El Confín Oriental
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ASTURIAS SIGLO XXI PEÑAMELLERA BAJA Fermín Rodríguez Rafael Menéndez El confín oriental Sobre el valle del Cares, la Peñamellera, de poca altura (765 m.) pero perfil inconfundible, separa los tramos alto y bajo, dejando al Este el territorio correspondiente al concejo de Peñamellera Baja, de paisaje más amable y abierto, menos encajado. Un recorrido por el concejo nos deja en la retina el paisaje amable de los fondos de valle, más que el de la agreste montaña. La capital, Panes, se localiza en la confluencia entre los ríos Cares y Deva, alargada sobre el eje de la carretera nacional que comunica la marina con Liébana, al sur de los Picos, y con León. Lo separan del mar las últimas estribaciones del Cuera. El río Deva, tras mezclar sus aguas con el Cares, se abre paso hacia la ría de Tinamayor determinando el límite con Cantabria. El sur del concejo se arruga con los relieves del Macizo Oriental de los Picos de Europa, en las sierras de Cocón y Nedrina y el valle de Cuñaba. Peñamellera Baja también aporta montaña al parque nacional, desde su constitución en 1995 e, incluso, aspira a tener más territorio calificado dentro de él. Es una apuesta de futuro: aumentar su vinculación con el parque, desde unos accesos hoy periféricos, que puedan ayudar a incrementar las actividades y a sostener la población en sus dimensiones actuales en el inmediato futuro. Hoy, el concejo, como otros de la Asturias interior, presenta una evolución demográfica negativa; sin embargo, la proyección a 2025 de su estructura da como resultado un sorprendente rejuvenecimiento. El concejo cuenta hoy con menos de 1.500 habitantes, y decrece incluso en la capital, un pequeño centro de comercio, turismo y servicios de 500 habitantes, que se continúa al otro lado del puente sobre el Deva, en Siejo. Los pueblos de su parroquia, muy próximos (Suarías, Cimiano y Colosía), suman un total de 730 habitantes, la mitad del total, sobre las vegas centrales del mismo. En este entorno de paisaje creado por y para la ganadería, se asientan la mayor parte de los pueblos y parroquias, en las vegas y terrazas (Buelles, Merodio, Abándames, Alevia, Tobes), destacando el magnífico mirador de Alevia y la calidad de un poblamiento compuesto por una veintena de pueblos de singular atractivo paisajístico, cultural y etnográfico. Que no impide que sigan perdiendo población, envejeciendo a un tiempo inmuebles y población. Lo que indica que de poco sirven políticas proteccionistas más o menos bienintencionadas, tan demandadas desde el mundo urbano, si no se acompañan de planes de desarrollo sostenible y de diversificación de actividades, que hagan posible la continuidad de estos pueblos como órganos vivos del sistema territorial. Lo contrario nos lleva a desear bellas postales, inanimadas, todo lo bonitas que se quieran. A pesar del declive reciente, la cabaña ganadera es una de las mayores en relación a la población residente. 4.000 cabezas de vacuno en 123 ganaderías, a las que se añaden 1.000 cabezas de ovino y algo menos de cabrío, éste en decadencia rápida. Desaparece la antigua especialización en la explotación lechera de la mayor parte del territorio, tras el fortísimo ajuste del sector. Se han reducido de 60 a nueve las ganaderías lecheras en una década y la producción a menos de la mitad (1.038 Tm en 2006). Lo que indica que la transformación se ha orientado a la producción cárnica, en menos explotaciones, pero de mayor dimensión, las cuales mantienen la cabaña de vacuno en cifras altas. Un fenómeno común a la práctica totalidad del territorio rural asturiano. La actividad mantiene a 165 activos, que ya no constituyen el sector más numeroso, desbancado por el terciario. El concejo ha participado, en alguna medida, del crecimiento de la actividad turística, más o menos relacionada con el parque nacional y con la pesca deportiva. La industria alimentaria está vinculada a la actividad ganadera, centrada en la producción de quesos de renombre. Da empleo a 50 activos, el 10%. El impulso de la construcción aporta otros 75, dejando el papel principal al sector terciario, que alcanza los 250, casi la mitad del total, sobre la base de los establecimientos turísticos, hosteleros y comerciales, en el entorno de Panes y de los ejes de las dos carreteras principales. También del impulso del turismo rural y de otras actividades en los pueblos más vinculados a los Picos de Europa, San Esteban y Cuñaba, 50 habitantes entre los dos, y un buen número de establecimientos. La oferta hotelera abarca hoy a una decena de hoteles y más de veinte casas de aldea. Entre el valle bajo del Cares y Deva y ante los Picos de Europa, Peñamellera Baja está aún intentando encontrar su sitio en la nueva economía, que intuye pasa por una mayor vinculación al parque nacional. Los indicadores, hasta la fecha, no son buenos y la diversificación de actividades aún no alcanza para dar la vuelta a las tendencias negativas. Hay que perseverar en los programas de desarrollo rural, sacar más partido a los planes de desarrollo sostenible del parque, hoy prácticamente inoperantes, a los que hay que pedir algo más que unos pocos proyectos desestructurados y un dinero escaso. Hay que ajustar el proyecto de futuro del municipio y sacar más partido de los flujos turísticos que atraviesan el concejo para practicar la pesca o para ir a los puntos más demandados de entrada al parque nacional. Hay que diversificar atractivos y ajustar los accesos al parque desde Peñamellera Baja, de modo que se asocie la imagen de ambos territorios, relación hoy un poco desdibujada. Buenas comunicaciones y flujos de visitantes no aseguran mayor actividad si no hay reclamos y actividades que les saquen rendimiento. Hay tradición hotelera y restauradora, hay actividad industrial a potenciar y hay una ganadería aún potente y vital a cuidar. Hay que seguir y creer en las posibilidades de un territorio no tan lejano ya y que tiene unos encantos evidentes, y no sólo los vinculados al macizo montañoso. .