![Los Chibchas: Adaptación Y Diversidad En Los Andes Orientales De Colombia](https://data.docslib.org/img/3a60ab92a6e30910dab9bd827208bcff-1.webp)
Capítulo VIII CRANEOMETRÍA DE LA POBLACIÓN PREHISPÁNICA DE LOS ANDES ORIENTALES DE COLOMBIA: DIVERSIDAD, ADAPTACIÓN Y ETNOGÉNESIS. IMPLICACIONES PARA EL POBLAMIENTO AMERICANO José Vicente Rodríguez C. Profesor Titular Departamento de Antropología Universidad Nacional de Colombia. 1. La problemática osteológica En el contexto americano los restos óseos y momificados constituyen -en la mayoría de ocasiones- la única fuente de información existente para recons­ truir los procesos biológicos que enmarcaron sus orígenes y posterior evolu­ ción. Los datos tanto genéticos como fenéticos que suministran los restos pueden dar cuenta de la variabilidad de las poblaciones a que pertenecieron, sus simi­ litudes con poblaciones vecinas y por ende sus relaciones etnogenéticas, como también sobre procesos adaptativos que sufrieron en el transcurso de los varios milenios que habitaron este continente. Dentro de los últimos, la craneometría goza de gran tradición desde que se establecieron las normas para su medi­ ción, y con la introducción del análisis multivariado se abrieron nuevas pers­ pectivas para interpretar las afinidades. Mientras que durante ia primera mitad de este siglo los antropólogos centraron su atención en la elaboración de catá­ logos de la enorme colección del National Museum of Natural History del Smithsonian Institution que cuenta con más de 30.000 especímenes (Hrdliéka, 1927, 1931, 1940, 1944) y en la elaboración de tipologías raciales (Hooton, 1930; Woo, Morant, 1934; Gusinde. 1939; Newman, 1943, 1947; Neumann, 1952; Fleury, 1953); a partir de la segunda mitad se abordaron problemas como el poblamiento regional (Lagrange, 1982; Rothhammer, 1984; Rodríguez, 1992; Neves et al., 1989; Steele, Powell, 1992; Key, 1994) y mundial (Howells, 1989); la problemática del poblamiento americano (Alexeev, 1984; Rodríguez, 1987; Steele, Powell, 1992; Lahr, 1995; Neves et al., 1995; Pucciarelli et al., 1999); y, 252 LOS CHIBCHAS finalmente, aspectos más puntuales como la diferenciación social (Byrd, Jantz, 1994) y las respuestas adaptativas de las poblaciones al medio ambiente (Lahr, 1995; Rodríguez, 1999). Estos estudios han demostrado una gran variabilidad de las poblaciones amerindias, en el marco del patrón mongoloide (rostro ancho y aplanado, pó­ mulos prominentes, incisivos en pala), aunque con algunas particularidades que oscilan desde rasgos mongoloides clásicos (particularmente en las regio­ nes circunárticas), australomelanésicos (nariz ancha y aplanada, rostro prognato, en paleoamericanos, Sierra de Perijá) y caucasoides (rostro angosto, ortógnato, nariz pronunciada en el nordeste de Norteamérica y Mesa de los Santos, Co­ lombia). Los orígenes de esta variabilidad se han interpretado en el ámbito de tres modelos evolutivos: el modelo migracionista plantea que las diferencias americanoides se deben a la presencia de varias oleadas migratorias cuya va­ riabilidad fue introducida desde Asia; el modelo micro evolutivo sostiene que la variabilidad se produjo por los procesos evolutivos de diferenciación local; el modelo integracionista postula que ambos procesos, tanto la historia poblacional como la estructuración de la misma jugaron un papel importante en la configu­ ración de la variabilidad americanoide. Estos modelos se enmarcan en las si­ guientes hipótesis: 1. La variabilidad fue aportada por las distintas oleadas migratorias procedentes de Asia (Turner, 1984), a partir de poblaciones híbridas entre mongoloides y caucasoides (Alexeev, 1984; Alexeev, Gochman, 1984; Kozintsev et al., 1999); o por la afluencia de australoides (Verneau, 1924; Neves et al., 1989, 1995, 1999; Munford et al., 1995; Powell, Neves, 1999) o caucasoides (Begley, Murr, 1999; Dahinten et al., 1999). 2. Por cuanto las migraciones se presentaron en un momento evolutivo cuan­ do aún no había surgido la morfología especializada mongoloide, y la pobla­ ción ancestral era mesomorfa, protomorfa o generalizada (Roguinsky, 1937; Debetz, 1951; Rodríguez, 1987, 1992), protoasiática o mongoloide incipiente (Steele, Powell, 1992; Jantz, Owsley, 1997; Powell, 1999), autopomórfica (Lahr, 1995) o pseudoaustraloide (Hooton, 1930). Por consiguiente, los paleo- americanos pueden poseer en distinta proporción rasgos mongoloides, australomelanesios o caucasoides, aunque predominando los caracteres mongoloides en esquimo-aleutianos-fueguinos (100%), Na-Dene (cerca de 85%) y centro-suramericanos (cerca de 65%) (Debetz, 1968; Rodríguez, 1987). 3. Por los efectos estocásticos de los procesos evolutivos acontecidos en el Nuevo Mundo, entre ellos por la deriva genética y el efecto de fundadores (Schurr et al., 1993; Pucciarelli et al.,1999; Dahinten et al., 1999; Rodríguez, 1999); los procesos de fisión-fusión y el efecto lineal producido por líderes CRANEOMETRÍA DE LA POBLACIÓN PREHISPÁNICA DE LOS ANDES ORIENTALES DE COLOMBIA 253 poligínicos disidentes (Neel, 1978; Rothhammer et al., 1990); por la adapta­ ción a diferentes ecosistemas (Rodríguez, 1999); o por convergencia evolutiva con los asiáticos (Luis et al., 1999:20). 4. Todos los procesos anteriores pudieron haber influido, pero sus raíces se han diluido por el paso del tiempo, el flujo génico -incluida la hibridación postconquista- y el crecimiento demográfico desigual, pero es imposible ras­ trear las divergencias a partir de las poblaciones originarias por la posibilidad de haber alcanzado el punto de equilibrio (Chakraborty et al., 1991; Cann, 1994; Relethford et al., 1995; Kozintsev et al., 1999; Luis et al., 1999). En la reciente revisión de la información craneométrica americana de cerca de 3.000 ejemplares elaborada por Powell y Neves (1999:177), se plantearon varios aspectos deducidos del análisis estadístico, y que discutiremos a la luz de los resultados del presente reporte: 1. Los paleoindios sudamericanos son más afines a los australoasiálicos que a los amerindios contemporáneos y aún de los mismos arcaicos. 2. Los datos apoyan el modelo migracionista en el que los paleoindios son morfológicamente, y, presumiblemente genéticamente, dis­ tintos de todas las poblaciones tardías del Holoceno de América, por cuanto representan una población fundadora que o no sobrevivió o poco contribuyó a la morfología craneofacial de los indígenas modernos. 3. La ausencia de ras­ gos típicos mongoloides en los cráneos americanos tempranos indica que pe­ netraron al Nuevo Mundo antes del arribo de los ancestros mongoloides clásicos de los nativos contemporáneos del Nuevo Mundo. 4. Esta interpretación asu­ me que la variación morfológica debe haberse originado en el Viejo Mundo antes de la colonización; y que las poblaciones fundadoras fueron diferentes en el Viejo Mundo 5. La estructura poblacional in situ jugó un papel limitado en la creación de la variación presente entre las poblaciones del Nuevo Mun­ do. Como consecuencia de lo anterior, los autores deducen un modelo migracionista, argumentando que la variación morfológica se originó en el Viejo Mundo antes de la colonización, pero la población fundadora fue distinta en el Viejo Mundo y permaneció así a través del tiempo en el Nuevo Mundo. Una vez en este último, todas los grupos post-fundadores crecieron rápida­ mente alcanzando un tamaño poblacional efectivo igual. A pesar de la apreciable cantidad de publicaciones fenéticas (craneométricas, no métricas, dentales) sobre esta controversia, no obstante, observan tres in­ convenientes (Powell, 1993): 1. La selección de las muestras comparativas pre­ sentan problemas en el tamaño; es muy reducida la representatividad del sexo femenino; no cubren una amplia distribución geográfica -no vinculan la ma­ yoría de poblaciones americanas y sus vecinas de Siberia, Australia y Oceanía, con el fin de rastrear sus posibles raíces-; muchas veces se fusionan diversos grupos (Norteamérica, Sudamérica. Paleomericanos, Amazónicos, Andinos), 254 LOS CHIBCHAS distorsionando la especificidad regional y local (Lahr, 1995). 2. Se emplean diferentes medidas de divergencia (MMD) sin estandarizar y sin verificar el grado de significancia de las diferencias, ante todo en las muestras pequeñas; además que se emplean variables lineales poco útiles para diferenciar pobla­ ciones y se omiten las angulares de alto valor discriminante (Woo, Morant, 1934; Debetz, 1967; Alexeev, 1985; Rodríguez, 1987, 1992; Kozintsev et al., 1999). 3. Se usan datos fenéticos para inferir relaciones biológicas cuando la baja heredabilidad de algunos es muy baja y reflejan la influencia del medio ambiente y no se tienen en cuenta los efectos de la homoplasia y las diferencias en el tamaño poblacional (Relethford et al., 1995); por otro lado, los dendrogramas construidos mediante técnicas de enjambres fenéticos pueden ser interpretados adecuadamente en sentido filogenético, solamente cuando las tasas de divergencia evolutiva son relativamente homogéneas a lo largo de las líneas filéticas; la ramificación no representa otra cosa que enlace por fenotipo similar, cuando las unidades taxonómicas que se comparan son poblaciones y no especies (Sword, 1981; Wiley, 1981; en Powell, 1993:805). El presente capítulo tiene como objetivo analizar la variación de la pobla­ ción prehispánica de los Andes Orientales de Colombia, en el tiempo -desde los primeros grupos de cazadores-recolectores hasta los agroalfareros- y el es­ pacio —cubriendo la mayor cantidad de territorio chibcha-; en la perspectiva de sus implicaciones para analizar el poblamiento temprano de América, compa­ rando un vasto grupo de poblaciones de América, Asia, Australia y Oceanía; bajo el ámbito de las medidas de
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