PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información

PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información

ANDONI ALONSO & JOSÉ PABLO BLANCO ( c o o r d i n a d o r e s ) Coordinadores Andoni Alonso & José Pablo Blanco

Edita JUNTA DE EXTREMADURA Consejería de Educación Ciencia y Tecnología

Dirección de la Colección INFODEX

© Los autores & JUNTA DE EXTREMADURA Reservados todos los derechos

I.S.B.N. 84-7671-609-5

Depósito Legal BA-96-2001

Diseño colección y Maquetación José Antonio Pérez. ESTUDIO GRÁFICO

Impresión Artes Gráficas “INDUGRAFIC”, S.L. (Badajoz)

Printed in Spain – Impreso en España. © BADAJOZ/5/Marzo/2000 AU TO R E S Pág. Iñaki Arzoz Karasusan 17 Artista y ensayista

Isidoro Reguera 33 Filósofo

Carl Mitcham 46 Filósofo de la Tecnología

Carmen Galán 58 Lingúista

Andoni Alonso 58 Filósofo de la Tecnología

Javier Bustamante 69 Filósofo de la Tecnología

Javier Echeverría 87 Filósofo de la Ciencia

Ángela Guisado 101 Abogada y profesora de Derecho

Andrew Feenberg 115 Filósofo de la Tecnología

Antonio Rodríguez de las Heras 134 Historiador

Ángela Guisado 141 Abogada y profesora de Derecho

José Pablo Blanco 143 Historiador

Í N D I C E

PÁG.

A U T O R E S 7

P R Ó L O G O 1 1

A RT Í C U L O S 1 5

LA NUEVA CIUDAD DE DIOS TESIS CIBERCULTURALES PARA UNA VISIÓN CRÍTICA DE LA CIBERT E C N O L O G Í A...... 1 7

M E TAFÍSICA TRÁGICA Y METAFÍSICA DIGITAL DEL LENGUAJE. (El círculo nietzscheano y la reversibilidad virtual) ...... 3 3

APUNTES PARA UN HIPERTEXTO SOBRE LA EMERGENCIA Y LA TRASCENDENCIA DEL ORDENADOR ...... 4 6

EL ÁRBOL INFINITO APROXIMACIONES A LA ICONOGRAFÍA DE LA CIENCIA...... 5 8

AJEDREZ Y COMPUTADORES: LA METÁFORA DE LA INTELIGENCIA ...... 6 9

DEMOCRACIA Y SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN ...... 8 7

LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS Y EL COMERCIO ELECTRÓNICO ...... 1 0 1

LA ENSEÑANZA ONLINE Y LAS OPCIONES DE LA MODERNIDAD ...... 1 1 5

EL LIBRO AL OTRO LADO DE LA PA N TA L L A ...... 1 3 4

A P É N D I C E 1 3 9

EL PAPEL DE LA ADMINISTRACIÓN EN RELACIÓN CON LAS NUEVA S TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y LA COMUNICACIÓN ...... 1 4 1

PUBLICACIÓN Y EDICIÓN...... 1 4 3

11 P R Ó L O G O

Este libro es el resultado de las conversaciones que un grupo de expertos en la Sociedad de la Información comenzó a establecer en el verano del 2000, durante la celebración del curso 30 años después de Internet. Esta actividad formó parte de la programación de Cursos Internacionales de Verano de la UEx en Trujillo. Allí se intentó crear un marco de discusión que englobara todos esos aspectos que, según nos dicen, están siendo profundamente transformados por los ordenadores conectados en red. Nuestro punto de partida fue inten- tar dilucidar si desde las Humanidades teníamos algo que añadir a un debate que ocupa cada vez más espacio en la sociedad del siglo XXI. Pero, para ser justos con la situación, también nos interesó saber si la tecnología interroga la función que los que nos dedicamos a las Humanidades tenemos en este nuevo milenio. Si tenemos en cuenta que ya han pasado más de treinta años desde que nació lo que en principio fue un sistema militar de defensa, y que luego se convirtió en este fenómeno glo- bal de la nueva economía, podemos afirmar que ya tenemos suficiente perspectiva como para realizar un análisis crítico de lo que ha ocurrido a lo largo de este tiempo. Siguiendo a Ivan Illich, hemos entrado en un panorama distinto del desarrollo tecnocientífico y las coor- denadas que debemos emplear para entender este fenómeno de las telecomunicaciones es diferente -se ha ido gestando desde los años 50 hasta hoy- y pensamos que debíamos mos- trar cómo ocurre tal transformación. Por otro lado hay que añadir que los que participamos en este curso tenemos una vinculación más intensa con los ordenadores y las redes de tele- comunicaciones que la que se mantiene con una simple herramienta. Nos hemos detenido a reflexionar sobre cómo influye en nuestro trabajo y en lo que, de forma general, llamamos cultura. No es de extrañar que la mayoría del grupo pertenezca a esa modalidad del pensa- miento que se denomina Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS), la cual, desde los años sesenta, ha intentado levantar un puente entre esas dos culturas antagónicas que señalaba Snow. La tecnología es el gran tema de finales del siglo XX y por supuesto continuará sién- dolo en el XXI. Al adquirir tanta importancia no es extraño que su valoración bascule entre la bendición -la promesa de una riqueza sin precedentes, alcanzar finalmente la utopía- y la mal- dición -la amenaza latente del desastre ecológico o la vuelta a la explotación laboral del siglo XIX-. Es en esa ambigüedad donde encontramos la necesidad de pensar sobre ella. Pero hemos dicho tecnología y no ciencia pues esta última tampoco escapa a su influencia. Nos encontramos ante la necesidad de crear una tercera cultura que realmente sea capaz de entender la tecnociencia a la vez que pueda analizarla desde la perspectiva social y de los valores, esto es, desde las Humanidades. Ése fue uno de nuestros objetivos en el curso de Trujillo: aplicar esta perspectiva a las telecomunicaciones. Y, como resumen de nuestra acti- tud intelectual podríamos decir que todos nosotros pensamos que el fin último del análisis de la tecnología -y en concreto de las telecomunicaciones- no es explicar en qué consiste sino en conocernos mejor a nosotros mismos por medio de ella. Éste es el interés que los estudios CTS tienen, o al menos así lo entendemos.

1 Entrevista con Carl Mitcham en Zienzia, Teknologia eta Gizartea, Gaiak, San Sebastián, 1999. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 12

El lector que se anime a continuar con la lectura de este libro encontrará planteamientos que nacen de disciplinas muy diferentes: desde la historia a la filosofía de la ciencia, pasan- do por el periodismo, el derecho, la linguística… En cada caso se analiza una faceta diferen- te de ese fascinante mundo transformado por los ordenadores en los que vivimos. Sin embargo esta diversidad no es casual. En realidad quisimos agrupar dos tipos de trabajos: unos con un carácter más genérico junto a otros que realizaran un estudio parcial de un aspecto muy concreto de las telecomunicaciones. Frente al papel de la ética en las teleco- municaciones, como por ejemplo el artículo de Carl Mitcham, buscamos un caso concreto como el comercio electrónico que analiza Ángela Guisado. Con ello quisimos preservar esa índole teórico-práctica que caracteriza a los estudios CTS y así los primeros artículos son más teóricos mientras que los siguientes analizan situaciones concretas. A continuación ofrece- mos una breve guía de lo que este libro contiene. Iñaki Arzoz, artista y ensayista, experto en las relaciones entre arte y tecnología, autor de numerosos libros sobre cibercultura y columnista habitual de la revista electrónica Bitniks (www.bitniks.es) propone en La Nueva Ciudad de Dios: Tesis ciberculturales para una visión crítica de la cibercultura la existencia de una visión utopista y cuasirreligiosa en las teleco- municaciones actuales. Este trabajo es una síntesis de un libro más amplio que aparecerá en la Editorial Siruela en abril del 2001. En él, de forma más detallada, señala cómo en el momento presente, Internet continúa mostrando, según alguno de sus más importantes gurús, la misma concepción de la tecnología como magia salvadora gestada en el siglo XVI. En el Renacimiento comienza a fraguarse de esta manera la utopía tecno-religiosa que cul- mina con autores contemporáneos como Frank Tipler o Freeman Dyson. Pero esta tenden- cia cuasirreligiosa se muestra especialmente contagiosa para todos, incluido nosotros. Isidoro Reguera es el mayor especialista sobre Wittgenstein del país. Dirige el proyecto de investigación sobre Divulgación de la ciencia (en el que participan Carmen Galán y Andoni Alonso). Como intelectual preocupado por el lenguaje y el pensamiento, le ha interesado sobremanera cómo los nuevos sistemas de telecomunicaciones han transformado el pensar tradicional precisamente por medio de una concepción virtual del lenguaje. Así en su artícu- lo Metafísicatrágica y metafísicadigital del lenguaje (El círculo nietzscheano y la reversibilidad virtual) da cuenta de toda una trayectoria intelectual que se ha desarrollado en Europa y que ha culminado con una crítica de la "razón informática" (parafraseando a Tomás Maldonado). En su recorrido examina las aportaciones de filósofos clásicos como Nietzsche hasta el pen- samiento sobre los mass media y lo digital de Jean Baudrillard. Este análisis filosófico de lo digital es imprescindible para mostrar cómo es posible entender desde la filosofía pura, las nuevas tecnologías. Carl Mitcham es un conocido experto en la filosofía de la tecnología que se ha interesa- do especialmente por el pensamiento hispano en este terreno, concretamente en José Ortega y Gasset, David García Bacca y Mario Bunge. Colaborador de varias asociaciones tecnológicas como la American Computer Association, se ha preocupado por los problemas éticos que los ordenadores han ido causando en los últimos veinte años. Su artículo Apuntes para un hipertexto sobre la emergencia y transcendencia del ordenador traza un amplio pano- rama de estos problemas éticos y las soluciones que se han ido arbitrando, a la vez que señalando la necesidad de "reinventarnos" -en terminología orteguiana- continuamente en P r ó l o g o 13 cuanto a sujetos éticos con estas máquinas, ya que su evolución constante nos exige una atención continua para detectar situaciones nuevas. Carmen Galán y Andoni Alonso colaboran desde hace años en diversos proyectos comu- nes, vinculados sobre todo a las relaciones entre el lenguaje y la ciencia. Fruto de esa cola- boración ha sido el proyecto Divulgación de la ciencia, concedido por el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Su artículo El árbol infinito. Aproximaciones a la iconografía de la ciencia mues- tra la aparición de un nuevo código entre la imagen y el concepto que se está desarrollando en Internet, pero que hunde sus raíces en tradiciones muy anteriores. Al mismo tiempo que su novedad, hay que señalar cómo por su medio se introducen valores respecto al progreso y al cambio. Javier Bustamante fue un pionero en los estudios CTS aplicados a la tecnología infor- mática. Ganador del premio Fundesco por Sociedad Informatizada, ¿Sociedad D e s h u m a n i z a d a ? ha investigado la forma como se ha entendido el ordenador desde el punto de vista social. Bustamante es un buen ejemplo de intelectual de la tercera cultura, pues su conocimiento técnico de los ordenadores es muy amplio. Su artículo Ajedrez y c o m p u t a d o r a s . La metáfora de la inteligencia es precisamente una muestra del poder de la metáfora para explicar de forma accesible y crear una poderosa imagen en la mentalidad común, siendo de esta manera como se extiende y populariza la informática. La metáfora se transforma con el tiempo, permitiendo de esta manera seguir la evolución de las men- talidades respecto a la tecnología. Javier Echeverría es el filósofo de la ciencia que más publicaciones ha realizado sobre los efectos sociales de la informática. Ganador de dos premios -Cosmopolitas Domésticos, Anagrama, 1995 y Los señores del aire, Premio Nacional de Ensayo, 2000-, se ha converti- do en una referencia para esta temática en nuestro país. En su artículo Democracia y socie- dad de la información investiga uno de los temas que más le preocupan al respecto, como es el papel de la sociedad civil en el desarrollo tecnológico o en lo que él ha denominado el tercer entorno. Sin duda, como toda revolución, en este caso tecnológica, uno de los aspec- tos más cambiantes es precisamente el de la política y Echeverría advierte de los graves dile- mas a los que nos enfrentamos, así como un punto de partida -la creciente distancia entre infopobres e inforricos- cada vez más insalvable. Ángela Guisado es una especialista en lo que se ha venido a denominar como "derecho electrónico". Siendo una tecnología tan nueva, las leyes han de adaptarse con rapidez y fle- xibilidad. En Las nuevas tecnologías y el comercio electrónico nos ofrece un detallado análi- sis de uno de los aspectos legales más impactantes como es el comercio electrónico. Gurús informáticos como Negroponte, Guilder y Kelly afirman que es precisamente en este campo del comercio donde la realidad de Internet se implantará con más fuerza, dado su gran impor- tancia económica y ciertamente las transacciones electrónicas están creciendo a una velo- cidad sin precedentes. Al mismo tiempo necesitamos una mejora de la ley que ayude al con- sumidor a orientarse en este nuevo terreno. Andrew Feenberg, filósofo de la tecnología, fue uno de los pioneros de lo que se ha veni- do a llamar "Enseñanza por ordenador". La mayoría de nosotros se encuentra vinculado a la enseñanza universitaria y es precisamente ésta la que más transformaciones está sufriendo PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 14

gracias a las telecomunicaciones. Por tanto nos pareció que no podíamos prescindir de su aportación. Su artículo La enseñanza online y las opciones de la modernidad recoge el fruto de más de veinte años de experiencia al respecto, confrontándola con un contexto histórico más amplio y señalando similitudes históricas con otros momentos de cambio tecnológico, así como una serie de propuestas y advertencias para el correcto uso de esta tecnología en la educación. Antonio Rodríguez de las Heras es sin duda el mayor experto sobre publicación digital e hipertexto de nuestro país. Pionero en esta materia, ha trabajado en ella durante más de veinte años. Su artículo El libro al otro lado de la pantalla refleja una muy depurada filosofía de lo que debe ser la escritura electrónica. Analizando la trayectoria literaria de nuestra cul- tura, muestra cómo este soporte novedoso ha de ser capaz de encontrar sus propias formas de expresión completamente independientes del medio tradicional al que nos hemos acos- tumbrado: el libro. En los dos últimos artículos Publicación y Edición Digital y El papel de las administracio- nes en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación hemos intentado sinteti- zar brevemente lo que fueron más de dos horas de discusión en cada caso. Consideramos imprescindible tratar en estos encuentros dos aspectos heterogéneos, como es la publica- ción digital y la administración, pero de nuevo creemos que se trata de aspectos claves donde las tecnologías de la información están trasformando profundamente nuestra forma de entenderlos. José Pablo Blanco y Ángela Guisado realizaron esta síntesis. Y ya como editores sólo nos queda agradecer a aquellas personas que nos han ayudado en la realización de este libro. En primer lugar queremos hacerlo a los autores que amable- mente han contribuido con su esfuerzo intelectual y su amistad (añadiendo a los presentes a los integrantes de los grupos Enred@ y Vivernet, Ramón Queraltó y a Luis Ángel Fernández Hermana). Junto a ellos agradecemos a la Junta de Extremadura, en la persona de Ángel Robina, su esfuerzo para llevar a buen puerto estos encuentros. Asímismo todas las perso- nas que desde la Dirección de la Sociedad de la Información nos facilitaron la organización de este curso y han posibilitado la publicación de este libro. Entre ellos destacaremos a su director, Carlos Castro, junto a sus colaboradores Fernando Solís, Francisco Valiente, Soledad Ruano y Francisco Gómez. El mismo agradecimiento extendemos al vicerrectorado de Acción Cultural de la Universidad de Extremadura, en la persona de su vicerrector Bernardo Santano y sus colaboradores, Juan Sánchez, Esperanza Royo y Jaime Jaraquemada. A la amabilidad con la que la ciudad de Trujillo nos acogió es buena prueba del talante de sus habitantes, representado en su alcalde, D. José Antonio Redondo, y a las ins- tituciones comprometidas con la vida cultural de esta ciudad. Y tampoco podemos olvidar a Carolina Amador y Adrian Birthwistle por su ayuda con el inglés. Gracias a todos ellos.

ANDONI ALONSO JOSÉ PABLO BLANCO (Coordinadores) A R T Í C U L O S

LA NUEVA CIUDAD DE DIOS TESIS CIBERCULTURALES PARA UNA V I S I Ó N CRÍTICA DE LA CIBERT E C N O L O G Í A

Iñaki Arzoz Karasusan Artista y ensayista. E-mail: iñ[email protected]

Advertencia hiperfilosófica al lector El curso de verano 30 años de Internet. La sociedad de la información en el 2000 ya se celebró, con notable éxito, en Trujillo, y los conferenciantes agradecemos que las palabras allí pronunciadas, gracias a esta publicación, no se las lleve el viento. Sin embargo, he pre- ferido conservar el planteamiento oral de la conferencia original sin reescribirla ni reelaborarla como un artículo académico (prescindiendo así, entre otras cuestiones, de todo el aparato de citas, notas o bibliografía). El guión de notas que me sirvió de apoyo sólo ha sido redac- tado y completado para que tenga sentido por sí mismo, ya que al carecer de la asistencia de los comentarios improvisados entonces pronunciados, quedaría acaso demasiado inco- nexo para el lector. El hecho de optar por esta fórmula no depende tanto de una preferencia por la agilidad discursiva del formato de la conferencia como del sentido de la misma como evento hiperfilosófico. Pues ha sido precisamente la importancia de la hiperfilosofía como nueva forma de abordar los problemas de la cibercultura uno de los temas más importantes abordados, con carácter de conclusión operativa, y cuyo criterio, de hecho, intentaba mode- lar incluso el planteamiento de toda la conferencia, convirtiéndola también en hiperfilosófica. De ahí que, al conservar el guión original apenas modificado, pretenda conservar sobre todo su original estructura hiperfilosófica, la cual demanda ahora la complicidad del lector como entonces la del asistente al curso de verano. En este sentido, la conferencia entonces expuesta oralmente, continua textualmente, dirigida a otro público quizá más amplio y diver- so del que asistió al curso de Trujillo. Se convierte así, hiperfilosóficamente, aquella confe- rencia en esta conferencia-texto progresiva, que sustituye las interpelaciones al público asis- tente por las interpelaciones al lector actual. De lo único que habremos de prescindir en este formato de libro -dada su imposibilidad técnica- es de la amplia selección de imágenes que proyectadas por el cañón de vídeo sirvieron en aquella ocasión para visualizar los contenidos, ciertamente novedosos en ese contexto. Por todo ello, espero que el lector sabrá entender las licencias formales de esta conferencia hiperfilosófica y aún participar de sus propuestas ciberculturales como genuino y cómplice lector hiperfilosófico. Sólo en ese caso podrá acti- var todos los resortes ocultos de este texto, que va más allá de la mera exposición de unas ideas más o menos afortunadas, y que quiere ser ante todo un reclamo coherente al acti- vismo, una acción cibercultural en si misma activada justo en el momento exacto de esta tu lectura, amigo lector. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 18

Presentación Es todo un privilegio para mí que sea este curso de verano de la Universidad de Extremadura -reflejado en este libro-, la primera oportunidad para presentar en público la investigación que ha dado pie al libro titulado La Nueva Ciudad de Dios. Un juego cibercul- tural sobre el tecno-hermetismo (de próxima publicación en la editorial Siruela), un libro con- junto de Andoni Alonso y este conferenciante, y del cual ya tuvimos un adelanto sobre uno de sus temas o motivos -el árbol como metáfora cibercultural- en la conferencia de Carmen Galán y Andoni Alonso. En esta dualidad (hiperfilosófica y ampliable) que formamos ambos autores, en la que mis compañeros de fatigas aportan su formación filosófica -especialmente en filosofía de la tec- nología- mi aportación, dada mi formación en las Bellas Artes, será el necesario elemento ima- ginativo que requiere toda investigación cibercultural. Por ello, supongo, me han llamado cibe- rartista en el programa de este curso de verano, aunque habría que matizar que tal calificati- vo sería aceptable sólo si dentro de esta novedosa categoría se me considera como un ci b e - rartista conceptual, ya que me dedico básicamente a la reflexión escrita sobre la cibercultura -siempre desde mi punto de vista como artista- más que a la creación infográfica. Esta autopresentación era necesaria para advertir al lector que la conferencia sobre la Nueva Ciudad de Dios, que le ha tocado en suerte exponer y redactar a este conferencian- te, pero de la que somos responsables ambos autores como hiperfilosófico AUTOR comu- nitario, quiere tener un cierto carácter singular -imaginativo o artístico si se quiere-, no tanto por las afirmaciones que voy a hacer a continuación, sino por el sentido que necesariamen- te tienen que adoptar de acuerdo con nuestra heterodoxa investigación cibercultural. Pues esta investigación, atendiendo a nuestra visión ampliada de la cibercultura -que incluye mani- festaciones de la cibercultura en todos los ámbitos y en todas las épocas-, es, además de un libro, un Proyecto interactivo y abierto a todo el (ciber)mundo, en este caso, además de a todos los asistentes al curso de verano, a los lectores del texto de esta conferencia. Desde este punto de partida el contenido de esta conferencia, en parte estará dado por mi intervención y en otra parte, no menos decisiva, por la intervención posterior del público y especialmente de los lectores que han de completar y complementar mi intervención. Es así, desde este momento, una conferencia en cierta manera conjunta, que amplia el Autor comunitario inicial, incluyó potencialmente a todos los asistentes al curso y ahora abar- ca a todos y cada uno de los lectores. Abandonamos entonces el concepto tradicional de conferencia magistral para celebrar un "evento cibercultural" interactivo y, más específicamente, para desarrollar una categoría sur- gida de nuestra investigación cibercultural y que hemos denominado juego hiperfilosófico, en la que este conferenciante planteará una Tesis a través de una serie de ejemplos que el lector ha de recoger y, una vez sometidos a reflexión, ampliar o cuestionar. Por supuesto, la complicidad es básica en este juego hiperfilosófico y por ello pediría a los lectores de esta conferencia a que se animaran a seguir este texto bajo esta pre- misa para, a continuación, participar activamente, de manera que esta conferencia/juego (un modelo a escala reducida del libro La Nueva Ciudad de Dios) resulte lo más fructífe- ra posible. La Nueva ciudad de Dios 19

1.– Planteamiento de la conferencia como Juego Hiperfilosófico De acuerdo con este planteamiento el juego hiperfilosófico de esta conferencia consisti- rá en el siguiente procedimiento: Primero voy a plantear una Tesis principal, a continuación la desarrollaré a través de una serie de ramificaciones, y por último, mostraré una serie de ejemplos o referencias (que en el curso fueron acompañados de una serie de ilustraciones que nos permitieron visualizar mejor el complejo mundo imaginero sondeado por nuestra investigación). A partir de ese momento comenzará la parte interactiva del juego, pues sea cual sea la respuesta del lector -la intervención inmediata o el silencio-, el juego hiperfilosófico se ini- ciará derivando en un sentido u otro, ya que esta es la primera exposición pública, ahora edi- tada en texto, del proyecto de la Nueva Ciudad de Dios. Comentarios previos sobre la Tesis hiperfilosófica de la Nueva Ciudad de Dios: La Tesis que voy a plantear no es una tesis novedosa tanto como una tesis extrema -por las circunstancias del juego- y ya ha sido sugerida parcialmente por varios ensayistas de la cibercultura (particularmente David Noble y Margaret Wertheim). La mayor novedad que aporta nuestra revisión consiste en que nosotros la hemos convertido en una tesis cibercul- tural, un paso más allá que una mera tesis sobre la cibercultura, esto es, en una tesis que denominamos una tesis-ficción. Esto significa que lo que planteamos como tesis no es algo que los autores creamos o dejemos de creer, sino que la planteamos como una posibilidad que en el futuro inmediato pueda convertirse en algo cierto, real, efectivo. Esta tesis-ficción, sería así una especie de versión teórica o ensayística de una novela de ciencia-ficción, y está relacionada con el géne- ro de las historias del futuro (de Antonio Vieira a Warren Wagar). Pero a diferencia de las his- torias del futuro, de las profecías, la especulación científica o la ciencia-ficción, este tipo de tesis no pronostica el futuro sino que analiza una parte significativa del presente como si en el futuro esta línea de investigación ya se hubiera cumplido. Y nuestro interés no es que se cumpla, sino al contrario, que nunca ocurra, y que nuestra tesis desarrollada y ampliada en la cibercultura haya contribuido precisamente, de alguna manera cibercultural, a su imposi- bilidad. Así, la intención última de esta tesis-ficción es conjurar ciberculturalmente un futuro negativo, para ir construyendo un presente convivencial, sostenible y anti-utópico. Estos comentarios previos son necesarios porque nuestra tesis es precisamente una tesis polémica -más aún en el contexto de un curso de verano sobre la "sociedad de la infor- mación"-, elaborada desde una visión crítica de la cibercultura. Pero sobre todo porque no es una tesis académica (filosófica, sociológica, etc) sino cibercultural, y por ello en parte artísti- co-literaria, ya que utiliza como soporte principal una metáfora genérica compuesta a su vez de una constelación de metáforas parciales. Esta utilización de metáforas parte, además de por influjo de su uso frecuente en la ciber- cultura -donde se utilizan conceptos metafóricos como "navegar", "ciberespacio", "red", "auto- pistas de la información", "portales"- de la visión metafórica que propone la hiperfilosofía -como veremos al final- y que venimos utilizando desde hace tiempo a través de la metáfo- PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 20

ra urbana de Futurópolis (serie de artículos publicada en la revista electrónica Bitniks) y pos- teriormente, en este libro, de la dualidad urbana de la Nueva Ciudad de Dios, frente a la cual hemos imaginado una cívica e hiperfilosófica Ciberatenas. Nuestro planteamiento parte de la impresión de que, así como la metáfora de Ciberatenas supone una metáfora positiva, constructiva de la cibercultura y especialmente de Internet, sugerida o apoyada explícita o implícitamente por numerosos intelectuales, veí- amos como surgía otro tipo de metáfora urbana, entre numerosos autores (especialmente norteamericanos) cuya semejanza con la Ciudad de Dios de San Agustín -la Jerusalén celes- tial y peregrina frente a la Babilonia terrenal- iba más allá de la casualidad, y en nuestro caso al destacarla, más allá de la comparación ingeniosa. De esta manera, la tesis-ficción de que la cibercultura e Internet se estuviera convirtien- do, no en una Ciberatenas para los ciudadanos sino en una Nueva Ciudad de Dios, controla- da por los grandes empresarios de la Red, nos llevó a sugerir la tesis-ficción del libro y de esta conferencia, como un intento de moldear, metafóricamente, el reverso oscuro de la cibercultura. Así pues, una vez contextualizado el sentido de nuestra investigación en torno a esta metáfora, nuestra tesis, subdividida en varios apartados, es la siguiente:

2.– Tesis-ficción sobre la cibercultura – La cibercultura (el conjunto de manifestaciones sociales y culturales en torno a las cibertecnologías) se está convirtiendo en un religión o pseudoreligión, que hemos denominado religión digitalista. – Esta religión digitalista es una versión actualizada de la fe en la tecnociencia moderna. – El origen de esta concepción de la cibercultura se halla en una tradición tecno-her- mética, que sigue el hermetismo como vía religiosa del conocimiento y cree que la tecnología puede construir un paraíso artificial. – La conversión de la tecnología y las cibertecnologías en religión digitalista surge en una situación de decadencia de las religiones monoteistas dentro del contexto cultu- ral del judeocristianismo. – Esta tradición ha sido asumida por Norteamérica, el país que más ha impulsado las cibertecnologías y especialmente ha creado Internet, dando lugar a una suerte de Ciberimperio americano, también dentro de la tradición hermética (el pueblo elegido, la Tercera Edad de Joaquín de Fiore, del Quinto Imperio americano, etc). – Este Ciberimperio ha impulsado la evangelización del digitalismo como manera de introducir el modelo político, económico, social y cultural ciberamericano de la Nueva Ciudad de Dios frente a la tendencia europea hacia una Ciberatenas más crítica y concienciada. La Nueva ciudad de Dios 21

– Este Ciberimperio digitalista puede embarcar al (ciber)mundo en una evolución peli- grosa de la cibercultura y la tecnología en general, que es preciso rechazar activa- mente, también desde dentro de la cibercultura, desde el activismo cibercultural en la propia Red y fuera de ella (como en este caso). Después de la radicalidad desafiante de semejante tesis es preciso recordar, una vez más, su carácter de tesis-ficción. Esto es, las afirmaciones anteriores de la Tesis no son actualmente ni ciertas ni inciertas, sino únicamente válidas como exploración crítica de la cibercultura actual, especialmente de su vanguardia norteamericana, en una proyección hacia el futuro. Por ello, en nuestro libro estas tesis viene reseñadas como panfleto, y no como teoría filosófica o histórica. Su objeto por tanto es excitar la curiosidad, indagar críti- camente, conmover a los creadores y usuarios de la cibercultura, es decir, que nuestra tesis es una suerte de experimento mental que ha de ser entendido en su verdadero e hiperfilo- sófico sentido, si no se quiere desvirtuarlo.

3.– Investigaciones complementarias Para entender mejor el juego de los conceptos y neologismos expresados por nuestra Tesis -cibercultura, digitalismo, tecno-hermetismo, Ciberimperio, etc-, vamos a ofrecer al lec- tor un paralelismo metafórico que nos permita entender mejor su sentido general en el mundo contemporáneo. Para ello hemos interpretado paródicamente este posible digitalismo en ciernes del Ciberimperio norteamericano como si fuera una versión tecno-hermética del cristianismo en el momento de convertirse en la religión oficial del Imperio Romano. De ahí que consideremos a La Ciudad de Dios de San Agustín, el libro que ubica la con- versión espiritual de la Roma pagana asaltada por los bárbaros, el leiv-motiv que mejor repre- senta esta situación y como la clave metafórica de nuestra investigación: la tecnología actual, Internet, y la cibercultura, convertidas en el fermento -gracias a ciertos gurús infor- máticos como Bill Gates o Negroponte y algunos científicos tecno-herméticos-, de una reli- gión cientifista que pretende conducirnos a una Nueva Jerusalén celestial, lejos de la diabó- lica Babilonia de la realidad. Esta tesis crítica moldeada según la metáfora de la Nueva Ciudad de Dios, de acuerdo con su carácter de tesis-ficción, la hemos desarrollado hasta sus últimas consecuencias, aún dentro de su género panfletario, para hacerla lo más creíble posible. Así, para lograrlo, en el libro, hemos realizado una serie de investigaciones, tan docu- mentadas como ocultamente paródicas. La primera de ellas -lejanamente inspirada en San Agustín- es una novedosa genealogía de la tradición utópica tecno-hermética desde La República de Platón, pasando por San Agustín como punto de inflexión y primera utopía reli- giosa, a las utopías de Moro y Campanella -y especialmente Cristianópolis de Andreae-, en la cual las utopías americanas son decisivas, como La Nueva Atlántida de Francis Bacon, las reducciones jesuitas de Paraguay y Baja California y las utopías puritanas de mormones y PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 22

otras sectas protestantes, hasta las últimas utopías y distopías de la ciencia-ficción, desde ficciones como Ciudad permutación, de Greg Egan o Dark City de Alex Proyas, a siniestras fantasías como la de los suicidas ufológicos de Heaven's Gate. La segunda y paródica investigación ha sido la caracterización irónica del digitalismo como religión imperial más o menos copiada del cristianismo en el contexto del nuevo Ciberimperio romano o Ciberamérica, con su papa (Bill Gates), sus catecismos (El Mundo digital de Negroponte), su lenguaje sagrado-cabalístico (html), sus herejes (Linux), sus pro- fetas y misioneros (Esther Dyson), su alquimia (E-conomía), sus colonias (Ciberhispania), su limes y sus bárbaros (África), etc, etc... donde los partidarios de Ciberatenas seríamos esos griegos irreductiblemente paganos que intentamos construir un nuevo caballo de Troya para introducirlo, en esta ocasión, en el interior de la Nueva Ciudad de Dios. Pero así como ambas investigaciones pretenden imaginar de manera irónica la situación creada por el digitalismo, ha habido otros aspectos en los que hemos profundizado, con la intención de llevar a cabo una reinterpretación cibercultural de nuestro pasado y nuestro pre- sente. Hemos emprendido la elaboración de un Arbol Sefirótico de la Cibercultura (así llamado en homenaje a una fuente tan importante del tecno-hermetismo como es la cábala) y espe- cialmente de su nucleo tecno-hermético, a modo de diccionario o base de datos de los nom- bres propios que han formado la cibercultura desde su remoto comienzo entre los griegos y que ya cuenta con más de doscientos personajes. Nuestra visión de la cibercultura se ha centrado en la reconstrucción o recuperación del pasado de esta tradición, que incluye cuatro ramas principales: Filosofía, Artes, Tecnociencia y Hermetismo. Este Arbol sefirótico de la Cibercultura lo hemos dividido en dos apartados o dos árboles, el Arbol del Cibermundo y el Arbol de Ciberhispania. Entre ambos se incluye una revisión cibercultural desde Platón y San Agustín hasta Ramón Lull y Leibniz, desde Cézzane y Francisco de Herrera hasta Oteiza y Frank Gehry, desde Herón de Alejandría y Ada Lovelace hasta Al Gore y Alan Turing, desde Abulafia y San Ignacio hasta Chris Carter a Joe Firmage (e incluso al teósofo extremeño Mario Roso de Luna). Toda esta trama de nombres, interrelacionados entre sí, pretende desvelar una semioculta tradición cibercultural, repleta de figuras célebres tanto como de perfectos desconocidos, que se reparten entre héroes y antihéroes ciberculturales, campeones y arquitectos de la Nueva Ciudad de Dios o de nues- tra neobabilónica Ciberatenas. El otro aspecto en el que hemos profundizado ha sido la reconstrucción de los mitos tecno-herméticos del digitalismo. Las fuentes para emprender esta investigación han sido todas las tradiciones religiosas de carácter gnóstico, esotérico u ocultista. Y hemos llamado a estos mitos, "tecno-herméticos" porque el hermetismo alejandrino es la fuente más clara de esta tradición, ya que desde su origen, ha permanecido generosamente activa hasta el hermetismo actual. El hermetismo era una filosofía religiosa que mezclando cristianismo, platonismo y religión egipcia, surgió en la Alejandría de los siglos I al IV de nuestra era y que en el Renacimiento se creyó era la antigua religión mística de los faraones (y un precedente del cristianismo) que influyó poderosamente -en la interpretación de Francis A. Yates- en numerosos artistas e intelectuales. La Nueva ciudad de Dios 23

Lo más curioso es que esta tradición hermética -y ésta es una aportación original e iró- nica de nuestra investigación-, se transformaría en tecno-hermética a través de dos hitos his- tóricos ocurridos también en Egipto. De esta manera interpretamos, primero, la construcción de la Biblioteca/Museo de Alejandría (s. III a. C.), y, posteriormente, la publicación de la Description de L'Egipte, encargado por Napoleón (s. XIX), como primera empresa científica totalizadora-virtualizadora de una realidad concreta, junto a la Enciclopedia, la Internet de la época. El hermetismo sobrevivió en el tiempo, aparte de en la egiptomanía y el esoterismo egip- ciaco, a través de ciertas corrientes religiosas sincréticas como el cabalismo, los rosacruces, la teosofía y, en la actualidad, el New Age y "religiones americanas" como el mormonismo (según la interpretación de Harold Bloom). Pero este hermetismo también sobrevivió y nutrió la ciencia moderna como tecno-hermetismo, gracias a figuras como Isaac Newton y Francis Bacon,-cuyo fruto paradójico es precisamente la Description- y fue reactivándose a finales del XIX y comienzos del XX con teorías como la evolución (Darwin, Draper, Haeckel). No obs- tante, es en la era de las cibertecnologías, con la inteligencia artificial, la realidad virtual, la ingeniería genética, la informática e Internet, cuando alcanza su plenitud. La confianza absoluta -de tipo religioso- en la tecnología digital se alía con el auge de este superviviente hermetismo hasta recrear una serie de mitos tecno-herméticos, de los cuales, el mito de la ciudad ideal o utópica, la Jerusalén celestial al final de los tiempos, es sólo el mito nuclear que acoge al resto.

4.– Los mitos tecno-herméticos del digitalismo Para comprobar como el mito religioso de la Jerusalén virtual no es únicamente una especulación abstracta, es preciso sondear estos mitos de carácter religioso, de los que está compuesto. Así, hemos clasificado los mitos tecno-herméticos en varias categorías temáti- cas, de los cuales vamos a señalar los más importantes, haciendo paralelismos con los mitos originariamente herméticos y subrayando algún ejemplo significativo (que en la conferencia oral venía acompañado de su correspondiente ilustración).

Los mitos del cuerpo Junto al mito de la Nueva Ciudad de Dios es el más importante núcleo de mitos tecno- herméticos y abarca numerosas referencias y paralelismos religiosos y ocultistas. El motivo más general es aquel que entiende que el cibercuerpo virtual de los internautas es una ver- sión tecnológica del cuerpo astral o alma en sus vuelos o viajes por el nuevo mundo celes- te del ciberespacio. La creación de avatares infográficos equivale a estos dobles inmateria- les en los que creen todas las doctrinas religiosas (el Ka egipcio) y especialmente el espiri- tismo y la teosofía (Madame Blavatsky). En este mundo virtual-celestial nos encontramos también criaturas virtuales (Lara Croft, Webbie Tookay, Ananova) que equivaldrían a los ánge- les y demonios de la tradición judeocristiana, del budismo tibetano o de las cosmologías amerindias, algunas fraudulentas como la imaginada por Castaneda. Existe una estrecha relación entre estos dobles virtuales y el sentido del viaje literario que numerosos autores PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 24

desde la antigüedad interpretaron como viajes de conocimiento e iniciación, y especialmen- te los herméticos. Desde Dante a Francesco Colonna, de Kircher a Sor Juana Inés de la Cruz, de Quevedo a Milton y hasta el físico George Gamow, y por supuesto todos los viajes de la ciencia-ficción desde Cyrano de Bergarac y Swift a Contact, nos cuentan viajes por univer- sos abstractos o ficticios, como nuestras navegaciones por Internet a la busca del Santo Grial del conocimiento. El otro apartado de mitos sobre el cuerpo es aquel que nos remite al cuerpo real, el cual, además de generar este cibercuerpo, ha de adaptarse al entorno hipertecnológico de nues- tro mundo y que hemos denominado como tecnocuerpo. El cuerpo protésico o invadido por las cibertecnologías, el cuerpo del cyborg en ciernes, es el cuerpo sacrificial de los autos de fe ciberculturales de ciberartistas del body-art como Marcel li. Antúnez o Stelarc, presenta- do como el nuevo cuerpo de Cristo. Este cuerpo ciberpunk y posthumano (Sterling) que ya somos gracias a las tecnologías de la comunicación actuales (Haraway) y que comienzan a experimentar científicos pioneros como Kevin Warwick con sus implantes digitales o los pacientes del Ojo Dobelle (para recuperar la visión a los ciegos) y el programa Levántate y anda (para parapléjicos). Pero el siguiente paso en la evolución del cuerpo, más allá del inter- medio cyborg, es el cuerpo artificial de los robots y la inteligencia artificial, el cual nos remi- te claramente al mito cabalista del golem. Para los fanáticos tecno-herméticos de la IA como Minsky y Moravec, los robots inteligentes son el siguiente estadio evolutivo de la humani- dad, y acabarán suprimiendo o convirtiendo en mascotas a los humanos. La doble trasmutación del cuerpo en tecnocuerpo y cibercuerpo busca así alcanzar defi- nitivamente otro de los motivos recurrentes del hermetismo: la inmortalidad. La falsa eterna juventud del cánon angélico de las pasarelas, de la cirugía estética o de la dieta sana no se conseguiría sólo en las cibermodelos sino también a través de la tecnología, según diversas sectas tecnófilas como los extropianos de David Ross, que buscan descargar mentes en ordenadores, o los partidarios de la criogenización o la biotecnología (clonación, hijos a la carta), en una recuperación insólita del mito agustiniano de la resurrección de la carne o de la reencarnación oriental.

Los mitos del arte El arte ha sido tradicionalmente el encargado de generar mundos fantásticos e imagina- rios, celestes o infernales, que han servido de precedente a la realidad virtual. El proyecto tecno-hermético, en su propósito de crear un mundo virtual, paralelo y desdoblado de nues- tro mundo real, se sirve de los artistas como de verdaderos mediums del futuro. Desde la pintura de filiación surrealista (de Del Bosco a Magritte) y la literatura de ciencia-ficción se ha ido generando esa expectativa de un mundo artificial creado por el hombre, en el que podre- mos llevar una vida plenamente digitalista y que ya han comenzado a mostrar la televisión, la realidad virtual y los videojuegos, Internet y el cine de la cibercultura. Especialmente este último género presenta el aspecto ambiguo de la cibercultura, tan crítico, aparentemente, como complaciente, en su acogida final por el público, con este mundo virtual. Así, películas tan emblemáticas de la primera cibercultura, como La guerra de las galaxias, sobre todo a partir de su última entrega, pese a su crítica maniquea a los tecno-herméticos jedis oscuros, La Nueva ciudad de Dios 25 se han convertido en fenómenos de masas, en detallados universos ficticios en los que viven millones de fans e internautas, casi -así lo denuncia la Iglesia Católica- una pseudore- ligión juvenil. En otras películas más recientes como The Matrix, paradójicamente, se denun- cia el engaño de una realidad virtual generada por perversas IA para explotar al hombre, pero esto se consigue gracias a los más sofisticados efectos especiales informáticos. Por otra parte, aparece el absorbente mundo virtual generado por los dibujos animados que consu- men masivamente los niños de todas las latitudes y que está adaptando la mente de la siguiente generación a la virtualización extrema, a veces manipuladora (Pokemon), pese a que algunas series se muestran razonablemente críticas (Los Simpson, South Park). El fascinante universo tecno-hermético de Expediente X, trufado de mitos antiguos, cien- cia de vanguardia y extraterrestres (otro de los mitos recuperados como encarnación de entes numinosos o semidioses paganos) y ficciones afines, apenas se ve compensado por la ciencia-ficción crítica de películas como Pi o Dark City; tarea en la que no cuenta con la ayuda del arte de vanguardia, antaño tan combativo e irreverente y ahora cada vez más ensi- mismado y hermético, camino de su glorioso destino en magníficos mausoleos tecno-her- méticos como el Museo Guggenheim de Bilbao.

Los mitos de la arquitectura La regeneración mítica del tecno-hermetismo también abarca la construcción en esta tie- rra de los lugares sagrados del digitalismo, como en cualquier religión, justamente donde han de vivir piadosamente (digitalmente) nuestros tecnocuerpos. Aparte de las utopías de Adreae o las visiones de Hugh Ferris, el tecno-hermetismo pretende crear tangibles ciuda- des sagradas como los campus universitarios y laboratorios punteros de las cibertecnologí- as, en verdad, nuevos centros místicos (monasterios digitalistas) como el MIT o Silicon Valley. Pero también se produce el efecto contrario, pues la Nueva Ciudad de Dios ha de recrearse gracias al arquetipo inverso (de la tierra al cielo) de las ciudades reales, lo cual con- vierte a muchas de nuestras babilónicas ciudades en fuente de inspiración y en ciudades ino- pinadamente ciberculturales, para el gran collage virtual de la utopía urbana del ciberespacio. Así, entre estas ciudades ciberculturales contamos además de los míticos centros espiri- tuales de Jerusalén o Roma (el modelo real evocado por la Nueva Ciudad de Dios), con numerosas ciudades norteamerianas como Nueva York, Las Vegas, Los Angeles o Seattle que presentando acusados rasgos ciberculturales han sido adoptados por la ciudad virtual como ciudad por excelencia del comercio, del juego y de la ciencia. Al igual que algunas ciu- dades europeas (Venecia, Amsterdam) son también ciudades navegables como Internet o las nuevas capitales regeneradas de Barcelona, Berlín, Londres o París nos muestran sus nuevos monumentos o templos tecno-herméticos según los patrones de la arquitectura postmoderna. Estos nuevos templos del culto bajo una advocación mayor o menor (la tec- nociencia o el arte hermético), las nuevas versiones del Templo de Salomón que explorara desde Newton a Prado y Villalpando; como en su día lo fue El Escorial (el templo tecno-her- mético por excelencia de Ciberhispania) hoy lo es el Museo Guggenheim de Bilbao, verda- dera capital cibercultural de provincias, cuyos planos digitales fueron trasmitidos vía Internet desde la celestial Ciberamérica. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 26

Y el último de estos mitos arquitectónicos que hemos detectado, no menos importante para el mantenimiento cotidiano del digitalismo, es la conversión del mito bíblico de la casa de Adán en el paraíso en la nueva casa del mago tecnológico, el nuevo gabinete alquímico del inventor. La casa inteligente conectada al tecnocielo ciberespacial y completamente automatizada, integrada como casa-panóptico en urbanizaciones puritanas como Celebration de Disney, el modelo residencial de la nueva Cristianópolis norteamericana. De igual mane- ra que el cuerpo, la casa se desdobla entre una cibercasa -nuestra segunda residencia vaca- cional- y una tecnocasa, en la que gracias a la magia de la tecnología podemos reconstruir todos los fenómenos paranormales de la casa encantada (objetos que se mueven, criaturas artificiales a nuestro servicio, telepresencias), exclusivamente para nuestro provecho y comodidad. El modelo hermético de la arquitectura racionalista desemboca así en la vivien- da paradisíaca que Bill Gates, el ciudadano Kane del siglo XXI, se ha construido en las cer- canías de Seattle, un híbrido de la cabaña del pionero y de nave espacial, que sabe combi- nar el entorno natural del jardín del Edén con los últimos artefactos domésticos y servicios informáticos.

Los mitos del conocimiento Pero todos estos mitos no tendrían sentido ni se habrían materializado sin la constelación de los nuevos mitos del conocimiento. Así, el ordenador se ha convertido en un tecnoman- dala del nuevo arte de la memoria, en una insólita recuperación artificial de Bruno y del Ars magna de Llull o de los "círculos de sabiduría" que estudia I. Gómez de Liaño. Obviamente el lenguaje de estos nuevos artefactos es el verdadero lenguaje adánico que Leibniz ya buscara en el lenguaje binario (intuido en el I Ching) y que Eco ha rastreado como uno de los mitos contemporáneos (de Swedenborg y J. Wilkins al esperanto y el Círculo de Viena). Hasta el lenguaje bíblico, supuestamente codificado por Dios, ha sido interpretado por los nuevos cabalistas matemáticos en el El código secreto de la Biblia, de Michael Drosnin, como un lenguaje capaz de contener el pasado y el futuro. En este ámbito mítico del conocimiento tecnológico se halla lo que denominamos como sabiduría hipertextual absoluta que despliegan lnternet o los nuevos formatos tecnológicos, convirtiéndose en una versión del teosófico archivo akásiko (Rudolf Steiner) que contiene supuestamente en otra dimensión (holográficamente) el conocimiento de todas las épocas. Desde el interior de esta sabiduría hipertextual recuperamos también nociones como la sin- cronicidad o coincidencia a-causal (Jung) o imaginerías cosmológicas como el árbol evoluti- vo (del árbol de ciencia de Llull a las formas arborescentes de Lévy y Moravec) y el laberin- to iniciático (del Camino de Santiago a los nuevos buscadores en la laberíntica Red).

Los mitos de la divinidad Entre los mitos más confusos, pero también más peligrosos, se hallan aquellos que sugieren que el digitalismo como religión revelada necesita su profeta y acaso su nuevo dios. La tradición de profetas/mesías herméticos (Moisés, Cristo, Hermes, Enoch) continúa en los gurús del digitalismo norteamericano -Gates, Negroponte-, otros ciertamente estrafalarios, La Nueva ciudad de Dios 27 como el abanderado de La verdad estraterrestre, Joe firmage, el Fox Mulder de Silicon Valley, y hasta algunos de carácter alternativo como el Obispo Gaillot, defenestrado por el Papa por sus simpatías con la teología de la liberación, y convertido en el obispo de la dió- cesis virtual de Partenia, que desde la mítica tierra norteafricana de San Agustín, pretende crear una civitas dei para los desheredados de la globalización, utilizando sus mismas herra- mientas. El objetivo último de estos cibermesías es la anunciación, la buena nueva de los nuevos "reyes magos", del dios cibernético. En unos casos como "inteligencia colectiva" (Lévy), un equivalente de la gran mente interconectada del Hermes alejandrino, en otros, más matiza- da como "inteligencias en conexión" (Kerckhove). Por último, tecno-herméticos fanáticos como Frank Tipler, autor de La física de la inmortalidad, la biblia del digitalismo, pretenden crear a Dios en el futuro mediante la tecnología digital y la realidad virtual, el cual resucitará al final de los tiempos, en un apocalíptico Punto Omega al que nos lleva este progreso impa- rable (Teilhard de Chardin), a todos los seres humanos en cuerpos simulados que vivirían en paraísos virtuales a su elección para toda la eternidad. Las más desaforadas fantasías de la ciencia-ficción adquieren así carta de naturaleza científica a través de una metaciencia alta- mente especulativa que mezcla indiscriminadamente teología, física y filosofía en un delirio religioso, quizá ahora sólo extravagante, pero dado su éxito en la comunidad científica, cier- tamente amenazador. Todos este conjunto de mitos digitalistas nos remiten también a una narración mítica de carácter escatológico acerca de la evolución inexorable de la humanidad gracias a las ciber- tecnologías, de acuerdo con una acrítica y extrapolada teoría evolucionista (de Moravec a Kevin Kelly), que nos llevará a reconstruir el cielo o el paraíso como Nueva Ciudad de Dios cibernética, nos convertirá en cyborgs-ángeles virtuales además de generar criaturas artifi- ciales inteligentes y, finalmente, creará un Dios virtual del cual formaremos parte, es decir, prácticamente, el programa de una religión monoteista de las tradiciones del libro (en ver- sión hermética), y especialmente del cristianismo protestante como primera religión prose- litista-globalizadora. La pregunta obvia, para cualquier ciudadano con mínimo sentido común y moderado par- tidario de las nuevas tecnologías, ante este siniestro panorama, es si esta mitología es sola- mente una superchería encaminada a dominarnos por el Ciberimperio o una verdadera reli- gión en ciernes que puede llevarnos hacia una distopía religiosa.

5.– El Intelectual ciberateniense y la Hiperfilosofía Este conjunto de mitos pertenece a la visión de intelectuales y científicos tecno-hermé- ticos que quieren convertir la tecnociencia en religión y en una Nueva Iglesia Universal más o menos explícita (en su ambigüedad reside su poder de convicción). De acuerdo con nues- tra visión ampliada de la cibercultura, esta tradición comenzaría en el mismo Pitágoras, des- cubridor de la mística del número, pasa por Comte y su religión científica y acaba en Frank Tipler, para quien "la física es una rama de la teología". En esta nueva ortodoxia digitalista, aparece una gama de categorías de intelectuales que PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 28

van, según la clasificación de Umberto Eco, de los apocalípticos a los integrados, esto es, de los luditas a los tecnófilos, con ninguna de las cuales nos sentimos identificados, ya sea por su conformismo o por su inoperancia por lo que, en todo caso, irónicamente, nos conside- ramos apocalípticos integrados. Frente a esta visión tecno-hermética de la cibercultura y las cibertecnologías, nosotros proponemos una visión ciberateniense, aquella que pretendería construir una cívica e hiper- filosófica Ciberatenas dentro de la Nueva Ciudad de Dios. Y naturalmente esta ciudad virtual alternativa requiere otro tipo de intelectual. Para nosotros, el intelectual ciberateniense debiera cumplir con una serie de requisitos para ser considerado como tal. A saber, un genui- no intelectual ciberateniense debe ser: 1. Intelectual comunitario. Al servicio de la comunidad -no de los ciberempresarios o de los ciberpoderes fácticos- y del cual formarían parte todos los internautas (y ahora los lecto- res) formando comunidades intelectuales, algo equivalente, salvando las distancias, a un intelectual-Linux. 2. Intelectual múltiple. Porque se dedica a múltiples actividades e investigaciones críti- cas, pero también porque se multiplica en varias identidades virtuales personales o comuni- tarias, ya que asume las virtudes del trabajo en equipo. 3. Intelectual dual. Pues su objetivo debe ser intervenir tanto en los medios convencio- nales como en Internet; y desde Internet para intervenir en el espacio real y desde el espa- cio real para intervenir en la la Red y la cibercultura. 4. Intelectual generativo. Su papel fundamental, además de analizar/criticar la cibercultu- ra y desde la cibercultura, debe ser proponer alternativas y, en la medida de lo posible, lle- varlas a cabo. En definitiva, el intelectual ciberateniense debe ser un intelectual quintacolumnista que trabaje desde dentro de la Nueva Ciudad de Dios para generar una ciudad clandestina o Ciberatenas, en la que el pensamiento crítico, liberador y laico, se abra paso en esta marea de tecno-hermetismo digitalista, verdaderamente, la religión oficial del Ciberimperio. Pero para intervenir en la cibercultura, el intelectual ciberateniense debe tener en cuen- ta el cambio epistemológico que se ha producido a partir de las nuevas cibertecnologías. No puede intervenir eficazmente si no genera una hiperfilosofía, esto es, una filosofía adaptada formalmente, técnicamente y conceptualmente al concepto ampliado de cibercultura. La hiperfilosofía va a ser, lo está siendo ya, la herramienta privilegiada para el intelectual tecno- hermético y más aún para el intelectual ciberateniense. Nuestra última y más importante aportación es una teoría germinal que intenta describir la realidad y las potencialidades de la hiperfilosofía. Entre sus características más importantes se hallan: – la adopción de modelos hipertextuales de exposición – la presentación de sus textos en la Red – la recuperación e hibridación de la filosofía con géneros literarios y artísticos, en los cuales las imágenes pueden tener un papel fundamental La Nueva ciudad de Dios 29

– la autoría colectiva o ficticia – la apuesta crítica por la ironía, el humor y la parodia – la clausura del concepto de verdad absoluta (filosófica) – la generación de varias tesis alternativas como método de investigación – el work in progress indefinido – la creación de juegos textuales e hipertextuales en todos los niveles – el potlach informativo y reflexivo entre ciberintelectuales – la interacción constante entre autores y lectores – la generación de propuestas ciberculturales imaginativas. Por ello, siguiendo esta última iniciativa hiperfilosófica (coincidente con el intelectual generativo), desde el libro lanzamos varias propuestas hiperfilosóficas, cinco de las cuales hicimos a los asistentes al curso de verano y ahora trasladamos a los lectores: 1.ª Alianza de intelectuales anti-tecno-herméticos Formación de una alianza de intelectuales (literatos, artistas, científicos, filósofos, usua- rios de las cibertecnologías en general) que tanto en la Red como en los medios convencio- nales critique y denuncie el tecno-hermetismo. A modo de aquella alianza de intelectuales antifascistas o de las asociaciones contra la pseudociencia, el compromiso libre de todos los interesados -ciberatenienses o no- nos ha de llevar a combatir a los peores efectos del digi- talismo. 2.ª La creación de Ciberatenas en Ciberhispania Frente a la globalización ciberamericana (valores, formas culturales, idioma, etc), desde la cibercultura hispana y en alianza con Cibereuropa y Ciberhispanoamérica, hemos de gene- rar una cibercultura resistente que abra la globalización a todas las culturas (trans)vernáculas del mundo, entendiendo por éstas a aquellas culturas regionales que se adaptaban a las nue- vas tecnologías, equilibran globalización con identidad local (glocalización) y se transforman en culturas vivas para su comunidad. 3.ª La generación de una Cibereuskalherria/Cibervasconia ciberateniense Frente a la sinrazón tecno-hermética de la violencia, y desde el reconocimiento a la cul- tura (trans)vernácula vasca de los autores, nos encontramos empeñados desde hace tiem- po en la generación de un país virtual para reflexionar sobre nuestro modelo socio-cultural y y para ensayar una convivencia hiperpolítica y pacífica entre todos los vascos y cibervascos. Como nuestro concepto ampliado de cibercultura incluye las identidades de adopción, cual- quier participante en la propuesta/juego de Cibereuskalherria/Cibervasconia (dentro del pro- yecto de la Nueva Ciudad de Dios) será considerado automáticamente cibervasco de pleno derecho. Así que todos los cibervascos extremeños o de otras nacionalidades están invita- dos a participar. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 30

4.ª El Dogma ciberateniense 2000 Siendo la apuesta por el humor, la ironía y la parodia uno de los rasgos hiperfilosóficos, no podíamos prescindir de la autoironía. Así, hemos formulado un decálogo a imitación del Dogma del cineasta Lars Von Trier para la recuperación de un cine antiespectacular. Nuestro decálogo contiene los siguientes puntos: – El intelectual ciberateniense debe renunciar a la verdad absoluta y definitiva sobre Ciberatenas – El intelectual ciberateniense debe escribir sobre aquello que sabe o ha aprendido a ciencia cierta – El intelectual ciberateniense debe abstenerse de utilizar la ciberjerga siempre que sea posible – El intelectual ciberateniense debe desdoblar su actividad en los medios convencio- nales y en la Red – El intelectual ciberateniense debe manifestar y estimular su buen humor crítico para no caer en al tentación apocalíptica – El intelectual ciberateniense debe abstenerse de hacer profecías o vaticinios sobre el futuro – El intelectual ciberateniense debe ofrecer por cada crítica contra el tecno-hermetis- mo una propuesta alternativa – El intelectual ciberateniense debe evitar manifestarse con entusiasmo o pesimismo al referirse a las tecnologías digitales, los ordenadores o Internet – El intelectual ciberateniense no debe pasar más de un tercio del día conectado – El intelectual ciberateniense debe estar abierto a las críticas y someterse a rigurosa autocrítica (lo cual no significa no defenderse de ambas) y en consecuencia debe manifestar -ya sea este autor o el lector-, en público, sus pecados contra el Dogma ciberateniense 2000. 5.ª Planteamiento de juegos ciberculturales Justamente, el planteamiento de juegos hiperfilosóficos como esta conferencia sobre la Nueva Ciudad de Dios, que se celebró en un lugar tan cargado de referencias tecno-hermé- ticas, (cerca de la imperial Emérita Augusta y de su Museo Nacional de Arte Romano, cons- truido por el tecno-hermético navarro Rafael Moneo y, significativamente en Trujillo, la ciu- dad natal de Pizarro, y una de las lanzaderas del proyecto tecno-hermético de la conquista de América) es una exigencia coherente e inexorable como conclusión. De ahí que, a partir de ahora queda oficialmente abierto el Juego hiperfilosófico de la Nueva Ciudad de Dios -pues una investigación ciberateniense no tendría sentido sin conse- cuencias prácticas y propuestas-, para el que proponemos un cuestionario con 10 preguntas La Nueva ciudad de Dios 31 que el lector, tanto si se considera ciberateniense como tecno-hermético, puede contestar a través de nuestros correos electrónicos, para que sea recogido en los fondos virtuales del proyecto de Ciberatenas/La Nueva Ciudad de Dios.

Cuestiones para el Hiperjuego ciberateniense sobre la Nueva Ciudad de Dios • ¿Crees que el Cibermundo está desarrollando la estructura política, social y cultural de un Ciberimperio? • ¿Crees que ciertas actitudes sobre la tecnociencia moderna y la cibercultura pueden dar lugar a una religión o pseudoreligión digitalista? • ¿Qué mitos tecno-herméticos -sucesos, categorías, ejemplos- has detectado en la cibercultura? • ¿Qué fórmulas convencionales o virtuales consideras que pueden ser más eficaces contra la idea de la Nueva Ciudad de Dios y del tecno-hermetismo? • ¿De qué manera se podría impulsar Ciberatenas en Ciberhispania? • ¿Qué proyecto cibercultural emprenderías para que en tu comunidad se desarrollara una cultura ciberateniense y transvernácula? • ¿Qué aspectos o temas debieran ser desarrollados con mayor urgencia por la hiper- filosofía ciberateniense? • ¿Qué personalidades o autores incluirías en el Quién es quién de la cibercultura y el tecno-hermetismo (de Ciberhispania y del resto del Cibermundo)? • ¿Qué personas, grupos, foros o comunidades virtuales piensas que coinciden con este planteamiento crítico de la cibercultura y les gustaría participar en el proyecto Ciberatenas/La Nueva Ciudad de Dios (anota su página web y su correo electrónico)? • ¿En qué aspectos de esta investigación te gustaría participar? Por supuesto, el lector puede añadir cualquier otro comentario, sugerencia o crítica que le parezca pertinente al respecto de la conferencia y de las ideas planteadas. Y si durante el curso de verano o la lectura de este texto ha conocido a otro potencial activista ciberate- niense, le animamos -te conminamos, amigo lector-, a que no esperes a que las cosas mejo- ren en la cibercultura y en tu hipertecnológica vida, a buen seguro ya tan afectada como la nuestra por el insidioso tecno-hermetismo ciberimperial, y que intercambiando vuestros correos electrónicos empecéis a tejer desde Cáceres o cualquier otro punto de Ciberhispania el primer nudo de una pequeña red ciberateniense. Y si verdaderamente eres un ciberateniense entusiasta y activista, con ánimo de seguir participando en nuestro juego hiperfilosófico te rogamos que esperes un tiempo, hasta que el libro/proyecto La Nueva Ciudad de Dios se publique y se desdoble en la Red a finales del 2001. Entonces encontrarás, además de alguna sorpresa, una continuación del juego plan- PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 32

teado por esta conferencia. Numerosos ciberintelectuales -algunos conferenciantes del curso de verano- ya se han animado a participar en el mismo, enviándonos sus textos de colaboración y sus opiniones. Sólo esperamos que tú te conviertes en uno de ellos. Para cualquier cuestión, nuestros correos electrónicos son: [email protected] [email protected] Ciberatenas, gracias a esta conferencia, es al menos un espejismo urbano dentro de la ciberimperial Nueva Ciudad de Dios. Pues en un sombrío rincón de sus callejuelas virtuales -una ciberágora conocida como Extremadura, en el interior de la provincia de Ciberhispania- sus habitantes, abiertamente, conspiran. Y el verdadero autor de estas líneas, un cibergolem textual compuesto de los conferenciantes y los lectores, va recorriendo las redes llevando la subversiva proclama hiperfilosófica: reflexión o nada… M E TAFÍSICA TRÁGICA Y METAFÍSICA DIGITA L DEL LENG UA J E . (El círculo nietzscheano y la reversibilidad virtual)

Isidoro Reguera Filósofo de la Universidad de Extremadura. E-mail: [email protected]

Desde sus primeros escritos, quintaesenciados en este aspecto en "Verdad y mentira en sentido extramoral" del verano de 1873, Nietzsche introdujo el lenguaje por sí mismo en el campo del pensar. Fue el primero que abrió el espacio filosófico-filológico de reflexión, el pri- mero que consideró que la tarea de la filosofía era esencialmente una cuestión linguística: que la labor de la crítica de la cultura, de la búsqueda de la verdad, de la liberación de pre- juicios de la vida, la limpieza del conocimiento, etc. era asunto de reflexión radical sobre el lenguaje. Junto a esta presunción incontestable de Foucault1 hay que recordar, con Colli2 por ejemplo, la fuerza del pensar de Nietzsche, que nos obliga a partir en nuestras considera- ciones del nivel de complejidad por él instaurado en el planteamiento y comprensión de las cosas. "Su voz acalla cualquier voz del presente; la claridad de su pensamiento sofoca cual- quier otro pensamiento." El laberinto analítico-crítico del siglo XX en temas filosófico-lingüís- ticos siguió la "enigmática multiplicidad" con la que despertó el tema del lenguaje en el pen- samiento de Nietzsche. La sospecha nietzscheana del lenguaje, por su distancia metafórica esencial a las cosas y por su esencial capacidad de ilusión y engaño, su desconfianza de la gramática, que en el espíritu más avispado del cambio de siglo Wittgenstein pondría explícitamente como "pri- mera condición" para filosofar3, impregnan el derrotero de un siglo, el XX, que comienza en este sentido con la conciencia de que antes de saber si es verdadero o falso lo que decimos deberíamos saber si siquiera decimos algo cuando hablamos, y acaba con la idea de que aún si decimos algo cuando hablamos lo hacemos desde un juego o contexto (de pre-juicios e intereses: valores, creencias, forma y formas de vida, etc.) determinado, sólo con respecto al cual tiene sentido y puede ser verdadero lo dicho. Comienza con la sospecha (frente a las grandes palabras y narraciones de mundo) y acaba en el desengaño (en el relativismo o

1 Cfr. Les mots et les choses, Gallimard, París 1966, 316. 2 Cfr. Giorgio Colli, Después de Nietzsche, Anagrama, Barna 1978, 152. 3 Cfr., por ejemplo, Crepúsculo de los ídolos, "La 'razón' en la filosofía", & 5. La gramática como "metafísica del pueblo", en Gaya ciencia, & 354. La rutina de la gramática que nos cierra otras posibilidades de interpreta- ción del mundo, en Más allá del bien y del mal, "De los prejuicios de los filósofos", & 17, 20. Cfr. L. Wittgenstein, "Notes on Logic" (1913). PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 34

escepticismo con respecto de ellas). Un siglo nietzscheano de sana conciencia, al menos en este sentido. Con la crítica del lenguaje Nietzsche fraguó la muerte de dios, y tras dios fue cayendo el montaje que pendía de él (y del que él pendía): la filosofía, la historia, el arte, etc. Fueron muertes por crítica de lenguajes concretos que ya no identificaban de algún modo el mundo. O de la propia capacidad del uso cosmovisional del lenguaje en general para identificarlo sis- temáticamente. O de su uso científico para expresarlo claramente. Pero el lenguaje en el que eso se hacía, como la razón que criticaba a la razón en otros tiempos, el lenguaje de la críti- ca del lenguaje, el lenguaje sin más, a pesar de toda conciencia circular, metalinguística, mostrativa, hermenéutica, deconstructora, etc. se ha escabullido indemne. Había que creer de algún modo en él porque si no no tenía sentido nada. (Como en la razón en otro tiempo). Muerto Dios, muerta La Razón, sólo quedaba El Lenguaje, el gran mito histórico de turno del siglo XX. (Sin pensar que, al fin y al cabo, Logos o Verbum, los tres siempre han sido lo mismo. Esa sí que es una "sabiduría" primordial, presocrática, a la que se volverá, seguro, después de tanto vano periplo "filosófico"...) Nunca se sospechó que se perdía el tiempo ana- lizándolo o criticándolo: analizando y criticando nada y para nada. (Y menos mal que así como se ha muerto en nombre de Dios o de la Razón, en nombre del lenguaje no se ha llegado a tanto). Pero hoy, con la digitalización y la virtualización del sentido en la sociedad informada se le está aniquilando como había que hacerlo: inocentemente, sin interés y sin conciencia alguna. (Las armas del superhombre, por cierto). Así no se cae en sus redes, la virtualidad las virtualiza, las desvanece. Ya no existen sin más sus reglas ni su contravención, puede cambiarse o modificarse arbitrariamente su semántica y su sintaxis, no necesita otro signifi- cado que su propia condición de signo, etc. De modo que quizá no tenga interés o sentido ya ni la defensa ni la crítica del lenguaje al uso desde Nietzsche. (Y que esto sea esclarece- dor). Y que la filosofía del lenguaje acabe como la filosofía de la razón. (Sin que se remoce con otro título tan inútil como lo ha hecho ésta con el de "filosofía de la mente"). Si, con Nietzsche, desde hace un siglo comenzó a sospecharse concienzudamente de los usos gramaticales e ideológicos del lenguaje, hoy, sin él, comienza a sospecharse ele- gantemente -sin interés alguno, sin sospecha alguna- de su propia esencia. ¿Dónde está Nietzsche, que estuvo al comienzo de la primera sospecha, ante el comienzo de la última, ahora precisamente que conmemoramos el centenario de su muerte? Y más importante: ¿nos aclara algo su superación, o el hecho de plantearla al menos? ¿La posibilitó él mismo? (¿Supera lo virtual a Kant y a Nietzsche o son ellos más bien quienes triunfan en ello?)

1.– Nietzsche En el Nietzsche al límite de la razón de los últimos meses de lucidez aparecen más cla- ras las tensiones del pensar y del lenguaje, y de su trágica ilusión, que junto con su enfer- medad puede decirse que fue lo que explosionó su cabeza. Cuando vuelve a Turín en sep- tiembre de 1888 desde Sils, donde había compuesto en ese verano sus dos últimos gran- Metafísica trágica y Metafísica digital del lenguaje 35 des libros, el Anticristo y el Crepúsculo 4, abandona el plan de su "obra capital", la que había llamado en los borradores "La voluntad de poder", y con ella la filosofía. Parece que cansado de la nieve y de las altas cumbres del pensar, en los últimos meses de lucidez, quiere dar un giro hacia la praxis, eligiendo para ello "la gran política": fundaría un partido para organizar la eliminación de todos los mal nacidos, degenerados, enemigos de la vida y apóstoles de la moral y del progreso; emprendería así una aniquilación gigantesca, que afectaría a todos los encarrilados en la vía de desarrollo de la humanidad desde Grecia, desde que Sócrates se inventó el otro mundo, cuyas desgraciadas figuras paradigmáticas subsecuentes han sido el "reino de dios" cristiano o la "sociedad sin clases" comunista5. El 7 de enero de 1889 se vol- vería definitivamente loco. Precisamente lo artificioso y forzado de este proyecto de acción -no el proyecto mismo- hace pensar que sus planteamientos políticos y todo su giro a la praxis, si no son locura ya y si la son también, significan un intento de salida de un calvario interior con el que no pudo como hombre y que no era otro de fondo que la asunción de un nuevo pensamiento y len- guaje o, por decirlo así, la sustitución del dios muerto6 o la incorporación del superhombre. (Todo ello en el ideal, por supuesto, que es sin embargo la realidad más íntima del espíritu y, como tal, de las tensiones humanas). Nietzsche quiso también arrojar su cáliz, liberarse de sí mismo, de su destino, de una tensión interior suprema sin salida que le causaban otras cuestiones más arduas que las de la "gran política". La fundación de su partido y todo su pro- yecto disparatado de acción no parecen más que un último intento de huida de alguien que ve que va encerrándose en el círculo eterno de soledad de la unicidad de lo divino, en la superconsciencia del círculo, en una definitiva tensión sobrehumana liberadora, pero que, a pesar de todo su entrenamiento en la soledad del pensar, no puede asumir todavía como

4 Luego ya no escribiría más (en octubre y noviembre en Turín) que el Ecce homo, la extravagante autobio- grafía de un antihéroe, el Nietzsche contra Wagner, un panfleto cabreado y polémico, y los nueve Ditirambos a Dioniso, un violento aullido, lamento, danza, frente a los corsés de la razón y del lenguaje: su último grito, ya liberado, al límite de la razón. Y, naturalmente, las llamadas "notas de locura": aquellas 17 misivas desca- belladas que entre el 30 de diciembre de 1888 y el 6 de enero de 1889 envía a muchas partes y gentes, en las que dice haber tomado posesión de su reino, por ejemplo, quiere enviar al papa a la cárcel como prime- ra medida, decide perseguir a los Hohenzollern, fusilar a "Guillermo" (el emperador), a Bismarck y a todos los antisemitas, etc.; que firma como "el crucificado", "Dioniso", "César", etc. El uso del lenguaje en todas estas obras últimas, sobre todo en los Ditirambos, tanto como síntoma de insa- nia incipiente, quizá, y por lo que interesa aquí, significa en cierto modo también una deconstrucción de sus mismos presupuestos sintácticos y semánticos, una utilización en cierto modo anticipadoramente virtual, a- real o hiper-real, suya. En su propio sentido de "póstumo" -enfrentado a "tempestivo", etc.- podría advertirse en general una cierta autoconciencia de ello. Cfr. Crepúsculo, "Sentencias y flechas" 15; Anticristo, Prólogo; Ecce homo, "Por qué escribo tan buenos libros" & 1; incluso Gaya ciencia, & 365. 5 Cfr. Ernst Nolte, Nietzsche y el nietzscheanismo, Alianza, Madrid 1990. 6 Fue en su muerte a la razón, en la locura, que le llegó antes que la extinción física, cuando Nietzsche asu- mió realmente el puesto del dios muerto, como él mismo -ya enajenado, en un tono sublime y terrible al mismo tiempo- parece que susurraba el 8 de enero de 1889 a Overbeck, que había ido a Turín a recoger los despojos racionales del amigo. Una locura bienaventurada, sin memoria alguna, sin gesto alguno, olímpica y divina. Su definitivo descanso de espíritu. Una vegetal ironía. Más de lo que se merece en cualquier caso cualquier dios racional. O cualquier político al uso. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 36

definitiva serenidad del espíritu, sin perecer en ello. Porque él no era sino Zaratustra, el pro- feta del eterno retorno, el precursor del superhombre, el Dios asustado de Getsemaní. Quizá no haya otro modo romántico de asumir lo superior que la soledad y la locura. Que una cierta locura en cada caso: una cierta variedad en cada caso de la consciencia de que sólo la ilusión es lo real, y viceversa. Las más altas tensiones -no patológicas- del espíritu las produce el círculo trágico de la ilusión, es decir, el encierro conscientemente asumido en ella. La soledad absoluta del pensador que sabe que su pensar es su condena, el círculo ine- vitable del que no puede substraerse, del que no puede salir a lo real, a no ser asumiéndo- lo todo en sí mismo: pero entonces lo real no puede ser sino ilusión del pensar; que sabe que las cosas pensadas no son nada más que cosas pensadas, lo dicho nada más que algo dicho, y que la realidad queda siempre más allá del pensamiento y del lenguaje, a no ser que éstos la asuman toda en sí mismos: y entonces lo real no es lo real, sino de idea o palabra. Que Zaratustra, que llama a los poetas mentirosos simplemente porque hablan y han de hablar para serlo, sabe que él mismo es un poeta también que ha de hablar hasta para decir eso. Imagine lo que imagine el poeta, el poeta furtivo, el "dios de lo efímero" -que piensa y canta creando con sus palabras la ilusión de un mundo, mientras el mundo de verdad (no el "verdadero") va rodando por su parte, errante de meta en meta, en un juego mezcla de ser y de apariencia en el que nos introduce burlándose eternamente de nosotros-, siempre será dentro de un orden racional, siempre serán imágenes y palabras dentro del círculo. Lo real no existe para el hombre (¿hay otro mundo que el mío?); como no existe para Dios: cree lo que cree Dios siempre será El mismo (¿hay algo más?). Lo malo es dar a esas creaciones otra forma -objetiva, se dice- que la propia, como hace la ciencia positiva, o buscar una sali- da -mítica- donde no tiene ni sentido su búsqueda, como hace la religión positiva. La tensión extrema sin salida se produce en la mente, que no puede acceder sino con- ceptual o linguísticamente a las cosas, que no puede sino metaforizarlas, representárselas, y representárselas así, en una estructura circular de conceptos y palabras de la que no puede salir y donde no están realmente ellas. (¿Importa tanto lo real? ¿No es otro concepto más? Si no se preguntara uno con tanta insistencia -innecesaria- por ello desaparecerían, sin sen- tido, la mayoría de los problemas y tensiones del lenguaje). Lo real, sea lo que sea, es así inevitablemente para el hombre y, en ese sentido, una ilusión, apariencia, imagen, repre- sentación mental o linguística. Las palabras no son más que metáforas de las cosas. Y las tomamos por ellas. Inevitablemente. La ilusión es esencial al lenguaje y pensamiento huma- nos. Es nuestra forma de verdad y de vida. Pero hay que asumir este juego consciente- mente, sin creerse superiores cosas en el ámbito conceptual, llamado "objetivo", de la cien- cia, o en el mítico de la religión, o de la filosofía. Esa asunción y consciencia es el lado trágico -más allá de lo irónico- de la ilusión: saber- la una ilusión seria, real, necesaria, humana. Que es todo lo que tenemos. Que se trata de la vida tal cual es, o sea, tal como inevitablemente pensamos y decimos que es. Y que sólo es ilusión trivial para una ilusión moralmente culpable: la de los degenerados a aniquilar, jus- tamente, gentes que no se asumen como son, sin conciencia del círculo esencial que los define que intentan romper con fábulas del más allá, maestros del cinismo, mentirosos impenitentes, enemigos de la vida: los iluminados profetas de la realidad de otro mundo, que Metafísica trágica y Metafísica digital del lenguaje 37 reifican sus ilusiones, sublimando su verdad y su vida, en él. El hombre trágico, el artista, asume la ilusión del círculo y que esa ilusión lo es todo. Sólo así el conocimiento abstracto, peligroso por su voluntad de evasión, de los filósofos y de los científicos puede hacerse "cre- ador", artístico, consciente del círculo y del bello engaño de la ilusión, y convertirse en supre- ma forma de la voluntad de poder y por tanto del carácter del superhombre. En verdadero de verdad. Y la vida, en la verdad del conocimiento. En ilusión asumida. ¿Cómo salir de la ilusión sin falsas ilusiones? ¿Cómo salir de sí, del círculo del pensa- miento y del lenguaje? Todas las salidas del círculo van al infinito de sus rodadas. La volun- tad de poder y de vida (voluntad trágica -por su autenticidad- de consciencia y de asunción de lo real tal cual es -como ilusión, decíamos-) va siempre unida al eterno retorno, y todas sus ansias van a dar y se pierden a él. Todas esas ansias o ilusiones que se resumen en el deseo supremo de imprimir al devenir el carácter del ser: "ésa es la voluntad suprema de poder", dice Nietzsche. Una voluntad que encierra definitivamente en el círculo: "que todo vuelve es la aproximación suprema de un mundo del devenir a uno del ser, la cumbre de la consideración de las cosas". Y lo que vuelve siempre, vuelva lo que vuelva en cada caso, es el pensar mismo y su len- guaje. Y lo que ha de caracterizar esencialmente ese pensar no degenerado es la perspecti- va del círculo, su consciencia (ésa es su voluntad de poder como cumbre de la considera- ción de las cosas): la conciencia de soledad o encierro del pensador que sabe que el pensar es definitivo, que no se puede sino pensar y que lo pensado es siempre algo pensado. Vuelva lo que quiera, hasta el mismo volver de lo que vuelva, es decir, el carácter de identi- dad en la diferencia, es algo pensado. Lo dicho, algo dicho. No hay salida así. El yo se hace un nudo en sí mismo en el pensar. La conciencia absoluta del círculo es un parto todavía prematuro en el hombre, del que no pueden salir por ahora sino locos de remate. Esos locos dominarán el futuro, cuando asu- man sin autocompasión alguna el encierro. (Ya se los adivina, quizá, en las nuevas genera- ciones "sin alma", sin ideología, sin valores -tradicionales-, sin concepto siquiera de ellos. En estas generaciones "virtuales", informadas, informáticas, informatizadas). Los pobres locos como Nietzsche son el precio del superhombre. De la superconsciencia nihilista, a la que la posmodernidad, de la mano del sajón, nos ha acercado un paso. No hay otra salida de la representación, pues, que la consciencia de su círculo, que rodar eternamente en él asumiendo su vorágine como forma natural de existencia. La asunción de lo efímero como forma de ser. La asunción del devenir eterno como realización del ser. Nada es eterno sino el círculo, el rodar. Nada es eterno, pero todo vuelve eternamente a ser. La asunción del encierro del ser como eterno devenir, de la unidad como permanente repeti- ción de las diferencias. La asunción del círculo de nuestra sujeción a la racionalidad. Esta con- ciencia profunda, mucho más profunda que la razón, es el destino trágico pero superior del hombre. ¿De dónde sacar esa fuerza trágica de asunción del encierro en el encierro? ¿Qué dis- tancia al círculo permite la conciencia o la perspectiva de él? La vorágine del círculo socava en lo profundo, oscuro, primordial, caótico. En un fondo instintivo, irracional, más que en un fundamento metafísico, lógico. Más allá de la representación y del conocimiento abstractos, PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 38

del pensamiento y del lenguaje, de la razón y de sus luces. La búsqueda de sentido socava en lo oscuro. Porque parece, en efecto, que el mayor enemigo de la conciencia es la luz de la razón, del conocimiento o de la verdad del conocimiento abstractos, parece que el sentido cons- ciente de la vida está en otra parte que en el círculo iluminado de la representación racional y lógica. Parece que todo lleva a un fondo ulterior a la razón y al lenguaje, a una dialéctica más originaria que la de la ilusión, al fondo oscuro y caótico de donde surge el torbellino del círculo. A despojar al conocimiento y a la verdad de su excelsa carta de naturaleza conci- biéndolos como una de las muchas formas fenoménicas de "algo más originario", donde quizá también pueda encontrarse la vida, y la verdad e ilusión no signifiquen nada contra- puestas. Donde desaparezca la vorágine del círculo de la representación en la ley serena de lo oscuro, profundo, primordial, caótico. ¿Pensaba Nietzsche en la voluntad schopenhaueriana? ¿O sólo en Dionisos? En cual- quier caso, se trata de un supuesto estético (subjetivo, vivencial, sentimental, sensible, esti- mativo, desinteresado) y no conceptual (lógico, científico, metafísico, calculado) como el noúmeno kantiano. No se trata de algo indeterminado fuera de nuestra sensibilidad, es algo indeterminado en el mismo corazón de ella. En el verano o en el otoño de 1882 escribe: "mientras más crece un árbol más hunde sus raíces en lo oscuro, profundo, ancho: en el mal". (También el mal entra en el ritmo oscuro de las cosas, como algo necesario, como "la mejor fuerza del hombre" -frente al acomodo-, dice Zaratustra. Y también es otra ilusión más, la más esclavizadora por cierto en el otro sentido, en la vorágine del círculo costumbrado). Nietzsche siempre puso de relieve, incluso en su período ilustrado, lo irracional, en general, como origen de lo racional, o como condición de su desarrollo, y como algo que en esa relación siempre está reprimido y en peligro. De modo que frente al absolutismo de la razón y su pretendida pureza, frente a la ilusión lógica del cír- culo del pensar abstrayendo y generalizando, habría que recuperar el caos, lo profundo, lo oscuro, lo principial, lo olvidado, el fondo irracional de cualquier construcción racional. O sea, hay que mantener en el juego la conciencia del juego, en el círculo la del círculo: un fondo dionisíaco liberado, inconsciente para la razón y el lenguaje, indeterminado, oscuro sin sus luces, del que surge resplandeciente, sin embargo, la consciencia más clara del juego huma- no de la ilusión. Aunque más real y más alto humanamente sea, por tanto, ese juego de consciencia del juego, para que él mismo no se introduzca inmediatamente en el círculo -de la consciencia de la consciencia... del juego- digamos, a quemarropa, que es el de una consciente incons- ciencia, o viceversa. (Obviando que también eso es algo dicho). Para que por un instante nos permita seguir a otra cosa -a la reversibilidad, nada más apropiado incluso irónicamente- rehuyendo el círculo. (La teoría del círculo. Otra ilusión también. Como la de lo oscuro. Como la ilusión misma).

2.– Lo virtual Tensión, soledad, consciencia, círculo, ilusión, encierro, locura, profundidad, oscuridad, Metafísica trágica y Metafísica digital del lenguaje 39 caos... son las categorías trágicas del pensar y del lenguaje, de su ilusión trágica, real, cons- ciente, metafísicamente auténtica, prototípica desde Nietzsche como fondo y fundamento de toda ilusión. ¿Cómo quedan hoy estas categorías en la nueva galaxia linguística virtual, en una sociedad informada más que trágica? ¿Sirven ya de algo, aunque nada más sea en con- traposición? ¿Se han transvalorado? ¿Quizá en el hiperespacio del superhombre? Parece, en principio, que lo único que valdrá, como siempre, es la consciencia de una nueva modalidad de juego. No hay más remedio que existir rodando encerrados en unas reglas, pero hay que tenerlo al menos claro. Que estamos condicionados a jugar. Lo de menos es a qué. La vida de un animal consciente es un tanto absurda. Él mismo es quien se engaña y desengaña. Y su única liberación es saberse esclavo. Digamos, en principio, antes de responder a esas cuestiones, que la ilusión del lenguaje informático de esta sociedad informada parece estar lejos de lo dicho. Parece una ilusión lógica y no estética, es decir, constitutiva pero inconsciente. No se sabe ilusión de signos, confunde lo real con ellos. O no se plantea nada de esto. En cualquier caso, carece de ten- sión de grandeza trágica. Lo cual no es mejor ni peor, ni lo contrario. Pero por eso quizá le amenaza otro tipo de tragedia que la del espíritu: perdida entre los signos, esa ilusión que se ignora como tal olvida los aconteceres, la vida tal cual es, y se hace en cierto modo culpable para algunos por virtualizar lo real sin regreso. La información es total pero es verdad que no tiene muchas repercusiones prácticas. Saturados de información, no salimos de ella. En ella dramatizamos el mundo, alejados supuestamente de él. A pesar de toda información se sigue creyendo en la virginidad de la Virgen, se sigue fumando, la X del GAL sigue libre, como el preboste de Irak o el de Serbia, siguen muriendo en Zimbagüe ante nuestros ojos (virtuales), etc. Convertida en mera retórica de sí misma, a la información no la define esencialmente el acontecer sino su mera calidad de información o de noticia y su interés como tal, y mientras dure. Mejor, desde luego, si se trata de una primicia editorial, un adelanto informativo o, por encima de todo, una exclusiva. Las noticias se ofrecen unas al lado de otras al mismo nivel: todas son noticias, sean las que sean se dan con el mismo ánimo profesional, periodístico o cultural. Por debajo de la prosopopeya de la mueca de tristeza obligada, es incluso posible percibir el guiño alegre autosatisfecho de un profesional con una exclusiva dramática entre las manos. Es repugnante eso de la tinta todavía húmeda o la noticia todavía caliente o del libro recién cocido. La autosentimentalización y autoprédica de importancia, ética y profe- sionalidad por parte de los publicistas. Las allures de genialidad de los escritores. Cuenten lo que cuenten cada uno de ellos, a todo lo impregna ese halo patético en el que práctica- mente se resume el mensaje más claro que envían. (¡Más o menos como la conciencia trá- gica de la ilusión!) La información toma el lugar de la verdad o es más verdadera que ella. Primero, porque un hecho -o algo en general- no informado es como si no existiera. Y segundo, porque la cre- dibilidad de que goza su información, en tal caso, es absoluta debido al poder de los propios medios y sobre todo al llamado "tiempo real" de una trasmisión instantánea, simultánea, que no sólo impresiona, sino que excluye además cualquier confrontación al representar el para- digma de todas las posibles. Es más, el tiempo real reseca cualquier realidad objetiva, ver- dad, acontecimiento, aunque lo estemos viendo en la pantalla, porque impide cualquier con- PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 40

textualización en el hiper-espacio-tiempo de lo virtual, donde lo real como tal ya no tiene mayor interés ni sentido que el de la información. El tiempo real, virtual en el espacio-tiem- po y en la imagen, impide con su sincronía cualquier forma de articulación o serialización lógi- ca de lo real. Es una ilusión lógica que traga lo real en el vacío e inasibilidad del instante infor- mativo. Sin pasado ni futuro, y con un presente fugaz, todo se agota en una simultaneidad en la que, como dice Baudrillard7, los actos ya no encuentran su sentido, los efectos ya no encuentran su causa y la historia ya no puede reflejarse en ella. ¿Cómo quedan en lo virtual, entonces, aquellas categorías nietzscheanas de la ilusión linguística? a) En general, frente a la ilusión trágica del pensar y del lenguaje por su irreducible dis- tancia a lo real, y frente a la permanente tensión de espíritu que conlleva su cons- ciencia: esa ilusión lógica e inconsciente de que hablamos. En lo virtual todo es ima- gen, todo es convención y consenso, todo podía ser de otro modo, y así se asume tácitamente, sin más, con la lógica despreocupación por lo contingente y por la con- tingencia de su asunción en el pensar y el lenguaje. Lo virtual no tiene espesor, no dura, no sigue un orden superior del ánimo, un ritmo soterrado de consciencia, y no puede provocar, por tanto, tragedias ni tensiones espirituales, tan sólidas y serenas como profundas. (Quizá psicológicas sí, bien porque su levedad enganche o porque desespere, pero esos males de nervios no importan aquí). b) Frente al círculo del eterno retorno de aquella ilusión y tensión: reversibilidad y desa- parición en ella. La reversibilidad infinita, la reproducción e involución eterna, en la que no vuelve nada ni nadie, vuelve sólo el propio círculo, su vacío, su girar sin fin, en un proceso nihilista de signos que acaba con lo real, donde el signo, dado que tam- poco su uso en ese inverosímil vacío le carga de otro contenido conceptual o semán- tico, es ya el propio significado (en eso consiste precisamente su virtualidad). Y la inmersión total (fantasmal, ausente, vacía, inconsciente) en las rodadas de esa rever- sibilidad, como precio de una navegación cósmica por signos virtuales de disponibili- dad infinita, de combinatoria siempre abierta. Uno se introduce en un lenguaje virtual sin la trascendencia de la mirada, sin la mediatez de la escritura inventiva. No hay nadie ni nada en frente. No hay más allá del texto virtual. Ni siquiera hay alguien o algo acá. Le puede a uno la posibilidad combinatoria abierta, pero plana y vacía. No existe un más allá de la pantalla; ni del espejo, que ni siquiera te devuelve tu propia imagen. No se descubre nada en el hiperespacio más allá de los parámetros de bús- queda prefijados, nada en lo real más allá de los cuantificables bits de información. No hay libertad de espíritu, no hay poiesis, el espacio mental de libertad y descubri- miento de lo virtual es mera simulación, virtual él también. Tampoco hay una causa final, un objetivo o destino último: el sistema gira sin fin y sin finalidad y su única posi- bilidad de subsistencia es la huída ciega hacia adelante, la reproducción e involución al infinito.

7 Para esta idea, como para otras muchas del texto en la línea crítico-peyorativa de lo virtual que acostumbra Jean Baudrillard, cfr. por ejemplo, su último libro traducido al castellano, Pantalla total, Anagrama, Barna 2000, 31ss., 71ss., 95ss., 101ss., 125ss., 203ss. Metafísica trágica y Metafísica digital del lenguaje 41

c) Frente al encierro en aquel círculo de eterno retorno: la trasparencia inasible e incons- ciente de lo virtual. Lo virtual nos encierra como una campana de vidrio invisible, donde vivimos como la mosca, golpeándose una y otra vez contra las paredes sin entender que hay algo que delimita su espacio, que la separa del mundo exterior o que la mantiene presa. No es una mosca wittgensteiniana que arremeta contra los límites de lo sígnico para superarlo en otra dimensión de significado de lo real, cons- ciente tanto de su arremeter como de la impotencia y absurdo de su esfuerzo. Aquí todo es signo, cristal, trasparencia, encierro imperceptible, inconsciente, no hay nada real tras el vidrio, ni siquiera se hace cuestión o hay conciencia de ello, incluso la ima- ginación de lo real, o del trasfondo de significado, ha desaparecido. Se vive tranqui- lamente encerrado entre signos sin imaginación alguna, sin conciencia alguna. No hay nada que imaginar, ni nadie para hacerlo: todo sale del vacío o la nada de la pantalla del computer, por cuya planicie no deambula precisamente el espíritu. d) Frente a la soledad de aquel encierro y a la amenazante locura de su asunción: vacío absoluto, olvido, ausencia, localización. El sujeto y el objeto, y la relación que los constituye como tal, son también virtuales. Sujeto y objeto son ausencias. El objeto es la ausencia que evoca, en tal caso, el vacío del signo. Y el sujeto está ausente sin más, disimulado en los signos o perdido en ellos, localizable, desaparecido, incluso para sí mismo. Olvidado de sí, diluído en la red informática, en el espacio inasible de lo virtual. La identidad es la de la red, no la de los individuos, de modo que en esa estructura volátil en realidad no hay problema alguno de identidad o alteridad, ni por tanto de soledad o locura. El sujeto se realiza perfectamente en la virtualidad, en su vidrio, sin tensión alguna, trasparente en la trasparencia, fuera de sí pero en ninguna parte, inconsciente de sí y sin referencia alguna, sin la autoconciencia e intencionali- dad que parecía distinguirle como humano. Cuando está perfectamente realizado se convierte automáticamente en objeto. Pero no se trata del punto cero yo-mundo de toda trascendentalidad. Se trata, más bien, de la pérdida definitiva de la posibilidad de referencia a las cosas, de la perfección del artificio. Y si en este momento super crí- tico no cunde el pánico por fin, el horror vacui redentor, el vértigo que conmocione, y todo queda más bien en el éxtasis de la comunicación interactiva, en la mística del olvido de ti y del mundo, en la droga del screen, el sistema te ha engullido. Pero lo que se dice locura, tensión espiritual extrema que rompe un ánimo supuestamente grande, como la nietzscheana, no amenaza nunca en esta soledad ausente, en este encierro inasible de lo virtual. Pero las cosas pueden verse igual, aunque de otro modo. Tiene razón Baudrillard en que todo esto conlleva una pérdida de realidad, de identidad, de pensamiento crítico. Pero según se vean las cosas. Es verdad que lo virtual encarna el principio de no-identidad, de la disolu- ción del sujeto, del objeto, de la relación sujeto-objeto y, además y ante todo, de sus rela- ciones acostumbradas, que suponen tradicionalmente la contextura de lo real. Es verdad que se da una especie de fusión nuclear morfológico-semántica en ello que impide el pensar acostumbrado, por cuanto explosiona sus categorías. (Categorías un tanto fósiles, por cier- to, que tienen casi tres mil años, inventadas para explicar y dar sentido a un mundo galácti- camente diferente a éste. A no ser, claro, que se piense que los griegos dieron con la esen- cia de la naturaleza humana). Sí, pero quizá sea en bien de otra concepción de lo real, del pensar y del lenguaje... PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 42

Esa especie de fusión nuclear de que hablamos significa también, si se entiende crítica- mente, la bancarrota de todos los modelos tradicionales de pensamiento, que de una forma u otra han sugerido, o impuesto, hasta ahora significado, contexto o, en una palabra, orden universal. Una especie de estrategia dadaísta que lleva a cabo la superación radical de las ideologías, no en el discurso, sino desde dentro, como descomposición o disolución de sus mínimos elementos: los signos, que ya no son más que signos reversibles sin otro signifi- cado que su misma calidad de signo en el vacío y su reversibilidad infinita. En el reino de los signos nada es lo que es, se sigue otra legaliformidad que la de lo que se llama realidad: los objetos, extraídos de su contexto y convertidos en pura forma molde- able a capricho, digitalizados, cifrados, se trasforman en signos puros que flotan libremente, más allá del principio de identidad y significado, esperando el crash, la colisión de texturas y planos simbólicos diferentes, que los enmarque de algún modo en su desenfadada lógica. Lo virtual ataca no sólo a los objetos tradicionales sino a su función simbólica, la de ser por- tadores de significado y fermento de una totalidad de sentido, y con ella al propio concepto acostumbrado de realidad como sistema de objetos. Una cosa u objeto se define ahora como mera condición de agregado de su mutabilidad, reversibilidad; como forma fenoméni- ca virtual fluyente; como el número cero de sus variaciones; como la configuración de parti- da, en el sistema, de su serialización; como una posibilidad cualquiera entre otras. Todo vale igual en ese reino. La discrecionalidad del anything goes, la indiferencia del cualquiera den- tro de la configuración sistemática, es el momento constitutivo de lo digital: el vacío del sis- tema, donde reside precisamente la enorme capacidad del computer. Ello permite elegir un lenguaje de programación u otro, ampliarlo discrecionalmente e incluso cambiar o adaptar su sintaxis y semántica. ¿Y el lenguaje mismo, cómo queda? Muy influido, para bien o para mal, según se quie- ra, por los nuevos criterios informáticos, que imperceptiblemente -la campana de vidrio de Baudrillard- se trasladan a la vida corriente. Tendencialmente queda como sigue. Sin historia, sin tiempo, sin realidad y sin imaginación suyas. Sin sujeto ni objeto, inte- ractivo en el vacío. Sin memoria ni contexto, significando en tiempo real una instantaneidad que siempre se escapa. Sin distancia a las cosas, sin polos de referencia, sin criterios de ver- dad en la parfernalia mediática. Sin paisaje en las autopistas de la información. Vacío y extá- tico, no significándose sino a sí mismo en esa trasparencia virtual de los signos. Artificioso, no simbólico. Sin la articulación lógica de antaño, como la realidad. El proceso nihilista de sig- nos -sin significado e infinitamente reversibles- acaba con la realidad dada y con el nombrar acostumbrado, en un mundo del que ya no podrá decirse que él está por una parte y los sig- nos por otra. Sin objeto que significar porque el objeto está desintegrado en una función síg- nica vacía, descompuesto como portador de sentido y significado, decíamos. Trasformados en cifras, en signos puros, y con ellos la realidad, los objetos, y la realidad, permiten hasta procesamientos no semánticos, artificiales, totalmente formales: semánticas y sintaxis dis- crecionales, decíamos. El signo lingüístico, el nuevo fetiche del lenguaje frente al significado de antes, cuyo carácter digital o virtual supera la materia cruda tanto como la realidad conceptual, se eleva, sin contexto ni significado, desde el absoluto silencio, calma, quietud, vacío, ausencia, sin Metafísica trágica y Metafísica digital del lenguaje 43 ruidos y puro. La fonología esencial al viejo lenguaje creador de la palabra divina, al lenguaje y sones de la naturaleza, al lenguaje cuya sonoridad -y grafía- encerraba y expresaba la esen- cia de las cosas, se supera aquí en este mutismo extático en el que se abre como un agu- jero negro donde se percibe una ausencia total, una nada verdaderamente vertiginosa, casi como aquella en que reside y que define al dios más profundo conceptualmente, el negati- vo de la mística. En este sentido, definía Böhme el lenguaje como "el exhálito del abismo". Bien pensado, la nada, o abismo o vacío, digital, como ausencia, sin profundidad alguna pero insondable, como el Ungrund de Böhme, profunda hasta alcanzarse a sí misma en el infini- to, es decir, ausente hasta de fundamento de ausencia, falta de todo hasta de falta de todo, es paradigmática. Y en este caso no tiene más misterios que los del computer. El signo releva al significado en tanto que no refleja ya la realidad objetual, aunque tam- poco la aniquile o ignore: la traspone y eleva a un nivel semiológico nuevo. La arquitectura gigantesca, sobrehumana, de lo digital, de la red universal de información, como antaño las catedrales por ejemplo, es un monumento de contexto y de orden universales, supone una unio mystica nueva, una especie de metafísica digital8, que promueve una intersubjetividad inédita hasta ahora y de posibilidades inescrutables por ahora. Un usuario así de un compu- ter se siente y sabe ejecutor de un plan trasmitido, puede experimentar el vértigo de que hablábamos antes, pero lo asumirá como aquel horror vacui ante la infinitud de la materia que en otros tiempos fue tan fructífero para la investigación humana: la mejor finalidad de cualquier mística, del intento de acercar el concepto de lo divino, lógica y no ideológica- mente, al ánimo, a la inteligencia y a la vida práctica del hombre. La mística de la intertex- tualidad, como supraconcepto en el que desaparecen los de subjetividad, autor, obra, signi- ficado, etc. (u oposiciones como original-copia, cita-opinión, modelo-imagen, etc).. Si a esa intertextualidad, a esa red inescrutable de textos y lenguajes en la que desapa- rece el autor y el hablante, la obra y el texto, etc., añadimos la consciencia posmoderna de que todo ha sido formulado ya alguna vez desde siempre y que sólo queda por tanto la cade- na sin fin de significantes para buscar algún sentido, en tal caso, entendemos que el propio concepto de lenguaje, con todos los adjetivos de escuela que se le pongan, incluídos los minimalistas del significado, es el que quizá esté muriendo, como insinuábamos al principio. No se puede pensar ya del mismo modo sobre el lenguaje y lo real, ni siquiera en la línea crí- tica que inauguró Nietzsche: ni aquel lenguaje ni aquella realidad existen ya, es decir, se com- prenden como antes. Estos nuevos signos insignificantes, significantes sin significado, de lo virtual, digital, informático, vistos con buenos ojos son, por eso mismo, signos hipersignificativos: no nece- sitan significado para significar, digamos, y han superado así cualquier lógica tradicional del lenguaje y del mundo. En este sentido, son signos hiperhumanos e hiperreales. Son signos hiperhumanos porque superan la tragedia nietzscheana de lo real y el len- guaje, esencialmente necesarios uno para otro pero imposibles de conectar esencialmente. Ahora ya no hay oposición entre ilusión y realidad en el lenguaje, ni entre ser y devenir en lo

8 Cfr. Martin Burckhardt, "Digitale Metaphysik", en Merkur 42 (1988), 528-533. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 44

real. Se asume el círculo de la reversibilidad eterna como forma normal de vida y pensar, unos porque no se enteran de otra cosa, los dormidos, y otros, los despiertos, porque desde sus nuevos presupuestos no son capaces ni de imaginarla, o de imaginar su interés, en el nuevo elenco de cuestiones con sentido. ¡Por fin, podíamos decir, el vacío del propio pensar y lenguaje, el vacío de lo real mismo, puros uno y otro! Mucho más allá de asunción alguna, estética o no, de la ilusión. Mucho más allá del vacío de aquellos vapores del mundo verda- dero o de lo supremamente real. Más allá incluso de que la ilusión sea lo real y viceversa. Ese lenguaje trágico ya no tiene sentido: no hay realidad ni ilusión, ni vapores ni verdad, en sentido trágico. Lo necesario e imposible a la vez no provoca tensión alguna, ni encierra en ella, ni explota la cabeza, no provoca valoración ni interés alguno, en un mundo y un lenguaje donde el principio de identidad, y por tanto de contradicción, no valen, y donde el propio cír- culo es virtual. Esta maquinaria y este mundo virtual es el ánimo inocente del superhombre próximo, es decir, no de otra cosa que del estado de humanidad que sigue. Esos signos hiperhumanos (hoy) son los signos del superhombre, su modo de ver las cosas, por encima de cualquier concepto, más allá del bien y del mal (que nos traemos). Del superhombre que imaginó Nietzsche, que imaginamos nosotros y que seguirán imaginando todas las genera- ciones, cada una el suyo. Del hombre del futuro, pues. Son signos hiperreales porque su falta de materialidad, su formalidad máxima, disuelve la realidad en un código numérico que ya no refleja o constituye subjetivamente la realidad desde supuestas categorías mentales aprióricas -subjetivas siempre de algún modo, conte- nido de una supuesta sensibilidad, entendimiento o razón que nadie ha visto-, sino que la traspone digital, matemáticamente a un nivel semiológico nuevo, decíamos, en una especie de sobrepujamiento de lo dado, en una especie de nueva categorización trascendental suya, ya no subjetiva a fin de cuentas, sin los problemas que la subjetividad -trascendental o no- conlleva siempre. De modo que (imaginemos un sonido natural digitalizado, por ejemplo, un sonido puro, que no depende ya del trasfondo natural de ruidos acompañantes o de las con- diciones de emisión y recepción) ya no tiene sentido relevante hablar aquí de referencia (la referencia o el significado ha sido superado en la pureza del signo), como decíamos, ni de los dualismos modelo-imagen, original-copia o, en general, realidad-figura. Descifrada, digi- talizada, virtualizada, sobre esa materia prima de los signos puros, sobredimensionados de realidad por su pureza, la naturaleza puede manipularse a discreción sin proyectar nuestras supuestas categorías mentales sobre ella, sin oscuridades subjetivas por dentro ni metafísi- co-nouménicas por fuera. Porque, en efecto, tampoco se puede imaginar ya una sobre-realidad ausente, substraí- da a nuestra espera pero persistente en limitarnos aunque sea como una mirada o un remor- dimiento. Lo real-real, digamos, queda abolido, acabado para siempre: habría que enterrarlo definitivamente y definitivamente terminar su duelo, y con ello la historia de un pensamien- to como el nuestro que comenzó -y sigue- buscando un trasfondo más real que la realidad misma. En el fondo se trata de un triunfo o de una superación del programa kantiano9. Lo vir- tual ha producido la elisión o desvanecimientolo de ese último fundamento de realidad a

9 Cfr. Christoph Türcke, "Philosophie. Eine Kolumne", en: Merkur 42 (1988), 57-62. Metafísica trágica y Metafísica digital del lenguaje 45 pesar de todo, de esa extraña cosa-en-sí que Kant tuvo que mantener aún (conceptualmen- te, en su caso, porque lo oscuro de Nietzsche quiso ser algo vital, estético, casi fisiológico, algo sentido, decíamos) ante el definitivo desmoronamiento de la metafísica dogmática. De tales supuestos la telecomunicación digital no tiene necesidad alguna. Todo esto es difícil de aceptar para quien esté anclado todavía en viejas certezas consoladoras. (Pero a pesar de todo gira el mundo en un espacio metafísico, virtual, nuevo). Es de esperar que no sea así para el filósofo de verdad, al menos, si es que de verdad aún existe, al menos. APUNTES PARA UN HIPERT E X TO SOBRE L A EMERGENCIA Y LA T R A S C E N D E N C I A DEL ORDENADOR 1

Carl Mitcham Filósofo de la Tecnología, Golden Mines, Colorado. E-mail: [email protected]

A lo largo de la historia del desarrollo, desde las unidades centrales, pasando por el orde- nador personal, hasta llegar a la red informática internacional, han surgido al menos ocho temas paralelos que tienen que ver con la ética informática, cada uno de los cuales podría servir como pantalla de inicio para un hipertexto sobre ética computacional: 1.– Las implicaciones antropológicas de la inteligencia artificial 2.– Las preocupaciones que despiertan las amenazas a la privacidad individual y la segu- ridad empresarial. 3.– El contenido y el cumplimiento de códigos éticos para los profesionales de la infor- mática 4.– La propiedad de programas de ordenador y la responsabilidad en caso de mal fun- cionamiento. 5.– La toma de decisiones utilizando sistemas expertos y la comprensión de la compleji- dad informática . 6.– El acceso público justo y las relaciones entre ordenadores y poder social. 7.– El carácter de la sociedad de la información y la cultura. 8.– La interpretación estético-ontológica de las realidades virtuales. Pero al ser la realidad del hipertexto tan resbaladiza como es, las pantallas no necesitan limitarse a cuestiones tan importantes. En lugar de eso, un hipertexto que trate la ética informática podría ramificarse en diversas perspectivas dentro de esta gama de temas, con algunas sugerencias sobre recursos básicos para investigaciones posteriores. Lo que sigue son propuestas generales para cinco enlaces simbólicos posibles con la aparición histórica y analítica de estos temas, seguido de un epílogo virtual. Dada la verbosidad electrónica (por no mencionar la que se encuentra en los libros) que se da en torno a estos temas, y dado el interés intelectual que despiertan las conversacio-

1 Traducción de este artículo a cargo de Carolina Amador. Apuntes para un hipertexto sobre la emergencia y la trascendencia del ordenador 47 nes que tratan sobre ordenadores e información tecnológica, este hipertexto hipotético per- manecerá abierto incluso si -y tal vez especialmente si- se convierte en un compromiso inte- ractivo entre todos los participantes que lo deseen. Bajo tales circunstancias, cualquier pro- puesta que pueda hacerse, no es más que mera posibilidad 2.

1.– De la Práctica a la Teoría: Inteligencia artificial y antropología Cuando apareció el ordenador digital y electrónico a finales de los 40 y principios de los 50, lo hizo en medio de un estallido de entusiasmo, dada su capacidad de realizar grandes cálculos y manejar gran cantidad de datos numéricos. A esta calculadora electrónica se la denominó, casi inmediatamente, "inteligencia artificial" (AI) 3. La oficina del Censo de los EEUU fue la primera entidad que adquirió una unidad central para fines no militares, y la UNI- VAC demostró ser enormemente útil para administrar datos demográficos4. Paralelamente al desarrollo práctico de la tecnología informática se encontraban los avan- ces de la teoría sobre los autómatas y la cibernética (John von Neumann y ) y la teoría matemática de la comunicación (). Al margen de estos avances científico-técnicos, surgieron dudas en torno a las relaciones entre el ser humano y los orde- nadores. Pero, a pesar de que en los años 60 se empezó a discutir sobre la amenaza que los ordenadores suponían para el trabajo y la privacidad, la cuestión intelectual de mayor rele- vancia era "¿pueden pensar los ordenadores?"5. Durante cien años, la teoría de la evolución de Darwin había provocado polémicas sobre si los humanos procedían del mono, y sobre lo cerca que aún podríamos estar del simio superior. Ahora la pregunta básica de la antropolo- gía filosófica era: ¿hasta qué punto se parecen las máquinas inteligentes que han partido de los humanos a sus creadores?6

2 Para una contribución más temprana en esta misma, línea, véase Carl Mitcham, Computers: From Ethos and Ethics to Mythos and Religion. Notes on the New Frontier between Computers and Philosophy. Technology in Society, vol. 8, no. 3 (1986), págs. 171-201. /4. 3 El término inteligencia artificial IA no fue acusado hasta algo más de diez años más tarde, y generalmente se le atribuye a John McCarthy, que organió el pionero Darmouth Summer Research Project on Artificial Intelligencce en 1956. La definición que suele hacerse de FA se toma de la década siguiente: Marvin Minsky, ed. Semantic Information Processing (Cambridge, MA: MIT Press, 1968), p. 5: Artificial Intelligene is the science of making machines do things that would require intelligence if done by men (La inteligencia artifi- cial es la ciencia que hace que las máquinas hagan las cosas que requerirán inteligencia si fueran realizadas por el hombre). Pero, véase C. Diane Martin, ENIAC: Press Conference that Shook the World, IEEE Tecnology and Society Magazine, vol. 14, no. 4 (Winter 1995-1996), pp. 3-10, que documenta las primeras apariciones de términos relacionados como cerebro electrónico y Einstein mecánico. 4 Para un estudio histórico estándar, véase Herman H. Goldstine, The Computer from Pascal to von Neumann (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1972). No obstante, la historia lineal de Goldstine necesita la dis- tinción que hace Vernon Pratt, en Thinkigng Machines: The Evolution of Artificial Intelligence. (New York, Blackwell, 1987) entre tres proyectos de AI diferentes: el de Leibniz, el de Babbage y el de Turing. 5 Véase, por ejemplo, reflexiones pioneras como las de Wiener en The Human Use of Human Beings: Cybernetics and Society (Garden City, Nueva York, 1950). 6 Para una interpretación diferente de la relación Darwin-Inteligencia artificial, cf. Daniel Dennett, Darwins Dangerous Idea: Evolution and the Mearnigs of Life (New York: Simon and Schuster, 1995), pp. 205 ff. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 48

Aunque el debate en torno a la inteligencia artificial tenía implicaciones obvias, la discu- sión fue casi exclusivamente teórica o antropológica. Los argumentos entre los defensores del programa de AI (desde A.M. Turing a Marvin Minsky, , Herbert Simon, Daniel Dennett). Y sus críticos (desde Hubert Dreyfus, pasando por John Searle hasta Roger Penrose) se centraban en cuestiones epistemológicas y metafísicas sobre la naturaleza del pensamiento y sobre el ser humano. Aunque existen, obviamente, connotaciones éticas en torno a estas antropologías y "computerologías" filosóficas, tales connotaciones suelen dejarse en un segundo plano.

2.– De la Teoría a la práctica: moralidad e inteligencia artificial Entre los primeros intentos de situar temas éticos en el primer plano de un debate gene- ral sobre ordenadores se encontraba la colección editada por Zenon W. Phylyshyn, Perspectives on the computer revolution (Prentice Hall, New Jersey, 1970), que concluía con una unidad sobre "Temas éticos y morales". Esta sección, (la más corta de las ocho) incluía tres artículos que planteaban dudas sobre las responsabilidades sociales de los profesiona- les informáticos, la defensa legal de la privacidad, y el impacto sociocultural de las máquinas cibernéticas. Pero no fue hasta años más tarde, con la publicación de dos libros dedicados enteramente a los ordenadores y los asuntos humanos7, cuando la ética del debate infor- mático empezó a tomar vida propia8. Así pues, el problema ético principal es evitar todas las tendencias que se dedican al con- trol final de este espectro. En respuesta a las tendencias a la centralización y el control (ya fuera inherente o socialmente construidas) Mowshowitz llevo a cabo un proyecto educativo muy amplio. La segunda parte examinaba, siguiendo una historia general de la evolución informática, ejemplos de coordinación en actividades económicas y servicios sociales, y la tercera ejemplos de control social. Según el análisis de Mowshowitz, el argumento principal que promovía el control sobre la coordinación es lo que él llamó "el mito de la complejidad". La sociedad se vuelve cada vez más compleja, y por lo tanto es necesario hacer uso del orde- nador para poder acatar este "caos potencial" que se deriva de esta complejidad9. Pero, según Moshowitz, es la extensión del poder la que engendra complejidad social, lo cual requiere, por tanto, más centralización para su control. Moshowitz concluía con una discu- sión sobre "la influencia de los ordenadores en la autocomprensión humana y la paradoja

7 Mowshowitz, A. The Conquest of Will: Information Processing in Human Affairs (Addison-Wesley Pub. Co., Reading, 1976) y Joseph Wizenbaum, Computer Power and Human Reason: From Judgment to Calculation (1976). 8 De estos dos libros (ambos publicados por científicos informáticos) el de Mowshowitz es el más completo y complejo a la vez. Para Mowshowitz, la mayoría de los sitemas de procesamiento de información infor- máticos sirven una de estas dos funciones sociales: la coordinación de la diversidad o el control del desor- den. La coordinación y el control simbolizan los extremos de un continuum de opciones sociales. Abbe Mowshowitz, Conquest of Will (1976), p. ix. Pero las opciones entre estos dos extremos permanecen abier- tas sólo mientras la parálisis de la voluntad no esté completa (Mowshowitz, Conquest of Will, p. 314). 9 Moshowitz, op. cit. p.244 Apuntes para un hipertexto sobre la emergencia y la trascendencia del ordenador 49 sobre como ‘a través del ejercicio del deseo de poder…el deseo mismo se volvió débil y sujeto al control por las fuerzas autónomas unidas al progreso mecánico"10. Cuando la ciencia se vuelve sistemática e institucionalizada, y sus métodos progresiva- mente dependientes de diferentes maneras de la computerización, se hace cada vez más difícil ejercer juicios y responsabilidades personales. Para evaluar críticamente las aplicacio- nes de los ordenadores es necesario reconocer que "la racionalidad no es dominio exclusi- vo" de la ciencia informática y la tecnología. A pesar de su exhaustividad, a Moshowitz no se le citó mucho. Tal vez porque escribía desde una provincia, esto es, desde el Departamento de Informática de la Universidad de British Columbia, mientras que Weizebaum era catedrá- tico de informática del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). La única reseña favo- rable, aunque critica, que se hizo de Moshowitz en Science (Septiembre 17, 1976) fue sepul- tada por las más de 15 de Weizenbaum en Christian Science Monitor (Marzo 3, 1976), New Republic (Marzo 20, 1976), Nation (Mayo 1, 1976), Choice (Junio 1976), The Times Literary Supplement (Julio, 30 1976), etc. De hecho, Mowshowitz no aparece siquiera en el Book Review Digest de 1976, mientras que Weizenbaum se lleva una columna entera. El texto de Mowshowitz se agotó enseguida mientras que el de Weizenbaum (que, de hecho, discutía mas detenida y directamente que Mowshowitz las limitaciones de la racionalidad informáti- ca) ha sido reeditado y traducido al alemán, español y francés. Para Weizenbaum, el estimulo para escribir Computer Power and Human Reason (Freeman & Co., Nueva York, 1976) fue el descubrimiento de que uno de sus propios programas el ELIZA, que consistía en un ejer- cicio de imitación de ciertas estrategias conversacionales, había sido empleado para crear un programa de análisis rogeriano llamado DOCTOR, y se estaba utilizando como herramienta para terapia psicológica. "Me sorprendió", escribía Weizenbaum, "ver la rapidez y profundidad con que la gente que conversaba con DOCTOR se implicaba emocionalmente con el orde- nador hasta el punto de "antropomorfizarlo"11. En su esfuerzo por contrarrestar esa antropo- morfización equivocada, Weizenbaum observó que quienes tienen experiencia en el mane- jo de ordenadores tienden a rechazar la imagen popular del ordenador como maquina capaz de tomar decisiones, pero existe una verdad sutil para la opinión publica. Lo que ocurre es que la gente ha convertido el procesamiento de información sobre la cual deben basarse las decisiones en sistemas informáticos enormemente complejos. Se han reservado para ellos, con pocas excepciones, el derecho de tomar decisiones basado en el resultado de tales pro- cesos informáticos. Pero un sistema informático que permita preguntar sólo ciertos tipos de preguntas, que acepta sólo ciertos tipos de datos, y que no puede en principio ser entendi- do por aquéllos que confían en él, tiene en efecto muchas puertas cerradas, puertas que estaban abiertas cuando se instaló el sistema12. Los ordenadores, al igual que otras tecnologías fundamentales, abren unas puertas y cie- rran otras, alterando así el curso de la historia, justo en el momento en que un imperio polí- tico abre nuevos caminos al desarrollo social. La diferencia es que, mientras que se admite que el dominio político va unido a la fuerza bruta, lo que la ciencia y la tecnología cierran son,

10 Ibid. p.313. 11 Josep Wwizenbaum, Computer Power and Human Reason. p.6. 12 op. cit., p.38. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 50

supuestamente, productos de la razón. Según Weizenbaum, sin embargo, la ciencia y la tec- nología corren el riesgo de limitar la racionalidad a esa clase de razón que puede ejercer el poder a través de medios científicos y técnicos. Para oponerse a esta tendencia Weizenbaum defendía el establecimiento de dos delimitaciones éticas en los ordenadores "en contra del imperialismo de la razón instrumental". Para él, "hay…dos clases de aplicacio- nes informáticas que, o bien no deberían llevarse a cabo, o bien, si se llevaran, deberían aco- meterse con la máxima precaución". En el primer caso existen negativas a la hora de respe- tar la distinción entre animal y máquina, como demuestran los intentos de conectar directa- mente un ordenador a la corteza visual y "todos los proyectos que se proponen sustituir un sistema informático por una función humana que conlleva respeto interpersonal, compren- sión y amor.13 En la segunda clase se encuentran las aplicaciones informáticas "que pueden fácilmente tener efectos secundarios irreversibles y no del todo predecibles"14. A pesar de lo atractivo de estos principios, la crítica puede fácilmente señalar que inclu- so aplicaciones tan aceptables como los cajeros automáticos han sustituido al empleado de banco que mantenía una relación personal -aunque limitada- con el cliente, y que las tran- sacciones bancarias electrónicas tienen, igualmente, efectos irreversibles e impredecibles. De hecho, son raras las innovaciones tecnológicas que no conllevan cambios en las relacio- nes personales y no tienen consecuencias impredecibles. Independientemente de las propuestas de Weizenbaum, la idea de que existan restric- ciones especificas asociadas con reflexiones más conscientes sobre los usos del ordenador y sus consecuencias, se ha convertido en un tema general dentro de las reflexiones éticas sobre etnología. The Imperative of Responsibility, y The Whale and the Reactor de Langdon Winner son casos destacables15. Jonas no menciona los ordenadores en ningún momento, pero el capitulo 6 de Winner, "Mitoinformación", cuestiona la teoría de que los ordenadores son la causa de una revolución social. La postura de Weizenbaum también ha sido modula- da y extendida a la interacción moderna con los ordenadores en la colección de James Brook e Ian Boall, Resisting the Virtual Life (City, Lights Books, 1993).

3.– Delito informático y profesionales informáticos A la vez que Weizenbaum realizaba reflexiones epistemologías y morales basadas en su experiencia con los ordenadores en un enclave universitario, Donn B. Parker, que fue pro- bablemente el primero en escribir, en 1977, un artículo uniendo "ordenadores" y "ética" en el título, inició un análisis moral y legal basado en su experiencia como director de sistemas informáticos comerciales. Para Parker, el estímulo principal no fue la simple proyección psi- cológica en un programa, sino el duro fenómeno del crimen informático, que documentó en su libro Crime by Computer (Scribner, Nueva York, 1976). De hecho, a finales de los 60,

13 op.cit., pp. 268-90. 14 op.cit., p.270. 15 Hans Jonas, “The Imperative of Responsibility”: en Search of an Ethics for the Technological Age, trans. Hans Jonas and David Herr (Chicago: Chicago Universisty Press, 1984). Y Langdon Winner, The Whale and the Reactor: A Search for Limits in an Age of High Technology (Chicago Universisty Press, 1986). Apuntes para un hipertexto sobre la emergencia y la trascendencia del ordenador 51

Parker fue de los primeros en apoyar la propuesta de que la Asociación de Maquinaria Informática adoptara un código ético prohibiendo acciones que pudieran minar el apoyo empresarial al profesional informático. La importancia de la ética entre los profesionales informáticos la demuestran las inclusiones de artículos sobre el tema en manuales genera- les de ciencia informática y comunidades ingenieras. Pero Ethical Conflicts in Information and Computer Science, Technology, and Bussiness (AFIPS Press, Arlington, 1990), que actualiza y amplía una versión más temprana de Ethical Conflicts in Computer Science and Technology (QED, Wellsley, 1990), ofrece la mejor visión de su enfoque. En ambos libros Parker hace uso extensivo de lo que él llama "escenario para un análisis metodológico", esto es, un estudio y sondeo de las respuestas a varios escena- rios problemáticos para el uso de ordenadores. En el segundo volumen de Ethical Conflicts resumía la "necesidad de reevaluar la aplicación de principios éticos y establecer nuevos acuerdos sobre prácticas éticas". Primero, los ordenadores y la comunicación de datos alte- ran las relaciones entre las personas…Segundo, la información electrónica, magnética y ópti- ca es mucho más frágil que la información en papel…Y por último, las transacciones comer- ciales dependen de firmas escritas, a pesar de lo cual, todas las transacciones comerciales se realizan sin firma alguna"16. El cuerpo principal de este análisis examinaba cinco áreas generales: 1 obligaciones profesionales; 2 propiedad, atribución, piratería, plagio, derechos de copia y secretos de mercado; 3 confidencialidad de información y privacidad personal; 4 prácticas de empresa, incluyendo contratos, acuerdos, y conflictos de intereses; 5 relacio- nes contratador/contratado. La conclusión de Parker fue un resumen empírico de 17 páginas sobre pautas éticas "agrupadas en cuatro categorías según las cuales se aplican estos prin- cipios: público en general, profesionales, contratadores y contratados"17. En los cuatro casos la "responsabilidad" estaba clasificada en primer lugar, aunque el término tenía significados diferentes en cada caso. Entre otros principios se encontraban también la protección de la privacidad, el consentimiento en el uso de la información, y el respeto por la propiedad (inte- lectual y de otro tipo), la habilidad de evitar daños. Pero a pesar de que los datos que ofre- cía Parker eran útiles y descriptivos, analíticamente eran poco sólidos (las diferencias de la organización entre las dos versiones de Ethical Conflicts son, en general, reclasificaciones arbitrarias), y apenas tenía fuerza normativa (aparte de las presiones sociales). De hecho, Parker mostraba deficiencias incluso en el análisis filosófico de asuntos legales, lo cual puede usarse para revelar implicaciones sutiles para la ética. Lo atractivo de la historia de Parker se reflejó en Computer Ethics: Cautionary tales and Ethical Dilemmas in Computing (MIT, Cambridge, Mass., 1994), de Tom Forester y Perry Morrison. Pero, una vez más, el volumen de Forester y Morrison, aunque podría ser una forma de alertar a los lectores sobre la existencia de problemas, carece de significación ética.

16 Donn Parker, Ethical Conflicts. 17 Parker, op. cit., p. 189. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 52

4.– Ética Informática en la Universidad Poco más de una década después del trabajo pionero de científicos informáticos como Mowshowitz, Parker, y Weizenbaum (y después de más de una década de trabajo llevado a cabo por abogados), los filósofos profesionales acabaron tomando partido. A los volúmenes de Michael Hoffman y Jennifer Mills Moore y el de Terry W. Bynum, le siguieron tres mono- gráficos publicados al mismo tiempo titulados "ética informática", aunque, en realidad, sólo uno de estos merecía su título (el de Deborah Johnson, que va ya por la segunda edición y es, además, el texto más usado en ese campo18). Johnson comienza con dos capítulos sobre ética informática y ética en general. Luego pasa a temas éticos que son relevantes para el profesional de la informática, como por ejemplo los códigos de conducta profesional, y dere- chos de propiedad en software. En estos dos capítulos (y más adelante también) resume buena parte del material de Parker. Los últimos cuatro capítulos tratan de temas éticos que transcienden las preocupaciones del profesional: la privacidad, el delito y la piratería, la res- ponsabilidad etc. El apéndice es una reimpresión del código ético profesional de la ACM, la mayor organización de profesionales informáticos. Johnson no intenta escribir un código ético propio, pero sí es cierto que hace algo más que indicar lo que los profesionales o el público en general piensa, y llega a aconsejar, e incluso a aprobar argumentos morales de distinta índole. Con esto entreteje ética profesional, legal, gubernamental (véase el uso que hace de los estudios de la Oficina del Congreso Americano de Evaluación Tecnológica y su exclusión de otros estudios gubernamentales fuera de los EEUU, como son los de la OECD) y de asociaciones. Por ejemplo, en el debate sobre privacidad (su capítulo principal), Johnson comienza con un análisis de cómo el archivo informático ha despertado dudas con respecto al viejo tema de la privacidad. Aunque el archivo de datos no es en absoluto una actividad nueva, los ordenadores han cambiado su forma de archivar de la siguiente manera: (1) han hecho posible una nueva escala de recopilación de información, nuevos tipos de información y una nueva escala de distribución de la información, (2) el efecto de información errónea puede magnificarse, y (3) la información sobre los acontecimientos que tienen lugar en la vida de una persona pueden quedarse grabados para siempre19. A través de estos cambios de escala, tipo e intercambio de información, los ordenado- res han transformado y comercializado la información, que, a su vez, engendra un desafío especial a la privacidad. Para Johnson, la privacidad es valiosa tanto instrumental como intrínsecamente. Según ella, "la privacidad es necesaria en las relaciones, es un aspecto esencial de autonomía…y podría entenderse como poder en sociedades informáticas democráticas modernas"2 0. Siguiendo el desarrollo de estos argumentos éticos pasa a un examen de las leyes americanas que protegen la privacidad, especialmente el Acta de Privacidad de 1974, y destaca tanto sus puntos fuertes como los débiles. En respuesta a los puntos más débiles, propone algunos remedios específicos. Uno es que "deberíamos,

18 18 Los otros dos libros son, Computer Ethics: A Guide for the New Age (Elgin, IL: Bretheren Press, 1984), de Douglas W. Johnson; y Computer Ethics (New york: Trilium Presss, 1985) de Thomas Milton Kemnitz y Philip Fitch Vincent. El primero es un libro de catequesis, y el segundo de escuela primaria. 19 Deborah G. Johnson, Computer Ethics, 2nd. Ed. (1994), p. 87. 20 Johnson, op.cit, p.89. Apuntes para un hipertexto sobre la emergencia y la trascendencia del ordenador 53 al menos, explorar las posibilidades de un sistema mejor en el que la información personal podría tratarse como un artículo que se compra y se vende sino como algo que se admi- nistra como parte de una utilidad pública" 2 1. Por último, Johnson señala y busca reforzar los principios de protección de privacidad tal y como están articulados en los códigos éticos de los profesionales informáticos. Ya en 1973, por ejemplo, el Código Profesional de la ACM exigía a sus miembros que "al tratar con datos personales", "redujeran los datos recogidos", "limitaran el acceso" y "garanti- zaran disposiciones adecuadas". En una revisión de 1992, el Código Ético y Profesional de la ACM, va más allá. No sólo se trata de la responsabilidad de mantener la privacidad y la inte- gridad de los datos individuales de cada persona", sino que "deben establecerse procedi- mientos que permitan al individuo acceder a sus propios archivos y modificar cualquier posi- ble incorrección". Ambos códigos pueden consultarse en los apéndices que incluye Johnson en su libro 22. Los esfuerzos profesionales de este tipo por tener en cuenta las preocupaciones sociales relacionadas con el derecho a la privacidad suponen esfuerzos no sólo por reevaluar la aplicación de los principios éticos tradicionales, sino también por establecer nuevos acuer- dos sobre principios y práctica en presencia de los ordenadores y otras nuevas tecnologías electrónicas de la información. Entre los propios profesionales informáticos, otras dos orga- nizaciones requieren especial mención. La primera, Computer Professionals for Social Responsibility (CPSR), fue fundada en 1981. Durante los años 80, la CPSR se dedicó a criti- car la confianza en programas de ordenador excesivamente complejos que era parte de la iniciativa de estrategia de defensa. Como resultado la CSPR, que ahora tiene más de veinte secciones además de una oficina en Washington, DC, se ha convertido en una de las prin- cipales influencias en el diseño de la infraestructura de información nacional. El boletín de la CSPR, así como algunas listas electrónicas, y las páginas web, son una buena fuente de información actualizada en asuntos éticos23. La segunda organización es el Instituto de Ética Informática, que nació de reuniones entre representantes de la industria y éticos religiosos a mediados de los años 80. Subvencionados por the Brookings Institution, IBM, el Wahington Consulting Group, y el Washington Technological Consortium, esta colaboración entre profesionales informáticos de empresas y los religiosos intelectuales es explícitamen- te normativa en sus intenciones. Ha adoptado, y promueve "Los diez mandamientos de ‘ética informática’”. Estos diez mandamientos son: 1. No usarás un ordenador para hacer daño a otros. 2. No te inmiscuirás en el trabajo informático de otros. 3. No hurgarás en los ficheros informáticos de otros.

21 Johnson, op.cit, p.98. 22 Op.cit, pp.165-177. Deborah G. Johnson and Helen Nissenbaum, eds. (1995), y Rob Kling, ed. Reeditan el código de 1992. 23 Véase también Batya Friedman y Terry Winograd, eds. Computing and Social Responsibility: A Collection of Curse Syllabi (s/r 1990). PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 54

4. No usarás un ordenador para hurtar. 5. No usarás un ordenador para levantar falso testimonio. 6. No copiarás ni usarás software pirata. 7. No usarás las fuentes informáticas de otros sin autorización o correcta compensación. 8. No te apropiarás del resultado intelectual de otros. 9. Pensarás en las consecuencias sociales de los programas y sistemas que diseñas; y 10. Siempre usarás un ordenador de manera que quede asegurada la consideración y el respeto hacia los demás seres humanos Por supuesto, en este decálogo no hay sólo anomalías linguísticas. La oposición implíci- ta a una "ética pirata", por ejemplo, merece análisis detallado: véase, por ejemplo, Steven Levy, Hackers: Heroes of the Computer Revolution (Garden City, Ny: Doubleday, 1984,) cap. II, págs. 26-36; Bruce Sterling, The Hacker Crackdown: Law and Disorder on the Electronic Frontier (New york, Bantam, 1992); y Johnson, Computer Ethics, "Hacker Ethics", págs. 112- 118.

5.– Ética Informativa, Política y Cultura Como indica el argumento de Johnson, y las actividades de los profesionales informáti- cos, los temas centrales en ética informática están basados en transformaciones funda- mentales en los tipos de empleo de la información24. Esta transformación se produjo prime- ro en las unidades centrales, luego en un número creciente de computadoras autónomas, y ahora en una red cada vez más densa de servidores y clientes. La extensión de lo que una vez fue una red limitada de unidades centrales con enlaces para procesar investigación mili- tar, y la transformación proyectada de esta autopista de la información (cantidades limitadas de datos digitales transmitidos electrónicamente a una velocidad media de transferencia limitada) en superautopista de la información (transmisión ilimitada de datos por cables de fibra óptica a una velocidad media de transferencia ilimitada) contribuye por sí misma al pro- ceso de la ética informática. Llama la atención, sin embargo que ni Johnson ni Brown inclu- yan en los índices de sus libros la palabra "Red" ni "Internet". Ethical Aspects of Information Technology (Prentice Hall, Engelwood. 1995), de Richard Spinello, es un análisis ético; se trata de un libro que sustituye el término "ordenador" por el de "tecnología de la información", que incluye Internet en el índice y que identifica sólo modestamente las nuevas caracterís- ticas de las redes de información. El único libro que se centra en lo que podría llamarse "ética

24 24 La mejor introducción general a los principios técnico y a los procesos que subyacen en la tecnología de la información es la de John G. Truxal, The Age of Electronic Messages, (Cambridge, MA: MIT Presss, 1990). El de Geoffrey Brown, The Information Game: Ethical Issues in a Microchip World (1990) es un monográfi - co filosófico que enfatiza este aspecto y cubre lo mismo que Johnson pero con un acento distinguidamen- te británico. Apuntes para un hipertexto sobre la emergencia y la trascendencia del ordenador 55 de red" es el de Carol Gould, ed. The Information Web: Ethical and Social Implications of Computer Networking (Westview Press, Boulder, 1989), que pretende un asesoramiento explícitamente ético-político de temas propuestos por redes locales, nacionales e interna- cionales. La contribución de Gould a este volumen merece mención por sus esfuerzos a la hora de aplicar los principios de consentimiento libre e informado y de igual acceso a los con- textos de investigación científica y de interacción entre el gobierno y el ciudadano. Su con- clusión es una integración normativa que obliga a "compartir al máximo la información y a facilitar un acceso compatible con la conservación del valor de la privacidad"25. Pero el libro pierde en calidad debido a la ausencia de un compromiso descriptivo con las estructuras téc- nicas de Internet o sus protocolos (tampoco aquí aparece Internet en el índice)26. El término "ética informática" es innecesariamente restrictivo, ya que los temas básicos en la ética infor- mática pueden asociarse con otros medios de información, desde la prensa escrita a la tele- visión. Incluso cuando Brown insiste en que los ordenadores son "tecnologías de la infor- mación", se olvida de hacer cualquier tipo de asociación con otros inventos relacionados. Pero otras contribuciones para el desarrollo de la ética informática pueden encontrarse en las siguientes fuentes: (a) los medios de comunicación éticos, (b) la ética informática en varias formas estrechamente definidas, y (c) análisis sociocultural de la sociedad y la cultura de la información. Cada uno de estos tres campos merece mención al menos como recur- sos potenciales para la ampliación del debate sobre ética informática. Los temas éticos en los medios de comunicación parten de la práctica de redacción de noticias, publicidad, y el mundo del espectáculo desde la prensa escrita, pasando por la fotografía, la radio, y la tele- visión. Mucho más amplia que la ética periodística, muchos de sus análisis de censura, con- fidencialidad, conflicto de intereses, presiones económicas y privacidad tienen implicaciones para las redes de intercomunicación electrónica.. A las enormes cantidades de datos científicos recopilados electrónicamente hay que aña- dirle los textos en versión digitalizada, las grabaciones sonoras, los vídeos, los mapas, las fotografías etc., todo esto ha entrado a raudales en Internet. Como uno de los participantes en el debate lo ha descrito: "Internet ha llegado a parecerse a una librería enorme con volú- menes amontonados en sus estanterías, en las mesas y repartidos por el suelo, y donde se reciben libros nuevos que, atropelladamente, se añaden a los montones ya existentes. Recientemente ha habido una pausa que ha facilitado la búsqueda de información disponi- ble. Pero incluso con estos programas, existe el riesgo de acertar o fallar. La solución es transformar esta especie de librería de viejo en una "biblioteca digital", con sus estanterías ordenadas, su catálogo y su personal para ayudarnos"27.

25 Carol Gould, ed. The Information Web (s/r 1989), p.33. 26 Adviértase que la Junta de Actividades de Internet ha creado una declaración breve (de menos de 100 pala- bras) sobre Internet y la política que no hace referencia a ningún debate político como el de Goud y que sim- plemente propone que se tomen las medidas posibles en consonancia con las agencias federales y otras partes interesadas para prohibir los trastornos a través de Internet. La declaración está disponible en listas de discusión al respecto. 27 Robert Pool, Turning an info-Glut into a Library, Science, vol 266, n mero 5182 (7 oct. 1994), págs.20-22. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 56

Dentro de la comunidad filosófica, pues, se observa un giro de enfoques metafísicos y epistemológicos en el debate sobre los ordenadores, a otros más políticos y éticos, que se corresponde con el paso de la sociedad de unidades centrales de larga escala, a una depen- dencia creciente de otras en pequeña escala más extendidas y asequibles. El objetivo queda confirmado incluso dentro del tema de ética informática. Un "gopher", o buscador en Internet es capaz de localizar cientos de listas de distribución, citas y páginas. Pero en estos archivos existen también muchos duplicados (los "Diez Mandamientos de Ética Informática", por ejemplo, aparecen unas diez veces) y de asuntos como anuncios de congresos que ya se han celebrado hace años. Se trata, en efecto, de una librería sin organización alguna28. Como ese "personal" incluye no sólo "instrumentos inteligentes", o "máquinas descubridoras" en la ciencia sino también "motores de búsqueda" y "agentes inteligentes" para el ususario no cien- tífico, es lógico que surjan dudas en cuanto a los principios éticos operativos de este "per- sonal virtual"29. Lo que podría denominarse "ética de información internacional" o el intento de alcanzar un acuerdo político sobre la adquisición transnacional y la diseminación de información, inclu- yendo el control de recursos comunicativos limitados como las órbitas de satélite geosin- crónico, facilita las discusiones sobre ética e información en los media. La cuestión de quién posee y controla la información sobre una persona está claramente relacionado con el tema de quién posee y controla la información de un país (datos como las cosechas o el potencial mineral que se obtiene por satélite, lo que puede proporcionar al inversor extranjero grandes ventajas sobre el propietario local a la hora de negociar acuerdos financieros). El análisis sociocultural y la interpretación de la información mundial es, sin lugar a dudas, la más amplia de estas tres áreas suplementarias de debate, y puede cubrir una amplia gama de preguntas sobre estilo de correo electrónico y las buenas maneras on-line. Según Poster, los ordenadores no sólo elevan la eficacia de las comunicaciones, sino que más bien alteran la configuración de la información. "Lo que está en juego son nueva for- maciones de lenguaje que alteran significantemente las relaciones sociales interconectadas que estructuran esas relaciones y a los sujetos que constituyen" 30. Aunque el análisis de la información de Poster como un nuevo modo de relación social no se presenta como un estu- dio de ética, tiene, en cualquier caso, repercusiones éticas, especialmente del tipo informá- tico. Pero el análisis de Poster, principalmente, apunta hacia la necesidad de considerar el papel que la ética informática desempeña en relación con los modos y las formas estableci- das en la economía, la política y el discurso. ¿Es la ética informática, en su ataque al "delito informático", como lo definen las instituciones, una mera sierva de esas órdenes, o puede la ética informática ser parte de un asesoramiento crítico de comunicación electrónica post- moderna?

28 Véase Michael B. Spring, The Virtual Library: Explorations in Information Spaces, Virtual Reality World, vol. 1, nos. 3-4 (Nov. 1993), pags.53-66. 29 Véase Mitchell Waldrop, Software Agents Prepare to Shift the Riches of Cyberspace, Science, vol. 265, no.5174 (12 Agosto 1994), págs. 882-883; y John Markoff, The Fourth Law of Robotics, Educom Review, vol. 29, no.2 (Marzo-Abril 1994), pags. 45-46. 30 Mark Poster, Mode of Information (Chicago Univ, Press, Chicago, 1990), p.8. Apuntes para un hipertexto sobre la emergencia y la trascendencia del ordenador 57

Las preguntas acerca de las implicaciones ético-políticas de los ordenadores en la socie- dad están encontrando su forma de expresión en los debates sobre el carácter ético-político de Internet y el mundo virtual que está surgiendo a través de este medio. Carl Mitcham y Alois Huning, en su colección Philosophy and Technology II: Information Technology and Computers in Theory and Practice, argumentaban a favor de volver a unir la reflexión prácti- ca sobre tecnología informativa y los ordenadores con esos aspectos teóricos de los cuales empezó a distanciarse hacia los años 70. El reto de las redes electrónicas y las realidades virtuales refuerza aún más el caso: la ética no puede divorciarse de la metafísica. La discu- sión más prominente es, aún así, ética y política. Los trabajos de Mitchell Kapor, Stewart Brand, Mchael Haim y Howard Rheingold son cuatro ejemplos a destacar. Kapor, diseñador de Lotus 1, 2 y 3, y fundador (en 1982) de Lotus Development Corporation, es también co- fundador de la Electronic Frontier Foundation (1990), una organización sin ánimo de lucro que se ocupa de las libertades del ciudadano en los medios de comunicación electrónicos. En 1991 en un artículo fundamental sobre "Libertad civil y ciberespacio", Kapor destaca que "los continuos equívocos que se dan en la comunicación a través del ordenador" pueden lle- var a los representantes de la justicia a confundir negocios legítimos y juegos con delitos, y a violar la libertad del individuo31. En 1993, Kapor volvió a este tema, en "Where is the digital Highway Really Heading? The Case for a Jeffersonian Information Policy", en el que discutía a favor de la apertura de miras en principios de diseño técnico y política pública32. Pero el aspecto público de estas posiciones depende, en cierto sentido, de las posibilidades técni- cas y, tal vez incluso más del entendimiento metatécnico de de esas posibilidades. A finales de los años 80, Stewart Brand, en The Media Lab: Inventing the Future at MIT, discutía asun- tos similares 33. Para Brand, la información es libre en sí y debería ser económica y política- mente libre. Pero la relación implícita en la introducción de Brand entre hipótesis y realidad en el ciberespacio, y la subcultura de la realidad virtual depende, como cualquier derivación de valores a partir de hechos, de una descripción más que física sobre la naturaleza física de lo que realmente existe. Sin embargo, basándose en su libro Metaphysics of Virtual Reality, Michael Heim llega a la conclusión de que "al ciberespacio contemporáneo le faltan claves formales" sobre las que podrían construirse órdenes sociales tradicionales. Esto nos llevaría a la posibilidad de que en el mundo electrónico podríamos esperar una degradación de la atención discriminatoria34.

31 Mitchell Kapor, Civil Liberties in Cyberspace, Scientific American, vol. 265, no. 3 (Sept 1991), págs. 158-160, 162 y 164. Véase también en este número especial sobre Comunicación, Ordenadores y Redes, Al Gore, Infraestructure for the Global Village, págs. 154-158. 32 Mitchell Kapor, Where is the digital Highway Really Heading? The Case for a Jeffersonian Information Policy, vol. 1, no.3 (Aug. 1993), pags. 53-59 y 94. Politics in a Parallell Universe: Is there a Future for Cyberdemocracy?” Futures, vol.26, no.7 (1994), pags. 713-729, de Michael R. Ogden, reitera el argumento de Kapor, y hace referencia a otros ejemplos. 33 Stewart Brand, The Media Lab: Inventing the Future at MIT (new York, Viking 1987). 34 Michael Heim, The Metaphysics of Virtual Reality (New York: Oxford University Press, 1993), p.103. EL ÁRBOL INFINITO A P R OXIMACIONES A LA ICONOGRAFÍA DE LA CIENCIA

Carmen Galán y Andoni Alonso Lingüista, Universidad de Extremadura. E-mail: [email protected] Filósofo de la tecnología, Universidad de Extremadura. E-mail: [email protected]

Este trabajo es el resultado parcial y aproximativo de dos líneas de investigación: la pri- mera tendrá como resultado un libro de próxima aparición titulado La Ciudad de Dios, escri- to en colaboración con Iñaki Arzoz. La segunda -con la profesora Carmen Galán- es de carác- ter interdisciplinar, CTS-Linguística, perteneciente al proyecto de Investigación "Divulgación de la Ciencia", patrocinado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología; y es en esta última línea donde se justifica el análisis que presentamos. En el ámbito de lo que se denominan estudios CTS, nos hemos concentrado en el len- guaje de la ciencia, o mejor dicho, y siguiendo a Latour, en el lenguaje de la tecnociencia, visto especialmente en su repercusión social. En la primera fase nos dedicamos a estudiar lo que el lingüista Uwe Poerksen clasificó como "palabras ameba", un tipo de palabras pro- venientes del campo tecnocientífico que afectan enormemente a la "lengua vernácula"1. Pero más tarde nuestra atención se desplazó hacia lo que podemos denominar "semasiogramas"2 o formas de representación del conocimiento científico. Este es justamente el punto donde se une con la primera línea de investigación: básicamente consiste en encontrar las raíces tecno-herméticas de la cibercultura actual. Siguiendo a varios autores como David Noble o Margaret Wertheim3, parece cierto que existe un componente mágico, hermético y religio- so en la tecnología moderna. El valor de tal aserción, a juicio de estos autores, no es un ata- que indiscriminado a la ciencia y a la tecnología, sino tan sólo a ciertos abusos que se come- ten, cuya raíz se puede encontrar en este componente que denominaremos "tecno-hermé- tico". Nuestra argumentación se puede resumir brevemente como sigue: al igual que ocurre

1 Plastic Words. The Tyranny of a Modular Language, Penn State Univ, State College, 1993. 2 Por semasiograma entendemos un mecanismo descriptivo y representativo a medio camino entre el icono (motivado) y el símbolo (arbitrario). El hecho de que no haya perdido totalmente su motivación permite que sea reconocido universalmente; sin embargo, y dado su carácter igualmente simbólico, es susceptible de cambiar su significado dependiendo de las culturas y tradiciones. 3 Noble, David La religión de la tecnología, Paidós, Barcelona 1999 y Margareth Wertheim The Pearly Gates of Cyberspace, Virago, Londres, 1999. El árbol infinito. Åproximaciones a la iconografía de la ciencia 59 con las ameba o palabras plásticas, los semasiogramas no transmiten tan sólo una informa- ción (no existen contenidos y distribuciones de información neutros) sino también modos y usos sociales, comportamientos y preconcepciones. Para comprobar tal hipótesis hemos decidido buscar algún ejemplo especialmente significativo por su uso recurrente y extenso y hemos llegado a la conclusión de que las representaciones arbóreas concentran una diver- sidad de significados muy elevada, tal como expondremos a continuación. Partimos de la idea de que el árbol se concibe como un símbolo semasiográfico. Y, en este sentido, tiene capacidad para distribuir contenidos -religiosos, científicos o técnicos- de una manera visual; sin embargo, a diferencia de otros semasiogramas, el árbol muestra unas cualidades muy peculiares por su recurrente aparición y diversidad. Se puede afirmar que su origen es míti- co y religioso, pero en nuestra cultura se traslada paulatinamente al campo científico; pasa a formar parte de la iconografía hermético-alquímica y posteriormente se convierte en un modelo científico, especialmente con la teoría evolutiva de Charles Darwin. A partir de aquí el modelo de representación se extiende a campos tan diversos como la linguística históri- ca, la sintaxis representacional de la Gramática Generativa o la disposición semántica de los campos léxicos. Sin embargo, y tal como afirmaría Régis Chauvin4, la teoría darwinista se ha convertido en algunos casos en una suerte de pararreligión y en ese momento el semasio- grama recupera de nuevo elementos míticos y religiosos. Esa nueva religión de la evolución consiste en aplicar los mismos símbolos a campos del conocimiento y de la experiencia humana que normalmente no lo permitirían, como parece ocurrir, por ejemplo, en las tecno- logías de la información con expertos como Moravec o Minsky5. A esta pseudoreligión la denominamos "digitalismo" porque, siguiendo a Wittgenstein6, construye una metáfora tan poderosa que resulta imposible pensar los fenómenos de otra manera. Sin embargo, quere- mos mantener que el árbol sigue siendo una forma privilegiada para disponer el conoci- miento de disciplinas diferentes y al mismo tiempo es, junto con otras figuras, como la del laberinto o la esfera, modelos hipertextuales especialmente significativos.

1. El árbol como semasiograma La metáfora del árbol como forma de representar el conocimiento tiene unas raíces muy profundas, valga el paralelismo. Apenas existen culturas que no hayan adoptado algún tipo de rito con árboles sagrados. Tal como veremos más adelante en las ilustraciones, existen numerosísimos mitos sobre el árbol. Recordemos someramente algunos. Justamente uno de los libros clásicos de la antropología, The Golden Bough de William Frazer7, hace refe- rencia al árbol divino como una manifestación de los cultos ancestrales europeos. Sin duda, el más conocido en nuestra cultura es el árbol del bien y del mal, en el que sus frutos con- tienen el saber, aunque es también el árbol de la perdición. En el Gilgamesh 8 se relata la exis-

4 El darwinismo, fin de un mito. Espasa Calpe, Madrid, 2000. 5 Minsky, Marvin, The Society of Mind, Nueva York, Simon & Schuster, 1988. Moravec, Hans, Mind Children, Harvard Univ. Press, 1989, y Robot, Oxford Univ. Press, Oxford, 1999. 6 Lecciones y conversaciones sobre estética, psicología y creenciareligiosa, Paidós, 1996. 7 La Rama Dorada, FCE, México,1991. 8 Gilgamesh, Lumen, Barcelona, 1986. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 60

tencia de un bosque sagrado, el bosque de Huwawa, donde se encuentra el cedro divino de veinte metros que Gilgamesh y Enkidu cortan y transportan a la ciudad. La mitología greco- rromana recoge el manzano del jardín de las Hespérides, que forma parte de las pruebas de Hércules, cuyos frutos son de oro. En la mitología escandinava, el fresno Yggdrasil o árbol de los mundos, según recoge Snorri Sturlusson en su Edda Menor 9, representa la reconci- liación de todos los mundos (el de los gigantes, dioses y humanos) a la vez que en sus raí- ces se encuentra el manantial de todo el conocimiento. Odín es crucificado en un roble y tras desclavarse él mismo entrega a la humanidad la escritura, las runas sagradas escritas con su propia sangre. Como se ve, el árbol forma parte del imaginario religioso prácticamente en todas las cul- turas (se trataría de un arquetipo, como mantiene Carl Jung10) de ahí que el estudio de sus rasgos sea pertinente: fundamentalmente el árbol es una metáfora de la unidad en la diver- sidad: raíces, tronco, ramas y frutos, a pesar de ser distintas, se dan en una sola entidad. Por otro lado, en las religiones que consideran el cielo como el lugar de lo divino, el árbol sirve de puente entre lo profano (tierra) y lo sagrado (cielo), entre lo inanimado (mineral) y lo ani- mado (vegetal). Por tanto esta metáfora funciona básicamente como una síntesis de lo diver- so, de ahí su importancia y utilidad. Dicho de otro modo, nos encontramos ante una de las manifestaciones más claras y antiguas de un "mandala", o representación del universo. Es en este sentido en el que nos interesa analizar tal metáfora representacional. Sin embargo, es necesario indicar que esta metáfora-imagen, como todo constructo cul- tural, sufre los avatares y modificaciones que cada cultura particular presenta. Nuestra inten- ción es obviamente centrarnos en nuestra propia cultura, por lo que buscaremos el árbol más representativo: el árbol del bien y del mal, o el árbol de la ciencia y el conocimiento e intentaremos reconstruir una mínima genealogía. A diferencia de otros árboles, el árbol del paraíso no es importante como unidad sino como resultado. Como se recordará, lo intere- sante del árbol son los frutos, los frutos del conocimiento, por lo que las otras partes se encuentran subordinadas a ellos. Ésta es una primera diferencia que merece la pena desta- car. Raíces, tronco y ramas -diversidad, unidad, diversidad- se subordinan a otra diversidad que por agregación se convierte en unidad: todos los frutos conforman una sola cosa: la sabi- duría. Y es claro que en nuestra tradición la sabiduría, como fruto del árbol, tiene una impor- tancia crucial. Esta codificación adquiere su mayor exponente en el árbol sefirótico, según la tradición judía de comentario a la Torá, también conocida como Kabala. El árbol sefirótico es así un árbol de la vida y al mismo tiempo de la sabiduría, pues es, de acuerdo con algunos místicos judíos, la clave secreta de la Torá, que precede incluso a la propia creación. Claramente su antecesor es el árbol del paraíso. Veamos brevemente su estructura como mandala: se compone de diez círculos o sefi- rots, llamados también los senderos mayores de sabiduría, que se unen entre sí por medio de líneas o senderos menores de sabiduría. Este árbol, y es importante destacarlo, funciona

9 Psicología y simbólica del arquetipo, Paidós, Barcelona, 1999. 10 Vaticinia siue Prophetae Abbatis Ioachimi & Anselmi Episcopi Marsicani Universidad de Valencia, Valencia, 1997. El árbol infinito. Åproximaciones a la iconografía de la ciencia 61 del siguiente modo: la fuerza divina crea la realidad por medio de esos diversos estadios, como una fuente que se despliega, concentrándose en cada sefirot. Estos sefirots a su vez tienen un doble valor. Por una parte se refieren a la estructura del cosmos y por otra a la del cuerpo humano. Esta idea tendrá una gran importancia en la historia de la filosofía pues es, ni más ni menos, que la antigua teoría griega del macrocosmos y del microcosmos en un concepto religioso. La tradición hebrea, naturalmente, es diferente a la cristiana; pero al mismo tiempo es cierto que las dos tradiciones comparten una herencia común y confluyen históricamente en numerosas ocasiones. Si bien es cierto que en el caso de Ramon Llull no resulta del todo claro afirmar la influencia que la Kabala tuvo sobre su filosofía, en los casos de Marsilio Ficino, Pico della Mirandola y Athanasius Kircher, no cabe duda, y de acuerdo con Frances A. Yates, conforman el "cabalismo cristiano" del Renacimiento11. En cualquier caso tal vez la diferencia más notable entre las dos tradiciones sea precisamente la conceptuali- zación del tiempo.

2. El árbol cristiano Si tomamos como referencia la modulación del tiempo de San Agustín12, veremos que el árbol no sólo se despliega en el espacio, sino también en el tiempo. Es entonces cuando se establece un orden jerárquico donde lo más importante -los frutos del conocimiento- apare- cen al final, como culminación o progreso intelectual y espiritual. O también se puede ver de otra manera: las diversas partes del árbol se unen entre sí por una evolución, en este caso espiritual. Tomemos un caso paradigmático: el árbol del conocimiento de Ramon Llull13. En él, y siguiendo la tradición, el conocimiento parte de unas raíces -datos sensoriales- que se unifican en un tronco común -los procesos mentales- para acabar en los conceptos o ideas -los frutos del saber-. Los frutos resumen las partes previas, pero al mismo tiempo son cua- litativamente diferentes porque son superiores. Llull complementa esta metáfora con el libro del ascenso y descenso del entendimiento. El entendimiento es una escala que parte de lo más inmediato, los sentidos, para acceder a la inteligencia abstracta; en ese camino se reco- rren también las criaturas, que representan los jalones o peldaños de una escala eminente- mente jerárquica. En la base está el reino animal, mientras que en la cúspide aparece la inte- ligencia divina. En medio se sitúan los seres vivos, el ser humano y las inteligencias angéli- cas. El criterio seguido, no hace falta decirlo, se establece por los grados intelectuales de perfección. Hay un ascenso, porque hasta que no se experimenta, hasta que no hay fruición por el saber, no se puede anticipar de qué tipo de conocimiento se trata. Y hay un descen- so que permite entonces comprender la variedad de las criaturas del mundo con verdad, es decir, comparándolas con sus inferiores y superiores. Este movimiento tiene una dirección predeterminada -ascendente-descendente- y ha de comenzar precisamente en ese orden, porque se trata de un progreso intelectual y espiritual en sentido estricto.

11 En El arte de la memoria, Taurus, Madrid, 1974. 12 La Ciudad de Dios (Obras Completas, Madrid, B.A.C.). 13 Ars Magna, Ed. Patrimonio Nacional, Madrid, 1990. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 62

Progreso espiritual y progreso en la historia, éste es el paso natural que tiene que dar la metáfora del árbol en la tradición cristiana. Por lo tanto, este mandala necesariamente no sólo organiza lo que existe sincrónicamente, sino también diacrónicamente. Por un lado ha de cumplirse la función de todo mandala, que es la de dar cuenta de lo que existe; por otro, debe hacerlo de forma histórica, satisfaciendo así los requisitos que San Agustín introduce en el pensamiento. Esta es la forma en que por primera vez aparece un árbol histórico en el Liber Figuris de Joaquín de Fiore como una forma privilegiada para representar su pensa- miento. De entre los numerosos ejemplos que aparecen en el libro hemos seleccionado el que nos parece el más representativo. En el crecimiento del árbol ordena tres etapas histó- ricas: la edad del Padre, la edad del Hijo y la edad del Espíritu Santo, situándose él mismo en el umbral entre la segunda y la tercera. Como se ve en el árbol de Fiore, lo que importa es el último momento histórico, cuando se edifica el paraíso en la tierra. No puede estar más clara la trayectoria histórica. En este sentido aparecen muchas representaciones similares. El progreso espiritual conduce también a un progreso material, al menos en la mejora de las condiciones de vida. Entonces, habría que mantener que Fiore es uno de los primeros uto- pistas de la historia, gracias precisamente a su momento histórico de resolución, situado en la copa del árbol. Siguiendo la interpretación de David Noble, consideramos que en cierto momento se produce un transvase entre el pensamiento espiritual y religioso y el pensamiento científico y técnico. Hemos hablado, hasta ahora, de evolución y progreso, de avance y de utopía pues en el árbol existe no sólo lo que de hecho ya ha crecido, sino también lo que va a aparecer.

3. El árbol científico Si tuviéramos que elegir la representación científica arbórea más paradigmática, sería sin duda la de Darwin en su controvertido, por entonces, Origen de las especies 14. Cualquier libro de bachillerato incluye alguna variante de este árbol. En la representación de Darwin existen elementos comunes a los árboles que antes se han descrito brevemente y también diferencias sustanciales. Primeramente es un árbol que señala un origen común, un punto de partida único -la primera forma de vida, la célula procariota- que se supone el ancestro de cualquier otra forma de vida que existe sobre la tierra. A partir de ella se establecen sucesi- vas bifurcaciones, en ramas, que permiten ordenar la diversidad de las formas de vida. En este sentido, es un dispositivo de distribución de información, aunque no tan ambicioso como un mandala. El criterio seguido para la ordenación es cronológico. Ahora bien, queda en duda el segundo elemento: si la altura del árbol implica también un "progreso", si se puede ascender en la escala evolutiva de la vida hacia una idea de perfección. Desde un punto de vista puramente científico no tiene razón de ser, ya que un árbol de tal naturaleza simplemente debería limitarse a describir, y ése es el propósito de Darwin. Sin embargo, se tiende a pensar que la mayor complejidad está asociada al criterio de perfección, como si el resto de los seres vivos aparecieran con el propósito de dar paso al ser más perfecto. No es

14 Espasa Calpe, 1998. El árbol infinito. Åproximaciones a la iconografía de la ciencia 63 ajeno a ese hecho el que el ser humano ocupe el lugar más elevado del árbol, aunque tam- bién es cierto que Darwin representó el árbol en dos direcciones: hacia arriba y hacia abajo. Ahora bien, las sucesivas variantes de esta representación, que Stephen Jay Gould15 ha analizado meticulosamente, señalan cómo poco a poco la pura descripción y ordenación se van tiñendo con valoraciones que ya no son estrictamente científicas. Este semasiograma, admite variaciones, como la escala de Llull, o aquéllas, un tanto irónicas pero de gran impac- to donde se coloca al comienzo un simio y al final un ser humano, generalmente vestido de traje y corbata. Gould considera que seguramente este semasiograma sea tal vez el más falaz de los que se han creado; en su lugar, propone una severa corrección del árbol que con- duzca a introducir información extra, esto es, información que se ha ido acumulando a lo largo de estos años sobre la evolución. Así, el ser humano no debería ocupar un lugar pree- minente desde la lógica de la evolución biológica, pues hay seres -por ejemplo, insectos- que han evolucionado más y se han adaptado a muchos más ambientes que el ser humano, incluso con más éxito reproductivo. Por lo tanto, la rama que debería ocupar el hombre no sería el centro, sino un lateral, conectada a una rama menos frondosa -la de los mamíferos- que la de otros seres vivos. Tampoco la complejidad es realmente un criterio para la supre- macía del ser humano, pues parece que seres más simples se adaptan y se reproducen mejor, como es el caso de los microorganismos.

4. Árboles lingüísticos Ahora vamos a ver, brevemente el caso contrario, donde la raíz, el principio y el origen parece justamente lo valioso. ¿Cuál es la razón o el origen de los árboles lingüísticos? Suele citarse como modelo la obra de Linneo y, de hecho, gran parte de los términos que se emplean en las clasificacio- nes tienen un origen biológico (raíz, ramas, tronco, lengua-madre, lenguas-hija, para el XIX; nudo, ramal, tronco, en la GGT). Sin embargo, el hecho de que se tome prestada una plan- tilla taxonómica sólo justificaría la disposición meramente formal y de lo que se trata es de buscar una explicación que entronque los árboles lingüísticos en nuestra tradición simbólica. Es ya en un lugar común en la Historia de las ideas linguísticas afirmar que la propuesta de nuevas teorías ha de acompañarse necesariamente de unas "señas de identidad" (nota- ciones diferentes) que sirvan no sólo para asegurar el inmediato reconocimiento de la nove- dad, sino también para acentuar la independencia de las hipótesis. Este es un cambio signi- ficativo con respecto a las notaciones anteriores cuya función, más bien didáctica, consistía básicamente en garantizar la correcta visualización de lo expuesto. Pero no se trata simple- mente de inventar diseños revolucionarios para nuevas teorías; como intentaremos demos- trar en lo que sigue, algunas notaciones linguísticas (veánse los árboles genealógicos y sin- tácticos seleccionados) no son "tarjetas de visita neutras" y, en este sentido, pueden impo- ner una mirada parcial sobre los fenómenos del lenguaje. En el caso de los árboles decimo-

15 La flecha del tiempo, Alianza, Madrid, 1992. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 64

nónicos es claro que se persigue el ideal de reconstrucción de la lengua-madre, falsamente identificada en ocasiones con la lengua perfecta o adámica. En los esquemas sintácticos chomskyanos se trata de mantener que la diversidad de lenguas debe quedar relegada a una mera cuestión de superficie (estructuras fonéticas y semánticas diferentes), pues las len- guas permanecen idénticas en sus esquemas formales profundos (oraciones nucleares o kernel setences). En ambos casos, aunque con procedimientos diferentes, se representa la organización de lo diverso en la unidad, bien sea ésta una hipótesis que se reconstruye (len- gua-madre), bien la expresión universal mínima de una proferencia linguística (la oración nuclear, en la que el símbolo "O" es el nudo más alto). Analizaremos así los dos paradigmas fundamentales de la linguística contemporánea: los que Koerner 16 denomina como paradigma schleicheriano y el paradigma chomskyano. Los dos modelos -pese a su distancia temporal- tienen en común la concepción dinámica de las lenguas y su carácter especulativo. El paradigma saussuriano, situado justamente entre los dos anteriores, considera, por el contrario, que las lenguas son entidades estáticas cuyo aná- lisis muestra una mayor correlación con los datos de la experiencia. Además de estas coin- cidencias metodológicas, estos dos paradigmas comparten la representación arbórea como medio de expresión de sus hipótesis y resultados. Entre los dos árboles existen diferencias notables: el árbol de Schleicher es temporal pero sin aparente jerarquía. Además su lectura es doble (de arriba-abajo/ de abajo-arriba). El árbol chomskyano es ajeno a la evolución (pues es un esquema formal) y es jerárquico, de modo que el nudo más alto "O" incluye sucesiva- mente los niveles o ramas inferiores. Y aunque puede leerse en dos direcciones, la más fre- cuente es desde abajo hacia arriba. Frente al árbol de Schleicher, en el que se pueden injer- tar tantas ramas como lenguas se descubran, en el árbol chomskyano los elementos están predeterminados, pues su estructura es composicional. Para evitar prolongar demasiado la exposición sólo nos detendremos en los árboles genealógicos, aunque haremos una breve mención de las repercusiones de los árboles sin- tácticos chomskyanos: La clasificación de lenguas que revolucionó la Linguística desde el XIX no surge, claro está, de la nada: el acopio de materiales lingüísticos para la comparación se inicia en el Renacimiento (Mithridates de Gessner, 1555) y se desarrolla con mejor o peor fortuna en los siglos XVII y XVIII. En la Europa confesional del momento los criterios de clasificación se hacen necesariamente compatibles con la revelación bíblica (si la dispersión de lenguas des- pués de Babel es un castigo divino hay que buscar el origen común del que parten las len- guas o, al menos, intentar establecer criterios de similitud que permitan reorganizar lo que de común tienen las lenguas, de ahí la regularidad absoluta de las leyes fonéticas) (aquí entraría la hipótesis de la monogénesis hebraica hasta que fue refutada por Leibniz o las "tra- ducciones" del Padrenuestro en lenguas distintas). La búsqueda de la lengua-madre obede- ce, en parte, al deseo de configurar una unidad perdida. Sin embargo, y también desde el Renacimiento, la aparición de naciones (nacionalismos) despertó un interés enorme por la

16 Ferdinand de Saussure. Génesis y evolución de su pensamiento en el marco de la linguística occidental, Gredos, 1987. El árbol infinito. Åproximaciones a la iconografía de la ciencia 65 búsqueda de señas de identidad: si hay un pueblo, hay una lengua (esto explicaría el auge de gramáticas vernaculares, aunque fuera tomando como modelo la "perfección" de las len- guas clásicas de las que habrían "degenerado" las demás). Los árboles, pues, en cuanto diversidad de ramas, tendrían también esta lectura: son lenguas derivadas (¿corrupción de un origen perfecto?) pero sometidas formalmente a los estrictos moldes de unas leyes foné- ticas; con lo cual, y a pesar de la evolución, subyace en todas una homogeneidad. En su Compendium der vergleichenden Grammatik der indogermanischen Sprachen (1861-1862) Schleicher presentó la hipótesis de que las lenguas indoeuropeas habían surgi- do de un tronco común como las ramificaciones de un árbol. Es posible también encontrar otros modelos dendriformes con disposición diferente que varían sensiblemente el modo de concepción de la evolución linguística. En otros modelos (Investigación y Ciencia), la interpretación del árbol está condicionada por el orden habitual de la escritura (izquierda-derecha) con lo que puede ser fácil concluir erróneamente que las lenguas situadas en los extremos alcanzan una perfección mayor que la del origen, al menos en los sistemas gráficos. La disposición vertical que habitualmente aparece en los manuales de Linguística también limita la interpretación, pues reduce la lectura del esquema arbóreo a una sola dirección (de arriba-abajo). ¿Habría que entender entonces la evolución linguística en términos biológicos? Podemos reformular esta pregunta interrogando si el esquema ver- tical sugiere que los estadios inferiores están más desarrollados que el origen. Y podríamos concluir así que sólo las lenguas más perfectas sobreviven. Sin embargo, parece que el esquema original de Schleicher posibilita al mismo tiempo la interpretación retrodictiva y predictiva: si se parte de la raíz del árbol -curiosamente el térmi- no "raíz", procedente de la biología y de la botánica, ha pasado a formar parte del léxico mor- fológico como la "porción" mínima significativa de la palabra con capacidad de génesis- hasta los ramas-frutos (lenguas) se trabaja con predicciones inciertas, pero posiblemente verifica- bles. De esta manera las lenguas deberían evolucionar en un sentido ateniéndose a ciertas regularidades como las leyes fonéticas. No obstante, y al igual que ocurre con otras espe- cies biológicas, esta evolución "normal" puede verse frenada por imprevistos internos (ana- logías) o externos (influencia de otras lenguas). Si la atención se centra en los frutos -los resultados de la evolución- se tiende a com- probar las regularidades existentes entre las lenguas, previa aplicación de las leyes fonéti- cas. El objetivo consiste, mediante síntesis progresivas de fenómenos, reconstruir la proto- lengua originaria, aun cuando tal reconstrucción sea empíricamente inverificable. Los dos movimientos alternativos -divergente y convergente- que hemos visto no se excluyen entre sí, aunque la divergencia sea verificable pero indeterminable mientras que la convergencia resulta inverificable. En el fondo, el árbol pretende ser una reconstrucción de la capacidad del lenguaje con el inconveniente de que no es fácil (al menos no en el XIX) concebir como compatibles la uni- versalidad del lenguaje y la diversidad de lenguas sin recurrir a justificaciones religiosas o míticas. Y es en esta cuestión tan espinosa del origen del lenguaje donde se bifurcan defi- nitivamente los dos modelos arbóreos que comentamos. En el modelo de Scheicher (mode- lo darwinista), la evolución de las lenguas obedecería a una selección natural, como un rasgo PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 66

de "adaptación al ambiente" o de "eficacia biológica". En el modelo chomskyano (recordemos que es un esquema universal) el lenguaje sería como un sistema computacional y, por tanto, inmune al ambiente. Desde luego podríamos utilizar argumentos para sustentar ambas posi- ciones, y es curioso que esos argumentos se reflejen justamente en los modelos arbóreos que comentamos. A favor de la primera hipótesis, y aunque aparentemente no guarde rela- ción con los árboles, bastaría con contabilizar, por ejemplo, qué lenguas (a pesar de tener algunas un elevado número de hablantes) son más "aptas" para circular en todos los domi- nios (¿azar o pura cuestión de selección?); o qué lenguas imponen al resto el léxico de los dominios económicamente más poderosos. Esta sería la derivación moderna de los árboles genealógicos del XIX, pues, en el fondo, aplicamos inconscientemente el modelo de lengua perfecta, la lengua-madre común, la más efectiva, la más apta.

5. El árbol tecnológico Con lo visto hasta ahora nos damos cuenta de un hecho muy claro: la disposición de la información en un árbol -mítico- evolutivo, genealógico, lingüístico- resulta sumamente atrac- tiva, pero al mismo tiempo origina confusiones y alienta concepciones erróneas. Está tan cargado de atributos que una mirada poco preparada o informada llega, en el mejor de los casos, a errores interpretativos. Como las palabras ameba, el árbol resulta -hasta cierto punto- muy fácil de comprender, de ahí que se acepte y circule muy rápidamente entre el público y se convierta en un semasiograma ideal para la divulgación científica. En el mejor de los casos, hemos dicho, palabras ameba y árboles conducen a errores, pero en el peor, alientan ideologías. Y éste es el núcleo de nuestra hipótesis. Si recordamos los criterios y los valores que estas representaciones explicitan, vemos que basculan entre las ideas de evo- lución, progreso y jerarquía. La primera idea -evolución- es sustantiva, es decir, podemos aceptar que sea un término neutro, mientras que las demás imprimen un sesgo claro res- pecto a cómo se produce tal jerarquía. Apostamos porque es posible entender que ciertas corrientes de pensamiento, a las que Remy Chauvin17 denomina darwinismo, transpolan la metáfora evolutiva hacia terrenos no estrictamente biológicos. Seguramente el origen de este cambio se encuentra en Teilhard de Chardin, quien realizó una síntesis entre evolución biológica y evolución espiritual, en lo que vino a denominar como "punto omega". Si es cier- to que hay que reconocer una ambigüedad en Darwin respecto a la jerarquía evolutiva, en Chardin y sus continuadores tal ambigüedad se desvanece. Básicamente la tesis de Chardin, Richard Dawkins, Freeman Dyson y Frank Tipler18 consiste en prolongar la evolución biológi- ca hasta un momento, llámese de singularidad, omega, aparición de Dios o como se quiera, en donde el progreso espiritual agustiniano abarca el material, transfigurando el universo en una suerte de punto sin retorno. Entonces progreso y jerarquía adquieren su verdadero sig- nificado: esto es, cada etapa engloba y da sentido a su predecesora y se subordina a la siguiente, hasta que se alcanza la culminación de los tiempos. Pero esta corriente filosófico-

17 El darwinismo. Fin de un mito. Espasa Calpe, Madrid, 2000. 18 T. De Chardin, El fenómeno humano, Orbis, Barcelona, 1987; F. Dyson De Eros a Gaia, Tusquets, Barcelona, 1994; F Tipler La física de la inmortalidad, Alianza, Madrid, 1997. El árbol infinito. Åproximaciones a la iconografía de la ciencia 67 religioso-científica tiene también su equivalente en el pensamiento sobre la tecnología. Baste recordar, por ejemplo, la concepción evolutiva que Marx aplicó al desarrollo científico y tecnológico y no es casual que éste pidiera al propio Darwin que escribiera un prólogo para su obra. Pero en el propio pensamiento sobre la tecnología encontramos numerosas adver- tencias respecto a lo difícil que resulta hablar con contenido del concepto "evolución tecno- lógica". Por otro lado, dadas las ramificaciones tan diversas de la producción tecnológica y que a priori parece siempre que la tecnología se vuelve cada vez más eficiente, económica y disponible según pasa el tiempo, resulta muy tentador aplicar el concepto evolutivo a la tecnología. Esto implica, simplemente colocar un final al "progreso" tecnológico. Demos un paso más. La tecnología nos permite no sólo saber y metaforizar sino también construir, fabricar. Varios expertos en IA como Marvin Minsky o Hans Moravec no dudan en emplear esquemas de la evolución para la IA y la robótica, considerando que el salto evolu- tivo -biológico- que aguarda al ser humano es precisamente crear entidades más evolucio- nadas, robots que lo sustituyan. Es muy significativo que Moravec proponga que el futuro de los robots será un árbol cuyas miles de ramas le sirvan para reconocer su entorno y que ese robot parta para la colonización del espacio. Esto es significativo porque lo que Moravec propone no es la representación de un árbol de la sabiduría, sino la construcción o creación de un verdadero árbol, mecánico, pero que absorba y unifique el conocimiento disperso de todo el universo. El árbol se convierte en activo y no en una estrategia representativa, el mandala se convierte así en una entidad que fagocita la información que es, en definitiva, la verdadera esencia de la realidad, para estos autores. Y sin embargo este árbol que Moravec propone recuerda vagamente a otra cosa. Si vemos los esquemas tradicionales de las neu- ronas, encontramos un vago parecido, especialmente en los dibujos realizados por Ramón y Cajal. En realidad aventuramos que la propuesta de Moravec, tal vez inintencionadamente, refleja una analogía clara entre el cerebro y el conocimiento, mediado precisamente por las neuronas. Si entendemos bien a Moravec, lo que en última instancia significan sus robots arbóreos es una suerte de "bosque" de árboles del conocimiento viajando por todo el uni- verso, a la caza del conocimiento, o más bien a extender una suerte de cerebro universal con esas neuronas. Los famosos árboles de variantes, tipo "si entonces", propios de los sistemas expertos también funcionan de forma arbórea -árboles de variantes-, aunque invertidamente. En cual- quier caso, lo que importa finalmente es el resultado, que éste sea acertado, lo que impor- ta del árbol es que sea capaz de dar el fruto adecuado. Ésta parece ser, hasta ahora, la forma de inteligencia artificial más exitosa. Cambiemos de lugar tecnológico. Lo cierto es que en el ámbito de Internet, la metáfora arbórea ha tenido un gran predicamento. Basta colocar la expresión three of knowledge en un buscador potente, y en seguida aparecen numerosos websites con ese nombre, la mayo- ría de ellos dedicados precisamente a la distribución de información on-line supuestamente con la estructura de un árbol. Michael Authier y Pierre Lévy propusieron así la construcción de un "arbol del conocimiento" como una forma de unir a tres grupos sociales dentro de la era de la información: empleados, empleadores y formadores o educadores. Un individuo coloca en un programa informático su "curriculum", sus habilidades y conocimiento. Ello constituye un "blasón", que el programa absorbe y coloca en una estructura arbórea. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 68

Dependiendo de la clase de conocimientos, aparecerá en un lugar u otro, y dependiendo de la aparición de otros blasones o del uso que la colectividad haga de ese "blasón", se despla- zará y cambiará en el árbol. De esta manera, de acuerdo a Authier y Lévy, se puede incluir todo tipo de conocimientos de una forma ordenada pero no jerárquica, ya que es cambian- te. El árbol "evoluciona" pero con pautas difícilmente predecibles y esto evita las preconcep- ciones, exclusiones y jerarquías. Sin embargo, da la impresión que su diseño corresponde más a la teoría del rizoma de Guattari y Deleuze19 que a la del diseño arbóreo propiamente dicho. Y éstos, el robot de Moravec, los sistemas expertos y los árboles del conocimiento de Authier y Lévy son construcciones, realidades nuevas que se dirigen.

Conclusión Podemos encontrar fenómenos similares en otros campos de la informática, pero, en resumidas cuentas, lo que ello significa es simplemente la existencia de lo que denomina- mos "digitalismo". Consideramos que este digitalismo es el resultado de la mezcla entre pen- samiento religioso y tecnocientífico conduce a equivocaciones y al mismo tiempo a difundir una ideología determinada. Por lo tanto, es necesario realizar una crítica a este tipo de sema- siogramas. Esta crítica, a nuestro juicio, debe tomar fundamentalmente una propuesta prác- tica, tal como el propio Gould realiza. Pensamos que ciertamente el árbol, como símbolo y emblema muestra una fuerza que muy pocos otros recursos representacionales tienen. Básicamente hemos señalado esos defectos o formas subterráneas de transmitir valores; el origen como lugar privilegiado, como en el caso de las lenguas, donde se valora más la raíz que el final o, justamente a la inversa en los árboles evolutivos, donde los frutos, el final, es lo que realmente importa, o, como muchos biólogos mantienen, donde se encuentra la ver- dadera riqueza. Sin embargo, y dado el tiempo que nos ha tocado vivir, creemos que es posible apostar mejor por el modelo de Guattari-Deleuze del rizoma. Siguiendo en parte el modelo aportado por Gilles Deleuze y Antonio Rodríguez de las Heras20, lo que existen realmente es el rizo- ma, una parte conectada a indefinidas partes, por lo cual no es posible construir una jerar- quía. Esta imagen se corresponde mejor a nuestra actual interconexión de redes y saberes. Desde luego resulta muy incómodo vivir sin una jerarquía, pues ello significa una movilidad continua del saber, tal como proponen Authier y Lévy, o en un espacio nodal o reticular, pero nos da la impresión que se parece más a nuestra experiencia actual del conocimiento.

19 Rizoma. Introducción. Pretextos, Valencia, 2000. 20 Navegando Por la Información. Fundesco, Madrid, 1989. AJEDREZ Y COMPUTA D O R E S : LA METÁFORA DE LA INTELIGENCIA

Javier Bustamante-Donas Filósofo de la Tecnología. Universidad Complutense de Madrid. E-mail: [email protected]

En este artículo se consideran desde la perspectiva de ciencia, tecnología y sociedad algunos de los aspectos más atrayentes del ajedrez computacional y las repercusiones que para la noción de inteligencia ha tenido la victoria de un computador sobre el campeón mun- dial de ajedre.. Trataremos de las relaciones entre la programación de ordenadores orienta- da al ajedrez y la resolución general de problemas en la inteligencia artificial, comparando la forma de jugar de los humanos y los computadores, y analizaremos las consecuencias socia- les de la aparición de máquinas que realizan tareas que, por lo menos para los seres huma- nos, requieren inteligencia. Las interpretaciones de dichas proezas nos devuelven, como en un espejo de feria, una visión de nosotros mismos, a veces distorsionada, otras veces hipe- rreal, al poner en cuestión nociones cuyo significado damos por sentado. Los aspectos sociales juegan un papel fundamental en la interpretación de este fenó- meno. Será interesante plantear lo que supondrá para el orgullo del hombre el hecho de que un día nadie sea capaz de competir de igual a igual con un computador en ciertas tareas especializadas que hasta ahora se pensaba que requerían juicio, sabiduría y experiencia de la vida para ser realizadas. El caso del ajedrez computacional tiene dimensiones históricas, filosóficas y técnicas que hacen del mismo un campo de cultivo excelente para testar algu- nos de los logros de la inteligencia artificial, y para mostrar el carácter del nuevo entorno en que se desarrollará la vida humana en las próximas décadas. La automatización del ajedrez no es un fenómeno nuevo, ya que han existido a lo largo de la historia diferentes intentos de construir dispositivos mecánicos que pudieran competir con el hombre en el llamado juego-arte, como ya veremos. El propio concepto de juego está cambiando a ritmo acelerado desde la introducción y popularización de los juegos electrónicos. Quizá es el la población infantil donde este fenó- meno cobra una relevancia más especial, pero también entre los adultos dicho concepto ha ido ampliando su denotación para convertirse en un concepto-semilla. Por tal entiendo el concepto que cobra un carácter metateorético, puesto que puede ser aplicado a una gran variedad de disciplinas conservando un gran poder modelizador o metafórico. El desarrollo de máquinas que juegan al ajedrez no es un espacio restringido a los laboratorios de inteli- gencia artificial, no es un tema ajeno a la popularización y extensión de la informática a tra- vés del mundo del ordenador personal, ya que, como se ha demostrado los diferentes Campeonatos Mundiales de Ajedrez entre Computadores, los programas y el hardware dis- PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 70

ponibles para ordenadores personales pueden infligir humillantes derrotas a los más poten- tes supercomputadores. En España ya pudimos disfrutar de un Campeonato Mundial que se celebró hace algu- nos años en la Escuela Universitaria de Informática de la Universidad Politécnica de Madrid con la participación de veintidós competidores de ocho paises. Entre los favoritos se conta- ba con LACHEX, un programa soportado por un supercomputador Cray-XMP, y Hitech B*, ejecutándose en un sistema especial de 64 procesadores. Ambas máquinas participaban mediante conexión remota con terminales instaladas a tal efecto, lo mismo que Zugzwang y Ulisses, que competían desde Alemania en un Parsytec T-800. También participaban trece programas para PCs, uno para la estación de trabajo Sun Sparc 2 y un par de máquinas de ajedrez de Saitek. El campeonato fue para Chess Machine Schroeder, un programa soporta- do por una tarjeta para PC que incorpora un procesador ARM2 a 16MHz, y cuyo coste era de poco más de 100.000 ptas. Con esta combinación de hardware especializado y software consiguió doblegar en la última ronda al Saitek Kasparov Sparc -que acabó en tercer lugar-, proclamándose así nuevo Campeón Mundial de Ajedrez entre Computadores y relegando a Zugzwang al subcampeonato. Otros programas comerciales para PC como Fritz2, Chess Genius y M-Chess, todos ellos sobre plataformas Intel 486 a 66 MHz, hicieron un notable papel. Todo esto demuestra que no hace falta gastarse los 30 millones de dólares que vale un Cray (y eso en Estados Unidos) para disfrutar de un excelente programa de ajedrez. Hoy en día la actualización de los microprocesadores permite que los mismos programas tengan rendimientos extraordinarios sobre plataformas Pentium III y AMD Athlon. Sin embargo, la sombra de Deep Thought (Pensamiento Profundo) se proyectó sobre Ed Schroeder cuando éste recogió su trofeo como flamante campeón, es decir, como progra- mador de la máquina vencedora. Su ausencia, forzada por razones que veremos más ade- lante, nos dejó sin poder admirar en Madrid a la primera versión del computador que acabó, al menos temporalmente, con el hasta hace poco tiempo indiscutible dominio del hombre sobre el juego-ciencia.

Pensamiento Profundo y la apuesta Levy La pugna entre el hombre y el computador tiene un hito propio, una fecha clave dentro de la historia del ajedrez. En 1968, David Levy, campeón de Escocia y maestro internacional (puntuación ELO 2375), apostó 1.250 libras contra cuatro profesores de informática a que ningún programa ni máquina de ajedrez podría vencerle durante los diez años siguientes, lo que se conoció popularmente como la apuesta Levy. Durante ese tiempo venció sistemáti- camente a todos sus mecánicos adversarios, y culminó su victoria derrotando en 1978 a CHESS 4.7, el mejor programa del momento, por 3,5 a 1,5. La apuesta se renovó y aumen- tó a 5.000 dólares para el primer computador que fuera capaz de derrotarle. En esos momen- tos, muchos sentían que sobre los hombros de David Levy reposaba la responsabilidad de defender el orgullo de la raza humana desafiada en su más íntimo reducto: la inteligencia. Ya en 1984, derrotó por un aplastante 4 a 0 a CRAY BLITZ, a la sazón vencedor en el Mundial de Computadores de Nueva York de 1983. Llegamos a Diciembre de 1989, y aquí hace su entrada en escena Deep Thought Ajedrez y computadores: La metáfora de la inteligencia 71

(Pensamiento Profundo), en un encuentro que marcará el final de una era. Durante veintiún años David Levy había sido capaz de dejar bien alto el pabellón del hombre contra la máqui- na. Si bien es cierto que había estado relativamente inactivo en los últimos años, hay que decir en su descargo que se le reconoce como el mayor especialista en juego hostil contra computadores, y su experiencia en estas lides le concede una notable ventaja inicial. Sin embargo, el resultado fue un contundente 4 a 0 a favor de Deep Thought. Deep Thought fue el mayor exponente del ajedrez computacional en la década de los ochenta. Su puntuación según la federación Americana de Ajedrez era de 2.552 puntos ELO, lo que es aproximadamente el nivel de un gran maestro de la mitad baja de la tabla, mien- tras que un jugador federado medio está sobre los 1.500 puntos y el campeón mundial, Gary Kasparov, se situaba en torno a la frontera de los 2.9001. Esta puntuación, que se obtiene y posteriormente se modifica según las victorias o derrotas en función de la puntuación de los adversarios, convertía a Deep Thought en el mejor computador ajedrecístico que había visto la luz hasta el momento. Fue desarrollado en la universidad Carnegie-Mellon por un grupo de estudiantes de doctorado: Feng-hsiung Hsu, Thomas Anantharaman, Murray Campbell, Peter Jansen y Andreas Nowatzyk. No fue posible ver a Deep Thought competir en el Campeonato Mundial celebrado en Madrid, puesto que se encontraba en el dique seco a la espera de cambiar de identidad y convertirse en una bestia de procesamiento en paralelo. En su versión básica estaba forma- do por una placa madre en la que conviven 250 chips, incluyendo dos procesadores espe- cialmente dedicados, capaces de analizar cerca de 800.000 posiciones por segundo. En aquel momento estaban trabajando para integrar toda la circuitería de la placa en un único superchip. La nueva versión que estuvo a punto para el duelo de revancha con Kaspárov cuenta con mil de estos superchips trabajando en paralelo, lo que le permite alcanzar un tope máximo cercano a los doscientos millones de posiciones analizadas por segundo. Traducido en fuerza de juego, esta velocidad le permite contemplar todas las posibilidades de las 14 ó 15 próximas jugadas, y llegará en el caso de finales o líneas forzadas, es decir, situaciones donde se pueda realizar una búsqueda lineal, a 60 jugadas o 30 movimientos (plies en la jerga ajedrecística), ya que cada movimiento se compone de una jugada de las piezas blan- cas y otra de las negras. Sus creadores esperaban que su potencia de cálculo, junto con un desarrollado motor de evaluación de posiciones en función de pesos asignados a cada movi- miento, fuera suficiente para doblegar al talento innato de Kaspárov. El premio para el primer computador que venciera a un vigente campeón mundial ascendía a 100.000 dólares, ofre- cidos por el mecenas y genio informático Edward Frenkin, además de la publicidad para la marca de ordenadores que se pudiera apuntar en su haber tal hazaña. Deep Thought se había enfrentado a Kaspárov en octubre de 1989, siendo derrotado fácilmente por el actual campeón del mundo, quien declaró que el próximo match con Deep

1 Estas puntuaciones corresponden a la versión del sistema Elo adoptada por la federación Norteamericana de Ajedrez (USCF), que difiere de la versión de la FIDE, la Federación Internacional, que suele otorgar una puntuación inferior en 100 puntos a la anterior. A efectos de este artículo, las puntuaciones están ajustadas al sistema de la USFC. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 72

Thought sería "el más excitante que voy a jugar". Anatoli Kárpov tuvo más dificultades para vencerle, ya que Deep Thought disfrutó de una posición de tablas antes de cometer un error cuando Kárpov estaba a punto de agotar su tiempo de juego, acabando con sólo 43 segun- dos en su reloj. Sin embargo, salió victorioso de sus enfrentamientos con Bent Larsen, uno de los mayores talentos ajedrecísticos del siglo, y Anthony Miles, y ya en 1988 acabó en un torneo por delante del ex-campeón mundial Mikhail Tah. Se acabaron así los tiempos en que el computador era una víctima propiciatoria. Al igual que en la metáfora del vuelo -el hombre no tiene alas, pero vuela más rápido que los pájaros-, llegaría un día en que tomase cumpli- da venganza: no será inteligente, pero acabará doblegando al hombre en el juego que ha sido históricamente considerado como la máxima expresión de inteligencia. Las reacciones de los especialistas ante la derrota de David Levy fueron de lo más curio- sas. El maestro John Speelman se encontraba particularmente deprimido por la extraordi- naria calidad del juego de Deep Thought en la cuarta y última partida del match. Otros gran- des jugadores elogiaron su juego, y se quedaron impresionados al ver cómo en un lance de la segunda partida retiró su caballo en la jugada catorce en lugar de atacar y cambiarlo, demostrando una estrategia a largo plazo que raramente se ve en un programa de ajedrez. En ese momento, el fantasma de la inteligencia artificial se les apareció de nuevo a los pre- sentes: "Cuando Deep Thought retiró su caballo", exclamó Murray Campbell, uno de los miembros del equipo que lo creó, "pensamos que eso demostraba que sabía lo que estaba haciendo". David Levy es un experto en juego hostil, es decir, en estrategias para jugar contra los programas de ajedrez explotando sus debilidades y evitando situaciones en la que la capaci- dad de cálculo del computador le permite optimizar su juego. no morir en el intento. Su con- sejo es practicar aperturas que puedan desembocar en posiciones bloqueadas y con esca- sas posibilidades tácticas. Deep Thought, en concreto, no es muy fuerte en aperturas, y las posibilidades de vencerle son mayores si se evitan las luchas tácticas donde él se encuen- tra como pez en el agua. Por tanto, lo mejor es salirse cuanto antes de los manuales de aper- turas y evitar las líneas bien conocidas, para sacar así provecho de aquellas posiciones que el computador probablemente no entienda tan bien. Por ejemplo, atacando con enroques opuestos o bloqueando el centro para llegar a una posición cerrada donde la estrategia prime sobre la táctica. Otras veces la estrategia consiste en "no hacer nada, pero hacerlo bien", es decir, esperar a que el computador cometa un error de bulto o malinterprete una posición. Esta estrategia es muy recomendable para jugar contra programas como BattleChess o Psion Chess, programas básicos soportados por ordenadores personales, pero cuando hablamos de una máquina capaz de analizar casi un millón de posiciones por segundo y de estudiar todas las continuaciones posibles en las próximas diez jugadas (hasta 20 en los fina- les), parece algo ingenuo pensar que se puede ganar jugando pasivamente a la espera de un fallo garrafal por parte del computador. Otras reacciones al juego casi humano de Deep Thought van de la preocupación al opti- mismo sobre el futuro del ajedrez. Un lector de Chess Life argumenta en una carta al direc- tor de esta revista que no ve que la lucha del hombre y el computador sobre el tablero sea una amenaza real: "El ajedrez es un juego finito. Lo que tiene una variedad infinita son los seres humanos. Un computador que llegue a ser campeón del mundo no tiene más interés Ajedrez y computadores: La metáfora de la inteligencia 73 que enfrentar al más fuerte levantador de pesas contra una prensa hidráulica". Otros segui- rán prefiriendo "el ajedrez como drama humano al algoritmo perfecto del ajedrez computa- cional". Don Maddox, periodista de Chess Life, dice encontrar más importante y excitante lo que un jugador hace cuando juega que lo que hace el computador, a quien ganar o perder poco importa. Los más optimistas destacan que siempre hay un espíritu humano detrás de la máquina. En este caso, la inspiración, el talento y la perseverancia de los cinco estudiantes de docto- rado de Carnegie-Mellon que han desarrollado Deep Thought. Por tanto, no sería realmente un desafío de la máquina al hombre, sino del trabajo científico colectivo de un equipo frente al talento y la inteligencia excepcional de un sólo individuo: Gari Kaspárov. Este equipo es el que diseñó la máquina y le enseñó a examinar problemas y tomar decisiones, el que creó sus rutinas de análisis y su motor de evaluación. En definitiva, el que enseñó a Deep Thought a jugar con talento al ajedrez y le hizo enfrentarse a la prueba definitiva: desafiar la creativi- dad humana. La utilidad del computador también se extiende al estudio de problemas clásicos. Hitech y Deep Thought han encontrado soluciones más simples y elegantes, y han descubierto fallos en análisis que anteriormente se habían considerado correctos. Quizá las propias ideas de elegancia y belleza en ajedrez puedan verse afectadas como consecuencia del empleo de computadores para la resolución de problemas ajedrecísticos. En palabras de un frustrado aficionado, "no importa si la combinación de mate es curiosa, traicionera o elegante. Para el ordenador es todo lo mismo: clic, clic, bip, bip, y ya está: genialidad al instante. Cuando estas máquinas dan con la combinación exacta antes de que uno pueda siquiera fijar los ojos en el tablero, quizá tengamos que preguntarnos si estas miniaturas son realmente tan hermo- sas como antes nos parecían". Las interpretaciones de los escépticos tenían un tenor común: Aún si el computador acaba venciendo un día, no es probable que alcance un auténtico conocimiento ajedrecísti- co ni llegue a comprender su magia, no importa su velocidad a la hora de calcular combina- ciones o evaluar movimientos. El gozo en la victoria y el amargo dolor de la derrota seguirán siendo patrimonio del hombre. Por estas razones, aquellos que definen al ajedrez como un arte más que como una ciencia no conceden mucha importancia al triunfo de la fuerza bruta frente a la intuición ajedrecística. Jugar contra el computador será otro juego probablemen- te igual de atrayente, pero ya no será ajedrez, afirman. Sentir admiración por el juego de un maestro es algo muy diferente del interés clínico por las perfectas combinaciones de la máquina. Lo que realmente contará no es tanto el peligro de una victoria definitiva del computador sobre el campeón mundial de "carne y hueso" -lo que, como hemos visto, es una simple cuestión de tiempo-, sino las interpretaciones que hagamos de esta hazaña de la inteligen- cia artificial. En el caso de la derrota de David Levy ante Deep Thought, o de Kaspárov fren- te a Deep Blue, lo que cuenta no es su mayor o menor fuerza como jugador, sino el signifi- cado simbólico de la apuesta Levy. El mensaje que esta victoria del computador tiene para los jugadores de mayor nivel está muy claro: "Ya te llegará el turno". Lo mismo sucede con otras muchas áreas de la actividad humana donde los computadores pueden sacar provecho de su potencia de cálculo y de su capacidad para la resolución de problemas. Si han triunfa- PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 74

do en la resolución del ajedrez, paradigma de problema complejo, quizá un día nos pregun- temos: ¿por qué no aplicarlos a los grandes problemas mundiales, el hambre, la guerra, el desarrollo, el desastre ecológico, donde la política y el buen juicio humano se han mostrado hasta ahora insuficientes?

De Deep Thought a Deep Blue. Las reacciones ante la victoria del computador Cuando IBM se hizo con el equipo de desarrollo, su nombre cambió por Deep Blue (Azul Profundo), en referencia al anagrama de la compañía, caracterizado por su nombre escrito siempre con letras azules. Esta versión mejorada vio la luz en 1993. Dos torres gemelas de una tonelada y media, sin más características externas que un interruptor y el cable de toma de corriente que lo unía a la red eléctrica, albergaban los 516 procesadores especializados capaces e evaluar cincuenta mil millones de posiciones en tres minutos, tiempo medio que empleaba para realizar una jugada en torneos oficiales. A pesar de estar instalado en el Centro de Investigación Thomas J. Watson de IBM en Yorktown Heights, en Nueva York, las redes telemáticas le permitían un carácter ubicuo, sin tener que desplazarse físicamente al lugar de celebración de torneos o encuentros. El nuevo equipo de investigación conservaba tan solo a Feng-hsiung Hsu y Murray Campbell, y se incorporaron Joseph Hoane Jr. y Jerry Brody, contando con la ayuda de Joel Benjamin, gran maestro y ex-campeón americano. C.J. Tan era el director del proyecto. En febrero de 1996, en la ciudad de Filadelfia, Kaspárov y la nueva reencarnación de Deep Thought tuvieron su primer enfrentamiento por el premio Frenkin. A pesar de su capa- cidad de evaluar 100 millones de posiciones por segundo, fue derrotada en un encuentro directo con un resultado final de 4 a 2. Pero no faltaba mucho tiempo para que el ajuste fino de su motor de evaluación, el perfeccionamiento de las rutinas de aprendizaje-máquina y el aumento de su potencia de cálculo, acabaran inclinando el fiel de la balanza hacia el plato de los chips. La última versión de Deep Blue era capaz de analizar 200 millones de posiciones por segundo. En mayo de 1997 volvieron a verse las caras. El resultado final del match de revancha fue de 3,5 a 1,5, siendo la primera vez que un campeón mundial es derrotado por un computador en un encuentro oficial. Dos victorias para DB, una para Kaspárov y tres empates. En el duelo, el propio Kasparov declaró que era la primera vez que sentía trazos de inte- ligencia en una máquina. según su asesor informático, Frederick Friedel, “Según analiza más y más, (Deep Blue) muestra elementos de comprensión estratégica (...) De alguna manera la simple táctica se va transformando en estrategia. Es lo más parecido a lo que sería la inte- ligencia computacional. Es una forma extraña de inteligencia, el comienzo de la inteligencia. sin embargo, lo puedes sentir. Lo puedes oler". Herbert Simon concuerda con esta opinión al defender que en cierta forma se puede decir que un computador piensa cuando entra en escena el elemento de resolución de pro- blemas llamado selectividad, es decir, la sensación de saber dónde debe buscar entre todos los datos contenidos en su memoria para responder a un problema dado. Deep Blue partici- pa también, según Simon, de un sofisticado motor de evaluación que complementa su altí- sima capacidad de cálculo por fuerza bruta. De manera análoga a un jugador humano, no Ajedrez y computadores: La metáfora de la inteligencia 75 necesita considerar cada uno de los movimientos posibles, sino que reconoce posibilidades estériles y las descarta, centrando su cálculo sobre un conjunto de líneas que le parecen más promisorias. Simon afirma que el pensamiento humano es "primero, una gran capacidad de reconocimiento; y segundo, una capacidad de investigación selectiva". Ambos elementos estarían presentes en Deep Blue, aunque en una proporción diferente de la que se encuen- tra en los seres humanos, donde la intuición selectiva es mucho mayor y la capacidad de cál- culo muy inferior. En consecuencia, para él "hay diferentes tipos de pensamiento, pero yo lla- maría pensamiento a lo que hace Deep Blue". (Weber, 18/12/96) Kaspárov también sostiene una interpretación funcionalista. La inteligencia es lo que la inteligencia hace. En el caso de Deep Blue, los flujos de electrones que salen de los proce- sadores de la máquina y que dan lugar a sus cálculos digitales son tan invisibles como los contactos entre las neuronas en el cerebro de un oponente humano. En cualquier caso, esta- mos frente a una caja negra, ya sea biológica o mecánica, y lo que cuenta realmente es el resultado. Marvin Minsky, que defiende una versión fuerte de la inteligencia artificial, destaca la importancia del autodesarrollo de las capacidades de resolución de problemas. La imple- mentación de procedimientos de aprendizaje es uno de los requisitos cruciales para aque- llos que trabajan en el campo del ajedrez computacional. Para obtener una máquina que pueda aprender o evolucionar por sí misma debe ser necesario entender a grandes rasgos su propio método de resolución de problemas, y también reconocer una mejora de lo que es. Para Minsky, este punto es esencial para obtener un computador de ajedrez que no sólo venza a los jugadores humanos, sino que juegue de forma similar a un humano: "Una vez que contemos con programas que tengan capacidad real de autoaprendizaje, estará garanti- zado un rápido desarrollo. Ya que la máquina se mejorará a sí misma así como a su modelo, estaremos en posición de observar todos los fenómenos conectados con los conceptos de razón, inteligencia y consciencia. aunque es difícil decir cuándo se producirá tal desarrollo, no cabe duda de que cambiará el mundo". (Minsky, 1986:150) John Searle representa un punto de vista diferente, más escéptico ante la posibilidad de admitir la existencia de un pensamiento mecánico: "desde un punto de vista matemático, el ajedrez es un juego trivial porque hay una información perfecta sobre él. Para cualquier posi- ción hay un movimiento óptimo. es resoluble. No es como el fútbol americano o la guerra. Es un gran juego porque nuestras mentes no pueden ver la solución, pero el hecho de que construyamos máquinas que puedan hacerlo mejor que nosotros no es más importante que el hecho de que podamos construir calculadoras de bolsillo que sumen y resten mejor que nosotros". (Johnson, NYT 9/5/97). En cuanto a la resolubilidad del ajedrez, ya en 1950 Claude Shannon calculó que el número de partidas posibles de ajedrez podría ascender a 10 eleva- do a 120. Incluso un computador que explorase mil millones de variaciones por segundo tar- daría más de 10 elevado a 100 años para agotar las posibilidades de una partida con todas sus variantes. En comparación, la edad del universo se sitúa en torno a 1’5 por 10 elevado a 10, es decir, quince mil millones de años. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 76

Ajedrez por computador e Inteligencia Artificial Se pueden destacar cinco razones por las cuales el ajedrez ha ocupado constantemente la atención de los investigadores en inteligencia artificial. En primer lugar, el ajedrez es un dominio bien definido que presenta una estructura de sistema formal. En segundo lugar, es un juego que supone un reto para los más altos niveles de capacidad intelectual. En tercer lugar, este reto se extiende a una gran cantidad de operaciones cognitivas, tales como cál- culo lógico, aprendizaje, construcción de conceptos, pensamiento analógico, imaginación, razonamiento inductivo y deductivo, etc. En cuarto lugar, a lo largo de los siglos hemos ido acumulando un enorme corpus de conocimiento sobre ajedrez. Por último, el ranking ELO, sistema de clasificación adoptado por la Federación Internacional de Ajedrez, ofrece una escala cuantitativa y objetiva del nivel de juego de cada jugador, ya sea humano o artificial. Bramer (1982:79). El ajedrez computacional presenta también interesantes paralelos con el campo de des- cubrimientos por computador. Este último ha sido frecuentemente propuesto como mode- lo en la búsqueda de una lógica del descubrimiento, lógica que podría a su vez servir como modelo de pensamiento científico en general. Mientras tanto, el ajedrez ha sido considera- do desde los primeros tiempos de la inteligencia artificial como un ejemplo paradigmático de método de resolución general de problemas (general problem solving). También ha sido pre- sentado frecuentemente como un argumento que refuerza de una manera u otra la metáfo- ra del computador, examinando tres versiones o formas de concebir la investigación en inte- ligencia artificial que pueden ser utilizadas como marcos de referencia para interpretar el desempeño ajedrecístico del computador. Estas tras versiones son las llamadas fuerte, moderada y débil. La versión fuerte mantiene que todas las operaciones de la mente humana son mani- festaciones altamente sofisticadas de cómputos complejos, sin importar realmente qué tipo de sujeto, objeto físico o dispositivo electrónico esté llevando a cabo dichas operaciones. El ajedrez ha sido considerado históricamente como un paradigma de operaciones intelectua- les complejas. Una victoria de la máquina sobre el hombre podría ser interpretado desde este punto de vista no sólo como la demostración de la superioridad del computador sobre el hombre, sino también como constatación de la similitud estructural entre estos dos dife- rentes sistemas de procesamiento de datos. En esta última década no es fácil encontrar en la literatura sobre Inteligencia Artificial argumentos que defiendan la aplicación al ajedrez de esta versión fuerte. Sin embargo, en los años cincuenta los pioneros en Inteligencia Artificial procuraron utilizar el ajedrez como prueba crucial en resolución general de problemas dado que su complejidad era un reto para cualquier intento de demostrar comportamiento inteli- gente en una máquina. La versión moderada rebaja el calado y las pretensiones de una interpretación estricta de la inteligencia artificial. Según su concepción, computación no supone consciencia, y la simu- lación informática de actividades mentales no implica en ningún caso el surgimiento de fenó- menos mentales tales como dolor, discernimiento, entendimiento o intencionalidad. Sin embargo, admite la posibilidad de una simulación del cerebro que implique una identidad funcional -nunca estructural- entre el sistema computacional y el cerebro. En otras palabras, si la mente es un sistema físico, su función puede ser regulada por una serie de ecuaciones Ajedrez y computadores: La metáfora de la inteligencia 77 matemáticas susceptibles de ser analíticamente reformuladas e integradas en un algoritmo suficientemente complejo. Tal algoritmo podría ser programado y podría controlar un robot, por ejemplo, en la misma forma en que un humano podría hacerlo. La versión débil afirma que la consciencia envuelve elementos que en ningún caso pue- den ser reformulados en términos algorítmicos o computacionales. En este caso incluso la identidad funcional es imposible, dado que la naturaleza no-computacional de la consciencia impide la posibilidad de similar por computador los procesos físicos que están a la base de los operaciones mentales. Por tanto, la simulación matemática no podría sustituir a la totali- dad de procesos mentales. El ajedrez ha sido también usado en ocasiones como un argumento en contra de la inte- ligencia artificial. Hubert Dreyfus (1979) lo emplea para explicar un concepto de inteligencia que implica aspectos filogenéticos, históricos y sociales. Según él, los computadores sólo pueden ser inteligentes en un sentido analógico. La mente humana posee capacidades, como la intuición, que quedan bien más allá de lo que un computador podrá nunca demos- trar. Esta característica está presente en la distinción entre "consciencia marginal" y "bús- queda guiada heurísticamente". El ajedrecista experto hace uso de ese tipo de consciencia marginal, de una intuición no gobernada por reglas, en lugar del principiante, que juega inten- tando seguir estrictamente las reglas. Por ejemplo, el jugador experto muestra la acción no gobernada por reglas de darse cuenta de que el adversario tiene un alfil desprotegido, o que su posición parece frágil en el flanco del rey. H. Dreyfus argumenta que para explicar porqué actúa de esa forma ajena a las reglas, las experiencias del pasado y los elementos intuitivos juegan un papel relevante en el proceso cognitivo. Esto sugiere que el aprendizaje tiene mucho que ver con la asocia- ción de experiencias presentes con experiencias pasadas, y que los computadores no pue- den tener este tipo de experiencias ni de asociaciones. Su conclusión es obvia: los compu- tadores no tienen una base para el fenómeno de la intuición, y la intuición, a su vez, no puede ser formalizada. Ahora que hemos asistido a la victoria de Deep Blue, queda por resolver un conjunto de cuestiones que colocarían a este fenómeno en su verdadera dimensión. ¿Qué conclusiones extraen los diferentes actores en este mundo de la inteligencia artificial? ¿Cómo interpretar este resultado? ¿Podría ser visto desde el punto de vista de la Versión Fuerte como una demostración de los principios cognitivistas? ¿Saldría el modelo computacional de la mente reforzado por la evidencia empírica? ¿Podríamos argumentar que si bien el computador es capaz de jugar mejor que los humanos, no sería consciente y por tanto no podría disfrutar la victoria? ¿Podría la versión débil continuar negando la posibilidad de interpretar esta victoria como una del computador como una derrota para la raza humana? Aun si el computador acaba venciendo de forma sistemática y definitiva al ser humano, ¿podría interpretarse que nunca alcanzarían auténtico conocimiento ajedrecístico ni llegarían a comprender su magia, no importa su velocidad a la hora de calcular combinaciones o evaluar movimientos? PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 78

Cómo juegan los humanos y los computadores La metáfora de una máquina pensante que juega al ajedrez capturó la imaginación popu- lar desde la aparición en escena de El Turco, el famoso autómata construido en 1769 por el barón W. von Kempelen y que asombró a media Europa practicando un ajedrez de gran nivel, y que realmente ocultaba un enano en su interior como origen fraudulento de su juego supuestamente mecánico. A pesar de este exótico ejemplo de cruce entre hombre y autó- mata, existen diferencias esenciales entre la manera de jugar del computador y la de los expertos humanos. El psicólogo holandés Adriaan de Groot llevó a cabo entre los años trein- ta y cuarenta una serie de tests entre grandes maestros, llegando a la conclusión de que todos los jugadores analizados realizaban un número sorprendentemente pequeño de cál- culos durante una partida. Solamente evaluaban un número reducido de jugadas, a menudo dos o tres movimientos por posición en lugar de los 38 posibles como media, analizando tan sólo unas cuantas continuaciones probables, entre 75 y 100 jugadas en total. Lo que estos datos sugieren es que el juego de un experto parece ser en gran medida intuitivo, más que conscientemente calculado. Un jugador es capaz de evaluar la mayoría de las combinacio- nes plausibles sin aplicar cálculos complejos. Hace constante uso de su intuición, a veces analizando las posibilidades que le brinda el primer movimiento que llega a su cabeza e igno- rando todos los demás. Este tipo de estrategia es particularmente extraño para la lógica del computador, cuyo problema es cómo seleccionar el orden de los movimientos para analizar, algo que un buen jugador hace con facilidad. Esto es lo que Herbert Simon denomina heurística selectiva. La clave es la elección de los mejores movimientos y el orden en que van a ejecutarse, y los criterios de evaluación empleados por los mejores programas y computadores de ajedrez para resolver esta tarea son demasiado simples e inexactos comparados con los métodos humanos. El papel que juega la percepción visual es también un elemento clave para expli- car la superioridad de nuestra capacidad evaluadora de movimientos. Este papel fue descu- bierto en una serie de estudios que llevaron a cabo Djakov (1928), De Groot (1938) y Simon y Gilmartin, señalando que mientras que un aprendiz analiza una posición en términos de pie- zas individuales, el experto percibe el tablero como un grupo de patrones o configuraciones que puede fácilmente identificar. Estas configuraciones se unen entre sí formando una uni- dad que posee su propia lógica interna y un significado completo para el jugador, quien sabe además qué continuaciones --sólo unas pocas-- son plausibles en función de la posición. Un gran maestro llega a reconocer cerca de 50.000 figuras de este tipo. Como es fácil de supo- ner, programar este inmenso conocimiento ajedrecístico en un computador no resulta tan sencillo como pensaron los primeros pioneros de la inteligencia artificial. El gran maestro Robert Huebner explicó en una entrevista a Der Spiegel cómo resulta muy difícil transferir la forma humana de jugar a un computador: "La capacidad de cálculo se puede imitar sin mayores problemas, pero hay otros procesos que tienen lugar en el sub- consciente que no se pueden aislar y reconocer fácilmente y que producen, no obstante, resultados visibles y concretos. Lo primero que hago en una partida es tener una imagen general de la posición y hacer algunas observaciones sobre la efectividad de las piezas en ella. Después, sobre la base de estos elementos, decido el movimiento que voy a hacer. La mayor parte de estas observaciones se quedan siempre en un nivel subconsciente, y trans- Ajedrez y computadores: La metáfora de la inteligencia 79 ferir a una máquina tales procesos mentales requeriría saber cómo registrar de una forma cuantitativa y exhaustiva toda una serie de principios estratégicos". Estos principios estraté- gicos de los que habla Huebner son extremadamente complejos. Nunca han podido identi- ficarse ni clasificarse en su totalidad, y ponerlos en forma de programa informático es una tarea aún más complicada. El obstáculo principal es su carácter espacial, no verbal, por lo que incluso los mejores jugadores del mundo lo pasan mal cuando intentan explicar cómo conciben, evalúan y aplican las leyes posicionales y combinatorias en las que se basa su juego. Nadie ha encontrado hasta el momento una forma satisfactoria de enseñarle al com- putador una serie de principios que nosotros los humanos aún no conseguimos formular. En cualquier caso, ¿se ha hecho algún intento de fabricar un computador que realmente imite la manera en que los hombres jugamos al ajedrez? Quizá un sólo hombre ha trabajado durante décadas, tan convencido de que la lógica del computador podría arrojar luz sobre los procesos mentales del jugador de ajedrez: Mikhail Botvinnik, ex-campeón mundial e infor- mático de gran prestigio, ha estado trabajando con su equipo en el Instituto de Energía Eléctrica en Moscú desde comienzos de los años sesenta en el diseño y fabricación de un sistema integrado de hardware y software basado en el conocimiento ajedrecístico y en un sofisticado algoritmo de evaluación que simulara la forma humana de jugar, en lugar de seguir el camino marcado por los supercomputadores basados en la fuerza bruta. El mismo reconoce las dificultades para programar un computador que pueda replicar los análisis de un jugador humano, y también que no ha existido una gran motivación para estudiar dichos procesos mentales, pero confía en que una vez que avancemos en el proyecto de cons- trucción de una mente artificial podremos eliminar las inexactitudes ahora inherentes a nues- tra forma de razonar. Botvinnik es una de las figuras más utópicamente fascinantes en este campo, pero su empeño ha dado resultados relativamente escasos, quizá por culpa del enor- me retraso en el terreno de la informática que siempre ha tenido la gran potencia oriental con respecto al mundo occidental.

Más allá del interés científico Además de un interés puramente científico, el ajedrez computacional tiene también otro comercial. El mercado de programas y máquinas dedicadas al ajedrez mueve un extraordi- nario volumen de dinero que se incrementa de año en año. Los factores económicos tam- poco están ausentes en la competición entre grandes ordenadores, ya que un programa ori- ginalmente diseñado para ejecutarse en un supercomputador también puede ser traducido y adaptado para comercializarse en forma de programa para ordenador personal o máquina de ajedrez, en un mercado que ofrece perspectivas de obtención de grandes beneficios. Con este conjunto de implicaciones en el ámbito comercial, es fácilmente comprensible que lo que más interesa a los diseñadores no es tanto el desarrollo de máquinas inteligen- tes ni su posible aplicación a la resolución general de problemas, sino velocidad y fuerza de juego. Esto no significa que la capacidad pura de cálculo, también llamada fuerza bruta, sea la única estrategia de los computadores ajedrecísticos para jugar cada día mejor. De hecho, la victoria de Deep Thought sobre Cray Blitz en el Campeonato Norteamericano de ajedrez entre Computadores en 1987 acabó con el primado de toda una generación de máquinas PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 80

basadas en estrategias de fuerza bruta. Hoy en día prácticamente todos los buenos progra- mas incorporan elementos de búsqueda selectiva. No es tan sólo el interés científico ni el puramente comercial lo que ha dado a esta moda- lidad de ajedrez un carácter tan dinámico. Hay otras razones que están hoy en día impul- sando el desarrollo de nuevos y mejores programas y máquinas. En primer lugar, nunca ha habido tantos expertos trabajando en este campo de investigación. Programadores, mate- máticos e informáticos se ven atraídos por los crecientes recursos que se le dedican, tanto por parte de la universidad como por fabricantes independientes, y las grandes compañías informáticas tampoco suelen rechazar una oferta para ejecutar un programa competitivo en una de sus máquinas, dada la publicidad esto que lleva consigo. Por otra parte, el ajedrez entre computadores se está convirtiendo en un nuevo factor de prestigio internacional. No olvidemos cómo durante varias décadas el Campeonato Mundial de Ajedrez supuso un esce- nario más de la Guerra Fría. Ejemplos de ello son el famoso duelo Spassky-Fischer o la riva- lidad entre Karpov y el disidente Korchnoi, donde lo que estaba en juego era realmente la propaganda en pro la superioridad de un modo de vida, de un sistema político frente a otro. Si la competitividad tecnológica en la antigua Unión Soviética no hubiera caído en picado como consecuencia de su crisis interna, quizá podríamos haber llegado a ver un Campeonato Mundial entre Computadores con una expectación parecida. Por otro lado, existe una conexión directa entre los proyectos de ajedrez computacional y otras áreas de la actividad humana donde la teoría de juegos y el tratamiento de la com- plejidad organizada tienen un papel protagonista. De hechos, las secuelas del proyecto Deep Blue han desembocado en la creación por parte de IBM de una línea de desarrollo en inteli- gencia artificial llamada computación profunda. Deep Blue era, según la propia compañía, un computador de propósito general diseñado a partir de tecnología de procesamiento paralelo capaz de manejar grandes cantidades de información en campos tan diversos como el con- trol del tráfico aéreo, la dinámica de fluidos, la química molecular o el análisis financiero.

Conclusiones: ¿hacia un paradigma unificado de la inteligencia? Una de las razones por las que el ajedrez ha jugado un papel tan relevante en el desa- rrollo de la Inteligencia Artificial es porque ha sido considerado históricamente una prueba de talento; según Goethe, "la piedra de toque de la inteligencia". Muchos investigadores en este campo han destacado como orientación en sus trabajos la relación entre ajedrez y la metáfora de la inteligencia. En palabras de Feng-Hsiung Hsu, el principal artífice de Deep Thought y Deep Blue, "muchos piensan que un computador que juegue realmente bien al ajedrez demostraría que la inteligencia puede ser modelizada o, por el contrario, que jugar al ajedrez no supone pensar. Cualquiera de las dos conclusiones cambiará con seguridad la concepción de lo que llamamos comúnmente inteligencia". También se ha definido al ajedrez como la mosca de la fruta de la Inteligencia Artificial. Así como a partir del estudio de la Drosophila Melanogaster Thomas Hunt Morgan pudo elaborar una metodología de la gené- tica, el ajedrez ofrece también con su modelo reducido una oportunidad especial para estu- diar la representación computacional de conocimiento humano. Desde luego, existen también otras razones por las cuales el ajedrez ha ocupado cons- Ajedrez y computadores: La metáfora de la inteligencia 81 tantemente la atención de los investigadores en inteligencia artificial. El ajedrez es un domi- nio bien definido que presenta una estructura de sistema formal, y además supone un reto para los más altos niveles de capacidad intelectual. Este reto se extiende a una gran canti- dad de operaciones cognitivas, tales como el cálculo lógico, el aprendizaje, la construcción de conceptos, el pensamiento analógico, la imaginación, el razonamiento inductivo y deduc- tivo, etc. Por otra parte, existe un sistema de clasificación adoptado por la Federación Internacional de Ajedrez, la llamada puntuación Elo, que ofrece una escala cuantitativa de nivel de juego. Así se puede comparar sin lugar a error quién juega mejor, qué diferencia medible hay entre dos oponentes, o cómo un programa de ajedrez es más difícil de vencer que otros. También en la antigüedad el ajedrez servía para medir la valía de los hombres. Basta recordar aquellos cuentos orientales en los que un rey, para elegir al mejor marido para su hija la princesa y sucesor a su trono, hace que los pretendientes jueguen una partida de aje- drez. Según la moraleja del cuento, aquél que gane la incruenta disputa se llevará la mano de la princesa, al ser declarado el más noble, valiente, prudente e inteligente entre todos los candidatos. Lo que la historia no aclara es si estaba permitido volver la jugada atrás después de haber tocado pieza, ni tampoco si el perdedor acabaría en el foso de los leones. El ajedrez presenta un interés especial para este campo de la ciencia, ya que ha sido con- siderado desde los primeros tiempos de la inteligencia artificial como un ejemplo paradig- mático de método de resolución general de problemas. Las mismas técnicas que permiten que un computador juegue con precisión al ajedrez podrían ser útiles para otro tipo de pro- blemas de complejidad organizada, como el descifrado del código genético humano, la dis- tribución del tráfico aéreo o el comportamiento de la economía mundial. Ya desde los años cincuenta los pioneros de la Inteligencia Artificial procuraron utilizar el ajedrez como prueba crucial en esta disciplina, ya que su complejidad era un reto para cualquier intento de demos- trar la existencia de comportamiento inteligente en una máquina. De esta forma, el perfeccionamiento del ajedrez computacional reforzaría la imagen del computador como metáfora de una forma de racionalidad a cuyos términos pueden tradu- cirse una multiplicidad de prácticas tecnológicas y de lenguajes científicos. Como paradigma unificador, la inteligencia artificial proporcionaría herramientas comunes para la resolución de problemas en una multiplicidad de dominios: la mente humana, la organización social, el comportamiento de los seres vivos, las estrategias empresariales, etc., al considerar a todos ellos como diferentes modalidades de sistemas de información. En un sentido más filosófico, el ajedrez computacional nos sirve para interpretar cómo las metáforas y modelos creados en el campo de la inteligencia artificial afectan a la imagen que tenemos de nosotros mismos y la de aquello que siempre hemos considerado que nos hacía únicos en la naturaleza: la inteligencia humana. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 82

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• If Deep Blue Wrote Hamlet Would It Change the Endgame? By Ashley Dunn, May 14, 1997. • Machine vs. Machine: Deep, Deeper, Deepest Blue. By George Johnson, May 18, 1997. • What Deep Blue Learned From Grandmasters. By Bruce Weber, May 18, 1997. • Deep Blue Team Awarded $100,000 Fredkin Prize By Joann Loviglio, July 30, 199. • In Another Man-Machine Matchup, the Computer Has the Upper Hand By Josh Rolnick, August 6, 1997. • To Test a Powerful Computer, Play an Ancient Game. By George Johnson, July 29, 1997. DEMOCRACIA Y SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN

Javier Echeverría Ezponda Filósofo de la ciencia. Instituto de Filosofía. CSIC. E-mail: [email protected]

I.– Introducción Las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones (NTIT) están susci- tando profundos cambios en las sociedades avanzadas y plantean dilemas estratégicos a los países en vías de desarrollo. La rápida difusión de la red Internet es uno de los fenómenos más destacados de la década final del siglo XX, pero la transformación proviene de otras muchas tecnologías: informática, bases de datos, teléfonos móviles, satélites de telecomu- nicaciones, televisión digital, realidad virtual, tecnologías multimedia, etc. En conjunto, las redes telemáticas están modificando la guerra, las finanzas, la organización y actividades empresariales, el trabajo, el comercio, la administración, la enseñanza, la medicina, el ocio, el arte y la cultura. Por ello cabe hablar de que las NTIT están posibilitando la creación de una sociedad de la información. Su impacto no se circunscribe a los ámbitos públicos, sino que también llega a los escenarios privados e íntimos, incluida la vida cotidiana. Sin embargo, hablar de la sociedad de la información y del conocimiento no basta. Lo importante es analizar hacia qué tipo de sociedad vamos. Dicho de otra manera: ¿será demo- crática la sociedad de la información?, ¿será justa? En esta contribución sólo me ocuparé de la influencia de las NTIT sobre la política y la democracia, suscitando la pregunta siguiente: ¿es (o será) democrática la sociedad de la información? La respuesta que doy es negativa. Desde un punto de vista político y social, las NTIT están suscitando una profunda regresión, sobre todo en lo que respecta a la estructuración del poder y la distribución de la riqueza. Así como hay ámbitos de actividad social donde las NTIT generan evidentes progresos (la guerra, las finanzas, el comercio, la investigación cien- tífica, etc.), en otros sectores están dando lugar a una importante regresión, que devuelve a las sociedades avanzadas a estadios muy anteriores del desarrollo político y social. Genéricamente hablando, diré que la emergencia actual de la sociedad de la información nos conduce hacia una situación neofeudal, no hacia una sociedad democrática. Para modificar esta orientación se requieren acciones enérgicas, algunas de las cuales serán esbozadas en la parte final de este artículo.

II.– Principios políticos básicos que están en cuestión en la sociedad de la información. Tal y como se ha ido constituyendo la democracia en los países avanzados, su existen- cia depende de una cierta estructuración del poder, y en concreto de dos principios básicos, PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 88

que son anteriores a la existencia de los Estados de Derecho, a la celebración de elecciones libres y a la regla de la mayoría como criterio de toma de decisiones democráticas. Me refie- ro a los dos principios siguientes: 1.- Primacía del poder civil. 2.- División de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial). Una vez afirmados estos requisitos puede ser elaborada una constitución democrática y pueden acordarse unos procedimientos para acceder al poder y ejercerlo, por ejemplo la elección de representantes de los ciudadanos en base al principio, "una persona, un voto", el control parlamentario y judicial de las acciones del ejecutivo, etc. Mas cabe señalar un ter- cer principio que también es puesto en cuestión a la hora de aplicar las NTIT a la actividad política, a saber: 3.- La organización territorial de la constitución y el ejercicio de los tres poderes. A lo largo de este artículo intentaré mostrar que, dado el desarrollo actual que está teniendo la sociedad de la información en los países avanzados, los dos primeros principios son puestos en cuestión de facto, de modo que pueden ser reafirmados y su vigencia ser restablecida, aunque ello implique no pocos conflictos sociales, económicos y políticos. El tercer principio, en cambio, es cuestionado de jure por las NTIT. Dicho en términos más pre- cisos, y teniendo en cuenta que la distinción de facto/de jure no resulta pertinente en este caso: es la estructura misma del espacio donde se desarrolla la sociedad de la información la que pone en solfa la organización territorial de los tres poderes de una sociedad demo- crática. El desarrollo de una sociedad, en efecto, requiere de un espacio y un tiempo en donde desplegarse, evolucionar, consolidarse, estabilizarse y renovarse. La democracia que cono- cemos está organizada en base a países y circunscripciones, característica ésta que no es trivial en absoluto, porque afecta a la organización y el funcionamiento de los tres poderes democráticos. No hay que olvidar que el poder ejecutivo actúa en su ámbito jurisdiccional y transfiere algunas de sus competencias a otras de sus administraciones, en base a criterios territoriales. El poder legislativo es elegido en base a circunscripciones electorales, a su vez territoriales. Y otro tanto ocurre con el ejercicio del poder judicial, salvo en el caso de tribu- nales especiales e internacionales. En cambio, el espacio informacional en el que se desa- rrolla la sociedad de la información es transterritorial, y ello por razones tecnológicas estruc- turales, como luego veremos. Surgen así numerosos problemas para que pueda existir una sociedad de la información democráticamente organizada. Dichos problemas son estructu- rales, no simplemente fácticos. Abordaré estas cuestiones en la parte final de este artículo. Las NTIT afectan a otros muchos procedimientos democráticos, por ejemplo a los pro- cesos electorales y de toma de decisiones. Abundan los pensadores políticamente optimis- tas que afirman que, puesto que las NTIT facilitan el voto electrónico, la sociedad de la infor- mación podría construirse como una democracia directa. No es así, porque las votaciones sólo son democráticas cuando una serie de principios básicos han sido previamente satisfe- chos, como es bien sabido en los países dictatoriales, que también celebran elecciones. El sentido de esta contribución estriba en mostrar que hay cuestiones previas y más impor- Democracia y sociedad de la información 89 tantes que el voto electrónico a la hora de organizar una sociedad democrática. Por ello es por lo que mi juicio sobre el impacto actual de las NTIT sobre la democracia es negativo y pesimista. Se trata de argumentar las razones para ello.

III.– Situación actual de la sociedad de la información: el tercer entorno. Antes de afrontar esos tres problemas, conviene recordar muy sucintamente algunos momentos claves en el desarrollo de la sociedad de la información a lo largo del siglo XX. Contrariamente a otros autores, defiendo que para construir la sociedad de la información no sólo son relevantes las redes telemáticas tipo Internet, sino también otras tecnologías, y en concreto el teléfono, la televisión (y la radio), el dinero electrónico, las redes telemáticas, las tecnologías multimedia, los videojuegos y la realidad virtual1. Aunque aquí no voy a ocupar- me de todas ellas, sí quiero subrayar algunos momentos en que dichas tecnologías han teni- do un impacto directo sobre la política y la democracia. Me limitaré a señalar ocho grandes impactos de las NTIT sobre las sociedades democráticas, entre los muchos que podrían haber sido elegidos. En primer lugar, desde la segunda guerra mundial la radio y la televisión han transforma- do profundamente la actividad política, hasta el punto de que autores como Popper han lle- gado a afirmar que la televisión es un peligro para la democracia2. En segundo lugar, las NTIT han desbordado las fronteras de los países, posibilitando la mundialización (o globalización) de actividades tan relevantes como la economía financiera. En tercer lugar, la organización empresarial se ha transformado, dando lugar a lo que el sociólogo Manuel Castells denomi- na empresas-red3, cuyas estrategias se despliegan en un marco mundial. En cuarto lugar, la aparición de una cibercultura de carácter libertario en Internet ha permitido imaginar nuevas formas de participación política e incluso de democracia directa, hasta el punto de que John Perry Barlow, fundador de Electronic Frontier Foundation, hizo pública en 1996 la Declaración de Independencia del Ciberespacio, en la que se niega que los Estados deban tener poder sobre el espacio electrónico, siendo los internautas quienes deben generar sus propias formas de democracia directa4. En los últimos cinco años, los debates sobre Internet han proliferado 5, habiendo aparecido defensores y detractores acérrimos de la misma6. En quinto lugar, el comercio electrónico avanza rápidamente y la mayoría de las instituciones,

1 Para un estudio más amplio, ver J. Echeverría, Los Señores del Aire. Telépolis y el Tercer Entorno, Barcelona, Destino, 1999. 2 Ver K. Popper y J. Condry, La télévision, un danger pour la démocratie, Paris, Anatolia, 1994. 3 M. Castells, La Era de la Información, Madrid, Alianza, 1997-98, 3 vols. 4 Traducido al castellano en el número monográfico de El Paseante (1998) dedicado a la cibercultura. 5 En castellano, pueden consultarse las obras de J.L. Cebrián, La Red (Madrid, Taurus, 1998), José B. Terceiro, Sociedad Digital (Madrid, Alianza, 1996) y P. Mathias, La ciudad de Internet (Barcelona, Bellatera, 1998). 6 Para la cibercultura, ver M. Dery, Velocidad de escape: la cibercultura al final del siglo XX (Madrid, Siruela, 1998). Entre los críticos de Internet cabe mencionar a P. Virilio (Cibermundo: la política de lo peor, Madrid, Cátedra, 1997), T. Maldonado (Crítica de la razón informática, Barcelona, Paidós, 1998) e I. Ramonet (La tira- nía de la comunicación, Madrid, Debate, 1998). PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 90

corporaciones y empresas están construyendo sus Intranets conectadas a Internet, así como sus páginas Web, a través de las cuales desarrollan parte de sus actividades. En sexto lugar, algunas empresas dedicadas a la informática y las telecomunicaciones se han conver- tido en las más ricas y poderosas del mundo, sustituyendo a los antiguos reyes del acero, del petróleo, del automóvil, del transporte y de la industria. En séptimo lugar, la guerra ha cambiado, hasta el punto de surgir una nueva forma de acción bélica, la infoguerra o ciber- guerra7. Y por último, last but not the least, ha cambiado la vida cotidiana, que está fuerte- mente influida por las NTIT, y en particular por el teléfono, la televisión, el dinero electróni- co, los videojuegos y la informática8. Con el fin de interpretar y comprender estos cambios, he propuesto la hipótesis de que las NTIT están posibilitando la emergencia de un nuevo espacio social, el tercer entorno (E3), que difiere profundamente de los entornos naturales (E1) y urbanos (E2) en los que tradi- cionalmente han vivido y actuado los seres humanos9. Las redes telemáticas son la expre- sión más desarrollada de E3, debido a su estructura distribuida, a su carácter multimedia y al grado de interactividad que están alcanzando progresivamente. El tercer entorno no sólo es un nuevo medio de información y comunicación, sino también de acción, como muestran los virus informáticos, la infoguerra, las bolsas interconectadas, el comercio electrónico y el teletrabajo. Por tanto, las NTIT generan un nuevo espacio para la interrelación y la interac- ción entre los seres humanos, en el que puede desarrollarse parte de la actividad producti- va y en el que, como no podía ser menos, también se suscita el problema del poder. Hablando en términos generales, así como los seres humanos han de adaptarse y capaci- tarse para el primer y segundo entornos (campo, ciudad), cada vez se requiere un mayor grado de conocimiento y competencia para actuar eficientemente en E3. Si consideramos que el nuevo espacio social engloba todo el planeta, estamos ante la idea de Telépolis10. Sin embargo, el tercer entorno también puede ser pensado en ámbitos locales, por ejemplo en las casas, en las escuelas, en las oficinas, en los hospitales, en las empresas o en las ciu- dades. Cuando esto sucede, hablaremos de telecasas, tele-escuelas, tele-oficinas, tele-hos- pitales, tele-empresas o tele-ciudades, es decir, de un conjunto de redes telemáticas locales que se superponen a los recintos tradicionales y a través de las cuales son posibles múlti- ples actividades sociales. La diferencia más importante entre el tercer entorno y los otros dos estriba en la posibilidad de relacionarse e interactuar a distancia a través de redes. En este artículo se trata de indagar si es posible una democracia en el tercer entorno y cuál es el estado actual del nuevo espacio telemático y electrónico por lo que respecta a una even- tual sociedad democrática de la información. Parto de la hipótesis de que el tercer entorno es el espacio en donde puede desarrollarse una sociedad de la información. Trataré de mos- trar a continuación que los tres principios básicos de una democracia, mencionados en el apartado 2, entran en crisis cuando hay que implantarlos en el tercer entorno.

7 Ver A. y H. Toffler, Las guerras del futuro(Barcelona, Plaza & Janés, 1994), así como P. Virilio, La bomba infor- mática (Madrid, Cátedra, 1999). 8 Ver J. Echeverría, Cosmopolitas domésticos (Barcelona, Anagrama, 1995). 9 Ver J. Echeverría, Los Señores del Aire, 1999. 10 Expuesta en J. Echeverría, Telépolis (Barcelona, Destino, 1994). Democracia y sociedad de la información 91

IV.– Cambios políticos y sociales suscitados por el tercer entorno En su desarrollo actual, el nuevo espacio social plantea una serie de problemas muy importantes para la implantación de una sociedad democrática en dicho espacio social. Mencionaré únicamente cinco: 1.- El tercer entorno es transterritorial, es decir, desborda las fronteras jurisdiccionales de los Estados democráticos, así como las de sus circunscripciones. Independientemente de donde haya sido originada, una determinada acción tiene efectos y consecuencias en múlti- ples sitios del espacio telemático, situados en ámbitos geográficos muy distantes. Las nociones de territorio jurisdiccional y circunscripción son puestas en cuestión. 2.- En el tercer entorno, la noción de ciudadanía cambia. Hablando en términos genera- les, cabe decir que "ser natural de" es la relación básica en el primer entorno, que le lleva a uno a pertenecer a un pueblo. A este primer principio de pertenencia a una sociedad se le añade en el segundo entorno un segundo principio, el de residencia, de modo que uno forma parte de una sociedad de E2 si ha nacido en el territorio correspondiente o si, sin haber naci- do en él, reside en dicho país o ciudad, es vecino de ella, de modo que está inscrito en el censo y tiene reconocidos una serie de derechos y obligaciones. En el tercer entorno, el lugar de nacimiento y residencia son irrelevantes para intervenir, actuar y, por ende, tener derechos y responsabilidades. En este caso lo importante es estar conectado a redes, lo cual implica una forma específica de acción y participación en la sociedad de la información. 3.- En el tercer entorno surgen nuevas formas de poder, que no están subordinadas al poder civil ni estatal. En el tercer entorno no se lucha por el dominio de territorios, sino ante todo por el control de las redes. Los señores del aire (o de las redes), es decir, las empresas transnacionales de teleservicios (telefónicas, televisivas, telebancarias, telemáticas, etc.) luchan actualmente por el poder en el entorno telemático, al par que construyen y diseñan el nuevo espacio social. Esa nueva forma de poder, debido a su origen empresarial, no se caracteriza por su democracia interna. 4.- En el tercer entorno no hay estado ni poder civil constituido, y no parece fácil que pueda haberlo, dado el carácter territorial de la forma ‘Estado’. La creación de formas supra- nacionales de poder político, como la propia Unión Europea, son intentos de adaptación a E3. Sin embargo, adaptar la estructura básica del Estado al tercer entorno implica una transfor- mación radical del mismo, porque los tres poderes básicos de los Estados deberían adoptar una estructura reticular. Ello implica convergencias entre las legislaciones y entre los funcio- narios estatales, que difícilmente pueden darse. 5.- En cambio, en el tercer entorno sí es posible organizar democráticamente algunas actividades sociales. Buena parte de las comunidades virtuales de Internet o de las diversas asociaciones de usuarios se han autoorganizado democráticamente en las redes, y por eso teóricos como Barlow (EFF) han defendido la no ingerencia de los Estados en el ciberespa- cio. A mi modo de ver, dicho modelo puede expandirse, aunque con limitaciones importan- tes. La democratización del tercer entorno puede basarse en la creación de un poder civil para cada una de las diversas actividades posibles en E3 y luego ampliarse a una federación de sectores de actividades democráticamente desarrolladas. Al respecto, existen preceden- tes de este tipo de democracia en los movimientos obreros (basados en sectores de activi- PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 92

dad, no sólo en criterios territoriales), en sociedades científicas y profesionales, etc. Este sería el modelo de democracia a impulsar en el tercer entorno, al menos en una primera fase.

V.– Primacía del poder civil y división de poderes en la sociedad de la información. Analizaré esta cuestión muy brevemente, porque no es el objeto principal de este artículo. Simplificando mucho, diremos que el poder típico del primer entorno es la fuerza. La muerte y la violencia se presentan a diario en la naturaleza y forman parte de la lucha por la vida, como muy bien teorizó Darwin. La ley del más fuerte es la que ha primado durante siglos en el entorno natural, sólo compensada por la mayor rapidez, astucia e inteligencia de quienes eran menos fuertes. El combate físico y corporal y la depredación han sido cons- tantes en el estado de naturaleza (Hobbes) y por ello la primera forma de poder social en E1 es el poder de los guerreros o, como ahora se dice, el poder militar. Una segunda forma de poder, que siempre se ha sustentado en la anterior, es el poder económico, o si se quiere la riqueza. Poseer campos, rebaños, minas, etc. ha sido la segunda fuente de poder en E1 y han caracterizado a la sociedad agraria, que es el canon de sociedad en E1. Por último, hay una tercera forma de poder característica de las sociedades del primer entorno, el poder reli- gioso. La divinización de las fuerzas y fenómenos naturales es la fuente de esta tercera forma de poder, que aparece en todas las culturas agrarias, y cuya administración ha corrido a cargo de brujos, hechiceros y chamanes. Hablando en términos generales, estas tres son las principales modalidades de poder surgidas en las sociedades de E1, cuya primacía ha variado según las culturas y épocas. Lo importante es subrayar que en estas sociedades no existe un poder civil propiamente dicho. La emergencia de la pólis, y por ende del poder polí- tico, caracteriza el tránsito hacia el segundo entorno. La lucha del poder civil por imponerse a los otros tres poderes anteriores, el militar, el económico y el religioso, ha sido larga y pro- longada, habiendo estado trufada de avances y retrocesos. En todo caso, la preponderancia del poder político sobre las restantes modalidades de poder es un requisito previo para la democracia, pues sólo a partir de dicha primacía puede plantearse el problema de la demo- cracia y el mejor sistema de gobierno en una sociedad (Platón, Aristóteles). No pretendo hacer un recorrido histórico de dicho proceso, que sólo ha tenido éxito en algunos países del mundo y que siempre está sometido al riesgo de regresiones (golpes de estado, fundamentalismos religiosos que dominan la política, grupos de presión económi- ca que controlan la toma de decisiones). Se trata únicamente de indicar que el poder polí- tico, característico de las sociedades del segundo entorno, se contrapone a otras formas de poder, cuyo origen es muy distinto. En este sentido, la primacía, aunque sea teórica y formal, del poder político sobre el militar, el económico y el religioso, es algo difícil de lograr en las sociedades. Los equilibrios que el poder político democrático tiene que mantener con los otros tres poderes son complejos y difíciles. La separación entre el poder político y el religioso se ha logrado en pocos países, y otro tanto cabe decir de la subordinación del poder militar al político. En cuanto al poder económico, el instrumento de sujeción más importante es la fiscalidad, es decir, la recaudación de una parte de los beneficios privados para mantener las obras y los servicios públicos. La forma política que ha logrado estos Democracia y sociedad de la información 93 objetivos en mayor medida son los actuales Estados democráticos, característicos de la sociedad industrial. En el caso del tercer entorno y de la sociedad de la información, no hay poder civil cons- tituido, como ya indiqué anteriormente. Lo que prima es el poder económico: no en vano se oye una y otra vez que Internet es un mercado a conquistar, la nueva frontera (Töffler, Dyson, etc.). Los defensores del neoliberalismo y la desregulación pretenden que no haya poder político alguno en el tercer entorno, es decir, que primen las fuerzas del mercado, la ley del mayor poder económico. Por ello afirmo que en E3 no se satisface el primer criterio para que haya una sociedad democrática. Tampoco se cumple el segundo. No hay división de poderes en el tercer entorno, y mucho menos procedimientos formales para la elección y renovación de las personas que detentan esos poderes. Cuando se quiere poner orden en Internet, sólo se piensa en ciber- policías, nunca en ciberjueces, ni mucho menos en ciberparlamentarios que acuerden y pro- mulguen leyes y reglas de actuación y de persecución de los delitos, que luego hayan de ser aplicadas por los ciberjueces y respetadas por los ciberpolicías. En una palabra, porque no hace falta insistir mucho en ello, el segundo requisito para que haya una posible democracia en la sociedad de la información tampoco se cumple.

VI.– La organización civil del tercer entorno. El problema mayor, sin embargo, atañe al tercero de los principios anteriormente enun- ciados. Las redes telemáticas desbordan las fronteras territoriales. Baste el ejemplo del virus I love you para entender lo que es una acción (destructiva, en este caso) en el tercer entor- no. ¿Dónde se cometió el delito? ¿En Filipinas o en la metrópoli, que es donde se produjo la destrucción de datos y ficheros? ¿Quién debe perseguir ese delito? ¿Quién habría de juzgar- lo, y con qué leyes y garantías procesales? Hoy por hoy haría falta una ley y unas autoridades transterritoriales en el tercer entorno para que pudiéramos hablar de una organización de la democracia en el espacio electrónico. Tal cosa no existe, ni tiene visos de llegar a existir a corto plazo, sobre todo porque las tendencias dominantes son contrarias a ningún tipo de regulación democrática. Siendo el Estado la forma política-social en la que los tres principios anteriores se han realizado, aunque sea de manera deficiente, los requisitos previos para que haya una sociedad democrática de la información en el tercer entorno no se cumplen. Lo que ocurre es algo muy distinto, que conviene analizar. En el tercer entorno ha surgi- do una nueva modalidad de poder (transnacional), los Señores del Aire (o de las redes). Aludo a las empresas transnacionales que construyen, mantienen y explotan las infraestructuras tecnológicas que permiten el funcionamiento del nuevo espacio social. Se trata de las gran- des compañías eléctricas, telefónicas, televisivas, telemáticas (hardware, software, micro- procesadores, etc.), multimedia, del dinero electrónico, de los videojuegos (o infojuegos, como deberían llamarse) y de realidad virtual que están organizando sus dominios en el ter- cer entorno. Dichas grandes compañías tienen un poder considerable, pero no consideran a sus usuarios como ciudadanos, sino como clientes. Son ellas las que establecen las reglas de juego, no un poder político más o menos autónomo que, al menos en teoría, primara sobre el indudable poder económico y tecnológico de los Señores del Aire. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 94

Algunos grupos de usuarios han creado islotes de libertad en Internet, pero la infraes- tructura y el funcionamiento de las redes está controlado cada vez más por esas empresas transnacionales de teleservicios, que son las que imperan en el ciberespacio. La sensación de libertad que proporciona Internet no es contradictoria, sino complementaria a la situación neofeudal a la que actualmente parece abocada la sociedad de la información. Baste pensar en que todos y cada uno de nuestros pasos por la red son controlables por los señores del aire para tener una idea más exacta de nuestra condición en la red. Hoy por hoy, en el ter- cer entorno somos súbditos, no ciudadanos. De poco sirve que haya islotes de libertad y democracia electrónica si la organización básica del nuevo espacio social la deciden unas cuantas empresas privadas que están en una relación clientelar, y a lo sumo paternalista, con las personas que se conectan al tercer entorno. Muchos cibernautas creen que las redes telemáticas posibilitan una democracia directa y nuevas formas de liberación personal. Afirman que en Internet las decisiones pueden ser tomadas directamente por los ciudadanos, sea a través del voto electrónico o de asambleas virtuales. Así ocurre en diversas redes privadas y comunidades virtuales, pero por lo que res- pecta a las decisiones básicas sobre la construcción y funcionamiento del nuevo espacio social, la realidad es muy distinta. En las redes telemáticas ha surgido una nueva forma de dominio, los señores del aire, que son quienes las construyen, diseñan y hacen funcionar. Ello es claro en las redes militares y financieras, pero también va siéndolo en el caso de Internet, que aglutina la sociedad civil del entorno electrónico. La democratización de las redes telemáticas conlleva una lucha de liberación en el tercer entorno que, a mi juicio, es una de las grandes tareas políticas a emprender en el siglo XXI. Los Estados del segundo entorno pueden suponer una ayuda en esa lucha por la emancipa- ción en E3, pero aun ello es dudoso, pues el poder de los señores del aire mediatiza cada vez las propias contiendas electorales en E2, así como la información sobre la actividad polí- tica y económica. Por ello hay que abandonar la metáfora del ciberespacio y pensar en tér- minos de Telépolis, luchando por una sociedad democrática de la información. Pero el pro- yecto no es fácil de realizar, e incluso puede ser considerado como utópico, como veremos a continuación.

VII.– Ciudadanía y democracia en E3 He afirmado que hay que democratizar el tercer entorno y que hoy por hoy es compara- ble a un régimen neofeudal. Sin embargo, el principio igualitario "una persona, un voto" plan- tea problemas en el tercer entorno, debido a que la noción de identidad del sujeto en E3 difiere profundamente de las de E1 y E2. ‘Ser natural de’ o ‘haber nacido en’ es el principal criterio de adscripción de una perso- na a una sociedad en E1. En cambio, en los entornos urbanos y en los Estados-Naciones se añade un segundo criterio de ciudadanía, el de ‘residir en’, independientemente de donde se haya nacido. Pues bien, ninguno de esos criterios valen en E3, donde lo importante es ‘conectarse a’, es decir, acceder al tercer entorno a través de un determinado teleservicio o interfaz con el espacio electrónico. Democracia y sociedad de la información 95

Asimismo hay que recordar que los criterios de identificación de los individuos son muy distintos en los tres entornos, sin perjuicio de que unos criterios puedan superponerse a otros en los diversos procesos identitarios. Las características físico-corporales son lo fun- damental en E1, por ejemplo la raza, el sexo, el color de la piel, la altura, la complexión, las posibles anomalías físicas, así como la progenie de cada cual (tribu, clan, antepasados, líne- as patri- y matrilineales, etc.). El lugar de nacimiento da nombre asimismo a muchos foras- teros. En el segundo entorno surgen sistemas de identificación más complejos y sofistica- dos, como los nombres y apellidos, el lugar de residencia o los números de identificación atribuidos por los Estados a los ciudadanos para individualizarlos plenamente cara al censo, la fiscalidad, la leva, etc. Pues bien, el tercer entorno conlleva nuevos sistemas de identificación, a los que cabe denominar números propios, para distinguirlos de los nombres propios. Por ejemplo: el número de teléfono, el del codificador de TV digital, el número secreto de una tarjeta de cré- dito, el password de acceso a una red telemática, la dirección de email, la URL en la WWW, etc., todos ellos implementados por los números de los correspondientes operadores (códi- gos del banco, de la compañía telefónica o televisiva, del proveedor de acceso a Internet, etc.). Esta segunda parte de la identidad personal es muy importante, porque muestra quié- nes son nuestros mentores o tutores en E3, es decir, quiénes completan nuestra identidad en el entorno telemático. Incrementar la población a la que se proporciona algún tipo de acceso a E3, o sea, el número de usuarios de un teleservicio, es un objetivo lógico por parte de los señores del aire, máxime si se tiene en cuenta que las tasas de audiencia, acceso y utilización son indicadores objetivos del valor de cada dominio o feudo informacional. Pero aquí no insistiré en este segundo aspecto de los números propios, que nos vincula estrechamente a nuestros respectivos señores del aire, sino en dos hechos previos: VII.1. La identidad de cada usuario de los teleservicios no la otorgan los Estados, sino los propios señores del aire. Así ocurre en el caso del teléfono, la televisión digital y las tarjetas de crédito. La excepción ha sido Internet, precisamente porque en su origen estuvo promo- vido por instituciones gubernamentales de los EEUU. Sin embargo, la privatización reciente de los nombres de dominio en Internet, hoy en día a cargo de la empresa ICANN11, muestra bien la tendencia del tercer entorno a crear un nuevo sistema de identificaciones, depen- diendo de empresas privadas, y no de autoridades estatales. Una muestra más de que los Estados no son la forma social dominante en E3, aunque intenten mantener un cierto con- trol sobre su desarrollo.

11 International Corporation for Assigned Names and Numbers, presidida actualmente por Esther Dyson, una de las principales ideológas de la privatización de las redes telemáticas y de la consideración de Internet como un gigantesco mercado, en lugar de como un espacio social. Véase su obra Release 2.0 para ilustrar las tesis mercantilistas y neoliberalizadoras en torno a las redes telemáticas. Frente a esta nomenclatura, que es la imperante en los EEUU, los Estados han superpuesto un segundo criterio de asignación de nom- bres y números propios, el basado en los sufijos que abrevian el nombre de los Estados donde reside el usuario (‘.es’ en España). La existencia de este doble criterio muestra que los Estados tratan de mantener un cierto control sobre E3, aunque la tendencia a privatizar la gestión de los nombres de dominio con sufijo geográfico también se manifiesta en muchos países. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 96

VII.2.- Cada persona física o jurídica puede tener varios nombres y números propios en el tercer entorno, sin que esos signos de identificación queden unificados en un sistema único válido para todos los telepolitas. En el tercer entorno no hay un censo general, sino que cada señor del aire tiene su propio listado de clientes (telesúbditos), que normalmente mantiene secreto y fuera del alcance de sus competidores, salvo en caso de fusiones y alian- zas estratégicas. Por tanto, una misma persona física (E1) y jurídica (E2) puede actuar en E3 desde diversas ubicaciones y a través de múltiples identidades. Cabe incluso afirmar que ésta es la estructura básica de la identidad en el tercer entorno, siendo cuestión de cada sujeto la gestión de dicha identidad plural. Esa pluralidad de identidades digitales es constitutiva del sujeto en E3, y por ello afirmo que cada persona de E1 o E2 es varios en E3, siempre pensando en que el entorno telemá- tico es un espacio para la acción y la interrelación. La pseudonimia forma parte del sistema de identificación en el tercer entorno, e incluso se admite un cierto grado de anonimato, aun- que esta peculiaridad, perfectamente posible desde un punto de vista tecnológico, tiende a desaparecer conforme E3 se va consolidando como espacio para la acción social. Por tanto, el principio "una persona, un voto", se topa con dificultades estructurales en el espacio elec- trónico. En los Estados del segundo entorno, no hay democracia sin un censo riguroso de los habitantes de un país, y ello sólo es posible si se parte del principio de que cada persona tiene una única identidad legal a efectos electorales y fiscales. La principal representación externa de la identidad de cada ciudadano en E2 son su nombre y el domicilio legal, que han de ser únicos. A su vez, ese domicilio legal tiene que estar ubicado en una única circuns- cripción electoral, condición sine qua non para que puedan contabilizarse uno a uno los votos de esa circunscripción manteniendo el principio igualitario de un voto por ciudadano entre todos los habitantes de dicho territorio. Ninguno de estos dos requisitos se cumplen en E3, al menos en principio: de ahí que la estructura de E3 plantee problemas para organizar pro- cesos electorales en el tercer entorno. Indiquemos otro problema, vinculado en parte al anterior. La identidad física de las per- sonas en E1 es muy estable, pese a todos los cambios físicos que una persona puede expe- rimentar a lo largo de su vida. En el segundo entorno uno puede cambiar de residencia, pero no de padre, madre y lugar de nacimiento. En el tercer entorno, en cambio, los números pro- pios cambian frecuentemente, por lo que cabe hablar de identificaciones volátiles, siempre sometidos a los cambios de "personalidad" generados por los propios usuarios y por sus señores del aire. Cualquiera que haya pasado por la experiencia de que su proveedor de acceso a Internet ha sido comprado por una empresa habrá experimentado esos cambios de signos de identificación, que no emanan de la voluntad propia, sino de operaciones estraté- gicas y comerciales realizadas por los señores del aire. Esa mutabilidad de la identidad de los ciudadanos en E3 comporta una nueva dificultad estructural, debida en este caso al carácter inestable de E3, que se manifiesta también en los signos de identificación de los sujetos. Otro problema estructural proviene del carácter reticular y desterritorializado del tercer entorno, que rompe con el sistema de organización de las unidades administrativas básicas en los Estados-Naciones: las circunscripciones (provincias, departamentos, comunidades autónomas, etc.). La estructura de los espacios telemáticos es muy distinta. Si considerára- Democracia y sociedad de la información 97 mos como unidad electoral básica la circunscripción-red y, por ejemplo, se organizaran elec- ciones en cada red local, ciertamente podrían elegirse representantes de red12. Pero en general las redes no se incluyen las unas en las otras, sino que se intersecan y se interco- nectan de múltiples maneras, formando entramados hipertextuales muy complejos, que no son comparables al sencillo esquema de las circunscripciones electorales encajadas. Por otra parte, una misma persona puede ser usuario de varias redes, e incluso ser usuario múl- tiple de alguna de ellas. Como tal, debería tener derecho a votar en todas y cada una de las redes en las que participa. En la situación actual del tercer entorno, ello implicaría la elección por parte de los usuarios de los directores de las companías telefónicas, televisivas, tele- máticas y de dinero electrónico. Algo impensable y utópico, hoy por hoy, por lo que la demo- cratización del tercer entorno se muestra de nuevo como un proyecto a muy largo término. Podríamos proseguir, pero los problemas recién mencionados muestran que la instaura- ción de una democracia en E3 se encuentra con importantes dificultades por lo que a la orga- nización de procesos electorales se refiere, algunas estructurales, otras derivadas de la actual estructura de poder en E3 y otras muchas, de las que no nos hemos ocupado, de carácter técnico, jurídico y legal: convergencia entre las diversas constituciones y leyes, ela- boración de censos, implantación de nuevos criterios de identificación, autenticidad del voto y del votante, garantía del secreto de voto, etc. Mas supongamos que todos ellos estuvie- ran resueltos. ¿Podríamos pensar en la posibilidad de unas elecciones democráticas en E3, que permitieran elegir a las personas que legítimamente pueden tomar las principales deci- siones sobre la construcción y funcionamiento de E3? En principio sí, aunque tal posibilidad parece muy lejana en la situación actual. Parece factible que los telepolitas pudieran elegir a una serie de representantes que, aunque no tomaran las decisiones, pudieran controlar y contrapesar el poder de los Señores del Aire (una Cámara de los Comunes frente a la de los Lores). Aun así, difícilmente cabría hablar de un procedimiento electoral igualitario, dadas las tremendas diferencias que hay entre unos países y otros. Aun dentro de los países más avanzados en sus procesos de adaptación a E3 habría problemas importantes, puesto que la formación como ciudadanos del tercer entorno es muy desigual. Educar para la democracia en el tercer entorno es una tarea paralela a la lucha por la democratización del espacio tele- mático.

Conclusiones En resumen, la democratización efectiva del espacio telemático es una tarea a largo plazo, porque algunas de las dificultades antes señaladas tienen difícil solución, al acarrear importantes problemas adicionales, como la renuncia al principio de soberanía de los Estados. En términos generales, hay que negar que actualmente exista una sociedad demo- crática de la información, e incluso hay razones para afirmar que, partiendo de la situación actual, ese proyecto es en cierta medida utópico.

12 En el caso de redes locales pequeñas ni siquiera es preciso elegir representantes, porque la democracia directa entre todos los usuarios suele funcionar bien, como muestran los distintos ensayos que se han hecho al respecto. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 98

Insistamos otra vez. La democratización de las redes telemáticas conlleva una lucha de liberación en el tercer entorno que, a mi juicio, será una de las grandes tareas políticas a acometer en el siglo XXI. Por ello hay que abandonar la metáfora del ciberespacio y pensar en términos de Telépolis, la ciudad global, reclamando una sociedad democrática de la infor- mación.

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Ángela Guisado Moreno Profesora de Derecho. Universidad de Extremadura. E-mail: [email protected]

I.– Introducción Como es sabido, en los últimos tiempos, el auge de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (en lo sucesivo, NTIC), y en concreto, de Internet, está mar- cando una auténtica revolución de muchos de los conceptos de nuestra sociedad, desde la información y la intercomunicación social hasta la configuración de nuevas formas de empre- sas, negocios y contratos, en el contexto de una realidad virtual que es capaz de vencer los obstáculos de tiempo y espacio. En efecto, nunca antes fue tan fácil informarse, comuni- carse o contratar en línea, ni operar en un contexto virtual y global en el que las fronteras geopolíticas resultan prácticamente irrelevantes, con las grandes posibilidades que ello supone para todo tipo de instituciones, organismos, sectores empresariales y ciudadanos en general. En este sentido, y como se ha puesto de manifiesto1, la emergencia de la «sociedad red», como nueva estructura social dominante, es un fenómeno mundial, si bien presenta variaciones institucionales, culturales e históricas según las distintas zonas o latitudes. En la actualidad, en pleno despegue de esta revolución tecnológica, como señala Martínez Nadal2, «un número cada vez mayor de personas utiliza ordenadores, no sólo para la búsqueda e intercambio de todo tipo de información, sino también para la realización de operaciones comerciales». En línea con lo anterior, asistimos también a la creciente internacionalización de los mer- cados y a la irrupción de nuevos hábitos y formas de consumo en el marco de una econo- mía cada día más globalizada, y en esta nueva situación, Internet se revela como un valioso instrumento que va a permitir tanto la comunicación electrónica interactiva a nivel mundial, como la realización de transacciones comerciales en un espacio virtual y global, donde será posible adquirir los más variados bienes y servicios.

1 CASTELL, M., La Era de la Información: Economía, Sociedad y Cultura. Vol. I, Madrid, 1999. 2 MARTINEZ NADAL, A., Comercio Electrónico, Firma Digital y Autoridades de Certificación, Madrid, 2000, p.31. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 102

Es evidente que la concurrencia de las partes contratantes en un mercado virtual, les va a proporcionar indiscutibles ventajas, difícilmente superables en muchos casos por el comer- cio físico tradicional: a) Las empresas que operan en la Red van a tener acceso al mercado mundial con un coste mínimo, pudiendo ofrecer a sus clientes productos y servicios a precios com- petitivos, toda vez que reducen costes, básicamente por el hecho de vender sus pro- ductos y/o servicios directamente y sin intermediarios (en términos sencillos, van a poder llegar a un mercado muy amplio con muy poco esfuerzo económico). b) Al mismo tiempo, los usuarios-clientes van a poder adquirir cualquier tipo de produc- to, bien o servicio, en un tiempo récord, a veces on line3, y a precios frecuentemen- te más bajos que los ofrecidos por el comercio tradicional. Pero no todo son ventajas en este nuevo contexto. Como contrapartida, el tráfico comer- cial vía Internet presenta también puntos negativos: básicamente, lagunas legales de un lado, y obstáculos puramente técnicos, de otro, toda vez que, hasta el momento presente, ni la técnica puede considerarse infalible, ni la ley, por su parte, puede erigirse en la panacea de todos los problemas derivados de un comercio que se desarrolla en un entorno abierto e inseguro, como es Internet. Aunque es cierto que existen normas que regulan el comercio electrónico4, también es cierto que, junto a esta normativa, resultan asimismo necesarias la actuación de instancias y entidades supranacionales5, aceptando el hecho de que no cabe resolver con criterios de legislación nacional un fenómeno que tiene una clara dimensión global. Podría afirmarse que estamos ante un nuevo Derecho, o si se quiere, ante un nuevo sec- tor del Derecho, con terminología propia, conceptos peculiares y características especiales, como señala un destacado sector de la doctrina mercantilista6: el Derecho emergente sobre

3 Piénsese en los productos o servicios intangibles que se contratan en línea, como los de información, los relacionados con el ocio y el entretenimiento, la suscripción de revistas electrónicas, etc. 4 Incluso puede afirmarse que está bastante avanzado el proceso de regulación normativa en determinadas áreas, como en el área de los EE.UU y en la franja de países que constituyen la Europa comunitaria. 5 En este sentido, hemos de citar las Directivas comunitarias relacionadas con la materia, y en concreto, la reciente Directiva sobre Comercio Electrónico, Directiva 2000/31/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 08-06-2000, relativa a determinados aspectos jurídicos de los servicios de la Sociedad de la Información, en particular, el comercio electrónico. http://europa.eu.int/eur-lex/es/dat/2000. Igualmente, es destacable la labor normativa llevada a cabo por la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (CNUDMI/UNCITRAL), y de manera especial, a la Ley Modelo sobre comer- cio electrónico, adoptada en 1996, ley que aglutina usos comerciales internacionales: http://www.uncitral.org/spanish/texts/electcom/ml-ec-hlm. Por su parte, los Informes de la Organización Mundial de Comercio (OMC), vienen siendo de gran utilidad, como instrumento para inspirar futuras legislaciones, tanto en Europa, como fuera del ámbito comunitario. Finalmente, es interesante destacar la Declaración Conjunta entre la UE y EE.UU sobre Comercio Electrónico de 05-12-1997: http://www.onnet.es. 6 En esta línea, JIMÉNEZ DE PARGA, R. «El Comercio Electrónico(¿Seguridad Jurídica?)», Derecho de los Negocios, núm. 118-119. Las nuevas tecnologías y el comercio electrónico 103 comercio electrónico, que se proyecta en muy distintos ámbitos (así, en materia de publici- dad, en el sector de la propiedad industrial y en el de la propiedad intelectual, en materia de competencia, en el régimen del honor y la intimidad, en disciplina tributaria, en la regulación penal y en el régimen de reordenación de los conflictos de leyes y de jurisdicciones). A lo anterior habría que añadir lo que se conoce con el nombre de autorregulación: nor- mas procedentes de los propios actores o intervinientes de la Red, a las que más adelante se hace referencia, y que van a coadyuvar al buen funcionamiento de la misma, y por ende, a un desarrollo favorable del comercio electrónico. Ahora bien, pese a la existencia de este entramado normativo y a los avances tecnológi- cos propios de la nueva Era, algo sigue pesando mucho en el otro lado de la balanza. Nos referimos a los temores y reticencias a la hora de contratar productos o servicios vía Internet, no digamos ya a la hora de efectuar pagos por vía electrónica. Ciertamente, tardará en disi- parse ese estado casi generalizado de duda en relación con cuestiones tan fundamentales como la validez de los contratos electrónicos, el cumplimiento de sus obligaciones por parte de las empresas virtuales, la seguridad en los pagos, o la privacidad de los datos facilitados, entre otras. Dudas razonables, por otra parte, si admitimos que, ni la técnica es infalible, ni la ley, por amplia que sea, puede garantizar soluciones absolutas, por lo que cabría concluir que el despliegue definitivo del comercio electrónico vendrá condicionado, en buena medi- da, por la dosis de confianza que el propio comercio electrónico sea capaz de generar en los sujetos intervinientes en el mismo.

II.- Delimitación del concepto de comercio electrónico Como idea previa, hemos de aclarar que, aunque la terminología «comercio electrónico» frecuentemente se emplea en un sentido muy amplio, en el que tendrían cabida no sólo las transacciones comerciales propiamente dichas, sino, en general, cualquier intercambio o transacción electrónica de datos, en sentido estricto el comercio electrónico, o «digital» como mantienen algunos autores7, ha de limitarse a las transacciones comerciales electró- nicas8, cuyo estudio abordaremos desde un punto de vista jurídico-mercantil, y ello sin per- juicio de reconocer las evidentes implicaciones de este fenómeno con otras disciplinas tanto jurídicas como de otra índole, dado el carácter interdisciplinar del comercio electrónico. Dentro de las transacciones comerciales, y desde la perspectiva de los sujetos que inter- vienen, podemos diferenciar dos ámbitos claramente delimitados: De una parte, las tran- sacciones comerciales interempresariales (business to business en terminología anglosajo- na), y de otra parte y como contrapartida, las transacciones realizadas entre empresas y con- sumidores (business to consumers).

7 En este sentido, MASSE, David G., «Economic modelling and risk management in public key infrastructures. The business case for a broadly-based highly scalable public key infractucture», version 3.0, April 15, 1997, pág. 2: http://www.Chait-Amyyot.ca. 8 Incluyendo en estas transacciones comerciales la fase de negociación previa entre las partes contratantes que tenga por finalidad la celebración del contrato, y la atención post-venta al cliente. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 104

Sin duda alguna, la modalidad de comercio electrónico que hoy representa un mayor volumen de contratación es el realizado entre empresas9, frente a lo que son las transaccio- nes comerciales entre las empresas y los clientes-consumidores que van a adquirir los bie- nes y servicios puestos en el mercado Internet. No obstante, y pese a representar estas últimas transacciones un menor volumen en términos económicos, su peso es indiscutible, pues no puede desconocerse el hecho de que dentro del concepto «consumidores y/o usua- rios» se ubica el más amplio colectivo social. Desde otra perspectiva, podemos distinguir entre comercio electrónico directo e indi- recto. Estamos ante el comercio electrónico directo cuando la transacción comercial se pro- duce íntegramente dentro de la Red, realizándose, por tanto, de forma interactiva y on line. En esta modalidad, los productos o servicios que se adquieren tienen una naturaleza intan- gible, como ocurre en el caso de la suscripción de revistas electrónicas, programas de orde- nador, acceso a bases de datos, etc. En cambio, en el comercio electrónico indirecto las tran- sacciones comerciales no se producen de forma interactiva y en línea, sino que la entrega del producto (cualquier bien tangible, o intangible en soporte material) requerirá la interven- ción, en mayor o menor grado, de infraestructuras ajenas a la Red (sistemas de transporte, empresas de mensajería y paquetería, etc). Por último, se puede hablar de comercio electrónico nacional (transacciones comerciales concertadas dentro de un determinado país), frente al llamado comercio electrónico trans- fronterizo, modalidad ésta que se enfrenta a un nivel mayor de dificultades, toda vez que las partes contratantes se encuentran en países, cuando no en continentes distintos, con toda la problemática inherente a esta circunstancia, especialmente y como veremos, en lo con- cerniente a la ley aplicable y al juez competente para resolver las controversias surgidas entre las partes. No obstante la existencia de transacciones comerciales electrónicas que se ciñen al ámbito territorial de un determinado país, conviene destacar que la tendencia propia del comercio electrónico es hacia las transacciones «sin fronteras», toda vez que este comercio se desenvuelve en un contexto tecnológico abierto y virtual.

III.– Régimen Jurídico Español de la contratación electrónica 1.- Marco jurídico Es evidente que en el contexto de la Sociedad de la Información el comercio electrónico requiere un marco jurídico que ofrezca cobertura suficiente a cuestiones tan controvertidas como la validez legal de los contratos celebrados en la Red, la identificación de las partes contratantes, la seguridad en los pagos, la prueba del propio contrato electrónico, la respon- sabilidad de las empresas virtuales, etc. Y, en este sentido, existe en nuestro país un Anteproyecto de Ley de Comercio Electrónico (ALCE, en adelante), elaborado por el

9 Información extraída del Informe de la Asociación de Usuarios de Internet (AUI), sobre Comercio Electrónico. http://www.aui.es/biblio/bolet. En este mismo sentido, el Informe de la Asociación Española de Comercio Electrónico (AECE). Revista Dinero nº 833 de 27-04-00 y nº 834 de 04-05-00. Las nuevas tecnologías y el comercio electrónico 105

Ministerio de Fomento, y que en líneas generales sigue el contenido de la Directiva comu- nitaria sobre comercio electrónico de 200010. Pero además del ALCE han de tenerse en cuenta el siguiente marco normativo: • La Ley 7/1998, de 13 de abril, sobre Condiciones Generales de la Contratación (LCGC, en adelante), y en concreto, el art. 5.3 de la misma. • El Real Decreto 1906/1999, de 17 de diciembre, por el que se regula la contratación telefónica o electrónica con condiciones generales, dictado en desarrollo del art. 5.3 de la Ley 7/1998. • La normativa española y comunitaria sobre firma electrónica11. • A ello hay que añadir la normativa reguladora de los derechos de los consumidores y usuarios, que resulta de aplicación toda vez que a ella se remiten expresamente tanto la Directiva de comercio electrónico, como el ALCE, así como las normas mercanti- les y civiles que puedan eventualmente resultar de aplicación, según el tipo de con- trato concreto que celebren las partes.

2.- Concepto de contratación electrónica Tanto la normativa vigente sobre la materia, como la doctrina vienen definiendo lo que se entiende por contratación electrónica o contratos electrónicos. En una primera aproximación, podría afirmarse que la contratación electrónica abarca cualquier transacción comercial que se produce utilizando un medio electrónico, o como también ha puesto de manifiesto un sector de la doctrina, el consentimiento de las partes se manifiesta a través de instrumentos de comunicación telemática12. Para autores como Moreno Navarrete13, el contrato electrónico es fundamentalmente un contrato a distancia, si bien es cierto que presenta ciertas particularidades: por un lado, se utiliza el medio electrónico para la formación de la voluntad (o dicho en términos sencillos, la manifestación del consentimiento); de otro, a través del medio electrónico permanece, en la mayoría de las ocasiones, prueba cierta del negocio, el llamado documento electrónico que, en definitiva, es un contrato escrito sui generis.

10 Toda vez que en nuestro país no contamos aún con una Ley de comercio electrónico, sino que la misma se encuentra en fase de Anteproyecto (ALCE), en su redacción definitiva dicha ley habrá de adecuarse a lo esta- blecido en la citada Directiva comunitaria, en virtud de la obligación que tienen los países miembros del cin- turón comunitario de adaptar su respectivo Derecho interno al Derecho comunitario. 11 Nos referimos, en concreto, al Real Decreto Ley 14/1999, de 17 de septiembre, sobre firma electrónica, y a la Directiva 93/1999, de 13 de diciembre, por la que se establece un marco comunitario para la firma elec- trónica. 12 HERNÁNDEZ BURRIEL, J., «Contratación electrónica», Protección y Seguridad de Datos, Actualidad Económica, Vol. II, Madrid, 2000, pág. 139. 13 MORENO NAVARRETE, M.A., Contratos Electrónicos, Madrid, 1999, pág. 34. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 106

En una línea similar, Ribas Alejandro 14, defiende la tesis de que la contratación electróni- ca participa, en buena medida, de las características de la venta a distancia, por lo que la nor- mativa sobre esta materia, va a resultar asimismo de aplicación. Por su parte, el ALCE se refiere al contrato electrónico como «el celebrado sin la pre- sencia simultánea de las partes en el mismo lugar, prestando éstas su consentimiento en origen y en destino por medio de equipos electrónicos de tratamiento y almacenaje de datos, conectados por medio de cable, radio o medios ópticos o electromagnéticos». Y en términos muy parecidos aparece definida la contratación electrónica en el Real Decreto 1906/1999, de 17 de diciembre, regulador de la firma electrónica, al que más adelante hare- mos referencia. En definitiva, los contratos electrónicos son aquéllos que se realizan sin presencia física simultánea de las partes en el mismo lugar, y con la utilización de medios electrónicos, lo que va a conferir unas dificultades especiales a este tipo de contratación, en buena medida por las características especiales del contexto virtual.

3.- Validez de los contratos electrónicos La Directiva comunitaria sobre comercio electrónico de 2000, a cuyo contenido han de adaptar su Derecho los países miembros, exige que éstos posibiliten a través de sus res- pectivas legislaciones los contratos por vía electrónica, no privándoles de efectos por el hecho de haber sido celebrados por medios telemáticos. Por lo que a la situación española se refiere, el ALCE atribuye a estos contratos la misma validez legal que a los celebrados por otras formas admitidas en Derecho, no siendo impe- dimento para dicha validez la exigencia de la forma escrita para algunas modalidades de con- tratos, toda vez que esta exigencia se entiende cumplida en el caso de la contratación elec- trónica a través de los documentos electrónicos (equivalentes virtuales de los documentos en soporte papel), del mismo modo que, como veremos, se equipara la denominada firma electrónica avanzada a la firma tradicional manuscrita. No cabe duda alguna, por tanto acerca de la admisión de la validez de los contratos elec- trónicos, puesto que en nuestro ordenamiento jurídico los contratos existen desde que una o varias personas consienten en obligarse, siendo obligatorios cualquiera que sea la forma en que se celebren 15. La duda que cabría plantear es si cualquier tipo de contrato podría realizarse por vía elec- trónica, y en este sentido la respuesta es negativa, toda vez que tanto la normativa españo-

14 RIBAS ALEJANDRO, J. Aspectos Jurídicos del Comercio Electrónico en Internet. Navarra, 1999, págs. 62 y ss. 15 De acuerdo con lo establecido en los artículos 1254, 1255 y 1278 del Código Civil, y artículo 51 del Código de Comercio. Las nuevas tecnologías y el comercio electrónico 107 la (ALCE), como la comunitaria (Directiva), se refieren a una lista de contratos excluidos de esta posibilidad16.

4.- Empresas prestadoras de servicios de la Sociedad de la Información Tanto la Directiva de comercio electrónico, como el ALCE incluyen el comercio electró- nico dentro de los servicios de la Sociedad de la Información17, y desde esta perspectiva, las empresas que prestan o suministran servicios de este tipo son denominadas por la citada normativa prestadores de servicios de la Sociedad de la Información18. Entre las obligaciones fundamentales de estas empresas, se señalan las siguientes: la de suministrar amplia información a los usuarios de estos servicios (entre otros datos, los correspondientes a su nombre o denominación social, registro, la dirección de su estableci- miento, la de su correo electrónico; el modo en que el usuario podrá corregir los posibles errores técnicos de manipulación a la hora de solicitar el servicio; el precio total de dicho ser- vicio, indicando si incluye o no los impuestos y los gastos de envío; los códigos de conduc- ta que, en su caso, el prestador de servicios haya asumido y el modo de acceder al conte- nido de los mismos). De otra parte, las normas existentes en materia de publicidad en el mundo real se apli- carán, en principio y en la medida de lo posible, a Internet, a fin de combatir todas las for- mas de publicidad ilícita en el Ciberespacio. En cuanto a las comunicaciones comerciales que estas empresas hagan, se regulan en concreto aquellas efectuadas a través de correo electrónico y sin mediar solicitud previa del cliente, estableciéndose al efecto la obligación del prestador del servicio de identificarlas como tales de forma clara e inequívoca antes de su envío19.

16 Entre otros contratos, quedan excluidos los que requieran la intervención de Tribunales, autoridades públi- cas, Notarios y Registradores; los de creación de derechos sobre bienes inmuebles, a excepción de los de arrendamiento regidos por la legislación común; los de crédito, y los civiles y mercantiles de garantía (Lo que es conforme con lo establecido en la Directiva 97/7/CEE sobre protección de los consumidores en materia de contratos a distancia). 17 Al igual que se habla de Sociedad Industrial para referirnos a los sistemas económicos y sociales que han dominado la mayor parte del siglo XX, con el término Sociedad de la Información se alude a un nuevo mode- lo en el que la información en todas sus formas, textos escritos, datos, sonidos e imágenes, etc, ocupa el lugar central. No se trata sólo de que su intercambio y uso eficiente se considere un factor clave en el desa- rrollo económico, sino también que el acceso intensivo a la información afecta a todas las actividades vita- les de las personas, y por tanto, a la forma en que éstas trabajan, se informan, aprenden, utilizan su ocio, o contratan (Información encontrada en la web del Ministerio de Ciencia y Te c n o l o g í a . http:www.setsi.mcyt.es/sat/sat.htm 18 En el ALCE se define al «prestador de servicios» como aquella persona física o jurídica que suministra un servicio de la sociedad de la información, como la contratación de bienes o servicios en línea, la organiza- ción de mercados virtuales, la realización de comunicaciones comerciales, el suministro de información en línea, el ofrecimiento de instrumentos de búsqueda, acceso y recopilación de datos, el alojamiento de infor- mación, aplicaciones o servicios, la distribución de contenidos bajo demanda, etc. 19 Si el usuario de estos servicios es un consumidor, el prestador del servicio vendrá obligado, además, a garan- tizar a éste la posibilidad de conservar y reproducir tanto las cláusulas contractuales, como en su caso, las condiciones generales que se incorporen al contrato, cuestión esta que se abordará con mayor amplitud en el punto siguiente. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 108

Se establece, por otra parte, el régimen de responsabilidad de estas empresas, y en con- creto, la obligación que tienen de responder de los daños y perjuicios que causen cuando incumplan sus obligaciones o no actúen con la diligencia debida, aunque en relación con este tema nos enfrentamos a un serio problema, y es que prácticamente quedan fuera de este régimen de responsabilidad los llamados intermediarios 20, quienes, de acuerdo con lo esta- blecido en el ALCE y en la Directiva, no van a ser responsables de los contenidos transmiti- dos vía electrónica, ni vendrán obligados a supervisar los datos que transmitan o almacenen, ni a realizar búsquedas activas de datos o actividades ilícitas (aunque, obviamente, sí van a responder cuando alteren o transformen la información que transmiten, almacenan o alojan, o bien cuando de forma ilícita negocien con ella). En orden al momento en que se va a considerar cerrada la transacción entre el prestador de servicios y el usuario-cliente, no existen grandes diferencias con respecto de los contra- tos realizados en el mundo físico por los medios tradicionales. En cualquier caso, el contra- to se perfeccionará con el consentimiento de las partes, y otorgado este consentimiento, podemos entender que el contrato existe y las partes vienen compelidas a su cumplimien- to. Cuestión distinta es que en los contratos realizados vía Internet, las partes suelen pres- tar el consentimiento, no a través de palabras dichas o escritas, sino a través de determina- dos gestos (de ordinario, haciendo «clic» en un icono, con lo que estarán manifestando su aceptación o conformidad respecto de los términos del contrato), transmitiéndose este con- sentimiento en forma de «bits», lo que no deja de constituir una novedad en relación con los contratos que tradicionalmente hemos venido realizando. Pero, en cualquier caso, la idea fundamental es que el hecho de que el contrato se realice vía Internet no es obstáculo para que se pueda considerar válido. Otra cuestión relevante es que en el comercio electrónico transfronterizo, de acuerdo con lo establecido en el ALCE y también en la Directiva, la ley aplicable al contrato y el juez competente para resolver las posibles conflictos surgidos entre las partes y derivados de dicho contrato, van a ser los del país de la empresa prestadora del servicio, lo que significa que cuando los consumidores contraten con empresas establecidas en España o en cual- quier otro país comunitario, el contrato se regirá por la legislación correspondiente a la empresa, siendo los jueces y tribunales de dicho país los competentes para dirimir los even- tuales conflictos entre las partes21. Es obvio que la medida no resulta nada beneficiosa para los consumidores, pues queda- rán obligados por las legislaciones de las empresas virtuales con las que contraten, con el

20 Se entiende por intermediarios los prestadores que realicen actividades de mera transmisión, almacena- miento o alojamiento de datos. 21 A lo que habría que añadir la siguiente previsión, contenida en el artículo 23 del ALCE: Cuando alguno de los contratantes no tuviera la nacionalidad de un Estado miembro de la Unión Europea, para la determinación de la ley aplicable y la jurisdicción competente se estará a lo dispuesto en los Convenios y Tratados Internacionales en los que España sea parte y, en su defecto, a las normas de Derecho internacional priva- dos establecidas en el Título Preliminar del Código Civil haciendo gala de llevar a cabo políticas legislativas muy protectoras de los derechos e intereses del consumidor. Las nuevas tecnologías y el comercio electrónico 109 riesgo que ello va a suponer en muchos casos, de tener que desplazarse y litigar ante juris- dicciones extranjeras cuando resulte necesario acudir a la vía judicial22. Como ha puesto de manifiesto la doctrina23, empresas y profesionales de la más variada índole proyectan hoy su actividad comercial y de negocio en este gigantesco mercado vir- tual cuya plataforma es la Red (proveedores de acceso a Internet, proveedores de servicios de Internet, suministradores de servicios en línea y suministradores de contenido, entre otros).

IV.– Contratos electrónicos con condiciones generales. La posición del consumidor en estos contratos Se trata de contratos que, al igual que los que se conciertan en el comercio presencial, incluyen cláusulas predispuestas o preestablecidas por el empresario, con la pretensión de aplicarlas a todos los clientes con los que contrate, por lo que no estamos hablando de cláu- sulas libremente negociadas entre las partes, sino de cláusulas que una de las partes impo- ne unilateralmente a la otra parte contratante. Es claro que los clientes pueden ser tanto con- sumidores, como empresas o profesionales, y asumirán la posición de cliente-adherente, frente al empresario-predisponente, que es quien impone esas condiciones o cláusulas. Hoy el mundo de los negocios exige rapidez y las empresas necesitan actuar con celeri- dad para agilizar su tráfico mercantil. Desde esta perspectiva se justifica la aceptación de las condiciones generales de los contratos mercantiles, toda vez que el tráfico comercial se rea- liza en masa y se admite que, ciertamente el empresario «no podría detenerse a discutir con cada posible y eventual cliente todas y cada una de las condiciones o cláusulas contractua- les». Al igual que ocurre en el comercio físico, también en el Ciberespacio la mayoría de los contratos que se realizan contienen condiciones generales, y lo peculiar de su régimen jurí- dico24 es que, cuando una de las partes contratantes tiene la condición de consumidor, se refuerzan las medidas de protección, al objeto de evitar su indefensión, pues se parte de considerar que en este tipo de contratos la posición del consumidor es especialmente vul- nerable25.

22 Ello supone finalmente un claro triunfo para los sectores empresariales con presencia en la Red, cuya fuer- te presión ha servido para lograr se modificasen las primeras redacciones tanto de la Directiva como del Anteproyecto español, y en las que se establecía que la ley aplicable al contrato y la jurisdicción competen- te para resolver las posibles controversias entre las partes, serían las correspondientes al país del usuario del servicio. La modificación de este planteamiento constituye, sin duda, un duro golpe para los intereses de los consumidores, más sorprendente aún cuanto los países que integran el cinturón comunitario vienen haciendo gala de llevar a cabo políticas legislativas muy protectoras de los derechos e intereses del consu- midor. 23 En este sentido, DE MIGUEL ASENSIO, P.A. Derecho Privado de Internet. Madrid, 2000, p. 35-38. 24 Constituido fundamentalmente por el Real Decreto 1906/1999, de 17 de diciembre, por el que se regula la contratación telefónica o electrónica con condiciones generales, que desarrolla el art. 5.3 de la Ley de Condiciones Generales de Contratación de 1998. 25 Cfr., para una información más amplia sobre el régimen de las Condiciones Generales, PAGADOR LÓPEZ, J. «Las condiciones generales de la contratación: Introducción y régimen jurídico de los contratos celebra- dos mediante ellas», Curso sobre Protección Jurídica de los Consumidores, Madrid, 1999, págs. 164-194. Igualmente, resulta muy interesante el estudio abordado por MARTÍNEZ NADAL, A. en esa misma obra sobre la protección legal del consumidor en el comercio electrónico, págs. 255-259. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 110

Entre dichas medidas especiales de protección establecidas a favor del consumidor cabe destacar las siguientes: • Una vez celebrado el contrato, el consumidor dispone de un plazo de siete días para resolverlo, sin tener que tener que asumir ningún tipo de penalización o gasto, y recu- perando las cantidades o precio que, en su caso, hubiera abonado. • Antes de celebrar el contrato y con una antelación mínima de tres días, el empresario deberá facilitarle, de modo veraz, eficaz y completo, información sobre todas y cada una de las cláusulas del contrato y remitirle, por cualquier medio adecuado el texto completo de las condiciones generales, que además nunca podrán ser abusivas, en el sentido de que rompan el equilibrio del contrato en perjuicio del consumidor. • También se establece que una vez celebrado el contrato, el empresario deberá enviar- le inmediatamente al consumidor, y, a más tardar, en el momento de la entrega del bien o comienzo de la ejecución del contrato, un documento escrito donde consten los tér- minos del contrato o, a propuesta del mismo, en cualquier otro soporte duradero 26 .

V.- La fiabilidad en el ámbito del comercio electrónico 1.- Las firmas electrónicas como instrumento de fiabilidad. Para facilitar el comercio electrónico y conferir seguridad a los intervinientes en el mismo, se otorga a los documentos electrónicos la misma validez y eficacia que a los docu- mentos en soporte papel27, y a la firma electrónica avanzada o digital el mismo valor que a la firma tradicional manuscrita. Como ya se ha señalado, la normativa que regula en nuestro Derecho esta materia es el Real Decreto Ley 14/1999, de 17 de diciembre, sobre firma electrónica28. Pero, ¿qué se entiende por firma electrónica? El Real Decreto Ley define las firmas elec- trónicas, y dentro de éstas, las denominadas firmas digitales, o también firmas electrónicas avanzadas, y consideradas hoy como las firmas más seguras. Así, entiende por firma elec- trónica «el conjunto de datos, en forma electrónica, anejos a otros datos electrónicos o aso- ciados funcionalmente con ellos, utilizados como medio para identificar formalmente al autor

26 Se ha de entender por soporte duradero, de acuerdo con la normativa vigente, «cualquier instrumento que permita al cliente conservar sus informaciones sin verse obligado a realizar por sí mismo su almacenamien- to, en particular, los disquetes informáticos y el disco duro del ordenador del consumidor que almacena los mensajes de correo electrónico». 27 Hoy está aceptada, sin traba alguna, la validez de los documentos electrónicos, tanto a nivel legal y doctri- nal, como a nivel jurisprudencial. 28 Que de un modo un tanto contradictorio, ha entrado en vigor poco antes de que lo hiciera la correspondien- te Directiva comunitaria (Directiva 93/1999, de 13 de diciembre, por la que se establece un marco comuni- tario sobre la firma electrónica). Ha de señalarse asimismo que dicho Real Decreto Ley ha sido desarrollado por la Orden de 21-02-2000, por la que se aprueba el Reglamento de acreditación de prestadores de servi- cios de certificación de determinados productos de firma electrónica. Con esta normativa, España sigue el camino iniciado por la Digital Signature Act, aprobada en 1996 en el Estado norteamericano de Utah (prime- ra ley por la que se reguló la firma electrónica), y por las Leyes aprobadas en Italia y Alemania en 1997. Las nuevas tecnologías y el comercio electrónico 111 o a los autores del documento que la recoge», y que si es avanzada o digital, va a permitir además detectar cualquier modificación ulterior que se produzca en relación con los datos a que dicha firma se refiere. Aunque se considera que ambas firmas tienen valor probatorio en juicio, sin embargo sólo la firma electrónica avanzada tendrá, respecto de los datos consignados en forma elec- trónica, el mismo valor jurídico que se le viene atribuyendo a la firma manuscrita respecto de los datos consignados en papel29, siempre que dicha firma electrónica esté basada en un certificado reconocido y que éste haya sido producido mediante un dispositivo seguro de creación de firma. De ahí la enorme importancia de los certificados digitales, emitidos por las llamadas Autoridades de Certificación 30, que van a introducir en las transacciones electrónicas el ele- mento de la confianza, esencial en el contexto virtual, pues partimos de que, en principio, las comunicaciones por Internet no son seguras y datos como, por ejemplo, los contenidos en una tarjeta de crédito o la clave de acceso a un banco virtual pueden ser interceptados y utilizados sin consentimiento de su titular. Para evitar la interceptación de mensajes se utilizan las técnicas de cifrado y los corres- pondientes certificados digitales, los que garantizarán que dos ordenadores que se comuni- can entre sí puedan efectuar transacciones electrónicas con éxito, apoyándose en esas téc- nicas de cifrado o criptográficas31. Los datos se cifran para hacerlos ininteligibles para cual- quier persona que no posea cierta información secreta (clave criptográfica), necesaria para el descifrado de los mismos. Tradicionalmente, la clave secreta era una clave común o com- partida, criptografía simétrica (o de clave privada)32, hasta que más tarde el desarrollo de la

29 Una posición distinta dentro de la Europa comunitaria puede observarse en la británica Electronic Communications Bill, que aborda entre otras cuestiones, las firmas electrónicas, pero aún siendo una norma compatible con las Criptography Guidelines de la OCDE y con la Ley Modelo de CNDMI/UNCITRAL sobre Comercio Electrónico, no disciplina una presunción de validez de las firmas electrónicas, con lo que queda al arbitrio de los tribunales determinar en cada caso si la firma electrónica ha sido correctamente usada y el valor de la misma frente a otro medio de prueba. 30 Luego, las Autoridades de Certificación son las terceras partes de confianza. Se trata de entidades, públicas o privadas, que tienen dos funciones fundamentales: De una parte, la generación de claves públicas y certi- ficados bajo demanda, y de otra, dar a conocer sus claves públicas para que se puedan efectuar las com- probaciones pertinentes. En la actualidad, la Autoridad de Certificación más conocida es la empresa privada «VeriSign», además de las empresas de tarjetas de crédito Visa, Master Card y American Express. Entre las Autoridades de Certificación existentes en España, destacan: La Agencia de Certificación Electrónica (ACE), la Fundación Española para el Estudio de la Seguridad de las Telecomunicaciones (FESTE) y la Autoridad de Certificación de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre (FNMT-CA). Esta última para el ámbito de la Administración. 31 Ciencia que, mediante el uso de códigos secretos, se encarga de transformar mensajes en formas aparen- temente ininteligibles y devolverlos a su forma original. Así, mientras la criptografía es conocida como el arte de crear criptosistemas (métodos para codificar mensajes), el criptoanálisis es justo lo contrario: el arte de romper criptosistemas, con la consiguiente descodificación del mensaje. 32 No llega a ser un método seguro, pues este sistema requiere que las partes se conozcan y que confíen ple- namente la una en la otra. La clave común que usan las partes para el cifrado y el descifrado ha sido pre- viamente acordada por ellas, y deben mantenerla en secreto para evitar el acceso no autorizado al mensaje, pues la difusión de la clave abriría la posibilidad de que un tercero pudiera descifrarlo. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 112

criptografía asimétrica (o de clave pública)33 permitió el intercambio de datos cifrados, sin la necesidad de que previamente las partes intercambiaran la clave secreta. La clave pública consta en el certificado digital, con lo que si el remitente envía un men- saje cifrado con su clave privada, el destinatario puede descifrarlo usando la clave pública, y con seguridad plena sobre la persona del remitente. Es decir, las firmas digitales van a pro- porcionar: confidencialidad (enviar mensajes secretos sin que las partes deban previamente comunicarse ninguna clave), autenticidad (garantizando la no suplantación de la identidad de las partes), confidencialidad e integridad (garantizando que no ha habido captura de infor- mación por parte de un tercero ni modificación de datos), no rechazo en origen ni en desti- no (con lo que se impide que las partes puedan negar el envío y la recepción del mensaje, respectivamente). En estos casos la clave privada se utiliza para crear una firma digital, y la pública para veri- ficar dicha firma digital. En términos sencillos, y siguiendo a un reconocido sector doctrinal34, podemos decir que la firma electrónica avanzada goza de una presunción de validez, recayendo la carga de la prueba de lo contrario sobre la persona que la niega, mientras que las restantes firmas elec- trónicas exigen que se pruebe su validez. Finalmente, hemos de aclarar que los contratos en la Red, y en particular, los pagos elec- trónicos relacionados con ellos, pueden efectuarse utilizando firmas digitales o sin el empleo de las mismas, todo depende, obviamente, del grado de seguridad que se desee o necesi- te en la operación concreta, cuyo valor o importancia económica será también un dato a tener en cuenta en este sentido. Pero ha de admitirse, en cualquier caso, que el uso de las firmas electrónicas, especialmente de las digitales, va a garantizar un alto grado de fiabilidad a las transacciones comerciales virtuales, sin atrevernos a afirmar que garantice en todos los casos y en términos absolutos la seguridad en las transacciones, pues hablar de seguridad absoluta en la Red es, aún hoy, casi un espejismo, toda vez que al tiempo que se perfec- cionan las técnicas criptográficas en pos de dicho objetivo, también avanzan en paralelo las técnicas fraudulentas de descifrado, cada vez más sofisticadas. Téngase en cuenta en este sentido que Internet es un medio especialmente propenso a engaños, fraudes y estafas, y que en la Red navegan gentes de todo tipo y condición, incluidos hackers y crackers 35.

33 Basada en el uso de un par de claves asociadas: una privada, conocida exclusivamente por su titular, quien debe mantenerla en secreto, y otra pública, relacionada matemáticamente con ella, y que no sólo puede, sino que debe ser accesible para cualquiera (por ej. a través de directorios públicos de fácil acceso). Ambas claves funcionan unidas, y de este modo, el mensaje viaja cifrado hasta el destinatario, única persona que podrá descifrarlo, ya que sólo él conoce su propia clave privada. 34 JIMÉNEZ DE PARGA, R. El comercio electrónico (¿seguridad jurídica?). Revista Derecho de los Negocios n.º 118-119, Julio-Agosto 2000. 35 Con todo el complejo entramado de actividades que unos y otros pueden desplegar, y que abarca desde comportamientos simplemente molestos, que en principio no persiguen la causación de un daño, hasta con- ductas que pueden conceptuarse como peligrosas, perjudiciales y hasta delictivas, y que claramente se per- petran con la clara intención de provocar daños (aunque en ocasiones se camuflen bajo expresiones tan cán- didas como I love you, el mortífero virus que provocara, no hace demasiado tiempo, daños de incalculables dimensiones en los equipos informáticos de personas, entidades y empresas de todo el mundo). Las nuevas tecnologías y el comercio electrónico 113

2.- El arbitraje telemático como alternativa a la vía judicial Acreditada suficientemente la eficacia del arbitraje en el mundo físico, se intenta ahora potenciar el arbitraje como mecanismo de resolución de conflictos en la Red, para evitar que las partes contratantes se vean obligadas a acudir a la vía judicial a la hora de resolver sus controversias, con lo que se soslayan, de paso, los dos grandes inconvenientes de los pro- cedimientos judiciales (el alto coste económico y la desesperante y preocupante lentitud que viene caracterizando al aparato judicial). Ya en su día la normativa específica sobre arbitraje de consumo36 estableció la creación de las Juntas Arbitrales -órganos ante los que se presenta la solicitud de arbitraje- así como el procedimiento a seguir para celebrarlo37. El sistema arbitral va a proporcionar a las partes la posibilidad de que el conflicto pueda ser resuelto por el llamado Colegio Arbitral, en un breve plazo de tiempo, sin tener que acudir a los Tribunales, y de forma gratuita (o con un coste mínimo). Claro que no todas las materias pueden someterse a arbitraje. Así, la normativa regula- dora del arbitraje establece que esta institución no se podrá utilizar, entre otros, en los casos de intoxicación, lesión, muerte e indicios racionales de delito. Hoy, la normativa reguladora del comercio electrónico, y en concreto el ALCE, en lo que se refiere a nuestro país, prevé que los contratos electrónicos incluyan el arbitraje como mecanismo extrajudicial de resolución de litigios, e incluso la posibilidad, hoy real, de que el arbitraje se desarrolle dentro de la Red38. Indudablemente, esta medida supone un gran avan- ce para el comercio electrónico, ya que abre la posibilidad de que muchos de los problemas surgidos en torno a la contratación electrónica sean resueltos a través del arbitraje telemáti- co, con las indiscutibles ventajas que ello representa tanto para las empresas virtuales, como para los clientes que contraten con ellas39.

36 Ley 36/1988, de 5 de diciembre, de Arbitraje, y el Real Decreto 636/1993, de 3 de mayo, por el que se regu- la el Sistema Arbitral de Consumo. 37 La solicitud de arbitraje se presenta ante la Junta Arbitral, quien una vez asegurada la adhesión de la empre- sa al sistema, designa al Colegio Arbitral, a quien corresponde dirimir el conflicto dictando una resolución lla- mada laudo, que es vinculante y tiene los mismos efectos que una sentencia. Pero para ello, es necesario que las partes acepten voluntariamente someter la cuestión a arbitraje, requisito imprescindible para que la misma pueda dilucidarse por este medio. 38 Un buen ejemplo de ello en el panorama español lo constituye la Asociación Española de ArbitrajeTecnológico, ARBITEC. Para una información más amplia sobre ARBITEC puede consultarse la siguiente dirección: http://www.onnet.es/arbitec. 39 Del mismo modo que ocurre en el arbitraje de consumo celebrado en el mundo físico o real, al amparo del citado Real Decreto 636/1993, de 3 de mayo, también en el arbitraje telemático las partes habrán de ser necesariamente un empresario o profesional, de una parte, y un consumidor, de otra (sin perjuicio, claro está, de que los conflictos surgidos entre empresas, hayan éstas contratado electrónicamente o por otros medios convencionales, también pueden ser resueltos mediante la institución del arbitraje, pero en estos casos no estaremos ante el arbitraje de consumo, toda vez que no concurre la condición de consumidor en ninguna PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 114

3.- Los códigos de conducta Estos códigos de conducta o normas deontológicas forman parte de la llamada autorre- gulación de la Red, y sin duda alguna son de vital importancia para el comercio electrónico, ya que, como hemos señalado, el problema de fondo tiene mucho que ver con las limita- ciones de la ley para regular dicho fenómeno en toda su magnitud. Este conglomerado de reglas y consejos integrantes de la denominada Netiquette, en tanto pautas de conducta específicas del contexto virtual, han sido elaboradas por los propios participantes o actores de la Red, emanadas «en y para Internet», y están relacionadas con el uso responsable de sus servicios y el correcto desarrollo de actividades en el Ciberespacio40. Así, las relativas a la independencia, dignidad y honor de la profesión, secreto profesional y lealtad hacia clien- tes y colegas. Por su parte, la Directiva comunitaria de comercio electrónico establece que para facili- tar la aplicación de la misma, los Estados miembros fomentarán la adopción de códigos de conducta a nivel comunitario. En la misma línea, el Anteproyecto español41. Sin duda alguna, estos códigos de conducta van a contribuir al desarrollo y evolución favorables del mercado Internet, si aceptamos, de un lado, que la regulación legal presenta aspectos difíciles de superar, y de otro lado, que un excesivo intervencionismo legal podría suponer un freno al despegue del comercio electrónico, especialmente, del transfronterizo. Es evidente que la asunción de estas normas por parte de los distintos sectores y organiza- ciones empresariales y profesionales, además de proporcionar un clima de confianza y segu- ridad a quienes contraten con ellos, va a servir también para mitigar las lagunas legales, tan difíciles de superar en el Ciberespacio, por lo que de reto permanente y casi inabarcable va a suponer para los legisladores, quienes a lo largo de los siglos, y éste es un hecho consta- tado, no han conseguido hacer desaparecer por completo las lagunas legales en el mundo físico o real.

40 En este sentido, DE MIGUEL ASENSIO, P.A. Derecho Privado de Internet, cit. locus, p. 72-75. La consulta de estas normas deontológicas puede efectuarse a través de las siguientes direcciones de Internet que se citan a título de ejemplo: http://www.ct.es/USER/chiri/home.htm; http://www.bsa.org/es; h t t p : / / h o b b e s . n c s a . u i u c . e d u / s e a n / d e c l a r a t i o n . h t m l ; h t t p : / / w w w.bsa.org/es; http://usic.org/news/index.htm; http://www.albion.com/netiquette/; http://www.usic.org/news/index.htm. 41 El artículo 14 del ALCE establece, entre otras cuestiones, que «las Administraciones Públicas fomentarán, a través de la coordinación y el asesoramiento, que las asociaciones y organizaciones comerciales, profesio- nales y de consumidores elaboren y apliquen códigos de conducta de ámbito nacional, y, en su caso, comu- nitario...». LA ENSEÑANZA O N L I N E Y LAS OPCIONES DE LA MODERNIDA D 1

Andrew Feenberg Filósofo de la tecnología. San Diego University. E-mail: [email protected]

La tecnología y la modernidad Muchos debates recientes sobre Internet ponen énfasis en su potencial de efectuar cambios profundos e históricos en nuestras vidas. Y es en el área de la educación donde estos cambios anticipados son más radicales. Nos dicen que el contenido substancial de la enseñanza puede ser impartido mejor por los ordenadores que por los profesores. ¿Estamos al filo de una transformación fundamental que derrumbaría todas nuestras suposiciones sobre la educación, al entrar en una era posindustrial de la información o, al contrario, sere- mos testigos de unos cambios significativos pero más modestos en los medios que dispo- ne la educación que ya conocemos? Como participante en el desarrollo inicial de la ense- ñanza online espero contribuir al debate con una apreciación realista de las limitaciones y las posibilidades de estas nuevas tecnologías. La cuestión no se limita sólo a la educación, que es sólo uno de varios frentes en la lucha de definir la sociedad del futuro. El mismísimo significado de la modernidad está en juego en esta lucha. Un posible resultado de ésta será una sociedad que refleje en todas sus ins- tituciones la lógica de la producción moderna, obsesionada por la eficacia conseguida por la mecanización y la gestión. La Internet podría servir a este proyecto tecnocrático en áreas como la educación que hasta ahora han sido protegida. Pero también se puede vislumbrar un resultado muy diferente que no tiene como modelo la fábrica sino otra institución moder- na; la ciudad. La ciudad es el lugar de las interacciones cosmopolitas y donde se potencia la comuni- cación. Su dios no es la eficiencia sino la libertad. No se dedica a la rígida reproducción de la única y "mejor" manera de gestionar, sino a la comprobación flexible de todas las posibilida- des y al desarrollo de lo nuevo. No al control jerárquico sino a los contactos horizontales no planificados. No a la simplificación y a la estandarización sino a la variedad y al aumento de la capacidad imprescindible para evaluar un mundo más complejo2. Internet desarrolla esta lógica urbana de una manera radicalmente nueva que también brinda la posibilidad de un desarrollo de la educación. Y este desarrollo amenaza a sobrepasar los límites de la cultura

1 Traducción de Adrian Birtwistle y Andoni Alonso. 2 Véase Sennet (1978) y Berman (1988) sobre la importancia central de la ciudad en la vida moderna. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 116

dominante cuyo poder está arraigado en la ignorancia y la pasividad de la población subya- cente. ¿Qué ocurriría si la educación y no el mundo de los espectáculos formara la cultura en las sociedades avanzadas? Esta cuestión tiene un precedente significativo. Es evidente que la desaparición gradual del trabajo infantil y el establecimiento consecuente de la enseñanza universal han tenido un impacto enorme en las sociedades modernas y en la formación de las personas que las inte- gran. El tiempo prolongado para el aprendizaje que nos permiten las sociedades modernas determina hasta qué punto somos capaces de comprender y de actuar independientemen- te en el complejo mundo tecnologizado que nos rodea. Sin embargo, hay una conexión fuerte entre la educación y la división del trabajo; y ésta tiene el papel dominante desde hace mucho tiempo en la predeterminación de la educación. En las sociedades donde la producción de mano de obra no cualificada determina la repro- ducción de la educación, el nivel cultural será relativamente bajo. Marx no veía ninguna esca- patoria de esta situación mientras que el capitalismo sobreviviera, imponiendo su división del trabajo. Sin embargo el capitalismo está vivo y goza de buena salud mucho tiempo después de que la demanda del trabajo cualificado haya aumentado de tal manera que ya acapara una sección significante de la mano de obra. Como consecuencia, ha habido un dinamismo edu- cacional impresionante promovido por el sistema. La educación adulta, por ejemplo, absor- be más de la mitad de los alumnos en los programas de las universidades norteamericanas como consecuencia directa de la falta de competencias en el mercado de trabajo. Sin embargo, cabe preguntarse hasta qué punto puede continuar esta tendencia bajo el capitalismo. En primer lugar, la demanda creciente de mano de obra formada en el mundo avanzado capitalista tiene su correlación con la exportación de la producción industrial a los países pobres. Mientras que los trabajadores industriales o los obreros no cualificados, miembros de sindicatos fuertes, sufren un gran declive en sus sueldos y en la seguridad del empleo en los países avanzados, aparecen pautas anticuadas de industrialización en todas partes. El resultado neto podría ser un aumento global de la supresión del trabajo cualifica- do a pesar de lo que parece ser la tendencia contraria en lugares tal como Santa Mónica, California o el mismísimo Silicon Valley. En segundo lugar, el capitalismo se preocupa cada vez más por el alto costo de la educación que es actualmente el item más grande de los pre- supuestos en todas las naciones capitalistas avanzadas con la excepción de los EEUU e Israel. En los EEUU la promesa de Internet ha inspirado una ofensiva ideológica masiva hacia la enseñanza automatizada y descualificada. Estos problemas sugieren la continua relevan- cia de una teoría crítica sobre las políticas educativas. En los Grundrisse, Marx nos presenta una prognosis interesante sobre el futuro de la educación bajo el socialismo. He discutido más extensamente las ideas de Marx en otra parte - (Feenberg, 1991 capítulo 7). Aquí voy a hacer un breve resumen que destacará los conceptos alternativos de la modernidad que suponen las políticas educativas diferentes. Marx sostiene que los niveles cada vez más altos de la mecanización de la industria crearán una creciente demanda de nuevas competencias y especializaciones. Marx espera a que los trabajadores satisfacen esta demanda de una manera semejante a lo que hacen hoy en día, en nuestra sociedad capitalista, por un proceso continuo de la educación adulta. La jornada laboral será más corta una vez que se hayan introducido más tecnologías avanzadas, y esto La enseñanza online y las opciones de la modernidad 117 liberará el tiempo que se necesita para el aprendizaje. El incentivo del capitalismo de des- prestigiar el trabajo mediante la estrategia de suprimir la cualificación será reemplazado por una tendencia contraria de enriquecer los empleos para aprovecharse del suministro cre- ciente de habilidades. Esto, a su vez, facilitará aún más la reducción de la jornada laboral, aumentando así el tiempo disponible para el aprendizaje, que, a su vez, será introducido en la economía como un recurso productivo prácticamente gratuito. Se establecerá una retroa- limentación positiva que conllevará a la reducción del tiempo laboral necesario y correlacio- nada con un aumento constante del nivel cultural, resultando en la creación de una pobla- ción cosmopolita capaz de comprender y controlar el mundo que le rodea mediante el desa- rrollo de sus talentos y capacidades. Por lo tanto, la política educativa es fundamental para el futuro de la modernidad según la idea de Marx donde sigue - lo que yo he llamado un modelo "urbano" de desarrollo. La democratización de la sociedad industrial y la transformación del trabajo en una acti- vidad creativa están aún vinculadas a la liberación de la educación de las demandas de una estrecha división del trabajo. Esto ha ocurrido -hasta cierto punto -bajo el capitalismo, pero es posible que estemos alcanzando el límite de esta tendencia mucho antes del punto de despegue de la nueva sociedad prognosticada por Marx. Si la propia educación puede ser un factor en esta liberación es una cuestión abierta; pero no cabe duda de que en la actualidad es una tarea política imprescindible defender su contribución potencial contra las demandas de la eficacia -definida por las multinacionales. Por lo tanto, la cuestión que se sobreentien- de en el debate siguiente sobre las tecnologías de la educación es: ¿Qué modelo plasmará el futuro de la educación- la fábrica o la ciudad? En conclusión, haré un esbozo de unos prin- cipios metodológicos para el estudio de la tecnología y que han sido inspirados por este ejemplo siguiente.

La Tecnología de la Educación desde Platón hasta Internet Una de las primeras tecnologías de la educación era la escritura, y, como todas las tec- nologías siguientes, tuvo sus críticos. Platón, el más famoso entre ellos, denunció este medio por su incapacidad de recrear la reciprocidad del discurso hablado. Este hizo que Sócrates sostuviera en El Fedro -un texto que, de una manera muy apta, describe una con- versación íntima entre profesor y alumno- que la escritura es análoga a la pintura: Los productos de los pintores se presentan ante nosotros como si estu- vieran vivos, pero si les preguntas, mantienen un silencio majestuoso. Ocurre lo mismo con las palabras escritas. Parece que te hablan como si fuesen inte- ligentes, pero si, con el afán de educarte, les haces cualquier pregunta sobre lo que dicen, siguen diciéndote eternamente lo mismo. (1961, p. 521). En resumen, mantiene Platón que la tecnología de la escritura tiene el poder de destruir la relación dialógica que debería unir al profesor y al alumno. La tecnología en forma de escri- tura parece el enemigo del toque humano, y esto es una postura bien conocida entre los crí- ticos de hoy en día de la vida moderna. ¿Cuántas veces hemos oído decir que la tecnología enajena, envasa y deshumaniza, que los sistemas técnicos son una injerencia en las relacio- nes humanas, despersonalizando la vida social y neutralizando sus implicaciones normativas? PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 118

Irónicamente, Platón utilizó un texto escrito como vehículo de su crítica de la escritura, estableciendo así un precedente que continuamos a seguir en los debates actuales sobre la tecnología de la educación: muchos de los ataques más vociferantes contra los medios de comunicación basados en la Red circulan por Internet. (Noble, 1997). Como lo ve Platón, el medio en que comunicamos determina la calidad de nuestras inter- acciones. Pero esto es un punto de vista profundamente errónea, como lo han sostenido muchos estudiantes contemporáneos de la tecnología. Al contrario, el impacto social de la tecnología depende de su diseño y de su utilización. La escritura puede prestarse al diálogo continuo entre profesores y alumnos, y el discurso hablado fácilmente podría degenerar en un monólogo. Sin embargo, aunque la condena de Platón de la escritura fue injusta, su crítica tenía un cierto mérito en al menos un detalle: vale la pena tener en cuenta de que cuando se intro- duce una nueva tecnología educativa, deberíamos ser cautelosos para que los innovadores no la configuren de tal manera que cierre el proceso de los intercambios intelectuales. Hay algo en el diálogo y en el compromiso activo del profesor que es fundamental para el pro- ceso educativo y que debería integrarse en el diseño de cualquier nueva herramienta de ins- trucción. Una negación de esta idea básica supondría un cambio epocal en la comunicación entre las generaciones. En el fondo, pues, se trata de que si podremos continuar a defender un concepto de la educación tal como lo concebía Platón o si las nuevas tecnologías, más poderosas que la de la escritura, lo hayan hecho obsoleto, como mantienen muchos profe- tas contemporáneos de Internet. En realidad, el ideal del diálogo es una fuente de inspiración para algunos de los ingenie- ros de la tecnología educativa desde principios de los años 80 y se ha realizado un progreso notable en la utilización de la enseñanza online para apoyar nuevas formas de interacción dia- lógica entre los profesores y los alumnos. (Harasim et al., 1995, cap.3; Berge, 1999). En 1981 trabajé con el equipo de diseño que creó el primer programa educativo online. Fue la School of Management and Strategic Studies -la Escuela de Empresariales y Estudios Estratégicos- del Western Behavioral Sciences Institute -el Instituto Occidental de las Ciencias del Comportamiento- en La Jolla California (Feenberg, 1993). Nuestro objetivo era facilitar la par- ticipación en una experiencia educativa humanística a los ejecutivos de empresas muy ocu- pados que, por las exigencias de su trabajo, no podían asistir a las clases universitarias nor- males. La única manera de hacerlo en aquella época era mediante los cursos tradicionales a distancia, cuya reputación había caído tanto en los EEUU que ni siquiera lo consideramos. En lugar de eso, optamos por trabajar con redes de ordenadores, una tecnología aún en fase experimental disponible principalmente en unas pocas compañías informáticas y en las uni- versidades, y también en unos servidores pequeños de acceso público como el Electronic Information- Exchange System -el Sistema Electrónico de Intercambio de Información, radi- cado en el New Jersey Institute of Technology-. Éstos eran los precursores poco conocidos de Internet tal como la conocemos hoy en día. Conseguimos conectar nuestra escuela al Electronic Information Exchange System y durante casi diez años colaboré en el manteni- miento de su funcionamiento, formé a los profesores y también impartí clases con este sis- tema. La enseñanza online y las opciones de la modernidad 119

En aquella época prácticamente no se había probado la enseñanza online. El equipo era caro y primitivo. Utilizábamos los Apple IIE con 48 K de memoria y con un modem de 399 baudios (hay que multiplicar estas cifras por mil y por cien respectivamente para calcular el promedio actual). La complejidad de las operaciones informáticas básicas en aquellos tiem- pos era tal que se necesitaba una página entera de instrucciones impresas simplemente para conectarse. La única mediación electrónica disponible era la conferencia por ordenador que permitía que grupos particulares se formasen online para compartir los mensajes. El software educativo actual como Learning Spaces, Blackboard o Web CT continúa a realizar muchas de las funciones de aquellos programas de conferencia por ordenador de entonces. La conferencia por ordenador -o conferencia electrónica -facilita el tipo de comunicación entre muchas personas que ocurre en la clase, pero cuando empezábamos nadie sabía cómo usarla para la enseñanza. Nadie entre nosotros había sido alumno en una clase online o había visto cómo funcionaba, y no sabíamos las respuestas a las preguntas más elemen- tales, como, por ejemplo, empezar una clase, el tamaño idóneo de los mensajes electróni- cos, y cuántas veces debería el profesor intervenir y contestar a los alumnos. Descubrimos pronto que la conferencia electrónica no era muy útil a la hora de impartir clases magistra- les, y por supuesto, no podía llevar ningún contenido gráfico, ni siquiera los dibujos que los profesores suelen garabatear en la pizarra. Después de muchos tanteos descubrimos como sostener una pedagogía socrática basada en el debate en una clase virtual. Pronto aumentó el número de alumnos hasta 150 procedentes de 26 países en todas partes del mundo, y esto fue la inspiración de otros experimentos en la enseñanza online. Durante los años 80 y principios de los años 90 crecía lenta y tranquilamente este campo de investigación basado en esta original filosofía dialógica. Durante años, los profesores de muchas universidades han experimentado, al usar el correo electrónico y la conferencia por ordenador, el entusiasmo del debate en la clase vir- tual. Se sustituye la reciprocidad instantánea de un debate presencial en tiempo real por el ritmo más lento, día por día, pero consigue mantener el interés. Cuando tienen el tiempo suficiente para pensar y redactar preguntas y respuestas, los alumnos, que en una situación presencial nunca hubieran participado, presentan sus ideas. La práctica de la escritura impo- ne una disciplina y ayuda a enfocar los pensamientos. Los profesores aprenden a compren- der a un nivel más profundo las ideas de los alumnos cuando comunican electrónicamente con ellos. Se han adaptado a Internet técnicas pedagógicas innovadoras como el aprendiza- je en colaboración y se han inventado nuevas formas de interacción (Harasim et al., 1995: cap. 6). En los experimentos que tienen éxito, la norma es clases pequeñas - alrededor de 20 alumnos. Desde el punto de vista pedagógico, no hay duda de que los profesores consi- guen, bajo estas condiciones, reproducir el equivalente verdadero de la interacción de una clase presencial 3.

3 Véase Teaching at an Internet Distance (2000) en que un grupo de profesores de la University of Illinois hace una evaluación actualizada de estos temas. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 120

¿La supresión del profesorado cualificado? Desafortunadamente, sin embargo, el presente afán por la instrucción computerizada tiende a enfatizar una gama de posibilidades diferentes para Internet. Hemos visto una nueva vuelta del interés en la "educación sin profesor", o la automatización de partes claves del proceso de aprendizaje-enseñanza. Ni la televisión ni los ordenadores por sí solos han logrado nunca cumplir este logro, pero muchos creen que tales posibilidades nos aguardan unos pocos kilómetros más allá en la autopista de la información. ¿Por qué se debería desear automatizar tareas muy cualificadas de la educación? Se argumenta que la tecnología podría ofrecer cierto tipo de educación más efectivamente que lo que el profesorado pudiera hacer, dando autonomía al aprendiz, el cual se supone que está oprimido o al menos mal atendido por el profesor. También se afirma que la instrucción auto- matizada ofrece una opción "a medida" para los adultos que trabajan. Se dice que la educa- ción automatizada promueve virtudes tales como la flexibilidad temporal y espacial, produc- tos individualizados, y control personal. Pero en última instancia, la principal razón para la automatización resulta obvia: reducir costos. Para demasiados administradores, las grandes cuestiones no son educacionales. Las implicaciones financieras de la enseñanza electrónica a distancia son lo que les interesa. Esperan usar la nueva tecnología para superar la crisis en los gastos de la educación supe- rior que se acerca y acomodar la explosión de la matrícula de gente joven y estudiantes que vuelven a empezar. Se supone que las innovaciones como la videoconferencia y la educa- ción automatizada online harán posible mejorar la calidad a la vez que recortarán los costes de la impartición. Los estudiantes en las clases virtuales no necesitan aparcamientos. Aún más, los cursos se pueden "empaquetar" y "vender" generando un ingreso continuado sin inversiones posteriores. Pero, ¿puede la nueva tecnología satisfacer la misión educativa actual para números mayores y con descuento? Hasta el punto de que los intentos previos de reemplazar los pro- fesores fallaron por razones puramente técnicas, parece que la Internet resulta prometedo- ra. Por su capacidad de transmitir materiales gráficos llamativos, programas y texto, repre- senta un avance considerable sobre los medios anteriores de transmisión de información. Incluso puede ofrecer imitaciones primitivas de tareas en las que el profesor tiene más pro- tagonismo como responder preguntas usando las FAQ (preguntas más frecuentes) y "Pregunte al Experto" de las ayudas de los programas. Los "agentes inteligentes" pueden adaptar los programas informáticos al estilo de aprendizaje de cada alumno (Kearsley, 1993). Y, por increíble que parezca, puede ser incluso posible automatizar la corrección de algunos tipos de exámenes de redacción, tal como afirman Peter Foltz y Thomas Landauer cuando describen su "Asesor Inteligente de Redacción", basado en la técnica denominada como "Análisis de Semántica Latente" (Foltz, 1996). Según el informe de Coopers y Lybrand, este tipo de software tendrá dentro de poco un considerable impacto en las tareas diarias de la educación superior. "Sólo 25 cursos de software pedagógico integrado podrían manejar el 80% de la matrícula de los cursos de licenciatura; un consultor de 24 horas podrían añadir el toque personal" (Coopers y Lybrand, 1997). La clave de la automatización consiste en separar el "contenido" informativo del "proce- La enseñanza online y las opciones de la modernidad 121 so". Un reducido número de expertos sobre el contenido, bien pagadas, podrían actuar como "estrellas" mientras que el proceso de impartición no requiere preparación, por lo que tuto- res baratos podrían dedicarse a la interacción con los alumnos. En una solución verdadera de bajo costo, podría reemplazarse el debate por ejercicios automatizados. Finalmente será posible acabar con los campus totalmente. Los estudiantes elegirán los cursos en un equi- valente a los videoclubs y "hacer" la universidad en casa sin tener que encontrarse nunca con un profesor o un compañero. (Agre, 1998). Estas estrategias de automatización son antiguas. Los trabajadores cualificados son caros y la automatización es una estrategia clásica de reducir costos. La historia comienza al principio del XIX cuando los fabricantes textiles del norte de Inglaterra descubrieron que podían reemplazar el trabajo cualificado por no cualificado usando la maquinaria. Toda la his- toria de la Revolución industrial está dominada por esta estrategia. Así es como el "filósofo de las manufacturas", Andrew Ure describía en 1835 su objetivo: Por la debilidad de la naturaleza humana ocurre que cuanto más cualifica- do es el trabajador, más obstinado e intratable tiende a convertirse, se vuelve un componente menos apto para el sistema mecánico en el cual, por irregu- laridades ocasionales, podría hacer un gran daño al todo. El gran objetivo entonces del fabricante moderno es, a través de la unión de la capital y cien- cia, el reducir la tarea de sus trabajadores por el ejercicio de la vigilancia y de la habilidad. (Ure, 1835: 18). ¿Es realmente posible tal versión lúgubre del futuro de la educación? ¿Es probable que esos "obstinados e intratables" profesores desaparecerán como los tejedores, zapateros y cajistas? Probablemente no, pero si la tecnología está a punto de conducir a la descualifica- ción global del profesorado es menos importante que el hecho de que tal idea ocupa un lugar privilegiado en la imaginación de algunos reformadores de la educación. La idea de reemplazar profesores por ordenadores es antigua, pero hasta hace poco pocos tecnólogos y administradores educativos la aceptaban. El ideal de una educación auto- matizada es sin duda todavía una posición minoritaria, pero ha ganado suficiente credibilidad con los avances en la computación y en Internet como para ocupar un considerable espacio en el discurso público sobre la educación. Otras palabras fetiche corrientes, tales como la instrucción individualizada al propio ritmo, aumentan esta tendencia. La idea esencial es que en una universidad virtual del futuro el éxito académico no dependerá de las horas presen- ciales, desde luego, ni tampoco del contacto con el profesor. Mucha de la retórica actual de la reforma, con su llamada al potencial revolucionario de las universidades virtuales y los títulos basados en la competencia toca la obsolescencia de los campus tradicionales y sus métodos de enseñanza, despertando sospechas entre el pro- fesorado sobre que la tecnología se usará en su contra. Hablando prácticamente, esto es lo que ahora está en juego en los debates actuales sobre el papel del ordenador en delinear el futuro de la enseñanza superior. Al hacer planes para la utilización de los nuevos medios, ¿amenazamos con desligitimar el ya de por sí tenue control de los profesores sobre el pro- ceso educativo? PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 122

A largo plazo si los profesores son expulsados de las clases, entraremos en una nueva era. Un proyecto fundamental de las sociedades modernas, la sustitución de métodos tradi- cionales y sistemas para la planificación social por controles técnicos, se desborda en la esfera de la producción. Este control había sido limitado hasta ahora y ya entra en el terreno de la reproducción social. En este modelo de "desarraigo" del proceso educativo, su desco- nexión del lugar tradicional del campus, es también su despersonalización. Si el contacto humano ya no es central en un proceso de crecimiento tan fundamental como la educación, desde luego nos dirigimos a un ideal muy diferente de madurez y una forma muy distinta de sociedad moderna respecto a la que ahora vivimos. Pero ¿es esto una consecuencia nece- saria de la modernización?

¿Automatizar o comunicar? En el Western Behavioural Sciences Institute se colocaba el acento sobre la comunica- ción humana. Tal como nuestro ejemplo muestra, la educación online era concebida origi- nalmente como una ruptura con el modelo tradicional de educación a distancia. Generalmente, la educación a distancia mandaban escritos, emisiones de radio y televisión a alumnos aislados para que estudiaran en casa. Dada la escala económica en la producción de documentos y emisiones, este modelo ofrece ahorros enormes cuando se lo compara con la educación presencial. Esencialmente, los costes de mano de obra se acercan a cero cuando la escuela adquiere un volumen de materiales reusables. Pero fíjense en las condi- ciones de esa economía: el aislamiento del estudiante. Ahora Internet promete elevar el nivel de la educación a distancia, y promete hacerlo tan económicamente, mejorando los materiales disponibles para el estudiante. No sólo reem- plaza el correo, la televisión y la radio como canales de impartición sino que también puede cumplir tareas nuevas llevando películas, audio y programas de educación automatizados rápida y convenientemente. Sin embargo, Internet puede hacer más que mejorar simple- mente los cursos a distancia; puede añadir el contacto humano a un modelo de educación que siempre ha sido relativamente impersonal. Al usar el correo electrónico y la videocon- ferencia, los estudiantes pueden agruparse en comunidades online donde puedan participar de manera constante en discusiones de clases virtuales con profesores. El vacío entre la educación a distancia y la educación online tal como la implementamos hace veinte años, puede desaparecer. Un sistema automatizado de educación online no aprovecha de los nuevos potenciales de Internet, sino que perpetúa el viejo modelo de educación a distancia. Simplemente extiende la economía a escala propia de la distribución de los materiales escritos a la gama más amplia de los medios generados por Internet (Agre, 1999). Por otro lado un sistema que también incluye la interacción en vivo lo hace a este precio: un profesor cualificado debe atender cada repetición del curso. Las instituciones pueden ahorrar dinero en construcción pero no en trabajo educativo, el ítem solo más grande de los presupuestos de la mayoría de las universidades. Hay más implicaciones en el diseño del curso. Los productos automatizados tienden a ser bastante sofisticados, ya que deben apoyarse completamente en el ordenador para dra- La enseñanza online y las opciones de la modernidad 123 matizar su mensaje y motivar al estudiante. Los diseñadores y productores de software edu- cativo gestionarán el trabajo de profesores destacados que pueden ofrecer brillantes actua- ciones en los nuevos medios. Es predecible que la tecnología educativa se transformará hasta los niveles de complejidad propios de Hollywood. Es diferente en el caso de cursos online llevados por un profesor en directo. Serán por lo general diseñados bajo su control y en formatos relativamente simples y flexibles. No se necesitarán profesionales informáticos. Como en las clases convencionales, el mayor inte- rés descansará en la interacción ente los estudiantes y con los estudiantes y profesores. Respecto a las técnicas de presentación, se supone que habrá un saludable amateurismo. Los materiales informáticos preempaquetados o los videos no reemplazarán a los profeso- res sino que complementarán su esfuerzo tal como hacen ahora los libros de texto. Los dise- ñadores de software buscarán la facilidad y amigabilidad de su uso para servir a las necesi- dades del profesorado. Irónicamente, la teoría contemporánea (si no la práctica) en el mundo empresarial ha dejado atrás la fascinación de la era industrial por la descualificación. Comenzando con el best seller de Peters y Waterman, In Search of Excellence (En busca de la excelencia) (1982), el viejo modelo de Frederick Taylor del trabajo no cualificado y jerarquía administrati- va, fue acusado de todos los males de los negocios en Norteamérica. La lección se ha machacado en docenas de libros aparecidos desde éste, dedicados a explorar una tercera vía, una alternativa a la vieja oposición entre hombre contra máquina. La profesora de la Escuela de Empresariales de Harvard, Shoshanna Zuboff hizo una muy notable contribución a este campo con su libro In the Age of the Smart Machine (En la era de la máquina inteligente) (1988). Tal como ella lo ve, podemos seguir en la descualificación y en la producción automatizada, o podemos tomar un camino nuevo, uno que ella denomi- na como "informacional", o la cooperación entre trabajadores cualificados y ordenadores de tal modo que aumente la productividad de ambos. El trabajo de Zuboff enfatiza la comple- mentariedad de las capacidades humanas y de los ordenadores. Mientras los humanos son mejores tratando situaciones inesperadas y respondiendo a la novedad, los ordenadores pueden organizar la gran cantidad de datos que se requieren en la producción moderna. Una complementariedad similar está en marcha en la educación: el profesor gestiona un proce- so de comunicación complejo e impredecible de la clase, mientras que los datos se gestio- nan en los libros de texto (y ahora también por los ordenadores). El punto de vista de Zuboff contrasta fuertemente con el determinismo tecnológico, esto es, la creencia que las innovaciones causan modelos únicos de cambio social. El punto de vista determinista está siendo cada vez más criticado en los estudios sobre tecnología por las explicaciones sociales del desarrollo tecnológico (Pinch, Hughes, y Bijker 1989). Ahora creemos que las innovaciones se presentan a nosotros con una elección, no como un des- tino. De hecho, el ordenador es el menos probable de los candidatos para una filosofía deter- minista de la tecnología. Ha sufrido tal cantidad de cambios recientemente que podemos penetrar fácilmente el velo para ver la dimensión social de su desarrollo. Las aportaciones de la literatura sobre negocios no siempre son directamente relevantes para las universidades, pero el énfasis de Zuboff y otros sobre la elección es acertado. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 124

Desafortunadamente, sin embargo, la enseñanza superior no ha asimilado el mensaje. Muchos rectores continúan vendiendo el discurso sobre la inevitabilidad de la computeriza- ción, como si la sola existencia de tales nuevas máquinas sentasen claramente el plan de reforma sin ambigüedades. Y todavía hay una enorme oposición del profesorado sobre la supuestas consecuencias de los nuevos medios, como si su impacto estuviera predetermi- nado. (Feenberg, 1999; Farber, 1998). La tecnología educacional no determinará si la enseñanza será automatizada o informa- cional. Al contrario, la estrategia del poder de la comunidad educacional guiará el desarrollo futuro de la tecnología. Y es por esto precisamente por lo que es tan importante que se inclu- ya a una amplia gama de actores en el desarrollo tecnológico (Wilson, 1999). Los estudian- tes y los profesores ponen encima de la mesa unas cuantas consideraciones en las que se incluye el deseo de crear herramientas que apoyen la interacción humana, un deseo que siempre se ha manifestado a sí mismo de forma radical en la primera evolución del ordena- dor. Resistir a la tendencia de la automatización en la educación no consiste simplemente en caer en un sentimentalismo anticuado. Por el contrario, es una cuestión de dos proyectos civilizatorios diferentes con dos bases institucionales distintas. Oponiéndose al modelo cada vez más influyente de la producción, la universidad de hoy representa un modelo "urbano" de modernización junto con su correspondiente línea de desarrollo tecnológico, que privile- gia la comunicación humana.

La cuestión de la tecnología para la educación a distancia ¿Por qué existe un desacuerdo tan profundo sobre el futuro de la educación online? Creo que existen dos razones ligadas estrechamente. Primero, la fuente de la innovación ha cam- biado desde el profesorado a la administración; y segundo, la naturaleza de la innovación ha cambiado también, de la comunicación textual a la programación educativa en vídeo. En lo que sigue, intentaré explicar el nexo entre los actores y sus preferencias en el diseño tec- nológico. Cuando el profesorado era el promotor solitario de la nueva tecnología para la educación a distancia, su objetivo primero era el éxito pedagógico. Tenían pocos recursos y se basaban en tecnologías baratas como el correo electrónico. Se comprometieron por su vocación como maestros, su compromiso era encontrar nuevas formas atractivas de transmitir cono- cimiento y cultura. Sus principales aliados fueron los estudiantes interesados en jugar con los ordenadores y ocasionalmente compañías deseosas de donar equipos. Fue un mundo de experimentos tentativos, donde lo que se jugaba era poco y las expectativas a corto plazo, bajas. La fase actual dominada por la administración en la educación a distancia es muy dife- rente. Ahora todo se basa en la eficiencia, y en el fondo, en el dinero. Y hay mucho para los acercamientos de alta tecnología en la educación aunque no para la plantilla del Departamento de Francés. Grandes sumas de dinero están implicadas en la compra de redes sofisticadas. Las corporaciones son los jugadores principales y encuentran una audien- cia predispuesta para sus tecnologías más caras entre los administradores. Hoy se supone que las grandes inversiones en tecnología rentan en el ahorro de edificios y en los salarios La enseñanza online y las opciones de la modernidad 125 del mañana, aunque los detalles siguen borrosos. Los objetivos pedagógicos se postergan frente al prestigio y la contabilidad. El profesorado y los estudiantes no son aliados, sino obs- táculos que hay que barrer por el inevitable ímpetu del progreso. El cambio desde la innovación por el profesorado a la innovación por la administración es más que un cambio entre actores y su aliados. Es también un cambio en lo que podría deno- minarse como de filosofías espontáneas de la tecnología. Con esto quiero decir que los administradores tienen típicamente una visión diferente de la tecnología y de lo que puede conseguir, de la que tiene el profesorado. Quizás esto se debe a la influencia de las corporaciones. Los vendedores tienen la capa- cidad de hacerse oír por los administradores y no por el profesorado, y usan su acceso para vender no sólo maquinaria sino también la distinción contenido-proceso que da plausibilidad a su afirmación de que ellos son capaces de revolucionar una cosa llamada "impartición" de la enseñanza sin prestar demasiada atención al profesorado. Al respecto, el profesorado ya sabe cómo enseñar y la tecnología está ahí para "impartir" online la ya existente experiencia de la clase. Desde la base de esta dudosa doctrina, parece natural sugerir que las nuevas herramientas van a usarse simplemente para reproducir la experiencia de clase, o mejor aún, para automatizar y empaquetar sus elementos. El propósito de reproducir o automatizar la clase alienta directamente la preferencia por el vídeo, el cual parece ofrecer el equivalente más próximo y es muy entretenido. No esta- mos hablando de bustos parlantes en las transmisiones educativas de la televisión sino de un nuevo tipo de curso en vídeo en el ordenador con presentaciones mucho más elabora- das. Si los administradores quieren esto, puede que compren herramientas muy caras, con la esperanza de que el profesorado simplemente las tome y las use. Esto es ingenuo: en el mundo empresarial, entrenar a los empleados para usar equipo nuevo a menudo es más caro que la maquinaria en sí misma. Pero de hecho las universidades no están muy ansio- sas por hacer gastos enormes a fin de adaptar y entrenar, los cuales por lo general acompa- ñan la adquisición de sistemas de ordenadores nuevos y complejos como en el mundo empresarial. Parece que hay una perversa fascinación con las inversiones de capital. El profesorado, cuando de hecho se implica con la nueva tecnología educativa, siente inmediatamente que no está madura, que la electrónica todavía no está "allí" lista para usar- se. En la experiencia real de la educación online, la tecnología no es en absoluto una cosa predefinida sino un entorno, un espacio vacío que el profesorado ha de habitar y hacer vivir. Tienen más bien una relación artesanal antes que una estrategia de desarrollo. Intentan con- seguir el toque y averiguar cómo animarla y proyectar su "voz" en ella. Al hacerlo, actúan den- tro de una antigua tradición que asigna la educación a las relaciones humanas antes que a las máquinas. La diferencia se refleja en los diferentes énfasis que se da a la tecnología. Mientras que sería estupendo ser un profesor estrella en una clase virtual automatizada, la mayoría del pro- fesorado no aspira a ese elevado status. El vídeo en directo con sus aparatos complicados e intimidantes, muestra poco atractivo tanto para profesores como estudiantes. Desde luego que esto podría cambiar cuando un acceso de alta velocidad en Internet sea lo normal, pero estamos a varios años de conseguir tal cosa en un campus y muchos más en casa. Las PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 126

capacidades gráficas de los ordenadores se comparan mejor con los libros de texto que con las clases, son suplementos antes que sustitutos para la enseñanza. Aunque ni la videoconferencia ni el aprendizaje automático han conseguido popularidad entre el profesorado, hay una larga historia de entusiasmo entre al menos un pequeño grupo de ellos, por las aplicaciones de texto interactivas tales como el experimento del Western Behavioral Sciences Institute descrito antes. Estas experiencias se retrotraen a un momen- to en el que no existían alternativas más elaboradas: se asume generalmente que la intro- ducción de imágenes y sonido hace los acercamientos anteriores obsoletos. Pero quizás eso sea un error. Los últimos equipos no siempre son los mejores para la tarea. ¿Podría ser que nuestras primeras experiencias con la conferencia por ordenador no sólo estuvieran cons- treñidas por el equipo primitivo disponible en ese momento sino que además estuviera reve- lando algo importante sobre la educación electrónica? Creo que éste es el caso. Incluso des- pués de esos años las atractivas experiencias pedagógicas online todavía requieren la inte- racción humana, y en su mayor parte continúan basadas en el texto. Pero ésta es la cuestión: las aplicaciones interactivas basadas en texto carecen del atrac- tivo de las alternativas de vídeo y no pueden prometer la automatización, ni tampoco se pue- den empaquetar y vender. No cumplen la fantasía de un control central total sobre un siste- ma diseminado flexible que desafía las limitaciones espaciales y temporales. Por el contra- rio, requieren mucho trabajo y probablemente no reducirán demasiado los costos. Por ello la falta de interés de los administradores y corporaciones y el gradual eclipse de esas opciones tecnológicas en las discusiones públicas (si no en el campus mismo) a favor de otras mucho más caras. Pero a diferencia de las alternativas resultonas, los sistemas basados en textos interactivos de hecho cumplen los objetivos legítimamente pedagógicos que el profesorado puede reconocer y respetar. Hay buenas razones para ello.

Hablar y escribir Las tecnologías no sólo son meros medios para fines, también moldean mundos. ¿Qué clase de mundo está implicado en la comunicación online? El hecho básico sobre las redes de ordenadores es la falta de ancho de banda. Incluso con los actuales avances, estamos lejos de ser capaces de reproducir la experiencia de la proximidad humana en el espacio. Desde luego es difícil imaginar en qué consistiría tal cosa. ¿Qué clase de red haría posible toparse con alguien al pasar y hacerse amigo, tener una discusión acalorada tras la hora de clase, atrapar la mirada del profesor e intercambiar una mirada instantánea en la que el abu- rrimiento o la atención se exprese tácitamente? Por otro lado, tenemos un buen método bien establecido para comunicarnos en un ancho de banda estrecho. Se llama escribir. Y tenemos una amplia experiencia de usar la escritura para superar las limitaciones del ancho de banda. Por lo tanto, escribir no es un pobre susti- tuto para la presencia física y el hablar sino un medio distinto y fundamental de expresión con sus propiedades y potencialidades propias. No es un medio impersonal, como a veces se supone. Sabemos cómo presentarnos como personas por medio de la correspondencia escrita. Tampoco es más duro escribir sobre ideas que hablar sobre ellas; mucha gente puede formular ideas difíciles más fácilmente por escrito que por hablado, delante de una audiencia. La enseñanza online y las opciones de la modernidad 127

Estas consideraciones sobre el escribir pulsan la clave de la educación online. El entorno online es esencialmente un espacio para la interacción escrita. Éste es su límite pero tam- bién su potencial. Las redes electrónicas deberían ser tomadas por las instituciones educa- tivas con esto en mente, y no volverlas en máquinas automáticas de enseñanza o en copias pobres de la clase presencial, la cual no pueden reproducir adecuadamente. Mientras que la escritura interactiva es un medio básico de expresión en las redes, en los años recientes hemos aprendido a resaltar la experiencia de la red con sonido e imagen. Estas potenciaciones se desarrollarán gradualmente y quizás algún día cambien la naturale- za de la educación online. Pero durante muchos años que han de venir, la escritura conti- nuará siendo el medio básico para la expresión online, el esqueleto alrededor del cual otras tecnologías y experiencias deben ser organizadas para construir un entorno educativo viable. Donde quiera que la educación tenga lugar, el medio básico debe distinguirse cuidado- samente de las potenciaciones y sus funciones distribuidas correctamente. El habla es el medio básico en la clase, suplementado con laboratorios, películas, diapositivas, libros de textos, demostraciones de ordenador, etc. Son posibles unas potenciaciones similares en el medio escrito con los ordenadores en red. Pero confundir el medio con las potenciaciones accesorias lleva al absurdo pedagógico de la educación sin profesores. Reemplazar la interacción escrita online con las potenciaciones no tiene más sentido que reemplazar al pro- fesor en las clases presenciales con laboratorios, películas, diapositivas, libros de texto y demostraciones de ordenador. Esto se intentó sin éxito hace mucho con la televisión edu- cativa y la instrucción ayudada por ordenador. ¿Qué significa todo eso aplicado a la ambición de sustituir los campus con universidades virtuales? La educación online está encontrando lentamente su lugar en la educación de los campus por sus propiedades únicas. Van a aparecer sin duda los grandes mercados para la enseñanza a distancia, y esto será una bendición para los estudiantes que no pueden asistir las clases en el campus. Esta tendencia tiene importantes consecuencias no sólo para los adultos que trabajan en los países avanzados sino también para los residentes en áreas rura- les de países más pobres. Pero si la educación superior se desgaja de la universidad tradi- cional y de sus valores, la bendición se convertirá en desastre. La mejor manera de mante- ner la conexión es por medio de asegurar que la educación a distancia no es "impartida" sólo por CD ROMs sino por profesores vivos, completamente cualificados e interesados en hacerlo online. Entonces los materiales empaquetados serán entendidos como una manera de reem- plazar la clase magistral y los libros de textos, no al profesor. La interacción con el profesor continuará siendo el eje de la educación, no importa por qué medio. Y desde luego para la mayoría de la gente esta interacción continuará teniendo lugar en el campus si es que tie- nen medios y movilidad para ir a la facultad.

De la desprofesionalización a la descualificación La educación superior tiene un presupuesto de 200 mil millones de dólares y emplea y atiende a muchos millones de personas. El modelo del futuro educacional es el modelo de PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 128

nuestra sociedad y cada vez más es el corporativo, antes que el profesional, el que prevale- ce. La erosión del status tradicional del profesorado continúa en marcha en las instituciones de innovación que atienden a los adultos, ahora la mitad de los estudiantes superiores. Incluso las universidades más viejas que enseñan ahora a una decreciente fracción de estu- diantes, emplean más y más a profesores de tiempo parcial, buscando la "flexibilidad". Y se está haciendo cada vez más difícil resistir los argumentos en contra de la titularidad que crean convicción entre el público e incluso en la mayoría de los miembros de la comunidad universitaria. Esto explica por qué hay tanta resistencia entre el profesorado a la nueva tecnología. El profesorado detecta una continuidad entre el entusiasmo de la administración por reducir costos a expensas de los papeles y valores de la educación tradicional. Entre 1970 y 1995, el número de profesorado titular se incrementó en una mitad mientras que en el mismo perí- odo, el número de los profesores de tiempo parcial creció dos veces y media. Si la tenden- cia continúa, los parciales superarán a los titulares en tres años. En las universidades popu- lares, los profesores a tiempo parcial son ya mayoría. Esta preocupante tendencia es paralela al crecimiento de la población estudiantil no tra- dicional o estudiantes que vuelven, los cuales ahora constituyen la mayoría de los estudian- tes superiores. Estos estudiantes requieren diferentes horarios que los tradicionales, los cuales están asociados al profesorado. En gran medida por ello, la educación de adultos se ha desarrollado fuera de los departamentos académicos tradicionales y se somete bajo estricto control administrativo. Como resultado, ha emergido un enorme sistema educativo superior paralelo en el cual el profesorado tiene poco status y poco poder. Ya que atiende a estudiantes adultos -- precisamente los estudiantes más probables para estar a favor de la educación a distancia -- este sistema paralelo tiene mano libre para experimentar, incluso aunque las universidades tradicionales se resistan. Estas tendencias marcan un precedente para las estrategias de la administración la cual, muchos temen, se está moviendo de la desprofesionalización a la descualificación. La sus- titución de titulares por profesorado a tiempo parcial simplemente es el acto primero de un plan para sustituir al profesorado como tal por CD ROMs. Se está vendiendo un nuevo modelo económico de educación bajo el disfraz de un nuevo modelo tecnológico. Este es el camino hacia lo que David Noble llama "expendedores digitales de títulos". Se puede enten- der que ésta no es una ruta que la mayoría del profesorado quiera tomar. La cuestión de la educación tecnológica debe ser por lo tanto estructurada en un con- texto más amplio porque no es primordialmente una cuestión tecnológica. Refleja las rela- ciones cambiantes entre la administración y el profesionalismo, lo cual a su vez implica cues- tiones como modelos de profesión, estandarización, calidad y control. La solución de estas cuestiones y la evolución de la tecnología educativa irán de la mano. En breve, existe una enorme tentación de considerar la tecnología como una herramienta administrativa para cen- tralizar la universidad. Y si el profesorado no tiene cuidado, algo así ocurrirá realmente en el entorno confuso creado por el cambio tecnológico. Una vez que ocurra, las decisiones erró- neas se fosilizarán en lo técnico y será difícil cambiarlas. La enseñanza online y las opciones de la modernidad 129

La visión global El argumento que se presenta aquí contrasta agudamente con el determinismo tecnoló- gico, es decir, con la creencia que las innovaciones causan un único modelo de cambio social. Ahora creemos que las innovaciones se nos presentan con una elección, no con un destino. El ordenador es un ejemplo muy relevante de esto. No hace mucho, se creía que los ordenadores eran sistemas de cálculo y de almacenamiento de información y, en la opi- nión de la mayoría de los especialistas, sus aplicaciones ocasionales en otros campos pare- cían irrelevantes o una pérdida de tiempo. Desde luego el ordenador aparecía como el ver- dadero emblema del experimento moderno por el control total racional. En la misma medida que los pensadores sociales temían o anticipaban una sociedad automatizada, odiaban o admiraban al ordenador. Mientras los tecnócratas saludaban el poder del ordenador para conseguir que la vida social fuera transparente y controlable, los humanistas anticipaban la dominación del hombre por la máquina. En 1962, Heidegger ofre- ció el típico punto de vista pesimista. Explicaba la diferencia entre el lenguaje como el acto de decir, revelando el mundo al mostrar y apuntar, y el lenguaje como un mero signo, trans- mitiendo un mensaje, un fragmento de información ya constituida. La perfección del habla es la poesía, la cual abre el lenguaje al ser. La perfección del signo es la no ambigua posi- ción de un interruptor, encendido o apagado, como en el código Morse o la memoria de un o r d e n a d o r. Heidegger escribe: La construcción y efectividad de los superordenadores descansa en la base de principios tecnocalculativos de esta transformación del lenguaje del decir, convirtiendo a éste como mensaje y como simple productor de signos. El punto decisivo en nuestra reflexión es que las posibilidades técnicas de la máquina prescriben cómo puede y debe ser el lenguaje. El tipo y estilo del lenguaje se determina de acuerdo a la posibilidad técnica de la producción formal de signos, una producción que consiste en la ejecución de una secuencia continua de decisiones de tipo sí y no a la mayor velocidad posible… El modo del lenguaje se determina por la técnica. (Heidegger,1990: 39-40). Y Heidegger sigue anunciando el fin del Hombre por el impacto del ordenador. Leer todo esto divierte a los filósofos, pero es a la vez vergonzosamente alejado de la realidad. ¿Qué ha pasado de hecho al lenguaje en este mundo cada vez más dominado por las computadoras? ¿Se ha reificado de hecho en un discurso técnico expurgado del signifi- cado humano? Al contrario, Internet lleva ahora una considerable marea de "decir", del len- guaje usado para expresar, tal como siempre ha ocurrido en el pasado. Desde luego, puede que no nos interese demasiado el hablar online, pero esto es otra historia. El mero hecho de este caso es que las reflexiones "posthumanistas" sobre el ordenador se equivocaron. No sólo se equivocaron al pronosticar la transformación del ordenador en un medio de comuni- cación sino que además descartaron tal posibilidad por razones esenciales. Fue sólo en los años 80 que la comunicación electrónica explotó, primero en Francia donde el sistema Minitel atrajo rápidamente a millones de usuarios y luego, pronto después, Internet. Fueron principalmente los no profesionales (o los profesionales no relacionados con PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 130

el diseño y la gestión de los sistemas) los que fueron pioneros en tales usos inesperados de las tecnologías electrónicas. Y tuvieron éxito porque la gente común quiso que los ordena- dores sirvieran a sus fines personales y no sólo a las funciones oficiales enfatizadas por los expertos. En el proceso refutaron las presuposiciones deterministas ampliamente extendi- das sobre las implicaciones de la racionalización del ordenador y revelaron su potencial comunicativo. Minitel fue la primera de las redes de uso doméstico de gran escala de ordenadores. La telefónica francesa distribuyó seis millones de terminales conectadas a una red preparada de conmutadores a la que los servidores se podían conectar fácilmente. Ésta fue una antici- pación nacional de lo que Internet se convertiría a escala global. El sistema fue diseñado por los tecnócratas de la compañía telefónica que la concibieron como un medio de modernizar a la sociedad francesa, por medio de mejorar el acceso de los ciudadanos a las fuentes de información. La comunicación humana por redes de ordenadores no fue originalmente inclui- da en su diseño ni se mencionó en los primeros documentos, estaba bastante abajo en la lista de las prioridades funcionales. Como consecuencia, el diseño de hardware y software estaba derivado en contra de la comunicación humana, aunque técnicamente no era impo- sible. Muy pronto los hackers abrieron la red a la comunicación humana, la cual se convirtió pronto en una de sus funcionalidades centrales (Feenberg, 1995: cap. 7). Pero ¿Cuán significativas son esas transformaciones desde un punto de vista filosófico? ¿No es en el fondo una "racionalidad de mercado" que responde a motivaciones comercia- les? Después de todo, la mayoría de las comunicaciones soportadas por el sistema de Minitel, tal como las de Internet no son significativas públicamente. Pero cámbiese el caso a un campo universitario y la cuestión se aclara. Imagínese que el rector promulgase una nueva regla prohibiendo todas las conversaciones no oficiales en el campus. Esto se perci- biría, seguramente, como antidemocrático, sin duda, como un totalitarismo clarísimo. ¿Y por qué? Por dos razones: primero, porque esto reduciría las complejas vidas de las personas a simples funciones que sirven dentro de una institución específica, y segundo, porque haría casi imposible articular problemas estructurales fundamentales y quejas que llevarían al cambio de la institución. Esto es exactamente lo que haría un sistema educativo automático online. La analogía ilumina el caso de Minitel. El desdoblamiento del espacio real social por el espacio virtual de las redes de ordenadores abre nuevas posibilidades comumicativas, tanto oficiales como no oficiales, para todo el mundo. Limitar la interacción a un subconjunto ofi- cial, como las comunicaciones gubernamentales y de negocios, tiene implicaciones antide- mocráticas online tanto como las tendría en el campus. Afortunadamente, tales límites no han sido impuestos. En el caso similar de Internet, lo que se juega está bastante más allá de lo que ocurre en el ejemplo de Minitel. Las organizaciones de gran escala pueden globalizarse hoy en día en Internet sin restricciones, mientras que si se hubieran introducido obstáculos a la comuni- cación humana en las redes de ordenadores, se hubiera impedido una globalización similar de la crítica por parte de los ciudadanos comunes. Eventos tales como la protesta frente a la Organización Mundial del Comercio habrían sido mucho menos probables en un entorno donde los negocios fueran más cosmopolitas mientras que los ciudadanos fueran todavía La enseñanza online y las opciones de la modernidad 131 provincianos en sus actitudes y contactos. Por supuesto, esto no quiere decir que Internet causa o determina algo en particular en cualquiera de los lados de la batalla que ocurrió en Seattle y en Washington. Pero la exclusión de la comunicación humana corriente de Internet, hubiera tenido sin duda consecuencias. Cuestiones como los derechos y la igualdad están implicados en la política de una tec- nología que enfatiza la comunicación. La falta de igualdad resulta también del control y la limi- tación de las oportunidades para comunicar. Cualquier política que permite el acceso públi- co a la información de interés público y facilita la comunicación no controlada, tiene un carác- ter igualitario. Podemos también aprender de Minitel y de Internet que no son sólo las mino- rías cuyos derechos son los que están en peligro hoy en día. La estructura democrática de todas nuestras vidas no es tan segura que la podamos dar por hecha. Está bajo una cons- tante negociación a la par que cambia la tecnología. Hoy nos enfrentamos con dos direcciones muy distintas para el desarrollo de las socie- dades democráticas; una de ellas define la ciudadanía en términos de la función que los indi- viduos sirven en sistemas tales como las elecciones, mercados, administraciones y escue- las, mientras que la otra la concibe en términos de los individuos como poseedores de una gama de potencialidades que sobrepasan cualquier realización funcional concreta. La prime- ra define la modernidad tal como la conocemos. La tendencia de esta modernidad es reem- plazar la comunicación humana siempre que sea posible por sistemas técnicos y burocráti- cos, los cuales aumentan el poder de unos pocos en nombre de la eficiencia. La segunda panorámica mantiene la posibilidad de una modernidad alternativa, dando cuenta de los potenciales humanos que se pasan por alto o se suprimen en la sociedad actual. Muchas de esas potencialidades son específicamente comunicativas y dependen de las mismas prácticas que la modernidad avanzada, dentro de su forma actual, está elimi- nando. Más aún, esas potencialidades sólo pueden expresarse en un entorno comunicativo abierto. Este es el contexto en el que hay que evaluar la apertura de las redes por los usuarios hacia aplicaciones comunicativas innovadoras. Sabios tras los hechos, miramos a la historia del ordenador con la certeza que siempre estuvo para facilitar los contactos humanos y ahora nos quejamos porque no hace su trabajo tan bien como debiera. Si "seguimos a los actores" tal como aconseja Bruno Latour, descubrimos un cuadro muy distinto, en el cual unos gru- pos inventan y reinventan las redes como lugares para encuentros humanos. Este proceso todavía no se ha completado e implicará durante los próximos años a usuarios, líderes en los negocios, y a tecnócratas de programación y de ordenadores. Hace sólo veinte años pocos imaginaron que depararía el futuro para aplicaciones apa- rentemente triviales como el correo electrónico. Pero hoy parece claro que el ordenador puede ser un medio vital de comunicación y no sólo un sistema de cálculo y almacenamiento de la información. Su definición ha cambiado en una dirección determinada por el proceso social. Y la historia no se ha acabado. El ordenador es un producto aún no terminado. Todavía está en un proceso de flujo, su evolución sujeta a un amplio espectro de influencias y demandas sociales. Pero este hecho también implica que en tanto en cuanto dependemos de los ordenadores, la misma definición de vida moderna se encuentra abierta. Las univer- PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 132

sidades están probando ser uno de los más importantes frentes en la lucha sobre el signifi- cado de modernidad.

Cuestiones de método Este artículo ha intentado responder a cuestiones básicas sobre el estado del debate actual respecto a la tecnología educacional. En este sentido, se ha ofrecido una ilustración de una metodología para el estudio de las preguntas sobre la modernidad y la tecnología. Esta metodología, a la que denomino como constructivismo crítico, puede ser resumida en los cuatro siguientes principios de investigación. 1) No hay que confundir la forma en que los grupos sociales piensan sobre la tecnolo- gía con la misma tecnología. Por ejemplo, la creencia de que la computerización sirve para la eficiencia y la automatización ha sido refutada por las actuales disponibilida- des de aplicaciones comunicativas. Este aspecto tiene una validez más general: lo que Heidegger denominó "el pensamiento tecnológico", la obsesión con la eficiencia, puede merecer críticas, pero no es directamente evidente cómo tal crítica tiene que ver con la tecnología de hoy. Esa conexión merece un estudio posterior. 2) Las tecnologías no son cosas terminadas sino procesos fluidos. Es particularmente claro en el caso de las nuevas tecnologías como los ordenadores. Es verdad que las tecnologías estabilizadas pueden parecer más fijas que fluidas, pero incluso una máquina tan aparentemente sólida como un refrigerador puede ser alterado y trans- formado por las demandas sociales, por ejemplo, las demandas sobre la eficiencia energética o la protección del ozono. En todo caso, afirmar hoy en día que "el orde- nador" determinará este futuro u otro es malentender fundamentalmente la naturale- za de los cambios tecnológicos. 3) El enfoque del estudio de la tecnología ha de cambiarse desde las máquinas y su supuesta neutralidad respeto con la variedad de usos que permiten, hacia el proceso de diseño y a las diferentes líneas de desarrollo que pueden crecer desde la presen- te tecnología bajo una variedad de influencias sociales diferentes. Como hemos visto en el caso de la educación, estas líneas, partiendo de la base de unos equipos que, a pesar de algunas diferencias, comparten muchos elementos comunes, podrían lle- varse en direcciones sociales radicalmente diferentes. Generalmente, el impacto social es más bien una cuestión de la configuración de la panoplia de maquinaria e ideas técnicas ya dadas que de la innovación técnica significante. 4) El diseño de las tecnologías debe retrotraerse a los actores sociales cuya influencia las moldea. La ideología de los actores y su posición social gobiernan su imaginación y les orientan hacia uno u otro tipo de diseño. Y porque los actores están implicados no sólo al principio sino en cada paso del desarrollo, nosotros también, como usua- rios, deberíamos ser capaces de remodelar las tecnologías que encontramos a nues- tro alrededor, a fin de que se ajusten mejor a nuestras necesidades. No se admite el fatalismo. Estos principios sugieren que a pesar de la constante exageración, no hay una sociedad de la información. Hay muchas posibles sociedades de la información y depende de nosotros que identifiquemos la que esperamos habitar en el futuro y trabajar para que pueda existir. La enseñanza online y las opciones de la modernidad 133

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Antonio Rodríguez de las Heras Profesor de Historia. Universidad Carlos III de Madrid. E-mail: [email protected]

La escritura ha estado desde sus principios unida a la técnica, a sus invenciones; los cam- bios en los soportes y en los instrumentos de registro la han ido conformando. No es de extrañar así que con el desarrollo tecnológico de nuestra época se apunten nuevas posibili- dades de contener y transmitir la escritura, de escribir y de acceder al texto. La dificultad para comprender lo que está sucediendo a escala social y cultural -y lo que vendrá de inmediato- con la apabullante tecnología de la información y de la comunicación se debe a que la cacharrería que produce, y que de forma acelerada comienza a ocupar nues- tros entornos cotidianos y a exigir nuestra atención, no nos deja ver el fenómeno principal. Lo realmente interesante se está produciendo en ese espacio negro profundo y quieto que hay detrás de una pantalla de ordenador apagada, no en el cambiante material que surge y se hace obsoleto sin cesar. Por obra del hombre ha emergido un espacio nuevo, el espacio digital, al que sólo nos podemos asomar mediante instrumentos como son esas ventanas o brocales de las panta- llas electrónicas. Nuestra mano puede abarcar una finísima rodaja de ese espacio, y enton- ces asombrarnos si calculamos, por ejemplo, la cantidad de texto que puede contener esa superficie discoidal de pocos centímetros de diámetro de un disco óptico o magnético. Pero mayor asombro nos aguarda si pensamos que de reunir más discos como éste no obten- dremos una pila, del mismo modo que si lo hacemos con libros llenaríamos una estantería o levantaríamos una biblioteca, sino que los discos desaparecen, se nos hacen invisibles, y emerge un espacio con propiedades muy atractivas y diferentes de las de nuestro espacio tridimensional. Es el espacio digital el que ha brotado al conectar dos, tres, cuatro... millones de discos; un espacio al que sólo podemos llegar desde el que nosotros llamamos espacio natural con el concurso de artefactos electrónicos (como, ya lo hemos dicho, la pantalla elec- trónica). El espacio digital se está manifestando como un gran "atractor". Cada vez más objetos, actividades, sucesos pasan al otro lado de la pantalla y se instalan en el espacio virtual. Carpetas, papeleras, hojas de papel para escribir, maquetas, coches y muñecos para jugar (los videojuegos), fotografías, cuadros, tableros de mando... encuentros y charlas, una acti- vidad comercial sorprendente por su variedad y volumen, a pesar de que acaba de arrancar... partidas de ajedrez con grandes maestros, concentraciones a favor o en contra de algo o de alguien... Y esto es sólo el comienzo de la extraversión de nuestro entorno al nuevo espacio que acaba de emerger. Era inevitable que un objeto cultural de la trascendencia del libro sufriera esta atracción a traspasar la frontera de cristal de la pantalla para entrar en el mundo digital. Y el libro se va a encontrar ahí con unas propiedades muy interesantes que, lejos de El libro al otro lado de la pantalla 135 acabar con él -como podría dictar la precipitación-, pueden favorecer el desarrollo de aspira- ciones que la escritura ha intentado alcanzar en las tabletas, en el volumen o rollo, en el códi- ce, con la imprenta. El libro en el espacio digital se hace extraordinariamente denso. No habría obstáculo material para la pretensión de lograr el libro de arena de Borges, en el que el número de sus páginas es "exactamente infinito. Ninguna es la primera; ninguna, la última". Las palabras se hacen en el espacio digital más diminutas que los más finos granos de arena, se hacen bits, microscópicas partículas imantadas o microscópicas incisiones. Desde una biblioteca de tabletas de arcilla hasta los libros impresos, el volumen que ocupa la escritura se ha reduci- do considerablemente, pero no es comparable a la reducción del espacio que alcanza la escritura en soporte digital. Y el hombre siempre ha soñado con un libro-mundo: "le monde est fait pour aboutir à un beau livre", para Mallarmé. Goethe se proponía escribir una "nove- la sobre el Universo" y Novalis su libro absoluto. Flaubert se empeña durante sus últimos diez años en la empresa enciclopédica de la novela de Bouvard y Pécuchet1. Las religiones del libro contienen en él todo el sentido de la vida y el universo, y la senda que deben seguir los hombres para su salvación. Un libro instalado en el espacio digital no tendría dificultad material al menos para contener el mundo, porque sus hojas no crecerían hasta hacer impo- sible abrazarlas por un volumen. A pesar de la alta densidad del espacio digital, no hay dificultad en moverse por él, es muy conductor; y a medida que crece su densidad aumenta su conductividad: cada vez es más rápido el acceso a cualquier punto de este espacio. De esta propiedad se beneficia el libro, pues es notable la accesibilidad a sus lugares, a cualquier rincón de su texto, aunque éste sea muy extenso. De las tabletas de arcilla cocida al rollo de papiro o pergamino, y de éste a los pliegos cosidos del códice, se ha ido consiguiendo una importante mejora en la comodidad y rapidez de acceso al texto. El libro es blando en el espacio digital. Siempre hemos querido que la escritura fuera como la memoria, resistente al paso del tiempo, pero sin, por eso, dejar de olvidar, de borrar. Sin olvido nos condenamos a ser Funes el memorioso, de la ficción de Borges, abrumado por una mala memoria -por insaciable- que no olvidaba nada. La escritura sobre tablilla de cera se borraba, pero el soporte tenía muy poca capacidad para contener texto; el pergami- no permitía la raspadura y, por tanto, las correcciones y hasta el borrado total de un texto para dejar disponible el soporte para otro libro: son los palimpsestos. Con el papel (como con el papiro) las correcciones dañan el material, de manera que la actualización de un texto va acompañada de la destrucción de su soporte. El texto en el espacio digital puede recibir cualquier actualización (borrado, inserción, transposición) sin dejar ninguna cicatriz, ni siquie- ra restos de la operación, como las virutas producidas por la cuchilla o la goma de borrar. El espacio digital es un poderoso disolvente. Como poderoso "atractor" que es, absorbe sin cesar lo que puebla nuestro espacio tridimensional y lo diluye, es decir, lo digitaliza. Durante muchos siglos, cuando las palabras de un libro abierto dejaban de estar ante nues-

1 Cátedra, Madrid, 1999. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 136

tros ojos sabíamos que se encontraban en el reverso. Desde hace pocos años, cuando nos encontramos frente a una pantalla electrónica: ¿adónde van las palabras cuando dejo de ver- las? Pregunta muy próxima a la que hace la niña a su madre, en la película de Fellini, Ensayo de orquesta: "Mamá, ¿adónde va la música cuando deja de sonar?". Pues las palabras van, como minúsculas incisiones o partículas magnéticas -ristras de ceros y unos-, a ese inter- minable pentagrama constituido por los surcos sin fin de un disco óptico o magnético. Pero igual que las palabras, la música, la imagen estática y cinética se diluyen y corren por los sur- cos de la superficie discoidal. Gracias a esta disolución, la imagen y el texto, y también la música, congenian en el nuevo soporte como nunca lo habían hecho en la arcilla, el papiro, el pergamino o el papel. El paso de la tira enrollada a las hojas encuadernadas facilitó mucho la presencia de la imagen junto al texto, ya que la pintura no se saltaba como cuando se enro- llaba el soporte. Pero la música tuvo que contentarse hasta hoy en estar sin sonar, sólo como notación, en el espacio de la página. Aunque sigamos, por comodidad y pereza, haciéndo- nos creer que tenemos una hoja de papel en la pantalla, lo cierto es que las palabras no están impresas, sino sostenidas en la pantalla. Y la pantalla hay que entenderla no como un apa- rato electrónico, sino como un espacio... de tiempo en el que están sostenidas las palabras; un espacio de tiempo que lo marca el lector con sus acciones sucesivas (generalmente clics). Entre un clic y el siguiente, las palabras permanecen ante los ojos del lector sosteni- das en la pantalla. Son palabras más sonoras que, desde luego, impresas. Estamos a la orilla del espacio digital. No nos separa de él la superficie de cristal de una pantalla, sino que una interficie -como si fuera una membrana- nos permite alcanzar con nuestros dedos los objetos que hay en el otro lado (una escafandra posibilita la inmersión en el mundo virtual). Cuando leemos un texto no tocamos el soporte (como se hace con la pági- na de papel), sino que para avanzar en la lectura, para movernos por el texto, tocamos las palabras. Otro sueño de lector se puede cumplir en el espacio digital. En 1558, Agostino Ramelli publica un libro en París, Les diverses et artificioses machines, en el que recoge entre otros muchos ingenios una "rueda de libros". Una noria en la que en cada cangilón reposa un libro abierto; el lector, sentado tangencialmente a la noria, y con la ayuda de un juego de ruedas y palancas, consigue sin levantarse del asiento hacer pasar ante los ojos sus libros de con- sulta. Y en 1945, , planteó una ambición parecida, con la tecnología de la época (microfichas, motores eléctricos...), en su memex. Ahora, en el espacio digital, el libro puede estar descuadernado, deslocalizado; estas páginas residiendo en este lugar y otras en un punto alejado del primero. Y el lector, con su lectura, tocando palabras, ir "cosiendo" los pliegos dispersos, pero no perdidos. Una lectura en el espacio digital salta de un lugar en donde se encuentra parte del texto a otros lugares que contienen también partes del texto sin que el lector aprecie estos desplazamientos en el espacio. Tenemos tres posibilidades de relacionarnos con el espacio digital, de tan reciente emergencia ante nosotros. Y, en consecuencia, tres formas de tratar el libro secular en el nuevo espacio para aprovechar las propiedades que todo objeto adquiere al entrar en el mundo digital. 1) Una relación resonante. Del mismo modo que introducimos el hierro en el fuego para que adquiera maleabilidad, y darle así formas que no podríamos conseguir en frío, y luego lo El libro al otro lado de la pantalla 137 retiramos y devolvemos a la temperatura ambiente, perdiendo entonces la propiedad adqui- rida dentro del fuego; o metemos la arcilla en el agua para darle plasticidad, propiedad que pierde al secarse, pero ya con la forma pretendida; así podemos hacer con el texto. Lo disol- vemos -lo digitalizamos- en el espacio que hay al otro lado de la pantalla electrónica, y adquiere propiedades muy interesantes para su preparación; una vez compuesto el libro, todo él a punto, se retira del espacio digital, es decir, se imprime. Esta práctica la siguen ya la mayoría de las imprentas y editoriales; y hay empresas que su producción editorial per- manece en soporte digital, sin almacenaje de tiradas, y a medida que se solicitan los títulos se pasan a papel los ejemplares solicitados. 2) Una relación especular. El objeto pasa al mundo digital para no volver; residirá definiti- vamente ahí. Pero se procurará que sea lo más parecido al original que se encuentra de este lado del espejo. Para ser receptivos a esta posibilidad aplicada al libro, es necesario que antes se cambie la idea que generalmente se tiene del mundo digital, aún apegada y redu- cida a un ordenador personal. Alrededor del gran "atractor" van a ir poniéndose en órbita cada vez más instrumentos específicos para obtener determinadas funciones. El ordenador mul- tiuso, y único en disponer de licencia para servir de ventana al espacio digital, está dejando hueco al viejo televisor, que rejuvenece (desplegando muchas más funciones de las que hasta ahora servía) al conectarse a la red; y a nuevos aparatos como el teléfono móvil, que se convertirá de inmediato también en una ventana muy manejable para Internet, las con- solas de videojuegos, los reproductores de música que se cargan "bajando" de Internet los títulos deseados, hasta electrodomésticos, como el microondas, unidos a la red informáti- ca... y los libros electrónicos. Reciben este nombre unos aparatos, ya a la venta, ligeros, del tamaño de un libro medio, con una pantalla de muy buena resolución (un modelo ofrece dos pantallas, dispuestas como las dos páginas de un libro abierto) y alta autonomía de funcio- namiento. El libro se carga conectándolo a Internet y comprando varios títulos (porque se pueden almacenar en el libro electrónico) a importantes empresas editoriales que han deci- dido lanzar estos libros sin papel. Una vez leídos, estos títulos se depositan ya no en una estantería, pero sí en el disco duro o de almacenamiento externo de un ordenador personal. 3) Una relación emergente. Hasta aquí la explotación de las capacidades del espacio digi- tal se ha limitado a la reproducción de los objetos y actividades existentes en el mundo tri- dimensional. De conformarse con esto, se renunciaría inaceptablemente a las posibilidades creativas que ofrece el nuevo espacio. Hay que ensayar formas radicalmente distintas de hacer las cosas, aprovechando las propiedades que gozan en el nuevo entorno. Van a emer- ger, están emergiendo, modos y formas que no tienen su correspondiente original de nues- tro lado; no se da la simetría especular. Han nacido en el espacio digital y no habrían podido hacerlo en el tridimensional. El libro digital tiene el mismo reto creativo. Sobre tres vectores se funda la emergencia de una nueva concepción del libro en la pantalla electrónica. Uno es el que se refiere al contenido multimedia; texto, imagen y sonido se tienen que integrar mucho mejor, pues hasta el momento no se ha superado la batalla entre biblioclastas e ico- noclastas, y, por tanto, no encontramos aún la aceptación de la posibilidad de tratamientos bien equilibrados y acertados en la pantalla electrónica de la imagen y el sonido junto al texto. PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 138

La segunda línea de esfuerzo se debe dirigir al abandono definitivo de la idea de que la pantalla electrónica es una página. Una metáfora informática que ha ayudado a implantar los ordenadores personales muy rápidamente, ya que la interfaz de un procesador de textos simula una hoja de papel sujeta por el carro de una máquina de escribir. Y del mismo modo se ha podido popularizar el uso de la red informática mediante la World Wide Web, que se basa también en la metáfora de la página (la página Web), de millones de páginas al alcance de todo aquel que decida entrar en Internet. Pero esta inercia limita extraordinariamente las posibilidades de ver que el texto, sostenido en la pantalla, es susceptible de un tratamiento diferente a como lo ha sido durante siglos en el espacio de la página. Si la pantalla no es una página de papel, no hay ya necesidad de llenar toda la superficie, desde el ángulo superior izquierdo hasta el inferior derecho, en nuestra cultura, con letras de tamaño reducido; ni siquiera las palabras tienen que seguir la disciplina estricta del renglón, recorriéndolo de un lado a otro, hasta el final. Y dado que las palabras están sostenidas, y no impresas, son capa- ces de aparecer y desaparecer con, por ejemplo, un suave fundido, y no todas a la vez, sino permaneciendo una parte del texto, mientras la otra se diluye y deja paso a otro fragmento que encaja con el que permanece en pantalla. El texto, liberado de la horma de la página, se hace acreedor de propiedades imposibles sobre papel, como la cinestesia. Y el tercer frente de creatividad se abre en la labor de plegar el texto. Un avance impor- tantísimo fue el plegar el soporte, en vez de enrollarlo. Ahora, para que emerja un libro nuevo al otro lado de la pantalla, es necesario acertar a plegar el texto, es decir, a concebir el hiper- texto. Sin embargo, en estos momentos se está desvirtuando esta nueva geometría del texto al conformarse con llamar hipertexto a unos hilvanes (denominados enlaces o links) uniendo fragmentos de texto o páginas Web. Un hipertexto no se queda en hilvanar unida- des discretas de texto, sino que es una labor de papiroflexia, aunque con el texto, no con el papel; un texto único -y no hojas sueltas- que hay que doblar hábilmente para que "entre" en el espacio reducido de una pantalla electrónica, y que el lector lo vaya desplegando a medi- da que avanza en su lectura. Y de la misma manera que la papiroflexia da volumen a la lámi- na de papel, añade una tercera dimensión a las dos de la hoja, la construcción hipertextual proporciona al texto tres dimensiones, coloca las palabras no sólo en la superficie (interficie) de la pantalla sino dentro del espacio digital. Mientras que la extensión de la pantalla está muy limitada, la profundidad de ésta, por el contrario, puede crecer a medida que la hiper- textualidad se va logrando. Es necesario que cada vez más escritores, y más decididamente, exploren las posibili- dades de la escritura en este espacio digital, porque es un lugar de creación que no desve- lará todas sus capacidades si faltan a la cita quienes hasta ahora la tenían con una hoja de papel en blanco. A P É N D I C E

EL PAPEL DE LA ADMINISTRACIÓN EN RELACIÓN CON LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y LA COMUNICACIÓN

Ángela Guisado Abogada y Profesora de Derecho. Universidad de Extremadura

Sin duda alguna, las NTIC, y en concreto Internet, constituyen un valioso instrumento que hoy las Administraciones públicas tienen a su alcance, y que les va a permitir llevar a cabo con una mayor eficacia las funciones que son propias de su ámbito, redefiniéndose a través de ellas las formas de relación tanto con otros entes e instituciones, como con los diversos sectores empresariales/profesionales, y con la sociedad, en general. Hoy, las Administraciones públicas empiezan a hacer uso, de manera generalizada, de estas nuevas herramientas, y en esta línea es de destacar la labor que viene desempeñan- do la Consejería de Educación, Ciencia y Tecnología de la Junta de Extremadura a través de la Sociedad de la Información, con la que está contribuyendo de una forma patente a la difu- sión de estas nuevas tecnologías en los distintos sectores sociales extremeños. La Sociedad de la Información viene patrocinando Cursos, Congresos, Jornadas y foros de debate en general, colaborando así con otras instituciones en un intento de dar a conocer lo que repre- senta la nueva revolución tecnológica para cualquier sociedad. Un claro exponente, en este sentido, lo constituye el respaldo proporcionado a este Curso Extraordinario de la Universidad de Verano de Extremadura, cuyo apoyo agradezco personalmente y en nombre de todos los ponentes y demás participantes en el mismo. Pero, resulta obligado asimismo hacer referencia a otras líneas de actuación llevadas a cabo por la Sociedad de la Información de Extremadura, como son los Programas y Proyectos concretos, y que contribuyen -no ya sólo el conocimiento de las nuevas tecnolo- gías por parte de los sectores o colectivos sociales más desfavorecidos- sino también a la aparición y fortalecimiento de iniciativas empresariales en la Red, coadyuvando así a que el desarrollo de esta emergente economía electrónica que tiene su sustento tecnológico bási- co en Internet y que funciona a escala planetaria, no conduzca a la entronización de una única cultura social y económica dominante, con el peligro de nuevas fuentes de desigualdad. En este sentido, son especialmente significativos el Programa VIVERNET y el Proyecto EMRE- DA@es. a) VIVERNET es un Programa de la Consejería extremeña de Educación, Ciencia y Tecnología y de FUNDECYT (Fundación para el desarrollo de la Ciencia y la Tecnología en Extremadura). Este programa supone la creación de un espacio físico y virtual encaminado a facilitar el desarrollo de nuevos negocios en el ámbito de la Sociedad de la Información, fun- PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 142

damentalmente mediante la puesta a disposición a los jóvenes emprendedores de los recur- sos necesarios para desarrollar actividades empresariales en la Red, y por tanto, con la pre- tensión de que las nuevas tecnologías instrumentales no supongan, en este sentido, un obs- táculo infranqueable1. b) A su vez, EMREDA@es es un proyecto que se incardina dentro de los contenidos y acciones estratégicas de la Sociedad de la Información de Extremadura2. Está dirigido a res- ponsables institucionales, equipos técnicos y, especialmente, a los colectivos sociales más desfavorecidos (mujeres, jóvenes, discapacitados). El objetivo fundamental perseguido por este proyecto es crear y mantener una red de apoyo transversal en Extremadura, que dé res- puesta a los emprendedores extremeños de baja cualificación, en torno a cuestiones vincu- ladas a la formación y el empleo3.

1 Una información más amplia sobre VIVERNET, puede localizarse en www.vivernet.com. 2 La información relativa a los contenidos y acciones estratégicas de esta Sociedad, pueden consultarse en la web oficial de la Junta de Extremadura: www.juntaex.es. 3 Para una mayor información sobre este proyecto puede consultarse la dirección www.emreda.com. PUBLICACIÓN Y EDICIÓN

José Pablo Blanco Historiador. Universidad de Extremadura

El título de la mesa redonda de la tarde hacía referencia a una temática muy extensa, tanto como se quiera entender. La edición digital, entendida en un sentido amplio, puede valer para nombrar la mayor parte de las acciones que un usuario estándar desarrolla en su ordenador personal fuera del sistema operativo. Esta amplitud temática sugería una reduc- ción de términos al problema de la edición de libros en formato digital, bien a través de libros electrónicos, o bien en otros formatos visibles a través de un ordenador personal, aprove- chando la presencia de destacados especialistas en este tema. Por diversos motivos, la mesa redonda se redujo a la comparecencia de Javier Echeverría y Antonio Rodríguez de las Heras, cuyas intervenciones previas habían despertado ya el interés previsto por la organi- zación y un vivo debate entre el alumnado asistente al curso. Buenos conversadores ambos; científicos abiertos al diálogo y al contraste de ideas, la tarde presagiaba una sesión agrada- ble y fructífera. En el transcurso de la mañana se habían planteado las líneas generales de lo que habría de ser el hilo conductor del debate vespertino. De las ideas que permanecían en el aire, se retomaron aquellas que guardaban relación directa con la edición y la publicación digital: cómo y en qué manera se modifican nuestros conceptos de lenguaje, de lectura; en qué sen- tido cambian los parámetros clásicos del autor y del editor. La primera cuestión puesta sobre la mesa fue un intento de definición de lo que enten- demos por publicación digital. Fue Javier Echeverría quien expuso los elementos iniciales para alcanzar un entendimiento básico del problema y ampliar los escenarios en los que com- prenderla: interactividad, organizada en torno al trasvase de identidades lector/autor y a la posibilidad real de una lectura dialogada, realidad que provoca cambios trascendentales en el terreno de la edición. Estos son los ejes sobre los que construir la edición digital, una vez separado el proceso técnico que permite construir textos en un formato digital y presentar- los a un lector/coautor que no puede enfrentarse a la lectura de un libro electrónico-digital con las mismas herramientas con las que lo ha hecho a un libro convencional. Sin duda, la interactividad omite parte de la poética con la que lector y autor se engarzan, pero permite substituir los parámetros de la creación literaria clásica, a la vez que multiplica exponencial- mente los canales de difusión. Es en este modo en el que el papel del editor cambia a su vez de sentido: del editor al autoeditor; del lector al coautor. De la misma manera, la escritura digital afecta radicalmente al sentido básico del len- guaje, entendido éste como código. El lenguaje multimedia no es más que una trasliteración en código binario de alfabetos e imágenes existentes. La escritura digital, la escritura en un PENSAMIENTO DIGIT@L Humanidades y Tecnologías de la Información 144

sentido amplio, puede ser la reducción de la imagen a códigos alfanuméricos. De hecho, la transformación de cualquier obra a un formato multimedia no es más que la sucesión enca- denada de ceros y unos, tanto el contenido de un correo electrónico, como el banner que anima el encabezamiento de una página web, como, finalmente, la reproducción digital de Les Desmoiselles d’Avignon o la segunda parte del Quijote. No es menos cierto que la interactividad presenta matizaciones importantes. Una de las presentadas a lo largo de la discusión fue la desaparición del libro clásico frente a las nuevas ediciones digitales y electrónicas. Ante este problema, Antonio Rodríguez de las Heras se mostró no sólo optimista, sino abiertamente contrario a cualquier sentido catastrofista y apo- calíptico aplicado a la tecnología de la edición digital, aduciendo que son dos formas de escri- tura perfectamente compatibles, existiendo de hecho un mercado abierto para ambos modos de difusión, mercado que antes que excluyente, parece demostrarse complementa- rio y enriquecedor. El segundo escollo de la interactividad resulta su misma existencia. A pesar de su efec- tividad y, si se quiere, de su necesidad, la interactividad lector/autor se ve entorpecida con frecuencia por elementos directamente relacionados con los mecanismos generales de la creación. El autor se identifica frecuentemente con una obra cerrada, que no escapa en nin- gún caso de su control omnisciente. No ocurre lo mismo con la investigación. En el ámbito científico existen redes perfectamente imbricadas en las que la interacción es fluida y fecun- da; es más, es imprescindible, como han demostrado los avances en el conocimiento del genoma humano; en el mismo sentido, algunos de los sistemas operativos que se han con- solidado como alternativas al MS Dos son obras colectivas, pirámides invertidas que crecen sobre sencillas pautas de consenso; animados por este éxito, otros fabricantes de software han abierto sus servidores a los usuarios mejor formados para mejorar los algoritmos de sus propios programas y participar en la implementación de funciones y protocolos completa- mente nuevos; estos "desarrolladores" -muchas veces anóminos y escondidos bajo alias y pseudónimos por voluntad propia- no se diferencian demasiado de los grupos de investiga- ción no reglada que son cada vez más frecuentes en el mundo académico. Esta realidad será tanto más difundida en tanto que se den determinados cambios de actitud frente al nuevo mundo de las tecnologías, idea que Antonio Rodríguez de las Heras ligó, en el presente, a un momento de incertidumbre producido por el rechazo que todavía reside en buena parte de los humanistas y en un segmento no despreciable de científicos de otras ramas del cono- cimiento. Obviamente, el límite superior a la interactividad en el mundo de la creación literaria y artística lo interponen los problemas de autoría, hecho que es insalvable desde un punto de vista tradicional, a no ser que se clarifiquen conceptos básicos como el Autor/Equipo y el Autor/Empresa, en los que una misma creación, una misma investigación, se dispersa. De la misma forma, aunque en diferente ámbito, surge la pregunta ¿vamos hacia lo grande o hacia lo pequeño? En relación con la creación escrita, Antonio Rodríguez de las Heras hacía referencia con esta sencilla pregunta al problema de la creación ininterrumpida -el libro infi- nito borgiano en versión multimedia. La autoría en esta magnitud pierde todo su sentido. El problema engarza directamente con la realidad que presentan numerosas empresas en las que el espacio digital se expande sin solución de continuidad, creando inmensos escenarios APÉNDICE. Publicación y Edición 145 virtuales en los que la individualidad, expresada en la autoría de una página web personal como ejemplo característico, es integrante de una enorme red virtual creada a su vez por otros "autores". Lo grande alberga a lo pequeño, de la misma manera en que lo pequeño con- figura lo grande. Nuestro mayor problema en estos escenarios virtuales es encontrar un método de análisis válido para estudiar la interacción entre ambas magnitudes: mucha parte de la información contenida en el ciberespacio es extremadamente volátil; otra carece de la permanencia suficiente para ser observada o utilizada; un autor puede serlo durante un breve espacio de tiempo y esto es tremendamente nuevo para nuestro modelo de creación, en el que autor y obra están inseparablemente unidos, o bien nacen y se hacen mutuamente con este objetivo, estar destinados a persistir. Es preciso generar una arqueología de la red, una arqueología informática que permita superar el inconveniente de la transitoriedad; una archi- vística adecuada a los nuevos formatos. Es una realidad comprobada que enormes cantidades de información desaparecen a dia- rio de Internet. Aunque la cantidad de información entrante sigue colmando con creces el vacío dejado por la que se pierde, son los mismos usuarios los que ponen de manifiesto una sobrecarga causada esencialmente por la presencia de ingentes cantidades de "basura" digi- tal, publicaciones sin rigor ni credibilidad, faltas de interés científico pero con una presencia indiscutible en todos los portales públicos y privados. Javier Echeverría advertía que Internet es mayoritariamente pornografía, pero cada usuario debe elegir el nivel en el que desea navegar. Intentar un control sobre la información vertida en la red de redes es inútil, si no se hace en el nivel del usuario; en cuanto a la publicación digital, es una herramienta de enor- me potencialidad en manos de Universidades y otros centros de investigación y divulgación del conocimiento porque pueden establecer controles sobre la calidad científica de las publi- caciones que editan o introducen en sus ordenadores de uso público. Las publicaciones per- sonales son más controvertidas porque carecen de filtros previos, salvo los filtros que el autor mismo quiera autoimponerse, pero sin duda deben ser tenidos en cuenta. El punto de vista sobre este tema del profesor Antonio Rodríguez de las Heras apuntaba a la creación de un control de publicaciones que el propio usuario discriminaría, pero reconoció que faltan buscadores suficientemente ágiles como para separar los elementos sin interés de los que sí pueden serlo. Quizás el buscador del futuro permita organizar búsquedas a partir del pro- pio historial del usuario, delimitando con precisión sus necesidades de información, pero hasta ahora deben soportarse los largos paseos por la información con la tranquilidad del que pasea. El día no había comenzado a declinar; tras casi dos horas de conversación se cerró la mesa con las propuestas científicas que abrirían la jornada del día siguiente.