Presidentes De La Fundación Colosio, Ac
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PRESIDENTES DE LA FUNDACIÓN COLOSIO, A. C. Fecha de Nombre toma de Nombre de la Fundación protesta CAMBIO XXI FUNDACIÓN LIC. MARIANO PALACIOS 14/MAY/1991 MEXICANA, A. C. ALCOCER 28/FEB/1991 LIC. JOSÉ FRANCISCO RUIZ CAMBIO XXI FUNDACIÓN 28/MAY/1992 MASSIEU MEXICANA, A. C. CAMBIO XXI FUNDACIÓN DR. JOSÉ R. NARRO ROBLES 13/MAY/1993 MEXICANA, A. C. CAMBIO XXI FUNDACIÓN MEXICANA, A. C. DR. LUIS F. AGUILAR VILLANUEVA 17/DIC/1993 FUNDACIÓN MEXICANA CAMBIO XXI LUIS DONALDO COLOSIO, A. C. 23/MAY/1994 FUNDACIÓN MEXICANA LIC. ENRIQUE JACKSON RAMÍREZ 8/DIC/1994 CAMBIO XXI LUIS DONALDO COLOSIO, A. C. FUNDACIÓN MEXICANA CAMBIO XXI LUIS DONALDO COLOSIO, A. C. DR. AGUSTÍN BASAVE BENITEZ 13/OCT/1995 FUNDACIÓN COLOSIO, A. C. 29/ABR/1996 DRA. ROSARIO GREEN MACÍAS 10/ENE/1997 FUNDACIÓN COLOSIO, A. C. LIC. OSCAR LÓPEZ VELARDE 26/MAY/1998 FUNDACIÓN COLOSIO, A. C. VEGA LIC. SABINO BASTIDAS COLINAS 17/JUL/2000 FUNDACIÓN COLOSIO, A. C. LIC. RODOLFO LECHEVERRÍA RUÍZ 17/ABR/2002 FUNDACIÓN COLOSIO, A. C. LIC. BEATRIZ PAREDES RANGEL 3/MAR/2004 FUNDACIÓN COLOSIO, A. C. C.P. FRANCISCO ROJAS 18/JUN/2007 FUNDACIÓN COLOSIO, A. C. GUTIÉRREZ Lic. MARCO ANTONIO BERNAL 04/JUN/2010 FUNDACIÓN COLOSIO, A.C. GUTIÉRREZ. Señor Senador Luis Donaldo Colosio Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Partido ‘Revolucionario Institucional. Señores Integrantes del Consejo Político Nacional. Destacados Miembros Constituyentes. Señores Representantes de la Comunidad Intelectual, de las Instituciones de Excelencia, de los Medios de Comunicación Social y de los sectores Productivos del País. Señores Invitados Especiales. Señoras y señores. (140591) Los griegos antiguos, a quienes debemos la paternidad de la política como un quehacer colectivo y corno una expresión de la libertad, designaban el momento en que algo importante debía decidirse o hacerse con la palabra Kairos. Particularmente en el devenir de los pueblos, sus grandes transformaciones son respuestas a ese Kairos, a esas urgencias en las que el tiempo nos gana y nos va en juego la vida. En el umbral de un nuevo siglo y un nuevo milenio, el mundo entero vive hoy su intransferible Kairos, su ajuste de cuentas con lo que ha imaginado, con lo que ha hecho en el ámbito de lo social durante más de cien años, y enfrenta, por ende, la situación de un cambio decisivo. Los hombres de hoy sometemos a juicio nuestro legado, el que nos dejó la ilustración, el que desarrolló el siglo XIX, un siglo de grandes intuiciones proféticas, de voluntades inmensas y de advertencias. A demócratas y radicales les tocó vivir el nacimiento de una criatura que les inspiró, al par, confianza y temores. El Estado, entonces mínimo, cauteloso, nocturno, abandonó la sociedad civil al libre juego de intereses. Sin embargo, pese a su aliento democrático, algo les indicaba su futura omnipotencia. Por eso, la visión de Fourier pedía su debilitamiento, mientras que la de Bakunin deseaba su desaparición. Sus predicciones se cumplieron. El Estado creció hasta convertirse en un poder intolerable. En vastos territorios políticos, la democracia cedió su lugar al Estado totalitario cuya monstruosidad ha descrito magistralmente Hanna Arentd; en vastos territorios, también, el misticismo y la agresividad nacionalista hicieron de nuestro siglo lo que Julien Benda llamó “La organización intelectual de los odios”. Lo que no sospecharon los hombres del Siglo XIX, fue el resurgimiento de la democracia y el sorprendente camino que recorrería el impulso libertario. Acaso podemos explicar parcialmente las señales pero aún no salimos del asombro que nos provoca la inventiva de la democracia contemporánea. Aunque los mexicanos hemos andado por senderos históricos particulares, los vientos del cambio nos llegan con fuerza inusitada. Y digo que nuestro sendero ha sido distinto porque casi un siglo nos costó la formación del Estado nacional; porque a pesar de haber caído en la tentación del autoritarismo, hemos mantenido una enorme voluntad democrática; porque insumisos a repetir modelos clásicos, hemos adaptado los ideales universales a nuestra peculiar idiosincrasia; porque nuestro siglo ha sido, justamente, el siglo en que hemos encontrado las formas democráticas precisas para animar la vida colectiva, para abundar en libertad y justicia; porque, finalmente, nuestro nacionalismo nunca cultivó el odio o el afán de expansión, sino que creció en el soberano ejercicio de un derecho a ser nosotros mismos, dueños de nuestro proyecto histórico. Pero si nuestra historia es singular ¿por qué hemos de compartir con otros pueblos este Kairos finisecular? Porque la condición siempre perfectible de la democracia lo reclama. La democracia no es un Estado inmutable: es un proceso que parte de ciertos principios y está en constante lucha por aproximarse a ellos. En esa agonía y tensión, se renueva, descubre otros ámbitos donde alojarse, bucea otras profundidades. Nuestra constitución real arrastra formas culturales que impiden la plena vigencia de lo que deseamos, de lo que nos hemos propuesto en la constitución formal. Compartimos este momento de decisión y de acción con el resto de los hombres, para fortalecer la democracia como modo de vida plural, para irrigar Con su elevado sentido espiritual la vida cotidiana. No se trata del paso del autoritarismo a la democracia, pues la historia es renuente a estas oposiciones metafísicas; se trata de escalar los peldaños de la democracia para los que la constitución de la sociedad mexicana esté preparada históricamente; se trata de militar en la democracia con todas nuestras fuerzas, de devolverle a la política la alta dignidad de un espacio donde todos participamos en las decisiones y acciones que son entrañables al presente y porvenir de la República. En este horizonte de cambios, se inscriben las tareas de nuestro Partido. Así como hace mas de sesenta años, el Partido Nacional Revolucionario surgió desde el poder a la vida pública de México como un organismo político moderno movido por la idea de unidad nacional, inspirado en el ideario del gran movimiento social que configuró el México de este siglo, hoy, este Partido en cuyos principios coincidimos, venciendo inercias y escepticismos, se transforma para hacer frente a los desafíos del México contemporáneo La decimocuarta asamblea ha sido su Kairos el momento en el que ha decidido renovarse; en ella, el Partido ha reconocido el complejo paisaje social en el que actúa, se ha reconocido a sí mismo como factor esencial de sus cambios. En ese mirarse a sí mismo, con vehemencia autocrítica, con honestidad, reside su juventud y el secreto de su porvenir, no como un Partido que declina en su voluntad de gobernar, sino como un Partido que, seguro de la calidad de su proyecto, está dispuesto a luchar por la adhesión razonada y madura de las mayorías nacionales. Una página relevante de ese momento ha sido la resolución de crear esta Fundación Cambio XXI que me honro en presidir y cuyos trabajos hoy ponemos en marcha. Los priístas han querido, así, destacar, de nueva cuenta, la importancia que conceden a las ideas, a la reflexión y al conocimiento. Pero si han dispuesto la creación de un organismo autónomo no es para separar la teoría de la práctica, sino para asegurarle a aquélla la claridad de sus esfuerzos; la distancia entre el Partido y la Fundación es la misma que separa al pensar del hacer, es decir, una distancia breve y al propio tiempo profunda. Porque uno y otro quehacer humanos, aunque vinculados entre sí, tienen su propia naturaleza y espacio. Quién apenas hace unos años fuera ilustre dirigente de nuestro Partido Jesús Reyes Heroles, insistía siempre en la importancia de ese entramado entre las ideas y las acciones. Decía él que “la teoría sin práctica, puede Llevar a la esterilidad, pero la práctica... sin la teoría, puede llevar a la barbarie.” Para esa lucha cultural que a él preocupaba y que hoy encara, en nuevas circunstancias y con renovados bríos, nuestro Partido, los priístas han concebido un instrumento nuevo, una asociación civil dotada con personalidad y patrimonio propios que señalan la jerarquía que se le concede al pensamiento, al análisis, a la capacitación de sus miembros, a la divulgación de la doctrina de la Revolución Mexicana, que constituyen las funciones torales de la Fundación. La Fundación Cambio XXI mantiene una relación orgánica con el PRI, de quien acepta los principios en que basa su acción política. La Fundación es independiente en todo lo que se refiere a su organización, reclutamiento de personal, programas de investigación, actividades culturales generales y publicaciones. La Fundación es ante todo un órgano promotor de la cultura mexicana y por esto dará preferencia a su mejor conocimiento y a su expansión tanto dentro como fuera del país. Mantendrá relaciones con las fundaciones nacionales o extranjeras que persigan objetivos análogos, buscando intercambio de experiencias y de permitirlo sus fondos de investigadores y conferencistas. De este modo, el pensar no abandona principios, doctrina, orientaciones imprescindibles, en suma, su militancia. Sólo se sustrae a la contienda de los intereses cotidianos, a la inmediatez y se eleva sobre ella para no perder la perspectiva del todo. La Fundación contrae, aquí y ahora, un compromiso con el Partido, con sus ideales; pero también asume lo propio con la renovación democrática de México. Un hecho presente en México es el cambio político que acarrea un cambio cultural y nuevas formas de civilidad. Todo parece indicar una aceleración de estos procesos, lo que obliga a orientar la atención de los estudiosos hacia las nuevas expresiones culturales de la política y sus consecuencias sociales. La prospectiva estará pues en el centro de las preocupaciones de la Fundación. La Fundación será un instrumento para auxiliar al Partido en la concepción de sus tareas, pero también un instrumento del propio Partido para buscar alternativas por la democracia mexicana renovar las formas culturales que convienen a ese modo superior de vida, para dialogar con otras voces que, con timbres diversos, hablan del mismo sueño de vivir en la participación en la tolerancia.