Semanario Ilustrado Por D. B. Fernandez Y González. D. R

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AÉO I. MADni» IXÚm. 33. MOVELAS, VIAJES, LITERATURA, HISTORIA, CAUSAS CÉLEBRES, CHISTES, ETC., ETC. SEMANARIO ILUSTRADO ESCRITO POR D. B. FERNANDEZ Y GONZÁLEZ. D. R. ORTEGA Y FRÍAS Y D. T. TARRAGO Y NIATEOS. PRECIO EN MADRID. PRECIO EN AMÉRICA, DOS REALES EL NÚMERO. PRKGIO KN PROVINCIAS. Un real cada semana, pag^ado en Real y medio cada semana .pagado el aoto de recibir el número. Se anscribe en Madrid, ProTincias y América en todas en el acto de recibir el número. las Ubrerias, ó bien dirigiéndose 4 su Editor o. JEtUC SE RErtRTE UN ROHERO SEIIUtL QRACii, Kncomienda, le, principal, Madrid. SE lUak k DMICILIO. EL BEY DEL PUÑAL. — Espera, espera,—exclamó Josias Datham. (r^'g' ^i^-) 514 EL PERIÓDlCO'KyfFTODOS. d i,-,^ SUMARIO. lo que,es el rey mi aeñor: no puede pasarse Vagaron los ojos de Josias Datham. Tr.xTW—íl Rey del pntitl., novela por don -Manuol Fer­ sin mí. ' ": " •> ' " DoA Oantoncílló "K^bia Visto Sque el^Jiidio nandez y González.—L« NxUyidad, por doita Robuslia- Y don Cáatoucilío ST levxntó,' abrazé kixt eiBtijnafia aquella copa efr «a tésoí^)i y se na Armiño de Ciieüta.—Honor de esposa y corazón de mujer y se fué á buscar á Jo'slaa Datham, al íprovecii^ü de ia'ocasioD. -v ,-.-.'V ni^ttfc. novela por don Ramón ürlega y l'rias—Scc- que eacontró entre sus amanuenses y sus Be acordó de la miseria de doña Coulítaaza cito de imiriei: A í)r¡llaí,<lel iuiafoaís: (Cnntaim- fardos enmedio do su inmenso akpáoén. - jNe Su-raarido el rey de Mallorca. ciun.J'por don Totcualo Tarrago.—Los K»cépl¡cos. ipor ta cop^ era inestimable, un instr«manto UaoEloy Perillaa Bu\ú.—.Xoche-buena y Nocho-mSla, jBeguró dé" muerte ¿i^jo poder terrible duraba por don Eloy l>«rillan Buxó.—Cauaas célclircs—Malé­ ,En'cuanto el judío vio á don CáátdiiciUo dejipues dé muchos años. vola iDlIucneia de la Tatsa amistad, por'don l'c;jir6 l'a- se levantó y sa'lió por un^ peceña pijería Era una verdadera copa de príncipe.' lau y Masonl.—El l^unal de oro. novela por don Torcua- del almacén. * ' ^. Etiííedio dedar seguramente la muerto lo Tarrago.—Variedades, por doTIa Rojjusllaíía ArwHhr Don Oantoncillo le siguió. r -áia tener que valerse de personas interme­ fe Cuesta.—Sección fesUva. Cttancl<> llegaron á osa estancia inmediata, dias para obtenSf un tósigo. el juglar dijo al judío: Esto era inapreciahle. nKiBiBos.—El Rey del puñal.—Loa Exeópticos (do> grabx- .-"jOrees tú qtie yo puedo llevar al rey el Por muy flelqué sea un asesino delque se ilot.J—Arturo JlrouDsvilIc. selló de su cancillería? ha usado, y por mucho interés que él mismo —Si, puesto que está hecho,—dijo Josias, ten¿ia en guardar el secreto, este secretó pue­ —yo le he hecho limpiar y arreglar de tal de descubrirse. ,'i, - . manera, que iio parece sino que aéaba de tra­ Josias OathaD' péjjis'ab» en «ato, en la ga­ EL REY DEL PUÑAL. bajarse en él. nancia que aqdejla copa podía {trocniraíla. —Pero el rey ¿podrá creer que se ¿ahecho El se., ásonrbratia-d^ fligtona larga vi tud •OTILA HISTÓRICA - ese selio en tan poco tiempo? •-.- mortal de la^cbpa* y nV<íwÓlpr§üdia isámo ha­ —¡Oh! el rey sabe que mis orfebreros ha­ bía podido ser mezclado á ella de üira mane­ m B. lARüEL FEBÜAÜDEZ T GOIZALEZ. cen milagros; más de una vez, para satisfac- ra tan peí manente un veneno. cer uno desuscapnohoá seha terminadottoaj «íal^iip sí?tóinioy<,se preparaba una copa para bella y difícil alhaja, empezando por fundir el matar ufaa o dos veces. LIBRO PRIMERO. ori^.iPuedes llerar sin temoralgiipo ese ceÜQ. Pero esto debia ser en un corto espacio. al rey acompañado de la cdpa'" ' • ' —'" Aquella maravilla había excitado a Josias —iAb!—exclamó don Cantoncillo,—pues Datham, y de tal manera, que no lo podía di­ se me flgura que el rey va á querer un nuevo simular. Er.RE DVlagro^Jiíque jpara ese milagro va &enTÍar-> I me amí. • .- -j V ^'^n^ípii .¿no «nq —Y bien,—exclamó Josias,—aun falta una —Te ,vendo esa copa,—dijo Gautoncil^ —jAliI np, porque yo, H9. sacó,más que un hora para el medio dia: si el rey como es de acometiendo de: freiTtX á, Josias DaiiUam. ¡üstruraen'to da fa pi'ovWijnCíá'y'e "Dios. Ade- presumir, quiere tener panaüííilteche éÁ0LÚo>-—¿Y para qué quiero yo la copa?—excla­ vSÁm, ««tr^a lo que quiera» tíl«iieaík)r , ;a te pa, la tendrá, y no será una sola copa la q^ue mó Jofiíáft aliWáaadosé' y 'miíaiú'do tft? \'ittk lo IMÍ dicho j tC' lo repito: tea^a algo dSVéy se haga, se harán dos.' entonééá te convence­ manera intensa y'aiísrosa á'don Cildtou- y de rey terrible, y no renuacio jamás-^ mis rás dalo-que valen mi» platero» y mis (4Í3- eillo. proyectos, laútii e», pi^es^.^^ue pretendas di­ mantwtas. ; ^ —Capaz ere8'd'e''f>r(yp0TieT «ü véh^a á'-la se­ suadirme. —Pues voy á llevar esta cop i y este sello á ñoría dft V^necia, que pa^a muy bien todos —Nos perderemos,—exclamó Blancaflor.— su señoría, mi muy querido hijo y dueño, y los medios dematar secretamente; capaz ere-s Yo ereo que el destino del rey dua Pedro es díme tú, Josias, ¿por qué han de ser dos co­ también de venderla á un cardenal que codi­ devorar to que tieae á su lado. pas en vez de Una lasque tú vas á falsificar? cie ser Papa ó de echarte á buscar un rey do —¡Ah! yii soy más fuerte que él; yo le co- —¿Quieres tú decirme, Cantoncillo, si se la cristiandad que quiera tañer un medio se­ noz'.ío ea tanto que para él yo soy un miste­ puede dejar tranquilamente en poder del rey guro para dar al traste con alguno de lo.s rio, y 6U todo camo, ¿crees tú que la piiSalada don Pedro una copa envenenada como esta? otros reyes, sus buenos hermanos. ¿No sab.'.s que yo di anoche a ese bueu don Pedro de ¿No seria de temer que un dia Ja emplease en tú que yo he nacido debajo de una teja del Kgeriefc ha sido mi última puñalada? uosotros? alcázar y que conozco bien todas las infamias —Nos perderemos, don Cautuncillo; nos­ —Todo podría ser,~dijo don Cantoncillo qué e» los alcázares se hacjn y aun se pien­ otros y los que nosotros preteadamos prote­ dejando ver un rostro no muy satisfecho.— san? ger: estoy Tiendo en tu frente arrugas, si- ¿Pero no consideras, imbécil, é idólatra, que —Pues para nada necesito esa copa,—dijj niestrM arrugas queme aterran. tú ere^, qae el rey no se satisfará .sí no pruer- rehaciéndose Josias l)ath»m. í-¡Bahf—exclamó don Cantoncillo,—su- ba la éttét. y sé convence de que continúa en- —Pues bueDK^ inala llevo y digo al rey pátotteíones: creen ios ímbóciies que nosotros vene^'^da? ,• los gitanos tenemos el don de la adivinación; r^ÍBahl gbáhl eálo mismo que sirva para pope nosotros los gitanos no podemos creer- 0i a una de tas copas que yo baga, el kspec- Jo; nó nos podemü.4 enífl^irá'nosotros'mis- io da antigua, itk unveneno^aepateen Wiitf 8%«» ^íesespeS^o por los ojos y por itips. ¿Has adivinadotu^uelleg^ariasá casal*/ Veinte y cuatro horas por algunos diaa: des- el Mmbl^te de.)}o8ia4. toiéoa uno de tu raza, y que casándote coa paes el veneno peederf «u fuerA y dentro áó un gitano llegarlas á ser uua poderosa seño­ de un mes será la coparinofenaiTa. ra? iSttbis TU antes de encontrarte que tods- —Sin duda debes tener tú nn pacto líecho TÍs había relicidad y amor para mí sobre la con el diablo,—dijo don Cantoncillo.—Pero va­ —Es que yOímodó jr alrey,—exclamó,—y tierra? No te engañes, Blancaflor; el hombre mos i. cuentas: si no se puede dejar tranqni- decirle la propinMlüonque me has hecho y que ntf Mbe de dÓBoe Tiene ni á dónde ve, ni Umentauna copa envenenada en Iksmajioáael porque yo he sido Ij^radoj tú me calumnias cuetos BOU sus días, ni eaál su poder. rer, meaos se puede dejar en I«a tuyas. ¡He- y me desacrdii^SiS'^íciendo que yo no puedo —To eabis que habiirde llegar á unk ffraa Teí« tú «res un lobo, tú «res avaro,, tú 88tóft]ía'-Isiflcal r un«'wga sirtiejitnte. furtnna,—dijo Biancafior,—que amaría á an sediento, perdido'de amares por I»tija de tú —Por eso «^íjflde,—dijo don Cantonci­ hambre TÍejo y feo, q,ue por él me Tendría mujer y del señor rey don Alfónsi» el Beníg^ llo,—yo te BÍíwipí de introductor ha-sta ti uis grAn fortuna ,' y que esafortuna seria no. ^Quién sahe lo qae tú puiides intentar eon mismo rey. " t ' . piMnii una inmensa dresgrjieia. esa Copa sr ae queda en tu poder? —¡Asesinol—exclamó casi á punto de llo­ '•oAbora que ha sucedido;'—dijo don Oan - —Quédese en el tuyo,—dijo JoUaí Da- rar el judío, ••'.; tcneillo,—erees haberlo aaÍTÍnado; pero la tham,-*-yo te la dejo tranquilo: tú serás Ivodó- —¿Cuánto éi# das por la copa?—dijo mi­ aliTinacion no existe, adorada mia, ^ <{e tal 10 malo que se quiera; pero no matarás á na rándole Coa" ana sonrisa de diablo don Can- niUien. 60 estoque TO no meatreTQjria á ase- die si no en tan malo como tú por lo ménus. toncillo. gttrar, i pesar de Tas pruebas de »mor que —pien düfao: yo no he matado nunca m^ —Vamos,—1iJo Josias Datham,—pues para n^sliM dado, ai acabarás por olWdttfm*, por que picaros; y para eso no me he valido del cumplir con Dios v con mí conciencia, y par» MMtir repugnancia báciamí y p0r enamo­ veneno.

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