Despentes, Virginie (2018). Durmiendo con el enemigo y Brujas porno En Teoría King Kong, pp. 67–100 y 101–125 Barcelona: Random House Mondadori

DURMIENDO CON EL ENEMIGO

llacer lo que no debe hacerse: pedir dinero por lo que debe seguir siendo gratuito. La decisión no pertenece a la mujer adulta, el colectivo impone ~us leyes. Las prostitutas forman el único proleta­ riado cuya condición conmueve a la burguesía. !lasta el punto de que a menudo, mujeres a las que nunca les ha faltado nada están convencidas de esta evidencia: eso no hay que legalizado. El tipo de trabajos que las mujeres no pudientes ejercen, los salarios miserables a cambio de los cuales ven­ den su tiempo, eso no le interesa a nadie. Es el destino de las mujeres que han nacido pobres al que nos acostumbramos sin problema. Ninguna legislación prohíbe dormir en la calle a los cua­ renta años. Convertirse en vagabundo es una de­ gradación tolerable. El trabajo es otra. Pero la ven­ ta del sexo, eso le concierne a todo el mundo, y las

67 mujeres «respetables» tienen algo que decir al por pura vocación estética. La mayoría de la gente pecto. Durante los últimos diez años me he c'"'"u •• ~ que trabaja dejaría de hacerlo si pudiera, ¡menudo trado bastantes veces en un bonito salón, en comtJa..l chiste! Lo que no impide que, en ciertos ambien­ ñía de mujeres mantenidas a través de un tl's, se nos repita sin fin que la cuestión no es sacar matrimonial, a menudo mujeres la prostitución de la periferia de las ciudades don­ han obtenido una pensión vitalicia digna de de las prostitutas están expuestas a todo tipo de nombre y que, sin dudarlo un solo segundo, agresiones (condiciones en las que vender pan, por explican que la prostitución es algo · L~emplo, sería un deporte de alto riesgo), ni obte­ mente denigrante para las mujeres. saben ner el marco legal que reclaman las trabajadoras tuitivamente que ese trabajo es más sexuales, sino prohibir la prostitución. Resulta di­ fícil no pensar que lo que no dicen las mujeres circunstancias particulares, sino en sí mismo. respetables, cuando se preocupan del destino de afirmación es categórica, pocas veces lll"' quiatra, si libera su actividad de todas las presiones Como si no hubiera ninguna diferencia a legales que se ejercen actualmente sobre ella, en­ entre putas de lujo, ocasionales, de la calle, tonces la posición de la mujer casada se vuelve de jóvenes, virtuosas, dóminas, yanquis o madres repente menos interesante. Porque· si se banaliza el familia. Intercambiar un servicio sexual por · contrato de la prostitución, el contrato matrimo­ ro, incluso en buenas condiciones, incluso nial aparece de modo más claro como lo que es: tariamente, es un ataque a la dignidad de la muj un intercambio en el que la mujer se comprome­ He aquí la prueba: si pudieran elegir, las te a efectuar un cierto número de tareas ingratas dejarían de hacerlo. Hace falta retórica ... como asegurando así el confort del hombre por una ta­ la chica que hace la depilación en Yves Ro rifa sin competencia alguna. Especialmente las extendiera la cera o limpiara los poros de la tareas sexuales.

,______69 Ya he dicho públicamente y en varias v""'"''-'"'"q desconectar a todos los participantes que utiliza­ en distintas entrevistas, que me prostituí de ban un lenguaje racista o antisemita, pero también ocasional durante dos años. Cuando escribí a los pedófilos y, finalmente, a las prostitutas. Así libro, me estancaba siempre al llegar a este se aseguraban que este útil no serviría a aquellas N o me lo esperaba. Se mezclan varias retic mujeres que querían disponer libremente de sus Contar mi experiencia resulta difícil. Bus cuerpos para ganar dinero, ni a los hombres que clientes en su momento fue mucho menos podían pagar y deseaban solicitar claramente lo En 1991, el minitel * me da por primera vez que buscaban, sin pasar por los subterfugios para idea de prostituirme. Todos los medios de obtenerlo. Porque la prostitución no debe banali­ nicación modernos sirven primero al mercado zarse, ni ejercerse en condiciones confortables. sexo. El minitel, este anticipo de internet, posible que toda una generación de chicas se tituyera en condiciones ideales de anonimato, Corría 1991, la primera guerra del Golfo, retrans­ ción de cliente, discusión del precio y au•vJUVLHJLCII mitida por la televisión, misiles Scud sobre Bag­ Aquellos que querían pagar por el sexo y dad, un disco de Noir Désir en rotación intensa, que querían venderlo podían entrar en Lv.'""·'-·~ «Aux Sombres Héros», eliminan al Profesor Griff fácilmente, ponerse de acuerdo sobre las HL•vua.u• de Public Enemy, Neneh Cherry lleva mallas ajus­ dades de este intercambio. La posibilidad de p tadas y zapatillas de deporte enormes. Yo me vis­ to del modo más unisex posible, es decir, más bien fácil que el negocio se llevara a cabo: las ""''H'·"'"""' como un chico. No llevo maquillaje, ni un corte nes estaban limpias, el precio era moderado, de pelo identificable, ni joyas, ni zapatos de chica. nos cruzábamos con nadie en la entrada. El Los atributos femeninos clásicos no me concier~ mer trabajo que encontré por minitel, en 1 nen. Tengo otras cosas en la cabeza. consistía en vigilar un servidor. Se me pagaba p Trabajo en un supermercado, en el revelado de fotos en una hora. Tengo veintidós años. No tengo

* Sistema de comunicación telefónica escrita que en principio el perfil de alguien que va a tomar el en Francia antes de internet. (N. del T) camino del sex-business. En todo caso, no tengo

--~~---~----·--- 70 realmente ellook. Además, dos años antes, contentarse con tener un trabajo. Pero yo nunca era vigilante en la red minitel, y veía a «hom he sido razonable y me costaba conformarme. generosos» proponer mil francos* por un polvo En el ordenador en el que facturaba las tiradas parecía una trampa: les proponían pagar tanto de fotos se podía ir al minitel y me conectaba a poder atraerlas hasta sus casas y hacerles toda menudo para discutir con un amante rubio, un serie de horrores antes de arrojarlas desnudas y chico de París, que trabajaba como «animadora>> sangrentadas en la fosa más próxima. Las novelas en un servidor. Yo estaba acostumbrada a mantener Ellroy, algunas películas, la cultura dominante conversaciones por el minitel y, de paso, charlar ban consiguiendo pasar su mensaje: descorlfi:ad. con mucha gente. Una vez tuve una conversación chicas, nos gustáis mucho cuando sois cadáveres más excitante que las demás con un señor convin­ A la larga, yo había terminado convenciéndome cente. Mi primera cita fue con él. Me acuerdo de que los hombres pagaban efectivamente mil su voz, cálida y excitante, pensaba que tenía ganas cos por cita, había deducido que las tías en de ver cómo era, que lo hubiera hecho gratis, que debían ser extraordinarias megabombas me volvía loca. Finalmente, no fui a la cita. Me Odiaba trabajar. Me deprimía la cantidad había preparado, estaba cerca, pero me rajé en el tiempo que me robaba, lo poco que ganaba y último momento. Demasiado miedo. Demasiado facilidad con que me gastaba el dinero. Miraba lejos de mí. No en mi vida. Las chicas que «lo las mujeres mayores que yo, trabajando toda hacían» habían recibido seguramente algún tipo vida de ese modo para ganar poco más que de consigna particular, un mensaje llegado desde sueldo mínimo y para que, cuando tuvieran otra dimensión. Pensaba que no podía improvi­ cuenta años, les echara la bronca el jefe de ~c•~\Avu sarse, que debía de haber una iniciación precisa porque iban demasiadas veces a mear. Mes cuyo protocolo me era desconocido. Pero el afan mes, comprendía con detalle lo que quería de lucro, mezclado con la curiosidad, con el im­ llevar una vida de trabajadora honrada. Y no perativo de encontrar una manera de que me escapatoria posible. Ya en esa época, había q echaran del supermercado, además de las ganas de aprender algo importante ... Me di de nuevo cita ' * Unos 150 euros. (N. del T.) unos días más tarde, con otro hombre, ese precisa-

·------73 --····- .. . ------72 mente no muy sexy. Simplemente un cliente, en muchos hombres era casi hipnótico. Entrar en de verdad. una tienda, en el metro, cruzar la calle, sentarse

La primera vez que salgo en minifalda con L'll un bar. Por todos lados, atraer las miradas de los eones altos. La revolución depende de unos hambrientos, estar increíblemente presente. De­ tos accesorios. Después, la única sensación positaria de un tesoro furiosamente deseado, mi parable será mi primer paso por la televisión, entrepierna, mis pechos, cobraban una importan­ Canal Plus, cuando estrenamos la película cia extrema. Esto no causaba ese efecto únicamen­ Tú no has cambiado en nada, pero algo fuera de te en los obsesos. Una mujer con estilo de puta le se ha desplazado y ya nada es como antes. Ni m teresa a casi todo el mundo. Me había conver­ mujeres, ni los hombres. Sin que estés segura tido en un juguete gigante. En todo caso, lo que que te guste o no ese cambio, de comprender estaba claro es que yo podía hacer ese trabajo. Fi­ das sus consecuencias. Cuando las nalmente, no era necesario ser una bomba sexual, nas hablan de sus experiencias como «traua 1auvLau·"' decirte «cuidado, es una impostora», porque no lo en la población masculina, el carácter exagerado, era, no más que cualquier otra. Al principio ese teatral, el cambio notable de estatus. Yo que proceso me fascinó. A mí que siempre me habían entonces era una tía casi transparente, pelo corto dado igual esas cosas de chicas, me volví una apa­ y zapatillas sucias, me había convertido b sionada de los tacones de aguja, de la lencería fina mente en una criatura de vicio. La gran clase. Pa­ y de los trajes de falda y chaqueta. Me acuerdo de recía Wonder Woman que da vueltas en una cabi-, mi propia perplejidad, los primeros meses, cuando na de teléfono para acabar saliendo convertida me veía reflejada en los cristales de los escaparates. superheroína; todo esto era divertido. Pero ense­ Es verdad que esa no era simplemente yo, esa gran guida también sentí miedo precisamente de puta de piernas alargadas por los tacones altos. La importancia, que iba más allá de mi comprensión chica tímida, rellenita, masculina, desaparecía en y de mi control. El efecto que todo ello causaba un abrir y cerrar de ojos. Incluso aquello que ha-

----~------~ 74 bía de masculino en mí, como mi manera de maquillaje, su fragilidad expuesta. Su vejez, sus ga­ zar superrápida y con seguridad, se convertía, nas de carne fresca contra su cuerpo de viejo. Sus vez que me había puesto el uniforme, en tripas cerveceras, sus pollas pequeñas, sus culos caí• de hiperfeminidad. Al principio, eso me dos o sus dientes amarillentos. Era su fragilidad lo que hacía que fuera complicado. Aquellos a los que viaje, sin cambiar de sitio, pero entrando en podía odiar o despreciar eran los únicos, final­ dimensión. Inmediatamente, desde el mente, con quienes era posible hacerlo permane­ en que llevaba el disfraz de la hiperfeminidad ciendo bien cerrada. Ganar un máximo de pasta, to: un cambio de autoafirmación, como L'n un mínimo de tiempo, y después no pensar en te metes una raya de coca. Después, como la dlo. Pero, en mi corta experiencia, los clientes es­ se volvió más difícil de gestionar. taban llenos de humanidad, de fragilidad, de an­ Entretanto, me había armado de coraje, ¡.?;Ustia. Y eso, después, se te queda pegado como conseguido mi primer cliente a domicilio, un un remordimiento. hombre, un sesentón, que fumaba cigarillos En ese momento, desde un punto de vista físi• uno tras otro y hablaba mucho durante el co, tocar la piel del otro, poner mi piel a su dispo­ Parecía solo y a mí me resultaba

76 77 ce por menos de un par. Evidentemente, hay piensa que los clientes de las prostitutas constitu­ contar el tiempo de la preparación, la uc:~u

------78 79 ------Lyon había más clientes que chicas, lo que nacimos bien: era algo más joven que yo, estaba más fácil la selección y el trabajo más mejor integrada socialmente, había trabajado varios Hablando con los que «venían» más a menudo, años como esteticista, estaba comprometida con un chico que la adoraba y tenía mucho humor y muy buen gusto para la música. A mí me parecía sólida, estaban satisfechos es que también éramos trabajadora, decidida. Lúcida y con las cosas claras las que proponíamos nuestros servicios. La comparada conmigo o con las otras chicas que yo tución ocasional no tiene nada de conocía. Nada que ver con la imagen de las profe­ Lo único excepcional en mi caso es que yo sionales del sexo que yo tenía. Muy solicitada, ga­ de ello. Este trabajo, que puede practicarse en naba una fortuna cada día, dinero en efectivo que creto total, no es más que un curro bien ahorraba concienzudamente. Al mismo tiempo para una mujer poco o nada cualificada. que yo llegó al salón una chica pequeña, more­ Cuando trabajaba en los salones de masaje « na, que volvía de Yugoslavia, donde había trabaja­ tico» y en algunos peep-shows de París, tenía · do seis meses en el ámbito humanitario. Tenía un de discutir con otras chicas entre dos clientes. diploma de la escuela de comercio, pero se había nocí a chicas muy distintas, las más inesperadas encontrado confundida al buscar un «curro» nor­ gún la conciencia colectiva para «ese tipo de lnal. Y había intentado entrar en un salón por azar. bajo». La primera vez que trabajé en un salón l.e decía a su novio que era secretaria en una gran masajes venía de un ambiente de extrema· empresa. No pensaba hacer ese trabajo por mucho da en el que había escuchado decir, r~~.,·~~ tiempo. Hablábamos muchísimo sobre la extrañeza que las chicas que se prostituyen son víctimas, de ese tipo de trabajo que nos fascinaba por igual. conscientes o manipuladas, que en todo caso El único punto en común que he podido en­ tenían elección. La realidad sobre el terreno contrar entre todas las chicas con las que me he muy distinta. La chica que me abrió la puerta cruzado es, evidentemente, la falta de dinero, pero una negraza asombrosa, una de las chicas más sobre todo el hecho de que ellas no hablaban de pas que he visto de cerca. Difícil compadecer lo que hacían. Secretos de mujeres. Ni a los ami­ tener piedad de una criatura así. Después nos gos, ni a , ni a los novios, ni a los maridos.

------80 81 Creo que la mayoría de ellas han hecho lo •u•.~uJL\011 cuenta de que era mucho más fácil hacerlo como que yo: han trabajo en esto algún tiempo, '"l".uu,,.. puta que acompaña a un cliente. Sin comerse la veces, y después se han dedicado a otras cosas cabeza: vengo aquí porque es mi trabajo, hago lo pletamente distintas. que no debe hacerse, me pagan por ello. Es punk­ A la gente le gusta poner cara de inc rock. Sin el dinero como motivo, todo se compli­ cuando les dices que has trabajado como puta, caba: ¿venía para acompañar a un productor, o mismo que ocurre con la violación: pura solamente por mi propio placer? ¿Las cosas que cresía. Si se pudiera realizar una encuesta, n hacía allí las hacía porque estaba demasiado bo­ asombraríamos de la cantidad de chicas que r-racha o porque verdaderamente me excitaban? vendido sexo a un desconocido. ¿Tenía al menos el coraje de saber cómo me sen­ porque en nuestra cultura, el límite entre la s tía el día después? Benévola y lúdica, mi sexuali­ ducción y la prostitución es borroso, aunque dad me parecía entonces mucho más confusa. Soy el fondo todo el mundo sea consciente de una chica, así que el territorio del sexo fuera de Durante todo el primer año, realmente la pareja no me pertenece. La prostitución oca­ gustó ese trabajo. Porque se hacía más dinero sional, con la posibilidad de elegir los clientes y el que en otros sitios, pero también porque me tipo de escenario, es también para una mujer una mitió experimentar casi todo lo que me · rnanera de echar un vistazo al lado del sexo sin ba, me excitaba, me perturbaba o me fascina sentimientos, de experimentar, sin tener que pre­ sin hacerme demasiadas preguntas y tender que lo hace por puro placer y sin esperar toda consideración moral. Además de otras mu-, hmeficios sociales colaterales. Cuando se trabaja chas cosas que nunca se me habrían ocurrido romo puta, se sabe a lo que se viene, por cuánto, que no me habría gustado que me pidieran en la y mejor si además te lo pasas bien o si satisfaces intimidad, aunque fue interesante hacerlas u tu curiosidad. Cuando se es una mujer libre, la vez. Solo comprendí la comodidad de mi posi­ rosa es mucho más complicada, en definitiva, me­ ción después de haberlo dejado, cuando, tras con-· nos ligera. vertirme en Virginie Despentes, me pasé por Al principio, todo el mundo me felicitaba y se club de intercambio de parejas. Entonces me alegraba tanto de mi éxito que era facil apreciar mi

-~--- 82 r nuevo trabajo. Una chica que se feminiza, eso había guardado intacto. Si yo lo vendía diez veces que causa emoción. Así son las cosas. Eran 'eguidas, quería decir que aquello no se desgastaba los que me preguntaban qué me ocurría. Ya lo ron el uso. Este sexo solo me pertenecía a mí, no dicho antes, «el disfraz de mujer» nunca me perdía su valor a medida que se usaba, e incluso

interesado, pero llevarlo me permitió '-V'•"J.J'L'-'''""' podía ser rentable. De nuevo, me encontraba en dos o tres cosas importantes sobre los "'-'''"'"•" una situación de ultrafeminidad, pero esta vez yo Cuando no te lo esperas, el efecto que producen sacaba un beneficio neto. objetos fetiche -el liguero, los tacones de Lo que resulta difícil, incluso hoy, no es el haber­ los sujetadores que realzan el pecho o el r'l~·min lo hecho. Recordar mi pasado para escribir este es un chiste. Hacemos como si no lo capítulo me confronta con buenos recuerdos. El cuando compadecemos a las mujeres-objeto, subidón de adrenalina antes de llamar a una puerta, bimbos de pechos remodelados, todas las y subidones todavía más fuertes antes de empezar anoréxicas y reconstruidas que salen en la una sesión. Me gustaría decir otra cosa visto que no Pero la fragilidad está sobre todo del lado de 111c hace falta añadir mucho del lado de lo cutre, hombres. Como si nadie les hubiera avisado pero desde un punto de vista sexual, en general, fue que Papá Noel no vendrá: les basta con ver 11my excitante. Ser puta era a menudo lo más, el chaqueta roja para correr con la lista de deseo resultaba gratificante. Aquellas fueron tam­ que querrían ver junto a su chimenea. Me bién mis primeras salidas de compras, con mi pro­ gracia, desde entonces, escuchar cómo los pio dinero, en efectivo, como nunca antes hubiera bres disertan sobre la estupidez de las mujeres sofíado tenerlo y poder fundirlo en un solo día. adoran el poder, el dinero o la fama: como si Además, esta experiencia, al presentarme a los rar un liguero fuera menos estúpido ... hombres bajo un ángulo más infantil, frágil y vul­ En mi caso, la prostitución ha sido una lll-rable, los volvió más simpáticos, menos impre­ crucial de reconstrucción después de la sionantes, más amables. Y finalmente, más accesi­ ción. Una empresa de indemnización, billete a bles. Descubrí una receta para atraer más atención llete, de lo que me habían quitado por la de la que _yo podía gestionar. Eso ha disminuido mi Aquello que yo podía vender a cada cliente, agresividad contra ellos, más de lo que nunca hu-

84 ------·- 85 -- ··------biera imaginado. Una agresividad que, a dü•erent Es difícil dejarlo. Volver a trabajos pagados nor­ de lo que se cree, nunca ha sido muy elevada. ltt.dmente, en los que se te trata normalmente,

que me da rabia no es lo que los hombres 1111110 un empleado. Levantarse por las mañanas, o son, sino lo que quieren impedirme que haga o d.tr todo tu tiempo. De todos modos, yo echaba que quieren obligarme a hacer. u1licitudes por todos lados, pero no encontraba 1r.1bajo. Tuve que esperar a conocer a alguien que ~ su vez conocía a alguien que trabajaba en Vir­ Lo que resulta difícil es hablar de ello. Lo que ~in para poder empezar a ser dependienta duran­ provocaría en la cabeza de la gente, con la que ll' unos meses. Trabajar por el sueldo mínimo se go me encontraría. La condescendencia, el había vuelto una especie de lujo. El mercado se cío, la proximidad, las conclusiones fuera de h;tbía endurecido y, entretanto, yo me había hecho 111ayor y tenía lagunas sospechosas en mi CV. La rl':tdaptación no era evidente. El único trabajo es­ Cuando llegué a París, la práctica se complicó. l.thle que encontré consistía en hacer reseñas de chas más chicas, muchas más blancas, chicas películas X para un editor de revistas porno. Y eso Este, muy guapas, muchos más clientes p.._u·,., ..J~"' 11o daba para pagar un alquiler en París. Cuidé ni­ Los servidores de minitel estaban vigilados y l)os, cosa que al menos era divertida, pero eso tam­ difícil elegir como antes. No conocía bien los poco daba para vivir en la capital. rrios a los que iba. Y cuando quería pasarme Cabría comparar el estar enganchado a una dro­ trabajar en el masaje o en el striptease, para ~a dura y ser puta. Todo empieza bien: sensacio­

en una estructura, los porcentajes eran · IIL'S de poder fácil (sobre los hombres, el dinero), los locales demasiado pequeños y la oferta sie·mJDI rmociones fuertes, descubrimientos interesantes superior a la demanda, lo que hacía que el mbre ti misma, liberación de dudas. Pero es un biente entre las chicas fuera un espanto. ~livio traicionero, los efectos secundarios son du­ yo ya no estaba sola, así que empezaron las ros, sigues buscando las sensaciones del principio, ras y la sensación de traer mi mierda a casa. romo con la droga. Cuando intentas dejarlo, las da de equilibrio. complicaciones se parecen: vuelves una vez más,

-··------~--~ 86 ~~------· 87 una sola vez y después una semana más 1'11 que hay hombres que tienen pasta y poder al­ cuando se presenta el más mínimo problema, tnledor, me parece todo bastante parecido al final. ves a encender tu minitel, por última vez. l~ntre la feminidad tal y como se nos vende en las empiezas a entender que aquello te da más t·t·vistas y la de la puta, se me escapa siempre el mas que beneficios, pero aun así vuelves. Lo tnatiz de diferencia. Porque aunque algunas no di­ antes era una fuerza fantástica que controlabas ~an claramente cuáles son sus honorarios, tengo la ba desbordándolo todo y volviéndose i111presión de haber conocido a muchas putas. Mu­ ra. Y todo lo que antes te atraía del asunto, se rhas mujeres a las que el sexo no les interesa pero ve un problema. lllle saben sacar beneficios de él. Que se acuestan Durante cierto tiempo estuve así, vol · ron hombres viejos, feos, muermos, idiotas hasta la dejándolo, hasta que me convertí en Virginie depresión, pero socialmente poderosos. Que se ca­ pentes. Siempre me ha impresionado la · Nan con ellos y que luchan por sacar un máximo de entre la parte promociona! de mi trabajo de dinero en el momento del divorcio. Que les parece tora mediatizada y el acto de prostituirse. e normal ser una mantenida, que se la lleve de viaje, diferencia de que cuando dices «Soy puta», que se la mime. Que incluso piensan que eso es un a todos los salvadores de tu parte, mientras i·xito. Es triste escuchar a algunas mujeres hablar cuando dices «Salgo en la tele» lo único que del amor como de un contrato económico implí• cuentras son envidiosos. Pero el sentimiento de cito. Que esperan que los hombres paguen por poseerse a sí misma por completo, de vender ;1costarse con ellas. Eso me parece lo más cutre, en íntimo, de mostrar lo privado, es exactamente su caso, que renuncien a toda independencia -al nusmo. 111enos la puta, una vez que ha satisfecho a su Aún no veo bien la diferencia entre la nn'""'n cliente, puede largarse tranquila, y en el caso de los ción y el trabajo asalariado legal, entre la hombres, que solo puedan acceder a la sexualidad ción y la seducción femenina, entre el sexo si tienen un modo de apoquinar. Es mi lado clase y el sexo interesado, entre lo que conocí 111edia: hay obviedades que no puedo digerir y aquellos años y lo que he visto después. Lo que respecto a las cuales me falta sutileza. Pero si tu­ mujeres hacen con su cuerpo, desde el "''VU''"'''"' viera que dar consejo a una chavalita, le diría que

-~~~~~~---- 88 89 --- hiciera las cosas sin tapujos, que conservara su directo, el que permite llegar donde quieres sin dependencia, y que si quiere, saque n,-,-,u~·r necesidad de sonreír a tres viejales esperando que sus encantos en lugar de casarse, encerrarse, les contraten como esto, o les confíen aquello. El y dejar que un tipo al que ella no soporta y poder que te permite ser desagradable, exigir, ser no la lleva de viaje le ponga un cerrojo. rortante. Y ese poder no es más vulgar cuando A los hombres les gusta pensar que lo una mujer lo ejerce que cuando lo hace un hom­ mujeres prefieren es seducirles y hacerles bre. Se supone que, a causa de nuestro sexo, no­ quecer. Pura proyección homosexual: si mtras debemos renunciar a este tipo de placer. sexo femenino, lo que les gustaría a ellos es bo es mucho pedir. N o nos encontramos con tar a otros hombres. Vale, es verdad, es a¡;:,.L<>'-... ltluchas Sharon Stone en la vida. Hay más belle­ hacerles perder la cabeza a base de escotes y· ~.as pasadas de coca, idiotas con vestidos bonitos. A los hombres les gustan las chicas guapas, corte­ Mickey para distraer a los niños, pero hay jadas y fanfarronear cuando se llevan una al huer­ prefiere otra cosa. Por ejemplo, hay quien to. Pero lo que más les gusta en realidad es ver no trabajar en Disney. Seducir está al alcance rómo se la pegan mientras simulan compadecer­ muchas jóvenes, siempre que acepten jugar el · las o se alegran directamente. La prueba es su tos­ go, porque de lo que se trata es de reconfortar a ra alegría cuando ven envejecer a aquellas muje­ hombres sobre su virilidad, jugando el juego res que no han podido obtener o a las que les feminidad. Sacar un beneficio personal exige hicieron sufrir. ¿Acaso hay algo más rápido y pre­ perfil preciso, cualidades poco frecuentes. visible que la caída de una mujer que ha sido no venimos de las clases sociales superiores, a ¡.?;llapa? No es necesario tener mucha paciencia das no nos han entrenado para sacar el para obtener venganza. de dinero de los hombres. Y, además, algunas ferimos el dinero que ganamos nosotras A diferencia de la idea que se hacen muchos <

90 91 esa gratificación de forma explícita», escribe rnentir acerca de su actividad, como lo hacen los tersan. que la practican a través de internet. Buscamos lo Como el trabajo doméstico y la educación de más sórdido y lo encontramos sin mucha dificultad niños, el servicio sexual debe ser gratuito. El · porque esa es precisamente la prostitución que no es la independencia. Lo que ataca la moral puede sustraerse a la mirada pública. Chicas sin pa­ práctica del sexo pagado no es el hecho de pdes, que trabajan a la fuerza, a destajo, domestica­ la mujer no encuentre placer, sino que se aleje das por la violación, drogadas, retratos de chicas hogar y que gane su propia independencia. La perdidas. Cuanto más cutre, mejor y más fuerte se es la «criatura del asfalto», la que se apropia siente un hombre en comparación. Cuanto más ciudad. Trabaja fuera de lo doméstico y de la sórdido, más emancipado se siente el pueblo fran­ nidad, fuera de la célula familiar. Los hombres cés. Así, a partir de imágenes inaceptables de un necesitan mentirle, ni ella necesita engañarlos, tipo de prostitución practicada en condiciones as­ bien ella se puede convertir en su cómplice. querosas, se acaban extrayendo conclusiones sobre cionalmente, las mujeres y los hombres no están el mercado del sexo en su conjunto. Es tan preciso chos para comprenderse, entenderse y ser · como hablar del trabajo textil mostrando única­ entre sí. Al parecer, esta posibilidad da miedo. rnente imágenes de niños sin contrato en sótanos. Los medios de comunicación franceses, los No importa, lo que cuenta es poder transmitir una tículos, los documentales y los reportajes de linica idea: ninguna mujer debe sacar beneficios de se centran siempre en las formas más sórdidas de. sus servicios sexuales fuera del matrimonio. En prostitución, como la de calle en la que se ningún caso ella es lo suficientemente adulta como a las mujeres sin papeles. Por su dimensión para comerciar con sus encantos. Prefiere forzosa­ tacular evidente: un poco de injusticia medieval lllente tener un trabajo honesto. Honesto según las nuestros suburbios siempre produce buenas · instancias morales. Un trabajo no degradante. Por­ nes. Nos gusta contar historias de mujeres que el sexo para las mujeres, sin amor, es siempre tadas que cuentan a las otras que se han librado degradante. los pelos de lo peor. Además resulta más facil, Esta imagen precisa de la prostituta que nos gus­ que los y las que trabajan en el exterior no ta tanto mostrar, una mujer privada de todos sus

92 93 ----- derechos, de su autonomía, de su poder de u~.-~.-l:~JLu heterosexual. Hacernos creer que ese contrato es sirve para varias funciones. Principalmente L'Xtraño a nuestra cultura es pura hipocresía. Al a los hombres que quieren hacérselo con una contrario, la relación entre el cliente varón hetero­ lo bajo que deberán caer para conseguirlo. De sexual y la puta es un contrato entre los sexos sano modo, también se les arrastra a ellos al uu••ue

94 95 esa gratificación de forma explícita», escribe rnentir acerca de su actividad, como lo hacen los tersan. que la practican a través de internet. Buscamos lo Como el trabajo doméstico y la educación de más sórdido y lo encontramos sin mucha dificultad niños, el servicio sexual debe ser gratuito. El · porque esa es precisamente la prostitución que no es la independencia. Lo que ataca la moral puede sustraerse a la mirada pública. Chicas sin pa­ práctica del sexo pagado no es el hecho de pdes, que trabajan a la fuerza, a destajo, domestica­ la mujer no encuentre placer, sino que se aleje das por la violación, drogadas, retratos de chicas hogar y que gane su propia independencia. La perdidas. Cuanto más cutre, mejor y más fuerte se es la «criatura del asfalto», la que se apropia siente un hombre en comparación. Cuanto más ciudad. Trabaja fuera de lo doméstico y de la sórdido, más emancipado se siente el pueblo fran­ nidad, fuera de la célula familiar. Los hombres cés. Así, a partir de imágenes inaceptables de un necesitan mentirle, ni ella necesita engañarlos, tipo de prostitución practicada en condiciones as­ bien ella se puede convertir en su cómplice. querosas, se acaban extrayendo conclusiones sobre cionalmente, las mujeres y los hombres no están el mercado del sexo en su conjunto. Es tan preciso chos para comprenderse, entenderse y ser · como hablar del trabajo textil mostrando única­ entre sí. Al parecer, esta posibilidad da miedo. rnente imágenes de niños sin contrato en sótanos. Los medios de comunicación franceses, los No importa, lo que cuenta es poder transmitir una tículos, los documentales y los reportajes de linica idea: ninguna mujer debe sacar beneficios de se centran siempre en las formas más sórdidas de. sus servicios sexuales fuera del matrimonio. En prostitución, como la de calle en la que se ningún caso ella es lo suficientemente adulta como a las mujeres sin papeles. Por su dimensión para comerciar con sus encantos. Prefiere forzosa­ tacular evidente: un poco de injusticia medieval lllente tener un trabajo honesto. Honesto según las nuestros suburbios siempre produce buenas · instancias morales. Un trabajo no degradante. Por­ nes. Nos gusta contar historias de mujeres que el sexo para las mujeres, sin amor, es siempre tadas que cuentan a las otras que se han librado degradante. los pelos de lo peor. Además resulta más facil, Esta imagen precisa de la prostituta que nos gus­ que los y las que trabajan en el exterior no ta tanto mostrar, una mujer privada de todos sus

92 93 ----- derechos, de su autonomía, de su poder de u~.-~.-l:~JLu heterosexual. Hacernos creer que ese contrato es sirve para varias funciones. Principalmente L'Xtraño a nuestra cultura es pura hipocresía. Al a los hombres que quieren hacérselo con una contrario, la relación entre el cliente varón hetero­ lo bajo que deberán caer para conseguirlo. De sexual y la puta es un contrato entre los sexos sano modo, también se les arrastra a ellos al uu••ue

94 95 En su libro, Pheterson cita a Freud: «La les avergüenza. Al eliminar la prostitución de las tierna y la corriente sensual solo se han Luo»v...... ,. ralles, la que ofrece un alivio más rápido, el cuerpo como es necesario en un pequeño grupo de \ocial complica el alivio de los hombres. civilizados; los hombres se sienten casi siempre mitados en el ejercicio de su actividad sexual respeto a las mujeres y solo desarrollan su plena Una frase de cliente me ha marcado, una frase re­ tencia sexual cuando se encuentran en presencia petida varias veces, por distintos hombres, después un objeto sexual despreciado, una cuestión de sesiones muy diferentes unas de otras. Me de­ también sobre el hecho de que existen en sus rían, en un tono suave y algo triste, en todo caso seos sexuales componentes perversos que no se resignado: «Es a causa de hombres como yo que miten satisfacer con una mujer a la que rhicas como tú hacen lo que hacen». Era una ma­ La dicotomía madre-puta está dibujada nera de reasignarme a mi posición de chica perdida, cialmente sobre el cuerpo de las mujeres, un probablemente porque yo no daba suficientemen­ como el mapa de África: sin tener en cuenta te la impresión de sufrir con lo que hacía. Era tam­ realidades del terreno, sino únicamente los u·1te:re~ bién una frase que venía a expresar lo doloroso que de los colonizadores. Esta separación no procede t•s el recinto del placer masculino: lo que a nú me un proceso «natural», sino de una voluntad KUsta hacer contigo produce forzosamente infelici­ Se condena a las mujeres a estar escindidas en dad. A solas con su culpabilidad. Es necesario que opciones incompatibles. Al mismo tiempo, se st· avergüencen de su propio deseo, incluso si en­ cierra a los hombres en otra dicotomia: lo que se cuentran satisfacción en un contexto que no cau­ pone dura debe ser problemático. Sobre todo, saría dolor, donde ambas partes podrían satisfacerse. no haya reconciliación, es un imperativo. Una de 1;.1 deseo de los hombres debe herir a las mujeres, características particulares de los hombres es ultrajadas. Y, en consecuencia, debe culpabilizar a tendencia a despreciar aquello que desean, así los hombres. De nuevo, no se trata de una fatalidad, a despreciarse a sí mismos a causa de la '"'"'!l...... ,.... sino de una construcción política. Actualmente, los ción física de ese deseo. En desacuerdo hombres no dan la impresión de querer liberarse de tal con ellos mismos, se empalman con aquello t•ste tipo de cadenas. Más bien al contrario.

96 97 ------~- apenas o que sea considerado como un simple tes­ timonio. El desierto teórico al que nos condena­ No estoy afirmando que en cualquier mos socialmente en Francia es una estrategia. Es necesario guardar la prostitución en la vergüenza y la oscuridad para proteger tanto como sea posi­ mundo económico actual es lo que es, es ble la célula familiar tradicional. una guerra fría sin piedad, prohibir el ej de la prostitución en un marco legal prohibir a la clase femenina enriquecerse y Vuelvo a hacerme algunos clientes a finales del 91, ventaja de su propia estigmatización. escribo Fóllame en abril del 92. No creo que se trate de simple azar. Existe una relación real entre escritura y prostitución. Emanciparse, hacer lo que Creo que no tendría un recuerdo tan positivo no debe hacerse, ofrecer la intimidad, exponerse a mis años de puta sin la lectura de las ·--·•u,, .... los peligros de ser juzgado por los otros, aceptar la americanas «pro-sexo»,* Norma Jane exclusión del grupo. Más en concreto, como mu­ Carol Queen, Scarlot Harlot, Margot St. _jcr: convertirse en una mujer pública. Ser leída por cualquiera, hablar de aquello que debe permanecer tos estén traducidos al francés -o al español-, en secreto, exhibirse en los periódicos ... En con­ el libro El prisma de la prostitución de flicto evidente con la posición que se nos asigna haya tenido una pequeña difusión a pesar de tradicionalmente: mujer privada, propiedad, mitad una obra ineludible, que el libro de Claire y sombra del hombre. Convertirse en escritora, ga­ thonnet ]'ai des choses a vous dire no se e nar dinero fácilmente, provocar tanta repulsión como fascinación: la vergüenza pública es compa­ * La autora se refiere aquí al feminismo «pro-sex», rable a la de la puta. Aliviar, acompañar a aquellos feminismo conservador <>. (N. del T.) Encontramos muchas prostitutas en las novelas:

98 Bola de Sebo, Nana, Sofía Semionovna, "'-'1L"'-'~"'4 te, Fantine ... Son figuras populares, anti ..~a--~ .. en el sentido religioso del término, mujeres que juzgan, que son comprensivas, que reconocen deseo de los hombres, condenadas y libres. los hombres sueñan que son mujeres, se u· na;gu:t;~~ más fácilmente siendo putas, excluidas y libres movimientos, que siendo madres de familia La pornografía es como un espejo en el que cupadas de la limpieza del hogar. A menudo, podemos mirarnos. A veces, lo que vemos no es cosas son exactamente lo contrario de lo que muy bonito y nos puede hacer sentir bastante dicen que son, por eso nos lo repiten con mal. Pero es una ocasión maravillosa para cono­ insistencia y brutalidad. La figura de la puta es cernos a nosotros mismos, para aproximarnos a buen ejemplo: cuando afirmamos que la •. n--·~·~·... la verdad y aprender. ción es una «violencia contra las mujeres» es La respuesta al pomo malo no es la prohibi­ que olvidemos que es el matrimonio lo que ción del pomo, sino hacer mejores películas tituye una violencia contra las mujeres y, de porno.

general, todo lo que aguantamos. Aquellas que ANNIE SPRINKLE, dejan follar gratis deben seguir diciendo que su Hardcore from the Heart, 2001 ción es la única posible, si no ¿cómo las mos? La sexualidad masculina en sí misma no tituye una violencia contra las mujeres, si consienten y están bien pagadas. Lo que resulta lento es el control que se ejerce sobre cada una cada uno de nosotros, la facultad de decidir nosotros lo que es digno y lo que no lo es.

100 ·------BRUJAS PORNO

Una se pregunta qué diablos está en juego en el pomo que hace que el dominio X tenga tal poder blasfematorio. Basta con que nos muestren un rabo enorme taladrando un coño depilado para que un buen número de nuestros contemporá­ neos se santigüe mientras cierra el ano. Algunos, haciendo como si ya estuvieran de vuelta, repiten: «Eso no tiene ningún interés», pero basta con ca­ lllinar cien metros por la ciudad con una actriz porno para darse cuenta de lo contrario. O con L'char un vistazo en internet a la prosa antiporno. 1,os que se ofenden cuando se trata de prohibir una caricatura religiosa, «No estamos en la Edad Me­ dia, es el colmo», ya no tienen las ideas tan claras ruando se trata de clítoris y de cojones. Asombro­ sas paradojas del pomo. Las afirmaciones circulan de forma tanto más concluyente en cuanto siguen siendo indemostra-

--·-·------103 ------bles. Entretanto se sigue haciendo responsable sin haberlo formulado claramente. En estos dos porno de las violaciones colectivas, de la ". J • .._., ....& casos, la visión del material pornográfico les obli­ entre los sexos, de las violaciones en Bosnia o gó a identificar claramente su atracción. Ruanda. Se lo compara incluso con las .._,ua«•• En mi opinión, este experimento ofrece una de gas ... Solo una cosa parece surgir de todo pista interesante para comprender la violencia del con claridad: filmar el sexo no es anodino. rechazo a menudo fanático, al borde del pánico, artículos y los libros consagrados a la cuestión que suscita el porno. Los alarmados militantes re­ extraordinariamente numerosos. Los estudios claman la censura y la prohibición a gritos como ríos son muchos menos, y raramente se ""J''-"'•'" si les fuera la vida en ello. Esta actitud resulta ob­ en investigar las reacciones de los hombres jetivamente sorprendente: ¿amenaza la seguridad sumidores de porno. Preferimos imaginar lo del Estado un primer plano de una polla que pe­ les pasa por la cabeza que preguntarles netra a una chica a cuatro patas? Las páginas web mente. antiporno son más numerosas y vehementes que David Lofrus en su libro Watching Sex: How las páginas contra la guerra en Irak, por ejemplo. Really Respond to Pornography pregunta preosétmc~ll Asombroso vigor contra algo que no deja de ser te a cien personas de sexo masculino, de un simple género cinematográfico. perfiles, sobre sus reacciones frente al porno. El problema que plantea el pomo reside en el dos dicen haber descubierto el porno antes de 111odo en que golpea el punto ciego de la razón. edad legal. De dicha muestra, ninguno de los Se dirige directamente al centro de las fantasías ' bres dice haberse sentido mortificado. Al sin pasar por la palabra ni por la reflexión. Prime- río, el descubrimiento del material ro nos empalmamos o mojamos, después nos pre­ está asociado para ellos con un recuerdo "l".'-""'"'UI ~untamos por qué. Los reflejos de autocensura se constructivo de su masculinidad de formas ven trastocados. La imagen porno no nos deja tas, ya sea lúdica o excitante. A excepción de l'lección: esto te excita, esto te hace reaccionar. hombres, ambos homosexuales, que Nos hace saber dónde hay que apoyarse para ac­ cómo al principio les fue difícil porque tivarse. Ahí está su mayor fuerza, su dimensión confusamente, que les gustaban los hombres, rasi mística. Por eso se crispan y gritan tanto los

104 ---· ______, 105 ~------~ militantes antiporno. Rechazan que se hable Nuestras fantasías sexuales hablan de nosotros, en rectamente a su propio deseo, que se les fuerce' la manera desplazada de los sueños. N o dicen nada saber algo sobre sí mismos que han decidido de lo que deseamos que ocurra de facto. norar o acallar. Es evidente que muchos hombres hetero­ El porno presenta un verdadero problema: sexuales se empalman pensando en ser penetrados bera el deseo y le promete satisfacción por otros hombres, o ser humillados, sodomiza­ rápido como para permitir una sublimación. dos por una mujer, del mismo modo que es evi­ este sentido, cumple una función mediadora, dente que muchas mujeres se excitan con la idea laja la tensión en nuestra cultura entre delirio de ser violadas, de participar en un gang bang o de xual abusivo (en la ciudad, los signos que ser folladas por otra mujer. El porno también nos al sexo nos invaden literalmente el cerebro) y puede molestar porque revela que somos inexci­ chazo exagerado de la realidad sexual (no tables mientras que nos imaginamos a nosotros mos en una gigantesca orgía perpetua, las 111ismos como calentones insaciables. Aquello que permitidas o posibles son más bien nos excita o que no nos excita proviene de zonas pocas). El porno interviene aquí como una li incontrolables, oscuras y pocas veces de acuerdo ración psíquica, para equilibrar la diferencia nm lo que deseamos conscientemente. He aquí el presión. Pero aquello que resulta excitante a interés de este género cinematográfico, si nos gus­ nudo es socialmente molesto. Pocos son ta soltar amarras y perder la razón, y aquí también y aquellas capaces de asumir en público lo que reside el peligro de este tipo de cine, precisamen­ pone a cien en la vida privada. A veces, ni · te si tenemos miedo de no poder controlarlo todo. ra tenemos ganas de hablar de ello con nu compañeros sexuales. El dominio de lo privado, que me hace mojar. Porque la imagen que ello Pedimos demasiado a menudo al porno que sea de mí es incompatible con mi identidad una imagen de lo real. Como si el porno ya no cotidiana. fi.1era cine. Reprochamos a las actrices, por ejem­ plo, que finjan el placer. Están ahí para eso, se les paga para eso, han aprendido a hacerlo. No se le

---- ····-----··~·- 106 ~----~~------__, pide a Britney Spears que tenga ganas de está dividido en subgéneros distintos: las películas cada tarde que sale a actuar. A eso es a lo que de 35 mm de los años setenta son diferentes de las ne, nosotros pagamos para verlo, cada uno hace películas amateur que aparecen con el vídeo, y es­ trabajo y nadie se queja al salir diciendo: «Yo tas son diferentes de las viñetas hechas con teléfo­ que simulaba». El porno debería decir la nos móviles, de las webcams o de las actuaciones Algo que nunca pedimos al cine, live de internet. Porno chic, alt porno, posporno, una técnica de ilusión. gang bang, gonzo, sadomasoquismo, fetichismo, Le pedimos al porno precisamente lo que bondage, uro et scato, películas temáticas -con mu­ jeres maduras, pechos enormes, pies bonitos, culos seos. Yo no sé nada sobre por qué es tan""'"'"" ..... , bonitos-, películas con transexuales, películas gays, ver a otras personas follando y diciéndose películas lesbianas. Cada género porno tiene su das. El caso es que funciona. Es mecánico. El propio programa, su historia, su estética. Del mis­ no revela crudamente ese otro aspecto de mo modo, el cine porno alemán no gira en torno mismos: el deseo sexual es una mecánica a las mismas obsesiones que el cine japonés, italia­ complicada de poner en marcha. Y sin em no o estadounidense. Cada parte del mundo tiene mi libido es compleja, lo que dice de mí no sus particularidades pornográficas. pre me agrada, no siempre encaja con lo que a Lo que escribe realmente la historia del porno, me gustaría ser. Pero puedo preferir saberlo, lo que la inventa y lo define es la censura. Aquello lugar de esconder la cabeza y decir lo contrario que prohibimos mostrar es lo que va a marcar cada lo que sé de mí, para preservar una imagen cine porno, buscando modos interesantes de sos­ tranquilizadora. layar los límites. Con las aberraciones y los contraefectos más o menos alienantes que ello supone: en Francia, las Los detractores del género se quejan de la po cadenas de televisión privadas definen lo que se del porno, y pretenden que existe un único tipo puede mostrar o no. Ni escenas de violencia, ni de porno. Les gusta hacer circular la idea según la sumisión, por ejemplo. Hacer porno eludiendo la este sector no es creativo. Esto es falso. El coacción es como patinar sobre hielo sin las cu-

------108 ------~ -----109 ·------·-- chillas. Buena suerte ... También se prohíbe el las actrices porno puedan acudir en busca de in­ de objetos: dildos, dildos con arnés. Se prohíbe formación sobre las particularidades de su profe­ porno lesbiano y toda imagen de un hombre · sión no inquieta en absoluto a los poderes públi­ do penetrado ... Con la excusa de proteger la cos. Hay una dignidad que les preocupa y otra que nidad de las mujeres. no interesa a nadie. Pero el porno se hace con No se sabe muy bien por qué la dignidad de carne humana, con la carne de . Y al final, mujeres se verá especialmente atacada por la solo suscita un único problema moral: la agresivi­ zación de un dildo con arnés. Sabemos que · dad con la que se trata a las actrices porno. suficientes recursos para comprender que una Estamos hablando aquí de mujeres que deci­ cena sadomasoquista no implica que ellas den ejercer esta profesión cuando tienen entre die­ que las azoten cuando lleguen a la oficina, ni ciocho y veinte años. Es decir, durante un período las amordacen cuando friegan los platos. Sin particular de la vida en que la expresión «conse­ bargo, basta con encender la tele para ver cuencias a largo plazo>> tiene menos sentido que el en posiciones humillantes. Las prohibiciones griego clásico. Los hombres maduros no se aver­ las que son y tienen su justificación política güenzan de seducir a chicas que acaban de salir de sadomasoquismo debe seguir siendo un deporte la infancia, les parece normal hacerse una paja mi­ élite, el pueblo es incapaz de entender su co:mtt1e1 rando culos apenas púberes. Es un problema de jidad, le haría daño). En todo caso, la «dignidad» adultos, eso es asunto suyo, deberían asumir las la mujer nos viene como anillo al dedo cuando consecuencias. Por ejemplo, siendo particular­ trata de limitar la expresión sexual ... Inente atentos y amables con las chicas aún jóve• Las condiciones en que trabajan las actrices, nes que aceptan satisfacer sus apetitos. Pues bien, contratos aberrantes que firman, la imposi en absoluto: les da rabia que ellas se hayan tomado de controlar su imagen cuando abandonan la la libertad de hacer exactamente lo que ellos de­ fesión, o de que les retribuyan cada vez que seaban ver. Toda la elegancia y la coherencia mas­ utiliza su imagen, esta dimensión de su \.u·~ ~u~uc&\ culinas resumidas en una actitud: «Dame lo que no interesa a los censores. El hecho de que quiero, te lo suplico, para que yo pueda después exista ningún centro de ayuda especializado al escupirte en la cara».

111 ------·-······~- 110 ·-······----~··-···-...... La chica que hace porno lo sabe nada más entrevistas en las que se publicaban sus palabras, trar en la profesión, todo el mundo se lo estas se me atribuían a mí. No me centro aquí l'll para que no se haga ilusiones: no habrá re,-n.,u..... algunos casos aislados, sino en reacciones casi sistt••

sión. Decididamente, a las mujeres las máticas. Era necesario hacerla desaparecer dd l'S­ sobre todo cuando están en peligro. Marcadas, pacio público. Para proteger la libido de los hom­ colectivo se preocupa de que paguen el bres, a quienes les gusta que el objeto de su deseo más alto por haberse apartado del camino recto se quede en su sitio, o sea desencarnado, y sobre por haberlo hecho públicamente. todo mudo. Yo lo he visto de cerca, al codirigir la Del mismo modo que resulta crucial para el Fóllame con Coralie Trinh Thi. Que su figura político encerrar la representación visual del sexo a los señores ensimismados, que la recuerden en guetos delimitados, claramente separados del cionados, por qué no. Pero el empeño con el resto de la industria con el fin de recluir el pomo después se le niega el derecho de ser capaz de en ellumpenproletariado del espectáculo, resulta otra cosa que no sea porno es molesto. Si ella crucial encerrar a las actrices porno a través de la codirectora de la película solo podía ser porque condena, la vergüenza y la estigmatización. N o es mí se me había antojado. Poco importa cuál sea que ellas no sean capaces de hacer nada más que argumento, la cuestión es que el caso esté porno, ni que no quieran hacerlo, es que todo está en treinta segundos: ilegítima. No podía ser organizado para asegurar que ello no sea posible. criatura escandalosa y mostrar después · Las chicas que se meten en el sexo pagado y inteligencia y creatividad. Los hombres no que, siendo autónomas, obtienen un beneficio ver al objeto de sus fantasías salir del marco concreto de su posición de hembras, deben ser cular en el que lo habían encerrado; las mujeres castigadas públicamente. Han transgredido, no han sentían amenazadas por su simple presencia, · jugado el papel ni de la buena madre ni de la bue­ quietas del efecto que su estatus provocaba en na esposa, y todavía menos el de la mujer respeta­ hombres. Los unos y las otras se ponían de acu ble -no hay una manera más clara de salirse de en un punto esencial: había que cerrarle la esta categoría que haciendo porno-, así que deben interrumpirla, impedir que hablara. Incluso en ser excluidas de la sociedad.

112 -----·--- 113 Es la lucha de clases. Los dirigentes · protege es la que vela por que los dirigentes sean a las que han querido liberarse, tomar el as(;ertsa los únicos que tengan la experiencia de una sexua­ social al asalto y obligarlo a ponerse en marcha. lidad lúdica. El pueblo tiene que estarse quieto, sin mensaje es político, va de una clase a la otra. duda demasiada lujuria podría interferir en su ren­ mujer no tiene otra perspectiva de ascenso dimiento en el trabajo. que el matrimonio, es necesario que no lo ol No es la pornografía lo que molesta a las éli­ El equivalente del porno para los hombres es tcs, sino su democratización. Cuando la revista Le boxeo. Tienen que demostrar agresividad y Nouvel Observateur titula -en 2000, a propósito de la prohibición de Fóllame- «Pornografía, el dere­ los ricos. Pero los boxeadores, incluso los cho a decir que no», no se trata de prohibir a la son hombres. Tienen derecho a este margen gente cultivada el acceso a los escritos de Sade, ni nimo de movilidad social. Las mujeres no. de cerrar las columnas de los periódicos dedicadas Cuando Valery Giscard d'Estaing prohíbe a los anuncios para lectores generosos y salaces. porno en los cines, en los años setenta, no lo Nadie se hubiera extrañado al encontrarse a esos respondiendo a una protesta popular -la gente virulentos antiporno en compañía de jóvenes pu­ salió a la calle gritando «No podemos más»- o a tas o en los clubes de intercambio de parejas. Es el aumento de los problemas sexuales. Lo hace p libre acceso a aquello que debe seguir siendo el que las películas porno tienen demasiado éxito: dominio de unos privilegiados a lo que Le Nouvel pueblo llena las salas y descubre la noción de ( )bservateur reclama el derecho a decir que no. La cer. El presidente protege al pueblo francés de pornografía es el sexo puesto en escena, ritualiza­ ganas de ir al cine a ver buenas películas de do. Porque, por un número de magia conceptual A partir de ese momento, el porno será objeto que nos sigue resultando opaco, lo que es bueno una censura económica asesina. Ya no habrá p para unos, léase aquí libertinaje, supondría un pe­ bilidad de realizar películas ambiciosas, de filmar ligro para las masas frente al cual hay que prote­ sexo como se filma el cine bélico, romántico o gerlas. gángsters. Se dibujan así las fronteras del En el discurso antipornográfico nos perde­ sin ninguna justificación política. La moral que se: mos rápidamente pero ¿quién es la víctima? ¿Las

------~-- 115 ------~--- - mujeres que pierden toda dignidad a partir deciendo a las actrices porno? ¿Por qué el cuerpo momento en el que se comen una polla? ¿O social insiste en hacer de ellas víctimas, cuando en hombres, demasiado débiles e incapaces de realidad lo tienen todo para ser las mujeres más trolar su deseo de ver sexo y de comprender realizadas en términos de seducción? ¿Qué tabú se se trata únicamente de una representación? ha transgredido aquí que merezca una moviliza­ La idea según la cual la pornografía se ción tan febril? únicamente en torno al falo resulta cr.1rru·pnn ..... La respuesta, después de haber visto centenares Lo que vemos son, en realidad, cuerpos de de películas porno, me parece simple: en las pelícu• res. Y a menudo cuerpos sublimados de las, la actriz porno despliega una sexualidad mas­ ¿Hay algo más inquietante que una actriz culina. Para ser más precisa, se comporta exacta­ Ya no estamos en el dominio de la «bunny girl», mente como un marica en un backroom. Tal y como la chica de la puerta de al lado, que no da se la representa en las películas, quiere sexo, con que es de facil acceso. La actriz porno es la li cualquiera, quiere que se la metan por todos los la mujer fatal, la que atrae todas las miradas y agujeros y quiere correrse cada vez. Como un voca forzosamente una inquietud, ya sea esta hombre si este tuviera un cuerpo de mujer. o rechazo. Pero ¿por qué nos dan pena estas Si observamos una película porno hetero­ jeres que poseen todos los atributos de la sexual, siempre es el cuerpo femenino el que re­ sexual? sulta valorizado, el que es mostrado, es el cuerpo Tabatha Cash, Coralie Trinh Thi, Karen que cuenta para producir un efecto. No se pide lo caume, Rafaela Anderson, Nina Roberts: lo rnismo de un actor porno, se le pide que se em­ me ha llamado la atención al estar junto a ellas palme, que se agite, que saque su esperma. El traba­ es que los hombres las trataran como a una jo lo hace la mujer. El espectador de una película da, ni que ellos dominaran la situación. Al porno se identifica sobre todo con la actriz, más rio, nunca antes había visto a los hombres tan que con el protagonista masculino. Del mismo presionados. Si es verdad, como afirman a modo que en cualquier otra película nos identifi­ que nada es tan bonito para una mujer como camos espontáneamente con el personaje valori­ cer soñar a los hombres, ¿por qué siguen e zado. El porno es también la manera que tienen

116 ------~ los hombres de imaginar lo que ellos harían si ¡:ollar con alguien desconocido da siempre un ran mujeres, cómo se esforzarían en dar poco de miedo, a menos que se esté muy borra­

otros hombres, siendo buenas putitas y Cv.... -...... ,'111 cho. Es incluso una de las cosas más interesantes se todas las pollas. Se evoca a menudo la del asunto. En el porno sabemos que los hombres ción de lo real, comparada con la puesta en se empalman, que las mujeres se corren. No pode­ pornográfica, esa realidad en que los hombres lilas vivir en una sociedad espectacular invadida ben follar con mujeres que no se les parecen, o por las representaciones de seducción, de flirteo, menos no muy a menudo. En este sentido de sexo, y no ser capaces de entender que el por­ interesante notar que las mujeres «reales» que no es un espacio de seguridad. No estamos dentro mulan los signos de la feminidad, las que de la acción, podemos ver cómo lo hacen otros, doce veces a lo largo de una conversación cómo saben hacerlo, con la mayor tranquilidad. ellas se sienten «tan mujeres», y que participan Aquí, las mujeres están contentas del servicio que

una sexualidad compatible con la de los ..'-' ..UJL,.. se les ha ofrecido, los hombres la tienen dura y eyaculan, todo el mundo habla el mismo lenguaje, por una vez, todo sale bien. quieren entrar en la heterosexualidad, el duelo la posibilidad de follar con hombres que atributos externos de mujeres. ¿Por qué el pomo es el dominio exclusivo de los hombres? ¿Por qué, si el pomo es una industria que tiene tan solo treinta años, son ellos los prin­ El pomo, fácilmente denunciado por su ""'JdLH~••u cipales beneficiarios económicos? La respuesta de perturbar la relación que la gente tiene con es la misma en todas las situaciones: el poder y el sexo, es en realidad un ansiolítico. Por eso lo dinero resultan denigrantes para las mujeres. No camas con virulencia. Es importante que la deben ejercerse u obtenerse si no es a través de lidad nos dé miedo. En la película pomo sa la colaboración masculina: sé elegida como es­ que la gente va a «hacerlo», esta posibilidad no posa y te aprovecharás de las ventajas de tu com­ inquieta, mientras que sí lo hace en la vida pañero.

------119-- Solo los hombres imaginan el porno, lo Las mujeres escuchan el mensaje y, como siem­ en escena, lo miran y sacan provecho, y así el pre, se toman a pecho no ofender al sexo suscep­ seo femenino se ve sometido a la misma tible. En 2006, escuchamos a chicas aún muy jó• sión: debe pasar por la mirada masculina. venes decir que esperan que un hombre les haga mente nos acostumbramos a la idea de ~azar. Así todo el mundo está incómodo: los chi­ orgasmo femenino. Hasta hace poco tabú e · cos que se preguntan cómo van a hacerlo, las chicas, pensable, el orgasmo femenino aparece en el frustradas porque ellos no conocen mejor que ellas guaje cotidiano a partir de los años setenta. mismas sus propias anatomías y sus fantasías. damente, se vuelve doblemente contra las muj En cuanto a la masturbación femenina, basta Primero, haciéndonos comprender que h con hablar con la gente que te rodea: «Eso no me fallado si no logramos gozar. La frigidez se interesa sola», «Lo hago solo cuando no tengo no­ vuelto casi un signo de impotencia. La vio durante mucho tiempo», «Yo no lo hago, no me gusta». No sé qué es lo que hacen todas ellas m su tiempo libre, pero en todo caso, si es cierto que no se masturban, entonces resulta comprensi­ sensualidad. Pero, en lugar de ser una pos1 ble que no tengan ningún interés en las películas el orgasmo se ha vuelto un imperativo. Es nec porno, cuya función, por otra parte, es invariable. rio sentirse siempre incapaz de algo ... Y ~---"'...... Una película porno está hecha para masturbarse. porque los hombres se han apropiado Sé que lo que hacen todas esas chicas solas con te de este orgasmo femenino: la mujer debe sus clítoris no es asunto mío, pero su indiferencia a través de ellos. La masturbación femenina trente a la masturbación me inquieta: ¿cuándo se tinúa siendo objeto de desprecio, como si conectan las mujeres con sus propias fantasías, si algo anexo. El orgasmo al que debemos llegar no se tocan cuando están solas? ¿Saben lo que les el que nos procura el macho. El hombre excita realmente? ¿Y si no se sabe eso sobre una «saber cómo hacerlo». Como en La Bella durm misma, qué se sabe exactamente? ¿Cuál es el con­ te del bosque, se tumba sobre la princesa y le tacto que una establece consigo misma cuando su ver las estrellas. sexo está sistemáticamente bajo el poder del otro?

120 ------121 ------Queremos ser mujeres decentes. Si la saber nada de él. El deseo es su dominio, en ex­ aparece como un problema impuro y de:sor·eCJta~ clusiva. Resulta impresionante pensar que despre­ la reprimimos. Niñitas modelo, angelitos del ciamos a una chica que grita de deseo cuando y buenas madres, construidas para el bien del John Lennon toca la guitarra, mientras que nos Jlmo, pero no para conocer nuestro interior. parece atrevido que un viejo le silbe a una adoles­ mos formateadas para evitar entrar en e cente con falda. Por un lado, existe un apetito con nuestro lado salvaje. Antes que nada, rPr,Pr"" sexual que es indicador de buena salud, sobre el que adaptarnos a las conveniencias, pensar que la colectividad se pone de acuerdo, que se ve ro en la satisfacción del otro. N u es tras J'-'"""'''"'~""' favorecido, y por el que se muestra bondad y nos ponen en peligro, reconocerlas es quizá comprensión. Y por otro lado, un apetito forzo­ rimentarlas y toda experiencia sexual para samente grotesco, monstruoso, que provoca la risa mujer conduce a su exclusión del grupo. y que debe ser reprimido. La explicación psicológica popular que se apli­ ca a las mujeres ninfómanas, según la cual estas El deseo femenino estuvo silenciado hasta multiplican sus relaciones sexuales porque no años cincuenta. La primera vez que las mujeres pueden sentir satisfacción sexual, es un ejemplo reúnen masivamente y se expresan: «Tenemos patente de denigración. Así se extiende la idea seos, nos dominan pasiones brutales, in según la cual la multiplicación de conquistas es un bles, nuestros clítoris son como pollas, bus indicio de frustración femenina. Cuando, en rea­ satisfacción». Esto sucede en los primeros e lidad, es una teoría que se ajustaría mejor a los ciertos de rock. Los Beatles se ven obligados a hombres, frustrados por la pobreza de su sensuali­ jar de actuar: las mujeres rugen con cada nota, dad y orgasmos. Son los hombres los que sobreva­ gritos ahogan el sonido de la música . .L'-''"""uau loran y subliman el cuerpo femenino y quienes, te aparece el desprecio. La histeria de la gro incapaces de obtener el placer esperado, acumulan Nadie quiere oír lo que ellas han venido a las conquistas con la esperanza de sentir~ un día, que están ardientes y llenas de deseo. Se algo que se parezca a un verdadero orgasmo. Una este fenómeno clave. Los hombres no vez más, aquello que es fundamentalmente cierto

------·--· 122 ______,¡ ---· - 123 -----·------en el caso de los hombres es desplazado para ramente el derecho al escándalo, a no adecuarse a tigmatizar la sexualidad femenina. l.ts reglas que se aplican al pueblo. Antes de ser una mujer, sometida a la mirada del hombre, es una dominante social, con capacidad para acallar el Cuando París Hilton se pasa de la raya, se juicio de los menos privilegiados. ta a cuatro patas y aprovecha la difusión de la Así comprendemos que la única manera de ha­ gen para hacerse mundialmente famosa rl'r explotar el sacrificio ritualizado del pomo será ' demos algo importante: ella pertenece a su introducir en él a las chicas de las buenas familias. social, antes de pertenecer a su sexo. Así, en Lo que explota cuando estallan las censuras im­ plató de televisión del programa francés Nulle puestas por los dirigentes es un orden moral fun­ Ailleurs, frente al cómico de origen popular dado sobre la explotación de todos. La familia, la Debouze, sucede una escena interesante. El virilidad guerrillera, el pudor, todos los valores tra­ cómico busca inmediatamente el modo de dicionales intentan asignar cada sexo a su rol. Los narla, de ponerla en su lugar de mujer caída: hombres como cadáveres gratuitos para el Estado, yo te conozco, te he visto, te he visto por · las mujeres como esclavas de los hombres. Al final, net». Él habla en nombre de su sexo, cuenta con todos subyugados, nuestras sexualidades confisca­ superioridad intrínseca para ponerla en una das, sometidas a la vigilancia policial, normalizadas. ción delicada. Pero París Hilton no es una Siempre hay una clase social a la que le interesa pomo local, antes de ser la chica a la que le que las cosas sigan siendo como son y que no dice visto el coño, es la heredera de los hoteles b verdad sobre sus motivaciones profundas. Para ella, resulta impensable que un hombre clase social inferior la ponga en peligro, ni · ra un segundo. Ni se inmuta, apenas lo mira. desestabilizada. No porque tenga un carácter pecial. Simplemente nos indica a todos que puede permitirse el lujo de follar delante de el mundo. Pertenece a esta casta que tiene

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