SULLE TRACCE DI… LLEWELYN LLOYD (Livorno, 1879 - Firenze, 1949) EL ÁRBOL, PAISAJE DEL ALMA A inicios del siglo XX, Llewelyn Lloyd y su amigo Amedeo Modigliani han escogido definitivamente su campo de trabajo. Modigliani ha formado un lenguaje propio en que las formas se recomponen con el enfrentamiento de pinceladas coloreadas, cercanas en este período al fovismo y el cubismo de Picasso; por su parte, Llewelyn Lloyd ha dejado lo que erróneamente se llamó divisionismo. Efectivamente, se ha asociado a esta corriente con la yuxtaposición de pinceladas de colores primarios (rojo, azul, verde), los cuales permiten obtener otros complementarios por efecto de óptica; así, al colocar lado a lado puntos verdes y rojos, sin mezclar los pigmentos, se obtiene un matiz amarillo. Los artistas italianos, presentes en el Museo de Arte Italiano, usan pince- ladas demasiado alargadas para alcanzar tal efecto óptico. Basta mirar los cuadros para constatar que la burda simplificación —incluir en el di- visionismo a los cuadros de Lloyd— no da cuenta de su riqueza, más aún cuando notamos que empleaban colores complementarios y puntos de amarillo, ocre y azul-verde. En realidad, acostumbraban emplear pince- ladas separadas para captar mejor la dinámica de la luz. Nunca hubo tal «escuela divisionista» y además su significado perdía sentido, ya que en esa misma época se hablaba de puntillismo. Sea como quiérase llamar a esta técnica de pintar en determinado momento histórico, estos artistas estuvieron relacionados con los macchiaioli, los posmacchiaioli e incluso con el neoimpresionismo y el puntillismo de Signac o Seurat. Es el caso, de Antonio Discovolo (El pino extraño), de Francesco Fanelli (Campesinita), de Adolfo De Carolis (La aurora) o de Llewelyn Lloyd (La hora del Ave María), los cuales intentan captar el vínculo físico entre la naturaleza y su representación, así como sentir la vibración de la luz. Es por esto que se entiende perfectamente esta búsqueda cuando vemos la acumulación de las capas de pintura en La venta de gallinas de Plinio Nomellini, la misma que da un aspecto de una cerámica rugosa. De hecho, Llewelyn Lloyd no es un pintor de primer nivel en la historia del arte italiano como sí lo es Giovanni Fattori o Silvestro Lega, sin embargo su concepto acerca de cuál es el papel del artista en la sociedad moderna merece estudiarse. En 1900, Italia se encuentra conviviendo con un mundo en plena trans- formación y las invenciones técnicas, las nuevas industrias establecen SULLE TRACCE DI… 2 LLEWELYN LLOYD flamantes relaciones entre la modernidad urbana y el arte. Esto es lo que explica la abundancia en temas políticos, sociales e imágenes de la revolución en la producción de los posmacchiaioli. Los artistas, cuando no van a los hospicios o al campo, visitan —como Angiolo Tommasi— los arrozales (La vuelta del arrozal) para ver a las campesinas trabajar los pies en el agua. Esto se ha representado en un inmenso cuadro que prefigura la película neorrealista de Giuseppe De Santis, Arroz amargo (Riso amaro, 1949) que narra la dura lucha por la vida de las recolectoras de arroz. Es verdad que, a sus inicios, estos jóvenes pintores adoptaron el divisionismo y se apoderaron de temas industriales y técnicos: lámpara de arco, chimeneas de fábricas, comi- tivas, motines... Pero Lloyd se interesa más en la pintura de paisajes e intensifica su actividad descriptiva aplicando la «técnica macchia» a la creación de numerosos paisajes en Manarola (uno de los pueblos que conforman Cinque Terra en la costa ligura), donde reside en compañía de Guglielmo Amedeo Lori y Antonio Discovolo. Ahora, para entender mejor la obra La hora del Ave María, debemos de- tenernos sobre un aspecto de la vida de Llewelyn Lloyd. De origen ga- lés, este pintor italiano nacido en Livorno en 1879, muestra, a una edad temprana, una natural inclinación por el dibujo. Su formación se inicia en el ámbito macchiaioli bajo la dirección de Guglielmo Micheli, quien fue alumno de Giovanni Fattori, el más importante representante de los macchiaioli. Fattori visitaba muy a menudo la escuela de Micheli y las producciones de unos estudiantes le llamaron la atención. Con Llewelyn Lloyd trabajaban, en ese momento, Oscar Ghiglia y Amedeo Modigliani. Giovanni Fattori solía decir: «Si hoy soy un artista con algún mérito, eso se lo debo a Nino Costa» y añadía que los largos paseos a través de la campiña livornesa, compartidos con el artista romano, resultaron ser verdaderas clases de naturalismo. De ahí el interés por los paisajes, ya que Costa aprendió de los grandes paisajistas europeos como Turner y Corot, Ruskin, Coleman y Leighton, quienes para la década de 1850 se habían dedicado a pintar los grandes y rudos paisajes de la campiña romana. Es esta fe en lo verdadero lo que el pintor romano transmitió a Fattori y a la hermosa juventud florentina en las peregrinaciones que realizaban a su taller en Oltrarno, durante las noches en el Caffè Miche- langelo o en los paseos por la campiña livornesa. De otro lado, Llewelyn Lloyd conocía las obras de sus antecesores paisajistas: desde Camille Corot hasta los ingleses Charles Coleman, SULLE TRACCE DI… LLEWELYN LLOYD 3 George Mason y Frederic Leighton, sin olvidar a los maestros de Bar- bizon (Thèodore Rousseau, Duprè, Daubigny, François-Louis Français); también a los prerrafaelitas ingleses Watts y Burne-Jones. Y siguiendo los pasos de sus maestros, se paseaba con Amedeo Modigliani por la campiña toscana. En cuanto a Modigliani (‘dedo’ como lo llamaban su familia y sus ami- gos), sabemos que es más célebre por sus retratos de colores francos y resplandecientes (que dan calidad a las líneas de una extrema pureza), por las deformaciones, por alargamiento y torsión de los rostros y cuer- pos, que por sus paisajes; sin embargo, ha pintado tres, una de ellas es Ruta toscana. Esta se encuentra hoy en el Museo de Livorno, merced al reconocimiento de Llewelyn Lloyd que cuenta que ha visto a Amedeo Modigliani pintar «…esta ruta toscana del lado de Salviano, a la puesta de sol, en invierno»1. Nada extraño entonces que Llewelyn Lloyd siga los pasos de sus maestros, sobre todo que ha estudiado el quattrocento toscano con Telemaco Signorini y Adriano Cecioni… y la veduta2 no tiene secretos para él. A partir de setiembre 1907, viaja a la isla de Elba, llega a Marciana Marina y recibe una suerte de «flechazo». La naturaleza preservada de la isla, el paisaje «tan lleno de luz» de esta parte del Mediterráneo enamora al artista. Lo impacta tanto que empieza a pintar como un obseso para conseguir los tonos turquesas y rosados de la luz mediterránea. La isla es objeto de numerosas pinturas llenas de colores, fuertes, usando esencialmente el rojo para pintar casas o barcos y el azul ultramarino para el mar o el cielo. Y decide residir en la isla con su familia, después de comprar la «casa dei melograni» en 1913. Marcella Olschki escribe en el catálogo de la exposición que las obras de Llewelyn Lloyd dan prueba del profundo vínculo entre el arte y su vida: 1. Llewelyn Lloyd, Tempi andati (Antaño), Firenze : Vallecchi, [1951], memorias recopiladas por su amigo Roberto Papini donde fallecerá en 1949 a su retorno del campo de concentración. 2. Término que significa “vista” en italiano, de hecho se aplicó a la ventana abierta sobre el entorno exterior en la pintura medieval, y después a toda representación de una ciudad o paisaje de concepción esencialmente topográfica, y más específicamente a la pintura vene- ciana del siglo XVIII con Canaletto, por ejemplo. SULLE TRACCE DI… 4 LLEWELYN LLOYD Amedeo Modigliani, Stradina toscana (1898), óleo sobre cartón, 21 x 35,8 cm «…cada pintura es tan llena de emoción que me vuelve a trans- portar años atrás, cuando todo era tan puro, tan intacto de conta- minación que incluso por tan pequeña niña, como era entonces, que conseguía sentir la intensa, casi dolorosa emoción de esta belleza. Sus barcos, suspendidos entre mar y cielo, silenciosos en un mundo de silencio que sólo las voces de las personas o los gritos de los animales rompían. He aquí el milagro de hundirse en una naturaleza bendecida de Dios en un agua tan transpa- rente que los fondos marinos no tenían secretos para nosotros... Que bendición la nuestra de volver a vivirlo a través de las pin- turas de Lloyd…»3 ¿Cómo explicar esta pintura sombría que contrasta tanto con las ante- riores? ¿Por qué este formato casi cuadrado cuando sabemos que la mayoría de los macchiaioli elegían el formato paisaje, o sea más ancho que largo? ¿Por qué pintar sobre lienzo cuando gran parte de su obra 3. Comisario de la exposición Da Firenze all’Elba, quattro generazioni Olsckhi que se llevó a cabo del 1° de abril 2012 al 3 de noviembre 2012 en la villa Villa Bardini de Florencia, donde se expusieron unas 100 obras de macchiaioli y posmacchiaioli. Entre estos, resaltan Giovanni Fattori, Telemaco Signorini, Giuseppe Abbati, Eugenio Cecconi, Vito D’Ancona, Oscar Ghiglia, Ulvi Liegi y Llewelyn Lloyd. SULLE TRACCE DI… LLEWELYN LLOYD 5 anterior y posterior está pintada sobre madera? ¿Cómo entender los dos árboles secos en primer plano? ¿Por qué pintar un paisaje tan deso- lado que hace pensar más en La casa del ahorcado en Auvers-sur-Oise de Cézanne que en la Strada toscana del macchiaiolo Giuseppe Abbati? Llewelyn Lloyd, La hora del Ave María (1911) óleo sobre lienzo, 76,3 x 97 cm Muchas preguntas, algunas respuestas. La hora del Ave María es uno de los tres cuadros que Llewelyn Lloyd presenta en el Salón de Otoño de París (en octubre de 1909) y en la Bienal Internacional de Venecia (1912).
Details
-
File Typepdf
-
Upload Time-
-
Content LanguagesEnglish
-
Upload UserAnonymous/Not logged-in
-
File Pages12 Page
-
File Size-