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CUADERNOS DE ARAGÓN 40 RAFAEL CRESPO BÁGUENA

La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

INSTITUCIÓN «FERNANDO EL CATÓLICO» Excma. Diputación de Zaragoza, 2009 Publicación número 2.862 de la Institución «Fernando el Católico» (Órganismo autónomo de la Excma. Diputación de Zaragoza) Plaza de España, 2 50071 ZARAGOZA Tels.: [34] 976 288 878/79 - [34] 976 28 88 79. Fax: [34] 976 288 869 [email protected] http://ifc.dpz.es

FICHA CATALOGRÁFICA CUADERNOS de Aragón / Institución «Fernando el Católico».– V. I. (1996)– .–-Zaragoza: Institución «Fernando el Católico», 1996– 24 c, Irregular ISSN: 0590-1626 1. Institución “Fernando el Católico”; ed. 930.8 (460.22)

CUADERNOS DE ARAGÓN Nº 40 © Rafael Crespo Báguena © De la presente edición, Institución «Fernando el Católico» ISSN: 0590-1626 DEPÓSITO LEGAL: Z-1614/2009 PREIMPRESIÓN: DocuGraf. Zaragoza IMPRESIÓN: Los Fueros, Artes Gráficas IMPRESO EN ESPAÑA-UNIÓN EUROPEA AGRADECIMIENTOS

Para la realización de este estudio ha sido fundamental la colabora- ción y apoyo de un gran número de personas, que han puesto a disposi- ción del autor tanto sus conocimientos como sus vivencias personales, así como lo más importante en todo el proceso, su tiempo y dedicación hacia este proyecto, que no sólo recoge las inquietudes de una o varias personas sino que intenta plasmar la experiencia pasada de toda una comunidad. Es necesario aquí dar las gracias a todas aquellas personas de la loca- lidad que han puesto su pequeño grano de arena con la aportación de documentación y conocimientos personales. Estas personas son: Arsenio Sancho, José Fleta, Blas Seral, Ángel Aladrén, Mercedes Aladrén, Vidal Fleta, Manuela Oliván, Azucena Pérez, Francisco Pérez, María Rosa Valej, María Polo, Andresa Pérez, Luz Zarazaga, Laura Oliván, Pilar Oliván, Joaquín Zarazaga, Luis Palacián y Alicia Capapey. También ha sido importante la aportación de material fotográfico y otros materiales com- plementarios, donde han colaborado: Fernando Moliner, Silvia Val, José Antonio Roncalés, María Eugenia Sancho y María Rosario Langa. Mención especial, por su especial dedicación, atención y amabilidad merecen las colaboraciones de Susana Catalán, Carlos Binaburo, Águeda Pérez, Enrique Guillén y Rafael Guillén, así como agradecer la gentileza de Óscar Lorente, Miguel Luño y Mauricio Pérez. Por último y más importante, agradecer a mi familia más cercana —padres, abuela y her- mana— su activa colaboración, no solo en las labores propias de la reali- zación del libro sino en su continuado apoyo al proyecto y a mi persona.

5 PRÓLOGO

En nuestros días nadie duda de la necesidad de trabajar en pro de la conservación de los testimonios de nuestro pasado más o menos lejano. El legado histórico-artístico que atesoran las ciudades y pueblos de Aragón configura el presente de la Comunidad Autónoma y sus caracte- rísticas propias y específicas, en relación con otros territorios o culturas. La propia Ley de Patrimonio Cultural Aragonés de 1999 recoge esta idea en su Preámbulo y subraya ese carácter de testimonio que tienen las obras que forman parte del patrimonio de todos los aragoneses. Es una herencia que nos han legado nuestros antepasados y que nosotros debemos mantener en buen estado para el disfrute de las generaciones futuras. Ese compromiso de preservación del patrimonio aragonés han de asumirlo las administraciones públicas, los agentes sociales y también los particulares, en la medida de sus posibilidades. Pero para poder conser- var este rico legado es necesario que lo conozcamos con todos sus mati- ces. Sólo del conocimiento profundo pueden nacer el amor y el deseo de aunar esfuerzos para recuperar o mantener el patrimonio cultural arago- nés. Precisamente desde ese planteamiento trabajos como éste cobran una importancia capital. Rafael Crespo Báguena ha realizado una labor callada y ardua para divulgar la historia, el arte y la cultura de una loca- lidad con la que mantiene intensos vínculos afectivos, Herrera de los Navarros. Para los herrerinos y aragoneses en general, incluso para los que nos dedicamos profesionalmente al estudio del patrimonio, este tra- bajo ha de llenarnos de satisfacción y de esperanza al ver que un joven licenciado ha invertido generosamente muchas horas de su tiempo, y no pocos desvelos, con el propósito de reunir las noticias dispersas existen- tes sobre la población. De esta forma, hoy vemos sistematizada toda la información publicada sobre la historia, el yacimiento de Los Castellares, la iglesia parroquial de San Juan Bautista, el santuario de Nuestra Señora

7 de la Sierra de Herrera o el dance de Nuestra Señora de esta localidad aragonesa. El propio autor es consciente de esta aportación al escoger un título para esta monografía, en el que están presentes palabras como herencia, pasado, patrimonio o historia. El estudio en sí mismo sobresale por su ambición, ya que contempla aspectos muy diferentes de la historia de Herrera de los Navarros. Es, además, un trabajo no exento de dificultades, pues ha exigido una pro- funda inmersión bibliográfica y una lectura atenta de las no muy abun- dantes y dispersas noticias publicadas hasta la fecha. Estamos ante un estado de la cuestión completo sobre esta población que no se había abordado antes. A partir del mismo pueden acometerse en el futuro otras tareas de investigación documental, que permitan completar el panorama, ya de por sí extenso y exhaustivo, que aquí se nos ofrece. En este sentido, hemos de confiar en que Rafael Crespo Báguena con- tinúe con ahínco la tarea emprendida. Es sin duda la persona más apro- piada para ello, no sólo por las aptitudes demostradas en estas líneas, sino porque a sus conocimientos científicos suma una enorme capacidad de trabajo y un gran amor hacia el objeto de su estudio. Hasta que el autor nos regale esa aportación futura, no nos queda sino disfrutar del resultado de la entusiasta labor que ha realizado hasta el momento, con la confianza de que estas líneas sirvan para entender que el patrimonio cultural es algo frágil y vivo, que puede servir para dar una imagen espe- cífica de lo propio en el exterior y, por supuesto, como motor de desarro- llo de un lugar.

ANA M. ÁGREDA PINO 1. LOS CASTELLARES

Desde tiempos lejanos se ha conservado en Herrera una amplia tradi- ción sobre la ocupación antigua de este lugar. En unos casos, esa referen- cia tradicional se mezcla con mitos y leyendas, como es el caso de la cueva de la Mora —situada en el mismo cerro—; en otros, procede de la arqueología u otras disciplinas más científicas, tal cual sucede con los ele- mentos constructivos y materiales que existen en la superficie y cercanías de la loma. El primer acercamiento científico lo llevó a cabo Antonio Beltrán Martínez desde su cátedra del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza. En 1970 llevó a cabo una primera prospección de la zona1, apuntando breves notas acerca del yacimiento que sentaron la base de estudios posteriores2. Nuevas investigaciones dirigidas por Francisco Burillo desde 1973 die- ron lugar a una excavación arqueológica cuyos trabajos de campo se pro- longaron entre 1976 y 1980, fecha en la que se interrumpieron para estu- diar los resultados, publicados en 19833. La excavación se centró en el sector noroeste, en especial una vivienda con gran cantidad de materia- les, todos ellos depositados en el Museo de Zaragoza. En 1982 se retomaron los trabajos de campo, de nuevo bajo la direc- ción de Francisco Burillo, centrándose ahora la investigación en una vivienda situada en el lado opuesto del poblado. Sus resultados fueron también fructíferos, aunque su publicación ha sido más lenta y diluida,

1 ANÓNIMO, 1970: 193. 2 BELTRÁN MARTÍNEZ, A., 1972: 127. 3 Datos sobre todas estas actividades y sus resultados en BURILLO , F., 1983.

9 Rafael Crespo Báguena ya que sólo se han publicado trabajos parciales en revistas especializadas y otras compilaciones4. Los trabajos no se han reanudado desde entonces, aunque los estu- dios realizados permiten concluir que se trata de un yacimiento incluido en la cultura y ámbito celtibérico, con una cronología inicial confusa, destruido y abandonado a fines del siglo III a. C. o principios del siglo II a. C. y en el cual se documenta una posterior ocupación medieval del siglo XII d.C.

1.1. Localización y medio físico El yacimiento se encuentra en las proximidades de la localidad, sobre un promontorio situado en las estribaciones de la Sierra de Herrera per- teneciente al Sistema Ibérico. En dirección sureste-noroeste, esta peque- ña colina discurre paralela a la carretera que lleva al , desde la que se accede tomando el desvío que aparece, aproxi- madamente, 500 metros después del pueblo. El cerro donde se sitúa el yacimiento domina el paso del río Herrera, así como su confluencia con el barranco del Regacho, de forma que el abastecimiento de agua quedaría perfectamente solucionado, en espe- cial desde este último. Respecto a la vegetación, se vislumbran zonas de robledal acompañadas de arbustos mediterráneos; existen también tie- rras agrícolas de gran productividad para el cereal, que en la actualidad rodean por completo al yacimiento. Tampoco hay que olvidar la gran proximidad que debía existir con relación al bosque de la próxima Sierra de Herrera, complementado con amplios roquedales. El clima no difería mucho del actual, acusando bajas temperaturas en el invierno, acompañadas de fuertes vientos e incluso ventiscas y unas temperaturas suaves en verano, aunque el riesgo de tormentas sería fre- cuente. Estas características hacen del asentamiento un lugar con espe- ciales condiciones estratégicas y permiten controlar el valle y sus comu- nicaciones5.

4 Para el estudio de materiales, elementos constructivos y funcionalidad, ver BURI- LLO MOZOTA, F. y DE SUS, M. L., 1986: 209-236; para los materiales cerámicos, ver DE SUS, M. L. y MORENO, M. A., 1986: 221-227; para materiales metálicos ver MARTÍN COS- TEA, A. et alii, 199-92: 233-266. 5 Para una información más amplia, véase BURILLO MOZOTA, F., 1983: 14.

10 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros 1.2. Descripción general y urbanismo El yacimiento se encuentra en la cima de la citada colina, a unos 860 metros sobre el nivel del mar, salvando un desnivel de unos 30/50 metros hasta el fondo de la depresión. El espacio ocupado en la cima es de 100 x 22 metros, delimitado al noreste por aterrazamientos de cultivo, un foso complementado por el escarpado relieve en el Sureste y una mura- lla en el resto. De esta forma el asentamiento presenta una zona de hábi- tat alargada, con un ligero desnivel, más pronunciado al noroeste y con mayor anchura al sureste6. De las excavaciones y estudios realizados se desprende que el yaci- miento está organizado urbanísticamente según el modelo de poblado de una calle central. A su vez se limita por un sistema defensivo (mura- llas y fosos), que, además de servir de defensa, delimita todo el conjun- to. Este tipo de poblados tiene una amplia difusión desde época hallstá- tica, con claros precedentes desde el siglo VI a. C. en Cataluña y Levante, y se documenta ya en el Bajo Aragón en el Bronce Final: en el Cabezo de Monleón de y en plena época ibérica se populariza, siendo el caso más conocido el Tarratrato de Alcañiz (siglo III a. C.)7. Su aparición en este yacimiento es muy significativa, ya que supone la importación del modelo ibérico al ámbito celtibérico, aunque su forma de implantación siga siendo una incógnita. El esquema urbanístico que se utiliza es el siguiente: el núcleo del poblado es la calle central, abriéndose a ambos lados las viviendas, con paredes medianiles entre ellas. Limitan al exterior con una muralla doble, de la que pueden formar parte con el muro de cierre posterior. Esto se complementa en la vertiente sureste con un foso que cierra el sis- tema defensivo de la muralla. La calle puede tener una anchura variable según el distanciamiento de las casas, y es posible que en la esquina superior del foso, al igual que ocurre en el Tarratrato, estuviese situado un torreón. Faltan estudios que lo corroboren, pero los aterrazamientos agrícolas de la ladera noreste, podrían pertenecer a un hábitat escalonado, pudiendo corresponder a un crecimiento urbanístico y poblacional del asentamiento, aún sin com- probar.

6 Ibidem, 5-7. 7 BELTRÁN LLORIS, M., 1996: 70.

11 Rafael Crespo Báguena 1.3. La vivienda Las casas, de las cuales sólo se conocen las dimensiones y situación exacta de dos de ellas, tienden a una forma rectangular o trapezoidal. Dicha forma es similar a la de las viviendas de los yacimientos antes cita- dos, aunque sin un alargamiento tan pronunciado. Tienen una superfi- cie aproximada de entre 48 y 52 metros cuadrados8 y en ambos casos el interior está dividido en varias estancias, separadas por muro de tapial o adobe de forma irregular.

1.3.1. Elementos constructivos y materiales • Muros: Dentro de la distribución encontramos que los muros, cuya función es limitar las casas, son de mampostería de piedra tan sólo en su cimentación; en su alzado utilizan materiales más pobres, como adobe y tapial9. Se trata de una técnica muy utilizada en la antigüedad, que servía para conseguir una potente cimentación y un eficaz aislante de la hume- dad. Los muros divisorios de ambas viviendas pueden ser bien de adobe o tapial, materiales más pobres que se han utilizado hasta la época con- temporánea. Para conseguir una mayor consistencia, al tapial se le añaden piedras de medianas dimensiones, obteniendo así adobes de módulo regular dis- puestos en hiladas simples, unidos por arcilla fina. A partir de la impron- ta que dejan al desaparecer también se ha documentado el empleo de postes de madera, utilizados básicamente para aportar mayor solidez a los muros y procurar mayor sujeción de estos. Sin embargo, éste no sería el aspecto visible de los muros, ni de los exteriores ni de los interiores. En ambos nos encontramos revoques de arcilla —roja, blanca o amarilla— que los enlucirían. Sobre ese enlucido, especialmente en el exterior, se ha detectado un encalado, en algunas zonas de hasta cinco capas. Ambas operaciones perseguirían además de la mejora estética, una finalidad práctica de protección e higienización, lo que ya sucede en otros poblados del mundo antiguo en Aragón (Alto Chacón, Cabezo de Monleón).

8 FATÁS CABEZA, G. y otros, 1989: 80. 9 Explicación general de la técnica en el yacimiento, en BURILLO MOZOTA, F., 1983: 113 y en BURILLO MOZOTA, F. y DE SUS, M. L., 1986: 219.

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• Suelos: Los suelos de ambas viviendas siguen principalmente dos modelos: el primero utiliza la roca como piso allí donde fuese posible, especialmente en la casa 1. La otra opción rellena allí donde era necesa- rio un nivel igualado con arcilla y piedras. Este método, que sirve para conseguir una mejora estética del piso otorgándole un revoque especial, sirve a su vez para proteger de la humedad. Aparte de esto, en la casa 2 aparece una curiosa excepción en la habitación V, de cuyo estudio se des- prende que poseía un entramado de madera con pequeños canales con un ligero encalado y enlucido, que posiblemente se debiera a la existen- cia de un telar o sirviera para recoger el material sobrante.

• Techos10: La techumbre de ambas casas era a una sola vertiente, desembocando las aguas en el lado exterior del cerro, de forma que la parte posterior de la casa necesitara una altura menor11. Es complicado conocer con exactitud los materiales con que se confeccionaría dicho tejado, pero estaría compuesto sin duda alguna por materiales delezna- bles —cañas, ramajes, paja—. Estos materiales eran sustentados por vigas de madera y se utilizaban piedras y tierra como elementos de sujeción y para dotarlo de una mayor consistencia e impermeabilización. • Procedencia de los materiales: Los materiales citados, con toda segu- ridad provendrían del entorno más inmediato e incluso del propio cerro. De esta forma obtendrían piedra en cortados cercanos, tierra y arcilla en los campos próximos y de las excavación del foso, y la madera abundaría en el bosque de la Sierra.

1.3.2. Diseño y funcionalidad de las viviendas • Diseño: En el estudio realizado para la casa 1, se concluyó que la dis- tribución de las habitaciones correspondía a un modelo regular, es decir, que el conjunto de la casa se dividía en doce módulos cuadrados de 2,10 x 2,10 metros (4,41 m2). Posteriormente se distribuían formando seis habitaciones separadas por cinco muros interiores. Sin embargo, a este diseño teórico hay que añadirle las necesarias consideraciones prácticas de adaptación al terreno, de forma que en la realidad este modelo no es exacto, pero sí se cumple de una manera aproximada12.

10 BURILLO MOZOTA, F., 1983: 117 y BURILLO MOZOTA, F. y DE SUS, M. L., 1986: 222. 11 Hay que tener en cuenta que este lado corresponde con la muralla del poblado. 12 BURILLO MOZOTA, F., 1983: 125.

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En la construcción y distribución de la segunda casa, se siguió un planteamiento modular similar, algo más irregular debido a la estructu- ra externa de la vivienda, ligeramente inclinada. De esta forma, encon- tramos la casa dividida en cuatro partes iguales, de las que las dos de la izquierda se han dividido por la mitad, quedando asimismo la vivienda distribuida en seis habitáculos de tamaño irregular. Como se ha explicado anteriormente el vano de ingreso a las vivien- das estaría situado en el lado de la calle central, como es evidente, apare- ciendo incluso en la casa 2 tres escalones de piedra. En esta fachada, ade- más de este vano, serían necesarios otros para la iluminación y salidas de humo (ventanas). Sin embargo, la escasa potencia estratigráfica conser- vada (únicamente han llegado hasta nosotros los cimientos) impide ave- riguar dónde se situaban los distintos vanos. La comunicación entre las habitaciones interiores es más discutible. Aparecen algunas uniones claras, debido a la ausencia de continuidad en los muros, depresiones que indican la existencia de un umbral e incluso restos metálicos que parecen pertenecer a cerraduras o goznes. Sin embargo, la mayoría sigue sin mostrarse claras. A partir de tales premisas se puede inducir que dichos accesos podrían ser de varios tipos: —Simples: con apertura en el muro y un simple revoque. —Umbrales de estructura de madera. —Puertas de madera con estructuras de sujeción y cierres metálicos.

• Funcionalidad13: Éste es a su vez, el más difícil pero a la par intere- sante de los aspectos relacionados con la vivienda, debiendo tener en cuenta unas consideraciones previas: es imposible generalizar, ya que la estructura funcional encontrada aquí en las dos viviendas no tiene por qué corresponder también al resto. Asimismo, la función de una habita- ción no es fija ni única, de forma que con el paso del tiempo puede variar o pueden desarrollarse simultáneamente dos o más funciones en la misma habitación. También es indispensable destacar que influyen facto- res ambientales tales como la luz, la temperatura, humedad, etc. y otros físicos, como el terreno.

13 Ibidem, 127 y BURILLO MOZOTA, F. y DE SUS, M. L., 1986:. 233.

14 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Con estas premisas, podemos aventurarnos a ofrecer algunas conclu- siones. Sería imprescindible la existencia de habitaciones dormitorio, aunque es la función más complicada de esclarecer ya que no existen ele- mentos relacionados. En la casa 1 se puede asociar a la habitación III e incluso a la II, debido a los elementos muebles aparecidos y a su proxi- midad al hogar. Este detalle tiene gran importancia, ya que era la única fuente de calor durante la noche. En la casa 2 no aparece ningún área específica donde situarlo, de forma que se plantean tres opciones: que la casa no fuese un lugar residencial —sólo de trabajo o almacén—, que esta función se compartiera con otras, especialmente la cocina, o que existiese un altillo de madera para tal función. Otra pieza fundamental es la cocina comedor, que suele conocerse por la existencia de un hogar, elementos de cerámica y restos de fauna entre otros. En el caso de la vivienda 1 aparece situado en la habitación II. No aparece fuego en la casa 2, pero por la acumulación de material de cocina, lo más probable es que para tal propósito se hiciera uso de la habitación I. Otros elementos indispensables eran las despensas y almacenes, bas- tante numerosos debido al régimen económico de la época, porque debían guardar el grano y el alimento durante largo tiempo. Los almace- nes, aparecen en la casa 1 en las habitaciones V, VI, VII, donde se han encontrado gran abundancia de semillas de trigo. El cereal era guardado tanto en vasijas (de gran tamaño) como sobre el propio suelo. Del mismo modo es probable la utilización de la habitación I como despensa, por la gran cantidad de vasijas y restos animales. En la casa 2 también abunda este tipo de habitáculos. La habitación III y la VI contienen restos de dolias (grandes vasijas) destinadas a almacenar grano. La habitación IV, además de contener un gran número de vasijas para guardar grano, presenta un banco corrido y un ánfora, lo que puede inducirnos a pensar que allí no solo se guardaba sino que también se consumía vino. La habitación V es más confusa, ya que presenta vasijas de este tipo pero a su vez otras que parecen destinadas a guardar tejidos, ofreciendo más de una función. Además, pudieron existir otras habitaciones con funciones de elabo- ración de productos o con fines industriales. En la casa 1 no existe noti- cia de ello, aunque podría combinarse en alguna de las habitaciones antes citadas. En la casa 2 sí se presenta de una forma más clara, ya que

15 Rafael Crespo Báguena en la habitación II aparece una rueda de molino, destinada sin duda a fabricar harina, así como otros elementos metálicos14. Se desconoce si hubo algún habitáculo destinado al ganado, pero también es probable.

1.4. Los sistemas defensivos La defensa de este tipo de poblados era tan necesaria como difícil, siendo la muralla la primera construcción del poblado en llevarse a cabo y en su elaboración participaban todos los habitantes del mismo. Dicha construcción en principio parece rodear a todo el recinto, y aunque en tramos su desarrollo es impreciso, en otros se observa un sistema de muralla doble. Se adapta en todo momento al terreno existente, aprovechándolo en la medida de lo posible. Aunque se ve una uniformidad en el plano gene- ral, en la construcción de cada tramo se muestra algo irregular. Son muy desiguales asimismo los módulos empleados y la situación de las hiladas, aunque hay que tener en cuenta que los restos conservados son mínimos, debido a la erosión y a la acción antrópica. El extremo noroeste presenta un desarrollo curvo de una longitud de 15 metros con dos lienzos —muralla doble—, rellenos de piedras y tie- rra, que le otorgaría mayor potencia, logrando entre ambas una altura de unos 3,50 metros. En el suroeste aparece el otro tramo de muralla más interesante, con 18 metros de recorrido y doble lienzo en la mayoría del trazado, más regular ya que se adapta a la roca. El tramo sureste es el más singular, ya que ofrece, además de un lienzo de muralla regular, un foso que parece excavado aprovechando un cortado natural. De esta forma, se dota de una mayor seguridad y consistencia al recinto. Como ya hemos visto, el flanco menos conservado es el noreste. Apenas se conservan dos tramos poco identificables, aunque lo más pro- bable es que también existiera un lienzo completo. Debe destacarse, como ya se ha comentado en el apartado de urbanis- mo, la utilización de los tramos superiores de la muralla como muro pos- terior de las viviendas. Con esta sencilla solución técnica, la muralla for- maría parte de ambos elementos constructivos.

14 BURILLO MOZOTA, F. y DE SUS, M. L., 1986: 232. 15 Para una visión global del conjunto defensivo, consultar en BURILLO MOZOTA, F., 1983: 9.

16 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros 1.5. La economía Las actividades documentadas en el yacimiento corresponden con el tipo de poblados de entidad rural de la época, cuyos habitantes dedica- rían sus esfuerzos primordiales a las tareas agrícolas y ganaderas. Asimismo, complementarían dichas actividades con otras, como la caza o labores industriales y artesanales básicas para el autoconsumo.

1.5.1. Agricultura Sin duda alguna, la agricultura sería la principal ocupación económi- ca de sus habitantes; se basaría en explotaciones extensivas casi exclusiva- mente de cereal, en concreto trigo. Todas las semillas conservadas corres- ponden a este cultivo, predominando las especies poco frecuentes en la zona y que pudieron ser importadas16. El cultivo se llevaría a cabo en las proximidades del cerro —laderas o valle—, especialmente fértil. Además del trigo, no se han localizado otras especies, pero es posible que existieran cultivos de cebada u otros cereales que lo complementa- ran. Es muy probable asimismo la recolección de frutos silvestres y bayas como complemento alimenticio en el río y el bosque, pero debemos des- cartar casi por completo la existencia de cultivos de regadío u hortofru- tícolas. En el yacimiento, apenas se han conservado útiles propios de estas tareas, entre los que destacan dos horcas en forma de tridentes y un mar- tillo-azada, pero sin duda debieron ser usados otros, como hoces, hachas, azadas, mazos, etc. Todos ellos poseen una forma sencilla y son propios de una sociedad protohistórica, pero con plena vigencia hasta la actua- lidad. El cereal, una vez recolectado sería objeto de un rudimentario proce- so de elaboración que comenzaría por eliminar todos los elementos aje- nos a las semillas: hierbas, pajas, etc. El siguiente paso sería el triturado, bien mediante molinos de mano o de rueda —se documenta uno de estos últimos en el asentamiento17—, lo que permitiría conseguir harinas para el consumo. Era necesario durante todo el proceso almacenar el

16 Informe sobre las semillas encontradas en la casa 1 en BURILLO MOZOTA, F., 1983: 105-106. 17 BURILLO MOZOTA, F. y DE SUS, M. L., 1986: 232.

17 Rafael Crespo Báguena grano y sus elaborados: para ese fin se utilizaban principalmente tinajas de tosca elaboración, dolias de técnica ibérica y otras vasijas de gran tamaño.

1.5.2. Ganadería y caza De los estudios efectuados sobre los restos óseos de fauna aparecidos en el asentamiento se concluye que existió una incipiente ganadería, a pequeña escala, básicamente para el autoconsumo18. La oveja y la cabra, de las que se encontraron algunos jóvenes ejemplares, parecen ser las especies predominantes y las que proporcionaban mayor carne a la dieta, lo que demuestra su domesticación —refrendada por la localización de un cencerro—. De esta forma, encontramos que junto a la agricultura cerealista, el pastoreo podría representar la otra base de la economía. También se han encontrado en la casa 1 restos de un joven ejemplar de cerdo, que seguramente serviría para completar lo anterior. Se trata- ría básicamente de una ganadería familiar de subsistencia, muy similar a la existente hasta hace escasas décadas. La aparición de restos óseos de un ejemplar adulto de ciervo demues- tra la existencia de la caza como forma de complemento del sustento económico. Además de esta especie podrían ser susceptibles de presa otras especies salvajes de la zona como jabalíes, conejos, aves, etc., sien- do la cercana Sierra de Herrera el lugar idóneo para ello.

1.5.3. Actividades industriales y artesanas Teniendo en cuenta las características primordialmente rurales del asentamiento, es lógico concluir que la mayoría de estas tareas corres- pondían a un tipo de industria agroalimentaria, a la manera del citado proceso de devastación y molienda del cereal recolectado, o de otros similares para conservar la carne, como salazones, todos ellos destinados al consumo propio. Sin embargo, aun teniendo en cuenta esta premisa, se infiere la eje- cución de ciertas actividades de otro tipo19: la aparición de sesenta fusa- yolas —elemento para hilar—, la mayoría de ellas decoradas, hace pen-

18 Sobre los restos óseos faunísticos de la casa 1, ver BURILLO MOZOTA, F. 1983: 106 -107. 19 BELTRÁN LLORIS, Miguel et alii, 1992: 68.

18 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros sar en un incipiente enclave textil, aunque pudo tener una utilidad pura- mente decorativa. También se ha atestiguado la existencia de agujas en bronce de cabe- za perforada, aunque quizá fueran utilizadas en tareas domésticas. Asimismo, la abundancia de objetos metálicos y escorias de fundición en la casa 2 puede indicar que es la vivienda del fundidor del poblado, sien- do además el lugar de almacenamiento de los objetos procesados20. De haber sido así, debió de ser rudimentario en su conjunto, según denota la inexistencia de hornos que atestigüen una industria metalúrgica mayor.

1.5.4. Comercio Pese a la escasez de datos que poseemos, parece indudable que exis- tió este tipo de actividad y, aunque es imposible cuantificar su alcance, podemos avanzar algunas conclusiones. En lo referente a los productos agrícolas y ganaderos, la casi exclusiva dedicación a estas tareas y el gran volumen de su almacenaje sugieren la puesta en circulación de ciertos excedentes si los hubiera, aunque no deja de ser una mera hipótesis. En el caso de los objetos y útiles, parece evidente el intercambio. Se han encontrado cerámicas de clara procedencia exterior, en especial del cercano mundo ibérico e incluso algunos ejemplares de campaniense itá- lica. Se ha documentado igualmente un ánfora de vino que nos indica la importación de este bien cuando menos para consumo ocasional o de lujo, presumiblemente traído de la península itálica21.

1.6. La vida cotidiana

1.6.1. Cocina y alimentación Sin duda una de las actividades indispensables de la vida cotidiana, sería la preparación de los alimentos y su posterior consumo cotidiano. Para el almacenamiento de los alimentos, además de las tinajas y ánforas, nos encontramos con una gran variedad de recipientes, siendo los más caracte-

20 MARTÍN COSTEA, A. et alii, 1992: 266. 21 BURILLO MOZOTA, F. y DE SUS, M. L. 1986: 232.

19 Rafael Crespo Báguena rísticos los kalathoi y otras vasijas de grandes dimensiones. De los primeros, los más llamativos, se han encontrado varios fragmentos de interés22. La cocción de los alimentos se realizaba generalmente en el fuego u hogar. Para esa actividad se usaban ollas de cerámica de morfología glo- bular y mediano tamaño, muchas veces acompañadas de tapadera. En el asentamiento se han encontrado gran número de ellas, realizadas a mano o a torno, con un acabado y decoración en general bastante tosco23. Aunque menos frecuentes, también eran utilizados calderos de metal, así como ganchos para sujetar ollas y calderos sobre el hogar, normal- mente de hierro o plomo24. Como servicio de mesa, quizás del que existen mayor número de res- tos, destacan las páteras —platos colectivos o fuentes—, realizadas en téc- nica ibérica. De uso individual tenemos los platos, cuencos o boles, habi- tualmente de aspecto simple, bien de cerámica a mano, bien de técnica ibérica25, que han pervivido en las formas posteriores. Destinados a la bebida, se han encontrado en los yacimientos diversos tipos de jarra, destacando por su carácter de bien de prestigio las de tipo Oinochoe, de cuerpo bitroncocónico y boca trilobulada. En mayor cantidad aparecieron otros tipos de jarras, con una apariencia más chabacana. Para beber de forma individual, serían frecuentes los vasos y tazas, como formas base, habitualmente de pequeño tamaño y de toscas carac- terísticas. En menor número se usarían también cráteras y vasos crateri- formes, modelo adaptado de tipos helenísticos aunque con ejemplares más imperfectos de imitación local, muchos de ellos decorados.

1.6.2. Vestido y adorno Partiendo de la imposibilidad de recuperar las prendas y tejidos, de los vestidos se han conservado ciertos elementos que nos pueden ayudar a su reconstrucción. El más característico es la fíbula, utilizada como

22 Ibidem, 227; BURILLO MOZOTA, F. 1986: 100. 23 Un buen ejemplo en BELTRÁN LLORIS, Miguel et alii, 1992: 97. 24 Sobre la localización del caldero, BURILLO MOZOTA, F. y DE SUS, M. L., 1986:229; para el estudio metalográfico del gancho, MARTÍN COSTEA, A. et alii, 1992: 256. 25 Ver BELTRÁN LLORIS, M. et alii, 1992: 102.

20 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros complemento del sagum o sayo: se conservan varias, entre ellas un excep- cional ejemplar que representa a un jinete en su caballo, precedido de una cabeza humana cortada26. El sagum era una gruesa capa de lana sin mangas, abierto por el lado izquierdo y sujeto en el hombro derecho por un broche o fíbula, convir- tiéndose en la prenda más popular en el ámbito celtibérico. Justo deba- jo, los hombres utilizaban una túnica corta, también de lana o lino, ceñi- da por tiras de cuero o cinturones como el encontrado en la casa 2 y del que se conserva el broche de bronce27. Mientras, las mujeres la usaban larga hasta los pies. Era frecuente asimismo el uso de pantalones, medias altas y sandalias de cuero o cáñamo. Son muy numerosos los objetos de adorno, de diversos materiales, entre los que podemos encontrar collares, apareciendo en el asenta- miento numerosas cuentas de bronce que así lo atestiguan, así como un buen número de colgantes, aros y placas repujadas, también de bronce28.

1.6.3. Guerra y armamento En contra de lo que pudiera pensarse, la guerra no era una actividad puntual y defensiva, sino algo común e implicada en el tejido sociorreli- gioso. Incluso en un asentamiento rural como éste, que disfrutaba de una posición estratégica, se han encontrando cuchillos afalcatados de un solo filo29 o cuchillos biglobulares de doble filo y magnífica dureza. No se han hallado ejemplares, pero no serían excepcionales las espadas del tipo de los cuchillos (afalcatadas y biglobulares de doble filo), los escu- dos (generalmente circulares) y cascos semiesféricos, como el hallado en . Otro tipo de armas son las arrojadizas, encontrándose algunos ejem- plares de puntas de lanza de enmangue tubular, que corresponderían a jabalinas. No se han localizado elementos como glandes de plomo30 para hondas, también usadas con simples piedras.

26 Ibidem, pág. 118. 27 Ibidem, 125. 28 BURILLO MOZOTA, F. y DE SUS, M. L. 1986: 229. 29 Para una visión general de las armas, BELTRÁN LLORIS, M. et alii, 1992: 168 y ss. 30 Han aparecido gran cantidad en Beligio, Azuara; Ibidem, 164.

21 Rafael Crespo Báguena 1.6.4. Religión y creencias La dificultad de acercarse a un sistema de creencias tan complejo y alejado de nosotros como es el celtibérico impide hacer aquí un análisis extenso del mismo, aunque se ha hallado una vasija cilíndrica decorada con esvásticas y motivos serpentiformes relacionada sin duda alguna con motivos solares31. Sin embargo, no existe ningún otro hallazgo que pueda relacionarse con el complejo panteón celta o su culto.

1.7. Desarrollo sociohistórico del poblado

1.7.1. Origen del poblado Con los conocimientos que poseemos es indudable afirmar que se trata de un poblado de nueva planta con una planificación constructiva previa. A pesar de esto, representa todavía una incógnita la fecha aproxi- mada en que se llevó a cabo. Según los datos históricos, en el inicio de la iberización (siglo V a. C.), en el valle del Ebro se producen una serie de alteraciones y destruccio- nes que generan un reajuste de la población. De esta forma, se crean un gran número de poblados, pudiendo ser uno de ellos Los Castellares. Una prueba puede ser la implantación del modelo urbanístico de calle cen- tral —propio de los asentamientos hallstáticos del Bajo Aragón— en poblados de nueva planta posteriores32. Sin embargo, sin la posibilidad de conocer el tiempo transcurrido entre los niveles superiores e inferiores de la estratigrafía nos es imposible ofrecer una fecha exacta del suceso.

1.7.2. Desarrollo del poblado Debido a los escasos restos excavados es imposible delimitar si existie- ron cambios notables en la morfología del poblado y si así fue, calcular su magnitud, pero a tenor de los cambios documentados en ambas casas, pueden extraerse algunas pistas. Muy importante sería conocer si el hábitat existente en la ladera NE corresponde a época antigua, lo cual nos indicaría un crecimiento demo-

31 Ibidem, pág. 195. 32 BURILLO MOZOTA, F., 1983, pág. 135.

22 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros gráfico que se resolvería urbanísticamente adoptando soluciones pareci- das a las de San Antonio de —crecimiento de hábitat fuera de la muralla y adosado a la ladera.

1.7.3. Adscripción étnica No sin problemas, el asentamiento se puede adscribir a la cultura cel- tibérica: pertenecería al área de los belos —también denominados belais- cos—, que llevan el radical bel– en sus topónimos. Su área de expansión se prolonga principalmente a lo largo de las tie- rras que bañan los ríos Jalón, y Huerva, en el límite oriental con el mundo ibérico o Sedetania. Las ciudades que agruparían este territorio serían Beligiom —en Azuara—, Contrebia Belaisca —en — y Bélgida —de situación desconocida—, situándose el poblado de Los Castellares en el área de control y referencia de la primera. El asenta- miento se sitúa en el límite oriental de la Celtiberia, en contacto con la Sedetania ibérica. Con estos datos, es muy factible que el poblado actua- ra como puesto de control fronterizo, amén de otras funciones (agricul- tura, ganadería, explotación metalífera…).

1.7.4. El fin del poblado Los datos indican que el fin del poblado se debió a una acción violen- ta. Así lo prueba la aparición de cenizas asociadas a la destrucción y rápi- do enterramiento in situ de sus elementos. De esta forma, podemos con- cluir que el poblado fue asaltado —difícil saber si también saqueado—, huyendo sus habitantes del lugar, bien integrándose en un asentamiento existente —quizá Beligiom—, bien creando uno nuevo. En este caso, sí poseemos más datos para fijar la cronología de este suceso, ya que como materiales más tardíos nos encontramos en la casa 2 con cerámica importada datada en el siglo III a. C. o II a. C., fecha en que es posible se sitúe dicho abandono. Esta destrucción se insertaría dentro de los hechos históricos acaeci- dos con relación a la expansión romano-cartaginesa en el valle del Ebro, la segunda guerra púnica y la posterior conquista romana del territorio, lo que supuso un continuo estado de guerra. Tampoco se descarta un posible enfrentamiento indígena, tanto con el área celtibérica como con la ibérica, algo bastante probable teniendo en cuenta la posición de fron- tera que ocupaba el asentamiento.

23 Rafael Crespo Báguena 1.8. La ocupación medieval Al excavar ambas casas, aparecieron numerosos silos en el suelo dedi- cados al almacenaje de alimentos, especialmente cereales. Fueron exca- vados tanto en tierra como en piedra y presentan una altura media entre 1,50 y 1,80 metros. Tienen planta circular con el máximo diámetro en la base o en la mitad y un estrechamiento en la boca, donde eran tapados con losas. Aparecen agrupados y en ocasiones comunicados, con una mayor profusión en la casa 2. Los silos no poseen una preparación especial, sin un revoque que les otorgue protección, de forma que sólo se encontró en ocasiones el fondo de los silos. Tras su abandono, la mayoría vacíos, fueron rellenados por el mismo material de las paredes, mientras que los pocos que se encon- traban llenos fueron colmatados con las cenizas procedentes de la com- bustión de su contenido33. Asimismo apareció abundante cerámica medieval que nos ayuda a dar una mayor precisión en cuanto a esta nueva ocupación. Todos los frag- mentos aparecen en los niveles superiores, sin contacto alguno con los estratos inferiores, lo que permite asegurar que existió un hábitat pura- mente medieval, sin que se reaprovecharan las estructuras anteriores. Las cerámicas son netamente cristianas, realizadas con pastas poco decantadas, de aspecto rugoso y formas simples34. Dentro de esta tipolo- gía, hay una ausencia total de las formas cerámicas conocidas a partir del siglo XII, como platos y escudillas. Por lo tanto, los tipos corresponden a una cronología que se debe situar en el siglo XII. En lo referente a la decoración de las cerámicas, se encontraron dos fragmentos con incisio- nes, a base de cinco líneas paralelas y horizontales realizadas a peine. Solo apareció una olla decorada con cerámica pintada, en rojo vivo con cuatro bandas, tres de ellas sobre el cuello. Las pastas que componen esta cerámica son poco compactas y con escasa decantación. Se observan gran cantidad de impurezas, aumentadas por el grosor de los granos del desengrasante. A través de estos datos cabe establecer una cronología para la ocupa- ción: sus características cristianas sitúan el inicio del hábitat a partir de

33 Ibidem, 137. 34 Análisis detallado de estas cerámicas Ibidem, 138-145.

24 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

1120, año en que Alfonso I conquista la que sería comunidad de aldeas de . Como fecha de su abandono, cabe fijar 113435, fecha en que tras la muerte de Alfonso I en Fraga se despuebla dicha comunidad y se fija la frontera en Belchite36. Cabe imputar la destrucción final del yacimiento, tanto de los restos de época ibérica como de los medievales, a que, para construir las casas de Herrera en los siglos XII o XIII, tomarían del asentamiento la piedra necesaria, especialmente de la muralla, de forma que no necesitarían una cantera37. Con este proceso, a su vez se aceleró la acción erosiva, acentuada en los últimos siglos por la intervención de la mano humana.

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35 Otras fechas podrían ser el siglo XIV, con la peste y enfermedades, y 1610, con la expulsión de los moriscos, aunque las cerámicas son anteriores al siglo XIII. 36 Conclusiones en BURILLO MOZOTA, F., 1983: 145. 37 Ibidem, pág. 145.

25 Rafael Crespo Báguena

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Yacimiento de Los Castellares. Casa 1.

Yacimiento de Los Castellares. Muralla.

26 2. HERRERA EN LA EDAD MEDIA

2.1. La aldea hasta 1248

2.1.1. La conquista y consolidación cristiana del territorio

Tras la ocupación plasmada en el yacimiento Los Castellares, el territo- rio ocupado actualmente por la localidad de Herrera de los Navarros care- ció de continuidad poblacional clara en la posterior época romana y tam- poco la tuvo en los periodos visigodo y musulmán. Al igual que el resto de los territorios de la zona, la implantación de población y la explotación fue mínima, centrándose sobre todo en las ciudades y zonas más fértiles y lla- nas a la par que se abandonaban serranías y montes.

De hecho, apenas se han producido hallazgos en la zona de la época romana, en todo caso vestigios referidos a las comunicaciones y una exi- gua agricultura, como es el caso de una posible obra de regulación hidráulica en El Cubo38. A pesar de la escasez de restos de época romana, según autores con Aranda y Delgado, tanto en época celtibérica como romana, una vía de comunicación de carácter secundario atravesaría el territorio de la actual Herrera. En el primer caso, enlazarían los asenta- mientos del Jiloca y Campo de Romanos con Beligiom y en época roma- na correspondería con la vía Bílbilis - , bien a través del Jiloca o del Perejiles39. En el caso de que se hubiera producido, sería incluso menor la intensidad de la dominación visigoda y musulmana en la zona, como se

38 BELTRÁN, 1980: mapa L (yac. 31: obra hidráulica). 39 ARANDA y DELGADO, 1995: pp. 29-35.

27 Rafael Crespo Báguena infiere de que nos han llegado muy pocos testimonios de ella. Sería sin duda alguna, un importante territorio de paso entre enclaves más impor- tantes, como Daroca y en la Edad Media. La conquista cristiana del territorio que ocupa ahora Herrera queda asociada, de momento, a los hechos históricos que conformaron el terri- torio que daría lugar a la Comunidad de Aldeas de Daroca, en la cual se integraría. Este proceso se enmarca dentro de la gran expansión territo- rial que el monarca Alfonso I lleva a cabo entre 1104 y 1134 en la que toma, entre otras, las localidades de Ejea, Tudela, Zaragoza, Belchite, , Cariñena, Alcañiz, Cella y Alcalá de la Selva. Esta expansión es la más amplia llevada a cabo dentro del proceso de la Reconquista, y modificaría sustancialmente la morfología del Reino. Dentro de este contexto, la conquista del territorio de Herrera se puede dividir en tres fases bien diferenciadas: 1. La conquista de Daroca y Calatayud en junio de 1120, tras la bata- lla de Cutanda, conquistando así los territorios de ambas comarcas e iniciando su proceso de consolidación. 2. En 1134 y tras la muerte del monarca en Fraga se produce la ocu- pación castellana de las tierras del Ebro, incluida Daroca. También se produce el abandono paulatino de muchas de las tierras con- quistadas por Alfonso I. 3. A partir de 1137 con la Concordia de Carrión los territorios vuel- ven a ser devueltos al príncipe aragonés Ramón Berenguer IV, que inicia un proceso de consolidación de las tierras. De esta forma, cabe concluir que la conquista del territorio de Herrera fue realizada en un primer momento en 1120, pero este no se consolidó completamente hasta 1137.

2.1.2. La repoblación: la primitiva aldea Muy probablemente, la creación de la aldea no sería ajena al proceso de conquista y repoblación, aunque resulta mucho más complicado con- cretar sus detalles. En primer lugar, la labor de repoblación llevada a cabo por Alfonso I queda fuera de toda duda, pero no ha quedado testi- monio directo alguno de sus efectos concretos sobre la localidad. Otro aspecto que no conviene obviar es la presencia castellana y el retroceso en las fronteras, que provoca el abandono de numerosos luga-

28 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros res. Sin embargo también el monarca castellano Alfonso VII comienza una labor repoblatoria40. La tercera y última repoblación se lleva a cabo con el príncipe arago- nés Ramón Berenguer IV. En la zona es especialmente importante para esta tarea la concesión del fuero de Daroca en 1142, decisivo para la fija- ción de tierras en la Comunidad. Dentro de este fuero no aparece men- cionada la aldea, ni tampoco en la confirmación de 1400, aunque estos textos no confirman ni desmienten su existencia, ya que solo se citan los límites41. En las tradiciones locales son frecuentes las citas sobre la antigüedad de la localidad, lo que, pese a no apoyarse en una base documental, demuestra una memoria colectiva acerca del tema42. En publicaciones religiosas ya se hace énfasis sobre su existencia desde muy remotos tiempos43, o en tiempos desconocidos44. También permanece en la memoria como lugar de recreo y caza de los monarcas aragoneses en los siglos XII y XIII, idea presente en las representaciones musicales y teatrales de la localidad45, donde incluso el monarca es el protagonista en uno de sus recreos donde se debaten asimismo asuntos de Estado. Se plantea incluso la existencia de un palacio en tiempos de Alfonso I o Jaime I en el solar de la iglesia parroquial de San Juan Bautista, hipótesis no contrastada pero posible46. El punto de partida acerca del primitivo poblamiento de la aldea nos viene sin duda del topónimo. El término Herrera nos conduce sin duda alguna a la tradición del trabajo del hierro en la localidad. Está por deter-

40 CORRAL J.L., 1987: 26. 41 Ibidem: 13. 42 Existen en la localidad dos leyendas que hacen referencia al periodo romano y al musulmán: La primera de ellas se refiere a la existencia de una mina de hierro en la Fuente de Sancho Mancho, en plena Sierra, que estaría relacionada con el nombre de la localidad. La segunda de ellas se inserta en la época musulmana, en la Cueva de la Mora, en el cerro de Los Castellares. Ambas parecen responder a la necesidad de buscar unos orígenes remo- tos, ya que la cronología de la mina sigue siendo dudosa y la cueva no es sino una amplia grieta en la ladera del cerro. 43 ANÓNIMO, 1958. 44 ANDREU, J., 1906: 9. 45 En La aurora de los montes, publicado en PÉREZ GARCÍA-OLIVER, L. 1996: 201-241. 46 Véase el capítulo correspondiente a la iglesia parroquial de San Juan Bautista y su torre mudéjar.

29 Rafael Crespo Báguena minar la utilización de la mina de hierro en la localidad, aunque es evi- dente, y ha quedado patente tanto en la tradición oral como en la cultu- ra popular la existencia de establecimientos donde se trabajaba el hierro en la Edad Media, es decir, herrerías. El aditamento —de los Navarros47—, nos indica claramente la procedencia de los repobladores —o al menos de parte de ellos—, oriundos de Navarra o el País Vasco48, aunque bien pudieron ser complementados por otros como franceses49 o castellanos50. Debido a la concesión de amplias libertades, en general la mayoría de estos nuevos pobladores pertenecerían a una extracción social baja, mejorando así su situación económico-jurídica. Es probable incluso, como ocurre en otros lugares, que incluyera algunos malhechores, ya que la justicia condonaba así sus delitos y dejaban de ser perseguidos. El primer documento en que aparece un dato provechoso es la distri- bución de collaciones de las parroquias de Daroca. Aparecen dos topóni- mos que pueden referirse a la aldea: Ferrara y la Aldea de Dominico Ferrera51. Esta referencia, hay que tomarla con mucho cuidado, debido a la existencia de otra aldea con el nombre de Ferrera —Ferrera de Ojos Negros52—, y la imposibilidad de identificar plenamente ninguna de ellas, pudiendo llevar incluso otro nombre. Con la aparición de la comunidad, hacia 1248, y su posterior división territorial, ya aparece plenamente integrada en el conjunto, aunque no se constate en la documentación hasta pasados bastantes años. Aun con todos estos datos, es complicado ofrecer un dato cronológi- co concreto, e incluso la reconstrucción del proceso se hace dificultosa. En principio ésta se llevaría a cabo entre el año 1120, año de la primera conquista y 1240, fecha en que aparece ya integrada en la comunidad. Con todo, se hace imposible fijar un momento concreto para ese acon- tecer.

47 Este aditamento se incorpora en 1916, anteriormente se denominaba simplemente Herrera. Real Decreto 27-6-1916. 48 No hay que olvidar que durante el reinado del Alfonso I éste reunía bajo su corona los reinos de Aragón y de Navarra, que se separarán en 1135. 49 Esta repoblación fue muy común en el valle del Ebro. Ver LACARRA Y DE MIGUEL, J. M.: 1968: 65-80. 50 Véase CORRAL LAFUENTE, J. L: 1987: 26. 51 Ibidem: 59. 52 Corral la asocia con la citada Ferrara, no así Del Campillo ni Esteban.

30 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Para recrear el proceso de creación de la aldea, cabe exponer varias hipótesis: 1. Es muy probable la creación de un núcleo poblacional en tiempos de Alfonso I (1120-1134), abandonado poco después de la muerte de éste (1134). Esta hipótesis viene refrendada por los restos arqueológicos medievales encontrados en Los Castellares. 2. Parece segura la existencia de una aldea anterior a 1205, ya sean las citadas —aldea de Domenico Ferrera, Ferrara—, o con otro nom- bre posteriormente cambiado53. Podría corresponder al núcleo citado en el apartado anterior o bien a otro creado a partir de 1142. 3. Es factible la existencia de un doble proceso, a tenor de la toponi- mia: a la existencia de un primer núcleo de población —segura- mente uno de los anteriores—, se le sumaría un nuevo sustrato de población navarra o vasca, que aumentaría el tamaño de la aldea considerablemente. Ahora bien, el mayor problema es corroborar la cronología y secuen- cia de dicho proceso, debido a la inexistencia de fuentes históricas direc- tas. Existe en la localidad una tradición, basada en un documento publi- cado por Lacarra, que no ha sido interpretado correctamente54. Según esta tradición, se afirma que Alfonso I concede unas casas a García Aznar de Ferrara en 1128, identificando a este personaje como natural de Herrera e incluso como un primer elemento repoblador. El error en la interpretación se basa en la confusión de topónimos, ya que en el documento se afirma claramente que las casas se conceden en la localidad de Rivas —al parecer en las Cinco Villas—, con lo cual se des- carta una labor repoblatoria en Herrera. Para aceptar tal propuesta, hubiera sido necesaria la existencia de una población musulmana previa, que no está demostrada. Para corroborar esto, puede afirmarse que la

53 Antes de la fijación de los topónimos correspondientes, el cambio de denominación en el nombre de las aldeas en las collaciones es un fenómeno frecuente durante el proce- so de repoblación. 54 LACARRA, J. M., 1982: 166.

31 Rafael Crespo Báguena serie de documentos donde se inserta se refieren a una zona geográfica muy concreta y alejada de Herrera. Otro punto de confusión se refiere a la coincidencia antroponímica. En este caso, parece tratarse más bien de una donación del Rey a un caballero que le ha prestado servicio, otorgándole las casas y tierras a per- petuidad como señor de las mismas. Esta razón también descarta Herrera, ya que nunca perteneció a señorío alguno. El antropónimo coincide con el de la localidad, pero no parece que se derive de él o vice- versa; tiene, más bien, una procedencia desconocida. Además, los dos primeros elementos del nombre parecen indicar la adscripción de este caballero a alguna de las casas nobiliarias de Navarra o Aragón, pródiga en dichos apelativos.

2.1.3. Administración y justicia de la aldea La aldea, desde sus inicios, perteneció siempre a régimen de realen- go, de tal forma que quedaría incluida dentro del señorío de Daroca55, es de suponer que acogiéndose al fuero de 1142. Durante esta época, la pro- pia ciudad de Daroca sería la que actuaría como un auténtico señor feu- dal, ejerciendo un dominio de tipo jurídico y económico. Sería el propio baile o justicia de la villa quien juzgaría los casos de los aldeanos y estos deberían responder fiscalmente ante el merino56. Así, la aldea pasaría a ser un mero barrio de Daroca en términos políticos y administrativos57.

2.2. La aldea desde 1248 hasta el final de la Edad Media: Organización política y administrativa

2.2.1. La creación de la Comunidad de Aldeas de Daroca En 1248 un privilegio de Jaime I dio lugar a la formación de la Comunidad de Aldeas de Daroca, desmembrándose así de la villa58. De este hecho, se desprenden diversas consecuencias, de las que no sería

55 CORRAL, J. L., 1987: 39. 56 Ibidem, 41. 57 Ibidem, 38-39. 58 Ibidem, 51.

32 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros ajena la aldea de Ferrera59: se creaba una administración propia, sin intervención del concejo darocense; se establecían unas nuevas ordenan- zas; las aldeas debían aportar 10.000 sueldos jaqueses anuales a la villa60; por último, la administración judicial seguía dependiendo de la villa, aunque se conseguiría mayor autonomía con el tiempo. En 1254 ya se puso en marcha la maquinaria administrativa, estable- ciéndose las preceptivas pechas a pagar en la festividad de San Miguel61. Poco después, en 1256, Jaime I sancionó los primeros estatutos de la comunidad62, que buscaban principalmente mantener la paz social, la defensa militar, la protección de los cultivos agrícolas y conseguir una administración eficaz63. Estas medidas, junto con las dictadas en 127064, sentarían las bases para las estructuras de la comunidad.

2.2.2. La organización territorial Como unidad política y administrativa menor, dentro de las comuni- dades aragonesas, las aldeas se agrupaban en sexmas o sesmas65. Son cinco en la comunidad darocense66: Campo de Langa, Campo de Gallo- canta, Río Jiloca, y Trasierra. La aldea de Ferrera pertenecía a esta última. La sesma de Trasierra agrupaba a las aldeas situadas en los cursos altos de los ríos Cámaras y Aguas Vivas y en el Huerva Medio. En la Edad Media estaba formada por la villa de Aguilón y las aldeas de Azuara, Bádenas, , El Colladico, Herrera, , , , , Mezquita, Monforte, , , Piedrahíta, Rudilla, Santa Cruz de Nogueras, El Villar y Vistabella, así como los des- poblados de Luquillo y Mercadal entre otros. A partir del siglo XV se incorporaron también Aladrén y .

59 Ibidem, 50-51. 60 Reunidos entre todas ellas. 61 CORRAL, J. L., 1987: 52. 62 Para los Estatutos completos, ver ESTEBAN, R., 1959: 382. Existe un amplio resu- men y estudio en CORRAL, J. L.,1987: 52-53. 63 Conclusiones en CORRAL, J. L., 1987: 53. 64 CAMPILLO, T., 1915. Ver documento número 32 sección I. 65 ESTEBAN, R., 1959: 122 y CORRAL, J. L., 1987: 65. 66 Ampliada a seis en el siglo XVII con la compra de la Honor de Huesa.

33 Rafael Crespo Báguena

2.2.3. Órganos de gobierno de la Comunidad 67

Entre 1248 y 1298 se configuró la estructura política y administrativa básica de la Comunidad, en la que estaba inserta la aldea de Ferrera. Esta estructura no permaneció inalterable, pero se puede resumir en los siguientes órganos de gobierno:

• El Consejo General68: Máximo órgano consultivo y decisorio, del cual se extraían las decisiones más importantes. Estaba formado por ofi- ciales y representantes de las aldeas, así como el procurador real. Se reu- nía una vez al año.

• El Consejo Particular: Pequeño consejo que resolvía los asuntos de ordinario y urgentes, siendo el órgano de gobierno permanente. Era pre- sidido por el representante real y formado por el escribano, el procura- dor, el notario y los sesmeros.

• Las plegas69 generales: Asamblea plenaria de la Comunidad, órgano supremo en el cual se reunían todos los oficios y representantes para ren- dir cuentas, elegir cargos y tratar los asuntos más importantes. Generalmente se reunía el día de San Miguel o a principios de octubre y no podía alargarse más de 8 días. Carecía de lugar fijo de reunión.

• Las plegas particulares: Plegas extraordinarias, varias a lo largo del año para tratar asuntos urgentes, sin la asistencia de todos los represen- tantes. No existía ni lugar ni fecha fija para su celebración.

Desde la aldea de Ferrera, la asistencia a las plegas debió de ser cons- tante a través de sus representantes. Como muestra tenemos el acta de la plega general de 138870 —celebrada en Ferreruela—, a la que Ferrera envió dos nuncios, siendo, después de Azuara con 4, la más representada de la sesma de Trasierra.

67 Resumen del ordenamiento interno y su evolución en CORRAL, J. L., 1987: 74-80. 68 Más información sobre este órgano de gobierno en ESTEBAN, R., 1959: 138 y en CORRAL, J. L., 1987: 81. 69 Sobre las plegas, ver ESTEBAN, R., 1959: 137 y en CORRAL, J. L., 1987: 82. 70 Ibidem, 86.

34 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros 2.2.4. Oficiales de la Comunidad

Los oficiales de la Comunidad71, elegidos en la plega general para ocuparse de los órganos anteriores y demás asuntos administrativos, eran entre otros:

• El justicia: Es el único no nombrado por la plega. Se ocupa de los aspectos jurisdiccionales tanto de la villa de Daroca como de la Comunidad, aunque poco a poco fue perdiendo competencias frente a ésta.

• El escribano: Era el cargo más importante, nombrado por el rey hasta 1348, cuyas funciones principales eran recaudar las pechas, dar cuentas al rey y celebrar los órganos de gobierno. El cargo, en un princi- pio por dos años, pasa a ser anual y cada año de una de las cinco sesmas distintas.

• El procurador: Con funciones similares al Escribano, no aparece hasta 1302, siendo nombrado en los primeros años por el rey. Se ocupa específicamente de la documentación de éste y de las aldeas, así como de defender los asuntos de la Comunidad en sus pleitos, debiendo rendir cuentas al Rey.

• Los sesmeros: Representaban a los vecinos de las aldeas en las ple- gas, uno por cada sesma. Surgen con jurisdicción para casos sobre cami- nos, vías públicas y amojonamientos, así como para ejercer justicia en los pleitos entre aldeanos, aunque lo más significativo era su papel en los órganos de gobierno superiores.

• Los mayorales de sesma: Surgen en 1362, sin que supusieran la des- aparición del cargo de sesmero; tenían funciones legislativas y ejecutivas decisivas, como la elección del escribano y el procurador, la posibilidad de realizar estatutos y ordenanzas y la distribución de las pechas.

• El notario: Habitante de una aldea, reflejaba las deliberaciones de las plegas y realizaba las actas, ratificando también los documentos públi- cos de la Comunidad.

71 Para mayor información sobre todos estos oficiales de la Comunidad, ver CORRAL, J. L., 1987: 90-118 y ESTEBAN, R., 1959: 141-145.

35 Rafael Crespo Báguena 2.2.5. La organización de la aldea de Ferrera La organización interna de la aldea de Ferrera seguía en líneas gene- rales el esquema organizativo propio de las aldeas de la Comunidad de Daroca. Los más altos representantes de la aldea eran los jurados72, dos por año, que eran elegidos entre los vecinos de Ferrera. Aunque existían ya desde antes de 1248, sólo asumieron protagonismo relevante a partir de esa fecha. En un principio se les atribuyeron tareas judiciales, salvo en cuestiones civiles —homicidio, hurtos graves…— que pertenecían al Justicia de Daroca, y las cuestiones sobre dehesas y boalares, que compe- tían a los sesmeros. Con el tiempo, fueron acumulando otro tipo de atribuciones, encar- gándose del orden público, de la administración y hacienda de la aldea, así como del control de las actividades de los vecinos ausentes. Estos jura- dos, podían ser ayudados por otros oficiales, que recibían el nombre de regidores, síndicos o diputados. Sin embargo, el principal órgano de gobierno de la aldea era el Concejo. En un principio era un “Concejo Abierto”, compuesto por la asamblea de todos los vecinos Más tarde pasó a ser un “Concejo limita- do”, integrado por los jurados, oficiales y 12 ó 20 concejantes, que se ele- gían entre los vecinos más pudientes y pacíficos. Reunido tantas veces como sus miembros lo considerasen oportuno, sus funciones principales eran hacer leyes para la aldea, realizar arrendamientos, cargamento de censales, rendición de cuentas y la elección de uno o dos jurados —el segundo en ocasiones era elegido por el justicia de Daroca—, más todo aquello que se considerase oportuno. El Concejo solía reunirse en la puerta de la iglesia, siendo avisados los vecinos mediante toque de campana. Los acuerdos se tomaban por mayoría, debiendo concurrir con ésta el voto de los jurados, y en caso de empate decidía el escribano o los sesmeros de la Comunidad si estaban presentes73.

72 Lo relativo a la organización puede seguirse también en ESTEBAN, R., 1959: 151 y CORRAL, J. L., 1987: 116-118. 73 ESTEBAN, R., 1959: 151.

36 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros 2.2.6. La evolución demográfica Si ya es complicado saber cuándo y cómo se repobló esta zona, cono- cer con exactitud su número resulta una tarea imposible. Con todo, cabe aventurar unas tendencias generales a partir del siglo XIII. Pese a que no disponemos de dato alguno, durante esos cien años el Reino y la Comunidad de Daroca tendieron, de forma general, a un crecimiento continuo. Sin duda, debido al gran reclamo de los fueros y concesiones que se otorgaban, aunque fueron mermando a partir de la conquista y repoblación de Valencia. Sin embargo, en el siglo XIV las cosas fueron muy distintas. En 1348, la Peste Negra causó estragos en la población y la guerra con Castilla —aun- que Ferrera no estuviese situada en primera línea—, elevó el empobreci- miento y la muerte hasta cotas muy elevadas. Además, fueron años de malas cosechas y catástrofes, de forma que hasta 1369 la aldea vio dismi- nuir la población de forma drástica, aunque no se pueda concretar su número. El primer dato absoluto sobre la población de Ferrera corresponde con una recaudación fiscal de 137374, aunque plantea numerosos proble- mas. La recaudación total de la aldea ascendía a 104 maravedís, la cuar- ta en importancia de la Comunidad tras Cariñena, Azuara y Burbáguena, aunque resulta compleja su traslación a número de habitantes75. No sucede eso con un documento posterior, el referido a la distribu- ción de las pechas de 1387, en la que se impone el pago de este impues- to según el número de vecinos. Corresponde a Ferrera la suma total de 7,75 puestas76, lo que aporta un número de vecinos de 12477.

Si se tiene en cuenta el documento sobre el número de casas78 de cada aldea, fechado en torno a 1400, su número en Ferrera sería de 136, sólo

74 CORRAL, J. L., 1987: 156. 75 Maravedí, fuego o vecino no se refiere estrictamente al número de habitantes, sino que es una unidad fiscal, es decir, los que pagaban el impuesto al superar un mínimo de riqueza. Por tanto, al calcularlo a partir de fuegos, maravedís o vecinos difícilmente permi- te conocer el número de habitantes con exactitud. 76 Impuesto fiscal para gastos generales, distribuido según los habitantes de cada aldea. Cada puesta corresponde en este año a 16 vecinos. 77 CORRAL, J. L., 1987: 158. 78 El término “casa” también se refiere a una unidad fiscal. Ver CORRAL, J. L., 1987: 165 y siguientes.

37 Rafael Crespo Báguena superada esta vez por Cariñena, Azuara, Burbáguena y Monforte. La leve recuperación es afirmada en el siguiente monedaje, el correspondiente a 1414. Se registran 133 maravedís79, lo que confirma que desde 1373 se consolidó el aumento de población, afianzándose Ferrera como una de las aldeas que crecieron más rápido80, al igual que el Villar y Bádenas. A su vez, aparecía como una de las aldeas de la sesma con más población, junto a Azuara. Sin embargo, esta tendencia alcista que se observa a principios del siglo XV se vio frenada después: los dos últimos monedajes del siglo —1488 y 1495— dejan notar un grave retroceso en la población, causa- do, sin duda, por nuevas epidemias, hambrunas y guerras. Ambos arro- jan, respectivamente, un total de 73 y 77 fuegos81, reflejando un descen- so similar al global que sufre la Comunidad y el Reino82.

2.2.7. Las bases económicas Como en el resto del Reino, estas bases descansarían sin lugar a nin- guna duda en las actividades agrícolas y ganaderas. Se desarrollaban en el entorno más inmediato y se orientaban, en su gran mayoría, al auto- consumo y la circulación local. En determinadas circunstancias y momentos, cabe que pudieran ser complementadas por otros tipos de economía. En lo que se refiere a la agricultura, el cereal era el cultivo más exten- dido83, en especial el trigo. Así lo demuestra un documento fechado en 133784, en el que se da permiso a Domingo de Bernardo para exportar hasta 200 cahíces de trigo. Además de este cereal, es probable el cultivo de otros, como centeno y cebada. El rendimiento de estos cultivos era, por lo general, muy bajo, entre otras razones, porque requerían unos altos costes y sistemas rotatorios de cultivo. No debe descartarse que existiera otro tipo de productos, como el vino, los hortofrutícolas, las leguminosas y el azafrán, pero la extensión de su cultivo sería muy limitada.

79 UBIETO, A., 1985: 622. 80 CORRAL, J. L., 1987: 168-169. 81 Para el censo completo, ver SERRANO, A., 1995. 82 CORRAL, J. L., 1987: 170. 83 LEDESMA, M. L., 1996: 81. 84 Ver documento número 333, de la Sección I en CAMPILLO, T., 1915: 139.

38 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Mucho más segura y básica era la riqueza forestal de la localidad, teniendo en cuenta la gran zona de bosque que la circundaba. Sin duda, esta era la principal fuente de aprovisionamiento de leña y carbón vege- tal85, imprescindible para combatir los fríos inviernos. Aun así, en los pri- meros decenios de este periodo, se roturó y desbrozó una amplia zona, especialmente en la falda de la Sierra86. Se amplió así el espacio cultiva- ble, lo que favoreció el crecimiento económico y demográfico de la loca- lidad. Ese proceso fue complementado por un proceso de regulación de los aprovechamientos hidráulicos, algunos ya explorados y utilizados en épo- cas anteriores. Con todo, desde finales del siglo XIII y principios del XIV, a este proceso expansivo le siguió una desaceleración, apareciendo inclu- so conflictos cuando la tierra era escasa o no se podía ampliar, como denota que existieran oficiales que lo regulaban87.

El otro pilar básico de la economía fue la ganadería88. Aunque de menor importancia que en otras zonas del Reino89, también tendría en Ferrera un gran peso específico. Contaba básicamente con ganado lanar, tal cual prueban las amplias dehesas y boalares dedicados a pastos de ganado, quizá también después de haber sido bosque. La importancia de esta actividad queda evidenciada por el conflicto surgido en 1332 entre los vecinos de Ferrera con los de El Villar y Luesma por el uso de alguno de estos boalares90. Igualmente, la caza era una actividad relevante. Así lo sugiere el papel que en la tradición se reconoce a esta sierra como montes de recreo y caza de los monarcas aragoneses91, donde debieron ser abundantes jaba- líes y conejos. Según Andreu92, el monte fue concedido a Ferrera por

85 Recuérdese la tradición del carbonero 86 CORRAL, J. L., 1987: 207. 87 Ibidem, 207. 88 Ibidem, 208-209. 89 LEDESMA RUBIO, M. L., 1996, pág. 82. 90 Documento 307, Sección I, en CAMPILLO, T., 1915: 128. En él los ferrerinos piden al rey que el procurador real no deje entrar a los vecinos de El Villar y Luesma en los boa- lares de su aldea, hecho que había permitido hasta entonces. 91 Así aparece en La Aurora de los montes y en otros relatos sociales. 92 ANDREU, J., 1906: 11.

39 Rafael Crespo Báguena

Alfonso IV el Benigno en 1333, con lo que a partir de esta fecha, debió quedar de exclusivo dominio de la aldea, para su uso forestal y otros aprovechamientos.

Es más difícil precisar la aportación económica y social de otro tipo de actividades artesanales o industriales, aunque debieron de existir. Por citar sólo un caso, tanto en la toponimia93 como en las armas y la memo- ria colectiva94 ha quedado refrendada la fabricación de elementos de hie- rro y metal —herraduras, clavos, aperos, armas, etc.—. Aunque la esca- sez de fuentes no nos permite precisar su magnitud, es probable que se realizara a pequeña escala.

En relación con las tareas agrícolas, y dado que estamos ante una eco- nomía dirigida a que la población se autoabasteciera, Ferrera debió de contar con molinos harineros. Sin embargo, no consta la existencia de uno de estos ejemplares hasta 151995. En el documento de 1337 aporta- do por Campillo96 queda probada la fabricación de productos ligados a los cereales, pero parece probable que estuvieran destinados al consumo local más que a su venta al exterior.

Por eso, cabe considerar mínima la actividad comercial. Incluso, aun- que Ferrera estaba en condiciones de exportar algunos derivados de la ganadería lanar, en especial la lana, uno de los productos con mayor pro- yección en la economía del Reino. En todo caso, esta hipótesis no ha sido documentada.

Como es obvio, estas bases económicas sufrieron ciertos altibajos a lo largo de la Edad Media. Al despegue económico del siglo XIII, le siguió un catastrófico siglo XIV, en el que sin duda, la peste, las hambrunas y la guerra con Castilla hicieron estragos en la economía de la aldea, la Comunidad y el Reino. Sin embargo, tras esta grave recesión, y aprove- chando el gran descenso demográfico, cabe suponer una progresiva, aunque lenta, recuperación a principios del siglo XV.

93 Todavía una de las calles más céntricas conserva el nombre de Fraguas. 94 En PEREZ, L., 1996: 220 se hace referencia a fabricación de armas para los reyes. 95 ANDREU, J., 1906: 12. 96 Ver nota 42.

40 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros 2.2.8. Las estructuras sociales Las estructuras que regulaban las relaciones sociales en la aldea a lo largo de la Edad Media serían predominantemente feudales en una doble vertiente: por un lado, se insertarían dentro de un mecanismo feu- dal; por el otro, tenían que enmarcarse en la organización y funciona- miento de la Comunidad de aldeas de la que formaba parte.

De esta forma, las estructuras señoriales97 se definirían por la existen- cia de un señor —el rey—, que controla los vínculos de dependencia con los vasallos —sistema fiscal y finanzas—. Sin embargo, jurídicamente, los habitantes de las aldeas eran libres, y no dependían del señor para cues- tiones jurisdiccionales. Pese a esa equiparación jurídica, las diferencias de clase eran plenamente reales, bien dadas por el cargo que se ocupase o por la posición económica que se ostentaba. Descartada la presencia de nobles e infanzones, los caballeros serían la clase de rango más elevado. En el comienzo del medievo se consideraba caballero a quien poseía un caballo98, pero desde el siglo XII pasó a denominar a los que poseían un nivel económico muy alto, ocupaban cargos de gran relevancia o bien ejercían ciertas funciones militares, estando exentos de monedaje. No se ha documentado ninguno en la aldea, aunque tampoco cabe descartar su existencia. En un rango inferior, nos encontramos con los aldeanos, aunque tam- bién entre estos se daban notables diferencias. A pesar de que, jurídica- mente, compartían rango, la principal diferencia derivaba de la contribu- ción al régimen fiscal que realizaban. No eran considerados vecinos aquellos que no aportaban contribución alguna, permaneciendo en el escalón más bajo de todos.

Entre los que sí contribuían al fisco99 también existen notables dife- rencias. Los que contribuían más —denominados posteros—, eran los

97 Partiendo de CORRAL, J. L., 1987, 218-22, se adapta a la situación de Ferrera lo que describe para la Comunidad de Aldeas de Daroca. 98 Era muy caro y otorgaba prestigio social. Tenía valor como medio de transporte y como arma de guerra era una de las más codiciadas. 99 Es necesario recordar que se contribuía por unidad fiscal, es decir, los hombres cabeza de familia y excepcionalmente otros, como viudas, clérigos, etc., aunque sin seguir una regla fija.

41 Rafael Crespo Báguena que mayor relevancia política y administrativa ostentaban en la aldea, ocupando los principales cargos. Por debajo de estos, nos encontramos al resto —tres quartones, medianeros, etc.—, reduciéndose su categoría, prestigio y poder en la medida en que disminuía su aportación. En general, aquellos que ejercían o podían ejercer las tareas de gobierno de la aldea, son denominados “hombres buenos". Aunque no se trata de una categoría fiscal, se induce que incluiría a los de mayor rango, especialmente posteros y tres quartones, representando una cate- goría social destacada.

2.2.9. La incorporación de Luco o Luquillo Luco, también denominado Luco de Huerva, Luquillo o Luguillo, se sitúa en el actual término de Herrera en el curso del río Huerva, entre una de las hoces que cortan el montañoso paisaje sobre una amplia lla- nura de excepcional belleza.

El lugar no se documenta hasta 1124100. En esa fecha Alfonso I dona a los hermanos Fruela y Pelayo, en gratitud por su apoyo en las conquistas, los castillos de Luco, Kacim, Alcañiz y La Huerva, todos ellos situados en este río. Desde entonces, estos lugares tendrán un régimen diferente al de Ferrera y el resto de las aldeas de la Comunidad de Daroca, sujetos a régimen de señorío y obedeciendo sus habitantes a un verdadero señor feudal.

Luco vuelve a aparecer en la documentación dos siglos después101. Pedro IV, tras los sucesos de la Unión del Privilegio General, arrebata los castillos y lugares de Alcañiz, Aladrén, Luco y Paniza a su posesor, Don Juan Jiménez de Urrea, señor de Biota y El Bayo y uno de los principales cabecillas de la revuelta. El rey, vende estos lugares a la Comunidad de Daroca, por la suma total de 40.000 sueldos jaqueses, siendo incorpora- dos a ésta con todos sus privilegios y fueros.

Poco después, en 1357102, estos lugares quedan desmembrados de la Comunidad por el propio monarca y cedidos a Álvaro García de

100 LACARRA, J. M., 1982: 118-9. Documento, número 106. 101 CAMPILLO, T., 1915: 152. Documento número 375, Sección I. 102 Ibidem, 153-4. Documentos 382 y 383, de la Sección I.

42 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Albornoz, aunque prometía volver a revenderlos a la Comunidad en cuanto fueran recuperados por su parte. No fue así porque, como reco- ge el mismo Campillo103, en 1372 el rey despojó al citado Álvaro García de Albornoz de los lugares de Aladrén, Paniza y Luco y los adjudicó a Gonzalo González de Lucio y su esposa Violante, a cambio de que éste renunciase a sus 1.000 sueldos jaqueses de pensión vitalicia. Otras referencias sobre su reincorporación a la Comunidad y despo- blación, como las de Andreu, incluyen ciertas contradicciones104. Cita un documento sobre el pleito por el dominio útil de la Pardina, en el que se fecha en 1400 la pérdida de población y su incorporación a Ferrera, de forma que ésta pasó a contribuir a la Comunidad de Daroca con 800 suel- dos más. Sin embargo, en ese mismo texto se afirma que Luco, Aladrén y Paniza se integraron en la Comunidad de Aldeas el 18 de septiembre de 1454 en la Plega General en Báguena. Por tanto, una de las dos fechas es errónea o bien Ferrera tomó los derechos del dominio útil antes de que Luco fuera incorporado a la Comunidad105, aunque, según estos datos, pasaría a la aldea ya despoblado. Ahora bien, aunque no conozcamos la fecha exacta de la despobla- ción y su posterior incorporación a Ferrera, podemos afirmar que se pro- dujo a lo largo del siglo XV. Así que, a pesar del aumento de los pagos a la Comunidad, la aldea ganó tanto de forma cualitativa como cuantitati- va: amplió su dominio útil, de excelente calidad, siendo apenas la única zona donde se realizaban cultivos intensivos. La zona ha sido ampliamente aprovechada desde aquella época para labores agrícolas y ganaderas o para otras industriales. Es el caso del moli- no harinero o las yeserías. Hoy aún se conservan incluso un número sig- nificativo de caseríos e instalaciones para la explotación de la zona. Se mantienen en pie los muros de la que fuera iglesia de San Miguel, de construcción muy simple y reducido tamaño, que se convirtió en ermita tras la incorporación de Luco a Ferrera. Construida en lo alto de la colina y dominando el resto del poblado es de aparejo de piedra irre- gular y portada de ladrillo con arco apuntado. Consta de una sola nave y

103 Documento número 522, Sección II. 104 ANDREU, J., 1906: 11-12. Sin embargo, no cita el registro de los datos o su referen- cia ni los copia íntegramente, por lo que no es posible contrastarlos. 105 No tendría sentido pagar más a la Comunidad, si no es un dominio propio.

43 Rafael Crespo Báguena planta rectangular sin ábside, a la que se le añade una estancia en uno de sus extremos. Nada se sabe del convento que allí estaba situado y cuyas religiosas marcharon a Valencia una vez despoblado. El emplazamiento del anti- guo cementerio se sitúa en la desembocadura del barranco más próximo. Cabe que alguno de los caseríos actuales se corresponda con los existen- tes en la Edad Media, así como las construcciones viales, aunque eso es difícil de comprobar. Tras el abandono del convento citado, una imagen de la Virgen que en él se custodiaba fue llevada a la iglesia de San Miguel en Luco, donde se veneró hasta que en una sequía acuciante los vecinos de Herrera la trasladaron en procesión a la localidad para implorarle lluvia. Poco des- pués llovió de tal forma que no fue devuelta a Luco, sino que pasó a ser venerada en la iglesia parroquial, especialmente por las mujeres de la villa106.

106 FACI, R. A., Aragón, Reino de Cristo y dote de María Santísima, 1739.

44 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

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45 Hoces del río Huerva.

Restos de la iglesia de San Miguel en Luco.

46 3. HERRERA DESDE PRINCIPIOS DE LA EDAD MODERNA HASTA 1837

3.1. La organización territorial, política y administrativa de la Comunidad

3.1.1. La organización territorial Las células básicas de organización de la Comunidad de Daroca siguen siendo las sesmas. Aunque se amplió su número a seis107 y se pro- dujeron ciertos cambios en la composición de alguna de ellas, hasta 1837 Herrera siguió perteneciendo a la sesma de Trasierra. A su vez, dentro del esquema administrativo del Reino de Aragón durante el siglo XVI, Herrera pertenecía a la Sobrecogida de Daroca, unidad fiscal que recogía a casi todos los lugares de la Comunidad. Sin grandes cambios territoriales, la Sobrecogida pasó a denominarse Distrito en 1609, Vereda en 1646 y Corregimientos o Partidos en 1711, manteniendo sus funciones, hasta las divisiones provinciales de la prime- ra mitad del siglo XIX108. En cuanto a las divisiones fiscales eclesiásticas, la mitad de las décimas de Herrera y Luesma eran entregadas al Cabildo Colegial de Daroca. La otra mitad correspondía al rector de Herrera, de lo que da fe el docu- mento fechado en 1737109 y conservado en el Archivo Histórico Provincial acerca del impago de dichas décimas por parte de Miguel Gascón, rector de la parroquia de Herrera.

107 Se incorpora la sesma de la Honor de Huesa en el siglo XVI. Véase DIARTE, P., 1993: 39 y ss. 108 Ibidem, 49 y ss. 109 GONZÁLEZ MIRANDA, M., Fuentes documentales para la historia de Daroca. Pleitos civi- les (1712-1899), Ed. DGA, Zaragoza, 1990, pág. 17, doc. 99.

47 Rafael Crespo Báguena 3.1.2. Los órganos de gobierno La Comunidad ofrece en sus órganos de gobierno una clara continui- dad con respecto a la época anterior. La Plega General fue el máximo órgano de gobierno, hasta su sustitución en 1708 por una Junta de Gobierno, que mantenía las funciones de la época medieval. Ninguna de las plegas generales se llevó a cabo en Herrera y la asistencia de represen- tantes de la localidad a dichas plegas fue muy reducida, viéndose muy superada por localidades de la Sesma de Trassierra como Paniza, Azuara o Moyuela. Para los asuntos menores se mantuvieron también las plegas particu- lares, que seguían reuniéndose varias veces al año. A partir de 1528 pasa- ron a llamarse Ajustes, y en el siglo XVIII tomaron el nombre de Consejos. Su lugar más frecuente de celebración era Romanos110, pero en ocasiones se reunían en otros lugares, como ocurrió en 1501, en que se celebraron en Herrera y El Villar.

3.1.3. Oficiales de la Comunidad Al principio, se mantuvieron los oficiales existentes en la Edad Media —escribano, procurador, sesmeros, notario de plegas— con la mayoría de sus funciones, si bien se observan ciertos cambios relevantes. Se creó un nuevo alto cargo, el asistente o corregidor, que venía a sustituir al escribano y que pasaba a representar el mayor escalón en la organización de la Comunidad. Aparece también el cargo de receptor, quien asumió las funciones fis- cales que hasta entonces tenía el procurador. Además, el cargo de sesme- ro se vio sustituido por el de diputado en 1708, quedando con escasas competencias jurisdiccionales. Emergen otros oficiales, como el notario de actos, el procurador astricto y los lugartenientes de merino, a los que correspondían funciones menores.

110 Debido a ser un punto central dentro de la Comunidad.

48 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros 3.2. La organización local, bases demográficas, sociales y económicas de Herrera

3.2.1. La organización local 111 Al igual que en la Edad Media, la organización de la villa de Herrera se ceñía al patrón de los lugares de la Comunidad de Daroca. De hecho, hay que destacar la gran importancia que las instituciones de origen medieval siguieron teniendo en el funcionamiento municipal. Destaca especialmente la figura de los sesmeros, con competencias muy claras en el plano local y que a menudo se solapaban con los órganos locales. Hasta el siglo XVIII se mantuvo el Concejo como base fundamental del gobierno municipal. Se realiza a través del sistema del “Concejo Limitado”, al cual asistían los jurados, procuradores, oficiales y, además, de 12 a 20 concejantes, que eran elegidos entre los pecheros: se reunían cuando sus miembros así lo creyesen conveniente y los acuerdos se toma- ban por mayoría. Es conveniente señalar la reaparición a partir del siglo XVIII de la fór- mula del “Concejo General”, en el cual intervenían todos los habitantes del lugar que así lo desearan. Se convocaba mediante toque de campana o pregón público y su finalidad era variada: pleitos sobre términos o pas- tos, venta de bienes comunes, construcciones públicas y otros. Como cargos principales se mantenían los jurados, nombrados por insaculación. Básicamente realizaban las funciones conocidas: mantener el orden público, controlar la administración de la Hacienda y asumir gran parte de las competencias locales. Existían también dos procuradores, uno para defender al Concejo y otro para defender a viudas y huérfanos en caso de pleitos; administra- dores de la Hacienda local, un notario y uno o varios guardas, así como los oficiales que fueran necesarios. La duración de estos cargos era anual. A partir del siglo XVIII, y tras la implantación del modelo castellano —los ayuntamientos—, su estructura variará, creándose nuevos órganos y cargos municipales. El ayuntamiento se compone de dos alcaldes, dos regidores y un síndico procurador. El número de todos estos cargos

111 DIARTE, P., 1993: 336 y ss.

49 Rafael Crespo Báguena podía variar, siendo su periodicidad anual. Las personas las elegía la Real Audiencia a propuesta del Ayuntamiento saliente, para lo que éste tenía que presentar cuentas antes de los treinta días siguientes a su mandato. Los acuerdos se tomaban por mayoría, si bien el alcalde era la máxi- ma autoridad ejecutiva y judicial. Correspondía al síndico procurador una labor similar a los antiguos procuradores de los Concejos. A partir del siglo XVIII se crea también el cargo de diputado del Común, encar- gado de intervenir en los abastos públicos.

3.2.2. La evolución demográfica112 Al contrario de lo que sucede en la Edad Media, el número de cen- sos, vecindarios y referencias acerca de la población de Herrera es muy superior. No contamos, sin embargo, con la fuente principal, los registros parroquiales: el hecho de que éste fuera quemado en la Guerra Civil (1936/39) determina que, al explorar la evolución demográfica, no se puedan trazar más que unas líneas generales. En el siglo XVI, y al contrario de lo que ocurre en el resto de España y Aragón, los censos indican un estancamiento del número de fuegos113 (en 1510 aparecen 73; esos mismos se documentan en 1541 y en 1609, 77). Sin embargo, estos datos no coinciden con los aportados por el geó- grafo portugués Juan Bautista Labaña114, para quien el crecimiento a principios del siglo XVII fue mayor de lo que sugiere el número de fue- gos, llegando a 200 vecinos. En el siglo XVII, pese a que la tendencia demográfica de Aragón fue claramente regresiva, en Herrera se constata un mantenimiento y hasta un ligero crecimiento en las postrimerías del siglo. Así se indica en los dos censos más importantes de la época: el de 1646 registra 163 fuegos y el de 1713, 194 vecinos. Mucho peor evolucionó la población de Herrera en el siglo XVIII, en cuya primera mitad se produjo una drástica reducción del número de vecinos, como revelan los censos de 1717, 106 vecinos, y de 1724, 134 vecinos. No obstante, en los segundos cincuenta años se produjo una

112 Véase DIARTE, P., 1993: 69 y ss. 113 Recuérdense las consideraciones acerca de conceptos como fuego o vecino. 114 Véase DIARTE, P., 1993: 69 y ss.

50 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros recuperación progresiva hasta alcanzar los 308 vecinos en el censo de 1797, aunque estos se vieron reducidos a 204 en la contabilidad de Madoz115, a mitad del siglo XIX. Cabe inferir que en determinadas épocas de estos siglos el crecimien- to se retrae —debe suponerse que por las guerras, en especial las de Sucesión e Independencia o por hambrunas y pestes generalizadas—. Sin embargo, en el conjunto de este periodo, se constata un aumento progresivo de la población en la localidad. Además, Herrera ocupó siem- pre un lugar destacado dentro de la Comunidad, ya que en los censos de 1510, 1646, 1713 y 1797, los cuatro principales de esta etapa, se sitúa entre las localidades con más población censada, ocupando, los puestos undécimo, séptimo, sexto y octavo, respectivamente.

3.2.3. Las bases económicas Como en la época anterior, aunque existieran actividades artesanales y comerciales, las bases económicas de Herrera giraban en torno a la agricultura y ganadería. En general, se trataba de una economía basada en el aprovechamiento de los recursos del entorno más inmediato y des- tinada al autoconsumo. La agricultura, a su vez, se apoyaba de forma especial en la produc- ción de cereales. Aun asumiendo que los rendimientos serían bajos, en especial por la climatología y los vaivenes mercantiles, Herrera producía, sobre todo, trigo, hasta el punto de ser una de las principales zonas de producción de la Comunidad116. Más escasos eran otros productos, como los hortofrutícolas, cuyo núcleo principal de cultivo estaba en las vegas de los ríos, en especial en la pardina de Luco. También es probable la existencia de otros produc- tos —azafrán, vid…—, aunque de una extensión mucho más reducida. Durante esta época la economía de la localidad se apoyó también en la explotación forestal de los montes que circundaban la localidad117. Ese aprovechamiento del monte consistía, principalmente, en la corta de

115 MADOZ, P., 1985: 161. 116 DIARTE, P., 1993: 141 y ss. 117 La tradición del Carbonero y la Virgen se sitúa precisamente a principios del siglo XVI, y ya se recogen varios contratos de corta del monte (regulación).

51 Rafael Crespo Báguena leña y la realización de carbón vegetal, como indica Diarte, tanto para consumo propio como para abastecimiento de otros lugares e indus- trias118. A menudo, los intereses de los cultivos agrícolas y la explotación fores- tal chocaban con las necesidades del tercer pilar básico de la economía herrerina, la ganadería. Como en la Edad Media, durante estos siglos sur- gieron conflictos en torno a pastos y dehesas. Hay que destacar que en el recuento llevado a cabo por la Comunidad en 1817, se contabilizan en Herrera 5.312 cabezas de gana- do. Esa cantidad hacía de la villa la sexta en importancia de la Comunidad, tras , Monreal, Rubielos, Used y Azuara. Por espe- cies, como ocurre en otras muchas localidades, el ganado lanar superaba con mucho al cabrío, sin que existiera apenas otro tipo de ganado, a excepción del cerdo. La caza se mantenía como un complemento mas al sustento económi- co. Las piezas más codiciadas eran jabalíes y conejos, teniendo la activi- dad como lugar principal el propio monte. La actividad artesanal e industrial debió de continuar siendo escasa y dedicada casi por completo al consumo local. A la manera de la Edad Media, estaban relacionadas con la agricultura y ganadería. Se tiene noti- cias de la existencia de al menos un molino de harina, situado en La Huerva y también de, al menos, una herrería destinada a la fabricación de aperos y a la atención de caballerías. Durante esta época, el molino estuvo adscrito a la Cofradía de la Virgen de Nuestra Señora de la Sierra de Herrera. El comercio tenía un alcance muy limitado, como en la época ante- rior. Se centraba especialmente en los productos agrícolas y ganaderos (trigo, lana…), aunque su proyección fuera de la localidad era muy escasa. No se descarta que existiera un pequeño mercado, aunque no se poseen datos concretos sobre ello. Las lógicas oscilaciones de los ciclos económicos afectaban a la vida económica de la localidad. De hecho, aparecen recesiones periódicas

118 DIARTE, P., 1993: 206 y siguientes.

52 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros relacionadas con pestes, hambrunas y guerras, acusándose en este perio- do especialmente los efectos de diversas guerras, en concreto las de Sucesión, Independencia y carlistas.

3.2.4. Las estructuras sociales Durante los siglos posteriores a la Edad Media, sigue manteniéndose el esquema social basado en el ordenamiento jurídico fiscal medieval. El esquema se asienta en los mecanismos feudales derivados de pertenecer a un territorio de realengo y en la pertenencia a la comunidad, con ins- tituciones y jurisdicción propia De esta forma, las estructuras sociales venían marcadas por un orde- namiento jurídico basado en las Ordenaciones comunales. En última ins- tancia estas mismas dependían del Monarca, que a su vez ejercía la impo- sición de un sistema fiscal general. Así, las relaciones sociales continua- ban basándose en la situación jurídica y en la posición económica. En la cúspide de la pirámide social nos encontramos con la nobleza, cuyos miembros eran denominados infanzones o hidalgos. Si bien ni en Herrera ni en el resto de la Comunidad aparecen grandes títulos, se observa un creciente interés en ostentar dicha categoría. Indicaría eso el logro de prestigio social, pero también exenciones fiscales, incluso aun- que no formaran parte de los cargos municipales. Se han documentado en Herrera, entre los años 1641 y 1760 cinco procesos de infanzonía119, mecanismo más usual para acceder a tal privi- legio. En 1737 se localizan igualmente cinco infanzones, aunque se des- conoce su identidad120. Como es obvio, el porcentaje de estos en la pobla- ción total sería mínimo, aunque su peso dentro de estas estructuras socia- les tuvo que ser de primer orden. El caso del clero es distinto. Con toda probabilidad, su número fue mayor que el de la otra clase de privilegiados, los infanzones, aunque es muy complicado ofrecer un número aproximado de quiénes pertenecie- ron a esta clase social. Diarte121 estima que en un lugar de tamaño medio como Herrera solía haber un vicario —llamado rector— y cinco capella-

119 Ibidem, pág. 229. 120 Ibidem, pág. 234. 121 Ibidem, pág. 237.

53 Rafael Crespo Báguena nes. Cabe suponer que en Herrera este número se incrementaba por dos motivos: la existencia de lugares adjuntos —Luesma y Luco— y la vitali- dad del Santuario, donde residían, al menos, cinco clérigos. A estos, había que unirles otros relacionados, como diáconos o sirvientes (mona- guillo, sacristán, etc). Aunque pertenecían al grupo de privilegiados debido a que no sopor- taban cargas fiscales, sus recursos en general eran más bien escasos. El rector se beneficiaba de una parte de la décima entregada al Cabildo Colegial de Daroca, procedente de las décimas de Herrera y Luesma122. Sus ingresos se completaban con las cantidades procedentes de servicios religiosos y donaciones, así como la financiación de alguna capellanía. La situación del Santuario era bien distinta, ya que poseía un gran número de propiedades y una administración propia, que examinaremos más adelante en el capítulo correspondiente. Los demás vecinos, entre el noventa y el noventa y cinco por cien de la población, pertenecían al estado general. Al igual que en la época ante- rior, jurídicamente todos ellos tenían el mismo rango. No obstante, se establecían severas diferencias sociales según la contribución al régimen fiscal que realizaban y el nivel de riqueza que poseían. Aquellos que tenían más nivel de renta ocupaban los cargos de la administración local e in- fluían con más ímpetu en los mecanismos socioeconómicos. Dentro de este esquema en el escalón principal se situaban los poste- ros y medios posteros, aquellos cuya contribución y patrimonio eran los más elevados. En gran medida, eran los labradores y ganaderos más ricos del lugar, siendo solamente los pertenecientes a esta clase los que podían presentarse al cargo de jurado. Por debajo de ellos se encontraba el resto de vecinos, tanto los peque- ños propietarios como los sirvientes, los jornaleros y los dedicados a ofi- cios manuales. Todos ellos tenían escaso peso en la vida social. La permea- bilidad entre las diversas capas sociales era muy limitada, formándose incluso grupos homogéneos dentro de ellas (artesanos, sirvientes, etc.)123.

122 Véase documento 99 en GONZÁLEZ, M., 1990: 17. 123 DIARTE, P., 1993: 240.

54 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

El último lugar de la escala social lo ocupaban los denominados pobres, grupo de personas sin recursos, vagabundos y pedigüeños por lo general. Representaban una parte mínima de la población, aunque aumentaba en tiempos de crisis124.

3.2.5. Cultura y mentalidades Pocos datos han llegado hasta nosotros sobre la cultura en Herrera en estos siglos, aunque alguno de ellos resulta significativo. Referido a la educación, hay referencias a la existencia de una Escuela de Gramática en Herrera. En el texto original del Dance de Herrera se afirma sobre su autoría: “Este libro es de Bonifacio la Oz, Maestro de Gramática en la villa de Herrera”125. Siendo esta la única referencia de la escuela, resulta difícil calibrar el alcance de la misma, así como su proyección y cronolo- gía, pero cabe inferir que, al menos en ese momento, los estudios huma- nísticos alcanzaron cierta importancia en la localidad. Como se detalla en los capítulos siguientes, en el pasado conocido de Herrera abundan los ejemplos de cultura popular y religiosa, entre los que destaca el Dance en honor a Nuestra Señora de la Sierra de Herrera, texto fechado en los comienzos del siglo XVIII y que, por sus caracterís- ticas parece insertarse en el teatro del Barroco tardío. Otro ejemplo inte- resante algo más tardío es La Aurora de los Montes, comedia representada hasta mitad del siglo XX con gran profusión126. Diversos documentos aportan datos y claridad sobre algunos aspectos relativos a las mentalidades y costumbres de esta época. Uno de ellos aborda un caso de brujería, tema crucial durante todo este periodo: en él se acusa a Pascuala García, habitante de Herrera, de prácticas de hechicería que habían causado la muerte de numerosas reses127. En otro se evidencian las costumbres religiosas o, mejor en este caso, los efectos de la relajación de las mismas: en el texto Miguel de Ussan es acusado de vivir públicamente amancebado con dos mujeres; también se insta a este vecino de Herrera a abandonar su situación bajo pena de

124 Ibidem, 243. 125 SAN VICENTE, Á., 1984: 305-353. 126 PÉREZ GARCÍA-OLIVER, L., 1996: 201-241. 127 FALCÓN, M. I., y MOTIS, M. Á., 2000: 112. Documento del año 1571.

55 Rafael Crespo Báguena excomunión, pese a lo cual siguió manteniendo dicho concubinato128. Su conducta fue castigada, aunque consta en el mismo documento que ese año tres vecinos de Paniza, Martín Calatayud, Alfonso Navarro y Lázaro Acoy le ayudaron a escapar de la cárcel facilitándole un mulo, acto por el cual también fueron encausados129. Otro importante proceso recogido en estos documentos afectó a Francisco Serrano, Pedro Jaulín y Juan de la Peña, quienes fueron acusa- dos de injuriar y disparar a Mosén Francisco Maya, presbítero de la Iglesia Parroquial, así como de “ultrajar de palabra” a otros eclesiásticos. Fueron multados y excomulgados hasta que no se retractaran de lo dicho130. Por último, en el proceso contra Antonio Mayoral, clérigo tonsurado, se acusó a éste de apropiarse de unos beneficios que no le correspon- dían, porque pertenecían a una capellanía fundada por Narciso Juan y Gracia Férriz, vecinos de Herrera131.

3.3. La Guerra Carlista: La acción de Herrera o Villar de los Navarros Como cierre de esta época histórica, hay que hacer notar la repercu- sión que tuvo un episodio de la Guerra Carlista para el futuro de Herrera132 y para el propio desarrollo de aquella contienda133. La acción se inserta en la denominada Expedición Real, con la que el pretendiente carlista ambicionaba alcanzar Madrid y coronarse monarca. La expedición partió de Estella el 15 de mayo de 1837, y el 24 de agosto de ese mismo año, los carlistas ocupaban Nogueras y Herrera. En esta localidad tenían su cuartel, pero ante la llegada del brigadier liberal Buerens lo trasladaron a El Villar. Buerens, creyendo que se trataba de

128 Ibidem, 196. Documento del año 1592. En él se detalla, incluso, que Ussan fue encontrado manteniendo relaciones sexuales con una de ellas bajo el coro del Santuario. 129 Ibidem, 192. 130 Ibidem, 436. Documento del año 1695. 131 Ibidem, 553. Documento del año 1776. 132 A partir de entonces desapareció la Comunidad de Daroca y Herrera pasó a depen- der del partido judicial de Belchite. 133 Ver PIRALA, A., 1984, 157-66 y 662-72; un resumen más breve en el artículo NEGRO MARCO, L., “El Villar, donde repoblaron los navarros” en Viajar por Aragón n.º 19, Zaragoza, 2002: 29 y ss.

56 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros una huida, envió emisarios para confirmar la situación y trabó con ellos combate un batallón de infantería carlista. Contraatacaron las tropas liberales, que se vieron, sin embargo, envueltas por varios batallones car- listas. Las distintas alas liberales quedaron rotas por las incursiones de la caballería carlista, hasta el punto de que ésta rodeó a las tropas isabelinas y las condujo a un barranco sin salida. Intentaron resistir en él pero sin éxito, siendo, además, perseguidos en su huida hacia Herrera. De esta forma, los carlistas lograron una victoria determinante. Consiguieron un botín considerable: cinco mil fusiles, cincuenta cajas de munición, artillería, botiquines, equipajes… Además, mientras las bajas carlistas fueron escasas, entre cien y quinientas, las liberales eran incon- tables, incluyendo la mayoría de los oficiales. Se creó incluso una cruz del mérito especial para los participantes en esta victoria, que recibió el nombre del lugar donde tuvo lugar la batalla —Cañada de la Cruz—. El cuartel general carlista se instaló en Herrera y El Villar y el cuartel Real en Santa Cruz de Nogueras. La noticia de tan apabullante derrota, al conocerse en Madrid, provo- có una conmoción y un pánico sin precedentes. Sin embargo el preten- diente carlista no aprovechó esa coyuntura y, en lugar de avanzar rápida- mente sobre la capital, decidió permanecer en Herrera y El Villar, per- diendo así un tiempo que resultó precioso para que las tropas liberales se recuperaran. La batalla y la guerra impactó de forma terrible sobre el territorio de Herrera y de toda la Sierra, con catastróficas consecuencias para su eco- nomía. Con todo, la batalla fue recordada por su crudeza y sus efectos para los prisioneros liberales134, cuyos sufrimientos y padecimientos se completaron con un brutal trato por parte de los carceleros, diversas enfermedades y un hambre tal que llegaron a producirse casos de antro- pofagia. Los restos de las tropas liberales quedaron diezmados en su peregrinar desde El Villar a Segorbe, donde los supervivientes fueron canjeados.

134 Sólo sobrevivieron, además del Brigadier Buerens, otros veinte soldados que huye- ron a Belchite.

57 Rafael Crespo Báguena

Bibliografía

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58 4. LA IGLESIA PARROQUIAL DE SAN JUAN BAUTISTA Y SU TORRE MUDÉJAR

El conjunto formado por la iglesia parroquial de San Juan Bautista y la torre mudéjar de Herrera de los Navarros está situado en el centro de la población. Desde allí, domina la plaza135 que se abre en la margen izquierda del río. La iglesia está construida de forma que tres de sus fachadas quedan a la vista al dar a la plaza y dos calles; sólo permanece oculta la fachada occidental, adosada a la casa parroquial. Dicho extremo de la fachada, a su vez esconde los dos primeros tramos de la torre mudéjar en sus ver- tientes norte y oeste. De vital importancia en el devenir histórico de Herrera, así como de una belleza artística de elevado nivel, este templo gótico-mudéjar adqui- rió una gran relevancia desde su construcción, tanto en su fisonomía como en la vida diaria de la localidad. El edificio actúa como punto de referencia en el paisaje, además de centro organizador y redistribuidor del urbanismo, al tiempo que en él confluyen la mayoría de las manifes- taciones sociales de la villa —no sólo religiosas—. A pesar de todos los avatares que le han acontecido, desde el punto de vista artístico representa uno de los edificios más peculiares dentro de su estilo mudéjar o gótico-mudéjar. Tanto por sus características estruc- turales, como por ciertos elementos individuales o su situación geográfi- ca representa un hito dentro de este estilo. En reconocimiento de su valor como patrimonio histórico, el conjun- to fue declarado Bien de Interés Cultural el diez de septiembre de 1982,

135 A pesar de denominarse desde 1939 plaza del Caudillo y en la actualidad plaza Mayor, la denominación anterior de dicha plaza debió de ser precisamente de plaza de la Iglesia, bien como nombre administrativo o simplemente extraoficial.

59 Rafael Crespo Báguena con la categoría de Monumento. El 14 de diciembre de 2001, en la reu- nión que celebró en Helsinki, la UNESCO declaró el conjunto Patrimonio Mundial, dentro del reconocimiento acordado para todo el conjunto monumental mudéjar que se prolonga por todo Aragón. En 2002 ese reconocimiento se hizo oficial en un acto que tuvo lugar en el Palacio de la Aljafería de Zaragoza y en el que el Gobierno de Aragón entregó al municipio una placa conmemorativa de esa declaración patri- monial.

4.1. Las primeras referencias sobre el monumento La iglesia de San Juan Bautista fue dejada de lado durante siglos por parte de quienes describían la historia del mudéjar y de la arquitectura en general. Las referencias no aparecen hasta el comienzo del siglo XX, en concreto la que se ofrece en el novenario del párroco Joaquín Andreu Guillén136, que data de 1906. Este volumen de carácter religioso ofrece, no obstante, datos referidos a la iglesia parroquial y al santuario. Resultan, sin duda alguna, breves y ambiguos: de hecho, los relativos a la torre y al aspecto exterior y estructural de la iglesia son de escasa impor- tancia; mucha más información facilita sobre el interior del templo. Es importante ya que, tras el material documental perdido durante la Guerra Civil, ha quedado como única y concisa descripción de su conte- nido hasta el siglo XIX.

En 1927137 se publicó como segunda aproximación un artículo de Narciso Hidalgo. El texto tiene un claro objetivo comercial, al igual que la revista que lo publica. Tiene escasa importancia como fuente, ya que parafrasea a Andreu en lo referente al templo, aunque puede ser útil para otros menesteres. A mediados de siglo se produjo un primer intento de aproximación científica, el que realizó José Galiay Sarañana en su compendio sobre el arte mudéjar aragonés138. Por primera vez se ofreció un amplio análisis de la torre, aunque sin citar en ningún momento la iglesia. Su descripción, además de breve, resulta en ocasiones incompleta o errónea, como su teoría sobre el alminar. Asimismo, pese a que ya diferencia cada parte del

136 ANDREU, J., 1906. 137 HIDALGO, N., 1927: 186-188. 138 GALIAY SARAÑANA, J., 1950: 77.

60 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros conjunto con criterios estilísticos, no profundiza ni detalla las fases cons- tructivas o su valor cronológico y omite todo comentario sobre su planta o estructura interior. En 1957 apareció la monumental obra de Francisco Abbad Ríos139, que en el volumen del Catálogo Monumental de España dedicado a Zaragoza recogía otra breve descripción del conjunto monumental. Aunque, a diferencia del anterior, describía ambos monumentos, no aportaba ninguna novedad, ya que sólo reelaboraba las dos fuentes ante- riores con pocas excepciones, como el coro de madera. El primer estudio exhaustivo corresponde a Gonzalo Borrás Gualis. En un artículo publicado en la revista Al-Andalus en 1968140, dedicado a la iglesia mudéjar de Herrera de los Navarros y la de El Villar de los Navarros en conjunto, aparece una descripción realmente exhaustiva, aportando asimismo acertados criterios de interpretación y valoración, así como un digno apartado gráfico y documental. Esta obra ha constitui- do el punto de partida de cualquier investigación posterior. Diez años más tarde, apareció otra breve referencia en una nueva compilación sobre el mudéjar aragonés141, del mismo autor que la ante- rior, que es simplemente un sumario resumen del artículo precedente. La última aportación de Gonzálo Borrás, sin duda la más importante, es la magna recopilación y estudio del conjunto en su tesis doctoral, publi- cada en 1985142. Aunque parte de lo dicho en su artículo de 1968, ofrece ciertas novedades y, sobre todo, logró una difusión muy superior a la de sus trabajos anteriores. Desde entonces, han abundado las citas o breves descripciones sobre este monumento en publicaciones de carácter general —Gran En- ciclopedia Aragonesa, Enciclopedia Temática de Aragón, etc.—, pero sin pasar de sumarias descripciones que no aportan datos nuevos o análisis rele- vantes.

4.2. Cronología y etapas constructivas Aparte de pequeñas construcciones y modificaciones, podemos afir- mar que existen al menos cuatro etapas constructivas bien diferenciadas,

139 ABBAD, F., 1957: 437. 140 BORRÁS, G., 1968: 445-457. 141 BORRÁS, G., 1978: 140 y ss. 142 BORRÁS, G., 1985: 173-179.

61 Rafael Crespo Báguena que van del siglo XIV al siglo XVII. Además es interesante tener en cuen- ta los posibles antecedentes del templo, sobre todo la posibilidad de que existiese un pequeño palacio en tiempos de Alfonso I o Jaime I, que podría tener gran importancia en la configuración inicial del templo. Las dos primeras etapas se corresponden con la fábrica mudéjar, si bien incluye elementos claramente singulares. La primera se llevaría a cabo a partir de 1350, con la construcción de la nave y la torre hasta la altura de las tribunas; la segunda se dataría alrededor de 1410 y en ella se terminó el templo con las bóvedas, tribunas y otros elementos, como yeserías y ménsulas. La tercera de estas etapas corresponde a la ampliación de la torre con el cuerpo de campanas: con toda probabilidad se trató de una renova- ción, que se puede situar en la segunda mitad del siglo XVI.

La cuarta y última fase se llevó a cabo en 1681143. En ella el templo se convirtió en planta de cruz latina con un nuevo crucero y presbiterio, a la par que se realizó el remate octogonal de la torre. Ya finalizada la fábrica del templo, adquieren relevancia otros dos periodos, que explican también su actual configuración. El primero de ellos coincide con la Guerra Civil, periodo en el cual se produjeron una serie importante de destrucciones que, unidas al abandono producido por el paso de los siglos, hicieron necesaria la reconstrucción144 de la igle- sia. Esta se llevó a cabo en la década siguiente, aunque cabe discutir la elección de ciertos materiales y técnicas, así como la omisión de ciertos elementos constructivos. En 1988 se inició la última gran remodelación que afecta a la fisono- mía del conjunto arquitectónico y que está a punto de finalizar. Esta res- tauración ha intentado recobrar el aspecto más original y genuino del templo, haciendo hincapié especial en su hechura mudéjar e introdu- ciendo algunos cambios de envergadura, no exentos de polémica, pero que suponen un avance en la recuperación y valoración del conjunto arquitectónico.

143 ANDREU, J., 1906: 12; HIDALGO, N., 1927: 186-188. 144 Estas destrucciones están documentadas, pero no queda constancia de otras, como las ocurridas durante la Guerra de la Independencia o las Guerras Carlistas, pese a que influyeron de forma directa en el estado de conservación del edificio.

62 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros 4.3. Antecedentes del templo Poco o nada se sabe acerca de lo que pudo ser anteriormente la cons- trucción de la iglesia de San Juan Bautista o la existencia de algún otro templo. Quienes han dedicado más tiempo a investigarla145 han sugerido diversas hipótesis, aunque sin poder establecer juicios concluyentes ni fijar una cronología sobre estas posibles edificaciones. En todo caso, estas sugerencias enriquecen el análisis sobre la construcción inicial del templo. La primera de las propuestas, muy presente en toda la tradición de la localidad y en las fuentes más antiguas, se refiere a la utilización primiti- va del lugar en que se sitúa el templo como la residencia-palacio del Rey Alfonso I o sus sucesores, especialmente Jaime I. Según estas fuentes, el palacio estaría dedicado al descanso de las excursiones de recreo y caza de los reyes de Aragón: en opinión de Andreu (1906) e Hidalgo (1927), la iglesia se levanta en el mismo palacio realengo; para Abbad Ríos (1957), el nuevo templo se levantó sobre el solar del palacio y no sobre éste. Si bien es imposible contrastar esta segunda posibilidad, cabe consi- derarla como factible. En especial, porque puede asegurarse que se trata de un edificio construido ex novo, tanto por la posición estratégica del edificio dentro de la localidad como por su importancia constructiva. También se ha sugerido que existió una construcción anterior de época musulmana. Esta idea se basa en que la torre mudéjar parece un alminar árabe, aunque esta hipótesis ha sido rechazada y descartada en los años ochenta146. Es innegable el carácter islámico de la construcción, porque así lo indica su estructura de alminar almohade. Sin embargo, este modelo constructivo debe asociarse a una construcción de torre campanario de tipo mudéjar. Igualmente se ha apuntado, como antecedente del actual templo, otra iglesia parroquial más antigua que se habría denominado Santa María de la Cuesta y de incierta situación. Así se cita en varias fuentes147, aunque sin avanzar demasiados datos sobre su localización. Madoz la cita como ermita148, mientras que Andreu (1906) indica que todavía existían

145 Véase ANDREU, J., 1906; HIDALGO, N., 1927; ABBAD, F., 1957. 146 Véase BORRÁS, G., 1985. 147 Véase ANDREU, J., 1906. 148 MADOZ, P., 1985: 161.

63 Rafael Crespo Báguena restos constructivos de este templo a principios del siglo XX, pero no identifica su situación.

De todas formas, cabe pensar que esta iglesia previa estuviera situada en un lugar apartado, probablemente en Santa María149. Eso se puede deducir de su nombre —“de la Cuesta”—, aunque no debe descartarse ninguna posibilidad, incluida la coexistencia de ambas como iglesias parroquiales durante un tiempo, hasta que pasara a ser considerada como ermita.

4.4. La construcción del templo mudéjar

4.4.1. Introducción

La construcción del templo en su fase mudéjar, sin duda la más importante, puede dividirse, como ya hemos comentado, en dos estadios diferenciados. La cronología es clara, definida en una primera etapa constructiva a mediados del siglo XIV y una segunda fase a la altura de la segunda década del siglo XV.

La construcción inicial corresponde a una tipología de iglesias deno- minadas “iglesias-fortaleza”, de una sola nave con tribunas. Posee nume- rosos paralelos —Virgen de , San Félix Mártir de …—, siendo la más cercana la Iglesia de Nuestra Señora de la Piedad de Azuara. Sin embargo, también deben apreciarse un gran número de peculiaridades que hacen de esta construcción un ejemplar de destacada relevancia.

La edificación inicial de la primitiva Iglesia mudéjar se remonta con toda probabilidad a la finalización de la Guerra de los Pedros, convulso periodo histórico en el que se fijan los límites territoriales entre Aragón y Castilla en la frontera occidental. Parece factible, además, pensar que la construcción de la Iglesia tuviera lugar bajo el mecenazgo del propio monarca aragonés Pedro IV “el Ceremonioso”.

149 En las cercanías existe una calle con el nombre de Santa María, topónimo que recuerda al de la antigua iglesia y que pudiera corresponder con su situación.

64 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros 4.4.2. La iglesia

—ESTRUCTURA Y ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS

La iglesia, se levanta en un primer momento con estructura de nave única, con un abovedamiento que combina los tramos cubiertos con bóveda de crucería simple con tramos más cortos de cañón apuntado.

A los lados, y coincidiendo con la parte que se cubre con bóveda de crucería simple, se abren capillas, dos a cada lado, cubiertas con bóveda de cañón. Del mismo modo, se abre otra capilla a los pies, se supone que en un principio también cubierta del mismo modo si bien sufrió profun- das transformaciones en siglos posteriores.

Entre estas capillas, se sitúan a modo de contrafuertes, tres torreones y la torre mudéjar. Estas torres-contrafuerte, muy características de este tipo de templos, tienen planta ligeramente rectangular y su estructura es la de una torre que envuelve a un machón central en torno al cual se articula un cuerpo de escaleras.

Entre esas torres, y por encima de las estrechas capillas laterales, correría una tribuna o ándito, a la cual se accedería a través de los pro- pios contrafuertes. Este pasadizo permite ver el interior por medio de ventanas de arco apuntado en el lado sur, careciendo de ellas en el norte.

Al exterior, abre por medio de una doble planta de escambrijas —ven- tanas apuntadas de escasa entidad—. Ambas se realizaron, sin duda algu- na, en dos etapas y fases constructivas diferentes, a juzgar por la diferen- cia de ladrillos y las ménsulas que coronan la zona superior.

La tribuna pudo tener como función principal servir como estancia de los miembros del clero, los cuales habitarían allí antes de construirse el edificio parroquial anexo en la remodelación barroca. También se ha destacado su carácter defensivo, aunque al parecer sólo con carácter tes- timonial.

Se presume que el ábside de la primitiva iglesia —totalmente desapa- recida en la última etapa constructiva— sería similar a las de su misma tipología, como la de Tobed o . Tendría cabecera recta, tres capillas, cubiertas con bóveda de crucería sencilla y abiertas a la nave con arcos apuntados y dos torres-contrafuerte más intercaladas.

65 Rafael Crespo Báguena

—PORTADA La portada abre a la última capilla de la Epístola, junto a la torre mudéjar. Se trata de una puerta de arco apuntado, con triple arquivolta de escasa degradación, estando abocelada la interior. Más significativo es sin duda el alfiz que enmarca este vano, con dos cruces flordelisadas en ladrillo resaltado, acompañado por dos puertas ciegas de menor tamaño a ambos lados de la puerta principal. Se supone que estas puertas son, o un intento atrofiado de una porta- da triple, o una decoración mural a base de arquerías ciegas sin solución de continuidad. Arcos similares aparecen en la zaragozana iglesia de San Miguel de los Navarros proponiéndose ciertos paralelismos e influencias.

—LA ILUMINACIÓN Además de los ya citados vanos practicados en la tribuna, la ilumina- ción del templo se llevaría a cabo a través de sencillos óculos encima de las capillas, de piedra arenisca labrada y calados en yeso. Así, la forma directa de iluminación del templo sería a través de estos, situados sobre las tres capillas, la portada y los pies, complementados con la luz indirec- ta de la tribuna y la luz procedente del ábside —la cual nos es imposible conocer. Aparecen otra serie de vanos, como las aspilleras o troneras, situadas en ciertos elementos constructivos, como las torres-contrafuerte o la tri- buna. Más que a una finalidad propiamente defensiva parecen corres- ponder a reminiscencias decorativas o funcionales de este tipo de edifi- cios.

—LA DECORACIÓN Como en el resto de las edificaciones mudéjares de la época, la deco- ración del templo sería uno de los aspectos más importantes de su fiso- nomía. En lo que se refiere a la ornamentación de los elementos estruc- turales, la decoración de los nervios de las bóvedas de crucería es de lo más destacado, con sección triple baquetón, que se cruzan en sencillas claves con forma de disco plano y que apoyan en ménsulas a la altura de las bóvedas de las capillas laterales. Mención aparte merece la decoración de yeserías de los ventana- les del lado sur de la nave y del hastial occidental. En lo que se refiere a las del lado sur, datadas alrededor de 1410, tienen como motivo decorativo

66 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros lazos de ocho combinados con lazos de cuatro octogonal, similar al de otras iglesias como la de Quinto de Ebro o La Seo de Zaragoza. En lo que se refiere al óculo de los pies, se decora con tracería gótica curvilínea, fechada asimismo a principios del siglo XV. Al exterior, la decoración es realmente escasa en lo que se refiere a los elementos constructivos de la edificación. Debido a sus características, esta decoración austera sólo se rompe por una faja de esquinillas que marca la separación de las capillas interiores y la tribuna, así como las escambrijas de la parte superior. Ya desde hace tiempo, se suponía la existencia de pintura mural en el interior del templo, aunque se creía asimismo desaparecida. Sin embar- go, estudios recientes han demostrado la existencia de pinturas murales de época mudéjar, e incluso se ha podido reconstruir su aspecto. Un buen ejemplo de ello son las policromías halladas en el arco car- panel situado en el coro del templo, que se fecha a finales del siglo XIV, en las que se distingue un mural al fresco con decoración de agramilado, de superficie azul con incisiones en negro y rojo, engalanado con poste- rioridad con motivos geométricos y vegetales. También se han localizado restos pictóricos en los ya citados nervios, mucho más deteriorados, aun- que de decoración similar al arco carpanel, de tipo geométrico y floral sobre fondo azul. Destaca sobre el resto, tanto por su técnica como por su importancia histórica, la pintura mural hallada en los modillones de los nervios. Parcialmente reconstruidos, aunque con una conservación deficiente, aparece una decoración de paños de color rojo, negro y marrón claro de entre tres y cuatro centímetros que se repite en todo el modillón. En la parte interior, aparece incisa la figura de una herradura, lo que ha conducido a especulaciones sobre los albores de la localidad, ya que también ha sido fechada a finales del siglo XIV. Si bien aún es pronto para sacar conclusiones definitivas, podemos encontrarnos con los pri- meros signos inequívocos de la identidad de la primitiva aldea. Más complicado es conocer la decoración mueble, ya que no se con- serva ninguno de estos elementos. Puede deducirse siguiendo las fuentes más antiguas que existirían valiosos retablos y cuadros —quizá el de los Corporales de Daroca—, así como es segura la existencia de otras tallas y esculturas150, pila bautismal y órgano.

150 ANDREU, J., 1906; HIDALGO, N., 1927.

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—TIPOLOGÍA Como ya se ha esbozado antes de manera sucinta, el templo pertene- ce al tipo de iglesias denominadas “iglesias-fortaleza”. Este tipo de cons- trucciones está representado especialmente por la iglesia de la Virgen de Tobed, San Félix de Torralba de Ribota, Nuestra Señora de la Peña de Calatayud, San Martín de Morata de Jiloca, y en cierto modo, San Gil Abad de Zaragoza. Se caracteriza por reunir en su conjunto el carácter espiritual propio de las construcciones religiosas con un carácter militar propio de la zona fronteriza y su defensa de la época en que son construi- das.

4.4.3. La torre mudéjar

—ESTRUCTURA Construcción conjunta e inseparable del templo, se encuentra a los pies del mismo, entre el coro y la portada. Sustituye a una de las torres- contrafuerte que se sitúan entre las diferentes capillas. En lo concerniente a su estructura, posee una planta ligeramente rec- tangular. Su alzado de época mudéjar de tres cuerpos divididos median- te impostas, seguramente estaría coronado por un cuerpo de campanas desaparecido con las renovaciones posteriores. De tipo alminar almohade, su estructura interior se compone de un machón central envuelto por una torre externa. Se une por un cuerpo central de escaleras que se alivia por pequeñas estancias utilizadas para almacenaje, todo ello resuelto con un sistema de bóvedas de aproxima- ción de hiladas. De esta forma, la torre destaca por una extraordinaria proporcionalidad de sus formas, tanto en planta como en alzado.

—DECORACIÓN Y MATERIALES Al exterior, los diferentes cuerpos van separados por impostas de ménsulas de ladrillo, conjunto característico del mudéjar tardomedieval. El primer cuerpo aparece sin decoración excepto en su parte superior, donde encontramos un friso de zig-zag de doble hilo de ladrillo, enmar- cado con series de esquinillas. El segundo cuerpo, además de poseer otras series de esquinillas a tres- bolillo, incorpora un lienzo de arcos mixtilíneos entrecruzados. El tercer y último cuerpo de época mudéjar, quizá el de decoración más refinada,

68 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros posee, además de otras dos fajas de esquinillas, un formidable lienzo de arcos polilobulados entrecruzados. En este último lienzo alternan los lóbulos mayores, con paralelos en otras iglesias como en Santa María de la Huerta de y San Gil Abad de Zaragoza.

—FUNCIÓN Y USO Sin lugar a dudas, y como se ha explicado antes, existiría un cuerpo de campanas, hoy desaparecido y sustituido por el posterior. Esto afianza la hipótesis de la función principal de esta torre, la de torre-campanario, no siendo válida la hipótesis que expresaba la posibilidad de correspon- der a un antiguo alminar árabe. Desechada esta opción, parece seguro su uso como campanario, si bien no hay que olvidar otras funciones secun- darias como la de contrafuerte.

4.4.4. Conclusiones Para finalizar, es necesario advertir las particularidades y reseñar la importancia de la construcción. Como mayor originalidad del templo, fruto de su tardía construcción, destacan las escambrijas que abren la tri- buna al exterior, no presentes en ningún otro ejemplar de la tipología afín. También es llamativa la tipología de la obra, ya que se trata de uno de los ejemplares más aislados de las llamadas iglesias-fortaleza. La concentra- ción principal de este tipo de iglesias se sitúa en la zona de Calatayud y del Jiloca —zonas fronterizas, primero con los musulmanes y posterior- mente claves en las guerras con Castilla—. La de Herrera es el caso más oriental, junto con Nuestra Señora de la Piedad de Azuara. Su realización puede explicarse por el hecho de que sus autores fueran los mismos de aquellas construcciones, unos expertos alarifes mudéjares que dejaron también su arte y su huella en este magnífico ejemplar del gótico mudé- jar en Aragón.

4.5. Las modificaciones en los siglos XVI y XVII El primitivo cuerpo de campanas mudéjar fue sustituido en el siglo XVI por otro de mayor relevancia, que es el que actualmente se conser- va. Esta renovación consta de dos pisos. Uno de menor tamaño y con decoración de rombos con sendas fajas de dientes que lo enmarcan y otro que es el cuerpo de campanas.

69 Rafael Crespo Báguena 4.5.1. El nuevo cuerpo de campanas de la torre El segundo, el superior, es el que propiamente se trata del cuerpo de campanas, y se compone de vanos gemelos dobles de medio punto. Se decoran asimismo con lienzo de rombos y están coronados en la parte superior por una fila de rombos de doble fondo que se enmarca asimis- mo por dos fajas de dientes. La existencia de este cuerpo de campanas puede ser corroborada por los testimonios recogidos en el Archivo Diocesano, que hablan sobre la exis- tencia de un campanario con cuatro hermosas campanas hacia el año 1550.

4.6. La reforma barroca Aproximadamente un siglo después, se produce una renovación pro- funda del templo en su conjunto. Dicha actuación hará variar la morfo- logía y aspecto del mismo de una manera absolutamente radical, tanto en su aspecto formal como en sus detalles más intrínsecos.

Esta ampliación, fechada en 1681151, dota al templo de crucero y pres- biterio nuevos, de forma que la planta rectangular torna en cruz latina, cubriendo este espacio con cúpula y bóvedas de arista. Además, se reali- zan ciertos ajustes en el interior del templo —coro—, se añaden cons- trucciones anexas en los pies del edificio y el remate de la torre.

4.6.1. El nuevo presbiterio y el crucero La más importante de todas las actuaciones de esta reforma antes cita- das sin duda alguna es la que concierne a la renovación de la cabecera de la iglesia. En primer lugar, tuvo lugar la destrucción de la antigua cabecera, tanto el presbiterio como las torres-contrafuerte que se supone lo enmarcarían. De esta forma, la estructura inicial de iglesia-fortaleza per- manecería sólo en la mitad occidental del templo. Así se consigue crear un nuevo espacio, añadiendo un crucero que otorga una mayor amplitud, ya que se multiplica casi por dos el interior aprovechable de la iglesia. A su vez se añade una nueva cabecera de plan- ta rectangular, de forma que la planta se transforma en una planta de cruz latina coronada con el nuevo presbiterio.

151 La noticia más antigua que nos ha llegado respecto a esta fecha se encuentra en HIDALGO, N., 1927: 187.

70 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Para cubrir los nuevos espacios se utilizaron soluciones acordes con las nuevas tendencias arquitectónicas. Los brazos del crucero y la nueva cabecera se cubren con bóveda de arista, pero sin duda el elemento más significativo es el cimborrio de cúpula semiesférica sobre pechinas refor- zadas con desarrollo octogonal al exterior. Este último estaba rematado por linterna octogonal que abre al exterior con arcos de medio punto. Este fenómeno es contemporáneo a otros de similar entidad, de forma que muchas iglesias mudéjares se ampliaron por esas fechas, como sucede en las iglesias de San Juan Bautista de , Nuestra Señora de la Asunción en o San Gil Abad en Zaragoza. Sin embargo, el ejem- plo más significativo es el de Nuestra Señora de la Piedad de Azuara, tanto por su proximidad como por la similitud de la intervención.

4.6.2. Otras modificaciones en el templo Además de esta importantísima modificación en la iglesia, nos encon- tramos con otras de menor relevancia, como la llevada a cabo en el coro del templo. La capilla allí situada, a diferencia de las laterales, fue cubier- ta con bóveda de cañón con lunetos, que perdura en la actualidad. Recientemente, ha sido identificado un arco apuntado bajo esta modifi- cación barroca, perteneciente al templo mudéjar original. Así se explica la relación entre los arcos de medio punto del coro y el presbiterio. Otra reforma es la llevada a cabo en la fachada occidental, siendo en esta época cuando se adosa la casa parroquial, todavía existente. Cobra fuerza la hipótesis de que este edificio fuese exento e incluso que existiera un acceso alternativo al principal en dicha fachada, lo que parece ha sido corroborado en los últimos estudios acerca de las policromías mudéjares.

4.6.3. La culminación de la torre En esta época del siglo XVII se llevó a cabo, al mismo tiempo que esta profunda reforma, la construcción del último de los cuerpos que corona la esbelta torre. Se trata de un tosco remate octogonal de ladrillo, sin decoración, con vanos de medio punto y que ha sido eliminado en el últi- mo proceso de reconstrucción que se ha llevado a cabo.

4.7. Las reconstrucciones y restauraciones recientes

4.7.1. La guerra civil: impacto y reconstrucción Los trágicos aconteceres de la guerra civil dejaron un enorme impac- to en este monumento, igual que sucede con el santuario, si bien el tem-

71 Rafael Crespo Báguena plo parroquial sufrió destrozos de menor entidad, aunque ciertamente significativos. Esos efectos negativos, unidos al desgaste y abandono de décadas anteriores, son visibles en todo el edificio, pero afectan sobre todo a la última ampliación barroca, especialmente el transepto y su cimborrio. También sufrieron importantes daños las cubiertas, algunos elementos estructurales y otros materiales a la vista. La reconstrucción se llevó a cabo entre 1940 y 1960, en base sobre todo a la colaboración popular en diversas colectas. Se reconstruyó el cimborrio, conservando su estructura de cúpula hemisférica sobre pechi- nas, aunque, debido a la escasez de medios disponibles y a una escasa- mente desarrollada práctica restauradora, se tuvo escaso acierto en la elección de los materiales. Esto se acusa especialmente en la métrica y textura de los ladrillos, omitiéndose igualmente la linterna existente en el remate del cimborrio. De la misma forma, se procedió a reponer los elementos dañados en cubiertas y otras partes, también con poco acierto en técnicas y materiales. Importante fue la desaparición de los elementos muebles y decorati- vos que tiene lugar con la contienda. Son numerosos los elementos deco- rativos que citan las fuentes más antiguas152, y de los cuales no se tiene noticia alguna. Hidalgo cita la existencia de varios retablos de gran méri- to, así como varios cuadros, entre los que destacan el que plasma el “Prodigio de los Sagrados Corporales de Daroca”. Por su parte, Andreu cita, además de este cuadro, dos púlpitos, varios retablos con pinturas y esculturas. Entre estas obras pictóricas desapare- cidas, destaca otro notable cuadro con la imagen de la Virgen de la Merced cubriendo con su manto al rey Jaime I, Raimundo de Peñafort y San Pedro Nolasco. Tras estas desapariciones, se llevó a cabo una reposición de elemen- tos decorativos y ornamentales, aunque desde luego de menor prestigio y valor. El retablo que preside el altar mayor data de los primeros años cin- cuenta: fue realizado por los hermanos Albareda y completado por las

152 ANDREU, J., 1906; HIDALGO, N., 1927.

72 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros imágenes realizadas por el pintor navarro Inocencio Ortiz Iribarren; de estas, destaca una magnífica copia del bautismo de Jesús por San Juan Bautista, original del pintor flamenco Joachim el Patinir. En esta obra se aúnan el tema religioso —otorgando un protagonismo esencial al bautis- mo de Cristo— y una plasmación eficaz del paisaje circundante. La obra está flanqueada por cuatro imágenes: San Pedro, San Pablo, San Blas, patrón de Herrera y Santa Lucía.

4.7.2. La restauración contemporánea Sin embargo, hubo que esperar hasta la última década del siglo XX para que se llevara a cabo el mayor intento de consolidación y restaura- ción del templo, logrando unos resultados más acertados que en los intentos anteriores, en lo que se refiere a los aspectos artísticos y arqui- tectónicos. La intervención comenzó en 1988, después de que el monumento fuera declarado Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Aragón al principio de esa década. La restauración fue dirigida por Miguel Ángel Palasí y Joaquín Soro López y financiada por la Diputación Gene- ral de Aragón, la Diputación Provincial de Zaragoza y el Ayuntamiento de Herrera de los Navarros, sin que, en la fecha en que se redacta este texto, haya concluido después de haber cubierto diversas fases. La primera fase se centró en la torre mudéjar. Consistió principal- mente en la restauración exterior e interior de la torre, abriendo los hue- cos cegados, reconstruyendo cornisas, muros y lacerías dañadas y repo- niendo los pavimentos tradicionales con los materiales y técnicas adecua- das. La principal intervención fue la sustitución del cuerpo octogonal de remate, en estado de ruina, por un torreón almenado con chapitel metá- lico. El nuevo torreón es similar a los realizados en el siglo XVI para rematar muchas de las torres mudéjares de Aragón, y la intervención no estuvo exenta de cierta polémica en la localidad. Esta fase concluyó en 1992. En la segunda, se renovaron las cubiertas de la nave mudéjar del siglo XIV y sus tribunas perimetrales. Se procedió del mismo modo a la eleva- ción y remate de las torres contrafuerte situadas entre las capillas, com- pletando así la mayor parte de la restauración en el templo mudéjar.

73 Rafael Crespo Báguena

En la tercera fase, y tras la completa restauración de todo el edificio por encima de sus bóvedas —a excepción del crucero—, se llevó a cabo la restauración de la fachada principal, incluyendo muros y cimientos. A su vez, se sustituyó la puerta de acceso al templo. En la siguiente fase se restauró toda la fachada norte, se completó el drenaje de la cimentación, extendiéndolo a todo el perímetro de la igle- sia y a su vez renovando los óculos. En la quinta fase se renovó la pavi- mentación y se eliminó el zócalo de hormigón del interior del templo. Igualmente, se colocaron las nuevas conducciones de la calefacción reu- bicando la caldera. En la sexta fase se concluyó la restauración de las cubiertas, incluyen- do en ella la renovación de la estructura y los tableros de la cubierta del crucero. Esto se complementó con la reposición del cimborrio original del siglo XVII con su correspondiente linterna, omitida tras la recons- trucción de la guerra civil. Para finalizar con los trabajos de interior, se restauró el crucero y el presbiterio de la ampliación barroca en sus elementos estructurales. Se llevó a cabo también la instalación del sistema de iluminación interior. Luego se acometieron diversos análisis para determinar y localizar la exis- tencia de decoración polícroma mudéjar. Al aparecer este tipo de pintu- ra, se ha intentado conseguir una aproximación cronológica a su realiza- ción original y reconstruir sus formas y motivos, con los resultados expuestos anteriormente.

74 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Bibliografía

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75 Rafael Crespo Báguena

Iglesia de San Juan Bautista y torre mudéjar en la década de 1920.

Iglesia de San Juan Bautista y torre mudéjar en la década de 1930.

76 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Torre mudéjar tras la restauración.

Portada de la iglesia de San Juan Bautista tras la restauración contemporánea.

77 Detalle de la iglesia parroquial de San Juan Bautista.

Detalle de la iglesia parroquial de San Juan Bautista. Escambrijas.

78 5. EL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA SIERRA DE HERRERA Y SU COFRADÍA

5.1. Introducción

Desde hace cinco siglos el principal referente y exponente en Herrera y la comarca circundante recae en Nuestra Señora de la Sierra de Herrera y su santuario. La importancia histórica, religiosa y cultural que supone esta tradición queda probada por la fuerza que su culto y devo- ción ha tenido desde 1504 hasta hoy, pese a las coyunturas históricas, algunas de ellas muy adversas o difíciles.

Esta importancia no se circunscribe a Herrera o a los municipios que circundan el cabezo de la Sierra de Herrera, muchos de los cuales suben cada año en romería a la ermita. Alcanza nivel regional e incluso nacio- nal hasta representar uno de los lugares de peregrinación y culto maria- no más relevantes de Aragón. Como recordaba recientemente Antonio Beltrán153, explicando su experiencia infantil, el santuario de la Virgen de Herrera ha sido referencia religiosa, cultural y geográfica para muchas generaciones de aragoneses.

Además de la relevancia religiosa y cultural, no debe olvidarse la tras- cendencia de las instituciones que han administrado el santuario. No sólo han actuado como regidores del mismo; en determinados momen- tos han sido también vertebradores de la economía local y del territorio en virtud de su gran número de bienes y derechos.

153 500 años de la Virgen de Herrera, Heraldo de Aragón, 29 de agosto 2004: 37.

79 Rafael Crespo Báguena 5.2. La tradición religiosa: La aparición de la Virgen

5.2.1. La tradición No disponemos de documentación suficiente para precisar el momento exacto en que surge esta tradición religiosa, así como su ori- gen, si bien ésta se ha mantenido sin cambios y está bien consolidada desde hace más de cinco siglos. Aunque no pueda fecharse el comienzo de esa devoción, cabe pensar que se inició antes de 1504, ya que, si en esa fecha Alonso de Aragón autorizó la construcción del santuario, tuvo que hacerlo porque así lo aconsejaba la fuerza del culto a la Virgen, ya exis- tente154. Aunque cabe hallar algunos puntos de desencuentro entre los dife- rentes autores que recogen esa tradición, el contenido que ha pervivido hasta la actualidad es el siguiente155: un carbonero cortaba leña para hacer carbón en el monte donde hoy se encuentra el santuario, cuando se le apareció la Virgen y le ordenó que comunicara a los vecinos de Herrera su deseo de edificar allí un templo156. El carbonero, cuya identi- dad es desconocida, aunque algunos historiadores le asignan el nombre de Martín, se dirigió raudo al pueblo a dar la ansiada noticia a sus conve- cinos. Todo el pueblo subió al monte a comprobarlo, y decidieron, ante las dificultades de erigir allí un nuevo templo, trasladar la imagen de la Virgen a la antigua iglesia de Santa María de la Cuesta. Sin embargo, esa misma imagen volvió al lugar donde se había aparecido originalmente. Los vecinos, bien por devoción o por temor a que la imagen se marcha- ra a otro lugar si no se cumplían sus deseos, decidieron edificar allí mismo un templo que albergase tan preciado tesoro.

5.2.2. Las fuentes históricas acerca de la tradición El primer autor que escribe sobre esta tradición de la aparición y el santuario es Diego de Espés, racionero de La Seo, en su Historia

154 Era uno de los requisitos que se consideraban necesarios para ese tipo de autoriza- ción eclesiástica, como sugiere el texto de Diego de Espés. 155 Para una aproximación actual a esta tradición, véase MIGUEL GARCÍA, I., 1996. 156 En el Novenario de Andreu se sitúa la aparición el día de Pentecostés. ANDREU, J., 1906: 56.

80 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Ecclesiastica. Recoge la primera noticia conocida acerca del santuario, noticia de la concesión de la licencia de edificación del templo, concedi- da por el arzobispo Alonso de Aragón el 27 de abril de 1504. Dice tex- tualmente: “los del lugar de Herrera, en el arciprestazgo de Daroca, por la particular devoción que tenían a la benditísima Virgen Santa María, desearon fabricar en su término una ermita con su altar y retablo so títu- lo de Nuestra Señora de la Sierra, a imitación, lo que se puede conjetu- rar, de la ermita de Nuestra Señora [que] los de Villarroya y otros edifi- caron en sus términos, intitulados de Nuestra Señora de la Sierra. El arzobispo, movido por la santa devoción que mostraban tener a la Madre de Dios, les concedió la licencia a 27 de abril de este mismo año de 1504, con pacto expreso que esté devota y decentemente labrada, proveída de todas las cosas necesarias para que se pueda con decencia celebrar en ella”157. El siguiente autor que informa sobre los hechos es Vicencio Blasco de Lanuza en sus Historias Eclesiásticas donde recoge ya abundantes datos sobre la tradición158. Ofrece una primorosa descripción del templo y casa, así como su administración. Relata los elementos ya descritos de la apari- ción y comienzo del culto, sosteniendo su veracidad en diversos testimo- nios notariales —cuya existencia no está contrastada—, aunque señala como fecha de fundación del santuario el año 1504 basándose en el tes- timonio anterior. Roque Alberto Faci, en su obra Aragón, Reino de Cristo y dote de María Santísima retoma la tradición, aumentando el número de registros y documentos notariales que la atestiguan. Todos los documentos están fechados a partir de 1504, describiendo igualmente el santuario y la administración de su hacienda159. Por último, cabe destacar la reseña de Joaquín Andreu en su Novenario de 1906. Recoge los datos y tradiciones que aportan todos estos autores antiguos, aunque intenta retrotraer equivocadamente la fecha de la aparición 250 años antes que los anteriores, distorsionando además las fechas dadas por ambos que se refieren a los registros notariales. Basando sus hipótesis únicamente en la tradición, este autor apunta que

157 ESPÉS, D., 1598. 158 BLASCO DE LANUZA, V., 1662. 159 FACI, R. A., 1739.

81 Rafael Crespo Báguena la concesión señalada por Diego de Espés no es una licencia de construc- ción, sino una ampliación de un edificio ya sito en aquel lugar. Atribuye su fundación a Jaime I, quien además donó dos banderas al santuario, así como numerosos privilegios al pueblo160. La existencia de un templo anterior carece de legitimidad documen- tal creíble, ya que no se tiene noticia alguna de lo referente a la construc- ción ni en ningún otro sentido. La ligazón con Jaime I deriva, sin duda, de la literatura y tradición oral del municipio, que ha mantenido vivos algunos relatos sobre los orígenes de la localidad, pero que ha exagera- do lo referido a las tradiciones religiosas hasta ofrecer una visión más cer- cana al mito que a la realidad. Por último, existen pocas fuentes modernas que arrojen más luz acer- ca de la tradición arriba expuesta. Destaca, entre ellas, la obra La Romería al Santuario de Nª Sª de la Sierra de Herrera y su Cofradía (Siglos XVI-XX), cuyo autor es Isidoro Miguel García. Es la única que ofrece una amplia visión, conjugando los más diversos elementos que se van analizar a lo largo de este capítulo (tradición, administración, fábrica del templo, etc.), si bien en ocasiones su estudio deriva más hacia valores teológicos y hagiográfi- cos que puramente históricos161.

5.2.3. Estudio de la tradición: aspectos históricos y religiosos La primera duda que surge tras la lectura de la tradición religiosa afecta a la datación más o menos aproximada de los hechos y aconteci- mientos. Todos los documentos que ofrecen referencias históricas —regis- tros notariales y testamentos—, si bien no contrastadas, sitúan el comien- zo de la tradición a principios del siglo XVI. La primera referencia —1504— la encontramos en la ya citada licen- cia de obras de Espés. A ese mismo año y posteriores reenvían nuevas citas de Faci162: Pablo Ferrer, habitante de Lechón y natural de Herrera deja en su testamento un cirio de cinco libras para la Virgen (7-X-1504); Pedro Gil en su testamento ordena dejar cinco sueldos para la Virgen

160 Argumento que parece sacado de la literatura religiosa y secular de Herrera, en par- ticular de La Aurora de los montes, pero sin base como fuente histórica y documental. 161 MIGUEL GARCÍA, I., 2000. 162 FACI, R. A., 1739.

82 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

(25-IV-1505) y Juan Chipia es admitido para ermitaño en un acto del 14 de mayo de 1507, documentos todos ellos examinados por el notario Domingo Martínez Hurralde163. No debe olvidarse la hipótesis de Andreu que retrotrae en el tiempo el culto a la Virgen y la existencia de un templo. Sin embargo, ésta pare- ce poco o nada plausible, ya que no cuenta con base documental alguna y parece más orientada a aumentar el prestigio de la tradición que a bus- car la verdadera raíz de la cuestión. Así, podemos concluir como fecha segura y punto de partida la fecha de 1504. En esta fecha ya es segura la existencia o fábrica de un templo, no siendo seguras las elucubraciones anteriores, lo que ha servido como argumento para la conmemoración del V Centenario. En segundo lugar, nos encontramos ante el lugar de la aparición y la controvertida figura del personaje que la recibe, el carbonero. Si bien la tradición asegura que el lugar donde se apareció la Virgen al carbonero es el lugar donde hoy se encuentra el santuario, es decir, la cima, esto parece poco probable, ya que, según la creencia general, el carbonero se encontraba cortando leña para hacer carbón y en la cima de la montaña no existe vegetación utilizable como recurso carbonífero. Esta paradoja difícilmente puede resolverse según los parámetros actuales de la reali- dad164 e, incluso, cabe no darle importancia, ya que puede tratarse sim- plemente de un recurso para santificar el lugar. En cuanto a la figura del carbonero, parece más que asumido por la tradición que su nombre de pila era Martín, aunque sin ofrecer más datos acerca de él que su extremada humildad y devoción por la Virgen. La dotación de esta identidad parece derivar sin ninguna duda de la obra de algunos historiadores, especialmente Faci. Este autor apunta como noticia la existencia de un documento en el que se da a conocer la iden- tidad de las personas que ostentaban el convenio para cortar la leña del monte: “En 14 de noviembre de 1501 en Ferrera, Martín Dotal y Martín de Viate, vizcaínos, habitantes del presente lugar de Ferrera, capitularon convenio de cortar el Mont de la sierra de dicho lugar de Ferrera”. De la

163 Que parece ser la misma figura que el también citado Domingo Martínez de Iturralde, con una confusión en la transcripción. 164 Entre otras razones, porque es posible que la actual situación de la vegetación en la cima no se parezca demasiado a la que hubiera en esos comienzos del siglo XVI.

83 Rafael Crespo Báguena misma forma, poco después, ambos personajes “relaxaron el trato que tenían hecho sobre cortar el Mont […], con condición de dar cinco carretadas de carbón puestas en Ferrera”. A través de estos datos, aunque no contrastados, podemos inferir la asociación del nombre de Martín a la figura del carbonero, aunque la identidad del mismo nos sigue siendo desconocida.

Otro hecho que llama la atención es el vaivén de la imagen, que vuel- ve a su lugar de origen tras ser llevada al pueblo. Este hecho, muy común en las apariciones marianas en toda la geografía española, se explica menos por la desconfianza de la imagen en su lugar de destino —en este caso Herrera— que por la santificación y consagración del lugar en que se aparece: de esa forma, el santuario adquiere un valor especial y místi- co, ya que es ahí y no en otra parte donde la imagen desea permanecer, algo que se remarca por la gran dificultad para construir allí su templo. Además, la cima de la montaña representa el lugar de un mayor acerca- miento a Dios.

5.3. La fábrica del templo y hospedería

Desde el comienzo de la tradición hasta hoy, el santuario ha represen- tado una de las piedras angulares del culto y devoción a la Virgen de la Sierra de Herrera. Representa la custodia de su imagen y de la fe hacia la Virgen en general. Este templo, del que se desconoce con exactitud su origen, ha sufrido un gran número de transformaciones a lo largo de su existencia, siendo embellecido y ampliado de forma constante.

En cuanto a las fuentes, tanto Blasco de Lanuza165 como Faci166 reco- gen diversas informaciones sobre la construcción del templo y edificios anejos, Quizá la fuente más completa es el novenario de Andreu167, ya que además de recoger las citas de estos autores, incluye un mayor núme- ro de datos168. A pesar de ello, esta fuente hay que tomarla con cautela, ya que no especifica de dónde proceden los datos que aporta.

165 BLASCO DE LANUZA, V., 1662. 166 FACI, R. A., 1739. 167 ANDREU, J., 1906. 168 La naturaleza de estos datos hace pensar que tal vez se traten de los registros pro- pios del santuario, que además el propio autor cita en alguna ocasión.

84 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros 5.3.1. El santuario y la hospedería antiguos La fábrica inicial del templo presenta en su cronología la misma pro- blemática que la tradición religiosa. Por eso resulta casi imposible en la actualidad ofrecer una fecha exacta de la construcción. Recordando lo ya citado, se asume que, una vez que los vecinos de la aldea decidieron dar culto a la Virgen en la cima del cabezo, construyeron allí un pequeño ere- mitorio con una sencilla capilla y una humilde casa para el ermitaño. Se ha documentado un permiso de Don Alonso de Aragón, arzobispo de Zaragoza, datado en 1504 para la construcción de un templo. A este respecto persiste la duda de si se refiere a la ampliación de un templo ya existente o la construcción exnovo de un edificio, sin embargo parece esta última opción la más aceptable. No existen otras menciones fiables ante- riores a esta fecha, sino simples conjeturas. Las ampliaciones más importantes fueron las llevadas a cabo en los siglos XVII y XVIII169. En 1675, y con motivo de la visita pastoral de Pedro Gimeno —y la fuerte limosna que suponía—, fue acordado por el Rector, los patronos y el procurador la ampliación de la iglesia170. Se contrató para ello a Miguel Borgas, albañil de Moyuela, ascendiendo la operación a 170 libras jaquesas. De esta forma, el templo queda acabado y pintado, cerrándose la capilla principal con verja de forja, realizada por el maes- tro herrero de Daroca, Juan Pascual en 1662. La obra se continuó el 24 de abril de 1709, trabajos que duraron varios años. Concluyeron en 1739 los trabajos de la sacristía y la capilla. La transformación del templo durante estas tres décadas fue impresio- nante, costeada a partir de los donativos de los vecinos de la comarca e incentivada por la visita de otra importante personalidad, el arzobispo de Zaragoza, Manuel Pérez de Araciel y Rada en 1716. Las mejoras realizadas durante esta fase fueron múltiples: Se conclu- ye la talla del retablo mayor —incluyendo un extraordinario sagrario churrigueresco—, obra del escultor de Muniesa Matías García y el dora- dor de Nogueras Antonio Peña. El montante total ascendió a 500 libras, costeado por Francisco Serrano y Teresa Floría, matrimonio de Herrera y Ana María Gómez, vecina de Azuara.

169 Véase ANDREU, J., 1906: 27 y ss; MIGUEL GARCÍA, I., 2000: 252 y ss. 170 El rector era el párroco D. Juan Gregorio Serrano; los patronos eran jurados Pascual Serrano Guillén y Matías Mateo y el procurador Juan Miguel Crespo.

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El templo contaba también con cuatro altares, dedicados a Cristo Crucificado, Santa Ana, Santa Lucía y San José. La sacristía poseía abun- dantes ornamentos y jocalías, además de un amplio coro alto, donde exis- tieron un órgano y un reloj que desaparecieron con la invasión francesa. Para completar esta ampliación, se construyó la torre en 1732, así como el precioso camarín en 1739. Paralela a la ampliación del templo, se produjo otro importante pro- ceso de mejora en la hospedería y los servicios anexos al santuario, tam- bién apoyándose en la visita del arzobispo de Zaragoza Manuel Pérez de Araciel y Rada. A él contribuyeron, igualmente, el prior del Temple, Don Matías Aramburu, que cedió 82 libras jaquesas, la Cofradía y los pueblos de la zona. En esas fechas se puso al frente del gobierno de aquella al capitular de Herrera Pedro Serrano y al labrador Pedro Maynar, siendo sucedido el primero tras su muerte en 1724 por el también capitular de Herrera Jacinto Gimeno. Obra de Serrano y Maynar fue el levantamiento de pisos y cuartos para un gran número de personas, así como una parte importante del salón de la Cofradía. Gimeno concluyó la obra del Salón, donde destaca- ba la bóveda, y se componía, además de la sala principal de otros cuartos y estancias divididos en dos pisos para mayordomos, cocinas y otras dependencias, donde llegaban a reunirse más de mil cofrades. Además de estos dos edificios principales —el templo y la hospede- ría—, se llevaron a cabo durante este período importantes obras para complementarlos. En concreto, se construyeron la lonja, la plaza y la fuente, realizada en 1708 —que complementa la cisterna realizada en 1638—. Con posterioridad, se acometieron las obras para colocar el reloj y el aljibe en 1714, el horno en 1720 y la nevera en 1731. Tras el proceso desamortizador que impulsó Mendizábal, también se vivió durante la segunda mitad de ese siglo XIX un período de notable ánimo reconstructor que sirvió para recuperar una parte del auge perdi- do. El primer benefactor fue el capellán Manuel Bernad, natural de Báguena. A partir de 1857 promovió la restauración de algunas obras y la construcción de otras nuevas, con la ayuda del sacerdote Vicente Bernad y Andreu y el ermitaño Ramón Fleta y Mateo. En 1877 se realizó el nuevo aljibe para recoger las aguas pluviales. Del año 1878 datan los porches destinados a los puestos de venta, con nueve

86 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros arcos y ciento once pies de longitud. Diez años mas tarde se llevó a cabo la restauración de las cubiertas de la iglesia y el camarín, colocando 25 puentes, 300 maderos, y un gran número de cañizos y tejas. Finalmente, la fachada fue renovada en 1905.

5.3.2. El santuario contemporáneo El santuario, como muchas otras obras de la arquitectura religiosa fue destruido durante la contienda civil en 1936, perdiéndose asimismo la casi totalidad de los bienes allí existentes. Fue reconstruido en los años posteriores en diferentes etapas, de una forma más modesta —en mate- riales y estructuras— debido a la acusada carestía sufrida durante estos años. La reconstrucción del templo se realizó de forma paulatina en las dos décadas siguientes a esta destrucción. Se llevó a cabo especialmente con la ayuda, tanto económica como personal, de los habitantes de la locali- dad y de los pueblos donde se mantenía la devoción a la Virgen de la Sierra. La reconstrucción se hizo de forma lenta, no sin incidentes, como el incendio casual acaecido el 27 de marzo de 1947, que fue sofocado por los habitantes de la localidad y para cuyo desescombro se reunieron 130 personas171. Los daños y destrozos fueron múltiples, especialmente en las cubiertas, sufragándose su restauración a través de una colecta extraordi- naria. Otra nueva etapa reconstructiva concluyó el 7 de septiembre de 1958, con la inauguración de la nueva torre y su correspondiente campana, bendecidas por el arzobispo zaragozano Casimiro Morcillo. La obra fue subvencionada en parte por el gobernador civil José Manuel Pardo de Santallana, que fue nombrado prior honorario de la Cofradía. En la década de los años 60 se reforma la casa contigua al templo, otorgando al edificio varias e importantes funciones, especialmente la de hospedería, con una quincena de cuartos, una amplia cocina y un salón. Esta nueva construcción venía a complementar la vetusta hospedería ya existente, que aún albergaba las cuadras, horno, un mayor número de habitaciones, las instalaciones de la Cofradía y el Ayuntamiento y la vivienda del ermitaño.

171 Anónimo, Mi Parroquia, 1947.

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En la década de los setenta se añadieron otros importantes logros, como la pavimentación de la plaza y la traída de agua corriente. La inno- vación más importante es el derribo de la obsoleta hospedería y la cons- trucción del actual edificio que actúa a modo de salón para acoger a los peregrinos y visitantes, proyectándose modernas habitaciones aún sin concluir. Las obras de mejora no se han detenido hasta la actualidad. Una nueva vía de acceso al santuario ha sustituido al antiguo camino pecua- rio y, además, aquella ha sido asfaltada o cubierta de cemento, lo que facilita el tránsito de todo tipo de vehículos a motor y abre nuevas vías de desarrollo para el cabezo. También, se han realizado fuegos en la plaza, se ha restaurado la torre y se han sustituido la estructura de la techum- bre y las puertas.

5.4. La imagen Evidentemente, se trata de una pieza clave dentro del templo y del entramado religioso y cultural que todo el conjunto representa. Al comentar la imagen hemos de diferenciar sin duda dos estatuas diferen- tes: la imagen original fue destruida durante la contienda civil de 1936, siendo sustituida por otra imagen nueva, la que actualmente se conserva en el santuario.

5.4.1. La imagen antigua Poseemos escasos datos documentales y gráficos referidos a la icono- grafía de la antigua imagen172. Blasco de Lanuza describe de forma breve la imagen: “Imagen de Busto, harto grande, con su Hijo Benditísimo en los brazos”. Faci también ofrece una breve alusión a la imagen: “Está colocada en su nicho la SS. Imagen de Nuestra Señora con su Hijo SS. en los brazos, a la que se adorna con ricos y preciosos mantos”173. Como dato documental más completo cabe citar la descripción de la imagen que da Andreu en su Novenario174: “La imagen venerada es de madera, tallada primorosamente y el cincel del artista ha dado a los plie-

172 BLASCO DE LANUZA, V., 1662. 173 FACI, R. A., 1739 174 ANDREU, J., 1906.

88 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros gues de la túnica y del manto la más rigurosa y apropiada disposición. La Señora aparece sentada en su trono, sostenida por tres ángeles y reci- biendo en su rodilla izquierda al niño Jesús, a quien apoya con la mano del mismo lado, y en la derecha ostenta la esfera, símbolo de su señorío sobre la tierra. Mide un metro veinte centímetros desde la base del trono, y por la manera de presentarla el artista, es opinión de jueces competen- tes que fue construida en época remotísima”. Con estas referencias documentales es complicado hacer una crono- logía de la imagen; con todo, a través de la descripción anterior y de las noticias sobre la construcción del santuario cabe aventurar que puede datarse en torno al siglo XVII. Se han conservado referencias acerca de la iconografía de la Virgen en sendos grabados del siglo XIX. Es mérito del profesor Ángel San Vicente el descubrimiento de un grabado registrado en el repertorio de Páez sobre grabados españoles, del grabador Julián Mas y del dibujante José Zapata, datado en el siglo XIX175. Isidoro Miguel, en su trabajo sobre el santuario también recoge una xilografía, de autor anónimo, aunque datada igualmente en el siglo XIX176. Son múltiples las vicisitudes sufridas por esta imagen a lo largo de la historia, pero este último autor recoge alguna de las más importantes177. Entre estas destaca el traslado desde el santuario al pueblo efectuado entre 1810 y 1813 con motivo de la guerra de la Independencia, para evi- tar las profanaciones de los franceses, periodo durante el cual fue colo- cada en un altar de la iglesia.

5.4.2. La imagen actual Durante la última contienda civil, a la par que el santuario, la imagen también fue destruida, siendo restituida después por una nueva. Esta nueva imagen, donada por Miguel Rubio y Saturnina Aliaga, naturales de Herrera de los Navarros, fue realizada por los hermanos Albareda, ben- decida el 11 de noviembre de 1940 en el Pilar de Zaragoza y llevada poco después al santuario178.

175 Véase SAN VICENTE, Á., 1982. 176 MIGUEL GARCÍA, I., 2000. 177 Ibidem: 255-256. 178 Ibidem: 256.

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Las referencias acerca de la iconografía de la Virgen en el siglo XX son más numerosas, existiendo un número mucho mayor de ejemplares de grabados y estampas. Son especialmente abundantes en la segunda mitad del siglo, generalmente de aspecto menos tosco y de mejor elabo- ración técnica que los conservados tiempo atrás.

5.5. El Gobierno y Administración: La cofradía de N.ª S.ª de la Sierra de Herrera

5.5.1. La antigüedad y creación de la Cofradía La institución fue fundada para propagar y proteger el culto y la devo- ción a la Virgen, siendo básica dentro de la administración y funciona- miento del templo y la casa, así como del resto de propiedades. A día de hoy no están definidos de una forma clara ni la fecha de su creación ni los primeros años de andadura de la misma. El primer autor que nos habla de la existencia de dicha institución es Blasco de Lanuza, quien afirma que “es de las más numerosas e ilustres de España”. Según este autor “el cuarto domingo de Agosto, Fiesta Principal […] acuden más de mil cofrades y comen aquel día y el siguien- te […] y este año de 1621 han ido 884 de mesa, sin la gente de servicio”. Afirma además que la “Hermandad tiene sus leyes y estatutos muy Santos”, así como existen “jubileos e indulgencias muy grandes, concedi- das por los Sumos Pontífices”179. Andreu intenta también retrotraer la existencia de la Cofradía a fina- les del siglo XV. Como se ha demostrado, esta hipótesis no es factible, vol- viendo a confundir, a nuestro juicio, deliberadamente documentos y fechas a su antojo para adelantar la aparición de la Virgen180. Se conservan no obstante unos estatutos aprobados el 17 de noviem- bre de 1576 por Pedro Cerbuna, prior de La Seo y vicario general181. A pesar de esto, no se puede adjudicar esta fecha para la creación de la ilus- tre Cofradía, ya que lo que estos estatutos regulan en una administración

179 BLASCO DE LANUZA, V. 1662. 180 ANDREU, J., 1906: 22 y ss. 181 Publicados por Isidoro Miguel García, que se conservan en el Archivo Diocesano de Zaragoza, Registro de Actos Comunes y Órdenes, año 1576, ff. 244r-254v.

90 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros perfectamente ordenada y con un acusado rodaje que más bien es la regulación de unas bases consuetudinarias ya consolidadas. En efecto, estas bases podrían remontarse a unas determinaciones anteriores en el año 1562, al amparo del prelado zaragozano Don Hernando de Aragón182. Las ordenaciones de dichos estatutos se componen de aproximada- mente 70 capítulos. Su contenido incluye tanto preceptos morales y reli- giosos, como asuntos administrativos y económicos, organizando, ade- más, los actos de culto y festivos de la institución. Como ya se ha expues- to antes, la regulación, especialmente en los temas religiosos y adminis- trativos, es clara y precisa. No deja al azar ningún tema que pueda resul- tar controvertido: elección de los cargos, obligaciones morales y econó- micas de los cofrades, preceptos morales y civiles, etc.183 Los cargos principales eran los siguientes: un prior, que debía ser ele- gido de forma anual, y cuatro mayorales elegidos por este; dos de Herrera, uno del Villar y otro de un lugar distinto, los cuales a su vez eli- gen el personal de servicio. Se instituye, también, el pago anual de cada cofrade, a realizar en la fiesta anual de la Cofradía que se celebraba el último domingo de agos- to. Se observan también un buen número de preceptos morales y lega- les: prohibición de portar armas, juegos de azar, etc., así como se regula la aprobación de nuevas normas y la obligación de presentar cuentas el primer domingo de septiembre. Como es lógico, los mandatos religiosos son también numerosos, como la celebración de la misa el día de la fies- ta anual, procesión, misa de difuntos, etc.

5.5.2. La Cofradía de los siglos XVII a XIX La continuidad y expansión de la Cofradía ha sido puesta ya fuera de toda duda. Si bien es escasa la documentación referida a los inicios de su andadura, existen fuentes más fiables para los siglos siguientes. Andreu afirma que “a la vista tenemos el libro de los cofrades inscritos desde 1586 hasta 1740 y pasan de 500 los sacerdotes, entre ellos algunos Sres. obispos, canónigos, párrocos, etc., figuran en sus listas 170 pueblos de

182 MIGUEL GARCÍA, I., 2000: 247. 183 Ibidem.

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Aragón; los hay vascos, castellanos y hasta extranjeros”184. En otro pasaje cita “se reunían los cofrades el cuarto domingo de agosto de cada año, en número algunas veces de 500, 600 y aun 1000 hermanos, según las actas originales”185. Es de rigor recordar la cita de Blasco de Lanuza en la que dice que acudieron 884 cofrades el año 1621. Sin duda alguna, la institución parece alcanzar durante esta época un apogeo sin parangón en tiempos posteriores. Este esplendor se ve no sólo en la propagación del culto, sino también en la riqueza y administra- ción de su hacienda, lo que explica que este fuera el periodo más activo en la construcción del santuario. La primera aproximación al gobierno específico de la hacienda la vuelve a ofrecer Blasco de Lanuza186. Afirma que “para el gobierno de esta Santa Casa nombran el rector y jurados de Herrera, como patrones, dos procuradores cada año; el uno que tenga cuenta de la labranza y pas- tos y el otro de los ganados y pastores, con que todo se lleva con un gran concierto y orden”. Amplía ostensiblemente esta información el padre Faci con un mayor número de detalles sobre la administración187. Apunta que “siempre asis- ten en este santuario dos capellanes […], goza el capellán mayor el títu- lo de rector de la pardina de San Miguel Arcángel de Luco […], cedién- dole todas las dézimas, rentas y emolumentos pertenecientes a dicho curato por exonerarle de sus cargas y obligaciones en acudir a dezir misa todos los días festivos a los labradores”; además, “administran dichas tie- rras, pastores y moradores del molino y batán”. Faci apunta también que “posee dicha rectoría D. Blas Olibán, natu- ral de Herrera y capitular de su iglesia […] y el segundo capellán lo es hoy el licenciado D. Francisco Beltrán, natural del lugar de Collados, […], se dedica al gobierno de la casa […], recogiendo las limosnas y cui- dando de hospedar a los fieles”. Para esta época, abundan también los datos en la obra de Andreu, que detalla las rentas, patrimonio y organización del santuario. El patri-

184 ANDREU, J., 1906: 24. 185 Ibidem: 33. 186 BLASCO DE LANUZA, V., 1662. 187 FACI, R. A., 1739.

92 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros monio estaba formado por las siguientes propiedades: “un molino hari- nero con huerto anejo y tres quiñones en Azuara […], un cerrado con arbolado sobre los huertos y un campo de secano en las eras de Herrera […], las parideras de Calcatierra y Val de Herrera con sus tierras de pan llevar, la hermosa huerta o cerrado del molino en el río Huerva, la pari- dera y campo en el mismo río, todo esto en el pueblo de Herrera, ade- más de la casa de labranza, era de trillar, pajares y corrales en dicho pue- blo y su calle del Barranquillo y un campo en el Ros, otro de dos juntas en Carrera Villar, otro en la cañada junto al río y por fin un cerrado de media junta para forraje debajo del pueblo; además las décimas y pro- ductos de la pardina de Luco, sita en la ribera del Huerva, el numeroso y estimable mobiliario de la casa con 130 camas, los ganados, caballerías de labor y de recría, muchos censales y cuantiosos donativos”188. Para la administración de todas estas propiedades y la buena marcha de la casa, explica Andreu, se solicitó al Patronato “la creación de dos capellanías cuyos poseedores residiesen en el santuario; el uno con el nombre de capellán mayor”, que se ocupaba de la pardina de Luco; “y el otro con el nombre de capellán menor y poseedor de la capellanía fun- dada […] por Dª María Aguilón, que era el encargado de la administra- ción del santuario […], recibir peregrinos y devotos […], cuidar de los dependientes de la casa, como los criados, pastores y jornaleros y llevar con esmero y claridad las limosnas”. Cada capellán recibía “1000 sueldos jaqueses, tres cahíces de trigo y tres alqueces de vino al año, y 30 sueldos de pitanza por cada mes, el usufructo de 60 gallinas y los despojos para mantenerlas. Al sacristán le daba tres cahíces de trigo y quince sueldos de pitanza al mes. Lo mismo al ama de gobierno y a la sirviente. A los cria- dos siete libras jaquesas al año a cada uno y la comida, y cinco libras al monaguillo”. Como puede observarse, la base de la administración de la casa es casi idéntica en los diferentes autores, si bien existen dos documentos que pueden darnos más pistas sobre estos temas. El primero de ellos, que data del año 1768, nos aporta valiosa información acerca de las propie- dades y derechos que poseía el Patronato189: a la larga lista de bienes ante- riores se añaden otros hasta llegar a un total de 32. Los más importantes son: Varias parideras, una en Val de Herrera (con 400 juntas), otra en la

188 ANDREU, J., 1906: 33-34. 189 AHPZ 901-12-1768.

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Huerva (con 30 juntas) y otra en Calcatierra (con 120 juntas); varias pro- piedades agrícolas: un cerrado de tres juntas en la Huerta, varios campos, que suman un total de 181 juntas, varias eras, un palomar, un pozo y una casa en el Barranquillo. Igualmente, el Archivo Diocesano de Zaragoza custodia un manuscri- to del s. XVIII que nos informa sobre la administración de la casa entre 1749 y 1869190. Se trata de un libro de censales, en el que se recogen tanto los ingresos —denominados cargo— como los gastos —llamados data—. Entre los primeros se observan censales, limosnas, ganado vendido, pie- les, etc.; entre los segundos hallamos gastos de siega, esquilo, trillo, caba- ña, aceite, etc. Como muestra, conocemos los resultados de varios años: El 9 de marzo de 1751, siendo administrador Tomás Martínez y Juan Gascón rector y patrón, se presentaron cuentas con un balance positivo de 116 libras. Al año siguiente, el balance es positivo tan solo en seis libras, llegando a ser negativo en el año 1757 por cuarenta libras.

5.5.3. La Cofradía y administración en el siglo XIX: el proceso desamortizador El esplendor mostrado por el santuario y Cofradía durante los dos siglos anteriores se vio roto en el siglo XIX por diversos motivos. Buena culpa de ello la tuvieron sin duda los diversos episodios bélicos ocurridos sobre el territorio, como la guerra de la Independencia y las guerras car- listas. La otra gran catástrofe fue la desamortización sufrida en el segundo tercio del siglo. No se tienen datos concretos del número de cofrades inscritos duran- te este periodo, ni de las fechas de la desaparición de la institución y administración, si bien se conservan las cuentas hasta el año 1869. Durante este siglo, se conservan las cuentas de los cinco primeros años, en los cuales se observan ciertas irregularidades191. Falta la información referida al periodo de 1805-1846. A partir de 1846 y hasta 1869 se ofrecen ya en reales de vellón, y parecen reducirse a las limosnas de los devotos. La institución fue restaurada, según Andreu192, “en el año 1892 […] por el ilustrísimo Sr. D. Mariano Supervía, obispo auxiliar de Zaragoza y

190 Publicado por MIGUEL GARCÍA, I., 2000: 251. Archivo Diocesano de Zaragoza, Libro de censales de la Virgen de la sierra de Herrera 1749-1869. 191 Ibidem, 251-252. 192 ANDREU, J., 1906: 40.

94 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros aprobada por S. E. el cardenal arzobispo D. Francisco de P. Benavides”. Sobre su composición afirma que “actualmente la componen 37 pueblos […] y celebra su fiesta anual el 24 de septiembre, no siendo festivo”. Es fácil deducir el ostensible cambio sufrido por la institución, la cual seguirá siendo la principal fuerza impulsora y propagadora del culto de la Virgen. Habiendo perdido ya el sustento económico, tan importante para esta labor, así como gran parte de sus tradiciones —resulta curioso el cambio de fecha en la fiesta anual de la Cofradía—. En efecto, la administración del santuario sin contar con el gran número de bienes y derechos con que antes contaba queda apenas redu- cido a la administración de las limosnas y aportaciones voluntarias. Proceden, sobre todo, del gran número de fieles tanto de Herrera como de la comarca. Estas aportaciones no decaen; más bien, parecen aumen- tar a tenor del gran número de obras y reparaciones llevadas a cabo a finales del siglo XIX.

5.5.4. La Cofradía en el siglo XX La Cofradía funciona siguiendo las pautas marcadas al final del siglo XIX durante las primeras décadas del nuevo siglo. Vuelve a ver su anda- dura interrumpida en 1936 a consecuencia de la contienda civil. Fue reinstaurada en 1947, con un marcado carácter continuista en cuanto a su institución y tradiciones, aunque con ciertos aspectos destacables en sus nuevos estatutos. En la nueva reglamentación se instituye un inventario de todos los bienes, llevado por una Junta General193. La institución se compone de prior, secretario, capellanes (eclesiásticos y seglares), tesorero y procura- dores, con otros importantes cometidos. La Cofradía posee un distintivo —medalla de metal en cordón blan- co y morado—, que recibían todos los cofrades junto con el título. Los cofrades podían ser bien activos o espirituales con cuotas económicas anuales asequibles. Por último, la fiesta anual vuelve a ser trasladada, esta vez al día 10 de septiembre, tal como se conserva hoy en día, celebrando al día siguiente una misa de difuntos.

193 ANÓNIMO, Mi Parroquia, 1947.

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Dicha institución permanece hasta nuestros días, no sin ciertos cam- bios en la organización. Es en buena medida la responsable de la reno- vación y modernización del santuario y la casa durante las últimas déca- das, así como de nuevas iniciativas para mantener y propagar el culto mariano como la tradicional limosna el 8 de septiembre.

5.6. La pervivencia de la tradición

5.6.1. Romerías y actos festivos Las celebraciones llevadas a cabo en conmemoración de la Virgen son muy numerosas. Son especialmente importantes las peregrinaciones y romerías al santuario, procedentes de Herrera y del resto de los pueblos adyacentes a la sierra. Es notable incluso de otros puntos más alejados de la geografía aragonesa. Se desconoce la fecha exacta de las romerías llevadas a cabo en siglos anteriores. Con toda seguridad, se celebraría una de ellas el día de la fies- ta anual de la Cofradía y podría estar complementada con otras de menor importancia. En el siglo XX se han documentado varias de ellas. La romería prin- cipal se desarrolla el 10 de septiembre, celebrando santa misa y proce- sión solemne alrededor del santuario y novena al caer la tarde. Se cele- bra también la festividad de modo profano, con comida de los romeros en la casa y otros actos lúdicos tradicionales. Las otras dos romerías del pueblo de Herrera tenían lugar en la pri- mera mitad del año. Se trata de las festividades de San Jorge (23 de abril) y en la Pascua de Pentecostés (finales de mayo o principios de junio). En la romería de San Jorge se repetían los actos lúdicos y festivos, aun- que con un hecho característico: el reparto del pan al finalizar la misa. A cada romero se le repartía un pan —muy apreciado en época de carestía y que hacía que la asistencia fuera masiva—. Posteriormente se sustituyó por una peseta, aunque bien en la actualidad se ha vuelto a la antigua tra- dición y se reparte un pan a cada asistente. Esta fecha, también suponía el comienzo de las romerías del resto del pueblos al santuario, que con- cluían el 10 de Septiembre, día de la Cofradía. En Pascua de Pentecostés, en primer lugar se realizaba una novena en Herrera, acompañada de procesión. El domingo de Pascua una misa

96 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros solemne, concluyendo estos actos festivos con una romería al santuario el martes siguiente, día en que concluía la novena. Al igual que las otras dos romerías, se realizaban otros actos religiosos (misa, procesión) y lúdicos. Las romerías del resto de los pueblos, con sus características y actos propios hacia la Virgen, se distribuyen según el siguiente calendario194, en el que domina el mes de mayo: El primer sábado de ese mes celebra su romería Nogueras, en las proximidades de San Isidro (15 de Mayo) se sitúa la de El Villar de los Navarros, el penúltimo domingo de mayo sube a la ermita Santa Cruz de Nogueras, el martes de Pentecostés lo hace Herrera y el siguiente es el turno de Bádenas. Luesma realiza la romería en la festividad de la Santísima Trinidad, mientras que en torno a San Juan (23 de junio) la lleva a cabo Mezquita de Loscos. Ya en verano, a mediados de agosto, Lanzuela vive su romería, y por último, y el 10 de septiembre concluye el ciclo anual con la subida al santuario de Herrera y Loscos.

5.6.2. Donativos Durante todos los siglos de existencia de la tradición mariana de la Virgen de la Sierra de Herrera, el mantenimiento de su fe y el floreci- miento de su devoción culto ha sido posible por los donativos, tanto eco- nómicos como materiales. Los primeros son esenciales para la buena marcha de la administración y hacienda195, y el gran elenco de donativos materiales ha sido un elemento enriquecedor, en especial durante algu- nas etapas. Encontramos donativos de muchos tipos —incluida la propia ima- gen—, destacando los más íntimamente relacionados con el culto y la celebración litúrgica, como mantos, casullas, misales… También se encuentran objetos decorativos (jarrones, cuadros…), entre ellos se incluye, como símbolo de agradecimiento, el gran conjunto de exvotos situados en el camarín. Muchos de estos donativos se remontan a otros periodos históricos, aunque los más antiguos se han perdido por las vicisitudes sufridas por el

194 Calendario aproximado, basado en las fechas actuales, sujeto a diversas variaciones, tanto de índole anual como circunstancial. 195 Véase el apartado correspondiente a la administración y la hacienda.

97 Rafael Crespo Báguena santuario a lo largo de su historia. Hacia el siglo XVII es conocido que “sustenta la casa el lugar de Herrera y las limosnas de la Comunidad de Daroca”196. De la misma forma, Faci recuerda que “la devoción ofrece con libera- lidad y abundancia” los preciosos mantos de la Virgen, así como no olvi- da el extenso mobiliario que posee el santuario197. Andreu cita en su Novenario un gran número de estos donativos, algu- nos con una antigüedad destacable198. Datada en el año 1798 cita “una casulla encarnada con flores aparentes al oro, tejida en Valencia”, dona- da por “Don Blas Beltrán, natural de Luesma”, que entre otros cargos llegó a ocupar el Obispado de Ibiza y el de Coria, “como recuerdo de haber celebrado en este santuario su primera misa”. Este autor también reseña que “el Dr. D. Silvestre Mateo, natural de Loscos y capellán de honor envió en 1801 para el culto de la Virgen la valiosa casulla blanca bordada en oro y en 1808 un manto de raso de seda color de lirio”. Otro importante donativo es el realizado en “el año 1807 del magní- fico misal, regalo del Dr. D. Rafael Oseñalde, natural de El Villar de los Navarros y cura párroco de San Andrés de Madrid”, así como el donati- vo del “presbítero Don José Guitarte, natural de Tronchón y cura párro- co de Báguena, que remitió en 1850 el precioso manto de raso bordado de oro”. Según señala Andreu, donaron “en 1881 D. Joaquín Lázaro y su espo- sa Dª Ana Matías Ordovas, vecinos de Aguilón, el reloj de la sacristía. En 1884, D. Francisco Castán, secretario y después director del Banco de Crédito de Zaragoza y su esposa Dª Leonor Tobeñas […] regalaron la cruz parroquial de bronce, el juego bueno de candeleros y sacras, cuatro jarrones en sus ramos, la alfombra del altar y dos candelabros”. Cita también, para finalizar la donación realizada “en 1887 por Serafina Bernad, esposa de Hipólito Guillén, el manto encarnado de ter- ciopelo con franja de oro. En 1889 el Excmo. Sr. D. Salvador Mateo Mayoral, vecino de Calatayud y natural de Herrera, el frontal de brocatel de oro del altar de la Virgen”.

196 BLASCO DE LANUZA. V., 1662. 197 FACI, R. A., 1739. 198 Todos estos donativos en ANDREU, J., 1906.

98 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Dato muy importante a tener en cuenta, según explica Andreu, es la existencia en la casa de una memoria de todos los donativos realizados, pero actualmente no se conserva. Tras la contienda civil, siguen siendo numerosos los donativos realiza- dos. Como es conocido, la nueva imagen fue donada por don Miguel Rubio y doña Saturnina Aliaga en 1940. El santuario fue reconstruido gracias en buena medida a los donativos de los habitantes de Herrera, amén de su esfuerzo y dedicación personales. Desde entonces, y hasta la actualidad, siguen siendo numerosos los donativos recibidos, mantenién- dose la tipología citada anteriormente (de culto, celebración, decorati- vos, exvotos, económicos). Todos ellos otorgan un indudable prestigio y esplendor a la Virgen e institución a la que van dirigidos, destacando sobre todos ellos la limosna realizada cada 8 de septiembre en Herrera.

5.6.3. Prodigios y milagros Son innumerables los milagros y hechos prodigiosos que se atribuyen a la Virgen de la Sierra de Herrera. Por su interés mítico y religioso, merecen comentario algunos de los que más relevancia y renombre tie- nen dentro de esta tradición mariana. El más antiguo del que se tiene referencia lo cuenta Blasco de Lanuza: “En tiempo de mosén Juan Arcayne vino a la santa ermita un mal hombre, con ánimo de robar las joyas de la Virgen y lo que más de su templo pudiese llevarse. Hízolo así el desventurado y, caminando con su hurto, jamás pudo pasar de la cruz que está a veinte pasos de la ermita, si bien lo porfió una y muchas veces, deteniéndole la virtud del Cielo, que no pasase adelante, como a Santa María Egipciaca cuando, llena de pecados, intentó muchas veces entrar en el templo de Jerusalén, que no le fue permitido poder pasar hasta que, llorando sus culpas, pidió a la Virgen saliese fiadora de su enmienda y penitencia, con que la divina vir- tud y ángel que la detenía le franqueó la puerta y licenció la entrada del templo y ella, corregida y favorecida del cielo, hizo muchos años peniten- cia de sus culpas y fue muy grande santa. Así este hombre, reconociendo su culpa, lloró amargamente y confesó con tales y tan grandes voces que le oían todos los que estaban en aquella santa ermita y casa, y después de haber restituido el hurto, y llorado sus pecados, y devoto de la Virgen que fue intercesora para que se le quitase el invisible estorbo y embarazo que no le dejaba pasar adelante, se fue con paz y sosiego a su casa y pueblo”199.

199 BLASCO DE LANUZA. V., 1662.

99 Rafael Crespo Báguena

Roque Alberto Faci también da fe de la gran cantidad de milagros obrados por la Virgen de la Sierra de Herrera, aunque afirma que esta “multitud” fue la que quizás impidió que se recogieran la mayor parte. Además del milagro anterior, recoge el que sigue: “En 20 días del mes de septiembre de 1720, se hallaban en dicha Casa 85 eclesiásticos con una convocatoria y carta pastoral del ilustrísimo Sr. D. Manuel Pérez de Araciel, para que en este retiro empleasen diez días en silencio, oración, pláticas espirituales, y conferencias morales[…] Los que habían cenado a primera mesa, habiéndose retirado a la capilla de la Virgen a dar gra- cias, y a hacer examen de sus conciencias, a las ocho y media de la noche oyeron una tan recia tronada con tan horrendos truenos y relámpagos, que todos estaban atemorizados de su clamoroso estruendo, y en ese dis- paro de tres de los más ruidosos vieron en dicha capilla, cerca del altar de Nª Señora, muchas centellas y rayos chispeando, como cohetes enci- ma de las cabezas de algunos, y rodeando el cuerpo de otros, que asom- brados y aturdidos se echaron en tierra, juzgando era hora del juicio de cada uno, y que allí quedaban difuntos. En este grave aprieto y aflicción, que duró un cuarto de hora, dicho señor vicario general animó a todos diciendo: Esperemos con fe viva, que nos ha de librar esta Señora. A cuyo aviso se animaron todos, levantándose de tierra y empezaron a implorar el auxilio de esta Soberana Princesa. […] Mas por intercesión de esta señora, cesó la tempestad, dejando libres a cuantos se hallaban en su Casa. Y en acción de gracias toda la noche la emplearon dichos eclesiás- ticos en su capilla, cantando el oficio de Nª Señora por los grandes bene- ficios que habían experimentado por su intercesión”200. La mayor recopilación de milagros y hechos prodigiosos vuelve a recaer en la obra de Andreu, que recoge hasta veinticinco de estos suce- sos aunque sin citar las fuentes en que se basa. Este autor relata otros muchos sucedidos en el santuario y santa casa, al igual que el anterior, basados en fenómenos naturales o catástrofes accidentales —tormentas, incendios, etc.— que se saldan con la divina intervención de la Virgen. Añade no obstante novedades importantes, como la atribución de algu- nos milagros fuera del templo, bien en la comarca circundante o aun a miles de kilómetros de distancia. Para ilustrar los milagros acaecidos en la comarca, contamos con varios ejemplos: “En el cuarto domingo del mes de agosto del año 1628,

200 FACI, R. A., 1739, pág. 93.

100 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros se celebraba en el santuario la fiesta anual de la Cofradía conforme a sus estatutos y a ella acudió Miguel Sebastián, vecino de Luesma, enemista- do muchos años hacía con otro de Romanos. Terminadas las funciones religiosas del día, echó a caminar el de Luesma hacia su pueblo, cuando a distancia de unos mil pasos del santuario y oculto entre las matas del camino lo esperaba con fines siniestros el de Romanos. Al llegar el otro a su encuentro salió de entre las matas y sin darle tiempo para defender- se le disparó […] en el hombro derecho tres balas. Sebastián, al verse agredido de semejante modo, no tuvo tiempo más que para invocar a la Santísima Virgen […] Y las tres balas quedaron aplastadas en las ropa…”201. Otro ejemplo ilustrativo es el que sigue: “En 1706 Francisco Guillén, natural de Herrera, se hallaba sumamente afligido por sus desgracias y mala suerte: turbada su razón por una moral hipocondría resolvió suici- darse para acabar de una vez con sus penas. Al intento salió un día al pinar y entrándose por lo más espeso del monte, ató a uno de los árbo- les los cordeles que al efecto había llevado consigo; pero al echar en su cuello el lazo fatal[…], volvió sus ojos hacia el santuario y sintió como una voz interior que le decía: ¿Qué intentas, infeliz? Detente y deja tu fatal resolución. Como herido de un rayo, cambia repentinamente el des- graciado Guillén y volviendo su corazón y sus potencias a la santísima Virgen, desciende del pino, sube a visitar el santuario, y trocado desde entonces en otro hombre sin aquellas perturbaciones de antes, hizo cele- brar durante su vida en memoria de este hecho una fiesta anual el día del Patrocinio de la Virgen”202. Para ilustrar los milagros citados por Andreu y que se sitúan a miles de kilómetros de distancia, sirven como ejemplo los siguientes: “Por el año 1650 se hallaba cautivo en Argel un devoto de María Santísima de la Sierra de Herrera […] sumamente afligido por los malos tratamientos de que era objeto por parte de sus tiránicos amos y sin otro consuelo que su grande confianza en la Virgen, acudió a esta Señora pidiéndole de veras pusiese fin a tan triste situación, sacándole del peligro de perder su fe, como había perdido su libertad: cuando he aquí que una noche vio como en sueños […] que caían sus cadenas y que navegaba hacia las cos- tas de España. Y en efecto; al día siguiente se encontró por medio tan

201 ANDREU, J., 1906: 84; basado en las Memorias de Harralde-Iturralde. 202 Ibidem: 90.

101 Rafael Crespo Báguena portentoso en tierra española; y en agradecimiento fue al santuario, a dar gracias a la Virgen, dejando en él como testimonio de este singularí- simo beneficio, la cadena y esposas, testigos de su duro cautiverio”203. También es destacable el que sigue: “Fr. José Royo, Capuchino, natu- ral de Nogueras, con su compañero Fr. José de Moyuela, ambos dedica- dos a las misiones católicas, embarcaron cerca de la isla Martinica […] con dirección a Europa en 24 de abril de 1752. […] El 2 de julio les sobrecogió en alta mar tan desecha borrasca, que el capitán mandó arriar jarcias y navegar a palo seco. El día 3 el navío hacía agua por todas partes y el naufragio se consideraba inevitable; pasajeros y tripulantes no sabían ya que hacer, cuando el referido Fr. José Royo, sacó una estampa de Nuestra Sra. de la Sierra de Herrera y se puso de rodillas a implorar su intercesión […] Al momento señaló bonanza la brújula, la tempestad se desvaneció, y todos entraron sin otra novedad en la bahía de Cádiz el 9 de julio […] y el Capuchino subió al Santuario a pies descalzos y allí dejó para memoria un lienzo pintado donde se ve el suceso”204.

Bibliografía

— ANDREU, Joaquín, Novenario de la Milagrosa Imagen de la Virgen Santísima y Madre de Dios Nuestra Señora de la Sierra de Herrera, La Editorial, Zaragoza, 1906. — BLASCO DE LANUZA, V., Historias eclesiásticas y seculares de Aragón, 1662. Ed. Cortes de Aragón, Zaragoza, 1998. — ESPÉS, D., Historia Ecclesiástica de la Ciudad de Zaragoza, manuscrito de 1598. — FACI, R. A., Aragón, Reino de Cristo y dote de María Santísima, 1739. Ed. DGA, Zaragoza, 1979. — MIGUEL GARCÍA, Isidoro, “La Romería al Santuario de Nuestra Señora de la Sierra de Herrera y su Cofradía (Siglos XVI-XX)”, en Memoria Ecclesiae XVIII, 2000. — SAN VICENTE, Ángel, “Acto sacramental y dichos de un dance del siglo XVIII en la paraliturgia de Nuestra Señora de la Sierra del lugar de Herrera”, en Cuadernos de Aragón 18-19, pp. 305-354, Zaragoza, 1984.

203 Ibidem: 84. 204 Ibidem: 95.

102 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Vista del santuario y hospedería antiguos.

Planta del santuario y hospedería antiguos.

103 Rafael Crespo Báguena

Fachada del templo antiguo.

Interior del templo antiguo.

104 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Reconstrucción del santuario.

Junta de la Cofradía en 1951.

105 Rafael Crespo Báguena

Romería al santuario.

Romería al santuario.

106 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Fachada del santuario contemporáneo.

Interior del santuario contemporáneo.

107 Rafael Crespo Báguena

Vista posterior del santuario contemporáneo.

Torre del santuario.

108 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Salón - Hospedería actual.

Hospedería actual.

109 Rafael Crespo Báguena

Imagen actual de la Virgen. Vista frontal.

Imagen actual de la Virgen. Vista posterior.

110 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Grabados y estampas de la Virgen de la Sierra de Herrera.

111 6. EL DANCE DE NUESTRA SEÑORA DE LA SIERRA DE HERRERA

Uno de los acontecimientos culturales que más repercusión ha teni- do en la vida de Herrera durante las dos últimas décadas ha sido la recu- peración y puesta en escena del antiguo dance del siglo XVIII, dedicado a Nuestra Señora de la Sierra de Herrera. Ese acontecimiento, que ha supuesto la recuperación de un exquisito ejemplo del rico pasado cultu- ral de la localidad, ha servido al mismo tiempo para dar un impulso a las actividades culturales y sociales del municipio. Además, ha integrado en el proyecto a todo el pueblo y se ha convertido ya en un festejo plena- mente asentado en la vida de la comunidad y reconocido como parte de la memoria colectiva.

6.1. El dance del siglo XVIII

6.1.1. La recuperación del manuscrito Si existe una persona clave en la recuperación y transmisión del Dance y cuyos méritos no han sido aún lo suficientemente reconocidos, esa persona es don Ángel San Vicente. Por propia iniciativa investigó, transcribió y publicó el manuscrito original dándolo así a conocer y res- catándolo del olvido más absoluto205. Dicho manuscrito es el número 71 de los fondos reservados de la Biblioteca Universitaria de Zaragoza, un libro de mano, de papel, encua- dernado en pergamino (tamaño en cuarto), según escribe el propio autor. Compuesto por un auto sacramental y los dichos a la Virgen, ambos supuestamente escritos por Bonifacio Lahoz206, procede previa-

205 SAN VICENTE, Á., 1984: 305-353. 206 Se ha puesto en duda su autoría, sobre todo por la gran diferencia de estilo, aun- que quizá pueda deberse a que una de ellas está tomada de otro autor.

113 Rafael Crespo Báguena mente de la librería del canónigo Turmo, donde ya Latassa tuvo la opor- tunidad de consultarlo. El manuscrito distribuye la escritura en dos columnas, utilizando tinta sepia, con puntuación y gramática propia de la época.

6.1.2. El autor y la obra: Bonifacio Lahoz Conocemos escasos datos sobre la vida y obra de este autor, si bien alguno de ellos nos da pistas suficientes para situarlo. Latassa dice de él: “Nació en la villa de a fines del siglo XVII. Fue muy estudioso en las letras latinas y humanidades, y practicó instrucción con cuidado sabio y una diligencia muy cristiana en las escuelas de Montalbán, donde murió el año 1770”207. Para complementar esta información, en la hoja de guarda posterior del manuscrito donde se encuentra el texto del Dance puede leerse: “Este libro es de Bonifacio Lahoz, Maestro de Gramática en la villa de Herrera”. Además, Latassa afirma que “si en las referidas escuelas mani- festó su utilísima aplicación, también la comprueban las obras que escri- bió”208, siendo un total de doce. De estos datos y de la lectura de su obra puede deducirse que se tra- taba de una persona culta, con una larga carrera como estudioso y dila- tada experiencia en la instrucción, además de una profunda religiosidad. Es factible pensar que su estancia en Herrera fuera también dilatada, ya que sus obras desprenden un gran conocimiento del territorio, sus gen- tes y sus costumbres. Es factible concluir que lo más característico de todos sus textos resi- de en el gran conocimiento y erudición de los temas religiosos y profa- nos, sabiéndolos adaptar al modo y usos populares.

6.1.3. Descripción de la obra La obra recoge las estrofas que compondrían en el siglo XVIII un dance, esté completo o no. En dicha obra sólo se ha conservado el texto y se desconoce por completo el resto de los elementos asociados a él (música, baile, indumentaria…), ya que no aparece ninguna indicación asociada.

207 SAN VICENTE, Á., 1984: 305-307. 208 Ibidem.

114 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

El dance posee dos partes bien diferenciadas, pero unidas por ciertos elementos característicos. La primera de ellas coincide con un auto sacra- mental, mientras que la segunda parte corresponde a una pastorada.

La obra pertenece a una tipología casi inédita, que apenas ha sido referida por los autores que han dedicado sus esfuerzos a analizar el dance aragonés. No se incluyen, como es obvio, otros tipos asociados, como los recurrentes diálogos entre cristianos y moros o entre ángeles y diablos.

Entre los contenidos que se insertan en este tipo de obras, de marca- do carácter popular y rural, destaca el tema religioso. La principal figura suele ser el patrón o patrona, en este caso la Virgen de la Sierra de Herrera. Ella es la figura central en todo el dance, si bien alcanza aún más relevancia durante la pastorada. En esa parte se la honra con loas y dichos de los personajes que intervienen. Además del religioso, la obra incluye otros temas como los elementos críticos y cómico satíricos, que suelen ir muy unidos y referidos principalmente a asuntos locales.

En la primera parte, el auto sacramental, aparecen nueve personajes: el Príncipe de las Tinieblas, el Mundo, Talón (gracioso), el rey David, el profeta Obededón, la Sabiduría, la Fe, la Esperanza y la Caridad. La obra se centra en el traslado del arca a Sión, llevado a cabo por el rey David con la ayuda del profeta Obededón. Para ello deben salvar los obstáculos puestos por el Príncipe de las Tinieblas y el Mundo, siendo ayudados por las Virtudes Teologales. La nota cómica —bien escasa, por otra parte— la pone el gracioso Talón.

La trama ofrece un gran simbolismo y una clara finalidad de adoctri- namiento religioso moral, donde el arca se asimila a la Virgen mientras que Sión tiene un manifiesto paralelismo en el monte de Herrera. Asimismo, las Virtudes representan uno de los pilares básicos de ese adoctrinamiento religioso, puesto que se hacen necesarias para vencer los pecados mundanos, al propio Diablo y buscar así el camino más recto hacia Dios.

Poco o nada se sabe sobre su representación. Es de suponer que se lle- varía a cabo en la plaza del santuario, como era corriente en el teatro reli- gioso popular de la época. Tampoco se conoce la indumentaria de los participantes, aunque también es de suponer que los personajes que

115 Rafael Crespo Báguena representaban a las Virtudes vistieran de blanco —símbolo de pureza—, e incluso con volantes, como ocurre en otros muchos casos. El auto concluye con la exaltación de la patrona y una invitación a la fiesta —religiosa— por parte del rey David y del gracioso Talón, que sir- ven para enlazar con la pastorada, la otra parte del dance. En ella apare- cen diez personajes: el Mayoral, el Rabadán y ocho danzantes. Los dos primeros parecen derivar de los personajes del rey y el gracioso en el auto. A su vez, los danzantes se corresponden con las cuatro Virtudes antes descritas y están complementadas con otras cuatro, lo que aproxi- maría el número de participantes a los de la primera parte de la obra. Dichos personajes corresponden en buena medida con los arquetipos habituales de muchos de los dances de las provincias de Teruel y Zaragoza: los danzantes son los encargados de recitar los dichos a la Virgen, y es de suponer que interpretaban, también, un baile o palotea- do entre cada uno de ellos. Su indumentaria sería afín a la de las Virtudes del auto, siendo desconocida su edad. Los otros dos personajes son los pastores o graciosos, Mayoral y Rabadán: aquél es de edad muy superior al resto, encarna la voz de la experiencia y dirige el evento; éste represen- ta al aprendiz del mayoral, mostrando picardía e inexperiencia. La estructura y partes en que se divide la pastorada según el manuscri- to original es la siguiente: 1. La primera parte es el diálogo entre el Mayoral y el Rabadán. Presenta la fiesta y la justifica a través de la loa dedicada a la Virgen. Esa presentación incluye la descripción de la fiesta y la introduc- ción de los danzantes que van a participar en ella a través del méto- do de la insaculación, de una manera simulada. 2. La segunda parte incluye las diversas mudanzas-dichos que inter- pretan los danzantes. Constituye la parte central de la fiesta 3. La tercera parte, denominada comúnmente despedida, incluye intervenciones del Mayoral y el Rabadán: aquél concluye su inter- vención con otra loa o salve a la Virgen; éste, con otra loa y las matracadas, en las que aparecen elementos crítico satíricos acerca de la vida local y otros de carácter moral. Como sólo se conserva el texto y no se dispone de dato alguno sobre su puesta en escena, cabe suponer que se representaba después del auto

116 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros sacramental, respetando los espacios para la misa y la procesión. Para aspectos como la indumentaria, la música o el baile parece oportuno — marcando algunas distancias— seguir las tesis sobre los dances turolen- ses de Lucía Pérez, que ya sirvieron para su reconstrucción209 en los años ochenta. En cuanto a la indumentaria, cabe suponer que los danzantes utilizarían la misma que en el auto —vestido blanco, muy probable con volantes—. El Rabadán y el Mayoral vestirían ropajes acordes con su pro- fesión. Según el texto conservado, destaca la suavidad de las matracadas del Mayoral y el Rabadán: aunque en la mayoría de los dances se sitúan en burlas o críticas, en el Dance de Herrera se decantan más hacia las ala- banzas. De esta forma, pesa en él mucho más el sentimiento religioso, aunque es probable se le añadiesen de forma anual más versos satírico críticos, de referencia directa a la vida social de la localidad. En un breve análisis literario y teatral del Dance, cabe afirma que posee en proporción similar elementos de tradición popular y de proce- dencia culta. Como el resto de obras de este tipo, la métrica se ajusta a un romance octosílabo de rima asonante, con marcada ascendencia popular y una raigambre que lo sitúa en el ámbito de la cultura tradicional.

6.2. La recuperación del dance La primera representación del dance de Herrera en esta nueva etapa tuvo lugar en mayo de 1988, tras largas décadas de desaparición y un largo proceso de recuperación y puesta en escena. Debe destacarse que en este proceso intervinieron un gran número de personas, quienes pusieron en él toda su ilusión y trabajo. Coordinó todas las actividades Lucía Pérez García Oliver, experta en recuperar este tipo de cultura popular. Sus profundos conocimientos sobre el dance popular y la estrecha colaboración de Rebelina Felipe hicieron posible reconstruir, después de una cuidada investigación, los distintos componentes del dance, preferentemente texto, música, coreo- grafía e indumentaria. El texto fue respetado en todo lo posible, si bien se omitió el auto sacramental debido a sus características intrínsecas. Únicamente se cam-

209 PÉREZ GARCÍA-OLIVER, L., 1984.

117 Rafael Crespo Báguena bió la referencia a los nombres propios del Rabadán y los danzantes, que fueron sustituidos por los nombres o motes de quienes danzaron aquel año. Se añaden, además, al final nuevas matracadas, con versos dedicados a la vida social del pueblo. La música se tomó de una mazurca de origen local, a instancias de Miguel Anadón, creándose una coreografía de paloteado. Para la indu- mentaria se escogieron sendas vestimentas de pastor para el Mayoral y el Rabadán, mientras que los danzantes vistieron traje crudo, sin volantes y con cascabeles. La camisa fue de tipo antiguo con banda cruzada al pecho y alpargatas. Los palos utilizados para el paloteado fueron de haya, realizados por Francisco Ardid. De esta forma, y bajo la supervisión de Lucía Pérez, se inició un perio- do de ensayos, que fueron coordinados y dirigidos por Manuela Oliván y Azucena Pérez. Como protagonistas, un grupo de diez jóvenes, de 12 a 14 años de edad y residentes en Herrera, se hizo cargo de los papeles de la obra, si bien de una u otra forma todo el pueblo puso algo en el pro- yecto. El dance se estrenó en las fiestas de mayo en Herrera: fue representa- do en la plaza tras la procesión y antes de la misa. Luego, el aconteci- miento tuvo una amplia proyección: ese mismo año se presentó en Daroca, en el Cabezo con motivo de las fiestas de septiembre y en Zaragoza durante la ofrenda de flores de las Fiestas del Pilar.

6.3. El dance en la Actualidad El último y más reciente impulso renovador del dance de Herrera se produce a partir del año 2000: se volvió a poner en marcha las represen- taciones, con una mayor continuidad y un número mayor de innovacio- nes. En buena medida, la iniciativa ha recaído sobre la Asociación Cultural del Dance de Herrera, cuya actividad ha sabido conjuntar per- fectamente la música y la representación teatral. La representación se recupera el verano del año 2000, manteniendo el texto original como base de aquélla, si bien sólo se incluyen los dichos, el diálogo del Rabadán y las matracadas. Musicalmente, la mazurca resca- tada en el año 1988 sigue siendo la pieza principal, aunque se introduce de forma definitiva el Himno de la Virgen. Se renueva el vestuario, aunque introduce pocas novedades sobre el anterior.

118 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

A partir de mayo de 2001 se introduce un esquema con numerosas variaciones, que se ha seguido desde entonces. Por una parte, se poster- ga el texto original integrando una nueva loa, inspirada en la comedia La aurora de los montes210 y que conlleva la inclusión del Carbonero y su espo- sa en sustitución del Mayoral y el Rabadán. De la misma forma, los anti- guos dichos del dance antiguo han dejado paso a otros basados también en la comedia de Lahoz. En estos, ya no son las Virtudes las exaltadas y relacionadas con la Virgen, sino que se alaba a ésta y su relación con Herrera, así como sus milagros y maravillas. También hay numerosas novedades en lo que a música se refiere: Se mantienen la mazurca y el himno, aunque se añaden un pasacalles, al principio, y un baile de cintas, al final —jota de vestir el palo—, lo que amplía la variedad de contenidos y músicas. Además, varía el número de participantes, siendo aquí de 16 a 20 dan- zantes, acompañados de cuatro niños. De esta forma, en lugar de que cada danzante exponga un dicho, a partir de ahora serán dos danzantes por cada dicho, es decir, cuatro versos cada uno. A esos cambios debe añadirse la sustitución del Rabadán y el Mayoral por el Carbonero y su mujer. A esta evolución moderna del dance de Herrera debe añadirse la inclusión a partir de 2001 de nuevos dichos, elaborados para honrar a otro santo patrón de la localidad, san Blas. De esta forma, en esa festivi- dad, se sustituye la loa y los dichos a la Virgen por los de este santo, mien- tras que se mantiene el resto de los elementos del dance (Pasacalles, mazurca, baile de cintas…). De esta forma, el esquema que sigue el dance es el siguiente: Procesión —Pasacalles —Mazurca —Paradas: Himno (Virgen o san Blas)

210 Comedia atribuida a Bonifacio Lahoz que combina la aparición y milagros de la Virgen con la aportación de tropas procedentes de Herrera al ejército de Jaime I que con- quistó Valencia.

119 Rafael Crespo Báguena Virgen de Herrera

—Pasacalles —Loa —Himno —Dichos —Mudanzas, himno, baile de cintas

San Blas

—Pasacalles —Dichos de san Blas —Mudanzas —Mazurca, baile de Cintas

La proyección del nuevo Dance ha sido si cabe mayor que en tiempos pasados, ya que ambos tipos desde su estreno, han seguido representán- dose año tras año en las fiestas que Herrera celebra en honor de San Blas, para Pentecostés y en septiembre para honrar a la Virgen, además de otras ocasiones adicionales.

Desde el año 2000 el dance es ya habitual en las ofrendas de frutos de las Fiestas del Pilar en Zaragoza, así como en las concentraciones de dan- ces, en el año 2001 en y en el 2001 y 2002 en Herrera. Igualmente, ha sido interpretado y bailado, de forma total o parcial, en Madrid con motivo de la manifestación en contra del Plan Hidrológico Nacional, en , durante la celebración del día de la Mancomunidad de la Tierra de Belchite, en Zaragoza en el Pabellón de las Comarcas de la Feria de Muestras y en la Exposición Territorium, entre otras.

6.4. Participantes en los dances

Dance de 1988

Mayoral Francisco Pardos

Rabadán Silvia Val

120 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Danzantes Laura Serrano Óscar Val Rosa Langa María Victoria Mainar Vicenta Tamudo David García Victor Mayor Javier Langa

Dance desde el año 2000

Representaciones Beatriz González Elisa Mateo

Danzantes Carmen Bernad Cuca Bernad Marta Bespín Ana Brinquis Eva Brinquis María Calvete María José Crespo Rubén Crespo Inma Felices Esther García Paula García Pilar García Beatriz González Sara González Isabel Gracia Diana Guillén Eva Guillén Merche Guillén Rosario Guillén Sofía Guillén Cecilia Huerta Marifrán Lancina Tomás Lancina Ana María Langa Rocío Marañés Ana Mayor Ana Cris Moliner Asun Moliner Belén Moliner Cristina Moliner Laura Monge Clara Mozota Mariví Pardos Sara Pérez María Polo María Serrano Sandra Serrano Irene Sola Marta Tomás

Músicos Miguel Anadón Carlos Binaburo María Jesús Guillén Fernando Moliner Chelo Mozota Clara Mozota Águeda Pérez Adela Prat Ricardo Luis

121 Rafael Crespo Báguena

6.5. Textos

Dichos para Nuestra Señora de la Sierra de Herrera211 Mayoral: Soberano es el impulso que hoy finamente me guía, a que pinte de María glorias en breve traslado. La vista más perspicaz, aunque de águila presuma, para objeto de tal suma se confesará incapaz. La pluma más bien templada, 10 aunque en estilo sonoro, a vista de tal tesoro muda queda y embotada. La Retórica elegante en preámbulos distintos, se pondrá en más laberintos, si registra tanto Atlante. ¿A quién, pues, con eficacia pediré estilo elocuente? A María solamente, 20 porque es Madre de la gracia. Los rayos de tu saber iluminen mi ignorancia, para que hoy sin disonancia cumpla yo con mi deber. Comunica a mi caudal aquellas claras corrientes, que bebiste transparentes de tu Hijo celestial.

211 Manuscrito original, según Ángel San Vicente. Para una mayor facilidad de lectura, la ortografía se ha adaptado a las reglas actuales.

122 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Borra de mi tosco amor 30 aquella agreste rudeza, que pudo naturaleza infundir en un pastor. Benigna influye a mis labios plausible, y sonoro aliento, para que con dulce acento repita tus hechos sabios. Y cual Madre sin mancilla recibe el obsequio justo, que hoy os ofrece con gusto 40 el concurso de esta villa. Una danza os presentamos en señal de voluntad, expresando la lealtad, con que todos os amamos. Compuestos de adornos ricos los casados te veneran, por que tus fiestas no dieran ahora en poder de chicos. Yo solo los encuaderno 50 para tal festividad que no es poca habilidad traer tal gente a gobierno. Como yo dispongo, y mando en éste y en cualquier trance, saldremos de nuestro dance vosotros, y yo campando. Demos principio a la fiesta, para que no falte el tiempo, cada cual estando atento 60 a mi ingeniosa propuesta. Por que ninguno se asombre, o aquí se me ponga fuerte entrarán todos en suerte cada uno con su nombre.

123 Rafael Crespo Báguena

El que saliere primero, llevará la antelación en decir con devoción las glorias de este lucero.

Los demás lo propio harán 70 según su suerte les toque, y así cada uno invoque su petición con afán.

Para obrar, pues, sin pasión, (aunque no se use tal) en el zurrón del zagal las boletas pondré yo.

Rabadán: Por eso con advertencia las traje yo prevenidas.

[Sácalas y pónelas en el zurrón]

Mayoral: Estando aquí recluidas 80 se hará bien la diligencia. ¿A la traza que se ordena prestan su consentimiento?

Todos: Todos con grande contento os damos la enhorabuena.

Mayoral: Juan Ferrer ha de sacar las boletas del zurrón, que éste tal en mi opinión no se ha probado a pecar.

Entra tu mano derecha, 90 si acaso sabes cuál es, y sin pasión ni interés libre de toda sospecha sacarás un cedulón, en mis manos le pondrás, leyéndole yo, sabrás de quién es, si hay atención.

124 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Rabadán: Ejecuto con primor lo que me das a entender.

[Saca una]

Mayoral: Este es Domingo Ferrer.

Rabadán: 100 ¿Cuál es, mayor o menor?

Mayoral: El que tenemos presente, que en lo demás no me fundo. Saca ya para el segundo.

Rabadán: Harélo muy diligente.

[Saca]

Mayoral: Aquí Juan de Sola sale.

Rabadán: Que ha entrado mejor diría, pues tiene ya compañía para danzar, que le iguale.

[Saca]

Mayoral: Domingo García asoma 110 en la cédula que sacas.

Rabadán: Palabras son muy bellacas, si en todo rigor las toma, pues si está bien asomado mudanzas hará a lo lindo.

[Saca]

Mayoral: Este es Francisco Galindo.

Rabadán: Es un mozo bien hablado.

[Saca]

Mayoral: Al señor Manuel García tenemos en la presente.

Rabadán: Es un hombre muy prudente 120 y habla con gran melodía

125 Rafael Crespo Báguena

[Saca] Rabadán: Como el zurrón es profundo en él la mano me entollo. Mayoral: Aquí dice, el señor Mollo. Rabadán: En eso se engaña el mundo que nunca así se llamó: en cualico estuvo el daño, que con industria, o engaño así al poeta informó. Mayoral: En jamás reparo en eso 130 porque hablo siempre a lo llano [Saca] Este es Francisco Serrano Rabadán: Que le quiero bien confieso por ser de los mas honrados que habitan este terreno. [Saca] Mayoral: Corona Joseph Ximeno la octava de los casados. La suerte ya concluida como todos pueden ver, dice Domingo Ferrer, 140 que a oír los dichos convida

1

Hoy que en festivos aplausos la Iglesia Santa celebra fiesta de Espíritu Santo serán los dones mi idea. Probaré cómo a María todos siete la hermosean, tan ricamente vistosos

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como engastes de tal perla. Siete ensalzadas columnas 150 hacen la fábrica bella del templo de Salomón, según la escritura cuenta. En cuyos siete cimientos prácticamente se expresan los siete felices dones, que en María reverberan. Templo de tanta virtud, que con singular pureza llevó en su nave preciosa 160 al que crió Cielo, y Tierra. El Don de Sabiduría, será asunto de mi tema; paso a ver cómo a María sirve de guirnalda bella. Quien más al sol se aproxima goza más sus influencias; quien se avecina a una fuente su cristal más puro lleva. Luego si María en sí 170 al Hijo de Dios encierra, que es la fuente del saber, tendrá el tal don, y excelencia.

2 El don del entendimiento Norte ha de ser a mi empresa, quiera Dios, que no me falte para salir bien con ella. Dice el profeta David, que este don siempre se ostenta en aquellos que ejercitan 180 obras santas, y perfectas. Luego si María fue aquella pura azucena, que a influjos de lo divino

127 Rafael Crespo Báguena

fue toda de gracia llena, sus obras por consiguiente manifiestamente muestran que el don del entendimiento goza en paz tranquila, y quieta. Dígalo con vigilancia, 190 el amor, y la fineza con que a Jesús entre pajas adoró la humilde Reina. Publíquelo tanto néctar como de sus sacras venas pábulo fue de Jesús en su edad florida y tierna, y últimamente lo cante la singular obediencia con que pronta a Dios rendía 200 de su alma las potencias

3 El don tercero es consejo, el cual agustino enseña, ser al hombre muy preciso para todo lo que emprenda. A este don es ordinario acompañar la prudencia registrémosla en María y veremos si campea. Bajó el ángel San Gabriel 210 legado de Corte Excelsa a darle la investidura de Madre de Dios suprema. Gran Dignidad le ofreció, y no obstante se aconseja diciendo al ángel: “¿Pues cómo se cumplirá tu propuesta?” Respondió Gabriel entonces: “La virtud, y omnipotencia del Altísimo Señor

128 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

220 vendrá sobre ti doncella”. Mucho sabía la Virgen y el consejo no desprecia, diciendo al ángel humilde: “Aquí está la esclava vuestra”.

4 El que ahora se declara es el don de fortaleza con que firme al bien se abraza y a todo mal se desecha. Que tuvo este don María 230 con soberana excelencia nadie hasta aquí lo ha dudado, pero vamos a la prueba. Promulga el tirano Herodes llevado de su soberbia un edicto pernicioso contra toda la inocencia. Conoce el riesgo María de Jesús su cara prenda, y con ánimo esforzado 240 para Egipto da la vuelta. Si damos un paso atrás, veremos la fortaleza con que en ser Madre de Dios se mostró esta pura Reina. Si en la pasión de Jesús ponemos la vista atenta diremos, que allí María echó el resto a su grandeza.

5 Pues el quinto toca a mí, 250 que es llamado don de ciencia procuraré brevemente

129 Rafael Crespo Báguena

satisfacer a tal deuda. Este don induce al hombre a que por lo humano, venga a conocer lo divino en cierto modo, y manera. Con muy singular exceso en María reverbera lo precioso de este don, 260 lo rico de esta excelencia. Días y noches gastaba en contemplar en la tierra la variedad de individuos, que crió la Mano Eterna. Miraba a la rosa ufana hecha de las flores reina, y esa república alada de aves que los aires pueblan. Y así en ellas contemplando 270 su alma tenía puesta en aquel por cuya mano tanta máquina sustenta.

6 Yo me aplico al sexto don pues la suerte así lo ordena, que si de piedad se llama le tengo por suerte buena. Se dice tiene tal don aquel que piadoso muestra amar a Dios firmemente 280 con toda la alma y potencias, reverenciando a los santos porque de amistad profesan con Dios, y al hombre estimado como otra por Dios dispuesta. Con honra, amor y cariño tanto a la Virgen venera a Dios, que igual nunca halló

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en prestarle reverencia. Honró también a los santos, 290 y a los hombres tanto aprecia que se dignó su piedad ser siempre abogada nuestra. Tuvo por bien que su Hijo clavado en la cruz muriera para que el género humano de la esclavitud saliera.

7

El don de temor es hoy el que gustoso me empeña a ver los rayos que influye 300 en María reina nuestra. Este don, amante y fino en aquellos se aposenta, que a Dios como a padre temen y como a señor respetan. De éste nos canta David que en el cielo persevera, enseñando que los justos en él más finos se expresan. Luego si la alma, que es justa, 310 de tal temor está llena, María, que es toda gracia, es preciso que lo tenga. Ya Soberana Señora, iris, que el cielo serenas, con los siete dones santos hicimos una diadema, cuyos luminosos rayos, esmalte de finas perlas, coronen tu hermosa frente 320 en esta eminente sierra.

131 Rafael Crespo Báguena

8 Supuesto, pues, que estos dones tanto en María campean, y que han cumplido los siete cada uno con su idea, al salomónico templo mi atención curiosa vuelva, y en él un trono hallará, que a María representa. Si aquél sirvió a Salomón 330 como cátedra discreta, donde con recreo hermoso hizo alas de su ciencia, también María fue trono de tanta magnificencia, que el Verbo encarnado en él publicó al mundo finezas. Si de aquél las maravillas eran asombro a la tierra, de éste los cielos y el Orbe 340 tanto portento celebran. Si aquél fue asiento de un rey, perito por excelencia, éste lo fue de un monarca que es fuente de toda ciencia.

Mayoral: Ustedes ya dieron fin a su empresa, ahora atiendan lo que mi zagal y yo haremos con sutileza. La Salve en glosa diremos 350 en dos mitades dispuesta, para que los dos así coronemos esta fiesta. Por que a vos Divina Aurora la salutación os cuadre, este pueblo desde ahora humilde os dice, Señora,

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Dios te salve reina y madre. En ese risco eminente el iris sois de concordia 360 con cuyo amparo clemente llenas a toda la gente de misericordia. Todo pecador mendigo vuestra protección procura, sólo en ti busca el abrigo, porque es el estar contigo vida y dulzura. Contra el adversario fuerte, benigna tu asilo muestra 370 por ti gocemos tal suerte siendo en vida como en muerte esperanza nuestra. Pues en el golfo espacioso de este mar vos sois la nave tendremos puerto dichoso diciéndote con reposo: Dios te salve. De enfermedad oprimidos, a ti Virgen caminamos, 380 y prestándonos oídos, con sollozos y gemidos, a ti llamamos. Con tus súplicas clementes abres del Cielo candados, y aunque se hallen delincuentes vuelven a Dios penitentes los desterrados. Este sitio inaccesible por vos feliz se renueva 390 en él tu aspecto apacible miran con gozo increíble hijos de Eva. Como es sin tasa el favor que por tu medio alcanzamos, de tu Hijo el Redentor,

133 Rafael Crespo Báguena

siempre con perfecto amor a ti suspiramos. Si en algún peligro urgente nos miramos naufragando 400 venimos humildemente a este tu templo eminente gimiendo y llorando. Cuando el enemigo intenta nuestra conciencia se encalle si estamos a vuestra cuenta pasamos dulce tormenta de lágrimas en el valle. En todo trance inhumano alarga tu mano diestra, 410 para que todo cristiano halle el favor en tu mano y haya abogada nuestra. Si por la culpa, y pecado nos fulmina Dios enojos, con vista y aspecto airado, vos Señora con cuidado vuelve a nosotros tus ojos. A mi Rabadán ahora toca decir lo que resta.

Rabadán:420 Los que son en su opulencia con los hombres codiciosos, como madre de clemencia los haces en tu presencia misericordiosos. Hoy que gozosos estamos en la altura de este cerro, con humildad te rogamos, que ahora con vos vivamos y después de este destierro. 430 Si en esta sierra escabrosa, manifestaste tu luz a un carbonero, y su esposa, hoy como madre piadosa muéstranos a Jesús.

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En la gracia relumbrante que os crió el Dios infinito permanecisteis constante sacando a luz un infante fruto bendito. 440 Todo pobre peregrino que a veros Señora entre, dirá luego de camino, que es ese Niño divino de tu vientre. Ya es Paraíso esta altura después que tal bien reposa, fue para Herrera ventura teneros aquí segura, oh clementísima, oh piadosa. 450 Vuestro favor singular tanto en este monte luce, que al pobre le dais sin par bien sazonado manjar, oh dulce. De este pensil sois la rosa, que fragancias desafía cuyos nácares, airosa da tu mano milagrosa siempre Virgen María 460 Presta benignos oídos a nuestros justos clamores, y cuando en varios gemidos nos mirares afligidos ruega por nos pecadores. Si nuestro tibio fervor nos constituyere indignos de mirar tal resplandor concédenos tu favor por que seamos dignos. 470 Explicada la aflicción que os tenemos, con acentos nacidos del corazón, te pedimos hoy el don

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de alcanzar los prometimientos. Yo Señora, que este día gustoso en la fiesta asisto os pido con bizarría nos valga la compañía de nuestro señor Jesucristo. 480 Vos y el que estuvo pendiente, Señora en la Santa Cruz guardadnos eternamente de aquella infernal serpiente amén Jesús. Mayoral: Por Dios que si bien se atiende no han sido cortos los dichos y es trabajo no pequeño para quien va de camino. Si fueron buenos, o malos 490 ustedes ya lo habrán visto, y así las faltas que hubiere que las callen les suplico. Aunque suele suceder, que aquel de menos aliño quiere poner la censura en lo que nunca ha entendido. Mi Rabadán está aquí, y según le tengo oído, con una súplica sola 500 quiere dar fin a los dichos. Rabadán: Yo soberana Señora, aunque me ves tan chiquito, tengo mucho de piadoso y también de compasivo. Por tanto ahora procuro con reverencia pediros para los campos buena agua, para los cuerpos buen vino. Para El Villar un pinar, 510 porque si bien lo imagino si un poco nos descuidamos

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mudará el nuestro de sitio. Para las viejas modorra, calentura, tabardillo, dolor de encías, cantos y pan seco, que es lo mismo. Para los sastres cuidado, porque hurtan que es un prodigio, para mí una buena dueña 520 que me esté matando a piscos. Para Morte, que nos sirve, el trigo sin tizoncillo, y para después de misa a todos buen apetito. Fin

137 Rafael Crespo Báguena Cambios en el texto para la representación de 1988

Texto original Cambios

Mayoral: Mayoral: 85 Juan Ferrer ha de sacar 85 Silvia Val ha de sacar Las boletas del zurrón, Las boletas del zurrón, Que éste tal en mi opinión Que éste tal en mi opinión No se ha probado a pecar. No se ha probado a pecar.

Mayoral: Mayoral: Este es Domingo Ferrer. Esta es la hija del Pincho. Rabadán: Rabadán: 100 ¿Cuál es, mayor o menor? 100 ¿De qué Pincho, mayor o menor?

Mayoral: Mayoral: 105 Aquí Juan de Sola sale. 105 Aquí Oscar Val Rubio sale.

Mayoral: Mayoral: Domingo García asoma La Rosica Langa asoma 111 en la cédula que sacas. 112 en la cédula que sacas.

Mayoral: Mayoral: 115 Este es Francisco Galindo. 115 Esta es la Juandariña pequeña.

Mayoral: Mayoral: 117 Al señor Manuel García 117 La Vicenta Tamudo Tenemos en la presente. Tenemos en la presente.

Mayoral: Mayoral: 123 Aquí dice, el señor Mollo. 123 Aquí dice, un Franquico.

Mayoral: Mayoral: 131 Este es Francisco Serrano. 131 Este el Gasolinero pequeño.

138 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros Nuevas matracadas del año 1988 (A continuación del Texto original)

Rabadán: Oh Virgen de Herrera tú que estás de espaldas al sol casa a los mozos de este pueblo que se les pasa la flor. Pobrecico de algún mozo que se pone a festejar pues de ahora en adelante doble va a tener que trabajar solo pa dar de comer 10 a la que su mujer será. La alcahuetería es oficio de muy mal gusto y en Herrera también tenemos alcahuetas por un tubo. Con lo bien que se está en la cama y no en el balcón o en una silla sentada además si recordamos que son las cinco de la mañana. 20 Cuidado con los petardos que ponen en el portal y también si te atan el toldo pues ambos han ocurrido en este mismo lugar. A esas mozas que hay sueltas por ahí que se vayan rejuntando que no hacen más que fastidiar a algún mozo de veinte años. Y luego nos enfadamos 30 y decimos que no juegan si es que no pueden con el pelo que siempre pierde el Herrera. Aquí hay ratonería aunque solo a nivel local mira si somos modernos que hasta dos abuelas van.

139 Rafael Crespo Báguena

Terminamos aquí ya y no queremos olvidarnos damos gracias al ayuntamiento 40 puesto que nos han ayudao en todo momento. Y es que sin su ayuda no hubiese sido posible estar aquí con ustedes y bailar este dance antiguo. Por decir te agradecemos no nos vamos a olvidar de Azucena y de Manuela que son mozas del lugar. 50 Y a don Miguel Anadón le tenemos que alabar que la mazurca del dance por él podemos danzar. Y a todos los que aquí están gracias por haber venido buenas fiestas, buena cena y buen vino hayan bebido.

Textos del dance desde el año 2000 Loa para el dance de Nª Señora de la Sierra de Herrera

Carbonero: ¡Ah de esos horizontes de Herrera a quien coronan tantos montes! ¡Ah de la amena huerta que, en primores de cada planta nacen mil flores! Y en cada sembrado un agosto colmado, pues un fértil terreno de frutos y frutas está lleno. ¡Ah del ameno prado 10 de lirios y azucenas coronado! ¡Ah de Herrera la ilustre antigua villa pues de Aragón es octava maravilla!

140 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Ved a Herrera, cuyo antiguo principio lo ignora el tiempo pues el ser más inmortal lo hace más solariego. Vedla, otra vez lo repito, a la falda de ameno monte, situada en valle fértil, 20 fértil en tan gran extremo que abunda de pan y vino, carnes, legumbres diversas, frutos que la vida humana necesita en su comercio. De Daroca está a seis leguas goza de apacible cielo tiene dilatado campo y un famoso templo. Tiene por armas reales 30 una herradura de plata, por fuero de llamarse Herrera y fue donde fabrican acero las armas para los reyes. Es de la Comunidad de Daroca y, con empeño, a los reyes ha servido con su lealtad y celo pues, en todas las conquistas de Valencia, siempre fueron 40 los hijos de este lugar quien más victorias le dieron. En este día celebra Herrera, con su filial y dulce amor a María la mayor festividad que siendo de Ángeles reina y queriendo a Herrera honrar el título de “la Sierra” es el que le agrada más. 50 Ya pues mi Divina Reina mi corto estilo sabrá

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elogiaros, aunque es cierto que a tan alta majestad más dice el silencio mudo que la voz sabe explicar. En este elevado monte que está a una legua de Herrera para fabricar carbón he venido a cortar leña. 60 Los rebollos y carrascas que nacen entre las peñas por más fuertes y robustos son más dispuesta materia. Con este ejercicio vivo y ocupación tan honesta el sustento me gano, ¡y el trabajo que me cuesta! Aquí no envidio palacios aquí no busco grandezas 70 aquí solo alabo a Dios y a la Virgen de la Sierra Yo bien vi en aqueste monte, pues que en tan alto se sube que empieza en monte y acaba en nube, ví una Aurora Divina, un ave peregrina, ví una rosa que es de las flores 80 la reina más hermosa, dirélo de una vez: yo vi a María y a su hijo que en brazos tenía. Pintar yo su hermosura es cosa impropia porque el original no tiene copia. Con tono suave y dulce acento me habló a mí, al carbonero, diciendo: “Pártete al momento a Herrera donde dirás advertido 90 que este lugar he elegido;

142 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

que me fabrique templo en do me has visto porque quiero con primores comunicar al mundo mis favores” Yo obediente al decreto de tan Divina Reina, a su precepto vengo a daros la nueva de tan feliz suceso, para prueba de las más que se espera 100 esta villa de Herrera pues su florido espacio escoge hoy María por palacio. Esposa: Ya Martín que quiso el Cielo el que yo tu mujer sea le doy infinitas gracias por ver el favor que muestras en el servicio de Dios y devoción siempre atenta a la Virgen Soberana 110 María de la Sierra de Herrera. Singulares favores han querido el que se haya aparecido para dar luz y guía al mundo hoy, una imagen de María. En un monte encumbrado y entre las duras peñas al carbonero, por más señas una capilla ha pedido. ¡Aurora que en estos montes 120 resplandece hermosa y bella para trono suyo escoge una ruda y tosca peña! Siendo en amar a María esta villa tan leal allí le han fabricado casa con ostentación real. Capilla con los retablos que le han querido dorar con aliento y devoción

143 Rafael Crespo Báguena

130 siempre atento a su piedad. Tu villa de Herrera, que la adoras muy bien le puedes gloriar de que a ti te haya escogido por dosel, palacio real, sillas y tronos donde ostenta con los hombres su piedad. Así pues, cielos y tierra os vienen a celebrar cuando con júbilo, ambos 140 vuestras glorias cantarán

Dichos para el dance en honor de Nuestra Señora de la Sierra de Herrera 1 ¡Salve Divina Aurora! ¡Salve Madre de Dios! ¡Salve Emperatriz del cielo que en el monte apareció! ¡Salve de Vírgenes Reina y así, nuestra devoción le saluda con estos versos para mostrar mayor fervor!

2 El más divino tesoro 10 en María lo has de hallar con título de la Sierra que es el que la ensalza más. Pues ese nombre heroico mayores glorias le da y con él ha querido más sus clemencias mostrar.

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3 Hoy la sierra de Herrera publica su majestad para celebrar de María 20 la mayor festividad. A María nadie en el lugar su fervor le negará, ella les da en abundancia mies a sus campos y a su alma paz.

4 A Herrera escoge María para poderla más honrar siendo siempre en amarla esta villa tan leal porque alegres y festivos 30 y devotos le darán sus vecinos como amantes mayor gloria y majestad.

5 A la Virgen de la Sierra agradecidos, le demos los cultos más reverentes, los más rendidos obsequios. Nunca yo de amaros dejo pues tengo en vos María el que habéis sido mi guía 40 estrella, aurora y espejo.

6 Vuestros milagros señora en el mundo bien se sepan porque todos a buscaros

145 Rafael Crespo Báguena

como interesados vengan. Son tantas las maravillas los prodigios con que ostenta que no hay hijo de esta Sierra que no goce su influencia.

7

De enfermedades y achaques 50 y muy diversas dolencias sanan todos que la invocan con que visitarla ofrezcan. De remotas partes vienen cada día a conocerla con promesas y con votos haciendo aquí sus novenas.

8

Herrera que siempre os da la más alta reverencia vuestras glorias cantará 60 para mostrar su grandeza. Y ahora con procesión con aparatos festivos, con músicos, mudanzas y Dance agradecidos correspondemos.

Dichos en honor de San Blas

Vamos a cantar ahora las glorias de nuestro patrón y que al fin de nuestros dichos alcancemos su bendición. Glorioso y santo varón y de vida singular

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de esta villa eres, San Blas, nuestro querido patrón. Naciste en la antigua Armenia, 10 fuiste por todos querido, por Cristo diste tu vida fue tu cielo merecido. Celebramos a San Blas al final de nuestra siembra, da, tú, obispo y mártir, crecimiento a nuestra tierra. Nuestra tierra trabajamos: los campos y los cabezos, nos falta agua, San Blas, 20 para todos nuestros esfuerzos. Tú que fuiste médico de cuerpos y de almas santas cuida, San Blas glorioso, también de nuestras gargantas. Y para que el bien sea completo, quitando lo que nos mengua, danos luz y conocimiento para cuidar nuestra lengua. Que vivamos en nuestro pueblo 30 unidos en un cantar. Lo mismo que las hogueras a San Blas hemos de honrar. Terminan aquí nuestros dichos a San Blas Glorioso y Santo a él la honra y la gloria de Herrera de los Navarros. Cantad y bailad, danzantes, honrad al Santo Patrón. Y que al que le toque el “rollo” 40 lo reparta entre los pobres y no muera de “torzón”.

147 Rafael Crespo Báguena Bibliografía

— PÉREZ GARCÍA-OLIVER, Lucía, “Dances en la provincia de Teruel”, en Estado actual de los estudios sobre Aragón. Zaragoza, diciembre 1982, Zaragoza, 1984, pp. 181-187. — PÉREZ GARCÍA-OLIVER, Lucía, “Notas sobre teatro popular aragonés. La aurora de los montes de Herrera de los Navarros”, en El Ruejo. Revista de Estudios Históricos y Sociales 2, Daroca, 1996, pp. 201-241. — SAN VICENTE, Ángel, “Acto Sacramental y dichos de un Dance del Siglo XVIII en la paraliturgia de Nuestra Señora de la Sierra del lugar de Herrera”, en Cuadernos de Aragón 18-19, Institución “Fernando el Católico”, Zaragoza, 1984, pp. 305-353.

148 Representación del dance en 1988.

149 Rafael Crespo Báguena

Representación del dance en 1988.

150 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

Representaciones del dance a partir del año 2000.

151 Rafael Crespo Báguena

Representaciones del dance a partir del año 2000.

152 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

DANCE DE HERRERA DE LOS NAVARROS MAZURCA

Partitura del dance para dulzaina: Mazurca.

153 Rafael Crespo Báguena

DANCE DE HERRERA DE LOS NAVARROS Himno de la Virgen de la Sierra de Herrera

Partitura del dance para dulzaina: Himno de la Virgen de la Sierra.

154 ÍNDICE

Agradecimientos ...... 5

Prólogo ...... 7 1. Los Castellares ...... 9 1.1. Localización y medio físico ...... 10 1.2. Descripción general y urbanismo ...... 11 1.3. La vivienda ...... 12 1.3.1. Elementos constructivos y materiales ...... 12 1.3.2. Diseño y funcionalidad de las viviendas ...... 13 1.4. Los sistemas defensivos ...... 16 1.5. La Economía ...... 17 1.5.1. Agricultura ...... 17 1.5.2. Ganadería y caza ...... 18 1.5.3. Actividades industriales y artesanas ...... 18 1.5.4. Comercio ...... 19 1.6. La vida cotidiana ...... 19 1.6.1. Cocina y alimentación ...... 19 1.6.2. Vestido y adorno ...... 20 1.6.3. Guerra y armamento ...... 21 1.6.4. Religión y creencias ...... 22 1.7. Desarrollo sociohistórico del poblado ...... 22 1.7.1. Origen del poblado ...... 22 1.7.2. Desarrollo del poblado ...... 22 1.7.3. Adscripción étnica ...... 23 1.7.4. El fin del poblado ...... 23 1.8. La ocupación medieval ...... 24 Bibliografía ...... 25

2. Herrera en la Edad Media ...... 27 2.1. La aldea hasta 1248 ...... 27 2.1.1. La conquista y consolidación cristiana del territorio . . . 27

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2.1.2. La repoblación: La primitiva aldea ...... 28 2.1.3. Administración y justicia de la aldea ...... 32 2.2. La aldea desde 1248 hasta el final de la Edad Media: organización política y administrativa ...... 32 2.2.1. La creación de la Comunidad de Aldeas de Daroca 32 2.2.2. La organización territorial ...... 33 2.2.3. Órganos de gobierno de la Comunidad ...... 34 2.2.4. Oficiales de la Comunidad ...... 35 2.2.5. La organización de la aldea de Ferrera ...... 36 2.2.6. La evolución demográfica ...... 37 2.2.7. Las bases económicas ...... 38 2.2.8. Las estructuras sociales ...... 41 2.2.9. La incorporación de Luco o Luquillo ...... 42 Bibliografía ...... 45

3. Herrera desde principios de la Edad Moderna hasta 1837 ...... 47 3.1. La organización territorial, política y administrativa de la Comunidad ...... 47 3.1.1. La organización territorial ...... 47 3.1.2. Los órganos de gobierno ...... 48 3.1.3. Oficiales de la Comunidad ...... 48 3.2. La organización local, bases demográficas, sociales y económicas de Herrera ...... 49 3.2.1. La organización local ...... 49 3.2.2. La evolución demográfica ...... 50 3.2.3. Las bases económicas ...... 51 3.2.4. Las estructuras sociales ...... 53 3.2.5. Cultura y mentalidades ...... 55 3.3. La Guerra Carlista: La acción de Herrera o Villar de los Navarros ...... 56 Bibliografía ...... 58

4. La iglesia parroquial de San Juan Bautista y su torre mudéjar . . . 59 4.1. Las primeras referencias sobre el monumento ...... 60 4.2. Cronología y etapas constructivas ...... 61 4.3. Antecedentes del templo ...... 63 4.4. La construcción del templo mudéjar ...... 64 4.4.1. Introducción ...... 64 4.4.2. La iglesia ...... 65 4.4.3. La torre mudéjar ...... 68

156 La herencia del pasado. Patrimonio e historia de Herrera de los Navarros

4.4.4. Conclusiones ...... 69 4.5. Las modificaciones en los siglos XVI y XVII ...... 69 4.5.1. El nuevo cuerpo de campanas de la torre ...... 70 4.6. La reforma barroca ...... 70 4.6.1. El nuevo presbiterio y el crucero ...... 70 4.6.2. Otras modificaciones en el templo ...... 71 4.6.3. La culminación de la torre ...... 71 4.7. Las Reconstrucciones y restauraciones recientes ...... 71 4.7.1. La Guerra Civil: impacto y reconstrucción ...... 71 4.7.2. La restauración contemporánea ...... 73 Bibliografía ...... 75 5. El Santuario de Nuestra Señora de la Sierra de Herrera y su Cofradía ...... 79 5.1. Introducción ...... 79 5.2. La tradición religiosa: La aparición de la Virgen ...... 80 5.2.1. La tradición ...... 80 5.2.2. Las fuentes históricas acerca de la tradición ...... 80 5.2.3. Estudio de la tradición: aspectos históricos y religiosos ...... 82 5.3. La fábrica del templo y hospedería ...... 84 5.3.1. El santuario y la hospedería antiguos ...... 85 5.3.2. El santuario contemporáneo ...... 87 5.4. La Imagen ...... 88 5.4.1. La imagen antigua ...... 88 5.4.2. La imagen actual ...... 89 5.5. El gobierno y administración: La Cofradía de Nª Sª de la Sierra de Herrera ...... 90 5.5.1. La antigüedad y creación de la Cofradía ...... 90 5.5.2. La Cofradía de los siglos XVII a XIX ...... 91 5.5.3. La Cofradía y administración en el siglo XIX: el proceso desamortizador ...... 94 5.5.4. La Cofradía en el siglo XX ...... 95 5.6. La pervivencia de la tradición ...... 96 5.6.1. Romerías y actos festivos ...... 96 5.6.2. Donativos ...... 97 5.6.3. Prodigios y milagros ...... 99 Bibliografía ...... 102

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6. El dance de Nª Sª de la Sierra de Herrera ...... 113 6.1. El dance del siglo XVIII ...... 113 6.1.1. La recuperación del manuscrito ...... 113 6.1.2. El autor y la obra: Bonifacio Lahoz ...... 114 6.1.3. Descripción de la obra ...... 114 6.2. La recuperación del dance ...... 117 6.3. El dance en la actualidad ...... 118 6.4. Participantes en los dances ...... 120 6.5. Textos ...... 122 Bibliografía ...... 148

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