Título: Cuévano de Olvidos O Bruno Javier Machado González Colaboradores en Santander: Leandro Valle González-Torre Aurelio Gónzalez de Riancho Colongues Promotor: Ignacio Gónzalez de Riancho Colongues O Edita: Centro de Estudios Montañeses C/ Gómez Oreña, 5-3" 39003 Santander con la colaboración del Instituto de Estudios Cántabros. Composición y Maquetación: CRUZIAL, S.L. C/Lealtad no 8-pal. 39002 Santander Dirección de arte: Marta Purón M" Eugenia Valle Impresión: Imprenta Cervantina S.L. C/ Río Miera, s/n. 39011 Santander I.S.B.N. : 84-930673-1-8 Depósito Legal: SA-541-99 Primera edición: Julio de 1999 Bruno Javier Machado Presencia de Cantabria en Cuba (1492-1999) Crónicas Ilustradas Colaboradores en Santander: Leandro Valle González-Torre Aurelio González de Riancho Colongues Santander 1999 Dedicatoria: A los que confiaron en mí desde siempre y soliviantaron la esperanza de una meta. A los que tienden la mano ante el prójimo desesperado y alivian su penuria. A los que creen en el amor sin dadivas superfluas y arremeten contra sus verdugos. A los cubanos, cántabros y españoles que crean en todo lo anterior. A mí, por tener la suerte de conservar la amistad que tantos humanos me profesan A todos y cada uno, pertenece cuanto he hecho hasta ahora. El autor, Agradecimientos: En especial manera a nuestros colaboradores en Santander, Aurelio González- Riancho Colongues y Leandro Valle González-Torre, a nuestro promotor Ignacio González-Riancho Colongues. A nuestro editor, el Centro de Estudios Montañeses, entidad cultural de tanto prestigio y arraigo en Cantabria. A mis buenos amigos Santiago Casar, Francisco Santibáñez Gómez-Ullate y Federico Lucendo Pombo. Y muy especialmente a todos los hijos de esa tierra, que en mis tres viajes a Santander me tendieron la mano para la convivencia. Como la lista sería larga, y ellos se reconocen a sí mismos, espero dedicarles un ejemplar de este libro precisando de puño y letra mis afectos e infinitas gracias. Bruno Javier Machado *--e CUÉHNODE OLVIDOS ebemos confesa r que cuando nos entregaron para su estudio el manuscrito de este libro del escritor cubano Bruno Javier Machado, nuestra primera impresión al ojear las páginas no fue muy favorable. Tal vez el peculiar estilo literario de nuestro autor y los giros lingüísticos propios de la isla caribeña, no predisponían en un prin- cipio a su aceptación. Sin embargo, el compromiso de prestar la máxima atención a este tra- bajo, hizo que una nueva lectura más detenida y pausada nos llevase a considerar que, independientemente de sus valores históricos y litera- rios, era un manuscrito que podía ser de interés de cara a un mayor conocimiento de la vida y costumbres de muchos de nuestros paisanos emigrantes en Cuba; unos emigrantes que, generalmente, buscaron en tierras caribeñas unas oportunidades que su tierra les negaba. Bien es verdad que el libro nos habla fundamentalmente de aquellos emigrantes que lograron el éxito económico y social, y cuyas breves rese- ñas biográficas figuran a lo largo de estas páginas. Pero también se nos apuntan algunas cosas de aquellos otros de menor relevancia, o de quie- nes sin tener ninguna vivieron el duro exilio; de los muchos que no regre- saron jamás y murieron víctimas de enfermedades propias del trópico o de la miseria. Debemos resaltar aquellos capítulos que hablan de la solidaridad, no sólo con los montañeses residentes en la isla sino también con sus con- e--- Bruno Javier Machado ciudadanos de sus lugares de origen, de los Centros que los cántabros residen- tes en Cuba fundaron para ayudar a los más desfavorecidos, y de las genero- sas aportaciones que a los mismos hicieron los que triunfaron en el empeño. Asimismo nos llama la atención la destacada actividad cultural y lúdica que desarrollaron a través de sus asociaciones y publicaciones, fundamentalmente de esa estupenda revista que lleva por título La Montaña. Pone de manifiesto también el autor ese afán de protagonismo de los natu- rales de unas comarcas sobre otros, plasmadas en la creación de instituciones excesivamente localistas que tuvieron una vida efímera, y las dificultades para vencer esos localismos y crear una gran asociación única de montañeses sin protagonismos de unos u otros. Queremos también destacar el gran trabajo realizado por el autor buceando en las variopintas publicaciones y fondos documentales que se enumeran en la parte final de esta obra que esperemos sirvan de orientación para aquellas per- sonas y estudiosos que quieran profundizar en algunos de los temas o persona- jes aquí tan sólo se esbozan. Resumiendo, como Presidente de este Centro de Estudios Montañeses, que ha asumido la responsabilidad de dar a conocer a los lectores esta obra, creo que la misma puede resultar no solamente una lectura amena y entretenida, que a muchos les hará recordar tal vez a parientes o amigos, sino además una valiosa aportación a los estudiosos e investigadores como fuente de datos para conocer la labor de nuestros indianos en Cuba; abundancia de datos (muchos de ellos inéditos y extraídos de la consulta de archivos y publicaciones cubanas de no fácil acceso hasta ahora para el historiador español) que, pienso, justifi- ca por sí sola el que estas páginas puedan ver hoy la luz. En definitiva es la visión desde el otro lado del Atlántico de la aventura de los montañeses en Cuba. Por el Centro de Estudios Montañeses LEANDRO VALLE GONZÁLEZ-TORRE Presidente Un cubanito me preguntó: Dime tú resaladuca dónde tienes el amor. Lo tengo en Cuba, jay que dolor! sí canta una jota montañesa representando el sentir de bastantes mozas -que fueron- de esta nuestra tierra de Cantabria. Otras muchas coplas y habaneras nacidas aquí podríamos añadir a la arriba expuesta, pero no es necesario. Para muestra basta un botón. Sólo añadir que los amores entre Cuba y Santander fueron especialmente en el siglo XIX, amores profundos y yo diría que románticos, a pesar de la parte digamos financiera o mercantil que indudablemente fundamentó estos sentimientos. En los Padrones de hidalguía de ciertos lugares de nuestra provincia, aparecen ausentes en Cuba numerosos vecinos, y en los registros de salida del puerto, viajan a La Habana más de la mitad. En 1851, los bergantines La Paz, La Perla, La Santander, la fragata Casilda, etc., solamente de Soba, llevan diecisiete viajeros rumbo a La Habana y en 1852, fueron 21 los pasaportes no sólo de individuos, sino de familias enteras sobanas que se trasladan al Caribe, dejando sus tierras húmedas y verdigrises para recibir la caricia del sol de ultramar. Zonas como las de Comillas, Ruiloba, el valle de Toranzo, La Liébana, Cabuérniga, Trasmiera, etc., y sobre todo Ruesga y Ramales, se vuelcan en e--- Bruno Javier Machado este digamos exilio, aunque la mayoría de las veces no volvían y allí quedaban fundando casas de sus apellidos en sus hijos criollos. Aunque se dice muchas veces que sólo eran motivos económicos debido a la pobreza de estas tierras nórdicas peninsulares, los que movían a estas masas de emigrantes a pasar el océano en busca de "las Indias", aún está por probar esta teoría, ya que no en todos los valles de Cantabria eran masivas las emi- graciones de individuos a América, y nosotros hemos podido comprobar que en muchos casos, era un ausente con cargos administrativos, y no de comercio, el que reclamaba a sobrinos y vecinos en su ayuda seguro de su honradez para ocupar puestos de responsabilidad. Tampoco es cierta esa idea de que muchos viajeros eran huidos de la justicia o bandoleros -como hemos leído en varios sitios-. Esto es totalmente falso. La inmensa mayoría de los que pasan a "Indias", son niños, de doce a dieciséis años, y por tanto sin historiales delic- tivos. Muchas veces hemos pensado en estos pequeños viajeros, que con un LLmaco" de ropa o poco más, dejaban su casa, padres y hermanos y hacían viaje en aquellos veleros "tiempo haciendo" expuestos a temporales, piratas, enfer- medades, pestes, mareos, etc., y sobre todo pensando en lo venidero, entreso- ñado como maravilloso y entretemido como oscuro y desconocido. En el puer- to de Santander, quedaban los padres, la madre amorosa y desconsolada a la que quizá nunca más verían, y entre el rumor del mar y el rechinar de las gavias y azotar de las lonas y velas, mirarían los lejanos montes que iban que- dando atrás y fijándose como último recuerdo en sus retinas. Con el tiempo las cosas han cambiado, y es necesario que quede plasma- da y recopilada la influencia de estos montañeses en la isla caribeña, la favori- ta, la última de las joyas americanas perdida en los avatares naturales de la independencia, heredada sin duda del espíritu soberano y autárquico de nues- tra manera de ser mezclada y enriquecida con otras etnias transmarinas. Alguien ha tomado esta antorcha desde allá. Bruno Javier Machado, en este libro Cuévano de olvidos -Presencia de Cantabria en Cuba- ha recopilado y estudiado personajes entrañables, algunos de ellos títulos nobiliarios, no heredados sino merecidos personalmente por su ingente labor y responsabili- dad en puestos de gobierno, administración, curia, comercio, industria, artes, etc. Personalidades de la calidad del Conde de Revillagigedo, hoy reconocida su importancia castrense en la defensa de Cuba, Juan Antonio de la Colina, Luis Vicente Velasco, el "héroe del Morro", el Marqués de Valdecilla, los Marqueses de Comillas, Conde de la Mortera, Marqués de Manzanedo, etc. No hay que dejar atrás y así lo ha hecho Bruno Javier, otras personas que con sus expansiones comerciales, o artísticas, han colaborado a dar y con- servar nuestros apellidos montañeses en la memoria del tráfico mercantil de las dos naciones, y en la historia familiar secular y noble de la hidalguía cántabra, como tampoco a los más humildes que no tuvieron suerte en su aventura ame- ricana, y que envejecieron añorando su lugar de origen en la noche negra del desamparo.
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