una dársena) y es también un importante sitio arqueológico - desde el cual parten varias calzadas antiguas, muy destruí-- das, entre las que muy posiblemente haya una que se dirija - al grupo Honoch Muí de Cobá (Roys, 1957:76). López de Cogo-- Iludo (1954:287) menciona dichas calzadas utilizadas para -- las peregrinaciones que venían desde todos los puntos de la 209

Península y dice que "...hoy permanecen en muchas partes ves. tigios del las, que no se han acabado de deshacer".

En lo que respecta a los varios caminos que irradian de Cobá, el haber sido descubiertos en un momento relativa­ mente temprano, les asignó una gran importancia. Por ello, - se sigue pensando que la zona oriental de la Península posee los caminos más importantes y esta opinión se refuerza debi­ do a la existencia del sac-b-eob Cobá-YaxhunS» el cual es -- con mucho el más largo construido por los antiguos mayas con una longitud cercana a los 100 kms. y una anchura próxima a los 10 mts. Ese sac-b-eob, visto primero por Stephens y lue­ go por leobert Haler» y dado a conocer por Tilomas Gann (El - al, 1931:60), comunica en realidad cinco poblaciones en las que se conservan muchos montículos, estando entre si a dis­ tancias promedio de 18 kms. los sitios de Cauan, Eka1 , Xcahu mil y Sisal. En él fue encontrado el rodillo dt piedra cali­ za que quizá sirvió para aplanarlo y que menciona Villa Ro­ jas (1934:192) y Morley (1972:325-26). Su construcción debió realizarse en el Baktún 9. Una estela de Cobá lleva la facha 9.9.0.0.0. que, según la correlación Goodman-Martínez-Thomp- son, corresponde al año 613 d.C.

Respecto a Cobá, tanto los viajeros como los investi­ gadores que han actuado en esa región nos dan importantes da_ tos sobre los varios Sac-b-eobs que parten de sus grupos de ruinas. Cobá, a juzgar por su extensión y por sus primeros - edificios fue una importante ciudad ya activa en el Clásico Medio y que en el Clásico Tardío tenía por lo menos cuatro - importantes conjuntos de edificios que actualmente reciben - 210 los nombres de Grupo Cobá, Grupo Macanxoc, Grupo Honoch Huí y Grupo Chumuc Huí, que se encuentran distribuidos en la zo­ na nororíental del sitio, próximos a dos lagos que reciben - los nombres de Macanxoc y* Cobá.

La secuencia cronológica del sitio, además de estar - registrada por investigaciones arqueológicas controladas, es tá consignada también en una gran serie de 23 estelas escul­ pidas, en que aparece como una fecha temprana muy importante el 623 d.C. (correlación Goodman-Martínez-Thompson) época en & S que otras ciudades mayas estaban siífriendo colapsos y tenían que ser abandonadas o sufrir pna despoblación. En los siglos subsecuentes, hasta llegar al XV, Cobá siguió siendo una c i jj dad de primera importancia.

De manera indiscutible, dado el dominio que debió — ejercer sobre muchas poblaciones .próximas, hubo el tiempo, - la mística y los recursos económicos y humanos suficientes - . 401 para poder construir, además “de todos los grupos de edifi-- cíos, 42 Sac-b-eob que cierren en líneas recta hacia ellos y hacia diversos poblados; con longitudes qur varían desde — cientos de metros hasta decenas de kilómetros. Además del -- Sac-b-eob Núm.1 que se dirige a Yaxuná, el que le sigue en - longitud es el Núm.16, construido hasta el sitio de Ixil con desarrolio aproximado de 20 kms. y hay otros que se dirigen, individual y d i rec táment-e a Telcox (Núm.5), San Pedro (Núm.- 3), Kitamná (Nüm. 15)». Nucmul (Núm. 14), Kusikán (Núm.8), Akal ché Sinacal (Núm.13), Mulucbaob (Núm.30), Chanmuul (Núm.16), Uxuul Beuc (Núm.7) y Dzib Muí (Núm.18). Este último sitio -- presenta marcadas similitudes con Okop, siendo contemporáneo 211 de él y presentando también los mismos glifos calendáricos - esculpidos en piedra (Benavides y Robles, 1975: ). Del ca­ mino a Kusikán, Thompson señala que a cierta distancia alean za una altura de seis a siete metros sobre el nivel del te­ rreno, teniendo pasajes construidos debajo, a la manera de - las alcantarillas de carretera y con la típica bóveda de las construcciones mayas, que se infiere eran utilizadas para -- cruzar el camino sin tener que subir a él.

En la región nororiental y noroccidental de la Penín­ sula también se construyeron Sac-b-eob de enorme interés. — Los principales son los que unen Izamal con Aké, Izamal con Kantun i 1 y Uxraa1 con Kabah , con posible extensión a Oxk i n-- tok. Todos ellos, como también ocurre con los de la región - oriental, debieron estar conectados con una gran red de ve re das que actuarían como a 1imentadoras, en ciertos casos, y co mo rutas troncales en aquellos en que, por no existir rela­ ciones o lazos de parentesco entre los gobernantes, o por no haber habido la oportunidad, no se construyeron los caminos que completaran la red. Benavides (1979:308) piensa que sólo se di6 el caso de este tipo de obras cuando grupos elitistas emparentados entre sí tuvieron la posibilidad de contar con un camino monumental de múltiples usos que uniera sus cabece ras políticas, y cuando ese grupo rector, poseedor de fuerte concentración de recursos económicos y políticos, contó con­ suficiente fuerza de trabajo disponible, tanto intelectual - como física. El mas pequeño Sac-b-eob implicó la remoción y el acarreo de muchos miles de toneladas de piedras, relleno, cal, tierra y sillares de cantera que tuvieron que ser labr¿ dos, careados y colocados.

Respecto a la zona Sur, no se han hallado suficientes 212 evidencias arqueológicas que demuestran la existencia de ca­ minos de mampostería. En cambio, si hay algunas referencias históricas, como la que cita Blom, hallada en un manuscrito del Padre José Delgado en que narra su viaje de Cahabón a -- Bacalar:

"...(él) siguió caminos a través de los pantanos que habían sido construidos en tiempos antiguos y aún estaban bien conservados" (Blom, 1986:430).

El conquistador Pedro de Alvarado menciona en una car ta que existía una calzada hecha a mano para entrar al pue­ blo de Vilatán (Ulután?) en Chiapas:

"...La ciudad de Vilatán es muy fuerte en demasía y no tiene sino dos entradas, la una de treinta y tantos escalones de piedra muy alta y por la otra parte, una calzada hecha a mano..." (Cardós, --- 1959:89).

En la relación de Fray Alonso Ponce en Yucatán se men clonan algunos caminos que siguió este religioso:

"...A veinticinco leguas de íchmul se alcanza la Bahía de la Ascención...... un gran y buen puer­ to...... está a más de treinta leguas por buen - camino de la ciudad de Yaiiadoiid...... la auto­ ridad dejó Ichmul...... y viajó cuatro leguas de buen camino llegando a Tixolop (Tiho 1 op )..." — (Cardós de Méndez, 1959:89).

La carencia de mayores datos sobre esos caminos no -- nos permite saber si eran semejantes a los Sac-b-eob del ñor te de la Península o no. Para el tránsito de los viajeros, - comerciantes, caravanas o peregrinaciones, debieron existir varios tipos de caminos, quizá alguna que otra espléndida -- 213 calzada de manipostería y desde luego multitud de senderos -- abiertos en la selva.

Mientras en la zona norte la abundancia de piedra fa­ cilitó en alto grado la ardua tarea de construir los Sac~b — eob, en las regiones de mayor vegetación está debió ser más difícil, primero porque los bancos de piedra están sepulta­ dos por tierra y los árboles crecen sobre ellos y segundo -- porque ya hecho el camino, una vez que no reciba mantenimien to, será muy prontamente destruido y sepultado por los árbo­ les, la tierra y la acción excavadora de muchos animales. Sin embargo, no existe razón lógica para suponer que en re­ giones donde se alcanzaron brillantes adelantos en varias nía nifestaciones culturales, no se hubieran construido caminos en algo similares a los hallados en la zona norte. Franz --- Blom, en su visita de exploración a Palenque en 1923, encon­ tró sobre un río restos de construcciones a los lados de la corriente para soporte de troncos de madera y la superficie de una calzada de manipostería que enlaza dichos puentes - - - - (Blom, 1986:269).

Esta información de Blom sobre Palenque, la informa­ ción del Dr. Román Pina Chan sobre la existencia de vestí — gios de calzadas en el sitio llamado El Tigre sobre el río Candelaria en Campeche y el puente reportado en 1928 por -- Thomas Gann, Thomas Joyce y Emi 1 Grunning, situado en el si­ tio arqueológico de Pusilhá en Honduras Británicas, son los únicos datos de construcciones de ese tipo en las regiones - sureñas de la Península de Yucatán. Debido a que no se han - realizado exploraciones encaminadas a localizar rasgos cultu 214 rales de 1 t ipo que nos ocupa, 1 a información, como puede ver se, es muy limitada. 4.2. RELACIONES COMERCIALES _EN LAS DIFERENTES SUB-AREAS MES OAME RI CANAS.

En razón de las diferentes características geográfi­ cas y de producción económica que presenta cada una de las - sub-áreas de Hesoamérica, se cree conveniente incrementar la información en detalle de cada una de ellas.

4.2.1. LAS RELACIONES COMERCIALES EN EL VALLE POBLANO-TLAXCALTECA Y AREA |UR DEL ESTADO DE PUEBLA.

Si bien el área trabajada intensivamente en esta re — 2 gión no llega a los 4500 km ., de la.zona muestreada y de — las que no lo han sido pero que contienen grandes asentamien tos, se ha obtenido una buena cantidad de información.

A partir del siglo II d.C., en la región existía una tradición cultural local generada en el desarrollo de aldeas que fundamentaban su crecimiento en el aprovechamiento de re cursos acuíferos, riego rodado y de otros recursos vegetales y animales, todo esto debido a que esa región recibe los es- currimientos del flanco oriental de la Sierra Nevada y de to do el Volcán de la Mal inche. Esta capacidad de producción y el hecho de generar excedentes, hizo que desde ese momento - (fase Tezoquipan) (200 a 650 d.C.) iniciase sus actividades, además de las ya existentes ciases de sacerdotes y artesa — nos, la de los comerciantes en los poblados medíanos y de -- gran tamaño. García Cook (1976:41), explorador del área, se­ ñala que en ese momento ya existían excedentes para sostener a esas tres clases y, como consecuencia, fue posible un in­ cremento en la población. La religión estaba plenamente esta^ blecida, habiendo deidades ya muy específicas (fuego, llu-- via, Venus y muerte) y los sacerdotes ya ejercían un control 216 político y económico. En ese momento fue posible generar in­ tercambios con otras zonas más o menos próximas; dichos in­ tercambios se realizaron ínicíalmente con la Cuenca de Méxi­ co y poco después con algunas áreas del occidente del país. Parece que el área influyó en algún grado sobre Teotihuacan, la gran metrópoli, que entonces surgía en la Cuenca de Méxi­ co, habiendo por lo tanto contactos constantes. Con la Costa del Golfo también se registran contactos reflejados en las- formas y en los tipos decorativos de la cerámica y con el Va lie de Tehuacán prosiguieron intercambios existentes con an­ terioridad, aportando la región que tratamos nuevos elemen­ tos de tecnología al Valle tehuacanense. Parece que durante dicha fase la región llegó a alcanzar una gran densidad de - ocupac ión.

Durante la fase siguiente, Tenanyecac (650 a 1100 d.- C.) se transforma rápidamente la población existente en el - área. El fuerte carácter teocrático alcanzado por la socie­ dad anterior se ve transformado y aunque los sacerdotes si­ guen manteniendo cierto control en la dirección de los gru­ pos, se observa el surgimiento de nuevos jefes gobernantes - para los que resulta absolutamente imprescindible mantenerse independientes de la presión que entonces comienzan a ejer­ cer tanto Teotihuacan como Cholula. García Cook (1976:61) bla entonces de la constitución de pequeños bloques denomina dos "Nativitas", "Contlas" y los "Tetlas", que, se observa, tuvieron sitios fortificados o bien se vieron obligados a -- mantener contactos masivos con Teotihuacan, tal parece i nc 1 u so aportaron fuertes contingentes de trabajadores para la -- 217 erección explosiva de los grandes asentamientos urbanos de - aquellas dos ciudades. Para ese momento, los contactos comer cíales parecen invertirse y se crean en la región tres corre dores teotihuacanos; uno que pasa por las llanuras de Apiza- co a Huamantla, el cual se bifurca después siguiendo una ra­ ma hacia el este en dirección al Golfo y otra (el segundo) - hacia el sur rumbo al Valle de Tehuacán y Oaxaca. El tercero, de Apizaco se desvía hacia el sur siguiendo la orilla del -- río Atoyac, formando una banda de 10 kms. de ancho que abar­ ca las cercanías de la ciudad de Puebla (Manzanilla y Chacha_ pa), siguiendo hacia Tepeaca, TecamachaIco y Cuaut i nchan.

Hacia el Clásico Tardío, todavía dentro de la fase -- Tenanyecac y a la caída de Teotihuacan y Cho 1u1 a, adquiere - preeminencia en la región un grupo de o l mee a $_ Xj c_aiancas .Que dominaron en Cacaxtla, Nat i v i tas y Choluta, habiendo tomado esta última ciudad después de una guerra de posiciones. 'Esto documenta, a decir del Arqlgo. mencionado, que en esa zona - el Período Postclásico se inició bastante antes, puesto que las acciones i ndependen t islas de los pequeños bloques del área implicaron una organización militar. A su defensa §1 he cho de que los grupos, por contar con sistemas intensivos de cultivo, pudieron mantener una autosuficiencia e implementar una defensa organizada contando con reservas de alimentos -- (García Cook, 1976:61).

En la fase siguiente, Texcalac (1100 a 1400 d.C.) nue vamente se incrementó el número de sitios entre otras razo­ nes por el aumento de población y aunque las acciones mílíta_ res también sufrieron un incremento por la irrupción de gru­ 218 pos chichimecas y nonoalca-chichimecas y por las luchas in­ ternas por los controles político y económico regionales, -- los contactos e intercambios comerciales existieron y fueron fuertes con las áreas del sur, la zona de Atlixco y la re — gión Nuiñe de la Míxteca Baja, cosa que se observa en la ce­ rámica y las figurillas y un poco más diluidas con la región central del Golfo de México. Con la otra parte del Valle se presentó un intenso enfrentamiento que derivó en un grave -- conflicto armado con Huejotzingo, registrado por los cronis­ tas (Muñoz Camargo, 1978:66).

______En la fase final, Tlaxcala, hubo una primera etapa de intercambios comerciales normales en que los contacos con el Valle de Tehuacán y con la Mixteca Baja fueron intensos; pe­ ro a partir del año 1400, al iniciarse le expansión Tenochca en la Cuenca de México, se produjo el bloqueo azteca. Gran - parte del área se vio impedida de recibir ciertos abasteci­ mientos e ínsumos, entre varios artículos la sal, y ios azte cas' utilizaron a los pueblos de la zona como principales — abastecedores de individuos para los sacrificios a sus dio­ ses, principalmente a Huitzi 1opoch11 i, el de la Guerra, a -- través de las Guerras Floridas. Aún así, Ocotelulco, una de las grandes poblaciones del área, funcionó como mercado y a ella concurrieron gentes procedentes de muchos pueblos del - sur y sureste de la región. En el momento de la Conquista, - tanto Ocotelulco como Tlaxcala, At1 ihuetzian, Tepeticpac y - Cholula eran los principales centros comerciales.

4.2.2. LAS RELACIONES COMERCIALES EN EL VALLE DE TEHUACAN. De acuerdo con los resultados de las investigaciones 219 del Dr. Mac Neish y su equipo (1964:32-33), los Períodos --- Clásico y Postclásico en el área quedan inscritos en las fa­ ses Palo Blanco, que termina alrededor del año 700 d.C. y -- Venta Salada, la cual llegó hasta 1521. El exhaustivo mués — treo que se realizó en el área reveló casi 200 sitios corres pondientes a esos períodos, de los cuales en 17 y 15 respec­ tivamente, se hicieron excavaciones. En ellas se pudo captar que la población practicaba la agricultura de manera intensj_ va apoyada en la irrigación y se construyeron centros urba­ nos con edificios ceremoniales que incluyen juegos de pelo­ ta . También aquí puede observarse una jerarquía que incluyó una serie de funcionarios que controlaron, entre otras co — sas, el agua de riego.

La irrigación en la zona debió ser determinante para­ desarrollar el cultivo del algodón. Ese producto pudo ser -- comerciado ya que su rendimiento por hectárea, aún plantado con espeque, es alto. Por eso los pueblos de la región pudie ron desarrollar actividades textiles y enviar la fibra a -- otras partes del Valle Pob1ano-T 1 axca1teca y a la sección -- central oaxaqueña. Cuando se inció la siguiente fase, Venta Salada, la economía regional estaba bastante consolidada por que la irrigación seguía permitiendo producción de exceden­ tes.

Durante la fase Venta Salada operó el mismo sistema - de división política que se presentó en la Mixteca, en el -- resto del Valle Poblano TI axca 1 teca“ y%n las zonas colindan­ tes del Estado de Veracruz. Surgieron pequeños reinos gober­ nados por un caudillo local cada uno y esta fragmentación -- 220

permitió una red de pequeñas relaciones comerciales que se - manifiestan en la limitada de^spersión de elementos cultura­ les (tipos cerámicos y figurillas). Los dos asentamientos — principales, Venta Salada y el Pueblo Viejo de Tehuacén, re­ velan una organización jerárquica militar comprobable en el reciente hallazgo de la Sala de Armas decorada con pinturas al fresco, encontrada en Pueblo Viejo o Cerro Colorado; por- el Dr. Sísson (comunicación personal). La Sala de Armas exea vada revela, además de la existencia de cofradías militares con advocaciones precisas y atuendos militares específicos, la necesidad de la importación de una serie de insumos de -- que participan los equipos militares, plumas de aves y otros elementos que no existían en esa región. Para el momento de la Conquista, las redes de intercambio comercial en la zona- se mantenían activas y había contactos con la costa del Gol­ fo, con la zona Chinanteca y con otras zonas de la Mi xteca.- En el área actuaban, ejerciendo influencia, algunos cacicaz­ gos cuicatecos, principalmente los de Teutila, Pápalo y Atla tauhea y también se hacía presente población chocho-mi xteca- a la que debieron pertenecer algunos de los señores que go­ bernaron durante esa última etapa. A la permanencia de ese - tipo de población que utilizaba artículos de comercio reser­ vados a la gente de alto estatus, corresponde la importante- densidad y variedad de la cerámica polícroma laca de tipo -- cholulteca en el área, llamando, asimismo, la atención en -- esa región, la extraordinaria variedad en estilos y en dis­ tribución de las figurillas antropomorfas tipo vaso de gran tamaño que se hicieron para representar deidades tutelares - 221

(X i pe, Tláloc , Xiuhtecuhtli , etc.}, los llamados Xantiles.

4.2.3. LAS RELACIONES COMERCIALES EN LA DEPRESION DE MORELQS,

En los dos valles que constituyen la Depresión de Mo- relos, el Período Clásico está señalizado por la presencia - de cerámicas de origen teotihuacano, ya sea por las formas - o por los tipos de barro o bien por obsidiana procedente de Cruz del Milagro, una de las localidades de Cerro Navajas en el Estado de Hidalgo, de color verde obscuro característico y cuya distribución ya en esa época era controlada por la clase teotihuacana en el poder. En el Valle Oriental, las re laciones con Teot i huacan fueron un poco más tempranas y qu i zé más intensas, documentándose una presencia teotihuacana - desde la fase Miccaotli hasta el fin de la fase "Ketepec" -- (150 a 750 d.C. ), en sitios como Oaxtepec, Pantítlán, Iztama tilán, Cuautlixco y Las Pilas. En íztamatitlSn:

“...en los campos de cultivo se encuentran gran­ des cantidades de cerámica teotihuacana. Cerca - de este área hay fragmentos casi completos de in sconfundib 1 es vasijas con soportes de almena, tan to esgrafíadas como recubíertas con una capa de estuco y decoradas con el estili mal clasificado de "pintura al fresco"...Las construcciones semj_ destruidas por un saqueo, revelan la existencia del tablero-talúd sobre estructuras de adobe. A lo largo del río Yautepec se ha recopilado mate­ rial teotihuacano en la zona residencial del — fraccionamiento TicumSn, donde destruyeron "gran- parte de las construcciones prehispénicas para - su beneficio de lotificacíón comercial...... Du­ rante ese período, esa región mantuvo relaciones con el Valle de Toluca, con el Valle de Atlixco y la zona Tetlamixteca de Acatlán, sus correspon 2 2 2

dientes al oriente y con la depresión del Balsas en el Estado de Guerrero. Varios sitios del cur­ so inferior del río Chinaraeca, entre ellos Nex-- tla, muestran evidencia de dichos contactos..."- (Angulo y Hirth, 1981 :84}.

Por su parte, el valle occidental fue el asiento de - dos importantes centros urbanos, teocráticos y culturales -- del México antiguo: Xochicalco y San Miguel Coatlán,

En sus primeras etapas, hacia 800 y 850 a. C. , Xochi-- calco estuvo relacionado con la Cuenca de México y con el va lie oriental de More 1 os. Hacia el principio del Período Clá­ sico, en la zona poco anterior a la época de Cristo, ya de­ muestra tener un importante soporte en sus relaciones comer­ ciales. Aproximadamente veinte de los sitios que lo rodean, varios de ellos ubicados en las orillas o muy cerca del río Tembembe, revelan importaciones directas teotihuacanas (por ejemplo, cerámica anaranjada delgada, Anaranjada lustrosa y- Blanca granular) (li tvak, 1970 a:60 y 1970 b : 13 2 ) . En contra posición, a Teotihuacan fue llevada una cerámica roja sobre blanco granulado que es abundante en varios sitios de la cuen ca medio del río Amacuzac y en varios también de la cuenca - del Tembembe, que parece ser originaria de esas zonas o de - la región colindante del Estado de Guerrero. Otro tipo cerá­ mico que se ha encontrado en El Tajín y que parece proceder de la zona próxima del río Tembembe es la cerámica Lustrosa estudiada por Evelyn Rattray en su tesis de maestría. De ser correcta esta situación, la Depresión de Moreíos y la zona - clásica totonaca de! norte de Veracruz estuvieron interconec tadas y no sería difícil que lo hayan estado a través de co­ 223 merciantes del barrio que en Teotihuacan existía para tal — efecto.

Como en otras regiones de Mesoamérica, los ríos Amat- zinac, Chinameca y Tembembe fueron aprovechados creándoles - sistemas de irrigación rodada. Esto permitió cosechas segu­ ras, poder económico y producción de excedentes de plantas - que permitían un comercio de larga distancia, entre ellas el algodón. Es sintomática la gran variedad de husos de hilar, tanto de barro como de piedra y en raras ocasiones de serpeji tinas, que se encuentran en las zonas que contaron con ese - enorme auxiliar económico. Angulo piensa que sea producción algodonera pudo ser inducida por los teotihuacanos porque -- exactamente en la misma época (hacía 750 d.C.) se produce la caída política teotihuacana y el deterioro de obras hidráuH cas en la región.

En Xochicalco, y durante el Período Clásico, se conjun tan una serie de rasgos procedentes de varias culturas y — - áreas situadas a regular distancia. Aparecen yugos de piedra, hachas antropomorfas, figurillas de serpentina verde tipo - Mezcala, lápidas y estelas con glifos nahuas, zapotecas y ma yas, numerales de puntos y barras, vasos de tecali u ónix y caracoles y conchas procedentes de ambas costas. Hacia 500 - d.C. (fase III del sitio), aparecen asentadas por lo menos - dos tipos de gente con dos tradiciones culturales distintas, una de habla nahua y la otra de cultura totonaca del golfo,- que demuestran tener conocimientos calendárteos desarrolla­ dos, indudablemente el Tona 1pohua 111 o Calendario Ritual de 260 días. Podemos, de acuerdo con Píña Chan (1967:208) infe- 224 rír que, como los señalan las crónicas que recogió Sahagún: "...gentes que llegaron a Pánuco fueron a poblar un lugar -- llamado Tamoanchan", al cual Pina Chan identifica como Xochj_ calco (1972:33). Esa gente, dados los yugos hallados, debie­ ron ser Totonacas o gente de su influencia proveniente de la Costa del Golfo. Poco después, hacia el año 650 d.C., se con vocaron en Xochicalco expertos procedentes de todas las re­ glones de Mesoaméríca para celebrar una reunión o congreso. En ella se ajustaron y unificaron los calendarios de varias regiones, incluyendo la maya; se acordó Iniciar el culto al­ ólos Quetza1cóat1, que sin tener nombre especifico, represen taba la deidad del viento, de los mantenimientos, de la pro­ ducción, de la creación y de la vida y se comenzó la cons- — truccíón del edificio que conmemoró el hecho, el llamado Tem pío de las Serpientes Emplumadas, Templo de Quetzalcóatl o - Pirámide Principal. Así, de Xochicalco salió el concepto de Quetzalcóatl como estrella matutina "TI ahui zea 1pantecuht!i" que luego fue tan ampliamente desarrollado en Tula por el — grupo tolteca, lo cual implicó contactos entre ambas ciuda­ des .

Durante el Período Postclásico, Xochicalco tuvo una - etapa más de desarrollo y sus contactos con poblaciones de - la Cuenca de México, el Valle de Toluca, la Cuenca Media del Balsas y las poblaciones situadas al norte del propio Valle se mantuvieron y en ocasiones se incrementaron. Litvak (1970: 139-140) postula que el desarrollo de Xochicalco y su área - de influencia, pese a no encontrarse en una ruta troncal de comercio, hizo perder profundidad, penetración y longitud a­ 225 las actividades comerciales teotihuacanas y fué, posiblemen­ te, una de las razones del desplome de aquella ciudad. Hacia el Postclásico Medio, alrededor de 1 200 d.C. , la ciudad tam­ bién había declinado, porque, aún disponiendo de áreas fortj_ ficadas, su ubicación y su falta de fuentes de abastecimien­ to de agua la hacían impropia para defensas prolongadas. A - partir de ese momento fueron otros los centros que tuvieron el control político regional. De San Miguel Coatíán sabemos poco, debido a que sus exploraciones se encuentran en curso. \ Sólo el área de Cuernavaca-Teopanzolco y el pequeño templo - erigido por iniciativa Azteca en lo alto de un acantilado en Tepoztlán, han sido estudiados. Entre otras cosas hoy sabe — mos que los últimos 200 años del desarrollo cultural prehis­ pánico en el norte del valle de Morelos representan la ocupa ción Tlahuica, una tribu de habla náhuatl que mantuvo condi­ ción tributaria con respecto a los Aztecas, por tanto, duran te el Postclásico, las rutas come re tales y las veredas raco- rridas se habían incrementado en todo el territorio morilftn- se. Tanto el Códice Mendocino (Lám, 24 y 25) como la Matrícu la de Tributos (Lám. 5 y 7), mencionan las conquistas azte­ cas de Cuajomulco, Tepoztlán, Acatlipa, Amacuzac, Atlacholoa ya, Coatlán del Río, Panchimaleo, Cuernavaca, Xíutepec, Joju tía, Puente de Ixtla, Alpuyeca, Almilcingo, Anenecu Íleo, — Atlatlanca, Axochiapan, Coacalco, Oaxtepec, Huitchila, Nepo- zualco, Olintepec, Cuautlixco, Cuautla, Tepalcingo, TI al tiza pán, Tlayacapan, Xaloxtoc, Yecapíxtla, Totolapan Xoch Irnecat- zinco, Yautepec, 1 ztamati11án , Tetela del Volcán y Zompahua- can; todas ellas poblaciones que estaban comunicadas por ve­ redas y caminos por los cuales, en ciertos casos, pasaban -- 2 2 6 también ias caravanas de comerciantes o pochtecas trayendo - el tributo o las mercaderías de áreas más lejanas.

4.2.4. LAS RELACIONES COMERCIALES EN LA CUENCA DEL BALSAS.

La cuenca del Balsas fué, en el México prehispánico, una zona de acontecimientos marginales y un corredor de paso entre diferentes grupos y la difusión de elementos cultura­ les. Durante el Período Clásico, sus contactos con el área - occidental fueron muy extensos debido al estrecho parentesco que debió existir entre los grupos que poblaron la cuenca -- del río Tepalcatepec y los que desarrollaron su cultura a -- lo largo de toda la zona en que el río Balsas recibe real­ mente el nombre de Mezcaía. Puesto que la región fue penetr¿ da desde el Clásico Temprano por influencia teot i huacana y sólo muy posteriormente por grupos de habla náhua, la falta- de exploraciones ha impedido que tengamos una visión de con­ junto más integrada. A lo largo del río, y desde la actual - presa de la Villita, se localizan varios cientos de sitios - arqueológicos, muchos de los cuales también tuvieron ocupa­ ción postclásica y fueron conquistados en su momento por los Aztecas. Sólo en el territorio que cubren los vasos de las - presas de la Villita y del Infiernillo, un equipo de arqueó­ logos jefaturados por Raúl Arana y Rubén Cabrera (1976:22- - 24) localizaron más de 300 sitios correspondientes a todos - los períodos culturales mesoamericanos, muestreando sólamen- te algunos de ellos.

"...Las exploraciones de salvamento en esta región indicaron que durante el horizonte Clásico 1 lega — ron elementos mayas desde Guatemala y El Salvador- 227

y en la Villita fueron modificados por la tradi­ ción teotihuacana. Esto se notó especialmente en las cerámicas naranja mate y café rojizo en las - formas de vasos, copas y escudillas trípodes con­ diseños de motivos decorativos teotihuacanos. Ade más, en el área fue localizada una industria de - conchas de moluscos procedentes de todos los ti­ pos de agua, dulce, salobre y marina, y en las -- ofrendas de los entierros hubo conchas del Pacífj_ co, principalmente de nácar, y en cambio en el -- Postclásico las conchas procedieron del Golfo de- México. . (HUI 1er, 1977:345 ).

Se piensa que la importancia de Zacatula como puerto está de manifiesto desde esa época y que tales hallazgos -- pueden ser prueba del tráfico canoero existente desde enton­ ces.

En la porción del Balsas medio, Pungarabato, hoy Ciu­ dad Altam i rano, y el Cerro del Mono son sitios de excepcio­ nal importancia. Además, la Arqga. MU 11er habla de 22 sitios más, los cuales recibieron influencias teoti (macanas, repor­ tándose el hallazgo de una máscara de barro mayo i de (Müller, 1977:345).

El Cerro del Mono fue registrado originalmente por el Mtro. Armillas (1948:74-75) y comprende conjuntos de grandes montículos con estructuras de piedra y un juego de pelota -- con anillos. Corresponde al Clásico Tardío y debió dejar de tener importancia con la ocupación azteca de la región. En - la zona del Balsas oriental, donde el río recibe el nombre - de Mezcala, se le incorporan varios ríos que desde tiempos - antiguos sufrieron derivaciones para irrigación. Tal es el - caso del Amacuzac y del Tepecuacui 1co. En la cuenca de este 2 2 8

último, se ha hecho un reconocimiento intensivo desde Huitzu co hasta su unión con el Mezcala encontrándose 70 sitios del Clásico y Postclásíco con un alto porcíento ubicado en los - altos de lomas y farallones y, además, tres cuevas húmedas, un farallón con petroglífos y una estela con relieves que pa rece estar aislada de cualquier contexto. Se excavaron dos - sitios grandes denominados el Calvario y Figueroa, los cuales rindieron una columna estratigráfica amplia que, partiendo - del Clásico Temprano, llega hasta la época Azteca. A lo que parece, en ese valle y en otros de la cuenca del Balsas, — existió una red de intercambios y hasta esas zonas penetró - primero la cerámica teotihuacana, luego la de Xochicalco y - posteriormente la Azteca (Greengo, 1967:10). Próximos a esa cuenca hay otros valles también con ocupaciones similares -- (Llster, 1971:627). Son características de esa región figur| lias de piedra, generalmente serpentina que reciben el nom­ bre de Tipo Mezcala, caracterizadas por tener los rasgos fa­ ciales o corporales hechos mediante limado semiesférico o en ocasiones presentar los rasgos faciales en alto relieve en - forma de "grano de café". Ese tipo de figurilla fue sumamen­ te distribuida en muchas áreas de Mesoamérica y su ubicación cronológica abarca desde el Clásico Tardío hasta después de la llegada de los españoles. En el siglo XV, los aztecas es­ tablecieron en el occidente del Estado una línea de posicio­ nes defensivas para enfrentar con éxito a las fuerzas puré- pechas. El puesto de mando de esa línea fortificada se esta­ bleció en Oztuina y abarcó varios sitios más, entre ellos Te- tipac el Viejo y Mexiquito, todos ubicados en lo alto de mon tañas. Apoyaban con sus tributos el poderío de Tenochtitlán, 229 las poblaciones de Aguacotzingo, Mitlalzingo, Tlalcozoti--- tlán, Tulimán, Olinalá, Teloloapan, Taxco e Ixcateopan, lu­ gar del que era originaria una rama de la casa reinante azte ca (Matrícula de Tributos, Lám. 19. Códice Mendocino, Lám. - 39).

En la zona tlapaneca, al noreste del Estado, existie­ ron durante los períodos mencionados varios sitios arqueoló­ gicos importantes, entre los cuales se encuentran Cualac y - e1 Coracero (Muller 1977:346 ). Este último sitio ya muestra contactos con rasgos de la Mixteca Alta del Período Preclásj^ co y presenta aspectos que lo conectan con las fases Clásica y Postclásica del área Nuiñe de la Mixteca Baja. Respecto - al sitio la Mtra. Muller señala el hallazgo de una máscara - teotihuacana de jadeíta de posible manufactura local porque en la próxima barranca de Chaucingo observó cantos rodados - de colores grises y verdes que posiblemente se usaron para - tallar ese tipo de máscaras. Si es así, en la zona existió - una tradición teotihuacana de lapidaria y en ella se encon­ tró la materia prima para tallar las piezas que han apareci­ do en varios lugares de Mesoamérica.

4.2.5. LAS RELACIONES COMERCIALES EN LA COSTA GUERRERENSE.

Los períodos Clásico y Postclásico en la costa de Gue rrero, cuyos rastos estilísticos comparte un buen grado con la costa de Oaxaca, están manifestados, el primero, por cerá^ micas que acusan similitudes con las del Clásico Temprano de Monte Albán (períodos 11-111 a), por algunos rasgos que Moe- dano (1948:105-106) consideró "mayoídes" y que encontró en - 230 la cuenca medía del Mezcala, concretamente tumbas con techo de arco falso y por los resultados de los recorridos de pros peccíón que realizaron los Maestros Armilias y Weitlaner po­ co antes de 1948. El segundo por escultura monumental y ti­ pos cerámicos de influencia Tolteca y Toltecoíde que estén - presentes en varios lugares: Piedra Parada, Jaleaca, Pueblo Viejo I, Corral Falso, Zihuatanejo, Coyuca y La Sabana, lo - que revela fuerte contacto interzonal (Piña Chan, 1960 a:75).

4.2.6. LAS RELACIONES COMERCIALES EN LA COSTA DEL GOLFO.

Al inciarse el Período Clásico, hacia el año 100 a.C., comenzó el desarrollo cultural de los grupos del área.

"Aparecieron los primeros centros ceremoniales - planificados con sus basamentos para templos, -- montículos, plazas y altares, lo mismo que habi­ taciones con paredes de piedra, revestimientos - de estuco en pisos y muros, estructuras para el juego de pelota y otros adelantos arquitectóni­ cos. . . Lo anterior se advierte en Tajín, en si­ tios de la Mí xtequ illa veracruzana, en las estrj_ baciones del Cofre de Perote, en la zona de Pa — pantla, en la zona serrana colindante entre Vera cruz y Puebla y en la cuenca baja del río Papa -- loapan; hay lugares como El Tajín, Yohualichan, Xiuhtetelco, Cazones, Polvaredas, El Faisán. No- piloa. Remojadas, Dicha Tuerta, Chachalacas, Li­ rios, San Marcos, Cerro de las Mesas y muchos l£ gares más, los cuales en algunos casos muestran influencias olmecas, teotihuacanas y mayas pero todos ellos integrados en un tipo de cultura re­ gional característica..." (Piña Chan, 1967:75).

Debido a que la región puede ser subdividida geográfi camente, dado que en ella se encuentra enclavada la zona se- 231 miárida central, rodeada de altas montañas, con profundas -- barrancas, planiciescosteras y el macizo de los Tuxtlas, -- los asentamientos ubicados dentro de ella recibieron menos - precipitación pluvial que el resto y esto dio origen a que - en sus zonas colindantes, de mayor incidencia de lluvias, -- se presentase también una sobreproducción que coadyuvó al e¿ talecimiento de sñoríos teocráticos. En cambio, allí no hubo tantos excedentes y los señoríos estuvieron más fragmentados y dependieron de una productividad menor. Para compensar esa situación, se distribuyeron profusamente en el área rasgos y elementos culturales que procedieron de las localidades con desarrollo económico garantizado. Asi, conceptos religiosos materializados en figurillas de cerámica, tales como los — Dioses Narigudos, o las figurillas sonrientes, que tienen pe quenas áreas de producción de origen, fueron distribuidas ani p1 i amente por el área.

Hacia el Clásico Medio, "...la sociedad estaba -- fuertemente estratificada, con un estamento supe­ rior en el cual se encontraban los sacerdotes, los nobles, los artesanos especializados, los comer« — cíantes y posiblemente los jefes de guerra, míen — tras que los sirvientes, cargadores, campesinos, - agricultores y.el pueblo en general quedaban en el estamento inferior. La posibilidad de que hayan -- existido guerreros se indica por las grandes pun­ tas de proyectil, cuhcillos y cabezas de mazas de piedra encontradas en excavaciones de varios sí — tios arqueológicos, lo mismo que por las represen­ taciones de lanza-dardos, lanzas, escudos, rodelas y especies de petos o pecheras observabab1 es en aj^ gunas figurillas y esculturas..." (Medellín Zenil, 1976:53). "...En la zona se representaban dioses tales como 232

Huehuetéotl o el Dios Viejo del Fuego; Xipe, o Dios del Reverdec imiento Vegetal y de los Man­ tenimientos; Tlazoltéotl o Diosa de la Tierra; Tláloc o Dios de la Lluvia; las Cihuateteo o - Mujeres muertas en el parto, acompañantes del Sol; Dioses Narigudos, que posiblemente perso­ nifican al Viento y tal vez un Dios de las Ca­ vernas o Tepeyólotl. Para el ejercicio de su - culto, los sacerdotes debieron vestirse de ma­ nera fastuosa, ya que sus atuendos se decora­ ban con caracoles, plumas de pájaros preciosos, placas de concha y estaban hechos con textiles de algodón a los que se coloreaba bellamente. Al parecer, el Dios de la Tierra y de la Muerte se le representaba como un monstruo con figura de batracio, tal como se observa en la mayoría de los yugos de piedra. Todos estos objetos, y lo que con ellos se relacionaba, además de los bienes normales de consumo, semillas e imple­ mentos de trabajo tenía que ser conseguido y - transportado..." (Riña Chan, 1967:66). "...Durante el Período Postclásico, en la cos­ ta del Golfo, hubo importantes movimientos de pueblos, los Totonacos, que se hacían descen­ der de los pobladores de Chicomoztoc y que de­ cían haber estado en Teotihuacan, habiendo es­ tado asentados en la sierra de Puebla, hacia - 650 d.C. comienzas a poblar sitios tales como- Xiuhtetelco, Macuilquila, Yohualichan y Tlacuj_ loloztoc. En esa posición se integran con la - población de Tajín, también de indudable ori­ gen totonaca, y ya consituídos como un pueblo desarrollado y con recursos, realizan sus actj_ vidades en la zona comprendida entre los ríos Pantepec y Cotaxtla..." (Piña Chan, 1967:68).

Durante el Clásico Tardío y el Postclásico Temprano - (fases Remojadas 1! e Isla de Sacrificios I), el pueblo toto naco contaba con los importantes asentamientos de Huilocin— tía, Aparicio, Las Higueras, fajín, Tepetzintla, Texolo, Ran 233 chito de las Animas, Tepetlaxco, Cerro Montoso, Mizquihua— can, Cotaxtla, Tenampuco, Quiahuizt 1 an , Isla de Sacrificios, Boca Andrea, Zempoala y otros (Medellln Zenil, 1960 a: 158- - 182. Pina Chan, 1967:69. García Payón, 1974:152), algunos en alto grado sostenidos por los sistemas de irrigación, tanto rodada como de campos elevados, que desarrollaron en las --- cuencas bajas a los ríos próximos al mar. (Wilkerson, 1975:- 340. Schmidt, 1979:50-60).

Durante el Postclásico Tardío y después de enfrenta­ mientos con los Nonoalcas-Chichimecas, se produjo la domina­ ción Azteca, la que era muy patente en el momento de la lle­ gada de los españoles. A Tenochtitlan tributaban las pobla­ ciones de Cotaxtla, Mi c11 ancuauht 1 an , Huatusco y Zempoala, - junto con todos los pueblos que de ellas dependían, por lo - que el movimiento de mercancías y objetos de tributo era muy alto en la región. Para esa época, había dos sistemas dé ru­ tas comerciales que cubrían la región: un eje troncal que -- iba paralelo a las montañas alcanzando Drizaba, Huatusco, Co sautlán, Coatepec, etc. y una serie de rutas de penetración al continente que seguían el curso de los ríos, tanto a lo - largo del Nautla, como del Actopan, del Huítzilapan, del Co­ taxtla y del Papaloapan.

4.2.7. LAS RELACIONES COMERCIALES EN EL AREA OAXAQUEÑA.

El inicio del Período Clásico en Oaxaca es el momento de la consolidación de los primeros Centros Urbanos diferen­ ciados, que habían comenzado, según las zonas, aproxímadamen^ te 200 años antes. 234

"...El territorio estatal contiene gran diversidad de ámbitos naturales y un número considerable de - grupos humanos que, no sólamente han hablado len­ guas distintas, sino que también han presentado — diferencias físicas y culturales en razón de sus - disímbolos orígenes, Geográficamente, como ya se - expuso, el territorio presenta una gran diversidad costas tropicales, áreas cálidas y húmedas, valles de clima templado y zonas montañosas relativamente altas, en las que, debido a la latitud, se encuen­ tran pequeños valles de clima templado a frío. En esa diversidad, aún hoy sobreviven 14 etnias con - características y culturas diferentes, que hablan- el mismo número de idiomas y una muy grande gama de dialectos ininteligibles entre sí. A esa heterogé­ nea población se le conoce desde el siglo XVI y se sabe cuál era en ese momento su ubicación territo­ rial, dado que algunos sufrieron desplazamiento de área, pero es evidente que durante su largo pasado sufrieron cambios importantes que la arqueología - está ayudando a dilucidar..." (Bernal, 1974:72).

Hacia los años 500 a 400 a.C., de acuerdo con invesU gaciones g 1 otocronológicas, la familia lingüística otoman — gue, mayor i tar i a en la sub-área oaxaqueña, sufrió tres cam­ bios contemporáneos con el surgimiento de los centros urba­ nos tempranos. En la rama mixteca, la separación del mixteco y el cuicateco; en la rama popolocana, la separación del ma- zateco del conjunto ixcateco-popo1 oca-chocho; y, en la rama zapoteca la separación entre el zapoteco y el chatino (Win— ter, 1990:22).

Ante esa diversidad lingüística y, por lo tanto, cul­ tural, incrementada por aquélla que se generó durante varios miles de años de períodos anteriores, los arqueólogos sólo - han podido establecer secuencias cronológicas para algunas - 235 y no todas las áreas de la región. El área más estudiada, y de la que se tiene el mayor número de datos son los Valles - Centrales, en los que las investigaciones han logrado esta­ blecer un pilar estratigrSfico que abarca cerca de 10000 — años. En otras áreas, tales como algunos valles de la Mixte- ca y la porción occidental del Istmo, se han logrado inte — grar columnas del mismo tipo con bastante profundidad; sin - embargo, otras zonas no cuentan aún con las exploraciones -- que hayan permitido obtener dicha información.

Mientras que en Valles Centrales puede hablarse con - conocimiento de varios centros urbanos, en varias zonas mon­ tañosas só1 amente se conocen algunos otros de manera muy es­ quemática .

A partir del inicio del Periodo Clásico y hasta la -- época de la Conquista, en Valles Centrales tuvieron en dife­ rentes niveles de desarrollo poblaciones de muchos tamaños, algunas de ellas sumamente extensas; en su parte central e1 - complejo que durante 700 años formaron Monte Albín, El Gallo y Atzompa (que se fueron poblando desde la época 11 hasta principios de la IV) (Winter, 1990:58-59). En el Valle de -- ETla: Suchi 1qui tongo , Hujazoo (Méndez, 1986:78-81 ) y Reyes - Etla (Observación personal). En el Valle de Tlacolula: San - Sebastián Abasólo (Kirkby, 1973:100), Daínzú (Bernal y Olive ros, 1988:1:1 10 ), Lambityeco (Paddock, 1 966:212), Yagul (P a - ddock, 1966:228), Caballito Blanco (Paddock, 1966:126), Mi-- tía (Paddock, 1966:216), Loma Larga y Matatlán.

En el de Zimatlén: Chichicapan, Cuílapan de Guerrero (Bernal, 1958:1-92) Xoxocotlán, Bartolano, Zaachíla (Galle-- 236 gos, 1978:43), Moriega (Bernal, 1960:83-88), Huixtepec, San­ ta Inés Yatzeche, Jalieza {Kowalewsky et al., 1990:223-286), TIapacoyan y Ayoquezco. En el Istmo de Tehuantepec, Laguna - Zope y Saltillo (Zeitlin y Zeitlin, 1990:417-418), Unión Hi­ dalgo y Guiengola (Paddock, 1966:223-225). Peterson, 1974: - 455-488). En la Cañada: Los Cúes, Cuicatlán, Quiotepec (Pa — reyón, 1960:97-104), Tecomavaca y Teotilán de Flores Magón. En Sierra Norte: Cerro Iglesia, Yagíla, Josaa, Tiltepec, Ye - gabila, Teotlaxco, Yareni, Luvina, Macui 11ianguis e Ixtepeji (Guevara, 1990:333-346). En la Mixteca: Cerro de las Minas - (Winter, 1992:5-10), Santa Teresa, Tequixtepec (Paddock, -- 1966:185-192), Juxtlahuaca, Diquíyú, Yucuita (Winter, 1990:- 63), Yucuñudahui (Winter, 1990:63), Santa Cruz Tayata, Achijj tía, Apoala, Coixt1ahuaca, Inguiteria, Tlaxiaco, Pueblo Vie­ jo de Noch ixt 1 án, Yanhuitlán y Tilantongo (Observación perso nal).

En la Costa: Tututepec, Cerro de los Pájaros, Río -- Grande (Plña Chan, 1960:72), Río Viejo, Nopala, Panixtlahua- ca y Huamelula (Winter, 1 990 ; 64 ).

Todos, en mayor o menor grado, tuvieron comunicación e intercambios, en muchos casos entre sí y en otros contac­ tos de larga distancia. Durante el Período Clásico hubo inte resantes relaciones de Monte Albán y de sitios de la Mixteca con Teotihuacan, contactos que se interrumpieron con la de­ clinación de aquella ciudad. Durante el Clásico Tardío, Lagu na Zope tuvo relaciones con El Tajín a través del barrio teo tihuacano de los mercaderes y también esas relaciones queda­ ron interrumpidas con la declinación de la gran ciudad vera- cruz ana . 23?

Las relaciones de los Valles Centrales de Oaxaca y al gunas poblaciones del Istmo con el altiplano de Chiapas se - dieron también durante el Clásico Tardío, documentándose que jades y cerámicas sayas llegaron hasta puntos del altiplano y las costas de Oaxaca.

Algunos de los sitios mencionados tuvieron desarro — 1 los culturales que abarcaron pocos cientos de años, tal es el caso de Cacaotepec, Huijazoo, Ayoquezco y Río Grande, en­ tre otros. En otras poblaciones, como por ejemplo Hitla, Ce­ rro de las Minas y Cuilapan, la ocupación llegó hasta la Con quista, si bien a veces en situaciones que no han sido aún - completamente investigadas.

Importante es en el área la diferenciación de pueblos y localidades dada en ia Mixteca desde el Clásico Tardío has ta la Conquista. En la zona surgieron muchos pequeños reinos competitivos entre sí y que sólo fueron unificando cuando -- surgieron personajes que los fueron incorporando a su esfera de poder. Muchos de ellos conservaron su independencia y fue ron evolucionando hacia estilos propios en sus modos de ex­ presión lapidarios, criptográficos y cerámicos. Tal fue el - caso, por ejemplo, de Tequixtepec, Cerro de las Minas, Cerro de 1 a Codorniz y Acatlán, que mantuvieron un estilo indepen­ diente, ahora denominado Ruíñe o de la Mixteca Baja, estilo que incluso llegó y fue conocido hasta Xochícalco. Otros, co mo Tututepec y Ti Iantoogo, después de haber sido unif icados mantuvieron su preeminencia después de la muerte de su con­ quistador gracias a los matrimonios dinásticos que les penn_i_ tieron ampliar su capacidad económica y enseñorear, aquél -- 238 gran parte de la costa, tiasta Huamelula, y éste multitud de pequeños poblados de .la cuenca del río Cuananá, entre ellos TeozacoaIco.

Poblaciones tales como Achiutla y Coíxtlahuaca tuvie­ ron importancia mercantil. La primera agraganjo ese rasgo a la preeminencia religiosa de que disfrutó, ya que fue el — asiento de un grupo importante de sacerdotes, por lo que los frailes españoles edificaron allí iglesias y un convenio — (Burgoa, 1989:349} y la segunda porque desde antes de su co£ quista por los ejércitos de Moctezuma 11hu icam i na ya estaba considerada como un importante lugar de intercambio (Iturri- barria , 1952:100 ).

Durante el Postclásico en el área oaxaqueña, el grupo mixteco contó con mayores contactos exteriores, habiendo - -- existido incluso relaciones de sus dignatarios con persona -- jes de las casas reinantes toltecas; asimismo, se dieron pro cesos de interacción entre zapotecos, mixtéeos y chatinos en la región central del Estado. En los Valles Centra les, 1 a presencia mixteca se hizo sentir cuando personas de grupos - gobernantes se casaron con gente de casas reinantes zapote — cas. Esto atrajo hacia la región gran cantidad de objetos de carácter suntuario, tanto de obsidiana como de ámbar, cris­ tal de roca y metales, que generaron líneas de abastecimien­ to, en parte cubiertas por mercaderes de origen nahua y en - parte por comerciantes de origen local. Si bien los artícu­ los de orfebrería parecen haber sido elaborados ¡ocalmente, excepto los de cobre, ios cuales estaban sujetos a un impor­ tante intercambio que pudo haberse desarrollado a través del 239 altiplano, o bien pudo haber llegado a la Mixteca a través - de la cuenca alta del río Mezcal a y»de allí ya sea por la r£ tas zapotecas al Istmo, o por 1a costa a través de Tututepec, ser distribuidos hasta el extremo oriental de la región y la zona maya. Poco tiempo antes de la Conquista Española, zapo­ tecos y mixtéeos, cuyos gobernantes ya tenían parentesco en­ tre sí, se enfrentaron a los aztecas en Tehuantepec y Guien- gola, logrando mantenerse inexpugnables en esta última ford ficación. Tehuantepec no pudo ser tan bien defendida y cayó en poder de los ejércitos de Ahulzotl, con lo que los azte­ cas lograron también conquistar la región del Soconusco. Pa­ ra 1 520, tributaban a los aztecas un gran número de poblado nes que originalmente habían tenido gobernantes tanto mixté­ eos como zapotecos y en la Mixteca oriental varios pueblos - de habla mixteca tenían un estrecho contacto con poblaciones zapotecas de los Valles, cuyos gobernantes pertenecían a las genealogías de aquel pueblo. 5. LA RED DE VEREDAS Y CAMINOS PREHISPANICOS. SU COBERTURA.

Los asentamientos prehispánicos en nuestra área de tudio, como los actuales, siempre tuvieron, además de una o£ ganízación dada por quienes los gobernaron, y quizá quienes los poblaron, una relación con otros, próximos o distantes,- ya que el aislamiento no puede existir donde se precisa de - elementos de trabajo o de uso que no pueden producirse locaj_ mente. Más aún, refiriéndose a caminos y, como los señalan - Ochoa y Vargas (1982:92. 1986:190), en regiones donde la — ideología o los conceptos religiosos se difundieron, "...a lo largo de ellos viajaron las innumerables ideas que coadyu varón a la estructuración del pensamiento y desarrollo meso- amer i canos . . . " . Sí bien en las regiones mayas y norte del -- área que nos ocupa se construyeron calzadas y caminos y en - el área norte sólo en las proximidades de grandes asentamien tos, el resto de la región debió estar inmerso en una exten­ sa red de veredas y caminos, cuyos nodos principales fueron las poblaciones densamente ocupadas y las complementarias, - que les sirvieron de apoyo, el resto de ios asentamientos.

Las limitaciones al flujo de todos los tipos de mer­ cancías estuvieron dadas por las circunstancias políticas -- del momento. Así, por ejemplo, durante el Postclásico Final, los ínsumos a la capital azteca, Tenochtit1an, tuvieron que rodear el área tlaxcalteca, lo cual en muchos casos signifi­ có un mayor número de días de recorrido. En algunos casos se observa en esta situación el apego a costumbres o la atrac­ ción ejercida por mercados ya establecidos. Quienes venían - 2 4 1 del sur, ya sea de Oaxaca, Guerrero o la Mixteca Poblana, pu dieron haber entrado a la Cuenca de México a través de la De presión de Morelos, cosa que hacían una parte de los pochte- cas, pues otros preferían hacerlo por Tepeaca, en el Valle - Poblano, con costo de tiempo y esfuerzo mayores.

Tanto en el período comprendido desde la época de --- Cristo hasta el año 850 después de é1 (Período Clásico), co­ mo el comprendido entre estos años y la Conquista (Poste 1á$j_ co), se debieron establecer muchas veredas y caminos de in­ tercomunicación. Dada la amplitud del territorio, pueden ob­ servarse miles de kilómetros cuadrados que quedaron al mar­ gen de los trazos, sobre todo de las rutas troncales, pero - pueden decirse que no hubo asentamientos sin Sus correspon­ diente caminos de acceso y que la red, en algunas zonas, de­ terminó la ex í stenc í a de veredas paralelas, en ocasiones si­ tuadas a la vista unas de otras, sobre todo en los casos en que las hubo en ambas márgenes de ríos. Esto ha podido ser - observado en la Depresión de Morelos, en la Míxteca, en las laderas nororienta 1 es de la Sierra Madre Oriental, en los Va lies Centrales de Oaxaca y en algunas zonas de Veracruz. Pa­ ra zonas restringidas territorialmente, tales como por ejem­ plo las pequeñas penínsulas, como es el caso de 1 a de_Xica_— lango en la costa del Golfo o la de Ixhuatán en la costa — oaxaqueña, las veredas distaron entre sí cortas distancias y hoy se han convertido, en el primer caso en carreteras y en el segundo en caminos de carretas que van directos de un pu£ to a otro.

En la Depresión de Morelos las rutas troncales debie- PRCQS PRODUCTOßPS, RR[öS PRODUCTO&flS. 244

ron ser:

1. La que se dirigió a la Cuenca de México a través de Ozum­ ba, Amecameca y Tlalmanalco.

2. La que siguió las márgenes del río Chinameca hasta llegar a Amacuzac.

3. La que conectó Las Pilas con Xochicalco a través de Hai­ tí zapán .

4. La que unió Xochicalco con la depresión del Balsas, a tra vés de San Miguel Coatlán.

5. La que unió Xochicalco con el Valle de Toluca a través de la cañada de Malinalco.

6. La que unió Teopanzolco y Cuernavaca con Yautepec y Yeca- pixtla, a través del Cañón de Lobos.

7. La que unió Teopanzolco con. Ocuilan a través de la cañada del Tepeite y siguió luego por el trazo de la moderna ca­ rretera que une las Lagunas de Zempoala con aquella pobla_ c íón.

8. La que unió Yautepec con Cuautla a través de Atlihuayán.

9. La que unió Tepoztlán con Yautepec, para incorporarse a - la anterior.

10. La que unió Cuautla con Atlixco a través de Tlayacapan.

11. La que unió Cuautla con Izúcar de Matamoros a través de - Jantetelco o Jonacatepec.

En el Valle Poblano hubo dos rutas troncales: 245 245

1. La que se dirigió desde Cholula hacia el Valle de Tehua- can a través de Tepeaca y Tecamachaico, más o menos el a£ tual trazo de la carretera y que se continuaba a través - de Ajalpan, Venta Salada, Zínacatepec y Coxcatlán hasta - Teotítlán del Camino, para bifurcarse a continuación rum­ bo a Tuxtepec y a los Valles Centrales de Oaxaca,

2. La que de Cholula se dirigía al sur, siguiendo más o me­ nos el actual trazo de la carretera Panamericana. Ese ca­ mino comunicó Izúcar, Tehuitzingo» Acatlán, Chila, Cerro de las Minas (Huajuapan), Yanhuitlán y quizá Nochixtián o M i 11 a tongo. Tuvo una derivación hacia Tlaxiaco, pasando - por Teposcolula y varias más que se dirigieron a otras po b1ac iones de la Mixteca, s iguiendo el curso del río de No chíxtlán (más abajo llamado Cuananá) y el de varios de sus afluentes.

Una ruta señalada por Brock i ngton ( 1 978:109 ) como al­ ternante para evitar cualquier enfrentamiento con Tlaxcalte­ cas y Huejotzincas fue la que comunicó Izúcar con Tepeaca a través de Necoxt 1 a, Epatlán, Teopantlán, Huehuetlán y Tecali.

Una ruta más, de gran importancia, fue la que unió -- Cholula con la Cuenca de México, pasando por San Andrés Cal- pan y Santiago Xa 1 i x i nt1 a , hasta cruzar el puerto entre los dos volcanes y descender hasta Tlalmanalco. Fue la que si — guió Cortés y hasta hace pocos años pudieron verse los res­ tos del camino que, hasta la década de los 60, podía ser — transitado en vehículo pequeño de doble tracción y que hoy - ya es una carnet.era . 2 4 7

Una derivada de la ruta a Tehuacán fue la que unió -- Tecamachalco con Coatinchan, la que a su vez captó los tribu tos de la región de Tepexi.

Otra ruta importante fue la que dio acceso al Golfo - de México a través de la falda oriental de la Maliche para - salir a Zacatepec.

En las zonas 11axca 1 teca y huejotzinca, antes del blo queo de los aztecas, las comunicaciones estuvieron abiertas con la Cuenca de México a través de Calpulalpan y Texcoco. - Una vez puesto el cerco mexica e instalados los mecanismos - de defensa tlaxcaltecas, éstas se interrumpieron, pero la ce rámica y varios elementos culturales aztecas penetraron fuer temente en toda la región.

En la cuenca del Balsas, la ruta troncal siguió el -- curso del rio quizá a ambos lados de la corriente. Una da -- sus derivadas subió al altiplano a través del valle del rio Amacuzac hasta entroncar con Amacuzac y San Miguel Coatí án. Otra lo hizo a través de los valles de Tepecuacui 1co e Igua- la, para pasar la sierra más o menos siguiendo la actual ca­ rretera federal México-Acapulco hasta llegar a Puente de Ix- tla y de allí a Tlaltizapán. Otra derivada cubrió el valle - de Teloloapan para conectar Oztuma y la línea de fortifica­ ciones erigida por los aztecas en la frontera con los taras­ cos con la Depresión de Morelos, quizá con una pequeña línea más que llegaba hasta Taxco e Ixcateopan. En la cuenca del - Balsas medio debió haber una ruta que ascendió hasta Chichi- huaico y Tixtla; al oriente de ella, una más debió alcanzar COMPUJO MIXTECO-PUfbLfì.

250

Texmilícan y Zumpango del Río. En el oriente del Estado, ca­ si en la frontera con Oaxaca, debió existir otra que siguió el curso del río Tlapaneco pasando por Cualac y Tlapa, que - se continuaba hasta la costa para descender a Oraetepec y Co- maltepec. Por las márgenes del río Papagayo hubo comunicación entre Cuautla y la laguna de Tres Palos y, de la Bahía de Zj_ huatanejo, fue posible ascender la sierra hasta atravesar la región que da acceso a Pungarabato.

En la porción orienta 1 hubo una ruta que remontó el - río Mlxteco hasta los valles altos de la Mi xteca oaxaqueña. - En la costa, de la cuenca del 1río Ometepec fue posible pa­ sar a la cuenca del Ixtlayutla por terr i tor i o amuzgo.

En la costa del Golfo, como se ha señalado, posible­ mente los caminos troncales siguieron tanto e1 curso de los ríos como las crestas de los lomeríos. En el Período Clásico, los contactos e intercambios más importantes fueron con Teo- tihuacan y con sitios del macizo de los Tuxtlas. En el Post­ clásico, las tributaciones y los intercambios se dirigieron a las poblaciones del Altiplano, principalmente Tula. Duran­ te los siglos IX al XI a Cholula, del XI al XIV a Tenayuca y Texcoco y del XV al XVI a Tenochtitlan. Sin embargo, dentro de la región parecen haber existido rutas costeras que toca­ ron Castillo de Teayo, Quiahuizt1an , Zempoala, Nopiloa y — Huítzílapan y una extensa red que unió ¡os diferentes asenta mientos pasando la serie de barrancas que conforman el área. Para la cuenca del Papaloapan, además de las rutas troncales que unieron entre sí Tlacotalpan y Cosama 1oapan, hubo la muy importante que partiendo de luxtepec pasó por Huaxpaltepec -

252 y uno de los dos Xaltepec, situados sobre el río San Juan, - además de que muy posiblemente hubo también un gran tráfico canoero de apoyo. (Chapman, 1959:48).

Para el área oaxaqueña, es importante señalar que en­ tre las montañas mixtecas hay varios pasos que sin duda sir­ vieron para los objetivos de comunicación e intercambios. En tre los más importantes se encuentran los siguientes:

1. El que interconectó Díquíyü con los valles de Tezoatlán y Huajuapan (Cerro de las Minas), por un lado, y por el — otro, con el valle de Tamazulapan a través de las monta-- ñas de San Andrés Dinicuití.

2. El paso de la Cuesta de Huauclilía, que conectó la Cañada de las Sedas y el Cañón de T orne 11í n con el Valle de No — chixtlán. Esa ruta se siguió usando hasta cerca de 1950.

3. El acceso desde la cuenca baja del río Cu maná hasta TI a - xiaco, a través de las cañadas de Yosondúa y Yosonotu.

4. El que unió las cuencas de los ríos Verde y Cuananá a tr£ vés de TIazoyaItepec y Tepantepec.

5. La muy importante que dio acceso, en la ladera norte de - Cerro Chave, para quienes se trasladan de Teotitlán de - - Flores Magón a Teutila en una ruta alternante de la que - fue el paso de TIacuazintepec (zona chinanteca) al a 11 i — plano y una ruta de pochtecas a Tuxtepec, mencionada por los cron islas.

6. La de unión entre las zonas chontal y zapoteca que siguió primero el curso del río Tehuantepec hasta Jalapa del Mar 253

qués y remontó el río de Tequisistlán hasta Santa María Guiegolani, para cruzar la ladera del Cerro de Nube Flan y llegar a los lomeríos de San Luis Amatlán y posterior­ mente a Mi ahuatlán. Ese camino todavía se usaba hace 20 años.

7. La ruta que llevaba hasta los Valles Centrales, que re­ montaba el río de Tehuantepec hasta la cabeza de la cañ¿ da de Ocotepec, descendiendo luego a Matatlán y Tlacolu- la. Prácticamente sobre esa vereda se trazó la carretera Panamericana.

8. Otro importante camino, aún existente como vereda, fue - el que unió Tututepec con Pañixt1ahuaca y luego ascendió por la margen izquierda del río Cuananá hasta su confluai cia con el ZapotitlSn, para después faldear el cerro de Yucucundó y subir a TIazoyaItepec para tener acceso al - Valle de Oaxaca. Puesto que ese camino se usó en la épo­ ca colonial, se supone que fue el empleado por Pedro de Al varado para la conquista de Tututepec.

9. El camino costero que unía Tututepec con Huamelula, tam­ bién usado por Pedro de Alvarado.

10. El que unió Tilantongo con Etla pasando por Xaltepec (El "Montaña que Escupe") del Códice Nuttail), Ojo de agua - Nuxiño y Santo Tomás Mazaltepec. Ese camino fue troncal en el siglo XVI y principios del XVII, ya que aseguraba la comunicación hasta Teococuílco a través del valle de Etla. En la sierra de Ixtlán también hubieron veredas ímpor tantes : PREQS DE OBTENCION, 255

1. La que unió a Santa Haría Tiltepec con Betaza, Zoogocho,- Lachatao, Calpulalpan e Ixtlán.

2. La que unió a Xaitepec Candayo con Zacatepec y con Mi ti a a través de Tamazulapan y Santa María Albarradas. Esa ve­ reda también fue recorrida por pochtecas, si hemos de --- creer a ciertos datos históricos.

3. La que unió ixtlán con los Valles Centrales de Oaxaca a - través de Santa Catarina Ixtepeji. Parte de esa vereda se utilizó en el trazo de la actual carretera Oaxaca-Ixtlán.

En la Sierra Sur, una vereda de importancia fue la que unió a la Costa con Santo Domingo Ozo1otepec y Miahua--» tlán a través de San Miguel del Puerto. De ella habla amplia mente Brock i ngton ( 1978:114).

En Valles Centrales, y según los períodos, se presen­ tó mayor o menor densidad demográfica, pero la distribución de cerámicas muestra que, aunque un asentamiento perdiese po­ bladores, no perdía sus contactos come re íales o no dejaba de recibir material de molienda, hachas, sílex, obsidiana y po­ siblemente algunos artículos suntuarios, además de los obli­ gatorios a 1 imentos .

Hay muchas rutas comerciales pendientes de estudio en Oaxaca. En la Sierra Norte hay presencia de la influencia -- teotihuacana que no ha sido estudiada aún. Se supone que si la obsidiana procedente del Pico de Orízaba, de Altotonga y de los yacimientos del altiplano venía a través del valle de Tehuacán, debió continuar por la Cañada no sólo para subir - vía Tomellín y Huauclilla, sino también siguiendo el río de

25? 258

Las Vueltas hasta Atlatlauhca y de allí, a un solo día de ca_ mino, ingresar al Valle de Oaxaca por el puerto de San Juan- del Estado. Del mismo modo, es de suponer que esa ruta se -- continuaba a partir de Cuicatlán siguiendo el curso total -- del río Grande. Eso explica tal presencia teotihuacana por­ que tal vía de agua no se encañona en ningún punto hasta el grado de impedir el paso.

Respecto al Istmo de Tehuantepec, si bien durante la primera parte del Período Clásico hubo fuertes contactos con Teotíhuacan, quizá a través de los Valles Centrales, ya sea de Monte Albán o de Yatzeche, hacia el final del Período y - hasta poco después del año 850 d.C., fecha del desplome de - El Tajín como gran ciudad, ios contactos con ella fueron muy superiores, quedando de lado la presencia teotihuacana. Esto puede apoyar la idea de Litvak ( 1970 b: 140) de que al incre­ mentarse como centros de mayor capacidad de captación de re­ cursos, tanto El Tajín como Cholula y Xochicalco, Teotihua — can se vio fuertemente ahogado, quedando sólo con los recur­ sos más próximos, los cuales ya no fueron suficientes. Des­ pués del inicio del Postclásico, las relaciones del Istmo -- con Valles Centrales se incrementaron y se vieron en el máx_i_ mo nivel durante el reinado de Cocijoeza, apenas 30 años an­ tes de la Conquista española.

Para el Período Postclásico, de igual manera, ciertos cronistas (P. ej.Durán, T- 1 I : 2 2 5) documentan el paso de co­ merciantes aztecas a través de Mitla, ruta ya señalada ante­ riormente. Solo en Oaxaca, Barlow (1949:70-76) consigna 53 - poblaciones que tributaban al Imperio Azteca de Moctezuma II R[0 5 f'QOOUCT0RR3 QREAS PRODUCTORAS. 261 y a las cuales 1 legaban, par sus respectivas veredas o cami­ nos los recolectores de tributos. ¿Cómo eran esas veredas?

Para el cruce de una región a otra, los viandantes de bieron pasar obligatoriaaente por ciertos puertos situados - en 1 o alto de montañas. He aquí algunos de los principales:

1. Maltrata.- De acceso al altiplano a la ruta que, viniendo del Centro de Veracruz, pasa por Córdoba y Drizaba. Pre­ senta vestigios arqueológicos del Clásico y Postclásico.

1. QuimistlSn.- Permite el acceso al altiplano a la ruta que procede de la región veracruzana de Jalapa y a la cuenca del río Actopan. Presenta vestigios arqueológicos del Cía s ico y el Postelás ico.

3. Paso de la Guacamaya.- Da acceso a Valles Centrales de Oa xaca al tránsito procedente de la cuenca del río Grande a través de Teococuiico. Presenta paquaflos vestigios arqueo lógicos del Clásico y Postclásico.

4. San Mateo Tepantepec.- Comunica los Valles Centrales de - Oaxaca con la cuenca del río Sordo o Cuananá. Presenta — restos arqueológicos importantes del Postclásico.

5. Puerto de San Dionisio Ocotepec. - Situado al occidente -- del Portillo San Dionisio. Da acceso a los Valles Centra­ les de Oaxaca al tránsito procedente de la cuenca del río Tehuantepec. Presenta pequeños vestigios arqueológicos -- del Postclásico.

6. Estación Ignacio Mej í a.- Permite el acceso a la cuenca -- del río Grande al tránsito procedente del Valle de Tehua- 262

cán. Relacionado con Quiotepec, presenta vestigios ar-- queoiógícos del Clásico y del Postclásíco.

7. Puerto de Chi la.- Da acceso al valle de Huajuapan al trán sito procedente de la cuenca del río Acatlán. Presenta - pequeños vestigios arqueológicos del Clásico y Postclásj_ co.

8. Zapotitlán Lagunas.- Es puerto de intercomunicación de - dos subcuencas del Alto Balsas (río Mixteco), presenta - restos del Clásico y Postclásico.

9. Puerto de Xochixt1ahuaca .- Da acceso a la cuenca baja -- del río Verde desde la cuenca del Ometepec. Tiene vesti­ gios arqueológicos del Postclásico.

10. Puerto de Ozumba.- Comunica la Cuenca de México con la - Depresión de Morelos. Presenta restos arqueológicos de - todos los períodos.

11. Puerto de Tepanapa.- Permite el acceso a la cuenca de Mé xico para el tránsito que asciende de Yecapixtla hacia - Dos Cerros. Presenta vestigios arqueológicos del Poste lá_ sico y restos de fortificaciones hechas por las fuerzas revolucionarias de Eufemio Zapata.

12. Puerto de Huitzilac.- Comunica la Depresión de Morelos - con la Cuenca de México en la ruta que pasa por Parrés. Presenta restos arqueológicos del Postclásico y las rui­ nas de una antigua venta.

13. Puerto de Ocuilan.- Comunica la Depresión de Morelos con la sección norte del Valle de Toluca. Presenta restos ar 263

queológicos del Postclásico.

14. Barranca de Tocia.- Es paso obligado para la ruta que -- unió la Depresión de Morelos con la cuenca alta del rio Atoyac, en el estado de Puebla. En ella existen restos - arqueológicos del Clásico y el Postclásico.

15. Yohualichan.- Es paso obligado hacia el altiplano para - el tránsito procedente de las regiones del Tajín y de - la Huaxteca. Hay restos arqueológicos del Clásico y el - 'Poste 1á s i co.

16. ■TIatlauhquitepec.- Comunica la cañada de Yohualichan con el altiplano, dando acceso al valle de Tulancingo. Pre­ senta vestigios arqueológicos del Clásico y Postclásico.

17. Portillo de Macu i 1xóch i ti.- Permite el acceso al altipia no chiapaneco para el tránsito procedente de la costa ístmica del pacífico. Presenta restos arqueológicos de varios períodos, incluyendo el Postclásico. En la actua­ lidad allí se asienta la población de Rizo da Oro.

18. Amatenango.- Da acceso al altiplano guatemalteco al — — tránsito procedente del valle del río Grija 1 va (Ahora cu bierto por las aguas de la Presa de la Angostura). Pre­ senta vestigios arqueológicos del Clásico y el Postclás¿ co.

19. Unión Juárez.- Comunica la cuenca alta del río Suchiate con la planicie costera chiapaneca a través de las estH baciones del volcán Tacaná. Tiene vestigios arqueológi­ cos Postclásicos. 6. SISTEMAS CONSTRUCTIVOS DE LOS CAMINOS EN EL AREA ESTUDIADA Y ALGUNAS COLINDANTES.

En todas las sub-áreas, y como lo señala Castillo Fa- rreras (1969:176), hubo varios tipos de caminos, en su mayor parte veredas compactadas por el paso de las gentes y sus -- cargas. Hemos visto que esos caminos recibieron el nombre ge néríco de Uhtli en náhuatl y Sac en maya, entre otras desig­ naciones. Sin embargo, también en todas ¡as regiones, pero - principalmente en las dos mencionadas, hubo caminos más ela­ borados que fueron utilizados con diversos fines por las po­ blaciones de cada región. Estos caminos llamados en náhuatl ya sea Uchpantlí o Uchquetza11 i, según sus características y su viabilidad, su anchura o su presentación, fueron los más importantes de los que constituyeron la red prehispánica de común i cae iones. En la zona maya fueron, como ya señalamos, - los sac-b-eob o caminos blancos y su red de veredas aliment¿ doras.

Tanto el Uchpantli como el Uchquetza11 i, tal como lo- señalan las fuentes (Sahagún, T- 11 I : Libro IX : 630 ), tuvo una cubierta de material fino, tierra o gravilla y en ocasiones, dentro de las ciudades, estuco y desde luego suficiente com- pactación, lo que hizo que hombres, muy posiblemente calza­ dos con sandalias y cargados, pudiesen recorrerlos. En ese - sentido, algunas calzadas construidas en el altiplano se — aproximaron a las mayas.

En los casos en que fue necesario construir calzadas para atravesar zonas pantanosas o semi-1acustres, el sistema 2.65" 266 constructivo fue el que se señala en la Figura No.1, colo-- cando palizadas de troncos tanto en los costados de la cons- trucción, como dispuestos transversalmente para dar solidez, rellenando con piedras y tierra. Este sistema se aplicó en - Tenochti11an y el correspondiente a la Calzada de Iztapala-- pan pudo ser visto cuando se excavaron los pasos a desnivel en la calzada de TI a 1 pan en México. Si bien fue el grupo az­ teca el principal empleador de esta forma de construir ca1z¿ das, ese sistema pudo ser aplicado dondequiera que haya habj_ do zonas de extrema humedad y troncos rectos de sauce, ahue- jote o cualquier otra especie resistente, con los cuales ha­ cer 1 a palizada. En zonas montañosas, las verdas muy trilla­ das tuv ieron la presentac ión que se muestra en la Figura No. 2 y en las zonas de mucho desnivel, se 'labraron escalones en la tierra y, en ocasiones, se instalaron piedras para poder subir apoyándose en ellas. En zonas planas, la presentación de los caminos es la que se muestra en la Figura No.3. Las - anchuras fueron variables, habiendo calzadas de acceso a si­ tios de poco menos de 8 mts., aunque lo usual es que no ex­ cedieran de 2 mts., aunque Bernal Díaz del Castillo habla -- de un tramo de 8 pasos de ancho (1972:160).

En la zona maya, el sistema constructivo de ios sac-- b-eob ha sido descrito por varios investigadores (Morley, -- 1946:325-326. Benavides, 1979:309) Roys y Shook (1946:45) -- esquematizan el correspondiente al sac-b-eob que une Izamal con Aké y que se ilustra en la Figura No.4, sobre un estrato basal de piedra gruesa se armaron los múreles retentivos la­ terales de piedras careadas colocadas a veces a hueso perpen 267 dicular y a veces longitudinalmente; luego se procedió a ex­ tender capas sucesivas de guijarros pequeños revueltos con - tierra caliza y con piedras de mayor tamaño y en las latera­ les de arranque de la corona se instalaron piedras careadas de bastante longitud. A partir de la altura de los bordes, - se extendió una corona ligeramente abombada compuesta de ca­ pas sucesivas de piedras pequeñas y tierra caliza hasta lle­ gar a la parte superior, que se compactó, quizá mediante goJ_ peteo o un rodillo compactador pesado, extendiendo encima -- una última capa de tierra caliza, gravilla muy fina y estu­ co , la que nuevamente fue aplanada. Gracias a esa buena com- pactación ese sistema resistió las lluvias, el pisoteo y la presión lateral de su propio peso.

Una variante excepcional del sistema anterior consti­ tuye el sac-b-eob Cobá-Manl, en el cual el relleno es mucho más grueso y los muros laterales se elevan a más de 2 mts. - sobre el terreno, por lo que el sistema constructivo queda - ilustrado en la Figura No.5.

En la serie de reconocimientos que dieron por resulta do el Atlas Arqueológico de Yucatán (Garza Tarazaría y Barría- Kurjak, 1980:62) se tuvo conocimiento de gran número de cal­ zadas unidoras de grupos de asentamientos, además de aque— lias inter-sitio. En casi todas, el sistema constructivo es el mismo o muy similar al ya descrito del camino Izamal-Aké.

Los daños causados por la destrucción de las piedras superficiales, que se decortican y se desintegran durante -- las quemas de la agricultura de roza y la densidad de la ve­ getación que cubre gran parte del área maya, aún cuando en -

269 ocasiones la selva haya desaparecido, hace muy difícil obser var en fotografías áreas este tipo de construcciones que ha­ bitualmente no levantan más de unas cuantas decenas de centí metros sobre el nivel del suelo, por lo cual es muy difícil verlas a través de 1 a sombra proyectada y un poco menos en - el efecto que ejercen sobre el crecimiento de la vegetación que se encuentra sobre ellos. Sólo a medida que se puedan in crementar los reconocimientos de superficie de carácter sis­ temático, será posible su localización. En el resto de las - regiones de Mesoamérica la situación es bastante similar.

Respecto a los puentes, tanto el visto por Ruz en las cercanías de Palenque, como el advertido por Pida Chan en El Tigre y el observado por Gann (et ai 1928:124) an PusilhS, - tienen empotramientos laterales que consisten en rampas he­ chas de piedra para sostener los troncos que cruzaron por en cima de la corriente. En el caso del de PusilhS, la estructu ra tuvo en realidad cuatro secciones porque es un puente que permitió hacer pasar por dos derivadas, además del lecho cen •J tral, la corriente del río. Dadá la anchura de los empotra­ mientos , la plataforma de cruce que se apoyó en ellos medí a n_ te los troncos ya señalados, debió quedar entre los 4 y 5 - mts.

Por otro lado, en varias de las regiones que nos ocu­ pan, debieron existir puentes de hamacas para el cruce de -- ríos. La existencia de lianas que pueden entrelazarse para - adquirir resistencia suficiente, aunada a la existencia de - cuerdas gruesas de textiles de henequén o de íxtle y, además, al hecho de que la población conoció el uso de tales elemen­ 270 tos, hace muy posible que hubiese hamacas tendidas entre ár­ boles o rocas en algunos puntos estratégicos de ciertos ríos, lo cual pudo hacer más fácil el desplazamiento de personas.- Este tema merece un estudio a mayor profundidad. CONSIDERACIONES FINALES.

Debido a las características fisiográficas del área - que nos ocupa, en ella jugaron un importante papel en el es­ tablecimiento de rutas de intercambio o comerciales, tanto - las márgenes y medias laderas de las cuencas de los ríos, co mo algunos puertos, crestas y espolones montañosos por los - que se debió facilitar el tránsito de personas y mercaderías. En el área mesoamericana estudiada, no bostante lo agreste - de los macizos montañosos, existe con relativa frecuencia -~ ese tipo de elementos geográficos, por lo que fué posible la existencia de rutas troncales y redes de intercambio cuyos - nodos quedaron constituidos por bastantes poblaciones, en mui chos casos situadas entre sí a distancias no mayores de una jornada diaria.

En la distribución de las áreas edificadas de gran -- parte de los sitios arqueológicos monumentales en HesoamérI - ca (salvo algunos situados en lo alto de riscos), pueden ob­ servarse espacios que mjy posiblemente tuvieron uso colecti­ vo, el cual bien pudo ser la reunión periódica de personas - para efectuar intercambios, o sea, el espacio destinado a la actividad que los integrantes del grupo Náhuatl designaron - como "Tianquiztli", o sea, el mercadeo y la trata de produc­ tos . Sí bien los caminos mesoamer¡canos en general no tu­ vieron características constructivas relevantes, cumplieron su función y constituyeron elementos de unión recorridos por especialistas (comerciantes y mensajeros) y fueron transita- 272 dos con el respeto que les impusieron religiones que les díe ron valores casi mágicos.

Durante los períodos cronológicos tratados, poblacio­ nes requirentes de determinados insumos o satisfactores est£ blecieron contactos comerciales y de intercambios con grupos poseedores de tales elementos facilitándose así la llegada - de tales mercancías.

El gradual establecimiento de una red de caminos y ve redas, producto de todo un desarrollo histórico, facilitó a los grupos rectores del período Postclásico las sucesivas re caudaciones de los tributos que hicieron posible su expan-- s i ón. BIBLIOGRAFIA

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1. CONSIDERACIONES INICIALES. 1 1.1. MOTIVOS ACADEMICOS PARA LA ELECCION DEL TEMA 3 1.2. MARCO CONCEPTUAL. El Origen de la Civilización. El Origen de las Vías de Comunicación Humanas. 5 1.2.1. El Hombre y la Cultura en Mesoaméríca, 12 1.2.2. Definición de Mesoaméríca como Area Cultural. 16 1.2.3. Razones Histórico Económicas del Desarrollo Mes oameri cano. 21 1.3. LAS VIAS Y RUTAS DE COMUNICACION MESOAMERICA NA. ' 31 1.3.1. Las Vías de Comunicación Terrestres 31 1.3.2. Las Vías de Comunicación Acuáticas. 38 1.4. HIPOTESIS 50 2. ANALISIS COMPARATIVO DE LAS CARACTERISTICAS- DE LAS VIAS TERRESTRES EN DIFERENTES REGIONES CULTURALES Y EN AMBAS EPOCAS TRATADAS. 52 2.1. LAS CARACTERISTICAS GEOGRAFICAS Y SU INFUEN- CIA EN LAS RUTAS. 52 2.1.1. Depresión de Moreios. 52 P á g .

2.1.2. Costa del Golfo 55 2.1.3. El Alto Balsas Poblano. El Valle Poblano T1 axca 1 teca y el Valle de Teítuacan . 61 2.1.4. T1 axca 1 a . 68 2.1.5. Región Guerrerense de la Costa. 70 2.1.6. Región Guerrerense del' Medio y el Bajo Balsas. 72 2.1.7. La Región Oaxaqueña. 75

2.2. LOS PRODUCTOS INTERCAMBIADOS. 79 2.2.1. Animales vivos, perros engordables, guajo­ lotes, pericos, guacamayas, iguanas, codor n i z. 79 2.2.2, Los Productos Perecederos. 85 2.2.2.1. Productos Perecederos animales: Carne, pie­ les, plumas de aves, pescado, miel, cera. 85

2.2.2.2. Productos perecederos vegetales. 96 2.2.3. Productos no Perecederos. 113 2.2.4. Productos Manufacturados 156

3. CENTROS COMERCIALES, MERCADOS Y COMERCIO. 188 3.1. Area de Influencia Nahua. Depresión de More los, el Alto Balsas Poblano, el área Poblano Tlaxcaiteca, Centro de Veracruz, área Oaxa- queña. 188 PSg.

4. RELACIONES COMERCIALES FUNDAMENTALES DURANTE LAS EPOCAS A ESTUDIO VISTAS A LA LUZ DE INVESTIGACIONES DE CAMPO. 195 4.1. Una Visión General de las Relaciones Co­ merciales. 195 4.2. Relaciones comerciales en las diferentes sub-áreas mesoameri canas . 215 4.2.1. En el Valle Poblano-Tlaxcalteca y area - sur del Estado de Puebla. 215 4.2.2. En el Valle de Tehuacan. 218 4.2.3. En la Depresión de More los. 221 4.2.4. En la Cuenca del Balsas. 226 4.2.5. En la Costa Guerrerense. 229 4.2.6. En la Costa del Golfo. 230 4.2.7. En el Area Oaxaqueña. 233

5. LA RED DE VEREDAS Y CAMINOS PREHISPÁNICOS SU COBERTURA. 240

6. SISTEMAS CONSTRUCTIVOS DE LOS CAMINOS EN EL AREA ESTUDIADA Y ALGUNAS COLINDANTES. 264

7. CONSIDERACIONES FINALES. 271

BIBLIOGRAFIA. 273

INDICE. 322 TESIS EN 7 HORAS Odontología * 69 Esq. Paseo de las Facultades Copilco Universidad 658-9554