Entrevista Horacio Malvicino - Horacio Malvicino: Cuando dejó la orquesta del… la famosa orquesta de él, después que dejó Troilo, formó la orquesta típica del 46 que se llama; del año 46, la orquesta que acompañaba a Fiorentino. Bueno, cuando terminó con esa orquesta, como él había vivido 18 años de su vida en Estados Unidos, en Nueva York, cuando su padre se fue de Mar del plata para Nueva York y había hecho toda su juventud en Nueva York hasta los 18 años, que volvió acá a la Argentina, entonces tenía la idea de formar… es decir, él conocía muy bien el espíritu del jazz, lo había visto en Estados Unidos donde vivía, en un lugar que se llama, casualmente, Astor Place en New York, que es un lugar hermoso en lo que se llama Little Italy (la pequeña Italia) Y bueno, él vino acá, hizo toda su gestión con la orquesta de Troilo, hizo su orquesta, la del 46, con Fiorentino y, cuando dejó la orquesta y quiso formar el octeto, pensó en poner un instrumento que de cierta manera era totalmente revolucionario con respecto a todas las corrientes ortodoxas del tango que habían en la época, te estoy hablando del año 54. Yo tocaba en un club de jazz acá, siempre,todos los lunes teníamos reuniones, hacíamos jazz sessions. Yo tocaba jazz, tocaba con Lalo Schifrin, con toda gente que en esa época tocábamos jazz acá, antes que Lalo se fuera a Estados Unidos. Y entonces él me conoció ahí, pero no me conoció personalmente, sino me conoció… él venía como público, porque le gustaba mucho el jazz y venía todos los lunes a escuchar. Así que cuando pensó en poner una guitarra electrificada, es decir, eléctrica, como se llama, en su grupo; pensó en mí. Entonces habló conmigo, tuvimos una reunión, me explicó cuál era su idea, me explicó… en fin, vino a mi casa; yo estaba estudiando medicina, yo estudiaba para ser médico y me sustentaba el estudio con el trabajo de la música ¿no? Y bueno, entonces pensó en ponerme a mí, formó el conjunto con Francini, Baralis, tú ya sabes ¿no? con Stampone, con Federico y él de bandoneón, Bragato de chelo y yo de guitarra eléctrica. Entonces comenzamos con el octeto en el 54 y fue toda una revolución. Fue algo tremendamente revolucionario, es decir, provocó una sensación impresionante dentro de los músicos. Se produjo así una polarización de opiniones; por un lado los que estaban a favor; por otro lado los que estaban en contra, es decir, las crónicas de los diarios se expresaban de manera… había gente que estaba decididamente a favor y gente que estaba decididamente en contra, que le parecía… porque los arreglos eran tremendamente difíciles, a tal punto que él nos entregaba la música y la estudiábamos un mes, un mes y medio, dos meses para poder… para después empezar a ensayar. Pero claro, los primeros dos o tres años que duró el octeto, el 54, 55 y parte del 56, realmente, nunca conseguimos poder combinar el hecho de tocar con el hecho de tener alguna ganancia como para poder vivir. De tal manera que resultaba muy difícil poder… es decir, tocábamos en muchos lados, inclusive íbamos al interior, inclusive incursionamos en ir al Uruguay, por ejemplo, acá cerca ¿lo conoces, el Uruguay? - Entrevistadora: Sí. - Horacio Malvicino: Y bueno, habíamos ido al Uruguay un par de veces y teníamos muy buen éxito, pero económicamente no funcionaba. Y bueno, trabajábamos mucho y teníamos un gran grupo de gente que nos seguía y nos escuchaba en... - Entrevistadora: ¿Jóvenes? - Horacio Malvicino: Jóvenes, sí, jóvenes. Sobre todo, jóvenes. - Entrevistadora: Sobre todo, jóvenes. - Horacio Malvicino: Claro. Pero, de cualquier manera, él había tomado una serie de recaudos de… por ejemplo, de llevarlo a uno de los ensayos a don Osvaldo Pugliese, que ya era todo una figura importantísima dentro de la música popular; hoy ya es una leyenda, para que escuchara al grupo y para que opinara si estábamos en una buena corriente, si era realmente tango, si lo consideraba tango a eso y Pugliese dijo que era muy lindo y que lo consideraba tango a eso y, Pugliese dijo, que lo consideraba muy lindo y que era tango. Es decir, era como llamar a un médico para que te dé otra opinión ¿no? como para llamar a otro médico y… indiscutiblemente habíamos tomado esos recaudos de invitar a los ensayos del octeto a algunos músicos muy renombrados para tener una opinión, una opinión certera. Y todos habían sido muy positivos, pero, indiscutiblemente hay gente que siempre consideró que no había que tocar, el tango es intocable, era una cosa… tenía que ser como era, no se podía cambiar. Así que no le perdonaban a él ni a los que formábamos parte del grupo el hecho de estar tocando, es decir que a mí me llegaban hasta a amenazar por teléfono, como si fuera un terrorista, para que dejara de tocar con el octeto ¿no? - Entrevistadora: ¿Y usted tenía más libertad improvisando? - Horacio Malvicino: Yo tenía mucha más libertad para improvisar. Sí, sin duda. - Entrevistadora: Que los otros. - Horacio Malvicino: Que los otros. Sí, total. Los otros, ninguno improvisaba. Yo tenía una gran libertad de improvisación y, indiscutiblemente, si vos escuchás los discos vas a ver que en el final de todos los temas hay una improvisación de guitarra muy profusa, muy importante, porque ese era uno de los resabios jazzísticos que tenía. Es decir, los músicos de tango no sabían ni sabe todavía, algunos sí actualmente, pero en esa época menos que menos, a ninguno se le ocurría improvisar sobre lo que estaban tocando, como en el caso del jazz ¿no es cierto? el jazz, es normal que se toque, el primer coro de la música; el primer coro del arreglo, se toca el tema y después se empieza a improvisar ¿no cierto? e improvisan todos los instrumentos. En este caso, ninguno improvisaba, el único era yo, que tenía clara la costumbre que me había dado el jazz de improvisar, no me costaba nada, era muy fácil para mí. La idea era de que improvisara con un sentido urbano, con un sentido de la ciudad, es decir, tratando de eliminar lo que fueran frases jazzísticas y tratara de tocar frases dentro del estilo que él había creado ¿no cierto? ese 3 3 4 de… para que no pareciera una improvisación de jazz, sino que tuviera que ver con el contexto ¿no? - Entrevistadora: Una milonga: 3 3 3 2. sí, mmm. - Horacio Malvicino: Claro, claro. Por supuesto. No, que tuviera que ver con el tango. Así que tuve esa suerte que después la perdí, porque con los años, después que dejamos el octeto y el formó varios quintetos, yo estuve en varios de los quintetos, hasta el último y ya en esa oportunidad no me dejaba improvisar, porque él sintió como que no… de que no convenía poner una improvisación de guitarra porque, en ese tiempo se produjo la explosión de la guitarra eléctrica, la guitarra. La guitarra eléctrica era una cosa muy cerrada, que directamente la tocaban ocho, diez guitarristas de jazz en los Estados Unidos y nadie más. Pero después vino la época del rock y la época del rock hizo que la guitarra se hiciera súper popular, la guitarra eléctrica; electrificada. Entonces, con semejante profusión de guitarristas tocando rock, a él le parecía que la guitarra improvisando iba a crear un mal clima dentro del grupo, entonces se inclinó por el piano, de tal manera que en el último quinteto, que yo empecé en año… tocamos desde el 80 hasta el 89 que terminamos con ese grupo y después él formó un sexteto, en el cual yo estaba, pero no estaba ni Suárez Paz ni Ziegler, estaba Gandini y estaba Bragato con el celo reemplazando al violín. Yo estaba también. Él ahí ya no quería saber nada, no aceptaba lo que fuera improvisación de la guitarra bajo ningún concepto. El único que tenía permiso para improvisar y él era muy estricto en esto, era el piano. - Entrevistadora: ¿Y él también improvisó? - Horacio Malvicino: No, no. Él tenía la capacidad de poder hacerlo, pero nunca se quiso largar a hacerlo. A veces lo hacía en los ensayos o a veces lo hacía así en privado, pero él no se consideraba apto para hacerlo. Era muy cuidadoso lo que hacía, era tremendamente perfeccionista y nos exigía a todos de una manera realmente terrible, terrible. Era realmente… era un regimiento. Era como si estuviéramos en el colegio militar, una cosa así. Es decir, era imposible equivocarse, porque no admitía la equivocación. - Entrevistadora: Ah, ah. - Horacio Malvicino: No podía haber errores. No entendía que alguien se pudiera equivocar tocando. Era muy duro. Era muy duro en ese sentido y bueno, todos nos acostumbramos a esa manera de ser y después, con el tiempo, él tenía un gran sentido del humor, un tremendo sentido del humor, era muy divertido, pero los últimos años se le agrió un poco el carácter, se le hizo un poco más serio su carácter, pero eso de debía a sus problemas de salud ¿no? - Entrevistadora: Claro. - Horacio Malvicino: Indiscutiblemente que lo… él, de chico había tenido problemas, había tenido parálisis infantil, había tenido algunos problemas y, lógicamente, todas esas cosas le trajo una deformación en el cuerpo, dolores de espalda, dolores en la columna, es decir, no estaba… si tenía problemas. Sí. Y eso le agrió un poco el carácter en los últimos años y lamentablemente después tuvo esa tremenda desgracia que claro, fue algo realmente espantoso que le pasea una persona lo que le pasó a él ¿no? Porque estuvo cuatro años completamente… ni podía tragar siquier, era todo un problema y sufrió una enormidad.
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