Rogelio Marcial Andamos como andamos porque somos como somos: Culturas juveniles en Guadalajara El Colegio de Jalisco 2006 CAPÍTULO II Jóvenes en Diversidad. Primera Parte: Las Herencias del Rock La mitad + 1. No necesitamos que nos cuenten nos contamos porque somos más y si queremos, superamos. Somos resortes, soportes del alma de fe. Resorte uchas de las diversas formas de organización y expresión juveniles, en tanto tendencias, son retomadas por los jóvenes en diferentes partes del M mundo, aún más ahora por los procesos de intercomunicación global que se han consolidado durante los últimos veinte años. Precisamente, muchos de estos jóvenes han resultado ser los mejores capacitados para aprovechar los recursos de los modernos sistemas de información y comunicación, cuyo resultado más destacado se relaciona estrechamente con la circulación y difusión los productos comerciales y culturales relacionados con la juventud. Sin embargo, resulta imprescindible llevar a cabo un acercamiento a lo que ha sucedido con las manifestaciones de quienes se insertan en algunas de las culturas juveniles en la capital jalisciense. Este capítulo (dividido en tres partes, por su extensión 1) intenta estructurar un “mapa geosocial y cultural” de las ideologías juveniles tapatías de disentimiento, sus características, sus expresiones más identificables, sus espacios reales y/o virtuales. Parto de una referencia, por más general, de 1 En esta primera parte se exponen las culturas juveniles que provienen de la cultura del rock , como el movimiento punk , los skinheads , los fetishers o modern primitives y el movimiento góticos y de jóvenes darks . En la segunda parte (capítulo III ) se presentan los casos que tienen su origen en procesos de mestizaje en América Latina, como el cholismo y los chúntaros , el movimiento rastafari y las culturas juveniles en torno al hip-hop , como los taggers , los b-boys y los skatos (aquí se incluye el precario movimiento okupa en Guadalajara que, aunque proviene del movimiento punk europeo, decidí incluirlo con las culturas juveniles locales que hacen de la ciudad y sus territorios el espacio propicio para sus manifestaciones). Finalmente la tercera parte (capítulo IV ) incluye las culturas juveniles que tiene que ver con los nuevos referentes simbólicos globales, como los hackers , los crackers y las nuevas tecnologías, los festivales electrónicos desde las primeras fiestas rave en la ciudad o cerca de ella, así como los jóvenes involucrados en el movimiento lésbico, gay , bisexual, transgénero y transexual de Guadalajara. los orígenes de las culturas juveniles hoy vigentes en Guadalajara, para desde allí centrarme en los procesos locales de apropiación cultural, con la intención de exponer los “contextos glocales” que dan sentido a las expresiones de una parte de la juventud que es objeto de este estudio. Evidentemente, la información recabada para cada caso muchas veces difiere en cuanto a su cantidad y calidad. El acercamiento con jóvenes insertos en las diferentes culturas juveniles que a continuación expongo, fue el resultado de un trabajo de campo de alrededor de tres años que se basó en diferentes herramientas metodológicas, como la observación etnográfica, entrevistas informales, entrevistas a profundidad, discusiones en grupo y seguimiento hemerográfico, básicamente. Estoy consciente que se necesita un trabajo más delicado si lo que se pretende es lograr un acercamiento más profundo hacia cada una de las culturas juveniles que en seguida expongo. Sin embargo, la generalidad que aquí se mantiene se debe al objetivo del trabajo, más delimitado a las nuevas condiciones de expresión juvenil y sus implicaciones políticas en la construcción de relaciones sociales más inclusivas. Formas de respuesta juvenil Cuando el presente siglo está apenas iniciando nos estamos encontrando cotidianamente, así de frente y sin aviso alguno, situaciones que provocan nuestro pesar, por un lado, pero a su vez nos demuestran fehacientemente que desconocemos mucho lo que están viviendo miles de jóvenes en distintas realidades sociales. Aun cuando aceptemos que son casos extremos y muy lejanos a nuestra realidad, no podemos dejar de recordar aquí las aparentemente inexplicables reacciones de jóvenes en los Estados Unidos que, por diversas causas (reales o aparentes), deciden descargar sus frustraciones, temores, rencores, odios y, lo peor, sus armas de fuego, en contra de sus propios compañeros estudiantes, sus profesores y sus autoridades escolares. En un principio es fácil culpar de ello a la “desquiciada sociedad norteamericana”, en este caso, que permite que sus niños y adolescentes estén sin más expuestos a demasiada violencia (en la televisión y en los videojuegos, sí; pero no pocas veces en sus propios barrios, escuelas y hogares); que permite también la libre difusión de propuestas “tan peligrosas” como “satánicas” representadas por la música de grupos como Marilyn Manson ; que no los protege en contra de los “terribles dealers ” (distribuidores de drogas ilegales) que venden sus productos dentro de los recintos educativos; que deja al alcance de estos jóvenes un sistema “tan abierto” como la red de Internet que pone en sus manos todo tipo de información sobre armas, fabricación de bombas, así como pornografía; y que, para completar el cuadro, permite que cualquier adolescente logre adquirir un arma de fuego de variable sofisticación tan solo con cumplir un requisito: tener el dinero suficiente para comprarla. Estas situaciones, por sí solas, no pueden explicarnos hechos tan lamentables y sorprendentes como el sucedido el 20 de abril de 1999 en la Columbine High School , en Littleton, Colorado; cuando dos jóvenes de 17 y 18 años de edad (Eric Harris y Dylan Klebold) decidieron disparar armas de grueso calibre en contra de quienes se encontraban en esa preparatoria.2 Se dijo que esos jóvenes eran seguidores del movimiento neonazista, que la fecha elegida para el ataque coincide con el centenario del natalicio de Adolfo Hitler, que uno de ellos (Klebold) había sido rechazado una semana antes de la Armada de los Estados Unidos, que ambos aprendieron a fabricar artefactos explosivos vía Internet, que eran fanáticos del rocanrolero Marilyn Manson y de los inquietos Beavis and Butthead 3 y que su vestimenta y la forma en que llevaron acabo la agresión reprodujeron la escena principal, llena de violencia, de la película The Matrix (Andy y Larry Wachowsky, 2000), entre otras tantas posibles causas. Lo que sí es cierto es que los 17 muertos, los cerca de 40 heridos y el suicidio de ambos agresores, quedan como prueba de la incapacidad de sus comunidades para percibir las tendencias negativas que están viviendo sus jóvenes y las posibles “salidas” que ellos perciben para subsanar sus preocupaciones y frustraciones. Lo más preocupante de esta situación es que el tiroteo en Littleton es un suceso que bien se encadena con varios más. De octubre de 1997 al 20 de mayo de 1999, 4 es decir en diecinueve meses, se presentaron ocho casos como éste en los Estados Unidos, dejando a 2 Véase al respecto diario Público , Guadalajara, 21 de abril de 1999. 3 Serie de dibujos animados de la cadena televisiva MTV ( Music Television ), sumamente criticada por parte de la sociedad estadounidense y de otros países donde se trasmite. 4 Este otro ataque sucedió exactamente un mes después del mencionado en Littleton, Colorado, donde un joven de 15 años de una preparatoria en un suburbio de la ciudad de Atlanta, Georgia, disparó en contra de un grupo de compañeros y luego se entregó al vicerrector de la institución exclamando: “Dios mío, tengo miedo, tengo tanto miedo…”. En este caso solo hubo seis heridos (véase diario Público , Guadalajara, 21 de mayo de 1999). cerca de sesenta muertos y más de cien heridos. 5 Por ello, el entonces presidente norteamericano William Clinton envió a su Congreso una iniciativa con varias propuestas, dentro de la cual la “más contundente” fue la intención de elevar la edad mínima (de 18 a 21 años) para que sea lícito adquirir armas de fuego en los Estados Unidos. La edad, como es obvio, no es un factor primordial para conseguir un arma, lo que queda demostrado con solo estos dos casos mencionados en escuelas de Estados Unidos, donde dos de los tres adolescentes que dispararon un arma tenían menos de los dieciocho años de edad. Como ya indiqué, estas situaciones están muy lejos de la realidad de nuestro país. Sin embargo, no por ello debemos pensar que el malestar y la incertidumbre juveniles están fuera de nuestras fronteras nacionales y que, por lo tanto, no hay que preocuparse al respecto. Tan equivocado sería alarmarse y esperar que lo mismo puede suceder en una preparatoria mexicana, así como creer que respuestas tan lamentables son imposibles de reproducirse entre adolescentes de nuestro país. La realidad en la que está inmersa la juventud mexicana es muy distinta, pero es necesario conocerla de cerca. De pronto algunos jóvenes dan las sorpresas precisamente porque también en México se desconocen muchas causas de sus problemáticas generales y particulares. Una de ellas, que dejó perpleja a la sociedad tapatía, fue el caso de un grupo de jóvenes que “jugaban a la muerte” dejando a la suerte el suicidio de cada uno de ellos. 6 El Centro de Intervención en Crisis del gobierno jalisciense detectó la existencia de cinco 5 Para quienes gustan de las cifras, esto representa un ataque cada 71 días durante esos 18 meses, en los cuales murió un promedio de 7.5 personas y resultaron heridas 12.5. Casos similares de tiroteos en escuelas se han presentado en Escocia, Yemen, Japón, entre 1996 y 2002. En Alemania, el 27 de abril de 2002, un ex estudiante de 19 años ingresó a la escuela Johannes Gutenberg Gymnasium, en la ciudad de Erfut, vestido de negro y armado con una pistola y una escopeta recortada. Después de matar a 17 personas (14 profesores, dos menores y una policía) y herir a seis más, se suicidó, se cree, como venganza por haber sido expulsado del colegio meses atrás debido a haber reprobado en dos ocasiones sus exámenes para egresar del bachillerato.
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