IE VALENCA DE (COYANZA)

E U L OGIO ALONSO GONZALEZ «MERINO* DEL GRUPO DE TRADICIONES COYANTINAS

JT 60M

GUIA ARTISTICA

DE

\ienc ia Je

{COYANZA)

POR EULOGIO ALONSO GONZALEZ

(«MERINO» DEL GRUPO DE TRADICIONES COYANTINAS)

DEPOSITO LEGAL. VA. 230. 1959.

T- c. IMP. AGUSTINIANA, FILIPINOS, 7 - 8641 - VALLADOLID GUIA ARTISTICA

DÉ l^alencta de CjJon /^Juc

(COYANZA)

Este trabajo obtuvo el Premio del Ayuntamiento de la ciudad coyantina en el III CERTAMEN DE EXALTACION de los VALORES LEONESES que organizó la Delegación Provincial del Ministerio de INFORMACION Y TURISMO en el mes de Junio de 1957. Presentóse al Certamen bajo el lema:

Verba volant, scripta manent

DECLA-RADA DE GRAN UTILIDAD POR EL EXCELENTISIMO AYUNTAMIENTO DE LA CIUDAD DE VALENCIA DE DON JUAN

SUBVENCIONADA POR LA EXCELENTI• SIMA DIPUTACION PROVINCIAL DE LEON ES PROPIEDAD •fi modo de Ptotoyo

COYANZA, que, al decir de Berrueta, es vieja por sus abolengos y moza por sus atavíos, fue grande. Por sus heroicidades, por sus virtudes, por su fe. Y habien• do sido en todo grande, de esta grandeza no había de estar ausente el arte, que no podía ser otra cosa que arte predominantemente religioso. Pueblo que tuvo ca• torce iglesias —diez de ellas parroquiales— dados los medios económicos propios en que entonces se desen• volvían, no es de extrañar que pudieran albergar obras de artistas de gran categoría. Mal acostumbrados los que vivimos en el actual siglo a ver la penuria, la ver• dadera indigencia en que la Iglesia vive desde la fu• nestísima desamortización acá, que le impide hasta poder adquirir el aceite preciso para la lámpara del Santísimo, no acertamos a comprender bien cómo nues• tros antepasados podían permitirse el gusto —que hoy tendríamos por lujo iluso— de encargar un retablo pa• ra una Iglesia del Salvador, que no era ciertamente la — 5 — mejor del pueblo, nada menos que a un entallador de la alcurnia artística de Doncel... Entonces podían encargarlo y pagarlo espléndidamente, mientras que ahora hemos llevado más de setenta y cinco años alen• tando el ideal, irrealizable económicamente, de armar y montar solamente ese mismo retablo en la Iglesia Parroquial y hasta ahora no hemos podido llevar a la realidad esa ideal empresa. Contraste elocuentísimo del pretérito con un presente de triste decadencia. Grande era el pueblo en todos los órdenes. Y de haberse conservado lo que nunca debió perderse, el acervo artístico que hoy poseeríamos sería algo verda• deramente asombroso pot su exuberancia, riqueza y esplendor. Pero el pueblo ha tenido, de los últimos si• glos para acá, el gran defecto de la incuria, el abando• no, la incomprensión, —hoy llevados a un grado su• perlativo— y por esto ha visto impasible irse perdiendo poco a poco todo o casi todo aquel legado riquísimo de nuestros antepasados. Los edificios particulares y las iglesias fueron desapareciendo innecesariamente la mayoría de las veces e inexplicablemente siempre, y de todos ellos solo quedan hoy vestigios y débiles recuer• dos. El tesoro artístico que los templos tenían fue pa• sando de unos a otros — a los que iban quedando en pie— y, por fin, ha llegado menguadísimo hasta nos• otros. Y nosotros mismos hemos sido testigos de fre• cuentes y lamentables desapariciones. Poco nos queda; pero, si reducido en número, su calidad compensa con creces la escasez. Mas su falta de catalogación y ordenación ocasiona, con no poca frecuencia, a los visitantes de nuestro pueblo que se interesan por las cosas históricas y artísticas, deso• rientaciones y desconocimientos muy sensibles, que en alguna ocasión alcanzaron notoria trascendencia. Así, cuando se publicó oficialmente la colosal Obra CATA- — 6 — LOGO MONUMENTAL DE ESPAÑA, y el ilustre ar• queólogo Sr. Gómez Moreno a quien correspondió hacer la provincia de León, vino a nuestro pueblo para estudiar y fotografiar sus obras histórico-artisticas, omitió en su meritisimo trabajo nada menos que a la VIRGEN DEL CASTILLO VIEJO, Patrona de Coyanza. her• mosísima escultura en piedra, del siglo XIII. No tuvo el sabio visitante culpa alguna en la omisión y se ex• plica ésta asi: En aquel entonces, cubría a la imagen una cortina blanca que estaba siempre corrida y solo se descorría —quería hacerse esto con cierta solemni• dad— al comenzar la Santa Misa y los otros cultos que en su altar se hacían. Como el altar era una pieza de principios de este siglo, de confección casera, en madera de bastante baja calidad, asaz recargado de adornos góticos de marquetería, muy mal pintado de un deplorable color de chocolate con algunos toques de purpurina, al encontrarse delante de él, no pudo pa• sarle por las mientes siquiera al visitante, que detrás de aquella cortina pudiera albergarse la joya escultó• rica que se ocultaba, ya que lo que tenía delante de su vista era la antítesis de lo que buscaba en este pueblo. La Obra se editó y en la descripción de Valencia de Don Juan, así como en la colección de fotografías que a la misma afectan, falta la mejor quizá de las preseas de arte de Coyanza, cumpliéndose así una vez más aquel refrán que dice que la mancha cae siempre en el mejor paño. La omisión no ha podido ser reparada después, ya que la obra no ha tenido más que una edi• ción; y el pueblo ha sufrido las consecuencias que cualquiera puede fácilmente comprender. ¿Habría ocu• rrido esto si hubiera existido un simple inventario o relación de las unidades y objetos artísticos existentes en el pueblo? Teniendo esto en cuenta, y también que con la res- tauracíón actual del Castillo, Coyanza ha de atraer, cuando estén terminadas las obras restauradoras, algún contingente turístico que puede aprovechar el viaje viendo todo lo que esta ciudad atesora y merezca verse; máxime por haber sido declarada esta ciudad «LUGAR DE ÍNTERES TURÍSTICO» por reciente Orden mi• nisterial; y fijándonos, por otra parte, en que el visi• tante de nuestro patrimonio artístico, por culto que sea, precisa de algunas orientaciones y pormenores para que su visita sea mejor aprovechada, hemos escrito esta GUIA que no tiene otras pretensiones que la de ser un modesto «CICERONE» útil al que nos honre con su visita; ser también, un estímulo para que los propios coyantinos se interesen por sus cosasconociéndo las mejor, ya que sólo se ama lo que se conoce bien; y, por contera —siquiera lo haga de modo indirecto— la de exaltar los valores de la velérrima Coyanza, que esto es, al fin y a la postre, el «LEIT-MOTIV» de todas nues• tras actuaciones locales. Hemos de añadir, para terminar esta exposición de motivos, que algunas de las descripciones de las obras artísticas no son totalmente nuestras. Son tomadas de la obra ya dicha del Sr. Gómez Moreno y de la HIS• TORIA DE VALENCIA DE DON JUAN del ilustre coyantino Don Teófilo García Fernández, en las que se pueden consultar mayores datos y más profundas indicaciones. En el supuesto de que el visitante tenga disponible todo el día para dedicarlo a Coyanza, es muy conveniente comience la visita por la mañana temprano, ya que el examen de la Iglesia de Nuestra Señora requiere hacerse con las luces de las 9 a las 12 que iluminan perfectamente el lado Poniente del templo, en el cual lado hay obras excelentes que a otras horas, por falta de luz, no pueden verse con el deta• lle que es menester. A este fin, comencemos la visita por el Castillo y prosigamos la misma ajustén- dola al orden mismo de descripción adop• tado en esta GUIA.

EL CASTILLO

Es Monumento Histórico-Artístico perteneciente al Tesoro Nacional, por Decreto de 3 de Junio de 193i. (Gaceta de Madrid n.0 155, de 4 de Junio del mismo año). En tal Disposición se incluyen gran número de edificios de toda España, relacionándolos por Provincias. En la de León figura nuestro Castillo. Está inscripto en el Registro de la Propiedad de! Partido a nombre del Instituto de Valencia de Don Juan, por haber sido su última propietaria la XXIV Con• desa, cofundadora de tal Institución que tiene su domi• cilio en Madrid. Asentado sobre un cerro que domina al río Esta (an• tiguo Astura), se yergue sobre el mismo como «titán de los siglos», encontrándose agrietado y derruido, cual gigante rendido, no tanto por la pesadumbre del tiempo, como por las injurias y desprecio de los hombres, que diría Vázquez de Mella. Actualmente está en obras de restauración, aún no terminadas, aunque suspendidas temporalmente, que son dirigidas por el notable Arqui• tecto y excelente artista, Sr. Menéndez Pidal. Data la actual fábrica de la baja Edad Media —de la primera mitad del siglo XV— y ocupa seguramente la misma posición de un antiguo castro ibérico, pues en su recinto se han encontrado fragmentos de tégulas y cascos de vasijas negras hechas a mano, de edades prehistóricas. Sus primitivas murallas fueron de tapia o tierra api• sonada, con torrecilla en línea redonda y grandes torreo- — 11 - ncs en los flancos principales, como se ve aún hoy en la parte Sur y Oeste y en el interior de la pared Oriental, pues los lienzos de su muralla de piedra y mortero tie• nen, por el lado de la plaza de armas, como espaldar, otra muralla de tierra, hoy derruida en muchos puntos. Y no creemos aventurado afirmar que estas murallas de tierra fueran el final, por este lado, de las que circunda• ban todo el pueblo; y que sobre este trozo último se ado• sara el actual castillo de piedra. Pertenece a ta arquitectura gótica militar de los últi• mos tiempos de los señores feudales cuyas mansiones afectaban forma de fortaleza. Palacio fortificado., más bien que fortaleza habitable, es uno de los ejemplares más hermosos y esbeltos que en pie quedan, haciendo un conjunto grácil y de suprema elegancia de líneas y armónicas proporciones, cuya contemplación no sugiere representaciones bélicas y hace que solo la poesía y la leyenda se enseñoreen del espíritu. Su recinto afecta forma ovalada incompleta, dejando dentro la plaza de armas, muy espaciosa, donde medirían sus armas, en aparatosas justas, tantos caballeros y tantas veces for• maran los hombres de guerra del señor feudal. Hoy tie• ne esta plaza de armas muy desigual su piso, debido a los escombros de las partes derruidas y lienzos de mu• ralla de tierra derrumbados, que, mal repartidos, se han consolidado con el tiempo, y está todo él lleno de hierbas. Constituían sus recintos: el foso, hoy cegado com• pletamente y que, a juzgar por la importancia del casti• llo debía de ser una obra maestra digna de verse. Un antemuro con amplios cubos que se extiende por todo el recinto exterior, hoy completamense terraplenado. Y por último, la muralla en h que se desarrollan por igual, cortinas y torres, más elevadas éstas que aquellas y co• ronadas ambas por simétrico almenaje que, unido a la —12- atrevida esbeltez de sus cubos, forman un conjunto de armonía y elegancia poco comunes en edificaciones de esta índole. En esta muralla radica el verdadero interés histórico del castillo. Así podemos ver que tres grupos, de tres torres cada uno, señalan distinta antigüedad, aunque pequeña. El más antiguo.es el de la parte N. O. cuyas torres tienen vaciados los escudos desde la segunda mitad del siglo pasado, lo que impide precisar la anti• güedad del castillo. Es de aparejos igual a los otros dos grupos; sin embargo se nota que el almenaje de las to• rres es una mera continuación lineal del cubo con el que forma línea recta sin el saliente que las almenas tienen en las demás torres. Opina el historiador Sr. García Fer• nández que tal vez fuera este cuerpo la primera mansión señorial a principios del siglo XV. Si nos fijamos que en esta parte hay ventanales y un hueco de salida al ante• muro, y que por el lado de la plaza de armas se notan los agujeros del envigado de los pisos, coincidiendo en altura con otros iguales en frente, en la parte de tapial que resta en pie al borde sobre el río, esta opinión del historiador es atinadísima y de segura comprobación. Otros dos grupos en el medio, siguen en el tiempo, y sus seis torres —tres en cada uno— tienen el almena• je en línea más saliente respecto a la del cubo, acentuán• dose por ello la forma de corona rematando la torre, lo que les da una gracilidad admirable. Estas seis torres están todas timbradas con escudos de armas iguales dos a dos. Los escudos centrales sostenidos por un león líe^ van los blasones de Castilla, León, Portugal y Acuña; y los laterales son de los Quiñones de León y Enríquez. Escudos que corresponden, sin duda alguna, a las armas del il Conde de Valencia de Don Juan, D. Pedro de Acu• ña y Portugal, Rico-Hombre de Castilla, el cual falleció en este pueblo en 1456; y a su primera mujer D.a Leonor —13- de Quiñones de León; asi como a su primogénito Don Juan de Acufla y Portugal, III Conde y II Duque (que murió asesinado en uno de los ventanales del castilllo y arrojado desde alli su cadáver, una noche, después de la cena, en el año 1476); y a su mujer D.a Teresa Enríquez.

CA.STILLO. — Torre del Komenaje

Otro grupo en la parte S. E. está compuesto de siete torres que cierran entre sí un cuadrilátero, a continua• ción de la puerta principal. Estas torres son más airosas y gigantescas y forman un cuerpo que es más moderno ya, dentro del siglo XV. El almenaje de estas torres es — 14— saliente del cubo, a modo de corona, estando asentado sobre una hilada de piedras labradas. Constituye la par• te más principal y más regia de la mansión señorial destacándose la Torre del Homenaje donde ondeaba el pendón del señor feudal propietario de la fortaleza. En sus lienzos o porción de muralla aprisionada entre las torres, presenta voladas almenas en la parte superior —ahora en reconstrucción - con sus elegantes modillo• nes que, de tal manera, dan a este cuerpo una belleza cautivadora. Tenía aquí bóveda ojival en su tercer piso, la que en su interior era de ladrillo y encima morrillo unido con mortero de cal, que, por su enorme peso, se hundió, agrietando gran parte de la mansión señorial que debía de ser fastuosa a juzgar por la decoración gótica de finísima yesería que asoma por uno de sus grandes ventanales. Constaba este cuerpo de dos pisos de made• ra de que interiormente hay aún vestigios y se entraba a sus aposentos desde los adarves sin aparente escalera de acceso. La bóveda hundida, con su exceso de mate• riales, todos pesadísimos, derrumbó, haciéndolos añicos, los dos pisos de madera y todos esos materiales son los que cubren actualmente el piso bajo de este cuerpo. ¡Lástima que no se hayan removido —bajo una dirección competente — para quedar al aire el pavimento de la planta baja, de indudable interés por todos los conceptos! Próximo a este cuerpo estaba, como hemos dicho, la puerta principal. La flanqueaban dos torres almenadas, con saeteras, a buf-n seguro, y parece haber sido de arco,-con matacanes o ladroneras. Después de este grandioso cuerpo y en dirección al río, siguen tres cubos haciendo ángulo, con sus lienzos de muralla intermedios, cuyos remates desconocemos; y siguiendo, muy cerca del torreón de tierra del S. O. se hallaba una poterna o puerta secundaria llanqueada por dos cubos de los que aún quedan vestigios. —15- En un trozo del antemuro del Norte, se jugó a la pe• lota muchos años, habiéndose levantado a tal fin una pared de cemento al lado Oeste. Dicha pared, y unos asientos en forma de escaleras, también de cemento, que cerraban la cancha, deben desaparecer, por respeto al castillo primeramente, y porque ya no tienen finalidad práctica después.

Terminada la contemplación del castillo, pasamos a ver la Iglesia de la Pationa de Coyanza, entre cuyos edi• ficios media tan solo el que fue Cárcel del Partido (hoy Colegio de San José) y los Juzgados.

IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DEL CASTILLO VIEJO

A las 9,30 terminan las Misas ordinariamente y de aquí en adelante es buena hora para visitarla. Si se fue• se a distinta hora y la Iglesia estuviera cerrada, llámese en la portería del Colegio de los PP. Agustinos, que éstos amablemente facilitan el acceso al templo. Esta Iglesia perteneció al antiquísimo convento de Santo Domingo (de aquí el nombre de la Plaza en que está sita) que ocupaba el sitio en que hoy está construí- do el Colegio de San José (antigua Cárcel) y estaba ado• sado a la Iglesia por encima del pórtico de ésta y por todo el lado occidental por donde corría un ala del claustro, todavía en píe, que tenía salida al templo por una puerta debajo del coro. Otra puerta en la pared Oeste del crucero comunicaba con la sacristía, desapa• recida en su totalidad, si bien la puerta que fue tabicada —16- recientemente, aún muestra las señales de su exis• tencia. La fabrica actual data del siglo XVI, por reedifica• ción, en el mismo sitio, de la primitiva iglesia del Con• vento, que entonces se decía «era ya muy vieja» (tendría aquella unos 200 años). La reedificación se hizo con cuantiosos donativos del VII Conde de Valencia de Don Juan, la Excma. Sra. D.a Luisa Manrique de Lara y Gi• rón Acuña Manuel (I). Su planta es de forma de cruz latina y tiene bóveda de medio cañón, de ladrillo enfoscado. Cúpula en el crucero, la que hasta principios del siglo actual tenía una vistosa linterna de cristales que, al exterior, con su cubierta de losetas de brillantes colores—amarillas y verdes—muy bien imbricadas y rematada en aguja y veleta, presentaba muy agradable aspecto. Dicha linter• na daba gran luminosidad al templo y en mala hora fue derribada y tapado su hueco, que aún puede observarse en lo más alto de la media naranja. El piso actual de la capilla mayor no es el primitivo. Sin duda alguna, al edificarse el actual Colegio de Pa• dres Agustinos, que quedó al otro lado de la sacristía antigua, hubo de hacerse otra en comunicación con él —que es la actual—; pero ésta quedaba a bastante ma• yor altura de piso que el templo. Se salvó el desnivel bajando de la sacristía por unos cuantos peldaños de madera a los que se unió, elevándolo algo, el piso de referencia. Así quedó oculto bajo el pavimento de ma• dera actual el antiguo de esta capilla. Nosotros hemos visto, aprovechando la oportunidad de alguna repara• ción de las gradas de este piso, que debajo de las mis• mas hay otras de piedra labrada, con grueso baquetón, que corren a todo lo ancho de la capilla mayor. A buen

(l) Véase HISTORIA de García Fernández, páá. 170 nota 3. — 17— seguro que el pavimento de toda ella está enlosado —así lo afirman personas de edad avanzada que aún lo recuerdan— y es lástima que no se pueda ver, porque es de presumir tenga enterramientos con sus lápidas inscriptas, que podrían aportar datos valiosísimos para la historia del pueblo Esto aparte de que tal como está este piso ahora, quita alguna visibilidad al zócalo del Panteón de los Condes, restando a éste su adecuada proporcionalidad. Actualmente no tiene esta Iglesia Retablo Mayor. Hará unos tres años fue desmontado (con excelente acuerdo y mejor sentido estético de la Comunidad de PP. Agustinos) el que desde principios de siglo tenía y al que nos hemos referido en el Prólogo de esta Guía. Pero anteriormente al año 1903 tenía este templo un magnífico retablo que estaba cargado de historia y por él había pasado la piedad de generaciones y generacio• nes de coyantinos, pues era nada menos qué el Mayor de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Castillo Viejo, que, salvado con la Imagen del último incendio de 1842, fue trasladado a esta Iglesia. Era un retablQ todo él de excelente dorado con amplio Camarín cen• tral para la Virgen, flanqueado por dos grandes colum• nas y otras más pequeñas a los extremos, entre cuyos intercolumnios tenía unos hermosos cuadros pintados representando los Misterios del Rosario (aún existen algunas de estas pinturas, sobre dos puertas, en el pres• biterio de la Iglesia del Colegio de Nuestra Señora del Buen Consejo, en León). Un ático con otras dos colum• nas cobijaba un Crucifijo. Y de añadido, los correspon• dientes frisos, cornisas y demás elementos ornamentales. Haber cambiado aquel tradicional Retablo, que des• pués fue vendido (mal vendido seguramente) acredita a quien tuviera tan luminosa idea (extremo éste que igno• ramos) de plena cerrazón espiritual para paladear la his- —18— toria, el arte y la tradición y de insuperable trocador del rábano por las hojas. Y del pueblo que consintió tamaña barbaridad y vio impasible que nada menos que a su Patrona se la despojará de su altar, es mejor no hablar...

IMAGEN DE LA VIRGEN DEL CASTILLO VIEJO

Tomó su nombre del otro Cas• tillo de origen antiquísimo que fue úestmido por Almanzoryque estaba emplazado donde después fue el Monasterio—convento de Santo Domingo, tan enraizado en la historia coyantina. Aquel cas• tillo (sus ruinas) fue donado por el Infante Don Juan - Señor de lá villa e hijo de Alfonso X el Sabio— a la Orden de Santo Domingo de Guzmán, a principios del siglo XIV (murió el Infante el año 1319) y en su solar se hizo la fundación del histórico convento, no sin que éste conservara algunas piezas de la antigua fortaleza —el refectorio y la sobrebodega— tal como esta• ban (1). La Imagen ésta presidió la Iglesia Parroquial de su nombre, que radicaba donde ahora está edi• ficado el Colegio de PP. Agustinos. Iglesia suntuosa —Parroquia Ma• triz— que en el decurso de la his-

11) Ibid. pá J. 100- — 19- toria se incendió ¡por dos veces! (años 1569 y 1842) saliendo de ellos indemne la Imagen milagrosa—que por tal se tuvo siempre a su Patrona en el pueblo— y ciertamente no es poco milagroso el haber salido de los dos siniestros sin desperfecto alguno, siendo así que el templo quedó las dos veces totalmente des• truido. A aquella Iglesia pertenecía la actual torre —esbelto ejemplar del siglo XV— en la que, por dentro del patio central del Colegio, aún se ven, en su pared oriental, las señales de las dos vertientes del tejado del desaparecido templo. Después del último incendio se pasó la Virgen, con su altar, a la Iglesia actual. Está asentada sobre un pilar cuadrangular formado por sillares revestidos y pintados que rematado en al• menas le dan fuerza evocadora. Es escultura de autor desconocido, tallada en piedra y mide dos metros y 10 centímetros de altura. Pertenece al siglo XIII y es mo• nolítica; muy esbelta, de elegante traza y vistosa poli• cromía. Está repintada posteriormente (es de presumir se hiciera esto después del segundo incendio) siguiendo la malhadada costumbre de repintar pésimamente imá• genes y otros monumentos de piedra. Aún con esto, conserva una dulcísima sonrisa verdaderamente encan• tadora y adorable. Tenía corona de piedra labrada for• mando un todo con la Imagen, de cuya corona aún se ven —por la parte posterior— algunos restos. La que tiene actualmente se le puso en el ano 1940 sustituyen• do, con ventaja artística, a una metálica que ostentaba. Cruzado el manto graciosamente, y excelentemente plegado, sostiene en su mano izquierda al Niño Jesús, imagen también de piedra; y en su mano derecha de dedos rígidos a lo bizantino, tiene una especie de man• zana. En tiempos pasados la vestían como asimismo al Niño y les ponían corona metálica dorada; tenía una —20— sencilla para los días corrientes y otra de más categoría y tamaño, para los días festivos; siendo ésta la que usa• ba ya constantemente antes de hacerse el cambio dicho. En una pared de la nave de esta Iglesia, debajo del co• ro, hay un cuadro pintado que representa a esta Imagen vestida como decimos y con la corona de todos los días. Llama la atención lo parecido de la factura de esta escultura con la de la Virgen de la Blanca del parteluz de la fachada principal de la Catedral de León. Podrían por ello y por su antigüedad haber salido ambas de las manos del mismo escultor; aunque hay quien opina ser anterior en el tiempo esta nuestra del Castillo. El dosel dorado, de estilo gótico, está colocado con carácter provisional, como asimismo la tela azul que de aquel cae y tienen los Padres Agustinos el proyecto de cambiarlos por otra cosa de más dignidad y arte.

PANTEON CONDAL

En el lado del Evangelio de la Capilla Mayor, donde estamos, puede verse el Panteón de los Condes de Va• lencia de Don Juan. Es un monumento de piedra ¡tam• bién repintado! del siglo XVI. Dos pedestales tallados y sobre ellos dos columnas jónicas adosadas, talladas en su parte inferior (a algo más de un tercio) estriadas en la parte restante del fuste, sostienen un entablamento con su friso tallado y su correspondiente cornisa. Entre los pedestales de las columnas, y por lo tanto en la par• te inferior, está el sarcófago; y sobre él hay un entrante cuyo frente es liso y tiene una cartela en relieve, hoy sin inscripción alguna, pero es casi seguro que bajo la capa de pintura tenga alguna leyenda pues, si no, la car- —21 — Sepulcro de los Condes de la Villa- tela no tenía finalidad. Merecía la pena que una mano hábil y respetuosa para el monumento, debidamente asesorada por un técnico en la materia, viera de descu• brir la inscripción que sospechamos ha de existir oculta. —22- Dos laterales achaflanados ostentan cuatro relieves; los dos inferiores tienen talladas sendas imágenes del Bau• tista, a la izquierda y de San Andrés, a la derecha. Los dos superiores tienen las figuras ferozmente mutiladas, hasta el punto que en el de la derecha no se aprecia lo que pudiera representar, aunque sospechamos fuera la flagelación; el de la izquierda, con más claridad, eviden• cia era la Crucifixión. Estos dos relieves superiores son de buen mármol y están libres del repinte. Su talla es primorosa. Invadido este pueblo por las tropas francesas, cuan• do la guerra de la Independencia, dado el «culto» com• portamiento que las tropas de Napoleón tuvieron en tantos otros pueblos españoles, bien fácil es presumir quiénes fueran los autores del bárbaro atentado contra el arte de este monumento. Además, está también des• truido el coronel del escudo que en lo alto remata el panteón —al igual que está muy deteriorado el del bla• són del altar de la Soledad, que veremos después— y bien sabido es la furia que contra las coronas de los bla• sones tuvieron en toda España las huestes Napoleónicas. El sarcófago ostenta, sostenido por dos ángeles en actitud de volar, el blasón del VII Conde, D.a Luisa Manrique de Lara y Girón, Acuña y Manuel. Escudo partido en pal. Al diestro, a cuarteles: 1, Castilla. 2, León. 3, las quinas de Portugal colocadas en cruz. 4, banda cargada de tres cruces floreteadas, vacias y entre ellas seis cuñas en dos órdenes. Al siniestro: a cuarteles: 1 y 4, brazo naciente alado cuya mano empuña una espada. 2 y 3, León rampante. Sobre la cornisa, en los extremos, descansan, tenien• do como tenantes figuras de niños en pie, otros dos blasones: el de la derecha escudo cuartelado en sotuer. 1 y 4 banda cargada de cotiza. 2 y 3 en los flancos ins• cribe Ave María en el 2 y Gratia plena en el 3. Que es —23- Mendoza. En el de la izquierda, en pleno campo, ciiico estrellas de seis puntas puestas en sotuer. Que es Rojas. Remata el monumento un recuadro central que cir• cunscribe a una concha tallada y sobre él, otro blasón sostenido por dos Angeles, al que le falta totalmente el coronel. Escudo partido en pal. Al diestro, a cuarteles, 1 y 4 brazo naciente alado cuya mano empuña una es• pada. 2 y 3 León rampante. Al siniestro, banda engola• da; en la partición superior. Castillo y en la inferior León rampante. En ninguno de los blasones referidos se pueden pre• cisar sus esmaltes por causa de la bárbara pintura que los cubre, la que también vela la excelente talla de todo el monumento.

CUADRO DE SAN NICOLAS DE BARI

Bajando del Presbiterio, por el mismo lado del Evan• gelio veremos en la pared oeste del crucero una puerta dintelada, tabicada, que era la de entrada a la sacristía del antiguo convento de Santo Domingo. Sobre ella hay un gran cuadro en lienzo, con su marco dorado. Es la última joya pictórica que del pasado nos queda en los templos del pueblo y representa a San Nicolás de Bari. El santo, de rostro atezado, revestido con casulla dora• da, tiene en su mano izquierda un libro y sobre él las tres donaciones de oro con que salvara de la perdi• ción a tres doncellas. A su derecha, precediéndole, el ayudante porta una copa y un ánfora, y en su brazo el manitercio para el lavabo. A su izquierda salen de un tonel tres niños desnudos, representación del milagro que hiciera el Santo. En la parte superior, en el lado —24— izquierdo la Virgen le muestra la estola; y en el diestro Nuestro Señor Jesucristo con un libro en la mano. Todo sobre fondo negro. Este cuadro es de. autor desconocido. Desde luego es muy notable por su composición, factura y colorido, tanto, que no ha faltado quien le calificara de murilles- co (Encicl. Espasa, T. 66, pág. 657). Es interesantísimo y de gran valor. No se ha precisado su antigüedad, proce• diendo de la Iglesia de Santo Domingo donde constituía el retablo de un altar, según el Sr. García Fernández. En la Iglesia del Seminario Menor de León, en el crucero, al lado del Evangelio, hay un cuadro que es copia de este lienzo (muy mediocre, por cierto) firmada por Miguel de Perreras y fechado en 1698.

ALTAR DEL DESCENDIMIENTO

Siguiendo por este lado del templo y pasando el pulpito, veremos este altar. Es obra destacada en la es• cultura y pertenece al siglo XVI. Fue de la capilla del Mayorazgo de la casa Muñiz, fundado por D. Antonio Batencia Colodro, de quien le heredaron D. Francisco Balencia Colodro y D.a Ana Muñiz, su esposa. El cuadro principal es el Descendimiento de Nues• tro Señor Jesucristo, esculpido en madera a mitad del tamaño natural. Se ignora quién fuera su entallador. Trae recuerdos, que no llegan a plagios, de Becerra, en su retablo de la catedral de Astorga, y de Doncel en el retablo de la Iglesia del Salvador, cuyas tallas veremos después en la Iglesia Parroquial. Dos Angeles sostienen un pabellón (motivo imitado de Becerra). José de Aritmatea, desde unas escaleras, desclava con tenazas la mano derecha de Jesús. Nicode- % Altar del Descendimiento.

-26- mo, subido a otra escalera, recibe con emoción el sagra• do cuerpo y otro personaje desconocido sujeta cuidado• samente la sábana de que se valen para el descendi• miento del cadáver. San Juan evangelista, con los brazos abiertos, se prepara para tomar parte activa en ta santa tarea. Y junto a él, de rodillas y con los brazos abiertos y transida de amargura y dolor, la Madre de Jesús espera con emoción y avidez el momento de es• trechar entre sus brazos a su amadísimo Hijo. María Magdalena se abraza con fervor a la santa Cruz y fija extasiada su atención en aquel cuadro de emoción fúne• bre y solemne. Las otras dos mujeres, la madre de los hijos de Zebedeo, y la de Santiago, expresan los mismos sentimientos de dolor y piedad. El conjunto es de un realismo inimitable. Flanquean este cuadro dos columnas corintias con su tercio bajo de talla, fuste estriado y traspilares tam• bién estriados, sobre repisones. Otras dos pilastras más exteriores, llenas de frutas, cartelas y querubines y en sus pedestales dos santos en relieve. Tiene también fri• sos con querubines y Atico que lleva pintada una ciu• dad, flanqueado a su vez por dos pilastras talladas; co• ronándolo todo un frontispicio con Dios Padre y adornos a los lados. Todo ello en primorosa pintura estofada. Delante del Atico, escultura de Santo Tomás de Aquino y a sus lados dos estatuitas de San Pablo y San Juan Evangelista. En las calles laterales hay cuatro tablas pintadas, de fino colorido, con episodios de la Pasión; a la derecha, arriba, la Coronación de espinas, y debajo, la Flagela• ción; y a la izquierda, arriba, el Hecce-Homo, y debajo, Jesús carga con la Cruz. Otra tabla en medio del banco representa él Entierro de Cristo, enmarcada con la ins• cripción: «Joan XIX. Acceperunt corpas Jesu et ligave- runí eum lintheis cum aromatibus sicut mos est judaeis sepeliré. Sepulchriim ejus gloriosum». —27— A los latios, otras dos tablas, pintadas ¡gnalmente, que representan: la de la derecha, a San Francisco de Asís como tutelando a un joven caballero, de rodillas, con traje negro de la época de Felipe III; y la de la iz- qtiicrda, a Santa Ana, también como ángel tutelar de una señora joven, ataviada con rico traje de la época. Ambos son retratos de Don Francisco Balencia Colodro y de su mujer, Doña Ana Muniz, de la Capi• lla del Mayorazgo de sus antepasados a que el altar perteneció. Esta Doña Ana Muñiz, fue denominada La Diana, por su extraordinaria hermosura, e inspiró a Jorge de Montemayor su novela pastoril LA DIANA, primera obra, en su género, de la literatura española. Estas pinturas son vigorosas y de ropajes en tono claro. Sus figuras son excesivamente largas y microcé- falas. Destacan como muchísimo mejores los retratos pintados sobre fondo negro. La mesa del altar es de construcción moderna, (¿dón• de iría a parar la primitiva?) de principios del actual siglo —la era funesta, para esta Iglesia, de los desafue• ros artísticos e históricos bajo el imperio de la marque• tería y la pintura de color chocolate— y desdice gran• demente de la alta categoría artística del altar. La sus• titución adecuada de tal mesa de altar sería obra muy estimable. Y aquí hemos de destacar, en justicia, que la actual Comunidad de PP. Agustinos no tiene la menor participación en los dislates artísticos dichos que se realizaron, allá, por el año de 1903. Cuando esta Pro• vincia Agustiniana ocupó esta casa (en 1917) ya todo se había realizado.

Frente a este altar hay otro de buen dorado, con dobles columnas estriadas helicoídalmente, rematado - 28— con blasón cuyo coronel está bastante deteriorado; ac• tualmente dedicado a la Virgen de la Soledad. Este altar le conocimos colocado donde ahora está el moderno de la Consolación, o sea, en la pared Norte del crucero, al lado de la Epístola. Por esta anterior colocación colegi• mos que pudiera haber sido de la Virgen del Rosario y, por ende, el aludido como tal en el inventario que se hizo en 1835 con ocasión de la barbarie desamoríiza- dora (1). Perteneció a la Capilla de los Condes como lo atesti• gua el blasón que lo remata (muy mal pintado, por cierto).

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A ambos lados: Imagen de San Antonio, que pertene• ció al Altar de la Capellanía de su nombre (siglo KVII). Y otra de Santa Teresa, que es una copia, muy estima• ble, de la escultura de esta Santa, de Gregorio Feriíán- dez, existente en el Museo de Valladolid. Esta imagen tuvo su altar propio, que conocimos colocado precisa• mente en el mismo sitio del que estamos viendo, y desapareció cuando la vesaniá marqueteril.

Saliendo más de la Iglesia, hay en la nave, a ambos lados, dos cuadros pintados sobre lienzo, que represen• tan: uno, a la Santísima Virgen con el Niño y San Juan; y otro a las benditas Animas del Purgatorio. Como obras pictóricas no merecen la atención; pero histórica• mente tienen el interés que se deriva de figurar en el Inventario de 1835, antes dicho. Y la presencia de Santo Domingo en el de las Animas, evidencia que el cuadro fue del Convento de los Dominicos. Esta Iglesia que acabamos de ver tuvo también su torre de espadaña. Y, seguramente, que en ésta había

(l) IJ>id. páé. 2S5. —29- dos ventanales con sendas campanas. Así se colige del Inventario repetidamente citado. No hay noticias de cuando desapareció.

Abandonamos este edificio y desde él nos dirigimos a la Plaza Mayor. Al pasar por la de Santa María, donde está emplazado el Monumento a los muertos del Movi• miento Nacional de 1936, llamará nuestra atención un antiguo palacio señorial de fachada de ladrillo, ancho alero moldurado con yeso, portada de piedra dintelada y timbrado con dos grandes blasones. Es un buen ejem• plar de esta clase de mansiones, y lo ocupan sus dueños los señores de Garrido, descendientes de los Islas. Estos señores poseen en esta casa un magnífico cuadro en lienzo, que representa a San Francisco. No necesitamos ponderarlo. Nos basta consignar que hay quien opina que pudiera ser del Greco.

Sigamos hacia la Parroquia y, en previsión de que esté cerrada, al pasar por la casa rectoral saludemos al señor Párroco que, muy gostoso, nos facilitará la entra• da al templo.

IGLESIA PARROQUIAL

Dedicada a San Pedro Apóstol, es un edificio del pasado siglo, construido en el solar que quedó a la de• molición de la antigua Parroquia de San Cristóbal. Al suprimirse todas las antiguas parroquias, viose la nece• sidad de albergar la única feligresía que quedaba en el pueblo en templo capaz y de nueva planta —la «nueva planta» se llamó a esta Iglesia durante muchos años, y —30— Calle de la Nueva Planta se denominó también la lateral a ella— para lo que se derruyeron sin piedad, llevados del ansia insana de aprovechar sus materiales en la nue• va obra, casi todas las otras Iglesias. Una generación, muy del siglo XIX, «se amotinó contra la Historia», en frase certera y exacta de Mella, y la salvaje piqueta de• moledora, so pretexto de supuestos estados de ruina.

Iglesia Parroquial que siempre se vio después, eran totalmente infundados, nos dejó sin las mejores reliquias del pasado. Y ¡hasta sin la Iglesia de San Salvador! templo cargado de histo• ria ya que, según la tradición, había sido, al mediar el —31- siglo XI. el lugar sagrado elegido por Fernando I como sede de aquella magna Asamblea, el Concilio de Coyan- za, y albergaba en su capilla mayor el valiosísimo reta• blo tallado por Doncel (¡qué salvajes!). Y se construyó la iglesia actual, hermoso y digno edificio, eso sí, pero sin el valor inapreciable, y esta vez inapreciado, de la historia y la tradición. Comenzaron las obras en 1818 y se terminaron en 1876, siendo sus arquitectos D. Perfecto Sánchez Ibáñcz y D. Isidoro Sánchez Fuelles, su hijo. Dos leoneses de pura cepa. Académicos de la de San Fernando y artistas de gran altura. Su fachada de piedra es majestuosamente severa, de estilo herreriano y está formada por dos cuerpos sepa• rados por ancha cornisa moldurada. En el inferior, sobre amplia escalinata de tres gradas (la primera hoy embe• bida por la acera) que trae recuerdos del estilóbato grie• go, presenta cuatro monumentales columnas tosca ñas empotradas en su mitad y formadas por tambores su• perpuestos, en cuyos tres intercolumnios se abren las puertas: una central de gran amplitud, y dos gemelas, todas dinteladas. El segundo cuerpo es liso y tiene en su centro un ventanal de media luna; rematándole un frontón calado limitado por cornisa moldurada, también de piedra, en cuyo vértice se colocó no ha mucho (año 1941) la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, ofrenda del pueblo, obra del escultor leonés D. Manuel Gutiérrez. Dos torres iguales a sus lados, también de piedra, de forma cuadrangular, de tres cuerpos separados por sa• ledizas cornisas con ventanales dintelados, excepto los superiores que lo son de medio punto, terminan en cu• bierta empizarrada y sobre ella la aguja con su veleta y remate en cruz. El conjunto es armónico y grandioso. Según el proyecto, subían las torres un cuerpo más, con lo que la fachada habría ganado en elegancia y esbeltez. - 32- Por agobios económicos hubo que reducir obra, sacri• ficando el último cuerpo y quedó el edificio, ya para siempre, como le vemos. Excepto la piedra de las cor• nisas, la demás es una arenisca extraída de canteras lo• cales, y no es raro ver entre los sillares alguna piedra con restos de inscripciones ilegibles, que delatan la pro• cedencia de otros antiguos templos cuyos materiales fueron aquí aprovechados. Las paredes son de ladrillos procedentes de los derribos dichos, unidos con mortero de cal y arena. Penetrando en el edificio, nos encontiamos con Templo de gran amplitud, de planta de cruz latina, con tres naves y crucero y su cúpula semiesférica de 195,25 metros cuadrados que apea sobre cornisa circular. Las pechinas tienen unos sencillos anagramas pintados. Bó• vedas de medio cañón, de ladiillo enfo§cado de yeso, con lunetos en la nave mayor y crucero en sus brazos norte y sur. La Iglesia es de arcos de medio punto, sos• tenidos por robustos machones cuadrangulares que, por el frente de la nave, adosan pilastras de traza dórico ro• mana, lucidas de yeso con su base de piedra, que as• cienden esbeltamente para soportar un entablamento de arquitrabe y friso lisos y amplia cornisa sin dentículos, que corre a lo largo de sus muros. Grandes ventanales; y en los dos brazos del crucero otros dos de media luna, como el que vimos en la fachada. La pila bautismal era de la antigua Iglesia de Santa Marina y todos los altares e Imágenes antiguas pertene• cen a los templos suprimidos por la salvaje piqueta de• moledora. La pintura de sus paredes es recientísima, al igual que su instalación eléctrica, toda oculta. Es de notar la severidad, elegancia, y adecuación de estilo de las ara• ñas colgantes, todas de hierro forjado, que realzan la grandiosidad del templo. —33—

-3 JHetahlo de Doncel

RETABLO DEL ALTAR MAYOR

Es lo primero que cautiva nuestra vista así que se traspone la puerta de entrada. Es la maravilla de Gui- llén Doncel, que perteneció al histórico Templo de San Salvador. Tal y como lo vemos, es la reconstrucción del primitivo, realizada felizmente en el año 1955. -34— Aquel Retablo que el Párroco D. Juan Garrido con• trató con Doncel, entallador vecino de León, el 29 de marzo de 1543, y que fue asentado dos años después •, el 29 de marzo de 1543. Con un documen• to que detalla con mi• nuciosidad la traga del retablo, desaparecían las dificultades técnicas de la reconstrucción, pero subsistían y se acrecen• taban las económicas de tan colosal empresa. Así no es de extrañar que se haya pasado casi una centuria alentando un ideal que parecía solo propio de ensoñadores. No faltaron voces autori• zadas que repetidamente San Juan Bautista (del Retablo) se alzaron en pro de la anhelada reconstrucción. Adalid de estos alientos fue el coyantino de adopción, el inolvidable Don Anto- lín Gutiérrez Cuñado que, desde la prensa y el libro, repetía: «Quienquiera que dé cima feliz a la empresa merecerá que sujnombre se escriba con tinta de oro, no -36- solo en los anales coyantinos, sino en La historia del arte patrio». Y ciertamente que el designio de recuperar una joya artística que parecía perdida, no merece menos. Y el ideal se ha realizado. Ante nuestra vista tene• mos el Retablo de Doncel. Ha bastado que rigiera esta feli• gresía u n sacerdote que sabe paladear el arte, para que, poseí• do de arrogante de• cisión, emprendiera y rematara la empre• sa tanto tiempo soña• da, removiendo estí• mulos, recabando ayudas oficiales va• liosas, arriesgando tranquilidad y dinero y no descansando hasta darnos la pose• sión de aquella ele• vada meta que hoy es una esplendorosa realidad, con la que el acervo artístico leonés hasevistoacre- centado con una se• ñaladísima presea re• nacentista, que, des• San Jerónimo (del Retablo) pués del soberbio re• tablo de Becerra, de

Astorga, ha de ser ruta obligada su contemplación y estudio, para captar una faceta del renacimiento repre• sentada por Dortcel «el maestro habilísimo, correcto, de —37— inagotable ingenio, que, con ,Iuni representa una fase del Renacimiento septentrional arraigada en tierra leo• nesa», según opinión autorizadísima del Sr. Gómez Moreno. El nombre que debe escribirse con tinta de oro. según decía Gutiérrez Cuñado, es este: Don Ma• nuel González Fernández. Los coyantinos sabemos que tenemos con él una deuda que debemos cumplir pronto. El Retablo consta de un zócalo rematado por cuatro relieves, que de fuera a dentro son: al lado del Evange• lio, La Adoración de los Reyes y la Anunciación. A la Epístola, El Nacimiento del Salvador y la Presentación en el Templo, En línea con ellos, fuera del cuerpo del retablo y formando parte del guardapolvo lateral, hay otros dos relieves de idéntico estilo y factura: al Evan• gelio, El Rey David, y a la Epístola, La Misa de San Gregorio. Sobre el zócalo siguen dos cuerpos separados por cornisa sobre artístico friso tallado y dorado. En ellos están colocadas las tallas siguientes: Al Evangelio La Oración en el Huerto y La Cruz a Cuestas y encima El Lavatorio y La venida del Espíritu Santo. A la Epís• tola: La Flagelación y La Quinta Angustia y encima. La Ascensión y La Resurrección. Sobre el cuerpo se• gundo, hay un friso en que van talladas grandes cabe• zas de serafines y cornisa dorada y encima un ático que a sus lados presenta dos hornacinas en las que hay dos estupendas esculturas: al Evangelio, San Jerónimo, de estilo de Berruguete, y a la Epístola, El Bautista. Al centro, un Calvario con Crucifijo de gran tamaño. Y de remate. Frontón con Dios Padre, sobre nubes y rayos de oro.

Separando los relieves hay columnas jónicas con su tercio inferior tallado y el resto del fuste, estriado. Otras más pequeñas enmarcan los relieves y sostienen -38— frontones triangulares, los interiores, y circulares, los exteriores. Las columnas más internas forman un cuerpo vertical central que recibe la soberbia escultura dei Sal• vador, imagen sedente, de expresiva majestad, con los pies sobre el Orbe, y rodeado de gloria, está sobre un basamento que representa el Juicio Final. San Miguel separa a los escogi• dos de los réprobos que son absorbidos por las fauces del Dragón infernal. En• cima de la Imagen, el Espíritu Santo. Sobre este magnífico centro del Retablo hay otro relieve que represen• ta La Transfiguración del Seflor.

La mesa de altar, separada del retablo, es de piedra de una sola pieza (altar fijo) con frontal decorado. Sobre la mesa, el Sa• grario y dos escali• natas talladas y do• radas. El Sagrario, Sagrario 6. el Retablo que remata en un es• belto Manifestador con cúpula, presenta tres tallas: En su puerta, el Señor, teniendo el pie derecho sobre el Orbe, acoge amorosamente a un niño sin ropajes, y de• bajo, en una cartela lleva la siguiente inscripción: MISE-

R1CORDIAE DOMINI PLENA EST TERRA. Otras dos tablas laterales achaflanadas tienen los relieves de San Pedro y San Pablo; todo entre cuatro columnas, las posteriores —39— más pequeñas por descansar ya sobre la escalinata late• ral. Friso con cabezas de serafines. A los flancos del Retablo, dos guardapolvos que tie• nen abajo los relieves ya dichos y rematan con dos me• dallones con cabezas de gran relieve. El conjunto es armónico, tiene vida y soberana gran• deza. Sus tallas son de estilo italiano clásico con algunos recuerdos de Juni, los que se acentúan en los seis relie• ves del zócalo y guardapolvos. En estos relieves, que muestran un más de• purado arte, hay ma• teria de estudio del mayor interés. Son ellos, sin duda, lo mejor del retablo y en ellos también es donde por razón de la cercanía puede contemplarse el pri• moroso estofado. Acérquese el visitan• te y, valiéndose de una silla, observe de cerca los ropajes de las figuras de estos relieves. Las orlas de los mantos y túnicas EL SALVADOR tienen un trabajo fi- Escultura central del Retablo HÍSimO en el que SC observan cabezas, ni• ños y figuras variadas, miniaturas con perfección y por• menores insuperables. Y así es el testo del estofado de todos los relieves del retablo. Estos relieves inferiores que son lo más cercano a Juan de Juni hacen pensar que, si bien Doncel concertó - 40_ Expositor y parte central del Retablo y ejecutó la obra, según consta documentalmente, otra gubia a la par que la suya intervino en aquella, hacién• dolo con tanta maestría como modestia. Gutiérrez Cuñado, basándose en un trabajo de Don Juan Crisóstomo Torbado, publicado en la Revista Ar• chivo Español de Arte y Arqueología (núm. 34) en que da a conocer la intervención en el entallamiento de la —41 — i

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Hermosísimo relieve que efigia La Anunciación

-42— La Quinta Angustia sillería del coro de San Marcos, de León, de otra sjubia no bien conocida que dejó en alguna talla la letra A muy disimuladamente puesta entre dos figuras, no duda en afirmar que estas tallas del Retablo que nos ocupa, pertenecen a Juan de Angers, artista contemporáneo y acaso paisano de Juni, con el que tantos puntos de con- - 43- E-I Lavatorio tacto tiene, lo que ha dado lugar a que algunas de sus obras hayan sido atribuidas a éste, y que en el año 1535 contrató en unnn de Doncel, éste como entallador y aquel como imaginario, un retablo para el Monasterio de Tríanos, cerca de Sahagún, con la serenísima señora D.a Isabel de Quiñones, cuya escritura de concierto —44- guardase también en el Archivo de ta Cátedra! legio- nense. Ancho campo se abre a la investigación en este punto, y mucha luz puede proyectar para ello nuestro Retablo. Son de destacar entre los relieves superiores, La Quinta Angustia de gran pureza de línea y acabada fuerza expresiva, obra verdaderamente vivida por el artista. La Resurrección, Jesús con la Cruz al hombro y el Lavatorio de los pies. Este último de realismo porteíi- toso. Los Apóstoles reflejan admirablemente en sus sem• blantes y actitudes el asombro que les produce la escena y San Pedro evidencia el supiemo anonadamiento que le domina y parece estar diciendo: ¿Tú, Señor, lavarme a mí los pies? El pie izquierdo metido en el lebrillo con agua, no podía estarse quieto dado el pasmo del após• tol, y esta inquietud natural queda reflejada en el pe• queño oleaje de la superficie del agua; que el escultor destaca de modo insuperable. Es lástima que no se pue• da observar bien este relieve, dada la altura a que está colocado. Aun con esto, valiéndose con unos gemelos puede verse perfectamente. ' Terminemos con el Retablo dando al visitante tres datos más sobre el mismo. Doncel cobró por él trescien• tos ducados, siendo de cuenta de la Iglesia los gastos todos de su asentamiento. La reconstrucción importó cuarenta mil duros. La realizó «Estudios de Arte Urda- niz» de Zaragoza.

CAPILLA DEL CRISTO DE SANTA MARINA

Pasamos a esta Capilla atravesando la puerta del Presbiterio del lado del Evangelio. El altar es una reducción (suprimida toda la parte -45 - arquitectónica) del que tuviera cu su Iglesia, vergonzo• samente derruida en 1926 por causa de la barbarie mu• nicipal y la desidia y dejadez suicidas del pueblo. (La demolición de los antiguos templos es la página más negra que registra la historia de este pueblo, no solo por el hecho en sí mismo, sí que también por las cir• cunstancias de abandono inculto que la acompañaron). Fíjese el visitante en el Sagrario de dos cuerpos con puerta de dos hojas curvas, abriéndose por la columna central, y los bajo-relieves de la Crucifixión y Descen• dimiento, uno en cada puerta, que las exornan. El primer cuerpo tiene dos pares de columnas com• puestas, con el tercio bajo del fuste tallado y otra cen• tral igual, que sostienen un entablamento de friso tallado y cornisa rematada en una balaustrada que existía aún después de estar en la actual capilla y que los malos tratos ha dado al traste con ella. El segundo cuerpo con cuatro columnas toscanas colocadas en dos planos y. tres hornacinas entre ellas, la mayor, central alberga escultura quizá de Santa Marina y dos laterales más pe• queñas con las de San Pedro y San Pablo. Friso tallado exacto al del cuerpo bajo y rematado todo por un fron• tispicio con Dios Padre. Las estatuas policromadas, así como los relieves de las puertas y el resto de muy buen dorado. EL CRISTO DE SANTA MARINA, llamado así por haberse venerado muchísimos años en la iglesia de este nombre, es imagen de la segunda mitad del siglo XV, de autor desconocido y pertenece al tipo flamenco por el arqueamiento de las piernas, por el sudario que lo cubre, etc. (Gómez Moreno). Las dos puertas del retablo son moriscas y entonaban con el ar- tesonado valiosísimo de aquella Iglesia. En esta Capilla podemos ver el Cristo yacente en su Urna, o Santo Sepulcro. Es del siglo XVII y de autor —46— desconocido. Excelente escultura de brazos y piernas articuladas, lo que induce a pensar fuera de algún Des• cendimiento realizable. Bajando a la Iglesia, el primer altar que encontra• mos nada tiene que ver. El siguiente y otro igual enfren• te, son dos altares gemelos de excelente dorado que proceden del antiguo Convento de Dominicos. De allí pasaron a la Parroquia de Nuestra Seflora del Castillo Viejo por haberlos comprado el Párroco de ésta «des• pués de haberlos salvado de la ruina francesa en la guerra de la independencia». En el que estamos ahora está colocada la imagen de San Isidro que es del si• glo XVI11, repintada modernamente al restaurarse de los destrozos que sufrió al desaparecer la iglesia de Santa Marina, donde estaba con su otro altar que sucumbió en aquel entonces. En las hornacinas laterales, imágenes de San Antonio Abad y San Blas, del siglo XVII. Este altar estuvo siempre dedicado a San Francisco, como lo evidencia el ático del mismo. La imagen del titular es muy estimable y hace años fue retirada. Sigue el altar de la Virgen del Pilar, de estilo Rococó y del siglo XVIII. El otro altar dorado que antiguamente perteneció a la Virgen del Rosario, como se ve en el ático del mismo, hoy dedicado a San José, tiene en las hornacinas dos imágenes de Santo Domingo y San Roque, ésta deslucida por haberla lavado sin conocimientos para ello.

Siguiendo hacia la sacristía pasamos por el altar de la Inmaculada. A sus lados; en dos repisas, hay dos imá• genes de San Miguel Arcángel, Titular de la Parroquia de su nombre, desaparecida. Y San Pantaleón, ésta muy estimable. No sabemos en qué Iglesia estaría anterior• mente, ni tenemos noticias de su autor. En la Capilla de las Animas vemos un altar que es un gran cuadro de finales del siglo XVIII. Antes estuvo —47— en la iglesia del Silvador donde estaba incardinada la Cofradía. , , . , 4>vUv c La itftagen de Jesús Nazareno es del siglo XVII. hs buena la escultura.

Crucifijo de la Sacristía En la sacristía podemos admirar un Crucifijo valio• sísimo. Es de autor no determinado aún, pero induda• blemente de gran categoría artística. Representa a Cristo ya muerto y tiene muy deteriorada la corona de espinas. La tablilla con el INRI que le falta ahora, es la que tiene el Crucifijo del Retablo de Doncel al que hubo de po• nérsele en la reconstrucción de éste. De gran riqueza de detalle anatómicos, es imagen inspiradísima y colosal• mente realizada. Ignoramos de qué Iglesia procederá. Otras imágenes, ya retiradas del culto se pueden ver en la segunda sacristía. San Andrés, San Sebastián, San Cristóbal, San Martín, Santa Marina, buenas esculturas Titulares de las antiguas Parroquias. Pero antes de salir de aquí, veamos un Sagrario muy interesante. Es del siglo XVI. En la puerta, una talla de Jesucristo con el costado abierto por el que sale un cho• rro de sangre y agua que lamen en el suelo unos corde- ritos. Actualmente falta el chorro dicho que todos hemos conocido y estaba formado por un hierro retorcido con gran habilidad, que al final, al llegar al suelo se fraccio• naba; y todo él pintado con pericia extraordinaria daba perfecta impresión de la realidad. Las tablas laterales (una de ellas interesante) indican se trata de una recons• trucción.

ORFEBRERIA

Es valiosa la colección que atesora esta Parroquia, y forman aquella: UNA CRUZ PROCESIONAL de plata con su cas• tillete. En el anverso, un medallón con el Redentor, que tiene en la mano el mundo. Al reverso, en otro medallón, —49— 4 la Santísima Virgen. No tiene, pues, Crucifijo. Procede de la Iglesia del Salvador. Otra CRUZ Procesional, también de plata, a la que le falta el castillete, muy mal sustituido por un hexaedro de madera pintado de negro. Le falta también toda la lámina de plata de los cantos. En el anvers.0, el Crucifijo sobre un medallón que tiene grabada la ciudad de Je- rusalén. En el reverso, otro medallón y en él, también

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Portapaz fótico y cáliz de oro

grabada, la cruz de Malta. Procede esta Cruz de la Igle• sia de San Juan, que visitaremos después.

De la que fue Parroquia de Nuestra Señora del Castillo Viejo proceden los valiosísimos objetes siguientes: —50- liif'

Cruz Procesional

—51 — Cruz Procesional (Reverso)

-52- CRUZ PROCESIONAL de plata sobre dorada. Riquísima; con follajes, medallas repujadas, chapiteles y figuras de bulto. Tiene castillete muy galano, cambién con sus figuras y las hojas de abajo sin dorar. Alrededor del mismo, los doce Apóstoles en estatuilla, bajo capilli- tas, cada uno. Crucifijo y al reverso, la Virgen. Los cua• tro Evangelistas y el Pelícano. Es de estilo flamenco. Tiene de altura 1,24 metros. Punzones de un Pedro Riba- deo, desconocido, y los del contraste de Valladolid, con nombres de PIRO y P0 A", (grabados en páés. Sl-52 y S4). CRUZ DE ALTAR, de plata sobre dorada. Muy bella, de hechura poco usada, con follajes varios en la peana. Alto, 0,46 metros. Punzones de un Pedro Gago y del fiel Pedro Alonso, (árabado en p&g. S6) UN VIRIL riquísimo en forma de templete seisava• do, sobre pie y nudo de mazonería, con follajes, cardos y jarras de azucenas. En su remate. Crucifijo, y detrás una Virgen hasta medio cuerpo. Estilo gótico. Alto, 0,57 metros. Punzón de Juan; pero nótese que, a pesar de la variedad de marcas, el estilo de todas estas piezas es idéntico, (grabado en pág 55). UN CALIZ conletrero: «calicem quem dedit mihi Pater no (n) b (iba) m ílíítm» Gallones en la subcopa, es• maltados de verde, azul y malva. Nudo con Apóstoles menudillos, sobre fondos que fueron de esmalte y pie con cruz grabada. Alto, 24 centímetros, (grabado pág. so). UN PORTAPAZ, que emula en riqueza a las obras anteriores, con grupo de la Flagelación y otras figurillas. Igualmente gótico. Alto, 20 centímetros (gratado pág 50). UNA NAVETA en blanco; pequeña, con clarabo• yas semigóticas y estrías. Contraste de Valladolid y pun• zones ilegibles, quizá de Pedro Gago, uno deellos. Son de época posterior: UN CALIZ con pie de adornos lombardos y nudo gótico; su copa rehecha en el siglo XVII. -53- Por.aenor del Casti lete de la Cruz procesional.

-54— m

Viril de oro

—55- Cruz ¿ótica de altar OTRO CALIZ bien repujado, de estilo romano. DOS PORTAPACES pequeñitos, en blanco, con Calvario y Crucifijo. Estilo italiano, deteriorados. Alto, 9 centímetros. OTRA CRUZ PROCESIONAL de plata, sin Crucifijo, Probablemente fuera también de la Iglesia del Salvador.

Terminados los objetos de orfebrería, podemos, por último, ver una Bula de Paulo III, colocada en un mar• co de nogal. Es del año 1540 y contiene las gracias e indulgencias concedidas a la Cofradía del Stmo. Sacra• mento que estaba encardinada en la Iglesia de San Juan.

Aquí hemos terminado la visita a la Iglesia Parroquial. Salgamos y encaminemonos hacia la

IGLESIA DE SAN JUAN

Situada en la Plaza y calle de su nombre, es Iglesia probablemente de finales del siglo XII. Perteneció mu• chos siglos a la Orden de Caballeros Hospitalarios de San Juan, llamados también Caballeros de Malta, cuya venera, la Cruz blanca de ocho esquinas (Cruz de Mal• ta) aparece grabada en la parte superior del presbiterio y cancel, en todo el mobiliario, en su antigua Cruz Pro• cesional (que vimos en la Parroquia) y en la veleta de la torre. Esta torre es de fines del XIV, con posterior —57— Iglesia de San Juan

obra de ladrillo y a esta época pertenece su portada occidental, de ladrillo con adornos de esquinillas. El edificio es de tapia (tierra apisonada) y tiene en la pared Sur, soportales hasta el saliente de la sacristía, sostenidos por postes de madera apoyados en basamen• tos de piedra. El de la esquina es de granito y, por su diámetro, se sospecha sea un antiguo miliario romano. Estos Soportales vuelven hacia el poniente, ya sin co• lumnas, y en este trozo tenían un vistoso techo de alfar- jías, hoy carcomido y en plena ruina. Bajo los sopor• tales, al Sur, hay otra portada de piedra. Es ojival, con archivolta sencilla. Sobre la imposta, los arranques de la moldurada guarnición adoptan a un lado figura hu• mana retorcida y al otro una esfinge. Dos columnas ge- -58— lálesía de San Juan (Portada sur)

melas flanquean la puerta, teniendo los fustes truncados, al igual que las basas. Estas columnas servían de sopor• te a la moldura del arco inferior. Esta portada es tam• bién de finales del siglo XIV. Siguiendo la Plaza, veamos en el testero del presbi• terio, y desde la calle, dos ventanillas gemelas en forma de ajimez, de ladrillo y arco de medio punto, a ambos lados del testero dicho. Sólo son visibles por el exterior, como estamos, pues por el interior las oculta el retablo —59— de la capilla mayor. Son lo más antiguo que queda y probablemente anteriores al siglo XIV. Para entrar en el edificio, llámese en la casa número 6 de la plaza. La vecina que en ella vive facilita diligen• temente la entrada a la iglesia, Entremos. Es de una sola nave con piso enlosado. Arco toral de piedra, pasado el cual hay, a la derecha, una puerta que comunica con la sacristía, en la que na• da hay de particular. En la antesacristía puede verse una imagen de la Inmaculada Concepción, de buena antigüedad y bastante deteriorada. Seguido, hay dos lu• cillos ojivales, con sus sepulcros de piedra, lisos y sin inscripción. La armadura es de madera con toscos tirantes, cuya parte posterior se renovó modernamente. El retablo procede de la desaparecida parroquia de San Andrés y carece de valor artístico. Por detrás del retablo se puede ver, unque no muy bien, e incrustados en la pared, una docena de arcos de medio punto, polilobulados y de estuco, que forman a modo de retablo embutido en la pared. CRISTO DEL AMPARO. Es la imagen del altar ma• yor. De autor desconocido y de estimable valor escultó• rico, aunque no sea de gran mérito. No figura en el Ca• tálogo Monumental de Gómez Moreno. Es de principios del XVII, sin gran parecido con otros más conocidos de entonces y recuerda más bien las obras del siglo XVI. Antiguamente estaba en su capilla —ya desaparecida— situad?, a la izquierda del templo, con la que se comu• nicaba por amplios arcos aún perceptibles. Al lado del altar hay una imagen de San Roque (siglo XVII) procedente de la desaparecida ermita de su nombre. En la pared Norte hay un crucifijo del siglo XIII. Su cabeza, primorosamente tallada en madera, casi al tama- —60-^ fio natural, se ve es distinta del resto del cuerpo, ya muy toscamente tallado. Debajo del coro pueden verse: el techo, que el piso del mismo forma. Es de madera. Y el baptisterio.

Y aquí dio fin y tuvo acabamiento la visita artística a Valencia de Don Juan, que en el Castillo comenzamos. En el recorrido hecho, hemos podido deleitarnos con la contemplación de obras de supremo valor artístico. Que esta ruta seguida te haya sido grata, amable visi• tante, y te haya dado superior placer estético, te desea el autor, en nombre propio, y en el del Grupo de Tra• diciones Coyantinas.

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INDICE

PAOS.

PROLOGO 5 EL CASTILLO 11 IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DEL CAS• TILLO VIEJO 16 IMAGEN DE LA VIRGEN DEL CASTILLO VIEJO 19 PANTEON CONDAL 21 CUADRO DE SAN NICOLAS DE BARI 24 ALTAR DEL DESCENDIMIENTO 25 IGLESIA PARROQUIAL 30 RETABLO DEL ALTAR MAYOR 34 CAPILLA DEL CRISTO DE SANTA MARINA.. 45 ORFEBRERIA 49 CRUZ PROCESIONAL 51-52-53 y 54 CRUZ DE ALTAR 53 y 56 VIRIL GOTICO 53 y 55 IGLESIA DE SAN JUAN 57 -

JUNIO DE 1959