Alejandra Laera Universidad De Buenos Aires / CONICET La Anécdota Que Me Interesa Compartir En Esta Oportunidad Está Narrada E

Alejandra Laera Universidad De Buenos Aires / CONICET La Anécdota Que Me Interesa Compartir En Esta Oportunidad Está Narrada E

REVISTA DE CRÍTICA LITERARIA LATINOAMERICANA Año XLI, No 82. Lima-Boston, 2do semestre de 2015, pp. 37-52 SARMIENTO FRENTE A ESPAÑA. VISIONES DE UNA ARGENTINA ROMÁNTICA EN EL MUNDO Alejandra Laera Universidad de Buenos Aires / CONICET Resumen El artículo aborda un aspecto central de la relación entre Europa e Hispanoa- mérica que despliega Domingo F. Sarmiento en sus Viajes (1845-1847). Para ello, trabaja con el relato del viaje a Francia y a España, y el modo en que se distancia de las “impresiones de viaje”. El planteo principal es que la idea de orientalismo, de corte romántico, le permite a Sarmiento procesar la situación de minoridad lingüística y cultural del Río de Plata y reposicionarse respecto de la cultura europea. En ese sentido, su relato de viajes retoma y reconfigura las nociones de color local, exotismo y orientalismo que había planteado Facundo (1845). Palabras clave: Domingo F. Sarmiento, relato de viajes, antihispanismo, orienta- lismo, romanticismo, color local. Abstract This paper examines the complex relationship between mid-19th century His- panic American culture and Europe by looking at one of the salient sentiments in Domingo F. Sarmiento’s Viajes (1845-1847): his antihispanism. Specifically, it focuses on the sections on France and Spain, where Sarmiento’s work signifi- cantly eschews the style of “travel impressions”. In those sections, Romantic orientalism allows Sarmiento to both inscribe the minority status of Río de la Plata’s culture and language politically, and to position himself in the larger context of European culture. This rhetorical maneuver enables Sarmiento to revisit and reconfigure notions of local color, exotism and orientalism he had explored in Facundo (1845). Keywords: Domingo F. Sarmiento, travel narrative, antihispanism, orientalism, romanticism, local color. La anécdota que me interesa compartir en esta oportunidad está narrada en una carta que Domingo Faustino Sarmiento escribe des- de París, en 1846, durante su viaje a Europa. A fines del año ante- 38 ALEJANDRA LAERA rior, Sarmiento ha salido de Santiago de Chile, donde está exiliado, enviado por el gobierno en misión oficial para estudiar los sistemas europeo y norteamericano de educación pública, y mientras viaja escribe sus impresiones en forma de cartas dedicadas a sus amigos o colegas de Hispanoamérica, que reunirá en el volumen publicado en 1849. Entre esas cartas, una de las más conocidas es la que le envía desde París a su amigo Antonino Aberastain, también exilado en Chile por oposición al gobierno sanjuanino. París era el destino so- ñado por Sarmiento, el espacio donde, según pensaba, encontraría la gran consagración en la República mundial de las letras, una suerte de consagración à la Pascale Casanova, según la cual, por lo menos desde el siglo XVIII y hasta promediado el XX, el paso por París otorgaba visibilidad y legitimidad a los escritores, en particular a aquellos provenientes de las periferias, con sus anacronismos litera- rios y su distribución desigual de recursos literarios (Casanova 115- 142)1. Para lograrlo, decía Sarmiento, tenía dos llaves: una carta de recomendación del gobierno chileno, y su libro Facundo, publicado en 1845 a modo de propaganda antirrosista: “La llave de dos puer- tas llevo para penetrar en París, la recomendación oficial del go- bierno de Chile y el Facundo; tengo fe en este libro” (Viajes 135)2. 1 En cuanto a la consagración, afirma Casanova que “en forma de recono- cimiento por parte de la crítica autónoma, es una especie de paso de la frontera literaria” y que “La transmutación mágica que operan los grandes consagrado- res es, para los textos procedentes de regiones desheredadas literariamente, un cambio de naturaleza: un tránsito de la inexistencia a la existencia literaria, de la invisibilidad al estado de literatura, transformación aquí llamada literarización” (172). Más allá de los matices que se podrían introducir a esta afirmación para el esquema centro-periferia que conlleva la propuesta de Casanova, lo que quiero enfatizar es que Sarmiento asume una posición en consonancia total con ese tipo de ideas (su ratificación de lo nacional y lo americano frente a lo español o frente a interpretaciones europeas de la realidad rioplatense no prescinde nun- ca, para su imposición, consagración y valoración, de la contracara, justamente, europea, universal o incluso extranjera; ver Facundo 9-10). 2 El entonces ministro de educación Manuel Montt, amigo personal de Sarmiento, envía una carta, a la que se refiere en su texto, a un importante di- plomático de la cancillería chilena en París, quien le consigue al viajero, de he- cho, una entrevista privada con el ministro Guizot (para un registro detallado de las actividades de Sarmiento en su estada en Francia, ver Verdevoye 639- 715). Todas las citas de Sarmiento en sus Viajes corresponden a la edición de 1981, que normaliza y actualiza la ortografía. SARMIENTO FRENTE A ESPAÑA 39 Sarmiento espera entregar su libro a diversas personalidades de la escena política y cultural francesa, hacer conocer a través de él la si- tuación en el Río de la Plata y explicarla por medio de su fórmula civilización/barbarie. Pero también espera que su libro sea comen- tado por los críticos en la prensa, en particular en la prestigiosa Re- vue des Deux Mondes. Sin embargo –y acá se inicia la anécdota–, cuando prueba la se- gunda llave, es decir el libro, esta no funciona. Lamentablemente, el envío de ejemplares hecho desde Valparaíso antes de su salida se había perdido y Sarmiento llevaba consigo un solo ejemplar, con lo cual se hacía imposible entregarlo a los diversos diarios y revistas, y por lo tanto, difundirlo como tenía previsto. Finalmente, ya unos dos meses después, consigue dejarlo en la Revue como él quería, pe- ro pasan varias semanas más sin noticias, hasta que un día lo reciben con efusividad, lo invitan a colaborar periódicamente y le prometen una próxima reseña del Facundo. Pese a la demora, Sarmiento acepta porque el artículo le hace falta para presentarse ante los escritores: “En París –afirma– no hay otro título para el mundo inteligente que ser autor o rey” (Viajes 137). Por eso mismo, de hecho, no había querido ser introducido todavía a Jules Michelet o a Alphonse de Lamartine: “no quiero verlos como se ven los pájaros raros –explica–; quiero tener títulos para presentarme a ellos, sin que cre- an que satisfago una curiosidad de viajero” (Viajes 137). La reseña saldrá finalmente en diciembre, cuando Sarmiento esté atravesando España para llegar a Barcelona: consta de una extensa glosa y co- mentario del Facundo con la firma del especialista en compte-rendues de libros hispanoamericanos Charles Mazade, que Sarmiento se ocupa de poner en circulación, pero, sobre todo, de aprovechar primero al volver a Chile y unos años después en su regreso al Río de la Plata. La anécdota, podríamos decir, tiene un final feliz: Sarmiento no se consagra en París tal como hubiera querido, pero el artículo le rinde muy bien en su consagración americana (una módica vuelta de tuer- ca a las teorizaciones de Pascale Casanova). De toda la anécdota, quiero detenerme en el momento en que Sarmiento, con su único ejemplar del Facundo, busca insistentemente que alguien lo recomiende a la prensa; es justo después de pregun- tarse cómo hacer para entregarlo a todos los diarios y revistas al mismo tiempo. Escribe entonces: “Yo quería decir a cada escritor 40 ALEJANDRA LAERA que encontraba, io anco!, pero mi libro estaba en mal español, y el español es una lengua desconocida en París, donde creen los sabios que sólo se habló en tiempo de Lope de Vega o Calderón y después ha degenerado en dialecto inmanejable para la expresión de las ideas” (Viajes 135). Y concluye anunciando la siguiente decisión: “Tengo, pues, que gastar cien francos para que algún orientalista me traduzca una parte” (Viajes 135). En su búsqueda de consagración parisina, Sarmiento pone las dificultades a las que se enfrenta por ser un visitante (un extranjero) en términos, ante todo, lingüísticos. Y lo hace doblemente. Primero, porque él usa lo que llama un “mal español”, esto es: el español del Río de la Plata, no del castellano que, en principio, se habla en España. Segundo, porque el español, por ser la lengua de España, estaría culturalmente devaluada entre las lenguas que se hablan en la Europa occidental. Así, en el razo- namiento expuesto por Sarmiento, es el español oficial, el caste- llano, el que se convierte en un dialecto. Pero, y ahí está el tour de force sarmientino, no lo es estrictamente en un sentido idiomático, como lo son otras lenguas que se hablan en España y como incluso podría llegar a decirse del “mal español” del Río de la Plata, sino que se trata de una suerte de dialecto cultural, ya que se considera “inmanejable para la expresión de las ideas” (Viajes 135). Claro que el castellano no sólo deja de ser interesante, y por lo tanto deja de ser comprendido y apreciado, sino que arrastra en su devaluación al español rioplatense. Desconocido en París, el castellano se convierte allí, cuando lo habla malamente un argentino, en una lengua menor. Porque, si aten- demos a los rasgos que dan Gilles Deleuze y Felix Guattari para de- finir a la literatura menor, se trata de una lengua desterritorializada que, en la coyuntura postcolonial, se articula, por el corrimiento respecto del castellano, políticamente, y cuya enunciación sólo pue- de ser un dispositivo colectivo (31). Es que, en París, el mismo Sar- miento está en situación de minoridad. En esas condiciones, Sar- miento se propone, antes que mostrar los problemas de lo español y cómo ello explica en gran medida los problemas del Río de la Plata, hacer, de la situación de minoridad lingüística, la fuerza de su litera- tura.

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