AL a

ROMANCERO DEL CID

M ROMANCES CASTELLANOS

QUE TRATAN DE LA VIDA I BAZANAS

RODRIGO DIAZ DE VIVAR

EL CID CAMPEADOR.

PARIS

CASA EDITORIAL GARNI EE HERMANOS

6, RUE DES SAINTS-PÈRES, 6 098543 Uí

PRÓLOGO

« El Aquilesde nuestra patria, el héroe de nuestra ¡liada y de nuestra FONDO •AS epopeya», para valemos de las mismas palabras que el ilustre Pidal (1), HICARDO COVARRUBIAS cel Castellano mas conocido en el mundo por sus proezas y por su fama (i), en una palabra Rodrigo Diaz de Vivar, Campeador, tiene el raro privilegio de que lleven su nombre los dos monumentos más antiguos de la poesía heroica castellana que han llegado á nuestros é >' (3), la Crónica rimada, ó como la designa generalmente el señor de los Ríos, Leyenda de las Mocedades de Rodrigo, y el Poema A <; y no fueron estos sin embargo los primeros libros en que se CAPILLA AVFONSINJÍI i\ xon las grandes hazañas del tan temido castellano: algunos años BIBLIOTECA UNIVEK?ÍTARIA i" »compúsose en lengua latina y por autores desconocidos de noso- A. N , L: tros, un Cantar (4) y una Historia de Rodrigo Dita el Campeador (5), asignada generalmente entre los eruditos con el nombre de historia íonesa (6). Tenemos en prosa castellana una Crónica del Cid, cuyo

(lj Hevitladt Madrid, serie 2-, U l!l, pá3. 308. (2) Rodrigo el Campeador, estudio histórico por D. Manuel Malo do Molina, Madrid, 1867, pág. XIT. (3) Historia critica de la literatura española, por D. Josá Amador de los Ríos,

tomo III, pág. C8. (4) Escrito, según Da Meril, á principios del siglo XIV. t5) Cesta Üoderici Cavtpidoeti. Fué descubierto esle precioso libro por el erudito Fray Manuel Risco, continuador de la España sagrada, en la biblioteca de San Isidro «le León, y después de rail vicisitudes ha tenido ¿ parar a la biblioteca de la Real Academia de la Historia, donde actualmente se conserva. (uj Por haberse descubierto, como venimos de decir, en la biblioteca do 1 tindad de León. la debida extensión. Solamente con el objeto de tener presente los manuscrito fué hallado en el monasterio de san Pedro de Cardeña, otra hechos que se desprenden de la historia y poder luego compararlos con Crónica que forma parte de la Estoria de Fsparma, escrita toda ó en las invenciones mas ó menos fabulosas de los poetas de la antigüedad, parle (t) por don Alfonso el Sabio. El profundo historiador de nuestra, trazaremos á grandes rasgos las acciones culminantes de su vida. literatura (2) menciona además otras dos Crónicas del Cid, impresa la Nació Rodrigo Diaz en la aldea de Vivar, cerca de Burgos, por los una en 1512 por Yelorado, y la otra en 1498 con el titulo de tractado años de 1040 á 1050, reinando en Castilla don Fernando I. Fueron de los fechos de Ruy Diaz. En cuanto ai Romancero del Cid, que publi- sus padres don Diego Lainez y doñaTeresa Rodríguez. Tuvo la desgracia camos ó continuación, ni podemos señalarle autor, — ni época en que de perder al primero siendo todavía niño, y ya fuese por los servicios se compuso, pues consta de una infinidad de romances de diferentes prestados por su padre, ja por otra causa, se sabe que estuvo agregado épocas. á la corte del rey don Sancho y que en ella recibió su última educación, Los escritos que acabamos de mencionar, y las crónicas, leyendas y habiendo acompañado mas tarde á su rey como alférez y general de su tradiciones árabes, son las fuentes á que han recurrido todos los his- ejército, una vez armado caballero, en las guerras que sostuvo contra toriadores, nacionales y extranjeros, que se han propuesto estudiar los otros dos Sanchos que reinaban por entonces en Aragón y Navarra. esta época de nuestra historia é ilustrar este primer período de la Venció luego á los asturianos y preparó después el cerco de Zamora, literatura patria (3). tan célebre en la historia como que en él encontró la muerte el rey don La vida del insigne caudillo, cuyo nombre es a invocado por los Sancho, bajo el puñal asesino del traidor Vellido Dolfos. En la iglesia de guerreros como nuncio de victoria, por los patricios como símbolo de Santa Gadea de la ciudad de Burgos tomó Rodrigo el juramento á don libertad, por los caballeros como espejo de hidalguía, y pronunciado Alfonso VI, proclamado rey de Castilla á la muerte de don Sancho, de por todos con solemne admiración y respeto (4)debe ser conocida no haber tomado parte en el trágico fin de este monarca, por mandato ue nuestros lectores, por lo que no nos detendremos en narrarla con ni por consejo. « Prestó el rey juramento en nnion de otros doce caba- lleros de su vasallaje; pero repetido por segunda y tercera vez, y sonro- jado el monarca por semejante insistencia, aun cuando no dejó de jurar, se indignó de tal manera contra Rodrigo, que desde entonces puede (1) No han faltado escritores que nieguen que la Estoria de Espanna, conocida ge- neralmente con el nombre de Crónica general, por haberla denominado así el ilustre decirse formó el propósito de desterrarlo de sus reinos (1). don J uan Manuel, fuese obra del rey Sabio. Du Meril, entre otros, supone que fué escrita de orden del rey don Alfonso por don Martin de Córdoba. No se verificó sin embargo el destierro hasta algunos años después, (2) Amador de los Ríos, Historia de ia literatura española, tomo III, pág. 71. verosímilmente en el de 1080 ó 1081, habiendo ya contraído matrimonio (3) A mas de los autores citados, consúltense las obras siguientes : Mariana, Historia con doña Jimena Diaz, hija del conde de Oviedo y prima hermana del de España; Risco, la Castilla y el más famoso castellano, Sandoval, Historia de los rey. No era, pues, Jimena hija del conde don Gómez de Gormaz, ni este cinco reyes; Conde, Historia de la dominación de los Arabes en España; Escolano, Historia de Valencia, Dozy, Recherches sur l'histoire politique et littéraire de l'Es- insultó á Diego Lainez, de cuyas resultas se supone murió en desafío á pagne, pendant le moyen ¡lge; AJasdeu, Refutación critica de la historia leonesa del manos de Rodrigo; ni aquella pidió al rey que la casara con el matador Cid, Quintana, Vida del Cid; Lafuente, Historia de España; Ticknor, traducción de de su padre en desagravio del ultraje quehabia recibido. Todo este episo- Gayangos y Vedia, Historia de la literatura española; Duran, Romancero general; dio de la vida del Campeador es de pura invención, como tantos otros Wolf, Primavera y flor de romances y Jahrbücher der Litteratur; Huber, Geschichte des Cid; Muíler, Vida del Cid, introducción á ¡a obra de Herder; Southey, Crónica del á que aluden el Poema y los Romances antiguos. Cid; Damas Hiuard, introducción al Poema del Cid, traducido por el mismo; Viardot, Historia de los Arabes y de los Moros de España; Boix, Historia de Valencia; Gayangos, en varios de sos escritos, Recuerdos y bellezas de España, etc.. etc. (í) Rodrigo ti Campeador, por Malo de Molina, pág. 25. (4) Amador de los Ríos, Historia critica de la literatura española, tomo III, pág. 51. Desde el año 1081 en que le hallamos en Zaragoza contrayendo nuestros dias (1), yació el cuerpo del Cid hasta el año 1272, en que amistad -y alianza con el rey moro Al-Muiámiu hasta el mes de julio don Alfonso et Sabio mandó construir uno nuevo, compuesto de dos de 1098 en que tomó á Murviedro. son tantas sus conquistas y tales sus grandes piedras y lo colocó al 'ado izquierdo del altar mayor. En proezas, que nos es imposible seguirle en estas largas correrías que dicho sepulcro se grabaron estos versos deben contarse por el número de sus victorias. Mencionaremos sola- mente sus hechos mas uotables y sus mas heroicas hazañas. Entrada Quantum Roma potens belíieit extollitur actit, en Monzon, « á la vista del ejército de los aliados, por mas que Sancho Virax Arlhurut fii gloria quanta Rritannis, Sobilis é Carolo quantum gaudet Francia Magno, hubiera jurado que nadie tendría la audacia de hacerlo (I) »; prisión Tanlum iberia duris Cid invictos claret. del conde Berenguer de Barcelona, después de haber acuchillado su ejército; rápidos triunfos en Aragón; sitio de Morella; derrota com- a Y en la circunferencia de la piedra sepulcral se leía : pleta de las huestes de Sancho Ramiro y de Al Mondhir en los campos del Ebro, en que cayeron prisioneros dos mil soldados con multitud Belliger iuticlus famosus Marte triunfa, de nobles aragoneses; rendición de la guarnición de Polop; « desde Ctawütur feos tumulo magnas JHdaci Boiericut. Orihuela hasta Jálica no dejó un solo muro en pié (2) •; toma de Mora: victoria de Tobar del Piuar, que le costó salir herido; loma de * En el año 1447, removidos los cimientos de la iglesia de Cardeña, Alberite, Logroño y Alfaro: entrada triunfal en Valencia, después de y construida una nueva, les restos del Emperador se pusieron en otro un largo sitio, el jueves i5 de junio de 1004; toma de Almenara y de sepulcro al frente de la sacristía, sobre cuatro leones; desde allí se Murviedro, que fué la postrimera de sus hazañas. trasladó en 1541 á la pared del lado del Evangelio; pero en oetubre Derrotado en las inmediaciones de Cuenca, por los Almorávides, de aquel mismo ario el emperador Carlos dió una cédula para que se el ejército mandado por Alvar Fahez, pariente y compañero del CAM- colocase en el centro de la capilla mayor de la iglesia de Cardeña. y peador, y derrotado también en Alcira, al saber esta triste nueva el allí continua siendo visitado con reepeto y curiosidad de nacionales v que jamás fué vencido cuando capitaneaba sus guerreros, murió de extranjeros.» pesar (julio de 1099). «¡ Que Dios no use de misericordia con él 1 » Según algunos historiadores e! Cid tuvo un hijo varón, llamado añade el escritor arábigo (3). Diego Rodríguez, que murió peleando contra los moros cnConsuagra. Muerto el Campeador, su esposa duna Jimena permaneció en Va- Eu lo que todos están contestes es en que tuvo dos hijas, llamadas, lencia gobernando la ciudad, que trató de defender contra los Almo- según las crónicas y tos romanceros, doña Elvira y doña Sol, y seguo rabides, pero al cabo da algunos meses de resistencia, abandonó el varios historiadores, entre ellos Dozy y Laíuente, doña Cristina, que campo, con todo su ejército, llevándose el cuerpo de su esposo para casO con el infante don Ramiro de Navarra, y doña Marta, que dio su depositario en el claustro del monasterio de San Pedro de Cardeña. mano á Ramón Berenguer UU conde de Barcelona.

Doña Jimena lalleció dos años después, en 1104. y fué sepultada al Acerca del sobrenombre de CAMPEADOR y del título de rr>io Cid con lado de Rodrigo, a En este primer sepulcro, dice un historiador de que se designa en las crónicas y en los romances al héroe de Vivar, lo mas probable es que obtuviese aquel, equivalente H retador peleador (de la palabra teutónica champh, duelo y pelea), en ios tiempos de sus (1) Lafuente, Historia general de España, tomo IV. pág. 3S". (2) id., pág. 398. (3) Id., pág. 423. (1) Malo de Molina, Rodrigo et Campeador pSg 150 hazañas, y después de su muerte el de mió Cid, sinónimo de mi señor (en árabe sidi). Leyenda de las mocedades de Rodrigo y de los demás escritos relativos No han faltado escritores de nota, tales como Masdeu y Alcalá Ga- á este personaje, anteriores á los Romances. Pero antes de decir una liano, que se hayan atrevido á poner en duda, tocante al Cid, hasta su palabra acerca de los del Cid, en particular, digamos algo sobre los mismo ser ó existencia (1). Este juicio, por demás temerario, forma romances en general. Divídense estos en históricos, caballerescos, un singular contraste con el de escritores que, como Müller y Herder, moriscos, pastoriles, vulgares, etc., etc., y como observa muy opor- no titubean en considerar nuestros antiguos romances como docu- tunamente uno de los historiadores de nuestra literatura (1), « lo pri- mentos históricos fidedignos, suficientes para conocer por ellos la vida mero que llama la atención en los romances antiguos castellanos es de Rodrigo el Campeador. Entre estas dos opiniones tan contrarias, el espíritu verdaderamente nacional que en todos y cada uno de ellos preciso es confesar que el buen sentido aconseja que adoptemos una domina.» tercera puesta por Cervántes en boca de uno de sus personajes : Son los mas importantes de todos los históricos y entre estos los « En lo de que hubo Cid, no hay duda, ni menos Bernardo del Carpió; que han alcanzado mayor celebridad son los relativos al Cid Cam- pero de que hicieron las hazañas que dicen, creo que la hay muy peador, sin duda por ser este el héroe predilecto de la poesía popular. grande (2). » La primera edición de este Romancero la hizo Juan de Escobedo y se Habiendo apuntado cuanto nos ha parecido necesario acerca de la imprimió en 1612 en Alcalá; contiene ciento sesenta romances, al- vida y hechos del mas famoso castellano, vamos ahora á consagrar gunos muy antiguos. Otra edición se hizo en Pamplona en el año 1706; algunas líneas al Romancero del Cid, que publicamos á continuación, otra en Alemania (Francfort) en 1827; pero la mas completa es la del dejando para otra ocasion el hablar del Poema, de la Crónica (3) ó erudito don Agustín Duran, que forma parle de su célebre Romancero general (2). « No existe coleccion alguna de romances antiguos, dice con sobrada razón el inglés Ticknor, que lleve un sello tan marcado (1) Palabras textuales de Masdeu p.i su Refutación critica de la historia leonesa del Cid, pág. 370. del espíritu de la época y del país á que pertenecen, y que constituya En cuanto al señor Alcalá Galiano dice terminantemente en la nota del apéndice u, una serie tan completa como los relativos al héroe de Vivar, « Su tomo 11 de la Historia de España, de Dunham, lo que sigue: « Sobre si ha existido ó conjunto ofrece la historia del Cid entera, como no se encuentra en no el Cid está pendiente todavía la disputa; siendo imposible determinar de nn modo que no deje lugar á la duda por faltar para ello las competentes autoridades.» ningún otro documento, ya sea el antiguo Poema, que no aspira á (2) Don Quijote, parte I», cap. 49. ser una vida del héroe, ya la Crónica en prosa, que no se remonta (3) « Esta crónica, dice el señor don Agustín Duran, en el Apéndice IV del tomo II de su Romancero general, se halla en el Códice núm. 9988 de la Biblioteca Real de Paris, descrito por el señor don Eugenio de Ochoa en el Catálogo de manuscritos es- pañoles, existentes en dicha Biblioteca, que publicó en Paris, 1844.» Y en el citado á luz en la referida capital, el año de 1844, nuestro ilustrado amigo el señor don Eu- Apéndice, dice el señor Duran : « Nuestro erudito y distinguido literato el señor don genio de Ochoa. » Eugenio de Ochoa fué el primero que encontró el manuscrito, y le describió haciendo Por último, en su estudio histórico sobre Rodrigo el Campeador, dice lo siguiente muy oportunas reflexiones acerca de su carácter é importancia. » aterca de esta crónica el señor don Manuel Malo de Molina: « Si del mayor Interés se El señor Amador de los Rios analiza detenidamente este curioso manuscrito en su juzga el hallazgo del códice de que acabamos de hablar (Getta Roderici Campidocti), excelente y tantas veces citada Historia critica de la literatura española, y en la de mucha mas estima debe ser para nuestro trabajo el que proporciono el literato página 67 del tomo III, escribe las siguientes lineas: « En la Ilustración III de !a pri- don Eugenio de Ochoa, al describir en su Catálogo de manuscritos existentes ia mera parte indicamos ya que daríamos en este sitio mayor noticia bibliográfica de tan Biblioteca Real de Paris, el que lleva el título de Crónica rimada, del cual no se raro monumento. Hallólo en efecto entre los manuscritos españoles de la Biblioteca de conservaba la mas remota notic.a. » Paris, bajo el núm. 9988, y describiólo en el Catálogo de dichos manuscritos, que dló (1) Ticknor. (2) O Coleccion de Romance? castellanos, anteriores al siglo XVIII, tomos X y XVI de la Biblioteca de Rivadeneyra. á sos primeros hechos, ya en fin, el breve y compendioso códice la- tino. » La hermosa figura de Rodrigo ha inspirado á varios insignes poetas, PRIMERA PARTE nacionales y extranjeros, que le han escogido para héroe de sus dramas y tragedias (i). « La gloria de Rodrigo, dice el señor Amador DE LOS ROMANCES DEL CID de los RÍOS, basta sola para alimentar desde su cuna el arte español en las regiones mas elevadas del heroísmo, y para sacar de su abati- QUE TRATA DE SU VIDA miento y rudeza al arte de Comedie. Ningún héroe, por grande y ce-

lebrado que sea, goza de tan extraordinario privilegio, porque ninguno DURANTE EL REINADO DE FERNANDO Í" EL MAGNO. llega á personificar con tanta fuerza la civilización del pueblo que le dá vida, excitando tan enérgica y poderosamente la admiración de ex- i. — (Anónimo.) Delante ¡os que juzgaba trañas naciones. » Después de estas elocuentes palabras del ilustrado Antes de los años diez. Non me culpedes si he fecho historiador de nuestra literatura, no nos queda mas que recomendar Mi justicia y mi deber, II.— [Anónimo.) Magüer que siendo pequeño a los lectores de la coleccior. Dramard-Bandry la lectura de los ciento Me nombraste por jüez. Cuidando Diego Lainez treinta romanees que damos aquí del Romancero del Cid. Entre todos me escogistes En la mengua de su casa, Por de mas madura sien, Fidalga, rica y antigua Porque üciese derecho Antes que Iñigo Abarca, CARLOS DE OCHOA. De lo fecho mal y bien. Y viendo que le fallesceu Non fagats desaguisado Fuerzas para la venganza, Si al robador enforqué, Porque por sus luengos dias Que en homes este delito for sí no puede touialla, No causa ninguna prez. No puede dormir de noche, Como de veras me pago, Nin gustar de las viandas, (1) Guillen de Castro, Les mocedades del Cid. de donde tomó Cornete su tragedia be las burlas non curé, N: alzar del suelo los ojos, titulada El Cid; Diamante, El honrador de su padre: Harlzenburcti. la jura enSanta Que el que pugna por ia honra Ni osar salir de su casa, Enemigo della fué. Gadea; Fernandez y GOOMIM, FA Cid, Rodrigo Días de Virar. Tanto en España, como Nin fablar con sus amigos; Atended que la justicia, Antes le-3 niega la fabla, en Francia y otras naciones, se ha puesto tañas veces en el teatro ¡s noble figura del En burlas y en veras, fué Temiendo que les ofenda Cid. Vara tan firme y derecha El aliento de su infamia. Que non se pudo torcer. Estando, pues, combatiendo Verdad, entre burla y juego, Con estas honrosas bascas. Como es lija de la fe Para usar dcsta experiencia. Es peña que al agua y viento Que no le salió contraria, Para siempre está de un ser. Miémbraseme que mi abuelo, Mandó Ilanar á sus hijos, En buen siglo su alma esté, Y sin decilles palabra Muchas veces me decía Les fué aprelaudo uno á uno Aquesto que agora oiréis: Las fidalgas tiernas palmas; « El home en sus mancebías No para mirar en ellas Siempre debiera aprender I.as quironiántiuas rayas. A facer siempre derecho Que este feehicero ab iso Cuando en mas burla esté.» No era nacido en España, Así fice esta vegada. Mas prestando el honor fuerzas, Yo cuido que fice bien. A pesar del tiempo y canas, Que sigo un abae;o honrado A la fria sangre y venas, Que nadie se quejó del. — Nervios y arttrias heladas, Esto decía Huango, Les apretó de manera Afinujado ante ci rey. Que dijeron: — Señor, basta, ¿Qué intentas, ó qué pretende»V 1 á sos primeros hechos, ya en fin, el breve y compendioso códice la- tino. » La hermosa figura de Rodrigo ha inspirado á varios insignes poetas, PRIMERA PARTE nacionales y extranjeros, que le han escogido para héroe de sus dramas y tragedias (i). « La gloria de Rodrigo, dice el señor Amador DE LOS ROMANCES DEL CID de los Ríos, basta sola para alimentar desde su cuna el arte español en las regiones mas elevadas del heroísmo, y para sacar de so abati- QUE TRATA DE SU VIDA miento y rudeza al arte de Corneille. Ningún héroe, por grande y re-

lebrado que sea, goza de tan extraordinario privilegio, porque ninguno DURANTE EL REINADO ÜK FERNANDO Í" EL MAGNO. llega á personificar con tanta fuerza la civilización del pueblo que le dá vida, excitando tan enérgica y poderosamente la admiración de ex- i. — (Anónimo.) Delante ¡os que juzgaba trañas naciones. » Después de estas elocuentes palabras del ilustrado Antes de los años diez. Non me culpedes si he fecho historiador de nuestra literatura, no nos queda mas que recomendar Mi justicia y mi deber, II.— [Anónimo.) Magüer que siendo pequeño a los lectores de la coleccior. Dramard-Bandry la lectura de los ciento Me nombraste por jüez. Cuidando Diego Lainez treinta romanees que damos aquí del Romancero del Cid. Entre todos me escogistes En la mengua de su casa, Por de mas madura sien, Fidalga, rica y antigua Porque üciese derecho Antes que Iñigo Abarca, CARLOS DE OCHOA. De lo fecho mal y bien. Y viendo que le fallesceu Non fagats desaguisado Fuerzas para la venganza, Si al robador enforqué, Porque por sus luengos días Que en homes este delito for sí no puede touialla, No causa ninguna prez. No puede dormir de noche, Como de veras me pago, Nin gustar de las viandas, (1) Guillen de Castro, Les mocedades del Cid. de donde tomó Corneille su tragedia De las burlas non curé, N: alzar del suelo los ojos, titulada El Cid; Diamante, El honrador de su padre: Hartzenburcb. la jura en Sania Que el que pugna por la honra Ni osar salir de su casa, Enemigo della fué. Gadea; Fernandez y GOOMIM, El Cid, Rodrigo Días de Virar. Tanto en F.spaoa,como Nin fablar con sus amigos; Atended que la justicia, Antes le-3 niega la fabla, en Francia y otras naciones, se ha puesto varias veces en el teatro la noble figura del En burlas y en veras, fué Temiendo que les ofenda Cid. Vara tan ürme y derecha El aliento de su infamia. Que non se pudo torcer. Estando, pues, combatiendo Verdad, entre burla y juego, Con estas honrosas bascas. Como es lija de la fe Para usar dcsta experiencia. Es peña que al agua y viento Que no le salió contraria, Para siempre está de un ser. Miémbraseme que mi abuelo, Mandó Ilanar á sus hijo.-, En buen siglo su alma esté, Y sin decilles palabra Muchas veces me decía Les fué apretaiuio uno á uno Aquesto que agora oiréis: Las fiUalgas tiernas palmas; « El home en sus mancebías No para mirar en ellas Siempre debiera aprender Las quironiántiuas rny;-s. A facer siempre derecho Que este feehicero abiso Cuando en mas burla esté.» No era nacido cu España, Así fice esta vegada. Mas prestando el honor fuerzas, Yo cuido que fice bien. A pesar del tiempo y canas, Que sigo un abae;o honrado A la fria sangre y venas, Que nadie se quejó del. — Nervios y arttrius heladas, Esto decía Il&irigo, Les apretó de manera AQnujado anie ci rey. Que dijeron: — Señor, basta, ¿Qué intentas, ó qué pretendes? A un home, que solo Dios, Dan en mi alma hilo á hilo, Suéltanos ya, que nos matas. — j A morir por casos de honra Siendo yo su fijo, puede Y como van á su centro Mas cuando llegó á Rodrigo, I El valiente fijodalgo. Facer aquesto, otro non ? Conviértense en rayos vivos. Casi muerta la esperanza Descolgó una espada vieja La su noble faz nublasteis Por el alto Dios del cielo, Del fruto que pretendía, De Madarra el castellano, Con nube de deshonor, Y en fe que soy vueso üjo, Que á do no piensan se baila, Que estaba vieja y mohosa Mas yo desfaré la niebla, Que os he de facer vengado Encarnizados los ojos Por la muerte de su amo: Que es mi fuerza la del sol; O ine mataré á mi mismo. Cual furiosa tigre hircana, Y pensando que ella sola Que la sangre dispercude Dadme vuesa bendición Con mucha furia y denuedo Bastaba para el descargo, Mancha que finca en ia honor, Con la que habéis pretendido Le dice aquestas palabras: Antes que se la ciñese Y ha de ser, si bien me lembro, • En piedra de vueso honor — Soltedes, padre, en mal hora, Así le dice turbado: Con sangre del malhechor: Probar los quilates míos. Soltedes, en hora mala, — Faz cuento, valiente espada, La vuesa, conde tirano. Siendo vos mi ensayador, Que á no ser padre, no hiciera Que es de Mudarra mi brazo, Lo será, pues su fervor Tanto de punto he subido Que presto vereis el tía Satisfacción de palabras, Y que con sn brazo riñes. Os movió á desaguisado, Antes eon la mano mesma Porque suyo es el agravio. Privándovos de razón. Que á vueso mal dió principio.— Vos sacara las entrañas, Bien sé que te correrás Mano en mi padre pusisteis Tomó una espada y rodela Faciendo lugar el dedo De verte así en la mi mano, Delante el rey con furor, Y de secreto se ha ido, Eu vez de puñal ó daga. — Mas no te podrás correr Cuifiá oiie lo denostasteis, Vido al coime paseando, Morando de gozo el viejo De volver atras un paso. Y que soy su fijo yo. Y estas palabras le ha dicho: Dijo: — Fijo de mi alma, Tan fuerte como tu acero Mal fecho fecisteis, conde, — Conde., lozano estaredes Tu enojo me desenoja, Me verás en campo armado; Yo vos reto de traidor, De aqueste gran valcntio, Porque posastes la mano Y tu indignación me agrada. Tan bueno como el primero Y catad si vos atiendo Donde hoi.ie humano ha podido. Esos brios, mi Rodrigo, Segundo dueño has cobrado, s. me causareis pavor, üiego Lainez ine fizo Sí, por ia divina ley Muéstralos en la demanda Y cuando alguno íe venza, üc mi honor que está perdido, Del torpe fecho enojado, Bien cendrado en su crisol. Sabéis que. fué permitido Si en ti no se cobra y gana. — Fasta la cruz en mi pecho Probaré en vos mi fiereza !.a ofensa que se hizo al padre \ en vuesa falsa intención. Contóle su agravio, y dióle Te esconderé muy airado. Que la restauren los fijos. Non vos valdrá el ardimiento Su bendición,y la espada Vamos al campo, que es hora Aunque acá por la del duelo, be mañero lidiador, Con que dió al condc la muerte, De dar al conde Lozano Por ser de noventa y cinco, Pues para vos combatir Ef castigo que merece El mió no está cargado, Y principio á sus fazañas. Traigo mi espada y trotoo. - Tan infame lengua y mano.— Vos lo estáis y desmentido; Aquesto al conde Lozano Que el que está en cuerpo de guarda m. — {Anónimo.) Determinado va el Cid, Dijo el »uen Cid Campeador, Y va tan determinado, O es de la edad que he dicho, Que despues por sus fazañas Ni agravia ni es afrentado, Pensativo estaba el Cid, Que en espacio de una hora Ese nombre mereció. Por las razones que he dicho; Viéndose de pocos años, Quedó del conde vengado. Dióle la muerte y vengóse. Y antes que muera de pena, Para vengar á su padre La cabeza le cortó, Matando al ccnde Lozano. O uon ¡legue de corrido. iv. — (Anónimo.) (I¡ Y con ella ante su padre Vengo por vuestra cabeza, Miraba el bando temido Contento se afinojó. Porque se la he prometido. — Del poderoso contrario, Non es de sesudos homes, Faciendo dél menosprecio, Que tenia en las montañas Ni de infanzones de pro. Mil amigos asturianos: Facer denuesto á un lidaígo v. — (Anónimo.) (X) El conde íe ha sonreído. — Vete, rapaz, non le faga Miraba como en las cortes Que es tenudo mas que vos. Azotar cual page niño. — Del rey de León Fernando Non los fuertes barraganes Consolando a! noble viejo Está el valiente Rodrigo, Poniendo mano el buen Cid Era su voto el primero, Del vuestro ardid tan feroz Apercibiendo venganza Con gran >-ó¡era le ha dicho: Y en guerras mejor su brazo. Prueban en homes ancianos Y resistiendo suspiros. — La razón con la nobieza Todo le parece poco El sn juvenil furor: Viendo al venerable anciano Mas vale que diez amigos.— Respecto de aquel agravio, No SOD buenas fechurías Tan sin razan desmentido, Son tan soberbios los guipes, El primero que se ha fecho Que los homes ds Leen Yantar no puede bocado. Y tan sin iepa?o han si'io, Fieran en el rostro á un viijo, A la sangre de Lain Calvo. Que nunca yantó ofendido. Que la cabeza del cuerpo Y no el pecho á un infanzón. Al cielo pide justicia, — Non vos dé pena, señor, En un punto ha dividido: A ia tierra pide campo, Cuidarais que era mi padre El tuerto que el conde os fizo, Por los cabellos la ¡leva, De Lain Calvo sucesor, Al viejo padre licencia, Que cuando se atrevió á vos, i Y dandola al padre dijo: Y que no sufren los tuertos Y á la honra esfuerzo y brazo. Non cuidaba era yo vivo: — Quien os trató mal en vida Los que han de buenos Masón. Non cuida de su niñez, Las lágrimas que verteis Catalde á vueso servicio. — Que en naciendo, es costumbrado Ma* ¿ cónio vos atrevisteis

(i) El mismo asunto del anterior. i El asunto (le este lomante esta incluido en el de - Consolando a! noble viejo, üomuntr1 c tjtrtei al. DEL CID. Do estoy, á mi cabecera. vi. — [Anónimo.) Dámelo tú por isunle, Envióme á amenazare. Que quien tal cabeza trae, Que quien tanto mal me hizo Rey que non face justicia Llorando Diego Laincz Será en mi casa cabeza. Sé que algún bien me harae. Non debiera de r"inare. Yace sentado á la mesa, Entonces dijera el rey, Ni cabalgar en caballo, Vertiendo lágrimas tristes vtt. — (Anónimo.) Bien oiréis lo que dirae : Ni con la reina fablnre, Ni comer pan á manteles, Y tratando de su afrenta, — Siempre lo oí decir, Ni menos armas armare. — Y trasportándose el viejo, Dia era de los reyes, Y agora veo que es verdade, El rey cuando aquesto oyera La mente siempre inquieta, Día era señalado, Que el seso de las mugeres Comenzára de pensare : De temores muy honrados Cuando dueñas y doncellas Que non era naturale: Va levantando quimeras, ,A1 rey piden aguinaldo, Hasta aquí pidió justicia, — Si yo prendo ó mato al Cid Cuando Rodrigo venia Si no es Jimena Gómez, Ya quiere con ól casare ¡ Mis córtes revolveránse ¡ Con la cortada cabeza Hija del conde, Lozano, Yo lo haré de muy buen grado. Pues si lo dejo de. hacer Que puesta delante el rey Dios me lo ha de demandare. Del conde, vertiendo sangre, De muy buena voluntarte. Desta manera lia hablado ; Mandarle quiero una carta, Y asida por la melena. Mandarle quiero una carta, — Con mancilla vivo, rey, Mandarle quiero á llamare. — Tiró á su padre del brazo Mandarle quiero llamare. — Con ella vive mi madre; Las palabras no son dichas, Las palabras no son dichas, Y del sueño lo recuerda, Cada dia que amanece La carta camino vae, La carta camino vae, Y con el gozo que trae Veo quien mató á mi padre Mensagero que la lleva Mensagero que la lleva Le dice de esta manera : Caballero en un caballo Dado la habia á su padre. — Veis aquí la yerba mala, Dado la habia á su padre. Para que vos comáis buena; Y en su mano un gavilane; — Malas mañas habéis,conde; Cuando el Cid aquesto supo Abrid, mi padre, los ojos, Otras veces un halcón No os las puedo yo quitare. Así comenzó á fablare : Y alzad la faz, que ya es cierta Que trae para cazare, Que cartas que el rey os manda — Malas mañas habéis, conde, Vuesa honra, y ya con vida Y por me hacer mas enojo No me la3 queráis mostrare. Non vos las puedo quitare, Os resucita de muerta. Cébalo en mi palomare : — No era nada, mi lijo. Que carta que el rey vos manda Con sangre de mis palomas De su mancha estó lavada, Sino que vades allae, No me la quereis mostrare. Ensangrentó mi Lriale. A pesar de su soberbia, Quedaos vo3 aquí, mió hijo, — Non era nada, mi fijo, Euviéselo á decir; Yo iré en vuestro lugare. Sinon que vades allae, Que hay manos que no son manos, Envióme á amenazare — Nunca Dios tal cosa quiera Fincad vos acá, mi fijo, Y esta lengua ya no es lengua. Que me cortará mis haldas Ni santa María lo mande, Que yo Iré en vueso lugare. Yo os he vengado, señor, Por vergonzoso lugare (1), Sino que adonde vos fuéredes — Nunca Dios lo tal quisieso Que está la venganza cierta Me forzará mis doncellas Cuando la razón ayuda Que allá vaya yo delante. Ni santa María su madre, Casadas y por casare; Sino que donde vos fuéredea A aquel que se arma con ella.— Matárame un pageeico Piensa que lo sueña el viejo, Tengo yo de ir adelante. vi». — (Anónimo.) (!)• Mas no es asi, que no sueña, 50 haldas de mi Lriale. Rey que no hace justicia Sino que el llorar prolijo ix. — (Anónimo) No debía de reinare, En Burgos está el buen rey Mil caracteres le muestra; Asentado á su yantare, Ni cabalgar en caballo, Mas al fin aizó los ojos Cuando la Jimena Gomes Reyes moros :n Cas'illa Ni espuela de oro calzare, Que lidalgas sombras ciegan, Se le vino á querellare. Entran con grande alarido; Ni comer pan en manteles, Cubierta toda de luto, De moros son cinco reyes, Y conoció á su enemigo, Ni con la reina holgare, Tocas de negro cendale Lo demás mucho gentío. Aunque en ía mortal librea. Ni oir misa en sagrado, Las rodillas por el suelo Pasaron por junto á Burgos, — Rodrigo, fijo del alma, Porque no merece mase. — Comenzára de fablare: A Montes Doca han corrido, Encubre aquesa cabeza, El rey de que aquesto oyera No sea otra Medusa Comenzára de hablare : — Con mancilla vivo, rey, Y corriendo á Belforado, Que me trueque en dura piedra, Con ella murió mi madre. También á Santo Domingo, — ¡ Oh válame Dios del ciclo 1 Cada dia que amanece A Nájera y á Logroño, Y sea tal ini desventura Quiérame Dios consejare : Que antes que te lo agradezca Veo al que mató á mi padre Todo lo habían destruido. 51 yo prendo ó mato al Cid, Se me abra el corazon Caballero en un caballo Llevan presa de ganados, Mis córtes se volveraue; Muchos cristianos cautivos, Con alegría taa cierta. Y en su mano un gavilane. Y si no hago justicia Hombres muchos y mugeres, ¡ O comle Lozano infame 1 Por facerme mas despecho Mi alma lo pagarae. El cielo de ti me enga, Cébalo en mi palomare, Y también niñas y niños. — Ten tú las tus córles, rey, Y mi razo», contra tí, Mátame mis palomillas Ya se vuelven á sus tierras No te las revuelva nadie, Criadas y por criare, Bien andantes y muy ricos, Ha dado á Rodrigo fuerzas. Y al que á mi padre mató Le sangre que sale dellas Porque el rey, ni otro ninguno, Siéntate á yantar, mi fijo, Teñido me ha mi briale : A quitárselo lian salido. Enviéselo á decire, Rodrigo cuando lo supo (i) Este irozo de romaneo hasU donde dice : j P^^aSa'S'? ^ * . Hey «ue no hace justicia,.. es cas. una repe- d.ee : = A Calatma la ueja. lición de r.lguuos versos que se »tallan en el \ (i) Version del anterior. K.ra el vestido bordado, En Vivar el su castillo Y él mayor en el estado Hasta que las cinco huestes Una? garnachas muy justas 'Mózo es de pocos dias, Que en la vuestra tierra habia. De los moros no veneia. Con un ehapiri colorado, Los veinte años no ha cumplido). Hareisme así gran merced, Ijn collar de ocho patenas Cabalga sobre Babieca, Hacer á vos bien vernia, xi. — (-árommo.) Con un san Miguel colgando, Y con él Ies sus amigos, Porqu'es servicio de Dios, Qne apreciaron una villa Apellldára a ¡a tierra, A Jimena y á Rodrigo Y yo le perdonaría Solamente de las manos. Mucha gente le ha venido. Prendió el rey palabra y mano La muerte que dio á mi padre, Llegaron juntos los novios, Gran salto diera en los moros : Si él aquesto concedía. — De juntarlos para en uno F.n Montes Doca el castillo El rey hobo por muy bien En presencia de Lain Calvo. Y al dar la mano y abrazo. Venciera todos los moros, Lo que Jimena pedia, Las enemistades viejas El Cid mirando la novia Y prendió los reyes cinco. Fscrebiérale sus cartas, Ccn amor las olvidaron, Le dijo todo turbado •• Quitárales la gran presa Que viniese, le decía, Que donde preside amor, — Maté á tu padre, Jimena, Se olvidan muchos agravios. I Pero no á desaguisado, Y gentes que iban cautivos. A Plasencia donde estaba, El rey dió al Cid á Valduerna, Mátele de hombre á hombre Repartiera las ganancias Qu'es cosa que le cumplía. A Saídaña y Belforado, Para vengar cierto agravio. Con los que le habian seguido, Rodrigo, que vió las cartas Maté hombre, y hombre doy, Los reyes trajera presos Que el rey Fernando le envia, Y á San Pedro de Cardeña, Aquí estoy á tu mandado, A Vivar, el su castillo; Cabalgó sobre Babieca, Que en su hacienda vincularon. Entrególos á su madre -, Muchos en su compañía : Entróse á vestir de boda Y en lugar del muerto padre Ella los ha recibido. Todos eran hijosdalgo Rodrigo con sus hermanos ; Cobraste marido honrado — Soltólos de la prisión, Los que Rodrigo traía, Quitóse gola y arnés A todos pareció bien, Vasallage han conocido, Armas nuevas traían todos. Resplandeciente y grabado, Su discreción alabaron, De una color se vestian, Y á Rodrigo de Vivar Púsose un medio botarga Y asi se hicieron las bodas Amigos son y parientes, Todos lo han bendecido. De Rodrigo el castellano. Todos á él lo seguían. Con unos vivos morados, Loaban su valentía, Trecientos eran aquellos Calzas, valona tudesca Sus parias le han prometido, Que con Rodrigo venían. De aquellos siglos dorados, xn. — (Anónimo.) Fuéronse para sus tierras El rey salió á recibirlo, Eran de grana de polvo Cumpliendo loque habian dicho. Que muy mucho lo quería, Y de vaca los zapatos, A su palacio de Burgos. Díjole el rey : — Don Rodrigo, Con dos hebillas por cintas Como buen padrino honrado. Llevaba el rey á yantar x. — (Sepúlveda-} Agradézcoos la venida. Que le apretaban los lados; Que aquesa Jimena Gómez Camisón redondo y justo A sus nobles afijados. De Rodrigo de Vivar Por marido á vos pedia. Sin filetes ni recamos Salen juntos de la iglesia Muy grande fama corría, (Que entonces el almidón El Cid, el obispo y Laln Calvo. Cinco reyes lia vencido, Y la muerte del su padre Era pan para muchachos!, Con el gentío del pueblo Moros de la morería. Perdonada os la tenia : Con jubón de raso negro, Que les iba acompañando. Por la calle adonde van Soltólos de la prisión Yo vos ruego que lo hagaís, Ancho de manga, estofado, A costa del rey gastaron Do metidos los tenia, Dello gran placer habría, Que en tres ó cuatro batallas En un arco muy polido Quedaron por sus vasallos. Hacervos he- gran merced. Su padre lo habia sudado. Mas de treinta y cuatro cuartos. Sus parias le prometían. Muchas tierras os daría Una acuchillada cuera En Burgos estaba el rey, En las ventanas alfombras, — Pláceme, rey, mi señor, Se puso encima del raso, Que Fernando se de.cia¡ En el suelo juncia y ramos, Don Rodrigo respondía, En remembranza y memoria Aqcesa limeña Gómez En esto y en 'odo aquello De las muchas que habia dado; Y de trecho á trecho habia Ante el buen rey parecía : Que tu voluntad sería. — Una gorra de contray Mil trobas al desposado. Humiiládose habia ant'él, El rey SÍ lo agradeció; Con una pluma de gallo, Salió Pelayo hecho toro Y su raz(-n proponía : Desposados los habia Llevaba puesto un tudesco Con un paño colorado, El obispo de Patencia, — Fija soy yo de don Gómez, En felpa todo aforrado. Y otros que le van siguiendo, Que en Gormáz condado habia. Y el rey dádole habia La rabliiesa Y una danza de lacayos. Don Rodrigo de Vivar A Rodrigo de Vivar Del mundo terror y espanto. También Antolin salió Le mató con valentía; Mucho mas que antes tenia, En tiros nuevos traia A la gíneta en un asno, La menor soy yo de tres Y amóle en su corazon. Que costaron cuatro cuartos. Y Pelaez con vejigas Hijas que el conde tenia, Que todo lo merecía. Mas galan que Gerineldos Fuyendo de los mocbac hos. Y vergo á os pedir merced Despidiérase de! rey. Raja el Cid famoso al patio, Diez y seis maravedís Que me batáis en este <¡ia, Para Vivar se volvía. Donde rey, obispo y grandes Mandó el rey dar á un lacayo Y es que aquese don Rodrigo Consigo lleva su esposa, En pié estaban aguardando Porque espantaba á las femhraj Per maride, yo os pedia. Su madre la recebia: Tras esto bajó Jimena Con un vestido de diablo. Tocada en toca >le papos, Ternéme por bien casada, Rodrigo se la encomienda Mas atvas viene Jimena Y no con estas quimeras Honrada me contaría, Como á su persona misma; Trabándola el rey la mano, Que auora llaman hurracos. Que soy cierta que su hacienda Prometió como quien era Con la reina su madrina, De paño de Londres fino H.i de ir en mejoría, Que á ella no llegada Y con la gente de manto. Llegaron á la posada I'artiérasc á Santiago, Por las rejas y ventanas Un doblado mocador: Do albergaron aquel día. Arrojaban trigo tanto, Zapatos lleva de seda Su romería cumplía; Sentados son á cenar, De allí se fué á Calahorra, Que el rey llevaba en la gorra, De un amarillo color, Comían á una escudilla. Como era ancha, un gran puñado, Abiertos y acuchillados, Adonde el buen re.y yacía. Gran enojo habian los suyos Muy bien lo habia recebido, Y á la homildosa Jimena Porque era acuchillador: De aquesto que ei Cid hacia. Holgóse con su venida, Se le metían mil granos, Un collar de piedras y oro No quieren estar presentes. Lidió con Martin González Por la marquesota, al cuello, Que al muerto suegro sirvió, A otra posada se iban. Y el rey Ee los va sacando. La gorra lleva con plumas, Hicieron al Cid y al gafo Y en el campo lo vencia. Envidioso dijo Suero, Y un labrado camisón, Una cama en que dormían Que lo oyera el rey, en alto: Y la tizonada espada Ambos, cuando á media noche, xv. — (Sepúlveda.) — Aunque es de estimar ser rey, (A quien él mucho estimó) Ya que Rodrigo dormia, Sobre Calahorra esa vüla Estimára mas ser mano.— De terciopelo morado Un soplo por las espaldas Contienda se ha levantado Mandóle por el requiebro Los tiros y vaina son. El gafo dado le habia, Entre el buen rey de León, El rey un rico penacho, Todos los grandes le aguardan Tan recio fué que á los pechos Llamado el primer Fernando, Y á Jimena le rogó Cuantos en la corte son: A don Rodrigo salia. Y Ramiro de Aragón Que en casa le dé un abrazo. Sale el Cid, y hácenle campo, Despertó muy espantado, Cuyo reino es el nombrado. Fablándola Iba el rey. Porque era Cid Campeador. Al gafo buscado habia. Que ambos los reyes dicen Mas siempre la fabla en vano, El rey le lleva á su lado, No lo hallaba en la su cama, Que es villa de su reinado. Que non dirá discreción Que en hacerlo adivinó A voces lumbre pedia. Por quitar muertes y guerras Como la que faz callando. Que de otro3 rauy muchos reyes Traídole habian la lumbre, Los reyes han acordado Llegó á la puerta el gentío Rodrigo le hará señor. El gafo no parecía. Todos le llevan en medio Tornado se habia á la cama, Que lidien dos caballeros. Y partiéndose á dos lados, En orden y procesion, Gran cuidado en si tenia Cada uno de su bando, Quedóse el rey á comer De lo que le aconteciera, Y el que de aquestos venciese Y para ir á la iglesia Y los que eran convidados. Mas vio un hombre que á él venia Que su rey la haya á su mando. Todos se mueven á un son. Vestido de paños blancos, Fernando nombró á Rodrigo XIII. — (Anónimo.) De Vivar el muy nombrado, xiv. — (Sepúlveda.) (1) Ramiro á Martin González, Domingo por la mañana Y que aquesto le decía: — ¿Duermes ó velas, Rodrigo? Muy valiente y esforzado. Cuando el claro sol salió Ya se parte don Rodrigo Armados ambos que son Mas alegre que otras veces Que de Vivar se apellida —Ño duermo, le respondía, Por gozar de la ocasion, Para visitar Santiago, Pero dime quién tú eres En el campo son entrados. Don Rodrigo de Vivar, • Adonde va en romería Que tanto resplandecías. En haciendo la señal El que la palabra dió Despidióse de Fernando, — San Lázaro soy, Rodrigo, Muy recio se han encontrado; De casarse con Jimena, Aquese rey de Castilla, Yo, que á te hablar venia; Quebraron ambos las lanzas, Ese día la cumplió: Que le dió muchos haberes, Yo soy el gafo á que tú Quedaron muy lastimados, Por Dios tanto bien hacías. Mal feridos de los fierros, Y para ir á la iglesia Sin dones quedado habia. Rodrigo, Dios bien te quiere, De los encuentros pasados. A tomar la bendición, Veinte vasallos consigo Llevaba en su compañía. Otorgado te tenia Martin le dijo á Rodrigo, Por mostrar lo que valia De esta suerte le habia hablado: j Oh qué galan que salió l Mucho bien y gran limosna Que lo que tú comenzares Que de raso columbino Hacia por donde iba, En lides, ó en otra guisa, — Mucho, Rodrigo, vos pese Llevaba un rico jubón. Daba á comer á los pobres, Lo cumplirás á tu honra De haber sido tan osado Calza colorada y justa, Y á los que pobreza habian. Y crecerá cada dia. De entrar conmigo en batalla Porque su gusto ajustó, Siguiendo por su camino De todos serás temido, De do saldréis mal pagado, Bohemio de paño negro, Muy grande llanto oía, De cristianos y morisma, Que aquesa vuesa cabeza De raso la guarnición, Que en medio de un tremedal Y que los tus enemigos Aquí quedará en el campo: Non volvereis á Castilla La manga larga y angosta Un gafo triste plañía, Empecerte no podrían; Ni á Vivar el vuestro estado, Con capilla de buitrón, Dando voces que lo saquen Morirás, tú, muerte honrada, Ni Jimena vuestra esposa Jaqueta lleva de raja Por Dios y santa María. No tu persona vencida. Rodrigo cuando lo oyo Tu serás el vencedor, Jamas vos verá á su lado, Y en ella mucho brahon, Aunque dicen que la amais Y las faldetas tan cortas Para el gafo se venia, Dios su bendición te envía.— Que se parece el jubón: Descendiera de la bestia, En diciendo estas palabras Y que della sois amado. — Lleva un cinto tachonado, En tierra se descendía: Luego se desparecía. De las palabras que ha dicho De plata los cabos son, En la silla lo subió, Levantóse don Rodrigo Mucho á Rodrigo ha pesado, Pendiente lleva del cinto Delante si lo ponia; Y de hinojos se ponia, Y con saña muy crecida Dió gracias á Dios del cielo, Ansí le habia hablado: También á santa María; — Sois, Martin, buen caballero, (t) Hay otro del miímo autor que empietà : « Celebradas ya las bodas, » que trata de igual Ansí estuvo en oracion Notad lo por vos hablado, a-¡unto Hasta que fuer a de dia. Aquesas vuestras palabras No son de hombre esforzado, Rey de mi a/tna, etc. Que á don Rodrigo cabian, Le jura de no volver Que aquesta lid comenzada Ya trueca» todos las galas iien mil marcos el despojo; Mas al fronterizo campo, Por manos se habrá librado, Por lucidos morriones, £¡ todo io repartía Y vivir gozando delia Non por razones livianas Por aroeses de Milán Entre toda la su gente Y de su noble condado. De que sois tan abastado. Los biandos paños de Londres: Comunmente, sin cobdicia: En la mano de Dios es Las calzas por duras grebas. A Vivar se habia tornado xix. — (Anónimo.) Lo que habéis vos razonado, Por mallas guantes de llores; Con gran honra que adquiría: Y él dará la honra á quien Mas nosotros trocaremos De todos es muy loado Espántame, mi Rodrigo, Yiere qu es bien empleado. — Las almas y corazones. Y del rey á maravilla Que teniendo ya esperiencia Dijo, y con crecido enojo Rey df. mi alma, etc. De la fe que hay en mi alma, Para él se fué denodado, Viendo las duras querella» WIH. — [Anónimo.) Si es fe la que amor gobierna. Muchas heridas le dió. Be su querida consorte, Que así de mí os ausentéis, En tierra lo ha derribado No puede sufrir el Cid La noble Jimena Gómez, Pues se sabe qne una ausencia Don Rodrigo se apeó, Que no la consuele y llore. Hija del conde Lozano, Suele mudar á las veoes La cabeza ¡e ha cortado, — Enjugad, señora, dice, Con el Cid, marido suyo, Una arraigada firmeza. Y la sangre de su espada Los ojos hasta que torne. — Sobremesa estala hablando. Yo no sé qué desengaño Luego la habia limpiado. Ella mirando los suyos Tri-te, quejosa y corrida Aquestas cosas os muestra, Las rodillas por el suelo, Su pena publica á voces: En ver que el Cid haya dado O porqué ansí me tratais, Las manos puestas en alto, Rey de mi alma, y desla tierra conde, En despreciar su compana Si no es que queréis que muera, Muchas gracias duba á Dios ¿ Porqué me dejas ? donde vas? adónde Por preciarse de soldado. Pues que con larga amencia Que tal victoria le lia dado, Sospechaba que el enojo A Jimena quitáis vida y paciencia. Del muerto conde Lozano Y dijoles á los jueces. Fiaisos en que os adoro, XVII. — (Sepúiveda.) Vengaba de nuevo en ella. Esto les ha preguntado: Y 110 miráis la inclemencia Aunque estaba bien vengado; — ¿ Queda aquí mas por hacer Muy grandes huestes de moro* Del tiempo, que como lipmpo Para que sea del reinado A Estremadura corrían, Y con este sentimiento, Cualquier tiempo airas se deja. De mi señor Calahorra Captivan muchos cristianos, Tiernamente suspirando. No os amenazo, Rodrigo, Sobre que se ha batallado? — Acorro ninguno habían. Con lágrimas amorosas Que no es tal vuestra Jimena Respondieron todos juntos: A Rodrigo de Vivar Así le dijo llorando: Que of fará desaguisado. — No, caballero esforzado, Los acorra le pedían, Aunque zelos la hagan guerra. Que en la batalla pasada Don Rodrigo como bueno — ¡ Desdichada la dama cortesana Por dicha, ¿ qué veis en mi El derecho le es quitado Sus gentes luego apellida. Que casa lo mejor que casar puede, Que á dejarme ansí os convenza? Amigos son y parientes A Ramiro, aquese rey Y dichosa en estremo !a aldeana, Diréis que os faltó e! querer Todos los que le renian; Que decía ser de su estado. — Pues no hay quien de su bien la desherede' Porque os sobró mi firmeza, En busca va de los moros. Fernando abrazó á Rodrigo, Pues si amanece sola á la mañana, Pues que con larga ausencia La su seña va tendida. Tiénenlo por estimado, No hay sueño por la tarde que la vede A Jimena quitáis vida y paciencia. Él iba por capitón, Del rey era muy querido, De anochecer ai lado de su cuyo, Sobre si boena loriga, ¡ Ay pechos de hombres ingratos De todo el mundo loado. Segura de la ausencia y daño suyo. Cabalga sobre Babieca; Si las fembras conocieran Placer es de ver cual iba. Ño la despiertan sueños de pelea Vuestra tan cierta mudanza, xvi.— UnoAs'mo.} Animando va á los suyos: Sino el sediento hijuelo por el pecho ; ¡ Cómo ninguna os creyera! Con dársele y mecerle se recrea, ¿ Dó están, Rodrigo, los ¡loros, Al arma, al arma sonaban — Nadie muestre cobardía, Dejándole dormido y satisfecho. Las palabras halagüeñas, Los pifaros y a tambores; Pues que todos sois hidalgos Piensa que todo el mundo está en su ald"a, Los falsos ofrecimientos Guerra, luego, sangre dicen De los buenos de Castilla, Y debajo un pajizo y pobre techo Llenos de falsas promesas? Sus espantosos clamores. Muramos como valiente», De dorados palacios no se cura. Todo el tiempo lo ha mudado, El Cid apresta su gente, Aquí es bien perder la vida. — Que no consiste en ora la ventura. De todo solo me queda Todos se ponen en órden, Entro Alienza y San Esteban Viene, e! disanto, múdase camisa Para mi triste consuelo Cuando 11-irosa y humilde Que de Gormáz se decia, Y la saya de boJa alegremente, Tierno lloro y tierna queja, l.e dice Jimena Gómez: Alcanzado habían los moros, Corales y patena por divisa Pues con tan larga ausencia Rey de mi alma, y desla tierra conde, Lid campal habían ferida. De gozo y libertad que el sima siente.- A Jimena quüai.t vida y paciencia. i Porqué me dejas? dónde vas? adówh? Don Rodrigo los venció, Vase al sola*, y en él con 20? o y risa Libra la gente captiva, Que si eres Marte en la guerra, A la vecina encuentra ó al pariente, Quitábales los ganados. xx. — Anónimo.) Eres Apolo en la corte, De cuyas rudas plática; se goza Donde matas bellas damas Siete legua3 los seguía: Y en años de vejez la juzgan moza. — Cercada tiene á Coimbra Como allá moros feroces. Tantos mató de los moros Aquese buen rey Femando, Ante tus ojos se postran Que contarse no porfían ; No quiso el Cid qii': Jimena Sie¡e años duró el c reo Y de rodillas se ponen Gran haber gairára dellos, Se íe aqueje y duela tanto, Que jamas lo hubo quitado. Los reyes moros, las hijas Captivos en demasía. Y en la cruz de su Tizón"», Porque el lugar es muy fuerte. De reyes cristianos nobles: Doscientos son los caballos Espada que ciñe al lado, De muros bien torreado. Te envían mas, cien caballos. Muchos reyes que allí estaban, Veinte blancos como armiños, Que en concilio presidian. No hay vianda en el real. Traído le fué un caballo, Retaban al rey Fernando Y veinte rucios rodados. Que todo lo habían castado. Blanco era y muy hermoso, Si esto cumplir no quería. Treinta te envían morcillos, Ya quieren alzar el cerco, Sautiago le ha cabalgado El rey cuando vió las cartas Y otros tantos alazanos, Al rey mooges han llegado Guarnido de todas armas. Pena recibido habia, Con todos sus guai oimientos De aquese gran monasterio Limpias, blancas, relumbrando, Porque si esto va adelante, De diferentes brocados; Que nombrado era Lormano, Y á guisa de caballero A sus reinos mal vendría. Que con trabajo crecido A ayudar va al rey Fernando, Y á mas á doña Jímena A los sus honrados homes Habían mucho trigo alzado, Que yace sobre Coimbra Muchas joyas y tocados, Su consejo les pedia, Mu<-ho mijo y aun legumbres, Habia ya siete años. Y á vuestras dos lijas bi lias Ellos al rey aconsejan Y al rey lodo se lo han dado. — Y con estas llaves mismas. Dos jacintos muy preciados, Faga lo que le pedían, Rogándole no alce el cerco, Dijo, que llevo en mis manos. Dos cofres de muchas sedas Porque de ser obediente Que darían vianda abasto. Abriría yo el lugar: Para vestir tus fldalgos. — Al papa á él con venia, Mañana el día llegado El Cid les dijera •- — Amigos, El rey se lo agradeció, Y si facerlo no quiere Daréselo yo al rey El mensage habéis errado, Tomó lo que le fué dado, A sus reinos mal vendría, Que lo ha tenido cercado. — Porque yo 110 soy señor Partiólo por sus compañas, Porque vendrán contra él Viandas les han ahondado : Y en aquesta propia hora Ad inde está el rey Fernando: Todo es suyo, nada es mió. Reyes que lo desafian. Quebrantaron muchos muros, Al rey la habia entregado. No estuvo en este consejo Los moros se han amistado. Nombróse Santa María Yo soy su menor vasallo. — Ei rey agradeció mucho El buen Cid, que ido se habia Dádose habían al rey La mezquita que han hallado La hiimildad del Cid honrado, A ver á Jimena Gómez, La villa y todo su algo, Consagrándola en su nombre, Su esposa que bien quería, Solo fincan con las vidas Y dijo á los mensageros; Y en ella se habia armado Y habia muy poco tiempo Que e! rey se. las ha otorgado. Caballero don Rodrigo — Decidles á vuestros amos En tanto que dura el cerco Que aunque no es rey su señor, Que el buen Cid la conocía. De Vivar el afamado. Estando fablando en esto Un romero había llegado El rey le ciñó la espada, Con un rey está sentado, Que viene de allá de Grecia Y que cuanto yo poseo Don Rodrigo entrado habia, Paz en la boca le ha dado, El rey cuando vido al Cid Al apóstol Santiago. El Cid me lo ha conquistado, No le diera pescozada Lo que ha pasado decia, Astiano había por nombre, Como á otros habia dado, Y que yo estoy muy contento Obispo es intitulado. Y rogólo le aconseje Y por hacerle mas honra En tener tan buen vasallo. — Faciendo estaba oracion El Cid despidió á los moros Lo que sobre eso haria. Ante el apóstol muy santo. La reina le dio el cal-alio, El Cid cuando tal oyó Y dona Urraca la infanta Con dones que les ha dado, Astianos oyó decir Siendo dende allí adelante El corazon le dolia : Que el apóstol Santiago Las espuelas le ha calzado. Fabló su razón al rey, Novecientos caballeros El Cid Ruiz D;az llamado. Entraba en las grandes lides : Desta manera decia : Don Rodrigo habia armado. Apellido, entre los moros, Armado y en un caballo — Rey Fernando, vos nacisteis Mucha honra le hace el rey De home de valor y estado A pelear con los moros En Castilla en fuerte dia, En favor de los cristianos. Y mucho fuera loado Si en vuestro tiempo ha de ser El obispo que lo oyó Porque fuera muy valiente XXII. — (Anónimo.) A tributos sometida, Muy mucho le había pesado : En ganar lo que es contado, Lo cual nunca fué hasta aquí, La silla de! buen sant Peiiro — Ñon le digáis caballero, Y en otros muchos lugares Gran deshonra nos seria : Víctor papa la tenia, Pescador era llamado. — Que á su rey ha conquistado. Cuanta honra Dios nos dió Y el emperador Enrique - Si tal facéis es perdida. Ante él se humilló y decía : Y con esta gran porfía xxi. — (Anónimo.) (<) Quien esto vos aconseja — Ante vos, el padre santo, Dormido se había quedado. Vuestra honra no quería, Mi querella proponía Santiago se le aparece En Zamora está Rodrigo Ni de vuestro señorío Contra aquese rey Fernando Con llaves en la su mano, En corte del rey Fernando, Que á vos, rey, obedecía. Que á Castilla y León tenía, Y con muy alegre rostro Padre del rey sin ventura Enviad vuestro mensage Porque todos los cristianos Dijo : — Tú faces escarnio A quien llamaron don Sancho, Al papa y á su valia, Por señor me obedecían, Por llamarme caballero, Cuando llegan mensajeros Y á todos desaliad Solo él no me conoce Y en ello tanto has cuidado, De los reyes tributarios De vuesa parte y la mía Vengo yo ahora á mostrarte, A Rodrigo de Vivar, Ni mi tributo me envía : Pues Castilla se gano Porque no dudes en vano. Al -ual dicen humillados : Coastreñidle, santo padre, Por los reyes que ende habia, Caballero soy de Cristo, — Buen Cid, á ti nos envían Que me obedezca este dia. — Ninguno les ayudó Ayudador de cristianos Cinco reyes tus vasallos, El papa envió su mandado De moros á la conquista. Contra el poder de los moros, A te pagar el tributo En que pedido le habia Mucha sangre les costó, Y dellos soy abogado. — Que quedaron obligados, Que le fuese tributario. La vida me costaría Estando en estas razones Y por señal de amistad So pena que enviaría Antes que pagar tributo, Y daria su cruzada Pues á nadie se debía. — Porque no le obedecía (i) Es al mismo asunto del de : « En Zamora estaba el rey," por Sepúlveda. El rey lo tuvo por bien Este noble rey Femando Tan en cinta está Jimena, « Que como otro bien no tengo Lo que el buen Cid le decía - Para Roma fué derecho Que muy cedo aguarda el parto. « Y me lo habedes quitado, Al par-a envió e! mtnsage, Con el Cid acompañado. Cuando ademas dolorida, « En guisa le lloro vivo Y pur mc-vced le pedía * Por sus jornadas contadas Una mañana en disanto, « Cual si estuviera finado. No ayude tal sinrazón En Roma se han apeado; Bañada en lágrimas tiernas « Sí ¡o facéis por honra'.le, Sobre lo que no la había; El rey con ^ran cortesía Tomó la pluma en la mano, « Mí Rodrigo es tan honrado Y al emperador Enrique AI papa besó la mano, Y desput= de haberle escrito « Que no tiene barba y tiene Y á aquellos que lo seguían, Y el Cid y sos cnlialleros Mil qne;as á su velado. « Cinco reyes por vasallos. A todos desafiaba, Cada cual de grado en grado. Bastante« á domeñar « Yo finjo, señor, en cinta Y que buscarlos quería. En la iglesia de San Pedro Unas entrañas de mármol, « Que en nueve meses he entrado, Ocho mil y novecientos Don Rodrigo habia entrado, De nuevo tomó la pluma « Y me podrán empecer Caballeros ya venían, Do vido las siete sillas Y de nuevo tornó al llanto, « Las lágrimas qr.e derramo. l'arte de ellos son del rey, De sirle reyes cristianos, Y désta guisa le escribe « Non permitáis se malogren Y otros que el buen Cid tenia Y vió la del rey de Francia Al noble rey don Fernando. « Prendas del mejor vasallo Por capilan general Junto á la del padre santo, « A vos, mi señor el rey, « Que tiene cruces bermejas A don Rodrigo tenían. Y la del rey su señor « El bueno, el aventurado, « Ni á rey ha besado mano. Pasaron los puertos de Aspa, Un estado mas abajo. h Li magno, el conqueridor, « Respondedme en puridad Y al encuentro les salia Fuese á la del rey de Francia, « El agradecido, el sabio, « Con letras de vuesa mano, Ramón, conde de Saboya, Con e' píe la ha derribado, o La vuesí» sierva i ¡mena, « Aunque al vueso mandadero Con muy gran caballería. La silla era de marfil, « Fija del conde Lozano, « Le pague yo su aguinaldo. Con el ( id hubo batalla, Hecho la ha cuatro pedazos, « Dad este escrito á las llamas, La lid fué mucho ferida. « A quien vos marido disteis Y tomó la de su rey « Non se faga de palacio, Mas Itodrigo venció al conde « Bien así como burlando, Y subióla un lo m«s alto. « Desde Burgos os saluda « Que á malos barruntadores Y en la prisión lo ponia. Habló allí un honiado duque « Donde vive lacerando « Non me será bien contado. » Soltóio con ias rehenes Que dicen el saboyano « Las vuesas andauzas buenas De una hija que tenia, — Maldito seas.. Rodrigo, En ella hubo el l>uen rey - Llévevoslas Dios al cabo. xxv. — (Anónimo.) Del papa descomulgado. Un fijo que se decia « Perdonadme, mi señor.. Porque deshonraste un rey Pidiendo á las diez del día Don Fernando, cardenal « Si no os fablo muy en salvo, El mejor y mas preciado. — Papel á su secretario, De ese reino de Castilla. « Que si mal talante os tengo Oyendo el Cid sus razones A la carta de Jimena También don Rodrigo Díaz « Non puedo disimulullo. Pesta manera ha Liblado : Responde el rey por su mano. Otra batalla vencía « i. Qué ley de Dio» vos enseña Despues de facer la cruz — Dejemos los reves, duque, « Que podáis por tiempo tanto, Del mayor poder do Francia Con cuatro puntos y un rasgo, Y si os sentís agraviado, a Cuando alincais en las lides, Que al encuentro le salía, Hayámoslo entre los dos, Aquestas palabras linca Sin que el rey se hallase en eila. « Descasar á los casados? De mí á vos sea uem: ndado. — A guisa de cortesano : Que airas qued idose habia. « ¿ yué buena razón consiente Allegóse cabe el duque. « Á vos, Jimena la noble, Los reyes y emperadores « Que á un garzón bien domeñado, Un gran rempujón le ha dado e La del marido envidiado, Con toda la su valia « Falagueno y homiidoso, El duque sin responder « La homildosa. la discreta, Cuando vieron el estrago « Le mostréis á ser leou bravo, Se quedó mu> mesurado. a La que cedo espera el parto. Que el buen Cid faciendo iba, » Y que de noche y de día El p;ipa cuando io supo « El rey q¡ie nunca vos tuvo Por merced piden al papa « Le traigais atraillado Al Cid ha descomulgado j « Talante desmesurado Que al rey Fernando le escriba « Sin soltalle para mi Sabiéndolo el de Vivar, « Vos envía sus saludes Que á Castilla se volviese. Ante el papa se ha postrado « Sino una vez en el año ? « E;» fe de quereros tanto. Que tributo no querían, « Y esa que- me le solíais, « Decís me que soy mal rey Que contra el poder del Cid — Absolvedme, dij", papa. • Fasta los pies de! caballo « Y que descaso casados, Sino seraos mal contado. — Niuguno se ampararía <. Tai. teñido eu sangre viene « Y que por los mis provechos El papa, padre piadoso, El rey cuando vió el inensage « Que pona pavor mirallo; « Non curo ue vuesos daños : Respondió muy mesurado : A su tierra se volvia, « Y cuando mis brazos toca, « Que estáis de mí querellosa Túvose por muy contento, — Yo te absuelvo, don Ruy Díaz, « Luego se duerme en mis brazos, (t DBCÍS en vuesos despachos, Yo te absuelvo de buen grado. « En sueños gime y forceja, « Que non vos suelto el marido Y al Cid se lo agradecía. Con que seas en mi corte « Que cuida que está lidiando. « Sino una vez en el año, . Y que cuando vos le suelto, Muy cortés y mesurado. « Apenas ei alba rompe rali. — (Anónimo.) (1} « En lugar de falagaros •¡ Cuaudo lo están acuciando A concilio dentro en Roma xxiv. — (.Anónimo.) « En vuesos brazos se duerme, « Las esculcas y adalides El padre santo ha llamado. En los solares de Burgos « Como vieno tan cansado. • Para que se vuelva ai campo. Por obedecer al papa A su Rodrigo aguardando « Si supiérades, señora « Llorando vos lo pedí, a Que vos qoitafca el velado « Y en mi soledad cuidando a Por mis enamoramientos. M De cobrar padre y marido, l>ei asunto de este romance se bace mención en la parle 1 cap. ifld.-i Quijote « Ni uno tengo, ni otro alcanzo; « Fuera con razón quejaros; xxvi. — (Anónimo.; Non le agradece Jimena Dejaisme desheredada, « Mas si solo vos lo quito Al rey tanto su favor, Pero catad que soy fembra, « Para lidiar en el campo Salió á misa de parida Que le ocupa la vergüenza, Y lo que podré facer a Con los moros convecinos, Y á sus palabras la voz. Sin varón y sin facienda. « Non vos fago mucho agravio. A San Isidro en León Las manos quiso Jimena Si tierras no me di jais, • A non vos tener en cinta, La noble Jimena Gómez* Besarle, y él las huyó : Iréme por las agenas, « Señora, el vúeso velad o Mugei del (.id Campeador. ¿ Acompañóla en la iglesia « Creyera de su dormir Para salir, de contray Y por cubrir vueso tuerto « Lo que me habedes contado; Sus escuderos vistió, Y á su casa la volvió. Negaré ser fija vuesa. « Pero si os tiene, señora, Que el vestido del criado En trage de peregrina Pobre iré, mas faced cuenta « Con el brial levantado... Dtce quien es el señor. xxvii. — (Anónimo.) « No se ha dormido en e! lecho, Un jubón de grana lina Que las romeras á veces « Si espera en ves mayorazgo : La bella dama sacó, Acababa el rey Fernando Suelen fincar en rameras. « ¥ si eu el parto primero Con cajas de terciopelo De distribuir sus tierras, Sangre noble me acompaña, a Un marido os ha fallado, Picadas de dos en dos; Cercano para la muerte Mas cuido que mi nobleza Como estraña olvidaré, « No importa, que sobra un rey De lo mismo una basqulña Que le amenaza de cerca, Pues que por tal me desechas. — « Que os fará cien mil regalos. Con Ja mesma guarnición. Cuando por la triste sala Tales palabras hablo, « Non le escribades que venga, Donas que la diera el rey De negro luto cubierta. ' Porque aunque esté á vueso lado, El dia que se casó, La olvidada infanta Urraca Y esperando la respuesta Vertiendo lágrimas entra; « En oyendo el alambor Y con los cabos de plata Dió principio al tierno llanto « Será forzoso dejaros. Uu muy rico ceñidor. Y viendo á su padre el rey, Poniendo fin á sus quejas. « Si non hubiera yo puesto Que á la coudesa su madre Con debida reverencia a Las mis huestes á su cargo. L! conde en donas le dió. De hinojos ante la cama « Ni vos fuerais mas que dueña, xxvm. — (Anónimo.) Lleva una cofia de papos La mano le pide y besa; « Ni él fuera mas que uu iidaigo. Y despues de haber mostrado Doliente se siente el rey, « Decis que vueso Rodrigo De riquísimo valor, Que le dió la infanta Urraca Con tierno Uanto sus quejas. Este buen rey don Fernando, « Tiene reyes por vasallos. Mostrando la vo2 humilde Los pies tiene hácia el oriente « 1 Ojalá como son cinco ti dia que se veló; Así la infanta se queja : Y la candela en la mano. « Fueren cinco veces cuatro! Dos patenas lleva al cuello — Entre divinas y humanas, A su cabecera tiene « Porque teniéndolos el Puestas con mucho primor, ¿. Qué ley, padre, vos enseña Arzobispos y perlados, 0 Sujetos á su mandado, Con san Lazaro y san Pedro, Para mejorar los bornes « Mis castillos y los vuesos Santos de su devocion, A su man derecha tiene Desheredar á las fembras? A sus hijos todos cuatro. « No hubieran tantos contrarios. Y los cabellos que al oro A Alfonso, Sancho y Garcia, Los tres eran de la reina « Decís que entregue á las llamas Disminuyen su color, Que están en vuesa presencia, Y el uno era bastardo ; « La carta que me habéis Jado . A las espaldas echados Dejais todos los haberes Ese que bastardo era '< A contener heregías De todos hecho un cordon. Quedaba mejor librado. « Fuera digna de tai pago; Lleva un manto de contray, Y de mi non se vos lembra. Non debo ser vuesa fija, Arzobispo es de Toledo, «i Mas si contiene razones Porque las dueñas de honor Que os forzara si lo fuera Maestre de Santiago, « Dignas de los siete sabios, Mientras mas cubren su rostro A tener de mí ieinbranza Abad era en Zaragoza, « Mejor es para mi archivo Mas descubren su opinion. « Que non para el fuego ingrato. 1.a vuesa naturaleza. De las Españas primado. Tan hermosa iba Jimena « Y porque guardéis la mia Si legítima non soy. — Hijo, si yo no muriera, Que suspenso quedó el sol « Y non ía fagáis pedazos, Maguer que bastarda fuera, Vos fuérades padre santo. En medio de su carrera o Por ella á lo que parierdes De alimentar los mestizos Mas con la renta que os queda « Prometo buen aguinaldo. Per podelia ver mejor, Habedes naturaleza, Vos bien podéis alcanzarlo. — Y á la entrada de la iglesia Ellos estando en aquesto « Si fijo, prometo dalle Y si ansí non es, decid : Al rey Fernando encontró Entrara Urraca Fernando, « Una espada y un caballo, ¿ Qué culpa me deshereda ? Que para meteila dentro « Y dos mil maravedís ¿ Qué desacato vos tire Y vuf-Ita hácia su padre De la mano la tomó. « Para ayuda de su gasto. Que tal castigo menzea? Desta manera ha tablado. « Si lija, para su dote Dijo el rey : - Noble Jimena, Si tal tuerto me facéis, Pues es el Cid Campeador « Prometo poner en cambio Las naciones estranjeras xxix. — (Anónimo.) (1) o Desde el «lia que naciere, Vueso dichoso marido Y los vuesos bornes buenos « De plata cuarenta marcos. Y mi vasallo el mejor. ¿Qué dirán cuando lo sepan? Morir vos queredes, padre, « Con esto ceso, señora, Que por estar en las lides Que non es derecho, non, Sant Miguel vos haya el alma; « Y no de estar suplicando Hoy de la iglesia falló, Ni tal es razón que sea. Mand istedi-s vuestras tierras • A la Virgen vos alumbre A falla del brazo suyo Pudiendo ganalla en lides, A quien bien se os antojara. « En los peligros del parto. » Yo vuestro bracero soy; Dar á los homes facienda. Diste á don Sandio á Castilla, Y á aquesa fermosa infanta Que el cielo di.ino os dió. Mando mil maravedís (i) De !o contenido en este romance se hace mención en el Quijoíe, parle II, cap. s. Y mi plumage el mejor. — « Fuera con razón quejaros; xxvi. — (Anónimo.; Non le agradece Jimena Dejaisme desheredada, « Mas si solo vos lo quito Al rey tanto su favor, Pero catad que soy fembra, « Para lidiar en el campo Salió á misa de parida Que le ocupa la vergüenza, Y lo que podré facer a Con los moros convecinos, Y á sus palabras la voz. Sin varón y sin facienda. « Non vos fago mucho agravio. A San Isidro en León La noble Jimena Gómez* Las manos quiso Jimena Si tierras no me di jais, • A non vos tener en cinta, Mugei del (.id Campeador. Besarle, y él las huyó : Iréme por las agenas, « Señora, el vueso velado, Acompañóla en la iglesia Y por cubrir vueso tuerto « Creyera de su dormir Para salir, de contray Y á su casa la volvió. Negaré ser fija vuesa. « Lo que me habedes contado; Sus escuderos vistió, En trage de peregrina « Pero si os tiene, señora, Que el vestido del criado Pobre iré, mas faced cuenta Dtce quien es el señor. xxvn. — (Anónimo.) « Con el brial levantado... Que las romeras á veces « No se ha dormido en e! lecho, Un jubón de grana lina Acababa el rey Fernando Suelen fincar en rameras. « Si espera en ves mayorazgo : La bella dama sacó, De distribuir sus tierras, Sangre noble me acompaña, « ¥ si en el parto primero Con cajas de terciopelo Cercano para la muerte Mas cuido que mi nobleza a Un marido os ha fallado, Picadas de dos en dos; Que le amenaza de cerca, Como estraña olvidaré, « No importa, que sobra un rey De lo mismo una basqulña Cuando por la triste sala Pues que por tal me desechas. — « Que os fará cien mil regalos. Con Ja mesma guarnición. De negro luto cubierta. Tales palabras hablo, « Non le escribades que venga, Donas que la diera el rey La olvidada infanta Urraca ' Porque aunque esté á vueso lado, El dia que se casó, Y esperando la respuesta Vertiendo lágrimas entra; « En oyendo el alambor Y con los cabos de plata Dió principio al tierno llanto « Será forzoso dejaros. Uu muy rico ceñidor. Y viendo á su padre el rey, Poniendo fin á sus quejas. « Si non hubiera yo puesto Que á la condesa su madre Con debida reverencia a Las mis huestes á su cargo. L! conde en donas le dió. De hinojos ante la cama xxvm. — (Anónimo.) « Ni vos fuerais mas que dueña, Lleva una cofia de papos La mano le pide y besa; « Ni él fuera mas que uu iidaigo. De riquísimo valor, Y despues de haber mostrado Doliente se siente el rey, « Decis que vueso Rodrigo Que le dió la infanta Urraca Con tierno Uanto sus quejas. Este buen rey don Fernando, « Tiene reyes por vasallos. ti dia que se veló; Mostrando la vo2 humilde Los pies tiene hácia el oriente « 1 Ojalá como son cinco Dos patenas lleva al cuello Así la infanta se queja : Y la candela en la mano. « Fueren cinco veces cuatro! Puestas con mucho primor, — Entre divinas y humanas, A su cabecera tiene « Porque teniéndolos el Arzobispos y perlados, Con san Lázaro y san Pedro, ¿. Qué ley, padre, vos enseña 0 Sujetos á su mandado, Santos de su devocion, Para mejorar los bornes A su man derecha tiene « Mis castillos y los vuesos Desheredar á las fembras? A sus hijos todos cuatro. Y los cabellos que al oro « No hubieran tantos contrarios. A Alfonso, Sancho y Garcia, Los tres eran de la reina Disminuyen su color, « Decís que entregue á las llamas Que están en vuesa presencia, Y el uno era bastardo ; A las espaldas echados Dejais todos los haberes Ese que bastardo era • La carta que me habéis Jado . De todos hecho un cordoit. Y de mi non se vos lembra. Quedaba mejor librado. '< A contener heregías Lleva un manto de contray, Non debo ser vuesa fija, Arzobispo es de Toledo, « Fuera digna de tai pago; Porque las dueñas de honor Que os forzara si lo fuera Maestre de Santiago, «i Mas si contiene razones Mientras mas cubren su rostro A tener de mí ieinbranza Abad era en Zaragoza, « Dignas de los siete sabios, Mas descubren su opjrúon. 1.a vuesa naturaleza. De las Españas primado. « Mejor es para mi archivo Tan hermosa iba Jimena Si legítima non soy. — Hijo, si yo no muriera, « Que non para el fuego ingrato. Que suspenso quedó el sol Maguer que bastarda fuera, Vos fuérades padre santo. « Y porque guardéis la mia En medio de su carrera De alimentar los mestizos Mas con la renta que os queda « Y non ía fagáis pedazos, Per podelia ver mejor, Habedes naturaleza, Vos bien podéis alcanzarlo. — o Por ella á lo que paríérdes Y á la entrada de la iglesia Ellos estando en aquesto Y si ansí non es, decid : « Prometo buen aguinaldo. Al rey Fernando encontró Entrara Urraca Fernando, ¿ Qué culpa me deshereda ? « Si fijo, prometo dalle Que para meteila dentro «• Una espada y un caballo, ¿ Qué desacato vos tire Y vuf-Ita hácia su padre De la mano la tomó. « Y dos mil maravedís Que tal castigo menzea? Desta manera ha tablado. Dijo el rey : - Noble Jimena, « Para ayuda de su gasto. Si tal tuerto me facéis, Pues es el Cid Campeador « Si lija, para su dote Las naciones estranjeras xxix. — (Anónimo.) (1) « Prometo poner en cambio Vueso dichoso marido Y los vuesos bornes buenos « Desde el «lia que naciere, Y mi vasallo el mejor. ¿Qué dirán cuando lo sepan? Morir vosqueredes, padre, « De plata cuarenta marcos. Que por estar en las lides Que non es derecho, non, Sant Miguel vos haya el alma; « Con esto ceso, señora, Hoy de la iglesia faltó, Ni tal es razón que sea. Mand istedi-s vuestras tierras « Y no de estar suplicando A falla del brazo suyo Pudiendo ganalla en lides, A quien bien se os antojara. • A la Virgen vos alumbre Yo vuestro bracero soy; Dar á los homes facienda. Diste á don Sandio á Castilla, « En los peligros del parto. » Y á aquesa fermosa infanta Que el cielo di ciño os dió. Mando mil maravedís (i) De !o contenido en este romance se hace mención en el Quijoíe, parle II, cap. s. Y mi plumage el mejor. — Castilla la bien nombrada, — Calledes, hija, caíledes. Caballeros trae trecientos Triste iba y muy Cuitado. A don Alonso á León, No digades tal palabra, Y todos son fijosdalgo. Alfonso mandó á su gente Y a don García á Vizcaya. Que muger que tal decía Cuando don Sancho ios vicio Que no maten los cristianos, A mi porque soy muger Meresce de ser quemada. Muy gran esfuerzo ha cobrado, Gran mancilla tiene de ello, Dejaisme desheredada, Allá en Castilla la Vieja Y á sus caballeros dijo; De su hermano se ha quejado Irme lie yo por estas tierras Un rincón se me olvidaba, — Bajemos luego á lo llano, Por haber sido la causa Como una muger errada, Zamora había por nombre, Que pues el Cid as venico, Del rompimiento pasado. Rodrigo Diaz de Vivar, Y este mi cuerpo daria Zamora la bien cercada, Nuestro será hoy el campo.— Ese buen Cid afamado, A quien bien se me antojóra, De una parte la cerca el Duero, Recibió bien á Ruy Diaz, A don Sancho su señor A los moros,por dinero De otra i'eña Tajada, El famoso castellano, Del Otro la morería, Estábalo conhortando; Y á los cristianos de gracia : Diciendo : — Bien vengáis, Cid, Una cosa es muy preciada: Dijole : — Rey y señor. De lo que ganar pudiere El muy bien afortunado; Quien ts la tomare, hija, Verdad es lo que os fablo, Haré bien por vuestra alma — Ningún vasallo hasta boy La mi maldición le caiga.— Allí preguntara el rey: A tal punto habia llegado Y es que las gentes gallegas Todos dicen amen, ámen, A servir á su señor Que están con el vueso hermano — ¿Quién es esa que asi habla? Sino don Sancho que calla. Respondiera el arzobispo: Como vos, buen Cid honrado. — Agora están bien seguros —Vuestra hija doña Urraca. El Cid le responde al rey En sus posadas folgando, Con ánimo denodado : Y no so temen de vos — Bien podéis creer, señor, Ni de los del vueso bando: Que vos cobrasteis el campo, Faced volver los que fuyen, En el cual vos vencereis Ponedlos so vuesa mano, SEGUNDA PARTE A García vueso hermano, Y tras el alba venida 0 yo por vos moriré Con esfuerzo denodado Como cualquier buen fidalgo. — Ferid en todos muy recio, DE LOS ROMANCES DEL CID Ellos estando en aquesto Leoneses y galicianos, Don García habia llegado, Y muy fuerte, asoberbienta^ Caulando viene y alegre, Con ánimos esforzados; QUE TRATA DÉ SUS HAZAÑAS F AVENTURAS No sabe lo que ha pasado, Ca ellos lian por costumbre, BOGASTE Diciendo como venció Cuando ganan algún campo, A su hermano el rey üou Sancho, Alabarse de su esfuerzo EL REINADO DE SANCHO II EL VAL1EKIE. Y como lo tiene preso Y escarnecer al contrario, Y puesto á muy buen recado. Y como gastan la noche J. — (Sepúheáa.) Fasta que vuelva su rey Como se vieron los reyes, En placer y engasejando, Y ponga en ello recado. A otra batalla han tornado Dormirán p«.r la mañana F.lrey don Sancho remaba Estando do« Sancho preso Mas fuerte que la pasa-.ia Como (lomes sin cuidado; En Castilla su reinado, Alvar Fañez ha llega'lo, Do fué preso vi rey jloij Sai.cho. Y vos, buen rey, vencereis Y en Galicia d.m García, Y á los que al rey tienen preso Vencido fué don García, Y quedareis bien vengado. — Que de don Sancho es hermano. Desta manera ha fablado : Mueren muejios de su bando • Muy bien le pareció al rey Sobre los reinos los dos — Traidores, dejad mi rey, Prendió á don Gaicía el Cid Lo que ei Cid le ha consejado, Mucho habían guerreado, Que teneis aprisionado- — Con su esfuerzo tan sobrado, bl rey con todas sus gentes Entrególo á su señor Y en batalla muy sangrienta Y arremetiendo con ellos Firieron t n los contrarios : Con placer demasiado: Ambos reyes se han bailado. Con lodos ha peleado : Unos matan, otros prenden, En fuertes hierros lo meten Muchos mueren de sus gentes : Derríbára á los dos dellos, Todos son desbaratados : Por mando dol rey don Sancho Prendió García á don Sancho, Los cuatro huyeron de! campo, Prendieran al rey Alfonso Diéralo á seis caballeros Don Sancho quedaedo libre Y en el caeüllo de Luna En un templo consagrado. Que lo tengan á recaudo; De los que le habían guardado Estuviera encarcelado. Cuando vieron los leoneses Va en alcance de la gente A muy grandes voces dice : Su señor aprisionado, Ptiean muy fuertemente, Que tenia el rey su hermano. — Venid aquí, mis vasallos, ii. — (Sepúlceda.) Don Sancho que se vio preso Acordaos, mis caballeros, Prendieron al rey don Sanch Gran enojo habia cobrado, Del prez qne los castellanos Don Sancho reina en Castilla, Y catorce caballeros Dijo á los que le guardaban Ganasteis en las batallas Alfonso, ei; León, su hermano : 1.0 llevan á buen recaudo. Que le dejen ir en salvo, Y' lides do habéis entrado, Sobre cual hat>rá ambos reinos El buen Cid cuando lo vido Ea rales grandes mercedes, No lo queráis hoy perder, Muy gran lid han levantado. En su alcance es ya llegado, Siempre les dará gran algo, Sino adelante llevarlo. — Junto al rio de Carrton Y dijoles : — Caballeros, Y en el reino de su rey Cuatrocientos caballeros Los reyes han batallado, Soltad mi señor de grado, Non íará desaguisado. Con él se habían juntado, De sus gentes mueren muchas, Darvos he jo á don Alfonso Respondieron todos juntos Y esiando ya todos juntos Don Sancho perdiera el campo De quien érades vasallos. — No harían lo que ha mandado El buen Cid había asomado, Y huyera de la batalla. Respondieron los leoneses AL de Vivar afamado : —| Hermoso es este cristiano 1 Y caballero en Coimbra Ya la defensa del muro — Ruy Diaz, volveos en paz, Gran señor merece ser, Cuando la ganára á moros. La guarda que está velando Procura, y la resistencia, Sino iréis aprisionado En él bien es empleado.— Cuando en Cabezón moria, Y al rumor del castellano Con vueso señor el rey, Replicóle el otro moro : A mí y á los mis hermanos — Esta noche yo he soñado Encomendado os habia; La oprimida doña Urraca, Que con ñusco aquí llevamos. — Que Alfonso entraba en Toledo Jurárnosle allí en sus manos Vestida de negros paños, Gran enojo tomó el Cid En un puerco cabalgando. Facervos merced cumplida. Pone el pecho sobre el muro, De lo que le hablan hablado : De Toledo ha de ser rey, Fíceos mayor de mi casa, Y moviendo el rostro y manos, Peleó con todos ellos, Tenlo por averiguado. — Gran tierra dado os tenia Humedeciendo los ojos Y á su señor ha librado. Ellos hablando en aquesto Que vale mas que un condado Le dice á Rodrigo el bravo: Los trece deja venoidos, Los cabellos se han alzado El mayor que hay en Casulla. — j Porqué por puertas agenas El uno se habia escapado. A ese buen rey don Alfonso : Yo vos ruego, don Rodrigo, Vencidas con tus Vitorias A Burgos llevaron preso Alimaimon con su mano Como amigo de valia, Llamas, pues con ello ordenas A Alfonso, del rey hermano. Los apretaba hácia yuso, Que esté viva á vivas penas Por el gran esfuerzo y fechos Que vayades á Zamora Y muerta para las glorias? De aquese Cid castellano. Y ellos siempre están en alto. Con la mi mensageria, El rey moro bien oyó Y á doña Urraca mi hermana Y pues el trato de amigo Todo lo qu'es ya contado. Decid que me dé esa villa Depusiste, y das de mano m. — (Sepúlveda.) (1) Hizo liamar á sus moros Por gran haber ó gran cambio, Sin ver que justicia sigo : Los que tienen por mas sabios. Como á ella mejor seria. Afuera, afuera, Rodrigo, En Toledo estaba Alfonso, Los cuales dicen que Alfonso A Medina de Rioseco El toberbio castellano. Hijo del rey don Fernando, Habrá el reino toledano : Yo por ella la daría Afuera, pues que quebraste Huido estaba por miedo Aconsejan que lo maten, Con todo el infantazgo, La palabra y jura á aquella Del rey don Sancho su hermano : Mas el rey no lo habia en grado, En cuya alma te enterraste, Acogiólo Alimaimon. Y también le prometía Porque lo queria mucho, Y al fin se la lastimaste Que en Toledo es su reinado. A Villalpando y su tierra, Mas jura le habia prendado Por no quedar dentro della; Mucho quiere á don Alfonso, O Valladolid la rica, Que contra el ni sus hijos Mas cuando tu mano tiera De moros es estimado; O á Tiedra, que es huen rastillo, Non hará desaguisado. Firmó en mi daño ordenado Durmiendo está en una huerta Y juramento le haria Alfonso lo prometió Aunque el rey te lo impidiera, A sombra que hacia un árbol. Con doce de mis vasallos Acordársete debiera Cerca dél está Alimaimon. Y lo cumplió ile buen grado : De cumplir lo que decia; Con sus moros razonando, Mucho lo quiere el rey moro Y si no lo quiere hacer, De aquel buen tiempo pasado. Dijo : — Fuerte es Toledo, Y dél está asegurado. Por fuerza la tomaría.— Yo soy muger, y pasión No puede ser conquistado El Cid le besó la mano, No me da lugar que pida Si no quitasen el pan Del huen rey se despedía, Al cielo tu per lición, ív. — (Anónimo.) Llegado habia á Zamora Que si es mi alma ofendida, Y las frutas siete años, Así lo ha mi corazon : Llegado es el rey don Sancho Con quince en su compañía. Y teniendo siempre el cerco Sobre Zamora esa viUa : Y aunque por tu causa muero, Sin que se hobiese quitado, Muchas gentes trae consigo, No te quiero dar mal pago, Por la falta de viandas v. — (Anónimo.) Que haberla mucho queria. Porque yo me acuerdo, fiero, Tomarse ha el año octavo.— Caballero en un caballo Despues del lamento triste Cuando te armé caballero Don Alfonso, que lo oyó. De la muerte de Fernando, En el altar de Santiago. Finge que durmiendo ha estado. Y el Cid en su compañía, Andábala al rededor, Y despues de sucederle Lo que no consideraste Por costumbre habían los moros. Consideran las mugeres; Y el rey asi al Cid decia : El rey su hijo don Sancho, Que su ley se lo ha mandado, Mas cuando al trato te hallaste — Armado está sobre Peña En medio de mil contrastes Que degüellen un carnero. De lo que eras te acordaste Tajada toda esta villa, Ordena al Cid castellano Ya iban á degollarlo. Y oh idaste lo que eres : Los muros tiene muy fuertes, Con mil ofertas y ruegos Con el rey va don Alfonso Ir al pueblo zamorano Esta disculpa te hallo. Que lo iba acompañando, Torres ha en gran demasía, Duero la cercaba al pié, A rogar á doña Urraca, Pues ya eres fidalgo de armas, Y sus cristianos también Fuerte es á maravilla. De parte del rey su hermano, Mas sin serlo, aunque vasallo, De Castilla habian llegado. No bastan á la tomar Que Zamora dé y entregue Mi padre te dió las armas, Don Alfonso es muy hermoso, Cuantos en el mundo habia : A su potestad y mando, Mi madre le dió el caballo. De grandes dones dotado. Si me la diese mi hermana. Y partiendo el de Vivar Al estado te subieron Pagábanse dél los moros, Mas que á España la qnerria. A facer del rey el mando, Que por tu meilio perdí; De todos es mu y loado. Cid, á vos crió mi padre. Llegado al po-tigo viejo Tu bien y mi mal hicieron, Juntos van ambos los reyes, Mucho bien fecho os habia; Que es.tá con orden guardado. Pues cuanta honra te dieron Detras dos moros hablando. Fizoos mayor de su casa Como prohiben la entrada Tanta me quitaste á mí : El uno le dijo á el otro : Al que honra al pueblo hispano. Y guardándole el decoro Intenta romper la guardia Del gusto á mi padre amado, Por cumplir del rev el mando. Yo que por tu causa llore. (i) En este romance no se habla del Cid, pero tiene conexion con su historia. Yo te calcé espuela de oro Que no dar al rey la villa. De nn cabo la cerca el rey, Una vira me han tirado. Porque fueses mas honrado. Con esta respuesta el Cid Del otro el Cid !a cercaba: No traia el asta el fierro, Al buen rey vuelto se habia : Del cabo que el rey la cerca, El eorazon me ha pasado. El rey cuando aquesto oyó Zamora no se da nada; Ya ningún remedio siento vi. — {Anónimo.) Al buen Cid le respondía: Del cabo que el Cid la aqueja, Sino vivir mas penado. Entrado ha el Cid en Zamora, —Vos aconsejasteis, Cid, Zamora ya se tomaba. No darme lo que quería, Doña Urraca en tanto aprieto En Zamora aquesa villa, x. ~ (Anónimo.) Llegado ha ante doña Urraca Porque vos criasteis dentro Asomóse á una ventana, Que muy bien lo recibía, De Zamora aquesa villa Y allí de una torre mocha Riberas de! Duero arriba Dicho le había el mensage Y á no ser por la crianza Estas palabras fab'aba (I). Cabalgan dos zamorano?, Que para ella traía. Que en vos mi padre facía, • Las divisas llevan verdes, Doña Urraca ijue lo oyó Luego os mandara enforcar, Los caballos alazanos. is. — (Anónimo ) (2) Muchas lagrimas vertía, Mas de hoy en noveno día Ricas espadas ceñidas, Diciendo : — ¡Triste cuitada! Os mando vais de mis tierras Afuera, afuera, Rodrigo, Sus cuerpos muy bien armado?, ¿Don Sancho ijué me quéria? Y del reino de Castilla. El soberbio castellano, Adargas ante sus pechos, Ño cumpliera el jtiram"nto Acordársete debria Gruesas lanzas en sus manos, Que á mi padre fecho habia. vil. — (Anónimo.) De aquel buen tiempo pasado, Espuelas ¡levan gínetas, Que aun apenas fuera muerto, Cuando fuiste caballero Y los frenos plateados. A mi hermano don Garcia El Cid fué para su tierra, En el altar de Santiago, Como son tan bien dispuestos, Le tomó toda su tierra Con sus vasallos partía Cuando el rey fué tu padrino» Parecen muy bien armados, Para Toledo do estaba Tú, Rodrigo, el afijado; Y por un repecho arriba Y en prisiones lo ponía, Alfonso cuando fuia. Mi padre te dio las armas. Salen mas recios que galgos, Y cual si fuese ladrón Los condes y ricoshomes Agora en ellas yacia. Mi madre te dió el caballo, Y sóbenlos á mirar Al rey don Sancho decían Yo te calcé las espiiclas. También á Alfonso mi hermano No perdiise, ta! vasallo Del real del rey don Sancho. Su reino se lo teuia, Porque fueras mas honrado : Desque á otra parte fueron. Y de tanta valeniia Pensé de casar contigo, Huyóse para Toledo, Dieron vuelta á los caballos, Como es Ruy Díaz el Cid, No lo quiso mí pecado, Con los moro» está hoy día. Y al cabo de una gran pieza Qu'es muy grande su valia. Casástetecon Jiniena, A Toro tomo á mi hermana, Soberbios ansí han fablado : El rey vldo qu'es muy bien Fija del conde Lozano : A mi hermana doña Elvira; — ¿Tendredes dos para dos, Facer lo que le decian, Con ella hubiste dinero, Tomarme quiere á Zamora, Caballeros castellanos, Y fablando á Diego Ordoñez Conmigo hubieras estado. Gran pesar yo recibía : Que puedan armas facer Mandóle que al Cid le diga Porque si la renta es buena Muy bien sabé el rey don Sancho Con oíros dos zamoranos, Que se venga luego á él, Muy mejor es el estado. Que soy muger femenina Para daros á entender Que como bueno lo haría, Bien casástete, Rodrigo. Y non lidiaré con él, No face el rey como hidalgo Y que le haria el mayor Muy mejor fueras casado; Mas á furto ó paladina Dejaste fija de rey E11 quitar á doña Urraca De los que en su casa habia. Lo que su padre le ha dado? Yo liaré que le den la muerte, Ordoño fué tras del Cid, Por tomar ia de un vasalio.— Que muy bien lo merecía.— En oir esto Rodrigo Non queremos ser tenidos, Su mensage le deeia : Ni queremos ser honrados, J.evarilóse Arias Gonzalo El Cid se habia aconsejado Quedó dello algo turbado; Y respondido la habia : Con ia turbación que tiene Ni rey de nos faga cuenta, Con los suyos que tenia Ni conde nos ponga al lado, — Non iloredes vos, señora, Si haria lo que el rey manda, Esta respuesta le ha dado ; Yo por merced 03 pedia. Si á los primeros encuentros Su parecer les pedia; No los hemos derribado: Que á la hora de la cuita Que se vuelva al rey dijeron, — Si os parece, mi señora, Consejo mejor seria Pues su disculpa leenvia. Bien podemos desviallo.— Y siquiera salgan tres, Que non acuitar vos tanto El Cid con ellos se vuelve; Respondióle doña Urraca Y siquiera salgan cuatro, Que eran daño á vos vendría. El rey cuando lo sabia, Con rostro muy sosegado : Y siquiera salgan cinco. Hablad con vuesos vasallrs. Dos leguas salió á él, — No lo mande Dios de! cielo Salga siquiera el diablo, Decid lo que el rey pedia, Quinientos van en su guia. Que por mí se haga tal caso : Con tal que 110 salsa el Cid, Y si ellos lo han por bien, El Cid cuando vido al rey- MI ánima penaria, Ni ese noble rey don Sancho, Dadle al rey luego la villa; De Babieca descendía, Si yo fuese en discrepallo.— Que lo habernos por señor, Y si non Íes pareciere Besóle luego las manos, Volvióse presto Rodrigo, Y el Cid nos ha por hermanos: Facer lo que. el rey pedia. Para el real se volvia, Y dijo muy angustiado : Pe los otros caballeros Salgan los mas esforzados.— Muramos todos en ella. Y todos ios castellanos — Afuera, afuera, los mios, Oidolo habian dos condis, Como manda la hidalguía.— Gran placer con él habian. Los de á pié y los de. á caballo, La infanta tuvo por bien Pues de aquella torre mocha l os cuales eran cuñados: Facer lo que le decía; viii. — (Anónimo.) Sus vasallos la juraron Que antes todos morirían Apenas era el rev mu< rio, (1) Las palabras y quejas de doña Urraca 6on (2) Con algunas variantes es el loísmo que i Cercadas dentio en ¿a noia Zaiiiura va Cotá cercada; las del siguiente romaneo. 1dei Rumanctro del Cid. — Atended, los caballeros, El conde de que esto viera Quiere acudir al remedio, Vencido quedas en la tierra dnra Mientras estamos armados.— Huyendo sale del campo, Y allí el remedio le falta, Con muy estraña y grave desventura ? Piden apriesa las armas. Y los dos van á Zamora Porque aunque está allí el difunto. Miraras, rey. que al fin era tu hermana Suben en buenos caballos, Con Vitoria muy honrados. Ve que está ausente, la causa. La que su casa y tierra defendía, Caminan para las tiendas. Unas veces se enternece, Y la razón que el Cid, aunque liviana, Donde yace el rey don Sancho: Te dijo para el fin de esta porfía: xi. — (Anónimo.) Otras suspira y repara, Piden que los dé licencia Otras le mira y revuelve, Agora quedará leda y ufana Que ellos puedan hacer campo Guarte, guarte, rey don Sancho, Y viéndole muerto, calla. Viendo muerto á quien tanto la ofendía. Contra aquellos caballeros No digas que no te aviso Ya fia, ya desconfia Tendido en esta tierra fría y dura Que con soberbia han hablado. Que de dentro de Zamora Viendo que el hablar le falta, Con tan estraña y grave desventura.— Allí fablára el buen Cid, Un alevoso ha salido : Y aunque revuelto en su sangre Que es de los buenos dechado s Llámase Vellitfo Dolfos, Así le dice y abraza: Estas razones le dijo — Los dos contrarios guerreros Hijo de Dolfos Vellido, Y el tierno llanto le ataja, Non los tengo yo por malos, Cuatro traiciones ha fecho — Famoso rey, que ya la tierra fría Y asi muerto como está Porque en muchas lides de armas Y con esta serán cinco. Triunfa de tu valor y brazo fuerte, Le respeta y se, avasalla. Su valor habían mostrado, Si gran traidor fué el padre, De quien el mundo todo se temía Meten al cuerpo en su tumba Que en el cerco de Zamora Mayor traidor es el fijo. Procurando rendido obedecerte: Para que le den mortaja, Tuvieron con siete campo : Gritos dan en el real, ¿De qué te aprovechó tu valentía, Dando traza en su real El mozo mató á los dos, Que á don Sancho han mal herido Pues por tu dura y por tu avara suerte. Para la justa venganza. El viejo mató á los cuatro, Muerto le ha Vellido Dolfos, Por uno que se les fuera Gran traición ha cometido. Las barbas se van pelando.— Desque le tuviera muerto Enojados van los condes Metióse por un postigo, De lo que el Cid ha fablado: Por las calles de Zamora El rey cuando ir los viera Va dando voces y gritos: TERCERA PARTE Que, vuelvan está mandando; —Tiempo era, doña Urraca, Otorgó cuanto pedían De cumplir lo prometido. Mas por fuerza que de grado. DE LOS ROMANCES DEL CID Mientras los condes se arman, El padre al fijo está hablando : xn. — (Anónimo.) QUE TRATA DEL BETO DE ZAMORA, Y DE SUS HAZAÑAS —Volved, fijo, bácia Zamora, A Zamora y sus andamios, Con el cuerpo que agoniza HASTA QUE EHPEZÓ i REINAR ALF0SS0 VI EL BRAVO. Mirad dueñas y doncellas Despidiéndose del alma, Como nos están mirando: Dici. ndo tales razones I.— (Anónimo.) (I) — Que se nombre un caballero Fijo, no miran á mí Que tierna lástima causan, Antes que se pase el dia Porque ya soy viejo y cano, El malogrado don Sancho Muerto yace el rey don Sancho, Para retar á Zamora Mas miran á vos, mi fijo. A vista del cerco estaba. Vellido muerto le habia : Por tan grande alevosía.— Que sois mozo y esforzado. Que si lejos estuviera Pasado está de un venablo, Todos dicen que es muy bien, Si vos facéis como bueno, Fuera dé mas importancia. Y gran lástima ponía. Mas nadie al campo salía. Sereis de ellas muy honrado; Muerto le deja un traidor. Llorando estaba sobre él Témense de Arias Gonzalo Sí lo facéis de cobarde, Que siempre tuvo esta fama, Toda la flor de Castilla, Y cuatro hijos que tenia, Abatido y ultrajado. Movido de su albedrio. Don Rodrigo de Vivar Mancebos de gran valor, Afirmaos en los estribos, Que á un traidor esto le basta, Es el que mas lo sentía, De gran esfuerzo y estima. Terciad la lanza en las manos. Por fiarse de su abrigo Con lágrimas de sus ojos Mirando estaban al Cid Esa adarga ante los pechos, Y de su alevosa traza, Desta manera decia: Por ver si lo aceptaría, Que quien de traidores fia — Rey don Sancho, señor mió, Y el de Vivar que lo entíe ide Y apercibid el caballo, En tales sucesos para. Muy aciago fué aquel dia Desta manera decia: Que al que primero acomete A su malograda muerte Que tú cercaste á Zamora — Caballeros fijosdalgo, Tienen por mas esforzado.— El famoso Cid se halla, Contra la voluntad mia. Ya sabéis que non ¡»odia Apenas esto hubo dicho Que si en vida le creyera Quien te lo aconsejó, rey, Armarme contra Zamora, Ya los condes han llegado, Un mundo no le matara. A Dios ni al mundo temia, Que jurado lo tenia. El uno viene de negro Viendo el caso desastrado Pues te fizo quebrantar Mas yo daré un caballero Y el otro de colorado .- De tan notable desgracia, La ley de caballería.— Que combata roí" Castilla, V'anse unos para otros, Y viendo blandir no puede Y viendo el hecho en tal p^ullo Tal, que estando él en fl campo Fuertes en u.-ntros se han dado, Contra Zamora la lanza A grandes voces decia : No sintáis la falta mia.— Mas el que al mozo le cupo Por el juramento fecho Derribólo del caballo, Con que las manos le ata, Y el viejo al otro de encuentro Que aunqne la razón le fuerza, (O En tos romances de Sepútreda hay uno al asunto que empieza : « Muerto es el rey don Pasóle de claro en claro. Mira á Dios y á su palabra, Sjiicho. » — Atended, los caballeros, El conde de que esto viera Quiere acudir al remedio, Vencido quedas en la tierra dnra Mientras estamos armados.— Huyendo sale del campo, Y allí el remedio le falta, Con muy estraña y grave desventura ? Piden apriesa las armas. Y los dos van á Zamora Porque aunque está allí el difunto. Miraras, rey. que al fin era tu hermana Suben en buenos caballos, Con Vitoria muy honrados. Ve qne está ausente, la causa. La que su casa y tierra defendía, Caminan para las tiendas. Unas veces se enternece, Y la razón que el Cid, aunque liviana, Donde yace el rey don Sancho: xi. — (Anónimo.) Otras suspira y repara, Te dijo para el fin de esta porfía: Piden que los dé licencia Otras le mira y revuelve, Agora quedará leda y ufana Que ellos puedan hacer campo Guarte, guarte, rey don Sancho, Y viéndole muerto, calla. Viendo muerto á quien tanto la ofendía. Contra aquellos caballeros No digas que no te aviso Ya fia, ya desconfia Tendido en esta tierra tria y dura Que con soberbia han hablado. Que de dentro de Zamora Viendo que el hablar le falta, Con tan estraña y grave desventura.— Allí fablára el buen Cid, Un alevoso ha salido : Y aunque revuelto en su sangre Que es de los buenos dechado s Llámase Velliío Dolfos, Así le dice y abraza: Estas razones le dijo — Los dos contrarios guerreros Hijo de Dolfos Vellido, Y el tierno llanto le ataja, Non los tengo yo por malos, Cuatro traiciones ha fecho — Famoso rey, que ya la tierra fría Y asi muerto como está Porque en muchas lides de armas Y con esta serán cinco. Triunfa de tu valor y brazo fuerte, Le respeta y se avasalla. Su valor habían mostrado, Si gran traidor fué el padre, De quien el mundo todo se temía Meten al cuerpo en su tumba Que en el cerco de Zamora Mayor traidor es el fijo. Procurando rendido obedecerte: Para que le den mortaja, Tuvieron con siete campo : Gritos dan en el real, ¿De qué te aprovechó tu valentía, Dando traza en su real El mozo mató á los dos, Que á don Sancho han mal herido Pues por tu dura y por tu avara suerte. Para la justa venganza. El viejo mató á los cuatro, Muerto le ha Vellido Dolfos, Por uno que se les fuera Gran traición ha cometido. Las barbas se van pelando.— Desque le tuviera muerto Enojados van los condes Metióse por un postigo, De lo que el Cid ha fablado: f'or las calles de Zamora El rey cuando ir los viera Va dando voces y gritos: TERCERA PARTE Que vuelvan está mandando; —Tiempo era, doña Urraca, Otorgó cuanto pedían De cumplir lo prometido. Mas por fuerza que de grado. DE LOS ROMANCES DEL CID Mientras los condes se arman, El padre al fijo está hablando : xn. — (Anónimo.) QUE TRATA DEL BETO DE ZAMORA, Y DE SUS HAZAÑAS —Volved, fijo, hácia Zamora, A Zamora y sus andamios, Con el cuerpo que agoniza HASTA QUE EHPEZÓ i REINAR ALF0SS0 VI EL BRAVO. Mirad dueñas y doncellas Despidiéndose del alma, Como nos están mirando: Dici. ndo tales razones I.— (Anónimo.) (I) — Que se nombre un caballero Fijo, no miran á mi Que tierna lástima causan, Antes que se pase el dia Porque ya soy viejo y cano, El malogrado don Sancho Muerto yace el rey don Sancho, Para retar á Zamora Mas miran á vos, mi fijo. A vista del cerco estaba. Vellido muerto le habia : Por tan grande alevosía.— Que sois mozo y esforzado. Que si lejos estuviera Pasado está de un venablo, Todos dicen que es muy bien, Si vos facéis como bueno, Fuera dé mas importancia. Y gran lástima ponía. Mas nadie al campo salia. Sereis de ellas muy honrado; Muerto le deja un traidor. Llorando estaba sobre él Témense de Arias Gonzalo Si lo facéis de cobarde, Que siempre tuvo esta fama, Toda la flor de Castilla, Y cuatro hijos que tenia, Abatido y ultrajado. Movido de su albedrio. Don Rodrigo de Vivar Mancebos de gran valor, Afirmaos en los estribos, Que á un traidor esto le basta, Es el que mas lo sentía, De gran esfuerzo y estima. Terciad la lanza en las manos. Por fiarse de su abrigo Con lágrimas de sus ojos Mirando estaban al Cid Esa adarga ante los pechos, Y de su alevosa traza, Desta manera decia: Por ver si lo aceptaría, Que quien de traidores fia — Rey don Sancho, señor mió, Y el de Vivar que lo entie ide Y apercibid el caballo, En tales sucesos para. Muy aciago fué aquel dia Desta manera decia: Que al que primero acomete A su malograda muerte Que tú cercaste á Zamora — Caballeros fijosdalgo, Tienen por mas esforzado.— El famoso Cid se halla, Contra la voluntad mia. Ya sabéis que non podia Apenas esto hubo dicho Que si en vida le creyera Quien te lo aconsejó, rey, Armarme contra Zamora, Ya los condes han llegado, Un mundo no le matara. A Dios ni al mundo temia, Que jurado lo tenia. El uno viene de negro Viendo el caso desastrado Pues te fizo quebrantar Mas yo daré un caballero Y el otro de colorado .- De tan notable desgracia, La ley de caballería.— Que combata por Castilla, V'anse unos para otros, Y viendo blandir no puede Y viendo el hecho en tal ptuilo Tal, que estando él en el campi Fuertes encuentros se han dado, Contra Zamora la lanza A grandes voces decia : No sintáis la falta mía.— Mas el que al mozo le cupo Por el juramento fecho Derribólo del caballo, Con que las manos le ata, Y el viejo al otro de encuentro Que aunque la razón le fuerza, (O En los romances de Sepúlreda hay uno al asonlo que empieza : « Muerto es el rey don Tasóle de claro en claro. Mira á Dios y á su palabra, Sjiicho. » Levantóse Diego Ordoñez, Paga lo que te obligaste De dobles piezas armado A sus venerables canas, Que á los plés del rey yat-ia, Cuando fuiste baptizado. En un caballo morcillo : A mi que las reverencio La flor es do los de Lara La muerte, sierra y señora, Va á reptar los zamoranos, Me ponga !a tal demanda. — Y lo mejor de Castilla, No te da mas largo plazo. Por ia muerte de su primo Estando en esto, el buen viejo Con voz enojosa y ronca No consiente apelación Que mató Vellido Dolfos, Entró grave por la «ala, Do esta manera decia : Sino que pagues de grado : Hijo de Dolfos Vellido. Arrastrando grande luto,' — Pues el Cid había jurado Cumple corar de tu alma, — Yo os repto, los zamoranos, Haciendo sus hijos plaza. Lo que jurar no debía. Del cuerpo no hayas cuidado.— Por traidores fementidos, La mano la infanta pide, No es menester que señalo Respondió eri aquesto el rey. Repto á todos los muertos Mesura fizo á la infanta, Quien la batalla prosiga. Todo en lágrimas bañado, Y con ellos á los vivos, Saludó á los homes buenos, Temblando tiene ia lengua Caballeros hay en ella Repto hombros y mugeres, Y desta sueite les fabla : De tanto esfuerzo y valía Y el gesto tiene mudado : Los por nascer y nascidos, — Noble infanta, leal consejo, Como el Cid, aunque es muy bueno — Bien andante seades, conde, Repto á todos los grandes, Den Diego Ordoñez de Lara, Y yo por tal lo tenia; Y en armas aventurado, A los grandes y á los chicos, Que para buen caballero Mas si quereis, caballeros, En todo hablastes muy bien, A las carnes y pescados, Este apellido ie bas¡a, Yo lidiaré la conquista Buen consejo me habéis dado : Y á las aguas de los ríos. — En vez del Cid don Rodrigo Aventurando mi cuerpo, Yo bien sé cual es la causa Allí habló Arias Gonzalo. Que conjuró alianza, Poniendo á riesgo mi vida, Que en tal punto soy llegado Bien oiréis lo que hubo dicho : Por la pro cíe su rey muerto Pues que la del buen vasallo Por pecados cometidos — ¿ Qué culpa tienen los viejos ? Con infame, reto os carga. Es por su rey ofrecida. Al inmenso Dios sagrado, ¿ Qué culpa tienen los niños ? A vuestro cabildo vengo Y también fué por la jura I Qué merecen las mugeres, Con estos cuatro en compaña Y los que no son nascidos? Ciudadanos, fijos mios, 11. — (Anónimo.) Que á mi padre hube quebrado En cercar esta ciuJad i Porqué reptas á los nmei tos, De lain Calvo sangre honrada. Tardóme un poco en venir, Deápues que Vellido Dolfos, Que á mi hermana hobo dejado. Los ganados y los ríos? Que pláticas no me agradan Aquel traidor afamado. A Dios encomiendo el alma; Bien sabéis vos, Diego Ordoñez, Cuando los negocios piden Derribó con cruda muerte Pues que estoy en tel estado, Muy bien lo tenéis sabido, Obras, valor y venganza. — Al valiente rey don Sancho, Traedme los sacramentos, Que aquei que repta concejo • A una el viejo y sus fijos Se allegan en una tienda Porque esto á muerte llegado. Debe de lidiar con cinco. — Los largos capuces rasgan, Los mayores de su campo. Ansí se salió el alma Ordoñez le respondió : Quedando en armas lucidas. Júntase todo el reai Y el cuerpo se le ha enfriado. — Traidores heis todos sido. — Como estaba alborotado Lloró de nuevo la infanta. Sus vasallos en aquesto Los viejos graves se admiran, Do ver el venablo agudo A Zamora han enviado Que á su rey ha traspasado. iv. — ( Anónimo.) La infanta su ser alaba, A aquese don Diego Ordoñez, Porque todos daban voces No se lo quieren sacar Un caballero estimado, Despues que retó á Zamora Hasta que haya confesado, A decir á los vecinos Don Diego Ordofn z >!e '.ara, Y nadie quien lidie daba. Y ese conde don García, Como á sy rey ha matado Vengador noble y valiente Arias Gonzalo prosigue Que ele Cabra era llamado, El falso Vellido Dolfos, Del rey Sancho, que Dios haya, Diciendo : — Recibe, Urraca, Viendo de tal modo al rey Vasallo del rey don Sancho, Su consejo tiene junto Mis canas para consejo, Por lo cual desafiaba Desta manera le ha hablado : En palacio doña Urraca, Mis fijos para batalla: Al traidor de Arias Gonzalo — ¡ O rey, en quien yo tenia Por su hermano dolorida, I Dales tu mano, señora, La esperanza de mi estado 1 Y á los zamoranos todos. Por su reto lastimada; Que su juventud lozana Véote tan mal herido Pues en ella se han hallado, Y como la vil envidia Será invencible, si fuere Que remedio no he hallado Y á los panes, y á 'as aguas, Cuanto no merece tacha, De tu mano real tocada. S'no solo encom'ndarte Y á lo que no está criado, De la virtud enemiga Honrar á la gente buena, A lo que eres obligado : Y aun á lodos los nacidos Peligro de la privanza, Y esotra ooniun pagarla. Toma cuenta á tu conciencia Que en Zamora son hallados, Murmuraba maldiciente Le cumple al rey nue desea Y mira en lo que has errado Y ¡i los grandes y pequeños De Arias Gonzalo que falta, Domeñar fuerzas contrarias, Contra aquei aito Señor Aunque no sean engendrados. Sospechando falsamente Y con sai gre de don Diego Que te puso en tal estado. Que es por mengua su tardanza. Que se quite aquella mancha Al cuerpo no busques cura. A aquellos que lo calumnian, m. — (Anónimo.) (I) Que á ti y á tu pueblo reta Porque su tiempo es pasado, Empuñando la su espada, Con tai! insufrible infamia : Ya son tus dias cumplido?. Ya cabalga Diego Ordoñez, Denodado Ies responde Y si cita sangre, que es buena Ya tu plazo es allegado, Del real se había salido Ñuño Cabeza de Vaca : Y se ha (le vender muy cara, — Aquel civil que presuma Faltare, su muerte honrosa Temor, bajeza ó fe mala Viva mantendrá su fama. (i) F.-ite mismo haii3 í'n el I!orn(inrero 'leí parte II, cap. 27 del Quijote, y es al De Aiias Gonzalo mi lio. Yo seré el quinto y primero Cid con algunas varíame». asunto del que le precede. Miente, miente por la barba : Que volveré por la cansa. ^ 2} El contenido de este romance se cita en la Y el que negare el respeto Aunque mi vejez parezca Don Diego le respondiera Mocedad noble afrentada No des lugar que tu brazo Con soberbia que ha tomado: — Todos juntos sois traidores, Al campo me voy. señara, Rompa las medrosas armas; Ya se salen por la puerta, Por tales sereis quedados. — No me deis por esto gracias, Mas en tanto que durare Por la que salia al campo, Vuelven los dos las espaldas Que el buen vasallo al buen rey En tu contrario la saña, Arias Gonzalo y sus hijos Por tomar lugar del campo, Debe hacienda, vida y fama. No dudes el golpe fiero Todos juntos á su lado. Hiriéronse juntamente Ni perdones la estocada: Él quiere ser el primero En los pechos muy de grado, A Zamora te encomiendo Porque en la muerte no ha estado v. — (Anónimo.) Saltan astas de las lanzas Contra don Diego de Lara, De don Sancho, mas la infanta Con el golpe que se han dado, K1 hijo de Arias Gonzalo, Que nada siente de honra La batalla le ha quitado, No se hacen mal alguno El mancebito Pedro Arias, Quien no defiende su casa. — Llorando de los sus ojos Para responder á un reto En el libro de la misa Porque van muy bien armados. Y el cabello destrenzado: Velando estaba unas armas. Le toma jura y palabra; Don Diego dió en la cabeza — ¡ Ay! ruégovos por Dios, dice, Era su padre el padrino, Pedrarias dice: — Sí otorgo A Pedrarias desdichado, El buen conde Arias Gonzalo, La madrina doña Urraca, Por aquestas letras sanias. — Cortárale todo el yelmo El padrino le dió paz, Que dejeis esta batalla Con un pedazo del casco; Y el obispo de Zamora Porque sois viejo y cansado, Desque se vido herido Es el que la misa canta: Y el fuerte escudo le embraza Dejaisme desamparada Pedrarias y lastimado, El altar tiene compuesto. Y doña Urraca le ciñe Y todo mi haber cercado. Abrazárase á las clines Y el sacristan perfumaba Al lado izquierdo la espada. Ya sabéis como mi padre Y al pescuezo del caballo: A san Jorge y san Roman, vi. — (Anónimo.) (1) A vos dejó encomendado Sacó esfuerzo de. flaqueza, Y á Santiago el de España: Arias Gonzalo responde Que no me desamparéis, Aunque estaba mal llagado: Estaban sobre la mesa Diciendo que han mal hablado; Ende mas en tal estado. — Quiso ferir á don Diego, Las nuevas y frescas armas, Mandan aslnar varones En oyendo aquesto el conde Mas acertó en el caballo, Dando espejos á los ojos Que juzguen en este caso. Mostróse muy enojado: Que la sangre que corría Y esfuerzo á quien las miraba. Doce salen de Zamora — Dejédesme ir, mi señora, La vista le había quitado: •Salió el obispo vestido^ Que yo estoy desafiado Cayó mueito prestamente Dijo la misa cantada, Y otros doce van del campo. Y tengo de hacer batalla, Pedrarias el castellano. Y el arnés pieza por pieza Arias Gonzalo se armaba Porque fui traidor llamado. — Don Diego que vido aquesto Bendice, y arma á Pedro Arias. Para combatir el pacto, Con la infanta, caballeros Toma la vara en la mano, Enlázale el rico yelmo. Consigo lleva cuatro hijos Juntos ol conde han rogado Dijo á voces: — ¡ Ah Zamora! Que como el sol relumbraba, Que en el mundo Dios le ha dado; Que les deje la batalla, ¿Dónde estás, Arias Gonzalo? A todos los de Zamora Envia el hijo segundo Relevado de mil llores, Que la tomarán de grado. Desta manera ha hablado: Que el primero ya es finado. — Cubierto de plumas blancas. Desque el conde vido aquesto Al armarle caballero — Varones de gran estima, Envió el hijo segundo Recibió pesar doblado; Que Diego Arias es llamado. Sacó el padrino la espada. Los pequeños y d'estado, Llamára sus cuatro hijos Si hay alguno entre vosotros Tornára á salir don Diego Dándole ron ella un golpe Y al uno dellos ha dado Que en la muerte de don Sancho Con armas y otro caballo, Le dice aquestas palabras: Las sus armas y su escudo, — Caballero eres, mi hijo, Y en la traición de Vellido ¥ diérale fin á aqueste El su estoque y su caballo. Como al primero le ha dado: Hidalgo y de noble casta, Pueda encontrarse culpado, Al primero le bendice Criado en buenos respetos Digalo muy prestamente, El conde viendo á sus hijos Porque era del muy amado, Que los dos le han ya faltado, Desde los pechos del ama: De deeillo no haya empacho, Pedrarias habia por nombre, Quiso qnviar al tercero, llágate Dios tal que seas Que mas quiero irme en destierro Pedrarias el castellano. Como yo deseo que salgas, Aunque con temor doblado: Y en Africa desterrado, Por la puerta de Zamora Llorando de los sus ojos En los trabajos sufrido, Que no en campo ser vencido Esforzado en las batallas, Se sale fuera y armado, Dijo: — Ve, mi hijo amado, Por ales oso y malvado. — Topárase con don Diego, Haz como buen caballero Espanto de tus contrarios, Todos dicen prestamente Venturoso con la espada, Su enemigo y su conlrario: Lo que tú eres obligado: Sin alguno estar callado: — Sálveos Dios, don Diego Ordoñez, Pues sustentas la verdad, De tus amigos y gentes — Mal fuego nos queme, conde, Y él os haga prosperado. De Dios serás ayudado, Muro, esfuerzo y esperanza: Si en tal muerte hemos estado; En las armas muy dichoso, Venga las muertes sin culpa No te agrades de traidores No hay en Zamora ninguno De traiciones libertado: Que ban pasado tus hermanos. Ni les mires á la cara, Que tal hubiese mandado: De quien de tí se fiare. Ya sabéis que soy venido Hernán D'ariüs, el tercero, El traidor Vellido Dolfos No le engañes, que te engañas: Para lo que está aplazado, Al palenque habia llegado, Por sí solo lo ha m ontado, Perdona al vencido triste A lil>ertar á Zamora Bien podéis vos ir seguro. Que no puede tomar lanza, De lo que le han ievantado. — Id con Dios, Arias Gonzalo.

ii) Esle romance está anido al anterior en el I cero del Cid está separado y forma uno por il {i j Al mismo asunto liay uno en los romances de Scpúlveda, que empieza asi: « De la cob. Cancionero de Romance», pero en el Roma*- | solo. cía que es mal;. • Mucho mal quiere á don Dieg», Por el que se fué escapando Aunque á los tuyos agravio, ¡ Y al matador de sus hijos Mucho ma! y mucho daño. Cual si yo fuera el vencido Solo diré por honrarme Dice airado estas palabras : Alzó la mano con saña, Quedé mi barba mesando; Con lo que me has deshonrado, — Pues la sangre, ardiente jóven, Un gran golpe le había dado, Y también como los conde?. Que les di muerte á dos hijos Crudo lobo, no te harta, Mal herido le ha en el hombro, Poique fueron tan osados, Del que ha sido tan honrado Mata tu sed con la inia. En el hombro y en e! brazo. Del encuentro de mi lanza Que se ha atrevido á venir De un viejo que te desama, Don Diego con el su estoque Volaron de los caballos, Al real de su contrario. Que yo beberé la tuya 1-e hiriera muy de su grado. A cuya causa las damas Repórtate. Gonzalo Arias, Con que mitigue mi saña, Hiriendo en ia cabeza, Bajaron de los andamios, Repóllate, Arias Gonzalo.— Y acompañaré mis hijos En el casco le ha tocado. Y á competencia ¡ni f usilo El viejo que ya tenia Ea la muerte por su patria. Recudió ei hijo tercero Enlazaron con sus brazos, El corazon desfogado, Con un gran golpe al caballo, Por los que dieran mancebos Couoció haber emprendido Que hizo ir á don Diego x. — (Anónimo.) Sus tiernos y verdes anos. Huyendo por iodo el campo. Un hecho muy temerario; Movidos solo de envidia Por aquel postigo viejo Asi quedó esta batalla Desto y del valor de Ordofjez Que nunca fuera cerrado Sin quedar averiguado De ios deste viejo cano. Viéndose tan obligado, Vi venir pendón bermejo Cuáles son los vencedores, También temlredes memoria Profesando su amistad Con trecientos de á caballo : Los de Zamora ó del campo. De cuando con diez paganos Le pide la amiga mano. En medio do los trecientos Quisiera vol ver don Diego Tuve solo escaramuza Pióla don Diego de Lara Viene un monumento armado, A la batalla de grado. Dando d? diez, nueve al campo; Con un semblante gallardo, Mas r.o quisieron los fieles, Y con aquesta no! ¡cía Y-tras darla, el uno al otro Y dentro del monumento Licencia no le han dado. De cuando vencí á Albcnzaidos, Enreda y cruza los brazos. Viene nn ataúd de palo, Saliendo de industria á pié Celebran las amistades Y dentro del ataúd Y el diestro moro á caballo, Todos y el Cid castellano, Venia un cuerpo finado Qu'era el de Fernando D'arias, vi». — (Anónimo.) Cuando ie dejé la vida Y con esto dió la vuelta Porque dijo : « Arias Gonzalo, A Zamora Arias Gonzalo. El hijo de Arias Gonzalo. Ante ios nobles y el vulgo Mas vüie ser tu vencido Llorábanle cien doncellas, Dese pueblo zamorano Que ser vencedor de un campo. » Todas ciento hijosdalgo. IX. — (Anónimo.) (i) Todas eran sus parientas Hablando con Diego Ordoñea Y otros hechos valerosos I Está el viejo Arias Gonzalo. Que el mundo dice y yo callo, Sembrado está el duro suelo En tercero y cuarto grado, En las palabras que dice Porque en infinito tiempo De la sangre zamorana Las unas le dicen primo, Con pecho feroz y a.i'ado No hay tiempo para contaüo. De los tres hijos queridos Otras le liaman hermano, Arias demuestra su enojo, Porque de pavor no mueras Del buen viejo Gonzalo Arias: Las otras decían tío, Y Ürdoñez su pecho hidalgo. Aqueste estoque no arranco. Sembrado está el duro suelo Otras lo llaman cuñado, — Cobarde, e! viejo le dice. Que está de un millón de muertos De las piezas de las armas, Sobre todas lo lloraba Aqucsa Urraca Hernando, Animoso con muchachos, Bolo \ de sangre esmaltado. Y del batir de los golpes i Y cuán bien que las consuela Pero con hombres de barba Estas honrosas hazañas Surcada la empalizada. Ese viejo Arias Gonzalo! Tímido cual liebre a! galgo; Por tu infamia y mi honor saco; Rodrigo Arias queda muerto Si yo á baíaila saliera Las "tuyas son que mataste En medio de la estacada, — ¿Porqué lloráis, mis doncellas? No viviérades ufano. Un rapaz y oiro muchacho.— Y su caballo ¿ don Diego ¿ Porqué hacéis tan grande llanto Ni trajera por n;is hi;&s El cortes uon D¡e«o ürdoñez Sacó fuera de la raya, No lloréis así, señoras, Templóse de cortesano, Aqueste capuz cerrado. Y aun el animoso Órdoñez Que no es para lioraüo, Respondiendo á voces altas, Que por vos ei de Vivar Volver quiere a la batalia Que si un hijo me han muerto Con órgano humi de y bajo; Le trajeía cual ie traigo, Para lidiar con los dos Aqui me queda lian cuatro; fcitn-io !a menor hazaña Y con ei rostro risueño, Que por vencer le quedaban. No murió por las tabernas Que s'- aplicara á mi brazo, Lo poro torcido el brazo. El viejo Arias armado Ni á las tablas jugando. Lm s bien só que sois, Oniooez, De codo sobre la espada, Furioso empuña la lanza. Mas murió sobre Zamora Mas arrogante que bravo, Y el rostro sobre la mano, Que quiere vengar con ella Vuestra honra bien guardando : Y sabéis que en todo tiempo Le dice : — Aquesas proezas Tanta sangre derramada. Murió como caballero Con 3us armas peleando. Obro mas de lo que hablo, Y esos hechos soberanos, Con la voz ronca y horrible Y con aquesto -abéis El cielo y tu buena suerte Por medio de todos pasa. Que por mudo ei rey don Sancho Se las concedió á tu brazo : Estorbó que ¡os iic¡> condes En tu cansa soy testigo. No entr.irai. conmigo en campo, Y por serlo en razón valgo, El mismo asunto que el del anterior. Contando mis valentías Y tú en las inias no vales Cuando dijo al zamorano ¡ Por testigo apasionado, a Mete hierro y saca sangre Y aunque puedo referirte Y espolea ese caballo; » Valentías y hechos raros Y cuando maté á los dos, Que casi imitan los tuyos, Bajan por Sant Agustín, Que muriese por tal muerte Un monasterio cercado, Como murió el rey don Sancho, Cerca está de ia ribera Si fui en dicho ni m hecho CUARTA PARTE Deaquese rio de Tajo, Üe la muerte de mi hermano, Sálense hacia la vega Aunque como sabéis todos Y en el camino lian entrado; Me tuvo el reino forzado: DE LOS ROMANCES DEL CID No paran noche ni dia, Por tanto os ruego, señores, Porque no hayan dealcanzallos : Como amigos y vasallos, QUE TRATA DE SUS HECHOS Llegan muy presto á Zamora Que deis orden y manera Que es pueblo muy bien cercado, Como desto sea librado.— DOIANTE Sus vasallos lo reciben, Allí respondieran todos Aunque no le habían jurado. Sus vasallos y criados : EL REINADO DE ALFONSO VI EL BRAVO, T DE SU MUERTE. Hablando está con su hermana — Este juramento, ei rey, De la muerte de su hermano, En Burgos debreis jurarlo, l. — (Anónimo.) (1) Que á Toledo había tomado; Cuando salió un caballero En Sari ta Agueda la iglesia Dijole secretamente Que Ruy Diaz es llamado Do juran los hijosdalgo, Doña Urraca, aquesa infanta (2), Todo lo que habia pasado, Este nunca había querido Vos y doce caballeros Mensageros ha enviado Porque siempre don Alfonso A un rey besar ia mano, Que vayan con las sus cartas De ios vuestros toledanos,— Fué discreto y avisado, Hasta que por juramento A don Alfonso su hermano, Él fué desto muy contento Y pensó que si estas nuevas Pruebe ser libre y salvado El cual estaba en Toledo Y luego lo hace de grado. De otro el rey fuese informado, De la muerte, que fué dada Del rey moro acompañado. En Santa Agueda de Burgos Que no le vendría bien. A su hermano el rey don Sancho, Toman caballos y postas Estaba el rey asentado Sino mucho mal y daño. Porque nadie de los suyos Los mas ligeros y flacos, Cuando se llegó el Cid Pero respondióle el rey Nunca en esto ha sido osado Caminan días v noches Con un libro en la su mano, Con gran placer que ha tomado : De tomar tal juramento Con camino apresurado: En que están los evangelios —Yo te doy mi fe y palabra Sino el Cid, que eg muy honrado. Llegaron presto á Toledo; Y un crucifijo piulado : Que tu Dios te ha consejado, En esto respondió el ley, En un lugar muy poblado, Comienza desta manera, Porque tengo en los caminos Bien oiréis lo que ha hablado : Olías había por nombre, Des ta manera ha hablado -. Mucha gente de caballo Olías el saqueado, — ¿Cuál causa, vasallos inios, —Todos venís con el rey Que te guarden las salidas Toparon á Peranzures, Cuál es la causa y pecado Porque j ure y sea librado: Un caballero afamado Y las entradas y pasos .• Que solo Ruy Diaz queda Si cualquiera de vosotros Que en libertar á su rey Sí salieras sin licencia Que no me besa la mano? En aquesto habéis estado Mucho tiempo ha trabajado : Tú fueras despedazado. Yo siempre le hice honra O si vos, rey don Alfonso, Mas pues eres tú tan fiel, Llamára los mensageros Como mi padre ha mandado, De cruel muerte seáis matados. Galardón te será dado.— En un lugar apartado, Siempre le hice mercedes, —Amen, amen, dijo el rey, Sentáronse en una mesa Cortárales las cabezas, De todos es mas privado.— Que de tal no soy culpado.— Las cartas les ha tomado, Y el ajedrez han tomado : Allí respondiera el Cid Los sus vasallos entonces Fuérase para Toledo Juega tanto don Alfonso Con semblanta mesurado : Las llaves le han entrojado; Sin á nadie haber topado: Que el rey estaba enojado, — Don Alfonso, don Alfonso, Alzáronlo por su rey, Fuese para don Alfonso Tres veces le dijo : — Vete, Por fuerza teneis vasallos, Todos le besan las mano.-, Que dél era muy amado, Vete y salte del palacio.— Que todos tienen sospecha A todos hace inei cedes, Contóle toda la muerte Don Alfonso muy contento Que vos solo sois culpado De todos es muy amado. Que fué dada al rey don Sancho, Fuése á su casa de grado, De la muerte que fué dada Y como por él venían Fuése con él Peranzures, A vuestro hermano en el campo, Para dalle su reinado; II. — (Anónimo.) Que desto mucho se ha holgado. Y cualquier que me quisiere Que lo tuviese secreto Toma sogas y maromas Por contino y por vasallo En Toledo estaba Alfonso, Porque al rey parte no ha dado. Por salvar del muro abajo, Pagarámc muy buen sueldo, Que non cuidaba reinar, Respondió el rey que si haría. Afuera caballos tienen, Y sino soy libertado, Desterrárale don Sancho Que no tuviese cuidado. Todos están en el campo. Que ser siervo de traidores Por su reino le quitar. Fuérase el rey don Alfonso, Sálense á la media noche No me cumple ni es mi grado : Dona Urraca á don Alfonso Cuando deste se ha apartado, Que está todo asosegado. Vos liareis el juramento Mcnsagéro fué á enviar. A ese rey Alimaimon, Cubierto con las estrellas Que todos han demandado.— Las nuevas que le traían Y con la luna alumbrado. Mucho se holgó el rey A él gran placer le dan. De lo que el Cid ha hablado: — Hay Alfonso, rey Alfonso, — Dios os ponga en honra, el Cid, Que le envían á llamar; (O Este romance, el de: « Arias Gonzalo (2) Desde aquí empiezan los romances que En gran honra y eran estado. Castellanos y leoneses responde, » y el de: « Ya se salen por la tratan del juramento exigido y tomado por el Ruego á la Virgen María Por rey alzado te han puerta, »forman uno solo en el Cancionero de Cid al rey Alfonso VI, basia que este le des- Bomancei. terró. Y á su HIJO muy amallo Por la muerte de don Sancho DEL CID. Tantas le va á preguntar. En esto que aquí he fablado Que Vellido fué á matar: I — Haced la jura, buen rey, El rey viéndose afincado, Nos os he fecho agravio alauno, Solo entre todos Rodrigo, I No tengáis deso cuidado, 0ue esto debiera al rey Sancho Que no te quiere acetar. Contra el Cid se fué á airar : Que nunca fue rey traidor, Porque amaba mucho al rey — Mucho me afincais, Rodrigo, Como leal vasallo suyo, Ni papa descomulgado. — Quiere que hayas de jurar En lo que 110 hay que dudar, Y si aquesto non Mera Jurado había el buen rey Que en la su muerte, señoi, Cras besarme heis la mano Yo quedara por perjuro, Que en tal nunca fué hallado; No tuviste que culpar. Si agora me hacéis jurar. Et non por buen caballero Pero también dijo presto Me tuviera lodo el vulgo. — Bien vengáis, los mensageros, — Sí señor, dijera el Cid, Malamente y eno ado: Secretos queráis estar, Si el sueldo me habéis de dar — Muy mal me conjuras, Cid, Que si el rey moro lo sabe Que en la tierra de otros reyes iv. — {Anónimo.) (1) Cid, muy mal me lias conjurado, El aquí nos detendrá. — A fljosdalgos les dan; Porque hoy le tomas la jura Cuyo vasallo yo fuero En Santa Agueda de Burgos El conde don Peranzures A quien has de besar mano. También me lo ha de pagar, Do juran los hijosdalgo, Un consejo le fué á dar, Vete de mis tierras, Cid, Si vos dármelo quisiértdes Le lomaban juro á Alfonso Que caballos bien herrados Mal caballero probado, Al revés habian tic herrar. A mí placer me vendrá. — Por la muerte de su hermano. El rey por tales razones Tomábasola el buen Cid, Y no vengas mas á ellas, Descuelga nse por el muro, Dende este din en un año. Sálense de la ciudad, Contra el Cid se fué á enojar, Ese buen Cid castellano, Siempre desde allí adelanto Sobre un cerrojo de fierro — Pláceme, dijo el buen Cid, Fueron á dar á Castilla Pláceme, dijo, de grado, Do esperándolos están. Gran tiempo le quiso mal. Y una ballesta de palo, Por ser la primera cosa Al rey le besan la mano, Y con unos evangelios Que mandas en tu reinado : El Cid no quiere besar. Y un crucifijo en la mano. 111. — (Anónimo.) Por un «ño me destierras. Sus parientes castellanos Las palabras *on tan fuertes, Yo me destierro por cuatro. — Todos juntado se han. Que al buen rey ponen espanto : Hizo hacer al rey Alfonso Va se partía el buen Cid El Cid un solemne juro — Villanos mátente, Aifonso: — Heredero sois, Alfonso, A su destiei 10 de grado Delante de muchos gran les YHIanos, que lio fidalgos Nadie os lo quiere negar; Con trecientos caballeros, Que se hallaron en Burgos. De las Asturias de Oviedo Pero si os place, señor, Todos eran hijosdalgo, • Mandó que con él viniesen Que 110 sean castellanos; Non vos debe de pesar Todos son hombres mancebos, Que nos fagáis juramento Doce caballeros suyos Mátente con aguijadas Para que con él jurasen No con lanzas ni con dardos, Ninguno allí no habla cano, I Cual vos lo quieren tomar, Todos llevan lanza en puño tí- Vos y doce de los vuesos, Cada cual uno por uno Con cuchillos cachicuernos sfi! Con el fierro acicalado, Los que vos queráis nombrar, En la muerte de don Sancho No con puñales dorados, Y llevan sendas adargas De que en la mué. te del rey Que lo mataron seguro Abarcas traigan calzadas Con borlas de colorado, Non tenedes que culpar. En el cerco de Zamora Que no zapatos con lazo, A traición y junto al muro. Capas traigan aguaderas Y no le faltó al buen Cid — Pláceme, I03 castellanos, Y cuando en el templo santo No de contray ni frisado, Adonde asentar su campo. Todo os lo quiero otorgar. — Estuvieron todos juntos, Con camisones de e.-topa En Santa Gadea de Burgos Levantóse del escaño No de holanda, ni labrados, v. - (Anónimo.) (2) Allí ol rey se va i jurar, El Cid, y aquesto propuso Cabalguen en sendas burras Rodrigo tomó la jura Que. no en mulds ni en caballos, Fincad ende mas se;oi!o, Sin un pinito mas tardar, — Por aquesta santa casa Frenos traiuan de cordel Don Rodrigo, con vosfablo, Y en un cerrojo bendito Donde estamos ende ayuso, Que no cuet os fogueados, Catad que soy vuestro rey S Le comienza á conjurar : Que digades la verdad Mátente por las aradas Maguer que no esté jurado, I — Doii Alf uso. y ios leoneses, De aquesto que vos pregunto. Que no en villas ni en poblado, Y este cerrojo de hierro Venios vos á salvar Si vos, rey, fui.-teis la causa, Sáquente el corazon vivo Y esta ballesta de pal». Que en la muerte de don Sancho O de los vuesos alguno, Por el siniestro co-tado, Como fincan en mi jura Non tuvisteis que culpar En la muerte de don Sancho, Si no dices la verdad Fincan también en mi agravio. Hayais la muerte que él hubo.— Ni tampoco della os plugo, De lo quo eres preguntado, Yo fago testigo á Dios Todos dijeron : Amen; Ni á ella dislois lugar : Sobre si fuiste ó no Y á nuestro patrón Santiago, Mas el rey quedó confuso, Mala muerte hayais, Alfonso, En la muerte de tu hermano. — Que non he sido traidor Pero por cumplir e| voto, Si non dijtrdes verdad, Las juras eran tan fuert.es En la muerte de don Sancho. Respondió : — Lo mesiuo Juro. — Que el rey no las ha otorgado : Villanos sean en ella Non mostréis con ser. sañudo Fincó la rediría (n tierra Allí habló un caballero Non fidalgos de so ar, Ser, Rodrigo, apasionado, Que non sean castellanos Por facer la corte ayuso, Que del rey es mas privado : El Cid dcianie de lodos Que maguer que li.iya razón Por mas dcJhoma vos dar, Se ha de humillar el vasallo. Sino de Asturias de Oviedo Al rey 1c rabia sesudo : Que non vos tengan piedad. — Si aver non vos besé mano, — Amen, amen, dijo el rey, Mi rey, á ello fui temido, Que non fui en tai maldad. — Mas agora vos la beso (1) Es con algunos varia.it« el ¡aUu.o de: «En Santa tiadea de liúdos,» del Uomanrcro Jet Tres veces touió ia juta, Con lodo mi grado y gusto. Cid, que se supr.me por to mismo y [,or estar modernizado. (•2) Es al mismo asueto do loi u.iteiioreí. « Y sí lo quieren facer, Por los reyes que se ausentan. « Que su rey ayudaría Que apenas han calentado El rey fué contento desto, « A Almucanis su vasallo, La corona en la cabeza: Si con las huestes, Rodrigó, Y en un altar consagrado « Que otra cosa no pedia. » Y vos no estáis muy seguro Fincades sañudo y bravo, Ambas las dos manos puso Recibido han las cartas, De la calumnia propuesta Sed con los reyes humilde, Sobie un evangelio santo, Mas en nada las tenían : En la muerte de don Sancho Y se-eis mas estimado. Diciendo non haber parle Entran en tierras del rey. Sobre Zamora la Vieja, Non eclipséis con la lengua En la muerte de su hermano. Del rey moro de Sevilla, Los feehos de vuestros brazos, Que aun hay sangre de Vellido, El Cid tres veces repite, Quemando van y estragando Que el tablar sin ocaston Maguer que en fidakas venas, Por lo que el n y enojado Fasta Cabra aquesa villa. Es de humes afeminados. Y el que fizo aquel venablo Le dijo : — Basta que hagais El Cid cuando aquesto supo Bien se me lembra del tiempo Si le pagan fará treinta. — Lo justo y no demasiado, Contra ellos se partía : Que como noble soldado Bermudo en lugar del rey Pero yo juro y prometo Moros llevaba consigo. Habéis servido en las lides Dice al Cid: — Si vos aquejan Que presto me haga vengado. Cristianos los que podia. A mi padre don Fernando, El cansancio de las lides — Buen rey, faced vuestra guisa, Las huestes se habían juntado, Mas non vos ensoberbezcan O el deseo de Jimenn, Respondió e¡ Cid sosegado, El Cid mataba y heria : Los triunfos que heis alcanzado. ldvos á Vivar, Rodrigo, Que yo tengo hecho mi oficio Muy reñida es la batalla, Que es la jactancia un borron Y dejadle ai rey la empresa, Como caballero honrado. Duiado ha casi un dia, Que borra fechos muy claros. Que homes tiene tan fidalgos Fasta que venciera el Cid Decis que si parte he sido Que non volverán sin ella. En la muerte de mi hermano vil. — (Sepúlveda.) Y en huida los ponía. — ¿Quién vos mete, dijo el Cid, Que me den villanos muerte, A caballeros cristianos En el consejo de guerra, Ese buen Cid Campeador Fablais bien, serán villanos : El huí n Cid muchos prendía, Fraile honrado, á vos agora Ya se parte de Castilla : Nun tincará contra rey. De moros non habia cuenta La vuesa cogulla puesta? Por mando del rey Alfonso Ningún vasallo fidalgo. Los que cautivado habia. Subidvos á la tribuna Lleva su mensageria Que un fidalgo nunca emprende Tres dias tuviera presos Y rogad á Dios que venzan, A Almucanis ese moro Facer tal desaguisado. — Los Ciistianos que vencía; Que non venciera Josué Rey de Cordoba y Sevilla, Esto dijo don Alfonso Volvióse con gian despojo Si Moisés non lo ficiera. Para que le den las parias Teniendo puesta la mano A Sevilla do partía : Llevad vos la capa al coro, Pasadas que le debía. Sobre un cerrojo de hierro Almucanis dió las parias Yo el pendón á las fronteras, En Sevilla estaba el Cid Yuna ballesta de palo. Yá Castilla se volvía. Y el rey sosiegue su casa Faciendo á lo que venia, Mucho piuco rey Alfonso Antes que busque la agena, Mudafar, rey de Granada, De lo que el Cid fecho habia, Que non e farán cobarde A Almucanis mal queria, vi. — (Anónimo.) (1) El mi amor, ni la mi queja, Caballeros castellanos Y de aquel dia adelante Que mas traigo siempre al lado Por la muerte que le dieron Mudafar consigo había. Al Cid Campeador decían. A Tizona, que á Jimena. En Zamora al rey don Sancho Son de los mas estimados — Home soy, dijo Bermudo, Han jurado al rey Alfonso Que había dentro en Castilla vin. — (Anónimo.) (I) Los hombres buenos y honrados Don García Ordoño el uno Que antes que entrara en la regla, Castellanos y leoneses, Que conde todos decían, Pablando estaba en el claustro Si non vencí reyes moros, Con gallegos y asturianos. Fernán Sánchez era el otro, De San Pedro de Cardeña Engendré quien los venciera; El Cid rehusa la jura Yerno del rey don García, El bnen rey Alfonso al Cid, Y agora en vez de cogulla, Y asi el buen rey le ha fablado: Después de mUa, una fiesta : Cuando la ocasion se ofrezca — Decid, ¿porqué non queréis. Y Lope Sánchez su hermano Trataban de las conquistas Me calaré la celada Buen Cid, besarme la mano, Estaba en su compañía, De las mal perdidas tierras Y pondré al caballo espuela. Pues que lo han hecho ios grandes Y otro caballero honrado, Por pecados de Rodrigo — Para fugir, dijo el Cid, Cuantos hay en mi reinado? — Diego Pérez se decía : Que anuir disculpa y condena. Podrá ser, padre, que sea, El Cid respondió : — Señor, Ellos con grandes poderes Propuso el buen rey al Cid Que mas de aceite que sangre Ficiéralo de buen grado. Con el Mudafar Tenían El ir á ganar á Cuenca, Manchado el hábito muestra. Contra Almucanis, el rey Si no fuera por el vulgo Y Rodrigo mesurado — Calledes, le dijo el rey, Que pechero es de Castilla. Que gran sospecha ha tomado Le dice desta manera: En mal hora, que no en buena; Que por vuestra orden y inia El Cid cuando aquesto supo — Nuevo sois, el rey Alfonso, Acordársevos debia A traición murió don Sancho. Mucho pesado te habia, Nuevo rey sois en la trena, Déla jura y la ballesta. Para que mejor se entienda Enviárales sus cartas Antes que á guerras va vades Cosas t< nedes, el Cid, La verdad y lo contrario. Y en ellas así decía: Sosegad las vui sas tierras. Que farán fablar las piedra?, Es bien que fagáis la jura « Que non vengan con su gente Muchos daños han venido Pues por cualquier niñería E:i un aliar consagrado « Contra el reino de Sevilla, De que nunca hubiste parte « Que es pechero al lev Alfonso En fecho tan feo v malo.— « Con quien amistad tenia : (O Aquí empiezan los romances delCid des- I parias al rey Alfonso. Se comprenden también terrado basta que conquistó á Valencia y envió I los de Martin Pelaez.

(1) Es al asunto de tus aii'eriorcs, pero el mejor considerándolo como poesía. Facéis campaña la iglesia.— ¡ Oh cuán fáciles te hacen Que no ha faltado quien dijo Non lo que fice primero, Pasa lia el conde de Oñate Mil dificultosos casos, Que tuvisteis asaz tiempo : Y es mal juzgador quien juzga Que llevaba la su dueña, Fasta el muro lo seguisteis, Que quizá sin mi presencia Sin notar todo el proceso. Resultarán en mil daños 1 Y el rey por facer mesura Y al entrar la puerta dentro • Foigá que el moro de allende Acuérdate, rey Alfonso, Acompañóla á Ja puerta. Bien cerca estaba quien dijo Respete mis fechos buenos. Que soy el Cid tu vasallo, Que non osasteis de miedo ¡ Que si non me los respeta Mas pr< sto para servirte )x. — {Anónimo.) Y nunca fueron los mios Non vos guardará respeto. Que tú para darme el pago Tan astutos y mañeros Asaz me semejáis blando Si atendeis que de Jos brazos De mis honrados servicios: Que cuidasen que don Sancho Porque de tiempo tan luengo Aunque tú me has desterrado. Vos ake, atended primero Muriese por mis consejos; De apn tarvos en la jura Pi no es bien que con ios mios Movido, según entiendo, Murió porque á Dios le plugo Vos duele el escocimiento : Cuide subir vos al cielo ; De que estoy atesorando, En su juicio secreto, Mentirá el que me achacare Bien estau afinojado, Quizá porque de mi padre Del traidor Dolfos el tuerto. Y sin mirar que. si tengo Que es pavor veros enhiesto, Quebiantó sus mandamientos. Pues sabedes to que fué A'go, iodo lo lie ganado Que asiento es asaz debido A trueco de sangre y tuerza Por estos desaguisados. Y lo que fice en el reto: El suelo de los soberbios : De mi cuerpo y de mi brazo, Desavenencias y tuertos. Ademas que sin espuelas Descubierto estáis mejor Con titulo de enemigo Y no viviendo en el ocio Después que se han descubierto Cabalgué entonces por yerro: De mis reinos vos destierro. Vencen pesadas falsías Que hay en tu icai palacio, De vuesas altanerías Yo tendré vuesos coi dados Donde te pasan los días Al noble y sencillo necho. Los mal guisados escesos. Fast$ saber por entero, En hacer grandes estragos, Y pues gasté mis haberes ¿En qué os habéis empachado Con acuerdo de los mios, No en los moros fronterizos, ER prez del servicio vueso. Que dei.de el pasado invierno Si confiscárvosios puedo. Sino en deshonrar hidalgos. Non vos han visto en las eórtes Non re|iliqnedes palabra, Y de lo que hube ganado No quiero ya los favores, Puesto que cortes se han fecho?' Que vos juro por san Pedro Vos fice señor y dueño. Rey, de todos tus privados. ¿ Porqué, siendo cortesano. Non me lo contiscaredes Que sin ellos ios tendré Y por san Miltan bendito Traéis la barba y cabello Vos, ni vuesos conejeros. De muchos buenos hidalgos.— Que podré enforcaros luego.— Descompuesto y desviada Que mal podredes tollerme Esto decia Rodrigo Estas palabras te dijo Como los padres del yermo? La faciendo que non tenso. Cuando estaba aparejando Pues aunque vos lo pregunto El rry don Alfonso el Sesto. De hoy mas seré facendoso, Lo necesario y forzoso Asaz que bien os entiendo, Inducido de traidores, Pues hoy de vos me destierro, Para salir desterrado. lüen conozco vuesas mañas Al Cid, honor de sus reinos. Y de hoy para mí me gano, Pues hoy para vos me pierdo.— Y el semblante ialagüi-ño ; Esias palabras decia xil. — (Anónimo.) Quorreis decir que cuidando x. — (Anónimo.) El noble Cid, respondiendo En mis tierras y pertrechos De palacio sale ei Cid Non cuiuades «le almarios Téngcvos de replicar A las querellas injustas Y de contrallados tengo, Del rey don Alfonso el Sesto. Sentido de una palabra, La barba y caliello luengo. Que quien palabras 110 siente Que no han pavor tos valientes Al de Alcalá contrallasteis El sentimiento le. falta. Ni tos non culpados miedo. Mis treguas, paz y concierto, xi.— (Anónimo.) Las manos tuerce furioso, S¡ finca muerta ia honra Bien como si el querer mío Aunque no por castigarlas. A mai.os de los denuestos. Tuviéronles por muy vueso. Del rey Alfonso se queja Porque contra su cabeza Menos mal :-era e/iforcarme A ios fronterizos moros Ese buen Cid castellano Sus manos no se levantan. Que ei mal que me habedes fecho. Por la injusta paga y premio Hechos dos Etnas los ojos Diz que teiiei» por tan vuesos Yo seré en tierra homildoso Que á sus servicios ha dado. Brotan fuego y vivas llamas, Qae os ador.in como a Dios; A guisa de vueso siervo, Dice entre airado y furioso, Porque en eilos como en lienzo ¡ Gt andes algos habréis aéÜJus! Que teniendo los mis brazos El rostro triste y turbado : Pinta su pasión el alma. Cuando en uii jura os hallasteis. Cunto alzarme sin los vuesos. — No te llamo, rey, injusto. Erizados los cabelios, Después d.l inslr >uec-o Cúbranse y non vos acaten Porque al fin soy tu vasallo. Revuelta la barba cana, Del rey don Sancho m, hermano Los ociosos fala^üeños. Ni p irqua me desterraste Que el tiro de la deshonra Por Vellido traidor muerto Que maguer yo non lo soy lodos besaron mi mano De tu reino y mi condado, Descompone barbacanas. Me puedo cubrir primero. Solo porque me perdí Y nor rey ine obedecieron, Paséase sin compás Dos vegadas hubo cortes En hacer tu gusto y grado. .Solo vos me contrallasteis' Desde antaño por invierno, Mal quisto estoy con el mundo Y alterada voz levanta, Tomándome juramento : Diz que por la pro común, Pof acrecentar tu estado, Que el corazon con decir En Sania Guiien lotice O por ios vuesos provechos : Su pesadumbre descansa: Vos en León las Reisteis, Y por suplir tus flaquezas. Sofcre ios cuatio evangelios, — Mal fablastes de nú, ei rey. Poro yo en los campo-« yermos Dicen que robo y que mato Y en el ballestón ¿orado Con voz muy desentonada; Faciendo ¡as mías, deslice Esos falsos consejeros Teniendo ei cuadrillo al pecho. Yo palabra non vos dije, De' contrario los pertrechos. Que te están aconsejando, Matarades a Vellido Ca por mí mis obras fabian. Si ücierais cerno bueno, Lo fech® ea Alcalá vedes, Corderos en la apariencia, Y fabiára mi fizena Y lobos ea los estragos. Por mi honor y por su fama, El buen Cid á sus parientes Vos vengado y yo agraviado, xvi. — {Anónimo.) Sino que e! ser vos quien sois La- cartas les ha mostrado, Que yo fago pleitesía La enmudece en la su vaina. Todos se quejan del rey A san Pedro y á san Pablo Don Rodrigo de Vivar Vuestra fabla, rey Alfonso, De haberlo tan mal mirado, De mezclar. Dios en ayuso. Está con doña Jimena A mi fama non ¡a infama, Desterrando un caballero Mi hueste con los paganos, De su destierro tratando, Ca el señor a su vasallo Tan valiente y esforzado, Que sin c.uipa le tíestierran. Aunque mas diga no agravia. Y si finco vencedor Que muy bipn habia servido El rey Alfonso lo manda, Desterradme de mi tierra, Po::er á vueso mandado A él, á su padre, y su hermano r Sus envidiosos se huelgan, Desto non me finca saña, Los castillos y fronteras. Ofrécense de ir con él Llórale toda Castilla Ca el hombre bueno fidalgo Pueblos, haberes, vasallos: A lo servir muy de grado, Porque huérfana la deja. He tierra a«ena hace patria. ifas al fin el tiempo vos será t-stigo Gran parte de sus haberes Están muchos envidiosos Y que todos morirían Que ellos mugeres son, y yo Rodrigo. Ha gastado el Cid en guerra, Junto á vos de mis fazañas, Con él juntos en el campo. . No halla para el camino Ca de ordinario la envidia El Cid les agradecía xv. — ( Anónimo.). Dinero sobre su hacienda. A la virtud acompaña. La palabra que le han dado, A dos judíos convida, Dicen entre juglerías Y otro dia salió el Cid Escuchó el rey don Alfonso Razones desaguisadas, De Vivar, que era su estado, Las palabras haiaaüeñas Y sentados á su mesa Con toda su compañía Dei Cid e:i su despedida Con amigables caricias Y porque non voinitedes Con ánimos esforzados : Cuando se partió á la guerra, Mil florines Ies pidiera. Va ia pildora dorada. Volvióse á sus caballeros Díeeles que por seguro Mil mentiras falngüeñas, Y dijo á sus infanzones : Y esto les está fablando : — Hoy dej.i nuestras banderas Dos cofres de plata tengan, Non verdades, á vos fabla n, — Amigos, si á Dios pluguiese Ca una vegada bregaron El home iras animoso Y que si dentro de un año Que á Castilla nos volvamos, Que sangre de moros riega, No les paga, que la vendan Lft verdad é la privanza. Digovos que tornaremos Y aunque parezca osadía Y cobren la logrería Non sentiredes mi mengua Todos muy ricos y honrados. Fasta la primer batalla, El fablar con tantas veras, Como concertado queda. Dióles dos cofres cerrados Ca el bien non PS conocido Non fueron atrevimientos Entrambos llenos de arena, Fasta que nos face falta. — xiv. — (Anónimo ) Supuesto que lo asemejan. Esto dijo el Cid Ruy Díaz Los amoríos del alma Y confiados del Cid Obedezco la sentencia, Cuando en Babieca cabalga, En el pecho do se encierran Dos mil florines le prestan. Maguer que non soy culpado, Lealtad y amor, con su rey — ¡ O necesidad infame, Y hácia Valencia camina, Pues es justo mande el rey Tierra rica, hermosa y llana. Tienen para hablar licencia. A cuantos honrados fuerzas Y que obedezca el vasalio; Alongado va al destierro, A que por salir de tí Y plegiie á Niiesa Señora Y veo que. en su presencia Hagan mil cosas mal hechas ! Que vos faga aventurado, xin. — (Anónimo.) Es solo un home el que parte Rey Alfonso, señor mió, Tal que non echedes menos Y mil voluntades l'eva; A traidores das orejas, Grande saña cobró Alfonso La mi espada ni el mi brazo. Y cuido que un buen guerrero Y á los fidalgos leales Contra e' buen Cid castellano, Bien euido que non vos mueve Cuando de su rey se ausenta Palacios y orejas cierras. Porque le tomó la jura Servos yo desaguisado, Manan-i saldré de Burgos De la muerte de su hermano : Reprochado de su corte Sé que envidiosos á veces A ganar en ¡as fronteras Encubrió la su enemiga, Se ha de tener á la aaena. Manchan los pechos fldalgos : Algún pequeño castillo Aguardó á hacerse vengado. Que de un edificio grande Mas al fin el tiempo ros será testigo Adonde mis gentes quepan; El rey moro de Toledo, Si se le rompe una piedra, Que. ellos mugeres son, y yo Rodrigo. Mas según son de orgullosos Que Hali Maimón es ¡Limado, Por solo su desencaje Esos bravos infanzones Los que Pevo en mi defensa, Del Cid se quejara al rey Se suele venir á tierra. Que comen á vueso lado, Las cuatro partos del mundo Que en su reino se babia entrado, No hay folgarse entre los reyes, Consejeros mentirosos, Que nunca los reyes fuelgan Tendrán por morada estrecha. Y hasta dentro de Toledo Lidiadores en palacio, Cuidando el pro de sus reinos Estarán mis estandartes Sus moros ha cautivado : ¿Cómo non vos acorrieron Y haciendo en loslueñes guerra. Tremolando en las almenas, Siete mil son los cautivos. Cuando preso vos llevaron, Si fidalgos con la tspada Caballeros agraviados Sin otro mucho ganado. Y cuando yo vos quité Hallarán guarida en el'as: Mucho al rey Alfonso pesa, Por su rey cu lides entran, Solo á trece en menio el campo? El rey con espada y alma Y por conservar el nombre Contra el Cid estaba airado Sinon que á rienda suelta Mucho masque antes estaba; Anda, padece y pelea. De tus reinos, que is mi tierra, Fuyeron les amenguados Grao ii'liador es el Cid, Los lugares que ganare Con el rey lo habían mezclado Donde mostraron tener 1 Por envidia que le tienen Fuert .- y noble en «rail manera, Serán Castilla la Nueva. Lengua asaz y pocas manos : Pero si no es homlldoso Los grandes de su reinado. Mas al fin t i tiempo ros será testigo ¿De Dios y del rey qué espera? xvu. — (Anónimo.) Es Tibióte ei rey al Cid Que ellos vnigeres son. y yo Rodrigo. Conviene que el Cid se ahogue Que salga de su reinado M -mbradvos, rey ion Alfonso, Dentro de los nue\e di s, Y dirá» en hi fies tierras. Ese buen Cid Campeador, De io que agora vos fablo, Que Alfonso face Justicia Que Dios en saitii maiiituiga, Que mas no le da de plazo. Vos con saña, yo sesudo, Y en castigo á nadie escepía. Faciendo está una vigilia En San Pedro de Cárdena, xviu. — (Anónimo.) (1) Pero no pndiendo entrarla Vueso hablar es escacado, Que el caballero cristiano Con ásperas baterías, Pues basta que nos mandéis Con las armas de la Iglesia Estando cumpliéndo el Cid Echó mano de la industria. Para quedar obligados. — Debo de guarnir su pecho E! destierro en que yacía, Que no es de menos estima Por tierras de moros entran Si quiere vencer las guerras. Aquel á quien don Alfonso Que el valor y fortaleza Muchas batallas ganando Doña Elvira y doña Sol, Mandó salir de Castilla : Ni de menor gloria digna, Rindiendo muchos castillos, Las sus dos fijas tan bellas, Por siniestras relaciones Cosa loable en la gn-rra. Y reyes atributando. Acompañan á su madre Que envidiosos hecho habían Codiciada y permitida. Tanto pudo el gran valor Ofreciendo rica ofrenda. Contra el Cid, cosa ordinaria Hizo pues para cebarlos De aquel noble Cid honrado, Cantada que fué la misa, Su propicia suerte vista, Que con su gen?e huía, Que en poco tiempo conquista El abad y raonges llegan Porque siempre al seneiante Y que levantad el cerco Ha*ta Valencia llegando, A bendecir el pendón, Cuyas hazañas se estiman Por hambre, sed y fatigas, Donde alcanzó gran tesoro, Aquel de la cruz bermeja. Le nacen fieros contrarios Dejándose muchas tiendas Y un grande presente ha enviado Soltó el manto de los hombros, De! efecio dellas mismas. Con preseas varias, ricas, Al ingrato rey A'fonso Y en cuerpo con a mas nuevas, Viendo que en él y no en ellos Porque el codicioso moro De cien hermosos caballos, Del pendón prendió los cabos, Con razón ponen la vista, Salga y el alcance siga, Todos con ricos jaec.es Trayendo para robarla? De diferentes bordados, Y desta suerte dijera: Y que escurece sus nombres Menos órden con mas prisa. — Pendón bendecido y 6anto, El que ayer no le tenia, Y cien moros, que los llevan Dejando ¡a fuerza sola Un castellano te lleva Como si de sus principios De las riendas, sus esclavos : Por su rey mal desterrado. No se tupiese noticia Sin quien la entrada resista : Y cien llaves de las villas Bien plañido por su tierra. De que fueron adquiridos Y fué así, que como viesen Y casiillos que ha ganado, A mentiras de traidores Destas tres por una via, La repentina hui la, Y también al rey envía Inclinando sus orejas O por privanza con reyes, Desamparando el castillo Cuatro reyes sus vasallos: Dió su prez y mis fazañas, O por tetras, ó malicia, En su seguimiento tiran. Aqueste presente lleva ¡ Desdichado del y deltasI | Y que al que hoy da su valor nombre Pero á pequeña distancia Ordofio su gran privado. Cuando los reyes se pagan Verle ensalzado se admiran Vuelve con suerte propicia De falsías halagüeñas, El famoso de Vivar Sin porqué, pues no es ventaja xx. — (Anónimo.) Mal parados van los suyos, La antigüeuau de algún día, Que una gruesa lanza cimbra, Luengo mal les viene cerca. Y d«-ben de presumir Y en ei i.ravo sarraceno Mentirosos adaiides Rey Alfonso, rey Alfonso, Que es de sangre ilustre y limpia, Haciendo sangrienta riza, Que de las vidas agenas Esos cantos de sirena Porque la que no lo es Sin aventurar soldado Guisáis plato para el gusío Te adormecen por matarte, Nobles acciones no cria. Entró la fuerza y ia villa. De muchas sordas orejas: ¡ Ay de ti si no recuerdas! El sujeto valeroso Fidalgos de Villalon, Tu Castilla me vedaste Es parage de la invidia Caballeros de Valduerna, Por haber folgado en ella, xix. — (Anónimo.) Do hacen presa las lenguas Hombres buenos de Villalva Que soy espanto de ingratos Por mil diferentes vías, Ya que acabó la vigilia Y cristianos de Smsueña : Y conmigo non cupieran. Que como ven que á la fama Aquel noble Cid honrado Escuchadme si fincáredcs ¡Plegne á Dios que. non se caigan, Con sus hazañas obligan, Y dejó é ;o reconciliación el Lid no < sus luja» en rehenes, como .-.e vera mas ade-- «olvió á la corte, y el rey retuvo á Jimena y I lante. Con aquestos nadie come — Bien sabéis, dice, señora, Y tras un estrecho abrazo De tu playa y de tu mar, Sino los mas afamados, Como ias nuesas querencias Ligero subió en Babieca. En deshonra y daño torna, En fe de su voluntad ; Mal te puede aprovechar! Así lo ordenó el buen Cid Muy mai admiten ausencia; Los montes, campo» v tierras Por facerlos esforzados, Pero piérdese el derecho sxv. — (Aiiómuio.) Que tú solías mandar, Y que cada uno procure Adonde interviene fuerza, El humo de los sus fuegos Facer fechos estimados Apretada está Valencia, Que el servir a! rey lo es Tus ojos cegado han : Para comer á la mesa Puédese mal defcusar, Quien noble sangre semeja. Es tan srave tu dolencia De Alvar Fañez y su hermano. Porque los Almorávides Faced en la mi mudanza Bien cuidó Martín Pelaez No la quieren ayudar. Y tanta tu enfermedad Como tan sesuda fembra, Que non vió el Cid lo pasado, Viendo aquesto un moro viejo, Que los hombres desesperan Y en vos no se vea ninguna, Qne solia adivinar, De salnd poderte dar. Y así las manos se lava, Pues ven i» de honrada cepa. Subiérase á una alta torre • O Valencia! ¡ o Va'eneia! A la mesa se ha sentado Ocupad las pocas horas Para bien la contemplar. Dios te quiera remediar, Donde está don Alvar Fañea En catar vuesas faciendas, Cuanto mas la mira hermosa, Que muchas veces predije Con la compaña de honrados. l!n punto no esteis ociosa. Mas la crece su pesar, Lo quo agora veo ¡.orar. El Cid se fué para él Pues es lo mismo que muerta. Sospirando con gran pena, Y del brazo le ha trabado, Diciendo : — Non sois vos tal Guardad vuestros ricos paños Aquesto fué á razonar : xxvi. - {Sepúlveáa.) Para cuando yo dé vuelta, — ¡ O Valencia! ; o Valencia, Para en tal mesa seutarvos Que la fernbra sin marido Digna de siempre reinar! Cercada tiene á Valencia Con estos parientes mios Bebe andar con gran llaneza. Si Dios de ti no se duele, Ese buen Cid castellano. A quien vos podáis llegarvos: Mirad por las vuesas Ajas, Tu honra se va apocar, Con los moros que están dentro Mas valen que yo ni vos, Celadlas; pero no entiendan Cada dia peleando : Que son buenos y aprobados, Y con ella las holganzas Que algún vicio presumís. Muchos ha muerto y prendido Sentadvos á la mi mesa, Que nos suelen deleitar: Comed comingo á mi plato. — Porque fareis que lo entiendan: Y á otros ha cautivado. Las cuatro piedras caudales Con mengua de entendimiento No las apartéis un pumo Al real del buen Rodrigo Do fuiste el muro á sentar. No creyó que es baldonado, De junto á vuesa cabeza. Ün caballero ha licuado, Para llorar si pudie en Asentóse con el Cid Que las fijas sin su madre Mal lín Pelaez ha por nombre. Muy cerca están de perderla. Se querrían ayuntar: A su mesa y á su lado, Tus muros tan preniinentes, Martin Pelaez ajluiiano; Sed grave con los criados, Y el Cid con grande cordura Que fuertes sobre ella están, Muy erecido es en el cuerpo, Agradable con las dueñas, E11 los miembros arreciado. Esta reprensión le ha dado. Con los estraños sagaz, De mucho ser combatidos Todos los veo temblar: Aqueste es de buen donaire, Pero muy acobardado. Y con los propias severa. Las torres que las tus gentes XXVII. — (Jnónimo.) Non enseñeis las mis cartas De lejos suelen mirar. Halo mostrado en las lides A la mas cercana dueña, Que su alteza ilustre y clara Y batallas do se ha hallado. A solas le repn-hende Porque 110 sepa el mas sabio Los solía consotar. Mucho le pesó al buen Cid A Martin Pelaez el Cid, Cómo paso yo las vuesas: Poco á poco se derriban Cuando lo vido á su lado, Que las fallas de los buenos Mostradlas á vuesas lijas. Sin podellas reparar; No es para vivir con él A solas se han de reñir. Hombre tan afeminado. Dicele con rostro airado: Si non tuvieres prudencia Y las tos blancas almenas. Ü11 dia entrara el buen Cid — ¿ Es posible que fuir Para encubrir vuestro gozo, Que lucen como el cristal, Pueda un home, siendo noble, Que suele ser propio en fembras. Su leal ad han perdido Y con él los sus vasallos Por temores de una lid, Si vos consejaren bien, Y todo su bvl mirar: En batalla con los moros, Faced lo que vos consejan, Tu rio tan cauda'o&o, Pelean como esforzados. Y mas vos siendo quien sois, Y si mal vos consejaren, Tu rio Guadalaviar, Allá va Martin l'elaez Viniendo de do veuis, Faced lo que mas convenga. Con las otro* aguas tuyas Bien armado y á cabal!». Que cuando fincárais muerto Veinte y dos maravedís De madre salido ha : Antes de dar e! torneo Os fuera honroso el morir? Para cada dia os quedan, Tus arroyos cristalinos Al real había tornado, Levantéme de la mesa Tratadvos como quien sois, Turbios ya siempre vendrán, Fuése para su posada Do bocado no comí, Non enduréis la despensa : Tus fuentes y manantiales Cubierto y disimulado. i Qué buena pro me tuviera Si diueros vos faltaren, Todos secado se bau : E11 .-lia anduvo escondido Cui.lando en el que vos vi! Faced como no se entienda, Tus verdes huertas viciosas Hasta que el Cid ha tornado; Atended lo que vos digo Enviádmelos á pedir, A ninguno gozo dan, Dejó muertos muchos moros, Y non cuidéis en fuir, Non empeñeis vues'ras prendas: Que la raíz de sus yerbas A filos ganara el eam¡>o. Porque fuyendo afrentades Buscad sobre mi palabra, Bestias roido las han : El Cid se sentó á comer A vueía honra y á mí. Que bien fallareis sobre ella Tus prados de cien mil Dores Como tiene acostumbrado, Si me dades por disculpa Quien á vuestra cuita corra, Olores d? si no dan, Solo en su cabo á una mesa Decir que visteis venir Pues yo acudo á las agenas: Mustios andón y marchitos. Y en el su escaño asentado, Mucha multitud de moros, Con tanto, señora, á Dios, Sin color ni olor eítáo . Y en otra sus caballeros, Non la quiero recibir. Que el ruido de armas resuena. - Aqutl honrado provecho l,os que tiene por preciados. Entraos en la religión Adonde podréis vivir l os brazos hasta los codos Tremolando en las almenas Sirviendo á Dios, que en las guerras Con que se puedan guiar En sangre ¡leva bañados, De las soberbias murallas Non sois para lo servir. Ninguno boy ¡a* como el Para venir á Valencia A la ver y á la gozar : Humilladas de Valencia, Pusiéraisos á mi ¡ado, Si no es el C..'l afamado. Cuando para el rey Alfonso Que pudiera ser que alli Los moros fuero» vencidos, Llevá otros tantos de plata Para San Pedro y su altar, U11 rico presente ordena Se vos quitara el pavor i'elaez se hab:a tornado, De cautivos y caballos, Y entrenadlos á don Sancho, A vuesas menguas cubrir. Esperándole es á el Cid De despojos y riquezas. Que ende yace por abad; Saii'l esta taide al campo, Fasta que fuera liegái.'o, Todo lo despacha á Burgos, Que quiero ver si sufris Con muy crecido placer Y al noble rey don Alfonso, Y á Alvar Fañez que lo lleva, Mas que os afrenten mil homes Rodrigo lo había abiazaáo, Mi buen señor natural, Para que lo diga al rey Que quedar muerto en la lid. Díjole : — Martín Pelaez, Llevá doscientos caballos Le dice desta manera : Y podía ser quedéis vivo Vos sois bueno y esforzado, Bien guarnidos al mi usar; — Dile, amigo, al rey Alfonso, Que yo tengo de ir alli, Non sois tal que merezcáis Y á los honrados judíos Que reciba su grandeza Y veré lo que face'les De hoy mas conmigo sentaros, Raquel y Vidas llevá De un fidalgo desterrado Y si de honra sentís. Asentaos con Alvar Fañez Doscientos marcos de oro, La voluntad y ta ofrenda, Con e?to, Martin, á Dios, Que era mi primo herman", Tantos de plata, y non mas, Y que en este don pequeño Que habéis de yantar sin mi Y con estos caballeros Que me endonaron prestados Cuando me partí á lidiar Solamente tome en cuenta Hasta que traigais cobrado Que son buenos y estimados, Sobre dos cofres de arena Que es comprado de ios moros El honor que yo vos di. Que los viiesós buenos fechos Debajo de mi verdad: A precio de sangre buena: Siempre serán bien mentados, Rogarles heis de mi parte Que con mi espada en dos años Seréis deilos compañero, X.W11I. — (Anónmo.) Que me quieran perdonar, Le he ganado yo mas tierras Sentaros heisá su lado.— Que con acuita le fice Que le dejó el rey Fernando i)e a'juel dia en adelante Corrido Martin Pelaez Su padre, que en gloria sea : Fizo fechos muy granados De mi gran necesidad, De lo que el Cid ha fab ado, Que en feudo dello le tome, Dello cobró gran vergüenza, De esforzado caballero. Que aunque cuidan que es arena Dello cita muy ocupado. Bueno como el mas preciado. Loque en los cofres está, Y que no juzgue á soberbia Fuese para su posada, Aquí se. cumplió el proverbio Quedó soterrado en ella Que con parias de otros reyes Triste estaba y muy cuitado Entre todos divulgado, El oro de mi verdad. Pague yo á mi rey mis deudas; Viendo como el Cid ha visto Que el que á buen árbol se arrima Pagáles la logrería Que pues él como señor Su cobardía tan claro, De buena sombra es tapado. Que soy tenudo á les dar Me pudo quitar mi hacienda. Por lo cual no consintió Del tiempo que su dinero Bien puedo yo como pobre Que coma con ios honrados; He tenido á mi mandar. Pagar con hacienda agena -. Propónese ser valiente xxtx. — Ano/lima.) Y vos, Martin Antolinez, Y que juzgue que en su dicha O de morir en el campo. Son delante mis enseñas Partios ende los moros, Le i redes á acompañar, Otro día salió el Cid, Millaradas de enemigos Non pongáis mientes en al, Y las mis buenas venturas Junto á Valencia ha llegado, Como ante el sol las tinieblas: Cuidá de los doloridos A mi Jimena contad. Salieron luego los moros Y espero en Dios que mi brazo Y los muertos soteirad ; Diréis al rey don Alfonso A ferir en ¡os cristianos, Ha de hacello rico, mientras Decidles á los cuitados Que me empreste en su lugar, Llegan denodadamente La mano aprieta á Tizona Y á las cuitadas contad, Porque á mi Jimena agrada Con los esfuerzos sobrados. Y el talón liere á Babieca: Que el saber nueso en la guerra Mucho el tañer y cantar.— Martin Pelaez fué el primero Aquesto dijera el Cid Y en tanto mis envidiosos Que la lid había entrado, Es humíldoso en la paz; Poned la furia en facer Despues que ya entradoha Descansen, mientras les sea Y hrió tan recio en ellos Que me vengan á fablar, En Valencia vitorioso, Firme muralla mi pecho Que á muchos ha derribado; Porque les diga mi boca Pues conquerido la ha. De su vida y de sus tierras, Alli perdió todo el miedo, Toda ¡a mi voluntad, Y entreténgante en palacio, Muy gran esfuerzo ha cobrado. Que non quiero sus faciemias xxx. — (Anónimo.) (1) Y guárdense no me vendan, Peleó valientemente Nin se las he de tirar, Qne del tropel de los moros Mientras la lid ha durado, Nin para mis barraganas Desterrado estaba el Cid Soltaré una vez la pre;a Unos mata y otros hiere, Sus fijas lie de. tomar, De la corte y de su aldea llegarán su avenida Hizo en ellos grande estrado : Que yo non u-,o mu ge res De Castilla por su rey, A ver entre sus almenas; Los muros dicen á gritos : Sinon ¡a mía natural, Cansado de vencer guerras, Y defiendan bien sus honras — ¿De dó ha venido este diablo? Que en San Pedro de Cardeña Y en las venturosas armas Como manchan las agenas; Hasta aquí 110 le hemos vi to Yace auora al mi mandar, Apenas las manchas secas Y si les diere en los ojos Tan valiente y esforzado, Y mándoyos yo. Al va: Fañez, De la sangre de los moros Lo que íes dió en las orejas, A todos nos hiere y mata. Si he poder de vos mandar, Que ha vencido en sus fronteras, Verán que el Cid no es tan malo Del campo nos ha lanzado.— Vais por ella y por mis fijas, Y aun estaban los pendones Como son sus obras buenas, Por las puertas de Valencia Mis Iij3s otro que tal. A los moros ha enctriado, Llevad treinta marcos de oro i¡! Es al mismo asunto que el de los romances de Sepulveda : • Ganada tiene á Valencia. • 4 Y si sirven á su rey v De su casa y de sn tierra, Eu la paz como en la guerra Pide que con libertad « Que amaga su perdición Mentirosos lisonjeros, Hable puesto en su defensa, Y empuñando en la derecha, Tartamudo de corage « Viene su pro á las vegadas, Con la espada ó con la lengua, Y asi quiero por no errar Le dió ai conde esta respuesta : « ¡ Mirad pues cuán altos son! Y verá el buen rey Alfonso Decir sus palabras mesmas. — Nadie se mude ni hable, « Yo fablaré de esperiencia Si son de Burgos las fuerzas Dice : que este don pequeño " Y el que se moviere atienda « Que he recibido el favor, Los caminos de ladrillo Toméis solamente en cuenta, « Y vos sois en grave parte Que es ganado de los moros Que le fabla el Cid presente, O los ánimos de piedra : Pues yo lo soy en su ausencia: « El instrumento de Dios. Que le suplico permita A precio de sangre buena : « En ese arqueton de plata Y cuando en mi pobre esfuerzo Se pongan esas banderas Que con su espada en dos años " Vos endono un rico don, Cupiere alguna flaqueza, A los ojos del glorioso Te ha ganado el Cid mas tierras « Estimadlo, Alfonso, en mucho, Mi principe de la Iglesia, Que te dejó el rey Fernando, La gran firmeza del Cid « Que merece estimación. En señal que con su ayuda Tu padre, que en gloria sea : Me ayuda desde Valencia : « Cinco coronas van ende Apenas enhiestas quedan Que en feudo desto lo tomes, No le venda ningún falso « Cada con su real pendón, Ni sus lisonjas le vendan, En toda España otras tantas, Y no juzguesá soberbia « Cinco cetros de oro puro Que dél y de mi, en su nombre, « Que de cinco reyes son, Y ya me parto por ellas : Que con parias de otros reyes No aseguro la cabe/a. Y le suplico me envie Él pague á su rey sus deudas; « Cinco llaves van también, Y tú, rey, que las lisonjas Mis fijas y mi Jimena, Y pues tú como señor « Que como á rey y señor Acomodas y aprovechas, Desta alma sola afligida Le quitaste su facienda, « Vos entriega el vuestro siervo, Haz de lisonjas murallas, Regalada y dulce prenda : Que bien puede como pobre « Non lo fleiera un traidor. Que si non mi soledad. Pagar con facienda agena. Y verás como pelean. « Chantaldas en vueso escudo, La suya al menos Je duela, Que fies en Dios y en él Perdona que con enojo « Que non menguareis de honor, Pierdo el respeto á tu alteza, « Farta sangre asaz me cuesta Porque de mi gloria goce Que te ha de hacer rico, mientras « Su prolija aquistacion. Ganada en tan larga ausencia. La mano aprieta á Tizona Y dame si me has de dar « Non deis nada al mandadero Mirad, Alvaro.no erreis, Y el talón hiere á Babieca. Del Cid las queridas prendas : A doña Jimena digo, « Que ya le he pagado yo, Que en cada razón de aquestas Y que gustes que en San Pedro « Que es Alvar Fañez Minaya, Lleváis delante del rey Se pongan estas banderas Y á sus dos hijas con ella, Pues te ofrezco su rescate « Un mi sirviente de pro :" Mi descargo y mi limpieza. A los ojos del glorioso Como si estuvieran presas. — <• Conocelde, señor rey, Decidlo con libertad, Gran principe de la Iglesia Levantóse el rey Alfonso, « Y fablalde con amor, Que bien se que habrá en la rueda En señal que con su ayuda Y á Alvar Fañez pide y ruega « Ya que yo no he alcanzado Quien mis pensamientos mida Apenas enhiestas quedan « Este agasajo de vos, Y vuesas palabras mesmas. En toda España otras tantas, Que se sosiegue y los dos Vayan á ver á Jimena. « Que et buen fablar en los reyes Procurad que aunque les pese Y ya se parte por ellas. .. Cuesta muy poco, señor, A los que mi bien les pesa, Que te suplica le envies « Y face vasallos leales, No lleven mas que la envidia Sus fijas y su Jimena, sxxii. — [Anónimo.) (1) « 1 A> que non face el temor, De mi, de vos, ni de ellas : Del alma triste afligida « Que non el temor y amores Y si en mi Valencia amada Regaladas dulces prendas: « El vasallo dosleale, « Comen en un plato, non, «. El desterrado, el traidor, No me hallareis á la vuelta, Y si non su soledad, « T el temido, pocas veces « El que non cupo en Castilla, Peleando me hallaredes La suya al menos te duela. « Fué amado de corazon. « Maguer que en ella nació, Con ¡os moros de Consuegra. Para que su alma goce « Diréis que aqueste Rodrigo a El aviltado de todos, Ganada en tan larga ausencia. « Siempre fué aconsejador, « Y mas que dellos de vos, No quisiera haber errado, « Y aína os dirán los tiempos xxxi. — (Anónimo.) « El que de sí non se miembra Que en cada palabra destas « Si teneis otro mejor, « Por tratar de vuestro pro, Te traigo, rey, de Rodrigo « Que non soy tan mal vasallo Llegó Alvar Fañez á Burgos « El que de vuesos denuedos Su descaigo y su limpieza. — « Que con muchos como yo A llevar al rey la empresa « Ya non se le acuerda, non, Apenas dio la embajada « Non restaurára de presto De cautivos y caballos, « Desde Valencia os envia Cuando la envidia revienta « Lo que el rey godo perdió. De despojos y riquezas. « Salud, otorgúeosla Dios. De envidiosos lisonjeros « Gocéis lo que os doy mil años, Entró á besarle la mano, •< Non satisface los tuertos Despues de liarle licencia, « Que hoy vos pongo en poses ion; Y corredores de orejas. « Que le ficisteis, señor, « Non quiero para mi nada, Y puesto ante él de rodillas Movióse un conde agraviado, « Pues dellos ha resultado « Solo cseucho vuestro amor, Este recaudo comienza : Y dijole al rey : — Tu alteza « Vuestro provecho y su honor. « Y que por la mí Jimena, — Poderoso rey Alfonso, No dé crédito á estas cosas, « Sus maldicientes perdona, « Que es dueña de gran valor, Reciba vuesa grandeza Que son engaños que ceban. « Aunque indignos de perdón, t Miredes y por mis fijas: De un lidalgo desterrado Querrá ahora el Cid Rodrigo « Que los divinos secretos « Solo vos pido este don La voluntad y la ofrenda. Con esto que te presenta « Tienen asaz gran fondon, Don Rodrigo de Vivar, Venirse á Burgos mañana « Que por donde el home cuida Fuerte muro en tu defensa, A confirmar tus ofensas. — Por envidia desterrado Caló Alvar Fañez la gorra

(1) Es la cari» que el Cid remitió ¿Altor IOCOII Alvar Fañez acompañando el ie¡>a!o que ielnzo. Porque Jimena y sus fijas No hiere mas de una vez « En pago de mis servicios, De San Pedro de Cardeña Vean que sois esforzado.— Al moro que osa aguardallo. « Si merecen galardón, Do el Cid las habia dejado. Salvadores lo cumpliera Fuido han en fin los moros « Que uon vos será afanoso Estando el Cid á placer Como el Cid lo habia mandado. Y el campo les han dejado; • Cumplir vuestra obligación. » Nuevas le habían llegado Dió de tropel en los moros, Mas yendo en su seguimiento Que el gran Miramamolin, De las huertas los ha echado: Con el rey moro habia dado. Rey de Túnez coronado. voló. — (Anónimo.) Firiendo iban en ellos, Tres veces ya lo ha herido, Venia á se la quitar Firiendo van y matando Mas el moro es bien armado Con gran gente de á caballo : Victorioso vuelve el Cid Hasta dentro de las tiendas Cincuenta mil eran estos. Y el caballo del buen Cid A San Pedro de Cardeña Que los moros han armado. Los de á pié uo tienen cabo. Mucho adelante ha pasado, De las guerras que ha tenido De allí se tornaron todos Con los moros de Valencia. El Cid como era valiente Y cuando tornára al moro Doscientos moros matando: Mucha tierra le ha cobrado, Las trompetas van sonando Y en armas tan aprobado, Preso queda Salvadores, No lo pudiera alcanzar. Por dar aviso que llega, Basteció bien los castillos Qtie por ser aventajado En un castillo se ha entrado: Y entre todos se señalan Y en todo puso recaudo; Se metió tanto en los moros De las gentes que traía Los relinchos de Babieca. Esforzó sus caballeros Que lo habian cautivado; Solamente habian quedado El abad y monges salen Como lo habia acostumbrado. Sacóle el Cid otro dia No mas de mil y quinientos, A recibirlo á la pueita. Subiera á doña Jimena Los moros desbaratando. Dando alabanzas á Dios Los mas muerto y cautivado. Y á sus fijas en su cabo Gran haber hubiera el Cid Y al Cid mil enhorabuenas. En una torre mas alta De oro y plata y de caballos, Apeóse del caballo, Que en el alcázar se ha hallado. xxxv. — (Sepúlveda.) Y una tienda la mas rica Y antes de entrar en la iglesia Miraron contra la mar, Que se viera entre crislianos. Tomó el peudon en sus mauos Los moros están mirando Ya se salen de Valencia A don Alvar Salvadores Y dice de esta manera: Viendo como armaban tiendas Con el buen Cid castellano — Suli de ti, templo santo. A gran priesa y gran cuidado. Sus gentes bien ordenada?. En la tienda lo ha hallado. Desterrado de mi tierra, Al rededor de Valencia Las de á pié y las de á caballo. De lo cual se alegró el Cid, Mas ya vuelvo á visitarte Grandes alaridos dando. Su seña lleva tendida Y á Valencia se ha tornado, Acogido en las agenas. Tañendo sus atambores Bermudez el esforzado, Y Jimena con sus fijas Desterróme el rey Alfonso Los aires van penetrando. Por la puerta la Cu'ebra Gran placer habian tomado. Porque allá en Santa Gadea Doña Jiuiena y sus fijas Salían todos al campo. Don Gerónimo arzobispo Le tome el su juramento Gran pavor habían cobrado. XXXVI. — (Anónimo.) (I) Cou mas rigor que él quisiera. Porque jamas habian visto Delante va bien armado Las leyes eran del pueblo, Tantas gentes en un campo; Para contra el moro rey Considerando los condes Que no escedí un pumo dellas. Esforzábalas el Cid Miramamolin llamado, Lo que el de Vivar vale Que venia contra el Cid Pues como leal vasallo De aquesta suerte fablando : Y que su fama se aumenta A le quitar lo ganado. Saque á mi rey de sospecha. — No temáis, doña Jimena, Por las fazañas que face, Cincuenta mil caballeros ¡O envidiosos castellanos, Al rey don Alfonso piden Y fijas que tanto amo, Trae el moro á su mandado, Cuan mal pagais la defensa Que con sus fijas les case, Mientras que yo fuere vivo las haces muy ordenadas Que tuvistes en mi espada Porque ser yernos del Cid De nuda tengáis cuidado, Ensanchando vuestra coica! Ambas se habian juntado; Que los moros que aquí vedes Es bien que puede estimarse. Veis aquí os traigo ganado Como los moros son muchos Vencidos habrán quedado, El rey por facelles bien Otro reino y mil fronteras. Luego le envió un mensage Y con el su gran haber, Y tan pocos los cristianos Que os quiero dar tierras tilias Que se viniese á Requena Fijas, os habré casado : Tiénenlos en grande aprieto, Aunque me echeis de las vuestras. Mas el buen Cid ha llegado Para que con él lo trate. Que cuantos mas son los moros Pudiera dárselo á estraños, Rodrigo, vista la nueva, Mas ganancia habrán dejado; A grandes voces diciendo, Mas para cosas tan feas Dió dello á Jimena parte, Y las bocinas que traen En Babieca cabalgado: Soy llodrigo de Vivar, « Dios ayuda y Santiago. » Que en tal caso las mugeres Y ante vos se habian tocado, Castellano á las derechas. Firiendo van en los moros, Suelen ser muy importantes. Servirán para la iglesia Firiendo van y maiando. Sabido, no gustó dello Deste pueblo valenciano.— Grande favor habia el Cid Y dijo al Cid : — Non me place Viendo entonces que los moros xxxtv. — (Sepúlveda.) En verse bien cabalgado De emparentar ron los condes. Por las huertas han entrado En su caballo Babieca, Maguer sean de linage, Aquese famoso Cid Derramados y esparcidos Mas fágase ende, Rodrigo, Con gran razón es loado; Sin orden y á mal recaudo, Y el brazo lleva bañado Lo que á vos mas os agrade, Ganada tiene á Valencia, A don Alvar Salvadores " En la sangre de los moros I Que no hay mengua de consejo De moros la ha conquistado: Le uijo: — Sed luego armado, Fasta el codo ensangrentado; En ella esta su muger, Tomareis doscientos horneo Fija del conde Lozano, De á caballo aderezados, i i ona Sol y doña Elvira Y haced una espolonada (0 Aquí empiezan los romances de los con- I hecha á las hijas del Cid, hasta que este los retó Poco ha que habuut llegado Contia los perros paganos, des de Camón, con sus bodas y la afrenta | por ello ante el rey Alfonso y las cortes. CUARTA PARTE. Do está el rey y vos estades. — Y el de Vivar con él parte Rodrigo partió á Requena, Y á dos leguas tnandó el rey El menor, Fernán González, xxxviii. — (Anónimo.) Y también el rey se parte Que no pasen adelante. Dió principio al fecho malo. Juntamente con los condes. Fuése Rodrigo á Valencia En zaga el Cid se escondió Non quisiera, yernos mios, Porque el Cid los vea y fable. Donde quiso se juntasen Bajo su escaño agachado. Haber visto tal guisado Despues de dicha una misa Los condes y caballeros Diego, el mayor de los dos, Cual el desle mal suceso, Delante el rey y los grandes Porque las bodas se acaben. Se escondió á trecho mas largo Maguer cuido algún gran daño. Por don Gerónimo obispo Cuando el Cid los vido juntos En un lugar tan lijoso I Son estas ropas de bodas ? Con muchas solemnidades. Díjole á don Alvar Fañez Que no puede ser contado. ¡ Haya mal grado el diablo! El rey al Cid apartó Que lo que el rey le mandó Entró gritando el gentío ¿ Qué pavor ha sido el vueso Da todos los circunstantes, Luego al punto efectuase, Y el león entró bramando, Que habéis fecho tal recaudo ? Y estas palabras propuso Que trajese á sus sobrinas, A quien Bermudo atendió Teniendo las vuesas armas Con gravedoso semblante : Y que á los condes ó infantes Con el estoque en la mano. ¿ Porqué fugisteis entrambos? — Bien sabedes, don Rodrigo, Que llaman de Carrion Aquí dió upa voz el Cid, ¿ Non estábades conmigo Para siquiera mi rallo? Que os tengo amor asaz grande, Al punto las entregase. A quien como por milagro Pedisteis al rey mis fijas í por vuestras cosas cuido Diéronselas, y los condes Se humilló la bestia fiera, Cuidando de valer algo, Con solicitud bastante : Con amorosas señales Humildosa y coleando. Non fice mi voluntad, Por ende habéis de saber Dieron muestras del contento Agradeclóselo el Cid, Mas fice en el su mandado. Que fice aqueste viaje Que deste suceso nace, Y al cuello le echó los brazos ¿ Vosotros sodes los novios Por fablaros de un negocio Porque es tan fuerte el amor Que importa con vos se fable. Y llevólo á la leonera Para mi vejez guardados? Y son sus efectos tales, Los ccndc-s de Carrion Faciéndole mil falagos. ¡ Buena vejez me daredes Que lo publican los ojos, Me han rogado que vos trate Aturdido está el gentío Siendo tan afeminados! Aunque la lengua lo calle. En que les deis mesas lijas Viendo lo tal, no acatando No quiero pasar de aquí, Fizo el obispo su oficio, Que ambos eran leones, Que si miro lo pasado Y quo con ellas los case, Dió bendiciones y paces, Mas el Cid era mas bravo. Reviento de pesadumbre Que estarán agradecidos Hubo fiestas ocho dias Vuelto pues á la su sala, Considerando este caso. — Si esta merced se les face, De cañas, toros y halles. Alegre y 110 demudado, Estas palabras el Cid Porque es gran razón se estimen Dió grandes dones el Cid Preguntó por sus dos yernos Les dijo muy enojado Fijas que son de tal padre. A los condes y magnates, Su maldad adivinando. Por haber así fuido Codician vuesa amistad, Que aquel que es grande en sus Bermudo le respondió: Del león los dos hermanos : Atienden al trato afable, Suele ser en todo grande. Agraviáronse los condes, Aman mucho vuesas cosas, — Del uno os daré recaudo, Que aquí se agachó por ver Y estiman á vuesa sangre. — Si el león es fembra ó macho. — Y con él quedan odiados. Agradeció el Cid entonces XXXVII.— (Anónimo.) Allí entró Martin Pelaez, Al rey la merced tan grande, Acabado de yantar, Aquel temido asturiano. Y díjole se sirviese xxxix. — (Anónimo) La faz en somo la mano. Diciendo á voces : — Señor, De todo lo que á él tocase, Durmiendo está el señor Cid Albricias, ya lo han sacado.— Si de moríales feridas Que dél, de fijas, de haberes En el su precioso escaño. El Cid replicó: — ¿ A quién? — Fincare muerto en la guerra, Ficiese lo que mandase, Guardándole están el sueño Él respondió: — A! otro hermano, Llevadme, Jimena mia, Que é! no casaba á sus filas, Sus yernos Diego y Fernando Que se sumió de pavor A San Pedro de Cardeña : Mas las da que se las case. Do no ge sumiera el diablo. Y el tartajoso liermudo, Y así buena andanza hayades Dióle el rey gracias por ello Miradle, señor, do viene, En lides determinado : Que me fagades la huesa Empero faceos á un lado Y mandó les entregasen Pablando están juglerías. Junto al altar de Santiago, Que habéis para estar par dél Ocho mil marcos de plata Cada cual p^ra hablar paso Amparo de lides nuesas. Para el dia en que se casen, Menester nn incensario.— Y por soportar la risa Non me curedes plañir, Y al tio de las doncellas, Desenjaularon al uno, Porque la mi gente buena Puesta la mano en los labios; Metieron otro del brazo, Que era el buen don Alvar Fañez, Cuando unas voces oyeron Viendo que falta mi brazo Mandó el rey que las tuviese Manchados de cosas malas Non fuya y deje mi tierra. Que atronaban el palacio De boda los ricos paños. Fasta que se desposasen, Diciendo : — Guarda el león, Non vos conozcan los moros l uego el rey llamó á los condes Movido de saña el Cid En vuestro pecho flaqueza, Mal muera quien lo ha soltado.- A uno y á otro mirando Y mr.r.dó que le besasen Sino que aquí griten armas, No se turbó don Bermudo, Reventando por fablar Las manos al Cid Ruy Díaz Empero los dos hermanos Y allí me fagan obsequias : Y le fagan homenage. Con la cuita del pavor Y por callar reventando, Y la Tizona que adorna Ficiéronlo asi los condes De la risa se olvidaron, Al cabo soltó la voz Esta mi mnno derecha Delante el rey y los grande?, Y esforzándose las voces El soberbio castellano, Non pierda de su derecho, Y convidó el Cid á todos En puridad se hablaron, Y los denuestos les dijo Ni venga á manos de fembra. Porque en sus bodas se hallen. Y aconsejáronse aprisa Que vos contaré despacio. Y si permitiere Dios Partióse el rey á Castilla Que no fuyesen despacio. Que el mi caballo Babieca Fincare siu su señor Y llamare á vuesa puerta, A deshacer el gran tuerto La Vitoria llevó el Cid A un moro venia siguiendo Abridle y acariñadle Con que tú le tienes esta. Y con ella entró en Valencia. Y muerto lo ha derribado. Y dadle ración entera, Envíatela á pedir, Recibiólo la ciudad Don Ordoño dijo al Cid : Que quien sirve á buen señor Y en viendo que no la dejas Con aplauso y buena estrena, — Señor, este yerno honrado, Buen galardón dél espera. Te apercibe á la batalla Deséanle mil saludes Que por bien os ayudar Ponedme de vuesa mano Y procura defendella — Para su amparo y defensa, Un moro mató en el campo El peto, espaldar y grebas, Oidas estas razones Y él contento y muy alegre De un golpe que le dió, Brazal, celada y manoplas, No faciendo dellas cuenta, Se va á ver á su Jimena. Suyo fizo este caballo.— Escudo, lanza y espuelas; Alegre responde el Cid, Mucho le plugo al buen Cid Y puesto que rompe el dia Mostrando mucha clemencia: De lo que le habia contado, xu. — (Sepúlveda.) Y me dan los moros priesa, — Dile al rey que se aperciba, Cuidando decir verdad Dadme vuesa bendición Que yo pondré mi defensa; En batalla temerosa Mucho á su yerno ha loado. Y Üncad enhorabuena.— Valencia me cuesta mucho Andaba el Cid castellano Juntos van por la batalla, Con esto saü'i Rodrigo Y no pienso salir della, Con Búcar, ese rey moro, Firlendo van y matando, De los muros de Valencia Porque he pasado en ganalla Que contra el Cid ha llegado Y en moros que los aguardan A dar la batalla á Búcar, Muy grandes cultas y penas. A le ganar á Valencia Haciendo van grande estrago. l Plegue á Dios que con bien vuelva I Gracias infinitas doy Que el buen Cid ha conquistado. A la infinita grandeza Los condes de Carrion En ella se hablan hallado, XLII. — (Lope de Vega.) (I) XL. — [Anónimo.) Que me otorgó la Vitoria En tan peligrosa guerra; Y contra un infante de ellos, Tirad,fidalgos, tirad La venida del rey Búcar A solo Dios lo agradezco, Fernán González llamado, A vuestro troton el freno, A la ciudad de Valencia Y á la sangre y gente buena Un moro viene corriendo Que en fuir de aquese modo Está consultando el Cid De mis parientes y amigos. Con fuerte lanza en su mano; Mostráis el pavor del pecho. Con muchos horoes de cuenta. Que también mucho les cuesta. Fuerte muestra el moro ser, De un home solo fuis. Estando en aquesta íabla El moro se despidió Según viene denodado. Mirad que no es de homes buenos Han entrado por la puerta Cobarde en ver su presencia, El conde que vido al moro Fuir en tal lid de un moro Sus yernos disimulando Y temeroso de oirle Huyendo va por el campo : Donde hay tantos que lo vieron. La traición que asaz le ordenan. Al rey le lleva la nueva. No lohabia visto ninguno Si non queredes morir Asiento les diera el Cid El Cid se queda ordenando Para que sea publicado. Como buen fidalgo á fierro, A la su mano derecha, Cosas sobre esta facienda, Si no fuera don Ordoño, Non viváis entre fidalgos fil temblando de atrevido Y conoció de sus yernos Escudero es muy honrado, Que fincan contino muertos. Y ellos tiemblan de flaqueza, La cobardía que encierran. Que del buen Cid es sobrino, Tornadvos luego á Valencia, Que los ánimos cobardes Mandóles que se quedasen De Pedro Bermudo hermano. Que si non facéis mas qu'eso Carecen de fortaleza. Porque no prueben sus fuerzas Ordoño fué contra el moro, También saldrán á lidiar En estas fablas estando, Ellos temerosos desto, Con su lanza lo ha encontrado, Las damas que quedan dentro. Mal andanza vos dé Dios, Toda la gente trae nuevas Corridos de tal afrenta, Y firléndolo en ios pechos Con cajas, pífanos, trompas, Pues con aspecto tan feo Le dicen que han de ir con él Pasólo de lado á lado. De como los moros llegan. Así en público fuis, A tan peligrosa empresa. El pendón que va en la lanza Subióse el Cid con los suyos ¿ Qué vos dirán en secretoP Junta3 las gentes del Cid Todo sale ensangrentado: A una torre tan soberbia Mala doctrina tomastes Sus haces trazan y ordenan, El moro cayera muerto, Como son sus pensamientos De mi tio vuestro suegro, Todos salen al real Don Ordoño se ha apeado Que igualan á las estrellas. Pues non manchais la Tizona Puesto de pechos el Cid Y el Cid con tanta braveza, Y el caballo que traia Deshonrando el honor viejo. En las soberbias almenas, Que los moros temerosos Con las armas le ha tomado. Decides que sois fidalgos, Miraba al rey que ha llegado Sus haces juntan apriesa. Llamó á su cuñado el conde, Pues yo vos juro á San Pedro Con el ejército y tiendas, Al son de pífano y cajas Esto le estaba hablando : Que tales desaguisados De que sus cobardes yernos La batalla se comienza. — Cuñado Fernán González, Non facen fidalgos buenos. Ya se temen y recelan. Animándolos Rodrigo Tomad vos este caballo, Las armas traéis doradas, El Cid ha sido avisado Que lleva la delantera; Decid que al moro matasteis Non las regaleis, mancebos, Que un recaudo del rey llega, Con su gente puesta en órden Que en él venia cabalgando. Porque son fierros dorados Bajóse por recibillo La batalla les presenta. Que en dias que yo viviere Que publican vuestros yerros. Sin bajar su fortaleza. Embístense ambas las partes, Non diré yo lo contrario, Tomad aquese caballo A las razones del moro Y en la batalla sangrienta Non faciendo vos porqué. Del moro que yace muerto, Atiende el Cid con prudencia Diez y ocho reyes prende, Siempre se estará encelado.— Y decid que le vencistes, Y á todos ellos prendiera. Estando en estas razones Que de callar os prometo. Y turbado de su aspecto Mas poniendo á ios piés alas Ei buen Cid habia llegado, Le dice desta manera : Desembarazan la tierra, — El rey Búcar, mi señor, Y aunque costó mucha sangre Ha venido de su tierra l Durando tan grande pieza, (i) AI miimo asunto del anterior. Y llamare á vuesa puerta, A deshacer el gran tuerto La Vitoria llevó el Cid A un moro venia siguiendo Abridle y acariñadle Con que tú le tienes esta. Y con ella entró en Valencia. Y muerto lo ha derribado. Y dadle ración entera, Envíatela á pedir, Recibiólo la ciudad Don Ordoño dijo al Cid : Que quien sirve á buen señor Y en viendo que no la dejas Con aplauso y buena estrena, — Señor, este yerno honrado, Buen galardón dél espera. Te apercibe á la batalla Deséanle mil saludes Que por bien os ayudar Ponedme de vuesa mano Y procura defendella — Para su amparo y defensa, Un moro mató en el campo El peto, espaldar y grebas, Oidas estas razones Y él contento y muy alegre De un golpe que le dió, Brazal, celada y manoplas, No faciendo deltas cuenta, Se va á ver á su Jimena. Suyo fizo este caballo.— Escudo, lanza y espuelas; Alegre responde el Cid, Mucho le plugo al buen Cid Y puesto que rompe el día Mostrando mucha clemencia: De lo que le habia contado, xu. — (Sepúlveda.) Y me dan los moros priesa, — Dile al rey que se aperciba, Cuidando decir verdad Dadme vuesa bendición Que yo pondré mi defensa; En batalla temerosa Mucho á su yerno ha loado. Y Üncad enhorabuena.— Valencia me cuesta mucho Andaba el Cid castellano Juntos van por la batalla, Con esto sali'i Rodrigo Y no pienso salir della, Con Búcar, ese rey moro, Firiendo van y matando, De los muros de Valencia Porque he pasado en ganalla Que contra el Cid ba llegado Y en moros que los aguardan A dar la batalla á Búcar, Muy grandes cultas y penas. A le ganar á Valencia Haciendo van grande estrago. l Plegue á Dios que con bien vuelva! Gracias infinitas doy Que el buen Cid ha conquistado. A la infinita grandeza Los condes de Carrion En ella se hablan hallado, XLII. — (Lope de Vega.) (I) XL. — [Anónimo.) Que me otorgó la Vitoria En tan peligrosa guerra; Y contra un infante de ellos, Tirad,fidalgos, tirad La venida del rey Búcar A solo Dios lo agradezco, Fernán González llamado, A vuestro troton el freno, A la ciudad de Valencia Y á la sangre y gente buena Un moro viene corriendo Que en fuir de aquese modo Está consultando el Cid De mis parientes y amigos. Con fuerte lanza en su mano; Mostráis el pavor del pecho. Con muchos horoes de cuenta. Que también mucho les cuesta. Fuerte muestra el moro ser, De un home solo fuis. Estando en aquesta falda El moro se despidió Según viene denodado. Mirad que no es de homes buenos Han entrado por la puerta Cobarde en ver su presencia, El conde que vido al moro Fuir en tal lid de un moro Sus yernos disimulando Y temeroso de oírle Huyendo va por el campo : Donde hay tantos que lo vieron. La traición que asaz le ordenan. Al rey le lleva la nueva. No lohabia visto ninguno Si non queredes morir Asiento les diera el Cid El Cid se queda ordenando Para que sea publicado. Como buen fidalgo á fierro, A la su mano derecha, Cosas sobre esta facienda, Si no fuera don Ordoño, Non viváis entre fidalgos fil temblando de atrevido Y conoció de sus yernos Escudero es muy honrado, Que fincan contino muertos. Y ellos tiemblan de flaqueza, La cobardía que encierran. Que del buen Cid es sobrino, Tornadvos luego á Valencia, Que los ánimos cobardes Mandóles que se quedasen De Pedro Bermudo hermano. Que si non facéis mas qu'eso Carecen de fortaleza. Porque no prueben sus fuerzas Ordoño fué contra el moro, También saldrán á lidiar En estas fablas estando, Ellos temerosos desto, Con su lanza lo ha encontrado, Las damas que quedan dentro. Mal andanza vos dé Dios, Toda la gente trae nuevas Corridos de tal afrenta, Y firiéndolo en ios pechos Con cajas, pífanos, trompas, Pues con aspecto tan feo Le dicen que han de ir con él Pasólo de lado á lado. De como los moros llegan. Asi en público fuis, A tan peligrosa empresa. El pendón que va en la lanza Subióse el Cid con los suyos ¿ Qué vos dirán en secretoP Junta3 las gentes del Cid Todo sale ensangrentado: A una torre tan soberbia Mala doctrina tomastes Sus haces trazan y ordenan, El moro cayera muerto, Como son sus pensamientos De mi tio vuestro suegro, Todos salen al real Don Ordoño se ha apeado Que igualan á las estrellas. Pues non manchais la Tizona Puesto de pechos el Cid Y el Cid con tanta braveza, Y el caballo que traia Deshonrando el honor viejo. En las soberbias almenas, Que los moros temerosos Con las armas le ha tomado. Decides que sois fidalgos, Miraba al rey que ha llegado Sus haces juntan apriesa. Llamó á su cuñado el conde, Pues yo vos juro á San Pedro Con el ejército y tiendas, Al son de pífano y cajas Esto le estaba hablando : Que tales desaguisados De que sus cobardes yernos La batalla se comienza. — Cuñado Fernán González, Non facen fidalgos buenos. Ya se temen y recelan. Animándolos Rodrigo Tomad vos este caballo, Las armas traéis doradas, El Cid ha sido avisado Que lleva la delantera; Decid que al moro matasteis Non las regaleis, mancebos, Que un recaudo del rey llega, Con su gente puesta en órden Que en él venia cabalgando. Porque son fierros dorados Bajóse por recibillo La batalla les presenta. Que en dias que yo viviere Que publican vuestros yerros. Sin bajar su fortaleza. Embístense ambas las partes, Non diré yo lo contrario, Tomad aquese caballo A las razones del moro Y en la batalla sangrienta Non faciendo vos porqué. Del moro que yace muerto, Atiende el Cid con prudencia Diez y ocho reyes prende, Siempre se estará encelado.— Y decid que le vencistes, Y á todos ellos prendiera. Estando en estas razones Que de callar os prometo. Y turbado de su aspecto Mas poniendo á ios piés alas Ei buen Cid habia llegado, Le dice desta manera : Desembarazan la tierra, — El rey Búcar, mi señor, Y aunque costó mucha sangre Ha venido de su tierra l Durando tan grande pieza, (i) AI miimo asunto del anterior. 58 ROMANCES DEL CID. Como á dueñas hijosdalgo El Cid al rey se ha quejado. Galanes sois entre damas. — Así faga á vos, señor, Mis hijas, pues que á vosotros El rey como aquesto vido, Sed valientes entre perros. Buena sea vuestra llegada. Por mugeres las he dado. — Tres cortes había armado. Porque non digan de vos Siete años ha, rey, siete, Ellos ambos le prometen A los que os han parentesco : Que soy vuestra enamorada. De obedecer su mandado. XLY. — {Anónimo.) Y á Dios, que quiero partirme, — Otros tantos ha, señora, Ya cabalgaban los condes, Porque el Cid mi tio es viejo, Que os tengo dentro en mi alma. — Y el buen Cid ya está á cabailo En las malezas de un monte Y le quiero ir á ayudar. Ellos estando en aquesto Con todos sus caballeros, Desnudas por gran traición, Pues no le ayudan sus yernos. — El buen'Cid ya se asomaba. Que le van acompañando. Dos soles'contempla el mundo Esto dijo el buen Bermudez — A Dios, á Dios mi señora. Por las huertas y jardines Doña Elvira y doña Sol, Porque el infante don Diego La mi linda enamorada. Van riendo y festejando : Hijas de Jimena Gómez En la vega de Valencia Que del .caballo Babieca Por espacio de una legua Y del buen Cid Campeador, Fuyó de un moro gran trecho. Yo bien oigo la patada. — El Cid los ha acompañado. Regalo del alma suya | Do la yegua pone el pié Cuando deilas se despide, Y prendas del corazon. Babieca pone la pata. Lágrimas le van saltando. xuu. — (Anónimo.) (I) Allí en la blanca azucena El Cid fablára al caballo, Como hombre que ya sospecha Muestra el lirio su color, Helo, helo por do viene Bien oiréis lo que fablaba : La gran traición que han armado, Y en dos albas claras bellas El moro por la calzada, — Reventar debia la madre Manda que vaya tras ellos l.a grana por arrebol: Alvar Fañez su criado. Caballero á la gineta Que á su hijo no esperaba. — Dos cielos que llueven perlas Encima una yegua baya, Vuélvese el Cid y su gente, Siete vueltas la rodea Y eslrellas dan al licor, Borceguíes marroquíes Al derredor de una jara, Y tos condes van de largo. Y entre aljófar y corales La yegua que. era ligera Y espuela de oro calzada, Andando con muy gran priesa, Esta voz forma el dolor: Muy adelante pasaba Una adarga ante los pechos En un monte habian entrado ¡Ay duro roble! Fasta llegar cabe un rio Y en su mano una azagaya. Muy espeso y muy oscuro, ¡Ay soledad! ¡ay breña! Adonde una barca estaba; Mira y dice á esa Valencia : De altos árboles poblado; ¡Ay quien del mundo fia! tómo sueña? El moro desque la vldo — De mal fuego seas quemada, Mandan ir toda su gente — ¡ Ay, aleves condes, dicen. Con ella bien se folgaba, Primero fuiste de moros Ade'ante muy gran rato, Cuan ciegos en vuestro error Grandes gritos da al barquero Que de cristianos ganada. Quédanse con sus mugeres Dejáis presas nuestras manos, Que le allegase la barca : Si la lanza no me miente, Tan solos Diego y Fernando. Sueltas las del vengador I El barquero es diligente, A moros serás tornada, De sus caballos se apean, ¡Ay famoso Cid! tus obras Túvosela aparejada, Y á aquel perro de aquel Cid Ganadas con tu valor, Embarcóse presto en ella, Y las riendas han quitado; Prenderélo por la barba, Hoy en duros robles mueren Que no se detuvo nada. Sus mugeres que lo ven Su muger doña Jimena A manos del desamor. Estando el moro embarcado Muy gran llanto han levantado; Será de mi captivada, Mil baluartes y muros El bueu Cid se llegó al agua, Apéaulas de las muías Y su hija Urraca Hernández Cada cual para su lado; Ha derribado el temor Será la mi enamorada, Y por ver al moro en salvo Como las parió su madre De tu brazo, á quien ultrajan Despues de yo harto della De tristeza reventaba, Ambas las han desnudado, Las chozas de Carrion. La entregaré á mis compañas. - Mas con la furia que tiene ¡ Espanto de mil traiciones! Y luego á sendas encinas El buen Cid no está tan lejos Una lanza le arrojaba, Ya dirá el mundo traidor Que todo no lo escucliára. Las han fuertemente atado. Que se le atreven los condes Y dijo : Coged, mi yerno, Cada uno azota la suya — Venid vos acá, mi fija, Al que es de reyes señor: Arrecogedme esa lanza, Con riendas de su caballo; Mi fija doña Urraca, ¡Ay duro roble, etc. Que quizá tiempo verná La sangre que dellas corre Dejad las ropas contfnas Que os será bien demandada. El campo t eñe bañado; ¿Ay honor, prenda del alma! Y vestid ropas de Pascua, Mas no contentos con esto, Decidle al Cid que os ganó XLIV. — {Anónimo.) (2) A aquel moro hi de perro Allí se las han dejado. Entre lanzas de dos hierros De concierto están los condes Detiénemelo en palabras. Su primo que las hallára, Que en uno solo os perdió, Mientras yo ensillo á Babieca Hermanos Diego y Fernando, Como hombre muy enojado id luego, no vais agora, Y me ciño la mi espada. Afrentar quieren al Cid, A buscar los condes iba, Pero no lo haréis vos, no, La doncella muy fermosa Que aborrecéis á desnudos Y han muy gran traición armado. Y como no los ha hallado, Se paró á una ventana, Quieren volverse á sus tierras, El moro desque la vido Volvióse presto para ellas Y á deshonrados mejor. Sus mugeres demandando, Desta suerte. le fablára: Muy pensativo y turbado : Id, pues que sois tan altivo, Y luego les dice el Cid, Decid al rey en León — Alá te guarde, señora, En casa de un labrador Cuando las hubo entregado : Que se duela cuando os mire Mi señora doña Urraca. Allí se las ha déjalo. — Mirad, yernos, que tratedes Vase para el Cid su tio, O que os vuelva cual os vió : Todo se lo ha contado; Y en tanto destas montañas Con muy gran caballería Con tierna lamentación (I) Es por antigüedad y popularidad uno de (5) Con pocas variantes es el mismo que mas Por ellas ha enviado. Volveremos de las fieras los mas interesantes que se bailan en la colec- modernizado se baila en el Romancero del CU. De aquesta tan grande afrenta EQ piedad dulce el rigor. ción. Amarradas á dos robles Dejadme, doña Jimena. Ay duro roble! Secretos del cielo son, Así empezó á lamentarse : Non me tollais el rencor, I Ay soledad! ; Ay breña! Cuya voz y cuya causa —; Cómo es qw ansí se írale Que me empacha la vergüenza 1 Ayl quien del mundo fia ¡cómo sueña! Está reservada á Dios. La honra de mi lio y vuestro padre ! - Que todas mis fechorías No tuvo la culpa el Cid No quiso llegará ellas Manchen mis suertes siniestras. Que el rey se lo aconsejó; XLVI. — (Anónimo.) Mientras los dos miserables ¿ A mis fijas, falsos condes, Mas buen padre teneis, dueñas, Al peregrino suceso Y á mis acatadas dueñas. Que vuelva por vueso honor. Al cielo piden justicia Dieron fin para ausentarse. Canes, facéis tales tuertos, De los condes de Carrion Bien se atreviera á los dos Tenudas en lueñas tierras? Ambas las fijas del Cid ¿ A mi, que vos di bumildoso Doña Elvira y doña Sol. XLVII. — (Anónimo.) Y á ciento de su linage, Si no fuera en guarda suya Mis fijas cuando os las diera A sendos robles atadas Atended á la mi fabla, De m i pulidas garnachas Dan gritos que es compasion, Una gran cuadrilla infame; Aleves yernos del Cid, Y viendo que estaban solas. Guarnidas y ricas prendas? Y no las responde nadie Cobardes como traidores, Triste ante sus ojos parte, Fndonévos mis espadas, Sino el eco de su voz. Que siempre es cobarde un vil. Que es propio en un pecho noble Lo mejor de mi facienda, El menosprecio y afrenta ¿ Homes buenos sois vosotros? Cuando no puede vengarse. Y en dos mil maravedís ' Non sois, si canalla ruin, Sienten, que las llagas non, Al cíelo vuelve los ojos Me empeñára yo en Valencia; Que el Cid en sus fechorías Que es dolor á par de muerte Reventando de corage, Cadenas de oro de Arabia En la muger un baldón. Da demonstracion de si. Y dice, mirando atento Con buenos ingenios fechas, Tal fuerza tiene consigo Non fuyais, aleves condes, Que en la su mandaderia Que non vos valdrá el fuir, De sus primas las señales: I-a verdad y la razón, — / Cómo es que ansí se trate, etc. Me enviára el rey de Persia; Que hallan en los montes gentes Que es águila la venganza Caballos os di ruanos, Cuando el agravio es neblí. Si vuestra honra es la mía. Y en las fieras compasion. Y para en plaza seis yeguas, Un home solo os va en zaga, No es bien honrado me llame A los lamentos que hacen, Sendas capas de contray Non fuyais, facelde huir, Si no gano como fuerte Por allí pasó un pastor. Ix> que hoy pierdo por cobarde. Con los aforros de felpa; Por donde no puso pié Mas es la razón gigauie Que se acompaña con mil. Entended, aleves condes, ¿ Y en pago de mis fiducias, Cosa humana, si ahora non. Que á mi tio no afrentastes. Y en pago de mis recuestas Danle voces que se acerque, Volved, que non me desmayan Las espadas que ceñis, Ni que se mancha tal paño Me las enviades, condes, Y él non osa de pavor. Que el Cid las cubrió de sangre, Con cuatro gotas de sangre. Azotadas sin vergüenza. Que son hijos de ignorancia Pero vosotros de orin- No puede, aunque fué en dos primas, Sus albos cuerpos desnudos, El empacho y el temor. Sus dos fijas le azotasteis; Afrenta aquesta llamarse, Ligadas sus manos bellas. — Por Dios te rogamos, home, Pero fié tuerto, que al fin Si el Cid que el baldón recibe Sus crenchas desmelenadas, Que hayas de nos compasion, Al Cid ofendeis y á Dios, No lo escucha ni lo sabe; Sus tristes carnes abiertas? Asi tus ganados vayan Al rey Alfonso y á mí : Mas desátenvos mis manos, Voto hago al Pescador Siempre de bien en mejor, Todos cuatro son leones, Que del recibido ulirage Que gobierna nuestra Iglesia, Nunca les falten las aguas Y mas bravos, si advertís, Venganza nos dará el cielo, Y mai grado haya con él En el estío y calor, Que tomarán la venganza Si yo no fueie bastante : Cuando ¡e fable en Cardeña, Las yerbas no se les sequen Sin pasta ni menjuí. — / Cómo es que ansí se trate, etc. Si en Fromesta y Carrion, Con la helada y con el sol, Desta suerte á los infantes, Torquemada y Valenzuela, Con su capa ¡as cubría Tus tiernos Ojuelos veas Dando rienda á su rocín, Villas de vuesos condados, Que están desnudas al aire, Criados en bendición, Los sigue el valiente Ordoño, Queda piedra sobre piedra. Mieiilras la noche vecina Y peines tus blancas canas El buen sobrino del Cid. Antoliuez testimonio, Su manto piadoso esparce. Sin dolencia y sin lesión; Pelaez vino con ellas; A la choza de un pastor Que desates nuestras manos, Vinieron á repararse, Yo vos pondré la caluña Pues que las tuyas non son XLVIII. — (Anónimo.) Que á veces pueden humildes Tal que atemorice en vella ; Como las que nos ataron Hacer merced á los grandes. Quecou ella y mi razón, De malicia y de traición.— No con poco sentimiento En esto amaneció el dia, Ellos y sus parentelas Estando en estas palabras, Mira á los condes infames Han de fincar á mis manos, El buen Ordoño llegó Entre unas ramas oculto Y el pastor corriendo parle A mis agrav ios desfechas. En hábito de romero El cuidadoso Alvar Fañez (I). A dar las nuevas al Cid, Camperos tiene el buen rey De órden del Cid su señor: Al mandato de su tío Y asi replica Alvar Fañez : Que vos apañen y prendan; Prestamente las desata Obedece, porque sabe — , Cómo es que ansi se trate Fagame justicia en todo La honra de mi tio y vuestro padre ! Disimulando el dolor. Que las sospechas dudosas Y tendré mi ispada queda. — Ellas que no conocieron Suelen engendrar verdades. Foto fabió y dijo el Cid, Juntas lo abrazan las dos; Viendo desnudas sus primas XLIX. — (Anónimo.) Y cabalgando en Babieca Llorando les dice : — Primas, A la inclemencia del aire Partió de Valeucta á Burgos Elvira, toilá el puñal. A dar al rey su querella. Doña Sol, tiradvos fuera, (0 En este romance se pone á Alvar Fañez en lugar de Ordoño que se baila en oíros. Non me tengades el brazo. L. — (Anónimo.) Non fablando en nuestros fechos, Sacará del fuego mió En las armas reverbera. Qae yo pondré la demanda La Tizona los tizones, Caminan por sus jornadas, Lloraba doña limeña De lo que les di primero, Y la famosa A sus solas con el Cid Y á la vista de Requena La faciendá, plata y oro. La mancha de mis pasiones. La afrenta de sos dos fijas, Detuvo la rienda el Cid, Las espadas amen d'eso, Por mi aviso y vuesa mano Que no quiso entrar en ella. Y asi comenzó á decir : Y pediré el desacato Que á mi venganza se ponen, Acordóse en aquel punto — ¿Cómo es posible, señor, Que á mis fijas les licieron. Desde luego la esperanza Que allí fué la vez primera Siendo temido en la lid, Me promete alegres dones. Que le llamó el sesto Alfonso Que os afrentasen dos bornes, Estando él quieto en ella. No siendo bastantes mil? Lil. — (Anónimo.) — Asi suceda, Jimena, — El famoso Cid responde, Con grave y severa voz, Y si aquesto no vos duele, Asida está del estribo Y abajando !a cabeza Levantando la visera Ved que á mi padre perdí La noble limeña Gómez, Por ser vos tan vengativo Picó á Babieca y partióse. Y afirmado en los estribos. Y en tanto que al Cid le habla, La dice desta manera : En las cosas que sentís. El Cid su gaban compone. Considerad vuesas fijas, — Teatro de mi deshonra — Mirad, le dice, señor. LUÍ. — (Anónimo.) (1) Aquesas que yo parí, Do se hizo la tragedia Que la sanare de aquel conde Recibiendo el alborada En que mis aleves yernos Que non son fijas prestadas, Que matasteis bueno á bueno Que viene á alegrar la tierra Fueron los autores della ¡ Sinon de vos y de mi. Que la vengúete como noble. Tocaban á recoger Principio de mi desdicha, Es bien que aquesto miredes, A las cortes vais, buen Cid, Seis clarines por Valencia. Do sin ser jueves de cena Y que esa gente ruin Y á lo que os lleva á la corte Don Rodrigo de Vivar, Comieron con faz doblada Non se atreva á facer tal lia de dar corle la espada, El buen Cid, su gente apresta Ambos Judas á mi mesa : Sabiendo que sois el Cid, Porque no tiene otro corte. Para partir á Toledo, Al rey v<5 á pedir justicia. Pues no faltarán salida Al rey «abrán prevenido Que á cortes el rey le espera. Ruego á Dios que no la tuerza, Para poderse eximir. Y á sus amigos, los condes, Ya la plaza del palacio Que á postre de mi venganza Si es bien que aquesto sintades Que es de cobardes muy propio Está de gente cubierta, No estareis en mi frontera. — Parto os he dicho, sentid. Socorrerse de invenciones. De escuderos y fidalgos Y llevado de furor Esperando que el Cid venga. No aceteis del rey Alfonso Puso al caballo las piernas Él sale ya do la sala, U. — (Anónimo.) Escusas, ruegos ni dones, Contra la flaca muralla, Ya está en medio la escalera, Que mal se cubre una injuria Que de verle airado tiembla. Después que una fiesta fizo Con afeite de razones. Y sálenle á acompañar Al santo y divino Pedro Considerad vuesas fijas Sus dos fijas y Jimena. Aquel que africanos moros Amarradas á dos robles, Abrázalas ccrtesmente i.iv. — (Anónimo.) Pagaron tributo y pecho, De quien hoy tiemblan las hojas Y ruégales que se vuelvan, Hizo una junta en su casa Condolidas de sus voces; Tres cortes armára el rey De parientes y bornes buenos, Que en ver presentes sus fijas Todas tres á una sazón. Y mirad que aquella ofensa Tiene presente su afrenta. Las unas armára en Burgos, Y como juntos los vido Contra mí fecha en el monte, Descendió fasta el zaguan Las otras armó en León, El buen Cid les dijo aquesto : Descubre en vos las señales, Donde estaba su Babieca, Las otras armó en Toiedo — Bien sabéis, amigos mios. Y en mis fijas los azotes. Que de ver triste á su amo Donde los hidalgos son, La fajan a do mis yernos: Dios os guarde donde vades, Casi siente su tristeza, Para cumplir de justicia ¡ Bien me pagaron las obras Que son los competidores Salió en cuerpo hasta la plaza AI chico con el mayor. Que en Valencia hice por ellos! Crueles como cobardes, Armado con armas negras. Treinta días da de plazo, Con riendas ine las pagaron, Como cobardes traidores. Sembradas de cruces de oro Treinta dias, que mas non, No teniendo rienda en ellos Yo sé bien que vais seguro. Desde la gola á las grebas. De ponellas en mis fijas Y el que á la postre viniese Si no fuere de traiciones, Vió su gente tan lucida Azotadas en desiertos: Que lo diesen por traidor. Que atrevidos con mugeres Y en la ventana á Jimena, Veinte nueve son pasados Y agora el rey de León Nunca lo son con los hombres. Y por facer lozanía Los condes llegados son. Dice por su mandadero No entreis, señor, en batalla, Puso al caballo las piernas. Treinta d as son pasados Que dentro de treinta dias Que menguáis viresos blasones Llevó los ojos de todos, Tengo de estar en Toledo. Honrando con vuesa espada Y el buen Cid non viene, non. Asi vos suplico y pido, Una sangre tan enorme. Y al cabo de la carrera Alli habliran los condes: Aunque no es menester ruegos El que venció á tantos reves Quitó á Jimena la gorra — Señor, dadlo por traidor — Para amigos tan leales No se iguale á aquestos homes, Y tocaron las trompetas. Respondiérales el rey : Teniendo fidalgos pechos, Que relinchos de Babieca Todos siguieron tras él, — Eso non faria, non. Non se fabie allá en las cortes, Han vencido otros mejores. 1 Cuán lucida gente lleva! Que el buen Cid es caballero Nio perdamos el respeto Cobrad vuesas dos espadas Pues alegre el sol de vellos I De batallas vencedor, Ai rey, que non es razón, Para Bermudo y Ordoñez, Juzgando bien y derecho. Que ellos pondrán en sus filos Non se descomida nadie El uso de vuesos golpes. (i) Romances desde la partida del Cid para vengar la afrenta que recibid de sus yernos los condes de Carríon. Pues que en todas las mis cortes Cuando á mis fijas casára Todo lo gobierna el ciclo Los de la caballería. Non lo había otro mejor. — Contra la mi voluntad, Con su nivel y destino, F.l Cid llamó á un escudero, Ellos en aquesto estando, De mi Jimena y mi casa; Desde la tierra á su altura Muy fidalgo en demasía, El buen Cid allí asomó. Y que por facer la suya Y desde el cielo á su abismo. Fernán Alfonso ha poi nombre, Con trecientos caballeros, Y cumplir la su palabra, Al pavón le dió los pies, El Cid criado le habia. Todos fljosdalgo son, Yo folgué que se ficiesen Al águila el corvo pico, Mandóle tome un escaño Todos vestidos de un psño, Aquestas bodas amargas. Y al león la calentura. Que de Valencia traia, De un paño y de una color, Diréle yo cómo Ordoño Porque esten menos altivos. Que. se lo ganó al rey moro Si no fuera el buen Cid Las falló tan mal paradas Que traia un albornoz; Dos fijas tengo, señor, Cuando en ella lo vencia. Y desnudas de las ropas El albornoz era blanco ; Y porque le hurté al serviros Mandóle que le pusiese Que les diera para honrallas; Parecía emperador, El tiempo del engendrallas. Donde el rey tenia su sdla, Y si los ojos me dejan Capacete en la cabeza Las engendré con delito. Escuderos fijosdalgo Contar tan malas fazañas. Que relumbra como el sol. Agraviáronlas traidores, Mancó lleve en compañía Diré cómo las toparon Y por haberse atrevido, Y que guarden el escaño — Dios vos mantenga, buen rey, En el monte aprisionadas, Aunque mi brazo pudiera, Hasta que sea otro día. Y á vosotros sálveos Dios. Y pediré que en sus córtes Solo al vueso lo remito. Todos llevan el escaño, Que non fablo yo á los condes, Desagravie aquestas canas, Dos cobardes las ofenden Que es hermoso á maravilla, Que mis enemigos son.— Que el deshonor de mis fijas Cuyos corazones tibios Sus espadas á los cuel'os, Allí dijeron los condes, las tienen avergonzadas. Al temor hacen altares ¡ Oh qué bien que parecían! Fablaron esta razón: Y de tan grande traición Y le ofrecen sacrificios. Pusieron el rico escaño — Nos somos fijos de reyes, Faré un reto, una demanda Carrion les da tributo Donde el Cid mandado había, Sobrinos de emperador, A los condes, si tuvieren Como la fama al olvido, Cubierto de ricos paños ¿ Merescimos ser casados La faz para sustentalia. Y por tal yo me querello, De oro, seda y pedrería. Con fijas de un labrador? — Cobraré allí mis dos joyas, De tal injuria ofen ¿ido. Otro dia de mañana, Allí hablara el Cid, Pues están mal empleadas Levante vuesa justicia Despues que el rey oyó misa, Bien oiréis lo que fabló : En poder de dos traidores El peso con el cuchillo. Fuése para los palacios Mi Tizona y mi Colada: — Convidáraos yo á comer, Que aunque sayo sea el peso Con muy gran caballería. Buen rey, toinástelo vos, Y vos, amigo Martin, El pesar ha de ser mió. Solo el Cid no va con él, Y al alzar de los manteles Quedareis desta vegada Si la justicia en las armas Que en su posada yacía. Dijistes esta razón: Como señor de mis tierras, Falló el natural abrigo, Garci Ordoñez, ese conde Que casase yo mis fijas Por mi falta gobernallas. Ya sirvo yo con las unas, Que al buen Cid muy mal queria, Con los condes de Carrion. Acudiréis á Jimena Faced justicia y castigo. Cuando viera aquel escaño, Diéraos yo en respuesta A servilla y regalalla, Si Dios es justo y el horae Al rey dijo desta guisa : Con respeto y con amor: Tendreis mucha cuenta en esto. Tan obligado a servillo, — Por merced os pido, rey, Preguntarélo a su madre, Catad que os dejo en mi casa. En cuanto mas le imitare Oigáis lo que yo decía : Su madre que las parió, Será mas justo y mas digno. Aquel tálamo que armaron Preguntarlo he yo á su ayo, Junto de la vuesa silla Al ayo que las crió. LVI.— (Anónimo.) ¿ Para cuál novia se armó ? Dijérame á mí el ayo: LVH. — (Anónimo.) Años hace, el rey Alfonso, Pregúnteos, ¿verná vestida « Buen Cid, non lo fagais, non, Que solo en vueso servicio De almejías ó alquiceles, Que los coníles son muy pobres A Toledo había llegado El arambre de Tizona Ruy Diaz, que el Cid decían, O cómo verná guarnida? Y tienen gran presunción: » Apenas lo he visto limpio, A córtes del rey Alfonso, Mandadle quitar de allí, Mas por non contradeciros, Y que mi pobre Jimena, Que por su amor las hacia Porque á vos pertenecía.— Buen rey, ficiéralo yo. Nacida en contrario signo, Para le dar gran derecho Fernán Alfonso lo oyó, Treinta dias duraron las bodas, Fué por mí sola de padre De la gran alevosía A' conde le respondía : Que non quisieron mas, non, Como por vos de marido. Que sus yernos los infantes — Onde, muy mal razonado?. Cien cabezas yo matára Ella mi ausencia ha llorado De Carrion fecho habían. Mucho mil dello os vernia, De mi ganado mayor: El medio lecho vacío, En palacios de Galiana Que decides mal de aquel De gallinas y capones, Mientras que yo derribaba El rey mandado tenia Que muy mas que vos valia. Buen rey, non lo cuento, non. Mil estandartes moriscos. Que se junten á las cortes No novia, como decís, Testigos tengo presentes, Todos los que allí vendrían. Y sí decís que mentía, La silla del rey Alfonso, LV. — (Anónimo.) Y vos, rey, sois buen testigo Las manos yo vos pondré Que era muy hermosa y rica, Que he atropellado mas lunas Y conocerv os faria, Púsose al mejor lugar Idos vos, Martin Pclaez, Que el sol ha durado siglos. Arite el rey que está presento, Que en toda la sala había. A mi Valencia y guardalla Fui en juveniles años De qué lugar descendía. Al rededor de la cual Mientras que me quejo al rey Rayo en vuesos enemigos, Que no me podréis negar Escaños grandes ponían, De aquesta traición tamaña. Como agora son mis canas No tener vos mejori.!.— Donde se sentasen todos Rogaréle que se lembre Terrero de mal nacidos. Mucho le pesó al buen re) Y á los que con el venían Los haberes que tenia, Por dinero, oro ni plata, ¡Oh cuánto diérais agora De lo que había pasado, Y las mis ricas espadas Mas caras porque os gané Por fallar otros dispuestos Mas el conde don García, Que menos falla mi cinfa : Con el sudor de mi cara. Tales como los fallasteis Como era hombre sañudo, Mas fambrientas las ten-des, Al rey moro de Marruecos Cuando los leones sueltos! El manto al brazo ponía, Non yantan como solían, Siendo Valencia cercada Faced cuenta son leones Dijo : — Dejadme ferir Que siempre fechos cobardes A vos gané, mi Tizona, l.os que en este pecho siento, Al rapaz que tal decía. — Dan escasas las feridas. Que vos traía en su guarda; Que es un león cada agravio Fecho en un honrado pecho. Alfonso cuando lo vido Yo vos las demando, condes, Y al conde de Barcelona Agradecédselo al rey Su espada sacado había, Ante el rey que ende nos mira, A vos os gané, Colada, Que le veo y le respeto; Viniéndose contra el conde Porque á Colada y Tizona Cuando Ies tomé á los moros Pero pagarlo heis, villanos, Diciendo: — Castigaría No es bien que aleves las ciñan. Los castillos de Brlanda. Si 110 e3 que os subáis al cielo- Las locuras que habéis dicho, Non son heredadas, non. Yo nunca os fice cobardes, Mas por el rey no osaría. — Mas non subiréis, cobardes, Sino en batallas tenidas Antes por la fe cristiana El rey los ha despartido Que es Dios grande justiciero De entre lanzas y con sangre E11 la sarracena gente Y á los presentes decía : Mis armas todas teñidas. Os traje siempre cebadas. Y 110 consiente traidores — Ninguno debe fablar En los robledos de Tórmes A los condes mis dos yernos, Sin castigo de sus yerros : Me la dejades vertida ; Deste escaño que aquí había, Por ser joyas tan preciada?, Cuanto mas que la Colada Mas la de dueñas atales Que el Cid lo ganó muy bien Vos di, y ellos (¡mal pecado!) Y la Tizona yo entiendo Ved qué varones 110 estiman. Y como borne de valia, Os tienen de orin manchadas. Vos serán tal purgatorio Non por ende me afrentados Y es caballero esforzado Non érades para ellos, Que vais desta culpa absuellos. Y de muy gran valentía, Por ser mis fijas queridas, Que aunque son mi santero estaba Que vos traían afrentadas, Y non hay otro en el mundo E11 vuesas mugeres mismas. Por de dentro muy fambrientas, LXI. — (Sepúlveda.) Que tan bien lo merecía Con to lo vos reto, condes, Por de fuera pavonadas. Como el buen Cid mi vasallo Por facer la sangre limpia, Libres estáis de las manos En las córtes de Toledo De tan alta nombradla : Porque el golpe del agravio Que os tra-an cautivadas, Que el buen rey Alfonso hacia Y cuanto el Cid es mejor No hay miembro que no lastima. El Cid os mira en las suyas Para dar derecho al Cid Mas honra á mi me venía, Tenudo soy á face lo Donde serels mas honradas. — Que querellado se había Que cuando ganó el escaño Por vuesa honra y la mia, Dijo, y á Pedro Bermudez De los condes de Carrion A muchos moios vencía. Que la mancha del honor Y á don Alvar Fañez llama, Sus yernos que ser solían, Envióme su presente. Solo con sangre se quita. — Y manda que se las guarden Porque á sus buenas mugeres Deshonrado las babian, Por señor me obedecía. Estas palabras el Cid Mientras las córtes duraban. Como vasallo leal A su- dos yernos decía, Vuelto le han sus dos espadas, Cumpliendo lo que debia : Levantado del escaño. El haber también volvian. Muchos caballos me dió, La mano á la barba asida. LX. — (Anónimo.) El Cid por grandes traidores Con moros que los traían, A ambos retado habia; A vosotros, fementidos, Los infantes no responden Y enviárame mi quinto Condes de villano pecho. A lo que el buen Cid decia. Como á mi pertenecía. li.x. — (Anónimo.) (1) Como traidores al rey El rey dijo á los infantes Nadie non fable del Cid, A entrambos juntos vos reto. Qué era lo que respondían, Que segundo 110 tenia. El temido de los moros, Mis fijas os di, traidores, Diego González el uno Aquella gloría de España, Pero non, que en ello miento, El que nunca fué vencido, Al rey así le decia : LVIII. — (Anónimo.) Al rey las di que las diese El rayo de las batallas, A quien él fuese contento. — Ya, señor, sabéis que somos Digádesme, aleves condes, Ese buen Cid Campeador, A él se fizo esta injuria, De los buenos de Castilla, ¿Qué fallasteis en mis lijas, Defensor de nuestra patria, A él se fizo este avieso, Dejamos nuosas mugeres Espejo de capitanes Y cuándo tener cuidasteis Y él las recibió por fijas. Porque no nos merecían; Y de traidores venganza, Casar con fijas del Cid Dueñas de tan alia guisa? Yo á vosotros por mis yernos. En las córtes de Toledo ¿Por aventura con ellas Por ser fecha á mi señor Gran deshonra nos traía. — Do le fueron entregadas Los fidalgos de Castilla Esta injuria, por él vuelvo, Los del Cid no respondieron, Qué baldones vos han dado ? Ante el seslo rey Alfonso Que el que ha vasallos honrados Que el Cid mandado tenia ¿En qué vueso honor vos quitan? Por los condes las espadas. Ellos le enmiendan sus tuortos. Que si él no lo mandase Por madre han á mi Jimena Asi fabiaba con ellas Con mugeres teneis manos, Ninguno fablar debia. La mi doña Sol y Elvira : Sin hartarse de mirallas: ¡ Por Dios, bravos caballeros, Ordoño, sobrino suyo, De tal madre, ¿qué enseñanza? — ¿Dó estáis, mis queridas prendas? Si al veros con el rey Búcar Era el que réspondia: ¿Nin qué fembras de tal vida? ¿ A dó estáis, mis prendas caras? No fuérais de piés tan prestos! — Calla tú, Diego González, En dote vos di con ellas No caras porque os compré Pero bien dice el refrán Que eres de gran cobardía, Que hay tan valientes guerreros Muy valiente eres de lengua, Por los piés como por manos, Mas esfuerzo 110 tenias, Y en esa tu falsa boca • 1 \ Al miímo asuoto del romaneo de Sepdlveda que dice : 1 En Toledo estaba Alfonso. V vosotros sois de aquestos. Ninguna verdad habia. Al foradar de la mano Lémbrate cuando en Valencia Tuvo siempre el brazo quedo. El rey dijo: — Descorteses, I a noche se puso en medio. En la lid que el Cid facía Mandó que dentro en tres meses Volvédselas á su dueño, Volvióse el rey á su casa, Echaste á fuir de un moro, Pareciesen en Toledo, Que supo mejor ganallas La corte á su alojamiento, Y el moro bien te seguía, O fincasen por traidores De los moros de Marruecos.— Y al salir de ¡os palacios Y vo le salí al encuentro. Ellos y el conde don Suero. Ya cobradas las espadas, Donde las cortes se han fecho Muerto en tierra lo ponía, Mandó que se fagan córtes Dos mil marcos de dinero De Navarra y de Aragón Dite su caballo y armas i Y se junten á ellas cedo Les pide y todas las joyas Ai rey vienen mensageros. Y al Cid entender facia Sus grandes y ricoshomes, Que les dió en los casamientos. Cartas le traen de sus reve3 Que tú mataste aquel moro Que quiere tomar su acuerdo; Unánimes I03 jueces, Pidiéndole otorgamiento Que aquel caballo traía. Que si ios condes son nobles, De común consentimiento. De las dos fijas del Cid Yo lo ílee por te honrar Alfonso es rey de derecho, Los condenan á que paguen Para dos fijos mancebos. Por casar con la mi prima: Maguer que el Cid en honor De contado todo el precio. Don Ramiro el de Navarra Al abástete tú desto, Es honrado caballero. Comenzó de nuevo el Cid, La pide, si bien me acuerdo, Yo lo otorgaba á tu guisa, Antes de cumplir el plazo Los ojos como de fuego A la mayor doña Elvira, Todos á córtes vinieron, Dueña de virtud y arreo : Nunca salió de mi boca Y el rostro como una gualda, A la menor deña Sol Fasta hoy que lo deeia, A demandalles el tuerto. Y el Cid trujo en su compaña Ha pedido el rey don Pedro Y si agora lo publico Novecientos caballeros. Es por tu gran villanía : Para su hijo don Sancho i Salió el rey á recibirlo LXHf. — (Anónimo.) De Aragón propio heredero. Y sepan cuando en Valencia A dos leguas de Toledo; Partióse á Valencia el Cid Cuando el león que ende habia Unos de envidiosos callan, En las córtes de Toledo Ufano, alegre y contento. Se soltó de donde estaba, Otros dicen que es esceso. A do yace Alfonso el Sesto. Desagraviadas sus fijas Tú, porque á esconderte ¡bas, Palacios de Galiana El Cid le fabla á Bermudo A guisar los casamientos. Rompiste el manto y el sayo Mandó ei rey esten compuestos, Con muy grande sentimiento: Que cobijado tenias, Las paredes de brocado — ¿ Non fablais vos, Pedro mudo? Por entrar bajo un escaño Y el suelo de terciopelo. Fablad, que non estáis muerto: LXIV. — (Sepúlveda.) Que en el aposento habia. Junto á la silla del rey ¿Non sabedes que mis fijas No digo cómo tu hermano, Su escaño del Cid pusieron, Son vuesas primas en deudo? Ya se parte de Toledo Que es aquel que me veia, Do que mofaban los condes Ende mas que en su deshonra Ese buen Cid afamado, Cayó con notable miedo Profanando y zaheriendo, Mucha parte os cabe dello.— Y acabáronse las córtes En parte do no debía. Sentados en córtes todos Mucho le pesó á Bermudo Que allí se habian celebrado. Así, señor rey Alfonso, Fabló el rey á sus porteros: De lo que el Cid ha propuesto: Aquese buen rey Alfonso A tu alteza yo decia — Mándovos que callen todos, Juntóse con Garci Ordoñez, Muy eran derecho le ha dado Que este dia fuera bien Infanzones y homes buenos : Y desque fué cerca puesto De los infantes, los condes Demostrar su valentía. Yos, el Cid, decid su culpa Le diera tan gran puñada De Carrion el condado. No en los robledos de Tórmes Que dió con él en el suelo. Don Rodrigo va á Valencia lio ferido habían mis primas, Y ellos defiendan su pleito, Librársevos ha justicia Alborótanse las córtes, Que á los moros la ha ganado: Mugeres de tal linage Novecientos caballeros Que muy mas que ellos valian, Con que quedeis satisfecho. No queda nadie en su asiento, Seis alcaldes vos señalo Aqui sacan las espadas, Lleva todos fijosdalgo. Que si yo ende estuviera Que de la rienda le llevan De mi casa y mi consejo, Allí dicen mil denuestos. Cometerlo no osarían: A Babieca ei buen caballo. Y que todos ellos junios Unos apellidan Cabra, Ficieron como cobardes, Despidióse el rey del Cid, Yo se lo combatiría, Juren por los evangelios Otros Valencia, otros reino, El rey está ardiendo en ira, Que lehsbia acompañado, No ficieron como buenos Que cuidarán de ambas parles Lejos van uno de otro, Como manda la hidalguía. Asaz entender el pleito, Diciendo : — Afuera, teneos.— Otra vez replicó:— Afuera, El Cid envió un recaudo, Muy feble es facer tal cosa Y entendido juzgarán Pidiendo merced al rey Nmgun home de valía, Sin pasión, amor, ui miedo.— Sin mas audiencia condeno, Con acuerdo de mi corte Le aguarde para hablallo. Levantóse luego el Cid, EL rey aguardara al Cid Y poner mano en mugeres Y sin mas alongamientos Y de mi real consejo. Como á bueno y leal vasallo, Non es de caballería. Pide le den sus espadas Por los méritos que fallo Tizona y Colada luego. Que resultan deste pleito, Y el Cid le dijo: — Buen rey. Yo be sido muy mal mirado Lxti.— [Anónimo.) El rey miraba á los condes A los condes de Carrion Qué responden atendiendo, Que lidien conforme al reto, En llevarme yo á Babieca, Despues que el Cid Campeador Pero ninguna razón Y que el Cid haya eumplido Caballo tan afamado, Pidió derecho del tuerto En su defensa dijeron. Con dalles tres escuderos, Que á vos, señor, pertenece Por que fueron emplazados Los jueces mandan las dea Y los que mejor lidiaren Como mas avantajado Los condes para Toledo, Sin ningún detenimiento; Ellos salven su derecho.— Non le merece ninguno. El rey don Alfonso el Bravo, Maguer hubieron pavor, Pidieron plazo los condes Vos sí solo á \ ueso cabo, Aquel que con gran denuedo Entregarlas no quisieron Para guisar en el fecho, Y poi que veáis cual es, Y al cabo de ruegos muchos Y si es bien el estimalio, Ninguna verdad habia. Al foradar de la mano Lémbrate cuando en Valencia Tuvo siempre el brazo quedo. El rey dijo: — Descorteses, I a noche se puso en medio. En la lid que el Cid facia Mandó que dentro en tres meses Volvédselas á su dueño, Volvióse el rey á su casa, Echaste á fuir de un moro, Pareciesen en Toledo, Que supo mejor ganallas La corte á su alojamiento, Y el moro bien te seguía, O fincasen por traidores De los moros de Marruecos.— Y al salir de ¡os palacios Y yo le salí al encuentro. Ellos y el conde don Suero. Ya cobradas las espadas, Donde las cortes se han fecho Muerto en tierra lo ponia, Mandó que se fagan córtes Dos mil marcos de dinero De Navarra y de Aragón Dite su caballo y armas i Y se junten á ellas cedo Les pide y todas las joyas A¡ rey vienen mensageros. Y al Cid entender facia Sus grandes y ricoshomes, Que les dió en los casamientos. Cartas le traen de sus reve3 Que tú mataste aquel moro Que quiere tomar su acuerdo; Unánimes I03 jueces, Pidiéndole otorgamiento Que aquel caballo traía. Que si ios condes son nobles, De común consentimiento. De las dos fijas del Cid Yo lo ílee por te honrar Alfonso es rey de derecho, Los condenan á que paguen Para dos fijos mancebos. Por casar con la mi prima: Maguer que el Cid en honor De contado todo el precio. Don Ramiro el de Navarra Al abástete tú desto, Es honrado caballero. Comenzó de nuevo el Cid, La pide, si bien me acuerdo, Yo lo otorgaba á tu guisa, Antes de cumplir el plazo Los ojos como de fuego A la mayor doña Elvira, Todos á córtes vinieron, Dueña de virtud y arreo : Nunca salió de mi boca Y el rostro como una gualda, A la menor deña Sol Fasta hoy que lo decía, A demandalles el tuerto. Y el Cid trujo en su compaña Ha pedido el rey don Pedro Y si agora lo publico Novecientos caballeros. Es por tu gran villanía : Para su hijo don Sancho i Salió el rey á recibirlo Lxiif. — (Anónimo.) De Aragón propio heredero. Y sepan cuando en Valencia A dos leguas de Toledo; Partióse á Valencia el Cid Cuando el león que ende habia Unos de envidiosos calían, En las córtes de Toledo Ufano, alegre y contento. Se soltó de donde estaba, Otros dicen que es esceso. A do yace Alfonso el Sesto. Desagraviadas sus fijas Tú, porque á esconderte ¡bas, Palacios de Galiana El Cid le fabla á Bermudo A guisar los casamientos. Rompiste el manto y ei sayo Mandó ei rey este« compuestos, Con muy grande sentimiento: Que cobijado tenias, Las paredes de brocado — ¿ Non fablaís vos, Pedro mudo? Por entrar bajo un escaño Y el suelo de terciopelo. Fablad, que non estáis muerto: LXIV. — (Sepúlveda.) Que en el aposento habia. Junto á la silla del rey ¿Non sabedes que mis fijas No digo cómo tu hermano, Su escaño del Cid pusieron, Son vuesas primas en deudo? Ya se parte de Toledo Que es aquel que me veia, Do que mofaban los condes Ende mas que en su deshonra Ese buen Cid afamado, Cayó con notable miedo Profanando y zaheriendo, Mucha parte os cabe dello.— Y acabáronse las córtes En parte do no debia. Sentados en córtes todos Mucho le pesó á Bermudo Que allí se habían celebrado. Asi, señor rey Alfonso, Fabió el rey á sus porteros: De lo que el Cid ha propuesto: Aquese buen rey Alfonso A tu alteza yo decía — Mándovos que callen todos, Juntóse con Garei Ordoñez, Muy gran derecho le ha dado Que este día fuera bien Infanzones y homes buenos : Y desque fué cerca puesto De los infantes, los condes Demostrar su valentía. Yos, el Cid, decid su culpa Le diera tan gran puñada De Carrion el condado. No en los robledos de Tórmes Que dió con él en el suelo. Don Rodrigo va á Valencia lio ferido habían mis primas, Y ellos defiendan su pleito, Librársevos ha justicia Alborótanse las córtes, Que á los moros la ha ganado: Mugeres de tal linage Novecientos caballeros Que muy mas que ellos valían, Con que quedeís satisfecho. No queda nadie en su asiento, Seis alcaldes vos señalo Aquí sacan las espadas, Lleva todos íijosdalgo. Que si yo ende estuviera Que de la rienda le llevan De mi casa y mi consejo, Allí dicen mil denuestos. Cometerlo no osarían: A Babieca el buen caballo. Y que todos ellos juntos Unos apellidan Cabra, Ficieron como cobardes, Despidióse el rey del Cid, Yo se lo combatiría, Juren por los evangelios Otros Valencia, otros reino, El rey está ardiendo en ira, Que lehsbía acompañado, No ficieron como buenos Que cuidarán de ambas parles Lejos van uno de otro, Como manda la hidalguía. Asaz entender el pleito, Diciendo : — Afuera, teneos.— Otra vez replicó:— Afuera, El Cid envió un recaudo, Muy feble es facer tal cosa Y entendido juzgarán Pidiendo merced al rey Ningún home de valía, Sin pasión, amor, u¡ miedo.— Sin mas audiencia condeno, Con acuerdo de mi corte Le aguarde para hablallo. Levantóse luego el Cid, El rey aguardara al Cid Y poner mano en mugeres Y sin mas alongamientos Y de mi real consejo. Como á bueno y leal vasallo, Non es de caballería. Pide le den sus espadas Por los méritos que fallo Tizona y Colada luego. Que resultan deste pleito, Y el Cid le dijo: — Buen rey. Yo he sido muy mal mirado Lxn.— (Anónimo.) El rey miraba á los condes A los condes de Carrion Qué responden atendiendo, Que lidien conforme al reto, En llevarme yo á Babieca, Despues que el Cid Campeador Pero ninguna razón Y que el Cid haya eumplido Caballo tan afamado, Pidió derecho del tuerto En su defensa dijeron. Con dalles tres escuderos, Que á vos, señor, pertenece Por que fueron emplazados Los jueces mandan las den Y los que mejor lidiaren Como mas avantajado Los condes para Toledo, Sin ningún detenimiento; Ellos salven su derecho.— Non le merece ninguno. El rey don Alfonso el Bravo, Maguer hubieron pavor, Pidieron plazo los condes Vos sí solo á \ ueso cabo, Aquel que con gran denuedo Entregarlas no quisieron Para guisar en el fecho, Y poi que veáis cual es, Y al cabo de ruegos muchos Y si es bien el estimalio, Con Colada, espada fina, Quiero facer ante vos Llevaba en su compañía, Ellos sus vidas ponían. Por cima de la cabeza Lo que no he acostumbrado Y los que habían de lidiar Condes, yo vos desengaño Que mal ferido lo habia; Si non es cuando huLe lides Con los que el aleve hacían. A vos y á vuesa valia Cortárale el guarnimiento Con enemigos en campo. — A Carrion es llegado Non fagades contra ellos Cabalgó el buen Cid en él A la vega qu£ ende habia, Lo que hacer non se debia. Y el casco también hendía. l)e piel de armiño arreado. Sus tiendas mandara armar. Que aquel que lo tal ficiese Diego González desmaya. Finóle de las espuelas, Los condes á él venian Ya yo mandado tenia Cuidó que no escaparía. El rey se quedó espantado Con su tío Suer González, En campo le despedacen Grandes voces da el infante En mirar cuan bien lo face, Que la gran traición urdía. Sin que nadie se lo impida. — Por golpes que recibía, A ambos está alabando; Traen consigo sus parientes, A los condes les pesó Sacóle el caballo fuera Alababa á quien lo rige Muchos son en demasía, De lo que el rey les avisa. Del cerco que el rey poola. De valiente y esforzado, Armados venian todos La Colada y la Tizona Vencido es como su hermano, Y al caballo por mejor, De ricas fuertes lorigas, Al rey suplicado habían Y por tal él se tenia. Que otro no es visto ni hallado. Que entre sí han acordado Que no entren en la lid, Ñuño Busto y Suer González Con la furia de Babieca Que si tiempo se ofrecía Que era mucha su valia. Se Aeren con valentía, L'na rienda se ha quebrado, De matar ¿ los del Cid El rey les dijera : — Infantes, Las lanzas traen muy fuertes. Paróse con una sola De cualquier guisa, lo harían Facer eso no podía, Recias son á maravilla. Como si estuviera en prado. Antes de entrar en la lid,* Pidiéradeslo en Toledo, Suer González á Ñuño Bustos El rey y sus ricoshomes Porque asi Ies convenía. Que aquí lugar ya no habia : El escudo le partía. De verlo se han espantado, Los del Cid lo habían sentido, Meted vos muy buenas armas Pasóle de parte á parte, Diciendo que nunca oyeron Que no se os contradiría, Que el golpe muy recio iba; Fablar de tan buen caballo. Y al rey — Señor, le decian, Que crecidos sois de cuerpo, Pasóle los guarnimientos, El Cid le dijo : — Buen rey, En vuesa mano y meiced Pelead con valentía. — A la carne no prendía. Suplicoos queráis tomallo." El de Vivar nos ponia. En el campo son metidos Firme estuve Ñuño Bustos, — Non lo tomaré yo, el Cid, Por eso, señor, pedimos Todos seis como cumplía, Que era de grande valia, El rey por respuesta lia dado. Non consintáis que hoy día Arreada está la gente Pasárale con la lanza Si fuera, buen Cid, el mió Nos fagan desaguisados, El escudo que tenta, Yo vos lo dieta de grado, Nln tuerto, ni alevosía, Y todos se apercibían : Y fuera de las espaldas Que en vos mejor que en Dinguno Que con la merced de Dios Embrazaron los escudos, El hierro se parecía. El Caballo está empléa lo, El Cid vendado seria : Pónense las capellinas, Suer González cayó en tierra, Con él honrades á vos Derecho habremos de aquesto, Firiéronse de las lanzas Ñuño Bustos le ponia Que Dios nos ayudaría. — Que so los brazos tenian. La su lanza sobre el rostro, Y á nos en eslremo grado, El rey dijo: — Non temáis, A Pedro Bermudo luego Herirlo otra vez quería. Y á todos los de mis tierras Maguer yo lo proveerla. — Fernán González heria. — Non lo flrades, por Dios, Por vuesos fechos granados; Mandó dar luego un pregón Pasóle todo el escudo, Su padre á voces decia. Mas yo lo tomo por mió Qu'estas palabras decía: En la carne no le hería; Que. mi fijo ya es vencido Con que vos queráis llevarlo, « Quien tuerto ó desaguisado Él firió á Fernán González Que cuando yo lo quisiere « A los del Cid les íiciese, De una muy grande ferida, Y creo muerlo estaría. — Por mí vos será lomado. — « Que la cabeza y sus bienes Pasóle de lado á lado, Ñuño Bustos á los fieles Despidióse el Cid del rey, « Allí todo lo perdiese. » Mucha sangre le salía, Dijo si aquello valla » Las manos le había besado,. Él los metiera en el campo — No vale nada, responden, Y ya desmayado en tierra Y fuése para Valencia Do la lid hacerse habia, Si él propio no lo decia. — Fernán González caia Donde le están aguardando. Los infantes y su lio Suer González volvió en sí: Por las ancas del caballo También al campo acudian. — Yo soy vencido, — publica. Asido á la misma silla; Gran compaña traen consigo Por alevosos el rey La lanza echara de si, LXV. — (Sepúlveda.) De gente que los seguía; Mano á Tizona ponia, Los tiene desde aquel dia, El rey á muy grandes voces Ya se parte el rey Alfonso, Dijole á Fernán González : Con su lio Suer González Estas palabras decia : De Toledo se partía — Traidor, perderás la vida. — Que el consejo dado habia. l'ara ir á Carrion, — Infantes de Carrion, Fuyéronse de la tierra, Y él conociendo la espada Que los condes no venían La lid que hacerse quería Que jamas 110 parecia», Que el buen Bermudez traia A lidiar con los del Cid En Toledo la quisiera, Ni mas alzaron cabeza : Temiérase de la muerte, Que retados los tenia Los del Cid con honra fincan, Por la deshonra que hicieron. Y non en aquesta villa. Y antes que le diera herida Dióles muy grandes haberes, Aleve y gran villanía, Dijisteis que guarnimientos Dijo : — Yo vencido soy A Valencia se volvían. A las dos lijas del Cid A vos allí fallecían, Y por tal me conocía. — Gran compaña les da el rey. Doña Sol y doña Elvira. Vine al vueso natural Martin Antolin de Burgos Muy seguros los envía Consigo llevó los seis Por faceros cortesía : Con el otro está en gran prisa: Para su señor el Cid Jueces de la tal porfía, Los caballeros del Cid Quebrado habían las lanzas, Que por tal le conoeiaD. Don Ramón, yerno del rey, Conmigo yo los traia, Con la's espadas reñian. En mi fe y en mi verdad Antolin le diera un golpe Que de!los se defendía, « Que se ha hecho en esa villa « Que yo l!amo propia mia. Aunque ya cansada estaba, « De Carrion por el orden << Puestos por mí en el palenque, Cuando el rojo y claro Apolo Y como vió á don Rodriso, El hemisferio alumbraba « Que se dió en las cortes mias, « Los dos condes á la mira A grandes voces !e llama : « Os lo escribo por mi mano « Y Suer González su tio Y cuando su hermana bella — Ayudeisme, caballero. En el otro se mostraba, « Y va con mi sello y firma « Llegaron cual convenia Si cortesía <>n vos se halla; a Porque sea testimonio « De fuertes armas cubiertos, Por una verde espesura Yo soy Aja, sin ventura. De arboleda bien cercada « Verdadero y sin malicia, « Con muy grande compañía Cautiva del fiier?e Audalla.— « Y que en la edad venidera « De parientes y de amigos Donde dulces ruiseñores Arremetió dort Rodrigo Muy claramente cantaban, « Como fué se entienda y diga, 0 Y el pueblo que los seguía. Poniendo al ristre la lanza. « Sin que amistad ó respetos Y donde el céfiro manso " Cuando yo vi tanta gente Los cuatro vienen á él « Hagan que acorten ó añidan. Sabrosamente soplaba, « Que eri torno á todos seguía, Y cada cual le. encontraba. « Luego que fueron las eórtes Con esfuerzo y gallardía « Temí el seguro no fuese No le mueven déla silla <• En Toledo concluidas, Un cabañero pasaba " El robo de las sabinas. Y él á uno deirotaba. « A esta villa nos partimos ! « Mandé sentar á los jueces. En un caballo furioso Vuelve furioso á los tres « Por los dos condes pedida. « Y yo tomando mi silla, Bordado el jaez de plata, Poniendo mano á la espada, « Su demanda dió sospecha « Sosegado el alboroto Las armas de fino acero, Dió al uno tan recio golpe « Por ser en su tierra misma, i « Fué de mí esta razón dicha : Todo de blanco se armaba, Que en tierra lo derribaba : i> Que tierra que cría aleves « — Condes, las fijas del Cid, Una lanza larga y gruesa Los dos se vuelven huyendo, « No sin recelo se pisa. Y en ella veletaYlanca ; « Por vos sin causa ofendidas Y él dellos no se curaba. « Yo aseguré este recelo, lia salido de Castilla « Con la traza mas soez A la dama se volvia « Porque á los tres que venían 1 Que se ha visto ni hay escrita, Y entra bravo en Lusitania. Por saber lo que pasaba, « Por vos á lidiar con ellos « Demandaron la venganza Solo va á buscar un moro Mas la dama temerosa a Guardé con la guarda mía. « De su afrentosa ignominia Que el fuerte Audalla se llama, No le responde palabra, « Siempre los tuve delante, o Al Cid su padre, que al punto Que la fama de sus hechos Antes por la espesura « Conociendo bien que habia a Salió á ella por sus fijas. Por toda España volaba. Iba buscando á su Audalla. • De la parte de los condes « Pidió campo á todos tres En medio de su camino No curó mas de seguirla, « Mas traición que valentía. « Para que en él fuese vista El caballo se paraba. Mas en Castilla se entraba, « Llegó el plazo y dia asignado Don Rodrigo es de Vivar « En que habían de ser vistas 11 Como quedaba su ofensa Y asi hizo buena obra Que con la espuela le daba, « La justicia y la razón « Con la sangre vuesa limpia, A quien la pensó hacer mala. Mas el caballo por eso « Lidiar con la alevosía. j « Respondisteis que con él Adelante no pasaba. « Hízose un fuerte palenque i « La batalla que os pedia Como esto vido Rodrigo LXVII. — (Anónimo.) « Cerrado, y puestos encima j « No queríades facer, En los estribos se alzaba; « Asientos y seis jueces, « Porque yo lo ayudaría, Acabada la batalla Por ver qué cosa seria « Y enfrente m¡ real silla. 0 Qoe enviase á quien quisiese Por el de Vivar pedida A todas partes miraba. « A todo estuve presente « Que sobre la causa misma Hincando la lanza en tierra Contra los aleves condes « Po que en mi ausencia no digan Que le afrentaron sus fijas, « Con vos ficiese batalla En ella el cuerpo aürmaba, « Que el rostro escondí al efecto « Según fueros de Castilla. El noble rey don Alfonso, « En que el honor vueso iba, Y oyó una voz que decía, Que el suceso honroso estima « Estos tres nobles guerreros Aunque no vió quien ia daba : « Porque 110 fablen aquellos « El Cid por su parte envía, Que haya sido por el Cid, « Que vueso daño codician — ; ü ingrata y cruel fortuna I Como el que tenia justicia, * Que ya en el campo os aguardan, D¡ si estás de mi vengada, « Que os falta el rey don Alfonso 1 Os retan y desafian. Con los tres fuertes guerreros « Como no os faltó en la vida, Pues me has quitado la vida Que por é! lidiado hábian « Haced vuestra obligación, « Aunque por malditos medios t Que es lo que os fuerza y obliga, Y con ella el bien del alma. — Y alcanzado la victoria, « Traidores nos revolvían ¡ « Que es tiempo que las razones Mftióse por la espesura Así escribe al Cid Ruy Díaz: « Vuesa lealtad condenando I a A las armas se remitan. — Por saber quien lamentaba. « A vos, el Cid castellano, « Con envidiosas mentiras: i « Quisiéronme dar respuesta, Cuando no lejos de sí « El de la espada tf-mida, « Advertido deste engaño, Vió que. un moro se quejaba « Y de mí no siendo oida, « Pestilencia de los moros « A maldades conocidas « A dar principio al combate Tendido en la fresca yerba « Y defensa de Castilla, « Les cerré el oído á aquellos • Fueron, aunque lo temian. Que en sangre teñida estaba « A vos á quien guarde el cielo « Que os condenaban en vida. a Partióles el campo luego De las heridas que tiene, « En próspera y larga vida « He querido que entendáis Que todo el cuerpo le pasan. « Para que estemos seguros « Que su maldad entendida « Un rey de armas con insignias Cuando lo vió don Rodrigo, « De la enemiga morisma, « Hago el honor vueso mió, o Del terrible ministerio Movido de grande lástima, « A vos el rey don Alfonso « Cual 1o mostré en la conquista, « Que administrándoles iba. Apeóse de! caballo. « Salud por esta os envía, « Que yo propio y á mi lado a De tres en tres en sus puestos Mas aun bien no se apeaba o Como vueso mas amigo « Metí los tres que venian a Se pusieron, recogidas Vió estar cuatro caballeros u Aunque enemigos resistan * A defender vuesa causa, a Las riendas á los caballos, Y coa e'los una dama « El suceso del combate a Las lanzas apercibidas. « Contra el conde don Fernaudo Para volverse á sus tierras, Del tuerto de Carrion; <. Que á la victoria se aplica « Diciendo que se rendia. Pues ya vencidos tenian Mas quiero facerlo luego. « Martin Antolinez fué • No dió nido á sus plegarlas, A los condes ae Carrion Sabed que le plugo á Dios « Masía fiera espada hinca • Fuego echando por la vista. Por el aleve que hacían. De guardarles sendos reyes « Por el alevoso pecho, « A don Diego, el otro hermano Llegados son á Valencia A Elvira y á doña Sol : « Con que dió fin á su vida. « Que encendió la horrible cisma, A do el buen Cid residía : Seré en las bodas padrino, « El valiente Ñuño Bustos « Le cupo Pedro Bermudez Gran plaeer hubo con ellos. Pues casamentero soy, « Y Suer González querían « Para la batalla esquiva : Muy gran gozo y alegría. Porque para fijas vuesas « Cada uno de por sí • Ñuño Bustos de Linzuela Muy mayor cuando dijeron Los tales padrinos son. « Ardiendo en honrosa ira • La victoria de aquel dia. Cómo el buen rey dado había Alvar Fañiz de Minaya « Se opuso con Suer González, « Duró mucho este combate, Por alevosos los condes Vueso presente nos dió. « Autor de la alevosía. • Mas la justicia divina Yo y ñusco le recibimos Y á don Suer que los regia. « Cuando vi tres contra tres « Dió victoria á Ñuño Bustos Con gran talento y amor. « En dos hileras distintas, « Como á quien tenia justicia. Hincado se habla de hinojos « La lid de los Curiados « Atravesó á su contrarío Las manos puestas arriba, Y por primeras mercedes « Se me figura que via. « De parte á parte, y fué grima Grandes gracias da á Dios Bien dignas de quien vos sois, « A este punto el ronco son « Verle venir del caballo Por la venganza que había Mando que no haya cadera « De la trompa les avisa « Cayendo la boca arriba. De los malos yernos suyos En vuesa comparación « Que den principio «i la lid « Con esto acabó el combate, Y el tío que los regia. Si no fuera cual yo rey « Para el fin que pretendían. « Y los vencedores gritan A doña Jimena Gómez O dignidad superior. — « Arremetieron á una « Si había que hacer mas liuy alegre le decía: Esto dijo el rey Alfonso « O mas traidores que rindan. — Jimena, ya sois vengada A ese buen Cid Campeador. • Todos, la señal oida, « Hespondiéronles que no, De tan grande villanía • Cada eual ron el contrario Como ficieron los condes « Que enfrente de sí tenia. • Que la victoria tenían LXX. — (¿mínimo.) A nos y á las nuesas fijas. — « Don Fernando y Antolinez • Ganada como valientes Cuando sus fijas oyeron Llegó la fama del Cid « Que Igualmente se hurlan « Sin haber quien se lo impida. Lo que tanto oir querían, A los eonünes de Persía » Dos cajas y un pregonero, « Quebraron juntos las lanzas, Recibieron gran placer. Cuando andaba por el mundo « Puestos á este punto encima « Firmes quedan en las sillas, El mayor que ser podía. Dando razón de quien era, « Del palenque, resonaron • Mas desnudando á Colada, Muy gran loor dan i Dios, ' « Y la victoria os aplican. Y como lo oyó el soldán « Despues de muchas feridas Gracias grandes le rendían « El rey de armas con mi guarda Y supo bien la certeza « Que Antolinez le dió al conde Porque vengó su deshonra, « Con destreza y valentía, « A los vencedores gaian De los hechos del buen Cid, Un presente le apareja. • Le dió un golpe en lo mas alto « Adonde los aguardaban Y coa los brazos corrían Cargó copia de camellos « Del yelmo, que las hebillas « Yo y toda mi compañía. A abrazar al buen Bermudez De grana, púrpura y sedas, c Faltaron y la cabeza « Luego dieron los Jueces Yá toda su compañía; Oro, plata, incienso y mirra, « Fué en dos partes dividida. « Sentencia difinitiva, Besarles quieren las manos Con otras muchas riquezas, « Derribóle del caballo, « Que por traidores infames Del placer que ende hsbian. « Y el suyo dejando, encima « De honor los inhabilitan. Muy grandes fiestas hicieron Y con un pariente suyo « Del cuello se puso en pié, « Esta sentencia fué al punto Que duraron ocho dias, De los de su casa y mesa « Y el acero ai pecho afirma. « Confirmada y queda escrita Porque Dios les dió venganza Le envía al Cid el presente u A este punto un gran ruido « Para que pueda dar fe, De los que el mal cometían. Diciendo desta manera: « Se alzó y una vulgar grita « Sin la mia, con seis firmas. — Dirás á Ruy Diaz el Cid « Pidiendo no le matase « Buen Cid, esto es lo que pasa Que el soldán se le encomienda, « Sin que falte ni se añida, LXIX. — (Anónimo.) Que de sus nuevas oir • Cumpliendo con que se rinda. « Sin que odio ni amistad Le tengo grande querencia, « Fué poderoso el clamor « Fagan que otra cosa escriba. Erguios, no esteis postrado, Y por vida de Mahoma « De aplacar la ardiente ira « Ved si no quedáis contento Que no es justo ni razón Y de mi real cabeza << Del vencedor animoso « Y queréis que se prosiga Que esté ante mí de finojos Que le diera mi corona « Para dejatlo con vida; « Contra todo su linage Quien reyes afinojó. Solo por verle en mi tierra: « Mas puesto sobre él de piés « Sin dejar persona viva. Cubrid las canas honradas « A Pedro Bermudez mira « Eucomendadtne á Jimena De grande prez y valor, Y que aquese don pequeño • Que traia al conde don Diego Y del mas leal vasallo Reciba de uii grandeza, En señal que 6oy su amigo « Sin valor con que resista. • Yabrazadnicá vuesas fijas, Que tuvo rey ni señor. « Dióle un golpe con Tizona « Y decidles que de nuevo Quedaos á yantar conmigo, Y lo seré hasta que muera. — El moro tomó el camino • Despues de tener rompidas « Su causa tomo por mía. » Que me fareis gran favor, « Las lanzas, y fué tan fuerte Y me tendrán las viandas Y en poco llegó á Valencia, « Que hombre y caballo derriba. Deste yantar mejor pro. Pidiendo licencia al Cid LXVIII. — (Sepúlveda.) « Pidióle misericordia Y desque hayamos yantado Para hablarle en su presencia. El Cid salió á recibirlo « Pidiendo en merced la vida, De aquese buen rey Alfonso Vos quiero facer favor Antes de sallar en tierra, « Confesando su maldad Los del Giú Mi despedían. De contaros de la enmienda Y en torno de su persona i A mi fincado en Valencia Y cuando lo viera el moro Con olor muy sublimado, Sus amigos y sus deudos, I legó á mi puerta y llamóme; De verle delante tiembla. Dijole : — ¿ Duermes, Rodrigo? Cuyos semblantes mirando Y fallándome dispuesto Empezó á darle el recaudo, Recuerda y está velando.— De dolor y cuita llenos, A su voluntad conforme Y como <í darlo no acierta Dijole el Cid: ¿ Quién sois vos Con tan sesudas razones Fago así mi testamento, De turbado, el Cid le toma Que así lo habéis preguntado? Asi conhorta su duelo : Y mi voluntad al postre. La mano, y así dijera : - San Pedro llaman á mi, — Bien sé, mis buenos amigos, « Yo Rodrigo de Vivar, — Bien venido seas, el moro, Príncipe del apostolado: Que en tan duro apartamiento « Llamado por otro nombre Bien venido á mi Valencia. Vengo á decirte, Rodrigo, No hay causa para alegraros j « El bravo Cid Campeador Si tu rey fuera crisiiano Otro que no estás cuidando, Y hay mucha para doleros; i » De las morismas naciones, Fuera yo ;i verle á su tierra.— Y es que dejes este mundo, Pero mostrad mi enseñanza « El alma encomiendo á Dios Con estas y otras razones Dios al otro te ha llamado Contra los adversos tiempos, « Que en su leino la coloque, A la ciudad ambos llegan, Y á la vida que no ha fin Que vencer á la fortuna « Y el cuerpo fecho de tierra Adonde los ciudadanos Do están los santos holgando. Es mas que vencer mil reinos. « Mando que á su centro torne : Ficieron muy grande fiesta. Morirás en treinta dias Mortal me parió mi madre, « Y despues que sea finado, El Cid le mostró su casa, Desde hoy que esto te fablo. Y pues pude morir luego, « Con los untos de ios botes A sus fijas y á Jimena, Dios te quiere mucho, Cid, Lo que el cielo «lió de gracia « Que me endonó el rey de Persia De que el moro está espantado Y esta merced te ha otorgado, Non lo pidáis de derecho. « Unten, compongan y adoben; Viendo tan grande riqueza. Y es que despues de tu muerte No muero en tierras agenas, « Y puesto sobre Babieca Estúvose algunos días Venzas á Búcar en campo. En mis propias tierras muero. <• Tras mi seña y mis pendones, El moro holgándose en ella Tus gentes habrán batal'a Cuanto mas que siendo tierra « Lo enseñedes al rey Búcar Hasta que se quiso ir Con todos los de su bando, Es propia heredad del muerto. « Y á todos sus valedores. Y pidió para ir licencia. Y esto será con ayuda No siento el verme morir, « Y mando que á mi Babieca En retorno del presente Del apóstol Santiago. Que si esta vida es destierro, « Lo sotierren y lo afoden, Que del soldán recibiera. Tú, Rodrigo Campeador, Los que á la muerte guiamos • Non coman canes caballo Otras cosas le envía el Cid, Faz enmienda á IU pecado, A nuestra paria volvemos. « Que carnes de canes rompe. I-as cuales ailá no hubiera. Porque muerto que tú seas Tan solo llevo en el alma « Y para facerme obsequias Despedido que fué el moro, « Se junten mis infanzones, A la gloria seas llevado, Que en poder de un rey vos dejo, ltodrigo con su Jimena Que Dios por amor de mí « Los áe mi pan y mi mesa En quien vos podrá empecer « Los buenos conqueridores. Se quedó y con sus des fijas Ha todo aquesto ordenado, Ser inios ó ser ya vuesos. « Y á la santa cofradía Dando á Dios gracias inmensas. Porque honraste la mi casa Que trate bien mis soldados, « Del rico Lázaro pobre Do Cardeña era nombrado.— Pues le defienden sus reinos, Cuat do lo oyera el buen Cid « Mando el prado de Vivar Y crea á piernas quebradas LXXI. — (Sepúlveda,) Gran placer había tomado, « Ende, aquende, y su quifione. Mas que á sabios consejeros. Saltó luego déla cama, « Item, mando que no alquilen Muy doliente estaba el Cid, Que traiga siempre en balanza « Plañideras que me lloren, De trabajos muy cansado. De rodillas se ha postrado l.l castigo con el premio, « Bastan las de mi Jimena Cansado de tantas guerras Para besarle los piés Que la lealtad de vasallos « Sin que otras lágrimas compre. Como por él han pasado. Al buen apóstol sagrado. Virtud pone y pone miedo. « Y' en San Pedro de Cardeña Nuevas le fueron venidas Dijo san Pedro: — Rodrigo, Que estime un noble leal « Junto al santo Pescadore Que le ponen en cuidado Aquesto es ya escusado, >jas que muchos falagüeños, « Me fabriquen un fosal Que el rey Búcar, fuerte moro, Que á mi no podrás llegar, Que de muchos hoaies malos « Con su túmulo de bronce. Sobre Valencia ha llegado. No le trabajes en vano, Non puede facer un bueno; « Item, mando que a¡ judío, Treinta reyes trae consigo, Mas ten por cosa muy cierta Y á quien menester hubiere « Que engañé estando tan pobre, Valientes son y esforzados, Aquesto que te he contado.— Nunca le faga denuestos, « Lo que pesare de arena. Con mucha gente de guerra, Esto dicho, el santo apóstol Ni pague servicios propios « Le den de plata otro cofre. De á pié son y de á caballo. A los cielos se ha trrnado; Por pareceres ágenos. « Y á Gil Díaz tornadizo,. Echado estaba el buen Cid Rodrigo quedó contento. Y non fablo de agraviado, « Que de moro á Dios volvióse, Sobre su cama acostado, Alegre y muy consolado, Antes le quedo debiendo, « Le mando mis femoiarias, Pensando estaba cuidoso Dando á Dios crecidas gracias Que las sinrazones suyas « Mis corazas y quijotes. En fecho tan afamado, Por lo que le habia otorgado. Fueron mis merecimientos.— « El noble rey don Alfonso Suplicando á Dios del cielo •< Y el buen obispo don Lope Que siempre esté de su bando, En esto entrára Jimena, Cuyo desamparo viendo, « Y mi sobrino Alvar Fañez LXXU.— (Anónimo.) Y de peligio tan grande Ellos se enjugan los ojos « Sean mis cabezadores. « Y lo demás de mi haber Con honra ¡e saque á salvo. En Valencia estaba el Cid Y el Cid dejó el parlamento. « Se reparta entre los pobres, Cuando el Cid no se caló Dolien'e del mal postrero, « Que son entre el hombre y Dios Un hombre vido á su lado, Que agravios en pechos nobles Lxxui.— (Anonimo.) « Padrinos y valedores. » El rostro resplandeciente Pueden mucho mas que el tiempo. La que á nadie no perdona, Como crespo y relumbrando, A su cabecera tiene A reyes ni á ricoshomea, Tan blanco como la nieve Religiosos y hombres buenos, LXXIV. — (Anónimo.) Y á los lados se juntaban, Que arremetió con gran saña Contra el gran poder de moros Llegaban bajo los brazos Vencido queda el rey Búcar Las obsequias funerales Que Búcar trae en su compaña. Y el colodrillo tapaban. Con todos sus allegados Celebra doña Jimena Halló delante de si Esta era la de airas De la campaña del Cid De Rodrigo de Vivar Una mora muy gallarda, Y otra llegaba á la barba, En el campo valenciano. En San Pedro de Cardeña, Gran maestra en el tirar Teniendo el cuerpo derecho Para Castilla caminan, Juntamente con sus fijas, Cotf saetas del aljaba A ningún cabo inclinaba. El buen Cid era finado. A quien el cielo hizo reinas, De los arcos de Turquía, Dore dias son pasados Caballero va en Babieca Satisfaciendo el agravio Estrella era nombrada Despues que el Cid acabara; Con los suyos á su lado. No debido á su inocencia. Por la destreza que habia Aderézanse las gentes No llevaba armas ningunas Pone el cuerpo en una tumba En el herir de la jara. Para saiir á batalla Sino sobre si unos paños : Mas que su esperanza negra, Ella fuera la primera Con Búcar ese rey moro Que á caballo cabalgára Los que no saben su muerte Y asi llorando le dice Y contra la su canalla. Con otras cíen compañeras Por vivo lo hablan juzgado. Como si vivo estuviera : Cuando fuera media noche Muy valientes y esforzadas. Cada vez que hacen jornada — ¡O amparo de los cristianos! El cuerpo así como estaba Los del Cid las Aeren recio, Quitábanlo del caballo, i Rayo del cielo en la tierra! Le ponen sobre Babieca, Muertas en tierra quedáran. Quedaba yerto y derecho ¡Azote de la morisma! Y ai caballo lo ataban. Visto los habia el rey Búcar En la silla cabalgado. I De la fe de Dios defensa! Derecho está y muy igual, Con los reyes de su banda, La buena Jimena Gómez ¿No sois aquel que. jamas Estar vivo semejaba, Su mensage habia enviado Os vieron la espalda vuelta Calzas tiene en las sus piernas Y quedan maravillados A los parientes del Cid Los disfrazados amigos De blanco y negro labradas, En ver la gente cristiana. Para que vengan á honrallo, Que causaron vuestra ausencia? Parecían brasonetas Setenta mil caballeros ¿No sois el que desterrado Y también á sus dos yernos, De las que en vida ca'zaba; Les pareció que llegaban Por palabras lisonjeras Todos blancos como nieve, Que eran reyes coronados. Vistiéronle vestidura En tanto que ellos venían, Allanó para su rey Y uno que los asombraba, Mil castillos y fronteras? Que el pespunte se mostraba, Alvar Fañez ha fablado Y su escudo puesto ai cuello Mas erecido que ninguno, ¿ No sois vos quien sujetó En blanco caballo andaba, Que pongan el cuerpo muerto A la ciudad de Valencia, Con su divisa ondeada, En atahud y tapado, Capellina en su cabeza Crnz colorada en el pecho, En su mano señal blanca, Y con púrpura le cubran, Y el que venció en seis batallas De pergamino pintada. La espada semeja á fuego Con clavos de oro clavado. Sin alma mil almas fieras? Parece que era de fierro Con que á los moros llagaba; No quiso doña Jimena, ¡Ay, amarga soledad. Según está bien labrada. Gran mortandad face en ellos, Y asi los ha razonado : Cómo al sufrimiento enseñas En la su mano derecha Fuyendo van que no aguardan. — El Cid tiene el rostro hermoso, A sufrir contra justicia La Tizona le fué atada El rey Búcar y sus reyes Los ojos muy aseados, Tan penosa y tri-te ausencia! — Sutilmente, á maravilla Mientras está desta suerte No pudo pasar de aquí Iba en la su mano alzada. El campo desamparaban, No hay para que sea mudado, 1.a madre de la nobleza, De un cabo iba el obispo Camino van de la mar Que mis yernos folgarán Que sobre el cuerpo cayó Don Gerónimo de fama, Do los navios estaban. Desmayada ó casi muerta. Del otro iba Gil Diaz, Los del Cid los van firlendo, Y mis fijas en su cabo El que á Babieca guiaba. Ninguno habia de escapa, De verlo como ahora está, Salió don Pedro Bermudex En la mar se ahogan todos, Que non su cuerpo enterrado. — t,xxv. — (Sepúkeda.) Con seña del Cid alzada Mas de diez mil se anegaban, Todos hubieron por bien Con cuatrocientos fldalgos Que con la prisa que traen Lo que Jimena ha ordenado: Muerto yace ese buen Cid Que con él van en su guarda : Todos juntos no se embarcan. Don Sancho y también García Que de Vivar se llamaba, Saliera luego el recnage, De los reyes mueren veinte, Están a! Cid aguardando, Gil Diaz su buen criado Otros Untos lo guardaban, Búcar huyendo se escapa, Cumpliera lo que mandara. Y media legua de Olmedo Saliera el cuerpo del Cid Los del Cid ganan las tiendas Embalsamara su cuerpo, Todos se habían juntado. Con gente muy esforzada. Con mucho oro y mucha piala. Ese buen rey de Aragón Y muy yerto se paraba, Ciento son los guardadores El mas pobre queda rico Caballeros tiene armados, Cara tiene de hermosura Que el cuerpo honrado llevaban. De lo que ende ganára. Al revés traen los escudos Muy hermosa y colorada, Tras él va doña Jimena Caminan para Castilla De los arzones colgados. Los ojos igual abiertos, Con toda la su compaña, Como el buen (.id ordenaba; Las capas traían negras Muy apuesta la su barba, Con seiscientos caballeros Llegados son á San Pedro, Muy grande duelo mostrando, Non partee que está muerto. Que para guarda le daban : De Cardeña se nombraba, Antes vivo semejaba; Las capillas traen tendidas Callando van y tan paso Do quedó el cuerpo del Cid, Según uso castellano. Y para que esté derecho Que veinte no semejaban. El que á España tanto honraba. Doña Sol y las sus dueñas Este ardid Gil Diaz usaba : Ya están fuera de Valencia, Estameña han cobijado: Puso el cuerpo en una silla, Claro el día se mostraba: Gran duelo querían hacer, Una tabla en las espaldas Alvar Fañez fué el primero Mas su madre lo ha vedado, Y otra delante de! pecho Porque asi ¡o mandó el Cid Y á las estrellas la ensalza : CUARTA P. IRTE. 81 Y así ha de ser obrado. A quien prudentes varones Ei rey y la su muger Ponen solo entre las armas, Estando desta manera En las tierras de Castilla Para el Cid habían llegado, Y por sus grandes proezas Un judio habia llegado : Sin que nadie le impidiese. Ambos las manos le besan, Principe dellas le llaman, Cuidando estaba entre sí Triunfante, rico y contento De !o ver se han espantado, Y moros sus enemigos Desta suerte razonando: Por sus Jornadas se vuelve, Que no semejaba muerto, Por escelencia llamaban — Este es el cuerpo del Cid Dejando á los castellanos Sino vivo y muy honrado; El invencible Rodrigo Por todos tan alabado, Despojados de sus bienes. Muchos vienen á lo ver Por San Pedro de Cardeña Y señor de la campaña. Y dicen que en la su vida De Castilla ese reinado, Mandó que el curso enderecen Y siendo cuan bueno fué Nadie á su barba ha llegado, También vino don García, La escolta y la cabalgada Tiró la envidia so lanza. Quiero yo asirle della Rey dese reino navarro, Para que por allí fuesen. Mas ias armas de virtud Y tomarla en la mi mano, Consigo trae su muger, Como llegase la fama El hierro suyo no pasan, Que pues aquí yace muerto Frja del buen Cid loado. Al abad que en guarda tiene Que como sucede siempre, Por él no será escusado : Las manos besan al Cid El santo cuerpo del Cid, Quien mal anda mal acaba, Yo quiero ver qué fará. Muchas lágrimas llorando, Aguardó que el rey se acerque. Todos van para San Pedro Y golpes de arma traído.» Si me pondrá algún espanto. — Aderezóse entre tanto Porque allí le han enterrado. A su mismo dueño matan. Tendió la mano el judío Como en proceslon solemne, Aquese buen rey Alfonso No pudieron las traiciones Para hacer lo que ha pensado, Y con la insignia del Cid Que ha sabido lo pasado De muchos manchar su fama, Y antes que á la barba llegue, Sale para cuando llegue. De Toledo se partiera Que con la infamia de aquellos El buen Cid habia empuñado El cielo se ia limpiaba. A la su espada Tizona Al son de las roncas cajas Marchando de siete en siete Y á San Pedro habla llegado En San Pedro de Cardeña Y un palmo la habia sacado. Al rey que llevan en medio Saliéronle á recibir Su cuerpo la tierra ensancha, El judío que esto vido Miran ufanos y alegres, Los al Cid emparentados. Que como lo hizo en vida Muy gran pavor ha cobrado: Tremolando las banderas Mucha honra lizo el rey Allí tampoco le falta. Tendido cayó de espaldas Junto al rey, que alegremente Al cuerpo del Cid honrado, Amortecido de espanto. En ellas ponia los ojos Mandó que no se enterrase, Halláronle allí caído Sino que el cuerpo arreado LXXVIII. — (Sepxílveda.) (1) Como en su mayor deleite. Los que en la iglesia han entrado, Se ponga junto al altar Yendo el valiente don Sancho En Sant Pedro de Cardeña Agua le echan por el rostro Y á Tizona en la su mano : Marchando con sus ginetes, Está el Cid embalsamado. Para facerlo acordado, Llegó donde el santo abad Asi estuvo micho tiempo, El vencedor no vencido Y vuelto que fuera en si Que fueron mas de diez años. De moros ni de cristianos, Todos le han preguntado Le aguardaba alegremente. Por mando del rey Alfonso Qué cosa fuera la causa Puso en tierra las rodillas uxvii. — (Anónimo.) En su escaño está sentado, De verlo tan mal parado: Diciendo : — Rey, no desprecies Su noble y fuerte persona Él luego les declaró Mi razón, ni á la voz mia En Burgos nació el valor De vestidos arreado: La causa de lo pasado. Tu justo oido le cierres. Gloria y amparo de España, Descubierto tiene el rostro Todos da u gracias á Dios Bien sabes, valiente rey, Que es costumbre en la e.beza De gran gravedad dotado, Por el milagro contado Y cuantos estáis presentes, Poner la insignia mas alta. Su blanca barba crecida En se acordar que su siervo Que esa presa es de cristianos Aquel que Vitorias suyas Como de hombre estimado, No quiso fuese ensuciado Y no es justo que la lleves. De eterna memoria estampa l-i buena espada Tizona Por mano de aquel judío Las guerras que traen contigo En los dos polos su nombre Puesta la tiene á su lado; Que tan mal lo habia pensado. Son causa para ponerte Y el cielo da gloria al alma i No parece que está muerto, Cristiano se volvió luego, Siempre la espada en la mano De quien españoles reyes Sino vivo y muy honrado. Diego Gil era llamado : Por su daño y con sus muertes. Tienen de su sangre tanta, Siete años estuvo asi, Fincó en servicio de Dios Muy bien pudiera escusarse Que si duermen los despierta Como está ya razonado; En San Pedro el ya nombrado, La sangre que dellos viertes A la guerra y las hazañas; Por su alma que es en gloria Y en él acabó sus dias Con que volvieras la espalda El que á los hijos de Agar Hacen fiesta cada año. Como cualquier buen cristiano. A los moros que nos vencen. Destruyeron sus espadas, A ver su cuerpo tan bueno Mira, buen rey, esta insignia Y á siete reyes venció, Mucha gente se ha llegado. Que es del Cid de quien desciendes. Fuera de donde está el Cid LXXIX. — (Anónimo.) Despues de muerto, en batalla: Y póngotela delante El valeroso y leai La fiesta se hizo un año, De Castilla van marchando Para que esa presa dejes. — A su señor y á su patria. Su cuerpo quedaba solo. A Navarra con su gente Conociendo el rey la insignia Que hizo famosa á Hesperia Ninguno le ha acompañado. Don Sancho á quien dieron nombre Del caballo se desciende, Por sus hechos de Valiente. Y en el suelo de rodillas La saluda desta suerte : (i) Ni este romance ni ei que sigue son de la vida del Cid, pero se colocan como serie de ella Delante lleva el despojo porque iratan de la memoria de esle héroe Que ganó su brazo fuerte — ¡ O estandarte poderoso Porque asi ¡o mandó el Cid Y á las estrellas la ensalza : CUARTA P. IRTE. 81 Y así ha de ser obrado. A quien prudentes varones Ei rey y la su muger Ponen solo entre las armas, Estando desta manera En las tierras de Castilla Para el Cid habían llegado, Y por sus grandes proezas Un judio había llegado : Sin que nadie le impidiese. Ambos las manos le besan, Principe dellas le llaman, Cuidando estaba entre sí Triunfante, rico y contento De !o ver se han espantado, Y moros sus enemigos Desta suerte razonando: Por sus Jornadas se vuelve, Que no semejaba muerto, Por escelencia llamaban — Este es el cuerpo del Cid Dejando á los castellanos Sino vivo y muy honrado; El invencible Rodrigo Por todos tan alabado, Despojados de sus bienes. Muchos vienen á lo ver Por San Pedro de Cardeña Y señor de la campaña. Y dicen que en la su vida De Castilla ese reinado, Mandó que el curso enderecen Y siendo cuan bueno fué Nadie á su barba ha llegado, También vino don García, La escolta y la cabalgada Tiró la envidia so lanza. Quiero yo asirle della Rey dese reino navarro, Para que por allí fuesen. Mas ¡as armas de virtud Y tomarla en la mi mano, Consigo trae su muger, Como llegase la fama El hierro suyo no pasan, Que pues aquí yace muerto Frja del buen Cid loado. Al abad que en guarda tiene Que como sucede siempre, Por él no será escusado : Las manos besan al Cid El santo cuerpo del Cid, Quien mal anda mal acaba, Yo quiero ver qué fará. Muchas lágrimas llorando, Aguardó que el rey se acerque. Todos van para San Pedro Y golpes de arma traido.a Si me pondrá algún espanto. — Aderezóse entre tanto Porque allí le han enterrado. A su mismo dueño matan. Tendió la mano el judío Como en proceslon solemne, Aquese buen rey Alfonso No pudieron las traiciones Para hacer lo que ha pensado, Y con la insignia del Cid Que ha sabido lo pasado De muchos manchar su fama, Y antes que á la barba llegue, Sale para cuando llegue. De Toledo se partiera Que con la infamia de aquellos El buen Cid habia empuñado El cielo se ia limpiaba. A la su espada Tizona Al son de las roncas cajas Marchando de siete en siete Y á San Pedro liabia llegado En San Pedro de Cardeña Y un palmo la habia sacado. Al rey que llevan en medio Saliéronle á recibir Su cuerpo la tierra ensancha, El judío que esto vido Miran ufanos y alegres, Los al Cid emparentados. Que como lo hizo en vida Muy gran pavor ha cobrado: Tremolando las banderas Mucha honra lizo el rey Allí tampoco le falta. Tendido cayó de espaldas Jnnto al rey, que alegremente Al cuerpo del Cid honrado. Amortecido de espanto. En ellas ponía los ojos Mandó que no se enterrase, Halláronle allí caído Sino que el cuerpo arreado Lxxvni. — (Sepxílveda.) (1) Como en su mayor deleite. Los que en la iglesia han entrado, Se ponga junto al altar Yendo el valiente don Sancho En Sant Pedro de Cardeña Agua le echan por el rostro Y á Tizona en la su mano : Marchando con sus glnetes, Está el Cid embalsamado. Para facerlo acordado, Llegó donde el santo abad Asi estuvo micho tiempo, El vencedor no vencido Y vuelto que fuera en si Que fueron mas de diez años. De moros ni de cristianos, Todos le han preguntado Le aguardaba alegremente. Por mando del rey Alfonso Qué cosa fuera la causa Puso en tierra las rodillas UXVU. — (Anónimo.) En su escaño está sentado, De verlo tan mal parado : Diciendo : — Rey, no desprecies Su noble y fuerte persona Él luego les declaró Mi razón, ni á la voz mia En Burgos nació el valor De vestidos arreado: La causa de lo pasado. Tu justo oído le cierres. Gloria y amparo de España, Descubierto tiene el rostro Todos da u gracias á Dios Bien sabes, valiente rey, Que es costumbre en la cabeza De gran gravedad dotado, Por el milagro contado Y cuantos estáis presentes, Poner la insignia mas alta. Su blanca barba crecida En se acordar que su siervo Que esa presa es de cristianos Aquel que Vitorias suyas Como de hombre estimado, No quiso fuese ensuciado Y no es justo que la lleves. De eterna memoria estampa l-i buena espada Tizona Por mano de aquel judío Las guerras que traen contigo En los dos potos su nombre Puesta la tiene á su lado; Que tan mal lo había pensado. Son causa para ponerte Y el cielo da gloria al alma i No parece que está muerto, Cristiano se volvió luego, Siempre la espada en la mano De quien españoles reyes Sino vivo v muy honrado. Diego Gil era llamado : Por su daño y con sus muertes. Tienen de su sangre lauta, Siete años estuvo asi, Fincó en servicio de Dios Muy bien pudiera escusarse Que si duermen los despierta Como está ya razonado; En San Pedro el ya nombrado, La sangre que dellos viertes A la guerra y las hazañas; Por su alma que es en gloría Y en él acabó sus dias Con que volvieras la espalda El que á los hijos de Agar Hacen fiesla cada año. Como cualquier buen cristiano. A los moros que nos vencen. Destruyeron sus espadas, A ver su cuerpo tan bueno Mira, buen rey, esta insignia Y á siete reyes venció, Mucha gente se ha llegado. Que es del Cid de quien desciendes. Fuera de donde está el Cid LXXIX. — (Anónimo.) Despues de muerto, en batalla : Y póiigotela delante El valeroso y ¡eai La fiesta se hizo un año, De Castilla van marchando Para que esa presa dejes. — A su señor y á su patria. Su cuerpo quedaba solo. A Navarra con su gente Conociendo el rey la insignia Que hizo famosa á Hesperia Ninguno le ha acompañado. Don Sancho á quien dieron nombre Del caba'lo se desciende, Por sus hechos de Valiente. Y en el suelo de rodillas Delante lle.va el despojo La saluda desta suerte : (i) Ni este romance ni ei que sigue son de la vida del Cid, pero se colocan como serie de ella — ¡ O estandarte poderoso porque iratan de la memoria de este héroe Que ganó su brazo fuerle Por nombre le intitulaba I Dentro en la mezquita entraba; De aquel varón eseelente Un pájaro hablador, Arzobispo de Toledo, Limpiando los falsos ritos Que fue muro de Castilla Siquiera fuese calandria, Primado de las España»: A Dios la redificaba, Y cuchillo de la muerte; 0 lordico ó ruiseñor, Todo cuanto el rey le diera Diciendo misa este dia De quien tembló la morisma; I Crisdo fuese entre damas Se lo confirmara el papa. El aizobispo cantada. Quien deshizo sus poderes; Y «vezado á la tazón, Desque ya tuvo ol buen rey Cuando los moros lo vieron Quien venció muerto al rey Búcar Que me lleve una embujada Esta tierra sosegada, Quejas al rev le enviaban; Y tu»o vasallos reyes; A mi esposa Leonor, A la reina su muger Mas el rey cuando lu supo A quien hablaban los santos Que me envíe una empanada En gobernación la daba. Gravemente se ensañaba : Y le acompañaban siempre, No de truchas ni salmón. Fuése á visitar su reino, A la reina y a] perlado Y le alcanzaron de Dios Sino de una lima sorda Fué á Galicia y su comarca. Malamente amenazaba; Que vencido no se viese! Y de un pico tajador, Despnes departido el rey. Sin esperar mas consejo A vos y ante vos consagro. La lima para los hierros la reina doña Costanza A Toledo caminaba. Como á quien tan bien so deben, Y el pico para e! torreon! — Viendo su marido ausento Los moros que. lo supieron Estos despojos de guerra, Oidolo h3bía el rey, Pensamientos le aquejaban, Luego consejo lomaban; Y en vuestro templo se cuelguen — Mandóle quitar la prisión. No de regalos de cuerpo. Sálenselo á recibir Y en diciendo estas razones Mas de salvación del alma. Hista Olías y Cabanas. Estando así pensativa ¡ Uceados delante el rey Mandó que los presos suelten, LXXXI. — {Anónimo.) (J) El arzobispo Helara, Y toda la presa junta De rodillas se hincaban : En llegando el arzobispo Al bendito abad se entregue Eso buen rey don Alfonso ¡ — Mercedes, buen rey, mercedes,— Desta manera le habla Por amor y reverencia El de la mano horadada, Diccu, las manos cruzadas; Del Cid, á quien se la ofrece. Después que ganó á Toledo - Don Bernardo, ¿qué haremos, Mas el rey que así los \ ido Reconociéndole muerto, En él puso su morada, Que la conciencia me agiava Uno á uno levantaba : De do ganó los lugares Que nunca su nombro muere. De ver mezquita de moros — Calledes. buenos amigos, De moros que allí quedaban, La que fué iglesia santa. Que este hecho me tocaba. Montalban y Talavera, Donde la reina del cielo Quien á vos ha hecho tuerto LXIX.— (Anónimo.) (I) Oropesa y Mejorada, Sol i a ser bien honrada? A nn quebró la palabra; Por el mes era de mayo Y la villa de Escalona, ¿Qué modo, dice, tememos Mas yo haré tal castigo Cuando hace ta calor, A Maqueda y Santa Olalla. Que torne á ser consagrada, Que aína habréis la venganza.— Cuando canta la --alandrla Ganó á Canales y á Ulescas, Qus el rey no quiebre la fe Los moros cuando esto oyeron Y responde el ruiseñor. Madrid y Guadalajara, Que á los moros tiene dada? — En altas voces clamaban : Cuando los enamorados Alcalá y Tordelaguna, Cuando esto oyó el arzobispo — Merced, buen señor, merced, Van á servir al amor, A Uceda y á Salamanca. De rodillas se hincaba : La vuestra merced nos valga: Sino yo, triste cuitado, Ganó á Buitrago y Atienza, Alzó los ojos al cielo, Si tomáis venganza desto Que vivo on esta prisión. A Sigüenza y á Berlanga, i .as manos puestas hablaba: A nos costará bien cara. Que ni sé cuando es de día Y ganó á Meilinaceli, Ni cuando las noches son, — Gracias doy á Jesucristo Quien matare hoy á la reina Y gano toda el Alcarria Y á su Madre Virgen santa. A rrepentirse ha mañana. Sino por una avecilla De la otra parie del rio Que me cantaba el albor. Que. salis, reina, al camino La mezquita ya es iglesia, Que agora Tajo se llama, De lo que yo deseaba. No nos puede ser tornada, Matóla un ballestero, Sin otros muchos lugares j Déle Dios mal galardón 1 Quitémosela á los moros Perdonedes á la reina Quo allende el rio ganara. Antes hoy que no mañana. Y á los que nos la qnitáran, Cabellos de mi cabeza Luego en ganando el lugar Lléganme al corvejon, No dejeis el bien eterno Qu.. nosotros desde agora De cristianos le poblaba, Por la temporal palabra. Os alzamos la palabra.— Los cabellos de mi barba Luego le hace su Iglesia, Por manteles tengo yo, Ya que el rey se ensañe tanto E! buen rey cuando esto oyera Luego le pone campanas: Grandemente se holgara. Las uñas de Iag mis manos Déjalos fortalecidos Que venga á tomar venganza, Por cuchillo tajador : Perdamos, reina, los cuerpos, Dándoles gracias por ello Y á Toledo se tornara. Si lo hacia el buen rey, Pues que se ganan laa almas.— Perdido ha toda la saña. Elegido ha un arzobispo, Ilácelo como señor; Luego aquella misma noche Don Bernardo se llamaba. Si lo haca el carcelero, Hombre de muy santa vida, Háeelo como traidor. De letras y buena fama, 1 Mas quién agora me dles® Y de que lo hubo elegido FIN UB LA CtARTA Y ÚLTIMA PARTE DE LOS ROMANCES DEL CID.

(t) Este romanee verdaderamente popular per aquel. Eile asunto le trata muy mal Sepúl- no habta del Cid. pero pertenece i la serie de veda en uo romance que dice: «En el castillo 8u historia, porque trata de la muerte de don d6 Luna. •> Gareta despojado y aprisionado por don Sancho, (3) Tampoco es del Cid, pero pertenece á la y al cual don Atonto VI uo quiso dar libertad historia de su tiempo. pira aprovecharte de la aaurpacioa empezada