ANÁHUAC TOLTECÁYOTL En defensa de la Matria

Guillermo Marín 1

ÍNDICE

Presentación 3

TOLTECÁYOTL COMO ESTRUCTURA CIVILIZATORIA. 6

LA TOLTECÁYOTL más allá de la razón occidental. 17

EL CONCEPTO DE LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA EN EL ANÁHUAC. 33

LAS CIUDADES “PREHISPÁNICAS”. 49

LA ESPIRITUALIDAD TOLTECA 60 como una frecuencia energética.

TEOTLAMATLIZTLI, EL TIEMPO SAGRADO 63 …el retorno de Quetzalcóatl.

VERTICE SUPERIOR DE LA PIRAMIDE DE DESARROLLO 72

POR QUÉ PERDIMOS NUESTRA RELIGIÓN ANCESTRAL. 96

UN ROSOTRO PROPIO Y UN NOMBRE VERDADERO 121

LA PATRIA Y LA MATRIA. 128

SI NO TE NOMBRO, NO TE RECONOZCO…NO EXISTES 131

NI AZTECAS NI MEXICAS, FALSA LA HISTORIA “PREHISPÁNICA” DE MÉXICO. 137

LA VERDAD SOBRE SOBRE LA CREACIÓN Y USO DE LA POR EL ESTADO MEXICANO. 142

LA COLONIZACIÓN DE LA HISTORIA. 153

EN DEFENSA DE LA RESTITUCIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA Y LA IDENTIDAD CULTURAL ANCESTRAL. 163

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PRESENTACIÓN.

El presente trabajo surge a partir de una larga plática con el Dr. Ramón Grosfoguel, quien generosamente me escuchó por horas en un café de la Ciudad de México en agosto de 2016, y al final de mi presentación sobre la historia, filosofía y cultura del Anáhuac, me dijo que debíamos hacer un texto para Latinoamérica. Decidimos hacer una serie de textos para preparar el contenido del libro. Al tiempo, hemos decidido publicar los textos, que corren el riesgo de tocar algunos puntos de manera reiterativa pero necesaria, tomando en cuenta que la cronología histórica de la Civilización del Cem Anáhuac, ya está en el libro “Historia Verdadera del México Profundo”, sería más oportuno tratar los puntos más sobresalientes por separado. Hemos venido trabajando casi cuarenta años en la reflexión e investigación de la sabiduría ancestral llamada Toltecáyotl. A través de la lectura de textos críticos, de conversaciones con portadores de la sabiduría ancestral, con investigadores críticos y personas lúcidas y responsables del mundo académico, lo que nos ha permitido formular una propuesta para tratar de empezar un proceso de descolonización, para descubrir el potencial civilizatorio de nuestra herencia milenaria. La experiencia que hemos recogido dando conferencias y seminarios sobre el Anáhuac y la Toltecáyotl, lo mismo en ciudades que en pequeñas comunidades, con profesores, artistas o con público en general; en universidades, centros culturales, jardines y plazas pueblerinas, es que, independientemente del nivel académico, intelectual o de 3 conciencia de los espectadores, las personas activan su “banco genético de información cultural”, cuando se les trasmite información y se les proyecta imágenes del patrimonio cultural ancestral. A la conclusión que hemos llegado, por nuestro trabajo, es que la gente está ávida y necesitada de activar su potencial de sabiduría ancestral. El pueblo posee una valiosa información pletórica de sabiduría y conocimiento. El pueblo sabe y siente que sabe, pero al mismo tiempo, se siente bloqueada, desconectada de esa fuente de conocimiento que está depositado en lo más profundo de su ser. Creemos que no solo con tragedias como los terremotos de 1985 y 2017 en la Ciudad de México, se puede activar el “banco genético de información cultural”, para despertar y actuar como en verdad somos. Esta lamentable situación no es fortuita o natural. Por el contrario, es fruto de una estrategia, coordinada y concertada por el Estado mexicano, desde 1824 a través de sus tres poderes y sus tres niveles de gobierno, con el apoyo y beneplácito del poder económico y político, las iglesias y los medios de comunicación. El objetivo es mantener al pueblo en un estado de amnesia total. En un estado catatónico, que los lleve a actuar como zombis, de una manera que atenta contra su propia existencia, salud y dignidad. Al no poseer memoria histórica e identidad cultural ancestral. Al no saber quiénes en verdad son, al quedar amnésicos, al no saber de dónde vienen, quiénes son y a dónde van; quedan en un estado de total vulnerabilidad, fragilidad y mínima auto estima. Incapaces de tener conciencia y dignidad. Imposibilitados a trabajar y luchar por su liberación. Asumiendo roles de “colonizados-colonizadores”, sumisos explotados y voraces consumistas de ideologías, objetos y productos chatarra.

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La conclusión final, es que el Estado mexicano ha cometido un crimen de lesa humanidad con el pueblo, y ha atentado contra uno de los derechos humanos más importantes que es, “el derecho a poseer conciencia y dignidad”, a partir de la memoria histórica y la identidad cultural ancestral. Esta situación no solo priva en México, otros países latinoamericanos están sufriendo la misma agresión. Para hablar de activar sólidos procesos decoloniales, es fundamental que los pueblos, primero, recuperen su memoria histórica y su identidad cultural ancestral. De no hacerlo, los procesos quedan en niveles superficiales, con tintes nacionalistas y folclóricos.

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TOLTECÁYOTL COMO ESTRUCTURA CIVILIZATORIA

El futuro de la Matria está en el conocimiento profundo y verdadero de su historia y cultura ancestral. En volver a ser nuestra, en el mundo consiente de todos los días, la Toltecáyotl.

La mayoría de los habitantes, “del país de los criollos”, somos hijos de los hijos de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del planeta. Somos, culturalmente, tan antiguos como China o India. Sin embargo, a diferencia de estos países, en donde tienen sus pueblos totalmente vinculado su presente a su pasado ancestral, nosotros vivimos ajenos y desconectados a la historia y cultura de nuestros ilustres antepasados. Construyendo, año tras año, un presente incierto, que de inmediato destruimos y olvidamos. Nuestra condena es olvidar, para vivir en la ignorancia de nosotros mismos, habitando un interminable “laberinto de la soledad”. Por los procesos de colonización, que hemos sufrido en los últimos cinco siglos, a manos de los colonizadores de ayer (los gachupines) y los necolonizadores de hoy (los criollos), en los que se ha tratado de desaparecer nuestras lenguas, memoria histórica, conocimientos, territorialidad, y espiritualidad; hemos perdido la conciencia, -en el mundo de todos los días-, de la sabiduría ancestral que crearon nuestros antepasados a lo largo de siete milenios y medio, misma que se manifiesta en los pueblos indígenas y campesinos en las tradiciones, fiestas, usos y costumbres, y de manera subconsciente, en la vida “moderna” de los mestizos que vivimos en los núcleos urbanos. Bajo ningún motivo nuestra Civilización Madre ha muerto o desaparecido. Se ha mantenido viva gracias sus profundas

6 raíces a través de la resistencia cultural, las apropiaciones culturales y la misma evolución endógena; porque la cultura es cambiante y siempre está en transformación. El Anáhuac es la estructura inmensa y poderosa que sostiene la endeble entelequia del país de los criollos, llamado “México”. Cómo toda Civilización Madre, poseemos una matriz filosófica cultural que ha sido la “espina dorsal” del milenario conocimiento que se ha investigado, registrado, sistematizado y mantenido, a través de miles de años. Este conocimiento es conocido como Toltecáyotl. El Dr. Miguel León Portilla lo define como “los conocimientos e instituciones de los toltecas”. Los toltecas son los hombres y mujeres de conocimiento. No son una etnia o una cultura, sino un grado o nivel de sabiduría, y percepción y manejo de la energía. La palabra Toltecáyotl en lengua náhuatl se compone de dos partes, “tolteca y yotl”. De modo que tolteca es un artista (pero no en sentido occidental), “el máximo artífice”, y yotl, significa el alma o la energía fundamental del ser humano. El Maestro Alfredo López Austin, en su libro Cuerpo Humano e Ideología, apunta que: “Yolia es la principal y central de las entidades anímicas. Su mayor concentración estaba en el corazón. Sólo se separaba del individuo tras la muerte. A ella se debían las principales actividades de la conciencia”. Pero también, el Maestro Arturo Meza en su libro Mosaico de jade con reflejos de obsidiana nos ofrece un orgumento muy profundo sobre la partículo Yotl: Existen el idioma náhuatl algunas partículas relacionadas al pensamiento antiguo, una de ellas que nos parece fundamental es la particular Yotl, cuando se combina con el número dos, ome. Yotl es la esencia primordial, es la mente humana, la idea de una esencia que envuelve el tono sin límites, en la cual está inmerso completamente el universo comprensible desde, y más allá de nuestras percepciones. Existe la idea de que todos los

7 lugares, aún en los más recónditos de nuestro universo, existe la esencia, que adquiere una interacción en sí misma al tener la cualidad de ser una fuerza de atracción que une partículas de polaridades contrarias en conjuntos coherentes de estructuras duales, con el resultado de que Yotl, la esencia pura, se convierte en Omeyotl, la esencia de la dual y la que llena el Omeyo´can. Así que el concepto de Toltecáyotl lo podemos entender como “El conocimiento del trabajo interior, o como, El arte de vivir en equilibrio”, y en un sentido mucho más profundo, como los conocimientos sobre la percepción y manejo de la energía. Porque la idea central de la sabiduría tolteca es el equilibrio, se logra a través de la “flor”, como símbolo de la belleza que proviene del equilibrio estético, y este a su vez, se obtiene a través de la medida. Y el equilibrio también se logra por medio de la sabiduría, que metafóricamente, los toltecas, llamaban “canto”. De donde, “flor y canto” es, metafóricamente, Toltecáyotl. La Toltecáyotl, de esta manera, representa el Patrimonio Cultural Intangible más valioso de nuestra civilización, porque se enfoca en “el centro”, en la esencia del conocimiento humano. Es, con propiedad, la aportación más importante a la humanidad. En esencia, no es muy diferente a la sabiduría que han creado los pueblos de China o India, pues todas estas sabidurías, por una u otra forma, buscan la realización y plenitud humana. La única diferencia es que es “la propia- nuestra”, como señala el Dr. Rubén Bonifaz Nuño. Para intentar visualizar la Toltecáyotl de manera sencilla y esquemática, proponemos verla como una pirámide de tres dimensiones y con las variantes del tiempo y el espacio. En la que, en su base, podamos ubicar los conocimientos para resolver los desafíos de la conservación, desarrollo y mantenimiento de la vida y la energía en el aspecto material. Y en la parte superior ubicaremos los conocimientos para 8 satisfacer las necesidades de significación y trascendencia de la vida, en un orden mucho más elevado y sofisticado, específicamente en el campo de la energía. Pero para tener una mejor apreciación de la Toltecáyotl, tenemos que tomar en cuenta que esta sabiduría tiene otros factores que la hace más compleja. Nos referimos a que la pirámide de la Toltecáyotl, además, la debemos de dimensionar en función del “tiempo y el espacio”. Es decir, que tenemos que entender que esta pirámide tuvo diferencias en tiempo; no fue estática, es decir, la Toltecáyotl no fue la misma en el periodo Preclásico, que, en el Clásico, en el periodo Postclásico, o que en nuestros días. Pero las diferencias o variantes, también están en función del espacio. No es lo mismo la región maya, la región de Oaxaca, el Altiplano Central, la región de Occidente, la región de la Costa del Golfo de México, la región de La Gran , la región de la Cuenca del Río Misisipi, las regiones de las costas del Norte del Atlántico, las regiones de la costa del Pacífico, de lo que hoy es E.U. y Canadá, y desde luego, Centro América, hasta el Tapón del Darién, además de las Islas del Mar Caribe. Otro factor, que se debe tomar en cuenta, es la variedad de culturas diferentes en lo “externo”, pero todas compartiendo los conocimientos, valores y principios de la Toltecáyotl, que representa su estructura fundamental, el cimiento y la raíz. Se supone que, solo en lo que hoy es México, existieron antes de la invasión europea más de 160 culturas. La Toltecáyotl se nos revela muy compleja y aunque comparte una misma matriz filosófica, en cada pueblo y en cada tiempo y espacio, tuvo muchas variantes. Debemos de considerar que uno de los grandes logros de nuestra Civilización Madre, fue el encontrar la plenitud humana, en una “unidad profundamente diversificada”. Por ejemplo: el concepto filosófico-religioso de la vida, simbolizado por la Toltecáyotl a través del agua. Todos

9 los pueblos, en tiempo y espacio lo compartieron, todos lo representaban con unas anteojeras y una lengua de serpiente; pero lo que cambió en tiempo y espacio, fue la iconografía que contenía las anteojeras y la lengua de reptil, así como el nombre en las diferentes lenguas. Para los mayas fue Chak, para los zapotecos, Cosijo, para los nahuas Tláloc y para los totonacas fue Tajín, etc. Como dijimos con anterioridad, la pirámide de desarrollo humano tolteca tiene en su base los conocimientos para facilitar el logro del mantenimiento y plenitud de la vida. Esto se logra a través de cuatro sistemas que actúan totalmente interconectados y son interdependientes. En primer lugar está el sistema alimenticio, que implica, desde la invención de la agricultura y la domesticación de las plantas, pasando por la invención del maíz, la milpa y los complejos sistemas hidráulicos como es la chinampa, hasta una sofisticada y nutritiva cocina, basada principalmente en vegetales, insectos, frutas y pocas carnes, que brindaran la suficiente energía, que les permitieran tener el tiempo libre, para realizar sus inconmensurables obras materiales e inmateriales, como los Tollan, llamadas zonas arqueológicas. Con la energía suficiente y el tiempo disponible, se requirió, además, poseer un sistema de salud, que garantizara mantener la vida y/o la energía en las mejores condiciones. El sistema de salud comenzaba con los hábitos higiénicos personales, familiares y comunitarios. El baño llegó a su máxima expresión con el temazcal. Se supone que antes de la invasión en el Anáhuac existía el 75 % de la biodiversidad del planeta. Los Viejos Abuelos conocían con exactitud las sustancias activas de las plantas, insectos y minerales, necesarios para recuperar la salud perdida o el desequilibrio energético. La cirugía y la acupuntura llegaron a tal grado de avance, que muchos siglos antes de la era cristiana, en el Anáhuac, ya se hacían trepanaciones y sofisticados trabajos dentales, de los que, en

10 la actualidad, existen vestigios irrefutables de estos logros. En el caso de la acupuntura, como fue prohibida por los colonizadores se transformó en la digito puntura, conocida en la cultura popular como la tradición de “los sobadores”. Cubiertos los requerimientos de tiempo, energía y salud, dispuestos para enfrentar los magnos proyectos civilizatorios, se requirió, además, un efectivo sistema de educación, que, por una parte, permitiera el desarrollo en armonía y plenitud de las nuevas generaciones, y por la otra, mantener en el tiempo, el mismo proyecto civilizatorio. Porque para los Viejos Abuelos, la educación familiar, comunitaria y académica fue uno de los pilares más importantes de su civilización, lo que llevó al Anáhuac a poseer el primer sistema de educación pública del planeta. El concepto de “formar rostros propios y corazones verdaderos, en las nuevas generaciones, y el arte de educar a los seres humanos”, nos habla de la formación en valores éticos y morales, como base para el proyecto de desarrollo de la civilización. Como en el caso de la construcción del Tollan de Daany Beédxe (zona arqueológica de Monte Albán, Oaxaca), que se llevó 1350 años en su construcción y uso, éste, no habría sido posible sin contar con la convicción participativa de las sucesivas generaciones a lo largo de más de 13 siglos. Hecho que se demuestra al descubrir que la planta arquitectónica de la fase uno (año 500 aC.) es igual a la de su abandono, fase tres (850 dC.). Los toltecas partían de que el ser humano no nace, sino se hace. Un complejo y sofisticado método de enseñanza para expandir y cultivar las cualidades humanas a partir de la práctica cotidiana de hábitos personales, grupales y comunitarios, así como la transferencia de la sabiduría a partir de la academia. La forma de entender el concepto de la educación es que las escuelas debían ser autosustentables, para formar seres humanos autosustentables, con los 11 conocimientos y las capacidades suficientes para vivir en armonía con la comunidad y el medio ambiente. Es importante aclarar que la Toltecáyotl no fue “homogénea” en todos los pueblos y culturas en los primeros siete mil quinientos años de historia del Anáhuac. La condición del ser humano es la imperfección. La diferencia entre los seres humanos, las culturas y las civilizaciones, es el desarrollo y cultivo de “la conciencia”, lograda a través del grado de esfuerzo sostenido, dedicación y trabajo físico, intelectual y emocional para “humanizar su mundo”. De modo que existieron siempre personas y pueblos, que no se esforzaban con la misma intensidad y pasión por lograr “el arte de vivir en equilibrio”. De esta manera, para percibir en toda su dimensión la Toltecáyotl, y con ello, poder estructurar-ensamblar correctamente la información, que día a día vamos recuperando de nuestro pasado ancestral, y que nos permite de manera integral, poder conocer y entender la Toltecáyotl como un complejo cuerpo de conocimientos. Porque debemos de recodar que esta sabiduría primigenia es una de las seis más antiguas de la humanidad y que fue creada a lo largo de miles de años de investigar, confirmar, registrar, sistematizar y trasmitir, de generación en generación, ensamblando esta sabiduría para crear y recrear mayores y mejores formas de pensamiento y percepción, que permitan resolver los grandes desafíos, de orden material e inmaterial, que implica la búsqueda de la plenitud de la vida. De esta manera, después de contar con una sólida alimentación, un eficiente sistema de salud y un eficaz sistema educativo, los viejos Abuelos toltecas desarrollaron a lo largo de los siglos un sabio sistema de organización que permitiera, gracias a la cooperación y responsabilidad personal y comunitaria, la conjunción, sumatoria y armonización de las

12 acciones de las personas, las familias y las comunidades, para realizar las grandes tareas materiales e inmateriales de todas y cada una de las culturas en el amplio territorio del Cem Anáhuac. El sistema de organización iba desde la forma de percibir la responsabilidad existencial de cada individuo, familia y comunidad. La organización personal se puede apreciar en los valores y principios que han quedado en los Huehuetlactolli. La “libertad personal” estaba acotada por los derechos y responsabilidades con la familia y la comunidad, especialmente el concepto de “servir a la comunidad”, como el bien o acción más importante generado por un ser humano. En un segundo nivel las familias con el calpulli y estos con el Hueycalpulli. El siguiente nivel en la organización era la federación de Hueycalpulli, que a su vez se organizaba en la confederación, es decir, la federación de federaciones. Valores y principios como la Asamblea, el que las autoridades “mandan obedeciendo”, el servicio a la comunidad, el trabajo por la comunidad, el bien común sobre el interés personal, la solidaridad y la fraternidad entre individuos, familias y comunidades. Todos estos principios y valores en muchas comunidades de México han podido sobrevivir y son conocidos como “Sistema de Cargos” o usos y costumbres. Finalmente, en la parte superior de este complejo y profundo sistema de conocimientos, encontramos un conjunto o sistema de conocimientos abstractos, que buscaban la trascendencia de la vida humana en un plano inmaterial. Primeramente, tenemos un universo religioso, con ritos y ceremonias diversas que los pueblos iban creando y recreando de acuerdo a su historia propia y su medio ambiente. Metáforas de sabiduría que permitan a los seres humanos, a los masehuales, vivir en armonía con el mundo que los rodeaba. Arriba de este nivel encontramos un nivel teológico por medio de una élite de grandes sacerdotes, es decir, una comprensión de la realidad 13 más allá del rito, y que encuentra sus referentes en conceptos filosóficos. Arriba de este estrato tenemos el nivel filosófico, desarrollado por élites, que, desde el Calmécac, guiaban y coordinaban el desarrollo y plenitud de los pueblos. Hombres y mujeres que daban orden y dirección al “ala y la cola”. Personas depositarias de la sabiduría ancestral, los poseedores de “la tinta negra y la tinta roja”. En el nivel más elevado de la sabiduría en el Anáhuac, encontramos a hombres y mujeres de conocimientos. Personas que estudiaban e investigaban el mundo y la vida a través de percibir la energía, como la fuente “esencial” de todo el universo. Visualizaron, hasta los límites de su percepción, que todo lo que llamamos universo, está compuesto de pequeñísimos filamentos de energía. Que estos filamentos tienen conciencia propia y que se organizan en toroides y estos a su vez se multiplican infinitamente como fractales. Que esta organización está regida por una frecuencia vibratoria, exacta y perfecta, en un movimiento matemático por la cual se rigen todos los toroides, sin importar su tamaño, en lo que entendemos como macrocosmos y micro cosmos. Ellos lograban a través de complejos procedimientos, disciplinados ejercicios y rigurosas prácticas, llegar a manejar la percepción energética y utilizarla para fines no mundanos a través de su conciencia. Este es el logro más importante de la Civilización del Anáhuac. Descubrir “la esencia” de todo lo que somos y nos rodea. Este conocimiento está en el vértice superior de la pirámide de desarrollo humano tolteca. A lo largo de muchos siglos y milenios de estudiar e investigar, los Viejos Abuelos, llegaron a la conclusión de que el ser humano puede llegar a “manipular conscientemente” la energía que le conforma. Para llegar a estos niveles de conocimiento, necesitaron decodificar el lenguaje del universo, por ello descubriendo las matemáticas y la astronomía como fuentes de “entendimiento”. 14

Descubrieron que todo el universo es “un conjunto de vibraciones” o energía en permanente movimiento. Que existe una frecuencia o vibración “generadora” y que el ser humano, -como toroide o carga energética-, puede llegar a tener la conciencia y lograr la manipulación de su energía, para acercarse o “afinarse a la vibración generadora”. Este conocimiento ha sido el mayor logro civilizatorio, y como dijimos anteriormente, se encuentra en el vértice superior de la pirámide de desarrollo humano tolteca. Esto explica el por qué no dedicaron todo su conocimiento y energía a la guerra, al comercio o el poder efímero, como otros pueblos. Este conocimiento siempre ha estado en manos de una reducida élite de seres humanos que han llegado a niveles superiores de percepción, casi imposibles de lograr para un ser humano común. Esta percepción se logra en la práctica cotidiana y sistemática de la responsabilidad, la disciplina, el compromiso, el trabajo y la determinación inflexible, para perfeccionar su voluntad y manejar la energía. A estos seres humanos los conocía como toltecas, los lugares en donde estudiaban e investigaban les llamaba Tollan y a sus conocimientos se les conoce como Toltecáyotl. Los toltecas y la Toltecáyotl jamás se han extinguido, solo desaparecieron del Tlaltípac, alrededor de la mitad del siglo IX y ha quedado, en la mítica tolteca, el “regreso de la sabiduría” representado metafóricamente en el mito del retorno de Quetzalcóatl. Los toltecas están entre nosotros, gozando de “la libertad ilimitada de ser desconocidos”. La base del conocimiento de la Toltecáyotl ha quedado en el subconsciente, en el “banco genético de información cultural” de los individuos y los pueblos del Anáhuac y conforma los cimientos de La Matria. Está viva y es lo que nos hace ser lo que en verdad somos, lo que nos identifica y nos une, desde Alaska hasta la Tierra del Fuego, y en cada lugar tiene diferente nombre. La

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Toltecáyotl es la sabiduría de la Matria, y representa, la esperanza de un futuro luminoso y de plenitud humana. Concientizarnos de este legado implica, “despertar” y dejar atrás las taras y complejos de la colonización, para hacerlo de nuevo “propio-nuestro”, en la construcción comunitaria, solidaria, responsable y fraterna de una Anáhuac para todos, sin vencedores ni vencidos, sin explotación, exclusión y racismo. No es difícil hacerlo, -porque ya lo hicimos una vez-, solo se requiere hacer emerger y recuperar esa sabiduría que existe en el banco genético de información cultural de todos los pueblos, anahuacas (indígenas), mestizos y criollos que conforman el país. El futuro de la Matria está en el conocimiento profundo y verdadero de su historia y cultura ancestral. En volverla a ser nuestra en el mundo consiente, en la de la acción cotidiana. La Toltecáyotl es el futuro, porque posee la sabiduría del pasado.

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LA TOLTECÁYOTL más allá de la razón occidental.

“Toltecáyotl, término introducido al mundo académico por el antropólogo Miguel León Portilla y redactado en el Siglo XVI por el padre Molina en el primer diccionario de la lengua náhuatl, es traducido como: “Arte para vivir”. José Alberto López García.

I. Desde 1519 hemos sido “descubiertos, estudiados y explicados por el otro”. Aprendimos su lengua y olvidamos las nuestras, aprendimos su historia y quedamos amnésicos, aprendimos sus conocimientos y olvidamos los nuestros, aprendimos su religión y nos convertimos en fanáticos e idólatras de algo que no hemos cabalmente llegado a entender y del cual estamos excluidos física y espiritualmente. Aprendimos a crear el conocimiento con sus métodos y olvidamos los nuestros. Vivimos en un mundo que nos es ajeno. En síntesis, hicimos nuestra, su visión y descripción del mundo y de la vida. Nos quedamos vacíos, sin raíz y sin sustento. Nos convertimos en un eco que se pierde en el tiempo, en sombras que discurren asustadas en un inmenso “llano en llamas” desolado y empapado de tinieblas. Perdimos el ancestral “rostro propio y el corazón verdadero”. Hemos quedado prisioneros trescientos años en el calabozo de la colonización hispánica y los últimos doscientos, en la mazmorra del neocolonialismo criollo. Atrapados, maniatados y amordazados en “el laberinto de la soledad”. Incapaces,

17 impotentes, permanentemente vencidos, subdesarrollados, periféricos, subalternos. En el conocimiento profundo y descolonizado del pasado está el futuro de la Matria. Una Matria justa, generosa y responsable con sus hijos. Requerimos recuperar nuestro ancestral camino, abrir nuestros propios horizontes, crear un futuro “propio- nuestro”. Dejar de ser copias mal hechas y tardías. Requerimos volver a ser “originales”, sin perder lo que hemos hecho nuestro del “otro”. Tenemos que dejar de percibir el mundo y entender la vida con las categorías del carcelero. El cambio verdadero, no es crear una nueva episteme, porque se estaría haciendo más de lo mismo para salir de la modernidad, el camino no es la transmodernidad, y mucho menos la posmodernidad. Porque en los tres casos: modernidad, posmodernidad y transmodernidad, se está construyendo una visión del mundo y dándole significado a través de las ideas. Las ideas pueden ser propias o ajenas. Las propias son las que hemos heredado por la misma experiencia humana endógena, es decir, la sabiduría que se encuentra en las tradiciones y costumbres de los pueblos. Y que se han creado como producto de las acciones y sentimientos para mantener la vida, pero por la colonización se han quedado en un confuso y sincrético folclor. (En efecto, la ciencia social contemporánea no ha encontrado aún la forma de incorporar el conocimiento subalterno a los procesos de producción de conocimiento. Sin esto no puede haber descolonización alguna del conocimiento ni utopía social más allá del occidentalismo.) El giro decolonial. Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel.

Las ideas ajenas, son producidas por un grupo de personas, corporaciones, linajes y tradiciones cerradas, estructuradas por 18

élites de pensamiento. Pueden ser económicas, religiosas, políticas, académicas o bélicas, que en general, buscan el dominio y preponderancia sobre los demás. Gracias a la tecnología en los últimos decenios una idea, o un conjunto de ideas, repetidas incansablemente por todos los medios pueden, directa o indirectamente, crear percepciones homogéneas del mundo y la vida a nivel global. No se trata de crear una nueva episteme, justamente, el camino es lo contrario, dejar de construir la visión y la descripción del mundo y de la vida a través de un conjunto de ideas, concebidas por un grupo de “pensadores iluminados”. No se trata de negar la visión racional del mundo a través “del logos”, porque es él, quien construye “la realidad” a partir de las ideas o razonamientos. Así como el eurocentrismo creó el concepto de que “lo particular europeo es lo universal”. De la misma manera, el eurocentrismo afirma que el conocimiento solo se puede crear a través de la razón. Sin embargo, existen otras formas de conocimiento de los seres vivos, incluido el ser humano, que no es necesariamente el razonamiento occidental. Es decir, existe una “pluriversalidad” de medios para acceder al conocimiento y, por ende, percibir el mundo y la vida de manera diversa. La racionalidad no es el único camino al conocimiento, existen muchos seres vivos que adquieren conocimiento y no tienen cerebro y otros que lo tienen, no lo usan como el ser humano. Múltiples y diversas racionalidades o epistemes. Porque al tratar de hacerlo, sólo estamos reduciendo y limitando las capacidades humanas y excluyendo diversos pluriversos posibles. Se trata en cambio de dejar abrir las posibilidades humanas de la percepción y el conocimiento, de otras formas posibles de vida y otros mundos en el mismo tiempo y en el mismo espacio en el que vivimos. Los seres humanos somos infinitamente más complicados y con mayores posibilidades de lo que supone el pensamiento occidental. 19

Se debe ser más humilde con “el logos” y dejar de creer que la realidad y el conocimiento solo se puede percibir a través “del pienso luego existo”. Dejar de creer que nuestra superioridad sobre los demás seres vivos radica en la capacidad de “pensar” y que “Dios nos hizo a su imagen y semejanza” entregándonos el mundo para reproducirnos y medrar. No existe un único “universo” que rige para todos, existe un pluriverso con muchos universos. El pluriverso es mucho más que esa estrecha concepción antropocéntrica eurocentrista de que el hombre blanco a partir de Europa es el centro de todo lo concebible. El logos es como una esfera reflejante de acero inoxidable que construimos con nuestros pensamientos, y por tal, es un reflejo de nosotros mismos. Esta sólida y blindada esfera, nos contiene y “nos explica”, y a dondequiera que observamos, vemos el reflejo de nuestras ideas, y a esos reflejos de nosotros mismos les llamamos, “el mundo y la realidad”. Esta “realidad” será creada por otros y sostenida por nosotros mismos a través de nuestros pensamientos y nuestros actos. Cayendo en el círculo vicioso de “actuar nuestros pensamientos” y confundir el mundo, con nuestras ideas.

Esta invulnerable y sólida esfera reflejante, construida por las ideas, nos alejan y nos separan de “la realidad” entendida como lo que es “per se”, un conglomerado infinito de cargas energéticas, que existe por sí misma, de la que deberíamos formar –conscientemente- parte integral. El pluriverso (todos los universos posibles), no es un conjunto de ideas, el pluriverso sólo es un pluriverso de energía, independientemente de las ideas o la forma de percibirlo. La filosofía es que no hay filosofía, la metodología es que no hay metodología, es decir, necesitamos dejar de construir “el mundo y la vida”, con las ideas propias y ajenas. Lo que se requiere es dejar de abusar del raciocinio, que puede llegar a 20 ser irracional, como el suicidio ecológico en función del Mercado. Dejar de pensar en qué debemos de pensar, y ponernos, simple y sencillamente, a sentir, a hacer, a vivir, como lo hacen los demás seres vivos, como los animales salvajes, como los árboles, como las montañas, como los mares, como “Nuestra Madre Querida” Tonantzin o Pachamama. Lo que se requiere es aceptar que “el conocimiento” no solo se puede adquirir únicamente por medio del uso de la razón. El ser humano y la mayoría de los seres vivos adquieren conocimiento sin el uso de la razón. Existen diversas formas de adquirir conocimiento. Es necesario desechar el vicio de pensar y de pensar en pensar, y de creer que la vida es un cúmulo de pensamientos. Se requiere comprender y sentir que la vida es una “percepción pragmática”, como lo hacen los árboles y los demás seres vivos a través de la energía. El razonamiento es el arma más poderosa del ego. Necesitamos volver a la esencia de lo que somos, “seres vivos perceptores”, que nuestro mayor logro es estar vivos y sentir la vida, sin ideas, sin adjetivos, sin categorías. Simple y llanamente sentir, porque llegará un momento inexorable en el que dejaremos de sentir, y todos nuestros pensamientos se convertirán en nada. La vida intelectual se acaba de súbito y la energía permanece. A final de cuentas, somos una pequeña partícula energética en un pluriverso energético, somos una gota en el océano, un océano de energía no de ideas. La esencia de nuestra existencia es una frecuencia, como parte energética, estamos sujetos “al todo energético” en movimiento y equilibrio bajo una sola frecuencia con un infinito de tonos. El desafío a través de la conciencia, -que no implica necesariamente razonamiento-, es llegar a la plenitud de la percepción. Es decir, afinar nuestra carga energética en la frecuencia vibratoria generadora. En los cientos de miles de años que el ser humano tiene de vivir en el planeta, en sucesivas “eras” o como las llamaban nuestros 21

Viejos Abuelos toltecas, en diferentes “Soles”, hemos tratado de alcanzar la frecuencia más pura “del todo” para unificarnos en armonía con ella. Y en un eterno retorno, con avances y retrocesos, como las mareas o la mecánica celeste, repetimos una y otra vez el mismo ciclo energético. Nuestros Viejos Abuelos lo describen muy bien en la Leyenda de los Soles. II. “El pensamiento heterárquico es un intento por conceptualizar las estructuras sociales con un nuevo lenguaje que desborda el paradigma de la ciencia social eurocéntrica heredado desde el siglo XIX. El viejo lenguaje es para sistemas cerrados, pues tiene una lógica única que determina todo lo demás desde una sola jerarquía de poder. Por el contrario, necesitamos un lenguaje capaz de pensar los sistemas de poder como una serie de dispositivos heterónomos vinculados en red.” Santiago Castro-Gómez, Ramón Grosfoguel. En los siete mil quinientos años de desarrollo humano endógeno del Cem Anáhuac, pero en especial en los diez siglos de su máximo esplendor, llamado periodo Clásico (200 a.C. a 850 d.C.). El ser humano no buscó la plenitud y el conocimiento únicamente a través de la razón. La percepción de la vida y del mundo fue totalmente diferente a la de los europeos, que a partir del siglo XVIII empezaron a buscar “la verdad” a través de la razón. Para Los Viejos Abuelos toltecas en el vértice superior de sus logros civilizatorios no estaba el atesoramiento y el consumo, el comercio, la subordinación y la guerra, la propiedad privada y la plusvalía, la comodidad, la explotación, y dominación de la naturaleza. El mayor proyecto material fue la construcción de los Tollán, que hoy se conoce como zonas arqueológicas, construcciones que rompen la lógica del pensamiento occidental, ya que, en el periodo Clásico, no fueron ciudades, ni fortalezas, palacios o “centros ceremoniales y menos comerciales”. Lo cierto es que

22 todas las civilizaciones con origen autónomo del planeta, todas sin excepción, construyeron pirámides. La civilización del Anáhuac es la que construyó el mayor número de pirámides en la historia de la humanidad, y como el caso de Daany Beédxe (Monte Albán en Oaxaca), el esfuerzo energético-constructivo se llevó más de trece siglos continuos. Este enorme esfuerzo constructivo, que requirió no solo los conocimientos y energía, sino el esfuerzo histórico social, no se ha evaluado correctamente por la colonización epistemológica, pero debería ser el punto de partida para entender que han existido antes de la Modernidad un pluriverso epistémico, que poseyó diferentes formas de interpretar “el mundo y la vida”. Lo que implica que su visión del mundo y la vida, fue totalmente diferente al que hoy tenemos y que el conocimiento no necesariamente se obtuvo únicamente a través de la razón. Ni el objetivo de obtener el conocimiento, sea igual al de la cultura occidental. La visión del mundo y la vida anahuaca no desapareció gracias a la permanente lucha de resistencia cultural que se ha desarrollado en los cinco siglos de coloniaje, solo se ha agazapado. Los pueblos del Anáhuac y el Tawantinsuyo, han mantenido en su memoria histórica, en sus usos y costumbres, en sus saberes comunitarios, esta milenaria visión del mundo y la vida, que los europeos jamás han intentado conocer, y en cambio, la han mal interpretado y despreciado. Y, por otra parte, los hombres y mujeres de conocimiento de la Toltecáyotl, no desaparecieron con la invasión, lo que sucede es que los europeos jamás los han podido conocer, los toltecas gozan de “la libertad ilimitada de ser unos desconocidos.” Que los europeos no hayan podido vislumbrar el conocimiento de los anahuacas y tiwanacotas, no significa que no exista o haya desaparecido. Esta sabiduría en el Anáhuac se conoce como Toltecáyotl, y no sienta su base en el “raciocinio” como la única y más 23 importante forma de crear y sistematizar el conocimiento. Los valores y principios de esta visión del mundo y la vida son muy diferentes a la visión occidental y están más cerca de las milenarias sabidurías del Oriente y de África. No se requiere crear una nueva episteme, se requiere en cambio, recuperar la memoria histórica, “recordar a la manera tolteca”, es decir, recupera la sabiduría ancestral “como una carga energética”, para retomar los principios y los valores del mundo y la vida de nuestra civilización Madre y con ella recrear otro mundo que ha sido posible durante muchos siglos en el pasado, y que ha sido muy exitoso y duradero. El inicio de ese camino comienza con recuperar la memoria histórica, y repensar, descolonizadamente, el potencial que han tenido y tienen el calpulli y el ayllu, en la organización y armonía de la vida milenariamente entre los pueblos y culturas del continente llamado Ixachilan en náhuatl del Norte, y en el Sur como Abya Yala o en legua quechua Allpa Pacha.

III. "¿Se llevan las flores a la región de la muerte? ¿Estamos allá muertos o vivimos aún? ¿Dónde está el lugar de la luz pues se oculta el que da la vida?" Cantares mexicanos. La percepción del mundo para los hombres y mujeres del México antiguo, consistía en un inconmensurable campo energético imposible de conocer y entender, solo se puede percibir un pequeñísimo campo de esa inmensidad y aún más limitado, en ese pequeño espacio se puede interactuar. Para los antiguos habitantes del Anáhuac, los seres humanos eran perceptores de esa inconmensurable energía, como lo afirma el antropólogo Carlos Castaneda a lo largo de su extensa obra. Para los toltecas, la Toltecáyotl, la sabiduría obtenida, sistematizada y acumulada a lo largo de varios milenios, no se 24 logra únicamente por medio del raciocinio, ellos desarrollaron a lo largo de miles de años una metodología con la ingesta de psicotrópicos para lograr lo que la ciencia llama “estado alterado de consciencia o estado modificado de consciencia”. Para los toltecas, el conocimiento es energía que suman a su campo energético o toroide. Para la Toltecáyotl, la sabiduría es, en esencia, una carga energética, que se incorpora en la energía que constituye a los seres humanos. Por eso, “re- cordar” no se hace con la razón, sino con la percepción de la huella energética que ha dejado la experiencia vivida en el toroide (**) (Carlos Castaneda). Para los toltecas, el mundo está constituido de pequeñísimas partículas de energía que poseen conciencia propia e individual. Una cantidad inconmensurable de estas partículas, que los toltecas llaman “filamentos”, apenas forman un protón, la partícula más pequeña de la física clásica. A su vez, los filamentos se aglutinan en 48 bandas diferentes y el mundo que percibimos está en una de esas bandas. En ese racimo los filamentos se agrupan para formar a su vez lo que llamamos “los seres orgánicos e inorgánicos”, como un árbol y una roca. Estos inconmensurables grupos de filamentos que tienen “la voluntad” de constituirse para formar un ser, son “encapsulados” o contenidos por “la conciencia de ser”, una energía diferente y sutil que no está constituida de los filamentos. A estas dos energías los toltecas las representaron con el agua y el viento, porque el primer símbolo es generador de vida y el segundo símbolo es, figurativamente, el soplo divino que le da conciencia al primero. En lengua náhuatl se les llamó: Tláloc como la energía luminosa y Quetzalcóatl, como “el soplo divino que proporciona la conciencia de ser”. De esta manera para los toltecas, el ser humano estaba constituido de dos cargas energéticas con forma de un toroide, en permanente flujo y reflujo de energía. Cuando muere el ser humano, es cuando se rompe la “membrana energética de la

25 conciencia de ser” y los filamentos de adentro salen para integrarse a los de afuera, y los de afuera, penetran hasta inundar a los de adentro, haciendo que todos los filamentos se unan en el “todo energético” nombrado metafóricamente Tloque Nahuaque (El que está cerca, al lado y alrededor de todas las cosas). La energía de la membrana, es absorbida por una energía incognoscible, imposible de percibir y menos aún de explicar, Moyocoyatzin (Aquél por quien se vive).

IV. “Necesitamos entrar en diálogo con formas no occidentales de conocimiento que ven el mundo como una totalidad en la que todo está relacionado con todo, pero también con las nuevas teorías de la complejidad.” Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel (*).

El Quincunce o Macuilxóchitl representa “las cinco direcciones” o los rumbos de la existencia, con un quinto punto o eje central, que proporciona el equilibrio. La Toltecáyotl en un nivel filosófico se puede entender como “el arte de lograr el equilibrio” entre los cuatro rumbos de la existencia. El concepto del equilibrio es uno de los cimientos de la sabiduría tolteca. El medio de trascender esta realidad para los toltecas era lograr el equilibrio interno y externo para estar en armonía con el todo. Los “cuatro rumbos de la existencia” metafóricamente se entienden como el par de opuestos comentarios que integran las posibilidades perceptoras del ser humano. El quetzal-cielo- espíritu-arriba, el cóatl-tierra-materia-abajo, el tonal masculino-razón-concreto-derecha y finalmente, el nahual femenino-intuición-abstracto-izquierda. Y el quinto punto o dirección que es el centro y dónde encuentran el “equilibrio”.

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La llamada “Cruz de Quetzalcóatl” se representa en torno a la figura de un ser humano. En la cabeza es la dirección del espíritu-quetzal, en los pies la materia-cóatl, de donde se desprende el concepto filosófico del “Quetzalcóatl”, como la búsqueda del equilibrio. En la parte derecha del cuerpo el tonal, asociado al Sol. En la parte izquierda del cuerpo el nahual asociado a la Luna. El centro se ubica en el ombligo, que en lengua náhuatl se nombra “co”, que significa “centro energético”, (Méxi-co, Xochimil-co, etc.). El ser humano a lo largo de su vida debe acrecentar la conciencia de ser a partir del desarrollo en equilibrio de los cuatro rumbos de la existencia para poder elevarse o trascender. Esta figura filosófica se representa a través de la ceremonia llamada “Los Voladores de Papantla o Vuelo de los Quetzales”. En la que cuatro guerreros águila serán guiados y equilibrados por un “tlacatécatl” o comandante de hombres, que estará sin ataduras protectoras en lo más alto del palo, sirviendo de eje y de guía a través de “flor y canto” (sabiduría y belleza), para lo cual, simbólicamente toca una chirimía y un tamborcito. Los cuatro guerreros águila apuntan a los cuatro rumbos de la existencia y cada uno da 13 vueltas para que entre los cuatro den 52, que significa “un atado de años” o Xihutecuhtli, que son los 52 años del ciclo de la Pléyades o una posible realización humana. Otra forma de expresión de la Toltecáyotl es el concepto de “Macuilxóchitl” (cinco flor), cuatro pétalos y un centro unificador. Justamente en esta metáfora encontramos que los toltecas a través de la Toltecáyotl, señalan que existen dos formas, opuestas y completarías para adquirir el conocimiento y lograr el equilibrio y la plenitud humana. Esto se logra por medio de la razón “el tonal” el mundo de la racionalidad y con su contraparte, con el nahual a través de la intuición o percepción energética. El primero como parte de la masculinidad del individuo y el segundo, como la parte femenina del individuo,

27 el par de opuestos comentarios que forman la unidad. Esto es que el conocimiento, no solo se logra por medio de la razón, sino que el ser humano a través de su toroide energético, tiene la capacidad de percibir el conocimiento desde el universo energético. La cultura occidental que se caracteriza por ser eminentemente patriarcal que se desarrolla en el campo masculino del ser humano y por esta razón sustentan la acción de “conocer” solo a través de la razón. Sin embargo, la Toltecáyotl nos plantea que existe otro campo de percepción del conocimiento, que es energético y femenino/intuitivo. Esta es una de las razones por las cuales los filósofos occidentales se han limitado al mundo de la razón y han abandonado el sentido integral y holístico de la sabiduría humana, planteada en todas las civilizaciones antiguas con origen autónomo. Para el caso de la Civilización del Cem Anáhuac, la energía suprema, la que no tenía nombre, ni representación y no se podía ver o tocar, nombrada metafóricamente Tloque Nahuaque en un nivel filosófico. En un segundo nivel de representación, más accesible en el aspecto religioso, se le concebía como una unidad compuesta de dos partes, una femenina y otra masculina. Se le llamó Ometéotl “la dualidad divina”, de donde se desprende, Omecihuatl “de los dos la Señora” y Ometecuhtli, de los dos el Señor. Como se ve, todo está formado de un par de opuestos complementarios que conforman la unidad. De la misma manera el acceso al conocimiento, para el ser humano, tiene dos vías, una es la razón o tonal, y la otra es el nahual o la energética/intuitiva/perceptual (que no es por medio de la razón). Las dos en equilibrio nos dan el conocimiento total como una sola unidad. El ser hombre occidental de cinco países, constructor del pensamiento “universal eurocéntrico”, como dice Ramón Grosfoguel, se ha privado de la otra mitad del conocimiento y esta es una de las 28 razones por las que Occidente ha llegado al colapso civilizatorio.

V. “La concepción irracionalista de la filosofía en el sentido epistemológico, al postular que no es la razón por sí sola, sino la unidad Razón-Intuición, el instrumento cognoscitivo verdadero del Ser. Pero antes de entrar en algún detalle es preciso que visualicemos algunos rasgos importantes de la Filosofía y la Cosmovisión, para luego dar una ojeada al mundo de la Cosmovisión Andina.” Mario Blacutt Mendoza. Para los Viejos Abuelos toltecas del Anáhuac, el mundo se percibía como una serie infinita de “universos energéticos”, cada uno formado por dos cargas opuestas y complementarias. Tláloc y Quetzalcóatl, Ometecuhtli y Omecihuatl, Tonal asociado al “razonamiento”, lo masculino, el Sol, el mundo concreto, el día, el calor, lo seco, y el nahual, asociado a la intuición, lo femenino, la Luna y el mundo abstracto, la noche, lo frío y lo húmedo. De esta manera, la interpretación del ser humano, el mundo y la vida, es totalmente diferente a la occidental. Concibiendo al ser humano como un par de cargas energéticas y al pluriverso como un inconmensurable conjunto de cargas energéticas inconcebibles para el ser humano, y por consecuencia, el conocimiento se produce a partir de una doble percepción armonizada. La percepción del conocimiento no era únicamente a través de la razón. Percibir el mundo y la vida a través de la energía, y no únicamente de los pensamientos, nos abre la oportunidad de entender con mayor cercanía la Toltecáyotl y por ende podría ayudarnos a entender la concepción de vida de los anahuacas de ayer y de hoy. El por qué no inventaron armas, no fueron

29 conquistadores del mundo, no tuvieron propiedad privada, vivieron en la comunalidad, implantaron un sistema educativo público y obligatorio, no usaron la moneda, no vivieron en el consumo y la acumulación. Pero, sobre todo, porque percibían a los demás seres orgánicos e inorgánicos como hermanos, como iguales, y al planeta con una Madre y buscaban afanosamente el equilibrio. La Toltecáyotl nos enseña que todos somos iguales, que “todos estamos parejos” y que lo más importante es la comunidad y servirla con eficacia, y el bien común sobre el interés privado, la inexistencia de la propiedad privada y el dinero. Además de permitirnos acercarnos con humildad al misterio de su civilización y el de la construcción de los Tollán, que hoy llamadas zonas arqueológicas, y que representan una obra monumental, significativa de los pueblos y culturas del continente. Desde el inicio del “contacto” entre europeos y anahuacas no pudo existir un puente de comunicación, entendimiento y respeto. Primero, porque las intenciones de los europeos eran imperialistas, de someter y apoderarse de la riqueza. En segundo lugar, porque los europeos, en ese momento venían de la Edad Media, periodo de oscuridad, ignorancia e intolerancia, por lo que carecían de interés y capacidad para conocer y entender “al otro”. Y, en tercer lugar, y tal vez, el más importante, porque los europeos no podían concebir un pluriverso epistémico, y en especial el anahuaca que se fundamentaba no solo en la razón, sino también en la percepción del mundo y la vida como energía. Por estas razones, desde 1519, no se ha podido comprender la Toltecáyotl en toda su profunda dimensión. Frente a los pueblos y culturas del Cem Anáhuac, los occidentalizados usurpadores de toda jerarquía de poder, no han podido penetrar el universo de la Toltecáyotl. Frente a la civilización Madre, el mexicano contemporáneo se comporta como el conquistador, siempre dispuesto a sojuzgar y explotar, o se comporta como el

30 misionero, para proteger e integrar. Pero lo que no hemos hecho es aprender de nosotros mismos. Sin embargo, creemos que, para ir más allá de la concepción racional de occidente, se debe aceptar otros paradigmas o accesos al conocimiento que no sean únicamente la racionalidad del pensamiento. Se puede intentar la coexistencia de “la filosofía occidental” y “la Toltecáyotl del Cem Anáhuac”, sin exclusiones y sin minusvalías de ninguna de las dos. Opuestas y completarías, como el tonal y el nahual, como Tláloc y Quetzalcóatl, como Ometéotl. Desde la perspectiva del “pensamiento complejo” de Edgar Morín, se podría iniciar una aventura sobre la gnosis humana. Por eso, cuando Ramón Grosfoguel y Santiago Castro-Gómez escriben: “Necesitamos entrar en diálogo con formas no occidentales de conocimiento que ven el mundo como una totalidad en la que todo está relacionado con todo” (*), estamos totalmente de acuerdo al pesar de que atente contra la “cordura intelectual eurocéntrica” y la estabilidad de la visión del mundo y la vida que nos ha impuesto la colonización y la colonialidad. Se requiere hacer un enrome esfuerzo energético para desandar el camino y comenzar desde el principio, “otro principio”, sin destruir el mundo conocido del “tonal” e incursionar en el misterioso e irracional mundo del nahual. Difícil desafío solo para toltecas del siglo XXI. Lo difícil no es hacerlo, sino imaginarlo.

Notas: (*) El giro decolonial. Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel. 31

(**) "El toroide, o tubo toro, es una figura geométrica construida con espirales doradas, circunscrita en una esfera, semejante a una dona o una manzana. El toroide es la forma que tienen los átomos, los fotones y toda unidad mínima constitutiva de la realidad. En la figura del toroide encontramos reunidos todos los principios de la Geometría Sagrada, a saber: el Gran Vació, la Ley de Unidad, la Ley de Dualidad, el Principio de auto- sustentación, los tres números pilares matemáticos de la Geometría Sagrada: Phi, Pi, Euler." psicogeometria.com

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EL CONCEPTO DE LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA EN EL ANÁHUAC La Civilización del Anáhuac, basó la génesis de su conocimiento en la observación de la naturaleza y el cosmos. Observó, investigó, sistematizó lo aprendido, pero su mayor genialidad fue que construyó su episteme con ese mismo método, de modo que ahora, para hacer, “arqueología del espíritu, se requiere observar con atención a la naturaleza y al firmamento, para reconectarnos con la sabiduría ancestral del Anáhuac. De esta manera, con la botánica, la astronomía y las instituciones ancestrales que han sobrevivido al epistemicidio eurocéntrico, podemos hacer aproximaciones o asociaciones que nos permiten explicarnos el intrincado y complejo universo epistémico que posee la Toltecáyotl. El ser humano es el principio y fin de la Toltecáyotl. El ser humano como un micro universo en armonía que esta sincronizado armónicamente con el macro universo. El ser humano como un conjunto de órganos que en armonía representan nuestra totalidad. El ser humano como un conglomerado energético, -como un toroide-, en equilibrio. El ser humano como un par de opuestos complementarios energéticos que se mantienen en equilibrio. El ser humano como una carga energética en un inconmensurable e inconcebible campo de energía. El ser humano como el creador de la energía más elevada. El ser humano y sus potencialidades como principio y fin de la Toltecáyotl. Para la Toltecáyotl, el hombre y la mujer, son el par de opuestos complementarios que forman la unidad trinitaria a través de la familia. Unidad autónoma, autosuficiente y autárquica, que funciona en sí y para sí, en plenitud y armonía, para la reproducción, la educación, la producción y la preservación de la vida y el mantenimiento del equilibrio en su sentido más amplio.

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La familia, estructurada y regida por milenarias tradiciones, usos y costumbres emanadas de la Toltecáyotl. De manera horizontal, se interrelaciona con otras familias, guiadas por un Teyakanilistli (guía de hombres) y asesorado por un consejo familiar de huehues o ancianos venerables. Este grupo extenso familiar se apoya y se ayuda para lograr el equilibrio y la plenitud, no solo en los aspectos materiales de sobrevivencia, sino en los educativos, emocionales y espirituales de trascendencia. Este grupo de familias conforman un calpulli que contrae la responsabilidad de preservar la vida en su sentido más amplio y el logro de la plenitud de todos los humanos y seres vivos, incluyendo, por supuesto, a la Madre Tierra.

Uno de los valores fundacionales de la civilización del Anáhuac es el sentido de la auto sustentación de las necesidades materiales de vida y la solidaridad entre iguales. Comenzando por el individuo, fuera hombre o mujer, en el Telpochcalli y el Ilpochcalli se les enseñaba a ser autosuficientes, tanto en la producción y transformación de sus alimentos, como enceres domésticos y para los diferentes trabajos. Uno de los objeticos de esta institución es que, al salir de ella, la pareja podía formar una familia y ser autosuficientes, para apoyar a la comunidad. A través de la auto construcción de casas, edificios público y caminos. Por ello, una de las instituciones que la Toltecáyotl nos ha legado a las personas, a las familias y a las comunidades, -y que sigue viva hasta la actualidad-, es la guelaguetza, en lengua zapoteca, que significa ayuda mutua o solidaridad, y que existe en la actualidad en todo el país, con diferentes nombres, pero manteniendo su esencia primigenia.

Los calpullis no conformaban “ciudades”, por el contrario, generalmente vivían en caseríos dispersos entre las huertas familiares y pequeñas milpas. La producción comunitaria se

34 hacía con tequio o tequiuitl (trabajo sin remuneración por la comunidad) en grandes extensiones, para cubrir las necesidades de la administración pública, el gasto de los templos, fiestas y ceremonias. Los edificios públicos se construían en el “co” u obligo de la comunidad, en donde existía una plaza central rodeada de cuatro edificaciones hacia los cuatro puntos cardinales. En la estructura arquitectónica conocida como quincunce o Cruz de Quetzalcóatl. Los calpulli generalmente tenían cuatro barrios orientados hacia los puntos cardinales, manteniendo la distribución cósmica del universo anahuaca. Una serie de calpulli se unían en una organización mayor, que lleva por nombre huey calpulli. En el huy calpulli se usaban los mismos conceptos y valores del individuo y el calpulli, en cuanto al auto sustentación, producción, educación, defensa, gobierno y administración. Siempre cuidando de guardar la autonomía y la auto determinación de manera horizontal y entre iguales. De modo que el mismo concepto de la democracia participativa del calpulli se llevaba al huey calpulli. Un grupo de huey calpulli formaba una federación. Con los mismos valores y la democracia participativa, pero ahora a nivel de comunidades representadas por aquellos que “mandaban obedeciendo”. Las decisiones se tomaban en conceso en las Asambleas y se cuidaba el bien común de los individuos, los calpulli y los huey calpulli, buscando mantener el equilibrio y la medida, en la busca de la plenitud de la vida, no solo de los seres humanos, sino de todos los seres vivos, por supuesto, incluida la Madre Tierra. Las federaciones generalmente eran por regiones, en donde la variante lingüística y la variante cultural, así como la geografía y el clima, definían generalmente su extensión. El nivel superior de organización en el Cen Anáhuac se estructuraba a través de las confederaciones, que eran la organización horizontal y con los mismos valores que define la 35

Toltecáyotl, desde un individuo hasta una federación. La confederación era la organización de una serie de federaciones que se unían para buscar el bien común, el desarrollo de la vida y el equilibrio de todos los seres vivos. No existían muchas confederaciones y generalmente estaban determinadas por la cultura, la legua Madre (incluyendo sus variantes) y los espacios físicos podían contener diferente hábitat, climas y regiones. Seguramente la confederación fue el modelo de organización que tuvieron los toltecas a lo largo del periodo de esplendor (200 aC. a 850 dC.), en el que incluyeron a la mayoría de culturas, desde lo que hoy es Nicaragua hasta Canadá. Investigadores como Ignacio Bernal (1965), en su trabajo “Un Posible Imperio Teotihuacano”, afirma que es difícil imaginar una extensión tan grande como el Cen Anáhuac, regida por ese Tollán, sin que hubiera vestigios de que Teotihuacán dominara esta enrome extensión de tierras y pueblos por medio de las armas. Y más adelante señala que, pudo haber sido por medio de una religión, pero, aun así, “sería difícil explicarlo”.

“Lentamente, despacio, se fueron, allí vinieron a reunirse, en . Entonces se dieron allí las órdenes, allí se estableció el mando.

Los que se hicieron Señores fueron los sabios, los conocedores de las cosas ocultas, los poseedores de la tradición.” (Informantes de Sahagún).

Lo que suponemos es que, en el periodo Clásico, una extensa zona del Cem Anáhuac estuvo íntimamente ligada a través de la Toltecáyotl por medio de los toltecas, es decir, hombres y

36 mujeres de conocimiento que estudiaban e investigaban en los Tollanes, que hoy llamamos “zonas arqueológicas” y que, Teotihuacán era el centro neurálgico de ese conocimiento a través de una confederación de confederaciones. Durante esos diez siglos, seguramente no todos los pueblos habían alcanzado el mismo nivel de conocimiento y práctica de la Toltecáyotl, además de que siempre existió una migración permanente de grupos menos evolucionados que iban llegando al Anáhuac. “Porque en verdad allí en el Tollan estuvieron viviendo porque allí residieron, muchas son las huellas que allí quedan de sus obras.” (Informantes de Sahagún).

Los “toltecas” nunca fueron una cultura y menos una etnia, fueron en cambio, un grado de conocimiento de la Toltecáyotl. Los toltecas eran los artífices de la “piedra interior” (chalchiúhuitl) representada con la turquesa y el jade. Los maestros en el arte del equilibrio, la medida, la sobriedad, la austeridad, el refrenamiento, el entendimiento. Aprendices de los arcanos de la energía, sus potencialidades y posibilidades humanas. Tea que no ahúma y que ilumina en la oscuridad de la ignorancia. Guía de hombres. El tolteca con la Toltecáyotl ilumina el mundo, lo humaniza y es poseedor de la tradición milenaria. Los toltecas a través de la Toltecáyotl y en todo el Cen Anáhuac instruían a los que “mandaban obedeciendo” en el arte de gobernar, administrar, educar, producir alimentos y los necesarios saberes para llevar una vida en equilibrio.

“En verdad eran sabios los toltecas sus obras todas eran buenas, todas rectas, todas bien planeadas, todas maravillosas… Los toltecas eran muy ricos, eran felices, nunca tenían pobreza ni tristeza… Los toltecas eran experimentados, 37 acostumbraban dialogar con su propio corazón. Conocían experimentalmente las estrellas, les dieron sus nombres.” (Informantes de Sahagún).

Esta es una de las razones por las cuales afirmamos que los Tollan no fueron “ciudades” en el concepto eurocéntrico. Con solo observar la arquitectura con un pensamiento crítico descolonizado, sería suficiente para llegar a esta “lógica conclusión”. En la lengua náhuatl existe la palabra que designa una población y es Altépetl. Todas las civilizaciones antiguas de la humanidad, -todas-, construyeron pirámides, los anahuacas fueron los que construyeron el mayor número de ellas. Y esto se explica, porque en estos Tollan se hizo, -entre muchas otras cosas-, la mayor observación meticulosa, precisa y sumamente detallada de la mecánica celeste por siglos, razón por la cual, se tuvo que construir tantos “observatorios” para ese fin, por lo cual, nuestros Viejos Abuelos toltecas, lograron conocer a la perfección el movimiento de los astros y con ello, le dieron al mundo la cuenta perfecta del tiempo. De esta manera, durante más de diez siglos, muchos pueblos y culturas vivieron “en equilibrio” por medio de la enseñanza de los toltecas y la Toltecáyotl. Una extensa época de paz y armonía dirigida por los Venerables Maestros. El equilibrio logrado entre la parte espiritual y material del ser humano, es decir, entre el quetzal y el cóatl. Por eso el arquetipo filosófico cultural del Cen Anáhuac fue la encarnación del Quetzalcóatl, que guio a los anahuacas en la búsqueda de virtud, y razón por la cual Quetzalcóatl, desde los olmecas hasta los mexicas fue símbolo de la educación y la virtud. El segundo equilibrio se dio entre el tonalli y el nahualli, es decir, entre el mundo cognitivo de la razón y el mundo intuitivo de la percepción abstracta. Un par de opuestos comentarios en búsqueda del “equilibrio total”. Tanto en el mundo interior, como en el mundo exterior, que le

38 dieron a todos los pueblos y culturas del Cem Anáhuac “un rostro propio y un corazón verdadero”.

Los toltecas escribían en sus libros de pinturas, pero el libro llegó a su fin. Tu corazón por entero se acerca a las artes y creaciones de los toltecas: La Toltecáyotl. Yo tampoco viviré aquí para siempre. ¿Quién de mí se adueñará? ¿A dónde tendré que marcharme? Soy un cantor: allí estaré de pie, allá voy a recogerlos, mis flores, mis cantos, llevo a cuestas, los pongo en el rostro dela gente…” (Cantares mexicanos)

La Toltecáyotl se empezó a generar desde la invención de la agricultura, la milpa y el maíz en el periodo Preclásico (6000 aC.), con la cultura Madre, los olmecas. En la lengua usada por los toltecas se decía yuhcaliiztli, que significa “la acción que lleva a existir de un modo determinado”. El sistema de organización se fue creando a través de los siglos y fue la cúspide de la pirámide de desarrollo humano tolteca, que tenía en su base al sistema alimentario, le seguía el sistema de salud, para pasar al sistema de educación y finalmente, el sistema de organización, que comprende desde las bases de las normas personales, familiares, pasando por las de la comunidad, sea calpulli y huey calpulli, hasta llegar a la federación y la confederación. El sistema de organización, como todos los sistemas de la pirámide, estaba basado en la búsqueda del equilibrio, a través de la igualdad, el respeto, la honestidad y la solidaridad, como ejes rectores. Como se dijo al inicio, el principio y fin de la Toltecáyotl, es que el ser humano llegara a la plenitud

39 armónica. Que alcanzara su realización plena, como ser humano, en familia y en comunidad. Y en un plano muy elevado y sofisticado, que muy pocas personas podían aspirar, que alcanzara la plenitud a nivel de energía. La Toltecáyotl creó un concepto que explica la formidable tarea de investigar, sistematizar y preservar toda esta sabiduría a lo largo de miles de años. Tlapializtli como “la acción de preservar algo”. El Dr. Miguel León Portilla (1980) escribe: “Y creemos pertinente subrayar el enfoque dinámico de tal concepto. Para el hombre náhuatl, topializ, la idea de estar en posesión de un legado, implica la necesidad y obligación de preservarlo en favor sobre todo de los propios descendientes.” La civilización del Cem Anáhuac durante miles de años observó, investigó, sistematizó su conocimiento llamado Toltecáyotl y lo dejó en la lengua y en los códices. Se supone que antes de la invasión existían más de 160 lenguas, más sus variantes, por lo que la lengua náhuatl fue la lengua franca en la que se expresó la Toltecáyotl. Sin embargo, en todas las lenguas anahuacas existían los mismos conceptos. Como escribió el Dr. Carlos Lenkersdorf, “la lengua y la cultura deberían estar relacionadas íntimamente […] Un pueblo que ha desarrollado un idioma tiene, a la vez, una manera de filosofar incluida en su lengua. Dicho de otro modo, todos los pueblos tienen su lengua, por eso mi hipótesis es que todo pueblo está filosofando a su modo de filosofar. No importa si los académicos lo reconozcan o no.” (2002. Pág. 9). En cuanto a los códices, los toltecas dejaron en “la tinta negra y la tinta roja” su conocimiento. Era llamado amoxhua “aquél al que pertenecen los libros”, tlileh tlapaleh “aquél al que posee la tinta negra la tinta roja”. En las bibliotecas de los Altépetl llamadas amoxcalli, se guardaban celosamente “la antigua palabra del pueblo” o altepehuehuehtlahtolli. Entre otros, los tomalámatl o libro de la cuenta de los días y los años. Los

40 códices llamados teoámatl o libro de las cosas divinas. Los códices llamados tlalámatl libros del registro de las tierras. Códices llamados cuicaámatl libros donde a manera de poesía dejaban las pautas del buen vivir, el equilibrio y la virtud. Los códices llamados huehuetlahtolli o libros de la antigua palabra. Códices llamados temicámatl donde se dejaban los saberes sobre los sueños. Códices llamados xiuhálmatl y tlacamececayoámatl “libro de los años, la historia y los linajes. Pero tal vez, los más importantes, los códices llamados teoámatl “libros a cera de los asuntos divinos. En lengua náhuatl los Viejos Abuelos crean el concepto de amoxohtoca que se traduce como “seguir el camino del libro”. Sin embargo, los grandes libros antiguos, huey huehue amoxtli, se han perdido. Primero con la partida de los toltecas en el colapso del periodo Clásico Superior a mitad del siglo IX, y posteriormente, lo que sobrevivió en el periodo decadente del Postclásico, el Cihuacóatl de los mexicas, Tlacaélel, mandó destruir los códices antiguos que habían sobrevivido y ordenó rehacerlos con la ideología materialista, mística, guerrera, mexica. Los códices escondieron su rostro, se sabe que Tlacaélel mandó esconder en cuevas los amoxtli más importantes. Esta sabiduría está en espera del despertar de la conciencia de los masehuales. Sin embargo, pese a este brutal epistemicidio, la sabiduría del Anáhuac no se perdió, solo se ha encubierto. Que no la vea la academia y la televisión, no quiere decir que no existe. Y no solo en las comunidades llamadas indígenas, sino en los grandes núcleos urbanos. En el “banco genético de información cultural”, en el rico y prodigo mestizaje cultural, la matriz profunda y forjadora del rostro y corazón del pueblo, de lo que hoy se conoce como México, sigue siendo la Toltecáyotl, como una “información” no racionalizada. En muchos de los municipios indígenas del país, el concepto de organización comunitaria sigue siendo el mismo que hace dos mil años. En

41 el estado de Oaxaca donde habitan 16 culturas anahuacas, repartidas en ocho regiones y divididos en 570 municipios, en por lo menos 418, se siguen organizándose con “los usos y costumbres” milenarios emanados de la Toltecáyotl. En el estado de Chiapas viven 250 mil anahuacas mayas, organizados a través del EZLN y están revitalizando la Toltecáyotl para crear “otro mundo posible”. El concepto vivido de comunidad es un legado milenario de la Toltecáyotl y la base de la organización y la cultura de resistencia de los pueblos y culturas del Cem Anáhuac, que ha permitido sobrevivir a su muerte histórica, decretada por Colón, Cortés, la Modernidad, el capitalismo y la globalización económica. El pensador ayuuk Floriberto Díaz, en uno de sus textos señala que la palabra “comunidad” en español es muy limitada para el significado que posee en la lengua ayuuk. En español comunidad generalmente se refiere a un espacio territorial definido por la “posesión”. En legua náhuatl es justamente calpulli, que no implica “posesión”, sino responsabilidad compartida por todos para cuidar del equilibrio de la Madre Tierra o Tonantzin-Coatlicue. Pero, además, como afirma Floriberto Díaz, significa muchas otras cosas más, que ya hemos mencionado. La acción cotidiana de vivir en comunidad a través del “sistema de cargos”, los usos y costumbres, los saberes comunitarios, las tradiciones, es vivir en Toltecáyotl. Muchas de las relaciones de las personas que viven en “la modernidad” en las urbes del país, son Toltecáyotl. El problema es que, por la colonización cultural, mental e intelectual, el mexicano vive inconsciente su identidad cultural más profunda y solo aflora en el subconsciente colectivo. Los principios y valores de la familia, la amistad, la muerte, el compadrazgo, el trabajo, la comida y un largo etcétera, son un milenario legado cultural que nos da “un rostro propio y un corazón verdadero”. La colonización y la necolonización en 42 estos cinco siglos ha logrado que la mayoría del pueblo desconozca y rechace cualquier valor de la Civilización Madre, hasta llega darse este fenómeno en los propios pueblos anahuacas. El principal problema de nuestro país es de memoria histórica e identidad, los demás, son producto de esta orfandad y auto negación. Los anahuacas no somos, ni hemos sido, ni podremos ser: españoles, franceses o norteamericanos. En cambio, los extranjeros que llegan a vivir al Anáhuac, en pocas generaciones quedan totalmente marcados con la huella cultural de la Toltecáyotl. Finalmente, para concluir esta reflexión sobre el concepto de la organización en el Cen Anáhuac, retomamos un texto de uno de los expertos occidentales del siglo xx sobre culturas y religiones, el Dr. Mirsea Eliade (1962), que considero muy importante para llegar al centro de la reflexión. “No se debe olvidar que una cultura forma una unidad orgánica y que, por ello, debe de estudiarse desde su centro y no desde uno de sus aspectos periféricos. El concepto de la vida es el «centro» de toda cultura. Son ante todo las ideas acerca del origen, el sentido y la perennidad de la existencia humana las que nos revelan el genio particular de cada cultura.” De la misma manera, no se puede olvidar que la organización comunitaria tiene su centro en el proyecto civilizatorio. Es decir, la organización comunitaria no es un fin en sí misma, sino sólo es un medio para alcanzar el fin supremo de la civilización. Y es aquí donde está el punto más importante a tratar, que han evadido los científicos sociales de occidente. Porque además del epistemicidio, la negación y exclusión; la colonización y necolonización se basan en el idea que los “descubiertos”, los nativos, los aborígenes de ayer, y los nacos y los indios de hoy, no tienen alma y no piensan como los seres humanos occidentales. De modo que no podían poseer un pensamiento filosófico que explicara cabalmente su desarrollo

43 humano de más de siete milenios consecutivos y de carácter endógeno. La respuesta a la interrogante de, cuál era el proyecto abstracto de vida de los anahuacas, su máxima realización en plenitud. Para qué, se utilizaron todos sus recursos intelectuales, espirituales y materiales, como en el caso del Tollán de Daany Beédxe (zona arqueológica de Monte Albán, Oaxaca), que fue construida a lo largo de 1350 años y después abandonada, quedando en un misterio, como casi todos los Tollan del periodo Clásico. Qué fue lo que motivó la organización y la aplicación de inconmensurables recursos y grandes esfuerzos de todos los pueblos y culturas de lo que hoy llamamos Oaxaca, para que año tras año, trajeran cargando enormes piedras de kilómetros de distancia y las subieran cargando 400 metros de altura, y en un lugar en el que nunca ha existido una fuente natural y permanente de agua, levantaran este formidable e impresiónate monumento a la grandeza del espíritu humano. Por supuesto que es impensable seguir creyendo todos los perversos y malignas mentiras, nacidas de su egoísta y limitada visión eurocentrista, desde los misioneros de ayer hasta los arqueólogos de hoy, siguen manchando y distorsionando la gloria de este esfuerzo humano para encontrar la trascendencia existencial, de la misma manera que lo hizo India, China o Egipto. Cuando recorremos con respeto y admiración la Montaña del Jaguar “Daany Beédxe”, en legua zapoteca, que nos legaron nuestros Viejos Abuelos toltecas, no podemos dejar de tomar en cuenta que para la realización de este mega proyecto, se necesitó contar con las bases de la llamada “pirámide de desarrollo humano tolteca”, que tardó miles de años de conformarse de manera autónoma. Porque sin un eficaz sistema alimentario que aportara la energía requerida, un eficiente sistema de salud que asegurara el esfuerzo, sin un solvente sistema educativo que permitiera trasmitir “el proyecto” a las futuras generaciones, y por supuesto, un

44 eficiente sistema de organización, que permitiera la armonía y sincronización de pueblos y culturas diferentes para que, en fraterna comunión y convicción compartida por todos a través de los siglos, construyeran una obra de estas dimensiones, que la llevan a ser Patrimonio Cultural de la Humanidad. De modo que él “significado de la vida, del estar vivo, del vivir en equilibrio” (vivir bien en la civilización del Tawantinsuyu), de nuestros Viejos Abuelos toltecas, se compartió desde Nicaragua hasta Alaska, y muy probamente en todo el continente. Desde esta perspectiva descolonizadora se puede ver, entender y valorar el Patrimonio Cultural desde otra dimensión, y por supuesto, la Toltecáyotl ocupa su verdadero lugar como una de las seis corrientes de pensamiento o sabiduría humana nacidas de las civilizaciones Madre del planeta.

Para iniciar el camino para la descolonización del Anáhuac, como señala el Antropólogo Leonel Durán Solís, en su trabajo de “La Teoría de la Quíntuple Recuperación”, se requiere que sus hijos recuperen las lenguas como una forma de vida, no solo hablarlas, sino fundamentalmente “vivirlas” en sus valores y principios. Recuperar el valor de la memoria histórica, los recuerdos que nos permitan saber de dónde venimos y quiénes fueron, y qué hicieron nuestros antepasados. Recuperar el valor de los conocimientos ancestrales para aplicarlos en el mundo de hoy y encontrar el equilibrio. Recuperar el valor de los espacios, no solo físicos, sino los simbólicos, comunitarios y sagrados. Y finalmente, recuperar el valor de la ancestral espiritualidad, para despojada de las cargas ideológicas, económicas y políticas de las religiones que trajo la Modernidad. Sí “el concepto de vida”, es el centro generador de toda cultura. Cómo conocer el concepto de la vida de la civilización del Cem

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Anáhuac, ante tantas mentiras malintencionadas que se han escrito en estos cinco siglos por los invasores colonizadores y necolonizadores. Tenemos que ir a los Elementos Culturales fundacionales de la civilización que de alguna manera han sobrevivido a la catástrofe, gracias a la cultura de resistencia de los pueblos anahuacas y mestizos. Hemos detectado por lo menos seis, pero seguramente existen más, pero a partir de la integración de estos seis elementos culturales se puede vislumbrar “el rostro y el corazón” de nuestra civilización Madre. El primer elemento cultural fue la EDUCACIÓN, pilar fundacional. La educación, no solo en el seno familiar y comunitario, si la creación del primer sistema de educación pública del mundo durante siglos anidó en el banco genético de información cultural de los anahuacas. El segundo elemento cultural fue la creación de la CIENCIA BIÓFILA. A diferencia de otras civilizaciones ancestrales, los anahuacas, no enfocaron su genio creador en ciencia necrófila. Sus aportaciones a la humanidad son un reflejo del concepto de su vida. La invención del maíz, la milpa, la cuenta perfecta del tiempo, las matemáticas, entre muchas otras creaciones, nos hablan de concepto de la vida. El tercer elemento cultural fue la EXCLUSIÓN DE LA PROPIEDAD PRIVADA Y EL USO DE LA MONEDA en su modelo civilizador. Lo que explica la ausencia de la explotación, la usura, el consumismo y el atesoramiento. Una vida que auspiciaba en los individuos, las familias y las comunidades, el enfoque de su energía y tiempo a actividades que elevaban la calidad de vida. El cuarto elemento cultural fue la práctica de LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA Y LA COMUNALIDAD. El sentido de igualdad en los derechos, las responsabilidades y las oportunidades, así como la concepción de la solidaridad y la fraternidad. El

46 anteponer el bien común sobre el interés privado, el concepto de la Asamblea para la toma de decisiones y el “mandar obedeciendo” de las autoridades, dio como resultado la posibilidad de haber logrado por siglos la más alta calidad de vida para los habitantes de todos los pueblos en la historia de la humanidad. El quinto elemento cultural fue EL RECHAZO A LAS ARMAS Y A LA GUERRA. Es sorprendente que en más de siete milenios de desarrollo humano y de una cantidad asombrosa de creaciones de los anahuacas, jamás hayan inventado armas. Las mismas armas que recibieron de la época prehistórica, con esas mismas armas enfrentaron la invasión europea. Lo cual nos habla de “su concepto de la vida”, nuca fue una civilización guerrera. El sexto elemento cultural, y tal vez el más importante, que unía y le daba cuerpo, no solo a los cinco anteriores, sino a toda la creación civilizatoria, fue el SENTIDO ESPRITUAL por el mundo y la vida. Absolutamente todo lo que hacían los anahuacas estaba inmerso en la búsqueda de la conciencia y la trascendencia espiritual. Es aquí donde podemos percibir con mayor claridad el centro generador de la vida de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del planeta. Su mayor tesoro y su más importante legado. En la civilización del Anáhuac, en los siglos de su mayor esplendor, los que dirigían no eran “sacerdotes”, sino hombres y mujeres de conocimiento, que no buscaban riquezas materiales, poderes terrenales, o dominio y explotación de la naturaleza. Guiaban a los pueblos y culturas por la práctica y estudio de La Toltecáyotl en todos sus niveles y desarrollaban en los Tollan un tipo de conocimiento que va más allá de la física newtoniana y que se orienta hacia la concepción de un mundo de cargas energéticas, conocida ahora como “Teoría de cuerdas”. Esta es la razón por la cual el pensamiento occidental no ha podido conocer y entender, -cuando honestamente se ha intentado-, la filosofía y la historia del Cem Anáhuac y del 47

Tawantinsuyo. No tuvieron categorías en el siglo XVI y ahora tienen interés de conocer y menos difundir a la Toltecáyotl. El milenario sistema de organización del Anáhuac sigue vivo, tiene más de ocho milenios de experiencia y sabiduría acumulada. La Toltecáyotl sigue viva y vigente. No está en museos o en zonas arqueológicas. Como un legado vivo se transforma y se adapta sin perder la esencia y la raíz. Y seguramente será una de las herramientas más importantes para construir el futuro deseado por todos.

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LAS CIUDADES “PREHISPÁNICAS”

La “historia antigua” de nuestro milenario pueblo, -en general- , la han escrito los extranjeros. El primer “historiador”, fue nada menos que el conquistador Hernán Cortés, quien en la “historia oficial”, sus Cartas de Relación son tomadas como “fuentes históricas”, cuando sabemos que no fueron escritas con veracidad ni rigor histórico, fueron en cambio, un alegato leguleyo para justificar una de sus tantas traiciones y abusos. Después de él, otros conquistadores, misioneros y hasta anahuacas conversos escribieron. Unos con el fin de enaltecer sus “proezas guerreras”, otros para “investigar” a los descubiertos y poder destruir mejor sus idolatrías, como así lo menciona en su obra Fray Bernardino de Sahagún, y otros más, para realzar sus antiguos linajes, como es el caso de Fernando Alva Ixtlilxóchitl. Pero todos y cada uno de ellos, escribieron desde la percepción europea. Juzgaron “al otro” sin conocerlo y denostaron su cultura sin entenderla. El objetivo de todos, - supervisado por la Santa Inquisición-, fue el de negar y destruir los valores y principios de la civilización del Cem Anáhuac para destruirla. Los primeros tres siglos de Colonia (1521-1821), todo lo referente a la civilización invadida fue, para los gachupines, catalogado como “demoniaco, primitivo y de poca valía”, el patrimonio edificado sirvió, en el mejor de los casos, como piedras de cimiento para sus palacios. En el segundo periodo neocolonial, de 1821 a la actualidad, los criollos mantuvieron menos estrictos los criterios de desprecio, especialmente por las visitas que hacían los saqueadores europeos disfrazados de “anticuarios” o arqueólogos, y en el siglo XX, por los arqueólogos/saqueadores estadounidenses. Para finales del siglo XX, lo que sobrevivió a la destrucción y al saqueo ha servido como “atractivo turístico” del Estado necolonial criollo.

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La tristemente famosa destrucción que se hizo de la Pirámide del Sol en Teotihuacán, por el arqueólogo porfirista Leopoldo Batres de 1905 a 1910, para las fiestas del Centenario de la Independencia, es un ejemplo. O años antes, en Mitla, Oaxaca, el “famoso arqueólogo” mandó gravar en el mayor dintel de piedra del Salón de las Columnas una “leyenda conmemorativa a su exploración”. Actualmente los que dicen la primera y la última palabra en arqueología en México son los arqueólogos norteamericanos y sus ricas universidades, que financian la mayor parte de las exploraciones, en donde, como materia decorativa, se incorporan algunos arqueólogos “nativos” que, por supuesto, ratifican y confirman las prejuiciadas tesis de los extranjeros para ser tomados como sus pares, según nos dice el Dr. Rubén Bonifaz Nuño. “Injuriosamente, los estudiosos hablan todavía de culturas primitivas, de totemismo, de adoración de la lluvia, de ritos sangrientos, y centran su atención en la guerra florida y los llamados sacrificios humanos de los aztecas, a fin de intentar legitimar el desprecio que les justifica nuestra explotación.” (Rubén Bonifaz Nuño. 1992) De modo que en general, desde 1521 hasta nuestros días, la visión eurocéntrica de minusvalía y el reduccionismo de “la arqueología” a antiguas y primitivas culturas impide dimensionar y comprender a una de las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad, con origen autónomo y la que alcanzó el más alto nivel de desarrollo humano para todos sus habitantes, por lo menos, diez siglos seguidos. “De esta suerte, valiéndose de análogas complicidades, los eruditos estadounidenses han formado, respecto de la cultura olmeca, un sistema de mentidas conjeturas cuyas principales características son el desdén y la ignorancia.

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Condenable es eso, pero no es, en mi opinión, lo peor; lo peor consiste en que los estudiosos mexicanos, voluntariamente sometidos a una perversa forma de colonización extranjera, se sujetan, por lo común, a las sistemáticas equivocaciones de los eruditos estadounidenses, y las repitan y las confirman como verdades, acaso con el deseo y la esperanza de que éstos los tengan por iguales suyos. De estos casos, por obvio principio de dignidad, no quiero ofrecer ningún ejemplo.” (Rubén Bonifaz Nuño. 1995)

El punto está en que se les sigue estudiando a partir de la visión Occidental del siglo XVI, y no se ha querido ver y entender la grandeza de su esfuerzo civilizatorio, que nada tuvo que ver con guerras, comercio, fortalezas, palacios, etc. Y que, por el contrario, fue tan elevada la percepción del ser humano, el planeta, el universo y la vida misma, que Occidente ahora mismo apenas empieza a intuir estos milenarios conocimientos que no solo estuvieron en el Anáhuac, sino en todos “las civilizaciones Madre” del planeta. La “universalidad eurocéntrica” es que el “uni-verso” es uno solo y es justamente lo europeo/occidental, lo que no es como Europa, es solo “regional/primitivo/acientífico”. Lo que no se ajusta “al pensamiento europeo”, no es “pensamiento/filosofía/historia/ciencia”. Para esta visión limitada y racista no pueden existir el concepto de “pluri- versos”, es decir, otras formas de ver, sentir y entender el mundo y la vida. Solo existe una ciencia, la europea apenas surgida en el siglo XVIII (para explotar y depredar), una filosofía nacida en la cultura grecolatina (donde el hombre europeo ha sido signado para conquistar al mundo), un modelo de desarrollo humano lineal y “permanentemente ascendente”, sustentado en el mundo material, la guerra, el comercio, la

51 economía y el poder político (ONU, OTAN, OMC, E.U., U.E., etc.)

El británico Edward Burentt Tylor (1834-1917), planteo la existencia de tres estadios principales en el desarrollo cultural de los grupos humanos, enumerados de menor a mayor nivel de desarrollo: salvajismo (que viene de selva), barbarie (que viene de los que no hablan latín) y civilizados (los grecolatinos/judeoanglosajones). De modo que “la historia de la humanidad” o sea, “de Europa”, se divide en: prehistoria, historia antigua, Edad Media, modernidad y ante el fracaso evidentes de los paradigmas de este último periodo, ahora se habla de “postmodernidad”. La visión y el pensamiento eurocéntrico de algunos hombres de Inglaterra, Alemania, Francia, Italia y ahora E.U., se impone a todos los seres humanos pensantes de los países que están bajo su dominio cultural, económico y político. Con toda esta “carga ideológica” se “investiga” el pasado ancestral de los pueblos y culturas de la Civilización del Cem Anáhuac. Lo que en el siglo XVI se escribió, se toma como “fuentes históricas”, verídicas e imparciales, y lo que “no está escrito”, no es válido en esta suerte de dominación cultural y “científica”, de modo que los Viejos Abuelos, hasta ahora, no tiene voz, “porque no escribieron”. El pasado “Prehispánico” está “escrito solo por el pensamiento hispánico en español e inglés. El punto de esta reflexión son las llamadas “Ciudades Prehispánicas” o zonas arqueológicas, que son “investigadas” desde la perspectiva “eurocéntrica-universal”. Así, a las magnas construcciones que dejaron nuestros Viejos Abuelos, especialmente del periodo Clásico, se les llama “ciudades”, cuando un análisis crítico y con una mínima dosis descolonizada

52 de “sentido común”, nos indican que no fueron “ciudades” como lo fueron Ur, Babilonia o Roma. En efecto, la arqueología europea ha creado verdaderas estructuras de pensamiento inamovibles. Así que tratan de “ajustar”, a lo que ellos conocen y definen, todo lo que tratan de “conocer o investigar” del planeta. Un ejemplo es como el alemán Paul Kirchhoff (cofundador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia e investigador de la UNAM), creó en 1943 el concepto de “Mesoamérica”, tomado del concepto de Mesopotamia, donde tiene una lógica, es decir, “entre dos ríos” (Tigris y Éufrates). Pero, “Mesoamérica” no tiene sentido, pero ahora el mundo académico lo ha hecho una realidad inobjetable, sin ejercer un “pensamiento crítico”. Las construcciones que oficialmente se conocen como “Ciudades Prehispánicas”, salvo Cantona en Puebla en el periodo Clásico, no fueron ciudades. Nos referimos entre las más reconocidas a Teotihuacán, Monte Albán, Palenque, Chichen Itzá, Uxmal, Tajín, Xochicalco, etc. Tomando en cuenta que La Toltecáyotl es “el arte de vivir en equilibrio”, la relación entre los seres humanos y la naturaleza, en el periodo Clásico era de equilibrio y respeto. Las “ciudades”, entendidas como grandes conglomerados humanos que se dedican a actividades industriales, comerciales, administrativas y de gobierno. En el periodo Clásico no existió la moneda y por tal, tampoco el comercio y menos las actividades industriales (con el sentido occidental). Las personas, las familias y las comunidades vivían bajo otra concepción del mundo y la vida, con otra “racionalidad”. De modo que los significados y valores de los anahuacas en el periodo Clásico, nada tenían que ver con la de los romanos, griegos o fenicios, es decir, guerras, comercio, consumo, poder político.

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La ciudad, por su naturaleza, necesita de un grupo humano que sostenga sus requerimientos alimenticios, acuíferos, energéticos y de mano de obra, además de objetos y de materias primas para vivir. Las ciudades históricamente han vivido a expensas de los habitantes del campo y las costas. Desde esta perspectiva, las ciudades son como “canceres” de la Tierra. El ser humano “en equilibrio”, vive en armonía con la naturaleza, consigo mismo y con sus hermanos. Para ello, vive en núcleos rurales que les permitan tener los beneficios de la vida en comunidad y al mismo tiempo, los beneficios de la naturaleza. Razón por la cual los llamados calpulli rurales eran los de mayor número, aún en el periodo Postclásico. Escriben “las fuentes”, que lo que inmediatamente hicieron los colonizadores con la cruz y la espada fue hacer “congregaciones”, porque los naturales vivían “dispersos” y para su explotación se requería que vivieran “congregados” en poblaciones donde estuvieran al alcance y comodidad de los encomenderos. Un ejemplo hasta hace unos 60 años era la forma de vivir en el Tibet, en donde una población eminentemente agrícola sostenía a una élite de monjes budistas, no por sujeción militar- explotadora, sino por convicción cultural/religiosa. La gente estaba de acuerdo en destinar sus excedentes agrícolas para el sostenimiento de los monasterios, porque estaba convencida que el trabajo religioso y espiritual de los estudiantes y monjes era válido, justo y necesario para el mantenimiento de su cultura y su sociedad. Era entonces un propósito social compartido por todos de manera voluntaria. Cuando el propósito social está dirigido al conocimiento, estudio y práctica de saberes ancestrales en relación a las posibilidades de percepción energéticas del ser humano y su trascendencia espiritual, como fue durante diez siglos en el periodo Clásico en el Anáhuac, se pueden lograr asombrosos

54 resultados, entre ellos, la construcción más numerosa de centros de estudios e investigación, -hoy llamadas zonas arqueológicas-, en la historia de la humanidad.

A pesar del número y la diversidad, todos los centros de conocimiento de La Toltecáyotl en el Cem Anáhuac tienen los mismos elementos arquitectónicos: pirámides cuadradas truncadas, patios cuadrados o rectangulares con cuatro habitaciones (y/0 pirámides truncadas) y sus puertas al interior del patrio, ausencia de ventanas, varias puertas o vanos en una misma pared, vanos casi del tamaño de una pared, ausencia de murallas defensivas, escalones muy altos, pasadizos subterráneos sin aparente conexión con las edificaciones, construcciones rectangulares llamadas tlaxco o “juegos de pelota” que funcionaban como observatorios astronómicos, amplias plazas cuadradas o rectangulares. Pero, sobre todo, la mayoría de los edificios estaban edificados de acuerdo a medidas o posiciones astronómicas y rigurosamente orientados, todos, a los cuatro puntos cardinales con una misma y exacta variación hacia el Norte. Estos elementos arquitectónicos no indican un uso militar, comercial, de casa habitación y no se ubican, -en general-, en lugares aptos para la vida cotidiana, con accesos cómodos, fuentes permanentes de agua y espacios para la agricultura. No denotan un uso militar, porque la Civilización del Anáhuac no enfocó sus conocimientos en la invención de armas, ni sustentó su expansión cultural en ellas, tanto en el periodo Preclásico, como en el Clásico. Las mismas armas que heredaron de la prehistoria, fueron las que usaron más de siete milenios después para enfrentar la invasión europea. La arquitectura misma no es militar, ni defensiva. La arquitectura tampoco es para espacios que propiciaran el comercio, almacenamiento o exhibición de mercancías. Los 55 anahuacas no usaron la moneda a pesar de que tenían una red muy amplia de mercados o tianguis locales y regionales, donde cada cinco días se intercambiaban productos a partir del trueque. No era una cultura que fomentara el consumo suntuario, el atesoramiento o las exquisiteces alimenticias o decorativas, en ese aspecto, fueron muy prácticas y creativas sus iniciativas alimentarias, usando los recursos naturales que les proporcionaba su hábitat. Con el trueque satisfacían sus limitadas necesidades materiales, debemos de recordar que la austeridad y frugalidad es un elemento cultural de los pueblos originarios. Los pochtecas del periodo Clásico no eran “mercaderes” en el sentido fenicio. Lo cierto es que se sabe que se transportaban e intercambiaban objetos de lejanos lugares para el culto, como el oro, papel amate, jade, turquesa, plumas de aves preciosas, obsidiana, etc., desde lo que hoy es Costa Rica hasta el estado de Arizona en E.U., pero nunca con un sentido comercial, como el intercambio comercial de la Ruta de la Seda. Tampoco sus construcciones fueron diseñadas para hacer palacios suntuarios o casas habitación. Resulta insultante pensar que realizaban a lo largo de muchos años enormes esfuerzos físicos para construir una pirámide y en lo más alto, edificar una habitación pequeña, con una puerta inmensa y sin ventanas para “hacer una vivienda”. O construir una habitación rectangular con tres puertas continuas. Con un sentido crítico y descolonizado, es claro que estas formidables construcciones no eran lugares para que viviera una élite o una “familia real”. Es claro y descolonizado que esos espacios tenían otras funciones y que, eran comunes desde las selvas de Centro América hasta los desiertos y praderas de Norte América. En el caso de Danny Beédxe (Monte Albán, en Oaxaca), resulta imposible que se trabajara durante 1350 años un proyecto suntuario, transportando piedras de 14 km. de distancia, subirlas a pulso 400 metros de altura sobre el nivel del valle, 56 aplanar una montaña, para construir “un palacio”. Como Monte Albán, existen decenas de lugares en el Cem Anáhuac que su construcción fue un proyecto a largo plazo, que contó con la convicción de muchas generaciones y pueblos diferentes. En Monte Albán participaron todas las culturas que hoy conforman los pueblos originarios y su trabajo fue a nivel de tequio, es decir, el trabajo sin remuneración por el bien común, que es ancestral y el cual es una de sus características culturales más acendradas. Este es uno de los elementos culturales más importantes de la Civilización Madre y que no ha sido tomado en cuenta en toda su dimensión. Es decir, que durante por lo menos diez siglos, los Viejos Abuelos trabajaron intensa y esforzadamente uno de los proyectos constructivos más importantes de la humanidad, creando estos centros de conocimiento a lo largo y ancho del Cem Anáhuac, desde lo que hoy es Nicaragua hasta el Norte de los E.U., que no eran fortalezas militares, murallas defensivas, grandes y largos canales acuáticos comerciales, palacios para élites o monumentales tumbas, puertos marítimos comerciales o grandes ciudades en donde residía un poder imperial. Como esto, si sucedió en Mesopotamia, China, India, Egipto, Grecia y Roma, la visión eurocéntrica “uni-versal”, trata de ajustar nuestra historia y cultura a la de otros pueblos, y al discurso cientista de la academia occidentalizada. El testimonio de nuestra grandeza está justamente en estas maravillosas obras que nos hablan de las elevadas aspiraciones que tenían nuestros antepasados ante la existencia humana y su trascendencia a planos superiores de conciencia, que hoy, apenas se empiezan a vislumbrar tímidamente, pero donde ciertamente está depositada la grandeza humana. En el periodo Postclásico o decadente, como se sabe se empezó a transgredir La Toltecáyotl, no solo en el aspecto religioso al cambiar a Quetzalcóatl (símbolo de la sabiduría), por Huichilopoztli (símbolo de la voluntad de poder material). Se 57 crearon los Altépetl, los linajes familiares de gobierno, se empezó a crear la propiedad privada, se pasó del trueque al comercio, se empezó a utilizar el cacao y el cobre manufacturado como instrumento de cambio, y se creó, como afirma el Dr. Alfredo López Austin el Estado Suyuano, que pretendía restablecer la hegemonía tolteca por medio de las conquistas militares. Para el periodo Postclásico se pueden encontrar asentamientos humanos con el concepto de “ciudad tipo occidental”, por las razones anteriormente expuestas. Y es Tenochtitlán, el ejemplo más espectacular del Cem Anáhuac, que para para inicios del siglo XVI era la ciudad más grande del mundo de aquellos tiempos. El concepto de “ciudad moderna”, con la traza reticular, con agua potable, barrios y plazas, etc., pero este concepto no operó en los más de diez siglos del periodo Clásico, y en los rastros arqueológicos que nos han dejado la cultura olmeca, no se observan ni fortalezas y menos ciudades. Los impresionantes logros arquitectónicos de los mexicas en Tenochtitlán, se lograron por las cargas tributarias que éstos impusieron a sus vecinos sometidos militarmente. De modo que podemos y debemos de afirmar de manera contundente que es un error, -sustentado en la ignorancia, desprecio o colonización cultural-, hablar de “Ciudades Prehispánicas”, especialmente cuando se refieren a los vestigios arqueológicos del periodo Clásico. Mantener este lenguaje es mantener la sumisión y colonización mental y cultural. Los conceptos de “Mesoamérica, Prehispánico, Precolombino, Precortesiano, Imperio Azteca, latinoamericano, hispano y hasta “mexicano”, son producto de la colonización que sustenta su poder en la ignorancia de lo mejor de nosotros mismos. El discurso colonizador ha sido permanente sobre “lo propio- nuestro”. Desde Hernán Cortés hasta Mel Gipson pasando por “la academia occidentalizada”, se repite incesantemente el 58 mismo discurso de que nuestros sabios antepasados eran politeístas, adoradores de los fenómenos naturales, guerreros feroces e insaciables caníbales y retrógrados sacrificadores de seres humanos, además de limitados agricultores supersticiosos. Nuestros Viejos Abuelos, no vivieron durante más de diez siglos, -en el periodo Clásico-, con los valores y principios de los pueblos guerreros/comerciales de las culturas europeas. Como hoy en día, los pueblos huicholes, tarahumaras o mayas, viven con valores y principios diferentes a los de la sociedad dominante. Y es esta, justamente, nuestra grandeza y nuestra mayor riqueza cultural. En efecto, la espiritualidad, la comunalidad y la vida en equilibrio con la naturaleza son parte del Patrimonio Cultural Intangible que nos han legado los Viejos Abuelos toltecas a través de La Toltecáyotl. Por lo anterior es inadmisible seguir diciéndole a los “centros de investigación, estudio y conocimiento tolteca” …ciudades o centros ceremoniales. Tenemos que decir un ¡ya basta! a lo colonización mental y cultural.

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LA ESPIRITUALIDAD TOLTECA como una frecuencia energética.

Cuando en los años ochenta el Dr. Rubén Bonifaz Nuño me recomendó, que, para conocer la verdad sobre nuestros ancestros, debería olvidar por completo todo lo aprendido sobre ellos en la escuela, especialmente las llamadas fuentes históricas del siglo XVI, porque habían sido escritas por ignorantes asesinos y ladrones, así como por fanáticos religiosos. Afirmaba que ambos, no tenían la capacidad ética, científica y cultural, para tratar de entender una realidad que estaba muy por encima de sus limitados conocimientos oscurantistas del mundo, que venían de mil años de un feroz epistemicidio orquestado por el Vaticano y la iglesia católica, llamado “Edad Media”. Muy poco, de lo escrito por estas personas, podía resistir un honesto análisis humanista. Casi todo, en general, son argumentos falsos y calumniosos tomando como referencia “Las Sagradas Escrituras”, para crear una percepción de que los invadidos, eran salvajes, primitivos, caníbales, guerreros y justificar de esta manera la invasión, el holocausto y el epistemicidio, y presentar este crimen de lesa humanidad ante “su historia”, como una heroica gesta civilizatoria de Occidente. El Dr. Rubén Bonifaz me dijo, “comience con lo que usted siente y ve del legado de nuestros antepasados, parta de ahí hasta lo más esencial”. Más de treinta años pasaron para que entendiera la profundidad de sus palabras. Lo que yo “siento” del legado de mis antepasados, en primera instancia, es una intensa “espiritualidad”. Es un sentimiento, una sensación indescriptible cuando estoy en una comunidad anahuaca o en un impresionante Tollan. Lo que veo y testifico de manera irrefutable son justamente los monumentales vestigios materiales de los Tollan, desde los más 60 impresionantes como son Teotihuacan, Monte Albán o Chichen Itza, hasta pequeños Tollan como Yagul o Dzibilchaltún. Los volúmenes pétreos hacen también que vibre mi ser produciendo sensaciones de bienestar, equilibrio y paz profunda. El problema de referirme a “este sentimiento” con el concepto occidental de “espiritualidad”, es que, por los procesos de colonización cultural y eurocentrismo, inconscientemente asumo espiritualidad como religión, especialmente la católica. Asocio inconscientemente al espíritu como “El Espíritu Santo” y la espiritualidad con religiosidad. Para abordar las formas de “sentir y ver” el legado de nuestros antepasados, tenemos que partir de que los toltecas percibían el mundo como energía. Filamentos más pequeños que las partículas del átomo con energía y conciencia propia. Estos filamentos se organizan como toroides en infinito número de tamaños, a través de fractales energéticos, hasta conformar estrellas y planetas. Todos ordenados en un riguroso orden y preciso movimiento matemático. Los toltecas descubrieron que las leyes de la mecánica celeste se aplicaban en el tlaltípac y que las matemáticas eran el lenguaje universal del vibrar energético. Que el movimiento y su medida, sea una órbita planetaria o una frecuencia de una partícula, estaban regidas por las mismas leyes. Los toltecas descubrieron que el ser humano es el puente entre el cosmos y la Tierra. Encontraron “su lugar en el universo y su centro” y de ahí partieron a explorar lo indescubrible. Esa fue la gran proeza civilizatoria. Cuando llegaron al límite de su percepción, descubrieron que todo es vibración, que todo estaba en movimiento, desde lo más pequeño posible hasta lo más grande posible. Vieron un universo de frecuencias vibracionales y percibieron que existía una “frecuencia generadora”. La más sutil entre todas. A esta

61 frecuencia le llamaron Tloque Nahuaque, “que está aquí y en todas partes al mismo tiempo”. De modo que, para los toltecas, el ser humano es una carga energética con conciencia de ser, un toroide en vibración permanente, rodeado de un universo de cargas energéticas que tienen un número inimaginable de frecuencias, pero que existe una que es la frecuencia generadora. Descubrieron que el ser humano tiene, además de un cuerpo “físico”, posee un “cuerpo energético”, y que puede llegar a tener plena conciencia de su energía y que puede llegarla a manejar, como maneja su cuerpo físico. Este conocimiento ocupa el vértice superior de la Toltecáyotl. Desde esta perspectiva, podemos decir que “lo que sentimos” de la herencia ancestral tolteca es “una frecuencia vibratoria”, que afecta a nuestra carga energética y la hace “sentir/vibrar” de una manera diferente en el interior del “cuerpo físico”. La frecuencia energética que afecta o modifica a nuestro campo biomagnético lo percibimos como “espiritualidad”. Esta “modificación” es un gran logro cultural humano y una herencia cultural para los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos toltecas.

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TEOTLAMATLIZTLI, EL TIEMPO SAGRADO …el retorno de Quetzalcóatl.

RESUMEN Los antiguos habitantes del continente formaron una sola civilización pertenecientes a las llamadas Civilizaciones Madre. Su energía, tiempo e inteligencia la enfocaron coordinadamente, por decenas de siglos, a investigar la bóveda celeste y las posibilidades de la energía. Esto los llevó a conocer a la perfección la mecánica celeste del sistema solar y a visualizar la galaxia, por lo cual lograron un mejo de las matemáticas y el uso del cero, así como a inventar la primera calculadora llamada nepohualtzintzin. Por otra parte, sus investigaciones en el campo de la energía los llevaron a descubrir que existen partículas muy pequeñas de luz, que se pueden llegar a manipular a través de una fuerza desconocida pero utilizable para manipular su organización. Estos campos del conocimiento, la mecánica celeste y la energía, forman los cimientos de su civilización. Y que en base a estos conocimientos de los ciclos galácticos de la Tierra y las capacidades energéticas los humanos y el planeta estamos finalizando un ciclo de cinco partes y entrando al primero de otro ciclo nuevo de cinco partes.

La historia y la filosofía de los pueblos y culturas del continente, ahora llamado América, ha sido tergiversado malintencionadamente, desde el inicio de la invasión, porque ésta, se sustentó, en que en este continente no existían seres humanos. Más tarde, cuando en el Juicio de Salamanca se demostró que sus habitantes originarios sí teníamos alma, pasamos a ser humanos, pero primitivos y sin conocimientos,

63 a quienes los españoles tenían que “salvar”, para la gloria del Vaticano y de la corona española. Durante los tres siglos de Colonia, se trató de erradicar cualquier vestigio de la civilización ancestral. En los dos últimos siglos, los criollos en el poder han mantenido en esencia la misma actitud, la del conquistador para explotar y depredar o la del misionero para desculturizar e integrar a la cultura dominante; pero en general, las culturas del Anáhuac y el Tawantinsuyu, han sido excluidas de la realidad “latinoamericana”, un constructo criollo que pasó de ser “Iberoamérica dependiendo de España a Latinoamérica, dependiendo de Estados Unidos. Pero que en ambos términos se excluye la posibilidad de tener la originalidad y antigüedad de una civilización Madre, como la China o la India. Que se niegue y que no se tome en cuenta, no quiere decir que no exista. Para el caso de las culturas del Anáhuac solo se ha agazapado en un extraordinario ejercicio de encubrimiento, esperando el momento y las condiciones para retoñar, porque la raíz siempre ha estado viva. Siendo tan antigua como las civilizaciones de China e India, posee una “memoria histórica”, una filosofía y una práctica existencial de resistencia cultural verdaderamente asombrosas. A pesar del epistemicidio Occidental se sabe que nuestros antepasados tenían memoria de que habían existido cuatro “humanidades” o “Soles” anteriores. En cada Sol, la humanidad se mejoró, al desarrollar los conocimientos para acrecentar los niveles de vida material y los niveles de calidad de vida en el aspecto espiritual, mismos que aportó para el siguiente ciclo o Sol. Cada Sol fue destruido por una catástrofe que implicó la pérdida de gran parte de la humanidad, pero sin extinguirse, para con los mejores conocimientos iniciar otro nuevo ciclo o Sol. LA MECÁNICA CELESTE

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Los Viejos Abuelos fueron grandes observadores de la “jícara sagrada” o bóveda celeste, durante milenios hicieron una observación rigurosa, permanente, sistemática, medida y razonada, y descubrieron en el movimiento de los astros el tiempo perfecto. Los abuelos que iniciaron esta centenaria labor se les conoció como olmecas, es decir, el pueblo que midió el movimiento. Por ende, son los iniciadores de los calendarios, comenzando con el lunar de 260 días. De esta manera conocieron “la medida del movimiento” y descubrieron que la Tierra gira alrededor del Sol en 365.2520 días, que el ciclo del planeta Venus era de 584 días, que el ciclo de las Pléyades era de 52 años y que la Tierra, pertenecía al sistema solar y que éste a su vez estaba en la galaxia, ahora conocida como Vía Láctea, y que la Tierra giraba en torno al centro de la galaxia en 25625 años. Este enorme ciclo los Viejos Abuelos lo dividían en cinco ciclos a su vez, cada uno de 5125 años. A cada ciclo le llamaron un Sol. El 21 de diciembre de 2012 se cumplió el último ciclo de los cinco Soles, el cual inició el 11 de agosto del año 3114 a.C. De modo que a partir de esta fecha ya estamos en el nuevo “ciclo de cinco ciclos”, en el primer Sol del nuevo ciclo. Como todo calendario, cuando termina la última fecha, se reinicia un nuevo ciclo de manera infinita, ejemplo: después de la hora 24 sigue la primera hora del nuevo día, después del día 365, inicia el día primero del nuevo año, después de invierno entra de nuevo la primavera. Para el caso de este nuevo “ciclo de ciclos”, como las estaciones, no terminan e inician justamente el día marcado. Es decir, los “cambios de clima” se atrasan o se adelantan y es un proceso, no es un “cambio inmediato”. Por ello, aunque estamos en la cuenta del primer ciclo, “no termina de acabar” el anterior. Este proceso no puede durar más de cien años y en una cuenta de 25625, cien años o menos es un “ajuste no significativo”.

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LA CONCEPCIÓN DE LA ENERGÍA Por otra parte, los Viejos Abuelos habían descubierto que todo cuanto existe es energía. Que el concepto de “materia” es una abstracción de la energía, igual que “el tiempo” es una abstracción del “movimiento medido”. De otra manera, “la materia es energía concentrada”. La fuente de la energía es inconcebible, ya que estaba fuera de la capacidad de compresión humana. Esta energía inconmensurable es impensable, invisible, innombrable e impalpable. Solo se podía percibir en sus múltiples manifestaciones. Los Viejos Abuelos, simbólicamente la asociaron al Sol y la representaron con un águila, pero en verdad, no era ni una ni otra cosa. De la observación del cosmos aprendieron que la “energía” tiene un lenguaje, y éstas son las matemáticas. Que todo en el cosmos estaba perfectamente sincronizado, tenía una medida y un movimiento preciso. Descubrieron que la energía es una “frecuencia vibratoria” y que todo estaba interconectado y que todo participaba de un equilibrio absoluto o cósmico. En lengua maya WUINCLIL significa “ser vibratorio de energía” (Psicotrónica de los mayas, pág. 21. 1981) Pero lo más asombroso de sus descubrimientos, es que “la energía tiene conciencia de ser”. Que todo el universo es una serie de cargas energéticas que se agrupan o funcionan como toroides, lo mismo un planeta, un ser humano o un árbol, y que estos, se multiplican a manera de fractales, en el macrocosmos y en el microcosmos de manera infinita. Que la energía está compuesta de pequeñísimas cargas energéticas con conciencia de ser. Que cantidades increíbles de ellas, apenas forman lo que la ciencia occidental conoce como neutrones o protones. Pero su mayor logro fue, que el ser humano, puede a través de un proceso de conocimiento muy complejo, arduo y disciplinado, llegar a poseer el dominio consiente de su energía. Es decir, de la inconmensurable cantidad de fibras luminosas

66 que tienen “la voluntad o el acuerdo” de conformar al individuo. Un logro único y para muy pocos seres humanos. Este es el mayor logro civilizatorio. A partir de la concepción de la energía como la única realidad que conforma el universo, y que está en armonía y equilibrio, tanto en el macrocosmos como el microcosmos, interpretaron “su mundo y la vida”, tanto en el Tlaltípac, como en los trece niveles superiores, como en los nueve niveles inferiores. Su concepción de este mundo y esta realidad fue de carácter “cósmica”, por eso se entiende por qué la mayor cantidad de su energía, se consagró a construir observatorios astronómicos conocidos como Tollán (zonas arqueológicas) y que, en ellos, además de la observación de la mecánica celeste, se dedicaban a explorar los misterios y posibilidades de la energía a través de la conciencia. EL LEGADO CULTURAL Y EPISTÉMICO Estas son las dos grandes herencias o legados de los Viejos Abuelos a nosotros, los hijos de sus hijos. En el mundo “material”, los miles de Tollán que construyeron desde Alaska hasta la Tierra del Fuego y que todos, por muchos siglos, estuvieron operando interconectados compartiendo la información para medir y razonar el movimiento de los astros. En el mundo de la energía, la espiritualidad, concebida como la capacidad de producir conscientemente una vibración muy cercana a la frecuencia de la vibración generadora. Es decir, la capacidad de armonizarse con la vibración generadora. Al cumplirse el fin de un “ciclo de ciclos”, todo se regenerará, como lo hace la naturaleza en el planeta con las estaciones. De la misma forma, al cumplir un ciclo en torno al centro del sistema solar, todo se renovará repitiéndose este ciclo infinitamente. El nuevo Sol es el inicio de un nuevo ciclo en torno al centro de la galaxia, implica una renovación casi total para comenzar de nuevo de manera infinita.

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Este conjunto de conocimientos, que los antiguos pobladores del continente conocido en lengua náhuatl como Ixachillan, desde Alaska hasta La Tierra del Fuego, observaron, investigaron, midieron, razonaron y transmitieron de generación en generación a lo largo de decenas de siglos, puede explicar de manera descolonizada, las grandes diferencias con las culturas y civilizaciones del continente Euroasiaticoafricano, que sustentaron su desarrollo en el campo del mundo material, es decir, en la investigación y aplicación de sabiduría que permitiera tener un mundo más cómodo y práctico en el ámbito material, y por consiguiente, en la manufactura, el comercio e inevitablemente la guerra. Lo sorprendente de las culturas de todo Ixachillan, es que no fueron guerreros, ni comerciantes. Las mismas armas que heredaron del periodo Prehistórico, después de siete mil quinientos años de desarrollo humano y científico, después de haber inventado la cuenta perfecta del tiempo, el maíz, el cero matemático, la calculadora, la milpa, con las mismas armas heredadas de la prehistórica, con esas enfrentaron la invasión europea. Tampoco fundamentaron su desarrollo humano en la comodidad y el consumo. Hasta sus herederos más legítimos de hoy en día, se caracterizan por vivir de manera austera y frugal. Por estas razones, durante miles de años se vivió sin el uso de la moneda y por consiguiente sin “el comercio”. El intercambio de productos para el sostenimiento de la vida y la investigación, se dieron a través del trueque, que impide la explotación y la acumulación. Fue a partir de un siglo antes de la invasión del Anáhuac que los mexicas, al trasgredir la Toltecáyotl, empezaron a usar el cacao como “instrumento de cambio” y las Guerras Floridas (lucha interior tolteca de carácter espiritual) pasaron a ser actividades de Estado para someter a pueblos vecinos. Esta ideología es conocida como Mexicayotl y su ideólogo fue Tlacaélel. 68

El descubrimiento de que la vida, es un conjunto de campos o frecuencias energéticas, y, sobre todo, que el ser humano puede llegar a interactuar conscientemente con la energía que lo conforma. Y que el mundo o universo que le rodea, además de ser energía, está regido por una asombrosa y perfecta armonía. Que el lenguaje de esa armonía son las matemáticas. Que la armonía y equilibrio que observaban rigurosa y sistemáticamente en el cielo a través de los siglos, se encontraba de la misma forma en el mundo cotidiano en el que vivían. Esta información fue la base, la esencia, la estructura de su proyecto civilizatorio. Esta es una de las razones por la cual la visión y cultura occidental jamás ha podido en verdad, conocer y entender a una civilización mucho más elevada que ella. Desde una perspectiva descolonizada se puede entender la razón por la cual la civilización continental conocida como Ixachillan o Abya-Yala, fue la que más pirámides construyó en la historia antigua de la humanidad. Nunca fueron ciudades, fortalezas ni palacios. Fueron en cambio, centros de investigación, observación y estudio de la mecánica celeste y de las insospechadas posibilidades que tiene el manejo consciente de la energía. Se construyeron cientos de estos espacios en todo el continente. Por los menos durante más de mil años, conocido como el Periodo Clásico. La espiritualidad de las diversas formas de vida de todos los pueblos y culturas del continente, su forma de vivir, la comunalidad, la solidaridad e intercambio de reciprocidad, el amor y respeto por la vida en todas sus formas, la austeridad y frugalidad permanente y su rechazo a la depredación y el atesoramiento, la democracia participativa, son las manifestaciones “culturales y comunitarias” de esta sabiduría conocida como Toltecáyotl. Para el caso del Cem Anáhuac, que su lengua franca fue el náhuatl, podemos encontrar, como afirmó el Dr. Carlos 69

Lenkersdorf, “un cosmo-lenguaje”, veamos algunos conceptos que nos ayudan a entender su visión del mundo. Por ejemplo el concepto “teotl”, significa divinidad o sacralidad: Teomatlisztli entendida como “sagrada sabiduría”; Teotlacaualli comida espiritual o divina; Teotlamatinime sabio de las cosas divinas; Teotlanextli Luz o claridad divina; Neltiliztli entendida como “verdad”. Por otra parte, el concepto de Tona, entendido como “energía” que lo encontramos en palabras muy importantes de la cosmovisión tolteca como: Tonatihu “el Sol”, Tonacatecutli “el Señor del sustento”; Tonalamatl calendario de 260 días y regidor de los destinos; Tonantzin nuestra “Madre Querida” la Tierra; Atonaui fiebre; Atonauki asoleado; Cipactónal principio creador masculino; Tonacatol alimento; etc. OKACHIUALI Para finalizar, diremos que “TEOTLAMATLIZTLI, EL TIEMPO SAGRADO”, es para nuestra civilización Madre una forma de pensar y sentir el tiempo de manera muy diferente. Es sagrado, en cuanto es movimiento generado por Hunab Ku, y es una vibración, porque todo lo que llamamos materia, no es más que energía. Tiempo y energía, aparentemente diferentes, pero forman parte de una misma realidad, un ciclo que se cumple y se repite interminablemente. Esta realidad llevó a nuestros Viejos Abuelos a ver y entender el mundo y la vida de manera sagrada, es decir, como energía. Descubrieron que todo es energía. Que el universo está constituido de partículas energéticas más pequeñas que los neutrones y protones y que están en permanente vibración. Que estas partículas se organizan como toroides. Existe un “universo” de toroides en las que se replican a manera de fractales creando el macrocosmos y el microcosmos que los humanos podemos percibir.

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Vivimos en un sistema solar y que éste se encuentra dentro de una galaxia. Existe un orden matemático en el movimiento estos grandes toroides llamados planetas y estrellas. Que ese “orden matemático” también existe en el Tlaltípac o “mundo humano”. Y qué tanto, el macrocosmos como el microcosmos, vivirán en un rango de una misma frecuencia. Que el planeta forma parte de un mecanismo que se mueve por ciclos y que al finalizar “La Cuenta Larga”, estamos en la transición del final del Quinto Sol y en el inicio del primer sol del nuevo ciclo de cinco soles. Que el símbolo de la sabiduría, la educación y el equilibrio está representado en la Toltecáyotl por la Serpiente Emplumada, conocida como “Quetzalcóatl”, donde el quetzal está asociado al espíritu y el cóatl a la materia. Que “El Regreso de Quetzalcóatl” es el resurgimiento del equilibrio, la vida armoniosa, y la sabiduría humana para iniciar otra vez, lo que se ha iniciado y terminado muchas veces en el tiempo sagrado. En síntesis, diremos que “TEOTLAMATLIZTLI, EL TIEMPO SAGRADO”, es cíclico y permanente, total, absoluto y eterno.

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VERTICE SUPERIOR DE LA PIRAMIDE DE DESARROLLO HUMANO TOLTECA

ANTECEDENTE Casi todo lo que Occidente ha escrito y dicho sobre la Civilización del Anáhuac, desde el siglo XVI, hasta nuestros días, ha pretendido encubrir uno de los más graves epistemicidios de la humanidad. Nunca se ha aceptado la existencia de una civilización mucho más adelantada y humanista que la europea. En el pasado, por la incapacidad cultural y el fanatismo religioso; y en el presente, por no demostrar, que la Modernidad y el capitalismo, se han fundado en el crimen, el despojo y sobre todo, en el intento de desaparecer una civilización mucho más avanzada que la europea del siglo XVI. Llegó el tiempo que los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos, nos descubramos a nosotros mismos, y recuperemos en plenitud descolonizada nuestra memoria ancestral, haciendo a un lado los anquilosados juicios, sobre la sabiduría propia- nuestra, hecha por hombres ignorantes y maliciosos, que pretendieron en sus escritos, justificar todos los crímenes y saqueos que vinieron a hacer, a pueblos que, nada les había hecho y que los recibió con los brazos abiertos. Y por otra parte, escritos injuriosos, llenos de fanatismo y prejuicios de una cultura y religión, que de facto, negaron y condenaron, reduciéndola a asuntos primitivos, demoníacos e idolátricos. No es posible, seguir aceptando estas mentiras e injurias, como “fuentes históricas”. Por dignidad y un mínimo de sentido crítico y analítico, se tiene que construir un nuevo discurso, con mucho respeto y en base, a lo que hoy vemos y sentimos, de la milenaria herencia cultural en la que vivimos actualmente. 72

Necesitamos aprender a vernos con otros ojos y pensarnos con otras ideas, las propias-nuestras, desechando la historia occidentalizada y colonizadora. Descolonizar es dignificar. PIRÁMIDE DE DESARROLLO La pirámide de conocimiento y sabiduría, creada, sistematizada y compartida por todos los pueblos y culturas del Cem Anáhuac, debió iniciar con el descubrimiento de la agricultura y la sedentarización, entre el octavo y sexto milenio antes de la era. Los primeros cuatro mil quinientos años se invirtieron en la construcción de la primera parte. Es decir, el espacio simbólico del “Cóatl”, es decir, el espacio básico-material de la existencia. Una vez operando los sistemas de alimentación, salud, educación y organización, se empezó la construcción de la segunda parte. Esta primera parte podría bien abarcar el periodo que los expertos llaman Periodo Preclásico. La segunda parte de la pirámide, fue el espacio simbólico del “Quetzal”, con sus tres sub niveles. Área de conocimiento restringida a pequeñas élites de personas que estaban dispuestas a trabajar, estudiar y esforzarse, mucho más allá, que el común de las personas. El primer nivel, de la segunda parte de la pirámide, inicia con el desarrollo de la conciencia de la sacralidad de la existencia o “conciencia sacra”. Es decir, percibir la maravilla de la vida, la interrelación y armonía con todos los seres vivos. El siguiente nivel fue la conciencia de “Ser”, es decir, el mundo cognitivo, tanto interior como exterior de la existencia humana. La capacidad de crear una explicación del mundo y la vida a partir de ideas rectoras muy bien definidas. Es decir, generar el pensamiento ordenado y sistematizado, que explicaba la vida y le daba significado.

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Y finalmente, el tercer nivel, el más elevado y difícil de lograr, el nivel de “la conciencia del ser energético”. Tal vez el logro civilizatorio más importante. Es decir, llegar a poseer la capacidad de percibir el mundo como energía, para llegar a manejar al cuerpo energético, cómo se maneja el cuerpo físico. Primer subnivel. CONCIENCIA SACRA Los Viejos Abuelos, como todos los pueblos ancestrales del planeta, crearon una serie de ideas sobre la sacralidad del mundo, la vida y la muerte. Este sentido sagrado de la vida y del mundo, permitía darle “un significado y una trascendencia” a la existencia, de las personas, las familias, los pueblos y del mismo universo. Los científicos de la Modernidad le han llamado en Occidente “religión”, pero no fue esta sacralidad anahuaca, “una religión”, como las de Occidente. Para el caso de los pueblos y culturas del Cem Anáhuac, todos ellos partían de una “matriz de conocimiento”, base generadora para todos, pero cada uno de ellos, la diversificó de acuerdo al tiempo y al espacio, dándole un estilo o personalidad propia. Otro elemento que se debe tomar en cuenta para penetrar en los misterios de la conciencia sacra, es que, para los anahuacas, el conocimiento venía esencialmente de dos fuentes generadoras: La mecánica celeste y la Naturaleza. Es decir que, gracias a la observación detallada, medida, razonada y sistematizada, del cielo y la Naturaleza, se adquiría el conocimiento. Por esta razón, especialmente con la Naturaleza, las manifestaciones o advocaciones de la energía superior que se manifestaban en la naturaleza, eran “re-tomadas”, para hacer metáforas de su grandeza y su presencia en el mundo humano. El agua, el viento, la tierra, el fuego, así como los astros visibles, como el Sol, la Luna, estrellas y planetas, saturarán el mundo sacro de los Viejos Abuelos. Se estructuró entonces un conjunto de ideas para manifestar la sacralidad, expresadas de diferentes maneras, pero todas

74 guardando la base esencial. El “mundo” había sido creado de la nada. Existió una conciencia que creó el universo y a la Tierra. Se partía que existía una “energía superior”, que no se podía ver o tocar, que no tenía nombre y no se podía representar. Por lo cual, de manera metafórica le llamaron: El que se inventa a sí mismo, el que está aquí y en todas partes al mismo tiempo, el que es noche y viento, aquél por quien se vive. Esta energía superior, tenía diversas manifestaciones de su grandeza en el mundo humano, que eran percibidas por las personas. Estas manifestaciones o advocaciones de esta energía superior, eran reconocidas y agradecidas. No eran “dioses” en el concepto judeocristiano, eran en cambio, manifestaciones de la inconmensurable grandeza de esa suprema energía que se manifestaba en el plano humano. El ser humano reconocía su pequeñez y daba gracias de los beneficios que recibía en el mundo humano. De modo que, lo que los misioneros y conquistadores, señalaron como “dioses”, no eran tales, sino una forma muy elevada de percibir la sacralidad del mundo y la vida. Lo que llamaron “religión politeísta”, era una forma abstracta de tener contacto con las manifestaciones de una energía superior, manifiesta en la vida cotidiana a través de rituales y ceremonias de agradecimiento en un espacio y un tiempo sagrado.

Cada 52 años, en lo que se conoció como “atado de años”, que se basa en el ciclo de las estrellas conocidas como Pléyades. Los Viejos Abuelos ejecutaban una ceremonia que le llamaban del “Fuego Nuevo”, destruían todas las representaciones de las diversas advocaciones de esta energía superior, para evitar la idolatría. Al día siguiente, volvían a crear otras figuras que durarían otros 52 años, para ser destruidas nuevamente y así sucesivamente. 75

Lo maravilloso de la Toltecáyotl, en su espacio de conciencia sacra de los pueblos y culturas, es que, en su diversidad existía una unidad inquebrantable. Efectivamente, cada cultura tenía nombre e iconografía diferente para cada una de las advocaciones, pero todas, se referían al mismo concepto. Por ejemplo. El agua, que era la fuente de vida y uno de los medios por el cual, la energía luminosa venida del Sol, al entrar en contacto con la tierra producía la fotosíntesis, es decir, la transformación de la energía solar en energía vegetal, que es, el inicio de la vida. Los pueblos y culturas nahuas le llamaron Tláloc, los mayas Chac, los zapotecos Cosijo, los totonacas Tajín, etc., todos eran iconográficamente diferentes, lo que los unía era el “concepto sacro” y que todos contaban con anteojeras y una lengua de serpiente. Como en el mito de creación, el sacrificio de Nanahuatzin y Tecuciztecatl, será el percutor para el “nacimiento del Quinto Sol”, la gente se llamaba macehual, es decir, “los merecidos del sacrificio”. Por lo cual, los seres humanos tenían como misión el mantenimiento y armonía de esta creación a partir del sacrifico espiritual. Razón por la cual, la vida cotidiana de los pueblos y culturas del Anáhuac, siempre fue de reverencia y responsabilidad con la sacralidad de la existencia. De esta manera, todo cuanto se hacía, tenía un sentido sacro, fuera la agricultura, la alimentación, la educación, la organización comunitaria, la ciencia y la sabiduría. En síntesis, el concepto de la vida y la relación con las demás formas de vida, era una relación de sacralidad, respeto y devoción. Se partía de la idea que todo tenía un principio generador inconmensurable e inconcebible. Este principio al que llamaron Ometeotl se transformaba en una dualidad masculina y femenina a quienes llamaban Ometecutli y Ometecihuatl, de los dos el Señor de los dos la Señora. Que este principio se convertía en un par de opuestos complementarios, es decir, de 76 la Señora y del Señor, nacían cuatro hijos a los que les llamaron los cuatro Tezcatlipocas. Este par de opuestos complementarios serán la base conceptual del mundo y con él, se construirán los cuatro puntos cardinales, las cuatro direcciones, los cuatro colores, cuatro astros, los cuatro animales simbólicos; pero, sobre todo, las cuatro esencias en las que se desenvuelve la vida, es decir: La vida, el sacrificio, la sabiduría y la muerte. Cada uno, representado con un “Tezcatlipoca”. El primer Tezcatlipoca es Tláloc el cual apunta al Sur, llamado también Xochilpilli o “El Niño divino”, su color es el azul, su planeta es Mercurio, su elemento es el agua, su tona el colibrí, la esencia de la vida es el nacimiento a la vida interior, a “la batalla florida”. El segundo Tezcatlipoca apunta al Oriente, llamado también Xipe Totec, su color es el rojo, su planeta es Marte, su elemento el fuego, su tona el águila, la esencia de la vida es la lucha a través “del sacrificio interior”. El tercer Tezcatlipoca apunta al Poniente, llamado también Quetzalcóatl, su color es el blanco, su planeta es Venus, su elemento es el aire, su tona el quetzal y la serpiente en equilibrio, la esencia de la vida es la sabiduría y la iluminación. El cuarto Tezcatlipoca apunta al Norte, llamado también Tezcatlipoca Negro o el “enemigo interior”, su color es el negro, su planeta es Saturno, su elemento es la tierra, su tona es el jaguar, la esencia de la vida que representa es la trascendencia. Los cuatro Tezcatlipoca, de manera sencilla le enseñan a “al ala y la cola”, es decir, al pueblo; que los seres humanos tienen cuatro etapas en la vida. Tláloc

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La primera es el nacimiento de la conciencia, es decir, el nacer a la vida espiritual, metafóricamente “el prístino niño interior”, la pureza del “ser”, el inicio inmaculado, cuando el fuego interno es una antorcha de energía y vitalidad, que impulsa al ser humano a convertirse en un Guerrero de la Muerte Florecida. Xipe Totec La segunda etapa es cuando el ser consiente, el ser “despierto”, inicia su Batalla Florida. El Guerrero que emprende la lucha más temeraria y difícil, la lucha consigo mismo, contra las fuerzas que arrastran a la materia en su inercia hacia la auto anulación. Con toda la fuerza inicia el doloroso sacrificio de “descarnarse”, es decir, metafóricamente, liberar a su espíritu de la materia que lo somete a las fuerzas oscuras de la inercia, la liberación del espíritu al desprender dolorosamente al ser interior, de las debilidades, apegos y egos que lo hunden y arrastran en los abismos mundanos. Quetzalcóatl La tercera etapa es cuando el ser liberado, con la cabeza blanca, el ser consiente, desapegado de las pasiones terrenales y los apegos mundanos, recorre los caminos de la vida terrenal en busca del conocimiento, en medio de una vida austera, sobria, refrenada y medida. Pleno de amor, paciencia, humildad y ternura, encuentra “todo en la nada”. Tezcatlipoca La cuarta parte es cuando el ser de Luz, logra por fin ver en el espejo humeante, su verdadero rostro y la esencia de su corazón. Cuando se le descubren los oscuros misterios de la vida y la muerte. Cuando logra, después de toda una vida de sacrificio, de dominio de sí mismo, de intento inflexible por ser lo mejor de sí mismo, llegar “al origen” y armonizar en él, hasta

78 convertirse en nada y ser, al mismo tiempo, todo. La muerte para la vida eterna. La sacralidad del mundo es, intrínsecamente, la conciencia de la sacralidad de la propia existencia. Es llegar a tener conciencia de la oportunidad maravillosa de estar vivo, ser consiente y luchar por la oportunidad de llegar a la totalidad. Estos Valores y Principios eran los que movían la conciencia sacra y que orientaban la vida de los macehuales, para vivir una vida ordenada y armoniosa, consigo mismos, con sus semejantes y con los demás seres vivos con los cuales compartía el tlactipac. Para ello, los toltecas, a través de la Toltecáyotl, de diversas formas metafóricas, rituales complejos y ceremonias muy elaboradas, enseñaban a los seres humanos a convivir en armonía. Partían de la base que todo tenía vida en el mundo en donde vivían. Todos los seres tienen vida y al tener vida tienen “espíritu”, y por ello, derechos y merecían todo el respeto. Este principio está totalmente unido a la responsabilidad existencial de mantener el mundo y la vida en armonía. Es decir, que los seres humanos compartían el mundo en igualdad de derechos y responsabilidades con todos los seres vivos. Por el sacrifico se había creado el Quinto Sol, y los masehuales, debían preservar la vida y el equilibrio a través del sacrificio y el logro de la conciencia espiritual. De esta manera, la vida en el tlactipac, estaba saturada de representaciones, rituales y ceremonias, que, de muchas formas, se referían a las múltiples manifestaciones que la energía superior, se hacía presente en el universo humano de cada cultura. Guardando la estructura base, que los toltecas crearon, cada pueblo, -en tiempo y espacio diferentes-, iban recreando estas

79 diversas y múltiples advocaciones de: Aquél por quien se vive, el que no tenía nombre ni forma, el que era invisible e impalpable, el que estaba aquí y en todo lugar al mismo tiempo, el que se creó a sí mismo. Por supuesto que en más de ocho mil años y en diversas culturas, se crearon variantes de variantes, y especialmente, en el periodo Postclásico, en que se trastocó la Toltecáyotl, especialmente con las reformas ideológicas del Cihuacóatl mexica llamado Tlacaélel. Para finalizar, diremos que, por lo anteriormente expuesto, los anahuacas nunca tuvieron “dioses” y menos aún, eran idólatras. A partir de 1520, comenzó a imponerse a sangre y juego la religión de los invasores y a través del tiempo, en la resistencia del sincretismo religioso, el pueblo ahora es idólatra. Sin embargo, en los pueblos anahuacas subsiste, de manera velada, los rituales, especialmente del periodo Postclásico. Es decir, que los anahuacas modernos mantienen la espiritualidad en un sincretismo no muy claro y menos consiente en las mayorías, que nos presenta en la punta de este “iceberg religioso”, un “sí, pero no”, de ser católico, Apostólico y Romano del “mexicano”. También, se puede apuntar, -con mucha cautela-, que se sabe, que, en muchas regiones anahuacas del país, siguen manteniéndose las manifestaciones de la sacralidad ancestral, pero de manera secreta y fuera de la percepción de la cultura dominante. Segundo subnivel. CONCIENCA DE SER Nuestros Viejos Abuelos, como hijos de una de las seis civilizaciones más antiguas del planeta, crearon una explicación del mundo y de la vida, a través de un milenario conocimiento que fueron investigando, analizando, razonando, sistematizando y compartiendo a través de los siglos. Esta “explicación del mundo y la vida”, constituyó un conocimiento que fue trasmitido como estructura central del PENSAMIENTO

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TOLTECA, que es conocido como Toltecáyotl, esta sabiduría se fue trabajando y sistematizando en los Tollan, hoy llamados zonas arqueológicas, que eran centros de investigación y estudio. Independientemente de la cultura, todas compartían en, esencia, la misma estructura y origen, aunque con sus variantes culturales y lingüísticas respectivas, en tiempo y espacio. La idea central es que, todo en el universo es energía, que la energía vibra en diversas frecuencias y se estructura en toroides, -en el macro y micro universo-, y que éstos, se replican a manera de fractales. Que todo se armoniza a través de ciclos, que se repiten periódicamente. Como en la Historia de los Soles. Actualmente se vive en el Quinto Sol, después de cuatro anteriores, en los cuales siempre hubo una mejora o evolución. El Quinto Sol terminará e iniciará un nuevo ciclo de cinco Soles más. Otra idea central es la dualidad divina. En efecto, a la “energía generadora o frecuencia madre”, se le nombró metafóricamente como “Ometeotl”, de donde se desprende una dualidad masculina y femenina. De los dos el Señor, Ometecuhtli; de los dos la Señora, Ometecihuatl. La idea central, es que todo está compuesto de un par de opuestos complementarios, y que, juntos, conforman la unidad. La noche y el día, el frío y el calor, la luz y la oscuridad, lo de adentro y lo de afuera, lo de arriba y lo de abajo, lo de adelante y lo de atrás, lo de la derecha y lo de la izquierda, etc. Esta dualidad de opuestos complementarios, al conformar “la unidad”, resulta que en esencia son tres. Este concepto, el antropólogo Frank Díaz, lo interpreta de la siguiente manera: “Ahora veamos como Téotl, el divino o divino uno se transforma, primero, en divina dualidad y, luego, como ésta se transforma finalmente en divina trinidad, formando con

81 ello la divina uni-dual-trinidad, y aplicándole el nombre de Ometéotl.”. En casi todas las civilizaciones ancestrales, la triada sagrada, estará representada por tres animales: el ave, el felino y la serpiente, que estarán presentes en todas las iconografías. El concepto que de la “unidad indivisible y generadora”, se manifiesta en un par de opuestos complementarios, por lo que, “su realidad”, es una trinidad. Para la Toltecáyotl, la unidad, estará representada en un par de opuestos complementarios. Así, “Aquél por quien se vive”, podrá ser representado por la dualidad divina de Tláloc y Quetzalcóatl, entendidos como “la vida, a través de la energía luminosa” (los átomos), siendo su símbolo “el agua”. Porque, para que exista vida se requiere del agua. Su contraparte, opuesto y complementario, será Quetzalcóatl, como “el soplo divino que le da conciencia a la vida material”, siendo representado con el viento. “Energía material y energía espiritual”, simbólicamente representados como agua y viento, dualidad “Tláloc-Quetzalcóatl”. Este principio generador, estará presente en la iconografía anahuaca en sus tres periodos: Preclásico, Clásico y Postclásico. En la iconografía olmeca, el Dr. Rubén Bonifaz Nuño apunta que, los labios de las figuras humanas olmecas, son dos serpientes que se encuentran de frente, razón por la cual, el labio se ve grueso. Las dos serpientes como el par de opuestos complementarios. Pero, especialmente, en Teotihuacán, -en el Periodo Clásico-, se puede apreciar una imagen del quetzal vista de frente. Con los dos ojos al frente, como si fuera un ave de presa. Lo que sucede es que la imagen está compuesta de dos quetzales vistos de perfil. El par de opuestos complementarios. La “humanización del espíritu”.

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Lo mismo sucede con la serpiente. Se ve muy claramente en la cabeza de Coatlicue, -cultura mexica del Periodo Postclásico-, hecha con dos serpientes opuestas y completarías, que, de frente, toman una imagen de un rostro humano. La “Humanización de la materia”. En la iconografía anahuaca, estará presente este principio del par de opuestos complementarios que forman un tercero, diferentes al par que lo conforman. Aún se puede ver, en las esquinas de algunos edificios de la cultura maya, como en Chichen Itza o Tulúm. Desde una cara del edificio, se ve un perfil y en la pared de alado, se ve otro perfil; pero si se ve justamente desde la esquina, los dos perfiles diferentes conforman un solo rostro visto de frente, el rostro de Chac. Para la Toltecáyotl, el ser humano es creación divina, a través del sacrificio, de “la energía o frecuencia generadora”, por lo cual se nombra macehual o merecido. El ser humano tiene la responsabilidad de conservar la vida y el equilibrio del mundo en donde vive. La Toltecáyotl se fundamenta en “el equilibrio” y el sacrificio espiritual. El concepto es muy profundo y abarca todos los campos de la vida. La estructura de pensamiento partía de que el ser humano era el “centro, -ombligo de la creación-”, en donde “se hacían contacto el cielo con la tierra”. Por ello, de manera metafórica, se dividía el cuerpo humano en cuatro partes o un par de opuestos complementarios. A partir del ombligo se traza una línea horizontal, dividiendo el cuerpo en dos partes: del ombligo a la cabeza, era la parte de arriba, y estaba asociada al cielo, el espíritu, y era representado por el ave más bella que surca los cielos del Anáhuac, que es, el quetzal. Del ombligo a los pies, es la parte de abajo, y estaba asociado a la tierra, la materia y se representaba con una serpiente que repta sobre la tierra, y en lengua náhuatl, se llama Cóatl. 83

De modo que, “el Quetzal–Cóatl”, no es un dios, sino un arquetipo tolteca del ser humano, que busca “el equilibrio” de sus opuestos complementarios, la parte terrenal y la parte espiritual. Pero el ser humano, también se dividía en dos partes longitudinales: la parte derecha, nombrada tonal o tonalli, y estaba asociada al Sol, al aspecto masculino, a la parte racional y al mundo concreto. La parte izquierda se nombraba nahual o Nahualli y estaba asociada a la Luna, al aspecto femenino, a la parte intuitiva y al mundo abstracto. De esta manera, el ser humano, tenía, metafóricamente, cuatro rumbos de la existencia: uno espiritual y otro material; uno racional y concreto y el otro intuitivo y abstracto. El desafío era mantener “el equilibrio” en cada uno de esos “caminos de la vida o rumbos de la existencia”. Existe un “punto central” o centro. La metáfora es que, si se vive en equilibrio a partir del quinto punto, el centro equilibrador, el ser humano se eleva. Pero si le da mayor importancia a alguna de las cuatro direcciones en especial, o no los mantiene en equilibrio, el ser humano “cae en la estupidez existencial”. La metáfora es que, si se mantiene el equilibrio se trasciende. Si se pierde el equilibrio, se precipita hacia la estupidez humana o vacío existencial. Esta es la razón por la cual, se dice que Toltecáyotl “es el arte de vivir en equilibrio”. Este principio se mantendrá presente hasta la actualidad en la tradición tolteca, con la ceremonia de los “hombres águila” o Voladores de Papantla. En un gran palo, que une a la tierra con el cielo, cuatro “hombres o guerreros águila”, volaran cada uno trece vueltas, a partir de las cuatro direcciones, representando el ciclo de 52 años de las estrellas llamadas las Pléyades.

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El quinto guerrero águila o volador, llamado actualmente, “el caporal”, es el maestro u hombre de conocimiento, es el que preside la ceremonia y el único que no está amarrado, es decir, el que al mantener “el equilibrio” y por lo tanto, expone la vida, tiene que, por medio de “flor y canto”, sacralizar la ceremonia. Es decir, el caporal, al mismo tiempo que baila en lo más alto del palo, toca la chirimía y el tamborcillo que lleva en la mano. De esta idea central, se desprenderá, en gran medida, la distribución arquitectónica de los Tollan. Siempre encontraremos en su plano arquitectónico, independientemente de la cultura: un patio central, cuadrado o rectangular, rodeado de cuatro construcciones que pueden ser habitaciones o pirámides, manteniendo el “equilibrio entre los espacios y las masas”. Las mismas “pirámides” tienen cuatro caras y una quinta parte en el nivel superior. Estos cuatro puntos y su centro, se repetirán como “fractales arquitectónicos” en los Tollan, en todas partes, en diversos tamaños, con diferentes elementos, pero siempre serán cinco. Esto se puede ver tanto en las edificaciones, como en las estelas, estucos, grabados, etc. A estos “cuatro puntos y su centro unificador”, la arqueóloga Laurette Séjurné, les llamó “quincunce”. También se le conoce como “La Cruz de Quetzalcóatl” en el Anáhuac, pero de igual forma, en el Sur del continente, la Civilización del Tawantinsuyo, le llama “La Cruz Chacana”, y está presente, desde Alaska hasta la Tierra del Fuego, tanto en la arquitectura ancestral, como en la iconografía, así como en el arte popular de los pueblos originarios. Estos cuatro puntos y su centro unificador, están presentes también en el concepto de los “cuatro Tezcatlipocas” y su centro, “El Guerrero de la Muerte Florecida”. De esta manera se representan como: Tláloc el despertar o nacimiento de la vida interior, Xipe Totec el guerrero que libera su espíritu de la

85 materia que lo contiene, Quetzalcóatl la sabiduría y la impecabilidad, y finalmente, Tezcatlipoca la trascendencia de la vida a partir de la muerte, “la otra realidad”. Y el centro que mantiene la tensión y el equilibrio para lograr la trascendencia. Existen varias imágenes que representan el quincunce, como expresión del pensamiento tolteca, sin embargo, la imagen iconográfica más representativa es indiscutiblemente la llamada nahui papalotl, “cuatro mariposa”, en esencia es igual a la conocida como “Yin y Yang” de las culturas de Asia. La nuestra, está conformada por cuatro mariposas, que apuntan en perfecto orden a los cuatro puntos cardinales. Estas cuatro mariposas están organizadas en un par de opuestos complementarios. La que apunta al norte está conformada por vacío, es decir, es etérea, generalmente representada en color blanco o claro, o con una oquedad. Su contraparte, al Sur, está hecha de materia y su color es negro u oscuro. La mariposa que está en dirección Oeste o izquierda, está en color negro u oscuro y representa una parte tangible o concreta. La mariposa que está hacia el Este o derecha, está en la oquedad o vacío, y representa una parte intangible o abstracta. Cuando las cuatro mariposas están en perfecto orden y equilibrio, en el centro, se forma un caracol marino cortado transversalmente, que es el símbolo de Quetzalcóatl, como el soplo divino que le da conciencia a la materia. Tanto el Nahui Papalotl, como el Yin y Yang, representan el par de opuestos complementarios que se encuentran en perfecto equilibrio. La sabiduría es la misma en cualquier parte del mundo, y esa es la razón por la que se le llama “sabiduría perene”. El ser humano, según el pensamiento tolteca, es un ser nacido del sacrifico y su ser es perfectible, por lo que debe estar en

86 permanente lucha para encontrar “el equilibrio” y coadyuvar para el mantenimiento de la vida y la armonía. A esta lucha, los toltecas le llamaron “La Batalla Florida” y ésta, se hacía en la vida cotidiana. Las armas de los guerreros, -hombres y mujeres-, era “Flor y canto”. “Nuestras flores del tiempo de lluvia, fragantes flores, abren ya sus corolas. Por allí anda el ave, parlotea y canta, viene a conocer la casa del dios. Sólo con nuestras flores nos alegramos. Sólo con nuestros cantos perece nuestra tristeza.” Netzahualcóyotl.

Flor y Canto es una metáfora muy profunda. Lo más bello en el mundo son las flores. La belleza estética se logra a través “del equilibrio”, el equilibrio se logrará a través de la medida. Razón por la cual, la institución de educación superior se llamaba metafóricamente, “la casa de la medida”. De modo que flor, es la metáfora de equilibrio. El canto se refiere a la sabiduría. “Al fin comprendí mi corazón escucho el canto veo las flores ¡Que no marchiten en la Tierra!” Netzahualcóyotl. En la civilización del Anáhuac se decía que, para hablar de lo impronunciable, de lo etéreo, se requería de la poesía. A la poesía se le llamaba “cantos”, pero en este sentido, los cantos toltecas, son reflexiones profundas de la vida, el mundo y la muerte. Lo que la cultura occidental le llama filosofía. “Yo Nezahualcóyotl lo pregunto: ¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra? 87

Nada es para siempre en la tierra: Sólo un poco aquí. Aunque sea de jade se quiebra, Aunque sea de oro se rompe, Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra. No para siempre en la tierra: Sólo un poco aquí.” Netzahualcóyotl. El ser humano, consiente de su pequeñez y finitud, se enfrenta al misterio de la vida y de la muerte. Se cuestiona la razón por la que fue creado y la misión que tiene encomendada. Encuentra, en “La Batalla Florida”, el camino para decantar su espíritu y desprenderse de la inercia del mundo carnal y terrenal. “Como una pintura Nos iremos borrando. Como una flor, Nos iremos secando Aquí sobre la tierra. Como vestidura de plumaje de ave zacuán, De la preciosa ave de cuello de hule, Nos iremos acabando Nos vamos a su casa.” Netzahualcóyotl.

Los toltecas se planteaban, metafóricamente, que si el Sol (Cuauhtli el águila), era el guerrero inmaculado, que todos los días salía por el preciso lugar a la justa hora e iniciaba su ascenso al cenit, acompañado de los guerreros que había muerto en la Batalla Florida, llegando a conquistar la elevación deseada a partir de su esfuerzo sostenido. “Donde se hace la guerra empezó la batalla, en el interior de la llanura; el polvo se levanta como humo. Se revuelve,

88 hace gritos con muerte de guerra florida.” Cantares mexicanos.

En el cenit, era recibido por las guerreras, muertas en la Batalla Florida, quienes lo acompañaban hasta el ocaso, para iniciar su descenso al Mictlán, a luchar contra las oscuras fuerzas que atraen a la materia. “Sólo las flores son nuestro atuendo, sólo los cantos; en ellos se apacigua nuestro ánimo,… Que nuestro corazón lo sepa, vosotros guerreros, águilas, jaguares, siempre amigos nuestros, sólo un momento aquí, todos nosotros iremos a su casa.” Cantares mexicanos.

Victorioso, todos los días volvía a salir por el Oriente. Esta es la enseñanza que nos deja el inmaculado “Guerrero de la Luz”, y el camino y ejemplo para sus hijos, en la lucha cotidiana para lograr ser “lo mejor de sí mismo”. “Con resplandores de jade hago brotar los bellos cantos, Los entono, con florida ofrenda de copal doy alegría, Yo cantor, en presencia del Dueño del cerca y del junto… Percibo los colores, entremezclo las flores, en el lugar de los bellos cantos, en la estera preciosa… Donde hay alegría Mi alma se embriaga con flores.” Cantares mexicanos.

Los valores y principios de la sabiduría tolteca, conocida como Toltecáyotl, determinaron un “deber ser”, a través del hacer cotidiano del individuo, la familia y la comunidad. Estos

89 principios permearon todo el “hacer”, y definieron el “ser” de lo humano, durante decenas de siglos. La no existencia de la propiedad privada, el dinero, la acumulación y el consumismo, la rigurosa educación familiar, la educación escolarizada obligatoria, la democracia participativa a través de la Asamblea y el bien común sobre el interés privado, el desarrollo del conocimiento biófilo y el proyecto abstracto de la búsqueda de la trascendencia existencial a través de la sacralidad de la vida, conformaran, genéricamente, la conciencia de “Ser”, de los pueblos y culturas del Cem Anáhuac.

Tercer subnivel. CONCIENCIA ENERGÉTICA En la parte más elevada de la sabiduría de la Toltecáyotl, se encuentra el logro más avanzado de la humanidad. Esto no quiere decir que, “solo los toltecas del Anáhuac”, hayan alcanzado este supremo logro de las capacidades humanas. Seguramente, de otras formas y a través de otros métodos, las civilizaciones ancestrales con origen autónomo, llegaron a este mismo conocimiento. Esto podría explicar, el por qué, en el vértice superior de la sabiduría de estas civilizaciones se encuentran paralelismos tan sorprendentes. Como es el caso de que las seis civilizaciones ancestrales, que sin ponerse de acuerdo, todas, hayan construido las llamadas pirámides. El conocimiento es uno solo, por más formas diversas en las que se exprese. Como la luz es solo una, por más objetos diversos que ilumine. En el vértice superior de la sabiduría de las civilizaciones ancestrales, se buscaba “la liberación del espíritu de la materia”. Este logro implica, “desprender la esencia del ser, de la envoltura material que le contiene”. Esta “liberación”, tiene

90 muchas maneras de nombrarse, y se mezcla, en un nivel inferior de conocimiento, con tradiciones sacras o religiosas. Otra forma de referirse a él, -más cercana a la Toltecáyotl-, es el llegar a tener conciencia del cuerpo energético y poder usarlo, como se usa el cuerpo físico, y con esto, alcanzar a armonizarse con una vibración superior. Para la civilización Occidental, el problema ontológico, se plantea desde otra perspectiva, y eso hace, que la civilización Occidental, sea tan diferente de las civilizaciones Madre del planeta. En efecto, para el “mundo moderno”, el capitalismo y el eurocentrismo, en el vértice superior de su proyecto civilizador, se encuentra “la liberación de la energía de la materia”. Entendiéndolo, como la fusión nuclear. Las naciones que llegan a manejar a través de la ciencia y la tecnología, a la fusión nuclear, entran en el selecto grupo de “países desarrollados”, dado que “el desarrollo” se sustenta solo en el campo de la “materia”. En la Pirámide de Desarrollo Humano tolteca, que inicia desde la creación de un solvente sistema alimentario, que le proporcionará a sus hijos, la energía suficiente y el tiempo adecuado, para iniciar el desarrollo y alcanzar el bienestar integral. Después de satisfacer todos los requerimientos materiales e inmateriales para llegar a la plenitud. Los toltecas, a través de muchos siglos de investigación y estudio, llegaron a descubrir que el mundo, no solo era como se percibe normalmente. En efecto, los toltecas, descubrieron que existe otra forma de percibir “la realidad inmediata”. Muy probablemente, influyeron el uso sistemático de plantas con substancias psicotrópicas, que actúan en el cerebro, y que, propiciaban otra forma de percepción del mundo. O a través de sofisticadas y complejas prácticas en el cuerpo y la mente, que activaban estados de

91 conciencia acrecentada, como el ayuno, el ejercicio extremo, la danza o poner al cuerpo al límite de la supervivencia. Esto no solo se dio en el Anáhuac. El Dr. Robert Gordon Wasson, un estudioso de la etnobotánica escribió un texto muy revelador titulado “La Búsqueda de Perséfone. Los enteógenos y los orígenes de la religión”, en donde plantea que el origen del conocimiento de manera planetaria se debió al consumo dirigido y sistematizado de estas plantas. De la misma forma, pero desde otra perspectiva, el Dr. Mircea Eliade, quien fue un filósofo e historiador de las religiones, toca el tema de manera similar en el origen de las religiones antiguas. Los toltecas lograron percibir el mundo o la realidad inmediata, no solo como objetos sólidos, sino como campos de energía. Este fue el principio de su gran hallazgo. El concepto de “tona” es fundamental y muy importante, para abordar este tema desde la lengua náhuatl, que fue la lengua de los tlamatinime o “los maestros”, y la lengua franca del Anáhuac. Tona significa energía. De este concepto se desprende: Tonatiuh: el Sol, Tonantzin: Nuestra Madre Querida, tonacatecuhtli y tonacacíhuatl: el Señor y la Señora del sustento, tonalpohualli el calendario de 260 días y que rige los destinos, Cipactonal: la energía del lagarto o el primer hombre, tetonali: alma, tonakatotl: alimento, tonakayolistli: anatomía, tonakayotl: cuerpo humano, tonameyotl: brillantez, tonameyotl: sombra de persona, tonamitl: rayo del sol. Uno de los puntos de referencia, es que en el “Coloquio de los doce. Dialogo de los Tlamatinime con los doce franciscanos”, en 1524. Los franciscanos tradujeron, tona, como “fuego, braza, calor”. En los inicios del Siglo XVI, en la lengua castellana no existía el concepto de energía, mismo que los griegos tomaron de los egipcios, pero por los mil años de oscurantismo de la llamada Edad Media en Europa, se perdió.

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Los toltecas, en el más alto nivel de conocimiento, descubrieron que en el universo existe una fuerza inconmensurable e indescriptible, que los toltecas metafóricamente la llamaron de diversas maneras para referirse a lo impronunciable, indefinible, invisible e impalpable, de modo que le llamaron “intento”. Todo en el universo está constituido de pequeñísimos filamentos de energía. Que estos filamentos, se organizan en toroides, mismos que a su vez, se estructuran en fractales. Todos ellos, están enlazados y ligados a una fuerza, por un vínculo de conexión. El objetivo de los toltecas fue: delinear, entender y utilizar este vínculo. Para hacer esto, requirieron “limpiar” este “vinculo energético”, de su desgaste energético generado por las preocupaciones mundanas de la vida cotidiana. Para alcanzar esta “limpieza” los guerreros toltecas iniciaban la Batalla Florida, hasta desprenderse de todo lo que lo ata al mundo material, para ello, metafóricamente usaban el símbolo del Xipe Totec. La otra enseñanza, se daba en estados de conciencia acrecentada, y el conocimiento era percibido directamente de esa fuerza del universo, sin la intervención del lenguaje hablado, es decir, del intento. A esto los toltecas lo representaron como el Tezcatlipoca Negro y su “espejo humeante”. A través de estas técnicas y decenas de siglos, los toltecas, obtuvieron un conocimiento específico sobre el “intento”, que, lo han pasado de generación en generación y a través de diversos linajes, hasta nuestros días. El desafío es lograr que “este conocimiento”, pase a la conciencia cotidiana para hacerlo comprensible en el mundo ordinario. El estudio de este conocimiento era reservado para una pequeña élite de personas, -hombres y mujeres-, que habían 93 llegado a lo más alto del conocimiento de las casas de estudio llamadas Calmécac, y que poseían la responsabilidad, la disciplina, la fuerza interna, el dominio de sí mismos y el refrenamiento, para iniciar los estudios teóricos y las rigurosas prácticas del conocimiento en el campo del tonalli y el campo del nahualli. Para ello invertían muchos años, primero para lograr el ahorro de energía, después para conocer y manipular su “cuerpo energético” y finalmente, entrar al conocimiento sin palabras en el campo de la energía. Hasta lograr el uso especializado de la energía. Los seres humanos poseen una limitada cantidad de energía con la que perciben el mundo como objetos a través de percibir determinados campos de energía del universo. Tarda en reconocer y manipular con habilidad su “cuerpo físico”, aproximadamente diez años. Posteriormente, en el mundo cotidiano, tarda alrededor de 25 o 30 años, en llegar a poseer una enseñanza de nivel de doctorado, en el uso de la razón. De la misma manera, los toltecas, tardaban ese mismo tiempo o más, en llegar a manejar el cuerpo energético y el conocimiento sin palabras. Los toltecas descubrieron el método para ahorrar energía y con ella percibir campos de energía, que el común de la gente en la vida diaria no puede percibir. La primera parte de la enseñanza tolteca es ahorrar el máximo de energía, para con ella, percibir campos energéticos que no se usan para percibir el mundo común. Por eso, en el vértice superior de la pirámide de desarrollo humano tolteca es llegar a poseer un “estado de conciencia”, para percibir la energía que comúnmente no se puede captar. Cuando se ha ahorrado suficiente energía y se percibe el mundo como energía, se empieza a saber, sin el uso de las palabras, 94 es decir, sin el uso de la razón. Esto es el conocimiento silencioso. Al conocimiento de las palabras, la mente y la razón, le llamaron el conocimiento del tonalli. El conocimiento sin el uso de las palabras, sin la mente y sin el razonamiento, le llamaron el conocimiento del nahualli. El vértice del conocimiento tolteca, es un campo del conocimiento silencioso, del nahualli y del nahualpohualli. El nahualpohualli es el conjunto de conocimientos y prácticas que permiten el aprendizaje para ahorrar energía para poder utilizar un conjunto de campos de energéticos que habitualmente no usa el ser humano. La Toltecáyotl, en el vértice superior de la Pirámide de Desarrollo Tolteca, es la habilidad de aprender a percibir y utilizar campos de energía, que el ser humano común no percibe en su vida ordinaria. Es entonces, el logro de un estado de conciencia, es la habilidad de percibir, -conscientemente-, lo que la percepción común no puede captar a partir del ahorro de energía. La percepción de los inaccesibles campos de energía para el ser humano común. Esta percepción acrecentada, este conocimiento sin palabras o silencioso, es el logro más importante de nuestra civilización.

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POR QUÉ PERDIMOS NUESTRA RELIGIÓN ANCESTRAL

Quiénes éramos Pueblos hermanados de una de las seis civilizaciones más antiguas y con un origen autónomo. Compartiendo por miles de años, una misma “matriz filosófico-cultural-sacra”. Un pluriverso de pueblos y culturas, unido por la Toltecáyotl, que produjo una riquísima diversidad, en base a la unidad en la concepción del mundo y la vida. Durante muchos siglos no existió: la propiedad privada y el dinero. La educación fue pública y obligatoria. No existió un cultura belicosa y guerrera. Se vivió en comunalidad y a través de una democracia participativa, en donde la Asamblea desidia, y la autoridad mandaba obedeciendo a la Asamblea. El conocimiento era de carácter biófilo y pacífico. Y finalmente, el propósito compartido por la comunidad era eminentemente de carácter espiritual.

Cuál era la sacralidad (religión) En más de diez mil años de desarrollo humano, compartiendo una extensión de tierra tan grande como fue el Cem Anáhuac, que comprendía de Nicaragua hasta el Canadá. En donde existiendo tanta pluralidad étnica, lingüística y cultural, -en general-, se mantuvo una misma estructura filosófica-religiosa en todas las culturas, en los tres periodos conocidos como: Preclásico, Clásico y Postclásico. “Para los nahuas y los mayas, el mundo fue creado por los dioses para habitación del hombre, y el hombre fue creado por una necesidad de los dioses no sólo de ser reconocidos y venerados, sino de ser sustentados, o sea, de tener un fundamento para su existencia.” Mercedes de la Garza 1978.

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Su conocimiento venía, fundamentalmente, de dos fuentes: “La observación sistemática, medida y razonada de la mecánica celeste”; y “la observación minuciosa, sistematizada y trasmitida de generación en generación de la Madre Tierra (naturaleza)”. De la primera desprende sus profundos conocimientos de la astronomía, las matemáticas y la astrología. De la segunda, las ciencias naturales y las ciencias de la salud, entre otras. Se puede afirmar que, la civilización del Anáhuac, era una civilización de dimensión galáctica. Sabían desde mucho tiempo atrás, miles de años, que la Tierra estaba en un Sistema Solar, y que éste, estaba dentro de una galaxia, con tal precisión, que hasta la fecha asombran sus calendarios: lunar, solar, venusino, de las Pléyades y la llamada Cuenta Larga, en la cual, la Tierra le da una vuelta completa al centro de la galaxia. Por este nivel de conocimiento, llegaron a entender que el universo estaba compuesto por energía, que ésta, se organizaba a través de toroides, y éstos, se multiplicaban infinitamente en el macro y micro cosmos. Esta es la razón por la cual, “su sacralidad o religión”, estaba sustentada en estos conocimientos y comprendieron que existía una “energía o frecuencia superior”. La base era la percepción de que existía una energía o conciencia superior, que no tenía nombre, no se podía ver o tocar, que era infinita e inconmensurable. Que esta conciencia o energía tenía múltiples manifestaciones de su grandeza, que estas “manifestaciones o advocaciones, eran variantes de una misma realidad. Cada advocación no era un “dios”, sino una manifestación de esta energía superior. “El mito cosmogónico de los Soles, que acabamos de presentar, es uno de los más elaborados y de los más profundos y ricos en contenido entre los mitos de este tipo. A nuestro parecer, nos habla de un proceso generador determinado por un principio vital cósmico, 97

encarnado en el Sol, que deviene produciendo sucesivamente los cuatro grandes elementos, los cuales, a su vez, actúan como vehículos de la aparición de nuevas plantas, que determinan la situación de los seres humanos, y de nuevos animales, que surgen de la metamorfosis de los hombres. Es decir, que no se trata de un mito que hable de la existencia de diversos mundos, sino de la génesis del mundo, entendida como la progresiva aparición de sus componentes y la transformación del hombre.” Mercedes de la Garza 1978.

Cada cultura mantenía esta estructura básica y le añadía pequeñas variantes no significativas, además de cambiar los nombres, las formas o iconografía con que se representaba. Así como los rituales y su parafernalia. También, debe entenderse, que existían varios niveles de profundidad en el conocimiento de los simbolismos teológicos y los ritos entre, no solo las diferentes personas, sino que, entre los diferentes pueblos y culturas en tiempo y espacio (Preclásico-Clásico-Postclásico, zona maya-zona oaxaqueña-Altiplano Central, etc.). Un ejemplo de esta variedad en la unidad, es el símbolo de la figura religiosa asignada al agua, como advocación de lo inconmensurable, de la energía superior, como “creación de vida”. En lengua náhuatl se le nombró Tláloc (licor de la tierra); en lengua zapoteca Cosijo, en lengua maya Chac, en lengua totonaca Tajín. A pesar de las diferentes iconografías en tiempo y espacio, todas las representaciones se caracterizaban por tener unas anteojeras y una lengua de serpiente. “No sabemos hasta qué grado, antes de este periodo, la cultura náhuatl haya podido estar influida por la maya; pero si conocemos, por su propia palabra, que por lo menos en los últimos tiempos del período postclásico, tanto los mayas de Yucatán, como los Mayas de

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Guatemala, se consideraban herederos de los toltecas, y que los grupos aguas venían de la cultura tolteca, la Toltecáyotl, como la raíz de todas sus creaciones.” Mercedes de la Garza 1978. De la misma forma podemos encontrar a la “serpiente emplumada”, tanto en la iconografía olmeca del Preclásico, como en la iconografía tolteca del periodo Clásico, así como, en la iconografía del periodo Postclásico mexica. “El relato de la creación del hombre en el Popol Vuh es distinto al náhuatl, sin embargo, advertimos muchos símbolos comunes, fundamentalmente el maíz, que aparece como la base de la diferencia de este hombre nuevo. Esta idea es esencial, pues expresa que para los mayas y los nahuas es lo físico, lo material, simbolizado en el alimento, lo que primariamente cuentan el ser del hombre; no se habla en los mitos de dones espirituales que los dioses hayan hecho partícipe de la formación del hombre, sino que es la materia nutritiva, el maíz, lo que va a permitir que el hombre sea un ser consciente; no es el espíritu el que infunde vida a la materia, como ocurre en otras cosmogonías sino la materia la que condiciona el espíritu.” Mercedes de la Garza 1976. Una de las características que hacían común a las diferentes manifestaciones religiosas del Cem Anáhuac, es que era de carácter comunitario. La idea del “supremo sacerdote”, de “los dioses y diosas”, viene de las mentes fanáticas y tendencias de los religiosos europeos de la Edad Media, y de las mentes necolonizadas de la academia que se ha inspirado más en las producciones de “Hollywood”, que en la realidad. “Mediante el análisis de la forma de vida religiosa de los nahuas y los mayas hemos venido a saber que la idea del hombre y el sentido de su vida, expresada en el mito cosmogónico, está presente, de manera radical, en la

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forma concreta de existencia de estos hombres. Para ellos la misión cósmica del hombre está en la base de los múltiples modos de vida, dentro de los cuales cada hombre tiene también determinado su propio camino a seguir para cumplir con el destino común. Es decir, que el sentido general de la vida humana se concreta con la responsabilidad individual de cada hombre frente a su destino personal o tonalli, determinado por las influencias de los dioses que dije el día en que nace, en el ámbito del cual el hombre realiza la misión para la que fue creado.” Mercedes de la Garza 1978. La sacralidad o religiosidad anahuaca, era más espiritual que teocrática, por lo tanto, era una relación personal con la energía superior y sus diversas manifestaciones, que una relación institucional guiada a través de un interlocutor. Era también, de carácter colectivo. El problema para acercarnos a una visión más realista de nuestra antigua sacralidad-religión, es que, por una parte, los conquistadores, misioneros y colonizadores en el siglo XVI, la juzgaron a priori dominica para justificar su destrucción. Y, en segundo lugar, la academia colonizada- occidentalizada, hace comparaciones inadecuadas y “transferencias”, con las religiones antiguas de Europa y Medio Oriente, además de tomar “como fuentes verídicas”, lo escrito por fanáticos, ignorantes y asesinos.

Otro punto importante es que todas las “referencias y fuentes históricas”, además de estar prejuiciadas se basan en la religión mexica que encontraron en Tenochtitlán, pero debe recodarse que, por las reformas de Tlacaélel, las bases de la ancestral religión tolteca fueron modificadas, especialmente con la incrustación forzada del numen tutelar mexica conocido como Huitzilopochtli, por el Tezcatlipoca-Tláloc. Dándole un sentido material más que espiritual de la sacralidad-religión.

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El error de los “estudiosos de la academia” es hablan de los diez mil años desarrollo cultural en el Anáhuac, a partir de la realidad de la cultura mexica, que transgredió el pensamiento ancestral y el cual tuvo, un limitado espacio físico, y un mínimo de tiempo, pues son solo 81 años de imposición de las reformas de Tlacaélel.

El Colapso civilizatorio Por alguna razón, -aún no conocida-, alrededor del siglo IX se desencadenó un colapso civilizatorio. Desde Nicaragua hasta Canadá, los Tollan o centros de conocimiento, fueron abandonados en una acción que podíamos llamar “concertada”, porque en una sola generación sobrevino este inexplicable colapso, que marcará el fin de un periodo luminoso de más de diez siglos “de esplendor”, e inicia el tercer periodo conocido como Postclásico o de la decadencia. Dos grandes profecías tendrán una fuerte repercusión en el futuro del último periodo conocido como Postclásico (850 a 1521). La primera fue el profetizado regreso de Quetzalcóatl en el año “uno caña”, para restaurar la sabiduría y el equilibrio en el Cem Anáhuac. Los pueblos y culturas que no trasgredieron la sabiduría de Quetzalcóatl, visualizaban este “regreso metafórico” como un renacimiento, en un entendido de que la vida es cíclica y que todo implica un “eterno retorno”. La segunda profecía decía que, al finalizar un ciclo de las Pléyades o “atado de años”, no saldría el Sol, anunciando el final del Quinto Sol. Recordemos que, -por siglos-, la ceremonia del “fin del ciclo del atado de años”, se celebraba en todo el Cem Anáhuac, conocida como “Ceremonia del Fuego Nuevo”. En la que, en la fecha del último día de los 52 años, por la mañana se apagaban todos los fuegos de los hogares, templos y edificios gubernamentales. El Pueblo subía en ayunas a lo más alto del cerro tutelar de la comunidad, y en el camino, iban 101 rompiendo todas las figuras con las diversas advocaciones de “Aquél por quien se vive” o, dicho de otra forma, de la advocación de la frecuencia o vibración superior. Al salir el Sol, estaban asegurados otros 52 años de vida del Quinto Sol, y en una magna ceremonia, se encendía en el Templo Mayor de la población “el fuego nuevo”, y de ahí, era llevado a todos los hogares para reiniciar un nuevo ciclo de vida. Los pueblos y culturas del Cem Anáhuac, vivían una percepción cíclica del mundo y la vida. No era lineal como la judeo- occidental. Tenían el conocimiento que estaban al final de un largo ciclo de ciclos y un renacimiento. Esto es muy importante tomarlo en cuenta, para tartar de entender cómo fue que perdimos, “de la faz del Tlatipac”, nuestra sacralidad-religión ancestral.

El sisma religioso mexica Los mexicas llegan al Valle del Anáhuac en 1215. Nómadas, cazadores y recolectores, desconocen la sabiduría ancestral conocida como Toltecáyotl. Poseen una cultura básica y elemental, que les ha permitido sobrevivir en las áridas regiones del Norte. Al llegar al valle lo encuentran ocupado por pueblos sedentarios, campesinos y poseedores de los vestigios de la sabiduría tolteca, que sobrevivió al colapso del año 850. En una historia muy confusa, dado que, el Cihuacóatl mexica Tlacaélel, en el momento que tuvieron poder, mandó destruir los antiguos códices y memoriales de la tradición tolteca, y ordenó, reformar la historia, apareciendo los mextin, su nombre original con el que llegaron del Norte. Tlacaélel los llamará “mexicas”, los dotará de un destino manifiesto como “el pueblo elegido” que mantendrá en misión divina el Quito Sol. Transformará una historia mítica ancestral del Anáhuac (la

102 peregrinación) y pondrá a los mextin como personajes centrales, refundará el islote en fecha astronómica precisa, para situar a los nuevos mexicas, como el pueblo “histórico del Anáhuac. La historia de la cultura mexica ha sufrido muchas tergiversaciones. En principio, como ya dijimos, las que generaron los propios mexicas, al “crear su historia oficial”. Después, la que empezaron a deformar los anahuacas conversos, como Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, en busca de beneficios de la corona. Posteriormente, la que realizaron criollos, como Francisco Javier Clavijero, que pretenden darle una “grandeza” a la cultura que, según ellos, es la base e inicio de su país. De tal suerte que, en sus textos, los mexicas pasaron a ser como “los griegos o romanos” de Europa. En el siglo XIX, los “anticuarios”, tomaron todas estas historias para crear a unos “inexistentes aztecas”. En el Siglo XX, el Estado necolonial de ideología criolla, ha usado a los mexicas y a la Ciudad de México-Tenochtitlán, como “el pasado remoto”, en el que se depositan los cimientos de “la patria”, centralista, autoritaria y hegemónica sobre los demás pueblos ancestrales. Lo mexica pasará a ser sinónimo de lo “antiguo mexicano”. Lo cierto es que los mexicas a través de las reformas de Tlacaélel, modificaron la estructura religiosa ancestral. Ante la preocupación y angustia del fin del Quinto Sol, Tlacaélel, impuso la idea que no era el sacrificio espiritual, con el que se alimentaba el Sol, sino que tenía que ser un sacrificio material, imponiendo, como nunca antes en el Cem Anáhuac, fuertes cargas tributarias a los pueblos vencidos por la Triple Alianza. De la actuación de Tlacaélel como guerrero, sabemos que dispuso campañas militares y realizó muchas conquistas. Sólo en una ocasión, luchando contra los purépechas de Michoacán, su ejército fue derrotado. Se conserva un poema con el que se pretendió consolarlo, al igual que al tlahtoani Axayácatl. Su actuación como capitán había salvado a Tenochtitlan de 103 desaparecer absorbida por Azcapotzalco. Más tarde contribuyó a ensanchar los dominios mexicas. “Como ideólogo, hizo posible la formación de una nueva imagen del ser de los mexicas, tanto en su conciencia histórica como en su concepción religiosa. Para ello, de común acuerdo con el tlahtoani Itzcóatl, dispuso se quemaran los códices o libros de anales, en los que el pueblo mexica aparecía débil y pobre, y se reescribiera su historia a la luz de la grandeza que estaba alcanzando. Se dice además, en las antiguas crónicas, que Tlacaélel se afanó por enaltecer la persona del dios Huitzilopochtli, hasta hacer de él la deidad suprema de los mexicas. Por consejo de él, Motecuhzoma Ilhuicamina reedificó y amplió el Templo Mayor de Tenochtitlan. Su idea fue transformarlo en imagen plástica del lugar donde había nacido portentosamente Huitzilopochtli. Ello había ocurrido en Coatepec, el Cerro de la Serpiente. Su madre, la diosa Coatlicue, lo había dado a luz precisamente cuando sus otros hijos, capitaneados por Coyolxauhqui, intentaron darle a ella muerte. La victoria de Huitzilopochtli sobre sus hermanos simbolizó el destino guerrero de los mexicas. Los hallazgos arqueológicos realizados en el centro de la ciudad de México muestran que el gran Templo Mayor efectivamente simbolizó el Coatepec. En varias de sus etapas constructivas apareció la efigie de Coyolxauhqui. Se sabe también que la figura de la diosa madre Coatlicue estuvo en lo más alto del Templo, al lado de la imagen de Huitzilopochtli. Se representó así el lugar donde ella lo dio a luz.” Miguel León Portilla. Para ello, Tlacaélel se inventó un destino manifiesto para el pueblo mexica, que era, “el mantenimiento del Quinto Sol” y lo hizo “razón de Estado”. Las escuelas se militarizaron al igual que la sociedad, comenzó a existir la propiedad privada, el

104 intercambio de productos pasó a ser un comercio a través de usar el cacao como instrumento de cambio, como nunca antes se había dado en el Cem Anáhuac. La guerra florida tolteca, de carácter personal y espiritual, pasó a ser razón de Estado, y una lucha por someter a los vecinos e imponerles fuertes tributos, además de “su religión,” como nunca había existido en el Anáhuac. “Como ideólogo, hizo posible la formación de una nueva imagen del ser de los mexicas, tanto en su conciencia histórica como en su concepción religiosa. Para ello, de común acuerdo con el tlahtoani Itzcóatl, dispuso se quemarán los códices o libros de anales, en los que el pueblo mexica aparecía débil y pobre, y se reescribiera su historia a la luz de la grandeza que estaba alcanzando. Se dice, además, en las antiguas crónicas, que Tlacaélel se afanó por enaltecer la persona del dios Huitzilopochtli, hasta hacer de él la deidad suprema de los mexicas. Miguel León Portilla. 2004. Tlacaélel que estudió en el Calmécac de Cholula la Toltecáyotl y conocía la sacralidad-religión ancestral, decidió cambiar de los cuatro Tezcatlipocas, al Tezcatlipoca Azul, representado por Tláloc, y en su lugar, imponer al numen tutelar mexica traído del Norte. En efecto, Huitzilopochtli, no era de origen tolteca, y sustituirá a Tláloc. Los atributos que caracterizan a los mexicas: la férrea fuerza de voluntad y el símbolo de la guerra material. “El origen de Tlacaélel que "decidía lo tocante a la guerra, las condenas a muerte y cuanto había de hacerse" Esta afirmación no es inventada. La consignó el cronista Chimalpain Cuauhtlehuanitzin. En otros lugares de sus Relaciones expresó, asimismo: "Quien primero engrandeció y enalteció el señorío fue el valiente guerrero Tlacaélel, según aparece en los anales" (Séptima Relación, fol. 166 v.). La Crónica mexicáyotl añade que Tlacaélel 105

llegó a ser in cemanáhuac tepehuani, "conquistador del mundo" (Alvarado Tezozómoc, nueva edición de 1975, pág. 121).” Miguel León Portilla. 2004. Se supone que parte de la elite mexica, que había estudiado la Toltecáyotl, no veían con mucha simpatía las trasgresiones religiosas realizadas por Tlacaélel, quien fue Cihuacóatl de tres tlatoanis. El quitar de la ancestral dualidad Tláloc-Quetzalcóatl a este último, y poner en el lugar a Huitzilopochtli. Así como, sustituir a Tláloc, por Huitzilopochtli, en la relación ancestral de “los cuatro Tezcatlipocas”. Además de las guerras permanentes, la imposición de fuertes cargas tributarias. Existe la versión, no confirmada, de que Tlacaélel fue asesinado por órdenes superiores, pero se supone que su misteriosa muerte se dio alrededor del año de 1480, muy poco tiempo a la llegada de los invasores europeos. “Obtuvo Tlacaélel, sucesivamente, los títulos de atecpanécatl y cihuacóatl. El primero correspondía a un achcuauhtli, uno de los principales en la administración del reino. Tal título se recibía por merecimientos en la guerra. El segundo título tenía la máxima importancia. Literalmente significa "Mujer serpiente" y también "Gemelo femenino". Se connotaba así la suprema dualidad, entendiendo al tlahtoani como reflejo de Ometecuhtli, "El señor de la dualidad" y de Omecíhuatl, "La señora dual". Al Cihuacóatl correspondía ser consejero y suplente del tlahtoani.” Miguel León Portilla. 2004. Finalmente, podríamos afirmar que, las reformas de Tlacaélel influyeron mucho en la religión de los mexicas, que se distanció, de la tolteca. Muchos pueblos, como los mayas, los que hoy viven en la región oaxaqueña, así como los pueblos de las montañas del Sur, hoy estado de Guerrero; y desde luego, los purépechas, mantuvieron la dualidad Tláloc-Quetzalcóatl. No es casual, que estos pueblos, hasta el día de hoy, son los

106 que mantienen con mayor fuerza la resistencia cultural al no haber transgredido la religión ancestral.

La presencia de Cortés como el embajador de Quetzalcóatl. En 1519 llega la tercera expedición de Cuba al Anáhuac, las dos primeras, de Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva en 1517 y 1518, respectivamente. Cortés sale huyendo de Cuba debido a que el gobernador Diego Velázquez, se entera de los planes para traicionarlo, a él, y a los inversionistas de la expedición, lo manda detener, pero Cortés adelanta su partida. Un año tardará Velázquez en organizar una flota al mando de Pánfilo de Narváez, con 1500 hombres para tomar preso al prófugo. Después de la Batalla de Centla, los chontales le obsequian a Malinalli, llamada por los castellanos Malinche, quien había sido educada y sabía hablar maya y náhuatl. Malinche, contra todas las mentiras que han escrito los historiadores hispanistas y recientemente las feministas, tanto de ser amante de Cortés, como de ser víctima de las circunstancias, lo cierto, es que Malinche, fue una persona muy inteligente, ambiciosa y que participó como un miembro muy importante de la expedición, a tal punto, que Cortés, consultada todas las decisiones y estrategias con ella. Malinche sabía muy bien, las trasgresiones que habían hecho los mexicas de las enseñanzas de Quetzalcóatl y de la Toltecáyotl, y sabía que la élite mexica estaba en conflicto y que temía el profetizado “regreso de Quetzalcóatl”, que era el año “uno caña”, el cual se repetía cada 52 años y justamente el año de 1519 era el año de la esperada y temida profecía. Esta es la razón por la cual, Cortés, enfoca todos sus esfuerzos en ir a Tenochtitlán, y aconsejado por Malinche, busca las alianzas de los enemigos de los mexicas, y, sobre todo, se 107 presenta como “el embajador de Quetzalcóatl”, lo que le permitió llegar hasta el Templo Mayor. Aquí, nuevamente, los historiadores hispanistas, pretenden describir a Moctezuma, como un pusilánime reyezuelo europeo, pero la verdad es que Moctezuma, según la tradición ancestral tolteca de organización, “mandaba obedeciendo” al Consejo Supremo de la Triple Alianza. De modo que las erráticas y desafortunadas decisiones las tomó el Consejo, y Moctezuma solo las aplico. El hecho que Cortés se haya asumido como “embajador de Quetzalcóatl”, le da una connotación religiosa-mesiánica y no invasora-militar a su presencia en el Anáhuac. Muy hábilmente, mezcla la figura de Quetzalcóatl con la del Rey de España; y la religión de Quetzalcóatl con la de Jesús de Nazaret. Logrará que las autoridades y los pueblos nahuas vieran en Cortés, el profetizado regreso de la máxima figura de sabiduría del Cem Anáhuac.

La conversión de Ixtlilxóchitl. La “verdadera historia de la derrota de los mexicas, se debió a tres personajes que, -sin ellos, Cortés-, no hubiera logrado vencer a los mexicas e iniciar la conquista del Cem Anáhuac, teniendo a los derrotados mexicas como sus aliados. Además del tlatoani de Cempuala, Xicomecóatl, que dispuso un “ejercito” de mujeres y hombres para que les dieran permanentemente de comer a los invasores durante toda la expedición. La asesoría “filosófica-religiosa-política” y la traducción de Malinche, que le permitió aprovecharse de los problemas religiosos y políticos de los nahuas. La dirección militar de uno de los más capaces y valientes militares nahuas de ese tiempo, Ixtlilxóchitl, el tlatoani de Texcoco, despojado por Moctezuma, quien impuso a su sobrino Cacama para gobernar Texcoco, a la muerte de Nezahualpilli, y que, a la llegada de Cortés al Valle del Anáhuac, se volvió su “mariscal 108 de campo”, con trescientos mil guerreros texcocanos y quien dirigió todas las operaciones militares, especialmente, la toma de Tenochtitlán (Cortés no hablaba náhuatl y no conocía los usos y procedimientos militares anahuacas, por lo que él, nunca pudo “comandar” a los aproximadamente cuatrocientos mil guerreros que lucharon en contra de los mexicas y sus aliados), así como el rescate de Cortés en el Templo Mayor, en lo que se conoce como colonialmente como “La Batalla de la Noche Triste”. Ésta fue diseñada y dirigida por Ixtlilxóchitl, quien atacó por agua, mientras los castellanos huían en sentido contrario a Otumba, en donde Ixtlilxóchitl ubicó un ejército al mando de su hermano, y a quien, Cortés confundió con los mexicas. Existen tres personajes en el Postclásico en el Altiplano Central llamados “Ixtlilxóchitl”. El primero, conocido como “el viejo”, quien fue padre de Nezahualcóyotl. El segundo, que llamamos “el guerrero”, del que aquí hacemos referencia. Y el tercero, el “historiador”, conocido como Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (1568-1648), quien mantuvo privilegios de su nobleza anahuaca durante el periodo colonial, y que escribió Relación histórica de la nación tulteca e Historia chichimeca, cuidando en sus escritos, de no “perturbar la acción evangelizadora y civilizatoria” de España. Ixtlilxóchitl “el guerrero”, se alió a Cortés y antes de entrar a Tenochtitlán lo llevó a Texcoco para que su pueblo lo aclamara. “Hincábanse de rodillas los indios y adorábanlos por hijos del Sol, su dios, y decían que había llegado el tiempo en que su caro emperador Nezahualpitzintli muchas veces había dicho. De esta suerte entraron y los aposentaron en el imperial palacio, y allí se recogieron, en cuyo negocio los dejaremos por tratar de las cosas de México”. La Visión de los Vencidos. Miguel León Portilla. 1959. Ixtlilxóchitl invitó a los españoles a ir a Texcoco donde por indicaciones de la autoridad, el pueblo los recibió con aplausos 109 y las autoridades los agasajaron con un banquete. Y aquí lo importante, Ixtlilxóchitl, pide a los españoles que lo conviertan a su religión. Posteriormente, por órdenes de Ixtlilxóchitl, la nobleza texcocana y veinte mil personas se convierten a la religión católica, pensando que era la antigua tradición tolteca de Quetzalcóatl. Este es el primer bautizo tumultuario del Anáhuac y el pueblo fue llevado por sus autoridades a realizar la conversión. “Ixtlilxóchitl se hace cristiano Y pidió luego el Cristo y le adoró, y sus hermanos hicieron lo propio con tanto contento de los cristianos que lloraban de placer y pidieron que los bautizasen, y el Cortés y clérigo que allí había le dijeron le instruirían mejor y le darían personas que los instruyesen Y él respondió que mucho de norabuena aunque les suplicaba se le diesen luego, porque él desde luego condenaba la idolatría y decía que había entendido muy bien los misterios de la fe. Por lo que al oír que hubo muchos pareceres en contrario, se determinó Cortés a que le bautizasen y fue su padrino Cortés y le pusieron por nombre Hernando, porque su señor se llamaba así, lo cual todo se hizo con mucha solemnidad. Y luego vestidos Ixtlilxúchitl y su hermano Cohuanacotzin con sus hábitos reales dio principio a la primicia de la ley evangélica, siendo él el primero y Cortés su padrino, por lo cual le llamó Hernando, como a nuestro rey catolico y el Cohuanacotzin se llamó Pedro por que fue su padrino, y a Tecocoltzin también le llamaron Fernando y fue su padrino el Cortés, y así fueron los cristianos apadrinando a todos los demás señores y poniéndoles sus nombres. La Visión de los vencidos. Miguel León Portilla. 1959. El siguiente relato, es muy significativo, y nos entrega una pauta para entender lo que verdaderamente paso en el proceso

110 de perder la religión ancestral. No solo porque, en un principio, se haya podido engañar a los pueblos del Anáhuac, con la versión de que Cortés, era el embajador de Quetzalcóatl que venía a “restaurar la sabiduría ancestral y la antigua religión”, sino porque existieron mecanismos internos que auspiciaron o colaboraron con la iniciativa evangelizadora hispana. “La reacción de Yacotzin, madre de Ixtlilxúchitl Y si fuera posible, aquel día se bautizaran más de veinte mil personas, pero con todo eso se bautizaron muchos, y el Ixtlilxúchitl fue luego a su madre Yacotzin y diciéndole lo que había pasado y que iba por ella para bautizarla. Ella le respondió que debía de haber perdido el juicio, pues tan presto se había dejado vencer de unos pocos de bárbaros como eran los cristianos. A lo cual le respondió el don Hernando que, si no fuera su madre, la respuesta fuera quitarle la cabeza de los hombros, pero que lo había de hacer, aunque no quisiese, que importaba la vida del alma. A lo cual respondió ella con blandura que la dejase por entonces, que otro día se miraría en ello y vería lo que debía hacer. Y él se salió de palacio y mandó poner fuego a los cuartos donde ella estaba, aunque otros disen que porque la halló en un templo de ídolos. Finalmente ella salió diciendo que quería ser cristiana y llevándola para esto a Cortés con grande acompañamiento la bautizaron y fue su padrino el Cortés y la llamaron doña María, por ser la primera cristiana. Y lo propio hicieron a las infantas sus hijas que eran cuatro y otras muchas señoras. Y en tres o cuatro días que allí estuvieron, bautizaron gran número de gente como está dicho.” La Visión de los vencidos. Miguel León Portilla. 1959. Otro acontecimiento significativo, digno de tomar en cuenta, para entender los procesos violentos de la evangelización, fue las actividades que realizó la Santa Inquisición. Aunque las 111 atrocidades fueron, casi totalmente encubiertas por la propia iglesia y los historiadores hispanistas, han quedado algunos hechos muy reveladores como el del gobernador de Texcoco:

“El tlatoani y la Santa Inquisición Los religiosos no tardaron en pasar a formas más institucionales, con los titubeos y ajustes necesarios para salvar las apariencias. Un caso paradigmático (pero por ningún motivo único o excepcional) es el del gobernador de Texcoco Chichimecatecuhtli, conocido también como Ometochtzin y por el nombre que le impusieron los españoles (“Carlos”), nieto de Netzahualcóyotl e hijo del también rey de Texcoco Nezahualpilli. Chichimecatecuhtli era la víctima ideal para aplicar el castigo ejemplar que preconizaba la política española: fue quemado vivo (aunque Toribio Medina, al desconocer los documentos que citaremos, supuso que habría sido estrangulado con el garrote vil y luego quemado, pero ha quedado claro, como admite Richard Greenleaef, que se le sentenció a “la quema en la hoguera”) en 1539 por Juan su Zumarraga, entonces obispo de México, después de escenificar el consabido auto de fe en la plaza principal -el actual Zócalo- de la Ciudad de México, con asistencia obligatoria bajo pena de excomunión (y esto en la colonia no sólo tenía implicaciones metafísicas) de todos los habitantes de la capital. El caso de Chichimecatecuhtli es particularmente interesante porque entre los delitos que cometió se encontraba no haber demostrado respeto por la religión de los españoles, sosteniendo el derecho de los mexicanos conservar la propia, así como negar el derecho de los invasores para gobernarlos.” Inquisición y arquitectura. Víctor Jiménez y Rogelio González, Pag.53.

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Los religiosos y los mismos españoles, ejercieron una política de terrorismo de Estado, sobre los pueblos anahuacas, que venían de miles de años de vivir civilizadamente, en donde se respetaba y obedecía a las autoridades. Esto fue aprovechado, no solo por las autoridades civiles y religiosas coloniales, sino por los propios gachupines, criollos y mestizos, para obligar a las comunidades a servirles, tanto en las minas, como en las encomiendas.

“La fama de que quemaban a los oaxaqueños quizá disgustaba a los frailes tenía sus ventajas: se trataba de la persistente ambigüedad de la Inquisición, que debe disimular sin sacrificar su imagen atroz. Tampoco se debe perder de vista que este episodio ilustra una vez más la predilección de los religiosos por el castigo ejemplar en la persona de alguien notorio.” Inquisición y arquitectura. Víctor Jiménez y Rogelio González, Pag. 63. Se supone que, en el primer siglo del Virreinato de la Nueva España, se llevó a cabo uno de los holocaustos más grandes de la historia. De 25 millones de anahuacas que vivían en lo que hoy es México a la llegada de los europeos, para 1621 habían muerto 24 millones de personas, y en esta masacre, la iglesia católica tuvo mucha responsabilidad. “Burgoa dejó para la posteridad terribles descripciones del exterminio de la población la pequeña causa de la despiadada destrucción de sus ciudades y pueblos como parte de la política de las congregaciones en Oaxaca, verdadero genocidio en el que el clero tuvo una responsabilidad directa bajo la justificación de la evangelización”. Inquisición y arquitectura. Víctor Jiménez y Rogelio González, Pag. 116. La condición de seres humanos estaba perdida para los pueblos anahuacas. Los alegatos jurídicos de Ginés de Sepúlveda y Las Casas, estaban en el pasado. Los anahuacas y su religión

113 ancestral, eran la representación viva del demonio, la maldad y lo primitivo. Los anahuacas resultaban, de alguna manera, un estorbo para crear “la Nueva España”, y la mano de obra estaba siendo suplida, ya que el comercio de africanos llegó a introducir al Anáhuac, alrededor de 250 mil personas. (En Norte América se calcula que los anglosajones introdujeron 500 mil africanos en calidad de esclavos). “Betanzos no solamente se opuso a la educación de los indios; por lo visto, creía que estaban condenados a la extinción. En la carta fechada del 11 de septiembre de 1545, propuso, después de una experiencia de casi 30 años entre los indios, que todas las leyes promulgadas en el supuesto de que los indios siguieran existiendo “eran peligrosas, equivocadas y destructoras de todo el bien de la república”, y resultaban sabias y buenas si se pero promulgaban bajo la suposición de que los indios deberían desaparecer en muy poco tiempo.” Inquisición y arquitectura. Víctor Jiménez y Rogelio González, Pag. 143. Otra historia de terror que aplicaba la iglesia católica, fue el asesinato de los sacerdotes de Mitla y de Cosijoeza, el último tlatoani de Tehuantepec. Cosijoeza recibió a los españoles y se hizo su aliado, se bautizó con el nombre de Juan Cortés Sicasibí y de su dinero, pagó la construcción de Templo y Convento de Santo Domingo de Guzmán en Tehuantepec. Pero los espías de la Santa Inquisición lo descubrieron en su casa, realizando una ceremonia de la religión ancestral, con los sacerdotes de Mitla, a quien de inmediato asesinaron, no así al tlatoani, que para los españoles era tomado como “rey”. Lo enviaron a los calabozos de Santo Domingo en la Ciudad de México, en donde residía la Santa Inquisición. Después de un año de estar prisionero, dictaminaron que por ser un “rey”, la Inquisición no podía intervenir y lo regresaron a Oaxaca. “Extrañamente”, el prisionero murió en el viaje de manera misteriosa en 1563.

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Durante el régimen colonial, la iglesia católica, era un poder en sí mismo. Tenía grandes intereses económicos y de poder político en el Virreinato, y, generalmente, iban de la mano con la corona, y, sobre todo, con los poderes locales en cada región. De modo que la pinza era muy fuerte. Por un lado, la corona y por el otro la iglesia. La persecución de todo vestigio de la religión ancestral, era pretexto para reprimir y aterrorizar a las poblaciones anahuacas, para hacerlos más dóciles en su explotación. “Podríamos extender los paralelismos entre un régimen totalitario como los estudiados por Arnedt y el régimen colonial implantado en México a muchas prácticas como las vistas en este estudio, en cuya instrumentación la Iglesia Católica y una Inquisición que se presentaba como” evangelización” tuvieron un papel determinante. La intolerancia, la vigilancia, la delación, la censura, la mentira, la propaganda, el robo, los trabajos forzados, la represión, el terror, la prisión, la tortura, la mutilación, la degradación y el asesinato humillante de las víctimas fueron el sostén de este régimen, aunque hayan estado separados por siglos y océanos.” Inquisición y arquitectura. Víctor Jiménez y Rogelio González, Pag.156. La iglesia católica a través de la evangelización y adoctrinamiento forzoso, mantuvo a lo largo de los tres siglos de colonia, y de alguna manera, todavía en el siglo XIX, un régimen de terror, que iba desde la muerte hasta la tortura, el escarnio social, la delación y el espionaje permanente de la vida de las personas, familias y comunidades anahuacas. A través de los llamados “fiscales”, como los tristemente célebres “fiscales de San Francisco Cajonos”, Sierra Norte de Oaxaca, que delataron a las autoridades españolas la realización de rituales ancestrales en la comunidad, en fechas ya posteriores como 1700 y que terminó con una matanza de anahuacas a manos del ejército virreinal.

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“Es una ironía que la Iglesia, que se oponía a declarativa mente a las ideas del autor de El Príncipe, hubiese terminado avalándolas en la teoría y en la práctica al aceptar que el fin -la conversión religiosa- justificaba los medios -la Inquisición-, pero que sólo condenase a Maquiavelo cuando, como Burgoa, se veía el triunfo de su doctrina en los estragos que la ambición política producía al interior del clero. […] La actuación de los españoles en el continente americano le pareció todavía más inaceptable por pretender justificarse con argumentos religiosos, y de hecho el comportamiento de los invasores no fue para él (como posteriormente para Montesquieu) sino una manifestación paradójica del pensamiento de Maquiavelo:” Inquisición y arquitectura. Víctor Jiménez y Rogelio González, Pag. 165. Pero uno de los elementos importantes, y poco tomados en cuenta, en torno a la pérdida de la religión ancestral de los pueblos anahuacas, radica en las propias formas de “apropiación” que hicieron, no solo personas significativas o de poder, sino de comunidades completas, que asumieron a la nueva religión como un vehículo para mantener sus jerarquías de poder o estatus antes de la invasión. En efecto, la alianza y los servicios prestados por personas de la comunidad con las autoridades civiles y religiosas, permitieron que, al interior de las familias y comunidades, la adopción forzada de la nueva religión por presión, vigilancia y denuncia de los propios anahuacas. Una de las más importantes eran las llamadas “cofradía de indios”, en donde, los propios anahuacas tomaban por su propia cuenta y costo, las tareas de la evangelización en aras de ganar prestigio y poder social. “Cofradía de indios. Asunto aparte fueron las cofradías de indios pues jugaron un papel central en el proceso de asimilación el cristianismo. Igualmente, las cofradías reflejaron en cierta 116 medida el cambio social que fueron experimentando los pueblos. Es posible que ellos apreciarán en las cofradías una especie de continuidad de sus antiguas formas de culto colectivo, combinándolas con la asistencia social, la caridad y el manejo de limosnas, donativos y bienes, como las españolas. Los estudios sobre las formas de sociabilidad e integración social de los pueblos de indios, de sus secretos o estratos, se han apoyado en buena medida en el análisis de las cofradías, las congregaciones o las hermandades. En los siglos XVI al XVII fueron creadas normalmente con la autorización eclesiástica y bajo la vigilancia de los curas. En las ciudades las cofradías de indios no tuvieron la misma importancia que la de los españoles, pero en los pueblos las actividades de los fieles en los pueblos de indios no se agotaban en las cofradías pues había otras tareas que ellos desempeñaban; por ejemplo, como notarios en sus grados proliferaron. En Michoacán, los pueblos hospitales fundados desde la época de Vasco de Quiroga brindaron, además de la atención espiritual, una forma de vida para los indios. Para finales del siglo XVII ya existe tienen cientos de cofradías fundadas en los pueblos. Su multiplicación estuvo asociada a la recuperación demográfica de esa centuria y a la que se ha llamado la “reconstitución de los pueblos”, al ser un medio de integración comunitaria. En las fiestas patronales las cofradías podían consumir todos sus fondos y aún quedan endeudadas, mientras que para muchos curas, las obvenciones que pagaban las cofradías podían representar la mayor parte de sus ingresos. En muchos sentidos, las cofradías de indios fueron parte esencial de la religión local, pero también fueron espacios de poder para las autoridades indígenas. Los caciques y la nobleza indígena normalmente se pusieron al frente de 117

ellas como mayordomos, vinculando tal función a su estatus social. Las actividades de los fieles en los pueblos de indios no se agotaban en las cofradías pues había otras tareas que ellos desempeñaban; por ejemplo, como notarios en los juzgados eclesiásticos locales, como sacristanes en las parroquias o como fiscales. Estos últimos, en especial, tuvieron una presencia importante en los pueblos que eran visitas de parroquia, y en donde los curas no tenían una presencia diaria; ellos estaban encargados de vigilar la asistencia de la población a la misa, muchas veces se les encargó de la enseñanza de la doctrina e incluso de la asistencia en los entierros, en caso de necesidad. También se hicieron cargo de recaudar los pagos de las obvenciones parroquiales. Otras figuras importantes fueron los sacristanes y los cantores, ocupados normalmente por miembros de las familias de caciques: en otras palabras, los indios ligados a las tareas parroquiales y a los curas eran parte de las élites indígenas novohispanas. LA IGLESIA EN EL MÉXICO COLONIAL. Antonio Rubial García. Coordinador. UNAM. 2013. Pag. 59 y 60.

¿Por qué se perdió la religión ancestral? No es una sola causa o razón. Es entonces, que varios elementos entraron en conjunción, permitieron que se perdiera, -por lo menos de manera abierta y pública-, la religión ancestral del Cem Anáhuac. No solo fue, la negada violencia y el Estado de terror, que implantó el gobierno colonial y la Iglesia Católica en todo el territorio del virreinato. Ni tampoco el ejercicio de poder de los estratos altos del sistema de castas impuesto por la corona. Ni

118 la ambición y deshumanización de los encomenderos, comerciantes, hacendados y mineros, que veían en las actividades religiosas ganancias económicas o de servicios, pero, sobre todo, usaban a la religión católica como un eficiente instrumento de sometimiento y mansedumbre de los pueblos vencidos y ocupados. La religión ancestral tolteca se perdió, porque los pueblos nahuas trasgredieron la milenaria religión de Quetzalcóatl, y que, asumieron a la nueva religión creyendo que era la religión ancestral en una nueva versión, con el regreso profetizado de Quetzalcóatl.

Pero también, se debe tomar en cuenta, que, al iniciar la expansión española con los guerreros nahuas como sus aliados, éstos, cristianizaron las fundaciones de las ciudades españolas, dado que la conquista de lo que hoy es México, Centroamérica y parte del Sur de lo que hoy es Estados Unidos, la hicieron los “aliados” de los españoles, es decir, los pueblos nahuas del Altiplano Central, que abrazaron la religión del conquistador desde el principio. Otro elemento que se debe tomar en cuenta, es que la religión anahuaca fue de carácter comunitario, es decir, como casi todo, la vida diaria estaba íntimamente ligada a manifestaciones espirituales. Los complejos y continuos rituales eran realizados de manera comunitaria, y esto fue usado por los misioneros para encaminar a las comunidades a los rituales cristianos, y al tiempo, se fue haciendo costumbre y después tradición, lo que hacía que, a través de los siglos, los anahuacas en la Colonia y después, en los dos siglos de neocolonialismo criollo, la religión católica fue, -al mismo tiempo-, usada por los colonizadores, como también por los colonizados, como un instrumento de “poder”. Debe recordarse que, en el estallido social de 1810, Miguel Hidalgo, José María Morelos y Mariano Matamoros, entre

119 los más reconocidos religiosos, lucharon con los anahuacas, y que, muchos curas del bajo clero se sumaron a la revuelta.

Pero, también, debe mencionarse, que las manifestaciones de la sacralidad-religión ancestral tolteca, siguen presentes en el México contemporáneo. No solo con ritos, como el llamado de “La Santa Muerte”, que es un sincretismo religioso con fuertes raíces ancestrales. Podemos afirmar que, la religión católica en México, ha vivido un profundo y complejo sincretismo, que hace difícil separar el ritual impuesto con el propio. También, debe tomarse en cuenta, que en el mundo rural y aún en el urbano, existen ciertos grupos de personas que poseen fragmentos de la antigua religión. Brujos, hechiceros, diableros, poseen ciertos conocimientos y rituales, que tienen una influencia anahuaca. Creemos que si los pueblos anahuacas, no hubieran decidido cambiar de religión, por más terror, violencia y presión que aplicara el colonizador y sus instituciones, no se hubieran podido hacer el cambio o el sincretismo. Existen muchos ejemplos históricos, -antiguos y contemporáneos-, de que, cuando a un pueblo se le obliga a través de la coerción a cambiar de religión, el pueblo no la cambia.

Finalmente, podríamos decir, que “la espiritualidad” ancestral anahuaca no se ha perdido totalmente. En especial en los pueblos llamados, “indígenas” (anahuacas), que han mantenido una, tenaz e incansable lucha de resistencia, para mantener su contacto íntimo y personal, con “Aquél por quien se vive”.

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UN ROSTRO PROPIO, UN NOMBRE VERDADERO

Somos hijos de los hijos de una de las más antiguas civilizaciones del planeta. La que alcanzó el más alto nivel de desarrollo humano, -para todo el pueblo-, en la historia de la humanidad. Desde la invención del maíz, la milpa y el calpulli, hasta nuestros días, han pasado diez mil años. Sin embargo, desde hace 500 años, fuimos invadidos y ocupados por fuerzas militares y económicas foráneas- que desde 1521, destruyeron nuestras leyes, instituciones y autoridades ancestrales. En su lugar, impusieron, nuevas leyes, instituciones y autoridades de carácter colonial. Tres siglos a favor de la corona española, y los dos últimos, al servicio de una “ideología criolla” de extranjeros avecindados. La base de la colonización, “cinco centenaria”, se fundamenta en la “amputación” de cinco elementos culturales estructurales a los pueblos invadidos-ocupados. Como persona, familia o pueblo, cuando se les amputa: los lenguajes, la memoria, los conocimientos, los espacios y la espiritualidad; las personas, las familias y los pueblos quedan hechos, literalmente polvo. Se convierten en “nada”. Es decir, en zombis que han perdido la forma de expresarse de manera oral, artística o política. Quedan mudos, silentes e indefensos para siempre. Cuando les amputan su memoria histórica, cuando no saben, de dónde vienen, quiénes fueron sus antepasados, cuáles sus logros, cuáles sus alcances, cuáles sus fracasos y sus desafíos, el pueblo queda amnésico, ignorante de sí mismo, ausente. Sin dignidad, sin un rostro propio, vagan dado tumbos en “el laberinto de la soledad”. Cuando se les amputan sus conocimientos, todo su potencial creador y su sabiduría ancestral, queda invalidado. Los convierten en seres estúpidos, impotentes de crear y recrear el

121 mundo en donde viven. Ineptos e incapaces, siempre en espera de que personas o ideas de afuera, vengan a resolver sus problemas. Cuando les quitan todos los espacios. No solo los espacios físicos, como las mejores tierras. Sino los espacios comunitarios, sociales, políticos, sagrados. Los dejan “en el aire”, sin raíces y cimientos para “construir” de manera física e intelectual, de manera individual o colectiva. Y finalmente, cuando les quitan la milenaria espiritualidad, y se les impone a sangre y fuego, una religión ajena, en la cual, quedan excluidos; pierden la espiritualidad y el sentido sagrado del mundo y la vida. Se convierten en fanáticos idólatras de “algo”, que no entienden cabalmente. Cuando a una persona, a una familia o a todo un pueblo, le apuntan estos cinco elementos culturales esenciales, el resultado es la vulnerabilidad, la inseguridad y la violencia. Se convierte en un “colonizado-colonizador”, que pretende explotar a sus hermanos y depredar a la Madre Tierra, siempre dispuestos, sin dignidad, a entregarse “al mejor postor”, aptos para que otro los explote y los humille impunemente. Pero al mismo tiempo, prestos para humillar y a explotar a un hermano.

En 1821 los criollos deciden, junto con los gachupines, hacer las paces, después de los once años de lucha fratricida, y fundar “su país”, para independizarse de la corona española. En 1824 crean lo que ellos llamaron equivocadamente “México”, inspirados en la cultura mexica, toman nombres y símbolos para crear un “país”, como los que empezaban a formarse en Europa. El problema es que no todos los habitantes de este país son “mexicas”, de modo que la gran mayoría, con propiedad, no son “mexicanos”, sino anahuacas.

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En 1828 los criollos, expulsan a sus aliados los gachupines, e inician una lucha fratricida, política y militar, que nos alcanza hasta nuestros días. Dos siglos se la han pasado, entregando “su país” a las fuerzas políticas y económicas extranjeras, en medio de una pugna entre liberales contra conservadores, federalistas contra centralistas, priistas contra panistas. En menos de un siglo perdieron Norte América, Centro América y el Caribe. Han perdido la auto suficiencia alimentaria, la soberanía económica, energética, científica, educativa, cultural y política. Han sido torpes, ineptos y corruptos en la administración de “su país”, y totalmente deslamados con el pueblo de “su país”. Llevándolo a niveles preocupantes e inaceptables de pobreza, ignorancia y, sobre todo, de violencia. “Su país” en estos dos siglos, lo han manejado irracionalmente con un sentido empresarial y ahora, están viviendo literalmente la quiebra de “su empresa”, ya que su cliente principal, les da la espalda y les pone “un muro”.

En estos dos siglos, la gente en el poder de ideología criolla, ha buscado modelos para “su país”. El francés en el siglo XIX y el norteamericano en el siglo XX. Al mismo tiempo, como son nacidos de una Colonia, son herederos de un complejo de inferioridad, pues a final de cuentas, son “bastardos culturales”. Desprecian la cultura de la tierra que los asiló, anhelan la tierra que los expulsó, pero son despreciados por esa tierra ya lejana y diferente a la que ya no pertenece. No son, ni de aquí ni de allá. Octavio Paz habló del “laberinto de la soledad”, pero Guillermo Bonfil Batalla, es más profundo. Nos habla de la existencia de dos Méxicos que luchan permanentemente desde 1521. Uno, es un “México profundo”, que hunde sus raíces en diez mil años de desarrollo humano, el otro, un “México imaginario”. Afirma

123 que es imaginario, no porque no exista, sino porque teniendo el poder, nunca ha tomado en cuenta, en su proyecto de nación, al “México profundo”. En general, el “México imaginario” se vale de “la ideología criolla”, para gobernar y administrar “su país”. Hoy, después de cinco siglos de invasión y ocupación, la mayoría de los que vivimos en este país somos mestizos. Más allá del fenotipo, esencialmente, todos, somos mestizos de manera cultural. Los nueve mil quinientos años de desarrollo humano endógeno y el interactuar con la Tierra y la biodiversidad, nos han dado un perfil básico, con todas las variantes posibles, creadas por los fenotipos, las culturas y las zonas geográficas. Todos somos mestizos culturalmente, - TODOS-, incluidos los llamados “pueblos originarios”, y los extranjeros avecindados recientemente.

Pero no cabe la menor duda, que la base, “la esencia y raíz”, de nuestro mestizaje, es, indiscutiblemente generado por la Civilización Madre, es decir, la Civilización del Cem Anáhuac. La forma de entender “el mundo y la vida”, tiene sus cimientos en los diez mil años de desarrollo humano. El concepto de la familia, la muerte, el trabajo, la amistad, la comida, y un largo etcétera, están más cerca de la raíz Madre, que de cualquier aportación foránea. El problema es que, por los procesos de colonización cultural y mental, el pueblo en general, “es un extranjero inculto en su propia tierra”. Sabe de los griegos y los romanos, pero de los olmecas y toltecas, no sabe absolutamente nada. No sabe, que nuestros Viejos Abuelos inventaron el maíz, la milpa, el cero matemático, la primera calculadora del planeta, la cuenta perfecta del tiempo, el chocolate, la vainilla, etc. Que tuvieron el primer sistema de educación, público, obligatorio y gratuito del mundo. Un eficiente sistema de alimentación y de salud. La

124 democracia más antigua y en operación del planeta. Que fuimos la civilización que alcanzó el más alto grado de desarrollo humano para todo el pueblo. La civilización que construyó más pirámides del mundo antiguo. Es justamente por no saber, quiénes fueron nuestros antepasados, que no sabemos quiénes somos nosotros. Como no sabemos quiénes somos, no sabemos lo que queremos, como no sabemos lo que queremos, vamos de moda en moda, de copia en copia, sin ser y hacer nada. Es la razón que explica la realidad de “este país” de amnésicos, catatónicos, indiferentes y pusilánimes. Que, de tiempo en tiempo tienen relámpagos efímeros de conciencia, que desembocan en estallidos de violencia, que, inmediatamente se autocontrolan.

En estos dos siglos de ineptitud, corrupción y entreguismo, en que la dirigencia con mentalidad criolla ha llevado a la quiebra a este país, “su país”. Todas las luchas armadas, han sido, “quítate tú, para que me ponga yo”, y todas las luchas políticas son, “que todo cambie, para que todo siga igual”. Siempre las grandes potencias y los grandes capitales han guiado el pobre destino de “la patria de los criollos y para los criollos”. Sin embargo, el pueblo del país de los criollos, tiene, una Matria. En efecto, la patria, es el lugar de nuestros padres. Pero la patria de los mexicanos, ha sido díscola y miserable con sus hijos. Los ha tratado, como un padrastro explotador, tacaño y desalmado. La Matria en cambio, ha sido, durante estos diez mil años, amorosa, generosa y solidaria. Nos referimos a La Madre Cultura. Si los mexicanos en estos dos siglos no han muerto de hambre y de enfermedad, es gracias a la bondad y sabiduría de la Madre Cultura. El modelo colonial, eurocentrista, consumista materialista, que llegó con la implantación de la Modernidad, desde 1492, está llegando a su final. La catástrofe ambiental y humana, no tiene 125 comparación en los diez mil años que tiene el ser humano de vivir en civilizaciones. Se requiere un nuevo modelo de ser humano, de familia, de sociedad y de país. No se debe cometer el mismo error de buscar “afuera, lo que tenemos adentro”. No se debe cometer el error, de transformar este país con las mentalidades y las instituciones coloniales, porque de hacerlo, sería, “más de lo mismo”.

El futuro de este país está en el pleno y profundo conocimiento descolonizado de su pasado ancestral. De la sabiduría que inspiró a nuestros antepasados a alcanzar el más alto nivel de desarrollo humano. Por esta razón, “El Futuro de México, está en su pasado”. Se requiere, antes que nada, cambiar el “modelo de ser humano”, sus valores y principios, de vida personal, familiar y comunitaria. No existe ningún camino hacia afuera, que antes no se haya recorrido hacia adentro. Tenemos que iniciar la descolonización. Requeriremos tener una memoria histórica completa, clara y descolonizada. Necesitamos acrecentar nuestra identidad cultural, para fortalecer nuestra auto estima y dignidad. Solo así, podremos dar pasos seguros en la construcción de una nueva forma de vivir y convivir, entre nosotros y con los demás seres vivos con los que compartimos, este tiempo y este espacio. Necesitamos un rostro “propio-nuestro” y un nombre verdadero. Somos hijos de los hijos de la Civilización del Anáhuac, este país volverá a ser ANÁHUAC y sus hijos anahuacas.

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No se trata de “volver al pasado”. Por el contrario, se necesita, por primera vez en estos dos siglos, ver hacia el futuro, pero con la sabiduría de lo mejor de nuestro milenario pasado. Ya lo hicimos una vez en el pasado, y lo podremos volver a hacer en el futuro. Lo difícil no es hacerlo, sino imaginarlo. Primavera de 2017. Oaxaca.

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LA PATRIA Y LA MATRIA.

La creación del país llamado “México”, es y ha sido, a lo largo de estos 196 años, asunto de un puñado de extranjeros o hijos de extranjeros avecindados en el Anáhuac. Los criollos y los gachupines, que habían estado en guerra fratricida a partir de 1810, llegan a un “acuerdo” de hacer las paces y crear “su propio país”, de ellos y para ellos, de las ruinas que quedaban del Virreinato de la Nueva España, después de once años de guerra devastadora. El territorio que recibieron los criollos en 1821 iba desde lo que hoy es Panamá hasta la frontera con Rusia, ya que todavía no vendían los rusos a Alaska y las fronteras con Canadá eran inciertas. En este gran territorio estaba integradas las Islas de las Antillas. Esta gran extensión de tierra, la perdieron los criollos por su incapacidad y nulo sentido de pertenencia, “nunca ha sido suya”, lo que hoy es México, para ellos, siempre ha sido un “territorio ocupado” para hacerse ricos. Las personas de ideología criolla jamás han amado y sentido responsabilidad y compromiso con los pueblos anahuacas que han vivido por miles de años en estos territorios. Los han usado en sus permanentes guerras, como soldados de leva, o como votos cautivos en sus luchas políticas, o como mano de obra esclava o de salario mínimo. Siempre los han engañado, lo mismo para llevarlos a morir en sus campañas militares, que en sus campañas políticas. Les prometen cada seis años y los engañan una y otra vez. Esto ha sucedido porque el pueblo no tiene memoria histórica y menos identidad cultural ancestral. De modo que cuando en México se habla de “patriotismo”, se debe uno preguntar, si la “patria” fundada por los criollos ha tratado igual a todos sus hijos. La injusticia, la impunidad, el abuso, casi siempre ha sido el método con el cual, la patria, ha tratado a sus hijos. La patria siempre ha estado del lado de las 128 empresas e intereses extranjeros. La patria siempre ha estado del lado de los caciques, de los terratenientes, los comerciantes, los industriales. La patria siempre ha estado del lado del partido político en el poder. La justicia de la patria, al pueblo, siempre le ha dado la espalda. No lo escucha, lo ignora y lo desprecia. El “modelo económico” de la patria, desde sus inicios, siempre ha sido: que los capitales extranjeros inviertan en “nuestro país”, nosotros ponemos la mano de obra esclava y los recursos naturales a discreción, y nos hacen socios o sus empleados de lujo. México para los criollos ricos, ha sido y es, un lugar para “exportar capitales” a sus tierras de origen. Los hijos originarios de estas tierras, los “sin nombre, los descubiertos, los sin alma, los robados, los masacrados y los explotados”, “para ellos”, no caben los conceptos de México, patria, nación, nacionalismo, identidad e historia”. Ellos, “los prehispánicos, los indios, los precolombinos, los precortesianos, los indígenas, los naturales, los aborígenes, los nativos, los autóctonos, los mesoamericanos, los yopes, los nacos, los prietitos, los hijos de la conasupo, los peladitos, los sub y desempleados, los de abajo”. A los que les quitaron: la lengua, la memoria histórica, los conocimientos, los espacios y la espiritualidad, con la llegada de los extranjeros y la colonización. Los desposeídos de sus milenarias leyes, autoridades, instituciones, producto de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del mundo, y, sobre todo, la que alcanzó el más alto nivel de calidad de vida para todos, desde 1521, no tienen “ni rostro ni corazón”, son invisibles y totalmente prescindibles. Han vivido invadidos, ocupados, depredados. Tres siglos a manos de los gachupines y dos siglos a manos de los criollos. Desde Iturbide hasta Peña Nieto, los que gobiernan, han sido y

129 son, “un puñado” de gente extraña, enemigos y explotadores implacables del pueblo. La Patria es de ellos y para ellos. La MATRIA, en cambio, es y ha sido del pueblo, de los anahuacas. La Patria les ha dado a nuestros “padrastros”, riqueza y poder, el problema de “ellos”, es que desde siempre se han estado peleando entre ellos y entregándose al extranjero. La Matria en cambio, les ha dado a sus hijos, sabiduría, experiencia para resistir, alimento, medicina, educación y organización, con la cual han hecho una verdadera epopeya de resistencia. La patria de los criollos y para los criollos, tiene apenas 196 años de una triste y sombría historia. La Matria, en cambio, tiene diez mil años y es la fuerza, la sabiduría y el futuro del pueblo. El futuro del Anáhuac está en el conocimiento pleno de su pasado.

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SI NO TE NOMBRO, NO TE RECONOZCO…NO EXISTES

Desde 1492, la invasión al Anáhuac y al Tawantinsuyu formó parte de una estrategia, de las fuerzas más oscuras y retrógradas, por destruir y desaparecer la civilización continental, que abarcaba desde lo que hoy es Alaska hasta la Tierra del Fuego, conocida en el Norte del continente como Cem Anáhuac y en el Sur, como Abya-Yala. En efecto, la civilización china conocía la existencia y los grandes alcances de los seres humanos de este lado del Océano Pacifico. La información que recibió el Vaticano, más los mapas chinos, fueron los elementos para que “los mercaderes” y la iglesia católica vinieran a apoderarse de la riqueza y a destruir el conocimiento y la sabiduría ancestral, que había sido inventados y sistematizados durante miles de años en el continente. Estos conocimientos y esta sabiduría permitieron el mayor “desarrollo humano”, para una amplia parte de la población del continente. A la caída del Imperio Romano, y al paso de los siglos, la iglesia católica tomó el poder de la “península europea”; y como los pueblos barbaros y guerreros del Norte habían sido evangelizados, el Vaticano, para asegurar el diezmo de nobles como de ciervos, se dedicó, ardua y exhaustivamente, a perseguir y asesinar a las personas de conocimiento ancestral de la península europea y a destruir las religiones ancestrales. No podía existir ninguna sabiduría, conocimiento y religión, que atentara contra su poder material y religioso. Mil años de este holocausto y epistemicidio en Europa, fueron el antecedente de la invasión, ocupación y destrucción de la civilización en el Cem Anáhuac y en Abya-Yala. Se conjugaron la ambición material y la intolerancia hacia el conocimiento, la sabiduría y la religión que no fuera la europea. Esto produjo uno de los mayores holocaustos y epistemicidios de la historia de la humanidad, que ha durado cinco siglos.

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El problema, es más profundo y obsceno. Lo que pretende hacer el neocolonialismo ideológico y cultural, es mantener “desconocidos e innombrados” a nuestros Viejos Abuelos, un pueblo que creó la civilización que alcanzó el más alto desarrollo humano en la historia de la humanidad. “Si no te nombro, no te reconozco”. La civilización invadida SI TIENE UN MILENARIO NOMBRE, en la lengua franca, el náhuatl, que hablaban todos los pueblos invadidos, se reconoce como ANÁHUAC, y, por consiguiente, sus hijos son “anahuacas”. El Vaticano, que ha sido “la mano que mece la cuna”, sabía, por los chinos, qué acontecía del otro lado del Atlántico. Esta es la razón por la cual la invasión se convirtió en un holocausto y en el peor epistemicidio de la historia humana. Literalmente el plan era DESAPARECER a la Civilización del Anáhuac-Tawantinsuyu. Confundieron, los castellanos, el mundo desconocido por conocido, y nos llamaron “indios”, porque creyeron que habían llegado a la India. Más tarde, nos dijeron “indígenas”, para superar el epíteto de indio, que más que nada, refleja la ignorancia del invasor. Pero, indígenas, son todos los pueblos del mundo, porque todos son “originarios de su región”. Indígenas son los alemanes y franceses. Entonces, por qué, no se utiliza el termino con los colonizadores. Por qué, se insiste, tercamente en llamar a nuestros abuelos: indios, naturales, aborígenes, prehispánicos, indígenas, precortesianos, precolombinos, mesoamericanos, pueblos originarios, etc. El asunto es más oscuro y profundo, “si no te nombro, no te reconozco”. En efecto, desde que Cristóbal Colón determinó que no teníamos alma, y como tal, éramos como animales, por lo cual no teníamos posesión de nada, y todo lo que había en el continente era, por derecho real y divino, propiedad de las

132 coronas peninsulares y sus vasallos que venía en heroica empresa a “descubrir y fundar”. Para los “empresarios-mercaderes” que financiaron la invasión, desde el propio Colón, que ahora se sabe que era un judío catalán, todas las expediciones fueron financiadas por particulares. “El descubrimiento” y la conquista fue una empresa de particulares con un pago “por derechos” del 20% de lo robado (rescatado) a la corona, llamado “Quinto Real”. Pero “la verdadera empresa”, era la destrucción total de la civilización invadida. No se iba a tolerar, bajo ningún motivo, que existiera una civilización que sustentara su estructura en la creación y desarrollo de la sabiduría y el conocimiento. Los logros alcanzados, como la cuenta perfecta del tiempo, el cero matemático, la invención de la primera calculadora, la invención del maíz, la milpa y los sistemas intensivos de producción de alimentos, como la chinampa, el poseer un sistema de educación para todo el pueblo, entre muchos otros, eran totalmente inaceptables para el Vaticano, que basó su poder, a partir de la caída del Imperio Romano, en mantener a los pueblos barbaros y guerreros del Norte, en la ignorancia total. En los primeros tres siglos de la invasión, se trató de destruir todo vestigio material, intelectual y espiritual de la civilización agredida. El Objetivo era literalmente desaparecer el conocimiento y la sabiduría, argumentando que era diabólica y primitiva. La supuesta evangelización, fue la coartada perfecta, para iniciar una brutal persecución de los poseedores del conocimiento y los seguidores de las tradiciones ancestrales, que llegó a convertirse en un pavoroso terrorismo de Estado. La iglesia católica en México y en todo el continente, ha encubierto hábilmente este epistemicidio y este holocausto. Para lo cual, la “historia antigua de México”, ha estado en manos de la iglesia, desde Bernardino de Sahagún hasta

133 nuestros días. Estos crímenes de lesa humanidad, la iglesia, hábilmente, los ha convertido en un humanitaria y altruista tarea de sacrificados mártires, que lograron expulsar al demonio y salvar las almas de “los naturales” vía la evangelización. A partir de la independencia política de España y la posterior expulsión de los peninsulares, los criollos crearon “su país de ellos y para ellos”. En este país, equivocadamente llamado México, porque no todos sus habitantes han sido y son “mexicas”. Los criollos durante el siglo XIX se dividieron en dos bandos y se dedicaron a pelar política y militarmente. El país de los criollos, fue invadido por Estados Unidos y despojado de más de la mitad del territorio. Los conservadores, derrotados política y militarmente fueron a Francia a pedir una intervención en favor de sus intereses políticos y económicos. Durante el siglo XIX, los criollos despreciaron totalmente a la civilización Madre, a la cual, pertenecía mayoritariamente el pueblo, y buscaron imitar a la cultura francesa. Lo anahuaca era sinónimo de atraso y primitivismo digno de erradicarse. Fue un tiempo en que los particulares de Europa y Estados Unidos saquearon impunemente, el patrimonio cultural del Anáhuac, que había sobrevivido a la barbarie colonial. En el siglo XX y XXI, la maquinaria destructiva que inició en el siglo XVI, sigue funcionando, ahora de manera más sofisticada. Cuenta con el respaldo total del Estado y gobierno mexicano, la iniciativa privada y las empresas trasnacionales. El punto es mantener a los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos de la civilización del Anáhuac en una total pérdida de la memoria histórica y la identidad cultural. Recibe el pleno apoyo y respaldo de “la academia”. Investigadores, científicos y artistas, encubiertos en una visión “cientista” y europeizada del arte y la cultura, siguen “investigado” el pasado “prehispánico del país”, con la misma

134 ideología de Hernán Cortés. Busca afanosamente, con “cuatro tepalcates”, descifrar el gran potencial científico y espiritual del Cem Anáhuac. Siguen descubriendo en las “ruinas mesoamericanas”, los buscados sacrificios humanos y los vestigios de las grandes batallas de los pueblos guerreros. Escriben grandes libros y revistas, hacen vistosos documentales, dan magnas conferencias, sobre “los antiguos mexicanos”. El México prehispánico se ha convertido en un excelente negocio para atraer al turismo. Los Tollan se convierten con todo el cinismo y la impunidad, en “Disneylandias prehispánicas”, para el disfrute de propios y extraños, y la ganancia de voraces empresarios trasnacionales. La estrategia “cinco centenaria”, ha sido y sigue siendo, desaparecer a una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del mundo. La que alcanzó el más alto grado de desarrollo y plenitud, para todo su pueblo. La forma más sencilla de desaparecerla es “no nombrarla”. Los hijos de sus hijos, no saben quiénes fueron sus antepasados, se les ha hecho pensar que fueron los mexicas. Y que, a partir del 13 de agosto de 1521, se derrotó extinguió completamente la Civilización del Cem Anáhuac. Para el Estado necolonial criollo, los 7800 años del periodo formativo representado con la cultura llamada olmeca, y los 1050 del periodo Clásico del esplendor representado con la cultura llamada tolteca, NO TIENEN LA MENOR IMPORTANIA. Son solo, un insignificante antecedente, para ubicar en el “altar de la historia prehispánica”, a la cultura mexica. Para la ideología criolla, “El Imperio Azteca”, es la base y los cimientos de “su país”. Representan algo así, como los griegos, de la cultura europea. Son el gran pueblo de poderosos y valientes guerreros “que conquistaron todo el territorio”, dominando a todos los pueblos y ubicando a la ciudad de

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México-Tenochtitlán, como “el ombligo” del mundo prehispánico. De esta manera, si no se nombra a la civilización del Anáhuac, no se reconoce su milenaria existencia. Si no se reconoce, no existe. Si no existe, nos quedamos sin la milenaria herencia cultural, sin la sabiduría y conocimiento ancestral. Nos quedamos, conquistados y avasallados por 550 europeos que derrotaron a cientos de miles de “guerreros aztecas”. Nos quedamos, permanentemente, derrotados, sojuzgados y vencidos, por la superioridad extranjeras, desde Hernán Cortés hasta Carlos Slim. Descolonizar es dignificar, es humanizar y crear los cimientos para un país, donde se acaben para siempre: los vencedores y los vencidos. Un país en el que todos estemos incluidos y que todos gocemos de las mismas oportunidades y derechos. Un país, digno de nuestro luminoso y ancestral pasado.

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NI AZTECAS NI MEXICAS, FALSA LA HISTORIA “PREHISPÁNICA” DE MÉXICO.

Los graves problemas que aquejan a la nación, tienen una génesis estructural en la memoria histórica y la identidad. Porque, como personas, familias y pueblo, “somos lo que recordamos”. El sistema colonial en el que vivimos, está justamente sustentado en que, el pueblo y todas y cada una de las personas, no sepan, en verdad, “de dónde vienen, quiénes son y a dónde van”. El pueblo ha vagado ciego a tropezones en este infierno de injusticias llamado “Laberinto de la Soledad”. El Estado necolonial de ideología criolla, ha amalgamado una serie de mentiras y verdades a medias para crear su “historia oficial”. Nos dejan ignorantes y amnésicos. “Así nos quieren, así nos necesitan”. El país de los criollos y para los criollos, indebidamente se llama “México”, porque ese nombre viene de mexica y no todos descendemos de ellos. Pero el problema es más grave. La “historia prehispánica” de este país, se basa en “la supuesta historia de los mexicas”. Estos fundaron Tenochtitlan “oficialmente” en 1325 y fue destruida en 1521, es decir, 196 años de duración. Mientras los toltecas tuvieron 1050 años de esplendor. O los zapotecas tardaron 1350 años en construir el Tollan de Daany Beédxe (Monte Albán). Cómo es posible que el último pueblo nómada en llegar al Valle de México, como cazador y recolector, sea el representante de la historia ancestral de todos los habitantes de este país. Por qué no son los mayas, zapotecos, mixtecos, nahuas- toltecas, purépechas, por citar algunas culturas que tienen una historia desde la invención del maíz y la milpa, por lo menos

137 desde hace 3500 años. Por qué, para cuestiones de identidad ancestral, son los mexicas, “la cultura elegida por la ideología criolla” para referirse al pasado “prehispánico de nuestra identidad cultural”. Aquí hay “gato encerrado”. Sabemos que la clase en el poder, desprecia e ignora la historia y cultura de los pueblos anahuacas. Para ellos, solo los griegos y romanos tienen significado y valor. “La catedral del México prehispánico”, es decir, El Museo Nacional de Antropología e Historia de la Ciudad de México, tiene en su sala principal a “los mexicas”; los toltecas, mayas y zona oaxaqueña, ocupan un segundo plano, son espacios pequeños y laterales. Por qué tanta insistencia del Estado necolonial criollo en tergiversar la historia. Por qué no quieren que el pueblo conozca “La Verdadera Historia del México Profundo”. Por qué no quieren que el pueblo sepa que nuestros antepasados, miles de años antes de la invasión europea, inventaron el maíz, la milpa, el cero matemático, la primera calculadora o la cuenta perfecta del tiempo. ¿Por qué? En el libro de texto historia de la SEP, en Televisa y Tv azteca, los aztecas o mexicas se nos presentan como: Un gran Imperio, dueños de todo el país, feroces guerreros, etc. Por qué, hacen creer al pueblo que todo su pasado “prehispánico” (antes de los españoles, o sea, ellos), solo fueron los aztecas o mexicas. Por qué no se le enseña al pueblo la Pirámide de desarrollo Tolteca. Por qué, no se le informa que aquí, en el Anáhuac, muchos siglos antes de la invasión se inventó el primer sistema de educación, obligatorio, público y gratuito de la humanidad. Por qué, a los profesores en las Escuelas Normales, no se les enseña la Historia de la Educación Ancestral del Anáhuac. Su filosofía, pedagogía y didáctica tolteca.

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Por qué, no se enseña en los sistemas de educación primaria, secundaria y bachillerato, los 9500 años de historia “propia- nuestra”, sin la presencia de los invasores europeos. Por qué, el pueblo no sabe nada de la TOLTECÁYOTL, tan antigua como el budismo, el hinduismo, el confusionismo, etc. Por qué, China e India, si lo hacen con su pueblo y los que tienen el poder económico, político, cultural y educativo, no lo permiten. Por qué, nos han educado en la ignorancia y en desconocimiento de lo mejor de nosotros mismos. Por qué, solo los aztecas o mexicas son el referente “prehispánico” del pueblo. Mucha gente que “superficialmente” pretende llegar a su raíz, se queda solo en los 196 años de los “mexicas o aztecas”. Mientras ignoremos “La Historia Verdadera del México Profundo”, seguiremos perdidos y desolados en el “Laberinto de la Soledad”. Ajenos a nuestra verdadera historia. Huérfanos y “desmadrados”, incapaces e inseguros. “Así nos quieren, así nos necesitan” https://www.youtube.com/watch?v=JufUSzGku7w Pero como siempre, la historia de México, “el país de los criollos y para los criollos”, nacido apenas hace 196 años, LA HISTORIA LA ESCRIBEN LOS VENCEDORES Y LOS EXTRANJEROS, que no es igual…pero es lo mismo. El nombre de aztecas se lo pusieron en el siglo XIX, los extranjeros (para variar). Alexander Von Humboldt (alemán) en su obra titulada Ensayo Político sobre el reino de la Nueva España escrito en 1811, nombra a “los aztecas” por venir de Aztlán. Y William H. Prescott nombra a los mexicas como aztecas en su obra “Historia de la Conquista de México”, en 1843, porque

139 en inglés el nombre de mexica, se confundía con el de “mexican” en inglés. El primer extranjero que escribió “mexica”, fue Cortés. Sin embargo, el primer “transformador” del verdadero nombre del pueblo que fundó Tenochtitlán fue Tlacaélel. En efecto, el nombre verdadero del pueblo es MIXTIN, no mexica o azteca. Fernando Alva Ixtlilxóchitl, habla de ellos y dice que eran que llegaron a Colhuacan y después migraron al islote que posteriormente se llamará Tenochtitlán y otra parte se fue a fundar un barrio de Texcoco, que actualmente se sigue llamado mextim. Debe recordarse que el cihuacóatl de tres tlatoanis de Tenochtitlán, cuando tenían un relativo y efímero poder, mandó destruir los antiguos códices y memoriales, donde se documentaba la llegada de los mextin, como chichimecas nómadas, que no hablaban la lengua náhuatl, vestían pieles y comían carne y alimento que cazaban y recolectaban como semillas y frutos. Mandó escribir “su gloriosa historia” y cambió el nombre de mixtin por mexica, para desligarse de su pobre pasado. Se apropiaron de una ancestral historia de la famosa peregrinación. Historia fundacional de los primeros pobladores del Anáhuac. La historia de los mexicas es falsa, la historia de la fundación de Tenochtitlán es falsa. La historia de la conquista es falsa. Los mextin llegaron con Tenoch de las llanuras del Norte, se asentaron en Colhuacan, que era una población muy antigua de estirpe tolteca. Tuvieron un problema, y una parte de los mextin se fueron a vivir al islote, que después llamarán Tenochtitlán, y la otra parte, se fue a vivir a Texcoco, donde fundarán un barrio, que hoy se reconoce como de los mextin.

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El pueblo de este país está totalmente engañado. Su verdadera historia ha sido secuestrada. Los miles de años de historia “ancestral propia-nuestra”, han desaparecido a manos de Tlacaélel, los misioneros españoles, los anahuacas convexos, los historiadores y los académicos, que, sin el menor sentido crítico, siguen tomado los textos escritos en el siglo XVI, como “fuentes” fidedignas. Somos los hijos de los hijos de una de las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad y con origen autónomo. Y, en general, no sabemos absolutamente nada de los diez mil años de historia “propia-nuestra”. Lo poco que sabemos es de los “aztecas y mexicas” que los españoles derrotaron. Algunos “mexicanos” se aferran de manera fanática a sentirse, “mexicas y feroces guerreros aztecas”. Tocan la raíz, pero por encima, no profundizan, no investigan, no estudian. Se aferran al pasado oficial que el Estado necolonial criollo, les ofrece. Descolonizar es dignificar.

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LA VERDAD SOBRE SOBRE LA CREACIÓN Y USO DE LA MEXICÁYOTL POR EL ESTADO MEXICANO. La reivindicación de la tradición prehispánica (mexica-azteca) […] ha sido otro argumento de esa gran demagogia a lo largo de su historia del PRI para perpetrase en el poder. Mario Vargas Llosa. Una inmensa ola, como un sunami cultural, está cayendo encima de muchas personas, que ante el fracaso y derrumbe del “La Modernidad”, están buscando “sus raíces ancestrales” en el “Pasado Prehispánico” de México, como una forma de volver a la esencia, a la raíz de una vida apegada a valores y principios humanos que nos ofrezcan espacios de armonía, plenitud y equilibrio. El problema y el desafío de esta búsqueda, es caer en la “comodidad de un producto” mercadológico llamado “la mexicanidad”. En efecto, El Estado Necolonial criollo, heredero directo del Virreinato de la Nueva España, solo que ahora, en vez de gachupines, son los criollos, los que toman el poder y el control. Para ellos, crean en 1821 un país, “de ellos y para ellos”, al que indebidamente le llamarán México (porque no todos somos mexicas), manteniendo en esencia, las mismas condiciones de injusticia, explotación y depredación que sus antepasados nacidos en la península Ibérica. En la década de los años setenta, surge un movimiento de recuperación y revaloración de la tradición de la civilización Madre, pero, equivocadamente, asumen la raíz ancestral y la esencia cultural en la mal llamada cultura azteca o mexica. A partir de las danzas concheras, que tienen su origen en los pueblos de La Gran Chichimeca, especialmente en lo que hoy es el estado de Querétaro y Guanajuato; y que, en los últimos cinco siglos lograron, a través de la cultura de resistencia,

142 mantenerse en los atrios de los templos católicos, y de una u otra forma, mantener viva la tradición ancestral. En la Ciudad de México, en los años setenta del siglo pasado, surgieron los grupos de danza guerrera o azteca, o mexica. Jóvenes de aquél entonces, que pasaron de la danza conchera a la danza guerrera. Y que, de manera superficial, tomaron de la “historia oficial”, la bandera de la cultura azteca o mexica, para comenzar en la recuperación de su “ancestral pasado”. Sin una visión crítica y analítica, menos aún, descolonizada, abrazaron y exaltaron ciegamente el discurso oficial sobre el “Imperio Azteca”. Discurso que fue creado desde el mismo siglo XVI por los conquistadores, quienes crearon en sus mitos, fantasías y mentiras sobre los vencidos, la grandeza de su heroica conquista. Exageraron la grandeza, el poder y la barbarie de los conquistados, pues ellos, -según la historia oficial-, “siendo un puñado de valientes y devotos soldados”, vencieron a cientos de miles de guerreros aztecas, gracias a la superioridad cultural, tecnológica y religiosa. De esta manera, ganaron para el verdadero Dios, la corona española y la civilización, un inmenso imperio. En el siglo XVIII, con el padre ideológico del criollismo, Francisco Javier Clavijero, se empieza a crear del “Imperio Azteca, un símil del Imperio Romano”. Raíz ancestral, -según ellos-, de un pasado mítico de lo que en 1821 será México. Esta es la razón por la cual, los criollos le ponen a su país el nombre de México, en honor de la Gran México Tenochtitlán, usando los símbolos mexicas para hacer su escudo nacional. El Estado necolonial criollo a partir del final de la Revolución, crearán, con la SEP, un proyecto nacionalista, monolingüe, mono étnico y mono cultural, en el cual, el mejor indio será el muerto. Los aztecas o mexicas serán usados como un “pasado épico superado”, y el “indio” contemporáneo, deberá ser 143

“rescatado, castellanizado e integrado” a la “cultura y proyecto nacional”. Y de oponerse y resistirse, condenado al genocidio. En la década de los años sesenta, se crea el Museo Nacional de Antropología e Historia, es el momento en que “el sistema”, incorpora, de lleno, a su proyecto de nación al pasado “Prehispánico”, como fuente de identidad y origen del Estado Mexicano. La sala principal del museo la ocupará la cultura mexica, pasando a segundo plano las demás culturas del Anáhuac. La cultura mexica o azteca, (aunque su verdadero nombre es “mextin”, fue Tlacaélel el que le cambió el nombre por mexica, y en el siglo XIX, Humboldt les puso aztecas), es el emblema del Estado necolonial criollo. Los mexicas como un pueblo guerrero, comerciante, dominador y explotador, -según la falsa historia oficial- de “todo el México antiguo”, serán “los viejos abuelos” del mexicano moderno. Reduciendo la historia milenaria de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del planeta a solo 196 años de duración. Es decir, desde la fundación de México-Tenochtitlán por cazadores-recolectores, en 1325 a su destrucción en 1521 por sus vencedores, -de ayer y de hoy-, los invasores extranjeros. De esos 196 años de Tenochtitlán, solo tendrán un relativo poder 81 años. Desde que Moctezuma Ilhuicamina y Tlacaélel toman el poder, como tlatoani y cihuacóatl respectivamente. De esta manera, en la historia oficial del Estado necolonial criollo, la moderna y efímera Mexicáyotl, eclipsa y desplaza a la milenaria Toltecáyotl. Crea un mito histórico que “explica” un devenir histórico de poder y dominación del centro a la periferia. Una historia que “explique la realidad histórica”, en donde unos cuantos, tengan el poder y la supremacía de los demás. En donde pocos tienen mucho y muchos no tienen nada. “Porque la historia siempre ha sido así, de vencedores y vencidos. Así que, resignenese”.

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En los años ochenta, Televisa pasó al aire un programa en el que moderaba Enrique Krause y “palomeaba el sumo sacerdote de la kultura nacional”, el poeta e intelectual Octavio Paz. En este programa el peruano, que más tarde será Premio Novel de Literatura, Mario Vargas Llosa, dará una sentencia magistral, por la agudeza, la profundidad y la verdad, de lo que ha sido y es, el Estado mexicano. Vargas Llosa pondrá dos calvos ardientes en la esencia del Estado necolonial criollo. Dos verdades que, hasta la fecha, no han podido ser, y que, siguen dando el poder a un pequeño grupo de poderosos en el país. La primera verdad, es que “el sistema político de México es una dictadura perfecta”. Y el segundo es que: El Estado Mexicano ha usado a la “historia Prehispánica mexica, como una demagogia cultural para mantenerse en el poder.” Citamos lo dicho texturalmente por Mario Vargas Llosa en la televisión mexicana. “México es la dictadura “camuflada”, de tal modo que puede parecer, no ser una dictadura, pero tiene, de hecho; si uno escarba, todas las características de una dictadura. La permanecía, no de un hombre, pero si, de un partido, un partido que es inamovible. Un partido que concede suficiente espacio para la crítica, en la medida que esa crítica le sirva, porque confirma que es un partido democrático. Pero que suprime, por todos los medios, incluso los peores, aquella crítica que de alguna manera pone en peligro su permanencia. Una dictadura, que, además, ha creado una retórica que lo justifica, una retórica de izquierda, para la cual, a lo largo de su historia, reclutó, muy eficientemente a los intelectuales, a la inteligencia. Yo no creo que haya en América Latina, en ningún caso de sistema de dictadura, una que haya reclutado tan eficientemente al medio intelectual, sobornando lo de una manera muy sutil, a través de trabajos, a través de

145 nombramientos, a través de cargos públicos, sin exigirles, una adulación sistemática, como si lo han hecho los dictadores vulgares. Por el contrario, pidiéndoles una actitud crítica, porque es la mejor manera de garantizar la permanencia de este partido en el poder. Un partido de hecho, único, porque financiaba a los partidos opositores. Esa dictadura, es una dictadura, puede tener un nombre especial, una dictadura muy especial, muy su generis, muy diferente, pero es una dictadura, por tanto, es una dictadura, que todas las dictaduras latinoamericanas, desde que yo tengo uso de razón, han tratado de crear algo equivalente al PRI en sus propios países. En el Perú, el dictador Velasco, trató con todo su equipo de intelectuales reclutados de formar una especie de PRI peruano, pero no funcionó. Alan García, trató de crear un PRI peruano. El intento de nacionalización de todo el sistema financiero, fue hecho, con el intento de crear un sistema semejante, para garantizar ese tipo de permanencia, que ante el resto del mundo pudiera ser camuflada, como ha sido el caso de la dictadura mexicana. Y me atrevo a decir también, que no solamente a la permanencia del poder, a la falta de una genuina democracia interna, se puede hablar de una dictadura, como el caso tradicional de México. Sino que, al igual que las otras dictaduras latinoamericanas, fue incapaz de traer la justicia social. No puedo creer que se pueda decir que, en México, haya una mejor distribución de la riqueza, que en el país promedio latinoamericano. Creo que las desigualdades son tan grandes y originadas por las mismas razones de injusticia social, de corrupción, como en otros países latinoamericanos. Entonces la dictadura, tuvo en el caso de México, las mismas consecuencias que tienen las otras dictaduras latinoamericanas. Es verdad que ha habido una crítica interna muy talentosa, muy generosa, muy valerosa de muchos intelectuales mexicanos, naturalmente entre ellos, Octavio (Paz), sin ninguna duda. Pero creo que es muy importante también, denunciar el caso mexicano, espero que no se me 146 considere como “un mal invitado”, por decirlo de esa manera, pero, como estos está democratizando, y como este país se abre a la libertad, quiero ponerlo a prueba, y quiero decirlo aquí abiertamente, porque eso lo he pensado yo desde la primera vez, que vine a México, un país que yo admiro y quiero tanto. Creo que es muy importante que se diga que en este país se vivió y se ha vivido durante décadas, con unos matices muy particulares, muy especiales, el fenómeno de la dictadura latinoamericana. La revolución mexicana tiene cosas muy admirables, sin ninguna duda. La más importante aquella que mencionó Octavio (Paz), la reivindicación de un pasado. La reivindicación de la tradición prehispánica, que ha sido asumida con orgullo por el pueblo mexicano, como no ha sido asumida en otros países, como ejemplo el mío. Esto indudablemente ha sido una contribución muy positiva. Pero también hay que entender que, eso, ha sido otro de los instrumentos que ha utilizado el sistema dictatorial del PRI para eternizarse. Ha sido otro argumento de esa gran demagogia histórica, a lo largo de su historia del PRI, que se ha prestado a muchas falsificaciones de tipo cultural, como, por ejemplo, la justificación de falsos artistas, de falsos géneros artísticos, en nombre de ese nacionalismo, que creo que es uno de los factores más peligrosos dentro de este proceso de democratización mexicana. Un factor, que debe ser puesto en tela de juicio y cuestionado, si nosotros, como estoy seguro lo quieren los demócratas mexicanos, quieren que esta democratización y liberación en México valla hasta sus últimas consecuencias.” Mario Vargas Llosa le puso “los dos cascabeles “al gato sistema”, cuando dijo que: México es una dictadura perfecta, y lo segundo, que “el sistema ha utilizado “la Historia Prehispánica” (mexicas, aztecas y demás fantasías) para consolidarse y eternizarse en el poder. Hemos afirmado en varios ensayos, el peligro que se corre al asumir la “identidad ancestral del Anáhuac”, en la cultura

147 mextin, llamada: mexica y azteca. El Estado necolonial criollo ha “fabricado” un supuesto “imperio azteca”, que le da un marco histórico “ancestral”, al llamado, por el Dr. Guillermo Bonfil Batalla, “El México imaginario”. En esta fabricación, montada con textos tomados desde el siglo XVI, como son los de los misioneros, conquistadores y anahuacas conversos, así como por los “académicos del sistema”, presentan a los “mextin-mexicas-aztecas”, como la cultura más importante del “México Prehispánico”. Una cultura que llegó al Altiplano Central en estado salvaje en el siglo XI, y que tomó, de los remanentes que habían sobrevivido del colapso la cultura teotihuacana, la Toltecáyotl, para transgredirlos y conformar una ideología mística, materialista y guerra, llamada Mexicáyotl. De la supuesta fundación de Tenochtitlán en 1325 a su caída en 1521, transcurrieron tan solo 196 años. Y de este periodo, solo tuvieron un relativo y limitado poder los últimos 81 años. El Estado “mexicano”, maliciosamente exalta a la Mexicáyotl y diluye en la nada a la Toltecáyotl, para que el pueblo no investigue, no conozca y no busque cambiar este país, con las bases y principios de la Toltecáyotl. La Pirámide de Desarrollo Humano Tolteca, que nos propone trabajar con nuestra sabiduría: la alimentación-nutrición, salud-armonía, educación-valores, organización-democracia participativa; para llegar a las maestrías de: la conciencia histórica, la conciencia sacra y la conciencia energética, quedan invalidadas ante la visión militarista-materialista mexica. Los criollos, al Anáhuac le llamaron México, que viene de mexica. Al pueblo le llaman “mexicano”, como si los 110 millones de ciudadanos fuéramos descendientes de los mexicas. Así, quedan invisibilizados los mayas, los zapotecos, los mixtecos, los purépechas, los totonacos, los yaquis, los tarahumaras, y un largo etcétera. Todos somos uniformados como mexicas en un país mono cultural, monolingüe, y mono étnico. Con un “nacionalismo uniformador”. 148

La Toltecáyotl trabaja el concepto filosófico de: la vida, la persona, la familia, la comunidad, el calpulli, la asamblea, el mandar obedeciendo, la comunalidad, la solidaridad, la alimentación, la salud, la educación, la relación con todos los seres vivos, con la Madre Querida, el planeta y el cosmos. Sabiduría que fue creada a lo largo de diez mil años entre todos los pueblos del Cem Anáhuac, queda invalidada con la Mexicáyotl, que fue creada por el Cihuacóatl Tlacaélel en 81 años, a través de retomar y trasgredir una estructura de sabiduría y de conocimiento biófila-espiritual de miles de años. Cuando el pueblo solo se queda con la Mexicáyotl, pierde miles de años de conocimiento, se queda con “la fronda y pierde la raíz”, huérfano, y el Estado neocolonial criollo gana fuerza y fortaleza, para seguir manteniendo en el poder a los “vencedores”, del gran y poderoso imperio azteca”. El PRI, seguirá ganado todas las elecciones, porque como lo afirma Mario Vargas Llosa, la “Dictadura Perfecta”, ha usado esa “demagogia histórica” para perpetuarse en el poder. “La razón por la cual, el Estado necolonial criollo, hace creer al pueblo que la cultura mexica es la más importante de la civilización Madre, es para mantenerlo sometido en la ignorancia de “sí mismo” y en la supuesta superioridad de “sus vencedores”. Guillermo Marín. Finalmente diremos que, el sumo sacerdote, “el Papa de la Kultura en México”, publicó un libro con los apuntes de su estancia en la India, cuando era Embajador de México en la década de los años sesenta. Octavio Paz, inmediatamente después de que le otorgaron el Premio Novel de Literatura en 1990. En este libro, Paz, pretende “explicar la cultura de la India milenaria”, con ejemplos de la cultura del México antiguo. El resultado es catastrófico, Paz demostró que no conocía la Toltecáyotl y la civilización del Anáhuac, y menos aún, la de la India.

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"Los pueblos mexicanos no experimentaron nada semejante a la penetración del budismo en Ceilán, China, Corea, Japón y el Sudeste asiático.... Las culturas mexicanas vivieron en una inmensa soledad histórica; jamás conocieron la experiencia cardinal y repetida de las sociedades del Viejo Mundo: la presencia del otro, la intrusión de civilizaciones extrañas, con sus dioses, con sus técnicas y sus visiones del mundo y del trasmundo. Frente a la vertiginosa diversidad del Viejo Mundo, la homogeneidad de las culturas mexicanas es impresionante. La imagen que presenta la historia mesoamericana, desde sus orígenes hasta el siglo XVI, a la llegada de los españoles, es la del círculo. Una y otra vez esos pueblos, durante dos milenios, comenzaron y recomenzaron, con las mismas ideas, creencias y técnicas, la misma historia. No la inmovilidad sino un girar en que cada nueva etapa, simultáneamente, fin y recomienzo. A Mesoamérica le faltó el contacto con gentes, ideas e instituciones extrañas. Mesoamérica se movía sin cambiar: perpetuo regreso al punto de partida.... Los antiguos mexicanos vieron a los españoles como seres sobrenaturales llegados de otro mundo porque no tenían categorías mentales para identificarlos." Octavio Paz, Vislumbres de la India. Pág. 107 "El ejemplo contrario y complementario es el de los pueblos americanos, que no pudieron resistir a los conquistadores europeos: sus culturas desaparecieron, a la inversa de lo que ocurrió con los hindúes, musulmanes y chinos ante el imperialismo europeo. El Choque entre los españoles y los mesoamericanos fue un violento encuentro entre civilizaciones que se resolvió por la derrota de la mentalidad mágica y la cultura ritualista. La inferioridad científica, filosófica, técnica y política de los mesoamericanos no explica enteramente a la conquista." Octavio Paz, Vislumbres de la India. [pág. 114]

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“No todo fue horror: sobre las ruinas del mundo precolombino los españoles y los portugueses levantaron una construcción histórica grandiosa que, en sus grandes trazos, todavía está en pie. Unieron a muchos pueblos que hablaban lenguas diferentes, adoraban dioses distintos, guerreaban entre ellos o se desconocían. Los unieron a través de leyes e instituciones jurídicas y políticas, pero, sobre todo, por la lengua, la cultura y la religión. Sí las pérdidas fueron enormes, las ganancias han sido inmensas. Para juzgar con equidad la obra de los españoles en México hay que subrayar que sin ellos –quiero decir: sin la religión católica y la cultura que implantaron en nuestro país- no seríamos lo que somos. Seriamos, probablemente, un conjunto de pueblos divididos por creencias, lenguas y culturas distintas." Octavio Paz, Vislumbres de la India. [pág. 116]. Como lo señala atinadamente Mario Vargas Llosa, el Estado mexicano ha sido muy hábil al crear un mito y una demagogia cultural con “el imperio azteca” para alejar y desposeer al pueblo de la mayor riqueza filosófica-cultural de su pasado ancestral. La instauración del culto fanático de la Mexicáyotl, es producto de una “razón de Estado”, y hoy es se ha convertido en “la mexicanidad” como un producto de consumo y de moda. La gente que fue informada solo con el libro de texto a través de la SEP, sobre el pasado “Prehispánico” y que su referente “ancestral” son los mexicas y la Gran México-Tenochtitlán. Creyendo con los “mextin-mexicas-aztecas”, son los creadores de la milenaria cultura y sabiduría del Cem Anáhuac, quedan atrapados en “el laberinto de la desolación, de ser extranjeros incultos en su propio país”. El enemigo de los pueblos y culturas ancestrales del Anáhuac, ha sido, el extranjero colonizador y depredador, quien se ha apoderado del gobierno desde 1521 y ha impuesto sus propias

151 leyes, autoridades e instituciones. Lo mismo en el sistema colonial que en el necolonial, no importando si son gachupines o criollos, siempre han explotado al pueblo y depredado los recursos naturales. Si el Estado necolonial criollo exalta a los mexicas y al “imperio azteca”, haciendo de su “historia oficial” el origen de su país…debemos estar alertas, ser críticos y analíticos de su discurso. El quedar ajenos a nuestra milenaria raíz. A los valores, principios y saberes conocidos como Toltecáyotl, es como quedar amputados del mayor potencial con el que podremos cambiar el destino de nuestra nación. Se requiere de una vigorosa acción crítica y analítica, para descolonizar el proyecto de dominación cultural, a través de la anulación del potencial de sabiduría milenaria que posee la Civilización del Cem Anáhuac. Porque, es justamente, con esta sabiduría “propia-nuestra”, y no con otras más, que nos lleguen del extranjero, como podremos restaurar la armonía, la justicia y la fraternidad entre los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos del Anáhuac. Oaxaca Julio de 2017.

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LA COLONIZACIÓN DE LA HISTORIA Cuando los militares tomaron el poder en Argentina, se dedicaron, entre otras cosas, a asesinar a las parejas jóvenes que eran “subversivas”, se supone que hubo alrededor de 30 mil desaparecidos y se quedaban como botín de guerra con los bebes, que se calcula fueron 500, entregándolos a familias de militares o personas de ideología fascista, quienes los criaron como sus padres. En 1997 se creó la organización “Abuelas de Plaza de Mayo”, cuyo objetivo es localizar y restituir a sus legítimas familias todos los niños desaparecidos. La pregunta fue, ¿se debe decirles la verdad a personas adultas? Decirles, que aquellos que creyeron eran sus padres fueron los asesinos de sus verdaderos padres. La respuesta fue SI, por dolorosa que sea, la verdad tiene mayor fuerza ética y moral. Lo mismo ha hecho el Estado Mexicano necolonial criollo, que ha hecho lo mismo con la “historia Prehispánica” del pueblo de México. Ha colonizado la historia para crear una “verdad histórica”, que explique, las relaciones de poder, económicas, políticas, sociales, educativas, religiosas y culturales, de un país sumido en la pobreza, la explotación, la injusticia, el abuso, el racismo y la ignorancia de la mayoría de los “mexicanos”. Una “historia oficial” que haga ver lo inaudito, como algo lógico e históricamente correcto. Lo inmoral, como algo normal. La “verdad histórica de la época prehispánica”, favorece a un pequeño grupo de extranjeros y de hijos de extranjeros y traidores locales, que se han beneficiado económicamente de las condiciones de vida de la gran mayoría. Élites que jamás han sentido al pueblo y sus milenarias culturas, como algo propio y valioso, por el contrario, han pretendido el exterminio físico y epistémico, la desvaloración de su cultura y, sobre todo, la MANIPULACIÓN de la historia.

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Estos beneficios inmorales e ilegales, están sustentados en tener sumido al pueblo en la ignorancia, no solo para mantenerlos anestesiados y en estado zombi, sino, fundamentalmente, para sumergirlos en la “ignorancia de sí mismos”; es decir, en la pérdida de la memoria histórica y la identidad. La Civilización del Cem Anáhuac es una de las seis más antiguas y con origen autónomo del planeta; y la misma que logró alcanzar la más alta calidad de vida para todo su pueblo. Desde 1521 se inició, por los invasores, una estrategia de destrucción total y negación de los logros y la sabiduría ancestral, creada por las personas de conocimiento a lo largo de muchos siglos. Los Maestros llamados toltecas, que, en los Tollan desarrollaron la Toltecáyotl, la sabiduría y las instituciones ancestrales. Desde la invención de la agricultura, el maíz y la milpa, hace diez mil años, pasando por los más de diez siglos de esplendor en el periodo Clásico, hasta el colapso y su misteriosa partida a mediados del siglo noveno, la Toltecáyotl le dio a lo que hoy es México, las bases más antiguas y profundas de su identidad, basada en una sabiduría tan valiosa e importante como el hinduismo o el zoroastrismo, para India o Mesopotamia. Sin embargo, el Estado mexicano necolonial criollo, ha tratado, por todos sus medios, sean la Secretaría de Educación Pública, la tv., la radio, y ahora la multimedia, de esconder y tergiversar este tesoro de sabiduría, que puede cambiar las condiciones de vida de las mayorías, al recuperar su memoria histórica, su verdadera identidad y su sabiduría ancestral. Porque esa sabiduría de vida llamada Toltecáyotl, es la herencia cultural más importante que posee el pueblo. El Estado Mexicano de ideología necolonial criolla, ha creado una falsa identidad, a través de las mentiras que escribieron los conquistadores, misioneros y anahuacas conversos. La tergiversación histórica comienza con las mentiras que crearon los mextin, al conformar un Estado imperial a través de la Triple 154

Alianza, con una ideología mística, materialista y guerrera. En efecto, fue Tlacaélel el creador de la Mexicáyotl, convirtiendo a los mextin, pueblo chichimeca nómada cazador, en un “pueblo elegido con una misión divina”. Tlacaélel en su juventud, se educó en el Calmécac de Cholula y ahí le enseñaron La Toltecáyotl. Ante la partida de los toltecas y la amenaza del final del Quinto Sol, Tlacaélel se inventó un destino manifiesto que salvaría al Anáhuac de la profetizada destrucción por el final del Quinto Sol. Creó un “destino manifiesto”, y designó a “los nuevos mexicas”, como los encargados de sostener el Quinto Sol, a través del poder de su numen tutelar Huitzilopochtli, venido con ellos de las llanuras del Norte y de distorsionar la milenaria sabiduría tolteca. Convirtió a la Toltecáyotl en una nueva versión modificada, llamada Mexicáyotl, en la que, se trasgrede la enseñanza de Quetzalcóatl. Desapareció a los mextin de los antiguos memoriales que mandó quemar, y ordenó que se creara una nueva historia, en donde los mextin pasarían a ser mexicas, quienes peregrinarían en busca de una tierra prometida desde un mítico Aztlán, refundarían, el ya poblado islote en una fecha astronómica, declinarían a Quetzalcóatl como símbolo de la sabiduría, la educación y la espiritualidad; y en su lugar encumbrarían a su numen tutelar Huichilopoztli, asociado a la voluntad de poder, la guerra y el mundo material. Crearían una “nueva religión”, tomando como base los ancestrales ritos y ceremonias toltecas, pero ahora, con una nueva ideología. La educación se militarizaría, la guerra espiritual pasaría a ser una guerra material contra sus vecinos, imponiendo grandes tributos, como nunca se había dado en la cultura tolteca del Anáhuac. Se crearía la propiedad privada, se incentivará el comercio a gran escala, el cacao se empezaría a usar como instrumento de cambio. En síntesis, se materializaría una forma de vida ancestral de carácter espiritual y el sistema de gobierno se volvería una “máquina de guerra”. 155

En pocas palabras, los herederos de los primeros jefes tribales chichimecas que bajaron del Norte, como fueron Xólotl, Tezozómoc y Tenoch, se apropiarán y usarán las formas toltecas de la sabiduría ancestral, pero mantendrán su herencia guerrera y nómada, sin llegar a la raíz ancestral, a la esencia del conocimiento civilizatorio del Anáhuac, conocido como Toltecáyotl, salvo el linaje de Xólotl, y por eso, se entiende que Texcoco, siempre fue “diferente”, y trató, de mantener viva la esencia tolteca, siendo Netzahualcóyotl el último tlatoani tolteca del Anáhuac. Después de la caída de Tenochtitlán en 1521, los guerreros nahuas que combatieron por la causa de los invasores, y los guerreros nahuas que fueron derrotados, se unieron con los españoles, como eran “los usos y costumbres militares” del periodo Postclásico, e iniciaron la conquista del Cem Anáhuac. En el siglo XVI los descendientes de los linajes de los gobiernos nahuas, que se educaron y occidentalizaron, empezaron a escribir una historia distorsionada de sus antepasados, en la que aparecieron, “los reyes, las reinas, príncipes y princesas indígenas”. Entre otros personajes podemos mencionar a Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. Esto lo hicieron para demostrar que ellos pertenecían a “la nobleza indiana”, por lo cual recibían trato preferencial y prebendas. En el siglo XVII, los criollos iniciaron su lucha en contra de los peninsulares por el poder, de esta manera, a los mexicas los transformaron en “los griegos” de la ideología criolla, en la que empiezan a inventar una “historia mexicana”, en donde los mexicas y los conquistadores, son los cimientos de la nación de los criollos. Entre otros personajes, podemos nombrar a Francisco Javier Clavijero, como el “padre de la ideología criolla”. En el siglo XIX, el porfiriato uso a los mexicas como la génesis del Estado Mexicano. Entre otros personajes de esta corriente, podemos mencionar a Alfredo Chavero con el primer libro de la historia oficial del país “México a través de los siglos”. En el siglo XX,

156 los mexicas ocuparán “el sitio de honor” de la historia oficial del Estado Mexicano neocolonial criollo, y serán usados, como una cortina de humo, para que el pueblo no conozca la ancestral civilización Madre, ni su filosofía conocida como La Toltecáyotl, la sabiduría ancestral y los valores y principios, que llevaron a nuestros antepasados a lograr la más alta calidad de vida para todo un pueblo en la historia de la humanidad. El neocolonizador nos ha quitado la memoria histórica, los recuerdos ancestrales. Un pueblo amnésico, inconsciente y desmemoriado, que a fuerza de la encomienda, la Santa Inquisición, las minas, las haciendas y las leyes coloniales, se le usó, en el nuevo orden económico y político, como mano de obra esclava, sin ningún derecho, salvo el de “salvar su alma” a través de la religión impuesta a sangre y fuego, se le ha tenido prohibido “recordar”: que estas tierras, por milenios fueron de ellos, recordar quiénes fueron sus antepasados, cuáles sus logros, cómo vivían, cuáles sus valores y principios, cuáles sus leyes, autoridades e instituciones. El régimen colonial español, durante trescientos años, los “descubrió”, los castellanizó, los cristianizó, los educó, los enseño a trabajar y a vivir como “seres humanos civilizados” a la manera europea. El régimen neocolonial criollo, durante los últimos doscientos años, los alfabetizó, los modernizó, los desarrolló, los democratizó, los globalizó, integrándolos al sistema económico mundial, como consumidores compulsivos y trabajadores maquileros. En síntesis, los pueblos y culturas del Anáhuac, en estos quinientos años, han sido convertidos en zombis y sus ancestrales culturas, avasalladas por una “modernidad” que no termina de llegar desde 1521. En estos cinco siglos de despojo, violencia, abuso e injusticia, a los herederos del Anáhuac, a los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos toltecas, les han quitado: la lengua, la memoria histórica, los conocimientos, los espacios y la espiritualidad, 157 para dejarlos indefensos, frágiles y vulnerables. Aptos para cualquier explotación o injusticia. Cómo no saben quiénes son, de dónde vienen y a dónde van, por la pérdida de su memoria histórica, naufragan en el “laberinto de la desolación”, tratando torpemente de ser españoles tres siglos, franceses un siglo y en el siglo XX, “gringos de tercera, en vez de anahuacas de primera”. Sin embargo, en el inicio del siglo XXI se ha creado un movimiento “nacionalista”, que busca recuperar “la identidad prehispánica”. Desde la década de los años setenta del siglo pasdo, a través de la danza conchera, se creó la llamada “danza mexica o danza azteca”, que es una variante de la danza de resistencia, que se mantuvo en los atrios camuflada con la religión del colonizador. Pero este movimiento ha cobrado mucha fuerza en lo que va del presente siglo. Personas cansadas del fracaso del paradigma de la felicidad, propuesto por la modernidad, desilusionadas de las filosofías orientales occidentalizadas y comercializadas, buscan en las culturas y sabidurías de los “pueblos indígenas”, un espacio de realización humana. Muchos grupos de personas de todas las edades han empezado una búsqueda de la raíz cultural. El problema es que han tomado a los mitos y fantasías del llamado “Imperio Azteca” o cultura mexica, como la fuente de su inspiración. El problema de esta búsqueda, es que resulta superficial y poco comprometida, en la medida que no se investiga con un pensamiento crítico y analítico. Se parte de “la historia oficial” del Estado necolonial criollo, y se toma su discurso, como un dogma. Sin cuestionar los libros de texto, los libros y discursos de la academia al servicio del Estado y las fuentes escritas en el Siglo XVI. El Estado Mexicano, es heredero y producto del Virreinato de la Nueva España. El país, que en 1821 fundaron los criollos, ha sido, “de ellos y para ellos”, el pueblo ha estado ajeno a la toma 158 de decisiones del gobierno y de la iniciativa privada. El pueblo solo ha sido usado como “carne de cañón” para las luchas fratricidas entre los criollos, como mano de obra casi esclava y como voto duro en las corruptas elecciones para legalizar los gobiernos neocoloniales. Si el Estado Mexicano históricamente ha sido enemigo del pueblo y sus culturas ancestrales, por qué tomar “su historia oficial prehispánica” como verdadera. Para el Estado Mexicano solo existe, -en la “historia prehispánica”-, los mexicas, los demás pueblos y culturas han sido reducidos a su mínima expresión, acaso solo con una categoría arqueológica-turística. Para el Estado Mexicano apenas aparecen los mayas, y esto se debe a los investigadores extranjeros, no a los “eruditos” colonizados arqueólogos “mexicanos”. Pero para el Estado Mexicano las culturas zapoteca, mixteca, purépecha, nahua, totonaca, por citar algunas, no existen, ni arqueológicamente en el pasado, y menos en el presente, como pueblos vivos con derechos históricos. Ya no se diga los pueblos del Centro Norte del país, como los yaquis, mayos, tarahumaras, pames, otomís, por nombrar algunos. Para el Estado solo existe, en “la historia prehispánica oficial”, los mexicas o aztecas. Para el Estado mexicano “el indio muerto prehispánico” es el que tiene valor y atención. De esta manera, los mexicas, ocupan el sitio preferente y sobresaliente del discurso identitario oficial. Comenzando con la zona arqueológica del Templo Mayor, la sala principal del Museo Nacional de Antropología e Historia, el libro de texto, las investigaciones y textos de los historiadores y arqueólogos al servicio del Estado; quienes son, multi premiados y reconocidos, que adornan los foros político-ideológicos del Estado, especialmente en los días “significativos”, como el día de los pueblos originarios, el día de las lenguas indígenas, etc. Estos eméritos personajes, “los oficiadores del culto a la Versión de los Vencidos”, los reforzadores de la “verdad histórica prehispánica”, los

159 personeros de la historia colonizada. Los hijos del “México imaginario” que nos señala el Dr. Guillermo Bonfil Batalla. Para el Estado Mexicano necolonial de ideología criolla, mientras la gente trate de convertirse en “feroces y valientes guerreros aztecas”, mientras se emplumen y dancen, mientras “vuelvan a su origen” en el temazcal el fin de semana y se tatúen, no existe peligro alguno de que recuperen su memoria histórica, su identidad y su dignidad ancestral. Mientras se conviertan en “guerreros aztecas”, adoradores de la Mexicáyotl, atrapados en un “nuevo mercado”, todo quedará en una moda más, inocua e intrascendente, que en nada afectará las relaciones sociales, culturales, económicas y políticas del Estado necolonial criollo. El sistema necolonial seguirá vigente y fortalecido, sin peligros y asechanzas. El pueblo seguirá anestesiado, con los ojos cerrados y el corazón fragmentado. Lo que no está permitido, -categóricamente-, es que recuperen su memoria histórica ancestral, su identidad milenaria, su dignidad existencial, la estructura filosófica ancestral. Que no conozcan, ni piensen, en el sistema de alimentación milenaria y su capacidad de ser autosustentable y abastecerse de energía. Que olviden la sabiduría ancestral, de las ciencias de la salud física, emocional y espiritual, que desconozcan el potencial biófilo de sus hermanitas, las plantas, para mantener y acrecentar la energía, para recuperar el equilibrio y el bienestar. Que desconozcan la pedagogía y didáctica ancestral del primer sistema de educación de la humanidad, creado por sus antepasados, que refrena y orienta la energía de los niños y jóvenes, que no distinga sus valores, principios y fundamentos de la educación familiar y comunitaria que todavía subyace en nuestros tiempos, que no pretendan forjar “rostros propios y corazones verdaderos” en sus hijos. Que desconozcan la democracia participativa, más antigua y vigente de la humanidad, que no posean la conciencia de servir

160 a la comunidad y de que la autoridad debe “mandar obedeciendo” a la Asamblea, que no se inspiren en las formas ancestrales de gobierno democrático participativo, de las comunidades indígenas y campesinas del país, que no posean la sabiduría para organizar y canalizar la energía comunitaria. Pero, sobre todo, lo que pretende el Estado Necolonial de ideología criolla, es que los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos, no tengan la conciencia de su ser histórico, la conciencia de la sacralidad de su existencia, y menos aún, que no tengan conciencia del potencial existencial de su ser energético. En pocas palabras, que no tengamos futuro como seres humanos dignos y herederos de una de las mayores sabidurías creadas en la historia de la humanidad. La idea, es dejarnos huérfanos, vencidos y desolados. Esta es la razón por la cual la Historia de la Civilización del Anáhuac se ha reducido a la historia de “la cultura mexica”. La Toltecáyotl ha quedado reducida a una limitada y tergiversada visión guerrera- imperial, del mundo y la vida llamada Mexicáyotl, que los neo- mexicas llaman “mexicanidad” y que se convertido en una nueva moda “new age” comercial. De esta manera, queda garantizada la continuidad de la colonización mental, cultural y espiritual, que seguirá manteniendo a una élite parásita y corrupta, que se ha enriquecido ilegal e inmoralmente a partir de la ignorancia de sí mismos, del pueblo de este país. Es un delito, de lesa humanidad, secuestrar la memoria histórica de una nación, y privar, a todo un pueblo, de su milenaria historia y filosofía ancestral, para que se diluya en mentiras, mitos y fantasías, la historias de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del planeta. En “El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, se señala que todo aquel acto tipificado como exterminio y persecución de grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos culturales, étnicos y raciales que cause intencionalmente grandes sufrimientos o atente gravemente

161 contra la integridad física o la salud mental, es materia de un delito de lesa humanidad”. La Toltecáyotl es Patrimonio Cultural de la Humanidad, y debe de restituirse al pueblo que la generó, para fortalecer su presente y potenciar su futuro.

Se requiere descolonizar la historia, investigar y restituir, la “verdadera historia”, para que la conozca el pueblo, como un acto de soberana dignidad, y cancelar definitiva y de raíz, todas las formas de la colonización epistémica. El desafío es enorme, pero vale muy bien la pena luchar esta “Batalla Florida”, después de cinco siglos de luchar por las ideas y los intereses de nuestros opresores, empezar de nuevo, a luchar por lo “propio-nuestro”. Por nuestro futuro, por nuestra Matria, por el Anáhuac, por la Toltecáyotl. No podemos salir del calabozo de la colonización con las ideas y los valores de los colonizadores. Lo difícil no es hacerlo…sino imaginarlo. San Jerónimo Yahuiche Oaxaca Verano del 2017

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EN DEFENSA DE LA RESTITUCIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA Y LA IDENTIDAD CULTURAL ANCESTRAL.

El Estado Mexicano desde 1824, de manera consiente, estratégica y concertada, ha usado todos los recursos disponibles a su alcance, para que la mayoría de los ciudadanos vivan desconectados de su memoria histórica y de su identidad ancestral. Que el pueblo, lo mismo los llamados “indígenas”, como los mestizos, no encuentren en su vida cotidiana, sea familiar, escolar, comunitaria y laboral, nexos que los vinculen con la Civilización Madre de la cual ellos forman parte indisoluble. Con sus tres poderes y sus tres niveles de gobierno, la acción se ha realizado de manera permanente, negando cualquier espacio para recuperar la conciencia histórica y la identidad ancestral. El Estado, directa o indirectamente, explicita e implícitamente ha coordinado esta acción, que ha recibido la cooperación de los grupos de poder económico, las iglesias y los medios de comunicación. Los llamados “mexicanos” son un pueblo heredero de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del planeta, y la que alcanzó los más elevados niveles en cuanto al desarrollo humano. La civilización originaria de México, es, tan antigua como las de India y China. A diferencia de los pueblos de estas civilizaciones, el pueblo de México vive ajeno, ignorante y desvinculado de sus más remotos origines culturales de manera consciente.

En efecto, no solo en los pueblos llamados “indígenas o pueblos originarios”, sino también en el mayoritario pueblo mestizo, existe un vínculo innegable a la Civilización Madre, pero este vínculo, es de carácter inconsciente. Se manifiesta en la vida

163 familiar y comunitaria, a través de las llamadas tradiciones, fiestas, usos y costumbres, y en los “saberes comunitarios”. Pero no de manera plena y consiente. No de manera racional y en la consciencia “de todos los días”. De manera diferente, los pueblos de la India y China, si poseen esa vinculación de su pasado ancestral a su realidad cotidiana, y contribuye de manera decisiva a la aspiración de un futuro continuo y coherente con su pasado. Esta desvinculación entre pasado, presente y futuro del pueblo de México. Esta pérdida de la memoria histórica y de la identidad cultural ancestral, ha dado como resultado un pueblo frágil, vulnerable, inseguro, apto para cualquier tipo de manipulación, injusticia y explotación. Un pueblo silenciado, maniatado e impotente de defenderse y exigir justicia. Un pueblo al que le han extirpado, de forma violenta o subliminal, durante dos siglos por su propio gobierno, la plena consciencia de su Cultura Madre, la esencia y la raíz de La Matria, se convertirá en un pueblo “colonizador-colonizado”, un pueblo de vencedores y vencidos, un pueblo de primitivos y modernos, de ricos y miserables. En síntesis, un pueblo apto para todo tipo de abuso e imposiciones, sean jurídicas, laborales, económicas, territoriales, religiosas, educativas y culturales. El Estado Mexicano ha cometido un crimen de lesa humanidad y ha violentado el derecho humano del pueblo, que es, desposeerlo de su memoria histórica ancestral y su identidad cultural más profunda, esencial y vital. Por medio de una estrategia implícita y explícita, a través de sus tres poderes y los tres niveles de gobierno, de manera sistemática y constante, el Estado Mexicano ha logrado que el pueblo no tenga conciencia, de que forma parte de una de las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad. Como consecuencia de ello, no posee una identidad cultural consiente

164 que lo vincule a un largo proceso de desarrollo humano y civilizatorio, y menos, que lo comprometa con él. El Estado por medio de las instituciones educativas y de investigación, ha creado una “Historia Oficial Prehispánica”. Un dogma histórico en el que los mexicas o aztecas, pasan a ser la cultura más importante del “México antiguo” y del país, desapareciendo miles de años de desarrollo humano y mil años de esplendor civilizatorio, así como todos los pueblos indígenas que han sobrevivido a su muerte histórica. Que el 13 de agosto de 1521, con la caída de Tenochtitlán, desaparece “el México Prehispánico”, e inicia el “México colonial”. En el que la Conquista, “por más sangrienta e injusta, fue necesaria para iniciar el tránsito a la civilización, a la modernidad y al desarrollo, que nos permitió integrarnos a Occidente y formar parte de la Historia Universal”. Que el México moderno nace de los escombros del Templo Mayor, la evangelización y la castellanización. Que la presencia de extranjeros, sus capitales y tecnologías, ha sido y son, la única vía para acceder al bienestar y progreso del país. La nación nace por una acción violenta y sangrienta, sustentada en el despojo y la ilegalidad, desde Hernán Cortés hasta Carlos Slim. Acción que se mantiene hasta nuestros días de manera incesante, haciéndola parecer natural e intrascendente. Los extranjeros y sus descendientes, son los que han decidido sobre el destino del país que crearon en 1824.

Los pueblos ocupados, solo pueden ser carne de cañón, amnésicos ciudadanos, dóciles trabajadores y voto duro para las elecciones de los grupos oligarcas que luchan por el poder. Crimen de lesa humanidad. “El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional todo aquel acto tipificado como asesinato, exterminio, esclavitud,

165 deportación o traslado forzoso de población, encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales del derecho internacional, tortura, violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparable, persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género, u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho internacional, la desaparición forzada de personas, el crimen de apartheid u otro acto inhumano de carácter similar que cause intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque.” El Estado Mexicano, desde su fundación, ha implantado una política de sometimiento del pueblo a través de privarlo de su memoria histórica ancestral. A través de la “historia oficial”, se ha tratado de borrar los miles de años de desarrollo humano, de sus logros y aportes a la humanidad, como el maíz, el chocolate, la cuenta perfecta del tiempo, por solo citar tres aportaciones, que hoy, forman parte de los elementos culturales del mundo contemporáneo. La idea de que la milenaria historia del Anáhuac se reduce a la cultura mexica de 196 años, de un pueblo guerrero, imperialista, que practicaba sacrificios humanos, y que, gracias a la Conquista y Colonia, se logró civilizar y encauzar una cultura primitiva a llamada “cultura universal”. La cultura dominante, desde 1824 ha sido hispanista, afrancesada y norteamericanizada. Orientada por una “ideología criolla”, que pondera lo extranjero sobre lo local, lo moderno sobre lo tradicional, lo individual sobre lo comunitario, el interés personal o privado sobre el bien común o interés

166 comunitario. Con un modelo económico que promueve el desarrollo del país a través de la inversión y tecnología extranjera y la depredación de los recursos naturales, ofreciendo al capital, mano de obra barata a través de pauperizar al pueblo. Este modelo económico e ideología extractiva, solo se puede lograr a través de desposeer al pueblo de su conciencia de ser, es decir, desposeerlo de su memoria histórica y su identidad ancestral. Someterlo a una “especie de lobotomía” para generar un estado de pasividad y resignación “Guadalupana”. Quitarle sus ancestrales recuerdos para dejarlo amnésico e inconscientes. Por medio de una falsa identidad, arropada en un confuso nacionalismo, el pueblo queda engañado, vulnerable y apto para su explotación. Esta estrategia históricamente ha atentado contra la integridad física, la salud mental, emocional y física, así como en contra de la auto estima y la dignad. Ha sido un ataque sistemático y premeditado, usando todos los recursos e instituciones de Estado para mantener al pueblo sometido, explotado e indefenso. Esta es la razón por la que señalamos que el Estado Mexicano ha cometido, históricamente, un crimen de lesa humanidad.

Derechos Humanos Universales e inalienables. “Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son interrelacionados, interdependientes e indivisibles. El principio de la universalidad de los derechos humanos es la piedra angular del derecho internacional de los derechos 167 humanos. Este principio, tal como se destacará inicialmente en la Declaración Universal de Derechos Humanos, se ha reiterado en numerosos convenios, declaraciones y resoluciones internacionales de derechos humanos.” Lo que ha hecho el Estado Mexicano, en contra del pueblo, se concibe dentro de La teoría jurídica internacional, conocida como, “La Doctrina del Descubrimiento”, que ha servido de fundamento para la violación de los derechos humanos de los pueblos indígenas, es condenar a todo un pueblo a “la ignorancia de sí mismo”. A través de las leyes y las políticas implantadas por medio de sus instituciones, el “Estado necolonial de ideología criolla”, alienta y genera la perdida de la memoria y la identidad ancestral, con ello, se lesiona uno de los derechos humanos más importantes, tanto de los individuos como de los pueblos, nos referimos al “tener conciencia de su ser histórico y de su identidad cultural milenaria”. Despojando a los individuos y a los pueblos de la conciencia de ser, lo que los imposibilita en la capacidad de defender sus derechos y exigir justicia. Un pueblo en tales condiciones es un pueblo amnésico, vulnerable e inseguro, un pueblo esclavo. En base a la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos intrínsecos de los pueblos indígenas, resulta un derecho inalienable el poseer conscientemente la memoria histórica y la identidad ancestral. El negarle esta conciencia es una forma de discriminación, ya que es un derecho intrínseco, que tiene la misma importancia o más, que el que deviene de sus estructuras políticas, económicas y sociales. En la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas, en el artículo segundo se afirma que: “Los pueblos y los individuos indígenas son libres e iguales a todos los demás pueblos y personas y tienen derecho a no ser objeto de ningún tipo de discriminación en el ejercicio de sus derechos, en particular la fundada en su origen o identidad indígenas”. 168

Cuando de manera deliberada, el Estado le niega al pueblo en general, no solo al indígena, la memoria histórica y la identidad cultural ancestral, se lesiona su derecho a conocer su origen y su identidad. De esta manera, al negarse la libre autodeterminación cultural, se promueve una falsa y endeble identidad, lo que impide su pleno desarrollo económico, social y cultural. En el artículo quinto se menciona: “Los pueblos indígenas tienen derecho a conservar y reforzar sus propias instituciones políticas, jurídicas, económicas, sociales y culturales, manteniendo a la vez su derecho a participar plenamente, si lo desean, en la vida política, económica, social y cultural del Estado.” La Toltecáyotl, definida por el Dr. Miguel León Portilla, como “Las instituciones y la sabiduría de los toltecas”, que es la estructura epistémica de la Civilización Madre, ha sido sistemáticamente negada y menospreciada por las instituciones educativas, culturales de investigación en ciencias sociales y medios masivos de comunicación. En el artículo octavo de la Declaración de Naciones Unidas dice textualmente, “Los pueblos y los individuos indígenas tienen derecho a no ser sometidos a una asimilación forzada ni a la destrucción de su cultura.” La difusión de una falsa historia ancestral, por medio de las instituciones del Estado Mexicano, es una acción violenta que busca someter a los pueblos indígenas y mestizos a una historia oficial, que ha pretendido unificar una sola identidad nacional sometiendo a la desaparición a las identidades culturales ancestrales. El mismo nombre del país, es un atentado contra la permanencia de la memoria de la civilización ancestral llamada Anáhuac. México viene del nombre de la Ciudad de México- Tenochtitlán y el gentilicio de “mexicano” viene de mexica. Actualmente existen más de 60 pueblos y culturas hijas de la civilización del Anáhuac y la mayoría del pueblo no es heredero de la “cultura mexica”, por lo tanto, es una violación a su 169 dignidad y a su identidad, al ser sometidos a una asimilación forzada. En el punto dos del mismo artículo octavo se establece: “Los Estados establecerán mecanismos eficaces para la prevención y el resarcimiento de: a) Todo acto que tenga por objeto o consecuencia privarlos de su integridad como pueblos distintos o de sus valores culturales o su identidad étnica; b) Todo acto que tenga por objeto o consecuencia desposeerlos de sus tierras, territorios o recursos; d) Toda forma de asimilación o integración forzada…” El Estado Mexicano ha cometido un delito de lesa humanidad y un atentado a los derechos humanos al privar, a propósito, de su memoria historia e identidad cultural ancestral a la mayoría de sus habitantes. Por lo que deberá restituir esta memoria y esta identidad ancestral a través de difundir la verdadera historia ancestral, la sabiduría milenaria conocida como Toltecáyotl, por medio de sus instituciones de investigación, educación y medios masivos. En el artículo treceavo dice, “Los pueblos indígenas tienen derecho a revitalizar, utilizar, fomentar y transmitir a las generaciones futuras sus historias, idiomas, tradiciones orales, filosofías, sistemas de escritura y literaturas, y a atribuir nombres a sus comunidades, lugares y personas, así como a mantenerlos.” En el artículo veintiochoavo apunta, “Los pueblos indígenas tienen derecho a la reparación, por medios que pueden incluir la restitución o, cuando ello no sea posible, una indemnización justa y equitativa por las tierras, los territorios y los recursos que tradicionalmente hayan poseído u ocupado o utilizado y que hayan sido confiscados, tomados, ocupados, utilizados o dañados sin su consentimiento libre, previo e informado.” 170

Tomando en cuenta que la filosofía, la historia y los valores de la civilización Madre se encuentran en la Toltecáyotl, ésta, se convierte en uno de los principales recursos del pueblo para encontrar el desarrollo y la plenitud. Por lo que el Estado Mexicano, debe reparar el daño que le ha hecho a los herederos de este recurso. Finalmente, en el artículo treintaiunavo dice, “Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar su patrimonio cultural, sus conocimientos tradicionales, sus expresiones culturales tradicionales y las manifestaciones de sus ciencias, tecnologías y culturas, comprendidos los recursos humanos y genéticos, las semillas, las medicinas, el conocimiento de las propiedades de la fauna y la flora, las tradiciones orales, las literaturas, los diseños, los deportes y juegos tradicionales, y las artes visuales e interpretativas. También tienen derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar su propiedad intelectual de dicho patrimonio cultural, sus conocimientos tradicionales y sus expresiones culturales tradicionales.” Las culturas nacidas de la civilización Madre y los pueblos mestizos desprendidos de estas culturas, que también son sus herederos legítimos, tienen el derecho y la obligación de proteger, desarrollar y exigir la restitución de la Toltecáyotl, como un recurso cultural y un patrimonio cultural. Recuperar los conocimientos, sabiduría, valores, principios, producto de diez mil años de desarrollo humano, es un derecho humano elemental para tener plena conciencia de ser, ejercer con plenitud el legado de sabiduría de una de las seis civilizaciones ancestrales y con origen autónomo de la humanidad. Solo con este legado, llegará la plena, justa y armónica transformación del país, a partir de un patrimonio cultural que nos unifica y fortalece a todos por igual. Lo que nos permitirá

171 tener un destino compartido en el que exista la justicia, la igualdad y la fraternidad acabarán con el abuso, la corrupción y la injusticia, generada por una identidad falsa, valores ajenos y una historia que solo benefició a un pequeño grupo de usurpadores. El Estado Mexicano debe restituir la memoria histórica y la identidad cultural ancestral, porque se ha cometido un crimen de lesa humanidad y se ha atentado contra los derechos humanos de los pueblos indígenas y los pueblos mestizos. Es imprescindible y de urgente realización, que el Estado Mexicano restituya de manera total y categórica el derecho al ejercicio de su memoria histórica ancestral y la plena conciencia de su identidad cultural milenaria, para que los habitantes de este país, independientemente de su origen cultural o étnico, se desarrollen en un clima de justicia, igualdad y fraternidad, para acceder a la plenitud y el equilibrio, logrado por nuestros antepasados durante muchos siglos.

Si ya lo hicimos una vez, por lo que lo podemos volver a hacer. Porque el futuro de la nación, está en el conocimiento pleno de su antiguo pasado.

Oaxaca, 12 septiembre 2017.

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