UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE ARTES ESCUELA DE ARTES ESTUDIO DE LAS PERCEPCIONES DE LA OBRA DE MAGDALENA Y AURORA MIRA MENA EN LA PINTURA CHILENA DEL SIGLO XIX Tesis para optar al grado de Licenciatura en Artes con Mención en Teoría e Historia del Arte Tesista: Macarena Rojas Líbano Profesor Guía: Enrique Solanich SANTIAGO - CHILE 2006 2 Agradecimientos Ellos y ellas lo saben… 3 ÍNDICE INTRODUCCIÓN 4 OBJETIVOS 6 JUSTIFICACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN 7 CAPÍTULO I La mujer durante el siglo XIX 9 CAPÍTULO II El desarrollo de la pintura chilena y la presencia femenina 16 CAPÍTULO III La Academia de Pintura y la actividad artística en el siglo XIX 23 CAPÍTULO IV La familia Mira Mena 27 Magdalena y Aurora Mira: Estudios e influencias 34 Los Salones Oficiales de Pintura 37 La obra de las hermanas Mira vista por los críticos de arte 40 La pintura de Magdalena y Aurora Mira 47 CAPÍTULO V La obra de Magdalena Mira Mena 59 CAPÍTULO VI La obra de Aurora Mira Mena 70 CONCLUSIONES 83 BIBLIOGRAFÍA 87 ANEXO 90 4 INTRODUCCIÓN En la corta vida de las artes plásticas en Chile, la contribución femenina al arte aparece documentada tardíamente. Múltiples razones contribuyeron a ello, especialmente lo relacionado con la formación educativa de la mujer, ya que el rol que la sociedad le tuvo asignado fue incompatible con el desarrollo y perfeccionamiento de sus capacidades personales, más allá del ámbito estrictamente familiar. Empero, durante el transcurso del siglo XIX se vislumbró una paulatina incorporación de ésta al quehacer cultural, intelectual y, sobre todo, artístico, pero tal apertura sólo se registró en la llamada alta burguesía. Esta situación se vio avivada por el auge de las reuniones sociales, en las que se discutía acerca de actualidad y cultura y en donde particularmente, todo lo referente a la pintura resultó ser un contenido infaltable desde la creación de los Salones de Pintura. Fue gracias a este auge en la vida cultural, fomentado, entre otras cosas, por la estabilidad social política y económica imperante en el país, que la mujer comenzó a participar, aunque no de manera preponderante, dentro de la vida activa y pública, sin compensar totalmente las insuficiencias de su educación. La instrucción de ellas se hizo más bien de manera informal, al relacionarse con figuras ilustres, con personajes más cultos y con diversos extranjeros que se avecindaron en el país. Esta situación les permitió la adquisición de nuevos y más profundos conocimientos, distantes y diferentes de los que les proporcionaron la enseñanza familiar, las instituciones religiosas y los colegios de señoritas, en los que se generaba gran parte de su educación. Como nunca antes germinó un canal de comunicación entre ambos sexos. Estas circunstancias, paulatinamente, permitieron que se produjera, a fines del siglo XIX, un hecho cultural inédito que marcó el triunfo definitivo y el inicio público de una actividad pictórica que había comenzado tímidamente, pero que ya contaba con algunas figuras precursoras. Por primera vez, numerosas pintoras aficionadas tomaron la iniciativa de enviar sus trabajos a los Salones de Pintura. En el Salón de 1883, realizado en el Congreso Nacional, en el que participaron figuras de la talla de Pedro Lira y Ramón Subercaseaux, por vez primera la mujer obtuvo modestos premios y se encontró en mayoría frente a los hombres, en una relación de 18 a 23, la que aumentó considerablemente en los años siguientes. Sin embargo, dentro de este cuantioso grupo de 5 expositoras, tan sólo unas pocas sorprendieron a los entendidos por su talento pictórico, a pesar de los limitados estudios artísticos que la época les había conferido. Entre ellas se encontraron las hermanas Magdalena y Aurora Mira Mena. Aunque su condición social les impidió dedicarse a un profesionalismo integral, estas jóvenes pertenecientes a la clase privilegiada se dedicaron con entusiasmo al arte y, sin querer, rompieron y reaccionaron con lo que la época había asumido para ellas. De este modo atrajeron la mayor parte de las miradas, los comentarios y los aplausos, al tiempo que detonaron profusos artículos en la prensa, entre los que fue fácil advertir el agrado con el que fueron recibidas: Vemos aparecer y afirmarse de una manera elocuente, por todos reconocida, tres talentos distinguidos, originales, llenos de las más lisonjeras promesas. Los nombres de las señoritas Mira y de la señorita Celia Castro, ayer poco conocidos, son ahora los más populares en las dos capitales de Chile: Santiago y Valparaíso. 1 En los años siguientes su participación no se detuvo, se agregaron los salones de 1885, 1886, 1891 y 1895, donde igualmente alcanzaron las más altas recompensas y cumplidos de una crítica que utilizó hacia ellas un lenguaje directo, que elogió tanto sus características técnicas como su frescura. Sin embargo, muy pronto la presencia de estas dos figuras tan notorias, a las que se les había augurado un futuro prometedor, se extinguió dentro del más apabullante silencio y, aunque se hicieron notar algunos lamentos, pareciera ser que para la época el hecho no causó mayor extrañeza. “Las hermanas Mira habían cumplido lo más importante de su misión. Después se cerró sobre ellas el silencio de la intimidad, y no mucho más tarde el del olvido” (Carvacho 1953, p. 13). Ese citado mutismo radicó en la especial condición de la mujer que, una vez casada, se veía recluida a las actividades propias del hogar. No había excepciones y con mayor razón lo fue para estas “señoritas” que, aunque fueron criadas bajo el alero de una de las cunas más poderosas, cultas e instruidas de Santiago, no pudieron escapar de los dictados de su tiempo y del conservadurismo propio de las familias más pudientes. A partir de los antecedentes de la presencia femenina en la pintura chilena y, especialmente en la consideración que se tuvo en la época hacia las hermanas Magdalena y Aurora Mira, fue que 1 Las Bellas Artes en la Exposición (1884, Noviembre 6). El Ferrocarril. 6 surgieron en la tesista numerosas interrogantes tales como: ¿Cuál fue la razón para que las hermanas Mira fueran tan reconocidas en su época?, ¿inscribieron la presencia femenina en el quehacer artístico nacional?, ¿cuáles fueron las razones por las que alcanzaron una favorable evaluación de su obra pictórica?, ¿cuál fue la razón para que expusieran durante un período tan breve de tiempo y desaparecieran sin trascender?, ¿qué logros pictóricos en la pintura chilena pueden atribuírseles?. En síntesis, para dar respuesta a las interrogantes señaladas en la presente tesis, se investigó sobre la situación particular de la mujer chilena de élite dentro del entorno social del siglo XIX, especialmente durante la segunda mitad, su modo de vida, su educación y el rol que desempeñó en la sociedad. Posteriormente, se indagó en las características y el desarrollo de la pintura chilena, junto con sus principales exponentes y, derivado de ello, la incorporación femenina al quehacer artístico nacional, sus precursoras extranjeras y la primera generación. También se analizó el entorno familiar en el que crecieron ambas hermanas, sus estudios e influencias. Se examinó el significado de su breve, pero maciza participación en los Salones de Pintura entre 1883 y 1895 y su temprano alejamiento; las impresiones con que fueran recibidas y los cuestionamientos que se generaron a partir de su aparición en la vida pública. Finalmente, la tesis presenta un análisis de la obra pictórica de las hermanas Mira Mena, lo que permite al lector formarse un juicio acabado sobre su significación en nuestra pintura. En síntesis, la presente tesis se planteó la siguiente interrogante: ¿Cuáles son las percepciones acerca de la obra de Magdalena y Aurora Mira Mena en la pintura chilena del siglo XIX? OBJETIVOS General Estudiar las percepciones acerca de la obra de Magdalena y Aurora Mira Mena en la pintura chilena del siglo XIX. Específicos Definir la situación de la mujer chilena en el entorno social y cultural del siglo XIX. Describir el significado de la participación femenina en el quehacer pictórico nacional del siglo XIX. Investigar los estudios e influencias en la obra pictórica de Magdalena y Aurora Mira. 7 Evaluar la significación de la obra Magdalena y Aurora Mira en el ambiente de la época y en la pintura chilena. JUSTIFICACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN Al inicio de la historia de la pintura chilena, marcada tradicionalmente por una renombrada y variada pléyade masculina en la que destacaron los nombres de Pedro Lira, Alberto Valenzuela Llanos, Alfredo Valenzuela Puelma y Juan Francisco González2, llamó la atención que aparecieran de modo relevante algunas figuras de mujer. Esta investigación, si bien no podía abarcarlas a todas, buscó conocer cuál fue la contribución de ellas, hasta ahora tan marcadamente ignoradas en la pintura nacional. Surgió desde ahí el deseo de rescatarlas, ya que fueron esos personajes inaugurales y sus iniciales manifestaciones pictóricas, que parecieron ser tan triviales y poco significativas, las que posteriormente se revelaron como trascendentales para el desarrollo de la plástica nacional. En este sentido, fueron esas primeras mujeres las que marcaron los cimientos para las futuras generaciones de pintoras, cuyas representantes trascienden hasta el día de hoy. Para el estudio acabado de este tema, fue necesario correr la cortina de la infancia de la pintura, en relación con los orígenes de las manifestaciones que conducen a explicar aspectos trascendentales de los fundamentos sobre los que reposa la pintura actual. Magdalena y Aurora Mira representaron, en su elección de vida y en su obra, el paradigma de esta primera generación que ha sido de algún modo omitida. Lamentablemente, sus pinturas han permanecido un tanto olvidadas por los actuales historiadores del arte, quienes escuetamente las mencionan, lo que dificulta colocarlas nuevamente en la memoria colectiva. Probablemente esta sea la consecuencia que se traduce en el escaso material bibliográfico disponible sobre su vida y obra, situación que exige la necesidad de proveer de un texto cuyo peso teórico y crítico las instale en el lugar que les corresponde en la historia del arte pictórico nacional.
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