EN BÚSQUEDA DE FRONTERAS PERDIDAS. ALGUNAS NOTAS SOBRE LA CONSTRUCCIÓN POLÍTICA DE LAS “FRONTERAS NATURALES” EN LA REGIÓN PLATENSE SOBRE LA LECTURA DE VIEJOS MAPAS (1600 CA.- 1853) 2 INTRODUCCIÓN. 2 USURPACIÓN Y OCUPACIÓN 5 Entre el Paraná y el Uruaí. 7 Traición, entrega, estado-nación. 12 A manera de conclusión. Una construcción política de “fronteras perdidas”. 16 BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES 17 ÍNDICE DE ILUSTRACIONES 20 EN BÚSQUEDA DE FRONTERAS PERDIDAS. ALGUNAS NOTAS SOBRE LA CONSTRUCCIÓN POLÍTICA DE LAS “FRONTERAS NATURALES” EN LA REGIÓN PLATENSE SOBRE LA LECTURA DE VIEJOS MAPAS (1600 CA.- 1853) ARIADNA ISLAS* INTRODUCCIÓN. Una lectura nacionalista del tema de las fronteras y los límites en la región platense ha significado su supervivencia en la conciencia histórica del ciudadano común –y de muchos historiadores- en asociación con términos tales como usurpación, traición y entrega, refiriéndose con esta adjetivación a los procesos de negociación y firma de tratados de límites cuyo resultado fijó la conformación territorial de los distintos estados en la región. El origen de esta tradicional asociación suele remontarse a la competencia entre las monarquías española y portuguesa en la formación de sus imperios coloniales por el control y la población de una “zona frontera”, la llamada “Banda Oriental”, que fue escenario de diversos procesos sociales de ocupación territorial y objeto de una conflictiva negociación política a través de multiplicidad de tratados. El estudio que se presenta avanza en la lectura de la representación gráfica de esa “zona frontera” en mapas antiguos, y su confrontación con otro tipo de fuentes, tales como los propios tratados, o el relato de los conflictos generados en la demarcación concreta de los límites en la larga duración. En ese contexto anota algunas consideraciones a propósito de la revisión de conceptos tales como el de “fronteras naturales” en una dimensión histórica, política y cultural de su construcción.1 La costa del Brasil * Magister en Ciencias Humanas (UdelaR, Uruguay)- Departamento de Historia del Uruguay, Facultad de Humanidad Ciencias de la Educación, Universidad de la República, Montevideo, Uruguay. 1 Este trabajo reconoce como antecedentes los estudios de Ana Frega “La constitución de la Banda Oriental como provincia. Apuntes para su estudio desde un enfoque local” en Historia y docencia. Año 1, Nº 1, Montevideo, 1994, pp. 47-56; y de Carlos Zubillaga, “Algunos antecedentes sobre acondicionamiento territorial en Uruguay (1611-1911)” en Cuadernos del CLAEH. Nº 4. 1ª. Serie, Montevideo, 1977, pp. 37-61. La cartografía que se usa como fuente en esta ponencia fue recopilada en el marco del proyecto “Renovación metodológica en la enseñanza de la Historia del Uruguay en la primera mitad del siglo XIX: manuscritos, cartografía histórica e imágenes de época en el aula” bajo la dirección de la Profesora Agregada Ana Frega y con apoyo de la Comisión Sectorial de Enseñanza- UDELAR, en mi calidad de asistente y con la colaboración del Ayudante Daniele Bonfanti. Debo agradecer a Hugo Nicolás Islas y a Jorge Sierra su asistencia en la digitalización de parte de la cartografía utilizada, así como a los funcionarios de la sección de Fotografía del Archivo General de la Nación de Buenos Aires, Argentina por la reproducción fotográfica de piezas seleccionadas de su colección. 2 La competencia entre las monarquías europeas por el control del comercio interoceánico generó diversas representaciones del mundo y de la región. (Portugalia Monumenta Cartographica, 1960, passim; Adonias, 1993, passim) La búsqueda de las rutas hacia Oriente, la discusión en torno a la naturaleza de las nuevas tierras descubiertas, en su consideración como parte de un continente conocido o de un nuevo mundo (Laguarda Trías, 2000, 2: passim; Avonto, 1999, 1: passim) a explorar, ocupar y expropiar registró un hito en la celebración del tratado firmado en Tordesillas (7 de junio de 1793) entre la monarquía castellana y portuguesa rectificando las concesiones establecidas en la bula “Inter caetera” del mismo año. Por este tratado se dividía el mundo en dos hemisferios según un meridiano a delimitarse de acuerdo a las instrucciones allí expresas, que consistían en el trazado de una línea imaginaria a trescientas sesenta leguas al oeste de la isla más occidental de Cabo Verde, y que determinaría los dominios de España al Occidente de esa línea, y los de Portugal al Oriente. (Calvo, 1862, I: 1-36) La discusión de los geógrafos que debieron proceder a su demarcación mostró la naturaleza política del establecimiento de la línea en todos sus detalles “técnicos”: la determinación del punto de referencia de partida para la medición, el tamaño de la legua a utilizar como unidad de medida de distancia, las distintas posibilidades para su trazado en tierras que se reputaban eventualmente como una parte desconocida del mundo “antiguo”. (Calvo, ibídem; Laguarda Trías, 2000, 2: 7-20, 51-56) Paralelamente a esta negociación “en abstracto” a propósito de las tierras “descubiertas” o “por descubrir”, que de hecho supuso una discusión en torno al derecho natural de gentes y al derecho de descubrimiento y conquista como componentes de una justificación ideológica para el proceso de expansión interoceánico de Europa, se procedía a la exploración de las tierras descubiertas por parte de navegantes de diversa procedencia contratados por las propias monarquías. La construcción conceptual de la noción de un “Nuevo Mundo” partió de la descripción más o menos certera o fantástica de la derrota de los sucesivos viajes, (Laguarda Trías, 2000, 1: 147-184) así como de la necesidad de la búsqueda o comprobación de la certeza de “utopías”, espacios míticos o percepciones teóricas sobre la naturaleza del mundo. (Avonto, 1999, 1 y 2; 2003: passim) Tuvo su correlato en la representación gráfica de las tierras más o menos incógnitas trazadas según las distintas “escuelas” cartográficas que se desarrollaron en servicio a los reyes europeos. En ellas se hacía una referencia lo más adecuada posible de las costas, los recursos, las poblaciones y las características de las tierras pasibles de ser ocupadas, apropiadas y explotadas. Al mismo tiempo aludían en clave o en forma decorativa a una percepción fantástica de América, tanto como a un proceso de construcción conceptual del continente como una tierra nueva. Así en la nomenclatura de las diversas representaciones, el “Nuevo Mundo” deviene las “Indias”, el “Brasil” o “América”. (Cortesao, Texeira de Mello, 1960: passim; Adonias, 1993: 18-22 y passim) La elección de una representación insular del Brasil, y de los dominios de Castilla como la “tierra firme”, supuso la definición inicial de una “costa del Brasil” que indicaría la percepción política de un territorio concreto e “isleño” delimitado por “fronteras naturales”, en oposición a una concepción abstracta – o 3 jurídica- del mundo dividido por los hemisferios acordados en el tratado de 1493. (Fig.1 ) Así “Brasil”, se opone a “Castilla” por el Plata y su eventual prolongación por el continuo de sus afluentes navegables cuyas características físicas señalaron los obstáculos y los caminos fluviales a las primeras expediciones en búsqueda de la sierra de la Plata: el Uruguay, el Paraná, el Paraguay, el río de las Amazonas. (Fig. 2 y 3) Conocimiento certero, espionaje, favor real, e intereses en pugna se mezclan en las diversas representaciones. (Adonias, 1993: passim; Laguarda Trías, 2000, 1: 167-193 y passim; Laguarda Trías, 2000, 2: 131-150 y passim) Las descripciones “geográficas” que acompañaron los mapas o los tratados justificaron el proceso de ocupación territorial, pero al mirarlos en conjunto aportan datos sobre las formas, los alcances y características de esta ocupación. La conformación de una frontera del Perú en el Paraná parece constituirse en el entorno de 1580, mientras que la fundación de la Colonia y la competencia de las capitanías de Río de Janeiro y San Vicente por la expansión hacia el sur y el interior marcan la misma frontera en el siglo siguiente. El avance sobre la “Banda de los Charrúas” y la construcción de las misiones del Tape refieren de uno y otro lado la colonización de una misma frontera. En este momento inicial parece no aplicarse con facilidad la máxima que inspira la interpretación tradicional del conflicto de límites entre Portugal y España durante el siglo XVIII según el cual España perdía por la diplomacia lo que ganaba por las armas. (Como un ejemplo típico entre otros, Azarola Gil, 1931: passim; Azarola Gil, 1976: 46-60). La imposibilidad del control efectivo del conjunto del territorio, el interés por eludir el monopolio peruano, la conformación del mercado regional de las rutas de abastecimiento y salida del Potosí, la competencia entre elites locales emergentes, generaron una situación de hecho que dio una autonomía virtual al desarrollo de la zona, que integraba su calidad de frontera como un componente estructural (véase por ejemplo Moutoukías, 1988: passim; Prado, 2002: passim) La interpretación tradicional que vio en la fundación de Colonia un “error” histórico (Azarola Gil, 1931: passim) o una disfunción a la unidad territorial (la referencia en Prado, 2002: 25-32) en una reiterada discusión/reivindicación de la frontera hipotética de Tordesillas no parece poder sustentarse, a la luz de los conocimientos actuales y no ya por meras consideraciones teóricas. Aún más, el tácito reconocimiento de la existencia de poblaciones originarias en la denominación usada por el gobernador Hernandarias en la carta al rey
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