![Quinientas Mujeres Para Un Hombre Solo](https://data.docslib.org/img/3a60ab92a6e30910dab9bd827208bcff-1.webp)
PF. LOT MUJERES lABi C» •uB&B .WO la fié lotti?. RICARDO COVARRUBIAS j - °L> óc - "" > ií- ! W w Me \-.hA mk # I - . QUINIENTAS MUJERES PARA UN HOMBRE SOLO Cías. Amo, .1 --- -V. edenei C,8 vfieó Cgu «'oQ6 \ jr— • y M ADOLFO BELOT QUINIENTAS^ MUJERES JFî- v: . UN HOMBRE SOLO VERSIÓN CASTELLANA V'v. DE # EL COSMÓS. EDITORIAL _ - O CRI CB JNlVERfflDAD DE Ntf€VO lEOft BIBLIOTECA 'wmo Rï'ko" «ME. 1625 MONTERREY, MEXÎCP MADRID EL COSMOS EDITORIAL "'»HCOTWS-SITITA MI3TFÍ-,"4V ^MU**'1"" ' ' O-^Ï JA A 'J J S 1890 ésaAnfr^fim ¿OTO? - J . H . A «KfiSat (àu*! m ©si ìà Es propiedad. Queda hecho el depósi- FONDO to que marea la ley. RICARDO OOVARRUBIAS _ cV* • - « CAPILLA ALFONSINA BIBLIOTECA UNJV£T^rrARIA Madrid.—Imprenta do Fortanet, Libertad, 29. V . A. N . L: QUINIENTAS MUJERES UN HOMBRE: SOLO -¿MBWD BEÙvmlr:, biblioteca IP /! WimJ UN PROYECTO Isidoro, Clementinay Celestino Girodot en el país de las Treinta-y-seis Bestias Tengo el propósito de narrar muy pronto mi viaje de París á Cochinchina, en forma nueva tal vez, dejando gran parte á la fantasía y al buen humor, sin apartarme, no obstante, de la verdad cuando se trate de pintar los países que he visitado y las costumbres de sus habi- tantes. A fin de dar más interés á mi relato, me ocul- taré todo lo posible, y dejaré hacer y hablar á un hombre muy conocido en el barrio del Odeon no de bitácora de á bordo y algunas notas que y de la Comedia Francesa, á Isidoro Girodot, á he tomado en el viaje. quien el ministerio de Marina, para librarse de En Saigon es donde comenzará él relato que él, encargó el año pasado de una comisión en lleva este título verídico, y aun inferior á la rea- Cambodge, el país de las Treinta-y-seis Bestias. lidad: Quinientas mujerespara un Tambre solo. Acompañado de su esposa Clementina y de su hijo Celestino, Isidoro Giródot YÍÓ, á su ma- nera, los mismos países que yo. Su manera debe ser la buena, y por eso le dejaré la pa- labra. Actualmente viajo solo. El relato siguiente es de los más fieles y menos fantásticos. Si asom- bra á veces es porque Cambodge, del que voy á ocuparme, es asombroso. Sólo se tratará aquí de este país. Pero me se- paran de él dos mil quinientas leguas marinas, y esto es una gran dificultad. No me encuentro con ánimos para vencerla, y además no quisiera usurpar sus derechos á Isidoro. Desde que cono- ció el testamento de su tio César Girodot, que le desheredó, su carácter atrabiliario ya, se ha he- cho más irascible aún. Me buscaría querella con el pretexto de que mermaré su éxito. Clementina y Celestino se pondrían de su parte. Tengo mie- do, y voy á limitarme á consignar el itinerario de París á Saigon. Para ello me bastarán el cuader» ANTES DE LAS QUINIENTAS MUJERES Pase Y. este capítulo: 1.° si está V. bien decidi- do á 110 ir jamás ni á Egipto, ni á las Indias, ni á Cochinchina; 2.° si le es á V. indiferente saber cómo se va; 3.° si le desagrada leer notas de viaje y un cuaderno de bitácora. DE MARSELLA 1 PORT-SAID, 1.568 MILLAS. (La milla marina es de 1.852 metros.) Salida de Marsella el miércoles 16 de Noviem- bre de 1887, al mediodía, en el Salazie. Este magnífico paquebot, de la Compañía de Mensa- jería» marítimas, se dirige á la Reunión, Sidney y Numea. Pero me dejará en el canal de Suez, veré de Egipto lo que pueda ver, y á las tres se- . manas, poco más ó menos, me embarcaré en Ale- jandría en el 7o,7ig-Ts6, correo de las Indias, de la China y del Japón. Para empezar: tiempo nublado y lluvioso. Por y rogando á Dios que acogiese todas aquellas la noche el tiempo mejora y la brisa sopla del almas, mientras los cuerpos descendían poco á Noroeste. poco al abismo. A las cuatro de la mañana del jueves 17 atra- Hoy la mar está azul, asoleada, tranquila, y vesamos los Sanguinarios, á la entrada del golfo baña blandamente las rocas de Lavezzi. No se de Ajaccio, y á las seis estamos en el estrecho acuerda ja del mal que hizo. Como una loca que, que separa á Córcega de Cerdeña. Desde el puen- después de matar á su hijo, le mece y le arrulla, te, á donde me ha invitado á subir el comandan- sin tener conciencia de su delito. te Boulard, veo el pueblecillo de Bonifacio, Per- tusoto y la roca de Lavezzi, donde naufragó la Viernes 18.—Estamos frente á las islas de Li- fragata Semillaate. pari, tierras Volcánicas cubiertas de viñedo, con ¡Espantoso drama! Nadie lo presenció deBde graciosos pueblecillos de casas blancas y teja- la tierra próxima. Ninguno de los náufragos pu- dos rojos. El Estromboli y su penacho de humo. do contarlo. Todos perecieron: oficiales, marine- A las once entramos en el estrecho de Mesina, ros, soldados... mil hombres. Abrióse la mar y entre Italia y Sicilia, Caribdis y Scila; Reggio se cerró sobre ellos. Un grito de desesperación y en la costa de Italia. De frente Mesina, que se luego... nada. Pero algunos indicios permiten distingue con mucha claridad. Este tránsito en reconstituir la escena terrible y grandiosa que pleno día y con hermoso sol, merece seña- debió ocurrir antes de la catástrofe. A bordo iba larse. un obispo. Se ha encontrado su cuerpo revestido Salida del Estrecho. El Etna cubierto de nie- con las vestiduras sacerdotales. ¿Por qué? Por- ve. Pasamos cerca de la costa de Calabria. que sin duda á última hora los tripulantes, vién- dose irremisiblemente perdidos, le pidieron su bendición. Considerad la mar furiosa, el buque Cuaderno de bitácora: Tiempo nuboso, brisa de destrozado, los hombres prosternados, y el sa- NO. Mar bastante serena. Dos vapores en direc- cerdote, revestido como si oficiase en una igle- ción contraria. sia', extendiendo las manos, dando la absolución Sáiadó 19.—El islote de Gardo ó de Gozzo. La 8 18 ADOLFO BELOT. QUINIENTAS MUJERES PARA UN HOMBRE SOLO. 19 isla de Creta ó de Candía. Montañas grises de En cierta ocasión desembarcó un inglés en forma pintoresca. Sopla la brisa. Calais. Llegóse á él un pobre y le pidió limosna. El inglés cogió el cuaderno donde apuntaba sus Domingo 20.—No vemos tierra. Ejercicios á impresiones de viaje y escribió: «Francia, pue- bordo, de incendio y de embarcación. Por la no- blo de mendigos.» Luego, satisfecho, y seguro che, el comandante me lleva á visitar las cáma- de conocer bien nuestras costumbres, se volvió á ras de fundición. Un hervidero donde no pueden Londres. Si yo procediese del mismo modo, escri- vivir más que negros de Aden. ¡Pobres gentes! biría despues de dar un vistazo á Port-Said: «Este ¡Treinta ó cuarenta francos mensuales por lle- Egipto no tiene ningún carácter notable: barra- var tal existencia! Cuando llego al centro de la cas más bien que casas, aceras de madera, ca- cámara, á una señal del comandante ábrense lles polvorientas, tiendas pobres. Ningún indí- todos los hornos á la vez. ¡Qué calor! ¡La tem- gena; solo se ven griegos, italianos y algunos peratura sube de pronto 20 grados! Pero en turcos falsificados. En todas las esquinas, merca- cambio, ¡qué espectáculo más curioso! Brasas, deres de fotografías obscenas, cafés-conciertos fulgores rojizos; y los negros,completamente des- donde cantan de día y de noche, ruletas .de dos nudos, con palas, con biendos, corriendo del uno ceros para veinticuatro números, verdaderas cue- al otro horno, saltando, cantando, gesticulando. vas de ladrones», y me marcharía creyendo ha- Parece esto el infierno con sus demonios y todo. ber visto y juzgado bien el viejo Egipto de I03 Faraones y de las Pirámides. Por fortuna para él y para mí, pienso ir más lejos. Como me basta Lunes 21 —Buen tiempo, calma, mar tran- con media hora de paseo por Port-Said, para ha- quila. Nos acercamos á la costa de Egipto. Diví- cer tiempo entro en El Dorado, me voy á la sala sanse durante todo el día veleros y vapores. A de juego y pongo valerosamente dos francos al las nueve de la noche la máquina disminuye ve- 23. Salió. He ganado. Pero los banqueros sostie- locidad para recibir al piloto, y entramos en nen que he puesto mi dinero tardíamente.—«No Port-Said. dirian ustedes eso si hubiese perdido: se hubie- Mientras el Salazie se surte de carbón, bajo á ran embolsado mis dos francos. ¡No faltaba más tierra. sino que no me pagasen!» Grito tan fuerte, que • que, que se detiene un 4instante para dejarme me pagan y me vuelvo á bordo muy orgulloso trasladar con mi equipaje al vapor de la Compa- por mi triunfo. He ganado cuarenta y ocho fran- ñía del canal. M. Harel, yerno do M. do Les- cos en la ruleta de Port-Said. ¡Cosa nunca vista! seps, me acompaña, y, con la mayor amabilidad, Pero poco despues, ya en marcha, cuando ruego me evita las molestias de la aduana, lo que me al encargado del servicio que me cambie las dos permite tomar inmediatamente el tren para el monedas de oro con que me han pagado, me dice Cairo. que son falsas. Son puntos fuertes los tales di- Presentación álbrabim-Pachá, gobernador del rectores de garitos egipcios y muy estúpidos los canal, y á Linan-Bey, que estuvieron muy aten- que se acercan á semejantes ruletas. tos, y á Hubar-Pachá, primer ministro, en el tren.
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