El convento de San Agustín de Manila Casa edificada sobre roca POR I s a c io R o d r íg u e z , o s a Al convento de San Agustín de Manila: a los hombres de ayer, por su legado religioso, cultural y humano; a los hombres de hoy, por su afán y emulación de cosas mayores, con mi admiración y cariño en el cuarto centenario de su construcción. I Miguel López de Legazpi y la conquista de Manila La situación de los españoles en Cebú, desde el primer momento, por ne­ cesidad hubo de ser muy precaria. De esto se daba perfecta cuenta López de Legazpi. Pero las cosas se complicaron con la presencia de la armada portu­ guesa que venía a las órdenes del capitán portugués Gonzalo Pereyra. En prin­ cipio el encuentro hubo de guardar el rígido protocolo de capitanes honrados, habiendo pedido Pereyra licencia a López de Legazpi para fondear en el puer­ to de Cebú, y contestando el requerido con el asentimiento más cumplido. Muy pronto, sin embargo, de las súplicas temblorosas se pasó al rigor de las exigencias, requiriendo el capitán portugués al castellano que abandonase la tierra, pues ésta pertenecía al rey de Portugal *. López de Legazpi no quiso aventurar contestación alguna, aunque tampoco cedió un ápice en lo que creía I. Cfr. Rodríguez, Historia, I, núms. 34-35. Un juicio breve pero muy acertado en Cos­ ía. l'he Jesuits in the Philippines, 37-38; Pastells, Historia general de Filipinas, II, cclxxxvi- cclxxxvii. 4 I. RODRÍGUEZ, OSA 2 poseer en buen derecho 2. Las escaramuzas inmediatas tuvieron quizás más de guerra de palabras que de peligro de armas. Y así, sin pérdidas mayores, el ca­ pitán portugués abandonaba el puerto de Cebú el día primero de enero de 1569, pero apercibiendo a López de Legazpi que volvería con brevedad y con poder bastante para destruir a los españoles3. Creemos, sin embargo, que los portugueses no hubieran llegado nunca a comprometer la pacífica posesión que los españoles habían tomado de la parte sur de Filipinas. Pero López de Legazpi, para seguir jugando con cartas siem­ pre seguras en un juego bastante difícil, determina pasar a la isla de Panay. En parte era debido esto a la amenaza portuguesa y en parte a que la isla de Cebú escaseaba en víveres y municiones. Los hechos posteriores probaron que la elección hecha por el primer Adelantado de las Islas había sido acertada. En Panay, oprimido por los acontecimientos y el buen modo de vivir den­ tro de unos límites muy modestos, López de Legazpi espera los socorros de la Nueva España, los que llegan poco después, juntamente con los pliegos im­ portantes que el Virrey le remitía. Decía éste a López de Legazpi: «Por los re­ caudos que lleva Juan de la Isla entenderá vuestra merced más particularmen­ te la voluntad de S.M., y asimismo las municiones que se envían, que esta fal­ ta entiendo que fue la que hizo a vuestia merced mudar de lugar donde antes estava, el qual se entiende ser más acomodado e importante para todo lo que adelante se puede pretender, por ser el puerto muy bueno; y demás desto, si los portugueses se apoderasen dél, sería del grandísimo inconveniente. Vues­ tra merced lo mire, porque acá esto es lo que parece, y que. el lugar que vuestra merced ha tomado no es para más efecto de estar con más seguridad, y con la que ahora lleva Juan de la Isla se tendrá la misma en £ebú, como vuestra mer­ ced se provea de bastimentos y se tomen las entradas al puerto, y todo esto ha­ bía de ser con gran brevedad, antes que llegue el tiempo en que podrían vol­ ver, y según acá estoy informado, hasta fin de septiembre o octubre no corren tiempos para ello» 4. 2. Los requerimientos de Gonzalo Pereyra a López de Legazpi fueron siete, y siete tam­ bién las respuestas del Adelantado español. Ha reproducido este importante documento Gonzá­ lez González, A., Los requerimientos portugueses a Legazpi sobre !a pertenencia de Filipinas, en El Tratado de Tordesillas y su proyección I (Valladolid 1973) 225-291. 3. Puede verse para esto una carta de Andrés de Mirandaola, sobrino de Fr. Andrés de Ur- daneta, a Felipe II; fechada la carta en Cebú el 8 de junio de 1569: «... y se fue [Gonzalo Pereyra] con su armada sin despedirse, ni ablar más de apercebirnos que volvería con brebedad, y que trae­ ría poder bastante para destruirnos y desbaratarnos, a cuya causa se ha acordado mudar e' te sitio y alojamiento a una provincia que se llama panae»; AGI, Aud. de Filipinas, 29; publicad; la carta en Rodríguez, Historia, XIV, doc. núm. 32; véase también San Agustín, Conquista:, I, 201; Arteche, Legazpi 2, 253-254. 4. AGI, Patr. 24, r. 1; cfr. Pastells, Historia general de Filipinas, I, ccxci-ccxcii. Con 3 EL CONVENTO DE SAN AGUSTÍN DE MANILA 5 López de Legazpi tomó la recomendación del Virrey con calma y filoso­ fía, y de momento no hizo nada por cumplimentarla, tardando en abandonar la isla de Panay. En carta de 25 de julio de 1570 contestaba al citado Virrey, dando las razones que le habían movido a ello, como era esperar la recogida de la cosecha y la amenaza de los vendavales, los que hacían muy dificultosa la navegación, y, sobre todo, por tener al presente pocas naos y éstas pequeñas y mal aderezadas 5. Por el mes de noviembre, finalmente, salió López de Legaz­ pi de Panay camino de Cebú, y aquí funda con 50 casados la villa del Santísi­ mo Nombre de Jesús [Cebú], repartiendo entre ellos los naturales de aquella comarca, si bien en el repartimiento hubo bastante confusión por no saberse los pueblos ni la cantidad de gente que había en las islas comarcanas que ya es­ taban en paz 6. Guido de Lavezares, el sucesor de López de Legazpi en el go­ bierno de Filipinas, quedó al cargo del fuerte mientras que el Adelantado re­ gresaba otra vez a Panay, donde habría de permanecer hasta fines de la cua­ resma de 1571 7. En Panay se forjaría el nuevo viaje hacia Luzón, itinerario definitivo en la historia del conquistador y pacificador de las Islas Filipinas. Desde Panay a Cebú López de Legazpi fue acompañado por el P. Diego de Herrera, el que regresando de Nueva España había traído consigo dos nue­ vos operarios, los agustinos Diego [Ordoñez] de Vibar y Diego de Espinal8. La inquietud del Adelantado tenía, como era natural, razones muy poderosas y bien estudiadas. Ni Cebú ni Panay entraban primordialmente en sus cálculos de conquista y establecimiento, sino la extensa isla de Luzón y en concreto el pueblo de Manila. López de Legazpi había tenido noticia bastante exacta del Juan de la Isla regresaba de la Nueva Espafta el P. Diego de Herrera, a quien el Virrey de México no había permitido pasar a España, obligándole a regresar a Filipinas. En carta de) P. Herrera al citado Virrey [últimos de julio de 1570] escribe el primero que salieron de Acapulco a 9 de marzo; llegaron a Guam el 12 de mayo, zarpando de esta isla el 15 del mismo mes; el 4 de junio vieron la primera tierra de Filipinas, donde supieron dónde se hallaba López de Legazpi; surgieron en la is­ la de Maripipi el 7, y llegaron al puerto de la isla de Panay el 23 de junio de 1570; publicada la car­ ta del P. Herrera en Rodríguez, Historia, XIV, doc. núm. 43. Según carta original, fechada en Panae el 26.7.1570, y firmada por Martín de Goity, Juan de Salcedo, Luis de la Haya, Juan Mal- donado, Amador de Arriarán y Gabriel de Ribera, el capitán Juan de la Isla «llegó a este campo [de Panay] bíspera del Señor San Juan»; AGI, Aud. de Filipinas, 27. 5. AGI, Patr. 24, r. 9; publicada en Rodríguez, Historia, XIV, doc. núm. 40. 6. El testimonio es del propio López de Legazpi en su última carta al Virrey de México [Manila, 11.8.1572]: AGI, Patr. 24, r. 23; publicada en Rodríguez, Historia, XIV, doc. núm. 48; para otras reimpresiones: Rodríguez, o.c., I, núm. 49. 7. Cfr. P astells, Historia general de Filipinas, I, ccxciii. 8. AGI, Aud. de Filipinas, 84; San Agustín, Conquistas, I, 220; Cano, Catálogo, 10-11; Jorde, Catálogo, 9-10; Rev. Agust. 1 (1884) 169; Rodríguez, Historia, I, núm. 37. Para este via­ je de los tres religiosos agustinos y «ornamentos y otras cosas» que llevaron a Filipinas, puede verse una interesante «Relación» que existe en AGI, Contaduría, 1196, ff. 229-232. El total de or­ namentos, vestuario, matalotaje, etc., ocupó cinco cajones, seis petacas y dos barriles, más una campana, y viajó todo con los religiosos en el navio «San Juan». 6 I. RODRÍGUEZ, OSA 4 poblado de «Maynila» después del viaje que el 8 de mayo de 1570 9 había rea­ lizado Martín de Goity, Maese de Campo, con 90 soldados arcabuceros, 20 hombres de mar, el nieto del Adelantado, Juan de Salcedo, el Sargento Mayor Juan de Morón, el Alférez Mayor Amador de Arriarán, el Alguacil Mayor Gabriel de Ribera, y el Escribano Mayor Hernando de Riquel 10. Esta expedi­ ción de sondeo viajó en el navio «San Miguel», que llevaba tres piezas de arti­ llería, y en la fragata «Tortuga», flanqueados por quince paraos esquifados con naturales de Cebú e isla de Panay 11. Fin del viaje era el descubrimiento de una bahía situada en el centro de la costa occidental de la mencionada isla de Luzón, donde «demoraban» el puerto de Cavite y el pueblo de «Maynila».
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