1

LA CIENCIA Y LA CIENCIA-FICCION

Alumno: NORRMANN, Agustin Escuela: Saint Patrick College, Corrientes Profesor Guía: PODESTA, Claudia Isabel

Ya a una edad temprana, fui presentado al mundo de la ciencia por mis padres, quienes me lo mostraron y enseñaron como sólo se les puede enseñar a los niños: mediante vivencia cotidiana. Para ellos, este proceso fue algo bastante natural, ya que los dos trabajan como científicos para el CONICET. Así, poco a poco y naturalmente, absorbí la influencia de la ciencia en mi hogar. Y ahí se me despertó -creo yo- el espíritu científico, ya desde pequeño. Cuento, desde mi niñez, con una disposición favorable hacia los temas que a otros niños podrían no haberles interesado. Recuerdo que mamá me leía cuentos que despertaban mi curiosidad, y hacían volar mi fantasía; varios de ellos referidos a la ciencia ficción, como “20000 leguas de viaje submarino” o “De la Tierra a la Luna”, ambos de Julio Verne o “Crónicas Marcianas” de Ray Bradbury. Más tarde comencé a escribir mis propios cuentos de naves espaciales y alienígenas, y a jugar juegos de PC sobre temas parecidos. A diferencia de otros chicos de mi edad, tuve la suerte de poder viajar. Cuando tenía ocho años, mi papá se ganó una beca para viajar a Londres y trabajar en Kew Gardens por casi un año. Así que mi mamá también se gestionó una estadía para trabajar en Londres –en la London School of Economics- para poder acompañarlo, y el resto de los escoltó. Eso nos sirvió para que, de paso, conociéramos un poco de Europa. Ese viaje realmente despertó mi total interés hacia la ciencia; y me mostró cómo es la vida fuera de la Argentina, como eran las cosas “afuera”. Otra vez, ya pasado un tiempo, mi papá fue invitado a dar una charla en la Universidad de Harvard (en Boston) para hablar de sus temas, y aprovechó para hacer unas estadías de trabajo en el Instituto Smithsoniano de Washington D.C. Lo que viene al caso es que, en ambos viajes, mis padres me anotaron en escuelas públicas: en Londres, por todo un año lectivo; y en Estados Unidos, por unos tres meses. En esas experiencias escolares me di cuenta lo distintas que eran las cosas “afuera” de la Argentina. Me di cuenta de la importancia de las buenas escuelas públicas, donde nos daban todos los materiales que íbamos a necesitar. En EE.UU. me buscaba y me traía el autobús escolar, mientras que en Londres las clases de natación eran en la piscina pública de la ciudad y, hoy en día es cuando más noto esas diferencias. La oportunidad de educarse, al alcance de todos. ¡Visité tantos lugares! pero los que mejor recuerdo son los museos. En Londres, gracias a la beca de mi papa podíamos asistir a los museos gratis, así que visité el Museo de Ciencias Naturales y el Museo Británico muchas veces; y también el Museo de Historia Natural, en Viena. En EE.UU., visité el complejo del Instituto Smithsoniano (que incluye Museos de Historia Americana, de Ciencias Naturales, del Aire y del Espacio), mientras mi papá hacia una estadía de trabajo en uno de sus centros de investigación; y el Nuevo Museo de Aviación en Hartford en Connecticut. Una de las razones por las que realmente me gustaron todos estos museos, era porque estaban realmente preparados para recibir menores como yo, tenían juegos y actividades, películas y “animatronics”. Cuando crecí, creció mi gusto por la lectura de historias de ciencia ficción. Actualmente, me gustan las “Crónicas Marcianas” de Ray Bradbury y la historieta “El Eternauta” de Héctor Germán Oesterheld. También las revistas de contenido científico como “Muy Interesante”, “NEO” y “National Geographic”. Además me atraen películas como “Matrix”, “2001 Odisea del Espacio”, 2

“Terminator”, “La Guerra de los Mundos” y series como “Battlestar Galáctica”, además de programas de TV en los canales como Discovery o History Channel. Aunque observo que es habitual que traten la temática de que las máquinas que crearemos en el futuro, se revelarán contra nosotros e intentarán matarnos; confirmando la supuesta naturaleza autodestructiva del hombre. Y eso no me gusta. Realmente te ponen a pensar si realmente podrían pasar tales cosas; y cómo respondería la humanidad. La ciencia ficción hoy en día es la guía de la ciencia, le da un objetivo que alcanzar a los científicos. Aunque en la actualidad la mayoría de las historias de ciencia ficción relatan sobre los desastres y catástrofes a las que se puede enfrentar la humanidad en el futuro, siguen sirviendo a la ciencia como bandera al futuro, ya sea mostrándoles a los científicos aquello que deben evitar y aquello que deben apreciar. Incluso hoy en día sigo amando la ciencia ficción, ya sean en juegos de PC o películas y series, así como me gustan las ciencias, la matemática y Ciencias Naturales. Y a veces, cuando veo películas o leo revistas, me pregunto: ¿Qué sueños del pasado hemos cumplido hoy en día? ¿De qué terribles eventos nos hemos salvado? Y cuando me planteo algunas respuestas, me encuentro con varias posibilidades. Para empezar, uno de los primeros deseos y sueños del hombre, creo yo que fue volar, y en la actualidad volar es cosa de todos los días, con aviones despegando en todo el mundo, a cada minuto. Tal vez no con nuestras propias alas como lo imaginábamos, pero en definición sí volamos. Aunque no nos conformamos solamente con volar, en seguida comenzó la carrera de quién vuela más alto; hasta que se alcanzó el espacio, y eso presenta una clara infinidad en lo que el hombre puede querer, ya que siempre se quiere más. Además de volar, otro sueño del pasado era poder “respirar bajo el agua”, y alcanzar grandes profundidades que -hoy en día- se considera algo factible con los equipos de buceo y los submarinos. Como si lo anterior fuera poco, hoy en día, también tenemos automóviles de combustión interna que nos permiten movernos a altas velocidades; computadoras, celulares, e Internet han hecho que el mundo sea casi tan pequeño como una sola metrópolis, con una facilidad increíble de comunicarnos casi instantáneamente con otras partes del planeta. Todo esto, antes podría haberse considerado “magia”. No puedo dejar de considerar el sueño más grande de la mayoría: hacer la vida más fácil y más larga, y aquí entrarían los robots y las máquinas que construimos para que cumplan con nuestras obligaciones más penosas (pesadas), sin llegar a reemplazarnos por su falta de juicio. No olvidemos la tecnología de clonación, que no sólo sirve para crear “copias” de organismos vivos, sino también de órganos que puedan reemplazar a aquellos que ya no funcionan, o están enfermos, alargando así la vida humana. Si pensara en cómo las ideas del pasado se ven plasmadas en la realidad actual, jamás terminaría la lista. No puedo dejar de mencionar la televisión y la radio, como los grandes medios de difusión. Pero también hay predicciones del pasado que todavía no logramos cumplir, tales como encontrar vida extraterrestre inteligente, colonizar mundos lejanos o inclusive el fondo del mar, perfeccionar y avanzar en las investigaciones de tecnología para desarrollar androides; y de partes mecatrónicas para asistir al funcionamiento del cuerpo humano; y hasta mejorar la actual inteligencia artificial a tal punto de que se asemeje a la humana. Así como la ciencia ficción nos propone predicciones científicas y anticipaciones del futuro que nos favorecen, también nos advierte de las cosas que pueden salir mal. Algunos “futuros desafortunados” se vienen evitando, como por ejemplo una guerra nuclear entre las grandes potencias mundiales; y otros “futuros” siguen ocultos tras un velo de misterio, porque no sabemos 3 si ocurrirán o no, como una Era de Hielo tardía, causada por el calentamiento global; o la apocalíptica dominación del mundo por parte de máquinas inteligentes de nuestra propia creación. Si algo me parece innegable, es que lo bueno y lo malo que pueda pasar en el futuro no se limita a lo que el ser humano pueda imaginarse, a eso a lo que se dedican los autores de la “literatura de anticipación”. Algunas de sus predicciones todavía no han tenido oportunidad de cumplirse; pero su sentido sigue siendo el mismo, advertir a la humanidad acerca de las posibles consecuencias de sus actos, frente a un avance tecnológico descontrolado. A veces lo hacen de forma muy exagerada, para que el mensaje sea claro. Podemos pensar que los escritores de ciencia ficción de hoy en día consiguen su máxima expresión de triunfo cuando sale una película basada en su libro, o en su historia. Las “predicciones” de hoy en día están focalizadas, principalmente, en lo catastrófico que será nuestro futuro, ya sea porque puede ser lo más probable o porque así atraen más público; eso no está claro, pero hay algunos temas que los convocan, por ejemplo: la saga de los “Terminator” (1984, 1991 y 2003), que nos ponen en un contexto futuro en que las máquinas de nuestra propia creación nos quitaron el control de nuestra civilización humana, y nos ven como una amenaza. O el argumento de “El día después de mañana” que nos muestra el caos destructivo que alcanzará a nuestro planeta cuando la Naturaleza intente recuperar el equilibrio climatológico que los humanos le alteramos. O la historia de “Godzilla” (1998), donde los desechos radioactivos causan grandes mutaciones en un reptil, creando una verdadera amenaza para el hombre al reproducirse exitosamente. Estos escenarios creados por la imaginación nos dan la idea de que tenemos que reflexionar y tener cuidado a medida que nuestra ciencia y nuestra tecnología se desarrollan; y que debemos cambiar nuestra “ideología” de alcanzar el conocimiento para utilizarlo cueste lo que cueste, porque en ese camino podemos destruir algunas cosas muy valiosas, incluyendo nuestra especie, nuestro mundo y nuestra esencia humana. Los escritores de ciencia ficción de nuestro tiempo, presentan la ficción por muchos medios; ya sea por la televisión, la Internet o el cine, y el negocio del espectáculo lo difunde en mayor cantidad por medio de películas, a través de las que su mensaje llega a todos los rincones del mundo por medio de los medios masivos de comunicación. Pero ¿para qué hacemos todo esto? ¿Qué estamos intentando hacer? Como seres humanos, somos curiosos, buscamos el sentido de nuestra existencia, y perseguimos los sueños que nos llevarán hasta nuestro objetivo, sea cual sea el que nos propongamos. Nuestra meta, desde hace tiempo, ha sido intentar alcanzar la utopía tecnológica, la perfección que creemos que se alcanza al manipular a la Naturaleza y al mundo artificial que nos creamos; aunque esto sea algo inalcanzable, nos sirve como propósito y guía para saber hacia adonde nos dirigimos. Como plantea el “tecno-utopismo”, alcanzaríamos la utopía utilizando los avances en la ciencia y en la tecnología. Aquellas predicciones que no se cumplieron, y que a simple vista pueden servir a la humanidad, serán los objetivos del desarrollo de la ciencia y de la tecnología para las próximas décadas. Colonización espacial, tecnología de androides y robots, descubrir vida alienígena, son objetivos que pueden no llegar a ser lo que ahora creemos que serán, pero que podríamos alcanzar por el mero hecho de que nos lo proponemos. Internet tendrá un papel muy importante en la difusión de esta utopía tecnológica, y se presentarán los descubrimientos a todo el mundo de manera particular. Lo que esperamos para el futuro puede saberse, lo que realmente ocurrirá es lo que no sabemos. Para el futuro se esperan mejores computadoras y ordenadores, dotadas de inteligencia artificial avanzada para su fácil uso. La clonación de especies extintas, o en peligro, para recuperarlas desde el pasado. El avance en la medicina que nos permitirá vivir por más tiempo, y con mejor calidad de vida. Mejoras y descubrimientos en las energías renovables; y hasta educación personalizada para 4 las nuevas generaciones. Así como se las menciona suenan a una utopía deseable, pero ¿realmente será así? Para saberlo, debemos reflexionar acerca de si ese bien, esa utilidad que parece mostrarse, no tendría efectos indeseables; y si realmente beneficiaría a toda la gente por igual. Según prestigiosas universidades, como el MIT, puede llegar a haber una segunda revolución industrial con la llegada de la nanotecnología, que implica el uso de “nanobots”, minúsculos robots con tareas programadas, que podrán ser capaces de auto-replicarse y hasta de eliminar células cancerígenas, y de ser usados en todos los campos de la tecnología y la ciencia. Además ya se presentan robots con funciones autónomas que son útiles para múltiples propósitos. Yo pienso que es claro que el camino hacia el futuro lo delineamos y marcamos nosotros, los seres humanos, para así poder seguirlo. Y que este avance puede llegar a ser polémico en nuestra realidad, ya que cada vez el costo del conocimiento es más caro. Los avances y posibles progresos en la tecnología y en la ciencia del futuro, nos darán una clara sensación de que la humanidad está avanzando, no sabemos hacia dónde, pero nos estamos moviendo cada vez más rápido. Pero por muy hermoso que sea este sentimiento de “progreso” de la humanidad, y de que estamos todos juntos como una especie, como un mundo, la realidad es otra. Las diferencias son cada vez más grandes. Algunas sociedades antiguas como los griegos creían en lo divino y en lo espiritual, en el equilibrio de lo físico y lo mental, y de que todos formaban parte de una verdad superior a cualquiera de ellos. Según esta mirada, para ellos hoy en día no estamos conectados con nuestro espíritu, de igual manera que lo estaban aquellas personas en el pasado. Nuestra realidad del presente nos empuja a un mundo materialista y poco reflexivo, en el que “eres lo que tienes”, y donde la ciencia es vista como nuestra “magia”, y nuestras mentes se vuelven distantes e inhumanas. Pero pienso que existen excepciones a esta realidad, ya que sí quedan personas a quienes les importa su interior, y cultivan su espíritu y su alma. Como dijo Charles Chaplin en “El Gran Dictador”: “La envenenó nuestras almas, impuso odio y trajo miseria y muerte (…) Nuestra sabiduría nos convirtió en cínicos; nuestra destreza nos ha hecho crueles. Pensamos demasiado y sentimos poco (…) Más que maquinarias necesitamos humanidad; más que astucia, bondad. Sin estas cualidades la vida será violenta y todo estará perdido.” Si no nos reconectamos con lo más elevado de nuestra humanidad antes de que sea demasiado tarde, nuestros peores impulsos autodestructivos y desenfrenados se encargarán de que aquellos guiones de las películas de ciencia ficción que mencioné, terminen siendo nuestro futuro. Prefiero pensar que el “yo” puede volver a reconciliarse con el “todo”, y que hay que considerar la ley de Newton sobre que “toda acción tiene una reacción”, lo que se puede aplicar en este caso. Nuestra realidad es que estamos cada vez más separados, por países, por individuos, y que si queremos conectar los avances de la ciencia y la tecnología con nuestra humanidad debemos empezar aquí, en casa, en nuestra querida patria; y demostrarle al mundo que nosotros podemos crecer sin pisar a nadie, que podemos progresar sin destruir nuestra tierra, que podemos confiar en la capacidad de nuestra gente y en nuestra propia inteligencia y, por sobre todo, que la ciencia y la tecnología también pueden crecer aquí, en la Argentina. En mi opinión la ciencia y la ciencia ficción hoy en día están tan estrechamente vinculadas que van prácticamente de la mano, no se puede imaginar la ciencia sin el pensamiento de la ficción sobre cuál será su uso y sus consecuencias en el futuro. Si tuviera la oportunidad de obtener esta pasantía, sería para mí un sueño hecho realidad porque podría comenzar ya mismo a recorrer este camino pero, si no, trataré de hacer lo humanamente posible porque sé que éste es mi objetivo.

5

REFERENCIAS

URL: http://es.wikipedia.org/wiki/Utopismo_tecnol%C3%B3gico http://www.euroresidentes.com/futuro/futuro.htm http://www.technologyreview.com/) http://es.wikipedia.org/wiki/Ciencia_ficci%C3%B3n http://es.wikipedia.org/wiki/Ciencia http://es.wikipedia.org/wiki/Leyes_de_Newton http://www.si.edu/

Libros:

Bradbury, Ray(2002) “Cronicas Marcianas”. Barcelona: Editorial Minotauro Verne, Julio (1970) “20.000 Leguas de viaje submarino”. Colección IRIDIUM. 2 volúmenes. Buenos Aires: Editorial Kapelusz Verne, Julio (1969) “De la Tierra a la Luna”. Colección IRIDIUM. Buenos Aires: Editorial Kapelusz

Revistas:

“Muy Interesante” Buenos Aires: Editorial Argentina. ISSN 1665-3629 “NEO” Buenos Aire: Editorial Perfil. ISSN 1669-1687